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BIBLIOTECA ILUSTRAb.
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HISTORIA GENEML
v^.
DE ESPAÑ4,
LA COMPUESTA , ENJIENUAIIA V AÑADIDA
PDR EL PADRE MARIANA.
CON LA CONTlNliACIüN \\í. MIMANA;
CON TODOS LOS SUCESOS QUE COMPRENDEN
EL (¡SCMTU CÚSICU SjKNK hL HEIDADO ÜE C*«LOS III, FOR BL ClMnE DE FLOHIDABLAnct ,
L* HISfORU DE SU LKVA^VTAlIIENro, GUEftlA T REVOLUCIÓN. POR BL CONDg RE TOREXU,
T LA COtCTEMPOBANEA
HASTA NUSSTR08 DÍA?.
Adormda «•■ «50 UmbiM.
MAKfl^iSíilAo
MADRID:
IMPRENTA V UBREKIA DE KASPAH Y ROIG, EDITORES,
PROLOGO DEL AUTOR
Al, REY CATÓLICO DE US ESPANAS
DOM FELIPE TEBCEItO DEBTE
nuKíTHO wñoi.
Lh idm paiadfM (muy poderoso íei'ior), publiqué
ta Hi9ToaucintK*L us £gPAS* que compuse en latín,
Jebajo del real nombre y aroparo de vutiilro paire el
re; nuestro señor, de gloriosa oiemjri;!. Al preaente
me atreTO i ofrerer la misma, puesta en lenguaje
caatetUno. Como uua joya podrá ser de alguna esti-
ma para el reinado dichosa y para la corona de Vues-
tra Hageslad, servicio , según yo pienso, agradable,
j voeslra beoignidad por la grandeza de la empresa
1 por el deseo qiie tengo de aprovechar y servir. Lo
que me moTÍú á escribir la historia latina, fue la falta
ijue della tenia nuestra España (mengua sin duda
notable), mas ahundaateenbazaüiique en escritores,
•■nespecial deile jaez. Juntamente me convidú d to-
marla pluma el deseo que coooc! lósanos que pere-
tjríné fuera da Espina , en las naciones estraoas, de
'■ntoider tas cosas de la nuestra: los principios y me^
■lios por donde w encaminó i la grandeza que hoy
(iene. Volvfla en romance, muy fuera de loquea!
principio pensé, por la instancin continua que de
>liiems part&( me hicieron sobre ello, y por el
(toco conocimiento que de ordinirio boy tienen en
t:s{Mn& de ta lengua latina, aun los que en otras cien-
cias y profesiaies se aTentaiao. His qué maravilla,
pues nlngnDo por este camino se adelanta, ningún
premio nay en el reino para estas letras , ninguna
Iwnn, que et la madre de las artes? que pocos estu-
.: 1 ng pj^ íabtr; ademas del recelo que tenia
no la tradujese alguno poco acertadaaente, cosa que
me lastimara forzosamente, y deque muchos me ame-
nazaban. En todo el discurso se tuvo gran cuenta con
la verdad , que e¿ la primera ley de la historia. Los
tiempos Tan averiguados con mucho cuidado y pun-
tualidad. Los años de los moros ajustados con los de
Cristo, en que nuestros coronislas todos faltaron. A
las ciudades, mooteSj ríos y otros lugares señalamos
los nombres que tuvieron auliguameole en tiempo de
rumanos. Finalmente, no nos contentamos con rela-
tar los hechos de un remo solo, sino los de todas las
partes de España, mas largo 6 mas breve , según las
memorias hallamos, ni solo referimos las cosas se-
glares de los reyes, sino que tocamos asimismo las
eclesiásticas que pertenecen í la religión: todo con
mucha precisión, para que la balumba de historia tan
larga y tan varia, i ejemplo de las otras nacio-
nes, saliese tolerable. Si bien en los hechos mas se-
ñalados y batallas nos estendemos i las veces algo
mas, no de otra manera que los grandes rioe por las
hoces Tan cogidos y por las vegas salen, cuando s«
hinchan con sus crecientes, de madre. En la traduc-
ción no procedí como intérprete, sino como autor,
hasta trocar algún apellido, y tal vez mudar opinini:
que se tendrá por la nuestra la aue en esta q^ninta
impresión se hallare: ni me até d las palabras ni i las
cláusulas; quité y puse con libertad, según me paré-
ele mas acertado, qne unas cosas son i propósito
|V
PRÓLOGO DEL AUTOK.
rira gente docta, y otras para la vulgar. Darán gusto
los de nuestra nación á veces las de que los extran-
jeros harían poco caso. Cada ralea de gente tiene sus
gustos , sus aGciones y sus juícjos. En dar el Don á
particulares voy considerado j escaso , como lo fue-
ron nuestros antepasados. Quien hallare alguno que
le toque, ó se le deba, sin él, póngasele en su libro,
que nadie le irá ala mano. Algunos vocablos antiguos
sepagaron de las corónicasde España, de que usamos
por ser mas signiGcativos y propios^ por variarcl len-
lenguaje , y por lo que en razón de estilo escriben
Cicerón y Quíntiliano. Esto por los romancistas. El
principio desta historia se toma desdóla población de
España: continúase hasta la muerte del rey don Fer-
nando el Católico, tercero abuelo de Vuestra Magos-
tad. No me atreví á pasar mas adelante, y relatar las
cosas mas modernas , por no lastimar á algunos si se
decia la verdad, ni faltar al deber, si la disimulaba.
Del fruto desta obra depondrán otros mas avisados.
Por lo menos el tiempo, como juez y testigo abonado
y sin lacha aclarará la verdad, pasada la aGcion de
unos, la envidia deotros, y sus calumnias sin propósi-
to y su ignorancia. El trabajo puedo yo testincar, ha
sido grande, la empresa sobre mis fuerzas : bien lo
entiendo; mps ¿quién las tiene bastantes para salir con
esta demanda? Muchos siglos por ventura se pasasen
como antes, si todo se cautelara. ConGo que , si bien
hay faltas, y yo lo confieso, la. grandeza de España
conservará esta obra; que á las veces hace estimar y
durable la escritura el sugeto deque trata. La historia
en particular suele triunfar del tíemiK) , que acaba
todas las demás memorias y grandezas. De los ediG-
cios soberbios, de las estatuas y trofeos, de Ciro, de
Alejandro, de César, desús riquezas y poder, ¿qué ha
quedado? ¿Qué rastro del templo de Salomón, de Je-
rusalen, de sus torres y baluartes? la vejez lo consu-
mió, y el que hace las cosas las deshace. El sol que pro-
duce á la mañana las flores de campo, el mismo las
marchita á la tarde. Las historias solas se conservan,
y por ellas la memoria de personajes y de cosas tan
grandes. Lo mismo quiero pensar será desta historia,
¿Quién Quita que yo no favorezca mi esperanza? si
ya no se despierta por nuestro ejemplo alguno que
con pluma mas delgada se nos adelante en escrioir
las grandezas de España, y con la luz de su estilo y
erudición oscurezcan nuestro trabajo. Daño que por
el bien común llevaremos con facilidad, y mas aína
lo deseamos que muchos entren en la liza, y hagan en
ella piueba de sus ingenios y de su erudición. Que
con algunos de nuestros coronistás ni en la traza, ni
en el lenguaje no deseo me compare nadie, bien qae
de sus trabajos nos hemos aprovechado, y aun por
seguillos habremosoiiguna vez tropezado : yerro digno
de perdón, por hollar en las pisadas de los que nos
iban delante. No quiero alabar mí mercaduría, ni
pretendo galardón alguno 'Je los hombres, que no se
podrá igualar al trabajo, como quier que la empresa
suceda: dado que los gastos han sido grandes, y la
hacienda ninguna por la vida que profesamos, y que
las corónicas de los reinos están por cuenta de los
reyes y á su cargo. Solo suplico humildemente reciba
Vuestra Magostad este trabajo en asradable^servicio;
que será remuneración muy colmada, si Vuestra Ma-
gestad ha ocupado algunos ratos en la lección de mi
istoria latina, ahora que el lenguaje es roas llano y
la traza mas apacible, la leyere mas de ordinario. Nin-
guno se atreve á decir á los reyes la verdad: todos
ponen la mira en sus particulares: miseria grande, y
que de ninguna cosa se padece mayor mengua en las
casas reales. Aqui la hallará Vuestra Magostad por sí
mismo: reprehendidas en [otros las tachas que todos
los hombres las tienen: alabadas las virtudes en los
antepasados: avisos y ejemplos para los casos parti-
culares que se pueden ofrecer; que los tiempos pa-
sados y los presentes semejables son ; y como dice la
Escritura: Lo que fue, eso será. Por las mismas pi-
sadas y huellas se encaminan ya los alegres, ya los
tristes remates; y no hav cosa mas segura aue poner
los ojos en Dios y en lo oueno, recatarse de los in-
convenientes en que los antiguos tropezaron, y á
guisa de buen piloto tener todas las rocas ciegas y los
bajíos peligrosos de un piélago tan grande como es
el gobierno, y mas de tantos reinos, en la carta de
marear bien marcados. El año pasado presenté á
Vuestra Magostad un libro que compase, de las vir-
tudes que debe tener un rey. que deseo lean v entien-
dan los principes con cuidaao. Lo que en él se trata
especulativamente, los preceptos, avisos y las reglas
de la vida real aquí se ven puestas en práctica, y con
sus vivos colores esmaltada. No me quiero alargar
mas. Dios nuestro Señor dé su luz á Vuestra Magostad
para que, conforme á los principios de su bienaven-
turado reinado, se adelante en todo género de virtu-
des y felicidad, como todos esperamos; y para alean-
zallo, no cesamos de ofrecer á su Magostad y á sus
santos contíuuamente nuestros votos y plegarias.
HISTORIA GUERAL DE ESPAlA.
LIBRO PRIMERO.
CAPITULO PRIMERO.
DihveaidadeTnlulTdelahrtilídaddeEsinüi,
TuuL, hijo de Japbet, fus el primer hombre que
TCM á E'paña (1). Asi lo sienten t teilUican autores
mnjgnTes, (fue en eita parte asi mundo pobló bd
difcrsoí Id^tm, poseyú j gobemA á Espina cod im-
pario templado y justo. La ocasión de au venida fue
eneMa manera. El año quedespueg det diluvio gene-
ral déla üan, conforme í la razón de loa tiempos
muaeertifb, se contaba ciento treinta ; uno, loe
deiModieotea de 'Adán, nuFsIro primer padre, se
esparcieron y derramaron por toda la redondel de la
üem y por todas las pronncias : merced del atravi-
míeolo con que por cousejog y mandado del Talienie
eaudfllo Neabrot acometieroa ú lertntat la famosa
torre de BaUloDÍa, ycastiHO muy justo del deaprecio
ileDiot. CoDfaDdiiwe el lenmiaje coman de que sntM
lodos uttbao, de maiiera taTqtw no podían contratar
tmoi nm otros, ni eotenderse lo que hablaban. Por
.. , . w por 1) tierra. Pero como
ki utDral es qoa M Gjuen «a loi umpos Jamcdiitos I los
M Snur, DO es muy probtble que díoÉudo detaimondo-
ntinÍMef poblar Dueilrl pcDloiuIl, qae tan ipirtají
nU d« aqoelkM piiMt. A qaUa se debí' tu poblicioa oo M
Uól iKngDirlo, porqoe lo nos bu quedado' docamenlo*
■ottetKOs de sqnslloi tieayo) por djada podamoi datermi- j
uito na ilgaai probabilidid. Li Tsnidí de Tnbal I Esplín
H Mt tundida i>Do sobre la iaior¡da<Ne Finio JoMfo, ¡
iiiilaíidac jodio, qae es el printero que lo ueteriba 1 Inai
MptiMr¿(ladelal|letia, mu deHOOO iñot deipues del
■Kcso, lio «eimae esquíipoTisu neraíoa. Ademu 'a*
^tni de losefo ea SOI Anfí|dedadet/iiddíaM aoa etlis:
•Ma Mtalo atiento á lot ThcMiawi. qae al pretenU
MI new. toa coates mis bien dicen qoeeoviú 1 poblarla
dtoedatiiiA alfonuMoleiieste efecto. No llene nejoreí
bodaoKiiUM li TCnidí de Tireii, átelo de Iifel. I
masen por difenas parles. Retuniítse pues el mun-
do (2) entre los tres niios de Noé desta suerte. A Som
cupo toda la Asia allende el rio Eufrates hicia el Orien-
tadaoKnloi li TCnidí (
TOMO I
te, con la Suría donde está la Tierra Santa. Los des -
cendienies de Cham posejeron á Babilonia, las Ara-
bias, y í Egipto con toda la África. A U familia
y descendienlos de iaphet, hijo tercero del Gran Noé,
dieron la parte del Asia que mira al Septentrión, des-
de los famosas montas Taaro y Amano: demás aesto,
toda Europa,
Hecha la partición en esta forma, los demás hijos
de Jahpet asuntarun en otras provincias J partes del
mundo; pero Tubal, que fue su quinto hijo, envia-
de á lo puslrero de ins tierras donde el sol se pone,
conviene i saber i España , fundó en elh dichosa-
mente y para siempre en aquel principio del mundo,
grosero y sin policía^ no sin providencia y favor del
cielo .la gente española y sujvoleroso imperio. De '
donde en todos los tiempos y ai^oe han salido varo-
nes escelentes y famosas en guerra y en paz: y ella
ha siempre goüdo de jabundancia de todos jlas bie-
nes, sin laltar copiosa materia para despertar i los
buenos ingenios, y por la grandeza y diversidad de
las cosas que en Es{uña han sucedido , convidaUes i
tomar la pluma, emplear y ejercitar en este campo
SQ elocuencia. Verdad es que siempre ha tenido falta
de escritores, los ^cuales con su estilo ilustrasen la
grandeza de sus hechos y proezas. Esta falta á algu-
nos dio streviraienlo de escribir y publicar patrañas
en esta parte, y fábulas de poetas mas que verdade-
ras historias; y á mi despertó para ;que con el p«que-
ño in^nio y erudición que alcanzo , acometiese i
escribir esta historia, mas alna con intento de volver
por la verdad y defendella, que con pretensión de
nonra y esperanza de algún premio: el cual ni le
(3) De aiti partición de la tiem colre loa hijos de Noé,
Ib Kécritara oidi dice, el Unpoco Jostlo, á peiar de ane
«D eos AittigtUiaie* coniarrO ilgunis indicioBW de loi
6
BIBUOTBCA DE GASPAR f R0I6.
Eretendo de los hombres^ ni se puede igualar al tra-
ajo de esta empresa, de cualquiera manera que ella
suceda.
Conforme á esta traza, será bien que emprimer
lugar se pongan y relaten algunas cosas, así de la
naturaleza y propiedades desta tierra de España y de
su asiento , como de las lenguas antiguas y costum-
bre de los moradores della. La tierra y provincia de
Es^ña, como quier que se pueda comparar con las
mejores del mundo universo, á ninguna reconoce
ventaja ni en el saludable cielo de que goza , ni en la
abundancia de toda suerte de frutos y mantenimien-
tos aue produce, ni en copia de metales , oro, plata
y piedras preciosas, de que toda ella está llena. No
es como África que sé abrasa con la violencia del sol,
ni á la manera de Francia «s trabajada de vientos,
heladas, humedad del aire y de la tienra: antes, por
estar as^tada en medio de las dos dichas provincias,
goza de mucha templanza; y así bien el calor del ve-
rano, como las lluvias y heladas del invierno muchas
veces la sazonan y engrasan, en tanto, grado que de
España no solo ios naturales se proveen de las cosas
necesarias á la vida, sino que aun á las naciones es-
tranjeras y distantes, y á la misma Italia, cabe parte
desús bienes, y las provee de abundancia de mu-
chas cosas; porque á la verdad produce teites acmé-
lias á las cuales da estima 6 la mceaídad de la vida, ó
la ambición, pompa y vanidad del ingenio humano.
Los frutos de los árboles son grandemente suaves,
la nobleza de las viñas y del vino escelentes: hay
abundancia de pan, miel, aceite , ganados , azúcares,
seda, lanas sin número y sin cuento.
Tiene minas de oro y de plata, hay venas de hierro
donde quiera , piedras trasparentes, y á manera de
espejos: y no faltan canteras de marmol de todas
suertes con maravillosa variedad de colores, con que
parece quiso jugar y aun deleitarse los ojos la natu-
raleza. No hay tierra mas abundante de bermellón,
en paticular en el Almadén se saca mucho y muy
bueno: pueblo al cual los antiguos llamaron Sisapo-
ne, y le pusieron en los pueblos ^e llamfron creía-
nos. El terreno tiene varias propiedades y naturaleza
diferente. En partes se dan los árboles, en partes hay
campos y montes pelados: por lo mas ordinario, po-
cas fuentes y ríos: el suelo es recio, y que [suele dar
veinte y treinta por uno , cuando los años acuden;
algunas veces pasa de ochenta, pero esto es cosa muy
rara. En grande parte de España se ven lugares y
montes pelados, secos y sin fruto, peñascos escabro-
sos y riscos, lo que es alguna fealdad. Principalmen-
te la parte que de ella cae hacia* el Septentrión tiene
esta falta: que las tierras que miran al Mediodía son
dotadas de escelente fertilidad y hermosura. Los lu-
gares marítimos tienen -abundancia de pesca, de que
padecen falta los que están la tierra mas adentro, por
caerles el mar lejos, tener España pocos ríos, y lagos
no muchos. Sin em)[>ar^o, ninguna parte hay en ella
ociosa ni estéril de todo. Donde no se coge pan ni
otros frttt08> allí nace yerba para el ganado, y copia
de esparto á propósito para hacer sogas , gomenas y
maromas para los navios, pieita para esteras y para
otros mucnos servicios y husos déla vida humana.
La ligereza de los dumllos es tal, que por esta
causa las naciones estranjeras creyeron, y los escri-
tores antiguos dijeron, que se engendraban del vien-
to: que fue mentir con alguna probabilidad y apa-
riencia de verdad. En conclusión, aun el mismo
Plinio al fin de la historia natural testifica que por
todas partes cercanas del mar de España es la mejor y
. mas fértil de todas las tierras , sacada Italia. A la cual
misma hace ventaja en la aJegria del cielo y en el
aire que goza de onUnarío templado y muy saluda-
ble. Y si de verano no padeciese algunas veces falta
de agua y sequedad, haría sin duda ventaja á todaí
las provincias de Europa y de Afinca en todas las
cosas necesarias al sustento y arreo de la vida. De-
mas que en este tiempo, por el trato y navegaron
de las ludíais, donde han á Levante y á Poniente en
nuestra edad y en la de nuestros abuelos penetrado
las armas españolas con virtud invencible, es nues-
tra España en toda suerte de riquezas y mercaderías
dichosa y abundante , y tiene sm falta el primer lu-
gar y el principado entre todas, las provincias. De
allí con las flotas que cada año van y vienen, y cou
el fiívor .del cielo, se han traído tanto oro y plata, y
piedras preciosas, y otras riquezas para particulares
y para los reyes, que si se dijese y sumase lo que ha
sido, se tendría por mentira. Lo cual todo demás del
interés redunda en grande honra y gloria de nuestra
nación, y del resulta no menos provecho á las estran-
jeras, á las cuales cabe buena parte de nuestras ri-
quezas, de nuestra abundancia y bienes.
CAPITULO II.
Del asiento y circuaferencía de España.
La postrera de las tierras hacía donde el sol se
pone en nuestra España. Parte término con Francia
por los montes Pirineos, y con África por el angosto
estrecho de Gíbraltar. Tiene figura y semejanza de
nn enero de buey tendeo (que asi lo comparan los
geógrafos) y está iváeada par todas partes y ceñida
del mar, sino es por la que tiene por aledaño á los
Pirineos, cuyas cordilleras corren del uno al otro
mar, y se rematan en dos cabos 6 promontorio», el
uno sobre el Océano, que se llama Olarso, cerca de
Fuente-Rabia, y el otro cae hacia el mediterráneo, y
autiguamenle se llamó promontorio de Venus de un
templo que allí á esta diosa dedicaron : ahora , mu-
dada la religon gentílica y dejada, se llama cabo de
Cruces. Desde este cabo , donue se remata la Gallia
que antiguamente se decía Narbonense, hasta lo pos-
trero deiesü^echo de kGi|)raltar se estiende y corre
con riberas muy ^largas entre Mediodía y Poniente el
uno de los cuatro lados de España, el cual va bañado
con las aguas del mar Mediterráneo. Su lonjitud es
de doscientas y setenta leguas , lo cual se estiende
discurriendo por la costa, porque , si nos apartamos
hacia la tierra ó hacia la mar, de las riberas y pro-
montorios y ensañadas que hace, menor será la dis-
tancia : y advierto que cada legua española tiene
como cuatro millas de las de Italia. En este lado de
España está Colibre, ciudad antigua de la Gallia, al
S rósente mas conocida por su antigüedad y comodi-
ad del puerto que tiene, gue por la muchedumbre
de vinos, que son pocos , ni arreo de sus moradores,
que todo es pobreza.
Pasado el cabo de Venus ó de Cruces, que está
cerca de GoHbre, sígnense dos promontorios o cabos
dichos antiguamente el uno Lunario, el otro Ferraria
ó Tenebrio (1), que ratán [distantes casi igualmente
de la una y de la otra parte de la boca del rio Ebro.
En el cual espacio y distancia se ve la boca del rio
Lobregat, por donde descarga sus aguas, que siem-
pre lleva rojas, en la mar; y así los antiguos le Ifama-
ron Rubrícate, que es lo mismo que rojo. Están
también en aquel lado las ciudades de Barcelona,
Tarragona, Tortosa. Monviedro, que fue antigua-
mente la fiímosa ciudad de Sangunto (los Godos por
sus ruinas la llamare^ Murvetrum, muro viejo) bien
conocida por su lealtad, que guardó con los Romanos,
(1) El Lunariúl legaa Ptolomeo, estaba eotre Retiílon ,
qoe hoy etBadalooa. pueblo cerca de Barcelona , y Blanda,
Sae era del pais de loe Laletaooe, y hoy se llama Blanes.—
11 Ferraria qoe formaba la ensBaada SaecoDense, estaba
situado enfrente de la isla Ebasa, qae boy es Ibiza, según
Pomponio Mela.— El Tenebrio , sttun Ptolomeo. estaba
situado en medio de loa dos, cerca de la boca del Ebro i la
parte citerior, en el pais gue Libio Haoa de los Ilercanes,
Plinio llergaones j Julio César Ilurgaaooenses.
RlSlOftU DE KSPAÍIa,
y por su defiiruccfoD y raíaa. Decaes de SaguDlo,
se sigoen Yalencía, la boca del río J6ear y Denia, el
caliQ de Gatas (i), dicho ari por las machas piedras
ágaUB que allí se htfllaa. Los Griegos antíguameaté
se Uamaion Charídemo, que es tanto como gracioso,
por tener entendido qne las dichas piedras tenían
YÍrtnd para ganar la g^cia d<% los hombres y hacer
amigos. Mas adelante en el mismo lado se fe Alme*
ría, la cual se fundó, segan algmios lo creen, de las
ruinas de Abdera; otros sienten ser la antigua Urci
situada en los tfistetanos, que es la comarca de
Baia.
Después está Málaga, y finalmente á la boca del
estrecho Heraclea ó Galpe, dicha así antiguamente
del moDle Galpe, donde está asentada (2) y puesta:
la cual hoy se dice Gibraltar. Luego se si^e Tartes-
so, ó como vulgarmente la llamamos Tarifa, de don-
de todo el estrecho antigúamete se llamó Tartessiaco:
si yjk los nombres de Tartessio y* Tartessiaco no se
derinm y tomaron de Taráis, que así se dijo antigua-
mente Cartbago ó Tánez; y pudo ser que se muda-
sen los nombres á estos lugares por el mucho trato
Sue aquella gente de África tuvo en aquellas partes.
1 mismo estrecho se llamó Hercúleo á causa de Hér«
coles, el cual venido en España, y hechos á manos
cim grandes materiales y muelles los montea dichos
Galpe y Abyla de la una y otra parte del estrecho (que
son las columnas de Hércules) (3) se dice quiso cer-
rar y eegar aquellas estrechuras, cuya longitud es
de quince millas, la anchura por donde mas se estre-
cha el mar apenas es de siete, conforme á lo que So-
lino escribe: dado que hoy roas de doce millas tiene
de anchara por la parte mas estrecha; la lon^tud
pasa de treinta. El mismo estrecho se llamó Gaditano
en Gádiz, en latín Gadeis, que es una isla á la salida
del estrecho, que está y se ve á la mano derecha en
el Océano. Tomó aquel nombre de una dicción car-
tbaginés que signinca vallado (como también en he-
breo lo significa esta palabra Glieder), por ser Gádiz
como valladar de España contrapuesto, y que hace
rostro á las hinchadas olas del mar Océano. Estaba
(i) Eo esta descripcioo de la costa se omite el cabo de
Pilos, coooeido antigiiaiDeDte con el nombre de Scombraria^
por loe muchos eMombros 6 alaches que criaba', de los cuales
se hada una salsa qoe en Roma se vendia á un predo muy
subido. StraboB habla de una pequafia isla qoe se llama
Hérailei y Eacombria, y hoy conserva el mismo nombre,
en la mima boca de so puerto, sitnada á veinte y cuatro
estadiof de Cartagena, en la cual se pescaban muchos es-
combros ó alaches.
(2) Piiinio, Ptolmeo y Pomponio Mela solo hablan de la
dudad de Carte3fa sobre el monte Calpe; pero en una meda-
lla del Booetarío de la reina Cristina de Suecia se ve la ins-
eripdon. C. /., (Mpe, qoe quiere dedr Cekmia Mía
Céipe; y en el libro de Nicolás Damasoeno de hutítutime
AM$tuU se lee Umbieo: Ad$eciUu$ tamden e$t octmiut
CdUarem drca utben Calpiam. Puede ser. por lo tanto,
que la dudad toYíera los dos nombres de Calpe y Carteya,
O acaso serian dos dndades distintas puestas á la falda 0 al
pie del mismo monte, aunque nos parece menos probable.
(3) Se dice que los primeros fenidos que llegiron al es-
trecho de Gibiaiiar, para perpetuar la memoria de una na-
Tesaeion tan felis, lennlanm dos columnas con la inscrip-
ción de sa propio idioma: «iVíim p¡u$ ultra* «no se pasa
de aquí;» las cuales, por una traducción antiquísima, se ban
llamado siempre las columnas de Hércules, quizás porque
así se llamase el gefe mercader fenicio. Se dice también que
con el tiempo se srruinaron estas columnas, v qoe los anti-
raOB dieron esta denominación á los montes AbTla y Galpe,
donde estaban poesías, situado el primero en la costa de
Afíica^ donde boy está Ceuta, y d segundo en la de Espaúa,
donde está Gibraltar. Nosotros nos inclinamos á creer que las
dos coiomnas fueron siempre estos dos montes, que quixás
en los tiempos mas antiguos estaban mas onídos, y después
por algon terremoto, ó porque las mareas (besen socavándo-
los, d estrecho canal poco á poco se ha ido ensanchando,
pues coiata por el testimonio de los antiguos que ha ido
eiedeado en hülvd y kwgitod.
esta isla antiguamente apartada setecientos pabos de
las riberas de España, y bajaba doscientas millas en
circuito, al presente apenas tiene tres leguas de lar-
go, que son doce millas, y della por una puente se
pasa á la tierra firme: tan cerca le cae. Así se mudan
y se truecan las cosas con el tiempo, que todo lo
altera.
Desde lo postrero del estrecho hasta el promonto-
rio Nerío, hoy llamado cabo de Finis-terrae, cuentan
los que navegan doscientas veinte y seis Teguas,
porque el cabo de San Vicente que se decia promon-
torio Sacado, el cual está contrapuesto y enfrente
de los Pirineos, que es la mayor distancia y longitud
que hay en España, y que corre y se mete muy
adentro en e^ mar, hace las vueltas de las riberas al-
go mas larcas que si por camino derecho se anduviese.
En estas riberas del Océano están asentadas primero
Sevilla junto ¿Guadalquivir, y después por la parte*
que el rio Tajo se descarga y entra en el mar, la ciu-
dad de Lisboa: las cuales en grandeza, número de
moradores y contratación compiten con las primeras
y mas principales de Europa. Está cerca de Lisboa el
promotorío Artabro:* desde donde el Océano, que á
mano siniestra se llamaba Atlántico, comienza á bi
derecha á llamarse Gallico ó Gallego, como (según
Ífo creo) en el mar Mediterráneo los nombres de Va-
eárico y Ibérico, que tienen, se distinguen por el
rio Ebro oledaño del un mar y del otro.
El lado tercero de España, que corre entre los
vientos Cierzo y Cauro ó Gallego, estiende por espa-
cio de ciento treinta y cuatro leguas sus riberas, no
iguales ó derechas como lo sintió Pompouio Mela,
antes hacen no menos senos y Galas, ni son menos
desiguales que los demás costados desta provincia.
Los puertos mas principales, que en aquela parte
caen, son el de la coruña; que se decia Brigantino,
el de Laredo y el de Santander.
Por ventura se podria decir que la forma antigua
de las marinas de España, asi bien como en las de-
más provincias, se na mudado, en parte por comer
el mar las riberas, y en parte ñor diversas ocasiones
y montes que se han levantaao de nuevo donde no
los habla, que desacreditan las antiguas descripcio-
nes de la tierra, y no dan poco en qué entender á'
los que de nuevo estriben: que tal es Ja inconstancia
de la natmraleza y de las cosas que en la tierra hay.
La longitud de los Pirineos, que es el cuarto lado
de España, doblando algún tanto hacia ella, se es-
tiende con sus cordilleras muy altas, y corre entre
Septentrión y LevaUte desde el mar Océano hasta el
Mediterráneo por espacio de ochenta leguas. Justino
pone seiscientas millas, en que sin duda los números
por la injuria del tiempo en esta parte están muda-
dos. Desde el muy alto monte de Cantabria, llamado
de San Adrián, los que por alli pasan dicen se ve el
uno y el otro mar: si ya el engaño v apariencia no
haee tomar lo que parece, por verdadero; y afirmar
por cierto lo que a los ojos se les antoja de los que
por allí pasan.
GAPITTLO ni.
De los montes y rios principales de Eiipaua.
EifTRS Vizcaya y Navarra, desde Roncesvalles (lu-
gar bien conocido por la matanza y destrozo que allí
se hizo de la nobleza de Francia cuando Cario Magno
quiso por fuerza de armas entrar en España) cierto
ramo de montes que nace y se desgaja de los Piri-
neos, y se endereza al Poniente, deia a la diestra los
Gántanros y las Asturias, y mas adelante corta y par«
te por medio de la provincia de Galicia, donde hace
el cabo de Finís-terne en lo último de España,* que
corre y se mete mucho en la mar. Distinguense por
este monte en España los Ultramontanos de los Citra-
montanos, ó como el vulgo habla, los montañeses de
aquende y de allende. Destos montes hacia la parte
8
BIBLIOTECA liB GASPAK Y ROIG.
de Mediodía el monte Idubeda (llamado así de losaa-
tiguos) se desgaja. Tiene su príncíDío cerca de las
fuentes de Ebro, que están sobre los Pelendones, ;
pueblos antiguos de España: por mejor decir nace !
en las vertientes de Asturias; donde está un pueblo {
por nombre Fontibre, que es lo mismo que Fuentes <
de Ebro (i). Al presente este monte Idubeda se llama
montes ae Oca, del nombre de una ciudad antigua
llemada Auca, cu vos rastros se muestran cerca de
Villafranca cinco leguas sobre Burgos. Y pasando el
dicho monte por Bribiesca y por los Arevacos, donde
se empinan las cumbres del monte Orbion, no lejos
de Moncayo^ discurre entre Calatayud y Daroca has-
ta tanto que se remata en el mar Mediterráneo cerca
de Tortosa: de la cual ciudad toman h(^ apellido las
f»ostreras partes de este monte, que son y se llaman
os montes de Tortosa.
Este monte Idubeda hace que el rio Ebro no corra
hacia Poniente, como los otros ríos mas nombrados y
mas famosos de España; antes á la parte del Medio-
día por dos bocas entra y se descarga en el Mediter-
ráneo. Del monte Idubeda toma principio el monte
Orospedar que al principio se alza tan poco á poco,
que apenas se echa de ver; pero, empinándose des-
pués y discurriendo mas adelante, hace y deja for-
mados, primero los montes de Molina, después los
de Cuenca, donde á mano izquierda nace y tiene sus
fuentes Júcar, y á la derecha Tajo: ríos bien conoci-
dos. Desde allí forman los montes de Consuegra,
cerca de la cual, en los campos Laminitanos (hoy
campo de Montiel) brotan las fuentes y tos ojos de
Guadiana. Pasa desde allí á Alcázar y Segura: donde
hacía panes diferentes y hacia diversos mares nacen
del y corren los dos ríos, el de Segura, que se dijo
antiguamente Tader, y el de Guadalquivir en el bos-
2ue Tigense no lejos 'del lugar de Cazorla, distante
e las fuentes de Guadiana por mas de veinte y cinco
leguas.
Desde Cazorla este monte Oi'ospela se parte en
dos brazos, de los cuales el uno enfrente de Murcia
se remata en el mar cabe*Muxacra y Murgís, á man-
drecha del cual caen los Bastetanos, dichos así de la
ciudad de Basta, que es hoy Baza, y á lu siniestra
los Contéstanos, pueblos y gentes antiguas de Espa
ña, cuya cabecera hoy es Murcia. La otra parte se
estíende hacia Málaga, y juntándose con ios montes
de Granada, pasa mas adelante de Gíbraltar y de Ta-
rifa con tanto denuedo, que parece (pasado el mar
y cegado el estrecho) pretende diversas veces y por
diferentes partes abrazarse y juntarse con África. De
Orospeda, cerca de Alcaraz, proceden los montes
Marianos, vulgarmente dichos Sierramorena, cuyas
raices casi siemore hasta el mar Océano baña el rio
Gualdalquivir, el cual desde Andujar parto por medio
de Andalucía, pasa por Córdoba, Itálica y Sevilla, y
últimamente se envuelve en el mar Océano cerca del
luffar que antiguamente llamaron templo del Lucero,
y noy se dice Sanlócar. Entra en el mar este rio al
presente ñor una boca: antiguamente entraba por
dos, pues Nebrijay Asta, que ponían los antiguos en
el estero de Guadalquivir, ahora distan del y de su
boca por espacio de dos leguas.
Volvamos atrás. No lejos del principio deOh)speda
y cerca de Moncayo, en medio de las llanuras y la
campiña muy tendida, se levantan otros montes, los
cuales no hay duda sino que son brazos de los Pin-
neos, como los demás montes de España, con los
cuales toda ella está entretejida y enlazada: bien que
al principio apenas se echaría de ver que se levanten
sino fuese por las vertientes, y porque el rio Duero,
(i) A tres cuarlos de legua de Reynosa, donde se cree
que estavo la Joliobrica ó Jaliobrin aptigua, qae Augosto
fundó después que subyugó á los Cántabros pare conservar
y honrar ía nemoría desa Uo Mo César.
que como nazca en los Pelendones y hasta Soria cor-
ra claramente hacia la parte del Mediodía, le hacen
desde allí dar vuelta y seguirla derrota del Poniente
derechamente. Destos montes acerca de los antiguos
escritores ni hallo nombre ni mención alguna: al
presente tienen muchos apellidos, y siempre dife-
rente y nuevos, que toman por la mayor parte de
las ciudades que les caen cerca, como de Soria, Se-
govia y Avila; en particular Castilla, la mayor de las
provincias de España, se divide por estos montes en
Castilla la Nueva y la Vieja. Los mismos m^ adelan-
te pasan cerca de Coria y Plasencía, bañados á la si-
niestra del rio Tajo, y siguiendo aquella derrota,
parlen á Portugal en dos partes casi iguales. Ultima-
mente se rematan en el lugar llamado Sintra, que
está puesto sobre el monte Tagro, siete leguas de
Lisboa hacia Setentriou, donde dejan foroaado en
el mar Océano el promontorio ó cabo que, por lo me-
nos Solino, le llamó Artabro.
CAPITULO IV.
De dos divisiones de Espaua, la antigua y la moderna.
La antigua España se dividió en tiempo de los Ro-
manos en tres Kirtes, que conviene á saber: en
la Lusilania, la Bética, y lo que llamaban Hispania
Tarraconense. Los Lusitanos poseían lo postrero de
España hacia el Océano occidental, tenían por linde-
ros el río Duero al Septrntrion, y á la parte de Medio-
día al rio Guadiana; y desde el rio Duero, que cae en-
frente de Simancas, una línea que se tira hasta la
Puente del Arzobispo, y desde allí pasa á los Oreta-
nos, que era donde esta ahora Almagro hasta la ri-
bera de Guadiana, terminaba aquella provincia y la
dividía de la provincia Tarraconenie. De tai auerte,
que comprendía la Lusitania en su distrito á Avila»
Salamanca, Coria, tierra de Plasencía y Trojillo, y
otras ciudades y lugaies que de presente pertenecen
y son de Castilla.
Seguíase la Bética ó Andalucía, la cual está ro-
deada por tres lados del río Guadiana; y del uno y del
otro mar hasta Murgís ó Mnxacra, pueolo que estaba
asentado cerca del promontorio Cfharidemo ó cabo
de Gatas, desde donde, tirada una línea hasta los
términos de Caslulon y hasta los Oretanos, donde es-
tá la rica villa de Almagro; resulta el otro lado de la
Bética á la banda de Levante donde sale el sol.
' Todas las demás tierras ríe Banana se llamaron y
tomaron el apellido que tenia de España Tarraconen-
se, del nonihre de Tarragona, novilísiroa población y
colonia lie los Scipiones; y que fue por largo tiempo
la silla del imperio romano, donde los pueblos trata-
ban sus pleitos y de donde procedían las leyes con
que los vasallos se gobernaban, y los consejos de la
paz y de la guerra. La cual San Isidoro, conforme á
la división del gran Constantino que se hallla en el
Sexto Rufo, dividió en la Tarraconense, en la Carta-
ginense y en la Galicia, sin señalar los linderos que
cada una de estas tres proviocías tenían; y no es ma-
ravilla, por haberse mudado muchas veces, ya estre-
chando estas provincias, ya alargándolas, por volun-
tad de los que mandaban ó conforme las diferentes
ocasiones sucedían. Toda la España Tarraconense com-
prenden los mas debajo del nombre de España Cite-
rior, que es lo mismo que de aquende, así como la
Lusitania y la Bética entienden debajo del nombre
Ulterior: ca los que ponen por términos de estas dos
Españas Citerior y Ulterior al rio Ebro, á los tales y á
su opinión resisten Plinio y los mas eruditos; bien
que sin duda en algún tiempo fue así que se dividían
las dos Españas sobredichas con aauel rio: de suerte
. que todo lo que está de esta parte oe Ebro hacia Po-
niente, se llamó almín tiempo España Ulterior, y Gi-
• tenor lo que cae de la otra parte. La una y la otra
: España sin duda en este tiempo tienen naevos y mu-
B18T0MA DB BSPAÜA. 9
chos nombres, los cuales redacir á cierto número es Esto es lo que contiene de allá de Ebro , porque
dificultoso : si bien se pueden.todos comprender de- tamicen desta parte del mismo rio los reyes de Na-
bajo de cinco nombres de reinos que resultaron, j se Tarra por via de dote poseyeron á Tudela de Navarra
levantaron como echaban de España los Moros. con otros lugares comarcanos á esta provincia. Dado
El reino de Portugal y su gente tiene por fundado- que es estrechada de términos, y no muy llena de
res á los Franceses con su caudillo don Enrique, que gente, tanto que en este tiempo solamente nace cua-
fue del linaje de los príncipes de Lorena, dado que renta mil fuegos ó vecinos, pareció ponella entre las
nadó en Besanion, ciudad de Borgoña. Su suegro principales partes de España; porque los Vascones,
don Alfonso el VI, rev de Castilla, le dio con su hija antiguos moradores della, fueron de tanto valor, qne
doña Teresa la ciudad de Portu , asentada á la boca por sí sin ayuda de los demás españoles ganaron de
del río Duero, y otros pueblos comarcanos. De Portu Moros muy á los principios aquellas tierras, y con
y de Galtia, qqe es la Francia, se forjó el nombre de nombre y corona real las poseyeron y conservaron
Poriuj^I; la cual opinión siguen algunos autores. Lo basta la edad y memoria de nuestros padres constan-
mas cierto es lo que sienten otras personas mas eru- tómente, estendiendo muchas veoes^or varios suce-
ditas y cuerdas : oue de un lugar que estaba en aquel sos de la guerra y ampliando su señorío de manera,
puerto , que se dijo Cale y ai presente Cava , y de que en la ciudad de N^ara se ven sepulcros de aque-
Portu se compuso este nombre de Portugal. Éstíéode- líos reyes, y en lugares bien distantes de lo que noy
se Portugal por la longitud algo mas que la antigua es Navarra se hallan rastros manifiestos de haber te-
Lnsitania. pues pasado el rio Duero, llega con cam- nido mayor distrito que hoy les pertenece,
pos muy fértiles nasta el rio Miño; y sus riberas so- | Quien deduce esta palabra de Navarra de otra á
bre el mar Océano contienen y se estíenden no me- ella semejable , es á saber navaerria , que compuesta
nos de dentó y diez y siete leguas. Pero la misma \ de las lenguas vizcaina y castellana, es lo mismo que
provincia es mas angosta oue la Lnsitania, y su an* [ tierra llana. Los castellanos llaman navas á las Uanu-
chura es cast igual hacia el Oriente; porque, comen- | ras, los cántabros á la tierra llaman erria, todo junto
zando un poco sobre Berganza, j pasando por los [ querrá decir tierra llana: imaginación aguda, y no
nos Duero y Tajo, llega á Beja, ciudad puesta en la ! muy fuera de propósito, ni del todo ridicula. Nos en
ribera de Guadiana , rio con que re termina hacia estos nuestros comentarios y en esta historia llama-
Mediodía el sobredicho reino de Portugal. Por el Sep- ¡ mos en latin Vascones á aquella provincia y á los mo-
tentrion j á la parte de Levante alinda y está pecado radores della ; que es lo mismo que Navarra y na-
^con el remede León, que es la segunda provincia de varros.. Está este reino dividido en seis partes ó
las cinco ya dichas. merindades, que son la de Pamplona , la de Estella,
Toma este remo su apellido de la ciudad de León, la de Tudela, la de Olite y la de Sangüesa. La sesta
qne fue y es hoy real y metrópoli de aquella provin- liamaiia Ultrapuertos, cuya cabeza es San Juan de
cía. Contiene en sí la Calida toda, y las Asturias de Pie de Puerto, está y ha quedado sola en poder de
Oviedo, las cuales desde el rio Mearo y desde el lugar los señcn^s de Bearne.
de Ribadeo llegan con sus riberas estendidas hasta el \ El reino de Aragón se divide en Cataluña, Valen-
puerto de Llanos. Ultra desto de Castilla la Vieja^ cía y hi parte que propiamente se llama' Aragón. Está
pert^ece al rdnode León todo lo que está compre- ceñida por las tres partes de Mediodía, Levante y
hendido entre el bosque de Pemía y el rio Carrion Septentrión con el mar Mediterráneo, y con aquella
hasta oue llega á Pisuer^ y entra en Duero; y pa- ! parta de los Pirineos donde estaban los Ceretanos y
sado el rio Duero, otro no ihmado Heva, y Regañón | noy Cerdanía, y con la raya de Navarra. Por el Pe-
gue con él se junta, son ios aledaños de este ieino: . nlente tiene por término el rio Ebro por la parte que
finalmente una línea tirada entre Salamanca y Avila, I toca á Navarra. Desde allí se tira una linea con mu-
que toca las cumbres de aquellos montes, llega á la chas y grandes vueltas oue hace por Tarazona , Da«
raya de Portu^. roca ^ Haríza, Tiruel , Játiva , Origúela hasta la boca
Este fne antiguamente el distrito del reino de León, del no Segura, que está entre Alicante y Cartagena,
Júntesele adelante, sacada Plasencia y su diócesis, ; donde la dichadínea toca en nuestro mar, y divídelas
toda la Estremadura : asi dicha por haber (después ' tierras de la corona de Aragón de lo restante de Es-
que se comenzó á recobrar España de los Moros con paña. Tienen los de Aragón y usan leyes y fueros
varios sucesos de las guerras) sido mucho tiempo , muy diferentes de los demás pueblos de España, los
frontera, y lo estremo y postrero que por uquella parte mas á propósito de conservar la libertad contra el de-
poedan los Cristianos. Otros traen diferente deriva- masiaoo poder de los reyes; para que con la lozanía
cion y causa de este nombre de Estremadura : cuya no degenere y se mude en tiranía: por tener enten-
opinión se relatará en otro lugar, y en este ni li re- \ dido (como es la verdad) que de pequeños principios
probamos, ni la redbimos. Estenaieronse otrosí al^un ' se suele perder el derecho de la libertad. El nombre
tiempo los términos de este reino hasta Mérida, ciu- de Aragón se deriva de Tarraco, que quiere decir
dad de la Lnsitania , y Badajoz, ciudad de la Bé- Tarragona; ó lo aue es roas probable, del rio Aragón,
tica (1) como en sus lugares irá declarando la histo- , hoy Arga, el cual corre por donde al principio se co-
ría. El reino de Navarra, qne contamos en tercer lu- \ menzaron á ganar de los Moros y estender los térmí-
ar entre los reinos de España , está sentado en tierra nos y distrito de aquel reino,
délos Vascones, pueblos antiguos de España. Tiene En Castilla (la cual creen llamarse asi de la mu-
por las espaldas por linderos y raya á los Pirineos , y chedumbre de castillos que en ella habia ; y la cual
parte del monte que dígimos se remata en el cabo de sola en anchura de términos, templanza del cielo,
Finis-terrx: por las demás partes le dñen el rio Ara- fertilidad de la tierra , agudeza de los ingenios, ricos ,
gon ó Arga á Mediodía, y por la banda de Poniente otro arreos, v particular y fértil hermosura sobrepuja to-
pequeño rio que entra en Ebro bajo de Calahorra, y una das las aemás provincias de España , y no da ventaja
parte del mismo Ebro son sus términos y mojones. á ninguna de las. estranjeras) comprebendemos parte
de las Asturias , es á saber las de Santillana , y toda
(I) Colonia romana goe fandó Julio Cénr , y n llamó la Cantabria, antiguamente pequeña región y que no
Pex JmUa; despoei cAar Aoguito la renovó y eDríqueció tocaba á los Pirineos , después mas ancha, de que es
coa Bneyos pri vilegioB , y tomó el nombre de Fax Áugmto; argumento la dudad que antiguamente se Uamó Can-
PüBio, d limerarto de Antonino y algunas inMripmnei que ^ g^a (2) . v estaba puesta, como se cree, entre Lo-
han recoeido Gratero y Rosendo ponen á Pax iulta en Lo- *"""" v*/ 1 - cawiua pu^^oM, w iicvi«.,«*«»»v
sítania : de lo que le deduce que la Paz Auguiíñ no ea Ba-
dajos da la B&iea , sino Bcja ó algún otro pueblo de Por- I (2) Nin^n geógrafo ni griego, ni latino hace meaeion de
tngai, ¡ ella ; en tiempos noy postwiores es cuando aparece na pue*
ÍO
BlBUOraCA DB CA8PAB T BOIC.
groño y Viana á las riberas de Ebro en un collado
empinado, gae hasta hoy se llama Cantabria vulgar-
mente; y en San Eulogio mártir se halla el rio Canta-
ber, que se entiendk) es Ega ó Bbro, con el cual se
junta el río Aragón : todo lo cual muestra fue la Can-
tabria algún tiempo mayor de lo que Ptolomeo, s^a-
la . y aun de lo que hoy llamamos Vizcaya. Está el
señorío y díitríto de Vizcaya partido en Vizcaya,
Guipúzcoa y Álava y las Montanas. En Vizcaya , que
por la mar se tiende desde Portugalete hasta Honoar-
roa, están las villas de Bilbao y Bermeo. Las marinas
de Guipúzcoa, desde las de Vizcaya, Ueflnin á Fuente-
Rabia : caen en su distrito , demás de San Sebastian
y el puerto de Guetaria, salinas. Tolosa; la ciudad
de Victoria y Mondragon son pueblos de Álava. Ver-
dad es gue en Castilla todos W de aquel señorío y
lengua ios llamamos vizcaínos^ no de otra manera
que á los de la Gallia Bélgica, suieta á la casa de Aus-
tria, llamamos generalmente Flamencos, si bien el
condado de Flandes es una pequeña parte de aquellos
Estados, Contiene demás desto el remo de Castilla no
pocas ciudades de Castilla la Vieja , y entre ellas las
de Bur£|06, Segovia, Arila, Soria y Osma.
El reino de Toledo es asimismo parte de Castilla,
el cual hoy se llama Castilla la Nueva, y antigua-
mente la Carpetanía. Corre por medio del el rio Tajo,
por sus arenas doradas, suavidad del agua, fertilidiBd
Í hermosura de los campos que riega, el roas cele-
rado de España ; corre nácia la parte do Poniente,
mas revuelve algún tanto hacia el Mediodía ; como
también hacen esta vuelta los rios Duero, Guadiana
y Guadalquivir. Pasa Tajo en particular por Toledo,
ciudad situada en medio de España , luz y fortaleza
de toda ella, fuerte por la naturaleza del sitio , esce-
lente por la hermosura y ingenios de sus moradores,
señalada por el culto de la religión y estudio de las
ciencias, bienaventurada por el saludable cielo de
que goza. Y dado que su suelo es estéril y en gran
parte lleno de peñas , mas por la bondad de los cam-
pos comarcanos es abundante de todo género de man-
tenimientos y de arreos. Cíñela el rio casi toda alre-
d«ior, que pasa acanalado por entre dos montes
ásperos y altos, no sin grande maravilla de la natu-
raleza. Queda solamente de la ciudad por ceñir hacia
el Septentrión una pequeña entrada de áspera subida
y ágna. Pasado Toledo, á la ribera del mismo rio está
asentada Talavera, que Ptoloroeo llama Libera: villa
grande en número de gente, y de tierra fértil y abun-
dosa. Desde allí el dicho Tajo corta por medio la Lu-
sitania fcnyos términos caian allí cerca) y aumentado
de roucnos rios que en él entran, se roete en el Océa-
no Junto á la ciudid de Lisboa.
En la misma parte de España se comprefaende la
provincia Cartagmense, donde están Cartago, Spar-
taria (hoy dicha Cartagena) Murcia y Cuenca, y los
Celtiberoe, cuya cabeza fue Numancia (1): demás
desto la Mancha de Aragón en los Contéstanos, Per-
tenece otrosí al reino de Castilla la Bélica , que es
casi lo que hoy se dice Andalucía, donde están Sevi-
lla, Córdoba y Granada, ciudad que antiguamente se
llamó Illibems,por lo menos estuvo la dicha Illiberris
cerca de donde noy está Granada: de lo cual , demás
bk) Uimado Cantabria 6 Cantabtience, Sao Isidoro eo el
libro de lis Etimologioi , dice : cLos Cántabros llamados asi
del nombre de ana cíodad y del río Ibero, sobre el cual estin
sttoadot:» pero no ^íre dónde estaba sitoada, ni cómo se lla-
maba, ni se baila de ella mendon alguna.
(I) Según todos los eseritores antiguos, la capital de la
Celtiberia era Segobriga : Numancia era la ciudad mas limo-
sa de los Arebacos, una délas cuatro naciones que compo-
nían aquella provincia. Se ignora absolutamente el lugar
donde estaba situada Segobriga ^ y no tenemos ni medallas
ni inscripciones para poderlo determinaf : Plolomeo y Stra-
bon dicen qne entre Bílbilis y Numancia , mas carea de esta
última.
de otros rastros que desto quedan, es argumento
muy claro la puerta de. Granada, IkuQada de Elvira,
y un monte que allí hay , que se llama del mismo
apellido.
CAPITULO V.
De las lenguas de España.
Todos los Españoles tienen en este tiempo, y usan
de una lengua común que llamamos castellana, com-
Suesta de avenida de muchas lenguas , en particular
e la latina corrupta: de que es argumento el nombre
que tiene, porque también se llama romance, v la
afinidad con ella tan grande, que lo que no es uado
aun á la lengua italiana, juntamente y con las mis-
mas palabras y contesto se puede hablar latín y cas-
tellano, asi en prosa como en verso. Los Portugueses
tienen su particular lengua mezclada de la mncesa
y castellana, gustosa para el oido y elegante. Los
valencianos otrosí y catalanes usan de su lengua que
es muy semejante á la de Languedoc en Francia , ó
lengua narbonense, de donde aquella nación y gente
tuvo su origen : y es asi que ordinariamente de los
lugares comarcanos, y de los con quien se tiene co-
mercio se pegan algunos vocablos y algunas cos-
tumbres.
Solo los vizcaínos conservan hasta hoy su lenguaje
grosero y bárbaro, y que no recibe elegancia, y es
muy diferente de los demás y el mas antiguo de Es-
paña, y común antiguamente á toda ella , según al-
gunos lo sienten , y se dice que toda España usó de
ia lengua vizcaína antes que en estas provincias eu-
trasen las armas de los Romanos , y con ellas se
les pegase su lengua. Añaden que como era aquella
gente de suyo grosera, feroz y agreste, la cual tras-
plantada á manera de árboles con la bondad de la
tierra se ablanda y mejora, y por ser innaccesibles los
montes donde mora, ó nunca recibió del todo el yugo
del imperio estraniero, ó le sacudió muy presto. Ni
carece de probabilidad, que con ia antigua libertad
se haya allí conservado la lengua antigua y común de
toda la provincia de España.
OtKos sienten de otra manera , y al contrario dicen
que la lengua vizcaína siempre lúe particular de
aquella ¡Mirte, y no común de toda España. Mueven-
se á decir esto por testimonio de autores antiguos,
que dicen los vocablos vizcaínos, especialmente de
los lugares y pueblos, eran mas duros y bárbaros gue
los demás de España , y que no se podían reducir á
declinación latina. En particular Estrabon testitica
gue no un género de letras ni una lengua era común
a toda España. Confirman esto mismo los nombres
briga^ que es pueblo, cetra escudo, falarica lanza,
gurduB gordo, eusculia coscoja, latida lanza, vipio
zaida , tnaieo cierta ave de rapiña , neey por el dios
Marte, con otras muchas dicciones que fueron anti-
guamente propias de la lengua de los Españoles , se-
gún que se prueba por la autoridad y testimonio de
autores gravísimos, y aun algunas de ellas pasaron
sin duda de la lengua española á la lengua latina; de
las cuales dicciones todas no se halla rastro alguno
en la lengua vizcaína : lo cual muestra que la Icn^a
vizcaína no fue la que usaba comunmente España.
No negamos empero baya sido una de las muchas
lenguas oue en Esaaña se usaban antiguamente y te-
nían : solo pretenaemos que no era común á toda
ella. La cual opinión no queremos ni confirmarla mas
á la larga, ni seria á propósito del intento que lleva-
mos de detenemos roas en esto (2).
(2) Cuatro eran las lenguas principales de los antiguos
pobladores de España : el vascon, la celUbérifa, el bástulo
y el tnrdetano. De sos alfabetos solo diremos qne el báslnlo
era casi enteramente fenicio, de lineas sinuosas y formas re-
dondas; el celtibero, griego príraiUvo con Hgeru alteracio-
nes y algunos caracteres peláagioos, eono se diija eonoeer en
las llneu rectas y angulosas de sus letras ; el turdetano , que
mSTOIIlA DB ESPAÑA.
íl
CAPITULO VI.
De las costumbres de los Españoles.
Grosbbas, sin policía ni crianza , fueron antigua-
mente las costumbres de los Españoles. Sus ingenios
mas de fieras que de hombres. En guardar secreto se
señalaron estraordinaríamente: no eran parte los tor-
mentos, por rigurosos que fuesen, para habérsele
queiM^intar. Sus ánimos inquietos y bulliciosos: la
iigeraa y soltura de los cuei^s estraordinaria : da-
dos á las religiones falsas y culto de los dioses: abor-
recedores del estadio de las ciencias, bien que de
grandes ingenios. Lo cual trasferidos en otras provin-
cias, mostraron bastantemente que ni en la claridad
de entendimiento y ni en escelencia de memoria, ni
aoD en la elocuencia y hermosura de las palabras da-
ban ventaja á ninguna otra nación. En la guerra
fueron mas valientes contra los enemigos, que as-
tutos y sagaces : el arreo de que usaban , simple y
grosero: el mantenimiento mas en cantidad, que
esquisito ni regalado: bebian de ordinario a^ua, vmo
muy poco: contra ios malhechores eran rigurosos,
con los estranjeros benignos y amorosos (1). Esto
fue antiguamente, porque en este tiempo mucho se
han acrecentado asi los vicios como las virtudes. Los
estudios de la sabiduría florecen cuanto en cualquie-
ra parte del mundo: en ninguna provincia hay ma-
yores ni mas ciertos premios parala virtud: en nin-
guna nación tiene la carrera mas abierta y patente
el valor y doctrina para adelantarse. Deséase el orna-
to de las letras .humanas, á tal empero que sea sin
daño de las otras ciencias.
Son muy amigos los Españoles de justicia: los ma-
gistrados, armados de leves y autoridad, tienen tra-
bados los mas alto^ con ios mas bajos, y con estos los
medianos con cierta igualdad y justicia; por cuya
iodastria se han quitado los robos y salteadores, y bc
guardan todos de matar ó hacer agravio, porque á
ninguno es permitido ó quebrantar las sagradas le-
V^, 6 agraviar á cualquiera del pueblo , por bajo que
sea. En lo que mas se señalan es en la constancia de
la religión y creencia antigua: con tanta mayor glo-
na, que en las naciones comarcanas en el mismo
tiempo todos los ritos y ceremonias se alteran con
opiniones nuevas y estravagantes. Dentro de España
Horece el consejo, fuera m armas: sosegadas las
guerras domésticas, y echados los moros de España,
han peregrinado por gran parle del mundo con for-
lalea increíble.
Los cuerpos son por naturaleza sufridores de tra-
bajos y de hambre: virtudes con que han sufrido to-
das las dificultades, que han sido en ocasione^ muy
grandes por mar y por tierra. Verdad es que en nues-
tra edad se ablandan los naturales v enflaquecen con
la abundancia de deleites y con ef aparejo que hay
de todo gusto y regalo de todas maneras en comida y
vestido y en todo lo al. El trato y comunicación de
ias otras naciones que acuden á la fama de nuestras
riquezas , y traen mercaderías que son á propósito
para enflaquecer los naturales con su regalo y blan-
dura, son ocasión deste daño. Con esto debilitadas
ias fuerzas y estragadas con las costumbres estranje-
ras, demás desto por la disimulación de los prínci-
P^> y por la licencia y libertad del vulgo , muchos
vífea desenfrenados siu poner fin ni tasa ni á la luju-
ria, ni á los gastos, ni á los arreos y galas. Por don-
(ic, com6 dando vuelta á la fortuna desde el lugar
mas alto do estaba, parece á lo» prudentes j avisados
que (mal pecado) nos amenazan graves danos y des-
<e acerca al celtibérico mas que al bástalo, está Tnrmado casi
del todo de caracteres griegos y algunos fenicios,
(i) Pfimeroi pobladores de Espaúa..
, venturas, principahnente por el grande odio que nos
tienen las demás naciones: cierto compañero sin du-
' da de la grandeza y de los grandes imperios^ pero
I ocasionado en parte de la asjiereza de las condiciones
de los nuestros , de la severidad y arrogancia de al-
gunos de los que mandan y gobiernan.
i . CAPITULO Vil.
De los reyes fabulosos de España.
I
Averiguada cosa y cierta es, conforme á lo que de
! suso queda dicho, que Tubal vino á España, mas en
qué lugares hiciese su asiento, y qué parte de Bspa-
í ña primeramente comenzase á probar y cultivalla,
I no lo podemos averiguar, ni hay para qué adivinallo:
dado que alffunos piensan que en la Lusitania, otros
que en aquella parte de los vascones qtie se llama boy
navarra. Toman para decir esto argumento los Portu-
I gueses de Setubel , pueblo de Portugal, los navarros
de Tafalla y Tudela, ios cuales lugares, mas por la se-
mejanza de los nombres, que por prueba listante se-
• ten^n para decillo , sospeclmn fiJieron poblaciones
de Tubal, Que pensar y decir que toda la provincia se
llamó Setubalia del nombre de su fundador (lo que
I algunos afirman sin probabilidad ni apariencia, ni á
Sropósito aun para entremés de farsa) las orejas eru-
itas lo rehuyen oir; porque ¿qué otra cosa es sino
' desvarío y desatinar reducir tan grande antigüedad
como la dfe los principios de España á derivación lati-
na , Y, juntamente afear la venerable antigüedad con
mentiras y sueños desvariados como estos hacen? pues
dicen que Setubalia es lo mismo que compañía de Tu-
I bal, como si se compusiese este nombre de coetus,
en latín que quiere decir compañía, y de Tubal.
i Otros cuentan entre las poblaciones de Tubal á
Tarragona y Sagunto , que noy es Monviedro : cosa
I que en este lugar no queremos refutar ni aprobarla.
Lo que acontece sin duda muchas veces á los que
describen regiones no conocidas y apartadas de nues-
tro comercio , que pintan en eUas montes inaccesi-
bles, lagos sin término, lucares ó por el hielo ó por
el gran calor desiertos ó despoblados : demás desto
Sonen y pintan en aquellas sus cartas ó mapas, para
eleite de los aue los miran, varias figuras de peces,
fieras y aves, hábitos estraños de honibres, rostros y
visajes estravagantes, lo cual hacen coa tanta mayor
seguridad que saben no hay quien pueda convencer-
los de mentira; lo mismo me parece, ha acontecido á
muchos historiadores así de los nuestros como de los
estraños, que donde faltaba la luz de la historia, y la
ignorancia de la antigüedad ponía uno como velo á los
OJOS para no saber cosas tan viejas y olvidadas, ellos
con aeseo de ilustrar y ennoblecer las gentes cuyos
hechos escribían, y para mayor gracia oe su escritu-
ra, y mas en particular por no dejar interpolado como
con lagunas el cuento ae los tiempos, antes esmálta-
nos con la luz y lustre de grandes cosas y hazañas,
por si mismos inventaron muchas hablillas y fábulas.
Dirás : concedido es á todos y por todos consagrar
los orígenes y principio de su gente, y hacellos muy
roas ilustres de lo que son, mezclando cosas falsas
con las verdaderas: que si á alguna gente se puede
permitir esta libertad, la española por su nobleza pue-
de tanto como otra usar dclla por la grandeza y anti-
güedad de sus cosas. Sea así , y yo lo confieso , con
tal que no se invienten, ni se escriban para memoria
de los venideros, fundaciones de cuidados mal con-
certadas, progenies de reyes nunca oidas, nombres
mal forjados, con otros monstruos sin número deste
género, tomados de las consejas de las viejas ó de las
habhllas del vulgo : ni por esta manera se afee con
infinitas mentiras la sencilla hermosura de la verdad,
V en lugar de luz se presenten á los ojos tinieblas y
falsedades: yerro que estamos resueltos de no imitar,
dado que pudiéramos del esperar algún perdón por
12 BIBLIOTECA DC
seguir en ello las pifadas de tos que nos fueron d<;-
lante; y mucho peños pretendemos poner en venta las
opÍDÍODes y su«fios del libro que poco há salió i luz
con nombre de Beroso (1), y fue ocasioD de hacer
tropezar y errur á muchos i libru, di^o, compuesto
de Tabulas y meulirss por aquel que ijuiso con divisa
y marca agena, como el que descunlidba de su inge-
nio, dar autoridaiiá su^ pensamienUis (á ejemplo y
imitacioD de los mercaderes no Ules, que para acre-
ditar su mercadería usan de marcas y sellos ágenos)
sin saber bastantemente disimular vi engaño; pues ni
habla seguidamente, ni est^u por talmsnera trabadas y
atadas las cosas unas con otras, las primeras con las
de en medio, y estas con las postreras, que no se eche
GASTAR Y noiG.
de ver la huella de la invenciiH) y mentira: mayor-
mente sí de la luz de los antiguos escritores que nos
ha quedado (pequeña cierto y esi^asa, pero en ñn al-
guna luz) nos queremos aprovechar. Asi que lo que
nació de la oñcína y fragua del nuevo Beroso , que
Noé, después de largos caminos venido á Bapaña, Tve
el primero que fundó á Noela ea Galicia y á Noega
oDlas Asturias, es un» mentira hermosa y aparente
por su antigüedad, y hacer Pliaio, Stralion y Plolo-
tneo mención destos pueblos, y como tal invención,
la desechamos.
Ni queremos recibir lo que añade el dicho libro que
el rio ebro se llamó Ibero en latin, y toda España se
dijo Iberia áf Ihcro, hijo de Noé: cerno quier que sea
'riiD«tos poblid«i<'> ilr bpiRi.
antes verisímil que los Iberos, que moraban al Ponto
Enxino ODtre Oolcliós y las Armenias, cercados de los
montee Cáncasos, rinieroQ en gran número en Espa-
ña, y fondado que habieron la [.-iudad de Iberia cerca
de donde hoy esti Tortoea, camunicaron su nombre
y te puáeron primero al rio Ebro, después á toda la
proTinda de España: de la manera que algunos píen-
^n del rio Ar^ ú Araf^on que tomó este nombre de
otro del mismo apellida que liay on acjuella Iberia. El
nombre de Celtiberia, con que también k llamó Es-
(I) Fr. Juan Aatoaio d« ViterÍM. puhlicó eu >ue<o BeroM
como derriittrMdo del polvo de i\sau ■ tiiblioieci ; j eu él m
pone uDi lirga Une de Im rejes «nliguos de EipaÚi. EtU
libro, 3tl como loi Croairone* tlribuidoi á Anberto, Troupe
dtSevitta, Julián, dilcono, denarion (¡"^Rn. y i Tlcilro, '"i
•on apderfros A de pura invenrion , ramo lu Ihd demaslMiid
dOD McalliABlonioeQiu0fI'Jf«lr<san(iiHa,dnn JdfíPe-
llieer y don Pedro Feraindeí del Puiesf.
paña, de los Iberos y de los Cellaa ae derivó y se com-
pone; porque los Celias pasados los Pirioeos, y veni-
dos en España de la Gallia comarcana (y también Ap-
piano pone las Celtas en la España Citerior) mezclan-
do la sangre y emparentando con los Iberos, hicieron
y fueron causa que de las dos naciones se forjarse el
nombre de Celtiberia.
Niendemayorcréditoloquediceaqueldubedahijn
de Ibero dio su nombre al monte Idubeda , de cuyos
príncipius y progresos arriba se diío lo que basta.
Añaden que Brigo, híjodeste Idnbeaa.porvermnllt-
plicada mucho la gente de España en númetp, riqne-
ZBS y autoridad, envió colonias y poblaciones i di
versas partes del mundo, y entre estas una fue Bríga,
dicha ast de su nombre , que después se llamó Fri-
gia en -Asia, adonde estaba situada la ciudad fa-
mosa da Troya; y que en los montes Alpes uno de
los capitanes de Brigo fundó á Varobriga, otro en la
Calió ú Lalobrign. ■I'nra perpetuar, es i saber, cltos
xn memOTM, rguiardeciinino lagrucU dcsuseíior
fandvoo nueras pobhciODM de su nombre.
DÑSaecrMitoé esta mentira aparente, porque Pli-
Dio refiera pisiron de Bnropa los Grígas, y ddlofl cier-
ta proTiocia del Agía se llamó Frigia : j corno en Es-
paña muchas ciudades se llamaseu Brigas, como Hi-
robrtga , Segobrisa , Flaviobríaa . imaginaron que
en ella hübm Tirtdo v ríinado algún rey nutar de los
Brigas, j Tnndndor ríe Trova y de muchas ciudades
E kspiRa. 13
que tenian aquel nombre de Brigas en España : como
quiera que no fuese necesario creer que los Brigas
que pasaron en Asta hobieseo salido de España. Ade-
mas que Coniin eo la Biblioteca do Focídd dice qne
Mida fue rey de los Brigas cerca del monte Brimio,
los cuales pasados en A^ia se llamaron friges. Esto
para lo que toca á los Brigas, que pasaron á Frigia.
De los pueblos que tenian el npellido de Brisasen Es-
paña era fácil entender que en la antigua ipngua de
España las ciudades se llamaron Brígas comunmente,
'i lo que tenco por mas Terosímil , que hs naciones
septentrionales muy abundantes de gentl^ y nn ge-
neración muT fecundas, en aquellos primeras tiempns
habiéndose derramado un Españ», ae Burgo, que pü
lenena alemana quiere decir mipblo, hirieron que hf.
ciudades cun poca mudanza ae li'trai se llamasen ac&
Brigas, t si hay alguna otra razón de su nombre, que
DO sabemos: solo se pretende qne en la historia no
tengan lurar las fábulas.
Haber oeüpaes de Brigo reinado Tago (como lo
dicen los mismo!:) es á pronrisiln de dar razón por-
que el rio Tajo se llamó asi; y en nniíersal preten-
den que ninguna cosa liaya de atpun momento en
España, de cuyo nombre luego no se halle algún rey,
¡ y eslo es para que se dé origen cierto de lodo y se
señale la derÍTacion y caUM de los nombres y apelli-
! dos particulares: como si no fuese licito parar en las
' mismas conas sin bnscar otra razón de sus apellidos,
' 6 fuefe vedado pasar adelante, y inquirir la causa y
i derivación de los sagrados nombres que ponen i los
revpí:; y ann es mas probable "ne aquel rm por nacer
14
UBLIOTECA DE GASPAR T HUIG.
ea la provincia cartagiAODse liaya tomado su nombre
de Cartago, hoy Cartagena, como lo siente Isidoro al
6n del libro trece de sns Etimologías.
De la misma forma y jaez es lo que añaden , que
Beto, sucesor de Tagodió nombre á la Bética, que hoy
es Andalucía, dividida antiguamente en Turdetanos,
Túrdulus y Bástulos y pur la grande abundancia y
riquezas que tiene, celebrada grandemente de los
poetas en tanto grado, que (como dice Strabon) po-
nía en ella los campos Elíseos morada de los biena-
venturados. El cual testilica otrosí que usaban en su
tiempo de le^es hechas en verso, y promulgadas mas
de seis mil anos antes según que ellos mismos lo de
cian: por ventura su año era mas breve que el romano,
y constaba solo de cuatro meses. Lo que es (tías pro-
bable, y dijeron historiadores mas en número y en
autoridad mas graves, es que la Bética se dijo del rio
que pasa por medio de toda ella y la baña; al cual los
naturales llamaron Cirilo, los estranjeros Bétis , pue-
de ser en hebraico, por las muchas caserías , vil as y
lugares que al uno y otro lado resplandecen á causa
de la bondad de los campos que tiene; porque Bétis
y Beth en hebreo es lo mismo que casa. Esto baste
de los reyes fíngidos y fabulosos de España: de quien
me atrevo á afirmar no hallarse mención alguna en
los escritores aprobados, ni de sus nombres ni de su
reinado. Pero como es4nuy ageno (según yo pienso)
de la gravedad de la historia contar y relatar conse-
jas de viejas, y con ficciones querer deleitar al lector,
asi no me atreveré á reprobar lo que graves autores
testificaron y dijeron.
CAPÍTULO vm.
De los fierioncs.
El primero que podemos contar entre los reyes de
España, por ser muy celebrado en los libros de Grie-
gos y Latmos, es Gerion, el cual vino de otra parte á
España , lo que da á entender el nombre de Gerion,
que en lengua caldea significa peregrino y cstranje-
ro. Este, venido que fue en España, gustó de la tier-
ra y riquezas que en ella vio. Enriquecióse con los
montes de oro, cuyo uso no era conocido, y por esta
causa granos y terrones deste metal se hallaban por
los campos, no afinados con el crisol y con el fuego,
sino como nacían: por donde de los Griegos fue lla-
mada Gbrisea, que es tanto como de oro. Demás desto
poseía muchos ganados , por la grande comodidad y
aparejo de los pastos y dehesas, y industria que te-
man en criarlos.
Con ocasión de riquezas tan grandes se entiende
fue el primero que ejercitó la tiranía sobre los natu-
rales desta provincia, que eran de ingenios groseros,
á manera de fieras vivían apartados* y derramados por
los campos en aldeas sin tener alguno por goberna-
dor cuyo imperio reconociesen , y por cuyo esfuerzo
se defendiesen de la voluntad de los mas poderosos.
Hecho tirano y apoderado de todo, se entiende que
edificó un castillo y fortaleza de su apellido enfrente
de Cádiz, por nombre Geronda, con cuya ayuda pen-
salm mantenerse en el imperio que había tomado so-
bre la tierra. Edificó asimismo otra ciudad deste ape-
llido de Gerunda (si no engaña la conjetura del nom-
bre) á las faldas de los Pirineos en los Ausetanos, que
hoy es la ciudad de Girona.
Pretendía, es á saber, abrazar con estis dos fuer-
zas las marinas todas de España, y fortificarse para
todo lo que sucediese. Mas la seguridad y bonanza
que con estas mañas se prometía , le duró hasta
tanto que Osiris, al cual los Egipcios también ponen
por el primero de sus reyes, como lo siente Dio-
doro Sículo^ y por otros nombres le llamaron Bac-
chá y Dionisio, no el hijo de Senele, criado en la
ciudad de Mero (de donde tuvo origen la fábula que
decía le crió Júpiter su padre en su muslo, porque
Meron en griego significa el muslo) sino el egipcio,
turbó la paz que tenia España. Em|>rendió Oeiris ai
principio una grandísima peregrinación con que pa-
seó y ennobleció con sus hechos casi toda la redondez
de la tierra: comenzó desde la Etiopía, y pasó hasta
la India, Asia y Europa. En todos los lucres por do
pasaba enseñó la manera de plantar las viñas, y de la
sementera y uso del pan: beneficio tan grande, que
por esta causa le tuvieron y canonizaron por dios.
Últimamente llegado á España, lo que en las demás,
partes ejecutara no por particular provecho suyo, si-
no encendido del odio que á la tiranía tenia , y á las
demasías, que fue quitar los tiranos y restituir la li-
bertad á las gentes, determinó hacer lo mismo en Es-
paña : ca se decía que se hallaba reducida en una
miserable servidumbre, y sufrían con ella toda suer-
te de afrentas y indignidades. No tenía esperanza que
el tirano , por estar confiado en sus riquezas y fuer-
zas, hobiese por voluntad de tomar el mas saludable
partido: vino con él á las armas y trance de guerra:
juntaron sus huestes de entrambas partes, y ordena-
das sus haces, dió¿e (según dicen) la batalla, que
fue muy herida, en los campos de Tarifa junto al es -
trecho de Gibraltar , con grande coraje y no menos
peligro de cada cual de las partes. La victoria y el
campo, muertos y destruidos los Españoles, quedó
por los Egipcios: el mismo Gerion murió en la bata-
lla, su cuerpo por mandado del vencedor sepultaron
en lo postrero de la boca del estrecho en el lugar don-
de al presente se ve el pueblo dicho Barbote , allí se
le hizo el túmulo. Fue Gerion tenido y consagrado
por Dios como lo da bastantemente á entender el
templo que Hércules edificó á Gerion en las riberas
de Sicilia, y también el oráculo de Gerion que estaba
en Pádua famosísimo : al caal los príncipes tenían
costumbre por devoción de ir á visitar nmchas ve-
ces, como lo testifica Suetonío Tranquilo.
Reíitítuida pues y fundada la paz desta manera por
beneficia de Osihs, y quitada la tiranía, el vencedor
todavía tuvo por cosa áspera y de mal ejemplo casti-
gar en los hijos los pecados de los padres , parecióle
cosa grave desposeer, poner en perpetua servidum-
bre ó destierro tres hijos que de Genon quedaban en
edad niños y de grand]^ hermosura, y que habían sido
criados con esperanza de suceder en el reino de su
padre: demás que ordinariamente en los generosos
ánimos de la victoria se sigue la benignidad para con
los caídos. Creyendo pues que no serian tanta parte
los vicios y maíos ejemplos de su padre para hacerlos
crueles, cumo su triste fin para hacerlos avisados, es-
cogió personas de gran prudencia que rigiesen así la
edad tierna de aquellos mozos, como el reino por al-
gún tiempo; y habiendo él avisado á los mozos de lo
que debían hacer y huir, púsoles en la silla y en el
reino de su padre. Acabado esto, por gozar del fruto
de tantos trabajos y tan larga peregrinación, y de-
seoso de sosegar en su casa, volvióse á Egipto.
Los hermanos Geriones venidos á mayor edad y
acrecentadas las riquezas, luego se encargaron del
gobierno del reino de su padre, olvidados del benefi-
cio recibibido, y no déla injuria que se les hizo, como
es ordinario que dura mas Ja memoria del agravio que
de las mercedes, tomaron resolución de vengar la
muerte de su padre, y hacerle las lionras con la san-
gre del enemigo; cosa muy agradable á los que tra-
tan de satisfacerse; y los hijos tienen por grande ha-
zaña proseguir la enemiga de sus padres. Esto daban
á entender ; pero de secreto otro mayor cuidado les
aquejaba, es á saber el deseo que tenían á ejemplo de
su padre de restituirse en la tiranía y absoluto se«
ñorio de España, cosa que en vida de Osirís no creian
poder alcanzar. Pensaban esto, y no hallaban camino
para poner en ejecución negocio tan grave: pareció-
les seria bien conquistar para este efecto ü Trifon,
hermano de Osirís, y concertarse con él: de quien se
entendía y tenían aviso ardía en deseo de reinar y
CUKIAA ^B B8P4ÜA.
1S
quitar á su hermano el reino: ambición que per-
vierte todas las leyes de la naturaleza. Despacharon
sus embajadores para este efecto; los cuales ttcil-
menta , con presentes que dieron de parte de sus se-
ñores, hallaron la entrada que pretendian: pusieron
con él su amistad, prometiéronle toda ayuda para sa«
lir oott sus intentos, concertaron que los mismos tu-
viesen Dor amiffos y por enemigos. Asentado esto, le
persuaden que habiendo muerto su hermano, acome-
tiese por fuerza de armas y se apoderarse^del reino áS
Egipto.
Goneertóae todo esto, y ejecútese la cruel muerte
muy de secreto. El cuerpo del muerto fíie buscado
con mucha diligencia, y Isis la reina viuda le sepultó
en Abato, que es una isla de una laguna cercana á
Menfis, que por esta causa vulgarmente llamaron Sti-
^, qoe quiere decir tristeza. Pero tan grande trai-
ción DO pódia estar encubierta, ni hay secreto en las
disconüas domésticas que entre parientes resultan:
asi Oro , que en aquel tiempo goli^maba la Scythia,
vuelto con presteza en Egipto, vengó la muerte de su
padre con darla á Trífonsu tío. Descubrió juntamente
y supo que los Geriones fueron participantes de la
impía conspiración, y principales movedores de aque*
Ha maldad. Por esto encendido en deseo asi de imitar
la gloria de su padre, como de vengar del todo su
muerte con otra menor empresa que tomó, ni menor
conquista que su padre, confirmódiversas naciones por
todo el mundo en su obediencia, v ganó de nuevo la
amistad de otras muchas. Demás de esto por el arte de
la medicina, que le enseñara su madre vino á ser te-
nido por Dios. Unos Pe llamaron Apolo, otros por la
valentía y destrsza en el pelear le pusieron nombre
de MartOi y todos le llamaron Hércules. No fue este
Hércules el hijo de Anfitrión, sino el Lybio, de quien
se dice que domó los monstruos armado de una porra
ó maza y vestido de una piel de leen : que en aquel
tiempo aun no usaban, ni habían inventado para des-
trucción del género humano las armas de acero. '
Jqntado pues un grande ejército y lleudas ayudas
de todas partes, espantoso entró en España contra los
Geriones, y lleRó finalmente á Cádiz, donde ellos
tan aventajado para ellos, que ni aun por pensa-
miento les. pasaría desealle tal y tan bueno. Este era,
que lastasen solamente aquellos que erraron y fue-
ron causa de los daños pasados, perdonasen á la
sangre inocente, y no fuese ocasión de la camiceria
que resultara forzosamente de ciudadanos y parien-
tes, si la batalla se diese: que él estaba determinado
por la salud común de aquellos ejércitos y pobre gente
de hacer campo él solo contra todos tres, y con su
riesgo comprar la seguridad de muchos; pero con tal
condición que habia de pelear aparte con cada uno de
ellos. Decia que se ponía á esto confiado en la justicia
de su querella, y por esta cansa de la ayuda de Dios,
ñor cuya providencia todas las cosas humanas se go-
biernan , y mas principalmente los sucesos de la
guerra.
Los Geriones aceptaron de buena gana este parti-
do, que por ser tan aventajado no dudaban de la vic-
toria; pero salióles al revés, por^e el día señalado
como entrasen en el palenque, y viniesen á las manos,
los tres Geriones fueron vencidos y degollados por
Hércules. DÍóse á los cuerpos sepultura en la misma
isla de Cádiz, donde se hizo el campeo; y desde aquel
tiempo se entiende que se llamó Erithrea, no solo la
isla de Cádiz, sino otra isla que estaba á ella cercana,
y aun )a parte de tierra firme que le cae enfrente. La
causa de este apellido fueron ciertas gentes del mar
Erythreo, conviene á saber del mar Rojo, que veni-
das á la conquista, y sosegada la provincia con volun-
tad de Oro asentaron en aquellos lugares, poblaron y
hicieron por allí sus moradas. En conclusión , en la
l)Oca del estrecho de Cádiz, Hércules, después de esta
victoria, hizo echar en el mar grandes piedras y ma-
teriales con que levantó de la una parte y de ía otra
dos montes; de los cuales el de la parte de España se
llama Galpe, yel otro que está en África, Abyla: estos
montes se dijeron las columnas de Hércules, tan nom •
bradas. Hecho esto, y dado orden y asiento en las de-'
más cosas de España, nombró Hércules á Oro por go-
bernador della uno de sus compañeros por nombre
Híspalo, de cuya lealtad y prudencia en paz y en guer-
ra estaba pagado y tenia mucha satisfacción ; y con
dias antes se retiraran y fortificaran, juntadas en uno tanto concluidas todas estas cosas dio vuelta y pasó
las riquezas del reino , alzados los mantenimientos, y
proveídos los vastimeotos , si por ventura durase la
guerra muchos dias : demás desto para valerse en
aquel trance llamaron socorros de todas partes. La
conciencia de la maldad cometida los acobardaba y
espantaba; Tpor estar la provincia y la geote dividida
en parcialidades , unos por ellos , otros contra ellos,
y los ánimos de muchos despertados á la esperanza de
recobrar la libertad, eradificultoso resolverse si de los
estraños les convenía mas recatarse. El tener perdida
la esperanza de la vida, si los Egipcios venciesen , los
encendía mas, y les hacia furiosos y atrevidos: pero el
por mar á Italia;
CAPITULO IX.
Del rey Híspalo y de la maerte de Hércules.
Poa cierta cosa se tiene haber Hispalo reinado en
España después de los Geriones, y Justino afirma que
de Hispalo se dijo España, en latin Híspania, trocada
solamente una letra. Añaden otros que por su indus-
tria y de su apellido se fundó Sevilla, que én latin se
dice Hispalis: ciudad que en riqueza, grandeza,
concurso de mercaderes, por la comodidad del río
temor que tenían era mayor: por esta causa determí- ' Guadalquivir, y por la fertilidad de la campiña no da
naron fortificarse en lugares securos y eseusar el tran-
ce de la batalla. Al contrario Hércules ordenadas sus
haces se presentó delante de sus enemigos. Temia
no durase mucho la guerra , y no tenia confianza que
los enemigos viniesen en algtma honesta condición de
paz; y cuando la quisiesen, juzgaba no seria decente
dejar las armas antes de vengar á su padre con la san-
gre de los Geriones.
Combatido pues destos pensamientos, consideraba
otrosí que, por ser tan grandes los ejércitos como
juntaron de ambas partes, seria grande la matanza,
si de poder á poder se diese la batalla. Por huir estos
inconvenientes, acordó con un rey de armas avisar á
los Geriones, que si confiaban en la valentía d^ sus
cuerpos (la cual era muy grande) si en la justicia de
la causa que defendía , en que publicaban y se que-
jaban fueron de Osíris acometidos injustamente y
agraviados primero del mismo; qué les ofrecía de su
voluntad un partido para concertar las diferencias,
ventajea ninguna otra de España. Dicen mas, que por
discurso de tiempo del nombre de Sevilla ó Hispalis se
llamó toda la provincia Híspanla. San Isidoro atribuye
la fundación de esta ciudad á Julio César, en el tiem-
po á saber que gobernó á España: y dice que la lla-
mó Julio Rómnla juntando en otro apellido su nombre
y el de la ciudad de Roma, y que el nomI»re de Hispa-
lis se tomó de los pelos en que estribaban sus funaa-
mentos, que hincaban para levantar sobre ellos las
casas por estar asentada esta ciudad en un lugar ce-
nagoso y lleno de pantanos. Por ventura entonces la
ensancharon y adornaron de edificios nuevos y gran-
des; diéronle otrosí nombre y privilegios de colonia
romana; pues es cierto que Plinio la llama colonia
romulense. Mas decir que entonces se fundó la prime-
ra vez, carece de crédito, y no hay argumentos ni au-
tores que tal cosm confirmen.
Plutarco escribe, que venido que bobo el otro Dio-
nysio ó Baco, es á saber el hijo de Semele á España,
■<■ USLIOTGU DE
dMfHíM que sujetó toda la provincia con armaB tíc-
lonosas, uno de los compaDcros que él mismo puso
por Robenudor de lodo . por nombre Pan , fue cansa
que toda la provincia prímerameiile se llamase Pania,
después Spuia, añadida una letra. Pero desUs cosas
cada cual podrá libremente juzgar y sentir lo qae le
pareciere. Lo que algunos dicen, que Híspalo dejó un
hijo por nombre Hiapano, el cual haya reinado muerto
BU padre, no lo recibimos ni tJeue protMbilídad algu-
na antes entendemos que d un mismo hombre diver-
sos Oficrítos llaman cou ambos nombres unos üspalo,
otros Hispano; pues el nombre de Hispuia y su de-
rivación se atribuye áentrsmbos, y loa que ponen el
uno ninguna mención tacen del otro, fuera de soto
Beroso, cuyas Tábnlas poco antes desechamos no solo
como tales, sino también como mal roríadas y com-
puestas.
Las cosas que hizo este rey, como quier que por la
antigüedad del tiempo se ignorasen, nuestros bisto-
risdoras para enriquecer y hacer mas apacible y de-
leitosa la flaca historia de este tiempo [á la manera
qne con las aguas traillas de lejos se snelen fertilizar
los campos secos) y porque no bebiese rey á quien
luego no atribuyan algún hecho ó edificio para mas
ennobiecerBe.dadoquepo trabase muy bien ni cua-
drase lo qne decían, escribieron que Híspalo fundó
la ciudad de Segovia, y el acueducto que hay en ella,
maravilloso asi por su obra, como por su altura: como
3uier que sea averiguado que el acueducto fue obra
el emperador Trajano, á le menos hecha por aque-
Hos tiempos qne él imperó. Demás desto decir como
nrman , que en el puerto drcbo antiguamente Bri-
gantíno, y boy de la Corana, el mismo Bispalo le-
vantó una torre con un espejo en ella, que se veían kis
velas que venían de lejos por la imagen que dellas m
representaba en tal espejo, y se percibían para el
peligro; procedió sin duda esia invención de la pro-
funda ignorancia q^ue se tenia así de la lengua latina,
como da las bistonss, pues tomann por lo mismo el
nombre de specula con que se signiGcan semejantes
forres y atalayas, y el de specninm, que significa es-
pejo; y >'S cosa averiguada que los moradores Brigán-
tinos edificaron aquella torre á honra de Augusto Cé-
sar. El trazador fue Gayo Servio Lupo Loailano, cuyo
nombre uun en nuestra edad se ve eotallado en las
peñasalll cerca, por eatar vedado por la ley (l> cnal
se ve entre las romanas en los Digútos) qne nibuuno
escribiese su nombre en (ri)ra pQUica: y ion Fidias
en Atenas fue muerto porque quelmntaaa»i(uetla ley
entalló lu imigea j la de Pericles en el escado de Pa-
las, bien que en hábito disfraudo; en lo cuat tam-
bién pudo ser que jmtendiesen haber hecho aqnel
nobilísimo escultor injuria á la religión y ofendido
aquella Diosa.
Muerto Híspalo, en qué tiempo oo concuerdan los
autores; pero muerto que fue. Hércules desde Italia,
donde hasta entonces se d^ituvo, dejando allí por
gobernador i Atlante, de cujra grandeza de ánimo
estaba muy satisfecho: por miedo de algún alboroto
volvió i España, y en ella, después que gobernó la
república bien y prudenlomente j fundó nuevas ciu-
dades, entre las cuales cuentan Julia Lihyca y Urgel
en laa aldeas de los montea Pirineos, Barcelona y
Tarragona en la España Citerior (como algunos aian- ,
ten fueron poblaciones de Hércules), ya de grande
edad pasó desla vida. Los Españoles cou grande vo-
luntad le consegraron por dios (I), y deLermioaroa
se le hiciesen honras divinas; dedicáronle sacerdotes .
y templo donde el cuerpo de Hércules comenzó i ser
honrado con solenmes sacrificios no solo de los natu-
rales , sino también de las naciones extranjeras que
por devoción concurrían, de que recogían grande
ganancia los ministros, y el dicho tem^o se enno-
Blecia de cada día mas. Gnoué parte de España aquel ,
templo j sepulcro de Hércules haya estado, no con-
cuerdan los autores; y en cosas tan antiguas mas fácil .
eow es adivinar por conjeturas, que dar sentencia ,
por la ona ó por la otra parte. Unosdicenqueeo Bar- ¡
celona , do junto á la Iglesia Mayor se ven rastros de
uns antigualla, y de un soberbio sepulcro de que se
habla adelante (y se tiene que Ataúlfo rey godo , está
allí sepultado), otros sienten que en Cádiz. Has laa
personas de mayor autoridad y erudición piensan es-
tuvo en Tarifa cerca del estrecho, ca es averigua- .
do que aquella superstición se conservó allí por i
(1) En la isla de Sioeti Patri, donile primero ■« esUble- j
¿tioa loe Fenici'ii. tomo lo demuwlnu variM fragmenlOG
de MluDiiiii y de esliluas que se des.:ubriercia en tos aóot
1730T 17i8que se retirfl ]■ mar, yen riif«tro ligio aun ¡
mat. Ll«viiba el nombre de templo de Cidií, porque l> isla
estiba i muy poca diiliDcii desta ciudad que se babii be-
cbo la nwliopoli de todu las eolgaiu kmau de iqnella
se levanta antiguamente en aquella parte de Anda-
luda (S).
CAPITULO X.
De Hnpero y Alias itjet de Biptüa .
MuHiEaon en España Híspalo y Hércules sin dejar
sucesión: por esta causa Héspero hermano de Atlante
nacido en África, y uno délos compañeros de Hércu-
'les, fue por el mismo, al tiempo de su muerte, nom-
brado para que le sucediese en lo de España. Su go-
bierno fue tan agradable á los naturales como el de
cualquiera otro. La fama de sus proezas y el crédito
de su virtud le abonaban para con la gente de tal
suerte, que, como lo sienten algunos escritores griegos
y latinos, España del nombre de Héspero desde aquel
tiempo se comenzó i llamar Hesperia. Verdad es que ■
(11 Lot KeojcLOE que vlainoD 1 Etpai^ trijeren el inHo
de Hércnleii, que eaTyro, ea Ep'|)to, y otrai pirtet del
Oriente en adando como Dioa. Su cnllo h eitendié por ma-
chia partea de Eapiúa, eoan lo manifieitaii les noouiiWDtu
que anu hoy te cooservaa en alioaas medallas da Cádií, «a
las rúales m ve eo la parle anterior li eabua de Hirenlu,
y en la posterior un vaso llamado Símpuío , dal que uaabu
ea loa McriDcioi, COD la inacripcion: Ti Cíaudiui Ñero; to
que quiíis niJDÍBeiti jae Tioerio antea de aer emparldor
ucríBcú á aquella divinidad en el templo da Cádiz, pan por
HI8T0EU DI BSPAÜA.
17
Otros, V eDire ellos Macrobio y Isidoro^ pretende que
se tomo este nombre de Hesperfadel locerode la tar^
de, que en latín se llama Héspero y se pone en Espa-
ña, y al cual miran los que navegan a estas partes.
Cada cual podrá seguir la opinión en esto que mas le
contentare. Lo cierto esquela buena andanza que tuvo
al principio este rey, en breve se trocó y se rae todo
en flor: porque Atlante, Hermano de Héspero, desde
Italia, donde Hércules fe dejó, codicioso de lasrique-
zas y anchura de Bspaña, y agraviado de que su Her-
mano le hobiese sido antepuesto en el señorío de Es-
paña, acudió sin dilación; y ganadas las voluntades
de loe soldados por la gran mma que corria de su va-
lor y liazañas, fácilmente se apoderó del reino.
Héspero desamparado de los suyos, fue forzado á
recojme á Italia, donde los de Toscana movidos de
compasión de su desastre y desmán, en que cayera
no ipOT culpa suya, sino por la ambición y desleal-
tad de su normano: primeramente le aco>jgieron y
hospedaron muy bien, después por la esperiencia de
su bondad, y por la fama que corria de su virtud, le
entregaron á so rey Corito (á quien otros también
llaman Jano Júpiter), que era de muy tierna edad,
para que fuese su ayo, y como tal le amaestrase en
lo que saber le convenia: que fue una resolución
muy acertada y muy agradable para toda aquella
provincia. No fes salió vana su esneranza ni se
engañaron en lo que se prometían de su bondad,
como lo da á entender el nombre de Italia, mudado
asimismo desde aqufil tiempo á ejemplo de España en
el de Hesperia que también tiene: que fue prueba
bastante de la aprobación de Héspero. Llegaron las
nuevas de todo esto ü España. Atlas con recelo que
si este aplauso no se atajaba al principio, cundiría el
mal, y podría ser que fortificado su hermano y pu-
jante con el favor de la gente, primero le despojase
del reino de Italia, y después le pusiese en condición
lo de España; consoltado el negocio con los suyos,
acordó de hacer grandes levas de gente, y con todo
su poder pasar en Italia. Llevó de España grande nú-
mero de soldadoSi y entre ellos muchos de los prin-
cipales Españoles con voz y muestra de honraltos y
ayudarse de sus fuerzas en aquella jomada; mas á la
verdad pretendia tenellos consigo como en rehenes, y
asegurar que en su ausencia no se levantasen algunos
movimientos en la tierra, con deseo de cosas nuevas,
y de sacudir de si el yugo del imperio y señorío es-
UMño.
Hízose, pues, á la vela: pero como se levantasen
recios temporales, corrió fortuna, derrotóse toda su
armada, y en lugar de tomar á Italia, que era loque
pretendia, fue arrebatado y llevado por los vientos á
¡aisla de Sicilia. Eran grandes lasriquezas de aquella
tierra, su fertilidad y hermosura; por lo cual dicen
dejó allí para que poblasen una buena parte de los
Españoles que llevó consigo. Hecho esto, con lo de-
más de su ejército últimamente dio la vuelta y aportó
á Italia, donde halló que ya su hermano Héspero era
fallecido: con que le fue cosa fácil apoderarse de Co-
rito rey de Toscana, y hacerse señor de todo. De dos
hijas que tenia, la una llamada Electra, casó con
Corito^ cuyos hijos fueron Jasio y Dárdano: de quien
se tornará' á hablar luego. La otra no se sabe con
quien casase, solo dicen que se llamó Rome, y que
su padre la heredó en aquella parte de Italia, por
donde corre el río Tibre, que ¿ la sazón se llamaba
Albola, donde también dio asiento á parte de los Es-
pañoles ya dkhos. Añaden demás desto, que esta
Romeen el monte Palatino puso los cimientos de la
Ínclita ciudad de Roma: la cual, de pequeños princi-
pios, con el tiempo se hizo señora del mundo. Alegan
para esto por testiffo á Fabio Pictor, autor muy anti-
guo y muy grave de las cofÍs romanas; dado que á
nome, fundadora de aquella nobilísima ciudad, otros
la hacen nieta de Eneas, hija de Ascanio. Otros son
de parecer que después de la destrucción de Troya,
una mujer nobilísima entre las cautivas, que se decía
Rome, venido que bobo con Eneas en Italia, que-
mó los navios de su gente, que estaban suroidos á la
ribera del Tibre, y les persuadió edificasen de nuevo
un pueblo que del nombre de aquella cautiva, llama-
ron Roma.
No hay duda sino que, por testimonio de graves
autores, se muestra que Roma estaba fundada antes
de Rómulo; y es averiguado que antiguamente tuvo
aquella ciudad otro nombre, el cual los secretos de la
religión y ceremonias no permitían se divulgase en-
tre todos, y aun se sabe que Valerio Serano por que-
brantar este secreto, pa^o aquel desacato con la vida..
Verdad es que no se tiene noticia de tal nombre,
como asimismo es incierto lo que nuestros historiado-
res afirman, que Roma fue fundación de Españoles,
si bien les concediésemos que la gente de Atlante por
mandado de Rome su hija, lo fundó por este tiempo.
Y parece mas invención, y hablilla inventada á pro-
pósito de dar gusto á los españoles, que cosa examina-
da con diligencia por la regla de la verdad y antigüe-
dad. Yo estoy determinado de mirar mas aina loque
es justo se ponga por escrito, y lo que va conforme á
las leyes de la historia, que lo que naya deagradar á
nuestra gente; pues no es justo que con flores de se-
mejantes mentiras, fuera de tiempo y sazón, se ata-
vie y hermosee la narración desta historia, ni el lus-
tre y grandeza de las cosas de España, tiene necesidad
de semejantes arreos. Asi que, desechamos como co-
S, dudosa, por no decir mas adelante lo que inven-
ron nuestros historiadores, que Roma fue población
de Españoles.
De la misma manera no queremos recibir los que
nuestras historias modernas cuentan entre los reyes
de España; es á saber Sicoro, Sicano, Siceleo y Luso
pues en las antiguas historias ningún rastro os ellos
se halla de sus hechos ni de sus nombres. Tampoco
aprobamos lo que en esta parte añaden, que un hijo
de Atlante, llamado Vorgete, después de lamuertede
su padre reinó en Italia; de cuyo nombre los Españo-
les que siguieron á Atlante y asentaron en Italia, dice
se llamaron Morgetes, ca todo esto no estriba en
mejor fundamento que lo dé mas arriba dicho. Yo
creería mas aina, que aquella gente tomó el apellido
de'Morgetes de las ciudades donde moraban en Espa-
ña, y dedonde la sacaron para llevarla en Italia; pues
consta que en la Bética, hoy Andalucía, bobo dos
pueblos llamados Murgis, el uno á la ribera del mar,
que hoy se llama Muxacra, y el otro mas adentro en
la tierra, al cual boy llaman Murga: el uno y el otro
situados no lejos de la ciudad muy nombrada de
Murcia, la cual asimismo algunos quieren fuese asiento
de los Morgotes. De donde se puede entender que en
Sicilia procedieron y se fundaron así bien la ciudad
de Murgancio, muy nombrada entre los antiguos,
como los pueblos Mui]gentinos, sea en este mismo
tiempo, sea en otro diferente; que tampoco esto no
se puede averiguar, por estribar solamente y apoyar-
se todo en la semejanza de los nombres que los unos
y los otros tuvieron: congetura las mas veces enga-
ñosa, incierta y flaca.
CAPITULO XI.
De Slcalo rey de España.
Por autoridad de Filistio Siracusano,'sín embargo
de todo lo dicho, se puede recibir como cosa verda-
dera, que Siculo (i), hijo deAtlante, después que su
padre partió de España, como lugarteniente suyo y
por su orden gobernó esta provincia por algún
tiempo, y después de muerto le sucedió en todos sus
(1) Téoffibe preiente que este Sicalo es oao d^ los reyes
1 fibuloioi del Bero de AnaioViterbíenie.
i8
BIBLIOTICA ra 6ASPAK T KOIG.
reinos. Bste prineipe por el detíeo que tenía de tomar
b posesión del reino de Italia, y oon intento de am-
parar lo que restaba en agnellas partes del ejército de
SQ padre, eon moj escogida gente se hizo a la vela y
pasó en Italia. Pnocípaimente que entre lasio y Dár-
dano, sobrinos suyos , babian resucitado deMtos v
diferencias, las cuales pretendía apaciguar. Fue asi;
que estos dos hermanos, después de la muerte de su
padre Gorito, se hadan entre sí cruel guerra sobre
fa posesión de Toscana. Deseaba, pues, concertar los
que de tan cerca le tocaban en parentesco, ademas
que Jasio por sus cartas le importunaba pojr favor y
ayuda; cuya justicia era mas fundada pero menores
las fuerzas.
Con este intento partió de España, y de cnníno, sea
por su voluntad, sea arrebatado por la fuerza de los
vientos Y tormenta, llegó á Sicilia, donde fortificó y
aumento el poder de los amigos antiguos, hizo otrosí
guerra á los Ciclopes y á losLestrigones, gentes fieras
y bárbaras. Esta guerra que hizo, y la victoria que
ganó muy señalada de estas gentes (como algunos
sospechan, Tucydides lo apunta al principio del libro
sesto) fue causa que aquella Isla llamada antes Trina-
cría ae tres promontorios que tiene, tomase nuevos
apellidos, el del Sicila del rey Siculo, y el de Sicanía
de los Españoles que levantó en aquella parte de
España por donde pasa 3I rio Sicoris ó Segre: ca no liay
dudasino que antiguamente moró porallí cierta gen-
te llamada Sicana, los cuales dicen quedaron de guar-
nición en aquella isla. Otros dicen y añaden que
aquella isla se llamó también Sicaria, de cierta gen^e
que moraba á las riberas de aquel río Sicoris, que
eran los mismos, ó diferentes de los Sicanos. Sea li-
cito en cosas tan antiguas y oscuras ir á las veces á
tiento, sin poder tomar entera resolución.
Volviendo á Sfculo , los mismos autores refieren
que pasado en Italia ayudó á su hermana Rome, y la
proveyó de nuevos socorros contra los Aborígenes,
gente natural de la tierra, queordinaríamente le da-
ban guerra, y la traían desasosegada. Esto dicen por
causa que en buenos escrítores y antiguos se hace
mención que en aquellos lugares de 'Italia moraban
pueblos llamados Siculos y Sicanos, que sospechan por
este tiempo hicieron allí su asiento: argumento poco
bastante para, asegurar sea verdad lo que con tanta
resolución ellos afirman. Lo que se tiene por mas ]5ro-
bable, es que, ordenadas las cosas á su voluntad,
prímero en Siciha y después en Italia, movió con sus
gentes la vuelta de Toscaoa con intento de hacer ros-
tro y allanar á Dárdano su sobrino, que en la guer-
ra que traia contra su hermano, se hallaba acompa-
ñado de un poderoso ejército de Aborígenes. Pero él
visto que no podía resistir al poder de|Siculo, de co-
razón ó fingidamente dejadas las armas, se puso en
sus manos, confiado según él decía y daba á enten-
der en la justicia de su querella, y persuadido no per- j
mitiria su mismo tío lo quitasen por fuerza lo que |
demás de ser herencia de su padre, había adquindo
por su valentía y norias armas. Sin embargo, se tomó
asiento entre losaos hermanos, cual á Siculo pareció
roas conveniente para sosegar aquellos bullicios: con
que las cosas parecía comenzaban á tomar mejor ca-
mino. '
Aseguróse con esto Siculo, y descuidóse Jasio, en-
tendiendo había llaneza en aquel trato; pero Dár-
dano luego que halló ocasión para ejecutar su mal
propósito, dio la muerte á su hermano, que confiado
en el concierto estahí seguro, y en ninguna cosa me-
nos pensaba que en semejante traición. Siculo como
era razón tomó esta injuria por suya, acudió á las
armas y en una batalla famosa que se dio, venció á
Dániano, y le puso en necesidad de desamparar á
Italia. Paso con grande acompañamiento de Aborígenes
á .Samothracia, de donde pasado que bobo el Heles-
ponto, que hoy es el estrecho de Gallípolí, fue el prí-
mero que en la provincia de Asia la Menor y en la
Frigia fundó la muy nombrada ciudad de Troya. Que-
dó de Jasio un hijo por nombre Goríbanto,af cual en
, lugar de su padre hizo Siculo rey de Italia.
Compuestas las cosas desta manera^ dio Siculo la
, vuelta para España, donde no se sabe ni el tiempo que
adelante vio, ni otra cosa ni hazaña suya de que se
pueda hacer memoría; si jano queremos en lugar de
nístoria publicar los sueños y desvarios de algunos
escrítores modernos, que de nuevo tornan á forjar
otros nuevos nombres de reyes de España sin mejor
fundamento que los de arriba. Estos son Testa, que
le hacen funaador de cierta población llamada ansí-
, mismo Testa, autor y principio de los Contéstanos,
gente muy conocida en España: dicen otros si fue na-
tural de África, y llegó no sé por qué caminos á ser
rey v señor de España. Otro es Romo, al cual hacen
funaador de Valencia, nombre que en latín siffQÍGca
lo mismo que en ^iego Roma: el cual nomore (}e
Roma dicen también tuvo aquella ciudad antigua-
mente, á la manera que la ciudad de Roma, según
que lo diceSolioo, se llamó antiguamente Valencia, y
I Evandro le mudó el nombre y apellido en el que al
presente tiene de Roma.
El tercero rey que nombran es Palatuo, de j[uíen
¡ dicen se llamaron los pueblos Palatuos, y también la
ciudad de Palencia tomó este nombre del suyo, dado
que muy distante de donde era el asiento de aquella
Rente dicha Palatuos antiguamente, que caía cerca de
Valencia. Añaden que este Palatuo echó á Caco de la
posesión y reino de España: al*mismo en el monte
Aventíno, que es uno de los siete que en sí contiene
Roma, por la huella de las vacas que hurtó, le halló
y díó muerte Hércules el Thebano. Deste jaez es el
rey Erithro.que fingen vino de allende el mar Berme-
jo, que se llama también el mar Erithreo, y aun quie-
ren que de su nombre se le pegó á la isla de Cádiz el
nombre que antiguamente tuvo de Ervthrea. El pos-
trero en el cuento destos reyes es Meiicola, que por
otro nombre se llamó Gargons (i); mas desteen par-
ticular hace mención el historiador Justino. Todo esto
y los nombres destos reyes, tales cuales ellos se sean,
ni se debían pasar en silencio, como quien rodea al-
gún foso ó pantano 'que no se atreve á pasar, donde
no solo gente ordinaria, sino personas muy doctas
ban tropezado y caído: ni tampoco era justo aprobar
lo que siempre hemos puesto en cuentos de hablillas
y consejas. A Siculo entiendo yo que llama Justino,
Sicoro. Esto se avisa, porque á ninguno engañe la di-
ferencia del nombre para pensar que Siculo y Sicoro
goan dos reyes diversos y distintos.
CAPITULO XII.
De las diversas gentes qne vinieroo á España.
Dificultosa cosa sería querer puntualmente ajus-
tar los tiempos en que floreciéronlos reyes de España
que de su uso quedan nombrados, los anos que reina-
ron y vivieron, y en particular señalar el año de la
creación del mundo en que sucedió cada cual de las
cosas ya dichas, no faltaría diligencia y cuidado para
rastrear y averiguar la verdad,sise descubriese algún
camino seguro para hacello. Contentarnos hemos con
conjeturas, por las cuales sin mas particuiarizarias
sospecho que los Geriones poseyeron á España, y
en ella reinaron la cuarta ó quinta edad después del
diluvio. Siculo floreció mas de doscientos años antes
de la guerra de Troya. En cuyo tiempo, ó no muchos
años después, una gruesa flota partió de Zazyntho,
(1) Justino, aue es el úaico historiador que nos habla de
Gargorís, rey de los Cúrelos, aue se establecieron en Tarté-
80, y civilizaron nuestros pneblos, no dice dónde ha tomado
esta fábula, qne tal vei no tenga de realidad sino que el con-
ductor de la colonia fenieía estableeida en aquellas costas se
Vlamase Gargorís.
HISTORIA DB
isla puesta ep el mar Jonio al PonieaUdel Peloponeso i
y cte la Morea; y tomado que bobo tierra eo aquella |
parte de España donde ai presente está asentada la '
ciudad de Valencia, los que en aquella armada venían
ires millas de la mar levantaron un pueblo, que del ]
nombre de sa tierra llamaron Zazyntho, y adelante '
mudado el apellido algún tanto se liamó Sa^nto, boy
isfaíIa. 19
cual entiendo yo fue el mismo oue arriba llamamos
Osiris Egipcio, de cuya venida a España se trató en
su higar. El segundo fue hijo de Proserpina ó Geresi
al cual acostumbraban pintar con cuernos para dar ¿
entender fue el primero que unció los bueyes, y en-
señó por este modo arar y sembrar la tierra*
El tercero fue hijo de Semeies, nació de adulterio,
Mñnríedro (í). Pretendían que aquel castillo princi- I crióse en la ciudad de Mero; nombre que significa e!
pálmenle les sirviese de fortaleza para contrarestar á ' muslo, de donde tomaron los poetas ocasioo para
ios naturales, sise alborotasen contra ellos, y recoger j fingir que su mismo padre iúpiter le encerró y crió
en él la gran suma de oro y de plata que por brujerías
d? poco precio y quinquillerías rescataban de los es-
pañoles, gente simple é ignorante de las grandes ri-
quezas que en aquel tiempo poseía.
Confiados en la segundad que aquella fuerza les
daba, &e atrevieron á entrar mas adelante en la tierra
y calarla v á descubrir las riberas y marinas comarca-
nas, donae algunos años después se dice, que sesenta
millas hacia el Poniente, en un sitio muy á propósito,
se determinaron á levantar untemploá la diosa Diana;
el mas fiímoso que bobo en España, del cual el pro-
montorio Diano, que es donde al presente está la villa
de Denia, tomó aquel nombre. Este templo, conforme
á la costumbre y superstición de los Griegos, adorna-
ron ellos coa ídolos, derramaron en. él mucha i^iuigre
de sacrificios que allí hacían ordinariamente. Con
esto los naturales, maravillados de tantas y tan nu&-
vas ceremonias y de la magostad de todo el edificio,
comenzaron á tener á esta gente por hombres ve-
nidos del cielo y por superiores á las demás naciones.
Y es averiguado que ninguna cosa hay mas poderosa
para mover alpueolo que el culto de la religión, guier
verdadero, quier fingido, por el natural conocimiento
que los hombres tienen de Dios, y la reverencia
que tienen á su divinidad. El enmaderamiento deste
templo era de enebro, madera no menos olorosa que
incorruptible, tanto que Plinío testifica (2) se con-
servaba hasta su tiempo sin alguna corrupción ni
carcoma.
Desjpues de la venida de los de Zazyntho. refieren
que el otro Dionisio ó Baccfaó hijo de Semeies, como
ciento y cincuenta años antes de la guerra de Troya,
llegó á lo postrero de España, y en Jas albuferas ó es-
teros de Guadalquivir, entre las dos bocas por donde
en aquel tiempo se metía y descargaba en el mar,
fundo á Nebrija, dicha a^í de los Nebridas, que en
griego significa pieles de ciervo, de que Dionisio y sus
compañeros se vestían comunmente, y mas en parti-
cular cuando querían ofrecer sacrificios. El sobre-
nombre de Veneria que tuvo Nebrija, los tiempos
adelante se dieron. Diodoro Sículo escribe que anti-
Í;uamente bobo tres Dionisios ó Bacchós. El primero
ué hijo de Deucalion, que es lo mismo que Noé, el
(1) kani te supone la faodacloa deSagonto anterior dos*
cieotos dos á la gaerra de Troya, lo que es del todo invero-
slmii, porgoe no coasta qoe toa g riegos europeos eo aquel
tiempo hubiesen hecho alguna larga espedicioa, la caal no
hubiera dejado dectlebrane como la de los Argonautas. Sabau
piensa que los de la isla de Zazyntho vinieron & nuestras eos*
US despees de los Fenicios, y hacia el siglo séptimo ú octavo,
antes de Jesucristo. Los Fenicios antes de este tiempo ya
ocupaban las costas de la Bélica; y aun no se habla nada por los
historiadores de la espedicion de los de Zante. De los Foeenses
consta que en el siglo sesto ocuparon la cesta de Valencia
desde la embocadura del Júcar hasta Cartagena» estando ya
los de Zante establecidos en Sagunto: es evidente, pues, que
debieron establecerse en el siglo séptimo ú octavo.
(2) Este antiguo naturalista solo habla del templo de Diana
que los tfe Zazyntho construyeron fbera de Sagunto, en el cual
pusieron U estatna que trajeron de su |itria, y que Annibal
por el respeto que tenia 6 esta Clisa deidad la mandó eonser^
var cnantt) se destruyó la ciudad. Bl eolio de Diana se esten-
dió por obü gran parte de la España, paes en Alcalá deflena-
res había on monumento consagrado á Diana y en el Naya
que pertenece ala España Tarraoonense, también se encon-
traron inscripciones que pueden verse en la Colección de
Lúp. j Medallai; del sabio y erudito Masdeu.
dentro de su muslo. Deste postrero se dice, que
á imitación del primer Dionysio, emprendió de oís-
currír y conquistar muchas y diversas provincias:
ennobleciólas con bis victorias que ganó, en particu-
lar venido á España la limpió de las maldades y tira-
nías que de todas maneras en ella prevalecían. En el
mismo tiempo Milico, hijo de Bliríca, (por ventura
uno de los descendientes de Sículo), dicen tenia gran
poder, riquezas y autoridad entre los Españoles: y
que los descendientes deste Milica, no lejos donde al
presente está Baeza, fundaron á Gastulon en los Óre-
tenos, ciudad que antiguamente se contó entre las
mas nobles de España, asentada y puesta donde ai
presente quedan como rastros de Uk antigüedad los
cortijos de Gazlona.
Al tiempo que DioDysio partió de España, dejó en
ella dos de sus compañeros^ que fueron el uno por
nombre Luso, de quien proceaieron losLusitanosque
son los Portugueses: el otro Pan, al cual aqiMUos
homtffes groseros y dados á superstición de gentiles
pusieron eael número de los dioses, y del y de su
nombre (como testifican Varron y Plutarchó) toda
esta provincia ,se llamó primero Pania, y después
añadida una letra, Spania, ^e es lo mismo que Es-
paña, iason Thessalo otrosí, encendido en deseo de
adquirir honra y riquezas, poco adelante se hizo
corsario en el mar: ejercicio ¿ la sazón de mucho
interés por estar las marinas sin guarnición, y los
hombres á manera de pastores en chozas y cabanas
derramados por los campos. Edificó para este efecto
una nave de forma muy prima y capaz. El trazador y
carpintero que hi hizo se llamó Ar^os. Hecha ^apres-
tada la nave, tomó en su compañía á Hércules el
Thebano, á Orfeo y á Lino, á Castor y Poluz con otro
buen golpe de gente.
Con este acompañamiento partió de Thessalía: en
el discurso de su viaje, que rae muy grande, acabó
cosas mu)^ estraordinanas. En particular junto al
promontorio de Troya, llamado Sigeo, libró de la
muerte á Hisione, hija del rey Laomedonte. En Gel-
chos, por industria de Medea, hurtó la riqueza de
oro que su padre tenía muy grande; y porque acos^
tumbraban con pieles de carnero coger y sacar el oro
de los arroyos que se derribaban del monte Caucase,
tomaron los poetas ocasión de decir que había hur-*
tado el vellocino de oro tan famoso y nombrado acer-
ca de los antiguos. Fué en su compañía la dicha
Medea: desde allí pasaron el estrecno Cymmerio,
llegaron á la laguna Meotis y por el rio Tañáis arriba,
por donde las dos partes del mundo Asía y Europa
parten término, llevaron á jorro la dicha nave todo lo
mas que pudieron. Después la desenclavaron, y la
madera llevaron en hombros hasta dar en la rilara
del mar Sarmético, donde se dice que de nuevo la
juntaron y clavaron, de suerte que por las riberas de
Alemania, Fnmcia y España no pararon hasta dar en
la boca del estrecho de Cádiz (3). Allí sobre el monte
Calpe, que es en lo postrero del estrecho hacia el mar
Mediterráneo, afirman que Hércules levantó un cas*'
(S) ¿Y quién cree que de tal manera y con un barco tan
frágil navegasen por el mar Negro, y pasado el Bosforo Ci-
merio V la lengua Meotida se entrasen en el Tañáis, y por él
en el Océano septentrional, v se viniesen costeando la Euro*
Ea hasta las cofumnas de Hércules? Esta narración solo es
uena para el poema de los Argonautas.
20
BIBLIOTECA DB QáBPAM T BOIG.
tillo^ que de sa mismo nombre se ilamó Heraclea y
hoy es GibralUr. Desde aquel casülilo salieron di-*
venas veces por la tierra á robar, y pelearon con los
Españoles que les salieron al encuentro, cuándo prós-
pera cuándo adversamente.
Pasado en esto algún tiempo, y puesta en el casti-
llo buena guarnición y los despojos ^n las naves, par-
tieron primero para Sagunto, donde benignamente
los reabieron por ser todos de nación griega y usar
de una misma lengua. Desde Sagunto pasaron á la
isla de Mallorca: allí prendieron al rey de aquellas
islas por nombre Bocoris; pero, por entender que en
ellas no se hallaba oro, hecho su matalotaje y pues-
tos en las naves muy hermosos bueyes, cuales son
los de aauellas islas, se encaminaron la vuelta de
lulia. Allí Hércules dio la muerte en la cueva del
monte Aveniíno á Caco gran salteador, y que le ha-
bía hurtado los bueyes que llevaba: quitó asimismo
la costumbre que tenían los de aquella tierra de echar
cada un año para aplacar á Saturno en el Tibre desde
el puente Molle un hombre vivo, y hizo que en su
lugar echasen ciertas estatuas de pajas y de juncos.
Acabadas estas cosas, por la Liguria, que hoy es el
Genovés, se dice que, deshecha otra vez la nave, la
pasaron en hombros primero al rio Po, y por él al
mar Adriático ó golfo de Venecia. Por este mar á cabo
de tan largos caminos, y de tantas vueltas como ¡
hicieron Jason y Hércules y sus compañeros, sanos |
y salvos volvieron á su tierra. Pero no es de nuestro ,
intento tratar de cosas extranjeras: pues hay harto !
que hacer en declarar las que propiamente á España
tocan. *
Un autor por nombre Hecateo nie^ esta venida en
España de Uéreules el Thebano hijo de AnGtrion,
que por otro nombre llamaron Alceo; mas Diodoro y
todos los demás autores testifican lo contrario, de- !
mas de los rastros del camino que en España y en los
montes Pirineos y en la Gallia Narbonense quedaron
deste viaje; y se conservaron por largos tiempos, y
aun en la misma entrada de Italia los Alpes Lepon-
cias y Buganeas tomaron estos apellidos de dos com-
pañeros de Hércules: con que se muestra no solo que
Hércules vino á España, smo que parte de su gente
pasó en Italia por tierra, y dejaron en algunos lugares
por donde pasaron nombres y apellidos griegos. Vir-
gilio atribuye á este Hércules la muerte de los Gerio-
nes, de gne se trató arriba, con la libertad que suelen
los poetas; y por la semejanza de los nombres en-
tiendo se trocaron los tiempos.
Después de la venida de Hércules, y después de la
muerte de Milko, reinó en España Gargons, famoso
por la invención que halló de coger la miel, por don-
de asimismo le llamaron Melicoia. En tiempo deste
rey concurrió la guerra muy famosa de Troya, la
cual concluida, las reliquias de los ejércitos griego
y troyano se derramaron y hicieron asiento en diver-
sas partes del mundo, en particular vinieron á Espa-
ña, y poblaron en ella no pocos capitanes de los
Griegos (i). Tal es la común opinión de nuestros his-
toriadores y gentOy que muchas naciones antigua-
mente trasladadas á esta región, por la comodidad
oue hallaron, asentaron y poblaron endiversas partes
deBspañal
En este cuento tiene el primer lugar Teuero, el
cual después de la muerte desgraciada de su herma-
no Ayaz, porque su padre Telamón no le permitió
volver á su tierra solo, aportó primero ¿ la isla de
Chipre, y en elhi edificó la ciudad de Salamina, hoy
Pamagosta, que llamó así del nombre de su patria. De
(1) No ei menos fiboloso. Bomero, que tenia noticia de
las navegaciones de loe Feoicios á nuestras costas, tejió la
(abala de loa viajes de Ulises y lo hizo venir i nuestros ma-
rea; de él la copiaron los eserítorta grieiros y latinos aua-
diendo algunas circooaiancias, como la faodacioo de varías
dudades.
I Ghínre pasó en España, y en ella donde al presente
esta Cartagena dicen edificó otra ciudad' que de su
nombre llamó Tenería. No hay duda sino que Justino
y San Isidoro hacen mención desta venida de Teuero
a España; y aun Justino en particular dice que se
apoderó de aquella parte donde está situada Cartage-
na; pero que allí haya fundado, y oue la haya Uamado
Teu¿ria, puede ser verdad, mas ellos no lo dicen, ni
se hallan algunos rastros de población semejante.
Verdad es otrosí que todos concuerdan en que Tea-
cro pasó el estrecho de Gibrattar, y vueltas las proas
á manderecha mas adelante del cabo de San Vicente
y de las marinas de toda la Lusítania, pasó en las del
Galicia, y en ellas fundó la ciudad de Hellene, que es
la que al presente se llama Pontevedra: y aun quie-
ren que ael nombre de uno de sus commiñeros fundó
otra ciudad llamada Anfilolda, que los Romanos lla-
maron Aguas-calientes, y los Suevos que asentaron
adelante por aquellas partes, la llamaron Auria, nos-
otros la llamamos Orense.
Dicen otrosí que Diomedes, hijo de Tideo aportó á
las riberas de España; pero como en todas las partes
los naturales le niciesen reeistencia, rodeadas todas
las riberas del mar Mediterráneo y gran parte del
Océano, pasó de la otra parte de la Lusítania, y allí
fundó del nombre de su padre la ciudad de Tuy. que
en latín se llama Tnde ó Tyde, entre las bocas ae los
rios Miño y Limta á la ribera del mar. Strabon asimis-
mo en el lioro tercero refiere que Mnesteo Ateniense
con su flota vino á Cádiz, y en frente de aquella isla
á la boca del rio Belon, que hoy es Guadalete, por
donde desemboca en el mar, se dice edificó una ciu-
dad de su mismo apellido y nombre, donde al presen •
te está y se ve el puerto de Santa María. Demás que,
entre los dos brazos de Guadalquivir edificó un tem-
plo que se llamó antiguamente Oráculo de Mnesteo,
sobre el mismo mar, que fue de grande momento
para acrecentar en España la superstición de los
Griegos.
Por conclusión Strabon y Solino testifican que Uli-
ses entre los demás vino á España, y que en la Lusí-
tania ó Portugal fundó la ciudad de Lisboa: cosa de
que el mismo nombre de aquella ciudad da testimo-
nio, que, según algunos, en latín se escribe Ülissipo;
si bien otros son de diferente parecer, movidos asi
d«l mismo nombre de aquella ciudad, del cual por
antiguallas se mueUra se debe escribir Olisipo, y no
Uli8>ipo, como también porgue en las marinas de
Flandes en diversos lugares se halia mención de las
aras ó altares de Ulises, d^do que no pasó en aque-
llas partes. Por estos argumentos pretenden que con-
forme á la vanidad de los Griegos pusieron a Uikes
antiguamente en el número de sus dioses, y para
liooralle en diversas partes le edificaron memorias,
lo cual dicen puede ser sucediese en España, y que
Lisboa por esta causa tomase el nombre de Ulises sin
que él ni su gente aportasen á estas partes.
CAPITULO Xlll.
De las cosas de Abidea, y de la general sequedad de España.
Por este mismo tiempo el rey Gar^oris tenia su rei-
no de los Curetes, como lo dice Justino, en el bosque
de los Tartessios, desde donde los antiguos fingieron
que los Titanes hicieron guem á los dioses. Este
rey las demás virtudes oue se entiende tuvo muy
grandes, afeó con la crueldad y fiereza de que usó
con un su nieto llamado Abides. Nació este mozo de
su hija fuera de matrimonio: el abuelo con intento
de encubrir aquelhi mengua de su casa mandó que
le echasen á un monte á las fieras para que allí mu-
. riese. Ellas mudada su naturaleza trataron al infante
con la humanidad que el fiero ánimo de su abuelo le
; negaba, ca le criaron con su leche, y le sustentaron
AISTOMA DB BSPAÍ^A.
21
con ella algan tiempo. No bastó esto pan amansalle,
antas por su mandado de nuevo le pusieron en una es-
trecha senda par^ que el ganado que por allí pasaba
le tiollase. Cardábale el cielo pura cosas mayores: es-
capó deste peligro así bien como del pasado. Usaron
de otra Infección , y fue que por muchos días tuvieron
sin comer perros y puercos para que hiciesen presa
en aquellas tiernas carnes : libróle Dios deste peligro
como de los dos ya referidos ; las miismas perras con
cierto sentimieuto de misericordia dieron al infaote
leche. Por conclusión el mismo mar donde le arroja*
ron la sustentó con sus olas» y echado á la ribera,
una cierva le crió con su regalo y con su leche.
Hace mucho al caso para mudar las costumbres del
ánimo ▼ del cuerpo la calidad del mantenimiento con
que cada uno so sustenta y y mas en la primera edad:
asi fue cosa maravillosa por causa de aquella leche y
sustento cuan suelto salió de miembros. Igualaba en
correr ios años adelante , y alcanzaba las fieras, y
confiado de su ligereza , y por ser naturalmente atre-
vido y de ingenio muy vivo , hacia robos y presas
por todas partes sin que nadie se atreviese á luicelle
resistencia. Todavía molestados los comarcanos con
sus insultos se concertaron de armalle un lazó en que
cayó 9 y preso le llevaron á su abuelo. Kl cual, luego
que Ttó aquel mancebo , por cierto sentimiento oculto
de la naturaleza (de que muchas veces sin entendello
somos tocados, y no sé qué cosa mayor de lo que se
veía resplandecía en su rostro) mirándole atentamen-
te y las señales que siendo niño le imprimieron en su
cuerpo, entendió lo que era verdad que aquel mozo
era sa nieto, y que no sin providencia mas alta habia
escapado de peligros tan graves. Con esto trocó el
odio en benignidad, púsole por nombre Abides , tú-
vole consigo en tanto que vivió , con el tratamiento y
regalo que era razón, y á su muerte le nombró por
sucesor y here4^ de su reino y de sus bienes (i).
Suele ser ocasión de vencer grandes dificultades
cuando el cuerpo se acostumbra a trabajos áesAt la
mocedad; ademas que era de grande ingenio, por
donde en industria y autoridad se aventajó á los de-
más reyes sus antepasados. Persuadió á sus vasallos,
gente bárbara, y ^ue vivían derramados por los cam-
pos , se juntasen en forma de ciudades y aldeas , con
mostrarles cuánto importa para la seguridad y buena
andanza la compañía entre los hombres , y el estar
trabados entre sí con leyes y estatutos. Con la como-
didad de la vida política y sociable ayuntó el ejercicio
de las artes y de la industria : con esto las costumbres
fieras de aquellas gentes se trocaron y ablandaron.
Restituyó el uso del vino, y la manera de labrar los
campos olvidada y dejada de muchos años atrás : ca
la gente se sustentaba solo con las yerbas v con la
frota que de suyo por los compos nacía sin labrallos
ni cuitivallos. Ordenó leyes, estableció tribunales,
nombró jueces y magistrados para tener trabados los
mayores con los menores , y que todos viviesen en
paz. Por esta forma y con esta industria i^nó las vo-
luntades de los suyos, y entre los estrenos gran re-
nombre.
Vivió liasta la postrera edad, en que muy viejo
trocó la vida con la muerte. Falleció el cuerpo; pero
su (ama ha durado y durará por todos los años y si-
glos. Dicese que sus sucesores por largos tiempos po-
seyeron su remo , sin señalar ni los nomhres que tu-
vieron, ni los años que reinaron. Solo se entiende
que Abides y sus hazañas concurrieron con el tiempo
de David rey del pueblo judaico. Justino parece le
hace del mismo tiempo de los Geriones, \ que reinó
no en toda sino en cierta parte de España. Esto es
k) que toca á Abides. El tiempo adelante no tiene
cosa que de contar sea , y que hiaya quedado por es-
(1) Jostíno, qoe esivibia tantos siglos después de este sn-
Mso, no eiu niegaa eseritor antiguo, que tal reaera.
crito , fuera de su señalada sequedad de la tierra y
del aire (2) , que se continuó por espacio de veinte y
seis años , comenzó no' mucho después de lo que
queda contado. Muchos historiadores de común con-
sentimiento testifican y afirman fue esta sequedad tan
grande, que se secaron todas las ^fuentes y ríos de
Ebro y Guadalquivir, y que, consumida del todo la
humedad, con que el polvo se junta y se pe^a, la
misma tierra se abrió , y resultaron grandes grietas y
aberturas por donde no podían escapar ni librarse
los que querían para sustentar la vida irse á otras
tierras.
Por esta manera España principalmente en los lu-
gares mediterráneos quedó desnuda de la hermosura
de árboles y de yerbas, fuera de algunos árboles á la
ribera del (Guadalquivir , yerma junto con esto de bes-
tias y de hombres, y se redujo á la soledad, y fue
puesta en miserable destrucción. El linaje de los reyes
y de los grandes faltó de todo punto: que la gente
menuda con la pobreza, y por no tener provisión
para muchos días , se recogieron con tiempo á las
provincias comarcanas y á los lugares marítimos.
Añaden en conclusión, que después de grandes vien-
tos que se siguieron á esta seca y arrancaron lodos los
árboles de raíz, las muchas lluvias que sucedieron
sazonaron la tierra de l^i suerte que los huidos mez-
clados con otras naciones (como luego diremos) vol-
vieron á España á sus antiguos asientos, y tornaron á
restituir el linaje de los Españoles, que casi faltara de
todo punto. Esto dicen los mas.
Otros autores de grande erudición é ingenio han
procurado quitar el crédito á esta narración, que es-
triba en testimonio de nuestras historias y de nuestra
gente, con estos argumeptos. Dicen que ningún es-
critor griego ni latino , ni aun todas nuestras historias
hacen mención de cosa tan grande y tan señalada,
como quier que declaren y cuenten muchas veces co-
sas muy menudas. Preguutan si han quedado rastros
algunos ó de la ida de los Españoles, & de su vuelta,
si letreros , si antiguallas : cosas todas que por meno-
res ocasiones se suelen levantar y conservar para per-
petua memoria. Añaden ser imposible que con tan
grande sequedad , y de tantos años como dicen que
fue esta, se haya conservado alguna parte de humor
en los rios del Guadalquivir y fibro, si se considera
cuan gran parte de humedad y de agua en el discurso
del verano por la falta de las lluvias consume el calor
del Hol. En el cual tiempo muchas veces rios muy
caudalosos se secan , mayormente si la sequedad y el
calor son estraordinarios por la fuerza de alguna ma-
ligna constelación y estrella. Dicen mas, qpe con se-
quedad tan grande, y de tanto tiempo, no se abriera
la tierra, antea se desmenuzara en polvo, pues con
la humedad se cuajan los cuerpos , y con la sequedad
se desliacen v resuelven ; de que da bastante mues-
tra el suelo de África y de Libia , donde consumi-
da la humedad de la tierra con el ardor del cie-
lo hay arenales tan grandes que con jos vientos á
la manera del mar se levantan olas y montes de
polvo.
Esto es lo que dicen ellos : á nos no pareció dejar
la opinión recibida, la fiíma común y tra<hcion de
nuestra gente, y el testimonio conforme de nuestras
^ historias 'Sin razón que fuere para ello. Puédese en-
, tender y sospechar, para escusar á los antiguos, que
• la fama solamente declara la suma de las cosas sin
(2) Perreras supone que esto sucedió 4800 años antes de
Jesucrisio eo tiempo del hambre de Egipto; pero ea lal caso
'. era oecesario decir que el mundo, fuera del Egipto donde
babia graoeros bien provistos, hubiese quedado enterameate
despoblado eo tan largo espacio de tieonpo. Por otra parte
»d>emo8 que el hambre de que se habla en el Génesis no duré
, sioo siete años, y hi de España el que menos lo haee durar
, diei y siete. Blanana la fija ea una época muy posterior pero
i sin ningoo fundamento.
Vi
BIBUOTBCA DB QáSPAtL T BOIG*
guardar el orden y razón de ellas , trastrueca las per-
sonas, lugares y tiempos ^ y por lo menos aumenta
todas las cosas , y las hace mayores de lo que á la
verdad fueron , ca es semejante á los grandes ríos,
los cuales mudadas las aguas , tanto cuanto mas se
alejan de su nacimiento y primeras fuentes , y muda-
do todo lo al, solo conservan el apellido y nombre
primero; y es cosa averiguada , que no solo el inler-
Talo del tiempo, sino á distancia de los lugares no
muy grande altera á las veces la memoria. Todo esto
entendemos sucedió en el negocio presente: que ni
la seca de aquel tiempo fue tan grande , ni tan larga
como refieren , antes que llovió algunas , aunque po-
cas veces y escasamente, de suerte que bastase para
que la tierra no se resolviese en polvo , y oo faltasen
de todo punto y se consumiesen los ríos; pero no para
que la tierra pudiese producir y sazonar ios frutos y
mieses , ni para cerrar las aberturas y grietas que al
principio se hicieron. Puédese demás desto creer,
que lo que sucedió en tiempo de Faetón en lus otras
provincias^ esto es, que por el ardor del sol y la seca
estraordinaria las tierras se abrasaron (que fue el
fundamento de la ficción y fábula de Faetón y del
sol) la misma aflicción padeció España en el mismo
tiempo, y aun mavor por ser mas sujeta que las otras
tierras á la sequedad ael aire y falta de lluvias.
CAPITULO XIV.
Cómo los Celtas y los de Rhodas vinieron á España.
Lk fama desta desolación de España movió á mise*
rícordia y á compasión á las gentes comarcanas, que
consideraban la mudanza y vuelta de las cosas hu-
manas. Junto con esto, pasado el trabajo, fue oca-
sión que gran muchedumbre de gente estranjera vi-
niese á poUar en esta provincia: parte de los que
con sus ojos en tiempo de su prosperidad vieron los
campos , jolicía y riquezas de los Españoles ; parte los
que por dicho de otros hablan comenzado á estimar
y desear esta tierra. Así venida la ocasión , con muje-
res, hijos y hacienda vinieron los pueblos enteros á
morar en ella, y de la provincia yerma cada cual
ocupó aquella parte que entendía ser mas á su pro-
pósito sea para los ganados que traia , ó por ser afifcio-
nado á la labor de la tierra. Por la industria destos
y por la mucha y abundante generación que tuvieron
no en mucho tiempo se restituyó la antigua hermo-
sura, policía y frecuencia de las ciudades, y con un
nuevo lustre que volvió, cesó la avenida de tantos
nuiles.
Desdóla Galia comarcana, pasados los Púineos,
los Celtas se apoderaron (1) para habitación suya de
todo aquel pedfazo de España que se estiende hasta la
ribera del Ebro; y por la parte oriental del monte
Idubeda, que goza de un cielo muy apacible y alegre,
la ciudad de Tarazona , que hoy se ve , Nertobriga y
Arcobrigaque han faltado, estaban en aquella parte.
Destos Celtas y de los Españoles que se llamaban Ibe-
ros, habiéndose entre si emparentado, resultó el
noinbre de Celtiberia con que se llamó gran parte de
España. Multiplicó mucho esta gente , que fue la cau-
sa de dilatar grandemente sus términos hacia Medio-
día, de que dan bastante prueba Segobriga, Belsino,
Urcesia y otros lugares distantes entre sí , que de gra-
ves autores son contados entre los Celtíberos. Lo mis-
mo acaeció á muchas partes y pueblos de Españai
(1) Maiden j Siban prueban qoe los Céltai son asas ao-
tigtx» en Eapana qae en Francia , paea los eacritorea griegos
hablan de naestroa oeltaa maa de doscientos años antes que se
bata mendon de los celtas franeeaea. ¿Pero de dónde vinieron
á npa&a estos celtaií? ¿Vinieron de la Scitia? Ninann autor
antlgno ha puesto jamas alíalos Celtas. Por eso, Sabau pien-
sa qae sin duda alguna fueron originarios de España deseen-
dtentes de los primeros pobladores, pues su origen está en-
vnalto en lu tiaieblas de la antifúeaad mu renota.
que con el tiempo tuvieron sus distritos ya aas es-
trechos, ya mas anchos, según y como sucedían las
cosas.
A la parte del Septentrión á los confines de los Cel-
tiberos caían los Arevacos , que eran donde al presen-
te están asentadas Osma y Agreda, y con ellos los
Duracos, los Pelendones, los Meritas, los Presamar-
cos, los Cilenos, todos pueblos comprendidos en el
distrito de los Celtiberos, y emparentados con ellos.
Y aun se entiende que todos estos pueblos á un mis-
mo tiempo vinieron de la Galia y se derramaron por
España, por conjeturas probables que hay para cree-
11o, pero ninffun argumento que conclusa. Lo que
tiene oías prooabilidad, es que los de Rhodas por la
grande esperiencia que tenían en el marear , con que
se hicieron y fueron señores del mar por espacio de
veinte y tres años, así en las otras provincias, como
también en España para su fortificación . y para te-
ner donde se recogiesen las flotas cuanao la mar se
alterase , demás desto para la comodidad de la contra-
tación con los naturales edificaron castillos en mu-
chos lugares. Particularmente á las haldas de los Pi-
rineos rondaron á Rhodope ó Rhoda, que hoy es
Roses, Junto aun buen seno de mar, ciudad que
antiguamente creció tanto , que en tiempo de los Go-
dos fue catedral ^ tuvo obispo propio ; mas al presen-
te es muy pequeña , y que fuera de las ruinas y ras-
tros de su antigua nobleza , pocas cosas tiene que
sean de ver.
Los Rhodios, asimismo refieren, fueron los prime-
ros que enseñaron á ios Españoles hacer gomenas y
sogas de esparto , y tejer la pleita para diversas co-
modidades y servicios de las casas. Refieren otrosí
que enseñaron á hacer las atahonas para moler el
trigo con mayor facilidad que antes : cosa que por ser
la gente tan ruda y por su poca maña costaba mucho
trabajo. Dicen demás desto, que fueran los primeros
que trajeron á España el uso de la moneda de cobre,
con gran maravilla y risa al principio de los naturales
que con un poco de metal de poco ó ningún provecho
se proveyesen y comprasen mantenimientos, vesti-
dos j[ otras cosas necesarias. Fue sin duda grande in-
vención la del dinero , y semejante á encantamiento,
como lo toca Luciano en la vida de Demonacte. Fi-
nalmente , á propósito de dilatar el culto de sus dio-
ses, y á imitación (te los saguntinos edificaron un
templo á la diosa Diana, en que usaban de estraordi-
narias ceremonias y sacrificios, sin declarar qué ma-
nera de sacrificios y ceremonias eran estas. Puédese
creer que conforme á la costumbre de los tauros sa-
crificanan á aqueUa diosa los huéspedes y gente es-
tranjera.
En particular dicen que edificaron á Hércules un
oráculo, y ordenaron se le hiciesen sacrificios, los
cuales no se celebraban con palabras alegres , ni roga-
tivas blandas de los sacerdotes, sino con maldiciones
y denuestos: tanto que tenían por cierto que con
ninguna cosa mas se profanaban , que con decir (aun-
que fuese acaso) entre las ceremonias solemnes y sa-
crificios alguna buena palabra. De que daban esta ra-
zón : Hércules llegado á Lindo, que es un pueblo de
Rhodas, pidió á un labrador que le vendiese uno de
los bueyes con que araba , y como no quisiese venir
en ello, tómeselos por fuerza entrambos: el labrador,
por no poder mas, vengó la injuria con echarle mal-
diciones y decirle mil oprobios, los cuales por enton-
ces Héreules estando comiendo oyó con alegría y
grandes risadas : después de ser consagrado por Dios,
pareció á los ciudadanos de Lindo efe' conservar la
memoria de este hecho con perpetuos sacrificios.
Para esto edificaron un altar que llamaron Buzigo,
que es lo mismo que yugo de bueyes; criaron
junto con esto al mismo labrador en sacerdote, y or-
denaron que en ciertos tiempos sacrifiatse un par de
bueyes, renovando jimtamente los denueslos que
HISTORIA HE ESPAÑA.
23
que oonlra Hércules dijo. Esta costumbre y ceremo-
nia, conservada por los descendientes destos, se pue-
de entender vino en este tiempo á España tomada de
la vanidad de los griegos, y que la trajeron los de
Rhodas con so'venida.
Bstá Roses asenteda enfrentode Empurias. y apar-
tada deUa por la nbar espacio de doce millasalas pos-
treras haldas de los Pirineos. Del cual moDte se dice
oue j^r el mismo tiempo se encendió todo con fuego
del cíelo: ó por inadvertencia y descnido de los pas-
tores, ó por ventura de propósito quemaron los árbo-
les y los matorrales con intento de desmontar y rom-
per los campos para que se pudiesen cultivar y habitar,
y apacentar en ellos los ganados. Lo cierto es que esto
monte por los griegos fne llamado Pirineo, del fuei^o
que en griego se llama Pir, sea por el suceso ya di-
cho, sea como otros quieren, por causa de los rayos
que por su altura muchas veces le combaten y abra-
san; por lo oue algunos finj^en que vino este nomt>re
y se tomó de Pisine, mujer amiga de Hércules, y
falleció en estos lugares, ó de un Pirro rey antiguo de
España, los mas inteligentes lo reprueban como cosa
falmiosa y sin fundamento*
Lo que se tiene por roas cierto es que .con la fuerza
del fuego las venas de oro y de pata, de que así
aquellos montes como todo lo de España estaba lleno
tanto que decían que Pluton, dios de las riquezas,
moraba en sus entrañas, se derritieron de suerte que
salieron arroyos de aquellos metales, y corrieron por
diversas partes. Los cuales apagado el fuego se cua-
jaron, y por su natural resplandor pusieron maravilla
á los naturales; si bien los menospreciaron por enton-
ces por no tener noticia de su valor; mas las otras
naciones, entendido lo que pasaba, se encendieron
en deseo de venir á España con esperanza que los de
la tiera, como ignorantes que eran de tan grandes
bienes, les permitirían de muy buena gana recoger
todo aquel oro y píate, por lo menos les seria cosa
muy fácil rescatadlo por dijes y mercaderías de muy
poco valor.
CAPITULO XV.
De la venida de los de Fenicia á España.
Db los de Fenicia se dice fueron los primeros huui-
bres que con armadas gruesas se atrevieron al mar. y
para enderezar sus navegaciones tomaron las estrellas
por guia, el carro mayor y menor, en especial el
Norte, que es como el quicioóeje sobre que se menea
el cielo. Estos después que quiteron el señoríodelmar
á los de Rhodas y a los de Frigia, partiendo de Tiro,
plaza nobilísima del Oriente, se dice que navegaron y
vinieron en busca de las riquezas de España. Pero á
qué parte de España primeramente llegaron, nocon-
cuenlan los autores. Aristótelesdtce que losde Fenicia
fueron los primeros que llegados al estrecho de Cádiz
rescateron á precio del aceite que traian, tanta copla
de plata de los de Tartesso, que hoy son los de Tarifa,
cuanta ni cabia en las naves, ni la podian llevar: de
suerte que fueron forzados á hacer de plata todos los
mstmmenlosde las naves y lasmismasáncoras. Pudo
ser qoe el fueg». de los montes Pirineos se derramó por
las demás parles de España, ó de las minas de que la
Bética era abundante, se sacó tanta copia de oro y píate.
Lo que lleva mas camino, es que losde Fenicia en esta
su empresa, tocaron primero y acometieron las pri-
meras partes de España, y que aquella muchedumbre
.de píate la tomaron de los Pirineos, que los naturales
les dieron por las cosas 'que traian de rescate.
Puédese también creer que Sichéo, hombre princi-
pal entre aquella gente, vino (como lo dicen nuestros
historiadores) en España por capitan desU armada, ó
no mucho después píor contmuar y hacerse siempre
nuevas navegaciones y armadas, y que dellu llevó los
riquezas que primeramente le fueron ocasión de casar
con la hermana del rey de Tiro llamada Dido, y des-
pués le acarrearon la muerte por el deseo y codida
que en Pigmaleon su cuñado entró deloro de España.
Mas quedó en su intento burlado á causa que Dido,
muerto su marido, puestas las riquezas que ya el tira-
no pensaba ser suyas, en las naves, se huyó y fué á
parar á Tarsis, que hoy se llama Túnez, ciudad con
quien tenían los de Tiro grande amistad y contrata-
ción. Siguiéronla muchos, que por la compasión de '
Sichéo, y por el odio del tirano mudaron de buena
gánala patria en destierro. Para proveerse de mujeres
de quien tuviesen sucesión, en Chipre donde desem-
barcaron, robaron bastante número de doncellas, y
con ellas fueron á Charchédon, lugar antiguamente
edificado por Charcbérdon vecino de Tiro, y qoe estaba
asentado doce millas de Túnez.
Allí concertaron con los naturales les vendiesen
tanta tierra cuanta pudiesen cercar con un cuero de
buey (1): vinieron los africanos en lo que aquella
gente les pedia, sin entender lo que pretendían. Mas
ellos cortada la piel en correas muy delgadas, con
ellas cercaron y rodearon tanta tierra, que pudieron
en aquel sitio hacer y levantar una fortaleza, dedonde
la dicha fuerza se llamó Birsa, que significa cuero de
buey. Esto escribe Justino en el libro décimo octavo,
dado que nos parece mas probable que Birsa en la,
lengua de los feníces, que era semejante á la hebrea,
es lo mismo que Borsa, que en lengua hebrea signifi-
ca fortaleza ó castillo, y que esta fue la verdadera
causa de llamarse aquella fortaleza Birsa; para juntar
la fortaleza con el lucrar de Charchédon tiraron una
muralla bien larga, y toda asi junta se llamó Cartazo.
Sucedió esto setenta y dos años antes de la fundación
de Roma. Concertaron de pagar á ¡os africanos co-
marcanos ciertas parias y tributo, con que les ganaron
las voluntades.
Pero dejemos las cosas de fuera porque la historia
no se alargue sin propósito, y volvamos á Pigmaleon.
de quien se dice que habiéndose por la muerte de
Sichéo dejado algunos años la navegación susodicha,
con nueve Ilotas partió de Tiro la vuelta de España (2),
surgió y desembarcó en aauella parte de los Turdulos
y de la Andalucía, donde hoy se ve la villa de Almu-
hecar. Alli ediUeóuna ciudad por nombre Axis ó Exis
para desde ella contratar con los naturales. Cargó con
tanto la flota de las riquezas de España, volvió á su
tierra, tornó segunda y tercera vez á continuar la na-
vegación sin parar hasta tanto que llegó á Cádiz: I:i
cual isla como antes se llamase Erythrea de los com-
pañeros de Oro, según que de suso queda apuntado,
desde este tiempo la llamaron Gadira, esto es vallado
sea por ser como valladar de España contrapuesto á
las hinchadas olas del mar Océano, ó porque el pueblo
primero que los de Fenicia en ella fundaron, en lugar
de muros le forüíicaron de seto y vallado. Levantairon
otrosí un templo en el dicho pueblo á honra de Hér-
cules enfrente de tierra firme, por la parle que aque-
lla isla adelgazaba hasta terminarse en lina punta ó
promontorio, que se dijo Hercúleo del mismo nombre
del templo.
Cosas muy estraordinarias se refieren de la natura-
leza de esta isla: en particular tenía dos pozos de
maravillosa propiedad, y muy á propósito para acre-
ditar entre la gente simple la superstición de los grie-
gos» el uno de agua dulce y el otro de agua salada:
él de la dulce crecía y menguaba cada día dos veces
al mismo tiempo que el mar: el de agua salada tenia
his mismas mudanzas al contrario, que bajaba cuando
(1) Esta época de la fundación de CarUgo esti equivocada,
según el parecer de los críticos, cod su oonqaisla por Dido
con los tirios y su easaacbe v fortíScacion por el mismo, qoe
se puede poner ea el ano 74; aotes de Roma.
(2) Ni la veoida de Sieheo ni la de Pigmaleon está acredi*
tada por historiadores antiguos dignos de fé.
^ • iiuLtoncu
el mar subía, j «ubia cuaiidu él b^aba. Tenia otrosí
un árbol llamado de Garioa, por causa que cortada
algtm ramo deeliliba como sangre cierto licor bulo
mas rojo cuanto mas cerca de la raíz cortaban el ra-
mo: BU corteut era como je pino, los remos encor-
vados liácia la tierra, las liojas largas un codo "y an-
chas cuatro dedos, y no había mas de udo destos
árboles, y otro que brotó adelante cuando el primero
se Kcá. Voi?amo8 á los de Fenicia, loi cuales funda-
ron otros pueblos y entre ellos á UHmn y Abdera:
con que M apoderaran de [>arte de lu Botica, y ricos
i:(Hi la contratación de España comenzaron claramente
i pretender enseñorearse de toda ella. Platón en ti
Timeo dice que los Atlanlides, entre lus cuales se
puede contar Cídiz por estar en el mar AtUalico,
CASl-lB T MOIC.
partidos de la isla Eritlirea, aporlaronpor mar i AcbA-
ya, donde por filena se apoderaron de la ciudad de
Atbenas; ritas desputts se Irocú la fortuna de la guer-
ra de suerte que todos sin ifallar uno perecieron. Al-
gunos atribuyen esto caso á los de Feuidi por sermay
poderosos en las partes de Levante y deponienloqae
tendrían Tuerzas y inimoe para acometer empresa tan
grande.
£d este mismo tiempo se abrían las zanjas y se po-
nían loa cimientos de la ciudad de Roma (1): junti-
menle reinaba entre los Judíos el rey Eiecliias des-
pués que el reino de Israel, que conleaia las diez
tribus de aquel pueblo, destruyó Salmansar, gnn
refdelosasiríos. Hijo deste grande emperador fue
Sóiacherid. Estejuntó ungnieso ejércitoconpeiua- '
míenlo que llevaba dt> apoderarse de todo el mundo,
destruyó la provincial de Judea. metió i fuego y á
sangre tuda li tierra, fínalmente se puso sobre Jeru-
salen. Dlb.ile pena entretenerse en aquel cerco, por-
qne coaforme á ^u snbnrbia aspiraba á cosas mayores.
Dejó al capitán Ribsare con parte de su ejército para
3ue apretase el cerco, que fue el año décimo cuarto
eirema de Ecechías. Hecho esto, pasó en Egipto
con la fuerza del ejércilo. Cercó la ciudad de Celasio,
que aotisuamente fue Heliópolis y al presente es Da-
aiata. Alli le sobrevino un grande revés, y Tue que
Tarachon, el cual, con el reino de Etiopia juntara el
de Egipto, te salió al eticuenlro, y en una famosa J>a-
tallaqne le dio, le desbaratrt y puso en hntda.
Berodoto dijo que la causadeste desmán fueron los
ratones, qne en aquel cerco le royeron todos los ins-
trumentoe de guem. Sospéchase que lo que le suce-
dió en Jerusalen, donde, como dice la Escritura, et
in^lenmunoche le mató ciento yochentamilcom-
batieoles, lo atribuyó esta autor a Egipto; puede ser
también tfaa en entrambos lugares le persiguió la di-
vina jiuttcis, y quiso contraél tnanifestar en dos luc-
res su fuerza. Sosegada aquella tempestad de los asi-
rlos, luego que TaracbonseTidlibredeaquei torbellino
refieren que se revolvió sobre otras provincias y reí-
nos, y en particolar jasó en España. Estrabon por lo
menos lestiGca haber pasado en Europa: nuestros
historiadores añaden que no lejos del rio Ebro en un
ribazo y collado fundo de su nombrn la ciudad de
Tarragona, y que los Scipiones mucho tiempo ade-
lante la reedíBcaran y hicieron asiento del imperio ro-
mano en España, y que esta fue la causa de atribuí,
lies In fundación de ¡iquella ciudad no solo la gente
vulgar, sino también autores muy graves, entre elfos
Plinioy Sollno: si bien el que la fundó primero fue el
ya dicho Taracluin, rey de Etiopia y de Bgípto (2).
(1) Par KáfDuln v Remn el iño 753 intM de lleta
Yuliir.
(3) Miriaüi caotundeeDettosdotupituliii el lien po de
la venida de dlfereotei niciooei 1 Espiñi. Loa feaieict fot-
ron loa prineros que ilegaroD i nuestra Peainauii 1600 thm
inlesdelier* Tulgir, yiuceiiTimeote lii deinii oicioiies
en el orden j *a lii époeii que demuMln con toda la Idi
hjatóríci el ublo Hiueu en lu Siptñt Peaicii y Griega.
Dbwcm deatas cosas, y después que la reina Dido
p>»ó desU Tida , los cartagineses se apercibieron de
•Tinadas muf fuertes con que se hicieron poderosos
pormarf por tierra. Deseaban pasaren Europa; en
ella estendersu imperio. Acordaron para esto en pri-
mer tugar aconieier las islas cpie le caiau cerca del
mar IHediterráneo , para que suTieseii de escala para
lo demis. AcoractieroD d Sicilia la primera , después
i Cerdeña y i Cdrceca, donde tuvieron varios encuen-
tros con loe naturales , y finalmente , en todas estas
partes llevaron lo peor. Pareciúles de nuevo empren-
der primero las islas menores, porque tendrian menor
resistencia. Con este nuevo acuerdo , pasadas las ri~
beras de Liguria , que es el Genovés , y las de la Ga-
lla, tomaron la derrota de España, donde se apodera-
ron de Ibiza ( I) . que es una isla rodeaJa de peñascos,
de entrada dilicultosa , eldo es por la parte de Hedio-
dia en que se forma y estiende un buen puerto y ca-
paz. Está opuesta al cabo de Denia, apartada de Is
tierra firme de España por espacio no mas de cien
millas ; es estrecha y pei^neña , y que apenas en cir-
cuito baja veinte millas , a la saxon por la mavor parte
fragosa y llena de bosques de pino, por oonde los
griego* la llamaron rilhyusa.
BISTÜIUS H CKPAÍ*. 23
la otra isla per nombre Ofyusa (que es tanto
Capitulo .XVI. con» ¡slade culebras) , llena de animales ponzoñosos,
V por esta CGUsa inhabitable , según que lo testifican
los cosmógrafos antiguos ; juego muy de considerar y
milagro delanatiraleza. Verdailes que en este tiem-
po no se puede con certidumbre señalar qué isla sea
esta, ni en qué parle caya. Unos dicen que es la t'or-
raentera , á la cual opinión ayuda la distancia por es-
tar no mas de dos mil pasos de Ibiza : otros quieren
sea la Dragonera , movidos de fa semejanza del nom-
bra, si bien está distante de Ibiza , y casi pe^iái con
kish de Hallori;a. Los mas doctos son de parecerque
un monte llamado Colubrer, pegado i U tierra llrme,
y contrapuesto al lugar de Peñíscola ; se llamó anli-
^raente en griego Ofyusa , y en latín Colubraria,
sin embargo , aue los antiguas gedgrafoj situaron á
Ofyusa cerca de Ibizn ; pues en esto como en otras
cosas pudieron recibir engaño por caerles lode Espa-
ña tan lejos.
Apoderado que se hobieron los cartagineses de la
isla de Ibiza, j que fundaron en ella una ciudad del
mismo nombre de la isla para mantenerse en su se-
ñorío, se determinaron da acometer las islas de Ma-
llorca y Menorca distantes entre sí por espacio de
treinta millas, yde las riberas de Espaiia sesenta. Los
riegos las llamaron ya Cinesias , por audar en ellas
la sazón la gente desnuda , que esto significa anuel
nombre , ya Baleares, de las liondas de que usaban
para tirar con gran destreza. En particular la mayor
delasdosselíamóClumba, j la menor Nuní , según
lo testifica Aotonino en su itinerario, y del lo tomó y
lo puso Florian ensn historia. Antes de desembarcar
rojearon los cartagineses con sus naves estas islas,
sus entradas , y sus riberas y calas ; mas no se atre-
vieron aechar gente en tierra espantadosde la fiereza
do aquellos isleños , mayormente que ali:unos mozos
briosos , que se atrevieron á Iiacer prucita de su va-
lentía , quedaron los mas en el campo tendidos, y los
que escaparon mas que de paso se volvieron á em-
barcar.
Perdida 1a esperanza de apoderarse por enlonces
destas islas, acudieron á las riberas de Esp^iña por
ver si podrian con la contratación calar los secretos
de la tierra , ó por fueria apoderarse de alguua parte
de ella , de sus riquezas y bienes. No salieron con su
intento, ni les aprovechó esta diligencia pur dos cau-
sas : la primefa fue que los saguntinos , para donde
de aquellas islas muy en breve se pasa, como liombrcs
de policía y de prudencia, avisados de lo que los car-
tagineses pretendían , que nra quitarles la libertad,
los echaron de sus riberas con moña persuadiendo á
ios naturales no tuviesen contratación con lo^ carta-
gineses. Demis de esto las necesidades y apretura de
Cartago forzaron i la armada dar la vuelta, ^ favore-
cer i su ciudad que ardía en disensiones civiles , y
juntamente los de África comarcanos le hacian guer-
ra , fuera de una cruel peste , con que pereció gran
parte de los moradores de aquella muy noble ciud.id.
Para remedio de estos males se dice que usaron de
diligencias es traordinarias, en particular bicicron pa-
ra aplacará sus dioses sacrificios sangrientos é innu-
manos : maldad increíble. Ca vueltas la't armadas por
respuesta de un oráculo , se resolrieron de sacrificar
todos los años algunos mozos de los nia^ escogidos:
rilo traído de Siria, donde Melchfln , que es lo mismo
que Saturno, por los mohabitas y fenicios era apla-
cado con sangre humana. Ilacíuse el sacrificio des»
manera : teman una estatua muy grande de aquel
dios con las manos cóncovas y juntas , en que pues-
tos los mozos, con cierto artificio calan en un boyo
que debajo estaba lleno de fuego. Era grande el ala-
ndo de los que allí estaban , el ruido de los tamboriles
V sonajas, en razón que los aliullidos de los misera-
bles mozos que se abrasaban en el fuego , no movie-
sen á compasión los ánimos de la gente y que pe-
Hondero Dullorquin.
En todo tiempo ba sido rica de salinas , y dolada de
on cíelo muy benigno y de estraordinaria propieilad-
pues ni la tierra cria anímales ponzoñosos ni saban-
dijas, y sí tos traen de fuera luego perecen. Es tanto
mas deestimar esta virtud maravillosa , cuanto tiene
(1) ten aúoi después qu« Dido Tunda á CarLa^ j cera
ie 80Q 3Dt» de la era vulgar : le dieroa el nombre de Ere ■
utpie quiere decir colonia de ininneroí 6 navegantes, y
1 la isla llamaron EbuM ; ] qaiíai ya sales de los cirtagi-
neui los tenicioi jebuseos habiio llenado i ella y dado este
nombre para ronservar la memoria de su descubrí miealo.
26
BIBLIOTECA DB C ASPAR T BOIG.
reciesen sin remedio. Fue cosa maravillosa h que
añaden , que luc^'O que la ciudad se obligó y enredó
con esta superstición , cesaron los tmbajos y plagas,
con que quedaron mas engañados : que asi suele
castigar muchas veces Dios con nuevo y mayor error
el desprecio de la luz y de la verdad , y vengar un
yerro con otro mayor.
Esta ceremonia no muy adelante, ni mucho tiem-
po después deste , pasó primero á Sicilia y á España
con tanta fuerza , que en los mayores peligros no en-
tendian se podia bastantemente aplacar aquel dios si
no era con sacrificar al hijo mayor del mismo rey. Y
aun las divinas letras atestiguan ^ue el rey de los
mohabitas hizo esto mismo para librarse del cerco
que le tenian puesto los judíos. Por ventura tenían
memoria que Abraham^ principe de la gente hebrea,
por mandado de Dios quiso degollar sobre el altar á
su hijo muy querido Isaac : que los malos ejemplos
nacen de buenos principios. Y Filón en la historia de
los de Fenicia dice hobo costumbre que en los muy
graves y estremos peligros el principe do la ciudad
ofrecióse al demonio vengador el hijo que mas quería,
en precio y para libmr á los suyos de aquel pelí^:
á ejemplo 6 imitación de Saturno (al cual los femces
llaman Israel) que ofreció un hijo que tenia de Ano-
bret Nymfa , para librar la ciudad que estaba oprimi-
da de guerra , y le degolló sobre el altar vestido de
vestiduras reales. Esto dice Filón. Yo entiendo que
trastocadas las cosas , como acontece , este autor por
Ahraham puso Israel, y mudó lo demás de aquella
hazaña y obediencia tan notable en la forma que que-
da dicha.
CAPITULO XVU.
De la edad de Árgantonio.
En este mismo tiempo , que fue seiscientos y vein-
te años antes del nacimiento de Cristo Nuestro Se-
ñor, y de la fundación de Roma, corría el año de
ciento treinta y dos, concurrió la edad de Arganto-
nio rey de los Tartessos (i) » de quien Silio Itálico di-
ce vivió no menos de trescientos años. PJinio por
testimonio de Anacreonte le da ciento y cincuenta.
A este como tuviese gran destreza en la guerra, y
por la larga esperiencia de cosas fuese de singular
prudencia, le encomendaron la república y el go-
bierno. Tenian los naturales conGanza que con el es-
fuerzo y buena maña de Arcantonío podrían rebatir
los intentos de los fenicios , Tos cuales no ya por ro-
deos y engaños, sino claramente se enderezaban á
enseñorearse de España , y con este propósito de Cá-
diz hablan pasado á tierra fírme. Yalianse de sus ma-
ñas : sembraban entre los naturales discordias y ri-
ñas , con que se apoderaron de diversos lugares. Los
naturales al llamamiento del nuevo rey se juntaron
en son de guerra , y castigado el atrevimiento de los
fenicios , mantuvieron la libertad oue de sus mayores
tenian recibida, y no falta quien oiga que Arganto-
nio se apoderó ae toda la Andalucía ó Bética y de la
misma isla de Cádiz : cosa hacedera y creíble por ha-
berse muchos de los fenicios á la sazonpartido de
España en socorro de la ciudad de Tiro su tierra y
patria natural contra Nabucodonosor emperador de
Babilonia , que con un grueso ejército bajó á la Suria,
y con gran espanto que puso , se apoderó de Jerusa-
len , ciudad en riquezas, muchedumbre de morado-
res y en santidad la iias principal entre las ciudades
de Levante. Prendió demás deslo al rey Sedechias , el
(1 ) A pesar de gue de este rey yl e sus virtudes, de su
lar^ vida y de la lelicidad de su reinado hablan coa admi-
ración Cicerón, Appiano, Plinioy olroa, se puede tener por
muy sospechosa toda esU narración , porque estos escritores '
se fundan solo sobre la autoridad de Iferodoto y la de Ana-
ereoote, el uno inclinade á contar todo lo maravilloso que
oía, y el otro, dadoá las fábulas como poetr,
cual mnto con la demás gente y pueblo de lot judíof
envío cautivo á Babiloai i.
Combatió otrosí por jnar y por tierra la ciudad do
Tiro , que era el mas noble mercado j plaza de aque-
llas partes. Los de Tiro como se vieron apretados
despacharon sus mensageros para hacer saber á los
de tártago j á los de Cádiz cuan gran riesgo corrían
sus cosas, si con presteza no les acudían. IkHcian que
fuese por el común respeto de la naturaleza, se ae-
bian mover á compasión de la miseria en que se ha-
llaba una ciudad poco antes tan poderosa , fuese por
ser madre y patria común de donde todos ellos teman
su origen : fuese por consideración de su mismo ín-
teres, pues por medio de aquella contratación po*-
seian sus riquezas, y ella destruida, se perdería aquel
comercio y ganancia. No dilatasen el socorro de día
en día , pues la ocasión de obrar bien , como sea muy
presurosa , por demás después de penÜda se busca.
No les espantasen los gastos que harían en aquel so-
corro : que ganada la victoria los recobrarían muy
aventajados. Por conclusión no les retragese el trabajo
ni el peligro, pues á la que debían todas las cosas y
la vida , era razón aventurarlo todo por ella» Oída esta
embajada , no se sabe lo que los cartagineses hicieron.
Los de Cádiz hechas grandes levas de gentes, y de
españoles que llevaron de socorro , con una gruesa
armada se partieron la vuelta de Levante. Llegaron en
breve á vista de Tiro y de los enemigos. Ayudóles el
viento , con que se atrevieron á pasar por medio de la
armada de los babilonios y entrar en la ciudad.
Con este nuevo socorro alentados los de Tiro : que
se hallaban en estremo peligro y casi sin esperanza,
cobraron un tal esfuerzo , que casi por espacio de
cuatro años enteros entretuvieron el cerco con en-
cuentros y rebates ordinarios que se daban de una y
de otra parte. Quebrantaron por esta manera el co-
raje de los babilonios, los cuales por esto, y porque
de Egipto , donde les avisaban se hacían grandles jun-
tas de gentes , les amenazaban nuevas tempestaoes y
asonadas de guerra , acordaron de levantar el cerco.
Parecióle á Nabucodonosor debía acudir á lo de Egíp*
to con presteza antes que por su tardanza cobrasen
mas fuerza. Esta nueva guerra fue al principio varía-
ble y dudosa, mas al fin Egipto y África quedaron
vencidas y sujetas al rey de Baoilonia : de donde com-
puestas las cosas pasó en España (2) con intención
de apoderarse de sus riquezas , y de vengarse junta-
mente del socorro que los de Cádiz enviaron á Tiro.
Desembarcó con su gente en lo postrero de España á
las vertientes de los Pirmeos : desde allí sin contraste
discurrió por las demás riberas y puertos sin parar
hasta llegará Cádiz. Josefo en las Antigüedades dice
que Nabucodonosor se apoderó de España. Apellidá-
ronse los naturales , y apercibíanse para hacer resis-
tencia. El babilonio por medio de algún revés que
oscureciese todas las demás victorias y la gloria gana-
da , y contento con las muchas riquezas que juntara,
y haber ensanchado su imperio hasta los últimos
términos de la tierra , acordó dar la vuelta ; y asi lo
hizo el año que corría de la fundación de Roma de
ciento y setenta y uno.
Esta venida de Nabucodonosor en España es muy
célebre en los libros de los hebreos , y por causa que en
su compañía trajo muchos judíos , algunos tomaron
ocasión para pensar, y aun decir que muchos nom-
bres hebreos en el Andalucía, y asimismo en el reino
de Toledo que fue la antigua Carpetania, quedaron
en diversos pueblos que se fundaron en aquella sazón
por aquella misma gente. Entre estos cuentan á To-
ledo, Escalona, Noves, Maqueda, Yepes, y otros
(2) También es Megtstenes el autor de esta fábula, de
quien Ja toma Mariana ; Josefo atribuye su invención i los
caldeos para hacer su héroe superior al Hércules de los
griegos.
poeblos de íneáol' cuenta, que dicen tomaron estos
apelKdos de los' de Ascaton , Nobe , Magedon , loppe,
ciudades de Palestina. El de Toledo quieren ^ue ven-
ga de Tolédfoth, dicción que en hebreo signilica lina-
jes y familias, cuales fueron las que dicen se juntaron
en gran dúroero para abrir las zanjas v fundar aque-
lla ciudad : iüiagiuacion aguda sin duda, pero que en
este lugar ni las preténdendos aprobar'ni reprobar de
todo puntd. Basta advertir 'que el fundamento es de
poco momento por no estribar en testimonio y auto-
ridad de algún' escritor antiguo.
Dejado esto , añaden nuestros escritores á todo lo
susoaicbo, gue después de reprimido el atrevimiento
de los fenicios como queda dicho, y vueltos de Espa-
ña los babilonios, los focenses, asi dichos de unacm-
dad de la Jonia en la 'Asia menor llamada Focea, en
una armada de galeras (de las cuales los focenses fue-
ron los primeros maestros) navegaron la vuelta de
Italia, Francia y España, forzador según se entiende
de la crueldad de Harpalo (1), capitán del gran empe-
rador Ciro , y que en su lugar tenia el gobierno de
aquellas partes. Esta ^entc en lo postrero déla Luca-
rna , que boy es por la mayor parte la Basüicata, y
enfrente de Sicilia edificaron una ciudad por nombre
Velia, donde pensaban hacer su asiento. Peroá causa
de ser la (ierra mal sana y estéril, y que los naturales
los recibieron muy mal , parte dellos se volvieron á
embarcar con intento de buscar asiento mas á propó-
sito. Tocaron de camino áCárciega: desde alli pasaron
á Francia, en cuyas riberas hallaron un buen puerto;
sobre el cual fundaron la ciudad de Marsella en un al-
tozano que está por tres partes cercado de mar, y por^
la cuarta tiene la subida muy agria á causa de un valle
muy hondo que está de por medio.
Cftra pa^ de aqnaelia gente siguió la derrota de Es-
paña, y pasando áTarifa, que fue antiguamente Tar-
tesso. en tiempo del rey Argantonjo^ avecindados en
aqueíla ciudaa (2), se dice que cultivaron , labraron
y adornaron de edincios hermosos á la manera griega
ciertas islas que caian enfrente de aquellas riberas, y
se llamaban Afrodisias (3). Valió esta diligencia para
que las que antes no se estimaban , sirviesen en lo
adeknteáaquellos ciudadanos de recreación y deleite;
mas todos han perecido con el tiempo , fuera de una
que se llamaba Junonia. Siguióse tras esto la muerte
de Argantonio elañopocomasómenos doscientos de
la fundación de Roma. Para honrarle dicen le levanta-
ron un solemne sepulcro, y alrededor dól tantas agu-
jas y pirámides de piedra cuantos enemigos él mismo
por su mano mató en lá guerra. Esto se dice por lo que
Aristóteles refiere de la costumbre de los españoles,
que sepultaban á sus muertos en esta guisa con esta
solemnidad y manera de sepulcros.
CAPITULO XVIII.
Gofno los feoidos trataroD de apoderarse de España.
GhXrdbs movimientos se siguieron después de la
muerte de Argantonio, y España á guisa de nave sin
ffobernaile y sin piloto padeció graves tormentas. La
fortuna de la guerra ul principio variable, y al fin con-
traria a ios españoles, les quitó la libertad. La venida
de los cartajgineses á España fue cau£a destos daños
con la ocasión que se dirá. Los fenicios por este tiem-
po aumentados en número, fuerzas y riquezas, sacu-
dieron el Yifgo de los españoles y recobraron el seño-
río de la isla de Cádiz, asiento antiguo de sus riquezas
(i ) Harpago por los escritores antiguos.
(2) Los fooeoses do se establecieron en Espafia , según
Sabau , hasta mucho después que aquí supone Mariana.
(3) Aunque algunos sabios pretenden que es la isla de
León . es mas probable que sea la de Sancti Petri por cir-
cunstancias que refiere Plínio j que solo convienen á ella,
donde áe han descubierto vestigios del antiguo ten^^ >, como
hemos dicho eo otra parte.
TOMO U
Dfe BS^A^A. fj
I y de SU contratación , fortaleza de su imperio, desde
donde pensaban pasar á tierra firme con la primera
ocasionqueparaeílo seles presentase. Pensaban esto
pero no hallaban camino ni traza, ni ocasión bastante
para emprender cosa tan grande. Parecióles que seria
10 mejor cubrirse y valerse de la capa de la religión
velo que muchas veces engaña. Pidieron á los natura-
les licencia y lugar para edificar á Hércules un teqiplo.
Decian haberles apaiecido en sueikis , y mandado
hiciesen aqueUa obra.
Con este embuste alcanzandp lo que pretendían
con grandespertrecliosymateriales le levantaron muy
en breve á manera de fortaleza (4). Muchos movidoí
por la santidad y por la devoción de aquel templo, y
del aparato, de las ceremonias que ep él, usaban, 'se
fueron ámorar en aquel lugar, por donde vino enW
co tiempo á tener grandeza de ciudad, la cual estuvo
según se entiende donde ahora se ve Medina Sidonia
que el nombre de Sidon lo comprueba, y el asiento^
que está én frente de Cádiz dieí y seis millas apartada
de las marinas. Poseían demás de esto uUas ciudades
y menores lugares, parte fundados y habitados de los
suyos, paite quitados por fuerza á los comarcanos.
Desde estos pueblos que poseían, y principalmente
desde el templo hacían correrías, robaban hoinbres y
ganados. Pasaron adelante, apoderándose de la ciudad
deTurdeto, que antiguamente estaba puesta entre
Jerez y Arcos, no con mayor derecho del que consiste
en la tuerza de armas. De esta ciudad de Turdeto se
dijeron los turdetanos, nación muy jancha en la Bétí-
óa, y que llegaba hasta las riberas del Océano, y hasta
el rio Guadiana. Los bástuios que eran otra nación,
corría desde Tarifa por las marinas del mar Mediter-
ráneo hasta ún pueblo, que antiguamente se llamó
B^rea, y hoy se cree que sea Vera.
* . Los turdmos desde el puerto de Mnestéo, que hoy
se llama de Santa María, seestendian hacía el oriente
septentrión, y poco abajo de Córdoba, pasado el rio
Guadalquivir, tocaban á Sierramorena y ocupaban ¡o
iqediterráneo hasta.lo postrero de la Bética. Tito Libio
y Poíibío hacen los mismos á los turdulos y los tiirde-
tano^s, y los mas confunden los términos destas gen-
tes : por esto no será necesario trabajar en señalar
mas en particular los linderos y mojones de cada cual
destos pueblos, como tampoco los de otros que en
ellos se comprendían, es á saberlos massienos, selbi-
sios, curenses, ügnios y los demás, Quyos nombres
se hallan en aprobados autores, y sus asientos en
particular no se pueden señalar. Lo que hace á nues-
tro proposito, es que con tan grandes injurias se aca-
bó la paciencia á los naturales, que tenían por sospe-
choso el grande aumento de la nueva ciudad.
Trataron desto entre si ; determinaron de hireer
guerra á los de Cádiz : tuvieron sobre ¿lo y tomaron
su acuerdo en una junta que en día señalado hicieron,
donde se quejaron de las injurias de los fenicios. Des-
pués que les permitieran edificar el templo que se dijo
estar en Medina Sidonia , ha¿er hecho grillos á la li-
bertad, y puesto un yugo gravísimo sobre las cervices
de la provincia, como hombres que eran de avaricia
insaciable, de grande crueldad y íiereza, compuestos
de embustes y de arrogancia, gente impía y maldita,
pues con capa de religión pretendían encubrir tan
grandes engaños y maldades : que no se podían sufh
mas sus agravios : si en aquella junta no había algtiK
remedio y socorro, que serian todos forzados dejadas
sus casas, buscar otras moradas y asiento apa rtadode
aquella gente, pues mas tolerable sería padecer cual-
quier otra cosa, que tantas indignidades y afrentas
como {suñrían ellos, sus mujeres, hijos y parientes.
Estas y semejantes razones en muchos fueron cau-
sa de gemidos y lágrimas ; mas sosegado el sentimien-
(4) Ya en la isleta de Sancti Pelri y cq otras ciudades,
bOmo dyimo$ en otra nota , se tributaba culto ¿ Hércules.
28 BIBLIOTECA D6
tOy y hecho silencio, Saucio Capelo, principe que era
de los turdetanos : «De ánimo (dice) cobarde y sin
nbrio es llorar las desgracias y miserias, y fuera délas
«lágrimas no poner algún remedio á la desventura y
«trabajos. Por veo tura nonos ar^ordaremos que somos
«varones, y tomadas luego las armas vendaremos las
«injurias recibidas? No será diGcuItoso echar de toda
«la provincia unos pocos de ladrones , si los que en
«número, esfuerzo y causa les hacemos ventaja , juu-
«tamofi con esto la concordia de los ánimos. Para esto
«hagamos presente y gracia délas quejas particulares
«que unos contra otros tenemos , á la patria común,
«porque las enemistades particulares no sean parte
«para impedimos el camino de la verdadera gloria.
«Demás aesto no debéis pensar que en vengar nues-
«tros agravios no se ofende Dios ni la religión, que es
«el velo de que eOos se cubren. Ca el cielo ni suele fa-
«vorecer á la maldad, y es mas justo persuadirse acu-
«dir á los que padecen injustamente : ni hay para que
«temer la felicidad y buena andanza de oue tanto
«tiempo gozan nuestros enemigos, antes deoeis pen-
«sar qiie Dios acostumbra á dar mayor felicidad y su-
«frir mas largo tiempo sin castigo aquellos de quien
«pretende tomar mas entera venganza ^ y en quien
«quiere hacer mayor castigo, para que sientan mas la
«mudanza y miseria en que caen.«
Encendiéronse con este razonamiento los corazones
de los que presentes estaban , y de común consenti-
miento se aecretóla guerra contra los fenicios. Nom-
bráronse capitanes, mandáronles hiciesen las mayo-
res juntas cíe soldados y lo mas secretamente que
Eudiesen, para gue tomasen al enemigo desaperci-
ído , y la victona fuese mas fácil. A Baucio enco-
mendaron el principal cuidado de la guerra por su
mucha prudencia y edad á propdsito para mandar , y
por ser muy amado del pueblo. Con esta resolución
juntaron un grueso ejército: dieron sobre los fenicios
que estaban descuidados : venciéronlos, sus bienes y
sus mercaderías dieron á saco , tomáronles las ciuda-
des y lugares por fuerza en muy breve tiempo así los
conquistados por ellos y usurpados, como los que ha-
bían fundado y poblado de su gente y nación. La
ciudad de Medina Sídonia , donde se recogió lo res-
tante de los fenicios con Gados en la fortificación del
templo con el mismo ímpetu fue cercada y se apode-
raron della sin escapar uno de todos los que en ella
estaban que no le pasasen á cuchillo : tan grande era
el deseo de venganza que tenían. Pusiéronle asimismo
fuego, y echáronla por tierra sin perdonar al mismo
templo y porque los corazones irritados ni daban lugar
á compasión , ni la santidad de la religión y el escrú-
pulo era parte para enfrenallos. En esta manera se
perdieron las riquezas sanadas en tantos aiíos y con
tanta diligencia, y los edificios soberbios en poco tiem-
po con la llamada del furor enemigo fueron consumi-
dos : en tanto grado , que á los fenicios en tierra firme
solo quedaron algunos pocos y pequeños pueblos, mas
por no ser combatidos que por otra causa.
Reducidos con esto los vencidos en la isla de Cádiz,
trataron de desamparar á España , donde entendían
ser tan grande el odio y malquerencia que les tenian.
Por lo menos no teniendo esperanza ae ülgun buen
partido de paz , se determinaron de enviarpor socor-
ros de fuera. Esperar que viniesen desde Tiro en tan
grande apretura, era cosa muy larga. Resolviéronse
de llamar en su ayuda los de Óartago , con quien te-
ron audiencia en el senado . declararon á los padres y
senadores como las cosas ae Cádiz se hallaban es es-
tremo peligro sin quedar esperanza alguna sino era en
su solo amparo: que no trataban ya de recobrar las
riquezas que en un punto se perdieron sino de conser-
var ia libertad y la vida ; la ocasión que tantas veces
GASl»AlÍ T R0t<3.
habían deseado de entrar en España, ser venida muf
honesta por la defensa de sus parientes y aliados , y
f)ara vengar las injurias de loe dioses inmortales, y de
a santísima religión profanada, derribado el templo
de Hércules y quitados sus sacrificios : d cual dios
ellos honraban principalmente. Anadian que ellos
contentos con la libertad y con lo que antes poseían,
los demás premios de la victoria, que serian mayores
que nadie pensaba ni ellos decían , de buena gana se
los dejarían.
El senado de Cartago, oída la embajada de los de
Cádiz, respondieron que tuviesen buen ánimo, y pro-
metieron tener cuidado de sus cosas: que tenían gran-
de esperanza que los españoles en breve por el senti-
miento y esperiencia de sus trabajos penarían fin á las
injurias : sufriesen solamente un poco de tiempo ^ y
se entretuviesen en tanto que una armada apercibida
de todo lo necesario se enviase á España , como en bre-
ve se baria. Eran en aquel tiempo señores del mar los
cartagineses : tenian en él gruesas armadas quier por
la contratación , que es título con que por estos tíem-
Sos las naves de tarsis ó Cartago se celebran en los
ivinos libros, quier para estender el imperio y dilata-
]|<* , pues se sabe que poseían todas las marinas de
África, y estaban apoderados en el mar Mediterráneo
de no pocas islas. Hasta ahora la entrada en España
les era vedada perlas razones que arriba se apuntaron:
por esto tanto con mayor voluntad la armada cartagi-
nés cuyo capitán se decía Maharbal , partida de Carta-
go por las islas Baleares y por la de Ibiza, donde hizo
escala, con buenos temporales, llegó á Cádiz año de la
fundación de Roma doscientos y treinta y seis. Otros
señalan que fue esto no mucho antes de la primera
guerra délos romanos con los cartagineses. Én cual-
quier tiempo que esto haya sucedido , lo cierto es que
abierta que tuvieron la entrada para el señorío de Es-
paña, luego corrieron las marinas comarcanas, y ro-
baron las naves que pudieron de los españoles. Hicie-
ron correrías muchas y muy grandes porsus campos;
y no contentos con esto, levantaron fortalezas en lu-
gares á propósito , desde donde pudiesen con mas co-
modidad correr la tierra , y talar los campos comar-
canos.
Movidos por estos males los españoles , juntáronse
en gran número en la ciudad de Turdeto , señalaron
de nuevo á Baucio por general de aquella guerra. Él
con gente<< que luego levantó, tomó de noche á des-
hora un fuerte de los enemigos de muchos que tenian
el que esUiba mas cerca de Turdeto, donde pasó á
cucnillo la guarnición fuera de pocos y del mismo ca-
pitán Maharbal que por una puerta falsa escapó á uña
de caballo. En prosecución de esta victoria pasó ade-
lante y lii/.o mayores daños á los enemigos, vencién-
dolos y matándolos en muchos lugares. Estas cosas
acabadas, Baucio tornó con su gente cargada de des-
pojos á la ciudad. Los cartagineses, visto que no po-
dían vencer por fuerza á los españoles » usaron de en-
§año, propia arte de aquella gente : mostraron ^na
e partidos y de concertarse , ca decían no ser venidos
á España para hacer y dar guerra á los naturales , sino
para vengar las injurias de sus parientes y castigar los
que profanaron el templo sacrosanto de Hércules. Que
sabían y eran informados los ciudadanos de Turdeto
no haber cometido cosa alguna ni en desacato de los
dioses, ni en daño de los de Cádiz : por tanto no les
pretendían ofender, antes maravillados de su valentía
deseaban su amistad , lo cual no seria de poco prove-
cho á la una nación y á la otra : que dejasen las armas
y se diesen las manos , y respondiesen en amor á los
que á él les convidaban ; y para que entendiesen que
el trato era llano , sin engaño ni ficción alguna, quita-
rían de sus fuci*zas y castillos todas las guarniciones:
y no permitirían que los soldados hiciesen algún daño
a agravio en su tierra.
A esta embajada los turdetanos respondieron que
HISTORIA DE BSPAKa,
29
entonces les seria agradable loqaeles ofrecían cuan-
do lasobras se conformasen con las palabras : la cuer-
ra, que ni Ja temían ni la deseaban : la amistad ole ios
carta^'nesesní la estimaban en mucho, ni ofrecida la
desecharían: aseguraban que los turdetados eran de
tal condición, que las malas obras acostumbraban á
vencer con buenas,ylas ofensas con hacer loque de-
bían : que los desmanes pasados no sucedieron por su
voluntad , sino la necesidad de defenderse les forzó á
tomar las armas. En esta guisa los cartagineses con
cierto género de treguas sé entretuvieron y repara-
ron cerca de las marinas. Sin embargo , desde allf
puestas guarniciones enlos lugares y castillos, hacían
guerra y correrías á los comarcanos. Sí se juntaba al-
gún grueso ejército de españoles con deseo de ven-
ganza,echaban laculpaá la insolencia de los soldados,
y con muestra de querer nuevos conciertos engañaban
i aquellos hombres simples y amigos de sosiego , y
se pasaban á acometer otros , haciendo mal y daño
en otras partes. Era esto muy agradable á los ae Cá-
diz que llamaron aquella gente. A los españoles por la
mayor parte no parecía muy grave de sufrir , como
ouier que no hagan caso ordinariamente ios hombres
de los daños públicos, cuando no se mezclan con sus
particulares intereses. Con esto el poder de los carta-
gineses crecía de cadadía por la negligencia y descui-
do de los nuestros, bien así como por la astucia de ellos.
Lo cual fue menos difícultosoporla muerte de Baucio
que le sobrevino por aquel tiempo, sin que se sepa
que haya tenido sucesor alguno heredero de su casa.
CAPITULO XIX.
Como los cartagineses se levantaron contra los de Cádiz.
No se harta el corazón humano con lo que le con-
cede la fortuna ó el cíelo : parecen soeces y bajas las
cosas que primero poseemos, cuando esperamosotras
mavores y mas altas, grande polilla de nuestra felici-
dad; y no menos nos inquieta la ambición y natura-
leza del poder y mando , que no puede sufrir compa-
ñía. Muerto Baucio , los cartagineses, codiciosos del
señorío de toda España , acometieron á echar de la
isla de Cádiz á los fenicios , sin mirar que eran sus
parientes y aliados , y que ellos los llamaron y traje-
ron á España: que iá codicia del mandar no tiene res-
peto á ley alguna ; y ganada Cádiz, entendían les seria
lücíl enseñorearse de todo lo demás. Tenían necesidad
para salir con su intento de valerse de artificio y em-
bustes. Comenzaron asombrar discordias entre los an-
tiguos isleños y los fenicios. Decían que gobernaban
con avaricia y soberbia , que tomaban para sí todo el
mando sin dar parte ni cargo alguno á los naturales;
antes usurpadas las públicas y particulares riquezas,
los tenían puestos en miserable servidumbre y escla-
vonia. Por esta forma y con estas murmuraciones,
como ambiciosos que eran y de malas mañas, hom-
bres de intentos astutosymalos,ganaban la voluntad
de los isleños , y hacían odiosos alos fenicios. Enten-
dido el artificio, quejábanse los fenicios de los carta-
gineses y de su deslealtad, que ni el parentesco, ni la
memoria de los beneficios recibidos , ni la obligación
que les tenían, los enfrenaban y detenian para que
no urdiesen aquella maldad y la llevasen adelante.
No aprovecharon las palabras por estar los corazo-
nes dañados, los unos llenos de ira , y los otros de am-
bición. Fue forzoso venir á las armas y encomendarse
á las manos. Los de Fenicia acometieron primero á
los carta^eses , que descuidados estaban y no temían
lo que bien merecían : á unos mataron sin hallar re-
ustencia , otros se recogieron á una ñierza que para
semejantes ocasiones habían levantado y fortificado
en lo postrero de la isla, enfrente del promotorio
llamado Cronio antiguamente. Hecho esto, volvieron
la rabia contra las casas y los campos de los cartagi-
neses, que por todas partes les pusieron fuego , y sa-
quearon sus riquezas. Ellos, aunque alterados con
trabajo tan improviso, alegrábanse empero entreaque-
líos males de tener bastante ocasión y buen color para
tomar las armas en su defensa , y echar los fenicios
de la ciudad como en breve sucedió, que recogidos los
soldados que tenian en las guarniciones, y juntadas
ayudas de sus aliados , se resolvieron de presentar la
batalla y acometer á aouellos, de los cuales poco an-
tes fueron a(B;ravíados , destrozados y puestos en huida.
No se atrevía el enemigo á venir á las manos , ni dar
la batalla: ni se podía esperar que por su voluntad ven-
drían en algún partido por estar tan fresco el agravio
que hicieron á los de Cartago. Pusiéronse los carta-
gineses sobre la ciudad, y con sitio que duró por al-
gunos meses , al fin la entraron por fuerza. En este
cerco pretenden algunos que Pelasmeno , un artífice
natural de Tiro , inventó de nuevo para batir los mu-
ros el ingenio que llamaron ariete. Colgaban una viga
de otra viga atravesada , para que puesta como en
balanzas se moviesen con mayor facilidad y hiciese
mayor golpe en la muralla. Esta desgracia y daño que
se hizoá los fenicios, dio ocasión á los comarcanos de
concebir en sus pechos gran odio contra los cartagi-
neses. Reprendían su deslealtad y felonía , pues qui-
taban la libertad y los bienes á los oue demás de otros
beneficios que les tenian hechos , (os llamaron y die-
ron parte en el señorío de España : que eran impios é
ingratos , pues sin bastante causa habían quebrantado
el derecho del hospedaje, del parentesco, de la amis-
tad y de la humanidad. Los que mas en esto se seña-
laron, fueron los moradores dfel puerto de Mnesteo por
la grande y antigua amistad oue tenian con los feni-
cios. Echaban maldiciones á ios Cartagineses, ame-
nazaban que tal maldad no pasaría sin venganza. De
las palabras y de Ioa denuestos pasaron á las armas.
Juntáronse grandes gentes de unay deotra parte; pero
antes de venir á las manos intentaron alffun camino
de concierto. Temían los cartagineses de poner el
resto del imperio y de sus cosas en el trance de una
batalla, y asi fueron los primeros que trataron de paz.
El conciértese hizo sin dificultad. Capitularon des-
ta manera : que de la una y de la otra parte volviesen
ala contratación: que los cautivos fuesen puestos en
libertad, y de ambas partes satisfaciesen los daños en
la forma que los jueces arbitros que señalaron, deter-
minasen. Para que todo esto ñiesemas firme, pareció
á la manera de los atenienses decretar un perpetuo
olvido de las injurias pasadas: por donde se cree que
el rio Guadalete, que se mete en el mar por el puerto
de Mnesteo, se llameen griego Lethes, que quiere
decir olvido. Mas cosas traslado que creo, por no ser
fácil ni refutar lo que otros escriben , ni tener volun-
tad de confirmar con argumento lo oue dicen sin mu-
cha probabilidad. Añaden que sabidas estas cosas en
Cartago por cartas de Manarbal , dieron inmortales
sracias á los dioses, y que fue tanto mayor la alegría
de toda la ciudad, que á causa de tenerrevueltas sus
cosas no podían enviar armada que ayudase á los su-
yos y les asistiese para conservar el imperio de Cádiz.
Fueasf que los de Cartago llevaron lopeorprímero en
una guerra que en Sicilia, después en otraq[ueenCer-
deña hizoMacheo capitán de sus gentes. Siguióseun
nuevo temor de una nueva guerra con los de África
(de que se hablará luego) que hizo quitar el pensa-
miento del todo al senado cartaginés de las cosas de
España.
por esta causa los cartagineses que residían en Cá-
diz, perdida la esperanza de poder ser socorridos de su
ciudad, con astucia y fingidos beneficios y caricias tra-
taron (íe ganar las voluntades de los españoles. Los
que quedaron de las fenicios , contentos con la con-
tratación para que se les dio libertad (con lo cual se
adquieren grandes ríquc/.as) no trataron mas de re-
cobrar el señorío de Cádiz. En este tiempo que corría
de la fundación de Roma el año doscientos y cincuen-
30
ta 7 dos , España ñie afliprida de sequedad y de ham-
bre , falta dé mantenímentos, y de muchos temblores
de tierra , con lijue grandes tesoros de plata y oro,
que con el fuego de los Pirineos estaban en fas ce-
nizas y en la tierra sepultados , salieron á luz por
causa de las grandes aberturas de la tierra , que fue-
rpn ocasión de venir nuevas gentes á España, las
cuales no hay para qué relatallas en este fugar. '
Lo que hace ai propósito es que desde Cáríago pa-
sado algún tiempo se envió nueva armada, y mr ca-
pitanes Asdrubal y Amilcar, hijos que eran del Ma-
gon de suso nombrado y ya difunto. Estos de camino
desembarca ron en Cerdeña , donde fu e Asdrubal muer-
to de los isleños en una batalla : hijos deste fueron
Anibal, Asdrubal y Safon. Aroilcardejó la empresa
deEspaña n causa que los sicilianos; sabida la muerte
de Asdrubal , y habiendo Leónidas lacedemonio lle-
gado con armada en Sicilia, se determinaron á mover
con mayor fuerza la guerra contra los cartagineses.
A esta guerra acudióy en ella murió Amilcar, oue dejó
tres hijos, es á saber: Himilcon, Hannon y Gisgón.
Demásdesto Darío, hijo de Histaspe por el mismo tiem-
po tenia puestos en gran cuidado los cartagineses con
embajadores que les en vio para que les declarasen las
leyes que debian guardar si querian su amistad, y
juntamente les pidiesen ayuda para la guerra que pen-
saba hacer en Grecia. Los cartagineses no se atrevían,
estandosus cosas en aquel peligro y balance, á enojalle
con alguna respuesta desaorída, si bien no pensaban
envialle socorro alguno, rii obedecer á sus mandatos.
Deste Diario fue hijo Jerjes , el cual el año tercero
de su imperio, y de la fupHacion de Roma dpcieñtos
y sesenta y uno , á ejemplo de su podre tratóde hacer
guerra en Grecia ; y por esta causa los griegos oue
ron Leónidas vinieron 6 Sicilia, fuejron para resistirle
llamados á su tierra. Con esto el senado cartaginés
comenzó á cobrar aliento después de tan larga tor-
menta, y cuidando de las cosas dé España, se r'esolr-
vió de enviar en ayuda de los suyos á aquella proyin-
cia en cuatro naves novecientos soldados sacados de
las guarniciones de Sicilia , con esperanza que daban
de enviar en breve infíy()res socorros. Estos de cami-
no echaron anclas y desembarcaron en las islas de
Mallorca y Menorca : acometieron á los isleños , pero
fueron por ellos maltratados. C«ií tomando eI)os sus
ondas, arm^icle que entonces usaban solamente, con
un granizo de piedras maltrataron á los enemigos,
tanto que les fqrzaron .á retirarse á la marina , y aun
á desancorar y sacar las naves á alta mar.; de adonde
arrebatados con la fuerza dé los.vi^ntos ilegarqn úl-
timamente á Cádiz.
Con la venida deste socorro se disminuyó la fama
del. daño recebido en Sicilia y de la muerte del capi-
tán Amilcar , y se quitó el poder de alterarse á los
discordes contra los cartagineses. En el mismo tiem-
po dicen aue desde Tartcsso , que es Tarifa, se envió
cierta popl^cion ó .colonia , y por su capitán Capion á
aqíiella isls^ que, hacia Guadalquivir con sus dos bra-
zos y bocas. Lo cierto es que donde estaba el oráculo
de Mnesteó los d^Tartesso edificaron una npeva ciu-
dad llaipada Ebora de los Cartessios á distinción de
otras muchas ciudades que bobo eii España de aquel
noml^re, yTártesso antiguamente se llamó también
Cartela. Diemás dt^sloen la una boca de Guadalquivir
se edificó una torre dicha Capion : en qué tiempo no
consta , pero los moradores de aquella tierra se sabe
que se Hamajon c^rt^ssios ó tartessios, quq dio oca-
sión á ingenios ¿iemjisiaoamente agudos de pensar y
aún decir que desde Tartesso se rnvió aquella pobla-
ción ó colonia , hasta spfíalar también el tiempo y ca-
pitán que llaman asimismo Capion , como si todo lo
tuvieran averiguado muy en particular.
BIBUOTBCA DE 6ASPÁB T R0I6.
CAPITULO XX.
• ' I
Como Safon vino en España.
Corría por este mismo tiempo fama qu^ toda África
se conjuraba contra Cártago : que haciau levas y jun-
tas de gentes cada cual de las ciudades conforme á
sus fuerzas : y que unas á otras para mayor seguridad
se daban rehenes de no faltar ep lo concertado. El
demasiado poder de aqneíla ciudad les hacia entrar
en sospecha : demás que no querían pagar el tributo
que por asiento y voluntad de la rema Dido tenian
costumbre de pagar. Dibales otrosí atrevimiento lo
que se decia de las adversidades y desventuras gue
en Sicilia y en Cerdeña padecieran. Los de Maurita-
nia ,si bien no se podian quejar de algún agravio re-
cebido por los de aquella ciudad , se concertaron con
los demás , con tanto furor ^ rabia , que trataban d^
tirar á su partido á los españoles (que están dividí*
dos de aquella tierra por el angosto estrecho de Gi-
braItar)yapartallo8 de la amistadde los cartagineses.
Movido por estas cosas , el senado cartaginés deter-
mino aparejarse á la resistencia, y juntamente enviar
al gobierno de lo que en España tenian, á Safon hijo
de Asdrubal para que con su presencia fortificase y
animase á los suyos , y sosegase con buenas olntis y
con prudencia las voluntades délos españoles para que
no se alterasen. Lo cual, llegado que fue á España, ni-
zoél con gran cuidado y mapa : que llamados los prin-
cipales de los españoles, les declaró lo que en África se
trataba, y loque los,mauritanos pretendian. Pidióles
por el derecho de la amistad antigua que tenian, no per-
mitesenque ellos (S^alguno d^,Ios suyos fuesen atraí-
dos con aquel engaño á dar socorro á sus enemigos;
antes con consejo y con fuerzas ayudasen á Gartago.
Movidos los españoles con estas razones consintie-
ron que pudiese levantar tres mil españoles, no para
hacer guerra ni acometerá los mauntanos,con quien
tenia España grandes alianzas y prendas, sino para
resistir a los contrarios de Cartago,si de alguna parte
se les moviese guerra. Tuvo Safon puestasi al estrecho
las compañías y escuadrones asi de su gente como de
los españoles para ver si por miedo mudarían parecer
los mauritanos , y dq,mrian de seguir los intentos de
los demás africanos. Pero como no. desistiesen, pasa-
do el estrecho puso á fuego y á sangre los campos y
las pNoblaciones , robando , saqueando y poniendo en
servidumbre todos los que por el trance de la guerra
venian en su poder. MoTÍd(|s de sus males los mau-
ritanos hicieron junta en Tánger , que está (¡n las ri-
beras de África enfrente de Tartcsso ó Tañía, para
determinar lo que debian hacer. En primer lugar pare-
ció enviar embajadores en España á quejarse de los
agravios que recebian de los suyos (de aquellos que á
Sáfon seguían) y alegar que los que les debian anu-
dar, esos les hacian cpntradiccion y perjuicio : mira-
sen á los que dejaban, y con quienes tomaban com-
pania : qué los cartagineses ponían asechanzas á la
libertad de todos^ y pnpr tanto era mas justo que jun-
tando las fuerzas con ellos , vengasen las injurias co-
munes, y no tomasen ^ pajote consejo de que les hobiese
luego de pesar , quier fuesien tos cartagineses venci-
dos, por el odio en que incurriande toda África, quier
fuesen vencedores, pues ponían á riesgo su libertad:
que los cartagineses por su soberbia y arrogancia pen-
saban de muy atrás eqseííoreárse.de todo, el mundo.
' Agestólos españolas se escusaron de aq^ql desorden,
que sucedió sin que lo supiesen : qu^ á, Saton se Te
dio gente de España no para hacer, guerr^, sino para
su aefcnsa : que enviaran embajadores á África, por
cuya autoridad y ailigéncia, si nd secopcértasen y
hiciesen paces, volverían los suyos de África. Como
lo prometieron así lo cumplieron. Con la ida dp los
embajadores se dejaron las armas, y se tomó asiento
eon tal condición que el capitán cartaginés sacasa sus
gentes de la Mauritania : los luuuritunos lliunaseu loi>
sa;M de Ib mmt qw m bic» contra Cartago, puet
de >«|Qella ciudad no tenían queja alguna particular.
Esto le concertó ; pero como vuelto Sáfon en España,
todavfa kM mauritanos -perseverasen en los reales de
los aíHcanos, tomó á moielles guerra, y les hizo ma-
toresdaños, 7 apenas se pudo alcanzar por los espa-
Dotes que entraron de por medio , aue turUncado de
nuevas compañías de España que le ofrecian de su
voluntad , dejada la Mauritania entrase mas adentro
en Aírica. En Gn se tomó este acuerdo , con que los
ejércitos enemigos de Carlago fueron vencidos, ca los
tomaron en medio por Trente y por las espaldas las
gentes que salieron de Cartago por una parte , t por
otra las qne partieron de España. Samco Barcnino,
asi diclio de Caree ciudad puesta á le parte oriental
de Cartago (dado que Silio itálico dice que de Barce
compañero ueDido) se señalicen sttrviren esta guerra
í los cartagineses. Así le hicieron ciudadano de aque-
lla ciudad, j dio por este tiempo principio d la familia
y (nrcialidád muy nombrada en Carta^e de loa Bar-
chinos.
H tMftik. 31
le consagran» pordiM y le ediOcaron templos, lo
que antes de aquel tiempo no aconteciera á persona
alguna. Plinio atribuye e»te hecho á Hannoo ; lalama
á SafoQ , conQrmada y consagrada por el antiguo pro-
verbia latino y (,'riego; es¿ saber: Gran diosSauía.
Dióse lin áesta guerra año de la fundación de Roma
de doiñentosy ochenta y tres. Sn fon vuelto en Ksp;iña,
y ordenadas las cosas de la provincia, siete .iños des-
pués fue removido del cargo, y llamado út^rta:;ocon
color de dalle el gobierno de la ciudad , y el cargo y
magistrado mas princip:il , el cual, como dice tVstó
Pompeyo se llamaba SolTetes. La verdad era que les
daba pena que un ciudadano con las riquezas de
.iquella riquísima provincia creciese mas de lo que
podía sufrir una ciudad libre , dado que por hacerle
mas honra enviaron en su lugar tres primos suyos,
Himilcon, Hannoi) y Gísgon, y á él vuelto á su tierra le
hicieron grandes honras, conque so ensoberbeció tan-
to que , tenieodo en pooo la tiranía y señorío de su
ciudad, trató de hacerse dios en esla forma. Juntó
muchas avecillas de las que suelen hablar, y enseñó-
les d pronunciar y decir muchas veces tres palabras;
Gran diob Safon. Dejólas ir libremente, y como re-
pitiesen aquellas palabras por los campos , fue tan
grande la fama de Safon por toda aquella tierra, que
«spaoladoi con aquel milagro los naturales, en vida
CAPITULO XXI.
Como Hímilcoa j Hannon ücscubrieroa nuevas navcga-
HiMiLcON y Hannon tomado el cargo de España ( i )
luego que pudieron, se liicieron á la veta con su ar-
mada para ir á su gobierno. Acometieron de camino á
losdeHallorca, si por ventura con maña y dádivas de
peco precio pudiesen alcanzar de aquellos horahres
(^oseros , V que no sabían semejantes artificios, qiio
les diesen tugar y permitiesen levantar en aquella isla
un fuerte , que Tuese como escalón para qititalles la
libertad. Dioseleí esta licencia, y aun Jiccse que en
Menorca, entre SeptentrionyPoDiente, cdilicaron un
pueble que se llamo Jama, y otro al Levan le por uom-
breHagon.AlgUBM añaden el tercero lugar de aque-
lla isla llamado Labon, ypietisan que la causa dcstns
nombres fueron tres gobeniaduros do aquella isla
enviados de Cartago sucesivamente. I.0 cierto es que
Hannon Itef^do d Cádiz; con úeseo de gloría y de
saber nuevas cosas discurrió por las riberas del mar
Océano liasta el promontorio Sacm , que hoy es cabo
de San Vicente en Portugal , y todo lo que vio y notó
en particular lo escribió al sena<¡o. Decía que tenia
grande esperanza se podían descubrir con f^rande
aprovechamiento de la ciudad las riberas de los mares
Atlántico y Gdllíco, inaccesibles hasta entonces (2)
que corrían por grande distancia. Que lediesen licen-
cia para aderezar dos armadas, y apcrceiiillos de todo
lo necesario paralan largas navegaciones y de tanto
tiempo. Lo cual el año siguiente por permisión del
senadoschizo: mandaron á Himilcon que descubrie-
se las ribems de Europa, y los mares lo mas adelante
que pudiese. Hannon lomó cuidailo de descubrir lo de
África. Gísgon por acuerdo de los hermanos y con
orden del senado quedó cu el gohíernodc España (3).
Acordado esto, y apercebido lodo lo necesario, al
principio del año que se contaba de la fundación de
Roma trecientos j siete, Hannon y Himilcon con sus
(1) NiDüna hisloríador (ntÍ|>uo dirc que estos doi «rti-
C'aeses hijan sido gobernadores de Ef|iaü) , ni que hayan
vastido uD fuerte en Mallorca para reducirla á obediencia
de Cirlago. Lo gnc LWin dice en que .Maeon . Ecnrral carla-
giaéí hiEO vela desde r.ádií i Ihiía en el Otoño del año H».
y habiendo pasado í invernaren Nallon-s, halló lama reais-
tencia que le fue preciw pasar i Meoon-a , donde dcsemtiar-
có sia opoticion j Jevintó un fuerle en la parle superior de
eierlo puerto que babia en li isla : qu'ijs de eite fiíHieral lo-
tn¿ nombre el pucrln de Mahoa.
(3) Ya ]irs espaüoles, inslniidos por los renicioj en la
náutica murrho knies de tle^r lea caríagineset il las costas
del estrecho , babian eureado los m.ires y hecho viajes lar^ros
por la« coitig septeairlonales del Océano basta las Sorlingai
i huscar el ecUfio que traiporlaban á Dueslroa puertos,
adosde Jo venían i buscar loa comerciíntes f;rieeos y asiáticos,
como lo dicea SLrabon, CornelioTkilo y Dioiloro £icul.i. Se
presume que hayan padido Uceará la América anlc* d><U su-
mer^on de li Atlantid^ qu; alejó á \o% navegantes y sunier-
g\i i I: Tci A aquella ep oscuridad.
(3) Cuando m carta^neses salierní i ejecutar ¡1» dos
espenicionei fimosat al Harte de la Europa y al Sud del
África, encargada ta primera i ll-milcon, y la segunda i
Hanaon, unas naves salieron rie Cartago, otras de las co-
lumcas de Hércules, aunque Plijiio las hace salir de Gades,
ettoe.!, de la isla de SaDctiPetrí, puertos que eran del do-
minio de loi carta^neses, donde se equiparon de lodo lo
necesario pira espedirione? tan largiis, y es muy verosímil
qu; tooiiritQ marineras y pilotos espaüoles, que estaban
prictleos en semejantes navegaciones. Los doí generales ea-
cribierun el diano de sus viajes, pero el de Himilcon se per'
dio y solónos ha quedado et de llannoa.quc ealracló Rjifo.
Fetto Avícnoea su obra de OrU .Varitiinú.
32 BIBLIOTECA DE GASI*AR T BOIG.
armadas se partieron para diversas partes. Himiloon
partió de Gibraltar, que antiguamente se dijo Hera-
dea : pasó por Jos mesenios , y por los selbisios que
estaban en los Bástulos : dobló el cabo postrero del
estrecho, que se dijo Herma ó promontorio de Junon;
y vueltas las proaá á manderecha , llegó á la boca de
Cilbo , río que entra en el mar entro los lugares Bepel
y Barbattí, como también en el rio que luego se sigue
llamado Bcsilio descarga junto al cabo de San Pedro
enfrente de Cádiz, y entra en el mar : quedaba entre
estos dos rios en una punta de tierra que allí se hace,
«".i famoso sepulcro de Gerion. Sigúese luego la isla
Erythrea, que era la misma de Cádiz según algunos
Jo entienden : otros la ponen por diferente , cinco es-
tadios apartada de tierra firme, al presente comida
del mar en tanto ^rado que ningún rastro della se ve.
Mas adelante vieron un monte lleno de bosques y
espesura : informáronse y hallaron que se llamaba
Tartcssío del nombre común de aquellas marinas : y
que de la cumbre de aguel monte salia y bajaba un
rio y el cual arriba se dijo que se llamaba Lethes , y
ahora es Guadalete. Seguíanse ciertos pueblos de los
turdetanos , llamados los cibicenos , que se estendian
liasta la primera boca de Guadalauivir. En medio de
aquellas sus riberas estaba edifícaaa la torre Gerunda,
obra do Gerion. Mas adentro en la tierra los lleates el
rio Guadalquivir arriba, los cempsios, los manios,
todos gente de la Turdetania. Entendióse también que
aquel rio aue de otros era llamado Tartessio, nacia de
la fuente llamada Ligóstica , que manaba y se hacia
de una laguna puesta á las aldas del monte Argenta-
rio : hoy se llama monte de Segura. Decían asimismo
que dividido en cuatro brazos regaba los campos de
Ju Bética, mentira que tenia apariencia, y por eso fue
croida : ca por ventura tenían entendido que tres ríos
los cuales se juntan con Guadalquivir, eran los tres
brazos del mismo, ó sea que por ventura le sangraban
y hacian acequias en diversas partes para riego de los
campos, loque apenas se puede creer de ingenios tan
groseros como eran los de aquel tiempo.
Rufo Fcsto , que escribió estas navegaciones, dice
que Guadalquivir entraba en la mar por cuatro bocas:
los antiguos geógrafos hallaban dos tan solameute;
nosotros mudadas con el tiempo las cosas, y alteradas
las marinas, no hallamos mas de una. Partido de allí,
v pasadas las bocas de Guadalquivir, vieron las cum-
bres del monte Cassio, rico de venas de estaño como
lo da á entender el nombre; y aun guieren decir que
del nombre de aquel monte él estaño por los gric£[os
fue llamado cassiteron. La llanura bajo de aquel mon-
te poseían los albicenos, contados entre los tartcsi^ius.
Seguíase el río Ibero, que antiguamente fue término
postrero de los tartessios , y al presente entra en el
mar entre Palos y Huelma. De este rio quieren algu-
nos que España haya tomado el nombre de Iberia , y
no del otro del mismo apellido que en la España Cílc-
lior hoy se llama Ebro, y con su nobleza ha escurcci-
do la fama desle otro : ¡lámase hoy río de la Acige por
la muchedun^bre desta tierra que en aquellos lugares
se saca á propósito de teñir lanas y paños de negro.
En la misma ribera acia el Poniente vieron la ciudad
de Iberia , de la cual hizo mención Tito Livio , y era
del mismo nombre de otra que estuvo asentada en la
ribera del río Ebro no lejos de Tortosa. Seguíanse
luego los esteros del mar por aquella parto que ei
proínontorio dicho de Proserpina (por un templo
desta diosa que allí se vía) se metia el mar adentro.
Doblada esta punta . vieron lo postrero de los mon-
tes Marianos por donue en el mar se terminan, y en-
cima la cumbre del monte Zefirio que parecía ilegur
al cielo , cubierto de nubes y de niebla , aunque el
mar sosegado á causa de los pocos vientos que en
aquella parte soplan. Mas adelante unas riberas llenas
de pedregales y matorrales se tendían hasta el m<mte
de Saturno. Luego después los cenitas , por medio de
los cuales corría Guadiana con dos islai opuestas,
que la mayor llamaban Agonida. Después doblado el
promontorio Sacro (hoy cabo de San Vicente) por ri-
beras que hacen muchas vueltas , llegaron al puerto
Cenis no lejos de la isla dicha entonces Petanío y hoy
Perseguero. Caían cerca de ios Dráganos pueblos á%
la Lusitania, incluidos entre dos montes Sefís y Cem«
fis, y que al Norte tenían por término un seno'de mar
puesto enfrente de las islas dichas Strínias puestas
en alta mar. Tenían los dráganos otra is»la cerca lla-
mada Acale, cu vas aguas eran azules estraordinaria-
mente y de mal .olor. Esta forma tenían entonces
aquellas marinas : al presente habiéndose el mar re-
tirado, todo está diferente de lo antiguo.
Sobre la isla Acale en tierra firme se empinaba ei
monte Cepriliano , y muy adelante por aquellas ribe-
ras hallaron entre Levante y Septentrión á la isla Pe-
lagia de mucha verdura y arboledas ; pero no osaron
saltar en ella por entender de muchos que era consa-
grada al dios Saturno , y que á los que á ella aborda—
ban se les alteraba el mar : tal era la vanidad y supers-
tición de aquella gente. Seguíanse en tierra firme los
sarios , gente inhumana y enemiga de estranjeros
por donde el cabo que en aquella parte hoy se dice
Espichel, antiguamente por la fiereza desta gente se
llamó Barbarie.
Desde allí en dos dias de navegación llegaron á la
isla Strinia , deshabitada y llena de malezas á causa
que los moradores, forzados de las serpientes y otras
sabandijas, la desamoararon y buscaron otro asiento:
por esto los griegos la llamaron Ofiusa, que es tnnto
como de culebras. Ofrecióse luego la boca de Tajo,
donde los sarios se terminaban con una población de
griegos que se entiende no sin probabilidad que fuese
Lisboa, ciudad en el tiempo acidante nobilísima.
Hiciéronse desde allí á la vela , y tocaron en las
islas Albiano y Lacia : hoy se cree que son las islas
puestas enfrente de Bayona en Galicia. Llegaron á
las riberas de los neiros ó lernos , que se estendian
hasta el promontorio Nerio que llamamos el cabo de
Finísterra;: junto á él están muchas islas llamadas
anligu.'i mente Slrenides norque los moradores de hi
isla Strenia, huidos de allí á causa de las serpientes
como se ha dicho, hicieron su asiento en aquellas
islas. Decíanse también Cassiteridos por el mucho
plomo y estaño que en ellas se sacaba. P;isado el pro-
montorio Nerio, Himilcon y sus comjjañoros vueltas
lus proas al Oriente, por falta de los vientos en aque-
llas riberas, y por los muchos bajíos y con las muchas
ovrs embarazados, padecieron grandes trabajos; mas
prosiguieron en correr los puertos , ciudades y pro-
montorios de los licores, asturianos y siloros que ¡lor
orden se seguían en aquellas marinas. De las cuales
cosas no se escribe nada, ni se halla memoria alguna
de lo que pasaron en el mar di Bretaña y en el Báltico,
donde es verisímil que llegaron guiados del deseo de
descubrir, calar y considerar las riberas de la Francia
y de Alemana. Ni aun (que se sepa) hay memoria del
camino que para volver á España hicieron después
que gastaron dos años entenis en ida y vuelta de na-
vegación tan larga y diíicullosa.
CAPITULO X.\1I.
De la navL'gacion de Ilannon.
La navegación do Ilannon fue mas larga , y la mas
famosa que snccilió y se hizo en los tiempos antiguos,
y que se puede if^uaiar con las navegaciones moder-
nas de nuestro tiempo, ruando la nación española
con esfuerzo invencible ha penetrado las partes de
Levante y de Poniente , y aun aventajarse á ellas por no
tener noticia entonces de la piedra imán y aguja, ni
saber el uso así della como del cuadrante : por donde
no se atrevían á meter y a'argarse muy adentro en el
mar. Juntada pues y apercibida una armada de sesen*-
BISTOlklA PE eSPAXA.
31
ta galeras grandes en que llevaban treinta mil perso-
nas, hombres y mujeres , para hacer poblaciones de
su gente por aquellas riberas donde pareciese á propó-
sito f se iiicieroo á la vela desde Cádiz. Pasadas l»s
columnas de Hércules, en dos días de navegación lle^
irados que fueron á una grande llanura, edificaron
una gran ciudad que dijeron Thimiaterion : Vueltas
luego las proas al Poniente , seguíase el promontorio
Ampelusio . que nosotros comunmente llamamos cabo
de Esparteí; y aun sospecho es el que Arriano llamó
Soloen , de mucha espesura de árboles y de muy
grande frescura. Sigúese el rio Zilia , que sospecho
Pulibio llamó Anatis; y en este tiempo junto á el está
asentado un lugar por nombre Arcilla.
Los Lixios , gentes que moraban y tomaban el nom
bre del rio Líxio , el cual corre de la Libia y descargí^
por aquella parte en el Océano , estaban tendidos se-
tecientas y treinta y cinco millas , conforme á la me-
dida romana, mas adelante del promontorio Ampelu-
sio. Allí fingieron antiguamente que Hércules luchó
con el gigante Anteo , y que en el mismo lugar eran
los jardines de las Hespéridos y el espantoso dragón
que las guardaba. Seguíanse á igual distancia en es-
pacio de cien millas (ó veinte y cinco lep;uas) otros
dos ríos : el uno se llamó Subur , donde se veía una
población ñor nombre Bunosa , el otro Sala con otra
población ael mismo nombre que hoy se llama Salen,
en un buen asiento y fresco ; pero molestado de las
fieras por caelle cerca los desiertos de África. Partidos
desde aquellos lugares, llegaron al monte Atlante aue
se termina en el mar en el cabo que los antiguos lia*
marón la postrera Chaunaria : después por los mnri'^
ñeros fue comunmunte llamado al cabo Non por estar
persuadidos que el que con loco atrevimiento le pasa-
ba, para siempre no volvía : hoy le llamamos cabo del
Boyadur ,si bien algunos ponen por diferentes el cabo
Non y el cabo del Boyador: lo mas cierto es que tie-
ne enfrente la isla de Palma puesta hacia el poniente,
Tina de las Canarias , de la equinoccial distante veinte
y ocho grados que tiene de altura.
Pasaaoeste promontorio, ofrecióseles una ribera
muy tendida hasta una pequeña isla de cinco estadios
en circuito : la cual ellos, dejando allí una población,
llamaron Cerne. Yo entiendo que en nuestro tiempo
se llama Argin , y está pasado el cabo Blanco astenia-
do veinte y un grados mas acá de la equinoccial, y
della todo aquel golfo se llama el golfo de Ar^in , qué
va tendido hasta el cabo Verde y las diez islas que
tiene enfrente antiguamente dichas Hespérides: entre
las demás la principal hoy se llamado Santiago , y to-
das ellas se dicen las islas de cabo Verde. Este cabo ó
Bromontorio sospecho que Arriano le llama Cuerno
íesperío , y que el rio muy ancho que antes del entra
en el mar, es el que Festo llama Asama , porque tam»
bien en este tiempo con nombre no muy diferente de
lo antiguo se llama Sanaga. Cria Crocodilos y caballos
marinos; crece otrosí v mengua en el estío á la mane-
ra del Nílo : por donne se entiende que tienen una
misma origen estos dos ríos y nacen de unas mismas
fuentes. Los antiguos y en particular Plinio le llama-
ron Nigir. Entra en el mar por dos bocas , la que he-
mos dicho , y otra que está pasado cabo Verde , y por
su gran ancnura vulgarmente se llama el rio Grande.
Seguíanse las islas Gorgonidcs : así las llamó Han-
non de unas mujeres monstruosas que allí vieron, las
cuales los antiguos llamnron Gorgonas. Cerca deaque-
llas islas vieron un monte muy empinado , que llama-
ron Carro de lo5 dioses , por resplandecer con fuegos
Y porque tenia grande ruido de truenos : los nuestros
le llaman Sierra Leona , puesta ocho grados antes de
la equinoccial. En Ptolomeo cs?á demarcado el Carro
de los dioses en cinco grados de altura y no mas , sea
quelos números por descuido de los escribientes estén
estragados, ó que él mismo se engañó. Este monte
por su altura ordinariamente resplandece con relám-^
pagos , domas que los moradores por causa del calor
que por allí es muv escesivo, de día están encerrados
en cuevas debajo de tierra, y las noches salen á tni*
bajar y procurar su sustento con hachos encendidos*
por donde los campos cercanos á aquel monte res-
plandecen de noche , y parece que arden en vivas llu*
mns y en fuego : cosa que dio ocasión á Hannon y á
sus companeros á que pensasen de veras , ó que de
Ero pósito íingieseu (como suele acontecer cuando se
abla de cosas y lugares tan apartado^) que de agüe*
Has partes y campiñas corrían en ei mar ríos de rue-
go , y que todas aquellas tierras comarcanas estaban
yermas á causa de aquellas perpetuas llamas.
Pasado aquel monte descubrieron una isla habitada
de hombres cubiertos de vello (así lo entendieron
ellos) y p:ira memoria de cosa tan señalada de do«
hembras que prendieron , porque á los machos no pu-
dieron alcanzar por su gran ligereza , como no se
amansasen , las mataron y enviaron á Cartago las pie-
les llenas de paja, donde estuvieron mucho tiempo
colgadas en el templo de Venus para memoria de tan
grande maravilla. Los doctos ordinariamente no sin
razón creen que esta isla es una que está debajo del
equinoccial frontero de un cabo de África , llamada de
Lope González, sujeta en este tiempo a los portugue-
ses y que se llama la isla de Santo Tliomé : tan rica de
azúcares que se dan muy bien en ella, como mal tana
principalmente á los nuestros , como quier que los
etiopes se hallen allí muy bien de salud. Los hombres
cubiertos de vello entendemos que fueron cierto
género de monas grandes , cuales en África hay mu-
chas y de diversas raleas , del todo en la figura seme-
jantes á hombres , y de ingenios y astucias maravi-
llosas.
Arriano escribe que Hannon y sus compañeros des-
de aquellos lugares y desde aquella isla dieron la vuel-
ta á España forzados de la falta de mantenimientos.
Plinio dice que Hannon llegó hasta el mar Rojo, pasa-
do es á saber el cabo de Buena Esperanza : en el cual
adelgazadas de entrambas partes las riberas , la África
interior á manera de pirámide se termina. Dice mas,
que desde allí en vio em bajadores á Cartago (por tierra
sin duda ) con información de todo lo sucedido. En
esto concucrdan , que volvió al guinto año déla parti-
da de España, quede la fundación de Roma se conta-
ba trecientos y doce« Los que con él fueron , vueltos,
á porfía contaban milagros que les aconteciera en na-
vegación tan larga , tormentas , fífrurasde aves nunca
oídas , cuerpos monstruosos de fieras y peces , varias
tormas de hombres y de animales , vistas y creídas por
el miedo, ó ungidas de propósito para deleitar al
pueblo , que abobado oía cosas tan estrañas y nuevas.
LIBRO SEGUNDO.
CAPITULO PRIMERO.
Que Hannon y sus hermanos volvieron á su tierra.
Haivnon y Himilron después de tan dificultosos ría-
jes y tan largas navegaciones vueltos en España , con
deseo de descansar y de ver á su patriu , sin dilación
se partieron á Cartago, donde fueron con grande
acompañamiento de los que salieron á recibíllos , con
aplauso de todo el pueblo y solemnidad s-^mejante á
triunfo metidos en la ciudad. Todos alababan y en-
grandecían el vigor de sus ánimos , sus famosos aco-
metimientos , y el alegre remate de sus empresas.
Quedó Gisgon en el gobierno de España , el cual se le
dio también licencia que dejado el cargóse volviese á
Cartago. Lo que mucho importaba para continuar en
su poder y autoridad , hicieron que Aníbal su primo,
que era hermano de Safon , junto con Afagon , pa-
riente y amigo de los mismos , fuesen nombrados pa-
I ra suceder en el gobierno de España.
TOMO I.
!••
3i
BIBLIOTECA UE GASPAR T ROIG.
Desde Magon se dice que en las islas Baleares,
donde se detuvo algunos años , edificó en Menorcn
una ciudad de su nombre. No hay duda sino que en
aquella isla iiobo antiguamente una ciudad que se
llamó Magon ; pero la semejanza del nombre no es
conjetura bastante para asecurar que haya en parti-
cular sido fundada por este Magon , como quier que
no hiyapara comprobarlo otro testimonio de escrito-
res antiguos. Loque se tiene por averiguado es, que
llegado que fue Anibal á Cádiz , Gisgon, cargada la
flota de las riquezas que él v sus hermanos juntaran
muy grandes, se hizo á la vela ; pero no llegó á Carta-
go, porque corrió fortuna y se perdió con todas las
naves por la violencia de ciertas tormentas , muchas
y muy bravas, que por aquellos dias trajeron muy al-
terado el mar, que rué año de la fundación de Roma
de trescientos y quince. Dícese también que Anibal
en las riberas del mar Océano antes de llegar al cabo
de San Vicente en un buen puerto fundó una ciudad
que antiguamente se llamó puerto de Anibal (ahora
se llema Albor) cerca de Lagos , pueblo antiguamente
dicho Lacobriga.
Por otra parte los tartessios á la postrera boca del
rio Guadalquivir edificaron un castillo con un templo
consagrado á Venus ; la cual estrella porque se llama
también Lucífero ó Lucero , el templo se dijo Lucífe-
ro, y hoy corrompida la voz se llama Sanlucar : pue-
blo en este tiempo por la contratación de las Indias, y
por ser esta escala de aquella navegación, entre los
mas nombrados do España. Asi cuentan esta funda-
ción nuestras historias^ que afirman también que por
el mismo tiempo se encendió una guerra muy cruel
entre los héticos que son los andaluces , y lusitanos,
gentes que moraban de la una y de la otra parte de
uadiana. Dicen que comenzó de diferencias y riñas
entre los pastores, que á los lusitanos favorecieron los
cartaffineses , á los héticos una ciudad principal por
aquellas partes, la cual algunos sospechan que fuese la
Iberia de quien arribase hizo mención, y que las mis-
mas mujeres tomaron las armas : tan grande eran la
rabia y furia que tenian. La batalla fue muy herida: pe-
learon por espacio de un dia entero sin declararse ni
conocerse la victoria por ninguna de las partes : des-
partióles la noche: fueron pasados á cuchillo ochenta
mil hombres, y entre elbs el principal caudillo de los
cartagineses: que (si esto es verdad; se puede con ra-
zón pensar fuese el mismo Anibal. Añaaen que Mag-
non, movido de la fama de aquella batalla, partió luego
de las Baleares Mallorca y Menorca en ayuda de los
suyos y en busca de los enemigos : los cuales, por ha-
ber recibido en aquella batalla no menor da fio que he-
cho , fueron forzados, quemada la ciudad . á buscar
otros asientos por miedo de mayor mal ( i ).
Corría ya el año de la fundación de Roma de tres-
cientos y veinte y uno. En el cual año sucedió en
Cartago grande mudanza : ca muertos en aquella ciu-
dad casi en un tiempo Asdrubal y Safon hermanos de
Anibal, el crédito y autoridad de Hannon que ya Ha-
qucaba , con la nueva del daño recibido en España se
perdió de todo punto : por brotar como acontece en
las adversidades el odio de muchos, que llevaban de
mala gana se gobernase y se trastornase toda la ciudad
á voluntad y antojo de un ciudadano; y que un parti-
cular pudiese mas que los que tenian á cargo el go-
bierno. Acordaron criar un magistrado de cien hom-
bres con cargo v autoridad de tomar cuenta á los
capitanes que volviesen déla guerra. Forzaron puesá
Hannon á pasar por la lela deste juicio. Ventilóse su
negocio, condenáronle en destierro : que fue no me-
nor envidia que ingnititud especial, que ninguna cau-
sa .alegaban mas principal para lo que hicieron , sino
que era de ingenio é industria mayor que pudiese se-
(1) Mariana dice prudentemente c(8i esto es verdad)»
porque de esta guerra no habla ningún escritor antiguo.
guramente sufrille una ciudad libre, pueS había sido
el primero de los hombres que se atrevió á amansar
un león y hacelle tratable : que no se debia fiar la li-
bertad de quien domaba la nereza de las bestias. Ln
verdad es que las ciudades libres suelen concebir odio
y siniestra opinión contra los ciudadanos que entre
los demás se señalan , y con envidia maltratar á los
principes de la república , á quien muchas veces fue
cosa perjudica I y acarreó notahle daño aventajarse en
valor industria y virtudes á los demás.
CAPITULO H.
De las cosas por los españoles hechas en Sidla.
Algunos anos se pasaron después desto sin que su-
cediese en España cosa digna de memoria, hasta el
año de la funciacion de Roma de trecientos y veinte y
siete : en el cual tiempo partida toda la Grecia en dos
partes, se hacia la guerra Penoponesiaca. Juntamente
el segundo añodesta guerra una cruel peste se derra-
mó casi por toda la redondez de la tierra ; la cual como
tuviese su principio en la Etiopía, de allí pasó<^ las
demás provincias, y por remate en España asimismo
mató y consumió nombres y ganados sin numero y sin
cuento (2). Hicieron mención desta plaga Thucídides,
Tito Livio y Dionisio Halicarnasio , y aun nuestras
historias atribu.>cnla causa desta mortandad á la se-
quedad del aire. Pero Hippócrates que vivió por el mis-
mo tiempo , afirma oue para librar á Thesalia desta
peste hizo él quemar los montes y bosques de aquella
tierra.
Lo que á nuestro propósito hace es que para la guer-
ra que en Sicila traían los de Lentino y los catanen-
ses contra los siracusanos, ciudad entonces la mas
populosa y poderosa de aquellas islas Nicias, y Alcibia-
des. aunque era de poca edad, fueron de Atenas en-
viados con una armada de cien galeras en socorro de
los Lentinos. Esta era la voz, pero de secreto llevaban
esperanza de apoderarse de toda la isla. Sucediéralcs
como lo pensaban , si Alcibíades, que se habia al prin-
cipio gobernado bien y quebrantado las fuerzas y or-
gullo de los siracusanos. no fuera acusado á la misma
sazón en Atenas al pueblo de haber descubierto los
misterios de*Ceres, en ninguna cosa mas solemnes y
sagrados qué en el silencio. Citáronle para que pare-
ciese en juicio y se descargase : él por la conciencia
del delito, ó por miedo délos contrarios se fuó á La-
cedemonia, donde como fuese recibido benignamente
por su escelente ingenio , y por la fama de lo que ha-
bia hecho, les persuadió por vengarse que enviasen
en socorro de los siracusanos un valeroso capitán lla-
mado Gilippo. (^n cuya llegada se trocaron las cosas
de tal suerte que fueron vencidos los atenienses por
mar y por tierra, y el mismo Nicias con otros muchos
vino en poder de sus enemigos los de Lacedemonia.
Poseían los cartagineses por aquel tiempo junto al
promontorio Lilibeo, que ahora es cerca ae Trá-
pana y distaba de Cartago ciento y ochenta millas,
algunos pueblos de aqueliaisla. Losagrigentinos, aue
ahora se llaman de Gerguntoy eran comarcanos, lle-
vaban mal que el poder de los cartagineses se conti-
nuase y envejeciese tanto tiempo en aquella isla,
fuera de agravios particulares que les tenian hechos.
Sucedió que los cartagineses salieron á un bosque no
lejos de la ciudad de Minoa para hacer cierto sacrifi-
cio; acudieron los de Gergento, y pasaron á cuchillo
los contrarios por haberse salido sin armas y sin re-
celo, todos los que no escaparon por los pies y se
salvaron por aquellos bosques y montes.
Sabido esto en Cartago, todo el puéblese alteró, y
se movió á vengar aquel insulto. Con este acuerdo en-
(2 ) Esta peste horrible qne defoló el Atira y se estendió
basta la Italia, ningún escritor antigua dii'e que llegase á
fispafia.
HISTORIA DE ESPkTik.
35
Tiaron á Sicilia dos mil cartagineses y otros tantos
soldados españoles. Juntaron con ellos quinientos
mallorquines honderos, nuevo y estraordinario géne-
ro de milicia, los cuales puesto que al principio fue-
ron menospreciados del enemigo porque iban desnu*
dos, Tenidos á las manos dieron á los suyos la victoria,
ca con una perpetua lluvia de piedras maltrataron y
destrozaron el cuerno y costado izquierdo de los ene-
migos. Muchos fueron en la pelea muertos , y mayor
número en el alcance: algunos se escaparon ayudadlos
de la oscuridad de la noche, y se recogieron á la ciu-
dad; pero r.on oereo que le tuvieron de dos años, vino
asimismo á poder de los cartagineses año de la funda-
ción de Roma de trescientos y cuarenta y seis.
El in desta guerra fue principio de otra mas
grave. Dionisio el mas viejo estaba apoderado tiráni-
camente de Siracusa: era grande su poder, y sus
fuerzas muy temidas. Acudieron á él los de Gergenlo
secretamente. Pidiéronle los recibiese en su protec-
ción, y librase aquella ciudad del f)oder y mando muy
pesado de los cartagineses. Prometióles lo aue pedían ,
por tener entendido que sus intentos de nacerse rey
de toda aquella isla no podrían ir delante en tanto que
los cartagineses ea ella tuviesen autoridad y mando.
Dióles por consejo que en el entretanto que él se
aprestaba , saliesen todos muy secretamente de Ger-
gento, 7 al improviso se apoderasen de Camarina y
de Geía , pueblos comarcanos , desde donde podrían
rorrer los campos de los enemigos : que lo demás él
lo tomaba á su cargo. Ejecutóse luego esto, hicieron-
se y recibiéronse daños de una y de otra parte.
Entonces Dionisio interpuso su autoridad: requirió
á los cartagineses por sus embajadores que se hiciese
satisfacción, y se restituyesen los daños los unos á los
otros como era justo. Principalmente hacia instancia
que á ios de Gergento se restituye su ciudad , por lo
menos que los desterrados y ahuyentados pudiesen
volver á ella , y gozar de Ins mismas libertades y fran-
quezas gue los de Cartago. Conclu ¡a que de otra manera
no sufriría que susparíentes y aliados fuesen tratados
«"omo escinvos. A esto los cartagineses respondieron
ser derecho de las gentes que los vencedores manda-
s<>n ú %u voluntad á los vencidos: aue ellos no comen-
zaron la guerra, sino al contrario los de Gergento los
'labian á ellos acometido y a^viado, junto con el
de<:acato que hicieron á la deidad de los dioses : que
no haría bien ni debidamente si se metiese á la- parte,
y amparase aquella gente malvada y sin Dios: en lo
que decia crue no pasaría por alto ni disimularía las
injurias de los de Gergento, y cuando quisiese tomase
In demanda y las armas, que entenderla lo que el po-
der invencible de los cartagineses y sus soldados en-
vejecidos en las armas harían.
Con este principio, con estas demanda y respuesta
se rompió claramente la guerra. Dionisio recogió las
fuerzas de toda aquella isla , y incitaba contra los de
Cartago asfá las ciudades gríegas, como á Darío Notho,
rey di; Persia, con embajadas que le envió en esta ra-
zón. Ellos por el contrario levantaron quince mil in-
fantes, parte de Cartago, parte de Afríca, y cinco mil
caballos. Asimismo juntaron diez mil españoles, y pa-
ra mas ganalleslas voluntades y asegr.rarse mas dellos,
restituyeron á Cádiz en su antigua libertad , en sus le-
yes y sus fueros. Solamente les vedaron el hacer v te-
ner galeras : quitaron las guarniciones de donde las
tenían puestas: solo conservaron el famoso templo de
Hércules con algunas pocas atalayas poraquellasma-
rínas. Hízose la mnsa de todas estas gentes en Carta-
go, de donde Himilcon Cipo nombrado por general se
partió con una armada muy gruesa que al príncipio
tuvo Tientos frescos : después arreció el tiempo de
manera que deh^tó las naves, y surgieron en divcr-
<«os pneblos de Sicilia. Eran las naves españolas roas
fuertes , V los pilotos mas diestros, y asi sufrieron la
tempestad en alta mar; y luego que aflojó el vien-
to , se juntaron y tomaron el puerto de Camarina.
Combatieron acuella ciudad por espacio de cuatro
días : al cabo dellos la tomaron , y pasados á cuchillo
todos los moradores , la pusieron á fuego : grande
crueldad; pero que atemorizó á los de Gela en tanto
grado . que sin hacer resistencia desampararon la
ciudad.
Acudieron las demás naves á aquellos lugares, don-
de , refrescado el ejército y los soldados con reposo
de algunos dias, se determionron de presentar la ba-
talla a Dionisio, de quien tenían aviso que traía gran-
des fuerzas por mar y por tierra. Escusaron la batalla
naval á causa que muchos de sus bajeles se volríeran
á Cartago y á Cádiz. Acordaron sena mas espediente
pelear con los enemigos en tierra. Estaba el cartagi-
nés con esta resolución cuando Dionisio se les pre<-
sentó delante. Juntáronse reales con reales á pequeña
distancia. Ordenaron sus escuadrones y huestes para
dar la batalla, primero Dionisio en esta manera: puso
en igual distancia y á ciertos trechos los socorros que
tenia de diversas ciudades, por frente y á entrambos
lados la caballería : los de Siracusa quedaron en la
retaguardia. Himilcon al contrarío, hechos tres es-
cuadrones de su gente, salió al encuentro al enemigo:
en medio y por frente los españoles: en el un lado y en
el otro los cartagineses con cada setecientos honde-
ros ; y los caballos que fortalecían los dos cuernos y
costados : dos mil infantes escogidos de todo el ejér-
cito quedaron de respeto y de socorro para las nece-
sidades.
Dada que fue la señal de pelear, arremetieron todos
con grande denuedo, y cerraron. Fue la batalla por
grande espacio dudosa sin declararse la victoría : re-
paraban, y mezclábanse los escuadrones: muchos de
ambas partes caian sin reconocerse ventaja : solo la
caballería de Dionisio comenzaba á llevar lo mejor y
apretar los caballos cartagineses. Y hobieran salido
con la victoría y retirado los contrarios , si Himilcon
no se adelantara con las compañías quo tenia de res-
peto, contra la caballería enemiga, que no pudo sufrir
el nuevo ímpetu de aquellos soldados, y apretada á
un mismo tiempo por frente y por las espaldas, muer-
tos muchos dellos, todos ios demás se pusieron en
huida. Los honderos en particular con un granizo de
piedras herían en el enemigo, que quedó con los
costados descubiertos. Puestos en huida los caballos
sicilianos, revolvió Himilcon con su gente y con su
caballería sobre la infantería siciliana , que todavía
estaba trabada y peleaba valientemente, y con su lle-
gada desbarató los escuadrones sicilianos.
Dionisio, que no solo se había mostrado prudente
capitán , sino hecho oficio de esforzado soldado , y
puesta en huida su caballería, apeado con un escudo
de hombre dea pié, sustentó por largo espacio la pe-
lea (ca acudía a todas partes, y donde quiera que
veía trabados á los suyos, allí hacia volver las ban-
deras y acudir los escuadrones) á lo último perdida la
esperanza se retiró con los suyos cogidos y poco á po-
co hacia sus reales, que por ser ya noche no fueron
tomados por el enemigo. Hizo aquella misma noche
junta de capitanes; animó á los suyos, díjolos que no
perdiesen el ánimo : que los cartagineses no habían
vencido por fuerza, sino con artificio y maña; que si
por algún tiempo se entretenían , la caballería que
quedaba entera , y grandes gentes de toda la isla en
breve les acudirían. Hecho esto, mandó á los solda-
dos que quedaron sanos , se fuesen á reposar, y á los
heridos hizo curar con grande cuidado. Juntamente
se aparejó para defender los reales; pero toda aqiiella
diligencia fue sin provecho, ca luego al día siguiente
como concurríesen los enemigos, cegasen la cava, y
combatiesen y pasasen las albarradas, entro los car-
ros y el bagaje se renovóla pelea. En fin Dionisio per-
dida toda esperanza, con algunas herídas que llevaba,
se puso en huida. Grande fue el número de los sici-
llanos j (juc püreciú en estas dos polcas ; y aun en los
urUgineses se ilice que le^ cnstó harta sunsre la vic-
toria , lie los ciwles fueron muerlos ires niif, y de ios
españoles dos [Hil.
Con ia nupva liesla jornada muclius ciudndes de Si-
Hcia so entreeoroii i los vencedores ; pero ja c\ue es-
taban apoderadosdc casi loíiíia isla, paranmestrade
la inconstancia ne las cosas humanas les sobrevino
lal pesie , queJos ejércilos fueri-n dcsliweados y men-
finados con tanto rtoior y pena de la ciudad de Carln-
go cuando los llef^ó esta nueva , que no de otra ma-
nera nae. si la misma ciudad fuera tomado , se entris-
tecieron los cimiadanos y aecuiírieroiide luto. Volvió
con pocos el general con una esclavina suelta sin ce-
ÍÜdor á manera de siervo , y acó tn pan ai lo de los so-
lliiioidel pucbioqae leseguia, «lirada en su casa,
sin admitir ú persoDU al^na >;uft le tiaUaie, ni aan
li sus prtipios liijos , ál mismo se did la moerle.
Después deslo quierea decir que Dionisio procnrá
por sus embajadores apartarri los españoles déla «nis-
tad de los do Cartsgo , y que al contmrto los cartagi-
neses con todo buen tratamiento y blandura losentre-
tuvi^roi). Lo que consta Mquepordílígencia yboena
maña de Díon Siracusano se asentó pai por treinta
años entre los sicilianos y cartagineses el año tercero
di>laOIÍmpiade nóvenla y cinco, que fue de la Tunda-
cion de Roma de trecientos y cincuenta y seis : paz
que no durd mucho. No fHlln quien diga que después
lie la pelea famosa llamada Leutrica, Dionisio envió
socorros á los de Lacedemonia catre los dtanas se
cuentan celtas y españolea , quier fuesen de las reli-
quias de Himiicon , quier llevados desde España pnni
este efecto; y <¡uecone$toa socorros Archidamo, hijo
de Agesilun , cerca de la ciudad d*- Matinea venció y
mató á Epamiaonda , señaludo capiLin de los tóbanos;
coD lo cual libró la antigua ciudad de Lacedemoniade
ln destrucción que la amenazaba , y del riesgo que
eorria.
Por el mismo tiempo como al(;unos cartagineses
partiesen de España por mar, fea arrebatados contra
su voluntad de algún rocío temporal, sea con deseo
do imitará Hannon ,tomandoladerrol8 entro Poniente
y Mediodia y vencidnii las bravas olas del gran mar
Océano, con iiaveRacinn de muchosdias descubrieron
yllegaron á una isla muy ancha, abundantedepasloj,
de mucha frescura y arboledas , y muy rica , regada
de ríos quede montes muy empinados se derribaban,
tan anchos y liondables qw. se pedían iiaveear. Por
esto y porestar yerma demoradores muchos ile aque-
lla (¡ente se quedaron alli de asiento ; los demis con
su nota diemn la vuelta , y llegados á Carlago , dieron
aviso al seuTido de Indo.
Aristóteles dice que tratado el negocio en el senado,
acordaron de encubrir esta nueva , y para este efecto
bacemorirjlosqueía trajeron. Temian esa saberípie
el pueblo, como amigo de novedades , J cansado con
laguerra de tantos años, no dpjnsen la ciudadytrma,
Íúe común acuerdo se fuesen i poblar á tierra tan
uena : que era mejor carecer de aquellas riqueías y
abundancia , que enüaquecer lasfuenas Je su ciudad
con eslenderse mucho. Eila isla creycrcm algunos
fuese alguna delasCanarias; pero ni la grandeza, en
particular de tos ríos , ni lu frescura concuerdan. Así
los mas erndilos eslán persuadidos es la míe hoy lla-
mamos deSanto Domingo ó Española, ó alguna parte
delalierralirmcque cae en aquella derrota ; y mas
cuidaron ser isla por no haberla costeado y rodeado
por todas parles, ni considerado atentamente sus
riberas.
CAPITULO III.
Como la guerra de Sicilia se movió de naevo.
AaoiA!* los cartagineses en deseode tornará la guerra
lie Sicilia , y para esto levantaban de nuevu soldados
en AfriiM y en Espiuu. Los españoles no gustaban de
esta guerra por caer tan lejos ; y por haberles aucedi-
RlSTOnrA DK fcSPA.^A.
«k» por dos veces tan mal , tenían la pérdida por mal
agüero. Representábange los desastres y reveses pa-
sados», y decían noser cosa justa hacer á los sicilianos
fOierra, de los cuales ningún agravio recibieran.
Viendo esto los cartagineses , determinan de disimu-
lar basta tanto que con el tiempo bebiesen puesto en
olvido los males pasados, ó alguna ocbsíon se presen-
Uiseque les pusiese en necesidad de abrazar la guerra
ffue por entonces tanto aborrecían. Esto trataban los
cartagineses sin descuidarse en juntar una gruesa
Hola, cuando muy á propósito en España por falta de
agua sobrevino una gninde hambre, y tras ella como
es ordinario una peste ymortindad no menor. De
Sicilia otrosí certificaban que Dionisio después de
estar apoderado en gran parte de aquella isla, pasado
con sus armadas en llalla y tomadfo Reoío, ciudad
puesta en lo jnas angosto del estrecho ó faro de Me*
ciña, tenía puesto sitio sobre Cotron , ciudad griega
y marítima , por estar persuadido se aumentarían
mucho sos fuerzas, si se bacía señor de aquella pla-
za tan principal por su fortaleza y puerto y que está
puesta en lo último de Italia .
Estas cosas movieron al senado cartaginés á volver
H ia guerra de Sicilia. A los españoles á tomar las ar-
mas convidaron los trabajosque padecían: alistáronse
en número de veinte mil peones y mil caballos; y aun
de camino en las naves de Mallorca á Cartago llevaron
trecientos honderos. Estaba nombrado por general
4lesta empresa un hombre principal llamado Hannon,
el cual con esta gente y otros diez mil africanos que
tenían á ponto, pasó lueffo A Sicilia. Tuvo Dionisio
aviso de lo que pasaba y de la trama que se le urdía,
por lo cual fue forzado á dejará JUlia y acudirá lo que
mas le importaba. La Ilota con que desde Repío pasa-
lian los soldados en Sicilia , fue desbaratada y ven-
cida ñor la cartaginesa, y muchas naves tomadas que
llevaban la ropa y recámara del mismo Dionisio, Allí
entre los demás papeles se hallaron cartas de un car-
taginés llamado Sunniato, escritas en griego en que
iivisaba á Dionisio del intento y aparato de aquella
guenra : traición y felonía cometida contra su patría
solo por envidia y rabia de que no le hobiesen enco-
mendado á él aquella guerra : delito que á él costó la
vida , y en general ñie ocasión de que se promulgase
un decreto en que se proveyó aue ningún cartaginés
en lo de adelante pudiese estuaiar las letras y lengua
griega, con intento que no se pudiesen sin intérprete
comunicar con el enemigo ni de palabra ni por escrito.
Después des ta victoria naval muciios pueblos y ciu-
dades de Sicilia se entregaron á Hannon : la guerra se
proseguía con varios trances y sucesos hasta tanto
que últimamente el año diez y seis después que se oo-
menzó, que á la cuenta de Eusebio de la fundación de
Roma fue el de trecientos y ochenta y seis, ó como
otros mejor dicen de la Olimpiade noventa y nueve,
ano s^ndo, de Roma trecientos y setenta y uno,
Dionisio fue muerto por conjuración de los suyos.
Sucedióle un su hijo de pequeña edad , llamado Dio-
nisio, de cuya enseñanza y del gobierno de la repá-
hlíca se encargó so cuñado Díon, casado con una su
hermana. Eran perversas las inclinaciones que en
a«|uei mozo se descubrían: para criarle v amacstrnrle
hizo venir desde Atenas el famoso filósofo Platón. Con
los de Cartago asentó treguas y hizo capitulaciones;
pero toda esta diligencia y la prudencia (leste insigne
varón no fue bastante para que no se alterase aquella
isla. Ca entre Dionisio (que con la edad se hacia mas
feroz y mas bravo) y Dion so cuñado resultaron sos-
pechas y desabrímientos por donde D»oii fue forzado
á desamparar la tierra : dado que en breve se trocaron
las cosas , y Dion hecho mas fuerte por alirun tiempo
despojó á Dionisio del reino, y le forzó á dejará Sici-
lia y andar desterrado, sin amigos, sin hacienda ni
reposo. Esto fue lo que sucedió en Sicilia: volvamos
íL Cuntirías cosas de España.
37
CAPITULO IV.
De lo que hizo Hannon.
Ya se dijo como al principio de la guerra de Sicilia
I9S cartagmeses restituyeron á los de Cádiz en gran
parte su libertad. Concluida aquella guerra, enviaron
dos gobernadores desde Cartago á España , es á sa-
ber Bostar (i) para el gobierno de las islas Mallorca
y Menorca con orden que procurase ganarla voluntad
de los saguntinos, y conquistalla con toda muestra de
amistad y buenas obras, lo cual él hizo como le era
mandado; pero ellos con deseo de* la libertad tuvieron
todas aquellas caricias por sospechas, y las desecha-
ron constantemente sin dalle lugar ae entrar en su
ciudad con diversas escusas que alegaron para ello.
A Hannon fue dado cuidado de gobernar á los de Cá*
diz ; pero como en el Andalucía apretase á los natu-
rales, y con grande codicia metiese la mano en las
riquezas, así de particulares , como del común (cosa
que le fue mal contada) puso á los españoles en nece-
sidad, comunicado el negocio entre sí, de levantarse
contra los cartagineses. Tomaron súbitamente las
armas, mataron muchos de los enemigos en los puer
l)los donde los hallaron derramados 1 y metieron ¿
saco sus bienes. Hannon , perdida gran parte de los
suyos, y desamparado de los españoles sus aliados,
llamó en su socorro gente de África: estos con corrs-
i'ías que hacían por aquella parte de España que hoy
se llama Andalucía, trabajaron grandemente Ja tierra
ron estragos y crueldades. Mas sabido que fue en
Cartago, enviaron luego sucesor en lugar de Hannon
año de la fundación de Roma de trecientos y noventa
y ocho , sin declarar cómo se llamase el sucesor , ni
qué cosas hiciese en España ; por ventura se coofor*
mó con el tiempo , y quien quiera que fuese , rega-
lando los naturales, les ganó las voluntades, y aman-
só el odio que tenían contra los de Cartago, sin usar
de otras armas ni violencia.
En Sicilia allende de lo dicho , muerto Dion y
vuelto Dionisio del destierro , se tornó á alterar la
paz : ca los siracusanos hicieron rostro al tirano , y
desde Corinto les enviaron socorro y Timoleon por su
capitán. Los cartagineses, vueltas sus fuerzas ^
aouella guerra , es cosa virisimil que dejaron reposar
á España , por donde gozó algún tiempo de grande
sosiego y paz. Pero toda aquella alegría y buena an-
danza en breve se deshizo y trocó á causa de las gran-
des crecientes con que los ríos salieron de modre , y
hicieron increíbles daños en los ganados , campos y
edificios. Luego el año siguiente bobo grandes tem-
blores de tierra , con que muchas ciudades á las ri-
beras del mar Mediterráneo quedaron por esta causa
maltratadas, y entre las demás Sagunto recibió tanto,
mayor daño, cuanto ella sobrepujaba en grandeza»
hermosura y ríquczas alas demás ciudades de España.
El año tercero con bravas tormentas del mar y recios
temporales sucedieron grandes naufragios en dife-
rentes lugares, que se contaba de la fundación de
Roma cuatrocientos y cinco. Asimismo Hannon con^
liado en las grandes riquezas que juntaron en Sicilia
y España, y indignado por la afrenta de habelle qui-
tado el gobierno acornó se ha dicho) trató y acometía
por este tiempo de hacerse tirano en Cartago : para
t sto se determinó de dar yerbas á todo el senado , al
pueblo y á los principalesen un convite general que
pensaba hacer en las bodas de una hija suya.
Tuvieron los cartagineses aviso de lo que pasaba y
se tramaba ; pero sin pasar á mayor averiguación se
contentaron de acudir al peligro con hacer una pragí
( 1 ) Ni del gobierno de Bostar ni del de Hannoo , ni de ente
levantamiento de los españoles contra los cartagineses escir
tado por la avariria y estorsiones de Hannon , habla nipguq
hifrtoriador antígtfo.
:38
BlbLlOTKCA DE GASPAR Y ROlG.
fflática en que se ponía tasa al gasto de los convites. ] canzaban gran poder , y con grande lealtad sosieo*
á^^wx ««.«a <i«o;m.iU/«:nn ^t^^AA n«nn/.«i ^«0 »..r«.iiiAo/v • taban y avadaban á sos amigos : que los siraciiaanos,
después de baber vuelto en su libertad» y después de
la muerte de Timoleon ^ capitán muy famoso, trata-
ban de echar de aquella isla á lo8 cartagineses : demás
destoque Alejandro rey de Macedonia, el que por sus
grandes bazanas tuvo el nomine de Ifagno, y al prin-
cipio de su reynado antes de tener veinte años cum-
plidos venciera los esclavones, los tríbalios y los de
Thracia, y sujetara las ciudades de Grecia que poco
antes eran libres , domadas después la Asia, la Suria
todo el Egipto, por conclusión vencido y hecho huir
y después muerto el gran monarca Daño, se babia
apoderado del imperio de los persas sin parar hasta
abrir con el hierro y con las armas camino, y ¿ la ma-
nera de un rayo llegar basta la India , donde tenia to-
madas gentes y reinos nunca oidos : todo en menos
tiempo que otro lo pudiera pasar de camino.
Con esta nueva movidos los españoles que moraban
á las riberas del mar Mediterráneo , acordaron ga-
narle la voluntad con una emb<ijada que le enviaron
hasta Babilonia : ca pretendían ayudarse del y valerse
de sus fuerzas contra Jos cartagineses , que abierta-
mente trataban de oprimir la libertad de aquella pro-
vincia. El principal de la embajada se llamó Mai»*inOy
según se lee en Paulo Orosio, el cual de camino jun-
tándose con los embajadores de la Gallia que hacian
el mismo viaje, últímamentellegóá Babilonia, donde
los embajadores de Sicilia, de Cerdeua , de las ciuda-
des de toda Italia y de África , y hasta de la misma
ciudad de Cartago estaban por su mando aguardando
á Alejandro. Él , luego que llegó, señaló audiencia á
los embajadores.
Los de España le declararon la causa de su venida,
y lo que les era mandado. Fue la fama de su esfuerzo
y valor esparcida por todo el mundo era llegada á lo
postrero de la tierra , que es España , y por ella su
nación se movió para con aquella embajaria, y por su
medio saludarle y pedirle su amistad : cosa que no le
sería de poco provecho, si después de tomado el
Oriente tratase , como era razón , de volver con sus
armas y banderas á las partes de Poniente . pues po-
dría á su voluntad servirse de las riquezas ae aquella
muy rica provincia : que los españoles , trabajados no
menos con disensiones de dentro, que con guerras
de fuera, y muy cercanos al pelr^o, tenían necesi-
dad de no menor reparo que el suyo : que jamás pon-
drían en olvido la merced que les hiciese , ni come-
terían por donde en algún tiempo se desease en ellos
lealtad y toda buena correspondencia : la costumbre
de los españoles ser tal , que ni trataban liaeramente
amistad con alguno, y después de trabada la conser-
vaban constantemente.
Esta embajada fue muy agradable á Alejandro, de
tal manera que entonces le pareció haberse hecho
señor de todo, como lo dice Arríano, pues desde lo
postrero del mundo venían á poner en sus manos sus
diferencias. Preguntóles muchas cosas del estado de
su república , de las riquezas de la provincia , de la
fertilidad de la tierra , de las costumbres y manera de
los naturales , y de la contratación que tenían con ios
estranjeros. Demás desto prometió que por cuanto,
ordenadas las cosas de Asia , en breve pensaba mover
con sus gentes la vuelta de África y del Occidente,
que en tal oc<ision tendría mcmoría y cuidado de lo
que le suplicaban. Con esto y ron muchos dones que
les dio, los envió contentos á su tierra.
Ardía Alejandro en deseo do imitar la gloría de Ins
romanos, y estaba enojado contra los cartagineses,
de quien tenia aviso que después que Tiro fue por
Alejandro destruida, y después que edificó en la mis-
ma raya de África la ciudad de Alejandría , el miedo
que dól cobraron fue tan grande , que le enviaron á
Amilcar, por sobrenombre Rhodano, para que, fm-
fjMrndo que Inia , les sirviese de espfa , y con lodo se-
€on esta disimulación quedó Hannon mas orgulloso :
resolvióse de tomar las armas al descubierto, y para
matar los principales y apoderarse de la ciudad ar-
mó sus esclavos , que eran valientes y en gran nú-
mero. Fue al tanto descubierta esta práctica : acu-
dieron coiftra él los ciudadanos, y en un castillo do se
había recogido con yeinte mil de lo^ suyos , fue pre-
so : sacáronle los ojos , quebráronle los brazos y las
piernas ; y después de bien azotado, le pusieron en
una cruz. Sus hijos y parientes , así los que tenían
parte en la conjuración , como los que estaban sin
culpa , fueron por sentencia condenados & muerte,
f»ara que no quedase ninguno de aquella familia y ra-
ea ^e pudiese imitar aquella maldad , ni vengar los
jttsticíaaos : cosa que parece arando crueldad, sí la
gravedad del delito y eí amor de la patria no la escu-
earen en gran parte.
CAPITULO V.
De una embajada que se envió á Alejandro rey de
Macedonia.
A un mesmo tiempo por muerte del gobernador que
enviado en lugar de Hannon sucedió en Cádiz , Boe-
des desde Carta^ vino al gobierno de España (i) y
de Sicilia : certificaban que Dionisio forzado por los
suyos que se conjuraron contra él, y por Timoleon el
de Connto, desmamparada la tierra, con sus tesoros
particulares se había retirado y huido á la misma ciu-
dad de Corínto, donde, teniendo por mas seguras las
cosas y ejercicios mas bajos, pasó la vida torpemente
en los bodegones y casas públicas , y la acabó ocupa-
do en enseñar á los niños de aquella tierra las prime-
ras letras como maestro de escuela : que fue notable
liiu danza y señalado castigo de su vida desordenada.
Echado Dionisio de Sicilia^ Timoleon se ensoberbió
de tal suerte , que pretendió echar á los cartagineses
de toda aquella isla : con este intentó revolvió sobre
ellos, dióles la batalla junto al río llamado Crinisio.
'Vencióles , y mató diez mil dellos : tomóles asimis-
mo los reales. La victoria no costó á Timoleon poca
sangre ; antes por quedar muy maltratado su ejér-
cito, ni pudo salir con su pretensión de echar los
•cartagineses de la isla, ni aun tomalles ciudad alguna.
En este medio por muerte de Boedes , ó por habelle
absuelto del gobierno, Maharbal vino por gobernador
de España^ del cual no se sabe alguna cosa que en ella
biciese , ni aun tampoco qué gobernadores cartagi-
neses vinieron después del en España.
Lo míe se dice por cierto, es que los de Marsella,
por hacerse multiplicado en gran número, y por
causa de la contratación , enviaron en muchas naves
una población á España año de la ciudad de Roma de
cuatrocientos y diez y nueve, v que parte desta flota
Hurgió y hizo asiento en las haldas de los Piríneos en
frente de Rosas , y allí poblaron aquella parte de la
ciudad de Empurias (en latín sollamó Emporía por ser
como mercado de muchas partes) que estaba acia
la mar, la cual parte, aunque era de pequeño espacio
pero ei«taba dividida de lo restante de aquella ciudad
con una muralla que para esto se tiró de una parte á
otra : por donde la dicha ciudad antiguamente en
griego se llamó PalsBopolis , que quiere decir ciudad
vieja , por lo mas anticuo de ella , y también Diospo-
lis , que significa ciudad doblada ó dos ciudades. La
otra parte de la armada de Marsella dicen que pasó
adelante al cabo de Denia, y allí edificó un pueblo
iunto al templo de Diana que'allí se veía, como arri-
ba queda dicho.
Con la venida desta flota tres cosas se supieron en
España memorables , es á saber que los romanos al-
(1) Tampofo del jrobierno de Roodeft y su sucesor Mabar-
bal en España hace inericioii iiin^'un auloi antiguo.
■ISTOMA M BSPARa.
39
creto avisase délos sucesos y intentos que Alejandro
tQviese; pero todos estos pensamientos y trazas -atajó
la mnerte , que le sobrevino cnando menos pensaba ,
ca falleció en Babilonia á los veinte y ocho de junio el
año primero de la Olimpíade ciento y catorce: el cual
año de la fundación de Roma se contaba cuatrocien-
tos y treinta. Algunos quitan dos años deste número,
yes forzoso que la historia en la cuenta y razón des-
tos tiempos á las veces vaya con poca luz y casi
á tiento.
EsíBL embajada de los españoles es verísimil que
desagradó á los cartagineses, contra quien principal-
mente se enderezaba. Mas no les pudieron dar guer-
ra por las alteraciones de Sicilia y por el mieoo de
Affathocles ^ el cual , sin embargo oue era hijo de un
ollero y nacido en Sicila , y que habia pasado la mo-
cedad iorpfsimamente , óor ser diestro en las armas
y de mucha prudencia , fue por los siracusanos nom-
brado por su capitán para que los acaudillase en la
Snerraque traian contra los éneos, la cual conclui-
a, como se sospechase que pretenaia tiranizar aque-
lla ciudad de Siracusa ^ fue enviado en destierro. Re-
cibiéronle losmurgantinosporla enemiga que con los
siracusanos tenian: hiciéronle gobernador primera-
mente de su ciudad, y después su capitán : con que
tavo manera para apoderarse de Leotmi, y también
tomó á Siracusa por traición de Amilcar cartaginés,
al cual ella llamara en su ayuda contra el poder de
Agathocles : deslealtad y traición de que fuera casti-
Sáo y pagara con la cabeza, que asi estaba deereta-
y acordado por voto de todo el senado de Gartago,
si antes de volver á su tierra no falleciera en la misma
Sicilia.
Sacedióle otro del mismo nombre, es á saber
Amilcar hijo de Gisgon. Pasó en Sicilia con nuevo
ejército de África , y nuevos socorros que de España
le acudieron (i). Llegado á la isla , fue en busca de
Agathocles : dióle al principio una rota , con que le
encerró y cercó dentro de Siracusa. El peligro y el
daño derriba á los cobardes y anima á los valientes:
fue asi que Agathocles en aouella estrechura usó do
una osadia maravillosa , ca después que persuadió á
los suyos á sufrir el cerco animosamente, él con su
flota pasó en África : notable resolución, pues el que
no tenia fuerzas para una guerra , ayudado del con-
sejo, salió vencedor en dos. Venció en batalla á Han-
non , capitán ^e los cartagineses que le saliera al en-
cuentro, y le mató. Desoues, destniidos los campos,
las villas, y los pueblos abrasados, y robado gran nú-
mero de hombres y de ganados, puso en gran temor
y cuita á los de Gartago , en cuyos ojos las alquerías
de la ciudad , sus labranzas y sus campos , todo el
regalo y riqueza de los ciudadanos con cl fuego hu-
meaban.
Demás desto de Sicilia, se supo que Artandro, her-
mano del tirano , que quedara en el cerco, con una
salida qne hizo , dió una arma tan brava sobre los
enemigos , que descuidados estaban , que mató á su
capitán y puso á los demás en huida. Gon esta nueva
luego Agathocles dió vuelta á Sicilia, y allí por todas
partes apretó á los cartagineses de suerte que , con
muerte de muchos dellos , echó á los demás de toda
aquella isla (2), y él quedó en todo sosiego. Fue csla
paz de poca dura á causa que Pirro rey de Epiro,
que hoy es Albania, llamado por los de Taranto pasó
en lUlia, y en ella afligió y trabajó el poder de los
romanos con dos rotas que les dió una tras otra. De
(1 ) DiodoroSieuIo dice que fueron á esta espedicion , ve-
ñficada el año 443 de Roma , 310 antes de J. C. mil honde-
ros de las islas Baleares muy diestros en tirar las piedras, y
con tanta violencia , que ni los escudos ni las cotas podían
defenderlos de sus terribles tiros.
(3) Justino dice, que, despuss de una guerra muy sm-
pieota , Agathocles hizo la paz con los cartagineses, y estos
se retiraron de la isla.
Italia Pasé á Sicilia año de la fundación de Roma de
cuatrocientos y setenta y seis con esta ocasión. Fa-
lleció Agathocles en Siracusa rico y dichoso: su mu-
jer y hijos (como é! solo dejó mandado) recogidos
sus tesoros y preseas, se fueron á Egipto. Los de
Gartago sabido lo que pasaba , entraron en pensa-
miento de apoderarse de nuevo de toda aquella isla-
para lo cnal se apercibieron de un grueso ejército, y
en particular nuestros historiadores afirman que de
España llevaron en una flota para este efecto cinco
mil peones y ciento y cincuenta caballos todos espa-
ñoles , con mas setedentos honderos mallorquines;
y que sacaron otrosí de sus fortalezas los soldadbs
que tenian de guarnición , para llevarlos á esta em-
presa, y pusieron en su lugar soldados españoles que
guardasen aqueUas plazas.
Los siracusanos al contrario para contrastar á las
fuerzas y intentos de Gartago llamaron en su ayuda á
Pirro , que por esta causa se nombró rey de Epiro y
de Sicilia , llegado, rompió en una batalla de tierra á
los cartagineses que aun no tenian juntas todas sus
fuerzas ; pero lleudes los socorros de España , ya
que Pirro trataba de volverse á Italia fue desbaratado
en una batalla de mar, y forzado á desamparar á Si-
cilia, y aun pocodespues de Italia pasó á su tierra , per-
dido el señorío de Sicilia tan presto como le había
adouirído : así lo refiere Justino. Gon la ida de Pir-
ro los de Siracusa encargaron el gobierno de su ciu-
dad á Hieren : después le hicieron su capitán con-
tra los cartagineses, y finalmente rey. Fue hijo de
Hieroclito que dencendia del linaje de Gelon an-
digue tirano de aquella isla : su madre fue mujer ba-
ja, y una esclava. Era grande el esfuerzo y las
partes de Hieron , y no era menester menos repa--
ro contra los cartagineses , que fortalecían con muy
gruesas guarniciones muchas ciudades de que es—
taban apoderados , y aspiraban al señorío de toda
la isla.
GAPITULO VI.
De la primera guerra puniré contra Gartago.
Estando las cosas en este estado, se encendió de
repente una nueva guerra con que el poder y buena
andanza de los cartagineses fue abatido por los ro-
manos , los cuales entraron en Sicilia con esta oca-
sión. Los mamertiaos (que así se llamaban del nom-
bre del Dios Harte por atribuirse á sí la gloria de las
armas y tenerse por mas valientes que los demás)
moraban en aquella parte de Italia que sollama cam-
pania ó tierra de labor, desde donde fueron llamados
por los ciudadanos de Mecina^ cuidad puesta sobre
el estrecho de Sicilia con un muy bueno y seguro
puerto, contra el poder de Acatocfes que con ios de-
mas pretendía enseñorearse ce aquella plaza.
Los mamertinos llegados á Sicilia hicieron muy
bien su deber: pero en premio de su trabajo quita-
ron la libertada los ciudadanos antiguos de aquella
ciudad y se hicieron señores de todo : demás desto
dilataron su señorío por aquella isla : crecieron en
tanta manera en riquezas y orgullo , que se atrevie-
ron á tomar las armas primero contra Pirro rey de
Epiro, y después de acometer y hacer agravios á los de
Siracusa^ pero como fuesen vencidos en una batalla
que se dió junto al río dicho Longano por Hieron ca-
pitán de los contrarios, fue tan grande la rota y ma-
tanza que en aquellos se hizo, que los mamertinos, re-
ducidos dentro de la ciudad, apenas se podían defen-
der con las murallas sin confiarse desús fuerzas, por
donde determinaron buscar socorro de otra parte.
Nü fueron todos de un parecer, ca parle de aquellos
ciudadanos llamó en su socorro á los cartagineses,
los cuales porque estaban cerca acudieron presto, y
fueron recibidos en la ciudad y pueblos comarcanos.
Otros enviaron embajadores á Roma por ser grande
la fama que corrh cíe su esfuerzo , justicia y buena
andanza.
Los qun fueroD enviados , Reñalada que les fue au-
dien:iíi , declararon en el senado á lo que eran Teni-
dos. Tratada el negocio, muchos fueron de parecer
que no era lícito bacer guerra á los cartagineses, qne
ninguna causa ni disgusto les babian dado. Lo» de-
más decian que no era bien esperar itasta tanto que
apoderados de Sicilia pasasen en Italia : puea nadie se
Qontenta con lo que tiene, y todos cuanto son mas
poderosos , tanto quieren pasar mas adelante. Resol-
viéronse que debian acudir á los mamertínos , prin-
cipalmeníe que en cierto asiento antiguo tomado con
Carlago en el consulado de Publicóla ; renovado ya
por trea veces, se liabia puesto por condición que ni
[osunos ni los otros se entremetiesen ea UscoBas do
Sicilia , lo que decían baber quebrantado los de Car-
tago. El cúnsul Appío Claudio fue enviado en socorro
«on algunas compañías el año primero de la Olimpia-
de ciento y veinte y nueve, que de la fundación de
Roma se contaba cuatrocientos y noventa.
Sabido estoen Hecina, parle de los ciudadanos lo-
maron las armas con que ecbaron de su ciudad la
^arnicion de loa cartagineses. Por este agravio, que
fue muy noLible , irritados los cartagineses se con-
certaron con Hieron, y juntadas con él sus fuerzas*
pusieran por mar y por tierra cerco á los de Mecina
con intenta asi de apoderarse de la ciudad, como
fiara impedir el paso del estrccboá los romanos; pera
«líos luego que llegaron, cubiertos de la escuridud
déla Docbe pasaron el estrecho, y recibidos que fue*
ron dentro de la ciudad , salieron á dar la batalla al
enemigo , en que vencieron i Hieron y tomaron los
reales de Jas carlagioeaes. Siguieron ei alcance y la
T n''ic.
victoria liasta la misma cluilál íTe Siracusn, donJc
tuvieron algún tiempo cercados a los siclliiinos que
de la matanza escaparon : asimismo á los carLi^ine-
ses quitaron no pocas ciudades y pueblos. Trocadas*
las cosas desta suerte, Hieron también se apartó de-
llos y tomó asiento i-on los romanos.
So desmayaron por eslo los cartigineaes , antes
tanto con mayor diligencia y brío juntaran una nueva
y gruesa armada, y levanlaron nuevas compañits en
EspiiÜR y por Uis mqrinas de la Gallía , y por la Ligu-
ria (que boy es lo de tiénovu) según que Polibio lo
testilica. (^n este aparato tornaron ala guerracontra
los romanos, que fuelorga y dilicuitosa; pero no ha-
ce á nuestro propósito declarar todo loque en ella su-
cedió , pues es bastante carsa la que tomamos de re-
latar las cosas de Es^oa : de la cual refieren nues-
tros escritures sin señalar ni lugares ni nombn-s, que
por este tiempo era trabajada ije una guerra cruel y
civil , sin perdonar ni escusar muertes , robos y gua-
mas que de todas maneras aucedian. En Sicilia la
guerra entre romanos y cartagineses se proseguia:
l(« trances y sucesos fueron varios , ya los vencidos
vencían, ya eran vencidos los vencedores, hasta tan-
to que se dio una batalla naval año de la rundacion
de Roma de quinientos ydos, en que las fu«zas de
los romanos fueron trabajadas , ca el general romano
Cecilio Metello fue vencido y puesto en huida con
pérdida , si creemos á Ensebio, de noventa naves.
Al contrarío los mallorquines se rebelaron contra
los gobernadores de Cartagu, y muerta la guarnición
de cartagineses , con un granizo de piedras forzaran
á la armada que estaba surta en el puerto á salirse
del y echar áncoras en ulta mur ; y como la furia de
aquellos iioinbrcs salvages no se amansase , les fue
necesario liacerseá la vela la vuelta de f^arlago. Para i daron en Cartagode enviar para esto efecto un varón
sosegar aquella revuelta v ganar aquellos isleños era de conocida prudencia y de gran fama en las armas
menester esfuerzo, autondad ymana.pordondeacor- 1 por nombre Amilrar Barchtno. Este con la autnridaí)
lISTOtlA DI W»hñA.
4i
y destreza qnu tenia, jtmtd y se ayudó de grande
afabilidad en su trato : asi sin usar de rigor ni de fuer-
za redujo toda la is]a*al reposo y'obediencia de antes.
En este tiempo en una isla llamada Ticuadra cer-
cana i Mallorca nació á Amllcar un hijo por nombre
Anibal . aquel qae con la grandeza de sus hazañas y
con la fama de su valor hinchó la redondez de h tier-
ra. Plinio sin duda, si la letra no está errada; hace á
Ticuadra patria de Aníbal. Nuestros coronistas aña-
den que nació de madre española (1) y que el gran
Amilcar su padre , nombrado que fue por general
para continuar la guerra contra los romanos año de
Ja fundación de Roma de quinientos y siete , llevó á
Sicilia en su armada dos mil españoles y trescien-
tos honderos con intento de recobrar el señorío de
aquella isla , que los suyos habían perdido. Con estas
Kentcs costeó y aun acometió las riberas de Italia, y
últimamente surgió con su flota en aquella parte de
Sicilia donde esa puesta la ciudad de Palermo con
una ensenada y cala que allí tenia no mala para las
naves.
Está allí cerca un monte empinado , que por todas
las Darles tiene áspera la subioa: debajo del se es-
tenaia y estiende una llanura de doce millas en cir-
cuito , muy fresca , hermosa y fértil á maravilla. En
aquel monte se fortiGcó Amilcar , y en él puso sus
gentes con intento oue no le forzasen á venir á las
manos y dar la batalla de poder á poder : ca no que-
ría aventurar el resto de una pelea ^ y solo pretendía
trabajar al enemigo con escaramuzas y rebates, con-
vidar á los pUAblos y ciudades comarcanas á tomar
otro partido , y junto con esto hacerse señor de la
mar. Contra estos ihtentos el cónsul Cayo Luctacie,
enviado gue fue de Huma con una gruesa armada,
llegó y dió fondo junto al promontorio Lílibeo , donde
está sentada la ciudad de Trápana. Asimismo á ins-
tancia de Amilcar nartió deCartagouna nueva arma-
da, y por general aella un hombro principal que se
llamaba Hannon.
Vinieron á las manos las dos armadas cerca del di-
cho promontorio Lílibeo ó cabo de Trápana : la batalla
fue brava y de las mas famosas del mundo. La victo-
ria quedó por los romanos: la armada cartaginesa
destrozada , ca sesenta naves fueron tomadas por los
romanos , y otras cincuenta echadas á fondo: el nú-
mero de los muertos y prisioneros fue conforme al nú-
mero de las naves y grandeza déla victoria. El temor
de la ciudad de Cartago cuando se supo la rota fue
tan grande , que se determinaron y trataron de tomar
aliento con los romanos. Dióse el cuidado y comi-
sión de hacer los conciertos y capitular á Amilcar,
capitán de no menor valor para sufrir los reveses de
la fortuna , oue de esfuerzo para hacer la guerra. Bo-
bo vistas de los dos generales , en que se trató de las
condiciones , y últimamente se concluyó la paz en
esta forma y con estas capitulaciones: los cartagine-
ses saquen sus huestes y soldados de Sicilia y de las
islas comarcanas ; no hagan algún agravio ó molestia
á Hieron , ni á los demás confederados de los roma-
nos ; paguen á ciertos tiempos y plazos dos mil y dos-
cientos talentos Euboicos ; y esto por castigo y por
los gastos hechos en la fnierra , suelten los cautivos
que tuvieren sin rescate.
Estas condiciones no agradaron al pueblo romano:
por lo cual diez varones enviados con autoridad de
corregir y concluir este tratado , añadieron mil la-
lentos á la suma que estaba concertada : demás des-
tu mandaron que ios cartagineses no solo saliesen de
Sicilia, sino también de las otras islas que caen entre
( t ) Florian de Ocampo es sin dada dft quien Mariana toma
e^^Us QOtieias de la rebelión de los maliorouines, sumisión á
Amilcar Barchtno y nacimiento de Aníbal oe madre española
en la isla de Ticuadra , de que no habla ningua autor aa-
tiguo*
Sicilia y Italia. Con tanto se dejaron las armas , y so
concluyeron las paces el año veinte y dos despucs
que la guerra se comenzó ; pero de tal manera , que
totios entendían no faltaba voluntad á los cartagineses
de volver á la guerra y á las armas , y que lo haritin
luego <}ue tuviesen fuerzas bastantes , con mayor brio
y porfía que antes. Las condiciones que les pusieron
eran muy pesadas; y por tanto sp persuadi.in no la»
guardarían mas de cuanto les fuese forzoso. Fue c^ie
año desgraciado para España por la seca que padecías
y falta de agua , y por los ordinarios temblores alis
tierra, con que uua parte de la isla de Cádiz dicen se
abrió y se hundió en el mar.
CAPITULO VII.
Como Amilcar vino otra vez k España.
Nu?fCA las adversidades paran en poco, antes vie-
nen de ordinario enlazadas unas de otras , como so
vio en la ciudad de Cartago que le sobrevinieron nue-
vos desastres y daños , y fue que á un mismo tiempo
en África y en Cerdena se amotinaron los soldados
cartagineses porque no se les daban las pagas auc de
mucho tiempo se les debían. En África los soldados
que salieron de Sicilia, luego que se amotinaron,
nombraron por sus capitanes á Coto Africano, y ú
Sjjendio italiano (2) de nación : eran como sesenta
mil hombres : la ciudad no les podía satisfacer por
estar sus tesoros acabados con los gastos dn aquella
desastrada guerra. Volvieron su rabia contra los pue-
blos y los campos comarcanos , con que pusieron en
gran cuidado y cuita á los de Cartago. Los de Cerde-
na adem?is de amotinarse pasaron tan adelante , que
sus mismos soldados se conjuraron contra su capiínu
Hannon sin parar hasta ponerle en una cruz por ha-
berse con ellos ásperamente. Fuera enviado este ca-
pitán para apaciguar el montin que allí se había levan-
tado: con su muerte se juntaron los soldados de
Hannon con los amotinados de antes , y por algún
tiempo tuvieron el señorío y mando de la isla , hasta
tanto que echados por los naturales de ella , se huye-
ron y pasaron á los romanos : de los cuales de tal ma-
nera fueron recibidos y amparados , que no los tor-
naron á enviar á Cerdeña, mas por otra parte ellos
armaron muchas naves para quitar á los cartagineses,
como lo hicieron , la posesión de aquella isla.
Fue este grave sentimiento para los de Cartago,
que consideraban cuantas fuerzas perdían con haber-
les quitado á Sicilia y al presente despojado de Cer-
deña. Los romanos se escusaban con el concierto y
capitulaciones pasadas , por donde pretendían que
los de Cartazo debían partir mano y salirse de la una
Íde la otra isla. Para mitigar esta pena usaron de
landura y de maña, y fue que sin ser requeridos en-
viaron trigo á Cartago para remedio de la hambre que
se padecía gravísima en aquella ciudad , causada de
la falta de labor por los alborotos que no dieron lugar
á sembrar los campos : dado que Amilcar Barchtno,
nombrado de los suyos por capitán contra los amoti-
nados de África, los habia quebrantado y cansado
con padencia de tres años, y vencido después en
una señalada batalla que les dió. Reparadas las cosas
con esta victoria , y disimulado el aolor de habelles
Quitado á Cerdeña , tornaron á tratar de lo de España:
donde por caer tan lejos de Roma pensaban podrían
estender su señorío , y con mayores ventajas recom-
pensar los daños pasados. Nombraron á Amilcar para
aquel cargo con autoridad suprema de hacer y des-
hacer ; el cual al partirse de Cartago , según la cos-
tumbre , hizo primero sus votos )r ofreció sus sacriG-
cios : hallóse presente su hijo Anibal niño de nueve
años poroue le quería llevar consigo á España. Hizo-
le tocar al altar » y que jurase por espresas palabras
(2) Mathon y Spendio, según Polybio.
42
mBUOTBCA DB CASPA! T EOHS.
qae en siendo de edad vengaría su patria contra los
romanos , y tomaría contra ellos las armas. Tenia
Amílcar otros tres hijos menores que Anibal , es á
saber Asdrubal , Magon y Hannon.
Hízose Amilcar á lávela . y luego que llegó á Cádiz,
los turdetaiios , que sin hacer mudanza se liabian
conservado en la amistad de Cartago , enviaron em-
bajadores (1) á dalle la bienvenida y ofrecelle sus
gentes y fuerzas , si las bebiese menester. Con esta
ayuda Amílcar no solo recobró lo que antiguamente
los suyos poseían en tierra firme , pero aun se apode*
ró de toda la Bética parte por fuerza, y parle por vo-
luntad de los naturales ; que fue el año Je la runda-
cion de Roma de quinientos y diez y seis. Era esta
gente por aquel tiempo tan rica, que como dice Stra-
on usaban de pesebres y de tínaiasde plata. Añaden
que , costeando con su armada las riberas del mar
Mediterráneo , se metió por Ebro arriba , donde fun-
dó un pueblo que antiguamente llamaron Cartago la
vieja , y hoy se entiende que sea Cantavecha , pueb^o
pequeño de los caballeros y orden de San Juan , dis-
tante de la ciudad de Tortosa entre Poniente y Sejp-
tentrion por espacio de diez leguas , en los pueblos
dichos antiguamente ilercaones , donde sin duda la
puso Ptolomeo : por donde claramente se entiende
como se engañan los que sienten que Cartago hi vieja
fuese ó la misma ciudad de Tortosa , ó tres leguas
hacia el Levante donde sale el sol una aldea llamada
Perelló por ciertos paredones que alli hay, rastros
manifiestos de edificio antiguo.
El año siguiente se apoderó de todas las marinas,
donde los bastetanos y contéstanos se estendian hasta
el mar : comarcas do noy están las ciudades de Baza y
Murcia; y no dista mucho de alli la de Sagunto, de
donde vinieron embajadores á Amilcar para darle el
parabién de las victorias v traerles oresentes, si bien
los de aquella ciudad estaban muy lejos de entregár-
sele, aunoue fuese con muy honestos y aventajados
partidos. Despidióles pues benignamente y con bue-
nas palabras ; pero el deseo que tenia de apoderarse
de aquella ciudad era muy grande. Era menester bus-
car algún color para hacello , y para cubrir su mal
ánimo con capa de honestidad. Acordó de persuadir
á los turdetanos que en los términos de Sagunto edi-
ficasen una ciudad: la cual consta se llamo Turdeto,
y algunos quieren que sea Tiruel, apartada veinte le-
guas de Sagunto : esto sienten movidos solo por la
semejanza del nombre , conjetura !as mas veces
engañosa y flaca.
Resultó de aquel principio y por aquella causa di-
ferencia entre aquellas dos naciones 4 ciudades : oca-
sión á propósito para lo que pretendía Amilcar ^ que
era apoderarse de los saguntmos y quitalles ta liber-
tad : ellos , por sospechar lo que era , se resolvieron
de no alborotarse , ni tomar las armas contra los tur-
detanos. A la boca del río Ebro hicieron los cartagi-
neses fiestas y alegrías portodaslas victorias pasadas,
junto con celebrarse fas bodas de Hímilce hija de
Amilcar , con Asdrubal deudo del mismo, el año que
se contaba de la ciudad de Roma quinientos y veinte
y uno. Hacíanse estos regocijos , y no por eso el capi-
tán cartaginés se descuidaba de lo que á la guerra
^1) Segun los historiadores aotigoos, Amilcar vino á Es-
paua coa el famoso Anibal y con Asdrubal, empexando in-
mediatamente las hostilidadei. en las qae venció á iostar-
tessios y á ios iberos, á los celtas, los Tetones, y derrotó á
Istolacio qae mandaba nn ejército de cincuenta mil celtas;
cogió prisionero á su general índortes y lo mandó ahorcar;
fundó la ciudad de Castra-Lenca nue es Castel- blanco, y si-
tió la di Hélice. Pero el ejército de los españoles, mandado
por Orison • socorre la plau , pone en vergonzosa fuet al
cartaginés orgulloso con las victorias pasadas, le persigne,
le obliga á repasar el Guadiana, y Amilcar , que había sido
herido gravemente en un combale, pasando este rio, cayó y
se a bogó en él.
tocaba , antes desde alK envió embigadores á los prin-
cipales de It Gallia para ganarles las voluntades, por
tener entendido que su amistad podria ser muy á pro-
pósito para la guerra , que en teniendo á España suie-
ta, pensaba hacer contra los romanos, ürangeóloft
con dádivas y con oro , de aue ellos eran muy codi^
ciosos y España muy abunaante.
Lue^o el año siguiente movió con su gente y ar-^
mada acia los Pirineos : corrió y sujetó todas aque-
llas riberas desde Tortosa hasta el rio que hoy llama-
mos Lobregat, y antiguamente se llamó Rubricato.
Poco adelante del fundó la nobilísima ciudad cabeza
de Cataluña , con nombre de Barcelona por los Bar-
chinos , del cual linage él era. Otros atribuyen la fun-
dación de Barcilona á Hércules el Libio, otros á la
ciudad Barcelona que estaba en Asia en la provincia
de Caria; pero autores mas en número y ae mayor
antigüedad cuentan á nuestra Barcelona entre las
poblaciones cartaginesas , con que se refutan las dos
opiniones postreras, y la primera se comprueba.
Trataba destas cosas Amilcar , y juntamente preten-
día apoderarse de Roses y de Ampurías , ciudades cer-
canas , y que resistían á sus intentos por estar aliadas
con los saguntinos, cuando muy fuera de su pensa-
miento le sobrevino la muerte en los pueblos edeta-
nos, donde era vuelto por causa de acudir á las alte-
raciones que en la Bética estaban levantadas. Fue
muerto en una batalla que dio á los naturales que le
salieron en gran número al encuentro , el noveno aña
poco mas á menos después que vino esta se^nda
vez á España. La pelea fue tan brava y sangrienta,
que dA pasados cuarenta mil hombres que llevaba
consigo, mas de las dos tercias partes murieron á
cuchillo. Los demás muertos su general se salvaron
por los pies , y con la oscuridad de la noche se pu-
dieron recoger á las ciudades comarcanas de su de-
voción. Tito Livio dice que esta batalla se dio junta,
á un lugar y puebla que se llamaba Castro alto.
CAPITULO vm.
De lo que Ásdrobal hizo.
Las fuerzas y armas de los cartagineses después-
desta rota tan memorable refieren que revolvieron
sobre la Bétíca ó Andalucía , donde echaron por el
suelo una población de los focenses , sin declarar qué
nombre tenia : solo dicen que fue la primera q^ue se
alborotara en aquellas partes; asi la que fue primera
ocasión del daño, fue primeramente castigada. Esta
en España. En Cartago , sabida la muerte de Amilcar,
se trató en aquel senado de enviar sucesor en su lu-
gar para el gobierno de España. Hobo grande debate
sobre el caso, y no se conformaban los pareceres. La
dudad estaba toda dividida en dos bañaos, los Edos
y los Barcbinos, dos parcialidades y familias que en
poder , riquezas y autoridad sobrepujaban á las de-
mas. Los Barchioos querían que Asdrubal fuese ele-
iido para aquel cargo : los Edos otrosí por envidia que
les tenían , pretendían enviar de su linage goberna-
dor á España , do donde se recogían granacs riquezas.
En tanto que por estos debates la resolución se dila-
taba j estas diferencias andaban , llegó Anibal desde
España muy á propósito á Cartigo. Con su llegada
confirmólas voluntades y fuerzas de su bando, y ^e
enflaquecieron los intentos del contrario. En fin con
sus amigos , y por su autoridad y negociación hizo
tanto , que el cargo de España se encomendó á As-
drubal su cuñado.
Entróen el senado, hizo un largo y estudiado ra-
zonamiento: relató los trabajos de su padre , las co-
sas que gloriosamente habia acabado: como por su
esfuerzo quedaba domada España: su desgraciada
muerte, que resultó no por alguna culpa suya, sino por
la adversidad de la fortuna: que dejaba fundadas nue-
vas ciudades , y en las antiguas puestas buenas guar-
, , ,, , , , demás
de aqaeHa provincia era grande, si por el mismo ca-
mino y traza se continuaba el gobierno : erraban si
creían que los ánimos feroces de los espaiíoles se po-
dían domar por sola faena: que Asdrubal era.de
edad á propósito, grande su autoridad, su esfuerzo y
valentía , y no solo en las armas era ejercitado , sino
tai(ü)ien en la elocuencia; y en particular tenia gran-
de destreza y maña para tratar los ánimos délos na-
turales : que en él solo las voluntades así de los ejér-
citos como de los confederados, se conformaban. En
señal délo qne decia> sacó un envoltorio de cartas
que á su partida le dieron españoles y capitanes. Mi-
rasen una y otra vez que con la itiudanza del gobier-
no y con nuevas trazas no se enagenasen las volun-
tades de aquella nobilísima provincia, la cual ganada
quedarían acrecentados con sus riquezas y fuerzas,
y no tenían que temer adelante algún revés ni de-
sastre.
Con aquel rayonamíento y con las cartas quedó
convencido el senado para que el cuidado y gobierno
de España se encomendase á Asdrubal, como se hizo
año de la fundación de Roma de quinientos y veinte
j cuatro. El cual j)asado , dado que bobo orden én
las cosas de España, el mismo Asdrubal acompañado
de los principales de su gobierno, se partió para Car-
tago; que pensaba v aun pretendía gobernar á su vo-
luntad toda la república , y que él solo tendría mas
mano y poder que todos los demás ma^strados.
Esto pensaba él : las cosas sucedieron muy al revea,
ca por maña y artificio de la parcialidad contraria el
pueblo y el senado sé persuaoió qué con ayuda de su
cuñado Anibalpretenma hacerse rey y señor de aqqe-;
Ua ciudad libre. Pasó la alteración por ^sta causa y
las sospechas tan adelante , que fue forzado á dar la
vuelta y embarcarse para España. Halló la provincia
sosegada : por esto se determinó edificar en , aquella
parte por donde los contéstanos se tendían á la ribe-
ra d^l mar una ciudad que llamaron Gartago la nue-
va, á distinción de' la otra que Tcomo dijimos) Amitcar
fundó cerca del rio Ebro. Llamóse asimismo esta
nueva ciudad Cartago Spartaria, por el' mucho espar-
to que hay por aquellas comarcas. Tiene otrosí uh
buen puerto, seguro de cualquier tormenta de vientos
por los collados con que én rededor, como un com-
pás, está cerrado ; una estrecha entrada, y para ma-
yor seguridad una ísletaquele está puesta poi' frente
como baluarte : los mas antiguos la llamaron Hercú-
lea, los latinos Scombraria, de cierto género de pes-
cado de que hay en aquellos lugares grande abun-
dancia. Púdose est^poblacien comparar antiguamente
con cualquier grande ciudad en la anchura de los
muros, hermosura de los edificios , arreo , nobleza y
número de ciudadanos. Al presente , aunque redu-
cida á pequeño número de moradores , todavía con-
serva ciaros rastros de su antigua nobleza.
Los romanos avisados de todo lo que en España
pasaba, maguer que ardían en deseo de contrastar á
los inteiftos de los cartagineses y desbaratalles sus
trazas rpero porque no purecíese eran ellos los pri-
meros ÍTóuebrantar el concierto y asiento que toma-
ron pocíjinles, acordaron de disimular por enton-
ces, priüCipalmente que eran avisados ae la Gallia
interior, cómo aquella frente se conjuraba con los de
la Gallia Qsalpína , qiiíi hoy es Lnmbardia, en daño
del pueWo romano. Contentáronse pues 'con enviar
una embajada fi Marsella con voz y son d^* desbaratar
lo que pretendiíin los pilos, mas en hecho de verdad
con intento de concertarse por medio ele los de Mar-
seQa con los pueblos que tenían los de aquella ciudad
por amigos en la^ marinas de España ; lo que fácil-
mente alcanzaron, y se efectuó en odio de los^car-
tagineses, de quien mucho, todos se recelaban. Los
que p)rime,ro hicieron alianza con los romanos, fue-
ruil'los de Amijurias, ciudad contada entre los pue-
blos que antijiuamente se llamaron Indigentes , que
partían término con loslaletanos por una parte, y
por otra con los ceretanos , y se estendian desde d
río dicho Sameroca, hoy Sanbuchá, hasta lo postrero
de los Pirineos. Por medio de los de Ampurias y á su
instancia , se concertaron también los de Sagunto y
los de Denia; que fue el principio y la ocasión de la
nueva y gravísima guerra que no mucho despueft
desto Sfi encendió entre los cartagineses y los ro-
uníanos.
No' se podían encubrir tan gron.des prácticas y ne-
gociaciones que no las entendiese Asdrubal, ni tam-
poco lo que los romano^ preten(^an ; mas parecióle
disimular hasta tanto que todo estuviese á punto para
la guerra que quería ds^Iqs. Trató de asegurarlas
ciudades de su devoción: procuró por sus cartas que
Aníbal volviese en España desde GÍartago, donde has-
ta entonces le entretenían como porrehenes y segu?
ridad de que Asdrubal haría lo que era razón. Bono
grande dinculta^ en alcanzar del senado la licencia
Sara volver á Espsñ^ , á, causa que Hannon , cabeza
el bando contrarip , hacia grande resistencia di-
ciendo convenia que le acostumbrasen á vivir en
igualdad con los demás c;iudadapos, y como (particu-
lar obedecer áj las leyes: reqato muy á propúisiton^ra
conservar, su li^bertad. Llegado á España, los solda-
dos y los amigos le recibieron coni grande mues^'a de
alegría: Asdrubal le nombró luego por sulugarte-
ifiepte , que fue año, de la fundación de Roma de
quinientos j veinte y.ocho : en el cual tiempo vinie-
ron á Espina embajadores enviados de Roma., y lue-
go que les fue dada audiencia , d^cl^aron Ta causa
cíe su venida , esa saber que los.de Gartago de tiem-
po atrás e^an confederados y, amigos del pueblo ro-
mano : que cpu el mismo de nuevo los españoles de
la España Citerior , se habían concertado y hecho
paz. Por donde para que el up concierto no perjudi-
case al^ otro, peqian (lo que era muy justo^ quio los
cartagineses en España tuviesen por término de su
cpnquista y jurisdicción al río, Ebro, y sin embargo
no tocasen los términos de los sagun tinos , si bien
caían de la otra parte del rio : en oonclusicn , que
los unos no hiciesen daño ni agravio á los amigos y
aliados de los otros; quien esto quebrantase, fuese
visto contravenir á las leyes del concierto y alianza
que tenían hecha.
Esta embajada , como era razón , dio gran pesa-
dumbre á los cartagineses por adelantarse tanto los
romanos que en provincia, agena pusiesen leyes á
los venceaores. Gon todo esto por dar tíenipo al
tiempo^ entre tanto que se apercibían délo necesario
para la guerra , conshiyeron y vinieron en todo lo
3ue los cpibajadores pidieron en nombre de su ciu-
ad. Tanto mas que desde Italia avisaban como los
gallos transalpinos, aunque iban juntos con los de la
Cisalpina, y por el mismo caso mas espantables, fue-
ron desbaratados por los romanos en una gran nata-
lia en que quedaron muertos cuarenta mil dellos,
diez mil presos. Asdrubal gastó tres años enteros en
aparejar lo que para la guerra que pensaba hacer en-
tendía ser necesario , como dineros , pertrechos y
soldados con todo lo demás. Pero sus pensamientos
é intentos atajó la muerte cuando menos lo pensaba,
que le sobrevino el año segundo de la Olímpiade cien-
to treinta y nueve, de la fundación de Roma quinien-
tos y treinta y dos. Matóle un esclavo en venganza
de su señor que le llamaba Tago, y aunque era de los
mas principales de España, Asdrubal le había hecho
morír. Fue (an grande el gusto que el esclavo recibió
con haber vengado á su señor , y dado la muerte al
dicho Asdrubal junto al altar donde estaba sacrifi-
cando, que si bien fue luego preso y le desmembra-
ron y despedazaron con diversos tormentos , nunca
dijo ni hizo cos£f que mostrase tristeza, antes lo su-
frió todo con rostro hjiuy alegre y,regocij[ado.
44
BIBUdTBCA DE
CAPITULO IX.
De la guerra sagantina.
MuEBTO que fue Asdruba) de la manera que queda
dicho, todo el gobierno de España se dio á fu cuñado
Aníbal : la voluntad y juicio de los soidndns que lo
pedian, confirmó el favor del pueblo y aprobó ol senado
cartaginés. Hallábase en lo mejor de su edad, que era
de veinte y seis años poco mas 6 menos : era mozo de
grande espíritu y corazón : tenia naturalmente muy
aventajadas partes, dado que los vicios y malas incli-
naciones no eran menores : el cuerpo endurecido con
el trabajo, el ánimo generoso, mas codicioso de honra
que de deleites : su atrevimiento era grande, su pru-
dencia y recato notnbles. Estas virtudes afeaba y es-
curecia con la desiealtad^ crueldad y menosprecio de
toda religión ; verdad es que era agradable y amado
de todos asi de los menudos como de los principales.
Encargado del gobierno, y avisado por el desastre de
Asdrubal, temia que la muerte no le cortase los pa-
sos : por donde desde luego comenzó á revolver en su
pensamiento la forma que tendría para hacer guerra
á los romanos. Era necesario buscar alguna causa y
color honesto para romper con ellos. Parecióle seria
mejor acometer á los saguntinos , y vengar las inju-
rias que habia hecho con sus aliados y amigos. Antes
que al descubrimiento pusiese la mano en cosa tan
grande, celebró con estraordinarios regocijos en Car-
tagena sus bodas con Himilce vecina de Castulon,
ciudad nobilísima, puesta donde hoy se ven los cor-
tijos de Cazlona no lejos de la ciudad de Baeza, ras-
tros que quedan de su grandeza antigua.
Era esta señora del linaje de Milico antiguo rey de
España: demás desto se decia que Cyrrheo Fócense,
de cuyo lim^e asimismo venia Himilce, habia funda-
do aquella ciudad del nombre y apellido de su madre
Castulona. El dote fue muy grande y conforme á su
nobleza, por donde el poder de Aníbal se aumentó
mucho en España , v no menos el favor y aplauso de
los naturales, que fe miraban ya como á ciudadano
suyo y natural. Demás desto en el tiempo de su go-
bierno y por su mando se buscaron y hallaron mine-
ros de oro y de plata , los cuales tocios comunmente
se llamaron los pozos de Aníbal. La riqueza que des-
tos pozos salía, se puede entender por lo que de uno
dellos se escribe, llamado Bebelo, del cual cada dia se
sacaban trescientas libras de plata pura y acendrada,
que era valor de dos mil y seiscieittos y cuarenta du-
cados. AI principio movió guerra contra los carpeta-
nos , que es el reino de Toledo, gente feroz y brava,
3ue en muchedumbre sobrepujaba los demás pueblos
e España. Los olcades, donde agora está Ocaña(Es-
tefano pone los olcades cerca del rio Ebro) fueron los
primeros sujetados. Luego después se dió cerca de
T^jo una brava batalla , en que asimismo perdieron la
victoria que los cartagineses ganaron.
Por el mismo tiempo comenzaron disensiones y
alteraciones entre los saguntinos, que era abrir la
puerta y allanar el camino al enemigo, que no se des-
cuidaba. Los mas cuerdos para remediar este daño
acudieron á Roma, y por sus ruegos vinieron dende
embajadores, los cuales con amonestar á los unos de
los saguntinos y amenazar á los otros , y castigar á
algunos de los culpados , sosesaron aquellas altera-
ciones, de que se temia si pasaban adelante, que ve-
nidos que fuesen á las manos, la parte mas flaca daría
á Aníbal entrada en la ciudaa; el cual ensoberbecido
por lo que había hecho, por tener allanada toda la
provincia de aquella parte del rio Ebro sin quedar
quien le hiciese rostro , revolvió su pensamiento á la
guerra de Sagunto . que era donde se encaminaban
sus intentos. Para dar color á esta empresa persuadió
á los turdetanos que sobre los mojones moviesen plei-
to á los de Sagooto y les hiciesen guerra, ca tenia por
GA8PÁK t KOIQ.
cierto que de aquellas diferencias resoltaría ocasión
bastante para acometerlo que días atrás tanto desea-
ba', y asimismo que de allí tendría príncípio la guerra
contra los romanos.
Los saguntinos al contrarío, viéndose mas fla<M>s
que el enemigo, y por estar confiados mas en la anua-
tad de los romanos que en sus fuerzas ni justicia,
aunque era muy clara , luego despacharon á toda
príesa embajadores á Roma, que declararon en el se-
nado la causa de su venida : que Aníbal les armaba
asechanzas como enemigo suyo muy declarado, y
que muy en breve con todas sus fuerzas se pondría
sobre aquella ciudad ; que ningún reparo les quedaba
para no perecer ellos y sus haciendas , sí el arrimo y
esperanza que tenian en el senado les faltase. Decían
estar aparejados á sufrir cualquier daño antes que fal-
tar en la fe })uesta con aquella ciudad : que el senado
debía advertir cuánto importaba la presteza, pues solo
el detenerse y la tardanza sería causa de su perdi-
ción , y ocasión para que todos entendiesen los des-
amparaban, y entregaban sus aliados á los enemisos.
Íf por el contrarío que su constancia sola y su lealtad
es acarreaba tanto daño.
Tratóse el negocio en el senado: los pareceres fue-
ron diferentes, y dado que algunos juzgaban se debía
luego romper la guerra, siguióse empero y prevaleció
el parecer mas recatado y mas blando, que fue enviar
Í trímero embajadores á Aníbal , los cua les llegados que
üeron á Cartagena en sazón que el verano estaba
bien adelante. Je avisaron de la voluntad del senado,
y le requiríeron de paz no hiciese molestia y agravio
á los saguntinos, ni á los otros sus aliados , y como
estaba asentado en el concierto pasado , no pasase el
río Ebro : donde no , que el pueblo romano miraría
por sus aliados y amigos que nadie los agraviase. A.
todo esto respondió Aníbal que los romanos no guar-
daban justicia ni la hacían, así en la muerte que poco
antes en Sagunto dieron á sus amigos, varones prín-
cipales, como en querer ai presente se disimulasen
los agravios que los de Sagunto habían hecho á los
turdetanos : que como era justo defendiesen los ro-
manos con justicia á sus aliados , así no parecía con-
tra razón tuviese él también libertad de mirar [>orsu8
amigos, y defendellos de toda demasía y agravio.
Despedidos los embajadores con esta respuesta,
luego por clames de setiembre, con intento de preve-
nir á los romanos y ganar por la mano, marchó y se
puso sobre Sagunto con un campo de ciento y cin-
cuenta mil hombres, que fue el año prímero de la
Olimpiade ciento y cuarenta, como lo dice Polibio.
Corno los campos, tomó y saqueó muchos pueblos
comarcanos ; solo perdonó a Denia por dar muestra de
lo que ningún cuidado tenia , que era de la devoción
y reverencia del templo de Diana muy famoso que allí
estaba. En los pueblos llamados antiguamente edeta-
nos estaba Sagunto asentada cuatro millas del mar:
sus campos eran muy fértiles y abundantes, y ella
asaz rica por el gran trato que alcanzaba por mar y
f)or tierra, fuerte por su sitio y por sus murallas y ba-
uartes. Luego que Aníbal asentó y fortificó sus rea-
les, hizo apercibirlos ingenios. Comenzaron con cierta
máquina que llamaban ariete, á batir la muralla por la
parte mas baja que se remataba en un^yaille, y por
tanto parecía mas flaca. Engañólos su pensamiento,
ca la batería salió mas dificultosa de lo que pensaba,
y los moradores se defendían con grande brío y coraje,
tanto que al mismo Aníbal como quíer que un dia se
llegase cerca del muro, pasaron el muslo con una lanza
que le arrojaron desde el adarve. Fue el espanto, que
por este caso los suyos recibieron, tan grande , q^e
estuvieron á pique de desamparar todos los ingenios
que tenian hechos, la herída tan grave, que en tanto
que se curaba , se dejó la batería por algunos días.
En esta sazón los saguntinos despacharon nnevos
embajadores á Roma para protestar en el senado y re-
toitrolüA
Queniles no desamparasen la ciudad amí^a para ser
asolada por sus enemigos mgrtales : que si un poco se
detenían , sin falta perecería , y el remedio después
vendría tarde. Hecha cala y cata , hallal)au que tenían
trigo para pocos meses ; pero que con el buen orden y
repartimiento podrían entretenerse algo mas. D
chados los embajadores, repararon y rortifícaroi
gran cuidado los lugares / que ó por el daño rece!
ó de sujo eran mas flacos. Aníbal luego que san¿ dé
la herídíai , arrimó sus ingenios á la ciudad, con cuyos
golpes derribó por el suelo ti^es torres con todo el lien-
zo ae la muralla que entre ellas estaba. Dióse el asalto:
loá enemigos por la batería pugnaban de entrar en la
ciudad y a<quejaban á los do adentro : los ciudadanos
al contrario animados con el peligro ordenaron sus
haces y gentes delante de la muralla , con que prime-
ro sufrieron el ímpetu de sus contraríos , lue^o porque
fuera de su esperanza no eran vencidos^ hirieron en
ellos con tal denuedo , que los hicieron ciar y ios arre-
draron de la ciudad : finalmente los pusieron en huida.
Y los si£[uieron hasta ios reales ; en que apenas con el
loso y trincheras se pudieron defender : tal y tan gran-
de era el espanto que cobraban.
Este atrevimientoy esta victoria fuemuy peiiudicial
i los 8a^;un tinos , porque Aníbal seembraveció mas^ y
determmado de no reposar antes de apoderarse de la
ciudad y no quiso dar audiencia á nuevos embajado-
res que de Roma le vinieron sobre el caso , ca los ló-
manos estaban resueltos de intentar cualquier cosa
antes de Teñir á las armas y llegar á rompimiento. Los
embajadores , según que les fuera mandado , pasaron
de España en África, y en el senado de Gartago se
quejaron de los agravios y de todo lo que sus gentes
intentaban en España. Pidieron que Aníbal les fuese
entregado para ser castigado como era razón : que
solo aquella satisfacción quedaba para que se conser-
vase la paz. Oídos que fueron los embajadores, Han-
non dijo que los romanos pedían justicia : que Aníbal
sin que nadie lo pretendiese, debía ser des terrado alo
postrero del mundo , porque no perturbase el estado
apacible y quieto de su ciudad. Pero la parcialidad de
los Barchinos , que estaba prevenida por mensageros y
cartas del mismo Aníbal , y por este medio corrompido
el senado, desechado el consejo mas saludable , dio
respuesta en esta forma: que las cosas se hallaban
reducidas á aquel estado no por culj^a de Auibal, sino
que de los sagnntinos nació el agravio, que no hacían
el deber los romanos en preferir nuevas amistades á
la antigua.
En el entre tanto Aníbal daba por algunos díns re-
poso á sas soldados, cansndos con las peleas y baterías
que se daban, cuando á la sazón le nació un hijo de
Uimilce su mujer , llamado Aspar: causó esto grande
alegría á su padre y á todo el ejército. Hiciéronse en
los reales por su nacimiento grandes juegos y regoci-
jos de todas maneras. Los saguntmos por tanto no re-
posaban , antes apercibían todo lo necesario en su de-
fensa y y asimismo repararon los muros por la parte
que el enemigo abriera entrada. Por demás fue esta
diligencia, ca los enemigos, con una torre de madera
que levantaron, se arrimaron á la muralla, y desde allí
con lanzas y flechas forzaban á desamparalla los que
defendían la ciudad. Demás desto quinientos africanos
con picos T con palancas echaron por tierra una bue-
na parte de dicha muralla por no estar edíücada con
cal sino con barro , y por tanto tener menos resisten-
cia. Esto hecho, los soldados con esperanza del saco,
que á voz de pregonero les fue prometido , entraron la
ciudad por fuerza de armas. Lossaguntinos por no ser
bastantes para defender la entrada se retiraron mas
adentro, y con un nuevo muro que de repente á toda
priesa levantaron . jtmtaron la parte de la ciudad que
les quedatn con el castillo. Todo esto era poca defen-
sa, y solamente estribaban en la vana esperanza del
socorro que do Rom $o prom^tiaq.
OB ESl^ANA. ii
Dióseles algún espacio para respirar con la partida
de Aníbal , que acudió á los pueblos llamados carpe-
taños y oretanos que tomaron las armas por el rigor
que en levantar gente los cartagineses usaban : que«
dó en el cercó Maharbal hijo deHimílcou comolugar^
teniente de Aníbal ; el cual apretaba los sagnntinos
con reprimir sus correrías y sahdas, y ganar como
ganó otra parte de la ciudad : con que los cercados se
hallaban reducidos á estremo peligro. Sosegó Aníbal
las alteraciones de aquellos pueblos: esto hecho , dio
vuelta á Sagunto , y con su llegada se apoderó de una
parte del mismo castillo, con que los miserables ciu-
dadanos perdieron de todo punto la esperanza de po*
derse defender. La obstinación sola los sustentaba:
mal que en los mayores pehgros no recibe consejo, y
cuando es sin fuerzas acarrea la perdición. Un ciuda-
dano de Sagunto , por nombre Halcón , se salió escon-
dí damente de la ciudad, y por compasión que tenia á
sus ciudadanos (que con el peso de los males vía es-
tar fuera de juicio) comenzó en particular á tratar de
conciertos. Y como no alcanzase otra respuesta sino
que los cercados solo con sus vestidos desamparada
la ciudad fundasen un nuevo pueblo en aquella parte
y campos que el vencedor les señalaría , se quedó en
los reales por no tener esperanza que sus ciudadanos
se querrían entregar con aquel partido: que era un
miserable estado , ni tener ni saber aceptar remedio.
Viendo esto un español llamado Alorco, sin embargo
que era soldado de Aníbal, por ser aficionado á los
sagnntinos así por su naturafeza, como por acordarse
del buen hospedage que en otro tiempo le habían
hecho, se metió en la ciudad por la batería, y lo pri-
mero hizo echar fuera y apartar la gente popular,
después avisó en pública audiencia á Tos pnncipales
de aquellas condiciones, injustas por cierto (dijo) y
graves , pero para el estrecho en que se veían, nece-
sarias: que considerasen no lo que perdían, ni lo que
les quitaban , sino que tuviesen por ganancia todo lo
que les dejaban, pues la vida , la libertad y las rique-
zas todo estaba en poder del vencedor.
El razonamiento de Alorco fue oído con grande in-
dignación y bramido del pueblo, que poco á poco se
llegó con deseo de saberlo que pasaba. Muchos, jun-
tando el oro, plata y alhajas en la plaza, les pusieron
fuego , y en la misma hoguera se echaron ellos, sus
mujeres y hijos, determinados obstinadamente de
morir , antes que entregarse. En el mismo punte cayó
en tierra una torre después de muy batida, que dio
libre entrada á ios soldados en la ciudad . que ardía
toda en vivas llamas y en fuego encendido por sus
mismos ciudadanos , y que el enemigo procuraba de
apagar; que era igual desventura por efun respeto y
por el otro: de talmanera la guerra muda las leyes
de la naturaleza en contrario. Los moradores fueron
pasados á cuchillos sin hacer diferencia de sexo, esta-
do^ ni edad. Muchos por no verse esclavos se metían
por las espadas enemigas : otros pegaban fuego i sus
casas , con que perecían dentro aellas quemados con
la misma llama. Pocos fueron presos; y este fue casi
solo el saco de los soldados , dado que muchas preseas
se enviaron á Gartago, muchas fueron robadas por los
mismos, ca no pudieron los moradores quemallotodo.
Duró este cerco por espacio de ocho meses, y en el
de mayo fue destruida aquella nobilísima ciudad (1)
año que se contaba de la fundación de Roma quinien-
tos y treinta y seis ; del cual número Imy quien quite
( 1 ) Habiendo Aaibal ido al sillo de Sagunto después de
baber recibido á los embagadores Romanos en el invierno,
seguQ dice Polibio , si el sitio duró ocho meses , la ciudad fue
tomada en el mes de octubre , el primer año de la Olimpia-
de 140 que corresponde según nuestro cómputo el i^7 de la
fundación de Roma y 216 antes de ia era cristiana, siendo
cónsules M. Livio Salioator y L. fimiüo Paulo, que iofuefoq
el primero y seguodo a&o de la wmk Oiimpiade.
dos añod ,pero coíiéuerdafa fodofl q'ue fue e\i el con-
sulado de Publío Cornelio y de Tito Sempronio.
CAPITULO X.
De) principio déla segunda guerra púnica contra Cartago.
A un mismo tiempo llegó á Roma la fama de la des-
traición y ruina do Sagunto , y los embajadores envia-
dos á Aníbal Tolvieron de Gartágo : con cuánto dolor
2 pena del senado y del pueblo no hay para qué aeci-
0, la misáia cosa lo da á entender: quejábanse dé sí
mismos . reprendían su tardanza y sus recatos , con-
fesaban haber desamparado á siis amigos y entrega-
dolos en las manos de sus contrarios. Vanas quejas
eran estas , arrepentimiento fuera de sazón , por estar
ya asolada aquella nobilisima ciudad y sus ciudadátios
d^goNadós.'Lo qhe sobrestaba, dclei'minar de toriiar
venganza, dado qué si lU^afia ^ue tenia era grande,
no ei*a nfeuor eí taífed'o'de venir á romnimiento y á las
rtianos; ca él dne'migo'era poderoso y valiente, youe
fénía á áubbediencla éjéi^Citós dieátró's ,'erídürecÍdos
* con guen'as'Üe laillós años. Era esto en tanto grado
verdad, (^ué ya Ies'j|)aretíaque'At]fibarpasdtlas \h Al-
pes rdmpia por Italia*, y que ya le tenían á liifejtluértas
rfe 'te ciudad 'de Rótaa. Con 'esto se declatólubgo la
guerra cbfltra 'Cartago. Sorteáronlos córt^al^jias
proVindias: ¿ Cbrhblio cupo España, á Sempronio
AMcacon Sicilia. En Roma y eh todaltiiliSi, seTiicié-
ron á toda priesa leVias de soldados: íós liiozds y de
edad competente, et'an forjados á ttíttiarfa's armas,
alistarse y acudir á las banderak : los de mas edad , y
las mtrjeres , que no podían ayudar de otra suerte,
discurrían por todos los templos de su diudad . y con
oraciones y rogativas, con votos y con ^plegai^ias, Can-
saban á'los dioses.
Hechos estos bparejos, y armada una gruesa flota,
enviaron primeramente cinco embajadores á Cartago
para mas justificarse , y pai'a preguntar 'si la ciudad de
Sagunto mera destruida por autoridad y mahdado pú^
blicodel senado. Llegaron los embajadores aliohde
iban:elprindpal deilos propuso en el senado carta-
cines lo que les fuera mandado. Respondieron que no
nabia de tratar de la mátidra de plroceder , y por bu-
ya autoHdad la guerra se hizo , sino solo si fue justa,
si cdntra justicia y razón : que en el asiento antiguo
que con Liictacio'se puso , uin^iia mención se hizo
üc los s^gtíiitinos: ^uesi Asdrubal admitió algunas
otras condiciones , no debian hgíir ibas á su Cenado y
al pueblo, que 'el concierto de Luctácioal senado ro-
mano , las condicioni» del cualhíudardn á su voluntad,
y con aquel color las hicieron mas pesadas y ásperas.
Gastábase tieihpo en aquellas reyertas sin llegar ál
punto . ni bsfionder á la pregunta. 'El romano recdgi-
da ^'ti ropa delante del pecho á la manera de quién eii
la hilda ti-ae algo: Paz (dice) v guerra Weifaós es-
cogedio que qui^redes; y como rékpoddiésenqUeél
diese lo qrie su voluírtad fUese, soltando la ropa dijo
les daba la guerra.
Con esto los romanos confornie al orden que lleva-
ban , pasaron á España : en ella fácilmente trajeron á
su devoción á los bafffUsios, pueblos asénthdos en lo
{)ostrero deEspeña, do se tendían Ibs cereños. Mas
osvolciands'á quien asimismo acudician, los des^n-
diéron con palabras afrentosas y óon desden , ca les '
dijeron que la buena cuenta sin duda que hablan da-
do'de los ^aguntínós , convidaba á todos á aliarse con
ellos: que ayudaban i sus compañeros solo con el
nombre, y en el mayor riesgo los desamparaban. Te-
nían los volcianos su asiento c«mo se entiende por allí
cerca, dado que algunos los ponen donde esta Villa-
dolce no lejos de las fuentes del rio Cuerva : el cual
{)ueblo dicen que en memorias antiguas hallan que se
lamo Volee. Lo que hace al caso es que , divulgada
que {ae estatespuesta , todas las demás ciudades por *
aquella parte iw despidieron con la misma libertad y
befe. Asi se partieron para la Gallta Narboaense, don-
de en'unajuntaque senizo de aquella gente , pidieron
en nombre del senado romano no diesen á Anibal pa-
so por sus tierras para Italia como lo pretendía hacer.
Oyeron los congregados esta demanda con risa y
, teniendo pordesatino hacera voluntad y en pro
^r rbmanos por donde en su perjuicio la guerra se
tidiese en su tierra. Estaban prevenidos con do-
nes de los cartagineses: de los romanos no habían
recebido ni esperaban cosa alguna. Con este ruin des-
pacho , sin efectuar cosa alguna de momento, se vol-
vieron por Marsella á Roma. En cste'medío Anibal no
dormía, antes con todo cuidado se aperccbia pnra la
guerra. Con esta resolución, envió á invernar los sol-
dadnfs con'licenóik de visitar á los suyos los que qui-
siesen. coh tsí\ que al abrir la primavera todos acudie-
sen á'Óirtngenii. El se partió para Cádiz á hacer sus
votók , y ofrecer sus sacrificios en el famoso templo de
Hércules. Hecho esto, y enviados su mujer y hijo ó á
Africi'i ó á Castülon, recogió trece mil y ochocientos
' bednés españoles llamados cetratos, por los broqueles
de quü usaban , ca cetra es lo mismo que broquel. Es-
tos envió á Cartago con ochocientos mallorquines y
miry ^niiíientos'oeá caballo, para que allí estuviesen
' como én rehenes: que por estar lejos de sus tierras
dn tendía con mayor esfuerzo vlealtad servirían en lo
que se ofreciese. En la misma nota'en'(;fue fueron es-
tás gentes ^ por i'etorno vinieron á España once mil
africanos : cóti la cual ayuda, y con ochocientos otros
soldados de la Liguría donde está Genova , encargó á
su hermano Asdrubal la defensa de España. Dejóle
otrosí una armada bastante de naves, paí*a conservar
el señorío del mar. Demás desto los reuenes que ha-
bla mandado dar alas ciudades , que eran hijos de los
mas principales ciudadanos, dejó en el castillo de Sa-
gunto, encomendados áiin cartaginés t)ríncipal lla-
mado Bostar.
Ordenado esto y hecho, él se puso eh camino con la
fuerza del ejército y campo compuesto de diversas
naciones , en el cual los mas cuentan noventa mil peo-
nes y doce mil caballos. Polibio pone muy menor el
número : lo mas cierto , que llegado que bobo con sus
gentes á la ribera del rio Ebro, con el gran cuidado
que tenia del suceso de aquella empresa, una noche
le pareció que veia entre sueños un ínancebo muy
apueisto y de grande gentileza , que le decía ser envia-
do de los dioses para que le guiase á Italia: por tanto
que le siguiese sin volver atnis los ojos; pero que el,
sin embargo, vuelto el rostro, vio una serpiente que
derribaba tocio lo qde delante se lépenla con un gran-
de torbelliilo de agua que se seguia. Preguntado el
mancebo que era lo que aquellas cosas significaban,
le responmó ée dejase dé escudriñar los secretos de
* lóS hados, y sígdiese por doínde los dioses le abrían
camino. Pasado el rio £bro, ganóla volunlad y atrajo
su devocioh á Andubal, un señor el nias principal ae
los españoles de aquellas comarcas, en cuyo pooer de-
jó el bagaje y ropa de Todo el ejército, por marchar
masa la ligera, yHanndncohbuenpolpe de soldados^
encomendó la defensa de aquellas tierras.
Con esto pasó adelante en su camino ; y entrado en
los bosques y aspereza de los Pirineos, como tres mil
de los carpetanos (es á saber del ^eino de Toledo) ar-
repentidos de aquella milicia y guerra que caia tan le-
jos, bebiesen desamparado las banderas^ recelándose
Í[uc si los castigaba, los demás se azorarían, de su vo-
untad despidió otros siete mil españoles que le pareció
iban también á aquella empresa de maik gana : con
esta maña hizo que se entendiese habla también dado
licencia á los primeros, y los ánimosdelos demás sol-
dados se apaciguaron por tener confianza que la mili-
cia que seguían por su voluntad, la podrían dejar ca-
da y cuando que quisiesen. Pasados los iPirÍDeos, con
ayuda de^Civismaro y Menicato, hombres pode'rosos,
en la entrada de Frañtia hizo ootafederácíón con
iniüiíA M
47
aquella gente , que se habían puesto en armas. Pasan-
do el río Ródano y vencidos los volcas , que moraban
y poseían las riberas de la una y de la otra parte de
aauel río , pasó con sos gentes hasta asentar los reales
á las haldas de ios montes Alpes. Fue este ano en Es-
pana abundante de mantenimientos, pero faitodesa^
lud. Hobo enfermedades y peste , temblores de tíarra,
ordinarias tormentas en la mar, en el cielo apariencia
de ejércitos que se encontraban con grande ruido de
las nubes : pronóstico de los males que desta guerra
resultaron por toda la redondez de la tierra.
CAPITULO XI.
€omo Ánibi! pasó en Italia.
MooiAS cosas de las que se siguen son por la mayor
parte estranjeras ; pero si no las tocamos , no se pue-
den entender las queea España sucedieron. Dará per-
don el lector , cemoes razón, á los que seguimos pisa-
das agenas , yaunoonmayorbreveídad apuntamos lo
que otros relatan á la larga* El cónsul pues Pubiio
i^ornelio , al cual por suerte cupo España como queda
dicho , se embarcó y hizo á la vela para impedir el ca-
mino que los enemigos hacían. Asentó sus reales ¿ la
ribera del rio Ródano , con atención oue tenia de ha-
llar alguna ocasión para hacer algún ouen efecto. Su-
cedió que trescientos caballos romanos que salieron á
descubrir el campo y tomar lengua de los enemigos,
se encontraron y vencieron en cierto encuentro, á
quinientos ginetes alárabes , que con el mismo inten-
40 habían salido de sus reales. Alegróse el cónsul con
^ta victoria, ca por este principio pronosticaba que
lo demás de la guerra sucedería oien ; y con deseo de
dar al enemigo la batalla de pederá poder, se adelan-
tó hasta donde se juntan los dos ríos el Ródano con la
Sona , al cual los latinos llamaron Araris ; pero halló
que ya el enemigo era partido , y sLu embargo llegó
hasta los reales de los cartagineses, que halló vacíos.
No tenia esperanza de alcanzar al enemigo : por esto
vuelto al lugar de do partió, luego que despachó á su
hermano Gneio Scipion con la fuerza del ejército y con
una armada de galeras para acometer á España , y de -
lender en ella á les aliados del pueblo romano , él con
pocos volvió por mar á Genova , con intención que en
itilia no le faltarían soldados ni ejército para ir contra
Aníbal. El cual , por lo que hoy llamamos Saboya , y
antiguamente fueron los AUobroges , pasó aunque con
«randa dücultad en espacio de quince días, las Alpes
de T«]rin. Desde allí rompió por Italia con su ejército
de veinte mil peones y seis mil caballos como cuentan
algunos: otros dicen que llevaba cien mil peones y
veute mil caballos.
Lo que consta os que los romanos no tenían fuerzas
bastantes para resistir, por ser sus soldados nuevos y
bisónos como levantados de priesa. Por donde cerca
del rio Ticiuo , dicho al presente Tesino , el cónsul en
cierto encuentro que tuvo con el enemigo; á manera
de vencido v aun gravemente herído, se retiró á sus
reales : de donde la noche siguiente se partió como
huyendo , y se metió en Plasencia con mayor conflan-
za que tema en los muros que en sus fuerzas. Verdad
es que al otro cónsul llamado Sempronio sucedían
mejor las cosas en Sicilia , ca venció por mar dos ar-
madas cartaginesas , <]ue fue causa de mandalle volver
contra Aníbal y acudir al mayor peliero; pero con su
venida no se mejoró nada el partido de Roma. Antes
en una batalla, que el mismo dio al enemigo junto al
río Trebia , se hizo mayor estrago en ios romanos, por-
que gran número dellos pereció en la pelea y en el al-
cance. Invernóen aquellos Jugares Aníbal, y el cónsul
Sempronio se partió á Roma para hallarse á la elección
délos nuevos cónsules. Pasados los fríos, antes que
llegase el verano del año que se contó quinientos y
treinta y siete de la fundacioii de Roma, Aníbal mo-
vió con sus gentes y pasó adelante la vuelta de Roma.
Pero al pasar del monte Apenino y á la entrada de la
Toscana con una craude tempestad que se levnntó. y
por la fuerza del frío, murieron muchos del ejército
cartaginés. Volvió por esta causa Aníbal atrás , y sien-
do asimismo de vuelta el cónsul Sempronio , que deja-
ba en Roma elegidos nuevos cónsules, es á saber Gneio
ServiUioyCaíoFlaminio,juiito á Plasencia se dio una
muy herida y muy dudosa batalla ¡pelearon hasta que
sobrevino la noche, y casi con igual daño de entram-
bas pai'tes. El cónsul se quedó en aquella ciudad , y el
cartaginés se recogió á la Liguria, que hoy es lo de
Genova , para rehacerse por haber perdido grande par-
te de su ejército.
CAPITULO XIL
De lo que sucedió por el mismo tiempo en España.
Llegado que fue Gneio Scipion á España , sujetó
al nombre y imperio romano toda aquella parte de
aquella provincia que corría hacia el mar oesde los
Kueblos que llamaban lacetanos y el cabo de Creus
asta el no Ebro , ca por el aborrecimiento que tenhn
á los cartagineses, de buena gana mudaban partido y
alianza. La armada rumana iuvernó cerca de Tarrago-
na: debió ser im elpuerto de Salu , el cual parece que
Rufo Festo llamó Solorio, distante de aquella ciudad
cuatro millas á la parte de Poniente. Después desto , el
capitán romano trabó pelea con Hannon^ al cual como
queda dicho Aníbal dejó para guarda de aquellas par-
tes. La batalla fue junto á un pueblo llamado Cysso (1 ) ,
que entienden hoy es Sisso ó Saide , lugares conocidos
por aquellas comarcas. El campo y la victoria quedó
I>or los romanos, muríeron seis mil de los enemigos,
os presos llegaron á dos mil, y entre ellos fueron el
mismo Hannon , y Andubal , que como se dijo seguía
la parte de Cartago : pero diéronle en la pelea tales he-
ridas, que dentro ae pocos días murió dellas.
Asdrubal, que avisado venia á socorrer á Hannon,
como pasado el rio Ebro tuviese noticia de la rota,
doblando el camino liácia la mar , mató á muchos ma-
rmcros y gente naval de los romanos que halló des-
cuidados y sin recelo de su venida ; y con la misma
presteza por medio del capitán romano , que movido
de la fama de aquel hecho se apresuraba para revolver
sobre él , tornó á pasar el rio Ebro , y llevó sus gentes
que eran ocho mil infantes y mil caballos , á lugares
seguros. Gneio , del Ampurdan , donde después de la
huida de los cartagineses era ido , fue forzado á dar la
vuelta y acudir á los pueblos llamados ilergetes donde
está Lérida, á causa de qiie después de su partida,
desamparada la amistad romana , se habían pasado á
la de Cartago. Llegado que foe perdonó á los demás,
V contentóse con casti^r en dineros á los de un pue-
blo llamado Atanagia (2), y mandarles dar mayor nú-
mero de rehenes como á ciudad que tenia mas culpa,
ca fuera la primera en alborotarse.
Desde allí movió la vuelta de los pueblos aceítanos,
que moraban cerca del rio Ebro , y se mantenían en
la amistad de los cartagineses. Otros dicen que fueron
ios ausetanos , pueblos á las haldas de los Pirineos,
donde hoy esrán las ciudades de Vique y de Girona.
Lo que consta es que , puesto que tuvo sitio sobre
Acete, cabecera que era de aquellos pueblos (3),
los lacetanos (donde está Jaca) que venían en su so*
«?orro , y de noche pretendían entrar dentro de aquella
ciudad, cayeron en una colada que les pusieron, don-
(1) Tito Livio le Ibmfl Stisso; en algunos manuscritos
antieuns se lee Sciso ; Pulibio le llama Cissa , que acaso hoy
es Jijona.
(2) Tal vez es la ciudad que después se llamó I.'erda, y
en nuestros tiempos Lérida.
(3) Ausa, hoy Vich, que no Acete, era la capital de los
aose taños á los que no llegó Anibal : los lacetanos no eran
los de Jaca , sino los de Cervera en Cataluña : los amigos de
los cartagineses eran los iiergetas.
*^ vmmck DE
»lo fueron ronertosliAslB doce'mil dellw , y los demis
fuira salvarte ga posieron en huida. Los cercados,
jwrdida lods csperania ite tnnerBB , princi pal mente
ipie AmnsiloH principal dellosspcretamenle se huyó
J Asdrubal , foríosamenle se hohieron de entregare!
día trigésimodel cerco. Penáronlos en teinte tálenlos
de plalA ; v con esto el ejército romano fue enviado á
invernar a Tarragona, j á los españoles que le se-
guían asimismo enviaron á sus casas.
que quedó mal parado da las retiegas ya dichai, Ani-
SolilidO CFpifioT.
Grandes prodigios cuenUn se vieron en España,
Italia j África .' por la cual cEUsa para aplacar la ira
(lelcielo se ofrecieron y renovaron los mavorea y mas
estraordjn arios sacrificios que de caslumbre tenían.
En especial en Cariaco de tal manera v de tanto fora-
do , que acudieron á Ta costumbre de los de Fenicia
quedejaran por largo tiempo; y conforme á ella acor-
oaron de aplacar la deidad de Saturno con la sangre
&; ios liiJo« de los mas principales , ca coitEideralian
que en el suceso de aquella guerra , buenoó malo, es-
tiban en balanzas las liaclenilaE y vidas de todos. Di-
cen asimismo que entro los demás mozos que se de-
bían sacrificar , fue por el senado señalado Aspar hijo
(loAnibnl, como el mas principal ciudadano de su
ciudad : tal erd el pago que daban á los trabajos de su
padre , 6 por mejor decir todo eslo es fábula compues-
ta para entretener al lector con la diversidad y estra-
ñeza de estas patrañas inventadas pornuestroshisto-
ríadorci , que añade el niño fue librado de la muerte
por los ruegosdosupaifre, que decía tenia por mejor
aventurar su vida en aquella guerra, que por obede-
cerá aquella relicioQú superstición de su patria der-
ramar (en duda de ser oído) la sangre de su hijo que
mucho amaba.
CAPITULO III.
De la batalla que se dio JDnto al lago TrasimcDO.
PAiJkDOel invierno y con levas que el cartaginés 1
hizo de gente en lo de Genova , reparado el ejército '
pású las cumbres del monte Apeoino con mayor
ladlidad y prosperidad que antes. Dadoqueenaauel
viaje al pasar tas laganai que de \u crecientes del rio
Arno quedaban,, por causa de la macha bumedad y
frío perdió uno de los ojos , coa que quedó mas feo y
por el mismo caso mas fiero y espantable. Muchos
hombres y bestias perecieron, y casi todos los elefan-
tes que en tu hueste llevaba. Con todas estas incomo-
didades pasó adelante y llegó al lago Trasiraeno, qae
está en aqnella parte de Toscana donde la ciudad de
Cortona,ynolejosde]a ciudad Porosa de la cual hoy
tiene el apellido , case llamael lago de Perosa. Corrió
y taló los caadlos de aquella comarca con intento de
irritar al cánsul C:iio Flaminio que era salido contra
él , y temerariamente se Iba i despeñar en su perdi-
ción. Asentó BUS realesen la campana rasa dctrís de
un ribazo que cerca estaba: armó otrosí una celada
ea que puso á los mallorquines y soldados ligeros:
aslmesmo en la angostura que hay entre loa montes
y el lago, puso la caballería.
Acudiii el cónsul con sus gentes con resolución de
darla batalla; pero, con la astucia de Aníbalrodeados
por frente y por las espaldas y como metidos en una
red , fueron sin '^iticultad vencidos y desbaratados.
Perecieron quince mil hombres del ejército romano,
y otros tantos lueron presos, y el mismo cónsul pa-
sado con una lanza. Poco después en la Umbría , don-
de ahora está Espolelo, cuatro mil caballoe (que en-
viados por el cónsul Servilio de socorro por no saber
lo que pasaba, ibaq sin recelo á juntarse con los de-
mas del ejército romano) fueron muertos y destroza-
dos por Aníbal. Y en prosecución de la victoria se
puso sobre Espoleto , colonia y población deromanos
pero , como no la pudiese entrar , dio vuelta hacia los
Pícenos, que boy es la marcade Ancona, cuyos cam-
pos, que son muy buenos, corrió y taló sin piedad
ninguna. Después por los marsos y marrucinos rom-
pió por la Pulla, dondese detuvo cerca de dos pueblos
llamados el uno Arpos , el otro Luceria.
En el entre tanto los ciudadanos deRoma, atemori-
zados con pérdidas y rotas tsn grandes , acudieran al
postrer remedio, que fue nombrar un dictador con
autoridad suprema y cstraordinaria de mandar y vedar
i BU voluntad. Este fue Quinto Fabío Máximo : él
nombró por maestro de la caballería , que era )a se-
gunda persona en autoridad, á Quinto ilufo Uinucio.
Miraron los libros de las sibilas, y por su mandado vo-
laron un verano sagrado. Demás deato de cada nna de
tas monedasque llamaban asses, y tenían pesode una
libra de í doce onzas , batieron seis asses cada cual
dd mismo valor que los antiguos, que era como de
cuatro maravedís de los nuestros: estos asses meno-
res por esta causa de ser lasestapartede losantiguos
y de ú cada dos onzas no mas , se llamaron sextenta-
rto9. Enviaron asimismo na ves en Españacargadas do
vituallas , mas , como cerca del puerto Cossano ; quo
hoy se entiende es Ortiit^llo , cayesen en las manos y
poder de la armada cartaginesa , se vieron en necesi-
dad de armar de nuevo, y juntar bajeles de toílns
partes para la defensa de las marinas de Italia.
Grandes apreturas eran estas ; pero sin embargo d
dictador, luego que luvo junto un buen campo, par-
tió la \'Uelta de la Pulla con intento v resolución de
entretenerse y nunca dar al enemigo lugar de venir á
batalla :.'irdíd muy saludable, con que la ferocidad y
orgullo del cartaginés comenzó á enflaquecer, y jún-
tente úsauarse las heridas recebidas por poca con-
eracinn y demasiado brío de loscandillos pasados.
Dado que lio le dio mas en que entender el enemigo,
que la temeridad de Minucio contra quien leerá me-
nester contrastar, yjuntamcnic contra el atrevimien-
to de loa saldados y la mala voz que del andaba , cosa
que muchas veces hizo despeñar ú grandes capita-
nes: ca Iodos murmuraban del recalo del dictador, y
' 5ola Btriboian fi cobardía , y le ponían (como aconte- 1
cá) otros nombres de afrenta.
Cn España Asdrubal envió con una gruesa armada
Himikon (i) para correr las marinas que en nnuclla
provincia estaban á devoción de los romanos, y lue^o
i^ue lo bobo despachado , él mismo acudid por tierra
c Hi un ejército de veinte mil liombres. El capitán ro-
mano Gneio Scipion , por no tener Tuerzas bastan-
tes para ambas {ñrtes, acordúde conservarel señorío
de h mar; ; para rato con treinta naves que armó en
TairagoDa, seapoilerú delaflotacarlafíinesa (lueha-
116 en la boca del rio Ebro vacia de soldados por ha-
berse desembarcado sin alpun recelo de lo que suce-
dió. Tomó veinte y cinco naves á la vwta del mismo
capitán cartagíues : las demás , parte echú á fondo,
parte por escapar encallaron en la ribera. Fue esta
victana tanto mayor que con la misma presteza to-
maron en alt« mar catorce naves gruesas, las cuales
por calmarles el viento no pudieran atener con las
demás. Asimismo unaciudaa por aquellas partes lla-
mada Honofica (£) fue entrada por fuerza ; puesta á
saco. Los campos cercanos á Cartagena ufados, y
ESPAÑA. 49
quemados los arrabales de aquella ciudad. Acudía
Asdrubal á todas partes, y hasta Cádiz siguió por
tierra losrostros de la armada romana (3), como tes-
tigo solamente de los fuegos y daüos que en todas las
partes hacia.
Después deesta victoria la armada romana acome-
tió á la isla de Ibiza ; y mas de ciento veinte pueblos
en Espsñasepasaroná los romanos, y entre ellos los
celtíberos , gente muy poderosa y ancha, pues en su
distrito abrazaban las ciud.ides y pueblos que tioyse
llaman Segorve, Calatayud y Medmaceli : nemas des-
to Heles , comarca de Cuenca , Kuetc , Agreda con la
antigua Numan cía hasta lascumhresde Uoncayoen-
traban en esta cuenta. Con la junta destas gentes
qucdú el capitán romano mas terrible y poderoso.
Juntó un ejercito por tierra , y con él rompió por
aquellas tierras adentro hcsla los bosques de Cas-
tulou; pero sin hacer grande efecto dio la vuelta
hasta pasarde la otra parte del río Ebro, poravíso que
tenia de las alteraciones que levantaba Mandomo,
homhremuy poderosn entre los ilergetos, y que en-
tre los suyos habia antes tenido el Principado. Resnl-
AeorJaFto de Tarrifiin
tjí estas alteraciones una guerra muy formada. As-
drnbal fue llamado por los bulliciosos contra un es-
cua Iron de romanos, que enviado á sosegar aquellas
revueltas, h:ibia pasado A cuchillo muclios de los
que estaban levantados. Demás desto los celtiberos
mo idas por cartas del general romano acudienm
contra los cartagineses, y les tomaron tres ciudades
que lenian en otra parte : por esto Asdrubal fue for-
ado á desamparar fi los ilergelcs con intento de acu-
dir Bl nuev« peligro. Vinjeron S las manos , y en d«
batallas degollaron los celtiberos quince mil hombres
l\) PoUUo le llama Amilrar.
(i) Se cree u» Valencia : pero ningún historiador lati-
gu} rcDere la (orna de lia catorce ntvn.
del ejército cartaginés átíenijío que iba muy adelante
el otoño, de aquel año que fue muy señalado en Es
{Miña por la fertilidad de los campos y por la abundan-
cia de todos los bienes.
CAPITULO XIV.
Comoirobiio Scipion vino h Espaiw.
En estos términos se hallaban las cosas de Espiiñj
cuando Gnclo Scipion por cartas que escribió al se-
50
BIBLIOTECA DE GASPAR T R0I6.
nado pidió dos cosas: que ic enviasen soldados para
rehacer su ejército, y las mas vituallas y municiones
que ser pudiese. Juzgaron los padres aue pedia ra-
zón; y por esta causa Publio Cornelio Scipion, ha-
biéndole prorogndo el imperio después del consulado,
partió en socorro de su hermano. Tomó puerto cerca
de Tarragona (1) alprinci[i¡odcl ano luego simiente,
que se contaba ac la fundación de Roma ouinientos
y treinta y ocho ; llevó treinta caleras, ocho mil sol-
dados y grandes vituallas, y orden de hacer la guerra
con igual poder y autoridad que su hermano. Después
de llegado; tomado que hobieron su acuerdo, á rue-
go de los saguntinos , que andaban desterrados y de-
seaban volver á su tierra, y para vengar los agravios
pasados, fueron con sus ejércitos sobre Sagunto. En
esla ciudad Bostar su gobernador tenia á su cargo y
on su guarda los rehenes de los españoles con una
pequeíia guarnición ': que era lo que dcten¡|i muchas
ciudades de España para no darse á los romanos, por
miedo no pagasen los suyos con las vidas la culpa de
liaberse ellos rebelado. Acedux, hombre noble entre
los saguntinos, y aficionado á los romanos, deseaba
ganar su cracia con algún servicio señalado: habló en
secreto al gobernador , y con razones bien coloradas
le persuadió enviase los rehenes á sus casas : que es-
te era el camino para ganar las voluntades de todos
los de España, pues de ía confianza nace la lealtad.
' Como el gobernador se deiase persuadir por ser
hombre llano y sin doblez , el mismo Acedux se en-
cargó de íievaf los rehenes y restituirlos á los suyos.
Para ejecutar lo que pensaba, avisó primero á los ro-
manos de todo lo que pensaba hacer, y partiéndose á
media noche los llevó á sus mismos reales. Por esta
manera los romanos con restituir ellos de su mano los
rehenes ganaron grandemente las voluntades de los
naturales. Verdad es que la alegría que recibieron de
sucesos tan prósperos se enturbió grandemente con
la nueva que vino de una rota muy señalada que se
dio á los romanos en un lugar de la Pulla llamado Can-
nas.Fuc así que, acabado el consulado de Gneio Ser-
vilio, sucedieron nuevos cónsules, es á saber Lucio
Emilio de la nobleza, y del pueblo (cosa no usada an-
tes) Terencio Varron, por cuya imprudencia les vino
aquella desgracia, ca los dos cónsules por evitar dife-
rencias se concertaron de manera que mandasen á
. dias. Eran los pareceres y condiciones diferentes:
Emilio rehusaba la pelea, Varron un dia que tocó á él
el mando, y halló oportunidad, no dudó de ponerse al
trance de la batalla. Siguióle su compañero mas por
no parecer que le desamparaba , oue poraue le pare-
ciese bien aquel acuerdo. Junto al mar Adriático de-
marcan la ciudad de Gannas en aquella parte de Italia
que se llama la Pulla. A la vista desta ciudad y en sus
campos se dio aquella cruel y sangrienta batalla (2),
en que perecieron de los romanos cuarenta y dos mil
peones y tres mil de á caballo con el cónsul Emilio,
indigno por cierto deste desastre. Mas él visto tan
fraude destrozo y daño, no se quiso salvar en un ca-
alio que para ello le ofrecían. Los cautivos fueron
doce mil , y el número de los nobles que murieron en
aquella jornada, tan grande que de sus anillos hin-
cheron tres modios y medio , que son mas de meilia
hanega de las nuestras , que hizo junUur Magon her-
mano de Aníbal , y los llevó consigo á Carta go por
muestra de la matanza.
El temor y espanto que por causa de esta rota cayó
sobre los romanos, fue Um grande, que los mancebos
mas principales de Roma trataban entre sí de desam-
parar á Italia. El haber interpuesto algún tiempo , y
M ) Según Livío , en el puerto mtsroo de Tarragona.
(2) En estas famosas batallas y en las anteriores, la ca-
b allma y la infantería españolas, que era el nervio principal
4el ejército cartaginés, hicieron proditrios de valor, y las vic-
A*ias le debieron principalmente á ellas.
no seguir luego el enemigo la victoria fue cansa que
no cayese de todo punto el imperio romano. Porque
no pocas ciudades de Italia con la nueva de aquella
pérdida se apartaron de su amistad : muchas en Es-
paña se estuvieron á la mira sin declararse por los ro-
manos, dado que por el buen orden de los Scipiones
ningunas alteraciones se levantaron en aquellas par-
tes , antes por el mismo tiempo Tarragona fue con
nuevos edificios arreada y con nueva muralla ensan-
chada, y juntamente le dieron nombre y autoridad de
colonia romana. En Cartago, dado queHannon hbcía
instancia que pusiesen confederación con los roma*
nos, que acuella era buena ocasión para mejorar su
partido, mirasen no se trocase en breve aquel rego-
cijo en llanto; todavía se resolvieron en el senado (pe
Aníbal y Asdrubal fuesen ayudados como lo pedían
con dineros , soldados y armada. Hicieron gente de
africanos y de alárabes , con que llegaron hasta cua-
renta mil nombres. Destos enviaron primeramente
á España, donde Asdrubal estaba, y donde corría
mayor necesidad, cuatro mil de á pié y quinientos de
á caballo. Dióse cuidado á.liagon que ira por capitán
deste socorro, de juntaren España v levantar de nue-
vo mas gente así de á pie como de á caballo á propó-
sito de mantener y estender en aquella provincia su
señorío.
CAPITULO XV.
Como Asdrubal no pudo entrar en Italia.
Alterábanse por el mismo tiempo hacia el estrecho
de Gíbraltar los tartesios ^3), gente feroz y denmia*
da. Tomaron por su caudillo á un hombre principal
llamado Galbo : acudieron á la ciudad de Asena, don-
de los cartagineses tenían recojido el trigo y las vitua-
llas , y apoderáronse de todo. Sosegó Asdrubal estos
movimientos con presteza , y por las cartas que de
Cartago le vinieron, entendió le ordenaban pasase sin
dilación en Italia para asistir y ayudar á su hermano
Aníbal. Fuéle muy pesado este mandato , j^ ocasión
que muchos en España se inclinasen al partido de los
romanos, pero érale forzoso obedecer. Dejó por suce-
sor y en su lugar áHímilcon, hijo de Bomilcar: ense-
ñóle los secretos de la provincia, avisóle de la manera
que debía tener en hacer la guerra ; v con tanto he-
chas nuevas levas de gente, y juntando mucho dinero
de toda la provincia para el sueldo de sus soldados,
movió con sus ejércitos y fardage la vuelta del río
Ebro, año de la ciudad de Roma quinientos y treinta
y nueve. Los Scipiones aquejados por el peligro de su
f»atria, si Asdrubal pasase en Italia (que temían no
üese oprimida con dos ejércitos, la que para des-
hacer uno no tenia fuerzas bastantes , antes había
sido vencida muchas veces) acordaron de divertillo
de aquel viaje, ó á lo menos entretcnellecon acome-
ter los pueblos do la devoción de Cartago.
Con este intento encaminaron sus gentes contra
una ciudad llamada Ibería del nombre del rio Ibero
que es Ebro, del cual estaba cerca. Asdrubal que tu-
vo aviso de estedeseño, se anticipó á fortificar aquella
ciudad; y hecho esto, se puso con gran presteza so-
bre otra ciudad que por allí estiba aliada con los ro-
manos: con aue los contrarios asimismo se divirtie-
ron , en alzaao el cerco de Iberia , acudieron á la
defensa. Acercáronse los ejércitos, trabaron primero
escaramuzas, y últimamente ordenadas sus haces y
dada señal de pelear, arremetieron los unos y Irrs
otros con grande denuedo. Pelearon no de otra mane-
ra que si en el suceso de aquella batalla estuviera
pnesto no solo el señorío de Italia y de España, sino
el imperio del mundo. En especial los romanos se se-
ñalaban ni mas ni menos que sí estuviesen á las mu-
rallas y puertas de Roma : con que apretaron á los
( 3) Livio los llama cartesios , y Masdeu oree que se nom-
brasen calpcsios los moradores del monte Calpe.
HlTOftlA DE BSPASa.
8(
contrarios y salieron con la victoria. Los primeros á
val ver las espaldas fuaron los espauoles , que por el
aborrecimiento que tenian á los cartagineses, y por
Uevallos por fuerza á empresa tan lejos, se aficiona-
ban á los romanos. Los cartagineses y africanos, des-
amparados de tal ayuda , fueron muertos y puestos
en huida : la caballería y elefantes escaparon por los
pies : el mismo Asdrubal con pocos se recogió á Car-
tagena.
La nueva y aviso desta noble victoria , luego que se
supo en Roma por cartas de los Scipiones , fue oca-
sión de grande alegría no tanto por ganar la jomada,
cuanto por haberse impedido la pasada de Asdrubal
en Italia. Fue este ano trabajoso para España así por
falla de mantenimientos , como por la peste que se
emprendió , con que murió mucha gente , y entre los
demás ia mujer y el hijo de Aníbal: asilo cuentan.
Por esta causa los padres romanos enviaron vituallas
para los ejércitos que tenian en España : para pro-
veer esto tomaron dineros prestados de los mercade-
res á causa de estar sus tesoros de todo punto gasta-
dos. Ademas que les era forzoso armar por la mar
contra Filipo rey de Macedonía, de quien se decía
que puesta confederación con Aníbal , trataba de pa-
.sar en Italia, que era otro nuevo peligro. Sabida en
Cartago la rota de Asdrubal , y el riesgo que corrian
las cosas de España, dieron orden que Magon herma-
no de Aníbal , con la armada que tenia á punto para
pasar en Italia , tomase la derrota do España. Hizolo
asi , y en breve surgió en el puerto de Cartagena con
sesenta galeras y doce mil hombres en ellas : donde
se hallaba asimismo Himilcon, que poco antes viniera
en España con las naves y gente de socorro que tam-
bién él trajera de Cartago".
Con la venida de Magon bobo grande mudanza en
España; y los que después de vencidos apenas tenían
donde poner el pie , se atrevieron á salir de nuevo
en campaña. La ciudad de llüturgo fuera antes de su
jurisdicción, y porque se había pasado al enemigo,
le acometieron primeramenti* : pusiéronse sobre ella
ox>n sesenta mil hombres , y cercáronla por tres par-
tes. Deseaban los Scipiones socorrella ; acudieron
con carros y bestias á meter trigo á los cercados, y
con diez y seis mil hombres que llevaba de guaraa.
Salieron los cartagineses á atajarles el paso, üióse la
batalla, que fue nni]r reñida , en que fueron vencidos
no solo Asdrubal, sino también Magon y Himilcon,
que de sus propíos reales acudieron á la pelea. El
estrago fue mayor y mas el niiraero de los muertos
que el de los vencedores : prendieron Ires mil hom-
bres dea caballo , tomaron mil caballos ( 1 ) que halla-
ron en los reales : demás dcsto mataron cinco elefan-
tes. Rehiciéronse después desto los cartagineses de
soldados y de fuerzas : acometieron un pueblo llama-
do Incibile , siete millas al Poniente de Torlosa : acu-
dieron asimismo los romanos , con que de nuevo en
un encuentro y batalla mataron tres mil cartagineses
y prendieron otros tantos. Quedó otrosí muerto Hi-
mncon capitán de grande esfuerzo y nombradla. Al-
gunos dicen que Incibile es la que hoy se llama Clielva
en el reino de Valencia. Uliturgo tienen que es An-
dújaren el Andalucía, ó Líetor, pueblo aue no cae
tejos de la ciudad de Alcaráz. Averiguar la historia de
los lugares no es de menor dificultad que la de los
liecbos por ser tan ciega la antigüedad, principal-
mente de España.
Esto suceoió en el otoño, en el cual una nueva que
vino de Italia aument() mucho la alegría de los roma-
nos, es á saber que después que Aníbal hobo enfla-
quecido y mancado su ejército con los deleites y
recalos de Cápua , teniendo cercado á Ñola , fue ven-
cido en batalla por el pretor Marco Marcello y forza-
(I) Livio dice que hicierou mas de tres mil prisioneros de
iníaateria, y de caballería poco menos de mil.
TOMO H.
do de retirarse á la PuUa. ítem que do» mtl españo-
les, desamparados los reales cartagineses, se pasaron
á los romanos movidos de las grandes promesa^ que
les hicieron. Demás desto se contaba que Asdrubal,
por sobrenombre Calvo, partido de Italia para África
con una gruesa armada , de camino probo de apode-
rarse de Cerdeña á persuasión del mas principal de
aquella isla, llamada Arsicora; pero que fue desba-
ratado y pre^o cerca de Calari por Nito Manlio Tor-
cuato, con gran matanza así de los cartagineses,
como de los sardos, que seguían su partido. Tam-
bién se supo de Sicilia que por la muerte de Rieron
sucediera en su lugai* un su nieto llamado leróni-
n]o; y que había sido coronado por rey de Siracusa,
si bien era mozo de quüice anos , y de costumbres
muy diferentes de su abuelo, l^s Scipiones con
aquellas nuevas llenos de buena esperanza, y de-
terminados de volver á las armas luego que el tiem-
po diese lugar , acordaron de enviar los soldados á
mvernar , y pastrr ellos el invierno en Tarragona : en
el cual tiempo se acabó la muralla de aquella ciuaad,
.como se entiende por el letrero de una piedra anti-
gua aue se conservaba en tiempo de D. Alonso el XI
rey ac Castilla, según que se refiere en su historia.
Está la ciudad de Tarragona asentada en un llano
pequeño que se hace en lo mas alto de un coliado
redondo , que tiene la subida no agria y debajo á tiro
de piedra la mar, cuyo lado hacía donde sale el sol
\M}T las muchas peñas es áspero y fragoso. Al Ponien-
te-se estiende una llanura de mucha frescura y fer-
tilidad por mas de cuarenta millas , plantada de oli-
vares, viñas y membrillares ^ abundante en ganhdo,
do buena cosecha de pan, tanto que basta para el
sustento de los moradores. A una milla de la ciudad
por medio de aquellos campos pasa un río que hoy se
dice Francolín y antiguamente Thulcis , cuyas aguas
son mas ^ propósito para cocer el lino y el cáñamo
de que hay por allí aoundancia , que para beber. Y
como quíer que aquella ciudad antiguamente pade-
ciese falta de agua dulee , grande incomodidad , des-
pués de los Scipiones los romanos labraron á su ma-
nera ciertos acueductos muy altos , con que guiaron
á ¡a ciudad una parte del rio Gaya , si bien dista della
por espacio de aiez y seis millas. Estos caños fueron
desbaratados á causa de las guerras que gentes de
Alemana hicieron en España, como lo reliere Flo-
rian, el año de Cristo de docientos y setenta y seis,
y se volvió á la misma incomodidad (2) hasta*" tanto
qiíe en tiempo de nuestros abuelos abrieron un pozo
muy hondo , de dónde bastantemente se proveen de
ngua dulce los moradores., (pie en nuestro tiempo
llegan hasta número de setecientos vecinos poco mas
ó menos, como el circuito de los muros tenga (á lo
que parece) capacidad de bastardos mil casas y no
mas.
CAPITULO XVI.
Como ios cartagineses faeron maltratados en muchas
partes de España.
Apbn AS era pasado el invierno del año que se con-
taba de la fundación de Roma 540., cuando los dos
hermanos Magon y Asdrubal, juntado que tuvieron
uñ grueso ejército de los suyos y de españoles , salie-
ron con él en campaña resueltos de ecliar con las ar-
mas de toda la España dicha Ulterior, que es lo mis-
mo que de allende , á los romanos aue en gran parte
estaban della enseñoreados. Publio ácipion, para opo-
nerse y contrastar á estos intentos, pasado el rio Ebro
rompió por cierta parte donde caían los pueblos lla-
mados vectones. Asentó sus reales junto á un lugar
principal llamado Castro alto, que era de mal agüero
para los cartagineses por liabcr sido allí muerto Amil-
(2) Volvieron á reedificarse por el llustrísimo señor dou
Joaquin de San ti ya u arzobispo de aquella ciudad.
r
50
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
nado pidió dos cosas : que le enviasen soldados para
rehacer su ejército, y las mas vituallas y municiones
que sor puífiose. Juzgaron los padres (^ue pedia ra-
zón; y por esta causa Publio Cornelio bcipion, lia-
biéndole prorogado el imperio después del consulado,
partió en socorro de su hermano. Tomó puerto cerca
de Tarragona (1) al princi[»iodcl ano luego siguiente,
que se contaba (le la fundación de Roma nuinientos
y treinta y ocho : llevó treinta caleras, ocho mil sol-
dados y grandes vituallas, y orden de hacer la guerra
con igual poder y autoridad que, su hermano. Después
de llefíado; tomado que hobieron su acuerdo, á rue-
go de los saguntinos , que andaban desterrados y de-
seaban volver á su tierra, )r para vengar los agravios
pasados, fueron con sus ejércilos sobre Sagunto. En
esta ciudad Hostar su gobernador tenia ú su cargo y
en su guarda los rehenes de los españoles con una
pequeña guarnición : que era lo que deten¡|i muchas
ciudades de España para no darse á los romanos, por
miedo no pagasen los suyos con las vidas la culpa de
haberse ellos rebelado. Acedux, hombre noble entre
ios saguntinos , y aficionado á los romanos, deseaba
ganar su gracia con algún servicio señalado; habló en
secreto al gobernador , y con razones bien coloradas
le persuadió enviase los rehenes A sus casas : que es-
te era el camino para ganar las voluntades de todos
los de España, pues de la confianza nace la lealtad.
' Como el gobernador se dejase persuadir por ser
hombre llano y sin doblez , el mismo Acedux se en-
cargó de llevar los rehenes y restituirlos á los suyos.
Para ejecutar lo que pensaba, avisó primero á los ro-
manos de todo k) que pensaba hacer, y partiéndose á
media noche los llevó á sus mismos reales. Por esta
manera los romanos con restituir ellos de su mano los
rehenes ganaron grandemente las voluntades de los
naturales. Verdad es que la alegría que recibieron de
sucesos tan prósperos se enturbió grandemente con
la nueva que vino de una rota muy señalada que se
dio á los romanos en un lugar de la Pulla llamado Can-
nas.Fue así que, acabado el consulado de Gneio Ser-
vilio , sucedieron nuevos cónsules , es á saber Lucio
Emilio de la nobleza, y del pueblo (cosa no usada an-
tes) Terencio Varron, por cuya imprudencia les vino
aquella desgracia, ca los dos cónsules por evitar dife-
rencias se concertaron de manera que mandasen á
. dias. Eran los pareceres y condiciones diferentes:
Emilio rehusaba la pelea, Varron un dia que tocó á él
el mando, y halló oportunidad, no dudó de ponerse al
trance de la batalla. Siguióle su compañero mas por
no parecer que le desamparaba , oue poraue le pare-
ciese bien aquel acuerdo. Junto al mar Adriático de-
marcan la ciudad de Cannas en aquella parte de Italia
que se llama la Pulla. A la vista desta ciudad y en sus
campos se dio aquella cruel y sangrienta batalla (2),
en qiie perecieron de los romanos cuarenta y dos mil
peones y tres mil de á caballo con el cónsul Emilio,
mdigno por cierto deste desastre. Mas él visto tan
grande destrozo y daño, no se quiso salvar en un ca-
ballo que para ello le ofrccian. Los cautivos fueron
doce mil , y el número de los nobles que murieron en
aquella jornada, tan grande que de sus anillos hin-
cheron tres modíos y medio , que son mas de media
hanega de las nuestras , que hizo juntar Magon her-
mano de Anihal, y los llevó consigo á Cartago por
muestra de la matanza.
El temor y espanto que por causa de esta rota cayó
sobre los romanos, fue tin grande, que los mancebos
mas principales de Roma trataban entre sí de desam-
parar á Italia. El haber interpuesto algún tiempo , y
M ) Según Livio , en el puerto núsnio de Tarragona.
(2) En estas famosas batallas y en las anteriores, la ca-
b allería y la infantería españolas, que era el nervio principal
4ei ejército cartaginés, hicieron prodigios de valor, y las víc-
aW^s le debieron príncipalraeote á ellas.
no seguir luego el enemigo la victoria fue causa que
no cayese de todo punto el imperio romano. Porque
no pocas ciudades de Italia coo la nueva de aquella
pérdida se apartaron de su amistad : muchas en Es-
paña se estuvieron á la mira sin declararse por los ro-
manos , dado que por el buen orden de los Scipiones
ningunas alteraciones se levantaron en aquellas par-
tes , antes por el mismo tiempo Tarragona fue con
nuevos edincios arreada y con nueva muralla ensan-
chada, y juntamente le dieron nombre y autoridad de
colonia romana. En Cartago, dado queüannon hticia
instancia que pusiesen confederación con los roma-
nos , que aq[ueUa era buena ocasión para mejorar su
partido , mirasen no se trocase en breve aquel rego-
cijo en llanto; todavía se resolvieron en el sanado (jue
Aníbal y Asdrubal fuesen ayudados como lo pedían
con dineros , soldados y armada. Hicieron gente de
africanos y de alárabes , con que llegaron hasta cua-
renta mil nombres. Destos enviaron primeramente
á España, donde Asdrubal estaba, y donde corría
mayor necesidad, cuatro mil de á pié y quinientos de
á caballo. Dióse cuidado á.liagon que iba por capitán
deste socorro, de juntar en España y levantar de nue-
vo mas gente así de á pie como de á caballo á propó-
sito de mantener y estender en aquella provincia su
señorío.
CAPITULO XV.
Como Asdmbal no pudo entrar en Italia.
Alterábanse por el mismo tiempo hacia el estrecho
de Gíbraitar los tartesios (3), gente feroz y denoda-
da. Tomaron por su caudillo á un hombre principal
llamado Galbo : acudieron á la ciudad de Asena, don-
de los cartagineses tenían recojido el trigo y las vitua-
llas , y apoderáronse de todo. Sosegó Asdrubal estos
movimientos con presteza , y por las cartas que de
Cartago le vinieron, entendióle ordenaban pasase sin
dilación en Italia para asistir y ayudar á su hermano
Aníbal. Fuéle muy pesado este mandato, y ocasión
que muchos en España se inclinasen al partido de los
romanos, pero érale forzoso obedecer. Dejó por suce-
sor y en su lugar áHimilcon, hijo de Bomilcar: ense-
ñóle los secretos de la provincia, avisóle de la manera
que debia tener en hacer la guerra; y con tanto he-
chas nuevas levas de gente, y juntando mucho dinero
de toda la provincia para el sueldo de sus soldados,
movió con sus ejércitos y fardage la vuelta del ríe
Ebro, año de la ciudad de Roma quinientos y treinta
y nueve. Los Scipiones aquejados por el peligro de su
patria, si Asdrubal pasase en Italia (que temían no
fuese oprimida con dos ejércitos , la que para des-
hacer uno no tenia fuerzas bastantes , antes había
sido vencida muchas veces ) acordaron de divertillc
de aquel viaje, ó á lo menos entretenellecon acome-
ter los pueblos de la devoción de Cartago.
Con este intento encaminaron sus gentes contra
una ciudad llamada Iberia del nombre del rio Ibero
que es Ebro, del cual estaba cerca. Asdrubal que tu-
vo aviso de este deseño, se anticipó á fortificar aquella
ciudad; y hecho esto, se puso con gran presteza so-
bre otra ciudad que por allí estaba aliada con los ro-
manos: con aue los contrarios asimismo se divirtie-
ron , ca alzaao el cerco de Iberia , acudieron á la
defensa. Acercáronse los ejércitos, trabaron primero
escaramuzas, y últimamente ordenadas sus haces y
dada señal de pelear, arremetieron los unos y los
otros con grande denuedo. Pelearon no de otra mane-
ra que si en el suceso de aquella batalla estuviera
puesto no solo el señorío de Italia y de España, sino
el imperio del mundo. En especial los romanos se se-
ñalaban ni mas ni menos que si estuviesen á las mu-
rallas y puertas de Roma : con que apretaron á los
( 3) Livio los llama cartesios , y Masdeu cree que se nom-
brasen calpesios los moradores del monte Calpe.
B18T0R14 DE E8PAXA*
53
las cosas d« los cartagineses en Esoaña en términos
que no parece podian estar peores, Magon fue enviado
a la Gaua para tratar con Menicato y Cívismaro, se-
ñores con 9[iiien hiciera Aníbal confederación , como
ayriba se dijó, para que pasasen en España con sus
gentes y les ayudasen. Lo cual sin mas dilación ellos
hicieron y ca por mar Ueyaron á Cartagena nueve mil
hombres de su nación , donde Asdrubal se apercebia
para la guerra. Gneio, alegre con las victorias pasa-
das , no con menor cuidado pasó el invierno en la
Bética, ^e hoy es Andalucía. Con tanto al principio
del ano que se contaka de Roma 54á , los unos y ios
otms salieron en campaña. Vinieron á las manos en
aquellas comarcas de Andalucía con el mismo coraje
y denuedo que antes : el suceso fue el mismo , 1^ ma-
tanza algún tanto mayor, ca ochó mil hombres del
ojórcito cartaginés y casi todos del número de los ga-
llos quedaron en el campo tendidos con sus capitanes
Givismaro y Menicato, que con deseo de mostrar su
valentía con gran denuedo y alegría, como suele
aquella gente , se metieron muy adelanta en la pelea.
Después desta victoria los romanos revolvieron so-
bre Sagunto y Ir tomaron al fln por fuerza , pasados
sois anes después que fue ganada y arruinada p^r los
cartagineses. Vivian todavía algunos de los foragidos
de aquella su patria, que fueron en ella restituidos, y
la ciudad de Turdeto ( la principal causa de aquellos
danos) echada por el suelo y allauada. Sud campos
entregaron á los de Sagunto , y á los turdetanos ven-
dieron en pública almoneda: que fue por la vensanza
alguna consolación del dolor , y recompensa ae las
injurias que los de Sagunto por su ocasión recibieran.
Por el cual tiempo de Italia vinieron nuevas que Ar-
óos, ciudad de la Pulla, la cual después de la rota de
Cannas <ó y se pasó á Aníbal^ rué tomada por el
esfuerzo del cónsul Quinto Fabio : j juntamente mil
españoles que tenia díe guarnición , por grandes pro-
mesas oue les hicieron, mudaronpartido(l) y siguie-
roD el de Roma : principio , aunque pequeño, oue dio
esperanza á los romanos de desnacer por aquel cami-
no al orgulloso enemigo, y les puso en pensamiento
como lo hicieron de escribir á los SciwioQes que lo mas
en breve que ser pudiese enviasea á Italia algunos se*
ñores españoles piíra por su medio granjear los demás
españoles que andaban en el campo ue Aníbal; en
cuyo valor entendían consistía la mayor fuerza y es-
peranza délos cartagineses sus enemigos.
CAPITULO XVIf.
De una nueva guerra que se emprendió en AArica.
Pon el mismo tiempo en África se encendió una
nueva y larga guerra con esta ocasión. Asdrubal hijo
de Gisgon dejoen Cartago una hija llamada SoXonisba
en edad de casarse. Sus partes y prendas muy aven-
tajadas movieron á Sifaz, rey que era de los numidas,
á pedilla por mujer. T como el senado se escusase con
la ausencia de su padre., entendió el bárbaro . y no se
engañaba, que aquella reapuesta era despioiente. y
que DO se la querían dar. Es el amor muy sentido:
túvose por agraviado , y determinó Vengarse con las
armas, la siUa de su imperio y señorío era la ciudad
de Siga puesta en las marinas de África , enfrente de
nu(»tra Malaga : sus tierras á la parte del Poniente se
esiendian hasta Tánger y el mismo mar Océano , y
por la parte que sale el sol, tenia por aledaños las
tierras de Cartago: solo quedaba en medio del reino
de Gala. Con él ae ordinario tenía Sifoz guerra sobre
los confines y fronteras con sucesos diversos y dife-
(f ) Livio no dice sino que : Los Es^pafioles también , que
eno poeo menos de mil hombres , despaes de haber pactado
úoÍG^meate que la gtaraiciou cariaginesa uldria libre de la
piau ña que en esto interviniere engaüo alguno , se pasaron
al partido del cúnsuL
TOMOI.
f rentes trances. Tenia Gala un hijo por nombre Hasi-
nissa, mozo de grandes esperanzas» en fuerzas, yalpr
V ingenio aventajado. . Pretendía Sifaz hacer primeria
la guerra y cargar sobre Gala que tenia pocas tierras»
y mas se sustentaba con la sombra de Cartago, que
con sus propias fuerzas. Parecíale buena coyunjtura
para su empresa por estar los de Cartago embarazados
a un tiempo con dos guerras muy pesadas , la de Ita- .
lia y la de España. Estaba con esta resolución, cuan-
do le llegaron tres embajadores aue los Scipiones
desde España le despacharon para decirle de su parte
que haría una cosa muy agradable al senadp romano»
SI se aliase con ellos, y juntadas sus fuencas diese á
Cartago una nueva guerra en África para dividille las
fuerzas en muchas partes , y que no fuese bastante
para acudir á todo.
Con esta embajada se encendió Sifoz mas en el
propósíto.que tenia : razonó con los embajadores , y
trató muy á la larga de diversas cosas : con Íanto\
quedó atícionado á la amistad de los romanos: y por
entender cuan rudos eran los de Afríca en las cosas de
la guerra comparados con la milicia romana, pidió por
lo que debían á la amistad comenzada , que volviendo
los dos con la respuesta , el tercero quedase en su
compañía para instruir y ejercitar ia infantería d^^
aquel reino, parte de milicia de que los numidas de'
todo tiempo carecían , que solo usaban de gente á
caballo. Otorgóse al rey lo que pedia, que Quinto Ser-
torio quedase con iél ; pero con tal condición que los
Scipiones lo tuviesen por bien ^ lo aprobasen. Súpose
en Cartago el intento de los Scipiones; y para acudir
á su pretensión y á la de Sifaz acordaron de servirse
del rey Gala, su aliado. F^e nombrado por capitán de
aquella guerra Masinissa, mozo como queda dicho de
grandes prendas, y adelante muy faxnoso por la amis-
tad oue tuvo hasta la muerte con los romanos, el cual .
siái (ulacíon , juntado que bobo así sus gentes , cómo-
las que los cartacineses le enviaron, salió á verse con
el enemigo. DióTe la batalla en que le mató treinta,
mil hombres, y á él forzó á huirse á los maurusion,'
que era una cmdad ó comarca en lo postrero.de su
reino , por ventura donde ahora está Marrqecos. Y-
como juntadas huevas gentes pretendiese pasar en
España , con otra batalla que le dio , le quebrantó de,
lodo punto las alas. Hay quien diga, que sin embargo
Sifaz pasó en España para tratar en presencia condos
Scipiones la manera que se debía tener en hacer la.
guerra, y que dejaron de contar este viaje Tito Livio
y Plutarcho, como no es maravilla que en tan grande
muchedumbre de cosas se olvide algo.
Estas cosas sabidas en España ; cpmo congojaron ¿
los romanosj asi bien por el contrario acarrearon gnu[i
alegría al general carta^nes. Parecióle buena ocasión
de apretar á los romanos, cuyo partido que se iba
antes mejorando, tornaba de nuevo á eropeorarr>e.
Estaba ya cercano el invierno; por esto determinaron
los cartagineses de concertarse para el año siguiente
en los celtiberos, gente feroz y brava, y convidallos
con ^ande sueldo para que los ayudasen. Fueron los
Scipiones avisados destas pláticas : ganaron por la
mano, y con ofrecerles mayores preinios, como gente
oue se vendia por dineros , los mantuvieron en su
devoción, principalmente que los honraron en que no
anduviesen en escuadrones aparte , ni en los reales
como antes era de costumbre tuviesen sus alojamieor
tos distintos, sino que anduviesen mezclados con los
romanos debajo de las mismas banderas. Todo se
enderezaba so color de honra á asegurarse mas
dellos.
En particular para que hicieseu que los demás es-
j>anolcs desamparasen á Aníbal, enviaron trescientos
dcllos áRoma, que llegaron allá por el mar, principió
del año siguiente, que se contó 542 án la fundación
de Roma. En ehle tiempo cuatro naves enviadas de
Roma con vituallas y dinero suplieron la falta que sus
13*
^^ «ibliotm:a iiK
ejércitos éii Espai» tenían. Pero lo qaa mas los animó
y aÍe§Tó, fae entender que Hannon (el cual fuera
enviado desde Cartazo á Italia, v hechas nuevas levas
de gente en la Liguria y en la Galía , rompía por Ita-
lia para juntarse con Aníbal , que se hallaba ufano
per haberse apoderado al mismo tiempo de la ciudad
de Taranto) fue en la Marca de Ancona con todas sus
gentes vencido y desbaratado. En Sicilia la ciudad de
Siracusa de8i>ues de la muerte de Rieron , y de la que
dieron á su nieto lerónimo sus mismos vasallos^ como
quier que estuviese dividida en bandos y últimamente
bebiese venido á poder de los cartamneses, Marco
Marcello con un cerco que sobre ella tuvo de tres
años , la redujo y puso en la obediencia de los roma-
nos ; ayudóle Merico español , ^ue con' quinientos
soldados de guarnición la defendió todo aquel tiempo
por Cartago , y entonces se determinó de entregalia
51 capitán romano, que la entró por fuerza, y puesta
saco , se hizo gran matanza de los ciudadanos.
CAPITULO XVIIL
Como los Scipiones fueron muertos en España*
El premio que se dio á Masinissa por la victoria que
sanó contra Sifaz , su competidor, fue dalle por mu-
jer á Sofonisba. El movido por el nuevo jparentesco,
y con deseo de avudar á su suegro , el mismo verano
desembarcó en el puerto de Cartagena con siete mil
africanos, y setecientos caballos numídas ó alárabes.
Asimismo Indibil , hermano de Mandonio , tenia para
el mismo efecto levantados cinco mil hombres en los
pueblos que llamaron suessetanos, aparejado y presto
para mover en ayuda de los mismos luego que le fue-
se avisado. Algunos entienden que estos pueblos eran
en aquella parte de Navarra donde hoy está Sangüesa
á la ribera del rio Aragón , villa que como se muestra
por los privilegios de los reyes antiguos se llamaba
Suessa; y sospechan que tomó este nombre de los
'huercos, que en latín se llaman Suei: ca no hay
duda sino que en los pueblos comarcanos que se lla-
maban lácetenos , donde hoy está Jaca , hoto de todo
tiempo muy buena cecina desta carne , y aun en el
nuestro tienen mucha fama los pemiles de aquella
comarca.
Pues como los cartagineses se hallasen apercebidos
de tantas ayudas , fueron los primeros que partidos
de Cartagena salieron en campaña la vuelta del Anda-
lucia con su campo dividido en dos partes. La una
dolías guiaba Asorubal el Barchino : de los demás
iban por capitanes Magon, Masinissa y el otro Asdm-
bal su suegro. Los Scipiones asimismo con muchos
socorros que les vinieran de Italia, y en parricular
confiados en tremta mil celtíberos que tenían á su
sueldo, partieron de sus alojamientos con resolución
de pelear con et enemigo va tantas veces por ellos
vencido. Gneio con los celtíberos y la tercera parte de
tos soldados romanos seencarsóde combatir á Asdru-
bal , y con este intento asento sus reales cerca de los
del enemi go , y no lejos de la ciudad Anatorgis y de
un río que pasaba por medio y dividía los dos campos.
Publio mo viócontra losdemas caudillos cartagineses,
para que vencido Asdrubal (como lo tenían por hecho)
no huyesen ellos y se salvasen por los bosques cerca-
nos y por las selvas , antes como cercados con redes
lodos pereciesen juntamente : tanta confianza engen-
dra muchas veces la prosperidad continuada ; pero
sucedió todo muy al revés , ca por astucia de Asara-
bal y con el conocimiento y trato que tenia con aque-
lla gente, los celtíberos fácilmente se dejaron persua-
dff que desamparasen al capitán romano , y levanta-
das de repente sus banderas se volviesen á sus casas.
Para hacello . damas desto hobo ocasión de una
nueva que se divulgó , y fue que la parte de aquellos
que favorecía á los cartagineses, tomadas tas armas,
saqueaban las haciendas de los que seguían á los ro-
GASrAft r KOIG.
manos. Gneio, despojado de aquella parle de sus
fuerzas , por quedar menos poderoso que el enemigo
determinó retirarse: ¿porque á (|ué profiósito con te-
meridad despeñarse en su perdición manifiesta? ni es
muchas veces de menor ánimo escusar la palea , aue
aceptalla. Lo que sabiamente tenia acordado, desba-
rato otra fuerza mas alta: porque Publio, acosado de
la caballería de Masinissa, que no cesaba de escara-
muzar delante sus reales , y por recelarse que si In-
dibil, de quien se decía que venia, se juntaba con los
demás, no seria bastante para contrastar á tantas
fuerzas , tomó un consejo líeligltrao , y fue que se de-
terminó de salir al encuentro i Indibil . y atajalle el
camino , dado que en lo demás era liombre no menos
recatado que valiente; pero la fortuna ó fuerza mas
alta ciega á I05 que quiere despeñar. Dejó pues en ios
reales una pequeña guarnición , y él de ñocha salió
con sus gentes á hacer lo que pensaba.
No ignoraron esta intento los enemigos. Hablan ya
llegado los romanos á vista de los suessetanos , y ya
tarde se comenzaron á trabar con ellos , cuando Ma-
sinissa con su venida turbó á los romanos que llevaban
lo mejor, y finalmente los venció. Muchos fueron
muertos por la caballerfa. y el mismo general Publio;
losdemas se pusieron en huida : en el alcance fue aun
mayor la matanza. Algunos pocos cubiertos de la os-
curidad de la noche , parte se recogieron á las guar-
niciones cercanas de los romanos y á la ciudad de
Illíturgo, parte á los reales donde calieron. Los carta-
g 'ceses , alegres con esta victoria , á gran priesa se
eron ¿juntar con Asdrubal el Barchino. Por esta
ocbsion Gneio comenzó á sospechar que su hermano
Publio debía Eer muerto : ca tenia por cosa cierta que
si él fuera vivo y quedara salvo, no se hobieran jun-
tado todos los cartafríneses. Sentía otrosí en su cora-
zón una estraordinaría tristeza , bien así como suele
acontecer á los que ha de suceder algún mal , como
pronóstico de su daño : tanto mas se confirmó en la
resolución oue tenia de retirarse, y así de noche sin
ruido salió ae sus reales. AI alba conocieron los car-
tagineses que los romanos eran partidos. Enviaron
delante los caballos alárabes para que picasen la re-
taguardia , y con tanto entretuviesen al enemigo hasta
tanto que los capitanes cartagineses llegasen con el
cuerpo del ejército.
Gneio, viendo que los suyos, por e! gran miedo
que les entrara , ni se movían á pelear por ruegos ni
por amonestaciones, ni por su autoridad , determinó
aventajarse en el lu^^ar, y tomar un altozano que cerca
se empinaba. La subida fue fácil, mas no tenían apa-
rejo , ni materia almina para hacer foso ni otros repa-
ros por ser el &uelo duro á manera de piedra. Hizo
pues poner los bastos y el bagaje como por valladar y
trinchera , reparo lijero para tan ^rave peligro , pero
que detuvo algún tienpo al enemigo , maravillado de
los romanos, cuyo estuerzo é inoustría aun en tan
grave trance no desfallecía. Acudieron los capitanes,
y reprendida la cobardía de sus soldados , entraron
por luerza los reales. Allí los pocos rodeados de mu-
chos , y mas vencidos del temor , fácilmente fueron
destrozados. El mismo Gneio dndoque en aquel tran-
ce hizo oficio de gran capitán y de valiente soldado,
pereció con los demás : varón singular y que gobernó
a España muchos años, y fue el primero de los roma-
nos que con su buena traza y afabilidad ganó el favor
y voluntad de los naturales.
Algunos pocos por los montas y espesuras por don-
de á cada cual guió el miedo ó la esperanza, fueron ¿
parar á los r«ües de Publio Scipion , que por ventura
sospechaban estaba salvo; pero hallaron qua Tito
Fontttio , su lugarteniente , quedaba en ellos coiruna
pequeña guarnición. Dióse esta batalla cerca del rio
Segura y de un pueblo llamado liorcis, que hoy se
entiende sea Lorquin en el reino de Murcia. Los de
Tarragona tienen por averiguado que un torrajon que
mSTOBIA
está puestoenfirenU d« aqaeUa ciudad, es el sepulcro
de los Sciinones , donde se ven dos estatuas de mar-
mol mal entalladas , puestas como dicen en memoria
de los Scipiones. Pudo ser que pasasen allí sus ceni-
zas, ó por ventura los naturales y los soldados para
maestra del mucho amor que les tenían , dado que
los cuerpos no estuviosen allí , levantaron aquella
menooria cerca de la ciudad principal donde era el
asiento del ^biemo romano , á manera de cenotafio,
qoe es lo mismo que sepulcro vacío , como se ven en
otras partes muchas memorias semejantes.
CAPITULO XIX.
Como Lacio Marcío reprimió el atrevimiento de Jos
cartagineses.
El desastre de los Scipiones fue ocasión de gran
mudanza en las cosas, y cayera de todo punto en Es-
paña el partido de los romanos, si no le sustentara el
principio la osadía de Lud^ecio Marcio , y después le
adelantara el valor grande dePublioCorneitoScipion,
que fueron el todo para que no se perdiese el resto
segon que amenazaban los grandes torbellinos que se
levantaron. Falta comunmente la lealtad, y desampa-
ran los hombres á los que ven ser de adversidad tra-
bajados, como sucedió en esta ocasión enE^paüa: ca
k» castólonenses fueron los primeros oue cerraron
Us puertas á los romanos gue después ae aquel de-
sastre se recogieron á su ciudad. Los de Illiturgo pa-
saron adelante, porque después de recibidos los ma-
taron. Con el ejemplo destas ciudades no hav duda
sino que otros muchos pueblos mudaron partido: ha-
llábanse rodeados de tantos danos en un tiempo , asi
los que con Tito Fonteio quedaron en guardia de los
reales , como los demás que se acogieron á ellos; por
esto á grandes jornadas se volvieron de la otra parte
del rio Ebro. Acorrióles en este aprieto Lucio Marcio,
hijo de SepUmio , caballero romano , mozo de mucho
valor , y que en el ejército de Gneio Scipion fuera
capitán de una de las principales compañías , y tam-
bién tribuno: juntó un grueso escuaoron así de las
guarniciones romanas , como délos que á él se reco-
gieron después de las rotas ya dichas, y con él fué á
dar socorro á los demás.
La alegría que con su venida recibieron los solda-
dos fue tan grande oue , tratando de nombrar capi-
tán fjeneral en lugar de los muertos, por voto de toaos
le eligieron para el tal cargo. Pudiera pretenderle el
mismo Fonteio y agraviarse de los soldados ; pero la
borrasca reprime la ambición , y el miedo no aa lugar
á los demás afectos desordenados cuando es grande,
antes los enfrena. Verdad es que toda aquella alegría
en breve se enturbió y trocó en mayor tristeza con el
aviso qne les vino, es á saber que Asdrubal pasado el
rio El¿o se apresuraba para cargar sobre ellos, y que
ya llegaba muy cerca y tras él Magon que por las mis-
mas pisadas le seguia. Fue esta nueva para ellos muy
triste: teníanse por perdidos , parecíales que la for-
tuna aun no estaba harta do la sangre romana. Con
esto unos encomendaban sus deudos á sus amigos» j
hacían testamentos de palabra , apropósitoque, si
ú^ano escapase, llevase á sus casas las nuevas, y
avisase de su última voluntad, otros lloraban su mala
suerte y triste hado, todos renegaban y se malde-
cían. No habia quien diese oídos alas amonestaciones
de Marcio, antes como atónitos estaban suspensos,
los ojos puestos en tierra, y aun los mas encerrados
en sus tiendas.
En el entre tanto el enemigo llegaba á vista de los
reales, y se acercaba ¿ los reparos y al foso. Con la
*^sta de los estandartes cartagineses, mudado el
miedo en coraje , bravos como unos leones acuden
los romanos todos con sus armas á la defensa y á las
trincheras: rebaten los enemigos, y no contentos
con esto, salen con gran rabia y furor contra ellos^
El descuido de los cartagineses, y la conflanza, hija
de la prosperidad y 4 las veces causa y madre tiel de-
ta^tre , dió la vida A los romanos : ca el atrevimiento
no pensado hizo maravillar y amedrentó á los vence-
dores de tal suerte, que sin tardanza volvieron las
espaldas. Marcio no quiso seguir el alcance por mie-
do de alguna celada; antes contento con haber muer-
to algunos en la huida y conGrmado el ánimo de los
suyos , dió señal de recogerse , y se volvió á sus es-
tancias con los suyos , dado que mal enojados , y ({ue
amenazaban claramente, pues dejaba tal ocasión
de vengarse, cuando Marcio quisiese ellos no le
acudirían.
Los cartagineses otrosí no poco se maravillaron de
ver recogerse ios romanos, pero como lo echuen á
temor, no hicieron caso de barrear sus estancias:
este descuido convidó á Marcio para probar otra vez
ventura , y con alguna encamisada dalles una mala
trasnochada. Además que era forzoso aventurarse
antes que Magon llegase á juntarse con Asdmbai:
. que juntados los dos, no les quedara i los romanos
esperanza de jpoderse salvar. Era menester usar de
presteza : aviso pues Marcio á los soldados en pocas
palabras de lo que pretendía hacer ; con tanto man-
dóles que fuesen á reposar , y á la cuarta vela los sacó
animados y alegres, porque de la cabeza de Marcio,
cuando les razonaba, vieron resplandecer una llama,
cosa que ellos tomaron á buen agüero. Estaba el
campo de Asdrubal , distante de los reales de Magon,
solas seis millas, aue hacen como seis leguas y media,
y en medio un valle de mucha arboleda, aonde Marcio
puso tres compañías de respeto para todo lo que su-
cediese, con algunos caballos. Marchaban los demás
soldados sin hacer ruido j á la sorda: por esto y por
estar los contrarios descuidados, sin velas, sin cuer-
po de guarda , entran en ios reales de Asdrubal sin
alguna resistencia : la matanza que hicieron fue
grande en los que estaban desarmados , desc uidados
y durmiendo: pocos se salvaron por los pies, muchos
mas pretendieron acogerse á los otros reales que cer-
ca estaban ; pero dieron en la celada , donde fueron
los dos muertos; en fin , el menosprecio del enemigo
fue causa', como suele , de su perdición.
Entrados los reales de Asdrubal , con el mismo va-
lory ánimo se dieron priesa para desbaratará Magon^
que no sabia nada del dallo de los suyos ni de la ma-
tanza. El sol era ya salido cuando llegaron á las es-
tancias de Magon : arremetieron denodados , y con
la misma felicidad en un punto de tiempo, antes que
los enemigos se pudiesen apercebir á la defensa, los
entraron. Peleóse fuertemente dentro de los reparos
hasta tanto que vistas en los pavesesy en las espadas
de los romanos las señales de la matanza pisada , los
de Magon se desanimaron , y perdida toda esperanza
de la victoria , se pusieron en huida. Degollaron en
loados rebates treinta y siete mil enemigos (i),prcn-
dieron casi dos mil: el botin y despojo fue muy gran-
de. Los capitanes cartagineses escaparon á uña de
caballo, que fue lo que solamente faitó para que esta
victoria no se igualase con la pérdida y daño pasado.
La nueva deste suceso tan alegrO' lle^ á Roma por
principios del año q[ue se contaba de su fundación 543
con cartas de Marcio: dondo perqué sin orden del se-
nado sollamaba teniente de pretor ó gobernador mu-
chos se ofendieron; pero respondieron en lo que
pedia en sus cartas del trigo y vestidos, que e! senado
( i ) Los historiadores anti^os no convienen ni en el nú-
mero de muertos ai és los pnsioneros. Mariana parece que
fiffoe la de Claudio, que tradujo del griego al latín los anales
Adlíanoe. Ea el eampe cartaginés se encontró un escudo de
plata con la imagen de Asdrobil Barchioo oue penba ciento
treinta y ocho libras, el cual se colgó en el Capitolio como
un aMmamento de la victoria qne Marcio habia conseguido de
loa cartagineses, por coya nxon se llamó escudo Nardo, y
se conservó hasta la quema de aquel templo.
56
BIBLIOTECA DE
tendría cuidado , ain dalle titulo en las cartas, y i!i
llaimUé teniente de gobernador. Con lo cual y con
noriibrará Claudio Nerón para que. acabada la guer-
ra de Gapua en oue estaba ocupado , pasase en Es-
pañacon once mil peones y mil y cien caballos de so-
corro: de callada reprendieron lo que de Marcio y los
soldaaos hicieran en dalle y aceptar aquel nombre;
que vicio es propio de nuestra naturaleza ser benig-
nos en el temor, y después de la Tictoría olyidarse.
Aníbal sm dudui por aquel suceso, y por la resolu-
ción que tomaron los romanos , comenzó á perder la
esperanza de salir con su intento: pues vela que
tenían tan grande ánimo, que se determinaban de
enviar ayuda en España sm embargo que llegó el
enemigo tan poderoso á las puertas de su ciudad.
Porque Aníbal , después que tomó á Taranto, acudió
Íara hacer alzar el cerco que los romanos tenían so-
re Gápua; y echado de allí, pasó tan adelante, que
asentó ana reales á tres millas de Roma , que fue una
grande resolución. Hizose Nerón á la vela en Pozol,
«urgió con su armada junto á Tarragona : de allí con
su^ {lentes y tas de Marcio y de Fonteio sin tardanza
movió ta vuelta de Andalucía en busoa de Asdrubal,
qne en los pueblos ausetanos (i) tenia sus aloja-
mientos á las Piedras Negras , nombre de un bosque
que había entre Illíturgu y Mentísa : entiéndese que
Mentísa es Montízon ó Gazorla. Púsose Nerón en las
estrechuras por donde el enemigo forzosamente ha-
bía de pasar. Acudió Asdrubal a sus mañas , y con
mostrar que quería concierto , gastó tanto tiempo en
asentar las condiciones, que venida la noche sus sdl-
4^ado8 pudieron eaca^ por la fragura ,de aquellos
montes: con que el general romano aunque tarde
conoció su engaño y la astucia cartaginesa, y desea-
ba la bataHa, cairo trance los cartagineses hechos
mas recatados huían con todo cuidado.
CAPITULO XX.
Como Publlo Scipion tomó á Cartagena.
En eStte medio en Roma se trataba de acrecentar
el ejército de España y de enviarle un nuevo general.
Juntóse el pueblo para la elección , como era de cos-
tumbre. Los padres se hallaban en mran cuidado por
no salir alguno á dar su nombre y a pretender aquel
cargo á causa de ser el peligro tan grande. Pero al fin
Publío Cornelio Scipion hijo de Lucio Scipion , mozo
de veinte y cuatro años, salió á ia demanda, y por
voto de todos fue nombrado para ser procónsul de
España , porque Nerón no era mas que teniente de
pretor , y solo hasta tanto que se proveyese otro para
el gobierno. Tenia grande valor, y mayor que su edad
pedia, lo cual mostró bastantemente cuando los man-
cebos de Roma trataban después de la rota de Cannas
de desamparar ¿ Italia : porque con la espada desnu-
da amenazó en la junta de dar la muerte al que no
desísjtiese de aquel propósito, con que del todo se tro-
caron y mudaron de parecer. Era tenido por hombre
recto: crédito que él conservó diligentemente con la
devoción que mostraba y afición al culto de los dio-
ses. Ca después que tomó la toga , que era vestidura
de varón , acudía muy de oHinario al templo de Jú-
piter que estaba en el Capitolio, y en él hacia sus ro-
gativas y ofrecía sus sacrificios todas las veces que
quería comenzar algún negocio público ó particular.
Diéronle de socorro diez mil infantes y mfl caba-
(1) Cenata ooe loa Ausetanos eran pueblos de la Eepaüa
Citenor que habitaban en el país de Víeh y Gerona : en esta
sitoacion 101 ponen Cesar, PtoKmieo, Plinío, y aune! mis-
mo Livío en el primer libro de esta enterra. Creemos rae es
preeiao eonregir ia palabra ausetanos y poner en so lucrar
óretenos ó bastetanos ; porque había doe Mentisas : ím una
en los Oretanos , que boy es Montiel , y otras mas cerca de
IHitoffis eu los Bástetenos. Piedras Negru estaba entre Ilti«
turgts y estas dos Mentisac.
GASI'AB T IIOIG.
líos. Sílano fué nombrado para suceder á Nerón con
nombre de propretnr.'NomDró Scipion por sus lega-
dos ó tenientes á su hermanó Lucio Scipibn y á Cayo
Lello , aquel de cuyos consejos se entendió procedían
todas las hazañas que Scipion acabó en toda su vida;
S vulgarmente se uecía que Lelio componía la cóme-
la que Scipion representaba. Con estas ayudas y
con estas gentes en una armada que se juntó en Os-
tia, se hizo á la vela. Llegado á España al fin del año,
dio gracias á los soldados por lo hecho con palabras
muy corteses , en particular á Marcio hizo mucha
honra como la razón lo pedia, y le tuvo siempre á su
lado en su compañía. En el mismo año Marco Mar-
cello entró en Roma con una fiesta que llamaban ova-
ción ^ honra que le concedieron porque ganó la ciudad
de Síracusa. Llevaba delante de sí á Meríco Español
con una corona de oro en premio de que le entregó la
ciudad y la guarnición. A sus soleados dieron los
campos de Murgancío en Sicilia, que era como dicen
nuestros escritores población antigua de los espa-
ñoles.
El año siguiente , que se contaba de la ciudad de
Roma '44, Scipion a) principio de la primavera sacó
sus huestes y tas de sus aliados con resolución de
{)asar el rio Ebro y apoderarse de Cartagena, ciudad
a mas fuerte de todas las enemigas, puesta en fren-
te de África , con un muy buen puerto , donde los
cartaoineses tenían los rehenes de España, el ba-
gage ue los soldados, las vituallas, municiones y ai-
macen. Acometía esta empresa con tanto mayor
deseo , que sí salía con ella , pensaba echar ¿ los ene-
migos de toda España. No era su pretensión sin an-
damento por tener aquella ciudad pequeña guarni-
ción, y los capitanes cartamneses estar con sus
gentes mu|r lejos, es á saber. Masón cerca de Cádiz,
Asdrubal lujo de uisgon á la boca díe Guadiana : el otro
Asdrubal se hallaba en la Carpentania , que hoy es el
reino de Toledo. Dióse el cargo de la armada romana
á Lelio con orden que á pequeñas jomadas fuese en
seguimiento del ejército de tierra , en que entre ro-
manos y españoles se hallaban alistados veinte y cin-
co mil mfontes y dos mil y quinientos caballos.
Llegó Scipion por tierra á Cartagena en siete dias,
y luego el día siguiente determinó de combatir ia
ciudad á un mismo tiempo por níftr y por tierra. El
que tenia la ciudad por Jos cartagineses, llamado
Hagon, no se descuidaba en armarlos ciudadanos,
repíartir los soldados por todas partes , poner á punto
los trabucos y ingenios, sin olvidarse de cosa alguna
que se pudiese desear en un diestro capitán. Está
aquella ciudad asentada en un ribazo sobre el puer-
to , con una isleta que tiene por frente y le hace se-
guro de todos los vientos. Rodéala el mar por tres
partes, y la que mira al Septentrión y hacia la tierra,
tiene la entrada empinada , demás que á la sazón la
tenían fortificada de una buena muralla. Los soldados
de Scipion pretendieron por allí efcalar la ciudad;
pero los españoles que estaban en aquel cuartel , con
^ande esfuerzo, no solo leAidefendieron la entrada,
sino con una salida que hlcícvon , los forzaron á reti-
rarse mas que de paso. Cargaron nuevas compañías
que Scipion enviaba de refresco, coo que los españo-
les ñieron forzados á meterse en la ciudad. El alboro-
to y espanto de los de dentro por esta causa era tan
grande , que en muchas partes dejaron la muralla sin
defensa. Con esta buena ocasión los soldados por mar
y por tierra se arrimaron como les era mandado, con
sus escalas al muro. Ad^ertidps de este peligro los
cercados , acuden á la defensa con gran dfenuedo , y
con lanzar sobre los enemigos piedras y todo género
de armas ofensivas los forzaron á arredrarse sin hacer
efecto.
Por la parte de Poniente estaba pegado con el
muro un estero: avisaron los pescadores que cuando
bajaba el mar, le podía pasar un hombre á pie. El
uisToiuA la t.
gFDBnJronuDO manda que los soldados, sibienauD
nn liabian descamado del todo , ni eüUban nlentarkw
de la pelea pasnda , acomelao por dos parlen lu mura-
lla para que eüUuido h» ite la ciudnd orupadoa en dn-
fMulRT la una parle, escalen la ciudad por la otra, une
á canaa de tener aquel estero, estaba por allí mas Ha-
ca y sin guarda. Como lo manda, asi se hixo, y su-
eefíió puntualmente eomo lo tenia trazado. Entrada
por aquella parte la riudad , apoderjninsc los sojda-
ítos de la puerta mas cercana , y por ella dieron en-
trada ala demás gente. Por donde en un momento
tue la ciudnd puesta en poder de los romanos, y
quedaron señores de todo, porque tamhíen Mnpnn
entrecó ki fortaleM por no tener esperanza ni urden
(te pooerae en «lia tenor. El despojo Tur miiv rico, tos
ingenios de guerra muchos , las banderas <^ue toma-
ron sesentavcuatro, naves gruesas que ae hallaban
«n el puerto'cargados de vituallas y mimicinnes , »e-
«enta j tres ( I y. los presos hasta diez mil fuera de
los esclavos , de los cuales pusieron en libertad á los
fiudadanos de (^rtagonn ; y para que el bencricio fue-
s« mas colmado, les volvieron todos sus bienes, A pro-
pAaitorcon miento todo de ganarlas vnhmtnilea de ku
naturales. Los relíenos otrosí parle entrtaaron i kw
embajadores de sub ciudades, los demás fueron en-
tretenidos muy lionrodamente , y entre estos h mu-
jer de Mandonio y los hijos de su liermano Indibil.
Asimismo una doncella muylwrmosa.comDquter míe
fuese entregada á Scipion y presentada por los sola-
dos , apenas la quiso ver y hablar por quitar la oca-
sión y Bospecla , y por tener entendido aue ninguna
cosa podia acarrear á su edad mayor peligro que loR
deleites deshonestos ; antes la matidó guardar v res-
.tituir á un principal de kM Celtiberos llamado Luce-
yo,con quieneBtahadeRposBda(2).Nopar(Íenesto.
sino qué le día para aumenln del dote el oro que los
padres de aq^uellii moia ofrecían para bu rescate. Con
esta benignidad y liberalidad de Ul manera qu«ló
prendado aquel mancebo , que dentro de pocos dias
vino á senir á los romanos con mil y cuatrocientos
cabalkts , y en ello continuó con miiclio ««fuerío v
lealtad.
A tos soldados que entraran en la ciudad se dieron
premios conforme ni valor qiie cada uno mostrara. Y
porijuc entre dos delllos , es & saber Sexto Digicin v
Quinlo Tiherilie (.1) había diferencia sobre qnií'n
dellos merecía la corona mural , que se daba al que
priinero subía en el muro , por estar todo el ejército
dividido sobre el caso en dos partes, sentenció que se
debía á entrambos , y asi dio á cada uno la suya , de
que todos quedaron muy pagados. A Lclio en parti-
cular dio una corona de oro, y treinta bueyes para
que kM saeríricase. Con esto, y para que llevase h
Duera de que Cartagena era tomada, le envió lucero
iRoma en una galera de cinco remeros por barro (4),
en que iba otros! Habón y quince senadores de Cai^
H i los dos. y no falla quien asienle que
a muan uu i|ue iteeA la iMlIfi y 1i Xomi , h) que do e* Te-
rorinil tiéado una plua lan importinte, toerle y bien de-
tendida.
(3) Llvio le lliro* Alnno y dice que en principe de t<
la cneatoria de esta ai
tago la de África. Rehicieron después y repararon Iqs
muros de aquella ciudad por las partes que quedaban
maltratados. Todo lo cual concluido, y puesta allí
una buena guarnición de soldados , Scipion con ma-
— fama y reputación que antes tenia , dio la vuelLn
Lelio llegado que fue A Roma , luego que le dieron
audiencia en el senado , con un grande y elepnte ra-
pista del peio de veinte y una libns y se lo tcetió I Sdpion .
auien llevAndolo i Roma . la perdiA en et HfaAdano con parle
de lu equipa-:». En el aDo 1065 unos pescadores lu eauran.
!pre»entadoalrey lomandí poner en «u Bsbiaele. Ñosotrw
emos querido pretenlsr la parte impartióte de >íla pieu
tan nombrada por los anticuario) , que ei el grabado qne se
IZ) Libio dice Trebelio.
(4) La:i nivel trirremes, caadrirrenea etc.iellamiban
asi porque tenían tres, cuatro Anas órdenes de remos anas
■obre otros. La ene presentimos es trirreme , y estl tacada
del dibnjo esculpido en Is eolnmna de Trejano.
o8
BIBLIOTECA DB
'/onami<into qua hizo, declaró cuan grandes fuerzas
se jes juntaran con la toma de aquella ciudad , ade-
niasdestü , examinados io8 cautivos, se supo ser ver-
dad lo que M. Valerio Messala desde Sicilia por sus
carta^ avisaba; esa saber que Masinissa tenia en
África levantados cinco mil caballos numidas y que
i^acia junta de otras gentes africansts coi) pensa-
miento de volver á la guerra de España. Junto con
o!?to , que Asdrubal Barchíno estaba otra vez señala-
do para pasar en (talia con aquellas gentes de África
y grandes socorros de España : nueva que en aquel
pueblo causó grande espauto, y puso á todo el sena-
do en grande cuidado , en especial que por aauellos
días en los Sainnites , parte de lo que boy llaman
Abruzo, cerca de la ciudad de Herdonia , Aníbal les
dio una grande rola : ca el pretor Gneío Ful vio con
doce tribunos (1 ) fueron muertos, y un grueso ejér-
ri-to destrozado : unos dicen que los muertos llegaran
á trece mil, otros que fueron siete mil.
CAPITULO XXI.
Como Asdrubal Barchino fue vencido por Seipion
Con la toma de Cartagena el estado de las cosas se
mudó en España , muchos se inclinaron al partido de
los romanos : que tal es la costumbre de la gente se-
guir al que mas puede. Entre los demás Edesco ,
hombre de muy alio lugar entre los españoles, se pasó
á los romanos por haoerle restituido mujer y hijos
que estaban entre los rehenes ya dichos. Manoo-
iiioy Indibil príncipes de los celtiberos (2) alcanza-
ron perdón de la falta pasada , y con tanto fueron
recioidos en gracia. Tenia Asdrubal Barchino sus
alojamientDs cerca de Betuion (3 ) , ciudad según se
entiende puesta en lo que es hoy Andalucía , donde
esUtn Ubeda y Baeza. Scinion , lue^o oue el tiempo
(lió lugar para elo, año de H fundación de Roma 54o,
movió de Tarragona éCu su busca , y en su compañía
Lelio que era ya vuelto de Roma. Asdrubal avisado
del intento de Seipion, y desconfiando asi del esfuer-
zo de los suyos , como de la voluntad de los españo-
les que tenia consigo, de noche pasó sus alolamientos
á un ribazo . cuyas raíces y halaa por la mayor parte
bañaba y rodeaba un rio , que se cree era Guadalqui-
vir. Tenia en la cumbre dos llanos : en el mas bajo
Í)uso á los numidas ó alárabes , y á los africanos y á
os mallorquines ; en el mas altóse alojó el mismo ge-
neral con la fuerza del eiército. Ni la aspereza de
aquel sitio , ni el peligro de la si||^ida espantó á Sei-
pion para que no pretendiese venir á las manos con
el enemigo , que atemorizado confiaba mas en la for-
taleza del lugar , que en sus gentes.
La dificultad de la subida fue grande : ninguna
cosa tiraban los enemigos que cayese en vano ; pero
luego que con grande trabajo subieron al llano y ll(f-
garon á las espadas, los enemigos volvieron las es-
¡laidas para recojerse en la parte mas alta de aquel
ribazo. Era mas fragosa aquella subida , y asi fué ne-
cesario ir ladeando el monte^ repartidas las gentes en
líos partes , Seipion á la mano izquierda y Lelio á la
derecha : subido que hobieron, acometieron por am-
bos lados á los enemigos , los cuales en un punto so
pusieron en huida , porque ni podían bien revolver
sus haces , ni tuvieron tiempo para poner los elefan-
tes por frente. Murieron como ocho mil hombres:
fueron presos diez mil infantes y dos mil de á caba-
llo , y entre estos un mozo de poca edad llamado Mas-
sivA sobrino de Masinissa , hyo de una su hermana,
(1) No era pretor kíoo procónsul, seguo TitoLivio.
(2) N« eran, seguu Livio y Polibio, sino regolus de los
ilergetes y de los lacetaaos, pueblos que iio estaban com-
prendidos en la Celliberia.
(3) Para conocer la situación de los pueblos antiguos, re-
mitiremos al lector al vocabulario que ponemos al fln , pr r
DO interrumpir i cada momento coa notas la lectura. |
GASrAR T ROlG.
que poco antes era vuelto de África. Diéle Scipion an
caballo , vistióle ricamente . y envióle graciosainente
á su tio. Asdrubal , enviado delante el dinero y ios
elefantes , con parte de sufe gentes no paró hasta lle-
gar cen^a de los Pirineos , donde acudieron también
Asdrudal hijo de Gisgon, y Magon. Allí tomado con-
sejo , acordaron que Asdrubal hijo de Gisgon fuese á
la Lusitania , y que Masinissa con tres mil caballos
corriese las tierras de la España Citerior : con orden
empero que el uno y el otro en todas maneras escu-
sasen el trance de la l)atalla. Magon fue enviado á
Mallorca á recojef honderos Me aquellas islas. Final-
mente pareció cosa forzosa que Asdrubal el Barchino
pasase en Italia, así por obedecer al senado que lo
mandaba como para que los soldados españoles que
se inclinaban á Scipion , con Uevailos tan lejos sose-
gasen. Esto los cartagineses.
Scipion por causa que el estío estaba muy adelan-
te , por los bosques de Castulon parte de Sierramo-
rena dró la vuelta á Tarragona , clonde por todo el año
siguiente , que fue de Roma 546 , por tener quebran-
tadas los fuerzas cartaginesas se entretuvo ocupado
en el gobierno sin acometer cosa alguna que sea dig-
na de memoria , sino que de Italia vinieron nuevas
que cerca de Taranto en cierta batalla el cónsul Mar-
cello fué muerto por Aníbal , y el otro cónsul Críspi-
no salió mal herido , de que aiurió también adelante.
Desde Cai'taj^o en lugar de Asdrubal Barchíno vino
Hannon enviado para que le sucediese el gobierno de
España : él de camino trajo consigo á Magon que se
hauia detenido en Mallorca ; y con él llegó á España
año de la fundación de Roma de 547. Acudió luego á
hacer gente en los Celtíberos. Scipion envió contra él
á Sillano con buen golpe de gente. Vino con los con-
trarios á la batalla , y desbarató primero á Magon,
después prendió á Hannon que desde sus reales vino
en socorro de su compañero. Con la nueva de esta
victoria Scipion se determinó de ir en busca de As-
drubal hijo de Gisgon , que estaba con su gente alo-
jado cerca de CÁáiz. Pero él alisado por tan graves
pénlidas, antes que Scipion llegase repailió sus gen-
tes por aquellas ciudades y guarniciones por no tener
confianza en las armas ni en las fuerzas.
Supo Scipion esta determinación rasí dejó aquel
viaje y se volvió atrás , solo envió á Lucio su herma-
no , para que se apoderase de Oringe ciudad de los
melessos. Plinio pone á Oringe en la Bélica' acia don-
de hoy está Jaén. No fue esta empresa sin provecho,
antes en breve fué la ciudad entrada por fuerza y
puesta á saco, Todos los cartagineses y trescientos
ciudadanos que fueron en cerrar las puertas á los ro-
manos , quedaron dados por esclavos ; á los demás se
dio libertad con todo lo aue antes tenían. Acercábase
el invierno : así los soldados fueron enviados á in-
vernar , y el mismo Lucio por mandado de su herma-
no se partió para Roma , y en su compañía Hannon
con los demás cautivos nobles ; donae llegado dio
cuenta de todo lo que se había hecho. Por el mismo
tiempo vinieron de ItaHa avisos que Asdrubal Bar-
chino después que en la pasada de la Gallia y de los
Alpes halló mas felicidad que pensaba, como preten-
diese juntarse con Aníbal su hermano , fue en la
marca de Ancona á la pasada del rio Metuuro en una
batalla muv herida roto v desbaratado (4) por los
consoles Claudio Nerón y Mar. Livio Salinator : vic-
toria muy famosa , y que se igualó con la pérdida de
Cannas asi por la muerte del general cartaginés, como
por el número de los enemigos que perecieron , que
(4) Los españoles y los romanos, peleando con una obsti-
nación invencible , tuvieron por mucho tiempo indecisa la
victoria. El campo estaba ya cubierto de muertos, se habia
cesado de pelear por todas partes; y los españoles hacían
aun los mayores esfnenos para arrancar la victoria á los ro-
manos, hasta que rodeados por todas partes f y abandonados
délos gallos, fueron hechos pedazos coa su general.
BISTORU DE ESPA!U.
59
llegaron á cincuenta y seis rail hombres , y fue causa
al pueblo romano de una alegría estraordmaria , por
considerar que en el trance de aquella batalla se echó
el resto y se aventuró todo el imperio romano.
CAPITULO XXll.
Como echaron á los caitagineses de'España.
El año siguiente, que se contó 548 de la funda-
ción de Roma , el otro AsdrubaJ con toda la diligen-
cia posible formó un ejército, compuesto de las gentes
que antes tenia , y de nuevas compañias que de es*
Calióles levantaron. Con todas estas gent<:s que llega-
an á cincuenta mil infantes y cuatro mil y quinientos
caballos , asentó sus reales en la Bélica ó Andalucía
cerca de la ciududdc Silpia. PersuadíasequeScipion
no se le podría igualar en número de gente ; mas ala
verdad no vencen los muchos sino los valientes. Y el
general romano , avisado de lo que pasaba , tomó de
un señor de Andalucía llamado Coica , que era de su
parcialidad» tres miJ peones y quinientos caballos.
Temia juntar mavor número de españoles por lo que
sucedleraásu padre y á su tio: aviso para que de tal
manera estribase en los socorros estraños , que so
asegurase mas de sus propias fuerzas. Con este so-
corro y con las legiones romanas partió en busca del
enemigo. Trabaron por algunos aias escaramuzas :
después los unos y los otrosí ordenaron sus haces para
dar la batalla, pero sin efecto alguno por no haber
quien la comenzase. Estaba entre las dos huestes un
valle aunque fácil de pasar, mas cada fiarte es|)eraba
que los contrarios se adelantasen ásubille con inten-
to de pelear con mas ventaja. Mas como quier quo ni
los unos ni los otros se atreviesen, á puesta de sol se
retiraron á sus reales , primero los cartagineses des-
pués los romanos.
Con este orden y traza se pasaron algunos días
hasta tanto que Scipion se aventuró un ma muy de
mañana de acometer , como lo hizo , las estancias de
los enemigos. Asdrubal alterado con aquel rebate tan
fuera de lo qne pensaba, echó delante la caballería
para que hiñesen en los caballos contrarios que fue-
ron los primeros á acometer los reales, y él salió con
las demás gentes á la batalla. Los caballos se trabaron
de tal suerte, que por largo espacio la pelea fue muy
dudosa. Scipion recogió los suyos en el cuerpo de la
batalla, y estendió y adelantó los dos cuernos , don-
de puso fas legiones romanas. Con esto , antes que
los escuadrones de en medio se juntasen , hizo volver
las espaldas á los dos cuernos contrarios por estar
compuestos de mallorquínes y de soldados nuevos
de España , gente de poco valor y destreza , y también
porque salieron á la pelea en ayunas; la cual los ro-
manos que venían bien comidos , de propósito entre-
tuvieron hasta muy tarde. Con tanto quedó el cam-
po por los romanos ; y dado que siguieron al alcance,
no pudieron luego entrar los reales conlraríos á
causa de una lluvia que de repente sobrevino , adon-
de los vencidos se retiraron primero en ordenanza, y
después huyendo cuanto mas podían.
Asdrubal , atemorizado de lo que pasó , y poco
confiado de sus aliados , por sospecha que lo que
algunos hicieron , todos no se le pasaran a los roma-
nos, la noche siguiente movió á sordas con su cam-
po con intento de volver atrás á las mayores jornadas
que pudiese. Scipion luego ala mañana avisado délo
que pasaba , que los enemigos huían , despachó la
caballería para que picasen en los postreros , y por
pste medio detuviesen al enemigo hasta tanto que
llegadas las legiones, todo lo pusieron en confusión
y rota. Grande fue la matanza de este día , pues de
im campo tan crande apenas se escaparon y se sal-
varon siete mil hombres con su goneral, que se su-
bieron en un secrejon muy agro , sitio por su natura-
leza muy fuerte : domle , partidos Asdrubal socreta-
mente á Cádiz, y Scipion con parte de su gente á
Tarragona. SyUano los tuvo cercados. Quedó allí
entre los nemas cartagineses Masiníssa , el cual,
viendo las cosas de Cartago puestas en estremo pe
ligro y caídas casi del todo , aconió de moverse al
movimiento de la fortuna y bailar al son que ella le
hacia. Habló secretamente con Syllano, y con él trató
de pasarse á los romanos, sin que, á lo que parece,
sucediese en aquel cerco alguna otra cosa de mayor
importancia. Hizose esta guerra al principio del ve-
rano , con que se acabó en España el señorío de los
cartagineses , y pasó al poder y jurisdicción de los
romanos, que lue el año décimo cuarto (1) después
que Aníbal sujetó á los saguntinos, y el quinto des-
pués oue á Scipion se encargó el gobierno y la guer-
ra de España.
CAPITULO XXIII.
De otras cosas que Scipion hizo en España.
Concluida en gran parte la guerra larga y dudosa
de España, Sciuiou comenzó á revolver en su pensa-
miento de apoderarse de África y de la misma ciudad
de Cartago. Para poner en esto la mano concertóse
primero con Masiníssa : recibióle en su gracia , y
con tanto le envió á África á negociar sus naturales,
y apartarlos de la amistad de Cartago. Por otra parte
trató de concertarse de nuevo con Sifaz rey ae los
masessulos, y hacelle amigo del pueblo romano. Para
concluir esto despaclió á Lelio por su embajador , y
le hizo pasar en Árrica. Respondió el bárbaro á esta
demanaa que él no vendría en ningún concierto, si
el mismo general romano no se hallaba presente. Sci-
pion, avisado de esta respuesta, pasó en África, y
llegó á Siga, que era el asiento y residencia de aque-
llos reyes, y noy se entiende que es Aresgol, por
causa que Plinio testifica que Siga estaba enfrente
de Málaga. Acudió á la misma ciudad y en la misma
sazón Asdrubal para prevenir aauel rey v desbaraLir
aquellas prácticas : gran gloría ae aquel bárbaro, que
dos poderosísimos pueblos y dos escelentisimos capi-
tanes pretendiesen á un tiempo grangear á cualquier
precio su amistad. Tanto mas que los dos cenaron á
una mesa, y lo oue es mayor maravilla, reposaron
en un mismo lecno , á propósito cada cual de con-
descender con la voluntad del rey que así lo quiso , y
por este camino grangearle.
Quiso él interponerse para que se asentasen paces
entre aouellas ciudades : Scipion se escosó con quo
sin comisión del senado romano no se podía tratar
aquel punto, y mucho menos tomar resolución en
negocio tan grave. Y sin embargo concluido á lo que
era venido , que era atraer aquel rey á la amistad
romana, dio la vuelta Scipion á España, donde lUitur*
go y Castulon en breve vinieron á su poder (2) : ciu-
daoes que mas por miedo de lo que merecían por su
deslealtad, que de voluntad se mantenían en la amis-
tad de los cartagineses. lUiturgo fue destruida : á
(1 ) Según Livio fue dooe anos después que se empezó la
guerra, y cinco de que Scipion tomase el mando del cjórcilo
y de la provincia.
(2) Castulon fue pronto, si, á su poder por una traición
pero los dellliturgo pelearon antes con tanto ardor que, se-
gún el historiador romano Livio , < el ejército domador de
toda la España fne muchas veces rechazado por ios jóvenes
de una sola ciudad , y tembló con poco honor combatiendo al
pie de sus maros. > Foresta resistencia desesperada; por su
dcsiealiad y por la inhumanidad con que babia dfgoüado á
los romanos que se habían refugiado en ella después de su
derrota , Scipion al apoderarse de ella , hizo degollar bárba-
ramente á todos los que encontraron , hasta ios nir^s de pe-
cho ; y después pusieron fuego á ios ediiirios para que la lla-
ma lo acabase de devorar todo, y no quedase raslro de una
ciudad para ellos tan execrable.
00
BIBLIOTECA DE GASPAft T ROiG.
Castulon perdonó , que era menor su culpa , y por
entregarse de voluntad amansó la saña de los vence-
dores. Después desto dio á Marcio orden de sujetar
otras algunas ciudades , y él determinó de celeorar
en Cartagena las exequias de su padre y de su tio.
Plinio dic^. que la hoguera donde fueron quemados
los huesos de los Scipiones estaba en Ilorci (quién
dice que hoy Ilorci es Lorquin , quién que Lorca) de
la cual hoguera dice huye el rio Tader, que es el rio
de Segura. Lo cierto , qiic en aquellas exeauias bobo
juegos de diversas maneras , y en particular de gla-
diatores ó esgremidores, que de su voluntad se orre-
cieron á la pelea : entre los demás hicieron campo
dos primos hermanos , llamado el uno Corbis y el
otro Orsua por cierta diferencia que tenían sobre el
señorío de la ciudad llamada Iba. Valerio Máximo dice
que eran hermanos : concuerdan que Orsua el me-
nor de los dos pagó con la vida su obstinación , con
tanto menor compasión , que conGado en sus fuerzas
nunca se dejó persuadir que su negocio se determi-
nase por tela de juicio y no por las armas.
En este medio muchas ciudades se entregaban á
Marcio : solo Astipa, porauc muchas veces con cor-
rerías maltratara á los aUaclos de los romanos, perdida
la esperanza de perdón , sufrió por largo tiempo con
grande obstinación el cerco. Muchos murieron de
aquella ciudad en diversos encuentros , muchos en
una batalla que se dio , sin que por estos daños aflo-
jasen en su propósito. Antes conocida su perdición y
resueltos de morir antes que rendirse , acordaron de
degollar mujeres V niños, y quemar sus preseas y ropa
públicamente en la plaza. Esto hecho, con sus espadas
se quitaron las vidas : obstinación digamos ó cons-
tancia no menor que la de los saguntinos, pero escu-
recida v casi puesta en olvido á causa de no ser aque-
lla ciudad tan nrincipal y famosa como Sagunto : tanto
importa la nobleza del que hace alguna gran hazaña.
Las ruinas desta ciudad se vena la ribera del río Jenil
no lejos de Ecija y de Antequera: de Astapa se cree ha-
berse fundado Estepa, pueblo conforme en el apelli-
do, y distante de aquellas ruinas dos leguas sola-
mente.
Concluidas estas cosas, Lelio y Marcio fueron á Cá-
diz con esperanza de apoderarse por inteligencia y
trato de ciertos foragidos, de aquella isla y echar de-
11a á los cartagineses. Engañóles su pensamiento, ca
sus trazas y inteligencias fueron descubiertas : con
gne Magon á cuyo cargo estábala isla, las desbarató
íi'tcilmente. Además que Scípion adoleció de una en-
fermedad muy grave y muy fuera desazón, cuya fa-
ma (como acontece) con el decir de las gentesseau-
mentó de suerte , que muchos tomaban ocasión de
pensar en novedades, en particular Mandonio y Indibil
al descubierto mudaron de partido. Dolíanse que les
había engañado su esperanza, ca, echando los carta-
gineses, se prometían el señorío y reino de España:
aue tal es la común condición ó falta de los hombres
e creer fácilmente lo que desean. Demás desto ocho
mil romanos que alojaban por las comarcas que baña
el rio Júcar con sus aguas, pidieron fuera de tiempo
sus pagas, y purqueno les acudieron se amotinaron.
Era grande la alteración de las cosas: en la cual oca-
sión confiado Magon que se podría mejorar el parti-
do de Cartago, por cartas que esmbió á aquel sena-
do , pedíale enviasen muchas gentes de socorro ; pero
todos aquellos intentos y prá ticas salieron vanas con
h mejoría de Scípion : con que todo aquel alboroto y
motín se apa^óen breve, y se quitó la ocasión de ma-
yores alteraciones. Los soldados amotinados con in-
tención que les dieron que alcanzarían perdón y les
darían sus pagas, vinieron á Cartagena, donde todos
fueron porScipíon ásperamente repreliendidos, y cas-
tigadas soiumonte las cabezas del motín como causas
principales de aquella alteración. Mandonio y Indibil
en los ílcrgct<'s , do andaban alborotados, en una ba-
talla que duró dosdias, quedaron v^icidos y despoja-
dos de sus reales ; y sin embargo de lo cometido con
rendirse á la voluntad del vencedor alcanzaron per-
don y paz; solo fueron castigados en dineros con que
pagar a los soldados. Masinissaera vuelto de África á
Cádiz con buen golpe de caballos numidasen socorro
de los suyos ; que aun no se declaraban por los roma-
nos, ni se entendía su voluntad. Scípion enviado que
bobo delante á Marcio con parte de su gente ^ se de-
terminó ir el mismo en persona; cuya venida y llega-
da, luego que Masinissa la supo , con voz de correr
los campos comarcanos pasó á tierra firme, donde
procuró tener habla secreta con Scípion. Resulti)
destas vistas oue puso con él aquella amistad que
conservó toda la vida, y aun fue de gran momento
para derribar el poder de Cartago : á el acarreó gran
gloria y no menores riquezas.
Magon , perdida la esperanza de las cosas de España ,
por orden del senado se partió para Cartago en sus na-
ves, en que embarcó todo el oro y la plata así del pXh
blico, como de particulares (1). De camino acometió
á los mallorquines porque se pasaran á los romanos.
Apoderóse sm dificultad de Menorca : dende enviól
Cartago dos mil honderos, y él por estar eldtoño ade-
lane se quedó allí á invernar; y por no estar ocioso
fundó en aquella isla una ciudad de su nombre, como
sospechan algunos: otros dicen fue mas antigua, co-
mo queda apuntado en otro lugar, ^ue no es maravi-
lla vamos á tiento en cosas tan antiguas. Lo que se
averi^a es que Cádiz se entregó á Scipion, y quepor
este tiempo cerca de Sevilla fundó á Itálica, munici-
pio romano, en un lugar que antes se llamaba Sánelos,
patria que fue de tres emperadores, Trajano, Adria-
no y del gran Teodosio. Cfin esto el quinto año
después que vino á España, dio la vuelta á Roma en
una armada de diez naves. Juntóse el senado fuera
de la ciudad en el templo de la diosa Bellona. Allí
relató por menudo todo lo ¡jue en España quedaba
hecho (2) con grande alegría de lospadresv del pue-
blo, que consideraban (como era la verdad) el gran
riesgo de que escaparon, cuanto su partido quedaba
adelantado y mejorado con tener sujeta á España. Y
sin embargo no se le díó el triunfo, porque hasta en-
tonces ningún procónsul, por grandes cosas que hi-
ciese, le había alcanzdo.
CAPITULO XXIV.
Como Scipion venció á Cartago en África.
Eff la primera elección aue después desto se hizo
en Roma salieron por cónsules el mismo Publío Come-
lío Scípion y P. Lícinío Crasso, que era pontífice Máxi-
mo. Dióse el cuidado de Scilia á Scipion con voluntad
de su compañero, y junto con esto á su instancia lo
concedieron que, si juzgase ser así conveniente pudie-
se pa-sar con sus huestes en África; sin embargo que
Q. Fabio Máximo hizo gran resistencia, y con un lar^^o
razonamiento pretendió probar ser aquella empresa
temeraria. Corría el año de la ciudad de Roma quiníen-
«
( i ) Retirándose , se acercó á Cartagena para ver si podri;i
sorprenderla ; pero lof romanos salieron y hicieron en ellos
una horrible matanza. Ma^on volvió á Cádiz de la cnal fue
despedid'), obh'frándole á pasar al puerto de Cymbis que es-
taba á poca distancia. Desde allí llamó á los primeros map-is-
trados de Cádiz , y luego que los tuvo en su poder los hizo
azotar y poner en cruz. Despnes pasó á la ifla de Pilbyusa
donde fue muy bion recibido , proveyéndole de víveres , ar-
mas y hombres. No así en ia mavor de las lialeares, donde
pretendía invernar, pnes los mallorquínes le saludaron con
una lluvia de piedras que , mal de su grado , le obligaron á
retirarse á Mahon .
(¿) Consta de Lívio que Scípion al entrar en h ciudad,
llevaba delante de si la plata rocida en España para ponerla
en el tesoro público, que consistía en catorce mil trescientas
cuarenta y dos libras de plata on barras , y una grao canti-
dad en moneda.
tos y cuarenta y nueve , en el cual M agón partido de
Menorca , donde invernó, destruyó en la Liguria la
DoUe ciudad de Genova. Por otra parte Lelio desde
Sicilia por mandado de Scipion pasó á AMca para
correr los campos de Cartago , ponellos ¿ fuego y á
sangre, matar y robar todo lo que hallase. En España
Mandonio y Indibil volvieron a sus maiías ; y con in-
tento de recobrar la libertad, ó fuese por ambición
de hacerse reyes, se levantaron. Hizose la guerra al
principio no solo en los ilergetes , donde ellos tenian
el principado , sino también en los ausetanos, que
estatnn donde ahora la ciudad de Vique ; y eo otros
lugares comarcanos se encendió también la llama,
que pasó en breve á les sedetanos como dice Livío;
vo mas quisiera que dijera ceretanos los cuales ade-
lante de los ilergetes y de los ausetonés se eetendian
hasta los Pirineos (1).
Eran los que habían tomado las armas en número
treinta mil peones y cuatro mil de á caballo. Salié-
ronles al encuentro Lucio Lentulo y Lucio Manlio
Acídlno procónsules , á los cuales como á sus suce-
sores Scipion entregó la provincia. Dióse la batalla,
murieron hasta trece mil hombres de los levantados:
los demás se metieron y escaparon por los bosques y
espesuras que cerca caían. Indibil murió en la pelea:
á Mandonio entregaron sus mismos soldados para con
su muerte alcanzar ellos perdón, principalmente que
los procónsules romanos hicieron publicar que no se
lianan las paces, si no les entregaban en su poderlos
moveJores de a^uel alboroto. El ano siguiente , que
fue de Roma quinientos v cincuenta, pasaron los Es-
pañoles en reposo por hallarse cansados y gastados
con guerras de tantos años. Para la ciudad de Car-
tago fue año muy aciago , ca Scipion con una pode-
rosa armada j un grueso ejército, pasó en África, y
en su compañía por su qúestor Marco Catón, llamado
ei Censorino. Entonces Massinisa sin dilación y al
descubierto se pasó á los romanos con un grande es-
cuadrón de numidas, y desamparó á los cartagineses
con tanto mayor coraje . que el rey Sífaz estaba de-
clarado por ellos por haoerle concedido lo que tanto
deseaba, y por tanto tiempo pretendió, que era casarse
con Sofonisba. La guerra al principio fue dudosa. Han-
non hijo de Amilcar fue vencido por los romanos y
muerto en una batalla. Por el contrario Asdrubal y
Sífaz forzaron á Scipion á alzar el cerco que tenía
sobre Utica, sin que aquel año se hiciese alguna otra
cosa de momento.
A) principio del año siguiente , en que fueron cón-
sules Gneio Servilio CepionyGneio Servilio Gemino,
Scipion con nuevos socorros que le vinieron de Italia
hecno mas fuerte, salió en busca de Asdrubal y de
Sífaz, á los cuales venció en algunos encuentros que
con eOos tuvo, y despojó desús reales por dos veces.
En estas peleas perecieron cuarenta mil hombres del
ejército cartagmes, y en este número cuatro mil cel-
tiberos que traía Slfaz á su sueldo. Con esto el reino
de los masessulos, que cala en las Mauritanias ó cer-
ca dellas , y del Sífaz se apoderara por fuerza , volvió
á poder de Masinissa.
No paró en esto la desgracia, antes el mismo Sífaz
en el reino de sus padres y abuelos , do se había reti-
rado y hacía gente con intento de volverá la guerra,
fue en una batalla que Lelio y Masinissa le dieron, de
nuevo vencido y preso. En la ciudad principal y silla
de aquel reino, que después desta victoria vino tam-
bién en poder de los romanos , hallaron á Sofonisba.
Masinissa sin dilación y sin otras ceremonias 5;o casó
y celebró con ella su matrimonio, como sean los Moros
muy desordenados en, la lujuria. Reprehendióle Sci-
pion por esta razón con palabras muy graves, que fue
(1 ) Todas los ediciones de Lívio dicca sedelaaos , y ellos
pudieron ser muy bien por estar bastante cercanos á ios iler-
getes, de ouieneB era gefe Indibil que solo Scipion tributa-
ba admiración y respetos de todos los romanos.
aiSTORIA OE ESPA.^A. Ul
ocasión para que el mismo Masmissa la hiciese morír
con yernas: así suelen los hombres enmendar un
hierro con otro mayor.
Los cartagineses viéndose en esta estrechura, acor-
daron de llamar á Aníbal para (]ue dejada Italia, acii*
diese á la defensa de su patria. Porque Magon que
con su anrada venia la vuelta de Cartago . tenian avi-
so que muriera en Cerdeña de una herida vieja que
le dieron en los Insubres , que era una provincia de
Italia donde hoy está Milán. Con la venida de Aníbal
se movieron tratos de paz . porque las cosas de Car-
tago iban muy de caída. Habláronse losdos generales,
y como quier que no se concertasen , volvieron de
nuevo á las armas y á la guerra. Los cartagineses
fueron vencidos en batalla, y el mismo Aníbal forzado
á desamparar á África , j por salvar la vida huirse
acia Levante á tierras muy leios y apartadas. Des-
pués desta victoria, y de la nuida de Aníbal, ó antes,
se hicieron las paces con Cartago con estas condi-
ciones: que Cartago se ¿[obernase por sus leves : los
aledaños de su señorío y jurisdicción fuesen los mis-
mos que antes de la guerra : que entregasen asi los *
traidores fugitivos, como los que tenian cautivos: no
tuviesen naves con espolón fuera de galeras, ni ele-
fantes domados: pagasen diez mil talentos de plata en
cincuenta pagas. Para seguridad y firmeza de lodo
esto se obligaron á dar cincuenta rehenes escogidos
á voluntad de Scipion , es á saber de los principales
de la ciudad.
Graves condiciones eran estas, pero forzoso que las
aceptasen, por estar apretados aun mismo tiempo con
tantos desastres. Ademas que ciertos cartagmeses
presos por los saguntioos fueron Uevados á Uoma con
el oro y la plata que traían para mover á los españoles
á que se levantasen. El senado alabó la lealtad de ios
sagunatinos: en premio les volvieron el dinero que
tomaron á los cartagineses , y solo detuvieron los
cautivos. Todo esto sucedió el año aue se contaba
quinientos y cincuenta y dos de la fundación de Roma.
Este año pasado, y venido el siguiente, Cornelio Sci-
Ínon de África volvió á Roma con renombre del mas
ámoso capitán que se conociese en el mundo. Otor-
gáronle que triunfase de Cartago. Eran á la süzon
cónsules, Gneio Corneho Lentulo v P, Elio Peto. El
triunfo fue en todo de los mas señalados del mundo:
solo faltó el rey Sífaz para ennoblecelie mas para llevar
en la pompa encadenado un rey tan poderoso, ca fa-
lleció cerca de Roma. Dieron á Scipion sobrenombre
de Africano , gloria debida á sus trabajos y hazañas.
Por esta manera se puso fin á Ja segunda guerra pú-
nica ó cartaginesa el año diez y siete después que se
comenzó, la mas grave y mas peligrosa que jamas hizo
ni padeció Roma: tanto fue mayor el alegría de verla
acabada por el valor y esfuerzo de Scipion.
CAPITULO XXV.
Como M. Porcio Catón, siendo cónsul, vinoá España.
Dicho se há como en lugar de Scipion vinieron á
España dos procónsules. Destos L. Cfomelio Lentulo
el año sesto después de su llegada volvió á Roma para
pretender el triunfo por haber sujetado á los españoles
alborotados. Sucedió en su lugar C. Cornelio Cet«igo,
el cual vino á España por compañero y con igual po-
der de L. Manilo Acidíno el año quinientos v cin-
cuenta y cuatro de la fundación de Roma. En el «mal
tiempo los españoles, congojados del estado y térmi-
nos a que estaban reducidos , cayeron aunque tarde
en la cuenta que las guerras que los romanos empren-
dieran no se encaminaban á resti tullios en su libertad,
sino á ensanchar su señorío y á su provecho. Conju-
ráronse pues entre sí, y tomaron lasarmas en los pue-
blos ceretanos (2). Reprimió Cetego con presteza es-
( 2) Según LivIo fue en el país de los sedetanos donde en
pocos dias se juntaron treinta mil infantes y cerca de cuatro
mil caballos.
02
BIBLIOTECA DE GAfPAB T BOIG.
tos movimientos con una batalla en que mató quince
mi) de aquella gente. El año siguiente en lugar de
Cctogo y Acidinio fueron enviados al gobierno de
España Cornelio Lentulo y L. Stertinio. En este año,
y en el que se siguió luego después del, ninguna cosa
sucedió en España que de contar sea , sino que por
mandado del senado de un gobierno de España sebi-
cieron dos gobiernos (i): que fueron el de la España
Ulterior, en aue se compreliendian la Botica y la Lu-
s¡ tanja, que hoy son Andalucía y Portugal; y el de la
Citerior , que abrazaba las demás partes de España.
Mudáronse diversas veces y por aiversas ocasiones
los términos destas prefecturas ó gobiernos: cosa que
es ocasión de dificultad para entenderlas antigüeda-
des de España. Por el mismo tiempo se hacia en la
Grecia la guerra contra Filipo rey de Macedonia , y
M. Porcio Catón gobernaba por los romanos la isla
de Cerdeña.
El and adelante de la fundación de Roma quinien-
tos y cincuenta j siete, sorteadas como era de cos-
lumbre las provmcias en Roma , á Gneio Sempronio
Tuditanocupo el gobierno de la España Citerior, y el
de la Ulterior á M. Helvio. Contra estos gobernadores
se levantaron los españoles en diversas partes. Los
principales caudillos de los alborotados fueron Coica
y Luscinon : la ocasión fue que se dio licencia á los
soldados viejos para dejarla milicia, por donde parecía
que no quedaban á los romanos fuerzas bastantes para
resistir. Acudió Tuditano para apagar este fuego:
atrevióse á pelear con una parte de los levantados;
pero fuéle mal ca recibió grande rota , su gente fue
destrozada y 61 mismo herido , y muerto después de
las heridas, que, con la pena que recibió de la pérdida
se le enconaron. Esta pérdida, luego que se supo en
Roma, pusoen grande cuidado al senado. Temían no
se levantase guerraen España mas grave y diíjcultosa
que nunca, por estar los naturales no diviJidos como
antes por los romanos, y contra ellos , ni pugnar so-
lamente por echar de su tierra los cartagineses, sino
toda la nación unida con intento de recobrar la anti-
f?ua gloria de las armas y la libertad quesolian tener.
Enviaron pues el año de Roma quinientos y cincuenta
y ocho á la España Ulterior á Q. Fabio Buteon , á lo
demás á Q. Minucio Termo. Estos dos partieron de
España pasado el año de su gobierno sin hacer cosa
gue de contar sea, salvo que doce mil hombres espa-
ñoles fueron cerca de la ciudad de Turba pasados á
cuchillo por el gobernador Termo.
Con todo esto el cuidado que el senado tenía y el
recelo no aflojaba: por esto se dio orden que loscónsu-
les df I año adelante , que fueron Lucio Valerio Flaco
y M. Porcio Catón, sorteasen sobre cuál dellos ú-iaá
la España Citerior: cosa hasta entonces no usada, que
í^ónsul viniese á España. Echadas las suertes, cupo á
Catón lo de España, para donde se partió el año de
quinientos y cincuenta y nueve con ios legiones de
socorro y veintey cinco galeras; y sin embargo se or-
denó que con nombre de pretores gobernasen la Es-
paña Citerior Publio Manlío, y la Ulterior Appio Clau-
dio Nerón. Ilízose Catón á lávela en el puerto de la
Luna , que hoy es Lerice ó Porto Venere , y pasado el
golfo de León, llegó á vista de España . Surgió con su
armada junto á Roses , de donde echó la guarnición
de españoles que allí tenian. Desde allí pasó á Am-
purias. La parte de aquella ciudad que moraban los
griegos venidos de Focea, y áeiemplo de Marsella
se mantenían en la devoción de los romanos , le re-
cibió muy alegremente. Estaba a(}uella ciudad divi-
dida en dos partes con un muro tirado, y que pasaba
( i ) Se i^ora el aoo y los límites de esta división, que se-
^Q dice Lifio en el libro 32, el senado en el consulado de
Gneio Corneüo y Q. Hioocio mandó á ios procónsules Tudi-
tano y IIcWio bicieseQ fijando loi términos de sus jurisdic-
ciones. '
por medio de entrambas. La parte que caía acia el
mar, que era mas angosta y apenas tenia en circuito
cuatrocientos pasQS, moraban los griegoscomo arriba
queda dicho. En la parte mas anclm y que de ruedo
tenia tres millas, moraban los españoles. El muro
con que dividían , tenia una sola puerta para pasar
de los unos á los otros , con bastante guarda puesta
entre día : de noche no menos que la tercera parte
de los griegos hacían la centinela, á las cuales sola-*
mente era hcíto aquel día salh*á negociar á la marina.
Con este cuidado y con esta vigilancia , dado que es-
tos griegos eran tan pocos , se mantuvieron en li-
bertad hasta la venida de Catón. Los españoles abor-
recían el imperio de los romanos, y pretendían
hacerles rostro confiados en su muchedumbre yeo
el socorro que tenian cei^a.
Catón, lue^o que asentó sus reales cerca de aquella
ciudad, despidió los obligados á proveer de manteni-
mientos, y envió las naves á Marsella: los obligados
porque pretendían que los soldados se sustentasen de^
10 que robasen por estar ya las mieses sazonadas; la ar-
mada , para que los soldados, perdida la esperanza de
volver a sus casas sino fuesen vencedores , hiciesen
mejor el deber; resolución notable, muestra de pecho
asaz confiado , ejemplo imitado de algunos faunque
pocos) caudillos anmiosos y grandes. Por el mismo
tiempo Helvio desde la España Ulterior vino ó verse
con el cónsul , y de camino se apoderó de illiturgo,
que de nuevo se habia rebelado ; y dio la muerte á
gran número de celtiberos que le salieron al encuen-
tro. Lo uno y lo otro hizo con solos los soldados que
para su guarda y seguridad Nerón sif sucesor le dió.
Demás desto Dclistages , hombre principal entre los
ílergetes , envió sus embajadores al cónsul para pe-
dirle socorro contra los españoles que andaban ailM)*
rotados. Decía, quo apenas talados los carnes, se
podían defender dentro de las murallas : que ai no los^
íavorecía con presteza, todos perecerían no por otra
culpa , sino por mantenerse lealmente en la devoción
de los romanos: que cinco mil soldados de socorro se-
rian bastantes para librarlos de aquel peligro.
A esto respondió Catón que deseaba ayudar á los
confederados del pueblo romano , y sentía mucho les
quítase el enemigo lo que trajeron á su amistad; pero
que el pequeño número de soldados le detenia para
?[ue no les acudiese luego : quo temía ; si dividía su&
uerzas , no quedaría igual á las de los enemigos, ca
tenía aviso que un gran número se apresuraban , y
que llegaban ya cerca para dar socorro á los de Am-
purías , sobre los cuales él tenía puesto cerco: el pre-
mio de su lealtad era justo le esperasen acabaoa la
guerra : que les rogaba se sufriesen por un poco de
tiempo, y los agravios de los enemigos ó los impidie-
sen o los disimulasen, pues ganada la victoria se po-
drían recompensar con mayor ganancia. Los embaja-
dores, oída aquella respuesta^ hacen mayor instancia:
cebadóse los pies del cónsul piden con lágrimas no des-
ampare en aquel trance á sus amigos y confederados.
Entonces Catón dudoso de lo que debía hacer, y enten-
diendo que muchas veces en las guerras tiene mas
fuerza la maña que la verdad, usó de tal astucia: el día
siguiente prometió á los embajadores el socorro que
pedían , y para muestra que lo quería poner en ejecu-
ción , hizo luego embarcar la tercera parte de sus sóida
dos yá los embajadores mandófuesen delante y anima-
sen a los suyos con la nueva del socorro que les enviaba;
pero luego que partieron los embajadores, hizo des-
embarcar los soldados i causa que el ejército de los
españoles llegaba ya á vista de la ciudad, y el cón-
sul pretendía darles la batalla lo mas presto que pu-
diese. Con este intento á la tercera muda ó vigilia de
la noche sacó todas sus gentes desús reales, y pasado
que las hubo á sordas de la otra parte de donde los
enemigos tenían susTealos, mandó que entre dos lu-
ces tres compañías llamadas cohortes se arrimasen 4
HISTOUA
(al tríncfaeru de los contrarios y las combatiesen
Los bárbaros, dado (|ue alterados de cosa tan re-
pentina , j maravillados que ios romanos se n>ns-
tmsen por las espaldas á quien el jila antes habían
tenido por frente, mas porque el enemigo los ai-o-
melia ydesafiabaálapelea, siniírdenysinronclerlo
con el furor que la sana les daba, salen por todas tas
puertas, y de tropel siguen A los romanos que se re-
tvaban seRun les era mandado. Fue la carga qnc los
españoles les dieron tan grande, que sin embargo
del poco orden que llevaban, rompieran la caballcna
romana y la pusieron en huida. Allerdse otrosí la
gente de i pie; pero romo lueeo volviesen i ponerse
en orden, y se mejorasen de lugar, rompieron el ím-
petu y furia de los enemigos. La pelea fue por
al|nin 'espacio dudosa ^asta tanto que riertasrom-
pañias sobresalientes de una legión que tenían de
«•speto, entraron de refresco» con 'esto el enemipo
(Tiie 1 mano iiijuíerda y en el cuerpo de la bütatia
llevaba lo peor, comenzó á ciar, v después puestoen
huida se retiró i sus estancias . "En la pelea y en el
alcance dicen fueron muertos cuarenta mil' espa-
ñoles (í).
La noche siguiente, después jpic los soldados
romanos reposaron algnn tinto, salieron il correr los
campos y heredadea de Ampurin : daño que Tnovió á
los ciudadanos, principalmente por no tener espe-
ranza, de poderse defender, A rendirse aparejados á
hacer lo que el vencedor les mandase, y ayudalle
con todas sus fuerzas, tteríbídlos Catón y tratdlos con
mucha humanidad, tanto que á la guarnición do los
soldados comarcanos que allí lialIiS, dejó ¡r libremen-
te sin algún castigo ni rescate.
Con esta victoria como quedase apaciguado todo
k) que hay de España desde a II i hasta el rioEbro,
el cónsul se partió para Tarragona. De cuya ausen-
cia tomaron los bergistanos ocasión de levantarse,
pero con In misma presteza fueron apaciguados : Tor-
naron segunda vezáalboratarsc:sujetJÍronlDsde nue-
vo, y vendiéronlos á todos por esclavos: hecho cruel,
mas necesario caíitigo para que los demás quedasen
avisados de no alborotarse tantas vecBS. Ll asiento de
los bergistanos, quién le pone donde esta la ciudad
de Tiniel, quién sospecha estaba cerca de la ciudad
de Huesca, do al presente hay un pueblo llamado
Bergua.
Frelendia Calón pasar con su campo & tos lurdo-
tanns, pueblos (como su ha dÍcl]o)de la Délica ó An-
dalucía, de quien tenia aviso que después que fue-
ran vencidos por el pretor Manlio con sus ¿entes y
las de Neron, llamaban ensnaTudaáloscelttberos pa-
ra volverá la guerra y A las armas. Antes que partie-
fe, por tener seguras tas espalttas se determinó de
ouitar las armas á todos los pueblos giie calan antes
lie pasar el río Ebro: nolal)le resolución, á proposito
de sosegar aquella gente, pero que las alteró de tal
manera, que algunos tomaron la muerte por sus ma-
nos por no verse despojados de lo que Icnian masca-
ra (iiie las mismas vidas. Por esta causa el cónsul,
nltiil.ido de parecer, despachó embajadores i todas
partes con orden nue en un mismo dia las mu-
rallas tlt- todas aquellas ciudades fueren abatidas por
tierra. Hizose asi: yjuntamcntc llegó aviso que el
rl ) En eaU'balliia mucbat veces lo* einaüales hiciecm
rcUnrl losrDiniDOS. tiaata el punlo de que Ctloa, vieuijo
JalMo el «nlro de su íjército, so arrojase él mismo en rae-
'lio de la pelea coaio (teí^esperaito para animar á Ins suyos.
La pf rdi^ de kn espinóles sin dudt debió ser j^nde ; pero
rjton , que teaii laatú intere* en esta viclorii . no derla en
ll reladoaque biioel HUdostnoquehabiinauedadoiODer-
IM en el ampo niucliM eoemi^s , liii derír el Diinwro. Va-
lerio Aatio. historiador de poca Si paif el misom Livia, es
quita dice que perdieron <tO.IICO uombree auaque el arma
Lbnra produce mas mortandad , cslos delailcs eaormcs mc-
recea ser mirados coa prcvendon.
DB ESrifiA. 63
pretor HanÜD con no menor presteza apaeignara las
alteraciones de los turdetanos . Por donde dejada
a<mella empresa , el cónsul Catón entró por la tierra
adentro, y pasado el rio Ebro, noparóhaslaSegoncia,
aue hoy es Sigüenza, enqueporla fortaleza de aque-
lla plaza los celtiberos tenian recojidas sus rique-
zas (2).
Era grande el despojo: la dificultad de apoderarse
de aquella ciudad tanta , que perdida la esperanza d«
salir con ello , pasó & Numancia , como se entiende
de Aullo Gellio . No se Iiizo cosa de mayor momento
^raqnellas partes. AcialosPñ-íneos se le rindieron tos
cCTelanos,tos ausctanosy los sticssctanos. Sujetó asi-
mismo los lacelanos, que por caer.algo mas lejos anda-
banallcradoí. Poreslamancra apaciguada España , y
BumciitadaslasrentasdeRoma por causa delasmlnas
de oro y de plata que hizo beneljciarcon mas cuidado
queanles, y por venirnuevos pretores de Romapara el
gobierno deEspaiia, Calón dio la vuelta y fuéáRoma.
Allí fue recibido con unsi^ranetríunfo, en que Hevaba
(3) de [ilata acuñada y en barras ciento y cuarcntd y
ocho mil libras, y del oro que llamaban oséense, qní-
nientas v cuarenta. Hizo d sus soldados un donativo,
en que a cada hombre de í pie dieron siete asses, y
a| de d caballo tres tanto. Después desto por toda lá
vida tomó y tuvo á España debajo de so protección y
ainifaró, y la defeiiilíci de lodo agravio: que propio es
de granilcs varones, cual fue Catón, vengar las inju-
rias con buenas obras, y pasada In contienda usar de
benignidad para con'los caídos. En Roma, por voto
que hizo en Anipurias, dedicó dos años adelante una
capilla ron advocación de Victoria virgen, como se
lee en Livio y lo refiere Víctor en un líbrito de las le-
f:ioneg de la ciudad de Roma. La^ monedas, que se
lallan muchas en España acuñadas con el nombre de
Catón, tienen grabadas estas palabras victoíix vic-
TMCi (4), ala victoria vencedora; por dondese sospe-
cha que ialetra cu aquellos dus autores está errada.
CAPITULO X.\VI.
De dltenntes pretores qne vlnltroa i Espala.
Míenos pretores después desto vinieron de Roma
al goliicrno de España , cuyos nombres pondremos
aquí sin señalar con mucho' ruidado los tiempos, ni
de todo punto dejarlos (S). Los primeros en este
, _ ) Auaqoe Ferrcns y el P. Floro siguen esta opihioo de
Kirianí, otros ereea, que donde Ins cellllberos dejaron tu
equipaje do seria SieQeuta úao oln piau que retaba en Aa-
dllucia, en la Turdetanía, cerra de Medina Sidonia donde
lioy niá Jj^oni , porque nu es verosímil que qi'
lo a mas de cien lecuis de día' — '- ■■ -- -
ble que desde la
y se viniese ron lodag las tropas, como diré Li»io. i sitiar i
Sifoienta.
(3) Atendiendo i Lirio, bieroik mil euatrorientas libras
del oro y quinienlii cuarenta déla pliU, y i cada unode los
¡afames diú doscíentuí setenta auet.
(4) No es estriño que Mariini haya padecido ticunas
errores en la parte nuoiismílica , por eJ atraso en que estaba
la ciencia en el tiempo en nue escribió . que á lu vez lo de-
bía i li eieaseí de dalos, tn esta de Calón, por el «Dverm
nohayli iaicri|Kion que dice, sino una representación dota
victoria . y debajo VinTRici. Esta es la itnira que con tal íul-
rríprion se ve en el rico OMnetario de nuestra Academia de
la Historia.
(5) Con ífecto , i*i el orden de sucesión de los pretores
como sus hechos están al§o confusos. Nosotros, en las tablas
cronttióficas de los difereutes seüorrs qtte dominaron cu Es-
té aiBUOTCCJk
cuento serán LucioOiRiciopretorde laCiterior, famo-
so por la corona mural que ganó cuando Cartagena
fue entrada; y con él vino también ii la Ulterior Pu-
blio Scípion Nasica, hijo que fue de Grieio Scipton, y
por decrclo del senado de Homa juz(|ado por el mas
santo de toda la ciudad! Sucedieron á estos j gober-
naron en un tiempo laa Espanas Marro Fufvio No-
bilior sucesor de Digicio: este puso á Toledo, ciudail
entonces pequeüa pero fuerte por su sitio , en poder
de los romanos, y con il vino Caio Flaminio en
tugar de Scípion. A este prarogaron el tiempo del
gobierno. En lugarde Fulvio vino Lucio Emilio Pau-
lo, el que adelante ganri renombre de Macedonio por
liabervencidoalrcyde Macedonia llamado Pcrseo. Des-
pués destos vino por pretor de la España Citerior Lu-
cio Plaucio Hipseo; y para la Ulterior snialaron á Lu-
.cio Bebió Oivite, en cuvo lugar, porque le malaron
en la Liguria que es el Ginoves, vino PuUio Junio
Bruto.
Por espacio de dos años enteros adelante tuvo el
gobierno de la España Citerior Lucio Manlio Acidi-
no , y de la Ulterior Caio Catinio , sin que sucediese
cosa que de contar sea. Por sucesores de Aciilinio y
Catinio señalaron á Caio Calfurnio Pisón y Lucio
Quínelo Críspíno el año de la fundación de Roma de
quinientos y sesenta y ocho, en el cual síio nnles
que llegase'el nuevo Robemador murió Catinio en
la Lusitania en una baúlla que trabó con los natura-
les cerca de un pueblo llamado Asta. Pasados dos
DI GurAU T noiG.
años tomó d gobierno de Ja Citerior Aulo Terenci'i
Varron , y de la Ulterior se encargú Paulo Semproiún
Lonco. A estos sucedieron Publio Uanlio en b Espa-
ña Ulterior , aquel que siendo cúnsul Marco Cato»,
tuvo el gobierno y fue pretor ile la misma jvnnocia;
y á la citerior vino Quinto Fulvio Flacco , el que en
los Caipetanos, qtre es el reino de Toledo, vencía
gran numero de celtiberos en una batalla muy brava
que les dio junto i un pueblo llamado Bbura, el cual
entiendo que Ptolomeo llama. Libora , y boy eg Tala-
vera, como se probará en otra parte. Tuvieron estos
fretores el gobierno ile España dos años , y de Roma
Licron enviados otros nuevos, es d saber i la Ulterior
Lucio Postumio Albino , y á la Citerior Tiberio Som-
pronio Grocclió, el que fue padre de los Graccbda, v
luvo por mujer a Cornelia bija ile Scípion el mayor,
de quien arriba se trató en la segunda guerra pánica.
Scípion el menor, ilicho Umbien AA'icano , casó
otros! con Cornelia hija de Cornelia y de Graccb¿, y
nieta de Scípion el mayor.
Por el csfuerao y buena maña destepretor GraccIíA
se ganaron muchas victorias, y Numancja por su in-
dustria liizo la primera vez confederación con los ro-
manos , cpmu lo dice Plutarchil. Ücmns deato donde
boy está Agreda sobre Numancia la ciudad de Grac-
cliurris [omú su apellido deste Gracclid quier por ha-
berla él ediGcado, qui^r sea pnrniie la ensanchó y
ennobleció con nuevos edificios. Hálianse monedas
en España con el ainnbre de Gracchuirii y el de Al-
bino juntamente (I). Año de la fundación de Roma
de quinientos y seteuta y seis Marco Titmio Curvo
fue elendo en pretor de la España Citerior : de la Ul-
terior Quinto Fonteio. Estos tuvieron el cargo por
espacio de tres años, los cuales pasados, noie sabe
qué pretores viniesen á España : dado que hay memo-
ria que al año quinientos y setenta y nueve Appio
Claudio Centón por la victoria que ganó de los cclli-
beros, entró en Roma con ovación. También se sabe
que al año siguiente vinieron por pretores de la Ulte-
rior ServiUo Cepion , de la Citerior Furio Filón. Su~
codiéranles Marco Mancieno y Gneio Fabio Buteon;
pero á causa que Butenn falleció en Marsella del mal
que la mar le nizo , por mandado del senado , Furio
continuó su gobierno de la España Citerior hasta
tanto que al ano siguiente de quinientos y ochenta y
dea A Marco Junio cupo por suerte lo de la Qlerior, y
lo Ulterior al pretor Spurio Lucrecio.
Pasado esta año sucedió una cosa inuy notable , y
file que juntaron las dns Españas debajo de un ^-
bierno, y las encargaron al pretor Lucio Canuleío.
Este en Roma, antes que se partiese , fue nombrado
piOi inie pooemo) al Hn d« la obra , rMlliaremoi eitos er-
TOr«i de dCKuiílo 6 DCRligendi de Xaríini.
<1) El Potlumia AlbloD de quien tqul biblaHiríaní, de-
bió de Mr Aulo y no Lucio : del primero ei de qaleo única-
meole it encDeatna lia medilUg que eiU j que noiolriM
prMeDtiino) cod otra de Gnccliirrii- Debemos idTerlÍT que
el/mroneit/e ron que le espresa el lalor, no qaiere decir
que sean uní misma moneda.
Er juez sobre cierta acusación que embajadores de
paTia pusieron contra algunos de los pretores pasa-
dos, que decían haber robado v coechado la provin-
cia; pero fueron dados por libres por arxiatumbrar
los senadores romanos de usar de severidad con los
demás , y disimular unos con otros con grande senti-
miento y envidia del pueblo , y en gran perjuicio de
su buena fama. Terdad es que para apaciguar las
nuejas de los naturales se les otorgó quelos goberna-
dores romanos no vendiesen el trigo á la postura y
tasa que ellos mismos hacían , como lo tenían de cos-
tumbre, y que los españoles no fuesen' forzados á
encabezarse y arrendar el alcabala (que llamaban vi-
césima porque se pagaba uno por veinte) i voluntad
del pretor ; que no liobiesc arrendadores de loa tribu-
tos , sino que el cuidado de cobrar y beneliciar aque-
llas rentas se encomendase i los pueblos.
Otra embajada se envió de España á Roma para
saber qué se dchia hacer de hs bastardos, que llama-
ban comunmente híbridas, y eran hijos de soldados
romanos y madres españolas, y pedian campos don-
de morasen y labrasen. Respondió el senado que se
les diesen como lo pedian i los que el pretor Canu-
leio de aquella muchedumbre de nombres que pasa-
ban de cuatro mil , juzgase se debia dar libertad , ca
eran tenidos por esclavos : y que los Uevoae á Carteia
con nombre y privilegio de cnlonía, gue fue la pri-
mera que hobo de romanos en Espaiia, y por esta
causa Carteia se llamó colonia da los libertinos : en-
tiéndese que esta población el la que hoy se llama
HISTORIA DE ESPA.^A.
Tarifa. Ganuleio, pasados dos años de su gobierno,
tuvo por sucesor a Marco MarceUo afu) de la funda-
ción de Roma , quinientos y ochenta y cinco. Este
fundó á Córdoba, ciudad principal en la Bética ó An-
dalucía, madre de grandes ingenios: á lo menos
Strabon así lo dice, que Córdoba íue fundada por
Marco Marcello : á algunos parece que sucedió en
este tiempo cuando fue pretor, y no adelante cuan-
do hecho cónsul volvió á España )[ á su gobierno. Las
conjeturas que para decir esto tienen , ni son con-
cluyentes fiíi del todo vanas , ni hay para qué se re-
laten. Lo cierto es qiie Silio Itálico nace mención de
Córdoba en tiempo de Aníbal, y puédese entemler
que su fundación fue antes desle tiempo , y que atri-
buyeron á Marco Marcello la gloria de ser fundador
de Córdoba porque la ennobleció con edificios, y con
darle como le dió titulo y derecho de- municipio ro-
mano.
Sucedió á Marcello Fonteio Balbo. Después deste
tornaron á dividir á España en dos gobiernos , y asi
Ja ^bernaron Gneio Fulvio y Caio Licinio N^va en
el tiempo que Judas Madiábeo, capitán nobilísimo de
los judíos, hizo confederación con los romanos: ác
quien sabía estendian sus victorias y sus armas no
solo hasta la Asia , sino que tenían asimismo sujeti á
Espatña , y con las minas de oro y plata que en ella
poseían , crecían de cada día mas en poder y en gran-
deza. Con esto se acabará la cuenta de los pretores,
porque, si pasase adelante, daría mas fastidio que
gusto ni tampo(*.o es cosa fácil reeogellos todos , y
continuar siempre la historia sin (^uieora por la falta
que tenemos de las memorias antiguas. Demás que
no conviene ni es razón embutir los anales de la Es-
paña con la grosura de las cosas romanas , como si
de suyo fuesen faltos, y con ripia y materiales jun-
tados de otra parte tapar las hendeduras que tienen
nuestras historias en muchos lugares.
UBRO TERCEN.
CAPITULO L
Del principio de la guerra de Nomancla.
VvÉL guerra muy larga y muy brava se emprendió
en España el año que se contaba seiscientos y uno de
la fundación de Roma , dudosa por los varios trances
de las batallas que se dieron, y cuyo remate última-
mente fue muy perjudicial para España. Los prime-
ros movedores'destas alteraciones fueron los numan-
tinos 2, gente asaz, feroz y brava, por estar cansados
del señorío de Roma , irritados con los amvios que
los romanos les hacían. La ciudad de ríumancia,
temblor que fue j espanto del pueblo romano , gloria
}f honra de España, estuvo antiguamente asentada en
a postrera punta de la Celtiberia que miraba hacia
Septentrión entre los pueblos llamados arevacos.
Has de una lemia sobre la ciudad de Soria , donde al
presente está la puente de Caray, no lejos del naci-
miento del rio Duero se muestran los rastros de aque-
lla noble ciudad. Era mas fuerte por el sitio que por
otros pertrechos hechos, á mano. Su asiento en un
collado de subida no muy agria , pero de dificultosa
entrada á causa de los moqtes que la rodeaban por
tres partes. Por un solo lado tenía una llanura de
mucha frescura y fertilidad , que se tiende por la ri-
bera del rio Tera espacio de tres leguas hasta que
mezcla sus aguas con las del rio Duero. A la costum-
bre de los Lacedemonios , ni estaba rodeada de mu-
rallas y ni fortificada de torres ni baluartes , antes á
propósito de apacentar los ganados se estendia algo
mas de lo que iiiera posible cercarla de muros por to-
das partes. jBien que tenia un alcázar de donde podían
hacer resistenciaá los enemigos y en las asonadas de
guerras solían encen:ar en éltodo lo que tenían, sus
65
preseas y sus alhajas. El número de los ciudadanos
era mediano, hasta cuatro mil bohibres de armas to-
mar, dado que otros doblan este número , y dicen
que podían tener en campo ocho mil soldados. Por la
manera de vida qtie tenían, y por los muchos trabajos
á que se acostumbraban , endurecían los cuerpos y
aun fortalecías tos ánimos. Grande era la osadía que
tenían para acometer la guerra, y mucha la pruden-
cia para continualla.
Sempronio Graccbó, en el tiempo que tuvo el go-
bierno de la España Citerior , hizo con los numanti-
nos y con otros pueblos comarcanos asiento v confe-
deración con estas condiciones; oue no emficasen
pueblos ni fortalezas , ni las fortificasen sin avisar
dello al senado romano : pagasen el tributo cuanto y
en los pueblos que les fuese ordenado: siguiesen los
reales de los romanos cada y cuando que para ello
fuesen llamados. Estaba otros! , y se contaba entre
los pueblos arevacos otra ciudad llamada Segeda de
cuarenta estadios en circuito. Appíano la pone en lo
postrero de la Celtiberia entre los pueblos llamados
Beles , por ventora donde al presente está la ciudad
de Osma. Esta ciudad y á su ejemplo los pueblos que
llamaban Titbios á ella comarcanos, encendidos en
deseo de cosas nuevas comenzaron en puridad á con-
federarse con otros pueblos sus Tecinos, y junto con
esto á fortificar sus murall^s , sin dejar cosa alguna
que fuese á propósito pera defenderse y ofender, si
alguno les diese guerra. Como por el senado romano
les fuese vedado pasar adelante en aquellas fortífíca-
ciones , les mandasen pasar el tributo que conforme
á lo asentado eran obligados, demás desto que los que
tuviesen edad de tomar armas ai-udíesen ai campo de
los romanos; con diversas escusas que alegaban se
entretenían y escusaban de hacer lo que les era man-
dado. De aquí nació la primera ocasión de o(}uella
guerra , en que se envolvió también Numancia por
estar á ellos cercana, y tener otrosí con los Belos
hecho asiento de juntar con ellos las armas y fuerzas
contra los romanos. Ellos con recelo que , si al prin-
cipio no hacían caso , podria cundir aquel mal , de-
terminaron de tomar luego las armas.
Por aquel mismo tiempo se hacía la guerra en la
Lusitania entre ios romanos y un capitán de la tierra
llamado Cessaron (1), el cual con firande voluntad de
toda la provincia tomóá su cargo de restituirla en su
antigua libertad, tue primero lugar-teniente, y des-
pués sucesor de otro caudillo de aquella gente lla-
mado Africano, que no mucho antes se levantara
también contra los romanos ; pero fue muerto dé una
pedrada que le dieron desde una ciudad que batía y
pretendía forzar. Estas alteraciones, luego que en
Roma se supieron , pusieron en gran cuidado á los
del senado en tanto grado que , después que Lucio
Mummio fue señalado por pretor de la Esfmña inte-
rior , acordaron para domar los celtíberos , gente
indómita y feroz, que partiese para la España Citerior
uno de los cónsules con ejército consular. Esto acor-
dado , con una priesa no acostumbrada hicieron que
los cónsules que solían ser nombrados por el fin de
diciembre, y comenzar el oficio adelante mediado el
mes de marzo, a^el año se. anticipasen y diesen
Srincipio á su gobierno desde él primero día del mes
e enero: acuerdo que deste principio se continuó
adelante. Fue pues enviado á España el cónsul Quin-
to Fulvio Nobilior con muchas compañías de so-
corro.
No ignoraban los segedanos que todo aquel aparato
do guerra se enderezaba á su daño y á su peratcion.
No tenían acabadas las fortificaciones de su ciudad;
(1) Appíano en h edición greco-latina de Amsterdan,
1670, que es la mas correcta , le llama Cesaras , y dice que,
habiendo atacado é Mummio que acababa de llegar de Roma
con su ejército, fue derrotado y se salvó hoyendo.
f.6
BIBLIOTKCA DB GASPAR Y IIOIG.
así enviaroii sus mujeres y hijos á los arevacos para
mayor semirídad; y ellos para apercibirse de lo nece-
sario noimiraron por su capitán á un hombre llamado
Caro, que tenia grande ^speríencía en las armas. Es-
te con intento ae hacer algún efecto, y con algún
buen principio ganar mayor reputación , armó una
celada contra el campo del cónsul que era llegado , y
traía consigo hasta treinta mil hombres. Sucedióle
bien su pensamiento, ca mató seis mil délos contra-
ríos, y puso en huida á los demás. Pero, como siguie-
sedesapoderadamente el alcance, la caballería romana
que venia en la retaguardia , revolvió sobre él y le
quitó la victoria de las manos y la vida ; destrozó
otrosí gran número de los sujos. Dióse esta batalla
á veinte y nueve de agosto, día en que Roma celebra-
ba las fiestas de Vulcano, que llamaban Vulcanaiia.
El espanto y daño de ambas partes fue tan grande,
que los unos y los otpis , si no eran forzados, rehu-
saban por algunos dias de encontrarse. La misma
noche los arevacos se juntaron en Numancia , que la
batalla se dio por allí cerca, y en lugar de Caro nom-
braron por sus capitanes á Haraco (1) y á Leucon, y
aparte por capitán de los mumantmos fue nombrado
otro hombre llamado Lintevon.
El tercero dia después de aquella pelea asentó el
cónsul sus reales á cuatro millas de Numancia: fuera
de las demás gentes tenia diez elefantes y quinientos
caballos numidas que Masinissa poco antes desde
África le enviara de socorro. Desauó el cónsul á los
enemigos , que asimismo determinaron de probar ven-
tura y encomendarse á sus manos. Dióse otra batalla
en la cual ya que estaba trabada, alargadas las hile-
ras de los romanos, se hicieron adelante loselefontes,
con cuya vista los celtiberos por no estar acostum-
brados se espantaron así hombres como caballos, y
vueltas las espaldas se metieron en la ciudad. Iban
los romanos en pos de ellos , y por amonestación del
cónsul pretendían á vueltas ae los que huían entrar
en la ciudad; hicíéranlo así , si no fuera por un ele-
fante que, herido en la cabeza con una gran piedra,
con la furia del dolor, como acontece, se embraveció
de tal suerte, que así él como á su ejemplo los demás
elefantes, bestias peligrosas en la guerra, vueltos
contra los suyos pusieron en desorden y confusión á
los romanos , y oieron la muerte á todos los que se
les ponían delante. Los numantinos , visto lo que pa-
saba y la buena ocasión que se les presentaba, hicie-
ron una salida , con que hirieron en los romanos y
los forzaron á recojerse á sus reales. Dellos en dos
encuentros perecieron cuatro mil hombres , y de los
celtiberos dos mil. Estaba por aquellas partes una
ciudad llamada Azenía, plaza y mercado donde acu-
dían los mercaderes de la comarca á sus tratos. Oes-
ta ciudad, después de la batalla susodicha, pretendió
el cónsul apoderarse, mas fue rechazado con afrenta
y pérdida de soldados.
Divulgadas que fueron estas cosas , la ciudad de
Ocile, «londe los romanos tenían recojido su bagaje y
su i'ilmacen, se pasó á los celtíberos: que muchas ve-
ces la fe y lealtad andan al paso de la fortuna , y la
blanda y muchas veces engañosa esperanza de liber-
tad hace despeñar i muchos. Con esto espantado el
cónsul , y temiendo qiie las otras ciudades no imita-
sen este ejemplo , barreado que lioho los reales que
tenia cerca de Numancia, invernó allí con su campo,
donde por falta de vituallas y fuerza del frío pereció
gran parte de los soldados. Esto sucedió en la España
Citenor: en la Ulterior por el mismo tiempo Mummio
hacia guerra á los lusitanos con varios sucesos, pero
cuyo remate últimamente le fue muy favorable. Fue
así que en la primera pelea los romanos siguieron con
§rande ímpetu y sin orden á los lusitanos míe habían
esbaratado y puesto en huida: cosa que dió ocasión
(i) Appiano llama Amboa al compaiíero de Leucon.
á Cesaron, caudillo de los contrarios, para revoWer
contra los enemigos y quítalles de las manos la vic-
toria. Diez mil de ios romanos fueron muertos, v en-
trados ambos ios reales, así los que habían perdido los
lusitanos , como adonde alojaban los romanos. Desta
manera pasó esta pelea. Los despojos que de los roma-
nos ganaron traían los lusitanos casi por toda España á
manera de triunfo, y para muestra de su valentía. Des-
cuidáronse con la prosperidad: que dió ocasión á Lucio
Mummio poco adelante para que con los suyos (que
eran en numero hasta cinco mil, y con ellos se ha ota
entretenido en lucres fuertes) cargase sobre los coa -
trarios de improviso en cierta fiesta que hacían para
celebrar la victoria que ganaron. Desbaratóles fácil-
mente, y con la victoria recobró muchas banderas de
las que perdiera antes.
En lugar de Cessaron , que parece murió en aquel
rebate, sucedió otro que se llamaba Canteno (2). Éste
en los pueblos llamados ouníos , en aquella parte de
Andalucía donde hoy está Niebla , se apoderó de Cu-
nistorffis , ciudad que era de los romanos , de donde
pasó al estrecho de Cádiz , y desde allí una parte del
ejército se fué á África por miedo de los romanos ó
por ser de aquella tierra, ó por ventura era su orgullo
tan grande, que les parecía para su valor ser estrecha
toda España. Los demás de aquel ejército por el pre-
tor Mummio, que se rehizo de soldados y tenia hasta
nueve mil (hombres , fueron trabajados y deshechos
en algunas batallas que les dió. Por conclusión pasó á
cuchillo otro escuadrón de aqqella gente , sin dejar
ni uno solo que pudiese llevar á su patria las tristes
nuevas: con oueen finios de Lusitania se sosegaron
y redujeron á lo que era razón. Por estas cosas se de-
terminó el año siguiente que se contó seiscientos y
dos de la fundación de Roma, que Mummio en Roma
triunfase. En lugar de Fulvio, sabido su desastre y la
apretura en quese hallaba, enviaron al cónsul M. Clau-
dio Marcello con ocho mil peones y quinientos caba-
llos de socorro. El gobierno de la España Ulterior se
encargó áMarco Atilio. Elcónsul Marcello, lueffo que
con toda su gente aportó á España , procuró To mas
presto que pudo de apoderarse de la ciudad de Odie,
para que la que fue principal en la culpa fuese la pri-
mera en el castigo; pero dado que la tomó y que su
culpa era grande, no la quiso asolar: solamente la
mandó dar rehenes y acudille con treinta talentos
de oro para los gastos.
Caía cerca de allí la ciudad de Nertobriga, y como
se puede sospechar por las tablas de Ptolomeo no le-
jos de Tarazona y de donde hoy está Calatavud. De
allí vinieron embajadores al cónsul para oirecer la
ciudad. Mandóles al principio solamente que le acu-
diesen con cien homores de á caballo : después por-
que algunos de aquella ciudad á manera de salteadores
acometieron el postrer escuadrón de los romanos y el
carruaje , sin aamitilles la escusa que daban, es ¿sa-
ber que aquel desacato fue de pocos, y que el pueble
no tenia parte , los cien caballos fueron vendióos (3)
en pública almoneda, y puesto cerco sobre la ciudad,
la comenzaron á batir. Enviaron de nuevo embajado-
res de paz con una piel de lobo delante como por pen-
dón (4) en una lanza , que tal era la costumbre de la
nación, los cuales en presencia del cónsul dijeron que
hora el delito pasado fuese público , hora particular,
se debía dar por contento con lo hecho, pues era bas-
tante castigo ver sus campos talados , quemadas sus
casas, y sus ciudadanos hechos esclavos y vendidos
por tales: que los corazones de los miserables se sue-
(2) De Appiaoo lotocoosta que k» Lusitanos que habita-
ban en la otra ribera del Tajo tenían por general i Caofae-
110 ; pero no que aucediese i Cenaron ni que hubiese muerto.
(5) Presos loa caballeros y vendidos los caballos debe
der.ir.
(4) El mismo Appiano dice : « enviaron >I trómpela, quo
en lugar del caduceo está ycslído df una piel de Io1m>. >
mSTOMA DE BSPA.^A.
61
\en mas enconar con quiUrles del todo la esperanza 1 venida de LucuHo, Marcello con deseo que tenia de
de perdón , que suele dar fuerzas y ánimo á los flacos,
pues ni aun los animalillos y sabandijas perecen sin
que se pretendan Tensar. Respondió el cónsul que
era por demás tratar ellos en particular de concierto y
de paz , si no entrasen en la misma confederación y
liga los aroTacos , los belos y los tbitios , qne fueron
k» primeros á lerantarse.
No rehusaban aquellos pueblos de concertarse, pe-
ro con tal que fuese el asiento conforme á las condi-
ciones que se asentaron con Grachó. Inclinábase el
cónsul á esto y no le parecía mal partido; mas los
amigos y confederados le fueron á la mano, cadecian
no era justo recibir á la confederación y condiciones
antiguas á los que tantas reces hablan faltado y he-
cho tantos daños así á los romanos comoá los comar-
canos, no por otra causa sino por mantenerse en la
amistad y devoción del pueblo romano. El cónsul du-
doso sin saber qué resolución tomase, acordó se
enviasen por ambas partes embajadores á Roma para
que allá , oido lo que los unos y los otros alegaban, se
determinase lo que pareciese al senado, y en el entre
tanto otor^ á ios contrarios cierta manera de tre*
fns. Fulno Nobilior , que en este medio era llegado
Roma, se opuso á aquellos tratos , y con encarecer
en el senado la deslealtad y agravios de aquella ^ente
hizo tanto que sin concluir cosa alguna aespidieron
los embajadores con orden que acudiesen al cónsul
Marcello , y que él les daría la respuesta de lo que
pedían : resolución que quitaba del todo la esperanza
de la paz , y que ponía en necesidad de volver á las
armas. Asi se trato en Roma de enviar á los suyos
nuevas ayudas con intento de no parar hasta tener
sujetos á los contrarios. El miedo que los soldados te-
nían era tan grande, y la guerra tan peligrosa , que
no se hallaba de todas las legiones quien se ofreciese
á emprender aquella jomada. Orcienaron pues que
por una nueva manera se sorteasen los que nobiesen
de ir á España.
CAPITULO II.
Como PubUo Cornclto Sdpion vino por legado ó logar-
teniente á España.
ganar el prez de haber acabado aquella guerra, sacó
lo mas .presto que piído sus gentes de los invernade-
ros. Anticipóse Nertobriga, que juntó para su defensa
y metió dentro los muros cinco mil arevacos. Numan-
cia asimismo no se descuidó en armar su gente, con-
tra la cual por ser cabeza de las demás Marcello
enderezaba en primer logar su pensamiento , y asi se
adelantó y paso á cinco millas de aquella ciudad (!},
que hacen poco mas de una legua. Pero á instancia
I deünthevon caudillo de los numantinos se concluye-
ron últimamente las paces con condición que los de
Numancia desamparasen á los belos, a lostnitios, v á
los arevacos. Pretendían en esto el cónsul y contíana
que aquellos pueblos desamparados de la ayuda de
Numancia no se lo podrían defender, como sucedió
en hecho de verdad , que sin dilación aquellos pue-
blos se rindieron é ios romanos , y fueron por ellos re-
cibidos en gracia con tal que entrasen rehenes y
pagasen seiscientos talentos, como !o dice Estrabon.
Lleuó Lucullo á suprovincia deseoso y determina-
do de iiacer mal y daño : por esto como quier que la
guerra de los celtiberos estuviese apaciguada , ende-
rezóse con sus gentes á los cerpetanos. ue alli pasó el
rio Tajo y los puertos hasta llegar á los vaceos , que
eran gran parte de lo que hoy es Castilla la Vieia. En
aquella comarca se determinó acometer la ciudad de
Canela , asentada donde al presente vemos la villa de
Coca. £1 color que dio para esta guerra , fae vengar
los carnetanos , á los cuales los de aquella ciudad de-
cía él haber hecho mal y daño ; mas á la verdad la
hambre del oro le despertaba por ser hombre de poca
hacienda entre los romanos : ^ve enfermedad para
gobernadores y capitanes. Salieron los de aquella ciu-
dad á pelear con el cónsul , pero fueron vencidos y re-
chazados. Acordaron de rendirse apartido que diesen
rehenes, y de socorro cierto número de nombres á
caballo : demás desto los penaron en cíen talentos de
plata : Asegurados con este concierto los ciudadanos
se allanaron para que entrase en su ciudad la guarni-
ción de soldados que el cónsul quiso. Ellos hecha se-
ñal con una trompeta, como lo tenían concertado,
pasaron á cuchillo aquella miserable gente que estaba
descuidada, sin perdonar á mujeres ni hombres de
ninguna edad : deslealtad y fiereza mas que de bár-
Eif el mismo tiempo Marco Atílio en la España Ui-
terior maltrataba á los lusitanos , y se apoderaba por I baros. Por esto atemorizados los pueblos comarcanos
concierto de muchas ciudades que se le entregaban á
partido ya que fe llegaba el año siguiente en el cual
cupo por suerte la España Citerior al cónsul Lucio Li-
cinio Lucullo , y al gouiemode la Ulterior vino el pre-
tor Ser^o Galba , y por legado ó lugarteniente del
cónsul vino Publio Cornelio Scipion llamado el Menor,
á quien el cielo reservaba la gloría de sujetar y des-
truir á la gran Cartazo. Era de edad de veinte y cuatro
anos , y con deseo que tenia de hacer algún servicio
señalado á su república , vino á aquella guerra que los
demás soldados tanto aborrecían y temían. Hay quien
diga que venido que fue Lucullo á España , bcipion
p^en Afríca enviado á Masinissa en embajada para
que por respeto de la amistad que con aquel rey te-,
nía su casa , alcanzase del les enviase elefiíntes dé
socorro; pero yo por mas cierto tengo lo que afirma
Marco Óceron , que esto sucedió adelante en el con-
sulado de Manilo. Fue este Scipion casado con herma-
na de los Grachós, nieta del Otro Scipion Africano,
hija de Cornelia que hie hija de Scipion. Fue otrosí
este Scipion nieto por adopción de Scipion el Mayor,
hijo adoptivo de su hijo, ca el padre natural d'^ste
Scipion fue Paido Emilio hermano de la mujer del I Solo hicieron algunas salidas y^trabaron algunas es-
sin confiarse en la fortaleza de sus murallas, ni ase-
gurarse de la fé y palabra de los romanos , se retiraron
con los suyos y con sus haciendas á los bosques y
montes ásperos y enriscados , puesto primero fuego á
lo que consigo no pudieron llevar.
Lucullo , a quien la pobreza hacia avariento y la ava-
ricia cruel , perdida la esperanza de gozar de aquellos
despojos , pasó con sus gentes para sitiar una ciudad
llamada Intercacia, que estaba antiguamente asenta-
da casi á la mitad del camino que hay desde Vallado-
lid á Astorga. Asentados sus reales , requirió á los
moradores de paz y quese ríndlesen : ellos respondie-
ron que sí lo hacían , les guardaría la fe y palabra que
guardó á los de Caucia. Alteróse el cónsul con esta
respuesta : ordenó sus haces delante de sus reales
para presentar la batalla á los cercados , que ellos es-
cusaron con todo cuidado resueltos de defender su
libertad con las murallas y guarnición , y con las vi-
tuallas que tenían recogidas para mucho tiempo , sin
embargo que losmoradores eran muchos , y asaz gran
número de gente de á pie y de á caballo de los pue-
blos comarcanos se habían acogido á aquella ciudad.
otro Scipion; por donde se llamó por sobrenombre
Emiliano así por causa de su padre, como para dife-
renciaAédel ya dicho Scipion el Mayor, el que como
queda díeho vencióal gran Aníbal y sujetó á la ciudad
de Cartago.
Volviendo al propósito, en tanto qué se esperaba la
caramuzas , en que no sucedió cosa que sea de con-
tar , sino fue que Scipion venció en desafio cierto
español príncipal , robusto y de grandes fuerzas , con
( 1 ) Fortificó mi eampo i cinco estadios de la ciudad qae
seo seisrientos yeinte y cinco pasos.
«8
BIBLIOTBCA OB GASPAR T HOIG.
quien, dado quo ordinariamente delante los reales
desafiaba á los romanos, ninguno delios se atrevió
bacer armas.
Padecia el cónsul grande falta de vituallas : el sus-
tento ordinario de sus soldados era tríffo cocido y
cebada, ademas de alcuna caza , la falta de la sal era
la que mas los trabajaba. Por estas incomodidades y
por las aguas que como de sierra eran muy delicadas,
muchos soldados comenzaron á enfermar de cámaras:
entreteníalos empero la esperanza de apoderarse de
aquella ciudad. Para batirla juntaron madera , hicie^
ron ingenios á propósito , con que gran parte de la
muralla cebaron por tierra (i}. Los soldaaos por las
ruinas y |K)r la batería pretendían entrar en la ciudad,
y aun Scipion fue el primero que su))ió á lo mas alto;
por lo cual después fue públicamente alabado , y le fue
dada la corona mural. Mas acudieron los de dentro
con tanto esfuerzo , que rebatieron á los romanos sin
que pudiesen pasar adelante ; y la carsa que les die-
ron fue tan grande , que por la .priesa del retirarse no
Eocos se ahogaron en una laguna que por allí estaba,
a noche siguiente ilos cercados repararon la parte
del muro derribado coa grande diligencia y cuidado.
Yióse el cónsul á pique de alzar el cerco sin hacer
efecto , si la hambre no forzara á los de dentro á en-
trejgarse. Tratóse pues de concierto, v por medio de
Scipion de quien se fiaban mas que del ¿kisul , hicie-
ron sus asientos. Las condiciones fueron tolerables,
ca solamente se mandó á los ciadadanos que diesen
diez mil sayos , y cierto número de jumentos , y rehe-
nes para la seguridad. Dinero ni le tenian ni le desea-
ban, por ser nombres montañeses que vivian déla
labranza y de la cria de sus ganados.
Movió el cónsul con sos gentes de aquella ciudad,
revolvió sobre Palencia, pero no pudo sujetarla ni
rendirla. Algunos sospechan aue desde Castilla la
Vieja dio la vuelta acia el Andalucia , y no paró hasta
el estrecho de Cádiz , donde como dice Plinio presen-
taron á Luculio la cabeza de un pulpo de grandeza in-
creible. Añaden c^ue desde allí corrió toda aquella
tierra hasta la Lusitania. Sergio Galba , á quien como
se dijo encardaron el gobierno de la España Ulterior,
no estaba ocioso, antes en el Andalucía hacia rostro
á los lusitanos , que hacían correrías y entradas por
aquellas partes , con que trabajaban á los confedera-
dos del pueblo romano. Pero como se atreviese en
cierta ocasiona pelear con los enemigos en sason que
sus soldados se hallaban cansados del camino, lue
desbaratado , y muertos siete mil de los suyos , forza-
do con los demás á huir y meterse en Carmena , como
lo dice Appiano , entiendo que á de decir Carmena,
ciudad en aquel tiempo la mas fuerte de aquellas par-
tes , y que estaba asentada cerca de los pueblos lla-
mados Cuneos , donde se refiere que el pretor pasó el
invierno sin descuidarse punto en rehacerse de fuer-
zas y juntar gentes : con que lue^o que abrió el
tiempo deseoso de satisfacerse rompió por la Lusita-
nía ó Portugal, corrió los campos, mató, quemó y
robó todo loque topaba.
Acudieron embajadores de aquella gente movidos
destos danos. Hízolos el pretor un razonamiento muy
cuerdo y muy elegante , como persona queera de los
mas señalados oradores de Roma , y como tal entre
ios demás le cuenta Cicerón. Escusó lo que habían
liecbo por ser forzados de la necesidad. Df joles que
pues la falta y esterilidad de la tierra los ponía en se-
mejantes ocasiones, avisasen á los suyos de su volun-
tud, que era darles muy mejores campos donde mo-
rasen y tuviesen sus labranzas para que sin agravio
<1 ) kiti>Miacido6 en esta torre, seaoembaa los sitiadores
á las maullas de las ptos para espugoar á los defcpseres.
Asi debió de ser la que usaron los romanos contra Ságunto
y contra muchas otras poblaciones. Está copiada del modelo
que ofrece el Museo de Artillería.
de los comarcanos se pudiesen sustentar. Señalóles
día en que viniesen para él repartidos en tres es-
cuadras. EHos persuadidos que les venia bien aquel
partido sin sospechar mal ni engaño obedecieron
y cumplieron lo que les era mandado. Engañóles su
pensamiento , y el pretor no solo no les guardó su
Salabra, antes como venían descuidados fueron todos
espoiados de sus armas y muertos : brava carnicería
y desleatad. Parte de lee despojos se dló á los solda-
dos : con lo demás se quedó el mismo Galba, con <¡ue
se entiende vino á ser Melante el mas rico de los ciu-
dadanos romanos.
CAPITULO lU.
De la guerra de Ylrlato.
Esta crueldad de Galba dio ocasión para que los
naturaJes mas alterados que espiíntados, emprendie-
sen de nuevo otra guerra muy nmosa llamada de Vi-
riato ; v es asi comunmente que unos muJes vienen
asidos de otros , y el fin de un desastre y daño suele
ser muchas veces principio de otra mayor desgracia,
y el remedio convertirse en mayor daño. No hay dnda
sino que la guerra de Viriato por espacio de catorce
anos enteros que duró (2); con diferentes trances
que tuvo , trab«\jógrandeniente«l pod¿r de los roma-
nos. Fue Viriato de nación Lusitano, hombre de bajo
suelo y linaje , y aue en su mocedad se ejercitó en
ser pastor de ganados. En la guerra fue diestro : dio
principio y muestra sieiKlo salteador de caminos con
un escuadrón de gente de su mismo talle. Eran mu-
chos los que le acudían y se le llevaban, unos por no
poder i>agar loque debían , otros por ser gente de
mal vivir y malas mañas ; los mas por verse consumi-
dos y gastados con guerras tan largas deseaban me-
ter la tierra á barato. Con esta gente que ya llegaba
á campo formado, comenzó á trabiyar los comarca-
nos, en especial los que estaban á devoción de los
romanos, por aquella parte por donde Guadiana des-
boca en eimar.
A la sazón que las cosas se hallaban en estos tér-
minos , Galba se partió de España acabado su gobier-
no y vino en su lugar Marco Vitilio año de la funda-
ción de Roma de seiscientos y cuatro, el cual puso
todo cuidado en deshacer á Viriato y apagar aquella
llama; pero él dejadala Lusitania, se pasóal estreclio
de Cádiz, y con resolución de escusar la batalla se
entretenía en lugares fuertes y ásperos. Acudió q1
pretor, y con un cerco que tuvo sobre aquella gente
muy apretado , redujo á aquellos soldados que ya co-
menzaban á sentir la hambre, á probar secretamente
si habría esperanza de concertarse. Pedían campos
donde morasen, y prometían de mantenerse en la
amistad y fé del pueblo romano. Daba de buena gana
el pretor oídos á estas prácticas. Supo Viriato lo que
pasaba, y con un razonamiento que hizo á sus solda-
dos, mudaron de parecer. Púsoles delante con cuanto
peligro poniirian en manos de los romanos sus vidas
Y libertad, en quien ninguna cósase conocía de hom-
bres fuera de la a|Miríencia y el sonido de la lengua
humana : que sin ningún ejemplo hobiera para mues-
tra desto (como quier que eran muchos y sin núme-
ro) por lo que hizo Galna podían entender aue no les
era seguro dejarse encañar de buenas palanras : que
les estaría mejor seguirle á él que era su caudillo, y
porsuaconsejos y mandado Uevar adelao^ K^pmein-
zado, como gente esforzada no rendirse ^(kít-^^ á
la sazón apretados, que los tiempos bc k^UCfil^;' ^.■
Aprobaron lodos este parecer , y partí, iui^jlará
(3) Es asi , si se cuenta desde los primeros mavtiiiientds
de los Lusitanos, pero solo duró odioauos coatando desdé
que Vtñato fue elráido general hasta su muerte. Oea^guió
to que es muy difícil , que sin embargo de que se ediñpoiiia
su ejército de tantas naciones diferentes jamás hubo eñ su
tropa nioguna sedición. ,
UBTOftlA DB KSPAÍIa.
los romanos tactron «ut gentes con muestra de que-
rer pelear. Pusieron la caballería por frente , v los
peones entretanto se pusieron en salvo en los bos-
ques que cerca estaban. Después todos juntos se fue-
ron a una ciudad Uauuuia Tríbola , donde pensaba
Viríato entretenerse y continuar ]a guerra. Acudie-
ron los romanos : armóles cerca de aquella ciudad
una celada, en que mató mas de cuatro mil dellos, y
«on ellos al mismo pretor. Los demás se salvaron por
los pies y se recogieron á Tarifa : alli como los roma-
nos ayudados de nuevos socorros de los celtíberos
tomasen á probar ventura, todos perecieron en la
pelea. En el lugar de Vitilio vino al gobierno de la
España Ulterior el pretor Caio Plaucio año de la fun-
dación de Roma seiscientos y cinco. Llegó á sazón
en España que Viriato corría los campos primero de
los turdetanos , y después de los carpetanos.
Llegados los romanos á vista, dio muestras de
liuir : siguiéronle los contrarios desapoderadamente,
revuelve sobre ellos , y pasa á cuchillo cuatro mil que
se habían adelantado mucho. El pretor con deseo de
librarse desta infamia mas que por esperanza que
tuviese de la victoria, pasó adelante en seguimiento
del enemigo hasta lle^ al monte de Venus, donde
pasado el río Tajo Viriato se hizo fuerte. Allí vinieron
de nuevo á las manos en una batalla en que fue des-
trozado no menor número de romanos que antes. De
lo cual quedó el pretor tan escarmentado v medn>so,
que en medio del estío como si fuera en invierno se
estuvo encerrado cu las ciudades con mayor con-
fianza que tenia en las murallas que en sus'fuerzas.
Esta batalla creen algunos que se dio on la Lusitania,
y cerca de la ciudad de Ebora por causa de un sepul-
cro que se ve hoy en aquella cmdad con una letra en
latín que en romance quiere decir :
Luao sn.o?r sabino en f.A cuesra conara viriato, en
KLUSnUTO OB EBOEA DE LA PROVINCIA LUSITANA , PASADO
con muchas SAETAS T DARDOS , T LLEVADO EN HOMBROS
DC LOS SOLDADOS Á CAIO PLAUCIO PRETOR , MANDÉ QUEDE
» DINBIIO S£ ME HICIESE AQUÍ ESTE SEPULCRO : EN EL
CUAL NO QCSRIA QUE ALGUNO FUESE PUESTO NI ESCLAVO,
NI UBRE. SI DB OTRA MANERA SE HIOESB , QUERRÍA QUE
LOS HUESOS DE CUALQUIERA SE SAQUEN DE Mlf SEPULCRO,
SI LA PATRIA SERÁ LIBRE.
Este letrero es el mas antiguo de todos los que en
España de romanos se hallan.
En el entretanto que estas cosas en España pasa-
ban , Galba fue en Roma acusado do haber quebran-
tado la fé y palabra á los lusitanos, y por el mismo
caso dado causa á los males y daños que resultaron
en aquella tierra. Valióle para que le diesen por li-
bre, el nuicho dinero que llevó de España . sin em-
bargo que Lucio Scrib<iiiio Libón tríbuno ael pueblo
V llarco Catón le apretnmn con todas sus fuerzas.
ucspues desto Clauaio Uniniaiio (1 ) con nombre de
pretor vino de Roma el año de seiscientos y seis con-
tra Viriato ; mas fue por él vencido y muerto con
gran parte de su ejército que pcjoció en aquella ba-
talla. liOS haces do varas y alananlas que eran insig-
nias del magistrado , fueron puestas por memoria de
aquella victoría y á manera de trofeo en los montes
de la Lusitinia, con tanto espanto de los romanos en
adelante , y tanto atrevimiento de los españoles , que
trescientos lusitanos no dudaron do trabar pelea con
mil soldados romanos , y en ella mataron mas en nú-
mero (lue ellos eran. Aconteció otrosí que un peón
español puso en huida á muchos hombres de á caba-
llo de los romanos , que espantados y atónitos queda-
(1) El orden en que vinieron A Esp:)ria los pretores parq
f<ü\ y las demás guerra.^ que esUrunfusn en Mariana, mas
fb rameóte se ve eo las tablas cronuló^icas de nuestro
Apcndiccf.
han de ver quo aquel hombrtdt un golpe matóáon
caballo y cortó á cercen la cabésa deique en él iba.
La batalhi en que Ciando Unhnano quedó desbara-
tado, muestra se dio en el campo y comarca de Uri*
que en Portuoal una piedra que allí está de his mas
notables que Yiay en España de romanos, y la ponñ
Andrés Resendio en las antigüedades de Portugal
cuyas palabras vueltas en castellano y suplidas al-
gunas letras que faltan , son :
CAIO Mllf CCIO HIJO DE CAIO LEMONIA LUBATO TRIBimO DB
LA LEGiOIf DÉCIMA GEMDIA: AL CUAL EN LA BATALLA CON-
TRA VIRIATO ADORMECIDO OB LAS MERmAS EL EMPERADOR
CLADIO l7i(IMA2«0 DESAMPARÓ POR MUERTO, GUARDADO POR
DILKKIfCIA DE ECÜCIO SOLDADO LUSITANO , T MANDADO
CURAR SOBREVIVÍ POR ALGUNOS DÍAS : MORÍ TRISTB POR NO
GRATIFICAR Á MANERA DB ROMANOS k QUIEN BIEN LO ME-
RECÍA.
El año siguiente que se contaba de Roma seiscieo-
tos y siete , Galo Nigido enviado en lugar del pretor
muerto peleó con no mejor suceso contra Viriato cer-
ca de la ciudad de Viseo en la Lusitania ó Portugal,
(lo escriben está un sepulcro de Lucio Emilio que
murió en aquella pelea. Fue este año memorable y
señalado no tanto por las cosas de España , como por
el consulado de Publio Gornelio Scipion . de quien ar-
riba liablamos, y al cual el cielo guaroaba la gloria
de destruir á Ckrtago la grande, como lo hizo por esto
mismo tiempo , de donde fue Ihimado africano , so-
brenombre que pudo heredar de su abuelo. Consta
asimismo que G. Lelio, aquel que en Roma tuvo so-
brenombre de sabio como lo testificó Cicerón , vino
por este misino tiempo á España , y fue el primero
que comenzó á (juebrantar las fuerzas y ferocidad de
Yü'iato, por persona ^e ayudaba el esfuerzo y des-
treza con la prudencia , esperíencia y uso oue tenia
de muchas cosas ; y con esta empresa se hizo mas
esclarecido y nombrado que antes.
También es cosaaverigaada que el año que se con-
ti') seiscientos y nueve de la fundación de Roma,
Q. Fabio Máximo Emiliano hermano de Scipion , he-
cho cónsul vino á España contra Viriato por orden del
senado , que cuidadoso de aquella guerra mandó que
el uno de los cónsules partiese para España; y para
suplu* la falta que tenian de soldados viejos hicieron
de nuevo gente en Roma y por Italia , con que se jun-
taron quince mü infantes y dos mil caballos. Estos se
embarcaron para;España, y llegaron á una ciudad ña-
mada Orsuna , la cual se entiende sea la que hoy se
llama Osuna en el Andalucía. Detúvose allí el cónsul
algún tiempo hasta tanto que con el ejercicio se hi*
cicson diestros los soldados, y en el eiitretanto fué á
Cádiz que cae no lejos de alli , y en el templo de Hér-
cules ofreció sacrificios y liizo sus votos por ja victo-
ria. Al contrarío Viríato avisado de los apercibimien-
tos que hacian ios romanos para su daño, se determinó
ir á verse con ellos. Fue al improviso su llegada , y así
mató los leñadores y forrajeros del ejército romano,
y asimismo los soldados que llevaban de guarda. £1
cónsul después desto vuelto á Cádiz á sus reales , sin
enilmrgo que Vu'iato le presentaba la batalla , acordó
de trabar primero escaramuzas , y con ellas hacer
prueba asi de los suyos , como de los contraríos , es-
cusando con todo cuidado la batalla hasta tanto que
los suyos cobrasen ánimo , y quitado el espanto en-
tendiesen que el enemigo podía ser vencido y desba-
ratado.
Continuó esto por algunos días , al fin dellos se vino
á batalla , en que Vhialo fue vencido y puesto en
huida. El ejército romano , por estar ya el otoño ade-
lante, V llegarse el invierno, fué á Córdoba para pa-
sar allí'los fríos. Viríato reparó en lugares fuertes y
ásperos , que por tener los soldados curtidos con los
trabajos llevaban meior la destemplanza del tiempo»
IQ BIBLIOTECA DB
sia descuidarsD de aolicitar soooiros de todas partes,
en particular envió mensajeros con sus cartas á los
arevacos, álos Ikelos y á los Uúthios pueblos arriba
nombrados, en que les hacia instancia que tomasen
las armas por la salud común y por la bbertad de la
patria que por su esfuerzo el tiempo pasado habia
comenzado á revivir, y al presente corria gran ries-
go , si ellos con tiempo no le ayudaban. Daban aque-
llos pueblos de buena gana oidos á esta reqúesta,
que fue el principio y la ocasión con que otra vez se
despertó la güera de Numancia , como se dirá en su
lugar luego que se bebieren relatado las cosas de
Viriato. Tuvo el consulado junto con Fabio Emiliano
(por cuyo orden y valor se acabaron las cosas ya
luchas en España) otro hombre principal llamado
Lucio Hostilio Mancino, del cual se podna creer que
vino también á Espaua y en ella venció álos gallegos,
si las inscripciones de Anconitano tuviesen bastante
autoridad para liarse de lo que relatan en este caso.
Otros podrán juzgar el crédito que se debe dar á este
autor : á la verdad por algunos nombres doctos es te-
nido por escelente maestro de fábulas, y por inventor
de mentiras mal forjadas.
CAPITULO IV.
De lo que Q. Cecilio Mctello hizo en España.
El. ano simiente que se contó de la fundación de
Roma seiscientos y diez , salieron por cónsules Ser-
vilio Sulpicio Gaiva y Lucio Aurelio Cotta, entre los
cuales se levantó gran contienda sobre cual dellos se
debia encargar de lo de España , porque cada cual
pretendía aquel cargo por lo que en él se interesaba,
y como el senado no se conformase en un piu'ecer,
Scipion j)reguntado lo que le parecia sobre el caso,
respondió que ni el uno ni el otro le contentaba:
«El uno (dice) no tiene nada , al o(ro nada le harta :»
teniendo por cosa de no menor inconveniente para
gobernar la pobreza que la avaricia ; ca la pobreza
casi pone en necesidad de hacer agravios , la codicia
trae consigo voluntad determinada de hacer mal.
Con esto enviaron al pretor Popilio : del refiere Pu-
nió que Yiriato le entregó las ciudades que en su po-
der tenia; que si fue verdad, debió maltratalle en
alguna batalla y ponelle en grande aprieto. Des-
Enes do Popilio el ano seiscientos y once vino al go-
iernode la Espaua Citeriqrcl cónsul Q. Cecilio Me-
tdlo, el que por haber sujetado la Macedonia ganó
renombre de macedónico. Su venida fue para sosegar
las alteraciones de los celtiberos que por diligencia
de Yiriato y ú sus ruegos se comenzaban á levantar.
De un cierto. Quincio se sabe que presidió la
guerra contra Yiriato , sin que se entienda si como
pretor ó por mandado y comisión del cónsul ; lo mas
cierto es que á las haldas del monte de Yénus cerca
de Ebora de Portugal este Quincio venció en batalla á
Yiriato , pero como vencido se rehiciese de fuerzas,
revolvió sobre los vencedores con tal brío , que hecho
en ellos gran daño, los forzó á retirarse tan descon-
fiados y medrosos , que en lo mejor del otoño, como
fii fuera en invierno , se barrearon dentro de Córdoba
sin hacer caso ni de los españoles sus confederados,
ni aun de los romanos , que por estar de guarnición
en lugares y plazas no tan fuertes corrían riesgo de
ser dañados.
Metello hacia la guerra en su provincia, y sosegó los
celtiberos , por lo menos Plinio dice que venció á los
arevacos; y sin embargo el año siguiente que fue el de
seiscientos y doce, le prorrogaron á él el cargo y go-
bierno de la España citerior , y para la ^erra de Yi-
riato vino el cónsul (Quinto Fauio Servdio hermano
que era adoptivo de Fabio Emiliano : trajo en su com-
pañía diez y ocho mü infantes y quinientos caballos
de socorro. Demai desto «1 ref Micipsa hqo do Masi-
«ASPAR T BOIG.
nissa le envió desde África Üiei elefantes y tre-
cientos hombres de á caballo.
Todo este ejército con los demás que antes esta-
ban al sueldo de Roma , no fueron parte para que Yi-
riatg en el Andalucía do andaba , no los maltratase
con salidas que hacia de los bosques en que estaba
escondido , con tanto esfuerzo que forzaba á los
contrarios á retirarse á sus reales, sin dejalles repo-
sar de día ni de noche con correrías que hacia , y
rebates y alarmas que de ordmarío les daba , hasta
tanto que mudadas sus estancias llegaron á (Jtica
ciudad antiguamente del Andalucía. Desde allí Yiria-
to por la falta de vituallas se retiró con los suyos á la
Lusitania. El cónsul, libre de aquella molestia y so-
bresaltos, acudió á los pueblos llamados cuneos , don-
de venció dos capitanes de salteadores llamados Cu-
rien' y el otro Apuleyo , y tomó por fuerza algunas
plazas que se tenían por Yiriato con ^esas guarni-
ciones desoldados que en ellas tenia puestas. Los
despojos que ganó fueron ricos, los cautivos en gran
número , de quien hizo morir quinientos que eran los
mas culpados , los demás en número de diez mil
lúzo vender en pública almoneda por esclavos.
Entre tanto que todas estas cosas pasaban en la
España Ulterior aquel «verano , Metello gañó grande
lionra por sujetar de todo punto los celtíberos * y
haberse apoderado por aquellas partes de las ciuda-
des llamadas en aquel tiempo Contrebia , Yersobriga
y Ceutobriga. De Metello es aquel dicho muy cele-
brado á esta sazón , porque como por engañar y des-
lumhrar al enemigo mudase y trajese el ejército por
diversos lugares sin orden á lo que parecía y sin
concierto , preguntado cerca la ciudad de Contrebia
por un cepturion , que era capitán de una compañía
de soldados , cuál era su pretensión en lo que hacia,
respondió aquellas palabras memorables, a Quemaría
»yo mi camisa , si entendiese aue en mis secretos te-
)}nia parte. » Yaron por cierto nasta aquí de pruden-
cia y valor aventajado , dado que por lo que se sisuc
ninguna las merece; pero ¿quién hay que no Dalte?
¿quién hay que tenga todas sus pasiones arrendadas?
Fue así que le vino aviso como en Roma tenia nom-
brado para sucedelle en aquel cargo Quinto Pómpelo,
de que recibió tanta pena, que se determinó para
cnflaquecelle las fuerzas despedir á los soldados y ha-
cer que dejasen las armas , descuidarse en la provi-
sión de los graneros públicos , quitar el sustento á los
elefantes, con que unos muñeron, otros quedaron
muy flacos y sm ser de provecho : tanto puede mu-
muchas veces en los grandes ingenios la envidia y la
indignación. Este desorden fue causa que vuelto á
Roma no le otorgaron el triunfo , por lo demás muy
debido á su valor y á cosas que hizo.
Yino pues el cónsul Quinto Pompeyo ala España
Citerior el año seiscientos y trece de la ciudad de Ro-
ma. Serviliano por orden del senado continuó su go-
bierno en la España Ulterior, donde recibió en su
gracia á Canoba capitán de salteadores que se le en-
trego , y á Yiriato que estaba sobre la ciudad de Yacía,
forzó á' alzar el cei^co y á huir : ocasión para que
muchos pueblos por aquella comarca se le rindiesen.
Juntaba Serviliano con ladilkencia, que era muy
§rande , la severidad y el rigor del castigo , en que era
emasiado ; norque cortó las manos á todos los com-
pañeros de uanooa , y fuera dellos á otros quinientos
cautivos que faltaran en la fé y desampararán sus
reales. Lo mismo con que pensó amedrentar y poner
espanto , alteró grandemente á los naturales, y causó
notable mudanza en las cosas : que todos natural-
mente abori*ecen la fiereza y la crueldad. Manten lar
se en la devoción de Yiriato una ciudad por nombre
Erisana : pusiéronse sobre ella los romanos. De no-
che el mismo Yiriato sin ser descubierto ni sentido
se metió dentro ; y luego la mañana siguiente dio tal
rebato sobre los enemigos que halló descuidádoBy que
HIS'EORU DE ESPAÑA.
con muerte de muchos puso á los demás en huida.
Repararon en un lugar no muy fuerte, y estaban to-
dos para perecer.
Parecióle á Viríato buena coyuntura aquella para
concertarse con el enemigo á su ventaja, movió tra-
tos de paz : resultó que se hizo confederación, en vir-
tud i\e la cual los romanos escaparon con las vidas,
y él fue llamado amigo del pueblo romano, á sus sol-
dados y confederados dado todo lo que tenian y ha-
bían robado : grande ultraje y afrenta de la magestad
romana , la cual aun encareció mas y^ subió de punto
en Roma Quinto Serviiio Cepion enviado desde Espa-
ña por embajador de su hermano Serviliano : maña
con que granjeó las voluntades para que le diesen el
consulado como lo hicieron , ca fue cónsul el año si-
guiente de la ciudad de Roma seiscientos y catorce,
con orden que se le dio se encarcase de la España
Ulterior , y lo mas presto que pudiese , rompiese y
quebrantase aquel concierto oue se hizo con Yiriato,
como Indigno y vergonzoso y necho sin pública y bas-
tante autoridad. Por donde no parece llegado á razón
ni cosa probable lo que rcíiere Appiano, que el dicho
concierto fue en Roma aprobado por el senado y pue-
blo romano.
CAPITULO V.
Como Tiríato fue muerto.
Tuto Quinto Pompeyo el gobierno de la España Ci-
tenor por espacio de dos años ; pero por el mal recau*
do que hallo, causado de la envidia de Metello, ni el
año pasado, ni en gran parte del presente pudo hacer
cosa alguna de momento, ademas qixe por estar su pro-
vincia sosegada ni se ofrecía ocasión de alteraciones,
ni de emprender grandes hechos. Por el contrario el
cónsul Serviiio en el Andalucía puso cerca de la ciu-
dad de Arsa á Yiriato en huida. Siguióle hasta la Car-
petania que es el reino (Je Toledo, donde con cierto
ardid de guerra se le escapó de las manos. Dio mues-
tra que quería la batalla , y puestas sus gentes en
ordenanza y por frente la caballería , entre tanto que
los romanos se aparejaban para la pelea , hizo que su
infantería se retirase á los bosques que por allí cerca
caian : esto hecho, con la misma presteza se retiró
la caballería , de suerte que el cónsul perdida la espe-
ranza de haber á las manos por entonces enemigo tan
astuto Y tan recatado, se encaminó con sus gentes la
vuelta de los Yectones, donde hoy está Estreraadura.
Desde allí resolvió sin parar hasta Galicia, donde ha
bia grande soltura y todo estaba lleno de muertes y
robos. Yiriato cansado de guerra tan larga , y poco
confiado en la lealtad de los compañeros , ca se rece-
laba no quisiesen algún día con su cabeza comprar
ellos para si la libertad y eLperdon , acordó de enviar
al cónsul tres embajadores de paz : muchas veces se
pierden los hombres por el mismo camino que se
pensaban remediar. Recibióles el cónsul con mucha
cortesía v humanidad : regalólos de presente con do-
nes que íes dio, y para adelante les cargó de grandes
promesas que les nízo, y con tal que matasen á su
capitán estando descuidado, y por este medio libra-
sen á sí mismos de tantos trabajos y de una vida tan
miserable , y á su tierra de tantos males y danos.
Guárdanse los malos entre si poco la lealtad : asi fá-
cilmente se persuadieron de poner en ejecución lo
que el cónsul les rogaba.
Concertada la traición , se despidieron con buena
respuesta que en públipo les dio, v con muestra de
querer efectuar las paces. Descuidóse con esta espe-
ranza Yiriato, con que ellos hallaron comodidad para
cumplir lo que prometieran : entraron do estaba
durmiendo : y en su mismo lecho le dieron de puña-
ladas. Yaron digno de mejor fortuna y fín , y que de
bajo lugar y humilde, con la ^andeza de su corazón,
con su valor y industria trabajó con guerra de tantos
años la grandeza de Roma : no le quebrantaron las
cosas adversas ni las prósperas le ensoberbecieron.
En la guerra tuvo altos y bajos como acontece : pere-
ció por encaño y maldad de los suyos el libertador se
puede decir casi de Ef^paña, y que no -acometió los
principios del poder del pueblo romano como otros,
sino la grandeza y la magestad de su imperio, cuan-
do mas florecían sus armas, y aun no reinaban del
todo los vicios que al fín los derribaron. Hiciéronle el
dia siguiente las exequias y enterramiento , mas so-
iemne por el amor y lágrimas de los suyos que por el
aparato y ceremonias, dado que entre los soldauos si^
hicieron fiestas y torneos y se sacrificaro]i muchas
reses.
Los matadores idos á Roma dieron petición en el
senado, en que pedían recompensa y remuneración
portan señalado servicio. Fueles respondido que al
senado y pueblo romano nunca agradaba que los sol-
dados matasen á su caudillo : así ios traidores son
aborrecidos por los mismos á quien sirven , y muchas
veces, son castigados en lu^ar de las mercedes que
pretendían. Sucedió á Yiriato un hombre llamado
Tántalo, menos aventajado que él en autoridad , es-
fuerzo y prudencia. Este capitán en breve se entregó
al cónsul con todos los suyos , y fue recibido en su
gracia y^ amistad. A estos y a. los demás lusitanos qui-
taron las armas , y dieron tierras á propósito que ocu-
pados en la labranza , y entretenidos con el trabajo
y con la pobreza perdiesen la lozanía y la voluntad do
alborotarse , y no tuviesen fuerzas aunque quisiesen
hacello.
CAPITULO YI.
Como revolvió la guerra de Numancia.
El año mismo que por alevosía de los suyos fue
muerto el famoso capitán Yiriato, que se contaba de
la fundación de Roma seiscientos y catorce , los nu-
mantinos se alborotaron de nuevo, y se encendió una
nueva y mas cruel guerra que antes con esta ocasión.
Había Metello con su esfuerzo y buena maña sujetado
los celtíberos (I) al imperio romano : solo los numanti-
(1 ) Sobre la etimología de la palabra Celtíberos hay dos
opioiones : unos quieren aue siguiflque la mezcla de ios cel-
tas (^upueHta su inTasíoo) con los iberos; y otros pretenden
3U6 los celtas tenían la costumbre de juntar á su nombre la
esignacion del lugar que habitaban: así, por ejemplo, se
conocían los Ceüt-For (Celtorii) ó eé{\A% de la montana;
CeHtac*h , los celtas del llano ; Ceilt-Aber , ios celtas del
rio. Como quiera que sea, pertenezcan los celtiberos al tron-
co ó algunos de los celtas , sus costumbres debían ser seme-
jantes.
La Salida es sin duda de toda la costa de Cantabria la
provincia que mas vestigios presenta en sus costumbres , en
nombres de pueblos , de otros objetos y en monumentos ma-
teriales , de la antigua existencia de los celtas en nuestra
península : las aldeas de céltigos y céítegos que todavía se
conservan , lo atestiguan evidentemente. Los que deseen
detalles sobre este punto importante v difícil, deben leer las
investigaciones aceres de la hif tona ae Galicia que ha hecho
don José Verea v Aguiar coo tanta erudición y sutil crítica:
nosotros solo haoiaremos aquí de los monumentos.
Las piedrai vietorialet^ que eran tal vez los túmulos
erigidos á los guerreros mas ilustres, consistían en piedras
de veinte pies de alto y una filada sobre otra fila para hacer
pirámide. Así es el monumento Salisburienseá seis millas de
IJitonia , así es ei que se vé en el primer escalón del monte
Barbanza , cerca de Noya.
En toda la Galicia se ven otro género de sepulcros que se
llaman vulgarmente mamoas y modorr/ts, donde tal vez se
depositaban los restos de personajes menos elevados ó céle-
bres. Su aspecto esterior es de un montecito hemisférico;
pero interiormente tienen un espacio formado por un orden
circular de grandes piedras cubiertas por otras donde encer-
raban con la alta cineraria del difunto, los objetos de su ma-
yor estimación , como urnas de metal , armas , monedas y
basta los caballos , á que eran muy apasionados los celtas.
En Escocíase han descubierto algunos en muy buen estado:
de los de Galicia muchos han desaparecido por la agricultu-
ra ; los mas de los que existen están abiertos por la codicia
72 BIBUOTEC* DB GAEPAB T MIG.
tíoajíoA iBrmeBtinos conforme á las cipiUilacioDes y i bienio eu su ciodad álos seftedanos, los cíales por
confederación que antes lenian asentada fueron de- derla ayuda qae enviaron á Viriato, incurrieron en
cioradoj por amigos áe\ pueblo romano, que erólo mal caso : que fue la causa (si otra no hobo) de te-
mismo que roDserrallos en su libcrtnd. Entiéndese mer el casllgo, y por no tenerse por seguros en su
que loílermesUnoscslabau distantes de Nuniancía por ciudad recogerse á los numanlinos como amipwy
espacio de nueve leouas, do al présenle eslá una er-
mita que se llama do Nuestra Señora de Ticrmes.
Ouinlo Poinpeio por no estar ocioso, y por parecer
que bacia algo, pensaba cuido quitaría la libertad á
estas ciudades, trii menester buscar al^n buen co-
lor, pireciú el mas á propósito aobacarles qucreci-
comarcanos, ca Segeila se cuenta entre los belos, y
boy entre las ciudades de Soria y Osma hay un pue-
blo llamado Segea, rastro como aiRunos piensan de
aquella ciudad. El delito de que acusaban A los no-
mantinos,naera cosa lan grave, nue á todos es lí-
cito usar de benignidad y humanidad para con sus
Hmnt de ViníHi.
nliadoR ; pero sin cmbarf!o enviaron sus emKijndorcs
á [^>mpe¡o para disculparse, que dcspidiú él con
afrenta y ultraje.
Los numanti nos conocido et yerro pasado y el ries-
¡¡f} qu3 corrían , acordaron de alzar la mano do la <le-
fensa de los segcdanos y renunciar su amisLid , toilo
á propdsito de apbcar á los romanos. Avisaron dcüto
i Pompeío, y-con nueva embajada que le enviaron,
de atcretos tesoros; pem aun Iut aleunn* inlacloi , M|nin
Verea y Aruiar ea su Hutoria de Calida , Imbijo Itenode
ereducioayde critin, en la jurtedlwioa de Monlefi, quese-
ría muf <;onvenietile eximinar. Don Dmniniro Ponían, dir(4-.
torqaa fue del Observatorio astronAintcn. y autor déla
uranl't caria ie fíalii^i.i, posee una especie de puiíldebron-
«e qu* \\)nitb»a macara. paiabneéltico-erieÉa.eaMinlr)-
do en UM de esias m»nio«íi, y otro poseía el seHor don Josí
Lireo, maestre que tue de lalrárM de \i Hbrica de papel se-
llado
lUy ademas en toda la Giiirii actual y en la provinria
portuguesa dn Tras-ea-nontes. multitud de Otros manunten'
tM dtl Iodo dcsi-unoriüoá en Kraneia que eran eviiten temen -
le los lunre* destinados al culto de su religión. Consislen en
un eírrulo de tierra y césped Inrmando un [>equem> vallado
ron'enlrada t unos son enlenmenle planoii itileríormeBle;
pero CQ otras desda el cordón 6 Tallado se eleva mas i me-
nos i manera de moalecito el iré» , como surede en el de h'i-
cueiras csrcí de SaatiaRO : todos estAn mastruidos . no en
los luRireg mas enrunibrados sino en rolladoa aeccsibles , y
alguna hay romo el de Abuin . juritdiecion de Villaunte, ea
un perfecto llano. Estos monuntentosantimilsímos que llevan
todiTÍael ninibre it ciulro, cosa elevad*, y adeaiascada
¡raccbrt. Pómpelo dio por respuesta que no lia-
bia que tratar de paz ní de conrcdorncion, si primero
no dejasen las armas. Con esto fue forzoso tornar ft
la guerra para con las armas defender la$ armas que
el enemigo junto con la libertad les pretendía quitar.
Tocaron alambor, bicieron levas de gente, con que
juntaron ocliü mil pcojies y dos mrl caballos : peque-
uno su apcüido parliru'ar, cooioet citado de Pieaeiras.qne
»e llama rlr Merrmanrmí , snnit'ualesi losfnrii de Es(wi;i.
-Su Eranile núniPro , su Forma peneral y rifroroiía mente eírru-
lar, su eiparia esai^amente i|inal, as) romo el del patio del
palacio real de Madrid; su situación cerra de las pablietones.
y miirlios al pie de alturas cuperinres j en toda la estension
del piÍA hacen dr^cr liar la idea de que hayan sido fortaleiis
Óraplillox para preferirla deque usan tos luparci destinados
"' lito. Esla suiHKicion queda plenamente comprobada por
esriilpida, el I' .._... ^ . ... .... ,
bien confervada del monte Oerer.. tlurlns de estos monu-
mento.' han des.iparrrido lamliien por cuanto los rooríliosdp
Arles, Tour» y Toledn auloriiaron aloiobisjios pan destruir
en sus rcspeetitas díiiresi.'i loilos la:i templos de la idolatría.
Gu tVlu;.'al entre Pe;;úesy Venta.-; Va va, hay variosmo-
nnmentoa ríltico» que sijii dwc [.'ranilcs piedras colocada*
(ircularmeote y alrededor de otra, siendo por lo tanto iírria-
les d hw cromlitU : el 11. Kinsey hace la dcsrripeioa de romo
que estí cerca de Arroyólos. En el país se llaman anfat. y
.Martin de Mendoza escribid acerca de ellos una memoria qoe
es poco conocida.
RITTORU
ño ntlmero , pero grande en esfuerzo , y no muy des-
igaalAla muchedumbre de los romanos. La conducta
desta geJte se encomendó á un capitán muy esperi-
mentado por nombre Negara. No se descuidó Pom-
peioen lo que á él tocaba, antes. en breve adelantó
sus reales y los asentó cerca de Numancia, en que
tenia treinta mil infantes y dos mil de acaballo. Dá-
banles en que entender tos numantinos , y con cor-
rerías que hacian desde los collados , y con los ordi-
narios rebates mataban y prendian á los que se des-
inaadaban. Solo escusaban el riesgo de la batalla; y
todas las Teces que los romanos mbvian contra ello^
sus estandartes , se retiraban v ponian en salvo por la
noticia que tenian de aquellos lugares , que era
consejo muy acertado.
Pompeio viendo que no hacia ¡efecto contra los nu-
mantinos » acordó de ponerse sobre la ciudad de Ter-
maocia , de donde asimismo fue rechazado no con
menor afrenta que antes , y con algo mayor pérdida
de gente. Porque con tres salidas que un dia hicieron
los de Termancia, le forzaron á retirarse á ciertas
barrancas , logares asneros j fuertes , de donde mu-
chos de los suyos se despenaron : tan grande ere el
miedo que cobraron , que toda la noche pasaron en
vela sin dejar las armas. El dia siguiente volvieron ú
la pelea que fue muy dudosa sin declarar la victoría
por ninguna de las partes hasta tanto (fue sobrevino
la noche, en que Pompeio se fue á la ciudad de Man-
lia con resolocion de escusar otra batalla, que fue
señal de llevar lo peor , y que pretendía rehacerse de
fuerzas, y hacer que eon el tiempo su gente cobrase
ánimo. Tenia la ciudad de Manila guarnición de
numantinos , y sin embargo se entregó á los romanos
por no poderse tener. AI presente hay un pueblo en
aquella comarca por nombfe Mallen, por ventura
asiento de aquella ciudad. Apoderóse otrosí de los
termestinos que tomó ¿ combatir, y no se hallaban
con fuerzas bastantes para defenderse por quedar
cansados yffastados de los encuentros pasados.
Restaban los numantinos: antes que moviese Pom-
peio contra ellos, deshizo á Tangino capitán de sal-
teadores, y le mató con toda su gente en aquella
parte donoe se tendían los edetanos y hoy está la
ciudad de Zaragoza. Hecho esto , revolvió sobre Nu-
mancia , y porque el céreo iba ¿ la larga , procuró sa-
car de madre al río Duero para que no entrasen bas-
timentos á los cercados : fue forzudo ¿ desistir desta
empresa por causa de los numantinos con una salida
que hicieron , maltrataron ¿ los soldados contrarios y
a los que andaban en la obra. Demás desto le degolla-
ron un tribuno de soldados con toda su gente, que
iba en guarda de los que traian vituallas y de los for-
rageros. Espantado Pompeio por estos daños detuvo
los soldados dentro de sus estancias sin dejallos salir
en el tiempo mas áspero del aíio, que fue causa de
que machos pereciesen de enfermedad por no estar
acostumbrados á aquella destemplanza de afre : otros
piorían á manos de los numantinos, que con sus sa-
lidas y rebates continuamente los trabajaban. Por esta
causa fue forzado Pompeio á mudar de parecer, y
dado que el invierno estaba muy adelante , desistir
deJ cerco y repartir sus gentes por las ciudades co-
marcanas de su devoción.
Corría ya el año de Roma de seiscientos y qu ínce : en
él el cónsul Marco Popilio Léñate fue señalado para
el gobierno de aquella provincia en lugar de Pom-
peio, pero mientras su venida se esperaba al princi-
pio del verano se asentaron las paces de los numanti-
nos. Procurólo Pompeio , sea por miedo de que en
Roma le achacasen de haber sido con su mal gobier-
no causa de aquella guerra, sea por no querer que
con su trabajo y riesco su f^ucesor llevase el prez y la
hoortL de acabarla. Los oumantinos otrosí cansados
de guerra tan larga , y por tener falla de manteni-
OB espaRa. 3
campos, dieron de buena gana oídos á aquellos tra-
tos. Conviniéronse en que las condiciones de la paz,
por ser desaventajadas para los romanos , se tratasen
en secreto , tanto que el mismo Pompeio por no fir-
mallas se hizo mato. En io público la escritura del
concierto rezaba que los numantinos eran condena-
dos en treinta talentos : los mas inteligentes sospe-
chaban era ficción inventada á propósito de conservar
el crédito y autoridad del imperio romano. Lo cierto
es que con la venida del cónsul Popilio se trató de
aquella confederación y de aquellas paces : Pompeio
negaba habellas hecho , \oi numantinos probaban lo
contrarío por testimonio de los principales del ejér-
cito romano. En fin los unos y los otros fueron por el
nuevo cónsul remitidos al senado de Roma , aonde
por tener mas fuerza el antojo y la pasión que la jus-
ticia, entre diversos pareceres prevaleaó el que
mandaba hacer de 'nuevo la guerra contra Nu-
mancia.
CAPITULO VIL
De la confederación que el cónsul Mandno hizo con los
numantinos.
Entre tanto que esto pasaba en Roma y con los
numantinos. el cónsul Tonpilio acometió á hacer
guerra á los lusones , gente que caia cerca de los nu-
mantinos , pero fue en vano su acometimiento ; antes
el año siguiente, que de la ciudad de Roma se contó
seiscientos y diez y seis , como le bebiesen alargado
el tiempo de su gobierno, fue en-cierto encuentro que
tuvo con ios numantinos, vencido y puesto en huida.
En la España Ulferíor, para cuyo gobierno señalaron
el uno de los nuevos cónsules por nombre Decío Bru-
to, los soldados viejos de Viriato , á los cuales dieron
perdón j campos donde morasen, edificaron y pobla-
ron la ciudad de Valencia. Hay grande duda sobre
qué Valencia fue esta: quién dice que fue la que hoy
se llama Valencia de Alcántara por estar en la comar-
ca donde estos soldados andaban : quién entiende , y
es lo que parece mas probable, que sea la que hoy se
llama Valencia de Miño, puesta sobre la antigua Lu-
sitania enfrente de la ciudad de Tuy; y no falta quien
piense que sea Valencia la del Cid , ciudad poderosa
en gente y en armas. Pero hace contra esto que está
asentada en la España Citerior, provincia que era de
gobierno diferente.
Dejadas estas opiniones , lo que hace mas á nues-
tro propósito es que el año siguiente de la ítmdacion
de Roma seiscientos diez y siete^á Bruto alargaron el
tiempo del gobierno de la España Ulteríor , y para lo
de la Citerior señalaron el uno de los nuevos cónsules
por nombre Caio Hostilio Mancino. Este luego que
llegó, asentado su campo cerca de Numancia , rae di-
versas veces vencido en batalla ; y de tal manera se
desaminó con estas desgracias, que avisado como los
vaceos, que caian en Castilla la Vieja, y los canta
bros venían en ayuda de los numantmos, no se atre-
vió ni á atajarías el paso, ni á esperar que llegasen;
antes de noche á sordas se retiró y apartó á otros
lucres que estaban sosegados: en qué parte de Es-«
pana no se dice . solo señalan que fue donde los años
pasados Ful vio Novilior tuvo mas alojamientos. En la
ciudad de Numancia no se supo esta partida de los
enemigos hasta pasados dos días por estar los ciuda-
danos ocupados en fiestas y regocijos sin cuidado al-
ro de la guerra. La manera como se supo fue que
mancebos pretendían cbsar con una doncella:
para escusar debates acordaron que saliesen á los
reales de los enemigos , y el que primero de los dos
trajese Ja mano derecha de alguno dellos , ese alcan-
zase por premio el casamiento oue deseaba. Hicieron*
lo asi, Y como hallasen los reales vacíos , á mas cor-
rer vuelven á)a ciudad para dar aviso de lo que pasaba.
mientes á causa de haber dejado la labranza de los ( que los enemigos eran idos, y que dejaban desampa
TUMO 1. 4
74
ardos sus reales. Los ciudadanos alegres con esta
BueTa siguieron la liueiJa y rastro de los romanos , y
antes de tener barreadas sus estancias bastantemen-
te pusieron sitio á los que poco antes los tenian cer-
caaos ; que fue un trueque y mudanza notable. El
cónsul perdida la esperanza de poder escapar, se in-
clinó á tratar de concierto, en que los numantinos
quedaron con su antigua libertad, y en él fueron lla-
mados compañeros y amigos del pueblo romano:
grande ultraje, y que después de tantas injurias pa-
recía oscurecer la gloría romana , pues se rendia al
esfuerzo de una ciudad.
Ayudó para hacer esta confederación, roas necesa-
ria que honesta, Tiberio Gnicchó que se hallaba entre
ios demás romanos , y por la memoria que en Eipaña
se tenia de Sempronio su padre , era bien quisto , y
fue parte para inclinar á misericordia los ánimos de
los numtntinos. En Roma luego que recibieron aviso
de lo que pasaba, y de asiento tan feo, citaron á Man-
cino para que compareciese á hacer sus descargos, y
en su lugar nombraron por general de aquella guerra
al otrocúnsul llamado Emilio Lépidopara que venga-
se aquella afrenta. Enviaron asimismo los numanti-
nos sus embajadores con las escrituras del concierto,
y con orden que si el senado no le aprobase , en tal
caso pidiesen les fuese entregado el ejército, pues con
color de paz y de confederación escapó de sus manos;
Tratóse el negocio en el senado , y conft) quíer que
ni por una parte quisiesen pasar por concierto tan
afrentoso, y por otra juzgasen que los numantinos
pedían razón , dieron traza que Mancino les fuese en-
tregado , con que les parecía quedaban libres del ps-
crúpulo que tenian en quebrantarlo asentado. A Ti-
berio Gracchó magt'ier que fue el que intervino en
aqueHa confederación y la concluyó, absolvieron por-
que lo hizo mandado. El vulgo , como de ordinarío
se inclina á pen^r y creer la peor parte , decía que
esto se hizo por respeto de Scipion su cunado , que
como ya se dijo casó con Cornelia hermana de los
Gracchós.
CAPITULO VÍII.
Como Caio Mancino fue entregado á los numantinos.
' Esto era lo que pasaba en Roma. En España el
cónsul Marco Lépido antes de tener aviso de lo que
el senado determinaba , acometió á los vaceos ( que
eran gran parte de lo que hoy es Castilla la Vieja) con
achaque que en la guerra pasada enviaron socorro á
los numantinos y los ayudaron con vituallas. Corrió
sus muy fértiles campos ; y después que lo puso todo
A fuego y ¿ sangre , probó también de apoderarse de
la ciudad de Patencia , sin embargo que de Roma le
tenian avisado no üicíese guerra á los españoles, hom-
bres que eran feroces y denodados , y de enojarlos
muchas veces resultará daño. La afrenta y mal orden
de Mancino tenia puesto ai senado en cuidado , y á
los españoles daba ánimo para que no dudasen poner-
se en defensa contra cualquiera que les pretendiese
agraviar. Fue asi que por el esfuerzo de los palenti-
nos como los romanos fuesen maltratados, y asi-
misnoo tuviesen falta de vituallas , de noche á sordas
sin dar la señal acostumbrada para alzar el bagaje,
se partieron con tanto temor suyo y tan grande osadía
de los palentinos, que luego al día siguiente, sabida
la partida , salieron en pos dellos y los picaron v die-
ron carga, de suerte que degollaron no menos ae seis
mil romanos. De lo cual luego que en Roma se supo,
recibió tan grande enojo el senado , que citaron á
Lépido á Roma, donde vestido como particular fue
acusado en juicio y condenado de haberse goberna-
do mal.
Estos daños y afrentas en parte se recompensaban
en la España Ulterior por el esfuerzo y prudencia de
Decio Bruto, que sosegó las alteraciones de los galle-
BIBLIOTECA DE GASPAR T IIOIG.
fos y lusitanos, y forzó á que se le rindiesen los la^
rícanos (1), nueblos que por aquellas partes se albo-
rotaban muy ae ordinario. Púsoles por condición qae
le entregasen los fugitivos , y ellos dejadas las armas
se viniesen para él. Lo cual como ellos cumpliesen,
rodeados del ejército, los reprendió con palabras
tan graves que tuvieron por cierto los quería matar;
{)ero él se contentó con penarlos en dinero , quitarles
as armas y las demás municiones que tanto daño á
ellos mismos acarreaban. Por estas cosas Decio Bruto
ganó sobrenombre de Galaico ó Gallego. Esto sucedió
en el consulado de Mancino y Lépido.
El añosiguiente seiscientos y diez y ocho, alargaron
á Bruto el tiempo de su cargo, y al nueva cónsul Pa-
blio Furio Filón se le dio cuidado de entregar á Man-
cino á los numantinos, y se le encomeodó el gobierno
de la Espüña Citerior. Y porque Q. Metelío y Q. Póm-
pelo, como personas las mas principales en riquezas
y autoridad, pretendían impedir que Furio no fuese
á esta empresa de donde tanta gloria y ganancia se
esperaba, él con una maravillosa osadia como cónsul
que era , les mandó que le siguiesen y fuesen con él
a ^spaña por legados ó tenientes suyos. Luego que
llegó, puestos sus reales cercado Numancia, hizo que
Mancino desnudo de cuerpo y atadas atrás^ las manos
(como se acostumbraba cuando entregaban algún ca-
pitán romano ú los contrarios) fuese puesto muy de
mañana á las puertas de Numancia ; pero como quicr
que ni los enemigos le quisiesen , y los amigos le des-
amparasen , pasado todo el día y venida ia noche,
guardadas las ceremonias que en tal caso se requerían,
fue vuelto á los reales. Con esto daban á entender los
romanos que cumplían con lo que debían. A los nu-
mantinos no parecía bastante satisfacción de la feljue
quebrantaban , entregar al capitán y guardar el ejér-
cito que libraron de ser degollado debajo de plejftesía.
Y es cosa averi^ada que ios romanos en este negocio
miraron mas por su provecho, que por las leyes de la
honestidad y de la razón.
Qué otra cosa Furio hiciese en España, ño se sabe;
sino que el año adelante , que se contó seiscientos y
diez y nueve de la fundación de Roma, ¿ Bruto alar-
garon otra vez el tiempo de su gobierno por otro año
que fue el tercero, y el cónsul Q. Galpumio pisón
por el cargo que le dieron de la España Citerior, peleó
cou los numantinos mal, ca perdió en la pelea parte
de su ejército, y los demás se vieron en grandes
apreturas. Era el miedo que los romanos cobraron tan
grande , que con solo la vista de los* españoles se es-
pantaban : no de otra guisa qaé los ciervos, cuando
ven los perros ó los cazadores, movidos de una fuerza
secreta luego se ponían en huida. Muchos entendían
que'la causa de aquel espanto era el gran tuerto que
les hacían , y la fe quebrantada ; mas á la verdad los
españoles en aquel tiempo ninguna ventaja recono-
cían á los romanos en esfuerzo y atrevimiento : no
peleaban como de antes de tropel y derramados, sino
por el lar^o uso que tenian de las armas, á imitación
de la disciplina romana formaban sus escuadrones,
hponían sus uestes en ordenanza , seguían sus ban*
deras y obedecían á sus capitanes. Con esto tenían
reducida la manera grosera de que antes usaban , á
preceptos y arte con que siempre en las guerras y
con prudencia se gobeniasen.
CAPITULO IX.
Como Scipíon hecho cónsul vino ¿ España.
Estas cosas lupgo que se supieron en Roma, pu-
sieron en grande cuidado ul senado y pueblo romano,
(i) Siendo, sepun las mejores ediciones de Appianosa
ciudad Talabnga y no !.abrica , debe decir ios taiabrifreoses
0.1 el raso que los'demás pueblos fuesen del distrito de Ta-
labri|,'a» porque aquel historiador no lo dice.
HiSTOfilA
como era razoo. Acudieron al postrer remedio , que
fue sacar por cónsul á Publío Scipion (el cual por La-
ber destruido á Cartago tenia ya sobrenombre de Afri-
cino) con resolución de en vial le á España. Para ha-
cer esto dispensaron con él en una ley que mandaba
á ninguno antes de pasados diez anos se diese segun-
da vez consulado. Sucedió esto el uno que se contó
seiscientos y veinte de la fundación de Roma, en que
como creemos prorogaron de nuevo á Decio Bruto, y
le alargaron el tiempo del gobierno que tenia sobre la
Esnaua Ulterior. Siguíerou ú Scipion en aquella jor-
uaiia cuatro mil mancebo.^ de la nobleza romana, y de
los que por diversos reyes habían sido enviados para
entretenerse en la ciudad de Uoina ; y si no les fuera
vedado por decreto del senado , lo mismo hicieran to-
dos los demás. Tan grande era el deseo en que todos
se^reian de tenelle por su capitán y aprender del el
ejercicio de las armas, que á porfía daban sus nom-
bres y con grande voluntad se alistaban.
Destos mozos ordenó Scipion un escuadrón que
llamó Filonída , que era nombre de benevolencia y
amistad: atadura muy fuerte y ayuda entre los sol-
dados para acometer y salir con cualquier grande
empresal El ejército de España por estar falto de go-^
biernose hallaba flaco, sin nervios y sin vigor: efecto
propio del ocio y de la lujuria. Para remediar este
daño dejó Scipion en Italia ¿ Marco Buteon su legado,
que guiase la gente que de socorro llevaba , y él lo
mas presto que se pudo aprestar, partió para España,
y en ella con rigor , cuidado y diligencia , en breve
redujo el ejército á mejores términos. Porque lo pri-
mero despidió dos mil ríimeras que halló etiel campo:
asimismo despidió de regatones , mercaderes y mo-
chilleros otro no menor número, ni menos dado á
torpezas y deleites. Por esta manera limpiado el
ejército de aquel vergonzoso muladar , los soldados
volvieron en sí y cobraron nuevo aliento ; y los que
antes eran tenidos en poco, comenzaron a ponerá
sus enemigos espanto.
Demás aesto ordenó quecada soldado llevase sobre
sus hombros trigo para treinta dias , y cada siete es-
tacas para las trincheras con que cercaban y barrea-
ban los reales, que de propósito hacia mudar y for-
tificar á menudo para que desla manera los soldados
con el trabajo tornasen á cobrar las fuerzas que les
había quitado el regalo. Lo que hizo mas al caso para
reprimir los vicios y insolencias de los soldados, fue
el ejemplo del general , por ser cosa cierta que todos
aborrecen ser mandados, y que el ejemplo del supe-
rior bace que se obedezca sin díGcultad. Era Scipion
el primero al trabajo, y el postrero á retirarse del.
Ayudó otrosí para renovar la disciplina la diligencia
de Caío Mario, aquel que desta escuela y destos prin-
cipios se hizo con el tiempo , y salió uno de los mas
famosos capitanes del muudq.
Pasada en estas cosas gran parte del año y llegado
el esti'>, movió Scipion con todas sus gentes la vuelta
de Numancia. No se atrevió por entonces de ponerse
al riesgo de la batalla , porque todavia sus soKlados
estaban medrosos por la memoria que teniai) fresca
de las cosas pasadas. Contentóse con correr los cam-
pos enemigos por muchas partes, y hacer en ellos
todo mal vdano. Desde allí j)asó haciendo asimismo
correrías hasta los taceos , enojado principalmente
contra los palentinos por la rota con que maltrataron
y el daño que hicieron ai cónsul Lépido. Allí Scipion
se vio puesto casi en necesidad de venir á batalla por
la temeridad de Rutilío i\ufo , el cual con intento de
reprimir á los palentinos , que por todas partes se
mostraban y con ordinarios rebates daban pesadum-
bre, salió contra ellos, y con poco recato se adelantó
tanto, que se iba á meter en una emboscada que los
enemigos le tenian puesta : cuando Scipion advertido
el peligro desde un alto donde estaba , mandó que las
demás gentes se adelantasen , y que la caballería
DK ESeAKA. 75
cercase por todas partes el lugar donde la celada es-
taba , y escaramuzando con el enemigo , diese lugar
á los soldados que se metían en el peligro para que se
pusiesen en marcha.
En este camino y entrada que Scipion hizo, vio por
sus ojos la ciudad de Gaucia destruida por engaño de
Lucuilo ; y movido con aquella vista á compasión , á
voz de pregonero prometió franqueza de tributos j
alcabalas á todos ios que quisieran reedíGcarla y bar
cer en ella su asiento y morada. Esto fue lo que
sucedió aquel verano que estaba ya bien adelante.y
casi comenzaba el invierno , cuando vuelto el ejército
á Numancia , cerca de aquella ciudad se asentaron
los reales de los romanos. Dende no dejaron por todo
el invierno de salir diferentes cuadrillas á robar j
talar los campos que por allí caían. Entre estos un
escuadrón, de cierto peligro en que se hallaba de
perecer , fue librado por la buena mafia y vigilancia
de Scipion en esta manera. Estaba allí cerca una al-
dea rodeada en gran parte de ciertos pantanos que
sospechan sea la que se llama al presente Henar por
estar junto á tina laguna. Cerca ae aquel tugarse al-
zaban unos peñascosa propósito de armar allí alguna
celada. Escondióse alli ciertonúmero de numanUnos»
y sin falta maltrataran y degollaran los soldados ro*
manos, que derramados y ocupados en robar anda-
ban por aquella parte, si Scipion desde sus reales,
conocido el peligro, no diera luego señal de recoger-
se para que los soldados dejado el robar acudiesen á
sus banderas , y para mayor seguridod tres mil caba-
llos que envió delante , él mismo se apresuró para
cargar sóbrelos contraríos con lo demás del ejército.
Los numanlinos entre tanto que con iguales fuer-
zas y número se peleaba , resistieron é hicieron repa-
rar á un gran número de contrarios ; pero Inego que
vieron acercarse los estandartes de las legiones , se
pusieron en huida con grande maravilla de los roma-
nos, porque de largo tiempo nojiabian visto las es-
paldas de ios numantinos. Estas cosas acoutecieron
en el consulado de Scipion en el tiempo que lugartha
desde África vino á juntarse con los romanos , nieto
que era de Masinissa, nacido fuera de matrimonio de
un hijo suyo por nombre Maoastabal. Envióle el rey
Micipsa su tío con diez elefantes y un grueso escua-
drón de caballos y de peones con deseo que tenia de
ayudar á los romanos, y juntamente con deseñode
poner á peligro aquel mozo brioso, por entender el
que corrían sus hijos si la vida le duraba : consejo
sagaz y prudente que no tuvo efectos, antes lugurtha
ganada mucha honra en aquella guerra , luego que
se conculyó, dio vuelta á África con mayor crédito y
pujanza que antes.
CAPITULO X.
Cómo Numancia fnc destruida.
El año luego adelante que se contó de la fundación
de Roma seiscientos y veinte y uno, siendo cónsules
Publio Mucio Scevola y Lucio Calpurnio Pisón, á Sci-
pion alargaron el tiempo deí gobierno y del mando
que en España tenia : traza con qqe Numancia fue
de todo punto asolada , ya pasado el invierno, y con
varías escaramuzas, quitado ya el miedo que los sol-
dados tenian cobrado , con intención de apretar el
cerco de Numancia de unos reales hizo dos, dividida
la gente en dos partes. El regimiento de los unos en-
comendó á Q. Fabio Máximo , su hermano, los otros
tomó él á su cargo , dado que algunos dicen que di-
vidió los reales en cuatro partes , y aun no concuer-
dan todos en el número de le gente que tenia. Quién
dice que eran sesenta mil hombres, quién que cua-
renta , como no es maravilla que en semejante cuenta
se halle entre los autores variedad. Los numantinos
orgullosos por tantas victorias como antes ganaran
aunque eran mucho menos en número ( porque los
76 BIBLIOTBGA DE
nue mas ponen, dicon^jue eran ocho mil combatien-
les; ; otros d«ie oúmero quima !s milid) sacadas
■US gentes ruera de la ciudad v ordenadas sus liace*),
no dudaran de presentar la natalla al enemigo re-
suellos de vencer ó perecer BDles que sufrir lasinco-
modidades de un cerco tan largo.
Scipion tenia propdsito de escusar por cuanto pu-
diese el trance de la batalla como prudente capitán,
7 que consideraba que el oBcio del buen caudillo no
menos es fencar y concluir la guerra con astucia y
soirimiecto, que CDuatrevimientoy fuerzas. Nilepa-
GASFkR TaOtG.
recia couienlente coDtrnpoQer sns cludaJanos jr lol-
dados á aquella ralea de lio mbr es desesperados. Con
este intento determinó cercar ta ciudad con reparos
V palizadas para reprimir ol atrevimiento y acometi-
miento de lo¡ cercados. Demás deslomandói lasciu-
dadesconfcderartosenviasín nuevos socorros degenle
munici'jnesy vituallas para la guerra. Hizose un foso
alrededor de la ciudad , y levantóse un valladar de
nueva manera, qne tenia diezpiéseo alto y cinco en
ancPio, armado con vigas y lleno de tierra, con sns
torres, troneras y sietíw i ciertos trechos, de suer-
te , que representaba sancianzn da nna muralla con-
tinuada. Solamente por el rio Duero se podía en-
trar ea la ciudad'y salir: pero también esta comodi-
dad quitaban A loscercadoslas compañías de soldados
y los ranchos que en la una ribera y en ta olra tenían
puestos de guarda. Para remedio desto los huíanos
tabulléodose ea el agua, debajo de ella sin ser senti-
dos pasaban cuando era necesario de launa partea la
otra: Otros con barcas por la ligereza délos remeros,
ó por la fuena del viento que daba por popa, escapa-
ban de ser heridos con lo que tos soldados ¡es tiraban
Ípor esU manera se podía meter alguna vitualla en
i ciudad. Duróles poco este remedio y consolación
tal cual era, porque con una nueva diligencia levan-
taron dos castillos déla una y de la otra parte delrb
con vif^DS aue le alravesabau, y en ellas unos largos
y agudos clavos pare que nadie pasase.
LosDumantioos sin perder poreslo ánimo nodejn-
ban do acometer los centinelas y cuerpos de guarda
de los romanos; mas sobreviviendo otros, rdciímente
eran rebatidos y encerrados en la ciudad: que á sa-;
blendas no los queriau matar jtarn que gastasen mas
preslocuantosmaa fuesen las vilualloi, yforzadostje
hi hambre y estrema necesidad se entrefjasen. En es-
ta coyuntura un hambre degrande ínimoyosadfalla-
mado Relogeiies Caravino con otros cuatro ( 1 ) por
Nqneiln parle que los reparos de los romanos eran mas
flacos y teoiaii menos guarda, escalando el veliadar y
degolladas lua centinelas y escuchas, se enderezó ú
(1) Caríimioara su nombre, sejrin Appiaoo, quien dice
quefuG i Pila atrevida emprcfacon nuco hijm suyos jotres
CTiKotompjriToi i quienes Labia ioflamado ta flefeosa de
los pueblos llamados arevacos: donde en nna junta
de loe principales que para esto se convocó, les roeó
y conjuró por la amistad antigua y por el derecho ne
parentesco nodesamparasen d Nuntancia parascrsa-
queada y asolada por el enemigo; que encendido en
coraje y en deseo de vengarse no tenia olvidadas las
injurias que ellos le habían hacho. Considei^eD qoe
aquella ciudad lolia ser el refugio y reparo coman de
todos, y al presente por la adversidad de la lorttina, y
por la astucia de los que la cercaban, mas que por
vatnr y esfuerzo , se hallaba puesto en cslremo riesgo
y cuita. « Por qué (dice) en (anto que las fuerzas es-
utan enteras, y ios romanos piir tantas pérdidas reliU'
»san la pelea , y por malas mañas y astucias prclen-
iiden apoderarse de aquella nohilisima ciudad , vos
"juntadas las fuerzas no quitaréis el yuso desta ser-
nvidumbre, y echaréis de vuestra tierra esta peste co-
umuu? ¿Aifuardais por ventura bosta tanto quecuuda
neste mal . y de unos á oíros pase y llegue & vuestra
Bciudad? Pensad nue esta llania, consumido todo lo
oque se le pone delante, sera fnrza'io que toilo lo
«asuele. Par ventura ¿reconocéis la ambición délos
«romanos, sns robos y sus crueldades? los cuales
»mucbas veces habéis visto y oído que sin causa al-
piguna, solo con deseo de esteoder su srñorlo ponen
nasechanzas d la überlndy riquezas de toda España.
«Diréis que tenéis hecho coocierln con ellos, y con
«esto os asegurais. En que ni no hubiora muchos
«ejemplos frescos y puestos detanic los ojos de lades-
nlealtad, codicia y nerczade los romanos, ladestruc-
ncion poco ha de Cauda, y alioru liconfüderacíonde
»los numanlinos coa Mancino quebrantada injusta-
nmente, son bastante muestra como ninguna coat
Bliejien por santa por el deseo dt ~ ' '
ado. Hirad que si antepomii abo» Tuulro tIjmso
Dparticular í li «lud común , la cnil en grin parte
Bdepeodeo doltalorj «sfiíerao de^unuDCÍa, noaeais
nenalgao tiempo roñados iquejiroípordeniii (ojalá
«JO me engam) de hober perdido y desamparado i o
nnno jiootro. Afuera ppes toda laráaniaj cobardía:
nen lauto qne hay tiempo, y que las coias están en
slérniiDo que le pueden remediar, Tolved vueitroi
Mínimos j pensamiento á procurar la salud de la pa-
ntria. Juntad armas y fueraas y cargad sobre el eue-
nmigo que esté descuidado; cercándole los vueslro»
«por una parte y los nuestros por la otra, por frenla
n j por las espaldas. Considerad que en nuestro peli-
nsro corre rie.>go la talud, la libertad y las riquezas
«de toda España.B . , „ .
Coo esle raionamieDto y cod abundancia de lífiri-
masouedeiTamabs,conecÉiarseeD lierrayá losples
decwli uno, tenia ablandados loi corasones de diu-
cbos; pero como qnierquei los desdichadns y caídos
todos les Tallan, prevaleeióel voto de los que sentían
que no convenia enojar i los romanos, sotai decían
que sin taniaoia echasen de toda su tierra á los nu*
mantinoj, porque no les ichacsMn y bieiesen cargo
At haber oído en su junta aquella embajada. Lo que
despaes deslo hito Retogeoes, no s« sabe: solo cons-
U que la gente mou de Lucia, poeblo que eiUba i
DB eu-aHa. 77
niu legua de Nantaacia, acudid á soctHTer IOS ce rwt'
dos; pero fue rebatida su osai^Ia por la diligencia de
Scipion , y cortar las manos derechas por mandado
del mismo i cuatrocientos dellos, los demás auodoron
escarmentados para no imilar semejaata desatino.
Con esto los numantinos , perdida toda esperauía d<^
ser socorridos , y por el largo cerco quebrantados de
la hambre movieron trttosde paz. Envianm paraesUi
1 Scipion una embajada : al principal por Hombre
Aturo dula que le fuá audiencia, se dice habló en est»
manera: «Quiénes sean ios cíudedanos de Numancia,
«de qué lealtad , de qué constancia , no hay para quc
ntraello á la memoria, pues tú con la larga esperjen-
ncia lo puedes tener enieadido, y no está bien á liiü
Bmiserattles liacer alarde da sus alabaaias. Solo la
Bdiriqueteserimuy honroso haber quebrantado Ion
nánimos <le los numantinos, y á nos no será M todo
nafrentoao , ya que así había de ser, ser vencidos de
ntan gran capitán. Lo que la presente fortuna pide,
»y á lo que nos fuerzan loa males desle cerco , confe-
por rancidos; pero oon tal qus te oontetw
otes con nuestra penitencia y enmiende , y no pre'
Dtendas destruimos. No pedimos del todo perdón,
■dado que en ninguna parte pudieras mejor emplear-
nle: contentámooos con aue el castiga asa templado.
»Qua si nos niegas las vioas y no das lugar á la pelea
•determinados estamos jle probar cualquier cosa has-
»la morir por nuestras manos, si fuere necesario an-
nlesque por las ajenas: que será el postrer oGcio du
Bvarones esforzados. Tú debes considerar una y otm
nvez lo que la fama y el mundo dirá de t¡ asi de pré-
nsente como en el üempo adelante.» .
Haraviltóse Scipion por este razonamiento que los
corazones de aquella gente con tantos trabajos no es-
tuviesen quebrantados. y que perdida toda esperauzíi ,
todavlaseacordaseudesudiguidady constancia. Con
todo esto respondió á los embajadoras que no habla
de tratar de concierto , sino fuese entreginduse á lu
voluntad del vencedor. Con esta respuesta lo? uumaa-
tiuoBComo fuera de si matan i los embajadores, los
cuales ¿<jué culpa les teman? pero cuando la mache-
dumbre se alborota, muchas veces acarrea daño du-
Gir la Verdad. Estaban ya sin ninguna esperanza de
salvarse ni de venir á balalia , acuerdan de hacer el
postrer esfuerzo. Emborráchanse con cierto brebaje
que hacían de trigo, y le llsmaban celia: con esto
acometen los reparos de los romanos , escalan el va-
lladar, degúellaa Lodos los qne se les pooen delante
basta que sobreviniendo mayor número de soliíailoí,
y sosegada algún tanto la borrachez , les fue forzoso,
retirarse i la ciudad. Después desta pelea dicen que
pjralgUQOsdíus se sustentaron cun los cucrposmuer-
tos de los suyos. Uemás desto pru¡)aron á huir y sal-
varse: como tampoco esto les sucediese, pur couclu ■
siou perdida del todo la esperanza de remudio se de-
terminaron í acuniüter uno memorable liuzoíia, eslo
es que se mataron A si y á todus los suyos , uuos con
ponzoñas, otros metiénilose las espadas por el cuerpo;
algunos pelearon en desalió unos couolruscoj ig'jnl
partido y fortuna del vencedor y vencido, puesbn u>:fi
7S
misma boguera que para esto t«tiiD encendida , echa-
ban al qaeeramuerto,; luego tni él k seguís elque
le guiliba la vida.
Por esta manera fue deslraida Namancia pesados
UD Riio y tres meses después que Scipioa tido i Es-
paña. Grande Tus su obslioacioa , pue* los raiitnoB
ciudadanos se quitaron las TÍdas. Appliiia dic« qne
eatrada la ciudad hallaron algunos viras: contradicen
á esto los demás autores , y es cosa averiguada que
NumancJa so couserTÚ por la concordia de sus ciada-
danos , que tenían entre si j coa sus cotnarcanos , y
pereció por la discordia de los mismos, demás deslo
Íie Teucidaquitó al vencedor lu palma do la vicloña.
03 edificios A que perdonaron los ciudadanos , que
na les pusieron ruego, fuerun ¡lor mandadoda ScipioD
echados por tierra , los campos repi^rtídaí entre los
pueblos comarcanos. Hechas todas estas cosas, y fun-
dada le pBzde España, se volviúScipioniRomad go-
isr el triunfo que le era muj debido por hazañas tan
seüiikdes; por las cuales demís de los otros títulos y
blasones le fue dado y tuvo adelanta el renombre de
Nomanlino. Triunfa otrosí Decío Bruto poco antea en
Roma por dejar fencídus' y sujsios los gallegos, con
3 Oí ganú asimismo sobrenombra de Galaico conio b«
ijo poco antes desU lugar.
se entienda qut car^ 6. magistrado tuviese. Verdad
es que paudos tres años, siendo cónsul el mismo Ce-
Íion, los lusitaoos se vengaron de los romanos ,ca Irs
icieron mayor daño del que antes dellos recibieraa .
Fue aquel uño, elque se contó de la fundación de Ro-
ma seiscientos y cuarenta y ocho, señalado maa qne
por otra cosa alguna, porel nacimiento de Uarco Tu-
llo CictfOD que nació este año en Arpiño, pueblo da
ItaUa. Su madre se llamó Helvia, su padre fue del ur-
den ecuestre j de la real sangre de los Volscos. En-
nobleció Cieeroa lu cosas d« Rima no menos eo naz
y desarmado con su prudencia, erudición, y elocuen-
cia mBrBTilloea,y ganó DD menor nombradla, que los
otrose8aelenlescau<Ullotdeat)UMlla república con la
armas.
Pasadas otros dos años, que fue el año de seiscien-
tos y cincuenta, los cimbros mezclados con los ale-
manes rompieron segunda vez porE-pjüa (1): pero
fueron de nuevo rebatidos por los celLOeroa, y loru-
dos i volverse á la Gallia. Las alteraciones de los lusí-
sosegóLucioCiroeliaDolabella.quecou ..
'bre de procónsul lenla el gobierno de aquella provin-
cia el ano de la ciudad de Roma de seiscientos y ciu-
cumta y cinco. Apaciguadasesiasaitaracianes.Jue-
go el año siguiente se emprendió otra guerra con los
celtiberos, para la cual vino en E>paña el cónsul Tito
CAPITULO XI. Didio. Acercáronse los dos campos, ordenáronse las
haces y adelantáronse : dióse la batalla con igual es-
peranza y denuedo de ambas partes. Ei suceso lúe que
los despartió la noche y puso Ga á la pdlea sin decla-
DESPumdestO s« siguieron ea España temporales i rar la victoria por ninguna délas partes, antes el da-
paciücoa de grande j señalada bonpnza. I,a forma de) "o fuoiguaL Vs'ióse el cónsul de _su astucia y de ma;
gobierno por alguii tiempo fue que dÍ<'zle^dos envii
dos de Roma , y mudados á sus tiempos , (uvieron el
gobierno de España cada cuat en la parto que de toda
ella le señalaban. Los mallorquines hechos cosarios
corrían aquellos mares y las riberas cercanas. Acudió
contra elios el cónsul Quinto Cecilio Metello, que ios
sujetó y puso en sosiego el año de la ciudad de Roma
de seiscientos y treinta y uno , por lo cual el dicho
cónsul fue llamado baleárico , que es tonto como ma-
llorquin. Por el mismo tiempo CxioUaríoqueera go-
bernador de ta España Ulterior, ubrió y asesuró los ca-
minos , quitados los salteadores, de que liabia gran
número y graahbertuddehacermil, merced y relt-
Julas malea de la« alteraciones y revueltas pasadas.
estiluyó asimismo en su provincia las teyrs y la paz,
dio Rierza y autoridad á las jueces, q:ie todo en elm
falUiba. ¥ doce años adelante
_ _ aquella provincia
se faobiese alterada, primero Calpuruiol'ison, des-
IiuesSulpicio Galba, bijodel otroGalDaquehizoen , ■
a Lusitania lu que arriba queda contado, apaciguaron " 1"« mudarían la v:da y trató humbres acostumbra-
aqueliosmovimientos. Hiillau^ácadapasoeulspaña' "'•• á susteoUrse de los sudores ágenos cou robo» y
ña eu aquel trance, y fue que luego hizo correr el
campo y sepultar los cuerpos muertos de los suyo*.
Con fiítto el dia siguiente los españoles por entender
queel número de Gus muertos era mayor queel de los
contrarios, perdida la esperanza de la victoria, se
dieron á partido con lascondicionesaue loa romanos
quisieron ponerles. En aquella batalla y en todo el
progresode la guerra murieron de losercvacos veinte
milliambrcB, que fue gran número , si los autores no
se encañan ó los números no están mudados. Los ter-
meslinos por ser bulliciojoi, y levanlarse muchas ve-
ces ronfiadas en el fuerte sitio de su ciudad, fueron
castigados en que la echasen por tierra, y ellos se pa-
sases i morar en lu lleuo divididos eu aldeas sin li-
cencia de rortificartas, y sin lener ftrma y manert de
ciudad. Una compuñia de salteadores acostumbrados
á robarse concertó coa el cónsul. ydetMJo da sa pa->
labra se vino para Él con hijos, mujeres y ropa; nsro
todos fueron (lasados á cuchílln,*por no tener coDlian-
nuclias inonetI.is acuñadas con el nombre de Pisón .
Fuudada pues la p;iz por la buena maña y valor de
salios. Hecho quede tal mauera no fueen Roma apro-
bado que sin embarco otorgaron á Didio que pOr las
demás co<as que hizo triunfase.
Eli esta guerra fueQainto Sertorío tribuno de sol-
dados, que era como al preseuiecoronel ó maestre de
campo, en que ganó gran prez y loa por haber salva-
do la guarijcíoo de rumanos qne estaban enCastulon ,
de la muerte que los do aquella dudad con'-ertados
coolos girisenns(|]uese entiende eran los de Jaén)
por el deseo que siempre tenían do la libertad, les
pretendían dar cierta noche: cosa que lesparecia fá-
n ydeGall<a,o(ra Vez se encardó el gobierno de . cil de eje'^utar por ser el tiempo de invieruo, y estar
España ádiez legados en el tiempo que los cimbros, ' los so' Jados descuiítados, muy dados á los convites y
gente septentrional, en gran número amanera de un ] al vino. Sintió Sertoriuel alboroto de loa casluloneii-
reudal arrebatado se derramaron y metieran por las I ses que daban principio á la matanza: arrojóse fuera
provinciasdel imperio romano, y con el gran cursode | del ledio,dosu posada j do la ciudad: recogió los
Tíclorias que en diversas partesganaron , no pararon i
ha!laEsn'''ia. Maspore! esfuerzo de ios romanos y de {
los naturales fueron forzados á dar la vuelta á laGallia i
y á llalib año de la fundación de Roma de seiscien- I
tos y cuarenta y cinco. En este año Quintó Servilío |
Cepiim venció en una batalla á tos lusitanos , sin qne I lo-nado Mariaai.
(1) Plalirro, Floro y Lirio, bablaa de la irmpdoa de lO!
[iibrin en lieuiim del pretor Fulvia que gobernaba la Es-
lEja Citerior, y que ioscellihíroii los derruía rúa yioí crlit'
de Ei¡)iía' pero oinirun historiador a nlifiu o haré tncnriun
■ , que ígnortDwsde dónde la hay»
uniia tenli
HIÉTOAU
qae por los pies escaoaron, y coilelloKiargó sobre los
coDtraríos , y teagó los que de sus soldados fueron
muertos eu aquel rebate. Informóse, y supo lo que
pasaba , y la conjuración que tenían tramada. Pasó
con presteza 6 los girisenos , que engañados por los
vestidos que ios sodados llevaban de los castulonen-
ses muertos , ios salian ¿ racebir vdar la eniíorabueaa
de la matanza que pensaban quedar hecha de los ro-
manos; 3ias engañóles su imaginación, ca fuero q pa-
sados ácuchiUoen gran número y los demás vendidos
por esclavos. Estas cosas sucedieron en la España Ci-
terior el 800 presente y los cuatro luego siguientes,
que fue todo el tiempo que Didío tuvo el gobierno de
aquella provincia : porque ala España Ulterior vino el
prt)CÓQ8uI Publio Lucinio Grasso el año de la fanda-
cion de Roma de seiscientos y cincuenta y siete ; y
por lo que en aquella su provincia hizo, triunfó en Ro-
ma al tío del ano sesto de su gobierno : donde se cree,
y non sin causa, que juntó aquellas riquezas con que
Marco Crasso su hijo llegó á ser uno do los mas seña-
lados de los romanos , y por un tiempo el mas rico
de todos ellos.
Antonio de Nebrija dice como cosa averiguada que
este Grasso fue el que abrió j empedró el camino y
calzada mas famosa /*e España llamada vulgarmente
el camino de la piala , que va desde Sakimanca hasta
Mérida ; y esto por las columnas en que dice vio por
todo aquel camino entallado el nombre de Grasso ; ar-
gumento bastante para probar lo que pretende , si en
este tiempo se hallara en aquellas columnas y leyera
tal nombre. Por ventura sonó lo queseie antojó , y
pensó ver lo que imaginaba : engaño que suele suce-
der muy de ordinario áios anticuarios. En el tiempo
que Grasso estuvo en España , Fluvio Placeo por su
industria y bueua maña sosejió ciertas alteraciones
nuevas á» ios celtiberos el ano de seiscientos y se-
senta, 00 el cual Italia comenzó á abrasarse en guer-
ras civiles. Fue asi, que Galo Mario y Ginna se apo-
deraron por las hrmas de la república romana; y para
establecer mas su poder condenaban ¿ muerte á la
nobleza que habla seguido la parcialidad de Silla su
contrario. Entre los demás mataron al padre y her-
mano de Marco Grasso, y éi fue forzado para salvarse
de huir á lo postrero da Esfwua dótenla muchos alia-
dos, y los naturales muy atioionados por las buenas
obras que asi de su padre, como del mismo recibieran
ca acompañó ¿ su padre cuando se encargó del go-
bierno de Esimña. Gon todo esto porque la lealtad de
los hombres muchas veces cuelga de la fortuna , y
porquemuchasctudadesde España estabandeclaradas
y á devoción de Mario , no se atrevió ¿ parecer en pú-
blico ; antes se encerró en una cueva que estaba cerca
del mar en cierta heredad de un hombre principal
grande amigo suyo llamado Vivió Pacieco. Para avi-
sarle de su llegada le envió un esclavo de los pocos
que tenia consigo , el cual le dijo el estado en que es-
taban las cosas de so señor ; y por el derecho de amis-
tad le pidió no le desamparase en aquel peligro y
aprieto.
Sabido 61 lo que pasaba , se alegró de tener ocasión
para dar muestra del amor que le tenia ; y para que
el negocio fuese mas secreto, no quiso 61 mismo ir á
verse con Grasso porque asi lo pedia el tiempo, solo
mandó á un esclavo suyo que en un peñasco cerca de
la coeva pusiese todos los días la provisión que le da-
rían en la ciudad, con orden que so pena de muerte
no pasase adelante , ni quisiere saber para quién lle-
vaba lo que le manüaua, que si lo ejecutaba coa fide-
lidad, le prometió ahorrarle. Gon esia diligencia y cui-
dado Grasso se entretuvo algno tiempo hasta uinio
que llegó nueva como Mario y Ginna fueron desbara-
tados y muertos por Silla su contrario. Gon este aviso
satido de la cueva en que estaba, fácilmente atrajo á
su devoción y parcialidad muchas ciudades de España
que se le entregaron eoa mucha voluntad : entre IftS
TOMO 1,
t>E CSHfiÁ.
7é
otras la de Málaga fue saqueada por los soldadoscon*
tra voluntad del mismo, á lo meaos así quiso que se
entendiese por toda la vida , si ) a no fue que usó de
disimulación , y quiso con amo ajeno y con dalles
aquel saco, como acontece, graojear ia voluntad de
sus soldados. De España i)a6ó eu África , donde el
bando de Silla andaba mas valido y tenia mas fuerzas.
La cueva en que Grasso estuvo escondido , se mués*
tra entre Ronda y Gibraltar cerca de uu lugar llama-
do Jimena, en la cual dicen cuadrar todas las señales
que de lo que Plutarchó dice en este propósito , se
coligen. También es cosa averiguada , por lo que au-
tores antiguos escriben , que en aquel tiempo bobo
en España linaje de Paciecos ; pero los que quieren
sacar destos principios y fuente el que en nuestra
edad tiene el mismo apellido, en autoridad y riquezas
de los mas principales que hay eo el reino de Toledo,
fundan su opinión solamente eu la semejanza dul nom-
bre , argumento que ni siempre se debe desechar, ni
tenelle tampoco porconcluyeote, dado que muchos
acostumbran ¿ engerir como árboles unos linajes en
otrosdel mismo nombre masantiguos , no sin perjui*
do de la verdad y daño deia historia.
GAPITULO XU.
Como se comenzó la guerra de Sertorio.
Db las guerras civiles que tuvieron los romanos, re-
sultó en España otra uueva guerra de pequeños prin-
cipios , y que por espacio de nueve anos puso eo
cuentos el poder de Roma por los varios trances
que eu ella intervinieron : el un y remate fue j^róspe-
ro para los mismos romanos. El que la movió , fue
Quinto Sertorio, italiano de nación, y nacido de bajo
suelo en Narsio, pueblo cerca de Roma ; pero que fue
hombre de valor, de que antes ea España dio bastante
muestra, como queda arriba apuotado. Después en
las guerras civiles de Italia en que siguió las par tes de
Mario, perdió el uno de los ojos; y por el vencedor
Silla fue proscripto Sertorio con otros muchos, que es
lo mismo que condenado á muerte en ausencia y re-
beldía. El por deseo de salvarse, y también porque en
tiempos tan revueltos eiitendia que cada uno se que*
daría con lo que primero apañase ; además que tenia
granjeadas las voluntades de los soldados y de los na-
turales , acordó de venirse á España y hacerse en ella
fuerte. Tomó los puertos y entradas de España : dejó
en los Pirineos un capitán llamado Salinator con bue«
na guarnición desoldados : él entrando mas adelante
en la provincia, levantó pendón, tocó atambores para
hacer gente , juutó todas las niuaiciones , y ayudas
que le parecieron á propósito para euseñorearse de
todo ; peí o sus trazas atajó la venida y presteza deGain
Annio, ca desbarató la guarnición que quedó en guarda
de iosPiriaeos, y dio lamuerteásu capitán Salinator
por medio de Galpurnio Lanario su grande amigo, que
le mató alevosamente.
Gon esto Sertorio desmajó de manera , que por no
liarse en sus fuerzas, ni arriscarse avenir á las manos
con el enemigo , desde Gartageüa se pasó á África,
donde fue asimismo trabajado con diversas olas y
tempestades de la fortuna que le era contraria. Sin
embargo se apoderó de ia isla delbiza con una arma-
da particular que él tenia , y con ayuda de ciertas ga-
leotas de cosarios asíanos que acaso andaban por el
mar. De allí también fue echado; y pensando pasar á
las Gaaarias (hay quien diga que de hecho pasó allá
por huir de la crueldad de que sus enemigos usaban)
fue llamado por los lusitanos ó portugueses, que can-
sados del imperio de Roma, les parecía buena oc&sion
para recobrar por medio de Sertorio la libertad que
tanto deseaban, y tantas veces en balde procuraron.
Sertorio asimismo porentender era bueauocasioo esta
para echar sus enemigos de España , acordó de acu-
dirles sin dilación. Entendía las cosas del gobierno y
4'*
id tllBLlOTBCA l«
de la pai no mente <]ue las de la guerra , por donde
con su afabilidad y trato amigable y con abajar loa tri-
butos granjeaba grandemente las volualades de todos
Demás desto para representación de magostad ordenó
un senadode los españoles mas principales á la manera
de Roma con los mismos nombres de magistrados y
caraos que allá se usaban. A todos honraba, y todavía
hacia mas conGanza de los que eran de nación roma-
nos, así por ser de su tierra, como porgue no le po*
dian faltar tan fácilmente, ni reconciliarse con sus
contrarios.
Derramóse la fama de todo esto, por donde no solo
se hizo señor de la España Ulterior donde f ndaba, si-
no granjeó también las voluntades de la Citerior : ca
todos se daban á entender que el poder de los españo
les por medio de Señorío podría oscurecer ¡a gloria
de los romanos , abajar sus bríos y quitar su tiranía.
Para que esta ancíon fuese mas fundada usó de otro
nuevo artificio , y fue que hizo venir desde Italia pro-
fesores V maestros de las ciencias , y fundada uua
unÍTFersidad en cierta ciudad, que antiguamente se
llamó Osea, procuraba que los hijos de los principa^*
les españoles fuesen allí a estudiar, dícienao que te-
das las naciones no menos se ennoblecían por estu-
dios de la sabiduría, que por las armas: que no era
razón los que en todo lo demás se igualaban á los ro-
manos , les reconociesen ventaja en esta parte. Esto
decía en público , mas de secreto con esta mana pre-
tendía tener aquellos mozos como rehenes y escu-
rar su partido sin ofensión alguna de los naturales.
Allegábase á todo esto el culto 4e la religión , que es
el mas eficaz medio para prender los corazones del
pueblo. Fingía y publicaba que Diana le había dado
una cierva que le decía á la oreja todo lo que debía
hacer ; y era así que todas las veces que le venían car-
tas, ó en el senado se trataba algún negocio grave,
la cierva se le llegaba á la oreja por estar acostumbrada
aballar allí cosa alguna de comer. El pueblo en-
tendía que por voluntad divina le daba aviso de los
aecretos ó de lo que estaba por venir, y aun también
que le enderezaba en lo que debía hacer. Hállanseen
España monedas con el nombre de Sertorio por una
parte, y por reverso una cierva (1). Asimismo dos
piedras que están en Ebora en Portugal con sus le-
tras, muestran como Sertorio residió mucho tiempo
en aquella ciudad, y hizo machos y grandes beneíi-
oíos y honras á sus moradores.
Fueradestode Pliuíoyde Ptolomeo se entiende cla-
ramente que en España nobo dos pueblos ambos lla-
mados Osea : el uno en los ilergetes , que es parte en
Aragón , parte en el principado do Cataluña , el olro
en lo que hoy es Andalucía. En cuál destas dos ciu-
dades haya Sertorio fundado la universidad y puesto
los estudios, no se sabe con certidumbre: los mas
dan esta honra á la de Araaon, que antiguamente se
llamó Osea y al presente Huesca ; á nosotros todavía
nos parece mejor fuese la que estaba en los basteta-
nos , y hov se dice también Huesear , por estar mas
cerca de donde él á la sazón andaba. Cfuando prime-
ramente vino de África á Lusitanía, trajo consigo dos
mil y seiscientos hombres de nación romanos , ade-
más (i|e setecientos africanos : fuera destos en España
se le llegaron cuatro mil peones y setecientas caba-
llos. Con estas gentes y no mas venció primeramente
en una batalla naval á Cota, cap\tao d^ los contrarios
á la entrada del estrecho de Gibraltar, y á vista de un
pueblo llamado Melaría. Desouesa las riberas del rio
uuadalquívir desbarató otrosí al pretor Didio, y mató
de sus gentes dos mil hombres. Con esto ganó mucha
reputación y autoridad entre los suyos , y á los ene-
(i ) No hemos encontrado esta medalla eo niñean gabinete
namismático, y personas tan doctas como el Señor don Ao-
tonio Delgado , anticuario de ia Academia de la Qistoria, nos
aseguran que no existen*
6Aa»Aa T Roid.
migos puso espanta : coniiderabaa (¡0$ al 0oder de
España ayudado da la prudencia da tal caudillo, de
que careciera hasta entonces , podría acarreará os
romanos grandes dificultades, y ser causa de grandes
pérdidas antes que de todo punto se apaciguase.
CAPITULO xni.
Como MeteOo y Pómpelo vinferon á España.
Todo esto movió á Sílk para que el año de k fon-
dación de Roma de seiscieaU» y setenta y cuatro en
su segundo consulado enviase á España contra Serte-
riu'á tí. Meteiio en compañero , aqnel que tuvo so-
brenombre de Piadoso por las lágrimas con que al-
oauzó aue á su padre fuese alzado el deaüerro en que
le condenaran. Envió con él al pretor Lodo Dom ido:
Plutarco le llamó Toranio, queerasobrenombre muy
ordinario de los Domicios. l2.ste ala entrada de Espa-
ña y á las mismas haldas de los Pirineos fue muerto
por Hirtuleio capitán de Sertorio , y sus gentes (tes-
trozadas : desmán que movió á Manilio « procónsul de
la Gallía Narbonecse , á pasar en España; pero no le
fu<^ mucho mejor , porque el mismo capitán de Sar-
torio le desbarató en una batalla , ai bien él escapó
< 01 la vida dentro de Lérida donde se retiró mas que
de paso. Metello con su campo rompió la tierra aden-
tro y llegó hasta el Andalucía, do muchas veces fue
vencido por Sertorio , y ferzado por no fiarse en sus
fuerzas á barreane en km puebloa á propósito da en-
tretener un enemigo tan feroz , con mayor confianza
3ue hacia de las murallas , que del valor de sus solde-
os. Solo se atrevió á aoometar la ciudad de Laco-
briga hoy Lagoe , cerca del cabo de Sao Vicente . y
ponerse al improviso aobre ella ^ eslo por «star las
gentes de Sertorio repartidas en diversas partea. Fue
este acometimiento en vano, porque asi losespañoles
como los soldados de África , movidoa del premio que
Sertorio les propuso , sin ser sentidos de las centine-
las enemigas metieron dos mil eoeros de agua dentro
de la ciudad , de que los cercados padecían ^aode
falta á causa de haberles cortado los caaos por donde
venia encaminada , y un pozo qua dentro tañían no
daba agua bastante para todos.
Con esta provisión y también porque los romanos
no hicieron mochila mas da para cinco días , fueron
forzados á alzar el cerco. Demás desto Sertorio con
alguna gente que iuntó , les iba á la cola , y les pica-
ba de suerte que los soldados españoles no mostraban
menos valor que los romanos, por estar enseñados á
guardar sus ordenanzas , obedecer al que regía , se-
guir los estandartes, los que antes teman costumbre
de pelear cada cual ó pocos aparte con grande tropel
al principio, mas sí los apreUiban. no tenían por
cosa fea el retirarse y volver las espaldas; mucho ayu-
daron para esto las armas de los romanos muertos,
de que los españoles se armaron, Con estola fama de
Sertorio volaba no solo por toda España, sino que
llegada también á Asia , fue ocasión para que el gran
rey Míthrldates en la segunda guerra que tuvo con ios
romanos , convídase á Sertorio con su amistad , y le
enviase embajadores que de su parte le ofreciesen
socorro de dineros y armada : en lo cual pretendía
hflcer que las fuerzas de los romauoe se dividiesen.
Dio Sertorio á estos embiyadores audieoek, y para
mas autorizarse la dio en presencia del senado ; otor-
góles lo que pedian , es á saber que llevasen en £tt
compañía á Marco Mario con algún número de sol*
dados ; y esto á fin que las gentes de aquel reiao
fuesen óor este medio enseñadas y ejereiuidas oo k
form.a de la milicia román: cosa que á aquel rey le
parecía muy á propósito y de mucha importancia
para la guerra que tenia éntremenos.
En aquella guerra de Asia Aulo Mevio Lacetano,
que quiere decir natural de Jaca p deb^'o de la con-
ducu de Lttculo hisograndes proana on aarvf oéo dai
MBTOnA DS IBMtti.
8i
DMU^ronattO, COBBO se Mtiande por una medra y
leirero q«e está á noeáia legua de la ciudad ae Vique
paeata por su mandado después que volvió en Espa-
ña. Volvamos k Sertoríe, cuyo partido comenzó á
empeorarse con la venida de Lucio Loiio gobernador
de la Gattia, que acudió á Meteilo y acrecentó sus
fuerzas de tal suerte que Sertorio escusaba el trance
de la batalla que ante» deseaba; y se contentaba de
trabajar á los enemigos con correrías y con rebates
ordinarios : orden y traza con que se entretuvo basta
tanto que^ pasados dos años , Gneio Pompeio á ins-
tancia ¿a Meteilo vino por su compañero con igual
poder á España. El sobrenombre de grande ó ya le
tenia ganado por causa (como lo dice Cassiodoro y lo
apuota TertuJiaoo) de un teatro que para deleitar el
pueblo fcevaotó á su costa en Roma , que fue el pri-
mero que de piedra se edificó en aquella ciudad ; ó
como otros^dicsn le fue dado per las victorias que ga-
nó de Sertorio. Diéroule porsu^üestor, que era como
pagador , á Lucio Cassio Longmo: del cual hacemos
aquí mamoria por )a que del mismo se tornará á
bscer adelante.
Grandes fueron las dificultades que Pómpelo pasó
en este viaje al pasar por la Gallía. Llegado áEspaña^
sin reparar en ninguna parte se fué á jnntar coa Me-
teilo, resuelto de qo pelear conelenemigo hasta tan-
to que todas las fuerzas estuviesen juntas. Estaba
por el mismo tiempo Sertorio sobre la ciudad de Lau-
roña con sus gentes y las que Marco Perpenoa de
Cerdeña le trajo después ae la muerte del cónsul
Emilio Lépido : el cual como por haberse apartado de
la autoridad del senado fuese echado de Italia . se
apoderó de aquella isla, donde falleció de enfermeaad,
y por su muerte la gente que le seguía , pasó en Es-
paña. Pretendía Perpenna su caudillo hacerla guerra
por si y y apoderarse de lo que en aquella provincia
pudiese : pero ó porque los soldados se le amotina-
ron , 6 por mirarlo mejor , de su voluntad (que Jo uno
y lo otro dicen los autores ) en fin se fue á juntar con
Sertorio. Algunos curiosos en rastrear las antigüeda-
des sienten que Laurona es la que hoy se llama Liria,
pueblo en tierra de Valencia y á cuatro leguas de
aiiueOa ciudad, asentado cerca de las corrientes def
rio Júcar.
Meteilo y Pompeio kiego que tuvieron llegadas sus
fuerzas» partieron en busca del enemigo con intento
de hacelle levantar el cerco. No salieron con ello , an-
tes en una escaramuza y encuentro diez mil ropa-
nos que se adelantaron para favorecer á los que iban
Sor forraje , cayeron en una celada y fueron degolle-
os, y entre ellos el legado ó teniente de Pompeio
llamaao Decio Lelio^ Apretóse con esto mas el cerco
de manera que los cercados, perdida toda esperanza
de tenerse , se rindieron á condición que les dejasen
las vidas y sacasen &us alhajas y rapa. Hízose asi , y
luego á vista de los dos generales romanos, y delante
sus oíos pusieron fuego á la ciudad ; que fue una
grande befa , y naas muestra de valentía que deseo de
ejecutar amella crueldad. Orosio dice que Pompeio
era partido antes que Laurona se entregase, y que los
moradores parte fueron pasados ¿ cuchi lio, parte
vendidos por esclavos, y la ciudad dada á saco. Aña-
den demás díestoque en el campo romano se contaban
treinta mil infantes y mil caballos , y en el de Sertorio
el número de los peones era doblado , y ocho mil hom-
bres de á caballo. Pasóse este año sinhacer otro efec-
to. Meteilo V Pmpoío se fueron ¿ tener el invierno ¿
la España Citerior y á las baldas de los montes Piri-
neos; Sertorio se recogió áía Lusitaaia, donde esta-
ba mas apoderado.
Pasados los frios , luego que abrió el tiempo del
imo siguiente, que fue de Roma el de seiscientos y
setenta y siete, salieron los unos y los otros de sus
aI<]j$iBÍentos. Dividieron los romanos sus fuerzan, y
Pompeio se apoderó por fuerza de la ciudad de Sege-
da. Meteilo , cerca és ItíMu, ae encontró con Hirtu-
leio capitán de Sartorio : vino con él á las manos,
degolló veinte mil de los enemigos , el capitán se salvó
por los pies. El alegría y orsuilo óue por esta victo*
ria cobró Metelk) , fue grande en demasía . tanto que
en los convites usaba de vestidura recamadía , y cuan-
do entraba en las ciudades le ofrecían iaciensorcoflio
á Dios, hacíanse juegos y pompas muy semejantes á
triunfo, yes asi que el puebioadulaálot que pueden,
y con sc^janteg cebos fomentan stt ninchaion y
vanidad. Algunos sienten que el uno de los toros de
GuisMido(i), entallados de piedra, se puso para
memoria desta victoria por tener esta lolra en ktín:
(1) Entre Toledo y Avila , á la izquierda del camino real
y no lejos del rio Alberche, se encuentran los cuatro famosos
toros de Gui«uido que tantas cavilaciones han costado á los
anticuarios. El tiempo ha gastado sus formas hasta el punto
de que algunos, como Ambrosio de Morales, contradiges«n á
U tradición gue les dat)a ese nombre y los creyesen elefantes;
pero la henaidura que manifiestan en las pezuñas y que le
falta á este hipopotáoo, rechaza esta opinión, y la cabeza y
la cola del cuarto, que es el mejor conservado, asi como los
dos agujeros que en ella tienen , destinados sin dudo á recibir
los cuernos, y la postura de la cola sobre el lomo tan propia
de aquel animal, no dejan duda alguna acerca del objeto que
se quiso representar en aquellas piedras berroqueñas de vara
y meiia de altura desde el plinto, que hoy folo se ve en dos,
pues el uno se asienta en sus cuatro sustentáculos y al otro
ya le faltan enteramente , estando adcmds en dos partes
hendido.
La opinión mas generalmente admitida acerca de su origen
és que son romanos ; pero hay una grave consideración que
oponer. Estos ccHiquistadores no se establecieron en la Car-
petauia^ cuyo distrito pertenecen, hasta sigloy medio antes
dala er» cristiana , cuando Roma se enriquecía con las ma-
ravillas de la escultura griega tras las victorias de Paulo
Emilio en la Persia : á ningún artista romano de aquella
época y menos á una posterior, puede, pues, atrttoirse xa
trabajo tan grosero. Las inscripciones rcmsMft que se dieen
tenían grabadas todos elJós, son invención de Gifiaet Aneo»*
nitano, segm el sabio anticoario dos Antonio Agustín, «no-
bispo de Tarragona : hoy solo una se conserva en el costado,
derecho del segundo toro y tan profundamente grabada queá
haber existido en los demás también ¿e verían hoy. Es está:
lONG INVS
PRISCO CALA
ETIM PATRIEC
La cual traducen unos: cLongino á Prisco Cesenio priiumo:
se elevase,» y otros, c Longmo lo dedica á Prisco Gatecio y
á la patria»
Pero si son romanas ¿cuál fue el objeto de su ei^eceJon?
Pretenden anos gire d de perpetuar la memoria de Is céle-
bre batalla de Mumia ; pero está probado que este tnnn-
fo trascendental de César sobre los h^os de Pompeyo,
tovo lugar en la Ifonda Celtibera fiastítana , que se cree
estaba hacia Montiel. Pretenden otros que representiirian la
agricultura, que tanto honraban los romanos, ó serian térmi-
nos déla (uvision territorial; mas, habiendo hecho ver la
imposibilidad de tal origen con relacidh á la época . solo di-
remos, refntando la segunda hipótesis, que en Ja misma
provincia y otros puntos de España , se eneuentran mona-
mentos semejantes ya de toros, yt de jabalíesw No hace ma-
cho, en 1834, que un «Remador civil de la provincia de
Salamanca hizo mutilar m que en ella había, tal vez atri-
buyéndoles diferente origen.
¿Podña presumirse, destruidas estas opiniones, que son
de origen fenicio estos monumentos , cava antigüedad ates-
tiguan su grosera fábri-^a y el musgo y ei liquen que los cu-
bren , y qeb representaban alguna divinidad ? Los fenicios
como lo» egiipciee adoraban algunas veces ai sol bajo ia Ugura
do sn torb, 7 según Macrobio asi representaban al dios Ne^
ton, cu^o cuito estaba esparcido en España. Pero entiéndase
que no pensamos fuesen obra de los mismos fenicios, tam-
bién adelantados en las artes y cfae nunca penetra al interés
del país , sino ¿ los naturales que debieron de tomar de ellos
su mitología. Acaso la inscripción en caracteres desconocidos
aue dicen se veía ett une» dé elios , seria fenicia ó de alguna
e la leng^ia qae ssbrsr sila se formé ai reladonarse con los
naturales a<|aellol éeaqpistadens eoneroanteSi
»2
BIBLIOVia M OASFAft Y feOlG.
A QUINTO CBCIUO NBTBLLO,
CÓNSUL n. VENCEDOR.
Y entiéBden que el número de dos do se ha de referir
al consulado , porqae no viene bien , sino á las victo-
rias que ganó, Pompeio después que tomó á Segeda,
cerca del rio Júcar se vio con el enemigo. Atrevióse
á darle la batalla que fue muy herida y muy dudosa :
y sin dudase perdiera , si no sobreviniera Metelloque
andaba por allí cerca ; y Pompeio comentó sin él la
pelea de propósito porque no tuviese parte en la hon-
ra de la victoria. Departiéronse los ejércitos sin aven-
tajarse el uno al otro, antes con igual daño y pérdida
de ambas las partes.
CAPITULO XIV.
Cómo Sertorio fue vencido y muerto.
Después desta batalla Sartorio anduvo un tiempo
muy triste sin salir eo público porgue la cierva de
que mucho se ayudaba , no parecía. Sospechaba que
los enemigos se la liabian robado : cosa que tenia por
triste agüero y pronóstico de aue ^Igun gran mal le
estaba aparejado ; pero como después de repente pa-
reciese , recobró su acostumbrada alegría ; y puesto
fin al lloro Volvió su pensamiento á la guerra. Dióse
otra nueva batalla por aquella misma comarca cerca
del río Turia , que corre por los campos de Valencia
y riega con sus aguas aquellas hermosas llanuras:
llámase al presente Guadalavíar. Pelearon de poder á
poder con grande coraje y fuerza : la victoria quedó
por Pompeio , destrozado el ejército deSertorío. Hir-
tuleio con un su hermano del mismo nombre murie-
ron como buenos en la pelea : asimismo Gaio Heren-
cio que seguía las partes de Ser torio. La mayor
desgracia fue que en el mayor calor de la pelea ua
soldado de Pompeio mató un hernf ano suyo : que tan
desastradas son aun en la misma victoria las guerras
civiles : y los casos que en ellas suceden tan malos.
Llegó áaespojarle, y quitándole la celada, conoció
su yerro y aesventura : puso el cuerpo en una hogue-
ra que era la manera de enterrar los muertos, pe-
díale con sollozos y gemidos le perdonase aquella
muerte que por ignorancia le diera , no eran bastan-
tes las lágrimas para mudar lo que estaba hecho, re-
solvióse devengar aquella desgracia con meterse por
el cuerpo la misma espada ccm que dio muerte á su
hermano: hízolo así, y cayó sobre el cuerpo del di-
funto.
Divulgóse este desastrado caso por todo el ejército:
indignáronse todos y maldijeron aquella cruel y des<
graciada guerra que tales monstruos uaria. Sartorio,
perdido el ejército , se entretuvo eo Calahorra entre
tanto que con nuevas diligencias se rehacía de otro
ejército. Acudió Pompeio a cercarle dentro de aque-
lla ciudad : Sertorlo con una salida que hizo, escapó
aunque con pérdida de tres mil de los suyos. No paró
basta llegar do los suyos tenían llegado un ejército
muy grande , tanto que se atrevió á ir en busca de sus
enemigos; y con presentarles la batalla les hizo que
se retirasen con sus ejércitos á invernar , Metelio pa-
sados los Pirineos , Pompeio en los vaceos , pueblos
de Castilla la Vieja. Era Sertorio de condición mansa
y tratable, si las sospechas no le trocaran ; que fue
causa de perder por una parte la aíicion de los ro-
manos, que se le desabrieron porque tomó para guar-
da de su persona á los celtiberos. Es el temor fuente
de la crueldad , y así dio también la muerte á algunos
de los suyos , eu que pasó tan adelante , que los hijos
do los españoles que dijimos fueron enviados á estu-
diar á Huesear, unos mató, otros vend'ó por esclavos:
crueldad grande, pero que debió tener alguna causa
para ella. Lo que resultó, fue que por otra parte per-
dió la afición y voluntad de los naturales , que era la
sola esperanza y ayuda que le quedaba. Es así, que
la fortuna ó fuerza mas alta ciega ¿ loa qve quiere
derribar : y es cosa cierta que Sertorio, que estriba*
ha en la ben^^volf^ncia de los su^os, destos principios
se fn« despeñando en su perdición.
Metelio aT principio de? verano se aimderó de mu-
chas CTudados: ni contrarío Pompeio ftie forzado por
Sertorio, qiií^ sobrevino con su gente, á alzar el cerco
qne sobre Pnlenc*» tenia , después con nuevas fuer-
zas crue recogió, forzó al enemigo 4 que se retirase.
Siguióle hasta lo postrero de España y hasta el cabo
de San Martín qne ene no lejos de Denla , y antiima-
mente se llamó el promontorio Homeroscopeo, donde
tuvieron cierta escaramuza, sin que sucediese cosa
de msyor momento A causa que ambas partes escu-
saban la batalla por las pocas fuerzas que tenían': en
conclusión las cosas de Sertorio iban de caída mas
por la malquerencia de los suyos, qne por el esfuer-
zo de los romnnos. Acabaron de perderse con su
muf*rte. como acontece á los que tropiezan en seme-
iantes desgracias, que nunca paran en poco. En
Huesca fue muerto j puñaladas, que le dio Antonio,
hombre principal en un convite en qne estaba asen-
tado á su lado. El que tramó aquella conjuración fue
Perpenna , si bien poco antes en parte fue descu-
bierta y algunos de los cnnjuoidos pagaron con la
vida: otros huyeron: los demás que no fueron des-
cubiertos , porque nó se supiese toda la trama , se
apresuraron á ejecutar nguel hecho.
Por esta manera pereció Sertorio, llamado por los
españoles Aníbal romano. No dejó hijo ninguno, dado
que un inancebo adelante publicó que lo era , ayu-
dado de la semejanza del rostro para urdir un tal
embuste. Su muerte fue á lo que se entiende , el
año de seiscientos y ocbcuta y uno de la funda-
ción de Roma. Podíase comparar con los capitanes
mas escelentes asi por sus raras virtudes , como por
la destreza en las armas y prudencia en el gobier-
no, si los remates fueran conforme á los principios, y
no afeara su escelente nstural con la crueldad y fie-
reza. Dicho de Sertorio fue: aMas querria un ejército
))de ciervos, y por capitán un Icón, que de leones, si
ntuvíesen un ciervo por caudillo.» También aquel:
«Propio es de capitán prudente antes de entrar en el
npeliffro poner los ojos en la salida.» Dícese que de-
claró á los suyos la fuerza que tiene la concordia, por
semejanza de la cola de un caballo, cuyas cerdas una
á una arrancó fácilmente un soldado por su manda-
do ; mas para arrancarlas todas juntas no bastan
fuerzas humanas. Era inclinado al sosiego : la nece-
sidad y el peligro le forzaron á tomar las arroa<t. Do-
cía queauísíera mas tener el postrer logar en Roma,
que en el destierro el primero. Su cuerpo se entiende
sepultaron en Ebora, por un sepulcro que dicen se
halló en aquella ciudaa abriendo los cimientos déla
iglesia de San Luis , con una letra en latín muy ele-
gante: que claramente lo afirma; pero como no se
halle autor ni testigo de <;rédito que tal diga , ni aun
rastro ni memoríh de tal piedra , no lo tenemos por
cierto, dado que en nuestra historia latina pusimos
aquel letrero, tomado con otros algunos de Ambrosio
de Morales, á su riesgo y por su cuenta: persona en
lo demás docta y diligente en rastrear las antigñeda-
des de España (1)*
CAPITULO XV.
Como Pompeio apaciguó i España.
Sabida la muerte de Sertorio y los causadores della,
grandes fueron los sollozos de su gente , grande la in-
dignación que se levantó contra Perpenna , en espe-
cial después que leído el testamento del muerto , se
( i ) Los sucesos de esta gnerra de Sertorio , que doró ocho
años, están on poco eonfuadidosen Mariana, véase la TMa
I tepmda.
HKTOBIA DE fiSPAXA.
83
6ttia]ldi6 que Je sedalalia en él por «no de «os herede-
ros« y ea ptrtícutar Je nombraba por su sucesoren el
^biemo y en et mando. Decían con dolor y gemidos
que había pagado nial el amor con deslealtad, y con
malas obras Tas buenas. Apaciguólos él con muchos
halagos y dones que les dio de presento . y mo?ores
promesas aue les hizo paráaáelante. El miedo, prínci-
Salmenle de los romanos , que suele ser grande ata-
on entre los que están desconformes , enfrenó á los
que estaban encendidos en un yivo deseo de vengar
la sangre de su caudillo: tanto mas , que para hacer
resistencia áPompdo, el cual partido Metelio para
Roma se'apercibia para concluir con lo que quedaba
de aquella guerra y parcialidad , tenia necesidad df^
cabeza , y no se les oírecia otro mas á propósito qun
Perpenna por parecer y voto del mismo Sartorio. En
cargado pues de los negocios, pomo conOar«e ni
del valor ni de la voluntad de los suyos , rehusaba de
venir á las manos con Pompeio que pretendía con to-
do cuidado deshacerle. Pero la astucia de los enemi-
gos le forzaron A hacer lo que no quería . con una ce-
lada que le pusieron, en que fácilmente sus frentes
fueron parte muertas, parte puestas en huida; él fue
hallado entre ciertos matorrales, donde después de
vencido se escondió: hizo instancia que le llevasen á
Pompeio con esperanza que tenia de la clemencia m^
mana. Sucedióle al revés de su pensamiento , ca le
mandó luego que se le tragaron matar, sea por estar
arrebatado dtf enojo , sea por escusar que no descu-
briese los cómplices y companeros de aquella purcla*
lidad, y asi le fuese forzoso continuar aquella carnl-
corla y usar de mayor rigor; porque con estoonlsmo
intento echó en el ruego las cartas de los romanos, en
que llamaban á Sartorio para que volviese á iralia;
cosas hay que es mejor no sabellas, y no todo se debe
aparar.
Lo que importa es quemuertoSertoriov Perpenna,
en breve se sosegó toda España. Los de Huesca, los
de Vuleacia y los termestinos después desta victoria
se dieron y entregaron al vencedor. A 0.«raa , porque
no quería obedecer, el misma Pompeio la tomó por
fuerza y la echó por tierra. Afraaío tuvo mucho tiem-
po sobre Calahorra un cerco tan apretado, que loa
moradores, gastadas las vituallas todas, por algún
tiempo se sustentaron con tas carnes de sus mujeres
y hijos: de donde en latin comunmente comenzaron
á llamar hambre calagurritana á la estnsma falta de
roanienimíentos. Finalmente la ciudad se entró por
fuerza, ella quedó asolada y sus moradores pasados
á cuchillo. Las demás ciudades y pueblos avisados
Sor este daño y ejemplo todos sé redujeron á la obe-
iencla del nueblo romano. Acabada la guerr» Pom-
peio levantó en las cumbres de los montes Píriaeos
muchos trofeos en memoria de las ciudades y pueblos
que sujetó en el discurso de aquella guerra , que pa.-
aaroo de oehocveotos en sola la Esptiña Ulterior y la
parta de la Gallia por do hizo su camino cuando vino.
En los valles de Andorra y Altavaca , que están en
los Pirineos hacia lo de Sobrarve , están y se ven cier-
tas argollas de hierro fijadi» con plomo en aquellas
penas, cada una de mas de diez pies de ruedo. Tiéne-
se comunmente que estas argollas son rastros de loa
trofeos de Pómpelo á causa que las «olían peñeren
los arcos triunfales para sustentarlos trofeos, como
en partícular se ve hasta hoy en la ciudad de Mérida.
En los pueblos llamadosvascones^dopde hoy es el
reino de Navarra, fundó el mismo Pómpelo de su nom-
bre la ciudad de Pamplona : por esto algunos en latín
la llaman Pompeiópoíis, que es lo mismo que ciudad
de Pompeio. Strabon alómenos dice que se llamó
Pompeleon del nombre de Pompeio; ciudad que hoy
es cabeza de aquel reino. En conclusión vuelto á
Horoa triunfó juntamente con Metelio de España año
de la futtdaeioD de Roma de seiscientos y ochenta y
tres* Ea el cual tiempo bobo en Roma algunos poetas
cordobeses, de quien dice Cicerón que eran grosero^
y toscos , DO tanto á lo qií6 í^e entiende , por falta d^
su nación y de los ingenios , como por el lenguaje q\io
en aquel tiempo «e usaba. Consta que tenían grande
familiaridad con Metelio , por donde sospechan aue á
su partida los d^ió de llevar en su compañía desde
España.
CAPITULO X^'L
Como Calo Julio César \itio en España.
El nño poco mas ó menos de la fundación de Roma
de seiscientos V ochenta y cinco ,^ Julio César vino la
primera vtz á España con cargo y nombro deqúeslor,
que era cprno pagador , en compañía del prector An-
tistio , al Cual Plotarchó da sobrenonihrf^ de Tuberon,
en que está mentida la letra y ha derir Tnrpíon ape-
llido muy común de los Anífstios. Traía César órdén
de visitar las Hudiencias de E<paña (f) que eran mu-
chas, V avisar de lo que pasaba : en prosecución lie-
^ó á Cádiz . donde se, dice que vienao la estatua de
A'ejandro Magno, suspiró por considerar que en la
eiiadpn que Alejandro sujetó a) mundo, él aun no
tenia hedía cosa alguna dtgnade memoria. Desperta-
do con este despo , y amonestado por un sueño que
en Roma tuvo (en que le parecía que liusaba deshonps -
tameiitecon su misma madre, y losadovinos por él le
prometían el imperio de Roma y del mundo) se deter-
minó de alcanzar licencia antes que se cumpliese el
tiempo dtíaqut>l cargo , para volver á Roma como lo
hizo con intento de acometer nuevas esperanzas y
mayores empresas. Partido César de España , Gneio
Calpurnío Pi<on, que con cargo estraordinar.'o gober-
naba en la España Citerior, fue por algunos caballeros
españoles muerto el año de la fundación de Roma de
seiscientos y ochenfa y nueve, quier fuese en ven-
ganza de sus maldades, quier por respeto de Pom-
peio , que buscaba toda ocasión y manera para bace-
llo , y por su orden con color de honra lie fue enviado
á aquel gobierno. Muchas cosas se dijeron sobre d
caso , la verdad nunca se averiguó.
Pasados cuatro años después desto , que fue cf año
seiscientos y noventa y tres, siendo cónsules Marco
Pupip Pisón y Marco Valerio Messala , César vino la
segunda vez a España con cargo de pretor. Llegado á
ella , lo primero que hizo fue forzar á los moradores
de los montes Herminios que están entre Miño v Due-
ro', á mudar su vivienda y sus cusas á lugares llanos ,
A causa que muchas coro pa nías de salteadores, con-
fiados en la aspereza y noticia de aquellos lugares,
desde allí se derramaban á hacer rAltos y dancen las
(ierras de la Lusítanía y de la Bélica: por esto fue
forzoso quitarles aquellos nidos y guaridas. Movidos
por este rigor ciertos pueblos comarcanos pretendían
pasado el río Duero buscar nuevos asientos : prevíno-
los el César , dio sobre ellos y rompiólos , con que se
sujetaron y apaciguaron. Muchas ciudades y pueblos
de los lusitanos que andaban levantados , fueron sa-
queados, muchos se dieron á partido. Los hermíníos
volvieron de nuevo á alterarse: hízoles nueva guerra,
y vencidos en batalla, los que quedaron , por salvarse
y escapar de las manos de los contrarios , se recogie-
ron á una isla que estaba cercana de aquellas mari*
ñas, t*or ventura era esta isla una de aquellas que por
estaren fren te de Bayona vu'garmente loman de aquel'
pueblo su apellido , ca se llaman las islas de Bayona:
( f) Suetonio diré que trajo dei pretor la roniíston de que
adffliaistrast; justicia por los conventos de la España Ulterior,
▼ con esta ocasión fue á visitar el templo de Hércnles en
Cédií doode vio la estatua de Alejasdro que le inspiró la
araodeu de su ambición . para satisfacerla determinó vol-
ver á Roma ; pero el sue.'io lo tuvo la noehe sif^niente de );i
visita, cosa muy natural, no en Roma, como dice nac&Uo
autor.
84
BIBLIOTECA DB GASPAR T R0I6.
antiguamente 86 llamaban Ciadas (t). nombre que
también retiene hasta boy día; y sinemnarco, como
se tocó arriba , la una de ellas se llamaba Aibiano , la
DtTíL Lacia , que el otro era nombre común, y estos
Tos propíos 7 particulares.
Para desbacer aquella gentó envió César un capi-
tán, cuyo nombre no se refiere: el becbo cuenta
Oion. Este por Ja creciente y menguante del mar no
pudo desembarcar toda su gente y asi algunos solda-
dos que fueron los primeros ú saltar en tierra , fácil-
mente fueron por los berminios vencidos y muertos.
Señalóse en este peligro un soldado llamado Publío
Sceva , el cual maguer que perdió el pavés le dieron
mucbas heridas, escapó á nado hista donde las naves
estaban. César con de^eo de vengar aquella afrenta
con una mayor armada que juntó, él misügo en per-
sona pasó en agüella isla j en breve se ai>oderó della:
dio la muerte a los enemigos que ya tenían menores
bríos, y por la falta de mantenimientos estaban traba-
jados. Desde allí pasó adelante , y en las riberas de
Galicia se apoderó del puerto Brigantino , que hoy se
llama la Coruña. Rindiéronse los ciudadanos bin di
lacion y espantados déla grandeza de las naves roma-
nas , las velas hinchadas con el viento , ia altura de
los mástiles y de las gavias : cosa de grande maravi-
lla para aquella gente por estar acostumbrada á na-
vegar con barcas pequeñas , cuya parte inferior ar-
maban de madera ligera, lo mas alto tejido demimbres
y cubierto de cueros para que no lo pasase el agua.
Hechas estas cosas , y dado que bobo asiento en la
provincia y leyes jjue ordenó muy á propósito (y en
particular dio á los de Cádiz .'as qiie ellos mismos pi-
dieron) finalmente puso tasa á les usuras de tal ma-
nera que al deudor quedase la tercera parte de los
frutos de su hacienda, de los demás sé hiciese pagado
el acreedor y lo descontase del capital. Con tanto dio
vuelta á Roma para hallarse al tiempo de las eleccio-
nes, sin esperar sucesor ni querer aceptar la honra
del triunfo que de su voluntad le ofrecía el senado
romano , tan grande era la esperanza y el deseo que
tenia de alcanzar el consulado. Llevó consigo de Es-
paña un potro que tenia las uñas hendidas , pronóSf-
tico aegun los adevinos afirmaban que le pronsetia el
imperio del mundo, Deste potro se sirvió él solamente
por no sufrir que otro ninguno subiese sobre él, y
aun después de muerto le mandó poner una estatua
en Roma en el templo de Venus conforme á la va-
nidad de que entonces usaban.
CAPITULO XVU.
Del principio de la guerra ctvfl en España.
Hizo después desto César la guerra muy nombra-
da de GalJia, con que allanó en gran parte aquella
anchísima provincia ; y para sujetar los pueblos lla-
mados entonces voconcíos y tharusates (que esta-
ban en aquella parte de la Guiena donde hoy está el
arzobispado de Auz, y aun al presente porallihay
un pueblo llamado Tursa] envió á Cr&sso con buen
f:;oIpe de gente. Caían estos pueblos cerca de España,
}K>r donde llamaron en su favor á ios españoles, que
¡iasaron en gran número ios Pirineos como gente co-
liíciosa de honra y presta á tomar las armas. Orosio
dice que cincuenta mil cántabros que moraban donde
hoy está Vizcaya y por allí cerca , pasaron en la Ga-
I lia. Lo que consta es que fueron los principales que
hicieron aquella guerra, y de entre ellos mismos
nombraron y señalaron sus capitanes , hombres vale-
rosos y amaestrados en la escuela de Sertorio. Con
todo esto no salieron con lo oue pretendían , antes
rt^fieren que en esta demanda murieron treinta y
ocho mil españoles. Strabon añade que Crasso paso
por mar á las islas Cassitérídes puestas enfrente del
( 1 ) Pünio Itj llama Cicas ó Siccas.
promontorio Cronio . que boy se flaint cabo de Fií
terrae , y que sin dincultad se apoderó dellÉS por ser
aquella gente muy amiga de sonego, enemiga dala
guerra , j dada á las artes de la paz.
Sucedió el año de Roma de seiscientos y noventa
y nueve que el jiroci'wsul Quinto Gedlio vino ai go-
bierno de España , donde eslavo por espacio de dos
años, y cerca de Cluniaqae wauna de las audien-
cias de los romanos, cuyas ruinas boy se muestran
cerca de Osma , trabó una grande batalla con los va-
cóos , en que fue desbaratado : cosa que dio tan gran-
de cuidado y miedo al senado romano, que acoraaron
de encargar á Pómpelo, como lo hicieron año de se-
tecientos y uno , el gobierno de España para que le
tuviese por espacio de cinco años , por ser muy bien
quistó; y por lo que hizo antes, tenia grande repo-
Ucion entre los naturales. No vino él mismo al go*
biernopor la afielen y regalo de Julia hija de César,
con qui^ nuevamente se casó ; pero envió tres te-
nientes ó legados suyos para que en su lugar admi-
nistrasen aquel cargo: estos fueron Petreio, Afranio
y Marco Varron. A Afranio encargó el gobierno de la
España Citerior con tres legiones de soldados , á Ver-
rón aquella parte que está entre Sierramorena y Gua-
diana , y hoy se llama Estremadura; Petreio se encar-
gó de todo lo demás de la Bética y de ia Lusitania . y
"de los vectones con dos legiones que para eRo le die-
ron. Por causa destas guarniciones y gente se enfre-
nó la ferocidad de los naturales, y las cosas de España
estuvieron en sosie^ , por lo menos no bobo altera-
ciones de importancia ; mas que en Italia se encéndié
una nueva y cruel guerra, cuya llama cundió hasta
España. La ocasión fue que ñor muerte dé Julia , que
era la atainra entre su maríao y padre , resultó entns
ellos ^ande enemistad y contienda : con que todo el
imperio romano se dividió en dos partes , conforme á
la afición ó obligación que cada uno tenia de acudir á
las cabezas destos dos bandos.
El deseo insaciable de reinar , y serel poder y man*
do por su naturaleza incomunicable, acarreó este
mal y desastre. César no sufría que ninguno se le ade-
lantase . Pómpelo llevaba mal que alguno se le quisie-
se i^nalar. Parecíale á César que con tener sujeta á
la Gallia, y haber por dos veces acometido á Inglater-
ra , que es lo postrero de las tierras , estaba puesto en
razón que en ausencia pudiese pretender el consula-
do sin embargo de la ley que disponía lo contrario. El
senado juzgaba ser cosa grave que un hombre que
teníalas armas, oretendiese un cargo tan principal:
recelábase no les fuese escalón pare quitarles á todos
la libertad ; muchos senadores parciales se indinabaa
al partido de Pómpelo. Estos hicieron tanto, que se
recurrió al postrer remedio, y fue hacer un decreta
desta sustancia. aQue los cónsules, los pretores , los
ntríbunos del pueblo y ios cónsules que estuviesen
»en la ciudad, pusiesen cuidado , y procurasen que la
)>república no recibiese algún daño.o Palabras todas
muy graves, de que nunca se usaba sino cuando las
cosas llegaban al postrer aprieto y tenían casi perdida
la esperanza de mejorar. Con este decreto se rompía
la guerra , si César , que por espacio de diez «ños ín-
bia gobernado ia Gallia, basta un día que le señalaron^
no dejase el ejercito : él avisado de lo que pasaba, con
su gente paso el rio Rubieon . término y lindero que
era de su provincia, resuelto oe no parar hasta Roma.
Pómpelo sabida la voluntad de su enemigo, y con
él los cónsules Claudio Marcelio y Cornelio Léntallo
por no hallarse ot^n fuerzas bastantes para hacerla
rostro se hujreron de la ciudad el año de Roma de se-^»
tecientos y cinco sin reparar hasta Rrindez, ciudad
puesU en la postrera punta de Italia : y perdida la es-
peranza de conservar lo de Italia y lo del Occidente,
desde allí pasaron á Macedonia con intento de defen-
der la común libertad con las fuerzas de Levante. Ha-
cían diversos apercebimientos, despachaban mensa*
ILSTOtlA DE MPAÜA.
8SP
jerús á todás partes : entre los demás Bíbuiio Rufo
eorádo por Pompeio vioo á España para q^ie de su
parte hiciese <]ue Afranio y Petreio juntadas sus fuer-
zas procurasen con toda diligencia que César no en-
trase en ella. Obedecieron ellos á este mandato, y de-
jando á Varron encargada toda la España Uiteríor,
Afranio y P^treio con sus gentes y ochenta compa-
ñías que ievantaron de nueTO en la Celtiberia , esco-
^eroQ por asiento para hacer la guerra la ciudad de
Lérida , junto de la cual desta parte del río Segre hi-
cieron sus alojamientos. Está Lérida puesta en un
collado empinado con un padrastro que tiene hacia el
Septentrión y la hace menos fuerte: por el lado orien-
tal la baña el río Segre que poco mas abajo se mez-
cla con el río Cioga, y entrambos mas adelante con
Ebro.
César avisado de la partida de Pompeio de Italia,
acudió á Roma, y dado orden en las cosas de aquella
ciudad á su voluntad, acordó lo prímero de partir
Eara España. Entretúvose en un cerco que puso so-
re Marsella porque no le quisieron recibir oe paz; y
en el entretanto envió delante á Calo Fabio con tres
legiones que serian mas de doce mil hombres. Este
vencidas las gentes de Pómpelo , que tenia tomados
los pasos de los Pirineos, rompió por España hasta
pNDner sus reales á vista de los enemigos pasados el
río Sef{re. Lucano dijo que el dicho rio estaba en me-
dio. V:niéronle después otras legiones además de seis
mil peones y tres mil caballos que de la Galía acudie-
ron. Hacíanse todos estos apercebimientos porque
eorna fama que Pompeio por la parte de Afríca pre-
tendía pasar a España , y que su venida sería muy en
breve. Decían lo que sospechaban, y lo que el nego-
cio ^iapara que conservada aquella nobilísima pro-
vincia y lo demás de la guerra procedería con mayores
fuerzas j esperanza mas cierta y mayor seguridad.
CAPITULO xvm.
GoiDO lospompeiaAosftieronen España vencidos.
No pudo Césarconcluir con lo de Marsella tan pres^
to como quisiera : asi antes de rendir aquella ciudad
se encaminó para España y llegó á Lérida. La guerra
fue varía y dudosa: al principio bobo muchas esca-
ramuzas y encuentros con ventaja de los del César.
Después por las muchas lluvias, y por derretirse las
nieves con la templanza de la primavera , la creciente
se llevó dos puentes que teman ios de César en el
Seffre sobre Lérida por donde salían al forrage. No se
podían remediar por el otro lado á causa del rio Cín-
ga, oue llevaba no menor acogida. Halláronse en
fraude apretura , v trocadas las cosas comenzaron
padecer grande falta de mantenimiento. Publicóse
este apríeto por la fama <|ue siempre vuela y aun se
adelanta, y los de Pompeio con sus cartas le encare-
cíon demasiadamente : que fue ocasión para que en
Roma y otras partes se hiciesen alegrías, como si el
enemigo fuera vencido, y muchos que estaban 1 la
mira, se acabasen de declarar y se fuesen para Pom-
peio porque no pareciese que iban los postreros; pero
toda esta alegría de los pompeíanos y todas sus espe-
ranzas mal fundadas se fueron en humo, porque Cé-
sar hizo una puente con estrema diligencia veinte
millas sobre Lérida (I), por donde se proveyó de
mantenimientos: y nuevos socorros que fe vinieron
de Francia , fueron por este medio librados del peli-
gro que corrían por tener el río en medio.
Demás desto muchas ciudades de la España Cite-
rior se declararon por el César, y entre ellas Cala-
horra por sobrenombre Nasica (á), Huesca, Tarra
(!) Solo distaba de Lérida veínle y dos rail pasos, segon
(2) Bnliéadase la Cachorra llamada Fibniarla que estaba
cerca de fioeaea.
ffona , los ausetanos donde está Víque , los lácetenos
donde Juca, y losilur^avonenses. Por todo esto, y por
haber sangrado por diversas partes y dividido en mu-
chos brazos el no Sdgre para pasallo por el vado sin
tanto rodeo como era menester para ir á la puente,
los |»ompeíanos se recelaron de la caballería del Cé-
sar que era mayor que la suya y mas fuerte, no les
atajase los bastimentos. Acordaron por estos incon-
venientes de desalojar y retirarse la tierra adentro.
Pasaron el río Segre por la puente de la eludid , j
mas abajo con una puente que echaron sobre el rio
Ebro, le pasaron también cerca de un pueblo qie'
entonces se llamaba Octogesa , y hoy á lo que se en-
tiende Mequínenza, cinco leguas mas abajo de Lé-
rída. Era grande el rodeo queilevaban , acudió César
con presteza , atajóles el paso, y tomóles las éstre»
churas de los montes por do les era forzoso pasar;
contesto sin venir á las manos y sin sangre redujO'
los enemigos á términos que necesariamente se rin-
dieron. Dio perdón á los soldados y Ucencia para dejar
las armas y irse á sus casas , por ser cosa averiguada
que aquellas legiones en provincia tan sosegada, como
a la sazoD era España , solo se sustentaban y entrete-
nían contra él y en su perjuicio.
Demás desto para que ln gracia fuese mas oolnuda,
cualquier cosa que de los vencidos se halló en poder
de sus soldados , mandó se restituyese ,. pagikndo 61
de su dinero lo que valia. No faltó (conforme á la cas*
tambre de los hombres , que es creer siempre lo peor)
quien dijese que los de pompeio vendieron por dine-
ros á España , en tanta manera que Catón , por sobre-
nombre Fáonio, én lo de Farsalia motejó desto á
Afranio que sin dilación pasó por mar donde Pompeio
eslaba,ca le dijo si rehusaba de pelear contra el mer-
cader que le comprara las provincias. De Peiréío no
se dice nada. Yarron , el que quedó en el gobierno de
la Espeña Ulterior, al principiosin declararse del todo
se mostraba amigo del Cé^^ar: después cuando se dijo
la estrechura en que estaba cerca de Lérida , quitada
la máscara comenzó á aparejarse jpara ir contra él,
levantar ffentes , juntar galeras en Cádiz y en Sevilla,
y para todo allegar gran dinero de los naturales , sin
perdonar al templo de Hércules que estaba en Cádiz,
al cual despojó de sus tesoros , dado que era uno de
los famosos santuarios de aquellos tiempos; pero des*
pues de vencidos Afranio y Petreio , Cé^ar con su or-
dinaria presteza atajó sus intentos. D^más desto la
mavor parte de sus soldados le desampararon cerca
de Sevilla y se pasaron á César : por donde le fue tana-
bien á *él forzoso rendirse, y con otorgalle la nda»
entregó al vencedor las naves,, dinero y trigo que
tenia , y todos sus almaoeaes.
Tuvo César cortes de todas las ciudades en Cór-
dova. Hizo restituir al templo de Cádiz todos los des-
pojos y tesoros oue Yarron le tomó : v á los moradores
de aquella isla dio privilegios de ciaoadanos romanos
«n renuroeracion de la mucha voluntad con que de-
clarados por él echaron de su ciudad la guarnición
de soldadfos que el mismo Yarron les puso. Conclui-
das estas cosas, y encargado el gobierno de la Espa-
ña Ulterior á Qumto Cassi Longino con cuatro legio-
nes , el cual este mismo año era tributo del pueblo^
y los pasados fuera questor en aquella misma pro-
vincia siendo en ella procónsul Gneio Pompeio; con
esto César por niar pasó á Tarragona , y de allí por
tierra á Francia y á Roma. Desde allí luego que lle^ó»
envió á Marco Lepído al gobierno de la España Cite-
rior: teníale obligación y aficiona causa que como
pretor que era en Roma Lépido, había nombrado á
César por dictador. Siguióse el año que se contó sete-
cientos y seis de la fundación de Roma , BMiy seña-
lado por las victoriu que César en él ganó, prímero
en los campos de Farsalia contra Pompeio, después
en Egipto contra el rey Pto'omeo , aquel que mató
alevosamente al mismo Pompeio, que confiado en la
so BIBLIOTECA OS CASPAA
«•mistad fue teoSa con aquel rey , ddspues de Teacído
y de perdida aquflla famorajoniada, se acogió á aquel
reino y se metió por sus puertas. Dio el Cesar la vuel-
ta á Roma, Desde allí pasó eo África para allanar á
muchos nobles romanos, queá iasombra.de Juba
rey de Mauritania , vencido Pómpelo se recogieron á
aquellas partes. Venciólos en batalla: los principales
caudillos Catón, Scipion, el rey de Juba y Fetreio por
no venir á sus manos se dieron la muerte ; á Afranio
y un h^jo de Petreio del mismo nombré con otros
prendió y biao degollar. Ciiique todo lo de África
■quedó llano : y el César volvió de nuevo á Rama.
T BOIG.
CAPITULO XIX.
De lo que Longino bizb en España.
. Poa ei mismo tiempo la España Ulterior apdaha aN
t<»r8da por la avaricia y crueldad del gobernador Lon-
gino, el cual continuaba sua vicios que ya otra vez
4:uiindo gobernaba Pómpelo le pusieron en peligro
lia la vida , tanto que en cierto alboroto salió herido.
Ordenóle César que pasase en África contra el rey
Juba gran favorecedor áp sus enemigos los pompeia*
lios. Con ocasión desta jornada jumó gran dinero asi
de las nuevas imposiciones y sacaliñas que inventó,
como de las licencias que vendía á los- que querían
quedarse en España y no ir á la guerra donde les
mandaban ir: robo desvergonzado y manifiesto. Al-
terados por ello los naturales , se conjuraron de dar-
le la muerte : las cabezas déla conjuración fueron
Lucio Recillo y Annio Scapula. Uno que se llamaba
Mínucio Silon, con muestra de pres^ntalle una peti-
ción fue el primero á herirle: cargaron los demás, y
caido en tierra, le acudieron con otras heridas. So*
corriéndole loe de su guarda , prendieron á Silon y
llevaron en brazos á Longino á su lecho. Las heridas
eran ligeras , y en fin escapó con la vida. Silon pues-
to ¿ cuestión de tormento . vencido del dolor, descu-
brió mudios compañeros de aquella conjuración: de*
líos unoH fueron muertos, otros se huyeron; no pocos
de la prisión en que los tenían , fueron por dineros
dados por libres , ca en el ánimo de Longino ¿ todos
los demás vicios , aunque muy grandes y malos, so-
brepujaba la codicia.
Eu este medio porcartas de César se supo la victo-
ria que ganó roiiira Pompeio ; y sin embargo, con co-
lor de Im jornada de África , enviado delante el ejército
al estrecho de Cádiz , ya sano de las heridas, fte par-
tió para ver la armada que tenia junta. Pero llegado
á Sevilla , tuvo aviso que gran parte del ejército de
tierra, so había alborotado y tomado por cabeza á
Tito Thorio natural de Italia, del cual porque se en-
tendía oue pretendió ir luego á Córdoba , envió á
Marco Marr ello , su qüestor , nara sosegar las volun-
tadas y defender aquella ciuaad. Mas él también en
breve le falló (oue a los malos ninguno guarda leal-
tad) y con toda la ciudad se juntó cou Thorio , el cual
vino de buena ^ana en que Marcetlo , como persona
de mayor autondad , tomase el principal cuidado de
aquella guerra. Longino, visto que todos le eran
contrarios, después de asentar sus reales á la vista
de sus enemigos cerca de Córdoba , y del río Guadal-
quivir, .desconfiado de la voluntad de los suyos, se
retiró á un pueblo que entonces se llamaba Ulia y
ahora es Montemavor , situado en un collado y ribazo
á cinco leguas de Córdoba. Al pié de aquel collado te-
nia puestas sus estancias. Sobrevinierou los enemi-
gos, y como rehusase la pelea, le cercaron dentro
dePfls de foso y valladar por todas partes.
Había Longino avisado al rey de la Maurítunia lla-
mado Bof^ud ^ y d Marco Lépído , para que desde la
España Citerior le socorriese con presteza, si quería
SLO el partido de César no cayese de todo punto,
ogud fue el primero que acudió , y con sus gentes y
las que de España se llegaron , peleó algunas veces cou
Marcello. Los trances fueron varios» pero no fue bas-
tante para librar á Longino del cerco hasta que veni-
do Lepido todo lo allanó sin dificultad, porque Mar-
cello puso en sus manos todas las diferencias, y á
Longino, que rehusaba de hacer lo mismo , ó por su
mala conciencia ó por entender qtib Lépído se in-
clinaba á favorecer á Marcello, se le dió licencia
para irse donde quisiese. C m esto Marcello y Lépído
se encaminaron á Córdoba. Longino , avisado que
Trebonio era venido para sucederle en el cargo, des-
de Málaga se partió para Italia, y se luzo á la vela.
Fuele el tiempo contrario, y asi corrió fortuna, y
pereció ahogado en la mar, uo lejos de las bocas del
ríoEbro. con todo el dinero que llevaba robado y
cohechado. El año siguiente, que fue de Roma sete-
cientos y ocho, Lépído triunfó en Roma por dejar
sosegados los movimientos de España y los alborotis
que se levantaron contra Longino. Marcello fue des-
terrado por haberse levantado como queda dicho,
pero en breve le alzaron el destierro por gracia y mer-
ced de César. Fue este Marco Marcello diferente de
otro del mismo nombre , en cuyo favor Hnda una ora-
cioa de Cicerón entre las demás muy elegante. De la
mesma manera Longino , de quien hemos tratado,
fue diferente de otro aue así se llamó , cuyo nombre
hasta hoy se ve cortado en uno de los toros de piedra
,de Guisando con estas palabras en latin ,
L0XGi:t0 A PRISCO CESfiNIO
PROCURÓ SE HlCltSe.
CAPITULO XX.
Como en España se hito la guerra eontra los h^os de
Pompeio;
Estaba todavía España dividida en bandos, unos to-
maban la voz del César, otros la de Pomneío: muchas
ciudades despacharon embajadores á Scipiojí , que
en África, después de la muerte dePompeio , era el
mas principal y cabeza de aqaeMa paraiaUdad , para
requerirle que las recibiesen debajo de su amñaro.
Vino desde África Gneio Pompeio el mayor de los
hijos del gran Pompeio, y de caminóse apoderó de
las islas de Mallorca v Menorca ; pero la enfermedad
que le sobrevino en Ibiza, le forzó á detenerse por al-
gún tiempo. En el entre tanto Annio Scapala , es á
saber aquel que se conjuró contra Longino, y Quinto
Aponío, con las armas echaron de toda la provincia al
Srocónsul Aulío Trebonio, y mantuvieron el partido
e los pompeianos hasta la venida de Pompeio, ca
no mucho aespues , convalecido de su enfermedad,
00 solo él pasó en España, sino también dado fin ala
guerra de África por el esfuerzo de César, Sexto Pom-
peio el otro hijo aelgrau Pompeio, Accio Varo y Tito
Lavieno con lo que les quedó del ejército y de la arma-
da, se recogieron á España. Gneio discurriendo por
la provincia , se apoderó de muchas ciudades , de
unas por fuerza , de otras de grado , y entre ellas de
Córdoba en que dejó á Sexto su hermano , y él pasó á
poner cerco sobre Ulia que se tenía por el César.
Acudieron Quinto Pedio y Quinto Pablo Miiximo
tenientes de Céi^r ; pero retiusaban la pelea y entre-
teníanse hasta su venida. El ocupado en cuatro triun-
fos que celebró en Roma , y en asentar la«« cosas de
aquella república alteradas, dilató su venida hasta
el principio del año siguiente , que se contó de la
fundación de Roma setecientos y nueve: en el cual
tiempo partidu de Roma , con deseo de recompensar
la tardanza se apresuró de manera, que en diez y
siete días llegó á Saguntoque hoy es Monviedro , y
en otros diez pasó hasta Obulco , pueblo que hoy se
llama Porcuno , situado entre Córdoba v Jaén , i la
suzon que cerca del estrecho se dió una batalla naval
entre Didio general de la armada de Gó&ar , y Varo
cabeza de la contraria armada. El daño y peligro de
wmmn w M»iáA.
W
tmbftf purtM fti6 Igaal sin reconocerse veotaja, stWo
Varo se metió eo el puerto de Tarifa ( O > 7 ^^^^
la Jioca d«>l dicho puerto con nna cadena , qne fae
señal de flagneza y de gne su daño (pe algo mayor.
lios de GórdoTa con la antigua afición (|ue tenían á
Cé^ar, y por mas asegurarse , de secreto con emba-
jadores que le enviaron , se causaron de lo que for-
zados de la necesidad hablan hecho , que era seguir
el partido contrarío : juntamente le declararon , que
podía tomar la ciudad de noche sin que las centine-
las de los enemigos lo sintiesen. Los de Ulia otrosf le
enviaron embajadores para avisarle de la estrechura
en que se hallaban, y el peligro si no eran socorridos
con presteza.
César combatido de diversos pensamientos , en fin
se resolvió de enviar á T<ucio Junio Pncieco con seis
cohortes en socorro d^ Ulia: él ayudado dn una noche
tempestuosa , y con decir que Pómpelo le enviaba,
por medio de los enemigos se metió en el pueblo, con
cuya entrada y con la esperanza de poderse defen-
der, se encendieron y animaron á la defensa de los
cercados. Algunos sospechan que este capitán fue
aquel Junio de ouya lealtad y valentía se ayudó Cé-
sar en lo de la Galh'a envíáodole algunas veces por su
embajador para tratar de paz con Amhioríge. Lo mas
cierto es que Gé^ar dado que bobo orden á sus tenien-
tes Pedio y Fabio para que á cierto dia le acudiesen
con sus gentes, él con intento de divertir los que es-
taban sobre Ulia , puso sus reales cerca de Córdova.
El espanto deSeito fue tan grande, que determinó
avisar á su hermano que alzado el cerco de Uh*a (de
que ya estaba casi apoderado) viniese en su socorro.
Asentó Gneio sus reales cerca de los de César, pero
como rehusase la pelea , y en esto se pasase algún
tiempo, tal enfermedad sobrevino á César, que de
noche á sordas y sin hacer ruido movió con sus gen-
tes camino de Attegua. Piucharcó dice que César en
Córdova prímf«ramente sintió el mal caduco de que
era tocado; y es cn«a averiguada que en aquella cm-
dad plantó un plátano muy celebrado por los anti-
guos^, si ya por ventura lo uno y lo otro no sucedió
los años pssados cuando otra vez estuvo en el gobierno
de España, como queda dicho.
Attegua estaba asentada cuatro leguas de^Córdova,
donde al presente hay rastros de edificios antiguos
con nombre de Teba la vieja. Tenían los pompeianos
en aquel pueblo juntado el direro y gran parte de las
municiones para la guerra. César p^r el mismo caso
pensaba que con ponerse sobre aquel lugar, ó pon-
dría á los pompeianos para defendelle en necesidad
de venir á las manos y á la batalla, ó si le desampa-
rasen^ perderían gran parte de sus fuerzas y reputa-
ción. Gneio al contrarío por las mismas razones, avi-
sado del camino que llevaba César, y determinado de
escusar la pelea, pasó con sus gentes á dos pueblos
que hoy se llaman Castroelrío y Espegio, y antigua-
mente se llamaron Castra Postumiana, lugares Tuer-
tes en que pensaba entretenerse. Después desto
asentó sus reales de la otra parte del río Guadajoz,
que antiguamente se llamó el río Salado y pasaba
cerca de Attegua. Desde allí como en algunas esca-
ramuzas hubiese recibido daño , perdidaia esperanza
de poder socorrer á los cercados, se volvió á Córdo-
va. Loa de Attegua con esto enviaron á César em-
bajadores para entregársele; pero con tales con-
diciones que eran mas para vencedores que para
vencidos: así fueron despedidos sin alcanzar cosa
alguna. Los soldados oue tenían de guarnición , con
esta reapuesta , se embravecieron contra los ciuda-
danos que ae mostraban inclinados á la parte del
Céaar. '^
Ni es de pasar en silencio lo que Numacio Flacco,
(1) SeMligad6AppiaDo,quefa«AGacieya,d<mde(eaia
saarauula.
á cuyo cargo estaba la defensa de aquel pueblo, hizo
en esta coyuntura, por ser un hecho de grande cruel-
dad, esto esquedegollóátodos los moradores de aquel
pueblo vue eran aficionados á César, y muertos loa
echó de IOS adarves abajo: lo mismo hizo con las mu*
jeres de los que estaban en el campo de César, y aun
llegó á tanto su inhumanidad, que hasta los mismos
niños hizo matar ; unos en los brazos de sus madres,
otros á la vista de sus padres los mandó enterrar vi-
vos ó echar sobre lanzas de los soldados, fiereza que
apenas se puede oir por ser de bestia salvaje. No le
valió cosa alguna aquella crueldad, ca sin embargo,
los moradores se rindieron á voluntad del César anda-
dos diez y ocho días del roes de febrero. Bien se deia
entender aue los ciudadanos fueron perdonados, y la
crueldad ae Numacio castigada, dado que los histo-
ríadores no lo refieran. Después desto César puso
fuego aun pueblo llamado Attubi , sin otros muchos
lugaresde que por fuerza ó de grado se apoderó. Pasó
otrosi con sus gentes v se puso sobre la ciudad de
Hunda que seguía el bando de Pómpelo, que está
puesta en un ribazo cinco leguas de Málaga , tiene
un fio ()equeño que poco adelante de la ciudad se
derrama por una llanura muy fresca y abundante.
Era á la sazón pueblo principal, ahora lugar peque-
ño; pero que conserva el nombre y apelliao antfguo.
Cerca de aquella ciudad se vino finalmente á batalla.
César sobrepujaba en número y valentía de los suyos,
Gneio se aventajaba en el sitio de sus reales que tenia
asentados en otro lugar mas alto.
Ordenaron entre ambas partes sus haces, dióse la
batalla con la mayor fuerza y porfia que se podía
lensar: grande fue el denuedo, grande el peligro do
os unos y los otros. Los cuernos izquierdos de am-
ias partes fueron vencidos y puestos en huida : el
resto de la pelea estuvo suspensa por grande espacio
sin declarar la victoria por ninguna de las i)artes,
mucha sangre derramada, el campo cubierto oe cuer-
pos muertos. En conclusión , César con su valor y
esfuerzo mejoró el partido de los suyos, porque apea-
do , con un escudo de hombre de á pié que arrebató,,
comenzó á pelear entre los primeros y á muchos de
los suyos con su misma mano detuvo para que no
huyesen. Muríeron de la parte de Pompeio treinta
mil infantes y tres mil hombres de á caoallo, entre
los demás perecieron Varo v Labíeno: trece águilas
de las legiones fueron tomadas , que eran los estan-
dartes principales. De la parte de César muríeron mil
soldados do los mas valientes y esforzados, y qui-
nientos quedaron heridos. Seguíanla parte de César
dos reyes africaoosel uno por nombre Bochío, y el otro
Bogud. Este en gran parte ganó el prez deia victo-
ria, porque al tiempo que los demás estaban tra-
bados y la pelea en lo mas recio , se apoderó de los
reales enemigos que quedaran con pequeña guarda,
á cuya delénsa como Labíeno arrebatadamente acu-
diese, pensando los demás que huía, perdida la espe-
ranza ae la victoria volvieron las espaldas (2). Diose
(2) De li derrota qne los pompeianos sufrieron en la fa-
mosa batalla de Hunda , 40 aBos antes de J. C. , se conserva
testimonio en la inscripción signiente. qae es una de las
cinco qae dicen que había en los toros de Guisando :
BELLVM
CAESARIS. ET. PATRliE
EX. MAGNA. PARTE
CONFECTVM. FVIT
S. ET. CN.
M. POMPEII. FILIIS
HIC. IN. BASTETANO
PROFVGATIS.
cVeacidos iqni en el campo Bistetano Seito y Gneio,
liijos del Gran Pompeio , se hi acabado en gran parte la guer-
ra del César y de la patria.» Siguen otras tres líneas que,
sin separación alguna pertenecen i otra inscripción.
La medalla de córdova que en el anverso tiene CN. IVLI.
■Duonu « cuiM s «oía.
]■ batidla i k» día 7 fiBtBil» min», dia en soe Bo-
ina eeleJvaba las fieiUi del (ÜM Baccbd. MolabiB loa
CBnoiOB quecnatroaDoftBQtef ea tal diacomn aquel
Ponipwo, desamparada Italia, m paió ea Grecia.
Caando César bo biaba desta jornada, solía decir qoe
muchas Tcces peleú pur )a huara y gloria , pero que
aquel din peleo por la vida.
CAPITULO XXI.
ConuCdsarTohlóiRama.
DEsrcts que Goeio Pómpelo perdió la jornada de
HuQdn, hendo como ealiú en un fiombro, se recogid
á Tarín. Dende por la poca coaflanza qne tenia en
los de aquel pueolo , y con deseño de pasar á la Es-
pana Citerior, do tenia aliados asaz y ganadas las
voluntades de aquella gente, se einbarcú en ana ar-
mada que tenia presta para todo lo qae sucediese.
Eoconáseie la herida cnnol mar, tanto oue al cuatro
dfa le fue forzoso sallar en tierra. Llevibanle loa
suyos et una litera con intento de buscar donde es-
conderse. Seguíanle por el raslro y por la huella por
orden de César , Didio por mar y Cesonio por tierra.
Dieron con élen uua cueva donde estaba escondido,
y allí le prendieran y le dieron la mnerte. Floro dice
que peled, y que la mataron cerca da Laorona, pue-
blo qne hoy se llama Liria, ó Dauri^ , coma oíros
creen. Lo que se ayerigua es que sn armada parte
fuepresa, parlequemada por Didio. SeiloPompeio,
hermano del muerto, con tan tristes nuevas, perdida
la esperanza de poder tenerse en Cúrdoro, y por ver
qne en aquella comarca nopodia estar seguro, y que
comunmente lodos , como suele acontecer, se incli-
naban á ta parle mas valida y tuerte, acorad de par-
tirse S la España Citerior y dar tiempo al llempo.
Scapula, dMpues de la rota de Munda, roelto á C6r-
dova, después de un convite que hizo , en que se
bebió larpimente, mandó y hizo que sus mismos es-
daros le diesen ia muerte, que tales eran las valentía!
de aquel tiempo.
César en el cerco de Manda, que todavía «tenia,
dejó S Quinto Fabiocon parte del ejército y él acudió
áCúrdova,T lomada por fuerza, pasó á cuchillo
veinte mil de aquellos ciudadanos que segaian el
{lartido contrarío. Luego, asentadas las cosas d>
aquella ciudad, partió para Sevilla: en este cantil
no le presentaron ta caWa de GiTeio, y 61 con ia
misma ftiHcidad se apoderó de equelia ciudad; y por-
quísa tornó de nuevo Salborotnr, la soaegósegunda
vez i diez del mes de agosto, como se señala en los
calendarios romanos. A ejemplo de Sevillh se le en-
tregaron otro5 pueHos por aquella comarca, en par-
ticular la ciudad de Asta, antiguamente situada
i dos leguas de Jerez i la ribera del rfo Gusdalete, al
presente es lugar desierto, pero que todavía conserva
el apellido antiguo. Por oirá parle Quinto Pablo, que
quedó sobre Hunda, al cabo de algunos meses causó
á los cercados de manera que ae dieron. Demis desto
sujetó á Osuna, si por fuerza ó & partido, no se sabe
nise declara por faltar las memorias de aquellostieni-
pos.ylosUbrosquehay, están corrompidos, Conclui-
das cosM tan grandes cw una preste» ¡Dcreible,
cosa que en las guerras civiles es muy saludable,
donde hay mas necesidad de ejecución que de coo-
L. F. Q. V en el revene COHDVBA ; que quieren decir:
Crio Mto Qiettor , tiije de Ludo, y Cirúoiia, (al vei
tvt batida en e^te tieaipo lieado (fbeltor del ejército de Cé-
sar eite Goeio JuRo. La neiÑti coa el aombre de Ctrteja,
^e hoyeitorre de Cirttgem, ea el reverno, f eaJipcrle
iDvam P.Iulie. Q., que quiere decir, Publw Julio Qüet-
íor , taio es Umbien de esie mismo tiempo. Un qüetCoree
•D liempo de la repúblia hiciin baiir moueda pan U ma-
naleaciou de loa e^dtoi en las provÍDCiai , j poaian en ella
el noBibre de la ciudad, dsnde aa acuBaba y el suyo con el
dictado d« qüttor.
RuUas, loaagadas lai altaradonei de ISipiJia y d«do
aaiaoto en el gobierno, juutó asimismo gran dinero
de los tributos que en público á todos, y en parlicu-
lar puso á los quü eran ricos, y de los cargo» y oScioa
que vendió, ba^tano perdonar al templo de Hércules
que estaba en Cádiz, al cual anies de ahora tuviera
re'peto. La prosperidad continuada y la necesidad,
le hicieron atrevido para que tomase por fuérzalas
ofrendas de oro y la plata que alli lemán muchas y
tíonesto pasado el estío, ya que el otoño estaba
adelante, parliú de España y llegúá Roma por elmes
de octubre. Por gobernadores de España , quedaron
en la Ulterior Asinio Pollion, muy conocido por una
égloga de Virgilio en quecon versos de la Sibñla que
liablabau de la venida deCristO Hijo de Dios, celebró
el insigne poeta el nacimieolo de Salomino bijo deste
Pollioc. Del gobierno de la España Citerior se encargó
Marco Lépioo, que le Invo juntameyíte con el gobier-
no de la Gallia Sarbonense. Por esle mismo Uempo,
comoalgunos sospechan, maspor conjeturas que por
raiun que baya concluyenlü,áCúrdoyasodi6 titulo de
coIoniaPatricia, ca es averiguado , como so muestra
parlas monedas de aquel tiempo, que el imperio de
Augusto ya teniaesteapelhdo. También es cosacierla
que en gracia del vencedor y por adularle muchos
puebios dejaron susnombres antiguos, en particular
Attubis que se llamó Claritas lulia , Ebora en Portu-
gal Liberalitia luiía, Calahorra por sobrenombre Na-
aica tomó también el nombro de luIia, Sesi asimismo
se llamó Firmiun Ilium , Illiturgi que es Andújar,
Forum lulium: eu conclusión los de Ampurías qui-
tada la diferencia que tenían do griegas y de espa-
ñoles, recibieron las coatnmbres, lengua y leyes ro-
manas con titulo que se les dio de colonia. Hay en
España memoria desta guerra en muchos lugares, y
en Talavera,puebloconocido del reino da Toledo, en
la parte del muro que está eafreute de la iglesia de
San Podro, se ven corladas estas palabras:
Á gubio pompeio hijo vei. gbih
Lo demiis pOr la antigüedad no se lee, pero entién-
dese que por algún hecho nolable se la puso aquel
letrero.
El poder de JuhsCésar estaba en li cumbre,y lodo
lo mandaba y trocaba , cuando en Roma ciertoa chi-
dadaooa le conjuraron costra él coii color que era ti-
rano y por fueria se apoderara de aquel» ciudad.
Matirome con veinte y tres heridas que en el aesado
le dáeron á loa quince da nnrao del aáo sitiante de
setecientos y diei, desde donde algunos toman la
omirtattelw «h» del inperM d« OstaviMO Avgislo
que le sucedióy fue su heredero, dado que toa-mas Fe
eotliieaIftQ ^1 tño itgQienté » cnaiido á veinte y dos
de setiembre, Mgonque lo refiereDion, lenombraroD
por cóDinl en lugar de Gaio Vivió Pansa que murió
jnnto á Módene, si bien no tenia edad bastante paru
administrar aquel cargo; pero dispensaron coa él en
la ley que en Roma en esle caso se guardaba. En Es-
paña PoliioD atendía ¿seguir Jos salteadoras , que por
la revuelta de los tiempos andaban en gran número
por lodeSierramorena. Este cuando llegó la nueva de
la muerto de César, hizo una junta délos mas princi-
pales en Górdova, en que protestó que se^airia por su
pártela autoridad y voluntad del senado de Roma.
Con esto parece se había mostrado alguna luz y co«
brado esperanza de mayor reposo ; pero fue muy ni
revés, porque Sexto Pompeio salió de la comarca de
Jaca f que eran antiguamente los iacetanos, con in ten*
to de aprovecharse de lo que el tiempo le prometía y
fortíflcar su partido. Levantó estandarte, tocó atam-
borae , acudkle gente de cada día , con que pud^ for
maraña legión, y conellaenla comarca de Cartagena
tomó por ftiena un pueblo entonces llamado Vergi, y
boy Vera, ó como otros sienten Verja.
Con este tan pequeño principio hobogran mudanza
en las cosas; y el bando de Pompeio que parecía estar
olvidado, ooneQzóálevantarseytomarmavores íuer-
laSj príncipafanente que con Ja misma felicidad se
apoderó de toda la Botica ó Andalucía después gue en
una gran batella rompió á Pollion que pretendía des-
baratar sus intentos. Ayudó muchopiura ganar la vic-
tcnia la sobreveste de PolHon, que acaso se le cayó en
la pelea, ó él mismo laarroió á propósito de no ser co-
nocido: muy pequeñas cosas hacen camino para ma-
Íores, prittcipalmento en la guerra: como los «oJdados
) viesen, quetodavía sufrían la carga délos Pompeia-
nos, y corriese la voz por ios escuadrones que su ge-
neral era muerto, al punto desmayaron y se dieron
por vencidos. Verdad es que todas estas altorociones,
y las voluntades de la provincia que se inclinaban á
Pómpelo, sosegó Marco Lépido con su venida , y con
persuadir á Sexto qoe con el dinero que tenia recogi-
do en España se fuese á Roma , donde por la ocasión
de quedar libre Roma podría pretender y alcanzar la
herencia, autoridad y grandeza de su padre. Para esto
ayudaba que las cosas deltelia andabian no menos re-
vueltos que las de acá, porque Marco Antonio que el
año pasado fuera cónsul, pretendía quitar á los roma-
nos la libertad: contra sus deieñv)^ el senado opuso á
Octavieno solní no de César, nieto de su hermana J ulia:
resohicioD perjudicial y dañosa.
Había Octovianoen la guerra postrera gue hizo con-
tra los hijos de Pompeio, venido á España eu compa-
ñia de su tío ; y eo ella dio las primeras muestras de
su valor sin embargo de su tierna edad, que apenas
tenia diezy ocho años. Acabada aquella guerra, se fue
á Atenas a los estudios de las letras: de allí sabida la
muerte de César volvió á Roma , y ayudado de muchos
que por la memoria de César le siguieron, venció en
una batalla á Marco Antonio, que tenia dentro de Mó-
deaa coreado á Decio Bruto que estaba señalado por
eÓDsal para ei año siguiente. Huyó Maroo Antonio
después de vencido á la GaNia, donde se concertó con
Lépido, y los dos poco adelante con Ocuviano. Resul-
tó deste concierto ei triunvirado , que fue repartirse
entre los tres las provincias del imperio romano. A
Lépido cupo la GalliaNarbonense con toda España: á
Antonio lo demás déla Callia;1a Italia , África, Sicilia
y Cerdeña dieron á Octaviano. ^o entraron en este
repartimiento Tasprovincias del Oriente porque las te-
nían eo ta poder ¿assío yBrute, las cabezas que fue-
ron y príncipaleaenla coi^uracíony muerte de César.
Siguióse tras esto una grande oamíceria de gente
pruMñpaly yiiaeq[ueloaires prosoribíeron, que era
condenar 4 muarte en ausencia , muchos ciudadanos
y senadoreo romanos: ootre los demás murió Mareo
TuUo caoeroB^ffan fhÉtoáfBf rna,'<nedadde6esenta
feínoau nn isf aIa. . 4 í
y tres años á tñanos de Poptlfo tribullódeftotdadeo , al
cual él mismo babia antes librado de la maerteen un
juicio en que le achacaban cierto parricidio.
CAPITULO XXlfl.
De la {cuente llamada Era.
Poa esta manera perdió dcLuevo su libertad la ciu-
dad de Roma: signiéronse alteraciones yguerras.una
contra los matadores de César, que fueron vencidos y
muertos cerca de FU ippos , ciudad deMacedonia, otra
contra Lucio Antonio hermano de Marco Antonio en
Perusa, ciudad de Toscaua. La cual acabada por la bue-
na maña y va?or de Octevíano,se hizo otro nuevo re-
parlimieuto de las provincias entre los triunviros el
año de la fundación de Roma de setecientos y catorce,
en que fueron cónsules en Roma Gneto Domicio Cal-
vino y Caio Asinio Pollion el que fue gobernador en
Espann. Y porque en este nuevo repartimiento Octe-
viano quedó por señor de toda España, tomaron desto
ocasión los españoles para comenzar desde este prin-
cipio el cuento de sus años, que acostumbran y acos-
tumbramos llamar era del Señor ó era deCésar así en
las historias, escrituras públicas, y en los actos anti-
Í^uos de los coticilios eclesiásticos, como en particu*
ar en las pláticas y conversaciones ordinarias. Otros
sicuen la razón de los años y la comienzan del naci-
miento de Cristo : cuenta en que se quitan de la pri-
mera manera de contar treinta vocbo años justamente,
de suerte que el año primero de Cristo fue y se contó
treinta y nueve de la era de César. Porque lo que dice
don Juan Margarita, obispo de Girona, gue la era de
César comienza solamente veinte y seis anos antes de-
nacimiento de Cristo , mas fácilmente podríamos adi-
vinar por conjeturas , que afirmar con certidumbre
que fue lo que le movió á sentir esto, núes todos los
demás lo contradicen. Por ventura contundió la cuen-
ta de los egipcios , de que se hablará luego , con la
nuestra engañado por la semejanza del contar, ca
también aquella gente comenzó á contar sus años des-
de que Augusto Octaviano se enseñoreó de aquella
tierra.
Todo esto es así; y todavía no es cosa fácil declarar
en particular la causa desta nuestra cuenta de España,
y juntamente dar razón del nombre que tiene de era,
por servarlos ios juicios y pareceres. Los mas autores
y de mayor autoridad concuerdan por testimonio de
Dion, que en este mismo año, concluida la ¿uerra de
Perusa, se hizo el nuevo repartimiento de las provin-
cias: y oprimida de todo punto y derribada la libertad
de la república romana, como poco antes se dijo, el
señorío de España quedó por Octaviano; y en trueque
á Marco Lépido, cuya antes era se dio la provincia de
África. De aquí vino que á imitación de los antíoche-
nos que habían ya comenzado esta manera de cuenta
(y lo mismo hicieron los egipcios once años adelante,
que quitado el reino á Cleopatra, desde que Augusto
se apoderó de aquella provincia dieron principio al
cuento de sus años) lo mismo se determinaron á ha-
cer los españoles con intento de ganar por esta forma
la voluntad 7 adular al nuevo principe: vicio muy or-
dinario entre los hombres. Estocuanto al principio de
nuestra cuenta espeñola. De la palabra era será razón
decir al^o mas. En Lucillio y en Cicerón se halla que
las partidas del libro de cuentas por donde se da y
toma razón de la liacienda , del gasto y del recibo se
llaman eras. De allí se tomó ocasión para significar
con esta misma palabra los capítulos de los libros y el
número ó párrafos de las leyes^ como se puede ver en
mudios lugares así de las obras de San Isidoro, como
de las leyes góticas.
Deste principio se estendió mas la palabra era bas-
ta signincar por ella cualquiera razón ó cuenta de
tiempo, y universalmente todo tiempo y número cual*
qoiera^ue fties^. Bn especial lo usaron los españoleí
M
lltBLlOtiCA ftS GiSÍAB T AOId.
atf en la len|(Qa laliüa, óomo en la vulgar, la cual sin
dada se denva de la romana^ como se enlíende por el
nombre de Romance con que la llamamos, y por las
palabras y dicciones castellanas, que son en ^Tan par-
te las mismas que las latinas. También hallamos que
Hiiderico , de nación francés, y del mismo tiempo de
San Isidoro, por decir número de dias dice eras de dias;
y aun entre los astrólogos algunos llaman eras á los
tiempos 6 á los fundamentos y aspectos de las estrellas,
de que depende la cuenta de los tiem(>08, y á los cua-
les se reducen y enderezan los movimientos de los
cuerpos celestes. Según todo este año de la era de Cé-
sar será lo mismo que año de la cuenta de César 6 del
tiempo de César, cuyo principio como se dijo se toma
desde que España comenzó el imperio de César Au-
gusto.
De aquí se saca que se engañan todos aquellos que
por autoridad de San Isidoro (que engañó ¿ losdemás)
prensaron que esta palabra era viene de otra latina que
significa el metal, conviene á saber aes , por entender
gue aquel año de donde toma principio esta cuenta,
fue cuando la primera voz Augusto César impuso un
nuevo tributo sobre todo el imperio romano , y hizo
que todos fuesen erarios y pecheros: lo que es clara-
mente falso, pues ni la ortografía desta palabra que se
escribe sin diptongo concuerda con la tal derivación,
ni hallamos que en el año que da principio á esta
cuenta , se impusiese algún nuevo tributo sobre las
provincias. Lo cierto es lo que está dicho, y asimismo
que esta manera de contar los años se mandó dejar y
trocar con la que usamos de los años de Cristo, en
tiempo del rey de Castilla don Juan el Primero, en las
cortes que se tuvieron en la ciudad de Segovia año de
mil y trescientos y ochenta y tres: lo cual se hizo á
ejemplo de las demás provincias de la cristiandad ^ y
conforme á lo que en tiempo del emperador Justiua-
uo inventó Dionisio, abad romano , que quitadas las
demás maneras de contar que por aquel tiempo se
usaban , introdujo esta cuenta de los anos de Cristo.
Lo que se hizo en las cortes de Segovia, que fue dejar
la cuenta de la era y tomar la de los años de Cristo,
imitaron poco después los portugueses , y poco antes
los de Valencia habian hecho lo mismo, como se irá
notando en sus lugares y tiempos.
Dejado esto , volvamos al consulado de Domicio
CuIViQo y do Asinio Poilion. En el cual año nombra-
ron en Roma por cónsul suffecto, que quiere decir
puesto en lugar de otro , y por faltar el que lo era , á
Gornelio Balbo Gaditano, que es tanto como de Cádiz;
cosa que hasta entonces á ningún extranjero se con-
cedió, que fuese cónsul en Roma. Era esto Cornelio
Balbo dfeudo de otro del mismo nombre que acabada
la guerra de Sertorio, llevó á Roma en su compañía
Goeio Pompeio. También Domicio Culvino cinco años
adelante, que fue el año treinta y tres antes de la ve-
nida de Cristo Nuestro Señor , con careo de procón-
sul gobernó á España, y porque venció á las haldas
de los Pirineos á los caretanos donde hoy está Cer-
dania , triunfó dallos en Roma. Resultaron después
desto nuevas diferencias y alteraciones entre los
triunviros, con que asimismo se enredó España y
entró á la parte del daño con esta ocasión. Por la
muerte de Julio César parecía que tornaba á nacer
la libertad de la repubhca, esperanza con que Sexto
Pompeio, vuelto á cabo de tanto tiempo á Roma, fue
nombrado por generalde la armada y naves romanas.
Por esta ocasión luego que los triunviros de nuevo
quitaron la libertad á la república y se apoderaron de
todo, él se apoderó asimismo por su parte de Sicilia.
Acudieron Octaviano y Lépido, y por fuerza le des-
pojaron, y echaron de aquella isla: conque se que-
dó Octavieno y aun so enseñoreó de África por cierta
diferencia que tuvo con Lépido, al cual desamparado
de los suvos le despojó de todo el poder que tenia.
Sintió esto como era raioo Marco Antonio, el otro
compañero que tenia las provinoias de Orie&ie • qtte
Octaviano sin darle parte se apoderase de todo lo
demás.
Destos principios y con esta ocasión se encendió
finalmente la guerra entre los dos, en que después
de muchos trances, vencido en una batalla naval
junto á la Prevesa y muerto Antonio, se guedó Octa-
viano solo con todo el imperio el año veinte y ocho
antes del nacimiento de Cristo. Llamóse Octavio, del
nombre de su padre, y del nombre de su tío , César .
El senado le dio renombre de Augusto como á hombre
venido del cielo y mayor que los demás hombres por
haber restituido la paz al mundo después de tantas
revueltas. Sexto Pacuvio , tribuno del pueblo, consa-
gró su nombre , gue es lo mismo que haoelle en vida
onrar como á Dios: costumbre y vanidad tomada de
España , como lo dice Dion. En el progreso desta úl-
tima guerra, entre Octavio y Antonio, Bogud rey de
la Mauritania pasó en España en favor de Antonio j
para ayudar á su partido ; pero fue por los contrarios
rechazado con daño. No mucho después en el octavo
consulado de Augusto , veinte y cinco años antes de
Cristo, abrieron y empedraron en el Andalucía el ca-
mino real que desde Górdovaiba hasta Ecija, y desde
allí basta el mar Océano, como se entiende por la le-
tra de una columna de mármol cárdeno que está en
el claustro del monasterio de San Francisco de Cor-
dova , do se dice que agüella columna (que debia se r
una de las con que señalaban h millas) se levantó
en el octavo consulado de Augusto, y que desde Gua-
dalguivir y el templo Augusto de Jano hasta el mar
Océano se contaban cientoy veinte y una millas. Este
templo de Jano se entiende estaba enCórdova ó cer-
ca deila, y aun se sospecha que le edificaron para
eterna memoria de la paz que fundara Augusto; pe-
ro estas son conjeturas.
Siguiéronse alteraciones de los cántabros , asturia-
nos y de los vaceos, pueblos de Castilla la Vieja. Apa-
ciguólas con su buena maña Statilio Tauro, por
ventura por comisión y como lugarteniente de Gaio
Norbano , de quien se sabe que por estos tiempos
triunfó de España: desde donde toman el principio de
la guerra de Cantabria ios que por autoridad de Pau-
lo Osorio sienten que duró por espacio de cinco años
enteros. Asimismo es cosa cierta que en esta sazón
se mudó la manera y forma del gobierno de España,
porque en logar de pretores y procónsules enviaron
para gobemalla lerdos consulares á la manera que
en las demás provincias se comenzó también á usar.
Muestras son desto las piedras antiguas donde se ve
por estos tiempos puesta esta palabra consularis. Re*
partiéronse otrosí las provincias del imperio y gobier-
no dolías entre Augusto y el senado, por el cual re-
partimientoen Españasola labe tica, quees Andalucía,
quedó á cargo y gobierno del senado : de que resultó
otrosí que la España Ulterior tuvo dos gobernadores,
el uno de la Bética á provisión dei senado , y el otro
déla Lusitania que nombraba Augusto. En conclusión
sosegada por la mayor parte España , con la paz que
se siguió» por toda ella se fundaron machas colonias
de romanos, con cuya comunicación y trato los natu-
rales mudaron sus costumbres antiguas y su lengna
y la trocaron con las de los romanos, tegun queStra-
bon lo testifica.
CAPITULO XXIV.
De la guerra de Cantabria.
Tal era el curiO y estado de las cosas, tales los vai-
venes que el imperio romano daba. Eo particular Es-
paña reposaba, cansada de tantas y tan continuadas
nuerras, y juntamente florecía en gente, riquezas y
fama cuando se despertó una guerra mas cruel y bra-
va de lo que nadie pensara. Tuvo esta gnerra princi-
pio de loe oántabroii gento féros y iiafj|« wta msoq
no del todo sujeta i los rominos ni i su imperio por
d Tigor defusISriiino; mas propio (laquelloshombres
y mas natural que i las demás naciones de ^píña ; y
por morar en lugares fragosos y Fnriícados, y carecer
del regalo y comodidaduB que tienen los demás pue-
blos de España , son grandemente sufridores de tra-
bajos. Ptotomeo señala poraledunos de Jos ciotabros
á los aatrígones por la parte de Levante, v por la de
Poniente . f los luogones, hacia el Mediodía las lueoles
ilel rio Ebro , y hicia el Septentrión el Océano cantá-
brico, pequeüj región, y que uose esteodi» hasta las
cumbres y verlieole delosmon'.cs Pirioeos. Los pue-
blos principales que tenia, eran luloiiriga y Vellíca,
sin que fc averigüe qué noTibres en este tiempo los
respondan. Otros estendiendo mas, como suelu acon-
tecer, el nombre de Cantabria, cumpreuden en su
Cirilo todos los pueblos cuniarcanoi á la Cantabria
de Ptolomeo hasta dar en los montes Pirineos y en la
Guiena, de que hay grande* argumentos que todo
aquello algún tiempo se llamó Cnotabria, comoqueda
mostrado en otra parte ; y es tmstante indicio para
que asi se entienda , ver que todos lo; nombres de loa
9(
hallau en Ucestreclio distrito como arriba quedase-
ñilado, como se !ri notando en sus lugares.
Pusieron con esto grandeespanto no fo'o á los njtu
rales , sino también ea cuidado al mismo emperador
Augusto, que temiadeslos principios noseemp-en-
diese mayor guerra , y de mayor dificultad do loque
nadie cuidaba. I'or este causa sin h cer caso de la Rs-
claTonia ni ih la Hun^ria , donde lus eeotes también
estaban alteradas , «e resolvió de venir en persona 6
España. Abrió primeramente >as puertas deJttno qut
poco antes mandara cer.-ur, y f je la t-rcera Teiqui*
se cerraron: cala primera veü íe Ii/jco tiempo del
reyNumnta, la segunda conctüidn la primera guerra
pánica ó cartaginesa, la última de^puei quee) mismo
Augusto vencióá Marco Amorío en la IihIhHe naval;
yestoporqueotras tantas veces seliallarun los roma oof
en paz sin tener guerra eu parle alguna. Venido Au-
gusto enEípailH, detodas partes le acudieron gente*
cop que se fo'm^ nn trrueso campo. Marcharon los
soldados la vuulta de Vncaya : asentaron sus reales
cerca de Segisama, pueblo que se sosprrha hnv sea
Beisnma , puesto en Guipúzcoa entre Azpeitia y Toto-
sa. Dividióse el raiDjioeD tres parles, con que lodo
aquella connarca en breve quedó sujetada por ser |rf-
queña.
Los cíolabros defconfudos de sus fue zas pira
contra aquella tempestad quo sobredio» venia , alia-
das sushaciendas y ropilla, i'on sus majares y hljnt.,
se recogieron á lugares ásperosyfragoins, sin querer
con loscontmrios venir á las manos. Con esto la puer-
ta se prolongaba, y parecia qne duran» mucliotiem-
Íio. AugQstocou la pesadumbre que recibía por aqiie-
la tardanza, y por ser los lugares ásperos y aquel airo
destemplado, enfi^rmn de la melancolía se volvió ñ
Tarragona. LÍejó el cnrgo de la guerra ásus capitanes
'Calo Aiilistioy Publii Firmio (I) tomaron cuidadn
de sujetar losgallegos; éPublioCiirisiosedióelciirgii
(ie hacer la guerra contra los asturianos, g^nte no
menos brava que losotntabros. Por generardetodo
quedó Merco Agríppa (i), qi.c entonces tenia grand-t
cabida con el empcridor, y despuesle dio por mujer
li Julia au hija. Para proveerse du manteti miento* di;
que padeci a n grande f^tta porta esterilidad de la tier-
ra, juntó e] diclio Agríppa neveide ioglnterra y do
Bretaña, con que se prove; ó la necesidad: Júntame»
le puso cerco con aquella' armada por la pane de la
mar á los cántabros, gente miserable pues ni podinn
'""" "^proveersedobaslimentosde fuera. Forjados
Eran en aquel tiempo los cUnbibros de ingeoio fe-
r<a , de costumbres ]kico cultivadas : ningún uso de
dinero tenian, el «ro y la plata si fue merced du Dios,
6 castigo y disEíivor negárselo , no se sabe. A'-i bien
las mujere* como los hombres eran de cuerpos ro-
bustos , loa locados de las cabezas á manera de tur-
bantes, formados divertomeele, ^nodiferenies délos
que boy uaan las mujeres víicaiuas : ellas labraban
los campo*, después de haber parido se levantaban,
para servir 4 sus maridos que en lugar dellas hacían
cama : costumbre que basta el día de hoy se conser-
va en el Brasil , según seentiflndeporlafama,ypor
lo que lestiGcon los que en aquellas partes han esta-
do : en los bailes se ayudaban del son de los dedos y
de las castañetas : dotaban á las donceMas los que con
ellas ae desposaban : tenían B[|ercibid3 ponzoña para
darse la muerte antes que sufrir se les hiciese fuerza,
como liombrss de iugeuio constante, y olistinailos
coDira los males , de que dieron bastantes mueitns
en el tiempo desta guerra.
Lo primero que los cántabros hicieron para dar
príoctpio á su levantamiento, fue persnadir á los as-
luríanot y gallego* á tomar las armu. Luego deipues
hicieroB eotnuu oa los pueblos comarcanos de los
Taceos, que etubao i devocfon del pueblo romano.
estos males loscánUibrosy i'Ilígidoscon la ipr
bre, se idelerminaron de presentar la batalla que sit
dio cerca de Vellica : algunos creen sea Vitorm 'iu-
dud de Álava, contradice el sílin y distancia de los lu-
gdresmarcadosen Ptolomeo. Vinieron pues i lasm»-
nos , pero í los primeros encuentros fuc-on desbara-
tados j muertos como ^ente juntadasin orden , que no
ronocia banderas ui capitán , y qu"! ni porvncer es-
peraba loa , ni tenia vituperio si era vencida : cad-i
L'ual era para si capitán y caudillo , y mas por dese<-
pt-racion ydespecho,,queconesneranzii delavlcto-
lia se movían á entrar en In batalla.
Des !e la ribera del mai O.^éano se levanta un mon-
lelItimadoRirmio, loi latinos le llaman Viunio. desu*
bids áspera, cercano á Sigisama, de tnn granas altu-
rn, que desde BU cumbre redescubren fas riberas de
Cantabria y de Francia. En eslemonto poreslarcer-
cano y por su aspereza mucho'delos vencidoisesal-
varón. Los romanos desconliados de poder subir , y
por tener que era cosa ptUurosa roiitraslar junta-
mente ron la aspereza del lug^r y ron gente desespe-
rjda, acordaron de cercarle ion guarniciones, con fo-
sos y coa vatltido. Con esto nque:la miserable gente
■pedicianr» mirMmaii,
e ve por una ini>aain i¡"f oi el ainenn íimie la ias-
n M. Agrippa t. FU. I'rirf. ora maritima: rt cle'-
en el h.vfr.-o i N'ejitiiiio nin iij dtllio , y ifcbají) Li
-92
BIBUOTECA DE GASPAR T KOIG.
86 rodujo á talesUíIo^qac como ni ellos por estar mas
embravecidos coa los males quisieseo sajelarse á
níDgan partido, y los romanos seaYergoozasea de que
aquella gente desarmada se burlase de la magestad
del imperio romano » los mas perecí aron de hambre,
algunos también se mataron con sus mismas manos^
•que quisieron mas la muerte que la vida deshonrada.
Un pueblo cerca de Beisama, entonces llamado Aru^
cil y ahora Araxil, después de largo cerco fue tomado
y asolado por los romanos.
Entretanto que esto pasaba en Cantabria, Antistio
y Firmíoapretaban la guerra en Galicia, en particular
cercaron de un grande foso de quince millas la cum-
bre deljnonte Medulia, donde gran número degallegoi
estaba recocido. Estos, perdida del todo la esperanza
de la victona y de la yloa, con no menor obstinación
<|ue los de Cantabria unos se mataron á hierro, otros
|ierecieron con una bebida hecha del árbol llamado
Tejo. No fulla quien piense que este monte Medulia
es el que hoy en Vizcaya se llama Menduria, muy co-
nocido por su aspereza y altura, si se puede creer que
Jos gallegos dejada su propia tierra hicieron la guerra
contra los romanos en la ajena, además que Osorio
4iceque el monte Medulio donde los gallegos sehicie
ron fuertes, se levan^ba sobre el rio Miño. Los astu
ríanos hacían la guerra contra Carisio no con mas
ventaja que los otros, ca puestos sus reales á la ribe-
ra del rio Astura, del cual tomaron nombre los astu-
rianos, como dividido su ejército en tres partes pen-
sasen tomar de. sobresalto á los romanos, siendo
descubiertos por los tregecínos suscompañeros y con-
federados , trocada la suerte fueron cuando menos lo
Senjiaban oprimidos por Carisio que los cogió descul-
ados. Los oue pudieron escapar de la matanza, se
recogieron a la ciudad de Lancia que estaba donde
ahora la de Oviedo, con intento dtf defenderse dentro
de las murallas . pues las armas les hablan sido con-
Iradas. Duró C)( cerco muchos dias: á los nuestros
hacia fuertes y atrevidos la desesperación , arma po-
derosa en los peligros. Los romanos se avergonzaban
de alzar la mano de la guerra antes de dejar sujeta
aquella gente bárbara, kn conclusión vencida la cons-
tanciade aquella gente, rendida laciudad, reeibierou
Jas leyes y fcobierno que les fue dado. Con esto que-
daron reducidos en forma de provincia del pueblo ru-
mano así los as»turianos, come los cántabros y los ga-
llegos.
Augusto acabada la guerra volvió á Cantabria don-
do dio perdón á la muchedumbre, pero porque de allí
adelanto no se alterasen conGados en la aspereza de
los lueares fragosos donde moraban, les mandó pasa-
sen alo llano sus moradas, y diesen cierto número de
jrehenes. Muchos por ser mas culpados y tener los
ánimosmas endurecidos fueron vendidos por esclavof^.
Sabidas estas cosas en Remase hicieron procesiones,
V se ordenó que Augusto triunfase por dejar á Espafiu
de todo punto sujeta, el año ciento y noventa y ocho
después que las armas de los romanos, debajo de la I
«onducta de Gneio Cepion Cilvo, vinieron la primera I
vez á estas partes, que fue el mas largo tiempo quesc
gastó en sujetar á uíúguna otra provincia. Ko quiso
Augusto aceptar el triuafo que el senado le ofrecía d*r
su voluntad, solo en los reales se hicieron juegos, cu-
Íos mantenedores fueron Marco Mircello y Tiberio
íeron, el que adelante tuvo el imperio, y en esta
guerra de los cántabros tuvo cargo de tribuno de
soldados. Eo Roma se cerró la cuarta vez el templo de
iano con esperanza que tenia Augusto y se prometía
de un largo reposo, uues de todo punto quedaba suje-
ta España. A los sóida los que iiabian cumplido coa la
milicia y traído las armas los año«que eran obligados
conftrme á sus leves, mandó se les diesen campos
donde morasen en loque hoy llamamos Estremaduru,
parte de la antigua Lusitania: en que fundaron á Ja
ribera de Guadiana, rio muy caudaloso, unacoloma, I
2
J6 por esta causa se llamó Ementa Augusta (I) , y
oy esMérida, ciudad que en r.quezas, vecindad y
autoridad así civil como eclesiástica competía anti-
guamente con las mas principales de España, y era
cabeza de la Lusitania , por donde la Ilamaluin M 6ri Ja
la Grande: Rasis, árabe, encarece mucho la grandeza
y hermosura de aauella ciudad hasta decir cosas della
casi increíbles, aurma empero que fue destruida por
los moros cuando se apoderaron de España. El cuida-
do de guiar aquellos soldados y de fundar aquella
ciudad se encomendó á Carisio, de que dan maestra
las monedas de aquel tiempo que se hallan con el
nombre de Augusto de una parte, y por la otra los de
Carisio y de Mérida. Dion siempre le llama Tito Cari-
sio , que debió ser descuido de pluma, porque en las
monedas no se llama smo Publio Carísio, que en Es-
paña se hallan muy de ordinario.
^ Estas fueron las memorias mas notables que que-
daron de la venida de Augusto y de la auerra que en
España hizo. Añádanse otras. A la ribera de Ebro,
donde antiguamente estuvo situado un pueblo lla-
mado Salduba^ se fundó una colonia que llamaron
César Augusta (2 ) del nombre de César Augusto , y
hoy se llama Zaragoza , ciudad muy conocida y cabe-
za de Aragón. Demás desto á los linderos de la Lusi*-
tania fundaron otra ciudad que se llamó Paz Au|{us-
ta, y hoy corrompido el nombre &e llama Badajoz,
puesta en la frontera de Portugal de la parte de Es-
tremadura, bien conocida por su antigüedad y por
ser cabeza de obispado. A Braga que antiguamente
se dijo Bracera , le arrimaron el sobrenombre de Au-
gusta. Otra ciudad se fundó á esta misma sazón en
los celtíberos por nombre Augustobriga, donde aho-
ra está una aldea llamada Muro á una legua de la villa
de Agreda. Demás desto otra del mismo- nombre se
edifico no lejos de Guadalupe : hoy se ve allí el Villar
del Pédroso con claros rastros de la antigüedad. Por
(1 ) Se cooserran coa el aombre de
dad , y el de la legión , quinti y décíj
soldados veterauos eméritos ó reliradc
de Au^nisto, el d9 la ciu-
décima de donde eran los
retirados que la fundaron , me-
dallas con las inscripciones siguientes :
AVGVSTVS PON. MAX. IMP.
COL. AVGYSTA EMfiRITA.
En el anverso está la cabeía del emperador , y en el re-
verso las puertas de laciudad.
PERM. CAES. AVG.
Cl. A. t»m Ltíum V« X.
Oue quiere decir : con permiso de Augusto César , Colonia
Ao§[usta Emérita. Establecimiento de las legiones quinta y
décima.
(2) Entre los muchos monumentos antiguos, especial-
mente medallas que conscnran la memoria de babertído fun-
dación del emperador Augusto, haremos nMueioa de la si-
guiente :
IMP. AVG. L. CAESAR. C. CAES. COS. DES.
CAESAR. AVGYSTA.
Ludo César y Caio eran hyos adoptivos del emperadi r
Augusto, y cuando los designaron cónsules, la ciiMiad de
Zaragou les dedicó esta medalla.
niGTOItl;l DS
touduiion lai Aras Sextinnas ie las cuRles Helo,
Plinio y Ptolotnoo hicieron noUble mención , £ ma-
oera de pirámides, coda uoa consucnracoi de ahajo
urríbn, puestas en las Asturias en una península ó
pefiun, al cu DOS sienten que fueron ediQcadas por
memoria d esta fiuerra, por decir Mela que estaban
dedicadas ¿ Augusto Céfar, y aun entienden estu-
vieron cerca de Gijoa y i cinco leguas de Oviedo:
conjeturas que ni del todo son Tanas, ni tampoco de
■Ducba fuena , pues otros son de opiaíon que las
Aras Sextianas levantó Sexto Apuleio, de quien se
refloreen las tablas Cupitoliaaa que poraste tiempo
entró en Roma con iriunro de España.
VoItíó Augusto á Tarragona, y allí le dieron los
consulados oc lavo y nono. Demás desto le vinieron
embajadores de los Indios y délos Scitas á pedir pa:e
al que por ta fama de sus hazañas babian comenzada
ú amar y acatar, que Tus para él muy grande gloria.
Desde aquella ciudad partió para Roma: Ijegó ñ ella
el quinto ano después quo aquella cierra so comen-
zaru. rs'B su guarda llovú solduoos españoles de la
culiorle calagurritaua, de cuja lealtad se mostraba
muy salisreclio y pagado. Con su partida los cinla-
brnsy los asturianos como gentes bullidusus, y que
aun no quedaban escarmentados por lus males pasa-
dos , coiiterlados entre sí de nuevo tornaron á las
armas con no menor porfia que antes. Vano es el
atrevimiento sin fueruis, asi fue, que primeramente
L. EmilioyPublioCarisio.despuMsCttioFurnio, ma-
taron i muchos de los alborotados , con que sosega-
ron í los demás. Mut.'lios ^Hir no sujetarse y por miedo
de la crueldad délos romanos se dieron 'á ti mismos
la muerte con tan (¿raude rubia que hasta lus madres
mataron á sus hijos, y un moio por mandado' do su
pudre dio la muerte á el y á su mudro y á sus liermu-
ut'S , que presos y a til dos ou poder de los enemigos es-
taban. Otro* alegres y caniando como si escaparan
de UD t'rinde mal iban á la horca , cu tenían por cosa
LonrosR darla vida por la liherlad: Parte asimismo de
los que lucieron esclavos , se cnacertaron entre e!, j
muertos sus amos se acogieron d loa montes , de
.donde d manerade salteadores cprrian la tierra, y no
cesaban de mover i los puchlof comarcanos & lomar
las armas. Pura sosegar estas alteraciones fue nece-
airío ijue Uarco Agríppa ya yerno de Augusto, desde
Francia, donde tema el gubierno de aquella tierra
posase eo España: pekó algunas veces con aquella
gcutc obstinada llevando lo" suyos lo peor ; por esto
afrentó nna legión entera que tenia la mayor culpa
del dai^u con quilalle el snbrcuambre de Augusta
que antes le daban : con este castigo despertaron los
demás soldados y se b¡i:ierop mas recatados y valien-
tes; por conclusión todas aqucilasalleradnaes so so-
segaron de todo punto , y Agrippn quedó por vence-
dor. Todus los que podioiitmerurmt.s fueron muertos:
álademas muchedumbre, quitadas asimismo lasar-
inai', hicieron que pagasen a morará lo llano, remedio
ion quo cesó lii ocasión de ulliorotarse; y nnulmente
auuque con dilicullad se apucifjuarou. La honra dd
iriuufo que por estas cosas ofreció i A|jrippa el seua-
do , A ejemplo de fu suegro , no quiso aceptar ; solo,
lueltol Huma, en unpürlal>óloDj> del campo Uurciu
iiNindó pintar una descripción de Espuña , bien que
las medidas de la Bética o Andalucía oo eslubuu de
todo punto ajusUdas, conio lo lestibca Plinio. Eslo
en (¡.«patia.
En Roma Comelio Balbo natural de Cádiz, de
quien so dijo fuecóusul, triuiifó de los garamanlas
el uño l6aulesdelaveoldadeCris'o;y fucelprime-
ro de los rilrinjeros á quien se hizo aquella honra,
y juntamente el postrero do los nnrlicutares;ca des-
pués que Roma vino en poder de un señor, solo los
eiiiptradores y su^ parientes triunfaron en lo de ude-
kintedeln«gentrsqueveucian;y¿Ia vrrdad el aba-
rato de los triunfos do buenos y liones'os principios
ESPA.1l. > »3
era ya llegado i tanta locura y ^lo que apenas lo
podían llevar Ipx grandes ímnenos. A los demás en
lugar de aquella boura daban los ornamenlos triunfa-
les, que eran una vestidura rozagantp, uua guirnalda
de laurel , una silla que llamaban curel , un báculo
de márGI. Hay quien dizque después de lodo esto
hobonuevos movimientos entre loscáutsbros, y que
los embajadores que enviaron ü Itoma á dar razón de .
si y de la causa de aquellas aliencioaes, repartidos
por diversas ciudades da Italia, perdida que vieron la
esperania de volver á su tierra , todos lomaron la
muerte con sus mano«. Eiitre ingenios tan groseros y
ftentetanfiTaalguDOseaparioles se señalaron por este
tiempo . y fueron famosos eo los estudios y letras de
humanidad. Caio Julio Higiao, libcrto'de Augusto, y
Porcio Lairoo, srande hombre en la profesión de retú-
ríca, y ainicn da Séneca el padre del oiroSéuetaqua
Mamaron el Filósofo, fueron ilustres en Roma, y hon
rarofi á Espaün, cuvosnaturales eran, con lu fuma de
su erüdieiou. Los libros que andan en nombre de Ui-
gino, b>smas los atribuyen áotM del mismo nombre
alejandrino di) nación, pero Suelonio parece sentir
lo contrario, porque diceque á un mismo, unos Ie1ii-
cíau alcjandnno, otros español , A los cuales él sigu' ;
y añade que tuvo cuidadode la biblioteca ó librería du
Augusto, y fue muy famiiiiir del poeta Ovidio Nasou,
demás ilestoquo Julio Modesto su Überto en loseslu-
dios y en la doctrina siguió las pisadus de su patrón.
LIBRO IV.
CAPITULO I.
I>c la venida del Hijo de Dios al mundo.
Lléganos á lo$ felicísimos tiempos en ((Uc el Hijo
de Llios, como era necesario eo cumplimiento de lo
i iiahi.<u prometido los santos profetas, se mostró
- hombres en la carne hecho nombre , y cuu uuu
a luzquclrnjo i lu tii'rra, enseñó si género hu-
mano dcsi'jirriadü y perdido, y se ulUn
la s^.lud. Destituyó la jusiicia queund^ha duttcrrada
dul mundo, y alcuuzuüo con su nmerle el perdón do
los pecado^ , edificó i Dios Padre un templo sanio i
la trnza dd ccksliiil , y le fundó para siempre eo li
(ierra , el cual se llama la I);iesia , cuyns ciudadanos
y parles somos todos aquellos que por henFÜcío del
mismo Dioslicn.us recibido por lodo el mundftlaRe-
ligion Cristiana , y con fe pura y firme la conserva-
mos. Y por cuanto &e Isa primeras proriociu del
94 BIBUOTECA DE
mundo que alirazaron e^te culto y religión , y do las
4]ue mm recio eu ella tuvieron , fue uuu Espim; sera
uecesario reislsr lo muclio que bizo y [ladeció' en
uquel 1 03 primeros tiempos deliilglesiij por esUcausa:
juiítanieuie seri bien poner por escrito I n nueva fu r-
IDB j traza que se dio en et gobierno seglar; las vidas
y liedlos de los emperadores romaoos^omo de seíio-
res que eran de España , las peleas y luches de los
primeros cristianos, triunlbs y coronas de los san tos
mártires; equellosque por la verdad perdieron lus vi-
das y derramaron su snnfp-e: dichosas y nobles al-
mas. Lt brevedad queseguiremos , seri muy grande:
tocares á súber mas que poner á la larga cada cual
de estas cosaSj porque no crcica esU obra mas do lo
que serla razón. Ayiula y acude desde el cielo divina
luz, encamina y endereza nuestros inteotos y pluma,
trueca nuestra ¡gnoraacia con sabiduría mas alta,
haz que nuestras palabras <ean iguales 1 la grandeza
del sujeto: todo por tu bunüad y por la iotercesíou
de tu santísima Uudre.
El nacimiento deCristo, Hijo de Uios , en el mundo
fue^a 25 de diciembre del añ^i que se couiú de la fuo-
da^ou do Ftoma setecie >tus ciiicuonta y dos, cua-
renta y dos del imperio de Augusto, en que l'ueron
cdusuks Uctaviuno Augusto la trecuna vez y Miirco
IMüQcio Silvano. Oeste iiÚBiero de aíios algunos qui-
tan un año, otros dos, y auo nocoocuerdan toiliis en
los nombres do liis cdrHules que Tuerou á la su/on:
variedad que a5Ímis:üii en tiempo de Salí Agusliu su-
cedió, como él mismo lo reüore. Nosotros considera-
das tu<1us las opinioues y las razones que hacen por
cada uua dellas, seguimos lo que nos parecía mus
' probable, y á lo qu« autores mas graves searrimau.
El lector podrá por tu que otros escriben .escoger lo
que juzgare ser mas courorme á la verdad. Dejadas
puus uparlo esta y semejantes cuestiones, veitdremos
ií las cosas de España, dadoquo por este tiempo ape-
nas se otrece cosa que de contar sea sino lo que es
mas principal, que reducidas '.oám las provincias de-
Uiju del imperio y gobierno do un monarca , los espa-
fioles asi bien que lodos los demás gozaban del so-
siegJ y de los bienes de una bienaventurada paz,
cansados de guerras tan largas, que encadenadas
unas de otras se continuaron por lautos años. Ala
verdad era razón qui:-el autor de la paz- eterna Cris-
to Hijo de Dios , ó lu bailase un el mundo , 6 le trajese
la paz. Por esta causa pocjs cosas memorables su-
ceilieron en España en tieinpo de los emperadores
Augusto y Tiberio: sin embargo se relataran olgu-
nas; mas por continuar la liisloria, que por ser ellas
muy notables.
Eatre los bistoriedoros solo Dion, sin señalar tiem-
po ni lugar, en particular cuenta que un capitán de
salteadores llamado Corocota (de los raucbos que
quedaron por toda España á causa de las guerras pa-
radas, y por jalibertad y rue.-nilsqué habían lomado,
hacían mal y dañó por todas partes) dice pues que
«orno le buscasen con diligencia pira darle la muerte,
él mismo de su voluntad te présenlo delante el em-
perador: cou lo cual no solo le perdonó siuo le dio
también el diaero y la tulla que estaba prometida al
que le prendieseó matase. Falleció de su uurermedad
Augusto en \ula de Campaña fi 19 de agosto el año
.le Uristo 1 S , en edad de seteuta y seis años menoi
treinta y cinco dÍ4s. Fu» el primero de los empera-
dores romanos; y si niinimos las cosas humanas, el
mas dichoso de todos, cu vcogiS la muerte de César
su padre adoptivo y tioiíatural, vcnciiiá Sexto Pom-
Íeio en SiciM , ú turco l.épido lu compañero redujo
vida particular-, y do mucho después desbarató ú
Marco Antanio juutn día Prcrusa cu una balalla na-
val que le dio : quedó solo con el imperio por espacio
decuuccala y cuatro años Uereciú nombre de padre
de la patria por las esvelcntescosas que hizo en guerra
y pu. Levantó muclios clilicioG , por donde soliu de
GASPAR T PDIO.
cír que la ciudad de Roma era antes de ladrillo, y »l
tahahia heclio de mármol. Dejó ñor su sucesor á Ti-
l)erio Nerón su entenado, vencido de los bala;;o5 de
Liviasu mujer, dadoque Uermiuico ysusbijosleiiíau
mejordereciiualierodarle.
Gobernó Ti'ier io N .toii el imperio de Roma veinte y
dos años, seis meses y algunos días. Fue hombre va-
rio, ydeingenioqueteniadebieoy demal. Al pria-
cípio se goberuó bien, ailelante se dio i la lujuria de
todas maneras , & la crueldad yavaricia, con que afeó
la buena fama que tenia gomada. El vulgo le llamaba
Callipedes, que es un animal el cual se mueve muy
depriesa, y nunca se mueve un codo adelante. Dfé'
roule este nombre porque todos los años liacia apres-
tar todo lonecesiino para visitar las provincias, por
otra pattc resueltodeiio dejir á Romuni ausentarse.
Eu tiempo de este emperador Germánico hacia la guer-
ra eu lo postrero de Fraocia , y sabida en EspAna la
faltaque padecía de cosas necesarias, le enviaron ar-
mas y caballos (unto con cantidad de dineros quo M
no quiso aceptar, aunque recibió lo de Más , y dio
gracias 1 los españoles por la miiclia voluntad que á
la república de no:na mosirubau. Esto avino eí año
segundo d^i linperiodeTiberio.énquesedió licen-
ca & los emlinjadores de la España Citerior paní que
en eiia edilicascn un templo en memoria de Au-
8 listo. En competencia de esta adulación la España
Iterior bizo por sus embajadores instancia con el
emparador psra que * ejemp o de Asia les fuese lici-
to iiBcer lo inis(iio en niemorta del liiismo Tiberio j
de l.iviasu madre: cosa que no se usaba, dedicar á
nÍHKun principe templo anles de su muerte. Oyó el
em pura Jor esta embajada, pero no quiso venir en |o
que le pedian; antes mostró pesarle de la licencia
dada ú los asíanos : lodo era en ¿I modestia afecudo.
Por el mismo tiempo se alteraron de nuevo los
cdntabros, Tcon robos y correrlas que hacían de or-
dinario, daban pesadumbre á los comarcanos. Por
esla causa los romanos fueron forzados i repartir
gusrniciones por aquella tierra ; prevención con que
por una parle se eiil'renú este atreviniieulo, y por
otra con la comunicación de aquellos soldados roma-
nos los naturales dejaron su lierfza acostumbrada y
se hicieron mas humanos. Deraís desto Giieio Cisim
giibernador poco antes do España, ó por mejor decir
robador, porS'MpecharsequediólamncrleaGermf-
nico César con yerbas en Aittiocbia la del rio Uren-
tes, vuelto áltoma, se dio A si mismo la muerte sea
porque su conciencia le acusaba , sea por uo poiier
lIlSTOliiA DB ESPAÑA.
05
contrastar á la rabia del pueblo ; el cual por el amor
que tenm á Germánico., estaba furioso, y se inclina»
ba á creer de Piüon lo que se sos()echaba. Otra cosa
sucedió muy nueva y estraordiuaria, y fue que á Vi-
vió S«)reno procónsul que fue de la España Ulterior,
acusó su mismo hijo de haber cohechado aquella pro-
vincia: fue convencido en juicio: y por ello dester^
rado á Amorga, que es una de las islas del mar Bigco,
y se cuenta entre las Cicladas. Asimismo Lucio Iri-
san , pretor que era de la España Citerior, con impo-
siciooeá nuevas y muy graves que infonló , alborotó
los ánimos de los naturales de suerte que se conjura-
ron y hermanaron contra él. Llegó el uegO'*io á que
un labrador termestino en aquellos campos le dio la
muerte. Quiso salvarse después de tan gran hazaña,
pero fue descubierto por el caballo que dejó cansado:
bfiliado y puesto á cuestión de tormento no pudie-
ron hacer que descubriese ios compañeros de aquella
conjuración , dado queno negaba tenerlos. Y sin em-
bargo por recelarse que la fuena del dolor uo le hi
cíese blandear , el dia siguiente sacado para de nuevo
atormentarle , se escapó de entre las manoa á los que
le llevaban y y con la cabeza dio en una peña tan
^ran golpe que rindió el alma : tanto pudo en un rús-
tico la fe del secreto y la amistad. Esto sucedió en
España el año 26 de Cristo.
Eu Roma seis años adelante Junio Gallion , herma-
no de Séneca el Filósofo , por mandudo del emperador
Tiberio fue desterrado de Roma no por otra culpa,
sino poraue sin su licencia propuso en el senado que
á lossoloados pretorianos, cumplido el tiempo de su
milicia , para ver los juegos públicos y para honrarlos
diesen en el 'teatro asiento mas alto de lo que acos-
tumbraba. Sexto Mario otrosi hombre de nación espa*
ñol, y tan rico que en espacio de dos dias hizo.der'»
ríbar en Roma cierta casa de un su vecino que vivia
junto á las suyas , y después mudado parecer la tornó
á reediticar ; este fue acusado de haberse aprovecha-
do de una hija suya que tenia de gi¿util parecer: con-
vencido del delito , le despeñaron del monte Taf-
peio (I), la hija al tanto fue muerta. Dijese que sus ri-
quezas le acarrearon aquel daño por hacer el pueblo
juicio de lo que á otros habia pasado, en especial que
inego el emperador se apoderó de todas ellas. Mostrá-
base con la edad mas inclinado á la codicia , y de
¡leores mañas y mas dañadas costumbres. Justo cas-
tigo del cielo , que se despeñase en tantos males
el que no castigó como fuera razón la muerte que
dieron contra justicia á Cristo Nuestro Señor, cuya
vida fue santísima cual convenia al que era hijo de
Dios. Hurió puesto en una cruz el año 34 de su edad
a 25 de marto : los que sienten de otra manera , re-
ciben engaño , como en particular tratado lo averi-
guamos j tal fue la paga que los hombres dieron á su
inocencia, á su doctrina yá tantos beneficios como
les hizo. Las mismas piedras como con un callado do-
lor 86 quebrantaron , la tierra padeció un temblor es-
traordinario, el mismo sol se obscureció y encogió sus
rayos; bastantes testimonios y muestras de cuan
grave era esta maldad. Pero sin tardanza como él mis-
roo lo tenia dicho , y como era necesario ,v abierto al
tercero dia el sepulcro en que le pusieron , y espan-
tadas con el gran ruido que resultó, las guardas, salió
sano, vivo y salvo: milagro nunca oido, manifiesta
prueoa de su santa divinidad. Algunos entendieron
que la ave Fénix , ia cual fue vista como lo refieren
Dion , Tácito y Plínio antes del postrer año del impe-
rio de Tiberio , dio indicio y fue pronóstico y muestra
de la resurrección de Cristo Hijo de Dios ^ por suceder
(1 ) El delito de Sexto Mario no era siao el ser muy rico
j desear Tiberio apoderarse de sus riquezas; por esta causa
le acusó de incesto con su hija y fue precipitado de la roca-
Tarpeia. Así lo piensa Táctto.
en aquel tiempo , y ser ella de tal naturaleza que de
sus cenizas después de muerda torna á revivir.
CAPITULO II.
De los emperadores Caio y Claudio.
Falleció el emperador Tiberio á i6 Üe marzo el
año 78de8uedad,que era el 38 del nacimiento d<s
Cristo, y á Ja sazón eran cónsules Gneio Acerronio
Próculo y Caio Potio Nigro. Sucedió en el imperio
Caio hijo de Germánico , el cual de cierto género de
calzado de <^e usaban los soldados , y en latín se
llamaba caihgffi, tuvo sobrenombre de Caligula. Se*
ñalósesolo en la'locura que le duró toda la vida, y
en la fea muerte con que acabó ; porque pasados tres
años diez meses y ocho dias que gastó en maldades
y deshonestidades estraordinarias , fue muerto por
Chéreatribuno de una cohorte pretoria, que eslo mis-
mo que capitán de una co,mpanía de su guarda. Emi-
lio Hógulo, cordovés, intentó antes io mismo: el áni-
mo fue grande, y uo menor que el- de Chérec^; la
fortúnale fue contraría, porque fue descubierto y
P'igó con la vida.
Al tiempo que murió Tiberio, Agrippa (Sao Lucas
en los actos de los apóstoles le llama Uerodes) se ha-
llaba por su mandado en prisión en Roma á causa que
en cierto convite mostró deseo que Caio sucediese en
el imperio. Recompensóle él este amor no sol o con sa-
catle de la prisión , sino con hacerle rey de Iturea en
lugar de Filípo su tio que falleció poco antes , y era
tetrarchá de aquella provincia. Fue grande la envi-
dia que á esta causa concibió contra él otro tio suyo
llamado Heredes, teu archa de Cablea , el que mató á
San Juan Bautista y'se halló en Jerusalén á la muerte
de Cristo: tanto que con intento de hacerle mal y da-
ño se partió para Roma. Pero Agrippa su sobrino se
dio tal maña , que le acusó par sus cartas de cierta
traición que tremaba , y hizo uinto que le desterraron
á León de Francia como lo sienten ios mas auto-
res por testimonio de Josefo en las antigüedades ju-
daicas , dado que en otra parte dice que huyó por la
crueldad del emperador á España. Averiguase que le
hizo compañía la famosa Herodiade , y que en el des-
tierro dio fin á sus dias con muerte semejante á la vi-
da, que fue torpe y sin concierto.
Después de la muerte del emperador Caio , Claudio
su tio hermano de su padre, el cual por miedo no le
matasen estaba escondido , fue de allí sacado para
ser emperador el año del nacimiento de Cristo de cua-
renta y dos (42 J. Deseó el senado romano y aun aco^
metió á cobrar la libertad , mas no pudo salir con su
intento; principalmente que el rey Agrippa, á la sa-
zón de su reino vueílo á Roma, hizo grande negocia-
ción y fue mucha parte para que Claudio saliese con
el imperio. El énreuumeracion de este servicio le acre-
centó el señorío con nuevas tierras que le dio. Mu-
chos vicios reinaron en este emperador, y sobreto-
dos el descuido fue tan grande, que Messalinasu mu-
jer se le atrevió casi á vista de sus ojos de casarse
públicamente con un mancebo principal llamado Sillo
verdad es que aunque con diOcultad en fin lúe ejecu-
tada y muerta por ello : coa que el emperador hizo
otro nuevo desorden , que se casó con Agrippina so-
brina suya^ hija de su hermano Germánico, y de Agrip-
pina bisnieta del emperador Augusto. Estaban tales
matrimonios por derecho romano prohibidos ; para
dar color á su torpeza hizo primero una ley en que se
daba licencia que los tíos libremente pudiesen casar^
se con sus sobrinas.
Al principio de su imperio envió desterrado á Sé-
neca á la isla de Córcega : después le Tramó á Roma
para hacerle maestro de su entenado Domiciq Nerón
que á la sazón era de cinco años , y á perapasion de
su mu^er pretendía nombrarte por su-sucesor , y sl-
teponelle á su mismo hijo llamado Británico que le
(Hl BI8LH)TECk M
qnedd de Hessalina. Taro el (mparb casi citorce
años. Eq este tiempo TuroDÍo Gracula español flure-
dóen Roma con fama de íiomlire erudito: asÍDiiSDio
Lucio UoderntoCalufflda, natural de Cádiz, cujos
libros Je agricultura andaa cumuQmenta (I). Séneca
«n sus declamacioaes liace nieDcion de otro« dos ora-
dores españoles (¡ue vivieron por este tiempo eii Ro-
laa: el uaoseliamúCornelío, ei otro ClodioTuríao:
el mas faniaso Tue Porcio Litron , de quien se habló
pocoaQtes, ^dél dice Quiutil taño que al principio de
BUS razo DB míenlos j oraciones sotia alterarse y tem-
blar mas de lo que su edad pedia 7 ei gran ejercicio
que tenia en orar. Eusebio (tice quQmariú de cuar-
tanas. Anda una deciamacioQ suja contra Lucio Culi-
lina. Algo mas viejo que todos estos era y Ti*ia en
Roma Seitilio Heoa natural de Cúrdova, mas cono-
cido por la desigualdad de su estilo v rudeza de sus
Tersos, queporsu erodicion y poesía.
Gobernaba por estos tiempos con nombre de des-
pensero la Espatin Citerior Drusilaiio Rotundo liberto
del emperador Claudio, la Bélica uu bombre princi-
pal llamado Umbonio Sillo. Junto con esto se habrían
ea España los zanjas y se ecliaban los cimieatos de la
OlEPÁB V flOIG.
Religión Cristiana ; porqae Jaeobo bíjo Jel ZebedM
por Eobrenombre el Mayurj después que prediciü en
Judea I en Samarla como lo testiticaba Isidoro, vino
en España. Publicó la nueva luz del Evangelio primero
enZarasozn, donde por su amonestación te edificó
no templo con advocación de la Vit^eu sagrada , que
lioy se dice del Püar: asi lo tiene comunmente aque-
lla gente como cosa recebida de sus antepasados y ve-
nida de unos á otros do mano en mano. Nosotros no
tnniamos propósito de alterar opiniones semejantes.
Coacuerdau eu que vuelto de España i JerusalHo, U
causa uo se sabe; pereque en aquella sautacíudad
fue martirizado en los días de los Ázimos i veíate y
cinco de marzo por Heredes Agrf ppa , que prvteuditt
por esta manera dar un principio ««radable al reino
que Claudio le babia dado de los Judiog.
Sobre >il año en que padeció bav alguna diversidad
mas del ciclb bebreu se saca que el arto cuarentay dos
de Cristo los Judias celebraron su Pascua sábado á
veinte y cuatro de marzo , y comenzaron los días de
los Ázimos ó pao cenceño, en los cuales dice Sao Lu-
cas eu los Actos que la dieron la muerte. Su cuerpo
fue tomado por sos discípulos; y puesto en una nave.
costearon la mayor parte de España : Gnalmenie i
velnteycinco de julio apprtóála ciudad de IriaFla-
via, que en lo postrero de Galicia hoy se llama el Pa-
drón : de donde á treinta dias de diciembre , aunque
el año no se sabe , le trasladaron i Compostella, lugar
consagrado y venerada de todo el mundo poreslaralll
aquel sagrado sepulcro. En toda Espanase hace fiesta
7 memoria deste santo apóstol el día que llegó á Et-
pifiá, y el en que Tue trasladado; poro en e! mes de
marzovuaudo fue muerto, no se le hace Gesta por
estar la Igleiés ocupada con el ayuno de la cuaresme,
(t ) ¿US doce libros de isrícultara y un tntarip sobre los
árboles erija csrriins coa el estiloelcKsnte y pnroiiel liem-
pa de Augusto, lisian llenos de precefiios escelentes , y aun
hoy merecen la olimadoa de loi sAbios.
7 con las lágrimas da la puiiitoncin : costumbre muy
guardada antiguamente de do celebrar enaquel tiem-
po fiesta de ningún sauto.
Estuvo el cuerpo deste apóstol olvidado por largos
tiempos hasta tanto oueen tiempo del rey D. Alonso el
Casto porlos años del Señor de ochocientos fuedescu-
bierto por amonestación divinal , y en el mismo lugar
eailicaro.ieusunombreunmujf famoso templo doodi
ha sido siempre muy reverenciado. Acrecentóse asta
devoción cuando el rey don ttamiro , que reinó poco
* latrodDcidos eo esta torre, le iceruban los ntiadores
i las murallas de las platas pars eipuirnar i los dereosorei.
Asi deMd de ser la que uuran loa romanos contra Sígalo y
contra mucbas aii'as poblacionci. Eaii copiada del -modela
que ofrece el Musco de Artillería.
BiSTOUA D
después de don Alonso , en la bmosa baUlIn de Cla-
TJjo con U ayuda daite gloriotn saolQ tqqcíú una in-
nunsrabla morisnia , y por mcdiü desta victoria librÚ
á lo* rristianoí de un gravisiuio tributo; que cada
un año entregaban á ir» moros por parias cien doo-
cellu escogidas, que ero una servidumbre miserable.
VoT esU causa Avsáe entonces so diú principio á lu
costumbre que tienen los soldudosospuriolosde ape-
llidar el nombra de Saniiago y invocar su ayuda si
tiempo del pelear. Asimismo en memoria de este be-
ueGcío por voto se obligaron de pagar cada un año al
templo de Santiago de cada yuguja de tierra cierta
meaida de trigo : costumbre, que por haberse alte-
rado muchas veces los pantiiiccs romaaos con diver~
sas bulas expedidas i este prupúsito lu han renovado,
y boy dja en gran parte de üspuña se guarda.
SoMkU tifMtai H ilempo de la doaliicloa rouini.
Tiénese por cierto que el tiempo que esiuvoSan-.
liago en Espada, se el tiegaroa muy pucos discípulos:
los que mas dicen, cuentan nueveescogidos entre los
demás; es á saber Pedro obispa de Ebora en Porlu-
El , en cuyo lugar otros ponen i Tbcsiphonte obispo
rgitaoo, que íiie una ciudad no lejos déla que hoy
llamamosAlmeriarCecílIo Eliberrilano , que erauna
ciudad cerca de donde hn^ está Granada : Eurrasio
Illiturgitano , secunda obispa de Avila, Indalecio Ur-
citano(Urci se entiende era un puebloquehoy se lla-
ma Verga en iosconfmes deNavarrolTorcualoAcci-
tano. queeslomismo que obispa de Guadií :ltesichio
CartlicsananoleJosdeAstorgarporcoDclusion Atha-
nasio y Teodoro, guarda* que fuerondel sepulcrosB-
gradocomose tiene pOrfiimB, y aun sus sepulcros se
muestran del uno y del otro lado del en que esUi el
' TOMO [.
apóstol. Algunos escritor» piensan que lodos esing
que llaman discípulos de Santiago , fueron eiivímlos
en España porlos sagrados a prtsto les San Pudru ySnn
Pablo para predicar en ella el Evangelio de Cristo. Ps-
lagio obispo de Oviedo, que escribió su tiisioria habnt
quinientos años, cuenta por discípulos de SautiaRo ü
loHsiguicnles :CB(ocero, Basilio, Pío, Grisogono, Teo-
doro, A t ha nasio y Máximo. l.auntigüedHddestns ce*
sas y de otras senejanies, junto cou lu faltadelibros
liare que no nos podamos allegar con seguridad á
ninguna de estas opiniones, niaverigAjar con cerii*
dumbre la verdad. Quedará el Icclorlibra del juicio
en esta parte.
CAPITULO III.
Del emperador Domiclo Ncroa.
A ClauJio matócon yerbasque tedió, uneunucchit
nue leservin de maestresalny le hacíala sol va: oíros
ilícen que AgrippinusumujerpOrvereniperedordsu
hijo Oomicio Nerón: deseo muypffjudicjal paraeüa
misma. Lu que consta es que pasú dusta vida el año
cincuentay cinco(SS)deCristo(l j.Domiciosi: ea-
tenuday sucesor gobernú el imperio catorce años, los
cinco primerosmuybii^, como lo lestilicaba el mis-
mo Trajaoo : después con fa edad se despeñó trl
todo género de torpezas y crueldades (no de otra ma-
uera que cuando una bestia fiera se suelta de donde
está encerrada, que todo lo asuela) en tanto grado
quedióla muerte Asu misma madre, con la cual prime-
ro liabiii pretendido usar des hones la mente : lo mismo
b\io con una su tia y dos mujeres que tuvo ; Octavia
y Popea , sin perdonar i Séneca su raaeütro ( i), ni
al Ínclito Poeta Locano (3), bljo que fue de Hullu
(I) Eoeste tiempo floreció Poiaponia Mela. naturil de
Helariaen el reino de Gnnida. autor <le la obu ^eogriUca
Dé Sita Orbln, escrili con tnélodoy ímeniíada coa muchos
í^DCCSOS de binoria , para harer mas agradable la lectura.
Hoy ea muy eslimada por su CMctitod , y al^ioaos rrilieos Ji
lian ilustrado coa ñolas crudilai camo Vosioy Gronovio y
(3) NacíA en Córdaba el iño 13 de J. C. Estudia la elo-
rueada, y aprendió la HJoRorii estúici en la escuela de Ale-
jandría. Abandonó el foro y por no causar celos al ethperador
CahíTUla que se preriaba da ser el primer orador de Ctoma , y
obluio el car^ de queetor. Desterrado 1 Córc^ por la amis-
tad qne tuvo t«n la viuda de Domicio, uno de sus bien-
becborea, esciibiú los libnn de ContiJatione quededlcúl
au madre- Cauda Agrlppina con el emperador Claudio, le
llamó pira encargarle de la edacacion de Nerón au bija qa«
quería hacer elevar al imperio. Hientrat el diacipulo impe-
rial se gobernó por los contejos de Séneca fue eslimaJo del
presencia cíe su maestro trató innlrlmente de eavenenarlo
y luego lo envolvió en ia conjuración de l'iaon pi>r ta que fue
condi>nado i muerte con la merced de que se le quítase la
vida del modo que quisiese. Se abrió laa venas pira morir
desangrado; pero romosalíÓDiny poca sangre, tomú veneno
que tampoco le produjo efecto. Entonces se entrú en un ba-
uo caliente donde mariú ahogado del bumo y del vapor de
loa licores, habiendo esperado la muerte con mucha Iranqut.
lidad bablando con aiu amigos. Fue uno de los hombre* mas
albíoa de tu tiempo; pero au calilo le apartó de la noble
aencilleí de los antiguos: ei corlado, aeniencioso, lleno de
antithesia, y de Qguras biillaatea aunque tal vex peca de
adornú! escesívoa.
(Z) NaciO en Córdoba ct aüo treinta j nueve de J. C. y
era bljo de Anneo Hela hermano de Séneca. Luego que lle-
gó í Homa, lodavis júven, se hiio célebre por iu —
griegas y ■■--- - - '- -• ■ ■ ■
qüestor b
la poesía cd . . . , --
ocasión de perderle. Lucano deieoso de vengarse da tal
envidia entró en la conjuración de Pisón, y fue condenado á
muerte. Se hiio abrir las venas en un baño caliente . j mu-
rió con la firmeía de un filósofo á loa veinte y seii anos de
(dad. Su poema de La Phursaüa es inchado en el estilo;
pero tiene pensamientos esceleotes, muchas mliímas de po-
lítica y bastante magcslad.
98 BIBLIOTECA DE
liermano de Séneca , ni á otro gttn núanero de frente
prínci pal : cruel carnicerSa y fea. Pero ea lo que mas
se seualó su torpeza , fue que á manera de mujer to-
mó el velo y se casó públicamente con un mozo, como
si fuera su marido, y al contrario hizo abrir im mu-
chachea manera do mujer para casarse con él: tanlo
puede un apetito desenfrenudo. En el teatro á ma^
ñera de representante contaba y tauia delaute de to-
do el pueblo muchas veces.
Pasó tan adelante su locura, qve para holgarse y
como por burla puso fuego á la ciudail de Roma, con
3ue se quemó casi toda. Fue grauíle la indignación
el pueblo por sospechar lo que era: para remedio
impuso á los cristianos haber causado aquel daño, y
así fue el primero de los emperadores romanos que los
persiguió y afligió cou todogénero de tormentos. Der-
ramaba por una parte las riquezas , que decía solo de-
bían servir de dallas, por otra codiciaba y to-
maba contra razón las abenas, como monstruo com-
puesto de vicios contrarios. De la hacienda pública
era pródigo , codicioso de los bieues particulares. Por
este tiempo el famoso encantador ApollonioThyaneo
entre otras provincias por donde di*icurrió viou tam-
bién á España. Lo mismo hizo el apóstol San Pablo
después qiKSe libró en Roma de k canel, según que
en fa epístola á ios romanos mostró desearlo y pre*
tenderlo. Así lo dicen graves autores , y ann se tiene
por cierto que en esle viaje puso de su mano por obis-
po de Torlosa ú Rufo hijo de Siuion elCireueo aquel
que ayudó á llevar la cruz á Cristo) y hermano de
Alejandro. Asimismo Beda y Usuardo testifican que
dejó por obispo de Narbona á Sergio Paulo, al cual
de procónsul que era en la isla de Chipre, convirtió
en siervo de Cristo , según que en los Actos de los
apóstoles se refiere. Y aun no falla quien diga que lle-
vó consigo á lerotlieo por sobrenombre el Divino,
maestro de "Dionysio Areopagita ^ de España , donde
era natural y tenia cargo del gobierno, comopersona
que era de grande autoridad y prudencia. Otros con-
tradicen todo esto por razones quoaquí no se refieren.
Porque lo ^ue eiMetafrasfc afirma, queef apóstol
San Pedro asimismo vino á España , los mas eruditos
lo tienen por engaño y cosa sin fundamento : verdad
es que desde Roma envió á San Saturnino por primer
obispo de Tolosa la de Francia, al cual sucedió Ho-
norato , cántabro de noción, que envió á Firmiuo níjo
de Firmo á predicar el Evangelio en lo mas adentro
de Francia. Obedeció él y predicó primero en Angers
después en Beoves^ y últimamente en Amiens; y fue
el primer obispo de aquella ciudad y en ella derramó
su sangre, y como á tal le hacen Gesta y tienen tem-
plo consagrado en su nombre. Honesto sacerdote de
Saturnino, enviado por él áPamplona para enseñar en
aquella ciudad y su comarca el Evangelio, fuepiaestro
de Firmiuo y le enseñó en su tierna edad , ca era na-
tural de Pamplona: pero esto sucedió algo adelante.
Habia Servio Sulpicio Galba gobernado la España
Citerior por espacio de ocho años. Era ya muy viejo y
de mas de setenta años cuando le nombraron por em-
perador con esta ocasión : Julio Vindico, á cuyo cargo
estaba la Gallía Narbonense , alterado por las cruelda-
des de Nerón y por las demás torpezas suyas convidó
á Galba como persona de grande autoridad , y le re-
quiriópor sus cartas que acudiese al remedio de tanto
mal con aceptar el imperio. Escusóse Galba de hacer
esto por su mucha edad y por la grandeza del peligro:
por esto el mismo Vindico se declaró y tomó las ar-
mes contra Nerón. Sabido lo que pasaba en h Gallia,
Galba asimismo en una junta de personas principales
que toda España tuvo en Cartagena con un razona-
miento muy cuerdo relató las causas por donde le pa-
recía no sofo lícito, sino necesario acudir á las armas
en aquella demanda y socorrer á la república. Dijo que
Nüroa era un cruel rnónstruo y fiero, cuyos vicios con
<->M«i «^cnfifiW so P^diaiL mejor atujar que con su
CASrAA T ROiC.
misma sangre : que todos ayudasen á la madrecomun
afligida y echada por tierra, antes que con el fuego se
abrasasen todas las provincias , con el cual casi toda
la nobleza romana y muchas otras familias estaban
acabadas : tan grande era la crueldad y fiereza, de
aquel hombre , si se debia llamar hombre y no antes
bestia fiera. Lo que purlos otros pasaba, podía tam-
bién avenir á los tremas, y á cada cual de los que allí
presentes se hallabiin ; pues ni la inocencia de la vida
ni Ja honestidad de las costumbres eran parte para ti-
biar á ninguno de aquel tirano, que se gobernaba no
por razón ,sino por fuerza y antojo. Si su propio peli-
gro no bastaba para despertarlos, mirasen ¿lo menos
por sus hijos , por salvar á los cuales las mismas Ims-
tias se meten por el hierro y por las llamas, forzadas
del amor natural que tienen á los que engendraron.
Acaso se hallaba preseuie un niño que sin respeto
de su tierra edad liabia sido desterrado á Mallorca por
NeroQ. Encendidos pues los que presentes estaban,
con tal espectáculo y con el razonamiento que leshizo
Galba, .con grande alarido que todos levantaron, le
apellidaron Augusto y Emperador, mas él no quiso
aceptar el tul nombre , antes protesti^ue seria capi-
tán del pueblo romano y lugarteniente del senado
contra Nerón, que fue una modestia notable. Mucho
ayudópara llevar adelante estos intentos Othon Silvio,
gobernador' que á la sazón era de Lusitauia, y los
años pasados tuvo grande cabida con Nerón ; oue apro -
bó el consejo de Galba, y resuelto de correr la misma
fortuna c«n él , acuñó todo el oro y plata que tenia en
gran cantidad , para los gastos de la guerra y pagas
de los soldados, por todo lo cual fuera digno ae in-
mortal renombre, si acometiera esta empresa en odio
del tirano y no pretendiera vengar sus disgustos par-
ticulares y la afrenta que le hizo Nerón en tomarle por
su combleza á Pepea Sabina su mujer; para cozar de
la cual mas á su voluntad con muestra de honrar ¿
Othon le alejó de Roma, y le hizo gobernador de la
Lusitania,que éralo postrero de España y del mundo.
Hecho esto , y después de la muerte que dio Nerón
á Octavia su mujer hija del emperador Claudio , se
casó con Popea , que fue nuevo dolor p^ra el otro ma-
rido y nueva afrenta. Tuvo Olhonasí por estaayuda,
como por ser persona de ingenio, el primer lugar
acerca del nuevo emperador, aunque en competencia
de Tito Junio sv lugar teniente: bien que se le adelan-
taba en ser mas amado del pueblo, porquesin mirará
interés daba la mano á los necesitados, y Junio acos-
tumbraba ¿ vender los favores del nuevo príncipe, por
donde tenia ofendida gran parte de la gente y de los
soldados. Julio Vindico en la Gallia donde se declaró
contra Nerón, vencido en batalla, se dio así mismo
la muerte. Virginio Rufo, que fue el que le desbarató
no quiso tomar el imperio para sí como pudiera, an-
tes Jo remitió todo ala voluntad del senado, que fue
una señalada templanza y modestia. Este mandó que
después desu muerte se dcclaraseen un dlsticbócor-
tado en su sepultura y lucido en latín, que liace esto
sentido:
^ QUIEN VACE AQÜI? RUFO.
EL QUE AL TIRANO
VINDICK VENCISTE? SI *,
MAS NO ES EL SCEPTRO
TOME, PUES QUIEN?
MI PATRIA DE MI MANO.
MucIk) se alteró Gilba con las nuevas del desastre
de Vindico: parecía que la fortuna ó fuerza mas alta
era contraria á sus intentos: recogióse casi perdida
la esperanza á la ciudad de Clunia ( esté nombre está
corrompidoen Plutarchó que pone Colonia porClunia,
como se entiende por las monedas que se hallan en
España de Galba ; por las cuales se ve que en aquella
ciudad le dieron el imperio) pero no tardó de llegar
otra nueva de la muerte de Nerón, con que volvió so-
HISTORIA
bre sí y cobró ánimo. El caso pasó desla manera.
Luego que el senado tuvo aviso de lo que Julio Yin-
dice en la Gallia y despuesGalba en España liicieron,
que fue levantarse contra Nerón y tomar Im urroas,
entraron en pensamiento que podrian derribar al ti-
rano. Con este intento bicieron un decreto en que
declararon á Nerón por enemigo de la patria. Llegó
el negocio á que sus mismas gentes y criados le des •
ampararon , como suelen todos aborrecer á los malos.
Huyó él , Y escondióse cerca de Roma en una beredad
de un su liberto llamado Pbaonie: allí, perdida la
^peraozade salvarse y por no venir alas manos de sus
enemigos se dio á si mismo la muerte en edad que te-
nia de treinta y dos años. Oesta manera acabaron las
maldades deste principe, y en él la alcuña de tos Ce-
saros y Claudios que tantos años tuvieron el imperio
de Roma. Túvose por entendido, principalmente en-
tre k» cristianos , que sanó de la berida, y que á su
tiempo se mostraría al mundo con oficio de Ante-
Cristo.
Lo cierto es que Galba avisado de lo que pasaba,
acordó de partir sin dilación para Roma : llevóeusu
compañía para guariia de su persona y para todo lo
que sucediese, una legión de soldados escocidos de
todas las partes de España. Llevó otrosí á Fabio Quin-
tiliano natural de Calaborra (1), que fue aventajado
en la profesión de la retórica. Sus instituciones ora-
torias estuvieren perdidas por mas de seiscientos
años. Hallólas y sacólas á luz Pogio Florentin en tiem-
po del concilio de Constancia en cierto monasterio de
aquella ciudad. Las declamaciones que andan al fin
de aquella obra en su nombre, por el mismo estilo se
entiende fueron de otro autor. A la sazón aue acabó
Nerón, era cónsul en Roma Silio Itálico (2), quefue
el año de Cristo de sesenta y nueve (69). Los mas
sienten que este cónsul fue español ; Crinitodice que
larió en Rom4, pero que su descendencia era de Es-
iiaña : Gregorio Giraldo afirma que ei^ lo uno y en lo
otro hay engaño , y que fue natura) de los Pelignos,
pueblos del reino de Ñapóles , y nació en un lugar de
aquella comarca llamado Itálica , de qpe procedió el
engaño de los eme le hicieron de España por haber en
ella otra ciudad del mismonombre. Laverdadesque
con la edad ; dejado el gobierno de la república , se
retiró en cierta heredad que tenia camino de Ñipóles,
en que pasaba la vida y se entretenia en los esludios
de poesía ; y en particular escribió en verso heroico
la segunda guerra Púnica que hicieron los romanos
contra los carta giueses.
Por el mismo tiempo floreció en Roma Séneca Ha-
nado el Trágico de las tragedias que compuso muy
el^ntes, a diferencia de Séneca el Filósofo con
quien no se sabe si tuvo algún deudo, bien que mu-
chos lo sospechan por convenir en el nombre y ser
casi del mismo tiempo. Quintiliano lidce mención de
una sola tragedia que andaba en nombre do Séneca el
Filósofo , que debió perderse con el tiempo. Volva-
mos á Galba, que llegado á Roma gobernó el imperio
( 1 ) Se cree que oació ea Calahorra el año 42 de la era
▼uigar. Estudió la elocuencia y luego ensenó la retórica en
Roma , nombrado por el gobierno. Tuvo la cátedra veinte
anos ooD el mayor aplauso , y cuando la renunció se aplicó á
componer algunas obras. La primera que publicó fue un tr. -
tado Sobre las camas de la corrupción de la elocuencia
qoe se ha perdido y luego en el espacio de dos años arabo
sus célebres Instituciones oratorias que son la obra mas
completa de retórica que tenemos de los antiguos, pues ha
reunido en ella lo mejor que habia en los autores griegos y
latióos que babiaa escrito sobre la materia. Está escrita con
loacbo método , con elegancia y pareta , aunque con poca
precisión y profundidad.
(2) Se cree fue natural de nuestra Itálica. Escribió su
poema latino sobre la segunda guerra púnica : es muy exac-
to y está escrito con mucha pureza, aunque con poco fuego.
?e suicidó i la edad d« seteola y cinco anos al principio del
reinado de Trajano.
DE ESPAÑA. 09
por espacio de siete meses : al cabo dallos los solda-
dos de su guarda que llamaban pretorianos, en un
motin que levantaron, le dieron la muerte. Estaban
irritados por no darles el donativo de que les diersn
intención y aue ellos esperaban. Principalmente so
ofendían de la severidad de Galba, ensaque costum-
bres tan estragadas no llevaban bien; y en particular
los alteró cierta palabra que sedejódecir, esásaher
que él no compraba, sino que escogía los soldados.
El que los alborotó úilimamcnte, fue Othon por ver
que Galbu adopió poco antes por su sucesor eu el im-
perio á Pisón , mancebodegrandes prendas y partes.
Dolíase que lo que á él se debiapor lo mucho que lo
ayudaría y sirviera, se hobiese dadoá otro que no lo
merecía. Concertóse con algunos de aquellos solda-
dos , y acierto dia señalado se hizo IleviV en una silla
á los alojamientos de los pretorianos, donde sin tar-
danza fue saludado por emperador ; desde allí revol-
vió contra Galba, y le dio la muerte juntamente con
Piso y Tito Junio; ñero el poder adquirido por mal-
dad no le duró mucho, ca solamente tuvo el imperio
por espacio de noventa y cinco días. Fue así que las
legiones de Alemana á ejemplo de loque hiciera el
ejército de España , pretendieron que también po-
dían ellos dar emperador á la república, y en efecto
nombraron pórtala su general Aulo Vitellie. Juntó-
selela Gallia sin diGcultad : España andaba en balan-
zas : acudió primero Othon , y por teoellade su parte
le otorgó que tuviese jurisdicción sobre la Mauritania
Tingitana; deque resultó por largos tiemposquelos
de aquella tierra acudían con pleitos á la audiencia ó
convento que los romanos tenían en Cádiz , y aun
3uedó sujeta á los godosel tiempoque fueron señores
e España. Sin embargo Lucio Albino gobernador do
la Mauritania para asegurar mas el partido de Othon
f>asó en España ; per» fue rechazado y forzado ú dar
a vuelta por Cluvio Rufo, al cual Galba dejó en el
gobierno de España, y después de su muerte estaba
declarado por Vitellio.
La conclusión y el remate destas diferencias fue
que Othon rodeado de grandes dílicultades salió ah
encuentro á los enemigos hasta Lombardía , do los
sujos fuerc»n vencidos cerca de un pueblo llamado
Bebriaco situado entreVerooayCremona ; y él luego
que llegó la nueva deste desastre, en Brixélo donde
se habia quedado, se dio la muerte con sus mismas
manos en edad qu9 era á la sazón de treinta y ocho
años. Parecióle quecon esto se escusaba que no fuese
delante, aquella guerra cruel y perjudicial para am-
bas las parles y para todo el imperio. Con el aviso
(testa victoria Vitellio desde la Gallia en que se en-
tretenía^ pasó los montes y se metió por Italia : llegó,
por sus jornadas á la ciudad de Roma, en que hizo su
entrada armado y rodeado de soldados no de otra
manera que si triunfara de su patrias Esto y ser el
f progreso de su gobierno semejante áeUos principios
e hizo muy odioso. Había pasado su edad en torpe-
zas y con el poder continuaba la libertad de los vi-
cios y mayores maldades : por esta causa comenzó
á ser tenido en poco , y las legiones del Oriente to-
maron ocasión para probar también ellas ventura y
nombrar 'emperador, como lo hicieron con mayor
acierto y prudencia que las demás.
CAPITULO IV.
De los emperadores Flavio Vespasiano y sus hijos.
Fl4Vio Vespasiano , cabeza que fue y fundador del
linaje nobilísimo de los FÍavios, en tiempo del empe-
i'ador Claudio y por su mandado hizo la guerra en
Inglaterra . y en una isla hamada Vecta, puesta entro
Francia y la misma Inglaterra, que dejó del todo su-
jeta. Con esto y con las muchas victorias que ganó
en esta empresa, se hizo muy conocido : pero por
correr adelante los temporales muy turbiosse retiró^
fOO BIHUOTtC* DE
y (efu£ÍTÍfirá cierto lugar apartado, de do el año
peDÚllimo de Neroo le llsinaron para eacargarle la
¿aerra coDtra los judioH, gente porfiada, y que coa
f|nnde obslJDuciotí andaban alborotados. Grauitesdi-
icullades tuvo gd esta empresa , mas al Gn salió cod
lo que pretendía. Tenia sujetada casi toda aquella
profincia cuando sus m i sm os soldados lenombraroa
y hicieron emperador. Uuciano, gobernador que era
«le lu Suria , por una parle , y por otra Tiberio Ale-
jandro ¿cuyo cargo estaba lo aeEgipto,]ecüDvida-
Tiu y ciliorlarou a tomar el imperio; y lomada re-
ikoIuuíuu , liicjeron cada cuni ú sus legiones que le
jurasen por tal : que fue abrir camino alas otras pro-
viiicius pura que con grande volunladse declarasen,
fciru necesario lo primero acudir i Italia, donde Vi~
tellio estaba apoderado. Tom ueste cuidado Huela no,
mas anticipóse Antonio Primo que estaba en Hun-
iiooÍh ó Huugrfa , y Tue el primero que por parte de
Vespasiano principió por Italia, y cerca de Verooa
(lesburelú uu ejército de Vitellto. Sucedieron oíros
muclios trances que se dpjan : en conclusión el mis-
mo Vitellio el nono mes da su imperio fue en Roma
murrio en edad de cincuenta y siete años.
Con eilo Vespasiano dejando d lu htji) Tilo para
dar lin í la guerra judilca, pasó á Egipto, y desde
AleJHiidrla se bizo » la vela con buenos temuarales:
a|Hirlú 4 Italia y llcgd el año setenta y üus de Cris-
CüSPAii r Riic.
lo {72}. EnRoma con grao voluotaddel SeDadofdet
pueblo entré en posesioD del imperio, que estaba
para perderse por ta revuelta de los tiempos y por fa
mala traza de los emperadores pasados. Gobernó la
república por espacio de diez años enteros con tanta
Erudencia y viitud, que fuera del cooocimieuto de
rislo cnsi niaguna cosa le faltaba. Algunoslc tachan
de codicioso; pero esc ó sale en gran pártela grande
falla de los tesoros públicos y los temporales tan re-
vueltos , demás de grandes edilicios que levantó en
Roma , entre los demás el templo de la Paz y el anfi-
teatro, dos obras de las mas soberbias del mundo.
Fue el tirímcro de los emperadores romanos que se-
ñaló salurios cada unaño á retóricos lat¡no«y griegos
para que enseñasen aquel urlu eu Ruma. Acabó su
liijo de suJHlar la províucia deiudea , entró por fuer-
za y asoló la santa ciudad de Jerusalem ; trionróeii
Roma junlanientecon su padre. Ln pompa y aparato
lúe muy grande: llevaban delante entreoirás cosas el
candelurodcorojlos demás vasos y ornamentos muy
rifosy muy preciusos del templa de Jerusalem. Grao-
de fue el iiúuiero de losjudioscautivos: parle delios
euvíados á füspaña hicieran suasienloenlaciudadde
ílcrida. Asilo lestllicao suslÍbros,si fue asióde otra
manera , no lo determinamos en este lugar. Lo que
consta es que lesvedóinorardealll adelante ni reedi-
'icar laciudadde Jerusalemidemasestoquealpria-
Aotfducio de Srsoyi*-
cipiode BU imporio.conintetilodcgraugearúEvpaña
y sougarla.queeslabaindinDday aundeclaradapor
Vitellio, otorgó í todos los espanolcsquegozasen de
los privilegios deLatioóIlalie, para que fuesen trata-
dos como si bobiernn nacido en aquellaü parles.
PorestctiempoLiciaioLárcioera pretor de la Ef-
pañn Citerior. Ueste se refiere quefuetanaCcionado
A las letras, y en particular porcstamismarazon ha-
cia tanlo casa del Plinio(qiiu al tanto vinodla sazón
con cargo de qñeslord EspaiiaJ quedeseaba comprar
algunos de sus libros , como su historia nalural y
nlrosalgunos por gran sumado dinero. Oeste Licioio
se entiende que cdifir^ la puente de Se;;ovÍa, obra d^
maravillosa Iraza y altura lanío que el vulgo piensa
que fuccdilicío del demonio. Otros atribuyen esta
puente ni emperador Trajano , pero ni los unos nilos
olrosalegan razón concluyen te ((}. Lomas cierto es
( 1 ) Gsli fTtniio»* obra M acneduclo de Segovia que be
atribuye al eniI>crador Trajano, tieoecieota wsenU y un
arcos ; pero Ireinl» y cioío íoo obn moderna qoe en la api-
rieiiria se difcrcDcii iguy poro de la inltfiua : su loagitud n
de dos mil quinieulos 'Cuarenta píen. En- tu mayor alliin
queuD pueblo de Galiriü , (|iic liuv se llama BebaYos
y autiguument« Flavio BriguHcio,y otro que se llnni:'
«I Padrciu jr untes sa lianjú lri« Flnvia . Uemús deslu
el oiuoicipio llamadoTlaTíoAiAtlIanoIioy Lora, cuu
otfus pueblos de semejaotes apellidos fueVoii funda-
do$ porpersouas dellinjijede Vespasrano , que iodos
se llimaijaQ FIjtíos, por lo menos en gracia desli'
emperador ó de alguuo de sus liijosli'maron los apc-
J:idi)s sobredichos que anliguamenle luvieron.
Poco* años ha que en los montes do Vizoaya se
bailó una pied'u con esla letra :
Juequiere decir: aquí yace el cuerpo de Bitela tiert.i
B Jesu-Crislo. Y ]^iorque tiene notada la era ciento y
ctocn,a'guooíeo[ieudenque Tulleció por este líeinpii,
V aun quieren ponerla euel DÚmerodelossaotossin
bástanle fundamonlo, iinteaen perjuicio de la autori-
dad de la Iglesia, que no pormile se forjen libre-
menie nuevos nombres de cBOtos, ni .es razón que
asi se haga. Vo tengo por mas probable que squoilj
piedra no a tan intif^ua, ante* que le fjlleelnúme-
n milenario, como so acostumbra á callarte , y que
ltea« noTmla j cjaro htrtí Ut parediUts de mimposterli.
Umbea obn moderni. En Iti parles bajas, waio ai»ií'
j HÜe», para niTelar el nirau átl iitua , litr doa érdenes d.'
arws uoM sobre otros, Ua piliría que sojlieocn el primci
ordeo, unos (¡enea ouce pies y iiieifio de (-rueso y olro~
dote eon líete piéí y medio Jp Vrenip ; y oíros solo lien.-»
nele pies j meim d« gmem pnr ntalro y medio de frenf:
TTíndismiouyfndonuosy olms i la a llura d« diei y s-i-
jnéi basta que íl^ran 1 seríir da apoyj ti Ktmáo Úrdeo i^
ireos, eoyf» pilares tudns aotí i|mal«s del tnieso de teís pié'
T medio por ru»(ro y medu) de frente. Lo) ar<<09 mas bijos
«OD rfe nnco piá», y los m«aJlos no i.asan de Ireinla y niií
fe tsU obr» es de piedra berroquefia de irraiio jrurdo. rol.ir
«rdCDO. coa pintas blancas, «in.nua se sena 'n el día la
raoier» de donde se si'-íl. L^ sillares no sí juntaron con ar-
FamsMalíiini,oi»e')h=M-Ta plomo 6 hierro en lo interior
de esta obra que reúne la sencilleí con la eleeaneia y I»
erandioíidad. Ljs píedraieslJn Isn bien uuiíai-.nuenOBtií-
de entrar entre piedra y piedra la panli de nn alBIer En i.>
parte nui alta hay dt» nicdoi , que se cree eslarian desüna-
doí á alfunai esUluas. Li obra nuen aÑadidi i la anlJiru-
de ios romanos que amenazaba rnina ú estaba va caid» poi-
ncgria, sehiioen liempn de duna Isabel la ijilAlica. noc
¿ encargí i Ff Pedro de Mesa , prii>r del monasterio .Ir
mra bn del Parral de Sepotií , el euil se sirvifl de Frav
itUB KKobeito, del mumo monaalerin yarquileí-loescdenlr
Pfro dnnde hay dos órdenes de arroi Inda ei obra romana
"' hay insrripci.m que nos descubrí
írq,
«m mas lue conjeturas mis ó menoi proba bles."
solo serialarou ios demás aíms; y es cierto que eo
tiempo de Vespasinm no estaba introducida la cos-
tumbre do contar loi años por eras : Tuera de que tu
llnne/a de aquel letrero no da muestras de tanta an-
tigüedad, nj tiene la elegancia y primor que enton-
ces se u<abo, como se pudiera mostrar por unaepís-
lolft de A'eipasiaDO que pocos años ha so balld en
Cañete, pueblo que antiguamente se llamó Sabora,
cuyas palabras corladas en una olanclia de cobre no
me riarecirt poner aqui ni en lutin porque no las en-
lenrferian lodos , ni en romance porque perderían
'bo de su gracia. En nuestra historia latina la
hallari quien gustare destas anliguallns.
_Llegú el emperador Vespasiuno á edad de setenta
años : falleció en Roma de sü cnrermedadáTeiule y
cu ilro diasdcl me* d-t junio año de nuestra salTScioii
de óchenla f «0). Fue dichiso asi bieo en la muerte
Jue en la vida, pnr dqar en su lugar un tal cmpera-
or cfU'o fue Tito su tiijo, ca en todas las virtudes
Fe iguala d su padre , y se le aventajó muclio en la
arabilidad y biaudura de condición , y en la liberilt-
dad de que siempre usaba , tanto que decia no en
razón que ninguno de la presencia del prlndpe s¿
partiese descontento. Acordóte cierta nncheque nin-
guna merced babia hecho aquel dia: dijo átossuyos:
amigoi, perdido hemos este dia; y es asi que los
príncipes lian de ser como Dios , que ni se cansa de
i_ _-j_._ ..■ jjij pediiia tie hacer á lodos bien.
js granjeA tanto las voluntades que
\ comunmente le llamaban regalo y deluiíe del género
{0%
DiBLIOreCA DB GASPiR T ROIG.
humano. Cortóle la muerte los pasos muy fuera de
sazón, ca no pasabaíde cuarenta y dos años ( 1 ). Tuvo
el imperio solo dos años, dos meses y veinte días.
Falleció á trece del mes de setiembre ano de Cristo
de ochenta y dos (82).
No se averigua que haya noreste tiempo sucedido
en España cosa alauna notable : parece estaba sose-
gada, Y con la paz reparaba y recompensaba los da-
ño^ del tiempo pasado. Tenia tres gobernadores, co-
mo se dijo'4irriba , el de la Bélica , el de la Lusitaniu
y el de la España Tarraconense : todos se llamaban
pretores , que ya se había tornado á usar este nom-
ore. En la Botica se cootaban ocho colonias romanas,
y otros tantos municipios, qiie eran menos privile-
giados que las colonias á la manera que entre nosotros
las villas respecto de las ciudades. Las audiencias para
ios pleitos eran cuatro, la de Cádiz , la de Sevilla, Ja
de Ecija y la de Córdova. La Lusitania tenia cinco
colonias , y un municipio que era Lisboa , llamado
por otro nombre Felicitas Julia : tres audiencias, la
de Mérida , la de Badajoz , la de San taren que entou*
ees se llamaba Scalabis. La España Citerior ó Tarra-
conense tenia catorce colonias , y aun algunas seña-
lan mas ; trece municipios, siete audiencias, es á
saber la de Cartagena, la de Tarragona , la de Zara-
goza , la de Clunia que es Coruña, la de Astorga, la
de Lugo , la de Braga^ Acostumbraban asimismo loa
pretores , acabado el tiempo de su gobierno, entre-
tanto que aguardaban el sucesor, á llamarse legados,
ó tenientes, y no proprctores como se usaba antigua-
mente.
Echóse de ver y campeó mas la bondad del empera-
dor Tito con el sucesor que tuvo y sus desórdenes,
que fue su hermano Domiciano , persona desorde-
nada y que degeneró mucho de sus antepasados y
fue mas semejable á los Nerones que á los Flavios.
Sus Vicios y torpezas fueron de todas suertes : su lo-
cura tan grande, que lo que ninguno de sus prede-
cesores hiciera , mandó que á su mujer diesen nom -
bre de Augusta , y á él mismo de Señor y de^Dios.
Publicó un edicto , por el cual desterró de Roma y de
toda Italia á todos los filósofos como lodiceSuctonio.
Yo por filósofos entiendo los que abrazaban la filoso-
fía cristiana , por señalarse en costumbres y bondad
á la manera que los filósofos se aventajaban en esto ¿ los
d^más del pueblo ; por lo menos es cosa averiguada
que Domiciano persiguió á los cristianos de muchas
maneras. A San Juan Evangelista envió desterrado A
la isla de Pathmos. Dio la muerte á Marco Acilio Gla-
brion cuatro años después que fuera cónsul. Asimis-
mo quitóla vida por la misma causa áFIavio Clemente
persona otrosí consular, y-ásu mujer FlaviaDomicila
envió desterrada á la isla de Ronza sin respeto del
deudo que tenia con entrambos. Deste destierro fue
edelante esta señora traída á Terracína , y por man-
dado del emperador Trajano dentro de su aposentóla
quemaron con todas las criadas que \h hacían com-
pañía.
Esta carnicería que hacia Domiciano de cristianos,
se entiende le aceleró la muerte^ que pronosticaron
muchos rayos que cayeron por espacio de ocho meses
continuos. Su codicia al tanto le hizo muv odioso,
porque luego seapoderó de las riquezas de ios márti-
res. Algunos para ganalle la voluntad acusaron al ma-
yordomo de Domicila por nombre Estefano de tener
encubierta y usurpada la hacienda de su señora. Fue
avisado del peligro, acudió al remedio con ponerse á
otra mayor ; y fue que se conjuró con ciertas personas
de dar la muerte al que se la tramaba, como lo puso
(i ) Hay de Vespasiano una medalla qne Eapaña mandaría
acuñar en Roma. En el anverso tiene una ñgura de un hom-
bre coa dos espigas en la mano derecha , y en la siniestra un
escudo f una lanza que representa á la nación española , y
en el reverso la iascripcion ordinaria de Vespasiano y de
H¡«pnnia.
por obra dentro do su mismo palacio á 18 de setiem-
ore año do nuestra salvación de 07. Era á la sazón
Domiciano de cuarenta y cinco años : tuvo el imperio
quince años v cinco meses. Su muerte dio mucha
pena ú los soldados, porque para asegurarse les daba
y permitía cuanto querían : á todos los demás fue
tan sgradable , que entre los denuestos que le decía
el pueblo , los sepultureros le llevaron á sepultar en
unas andas comunes sin pompa ni honras algunas.
En el senado que se juntó luego sabida su muerte,
muchos fueron los baldones c|ue se dijeron contra él;
y porque no quedase memoria de cosa tan mala, y
otros escarmentasen 4e seguir sus pisadas mandaron
que en toda la ciudad borrasen y aerríbasen las ar-
mas y insignias de Domiciano : ejemplo que imitaron
las demás provincias , como se da á entender por una
letra que está en la puente del río Tamaga cerca de
Chaves pueblo de Galicia , que antiquamente se llamó
Aqus Fiaviae , donde los nombres de Vespasiano y de
Tito están enteros y el de Domiciano picado. Parece
por aquella letra qne aquella pueVite se hizo en tiem-
po destos tres emperadores. Por lo que toca á España,
Domiciano publicó un edicto muy rstraordicarin:
mandó que en ella no se plantasen algunas viñas de
nuevo : debía pretender que no se dejase por esti
causa la labor ae los campos y la sementera : decreto
por veo tura di^no que en nuestro tiempo se renovase.
Por. estos mismos tiempos Eugenio primer arzo-
bispo de Toledo (2) derramó su sangre por la fe de
Jesu-Cristo : su martirio pasódesta manera. San Dio-
nisio Areopagita , desde la Gallia donde predicaba el
Evangelio , envió á San Eugenio , ccmo se tiene por
cierto, para que híiiese lo mismo en España. Obede-
ció el santo discípulo á su maestro : echó la primera
semilla del Evangelio por aquella provincia muy an-
cha , y particularmente en la ciudad de Toledo hizo
mayor diligencia y fruto. Después ya que que-
daba la obra bien encaminada con intento de visitará
su maestro : que estaba muy adentro de Francia,
partió para ella. Prendiéronle- ya aue llegabaalfin de
su viaje, y conocido por los soldados del p>%fecto Si-
sinio, gran perseguidor de cristianos en aquellas
partes , le quitaron la vida. Su sagrado cuerpo ecba-
yn en un lago llamado Marcasío, de donde ^n el
tiempo yaque la Francia era cristiana, Hercoldo, hom-
bre principal por divina revelación le hizo sacar y He**
var á Diolo que era una aldea por allí cerca, y en ella
edificaron un templo de su nombre para mas honrar-
le. Desde allí con ocasión de cierto milagro fue trasla-
dado y puesto en el famoso templo de San Dionisio,
que esta á dos leguas pequeñas de París. Pasaron
adelante muchos anos hasta que en tiempo del rey de
Castilla don Alonso el emperador, y por su interce-
sión y la mucha instancia que sobre e'lo hizo. Ludo*
vido Seteno rey de Francia su yerno 'e dio un brazo
de San Eugenio para que se trajese á Toledo. Fué
gran parte para tono don Jlamqn arzobispo de Toledo,
ca en tiemfio del papa Eugenio Tercio y por su man-
dado yendo al concilio que se celebraba en Réms de
Francia , de camino en París tuvo noticia de aquel
cuerpo santo, y acabado el concilio la dio en España,
que ae todo punto estaba puesta en olvido cosa tan
grande.
Esta fue la primera ocasión de traer aquella santa
reliquia á Toledo. Lo demás de aquel sagrado cuerpo
(2) Aunque Mariana con casi todos nuestros historiadores
dicen gue San Eugenio, enviado por San Dionisio Areopagita
á predicar el Evangelio i nuestra España , fue ei primer
obispo de Toledo, no hay fundamentos bastantes para ase-
gurar este hecho. TiUemont , muy al contrario, en sus Mem,
para servir á la hist, de la Igles, Perreras en las Refle-
xiones sobre algunas cosas del siglo primero. Nicolás An-
tonio en la Censura de hisí. fabulos, y el mismo P. Florez
en au España Sag* , esponen razones muy fuertes que ha-
cen dudar de él.
ttli^TOiUÁ I^E SSPAÜÁ.
103
á iostiaeia dd ray de Espaoa- don Felipe oí Segundo
di4 8tt cuñado Cirios Nono rey de Francia para que
asimismo se trajese ala dicha ciudad, donde entró
con grande aparato y magostad el año de 1565 , y en
Ja igíesla metropolitana fue puesto en propia capilla
debajo del altar mayor. No falta auien sospeche que
un cierto Filipo enviado por San Clemeote por obispo
en España , ó un Marcello que San Dionisio en Fran-
cia le dio por compañeros « como se ve en la vida de
Sau Clemente escrita por Michael Sincello, fue el que
nosotros llamamos Eugenio ; y que este nombre de
Eugenio, que es lo mismo que bien nacido, le dieron
Íior la nobleza de su linaje , y el otro cualquiera gue
líese de las dos, era su nombre propio que recibió
de sus padres. Muévense á sospecíiar esto por no ha-
llarse mención de San Eugenio en algún autor grave
y antiguo, y asimismo porque no hay alguna otra me*
moría de los sobredichos Filipo y Marcello. Pero estas
conjeturas ni son bastantes del todo . ni del todo se
deben menospreciar : podrá cada cual sentir como le
agradare. Cosa mas cierta es que en tiempo d^ste em*
peredor florecieron en Roma tres poetas españoles
muy conocidos por sus versos agudos y elegantes : el
primero fue Marco Valerio Marcial ( 1 ) vecino de Bil-
oili , pueblo situado cerca de donde hoy está Cialata-
yud ; el segundo Calo Ganio natural de Cádiz , el poS'<-
rero Deciano nacido en Marida ia Grande.
CAPITULO V.
De ios emperadores Nerva, Trajino y Adriano.
Por muerte de Domiciano el senado nombró por
emperador á Caio Nerva, viejo de grande autoridad;
pero ocasionado á que por el mismo caso le menos*
preciasen. Conoció este peligro y en paite le esperí--
meutó. Acordó para asegurarse de adoptar por hijo y
nombrar por compañero suyo y sucesor á Mr. Ülpio
Trajano nombre principal, y muy esclarecido en
guerra y en paz : era eapañol , natural de Itálica , ciu-
dad puesta muy cerca de Sevilla. Dio asimismo por
ningunos los decretos y edictos de Domiciano: con
que muchos vplvieron del destierro, y en particular
San Juan Evangelista de la isla de Pathmos á su igle-
sia de Epheso. Algunas otras cosas se ordenaron á
propósito de concertar la república y reparar los da-
nos pasados.
sus subditos sin reprehensión ! que el desorden de los
prÍQcipesno solo acarrea daño para ellos mismos sino
también infamia para sus maestros, á los cuales fue
á veces perjudicial lu soltura de sus iuóbedieutes dis-
cípulos : que con amoDcslaciou pfeteudia acudir á
todo, porque si siguiese su consejo, alcanzarla Jo que
deseaba: donde no, protestaba delante de todo el
mundo que no tenia parte en sus desórdenes, si al-
gunos hiciese.
Dos puentes levantó Trajano de obra n\aravillosa,
la una en Alemana sobre el Danubio, rio el mas cau-
daloso de toda Europa, la otra en aquella parte de Es-
Saña que llamamos Estremadura, y se llama la puente
e Alcántara (3) pueata sobre el rio Tajo, y parece por
un letrero antiguo que allí está , que se hizo reparti-
miento para el gasto entre muchos pueblos de aquellp
comarca. Es asta obra una de las priocipalaf anti-
guallas de España. En el Andalucía en un pueblo lla-
mado Azagua de la orden de Santiago hay dos piedras
ej| aquel Alcázar , basas que fueron de dos estatuas
puestas en memoria deMatidia y de Marcia hermanas
de Trajano , como se entiende pur sus letras. Por este
mismo tiempo los soldados de la séptima legión que
se llamaba Gemina, desamparada |a ciudad de Su-
.blancia por estar pueatfa en un ribazo en las Asturias,
^ dos leguas mas abajo fundaron un pueblo que d^ los
fundadores se llame Legio (4) y hoy eiS ja ciudad de
León, de poca vecindad, pero muy antigua, y que eo
un tiempo fue asiento de Jos reyes de León 9 cuando
después de la destrucción de España las cosas de los
cristianos comenzaron á levantar cabeza.
Gobernó Trajano la república por espacio de diez y
nueve años y medio. Levantó (;ontra Jos cristianos el
año terqero de su imperio una persecución la mas
bravaque se pudiera peqsar, tanto masque todos le te-
nían por principe templado y prudente en lo que ha-
cia. Aplacóse algún tanto cinco años adelante á causa
que Punió el mas mozo procónsul á la sazón de Biihy-
nia le avisó por una carta suya que la superstición
cristiana (asi Ja llamaba) se debía reprimir mes con
maña que con fuerza , por estar derramada no soJo
por las ciudades , sino también por Jas aldeas . y no
probarse á los cristianos delito alguno , fuera ae cier-
muerte
cargó del imperio por eí mes de febrero del año de
nuestra salvación de noventa y nueve (99). Igualaron
sus muchas virtudes á la esperanza que dól se tenia.
Ayudó á su buen natural la escelencia del maestro,
que el gran filósofo Plutarchó (2), cuya anda una epis-
tola escrita al mismo Trajano al principio da su impe-
rio no menos elegante que g^rave en sentencias. La
suma es avisarle como se debía gobernar , oue si en-
derezase sus acciones conforme á la regla ae virtud,
y enfrenasen sus antojos, fácilmente gobernaría á
( i) Era natural de Bilbilis, cerca de Calatayad en Aragón:
fue á Roma muy joven y por su talento se granjeó la esU-
macion de los literatos y el favor da los emperadores, lle-
gando Domiciano á hacerle tribuno. Tal vex agradecido, can-
tó sos alábanlas mientras vivió ; pero despoes de su muerte
le trató como on monstruo. Trajano hizo, acaso por esto,
poca estimación de él , y entonces retirado de la corte , mu-
rió á fines del siglo primero de la era cristiana ó principios
del segundo- Es célebre de este poeta una colección de epi-
gramas, género á que tenia natural inclinación, y <;ue tan
bien .manejaba para las alabanzas como para la sátira. De
ellos, decia él mismo: Sunt bona, sunt qwgdam medio-
cria , sutit mala filura. Se dice que escribió otras obras,
que no han llegado hasta nosotros,
(2) Como ningún escritor antiguo dice que Plutarchó haya
sido maestro de Trajano y la carta que se supone haberle
escrito no se halla entre sus obras ni se baca mención de ella
huta el siglo doce, se debe dadar da este beebo*
TOMO U
(3) Es una de las obras mas magnificas que nos han que-
dado de los romanos. Tiene de largo seiscientos setenta pies,
Imperó Nerva solos diez y seis meses, y por su Y ^ ancho, comprendidos los parapetos, veinte y ocho, en
aerte Marco Ulpio Trajano su hijo adoptivo se en- ^^y^ «f.P*^»^ ^^^ hay seis arcos: los dos 4e en medio son
, j. . .*^ ? , /l '^ji *_ ji_ maravillosos . Dues cada uno de el os tipne de ancho riAntn
maravillosos , pues cada une de ellos tiene de ancho ciento
y veinte piescastellanos , y las pilastras donde estriban trein-
ta de circunferencia. La altura es de do«;iento8 cuatro pies
y medio : desde el fondo del rio hasta ia superficie del agua
treinta y siete , hasU los arcos ochenta y seis, hasta el piso
setenta y siete , y ios parapetos cuatro y medio. Hay en me
dio del puente un arco de once pies de ancho: de alto sobre
el piso cuarenta y siete, 7 en él se levanta una torrecilla con
dos inscripciones ; y por la primera se ve que el puente se
a^abó de construir en ei quinto consulado de Trajano v el
ano nueve de su potestad tribunicia , es decir á ios 106 de
la era cristiana : En la segunda están puestos los nombres de
las ciudades que contribuyeron para su construcción. En un
estremo del puente hay un pequeBo templo cuadrilongo cu-
yos muros laterales y el trasero son de un sqlo peñasco : tie-
ne veinte pies de largo v diez de ancho. En la piedra tras-
versal del frente se ven dos inscripciones por las cuales consta
que estaba dedicado á todos los dioses de Roma y á Triíjano:
hoy lo está á San Julián.
Este ma^ifico puente, que desafiara tantos ríglosy resis-
tiera á las invasiones de ios bárbaros, habia sido destruido
por los ingleses en mayo de 1809 para cortar el paso á ios
ejércitos franceses que les perseguian. Afortunadamente en
nuestros días un ex-jesuita, aunque su reconstrucción se
creía difícil y costosa , sino imposible , lo há logrado con muy
escasos medios.
CÁ) La ciudad de León estaba ya desde mucho antes fun-
dada , y la legión séptima Gemina felix se hallaba en eiüi
desde el a&o setenta y nueve de la era cristiana en tiempo de
Yeipasiano. como se vé por una inscripción hallada en ei
puente de Chaves.
5**
m
i 04 BlfeLIOtKCA 5B
tas juntas qud hadan antes del día para cantar him-
nos en alabanza de Cristo. Respondió Trajano que no
ne hiciese pesquisa coQtra los cristianos , pero que si
fuesen denunciados , los castigasen. Murieron en esta
persooucion cristianos sin número y sin cuento. Ni
aun Espafiu quedó libre y limpia desta sangre : entre
los demás fue martirizado Maocio primer obispo de
Ebora, italiano de nación y nacido en la via Emilia,
como alffunos sienten, hasta decir que fue uno de los
setenta discípulos de Cristo. Su cuerpo al tiempo que
los moros se apoderaron de España , de Ebora donde
padeció, fue llevado á diversas partes, y últimamente
reparó en las Asturias. Tiene un rico minislerio con
su advocación á una legua de Medina de Rioseco en
un lugar llamado por esta causa Villanueva de San
Mdncio. Padecieron asimismo Macario Justo y RuGno,
no en Roma como algunos dicen , sino en Sevilla, co-
mo Dextro lo testiGca : ciudad que antiguamente se
llamó también Rómula, como se halla en algunas pie-
dras que allí se conservan, y debió ser la ocasión deste
tropiezo.
Falleció Trajano en Cilicia en una ciudad llamada
entonces Selinunte, y adelaute Traianópolié , que es
lo mismo que ciudad de Trajano en sazón que volvía
de la guerra de los darlhos á Roma , en que sin era*
bargo de su muerte metieron sus cenizas en un so-
lemne triuüfo que le concedieron por dejar vencidos
y allanados á los enemigos : cosa que no se otorgó á
otro ninguno antes ni adelante, que después Je muerto
triunfase. Tuvo con este emperador gran cabida Ce-
lio Taciauo procurador del Fisco. Este se díó tan bue-
na maña, que fue buena parte para que Trajano se-
ñalase por sucesor á Elio Adriano , cuyo ayo era tam-
bién Taciauo; pero mas hizo al caso para esto el amor
que la emperatriz le tenia , y sobre todo que estaba
casado con Sabina hija de hermana del mismo Trajano
y aun también era deudo suyo, y natural de Itálica
patria del mismo Trajano. Elio bparciano le hace na-
tural de Roma , y dice que su padre tuvo el mismo
nombre que él , y su madre fue Domicia Paulina ma-
trona principal nacida en Cádiz. Sus virtudes y pren-
das muy aventajadas, y el conocimiento que tenia de
muchas cosas, le ayudaron mas que otra cosa nin*
guna.
Luego que se encargó del imperio, con intento de
visitar todas las provincias partió de Roma y por Ale-
maña pasó á Inglaterra: de allí revolvió hacia España,
después á África y al Oriente. Siempre con la cabeza
descubierta y las mas veces á píe. En e^ste largo viaje
se dice que en Tarragona corrió gran peligro de la
vida á causa que cierto esclavo , estando descuidado,
arremetió á él con la espada desnuda: enteddióse qué
estaba fuera de sí , y sin otro castigo le entregó á los
médicos para que cuidasen de él. Dividió á España,
como lo testifica Sexto Aurelio Víctor, en seis provin-
cias, la Bética, la Lusitania, la Cartaginense, la Tar-
raconense, la Galicia y la Mauritania Tingítana. Y
aegun se entiende por algunos letreros deste tiempo,
y algunas leyes del Código de Justininno , los gober-
nadores de la Bética y de la Lusitania á esta sazón
tenían nombre de legados consulares , y de presiden-
tes los que tenian cargo délas otras cuatro provincias.
No tuvo este emperador sucesión : por esta causa
adoptó por hijo y nombró por emperador después de
su muerte á Ceionio Commodo Vero, que imperó
adelante juuto con Marco Antonio el Filósíofo. Dióle
)uego nombre de César con retención para sí del de
Augusto. Deste principio se tomó la costumbre que
se guardó adelante , que los hijos ó sucesores de ios
emoerudores antes de heredar se llamasen Césares.
A instancia de los judíos revocó la ley de Vespasiano
en que les vedaba el poblar la ciudad de Jerusalém,
mandó que se llamase Elíu. Con esta ocasión y alas
que les üíó, y principalmente por quitarles la circun
cisión» y por un templo de Júpiter que hizo edificar
6k»k% t EOld.
junto á la ciudad , tomaron dé nttevo las irtnu y i«
rebelaron ; pero en breve fueron sujetados y pereció
gran número dellos en Bethera ó Bethoron, en que se
icieron fuertes con su caudillo , que llamaron ade-
lante avisados por su daño Baroosban , que es Canto
como hijo de mentira, ca los sacódejuido con de-
cir que el era el Mesías prometido , como le teslificaa
los libros de los Hebéos.
Ordenó otrosí el onceno año de su imperio que
ninguno fuese castigado por ser cristiano, li noleave-
riguaban algún otro delito. Tomó este acuerdo mo-
vido por las apologías que en favor de los cristíaooe
le presentaron en Atenas Arístides y Quadrato per*
sonasde gran nombre. Asimismo Sereno Granio, pro-
cónsul de Asia le escribió una carta en el mismo pro-
posito. Por todo locual se aficionó tantoá loecrístiaDos.
que traló de poner á Cristo en el número de los dio-
ses, y en las ciudades hizo edíOcar tempios sin imá-
genes, es á saber 4e las que los gentiles usaban.
Demás desto por entender que el imperio romano
era tan grande que con su mismo peso seiba á tierra,
determinó ponerle aleñados. Hizo para esto derribar
la puente que Trajano levantó sobre el Danubio, y á la
parte de Oriente quiso que el rio Eufrates fuese el
Sostrer lindero del imperio hasta desamparar lo que
e la otra parte de aquel rio tenian conquistado.
Grande fue la gloria que ganó por todas estas co-
sas: tuvo falta de salud, tanto que en Baias por huir
de las manos de los médicos con no comer se mató.
Gobernó el imperio veinte y un años (i). Hizo dos
cosas muy feas, la primera que quitó los cargos y re-
dujo á vida particular á su ayo Taciano, sin embargo
de lo mucho que le había servido , y no contento con
esto , después le hizo morir: para aviso de cuan pres-
to el favor de los principes se muda y se trueca, j á
las veces grandes servicios se pagan con estrema in-
gratitud. Fue Taciano español v natural de Itálica, pa-
tria destos dos emperadores, ¿a otra fue peor; ei á
saber que por el contrario le cayó tan en gracia An*
tinoo mozo con quien usaba torpemente, que déla
suciedad del retrete lo sacó y puso en el número de
los dioses; ca le edificó templo y una ciudad en Egip-
to de su nombre para eterna memoria de sn desho-
nestidad y soltura: mancha muy fea de las virtudes
que tuvo.
En este tiempo Basílides en Egipto y Saturnino en
la Suria despertaron la secta de ios gnósticos , que
confundía las personas divinas y Fujetaba el libre al-
bedrlo y sus acciones á la fuerza del hado y de las es-
trellas, ademas que decían que la justicia cristiana
depende solamente de la fé. Un discípulo de Basílides
llamado Marco vino á España, y en ella sembró esta
mala semilla. Allegáronsele entre otros una cierta
mujer llamada Ágape , y un retórico por nombre Del-
pidió. Destas cenizas y rescoldo Prisciliano los años
(1) De este emperador teaemos muchos moa amentos pn-
blicos en España : coasta por varias iosrripciones que resta-
bleció el camioo dr Certima , ciudad que estaba eo el reino
de Toledo cerca de las fuentes del Júcar y hoy se llama Cor-
tama; el de Mérida hasta Caparra situada dcode hoy estáolas
ventas de Caparra en Eatremadura. El de Braga á Astorea
pasando por Acude Flavia ó Chaves , y uoa medalla de
Roma le da el nombre de Hércules Gaditano.
Hay de él varias monedas de oro , plata y oobre acuñadas
en Roma coa orden y á costa de la Espiua , para demostrar
le cuánto se complacía en sus humildes espediciones. fin el
anverso está la cabeza del emperador con la inscripción or-
dinaria , y en el reverso de algunas hay una mi^er con un
r»rao de oliva en la derecha , un congo á loa pies , y la pa-
labra Hitpania,
La república de Aratispi , ciudad qua estuvo situada en lo
que hov se llama Cauche el Viejo, á ocho millude Aateque-
ra , le dedicaron un monumento.
También ensanché y adornó la ciudad de Cívilita que es-
taba situada en la Lusitania, y le dio el titulo de Municipio
con los prívilegioa da ciudad romana, dándole el nombre de
Elio Adhtoeo Aufvto*
llgTOAU 01 MPAÜA*
10
•cl«laitt6 ecceodió un grande fuego , como le tornará
á decir on su tiempo y lugar.
CAPITULO VI.
De los tres emperadores Antonlnos.
Falleció Cómmodo Vero poco después que fue adop-
tado y nombrado por César. Tenía poca salud , y no
parece hizo cosa alguna memorable. Entró en su lu-
gar y cargo Tito Elío Antonjno^ y así después de la
muerte de Adriano sin contradicción sucedió en el
imperio el año de Cristo de ciento y treinta y nueve
(139). En veinte y dos años y siete meses qué impe-
ró, mantuvo todas sus provincias en tanta paz , que
fue tem*do por muy semejante ó Numa , entre los re-
yes de Roma amicísimo de la paz. Todos holgaban
cié obedecer á príncipe tan bueno , y él no se descui-
daba en granjear á todos con buenas obras. En lo
que mas se señaló, fue en la clemencia y mansedum-
bre : virtudes que le dieron renombre de Pío y de Pa*
dre de la patria. No persiguió á los cristianos, como
lo hicieron los emperadores pasados. Quitó y refor-
mó los salarios públicos á los que no servían sus oG-
cíos, como á g^ntc que era carga pesada de la repú-
blica y de ningún provecho. Suya fue aquella sentencia
dicha antes por Scipion. « Mas quiero salvar un ciu-
dadano que matar cien enpmigos. » No se sabo cosa
alguna que hiciese en España ; su nombre empero se
halla en algunos letreros romanos de aquel tiempo (i)
2ue no se ponen aqui. Murió Antonino Pío cerca
e Roma de su enfermedad , el año ciento y sesenta y
dos (162^. Dejó por sucesores suyos ¿ su yerno Mar-
co Aureho Antonino por sobrenombre el Filósofo, y
Antonino Vero , hijo del otro Cómmodo Vero que
adoptó Adriano.
Fue esta la primera vez que se vieron en Roma
dos emperadores con igual poder y mando. Falle-
ció Vero nueve años adelanta de su enfermedad. Se-
ñalóse en que renovó la persecución de los cristia-
nos. Sosegó en Orioote los moví mientes que los persas
habían levantado. Fue el primero . según se entien-
de, que dió á los gobernadores oe las provincias tí-
tulo de condes. Por su muerte quedó Marco Aure-
lio Antonino con todo el cuidado del imperio, príncipe
aventajado en bondad y virtudes : de sus estudios y
doctrina el nombre de filósofo dá bastante testimo-
nio. Hizo en persona guerra á ios marcomanos, gente
septentrional, que hoy son los mora vos. Padecía
grande falta de agua al tiempo de encontrarse con
los enemigos, y la gente toda para perecer de sed.
Iban en su compañía muchos cristianos alistados en
la duodécima legión , por cuyas oraciones cayó tanta
agua oue se remedió la necesidad : la tempestad y
torbellino fue tal que con los rayos y relámpagos que
daban de caréalos enemigos, quedó la victoria por
los romanos. Muchos hacen mención deste suceso
tan notable. Julio Capitolino dice oue por las oracio-
nes del emperador se aplacaron los dioses y cayó la
lluvia. A nuestros escritores , muchos y muy anti-
guos, que refieren la cosa como está dicho, favorece
Dion V ana carta del emperador quo anda en griego
y en latín sobre el caso , además del nombre de Ful-
minatrix que se dió á aquella legión , v quiere decir
echadora de rayos : cuyo rastro del sobredicho nom-
bre queda en Tarragona en un huerto de Juan de
Meiffosa. donde hay un epitafio con estas palabras
vueltas, del latin en romance :
• A LOS DIOSES DB LOS DEFUIfTOS.
A ICLIO SEGUNDO QUE VIVIÓ TREINTA T NUEVE AKOS DOS
MESES T MÜZ DÍAS lULlO lOSCHO DE LA DL'ODECIHA
LEGIÓN LANZADORA DE RATOS A SU LIBEHTO
BUENO T LEAL LO HIZO.
(I ) Por aignnai inscripciones consta que en larra sa , vi-
lla fkmosa de Cataluña . se le erigió ona estatua y otra en
Fuera desa inscripción que es harto notable . hay
en Barcelona en las casas de los requesens delante
la iglesia de los Santos Justo y Pastor un testamento
deste tiempo cortado en muchas piedras , la mas se-
ñalada antigualla que deste género se conserva en
España. Por él se entiende que la usura centísima
de tiempo de ios romanos era cuando se acudía cada
un año al acreedor con ía octava parte del principal,
que es lo mismo que á razón de doce por ciento : de
manera que en espacio de cien meses se doblaba el
caudal de donde se llamó usura centísima , ó sea por-
2ue ai principio de cada mes, cuando acostumbraban
hacer las pagas , daban al logrero la centésima par-
te del dinero que prestó. Las palabras del testamento
DO pongo aquí por ser largo ; la suma de lo que con-
tiene es : a Que Lucio Cecilio Centurión de ía legión
nséptima Gemina y dichosa , y do la legión décima-
»quinta A^ollinar, que sirvió á los ^emperadores Mar-
neo Aurelio Antonino y Aurelio Vero v tuvo otros
»diferente8 cargos, manda á la república de Barcelona
nsiete mil y quinientos denarios con cargo que do
»las usuras semises (que era la mitad Je la centési-
»ma), es á saber seis por ciento del dicho dinero , hi-
))ciesen espectáculos de luchadores todos los años á
»diez dd JUDÍO en que se gasta' eu doscientos y cin-
)>cuenta denarios; y el mismo dia se diesen doscien-
»tos denarios para aceite á los luchadores. La cual
)>manda hace delajo de ciertas condiciones : si no las
»cumplieseo, sustituye enladicha mandaconlasmis-
»mas carcas á la república de Tarragona para que
»haya y lleve el dicho dinero.»
Tuvo Marco Aurelio Antonino el imperio diez y
nueve años y un mes. Falleció á diez y sie^e de mar-
zo (2^ el üFio de Cristo ciento v ochenta y uno (iSi).
Granaefuela famade sus virtudes, y no menor la afren-
ta de su casa á causa de la mucha soltura de la em peratriz
Faustinasu mujer; la cual como quier que ni la pudiese
remediar, ni se resolviese de apartalla de sí , pareció
omancillar la magostad del imperio. Por lo demás su
memoria y la de Antonino Pió su suegro fue en Roma
tan agradable, que el emperador Séptimo Severo
que tuvo el imperio poco adelante , hizo una ley en
que ordenó que todos los emperadores después del se
llamasen Antoninos , no de otra manera que antes se
llamaban Augustos. Verdad es que Elio Aurelio Cóm-
modo Antonino luego oue sucedió á su padre, con la
torpeza de sus costumbres escureció en alguna ma«
ñera el lustre de aquel nombre y alcuña. Fue Au-
gusto de título , al ánimo esclavo y sujeto á todos los
vicios. Entendióse gue una concubina suya llamada
Marcia le dió bebedizos con que le trastornó el seso;
por lo menos la misma fue causa de su muerte por
naber bailado en cierto memorial su nombre entre el
de otros muchos que Cómmodo pretendía matar. Co-
municó el ca.so con un eunucho por nombre Narciso:
concertaron los dos de darle la muerte , ejecutáronlo
f)rimero con yerbas que le dieron , y después poroue
a fuerza de la ponzoña se tardaba ,' le aiiogaron. vi-
vió treinta y dos años solamente : dellos imperó los
doce, y mas ocho meses y quince días.
Dicese que tuvo trescientas concubinas , y otros
tantos mozuelos escogidos para sus deshonestidades
entre todos los que se aventajaban en hermosura.
Fue el primero de los emperadores romanos que ven-
dió los oficios y gobiernos , cosa muy perjudicial
V dañosa. Julio Capitolino dice que el tercer abuelo
ae (iómmodo se llamó Annio Vero, y que fue espa-
(2) En su tiempo y por los anos i70 ó 71 los morca hi-
cieron una irrupción en la Bétíca, cometiendo mil desórde-
nes; pero su gobernador Galio Maximiano, les hizo levantar
el sitio de la ciudad de Singília que boy es Antequera la
Vieja ; y Tito Vario Clemente , ^oe habla sido antes procu-
rador de la Lusitania , los arrojó de España persiguiéndolos
hasta las coatas de Tánger. La Lusitania se alborotó con esta
ocasión ; pero luego fue reducida.
106
BIBLIOTECA BB ^kSfkK T II0I6.
ñol, natural del municipio Succubinato que estaba
en la Bélica hoy Andalucia. No falta quien diga que
por este tiemf)o padecieron los santos mártires Fa*
cundo y Primitivo á la ribera del Cea, rio que de los
montes de Asturias discurre por lo interior de Casti-
lla. Attico, presidente de Gatlcio, convidó á todos los
soldados de a(¡uella provincia para que se hallasen á
éiertosacriflcio : los dos santos no quisif ron obedecer
á este mandato , por lo cual los borró de las listas de
los soldados, y atormentados en di\ersas maneras,
al fin con una segur les cortó las cabezas. Honraron
los cristianos sus sagrados cuerpos : edificaron en
aquel mismo lugar un templo de su nombre. De nlli
cuando los moros estuvieron apoderados de España,
diversas veces llevados para mayor seguridad á las
Asturias. Finalmente , en tiempo de don Alonso el
Magno, Y después por mandado del rey de Castilla don
Feruando Primera los volvieron al mismo lugar y re-
edificaron el sagrado templo con un monasterio de
mongt'S Benilos iunto á él , que hoy se llama Saha-
gun, y es uno de los priocipales santuarios de España.
CAPITULO VIL
De los emperadores Severo y Caracalla.
El emperador Cómmodo fue muerto año del Señor
deciento y noventay tres (193). Sucedióenel imperio
Hülvio Pertinaz, nacido de padrelibcrtino, que era tan-
to como de casta de esclavos. Era muy viejo, deedad de
setenta años. Tuvo el imperio solos dos meses y veinte y
ochodias. Los mismos que mataron á Cómmodo, por
ser su bondad tan conocida dieron orden para que le
diesen el sceptro, que los soldados pretorianos le quita-
ron juntamente con la vida dentro de su mismo pala-
cio. La libertad y soltura del tiempo pasado hacia que
llevasen mal la disciplina militar, que Pertinaz preten-
día poner en su punto : que la reformación de las eos-
tumores es á los malos á par de muerte. Fue docto
en las lenguas latina y griega : estudió en su menor
edad derechos y tuvo en ellos por maestro á Sulpicio
Apolliuar, aquel cuyas periochás ó argumentos an-
dan al principio de las comedias de Terencio.
Luego que Pertin&z fue muerto, Sulpiciano y Didio
Juliano acudieron á los reules de los pretorianos para
A fuer de mercaderes comprar el imperio como si es-
tuviera puesto en almoneda. Salió Juliano con su
pretensión con promesa que hizo de dar á cada uno
de los soldados veinte y cinco sestercios , que mon-
tan seiscientas y veinte y cinco coronas : suma que
venia á ser exorbitante y que en fin no la pudo pagar;
por donde desamparado de los soldados y aborrecido
del pueblo, el sesto mes adelante le dieron la mueste
por orden y traza de Septimio Severo, al cual en pre-
mio desta hazaña hicieron emperador las legiones de
lllirico ó Esclavooia.
Nació en Leptfs ciudad de África, por otro nombre
Trípoli de Berbería, que está asentada de la otra parte
de la Sirte menor. Recompensóla fiereza de su natu-
ral con la valentía que tuvo muy grande, con ({ue hizo
grandes efectos; por donde vulgarmente se dijo que ó
no debiera nacer, ó no debiera morir. Mostró su seve-
ridad en el castigo que dio á los pretorianos que tu-
vieron parte en la muerte de Pertinaz, ca despojados
de las armas y de los vestidos los desterró de Roma v
de cien millas alrededor. En muchas perras salía
vencedor : en el Oriente sujetó á Poscenio Nigro que
&e llamaba emperador; y de camino destruyó la ciu-
dad de Byzancío porque le cerró las puertas. En Fran-
cia venció á Albino que estaba levantado , aquel de
quien se tuvo por cie/to que á ejemplo de Arístides
compuso las patrañas Milesias, libro lleno de toda des-
honestidad y torpeza. Asimismo desbarató por tres
veces á los partos. Restituyó «I jobterao de Roma
en su antiguo lustre y mageelad.
Revolvió sobre Inf^latem, y después que sosegó
á los ingleses; pare, impedir las entradas míe hacían
los escoceses sobre ^los, por la parte que las riberas
de aquella isla se estrechan n>as íquee;» por donde Es-
cocia parte térmiro con la logalaterra; acordó tirar
un valladar ó albarradada de mar á mar. Atájatela
muerte los pasos, que le tomó en aquello Isla en la
ciudad de Eboraco. Tuvo el imperio diez y siete años,
ocho meses y tres días. Las postreras palabras qae
dijo fueron muy notables, es á saber : «El imperio
»nue recibí alborotado , dejo á mis hijos sosegado:
nnrme si fueren buenos , si malos poco durable.»
Suya fue también aquella sentencia: aTodolofuíy
»no presta nada.» ttovió persecución contra los cris-
tianos el no\'eno año de su imperio. La carnicería
fue muy grande. En España en la ciudad de Valen-
cia padecieron Feliz presbítero, Fortunato y Archí-
loco diácanos : dado que algunos en lugar de Archi-
loco leen Archileo , y aun pretenden que padecieron
en Valencia la del delfinado oe Francia por estar cerca
de León de Francia, de donde es averiguado que San
Iren^o obispo de aquella ciudad los envió á predicar
ellSirangelio.
Dejó Severo dos hijos de dos mujeres diferentes:
el mayor que se llamó Aurelio Antonio Bassiano , y
que tuvo por sobrenombre Caracalla (de cierto gé-
nero de vestidura franceía así dicha, que dio al pue-
blo luego al principio de su imperio), mató á su her-
mano menor llamado Geta, quesu padre señaló en su
testamento por emperador y compañero de su her-
mano. Este hecho tan atroz le fue asaz mal contado,
y le hizo muy aborrecible al pueblo ; y mucho mas
otra nueva maldad , que fue casarse con Julia, madre
del mismo Ceta , y su madrastra. Pasó en esta locura
tan adelante , que dio la muerte á todos los que eran
aficionados é su hermano; dastos fue uno Sammoníco
Sereno, médico muy famoso, y que escribió muy aven-
tajadamente en aquella facultad. Otro fue el gran
jurisconsulto Papiniano uo por otra culpa mas de por-
que no quiso defender en el senado y abonar hi muer-
te de Geta, ca decia: «Mas fácil cosa es cometer el
parricidio , que escusarle. » Fue demás desto femen
tido , en particular con muestra que dio de querer
casaree con una hija de Artapanu rey de los parthos,
los cogió descuidados y hizo en ellos gran matanza,
No le duró mucho esta alegría , porque como era
aborrecido de todos , á tiempo que se estaba prove-
yendo, un soldado llamado Marcial arremetió á 61 y
le dio de puñaladas.
Era á la sazón de edad de cuarenta y tres años: tuvo
el iniperie seis años, dos meses y cinco días. Su cuer*
po llevaron á Antiocbia , do estaba Julia su madrastra
y mujer, la cual por el gran sentimiento con un puñal
que se metió por los pechos , cayó muerta sobre su
triste marido y entenado. Tragedias parecen estas.
Entra las otras locuras de Caracalla se rafíere que
se dio á contrahacer las cosas de Alejandro Magno,
bien quemas imitaba las faltas que las virtudes: en
particular para remedalle traía la cabeza inclinada
nácia el laoo izquierdo. Opelio Macríno prefecto del
Pretorio, que es lo mismo que capitán de la guarda,
á cuya pereuasion fue muerto Caracalla , le sucedió
en el imperio con voluntad de Audencio hombre prin-
cipal , á quienes los soldados querían por emperador.
No hizo cosa alguna señalada ui antes ni después des-
te tiempo : por esto y por el poco tiempo que gozó
del imperio, apenas se puede contar en el número
de los emperadores. Meáa hermana de Julia dio orden
que Jos soldados le matasen én Ch'álceáonia junta-
mente con un hijo suyo llamado Díadumen'o ; lo cual
sucedió á siete de junio el año doscientos y diez y
nueve. Imperó solos trace m'^f^es y veinte y ocbo dias.
CAPITULO VUl.
HISTORI
De los emperadores Heliogábalo y Alejandro.
AcBSLio Aotonio Vario , sacerdote del Sol en Fe-
nicia , que es lo que significa el nombre de Heliogá-
balo, fue hijo del emperador Garacalla. Hóbole en
Soemis hija de Mesa y sobrina de Julia. La hermosu-
ra de su rostro y gentil parecer, muestra muchas ve-
ces engañosa de ánimo compuesto , fueron grande
Izarte para que los soldados se le aficionasen. Ayudó
(I trosfla memoria de su padre, porque para asegurarse
eo sus maldades tenia granjeada la gente de guerra con
darles y permitirles cuanto qiierian. Sobre todo su
abuela Mesa con su buena mana y dádivas, que no de-
bieron faltar, atrajo á su parecer las legiones, y acabó
con ellas que saludasen á su nieto poremperador. Su
vida y costumbres fueron mny torpes á;maravilla: dado
A fodi suerte de deshonestidad, hacia y padecía lo que
iio se puede escribir sin vergüenza : llegó su locura á
Unto que acometió y intentó con artificio á mudar
el sexo de varón : grande afrenta y ultraje del impe-
rio romano y de todo el género humano. No pudo el
mnodo sufrir monstruosidad tan grande: los mismos
soldados de su guarda le mataron á diez de marzo el
año de Cristo de docientos y veinte y tres(223).Era de
edad de diez y oche años: tuvo el imperio tres años,
nueve mesesy cuatro dias. Fue el primero de losempe-
radores romanos que usó de vestidura de seda ; que
untes del solo aforraban de seda los vestidos, que en
aquel tiempo se compraban á peso de oro. También
se dice que desde el tiempo de Heliogábalo y por su
orden se introdujo la costumbre qué los esclavos en
las vendimias echasen pullas á sus amos, se burlasen,
con ellos de palabra (i).
El sucesorde Heliogábalo fue su primo hermano Se-
vero Alejandro que ya era César , cuyas virtudes iguala-
ron á los vicios (fe su antecesor: grande y señalado em-
perador,si la muerte no le atajara. Lo primero conforme
á la costumbre de los cristianos á ninguno encargó
gobierno alguno antes que le publicasen , para si le
lachaba alguno. No quiso vender los oficios y gobier-
nos ca decia:'«EI que compra, forzosamente ha de
«vender.» Mostróse favorable á loscristiaaos en tanto
grado que en fu or& torio principal tenia puesta la ima-
gen de Cristo éntrelas de los dioses de la gentilidad.
Jamás quiso recibir en su casa ni á su familiaridad,
ui aun para que le saludase y visitase á persona alguna
que no luese de muy buena fama; aviso para princi-
pes singular. Para recoger dinero deque tenia falta,
inventó cierto genero de imposiciones y tributos que
»e cogían de las artes curiosas ylvanas: invención con
que se remediaba la necesidad y se enfrenaban los vi-
f ios. Hizo la guerru contra tos parthos prósperamente,
y contra Artaierjes su rey, que á cabo de tantos años
i:omeni'>! n á Jevanlar el poder de los persas, que an-
tes esl. ;ij sujetos á los parthos.
Concj i Ida cstaguerra, revolvió cuusns gentes con-
tra AIemania,do fue muerto por traición de Maximino
muy fuera de Mzon , porque no pasaba de veinte y
).ueve anos: dallos los trece y nueve dias gobernó él
impenasm par por su ijrande rectitud, prudencia,
inaoseduinbre y clemencia , dado que el castigo que
iróáTunnoVeiromoparecealgo áspero. Porque ven-
día humos, es á saber favores y provisiones fingidas
eu nonabre del emperador, le hizo ahogar con humo.
Mgran jurisconsulto Ulpiniano,naluraldeTyro, tuvo
mnta cabida con el emperador Alejandro , que le hizo
su canciller, y en público y en particular se goherna-
H por sus consejos, de mas desto en cierto alboroto
porque no le matasen le cubrió con su púrpura. No
'e SHbe de Cosa alguna memorable que haya sucedido
« n fópana en tiempo destos emperadores.
( I ) El noml)rc de Heliogábalo se borró de todoi loi mo-
üomciitoa púbiicos deípue* de su njuerle.
A DE kSPAl^A. 107'
En Guadix hay una basa de estatua puesta en me-
moria de Mammea; madre del emperador Alejandro,
cuyas palabras vueltas en castellano son las siguientes:
A JirUA MAMMEA AUGUSTA MADRE DEL EMPERADOR CESAa
MARGO AURELlOS£VEROALEJANORO,PtO,F£LIZ, AUGUSTO,
MADRE DCl LOSREALES, LA COLONIA lULlA GEMINA ACCITANA
DEVOTA k su DEIDAD Y MAGESTAD.
Fue esta señora , como se entiende , cristiana , por
lo menos tuvo particular familiaridad y trato con el
famoso Orígenes. Era hermana de Soemis, y entram-
bas hijas de Mesa y sobrinas de la emperatriz Julia.
De Soemis y el emperador Garacalla nació fuera de
matrimonio como queda dicho, el emperador Helio-
gábalo. Mammea casó con Varío Hdrcello, y deste
matrimonio procedió el emperador Severo Alejandro.
Todas estas señoras eran naturales dd la Suria , de
donde vinieron á Roma. Por este tiempo el papa An-
tero que gobernó la iglesia Romana, escribió una car«
la á los obispos del Andalucía v reino de Toledo , en
que entre otras cosas dice que los obispos no pueden
lícitamente ser promovidos de una iglesia á otra por
su particular interés y comodidad.
CAPITULO IX.
De los emperadores Maximino, Gordiana, y Fillppo.
Julio Maximino natural que fue deThracia, de mny
büjo suelo , su padre Mecca godo de nación , y su
madre Ababa que fue de los alanos , como lo dice
Symmacho, en ninguna cosa se señaló fuera de la es-
tatura del cuerpo, que la tuvo muy grande, y las
fuerzas, y ligereza tan aventajada , que atenía en cor-
rer con un caballo. Por esto pasó por todos losgrados
Y cargos de la milicia, y por la muerte del emperador
Alejandro Severo se apoaeró por fuerza del imperio el
año de Cristo de 239. Conservóse en él [{or espacio de
dos años y algunos meses. Sosegó al principio las al-
teraciones de Alemana; y de nuevo se apercebia para
hacer la goerra contra los sármatas , que hoy son los
polonos, cuando en la ciudad de Sirmio donde á la sa-
zón se hallaba, le llegó nueva como los soldados de
África hablan alzado por emperador á Gordiano presi-
dente de aquella provincia, y que el senado aprobara
aquella elección. Acordó pues de mudar propósito, y
encendido en deseo de vengarse revolvió contra Ro-
ma. Detúvose alcun tiempo sobre Aquileya , ciulad
que á la entrada de Italia le cerró las puertas. Estando
ullí, vino otra nueva que el sobredicoo Gordiano con
un hijo suyo del mismo nombre fueron muertos en
África , pero nue el cenado en su lugar nombró por
emperadores a Balbino y Pupieno mas por tener per-
dida la esperanza que los perdonarla Maximino, que
por hallarse con fuerzas bastantes para resistlKe.
Hallábase todo en grande peligro, y sucediera sin
duda algún grande estrago, sino fuera que los solda-
dos por odio que tenían al tirano, de repente le aco-
metieron y dentro de sú alojamiento le degollaron.
Con esto la ciudad dd Roma guedó puesta en libertad
y los cristianos libres asimismo oel miedo cpie les
amenazaba por la persecución que les movióde nuevo
este emperador. Principalmente se empleaba su rabia
contra los que presidían en las iglesias, como eranlos
obispos y sacerdotes. En particular en España seis
leguas de Tarragona de una cueva del monte Bufra-
gano, donde estaban escondidos San Máximo y sus
compañeros , de allí fueron sacados para darles la
muerte. Adelante se edificó en su nomoreun templo
eu el mismo lugar para que fuesen mas honrados.
Algunos sospechan que este San M-4ximo es el que en
Tarragona vulgar y comunmente llaman San ftfagí".
Dejado esto, los emperadores Balbino y Pupieno en
( ierto alboroto que levantaron los soldados de la guar-
da, fueron muertos dentro del primer año de su im-
lOe BIHLIUTfcCA Di
perío. Estaba Dombrjcto )untr> con ellos por Cé<«r j
HDilodo eael fteaixlo por «auadur Gordiano, mnio d«
tED penueüa edad, que apenas tenia quíDce años; j
un embargo por muerte de los emperadores snbredi-
rhoi fue recebiilo s'\a eootradiccioD por emperador.
Pdra b1 gobierno de Id república le ayudó muí-lio «u
suegro Hisitho.o, persona que era muy prudente.
PjrtiÚ de Boma para liacerla guerra coatra los persns;
oiDcluidacomo se pudiera dusear, al tiempai[ue daba
de si grandes esperaaias , le diú la muerte á traiciou
Filippó capiUo de bu guarda el seato aüa de bu im-
Escribíd Gordiano una carta á su suegra , qlie se
conierva hasta el dia de boy, en que su duele ifue los
principes eiléii aujetos á los engaiJos y embustes de
sus mismos criados que ponen asecbauzas á sus ore-
jas, y por este medio arman celadas á liis que pre-
tenden derribar y le?aiitaa i los que no lo merecen,
tin que él mismo pueda par vista ile ojos averiguar la
GASPAR V ni)lG.
verdad de ln que past. No liiy duda sino que de nin-
guna cosa los príncipes padecen mayor mengua que
de la verdad; la cuarqué lugar puede tener éntrelas
contlouas adulaciones de palacio, entro los embustes
yma&üs, y redes que tiaiden los privadas por todas
partes ? Sin su ayuda , ó por mejor 'decir coa same-
janlo falUí , qué maravilla es que las principes á cada
paso tropiecen , puei nniIaQ e^ tinieblas y por li ig-
norancia Baaciegos?¿Qoién no sentirá grandemente
que falte luz á los que Uios puso en la cumbre para
que fuesen guins de los hombres, y li<s aneasen de
sus Yerros con obra':, consejos y autoridad ?
Va solo camino se ofrece paro reparar este daño,
enseñadq de hombres muy graves , mas seftuido de
pocos ; esto es que demás de los otros ministros, co-
mo mayardoin os , caballerizos, maestresa las con lodo
el otro atuendo de palacio procuren aunque leal-
cosla grande, tener cerca de g[ alguna persona de
conocida prudencia y bondad , que leuga licencia y
orden de referir al principe y avisarle Iodo lo que del
se dijere y sintiere , sea verdad ó menlira , hasta los
mismos rumores vanos y sin fundamento del vulgo.
Los cuales avisos á Iss veces sin duda serán pesados,
mas débelos sufrir parque el provecho grande que de
ellos resultará , recompensará bastantemente cual-
quier modestia ; y es cosa averif|[uada que la verdad
tiene las raices amargas, pero sus frutos bou muy
suaves, muy dulces sus dejos.
No podremos alcanzar esto, bien lo veo: los regalos
y delicadezas de los principes cuan grandes sean,
quiín no lo sabe? los que tienen purel principal fruto
de su grandeza , la libertad de hacer lo que se le an-
toja sin que nadie les vaya á la mano. Por el contra-
río las palabras de los que les hablan á su gusto , les
dan gran comento: la verdad es de un aspecto áspero
y grave, de suerte que es maravilla cuando les queda
un pequeüo resquicio por donde les entre algún rayo
de luz : tan cercados están por todas partes de diu-
cultades, de lisonjeros, finalmente de hombres que ¡
DO buscan otra cosa sino su comodidad. No se debe
empero desistir desta empresa , ni perder de todo |
punto la esperanza. Por ventura no.canlamos á los i
vArdos : habrá algunos , á quien conteste •Me aviso, '
que vean ysigaa el camino que se les muestra muy
saludable asi para ellos, como para sus vasallos; y en-
tiendan que no los que tachan las costumbres y vida
(fe los que rigen, son perjudiciales , sino los que ha-
blan al sabor del paladar, muchos y sin número, ma-
yormente en los palacios reales ; peste tanto mas pe-
ligrosa , cuanto mas halagüeña y blanda.
Pero haeamos aquí punto, y volvamos á lot empe-
radores. El premio que se diÚDor la muerte de Gor-
diano, fue que Marco Julio Fítfppo su matador se
quedd con el imperio : hombre árabe de nación , de
bajo suelo y linaje , pero muy señalado en las cosas
de la guerra. Por donde después de diversos cargos
3ue tuvo . se apoderd últimamente de la república y
el imperio el año de Cristo de !4t y le tavo por espa-
cio de mas de cinco años. Al principio tomó aliento
con los persas, por el cual les dejó k Hesopotemia,
en que pareció escurecer la magestad del imperio
romano. Vuelto á Roma , celebró el año secular, que
era el año centesimo de la fundación de Roma , con
mayores regocijos y juegos roas suntuons que jamii
«e habió celebrado, por ser el año milésiuM de sn
fundación. Andaban los godos alborotadoB,y corrían
la provincia deTbracta. Envió contra olios á Marino:
BISTORU DE KSPA.'IA.
0)9
las legiones en premio de su trab jjo le sdludsroo por
emperador , pero sucedióle mal « ca Decio fue coutra
él por mandado de Filíppo . y le uió la batalla y ^ eujcié
y malo en la provincia de M^'Sta. El premio desta vic-
toria fue qae el ejército le nombró asimismo por em-
perador. Aceptó él acpiel titulo contra su voluntad:
pero aceptado , le maniuvo con grande valur.
El emperador Fiüppo á la sazón que se encaminaba
contra él , fue muerto en Verona en cierto alboroto
aoe levantaron sus soldados. Dejó en Rama un bijo
de su mismo nombre, en edad de siete años que tenia
y 00 mas, declarado por su compañero en el imperio*
y era de un natural tan estraño, que nadie jamás le
vio reír. A. este luego aue la nnova llegó , mataron
también porque ño quedase rastro de raza tan mala.
En tiempo de San Geróaimo se leía una carta de orí-
genes p >ra el emperador Filíppo : autores antiguos y
graves sienten que fue cristiano , y añaden que el
ponUGce Fabiano no le quiso recibir á los misterios
sin que primero hiciese penitencia y satisfacción de
cierto pecado. Algunos asimismo sospechan que la
iglesia Romana se enriqueció con los tesoros de Fi-
líppo; pero sus malas costumbres dan muestra que
mas fingió que cumplió el oficio de hombrecristiano.
Otros reservan del todo estaloa áConstantino Magno,
que fuese, el primer emperador romano que conoció
la maulad de Cristo Hijo de Dios.
Deoo luego que se apoderó del imperio , que fue
eJ año de nuestra salvación de 250 persijguió cruellsi-
mameole la Helicón Cristiana por^odio que tenia, á
lo que se entendió contra Filippo. La verdad fue que
Dios por aquel camino pretendía reformar las cos-
tumbres y vida délos cnstiapos, y en particular de
los eclesiásticos de muchas maneras estragadas. En
aquella persecocicn padeció el mártir SaUsCrístóbal
según que lo refiere Nicéforo. Destruían los getas ó
godos (que algunos entienden ser lo mismo) las pro-
vincias de Mesia j de Tbracia. Peleó Decio con ellos:
venciólos en la pnmera batalla , mas en la segunda
por traición de Treboniano Gallo fue vencido y muerto
Junto con un bijo qup tenia de su mismo nombre,
después que gobernó el imperio por espacio de dos
«ños. El traidor conforme á lo que en toncos se acos-
tumbraba , se quedó con el imperio y le tnvo por es-
pacio de diei y ocho meses. Biso' asiento con los go-
dos , en qae se obligó de pagarles parlas cada un año:
cosa muy fea , y que dio ocasión a los soldados para
que Je despreciasen -, y á Emiliano su capitán hombre
de nadon africano, nacido en la Mauritania Tingi ta-
na 9 para que después de vencidos los godos en una
srande batalla que les dio en la Mesia , se apoderase
del imperio y revolviese contra Gallo su señor; por
cnya muerte , que fue en cierto encuentro , sequedó
Emiliano por señor de todo. Duróle poco el mando y
la vida , boío por espacio de cuatro meses , sin hacer
cosa que de contar sea » tanto que muchos no le po-
nen en el número y cuento de los emperadores roma-
nos. Matáronle sus soldados luego que se supo la
elección de Valeriano.
CAPITULO X.
Ue Ins emperadores Valeriano, GaUieno Claudio yjlu-
rclfano.
Lucimo Valeriano era de edad de setenta años
cuando en ia Gallia las legiones y soldados le apelli-
daron por emperador contra Emiliano el año de Cristo
de 254. Subió á la cumbre y msgestad no por otra
cansa á Ío qOe parace , sino para que la caida como de
lugar nms alto fuese mas peligrosa y pesada. La vida
larga es á las veces sujeta á desastres , y trueca la
prosperidad del tiempo pasado en la advereidad y
desgracias. Tal fue el emperador Valeriano, cael año
seteno de su imperio en la guerra que emprendió
contra los persas, vino en poder de sus enemigos^
Vivió en aquella^ miserable servidumbre por especio
de jnas de un uño. Su hijo GaUieno, y compañero ya
nombrado en el imperio , de ninguna cosa menos
cuidaba. que de librar á su padre , y volver por ia ma-
gostad del ími^rio. Y á la verdad él fe hallaba por
uoa parte apretado de los persas, do los godos y de
los alemanes, que andaban alterados y con las armiis;
y mucho mas por otra parte de treinta capitanes ro-
manos, que con la revuelta de los tiempos en diver-*
sas partes se llamaban emperadores : miserable ave-
nida de males. Relatar los nombres y hechos de todos
estos seria cueuto muy largo ; pero entre los demás
Posthumo se apoderó de la Gallia, y para asegurarse
Uamóea su socorro á los francos , gente alemana, que
es la primera mención que delios se halla en la hiato*
ria rotnsaa. Acudió LoUiauo por mandadu de GaUieno
al remedio , venció y mató altiraoo ; pero en premio
de la victoria entró en su lugar, y se llamó empera-
dor junto con un su hijo del mismo nombre, por cu-
yas se tienen las declamaciones que andan impresas
al Gn de las instituciones de Quintilíano (i).
Otro por nombre Tétrico so apoderó de España que
asimismo acudió al favor de los alemanes. Entraron
ellos en España por la Gallia , y como gente feroz por
espacio de doce años como con fuego lo asolaron iodo:
en los campos y en los poblados hicierouestragos es*
traordinarios. En las provincias de Oriente ^e akó
Ordénate Palmerino capitán muy esforzado ; y muer-
to él en la demanda , Zenobia su mujercoo mas valor
que de hembra , y no menor prudencia llevó adelante
lo comenzado por su marido , y se mantuvo hasta el
liémpo del emperador Aureiiaoo. Grande era el
aprieto en que todo se hallaba. Por diveraas piedras
que en España se han hallado , se entiende que la
mujer del emperador GaUieno re llamó Cornelia Salo-
nina, y la del emperador Diício Uérennia. Goleiuó
por estos tiempos la Iglesia el pontífice Lucio, cuya
epístola (2) dirigida á los obispos de España y de la
Gallia los exhorta que junten los concilios nmcbas
veces : declara la jurisdicción que tienen los metro-
politanos sobre las iglesias sufragáneas : veda Ja con-
versación y trato con los herejes , y anima á sufrir
las calamidades de los tiempos , gruves y largas. A
Lucio sucedió Stefano , en cuyo tiempo los obispo»
Je España en un concilio que juntaron « privaron de
sus iglesias á Marcial obispo de Mérida > á Basilides.
obispo d«) Astorga como á libeliáticps que fueron , y
en lu^r do Jos dos eligieron á Feliz y Sabino. Llama-
ban libellátícos á los que daban firmado de sos nom-
bres que desamparaban laReligion Cristiana ; ca á los.
que pasando aderante, se ensuciaban conadbrar y
sicrificará los Ídolos, llamaban sacrificatos, según
4ue se saca de las epístolas de San Cipriano.
Hizo Basilides recurso á Roma como á cabeza de la
(1) Los francos y suevos hicieron una irrapcion en Italia
y Espaíía el año 26^ , y los tiranos Posthuino y Télhrico los
arrojaron de ella el 08 y 09, después de haberla desolado y
arruinado algunos pueblos y ciudades , especialmente la de
Tarragona.
\2) Isidoro Mercalor ó Pecatdr, es quien primeramenfcO'
ha publicado en el sislo ix esta carta y las demás que w
atribuyen á los papas de los tres primeros siglos de ia Iglesia,
de^eXiemente basta Siricio, y son evidentemente supuestas.
Establecen los diversos grados de jurisdicción de los arzo-
bispos primados y patriarcas, como si hubieran estado en
uso desde el segundo siglo , y permiten á lodos que se dirijan
inmediatamente al papa con perjuicio de la jurisdicción de
los obispos. En el aiío SOO publicó Dionisio el PequeBo» sa
colección de k» decretos de los ponlffloes romanos, recogida,
con la diavor diligencia., y empieu por ia decretal que Si-
ricio envió al obispo de larragoaa liimerio con fecha ii de
febrero de 385, sin hablar una palabra de estas decretales
que se atribuyen á los papas anteriores. Sin embargo, se
admitieron ciegamente luego que se publicaron y se inserta-
run en las colecciones posteriores, sirviéndose de ellas los
teólogos, las escuelas, y los intérpretes del derecho, para
establecer la nuen disciplina, y ronflrmar loe dogmas.
J40
BIBLIOTECA. DE RASPAR Y ROIG.
Iglesia de donde proceden las leyes sagradas, y con
eaya autoridad le revocan las sentencias dadas por
los otros obisposcontra razón. Absolvió'eel papaSle-
fano , y mandó fuese restituido á su iglesia y dignidad.
Ofendiéronse desto los obispos de España. Avisaron
é San Cipriano obispo de Gartago de todo lo que pa-
saba , con dos obispos Feliz y Sabino que para esto le
enviaron. Goninnicó él este negocio con otros obispps
de África , y tomada la resolución , respondió que los
que desamparaban la fe, no>odian ser restituidos al
grado que antes en la Iglesia tenian : que impuéstales
la penitencia, y becha la satisfacción conforme ásus
deir.éritos , podrían empero ser recibidos , mas sin
volverles la honra y el oficio sacerdotal , según que lo
dejó establecido por decreto el papa Gornelio : que si
el pontifico Stefano determinó otra cosa, seria por
haberle engañado como estaba tan lejos. Por esta
causa Sixto Segundo sucesor de Stefano parece que
en una epístola enderezada á los obispos de España
se amonesta que los decretos de los padres no se de-
ben alterar , ni antes del entero conocimiento de la
causa deponer ¿ los obispos, principalmente sin dar
parte al romano pontífice que con razón reponía lo
atentado contra ella. Esta fue la diferencia que suce-
dió sobre este caso : el remate no se sabe , mas de que
todos estos tres pontíñces fueron martirizados en la
persecución que comenzó Valeriano antes de su pri-
sión , dado ^oe al principio se mostró bien afecto á la
Ueligion Gristiana.
Padeció otrosí en Roma el valeroso diácono San
Laurencio gloría de España. Fue natural de Huesc/i:
sus padres Orencio y Paciencia , gue son al tanto te-
nidos por santos en aquella ciudad. Sixto Segundo
antes de ser pepa vino en España á predicar el Evan-
gelio, y á la vuelta llevó en su compañía á los dos
diáconos Laurencio y Vincencio (i). Era Laurencio
muy noble , pero mas señalado por la grande cons-
tancia de su ánimo ; de que dio bastante muestra en
los tormentos gravísimos que sufrió por no ol)edecer
al tirano , y hacer en todo lo que deoia : en fin dio la
vida en la demanda el año de Cristo de 259 así él co-
mo el papa Sixto. Los que dicen que esto sui^edió en
el imperio de Decio, van fuera de camino: y no me-
nos los que por autoridad de Trebellio Rolíion para
concordar las opiniones sueñan no sé que Decio César
nieto del emperador Valeriano , por cuya autoridad
se hicieron esto^ martirios , van errados como gente
menuda, y que sin examinar bien lo que dicen , es-
criben lo que les parece. En el mismo ano padecieron
<fn Tarragona por la verdad Fructuoso primer obispo
de aquélla ciudad. Augurio y Eulogio diáconos. Eran
cónsules en Roma Fusco y Baso , presidente en Es-
paña Emitieno; cuya hija advertida y avisada por un
soldado vio juntamente con él las ánimas destos san-
ios que volaban al cielo , según que lo testifica Pru-
dencio. Las reliquias destos mártires no se sabe por
qué causa ni en qué tiempo , pero es cierto que fue-
ron llevadas á Italia , y cerca de la ciudad de Genova
son veneradas con gran devoción en un monasterio
de Benitos. En lugar del papa Sixto fue puesto el
pontifico Dionisio elaño luego siguiente.
Algunos años adelante el emperador Gallíeno tenia
cercado dentro de Milán á Aureolo, que se había al-
zado con la Esclavonia ,. y rompiendo por Italia estaba
apoderado de aquella ciudad. Duró el cerco algún
tiempo ; los soldados cansados de tantas guerras , y
con deseo de cosas nuevas , se coníuraron y dieron la
muerte á su emperador Galiieno el año que se conta-
ba de nuestra salvación doscientos j sesenta y nue-
ve (269). Impeí ó por espacio de quince años : mata-
ron otrosí un su hermano menor por nom bre Valeriano,
(1) Ni la venida de Sixto i Espaoa, ni oue se lievsse i
los d(js santos tiene fundamento verídico : oaata para coo-
Vencerte., atender á Isi ftchai y pontos da lui martirios.
compañero suyo en el imperio. Estaba ia repábiica
euesta vacante sin cabeza, cuando Flavio Claudio,
hoipbre prínoipal y valeroso caudillo, se llalnó empe-
rador . que fue ei año It^go siguiente, en que siendo
cónsules el dicho empeí idor y Paterno, el pontífice
Dionisio escribió una epístola á Severo onispo de
Górdova : en ella le manda que á ejemplo de Roma
reparta el pueblo por parroquias. Los principios del
emperador Claudio fueron muy aventajados, ca des-
hizo y mató al tirano Aureolo , sujetó con las armas
á los godos y á los alemanes. Pero atajóle la muerte
en sazón (fae trataba de ir en persona contra Tétrico,
que poseía lo de E<3paña y lo de la Gallia , ó contra
Zenobia , la valerosa mujer de'Odeoato. Falleció sin
determinarse ni resolverse en estoén Sírmio, ciudad
de Hungría , de enfermedad que le sobrevino : tuyo el
imperio un año , díAz meses y quince dias. Fue tío
mayor de Gonstancio , padre del gran Constantino,
que es lo mismo que hermano de abuelo ; porque el
emperador Gonstancio fue hijo de Entropio de ia no-
ble alcUña de los Dárdanos, j de una sobrma de Glau-
dio hija de Crispo su hermano.
Sabida la muerte de Claudio , el senado nombró en
su lugar á Quintiiiano su hermano, hombre de tan
pequeño corazón^ que tomó la muerte por sus manos
diez y siete dias después de su elección , parte por
no sentirse con fuerzas para llevar tan gran carga,
parte principalmente por la nueva que vino queías
legiones de Claudio nombraron por emperador á Lu-
cio Domício Aur^iano, persona aeseñaradas prendas
y autoridad. Pudiera ser contado entre los mejores
principes si no afeara sus proezas aue bizo en k
guerra , con la aspereza de su condición y con el
aborrecimiento que tuvoá la Religión Cristiana. Do-
mó los de Dacia , á los cuales dio las dos Mesías para
que poblasen ; y todos los tiranosque estaban aliados
en las provincias , sujetó parte por fuei za, parte por
concierto. En particular hizo la guerra valerosamente
contra la famosa Zenobia , y la prendió cerca de ia
ciudad de Palmira, que se le iba huyendo á los per-
sas en camellos de posta que llamaban dromedarios:
cuya persona y presencia por su grabde valor hizo
que el triunfo con que entró en Roma, fuese mas
agradable y mas solemne; porque todos los que la
miraban , se maravillaban ^ que en el pecho de una
mujer cupiese tan grande esfuerzo y valor nunca
vencido por los males.
* Este triunfo con que el emperador Aurelíanoentró
en Roma, fue el postrero que á la manerii antiguase
vio en aouella ciudad. Poco tiempo reparó en Roma,
ca resuelto de dar guerra á los persas, volvió al Orien-
te , donde en la Thracia entre Heraclea V Bizancio
fue muerto por traición de un su privado llamado
Mnesteo. Tuvo el imperio cuatro años , once meses y
siete dias. Hay quien diga que este emperador fundó
en la Francia á Orliens , ciudad puesta sobre el rio
Loire , y á Genova ó Ginebra á h ribera del lago Le-
mano. Has^cierto es que en Girona , ciudad puesta á
los confines de España y de Francia, martirizaron á
Narciso después nue predicó á las gentes de los Al-
pes; y con el un diácono llamado Félix. Pero no es
este mártir elcon quien aquella ciudad tiene particu-
lar devoción, sino otro del mismo nombre muerto en
otro tiempo : esto se advierte para que nadie se enga-
ñe por la semejanza del nombre. Él año antes desta
en que vamos, fue en Roma martirizado el santo pa-
pa Félíi. Sucedióle Eutichiano , cuya carta á Juan y
á loa demás obispos de la Bética ó Andalucía tiene
por data el consulado de Aureliano y Marcelino , es i
saber el año de Cristo de doscientos y setenta y seis
(276). Trata de propósito en ella déla Santa Encama-
ción del Hijo de Dios contra ciertos herejes, que con
nuevas opmiones en España pretendían manchar y
poner dolo en la sinceridíad de la Religión Católica y
Cristiana.
mSTOlUA
CAPITULO n.
De algunos otros emperadores
Una contienda muy nueva S8 siguió después de la
muerte de Aureliano, y un estraordínarío comedi-
miento. El ejército pretendía que el senado nombrase
ducesor y emperador , los padres remitian este cuida-
so á los soldados : en demandas y respuestas se pasa-
ron seis meses , al cabo dellos el senado vencido de la
modestia del ejército nombró por emperador á Claudio
Tácito , hombre de muchas partes , pero muy viejo , ca
erade sesenta y ocho anos. Así le cíuró poco la vida y
el mando : solo seis meses y veinte dias. Falleció en
Tharso, ciudad de Cílicia. Por su muerte Fioriano su
hermano que allí se hallaba, se llamó emperador, de
que se arrepintió m'jy presto, porque á cabo de tres
meses, de su voluntad se hizo romperlas venas y se
desangró y murió. Parecióleque sus fuerzas eran muy
flacas para contrastar á las legiones de Oriente, que
habían nombrado por emperador á Marco Aurelio
Probo y aunque esclavón de nación , persona aventa-
jada en las cosas del gobierno y de las armas: de vir
tud tan conocida, que cuan(ío el nombre de Probo
que es lo mismo que bueno, no tuviera de sus pa-
dres , le pudiera ganar por sus costumbre* y vida.
Encargado del imperio , domó los alemanes, que
corrían y asolaban la Gallia. Lo mismo hizo con los
sármatas ó pelónos, que habían rompido per lo de Es-
clavouia. A Narseo rey de los persas puso condiciones
aventajadas para si y de mucha reputación. A los
vándalos y á los godos , de los cuales grandes enjam-
bres andaban haciendo mal y daño por las provincias
del imperio, señalópara sosegallos campos en laThra-
cia en que poblasen. Tuvo dos competidores en el
imperio, el uno llamado Saturnino, que mataron en
Egipto su* mismos soldados por miedo, ó eu gracia
del verdad'TO emperador; al otro que se llamaba Bo-
noso, venció él mismo en batalla cerca del rio Rhin,
y vencido , le puso en tanto aprieto , que él mismo se
ahorcó. Para ganar las voluntades de las provincias
entre otras cosas que hizo, revocó y dio por ninguno
el edicto de Domiciano en que vedaba á los de la Ga-
llia y de España el plantar viñas de nuevo.
Grandes eran las muestras que en todo daba de
buen emperador, cuando en la Esclavionia fue muer-
to por sus mismos soldados en un motín que levanta-
ron en sazón que so apercibía para revolver contra
les persas que de nuevo andaban alborotados. Tuvo el
imperio cinco anos y cuatro meses.' La severidad que
guardaba en la disciplina militar, le hizo odioso, y
porque se dejó decir que sosegados los enemigos en
adelante no tendría necesidad de soldados. Entró en
su lugar por volunUd y voto del mismo ejército Mar-
coAurelio Caro el año del Señor de docientos y ochen-
U y dos (282) : unos le hacen esclavón, otros natural
de la Gaíiía; sus cartas muestran que fue romano.
Dos hijos que tenia , es á saber Carino y Numeriano,
nombró luego por sus compañeros en el imperio. Al
primero dejó encargado el gobierno de la Gallia y de
la España : para hacer guerra á los persas llevó con-
sigo á Numeriano. Este en Aotiochia la de Orantes,
como pretendiese entrar en la iglesia de los cristianos
ó por curiosidad ca era dado á todas las artes libera-
les, ó con propósito de burlarse de nuestras cosas, y
el obispo por nombre Babílas no se le consintiese (que
fue hazaña síq duda heroica) por el mismo caso le
mandó matar y martirizar (1).
Hecho esto, pasaron adelante, concluyeron laguer*
ra de los persas á su voluntad; la cual acabada, el
(i) Aunqae no sea trascendental este error, debemos de-
cir que S. Babílas habla sido martirizado el aSo 231 en la
persecución de {)ecio ; y en tiempo de este emperador gober-
uabt aouella iglesia nno llamado Cirilo que murió el a¡ío305,
se|Qii el CrtMJkoH de Emebio.
DBBfiPAÜA. Hl
emperador (üaro f ae muerto de un rayo á la ribera del
rio Tigris al principio del segundo año de su imperio.
No le fue mejor a Numeriano su hijo , antes Arrio
A pro , su suegro, sin consideración del deudo por el
deseo insaciable que tenia de hacerse emperador , le
hizo matar dentro de una litera en que iba por tener
los ojos malos. Alteróse el ejército con aquella trai-
ción tan fea : nombraron por emperador á Dioclecia-
no, personado grandes partes : él sin dilación tomó
venffanza de Apro, met:ó!e por el cuerpo la espada,
dijole al tiempo oue le hería : «Alégrate Apro, la
diestra del granoe Eneas lo mata.» Carino, sin em*
bargo de lo que hicieron los soldados, pretendía aj^o-
derarse por derecho de herencia de todo el imperio;
pero vencióle en batalla y dióle la muerte Diocle-
cieno.
Por este tiempo gobernaba la España Citerior un
prefecto llamado Marco Aurelio, como se entiende
por las letras de algunas piedras que se conservan en
España, de donde asimismo se saóa que los empera-
dores no solo usaban de los títulos de tribunos, pon-
tífices , cónsules , sino que también se llamaban
procónsules. En comprobación desto se pondrá aquí
una letra de una picara oue hasta hoy día está en la
plaza pública y mercado de M onviedro , con estas pa-
labras vueltas en castellano :
AL EMPERADOR MARCO AURELIO CARINÓ
NOBILÍSIMO, CÉSAR, PIADOSO, DICHOSO, INVICTO,
AUGUSTO , PONTÍFICE MAX. TRIBUNO ,
PADRE DE LA PATRIA, CÓNSUL ,
PROCÓNSUL.
Y aun esta costumbre se entiende que se usaba los
tiempos pasados , de que es bastante prueba el letre-
ro dé la Rotunda de Roma , que da el mismo título
á los emperadores Septímío Severo y Antoníno Pío.
Demás desto los gobernadores romanos , como so co-
menzó á hacer desde el tiempo del emperador Antoníno
el Filósofo, se continuaron á llamar comités ó condes
asi bien en España, como cu las demás provincias. A
los mismos acabado el tiempo do su gobierno, en tan-
to que llegaba el sucesor , los llamaban legados ce? á-
reos ; y en el uno y en el otro tiempo se halla que
usaban de título y nombre de presides ó presidentes.
CAPITULO XII.
De los emperadores Diocleciano y Maiimiano.
La provincia de Esclavonia engendró á Diocleciano
Je padres libertinos, que es lo mismo que de casta de
esclavos ; y sin embargo le dio por emperador á Ro-
ma, señora del mundo, el año de nuestra salvación
de docientos y ochenti y cuatro (284). Púdose por
su valor y hazañas compurur con los príncipes mas
aventajados del mundo, si no afeara su imperio y en-
suciará sus manos con tanta sangro como derramó
de cristianos , con que quedó su nombre odioso per-
petuamente. El año segundo de su imperio declaró
por su companero á Mazimiano Hercúleo; y para acu*
dir á todas partes poco después nombró por Césares &
Galeno Maximino y á Constancio Chioro. A Galerio
dieron por mujer una hija de Diocleciano llamada Va-
leria: Constancio por su mandado repudió á Helena
hija de un rey de Bretaña ó Inglaterra^ madre del
gran Constantino , para casar como lo hizo con Teo-
dora antenada de Haximíano. Repertieron las provin-
cias de tal manera, que Diocleciano en Egipto^ Maii-
miano en África , Constancio en Bretaña apaciguaron
los movimientos y alteraciones de aquellas gentes:
los sucesos y trances fueron varios, los remates prós-
peros. A Galerio enviaron contra los persas, cíocde
porque no se gobernó bien, Diocleciano en Mesopotu-
mía, do le vino á ver , le hizo ir corriendo delante de
su coche por espacio de una milla , que fue afrenta y
112 ^IBLlOTBGi DB
castigo notable; pero oomo después volvióse con la
victoria , le salió á recebir con acompañamiento y
pompa muy semejante á triunfo. Es así que el castigo
y el premiOi el miedo y la esperanza soa las dos pesas
con que se gobierna el reloj de la vida humana : el
miedo no da lugar á la cobardía , la industria y la di-
ligencia son hijas de la esperanza.
El «ño deceno de su imperio movió guerra muy
cruel contra los cristianos, y vuelto á Roma después
de las empresas sobredicha^ , ocho años adelante
apretó grandemoute y embraveció con nuevos y muy
crueles edictos , que fue el año de Cristo de trecien-
tos y tres (303) , en que fueron cónsules Diocleciano
la octava vez y Maximiano la setena, según que lo re-
fiere San Agustín. En aguellos edictos se mandaba
echar por tierra los templos de los cristianos, quemar
los libros sagrados , que los cristianos fuesen tenidos
por infames y incapacesde las honras y oficios públi-
cos; añadióse después desto ^ue diesen la muerte
¿ los presidentes de las iglesias. Grande fue este
aprieto: cruelísima carnicería , en que murieron en
Ronja el pontífice Caio y su hermano Gabino con una
&u hija por nombre Susanna. En Sevilla fueron acu-
sadas y muertas las santas vírgenes Justa y Rufina
como quebrantaduras de la Relicion, por haber derri*
bado por tierra la estatua de la diosa Salambona, que
era lo mismo que Venus.
En Tánger de la Mauritania martirizaron á Harc&-
llo Centurión , natural de León de España : lo que le
achacaron fue oue por amor de la Religión Cristiana
renunciara el cíngulo, que era la insignia de soldado.
Agricolao, prefecto del Preiorio, fue el que le sentenció
á muerte, cuyo nombre se lee no solo en nuestras
historias, sino también en los códices de Theodosio y
Justíniano. Grande y señalado fue este santo mártir,
asi por lo que él padeció , como por doce hijos que
tuvo, de quien se dice padecieron muerte todos por
la verdad, bien que no en un mismo tiempo ni lugar.
Quién pone en este cuento de los hijos del mártir
Marcollo á Claudio, i Lupercio, á Victoriano, á Emi-
terío, á Celedonio, á Servando, á Germano, á Ascis-
cío y también á Victoria, todos mártires bienaventu-
rados : quien añado ü los santos Fausto , laouario,
Marcial, Demás desto se entiende que Santa Marina
Sadeció por este tiempo en Galicia no lejos de la ciu-
ad de Orense , donde está su santo cuerpo en un
templo de su nombre ocho millas de aquella ciudad.
Todos estos y otros muchos santos padecieron en
España por estos tiempos antes que el impío y cruel
Daciano viniese á ella enviado por Diocleciano su se-
ñor á derramar tanta sangre como derramó de cris-
tianos : este con gran furor y rabia , comenzando de
los Pirineos , atravesó toda esta provincia por lo an-
cho y ppr lo largo de Levante á Poniente, y de Medio-
dia á Septentrión. Parece que Daciano fue presidente
de toda España por un mojón de términos que está
entre las ciudades Beja y Ebora cerca de una aldea
llamada Oreóla con estas palabras en latín :
Á RUE8TB0S SeftOBKS, ETBRNOS , EMPERADORES CAIO
AURELIO VALERIO lOVlO DIOCLECIANO Y MARCO AURELIO
VALERIO ERCULEO PIADOSOS FELICES Y SIEMPRE AUGUSTOS,
TBRMinO EüTRE LOS PACENSES Y LOS EBORBNSES , POR
MANDADO DE PUBLIO DACIANO V. P. PRESIDENTE DE LAS
E8PAÑA8 DE SU DEmAD Y MAGESNAD DEVOTÍSIMO.
En el cuento de los santos mártires que hizo morir
Dacipno, tos primeros fueron Feliz y Cucufato, naci-
dos en África , pero que con deseo de adelantar las
cosas del Cristianismo eran venidos á España. Feliz
fue martirizado en Girona, Cucefato en Barcelona:
donde padeció también Santa Eulalia virgen, diferen-
te de oira que del mismo nombre fue muerta en Meri-
na. En S^ara^oza dio la muerte á Santa Engracia,
OABPAE Y R0I4S.
Prudencio la llama Bnoratis : desde lo poitraro de la
Lusítania pasaba á Ruiselloo á verse con sa esposo,
pero antes que allí llegase le halló mejor y mas aven-
tajado. Padecieron con ella diez y ocho personas qne
la acompañaban fuera de otra muchedumbre innu*
merable de aquellos ciudadanos que por la misma
causa dieron las vidas, y por el cuchillo pasaron á las
coronas y gloría. Sus cuerpos porque no viniesen 4
poder de los cristianos, y no los honrasen, quemaron
junto con los de otros facinerosos. Pero las cenizas
de los santos se apartaron de las otras por virtud de
Dios, y juntadas entre sí, las llamaron masa candida
ó masa blanca. Prudencio refíere que sucedió lo mis-
mo á las cenizas de trecientos mártires , que fueron
muertos en África , y echados en cal viva el mismo
dia que padeció San Cipriano , y que los llamaron
masa candida.
Echaron otrosí roano y prendieron al santo viejo
Valerio obispo de Zaragoza ; y al valeroso diácono
Vincencio; y presos los enviaron á Valencia para que
allí sexonociese de su causa. Pensaban que los tra*
bajos del camino ó el tiempo serian parte para que
mudasen parecer. Pasaron grandes trances : última-
mente Valerio fue condenado en destierro, en que
pasó lo demás de la vida en los montes cercanos á las
corrientes del rio Cinga. Por ventura tuvieron respe-
to á su larga edad para no ponelle en mayores tor-
mentos. Con Vincencio procuraron oue mudase pa-
recer , y entregase los libros cagraaos , aue era ser
traidor: que así llamaban los cristianos á los que los
entregaban, de la palabra latina traditor que significa
traidor y entregador. Pero como no se doblegase ni
viniese en hacer lo uno ni lo otro, emplearon en él
todos los tormentos de hierro y de fuego que supieron
inventar, con qde al fin le quitaron la vida. Su sagra-
do cuerpo por miedo de los moros, que todo lo asola-
ban y profanaban , fue los años adelante llevado al
promontorio sagrado, que por e^ta causa se llama hoy
cabo de San Vicente : de donde últimamente en tiem-
po del rey don Alonso Primero deste nombre , y
primer rey de Portugal, por su mandado lo trasla-
daron á Lisbona , ciudad la mas principal de aquel
reino, según que en su lugar se relatará mas por
menudo.
En Alcalá de Henares padecieron los santos Justo
y Pastor ton pequeños que apenas habían salido de
la edad de la infancia. Matáronlos en el campo Loa-
ble , en que el tiempo adelante en su nombre edifi-
caron un suntuoso templo, ilustre al presente ñor los
muchos y muy doctos ministros y prebendaoos que
tiene. Sus cuerpos en el tiempo que las armas de los
moros volaban por toda España , se llevaron á diver-
sos lugares hasta que últimamente el año de nuestra
salvación de 1568 el rey don Felipe Se<3;uüdo de las
Españas , de Huesca , do estaban , los hizo volver á
Alcalá , y poner en el mismo lugar en que derrama-
ron su bendita sangre.
Pasó la crueldad adelante, porque llegado Daciano
á Toledo prendió á la virgen Leocadia, la cual por
miedo de los tormentos j ei mal olor de la cárcel, jun-
to con la pena que recibió con la nueva que vino poco
después del martirio de Santa Olalla la de Ménda y
de Julia su compañera, rindió su pura alma á Dios.
El oficio mozárabe la llama confesora, el romano már-
tir : en que no hay mucho que reparar , porque anti-
guamente lo mismo significaban y eran confesores
que mártires. Los mongas Benitos de San Gislen cer-
ca de Mons á Henao mostraban el sagrado cuerpo de
Santa Leocadia : sí de la española , ó de otra del mis-
mo nombre , algunos los años pasados lo pusieron en
disputa; pero ya no hay que tratar desto, porque se
hallaron muy claros argumentos y muy antiguos d9
la verdad cuando al mismo tiempo que escribíamos
esta hisloria , de aquel destierro con increíble con-
curso y aplauso de gentes que acudieron de toda»
ktstoikiA te
parte» á la fiesta, á 20 de abril el a&o de 1587 fue
restituida á su patria por diligencia y autoridad del
rey don Felipe segundo de España : cidra muestra de
su grande piedad y religión.
CAPITULO xni.
En <iué parte de España está Elbora.
Paktió Daciano de Toledo, y en un pueblo llamado
Elbora hizo sus diligencias y pesquisa para si en él se
hallaba alfun cristiano : presentaron delante del un
mancebo llamado Vinceocio; reprehendióle áspera-
mente ei presidente, pero como tuviese recio en su
creencia y no aflojase punto en su constancia; le hi-
zo poner en la cárcel , de do se huyó á la ciudad de
Avila y y allí derramó la sangre junto con dos herma-
nas suyas Sabina Y Ghristeta que le persuadieron que
huyese, y en la nuida le acompañaron. Hasta aquí
todos concuerdan. Lo que tiene dificultad es qué
pueblo fiíese Elbora , en qué parte de España , qué
nombre al presente tiene: si destruido , si en pié , si
lejos de Toledo, si cerca: que son todas cuestiones
tratadas con grande porfía y contienda entre perso-
nas muy eruditas y diligentes. Los portugueses ha-
cen á San Vicente su natural , nacido en Elbora,
ciudad en aquel reino muy conocida por su antigüe-
dad , lustre y nobleza. Otros van por diferente ca-
mino y ca ponen á Elbora en los pueblos carpetanos
que al presente son el reino de Toledo; y aun en
particular señalan que es la villa de Talavera. pueblo
no menos conocido y muy principal en aquellas par-
tes. Por los portugueses nace la semejanza de los
nombres Elbora y Ebora, la tradición de padres á hi-
jos que asi lo jiublica , los rastros de la antigüedad es
es ksai>er la piedra en que San Vicente puso sus pies,
con la huella que á la manera que si fuera de cera,
dejó en ella impresa: las casas de sus padres que en
aquella ciudad se muestran y tienen en gran reve-
rencia. Que si estos son flacos argumentos , negué-
moslo todo, quememos las historias^ alterémoslas
devociones d') los pueblos, y atropellemos todo lo ai
antes que trocar el parecer que tenemos.
Estas son las razones que hay por esta parte, muy
darás y de grande fuerza ; ¿qufénio negará? ^quién
no lo echara de ver? pero por la parte contraria hace
ja vecindad que hay entre Toledo de donde partió el
{irvsidence, y Talavera donde los mártires fueron ha-
lados y Avila hasta donde él mismo los siguió y les
hizo darla muerte. Porque ¿quién podrá pensar que
el presidente de España desde Ebora la de Portugal
viniese en persona en seguimiento de un mozo y de
dos doncellas? ¿ó cómo se puede entender; que para
ir á Herida, cabeza entonces de la Lusitania, prime-
ro pasase á Ebora que está tan fuera de camino , y
mas de cien millas ajelante? Pero todo el progreso
del camino que hizo Daciano y los lugares porque an-
duvo, 60 entienden mejor por la historia de la vida y
muerte de Santa Leocadia como está en los libros
eclesiásticos muyantiguos escrita por Braulio olSispo
de Zaragoza, según que muchos lo sienten; la cual
no ponemos aquí á larga por evitar prolijidad. Basta
decir en breve lo gue en ella se relata á la larga , que
Daciano de la Gallia por Cataluña y Zaragoza llegó á
Alcalá T á Toledo , desde allf pasó á Elbora y á Avila,
do el dicho San Vicente fue martirizado.
Oirá alguno que está bien * pero que ¿cómo se po-
drá fundar que Talavera se llamó en otro tiempo El-
bora? Respondo que muchas leyendas de Breviarios
lo dicen asi: el antiguo de Avila , el de la orden de
Santiago, ei de Plasencia, y entre nuestros historia-
dores don Lucas de Tuy atestigua lo mismo. Dirás
que no hay que hacer caso del por su poca diligencia
y jQioio : no quiero detenerme en esto, los libros que
KáPAHÁ. ^ ii^
escribió no dan muestra de Aigenio grosero, ni de
falta de entendimiento. Por lo menos Ptolomeoleda
nombre de Libera, y cerca della pone á Ilurbida, que
se puede entender estuvo donde al presente una de-
hesa llamada Lorviga , una legua de Talavera , de la
otra parte de Tajo, y enfrente de do se le junta el rio
Alverche, que se derriba de los montes dt Avila; de-
mas desto Tito Livio en los carpetanos que es del
reino de Toledo, pone un pueblo que él llama Ebura,
muy notable por la batalla muy memorable que cerca
déi Quinto Fulvio Placeo pretor de la España Citerior
dio á los celtiberos , y por la victoria que dellos ganó:
En el libro cuarenta de su Historia cuenta con la ele-
gancia que suele, lo que pasó , con tales particulari-
dades y circunstancias, que todos lo que algo cr.*
tienden y lo consideran atentamente, se persuaden
concurren en los campos del dicho pueblo cjue tiene
por la parte de Poniente. Las palabras no quise poner
aquí : para nuestro propósito basta saber que el pue-
blo de que se trata en Ptolomeo , por la demarcación
y distancia de los lugares es Libera , y que en tiem-
po de los romanos en el reino de Toledo estuvo un
pueblo llamado Ebura. Que estos nombres se hayan
trocado en el de Elbora, qué maravillaos? ¿quién du-
dará en ello? ¿quién no sabe la fuerza que el tiempo y
la antigüedad tienen en trocar^y alterar los nombres
y en cuantas maneras se revuelve todo con el tiempo?
De lo que en contrario se alega, no hay que liacer
mucho caso. Guanta vanidad hav en cosasdeste jaez,
cuantas sean las invenciones del vulgo , con muchos
ejemplos se pudiera mostrar. Demás que Elbora la de
los carpetanos contrapone ouros rastros y memorias
no menos en número , ni menos claras que destos
sunios tiene. Lo primero las casas destos santos, don-
de hoy está el hospital de San Juan y Santa Lucia: la
plaza de San Esteban asi dicha de un templo desta ad-
vocación que allí estaba , en que se tiene por cierto
que San Vicente fue presentado delante del presiden-
te. Demás desto á cuatro leguas de Talevero en el
Piélago , monte muy empinado entre los montes de
Avila, hay una cueva enriscada y espantosa , con la
cual todos los pueblos comarcanos tienen grande de-
voción por tener por averiguado y fírmel que los san-
tos cuando huyeron de Elbora, estuvieron allí escon-
didos; y en memoria desto allí junto edificaron un
templo y un castillo con nombre de San Vicente, seña-
lado antiguamente por la devoción del lugar y las
muchas posesiones que tenia. Todo el monte es muy
fresco y de un aire templado en verano , y puro , asi-
mismo de mucha arboleda. Dícese comunmente que
aquel templo fue de los Templarios: al presente no
quedan sino unos paredones viejos, yuna abadía que
se cuenta entre las dignidades de Toledo sin em-
barco que el castillo está puesto en la diócesi de
Avila.
Estas son las razones que militan por la parte de
Talavera: largas en palabras, si concluyeuteSy el
lector con sosiego y sin pasión lo juzgue y sentencie.
Si nuestro parecer vale algo, asi lo creemos. Y asi lo
dice Dextro el año de Cristo de 300 por estas pala-
bras: ((S. Cristi Mártires Vioceutius, Sabina etc-
»Cristeta ejus sórores, qui nati in Eboreosi oppido
vCarpetaniaB.» De los obispos de Elbora hay mucha
mención en los concilios Toledanos, y monedas de
los godos se hallan acuñadas con el nombre de El-
bora , de oro muy bajo como son casi todas las de
aquel tiempo. A cuál de las dos ciudades se naya de
atribuir lo uno y lo oiro no nos pone en cuidado , ni
queremos sin argumentos muy claros sentenciar por
ninguna de las partes : antes de buena gana dejare-
mos á los portugueses la silla obispal de Elbora como
sufragánea á la de Mérida , según que se baila por las
divisiones de las diócesis que hicieron en España pri-
mero el emperador Constantino Magno, y después el
' rey Wamba. Ni pretendemos que la ciudad de Ebora
i 14 BtBtlOt&CA
ea tiempo de los godos no se llamase también Elbora,
conforme á la libertad con que se mudó el nombre de
Talayera, y con la que el tiempo suele trocar los
nombres y apellidos de los pueblos y lugares. Pué-
dese dudar como se mudaron los nombres antiguos
deste pueblo en el que boy tiene de Talavera : sos-
pecbo que Tala en la lengua antigua de España es lo
mismo que pueblo como Talavan , Talarruvia , Tala-
manca, lo cLn á entender; y que de Tala y Ebura
S rimero este pueblo se llamó Talebura ó Talabura, y
e aquí con pequeña mudanza se forjó el nombre de
Talavera.
CAPITULO XIV.
La descripción de Elbora.
De lo que se ha dicho se entiende claramente que
el pueblo de que tratamos , hov llamado Talavera,
muy abundante en todo género de regalos y mante-
nimientos, y de campiña muy apacible, fresca y fér-
til, antiguamente tuvo muchos apellidos. Ptolomeo
le llamó Líbora, Tito Livio Ebura, en tiempo de los
godos se llamó Elbora, y aun algunos en 'latín le dan
nombre de Talabríca , engañados sin duda poMa se-
mejanza que tiene este nombre con el de Talavera.
Nos en estos comentarios , como viniere mas á cuen-
to , le daremos ora uno , ora otro destos apellidos:
esto se avisa para que ninguno se engañe, ni tropie-
ce en la diversidad y diferencia de los nombres. Está
asentada esta villa en los confines de los vectones.
de loscarpetanosy de la antigua Lusitanía, en llano,
y en un valle que por aquella parte tiene una legua
de anchura, pero mas arriba hacia Levante se ensan-
cha mas. Gértanle y bañan muchos ríos, ei mas prin-
cipal y que recoge todos los otros, el rio Tajo, muy fa-
moso por sus aguas muy suaves y blandas , y por las
arenas doradas que lleva, con muy ancha y tendida
corriente pasa por la parte de Mediodía, y baña las
mismas murallas de Talavera , que son muy antiguas
y de muy buena estofa, de ruedo pequeño , pero eri-
zadas y fuertes con diez y siete torres albarranas
puestas á trechos á manera de baluartes muy fuertes.
Las torres menores y cubos soif en mayor número,
coo su barbacanta que cerca el muro mas alto por to-
das partes. En fin nmgunas de las murallas antiguas
de España se igualan con eslas.
Dádase en oué tiempo se levantaron. Comunmente
se tiene por obra de ios romanos; y así da muestra lo
mas antiguo de las murallas, conque no hacen tra-
bazón lae torres albarranas : otros las tienen por mas
modernas á causa que por la mayor parte son de
mam posteria , y algunas letras romanas que se ven
en elfss, están puestas sin orden y traza. Por tanto
es forzoso confesar que es obra de los godos ó de lOs
moros en el tiempo que fueron señores de España; y
dado que algunos las atribuyen á los godos, parece
que dan muestra de edificio mas nuevo, si se cotejan
aquellas murallas, mayormente las dichas torres,
con la parte de los muros de Toledo que edificó el rey
Wamba. Esto testifica el moro Rasis , que levantaron
los moros aquella í\ierza á propósito de impedir las
correrías que hacían los cristianos por aquella parte.
el año de los árabes 325, que concurrió con el 937
del nacimiento de Grísto. Sus palabras son estas:
«En tierra de Toledo , que es de las mas anchas de
iiEspaña; hay muchos pueblos y castillos: entre los
«cuales castillos es unu Talavera, que edificaron los
«griegos sobre el rio Tajo, y después ha sido fuerte
»y fronlera , según que las cosas de los moros y cris-
ntianos variaban. El muro es alto y fuerte, las torres
«empinadas. El año de los moros de 3z5 el mira*
»mamolin hijo de Mahomad, cortado el pueblo en dos
«partes , mandó edificar un castillo do estuviesen los
«capitanes.»
Este castillo entendemos es todo aqu^ circuito de
DS ÚkSPkÍL T noic.
la muralla sobredicha: y dado que parezca grande,
en Italia y en Francia nay otros no mucho menores:
porque el alcázar menor que est4 dentro de estos
muros á la parte del río , de obra mas grosera , v que
por la mayoi* parte está arruinado , se edificó aaelan-
te en tiempoae don, Alonso el emperador, como cons-
ta de una escritura que tiene el monasterio de mon-
jas de S. Clemente de Toledo, en que se les hace
recompensa por ciertas casas que para el sitio de
aquel alcázar les tomaron. Desde este alcázar sale y
se continúa otro muro menos fuerte , ca por Ja ma-
yor parte es de tapiería , y con grandes vueltas abra-
za el primer muro casi todo sino es por do le baña el
rio Tajo. Con este está pegado otro tercer muro que
ciñe un grande arrabal por la parte de Poniente con
un arroyo por nombre la Por tina , que le divide de lo
demás del pueblo; arroyo que suele á las veces hin-
charse con las lluvias y grandes avenidas y salir de
madre. Este muro se debió edificar depnesa en al-
gún aprieto , pues con ser el mas moderno , está caído
de manera que quedan pocos rastros del.
Dentro da^^te muro habitan los labradores, dectro
del segundo los oficiales , mercaderes y la mayor par-
te de la gente mas granada, y la plaza y mercado lle-
no de toda suerte dé refcalos y abundancia. Dentro
del muro menor y mas fuerte viven los caballeros,
que son en mayor número y de n.as renta que en
otro cualquiera pueblo de su tamaño. Los demás ve-
cinos tienen pobre pasada por ser enemigos del tra-
bajo y de los negocios , y no quererse aprovechar del
suelo fértil que tienen. En aquella parte está una
iglesia colegial de canónigos , y con ella pegado un
monasterio de Gerónimos, edificio de don Pedro Te-
norio arzobispo de Toledo á propósito de recoger en él
los canónigos para que viviesen regularmente. Pero
como esto no tuviese efecto por la coutradicion de la
clerecía y del pueblo, llamó y puso monjgesde San Ge-
rónimo en aquella parte , á ios cuales dio grandes he-
redamientos y renta : otras cosas hay en este pueblo
dignas de consideración que se dejan por brevedad.
Volvamos al cuento de los sagrados mártires.
En esta persecución padecieron enLisbona losmár-
tires y hermanos Verisimo, Máximo y Julia: en Bra-
ga San Víctor , en Córdova San Zoylo con otros diez y
nueve ; cerca de Burgos la Santas Centolla y Elena,
en Sigúenza Santa Liberata, en Melgeriza pueblo de
los montes de Toledo Santa Quíteria, donde<lícen que
el rey Wamba edificó un templo en su nombre. Fue-
ra destos, otros muchos, cuyos nombres y martiríos
si por menudo se bebiesen de contar^ no bailaríamos
fin ni suelo. Tampoco se puede averiguar donde es-
tén los sagrados cuerpos de todos estos santos , dado
que de algunos se tenia noticia bastante. Las diver-
sas opiniones que hay en esta parte, oscurecen la
verdad , que procedieron á lo que sospecho , de que
las sagradas reliquias de algunos santos se repar-
tieron en muchas partes, y con el tiempo cada cual
de los lugares ^ue entraron en el repartimiento, pen-
saron que tenia el cuerpo todo : engaño que ha en
parte disminuido la devoción para con algunos san-
tuarios.
Ensebio refiere que vio por este tiempo á las bes^
tías fieras ni por hambre, ni de otra manera poder
irritarlas para que acometiesen á los mártires; y que
la ocasión para que se levantase tan brava tempestad,
fue la corrupción de la disciplina eclesiástica rela-
jada. También es cosa cierta que de^s otas y destos
principios se despertó en Afríca la bere^jia de Donato.
Fue así que Donato, numida ó ahirbede nación, ayu-
dado de una mujer llamada Lucilla que vivía en Áfri-
ca, y era española y muy rica, acusó falsamente á
Ceciliano obispo de Cartago,que entregara á los gen-
tiles los libros sagrados: delito muy ara ve si fuera
verdad. En esla acusación pasó tan adelante, que no
paró basta bacelle deponer de su dignidad» Del mis-
mo delilo acusaron en Españdal ma Osio obispo de
Corcova. En lugar de Ceciliaoo íue primero puesln
Ifajoríno, después otrii Donato, iiereíey Daturíl da
Cartsgo. Grandes fueron estas revuellaa, y que se
continuaron por muclios años, como se irá noUndo
■delante en sus luga res,
CAPITULO XV.
De los emperadores Constancio T Galerio.
CaMado Diocleciano del gobierno , y perdida la
esperiBU de salir coa lo <]ue tanto deseaba , que era
desbacerel nombre y religión de loa cristianos , i ca-
bo de TODte años que tenia y gobernaba el imperio
te renuncíóen Hitan y se redujo á vida de particular:
lo tniuno i su persuasión liizo su compañero Udit-
miano en Nicomcdia , do estaba , que [ue uno de los
raros ejeiLploa que en ol mundo se han visto. Cnn esto
quedaron por emperadores y señores de todo Constan-
cio y Galerio el ano de Cristo do trescientos y cuatro
( 304J. Conslanrio se encargó de la Gnllia , Bretaña y
España. Princi^ de singular modestia, tanto que á
su mesa se servia de bajillade barro. Fueotrosimuy
■migo de cristianos, de-quediú muestras barto nota-
bles. Galerioquedócoú lasdemáspr oviacíasdelímpc-
rio. Este para mas asegurarse nombrd por Césares
Severo lo de Italia y lo de África, y él se quedú con
la E»clavonia y la Grecia.
Atajó la muerte Ioü pasos i Constancio, que falle-
ció en Eboraco, ciudad de la Dretaña Ú [ngataCerra ol
aüo de Cristo de trescientos y seis (306). (mperú uo
año,dieimesesyocliodÍBS.Dicbcsoporel híjoy suce-
sor que dejó, que fué el gran Constantino, fuera del
cual de Teodorasu segunda mujer,antenaaa deMat i-
miano.dejóiConstaociayáAnnibaüanopadredeDal-
macioCésar, yáolroConstantino, cuyos bijos fueron
Gallo y Juliano, ^e asimismo fueron Césares como se
veri adelante. Vivió poresle tiempo Prudencio, obispo
deTarazona, natural de Arm^ncia, puoblode Vizcaya
que fue antiguamente obispal, y al presente le vemos
reducido i caserías d>'spues que una iglesia colegial
de canónigos que alli quedaoa , jjor uuli del papa
Alejandro VI, se trasladó á la ciudad de-Victona.
Fue otrosí deste tiempo Rufo FestoATÍeno(l). Doblo
escritor de las cosas y historia de Roma, y aun poeta
señalado : asi lo dice Crioilo.
El año sij^ientc después que el emperador Cons-
tancio murió. Maiencio hijo de Unximiano se apo-
dera de Roma vsellamúemperadtH-. Acudió contrae!
Severo , pero fue roto por el tirano, v muerto en una
batalla qñe se dieron. Maiimiano sabido loqne pasa-
ba, tinoá Roma sea con inleoto de ayudar & su tiijo,
sea con deseo de recobrar el imperio que había deja-
do. No hay lealtad ni respeto entre los que pretenden
mandar. Echóle su bijo de Roma : acudió ef ampara
de su jerno el emperador Constantino queresidiaen
Fraucia: pero como se entendiese que sin respeto
del deudo j del hospedaje trataba de dar la muerte
al que le recibió en su casa j trató con todo regalo,
acordó Constantino de ganar por la mano y hacerle
matar enHarsetladoestaba.
Galerio nombrado que bobo en lugar de Severo á
Ücinio por César, él mismo pasó en Italia con deseo
(1) Eflte poeta, que Masdeu (ümu entre los españoles,
floreció eo lienipa ds Teodoaio el Grande: pubru-ú ilguogs
obras Iradneidaí del iniego, coma li de los FettSmenot de
Áralo, la deitripdon de la tierra , de Diangrü) , la Ira
daccim de alguaai fábuiat dt Esupo , ^ la deicripcioa
de Uu eattat marfiímoi, que acaso será origiaBl suya. Estas
WD lis DDicis que tenenioi ea el día de este poeta, puca kp
dicE que puso ea renos yambos la historia ael Li?io,
hnbiera sido muy útil pr" — '■- '- ' - - - " '
iipiel elefaate hisloríaoo
DI ESPtñ:!. lis
y intento de deshacer al tirano , mas por miado que
el cjúrcito no se le amoliirase, sin bacer cosa alguna'
dio la vuelta áEsclaronia. Allí comenzd i emplear su
rabia contra los cristianos : atajó ia muerte sus tra-
ías, que le avino por ocasión deuna postema y llaga
que so le lii^o en una ingle cinco años enteros des-
pués que tomó el imperio en compañía de Coustaocio.
Era á la sazón pootince de Roma Melcliiades , el cual
en una epistola que enderezó á Marino, Leoncio, Be-
nedicto y á bis demás obispos de España, les amones-
ta que con el ejemplo déla vida, que es unatajomuy
cono y muy llaoopara hacerse obedecer, goiiiornen
á sus subditos; que entre los santos apósioles dado
que fueron iguolescn la elección* bobo diferencia eu
el poder que tuvo San Pedro sobre los demás : trata
otrosi del sacramento de la conGrmacion : tiene por
data los cónsules Rubrio y Voiusiano , que lo fuerou
el año de nuestra vlvacion de trescientos y catorce
(3(4).
CAPITULO XVI.
Del emperador Constantino Magno.
Cansaoos los romanos de la tiran'a de Haiencio, i'e
su soltura y desórdenes, y desconOados de los Césares
Maximino y Licinio, acordaron llamar en su ayuda al
emperador Constantino que á la sazón residia en la
Gallin. Acudió él sin dilación á tan juita demanda:
marchó con sus gentes la vuelta de Hií&n. En aquella
ciudad para asegurarse de Licinio le casó con su
liermana Constancia. Hecho esto, pasó adelanleen su
camino y en busca del tirano: ItegabacercadeRoma
cuando con el cuidado que le aquejaba mucho por la
dificultad de aquella empresa, un dia sereno y claro
vio en el cíelo la señal de la cruz coa esU letra :
BU E^TA StNL TGNCIIKAS.
fue grande el ánimo qne cobró con este milagro.
Haudó que el estandarte real que llamaban libam , y
los soldados le adoraban cada día, sehiciese en forma
de cruz de la traza que aquí se pone. Deata ocasión
5 principio como algunos sospechan vino la coitum-
re de los españoles, que escriben el santo nombre
de Cristo con X y conPgríega, qne érala mismafor-
ma del libero. Compruébase esto por una piedra qne
en Oreto cerca de Almagro se halló de tiempo del
emperador Valentiniano el segundo, dondese ve ma-
nifiestamente cómo el nombre de Cristo se escribía
con aquellas letras y abreviatura.
Pasó pues Constantino adelante , v por virtud do la
cruz junto á Puente Malle á vista do Roma veacíó á
su contrarío en batalla,caen cierta puente quesobre el
rio Tibre tenia hecha de barcas, ala retirada cayd en
el rio y se ahocó. Con tanto la ciudaddeRomaquedó
libre de aquella tirania tan pesada, yen ella entró
Constantino en triunfo por la parte donde hoy est&
un arco el mas hermoso que hay en Roma, levantad?
en memoria desta Tictoria. Juntamente se aplacó la
csrnireria cruel que por mandado de Maxencio se ha-
116 BinuOTECA DE G*SP*R t hOIC.
ci3 en loscristianns. EntrttJBS demif 3 las Sanias Doro- r:is y fülsedad á p
tM y SoFraniB , par guardar su casliilad , y no coicsen- aombre. Verdad es' que poco antes de su muerte n
lirconlaToluDladdel Liraao, la primera Fue degolla- vocó lodos estos edicto«notan[f)desuvolDiiltid,cumo
da, la sef^unda por dÍTÍna inspiracioa se matú á sí por miedo de Constantino, :;u¡opoderdecada<liis«
misma: ejemplo singular que un tiempo de Diocle- adelnnlaba mas, y asimismo de Li'-ínio <juepocoin-
ciauo siguió otro mujer Antíochéna , qiie por la les le ?cnciera en derta batalla. Falleció pues este
misma causa con no menor fortaleza el pasurae uua emperador ; Licioio,dudÚ el propásito que uuteste-
paenle se echo con dos hijos suyas en eí rio que por nía,comenziJádeclarariecautralBReligíonCristiuDa.
debajo pasaba. TojndlumaooConstantiuoivinieroQábaUílIaenHuu-
Gn el mismo tiempo Maximino en las partas Je Le- gria primero, y después en Bithynía : entrambas ne-
vante derramaba mucha sangre de cristianos en la ¡ ees fue'veiicido Licinio.y en la primera á ruegos de
persecución queruemuerla Callierina TirgenAíejan- su mujer Constancia no solo le perdonó, sino que le
drina , y con ella Porfirio general de la caualleria , y conservó en la autoridad que tenía ; mas la seguniia
San Pedro obispo de aqoctla oiudad. Era lan grande voz que le venció , por la misma causa de su hermana
el deseo queMaiimino teniu lie deshacer el nombre . le dejúla vida, pero redújoleá estado de hombre par-
cristiano, que por todo el Imperio mandó enseñasen | ticular, y sin embargo poique trataba de robelaríe
enlasescuelnsiüuerillosniiios, y le^ hiciesen apren- i el tiempo adel.tnte se la hizo quitar. Fue de juicio
der de memoria cierto hbroen que estaba puesto lo I lan eslravaganie que deciaque fas letras eranTeneoo
que pasó entre Pílalo y Cristo, lleno todp de mentí- ' público; y no era maravilla, pues las ignoraba de tal
Li IMUlod tnrtngí n
suerte que aun do sabia firmar su nombre. En la- per-
lecucion.que levantó contra la Iglesia, entre otros
padecieron en Sebastia los Santüs cuarenta mórlircs
muy conocidos par su valor^ y poruña iionúlía que
hizo San Basilio en su feslividaif.
Por esta manera los movimientos asi bion los ri¿
dentro , como ios do fuera del Imperio, so sosegaron
V todo el mundo se redujo á uoa cabeza , tnu Tuvora-
blai nuestras cosas, que la Religión Cristiana década
dia llorecia mas y se adelatilaba. Bautizóse el empe-
rador Constantino en Roma juntameole con su hijo
&ispo, y por virtud del santo bautismo fue'librauo
de Ir lepra que padecía , según que muy graves auto-
res testiHcan lo uno y lo otro. En parlícuTar de íiaber-
se Constuutino bautizado en Roma da muestra un
hermoso baptisterio que eslíen San Juan de Lolrau
de obra muyprima,adornado y rodeado do columnas
de pórfido asaz grandes. Luego que se bautizó, co-
lilir deloi rnninoi.
menzrt con mayor fervora ennoblecer la religión oiio
tomara , cdillcnr tempfos portodas partes, luccr k--
ycs muy santas, convidar á todi,s para que srguiesL-n
su pjemnlo.
Grunae fue el aumento que con estas co'iiS recibía
la Iglesia cristiana; pero esla luz po<o después se
anublóen gran parte con una porlia muy fuera de sa-
zón , can que Arrio, presbítero alejandrino, preten-
día persuadir que elHijodeDius, el Verbo eterno, no
eraQÍ£[ual á su Padre.Esle fue el principio yin cuite-
za (te 1 1 herejía y secta muy ídmosa de los arríanos.
Tuvo Arrio por maeitro, aunque noeiievle disparn-
le, al sautu mártir Luciano, y fue condiscípulo iln
losdosEusebiosNi-^omedictiso y Cesariense sus gran-
des allegados y defensores. La ocasión principa) de
despeñarse fue la ambición, mal casi íocurahle. y
sentir muclio que después de la muerte de San Pedro
obispo de Alejandría pusiesen en su lugar! Alejandro
HISTORIA DE ESPAÑA.
H7
sin hacer caso del. Deste principio eosi por todo el
mundo se dividieron los cristianos en dos parciaiida-
d«^ , y con la discordia parecia estaba toao á punto
de perderse , ca la nueva opinión agradaba á muchos
varones claros por erudición, así obispos conro parti-
culares , oue no Jaban orejas ni recibían las amones-
taciones Qtí los que mejor sentían.
Estas diferencias pusieron en grande cuidado a)
emperador, como era razón. Acordé para concertar
aquellos debates enviará Alejandría á Oslo obispo de
Córdoba , varón de los mas señalados en letras, pru-
dencia j autoridad de aquellos tiempos, y aun en el
código lie Theodosto hay una ley de Constantino en-
derezada á Osio sobreestás diferencias. Trató él con
mucha diligencia lo que le era encomendado, y para
componer aquellas a Iteraciones sedice fue el primero
que invento los nombres de Ousia ,'que quiere decir
esencia, y de Hípostasis, que quiere decir supuesto
ó persona. No bastó ninguu medio para doblegar al
pérfido Arrío , por donde fuq^chado de Alejandría y
condenado a\ destierro en que breven»ente falleció.
Quedó otro de sh mismo nombre como heredero de
su impiedad y y cabeza deaquella secta malvada. Cun-
día el mal de cada dia mas, por donde se resolvió el
emperador de acudir al postrer remedio que era jun-
tar un conciHo ffenerah Señaló el emperador para te-
ner el concilio a Nicea, ciudadde Bithynia ; y por su
mandado concurrieron trescientos y diez y ocíio obis-
pos de todas hs partes del mundo , dado que en este
número no todos concuerdan. Acudieron 'asimismo
el segoudo Arrio y sus secuaces paradarrazondesí.
Todos estos y sus errores fueron por el concilio re-
probados.
Depusieron otrosíde su obispado á Melecio, porque
con aemasiado celo reprehendía la facilidad de que
Pedro obispo de Alejandría usaba en reconciliar y re-
cibir á penitencia á los que se habían apartado de la
fé; y con este su celo tenia alteradas las iglesias de
Egipto y puesta división entre los cristianos. Anda-
ban grandes diferencias sobre el dia en que se debía
celebrar la Pascua de Resurrección : dióseeu esto el
orden conveniente y traza quese guardase eu todo el
mundo. Estaba en el Oriente relajada la disciplina
eclesiástica, en particular acerca de la castidad de
las personas eclesiásticas. Era dificul toso Veducillas
á lo qneantiguamentese guardaba. Por esta causa los
padres conforme a) consejo de Pufuucio vinieron en
permitirles que no dejasen á sus mujeres. Demás des-
to se mandó, so pena de muerte, oue ninguno tuvie-
se los libros de Arrio, sino que todos los quemasen.
Hay quien diga que la manera de contar por indicción
nes ^e inventó en este concilio, y que se tomó prin-
cipio del año que se contaba trescientos y trece de
nuestra salvación , 6 causa que en aquel año fue al
emperador Constantino mostrada e.'i el cielo la señal
de la cruz. Hallóse presente en este concilio el gran
Osio y quien dicen que también presidió en él en lu-
gar de Silvestre papa , y en compañía de los presbí-
teros Vito y Yincencío, que para este efecto fueron
desde Roma enviados.
Al mismo tiempo que esto pasaba en el Oriente ó
Eoco después, en España se celebró el concilio illi-
errllauo (i) así dicho de laciudadde IÍIeberris,que
(1 > No se sabe fijamente rl flíio en que se celebró e%ie
famoso ceociiío nacional de E^p^Qa , que las diversas opinio-
nes vienen á colocar entre el 256 y el 350. Asistieron á él
San Valerio ^ obispo de Zarapoza, y el famoso Osio de Cór-
«loba , con otros de la provincia rürtacrincn<e y de la Lusita-
nia. El pnroero qwe firma es Félix, obi«po de Acci , que qui-
zás prendía per ser el nías antiguo, el secundo Oí(io, Sa bino
obispo de Sevilla, Melantho de Toledo, San Valerio de Za-
ragoza, y Lrberiu de Mérída ademas otros veinte y cuatro,
cuyos nombres no bao llegado hasta nosotros. En un manus-
crito Dcoy antiguo so- lea qae asistieron cuarenta y tres obis-
pos« Teinte y seis presbíteros que se sentaron con los obis-
estuvo en otro tiempo asentadaen aquella parle de I»
Bélica donde hoy está Granada, comose entiende por
una puerta de aquella ciudad que se Ñama la puerta
pos , y los diáconos y el pueblo estuvieron de píe. Este
concilio, que ha sido tan célebre por la severidad de la dis-
ciplina , hiio ochenta y un cánones contra la relajación. de los
cristianos y su caída en la idolatría. Pondremos aquí los mas
notables para que pueda formarse niicio de la época :
Priva de la comunión á los sacerdotes de los falsos dioses
que convertidos á la fé y recibido el bautismo , sacriíkan
por sí ó por otros á los ídolos, ó cometen homicidio y adul*
teho.
Impone siete aííos de penitencia á la mujer que ha casti-
gado á su sierva con tanto rigor que muere á los tres días si
lo ha hecho con ánimo de matarla , y si no ha sido con esta
intención y le impone solo cinco años de penitencia ; pero si
la sierva muere pasados tres días de haber recibido los gol-
pes , se le descarga de esta penitencia.
Ordena que no se conceda ia absolución , aun en el articu-
lo de la muerte , al que , habiendo estado puesto en peniten-
cia por el crimen de adulterio, recae en él.
Condena á la misma pena á las mujeres que, habiendo de
jado á sus maridos sin causa , se casan con otros.
Declara que la mujer que ha dejado á su marido por causa
de adulterio no puede casarse con otro, y que si lo hace uo
debe ser admitida á la comunión hasta la muerte de su pri-
mer marido , á no ser que el peligro de la enfermedad obli-
gue á concederle la absolución.
Permite bautizar á los mandos que han dejado á sus mu-
jeres, y á las mujeres que han dejado á sus maridos el tiem-
po del catecumenado, aunque se hayan vuelto á casar con
otros ; mas si una mujer fiel se casa con un hombre que ha
dejado á su mujer sin causa, ordena que no se le dé la co-
munión aun en el articulo de la muerte.
Priva de la comunión aun en el articulo de la muerte á las
que prostituyen sus hijas.
Condena a la misma pena á las vírgenes que , después de
haberse consagrado á Dios , pasan su vida en el libertinage;
pero las que hacen penitencia de su pecado , como maniñes-
tan por sn arrepentimiento que han caido en el pecado por
flaqueza , les concede la absolución en el articulo de la
muerte.
Ordena que las doncellas que han perdido la virginidad,
si se casan con el que las ha desflorado, sean admitidas á la
comunión al cabo de un año, sin obligarlas á hacer peniten-
cia, f« d saber pública ; mas si cometen el pecado con otros
hombres, se les impondrá cinco años de penitencia.
Prohibe á los fieles casar sus bijas con los paganos, y pri-
va do la comunión por cinco años á los que lo hicieren , lo
mismo que respecto de los judíos y herpjes.
Prohibe á los sacerdotes, diáconos y obispos que vayan á
las ferias para comerciar abandonando sus iglesias, pero se
les permite que comercien en su provincia y que envíen sus
hijos, sus amigos ó sus criados para negociar fuera del país.
Priva de la comunión aun en el artículo de la muerte á los
presbíteros, diáconos y á los obispos que caen en el adul-
terio.
Ordena que, sí se descubre que algún eclesiástico comete
la usura , sea degradado y separado del oficio; mas que , si
un lego cae en este pecado, y promete corregirse, se le per-
done; pero que, si recae, sea arrojado de la Iglesia.
Permite á los obispos y eclesiásticos tener en su compañía
sus hermanas ó vírgenes consagradas á Dios, con prohihiciou
espresa de tener mujeres estrauas.
Prohibe á los obispos recibir regalos de los que no están en
la comunión de la Iglesia.
Prohibe tiar el subdiaconado á los que en su juventud han
cometido adulterio para que no lleguen á un grado mas ele-
vado , y manda degradar á los que así hubieron sido orde-
nados.
Manda á los obispos, presbíteros, diáconos y á todos los
clérigos que están en el servicio, que se abstengan de sus
mujeres so pena dó ser privados del honor de la clericatura.
Es notable el 38 que dice así : «No queremos que se pon-
«ran pinturas en las iglesias , porque no se pinte sobre los
muros el objeto de nuestro culto y de nuestras sdoraciones.»
Ordena que si un fiel que teniendo una mujer legitima ha
cometido muchos adulterios, cae enfermo , y promete de no
caer mas en este pecado , no se le niegue la comunión ; mas
que si después de haber curado vuelve á caer en su pecado
no se le conceda jamas.
Ordena que los que reciban el bautismo no pongan dinero
en los platos como se tenía de costumbre , para que no pa-
rjezca que el sacerdote da por dinero lo que ha recibido gra-
Ii8
BIBLIOTECA DB GASPAR T ROIG.
de ElTíra, y uq recuesto por allí cerca del mismo
nombre; poraue los que sienteo que este coocilio se
juDló á las haldas de los Pirioeos eo Colibre , pueblo
que antiguamente se llamó Eliberís, no vao atinados,
como se entiende por los nombres destas ciudades
que todavía son diferentes , y norque ningún obispo
de la Gnllia y de las ciudades ala tal ciudad comarca-
nas de España se halló eo aquel concilio. Solo se nom-
bran los prelados que caían cerca de Andalucía, fue-
ra de Valerio obispo de Zaragoza que firma en el sesta
lugar, y en el seteno Melancio obispo de Toledo.
Es este concilio uno de los mas antiguos , y en qué
se contienen cosas muy notables. Lo primero se hace
mención de vírgenes consagradas á Dios. Dispensan
en los ayunos de los meses julio y agosto : costumbre
recibida en Francia , pero no en España en que los
grandes calores parecía mas necesaria. Vedan á las
mujeres casadas escribir ó recibir cartas sin que sus
maridos lo sepan. Mandan no se pinten imágenes en
las paredes de los t«implos ; y esto á causa que no que-
da sen feas cuando se descostrase la pared. Hay tam-
bién en este concilio mención de metropolitanos, que
antes se llamaban obispos de la primera silla. Ultima-
mente, según que algunos se persuaden, en este
concilio i por mandado de Constantino se señalaron
los aledaños á cada uno de los obispados , y por me-
tropolitanos á los prelados de Toledo , Tarragona,
Bra^a , Merida y Sevilla, Pero desto no hay bastante
certidumbre; y sin embargo, la división de las dióce-
sis que dicen hizo el emperador Constan tiao, so pon-
drá en otro lugar mas a propósito, por las mismas
palabras del moro Rasis historiador anticuo y grave.
Lo mas cierto es que en tiempo del rey Wamba y por
su mandado se hizo la distribución de los a rzobisp idos
y á cada uno se señalaron sus obispos sufragáneos.
Fuera de todo esto es cosa averiguada que , como
en las demás provincias, así bien en España se truoó
grandemente la manera del gobierno. Fue así que
tuítameote; y manda que lo^ sacerdotes y eclesiásticos do
laven los pies de ios bautizados.
Pronuncia anatema contra los que publican libelos infa-
ma torios.
Quiere que una persona escomulgada , no pueda ser reci-
bida sino por el obispo que la ha escomulgado, y prohibe á
todos los otros de recibirla á la comunión sin su consenti-
miento.
Manda separar de la comunión de la Iglesia á los padres
qu3 han violado la fé de los esponsales , á menos que alguno
de los esposos ó los dos juntos sean culpables de algunos crí-
menes, porque en este caso los padres están libres.
Prohibe honrar como mártires los que han si9o muertos
abatiendo públicamente los ídolos, porque el Evangelio no
manda que esto se haga , y no se lee que baya sido practi-
cado por los Apóstoles.
Impone cinco años ifi penitencia al que, muerta su mujer,
se case con alguna hermana de ella , á menos que la estre-
midad de la enfermedad obligue antes á darle la paz.
Ordena que si un carretero, a á saber de los que corren
con los carros en el circo ^ ó un cómico , quieren hacerse
cristianos, no se les reciba sin que primero renuncien á su
oQcío.
Priva de la comunión aun en el articulo de la muerte á las
mujeres que en ausencia de sus maridos han cometido adul-
terio y han quitado la vida al fruto de su crimen.
Impone la misma pena á las que han pasado toda la vida
en el crimen de adulterio; mas concedo la comunión después
de diez aQos de penitencia á las que antes de caer enfermas
dejan aquel con quien pecaban.
Priva de la comunión aun en el articulo de la muerte al
clérigo que, sabiendo que su mujer comete adulterio, no se
separa de ella , poraue no parezca que los aue deben dar
ejemplo de una vida honesta y arreglada ensenen á los otros
el librrlinage.
Ordena que no se reciba á la comunión aun en el artículo
de la muerte al que se habrá casado con su entenada por el
incesto que ha cometido.
Prohibe , so pena de ser separadas de la comunión de la
Iglesia , á las mujeres fíeles ó catecúmeoas de tener en su
nervicio farsantes ó cómicos.
Constantino en la Thracia reedlGcó ¿ Byzancio, ciu-
dad que los anos pasados destruyó el emperador Sep-
timío Severo, como queda en su lugar apuntado.
Llamóla de su nombre Constaotinopla , y para mas
autorizarla , trasladó á ella la silla del imperio roma-
no : yerro gravísimo , como con el tiempo se entendió
claramente ; que con la abundancia de los regalos , y
conforme & la calidad de aquel cielo y aire8,1os em-
peradores adelante se afeminaron , y se enflaqueció
el vigor velicoso de los romanos , y al fin se vinieron
á perder. Para escusar los escesivos gastos que se
hacían y aliviar las inmeosas cargas de los vastllos,
reformó quince legiones que tenían repartidas por las
riberas del Rhin y del Danubio , para enfrenar la4
eotradas de aquellas gentes bárbaras y fieras. Junto
con esto ; en lugar de un prefecto, del Pretorio hizo
que de allí adelante hobiese cuatro con suprema au-
toridad y mando en guerra ven paz :á los dos encargó
las provincias de Levante, los otros dos gobernaban
las uel Poniente : de tal manera que lo de italíu estaba
á cargo del uno , el otro gobernaba la Gallia y hi Es-
paña ; pero de tal forma , que él hacia su residencia
en la Guliia, y en España tenia puesto un YÍcario su-
yo. Todos los cfUe tenían pleitos, podían de los presi-
dentes y gobernadores de las provmcias, hacer recur-
so y apelar ¿ los prefectos. Demás destos había con-
des que tenían autoridad sobre los soldados^ maestro
de escuela , á cuyo cargo estaba la provisión de los
mantenimieotos, sin otros nombres cíe oficios y ma-
gistrados que se introdujeron de nuevo y no se refie-
ren en este lugar : basta avisar que la forma del go-
bierno se trocó ^n grande manera.
Concluidas , pues , estas y otras muchas cosas« fa-
lleció el gran emperador Constantino el año de nues-
tra salvación de 337. Gobernó la república por espa-
cio de treinta años, nueve meses y veinte y siete
dfas. Tuvo dos mujeres, la primera se llamó Micsr-
vina , madre que fue de Crispo, al cual y á Fausta su
Prescribe que se dilate el bautismo hast^ el articulo de la
muerte á una catecúmena que después de haber tenido ua
hijo de su pecado le ha dado la muerte.
impone cinco años de penitencia á Iqs cftie solo han caído
una vez en el pecado de adulterio, permitiendo reconciliar-
les antes si se ponen en peligro de muerte por el rigor de la
enfermedad.
Ordena que si una mujer comete adulterio de consenti-
miento de su marido, debe ser este pnvado de la comunión
aun en el articulo de la muerte; mas si le repudia, se le
recibirá después de diez arios de penitencia.
Manda que no se dé U comunión aun en el articulo de la
muerte á los que han cometido el crimen inftime, es á sa-
ber de Sodomía,
Prescribe que si una viuda cae en el pecado, y después se
casa con aquel con quien cometió el crimen, será admitida
á la comunión después de cinco años de penitencia : mas si
lo deja para casarse con otro, no tendrá la reconcilíaciin aun
en la muerte; y si aquel con quien se casa es fiel , será pues-
to diez anos en penitenta.
Prescribe que si un fiel es delator y hace proscribir ó qui-
tar la vida á allomo , no recibirá la comunión aun en el ar-
ticulo de la muerte ; pero si la delación es de poci conse-
cuencia hará cinco aúos de penitencia.
Ordena que se castigue al testigo falso á proporción de la
gravedad del delito sobre el cual ha dado testimonio; si el
crimen no es digno de muerle, y prueba que ha dado aquel
testimonio con repugnancia y que ha estado mucho tiempo
sin querer decir nada, hará dos aiios de penitencia; pero
si no prueba que ha sido precisado á dar este falso testimonio,
no será recibido á la comunión sino después de cinco años de
penitencia.
Manda que se separe de la comunión á los fieles que hacen
profesión de jugar á les juegos de azar ; pero que si dejan
esta costumbre , se les podrá admitir al caíio de un aíío.
Prohibe á las mujeres fíeles escribir á los laicos eo nombre
suyo, ni recibir cartas de ellos aunque sean cristianos.
Véanse en la Colección general de los Concilios de Es-
pana del cardenal Aguírre los demás cánones del celebre
concilio Illiberntauo , mirados cou el mayor respeto en U
antigüedad.
mSTOniA DE ESPAÑA
Fegaoda mujer, que fue Ijija del emperador Haxí*
roianOy dio la muerte , al hijo porque le achacó su
madrastra que intentó de forzalla , á ella porque se
liescubrióquo aquella acusación y calumnia fue falsa.
Estas dos muertes dieron ocasión á muchos para
reprehender y calumniarla vida y costumbres deste
gran monarca. Demás que entre los cristianos se
tuvo. por entendido^, que por haber al fin de su vida
favorecido á Arrio y perseguido al gran Athanasio se
apartó déla fé católica, tanto, que no falta quien diga
que en lo postrero de su edad se dejó bautizar en Ni-
comediapor Ensebio, obispo de aquella ciudad^ gran
favorecedor de los arríanos, y que dilató tanto lienopo
el bautizarse por deseo que tenia, á ejemplo de Cristo
de haceilo en el rio Jordán: todo lo cual es falso, y la
verdad que la semejanza de los nombres Constancio
y Constantinoenganó árauchos paraque atribuyesen
^1 padre loque sucedióal hijo, el emperador Constan-
cio ; principalmente hizo errar ¿ muchos el testimo-
nio de Ensebio Cesariense, porque con deseo de
ennoblecerla secta de Arrio con estas fábulas dio oca-
sión á los demás de engañarse. En fin, por esta causa
la Iglesia latina nunca ha querido poner á Constan-
tino en el número de los santos, ni hacelle fiesta
como sus grandes virtudes y méritos lo pedían, y aun
il9
España. Determinó Constancio de vengar la muerte
de su hermano: señaló antes del partir por César eu
el Oriente á Gallo su primo. Marchaban los unos y loa
otros con intento de venir á las manos: juntáronse
en Esclavonia; vinieron á batalla cerca de la ciudad
de Murcio, que fue muy porfiada y dudosa ; ca mu-
rieron de los enemigos veinte y cuatro ^il hombres
y de los de Constancio treinta mil ; y sin embargo*
ganó la jornada, si bien las fuerzas del imperio con
esto carnicería quedaron muy flacas. E! tirano, per-
dida la batalla, se huyó á León de Francia. Allí él y
Decencio su h.ermano,que habia nombrado por César,
porno tener esperanza de defenderse^se mataron con
sus manos. Con esta victoria todas las provincias del
imperio se redujeron á la obediencia de un monarca,
ú la sazón que en Sirmio, ciudad de la Esclavonia, se*
celebró un concilio contra Photino. obispo deaquella
ciudad, que negaba la divinidad de Cristo, Hijo de
Dios. En este concilio se escribieron dos confesiones
de la fé: entrambas con intento de sosegar las dife-
rencias, mandaron que no se usase la palabra Ho-
mousionó consubstancial. La tercera que anda vul-
garnjente, compuso un Marco, obispo de Arelhusa,
hombre arriano.
„ , .... P»'í<^se en eateconcilio,comoen los pasados, Osio,
el ejemplo déla Iglesia griega convidaba áello, que obispode Córdoba. Dicesequeaprobó aquellas formu-
le tiene puesto en su calendaríuá veinte dias del mes '"" " *
de abril y su imagen en ios altares.
CAPITULO XVU.
De los hijos del Gran Constantino.
Dejó Constantino de Fausta , su segunda mujer,'
tres hijos , es á saber Constantino, Constancio y Cons-
tante: á todos tres en su vida nombró en diversos
tiempos por Césares, y á la muerte repartió entre ios
mismo? el imperio eu esta manera. A Constontino,
que era el mayor, encargó lo de Poniente pasadas
Jas Alpes: lo de Levante á Constancio, el hijo media-
no: af mas pequeño, que era Constonte, mandó las
provincias de Italia, de África y déla Esclavonia. Así
lo dejó dispuesto en su testomento y postrimera vo-
luntad: señaló otrosí por cesar en el Oriente á Dalma-
cioprimo hermano de los emperadores: pero en breve
en cierto alboroto de soldados , le hizo matar Cons-
mas altivo de lo que era razón, y al fin perro muerto
no muerde. Constontino el mayor de los tres herma-
nos, el tercer año después de la muerte de su padre,
fue muerto cerca de Aquileya por engaño de sus ene-
migos, hasta do llegó en busca de Constante su her-
iiiauo con intento oe despojarte del imperio por pre-
tender <}ue todo era suyo, y que en la partición de
las provincias le hicieron agravio. Hay quien diga que
Constantino siffuió la parte de Arrio; pero hace en
contrario que a su persuasión principalmente Cons-
tancio £U hermano, alzó á Athanasio el destierro á
que le tenia condenado , y enviadoá la Galliasu padre.
Verdad es que poco adelante por la muerte del empera-
dor Constontino y por miedo deConstoncio,dc nuevo
se ausentó de su Iglesia. Pero el concilio Sardicenso
2 el papa Julio Primero y el emperador Constante
icieron tonto, que Athanasio fue restituido ¿ Alejan-
dría, y Paulo á su iglesia de CoostontinopIa,dedonde
por la misma causa and^fba desterrado. Muchos pre-
lados de España se hallaron en aquel concilio Sardl-
cense; y el principal de todos Osio, obispo de Cór-
doba, y con él Aniano Castulonense, Costo César
Augustono , Domicio Pacense ó de Beja , Florentino
Emeritense , Prclextoto Barcinonense.
Grande ayuda era para los católicos el emperador
Constonte, y grande falta les hizo con su muerte,
que le avino yendo á España en la ciudad de Elna,
que está en el condado de Ruysellon. Dióle la muerte
las de fé, y por esto causa puso mácula en su fama
y en sus venerables canas. Parece le doblegó el miedo
de los tormentos con que le amenazaban ios arríanos,
y que estimó en mas de lo que fuera justo, los pocos
anos de vidaque por sermuy viejolequedaban. Demás
desto por mandado de Constancio , que iba de camino
para Homa, se juntó un concilio en Milán: en él pre-
tendían que Athanasio, queandaba desterrado de nue-
vo después de la muerte de Constante, fuese por ios
obispos condenado. Sintieron esto Paulino obispo de
Tréverís, Dionisio obispo de Milán, Eusebio obispo
de Vercellis, Lucífero obispo de Caller en Cerdeña.
Concertáronse entre sí, y como eran ton católicos,
desbarataron aquel conciliábulo: mas fueron ellos
entonces desterrados desús iglesias, y poco después
en Roma el mismo Constoncio echó ae aquella ciudad
al santo napa Liberio, y puso en su lugar otro por
nombre tefiz. Demás desto, á instoncia del mismo
emperador, se juntaron en Arimino, ciudad de la Ro-
tancio dentro del primer año de su imperío: Parecia mana, sobre cuatrocientos prelados. Fue este conci-
lio muy infame, porque en él engañados los obispos
católicos por dos obispos arríanos Valente yürsacio,
hombres astutos, de malas mañas, y que tenían gran
cabida con Constancio, decretaron a ejemplo del con-
cilio Sirmiense, que en adelante nadie usase de aquella
palabra Homousion, ni dijese que el Rijo es consubs-
tancial al Padre. El color que' se tomó fue que con
esto seacabarian y sosegarían , las diferencias que oca-
sionaba aquella palabra, sin que por esto se aparta-
sen del sentido y doctrina de la verdad. Descuorióse
luego la trama, porque los arríanos no quisieron veni r
en queaquellasusectafuescanatemátizada. Sintieron
los católicos el engaño, y todo el mundo gimió de ver-
se de repente hecho arriano, que son las mismas pala -
bras de San Gerónimo: juntarónse poco después cien to
y sesenta y seis obispos en Seleucia, ciudad do Isau-
ria, y quitada solamente la palabra Romousion, de-
cretaron que todo lo demás del concilio Niceno so
guardase y estuviese en pie. Todos eran medios para
con tentar á los herejes, traza que nunca sale bien .
.Volvamos á nuestro Osio, del cual escriben que,
vuelto á España después de tantos trabajos, supo que
Potamio obispode Lisboa, ora arriano: dio en perse-
guirle. Mandóle el emperador poresta causairaRalía
á dar razón de si al mismo tiempo que los engaños del
concilio Ariminense , se tramaban, álos cucues dicen
dio consentimiento ó de miedo, ó por estar caduco.
que está en el condado de Ruysellon. Dióle la muerte Tornó A España , donde porque Gregorio obispo do
Mflgncncio, que estaba alzado con la Gallia y con la I lllebcrris le descomulgó, le denunció y hizo parecer
120 BIBLIOTECA
en Córdoba delante Ctóraeirtino Vicario. Tratábase el
pleito y Osio apretaba á bh contraríe, cuando en pre-
sencia del juez de repente se le torció la boca y sm
sentido cayó en tierra. Tomáronle los'suyos en bra-
zos , y llevado á su casa, en breve rindióel alraa sin
arrepentimiento de su pecado: miserable ejemplo de
la flaqueza humana , de los truecos y mudanzas del
mundo. Bien sé que algunos modernos tienen este
cuento porfalso, y tachan el testimonio deMarcellino
Presbítero, de quien San Isidoro en varones ilustres
tomó loque queda dicho; peroá mí mucha fuerza me
hace lo que dice San Hilario de Osio, que amó dema-
siadamente su sepulcro, esto es su vida, para en-
tenderqueullindeiia se mostró flaco; y sin embargo,
cada uno podrá sentir lo que le pareciere en esta par-
te , y escusar si quisiere a este gran varón.
Grandes eran los^ trabajos en esta sazón, grande la
turbación de la Iglesia. Las cosas del imperio no esta-
ban en mucho mejor estado: en particular los alema*
nes hubiau rompido por Fraocia , y con las armas
traían muy alterada aquella provincia. Era el empera-
dor, de mas de otras faltas que tenia, naturalmente
sospechoso: daba orejas y entrada á malsines , grande
peste de las casas reales: por esta causa los anos pa-
sados en el Oriente diera la muerte á su primo Gallo;
*y sin embargo, para acudir á la guerra de los persas
y para sosegar lo de la Gallia, sacóá Juliano hermano
de Gallo de un monasterio en que estaba (i ): nom-
bróle por César, y para mas asegurarse dét casóle con
su hermana Elena. Despachóle para la Gallia, y él se
apercibió parahacer la guerra a los persas. En este
tiempo Atnanasio por miedo que no le matasen , se
ausentó de nuevo y estuvo escondido hasta la muerte
del emperador Constancio, que sucedió en esta ma-
nera. Fue la guerra de los persas desgraciada, y tuvo
algunos reveses con que el emperador quedó disgus-
tado. A la misma sazón los soldados de la Gallia, muy
pagados del ingenio de Juliano, le saludaron dentro
de París por emperador: sintió esto mucho Constan-
cio, determinó ircoutraél; pero atajóle la muerte,que
le sobrevino en Antiochía , donde se hizo bautizar á
la manera de los arríanos por haber hasta entonces
dilatado el bautismo ó por ventura se rebaptízó, cosa
Ífue también acostumbraban los arríanos. Hecho esto,
alleció á tres de noviembre año del Señor de 361.
Tuvo el imperio veinte y cinco años, cinco meses y
cinco días.
En España por este tiempo ciertos pajes al anoche-
cer metieron lumbre diciendo: venzamos , venzamos;
de donde se puede sospechar ha quedado en España
la costumbre de saludarse cuando de noche traen luz.
Hallóse allí un romano; entendió que aquellas pala-
bras de los pajes querían decir otra cosa, puso mano
á la espada, degolló al huésped y á toda su familia:
que fue cosa notable, referirlo por Amiano Marcelli-
Do, sin señalar otras circunstancias.
Fue deste tiempo Clemente Prudencio, natural de
Calahorra: de lamiiieia y del oGcio de abogado en que
se ejercitó mas mozo; con la edad poeta muy señala-
do, y famoso por los sagrados versos en que cantó
con mucha elegancia los loores de los santos márti-
res (2) Hay quien diga, es á saber, Máximo, que el
padre de Prudencio fue de Zaragoza, y su madre de
Calahorra ; que pudo ser la causa porque en sus him-
nos á la una ciudad y á la otra la llama nostra, sí bien
era natural de Zaragoza , como este mismo autor y
otros roas modernos así lo sienten, y debe ser lo mas
cierto. Juvenco, presbítero español y mas viejo que
Prudencio, escribía en Tersos heroicos la vida y obras
(1) De donde lo sacó fue de Atenas, donde estaba des-
terrado, llevándole á MiJan para hacerle César.
(2) En los poemas de este aragonés bav alanos himnos
de mucho gusto y delicadeza , como es el de los Santos Ino-
centes que empiezan: Sálvete flores Martyrum,
DE GASPAR T ROIG.
de Cristo, Paciaao obispo de Barcelona, ejercitaba el
estilo contra los novacianos; cuyo hijo fue Dextro,
aquel á quien San Gerónimo dedicó el libro de los es-
critores eclesiásticos. Un cronicón anda en nombre
de Deztro , no se sabe si verdadero, si impuesto. Bue-
nas cosas tiene; otras desdicen (3).
CAPITULO xvni.
De los emperadores Juliano y Joviano.
No dejó el emperador Constancio hijo alguno: por
esto al que perseguía en vida , nombró en su testa-
mento por su sucesor, que fue á Juliano su primo,
varón ae aventajadas partes y erudición , ▼ que se
pudiera comparar con los mejores emperadores , si
basta el fin de la vida se mantuviera en la verdadera
religión, y no se dejara pervertir de Libanio su
maestro; de que vino á tanto daño, que desamparó
la ReligionCristiana,ycomunmen tele llamaron Após-
tata. Luego que se encargó del imperio, para grao-
gear las voluntades de todos les dio libertad de vivir
cemo quisiesen v seguir la religión que á cada cual
mas agradase. Alzó el destierro a los católicos, escep-
to Atlianasio, al cual: porque después de ía muerte
de Constancio volvió á su iglesia, mandó prender, y
para escapar le forzó á esconderse de nuevo. A los
judíos dio licencia para reedificar el templo de Jeni-
salen: comenzóse la obra con grande fervor; pero al
abrir de las zanjas salió tal fuego , que los lorzó á
desistir y alzar mano de aquella empresa. A los gen-
tiles permitió acudir á los templos de los dioses que
estaban cerrados desde el tiempo del gran Constan-
tino, y hacer en ellos sus sacrificios y ceremonias.
Aborrecía de corazón á los cristianos; pero acordó
de hacelles la guerra mas con maña que con fuerza,
ca mandó no fuesen admitidos á las honras y magis-
trados: que sus hijos no pudiesen aprender, ni fue-
sen enseñados en las escuelas de los griegos; que fue
ocasión para despertar ios ingenios de muchos cris-
tianos á escribir obras muy efecanles en prosa y en
verso, en especial á los dos Apolunarios padre y hijo,
personas niuv eruditas.
Confjrme a estos principios fue el fin deste empe-
rador. Emprendió la guerra contra los persas: suce-
dióle bien al principio, mas pasó tan adelante, que
todo su ejército estuvo á punto de perderse, y él mis-
mo fue muerto: quién dice con una saeta arrojada,
acaso por los suyos ó por los contrarios, quién que el
mártir Mercurio le hirió con una lanza, que decían á
la sazón se halló en su sepulcro bañada en sangre.
Lo cierto es que murió por voluntad de Dios, que
quiso desta manera vengar, librar y alegrar á los cris-
tianos. Vivió treinta y dos años: impero un año , siete
meses y veinte y siete días.
Con lamuertede Juliano todo el ejército acudió con
elimperío á Flavio Joviano , hombre de aventajadas
partes en todo: no quiso aceptar al principio, decía que
era cristiano, yportantonoleeraficito ser emperador
de los que no lo eran ; pero como quier que todos á
una voz confesasen ser cristianos, condescendió con
ellos. Recibido el impsrio , hizo asiento con los per-
sas , si no aventajado , á lo menos necesario para li-
brar á M y á su ejército, que se hallaba en grande
apretura por la locura de Juliano. Restituyó á los
cristianos Jas honras y dignidades que solían tener,
alas iglesias sus rentas; alzó el destierro á Athanasio
y á los demás católicos que andaban fuera de sus
c^sus. Con esto una nueva luz resplandecía en el
mundo sosegadas las tempestades, y todo se enca-
minaba á mucho bien: felicidad de que no mereció-
■
(3) Julio Flavio Dextro fue prefecto del pretorio en tiem-
po de Theodosío el Grande, y tan ilostre por sus virtudes
como por las letras. El cronicón qoe se le atríbuve es su-
puesto, según lo han probado el marqués de Mondejar, Ni-
colás Antonio, el cardenal Aguirre, y otros muclios eruditos-
BinOUA
roolosboiabresporMiü pecadus goinr mucho tiem- 1
po. pnrqae ^dtiAo i Homa, en los conünes ile Galacia
jde Bmifnia. muriúaiiogada: la ocasjoa Fue ud bra-
uro queladejaroaeDcendíilo donde darmia, j el
iposeuto qua eslKba blanqueado de auevo, que fue-
roa dos duüos. Teuiaedad de cuarisala años: imperú
úele msMs j veinte j dos dias. Hizo uai ley ea que
puto peoa de muerte al que ioientase aaraviar á
'~ la TJrgeg consagrada a Dioa, nuaque mete coa
da matrimoaio y de caaerse con mía.
CAPITULO Xl\.
De )ds emperadores Valeatiaiano i Valenle.
En logar do Joviano sucediú Flavio ValeaÜDiano,
húngarede Dación: su padre ae llami Graciano. Ejer*
citúM en oricio de caliestrero ; pero psr sus fuerias
T pmdcDcik pasd por todoa las gradÑ de la miJícia á
■Iguoi
wlori
ser prerecto de] pretorio. Elifiiéronle losaoldadoapor
emperador: fue muy aGcioaado ila Religión Críatiant,
^ximo lo mo^lrd en tiempo del einperajor Juliano,
cuaoda por no consenlir en dejar la ley de Cristo,;
haber dada ^a su presencia una bofijtadH & no sacris-
taá gentil porque le roció con -«I agua lustra! de los
idoba, dejó el clugulo, que era tanto como renunciar
el oücio y honra de soldado. Nombró luego que la
eliBÍeron por su compañero en al Oriente i Valenle
su nermoQo, y éi se partió para llaüa, donde con
celo de la religión sosegó la ciudad de Roma que
estaba alborotada aobre la elección del pontiiica. Fue
asi que muarlo el papaLiberio, los votos de los elec-
tores Qo se concertaron ; algunos arrebatadamente f
con pasión nombraron en lugar del difunto d Ursino;
pero la mayor parlo y mas sana eligió i Dimaso, -
espaholde Dacion(l): ^uiéa dice fue naturalde Egita,
que hoy se llama (¡uimaranes en Portugal, puesta
ni D>* del iDlieiuo
da Tlrrttou.
eniTsDnerojHirio, quién de Tarragona, quién de
Hidrid. Lo cierto es que fue español , y persona de
grandes partes. Con esta dÍTÍsion se encendió tan
gnndealDoroto,quecomolocuentaAiQÍaaoHarcelli'
Bu bistariador ^eotil y de aquel tiempo, ensolo un dia
denlro déla iglesia ile Siciuio fueron muertos ciento
¡rtreiata y siatetiombres; y aun ei mismo autor re-
prebende á los poaliQces romanos de quo andaban
a coches, y sus convites aobrepujaban á los délos
reyes.
Sosegóstt , pues , esta tempestad con que el empe-
rador eoTió A Uníno 1 ?lápo]es para ser allá obispo.
Pero no deaislióde au mal intento la parcialidad coo-
iraria , antes acusaron í Dámaso de adulterio , y le
Eorzuroní juntar concilio de obispos para de^uargirse
jdereodersu inocencia. Dio otrosi por uiuguuo el
concilio Ariminense como juntado sin voluctad y
'probación del ponlilice roiQuuo. Itepuso á Auieocio,
uAispo de Hilan, por ser arriano. Ordenó que en los
lemplús se cantasen los Silmos de David ic^rus, y
por remate el verso' G/orwPaíri. Demás deslo quti
al principio de la mi^ se dijese la confesión. Edificó
«aRomadoa templos, el uno de San Lorenzo, «loiro
de los apóstoles Sun Pedro y Sao Pablo á las Caiacum-
basealaviaArdentinn.en que liizosopultará su madre
ybermtDa-Tuvo mucha amistadcoD Sm Gerónimo,
á qnieo semejaba mucho en los estudios y eru Jiciou.
Sscribióiuia obra copiosa y elegunte dn la» vidas délos
pontilices romanos hastasQ tiempo. Las vidas quelio;
andan délos pouiüicesennombredeDamasoiianiiiia
recopilación de aquella obra, por lodemísÍDdigiM« de
varón tan erudito y gravo. Las provincias no estaban .
sosegadas , ca en el Oriente un deudo de Juliano
llamado Procopio tomó nombre deemperador, y cob ,
esto alterólas voluntades de mudiBS- Acudió Vaiéuts
contra él vencióle en batalla en lo de Pbrigia , y co-
mo al caido lodos le faltan, su misma geote le entregó
al vencedor.
Al mismo ü'empoValentiniaQO hacia prMperameD-
que nació en Espi Da, aunque sa
pueblo. Gobernó la Iglciis coa mucho celo:
conilínóSloiarrianos, luciferianoi, apolinarisUi ymele-
cianos; celebrd vanos concilios, j murió el iSo 384 1 loi 80
de BU ed«d. EtcribíA virios opúsculos en verso, da tai euleí
se han otisarvado ilgunoi baíU natitros din. Olrae obrai
se dan por sayai , que no lo sod : Lai que se lieoeu por lu-
tínticaí SOD eiudoB cartas á Sao Gerónimo , qneie hallin
enlce las de eale doctor , otras dos i San Aseólo Thesa-
lúnica . que se hallan en la colección de MslenLO, naa muj
lareí 1 Paulino de Anliochli , y otra Ji IM Ofienlalea sobre
Timotheo , discípulo ie Apolinano , de las «naleí Tbebdorelo
opia unos Iroios en su hiitoria. Uas de Idí eoneilios de Rdoib
qne se luvierou en su tiempo limbien pueden repulane uyat
y almas otras de que hablan los anliguae. Su eslüoei vivo,
puro y eiegaute. Aunque Dimaso era muy hlbii en la Escri-
• - '-- -■ — ---protaD— '""= '■-'--'-
1, consultaba tref;ienteroenle I
d priucipaln Ii
122
BWUOTECA DE GASPAR T AOIG.
te la guerra á los alemanes y á los. sajones , que es
la primera vez que dellos se halla mención en ía his-
toria romana. Demás desio adelante revolTió contra
los godos y los echó de la Tracia, ¿ los persas de la
Sana: enfrenó á los escoceses , que hacían entradas
J)or la isla de Bretaña , y á las sármatas, que corrían
as Panonias. Hizo todas estas guerras parte por sí
mismo I parte por sus capitanes. Fue notable empe-
rador, SI no eusuciara su fama con casarse en vida
de Severa su primera mujer, con una doncella suya
llamada Justina; y lo que fue peor, gue una ley que
germitia á todos casar con dos mujeres y tenelias.
emás desto dio libertad^ según lo reüere Marcellino,
para que cada cual siguiese la religión ^ue auisiese.
Falleció en Bregecion, pueblo de Alemana, ao estaba
' ocupado en hacer guerra á los quados. Tuvo el im-
perio once años, ocho meses y veinte y dos dias.
Cayó su muerte á diez y siete de noviembre año
^ de 375. Dejó dos hijos, á Graciano dé Severa , yá
Yalentiniano de Justina.
En esta sazón Valente en el Oriente trabajaba á los
católicos de todas maneras. Dominica su mujer , y
Eudozo obispo de Constan tinopla, que le bautizó á la
manera de los arríanos , le sacaban de seso en tanto
grado , que en la ciudad de Edessa estuvo determi-
nado de hacer entrar los soldados en el templo de
los católicos para desbaratar las juntas que allí nacían
á celebrar los oficios di vinos; pero apar tole deste pro-
pósito Modesto, gobernador aé aquella ciudad, ca le
avisó que á la fama de lo que se decía , mas gente
que de ordinario estaba junta en el templo con tanta
resolución de padecer la muerte en la demanda, que
hasta una mujer , aun no bien vesUda por priesa,
llevaba de la mano a un niño hijo suyo para que ni
ella ni él faltasen en aquella ocasión de aar la vida y
la sangre por la religión católica. Desistió con esto
Yalente de aquel su iu tentó : desterró muchos sacer-
dotes, y entre los demás á Ensebio, obispo de Ce-
sárea la de Capadocia , /tan conocido por su valor y
constancia , como el de Cesárea de Palestina por su
erudición y escritos^ AtdeCapadocia sucedió en aquel
obispado el gran Basilio, que tuvo harto que hacer
con Valente. Todo esto sucedió los. años pasados.
lambíico, maestro qué fue de Precio , tenía cabida
con el emperador Valente. Este le enseñó cierta ma-
nera para escudriñar y saber el nombre del que le
habia da suceder en el imperio, cosa que el empera-
dor mucho deseaba. La traza era que escribían en
el suelo todas las letras del alfabeto y abecé y en cada
letra ponían un grano de trigo: soltaban un gallo, y
mientrasq^eel adivino barhotabanosé qué palabras,
las letras primeras de que el galio tomaba los granos,
entendían que significaban lo que pretendían saber.
Llamábase esta adevinacion por el gallo. Usaban otrosí
en lugar del galio que uno, tapados tos ojos con un pun-
tero tocase las letras para el mismo efecto; que era to-
do vanidad y locura. Salieron , pues , con aquella traza
estas lütrasTHEOD : de que tomó ocasión el emperador
Valente de perseguir y matar á todos aquellos cuyos
nombres con^enzaban por aquellas letras, como á los
Theodatos, Theodoros y Theodulos. Entre los demás
fae muerto Honorio Theodosio , español y natural de
Itálica , del linaje del emperadorTrajano. Habia sose-
gado este caballero- ciertos movimientos de África,
y por esto mereció ser maestro de caballería : recibió
el santo bautismo al fin de su vida. No bastan las
fuerzas humanas j[)ara contrastar á la voluntad de
Dios: Ale así que este notable varón do su mujer
Tennancia dejó dos hijos, al gran Theodosio y Ho-
norio. ,
A la misma sazón rompieron perlas provincias del
imperiograndesgentesde godos, yporcauditlossuyos
Fridiegerno y Áthanaríco. Nació oiscordia entre los,
dos , como suele econtecer entre los que tienen igual
mando: con esto Valente se pudo aprovechar ae la
una parte , y romperlos^en una batalla que lea dio. A
los demás que seguían á Áthanaríco , tomado asiento
con ellos , dio la Mesia en que poblasen , con condi-
ción que se bautizaren : híciáronlo, mas conforme á
la manera de los arriai)os, por el mismo tiempo goe
Ulfila obispo de aquellas gentes. ínrentó la letra gó-*
tica diferente de la latina^ y traaujo en lengua de los
godos los libros de la divina Escritura. No nastó ests
confederación ni la victoria ya dicha para que no ^e
alterasen de nuevo, como gente brava y acostum-
brada á las armas: metiéronse por la Thracia adelante;,
acudió contra ellos Valente , vinieron 4 batalla cerca
de la ciudad de Adrianópoli : en ellas los romanos fue-
ron vencidos., y el emperador muerto dentro de una
choza donde se retiró : no sequiso rendir, pusiéronle
fuego con que le quemaron vivo ; que fue manera y
fénerq de muerte mas grave que la misma muerte,
ucedló esto cuatro años después que falleció su her-
mano el emperador Valentiniano. No dejó Valente
hijo alguno que le sucediese. Tenía bien merecido
este desastre por lo mucho que persiguió á los cató-
licos , y porq^ue con loco atrevimiento no quiso espe-
rar á su sobrino Graciano , que venia en su socorro .
El caudillo destos godos era Fridigerno, que después
de vencido se rehiciera de gentes , con deseo de ven-
gar á sí y á los suyos de las lujurias y daños pasados.
CAPITULO XX.
De los emperadores Gradano, Valentiniano y Theodosio.
Antes oue el eniperador Valentiniano falleciese,
tenia señalado por César á su hijoGracianOy y en su
muerte le dejó por su heredero y sucesor , lo cual se
efectuó sin contradicción alguna : sohimente el ejér-
cito quiso que Flavio Valentiniano su hermano fuese
su compañero en elimperío, y así se hizo, sin embarso
que era de muy poca edad. Gonla victoria contra Va-
lente quedaron los godos tan insolentes y altivos, que
todo el Oriente estaba en condición de perderse.
Para enfrenállos era necesario buscar al^un caudillo,
persona señalada en valor y prudencia. Tai era Theo.
dosio , que después de la muerte de su padre, reti-
rado residía en ItáHca su patria (i) en la postrero de
España. De allí, luego que fue llamado y se encargó
de aquella empresa , reprimió la avilanteza de los go-
dos y abajó su orgullo, que había pasado tan adelante,
que pusieron cerco ala misma ciudad de Constanti-
nopla , cdbeza entonces del mundo : en fin los acosó
de manera , que á insUncia de los mismos , tomó con
ellos asiento y les dio tierras en que morasen. Para
seguridad de lo concertado le entregaron á Atfiana-
rico, hijo y adelante sucesor de Fridigerno, pereque
estuviese pn rehenes. Grande fue la nonra que con
esto ga nó Theodosio , grande el contento del emperador
Graciano : parecióle que en premio de aquel trabajo
y pard mas asegurarlas cosas de Levanta debía nom-
brar á Theodosio (2) como lo hizo por tercer empera-
dor : persona además poi* su valor y prendas en que
no tuvo par, muy religiosa, como se ve por la ley que
estableció sienijo Graciano la quinta vez , y Theodo- ,
sio la primera cónsules ;for la cual mando que todos '
siguiesen la fe de Dámaso . pontífice romano , y de
Pedro , obispo de Alejandría.
Tres años adelanto, qu^ fue el año de Cristo de
383 , en que fueron cónsules Merobaude la segunda
vez y Saturnino la primera, nombró Theodosio a diez
y seis de enero por su compañero en el imperio á
Arcadio, su hijo mayor. Avino que Amphilochio,
obispo de Iconio en Licaonia, entró á visiuir al empe-
cí) Otros, como Zosimo é Idacio , dicen qne nació en la
ciudad de Cauca en Gilicía.
(2) Estos saeesoi están dislocados ea la narradon. Gra-
ciano nombró emperador á Theodosio el año 379 de la era
cristiana, el coarto de su imperio , y Theodosio derrotó á los
godos el 380, el segundo de su imperio.
nAor Theodoiio : tenh á sq lado ueatado á su hiio y
compañero en el imperio . el obispo de propósito hizo
la mesura y reverencia deoida áTheodosío , y no hizo
caso do Arcadio. Preguntado la causa de aquel des-
acato ó descuido , respondió : « No te maravilles , oh
nemperador, pues tu baces lo mismo con Dios : (|ue
I) permites á los arríanos menosprecien á su iiijo.»
Celebróse otrosí á la misma sazón un concilio en
CoQstantinopla , que entre los generales es el segun-
do : en él Tneodosio por las facciopes del rostro co-
noció á Melecio, obispo de Anliocbía sin haberle
jamás fisto y tolo porque en sueños le vio como le
ponía la corona , en la cabeza. Estaba la ciudad de
constantinopla alterada y sin obispo á causa que Gre-
gorio Nazianzeno , por la mala voluntad que algunos
le tenian , dejara de su voluntad aquella iglesia. Dio
d emperador orden que Nectario , que era senador y
aun no bautizado , fuese elegido enobiapode aquella
ciudad. Demás de esto condenaron en aquel concilio
todas las lierejías y en particular la de Macedonio.
Sae fue obispo de uonstantínopla , y sentía mal del
spiritn Santo diciendo que era criatura. El pontiGce
Dámaso aprobó todas las acciones y decretos deste
concilio y en especial el Símbolo de la Fe, en que
espresamente^ según que lo halló testificado en el
concilio Foroiuliense declararon que el Espíritu
Santo procede del Pidre y del Hijo. Este Símbolo
mandó Dámaso que en la misa ne cantaseen lugar del
Hiceno;que falleció el año siguiente después que se
celebró el dicho concilio. Pusieron en su lugar ¿ Si-
rício : PrÓa^iero le llama Ursíuo , ca debió entender que
el que pretendióel pontificado en competencia de Dá-
maso los años pasados , le sucedió después de muerto.
Estaban levantadas la Gallia y la España á causa
aue Clemente Máximo , español de nación , después
e haberse llamado emperador en Bretaña se apoderó
de aquellas provincias. Partió contra él el emperador
Graciano : vinieron á las manos cerca de París, auedó
la victoria por el lírano, v Graciano cerca de León,
donde se retiró después de la rota , (ue muerto por
engaño de Andragacio. Imoeró sieteaños , nueve me-
ses Y nueve dias después ae la muerte de su padre.
No diejó hijo alguno , y fue el primero de los empera-
dores romanos que no quiso aceptar la estola ponti-
fical, que como á pi>ntihce de la superstición romana
le ofrecían conforme á lo que entonces se usaba. Le-
ta , mujer de Graciano , y Pisamena , su suegra vivie-
ron en Roma , hasta que aquella ciuilud fuedestruida,
ea estado de reinas , que sustentaban con las centas
que el empleador Theodoslo como hombre agradecido
les señaló del publico.
Por el mismo tiempo España se alteraba en lo que
toi^abaála religión , á causa que Priscilianoavivabalas
centellas que quedaron de los gnósticos desde el tiempo
que Marco , discípulo de Basilides,como8etocóensu
iufl^ar, s<^mbró en ella aquella mala semilla. Era Pris-
citiano hombre |H)deroso y noble, gallego de nación :
tenia muy buenas partes, velaba ySufria hambre ysed;
pero tenia otros vicios eon que todo lo afeaba: era
soberbio y inquieto , y las letras humanas que tenia
le hacían atrevido. Con estas y con otras mañas atrajo
á su partido á dos obispos , cuyos nombres eran In<-
tincio y Salviano. Hi/oli^s rostro idacio , obispo de
Herida á persuasión de Agidíno , obispo asimismo de
Córdoba. Con la esperanza destos y de otros seme-
jante« se encancero la llaga , aue sí se tratara con mas
blandura, por ventura se pudiera saoar . Procedióse
al último remedio , que fue citar á los herejes para
que en una junta de obispos , que se tuvo en Zara-
goza , fuesen oídos y diesen razón de sí. No compa-
recieron el dia señalado : por esta rebeldía los obispos
instancio y Salviano , y mas Elpldio y Prisciliano que
eran seglares , fueron descomulgados , y con eílos
Agidino obispo de Córdoba , que de enemigo de re-
pente se pasara á su parte.
TOMO I.
BISTOMA DS BSPASa. f|3
Dieron cuidado, de notificar esta sentencia á Itacio,
obispo sossubense, como se lee en Severo Sulpicío;
pero ha de decir ossonobense , que es de Estombar
en Portugal. San Isidoro solo dice que era obispo de
las Españas , y Sigiberto que de Laipego. Lo que hace
el caso que era hombre colérico y hablador: repren-
día á los que ayunaban y se daban á la lección de la
Sagrada Escritura. Este Itacio y el sobredicho Idacio
alcanzaron del emperador Graciano, que á la sazón
era vive , un edicto y provisión en que mandaba que
aquellos uerejes fuesen echados de los templos y de
las ciudades. Instando y Salviano, y con ellos Piis-
ciliano, que ya con el favor de sus parciales era obispo
de Avila, acudieron á Homa á dar ratón de sí; pero
llegados allá no pudieron alcanzar audiencia del pon-
tífice Dámaso. Dieron vuelta á Milán , do hallaron al
emperador Graciano. No los quiso tampoco oír Am-
brosio, que todos se ofendían v espantaban con la
novedad de aquella doctrina. (Ton todo esto no des-
mayaron, antes sobornaron con dineros á Macedonio,
maestrode oficios, y con su favor alcanzaron de Gra-
ciano revocación de la primera provisión , y que las
iglesias fuesen vueltas á Prisciliano y á instancio ;
que Salviano era muerto en Roma.
Con esto volvieron á E*^paña tan arrogantes , que
B asieron demanda á Itacio y le acusaron de sedicioso,
íandóle prender el vicario Volvencio ; pero él hizo
recurso á Francia , dende , elimo Gregorio prefecto
del Pretorio no le hiciese buena acogida , paso á Tré-
veris para valerse de Clemente Máximo , que se nom-
braba emperador : con que hizo tanto, que el negocio
de nuevo se cometió á un concilio de obispos que por
su mandado se juntaron én Burdeos. Parecieron Pris-
ciliano y instancio : por sentencia de In» obispos fue
loslancie depuesto, PriaciliaDoapelóáMázíaM ; fufle
otorgada la apelación ,por donde la causa de los here-
jes se devolvió á juicio de seglares que fue cosa muy
nueva. Tratóse el nleito en Tréverís.yá instancia do
Itacio , Prisciliano lue convencido de (lechicero , y que
con color de relimen de noche hacia junUis torpes de
hombres y mujeres; por donde fue condenado y
muerto^ y juntamente con el Felicísimo y Armenio;
y también L4itroniano,el eua I se cuenta entre loa
poeta)} de aquel tiempo. Instancio que consintió la
sentencia de los obispos, fue desterrado á una isla
mas arriba de Ingalaterra. Reclamaba á todo esti»
San Martin , obispo Turonense, aue acudió en per-
sona á estos daños: decía que los nerejes no debían
ser muertos principalmente á instancia de los obis-
pos: benignidad que debía será propósito de aquel
tiempo; pero aue Ib esperlenoi» y mayor conocimien-
to de las cosas na declarado sería perjudicial para el
nuestro.
Muerto Prisciliano no se sosegó aquel mal : traje-
ron los cuerpos de los justiciados á España , y aun
sus discípulos los honraban como si fueran mártires:
tenían por el juramento mas grave el que hacían por
el nombre de Prisciliano. Por el contrarío, Itacio
y Idacio (Isid^^ro dice Usarcío ^n lugar de Idacio) fue-
ron acusados por lo que habinn hecho, y condenados
en destierro. Los herejes , demás de la torpeza de su
vida, confundíanlas personas liiviiias, apartaban los
matrimonios, tenÍHU por ilícto el comer carne, de-
cían que las almas procedían de lu divina esencia, y
por siete ríelos y ciertos ángeles bajaban como por
gradas á la pol»ía desta vida, y daban ««n poder d*d
príncipe de las tinieblas fabríradordel mundo. Suj«'l:i-
oan los hombres al hado y ú las rstrellas, y rn$«*ñuh.-in
que sobre los mieiubros del cuerpo limen domiiiiti
los doce signos del zodíaco, Aries sobre la cabe/^,
Taurus sobre la cerviz , Gcmínis sobre el pecho , y asi
de los demás.
Gobernaba la !gles«a despurs de Dámaso el pap;»
Siricío -.escribió uua epístola áUiraerio obispo de Tar-
ragona, en razón y respuesta de muchas cosas que
!24
BIBLIOTECA DE G\St>Att T ftOlC.
letiaMdn preguntado (!) acerca del bautismo, del
ratriíDOtilu, dé Jas vírgenes y varones consagrados
Dios , ák Kns sagradas ordenes. Manda la comunique
con los obispos de la provincia Carta^nense , de la
Bélica y de ftalicia. Tiene por data los cónsufes Arca-
dio y Bau ton , que fue el ano de 385. Debió e^tá carta
de ser estimada en mucho , pues en el concilio Tole-
darfó primero , sin nombrarla usan desús mismas pala-
bras; y Isidoro espresamenté hace dellus mención en
Tos varones ilustres en Siricio. El ano quinto después
de la elección del papa Siricio, Theodosio y Máximo
cerca de Aquiiéya vinieron' á las manos. Perdió el
tirano la jornada ,'y poco después fue presó y muerto.
'Con esto Valenlipiano el menor, 'que de miedo Irabia
huido á Levante j vohióá restituirse eií el imperio do
Occidente. El pnncipiodeí>tajgnerraTue muy bueno.
y asi les ayudó Dio-; j 'poi-qne siendo cónsales Theo-
dosio In'scgurída vez y^ Cvnegioia primera, á. catorce
de junio' eii Stobis, ciudad de Macedonia \ estable-
cieron por ley que los'hérejesno pudiesen hacer jntí;
t;i.<J ni celebrar los misterios y Ja comunión fuera dé
la i^ílefiia ; y á veinte y siete de agosto el mismo año
puntuaímente ♦, que me el de 388 , se ganó aquella
tan señalada y tanimporUinte victoria.
íln todo esto el emperador Theodosio se mostró
muy religioso; pero'tisÓ de grande crueldad con la
ciudad de Thesa Iónica^ donde porque en cierto albo-
roto íos del pueblo mataron áPuterico, caudilldde gen-
.■ ■ . ' . ', • • '
. (1) Este papa leyó en junta de obispos la carta de Hime^
río, y desjpues de uoa madura deliberación , respondió á todos
¡os artículos por ana decretal famosa , de la cual estractare-
1B08 los capítulos mas notables.
" Deehira que debe impedifse euanto sepnedlB qtie unadoa*-
•eella que ha recibido la beDdidoB del sacerdote para despo-
jarse, eoa vma persoaa, b« despose Qonotrt^ reputitdosepor
,08 tieles.la violación de esta beadiciou cooop ua sacriic^^io.
Condena á penitencias rí|orosasi los religiosos.y religiosas
que nabiendo connetído en serreto impurezas en los nionas-
teríoi, después tienen la insolencia de vivir como st •estuvjie-
Hn casadlas despreciando lirs leyes públicas y los juicios >
eeldsiisttcos; y manda que se \e$ haga hacer pe'niteneía todk
)a vida, áo resta bleciéodoles eo Iacoiaiuiioo de talgkBiia
«iDo en Ja hora de la oiiierte., • .
Manda qup los diáconos y presbíteros guarden Jac^ntinep'
cia, y que si en adelante altrun obispo , presbítero ó diácono
lio guarda el celibato, sea depuesto de su dignidad, porque '
debe aplicarse el hierro á las l/agas t|ue no pueden curarse
t^on' remedios suaves. (Esta ésf la pfimera ley 'géfiersd dé la
Iglesia que prescribe y intnda el oH$bato6 los^ispoa, fi^s-
báieros y diácono». Aaitt deeata ley se observoirt fteoeral-
mente en alfuna^ pruvíntias : los padres y los obispos celosos
hablan del celibato de las personas que e&taban en las órde-
nes sagradas como de una obiigadon; y sí se.apartaban.de
ella algunas de estai personas, las reprendían como de un
esc4>sp contrario á su estado.) ,
' Prescribe h vida inocente que deben llevar los que desde
fitt infancia se consagran al servicio de la Iglesia, ó después
san elegidos por. el clero y el pueblo para este mioiüierio;;
eseluye ios que han sido casados dos veces, ó que se habrán
casado con viuda, y quiere que aun los lectores estén nietos
á esta ley , so pena de deposición.
Renueva el canon del concilio de Nícea, sobre la cualidad
de las mujeres ^ue pueden vivir r>on los eclesiástit^os.
Prescribe el tiempo necesario para efevar /os mónges á Tas
órdenes menores , al diaconado, presbiterado y episcopado,-
mandando que haya entre cada una de ellas bástanle distan-
cia 6 intervalo.
Declara que el que una vez ha sido puesto. en, penitencia,
debe ser escluido de la clericatura para síemprp; mandando
que las reglas contenidas en esta decretal sean una ley t^e-
nenl para todas las iglesias del mundo', y los que noobeJét-
can sean separados de la comunión déla Iglesia por sentencia
del Sínodo ; y que si los prelados superiores de l»s provincias
no las observan, la Santa Silla pronunciará contra ellos la
sentencia ove merecen.— Bata famosa deereiii es del i i de
febrero de 3H5 del consulado de Arcadio y de Bauten : es la
firimera que se encuentra en las colecciones antiguas de la
glesía latina , y la primera que los sabios reconocen por ver-
dadera ; pues las que se hallan en las colecciones modernas
de los papas anteriores se tienen por supuestas y falsas.
't(¿ de guerra, yotrbscría^s del cmperadorjehcastign
hizonialarseismil hombres de aquella gente. SujpoesUi
Ambro6ib chispo de Milán , do á la sazón' s^ hallaba
Tfieodosio : cerróle las puertas de la iglesia, desco-
iliulgóle , y reprehendióle severaoiente de lo heclio t
mostróle el camino de aplacar á Dios , que era la pe-
nitencia : sufriólo todo Theodosio no con menor ani-
mo que con el que Ambrosio lo hizo. Volvióse á' sii
casa , y al cabo de algunos mes^, á persuasión de
su priyadó Rufino^ determinó de tornar ^ probar si
le recibirían en la iglesia por ser á' la sazón la fiesta
de Navidad. Acudió Ambrosio á las puertas: recibióle
con palabras no menos ásperait que antes ; sin em-
bargo, Vista su humildad, sus lágrimas y pacieociay
en fin , le dejó entrar con sacarle por cotldicion que
ordenase una ley; en que estableciese qtié ninguna
senleiícia de muerte se ejecutare antes, de pasados
treinta dias después qué fuese pronunciada r^iidenóle
asimismo ,.quecuandose sintiese sañudo ,.ñ6 hablas^
palabra alguna antes de pronunciar por st^ orden to-
das las letras del alfabeto ó abecé grief^o, todo á pre-
pósito (fue la ira con la tardanza perdiese sus aceros,
y prevaleciese la razón.
Fueron de grande momento estos avisos proír lo que
poco adelante sucedió en Antiochia. Impusieron los
del emperador ciertos tríbulos en aquella ciqdad
estraorainaríos y graves. Alteróse el pueblo grande-
mente : emplearon su rabia contra una estátOu de la
emperatriz Pláóll1a,que arrastraron por las calles.
Sintió este deisacato Theodosio, como era razoñ, asi
por ser muerta aquella señora su mujer ,'cohio por
haber sido tan buena y tan santa , que 6n los hospi-
tales dtíba por sus manos á comer á los enfermos , y
sollH trae^rala niémoria á su marido lo que habif i\áo
y lo que era , para que no se ensoberbeciese, ni ié
descuidase. Por toda^ esta^.eausás castigá|*a aquella
insoleTKÍa grávisimamente, sino ayudara para aman-
sar'el pecho del etnperádor la prevención de Am-
brosio junto con los enibajadores que vl^ileron dé
parte de ^gileila ciudad , y al tiempo' qiíe el ertipe-
rádoFcdmra , hicieron que ciertos nifips cantasen
tiná cam'cion á propósito en tono lloroso^ con que
lesftftaroú las ligrimas y se movió á eompa^oo.
Despees destó, el emperador Theodosio dio de Italia
layüieltaá Levante: con su asistencia ArbogaMes tu-
vo comodidad de hacer ahogar en Viena la de Fran-
cia til mozo emperador Valéntiniano. No paró en esto
el daño ; Eugenio de maestro de' grama ticii que hábia
sido, (5on á^uda de dicho Arbogasles , se llamó empe-
rador el año 3dS :' burla grande y escarnio ; pero que
puso en balanzas el imperio y magéstad , y aun, en
tanto cuidado á Théónbsio^ que hizo recurso á los
varones santos del yermo para (me le encomendasen
á Dios. Juan , que era uno de ellos , le prometió por
sus cartas la victoria, y juntamente le avisó que no
volvería de Ralia.
Partióse, pues con sus gentes én busca del ene-
migo, quedo se descuidaba. A las baldas dé los
Alpes se juntaron los ejércitos contrarios : diósé la
batalla , qué fUe muv herida y señalada. Levantóse
de repente un torbellino dé vientos y lluvia , truenos
y relámpagos que daban á los enemigos de cara, de
guisa que no podian pelear, como lo cantó Claudia-
no ^ poeta de aquel tiempo muy famoso, st pagano,
si hel no scvsaue , lo mas cierto es que no iiie cris-
tiano. Mucho también ayudaron veinte mil godos;
que después de la muerte de Athanarico su caudillv»,
que falleció en Constantinopla , por no tener cabeza
ganaban sueldo del imperio. Quedó con esto el campo
por Thedosio con grande estrago de los contrarios.
A Eugenio despees de la batalla mataron los suyos;
que al traidor todos le faltan. Ahorgastes tomóla muer-
te por sus manos. Dióse esta baUílla á diez y siete du
setiembre el año de 394. En este mismo año Theodo-
sio nombró ú su segundo hijo Honorio por su compa-
«iSToau I>K espaAa.
in
Beroen el Imparto. Tras «ato en breve se sintió ja
muerte del mieiiio emperador Theodosio, que íaUeció
de bidropesfa eo Milán ¿ los diez y siete de enero del
año laego siguiente. Vivió cincuenta años, imperó los
dies y seis y dos dias , fue casado dos veces : de Pía-
eilla BU primera mujer, dejó i los em(>eradQres Arca-
dio y Honorio , de Galla bija de Valentiniano y de Jus-
tina, tuvo una hija por nombre Galla Placidia. Los
santos Ambrosio y Agustino , en particulares sermo-
nes que hicieron y declararon al mundo lap virtudes
y loores de este escelente principe.
El nombre de Tbeodosio, que quiere decir dado de
Déo$, cuando no le tuviera de su padre que se le puso
por divina revebHcion^^ como lo dice Aurelio Victor.
por sus grandes hazañas y virtudes le merecía. Del
celo que tuvo de la religión fue bastante muestra que
los t^^os de los dioses que hizo cerrar el gran
Constantino , él los mandó echar por tierra ; en que
se hallaron grandes engaños, en particular estatuas
por detras huecas para responder á los que pregun-
taban y consultaban á los ídolos : que tales eran los
oráculos de los gentiles. Lo que caiúó mas maravilla,
fae que Alejanorf a en el templo de Serapis se halló
en muchos lugares la señal de la cruz, puesta como
letra hierogliflca en signiQcacion de inmortalidad.
Entra los varones señalados que tuvo España por
estos tiempos , se puede contar roncio Paulmo, aun-
que natural de Burdeos , pero que con su mujer Ta-
rana vivió mucho tiempo en Barcelona, donde sin tí-
talo de algún beneficio , cosa poco usada en aquella
edad , se ordenó de presbítero, desde allí pasó á Italia,
y murió obispo de Ñola. Abundio Avito. natural de
Tarragona , tradujo en lencua latina un liSrito de Lu-
ciano sobre la invención del cuerpo del protomártir
Stebao. Licinio Bétieo tuvo mucha amistad con San
Gerónimo, y con los pobres de Jerusalóm repartió li-
beralmente parte de su hacienda. Demás desto Desi-
derio y Riparío , presbíteros españoles ejercitaron la
ploma contra Vigilando , natural de Pamplona (1) y
presbítero de Barcelona , ^ue ponía len^ en la eos-
tombra que tiene la Iglesia de reverenciar ¿ Jos san-
tos que rainan con Cnsto en el cielo , según que lo
testuica en el libro que escribió contra él San Geroni-
mo .insigne varón destos tiempos, claro por sus gran-
des letras y santidad de su vida muy seiudada.
CAPITULO XXI.
De los emperadores Areadio j Honorio.
Los hiios del gran Theodosio después de la muerte
de su padre, se encardaron del imperio el año tre-
cientos y noventa y cmco (395.) Areadio de lo de
Oriente 9 y Honorio de las provincias de Occidente.
Fueron mas raligiosos y reformados en sus costum-
bres , que dichosos; pues en su tiempo la majgestad
del imperio romano, que de pequeños principios era
llegado i la cumbre y su misma grandeza con su peso
la trabajaba , comenzó á despeñarse sin volver mas en
si : que fue clara muestra de la flaqueza humana. Y
es cosa averi^ada que ninguna cosa hay debajo del
cielo que el tiempo con sus mudanzas no lo consuma
y desbaga * y es forzoso que los edificios muy altos
se vayan al suelo ; y las caldas debajo de alguna gran
car^ son mas pesadas y peligrosas, según que lo
testifica un poeta. Ningún imperio puede permanecer
largo tiempo : si le falta eneinigo de fuera , dentro de
su casa le nace , no de otra manera que los hombres
gruesos y de muchas carnes y sain, aunque no sean
alterados de cosa alguna, su misma gordura y peso
los atierra y mata.
(1) Era ftancés , nataral de Calagorís , pueblo sitaado
«Sua el itiaertrio de Aotoniíio entre Luffdmmm y Agua$
Sketu. San Gerónimo asi lo declara, y un duda algnna la
senejanu del nombro ha beeho oeer a algunos qne era de
CaUíomdeEapaBa.
TOMO I.
Pasó desta vida el papa Sirício el año del Señor d^
trecientos y noventay ocho (398) : gobernó la Iglesia
al pié de catorce años, suceaiólo Anastasio, en cuyo
tiempo en España se tuvo el primer concilio Toleda*
no (2). Comenzóse á primero de seliembre del año de
Cristo de cuatrocientos (400) : concurrieron áieit
y nueve obispos de diversas ciudades de España.
rS) Se celebró el 7 de setiembre del aüo 400. Asiitieron
á él diez y nueve obispos , y despees de mandar que se ob*
servasen ios cánones del concilio de Nicea, so pena de esco*
mnnion, hicieron otros veinte qne vamos á estractar en parte.
Permite dar el diáconado A las personas casadas con tal que
guarden la continencia, y prohibe que se eleven al presbite-
rio los diiconos, y al obispado los presbíteros que no lo ha-
yan guardado.
Que si un anbdiicono se vuelve á casar , será puesto en la
clase de los porteros ó lectores sin que se Je permita leer los
evangelios ni las epístolas , y que el que se case tercera vez,
dicen kw padres ( cosa que no debería nombrarse), será se-
parado de la Iglesia dos anos, y después de su reconciliación,
estará siempre en la clase de los legos.
Los presbíteros ó los demás clérigos que , estando desti-
nados al servicio de alguna iglesia de la ciudad ó del campo
no asistan al sacnflcío que se hace todos los dias, serán pri-
vados de la dignidad eclesiástica. (Se ve por este canon qne
antes del siglo v se ofrecía todos los dias el sacrificio de la
misa.)
Prohibe á las vírgenes, qne se han consagrado á Dios te-
ner familiaridad con los cléngos jóvenea que el concilio llama
confesores, ni aun con los legos que no son sus parientes in-
mediatos ó próximos : Ignalmente les prohibe asistir á los
convites sin estar acompafiadas , á meaos que no sea en an
lugar donde ha][a viejos virtuosos ú honestos , ó viudas co-
nocidas por sn virtud.
Permite á los clérigos que tienen mujeres, coya conducta
no es arreglada , encerrarlas en sus casas , atarlas , y hacer-
las ayunar, y les prohibe comer con ellas hasta que bajan
hecho penitencia.
Prohibe elevar al diáconado á los que se han hallado en la
guerra después de haber recibido el bautismo aunque no ha-
yan matado á nadie.
Prohibe á las vírgenes consagradas á Dios y á las viudas
hacer oraciones de una manera solemne con un clérigo ó con
su criado en ausencia del obispo 6 del presbítero : además
les prohibe cantar el oficio de la tarde , si no es halláadose
presentes el obispo , un presbítero ó alfun diácono. (Los pa-
dres determinan esto, porque en aquel tiempo, concluidas
las vísperas, se esplicaba algún troao de la Escritora Santa.)
Manda que si algún poderoso ha quitado los bienes á un
clérieo, á un pobre, ó a algún religioso, se presente para
justificarse delante del obiapo; y no bacieodolo, quesea es-
oomnlgado huta que haya restituido los bienes que no la
pertenecen.
Que se eseomulgue al que haya conversado 6 comido con
un lego ó un clérigo escomulgado.
I Impone una penitencia de diez años á las vírgenes conta -
gradas á Dios qae han caído en el peeado de impureza : y
prohibe sopeña de escomunion á todas los otras mujeres cris-
tianas rednirlas en la mesa en el tiempo de la penitencia, sí
se casan con el que las ha corrompido ; prohibe recibirlas
en el número de los penitentes, si viviendo ¿u marido ó des-
pués de su muerte, no han vivido honestamente algún tiempo
considerable.
Ordena que el que está casado y además tiene una concu-
bina sea escomulgado ; pero que debe no esoomnlgarse al
qne no tiene sino una concubina ; de manera que para ser
de la Iglesia deben contentarse con teoer una mujer 6 una.
concubina. ( En tiempo de este concilio y algunos siglos des-
pués el nombre de concubina se entendía una miyer legiti-
ma con quien se había contraído un verdadero matrimonio;
pero sin observar algunas solemnidades de la Iglesia , sin do-
tarla , V con la condición espresa de no tener derecho á los
bienes.)
Prohibe comunicar con la vinda de un obispo, de un pres-
bítero, ó de un diácono, que se ha vuelto á casar; y manda
que no sea reconciliada sino en la hora de la muerte.
Ordena que se eseomulgue á la hija de un obispo , de un
preri>itero, ó de un diácono , que se casa después de ha-
oerse consagrado á Dios , y que no se las reciba á la comu-
nión sino después de la muerte de su marido , coando hayan
cumplido el tiempo de su penitencia. Si se separan de él
en vida , se les concederá la gracia de la reconciliación al fin
de ella.
6
•*
126 BIBUOTECA M
Presidió Patniioo , obispo según al jiunos piensan
4e Toledo, movidos del catálogo antiguo de aque-
lla iglesia en que este nombre se pone entre los
primeros obispos de Toledo. Quién dice oue fue obis-
po de Braga . por hacerse mención en las acciones
del conciliu de Paterno Bracarense, y tienen por mas
probable que Asturio, el cual firmó en el sesto lugar
era ¿ la sazón obispo de Toledo , y que es aquel de
qufen testifica San Ildefonso en sus Claros Varones
que halló los cuerpos de los santos mártires Justo y
Pastor en Alcalá de Henares do padecieron. Gu][a
devoción fue tan grande que para honrarlos erigió
aquel pueblo en catedral , y de Toledo se pasó á ser
el primer obispo de Alcalá el que entre los de Toledo
se contaba por noveno. Verdad es que por todo el
tiempo que vivió los de Toledo por su respeto no
quisieron proveer otro en su lugar. De lo que escribe
el abad Bielarense , se entiende que en tiempo de
Leuvigildo, rey de los godos , Novello fue obispo de
Alcalá ; pero no sucedió luego después de Asturío si-
no adelante, como es necesario confesarlo por la ra-
zón de los tiempos , si decimos que Asturio prelado
de Toledo vivió en esta era ; y aun en San Eulogio se
halla otro obispo de Alcalá; que vivió mas adelante
después de la destrucción de España , por nombre
Veneno. Volvamos á nuestro propósito. Reprobaron
los padnss deste concilio la herejía de PnscUíano.
Reconciliaron con la Iglesia á dos chispos, Simphosio
y Dictinio, y un presbítero por nombre Comasio,
que la abjuraron. El pontífice Inocencio, que el año
luego siguiente sucedió á Anastasio, escribió una
carta muy señalada á los padres deste concilio.^
Estaba el gobierno del unperio dividido en estama-
nera : á Gildo se encargó lo de África; á Rufino las
Srovincias de Oriente ; lo de Occidente quedó á cargo
e StUicon, persona de mas autoridad que los otros
dos , por estar emparentado con los emperadores.
ca Serena su mujer era hija de Honorio hermano del
gran Theodosio , además que él mismo era suegro
del emperador Honorio. Hiso este repartimiento el
mismo Theodosio , y dejólo así ordenado con intento
que estos tres personajes fuesen como tutores de sus
hijos, y les ayudasen á llevar U carga. Ellos olvida-
dos déla lealtad que debian, por la mude ambición
de sus corazones, acometieron á nacerse señores
de todo : con que destruyeron de todo punto el im-
perio. Gildo solevantó en África el primero: enviaron
contra él ásu mismo hermano llamado Mazecel, el cuai
le deshizo y mató; mas en premio de su trabajo y sin
escarmentar en cabeza ajena se llamó á sí mismo
emperador , y al fin paró en lo mismo que su herma-
no. Rufino dió traza para que los godos y otras na-
ciones bárbaras se alterasen , que era el camino que
entonces tomaban para medrar y salir con su inten-
to, bien que áspero, engañoso y malo. Fue Rufino
de nación brítano ó franco, capitán de los mas seña-
lados de aquel ¿iempo. Descubrióse la traición , y pa-
gó con la cabeza.
No paró en esto la deslealtad, antes parece que
alguna fuerza secreta se derramaba por todas las pro-
vhicias , pues por el mismo camino y por las mismas
Irisadas, como se dirá mas larjgamente adelante , Sti-
ícon, el snegTO de Honorio, intentó hacer empera-
dor á su hijo £uchério y quitar el mando á los hijos
de Theodosio. Díó orden para salir con esto como
diversas naciones se metiesen por las provincias del
imperio , en particular se concertó de secreto con los
alanos , gente fiera^ y con los vándalos , de cuva na-
ción él era. Los primeros á tomar las armas fueron
los godos , alterados de que con el intento ya dicho
les quitaron el sueldo que les solían pagar : corrieron
toda la Tracia y las orovincias comarcanas ; después
desto , divididos en dos partes, rompieron por Italia.
Radaguio , el uno de los caudillos , oue poco antes
bajara con gran número de gente de la Gothia anti-
la
GASPAE T nOIG. ^
a ; sin hallar resistendapasó por Italia basta llegar
la Toscana. AUf , cerca de Fiesole y de Florencia^
por el esfuerzo de Stitieon fue d^aratado y muerto
con todos los suyos. Pudo otrosí deshacer eerc^ de
Rávena al otro capitán de los godos llamado Alaríoo;
mas por tener al emperador en apríetose contentó de
vencerle en cierta batalla que le dió. Vinieron á con-
cierto con aquellos bárbaros , en que les dieron don-
de morasen en lo postrero de rranda. Pesábale á
Stilicon que dejasen á Italia : envió un su capitán
llamado Sanio, judío de nación , para que diese sobre
ellos de repente. Estaban alojados á las haldas de los
Alpes junto á Potencia , que hoy se llama Petenzaia,
pueblo pequeño cerca de la ciudad de Asta. Dió pues
sobre ellos de repente el mismo diade pascua de Re-
surrección , que fue á seis de abril del año puntual-
mente de cuatrocientos y des ( 402), según que va
todo sacado de buenos autores.
Quisieran los godos por reverencia de aquella fes-
tividad escusar la pelea ; pero como el judio los apre-
tase, revolvieron sobre él con tal denuedo que le hi-
cieron retffar y le mataron con otros muchos; y ellos,
como gente foroz irritados pw esta injuria, volvieron
sobre Italia, do se detuvieron algunos años. No pare-
ce que se entendieron luego estas mañas de Stíhcon;
pero al fin fue descubierta su maldad , y paj^ó con la
cabeza por mandado del emperador Honono el año
que se contaba cuatrocientos y ocho (408) de nnea-
tra salvación á veinte y tres de agosto , y poco adelan-
te fueron también justiciados Serena su mmer y Eu-
ch4rio su hijo ; y aun el mismo Honorio refuidio á su
mujer , hija que era del mismo Stilicon , en odio de sa
pacure. Granae fue el daño que los godos hicieron en
Italia , grandes los estragos , sua parar hasta ponerse
sobre la ciudad de Roma, cabeza y señora del mundo,
y della después de un largo y apretado cerco al fin se
apoderaron con tanta fiereza que todo lo pusieron á
fuego y á sangre : tanto oue parece pretendían de
una vez tomar enmienda de las injunas que aque-
lla ciudad tenia hechas á todo el mundo. Entróse
Roma (1) el año de cuatrocientos y diez (410)
conforme á la cuenta mas aceptada , dado que Paulo
Osorio y Próspero Aquitánico á este número pa-
rece añaden dos años. En aquella ciudad prendieron
á Placidia , hermana de los emperadores Honorio y
Arcadio. Casó con ella Athaulfo , cuñado de Alaríco
y que le sucedió en el reino poco después á causa que
(1) Alarico volvió á la Italia el afio 406 desde la Paanooia,
donde se babia retirado con su ejército después de las der-
rotas que en 402 había sufrido en Poflenza. Se cree que fue
llamado por StiHeon , deseoso de poner en el trono á n hijo;
mas , conociendo oue podía aun ejecutar sos designiof , lo
hiso detener en « Noriee con varíat preaieaas. Aaesiaado
enkietanio Stilioon , el bárbaro envió dipotados á Honorio
ofreciéndole la pas , y que ae retiraría á la Pannonia ai se
le cumplía io que se le había prometido. No quiso aceptar,
2 no tardó Roma en verse sitiada teniendo que sufrir loa
abitantes ¡ininitas calamidades por el hambre y la peste
hasta oue el senado pidió la pas dando rehenes y con gran
suma (le dinero.
El año 409 Alarico, rslionado su ejárcito, sitió otra ves á
Roma, y la hambre ftte tan emel qie Uesaroa á aliiMDtarsa
con carne humana los defensores, huU que AJarioo al fin
tomó la ciudad el 34 de agosto ayudado de los traidores.
Esta soberbia ciudad , que nabia estendido su imperio sobre
toda la tierra, s^jetando las naciones mas belicosas» ven-
ciendo á los generales mas ilustres, al cabo de i 105 años
de gloiias , cae en manos de la nación mu fereiy mu emel
que ae ba conocido. Los MUades se denaman por la andad
saqueando » robando y matando á cuantos encoentian : so-
berbios palacios, edificios magoiflcos que habían Oeaado de
admiración al mundo fueron devorados por las Uamas, y asi
no quedó de Roma sino un montón de ruinas. No se per-
dono ni el poder de lu doncellas, ni de casadas, ni de vír-
genes consagradas á Jssncriato : solo se salvó la vida por
orden espreaa de Alarico á las que se refugiaron á lu i^
sias de San Pedro y de San Pablo , los objetos del cnlto , que
respetaron religiosamente.
HISTOUA DK ESPAÑA.
i27
Marico nrajrió en Gosencia, ciudad de los bmcios que
lioy es Calabria : con que Placidia fue parte para qne
60 marido Athanlfo y su hermano Honorio se concer-
tasen ; y conforme el asiento que se tomó , partieron
los godos de Italia para morar en la parte de k Gallia
V España que están de la una y de la otra parte de
los Pirineos : principio para apoderarse y hacerse se-
ñores de lo demás oe España , y aun de buena parte
de Francia , según que en el libro siguiente se irá de-
clarando.
LIBRO QUINTO.
CAPITULO I.
Como diversas nadones Tinleroo á Espaua.
UfiA grande avenida de diversas naciones fieras y
bárbaras, que por estos tiempos vinieron y se derra-
maron por diversas oartes de fispaña , declarará la si-
guiente narración. Los vándalos , los alanos , los sue-
vos y los silingos , mayormente los godos , los cuales
dejados sus antiguos asientos y moradas, después
que Levante á Poniente hincheron todas las tierras del
miedo de su nombre . de sus proezas y de su fama, y
con 1m armas venoeooras gasearpn toda la Italia , fi-
nalmente pararon en España, y en ella echadas en
parte^ y en parte siqetas las otras naciones , pusieron
y tuvieron por espacio de mas de trescientos años la
silla de su imperio. No hay duda sino q jie todas estas
naciones y otras semejantes en diversos tiempos ba-
jaron del Septentrión , y se derramaron por las pro-
vincias del imperio romano por dos causas. La una
fue la gran fecundidad que tenian aquellas gentes en
multimicarse por el gran calor de los cuerpos ; que,
además de ser los septentrionales mas largos en la
comida y en la bebida, se encienden con el estremo
frío de aquellas re^onesyaire: en especial antes que
recibiesen la Religiott Cristiana, yfpor eUa enfrenasen
sus apetitos con la ley de un matrimonio, la gente
en ffñn manera se aumentaba. Allegábase á esti la
esterilidad de la tierra (que era la segunda causa) por
la maror parte erizada con nieves y con heladas, j
falta de muchas cosas necesarias al sustento déla vi-
da. Por donde la necesidad de sustentarse forzaba á
ionamerables enjambres de hombres á pasarse y bus-
car asiento en tierras templadas y mas abundantes.
Para salir con su intento nacían guerra á los roma-
nos , señores del mundo , destruían y talaban las tier-
ras Y campos , si prestamente no se les hacia resis-
tencia.
Como esto sea cosa averiguada , asi bien no es fácil
declarar de qué partes del Septentrión y de qué pro-
vincias cada una de estas naciones haya venido , qué
costumbres, qué ingenios tenian, de qué lengua y
leyes usaban : ni Cetaria por diligencia , SI entre tantas
tinieblas de opiniones como hay, se descubriese algún
camino para dar en el blanco. Será forzoso contentar-
nos con congeturas , pues la antigüedad de las cosas
y el descuido de aqueüos tiempos no da lugar á ma-
yor claridad. Plinio pone á los vándalos en aquella
parte de Alemana casi do al presente están los mel-
burgenses y pomeranos: dado que Dion las fuentes
de que nace el río Albis , j de donde comienza á re-
gar los campos de Alemana , las pone en los montes
vandálicos. Los burgundíones señan de contar entre
los vándalos como parte suya : tomaron este nombre
de burgos , que quiere decir aldeas, en que estaban
dirididos y derramados: y como hiciesen asiento en
los Hednos, pueblosantiguos fueron causa que aque-
lla parte de la Gallia se llamase Burgundia o Borgo-
ña. Dionisio , el que en elegante verso escribió en
griego el asiento oeks tierras, en particular pone los
alanos cerca de los de Dacia y de los getas. Marce-
lino los puáo en la Soy thia , y se dice tenian por bien-
aventurados á los que morían en la guerra : á los que
la vejez consumía , ó morían de otra suerte los de-
nostaban y decían mal dallos , como hombres que
eran de ingenio feroz é íoclínadíos á crueldad por caer
su tierra muy apartada de las comodidades y huma-
nidad de bis otras provincias, y ninguna cosa casi
allí aportar de las que suelen ablandar la ferocidad de
los corazones y amansarlos.
Los silingos es cosa averiguada que vinieron á Es-
pana , y que mezclados con los vándalos asentaron
en la GÍetica ó Andalucía, sin que tuviesen rey parti-
cukir de su nación ; pero de qué par te del Septentrión
hayan venido , no se averigua con claridad. Algunos
ponen á los silingos en Baviera, donde antiguamente
nobp una ciudad llamada Salingostiado (á lo que pa-
rece del nombre desta gente) á la ribera del Danubio
tres millas distantes delngolstadio. No hay duda sino
que los francos, que por este tiempo se apoderaron
üe la Gallia, se llamaban asimismo salios del rio Sala
que riega su tierra como lo dice Marcellino. Destos
salios se dijo la muy famosa ley ^lica , que veda á las
mcyeres suceder en las herencias de los francos. Asi
se puede entender que los silingos eran los mismos
2ue los sálicos, francos ó franceses que todo es uno.
sto cuanto á los silingos. Los suevos , según que lo
testifican autores muy mraves , antiguamente tuvie-
ron sus asientos cerca del rio Alvis, si bien Estrabon
pone también los suevos á las fuentes y nacimiento
del Danubio en la comarca donde al presente se ve
la ciudad de Augusta. Resta decir de los godos ; cuya
origen porque reinaron en España mas tíempo que
las demás naciones , y se les aventajaron en mas
nombre y fama , queremos sacar mas de raíz toman-
do el principio algo de mas arriba.
Algunos pensaron y dijeron que los Kodos eran los
mismos que los getas . los cuales cnPlinio y en Hero-
doto vemos demarcados no lejos de las riberas y de
las bocas por donde el Danubio descarga en el mar. No
failta otrosí quien dl^a que los getas y massagetas son
los mismos que los divinos libros llaman Gog y Magog:
opiniones que ni hay para queaproballas en este lo-
gar, ni sena dificultoso reiu tallas por la autoridad de
Piinio,que entre las ciudades de Cefesiria cuenta á Ma-
gog, y aun dice que por otro nombre se llama Bambi-
ce y Hierapolis. Los masen número y de mayor dili-
gencia en rastrearla antigüedad son de parecer que
ios godos bagaron de una provincia por nombre Scan-
dia , qjue los antiguos llamaron Basilia ó Baltia, tierra
muy estendida y muy ancha , y que está sobre Alema-
ña Y sobre Sarmatia ó Polonia, pegada por la parte ,
de Levante con otra provincia llamada rimmarehla,
rodeada por las otr«is partes del mar Báltico y Glacial.
Tiene Scandia forma de península muy mas larga
que ancha : divídese en la Gothla , la Suecia y la Nor-
vegia, y con esta está pegada otra provincia llamada
Lapia. Es así que por la parte de Poniente , por don-
de se estiende el golCo Codano . que los naturales lla-
man Suconico, y por la partéele Scandia, por donde
mas brevemente se pasa á la Cimbrica Cnérsoneso y
al reino de Dinamarca, se forma otra península menor
peg(adacon la otra mayor que llaman Gothia, y diví-
dese en dos partes: esa saber en los ostrogodos, que
en nuestra lengua es lo mismo ^ue ffodos orientales,
y en los visigodos que quiere decir godos occidentales.
Entre los visigodos los Baltos , que en aquella lengua
quiere decir atrevidos, y era apellido de cierto linaje,
y entre los ostrogodos los Ámalos , llamados así de un
gran rey y capitán por nombre Amalo , se señalaban
entre los demás, y eran las famiUas mas ilustres y
reales. Lo demás de Scandia cortan unos montes con
sus cordilleras continuadas, que dejan alMediodia la
Suecia, provincia de un cielo mas benigno, y hacia el
Septentrión la Norvegia, enque se padecen cruelísi-
mos frios, tanto que el vino que de otras partes allí de
lleva, con la fuerza del frióse aceda luego: cosa que
ias
BIBLIOTECA DE GAÜPáH T BOI«.
algún tiempo poso i los pontífices romanos en gran
Quidado para que se pudiese en los pueblos de aqne-
Ua tierra conservar la integridad del sacrificio divino
de tamisa.
Son los godos ordinariamente de cabello y barba
roja, el color blanco como los demás pueblos de Ale-
maña, con quienes tienen su lengua semejante, y no
muy oiferente de las demás gentes que por este tiem-
po se ha dicho por fuerza de armas entraron en Espa-
ña. Solo de los alanos se puede y suele afirmar que
usaron de la lengua de los scythas , y esto mas por
conjetura probable que por razones que á ello con-
venzan. Lo cierto es que en la lengua castellana, de
que arpresente usa España, compuesta de una aveni-
da de muchas lenguas, quedan vocablos tomados de
lalenguadelos godos. Entre estos podemos contarlos
siguientes: tripas, caza, robar, yelmo, moza, bandera,
harpa, juglar, albergar, escanciar, esgrimidor, cangi-
lón, camisa, sábana. De los bándafos otrosí se tomaron
otras dicciones y vocablos, como cámara, gozque,
azafrán. Lo que tocaá la religión todas estas nacio-
nes ó en este tiempo ó poco después recibieron y abra-
zaron la cristiana : que antiguamente eran dados á
diversas supersticiones, mayormente los godos por
persuadirse que no les sucediera [prósperamente en la
guerra, si no ofrecían por el ejército sangre humana:
sacrificaban los que prendían en la guerra al Dios
Marte, al cual nrincipalmente eran devotos; y asi-
mismo acostumbrabanále ofrecer las primicias de los
despojos, y colgar de los troncos de los árboles las
pieles de IOS que mataban. Tenían otra devoción para
el mismo efecto de sacrificar antes de la batalla con
solemne aparato caballos, y llevar delante sus cabezas
abiertas las bocas , y puestas en unas lanzas.
Entre estos devaneos acertaban en tener por cierto
(opinión recibida de sus mayores) que las ánimas hu-
manas eran perpetuas, y que después de la muerte
había premios y castigos. Cuando tronaba , tiraban
saetas en alte para con esto ayudará Dios por pensar
se le bacía fuerza y que le echanandel reino. Celebra-
ban á la vihuela con cantos y tonadas los hechos de
sus madores y sus proezas, cemo al presente se hace
en España. Algunos afirman que las armas de los go-
dos eran un león levantado y vuelta la cabeza en un
escudo ondeado y de azul la mitad : otros que tres
leones puestos uuo sobre otro á la manera que los tie-
nen los reyes de Dacia: mas en esto no hay para que
detenernos, mayormente que nuestro principal in-
tento es declarar mas copiosamente (como arriba se
dijo) la ocasión que á tantas gentes y tan bárbaras
abrió la puerta para entrar en España.
En aquella confusión de cosas y caída del imperio
romano de que se á hecho mención, un cierto Marco
en Bretaña , hoy Inglaterra, fue por las legiones sa-
ludado y alzado por emperador, y poco (kspues no
con menor liviandad ellas mismas le mataron. Pusie-
ron en su lugar á Graciano que también con la mis-
ma inconstancia fue muerto dentro de cuatro meses.
Sucedióle Constantinono por señalarse en valoryha-
zanas entre los demás, sino solo le dieron el imperio
movidos del nombre de Constantino que aquellas gen-
tes tenían por bien afortunado^ Sucedió esto, comose
puede conjeturar de Paulo Orosio, el año de nues-
tra salvación de 4i 1, en que fue cónsul Tbeodosío el
Menor la cuarta vez , emperadordcl Oriente en lugar
de su padre Arcadio que falleció tres años antes des-
te. Siguieron á Constantino gran parte de la Gallia y
de España por estar los ánimos de todos irritados con
las demasías de los romanos, y con los gravteimos tri-
butos que de cada día les ponían, mayores y masera-
ves; sin embargo algunos se conservaban en la obe-
diencia de los emperadores verdaderos.
Entre estos Dfdimo y Veríníano, parientes de Ho-
norio, como quier que perseverasen en España en su
devoción, con un ejército que arrebatadamente jun-
taron, pretendieron 90D mayor ánimo ooe faenas
impedirá Constantino que déla Ckillia sedéela apare-
jarse imra pasaren España la entrada de loa Pirineos;
pero fueron vencidos en batalla, y muertos así elks
como sus mujeres por Constante, hijo del tirano , al
cual, sacado por su padre de un monasterio y nom-
brado por César, onvió delante á España. Theodocillo
ÍLagodio, hermanos de estos muertos, desconfiados
e sus fuerzas, huyeron' del peligro, y se fueron ¿ los
emperadores Honorio 7 Tbeodosío. El ejército de
Constante por la mayor parte era compuesto de aque-
llas naciones que bajaron de Alemana en Francia, y
I>or cierto concierto que con Honorio hicieron, los
lamerón Honoriacos. Estos por permisión de Cons-
tante, talaban á España y todos ios campos hiata Pa-
lencia, ca pretendía él con la miseria ajena ganar las
voluntadesdel ejército bárbaro. A estos mismos, que-
riéndose él volver á Francia, dio el cuidado de guar-
dar las estrechuras y entradas da los Pirineos.
Llevaron mal esto los españoles, que los soldados
extranjeros y mercenarios, y por consiguiente poco
seguros, fuesen preferidos i su conocida lealtad, por
donde de tiempo muy antíffuo les confiaban la guarda
de aquellas entradas de toda la provincia. Sentían mu-
cho esta afrenta : quejábanse de agravio y amenaza-
ban que muy enbreveresultarían alteracionesen Es-
{>aña, y tenaria otros señores que k mandasen , con
o demás que suelen decir los hombres cuando el do-
lor y saña les suelta la lengua. No salieron vanas es-
tas amenazas . según que el suceso de las cosas lo
mostró y declaró en breve, porque ios Honoriacos,
conforme á su natural inclinadon, llamaron y traje-
ron á España á los vándalos , alanos , suevos y silin-
gos, con quien se concertaron secretamente de dalles
la entrada (1) que hasta entonces tuvieron cerrada,
y poco antes Stiiicon los había hecho entrar en Fran-
cia. La causa oue se piensa los movió á desamparar
la Gallia , fue el miedo de los godos, contra cuyo va-
lor, y por estar concertados con Honorio, temían no
tendrian ftierzas iguales. Poníales junto con esto en
cuidado y aquejábalos el poder de Constantino, que
estaba apoderado de la mayor parte de la Gallia y as-
piraba á lo demás. Era rey de Jos suevos Hermeneri-
co, de los alanos Atace, de los vándalos y silingos
Gunderico.
La entrada de estas naciones bárbaras ftae causada
grandísimas desventaras, porque conjfiereza bárbara,
sin haeer diferencia , ni tener cuenta con nadie, se
apoderaron de las haciendas de ios españoles y de ios
romanos. Destruían los campos y los pueblos, por
donde luego la hambre se embraveció de tal guisa,
que eran forzados los naturales i sustentar la vida
con carne humana : no solamente los hombres; sino
también las bestias con aquella carnicería se bñcian
mas fieras, y á cada paso acometían á los hombres
por sustentarse. Después de la hambre (como aconte-
ce) se siguió una peste gravísima conque murió gente
innumerable en toda la provincia. Eran los malea tan
grandes, que los que escapaban tenían envidia á los
que morian, por sufrir ellos mas graves cuitas que la
misma muerte. Pasó el mal tan adelante que la pro-
vincia quedó en gran parte yerma de moradores , y
contentólos bárbaros hicieron su asiento en diversas
partes della. A los suevos y á parte de los vándalos
cupo Galicia, á la sazón mas ancha de términos de lo
que era en nuestra edad , porque comprehendia en
su distrito todo lo ^uees Castilla la Vieja. Los alanos
poblaron en la Lusitania y en la provincia cartagine-
sa, fuera de los carpetanos que es el reino de Toledo,
y los celtíberos, que se mantuvieron en la sujeción de
(1) Segnn Idacio, que vivía en este tiempo» el 13 de oc-
tubre de 409 , y fegun oíros el 28 de setiembre derrotando
á los romanos y d^ando todo el país hasta 411 , que sor-
tearon entre si las nrovioeias.
HISTOHU.DE IS^iPj^^A.
129
los nunaoos. La Bélica tomaroo para sí los vándaJo^
7 los 8il¡ngos.
Hecha e^ta distribución , pusieron concierto con
los romanos , con que se tornó á labrar y morar h tier-
ra y las ciudades en gran parte. Los españoles tenían ,
por mejor esta nueva servidumbre que el imperio de
los romanos y su severidad, dado que algunos con-
servándose obstinadamente en la libertad antigua, uo
querían sufrir el yugo de los bárbaros « principal men-;
te en Gatieía ^ondeió^ suevos imperaban, entretanto
que esto pasaba en Cspaiia, Honorio desde Italia en-
vió en la Gatlía contra et tirano un grueso, ejército
debajo la conducta de un su cupitan llamado Constan-
cio, En España se levantaron nuevas alteraciones. &
causa qué nh cierta Máximo en la España Citerior fue
saludado y alzado por emperador. Un conde llamado.
Ccronejo rae el autor de esta nueva trama , por odio
qne tenia.al primer tirano Constantino, sin embargo
que había seguido antes su^ partes. Lo que en esto
{>reteodih, eraen nombre de otrd reinar él y mandar-
0 todo. Con este intento dejando á Máximo en Tarra-
Sona, él con ejército pasó en la Gallia, y apoderado
e la ciudad de Viena , mató en ella á Constante el
César que le vino ¿ las manos. No pasó adelante por
entender que venia contra él Constancio y por miedo
suyo.
Vuelto en España, ó por desprecio auo tuvieron
del y ó con deseo de agradar á Honorío, los españoles
de noche acometieron su casa , y dado que se defen-
dió valientemente , cpn fuego que pegaron á la casa
pereció dentro delta. Máximo, desamparado delaayu-
«la deGeroncio, que era el que le conservaba, dejadas
las insignias imperiales, huido pasó miserablemente
lo que le duró la vida , que fue hasta el tiempo de
Paulo Orosjo, como é! mismo lo testifica. Gn este
medio al tiempo que estas cosíís se hacianen España^
CmstanliooeltiranQ y Juliano su hijo fueron por es-
fuerzo de Constancio muertos en Anés, j no mucho
después Jovio y Sebastiano tuvieron el mismo Gn, los
cuales sucesivamente se rebelaron en la Galtia contra
el imperio. Con esto toda la Gallia volvió á la sujeción
de Honorio, que fue el, año de nuestra salvación de
413. 1.09 godos para defensa de la una y de la otra
provincia, es á saber de Francia y de Espaiía , con
voluntad de Honorio y conforme al asiento que con
él tomaron , se apoderaron dos años después de las
haldas de los Pirineos. Gente tm^, much is veces an-
tes destos tiempos derramada de sus antiguos asi'eri-
tos, y acometiendo las provincias del imperioroinano,
hablan ganado gran crédito por su valentía, en tanto
grado qne se tuvo pir cierto que Afe aiwo Magno
rey de Macedonia, huyó de encontrarse con elios^
Pirro , rey dé Epiro , los temió. Julio (2ésar rehusó la
pelea con ellos, según que lo oice Orosio.
No es de nuestro propósito contar todas tas en-
tradas y guerras desta gente, ni relatar por menu«1o
sus hazañas , que seria mas largo cuento de lo que
sufre esta obra. Lo /|ue hace al propósito es que el
emperador Valente (como de suso se dijo) dió á los
visogodoa , que salidos de sus antiguos asientos y
tierra maltrataban las gentes del imperio , la provia-
cia de Mesia donde morasen , con tal condición que
estuviesen á soeldo del imperio romano, y recibiesen
la creencia de Cristo nuestro 9eñor , por donde algo
después la secta dé Arrío con que los inficionaron y á
que Valente era dado , fue causa de grandes desven-
turas y alteraciones en España. Las tierras que les
eotregaron , sustentaron ellos hasta el imperio de
ArcaJio y Honorio, y ensancharon sus términos hast-
ia Panonia hoy Hungría, que sucedió poco antes que
rompiesen por Italia, después de haber destruido la
Tracia.
Fue la ocasión dcsta entrada que Stillcon , suegro
lie Honorio , con intento de hacer emperador á su ni-
jo Euchério , movió aquella gente de suyo inquieta
y bulliciosa é tooiar lasarmos^Cstahucisado Stilicon
con Sercuji , sobrina de Theodpsio y hija de Honorio
su herjuána: della tuvo ppr hiiqsáEuchtVio, María y
Tennanciu. Casó cm% Eucheria Galla Plácida (1)
lierraitnade los emperadores Honorío y Arcadio.Derr
mas desto Honorio emperador casó ^sucesivamente
con María , y después con Termancia. No ha mij^ho
que en tiempo del pontífice Paulo lll.se halló en Ho-»
ma el sepulcro de María en la iglesia de San Pedrea
en el Vaticano , y en él piedras degraq valor,, mucho
oro y plata con lo^ nombres de Houoriot y de María
esculpidos en un joyel , según que en la descripoion«
de la ciudad de Roma lo relata M^rliaud mas en par-
ticular. . . . ,
•Miu^rtas pues la una y la otrp mi;y^ de Honorio
(dado que no falta .quien digii (^ue repudió á Ter-i
snancia luego qne la traición de Stilicon se descubrió)
como quiti^islas prendas y ataduras de k lealtad,
Süíicon se determinó de poner en ejecución la mal-
dad que .wucho ai|te\s en su perazon tenia forjada.
Con esta de^rminucbn hizo que los vándalos» de.
cuyo linaje ólveniá, ^rlos alanos con promesa que lea
hizo de grandes premios,. hioiesen entrada en fa.Ga-
llia. Ji Iqs godos ne^ó el sueldo oue les daban con la
misma astucia : traza con que elloi tomaron las aro-
mas,-y "en lugar de Athanarjco, saludado que hor
bieron por rt)y á Alarico,. talaron la Thracia y \si
llalla ;(malinente después de largo cerco se apodos
raron déla misoMi cabeza del nauudo, liorna, ¿ dos
de agosto. Cran cónsules Flavio Varare la primera;
y Tertulio la cuart:) vez. Bl descuido deHonorio, cu-»
yo ofieio era. acudir á la necesidad, fue tal que, dir-
ciéodole Gom'> Roma era pej^dida, penseque habUi-
ban de un gallo que él llamaba Roma , y poco antes
como solía de ordinario se habia deleitado en verle
Selear con otro. Muerto.poco después Alarico caudi-
0 dolos godo&en lo postrero de Italia , Athaulfo que
le socedlo ablandado con los regalos de Gtlla Pláci^
da su nnujer, la cual en Roma fuera presa ,.se indinó
á U paz, y tomó asiento con Honorio.: con que e)
ejército de los godos sacado da Italia hizo so asiento
en los conQnes de la Galia y de Elspaña. La silla del
reino puao esta gente en Narbona año de nuestra
aalvaoiott dé 415. De aquí vino y procedió que aquer
Ha parte se llamó GalJia Gólhiea ,. dado que mu aieu^
pro túvolos mismos términos, autes se variaban m.U;
chas vecea conforme al vario suceso de las 'guerra)»
que con los francos comapcanos y con los romano^
tuvieron los godos; Esta fue la ocasión que trajo asi
las demai^ gentes ya dichas Qomo los godos u Bs-
paua. '
CAPITULO 11.
Cómo los godos vencieron A lasjdemás naciones
bárbaras en España.
- Estaba España dividida en mochos reinos diferen-
tes entre si en íejes, costumbres y religión. Los ro-
manos y los españoles abrazaban la religión católica;
á los godos tenian inficionados la peste de los arría-
nos. Las demás naciones bárbaras no habian aun ro^
cibido la Religión Cristiana, antes ^gaian las supers-
ticiones de sos antepasados. Todos con deseo de
Conservarse en la parte dé que se apoderaran en
aquella' turbación y revueltas , cada cual por su par-
te pretendían hacer paces y concertarse con los ro-
manos. Godigiaco, rey de los tendales (al cual algunos
llarfian Gunderico , y lomandes Giseriso,1o que sNi
duda es falso), fue et primerea concertarse con esta^
condiciones : qne viviesen en España sin hacer ma
y daño é los antiguos moradores , y no pudiesen por
titilo de prescripción de treinta ofios valéis en al»
( i ) XiQ^ua escritor aatiguo habla de este casamíenlo.
4?0
BIBUOTECA DE GASPAR Y BOIG.
«,'n:i lic.iipo . oiiira los romanos para «fecto de rete-
iii-r lo que violenta é íajusUmeate hubiesen usurpa-
¿ü. Palabras con que se daba á entetider qne aquella
puz uo era lanío por volüotud como por fuerza, y
que no duraría mas de cuanto tufiesen posibilidad
para volver á la ^uerr.i y á la* manos. De aquel con-
cierto sin duda procemeron entre aquellas gentes
nuevas sospechas, y parellaálae^o so oncendió nue-
va guerra. Los alanoü como mas feroce^ acometieron
i los vándalos y á los silingos, y los p.isíeron en ne-
cesidad de desamparar la Bélica y li.ioer recurso á
Galicia para que, juntando sus fuerzas o,on ias de los
iuevos , reprimiesen el atrevimiento de los alanos, y
recobrasen sus asientos de que los habían echado.
Dieron los alanos la vuelta contra los celtiberos y la
Carpetanía: ganaron de los romanos muchos pueblos
y ciudades.
Los godos eso mismo d aiio siguiente, despaes qne
asentaron en Francia , pasaron en España , donde
con su llegada y ayuda Attalo usurpó el nombre de
emiiorador: titulo vano y dañoso , pues poco después
fallo de consejo y fuerzas, como procurase huir por
¡a mar, fue preso p«ir Constancio, que con grue-
sas annadas p'jseia aquellas riberas. Envióle á Hono-
rio : por su mandado le cortaron el pulgar j el dedo
segando , y fue llevado en destierro á la isla de Lipa-
ra , Athauf fo rey de los godos , ó por su natural con-
dición cansado de tantas guerras , ó por el nuevo
Earcntesco que con el emperador tenia , aficionado á
H rom inos , se inclinaba á dejar las armas v concer-
tarse. Llevaba su gente esto mal por ser feroces y
bravos. Acordaran de conjurarse eontra-él y darle la
muerte , como lo hicieron en Barcelona , do tenia he-
dió su asiento. Ejecutd este caso tan atroz un hom-
brecillo llamado Vernulfd , de nequeña esUtura, pero
muy atrevido y muy privado oel rey. Este, como ha-
llase buena ocasión, con la espada desnuda le atravesó
Iior el costado. Olympiodoru, uno de los autores de la
liblioteca de Pliecío, le llama Dobbio, y dice oue dio
la muerte á Athaulfo en venganza de la que él antes
habla dado á su amo. El letrero de la sepultura deste
rey , cuya parte hoy se ve en Barcelona , da i enten-
der que seis hijos (fe Athaulfo perecieron juntamen-
te con él : al cual letrero cuánta fé se haya de dar
otros lo podrán juzgar, á nos parece mas moderno
que conforme á la antigüedad de aquellos tiempos.
Añade Olympiodoroque un niño llamado Theodosio,
que tuvo Athaulfo en Plactdia y murió en su primera
edad , estaba sepultado en un oratorio cerca de Bar-
celona en una caía de plata : demás desloque á otros
hijos de Atiulfo habidos del primer matrimonio mató
Sigerio sucesor suyo, sacándolos de las faldas y re-
gazo del obispo Sigesaro : áltimamente que Placidia
con otros cautivos fue forzada á ir corriendo por lar-
go esiMicio : que tales son las mudanzas de las cosas
y los reveses ilel mundo.
En lugar pues de Aüiaulfo pusieron á Sigericopor
voto de la nación por ser persona de industria y de
esfuerzo conocido en guerra y en paz. Fuera desto
era alto de cuerpo y de buena apariencia , dado que
de una caida de un caballo renqueaba de la una pier-
na. Este, como quíer que siguiese las pisadas de
Athaulfo en lo que era inclinarse á la paz , dentro del
primer año de su reinado murió también á manos y
iior conjuración de los suyos. Sucedióle Walia hom-
bre inquieto y belicoso. Deste escriben que al jprinci*
¡lio de su reinado con una armada que junto quiso
pasar en África , sea perdida la esperanza de susten-
Urse en España por el espunto que Gmistiincío de
una parte y las naciones bárbaras de olra le acosaban,
8041 por el deseo que él mismo tenia de apoderarse de
la Mauritania , provincia en aquellos tiempos sujeta
/moviente de España, sea por cualquier olra oca-
sión. Lo que sucedió es , que con la fuerza de una
tempestad deshecha que le sobrevino en lo roas an-
gosto del estrecho , se de; rotó toda la armada áe tal
suerte que le fue forzoso dar la vuelta á España y en
ella lomar asiento con Constancifi.
Las condiciones del concierto ( i) fueron que en-
tregase á Placidia , mujer que fue de Athaulfo, que
por voluntad del emperador su liermano estaba pro-
metida al dicho CoiisUnclo; y que los godos hiciesen
la guerra en España ñ las otras nacioues bárbaras eo
pro del imperio romano para que todo lo que se ga-
nase, quejase por suyo, y ellcs se contentasen con
lo que en las haldas de la Gallia y de la España antea
f^oseian. Hízose esta paz el año de 418, según que
ü refiere Paulo Orosio , presbítero Tarraconense (2),
muy conocido por su erudición y por la amistad que
tuvo con ios santos Agustino y Gerónimo. Prosiauío
este autor la historia de las cosas n>manas, y hiio
Un en el ano luego siguiente después deste ^ en que
fueron cónsules Flavió Monaxio y Flavio Phntl*»* A
Constancio, demás de casalle con Placidia , hizo Ho-
norio su compañero en el imperio. A Wallia dio gra-
ciosamente y añadió el señorío de la Guieua en pre-
mio de la guerra que hizo , y de haber sujeUdo, como
se concertó , las gentes bárbaras. Es la Guiena un
pedazo principal de la Gallia , que tiene por aledaño»
por la una parte los montes Pirineos , y por la otra
el rio Garona. Las ciudades mas principales son To-
losa dentro en la tierra, y junto al mar Océano la
ciudad de Burdeos.
La guerra entre los godos y las otras naciones se
hizo y pasó en esta manera. Desde la Celtibena hasU
do llegó ConsUncio con cuidado de acudir alas cosas
de España , los godos tomado que hobieron el encargo
de la nueva guerra , acometieron á los alanos , fero-
ces por el buen suceso que tuvieron poco antes, tan-
to que no contentos con las primeras tierras y térmi-
nos aspiraban al imperio de toda España. MaUron en
una batalla á su rey Atace con otros muchos, por^
zaron á los demás que escaparon , que dejada m Lu-
sltania se pasasen á Galicia . do mezclados con lo*
suevos peraíeron el nombre de su gente y reino. Al-
gunos sospeclian que Alanquer, nueblo en tierra de
lisboa , y otro que se llama Alaniii en los montes de
Sevilla, tomaron estos nombres de los alanos, por-
que Alanquer antiguamente se dijo lerabrica. La
conjetura que hay para decir esto es sola la seme-
janza de los nombres, ni cierta ni del todo vana. Con
el mismo ímpetu desta guerra fueron maltratados loa
silingos y domados en una batalla que se dio cerca
de Tarifa. Quedaron con esto tan oprimidos que les
{>usieron por gobernadores personas de la nación de
os godos. Escarmentados con esto los vándalos y los
suevos, con retención de lo que tenían, se sujeta-
ron á los romanos en cuyo nombre se hacia la guer-
ra, aunque con las armas, trabajo y peligro de los
godos. Pretendían los suevos otrosí ganar sueldo de
los romanos : ellos no quisieron venir en ello porque
(!) Además, sejranCasiodoro, el emperador ofreció á Wa-
lia que le daría seisrienias mil medidas de trigo: esta paz
se hito por medio de Kupluno, embajador de Hoiwno, el
afio 4i6, tegua Próspero éldacio, y noel año 418 eono «ce
Maríioa. jx-^j-.
(2) Fue nitural de España, aanqnt no le •*!» de dóede.
Eriuvo un iuo coa Sao Aguitio , quieo el año 415 lo enviO
i Jerusalem á consultar i San Gerouimo sobre ia ciie»lioa del
origen de ias almaí y después le persuadió i que cscnbiese
la historia de los principales sucesos desde el prmcipio ú«
mando hasU su tiempo eo defensa de la religión y los cns-
tiaa«>8. Es esta obra la que coo freeoencia se clU, escntt
con buen estilo, pe?o poca crítica , eo siete libros, y alcana
También escribió uoa apología del libre albedrio contra
Pelagio , y una carU i San Aguátin sobre los errores de los
Priscilianistas y los Origenistas. San AfusUn en la carta
de 106 hace su elogio diciendo que « Orosio Icnia mocha vi-
•veía, un espirito perspicaz, mocha facilidad para hablar y
»escribir, y uo celo ardiente. t
HiSTOMA DB ESPAÑA.
DO les quédate eon las armas poder de alborotarse.
Walia habiendo én breve concluido tan grande guer-
ra , y (tejando á España sujeta y sosegada , como toI-
viesfrá la Gaiia, falleció de su enfermedad año de 4i 9.
Reinó solo tres años : en el cual tiempo acabó cosas
tales y tan mndes , que ilustró ^grandemente su
nombre y el de sn naciou , ademas de la fiuiena que
como queda dicho le dieron de nuevo en premio de
sos' ^
capítulo la.
Del reino de Theodoredo. V
DESiiJEsde h muerte de Walia sucedieron dos co-
do macha incomodidad. La primera que el em-
perador Constancio sosegadas la E«paña y la Galla y
vuelto á Italia , murió en Rávena año de nuestra sal-
vaeioo de 421. Dejó de su mujer Placídia un liijo de
Xña edad llamado Vaienti4JÍano : su tío el empe-
procuró se críase como quién le liabia de suce-
der en el imperio. La otra cosa fue que las uaciones
bárbaras comenzaron á levantarse en España, y á re-
cobrar la jurisdicción y autoridad que antes lenian:
principalmente los vándalos , cuyo esCperzo entre las
demás naciones era muy conocido y singular con su
rey Ganderico pensaba apoderarse de toda España.
Con este intento acometieron á ios suevos: las causas
lio se saben » solo consta que los forzaron á recogerse
a los montes Ervasos , confiados mas en la fortaleza
de los lugares que en su valentía. Algunos piensan
que estos montes son los queeo este tiempo se lia-
man Arvas^ puestas entre Leoo y Oviedo; conocidos
por uo antiguo monasterio que allí liay , y aun di-
cen qae son los mismos que Ptolomeo Mama Nar-
basos.
Retirados en estos montes (bualesquiera que ha-
yan sido } los suevos , como nunca quisiesen pelear
con eI«ttemigo, los vándalos perdida la esperanza de
alcanzar victoria , en una armada que juntaron , pa-
saron ¿ las islas Mallorca y Menorca , y las pusieron
á fuego y sangre. Desde allí dieron la vuelta á tierra
Gnne: tacharon por tierra á Gartdgena , que poco an-
tes babia sido qniti^ia á los alanos, y volviera al seño-
río de los romanos. Sucedió esto seiscientos años
después que los cartagineses la fundaron para que
faese en España asiento y fortaleza del imperio car-
tagíoea. Después de esta destruicion sejedujo á co-
serías ; mas en el tiempo adelanfi, por la comodidad
del buen puerto de que goza , se tornó á habitar. En
nuestra era apenas hay en eNa seiscientos vecinos.
Lo que mas hace al caso es entender que desde aquel
tiempo los privilegios de la ciudad de Cartagena que
llamaban Cartbago la nueva , se pasaron á Toledo,
^ como lo testifica un antiguo escritor de las cosas de
España ; y algunos lo entendían de la dignidad del
metropolitano cartaginés , otros de la audiencia en
que se administraban los pueblos la justicia , que di-
cen autes estaba en Cartagena y desde allí se pa«ó á
Toledo. Las razones por una y otra parte no sou con-
doyentes. Qaedai;t el juicio libre al lector para resol-
verse por lo que en otros hallare. A mí mas me pare-
ce que loque se trasladó fue la autoridad eclesiástica
y k dignidad de metropolitano.
Gunoerico roY de los vándi^os, destruida Cartazo*
na y acometida los silíngoa, que seguían el partido,
délos romanos. Dio la tala á los campos; y apode*
ráodose por fuerza do Sevilla que estriba en poder
desu gente , puéstola á saco , como pretendiese con
sobrado atrevimiento saquear el templo de San Vi-
centa , que en aquella ciudad en riquezas y religión
era muy notable, fue muerto en la misma puerta del
templo : castigo muy justo de Dios en venganza de
aquel desacato cometidocontra la religión. Sucedióle
Genseríco su hermano bastardo, otros le llaman
i3i
Guntharis. Todas estas cosas (i) acontecieron den-
tro del mismo año que murió el emperador Constan-
cio. En el mismo tiempo Jovino y Máximo se llamaron
emperadores en España Í2). Estas nuevas alteracio-
nes forzaron al emperaacr Honorio á hacer nuevas
levas de gentes, y con ellas enviar áCastino unes-
celente capitán, asi contra ios tíranos que se intitu-
laban emperadores, como contra los vándalos. Jovino
y Máximo porque tenían pocas fuerzas, y se confiaban
mas en la revuelta de los tiempos que en otra cosa,
en breve fueron presQs y muertos.
La empresa contra los vándalos era mus dudosa.
Así Castino desconfiado de sus fuerxas llamó á Es-
paña al conde Bonifacio , persona por lo mucho que
sabía de la^gnerra y de k paz no menos conocida , qoe
por la amistad que tuvo con San Agustín. Hizo purá
que viniese desde África, donde era gobernador; lié-
gado , nadó entre ios dos discordia (como es ordina-
rio entre los qupson iguales en poder) con estremo
peligro y daño así de España , cómo de las cosas ro-
manas. Volvióse Bonifacio á África. Castino privado
de aquella ayuda , sin hacer cosa que de contar sea
contra los vándalos (3) fue forzado á volverse á Italia
el año de 423, en qübel emperador Honorio pasó desta
vida á qaince días del mes de agosto. Tuvo el imperio
veinte y ocho años , once meses y die^ días. Señalóse
asi en la constancia de la religión , como por la caída
é infelicidad del imperio , que sucedió en su tiempo.
Su cuerpo enterraron en la iglesia de San Pedro en
el Vaticano. En su lagar sucedió Valenttníano el ter-
cero, hijo que era de Constancio, y ó la sazón niño
de pequeña edad y de fuerzas no Imstantes para lle-
var tan grave carga. Con esta ocasión Flavío Joan
i ntentó de apoderarse del imperio y despojar del á Va-
lentiano. Sucedieron düíerentes trances, y por con-
clusión pasados dos años le vencieron los leales y ma«
taroo en batalla.
Gobernaba la república en nombre de su hijo la em-
peratriz Placida. Tenia con ella grande autoridad y
cabida Aecio capitán de mucho nombre. Bonifacio,
el que gobernaba á África, envidioso y celoso desta
privanza (4), y con deseo parte de satisfacerse, parte
de n^írar por si concertó con Hdrserico rey do los ván-
dalos que de España pasase en África. Pretendía de
mantenerse eu el gobierno de África con las fuerzas
de estos bárbaros, y entregalles en recompensa del
trabajo una parte de aquella provincia, según que de
común acuerdo la señalaron. En tanta manera la peste
de la ambición ciega á los hombres, que ni el amor
de la república , ni la lealtad que debía, ni el celo de
la religión, á que singularmente era aficionado , fue-
ron porte para enfrenar á un hombre , por lo demás
tan señalado en bondad para que no ejecutase su mal '
propósito y saña. Genserico con acuerdo délos suyos ^
resuelto en no dejar la ocasión de apoderarse del im-*
perio de África , partió mano de la esperanza que se
le presentaba de apoderarse de toda España , y de-
samparando la Bética ó Andalucía , pasó allende el
mar con ochenta mil combatientes , que fue el año
de 427 (5) , en que, fueron cónsules en Roma Hierio
y Ardaburio. Los siliugos se quedaron en España, en
especial en aquella parte de lu Bética donde está Se-
(i ) El error que aqai comete el aotor en el orden de los
tiempos se reetifirs en nuestra tabla cronológica.
(2) Jovino tomó la diadema el ano 411 en b primera
Germania , ea la eiodad de Mondiac , que acaso es Mapu-
cía , y nó ea Espaüa.
(5) Después que se retiró el conde Bonifacio, Casliooea
422 dio la batalla á los vándalos , y fue derrotado tan com<
pletamenteque se fue huyendo á Tarragona con muy pocas
tropas.
(4) La privanza, según Procopio , era de Bonifacio, y la
envidia de Aecio, que procuró con malas artes derribarle.
(5) El 429 según Idacio, y según Procopio el 4S8 estaban
ya los vándalos en África. ,
13Í ' ailtU.>TLCA ut
Tille ; que Tae el prlocipio (por rontarse ellos entre
los fíndaloa j eilar meicbdos con ellos) que ea el
tiompo «delBQle el nombre bdIíiíud de la Bétics se
muiliise en el de Vandalaiio, y al présenle de Anda-
lucia (I)) si bien los aledaños de&tan provincias Bé-
lica y Andalucía no se corresponden puntualmente.
Los TÍndalos en África al principio juntaron sus
fuerzas coD'Bonifacio , con quo sujetaroo gran parte
de Bituella provincie: después por discordias -que re-
sultaron (que tal es la neturaleza del mandar, no su-
fre compañía ) ' por no contentarse los «dúdalos con
la parle de AMca que les señalaron, y anlielarí cosas
nHi yo res conforme álb condición de los hombres, lle-
(taron á rompimiento. Pusieron cerco sobre Bona, do
Bonifacio esUha y también San Agustín, obispo de
aquella ciudad. Mea conocido por su doctrina y san-
tidad , que murid en aquel cerco. Hoho diversos
encuénlros, y ñnaimente los bárbaros Torea ron aquella
ciudad : mataron 6 Bonifacio , y con tanto se apode-
raron do casi todo lo demás de África. Iban inliciona-
dos da la berejlq arriana ; puede ser que i causa de
la comunicación que en España ttl,vierH con IM ^-
dos , de donde las iglesias Hfricancs por esta ocasioa
padecieron grandes y largas miserias. Hombres lia
número fueron muertos por la constancia y defensa
de la verdadera Ttatúlicp relifrion. Entre estos Arca-
dio, Probo PascbflCD y Eutyclilo, que seguían la cata
TcdrtedeGenserico. Demin destofinn moxollanu-
do Paulilloltermanode Pascbtiioy Eatychiovéndia-
ron por esclavo , con intento que ta motáitia dd ser-
vicio bajo , en que le empleaba, le haria mudar de
parecer. Fueron estos mirtirea ae nacían españoles,
y por cuanto so puede entender de Próspero sufrie-
ron la^uerle el año de 437,
Con Ja partida de los víndalos el poder de los sue-
vos comenzA 6 poner espanto i toda España. Teaifln
por rey á Hermenerico , y este muerto de una larga
enfermedad año 440 , y de su reinado treinta y úvs,
Rechila su hijo , mozo de ingenio encendido j bravo,
siguiéndolas pisadas de su padre, cerca del río Genil
fe encontró con Ardebota enviudo porel emperadora
España , vencióle en batalla y te mató. De la presa
Trajei de ioi ledoi de ti flibt.
quedó rico de oro y ^ala, y proveído para sufrirlos
gastos de la guerra. Después desla victoria se ense-
íioreóde la Bélica, en que domúlossiliogosv se apo-
deró de Sevilla, ciudad en aquel tiempo ni déla an-
chura ni hermosura que antiguamente tenia y abora
tiene , por causa de los daños que las guerras suelen
acarrear. Tras esto dio (a vuelta hácfe la Lusitania,
tomó íMérida, couque lo reslaote de los alanos que-
dó del lodo oprimido y lleno. Para que los suevos se
animaien y aventajasen en tanto grado, a judÚ mucho
(I) AiiHalm en frabe »icninn nr^dealil , j como íi
Bílica Pía la proTineia ina< wddcnlal de aii impern, pare-
ce mu probable que eJ nsmbrt de Andaluru tcaga este
hallarse i la sazón hi tierra sin defensa á causa que
Sebuslían , general que era de los romanos . se había
partido de Espa&a para acudir í las cosas de África,
do murió í manos de los vándalos segnn que lo refiere
Paulo OiácODo. Con esto los suevospasarcn adelante:
sujetaron la Cnrpetania ^e es el reino de Toledo, y
la provincia cartaginense , sf bien en breve se con-
certaron con Jos romanos y les tomaron estas dos
provincias. Falleció Hechila el año de nuestra salva-
ción 4*8. Dcjúpor sucesor á su hijoRecciario: esto
fue el {rimero de los reyes suevos que recibió la fe de
Cristo, y fundó en España entre lo* suyos la verdede-
ra religión.
Ello cuanto á los suevos. Los irados con m rey
Theodoredo, qae fue pariente de Walia y SD sncesor
HlSTCnlk DK
IMneifo en España roof poca [ierra, solameDte )o que
il présenle etCulalDDB rea la Gaília florecía earí-
qoézaa j gl'>rie militar. Por esto quebrado iaconrede-
ncion que tenían puesta con tos romanas , j por es-
tar acoslnmbradoaá sembrar y trabar unss guerras
de otras, comeaiaron á poner' espuolo i lodos. Los
machos hijos de TlieodaredoBuinentaroa su poder,
qDeeraiiBeis,esisaber:TurisinuDdo, Tlieoaorico,
l&aríco, Frfderico, Hicciuero, Himeneo, y dos hijas:
la ana cas<i coa Huaerjco, vándalo hijo de Gensenco,
bombreimplo j cruel, que- maltratú de muchas ma-
neras i los calólicos en Afrícn, y á su mujer cortadas
Isiniricesentíódsa padre sin ocasión bastante, solo
por tioa sospeclMi liviana y Talla que le dio, que in-
leotiba de darle veneno y yerbas; la otra casd con
necciarló, rey de los suevos en'E<paña. Hübian por
esla tiempo entradoeDliGslIiftlnsliUDnns con su cau-
dillo Altila que vulgarmente llamaroo Atóte ileDio$;
jesto movidos coa el deseo decusancharel señorío,
úinducidos por los romanos para enfrenar el poder y
atrevimiento de los nodos, ú lo que es mas verosí-
mil,ápersuasion de Geaserico vándalo, quelemia las
armas de los godos y la venganza de la maldad come-
tida contra su mujer , como está dicbo.
U gente de los hunnos dicea algunos que tenia su
uiectu denim de los montes Itipbeos. Marcelino los
pone cerca del Océano, y sobre la laguoa Heotide.
Eran hombresdeaspecio feroz, en tratoy comida gro-
seros, tanto que ni de fuego oí de guisados solían
usir,st noderaicesy de carnes calentadas entre sus
isuilos : algún as veces sustentábanla vida con lasan-
jjre de sus caballos, ca les abrian para esto las venas
EUPAnit 133
y los sangraban. Oicwe que en tiempo d« Valente !•
primero .echa ron loi gndos de sus antiguos aslentoi;
después destruida la Armenia y otras provincias d»l
Oriente , se apoderaron de la una y de la otra Pano-
níaylasquítaronálosgodos; y como hicieron entra-
das en la Gallía y otroslugsres comarcanos , deiam
por todas partes rastros desu natural liereza. Al pre-
suDle con intento que llevaban de apoderarse de toda
la Gallie, destruyeron, quemaron y asolarou la ciudad
novilisima de Rems, en que degollaron entre Otros I
Nicfeío obispo de aquella ciudad, varón tan santo
que cantaba con lus postreras voces y medio muerto
los himnos «agrados. Después desto puiienm cerco
sol>re Orliens : cosa oue fono i los godos, á los fran-
cos y á los romanos á tratar de hacelles rostro. Para
esto hicieron liga entre si, y juntadas sus Tuerus,
acudieron contraeicomunenoniigo.Theodorado, rey
de los godos, por miedo qaeaquel luego no prendiese
en la Cuiena , fue el primero que con las urma* bc»>
metió elpeligro, y forzóaleaemif o que alzada el cerco
se retirase a los campos catalannicoa, que otros lla-
mubanmurachiosómiurjcios,f están cercanos á To-
iosa.AcudiúAecioporValentinianofaechomaestrode
la milicia, que tira tanto como general. Los fran-
cos asijnismo acudieron con sj rey y caudillo Me-
ro veo.
LuegoquelasunasytasotrasgenteaestovieroDJUD-
tas , prdeuaron sus haces i guisa de pelear. Dime á
Tlieodoredo el gobierno déla mano derecha, Aec)o
estuvo á la izquierda junto con los francos. Sángui-
bsQo , rey de lot alahos, de aquellos que tenian su
asiento en aquella parte de la Galiia do está Orlieni,
foeroD puestfA en medio por no fiarse dellos , y para
que no pudiesen hacer traición. h>r el contrario Atli-
n repartid sns huestes en esta firma. Pusoá los reyes
y i las demás naciones! los dos la4os con gran nú-
merodegenleestendidaporaquellosanchiaimoscam
pos. Los ostrogodos , como los que entre los demús
M señalaban en esfuerzo y valeolia , se pusieron en
elladitfzquierdocoDtralosvisogodos. El mismo Atti-
l> y los buDnos estuvieron en el escuadrón de en me-
dio y cuerpo da la batalla. Eran hombres de vista es-
pantosa, y mas morenos y tostndot que los demás. El
lugar era cuesta abajo : parecía que hw qu^ primero
se apoderasen de nn coliado, que se empinaba alU
cerca , mejorarían mocho su partido. Los uno* y loa,
otros fueron allá con el mismo intento ; pero previ-
nieron los romanos.
Attila, visto que porestaiBconvenienteiusioIda-
dos se turbaron y tomion de entrar en li palea, les
i3t BiBLIOTkC* DE
bUé Mgo» H dice da etU manera : nA-los ven-
scedopeí d«l mundo, domadores de Int gentes uo
»c«iwieiw eoceoder j eDimar cou palabras , ni auu
Olí los oebardes dari esfuerzo este mi razonamienlo.
»I.o> vakienles soldados , cuales vos lois , se recrein
Mj ddeüiu ea Ih pelea , v el salir cou la victoria les
<MS C3«a BHiy ordinaria y hmilíer. ¿Estáis pur veaiura
uolTidaáfls dS las Ptinoniíis , Mesías , Germauias , Gu-
MÜias s«ijetas y veocidas ptir vuestro esfuerzo, y ios
DBicoDdrijos de la laguna Keotis, eo que entraroii
wvuestrMar[i>as?Aririans pues del áuimo que á veo-
vc«dotes «en viene. Pudisteis sin poneros á traba-
ujo goear del (rulo de las victorias ganadas , mus
ipor De poder vuestros auimosos corazones sufrir la
Oficiosidad fuisteis los primeros d mover la guerra.
oEsta mueetra de mayor esfuerzo sirva al presente de
»esiimulD;agut>OD. En estedia por vuestra vden tía
nsecoMUHtari el imperio del mundo. ¿Podrá por vea-
»liira,MJBdituau>laados, aquel i-jércitojualadocon
curta 1 Boic.
nloda diligencia de la avenida i» vari» goiiÍe>, v
uaquella cauaila sufrir vuestra vista, ojos y manos?
upar Ib poca conUanza que de «u esfuerzo bacian,
ninteutaron mejorarse de lugar. Diréis que tienen ea
'>9u ayuda á los visogodos , gen te brava. Poco les ¡m-
naorlé ese socorro , si víeneu i vuestras maeot. Qae
mIos romau os delicado! y ufemioados cou los deleites,
nromo cortados los nervios , sin que uiaguuo les
nhagafuorza, vulverin las espaldas. Acordaos pues
uJe vuestra vsleolia , vertios del corajeacostumbrt-
uilo, inoslmd vuestro esfuerzo ; y si no pudiéredes
vsalir con lu victoria (lo que los d:úses no permitan)
«con la mueite dad muesira dul amor y lealtad que
»nos teoeis. Los magnánimos en la muerte gauan
ulioura, la victoria les acarres cooleot^y con él abuu-
udaucia de todos los bienes. De mi no esperéis sola-
umenteelgotiemo sino el ejeniplsoD el pelear. ¿Que
uotro emperador os recibiri si no satis viclariosoa!
«¿qué reales? ¿qué pruviacias? PriocipilBente que
Saldtdu ii Im pllDilliot t'*"*'
BVtieitra felicidad tiene irritadas todas las naciones
nporla envidia qae os tienen muy grande. ■
Dicho, esto dióie la aeüal de pelear [acometieron
In bañóos eoa grande Impeto : recibiíroalos los con-
trario* DO COD menor esfuerao, encendidos también
«tlof coDjas tmoaesUciones de suscapitanet. Jún-
taDselosescnadroDes, eocnielécase la l>atalla : mue-
ren abora destos, ahora de aquellos; todos peleen,
f.oma el interés lo pedia , con singular denuedo y es-
Tuerzo por el imperto del mundo. Era UnUls sangre
de los muertos que según 8»dice, un arroyoqueitlli
corria salid por esta cansa de madre. Perecieron
en aqualla sangrienta batulla ciento j óchenla mil
hombres: muchedumbre que dio ocacion i forjar es-
tas y otras mentiras. Al principio do la pelea murié el
rey Tlieodoredo, porsumuchaedsdplsadoy bollado
da los sujos; dado que con grande ánimo peleo y
scometiúlomas fuerte y apretado de lOs encmigns.
Algunos dicen que le mató un ostrogodo llamado An-
Jage. Lo que á otros (lusiera lemor, á los tuyos áÍ6
mayor corage : ca Turismuodo y Tlicodorico , hijos
del muerta, con un escuadrón cerrado turbaroa los
enemigos y con la ferocidad y cóloraqua leacausibi :
el dolor, rompieron y desbarataron los escuadrones
■tSrOMA Dt mPklHAé
135
ctinlyaf te. En coneHnion pusieron en hitldii al ca«
uftaN enemigo, dado que ninguna cosa dejó él por
tiacer ^ne perteneciese ó ¿ iraen capitán, é á raleroso
sotdado. Los hermanos pasaron hiriendo v matando
raaf adelante, tanto que con laoscuriiladaelanoehe
llegaren á la vuelta muy cerca de los reales de los
enemigos t corrieron arando peligro : el mismo Tu«-
rismundo rae derríhado del cabaUo ▼ herido en la ca-
ben ; pero escapó por la ayuda y Talentía de sus sol*
dadoa.
Bl enemigo que en su pensamiento tenia tragada
la reáosdex de la tierra , y peasaba hacerse se&or de
todo , por no haber ganado la batalla, como Teacido se
retird á sus reales, determinado , si el peligro pasaba
adeln«te, de tomar la muerte por sus manos, y echarse
en una hoguera que para este efecto manió encen-
der. Los carros con que estaban rodeados loa reales
le dieron la vida y las tinieblas de la noehe: cosa que
él teoía considerada, y jior esto comentó la pelea des-
pués de medio dia. Aecio no con menor miedo, hecho
un vaHadar de caballos muertes y pavosos , pasó toda
la noche sin dejar las armas. Pero el siguiente dia
▼isto que el enemigo rehusaba la pelea le cercó pri«
mero dentro de su« reales : después como pudiese
deshacerle sin dificultad , le dejo salir de la Gailia y
volverse á las Panonias. Muy gran parte de la alegria
de la victoria y del regocijo se disminuyó asi con Ja
huida de Atttia, como por el desastre y muerte del
rey Theodoredo : dado que asi á los romanos como á
los francos se entendía era agradable que un rey tan
|io4erofM> fiíltase. Dicen que un adevino, consultado
|ior Attila le dijo que muerto el capitán de los enemi-
1^, alcanxaria la victoria. Asi pensaban los hunnos
que por una parte saldrían victoriosos, y Aecio seria
muerto en la batalla. Tales son los adevinos gente
eagaitosa y vana , tales sus pronósticos : nunca acier-
Un , ó por maravilla ; ÍU'ira de que en casos somejan-
ies muciias cosas se fingen que nunca pasaron.
En la vida escrita en griego de Isidoro, filósofo, se
dice que por espacio de tres días después de la batalla
Sf oyó estruendo ds armas en el mismo lugar, y
«mude alarido de los que pelciban como si las almas
después de apartadas desús cuerpos con gran perti^
nacía perseveraran en la pelea. La grandexa desta
batalla dio ocasión á estas y somejantes Cábulas. Ver-
dad es que cosa semejante á esta cuenla Maffeo al fin
de su historia en el naufragio de Manuel de Sosa cerca
del cabo de Buena-Esperansa : que de noche se oian
cantos de los que en aquella tormenta finaron. Dióse
esta batalla según Cuiodoro siendo cónsules Marcia*
no Augusto y ClodioAdephlo el año que corria de
Cristo de 4a I , y del reino de Theodoredo treinta y
uno. (i) Algunos sospechan que Recciarío rey dolos
suevos se halló en esta jomada, por el deudo que
tenm con el rey goilo. Lo mas cierto es que acome-
tido que bobo á los vascones, que perseveraban en la
ubediciencia de los romanos, y moraban en aquella
parte de España que al presente se llama Navarra,
doMie allí pasó ú la Gailia con deseo de visitará su sue-
gro , y que ayudado del socorro de los godos , dio la
tala por todns partes á la provincia cartaginense y á
los carpetanos. Últimamente ne<;ho que liobo p:i2 y
tomado asiento con los romanos, so volvió á su tierra
Ír senorioque tenia en la Dética, la Lusitania y Ga-
icia: y aspeaba á hacerseseñor do lo demás de España.
CAPITULO IV.
He Tortsmundú y Thcodorico.
IIbchas Ins pxéqtiias de Theodoredo en los reales
de los godos, Turismundo, luego que fue puesto en
( I ) El 455 de la era cristiana , el 29 de Valentiniano
Tercero, el 4 de Marciano, siendo cónsules Opilio y Vineo-
iimIo, eu los llanos de Chalóos, segoo Próspero y Casio-
doro.
lugar de sd podre i por eonsejo de Aaclo y á su per<*
suasion dejo de seguv á Attihi y vengar aquella
muerte; por parecer debia primero dar orden en las
cosas del nuevo reino , y no dar lugar á sus lierma*
nos (si por ventura lo pretendían) de innovar alguna
cosa. Lo uuc de secreto con esto pretendió Aecio erm
que el poder de los godos, á la sazón muy grande,
no destruyese el de los romanos. Verdad es que Tu**
rismundo , si bien siguió el consejo de Aedo , en bre**
ve , luego que díó asienta en las cosas de su reÍDOy
revolvió en busca de Attila, y antes oue saliese de
Francia le venció en una batalla muy herida que aa
dieron cerca del rio Loire , donde el bárbaro pretea*
dia sujetar cierta parte de kis alanos que hicieraii
asiento por aquellas comarcas. Esta nueva victoria
fue muy señalada , y tamo que el Hunno fue foizado
de desembarazar toda Ui Francia. Esta misma huida
de Attila fue causa que Aecio perdiese la vida (<)
porque como viniese nueva que refortado de nuevas
gentes revolvia sobre Oalmacia, llüria, y parte de
Italia , el emperador Valentíniano por entender que
le pudieron deshacer del todo en los campos Catalán-
nicos , y que de industria le dsgaron escapar por sus
particulares , dio la muerte á Aecio que le tenia por
culpado en aquel caso ; que fue ano de nuestra salva*
clon de 464. m el mismo tiempo después de Celesti-
no y de Sixto Tercero , de este nombre gobernaba la
iglesia Romana San Leen , verdaderamente grande
Kr la escelencia de su sabiduría y de su elocuencia,
ntó con las demás escelentes virtudes de su ánimo
una singular destreza en tratar con los principes^
con que persuadió primero á Attila Hunno , que en«
trado en Italia iba sobre Roma, que volviese atrás, ca
le salió al encuentro v le habló sobre el caso á los
vados del rio Mincio. No mucho después acabó con
Genserieo Vándalo que no pusiese fue^o á la ciudad
de Roma, de que estaba para apoderarse como lo
hizo : obedecieron los bárbaros á la virtud celestial;
pero dejemos las cosas evtranjeras»
Toribio, obispo de Astorga , tuvo otro tiempo fa->
mdiaridad con San León en lUlk, do habia pasado»
y peregrinado por otru muchas |»róvinc¡as con deseo
de súber ó por devoción que tenia. Por cartas de To-
ribio, ya que San León era pontífice, fue avisado que
la secta de Prisciliano tantas veces abatida tornaba
de nuevo á brotar, principalmente en Galicia, do esta
peste se habia mas apodTerado. Respondióle en una
carta , en que le ordenó que para remediar este daño
tuviese cuidado de iuntar concilie de los obispos tar-
raconenotes , cartaginenses , lusitanos y gallegos. Ipn-
táronse los obispos comn les era mandadoen Celenis
pueblo de Galicia. Juntos que fueron por sus votos
condenaron la doctrina de Prisciliano , y puesta por
escrito una fórmula de la verdadera fe, la enviaron á
Baleonio prelado de Braga, que era superior de todas
las iglesias por aquella comarca con derecho de me-
tropolitano ó sea de primado. De esta fórmula se hace
mención en el primer concilio Bracarense» y anda
después del primer concilio Toledano como parte su-
ya y remiendo mal pegado , por yerro sin duda del
que primero juntó los volúmenes de los concilios. .
Anda también un pedazo de una epístola de Toribio
contra la secta Prisciliuna , dirigida á dos obispos de
España. En ella después de saludarios dice dolerse
que la concordia de la religión que tenian las demás
iglesias , se pervierta an su patria por culpa de los
obispos que no consideraban bastantemente, cómo
aquel m.il tantas veces reprimido tornaba de nuevo á
brotar. La vida que prolesaba^ y el haberle sido en-
comendado este cargo, le poma en necesidad de lia-
(3) Parece que la causa de la muerte de este ^nde hom-
bre fueron los celos y la envidia del eanuco lleraeio y da
PetronioMiximo, porque estaba en tan gran favor ooe el
emperador, que este le habia prometido casar su hija nayur
Eudoxia con sn bíjo Gaudencio.
i 86 BULIOnCA
bkipdi^o fuo ea lodo era el mas Jmijo. Les ubres
■póciifos, que los herejes publicabao por divMioSy
debiao ser desediadoa,' en pairtíeiilar los actos del
apasto! Santo Tomás, eñgue sea firmaba que el dieho
santo acostumbraba á bautitarno con agaa, sino coa
aceite : sacramento que por antorídad de aquel libro
recibíanlos mantcheos^ y le reprobaba Pnsoiliano.
Deola tafnbien quef debían poner en la misma cuenta
los actos de San Andrés , fingidos á corrompidos por
losmanícbeos : les liechos eCnosi y vida de San Juan
compuestos por Looe yo, kombre perverso :1a. me-
moria, de lof apéstoleis, en que la ley "vieja de todo
punto ae reprobaba ; del cual Kbro constaba haberse
aprobechado los maníeheos' y pnscilianistaa pam de-
fensa de sus errores. Dice mas haber en particular
peleado per escrito contra las locuras de aquel libro;
pero esta disputa con el largo tiempo se lia perdido,
b cuerpo de Santo Teríbíe está enterrado eu las As«
tnriaaen Sen Martin ée Lievana. En algunos fNie-»
Mos unimismo se celebra sü memoria como de santo
ádlez y seis del mes'de abril con fiesta propia que le
hacen.
• VolvameBáTufisnHitidd, al cual, por imperar mas
soberbia y cruelmente que hombre» libres y feroces
podian sufrir, hicieron dar < la muerte sus dos ber*
manoB Theodoríoo y Federico. Ejecutóla Asoalerno
muy privado suyo: eo la cama en que.estebaá causa
de una enfermedad , le malo á.bíerM, pasado un ano
del principio detiu reinado. El año lue§^ adelante que
fue de Croto 450 , á diez y ocho de marzo , mató en
Roma al emperador Valentiníaoo TbrasUa, soldado
de Aedo. en venganza de hi muerte qod aquel em-
perador alera á su capitán* Asi se dijo ; mas ea hischo
de verdad Mazimo le sobornó y persuadió tan grave
maldad y traición con intentoque tenia de levantarse
coh el imperio como lo<hizo , y para conservalle con
ta ma^gestad conveniente procuró casarle y rosd con
tudozía , mujer di9 Valeotiniano. Con la muerte de
Valentiniano el imperio deOeeidente de todo punto
cayóen tierra , porque nueve tiranos 6 emperadores
desgraciados' qoe por orden so siguieron adelante
*en ninguna manera soh tenidos por dignos de tal
Hütabre. Par el mismo tiempo fmr muerte de Theo-
dosio>el menor gobernaba lasprtítineias de Oriente
el emperador Marciano, por'onya dili^ncia se juntó
tin concilio dé obis^s en Chatcedoniat doblada el
itútnero de padres que bobo en el concilio Nicano,
Este concillo reprobó las lecas opiniones que de
€rísto , DIosooro y fiotychele ensebaban. •
•/'Rabia comenzMo á gobernar la gente y reino de
iblígodosTheodorioo, con pradencia y modestia sin*
Ipvtar : escogido principe, si no afeara lareliuioBcon
las opiniones de Arrio ^ y la bondad de la vida con la
sangre doe derramó (como 'queda- dicho) de su ber*
^ano. Sidonio Apollinar, ¿ quien Theodorico hizo
conde , y después en la Gallia fue obispo de Averno,
fioy Glaramonte, en una carta que dinie á Agrícola,
declara por menudo las virtudes de Theodorico, Ja
gravedad y mesura de su rostro , sus fuerzas corpo-
rales (fue no era dado á regalos , sino do todo punto
varonil y soldado; la destreza en tirar el arco, la tem-
' ])lanza en la comida y bebida , la costumbre que tenia
después de comer de aflojar con honestos juegos el
ánimo apesgado y flechado con los cuidado» del rei-^
no , y lo que es muy propio de los reyes daba audien-
cia á loa miserables con utia paciencia singular.
Añade que se deleitaba oenandooon las burlas délos
truhanes, pero sin que mordiesen á nadie.
Estaba Avito cerca del por embajador de Máximo
Augusto , dice Gregnrio Toronense , que era natural
de Claramonte. A este Avito , sabida la muerte de su
señor, persuadió al rey que se apoderase del imperio
de Occidente , y para esto le ayudó con su autoridad
y fuerzas. Concertaron los dos que en recompensa des-
tas ayudas quedase por los godos todo lo que cu Es-
M oAsnm T noiG.
pana «¡uitasen á los suevos, queso iban apedoraado'
de las tierras de I09 romanos» y aspiraban al imperio
de toda España. Era menester buscar algún color
honeÍBto para hacerle» guerra , y para quebrantar los
vínculos del deudo que tenían entre sí: parecióles
ser lo mejor con una emba jada. amonestará Recela-
rio no se olvidase de la modestia : que acometer sin
alguna causa á los comarcanos , y sin haber recibido
injuriado ellos, seria despertar contra sí el odio pú-
blico y envidia de las otras naciones : que los minos
con justicia- se fundan , y por ambicio^ ycrAiekiadse
pierden : amenazaba que si no desistía» no. podía
faltar al imperio romano , que le había obli^adasu fé,
y desque tenia recibidas muchos beneficios* A esto
Reociario como hombre de sotierbio corazoQ,.á^uien
las victorias pasadas fainehaban y hencbian de vanas
esperanzas , respondió que en breve seria en Tflosa
para probar de cuánta valenlia era la una y la oln
gente , y determinar aquel pleito por el trance de las-
armas. I
Con esta respuesta Theedoríco para prevenir, y
para todo lo que pudiese auoedar. hize juntas de los
suyos, y llamó tambienaocorro de los4K>rgoñQues y
de los francos : pasó loa montes Pirineos ^ y cerca del
rio Urbico, que corre entre Iberia y Astorgaen Gali-
cia, en una batalla muy trabada venció y puao.ea
ímida á su enemigo. Grande fue la matnosa que de
suevos se hizo en aquella batalla» El ^raiamo Reccia-
rio salió llorido , y no tenién4ose por seguro en pnrte
alguna de BsfKiña , quiso en ima nave pasar ea Aírica;
pero la fuerza de la tormenta le i'Clió á la ciudad de
Portu do por aqueUa parte el rio Duero so mete en el
mar. Allí por mandado del vencedor .le matarua el
año de 456 , como lo dice Adon Vieneoae» Braga fue
puesta á saco pero sin sangro de los ciudadanos. La
presa fue rica por estar á lo que paiMice. en aquelU
ciudad la sílki de los reyes suevos. Después de esta
batalla puso Theodorico por gobernador de Galicia
que dejo sujeta , á Acliulplio del linaje de tos baruos,
no de la nobleza de los godo», y liombre de «poca leal-
tad. Revolvió la guerra contra h Lusitauta , doude
por amonestación de santo Olalla debajo de cuyo am-
paro estaban Mérida y sus oosas- por ser cUa su pro*
tectora , desistieron de saquear aqueHa ciudad. Hecho
esto , Ceuríla con parte ilel ejército fueenviado contra
la Bélica , Nepociano y Nerioo á. Galicia contra Ag1íuI<-
pho, que olvidado déla fe y de su deber ae haba apo-
derado de aquella provincia y hecho tirano.
Tlieodoríco vuelto á-Prancia , ó con deseo de des-
cansar , ó por acudir á otras alteraciones , tomó laa
armas contra los romanos y contra Maiuriano por vea-
ture poiH^ue habían forzado á Avito que renunciase
el imperio^ como sé dira luego , y ya se dijo que el
emperadorAvítoyelreyTheoioricoeran amigos. Taló
puestos campos de Francia y saqueó- los pueblos, y
pasó armado liaste el rio Rli«')dauo; y como se apo-
derase de León , la puso á fuego y á san^e y la sa-
queó. Esto en Francia. En España el capican CeoriU
como hobiese al improviso y antes que nadie imagi-
nara , llegndu á la Rótica , -les na^Uitileií-coB'enib.aia-
dores que le enviaron , le hii^ioron súber que ellos
ponían ú sí y á todas sus cosas en el poder «le los go-
dos: que no hablan consentido con los demás suevos,
ni conspirado contra los romanos, que estoban apare-
jados á dar rehenes y hacer loque fes fuese mauílado:
recibirlos en los pueblos , ayudarlos con trigo y cun
todas las demás cosáis. Por e.^ta manera siu sángrela
Bética quedó sujeta al señorío de tos gOdos.
En Galicia so hacia la guerra con mayor porfía , y
últimamente en una batalla que se di ó ce recade Lugo,
Aciiulpho que se nombraba rey, á lo tncnos se habia
apartado de la obediencia de ios godos, fue preso y
pagó con la cabeza. Los suevos enviaron á Theodori-
co hombros santos con los ornamentos de la iglesia y
cosas sagradas para moverle mas, por cuya industria
r
«loanuron perdón para toda la proflnda de Galicia,
y no aoiamente el perdón que pedian, ilno con increí-
Dle grandeza de ánimo les otorgó que recogiendo las
reliquias del naufiragio pasado , nombrasen de entre
sí rey. Vínose á la elección , no se conformaron las
▼oluniadeSy unos nombraron á Franta por rey. otros
á Masdra; este ^r los suyos fue muerto á nierro
dentro de dos anos: Remismundo su hijo y sucesor
ano de nuestra salvación de 400 conforme á la cuenta
de Isidoro, corregidos los números conforme á la
verdad, se concertó con Franta y juntadas con él
BUS fuerzas y entró por la Lusitania metiéndola toda
á fuego y á sangre; provincia que en aquella sazón
había vuelto al señono de los romanos , si bien no se
entiéndela manera , el tiempo, ni la causa en que
esto se hizo ; lo que se sabe es que Remismundo no
la pudo del todé sujetar á su señorío.
En Roma y en Italia Ricimer, nieto que era de Wa-
lia rey de los godos, nacido de una su bija y de padre
suevo de nación , era en este tiempo maestro de la
milicia romana, oue era el mayor ooder y cargo des-
pués del emperador. Este hacia y deshacía empera-
dores en aquellos miserables tiempos, y con esto
traía al retortero la república romana, porque Mecilio
Avito sucesor de Máumo , renunció el imperio y fue
hecho obispo de Plasencia en Italia. El que le íorzó
á hacer esto , que fue Julio Valerio Maioriano sucesur
suyo pasó en España , y sosegadas las alteraciones de
aquella provincia . aprestó una armada en Cartagena
con deseo de desnacer ¿los vándalos en África. Pero
todo este aparato se desvaneció como humo , porque
parte de la armada quemaron los enemigos parte to-
maron por haber ellos tenido noticia de loque el em-
perador pretendía j tiempo para hacerle resistencia y
daño. El mismo Maioriano afeado con la afrenta del
mal suceso, sí bien en la Gallia restituyó al imperio
todo lo que los godos usurparan, dado asientos en las
cosas de aquella provincia , y vuelto en Italia, perdió
la libertad y la ¥iaa en Dertona cerca del rio Hira , á
los siete de agosto año de 461, todo por engaño y or-
den de Rjcimer. Por su muete Vivió Severo, partícipe
de esta conjuración , fue puesto en su lugar ayudaao
por el mismo Ricimer.
En aquella revuelta y confusión de cosas el rey
Theodonco se tornó á apoderar de Narbona por en-
trega que de ella hizo Rabenio (1), á quien con
grandes promesas él persuadió se apartase de la obe-
diencia del emperador Severo. Huy en Nebriía un le-
trero deste tiempo en la misma delantera del templo
sobre la puerta con estas palabras vueltas en ro-
mance.
ALEZAHDHÍA CUrIsIMA BEMBAA VÍHÓ
ANOS VEINTB T QNCO POCO HAS ó HE-
nos: MURIÓ EN PAZ Á DIEZ DE LAS KA-
LERDAS DE ENERO ERA QUINIENTAS T
TRES. PROBO SU HUO VIVIÓ DOS AÑOS T
UN MBS.
Por las palabras latinas desie letrero que es muy
llano, se ve que la elegancia de la lengua latina había
Ía en este tiempo degenerado mucho de lo antiguo,
a Alpha y la Omega con la señal de la Cruz (en aque-
lla forma que se dijo arriba hizo Constantino Magno
la bandera real) están puestas debajo deste letrero,
conforme á la costumbre de aquel tiempo en razón
de diferenciarlos sepulcros de los cristianos de los
demás.
Gobernaba por el mismo tiexmío la iglesia romana
Hilario, natural deCalarl en Cerdeua, sucesor de
León el Magno. Hay una carta de Ascanio obispo de
Tarragona para Hilario, con ocasión de la cual y de un
, (I) Fue el ooade Agrippino qniea entregó i los
aNtrBoQt.
ERPAfW ^ i37
concilio de obispos que se juntaron para celebrar el
día en que nació el dicho pontífice, se trató en Roma
cómo Nundinario obispo do Barcelona nombró por
heredero de sus bienes y señaló por sucesor á Iré-
neo coadjutor suyo. Dicen que la voluntad y juicio
del obispo fue aprobada por los votos de los principa-
les y de los demás del pueblo. Movido de este ejemplo
ó de su voluntad hizo lo mismo Silvano obispo de Ca-
lahorra, señalando sucesor: pero sin la voluntad del
pueblo y consentimiento del metropolitano. Por tanto
pedían que aprobada la primera elección por autori-
dad de Hilario , la segunda se diese por ninguna.
Respondió Hilario que, por no poderse en manera
alguna distinguir la causa de Barcelona de la de Ca-
lahorra, y porque no pareciese se heredaba lo que
por benignidad de Cristo se da conforme á los mere-
cimientos de la vida de cada uno, que la una y la otra
elección se tuviesen por de ningún efecto , y se tor-
nasen á hacer conforme á las costumbres y leyes le-
galmente. La data de esta carta fue á treinta de di-
ciembre siendo cónsules Basilisco, y Hermenerico,
que fue año de nuestra salvación de 465. En esta carta
Ascanio se llama ipetropolitano de la provincia Tarra-
conense. Tenia Tarragona por sufragáneas á Calahor-
ra, León, Barcelona, Ciudad-Rodrigo, que anticua-
mente se llamó Mirobriga, dado que entre sí estaban
muy apartadas: argumento claro, que era superior
de todas las iglesias que en España obedecían al im-
perio romano , y reconocían á la iglesia romana por
madre y cabeza de la Religión Cristiana, como lo es.
Por ventura en España no se usaba en aqud tiempo
el nombre de primado, sino que donde tenía el go-
bierno y la silla del imperio, aquella ciudad recono-
cían las demás ciudades é iglesias que pertenecían á
aquel gobierno: punto de que tenemos muchas con-
jeturas y razones , si no concluyentes , á lo menos
probables ; pero volvamos á lo de Galicia.
CAPITULO V. /
De la muerte del rey Theodorico y del rey Eurico.
Los suevos en esta misma sazón andaban alterados
á causa de nuevas guerras aue entre ellos se levanta-
ron. Fue así que por votos oe la una parcialidad de las
dos que andaban entre aquella senté , en lugar de
Franta difunto (como queda dícno) fue puesto Fru-
marío. Su competidor Remismundo, antes que el
nuevo rev cobrase fuerzas y se arraigase en el reino,
pretendió apoderarse por fuerza de armas de todo el se-
ñorío V nación de los suevos, y salió con ello por causa
?ue ai mismo tiempo falleció acaso de su enfermedad
rumario su contrario. Dado que Iría Flavia, ciudad
sujetaáRemismundo, fue destruida por los contraríos,
ca no quedaban del todo sosegados con la muerte de
Frumario su rev. Reducida con tanto la gente de los
suevos debajo del imperio de uno , grandes levas de
gente se hicieron en toda aquella provincia, con
que juntado un grueso ejército, Remismundo aco-
metió la Lusitania, v después de haberse por engaño
apoderado de Coimbra, nizo lo mismo de ia ciudad
de Lisbona por entrega que de ella le hizo Lucidlo
ciudadano y gobernador de aquella ciudad.
El poder de los romanos era menospreciado , te-
míanse las armas de los godos ^ por esto pareció á
los suevos conveniente aplacar á Theodorico con
una embajada con que le prometían de mantenerse
en su fe, y estar prestos para hacer lo que les fuese
mandado.
Dio orejas el Godo á esta embajada, y para mayor
firmeza de la amistad tratóse que los reyes se con-
federasen con nuevo parentesco; y asi Remismundo
casó con una hija de Theodorico , que con voluntad
de su padre fue enviada á España, y en su compañía
Salano hombre principal, que tomó cuidado de lle-
varla. Iba también entre ios demás Aiace hombre
•1
i 38
BIBLIOTECA DE GASPAR T BOIG.
francés , y (jue por ganar la gracia de su rey días
antes se hiciera arríano. Todo esto iba enderezado
á qae por diligencia deste hombre los suevos se
pervirtiesen y hiciesen arrianos : con gue se prome-
tían quitada la diferencia de la religión sena mas
firme el asiento que tomaron. Hizo aquel hombre
astuto lo que se pretendía. En efecto , la reina pro-
curó introducille en la gracia de Remismundo; y por
aquel medio inGcionar la gente de aquella mortal
ponzoña.
Salaoo como celebradas las bodas se volviese á
Francia, halló que Theodoríco era muerto por en-
gaño de Eurico su hermano que fue año de nuestra
salvación da 467 , el año trece después que él con
semejante alevosía dio la muerte á Turismunde su
hermano. El reino de los godos sin.contradtccioB
quedó por Eurico en premio de aquella maldad. Era
grande su ferocidad y brio , solo le pooia en cuidado
el poder de los suevos : temía que Remismundo ven-
garía por las armas la muerte del rey su suegro:
deseaba juntamente quitar la Lusitania á los suevos,
y echados !os romanos de toda España, hacerse uni-
versal señor de ella , porque en aquella era estaba
dividida en tres partes. La Galicia con parte de la
Lusitania obedecía á los suevos, la Bética y Cataluña
á los godos : debajo del imperio de los romanos per-
manecia la provincia cartaginense, los carpetanos
reino de^ Toledo, y casi todas las demás provincias
de España. Eurico pues , lo primero se concertó por
medio de sus embajadores con el emperador León,
que regia las provincias del Oriente: hecho esto entró
con un grueso ejército , y discurrió hasta lo postrero
de España, donde sin hallar contradicción por mu-
chas partes maltrató y sujetó la provincia de Lusita-
nia. Desde allí antes do dar la vuelta envió delante
parte de su ejército para apoderarse de Pamplomi y
tle Zaragoza, que perseveraban en la obediencia de
los romanos. El también con lo mas fuerte del ejército
movió la vuelta de la España Citerior , y en ella des-
pués de largo cerco se apoderó de Tarragona, ciudad
que en España tenia muy grande autoridad, y la der-
ribó por el suelo (I), enojado de que se pusieron en
defensa y que el cerco hobiese durado mucho tiempo.
Con esto despojó á los romanos de todo el señorío
«}ue tenían en España, y del imperio que duró en
ella casi setecientos años; y aun fuera de Galicia que
quedó por los suevos . todo lo demás de España por
fuerza de armas se rindió á los godos. Estoen España.
En la Gallia se ensancharon los términos del señorío
de los godos con esta ocasión. Las cosas de Italia iban
de caída á causa de las guerras civiles que andaban
rou)[ encendidas con grande y vergonzosa flaqueza
ilel imperio romano, de manera que apenas ya ni
por sus fuerzas , ni con socorros de fuera se podían
entretener; porque muerto el emperador Vibio ^vero,
Flavío Aotemio tuvo por algún tiempo el imperio de
Occidente , sustentando con las fuerzas y mañas de
Ricimer Patricio, que sacó del barato para sí por
mujer una hija del nuevo emperador, bien que la
amistad no duró mucho, ni podía ser seguro tan gran
poder de hombre particular: y es cosa forzosa que
perezca, ó que haga perecer , el que pone miedo al
príncipe, como acaeció entonces. Resultaron dife-
rencias entre el suegro y el yerno, vinieron á las
armas, y Ricimer se apoderó de la ciudad de Roma
y la saqueó , dio otrosí la muerte al emperador An-
temlo. Con esto un senador llamado Oliorio sucedió
en el imperio. El mismo Ricimer pocos días después
murió atormentado de gravísimos dolores. El vulgo
entendía que era venganza del cielo por haber me-
nospreciado poco antes el derecho de la afinidad tan
estrecha^ y haber maltratado aquella ciudad.
(1) Debe teoerw por supuesto este hecho, porque nin-
gún historiador fidedigno lo acredita.
Muerto poco después Olibrio , siguióle Glicerio eo
ninguna cosa mas afortunado que su predecesor, por-
que Julio Nepote, á auíen León emperador de Oriente
diera el imperio de Occidente, le forzó á renunciarle,
y le envió a Salona, ciudad deEsclavonia, para que
allí fuese obispo de aquella ciudad á propósito que no
le escarneciesen y maltratasen . ai quedase en Italia
despojado del mando como hombre particular, y para
que con aquella dignidad ne sustentase y pasase por
el agravio que le hadan: dado que parece vino de su
voluntad en ello, pues poco después rae acuella dudad
acogida del mismo Nepote, cuando asimismo le ecbó
de la silla imperial Momillo Augusto. Orestes, maes-
tro que era déla milicia romana después de Ricimer,
y padre deste Momillo, quitó el imperio á Nepote, y
en él puso á este su hijo, lo cual sucedió á treinta y
uno de octubre año de 475. Vulgarmette á este nue-
vo emperador llamaron Augustulo por via de escar-
nio (2), y porque en él se acabó de todo panto el
imperio de Occidente , que otro del mismo nombre,
es á saber Octavio Augusto , había fundado á lo que
parecía para siempre y para que fuese perpetuo.
Desta manera trueca y revuelve la fortuna ó fuerza
mas alta las cosas humanas. Caen las ciudades y los
imperios , yérmense los pueblos^ y las provincias se
asuelan , y es todo consideración muy á propósito
para confortarse cada cual, y llevaren padeccia sus
trabajos. Ciudades y reinos muy nobles yacen por
tierra caídos como cuerpos muertos ; y nos, cuyas
vidas estrechó hi naturaleza dentro de pequeños tér-
minos , si alguno de los nuestros muere haremos
estremos sentimientos. Razón es sin duda y muy
justo nos acordemos que somos hombres , y no nos
queramos atribuir la inmortalidad de los que están en
el cíelo. Imperó Augusto nueve meses y veinte y
cuatro días. Odoacre, hombre bárbaro, rey de los
herulos, habiéndole quitado el imperio, se apoderó
de Italia y de Roma , y tuvo aquel imperio por mas
de diez y seis años. Este fue el tín del imperio de Oc-
cidente, estos los emperadores postreros y ^áesgrt^
ciados, que aouí haoemos juntado como las heces
que fueron del imperio romano y de so magostad.
Volvamos atrás, y contemos algunas cosas que en su
tiempo acontederon.
Eurico rey de los visigodos, despaes.de haber do-
mado á España , acometió las tierras de la GaUía.
Añadióse este nuevo mal á los demás con que las
provincias todas eran trabajadas. La deslealtad que
en aquel tiempo mas que en otro se usaba fae la
principal causa destos daños. Fue asi que Arvaudo
primero . y después Seronato, que eran en la Gallia
gobernadores por los romanos, persuadieron á este
rey que se apoderase de las provincias del imperio,
pues le seria cosa fácil en tiempos tan revueltos. Jun-
tóse con esto que á Genserico vándalo venció en ona
batalla naval cerca de Sicilia Basilisco capitán famoso
del emperador León. Con esta pérdida maltratado el
vándalo se volvió en África, y por miedo ^e tenia
de mayor daño dende movió por sus embajadores á
la una y á la otra gente de los godos , ostrogodos y
visigodos contra los romanos con grandes esperanzas
?[ue les puso delante, y partidos aventajados. Estas
ueron las causas de la guerra que se hizo en Fran-
cia, Arvando y Seronato descubierta la traición , y
convencidos en juicio pagaron con las cabezas. •
El intento de Genserico tuvo mejor suceso, porque
Theodomiro rey de los ostrogodos en Panoiia reco-
brado que bobo su hijo Theodoríco, que largo tiempo
estuvo en Gonstantinopla en rehenos , j el délo le
tenia aparejado el imperio de Italia , dio cuidado á
Vindemiro su hermano para que hidese gaerra á
Italia, que de si misma loa á caerse y estaba para
(2) Perlas medallas consta que era nombre propio. Tam-
bién se llamaba Rómulo, y algunos le llamaban Ang«<(o.
qiSTOaiA DE espaÍIa.
139
perderse. Pero este teoeido por los dones ^ue Gli-
ceño Aogusto le dio en el tiempo que tu?o el imperio»
dejada Italia se pasó en la Galiia, y juntó sus fuerzas
con Eorice , que con gran espanto y daño de aquella
Í provincia comenzaba á talar los campos y meter á
liego y á sangre las villas y lugares. Fue esta junta
de grande efecto, y dado queEpifanb obis{)ode Pa-
vía, varón en aquel tiempo de grande autoridad, en-
viado por Nejóte Augusto trató de sosegar estas
fientea , no hizo algún efecto; antes partió él , los
de Rodes , de Gahors , de Limoges , los gabalitanos
que^ron sujetos por las armas de los ^odos. Ar-
«erno otrosí ciudad de la primera Aqoítapia , que
hoy llaman Glaramonte , no lejos de aquel collado
donde k antigua Gergovia de Gesar estuvo situada,
forzosamente se hobo de entregar por estar cansados
los ciudadanos de un cerco que sobre ella tuvieron
muy largo.
Hacían resistencia á los godos y 6 sus intentos
gor una parte el obisf» de aquella ciudad llamado
idonio con sus fervientes oraciones y vida muy
santa ^ por otra el conde Ecdicio con su valor y con
las armas , hijo que era de Avito uno de los empera-
doros ya contados. Pero las orejas de los santos y
del cielo estaban sordas para oir las plesarias de
aquel pueblo, y los muros de la ciudad por la mayor
parte echados por tierra y allanados. Por esta causa
Ecdicio se resolvió de huir. Llamóle el emperador
Nepote é hízole patricio; que á la sazón era nombre
de grao di^idad : premio debido á su virtud si bien
tuvo poca oícba en defenderla ciudad. En lo que mas
se señaló este novilf simo varón fue en la liberalidad con
los pobres en un tiempo que corrió de una hambre y
carestía muy grande mavormete en la Borgoña. Acu-
dki á tan ^ve necesidad Ecdicio con sus tesoros y
con sus riquezas. Envió su gente con jumentos y car-
ros pora que le trajesen todos los pobres que hallasen.
Juntaron como cuatro mil dellos» hombres y mujeres
y niños: á estos todos dio en su casa el sustento ne-
cesario por todo el tiempo que duró aquel azote y
trabajo; y después por el mismo orden los hizo volver
¿ sus casas y a sus tierras. Partidos los pobres , dice
Gregorio Turonense, nue se oyó una voz del cielo
que dijo «Ecdicio, Ecoido, porque hiciste esto, y
«obedeciste á mi vos , y sustentando á los pobres,
vhaitaste mi hambre , ni á ti ni á tus descendientes
npara siempre faltará pan.»
Para hacer rostro á los godos, que se iban apode-
rando de gran parte de la Galiia, ei emperador Nepote
despachó á Orestes maestro de su nulicia con bas-
tante número de gente. Era este capitán godo de
nadon (1), y conforme á la poca lealtad que en aouel
tiempo se osaba, dejada aquella empresa, revolvió
coo sos fuerzas contra su mismo señor y emperador
sin parar hasta despojarle del imperio y poner en su
lugar á su hijo, que como queda dicho se llamó
Aoftostnlo. Gon la vuelta de Orestes no quedó en la
Galiia quien hiciese resistencia á los godos : así es-
tendían sin contradicción en aquella provincia los
términos de so imperio. Apoderáronse deManelIa y
de otras ciudades por toda aquella comarca , cuyos
campos riega el caudaloso rio Rhódano con sus aguas.
Finalmente Enrice puso la silla de su reino en Arles,
Ír soberbio v arrogante con tantas victorias, como si
a faltaran de todo punto los enemigos , revolvió su
furia contra la religión católica , como príncipe ar*
riano que era muy aficionado á aquella mala secta.
Para mejor salir con lo que protendia , que era des-
hacer loscatóí icos, echaba los obispos de sus iglesias
sin poner otros en su lugar. Los demás sacerdotes y
clero por no tener quien los acaudillase se derrama-
ban por divenas partes , y se reducían á muy peque-
(1) Era originario déla Panoaia, pero rooano de naei-
ffiiento.
ño número. Desamparaban los templos, que en par
te se caían, en otros nacían yerbas y matas y todo
género de maleza , en tanto grado que las mismas
estias y ganados se entraban dentro á pacer, sin
que la santidad de aquellos lugares fuese parte para
reparar este daño por estar las puertas caídas y la en-
trada libre para todos así hombres como brutos, si
ya no era que los matorrales y zarzales en algunos
templos eran tan grandes que no dejaban entrar á
nadie. Sidonio Apollinar en muchas cartas lloraba la
calamidad de tiempos tan miserables: del se ha de to-
mar la razón destas cosas por haberlas dejado los his-
toriadores de contar. Reinó Eurico por espacio de
diez y siete años (2). Falleció en Arles de su enfer-
medad el año de nuestra salvación de 483.
En este mismo año Simplicio , pontífice romano y
sucesor de Hilario , pasó desta vida á otra mejor. Há-
llase una carta de Simplicio para Zenon obispo de
Sevilla , do se ponen estas palabras: «Por relación de
«muchos hemos sabido que tu caridad con el favor
»del Espíritu Santo así gobiernas tu iglesia, que con
»la ayuda de Dios no siente los daños del naufragio.
i>Por tanto gloriándonos con tales nuevas, nos pareció
»conveniente de hacerte vicario de nuestra silla, con
>icuya autoridad y vigor esforzado no permitas en
«alguna manera que se traspasen los decretos del
«amaestramiento apostólico , ni los términos de los
«Santos Padres. Porque justa cosa es que sea remu-
«nerado con honra aquel por cuyo medio eñ esas re-
«^ionesse sabe crece el culto divino.» Destos princi-
pios como quier que les romanos pontífices en adelante
acostumbrasen á hacer sus vicarios á los obispos de
Sevilla , les nació aquella autoridad aue algunas veces
tuvieron sobre las demás iglesias de España, junto
con que aun por este tiempo la iglesia de Toledo no
tenia el derecho y autoridad de primado. A Simplicio
sucedió Feliz , cuya carta asimismo se ve para el
mismo Zenon , en que na hay cosa alguna que digna
de memoria sea. .
CAPITULO YI.
Del reino de Marico.
Hechas las exequias de Eurico , los principales , á
los cuales el padre estando á la muerte mucho les
encomendó á Alarico su hijo , y á él dio muy buenos
consejos , le declararon por sucesor de su padre. En
tiempo de este rey las cosas de los visigodos estuvie-
ron pacificas en España. La Galiia por estar dividida
en muchos señoríos de ([odos, francos y borgoñonos
no podía sosegar largo tiempo. Theodorico en Italia
con consentimiento del emperador Zenon, que suce-
dió á León, fundó el reino ue los ostrogodos, ca ven-
ció y mató alroy Odoacre año da nuestra salvación
de 493. El oríffen de los ostrogodos v su principio se
ha de tomar del tiempo de Radagasio el cual como
fuese desecho en Fiesoli por las gentes de Honorio y
por el esfuerzo deStilícon, los que quedaron de aquel
ejército destrozado de ostrogodos, pasados varios
trances, juntaron sus fuerzas con los hunnos, y en la
batalla Gatalaunica estuvieron de parte de Attila, co-
mo queda arriba dicho. Después oomo tuviesen por
mejor asentar á sueldo del imperio romano, que ser-
vir á los otros bárbaros , el emperador Marciano les
dio tierras en Panonía donde morasen.
Poco después vino á serroy de aquella gente Theo-
domirO|Cuyo hijo fuera de matrimonio habido en
una muier Uamadia Euralieva, por nombre Theodorico.
de edad de siete años envió su padre por rehenes al
emperador de León. Era mucha su gracia: por esto y
con la buena crianza y su mgenio se hizo muy ama-
(9) Empeló i reinar según Idado en los primerog mefles
del año 406;* murió despaes del eontulado de Theoderico,
que fae ea 484; por eonsisuieate rsinó diei y nueve auos*
140 MBUOTBCi im
ble al emperabor, tanto que llegado á mayor edad,
le dio licencia para voiTerse á su patria. Después de
la muerte del ¿adre como hecho rey volviese á visitar
al emperador zenon, en el mismo tiempo <iue Odoacre
Herufo acometió el imperio de Italia , alcanzó del fá-
cilmente licencia de pasar contra aquel rey, y ven-
cidos y destruidos los enemigos, se llamó rey de Italia.
Sujeto oírosla Roma como manifiestamente se en-
tiende por las cartas que Gasiodoro , su secretario,
escribió en nombre del mismo rey. Para cobrar fuerzas
y arraigarse muy de propósito en el nuevo reino que
conquistara, acordó ayudarse de todas partes, y en
particular emparentar con los francos, borgonones y
visigodos , priocipes y naciones en aquel tiempo de
grande p<Kler y fama. Con este intento el mismo casó
con Audefleda, hermana de Clodoveorey de los francos,
que ya en aquella sazón era cristiano. De dos hijas
suyas , habidas de una mujer soltera, la una llamada
Ostrogoda, dio por mujer á Alarico rey de los visi-
godos, la otra llamada. Theudicoda, ¿ Gundibaldo
rey de los borgonones.
Por esta forma y por estos casamientos , se hizo
como juez y cabeza ae todo el Occidente; y como tal
f)rocuró concertar cierta diferencia que resultó entre
06 visigodos y los francos . con cartas y mensajeros
que despachó á los unos y a los otros , en que con ios
ruegos mezclaba amenazas si no venian en loque era
razón. Los francos por el amor que tenían á la reli-
gión católica que poco antes abrazaran, aborrecían
á los visigodos como gente inficionada de la secta
arriana. Demás desto llevaban mal que todos los des-
terrados y enemigos de los francos hallasen segura
acogida en el remo de Alarico. Quejábase otrosí
Clodoveo que Alarico en cierta habla que tuvieron
concertada , trató de armarle cierta zalagarda para
quitalle la vida , lo cual decia saber muy cierto. La
verdad era que dos reinos comarcanos como estos no
podían estar mucho tiempo sosegados, ni faltar oca-
siones de desabrimientos. Destos priacipios se temía
alguna grave guerra, y que encendería algún gran
fuego entre aquellas dos gentes ferocísimas.
e\ rey ostrogodo avisado de lo que pasaba, prime-
ro por la fama y después por diversos mensajeros
que le vinieron , y recelándose de los daños que po-
drían resultar, despachó á cada uno de los dos su
embajada con sendas cartas que les escribió muy
{imdentes y ^aves ¡Mura sosegarlos ][ concertar aque-
jas diferencias. Avisóles que recibía el mayor pesar
que podía ser, viendo que dos tan amigos su^os se
armaban el uno contii el otro, y aun se despenaban
en su perdición : desorden de que sus enemigos se
alegraban por verlos encendidos en odios tan gran-
des: que por el mismo caso que cada uno buscaba la
destrucción del otro , resultaba el peligro no solo de
su vida » sino también de sus súboitos , que ordina-
riamente lastan los desatinos de sus reyes: los reinos
se fundan con prudencia y modestia, la desenfrena-
da locura los deshace y consume: las guerras que fá-
cilmente se emprenden, muchas veces se rematan en
triste y miserable fin : que le parecía cosa justa an-
tes de venir á las manos intentasen algún camino y
manera de coneertarso , pues los ánimos que hasta
entonces por cesas de poco momento estaban entre
si irritados, con facilidad se apaciguarían y tendrían
concordia ; pero si el odio pasaba adelante y con
muestras mas graves perdían del todo la amistad , no
quedaría esperanza de concordarlos, hasta tanto que
consumidas y deshechas la riquezas y fuerzas , el
uno de los dos reinos que en gran manera florecían
de todo punto , quedase asolado : ^e temía á causa
del parentesco que con ambos tema , resultaría en
él la afrenta é infamia de entrambas partas de cual-
Siier manen que el negocio sucediese : que si Ala-
co Bo enfrenaba el respeto de su padre, ni á Clodo-
veo reprimía el amor de hermano i él como á h^'e
flASPAll t ROML
amenazaba al uno, y ti otro spercibto que tendría
por enemigo á aquel que mostrase mayor odio y aver-
sión á la paz , no obedeciendo á los consejos y amo-
nestaciones de un pecho amicísimo y de un tan cer-
cano pariente.
Alarico mas fácilmente daba oidos á estas amones-
taciones. Clodoveo por ser hombre mas feroz des-
hechaba cualquier condición de* ¡>az. Dio poes esta
soberbia respuesta : que él no tenia otro ánimo con
Alarico del que era justo y él gustaba : que él fue d
Srímer agraviado y ofendido , junto con que demás
e dar acogida á sus enemigos en sus tierras le había
denunciado la guerra : que el derocho de naturaleZ'*
y la magostad real pedían no diese lugar á estas de-
masías , sino ^e se defendiese y desagravíase : con-
cluía con decir que convidando él con la paz , y el
enemigo presentando la guerra , deseábale hobiera
dado la naturaleza dos manos derechas, la ona para
contraponerla á Alarico, y dar la otra desarmada al
mismo Theodoríco. Esta respuesta de tanta resohicion
hizo míe el Ostrogodo quedase mas inclinado á Ala-
rico. Escribió cartas á todos los demás reyes , cuyas
copias hoy andan , en que reprehende la soberbia y
orgullodel Francés, cái^e que confiaba en sus fuer-
zas y en su fiereza, que era la causa de tener las ore-
jas cerradas á la razón y justicia: amonesta que todos
acudan á aquel peligro, y atajar aquel daño que po-
dría resultar en perjuicio de todos : despachasen sus
embajadas á amenazar á Clodoveo y apartalle de aquel
mal propósito: que la conservación del estado de ca-
da uno en particular dependía de la común provi-
dencia y amistad qne todos entre sí debían tener, y
de contrapesar las fuerzas de los príncipes por esta
forma.
No aprovechó ni la diligencia del rey Theodoríco,
ni su autoridad para que la guerra no pasase adelan-
te y viniesen á las manos. Marcharon el uno contra
el otro. Juntáronse las dos huestes enemigas en los
campos Vogladenses, tierra de Potíere. No se reco-
nocían ventajas los unos á los otros ni en los ánimos
ni en las armas , ni en el arte militar, ni en el vigor y
fberza de los cuerpos. Luego pues que liegaron los
unos y los otros á vista, ordenaron sus haces en guisa
de pelear. Fue la batalhi muy reñida y dudosa, iffual
el peligro y no menor la esperanza. Alarico no dejó
por intentar cosa alguna de las que se podían espe-
rar de un valeroso capitán; porque como cargasen liis
enemigos con grande ímpetu, y los godos por todas
partes fuesen destrozados y muertos, y los demás
por salvar las vidas volviesen las espaldas: él eon áni-
mo muy grande acudía á todas partes, á los temero-
sos esforzaba^ levantaba los caídos, do era la mayor
carga, y do quiera que se mostraba alguna esperaraa,
allí ayudaba con ooras y con palabras. Señalábase
entre todos los suyos por el caballo en que iba , y sos
armas resplandecientes y sobrevestas reales. Decia á
sus soldados que no en la ligereza de los pies, sino en
las manos y su valor debían poner la esperanza: qae
en aouel trance lo mas peligroso era lo mas seguro,
y la nrme resolución muy poderosa arma en la ne-
cesidad: grande afrenta que los vencedores de tantas
naciones se dejasen vencer de aquella gente.
Suelee! temor ser mas poderoso oue la verguenia:
así los soldados no recibían las palams ni daban oí-
dos á las amonestaciones de Alarico. Vuelven todos
las espaldas. Quedaba de los postreros Alarico. y vis-
to que no podía mas, pretendía también salvarse.
Cuando Clodoveo, que peleaba en el primer escua-
drón , se fue para él , y de un encuentro y b»ote de lan-
za le arrancó del caballo. Procuraba AJarico levan-
tarse, pero acudió un peón franca que le quitó la
vida. Por el contrario dos caballeros godos movidos
del deseo de vengar á su rey, por el un lade y por ei
otro, puestas en el ristre sus lanzas , se fueron para
el rey francés. Valióle una buena loriga que llevaba.
miTOlimniGttMÉir;'' r
iU
f tf n vnftéAto miméelMii Humado OlodórieoqM acudió
A favorecerle. Muerto Alarteo, los godos tqueeseapa**
ron déla tnatuaza se derraniáron por las ciu<kiaes
comarcanas sin que quedase escuadrón alguno de
consideración para hacer rostro á los francos. Con
esto la ciudad de Angulema que se tenia antes por
los godos, después desta rota tan grande Tino en po-
der de los francos , mayormente que una parte de (os
muros poreu vejes de repente se cayó y aUapó po^
tierra. Les|;odoa qife no se hollaron en esta bataJlay
se apellidaran de nuevo, y se etrevi^on i probar 'ven*
tura en la comarca de Burdeos: el suceso fue el que
antes , la maítanza que dellos se faiso tan ghinde,'que
desde aquel tiempo el lugar en que se dié la bataHa
tomó BUévd tipellfdo, ca vulgarmente se llamó el
CompO'Arriano por causa de la religión que los go-
dos seguiaiy. fin jvrosecueimí déstás dos victjoiilas tan
señaladas f^e rindieron á los vencedoresmuchos pue^
blos de fa Francia como Burdeos ; los ^sates; los de
Cahcnrs^M'RbdeS': |for conelosien' lee de Alvemia^
coyoc^pítsín f cauéilló^ttamffdo Afpolilnar, deudo que
era de Sidonio , obispo de Alverhiá , nniríó en la ba-
talla (4) por -diMide quedaron aherados y smedren*
tadoe. Ha#ta la raísn^a ciudad ide Tólosa be rindió, do
estabalacasareal y silla de los godos, de sMUteque
apenas enloda Frauda les quedó cosa alguna que no
viniese en poder de los francos.
Hrilftrótti^e enlóatesorosyrecamara de las reyes
godos los vasos y los demás instrumentes de los sa-
eriíieiosdel tempfotié Jei*us2(1em; deque AlaHoo, pri-
raero^de-aquel nombre f rey de aqueHa nacfon ; se
apoderó cuando entió y 'saqueó á Romoi^ y del vinie-
ron á podl^r de sus sucesores, y al ptesente al de Cío-
doveo.' ftierón tomados en fos reales Voaladenses ó en
Tolos», que en esto los autores son vanos; y aun no
falta quien diga que estos vasos estaban en Garcase-
na , y cono quierque por este respeto la tuviesen
cercada los francos , sobrevinieron en su ayuda los
ostrogodos que la libraron. Murió Alaríeo año de
nuestra salvación de 506. Bl imperio y señorío que
su padre le dejó asaz próspero, él le continuó con
eogaiios y crueldad por espacio de veinte y tres año$,
que fue el tiempo que reinó: por esta oauf^a se com-
padeció poco la gente de su desastre, antes pensaban
y decían' que le tenia merecido. SI bien ftie el prime-
ro de los reyes godos que estableció y promulgó le-
ves por escrito , recopiló en suma v publicó el código
de Tlieodoslo (2) á tres de febrero del mismo añoqu^
fue muerto. Porque antes. del en paz y en guerra
acostambrahan i gobernarse los godos á fuer de otras
Daciones bárbaras por las costumbres y usanzas de
sus mayores j antepasados. A las leyes de Alarico
los reyes simientes añadieron otfas muchas ; y de
todas se forjó el volumen aue vulgarmente los espa-
dóles llamamos el Fuero Juzgo , de que tornareinus
á liablar otra vez en lugar mas á propósito.
CAPÍTULO VIL
De los r^yes Gesaleyco Thcodorico y Amala rico.
Te5ia Alarico en su mujer Theudícoda, que poco
antes falleció, á Amalarico, yeu una mujer soltera á
(1) Eaioeíacto por cnaato después de la muerte de Clo-
doveo fue hecho obispo de Alveriua.
(3> Se sirvió para este imporlaote trabajo de León su pri-
mer mioistro, político profundo y ei mayor juríácoosuilo de
su tiempo. Después Alarico Segundo, su hijo, encargó á su
mioistro Aoiano, también célebre jurisconsulto , que redu-
jese á ¿offlpendio ei código Tbeodosinno para ei uso de sus
subditos « que habiendo vivido la mayor parte bajo la domi-
naeiOQ romana, miraban con oi mayor respeto estas Icyps.
No debe cortfondirse este código con el libro de ias leyes de
ios godos, ó de los jueces llamado comunmente Fuero Jiixiro,
que se publicó mocho después y contiene leyes muy di re-
ren tes.
Gesaleyoo.- Los ^ucipdleade .loa gédos^^P^iit foca
edad de Amalanco, queera de oiaeo años sobunenteif
dieroii sus votoe y iiicieron rey á Gosaleycov .Llevo
mai el ostrogodo que pop respeto ninguno^ deitaen i
su nieto, y le despojasen del reino de su ^dre. Era
señor de Italia, de Sicilia , de las i»las vecinas á Ita*
lia , del IlltTico y Daknacia , y juntamente eatreteni a
á su sueldo ejércitos nray ejercitados en las armas*
Envió ocbenta mil combatientes á la Gallia debajo
la conducta de liba, CQode de loeí Cepidas. con latear
te así bieu de teprimir el. orgullo de los fraacoa f- so-
berbios-por la victoria ganada , y con esto .sustentar
el reino de los visogodós que estaba á punto de perr
der^ i coma de restituir á- su pieto en el reíao de
aqueilagentequeinjustaanetele quitaron. Gesaiev^
co , medroso de tangrande aparato,' y>porqüe:Gundé^
b<Eildo rey de Borgoñayque.coipo suele acontecer
acddió á la^presa, estaba apodecado ée la Ciudad de
Narbona , eeano^'auier qne no sa tuviese por seguro
en alguna pa^tede Francia,. se recogió áBaroalena^
fira hombre' eobai^ie y inclinado; áonieldad, ;puep
een siis manos déntro4l»la easa real en aqueúa du^
dad dio la muerte IGoerico hambre prittoipal: pasinfi
órdinaríá de loa hombrea cobardes y mearasos, que
IKmaii lodasaesp^arañaa y seguridad eia la mueif*-
te de kia bombres escelentea y .poderoso^ ly .en la
maldadi
liba llegado en la GaHia, y ayudado, por losque que-
daban délos visogodós , g^aó la victoria del.enemigo,
ca venció á los franceses.: MurieroA en la-batalla vein-
te mil francos: co»esto ios ostrogodos setapoderaron
déla Provensaeomoelí premio de sa trabajo. LaAqui-
taniíi, (|uees Galena; tornó á apodei^de loa Wsogodos..
Loa ostrogodos demás de io dicho y seapoderarou de
Narbona que qoí^ron a44ed(nrgoaa^ y aiid. trataban
de pasar los montea Pipineoa. GeSailéyeo^ por esAa
calisé , pei^dida4a'espera«Ea de sus oosas^ y d^conr-
fiado dío'kia voluntades de los itoldados por saber muif
bien el odioque muclios le tenianpoil su cobardía f
•emeldad , pasó en África. Trasimutidn rey de loa váu*-
-ilalos, daido que « staba casado con la heAni^a do
Theo(lorieo , quier por pasión de aquel hombre abu-
yeaftado , quier ^r Novnr nial qae el poder dé Ihea-
uorioo (que de tiempo atrás se hacia temer) se au-
nentaseeonla junta nlé aquel nuevo reino, h recibió
benignameaie y af udóeondineoo^ oomoee entiende
por las cartas di tbeodorico,r ea que se iqueja.^e la
injuria que-enr esto ei vándalo le hacia. Gonestaayu-
da le tornó á>«enmrá la Galüa^dondedéspues detes-
tar escondido «tn ano, juntado con. el idiaera africaoo
un ejército f se atrevió á probar el trance de la bata-
lla, que se dio á doce millas ide BaroelOM. Qut%d6 ve»-
cidoen ella por liba : volvió en la GaUia huyendo^ y
en breV't murió de enfermedad causada por la pesa*-
dumbte que reeibió de sucednie las cosas laa mal,
que fue el cuarto ario de su reinado y danueslra sal-
«acioff dé 510. Goo la muerte doGesaleycp aeesou-
áaron grandes alteraSciones, y comenzó' al antiguo
resplnador á reUovarse eael reino de los . godos« En
Taíavera en tiempo de nuestros padres se baHó un
sepulcro de mármol blanco con este letrero vuelto de
latin en romance:
LtTOaiO SIERVO DE DIOS VIVIÓ ANOS
SSTENTA Y CI?ICO POCO MAS Ó MKKOS:
KEPOSÓ B!f PAZ Á VEINTE T TRES DE '
JL7IJ0 ERA Qi;iME?I.TAS Y CUARETTA
T OCHO.
• ■
Debajo del letrero estaba y está hoy una oruz con
Aipha y Ome^ para muestra de que vi enterradoallí
seguía la Religión Cristiana. Deste Litorid hncé men-
ción Máximo €esaraugustano: dice que niiirió en
Kbura de los Cirpetanos ano quinipntos y nueve.
Kbora es Taíavera.
|4i VUUOWCk US
lli]CÍrU^G«Mlefco»qiiieo hayt lido puesto en su
kigar no eoncuerdan los totores; los mas afirman
qae el mismo Tlieodorico, ostrogoilo, sollamó de aUi
adelante rey de los visogodos. Conforma con esto que
los concilios de los obispos, que por este tiempo se
tuvieron en España , ponen al principio el nombre de
Tbeodoríco y también el año de su reinado. Otros
son de parecer que á Gesaleyco sucedió Amalaríco, y
que Theodorico solamente fue tutor y gobernador en
logar de su nieto. Desto por ^bemar el reino á su
voluntad, y estar apoderado de todas las rentas rea-
les de España para mantener las compañías de guar-
nición asideveogodoscomode 08tro¿odos<|ueien¡a|
procedió la opinión que hace rey á Tneodorico. Nos-
otros no queremos interponer nuestro parecer en es-
te caso: «J lector por sí lo podrá determmar, conside-
radas las raaones que porfa una y por la otra parte
militan. Lo que escritores españoles afirman sin tes-
timonio de algún escritor forastero no nos contenta,
esa saber que Theodorico vino en España ; porque
¿cómo se puede creer que Casiodoro y otros que es-
cribieron por menudo his cosas de Theodorico, hayan
pasado en silencio jomada tan meoiorable? Mucho
mas se debe contar entre tos consejas de las viejas,
dado que don Lucas de Tuy lo atestigua , haberse ca-
aado ep Toledo con mujer de la antigua sangre de los
españoles, y que vencido por sus ruegos \*y& restituyó
en su antigua libertad. Derois desto añaden queda-
te casamiento nació Severiano, padre de San Leandro
y San Isidoro: dichos que ni eoncuerdan con la ver-
dad, ni vienen bien con la razón de los tiempos.
Lo que se averigua es que Theudio ^ d como otros
dicen Theudis , que fue antes |)aje de lanza 4e Theo^
dórico , al presente por beneficio del mismo se encar-
gó de gobernar la tierna edad de aquel mozo, y sos-
tener d peso del reino y de todo el gobierno: escalón
por donde vino después á ser rey. Fuera desto Euta-
ríoo , mozo de la real sangre de los Ámalos fue desde
España llamado por Thodorico con esperanza de be-
rodar el reino de Italia , por canarle como le cas4^ con
BU hija Amalasuinta. Era Eularíco, ostrogodo de na-
ción, y hallóse en la batalla Calalaunica (1); su abue-
lo fue Veremundo,hyode Turismuodo, de la sangre
y aleuoa de los Ámalos : Turísmundo desde Scitiiia
vino á España, siendo rey Theodorico , sucesor de
Waitía:deste fue hijo Witerico y nieto Eutarico. Lue-
go que llegó ¿ Italia, Theodorico demás de su uobleza
agradóse oe so ingenio y condición, y asi le escogió
por yerno. Lss bodas se celebraron con aderezos y
tiestas reoles el año de 5 45, el cual año pasado , sien-
do cónsules Theodorico y Pedro , en España se tuvo
«n concíKo en Tarragona áseis de noviembre (2). En
este concilio se haUa Ui primera vez hecha mención
de roonges entro las memorias de España. Mandóse
que to tiesta del domingo (á fuer y á la manera de los
nebreofi), se comenzase desde el sábado en la tarde.
De aquí procedió la costumbre de les españoles que
comunmente tienen la noche del sábado por parte de
fiesta^ y la huelgan. Firmaron en el concilio Hectnr;
metropolitano cartaginense, que aunque irastadaíla
(i) No 68 verosimil . porque, segao Casiodoro, Eatarico
se caió coo la bija de Theodorico eo ei consulado de Antonio
y Floreocio qoe corresponde il auo 515 , y ia batalla se dio
«n 451 : tan suponiendo que tuviera entonces catorce ó diez
y seis anos, resulta que debería batirse casado á los setenta
ú ochenta.
(i) Se celebró el auo 516 y asistieron á él diex obispos,
qoe hicieron entre otros cánones los siguientes :
Que se arroje de la clerecit al que se ocupa en comprar
barato y vender caro.
Que se arrúje de la Islesia á los lectores y porteros que vi-
van coo so mujer sienoo adúltera.
Que se deponga á los clérigos que siendo jueces reciban
regalos por las seutencias que dieren , como sucJco hacer Jos
seculares. •
uasí^AB r mna*
aquella dígnidodá Toledo, eosM^de son» aodlp^ to-
davía aqueUoa obispos continuaban aquel título, y
antes del firmó Juan Tarraconense y ninlo Empu«
rítaao.
El año que se siguió luego después, qa» fae fl
de 517 del nacimiento de Cristo , se celebro el eooci-
lio Geruodense (3) en Girona. En él conforme ¿ la
costumbre de Francia, donde Mamerco obispo dir
Yiena porque rabiaban los lobos para aplacar i Dios,
invento las letanías, ordenaron los padres que eo Es-
paña se hiciese lo mismo después de Pentecostés,
pascua de Espíritu Santo, y también el mes de no-
viembre. Asimismo Ormisa pontífice por estos tíeo-
pos gobernaba k I^Ma romana : escribió así en
particular á Juan obispo , conviene á saber Tarraco-
neose* presidente en estos dos concilios, c^mo tam-
bién en común á todos los obispos de España ana
carta en que manda que eo la metrópoli por lo menos
cada año se hagan (mmicIIíos de obispos: ca los anti-
guos estaban muy persuadidos que consistia la salui
de las iglesias en esto , por ser miiy á propósito para
apretar la severidad de la disciplina , que por culpa
de los hombres se suele muchas veces aflojar. Hay
además desto carta de Hormisda para Salustio, obispo
de Sevilla, en que le hace su vicario para concertar
las diferencias que resultaban éntrelos obispos de U
España citerior, sin perjudicar |>or tanto á los privi-
legios y derechos de los inetropolitaoos. Por esta cau-
sa , y porque Amalarico puso la silla real (4) y por la
mayor parte residió en Sevilla, los obispos de aqaella
ciudad alcanzaron autoridad que competía con ia de
los primados, como queda ya apuntado.
Muerto Hormisda, en tiempo de su sucesor que
fue Juan el primero de aquel nombre , que elí^neroa
ádoce de agosto del año od 523,se tuyieron en Espa-
ña dos concilios de obispos , el uno en Lérida y el
otro en Valencia (5), en que no hay otra cosa digna
(3) A él asistieron el metropolitano de Tarrairona y otros
seis obispos de la provincia, que , ademas de otras disposi-
ciones , acordaron t
Que los eclesiásticos desde el obispo hasta los sobdíáeonos
no habiten coa sus mujeres, y si quieren mir con eltos teH-
dria ca so compañía uno de sus hermanos qoe paeda dar
testioMBÍo de su conducta .
Que los clérígos que no están casados ao teagao tw^er es-
traua para cuidar de su casa , á no ser que sea su madre ó su
hermana.
Que no se eleve á la clericatn'ra al qoe ha tenido comercio
carnal con alguna mujer, aunque se haya casado con ella
después de muerta su mujer.
(4) Ningún eseritortle aqael tiempo trae este beetioqoe,
siendo da tanta cousidencton ^ ao hubieran eaMado acguia-
mente.
(B) El cardenal Aimirre dice que se celebraron en 510:
de sus cánones trasladaremos al^unus, como lo hemos hecho
ya , Que dan á conocer sutlcientemeote el estado mural de
aquella sociedad y en particular de la clerecía.
Los que cometen adulterio ha^an siete a&i» penitencia , y
si son clérigos sean privadas de las funciones de su orden para
siempre, y después de siete años podrán solamente caula r
en el coro. Los (¡ue hacen perecer los niuOs concebidos ó ua-
cidos de adultf'rio , y los que dan drogas ó (jociooes para co-
meter estos crímeues deUstabies, uo recitian la comuoiga si
no en l:i muerte.
Los que Tíven en el incesto no estén en la Igl<^ia si noel
tiempo que están los catecúmenos, y que ningún cristiano
coma fou ellos.
Si los qoe sirven al altar caen coa fragilidad fn el pecado
de incontinencia, y después dan sermles de arrepentimiento,
el obi^ipo podrá restablecerlos en su oficio, pero no promo-
verlos á las órdenes superiores ; y si recaen, que se«a sepa-
rados de la comunión hasta la muerte.
Que sean escomulgados los que violan una viuda que ha
hecho voto de continencia ó una religiosa ; y si la reltgiusa
no se separa del que la ba violado que sea esoomolgada.
Los clérigos que maltratan á sus esclavos 4^ los sacan de
las iiflestas^ sean privados de su dignidad hasta que hayan
hecho penitencia.
Que los clérigos que tienen familiariJad coo mujeres es-
HlSraillA DE ESPAftA
i»
4e memoria «bo q[«« ea «I de Lérida m hace meocion
de Abad y de Arcediano. Algunos piensan se celebró
«n este tiempo el concilio de Zaragoza qne and^ Tdl-
garmente en los libros de los cóndilos, sin que haya
para ello ni argvmento (pe convenza , ni conjetura
bastante por no tener señalado ni tiempo cuando se
celebró, ni cónsules. Vedóse, empero en él que nin-
guno tomase nombre de doctor sino conforme at or-
den de derecho : asimismo se mandó que no se diese
el velaá las vírgenes antes de ser de cuarenta años,
renovando en esto los decretos de León Magno y de
otros pontífices y concilios.
Muñó el pontifíce Juan á veinte y siete de mayo
año de nuestra salvación de -52^ en Revena del mal
olor de la cAroel , ea qne Theodoríco le puso ; ca en*
soberbectde por haber sujetado tanta» naciones, vol-
vió la guerra y amenazas contra la Religión Gristiaoa
y coi^tra Djos« Justino Auguato sucesor de Auasta*
sio , con celo de la católica religión en que maravillo-
sámente se señalaba , mandó desterrar los arríanos
de todo el Qrieote^ Este decreto de Justino dio tantas
pesadumbres á Theodoríco (ca entrambas naciones
de los godos seguian la secta arriana) que envió por
sus enmajadores á Juan pontífice romano y al obispo
de RÉfena y á algunos principales del senado para
amenazar ai emperador, que si no le revocaba , él der-
ribaría los templos de fos cristiauos en Italia, y asola-
na la ciudad de Roma y á todos los católicos. Hizo su
embajada el nontifíce. Festejóle mucho el empera-
dor, V hónrelo magnificameate conforme á lo que
pedia la razón. Coronó al emperador de su mano; y
dado que le persuadió revocase el edicto, vuelto
después de la embajada , fue por Theodoríco encar-
^ celado por sospechar que la honra que le hicieron, sti
'enderezaba á entregará Italia i los griegos, y que
era aficionado á la parte de los emperadores. Murió
el santo pontífice en la prisioq. La iglesia le tiene en
el número de los santos mártires , y le hace particu-*
lar fiesta todos los años el mismo dia que murió. Fue-
ren comprendidos en esta misma causa Simacho y
Boecio hombres principales, que hablan antes idoá
Constantinopla con embajada. Túvolos hasta este
tiempo presos, en que les mandó dar la muerte.
Siguióse en breve la venganza de Dios , porque al
principio del mes de setiembre próximo el mismo
Theodoríco murió por juicio divino y en venganza
de aquellas injustas muertes. Dejó por sucesor en el
reino de Italia á su nieto Athalarico nacido de su hi-
ja Amaiasiúnta ; de cuya flaca edad v del peso de Jas
cosas por ser muerto ya su padre, la madre, mujer
de ánimo varonil, se encargó. Por la muerte de Theo-
doríco el otro su nieto Ainalarico comenzó libremen-
te á gobernar el reino de los visogodos; desde el cual
tiempo algunos cuentan los años de su reinado (i)
ni liay mucho que hacer caso , ni mucha diferencia
en lo uno y en lo otro ; pues consta que Theodoríco
tn tanto que él vivió, reinó en España sea en su
nombre . sea en el de su nieto , y en todo se hacia su
voluntad. Luego que Amalaríco se encargó del reiao
lo primero de todo asentó paz con los reyes de Fran-
cia , casándose él con una hermana dallos hija de
Giodoveo ya difunto, que se llamaba Crotilde. Dióselc
en dote el estado de Tolosa, que fue restituirle á los
godos €0^0 antes era. La paz asentada desta manera
alteró la locura de Amalaríco por esta ocasión. Era
Crotilde dotadade una virtud singular : su madre que
el mismo nombre tenia, la amaestrara en el culto de
la verdadera religión. Esto fue ocasión de exasperar
traaas , leaa privados de las fundones de so miQi£terío si no
Bc abstienen después de haber sido amonestados una ó dos
veces.
(t) Suelen contarse ó desde que Theodoríco, rey de los
ostrogodos le entregó el reino, que fue el ano 522, ó desde
que, muerto Theodoríco, quedo dueño absoluto, que fue
el sao. 'I
en gran manera el ánimo de su marido por ser de
secta arriano. El vulgo cuando iba ¿ los templos éet
los católicos la decian afrentas, la ultrajaban , y le ti-
raban cosas sucias : disimulaba el rey en esto , y auv
cuando volvía la recebia con gesto torcido y «irado:
á los denuestos y soltura de la lengua anadia gotpes
y cardeuales, tanto que le hacia muchas veces saltar
lasungre.
Sufrió ella esta vida tan áspera por mucho tiempo
con grande constancia. Coníuba con su paciencia y
ejercicios de piedad ablandar algún tiempo y ganar
eioruel ánimo de su marido. Mas últimamente per-
dida la esperanza y quebrantado su ánimo oon los
malos tratamientos que la hacia , esbribíó una carta
á su hermano el rey ChUdebertci , y oon ella le eqvió
juntamente un lieozo bañado en su misma sangre.
Avisábale de las desventuras que días y noches pasa»
ha : pedíale que favoreciese á su hermano que mu^
cho bmaba , autos quo de todo punto le consumiesen
el lloro y lágrímas que vida tan amarga le cansaba)
con el largo silencio hasta entonces hania disimulado*
tantas ibjurias ; esperando que la muerte daría fin á
tantos trabajos {lo que ojalá sucediera antes que ver-
se puesta en aquella necesidad de revolver sus her-
manos con su marido) á lo menos esperaba (|ue mu-
daría aquel hombre la condición y se trocana ; pero
que todo sucedía al revés, ca unas injurias se traba-
ban de otras, y de cada dia le daba mas triste y des-
venturada vida : los regalos y caricias reoompensaba
con crueldad ^Jas buenas obras con que muchas ve-
ces se amansan las fieras, trocaba en fiereza : quB
todo esto le venia no por otra causa, sino por perse-
verar constantemente y tener firme en la religión de
sus mayores y que su madre dulcísima le enseñara:
sacudieren aquel yugo tan grave y tiránico que con
voz de casamiento pusieron sobre sus espaldas , pu-
siesen los ojos en Dios, que esperaba no faltaría á
tan justa querella y tan buena demandiBi ': que Amala-
rico no era hombre, sino deb^o de figura humana
una bestia fiera, compuesto de crueldud y soberbia
Íf de todos los males : sino creían á sus palabras, por
o menos les moviese la vista de su sangre, que suele
embravecer los toros y leones : si poir el deudo no só
movian , el respeto de la humanidad los despertase,
pues en ninguna cosa los reyes mas semejan á Dios
aue en levantar á los caídos y injustamente maltrata-
os , mayormente si son mujeres nacidas de sangre
real , y desde su primera edad cria4as con mejores
esperanzas.
rA reino de los francos estaba en esta sazón divi-
dido entre los hijos del rey Clodoveo en esta forma:
Chiidfebertoera señor de Paris, Clotario de Soessons,
Clodomiro de Orliens, á Theodoríco obedecían los
de Metz de Lorena : todos se llamaban reyes. Estos
como tuviesen compasión de la desventura de Crotil-
de su hermana , y encendidos por esta causa en fu-
ror contra el Visogodo y contra la injusticia que le
hacia , juntaron sus fuerzas y movieron en busca del
enemigo. Hallábase Amalaríco desapercibido , y en
el negocio culpado : la conciencia do sus maldades le
atemorizaba : determinó ponerse en huida. Pudiera
escapar y salvarse, sino que ciego por castigo de Dios
con la codicia de las piedras preciosas que dejaba en
sus tesoros , volvió de príesa á la ciudad, que se en-
tiende fue Barcelona. Quita la divina venganza el se-
so á los que quiere derribar ;, y así fue que como la
ciudad fuese ya entrada, y estuviese en poder de los
francos , Amalaríco sin saber qué hacerse , quiso re-
tirarse á sagrado y valerse de un templo de la religión
católica que él hat>ia violado pon tantas injurias. No
le valió , ca en el mismo camino pereció pasado do
un bote de la lanza de un soldado. San Isidoro escri-
be que Amalaríco fue muerto en Narbona, y que se
dio allí la batalla. Nosotros tenemos por mas cierta
la opíuion y autorídad de Gregorio Turonense , qua
|4t MULIOTEC* DE
rufl algún taUlo mas antiguo , y refiere el caso como ,
na^li paeito.
AdoD Vienenie dice que los francos díacarneroa
por toda España en prcisccucion de la Tictoria, v que
echaron por el soelo después de lar^ cerco í Tole-
do , ciudad puesta en medio de Espuna , y de usieuta
muy fuerte. Aüade que ganaron muchos otros pue~
blof 1 ciudades con el mismo curso de la victoria.
Procopio dice que quitaron toda la Gallia Gótica á
los godos : el silencio en esta parte de los otros escri-
tom hace que no se pueda poner talo por dierto, y
porque consta que los reyes siguiHites de los visogch-
dos ettendian su imperio y jurisdicción en la Gallia
basta d río RhódBDo.CaDsla otrosi que ÁmalasiunlB
deunea de )a muerta de Tbeodorico su ^adre áiü la
Proeoia á Theodoberto hijo de Theodorico, rey de
Lorana ya difunto , y esto porque los francos no He-
neen mal el poseer los oslrosodos alguna parte en
' la Gallia ; lo demds deja á los Tisogodo» coolenU con
el imperio de Italia. Lomas cierto que CliUdeberto se
GASfÁK 1 aoiG.
apoderó de los tesoros de Analaríeo, edtre loa cuales
halló tfrnamei>toB de la Iglesia , que eran de oro . y
que recobrada su hermana, se volvió áiu tierra. Hu-
no Airalarico año del Señor de 531 : reinó cinco
bños, bien que sí queremos tomar el principio de su
reinado desde la muerte de Gesalico ,. habremos de
confesar que tuvo el imperio veinte años. Crotilde
su mujer murió én el mismo Tiaje. Un cierto autor
dice que la antigua Abdera fue reedihbada por Ama-
larico con nombre de Almería (1)) que es apellido
algo semejante as! al del rey , como al antiguo qoo
tenia.
También es averiguado que el año quinto del rei-
no de Amalerico se celebró el concilio Toledano se-
Sundo por siete obispos: entre los demás foeron No-
ridio Bigerreose y Justo Urgelitano. Mandóse en
aquel concilio que los raoios que por voluntad y to>
to de sus padres se racibiaa y entraban en los cole-
gios oclesiísticos , y los ordenaban de la primera ton-
sura de clérigos , cuando viniesen i la edad de diez
Procer j optlntlc (cdo.
y ocho años, en público les preguntasen s¡ querían
guardar castidad : si consintiesen y yintesen en ello,
que de allí adelante no pudiesen dejada sti profesión
enlazarseen hsatadurasdel matrimonio; sino consin-
tiesen , tuviesen libertad de casarse : mas si los tales
venidos á mayor edad , con voiuntaa de sus mujeres
Jnisiesenspartsrse todavía de su comunicación, pu-
iesen ser ordenados de urden sacro. Yerran los que
por ocasión deste decreto piensan le que no fue, que
los sacerdotes españoles por este tiempo se casaban.
Presidid en este concilio Montano prelado de Tiledo,
y metropolitano de la primera silla de la provincia
Cartaginense. IldllBcse dos cartas de Montano, la
una á los ciudadanos de Palencia , la otra á Toríbio
monge, en que como metropolitano dice le incumbía
elcuidado déla ciudad de Palencia, y que por cier-
tas razones quería que al obispo de aquella ciudad
cütuvicseo sujetas Coca y Brilslvo.
San Ildefooso en el libro que escribid de los claroi
varones dé España , hace mención de estas cartas , y
dice corría muy gran fama qqe Mootaao siendo acu-
sado de deshonestidad , para muestra de su inocen-
cia tuvo en el seno ascuas vivasen tanto que decía
la misa, sin que las vestiduras se quemasen, ni sin
que se G^agase el fuepo. Deste principio parece que
tuvo origau en España aquella costumbre gene-
{)) Si et njevo nombre se diú con tal motivo, detenios
rcrbaiar que liublese sido destruida ta antigua Attdera [>or
cuanto en el «oacilio Hispalense celebrado ea el año 390 asis-
(ió y Brniú el obispo abderilaho, m i líber, setenta y tres
aúoj (¡espne* de la oiuerte de Amilaríco.
nlnwnte recdtidí ea otros tiempoi , y delta dívenas
T0CU M trata en 1m lew de los godos , paro contra-
rá á las ttivius, de la coin|)urgaciaii vulgar para
deaeargana debiirt09,adaltanoB j otws dditoi coaa-
do i algunos se les imponiaD. Hactase desta manera
y por este drdan. Bl reo primenmante se confesaba
detiiBpMados:eiKeDdiaD no hierro ó traían un va-
tode agaa hlrtiesdo: bendecía el bierro ó agua un
saewdote después de dicba su míu: el que tocado el
hierro ó bebíaael agua, escapaba del peligro, era da-
do por libre de la sospecha ó inramia que le carga-
bia. Usóse esta costumbre no solo entre los godos,
sil» también fue esbblecida por leyes de k» otros
reyes de España y de las demás naciones que tenían
el nombre ctistiaoo, basta tanto que üonorico 111
pontiBce romano, trescientos y cincuenta años há,
coDona ley qaa biso en aste propósito, revocó de to-
do punto este gínera de compurgacioa vulgar.
Flofocieroa por estos tiempos en España cuatro
hermanos, daros por los estudios de la sabiduria y
por la dignidad episcopal que bidos tuvieron. Estos
laeroo lusto Ui^itaoo, cuya declaración y exposi-
ción sobre los cdnticos anda : JnEtiDiano otÑspo Va-
lentino, este compuso un libro on que declara cinco
cuestiones á él propuestas por uo cierto llamado
Rustico, ea á saber del Espíritu Santo, de los bono-
siacús. que por otro nombre eran ptiotinianos , de la
rriDioaa, y que el bautismo cristiano no se lia de
ilerar,yqae diGere del bautismo de -San Juan: el
tercero fue Nebridio obispo Acátense, vivió en la Ga-
llia GÚthica: el cuarto fue Blpidío.del cual no se sabe
doade fue obispo. Fuera destos vivió en esta era
Áprigío obispo d« Beja en Portugal , famoso por tos
comentarios que escribió sobre el Apocalipsi (que
hemos *iito) y claro por el testimonio del mumo San
Isidoro.
CAPITULO vm.
De los reyes Theudis y Thendiseio
Pon la muerte de Amalarico, como quier que uo
tuviese hijos, faltó de todo punto la atcuña de los re-
yes visigodos, y el reino vino aparar en Theudis de
nación ostrogodo. Los principólos de los visigodos
HMrtt ie TIh'UJis.
procuraron que fuese su rey por ser escelente en las
artes de la guerra y de la paz, y por la esperiencia
de cosas que tenia y su singular prudencia ; demás
que babia ganada la voluntad de muchos en ti tiem-
po de su gobierno aue tuvo en la meoor edad de
Amalarico , y mandó sobre ta república ¿ su volun-
tad. Su mujer por ser persona muy poderosa, y de lo
mas noble oe España , le trajo en dote un estado de
que se podían armar dos mil combatientes. Todo es-
to fue como escalón para que en este tiempo alcan-
zase el reino. El rey Theodi)r¡co ostrogodo con el cui-
dado en que le ponían las cosas de su nieto, trató
TOXO t.
los anos pesados de bacer que Theudis volviese &
llalla con muestras de querer honrarle ¡ pero él en-
tendido este artificio , procuró con todo cuidado di
vertirlo. En el tiempo que reinóTheudis en España,
se mudó en Roña la formado gobernar la república,
porque se quitó oí nombre y poder de los cónsules el
uño de 541 , en que Ela si lio' llamado lunior sin com-
pañero fue el postrero que tuvo el consulado (<).
(1) Alanos cónsules que después deíl se encuentran do
se creaban «analmenle sino por stsnna ocasioa estraordi-
naria.
Ii6
BIBLIOTECA DE G\SPAR T ROIG,
El año siguiente Childeborlo rey de los francos y
Clotario su hermano por no estar del todo satisfechos
con la venganza pasada tornaron á hacer guerra á
España; y después que por todas partes talaron la
provincia Tarraconense, pusieron cerco sobre Zara-
goza. Los ciudadanos en aquel peligro hicieron re-
curso á San Vicente mártir, á quien tenian por patrón:
los varones enlutados , las mujeres sueltos los cabe-
llos , y cubiertas con ceniza andaban en procesión
todos los dias alrededor de los muros de la ciudad,
en que llevaban la túnica de San Vicente, con la cual
y con lágrimas imploraban la ayuda del cielo. Childe-
oerto pensó al principio qae aquel lloro femenil era
á propósito de algunas encantaciones y hechicerías
que hacian : después sabida la verdad de uno ^ue
prendieron , y con recelo de algún castigo del cielo
por este respeta si pasaba adelante, templó su saña y
cesó de hacerles mas agravio. Diéronle los ciudada-
nos á su instancia la vestidura ó orariode San Vicen-
te : él como sí fueran grandes despojos de los enemi
gos la llevó á París , dond«) edificó un templo en el
arrabal en nombre de este Santo , que al presente se
llama de San Germán, y es á manera de alcázar con
foso y con adarves, sus troneras y traviesas, apartado
de los demás edificios. Fuélo esta rica joya agradable,
asf por la devoción que él tenia al mártir, como por
la venganza que con esto parecia tomar de las inju -
rías pasadas, y porque serviría esta prenda en ade-
lante como de memoria de la victoria que ganaron.
Si bien, como IsMoro escribe, los francos á la vuelta
se vieron en estremo peligro por estar apoderado
Thcudiselo con parte de los godos de las hoces, es-
trechuras y pasos de los Pirineos.
El rey Tlieudis á causa de tener menos fuerzas , y
por estar desapercibido de todas las cosas , temía en
lugar abierto presentar la batalla, y pretendía con
aquella ventaja de lugar por medio de Theudíselo
aprovecharse de sus contrarios. Sucedió como pen-
saba, que los francos fueron en aquellas estrechuras
cercados por todas partes, maltratados y destrozados
en tanto grado, que compradas las treguas á dinero,
apenas últimamente con voluntad de Theudíselo pu-
dieron encumbrar aquellos montes y salir á campo
raso. A esta guerra se siguió una peste con que innu-
merables hombres en espacio de dos años , que fue
el tiempo que duró este mal, perecieron en España.
Tlieudis con deseo da satisfacerse de la afrenta rece-
bida ó por pretender con alguna notable empresa
astender la fama de su nombre , ó lo que mas creo,
por ayudar á los vándalos , que ya de tiempo atrás
corrían peligro de perder el imperio de África, pasado
el estrecho puso cerco á Ceuta , ciudad que está en
frente de España á la entrada del estrectio , donde
como por guardar el dia del domingo cesase el com-
bate , con una repentina salida que los cercados hi-
cieron, recibió muy grande daño. Los que estaban
en los reales, sin faltar uno fueron muertos: el rey
con parte del ejército se salvó en la armada oue tenia
en el mar, y le fue forzoso volver á España. Esto su-
cedió en el mismo tiempo que Belísario por mandado
de Jttstiniano , emperador que era de las provincias
de Oriente, quitó África á los vándalos (1), cuyos
señores fueran por espacio de cien años.
En la prosecución desta guerra sucedió un caso
notable. Fuscía y Gottrio fueron por Gílimer, rey de
los vándalos, enviados con embajada á Theudis j^ara
pedirle socorro. Tardaron mucho en la navegación,
tanto que llegó antes que ellos la nueva de lo que
pasaba, y los que venían en una nave de África, co>
mo testigos de vista avisaron de un gran lloro y tra-
(1) Mariana confunde el tiempo de los sacesos, porque
Theudis fue á sitiar á Ceuta el ano 548 se^n San Isidoro,
5 poco después murió ; y Belísario se apoderó del África y
estniyó el imperio de los vándalos en 551.
bajo de África, que Cartago era tomada, el rey de los
vándalos Gílimer preso, y el reino de los vándalos
acabado. Los embajadores no sabían desto nada:
preguntados po» el rey Theudis en qué estado que-
daban las cosas de Gílimer, respondieron que en roujr
bueno. Fuéles mandado que sin tardanza volviesen
á África, y que allí esperasen la respuesta de todo lo
que pedían. Ellos sospechosos que el rey estaba to-
mado del vino por haberlos festejado con un gran
convite en que largamente se bebió , el día siguiente
tornaron á referir su embajada. Como les fuese res-
pondido lo mismo , cayeron en la cuenta del mal y
daño sucedido; y tuvieron por cierto que (mal peca-
do) el reino de los vándalos era destruido, y África
reducida al poderío del imperio romano. Volvieron á
África, y presos no lejos de Cartazo por los solda-
dos romanos , dieron noticia á Belísario de todo lo
que pasaran.
Después desto vinieron nuevas de Italia que por el
esfuerzo primeramente de Belisarío, después de Nar-
sete , que le sucedió en el cargo de general por el
imperio , el reino de los godos quedaba deshecho,
vencidos en batalla y muertos Theodato, Vitiges, II-
debaldo , Ardarico , Totila y Teya , todos por orden
reyes de Italia después de Theodorico. Con esto la
república romana , como juntados en un cuerpo to-
dos sus miembros antes destrozados , después de
largo tiempo comenzaba á reducirse en su antigu i
dignidad y resplandor en tiempo j por el valor drl
emperador Justiniano ; en cuyo imperio tuvieron
fuerzas las armas contra los estraños, bien asf como
el consejo y prudencia en su casa. En lo que mas se
señaló fue que con ayuda principalmente del jure-
consulto Treboniano hizo reducir la muchedumbre
de leyes , que andaban derramadas casi en dos mil li-
bros, con buen orden á pocos volúmenes. Lo primero
que se compuso, fue el código á ejemplo del de Theodo-
sio: después la Instítuta y Digestos: diligencia que le
acarreó así bien como cualquiera otra cosa que hi-
ciese, gran renombre y fama.
Por el mismo tiempo los arríanos dieron la muerte
en Marsella á San Laureano, varón admirable , hún-
garo de nación , y que en Milán se ordenó de sacer-
dote. Perseguía en aquella ciudad la secta arriana
con grande libertad. Pretendió darle la muerte el rey
Totila que á la sazón era rey de Italia: huyó ñor es-
capar de aquel peligro sin parar hasta llegará Sevilla:
allí dio tales muestras de su virtud, (j(ue después de
la muerte de Máximo le eligieron enobispo de aquella
ciudad. Hacia grandes diligencias Totila para darle
la muerte. Amonestóle en sueños Dios del peligro
aue corría : embarcóse en una nave para ir á Roma,
defieren que eii aquel camino dio la vista á un ciego,
V que llegado á Roma , el pontífice le hizo mucha
honra. Desde á poco dio la vuelta á Marsella, ciudad
que en este tiempo estaba en poder de los romanos:
allí finalmente los arríanos le dieron la muerte. El
obispo de Arles procuró que bu cuerpo fuese sepul-
tado en Besiers de Francia. La cabeza llevaron á Se-
villa, y con su llegada aquella ciudad quedó luego
libre (fe la hambre y de la peste (¡ue padecía, según
que él mismo á su partida profetizó que sucedería.
Siguióse tras esto en breve la muerte de Theudis,
que fue el año de Cristo de 548 : tuvo el reino por
espacio de diez y siete años y cinco meses. Un cierto
hombre, no se sabe por qué causa, se resolvió de ma-
tar al rey ó morír en la demanda. Para salir con esto
fingió y aaba muestras de estar Joco. Dejáronte entrar
do estaba el rey : embistió con él y metióle una es-
pada por el cuerpo. En este postrer trance conoció el
rey y confesó ser aquella justa venganza de Dios por
cierta muerto que él en otro tiempo dio á un su capi-
tán , debajo cuya bandera en su mocedad militaba y
le tenia jurada fidelidad. Llegó á tanto su codlricion
que mandó á los que presentes estaban no hiciesen
HISTORIA DE ESMNA.
<i7
ftlguu mal á su matador. Bste ejemplo de benignidad
entre los otrod males que luvo, se puede alabar en 4a
vida 7 muerta deate principe, janlo ood <¡ue permitió
á los obispo^ catóUcos , si Dien era de dirersa secta,
Qoe se juntasen en Toledo j hiciesen eoacilio para
determmar io que les pareciese acerca de ía fe y de lo
tocante á la renden.
Gobernaba la iglesia Romana después de Juan al
Segunda y de Agapito ydeSilberioel pontífice Vigi-
lio, en cuyo tiempo muerto Tbeudís, Tbeudiselo por
su valentía ( de que (tío muestra en la guerra de los
francos) y por la nobleza de sé linaje » que era hijo de
una haráianffde Totilareyde los ostrogodos, por vo*
to de los principales snceclió y fue hecho rey de los
visigodos. Los principios de su reinado , y las espe*
ransas que del tenian por su valentía en las armas,
en breve se escurecieroa y trocaron por derramarse
en deshonestidad. Muchos de los suyos, procurándo-
lo él fueron muertos de secreto, á otrtts levantaron
falsos testimonios y condenaron en juicio; todo á
propósito de tomalles sus mujeres para hartar su lu-
jaría. Por esta causa fue de tal manera aborrecido, y
mcuiTió en desgracia del pueblo y de los principales,
aae se conjurah>n contra él y le mataron. En tiempo
(te Theudieelo se decía oomonmentequeen un lugar
cerca de Sevilla , que hoy se Hama Osseto , y Plinio le
Ihuna Osset , en un templo de los romanos y católicos
(asi hasta ios mismos arríanos para hacer diferencia
los llamaban) las fuentes del bautismo^ aunque cer-
radas por e^ obispo en presencia del pueblo y selladas
con diligencia^ el jueves de la semana santa (que por
traer á la memoria los tormentos que padeció Cristo,
se llama también la semana grande ) luego el sábado
siguiente cada un aík) acostumbraban á henchirse de
Hgoa sin qne nadie supiese de donde aquel agua pro-
cedía ó manaba.
Elrey Theudiselo , movido por la fama de este mi*
lagro, y por sospecha que era engaño , ca era él de
secta amano , como una y otra vez pusiese guardas,
7 sin embargo las fuentes se hinchesen, mandó que
alderredor del templo, porque no TÍniese el agua
ocultamente encanada , se tiraae un foso de veinte y
cioco pies en ancho y otros tantos en alto. En esta
obra estaba ocupado cuando los suyos se hermana-
ron coQtra él y le dieron la muerte. Este milagro de
las fuentes, como lo refiere San Isidoro Pascnásío,
obispo, en una carta qiie escribió á San León el Mag-
no, dice que acontecía en Sicilia* Puede ser que como
es ordinario, trastrocadas las cosas por la fama , h
que sucedía en una provincia, se atribuyese á otra.
Lo que en este caso es mas jde maravillar que San Isi-
doro uo haya hecho mención alguna de milagro tan
ílastre , y que conforme alo dicho sucedió en España
casi en su miismo tiempo, mayormente qqe refiere lo
aae liemos dicho del milagro de Sicilia. La muerte
(leste rey pasó en esta manera : en Sevilla acometie-
roB los conjurados la casa real , y al tiempo que yan-
taba , le dieron la muerte. Reinó diez y ocho meses y
troce días. £1 reino de los frunces, que por muerte de
los otros reyes de Francia se juntara en Glotarío,
muerto él , se dividió en esta misma sazón en cuatro
partes entre cuatro hijos que dejó : lo de París se
dio á Chereberio ^ lo de Metz v Lorena i Siglberto, lo
de Soessons á Chílperico , lo ac Orliens tuvo Guotra-
Do: todas estas fueron ciudades reales, y ellos se Hu-
maron reyes.
CAPITULO IX.
De los reyes Agtla y Athanagildo.
Em lugar de Tbeudiselo por elección do los princi-
pales sucedió en el reino Agila. Gobernó los godos
cinco años y tres meses: fue trabajado de adversos
sucesos , que se continuaron hasta el fin de su vida.
A los principios puso un cerco muy apretado y de
TOMO 1.
mucho tiempo sobre la ciudad de Córdoba que no le
quería obedecer. Los cercados al improvisonicieron
una salida . en uue le desbarataron con muerte de su
hijo y péniida de otros muchos de los suyos y del ba-
gje. Con esto alzójel cerco y no paró hasta Marida.
»nocióseen estejdesastre el poderío del mártir Ascis-
ck) 2 cuyo teinplo que estaba cerca de Córdoba , él
había profanado , ca metió en él sus caballos : asi se
persuadía el pueblo que era castigo del cielo y pena
de aquel desacato por la devoción que al mártir te-
nían. Y San Isidoro escríbe que conio por aquella
afrenta j revés comenzase á ser despreciado, no pa-
ró el daño en esto; y es ordinario ane en pos de la
fortuna va el favor y disfavor de los noralnres. Alzóse
pnes contra él Atbanagildo, y para mas fortificarse
con una embajada que envió al emperador Justinia-
no, prometió que si le acudiese y socorriese, en pago
de la ayuda le entregaría no pequeña parte de España
para que volviese á la obeJieucia del imperio ro-
mano.
Fue enviado de la Gallia Liberío Patricio, titulo y
uombre que antes era de nobleza, ya en este tiempo
lo era de dignidad , inventada por Constantino Mag-
no con niucbos prívilegiosque le dio. Entre losdemas
uno en parUcuiiarera muy notable , que tenia mejor
asiento qne los prefectos del pretorio. Con la venida
de Libenosedid la batalla cerca dé Sevilla, do enten-
demos fue el principio de aquella rebehon. Quedó la
victoria por Atbanagildo , y con esto Agila fuemuer-
to en Herida por ¡os mismos principales que le se-
guían , ano del Señor de 554. Pesábales , es á saber,
que con las guerras civiles se quebrantasen las fuer-
zas y perdiesen laf> riquezas de fosgodosque en tantos
años se juntaran. Temían juntamente á ejemplo'y
imitación de Italia y África, que por aquel caniino los
romanos no recobrasen á Empana de todo punto.
El mismo año en Gonstantmopla por diligencia det
emperador Jnstiniano se tuvo un concilio general de
ciento y setenta y cinco obispos contra muchos que
soguian las coiniones de Orígenes, ajenas de la ver-
dadera piedad. En aquel concilío(que entro los gene-
rales es el quinto) se determinó que los muertos
podían ser descomulgados ; y ai contrario de lo qua
Orígenes enseñó ,oire ni el sol, ni las estrellas, ni las
aguas que están soore los cielos, son ciertas virtudes
animadas y racionales. Fue también reprobado lo que
Tlieodoro Mopsuesteno había dicho, y las respuestas
de Tbeodorito, y una epístola de Iba Edosseno , que
fueron los tres capítulos sobre que después *resuUa-
ron grandes debates, tanto que por esta causa mu-
elles no recebian este concilio. Presidieron en este
concilio Mena , obispo de Constantinopla , y muerto
ét, el que le sucedió que fue Eutycbío; que Vigílio
pontífice romano, el cual presp que fue en Roma, por
mandado del emperador le llevaron y á la sazón se
hallaba en Constantinopla , nunca se quiso bailar
presente á las acciones del concilio; pero confirmó
por sus cartas lo que los padres determinaron y de-
cretaron, y en particular se dice que el dicho pontí-
fice condenó á Orígenes. Jornandes, obispo de los
godos, continuó la historia de aquella nación hasta
estos tiempos, en que Athana^ildo por la muerte de
su contrario quedó sin contradicción por el rey de los
godos.
Tuvoesterey mucho que hacerportoda la vida, y
emprendió guerras muy trabadas, en que á las veces
le sucedió prósperamente , á las veces al contrario;
[lorque, olvidado de lo que prometiera, procuró lue-
go echar á los romanos de toda España , los cuales así
por el asiento que poco antes se tomara , como por
tuerza de armas estaban apoderados de una parte no
pequeña della , tanto qpe su imperio se estendia del
un mar al otro. Tuvo de Gosuinda su mujer dos bi-
jas, la una se llamó Galsuinda ^ que casó con Chilpe-
rico rey de Soessons en Francia, la otra Brunechtlde
iftS
niDI.lOTECA DE f. ASPAR T ROir..
gueerala menop, casó con Sigiberto rey de Metz en
orena, hermaDO de Gliilperko. £$tas dos señoras
por diligencia de los obispos de Francia, y por medio
de su doctrina^ dejada la secta arriana que profesaran
desde su tierna edad, fueron instcuidasea la religión
católica; y aun no falta quien diga que Atbanagildo
de secreto seguia la religión católica, dado que por
respeto del tiempo en púolico profesó la secta ama-
na , por miedo (alo que se entiende^ de no alterar los
ánimos de su gente. Reinó quince anos y seis meses:
murió en Toledo de su enfermedad año de 567. Máxi-
mo Cesaraugustano dice que este rey fundó en aque-
lla c^iudád el monasterio Agállense, asi dicho de una
alquería que sollamaba Agalia, distantede San Pedro
y San Pablo PretorieoSe docientos y cincuenta pasos
entre Occidente y Septentrión. Yo creo se debe leer
entre Oriente y Septentrión , por lo gue adelante se
dirá. En Portugal cuatro leguas deGuimaranes, pue«
blo que los antiguos llaman Idania , á la ribera del rio
Vicela hay una aldea con nombre de AthanagUdo, por
▼entura fundada por este tiempo: en ella su ven ci-
mientos y ruinas de ediGcios que muestran fue obra
de godos, muy diferente de la fábrica romana y de la
manera y primor que tenían los romanos en eaificar.
Después de la muerte de Atbanagildo se siguió una
vacante de cinco meses; don Lucas de Tay dice de
cinco años y cinco meses. La caui;a fue que los prin-
cipales de los ^odos, divididos en parcialidades y pa-
siones , no venían de conformidad en nombrar lugiin
particular que con fuerzas y ingenio sustentase la
rejjáblica que se iba á caer. Poco caso hacian de los
danos públicos por cumplir con sus pasiones particu*
lares. Gobernábala iglesiaRomana después de Vigiiio
y de Peiagio Juan Illdeste nombre. Los suevos á la
misma razón , señores que eran de Galicia , volvieron
á la católica religión que antes dejaran, renunciada
la secta arriana que hablan mucho favorecido, y tra-
bajado de todas maneras á los católicos en aquella
tierra por espacio de casi cien años. Ayudó mucho
para reducillos la diligencia do Hartino Dumiense:
era húngaro de nación , y con grandes peregrinacio-
nes que nizo, anduvo las provincias de Oriente, y se
hizo muy docto y muyaventajado en el estudio délas
divinas letras. Este insigne varón venido en España,
dio gran muestra en Galicia de su bondad y sabiduría;
de su erudición la dan bastante los libros que escri-
bió, su mucho lustre y elegancia de pahibras, las
hermosas sentencias de que están esmaltados. Anda
un tratado suyo de ira , otro de humildad cristiana,
otro de móribus ; y últimamente de la diferencia de
Jas cuatro virtudes cardinales : en los cuales porque
con las muclias sentencias y agudeza del estilo se
llega mucho á la semejanza del de Séneca , los dos
postreros libros andan en algunas impresiones en
nombre de aquel filósofo puestos entre sus obras.
Edificó desde sus cimientos el monasterio Dumiense;
y mudado después en obispado , de abad Dumiense
se llamó obispo del mismo título , y mas adelante fue
prelado de Braga con retención de la iglesia Dumien-
se, que unieron con el nuevo obispado que le dieron.
Después de muerto por la mucha (ama de su santi-
dad en Galicia y en parte de la Lusitania , le tuvieron
y tienen por santo hasta hacerle fiesta á veinte de
marzo.
Guando los suevos abrazáronla religión católica,
lenian por rey á Theodomiro. Qué reyes después de
Hemismundo (de quien se habió de suso) antes de
este tiempo hayan tenido los suevos no se sabe , ca
las antiguas memorias y historias de aquellos tiempos
han faltado. La ocasión de reducirse fue esta : acaeció
muy á propósito gue elhiiomayordeTheodomiroque
le habia de suceaer en el reino; estaba doliente de
una grave enfermedad. Volaba por el mundo la fama
de los milagros de San Martin Turonense. Envió el
rey á su sepulcro embajadores en romería para alcan-
zar salud para su hiio, gue llevaron tanto peso de oro
ypUta cuantoeca el delcuerpode aquel mozo. Gomo
mnguna cosa se alcanzase por este medb , entendió
su padre que diferenciarse en la religión y seguir la
secta de Arrio era la verdadera causa de no alcanzar
de Dios lo queUnto deseaba perlas oraciones deSan
Martin. Envió nuevos embajadores , qne le trigeron
parte^el manto de que San Martin usaba en vida: en
el entretanto el hijo alcanzó la salud deseada ; y sin
embargo por voto que habia hechosu padre , y coa
2ue se obligara si alcanzase lo que deseaba y pedia á
ios, mandó luego edificar en nombre de San Martin
un templo. Algunos piensan gue este templo se hizo
en Orense á cansa que la iglesia Mayor de aquella
ciudad se llama del nombre de San Martin.
No|)aróenesto iadevocion del rey,antes por su di-
ligencia los suevos se redujeron públicamente á la
religión católica ; y para mas confirmarlos en agüella
religton pw amonestación de San Martin. Dumiense
se juntó un concilio de Braga (i ) de losobispos de Ga-
licia el año tercero del reino de Theodomiro. En los
actos de esteconcüio, guefuéel primero entre lesBra-
carenses, se lee el nombre del rey Ariamiroi nexo está
la letraerrada. Fue esto el año deGristo de 563. Lu-
crecio , obispo de Braga sucesor de Profnturo , tuvo
el primer lugaf entre ocho obisposquealliseiíallaron.
Después del Andrés obispo de Padrón; Martín Du-
miense. Lucencio Gominorícense: demás desios Co-
to , Hiloerico, Timotheo y Malioto sin declararen qué
iglesias eran obispos. En aquel concilio confirmaron
la religión católica , y reprobaron la secta de Prisci-
liano. Vedóse conforme a la costumbre antigua que
los cuerpos de los difuntos no ,se enterrasen dentro
de los templos. Señaláronse los términos á cada una
de las diócesis de Galicia hasta donde cada cual se es-
tendia , como lo dice ítbaci en la crónica de los sue-
vos , vándalos y godos.
No hay duda sinoque por estos tiempos hobodiver-
sos escritores llamados ithaciós ó idacios ; y entre
otros uno que cien años antesdel en que vamos, escri-
bió una historia de las cosas de España (2). Algunos
entienden que la distinción de los términos ya dicha
se hizo ea el concilio Lucense ó de Lugo, que dicen
se tuvo luego el siguiente año, movidos por memorias
que hay desto en los archivos de la iglesia de Lugo.
Esto sigue don Lucas de Tuy en particular: otros se
persuaden por razones que para elloale^n, que en-
tre estos dos concilios hobo espacio de seis años; mas
todas estas opiniones son inciertas , ni hay para que
aproballas ni reproballas , cada uno conforme á su
juicio les dará el crédito. que le pareciere; yo roe
(1 ) En este codcUío , que se tuvo el auo S6S en el reinado
de Tneodomiro , se dispuso : ,
Que se hagan tres partes de los bienes de It I^esu , una
pan el obispo, otra para el clero ,7 otra para la fábrica de
la iglesia, que estará á cargo del arcediano con obligación de
dar cuenta al obispo.
Que no se ha^a memoria en las obligaciones de los qne se
han quitado á tí mismos la vida , y que no se lleven á en-
terrar sus cuerpos cantando Salmos; y qne observen lo mis-
mo con los que son condenados á muerte por sas crimeaes.
Que 00 se entierren los muertos dentro de Jas iffletias,
sino fuera de ellas alrededor de sus muros, pues si Jas ciu-
dades tienen el privUegio de que no se puedan enterrar los
muertos en el recinto de sus murallas, con mayor raun debe
observarse lo miso)0 en las iglesias por el respeto que se debe
á los cuerpos de los santos mártires que están en elias enoer-
rados.
(i) Este Idacio, natural de Lamego, pasó al Oriente al
ano 406 siendo muy joven; vuelto á España, fue hecho
obispo de la cindad que entonces se llamaba Áquoí Flavia^
que se cree que hoy es Chaves , el año 427. Continuó la cró-
nica de San Gerónimo desde el fin del reinado de Tálente
hasta el año 3 de Anthemio . que fue el 469 de la era cris-
tiana y el 41 de su episcopado. Escribe con la mayor exacti-
tud las cosas de sa tiempo , aunque no deja de esur ooafuso
en los años , lo que tal vez debe atribuirse á los copistas.
mSTORIA
allego á los qae sospechan , y es muy (probable , que
este decreto se hi¿o primero en el concilio de Braga,
Í después confirmó en el de Lttgo. AVeri^ase que
arlino ya que era prelado de Braga, envió ciertos
capitolos que él mismo juntó de los concilios griegos,
para que los tiesen los padres del concilio de Lugo.
Tammen es averiguado que aquella iglesia de Lugo
por permisión del rey y ¿ su instancia se biso metro-
politana, que es tanto como haeellauíníobispQly á su
prelado arzobispo ; si bien se ordenó aue la tal conce*
sion no parase penuicio á la itfiesia de Braga, antes
por esta razón alcanzó autoridad de primado , pues
DB ESPAÑA. \^^^
muerta sin que dejase algud hijo. £nlró en sü lugar;'
la misma Fredegunda. y llamóse reina. Est^, dado aue
cometió muchos delitos y maldades , vivió mocÍM>.
Fue en aquel tiempo conocida por su desvergüenza,
deshonestidad , lujuria y crueldad ; porque habiendo,
por la muerte de Ghéreberto rey de París, heredado
aquel reino Siglberto su hermano , le hizo matar por
medio de dos homicíanos , estando descuidado en la
dicha ciudad. Brunechiide espantada por el desastre
Y muerte de so marido , y cuidadosa de su liijo Gbilde-
nerto, envióle á aquellas partes de.Metz .donde tenia
favor en la gente v ganadas las voluntades de la-pro-
vincia; mas ella vino á.poder de Chilperico^ y por él
porelmismocasolequedabaporsAbditoelarzobispo . i^.^. «*««^:^« «„« o^»
Se Lugo , bien que en aquel tiempo la dicha iglesia fue enviada presa á Rúan t lector , «^«ncion m^e son
no usó^wte nombre de primado. «Hachos los personajes de que en este capitulo se
primado
En este mismo tiempo volaba por todas partes la fa-
ma de San Milian déla Ck)gulla por su grande santidad.
Siendo mozo se ejercitó en oficio de pastor, dende se
pasó á la profesión de la vida monástica. A los princi-
pios tuvo por maestro un monge llamado Feliz : des-
pués con deseo de vida mas perfecta se apartó del tra-^
traU.
Movido de sn hermosura Meroveo, hijo mayor de
Cbliperíco, se casó con ella. Era aquel casamiento
ninguno por estar vedado por derecho el casarse cou
la que Itie mujer de su Uo. Sin embargo, pudiera al-
canzar perdón de su padre por haber errado como
\o de la gente, y en la soledad del monte Destercio | mozo , si su madmlra Fredegunda no lo impidiera:
naso cuM'enta años de su vida. D^iüll Didymío wí ^ue pnmcro hecho fnulQ, y después Umbien
pasó cuarenta años de su vida. D^^ll
obispo de Tarazona, movido de su grande lama,
le sacó para ordenarle de presbítero, y darle como le
dio el ctiidado de la iglesia Btrge^ense. Impusiéronle
sus companeros muchas calumnias por no nevar bien
la severidad de la disciplina , y de fa vida gue hacia y
ejemplo quedaba : ñor esta causa renunciando aquel
cai^o , en una capida ó ermita que levantó cerca de
aquel poeblO| pasó lo demás de su edad (que vivió
hasta ser de cien años) ocupado en la contemplación
de las cosas divinas. En aquel lugar pasó de esta vida
y sepultaren su cuerpo; y en el mismo, pasados mas
de otros cincuenta años , por su devoción y respeto se
levantó un monasterio de su mismo nombre en rique-
muerto. El mismo fin tuvo Glodoveo su hermano me-
nor. Pretéxtate obispo de Rúan, fue enviado en des-
tierro , el carfio fue hallarse al casamiento de Meroveo
y Brunechllcte. A estas crueldades y impiedades ne
allegó la deshonestidad desta mujer : sin tener respeto
al rey su marido , como deshonesta , puso Jos ojos en
Landrioo su condestfible. Vino esto á noticia de su
marido, y por sospechar castigaría estas deshonesti-
dades mal encubiertas y locos amores, olios se anti*
ciparon (que fue otra nueva maldad) y como volviese
de caza, le procuraren matar junto á un pueblo lla-
mado Gala : hizose asi , con que después íue la vida
mas suelta.
Hizo Fredegunda guerra en fa v or de Clotario su bi -
CAPITULO X.
De las dos hermanas Galsnlnda y Bmnechllde.
Dos hijas del rey Atbanagildo , Galsuinda y Bruñe-
childe (como poco ames queda dicho) casaron en
Francia cou dos reyes de aquella gente . casamientos
que fueron desastrados : asi lo mostró el suceso de
las cosas. El contento de la una fue breve ,ca apenas
era 'casada cuando desastradamente murió : la vida de
la otra fue Urga, mas sujeta á muchas calamidades.
El Tulgó á estos trabajos le añadió la infamia y mal
noaibre de que queremos descargar con argumentos
y testimoniosconcluyentesáesta nobilísima hembra,
tuvo Clotario , primero de aquel nombre, rey de los
francos cuatro hijos todos reyes : repartieron entre
si el imperio de su padre en esta forma : Ghéreberto
fue rey de Paris,Ghilperíco de Soe8Son8,que por
quedar apoderado de los tesoros del padre era mas po-
deroso que los otros ': Guntrano tuvo á Orlíens , Sigi-
berto lo de Metz de Lorena. Con este casó primero
Bninechtlde , la menor de las dos hermanas coa el me-
nor de los hermanos, moza elegante en denuedo, de
buen parecer , de honestas costumbres , prudente en
el consejo y en las palabras blanda. Sea licito usar
de las mismas palabras de Gregorio Turonense prelado
del mismo tiempo. Dirás que puede mucho el tiempo
para mudar las costumbres, y mas de los principes:
sea así, pasemos adelante.
Chilperico de su primera mujer Audovera tuvo á
Meroveo y Sigibcrto sus hijos : después casó con Gal-
suioda hermana mayor de Bruoechilde. Fredeipoda,
amiga desle rey , v que tenia con él gran cabida , de-
más de atreverse a la nueva casada y tener con ella
reyertas, decirle baldones y ultrs jes, fue causa de su
muerte, porque en el lecho de su maridú la ballarou
TOÜO I.
vaha Fredegunda por general de su gente al mismo
Landrico, que salió con la victoria por permisión de
Dios. Siguióse tras esto la muerte de Childeberto y de
su mujer : bobo sospecha aue con ponzoña que les
dieron ^ no se dice quién : solo consta que de dos hijos
que deióei muerto xheodoberto, el mayor quedó por
rey deMetz. y Theodorico el menor deBorgona deba-
jo la tutela de Brunechildesu abuela. Estos siendo du
edad, hicieron guerra á Clotario (causas de guerra
nunca pueden faltar entre los comarcanos) . las histo-
rias de Francia dicen , que á persuasión de Brunechll*
de con intento que tenia de acrecentar con nuevas
honras á Protadio un italiano amigo suyo , si con ver-
dad ó por odio que la tenían por ser española , aun no
lo determmamos. Añaden que pasó tan adelante en
esto , que revolvió á Theodorico contra theodoberto
sn hermano, con decir que el dicho Theodoberto era
hijo de un hortelano , y que se habla apoderado de los
tesoros de su padre.
No pararon estas alteraciones y odios hasta t^j^to
que los dos hermanos se hicieron guerra, y Theodo-
berto fue en Colonia muerto á traición : otros dicen
que su hermano , d^ues de vencido , le dejó con la
vida y envió preso á Qiallon. El vencedor, repudiada
antes de esto tlermemberga hija de Witerico (como
se dirá en otro lugar) , bobo en su poder á una hija de
su hermano muerto v dos hermanos suyos. A los in-
fantes mató Bf unechude : así lo dicen. La doncella era
de escelente hermosura ; y como quier que su tío la
quisiese tomar por mujer y la abuela no viniese en esta
maldad, dicen que con la espada desnuda la qui^o
matar . y lo hiciera , si no acudieran los criados de su
casa y la libraran del peligro. Dicen mas, que ella en
venganza de esta injuria mató al dicho Theodorico su
nieto con una bebida mortal queledíóaisaltrdel baño;
1M)
BIBLIOTECA DK CASPA* t AOIG.
pero amores muy gra? « testificau que murió de cá-
Gon su muerte,, tú cuaV fue, íecayé ej reiao eu
Clotario hijo de Fredecunda, q«eáe8to sazón ya era
muerta de enfermedad. Kete se disgustó eon Bruñe-
cliilde porque, ooa nueva injuria, Inilw» de (lar el
reino deTfioodoricoá un bijO <^ue eJ difunto dojá por
nirobre Sigibertó ', si biéa era bastardo. Pasó ei nego^
do á tas armas, y siendo Sigiberto desamparado de
los suyos y puesto en huida, dos hermanos suyes
imaiados Jorbo y Merowo, y U misma Brune^^^^^^
vinieron ai iwder de CtoUtio , lo que dicen sucedió el
año de 64c! Gorbo faeidego muerto, áMeroveo qiiwo
dar el venoedef li^ vida pot haberie en el baotiamo sa-
cado de pila. Contra Biíunechitóe (dieen) usé deía^
Yor severidad, porque cuatro ^«^^s Ja hizo azo^^^
leepues de esto , alada porloe eabello»¿ laooládf «»
cabkllo por domir , la hicieron peda«» , aia em^^g^
auf era Ljer degrande edad. Pecase «lovióel puebla
fcompii^in.ioau^aquedioenpers^^^
bosies perecieron diez r^l^nj^^'^^f^?^^
i\e\ p«eWo. Bn piíriiotiiar escnben que i p«^»
obispo de Viena , y áf Columbano varón ««to» '^;«
destmó , y a» olrodiólamuerle , ^'^««^^^S
se desanidaron A divirtgar patrañas y el vnteo á re«bh
las : vergonzoso descuido, 8¡ no eii»eiiihjru»queh
.nentira te podia descubrir; y s, lo en^^^
Liuva (asísc hallaba escrita el nombre de este rey en
las monedas antiguas) hombre muy poderosa y de
grande esperiencia deéosas , fue declarado por rey en
Narbona , do hasta entonces tuvo el gobierno como
virey que e^ a de la GaDIa Gótlilca. Sucedió e^ el ano
segundo del emperador Justino el mas mozo,<|ue te^
nía el imperio romano , y fue el primero que envió á
Longíno con nombre de exáf cM para que en lugar de
NarSte gobernase k Italia. Camenaó Liuva á remar
el año de Cristo dé 567, No hay cosa qud <fe contar sea
deste rey, salvo que el segundo ano de su remado
declaró ( teuvigildo«u hennano ,por fcompaflero del
reino con í«ual ^oder. Tomó pw st el sw^rto de>
Gallia Góthica por haber allí vmdo maso» orOmano,
y aun don Lucas de Tuy diCe, Jtuvo el imperio de U
Galli» por espacia de siete anos antes que fuese
rey de España. Las demás provincias sujetasátos go-
dos encomendá i su hermano , por cuyo cwdio espe-
raba que la república en muchas partes caída voí v eru
en su antiguo lustre* Si bien Uniaa en,tre las manos
grande guerra contea loa romanos , ane estaban apo-
derados de gran parte de aquella anchísima provmcia»
y la defendían no solo con sos armas, sino eso mismo
coa d esíuefzf y ayuda de algunos de loa godos, m
cuales , por las parcialidades que entre sí teiúan , se
recogían i loa romanos cosió á refugio comM.
TeiMa Leuvigiido dos hijos de su muiar Theodosia.
hija que fue de Séveríano duque y gobernaílor de la
mentira se podia dese«brir ; y si lo <«««jf;^" ' '!r i piiovincia Cártaflaense , hewnaua de Leandro , Ful-
desvergiieniaft^itaWe. Buenos autore^Or^^^ i P^^o? feidor^^^ Los hijos íe Leuvigildo
iifí esto es uiw pura tragedia toinádaíWj«^^^ i ^ Ermenegildo y Recaredo. Muerta Theodosia,
mmoresyhubllIlflsdelpiieWO'. YeeoüendMue^^^^^ UnvigUdo cmó coi Gosuioda que estaba viuda del
dades de Fredogunda y el castigo 1«fl«*^°> *^Jr i rey AthanagiWo, efi el mismo tJen^que por su ber
austrasiános fueran vencedei^es , ««tttieoio^oorao . i ^^ ^^^^^ ^ j^ compañía del reino. Hacho rey,
suele lafema y trocando ton nwnbres, á* na» «" ^o^o quier que íqese degrande esfuerzo, y señalado
buido á Bmnechflde prmcfe«j rehgiosa y.buena , oom» _ ja prudencia así eo guerra como ea pasi , sin alr-
lo muestran dos cartas de San Gregorio papa , para , i ¿¡laeion movió guerra i los romanos. Juntá-
.ü u.uc^tl^^ uu. ^^ ™. Gregorio papa, para
ella llenas de verdaderas alabanzas, además de mu-
chos-templos magníficos eifificados y sdornados eo
Francia á su costa , y gr*afi nfimero de cautivaa rescaj
lados con su dinero. ¿Por ventiira negarás qtte^sto sea
así ^ Meslrareraos mertiorias ciertas de todo eiro. ¿ ror
ventura ereerd alguno que laFes cosas hayan srdo na-
chas per mujer impía y cruel? No fe parece. '
Alléaase á este otro argumento maá fuente , y w n»
liaceren sn historia dé Francia GregoHpTuronense, |
que vivió en aquel tiempo , mención alguna desias
maUkdes. iPodfáse pensar que hizo estopor respetó
de Bruechilde uncscrttoí' francés y vatt)n de grtrtde
autoridad? ¿Por* véhtuf a el <}ue decfaró todas las mar-
dadcs y engañod de Fredegunda , y las miso por es-
erilo perdonará á una mujer extranjera? No m creo
yo. D¥ás que el rey godo por nombre^ Sfecbnto en w
vida de San Desiderio obispo de tieíiá cuenta muchas
maldades de Bmnechndfe, testifica que hho móíir
á aquel mártir, y que últimamente por vettgá^ d^
Dml pcrccióarrastrtldadncaballas. Fuerte arguihetlto
es este . si se probase büstantemelite que el autor dé
aquella vida fue el rey Ssebuto, y no maé aina otro
del mismo nombre mas moderno, que afirma i'ecocio
aquellos rumores del v^lgo con menor autondaíT y
dmgencia que sí fuera rey. Quede pues por cosa cierta
que BrunecMIde fue buena princesa y qtíe sm
embargo en aquellos tiempos muy perdidos la d^m-
ron de pecados ajenos ^seguii el Boccm lo óónéideró
primero que nos , escritor de ingenio pomo.mo
de grande diligencia y cuidado en rastrear la ^tlgüe-
j^ P. .. A r.. j« i5.,«in iTitiíiíÁ «TI ftn historia dO
cuna dilación movió guerra i los romanos. Juntá-
ronse las huestes de la una parle y ds k otra. Diíee
la batalla en los pueblos Bastetanos , que era donde
hoy está Baza. Perdieron la jornada vencidos los ro-
manos , con que fueron echadéí de toda aquella r^
gion. Demás desto la comaroa de Málaga fi» pueata a
fuego y á sangre : Medina Sidonía cerca del estrecho,
tomada de noche pef entrega que hizo de aquella cío-
dad un hombre llamado Framidanco. La ciudad de
Córdoba eataba levantada ,y no quería reconocer va-
sallaje después que i^eVicló al rey Ag»B , como queda
dicho : acudió alié, púsola debajo rf» so obediencia,
y coii ella muohos pueblos y cittdkdes al derredor y
aldeas con gran dafio de la gent»; mayormente del
campo que son loe que tnas radecen en el tiempo oe
las guerras. La comarea de Saberte , que no se sabe
en foé pérto de «apafia cay€«« , fbe asimismo mal-
tratada can robae y Ulas y ríuesia en sujeción.
fiSsUba acupado'Leuvigíldo'en estas cosas , cuando
falleció en la Gallia Lluvasu hermano el año de 372 ( l ) :
(4 ) Ea esite üeai^ se veri&có el segundo ooacUio de Bra-
sra , en el cual se dispuso : . . , j .u^
Que los obispos no pidan mas de dos sueldos por. su derecho
honorario , y no exijan It tercera parte de las obíaciODCs,
que debe emplearse ea las luces y rcparacioaes de \t$
idesiaSi ' . ' . ^
Qaa no recilMHrtegataa por iaa Ofdsaasíouaí.
Que DO se don iMa de Irea sueldos por el valor del Crwna.
Sue no se e^Ü* «inff« I!«!í»^íí^^ í.
la« i(rU>4isg' Dero se íes permite (lue uUQdan reaou- ms
dai;7des7Ú?s deVaulo Emilio en su historia de ^^^^7,^^^^^^
Francia. Esto baste en éste propósito : vof/amos con ^^¡S^i¿^^ u «anutencioa de los ministros y de
nuestro cuento á íes cosas de España. i„ j^eos. j:
nuestro cuento á íes cosas de España.
CAPITULO Xf.
De los reyes Liuva y Lcuii^ildo.
Después da la muerte de Attianagilde rey de los
visigodos que falleció en Toledo como queda dicho,
Que na se admiU la fuadaoldn de oaa iglesia eoa la eoodi-
cionque el ftindader paria Iaa eWacifoes oon loa miOi9it»
que la sirven, aqtes bien se Oi^pagaa los obispas par ser ua*
cosa muy detestable. .... , , '-t ««-a
Qué no se exija nada pior el bautismo de los uiüos ; pero
permite recibir lo que voluntariamente se ofreiea.
HISTOJUA DK ESPACIA.
rá[
reinó solos etnco anos, y aun algunos desle iiá-
iiwro quitan dos años. LcuVigíUio , sosegada^ tas co-
sa$ Hela pática^ y echados losromanos de todas atjue^
l|aspn>vineias, dióvoelta liácía la Cantabria 6 Vizcaya,
en qoe tomó por fuerza á Atpaya , otros la Ham<in
Arep;» , y otros Varegia , ciudad sin duda sHuada'en
éoatmihbre ; leinl que fo« firancesea acertaron , 7 w
engañaron los de España : milagro con que «ochas
feces por estpa tiempos, comoloAkeOrejjorioToro-
nense escritor de esta era , se mostivS y éntendté la
ver^d sobreesté puHto^ eaarafniiivertiwid de opinio-
nes sobre el<lia en q«e se oebia celebrar ia ^aecoa,
tre fiurgos y León. Lo demás de Ya Cantabrja que se liobo entré estas dos naclwfiee pof no estar asentada
esteodfa hasta AmaYa, fue destrozado y maUraCadocon dettodoiaratondel cómputo eclesiástico. Y aun por
robos y talas , mucnos revoltosos muerto^ , y en ente I tas tabtas de OiOnysio abad, míe sen las mismas de
número mi sacerdote, áquienSanlIlllan de la Cogulla
antes habia ^enunc^do la muerte, porque en una
junta de los principales de CanUbria no quiso dar fe
á su profeda. en que les avisaba de la destruccf en qne
seaparejabaa todaaqueHa provincia. Desde Cantabria
Kaso con las armas en Aquitania , do Aspidib gue en
tchidad Agerense,que hoyesAagen, no quena obe-
decer, aprendtó rnal su grado cuan peligroso sea oro-
bar la fuerza de tos reyes, ca vinieron á poder def rey
así fil como 3U muier y hijos después da haber per-
dido sus bieties. BI abad Biclarense dice que Aspidio
era én aq^uella comarca sénior, que es lo mtsmo que
ei mas nejo, dado 4ue aquella palabra la toma en
significación de tenorio y principado ; y es cosa ave-
riguada que los mas viejos deben imperar : de donde
en to de adelante, así en las memorias de España,
como eñ his aédooes de los concilios , principalmente
los que en tiempode Cario Magno se tuvieron enfran-
cia^ KM señores y píncipes se comeuzaroiñ 4 Bamar
séniores : to^uáiDre que desde aquel tiempo pasó ft
las lenguas vulgares de España, Italia, y dePi'ancia,
que esto gufere decü- señor.
f!?B €9 mismo año que murió Liuva;lffyroó como otros
escriben Aríamíro, gobernaba la nación de lo^ suevos,
y era rev por muerte de su padre que sucedió dos años
antes. En este mismo tiempo se tuvo et segundo con-
cilio Bracarense en Braga : halláronse en él doce
prelados de Galicia. Tuvo el primer fugar y mayor
autoridad entre los deibás Martino Dq^iense, ya me-
tropolitano de Braga. Con los decretos desté concilio
se confirmaron lossuevos en la religión recibida . Ayu-
dó otros! un milagro que sucedió por aquellos tiem-
pos en estamanera. Salió el re v de üu templo que con
advocación dé San Uartin^ oolspo de Turs, dijímcvs
edificó ^su padre ; un truhao contra la voluntad del rey
estendió Ui mano para coger uvas de una parra muy
liermosa que tenían delante la puerta del templo;
sécesele sObitameptela manó, enojado el rey mandó
se la cortasen, robóle el pueblo por él , y al un alean-
eól6 perdonase, fíizootrosf oración al santo, que, sin
embargo de la ofensa, le tornó la mano al ser de antes:
milagro y merced pdr la Quol todos gtorííicaron á Dios
y á su santo. En este mismo concilio de Btaga, ó
como algunos sienten en el que poco desoue^se jun-
Xiiap Luciéo, se v« que los ffdñceses acertaron. Con-
t^pprá^eo de iSregorio fue Dooito un mooge, eiquc
con (jüm setenbi covipañérM^e AlHoa pasó en Es-
paña, y con la ayuda y Hqueaás de una mujer pode-
rosa y tica llamada Mmicia , edificó^en'láttva (Berlín
que muchos entiendo'ÜeJ mo.n,a|3terio servitano. Fue
el primero como dice San Hdeftmso,que introdujo en
España la forou -déla, vida monMica: háse de enten-
derla que milita debajo de cierta regla en conventos
V en comunidad, porgue demongesefíiasarceionesde
m$ cOQcifíosde España se ^allaneefia mendon antes
dest09^iempos, mas ónoostaban atados con alguna
eh^cton devotos, ó esparcidos por los boSqücs ha-
<^an vida solitaria.
VoYvttmóscon ROe^ro cuento á'Letrvigido, el cual
sosegada*; Ips «IHeracíones de Aq«itania,<ioyGuiena,
dfó )a vuelta á España con determinación de echar
ptíT tietrael imperio de los suevos ^ue en ella durtira
tanto tiempo. Ktrey Myrotemfénme deipoder^ielos
gotfos^mie ya se metían haciendo ñ»fi^ porGalieia,
con emboaos que les envió para pe<iír paz , alcaneó
solamente treguas por ciertoüempo. OtorgóIaselClodo
lo uno porque no tenia Irastaote causa para Itircer guer-
ra i lossuevos, ni otra ocasión mas de lamiKtanca de
la religión en mejor; lo otro porque Lenvigíidoestar
ba encendiiló en deseo de hacer la guerra y destruir
uncjéPcilo de los romanos, ai <^at Justinot^uiperador
encomendaralagueiradelasfronteras de Esf^aña-Ln
primero que hilo Leuvfgüdo fue entrar por los mon-
te? de Orospeda, que ú las haldas de Moncayo se co-
mienzan á empinar, y pasando por Molina, Cuenca y
Segura y por la comarca de Granada, se terminan en
el estrecho de Cádiz. Ciertos montañeses, confiados
en la esperanza de ks lugares y de los montes, no le
querían obedecer; mas él con las armas y guerra los
sujetó. Con esto se hizo mayor ol poder de los^odos,
Íf el de los romanos se disminuyó, porque pos^eian so*
amenté y conservaban (con poca esperanza de se sus -
tentary prevalecer)un pemieño poitazode tierra hácíd
el mar, como yo pienso Mediterráneo.'
Antes qoe Leuvigildo comenrase esta guerra , dio
primero orden en las cosas de su reino y de su casa ;
y con intento de quitar á los grandes lá costumbre
m\\f recebida de elegir por sus votos los reyes, jun-
tó en Lugb, dividieron los obispados de Galicia , sus ¡ tamente, coq deseo que tenia de que ei reino se con-
aledaños v distrítos. División muy famosa , y que la ; tiñuase en su familia y descertdieA tes, declaró por sus
confirió el rey Wamba en la que el adelante hizo de
todos los obispados de su reino. Nótase en la división
de los obispados de Galicia, reipo de los suevo^ , que
al DblspoDnmiense^ qneporeatar aqueilaiglesiajunto
á fa ciudad de Braga no ten!^ dístrUoiilguno. señalan
por filigreses solo la r8inilta''de1 rey. Que di^Sia tener
la corte V casa real su obispo particular .' costumbre
que paso así Qiesmo a| reino de los godos , y oJgunos
pretenden se debería recovar en nne^tro tietnpo por
razones que para ello alagan, nj ñ*lvola$, ni de todo
punto concluyentes: asi nos parece. [40$ palabras del
concilio repéudas en laiUyision de Wamba son estas:
i la sede Dumiense pertenezca la fafniUa re^l.
El año siguiente según que lo pope Sigiberto. los
españoles celebraron Tíi fiesta de la Pascua á los doce
delaskalendasdeabríl.qvcesá veínley uno'de marzo:
los franceses á los catorce de las kaJenda.s de mayo,
es á saber á diez y ocho de abril: en el cual dia dice
que las fuentes del lufar Osseto , que se solian por si
mismastodoskisaños nenrhír, manaron romo era de
compañei'os en el reino á sus b^ Ermenegildo y
Becaredo. Para esto dividió la provincia y señorío en
tres partes: i.Ermenegifdo enoomendó el gobierno
de Sevilla, si bien Gregorio Turonense dice que de
Mérida. Del nombre de Reoaredo fundó la ciudad
llamada Beccopoiis , que es tanto como ciudad de Re-
carédo. en aqueHa parte donde Guadiela se junta con
él rio Tajo, ho lejos de la vMIa de Pastrana, como lo
atestlspa el inoro Rasis. Esta fundación ñie el año do
977. Sin embargo otros muchos pretenden que aque-
lla ciudad de Reccopolis se ñinaó en la Celtiberia, do
al presente está Almonacir, vulgarmente llamado de
Zorita, de sitio por su naturaleea muy fuerte y agrio.
Lo mas cierto óue Leuvigildo puso la sHIa de su reino
en Toledo, por donde desde aquel tiempo se comenzó
a llamar ciudad réghy y en el do adelante foe cabeza
yasieoJ;odclreinodelos godos, como hasta esta saüon
iiobiese estado en Sevilía. Dcstos principios se abrió
puerta para que aquella ciudad aleansase la dignidad
•le primada sobre lasdemús iglesias y ciudades de V*s
\'Ó2 . Bim.lOTECA DE
paiiu, según que en sus lugares se declainFá mas
amplamente.
Gobernábala iglesia de Roma por estos tiempos el
pontiGce BenedictosHcesor de Juan el Tercero : eliqí-
peno romano poseía Tiberio Segundo deste nombre,
sucesor de Justino llamado el mas mozo : por este mis-
mo tíeinpo Al y ro rey de Itfs suevos hizo guerra á los
de la Rioja : no se sabe por qué causa , solo se refiere
los venció y desgojó de sus bienes , j por conclusión
los sujetó á su señorío. Llamábase antiguamente aquel
pedazo de tierra Ruccones, por lo menos ^sí la llama
el arzobispo don Rodrigo : es grande su fertilidad y
frescura I los campos tan á propósito para sembrarlo
de trigo y que muchas veces acuden veinte por uno*
CAPITULO XII.
De la guerra de ErmenegiMo.
Irgurdb , hija de Sigiberto rey de Lorena y de Bru-
nechUde, casó con Ermenegildo año de nuestra salva-
ción de 579. Era esta señora nieta delareinaGosuin-
da y de Athanagildo , por donde con este casamiento
emparentaban entre sí aquellas dos familias reales:
traza con que el rey Leu vigiido pretendía asegurar su
reino y el de sus hijos, majormente que á este nue-
vo parentesco se allegaba juntamente el de los re-
Íes flrancos , con quien asimismo emparentaba. Vino
ngunde de Francia con grande acompañamiento. Su
abuela Gosuinda la tuvo* consigo algún tiempo con
muestras de amor y de alegría muy grande: hacíale
todas las caricias que podía á proposito de ganarle
la voluntad y obligarla con estos halagos á que deja-
da hi religión católica abrazase la secta de Arrfo y
de nuevo so bautizase como lo tenían de costumbre
los arríanos. Ingunde ño daba orejas á esto, ni quiso
venir en manera akuna en lo que su abuete preten-
día : decía que conforme á la costumbre cristiana ha-
' bia recebído el santo bautismo debajo la invocación
de la Santa Trinidad , y que en esta fe y creencia
eretendia mantenerse hasta lo postrero de su vida,
a abuela , como mujer que era soberbia y cruel ^ y
no menos fea en las costumbres que en el cuerpo, ca
le faltaba el uno de los ojos , no pudo sufrir que aque*
Ha moza hiciese poco caso de sus amonestaciones:
embravecióse en gran manera : pasó tan adelante que
le dijo muchos baldones, ultrajesy denuestos; y aun
cierto día puso en ella las manos , y asiéndola por los
cabellos , la arrastró por el suelo hasta hacerla reben-
tar la sangre: otra vez la hizo caer en una piscina ó
estanque a grande riesgo de la vída^ logunde no se
movía per estos malos tratamientos , ni aflojó por
ellos en lo que debía, antes se entiende qué por su
diligencia mas que por otra causa Ermenegildo su
marido comenzó á tratar de hacerse católico. Alle-
gáronse á esto Jas amonestaciones de San Leandro
obispo de Sevilla » que como le sintiese inclinado á lo
mejor , le animó j enseñó todo lo que á la verdadera
religión pertenecía. Tuvieron comodidad para comu-
nicarse ae espacio á causa que el rey Leuvigildo se
era ido á lo mas interior de España , que es el reino
de Toledo.
Estaba por este tiempo desposada ron Recaredo
una hija del rey Ghilperico de Francia y de Frede-
gunde , llamada Ringunde : venia á verse con su espo-
so, según lo tenían concertado; llegó hasta Tolosa,
donde por un aviso que vino de la muerte de su pa-
dre, que le mató Landrico su condestable como arri-
ba queda dicho , de repente se volvió á su tierra sin
pasar adelante. Pesdida pues la esperanza de que
uquel casamiento se bebiese de efectuar, Recaredo
casó adelante con una señora por nombre Bada , cu-
yo Hnaje y nación no se sabe: quién dice que fue de
la nobilísima sangre de los godos, su padre Fonto,
ronde du io8 Piitrímonios. Solo consta que á la mis-
fim 8a/.on que el rey ^euyl^i|do ^ pcujpaba en dar
GASPAR V ROIG.
orden en estos casamientos, Grmmiegjldo su hyo de
Uxio punto se pasóá la parte de los católicos. La mu-
danza deste principe en la religión dio ocasión á una
guerra nray pesada y muy larga entre padre y íújo.
osuinda, que debiera terciar bien y aplacar el áni-
mo de su marido, parte por la braveza de su corazón,
Í^arte por ser como era madrastra, encendía mas el
üego y irritabael corazón del rey yiiue de suyo es-
taba muy apasionado por aquella causa. Antes que
viniesen á las manos, v que los desabrimientos llega-
sen á rompimiento, intentó el padre de reducir su
hijo por buenos medios á su Voluntad. . Despachóle
embajadores, y escribióle una carta desta sustancia:
«Mas quisiera, si tu vinieras en ello, tratar de nues-
otras haciendas y diferencias en pcesencia que por
»carta porque qué cosa no alcanzara de tí sí eütuvie-
»ras delante, quier te mandara como rey, quier te
Dcastifiara como padre? Trajérate á la memoria los be-
(«neficios ;[ regalos pasados, de que parece con tu in-
»¿onstanc¡a te burlas y ^aces escarnio. Desde tu oi-
nqez (puede ser con aemasiada blandura) te crié y
uamaestré con cuidado, como miien esperaba serias
))rey de los godos en mí lugar. En tu edad mas ere-
9ciaa antes que lo pidieses, y aun lo pensases, te di
»mas de lo que pudieras esperar , pues te hice cona-
spañero de mi reinado , y te puse en las manos el
»sceptro para que me ayudases á llevar (a carga, no
Dpara que armases contra mí las gentes estrañas, con
oquien le pretendes ligar. Fuera de lo que se acos-
ntumbraba tedíiiombre de rey, para que contento de
«ser mi compañero en el poder me dejases en el pri-
nmer lugar, y eñ esta misma edad cargada me sirvie-
»ses de arrimo y me aliviases el peso. Si demás de
» todo esto deseas alguna otra cosa, decláralo á tu pa-
«dre; pero si sobre tu edad contra la costumbre alien-
nde tus méritos te be dado todo lo que podías imagi-
»nar, por qué causa como ingrato impíamente , ó
))Como malvado fuera de razón , engañas mis espe-*
nranzas y las truecas en dolor? Que sí te era cosa pe-
nsada esperar la muerte deste viejo y los pocos anos
»qu6 naturalmente me pueden qu^ar, ósi por ven-
ntura llevaste mal que se diese parte del reino á tu
nhermano, fuera razón que me declararas su senti«-
»miento primero, y finalmente te remitieras á mí vo-
nluntad. LA ambición sin duda y deseo de reinar, te
vdespeña, que suele quebrantar las leyes de natura-
vileza, y desatar las cosas que entre sí estaban con
»perpétuos ñudos atadas. Escásaste con tu concíen-
»cía, y cúbreste con el velo déla religión, bien lo veo,
Den lo cual advierto que no solamente quebrantas las
nleyes humanas , sino que provocas soore tu cabeza
ola ira de Dios. De aquella religión te apartas , guia-
ndo solo por tu parecer, con cuyo favor y amparo el
nnombre de los godos se ha aumentado en riquezas
))y ensanchado en poderío. ¿Por ventura menospre-
ociarás la autorídaa de tus antepasados ^ que deoías
ntener por socro^anta, y por decnado sus obras? Es-
»to solo pudiera bastar para que considerases la va-
»nidad de esa nueva religión, pues aparta e| hijo del
npadre , y los nombres de mayor amor muda en odio
»mas que mortal. A mi , hijo , por la mayor edad toca
Del aconsejarte que vuelvas en ti, y como padre, man-
»darte que dejado el deseo de cosas dañosas, sosíe-
»gues tu corazón. Si lo haces así^ fácilmente- alcan-
Dzarás perdón de las culpas hasta aquí cometidas, si
nacaiso no condesciendes con mí voluntad y me fuer-
»zas á tomar las armad, será por demás en lo de ade-
»lante esperar ni implorar la misericordia de tu padre.»
Dio esta carta mucha pesadumbre á Ermenegildo
como era razón ; pero determinado de no mudar pa-t
recer , respondió a su padre , j le escribió upa deste
tenor: «Con paciencia y con igual ámmo , rey y se -
))ñor, he sufrido las amenazas y baldones de tu cart^,
»dado que pudieras templar la libertad de la lengua
vy la cólera , pues en ningupa cpsa tf h^ erradp. A
HISTORU DE ESPAÑA.
lo3
ntus beneCtios que yo también eonfieso son mayo-
»res qae mis merecimientos , deseo en algún tiempo
ncoirespender con el servicio qne es razon^ y perma-
xinecer por toda la vida en la reverencia que yo estoy
nobUgado á tenec á mi padre. Mas en abrasar la reli-
9gion mas segura , que tú para hacerla odiosa llamas
»niieva, nos conformábamos con el juicio de todo el
»iDundO| además de otras muchas razones que hay
upara abonaUa. No trato ousi sea mas verdadera: cada
»caai siga lo que en esta pdrte le pareciere, á tal que
»8e nos conceda la misma libertad. Atribuyes la bue*
iim andanza de nuestra nación ala secta arriana que
«siguen por no advertir la costumbre que tiene Dios de
«dar prosperidad, y permitir por algún tiempo que
wDasen sin castigo los que pretende de todo punto
fiaerríbar ; y esto para que sientan mas los reveses y
»el trocarse su buena andanza encontrarlo. Y que la
»tal prosperidad no sea constante ni perpetuadlo de-
nclnra bastantemente el fin en que por semejante ca-
rmino han parado los vándalos y los ostrogodos. Que
«si te ofendes de haber yo mudado partidcf sin con-
«sultar el primf>ro, séame lícito que yo también sienta
«que no me des lugar y licencia para que estime en
«roas mi conciencia que todas las cosas, por lo cuaisi
«necesario fuere, estoy presto de derramar la san^e
«y perder la vida; ni es justo ijue ej padre pueda con
«SQ hijo mas que las leyes divinas y la verdad. Suplí-
«co á nuestro Señor que tus consejos sean saludables
«á la república , y no perjudiciales á nos que somos
«tus hijos; y que te abra los ojos para que no des ore-
nías á chismerías y reportes con que tú tencas que
«llorar toda la vida, y a nuestra casa resulte mfamia
«y daño irreparable por cualquiera de las dos partes
«que la victoria queaare.»
Estaba el pueblo dividido en dos parcialidades: los
católicos , que eran en gran número y teaiaii menos
fuerzas , seguían el partido de Ermenegildo , quién
en público, quién de callada. Los arríanos eran mas
poderosos, y tomaron la voz de Leuvigildo. Grej^orio
Turonense dice que Ermenegildo cuando le ungieron
en la frente y le confirmaron (que era la mnnera co-
mo recebiao en la iglesia á los arríanos ) mudó el nom-
bre antiguo que tenia en el de Juan. Contra esto ha-
cen las monedas de oro batidas como parece en lo
mas recio de la guerra para que sirviesen, aloque se
entiende , como de insignias y divisas á los soldados;
que son de buen oro, y tienen de una parte el nom-
bre y rostro de Ermenegildo, y por reverso una ima-
gen (le la victoria , con estaspalabras (i): hortore hu-
ye DEL REY : aludiendo á la sentencia de San Pablo,
en que manda que el hereje después de una segunda
monición sea evitado.
Buscaron los católicos socorros de lejas tierras y
para esto Leandro fué por mar á Gonstantínopla do
estaba Tiberio Augusto. Leandro de monge benito
fue promovido en prelado de Sevilla: era persona de
singular erudición y aprobación de costumbres y no
menor suavidad en su trato, la elegancia en el estilo
y en las palabras era muy grande: cosa que en aqurjl
tiempo se podía tener por milagro. Poco efecto y pro-
(i ) Las palabras que se leen en las que están bien con-
s^^rvidas son : Reffi á Deo viia, que qoierea decir: Díoii
dé Yída al rey, ó Dios oonsenre la vida al rey.
vecho hizo á lo que parece la ida de Leandro en loque
se pretendía; pero bailóse en un concilio de obispos
en aquella ciudad, y trabó familiaridad grande con
San Gregorio que tuvo después renombre de Magno,
y entonces era legado en Gonstantínopla del papa Pe-
íagio Segundo. La semejanza de la vida y oe tos es-
tudios fue causado que trabasen la amistad, de que
dan muestra los libros de los Morales que á persua-
sión de San Leandro y en su nombre San Gregorio
publicó.
Los principios de esta guerra concurren con el afio
580: ano que fue desgraciado al pueblo cristiano y
aciago porque en él nació en Arabia el falso profeta
Maboma , caudillo adelante y cabeza de una nueva y
perversa secta, de quien se hablará otra vez en su lu-
gar. Fortificó Ermenegildo á Sevilla y á Córdoba: pro-
veyólas de trigo , de almacén y de todo lo necesario
para todo lo que sucediese , ora la guerra se prolon-
gase.' ora las apretasen con cercarlas. Hizo alianza
con los capitanes romanos. Entrególes para seguri-
dad á su mujer, y un hijo que poco antes le había
nacido; fuera de que , si sucediese^ algún desastre,
quería estuviesen lejos del peligro delaguerra lasdos
cabezas que él masamat^a. Por el contrarío Leuvigil-
do, visto que no podía ganar á su hijo ni por miedos
que le ponía, ni por promesas que le hizo, acordó de
acudir á las armas y á la fuerza. Para salir mas fácil-
mente con su intento, loprímero que hizo fue por me-
dio de mucho oro que dio á los romanos , atraellos á
su partido cómo hombres que se vendían á quien mas
pujaba, sin tener cuenta con la fe, y sin mirarlo que
tenían concertado con su hijo. Inclináronse pues y
abrazaron aquella parte do esperaban sería mas cier-
ta la ganancia y el interés mas colmado.
Tomado este asiento, trató juntamente aquel rey
de concertar en cierta forma los católicos con los ar-
ríanos , por constarle que la diferencia de la religión
era causa d^ aquellas revueltas y daños. Para esto
juntó eu la ciudad de toledo un concilio de los obis-
pos arríanos, en que se decretó lo prímero , que se
quitase la costumbre de rebaptizar, como lo tenían
antes en uso , á los que déla religión católica se pa-
saban á la secta arriana. Decretaron otrosí sobre la
cuestión tan reñida entre católicos y arríanos, que
entre las personas divinas el Hijo era igual al Padre :
pero esto fue solo de palabra, que la ponzoña y per-
versidad de antes se les quedaba en sus corazones
muy arraigada. Todavía esta ficción y engaño fue par-
te para que mucha gente simple, como quitada la
causa de la discordia , unos claramei;ite se apartaron
de Ermenegildo , otros defendían en lo de adelan-
te su partido mas tibiamente. La mayor parte de la
gente, movida del peligro que amenazaba, y por aco-
modarse con el tiempo, quisieron mas estara la mira
que entrar á la parte, y por la defensión de la religión
católica poner á ríesgo sus vidas y sus haciendas.
Pasáronse en estas cosas tres años. En esle tieni-
£0 muerto el emperador Tiberio, otro que se llamó
[aurício le suceoió en el imperio romapo. El rey Leu-
vigildo nó se descuidaba , antes en todos sus estados
hizo grandes levas de gentes con que movió contra
su hijo. Marchó con su ejército hasta lo postrero de
Andalucfa, y puso sitio sobre Sevilla, ciudad famosa,
Srande y rica. Tenia poca esperanza que los cérca-
os se rindiesen por su voluntad por estar aficiona-
dos á su hijo V prevenidos de su prelado Leandro.
Acordó usar de fuerza , y juntamente valerse de sus
mañas. Pasa por aquella ciudad Guadalquívv , tan
caudaloso y de tan grandes acogidas de agua , que
tiene fondo bástanle para gruesas naves. Pare-
cióle seria bien impedirles la navegación , y que por
el río no puiiiesen entrar provisiones, y para esto sa-
calle de madre y echallo por otra parte. Era esta em-
presa de grande trabajo y obra de muchos días. Por
esto una legua mas arriba de Sevilla para hacer sus
ibl umuoTbCA
tistaocias reedificaron los mtirosde Uanti^nlUlica,
cuya magníficeDcii bd tiempo de ios roiiMium fae
grande, y della dan bastante muestra las roinaa que
alDse ven, donde en nuestro tiempoestá dmonaste-
río famoso de San Isidro (1).
Myro , rey de los suevos , si bien era católico, acu-
dió con au gente en favor de Leuvigilrio; mes pagó
tan grande maldad según se entendió con la muerte,
ca falleció durante el cerco de SeTílla. Sucedióle Ebo-
rícosu hijo, Gregorio Turonenaa dice al contrario
deslu , es i saber que Myro siguió el partido de Er-
menegildo , y que concluida la guerra , se concertó
con Leuvigitdo, y vuelto á bu tierra íiiJIeció pocodei-
pues de enfermedad que le sobrevino en aquel cerco
por ser el aire malsano y las agnaano buenas. Echa-
'n pues el río por otra parte: coo qne ¡M cercadoG
is como ignorante que estaba de que habian
mudado partido y pasádoss á sus céntranos. Luego
que partió Ennenegil^ , Ib ciudad ae entregó i su
padre, que fue el año del Señor de 686,
No se contentó con eeto Leuvigildo , ni paró antes
de haber li lasmanosásuhtjo. Enlamanemcomole
prendió no concuerdan los autores: quién dice qoe,
vista la mala acogida que le hacían los romanoi y su
deglealtad, díól&vueltaá Córdoba, y qne aquellos
ciudadanos por alcanzar perdón de su padre se lo en-
tregaron, que & los ctid»s todos les folian, Tumoen-
se «a por otro camiDO, y afirma qwele preBdieron en
et logar de Osseto , dome conrwnie á m qoe de suso
dicho . la pila del bauüsnw todoe k» años de
queda dicho , la pila del bi
suyo se bsnoifa oe agua.
ReooffiÓBe GnnenegiMo en aquel lugarporser muy
fuerte piua, ysus morederes i él muy aficionados:
metió consigo hastt (rescientoB •oMados Asoondos,
y las deoiis gentes dejó en aoa r«ales que (abib por
allí cerca. Pensaba, siso padre nsaba de faerca, aco-
meterle por frente ypw US espaldas. Hacía lacueala
sin parle i y asi socMié t«do si owtrarío ; por que
Leuvigildo avisado dd intenta de su hijo , como es
cosa ordinaria qM en discordias civiles «anca faltan
espías secretas, con preste» ganó por la mino y
deshilo aquellas trazas. Acudió pnes con dilüenciB
sobra aquel lugar, ; apoderado del pueblo , Cb poto
fuego por todas partes. Emen^ldo, perdida Ja es-
peranude poderse defeoderise rocogió al templo, si
por ventara con eatretenerse algún tanto se aplacase
la saña db su padre. Iba eo compañía de LeoTigildo
el otro hijo Recaredo, que si bien era menor en h edad
en la nobleza de corazón y en la (MudeBcia igualaba
á su hermano. Pidió licencia i su padre y locar A au
hermanopara verse con él. Coacertada lahabia, y en-
trado que hubo en el templo , por algún espacio de
tiempo sedetuvo sin poder decir palabra, como sue-
le acontecer cuando el dolor, la ira y el mieda son
muy grandes (2).
La abundancia de las lágrimas y el sentimiento le
quílnhan la habla ¡mas despueí que sosegó a^nintan-
lo: lilDeconiion, dice, (lacees dolerse por el dea-
uman de los suyos , y no poner otro remedio sin
nlígrimsB. Tu desventura mi es solo luya , sino nues-
utra , * todos nos tora d daño , pues entre padre y
nhermanos no pede haber cosa alguna apartada. No
tin ditnia ie reuptío por
e podta muy bien lideane
(1 1 El mflteatro e> nni de hiroinsa ...
oftetv eiie nntifruo emporio de la domlnacioa cartaciiKsa j
Je la itHUBTia , que obtuvo en llempe de Adriano si título de
rolonia. Siliendo del portan» de 9aDlip0M«, camino ds
Eílremadiira.seenrnealTB la gradaria perfectamente un-
servadi de esta mifinlBca obra y lo) snbterrtneos de ladrilla
•bovedjilos, llamidos boj leoneras, qne tal vei sirvieron
tara. enri erro de las Beras míe se lidiibin. Desgraciadamente
i ienorand» de nn» autoridad pollüpa -" ""•"'n» •*"• h»
hecho volar parte de (
sejniir la traía de on ,-- ^ , - .
veinte varas : aquel resto qnedú voiida coom lo demuestra
el dibujo que' arooipiñiiDoa ,- y et camino no m hiio. Muchoa
de eatoi actos de barbarie tiene que deplorar la arqueologia
Habi» también infitpatros en Cldií , euyo» reatos ae des-
cubren cerca déla puerta del Muro, en Cartagena, del cual
sereconofe nerfectamenle el irea, dondese veriflcó.eldeta-
fio de Corbia y Orwa ; y en Jereí de la Frontera . Chaveí,
BtTMkma, y otras machas ciodadeg notables en aquello*
tiempos loa babia de lucha y esgrima.
Notoria ea la eipleadidei J migniBceoeia de los romanos
en punto i diTeríiones publicas ; y de ello aon buea testimo-
nio iii los anfiteatros aue acabamos de mencioDSr, como los
teatros de Tanafons, Míridí , Murvtedro , CoruEa del Con-
de , Callona , Eíija . Sevilla y otros de que nos quedan alRU-
uns vcíligios 6 mención en las búloriat y las lipidas. El mas
nquiero reprehender tus intentos, hi etcelo de la re-
nligion , aunque qué razón pudo ser tan bastante pa-
»ra tomar las armas contra tu padre? Tampoco me
aquejo de los que con sus consejos te engañaron. Lti
ucoeas pasadas mas fácilmente se pueden llorar qne
«trocar. Esta es (mal pecado) la desgracia destos
ptíempoa, que por estar dividida la genle « reinar
«entre todos una pestilencial discordia la una'parcia-
nuesuo poeta nara». Auenis usía lo* etrtM y noaraHi-
qviat, aquellos principa Imenla para tai corridaí jjueffo*
ihnniBticM j esta* para lo* limnlaeroa de combates Davilei.
Lo* dreot tenían forma oval por un lado y lo* cerraba por
otro una pared horizontal: en el centro se levantaba la lu-
pina , alrededor de la cual ae hician !aa corridas 1 pié , i
caballo 1 en carro que se concertaban , y en ambos eslremos
del Mlailia estaban üsmttaió lérmuiosdeJa carrera. Los
'principales eran los de Hnrviedro, Tarragona y Itéridí qne
lenian desde 1,900 i 1,000 pies de largo: del prinleroEe
conservan eo bastante buen estado las paredes eaterioret. —
IjB naomaqnias lenian prózitnamente la mlsnn rsteosion y
forma de los f irco* , pues se sabe qne la de Kjridí en sdi
l,iOO pie* de lartni. cooiervaba la misma Bgura oval y es-
taba rodeada de srcoi y ^derlas: en Calahorra se recono-
cen todavía SD área y los conductos para el airua,
(2) La anterior inscripción, copiada literalmente de la
piedra ea que eiiste, trasladada de una posesión de los car
tojos en Álcali de Gnadaira al monasterio de los mismos de
Sevilla . ^Dode ae conserva empotrada en la pared posterior
del saínrio de la iglesia , prueba la persecución que suFríi
San ETcmenegildo por la proreaion de la fe religiosa que ibra-
lara. La Academia de Sevilla pubHcA eiacUmeote cooformc
esta inscripción; pero no la presentó, como nofoirn* h>hu
remos, con la misma forpu de sn letra.
HISTORIA DE ESPA.MA.
155
olidady ia otraha pretendido tener arrimo en nuestra
»casa,. que es la causa de todos estos daños. Resta
»Tolfer los ojos á la paz para que nuestros enemigos
»DO se alegren mas con nuestros desastres. Lo <]ue
Mójala se hobíera hecho antes de Teñirá rom pimicn-
»to ; pero todavía queda el recurso á la misericordia
iipalema : si de corazón pides perdón de lo hechO;*
ttque será mejor acuerdo que llevar adelante la perti-
nnacia y arrogancia pasada. Por lo-de presenté y por
nio que ha sucedido, debes entender cuanto mejor
>i9erá seguir la rozón con seguridad » que peserverar
ncon peligro en los desconciertos pasados. Acuérdate
»que en la adversidad suele ser muy'necesaria la pru-
ndencia, y que el ímpetu y la aceleración te será muy
»perjudicia]. De mi parte te puedo prometer que si
»>de voluntad haces lo que pide la necesidad, nuestro
npadre se aplacará, y contento con un pequeño cas-
nligo te dejará las insignias y apellidos del rey.»
Confirmó estas promesas con juramento , hizo lla-
marla su padre , y venido que fue , Ermenegiklo con
un semblante muy triste se arrojó á sus pies. Reci-
bióle con muestras de alegría: dióle paz en el rostro
que fue indicio de querelle perdonar; mas otro tenia
en el corazón: hablóle algunas palabras blandas, y
con tanto le mandó llevar á los reales ; poco después
quitadas las insignias reales, le envió preso á Sevilla.
Kl abad Bíclarense dice que le desterró á Valencia, y
que murió en Tarragona. La verdad es que en Sevi-
lla á la puerta que llaman de Córdoba, se muestra
lina torre muy conocida por la prisión que en ella
tuvo Ermenegildo, espantosa por su altura y por ser
muy angosta y escura. Dícesc comunmente que en
ella estuvo con un pié de amigo atadas las manos al
cuello, V que el santo mozo no contento con el tra-
bajo de la cárcel usaba de grande aspereza en la co-
mida y vestido : su cama una manta de cilicio , y él
mismo ocupado en la contemplación de las cosas
divinas sospiraba por verse con Dios en el cielo^
donde esperaba ir muy en breve.
Cn esta forma de vida perseveró hasta tanto que
llegó la Gesta de Pascua de Rtisurreccion que aquel
año cayó á catorce 4fi abril, y fue puntualmente el de
Cristo de 586, según que se entiende por la razón del
cómputoeclesiáslico, si bien algunos de este número
quitan dos años. El arcipreste Juliano quita uno, mas
r-l abad Biclarense señala que Ermenegildo murió el
1 creer año del emperador Mauricio , lo cual concuer-
da con lo que queda dicho. El caso sucedió de esta
manera: Leuvigildo con el deseo que tenia de redu-
cir á su hijo, pasuda la media noche le envió un obis-
po arriano para que conforme á la costumbre que
tenían los cristianos, le comulgase aquel día á fuer de
los arríanos. El preso visto quien era , le echó de sí
con palabras afrentosas. Tomó el padre aquel ultraje
por suyo , y de tal suerte se alteró que sin dilación
envió un verdugo llamado Sisberto para que le cor-
tase la cabeza : bárbara crueldad y Itereza que pone
espanto y grima. Era Ermenegildo de condición sim-
ple y llana, cosas que sí no se templan, suelen acar*
rcar daños y aun la muerte. La memoria desfe santo
mártir se celebra en España de ordinario á catorce
de obril , dado que en algunas iglesias se hace un
día antes. El lugar de la prisión adelante se mudó en
una capilla con advocación del santo.
La devoción que con él antiguamente se tuvo fue
muy grande , como se entiende así por lo dicho, co-
mo de que muchos , así varones como hembras , se
llamaron de su nombre Ermenegildos , Ermesindas,
Rrinenesindas; y aun los- sobrenombres de Armeñgol
Ermengando de que usaron los españoles, entienden
albinos se tomaron del nombre de este santo. Lo
mismo se dice de Ermegíldez y Ermildez, que tienen
terminación aun mas bárbara. No se sabe donde esté
al presente su cuerpo, ni aun se averigua bastante*
méate el lugar en que á la sazón le sepultaron. Un
hueso suyo dentro do una estatua de plata muestran
en capilla particular de la iglesia Mayor de Zara-
^'oza. Gobernaba por estos tiemnos la iglesia Romana
Pelagio Segundo. Gregorio el Magno sucesor de Pje-
lagío relató como cosa fresca la muerte de Ermene-
gildo. Allí dice aue junto al cuerpo del mártir se oyó
música celestial, cierto de los ángeles , que celebra-
ron su entierro y sus honras de. que el cruel ánimo
de su padre le privó. Añade que corría fama y se de-
cía que en el mismo lugar de noche se vieron luces
á semejanza de antorchas. Estas cosas, y la muerte
del verdugo Sisberto muy fea que le avino muy en
breve, aumentó en gran manera la devoción del már-
tir. Al presente se ha acrecentado notablemente
después que el papa Sixto Quinto puso el nombre de
Ermenegildo en el calendario romano con orden y
mandato que en toda España se le haga fiesta á los
catorce días del mes de abril.
CAPITULO XIII.
De la muerte del rey LeuvigHdo.
Luego que logundis tuvo aviso de la prisión y
muerte de su marido, pasó en. África llena de amar-
gura y de lágrimas. Los capitanes romanos que la te-
nían eif su poder , acordíaron enviarla juntamente
con su hijo por nombre Theodorico , y nacer della
presente al emperador Mauricio. Por el contrarío k)s
reyes de Francia Childeberto hermano de Ingundís,
y Guntrando su tío , príncipes valerosos y bravos se
aparejaban para vengar con sus armas aquella injuria
y la muerte de Ermenegildo. Recaredo, avisado des
tos apercebimientos, para ganar por la mano rompió
con sus gentes por la Francia y portas tierras de los
enemigos : apoderóse por fuerza de un castillo muy
fuerte en el territorio de Arles, que se llamaba Uger-
no. Taló demás desto y dio el gasto á todos los cam-
pos comarcanos. Fue grande el daño que hizo , y
mayor el espanto que puso en toda aquella gente:
por esto se trató de hacer paces, y para efectuarlas
despachó Leuvígildo sus embajadores ; pero no aca-
baron cosa alguna á causa que demás de los agravios
pasados las gentes y armadas de los godos de nuevo
tomaron ciertas naves francesas en las marinas de
Galicia con los hombres y todo el haber que traían v
con que venían á sus contrataciones. Esto^ irritó
tanto á los franceses , que sí bien se despaclfó otra
nueva embajada sobre el caso , aquellos reyes , ma-
yormente Guntrando, no quisieron dar oidosá lo que
los godos pedían.
Quien dice que Recaredo desde Narbona rompió
segunda vez por las tierras de los francos, y de nuevo
dio la tala á los campos muy fértiles de la Francia.
Childeberto como al que tocaba de mas cerca este
dolor , y por el deseo que tenia de vengar á su her-
mana y á su cuñado, y tomar la enmienda debida de
tantos desaguisados, convidó al emperador Mauricio
(cuya amistad poco antes había él menospreciado)
para juntar sus fuerzas y armas contra los longobar-
dos y contra los godos , que estaban apoderados los
unos de Italia y los otros de España. Tomado este
Msiento, un gran ejército de franceses pasó en Italia.
Mostróse el enemigo al principio temeroso, no quería
venir al trance de la batalla: por esto los francos, y
por ser de su natural muy confiados , se descuidaron
de tal suerte, que los contrarios dieron sobre ellos
á deshora con tal orden que al punto los vencieron y
desbarataron ; no refieren el numero de los muertos,
solo consta que fue la mayor matanza que en aquel
tiempo se4iizode los francos. Este revés sin duda
hizo que Childeberto se humanase para con los go-
dos, mayormente que el emperador ocupado en otras
cosas ayudaba mas á sus compañeros con el nombre
3ue con las fuerzas, además oe la muerte de Ingun-
is hermana de Childeberto , que se supo enesla sa-
1S6 niBLIOTECA DK
zon, y era la causa dostos buUicloB f gperra : quién
dice que ralleció en Arrici , quien en Sicilia, ca no
concuerdan los aulores, como tampoco no se sabe lo
que se liizo {le su hijo. Solo reüeren que le Itevaron
al emperador: debió fallecer poco después de la raa-
lira, mas diclioso en esto que si huérrauo, desterrado
y pobre y cautivo viviera mucho tiempo. Mdiimo dict;
qaemuriii en Pnlerniola madre, y el bijo poco des-
pués en Constan ti nopla.
En este medio en España el rey Leuvigildoporel
dcieo que tenia de apagar la catálica relimen, cansa
coma él entendía de tantos dañosy males, desteiraba
los Taronei mas santos (<) de todo su runo, como
GASPAR T R(\ir..
los que conservaban y maoteniaa el culto de la ver-
dadera religión. En particular datterró lo« dos her-
manos y prelados Leandro de Sevilla y Ful^Dcio de
Ecija: estaba contad ellos initido príncipalmaiiG
-uno de los varones mat señalados de aquel tiempo.
HÍEole venir á Toledo, y desde allí despuea de mu-
chas afrentas que te hizo , te envid al destierro , lolu
por mostrarse constante en la religión calAliá, y
[lorque no quiso manifestar al rey y entregalle Isvei.
tidura de Sanie Olalla por miedo de los arrisDOs. Pu-
sieron en lugar áh Hausona y nombraron por anobis-
po un grande arriaoo llamado Sunna. Sucedió un
roilagru al partir de Uauscma para muestra de su
inocencia , y fue que el cab:illo en que le pusieron
para llevarle al destierro , sin embargo que era por
domar y muy feroz, recibid sin diOcultad sobre si el
santo varón. Muchos otrosobJsDos fueron al destierro,
y pusieron otros en su lugar: de que se entiende pro-
vediú que sosegada la Iglesia acaecía (contra lo que
disponen las leyes eclesiásticas) haber dos obispos
de una ciudad , como se ve por las memorias públi-
cas de aquel tiempo. Parece Que adelante con deseo
déla faz, cuando se convirtió Espoñn, eeintrodujn
esta novedad que loi unos obispos y los otros que-
dasen con BUS oficios.
(1) La canta de la irritación de Uuvi^ldo contra to« ca-
UlbiM ñie qne le declararon por bu hija Ermenesildo, i
quiea st vid aa la preciaion de reducir i la ctteAeneu por
laianDuhdcia loeaSoaSSOyei.
Ue las rentas do las iglesias se apoderó el avariento
rey sin alguna resistencia : derogo los privilegios de
lis eclesiásticos : diú la muerte d raucboe hombres
principales parte por causas verdaderas , á otros por
testimonios que les levantaban y calumnias que tes
arrimaban, decuyos bienes enriqueció el patrimonio
real. Lo que con esta caruiceria principalmente pre-
tendía era que ninguno de otro linaje pudiese aspirar
al reino. Muchos quebrantados con estos males , no
solo del pueblo sino de los principales en riquezas y
nobleza, bc sujetaron á Ja voluntad del rey y pasaron
á la secta de losarrianos. Entre estos Vicencio obispo
de Zaragoza , como se hieieae arriano, con el ejemplo
de su inconstancia trajo otros muchos ai despeñade-
ro, si bien Severo obispo de Málaga y Licioíano obis-
po de Cartagena sus contemporáneos escribieron
contra lo que hizo. Dura hasta nuestra edad el libro
de Licinínno, de quien atestigua Isidoro que escribió
muchas epislolas á Eutropiu obispo de Valencia, y
qne hlleeM en Constantínopla , i lo qae m entiende,
beido de la nbU del rey.
Ea «pella ciudad Juan abad Biclarense natural de
StDtiren en Portugal, gastó porcauaade los eatudioB
ea SD menor edad diez y siete aSos , con que alcanzó
conocimiftDlo de la una ; de la otra lengua latina y
K'ega , y m aTenlajó en las otraa artes j ciencias,
ipaee desto.fueltoi la patria de su larsa peregri-
RacMD, anfriómuchostrabajoBconin los demás cató-
licos. DeaterrJTonleá Barcelona, en el destierro álaa
•ertienlea de los Pirineos ediOcú un monasterio que
M llamó Biclirense , y hoy se llama de Yeldara , ape-
lido conr(»in4 al antiguo. Onlenó que los monges si-
piiesen la regla de San BenÍto,y él mismo les añadió
otras conatitucionea y estatutos i propósito de la vida
retigioaa. Deste monasterio, donde fue abad algún
tiempo, le sacaron en el remado de Recaredo pora
HISTORIA OB espaHa.
hacerte obispo de Gírona, j en tiempo del rey Suin-
tiia pasó por la muerte al cielo y á gozar el premio de
sus trabajos. Tuto por sucesor i Nonito; de quien
y de Juan presbítero de Herida y NotcUo obispo de
Alcalá sucesor de Astnrio después de otros algunos,
todos personas señaladas , no ae tabe si con la tem-
pestad qne en estos tiempos corría , y con las olas de
persecuciones fueron tranajadoa. A San Isidora her-
mano de Leandro y Fnlgencio, para que no le mal-
tratasen, raliósu pequeña edad, sus boerasÍDclina-
ciones y su grande ingenio qae le hacia de presente
seramadode todos, y para adelante con sus grandes
letras y santidad alumbró toda la l^eaia. Allegábase
á lo demás su nobleía , la modestia de su rostro y su
mesura . la suavidad de su condición , si bien no de-
jaba de nacer rostro á los arrianoe , ni temía irrítallos
con sus disputas : aoimáhase i hicello parle por aer
Traje mithar da lo* [oitot.
muy calcico, parte por las carias qne Leandro su
litniBDO desue el destierro le enviaba, en que le ani-
ñaba ád«ramar la sangre, si fuese necesario , por
la defensa de la verdad.
El reino de los godos , que por loa caminos ya di-
(^s , lureda ir «1 aumento y cobrar de cada día ma-.
yares luenas, por el mismo tiempo se acrecentó con
ipoderarae de todo lo que loa auevos en España jio-
Xlio, lo enal avino en esla manera y con esta oca-
sión. EIreyEborico.hijode Uyro, Fue despojado de
*4ualTeiiioporAndeca hombre principal, y que estaba
cando coo la madrastra de Eborico Ihmada Sisegun-
<U. Noiecontentópondespojalledel reino, sino que
pw asegurarse le fono á meterse fraile y trocar las
iDiignias reales y cetro con la cogulla. Era Eborico
«ngo de loa godos y su confederado : por esto Len-
vigildo tomó los armas contra el tirano. Vencióle y
prendióle en batalla, y despojado del reino, le corló
el cabello , que conforme i la costumbre ríe aquellos
tiempos era privalle de la nobleza y hacello inhábil
Eara ser rey ; linalmente , lo desterró á Bnja ciudad de
1 Lusitania. Con la ocasión destas revueltas se le-
vantó otro por nombre Malárico, y con el favor qne
tenia entre aquella gente, se llamó rey. Acudió Leu-
vigildo también á esto , sosegó estas nuevas alteracio-
nes , con que toda ia Galicia quedó sin contradicción
por suya, ca Eborico se debió quedar como particu-
lar en el monasterio , ni el rey godo debió tener mu-
cha voluntad de restituirle. Por esta manera el reino
de los suevos, que en algún tiempo floreció mucho,
y poseyó una buena parta de España por esp.ncio de
ciento y setenta y cuatro años , cayó oe todo punto,
158 BIBLIOTECA UE
que fae el aüo Jo Crislo 58IÍ. Eñ el mismo afio Leu-
vigilJo [alleciÓ eii Toludo el diez y oclio (ies|)ues que
Clin su hermuno comeniiara á reinar.
Hay fami y muchos autores lo atestiguan que al
lin de la vida estando en la cama enfermo sin espe-
ranza de salud, abjurú la impiedad arriana, y volvió
su ánimo á lo mejor y á la verdad, y que en iiarlicu-
tar con Recaredo bu hijo trató cosas en favor de la
religión católica. Oíjole que el reino que adquiriJas
y ganadas muchas ciudades , te dejaba muy grande,
aerta muy mas afortunado, si toda España y todos los
godos recibiesen después de tanto tiempo la antigua
y verdadera religión. Encargóle tuviese en lugar de
pidres á Leandro y d Fulgencio , á quien mandó en
su tastaraenlo aliar ol destierro. Avisóle que asi en
las cosas de au casa en particular , como oa el go-
bierno del reino se aprovechase de sus consejos. Y
aun Gregorio Mngno rcliero que antes que muriese
de aq-jctla cnferinedud, encargó mucho á Leandro,
que debió venir ú la sason, cuidase mucho de Heca-
redo su tiijo, que por sus amonestaciones esperaba y
uun deseabaen las costumbres, humanidad y lodo lo
demás semejase á Ernienegildo su hermano, á quien
él sin biistaulB causa dio Ta muerte. l'uÉdese creer
que las orjciones del santo mártir fueron mas di-
chosas y dicaces después de muerto , que en la vida
Eara alcanzar de Dios que su pailre se redujese á
ucn estado. Nuestros liistoríadores rslieren que
Leuvigildo,dada que de corazón era católico, noali-
juró públicamente , como era necesario , la here)ia
por acomodarse con el tiempo y por miedo de sus
vasallos. Máximo dice se halló preseute á la mncrle
dtíste r&y, y viú las señales de su arrepentiraicnlo y
sus lagrimas. Pone su muerte año de quinientus
ochenta y siete, dos do abril, miércoles al amanecer.
Este su desengaño so debió encaminar entre otras
cosas por m.iclios milagros que se liicͫron en favor
de ta religión católica. Entre los demás se cuentan
los siguientes : en el tiempo que perseguía con las
armas i su hijo inocente, un monasterio que estaba
en la comarca y riberas de Cartagena con advocación
de San Uartin , huido <juc se hobieron los monges á
una isla que poralli caía, fue saqueado por los solda-
dos del rey: uno dellos desnuda la espada como aco-
metiese al abad que solo quedaba, en castigj de su
sacrilegio cayó muerto en tierra; el rey sabido el
suceso, maudóque toda la presa se restituyese al mn-
naslerio. Sucedió otrosí en una disputa que hubo
sobre la religión, que un católico en testimonio de
la verdad que profesaba, tomó en la mano sin recibir
alguna lesión ni daño un anillo del fuego que estaba
ardiendo, sin que el hereje so atrevióse á hacer otro
tanto en defensa de su secta. Con estos y otros mila-
gros comenzabaelánimodel rey amoverse y vacilar.
Preguntó á cierto obispo arriano por qué causa los
arríanos no ilustraban au secta y ta acreditaban con
semejantes obras , ni hacían milagros como los caló-
iicos, tales y tan grandes? A esla pregunta el obispo:
oA muchos dice , oh rey ( si es licito decir verdad y
ublasonar á la manera de los contrarios de nuestras
acosas) que eran sordos , hice qne oyesen , y aun
uabri l09 ojos de los ciegos para que pudiesen ver.
nPero las cosas que hasta aqui por huir ostentación
»se lian tieciio sin testigos , quiero haceítag publica-
umente y probar cotí las obras la verdad de todo lo
»que digo.»
H18T0RIA DS ESPAÜA.
lo»
No paró en palabras, sino que se vino á la prueba.
Pasaba el rey poco después desto por una ealle: cier-
to arrjanoy que á persuasión del obispo fingió estar
ck^f i grandes voces pedia aue le fuese por él res-
tiluida U vista : representaba la comedia delante del
mismo que la ioTentara ; tendía las manos , bacía
otros ademanes en que mostraba esperaba con bu-
roildad la sanidad por los ruegos y santidad del obis-
po. Estaban todos suspensos, y esperaban ver al§^una
maravilla; y fue aaí^^ pero al .revés de tn que cuida-
ban, porque el engañador malvado luego que el obis-
po le tocó los ojos CQn sus roanos, quedó de todo
panto ciego y perdió la vista que antes tenia. Cono-
ció el miserable su daño, y veocida del dolor , que
pudo mas que la vergüenza, confesó luego la verdad,
y descubrió ala hora el engaño y toda la trama. Por
estos caminos la secta arriana (como era racon) co-
menzó en grande manera á ir ae caída , y el ánimo
del rej á enojarse poco á poco, mayormente que por
espacio de cuatro años graii mucnedumbre ue lan-
gosta talaba de todo punto los campos de España , y
roas del reino de Toledo en que la templanza del aire
suele tener mas fuerza esta plaga. El pueblo como
acostumbra decía ser castigo dé Dios en venganza
de la muerte de Ermenegildo , y de Ja persecución
que hacían contra la verdadera religión.
Esta loa á k) menos se debe á Leuvigiido por tes-
liraonio del mismo San Isidoro, que después del rey
Alaríco reformó las leyes de Jos godos que con el
tiempo andaban estragadas ; añadió unas y quitó
oirás. Paulo diácono de Mérida refiere otrosí ío que
vio, es á saiier que el abad Nuncto varón de grande
santidad como quíer que de África pasase á Mérida
coQ deseo de vísitir el sepulcro dé Santa Olalla des-
de aquella ciudad por huir la vista de mujeres, poco
después se apartó al yermo donde dado que era cató-
líco, el rey lesustentó á su costa hasta tanto (rae hs
rústicos comarcanos se conjuraron contra él y le die-
roo la muerte : la causa no se sabe , por ventura no
podían sufirir las repirensiones libres de aquel varón
saoto por ser homlnres feraces yde rudo ingenio. No
castigó el rey este caso : Castigóle Dios cou que los
demonios.se apoderaron délos matadores sacrilegos.
Por conclusión Leuvigiido fue el primero de los re-
yes godos oue usó de vestidora niférente de la del
pueblo , y el primero que trajo insignias reales , y
usó de aparato y atuendo de príncipe, cetro, y corona
y vestidos estraordinarios: cosas que cada uno con-
forme i su ingenio podrá reprender ó alabar por ra-
zones que para lo uno y para lo otro se podrían re-
presentar.
CAPITULO XIV.
De los principios del rey Recaredo.
HiciÉRoivsB las exf^qulas del rev Leuvigiido con la
solemnidad que era razón. Concluidas Recaredo su
hijo y sucesor volvió su pensamiento á dar orden en
las cosas de sn casa , y consiguientemente en el es-
tado de la república. Pretendía ante todas cosas apla-
car y ganar á los reyes de Francia, y aun el tiempo
adelante para que la paz fuese mas firme , muerta
Bada su primera mujer, trató de emparentar con
Childeherto rey de Lorena casando Con Clodosinda
otra su hermana. Para alcanzar esto con mayor faci-
lidad cnvjó á escusarse que no tuvo parte en la muer-
te de Ermenegtldo , antes le dolió en el alma aquel
ílesa«tre de su hermano. No era aun llegada la sazón
de efectuar cosa tan f^rande, si bien estaba ya cerca.
Lo que sobre todo importaba fue, • que por con-
sejo de los dos hermanos Leandro y Fulgencio,
nomo católico que ya era de secreto , comenzó muy
fie veras á tratar de restituir en España la religión
'•atólica; bien que por entonces le pareció disi-
naular algún tanto, y nó forzar el tiempo , sino aco-
modarse con él. Consideraba la condición del pue-
blo, que se deja mas fácilmente doblegar con maña
que quebrantar por fuerza, especial en materia de
mudar la religión en que desde su primera edad se
criaron. Acordó {Hita para salir con su intento usar
de artificio y de industria,, halagar á unos, sobre-
llevar á otros, y con mercedes que les hacía, ganallos
á todos.
Sucedió todo coino se nodia desear, ca sabida la
voluntad del rey, bien asi íes grandes que los menu-
dos sé rindieron á eHa, y vinieron de bnena gana en
lo que al principio pareció tan dificultoso. Así que
los godos todos , y entre los suevos los que perseve-
raban en la locura del error antiguo, de común acuer-
do , le dejaron y abrazaron el partido de la Iglesia
católica , y juntamente con esto pretendían ganar la
fracia de su señor ; al cual demás de su buena con-
icion y sus costumbres muy suaves ayudaba mucho
su gentil disposición y rostro para ganar las volun-
tades de todos ; con que por toda la vida fue muy
amado de sus vasallos , y después de muerto su me-
moria muy agradable á los que le sucedieron adelante.
Cosa forzosa es que en la mudanza de la religión re-
sulten en el pueblo alteraciones y alborotos: la buena
traza de Recaredo hizo que en su tiempo y jpor esta
causa ni durasen mucha , ni fuesen muy señalados,
y la severidad que usé en castigar, no fue soüameiite
odiosa para ser necesaria , sino también popular y á
todos asi grandes como pequeños agradable.
El primero que hizo rostro á la pretensión del rey
fue el obispo Athaloco en íaflallia Narbonense por ser
tan aficionado á la secta arrían» , y en tanto grado
que vulgarmente le llamaban Arria. Allegáronsele en
la misma provincia los condes Granista y Bildigeñio
sea movidos de sí mismos, sea á persuasión del obispo.
La verdad es que tomaron las armas contra el rey, y
alteraron el pueblo para que se rebelase; pero este
torbellino que amenazaba mayor tempestad y daño,
tuvo breve y fácil fin á causa que \thaloco falleció de
pnro pesar por ver míe los suyos llevaban lo peor, y
que por estar los del pueblo mcli nados á la religión
católica no les podía persuadir que no hiciesen mu-
danza. A los condes vencieron en batalla las gentes
de Recaredo , y con esto vengaron los malos trata-
mientos que de todas maneras habían hecho á los
católicos: Es asi que toda herejía es cruel y fiera , y
ningunas enemistades hay mayores que las que se
foijan con voz y capa de religión , ca los hombres se
hacen crueles y semejables a las bestias fieras.
Estas alteracionesde la Gallia Narbonense se levan-
taron y sosegaron al principio del reinado deste prín-
cipe en tiempo que el décimo mes después que se
encargó del gobierno, renunció él públicamente la
secta aiíríana, y abrazó la antigua y católica religión.
Restituyó otrosí á las iglesias los derechos y posesio-
nes que su padre les quitara, además de nuevos tem-
plos y monasterios de monges- qne con real mngnifí-
cencia á su costa levantaba. A muchos de sus vasallos
volvió las haciendas y honras de qne sos padres los
despojara, cuya acedía sobrepujaba él con su benig-
nidad , y sus malas obns con beneficios quts á todos
hacia. Ocupábase elrdy en estas obras , y la divina
Krovidencia cuidaba de sus cosas. El rey Guntrando
abia enviado un su capitán por nombre Desiderio
con un grueso ejército para que en venganza de
los daños pasados rompiese -por las tierras que los
(mdos poseían en la Gallia. Acudieron las gentes de
Recaredo: vinieron con el Francés á batalle junto á
la ciudad de Carcasona en que al príncipio los godos
llevaron lo peor y volvieron las espaldas. Recogié-
ronse dentro de la ciudad y desde allí puestos de nuovo
en ordenanza salieron contra los franceses que sin
concierto seguían la victoria. Cargaron con tal de-
nuedo sobre ellos y con ta! esfuerzo, oue con h ayuda
de Dios se trocó el suceso de la pelea , y los godos
olvidados de las heridas y del trabajo vencieron y des-
160
BIBLIOTECA DE GASPAR T BOIG.
barataron á los enemigos y los pusieron en huida;
que estaban atónitos por ia osadía y denuedo de los
godos que tenían por Toneidos y )a victoria por suya.
Murió el general francés , y de sus gentes pocos se
salvaron por los pies, ios mas quedaron tendidos en
el campo.
Todo esto sucedió dentro del orimer año del reí*
nado de Recaredo, que fue el de Cristo de 587, según
que se entiende por un letrero de aquel tiempo que
halló estos años en una |)iedra en Toledo , y le puso
en el claustro de la iglesia Mayor el maestro Juan
Bautista Pérez canónigo á la sázon y obrerode aquella
iglesia, 7 después por sus buenas partes de eruaicion
y virtud dado que de gente humilde , murió obispo
de Segorbe. Las letras dicen:
IN NOBflNE DOMINI CONSECRATA ECLE-
SIA SAfTTiE MARliE IN CATHÓUCO DIE
PBIMO IDUS APRILIS, AflNO FELICITEB
PRIMO REGNI DOMITf I NOSTRI GLORIOSIS- .
SIMI FL. RECCARBDI REGES, ERA DCZXV.
Quiere decir: «en nombre del Señor consagróse la
«iglesia de Santa María en el barrio de los católicos
»(ó á la manera de los católicos) á trece de«bril en
)>el año dichosamente primero del reinado de nuestro
Dseñor el gloriosísimo rey Flavio Aecaredo, era seis-
))Cientos y yeínte y oioco» es á saber el año de Cristo
de 587 puntualmente. Máximo hace mención desta
consagración, que él llama reconciliación por estar
aquella iglesia profana por los arrianos.
Bn el año siguiente se descubrió una conjuración
3u'e se tramaba contra el rey por la misma causa
e la mudanza en la religión. Fue así que Mausona
mudadas las cosas volvió á su arzobispado de Mé-
rida. Sunna arriaoo , que estaba puesto ep su lugar^
y su competidor , llevo mal esta vuelta y restitución
por ver era necesario caer él de un lugar tan alto
y preeminente como tenia. Comunicó su sentimiento
con algunos de su parcialidad, y concertó de quitar
la vida á Mansona: empresa atrevida y loca , mayor-
mente que residia en aquella ciud^id el duque Claudio
con cargo del gobierno de toda la Lusitania, y tenia
puesto en aquella ciudad guarnición de soldados:
persona esdarecida per la constancia de la religión
católica, seffun que se entieude por las cartas gue le
escribieron IOS Santos Gregorio el Magno y Isidoro.
Advertidos los conjurados del peligro que corrían
por esta causa , acordaron de dar la muerte junta-
mentei Mausona y á Claudio. La ejecución de necho
tan grande encomendaron á Witerico mozo de grande
ánimo y osadía , y que se criaba en la misma casa de
Claudio , Y aun con el tiempo vino á ser re^ de los
godos y de España: en tales tratos se ejercitaba el
que se criaba para reinar.
Para ejecutar ^te caso es necesario buscar algu-
na ocasión. Sunna mostró ouerer visitar á Mausona,
y pidió para ello le señalase lugar y tiempo. Sospechó
el santo prelado lo que era , y que en* muestra de
amor le podrían armar alguna celada. Avisó á Claudio
para que se hallase presente, y para que con su valor
y autoridad reprimiese la malicia de su competidor,
si alguna tenia tramada. Pareció i los conjurados bue-
na ocasión esta para do una vez ejecutar sus malos
intentos. Llegado el tiempo de la visita, saludáronse
los unos y los otros como es de costumbre: después
de las primeras razones los conjurados hicieron señal
á Witerico . que como lo tenia de costumbre estaba
á las espaldas de Claudio. No pudo en mañera alguna
arrancar la espada , dado que acometió á hacerlo,
quier fuese por cortarse con el miedo como mozo,
quier por favorecer Dios á los inoceotes, que debió
ser lo mas cierto, y comunmente se tuvo por milagro,
si bien los conjurados no por eso se apartaron de su
mal propósito ; antes acordaron en nna pública pro-
cesión que haciai\ á la iglesia de Santa Olalla» que es-
taban en el arrabal de aquella ciudad, matar sm dis-
tinción alguna al prelado y á todos los que en ella iban.
Para obrar esta crueldad metieron gran número de
espadas en ciertos carros que traían cargados de tri-
go. Acudió nuestro Señor á este peligro, porque Wi-
terico , sea por causa del milagro pasado , sea por
aborrecimiento de aquella maldad mudado de pro-
pósito, dio aviso de aquella trama. Adelantóse Clau-
dio y ganó por la mano : acometió con su gente á
Sunna y á sus parciales que eran muchos, 'degolló á
todos los gue se pusieron en defensa y prendió á los
demás. Dió aviso al rey de todo lo que posaba ; y {Kir
su mandado aplicó al fisco todos los bienes de los prin-
cipales, y á ellos despojó de los oficios y acostamiento
que tenían , juntamente con desterrarlos á diversas
partes. A Sunna, cabeza de la conjuración , dieron á
escoffer que dejase á España, ó renunciase ía herejía,
que fue un partido mejor y de-mayor clemencia que
él merecía; él por estar obstinado en su mal propó-
sito escogió de pasarse en África. A Witerico por el
aviso que dió otorgaron enteramente perdón. El cas-
tigo de Vacrila uno de los conjurados fue señalado
entre los demás : acogióse al templo de Santa Olalla
como á sagrado: no le quisieron hacer fuerza, solo
)e condenaron en que perpetuamente sirviese de es-
* clavo en aquel templo y niciese todo lo que en él le
mandasen. Al concíe I^ulo Sega otra cabeza de la
copjuracion (según que lo refiere el abad Biclarense),
condenaron en ^ue le cortasen las manos y fuese
desterrado á Galicia.
Con estos castigos se desbarató aquella tempestad
que amenazaba mayores daños ; pero sin emoargo
que todos los demás debieran queoar avisados y es-
cusar semejantes pretensiones impías y malas, otra
mayor borrasca se leyantó luego. La r^ina Gosuínda
al principio por respeto del rey su antenado fingió de
abrazar la religión católica: el embuste pasó tan ade-
lante, aue acostumbraba (cosa que pone norror} en la
iglesia oe los católicos escupir secretamente )a hostia
que le daba el sacerdote, por pareeerle sería gran sa-
crilegio y en grande ofénsa'desu secta, si la pasase al
estómago. Lo mismo hacia un obispo por nombrtj Uldi-
da; que tenia gran cabida con ella y ia gobernaba con
sus consejos. Esta ficción no podía ir á la larga sin que
se descubriese: trató con el dicho obispo de matar al
rey, y pudiera salir con ello, si ia divina providencia
no le amparara para que se asentasemejoren el estado
de la religión católica. Sabido lo qde se tramaba, el
reydesterróá Uldida el obispo: de Gosuínda era dificul-
toso determinar lo aue se debía hacer; acudió nuestro
Señor ca á la sazón la sacó desta vida, y con la muerte
pagó aquella impiedad, como mujer desasosegada que
era , y toda la vida enemí^ de los católicos.
Por el mismo tiempo el ano que se contaba de nues-
tra salvación de 588, los franceses se apercibían pura
hacer entrada en las tierras de los godos. El rey Gun-
trando ardía en deseo de satisfacerse de la afrenta
que se hizo á su general Desiderio el año pasado.
Juntó de todo su señorío un ffrueso ejército que lle-
gaba á número de sesenta mil combatientes de pié y
<le caballo. Nombró por general destas gentes á Boso:
él por mandado de su rey rompió por las tierras de
la Gallia Góthica. Para acudir á esta entrada de los
francos despachó Recaredo al duque Claudio , de la
nntigua sangre de los romanos, para que desde la
Lusitania donde residia, acodiese al gobierno y cosas
de Francia , y con su destreza reprimiese el orgullo
de los contrarios. Movió con sus gentes , y pandos
los Pirineos^ halló á los enemigos cerca de Garcasona,
Allí alegre por la memoria de la rota poco antes dada
á los franceses, determinó presentalles la batalla, que
fue muy herida; pero en fin, la victoria quedó por él.
Gran número de los franceses pereció en la pelea , y
otros muchos mataron en el alcance: no pararon basta
IIISTOMA DE ESPáSa.
f61
forzar los reaJes de ](m vencidos y ^ftr de todos los
despojos, que eran grandes. Esta Tietoría .fue la mas
ilustre j señalada* que los godos por estos tiempos
ganaron, jBegan que lo testinca San Isidoro^ y narece
cosa semejante á milagro le que refieren , es a saber
oae Claudio con una compañía de trescientos solda-
dos los mas escogidos entre todos los sutos se atrevió
á eaoontrarse con un enemigo tan poderoso , y foe
bastante para desbaratar al que venia cercado de tan
grandes nuestes.
El año luegoadelantase urdió otra nueva conjura»
cien contra el rey Recaredo, de que Dios le libró no
coD menor maraviüa que de las pasadas. Argimundo
SQ camarero pretendía «quitarle la vida , y por este
camíDo apoderarse del ramo : cosa tan grande que no
se pedia efectiiar sin ayuda de otros , ni comunicada
eon mucbos, estar secreta. Echaron mano de los con-
jorados, pusieron ios compañeros á cuestión de toi^
mentó, que confesaron llanamente toda la trama y
pagaron con las vidas. Al movedor principal y caudillo
para que la afrenta fuese mayor, y el castigo mas
riguroso , lo primero le cortaron el cabello, que era
tanto como qaitaríe la nobleza HW hacerle pechero;
ca los nobles se diferenciaban oei pueblo en la cabe-
llera que criaban, según que se entiende por las leyes
de los francos , que tratan en esta razón de Jos que
podían criar garceta. Demás desto cortada la mano,
Je sacaron en un asne á la vergñenza por las calles
de Toledo, que fue un espectáculo muy agradable á
los buenos píorel amor que á su rey teman. El remate
destas afrentas y denuestos fde cortarle la cabeza,
para ^ pagase su locura y ftiése escarmiento á
otros; pero esto socedió algún tiempo adelante. Vol-
famos con h {rfnma á lo qne se nos queda rezagado.
CAPITULO XV.
Del GoncOio Toledano tercero,
GoBBBNABA por cstos tíempos la iglesia de Toledo
después de Montano , Juliano, Bacauda y Pedro, que
todos cuatro por este orden fueron prelados de aque«-
lla iglesia y ciudad. Euphimio sucesor de Pedro, varón
señalado en virtuay erudición. Deseaba el rey así por
ser ya católico» seffun está dicho, como por mostrarse
agradecido á Dios de las mercedes recibidas en librarle
tantas veces de los lazos que los suyos le armaban, y
de las guerras que de fuera se levantaban, confirmar
con público consentimiento de sus vasallos , y con
aprobación de toda la Iglesia^ la rafi^on católica oue
abrazaba. Procuraba otrosí que la disciplina eclesiás-
tica reli\iada, como era forzoso, por la revuelta de los
tiempos se reformase y restituyese en su vigor. Comu-
nicóse con Leandro arzobispo de Sevilla , por coya
dirección como era justo se gobernaba en sus cosas
particulares y en las públicas. Pareció sería muy á
propósito convocar de todo el señorío de losgodos los
obispos para oue se tuviese concilio nacional de toda
España en Toledo ciudad regia : que asi de aUf ade*
lantesecomenzóállamarácausaque los reyes godos,
según que se ba dicho, pusieron en ella la silla de su
imperio.
S^alóse dia á los obispos para juntarse : acudie-
ron como setenta, y entre eUos cinco metropolitanos,
que es lo mismo que arzobispos. Abrióse eí concüio,
7 túvose la primera junta al principio del mes de mayo
ano del Señor de 589. En aquella junta hiso el rey á
)os podres congregados un breve razonamiento deste
tenor y por estas (palabras : «No creo ignoréis, sacer-
odotes reverendísimos , que para reformar la discl-
»plina eclesiástica á la presencia de nuestra serení-
«dad os he llamado; y porque en los tiempos pasados
(1) Además de esta pena ,^qQe se imponía por los delitosnuis
prnes hibta otra, y consistía en qne se Jes desollaba la fren-
te 7 seles inarcaba eon nna eefial quje les llenaba de intamia-
ala herejía presente no permitía en toda la Iglesia
Dcatólica se tratasen los negociosde los concilios. Dios
»(a1 cual plugo por nuestro medio qirítar el impedí-
amento de la dicha herejía) nos amonestó pusiese^
«mesen su punto la costumbre y los institutos ede-
asiástioos. Alegraos, pues, y gozaosquelaeostumbre
ncandniea por ¡irovidencia & Dios, y por el medio
»de nuestra gloria,, se reduce á los términos antiguos.
i»Lo primero que os asaon^a y juntamente«chorto,
ves que os ocupéis en vigilias y en oraciones para que
»el orden canónico, que de las mientes saderdotales
«había quitado el larg^y profundo olvido, y queques-
atra edad confiesa no saberle, ^lor ayuda de Dios nos
osea de nuevo manifestado, a
Los.padres movidos con este razonamiento del rey,
cada cual conforme al lugar y autoridad que tenia,
alabaron á la divina benignidad. Alrey diwon las gra-
cias por la mucha afición que mostraba á la religión
catóhca. Junto con esto mandaron se ayunase tres días
para disponerlos ánimos y conciencias. Túvose des-
pués la segunda junta : en ella el rey ofreció á los pa-
dres por escrito en nombre suyo y de la reina Bada
una profesión que hacía de la fe católica y adjuración
de la perfidia arriana. Recibiéronla los padres con
grande aplauso y satisfacción por reapkndeoer en ella
la piedaddelrey, y estar en ella compreheodüdatesuma
de la verdadera relimen» En particular en el símbolo
Constantinopolitano que alUse pone, por espresas pa-
labras sedice que el Espíritu Santo procede del Padre
y del Hijo. A los demás así obispos como grandes <|ue
se hallaban presentes, y dejada la secta arriana, que-
rían abrazar la verdad y imitar el ejemplo de su rey,
les preguntaron si en aquella profesión y abjuración
lesoesconteotaba alguna cosa. Dieron por respuesta
que aprobaban y abrazaban todo lo que la Iglesia cató-
hca profesaba. Ocho obispos y cinco grandes fueron
los que renunciadas las malas opiniones, públicamen-
te después de los reyes dieron de su mano Qrmada
otra profesión de fe semejable á la primera.
.Goncluido.esto , que fue la primera parte.del san-
to concilio, en segundo lugar se promulgaron veinte
y tres cánones (2) á proposito de reformar las cos-
tumbres y la disciplina eclesiástica. En ellos es de
considerar lo que en particular se manda acerca de
la comunión , es á saber qne ninguno del pueblo pu-
diese comulgar sin que públicamente él y todos los
que presentes estaban , en tanto que se decía la mi-
sa, pronunciasen el símbolo de la fe que habían re-
cebido , de la forma que en el concilio Constantino-
politano se promulgo. Puédese entender que deste
principio se tomó la costumbre guardada comuna
mente en España hastajiuestro tiempo, queninauno
comulgue antes que en compañíadei sacerdote naya
pronunciado todos los artículos de la fe y del sínbolo
cristiano. El rey por un su edicto confirmó todas las
(2) La Iglesia de España balria relajado mocho so disci-
plina y entre loa cánones destinados i restablecerla se leen
estos otros :
Qiielot jodioa no tengan coQcnbiaas ni esdans cristianas,
ni ejersan cargos páblicos.
(íie si los esclavos del Fisco construyen y dotan iglesias,
los obispos pidan al principe qne autorice estas donaciones.
Que IOS jueces seculares presten auxilio á los eclesiásticos
para impedir y desarraigar las prácticas idólatras.
Que hagan k> mismo para qne se castigue á los padses y
madres que matan á sus hijos.
Que se celebre todos los años el concilio provincial , y que
conforme á la orden del rey los jaeces de ios pueblo* j los
cobradores de los tributos asistan á él, para qne los obispos
examinen su conducta y vean si gravan demasiado á los
pnekios.
Que el obispo determine la renta qne se debe dar á la igle-
sia que s^ fnnda.
Priva de la comunión á los jueces y recaudadores de las
rentas públicas que imponen nuevas cargas á los esclavos de
los obispos y de los eclesiásticos.
{(^ BIBLIOT£C^ DE
acciones del concUio, «IQ^imIo que se^uardaM
todo lo «n él doereteáo.
Por remate 7 oonehiaon hno Lemdro á los fuiires
y al p«eblo un rasoneroient» mUY elegante desU
sustancia : «La celebridad -deste éia y la preaooCe
Maleóla ee tan gnoiAe y tan celnnodi, caiñta de
«ninguna fiesta jqtie por todo el disourso deliiiboice*-
niebramosj lo- que ninguna de tos podrá -dejar de
noonresarto. En lasdem^ festividadea renovamos^
Mmemoría de algún antiguo nisterío y henefiGÍo que
»se nos liize ; el dk de hoy se nos preaeota materia
mUenueTo y mayor alegría, evModo (gracias al Saé«a-
i>dop dá géaéro bum^nsí, Grisfe») la gente iloiNlísinuí
))de los godos , que baste aqui desear riedjBi sequilaba
«en medio de unas tinieblasauyespesaaválmBbmda
»de la lúe cele6«iai i^a enlraéo por él caÉsino de la
inmortalidad , 7 ha sido recebidadttntn) del divino
ny eterno tempid, que es le tgl^sía. Si lascoeai qoe-
nbraditfas y tenrenas, y ouesote mrtooeocti ai tfreo
ndcil cuerpo y á so reí;aio,«uanao ^suceden prósp^-
nrpmente, de «ai suerte mldonan los eoraxonesque
))á las veces la m^oiía degria saca algunos deñiicie,
»en cuánto grado debemos alegrarnos fior ser llam»-
iMtos y adffiKidod i la keretacm dd reinó celestial?
»Quante por mas lairgo tiempo hemos llorado lace-
Mffuedád y miseria en que nneetros fieitmaiiOB^sta-
»ban , cuanto menor era >a esperanza que nos que-
iidaba de su remedie ; tanto es ate rasson qiie en «ele
»dÍH nos alegremos y regocijemos. A mi por cierto
»ei mismo sei me parece qoeiía salido hoy mas res^
nplftodectente que lo qoe suele: la misma tierm se
wme figura mnymas alej^e que antes. Gózase el de-
nlo per la entraiia,qae te ha abierto á tantas gentes
Mpara nquellaB sillae bienaventuradas, y por lave-
Ddudnd qUe tactos lioinbrea ban tomado de nutfo
Dea aquella sania efudad, que señalados con el
imomlffe cristiano hafoiea caldo én los lazos de la.
linMMrle. L» tierra «e afie^ porque estando antes
Dde ahora sembmda deésprnas, a( préñente la teñios
npítttada y hermoseada de floree , dé las euales, pa-
Mdres , que hasta aquí sufi^steis grandes molestias,
apodéis tejer y poner en Vuestras cabesas muy faer-
nmosas guirnaldas t sembrasteis eon lágrimas, ahora
«álesres coged las flores , y segad tee ^mpos oue ja
veetan sazonados: üeTad aloe fO'aneros de la Iglesia
nmamojos de espigas granadas, f. a madesui de Tues-
ntra elegría «o se encierra dentro de los términos de
»Bspaña : foreosa eosa its qne pase y se comunique
MGon lo demias de la Iglesia uni?wsai , que abraza y
•ttieRe en su seno toda la redondez de la tierra, y
ftnereetDladá al presente con anedirsMeestnprOfin-
>icáa nobilisima, mspirada dei Espíritu Santo «ngran-
»dece la divina • benignMnd por tan señalado benefi^.
»oio. Porque la qoe por su ésterflidad era despreciada
uen «el tf empu pasado , al presente por ol -don celes-
»tial de un parto ha producido muchos hijos. Con
»que las demás naciones , si «Isunas tod^via perse-
Mveran en los errores pasaídeis, 2 ejemplo de nuestra
» España podrán esperar su remedio ; y que se hayan
»de juntar en brete dentro de tas cabanas de la fgle-
»sia y debajo de un pastor Cristo, aquel lo podrá
Dponer en duda que no tiene bien conocida la fe de
))las divinas promesas. Y está muy puesto en razón,
))que los que tenemos un Dios y un mismo origen y
» padre de quien procedemos toaos , auitads laaifñer-
nsidad de las lenguas con que entro en el mundo
ngran muchedumbre de errores, tengamos un mismo
^corazón, y estemos entre nos atados con el vínculo
w\e la caridad, que es Ja cosa que entre los hombres
»hay mas suave , mas saludable y mas honesta para
Dquien pretende honra y, dignidad. Revínote de en-
nvidia y de dolor el enemigo del género humano, que
Dsolía gozarse particularmente en nuestras mif*erías
nv males : duélase y Hero que tantas almas y tan no-
»bles en un punto se huyan librado de fos lazos de hi
C.%SPAn T ROIG.
«muerte. Nos por el contrario á ejemplo de los ¿tigr-
oles cantamos gloria i IMos en las alturas y en la
«tierra paz. 'Que pues la tieira ée Ba reconciHado con
«el lóele ^dreoios leneresperanaa' m Bolod« alean*
»aar el reino celestial ^ sino -eso nnsmo cuidado de
«iavocar de dia y de noche la divina IwBignídad por
«el reine terrenal y por k salud de :nuestro rey, nu-
«eer principal y oasisaáesta grande felksdaíd. «
El Di^laraise, que «otttinuó el Cfonlcon de «us
tiempos hasta este año , y en él puso fin á so ésori-
tttia. j testifica que Leaíndro pnelado de SeviMa y Eu-
iropio abad SarviÉ^nn fueron loií ^ue tthrieron la «la*
yor«nino én «I compitió , gobernaron y enderezaren
todo lo que «n fé\ se estableólo. Don Lucas de Tuy
aiwie que Leandro fue primado de £spaAar , y que
«n este ooncilio tovo peder de legado apostólico;
pero «ato no viene bien eonln aeoicmes del eeiiicíKo,
Í mes por ellas se eatsende tuvo el terber asiento y
uñar nutre les padrea, y él «ogunéo Enphimlo pre>
lado de Toledo , y en «i príaoler higar se sentó tnu-
sona el de üférida. taa nomtodo. En todo esto 7 en
distribuir los asientos se tuvo ai cierto eonsiderafCion
al tiempo en qun cada cual destos prelados ee censa-
gnó; y asi Hausona por ser «1 mas antiguo tuvo el
pnmer lugar. «Un^ solaoosa puede cansar admira-
ción, j es que el fey 'por una manera nmeta y es-
traorduarin nnfirmé los deoÉeM de«le eóocllio por
^tas paiabns : irFltvío Heearedo myesta^Inlibera'-
vete'qcedetemiÉnmbs cmi elaaiAo ooncilÍD , con-
uficnándoie, ánino.«i'Y es «osa averiguada que en
k» oonellits gánenles los «emperadoras romanos
cuandoen ellos «e<1iallan» , cerno lo muestran «us
fincas, eonseutíaii >en los decretos ée los padres;
mas nunca lescmifirmamn^ ni determinaron cosa
alguna por no passr^ es á saber, los términos de su
autoridad, que ne su éstiendeá las cosas eclesiásti-
cas , y mucho menos á juptar 4 conficmar los conci-
lios y lo por ellos decretado.
I * ,■'....
UBBOSEnO.
, ' .capítulo PRUIBRO.
pe la nraerte del rey Becaredo.
UNA nuew y ciafra luz amaneoia sobre España des-
pués ée tantea tiaieblas, felicidad oelmada y bienan-
danza, sosegados los torbellinos y ^ferencias pasa-
das: nesitas , re^edjos , aledas se hectan por todas
partee* *>Go8áíiase que rus miembros' dividióos, des«
trosadns y que pirecia estar mas muertos que vivos
porls'diversidaade I» creencia yreüglon, y que solo
conformaban eá el len^juafe común de que todos
uaaban , se •bobiesen unido entre sí j como herma-
nado un ciíerpo ; y juntado en un aprisco y en una
majada qué es la Iglesia , sus ovejas descarriadas:
meroed ue Dios y graein singular, gmn contento de
frésente y mayores esperanzas para adelante. Los
príncipes extranjeros eon sus embnjadas daban el
Cbien al rey por beneficio tan señaiado : «flireefanle
rfía sus fuerzas y ayuda para llevar adelante tan
müdssesjntentos y condkRiar tan buenos principios.
x» articular «1 sumo néntlfice ■Gregorio Magno, que
per muerte deFsHigloiI sucediera en aquella digni-
dad á tren de setiembre del año del Semr de 590 al
íin de la indiecisn octava , como del registro de sus
fistolas se saca (en la historia latina pusimos un
ano mas) hiegs al principio de su pontificado escri-
hió á Leandro una carta , eu que le da el parabién y
se alegra por la reducción del rey Recaredo á la ver-
dadera religión. Dice que será bienaventnmdn si
perseverase en aquel propósito , y los fines fupTon
conformes á los prhicipios sin dejarse engañar dn las
astucias del enemiga».
Asimismo el rey Recaredo, sabida la elección do
niSTOBU »E EAPAÑl^.
ii>a
Gregorio, acordó envialle , cono es de costumbre,
su embajada para visitarle j ofrecerle la debida y ne-
cesaria «tohetttia* 6sci)^dr mn esta personas prin-
cipalesj en partícolar á Probíoo presbítero, y en su
compañía algunos otros abades. Oídles para este
efecto sus cartas^ y guatamente algunos prer&entes de
oro, demás de trescientas vestiduras que envió para
los pobres de San P^dro de Homa : que según parece
en aquel tiempo de las rentas eclesiásticas se susten-
taban los pobres y los hospitaíes- Todo. como yo en-
tiendo/ por consejo y á persuasión, del arzaUspo
Leandro, ca desdólos anos pasados tenía trabada
una estrecha amistad con Gregorio Magno causada
déla semeianza de los estudios , y de ía santidad de
las costumures y vida que resplandecía en entrambos
igualmente. Demás destp otra causa partiiMilar se
oTrecia para enviar esta embajada , aunque no se de
clara ; es á saber para procurar i^ue el concilio Tole-
dano ceíebrado.poco axites, sus aj^oioaes y decretos
fuesen aprqbadoa por la iglei^ia Romana , á quien es
necesario hacer recurso en las cosas eclesiásticas, y
de donde lo& esUtutos de los concilios toman su vígüj*
V fuerza.
Tres cartas soleen de Gregorio Magno, su data el
noveno año de su pontiOcado , es á saber la indicción
segunda, por donde sesospecha que los embajadores
susodichos Crahajados con la navegación que les de-
bió salir lai^a y dificultosa , y forzados por los tem-
porales contrarios á volver en España, gastaron mu-
cho tiempo tn el camino y en Roma. La primera
destas tres cartas se endereza á Claudio duque de
Mérida, persona la mas principal después del rey que
se conocu en España : en ella le encomienda al abad
Giriaeo'qite se iNC^tiá'para fespafia. la Mgcitida cafta
en para Lettwttó, en qfoe de Átele qfue el mal de la
gota le tuWese tan frtihaíado. La postnera es para e(
re? para airitnalle como le animii á fletar adelamelit
religiaíiy fécébída, jtrAtdménte alaba que las obra» y
frutos foeiiMi conformes ala pn>fesion que hacia;:
porque como loá j^io^i loiK^ieflen acometkie^ tm
gran díner<^parti. que revocase cierta fey que cdntra
ellos se promufgtira, n(y quide vetm^ en ello. Envióle
juntamente con fe carta tnra crois , en que estaba en-
gastada parte (|el madero de la verá cruz, t juntó
con ella de los cab«ffbs óü San Matt lautrstti t envióle
eso mismo desHaféa letuna vocadaen el ruerpo del>
apóstol San Pie<fro y qufe'pof el irrismo caso tenia vlr*
tod contra las- enfermedades » eiv la otra ^ttn ciertas
limaduras áé lad cadenas con que el n»smo apd9tol
estovo aprisieviado : estos presentes eran paríi el rey.
Para el artro^lspo LeandiPo $n premio de sm grande»
méritos entíd el páiío . ornamento que ñe suele de
Boma envhtí* á los arzobispos.
Hav otra carta del mismt^ pontífice Gregorio para
LeanJro, eb que le dice qere el presbítero Probfno
con su (^tisemimíento Wbwnt i España parte de los
libms f(ue el mismoGreg^lo hMh escrito á instan-
cia y peí* ráspelo dd miMie Leandm. Dícese vulgar-
meate entre los españolea , sin que haya autor que lo
ateatSgílif yaseifore, que los embajadores del rey
trajeréti «na imagen de nerestra Señora entallada en
madera, preaemoda por el mísiwy Gregorio 6 Lean-
dro, y qnetg la miMaa que gran tiempo adelante se
«alió en cfertír cueva ¡nnirr con les cuerpos de Safn
Fulgencio, oM^pe de Ecijii r Sienta Fforentfira ém
üermana, y tútt s«ma dcvocien es reverencmda en
Goadahin^, tueftftsterio de gerénhnos de los mas
principales ée España. Los etierpos de los santos es-
Jáa boy éla en Bersoeana, aldea no lejos de Guada-
iQpe, do fueron hallados. Dieese demás destoqtre
Santa Florentina pasó sn vida en Ecíja, do se mues-
iran rastres así de sus casas , como de uno y el mas
pmicipaldecuarenta monasteríoa de monjas que os-
laban á su cargo y debajo de su gobierno , ert el mis-
ino sitie en que al presente está otro monasterio de
gerf nimoB á ia vibHite áá ría JíelBil* Eacribié Fulgen-
cio de la tt' da I» Bi^eanlaoioA.y de algunaa otras
cuBSlienes na libro qunae conserva hasta, nuestuo
tiempou Iiáfiifln»Ge8araugaflf^]H) le «iiibttye los tres
lifaros' de tes mílologias :*obra erudiU:,..q«e etras
quieten seft de Fallando obispo ó RuBpenseóCaffta-
^nense ei Aíirka.
Los emiajadiffes del re); ae entretenían en Roma
ea saBMtque aailehoBconeilioe. de obispos se teman
en España poFéenreto, aloqúese entiende , y* auto-
ridad del cofidlia Tdledano pnsado , en que so eatar^
bteoió un decreteide los padres que ios oeacüios prot
vincules en lo» cuales w entendió sasáipre ffinsisUa'
la; reformación y bitín de te iglesia , se juntasen cada
un año. Geofonne á esto primero eaSevilte ae junta-
roB con Leandro stete eoiapoa de ia^ iglesias sufra-
gáneas. Lo que se trató principalmente en este coB'*
cilio íne na pleito sobre los esclavos de. la iglesáa de
Eeija,caPega8Ío obispo de aqnella ciudad pietendiu
Sue Gandencio stt fffedeceaor contm xteneelM ka
abaa ahorrado y puesto en lijwrtad.. Otroü tantos
obísoM se jantaron por el mismo tiempo eo Nwbona
ci<i«id da laCraUia Góthiea , y. de común iacaerdo es-
teUéeieron quince cánones á prepósito do reformar
las coatnmfares de la gente eeleaiistíca que estaban,
estragadas. Demás desto el metropolitano de Tarra-
gona , bien que do se halld en el ctineiUo Totedano
préocimo paáadov, juntó en Zaragetasusobispos sufra-
Í gáneos. KM este concilio ae deoaró en tres capítulos
a manera con que se debiaii recibir en la igleste ca-
lólioa los que se quisiesen apartar de laseeta arríana.
£d Toledo asimismo, en Huesca,.; en Barcelona. se
tuvieren otros coneilies partioulares , cuyaa tcctonea
no pareció referir aquí «a perticater por'aerftMra do
nuestro ^opósito, y parque se pueden leer en eilibro
muy antigtiodecoDcilios deSan MiUan de laGogulte#
Volvamos á tes oosaa del rey ^ el cual después de fa-
lleoida La reina Bada , con deseo fue tenia de hacer
las paces con los reyé^ de Fínnete , puestas en olvide
las injurias v desabrimientos pasados, poe sus emba-
jadores pidió por mujer á Cloooaindft te otra, hermana
de Chüdeberto rey de Lorena , segiin que arriba qué
da tocado : matrimonio que últimamente alcanaó oop
protestar y oertífícar á aquello» reyes que no tuvo
parte en la muerto de Eraaenegildo , antes le cupo
gran parte del dolor y del revés de su hermano. Bsk
taba Gtedosinda prometida á Anthari rey de tes tei-
(^obardos; pero fue antepuesto Recaredo así por la
inatancífi que hizo sobre ello, como porque loa reyes ■
deFrancte cuidaban , lo qneera veroad ^ ^e los ca-**
samientoá entre tes que son da diferente religión y
oreencta , ni son legitíBK)», ni soceden bien. El Lon-»
f Cobarde todavte era gentil; Recaredo demás que toda
a inda oeofesd á Cristo, como lo hacen todos. loa qne
selteman crtetiaBoa , últifliafliente por diligeneia de
Leandro y de Fidgencte se. convirtiera i te religión
católica con todos sus estados y señorioa. No con« '
GUttrdan los autores' en eltiempoqne .catas bodas se
celebranm : la verdndeáqiia en te postrero déla «dad
de Recaredo sé hteo ahaÉuá con los de Fraaete , jnn*
lamente te que dotes romanos quedaba en España,
fue trebejado y ellos vencidos por las annasideloB
godos en algunos encuentros y batallas que se dieron
de ambas partes : demás deato que los vascones , que
hoy son tes nat^rros, y con defteó de novedades an-
daoail alterados» fueren .per la misma manera sujo-
tadi^s, y sosegaron. Con estas cosas el rey ganó
renombre inmortal , y por todo te demás que glorio-
samente hizo en tiempo de pdz y de gncrra después
que comenzó á reinar.
Tuvo una grandeza singular de ánimo , grande in-
Senio y prudencia , condición y preaeneia muy agra-
áble : lo que sobre todo le ennooleció fue el celo que
mostró á la verdad'jra y católica religión. Pasó de esta
vida ano de nuestra salvación de 601. Reinó quince
J
164 BSUOTBCA DB GAIMK
aBos,un mes y diexdiuStD Isidoro dice qna en To-
ledo, estando a hnouute , biio públic* peniteada d«
sus pecados ¿ )■ numera que enloaces se acostum-
braba. 3an GreAorio escribe qoe los mereciniieirtos de
^D Enmnegüao fneron causa de la reduccíoii gue
España bizo oe la secu arríana i la religioii cltóbca.
Dejó Hécaredo tresbijoi, el mivor se llamó Liuva,loE
obros SntDtbita y GeÍM. Entiíoossequeá Liun bobo
en iu primera mujer pues tenía edad coooenienlie
para BQcederá BU padre coma le sucedió, y para eo-
calarse del gobierno. Los dos postreros no se sabe
qué madre tuvieron, si micierendelpriraermatrinio-
nio, ai del segundo. Lo que consta es quedestasprin-
la linea descienden los reyes de Esi
M entiende por memoríu autiguas, y lo tesUGcan
tos hiatoriadores , en particular se saca del rey don
Alonso el Magno y leidoro lácense por sobrenombre
el mas mozo. Por lo cual pareciÚ se precedería en lodo
con ms luz , st se ponía aqui el árbol de este linaje.
Gosninda mujer que Tue del rey Athanasildo tuvo
dos bíjos de aquel matrimonio , es á saber Galauinda
y BranecbÜde. C I udo*eo otrosí rey de los francos tuvo
tres nieles, que se llamaron Giintrando, Cbllperico
y Sisiberto , nijos lodos de Clotarío que tae Ujo de
aodoveo. Gatsuindi casó con Chllpenco qne pñecló
poraatncia yengüo de Fradegunde, como arriba
queda dicho. Sigiberlo casó con Brunecbflde, yen
ella luTo á Cbildeberlo t á logunde y i dodosinda.
Leu Tigildo sucesor de Albanagudo de su primera mu-
jur Tbeodosia antes que fuese rey , bobo á Ermene-
saldo y i Recaredo sus hijos : hecho rey casó con
Gossioda la reina nuda. Demás desto biio que Er-
menegitdo casase con Ingunde , y Recaredo casó con
Clodosinde , tas dos nieUs de sn segunda mujer. Dé-
bese lambieD contíderar en la histüia de Recaredo y
de los reyes que adelante le sucedieron , que de or-
dinario se hace mención de condes y duques , nom-
bres-que signtAcan los gobernadores y magistrados,
6 otros oficios y dignidades seglares. Condeseran los
qiue gobernaban alguna pro*i neta, duques los que en
algona ciudad ó comarca eran capitanes generales;
y porque en particular podían batir moneda {() para
elsMldode sus gentes, de aquí procedió queeles-
oodo'VttlgamKnteBellamdeiiBspaBaysellama du.
cada.
Y no solo los que tenían los gobiernos se llamaban
condes , sino asimismo los que en la guerra á en la
' casa real tenian algún cargo óolieio principal, cu
hallamos en la guerra condes oataphractaríos , ciiba-
narioa , sagitarios , tiupliados. En la casa real se baila
conde del establo, que boy se llanu condestable,
conde de la cámara , del patrimonio , de los notarios,
toda(í la que B« entiende) i imitación de loque usa-
ban los emperadores romanos , que como en este
tiempo los ^os no daban mucna ventaja en poder y
valar á les romaBoa , asi de buena gana los imitaban
en las ceremoaiasy nombres de ofleiosqueellos'mo-
deroamente inventaran. De la misma ocasión y imi-
tacMHi, como algunos sospechan y no mal , procndió
el proDiimbrede Flavio, de que usó el primero entre
los gedos RecBpedo, y en lo ne adelante le usaron tos
deiMsreyesmuy de ordinario. Por conclusión á To-
ledo dieron título de ciudad real , que era el mismo
coa que los griegos honraban la ciudad de Constan-
tinopla , siUa y asiento de aquri iinerio. De lo dicho
se saca y consta qoe los condes y duques en esta era
fuerou nombres de Robierno y no de estado ; pero
despueri por merced de loa rayes se dieron los dichos
títulos por furo de heredad con jnrisdiccioa y estado
limitado ordinariamente decaerlos pueblosy luAares,
que para ellos y pan sus hijos los reyes leudaban.
(1) No coaita que (O licmpade Im gadM loa caadei y du-
ques [ludieran acuüir moneda.
CAPITULO II.
Oe los reyes Liava } Wllerico y Gundemaro.
Eba Liuva de edad apenas de veinte aiíoe cuando fa-
lleció el rey Recaredo su padre. Por su muerte luego
que le hizo sepultar y laseieqnias con la solemnidad
qne era nion; sin contraiUcclan le sucedid en el reino
y en la corona. Su pequera edad daba ocasión para que
se le atreviesen, y las discordias pasadas aun no bien
sosegadas á conjuraciones y engaños. Por esta causa,
bien que daba muestras degrandea virtudes j depar-
tes á propósito para reinar, y que por las pisadas de
BH padre se encaminaba para gobernar muy bien su
estadoy ganar renombre inmortal : fue muertoá trai-
ción por Witeríco persona acostumbradai semejantes
mafias. Tuvo el reino Boleados años, eo quenoot»^
cosaquede contar sea, salvo que con la hermosura
de BU rostro y con su gentileza tenia granjeadas las
voluntades de todos, y por ser muerta en la flor de
suodad.dejúunincreibledeseodesi,ynna lástima
estraordmaria en losáiümosde sus vasalk». Ballánse
en España monedas de oro acuñadas con su nombre.
y en el reverao estas palabraB : bispali rn» , que es
io mismo que ek sevoi.* pudobo ; cosa que da alguna
muestra de su piedad. Las tales monedas no se pue-
den ^tribuir al otro Liuva tio mayor que fue desie
principe, por tener puesta la corona en la caben, de
queantes del tiempo del ray Leuvigildo noustron los
reyes godos , como arrü» queda mostrado.
Loque resultóde esta traición fue que el peiricida
con ayuda de su parcialidad se apoderó del reino de
los godoB , y le tuvo por espacio de seis años y diez
meses. Fue en las cosas de In guerra señalado , bien
que eu algunos encuentros que tuvo con loa romanos
que en España quedaban, llevó lo peor; pero ñor re-
mate cerca de Sígüenia en aquella parle de España
que se llamaba Celtiberia, parte de laHispania Tarra-
conense , las gentes de Witeríco vencieroná loe con-
trarios en unaliatallaque les dieronde poder ápbder.
Rabia á la saion fallecido en Francia Cnildeberto rey
que era de Lorena : sucediéronle dos bijos sayos en
BUS estados v señoríos. Theodoberto quedó por rey
deLorenay ThRodoricofuereydeBorgoüs. Con este
Tbeodortco casó Hermemberga hija del rey Witerico,
que envió él á Francia con grande acompañamiento;
peroeobrevedióIavueltaáEspañadoncella: lacavsit
no se sabe , dado que corrió fama que el ray Tfaeodo-
rico fue ügado para que no pudiese tener ayunta-
miento coQ aquella doncella por arte y hediiceriai
de sus concubinas á las cuajes era dado deoiaaiada-
mente. Otros dicen fue astucia de Brunecbllde,que
por mandarlo ella sola todo dio traza para qne la nuera
sin ulguna culpa suya fuese enviada i su padre.
Despachó witerico embajadores i Francia sobre el
caao con únlsn que si aquel rey no sodeacargase baB-
tautemente , acudieseim las provincias comarcanas.
iprovín
y procurasen en vent^anza de aquella alrenta que
aquellos príncipes b I ciMeu liga entre si y tomasen las
armas en daño del de Borgoña contra quien estaban
irritados el rey Clotario su antiguo enemigo^ y el rey
de Lorena Theodoberto í causa que le solía denostar
y decir que era hijo bastardo de su padre y nacido
(te adulterio. Coucertárunse pues estoa dos rey^s con
Aguilupho rey de los longobardoa, yjunladaEsus
HISTORIA DB ESPAÑA.
165
faenas y se aparejaiían para hacer guerra al coman
enemigo. No podía Theodorico resistir á podeves tan
grandes ; por donde conocido el riesgo que corria , y
guebnintada sa ferocidad , acadió á loque era mas
&cil, que fue concertarse con su mismo hermano
Tbeodobflorto con dalle alguna parte dp su mismo es-
tado. Vino Theodoberto de buena gana en este con-
cierto asi por su interés , como por ser cosa natural
querer componerse con su hermano antes de vengar
las ijijorias de los que no le tocaban. Sucedió como
los dos deseaban^ porque hecha esta alianza, los otros
príncipes dosisUeron de aquella empresa , partieron
roano de aqueUa guerra que cuidaban seria muy bra-
va. Con esto el rey Witerico comenzó á ser menos-
preciado de los suyos , y ¿ brotar el odio que en sus
corazones largo tiempo tenian encerrado, en especial
que se decía trataba de restituir en España la secta
arríana, con cuyas fuerzas y ayuda como yo pienso
alcanzó el reino.
Esta voz y fama alteró el pueblo en tanto grado,^
que tomadas las armu entraron con grande furia en
la casa reai, y mataron al rey gue hallaron descuidado
y asentado á ayantar. No paró en esto la rabia , por-
me arrastraron el cuerpo por las calles , y con gran-
des baldones y denuestos que todo el pueblo le echa-
ba y sucio y afeado de todas maneras le enterraron en
cierto lugar muv bajo. Con este desastre tuvieron
todos por entendido pagó la muerte que él mismo
diera a tuerto á su predecesor el rey Liuva como
queda dicho , y claramente se mostró que lá divina
justicia , dado que algunas veces se tarda , á la larga
ó á la corta nunca deía de ejecutarse. P(^ la muerte
de Witerico alcanzó á cetro de los godos Gundemaro,
persona muy señalada en aquella sazón , sea por ser
cabeza de aquel motin y autor de la muerte que se
dio al Urano, sea por voto de los principales do aquel
reino, ca estaban muy satisfechos de su prudencia y
parles aventajadas así para las cosas de la guerra»
como para las de la paz. Lo que consta es que ce-
meozó á veinar el año del Señor de 610; y si es lícito
en cosas tan antiguas ayudarse de c<mjeturas , en-r
tiendo que los franceses con sus fuerzas por estar
ofendidos contra Witerico le ayudaron no poco para
subir á aquel grado.
CútmU por lo menos que acostumbró Gundemaro
paffar á los franceses panas, como se ve de las cartas
del conde Bulgarano, gobernador á la sazón por ^1
rey de la Gallia Góthica, cartas que hasta hoy se con-
servan ^ hallan entre los papeles antiguos y libros de
la universidad de Alcalá de Henares y de la iglesia de
Oviedo. De donde asimismo se entiende que Tos em-
bajadores de Gundemaro que envió á Francia, fueron
contra el derecho de las gentes, que los tienen por
cosa sa^da , maltratados una vez por aquellos re-
yes, y sui emlMirgo para mas justificar la queja des-
pacho nuevos embajadores, a los cuales tampoco se
dio lugar para hablar á aquellos reyes. Por esto alte-
rado Bulgarano, no permitió que los embajadores del
rey Theodorico pasasen á Esjúña ; y llegáoo el nego-
cio á rompimiento, abrió la guerra contra Francia, y
con las armas que tomó, de repente se apoderó de
dos fuerzas, es á saber Jubiniano y Corneiiaco, y
echó deUas las guarniciones de franceses que alU es*
taban. Acometió el conde Bulgarano en particular
esáos dos pueblos de la Galia Narbonense, á causa que
en el asiento que el rey Recaredo tomó con los fran-
ceses , los entregara á Brunechikie, por cuya muerte
que se siguió pocoadehinte sin dejar alguna sucesión
por ser ya muertos sus hijos y sus nietos, se puede
presumir que los reyes de Francia no acudieron á
recobrar con las armas aquellas dos plazas. Esto en
Francia.
En España el rey Gundemaro hizo guerra próspe-
ramente á los de Navarra que de nuevo se alteraban,
y asimismo tuvo contiendas con los capitanes y gen-
tes romanas que mantenían en aquella parte de Es-
paña que todavía se tenia por el imperio; lo cual y su
muerte 2^ que fue en Toledo de enfermedad , sucedie-
ron el ano del Señor de 612 ; reinó un año, die^ n)e-
ses y trece dias. La reina su mujer se llamó Hildua-
ra ; mas no se sabe haya dejado alguna sucesión. Era
ala sazón en el Oriente emperador de Roma Heraclfa
sucesor de Phocas, y en la iglesia Romana después de
Gregorio el Magno v de Sabmianu y Bonifacio III que
consecutivamente le sucedieron , presidia Bonifa-
cio IV : en la iglesia toledana Aurasio sucesor de En-
{)himio, de Fonancio y Adelphio, que por este orden
e precedieron. Fue Aurasio persona así en las letras
y erudición, como en el valor y virtudes tan señalada,
que se ¡luede comparar con cualquiera de los pasados.
En tiempo deste prelado, es á saber el pnmer año
del reinado de Gundemaro, veinte y cinco obispos de
diversas partes de España se juntaron en Toledo para
determinar en presencia del rey y por su mandado
cierta diferencia que resultara entre el arzobispo de
Toledo y loS obispos de la provincia cartaginense por
esta razón. Eupbimio en las acciones del concilio de
Toledo próximo pasado ^r descuidó se firmó y llamó
metropK)litano de la provincia de Garpetanía; y porque
la provincia cartaginense se estendia mucho mas que
ios carpetanos, que eran lo ^ue hoy es reino de Tole-
do , los demás obispos apellidaban libertad y no que-
rían reconocer sujeción á la iglesia de Toledo. Este
pleito se debió comenzar desque los derechos de Car-
tagena y su autoridad se trasladaron á Toledo, y con-
tinuarse algunos años adelante. Fueron pues citados
para dar razón de sí; y oídas las partes, asi el rey como
ios obispos ptoounciaron sentencia en favor del arzo-
bispo Aurasio. Entre los obispos que asistieron se
cuenta Isidoro arzobispo de Sevilla , que lo era por
muerte de San Leandro su hermano, Inocencio arzo-
bispo de Marida, y Ensebio de Tarragona; y demás
destos, si las firmas deste concilio no nos engañan,
se halló también presente Benjamín obispo Dumiense.
Quince obispos de la. provincia cartaginense ( por
tocarles á ellos en particular este negocie) en un pa-
pel á parte firmaron la dicha sentencia ? sus nombres
nieron estos : Protogenes , que se llama prelado de
la santa iglesia de Sigüenza, tbeodoro Castulonense,
Miniciano Segobiense, Stephano Oretano, Jaoobo
Mentesano, Magnencio Valeriense, Theodosío Erca-
bicense, Martino Valentino, Tonancio Palentino,
Portarío Segobriense, Vincencío Bigastriense, Eterio
Bastitano, Gregorio Oxómense. Presidio Compluten-
se, Sanabilis Elotano. De donde se entiende que en
la provincia de Toledo antiguamente se compreben-
dian mas iglesias sufragáneas de las que tiene al
presente, y que el distrito que tenian los prelados de
Toledo como metropolitanos, era mas ancho que hoy;
porque del primado que tenia sobre las demás igle-
sias de España, al m-esente no tratamos, ni entonces
se trataba. La veroiad es que desde el tiempo de Mon-
tano, prelado que fue antiguamente de Toledo, en
un concilio que se tuvo en la misma ciudad, dieron á
aquella iglesia autoridad sobre todas las iglesias de
la provincia cartaginense^ cómelos mismos que eran
interesados en la diferencia susodicha lo confesaron;
y se ve manifiestamente por el proceso deste conci-
lio, y por la determinación y sentencia (¡ne dieron
i(is obispos que en él se hallaron. Floreció por este
tiempo el insisoe poeta Draconcio : puso en verso el
principio del Génesis.
CAPITULO III.
Del reinado de Slsebnto.
HiciÉaoif SE el enterramiento y exequias del rey Gun-
demaro con la solemnidad que era justo: las lágrimas
que se derramaron fueron muchas por haber tan en
breve faltado un príncipe tan escalente , de costum-
bres y vida muy aprobada, y que con la grandeza del
166
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
ánimo jantaba mucha afabilidad y blandura; cosa con
que grandementeseffranjean las voluntades del pue*
blo. Concluido esto, los grandes del reino se juntaron
á elegir sucesor :.por su voto salió nombrado Sísebu-
to, persona de no menores partes que su antecesor»
déla
ica,y
seímlado en prudencia en las cosas de la paz y
{;uerra , ferviente en el celo de la religión catól;
o que en aquellos tiempos se tenia por milagro, en^
senado en los estudios de las letras , y que tenia co-
nocimiento de la lengua latina : con que el dolor que
todos recibieran con la pérdida pasa<£a» se templó en
gran parte. Gonsérvanse hasta el día de hoy para
muestra de su ingenio y erudición algunas epístolas
suyas, y la vida que compuso de San Desiderio obispo
de Viena, á quien el r^ Theodorico de Borgona,
exasperado con la libertad y reprehensiones de aquel
santo varón; ^izo morir apedreado; si ya aquella vida
se ha de tener por del rey Sisebuto, y no mas aina por
de otro del mismo nomnre, á que yo mas me inclino
por las razones que quedan puestas en otro lugar.
En una aldea llamada Granátula en tierra de Alma-
gro se ve una letra en una piedra berroqueña, en que
se diee que el obispo Amaaor falleció el año seiscien-
tos y catorce, y que.es el segundo año del reinado de
Sisebuto; punto íijo y muy á propósito para averiguar
el tiempo en que c^te rey comenzó á reinar. Entién-
dese que aquella piedra se traio de las ruinas del an-
tiguo Qreto, que estaba de allí distante solo por es-
pacio de media legua. No salieron vanas las esperan-
zas que comunmente tenían concebidas de las virtu-
des ae Sisebuto, oorque en breve sosegó y sujetó los
asturianos y los oe la Rio ja, ca por estar tan lejos y
por la aspereza y fortaleza de aquellos lugares anda-
ban alborotados sin querer reconocer obediencia al
nuevo rey. Para la una (guerra y para la otra se sirvió
de Flavio Suinthila hijo del buen rey Recaredo, y
(uozo de mucho valor : escalón para poco después su-
bir al reino de los godos.
Concluido ésto , el mismo rey con nuevas levas de
gente que hizo por todo su estado , engrosó el ejér-
cito de Stiinthila con intento de ir en perdona contra
los romanos , que todavía en España conservaban al
guna parte , como se entiende , hacia el estrecho de
ádiz, y á las riberas del mar Océano parte de la An-
dalucia , y de lo qqe hoy se llama Portugal. Entró
pues por aquellas tierras, venció y desbarató en ba-
talla nos veces á los contrarios: con que les quitó no
pocas ciudades y las redujo á su obedienda,cle guisa
que aj)enas quedó á los romanos palmo de tierra en
España. Lo que mas es de loar, fue que usó déla
victoria con clemencia , porque dló libertad á gran
número de cautivos que prendieron los soldados, te-
niendo respeto á que eran católicos; y para que su
gente no quedase desabrida, mandó qiM ue sus teso-
ros se pa^e á sus* dueños el rescate.
Cesarlo Patricio por el imperio puesto en el go-
bierno de Espaiía , movido de Ia1l)enignidad del rey
Sisebuto , y perdida la esperanza de poder resistir á
sus fuerzas por estar tan lejos del emperador Heraclio
que ó la sazón imperaba, acometió a mover tratos de
paz con los godos: ofrecióse para esto una buena
aunque ligera ocasión^ y fue que Cecilio obispo Men*
tesano con deseo de vida mas sosegada , desampara-
da la administración de su iglesia, se retiró en cierto
monasterio que debía estar en el distrito de los ro-
manos. Citóle el rey para que diese razón de lo que
había hecho, y estuviese a juicio. Cosario sin em-
bargo que los suyos se lo contradecían y afeaban, dio
orden que fuese llevado al rey por Ansemundo su
embajador, al cual demás desto encargó, si hallase
coyuntura, que moviese tratos de paz.
Escribió con él sus cartas en este propósito, en que
después de saludar al re^r pretende inclinarle ¿ con-
cierto, y á tener compasión de la sangre inocente de
los cristianos derramada en tanta abundancia que los
campos de España como con lluviae estaban della
cubierlos y empantanados. Dice que le envía d obispo
Cedüocondeseode hacerle en esto servicio agradaJbíe;
y enseñalde amor un areo, dádiva pequeña si se mirase
(Hir sí misma, pero granáe si consideraba la voluntad
con que le enviaba. Fue esta embajada agradable á
SLsebuto, ea tambieadesu pariese inclinabaá la paz;
y con este intenta despachó un enbaistdor siivo lla-
mado Theodorico con cartas para Cosario : él jauto
c(Ai otros embajadores suyos le envió al emperador
Heraclio para que oonfírmaae las oon<Mciones que en-
tre los dos capitularon. Era este emperador muy dado
á la vanidad de k astrolo^k judieiaría. Abiaabank
3ue su imperio y loa cristianos corrían gran peligro
e parte de la gente circuncidada. Lo que ikbiera en-
tender delossarracenos y moros, k» entendían délos
judíos : así dio en perseguir aqnetit nación por todas
las vías y maneras ¿ él poeibles. Lo pnoaero echó á
todos los judíos de las provincias del ini^rio : despnes
con la ocasión desta embajadir qae le enviaron de
España, desque li&cilmente vino ea todo lo que tenia
concertado, trató muy de verás con el embajador
Theodorico hideaecon suseñorquedesterrase á todos
los judíos de España como cente peijudiciali todoskie
estados, queél mismo los alanzara desús tierras, y que
eon ninguna cesa le podrían mas ganar la voluntad.
Aceptó este consejo Sisebuto^ y aun pasó maa ade-
lante, porque no solamente kis judíos fueron echados
de España y de todo el señorío de los godos , que era
lo que pedía el emperador, sino también con amena-
zas y por fuerza los apremiaron para que se bautiza-
sen : cosa ilidta y vedada entre los cristianos , que i
ninguno se haga fuerza para que lo sea contra su vo-
luntad; y aun entonces esta oetermínacion de Sise-
buto tan arrojada no contentó á los mas prudentes,
como lo téstínca San Isidoro. Entre ks leyea-de los
godos que llaman el Fuero Juzgo, se leen dos en este
propósito que promulgó Skebuio el cuarto año de su
rdnado. Andaban las cosas revueltas, y así no era
maravilla se errase , porque el rey se hizo juez de k
que sé debiera determinar por parecer de los prekdos,
como sea así que á los reyes incumba el cuidado áf*
las leyes y gooierno seglar, lo que toca á la religión
y el gobierno espiritual á los eclesiásticos; mas á k
verdad los ímpetus y antojos de los príncipes son
grandes, y muchas veces los obispos disimulan en k
que no pueden remediar.
Publicado este decreto, gran número de judíos se
bautizó algunos de corazón , los mas fingidamente y
por acomodarse al tkmpo : no pocos se salieron de
España y se pasaron á aquella parte de la Galia que
estaba en poder de los francos, ae do no mucho des-
pués fueron también echados con los demás judíos
naturales de Frauda por edicto del rey Dagoberto, y á
persuasión del mismo emperador Heraclio. Fue asi
3ue de Francia fueron á Constan ti nopla dos embaja-
ores llamados Servacio y Paterno, con qukn elem-
perador tuvo la misma plática que tuviera con Theo-
dorico, y les persuadió se hiciese en Francia lo que en
las denás provindas ejecutaban. Publicóse pues un
edicto en Francia, en que so pena de la vida se man-
da l>a que dentiro de cierto tiempo ninguno estuviese en
c'la que ne fuese cristiano. Muchos quisieron mas ir
desterrados, los otros ó fingidamente poracomodarse
ni tiempo, ó de verdad profesaron la Religión Cristiana.
Por esta manera la divina justicia con nuevos castigos
por estos tiempos trabajaba y aflig|ia aquella nación mal-
vada en pena de k sangre de Cristo Hijo de Dios que
tan sin culpa derramaron. Pero dejemos to de fuera.
En España el rev , usando de k libertad ya dicha,
depuso á Busebío obispo de Barcelona (1), y hizo po-
(i) Segua la carta del rey publicada por el P. Fiorez,
ro&ulu ^oe iorormado Sisebulo de que el obispo de Dareeloou
había sido acusado injustamente de algunos crímenes ex -
IHSTORIA DE ESPAÑA.
Í67
ncr otro en su lugar como se entiende por las mismas
carUis suyas. La causa que se alegaba fue que en el
teatro los farsantes representaron algunas cosas to-
madas de la vana superstición de Tos dioses, que
ofendían las orejas cristianas. Esta pareció por en-
tonces culpa bastante , por haberlo el obispo permi-
tido, para despojarle de su iglesia. El desorden fue
que el rey por su autoridad pasase tan adelante; por
cuya diligencia demás desto en Sevilla el año seteno
de SQ reinado se juntaron ocho obispos. Presidió en
este concilio San Isidoro. Los padres en esta junta
reprobaron la secta de los acepnalos, herejía conde-
nada al tiempo pasado en el Oriente , pero que co-
menzaba á brotaren Espina por los embustes y enga-
ños de cierto obispo venido de la Suria. que fue
convencido de su error y forzado á hacer del pública
abjuración. Demás desto en el mismo concilio seña-
laron los términos y aledaños á las diócesis de los
obispados particulares sobre que tenian diferencia. A
las monjas fue vedado hablar con hombres sin escep-
toar á la misma abadesa , á la cual mandaron no ha-
bíase con alguno de los monges fuera del abad y del
monge que tenía cuidado de las religiosas, y aun con
estos no sin testigos, y solamente de cosas santas y
espirituales. Hallóse en este concilio junto con los
obispos el rector de las cosas publicas por nombre
Sisisclo, que asi se han de emendar los libros ordina-
rios, donde se lee Sisibuto , diferentemente de como
está en los códices mas antiguos de mano.
Estaba ol rey ocupado en estos y semejantes nego-
cios, cuando le sobrevino la muerte año de nuestra
salvación de 621 : reinó ocho años, seis meses y diez
y seis días. Muchas cosas se dijeron de la ocasión de
su muerte, unos que los médicos le dieron una purga
aunque buena , pero en mayor cantidad de lo que
debieron ; otros que en lugar de purga le dieron de
propósito yerbas; las verdades que en las muertes de
graodes príncipes de ordinario se suelen levantar y
creer muchas mentiras con pequeño fundamento,
principalmente de los que por su buen gobierno y
aventajadas partes fueron muy amados de sus subdi-
tos. Hízose el enterramiento v honras como convenia
ápríicipe tan grande: muchas lágrimas se derra-
maron, muestra de la mucha voluntad que todos co-
munmente le tenían. En la vega de Toledo junto á la
ribera del Tajo hay un templo de Santa Leocadia,
muy viejo y que amenaza ruma: dicese vulgarmente,
y asi se entiende que le edificó Sísebuto de labor muy
prima y muy costosa. El arzobispo don Rodrigo tes-
tifica que Sisebuto edificó en Toledo un templo con
advocacioit de Santa Leocadia, la fábrica que hoy se
ve, no es la que hizo Sisebuto , sino el arzobispo de
Toledo don Juan el III: después que aquella ciudad se
lomó á recobrar de moros levantó aquel edificio.
Demás desto testifican que por orden deste rey lo^
godos usaron de armadas por la mar» y esto para que
pues hasta entonces ganaran gran honra por tierra,
^ enseñoreasen del mar : ca es cosa cierta que la
tierra se rinde al que señorea el mar, que fue parecer
de Themístocles. Por ventura también preteoaian pa-
sar con sus conquistas en África por hallarse señores
casi de toda la Efspaña. Algunos historiadores nues-
tros dicen que Malioma fundador de aquella nueva y
perjudicial secta , después que tuvo sujetas la Asia y
la África , pasó últimamente en España . y que por
autoridady temor de San Isidoro se huyó ac'CordoDa:
cuento mal forjado , gue ni se debo creer , ni con-
cierta con la razón de los tiempos, ni viene bien con
loque las historias extranjeras afirman, y así se debe
desechar como cosa vana y fabulosa. Lo cierto es que
bortó á los obispos de la proviacía, por medio del metropo-
litano de Tarragona , para que lo colocaseo ea su silla ; y no
babiendo estos acebo caso hizo que lo ejecutasen inmediata-
mente.
por la muerte de Sisebuto sucedió en el reino su iiijo
hecaredo, mozo de poca edad y de fuerzas no bastan-
tes para peso tan grande. Reinó solos tres meses , y
pasados, falleció sin que del se sepa otra cosa.
CAPITULO IV.
* De los reyes Sqinthila y Rechimiro.
Por la muerte destos dos reyes padre y hijo los
grandes del peino nombraron por sucesor á Suinthila,
persona que en las guerras pasadas había dado mues-
tra de valer y partes bastantes para el gobierno, ade-
mas que la memoria de su paare le hacia bien quisto
con todos, y hizo mucho al caso para que le tuviesen
por digno de aquella dignidad y grandeza. Era perso-
na de mucho ánimo y no de menor prudencia: ni con
los trabajos se cansaoa el cuerpo, ni con los cuidados
su corazón se enOaquecia. Su liberalidad fue tan gran-
de para con los necesitados , que vulgarmente le lla-
maoan padre de los pobres. Los de Navarra , gente
feroz y bárbara^ con ocasión de la mudanza en el go-
bierno de nuevo se alborotaron, y tomadas las armas
ponían á fuego y á sangre las tierras de la provincia
Tarraconense : acudió el nuevo rey con presteza, y
con sola su presencia, por la memoria de las victorias
pasadas, hizo que se le sujetasen y rindiesen. Perdo-
nólos ; pero con condición qne á su costa edificasen
una ciudad llamada Ologíto, como baluarte y fuerza
que los enfrenase y tuviese á raya para que no aco-
metiesen novedades tantas veces, pues les estaba me-
jor carecer de la libertad de que usaban mal. Esta
ciudad piensan algunos sea la villa que hoy en Siquel
reino se llama Olite , mas por la semejanza del nom-
bre que por otra razón que haya para decillo: conje-
tura que suele engañar a las veces.
Concluida esta guerra, los romanos que en España
quedaban, y mas confiaban en el asieuto que tenian
puesto con* los godos, que en sus fuerzas, última-
mente fueron constreñidos á salirse de toda España,
donde por mas de setenta años á las riberas del uno
y del otro mar habían poseído parte de lo que hoy es
Portugal y de la Andalucía , bien que muchas veces
se es tendían ó estrechaban sus términos conforme á
como las cosas sucedían. Algunos entienden que por
esta causa los godos fortificaron la ciudad de Ebora
para que sirviese de frontera contra los romanos.
Dan desto muestra dos torres fuertes y de buena es-
tofa, que comunmente dicen por tradición las edificó
el rey Sísebuto, esa saber para reprimir las entradas
que los romanos poraauella parte nacían en las tier-
ras de los ^odos. (1) Conserváronse los romanos por
tan largo tiempo en aquellas partes tan estrechas de
España , á lo que se entiende , por estar África tan
cerca para fácilmente ser socorridos : y al presente
por faltarles esta ayuda á causa de la cruel guerra
que el falso profeta Mahoma y los que le seguían,
hacían por aquellas partes , fueron vencidos y echa-
dos de España. Tenian los romanos dividido aquel
gobierno en dos partes, y puestos en España dos pa-
tricios. Destos al uno con buena industria y mana,
granjeó el rey , al otro venció con las armas, y á en-
tramóos los redujo en su poder.
A todas estas cosas tan señaladas dio fin el rey
Suinthila dentro del quinto año de su reinado, que
se contaba del nacimiento de Cristo 626. En el cual
año con intento de asegurar la sucesión del reino y ha-
cer que quedase en su casa^ declaró por su companero
(1) La ciudad de Evora, capital de la provincia de Alen-
tejo en Portugal , ea una de las mas ricaí de la peniasula en
memorias vivas é históricas de los tiempos antiguos. Todos
los pueblos que dominaron á España han dejado en ell^ las
huellas de su existencia , pues aunque muchos monum^utos
hayan desaparecido, quedan todavía para atraerla admira-
ción del anticuario y ael ñlósofo preciosos restos de una civi-
lización que ya no existe.
168 BIBLIOTBCA SE
á Rechimtro su btio, moio queauaqae ert de peque-
ña ; tierna edad, cou su buen natural dabs muaslras
míe imitaria las TÍrtudes de su padre v de su abuelo.
Todo esto no fue bastante para que los ^os no se
desabriesen, ca llevaban muT mal que con este arti-
Gcio se heredase la magestaa real que antes se acos-
tumbraba dar por voto a los grandes del reino; y es
cosa averiguada que desde este tiempo el que poco
antes era acatado de todos y temido, vino á ser teni-
do eo poco , de tal suerte que no sosegaran hasta
tanto que derribaron de la cumbre del reino á Suin-
thila y á su bija ; que debió de ser la causa porque
San Isidoro en la historia de los godos con que Degó
liasta este año, no pasase adelante con bu cuento,
por hacérsele (como yo pienso) de mal da poner por
escrito las afrentas y desastres de aquel rey poco
antes muy señalado j deudo suyo , y por no dejar
memoria de las alteracioDes , traiciones y malos tra-
tos que en este caso sucedieron:
Lo que principalmente enSniniIiila se reprehende
fue que después de tantas victorias y de estar España
toda sosegada y en paz se diú á vicios y deleites, en
que se muestra claramente cuánto es mas dificultoso
al que tiene mando y Uberlad para hacer lo que quie-
re, vencerse á si mismo y á sus pasiones en tiempo
de paz, que en el de la guerra con las armas sujetar .
á sus enemigos. Theodora su mujer que algunos
sospechan fue hija del rey Sisebuto, y Gevla o Agi-
lano su hermano á quien liahia enlregada el gobierno
asi de su persona como del reino, con sus n¿loe Ur-
minos fueron ocisioa en gran parte del odio que
contra él se levantó , y despertaron contra él ^ran
parte de los enemigos que al fin te echaron por tier-
ra y prevalecieron.
Presidia i la sazón en la iglesia de Tcdedo Relladio
sucesor de Aurasio , varón de señalada prudencia,
modestia y enidicioo , muy libre de toda avaricia,
constante y para mucho trabajo. Fue los saos pasados
rector de las cosas públicas , que ora en lo seglar el
mayor cargo de los oodos. Dejo et oficio con desea de
seguir vida mas perfecta , y tomó eo Toledo el há-
bito de mongeenel monasterio Asaliense, yenélen
breve llesd aser abad^ dende por orden de) rey Sise-
buto pas3 á ser arzobispo de Toledo. Tuvo por dis-
cípulo al glorioso San Ildefonso, cosa que le dio no
menos renombre que sus mismas virludes, aunque
fueron grandes. El mismo le ordenó de diicono, y
adelántele sucedió asi en la abadía, comeen el arzo-
bispado. Parece que la alteración de los tiempos y
pena que Helludío recibid por las revueltas que re-
sultaron, fueroD ocasión ae su muerte, porque al
mismo tiempo que Suinthila por traicionde Si señando
fue despojado del reino, pasó desta vida. En cuyo
lugar sucedió Justo , y por algún tiempo presidió en
aquella iglesia. ■
La caida del rey Suinthila fue desta manera. Era
Sisenando hambre de gran corazón , muy poderoso
por las riquezas que tenia, diestro y ejercitado en tas
cosas de la guerra. Parecióle que el aborrecimiento
que comunmente tenion al rey Suintbila , le presen-
taba buena ocasión , y le abria camino para quitarle
la corona. Las fuerzas que tenia , do eran bastantes
parj cosa tan grande. Acudid al rey Dagoberto de
Francia. Persuadíale le ayudase con sus fuerzas, avi-
sóle que las volanlades de los naturales estaban de
su parte, solo recelaban comenzar cosa tan grande
sin tener socorros de otra parte: que Suinthila debaja
de nombre de rey era rauv cruel tirano , ejecutivo,
sujeto i todos las vicios y fealdades, m(^struo com-
puesto de aficiones v codicias entre si contrarias y
repugnan tes. Tomado asiento cen el Francés, Abun-
dancio y Venerando capitanes franceses con gente
deBorgoñase metieron par España y Itegaroa a Za-
ragoza. Los grandosque hasta entonces se recelaban
y temían, se declararon, y tomadas las armas no pa-
raron hasta echar del reina á Suinthila con sn mujer
V hijo Rechimiro : esto se tiene por mas cierto que
lo que otros dicen, es á saber que el rey Suinthila y
su hijo fallecieran de enfermedad en Toledo, porque
del concilio IVToletano, y de lo que en él se refiere,
parece lo contrario ; y aun del se entiende también
que Agilaao hermano del rey Suinthila entre los de;
más se arrimó á Sisenando y siguió su partido, si
bien la amistad no le duró mucho.
Ito las historias franresas se vp que al rey Daga-
l«rtí> (lipnm los iiufstnw (por ventura ú cuciito de
los gastos de la mierra) diez libras de oro., que él aplí-
ró para acalilirTa fábrica de San Dionysio , templo
muy suntuoso y grande juiíloá París, y obra del rey
ftagüberto. Floreció por este tiempo Juan obispo deZa-
ragout sucesor de Haximo. Fue muyscñalado^si bien
en la bondad de su vida y liberalidad con los pobres;
romo en la erudición y letras , (te que da testimonio
un libro que dejú escrito en razón de cúuo se ilebia
celebrar la Pascua. Por el mismo tiempo fueron en
Españapersonasde cuenta Vincencio y Ramiro : Vin-
cencin fue abad en San Claudio de León , do por de-
feniler k religión católica fuO'mucrtopnr los arríanos,
serta que parecía estar ya acallada. Su cuerpo en la
ilestruicion de Kspaña llc'varon á la ciudad do Oviedo.
m: íspaSa. IPS
' Ramiro fue monge en ti misQio monasterio de Lcnn,
j y al lado del alt^r mayor en propia y particular capi-
lla están sus liueaos guanlado» y reverenciados del
pniííilo. Reinó Suinlliila dtez ano* : despojímnie ilel
re.ino año del Señor 63) t
CWITOLO V.
.DclrC]> Sisénando.
Lui:co que Sisénando salió con lo que pretendií , y
se vio lieclin rey dé los roiIos , como persona discreta
advirti'i qne por estar los naturales divididos en par-
cialidideS, y quedar todavía muchos alicionados al '
partido Contrario , corría peligro de perder en breve
lo Bañado-, sí no buscaba alguna traza para acudir á
este peligro. Parecióle ijue el mejor camino seria ayi»-
anncMriJ ie Kiiiit-
darse de la religión y del brazo eclesiástico , capa con
que muchas veces se suelen cubrirlos príncipes, j aun
solaparse grandes engaños. Juntó de todo su senorio
como Aetcnta obispos en Toledo con voi de reformar
las costumbres de los pclesiísticos por las revueltas
de Ids tiempos muy estragadas ; mas su principal in-
tento era procurar que el rey Suinlhila fuese conde^
nado por los padres como indigno de la corona, para
míe los que les seguían y de secreto le eran aíicioun-
<tos, mudado parecer sosegasen. Túvose la .primera
junta en la iglesia de Santa Leocadia á cinco de di-
ri«nbreañode634. esAsaber el tercero del reinado
del mismo Siscnanifo. Hallóse el rty en la junta, V
puesto de rodillas con muestras de-mucha humildad,
con sollozos y lágrimas quede su pecho y sus ojos des-
pedía en abundancia, pidió á los padres le micomcn-
da.sen á la Divina .Magestad para qae ayudase sus
intentosiqueelflnparaquesejuntaran era la reforma-
ción de la disciplina eclesiástica y de lis costumbres:
que era justo acudiesen ¿ negocio tan importante.
AnimAronselw obispos con Ins buenas palabras del
rey, pubHcarondecretos muy importantes, y en par-
ticular señalaron li forma y ceremonias con que se
deben celebrar los concilios provinciales, que manda- '
ban se juntasen cada un año. Las cabezas principales
de los decretos son estas. Los padres en los asientos y
en el votar guarden laantígücdaddc su consagración.
Con su voluntad sean admitidos al concilio los gran-
des que pareciere se deben en él bailar. Muy de ma-
ñana«e cierren las puertas del templo en quo se tie^
ncla junta, fuera de una por dondn entren ios padres,
con su guarda de porteros. El metropolitano propon-,
Slos jinntos de que en el concilio se hade tratar,
s causas particulares propon^ el arcediano. Haya
en España un Hissal y un Breviario. (El cuidado do
hacer esto se encomendó í San Isidoro , que tuvo el
primer lugar en este concilio. Re aquí resultó que co-
munmente el Missal y Breviario de los mozirab^ se
atribuyen ti San Isidoro, dado que San Leandro com-
puso muclias cosas dcHo , y con el tiempo se añadírnn
mucíias mas). Antes de la Epiphaiifa resuelvan los sa-
cerdotes entre sí en qué dia de aquel año se ha de ce-
lebrar la Pascua , y dello los metropolitanos por sus _
cartas den aviso A las iglesias desu provincia. 51 A;«-
calfpsí de San Juan Evangelista se cuente entre Ior
libros canónicos. T^s iglesüs de Galicia en la ben.ií •
i 70
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
cion del cirio Paséual , en las ceremonias y oraciones
se conformen con las demás de España. Ninguno se
ordene de obispo ni de presbítero que no sea de trein-
ta años, y tenga aprobación del pueblo. Los judíos en
adelante no sean iorzados á bautizarse. Los que forza-
dos del rey Sisebuto se bautizaron , perseveren en ia
fe que profesaron. Los judíos y los que de ellos decien-
den, no puedan tener públicos oficios y magistrados.
Los cléngos no corten el cabello, solo en lo mas alto
de la cabeza que deben afeitarla toda , pero de guisa
que los cabellos queden en forma de corona. Ninguno
se apodere del remo , si no fuere por voto de los gran-
des y prelados. El juramento hecno al revno sea que-
brantado. Los reyes del poder que les ha sido dado
para el bien común no abusen para hacerse tiranos.
Suinthila , su mujer y hijos y su hermano sean des-
comulgados por los males que cometieron en el tiem-
po que tuvieron el mando.
Lo que se pretendía con este decreto, y á que todo
lo demás se enderezaba , era asegurar en el reino á
Sisenando , y junto con esto para lo de adelante dar
aviso que ninguno imitase , ni se atreviese á hacer
locuras semejantes. Decreto en que parece tener al-
guna muestra de aspereza estender el castigo á los
hijos del rey , á quien debia eseusar la inocencia de
su edad. Pero fue costumbre de los antiguos usada de
todas las naciones que á veces los hijos sean castiga-
dos por los padres ; y esto á propósito aue el mucno
amor que les tienen enfrene a los que de su particu-
lar interés nó harían caso. Firmaron las acciones y
decretos del concilio todos los obispos. Los metropo-
litanos por este orden : Isidoro arzobispo de Sevula,
Selva de Narbona, Stéphano de* Mériaa sucesor de
Mausona , Inocencio y Renovato, que por este orden
le precedieron en aquella iglesia. En cuarto lugar fir-
mo Justo prelado de Toledo , en el quinto Juliano de
Braga , y en el postrero Audax de Tarragona. De los
demás prelados y del orden que guardaron no hay que
hacer mención en este lugar. Solo de Justo arzooispo
de Toledo quieren añadir , que según parece era per-
sona suelta de lengua y maldiciente , tanto que en to-
das sus pláticas acostumbraba á reprehender y mur-
murar (fe todo lo que Helladio su predecesor había
hecho : la condición tuvo tan áspera , que sus mismos
clérigos por esta causa le ahogaron en su lecho des-
pués que en aquella iglesia presidió por espacio de
tres años. Quien dice que el Justo á quien mataron sus
clérigos fue diferente del que fue arzobispo de Toledo.
Entre las firmas de los otros obispos está la de Pime-
nio obispo que se llama de Assidonia , cuyo nombre
hasta el dia de hoy se lee en Medina Sidonia en la igle-
sia de Santiago grabado en una piedra, y en otra igle-
sia de San Ambrosio , oue está á la ribera del mar como
media legua de Bejer ae la miel ; por dónde se entien-
de que debió consagrar aquellas aos iglesias.
Demás de lo dicho personas eniditas y diligentes
son de parecer que el libro de las leyes góticas , lla-
mado vulgarmente el Fuero Juzgo , sepuolicó en este '
concilio de Toledo, y que su autor prmcipal íub San
Isidoro : concuerdan muchos códices antiguos aestas
leyes , que tienen al principio escrito como en el con-
cilio Toledano IV que fue este , se ordenaron y publi-
caron aquellas leyes. Otros pretenden que E^ica , uno
de los postreros reyes godos , hizo esta diligencia:
muévense á sentir esto por las muchas leyes que hay
en aquel volumen de los reyes que adelante vivieron
y r0lnaron. Puede ser y es muy probable que al prin-
cipio aquel libro fue pequeño , después con el tiempo
se le añadieron las leyes de los otros reyes , como se
iban haciendo. Por conclusión una fórmula que anda
impresa de cómo se han de celebrar los concilios , or-
dinariamente se atribuye á San Isidoro ; mas algunos
entienden que adelante alguna persona la forjó de lo
que en' esta razón se determinó en este concilio , y de
4>tra8 muchas cosas que juntó, tomadas de otros con-
cilios ; y que para darle mayor autoridad y crédito la
publicó en nombre de San Isidoro , como autor tan
grave , y que en particular tuvo el primer lugar en este
concilio de Toledo. Todo pudó ser ; el juicio desto
quedará libre al lector ; el nuestro es que las razones
que se alegan por la una y por la otra parte , ni con-
cluyen que la dicha fórmula sea de &n Isidoro » ni
«tampoco lo contrario.
CAPITULO VI.
Del rey Chíntila.
Casi por el mismo tiempo que Justo , arzobispo de
Toledo, falleció de la manera que ello haya sido, el
rey Sisenando pasó desta vida: murió de su enferme-
dad en' Toledo veinte días después del año del Señor
de 635 : reinó tres años , once meses y diez y seis
dios {íY Acudieron loe grandes y prelados conforme
á la óraen que se dio en el concilio pasado, para ele-
gir sucesor. Regularon los votos, salió nombrado
^Chíntila y elegido por rey. En lugar del arzobispo
'Justo sucedió Eugenio, Segundo deste nombre, varón
esclarecido así por sus virtudes , como conocido por
la estrecha amistad que tuvo con San Isidoro , arzo-
bispo de Sevilla. Al cual como Eugenio por sus cartas
preguntase si el inferior puede absolver de la senten-
cia y censura fulminada por el superior, y si los após-
toles todos fueron de igual poder, respondió en una
carta, que por ser muy memorable me pareció poner
aquí.
Dice pues: «Al carísimo y escelente en virtudes
» Eugenio obispo Isidoro. Recibí la carta de vuestra
» santidad, que trajo el mensajero Verecundo. Dimos,
«gracias al Criador de todas las cosas porque se díg-
» na conservar para bien de su iglesia en salud vues-
))tro cuerpo y alma. Para satisfacer conforme á nues-
)) tras fuerzas á vuestras preguntas pedimos que por
» los sufragios de vuestras oraciones seamos del Sc-
Ȗor librados de las miserias que nos afligen. Cuanto
» á las preguntas que vuestra venerable paterni-
» dad dado que no ignora la verdad , quiere que res-
» ponda, digo que el menor fuera del artículo de la
» muerte no puede desatar el vínculo de la sentencia
» dada por el superior; antes al contrarío el superior
» conforme á derecho podrá revocar la del inferior,
))Como los padres orthoaozos por autoridad sin duda
)) del Espíritu Santo lo tienen determinado: que de-
» cir ó hacer al contrario, como vuestra prudencia lo
)) entiende, sería cosa dBl mal ejemplo, es á saber,
» gloriarse la segur contra el que corta con ella. En
» lo de la igualdad de los apóstoles, Pedro se aventajó
» á los demás, que mereció oir del Señor: Tu eres Fe-
» drOy etc, y no de otro alguno sino del mismo hijo de
» Dios y de la Vírsen recibió el primero la honra del
)) pontificado. A él también después de la resurrec-
» cion del hijo de Dios fue dicho por él mismo: Apá-
ndenla nUs corderos: entendiendo por nombre de
» corderos los prelados de las iglesias: cuya dignidad
» y poderío dado que pasó á todos los obispos católicos,
» especialmente reside para siempre por singular prí-
»viiegio en el de Roma como cabeza mas alta que
» los otros miembros. Cualauiera pues que no le pres-
» tare con reverencia la debida obediencia, apartado
)>de la cabeza, se muestra ser caído en el aceíalismo.
V Doctrina que la Santa Iglesia aprueba y guarda co-
» mo artículo de fé, lo cual quien no creyere fiel y
» firmemente, no podrá ser salvo, como lo dice San
u Atanasio hablando de la fé de la Santa Trinidad.
)) Estas cosas brevemente he respondido á vuestra
» dulcísima caridad sin ser mas largo; pues (como
(1 ) SaiothiU fue destronado en 631 y subió tras él Siie*
naodo , por doade se vé que reinó muy poco menos de cioco
años ,¿ ios cinco enteros , pues consta que Chintíla empeió
á reinar en mayo de 636.
nrstOHA
»dioe d filósofo), al sabio poco le baMa. Dios os
Aguarde:
Ud pedaiode este carta engíríó Dr Lucas de Tay
poco menos há de caatrocieDtos ano» en una disputa
docta 7 elegante que hizo costra la secta de los albi-
genses que se derramaba y cundía por España.
VoNamosalrey Ghintilla, de quien algunos sienten
fne hermano camal del rey Sisenando , y padre de
ambos SuíBthila. En contrario desto hace aue en el
cuarto concilio Toledano se dicen muchos oaldones
contra Suiathüa, que no parece sufriera ninguno de
sus hijos que en su presencia maltrataran de aqueíU
siMle á su padre : conjetura á mi Ter bastante. La
verdad es que luego que el rey Ghintila se encargó
del gobierno, sea por miedo de alguna revueluí, sea
por miitar el ejesaplo de su predeeesor, hizo que se
juntase un nuefo concilio de obispos en Toledo á pro-
pósito que por su voto los padrias confirAiasen su
elección. Es cosa muy larga esperar que todos los
prelados de aquel reino se juntasen. Acudieron sin
dilación Teinte y dos obisposcasi todos déla profincia
Cartaginense, que fue el primer año del reinado de
Ghintila, y del nacimiento deGristo se contaban 636.
Hízose la junta en la iglesia de Santa Leocadia, en
que se ordenaron algunas leyes (1). La primera con-
tiene que cada un año á trece de diciembre por
espado de. tres dias se hagan las letanías. Habla
costumbre áe muy antiguo que antes de la Ascensión
se hiciesen estas procesiones por los frutosde la tierra.
Mamerco, obispo de Víeoa en cierta plaga, es á Sa-
ber oue los lobos ed aquella tierra rabiaban y hacían
mucno daño, por estar olvidada la renovó como dos-
ci«it08 años antes desta tiempo, y aun añadió de
nuevo el ayuno ▼ nuevas rogativas ; todo lo cual se
introdujo en las aemás partes de la Iglesia. Gregorio
Magno asimismo los años pasados por causa de cierta
peste oue anduvo en Roma muy grave, ordenó que
el día de San Marcos se hidesen las letanías : lo uno
y lo otro seguardadoquíera.todos lósanos. En España
en particular en el concilio Gerundense se aprobó y
recibió todo lo que está ^icho; mas en este concilio
fue tan grande la devodon y celo de ios padres, que
conun nuevo decreto mandáronse hiciesen las dichas
letanías el mes de diciembre no con intento de alr
canzar alguna merced, ni de librarse de algún mal
temporal, sino para aplacar á Dios, y alcanzar perdón
de ios peóidos que eran muchos y muy graves. Verdad
es que estas letanías se han dejado, y ya en ninguna
parte se hacen.
Loe demás decretos deste concilio son de poca con*
sideración. Bnderézanse á confirmar la.eleccion del
rey Ghintila y amparar á sus h^os, que aun después
de Ja muerte de su padre mandan nin^uino se atreva
á hacerles sgratio y demasía. En particular para re*
prímir la ainbicion se ordena sopeña de excomunión
que ninguno se apodere del reino, si no fuere elegido
por votos libres ; j que se dé solamente á los que
aecendiaD de la antigua nobleaaj alcona de los godos.
Que ninguno se atroTa á negiKiar los votos antes de
la muerte del rey, por ser lo contrarío ocasión de al-
teradonee y aleves. En este concilio que entre los
Toledanos es el quinto, tuvo el primer lugar Eugenio,
arxobispo de Toledo, que firmó los decretos del con-
dfiopor estas palabras : Yo Eugenb, por la miseri-
cordia de Dios, obispo metropolitano de la iglesia
de Toledo dé la provindaGarti^neose, consintiendo
firmé estos comunes decretos. Despnes del se sigue
Tonando, obispo de Falencia, come se leo en ios
códices muy antiguos, y por su orden los demás
(i) Ea esU; concilio se prohibió bajo pcna^de aoathema
el trono contra éi conseotirntento de) pueblo, y sin ser ele-
gido por los grandes. También se ordenó que los beneficios
que los príncipefi bagan k los ministros subsistan después de
su muerte.
TOMO I.
DE BSPANib ^171
Paipa que e^tos-decretos tuviesen mas fuerza y fue*
sen/eceoidos'de todo el reino, el año luego siguien-
tes á' instancia del rey se juntaron en Toledo pasados
de cineuenta obispos, todos del señorío de los godos.
Celebróse el concilio que fue^el sesto entre los de To-
ledo, en Santa Leocadia la pretoriense, que algunos
entienden fue la iglesia desta santa que está junto al
alcázar, llamado en latín préterio, y en su vejez
muestra rastros de su antiguo esplendor y grandeza.
Otros quieren que la iglesia de Santa Leocadia la
pretoriense fuese la que está fuera de la ciudad^ por-
Jue también las casas de campo se llaman pretoríoí^
smás que el alcázar entonces no estaba donde hoy.
La verdad es que la junta se tuvo á nueve de enero
año del Señor de 637 ; en ella se ordenaron y publi-
caron^ diez y nueve decretos que se enderezan parte
á reformar ladlsciplioa edesiástíca, parte á confir-
mar lo que acerca del rey y de sus hijos se decretó
en el concilio pasado. Demás desto ordenaron por
decreto particular que no se diese la posesión del
rdno á ninguno antes que espresamente jurase que
no daría favor en manera alguna á los judíos, lii aun
permitiría que alguno que no fuese cristiano, pudie-
se vivir en el remo libremente. Halláronse en este
concilio los prelados Selva de Narbooa, Juliano de
Braga, Eugenio de Tdledo, Honorato de Sevilla, su-
cesor de San Isidoro, que ya por estos tiempos era
fallecido. Allende destus Protasio, obispo de Va-
lencia, y los demás prelados que firmaron por su
orden.
El que tuvo mas mano en la dirección de los nego-
cios Y se entiende formó los decretos que en este
concilio se hicieron, fue Braulio, obispo de Zaragoza,
que en aquella iglesia sucedió á su hermano Juan,
como persona (jiue se aventajaba á los demás en el
ingenio, erudición y letras. Demás desto en nombre
del concilio escribió una carta Honorio, á la sazón
pontífice romano, para pedirle que con su autoridad
aprobase lo que en el concilio se decretara. Desta
carta dice él arzobispo don Rodrigo era tan elegante
en las palabras, tan llena de graves sentencias , el
estilo tan coacertado, que causó grande admiración
en Roma. La celebración destos concilios fue la cosu
mas memorable que se cuenta del rey Ghintila : debió
ser que por haber echado los enemigos de todo su
señorío, y estar el reino reposado y en paz, no se
ofrecieron guerras de consideración, mayormente
que la buena diligencia del rey y la autoridad de los
obispos tenían los naturales reprimidos para no mo-
ver alteraciones y alborotos. Falleció el rey Giiintilu
año de nuestra salvación de 639. Poseyó el reino tres
años, ocho meses y nueve dias.
CAPITULO VIL
De la vida y mnerte del bienaventurado San Isidoro.
Por el concilio Toledano VI y por los obispos que
en él se bailaron, como queda apuntado, se entiende
que el bienaventurado San Isidoro á la sazón era pa-
sado desta presente vida; y por lo que del escribió
San Ildefonso en los Varones ilustres, parece fue>u
muerte el año postrero del rey Sisenando, que se con-
taban del nacimiento de Cristo seiscientos y treinta
y cinco. Otros son de opinión que tuvo vida mas larga
vllegóaltiempb del rey Cbintuíla, cuyo reinado aca-
bamos de tratar. Fue este insigne varón hermano de
padre y madre de San Leandro, San Fulgencio y San; a.
Florentina : otros también le señalan por hermana á
Theodosia, madre de los reyes Ermenegildo y Ueca-
redo. En los años y en la edad fue el menor entre
todos sus bermanos : en la elocuencia, ingenio y
doctrinase les aventajo grandemente; y enla grandeza
del ánimo y de sus virtudes igualó á su padre Seve-
riano, de quien algunos dicen fue duque de la provincia
Cartaginense. Deiú muchosL libros escritos que dáu
8*
i 72
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
bastante muestra de lo que queda dichp, cuya lista y
catálogo San Ildefonso y Braulio pusieron en la ?ida
que deste Santo escribieron. Indicio y presagio de su
nde elocuencia fue loque escriben de un ejambre
>ejas que volaba alrededor de la cuna y de la
boca de San Isidoro siendo niño : cosa que ni se cree
ni se dice sino de personas de gran cuenta.
Verdad es que también refieren que en sus primeros
años se mostró de ingenio rudo, lo cual y juntamente
el miedo del soberbio maestro que le enseñaba, fue
ocasión que se salió y huyó de la casa de su padre.
Andaba aescarriado por los campos, cuando á la sa-
ion adrirtíó en un pozo un brocal acanalado por el
largo uso y por el ludir de la soga. Consideró, aunque
pequeño, con aquella vista cuan grandes sean las
fuerzas ae la costumbre, y como el arte^ perseveran-
cia y .trabajo pueden mas que la naturaleza : con esta
consideración dio la vuelta. Parte deste brocal míe
es de mármol, se muestra en San Isidoro de Sevilla,
Y se tiene ordinariamente fue el mismo de que se ba
dicho. Destos principios subió la cumbre de doctrina
Lerudiccion con que alumbró y ennobleció toda
ipaña; y al tiempo que sus hermanos andaban des-
terrados por el rey Leuvigildo. hirvió mucho con
su celo y asadla á la iglesia católica. Ayudóle mucho
para que se hiciese tan docto San Leandro su her-
mano, ca vuelto del destierro, y conocidas sus aven-
tajadas partes y las grandes esperanzas que de si
daba, órnese por otra causa, le encerró en un apo-
sento sin dejalle libertad para ir donde quisiese.
Aprovechóse él de aquella clausura , de Ja edad y
ingenio, que todo era á propósito, paiia revolver grau
número de libros: de que resultó el de las Etimologías
de erudición tan varia, que parece cosa de milagro
para aquellos tiempos: obra que últimamente per-
leccionó y publicó adelante, á persuasión de Braulio
su grande ami^o.
Duró este recogimiento tan estrecho todo el tiempo
que vivió San Leandro' su hermano, que por su
muerte fue puesto en su lugar y en su silla. Gobernó
aquella iglesia con gran prudencia: hizo leyes y
constituciones muy á apropósito« Mas como quier
que entendiese que todo lo demás es de peco mo-
mento, si los mozos desde su primera edad á manera
de cera no son amaestrados y enderezados en toda
virtud, fundó en Sevilla ün colegio para enseñar la
juventud y ejercitarla en virtud y letras. Deste cole-
ro á ffoisa de un castillo roquero salieron grandes
soldados, varones señalados y excelentes, entre los
demás los Santos Ildefooso y Braulio. Algunos afir-
man que en tiempo de Gregorio Magno fue Isidoro á
Roma^ que debió ser con deseo que tenia de renovar,
y continuar la amistad que entre aauel santo pontífice
Lsu hermano desde los años pasados estaba trabada.
1 que añaden, que en brevísimo espacio, antes la
misma noche de Navidad hizo aquella jomada y dio
la vuelta : demás desto que dos candelas queél mismo
con cierto artificio hizo, se hallaron en su sepulcro
encendidas en tiempo del rey don Femando el Pri-
mero: ítem que el lalso profeta Mahoma fue por este
santo echado de Córdoba.
Todas estas cosas las desechamos como frivolas y
hablillas sin fundamento, pues ni son á propósito
pin aumentar su grandeza, y quitan el cródito á
fas demás que del con verdad se cuentan. Por la ver-
dad y templanza se camina mejor : mas ¿qué cosa
puede ser mas vana oue pretender cen fábulas hon-
rar la vida y liechos de los santos de Dios? ó qué cosa
puede ser mas perjudicial ni mas contraria a la reli-
gión y honra de los santos que la mentira ? La verdad
es que la prudencia de San Isidoro ayudó mucho pa-
ra que todo el reino se gobernase con muy buenas
leyes y estatutos que por sa orden se hicieron, y que
para reformar las costumbres á instancia suya y por
su orden se tuvieron en Sevilla y en Toledo algunos
I concilios. Fue arzobispo de Sevilla como cuarenta
años. Llegado á lo postrero de su edad, que fue niuy
larga, le sobrevino unt mny grave y mortal fiebre.
Visto que se moria^ hízose llevar en hombros por sus
discípulos á la ialeiia de San Vicente de la misma
ciudad de Sevilla ,: hiciéroole componía hasta tonto
que rindió el alma un obispo llamado Juan y Upor-
cio, sus muy especiales amigos. En ^aqneUn iglesia
hfize pública con£9sion de sus pecados, y recibió el
santisimo sacramento de la Eucaristía, con que por
espacio de tres dias se aparejó, eomo era razón pura
partir desta vida. En aqnel tiempo dio Ingar á todos
Kra que le viesen y hablasen. Consolólos con pala-
as muy amorosas ; pidió perdón asi como estaba á
todo el pueblo en común y misericordia á Dios con
oración muy ferviente y ¿rande bonildad interior y
esterior. Por conclnsioo entre los sollons de los su-
yos, y lágrimas muy abundantes que toda la ciudad
uespedia por su muerte, en el mismo teoiplo ríndicV
el espiritu á cuatro de aoril, que es el mismo día en
que en España se le bace fiesta particular.
El año en ^e murió no está puntualmente averi-
guado. No hizo testaipento, parte por la pobreta
que profesaba, parte porque todos los bienes aue le
quedaban se dieron por su mandido aquellos dias a
pobres. Reconoció por toda la vida el primado de la
iglesia romana, ca decía era la fuenra de las leyes y
decretos, á que se debe acudir en todo lo que con-
cieme alas cosas sagradas, ritos y ceremonias. Esto
solía decir en tod^ la vida ; pero al tiempo de so
muerte mas en particular protestó á aquella nación
que si se apartaban de los divinos mandamiontos y
doctrina á ellos enseñada, serian castigados de todas
maneras, derribados de la curnbreen que estaban,
y oprimidos con muy grandes trabajos ; mas que to-
davía si avisados con los males se redujesen ámeior
partido, coa mayor gloría que antes se adelantarían
a las demás naciones. No se eogañó en lo uno ni en
lo otro, ni salió falsa su profecía, como se entiende
así perlas tempestades antiguas que padeció España,
como por la grandeza de que al presente goza, cuando
vemos oue su imperio derribado antigoamente por
los malaades y desobediencia del rey Witiza, y des-
pués levantados de pequeños principios ha' venido á
Uinta grandeza, que casi se estiende hasta los últimos
fines de la tierra.
Por la muerte de San Isidoro sucedió en aquella si-
lla Theodiselo griego de nación (1) : deste refiwen
alguuos corrompió las obras de Sao Isidoro, y las en*
tregó á Aviceiia árabe pare que traducidas en leogna
arábiga las publícase en su nombre y por suyas. Lo
que' tuca á Yicena (si ya no fue otro del mismo nom-
bre) es falso, pues por testimonio de Sorsano con-
temporáneo del mismo Avicena y queescríbié su vida,
se sabe que mas de trecientos años adelante pasó
toda la vida en la casa y palacio real de los persas sin
venir jamás á España; Martino Polono en su cronicón
.dice que como el papa Bonifacio Octavo tratase de
nombrar y señalar los cuatro doctores de la Iglesia
para que se les hiciese fiesta particular, no faltaron
personas que juzgaron debía San Isidoro aarante-
nuesto á San AmbroMo, á lo menos era razón que con
los cuatro le contasen por el quinto. Hace para que
esto se crea la erodicion deste santo varon en toda
género de letras, y que en el número de loe cuatro
octores se cuentan y ponen dos de Italia, y ninguno
del Poniente, ni de los tramontanos. Taramen es co-
sa cierta que en España, bien que en diferentes
tiempos, florederon tres peñones muy avontigadas
deste mismo nombre: Isidoro obispo de Córdoba, al
que por su antigüedad llaman el mas viejo: el segun-
do Isidoro Hispalense, cuya vida acabamos de escri-
(1^ En el concilio sssto de ToMo, asistió y finmó como
mctrofiolitano do Sevilla ílononito, no Theodiselo.
niSTORIA OC e.PA.^A.
il^
oír: el postrero Isidoro Pacenise, que fue adelante, y
por esto se llama comunmente el mas mozo ; dado
3ae 6 las veces suelen dar este mismo apellido á hi*
oro el Hispalense cuando le comparan con el Gordo-
bes. Esto se advierte para que este sobrenombre ds
lunior ó mas mozo no engañe á ninguno ni le des-
lumbre.
CAPITULO VUI.
De los reyes Tulgra , Chindasuiotho y Recesuintho,
Eif lugar del rey Ghiuüla por voto de los grandes
del reino fue puesto Tulga mozo en la edad, pero en
las virtudes yiejo : en particular se señalaba en la
justicia,, celo de la religión , en la prudencia, en el
gobierno y destreza en las cosas de la guerra. Fue
muy liberal para con los necesitados , virtud muy
propia de los rejes , que es justo entiendan que la
abundancia de bienes y sus riquezas no deben servir
para su particular provecho y para sus deleites , sino
para ayudar á los flacos ^ para reriiedío de todo el
Kueblo. ibadestos principios en aumento, y parecía
abta de subir 6 la cumbre de toda virtud y valor,
cuando la muerte le atajó los pasos , quade'euferme-
dad le sobrevino en la ciudad de Toledo año de nues-
tra salvación de 641. Tuvo el reino solo dos años y
cuatro meses. Slf^berto Gemblacense dice que el rey
Tulga fue mozo liviano , y con su libertad y soltura
dio ocasión á los suyos para que se levantasen contra
él y le echasen del reino. La razón pide hacer mas
caso en esta parte de lo que Sao Ildefonso depone co-
mo testigo de vista, que de lo que escribió un extran-
jero ó por odio de nuestra nación , ó lo que es mas
probable, por engaño á causa de la distancia del lu-
gar y en tiempo en que y cuando escribió , coú que
lácilmente se suelen trocar las cosas.
La verdad es que por la muerte de Tulga, como
quier que el reino de ios godos quedase sin goberna-
lle y sujeto á sét combatido de los vientos, Flavio
Chindasuintho por tener á su .cargo la gente de guer-
ra, con cuyas fuerzas se habla rebelado contra el rey
Tulga ^qué parece le despreciaba por su edad) lue^o
que falleció, con las mismas armas y con el favor de
los godos se apoderó de todo, y se quedó con el reino:
que ios demás grandes del reino no se atrevieron á
hacerle contradicción , ni contrastar con el que tenia
en su poder ios soldados viejos y las huestes del rei^
no. Verdad es que aunque se apoderó del reino tirá-
nióuoentd , en lo de adelante se gobernó bien ; que
parece pretendia con la bondad de sus costumbres,
prudencia y valor suplir la falta pasada. Lo primero
qoe hizo fue poner en órdenias cosas de la república
cou buenas leyes y estatutos que ordenó ; y para que
con mayor acuerdo se tratase de todo lo que era con-
veniente , el sesto año de su reíaado hizo juntar en
Toledo los obispos de todosa señorío. Concurrieron
treinta obispos de diversas partes. La primera junta
se tuvo á veinte y ocho de octubre, día de los apíósto-
les San Simón y Judas. Es este concilio entre los
Toledanos eí seteno : en él se publicaron seis decre-
tos (I ), y entre ellos conforme á lo que estaba orde-
nado en el concilio Valentino, que se tuvo en tiempo
del rey Theodorico y del papa Symmachó , de nuevo
be mandó que á lá muerte de cualquier obispo se ha-
llase el que de los obispos comarcanos fuese para ello
avisado para asistir en ei enterramiento y honras del
difunto, y acudir á lo que ocurriese. Ponen pena de
descomum'un por espacio de un año y suspensión de
(1) En este concilio , que se juntó el aSo 648 se mandó
<;ue ioi obispos no puedan tomar mas qae dos sueldos por
auo de cada iglesia de su diócesi , esccptaados los monaste-
rios; y cuando bañen la visita (\jxe no lleven en su compañía
mas ne cinro perso.:as , ni sé dt?te:igin en cada iglesia sino
uu día.
'TJ.M'í I.
sií oficio y dlgni lad al que no obedeciese , y avisado
no quisiese acudir.
No falta quien diga que en este concilio por auto*
ridod de los |)adres se compuso la diferencia que en-
tre los arzobispos de Sevilla y Toledo andaba sobre el
primado. La verdad es que en el postrer capítulo se
mandó que los obiáoos comarcanos por su tumo ca-
da cual su mes acuaiese á la cíodad de Toledo, v cou
su presencia la honrase : decreto que dicen oroenan
teniendo consideración á la dignidad de! rey y á hon
rar al metropolitano. Por lo demás las firmas de los
obispos muestran claramente que no pretendieron
por este privilegio dar al arzobispo de Toledo la au -
toridad de primado , pue^ después d-) los arzobispos
Oroncio de Mérida , y Antonio de Sevilla en tercero y
cuarto lugar firmaron Eugenio preludo de Toledo y
Protasio de Tarragona. Siguiéronse los otros obispos
por el orden de su antigüedad y consagración : des-
pués dellos los vicarios ó procuradores de los olnspos
ausentes ; en cuyas firmas sé debe advertir que oo
dicen consentir solamente, síoo determinar tas acci^
nes del concilio : cosa estráordmaria, y que en nues-
tra edad no usaron de semejante autondad y palabras
los vicarios de los obispos ausentes en el concilio de
Trente. •
Era por este tiempo arzobispo de Sevilla Antonio,
como queda tocado, que sucedió en lugar de Theo-
diselo depuesto pocoantes^ y echado de tuda España
por mandado del rey Chindasuintho á causa que bou
su natural liviandad sembraba mala doctrina . y aun
le convencieron que para dar mayor autoridad á lo
que enseñaba, corrompió las obras deSan Isidoro que
le vinieron á las manos, como al que le sucedió en su
iglesia y dignidad. Depuesto pasó en África, y allí se
hizo moro; que tauffrandees la fuerza de la obstina^
ciOQ^ y en tanto grado se ciegan ios hombres que una
vez se apartan del verdadero camino. Desta caida de
Theodiselo refieren los que pretenden favorecer ei
primado de Toledo , y en particular el arzobispo don
Rodirigo, que el rey Chindasuiotho tomó ocasión para
pasar á aquella ciudad real la dignidad de primado, y
quitarla á la ciudad de Sevilla en que hasta entonces
estuviera , y que lo uno y lo otro se hizi» por voluntad
y privilegio del poatífice romano. Lo cual dicen sin
arguinento bastante, ni testimonio de afgun escritor
antiguo que tal diga : así lo dejamos como cosa síía
fundamento. Gobernabau por estos tiempos h Iglesi i
de Roma Theodoro, y el que le sucedió, que fue Mar*
tino ei primero.
Tíéaose por cierto y hay memorias 8ntig|uas, que
Chiodasuintho con deseo que tenia de enriquecer á
España con libros y letras, envió ¿ Roma el ooispod^
Zaragoza llamado tajo para que con voluntad del pa-
pa Tbeodoro fiuscase en particular los libros de San
Gregorio sobre Job, llenos de alegorías y móralidadeH
escelentes, para que los trajese consigo á kspaía, tu
los que el dicho Gregorio envió á Leandro , á quien
los aedicó (si los envió empero) no parecían por Im
injuria de los tiempos. Decía tener gran deseo por
medio de aquellos libros de renovar en España la me7
moría del uno y del otro santo, aumentar la religión
católica y confirmarla, y enriquecer la librería ecle-
siástica: que tenia por cierto coa ningunaoosa po-
dria dar mas lustre á su reino ( que se haliabir por
medio de la paz y por haber alanzado de si la imple*-
dad arríana colmado de bienes ) que con los estudios
de la sabiduría, y con procurar que hi religión sh
conservase en su puridaa , que para todo eran muy á
propósito los jibros de los padres antiguos. .
Llegó Ttfjo á Roma , propuso su embajada : desea
ba el papa darle contenió y complacer al rey ;' pero
liabia sucedido en Roma lo mismo que en España,
que casi no quedaba memoria do aquellos libros. Eni
cosa larga revolver todos los papeles y arciiivos : di*
lallbase el negocio de día en din, hora alegaban utiu
i 74
BlttL;OTkCA D£
(M^ion de la Urdania, hora otra. Visto el obispo que
todo era palabras, y que no se descabria camioo para
alcanzar lo que pretendía, acudió á Dios con muy
ferviente oracioü : suplicóle no permitiese que tau
grandes trabajos fuesen en vano, que ayudase benig-
oameute los piadosos intentos de su rey : pasó toda
Ja noche en estas plegarias. Acudió Nuestro Sehor ú
su demanda , señalóle el lugar en que tenían guarda-
dos los escritos de San Gregorio, con que se efectuó
todo (o que deseaba. Hobo fama , y el mismo Tajo lo
testifica en una carta que escribió en esta razón , que
el mianK) San Gregorio le apareció y reveló lo que
tanto deseaba saber.
Por el mismo tiempo comenzó á correr en España
la fama de Fructuoso. Trocó la vida de señor (que
las historias de aquel tiempo llaman sénior) por ser
de la real sungre de Jos goaos , y su padre duoue , en
la flor de su md con la vida de particular y ae mon-
go, tuvo por muestro al principio á Tonancio obispo
de Palencltt. Llegado 6 mayor edad con deseo de mas
períeccíon se fue á vivir al desierto en aquella parte
que hoy llaman el Vierzo, donde de sú mismo patri-
monio adelante editicó un monasterio de mongos con
itdvocasion de los mártires Justo y Pastor. Cerca de
Complutica á las fluidas del monte Irago se ven los
rastros deste monasterio , y en la iglesia catedral de
AstOTga , de do cae no lejos aquel sitio, entre las de-
anes dignidades se cuenta el abad Complutense ca
•después que aquel monasterio fue en el tiempo ade-
J^nte dest/uido , se ordenó que aouella abadía fuese
•iiguidad de As*.orga. De un pTivííegío que dio eJ rey
H»miro el Tercero (i) A la dich» iglesia de Astorga, se
entiende que el rey Chíndasuiutho ayudó con muchas
posesiones y pr«>seas que dio á Fructuoso , para la
fundación v dotación de aquel monasterio.
Demás desto porque en el primer monasterio no
cabía t»nUt mucheduuibrH de religiosos como cada
ilia acudían á la faina de Fructuoso y de su santidad,
fundó él mismo nlli cerca otro monasterio con advo-
cación de San Pedro en un sitio rodeado por todas
partes de montes y arboledas muy frescas. Deste con-
vento en tiempo del rey Wamba fue prelado el abad
Valerio, cuyo libro se conserva hasta hoy coa titulo
de la Vana sabiduría del siglo, sin otras algunas
4)br}is Kuyas en prosa y en verso que dan muestra de
i^a ingenio , piedad y doctrina. Este monasterio re-
•ediücó adelante j le ensanchó Genadio obispo de As-
tor^ aíio del Señor de novecientos y seis , como se
entiende por la letra de una piedra que está en la
misma puerta del olaustro, por donde de la iglesia se
pasa al monasterio. Otro tercero monasterio edificó
fructuoso en la isla de Cádiz , y el cuarto en Tierra
Firme nueve leguas de aquellas riberas , sin otros
quo en diversos lugares fundó asi de varones como de
mujeres. Éntrelas vírgenes, Benedicta tuvo el pri-
mer logar, y fue muy señalada, porqae dejado el es-
poso á quien estaba prometida , persona rica y muy
•noble , con deseo de conservar líi virginidad acudió al
anoparo de Fructuoso.
Esto pasaba en España en lo postrero de la edad
del rey Chíodasuinliio, cuando él con intento de ase-
gurar y continuar el reino en su familia, de que se
apoderara por fuerza , nombró por su compañero en
•él á BU hijo Fia vio Recesuintho el año de Cristo de 6 48
después de haber reinado solo y sin compañero
por espacio de seis años, ocho meses y veinte dias.
Después desto, aunque vivió tres años, cuatro meses
y once dias; pero este tiempo se cueiijta en el reinado
de su hijo á causa que ppr su mucha edad le dejaba
(1) Como BU estilo no es del tiempo en que se supone
daao; como lo firman la reina Ricíberga , no constando por
nioi^uD otro docomento qne en tiempo de los reyes godos
Armasen lia reinas semejantes privilegios ; el obispo de As-
torga Candidato, que consta no estaba en Toledo cuando le
su¡toneespedidu^ y otros se duda de tu aateniicidad.
CASPAH Y aOIG.
todo el gobienio. Falleció Cbindasuintho en Toledo de
enfermedad, ó como otros dicen con yerbas que le
dieron. Su cuerpo y el de la reina Ricíberga su mu-
jer (2) sepultaron en el monasterio de San Román,
que hoy se llama de Hormisga, y está á la ribera del
rio Duero entre Toro y Tordesillas : fundóle este mis-
mo rey para su entierro , y sepultarse en él como se
hizo.
CAPITULO IX.
De tres concilios de Toledo.
Era por estos tiempos arzobispo de Toledo Euge-
nio Tercero sucesor ael otro Eugenio. Fue discípulo
de Helladío , como lo fueron los otros tres arzobispos
3ue le precedieron. Siendo mas mozo con deseo d*^
arse á las letras dejó en la iglesia de Toledo uo lutsar
principal que tenia entre los demás ministros de aquel
tenoplo, y tomó el hábito de monge en Santa Eugraci»
de Zfuragozi. Por muerte de Eugenio Segundo lu sa-
caron de aquel uiouasterio casi por fuerza para qu<^
lomase el gobierno de la iglesia de Toledo. Corrigió
el canto eclesiástico y le redujo á mejor forma , c^
estaba estragado con el tiempo y mudado de lo que
solía ser antiguamente. Compuso un libro de tríuita-
le, y á la obra de Draconcio , aue en verso heroico á
manera de paráfrasi declara el principio del Géuesii^
y la creación del mundo , añadió Eugenio la declara-
ción del día seteno que faltaba. Ddstos versos y de
otras epigramas suyas que hasta nuestra era se han
conservado , se eutieude que tuvo leuras y ingenio y
erudiciou no pequeña para aquellos tiempos. Entré
aquellas epigramas están los epitaflos de los rey y
reina Cbindasuintho y Ricíberga, si bien son algo
groseros mas á causa de lo poco que en aqueüa edad
se subía , que por falta del mismo Eugenio. Algunos
diceu que fue tio de San Ildefonso, normano de su
madre : otros lo tienen por falso , paréceles que si es-
to fuera así , ó el mismo San Ildefonso, ó San Julián
en lo que añadieron á los claros varones de San Isi-
doro , hicieran mención de cosa tan señalada.
Algunos martirologios ponen á este prelado en el
número de los demás santos, y señalan su dia á tre-
ce de noviembre, por el cual omiao van también
algunas personas eruditas. Hace contra esto que en
el martirologio de Toledo « en que parece se debía
principalmente poner no está : en Gn este punto ni
por la una parte ni por la otra está averíguado bastan-
temente. Demás desio sospecho yo que Eu^eolo Ter*
cero fue el que se halló y hrmó en el concibo próximo
pasado de Toledo. Muéveme á pensar esto ver que
Antonio arzobispo de Sevilla , que poco antes fue
elegido, eulas íirmas le precedía para muestra de que
era mas antiguo prelado. En tiempo de este prelado
sin duda á instancia del rey Recesuintho se juntó eu
Toledo otro nuevo concilio, que entre los dd aquella
ciudad se cuerna por el octavo. Era grande el celo
que e¿te rey tenia , y la afición á las cosaseclesiásii-
cas: ocupábase en revolver los Ubros sagrados, halla
base en las disputas que en materia ae religioa se
hacían: para adornar los templos y aumentar el culto
divino no cesaba de darles oro, piedras preciosas,
brocados y sedas; en que parece pretendía imitar el
ejemplo de tu padre.
Acudieron cincuenta y dos obispos: juntáronse en
la basílica de Sdn Pe tro y San Pablo á diez y seis dn
diciembre año de 653. Hallóse ei rey aquel dia pre-
(3) Habiendo muerto e&la seuora á los veinte y dos aluts
y ociio meses de su edad, despue» de tiaber estado caásd^i
sicle no i:i probjble que CtiíndásuitilUose casase á los (Aheu
U y seis atius de su edad con una muchacha de catorce <•
quince. .Mas verasímü es qoe estuvo casada con Recesuiuth»
su hijo, rumo se lea en uuos versos del Códice de las obra^i
(le Eugenio Terrero, que se conserva en la biblioteca de h
¡ i^'lesia de Toledo.
niSlORIA M: KSPAS'A.
!n>nieetr:ijuiiU y ilos^ioes de li^ber delaate de los
padres dicho alguots palabras, presentó uq niemo-
risl. Eq él estaba eo primer lagar la profesíoa de la
r«s católica : después desto amonestaba y rogaba á
los prelados que ao solo determinasen lo quo concer*
riia á las cosas sagradas, sino también diesen orden
eu el estado del reino, quier fuese con reformar lus
leyes antiguas, (fuier con añadir ó quitar las que tes
pareciese : lo mismo pide también á los gmuaes del
reioo, aquellos que por la costumbre recebida se de-
bían hallar en los concilios. En particular pide deter-
iDÍneu qué se debe hacer de los judíos, que recebida
ta Religión Cristiana por la fuerza que los reyes pasi-
dos los hicieron, todn vía perseveraban en sus antiguos
ritos y ceremonias. Fue asi que los judíos presenta-
ron una petición, que hasta hoy dia est4 en el Fuero
Juzgo entre las demás leyes de los god»<; y contenta
ea sustancia que dado que el rey Chintila los forzó á
hacerse cristianos, querían renunciar el sábado y de
las demás ceremonias de la ley vieja : solamente se
les hacia de mal el comer carne de puerco , y esto
mas porque su estómago no lo llevaba por no estar
acostumbrados á tal vianda, que por escrúpulo de
conciencia ; y toduvfa para muestra de su intf'ncioii
se ufrecian de com r otro . manjares guisados con
ella.
Este memorial del rey que t^nia inserta la dicha
petición, se leyó en el concilio. Fue grande la ale-
gría de los obispos por ver el buen celo del rey. Tra-
taron entre sí lo que debian hacer, y por común
acuerdo ordenaron doce cánones en quesatisTacierou
bastantemente á todo lo que el rey pretendía. Demás
desto declararon que los votos y juramentos ilícitos
DO obligan. En el tiempo de la cuaresma , cuando
por anügua costumbre todos ayunan, mandaron que
uadie comiese carne sin evidente necesidad. Por la
revuelta de los tiempos ( cuando se apoderaba del
reiDo no el que tenia mejor derecho^, sino el que era
laas poderoso) los reyes pasados habían impuesto so-
bre el pueblo grandes y pesados tributos. Interpusie-
ron los padres su autoridad coofoime á loque el rey
les concediera, y reformaron todas estas imposicio-
nes y redujeron las á menor cuantía y mas tolerable,
i'oosideraban que nunca es seguro el poder cuando
«!s duraasiado; que las cosas moderadas duran y son
{>erpétuas, y que los príncipes no son bastantes para
contrastar eou el aborrecimiento del pueblo , si se
enciende moefao contra ellos.
Por condosion comoquier que muchos estuviesen
quejosos deí padre deste rey, y pretendiesen Íes ha-
bía hecho agravio y quitado injustamente sus hacien-
das, ordenóse que el reyRecesuintho tomase posesión
de ía hereacta y bienes paternos , con tal condicioii
que estuviere ajusticia con los que pretendían estar
agraviados y despojados íniostamente , y oídas lifs
partes, se les diese la satisfacción conveniente. En
este concilio se asestaron y tirmaron en primer lugar
cuatro arzobispos por este orden : Orondo de Méri-
da, Anlonio de Sevilla, Eugenio de Toledo, Potamio
de Braga. Después desto los demás obispos por su
orden ; entre los demás fue uno Bacauda obispo de
Egabro, es Jü saber de Cabra, lugar en que en el ce*
meaterio de San loan pe lee hasta hoy su nombre
grabado en un mármol blanco : que debió hallarse
este prelado á la consagración de aqpel templo ó de
olroal^no en que se halló aquella piedra; cuya con-
sagmcioa fue el ano de seiscientos y cincuenta por
el mes de mayo. Es taipbien de considerar que en el
concilio firmáronlos abades, cosa estraordiuaria, y
DO muy conforme á derecho : y en este nón^ro fue
uno Sen Ildefonso á la sf zon abad Agállense. Firma-
ron asimismo los grandes así duques como condes, y
personas que tenían algún cargo en et reino , cosu
aun moDOS usada y contra el derecho comun ; pero
no hay que maravillarse porque estos oonoilies de
Toledo fueron coaio cortes generales del reino, en
que se trataba no solo de las cosas eclesiásticas, sino'
Umbien del gobierno seglar (i).
Pagados otros dos años, el de nuestra salvación
de 655 porórden del mismo rey se juntaron en la mis-
ma ciudad de Toledo diez y seí^^ obispos para celebrar
el noveno concilio de Toledo. Fue la junta á primero
de noviembre en la basílica de Sanlu María virgen:
publicaron en ella diez y siete decretos sobre materias
diferentes. No se hallaron los demás arzobispos y*
metropolitanos : por su ausencia tuvo el primer lugar
Eugenio arzobispo de Toledo. No paró en esto el cui-
dado del rey, porque luego el ano siguiente á pri-
mero de diciembre se juntaron en la dicha ciudad
veinte obispos para celebrar otro concilio, que fue el
deceno entre los de Toledo (2). La cosa de mayor
considerarÍQU que decrt^taron, fue que la Tnsta de la
Anunciación cuando el hj'odeOios se vistió de núes
tra carne para nuestro remedio, y se celebraba á
veinte y cinco demarzo, porser ordinariamente tiem-
po de cuaresma en que se hace memoria de la muer-
te y pasión de Cristo, se trasladase á diez y ocho de
diciembre, lo cual desde entonces se guarda en toda
España, sin embargo que también se celebra la otra
fiesta de marzo al uso romano. La liesta de diciembre
llama comunmente el vulgo Nuestra Señora de la O.
y los libros eclesiásticos le ponen nombre de la Ex-
pectación. Lo que se ha contado e^ la verdad pun-
tualmente.
Mandaron otrosí que las vírgenes consagradas á
Dios, que llaman beatas en el mismo concilio traje-
sen un velo negro ó rojo como señal para ser conoci-
das. Tratóse asimismo la causa de Potamio obispo de
Braga, que por haber caido en flaqueza de la carne
fue depuesto, dejándole solamente el nombre de obis-
po : que fue despojarle del lugar )r no de la dignidad.
Templaron desta manera el castigo por confesar él
mismo de su voluntad su delito, y por la penitencia
que hiciera por espacio de nueve meses en el vestido
y en la comida con deseo de alcanzar misericerdia de
Dios. En su lu^ar fue puesto Fructuoso, de abad de
Compluto el tiempo pasado electo obispo Dumiense^
y al presente como arzobispo de Braga firma después
de los arzobispos Eugenio de Toledo y Fugitivo de
Sevilla en tercer lugar y et postrero. Trató<^ del tes-
tamento deSan Martín obísuo en otro I íeii^po Dumíen-
se, en que nombró por aloaceas ¿ ios reyes de los
suevos; j porque los reyes godos se apoderaron de
aquel reino, esta y lasaemas cargas y derecbo.^ de
aquellos principes les Incumbían. Hallábase el rey
perplejo sobre este caso : consultó con los prelados
del concilio lo que se debía hacer ; ellos remitieron la
determinación de todoestoá Fructuoso el nuevoobís-
po de Braga, cuya santidad y virtudes fueron tan se-
ñaladas en aquel tiempo, que en España le tienen
por santo, y en particular las diócesis de Braga, de
Ehora y do Santiago celebran su fiesta á diez y s^is
dias del mes de abril. Su cuerpo fue sepultado en un
monasterio que él mismo edificó entre Dumio y l|ra<-
ga , ciudades cuyo prelado fue. Dende como quioieo-
tos años adelanté por orden de don Diego Geictirez
primer arzobispo deSantiago le trasladaron á aquella
Iglesia. Muchos fueron los milagros que nuestro Se--
ñor hizo por su medio después de su muerte: dellos
en gran parte hizo meinoría y Listoria particular Paulo
(1) Que muerto el rey, los prelados y los grandes de pa-
lacio elijaa su sucesor en el misrao lugar doode hubiese
I muerto : prescribe las cualidades que debe tener la períon:i
I que debe s^r ele^^ida, especialmente la de eopservar la f^*
I católica en el reino, y defenderlo de la perfidia de los judios
y de todas las herejías.
ii) Kn él se priva de su dignidad á los clérigos y mon^e<
que han violada el jurauícnlo de &deUM prestado al rc) y
al Estado.
ne
diicoDO emaritBDge (I), que cd esle lugar no sería á
praptisito relatarlos.
Por este mismo tiempo flaració Saats Irean Tirgea
do Portugal : diúle la muerte ud hombre llamado
BrítaldoporqueauDca quiso cásame con él, ni con-
MUtir con BUS locna amores, y porque el caso no se
descubriese I4 echó en el rio Nabaoia, que pasa por
Nabauciu patria de esta suata virgen. Buscaron su
cuerpo coa diligancia: hallároale junto A U ciudad
que eatonces se llamaba Scalabis. Dlcese que por
milagr» se aparlarou las acuas del rio Tajo e» aqu«-
!la parte por donde el rio Nabanis se junta con él , y
trae los que buscaboa i la virgen á pie enjuto, la ba-
llaroueu medio de aquel rió en un sepulcro rsbrirado
por mano de los áugeles; que fue causa que la' de»i>-
cioQ deata virgen se estandiú muf en breve por todi
aquella rcimarca de tal suerte que por este respelii
aquel pueblo mudú el nombre que antes tenia de
Scalabis, y del nombre de aquella virgen se llamé
San taren. Nabsocia quieren loa doctos que wu laYÍ<
Restps del l«mplo ii« San Peilm ; S;
a de Tomar, muy conocida en Portugal por ser
asiento de la caballería de Cbristus li mai principal
deiquel reino.
De la vida de San llderonso.
El año noten* del reinado de Recesniatho, ei
del nacimiento deCristoae contaban eST, Euf^óio
Tercero arzobispo de Toledo pasó desta vida. Por so
muerte pusieron en »n lugar á Ildefonso i la saioi
■bad Agállense, persona de muy santa vida ; lo cna1
y ras maches letras y doctrina, j la grande pruden-
cia da que era dotado, Tueron parte para que fuese
estimado del clero, délos príncipeles ydel pueblo, y
le tuviesen por digno para encomendatle el ^biemí
espiritual desu ciudad. Fue natural de Toledo, naci-
do de noble linaje : su padre se llamó Esteban, su
madre Lucia. Tiénese ordinariamente por tradición
que vivían en lo mas alto de la ciudad en unas cases
principales, qne de lance en lance vinieron con el
Ifempo i poder de los condes de Orgaz, y dellos los
bBoi pásanos Ih compraron los relísiosos de la Com-
paRit de Jtns, y por devoción de San Ildefonso die-
ron á ellos, y en particular á la iglesia la advocación
desle santo: en goe tos anlepasadon parece faltaron,
pnei en razón faooíese en aquella ciudad alfnin tem-
plo con nombre de Ssn Ildefonso su ciudadano y na-
tural.
En las letras tuvo por maestro í Eugenio Tercero
por ser como era persona docta, y aun algunos sos-
pechan ( f arriba se tocé) deudo smo. La fama de
San Isidoro arzobispo de Sevilla volaba por todas
partes, y el cuidado que tenia en ensenar tu juven-
tud era^ffluy señalado. Por esta cauta San Ildefoniu
fué á Sevilla para estar en el colegio fandado' par*
esle efecto por aquel santo. Allí se entretuvo en «I
estudio de las letras hasta tanto que fue bastante-
mente instruido en las artes Überaleí : de cuya eru-
dición y doctrina dan muestra los muchos libras que
adelante escribid. Juliana so sucesor dice que tí
mismoSan lldefopso los junléy puso en tres cnerpoa.
Son ellos de mucha doctrina y llenos de senteiMias
muy gravea ; mas el estilo, co'nfonne i la costumbre
de aquellos tiempos, es mas redundante que preciso
y elegante.
Acabados sus estudios y vuelto á Ttriedo, tin em-
bargo que eran grandes las esperanzas que todos
teniaod(!l,^Iomucho que seprometian de gu nobleza.
de sn doctrina y virtudes, pospuesto todo lo el , con
deseo do mas perfección y de seguir vida mas segu-
ra se determiné dejar el regalode sn cosa, y lomar el
hibito de monge en el moonsterio Agállense. Ño se
pudo esto negociar tan secretamente que m fiadre
no lo entendiese: procuré apartarle de aquel propó-
sito, y aun el mismo día que iba á tomtfr el hiUiito,
fué en pos del y entré en el monasterio en busca de
su hijo ; andúvole tudo, mas no pudo encontrar cod
él, porque el santo como viese i su padre de lejos y
sospecnose lo que era y su saña, torcié el camino j
se metió y estuvo detrás de un vallada hasta tanto
que su padre dié la vuelta i su casa sin efectuar lo
que pretendía.
El monasterio Agállense estuvo asentado 00 Ifjos
delacitidaddeToledoá laparledeSeptentríou.Teaia
nombre de San Julián , como todo se entiende de
Máiimo, obispo de Zaragoza que fueporeate tiempo.
En el concilio Toledano undécimo linna Gratino abad
lie San Cosme y San Damián, y poco despue& Avila
niSTORIA DE ESPAÑA.
Bbid Af^Keoae de San Julián. Dádáie en qué «tío
estDTo este monaeterío AgnileDse. Los pareceres mq
varios. Ls reaolocion en este puBtc, y io cierlo, que
faabo dos monasterios en Toledo . ambo» de Beoitos,
yambosá la ribera de Tejo y alabarle de Septen-
tríM,pordondeeldioboríooorre,coiDeseTeett la
caída que liace del aeerradero per la p«ente de Al-
ciatara de Septentrión, á Mediodía. Demás i|iie la
pasóle por do se iba á la liiierta del rey estaba mas
abajo de la que hoy se ?e. y por eonsigniente la
dicha baerta con elrio le caía á la parte del Senten-
tríoD. El nao deatee des monasterios as Hamaba de
Saa Julián qne era sa adfocaelen, y por otro noDÜire
n Uaflió AgalieMe, de un ambal, donde estaba,
llamado A^aOa. Caia muy osrea de Toledo . aolo áea^
dantos y cincnenta pasos , qne hacen mil y aoscieatos
ciocQSDta pies , distante de la iglesia pretoriense de
San Pedro y San Pablo, (t) Bl otro monasterio se
iatitolabe de San Cosme y San Damián , distante de
Toledo do$ millas , que hacen media legua. Todo esto
dice Máihno, obispo de Zaragoxa , en la» adicdones
á Dextro. San Ildefonso fue abad primero en San
Cosme y San Damián siendo diácono, y desta elección
baUB Cixila , y aun dice pasó mucho tiempo hasta
qes adelante fue anohispo. Bn este medio (íoe asi*
mismoabad Aipiliense. Y desta elección y cargo habla
Jolíaoo ea la vida desta santo : con que quedan con-
citadas Máximo, CixUa y Jufiano. En la huerta de
los Chapiteles, parte de la huerta del rey , hay claros
rastros deque fue monasterio, que debió aer n parte
mas principal del Aaahense , y pasados loe tejares hay
ana dehiisa , y en ella una casa grande y antigua, que
sospecho JO por la distancia fue el otro monasterio,
Lann deilo hay buenas señales. La pretoriense de
n Pedro y San Pablo creo yo fue San Pablo á la
caída de k alóndiga , donde estuvieron los padrea do-
ininiess per casi dodentos anos. La paüabra preto-
ríenae quiere decir igieaia del campo, y San Pablo
está fuera de loe dos muros de Toledo. Ayuda el nom-
bre de San Pablo, que el de Sen Pedro se debió con
el tiempo dejar por abreviar. Desta iglesia que en un
tiemao fae muy principal y las ruinas lo muestran, y
« ella se celebró el concilio decimotercio de Toleno ,
hasU hi huerta del rey, qne debió ser toda del mo~
naaterío AgaUense por donación del rey Athanagildo
safnadador , hay loe doeientos cincuenta pasos que
diee Máximo, ai bien loe mongos tenian otra huerta
Ptiüeuhir cercada de piedra , con sus estribos contra
lascndentes del rio. la eual se ve hoy pegada con
la cssa que üaman de loa Ghaníteles. Del nombre del
iqonasterieó del arrabal donde estuvo . quedó el que
boy tienen los paiados de Gaüana, á lo que parece;
qoeloque el vulgo dice de k Mora Galiana, aon
s<|et y patrafias. Tomó pues San Ildefonso como de-
seaba el hábito de mongo : cuyo intento últimamente
«anme oen dificokad aprobó <u padre , en especial
por las amoneetaeíones de su mujer que afinnaba
ntber por oraciones alcanxado de Dioa después de
larga esterilidad aquel hijo, y que para alcanzarle hizo
^roto de dedicarle á nuestro S^or : que volviesen á
Dios lo que de su magostad recibieran : que era mas
saao consejo carecer del hijo p«)r un poco de tiempo,
que can hacerfe volver atrás de su intento incurrir
en ofensa de Dios , y ser atormentados con perpetuos
escrúpulos de k conciencia.
Foe tanto lo que en aquel monasterio se adelantó
Sea Ildefonso en todo géÍDerode virtud, que dentro
de pocos anos le encomendaron el gobierno de aque-
llos mongos por muerte de Adeocíato, después de
HeDadio, Justo y Richila abad de aqueLmonasterio.
(1) Ea Toledo se maniflestan todavía, talen como
ioi preMntaiDos, los rentos del templo de San Pedro y
^a Pablo, que hoy ba coaverlido eo su ▼ivieada un bor-
telaeo.
i 77
fin el tiempo que fue abad , ya muertos ana padres,
fundó de su patrímoikio en una heredad suya ñamada
Debiense un aaonaaterío de mo^u. Este monasterio
dice Juliano el arcipreste estaba vemte y cuatro mi*
Ilaa de Toledo, cerca de illeacas. Poco adelante por
muerte de Eugenio Tercero , conso oueda dicho , fue
elegido ea arzobispo de Toledo ; dignidad y oido
en que se aenaló gnandetaente , y parecia á venügarae
asimismo, y ser mu que hombre mortal. ¿Quién será
(an elocuente y de ingenio tan grande, que pueda
divamente poner por-escrito las cosas deste Santo»
y de tal manera cootar sus obras y grandezas, que
pareacan no cesas fingidas , si no como lo fueron
verdaderas? ¿Quién de ánimo tan sendlia, que ae
persuada á dar crédito á cosas tan estraordinariaa y
maravillosBS? Fue así que dos hombrea llamadeaPela-
gio y Helvidio, por la parte de hi (kilia Góthica venidos
en Españi , decían y enseñaban que la Madre de
Dios no ^e perpetuamente vfrgen. San Ildefonso por-
que esta locura y atrevimiento no flieae en aumento,
acudió á hacerlos resistencia y disputar con ellos perle
con un \fbro que composo en que defiende lo contra^
rio , parte con diversas disputas 'que con ellos tuvo.
Con esta diHgencia se reprimió la mala semffia de
aquel error, y se desbarataron loa intentos de aque*»
líos dos hombrea malvados.
El premio deste trabajo foe una vestidura traída
del cielo. La misma noche antea de la fiesta de la
Anudciaoion, que poco antes ordenaron los obispos
se edebnuM en el mes de diciembre, como fuese á
maitines y en su compaiUa muchos cíérim . al en«
trar de la iglesia vieron todos tin resplandor muy
grande y maravMoso. Loaque acompañaban al Sanjto
vencidos del grande espanto huyeron tedoa : iolo él
pasó adelante , y púsoae de rodillas dehmte del altar
mayor. Alli vfó con susejos en la cátedra en que solía
él enseñar al pueblo , á la Madre de Dios , con repre-
sentación de megestad mu que humana. La cual le
habló de esta manera : «Bl prónio de la virginidad que
has conservado en tu cuerpo , junto con hi puridad
de la mente y el ardor de la fe , y de haber defendido
nuestra virgí nidad , será este don traído del tesoro del
cielo.» Esto dijo, y juntamente con sus sapadas ma^
nos le vistió una vestidura con que le mandó celebrase
les fiestas de su hijo y suyas. Los que le acompa-
saban, sosegado algún tunto el miedo, vueltoaen
si y animados llegaron do su prelado estaba á tíenmo
que ya toda aquella visión era pasada y deseparedda:
halláronle casi sin sentido oue el miedo y la admhna-
cien le quitaron con hi haola , aolos sus ojee eran
como fbentes , y se derretían* en lagrimea por ao pe-
der hablar á la Virgen , y dalle bs gracias de tan
señalado beneficio. Cixila, aucesor de lldefionao, ro^
fiero todo esto como oído de Urbano que fue también
arzobispo de Toledo , y de fivaacio que fue aioedlano
de la misma iglesia : personaa que conforme á hi r»*
son de los tiempos y de su edad se pudieron hallar
presentes al milagro. Las palebru de la Virgen que
refiere Cixila , son estu : «Apresúrate y acércate ca-
rísimo siervo de Dios, recibe este pequeño don de
mi mano, que te traigo del tesoro de mi bi|o.» La
Eiedra en que la gloriosa Virgen puso los piés está
oy dia en la misma entrada de aquel templo con una
reja de hierro para memoria de cosa tan grande.
Demás desto el mismo año como parece lo siente
Cixila , ó como otros sospechen el luego siguiente , i
nueve dias de diciembre dia de Santa Leocadia , tu-
cedió otro milagro no menos señalado que el pasado.
Acudió el pueblo á la iglesia de Santa Leocadia, do
estaba el sepulcro de aquella virgen : halláronse pre-
sentes el rey y el arzobispo. Alzóse de repente la
Eiedra del sepulcro, tan grande que apenas treinta
lOmbresmuy valientes la pudieran mover : salió fuera
la santa virgen, tocó la mano de San Ildefonso, dijole
estas palabras : « Ildefonso, por ti vive mi señora.»
178
BIBLIOTECA DE GaSPAB T BOIG.
El pueblo 000 68teo8poctáculoeatabB atónito y como
foera de si. Itderotso no cesaba de decir alabanzas de
la vfrgen Leocadia. Eoeometidóle eso mismo la guarda
de la ciudad y del rey y porque la virgen se retiraba
hada el sepulcro, con descoque quedase para adelante
memoria de iiecuo tan grande , con un cucbillo que
para este efecto le dio el mismo rey, le cortó una
parte del velo que lie?aba sobre la cabeza : el velo
juntamente con el cuchillo hasta el dia de hoy se con-
serva en el sagrario de la iglesia Mayor entre las de-
más reliquias. Desde este tiempo y por ocasión destos
milagros dicen que el padre santo quiso ser canónigo
de Toledo. En señal desto hasta hoy dia la noche de
Navidad le penan como á los otros prebendados au-
sentes.
Grande fue la autoridad y crédito que por medio
destos milagros ganó este santo; que aumentaba él
perpetuamente con aventajarse cada dia mas en el
ejercicio de todas las virtudes. Principalmente se se-
ñalaba en la caridad con los pobres, y en remediar
sos necesidades tanto que se tiene por cierto dio
principió á la costumbre que hasta cu dia de hoy se
guarda en aquella iglesia , es á saber que á costa del
arzobispo en cierta parte de las casas arzobispales
cada diaee da de comer á treinta pobres: destos treinta
los diez son mujeres y los demis varones : el canó-
nigo semanero después de dicha la misa en el altar
mayor a<mde á «ichar la bendición á la mesa de los
pobres, y mirar que no les faite cosa alguna. EstQ
es lo que en Toledo se acostumbra , y é lo que dicen
dio prlnotpio San Ildefonso. Lo que yo sospecho es
que esta costumi)re tuvo origen de otra mas antigua,
y era que los patriarcas , c^ue son lo mismo que pri-
mados, en memoria de Cnsto y de sus apóstoles cada
dia convidaban á su mesa doce pobres , como lo re-
fiere Phodo . palriarcli de Ck>nstantínopla , en su bi-
blioteca en la vida de San Gregorio el Ma^o , y se
puede comprobar con algunos ejemplos antiguos. El
número de treinta pobres señaló adelante el arzobispo
don Juan, inflmte que. fue de Araron.
Mucho se pudiera decir de las virtudes y alabanzas
de San Ildefonso, y en particular como la suavidad
de su condición era grande la gravedad y mesura no
menor : virtudes que aunque entre sí parecen con-
trarias, de tal guisa las templaba, que ni la severidad
impecba á la suavidad , ni la fadlidad era ocasión que
alguna persona le despreciase. Gobernó aquella igle-
sia por espado de nueve anos y casi dos meses : trocó
esta vida mortal con la eterna al principio del ano
décimo nono del reinado de Recesuintho : su cuerpo
lo sepultaron en la iglesia de Santa Leocadia á los
pies de Eugenio su predecesor. En la destrucción de
«pana fue dende llevado á la dudad de Zamora, y
alu en propio sepulcro y capilla es acatado en la iglesia
de San Pedro de aquella ciudad. La vestidura sagrada
que le dio la Virgen , por el mismo tiempo llevaron á
las Asturias, y esté en la ciudad de Oviedo en una
arca cerrada que nunca se ha abierto . ni persona ala-
guna ha visto la dicha vestidura que aeotro esté.
CAPITULO XL
De la muerte M rey Recesuintho.
En tiempo de San Ildefonso se juntó en Marida un
concilio á seis de noviembre ano de 666. Halláronse
en él doce obispos de la Lusitania que hoy es Portugal:
Ordenaron y publicaron veinte y tres decretos que no
pareció referir aquí , casi todos enderezados á refor-
mar y dar orden en el oílcio caDónico, en que tenían
gran debate y grande variedad en la manera del re-
zado (i ). Por el mismo tiempo en África iba en grande
({) También en este se ordenó que se celebre todos los
b2q8 un ooDcilio en el logar que el rey señale , y que los obis-
|M)s qoe no asistan oueden suspensos del ejercicio de sus ór-
oenes hasta el sinodo siguiente.
aumento el poder de los mahometanos é causa que
Abdalla , dugue deMoabia , que fue el cuarto sucesor
del falso profeta Mahoma, venció en una gran batalla á
Gregorio , capitán y gobernador de África por los ro-
manos, con gue se hizo señor de aquella muy ancha
provincia. El estrago del ejérdto romano fue muy
grande , y casi ninguuomayor en aquelkera. Poseian
los godos de tiempo muy antiguo en África ^arte de
la Blauritania Tingitana, y en particular á Ceuta con
el territorio ^comarcano. De toao lo demás fuera desto
quedaron apoderados los mahometanos después de
aquella victoria; y desde aquel tiempo mujr tifuios
y orgullosos ftuidaron en África un nuevo imperio,
cuyos reyes que conforme á hi costum^bre de aquella
gente tenían poder no solo sobre el gobierno seglar,
sino también sol|re las cosas pertenecientes á la reli-
gión, se llamaron miramamolines, que es lo mismo
que príncipes délos creyentes, á la manera que en
Asia los prindpes supremos y emperadores de aquella
nación se llamaban caliphas.
Está África dividida de lo de España « y parta con
ella términos por el angosto estrecno de Gibraltar. A
muchos parecía que desiós prindpios ameuazaba
algún grande mal á España por aquella parte , y en
particular se aumentó el miedo por un edlpse es-
traordinarío del sol, que trocó el dia en oscurisima
noche en tiempo del rey Recesuintho, como lo refiere
el arzobispo don Eodrígú , pronóstico á lo que enien*
diandesoorados males. Veraíad es que por el esfuerzo
deste rey los navarros , que andaban alborotados y no
cesaban de hacer cabalgadasjsn las tierras comarca-
nas, se reporuu^n y sosegaron. Demás desto hizo re-
formar las leyes de los godos^ que estaban muy es*
tragadas: quitó muchas de las «ntiguas y añadió
otras de nuevo, cuyo número, como se ve en al Fue-
ro Juzgo, no «es menor que todas juntas las de los
otros reyes. Hallábase con esto este rey nobilisiaM», y
de los mas señalados en guerra y en paz que tuvo en
España, muy próspero y bien quisto de los suyos,
cuando le sobrevino la muerte, que fue á primero de
setiembre por la mañana año del Señor de 672. Rei-
nó después que su padre le declaró por su ootnpañe-
ro, vemte y tres años, seis meses y once dias : y
después de la muerte de su padre veinte y un años y
once meses. Dos le^as de Valladolíd(gue algunos
piensan se llamó antiguamente Pincia ) , nay un pue-
blo llamado Wamba, que antes se llamó Gerticos; en
él se hallaba este rey cuando le sobrevino la. muerte,
porgue desde Toledo había allí ido por ver sí con k
mudanza del cielo y con tíos abres naturales (que se
entiende, y así parece gue h> dice el arzobispo don
Rodrigo, era aguel pueblo del patrimonio de sus an-
tepasados), pudiese mejorar y recobrar la salud; pero
la enfermedad tuvo mas fuerza que todas estas pre-
venciones.
Su cuerpo sepultaron en la iglesia de aquel lugar,
y allí se muestra su sepulcro ; de allí por orden del
rey don Alonso el Sabio le trasladaron á Toledo y pu-
sieron en la iglesia de Santa Leocadia , que está á las
espaldas del alcázar junto al altar mayor á la parte
del Evangeh'o, se^un ordinariamente se tiene enten-
dido en aquella ciudad como cosa que ha venido de
mano en mano. En tiempo que don Felipe II , rey de
España, el año de mil y quinientos y setenta y cmco
hizo abrir en su presencia el dicho sepulcro y otro
que está á la parte de la Epístola , ningunas letras se
bailaron, solo los huesos envueltos en telas de algo-
don y metidos en cajas de madera ; mas las personas
eruditas que presentes se hallaron, sospechaban que
el sepulcro de Recesuintho, como de rey mas anti-
guo, era el que está á manderecha , y el otro es del
rey Wamba , que se sabe también le hizo trasladar á
Toledo el mismo rey don Alonso. Cerca de Dueñas,
que está mas adelante de Valladolid á la ribera de Pi-
suerga , büy un templo de San Juan Bautista de obra
HISTORIA DG ESPAÑA.
179
antigua y al parecer de godo»: está adornado de jas-
pes y de mármoles, y en él una letra de seis renglo-
nes, por la cual se entiende fue edificado por manda-
do y a costa del rey Recesuintho , y que se acabó la
fábrica el año de seiscientos sesenta y uno. Por todo
esto personas de doctrina y erudición dbnjeturan que
estos dos reyes por aquella comarca tenían el estado
propio y particular de su linaje.
CAPITULO xn. '
De la gaerrt narbonenso que se hizo en tiempo del rey
Wamba.
Imperaba por estos tiempos en el Oriente Constan-
tino llamado Pogonato. La Iglesia de Roma goberna-
ba el papa Adcodato, que escribió una epístola á
Graciano , arzobispo en España , como se lee en los
libros ordinarios de los concilios^ dado que el Gótico
de San Mi lian de la Cogulla dice : A Gonlíano obispo
de la iglesia de España. Es esta epístola muy señala-
da , porque en ella desbace y aparta los matrimonios
de los que sacaron de pila á sus propios bijos , aun-
que fuese por ignorancia ( i ). A esta sazón se em-
prendió una nueva v muy brava guerra en aquella
Darte del señorio de los godos aue estaba en la üallia
Narbonense. La ambición , mal incurable , fue causa
deste daño, y alteró grandemente el reino de los go-
dos , que vencidos los enemigos de fuera gozaba de
una grande paz y prosperidad; Fue así que el rey
Recesuintho no dejó hijos que le sucediesen : sus
hermanos ó por su edad ó por otros respetos no fue-
ron tenidos por suficientes para suceder en la coro-
na. Por donde los grandes se ayuntaron , y por sus
votos nombraron por sucesor en el reino a Wam-
ba hombre principal , y que tenia el primer lugar en au-
toridad y privanza con los reyes pasados , demás que
era diestro en las armas y juicio muy acertado ; y tan
considerado en sus cosas y modesto , que en ninguna
manera quería aceptar aquel cargo. Escusábase con
su edad que era muy adelante : pedia con lágrimas
no le cargasen sobre sus hombros peso tan grave.
Consideraba con su gran prudencia que las aficiones
del pueblo como quier que son vehementes , así bien
son inconstantes y entre sí á las veces contrarias.
Como no desistiese- ni se allanase, cierto capitán
principal, hombre denodado, con la espada desnuda
te amenazó de muerte si no aceptaba , por estas pala-
bras : «¿Por ventura será justo. que resistas á lo que
»toda la nación ha determmado , y antepongas tu re-
»poso á la salud y contento de todos? En mucho tie-
»nes esos pocos años que te pueden quedar de vida,
»que con esta espada , si á la hora no te allanas , te
»quitaré yo y haré que pierdas la vida, por cuyo
íirespeto rehuyes de tomar esta carga, y con tu
nmuerte mostraré al mundo que ninguno debe con
ncolor de modestia tener en mas su reposo particular
»que el pro común de todos.»
Doblegóse Wamba con estas amenazas ; pero de tal
manera aceptó la elección , que no quiso dejarse un-
gir como era de costumbre antes de ir á Toledo. Pre-
tendía reservar aquella honra para aquella ciudad , y
con aquel espacio de tiempo entendía ó que se muda-
ríap las voluntades de los que le eligieron , ó se gana-
rían las de todos los demás de guisa que no sucediese
algún alboroto por la diversidad de pareceres. Con
esto partió para Toledo, donde á veinte, y nueve de
.setiembre fué ungido y coronado en la iglesia de San
Pedro y San Pablo que estaba cerca de la casa real.
Juró ante todas cosas por espresas palabras de guar-
dar las leyes del reino y mirar por el bien común.
Ouirico arzobis[)o-de Tt)ledo sucesor de San Ildefonso
hizo la ceremonia de la unción. Juliano asimismo ar-
(1 ) La carta que rita Mariana dirigida á estos obispos la
tiene poc apócrifa el padre Labe.
l^zobispo de Toledo en la historia aue compuso de la
guerra Narbonense refiere , que de la cabeza del rey
Wamba cuando le coronaron se levantó un vapor en
forma de columna , y que vieron tina abeja de la mis-
ma cabeza volar á lo alto. Dirá alguno que muchas ve-
ces al pueblo se la antojan estas y semejantes cosas :
verdad es ; pero la autoridad del que esto escribe , sin
duda es muy grande. Hicieron los grandes sus home-
nages al nuevo rey , y entre los demás Psulo , deudo
según alfiunos piensan del rey pasado . bien que el
nombre de Paulo no usado entre los godos , y la poca
lealtad de que usó poco adelante, dan muestra (como
otros sienten ) que lue griego y no godo de nación.
Nació Wamba en aquella parte de la Lusitania que
los antiguos llamaron Igeditania , do hoy día hay un
{)uebIo por nombre Idania la vieja, y cerca del una
leredad con una fuente cercada de sillares, que tie-
ne el nombre de Wamba. Los de aquella comarca,
como cosa recebida de sus antepasados, están per-
suadidos que aquella heredad fue una de las muchas
que este rey tuvo antes de su reinado. Sucedieron al
principio alteraciones, en particular en aquella part^
de España que hoy se llama Navarra. No estaba bas-
tan teniente asegurado en el reino, y á esta causa
muchos le menospreciaban ; en particular los navar-
ros con deseo de novedades diversas veces por este
tiempo se alborotaron. Acudió el rey á las partes de
Cantabria hoy Vizcaya á hacer levas de gentes , y co-
iho de cerca atajar aquel alboroto al pnncipio antes
que pasase adelante , cuando otro nuevo alboroto le
puso en mayor cuidado , que sucedió en la Galliá Gó-
thica con esta ocasión. Muchos andaban descontentos
del estado y gobierno y de aquella elección ; y como
gente parcial no querían obe4ecer á Wamba, ni re-
cebillepor rey. Comunicaron el negocio entre si, y
acomodaron de rebelarse y tomarlas armas. Hilperico
conde de Ni mes en Francia fue el primero á declarar-
se confiado en la distancia de los lugares . y por ser
hombre poderoso en riquezas y aliadps. Alíegáronseje
Gumildo obispo de Mamalona ciudad comarcana, y
un abad llamado Remigio. Procuraron atraer á su
parcialidad al obispo de Nimes llamado Aregio, y
como en ninguna manera se dejase persuadir , le des-
pojaron de su dignidad y enviaron en destierro á lo
mas adentro de Francia, y pusieron en su lugar al
abad Remigio. Procedíase en todo arrebatadamente,
sin orden de derecho, y sin tener cuenta con las le-
yes : en tanto grado que á Iqs mismos judíos que de
tiempo atrás cenaran de toda la jurisdicción y señorio
de los godos , llamaron de Francia en su socorro.
Para sosegar estas alteraciones Paulo fue sin dila-
ción nombrado por capitán por su grande prudencia
y destreza que tenia en las armas. Diéronle la gente
que pareció sería bastante para aquella empresa y
para sosegar los alborotados. Sucedió toda al revés d«
lo que pensaban , ca Paulo con aquella ocasión se de-
termino de descubrir la ponzoña y deslealtad que te-
nia encubierta en su pecho. Hizo marchar la gente
muy de espacio, con que se dio lugar al enemigo para
apercebirse y fortificarse. El mismo también de se-
creto comunicaba con los godos principales en qué
manera se podría levantar. Para lo uno y para lo otro
era muy á propósito la tardanza y el entretenerse. Así
de camino ganó las voluntades de Ranosindo duquo
Tarraconense y de Hildigiso , gardingo , que era
nombre de autoridad y de magistrado , y dignidad
semejable á la de los duques y condes, como si dijé-
semos adelantado ó merino. El uno y el otro eran per-
sonas muy principales , con cuya ayuda y por su con-
sejo se apoderó de Barcelona , de Girona y de Vique,
ciudades puestas en la entrada de España por la parto
de Cataluña. Acrecentáronse con esto las fuerzas
desta parcialidad de levantados. Trataron de pasar á
Francia con intento de juntar sus fuerzas con las do
Hilperico , con que confiaban serian bastantes [)ara
ISO BIULIWTECJ
rfsislir u rey. Argübauílo arzobispo tle Narbona al
principio preteiifÜú cerrar las puorliis do su tiiiduil ú
los conjurados, Antícipilronse ellos lanío, que el ur-
zobispo fue forzado á acaiiiodarsft at tiéuipo , y ¿iix
muestra de juntarse con ellos iii;:3 por faitu de animo
que por aprobar lo que los alevosos trataban.
Entrado Paulo en aquella ciudad, liUo junta de
ciudadanos y soldados, y en ella reprendió priaiera-
iiiente al arzobispo que temerariamente pretendió
cerrar las puertas álosque habían servido uiuclioá
lii república, y no tfatabun de liucerle dguu mal y
daño. Después destu declaró las causas por donde
I entendía que eou buen lilulu podia tomar las irmai
contra Wainba , que fuera beclto rey uq conforme i
las leyes, uicon buen órdon y traza, sinoal anixijode
algunos pocos, al cual cuaudo se da lugar, no el con-
seolimicnto común prevalece, sino la fuerza y atre-
vimiento. Concluyó coa decir seria conTeuienle y
cumplidero proceiier á nueva elección, y conforme a
las leyes nomiuar un nuevo rey á quien lodos obe-
deoiescn, y con cuyo amparo, menas y consejos bi-
ciesen rostro á los que á Wamba fovoreciesen. Ra-
nosindo á voces para que todos le oyesen, dijo que él
no conocía persona mus ú propósito, ni mas digno del
nombre de r.^y que el mismo Paulo; que fue repre-
tentar en público la f^rsa que entre los dos de secre-
to teiiiaii compuesta y trovada. Uucbos de los par-
ciales de prap<isito estaban derrüin^idos y mezclados
entro la muchedumbre: estos con grande gritería
acudieron luego á aquel parecer; los cuerdos y que
mejor seatian, callaron y disimularon, ca no lescum-
]>Ita el hacer en tan gran revuelta y alteración : con
tanto Paulo fue declarado y elegido por rey: pusié-
ronle en la cabeza una corona que el rey Recaredo
ofreció ¡i San Félix, mártir de Girona.
ílra tanto et calor do aquella retwUon y ton encen-
dido el deseo de llevar adelante lo comenzado, que
todo lo atropellaban; y no solo se apoileraban de las
riquezas profanas, oro y plata del públiuo y de parti-
culares, sino también estendian sus manos sacrile-
f;as & los tesoros sagrados , y á despojar los templos
de Dios de sus vasos y preseas, .^llegóse í este pa-
recer fácilmente Hilperico, conde de Nimei , el pri-
mero que fue á levantarse . j con él se le juntarou
todas las ciudades de la Gailia Góüiica. Demás desto
no pequeña parte de la Espaüa Tarraconense siguió
í Ranusiudo, su duque. Puestas las cosas eu este
tórmino, Paulo se ensoberbeció de tal manera que
so resolvió de desaliar al rey Wamba. Envidie una
carta afrentosa: era de suyo hombre deslenguado,
demás que pretendía acreditarse con el vidgo y con
la muchedumbre, que suele á las veces cebarse y ha-
cer caso de semejantes líeros y amenazas. Destos
baldones y destas parcial ídodes, según yo entiendo,
procedió la fama del vulgo que liacc á Wamba villa-
no, y que subió al cetro y corona del arado y de la
azada: mas sin falla es manifiesto yerro, que ala
verdad fue y nació de la mas principal nobl«ia de los
fiüdos , y en la corte y casa de los reyes pasados tuvo
el primer higiir en privanza y autoridad.
msToaiA
Luego oua el rey Wamba fue avisado de la traición
y tramas üe Paulo, llamó á consejo los grandes : pre«
guntóles su parecer, si seria mas á propósito sin di-
lación mardiar con la gente la vuelta de Francia para
apagar en sus principios aquel fue^o antes que pasa-
se 2idelante, ó si sena mas espediente rehacerse en
Toledo de nuevas fuerzas y socorros para asegurar
mas su partido. Los pareceres fueron (fiferentes : los
mas atrevidos tenian y juzgaban por perjucUciai cual«
3uiera tardanza: decian que se daria lugar á los trai-
ores para fortiücarse y cobrar mas ánimo, y los
soldados reales que deseaban venir á las manos se res-
fríarian en gran parte. (i¿Q\ié otra cosa dará á enten-
»der.el retirarse, y volver atrás, sino que con color de
» recato huimos torpemente, como sea averiguado
»que ninguna cosa hay de tanto momento en las
» guerras como la fama: f^s varios y maravillosos
u trances y los tiempos pasados testifican de cuánta
» importancia para alcanzar la victoria sea el crédito
» acerca de m hombres y la reputación, m Otros te-*
niaii por mas acertado proceder de 'espacio , y- dar
lugar á que el nuevo rey se arraigase mas.Temian que
desamparada España, no se les levantase mayor guer-
ra por las espaldas. Que la traición de Paulo daba
bastante muestra de no estar llanas las voluntades de
todos. Demás desto aue el ejército (}ue tenian, era
flaco, pues aun no habia sido bastante para sujetar
del tooo los de Navarra, y que era forzoso rehacelle.
A los grandes emperadores y capitanes muchas veces
acarreó gran daño hacer caso del pueblo y de sus di-
chos y volver las espaldas al que dirán.
Oídos por Wamba los pareceres, y pesadas las ra-
zones por la una y otra parte: « Por mejor (dice) ten-
»go prevenir los intentos de los contrarios , y acudir
»con el rem^o antes ^ue el mal pase adelante, y
» que se nos pase la ocasión que en un momento se
» suele resbalar de la mano; cosa que nos daria pena
» doblada. La victoria que tengo por cierto ganare-
»mo$, dará' reputación á nuestro imperio: confio en
ola ayuda de Dios que húrará por nuestra justicia , y
»en vuestro esfuerzo al cual ninguna cosa podrá ha-
Dcer contraste. Y es Justo que encendamos mas aina ,
»con la presteza la indignación concebida contra los
» traidores, y el fervor de los soldados que con la tar-
» danza entibialle; ca la ira es de tal condición , que
» con la priesa se aviva , y con el tiempo se apaga. El
» trabajo de las ciudades, los campos talados, los bie-
» oes de nuestros vasallos robados , ¿á quién no mo-
» verán el corazón? males que forzosamente se au-
gmentarán de cada dia, SI esta empresa se dilata,
u ¿Quién de vos (si ya el ardor de la noble sangre no
» está resfriado y acabado el valor antiguo de los go-*
nd os), no tendrá por cosa mas grave que la misma
» muerte, dejar los amibos y deudos á la discreción y
» crueldad de los enemigos, y con la tardanza dar
» ánimo á los qqe asombrados de su misma concicn-
» cia y de sus maldades no podrán sufrir vuestra vis-
» ta? Apresuremos pues la partida , y con la ayuda de
» Dios, cuya causa principalmente se trata, casti-
»guemos esta gente malvada, y no permitamos se
» persuadan que tenemos miedo de sus fuerzas.
»miestro ejército ni es tan flaco como algunos han
» apuntado, y la loa y prez de la victoria tanto será
» mayor, cuanto con menor aparato y mas en breve
» se ganare.»
Este razonamiento del rey avivó de tal guisa los
corazones de todos> y fue tan grande el ardor que se
despertó, que dentro de siete días pusieron fin á la
guerra de Navarra . aue fue buen pronóstico i)ara la
empresa; aue auedaoa , y buen principio. Ninguna
cosa mas aeseaoan los soldados que verse con el ene-
migo: cualquier tardanza les parecía mil años ; tan
grande era la confíanza que tenian y el ánimo que
habían cobrado. Tomaron luego el camino de Ca-
lahorra y de Huesca. Llegaron á las fronteras de Ca-
DE ESPAMA.
481
I taluña con una priesa estraordinaria. Allí repartieron
I el ejército en tres partes ó escuadrones, el uno fué á
; CastroUbya , cabeza que era de Cerdania , el segundo
I tomó el camino de la ciudad de Vique, el tercero co-
mo le fue mandado marchó hacia la marina para dar
I la tala á los campos y pueblos de aquella comarca.. El
I rey con la fuerza del ejército seguía las pisadas de k>s
nue le iban delante. Hizo justicia dé algunos solda-
dos por malos tratamientos que hicieron á la^ gen-
te menuda y fuerzas á doncellas : mandó les corta-
sen los prepucios, que fue castigar á los culpados y
escarmentar á los demás. Persuadíase el buen rey
que no hay cosa mas eficaz para aplacar á Dios que el
castigo de las maldades, y que ninguna cosa enoja
mas á su majestad que disimular los agravios hechos
á la gente mLserable. Llegó por sus jornadas á Barce-
lona: apoderóse de aquella ciudad fácilmente, qjiie es
cabecera de Cataluña. Los principales de entre los
rebeldes que le vinieron á las manos, fueron puestos
á recado para ser castigados conforme contra cada
cual se hallase.
Pasó mas adelante y apoderóse de Girona: rindióla
su obispo por nombre Amador , á quien poco antes
Paulo pretendió asegurar con una carta que le escri-
bió, en que le amonestaba entregase la ciudad al que
primero de los dos con gente se presentase delante.
Leyó aquella carta el rev Wamba , y burlándose de
Paulo dijo: en nuestro favor se escribió esto como
profecía de nuestra llegada. Detúvose en aquella co-
marca dos días para reparaüse: desque el ejército bo-
bo descansado, pasaron las cumbres y estrechuras de
los Pinneos sin liallar alguna resistencia. Ganáronse
en aquella comarca por fuerza tres pueblos, es á sa-
bor: Caucolíberis que hoy es Colibre, Vulturaria y
Castrolibya que saauearon los soldados. Demás desto
otro puel)lo asentaao en las estrechuras de aquellos '
montes, por lo cual se llamaba Clausura , que es lo
mismo que cerradura , fue también ganado por los
capitanes. Allí prendieron á Ranosindo y Hilgidiso , y
otras cabezas de los conjurados. Witimíro estaba con
guarnición de soldados en otro pueblo llamado Sor-
donía, no le pareció seria bastante para defenderse:
resolvióse de huir y llevar la nueva de lo que pasaba
á Paulo, que todavín se estaba en Narbona con inten-
to de entretener á Wamba y impedille la entrada de
Francia. No tenia' fuerzas bastantes, ni se le abría
camino para salir con su intento : dejó en aquella
ciudad al dicho Witimíro, y él se retiró á Nimes do
en breve esperaba le vendrían socorros de Francia y
de Alemana.
Pasó el rey los Pirineos, asentó en lo llano sus
reales; entretúvose dos dias hasta tanto que le acu-
diesen las demás gentes que por diversos caminos
enviara : desde allí envió cuatro capitanes con buen
número de soldados para rendir á Narbona por fuerza
ó de grüdo , ciudad nobilísima puesta á la entrada de
Francia. Junto con esto para el mismo efecto envió
gente y armada por mar : llegaron primero las gentes
que iban por tierra , convidaron a los de la ciudad
con la paz y á entregarse : la respuesta fue arrogante
y afrentosa, con que írrítados los soldados acometie-
ron con grande ánimo los adarves : el combate fue
muy bravo, pelearon los unos y los otros valiente-
mente por espacio de tres horas , los del rey por ven-
cer, los otros como gente desesperada, y que no es-
poraba perdón. Últimamente los ae dentra se retiraron
de los muros , forzados de las pieilras y saetas que de
fuera como lluvia les tiraban. Con tanto los leales por
una parte pusieron fuego á las puertas de la ciudad,
y por otra enderezaron escalas y las an*únaron para
suoir en el muro y escalarle. Entróse la ciudad
por ambas partes. Witimíro como vio tomada la ciu-
dad, retiróse á un'templo como á sagrado , en que
los vencedores le bailaron y prendieron junto al altar
de Nuestra Señora. Fueron asímismos presos el arzo*
182
BIBLIOTECA DB GASPAR T ROIG.
hispo Argebaudo y el deán Galtricia, y aun heridos
y maltratados con el furor de los soldaaos.
Tomada Narbona , los rebeldes comenzaron á ir de
caída, ser menospreciados y aborrecidos como gente
que seguía empresa y partido condenado por los nom-
bres y por la fortuna ae la guerra : al contrario favo-
racian comunmente el partido de Wamba y su justi-
cia por ser príncipe muy humano y benigno, y porque
tomó las armas forzado de los que sin razón le pre-
tendían quitar la corona. Siguieron los leales lavicto-
ria, y con la misma facilidad entraron por fuerza
las ciudades de Magalona, Agatha y Besiers , en que
fueron presos algunos de los principales rebeldes , y
on particular Remigio obispo de Nimes. El obispo de
Magalbna por nombre Gumildo , perdida toda espe-
ranza de poderse tener contra pujanza tan grande, se
Jiuyó .y retiró á Nimes do estaba Paulo : ciudad en
aquella sazón por los muchos moradores que tenia,
hermosura de edificios , pertrechos y murallas muy
firmes, nobilísima, y de las mas fuertes de la Gallia
Narbonense. Quedan en nuestro tiempo claros ras-
tros de su antigua nobleza, en especial un teatro
muy capaz, obra hermosísima, que por estar pegado
ai adarve servia de castillo y fortaleza. Envió el rey
contra esta ciudad cuatro capitanes muy esforzados
y famosos , pero poco inteligentes y proveídos de los
ingenios y máquinas que son á propósito para batir
las murallas. Llevaron treinta mu hombres de pelea:
dieron yista á la ciudad, rompieron con grande áni-
mo por los que le salieron al encuentro, llegaron á los
reparos , do fue muy herida la pelea : ca los del rey
peWban con indignación por ver la porfía de los des-
leales tantas veces abatidos ; á los contraríos hacia
fuertes la rabia y desesperación , si eran vencidos:
arma muy poderosa en la necesidad. Duró la pelea
hasta que cerró la noche que los despartió sin decla-
rarse la victoria , dado que cada cual de las partes se
la atribuía, y en particular los cercados así pomo
quedar venciSos, como porque los del rey fueron los
primeros que tocaron á retirarse.
Sucedió que en lo mas recio de la pelea un soldado
dijo á los del rey por manera de amenaza : «gruesas
«compañías de alemanes y franceses serán con nos
wmuy en breve , cuya mucnedumbre y esfuerzo á to-
»dos os hará caer en las redes y en el lazo.» Pequeñas
ocasiones á las veces suelen en la guerra hacer gran-
des mudanzas : ninguna cosa se debe menospreciar
que pueda acarrear perjuicio : los mas saludables
consejos son los mas recatados. Alojaba el rey con lo
demás del ejército no muy lejos de allí : díéronle aviso
de lo que el soldado dijo , pioíéronle enviase soldados
de refresco para apretar y concluir con el cerco ; que
la presteza seria la seguridad : envió hasta diez mil
debajo de la conducta de Wandemiro. Era tanto el
deseo que llevaban de salir con la empresa oue cami-
naron toda la noche y llegaron á los reales el siguien-
te día con el sol antes que se comenzase la batería.
Con la vista de tanta gente desmayó Paulo, y por lo
que el día antes pasó, advirtió el grande riesgo en
que estaban sus cosas, si volvían á la pelea y al com-
bate. Disimuló empero cuanto pudo, sacó fuerzas de
flaqueza , hizo un razonamiento á su gente , en que
les amonestó «no desmayasen por el gran número de
»los contrarios , ca no el número pelea , sino el es-
wfuerzo : no vencen los muchos, sino los valientes:
» esta es toda la gente que Wamba tiene : vencida no
í) le quedará mas reparo , á nos muy en breve vendrán
»socorros muy grandes ; y cuando otra cosa no ho-
))bíere, con la fortaleza de los muros os podréis en-
))tretener largamente y abatir el orgullo del enemigo
»y de su ejército compuesto de canalla y de pueblo,
))muy ageno del valor antiguo de los godos y de su
Msangre invencible. »
Dicho esto , comenzó la batería : pelearon de to-
das partes con gran coraje; duró el combate hasta
gran parte del dia, cuando cansados y enflaquecidos
los cercados con la ¿[ran carga y priesa que de ñiera
les daban , dieron lugar á los del rey para arrimarse
á las murallas. Entonces unos pusieron fuego á las
puertas, otros con picos y palancas arrancaoan las
piedras de los adarves. Hecha bastante entrada, rom-
pen con grande ímpetu por la ciudad matando y des-
trozando cuanto topaban. Persuadiéronse los ciuda-
danos y los demás franceses que los españoles que
dentro estaban , con intento de alcanzar perdón die-
ran entrada á los enemigos. Encendidos por esto en
fran rabia, pasaron á cuchillo gran número de aques
os soldados que tenían de guarnición , y entre lo-
demás dieron la muerte á un criado del mismo Pau-
lo en su presencia^y aun estando á su lado. Era mi-
serable espectáculo ver la gente de Paulo acometida
y apretada por frente y por las espaldas de los suyos
y de los contrarios con tanto estrago y matanza que
las plazas y calles se cubrian de cuerpos muertos y
estañan alagadas de sangre. Los gemidos de los que
morían revolcados en su misma sangre , los ahullidos
de las mujeres y niños, la gritería y estruendo délos
que peleaban , resonaban por todas partes.
El mismo Paulo causa de tantos males , vista su
perdición y de los suyos': «Confesamos (dice) , haber
»errado ; ¿ mas por ventura una vez ó en una cosa so-
»la? antes en todo cuanto hemos puesto mano nos
»hemos gobernado sin prudencia ni cordura, n Junto
con estas palabras se quitó la sobrevistas , y acompa-
ñado con los de su casa y de su guarda se retiró al
teatro, confiado que era muy fuerte, y que sino se
pudiese tener, se rendiria con algún partido tolerable.
Notaron algunos que el mismo día , que fue primero
de setiembre puntualmente , Paulo se despoió de las
insignias reales , en que el año antes Wamba fuera
puesto en la silla real. Quedaron pues los del rey
apoderados de la ciudad , fuera del teatro y al-
guna otra pequeña parte. Reposaron aquel dia y
el siguiente con intento de aguardar al rey, y que
se le atribuyese la gloria de poner fin á aquella guer-
ra, ademas que por ventura los vencedores pre-
tendían alcanzar perdón para los culpados ; y es cosa
natural tener compasión ae los caídos, principalmen-
te cuando son deudos y de una misma nación como
eran los vencidos en gran parte. Acordaron para este
efecto enviar persona á propósito al rey : escogieron
de entre los cautivos al arzobispo de Narbona Arge-
baudo. Él llegado á la presencia del rey como á cuatro
millas de la ciudad, apeóse del caballo en que iba,
hízole una gran mesura, y puesto de rodillas , con so-
llozos y lágrimas gue despedía de su pecho y de sus
ojos en abundancia , le habló en esta sustancia: «Tus
»vasallos , rey clementísimo , si cabe este nombre en
»los que se desnudaron del amor de la patria , y con
«apartarse della y su mudanza han perdido el aere-
»cho y privilegio de ciudadanos ; estos , digo , tienen
upuesta la esperanza de su remedio y reparo en sola
»tu clemencia. No piden perdón de sus yerros , dado
»esta petición solo para contigo que eres tan benigno,
uno pareciera del todo desvergonzada : solo te suplí
))can uses en el castigo que merecen de alguna tem-r
))planza. Cosa de mayor dificultad es vencerse á sí
))mísmo en la victoria , que sujetaron los enemigos
))con las armas en la mano; pero á otros. La grandeza
))del corazón y el valor en ninguna cosa mas se de-
»clara que en levantar los caíaos , ca del prez de la
»yíctoría participan los soldados , la templanza y cle-
»mencia para con los vencidos es propia alabanza de
«grandes reyes. No puedes ver con los ojos esta míse-
»rable gente por estar ausentes; pero debes consídc-
»rar que llenos de lágrimas y tristeza , demás desto
«arrojados á tus pies , se encomiendan á tu gracia y '
})á tu misericordia, como hombres por ceguera de
«sus entendimientos ó por la común desgracia de los
«tiempos , ó por fuerza mas alta del cielo caídos en
HtSTOBlA DE UPAÍIa.
i 83
««tas müdades. Goanto Mn ims gimnei mw cclpas,
uumto SeDor seria mayor tu alaMoza en darles la
Ninaiio y V Tober á la vida los que por su locura estáo
venredaoos en h» lazas de la muerte. Vinieran aquí
i>6in armas 9 con dogms i los cuellos , para moverte
»á misericordia con Wsta tan miserable, ó poner con
sla muerte fin á tan triste vida y tan desgraciada ; so-
»lo se reoíBlaron si usaban de semejantes estremos,
vno pareciese te tenían por tan implacable que fuese
Dnecesario hacer tales demostraciones. Pocos queda-
smos 7 lodos tuyos : no permitas perezcan por tu ma-
Dtto aquellos á quien la crueldad de la guerra hasta
«ahora bá penlenado. Finalmente quiero advertir que
vcon ei deseo de venganza no bagas por donde esta
«Bobüisima ciudad . fuerte y baluarte de tu imperio,
MDuertos sus duoadanos , quede destruida y aso-
»lada.
Era Wamba muy señalado y diestro en las armas y
negocios de la guerra , sobretodo se aventajaba en la
benignidad, clemencia y mansedumbre : respondió
eo pocas palabras. «Aplacado por tus ruegos, soy
»coDtent0 de perdonar la vida a los culpados ; mas
«porque la falta de castigo no haga ¿ otros atrevidos
»y sea ocasiota de menosprecio, solas las cabezas pa*
Agarin por los demás.» Importunaba el obispo que
el perdón fue^e general. El rev con el rostro algo mas
airado : «¿Por ventura (dice} , no te basta alcanzar
»la ^a para ios culpados? A ti Argebaudo obispo
Biyude, para que el perdón te sea dado enteramen-
»le, habert|B apartado de nos contra tu voluntad, de
vque estamos bastantemente informados : los demás
olodo lo que fuere menos de una muerte afrentosa,
»lo deben contar y poner á cuenta de ganancia , y
Datribuíllo no á sus méritos, sino á nuestra l>enig-
snidad.»
CAPITULO XIII.
Del castigo de los conjarados.
Acabadas estas razones , pasó- el rey adelante su
camino : Wtjgé á la ciudad, y en su compañfa la fuer*
n del ejército y los soldados puestos en ordenanza y
á manera de triunfo, que hacían una vista muy her-
mosa. Con su llegada se puso fin á la guerra , y rin-
dióse todo lo que quedaba de la ciudad, en cuya parte
masalla, que caia hacia el reinode Francia, puso guar-
nición de soldados , ca se decia que grandes gentes
de Alemana y de Francia venian en socorro ae los
cercados, y que ya llegaban cerca. Paulo con mas
deseo de la vida aue cuidado del honor, á la hora
rindió el teatro,* donde estaban en su compañía el
obispo Gumildo , Witimiro y mas de otros veinte prin-
ci pales cabezas de aquella conjuradoo. A todos fueron
puestas prisiones , en particular dos capitanes á ca-
ballo nevaron enmedio y á pié á Paulo á vista de to-
do el ejército, asidos de sendas guedejas de sus cabe-
llos por la una y hi otra parte. Con esta representación
T disfrazo llemuron á la presencia del rey. Paulo soltó
fuego el ceñidor, que era á fuer de soldados y según/
la costumbre antigua despojarse de la honra y grado
militar : púsole como dogal al cuello para muestra de
lo que merecía y del miserable estado eo que se ba-
ilaba : estaban él y los demás cautivos postrados por
tierra, dio el rey gracias á Dios por tan grande mer-
ced , reprendió en público la locura de los conjurados;
y de tal manera les hizo grada de las vidas, queman-
do ponerlos á buen recaudo y guardar hasta tanto
que con mas maduro consejo se determinase su cau-
sa. Alininos franceses y sajones, parte que estaban
por rehenes en aquella ciudad, parte que al principio
juntaron con los traidores sus fuerzas, sin embargo
libremente fueron enviados á sus tierras con dádivas
que les dieron.
Por esta forma principios de cosas muy grandes que
amenazaban mayores males, y con el ievautamieuU»
de Paulo y de toda l|i Gallia Gótlúca t£nian el reino
puesto en cuidado, fácilmente se atajaron. Muchos
tuvieron á juicio de Dios lo que sucedió á esta gente,
por los tesoros sagrados que robaron y por los tem-
plos <^ue despojaron , á los cuales Wamba . hecha
pesquisa, mandó restituir todo lo que se halló. Las
murallas de la dudad que á causa de los combates
quedaban maltratadas, hizo reparar. Los cuerpos
muertos fueron sepultados para que con el mnl olor
no infecdonasen el aire. Pasáronse tres días en estas
cosas : luego en presencia del rey que estaba senta-
do en su trono, fueron presentados los rebeldes y se
pronunció sentencia contra ellos. Cuanto á lo prime-
ro el rey puso sus pies sobre los cuellos de los mise-
rables. Después preguntaron á Paulo si quería alegar
algún agrario porque se hobiese apartado del deber:
respondió que no, antes que recibiera muchas mer-
cedes y honras del rey, y sin propósito se despeñó
en aquellos males. Después desto leveron el pleito
homenaje que hizo' Wamba con los demás grandes,
y juntamente fueron referidas las palabras con qne
Paulo se hizo jurar por rey. Finalmente leyeron las
leyes de los concilios en razón del castigo que mere^
ceñios que se levantan, y conforme á ellas se pronun-
ció contra Paulo y sus consortes sentencia de muerte
afrentosa y confíscadonde bienes; añadieron empero
que si d rey por su clemencia les perdonase las vi-
das , que por lo menos fuesen privados de la vista. Era
la cabellera señal de nobleza antiguamente : el rey
con deseo de ser tenido por clemente , y por esta for-
ma ganar las voluntades de todos, contentóse con
que los motilasen.
Vino á la sazón ariso que Chilperico, rey de Fran-
cia Segundo deste nombre, venia con sus huestes muy
á punto. Salió Wamba á la campaña, donde esperó por
demás cuatro días á los contraríos. Parecióle con esto
daba bastante muestra de su valor y ganaba reputa-
ción : no quiso romper por las tierras de Francia por-
que no pareciese el pnmero á quebrantar las paces
que de antes tenia sentadas. Con tanto dado orden en
las cosas de Francia , se resolvió de dar la vuelta á
España. Sobrevino nueva que un capitán francés lla-
mado Lope corda los campos de Besiers, talaba, que-
maba, roñaba todo lo que se le ponía delante. Salióle
el rey con su gente al encuentro : el enemigo descon-
fiado de sus fuerzas se retiró á lo mas alto de las mon-
tañas vecinas. Dejó con la priesa parte del bagaje, y
por el camino otras muchas cosas los soldados , son
que dieron muestras mas de huir que de retirarse. Con
estos despojos y las riquezas de Francia quedaron los
soldados del rey muy alegres y contentos. Dieron vuel-
ta á Narbona : gran parte de los soldados y del ejército
se repartió por las guarniciones de Francia. Hiciéron-
se nuevos fictos contra los judíos, con que fueron
echados de toda la Gallia Gothíca. A otra parte del
ejército se dio licencia, en un pueblo en tierra de Nar-
bona llamado Ganaba, para que volviesen á sus ca-
sas , y con el reposo gozasen el fruto de sus trabajos.
No pocos quedaron en oompania del rey , que dio
dendela vuelta hacia España. Llegó por sus jornadas á
la ciudad de Toledo : hizo en ella una hermosa entra-
da, y fue recibido á manera de triunfo : honra debida
á su dignidad, y á cosas tan grandes como dejaba aca-
badas en solos seis meses, que se contaban después
que últimamente salió de aquella ciudad. Concertá-
ronse Jos escuadrones en esta forma : en primer lugar
iban los rebeldes en camellos , rapadas las barbas y el
cabello , descalzos y mal vestidos : Paulo por burla
llevaba en la cabeza una corona de cuero negro , se-
guíanse los soldados muv arreados con penachos y li-
breas. Cerraba los escuaarones el re^, cuyas venera-
bles canas y la memoria de sus hazañas acrecentaba
la magestaa de su rostro y presencia. Salióle al encuen-
tro toda la ciudad, que aleare con aq[uel espectáculo,
apellidaba á su rey salud, victoria y bienaventuranza^
Í^A
Duró grande esjMcIo la entr<tda : los culpados faeron
puestos t)u cárcel perpetua por fio y remate de cosas
lau grandes.
CAPITULO XIV.
I
Óe las demás cosas del jey Wamba.
Con esto comenzó Eftpnña con el esfuerzo de Wam-
ba y su mucha prudencia & florecer dentro con los
bienes de una lar^a paz , de fuera recobraba su lustrft
antiguo y su dignidad* Puso el rey cnidadeen hermo-
sear su reino ne todas maneras, y ea particular en-
sanchó la ciudad real de Toledo, y para su fortifica-
ción levantó una nuevamuralla con sus torres, almenas
y peirlles continuada por el.arrebal de San Isidoro, y
que llega de la una puente á la otra. Está Toledo de
cuatro partes por mas de las tres ceñidas del rio Tajo,
que acá lanado por entre barrancas muy altas > corre
por peñas y estrechuras muy grandes. La cuarta par-
te tiene la subida áspera y empinada, por donde la
cercaba un muro de fábrica romana mas angosto que
el que hizo Wamba , cuyos rastro» se ?en á la plaza de
Zocodover y á la puerta del Hierro. Wamba con inten-
to de meter dentro de la ciudad los arrabales, y para
mayor fortaleza añadió la otra muralla mas abajo.
Trajéronse para la obra piedras de todas partes, en
particular á lo que se entiende, de una fábrica roma-
na á manera de circo, que antíguametite levaBiarou
a)li , y tenía mármoles con figuras entalladas en ellos
de rosa ó de rueda. El vulgo se persuade ser aquellas
armas de Wamba : las mesmas piedras muestran lo
contrarío, ca están sin orden ni traza, si no comolsB
tr9ian asi las asentaban los oficiales. Graves autores
testifican que para memoria desto hizo grabar dos
versos en las torres principales de esta muraHa en la-
tín grosero y como de aquella era , pero que traduci-
dos en un terceto castellano hacen este sentido :
COI« A TUDA DE DIOS EL PODEROSO
REY WAMBA EN SU CIUDAD LEVANTÓ EL
MURO :
HONRA DE SU NACIÓN, MURO HERMOSO
Demás desto en lo mas alto de las torres puso esta-
tuas de mármol blanco á los santos patrones y prin-
cipales abogados de la ciudad. Grabo otrosí al pié de
las estatuas otros dos versos, que hacen este sentido:
Santos , reluce aqvü cita presencia ,
guardad esta ciudad t pueblo todo :
tirad, como podéis, toda dolencia.
Habían con el tiempo caldoso las estatuas, borrádose
y ^astádose las letras, que el rey don Felipe Segundo
deste nombre con su acostumbrada piedad y devoción
pocos años ha mandó restituir y hacer de nuevo. For-
tificábase pues la ciudad por mandado del rey Wam-
ba : y juntament») por su providencia se tomaba á po-
ner en práctica la costumbre de celebrar concilios en
aquella ciudad. Así en el año cuarto de su reinado,
que se contaba del Señor 675, á siete de noviembre se
juntaron en la iglesia de Santa María de la ciudad de
Toledo á celebrar concilio diez y siete obispos y casi
todos de la provincia cartaginense , demás dQ siete
abades, entre los cuales se cuenta uno llamado Avila
abad del monasterío Agaliense de San Julián , ai la le-
tra no está mentirosa, romo algunos lo sospechan por
conjeturas que hay. Hallóse otrosí entre los padres,
^unaue en elpostrer lugar, Gudila arcediano de Santa
María de la Sede ó Silla , por donde se entiende que
el templo en que este concilio se celebró, era el mayor
y mas principal. Dudan los curiosos si estuvo entonces
asentado do hoy está la iglesia catedral. Sospéchase
que sí , por razón de la piedra que en ella se ve , en
que la Virgen gloriosa puso sus sagrados pies para
biklioteca iir Gaspar v roi6«
honrar á sa devoto San Udefooso, dado qse h filbríev
y forma y traza es nniy diferente de k de enUMoas.
Este coneilio se eaenla por el onceno entre los ée To-
ledo. Eo él se dieron al ray^ gracias por haber
renovado la costumbre de colmar los ooncÚios inter-
rumpida por espacio de diei y ocho anos. Piara adeianle
mandan los pedfesqueloeooncüiosprovineíiikecada
un año se nmttsen en la iglesia metropotitiía, sin qoe
haya en el otra cosa digna de memoria. Los téñowm
que promu^ron iveron en número diez y seis.
Por el mismo tiempo en Braga se juntó el concilio
tercero de les Bracarenses. Quitóse en él la coíIub-
bre de llevar los obispoe colgadas al csello ks reií-
qutas de toa mértiras, y á ellos en andas Um diáeooos;
y ordenóse para adeianle que las santas rcMyriaa
mesen por loS diáconos ilevadae en andas. Ponen pe*
na de escomunion al sacerdote que para decir misa
no se pusiese la estola , que llaman erario, sofbre ea*
trambos los hombrea y cruzada sobra el peebo : eos*
tumbre que en algunas partes ae ha dejado , en las
mas se guarda. Hallóse en este ceneilio Isidora obispo
de Astorga. Floreció asimisnio por este tiempo Vale-
rio abad de San Pedro de los Montes, clare por et
menosprecio del mundo y por su eruittcion ^ deque
dan testimonio sus obras , y en eapeeial un libre que
intituló de la Vana sabiduría del siglo.
No se hallan otros concilios del tiempo del rey
Wamba en los tomos que andan ordiaariameDte de los
concilios; pero no se duda sino que se eeleimron
otros, pomo lo da á entender la ley de que ae hiio
mondón , en que mandaron júntame en cada un
año ; en especial que graves autores afinnai que en
tíempo de Wamba en un concilio toledano ae señala-
ron IOS aledafios y distritos de cada cual de los ofais^
pados de España : negocio en que por aei[ tan grave,
y tocar á todos , no se puede creer se proejóse por
el voto y parecer de pocos , sino de todos los prelados.
Dicen mas, que en a<|uel cencilio se estableció que
todos los sacerdotes viviesen conforme á la re^a de
San Isidoro. Hiciéronse fuera de esto en gracia del
rey Wamba y á su ccmtempiaoion nuevos obíepidos
en pueblos pequeiíos y aldeas , j aun en iglesias par*
tículareacomo líie en un pequeño lu^ar en que estaba
la sepultura y cuerpo de San Pimemo, y ei la iglesia
de San Pedro y San Pablo Pretoriense puesta en los
arrabales de la dudad de Toledo : que fue todo un celo
piadoso pero indiscreto en el ray, ven loa obispes una
disimukcion y deseo demaskdo de agradalle, sin te-
ner respeto á las leyes edesiáaticas que vedan asi bian
hacer dos obispos en una misma ciudad , como poner
obispados en lugares pequeños. Desórdenes que en
breve se reformaron en al concilio prózimo de Tole-
do, que fue et deceno de los de aqunk ciudad , basia
motejar al rey Wamba de livkno en esta parte : m
Tan los temporales, y se truecan ios áivores de la
gente y el apkuao*
Ordenó Wainba algunas leyes á propósito de refor-
msr el gobierno, que andam de muchas maneras es-
trañado, en particular puso cuidado en lo que lecabH
á la disciph'na militar. Ordenó que cuando se hiciese
gente , todos acudieaen á las banderas, fuera de vit*
JOS , eofermos y mozos de poca edad. ítem que todos
enviasen á la guerra por le menos la docena parte de
sus esclavos con las armas ^ue altí se señalan, dife-
rentes de las demás. A los mismos obispos y sacerdo-
tes para reprimir las entradas y rebatos de los enemi-
gos manda les saliesen con los suyos al encuentro por
espacio deckn millas. Con esta diligenck y por buenn
mana dehrey Wamba ganaron los godos una victoria
naval muy señalada. Estaban los sarracenoe enseño-
reados de toda la África por todo lo que se tiendan las
marinas de nuestro mar Mediterráneo, desde ks bo-
cas del rio Nilo hasta el estrecho de Gibraltac Teoiau
d^seo de pasar en Europa ; con este intento armaroi
una flota de ciento y setenta velas con que poniani
HISTOnU DE ESÍlfijI.
faam j i itngrelasríbenisdeEspaait. JunUron Joi
COOiNi^tra f;rue« armada : vÍDÍeron d Its maoos con
lo* coninriM con Unto valor y denuedo , que ftlCBn-
una «ictoTM de los eoemigot, j parle tomsroD,
jMfM qnemaroo lu armada. Velaba el rey , acudía a
lodat fas partes coa presteza síudescuídarse, ni escu-
Mr gasto, inbtjo ni diligencia alguna. No Talla quien
•tiga que la armada de África tído i penuasion deEr
^ifio, ca por ser dijo de Ardebaito paríeole de Rece-
rointho pretepdia bacerse rey. Tenia mucho poder,
T su autoridad era grande, sus matius ^ artiíicios
(«iFiordiiMríoi. El eorazcm humano es msaciable,
uonca se Gooteota con lo que posee , aunque sea muy
BTeotajado ; anias coa el deseo siempre pusa adelaniK
V pratoDile cous marorea.
No teuia Ecvigio esperanza de salir con su iatea:o.
Di en vida de ^V<lnIila , nj detpues d« su muerte , A
causa de Theodotredo, lieriuano de Itecesulnltio, del
cual eo la eleccíoa pasada no se biza cuenta , como
allí se dijo , ca era de pocos años. Roaohióse de va-
lerse de cautelas ; mañas, pues cualquier otro camino
le hallaba cerrado. Cou esU traía hizo como se cree
venir la armada de los sarracenos contra España.
Y como esto no sucediese conforme í su deseo, tuvo
forma da hacer que díeseo ai rey á beber cierta nfiuii
en qne había estado espsMo eu remojo, que ea bebida
ponzoñosa y mala. Adoiesciú luego el rey, y quedA
pritado de su sentido súbitamente, lamo que & la
primera bora de la noche ju7gabaD queria reodír el
alma. Cortáronle el cabello, hiciéroule la barba y iu
corona i mauera de sacerdoto : Tistiéronie un bíbilo
de mooge , ceremonia que se usaba, con los que mo'
riso , á propósito de alcanzar perdón de sus pecados.
Todo eato se entiende tramó Er«igio con intento que
■anque mejorase, i>o pudiese mas ser rey conrorme
á lo que ea el godcÍIíO toledano sexto qued6 determi-
nado. Demiadesto, como estuviese para espirar, ain
aabargo que por la Tuerza del Tenenoestaba Tuera de
si, trñaron ^tte nombrase por sucesor en el reino
al mismo Emgio. Ordenaron de [vesto la escrllarD
de nombramiento j renunciación, y hicieron que
Wamba la timase de tu maoo.
Ptió todo esto i tos catorce del mes de octubre un
dit de domingo que era la décimaquíota luna. Por
unto calo se entiende qne Wamba fne despojado del
reino el año de S80, en que concurren estos parti~
f-ulares; ca alo embargo que luego el día siguiente
ntejoró y íoItiú Mi bI, do quiso revocar lo hecho.
IfolMbase de rey poderoso súbitamente hecho uiooge.
Detrnniaó despreciar lo que otros tanto desean , •'<
por grandeza de dnimo , é por no tener esperanza ■f'-
recobrar en paz lo qne le qnitaran ; mayormente que
Errigio esuba apoderado de todo, que el mismo dia
se hizo corona.- por rey, dado que el ungirse, cere-
mooia entiincas usada . se dilató lisfila el domingo ti-
guíenle. Wamba sin dílecíojí se Tue al monasterio de
Pampliega asentado según algUDOS sospecbaa en *l
valle de Muñan. Allí por espacio de siete años y tre-'
meses (ú como otros sienten por mas largo tiempo)
Msó lo que le quedaba de vida en servicio de Dios.
Reinó OCHO años, un mes y catorce dias. Su cuerpo
sepultara en aquel monasterio, y desde allí por man-
dado del rey don Alonso el Sabio le trasladaron á To-
ledo. Acompañó sus huesos Juan Hartinez obispo de
Huadiz fraíV francisco, fusícronle en la iglesia de
Sama Leocadia, Inde juolo al alcázar, en que eslalia
sepultado el rey Itecesuinlbo. Juliano arzobispo de
T'>ledo fue el que ungió ni nuevo rey , por donde fis
48G
RtKLIOTi.r.A HK í;v»'T\I' T ROr..
«Qtíenile que Quirico su predecesor falleció por el
mí«nio tiempo cargado de años , ai ya por ventura do
renunció la dignidad por ver lo que pasaba, y la lin-
razon que se hizo al buen rey Waroba.
CAPITULO XV
lie las fluinbres de los obispados que había en tiempo
de Wamba.
No será fuera de propósito ni del intento que lleva-
mos poner en este lugar la división que el rey Wam-
ba hixo de los obispados (i) de su reino, y por elía
declarar lo^ nombres antiguos que muchas ciudades
y puebIo<« tuvieron , si bien los mas dellos por varios
accidentes j sucesos fueron asolados, y después de
su destruicion reedificados á las veces con nombres
que les pusieron diferentes de los que antes tenían.
Junto con esto será bien que se entiendan y sepan los
sufragáneos que cada cual de los arzobispados anti-
^'uos tenia ; que señalar á cada diócesis sus aledaSos
y distrito no pareció conveniente, ni aun hacedero
por estar todo tan mudado y trastrocado con el tiem-
po, ^ue apenas se entendería lo que en este propósito
se dijese. Al arzobispo de Toledo estaban sujetos los
obispos siguientes : el de Oreto, ciudad que antigua-
mente estuvo puesta no lejos de donde al presente
estala villa de Almagro, ca dos leguas de aquella villa
hay una ermita llamada de Nuestra Señora de Ore-
to, do se han hallado piedras y llevádolasá Almagro,
ffrabado en ellas el nombre de Oreto. El segundo su-
fragáneo de Toledo era el obispo de Biacia , que hoy
es Baeza. El tercero el de Menteza : esta ciudad hoy
se llama Montizon , pueblo situado en la comarca de
Gazorla , y que en la destrucción de España fue aso-
lado por un capitán moro, como lo testifica el arzo-
biapo don Rodrigo.
Demás destos el de Acci, ciudad que hoy se llama
Guadix. El de Bastí que es Baza. El de Urci, ciudad,
que unos dicen es la misma Almería , otros ^e Mur-
cia. El de Bagasta : desta ciudad no quedn rastro nin-
guno, solo se entiende que estaba no lejos de Origñe-
la, asi por el orden que estos obispados llevan entre
sí, como por una puerta c^ue hay en aquella ciudad
llamada de Magastro. Máximo Gesaraugustano dice
oue los godos á Murcia la llamaron Bigastro. Illici es
hicheó Alicante, Setabis Játív9. Demás desto Penía
y Valencia, ciudades que caen entre sí cerca y conser-
van los nombres antiguos, ca Denia se llamó Dianium,
Sigúese el obispado de Valeria : boy se llama Valera
quemada. El de Sagobríga , ciudad puesta donde al
8 rósente está la cabeza del Griego, pueblo así llaroa-
0 , á dos leguas de Uclés. Algunos entendieron que
Segobriga era Se^orbe ; pero engañóles la semejanza
de nombre. También era sufragáneo de Toledo el obis-
po de Arrahica, que estuvo antiguamente asentada
entre Segobriga y Compluto, y por ventura es la mis-
ma que ÍMolomeo llamó Percabica. Demás destoCom*
pluto que es Alcalá , Sigüenza , Osma . Segovia y Fa-
lencia estaban sujetas por la misma forma al dicho
' arzobispo. Por dond» se ve aue la previncin de Tole-
4Ío, aun en tiempo de los goaos , se estendia mas que
la provincia Certagineose (cuya cabeza á la sazón era
Toledo ) pues todas las ciudades que hemos contado
tiesta aquí , le estaban sujetas y se encerraban en su
distrito.
Las ciudades sufragáneas del arzobispado de Sevi-
lla eran : la primera Itálica , que hoy es Sevilla la víh-
ja , legua y mediado aquella nobilísima ciudad cabeza
«le Andalucía : la segunda Asídooia , que fue ó Medina
SIdonia como lo da á entender la semejanza del nom
(1) El docaaeoto en que se fonda Mariana acerca de esta
4ltTtsioa se atribvia al obispo U«cio , y está demostrado mic
«s obra de Pelagio obispo de OvíP'l) qae vivía en el siglo ao •
re , aator |^biií(>so y <ie ningiin crédito.
bre , ó como otros pien^tan Jerez de la Frontera por
un templo que tiene de Nuestra Señora de Sidneña,
y el moro Rasis llama aquella ciudad Jerez de Sidue-
ha. SíKuese Elepla ora sea Niebla , ora Lepe. Malaca
hoy Málaga. Illiberris , ciudad puesta antiguaroeote
dos leguas sobre Granada en un recuestro que hoy sh
llama monte de Elvira. Astigi , hoy Bcija. Córdoba
conserva su nombre antiguo^ Egabro , noy es Cabra
cerca de Vaena. La última ciudad era Tucci , oue hoy
se llama Martes. Este era el distrito del arzobispado
de Sevilla, y las ciudades gue del dependían.
El metropolitano ó arzobispo de Mérida compreben-
día debajo de su jurisdicción las ciudades siguientes:
Beja que se llama Pax lulia , ciudad de la Lusitania.
Lisbooa , ciudad en que se ferian las riquezas de la
India Oriental en nuestro tiempo, y que á ninguna de
Europa reconoce ventaja en trato , riqnezas y gran-
deza. Ebora , á la cual los godos llamaron Elbora. Don
Lucas de Tuy sintió que esta ciudad era la misma que
en el reino de Toledo llamamos Talavera. Ossonoba,
que se entiende se llama al presente Estombar , pue-
blo de Portugal cerca de Silves , do al presente está
aquella cátedra y silla, que se trasladó á ella cuando
se ganó de moros aquella ciudad, en que también hay
un pueblo llamado Idania la vieja antiguamente Ige-
ditania, ciudad asimismo contada entre tas sufragá-
neas de Mérida. Conímbrica, hoy Coimbra : dos leguas
della está Coimbra la vieja. Demás destas Viseo y La-
meco, ciudades que conservan sus nombres a ni iguos.
Caliabria, que pereció del todo, dado que Tudense y
Marineo sospechan fue la que hoy se llama Montanges,
por conjeturas á nuestro parecer no concluyentes.
Salmántica , que por los godos fue llamada Salamán-
tica, hoy Salamanca. La famosa Numancia , al presente
Garay. Últimamente Avila y Coria , que eran los pos-^
trefos linderos de la provincia de Mérida.
Las ciudades sufragáneas de Braga eran estas : Dn-
mió fue antiguamente un monasterio, que todavía
hoy se conserva cerca de Braga. Portucale es la ciu-
dad de Portu , por la parte que el rio Duero descanta
en el mar, y deja formado un buen puerto : del puerto
y de un pueblo que está allí cerca , llamado antigua-
mente Cale y hoy Caya , se compuso y derivó el nom-
bre de Portugal. En el mismo distrito estaban la ciu-
dad de Tuy y'Orense , y el Padrón que antiguamenin
se llamó Iría Flavia. Lucus hoy Lugo. Británica ó
Bretonia , puesta entre Lugo y Astorga; hoy dos le-
guas de Mondoñedo hay un pueblo llamado Bretania,
que por ventura es la misma Bretonia ó Británica.
Fuera de estas ciudades Astorga y León eran sujetan
al arzobispo de Braga. Con el arzobispo de Tarragonf
iban las ciudades siguientes : Barcino, hoy Barcelona,
y en tiempo de los godos Barcinona. Egara puesta
antiguamente entre Barcelona y Gironn ciudad tam-
bién sufragánea al mismo arzobispo. Allende desto
Empurias, y Ausoot que hoy se llama Vique de Oso-
na, Urgel y Lérida, ciudades bien conocidas. Ricto*
sa,cuyo asiento de toiio punto se ignora. Tortosa, que
llamaban Dertusa; Zaragoza, y también Pamplaoü
que en latín se llama Pómpelo, v por loa godos fue
llamada Pampilona : como Ulmbíen Calahorra era
una de las dichas ciudades, en latin Calagurris, y que
en tiempo de los godos k llamaron Cala forra, tara-
zona eso mismo, fue uno destos obispados , eo latió
se dijo Turiasso, y por los godos Tirasona. Detak^
destas Auca era sujeta á Tarragona; cuyos nuiros se
ven mas allá de Burgos, y de su nombre tomaron los
montes de Oca este apellido.
Esto cuanto á la provincia Tarraconense. Resta el
arzobispo de Narbona en la Gallia Góthics . cuyas su-
fra gánea^ fueron las ciudades siguientes : Beterri que
hoy se llama Besiers, v Plinio la llamó Büterre Sep-
tumanorum, Agathaal presente ó es Agpe, ó Mompe-
11er : Magalona una casa de recreación del obispo de
Mompeller , ó sea una isleta del mar allí certa , tíeae
HlsTuMIA DK A^SPAXA.
187
segnn dioea hoy esto nombre. Nemáuso es Njmes. La*
teba, hoy LodeVe. Carcasooa, Helcua , boy Enea ea
el GOiidatdo de Raise]lon. Alguuos autores diceo que
los obis|N)sde Tay , de Lugo y de Leoo ó por (írivíiegio
de Wamba , ó por costumbre antigua eran exentos, y
uu jDcouociau á BÍBguBO de los metropolitanos ó ar-
Eobispos susodichos por superior : opinión que para
segttílla no Ueoe bastantes fundamentos» en especial
que arriba quedaron puestos entre los sufragáneos de
Braga, Ea los concilios antiguas de España se hallan
otrosí mucho? nombres de obispados que no estañen
esta dif isioa de Wamba , si por haberse mudado las
cosas con jBl tiempo » ó por estar las memorias y libros
antiguos estragados y no lo sabría decir, mas de que
los obispados son estos: el Cartaginense, el Epagreu-
se,elCiiStuloneu8e,el Fiblaríense, el Eliocroceuse,
el EfiíiBieiise, el lumouticiense, el Lamibreuie, el Elo-
taño, el Magueteose , el Laberricenie ; ios cuales nom-
bres casi ^os no se conocen , ni aun de todas las
ciudades arriba puestas se atinan los asientos eu que
estaban, ni fait«ria por diligeíjcía, si eu cusas lan
escuras hubiese alguu camino para las averiguar dd
todo punto.
CAPITULO XVI.
De otra división de obispados que hizo Constancip
Magno.'
Loqueantes de ahora prometimos, y hasta aquí
no lo liemos cumplido, quiero poner aquí después
d«s la división de Wdinba la que antes del hizo de ios
obispados en Españ i el emperador CoDslanliuo^ to-
mada puotualmeuie del moro Rasis (1), que dice
tiesta manera : «ConstantiüO puso obispos cu mu-
«ellas ciudades que no los teniau ; y iuriirinado que
"en EHoafí» no los había, dado que* era de cuiiipiñu
Minny fértil , hermosa y urreada en todas inaueriis y
ntnuy lieoa de moradores, hobo su acuerdo «iobre
i»lo que debía hacer. Resolvióse seria espediente
Horíur eu España ubispos, que sin temor alguuo li-
t»bremeüte predicasen la fe cristiana. Para esto hizo
HVAiiir á su presencia personas á propósito : repartió
neotre ellas las ciuiiad"s ei esta guisa. Al primero
»4eñaló por obispo de Narboua y otras siete ciuda-
»Je8, con poder de gobernar los pueblos en lo espi-
>»ritaBl , y reformar las costumbres. Los nombres de
uaqtteJlasciud»dessoneitos: Besiers, Tolosa, Bj^uIo
»ua , Nimes , Carcasoua. En esta ciudiitl huy una i;{le-
»iia.con advo :acion de Sauta María gloriosa , esceleute
»por siete altares de plata que tiene , y por la mucha
ngeQie que 6 ella acude , en especial una vez en el
nano es mas señalado el concurso; también en los
ndeais tiempos es de gran fama y devoción : dista
nde Barcelona diez jornadas. Demás estas ciüdadtis
ndíeroa ai obispo narboucuse 4 Luteba , y á Euna , ó
>iReleoa que es lo mismo. Al segundo obispo fue en-
Mcomeodada la ciudad de Braga, y r.nn ella Dumio,
oPortu , 0''*'nse, Oviedo, Astorga , Brilonia, Irla ó
nCompósiella, Aliubra, Ufa , Tuy. Después deslos dos
»fue nombrado el obispo de Tarragona , al cual otrosí
)>quedaron sujetas las ciudades siguientes : Burcelo-
)»aa. Oca, Mitrada, (por ventura Gírou») Baria (p)r
»v«otura Empuriab) Orlóla, ilerda que es Lérida,
itTortasa , Z^rago^a, Huesca^ Pamplona , Caluliorrá.
( I ) Tanto etita división coaio la obra que corre coa el
ftooibre del moro Rasis, aOo sia dttda producto de al^aa
impostor igooraote, aue para dirle mayor autoridad la pu-
blíc6 eoa el nombre ae aquel escritor qu^ teuia algaoa cele-
bridad.
La diviiiioa que Coast^nllno hizo de la España fue, según
SestoHaTo, en seis provincias, incluyendo la Transfretana
de África , y establoció rinro metropolitanos en España en
las capittlei destas proTíncias, es á saber, Tarra^sona . Mé-
rida , Semita , Bragi y Cartagena , <img )o eran de la Tarru-
oKienie, Caria^ínenso , Lusvtma. Hética y Galle^i.
»E1 cuarto obispo fue de Cartagena : auadíéroDi';
«otrosí á Toledo, Oreto, Játiva, Segobrign, C^mplu-
»tOy Caraca, que es Guadalajara, valencia. Murcia,
»Baeza, Castulo, Mootojia, Baza, Begena, po** ven-
)}tura se ha de leer Bigastra. Al quinto dióé Méridu
ociudad principal, y con ella le consiguió Pux lulía
MQue es Beja, Lisbona , Egítania , Coiinnra, Lamego,
»Eboru , Coria, Lampa, que ó. es Salamanca , ó'uii
ujmeblo llamada Lamaso en tierra de CiudadRodri-
»go. El postrer obispo tuvo á Sevilla , y con ella Itáli.-
))ca , Sericio de Sidueñü, que es Jerez , Niebla en la-
»tíu Eiepla, MUaga, lliiherris, Astigi que es Ecíju,
nSgabro que es Cabra. J[)dSta manera toda España
»fue por el emperador Constantino dividida en seis
«obispados. V p¡tra mayor autoridad, y que la religión
» tuviese su cabeza para gobernar y mandar, él se pasó
uá Coustantinopla, y se llamó rey de aquella ciudad,
»(V)mo quier que los de antes ae Roma. Ordenó y
vmandó demás ddsto, <^ue todo el resto de Jos cris-
» tía nos obedeciese al señor de Roma , que acostum-
Muraban llamar señor de aquellos que eran del ór-
))den ^a£[rado. Líumábaole otrosí santo j>or el poder
»<|ue recibiera de Pedro apóstol , que Cristo le uabi l
n.iadu.»
E'iio dice de la manera susodicha aquel moro.
Coucuerda la general de don Alonso el Sabio, rey de
Castilla, en que la división de los obispados en Es -
pa5a fue hecha por Constantino Magno, y sigue e\
' orden puesto de suso, mudados solamente algunos
nombres de ciudades. De donde , y de la división d>t
Wamba, y por conjeturas emendamos algnnos nom-
bres, que sm duda en el moro andan estragados; y
sin embargo no nos atrevimos á llamar arzobispos ú
los que el moro da nombre de obispos como ignoran-
te que era de las cosas de nuestra religión , de los
grados v policía que en ella hay. Quedará ei lector
con lo dicho avisado.
CAPITULO XVII.
Del rey Ervigio.
FLAvm Ervigio adquirió el reino malamente, como
queda dicho ; gobernóle empero bien y prudeotemeu-
te. Cuanto á lo primero como considerase la incoas-
tancia de las cosas humanas, que no perseveran largo
tiempo en un mismo ser, y en pnrticular que el poder
adquirido por malas manas muchas veces por el abor-
recimiento que resulta en el pueblo, es abatido : que
su predecesor era rey muy esclarecido y amado, y fue-
ra por engaño despojado de su grandeza, y que esto
¡a gente de los godos no lo ignoraba : por tudas estas
razones se recelaba de algún revés y trabajo. Pareció
le para asegurar sus cosas tomar el camiao que á otros
reyes sus predecesores no salió mal , que fue cubrirse
de la capa de religión. Con este intento coavocó los
prelados de todo el reino. Acudieron á Toledo treinta
y cinco obispos. Túvose la primerajuntaá nueve días
de enero ano del Señor á^ 681. Cuéatase este conci-
lio por deceno entre los Toledanos. En él se estable*
ciaron muchas cosas, pero dos fueron las principa-
les. La primera aprobar la elección de Ergivio; mas
¿cómo se atrevieran á negar lo que pedia, al que te
nia las armas en la mano? Temeridad fuera, y un
prudencia contrastar á su voluntad. Para este propó-
sito absolvieron á los grandes del pleito homenaje
que hicieron á V^amba. Alegaban aue por la renun-
ciación que él mismo hizo, y por la nueva elección
tenia perdida su fuerza el juramento y no obligaba.
La segunda cosa fue dar al arzobispo de Toled»
autoridad para criar y elegir obispos en todo el reino,
cuando el rey á cuyo cargo por antigua costumbre
esto pertenecía, se hallase muy lejoi; y que cuando
estuviese presente, sin embargo conürmase los quo
por el rey mesen nombrados : jue fue una preroga-
tiva y privilegio de grande importancia, y co.iio
-188
BIBLIOTECA DE GASPaR Y ROIC.
abrir las zanjas y echar los cimientos de la primacía
qae esta iglesia tiene sobre las demás iglesias de Es-
paña. Las palabras del decreto, que aunque oscu-
ras , son muy notables , se pueaen ver en el* conci-
iio (i). Firmaron las acciones deste concilio cuatro
arzobispos , Juliano de Sevilla , Juliano de Toledo,
Liuva de Braga , Stéphano de Mérida , ca parece que
no obstante el privilegio concedido á la iglesia de
Toledo , el de Sevilla no quiso dar al de Toledo el
primer lugar , sino guardar su antigüedad , como
quier que en los concilios adelante siempre el de
Toledo preceda en el asiento y Arma é los (^más me-
tropolitanos. Después desta, pasados dos años ente-
ros^ de nuevo por mandado del mismo rey Grvigio se
juntaron en la misma ciudad treinta y ocho obispos
y veinte y seis vicarios de obispos ausentes, y nue-
ve abades , quei con muchos señores y grandes que
presentes se nallaron, celebraron en la iglesia preto-
riense de San Pedro y San Pablo el concilio treceno
de Toledo (2) á los cuatro del mes de noviembre año
de nuestra salvación de 683 : y del reinado dé Ervigio
el cuarto. Esta iglesia se entiende estuvo donde al
presente la de San Pablo , do los padres dominicos
estuvieron larso tiempo. Llámase pretoriense porque
•está fiíera de Tos muros, de prstoríum que es casa
•de campo.
En este concilio por voluntad del rey y decreto que
'hicieron los prelados , se dio perdón general á los que
siguieron á Paulo. Las imposiciones y tributos se mo-
deraron ; y por escusar alborotos y por la gran falta
de dinero soltaron á los particulares todo lo que por
•esta causa debían á las rentas reales. Todo esto se
enderezaba á ganar las voluntades con muestra de
■clemencia y liberalidad : virtudes que en los príncipes
cubren otros muchos males. Pretendía otrosí borrar
la mancha de haberse apoderado del reino por malas
-manas. Demás desto por cuanto muchos que no eran
nobles , con diversos colores y trazas se apoderaban
•de las honras ]r oficios públicos, y por emparentar los
godos nobles con Ips del pueblo su antigua nobleza
en gran parte se estragaba y e'scurecia : se proveyó
•de remeaio para este daño. Últimamente en gracia
•del rey los obispos hicieron una ley del amparo para
la reina Liubigotona y sus hijos, dado que el rey les
faltase : en que se muestra lo mucho oue temían al
pueblo , que por el aborrecimiento del padre no se
vengasen en los hijos y en su madre. También se
mandó á los obispos, que avisados, acudiesen á Ih
oórte para tener y celebrar la Pascua juntamente con
<el rev. Por una carta de Juliano arzobispo de Toledo
á Idalio obispo de Barcelona se entiende como se tra-
bó amistad entre los dos por venir el dicho obispo á
la corte á celebrar la Pascua , como dejaron ordena-
do. Firman en este concilio los arzobispos Juliano de
Toledo. Liuva dé Braga, Stéphano de Mérida y FJo-
resindo arzobispo de Sevilla.
Parece que este rey se pretendió señalar en juntar
muchos concilios , porque el año luego siguiente por
HU diligencia y por mandado del papa, León Segundo
deste nombre en Toledo á catorce de noviembre se
dio principio al concilio decimocuarto Toledano que
(!) En uno de sus cánones eí donde se concede con per-
f&iso del rey el derecho de asilo á los que se refugian á ías
iglesias, y ¿treinta pasos alrededor de ellas; y se entreguen
á los que los pidan prestando antes juMmento que no se les
liará ningún mal.
(2) Bntre sus cánones se prescribe el modo de proceder
contra los se&ores de la corte acusados de algún crimen.
Prohibe casarse con ías viudas de los reyes^
Prohibe conferir tos cargos de la corte á los esclavos y li-
bertos, para que la^ sangre de la nobleza no se confunda con
la de estas fiersonas viles.
Que los obispos acud<in al llamamiento del rey 6 del metro-
politano para celebrar alguna fiesta , consagrar alguna Igle-
sia , ó para cualquiera ro-a so p"na de psc?muftio.< .
se juiUó con intento que los obispos de España apro-
basen y recibiesen un concilio que poco autes se ce*
lebrara en Constan tinopla con asistencia de docientos
y noventa prelados , y eutre los concilios generales se
cuenta por sexto. No pudieron acudir todos los obis-
pos de España á causa de los fríos del inviemp , y por
quedar mu^r gastados de los concilios pasados. Con-
currieron diez y siete obispos casi todos de la provin-
cia Cartaginense , y fuera deilos los procuradores de
los arzobispos de Tarragona, Narbona, Mérida, Braga
y Sevilla y de otro$ obispos ausentes basta número
de diez. Estos de común acuerdo recibieron y apro-
baron el susodicho concilio Gonstantinopolitaiio, que
ellos contaban por quinto, y le pusieron luego des-
pués del concilio Chálcedonense , ca fue común en-
gaño de aquel siglo en España , Afríca y en ilyrico oo
recibir el quinto concilio general que se tuvo en
tiempo ie\ emperador Justiniano : yerro en que tro-
pezó también san Isidoro , como se entiende por di-
versos lugares de sus libros. Alegaban paia esto que
én aquel concilio quinto se reprobaron los escritosde
Iba Edesseno y de Theodoro Monsuesteno y de Theo-
dorito obispo ae Cyro, que son los tres capítulos tau
nombrados en aquella era. Oeciau que el condliq
Chálcedonense aprobó y recibió los dichos autores, y
que no era licito condenarlos. Todo esto procedia de
no entender que puedan las personas ser aprobadas
dado que sus opiniones se reprueben , como en efec-
to fue asi que el concilio Chálcedonense aprobó las
personas , el quinto concilio condenó sus escritos.
Finalmente los prelados de España condenaron los
Menothelitas , y Apollinaristas, que ponían en Cristo
solo una voluntad , conforme á lo decretado en el
dicho concilio general. Demás desto una apología
compuesta por Juliano arzobispo de Toledo, muy
erudita , en nombre del concilio enviaron á Roma por
medio de Pedro, regionario de la iglesia Romana, eo
que se contenían los principales capítulos y cabezas
de nuestra fe. Cuando llegó á Roma por muerte del
papa León presidia en su silla Benedicto, el cual juz-
gó que en aquella apología se decían algunas cosas no
ieo . Entre ellas una era que en la Santísima Trinidad
la sapiencia procede de la sapiencia , y la voluntad de
lá voluntad : manera de hablar conforme á lo que en
el símbolo confesamos. Dios de Dios y lumbre de lum-
bre. El pontífice juzgaba quo semejantes maneras de
hablar no so debían usar, ni estender mas de aquello
que la Iglesia usaba. Ofendíale asimismo lo quo Ju-
liano decía de Cristo, es á saber que constaba de tres
sustancias. Andaban estas demandas y respuestas
entre Roma y España -a! mismo tiempo que Ervigio,
sin embargo de las diligencias hechas para asegurarse
en el reino, se hallaba en gran cuidado por parecerle
que el aborrecimiento del pueblo todavía se continua-
ba; y que muerto él , sus hijos no serian bastantes
para reparar este daño. Resolvióse de emparentar con
el linaje de Wamba , y para esto casar á su biju
Cixilona con un hombre principal de aquel linaje lla-
mado Egica. Hízose así y juntamente le hizo jurar
miraría con todo cuidado por el bien de la reina su
suegra y de sus cuñados.
Hecho esto, y quitadas algunas leves de Wamba
algo rigurosas para tiempos y costumbres tan estra-
gadas , y en particular templada la ley que trataba
en razón de las levas de soldados , falleció do su en-
fermedad en Toledo á quiuce días del mes de noviem-
bre dia viernes año de 687. Reinó siete años y veinie
y cinco días. Su memoria y fama fue grande' aunque
ni iigradable ni honrosa. Hobo en tiempo deste rey
en Éfspaña grande hambre : la puente y muros de
Mérida fueron reparados con grande representación
de magostad. £1 sobrestante aesta obra y trazador
se llamó Sala , como se entiende por unos versos an-
tiguos que andan enire las epigramas de Eugenio
Tercero arzobispo de Toledo.
«ntOBiA BE bspaíIa.
m
CAPITULO XVIII.
Del rey Egica.
6l din totes <iue moriese Erví^ío, nombró |ior so
«ocetor en el reino á su yerno Bgii^a. Y para que ios
grandes sin escrúpulo de conciencia la pudiesen iu*
Fur por rey , aizóias el pleito homenage que á él le
tenían *iiecho« La nnjcíon conforme á la costumbre dé
«qnelios tiempos se hizo nneve días adelante en Toledo
nn día de domingo á veinte y cuatro de noviembre,
iunadecima^inta, en la iglesia pretoriense de San
Pedro y San Pablo. Viese en este rey cono la memo*
ría del agravio dnra roas yes mas poderosa nue la del
beneficio » ca iue^ á los principios de sa remada dio
nmestra el rey Egica del odio que tenia cenoebido en
SQ peciio contra su suegro, repudiando á su mujer
dxdvna en vengapsa de su padre , dado que* tenia
della un bijo llamado Witiza. No falta quieo diga que
ió hifo i pennasionde Wamba (1), el cual asimismo
debajo de muestra de piedad tenia encubiertoel deseo
úd vénganla y el aborrecimiento contra Ervigio hasta
io postrero de su edad. Demás desto castigó á algunos
grandes del reino que tuvieron parte en el engaño y
fHÍ vacion del rey Wamba. Estas cosas se reprehenden
eépocíalmenteen este rey, que por lo demás en vir-
tudes, justicia y piedad se puede conDparar con cual*
quiera de los reyes pasados. Señalóse igualmente eo
las artes de la paz y de laguerra : fue colmado y ala*
iiado de prudencia y de mansedumbre.
AHeade desto movido de §u devocfon por no dar
Tentija á les reyes sus predecesores en el deseo de
aumentar la religión , dió orden que se juntase el de-
cimoquinto concilio Toledana. Goncurrleroo de todas
Dartes sesenta y seis obispos sño del Señor de 688.
Juntáronse á quince de mayo en la iglesia pretoriense
de San Pedro y San Pablo. Lo que príucipal mente se
traté, fue averiguar la fuena qjue tenia el juramento
fue por respeto del re^ Ervigio y por su mandado al«
guaoaaaos antes hicieron Egica y los grandes de em-
pelar á la reina viuda y á sus hjjos. La causa de dudar
era que con larevuelta de los tiempos muchos fueron
despojados de ^us bienes ^ de que quedaban apodera-
dos y loe poseian la mujer é híjósde Ervigio. Pregun*
tose si por raxon del juramento era prohioido asi á los ^
agraviados de ponelles demanda , como al rey de dar
sentencia en sa favor« Fue respondido de común
eonsenlimlentede los prelados y del concilio que la
santidad del juramento no debeutvorecerá la maldad,
y que antes se cumple con él en deshacer los agrá*
▼ios y volver por la justicia. Tratóse otros! de respon*
der á las tachu, que el pontífice Benedicto puso en
el Apología queleenvió el coocíHo pasado ; v paráoste
electo Juliano con aprobación de los demás prelados
compuso un nuevo Apologético , en que pretende pro-
bar que en Dios procede voluntad de voluntad^ y sa-*
biduiia de sabiduría , y que Cristo nuestro Señor
consta de tres sustancias, que era en lo que reparaba
Benedicto, ca la pakbra sustanciase puede tomar eo
significación de neluraleza y de esencia; y no hay
duda sino jfue en Gdsto hay tres naturalesas, es á
saber divinidad , cuerpo y alma. Demás desto las dic-
ciouea abetractas con que se significan las formas , á
veces se toqian por las concretas que significan los
supueetos: de suerteqne tanto es decir que sabiduría
procede de sabiduría , como sí dijera el hijo sabio pro^
cede del padre sabio.
(i) Atendida la virtud v religioa de Wambs, y constaado
qoe manó eaando ton oo bada dos meses qae reinaba Egi-
ca, no es verosímil qce ie aconsejase el repudio de su mi^er,
ni que lo hiciera el rey por oo atraerse el odio del pueblo y
de los grandes. La prueba de que no se divorció de Cixiiooa
es que en el canon siete del concilio diez y siete de Toledo,
qoe se celebró el ano siete de su reinado , se mandó que si
la reina Ciiílona llega á enviudar, nadie se atreva á moles-
urla |M;ua ée escomuuíon.
Guando llegó esta dispota á Roma era difunto el
papa Benedicto y puesto Segrlo en su lusar , el cual
según que lo testinca el arzobispo don Rodrigo la ala-
bó en grande manera. A nos parece algo mas libre de
lo que sufría la modestia de Juliano , y la magestad
del pootiGce romano supremo pastor de la Iglesia;
Sero pocos eo el ingenio y erudición reconocen á na-
ie ventaja , y es dificultoso templar el fervor de la
díHpuói, principalmente los que se sienten irritados.
£ra Juliauo en aquel tiempo muy aventajado en eru-
dición , de que dan bastante muestra sus obras , en
espeeial la que intituló Pronóstico del siglo venidero,
Íf otra de lus seis edades ; libros que duran basta hoy,
as demás con el tiempo perecieron. Nació de padres
judíos , fue dicípulo ae Eugenio III su predecesor.
muy amigo de Gudlla arcediano de Tpleoo, sucedió
i Quirico arzobispo de aquella ciudad ', tuvo ingenio
£&cil, copioso y suave, en bondad y virtud fue muy
señalado^ Pasó desta vida en tiempo del rey Egica á
ocho de marzo año de 690 : su cuerpo fue sepultado
en Santa Leocadia. Es contado en el número de los
santos, como se ve por los martirologios y calenda-
rios. Las faltas de su sucesor le hicieron mas señala-
do, ca ie sucedió Sisberto hombre arrojado y malo,
pues se atrevió á vestirse la casulla que del cielo se
trajo á San Ildefonso , la cual hasta entonces sus pre-
decesores por reverencia nunca habían tocado.
Deste prmcipio se desceñó en mayores males ; y es
asi de ordinario que se ciegan los hombres cuando la
divina venganza los si^ue y no quiere se emboten lo»
filos de su espada. Olvidado pues de la dignidad que
tenia, con corazón altivo y revoltoso se rebeló contra
el rey. Era hombre astuto, y no le faltaba maña ni
palabras para granjear las voluntades: y como el
reino estuviese divídidoien bandos, mucoos así de los
nobles como del pueblo se le arrimaron : de donde
resultaron alborotos civiles y guerras con los de fue-
ra , todo como se puede sospechar á persuasión de
SisbertQ. Tres veces se vino á las manos con los fran-
ceses , j otras tantas fueron desbaratados los godos,
dado que ni el número do los aue pelearon, ni de
los muertos, ni los lugares donde las batallas se die-
ron se puede averiguar, que fue un notable descuido
de aquellos tiempos ; solo consta gue el rey con su
prudencia atajó los principios de la guerra civil que
amenazaba mayores males. El arzobispo Sisberto cau-
sa principal de todos ellos fue condenado á destierro,
primero por sentencia del re v , y después de los pre-
lados , que junto con esto le descomulgaron y despo-
jaron del arzobispado. Para efectuar esto y otras co-
sas se juntaron en Toledo por mandado del rey en la
iglesia pretoriense de Sao Pedro y Saíi Pablo ó dos
de mayo año de 693 en número sesenta y seis obispos
que se hallaron en este concilio , décimosesto eulre
los Toledanos. Póuese en él una ¡confesión de la fe , y
en ella en confirmación de lo que antes determinaron,
dicen por espresas palabras que en Dios procede vo-
iuntau de voluntad , sapiencia de sapiencia , esencia
de esencia ; y que Cristo nuestro Señor ab^joá los in-
fiernos. Dan por' nobles y horros de tríbulos á todos
los judíos que de corazón abrazasen la Religión Cris-
tiana. Reformáronse las leyes de los godos. Mandóse
que por la salud dol rey , de sus híj[os y nietos se hi-
ciese oración cada día en todas las iglesias con roga-
tiva que para esto ordenaron : deste principio enten-
demos se tomó la rogativa que hasta noy en la misa se
hace en España mudadas nocas palabras. Firmaron
en este concilio en primer lugar Feliz, que de arzo-
bispo de Sevilla en lugar de Sisberto pasó á la iglesia
de Toledo , y con él firmaron Faustino, que de Braga
pasara á Sevilla: Máximo deMérida, Vera de Tarra-
gona , Feliz arzobispo de Braga y obispo de Portu.
Estos mismos arzobispos con otroa muchos pre-
lados, aun<|ue el número no se sabe, se j'uutarun el
año luego siguiente en Toledo en la iglesia de Santa
IgO BiBuoncA oe
Leocadia del arrabal. AHÍ i siete días de noTíembre
celebraron el postrer concilio de los toledanos. No pe-
dieron acudir sino muf poetas obispos de la GiJlia
Gdthica ácauaade cierta peste que beria por este
tiempo en la tierra j j de la cuem que les aaban los
franceses comarcgnos. Tratóse á iostaocia del rey de
deíarrsigardetodopuntodelreiaoiosjiidtDS, porque
como el rey testiriceba ea ub memorial que présenlo
al concilio, se habían comunicado con ios judíos de
África de levaoUrse y entregar á Bspdm á los moros.
Que el mal cundiera mas de lo que se podía cr«er, y
secretamente estaba derromada por todas hs partos
de España, si bien no habia pasado los Plrioeos, ni
entraaoen la Francia. Que no era justo disimular y
snrrir tan grave traición : por tanto i^ue confiriesen
entre s( , y determinasen lo que se debía hacer. Esto
«propuso el rey : los prelados acordaron que todos los
idíos se diesen por esclavos, y para truecon lapo-
reza sintiesen mas el trabajo , <]ue toaos sus bienes
fuesen confiscados: demás desto, que les quitasen los
liijos luego que Iterasen á la edad de siete años: y los
entreResen a cristianos que los criasen y smeestra-
sen. Hicieron asimismo ley de amparo para Is reina
Cliiloaa y para sus hijos , caso que el rey muriese,
aunque desde los' años pasados como se dijo estaba
repudiada : como también en un concilio de Zaragoza
que se tuTO tres años antes deste , en general se hizo
una ley en que se mandó que después de la muerte
del rey cualquiera reinapara que nadie se le atreviese
entrase en religión ^ se hiciese monja. Estas cosas
fueron las que principalmente se decretaron en este
concilio.
Tenia el rey en su mnjer Ciiilona ub hijo llamado
Witíza: determinóse >u padre do bacelle compañero
de su reino.Estosucediódesjinesde haber Al solo rei-
nado por espacio de diez anos. Dan desto muestra
algunas monedas que se hallan acuñadas con los nom-
bres destos dos principes porreinar ambos iuntamen-
te. Cerca de la ciudad de Tuy en un valle muy delei-
tOio , de muchas fuentes y arboleda , basU "hoy se
Ten algunos paredones, rastros de nn edificio real
que levantó Wltiza para su recreación en el tiempo
que hizo residencia en aquella ciudad , ca su padre
for evíur alborotos y deaahrimienlos le envió al ro-
iamo de Galicia donde fue el reino de los suevos. Fa-
lleció el rey Egica en Toledo de su enfermedad el año
4]uinto adelante, que se contaba del Señor 70f (t)
por el mes de noviembre. Acudió su hijo desde Gah-
cía, ysin conlradiccion fuerecibidopor rey, y unni-
do á fuer de los reyes godos á los quince del dicno
mea de noviembre.
CAPITULO XIX.
Del rejí WiUia.
ELrefosdo de Witjia fne desbaratado y torpe de
lodumaoeraa , señalsdo principalmente en crueldad,
impiedad y menosprecio de las leyes eclesiásticas.
LM grandes pecados y desórdenes de España la lle-
vabfo da caído, y á grandes jornadas la encaminaban
(1) Fot 1m lúe* de reinada qne el mimo Mariana le se-
dSíia'*"" "** P"*'""'' 1"* '" ""«"« í^w «■ año
■íabmr t noic.
ai despeñadero. Y ei cesa natural y muy usada qne
cuando los reinos y provinciasse hallan mas encum-
brados en toda prosperidad , entonces perezcan y se
deshagan : todo lo de aci abajo á la manera del tiem-
pa , y conforme al movimiento de los cielos tiene sn
periodo y fia, y alcabosetraeeaytrutoma. ciuda-
des, leyesj castumbr«s. Verdad et que al priiKipio
WitiZB dio muestra de buen principe , de qnerer vol-
ver p» la inocencia y reprimir le maldad. AliA el des-
tierro A los que bu padre tenia fnera de sus cesa* ; y
para que ei benefldo fuese mas colmado los rettitn'
Íó en todas sua haciendas , bonraa y cargos. Demls
eau> biso quemar los papeles y procesos para que no
quedase memoria de los delitos y infamias que las
achacaron, y por loa cuales fueron condenado* en
aquella revuelta de Üempoí. Buenos prlufSipiM em
estos, ai continuara , y aMante noaetrocara del l«do
ymudara. Esmuy dlIcnlloBoenfrenarlaedaddeleii-
nabia y el poder con h nami , lirai y templann. El
primer escalón para desbaraUne fue «alregaraeá lot
aduladores, que loa hay de ordinario y & muchas
manaras en las casas de toa príncipes: ralea perjudi-
cial yabomioable. Foreste camino as despeó en todo
género de doahoneatidades: enfermedad aniigun sn-
JB, pero reprimida en alguna manera los años posa-
os por respeto de su padre. Tuvo gran número da
concubinas con el tratamieato y estado como si hie-
ran reinas y sus mujeres leglUmas.
Para dar algún color y escusa á este desórdoi hlio
otra mayor maldad: ordenó unaioyea qne concedió
á todos qne hiciesen lo mismo, yenparticulardlió li-
cencia a laa personas eclesiásticas y consagradas á
Dios para qne seeasa9en.LeTabominabley&; pero
que a muchos yálos mas dio vusto. Hacían detraena
gana lo que lea pennitiao , asi por cumplir con sus
apetitos como ^or agradar á sure^ : que es cierto gé-
nero do swvicio y adulación imitar los vicios det
principe ; y los mas ponen su felicidad y contento en
la libertad de sus sentidos ygusto<>. Rizóse otrosfon
ley en que negaron la «Ciencia al padre santo que
fue quitar el freno de) todo y la máscara, y el camino
derecho para que todo ae acabase y se destrayen el
reino hasta entonces de bienes colmado por obedecer
á Roma, y de toda prosperidad y buena andanu.
Para qaeestasleyaa tuviesen mas lDena,aeíunt«ron
en Toledo los obispos á concilio , que fue el décimo
octavo de los Toledanos. La junU lue en la iglesia de
San Pedro y Sao Pablo del arrabal , donde i la sazón
estaba un monasterio de monjas de San Benito. Bra
Gunderico arzobispo de Toledo. Los decretos dasie
concilio no se ponen ni andan entre los demás cooci-
líos, ni era razón porser del todo contrarios á las te-
yes y cánones eclesiásticos. Kn particular contra lo
quepor leyes antiguas estaba dispuesto, se dio liber-
tad a los judíos para que volviesen y morasen en Es-
paña.
Desde entonces se comen»} á revolver todo y á
despeñarse; porque dado á que mncht» daba gusto
el nclo , casi todos juzgaban maí del , y en parlicalar
se desabrieron todosaqnelloBqneeninafiajouadosá
las leyesy costumbres antiguas, y muchos volvieron
los oíos al linaje y sucesioQ del rey Chtndasuintbo
pan Ks volver la corona y ponw ramedío por este ca ■
minoátantoa malea. No ae le encubrid esto i Wítiu,
Jue fue ocasión deembraveoerse contra los de eque*
acasa, y lo que comenzó en vida desupadrequafUe
ensangrentar sus manos ea aquel linaje , continuarlo
como podía y llevarlo á cabo. Vivían dos liijos de
Cbindasuíntiio hermanos del rey Recesuintho que se
llamabanelunoTbeoderrcdd, y el otro Favila^ Tlieo-
defredoera duque de Córdoba, doparasueotreteni-
mieoto edificó un palacio, á la sazón y aun después
muy nombrado. Estaba determinado da no ir á la
corte por no asegurarse del rey , y pasar su vida on
sus tierras y estado. Favila era duque de Cantabria
HISTORIA DE ESPAÑA.
491
Ó Vizcaya , y en el tiempo que Iñ^ftiza en vida de su
padre residía en Galicia, anduvo en su compañía con
cargo de capitán de la guarda , al cual los godos en
aouel tiempo llamaban Protospatario. Matóle á tuerto
witiza con un eolpe que le dió de un bastón , v aun
algunos sospecnan para gozar mas libremente ae su
nujer en quien tema puestos los ojos. Quedó de Fa-
vila un hijo llamado don Pelayo , el que adelante co-
menzó á reparar los daños y caida de España , y en-
tonces acerca de Witiza hacia como teniente el oñcio
de su padre. Mas por su muerte se retiró á su estado
de Cantabria , y el conde don Julián casado con her-
mana de Witiza fue puesto en el cargo de Protospa-
tario.
Estas fueron las primeras muestras que Witiza en
vida de su padre dió de su fiereza , y de la enendga
que tenia contra aquel nobilísimo linaje. Hecho rey,
pasó adelante , y volvió sii rabia contra don Pelayo y
su tic Theodefredo : el tío mi^er que retirado en su
casa , privó de la vista, y le cegó : á don Pelayo no
pudo haber alas manos, diado que lo procuró con todo
cuidado, como también se le esóapó don Rodrigo hijo
de Theodefredo, que después vino á ser rey. Don Pe-
layo por no asegurarse en España dicen se ausentó^ y
con muestra de devoción paso á Jenisalen en romería.
En confirmación desto por largo tiempo mostraban
en Arratiapuebfo de Vizcaya los bordones de don P»
layo y su compañero, de que usaron en aquella larga
peregrinación. Resultó destas crueldades y de las de-
más torpezas y desórdenes deete rey que se hizo muy
odioso a sus vasallos. Él perdida la esperanza de apa-
ciguarlos por buenos medios, acordó de enfrenarlos
con temor , y quitarles la manera de poderse levantar
y hacer fuertes. Para esto mandó abatir las fortalezas
y las murallas de casi todas las ciudades de España :
¿igo casi todas, porque algunas fueron exentas deste
mandato , como Toledo , León y Astorga, sea por no
querer aceptalle . ó porque el rey se fiaba mas deltas
que de las demás. Ultra desto por las mismas cau-
sas deshizo las armas del reino , en que consiste la
salud pública y la libertad. £1 color que daba á man-
datos tan eiorohantes , era el sosiego del reino y de-
seo que se conservase 1^ paz , como quier que los ti-
ranos luego que dellos se apodera la maldad , temen
sus mismos reparos y ayudas ^ v los que ni la ver-
güenza retira oe la torpeza , ni el temor de la cruel-
dad , ni de la locura la prudencia , estos. por asegurarse
se suelen enredar y caer en mayores daños.
Era por este tiempo arzobispo de Toledo Gunderi-
co sucesor de Feliz , persona de graades prendas y
Í>artes , si tuviera valor y ánimo para contrastar á raa-
es tan grandes* que hay personas á quien aunque
desplace la maldad, no tienen bastante ánimo para
hacer rostro al que la comete. Quedaban otrosí algu-
nos sacerdotes , que como por la memoria del tiempo
pasado se mantuviesen en su puridad , no aprobaban
los desórdenes de Witiza : á estos él persiguió y afligió
de todas maneras hasta rendillos á su voluntad , como
lo hizo Sinderedo sucesor de Gunderico , que se aco-
modó con los tiempos y se sujetó al rey en tanto gra-
do qne vino en que Oppas hermano de Witiza , ó como
otros dicen hijo, de lá iglesia de Sevilla cuyo arzo-
bispo era , fuese trasladado á Toledo. De aue resultó
otro nuevo desorden, encadenado de los demás, oue
hobiese juntamente dos prelados de aquella ciudad
contra lo que disponen las leyes eclesiásticas.
La muerte de Witiza fue conforme á la vida si bien
ios autores en la manera della se diferencian. El ar-
zobispo don Rodrigo dice que fue muerto por conju-
ración de don Rodrigo , que se ayudó para esto así de
los de su valía como de los romanos , á los cuales se
recogió cuando cegaron á su padre. El deseo de ven-
eanza y el miedo del peligro en que andaba .le dieron
ánimo para quitar la vida al que así le trataoa. Su pa-
dre lo que le quedó de la vida , pasó en Górdova con-
denado á perpetuas tinieblas y cárcel. Otros autores
muy diligentes afirman aue Witiza murió de enfer-
medad en Toledo el año aoceno de su reinado que se
contaba de Cristo Til. Dejó dos hijos llamados el uno
Eba y el otro Sisebuto : á estps come quier que unos
los favoreciesen y otros al contrario , se levantaran en
el reino recios temporales y torbellinos ,, cuyo remate
fue la mas miserable desventura de cuantas se pu-
dieran pensar.
CAPITIJLO XX.
De la geaealogia destos reyes.
La misma cosa pide que pues por la disensión de
los godos y por estar (üvididas las voluntades entre
dos linajes el uno de Chindasuintho , y el otro de
Wamba, que pretendían ambos tener derecho á la
corona, las cosas de España se despeñaron por este
tiempo en su total perdición; declaremos en breve la
genealofiia de la una femilia y de la otra. Dejó Chin-
asuíntlio de su mujer Riciberga estos hijos : Reces-
uintho el mayorazgo qne le sucedió en elreino, Theo-
defredo; y Favila , y una hija cuyo nombre no se sabe.
Recesuintho falleció sin dejar sucesión. Así los gran-
des del reino pusieron en su lugar á Wamba. La hija
de Chindasuintlio casó con un conde llamado Arde-
basto griego de nación , el cual aunque desterrado
de Constantinopla , por su valor y nobleza emparentó
con el rev y tuvo por hijo á Hervigio , el que dió prin-
cipio y fue causa de grandes males por apoderarse
del remo, y quitarle coipo le quitó a Wamba, con
malas mañas y eafiaño.
El rey Ervigio de su mujer Liubigotona tuvo una
hija por nombre Gizilona , que casó con el rey Egica
deuclo que era del rey Wamba, casamiento que se
enderezaba á quitar enemistades y soldar la quiebra
de disensiones entre aquellas dos casas. Deste matri-
monio nació Witiza el mayorazgo, y Oppas , prelado
de Sevilla, y una hija que, (como dicen autores gra-
ves) casó con el concle don Juhau. Hijos de Witiza
fueron , como poco antes se dijo , Eba y Sisebuto.
Theodefredo el segundo hijo de Chindasuintho bobo
en su mujer Ricilona señora nobilísima á don Rodrigo,
peste . tizón , y fuego de España. De Favila hijo tam-
bién de C|iindasuintho nació don Pelayo , bien dife-
rente en costumbres de su primo , pues por su es- .
fuerzo Y valor comenzaron adelante á alzar cabeza las
cosas de los cristianos en España , abatidas de todo
punto , y destruidas por la locura de don Rodrigo. De
don Pelayo traen su descendencia los reyes de Espa-
ña sin jamas cortarse la linea de su alcuña real hasta
nuestro tiempo , antes siempre los hijos han heredado
la corona de sus padres , ó los hermanos de sus her-
manos , que es cosa muy de notar.
CAPITULO XXL
De los principios del rey don Rodrigo. .
Tal era el estado de las cosas de España á la sazón
que don Rodrigo , escluídos los hijoa de Witiza , se
encargó del reino de los godos , por voto , como mu-
chos sienten , de los grandes ; que ni las voluntades
de la gente se podian soldar por estar entre sí diferen-
ies con las parcialidades y bandos , ni tenían fuerzas
bastantes para contrastar á los enemigos de fuera.
Hallábanse faltos de amigos que los socorriesen « y
ellos por si mismos tenían los cuerpos flacos y los
ánimos afeminados á causs^de la soltura de su vida y
costumbres. Todo era convites , manjares delicados y
vino; con que tenían estragadas las fuerzas, y con
las deshonestidades de todo punto perdidas , y á ejem-
plo de los principales los mas del pueblo haciaTi una
vida torpe y infame. Eran muy á propósito para levan-
tar bullicios , para hacer fieros y desgarros ; pero muy
inhábiles para acudir á las armas y venir á las puna*
1!>2 . BIBLIOTECA DE
lias con los unemigos. Finnlmentc ul imperib y ^fn-
rlo ganaiio por valor y esftiera» sfi penliú por la ¡ibun-
dnncla y di'lortes que ite ordinario le acompiúiati. Todo
aquel tigor y esFuerto con une tin grandes cosas en
guerra y on paz acabaron , los vicios le apagaron , y
junlamctitR desbarataron loiln la disciplina militar,
Ap Euerte 'que no se pudiera hallar cu^a en aqilel
liempo mas estragada que las costumbres de España,
ni gente mas curiosa en buscar lodo gAiero de. re-
galo.'
Paréceme i mí que por estoi tiempos el Teino y
nacioirdclos godos en grandemente miserable , pues
como quier que por sii esfuerzo lioliiesen oaseado
Sran parte déla redondez del luujido , y ganaoo gran-
es victórius y con eUas gran renombre y riquezas;
cou todo esto no Tallaron quien por satisfacer á sus
ajitojosv pasiones con corazones ehilurecidos preten-
diesen aestruirio lodo : tan grande efa la dolencia y
pest« que estaba apoderada de los godos. Tenia el
nnevo rey partes aventajadas , y prendus de cuerpo y
afma que daban clartts muestras de señaladas Virtu-
des, El cuerpo endurecido con los trabajos , arostuni-
bradoi la hambre, frió y calor y falta de sueño. Era
de corazón osado para acometpr ciialquiera liaz^ña :
grande íu liberalidad, y cstraordínaria la destri'zo
para grangear las volunUdes , tratar y llevar al cubo
GASPikK T ROIG.
negocios diHcultosos. Tal era antes que le cutrefiascn
el gobamalle ¡ mas luego que le hicieron rey , se tm-
uú , y afeó todas las sobredichas virtudes con no in<^
ñores vicios. En lo (jue mas se señaló , fue en la
memoria de las injurias , la soltura en las desbones-
lidudes, y la imprudenoiaentodo loqueeinprendt^.
Finalmente fue mas semejable á Witiza , que á su pa-
dre ni á sus abuelos. Hállanse monedas de oroacuna-
dascon einomlirededonitodrigo : su rostro comode
hombre armado y feroz, y por reverso estas palabrai:
iGBbrTAüi* pius, mote pueslo colbo se entiende mío
por adulación , que por él merecerlo , esto en general.
I.as cosas particulares que hizo fueron estas : lo
primero con nuevos pertrechos y fábricas ensanclin
y liermoseó el palacio que su padre edificara cerca de
Córdova, según que ya sedijo^por.ilonde lo.s morM
■delante le llamaron comunmente el palacio de don
Rodrigo : asi lo testifica Isidoro Pacense , historiador
de mucha autoridad en lo que toca á las cosas deste
tiempo. Demás deslo llamó del destierro y tuvo cerca
de SI á su primo don l'elayu con cargo de capitán de
SURuarda.que era el mas principal en lacórte y casa
real. Amábale muclio asi por el neudo , cmno por Im-
k,. i~. ,;.^j [,asniJo5 corrido la aisma fortuna que él.
bür los ai
Por el contrario el odio que tenia conlm Witiía co-
men»! á mostrar en el nial tratamiento quo tiacia á
sus hilos en tanto grado que asi por esto , crana por
el miedo que tenian de mayor daño, se resolvieron de
ausentarse de la corte y aun do toda Esparia, y pasar
en aquella parte de Berbería que estaba sujÁta á lus
Kodos, y se llamaba Mauritania Tingitana. Tenia rl
gobierno á la sazón de aquella tierra un conde pnr
MlfitORtA U ESPaRa.
bombín ffequflá fegarténieote , cotno yo entiendo ,
d<!lcoDd6 don latían, persona tan poderosa que de-
más desto tenia á sa cargo el ffobierno de la parte de
España coreana al estrecho oe Gibraltar, paso muy
corto para África. Asimismo en la comarca de Con-
suegra poseía un gran estado8U}o Y muchos pueblos,
riauecas y poder tan grande como^áe cualquiera otro
del reino, y de que el mismo rey se pudiera recelar.
E^os filaron los primeros principios y como semi-
lla de fo que avino adelante , ca los hijos de Wiiiza
aotes de pasar en AFrica trataron cou otras personas
priocipalesde tomarlas armas. Pretendían est£r ma-
lamente agraviados. Asistíales y estaba de su parte
el arzobÍ!$po don Oppas, persona dé sangre real y de
mochos aliados. Otros a'sín^ismo lesacudjan quién con
deseo de venjB^arse, guien con esperanza de mejorar
su partido, si la feria se revolvía : que tal es la cos-
tumbre de la guerra, unos bajan y otros suben. Fuera
jasto acudirá estos principios y desbaratarla semilla
dé tanto mal, pero antes en lugar desto de nuevo se
enconaron las voluntades con un nuevo desorden y
caso que sucedió ydfó ocasioad los bulliciosos de cu*
brir y colorear la maldad (que hasta entonces teme-
rían de comenzar) con muestra de justa venganza.
Era costumbre en España que los hijos de los nobles
se crínsen en la casa real. Los varones acompañaban
T guardaban la persona del rey. bervian en casa y á
fa mesa ; los que tenían edad loan en su compañía
cnando satiaá caza , y seguíanle á la guerra con sus
armas : escuela de que salían gobernadores pruden-
tes, esforzados y valerosos capitanes. Las hjjtis ser-
vían á la reina en su aposento : allí les amaestraban
en toda crianza , hacer labor, cantar y danzar cuanto
á mujeres oertenecia. Llegadas á edad, las casaban
conforme a la calidad de cada cual. Entre estas una
hija det conde don Julián llamada Cava ¡^ moza^de es-
tremada hermosura, se criaba en servicio de la reina
E^ilona. Avino oue jugando con sus iguales descu-
brió gran parte de su cuerpo. Acechábalas el rey de
cierta ventana , que con aquella vista fue de tal ma-
nera herido y prendado, que ninguna otra cosa podía
de ordinario pensar. Avivábase en susentraña&aque-
lla deshonesta llama, y cebábase con la vista ordina-
ria de aquella doncella, qie era ía parte por do le
antro el mal. Buscó tiempo y lugar á propósito, mas
como elk no se dejase vencer con halagos , ni con
amenazas y miedos, llegó su desatino á tanto que le
hizo fuerza, con que se despeñó á sí y á su reino en
su perdición como |>ersona estra^^ada con los vicios,
y desemparada de Díoa^
Hallábase á la jsazoa el conde don Julián ausente
en África, ca el rey le enviara en embajada sobre ne-
gocios muy importantes. Apretaba á su hija el dolor;
y la afrenta reeebida la tenia como fuera de si : no
sabia qué partido se tomase, si disimular, si dar
cuenta de su daño. Determinóse de escribir una carta
á su Dadre deste tenor ; « Ojalá , padre y señor, ojalá
sla tierra se me abriera antes que me viera puesta en
^condición de escribiros estos renglones , y cou tan
«triste nueva poneros en ocasión de un dolor y que-
'^branlo perpetuo. Con cuantas lágrimas escribo esto,
«estas manchas y borrones lo declaran ; pero si no
*io haffo luego, daré sospecha que no solo el cuerpo
sha sido ensuciado, sino también amancillada el alma
«con mancha é infamia perpetua. ¿Qué salida ten-
»drán néestros males? ¿quién Sin vos pondrá reparo
ȇ nuestra cuita? Esperaremos hasta tanto que el
Bliempo saque á iuz lo que ahora está secreto, y de
«naestra. afrenta haga infamia mas pesada que la
«misma muerte? ¡ Avergüénzeme de escribir lo que
«no me os lícito callar, oh triste y miserable suerte I
«En una palabra : vuestra hija, vuestra sangre, y de
»Ia alcüüa real de los godos, por el rey don Hodr.go,
«al que estaba (mal pecado) encomendada como la
>oveiaa) lobo, con una maldad increible ha sido afren-
TOMO I,
Atada. Vos li lois Váronea haréis que el güito que
Dtomó de nuestro daño, se fe vuelva en ponzoña, y
nnó pase sin castigo la burla y befiíqneliiEüánuea-
»tro linaje y á nuestra casa. »
Grande (ue la cuita con que esta carta cayó en el
conde y con estas nuevas : oo hay para qué encare-
cello, pues eaida^oual lo podra jiogar por (tí mua» :
revolvióen supen^amiento diversa» trazas, reaolviitee
de apresurar ta traición que poco antes tenían trama-
da , dio orden en Jas cosas de África , v con tanto ain
dilación pasó á España ; que el dolor de hi aírentai le
aguijaba y espoleaba. Era hombre mañoso, atrevido,
sabia muy bien fingir y disimular. Asi llegado- A la
corte , con relatar lo que había hecho y con acoBM>-
darse con el tiempo, crecía en gracia y privan» de
euerte que le comiiaicaban todbs los aecrelos , y se
hallaba á los consqos de los negocios mas graveadel
reino, lo cual todouo ae borciafloló ppr aue seryicina
y partes, sino mas aína por amor de suiíija. Pana en-
caminar sus negecios al fin que deseaba , persuadió
al rey que pue$ fispaña estaba en pa«> y Jos moro» y
franceses por diversas partee coriiaa las tierrae de
África y de Francia, que enviase eentra elJoaé aque-
llas fronteras todo lo que restaba de armas y cana-
lies ; ^ue era desnudar el reino de fuerzas para qiíe
nojpudiese resistir.
Concluido esto como deseaba , dié á entender que
su mi^er estaba en África doliente de mafguve.y
larga eníermedad : que ninguna cesa Ja podría tanto
alentar, como la vista de su hija muy amada ; qpit
esto lo avisaban y certificaban ñor sus cartas nsl^elia
como los dO' su casa. Fue la diligencia qne en esto
puso tan grande, que el rey dio licencia aea loriado
de la necesiaad , juayermente que premetía leria ia
vuélUí en breve , sea por estar ye cansado y eolMado
como suele acoQtecer de aquella oonwersa<^.ion. En la
ciudad daMálaaa» que está á tas riberas del mor Mei^
diterráneo, hay una puerta llamada de Ja t^ava^por
donde só dice como cosa reoebiéa de. padres I hyw,
que salió esta senoFa para embarcarse. A Ja misma
sazón eirey, que por tantos desi^denes era aborraeidé
de Dids y de la» gentes, comeliónn nuevo deseonoierlp
con que did muestra de íkitarte la rason y pradencia. .
Habia en Toledo nd palacio encantado , como le
cuenta el arzobispodouHodrígo, cerrado e0ngraeses
cerrojos y fuertes candados puraque nadie pnáieseeq
61 entrar, ca estaban persuadidos así el pneMo^onq
los principales ^ue á la hoi^ que fuese ainefto, seria
destruida España. Sospechó el rey que ee(a toi era
falsa para efecto de encubrir Jos grande» lesoPos que
pusieron alü los reyes pasados. Demás dpsto movido^
por curiosidad , sin embargo que le ponían «grandeS'
temores, como sean las voluntades de los reyep taiii
determinadas en lo que una vez propene», hizo qvi^
brantar Jas cerraduras. Bnlródoitro i no halló algn«'
nos tesoros, solo un arca, yenella un iienzoy en
ól pintados hombres de rostros y faiábMes eitraerdi-^
narios con un letrero en latid que delcla : ron bsta*
GEifTB silma en bbevb destiuida bspaHa. Los trsjes y:
gestos pareciau de meros : asi los que presentes se*
bailaron, quedaron persuadidos queaquol mal y dali^
vendría de África; y no menos arrepentido el ref
aunque tarde de haber sin propósito y á'grande ríes*
go escudriñado y sacado a luz tUisCeries encubrer*
tos hasta entonces con tanto cuidado. Algunos tie^
Een todo esto por fábula, por invención y patraña :
nos ni la «^probamos por verdadera, ni la desecha-
mos como fulsa: el lector podrá juzgar libremente, y-
seguir loque le pareciere probable: no pareció pasa*
Ha eu silencio pur ios muclios y muy graves autores
que la relatan, bien que no todos de una manera (i).
(1) Los Crodieooes de Isidoro, de Dulcidlo, El£imlíense«
y el del rey don Alonso, que son foi mas antiguos, no batilan
ana palabra ni de la Cava ni del conde don Jáii»n;
9
m
imtlOTCCA Ott
CAPITULO XXIL
De U priOMra venida de Ic^ moros en Espeoa (1).
Las armas de los sarracenos por estos tiempos vo-
• Ubao por todo el mundo coa grande valor y fama.
Tuvo estt canalla su origen y principio en Arabia, y
é Miihoma por caudillo, el cu» i primerameule enga-
ñó mueha gente con color de religión. Después se
- apoderó de las partes y provincias de Levante : desde
allí seéstendió n&cia Mediodía, y en breve espacio de
tiempo llegó hasta las postreras tierrasde Occidente.
GoD«ideró el emperador Heraclio el peligro que ame-
nazaba ; y asi después que venció á Gosroes rey de
- Persia y se apoderó de la Asia, procuró con mana
atajar eíi sus principios esta peste : dio sueldo i
cuatro mil sarracenos de los mas nobles y valientes.
Mostró con esto querer hourallos y hacer dellos con*
tianUí como qaierque á la verdad pretendiese tener-
loscerca desi para seguridad que no levantasen según
-que hablan comenzado, nuevas alteraciones v guer-
• ras. Sucedió que pidieron cierto vestido debido á los
soldados por una ley de Justiuiano que hasta hoy se
conserva. Nególes su petición ef prefecto del6sco,
que en tiempu tau estragado^era un eunuco : di roles
palabras afrentosas , es á saber : a ¿qué sobra á los
soldados romanos que se pueda dar 6 estos canes ?»
irritáronse ellos con aquella respuesta y palabra de
'aquel iiombreafcnúnado. Levantaron sin dilación sus
• bauderas y vueltos á su tierra, se apoderaron de mu-
chas ciudades comarcanas del imperio romano. Su*
jetaron á Bgipm y á los persas, flacos ala sazón y sin
ftienas, por tas victorias que poco antes sobre ellos
^airt)n los romanos; y no solo los sujetaron como
• vencedores, sino también los compoiieron á que pro-
fesasenluiley y tomasen el nombre de sarracenos. Con
el mlsmo^mpetu tomaron toda la Suria, y diversas
veces acometieron iá África, eo que ios trances fue-
ron diferentes, ea á veces vendan, y á veces al con-
trario; mas últímaraenta saiierou con la empresa.
Fue «sí que el rey desta gente por nombre Abime-
leciicoift un grueso ejército m metió por África y se
|Kis9 sobre Cartago : loadla y echóla por tierra, pero
ftib embargo fueron vencidos y echados de toda la
África por ittaa prefecto del pretorio, gobernador ¿
ia sazón de aquellas partes. Tomibanscr á rehacer.
' para eatrar de nuevo, coa mas fuerzais y mas bravos,
por este respeto Juaa se embarcó y pasó á Coustan-
tinopla para pedir ^nte de socorro al emperador
Leoiuio.que uie el ano dol Señor de setecientos poco
Blas ó meuos. Las legiones romanas que éu África y
•u Cartago quedaban, cansadas de esperar ó con de-
seo da novedades, alzaron per emperador á un Tibe-
rio Apsiuaro, y para apoderalle del imperio pasaron
Ota él a la uiisma ciudad de Gonstantinopla. Con esto
quedó África desapercibida y flaca: acometiéronla de
uuevoy sujetáronia los sarracenos. Pasaron adelante,
j lücieroB lo mismo en ia Numidia y en las Maurita-
uias flíB parar hasta el mar Océano y Atlántico, fln y
remate del mundo» Era señor de toda aquella geoie y
de aquel imperio Dlit : ilamibase miramamoiut, que
era apellido de supremo emperador. Gobernaba en su
nombre lo de África Muza hombre feroz, en sus con-
sejo* prudente , y 00 ia4$jecucion presto. £1 conde
don Julíau luego que alcauzo licencia del rey para
pttsar eu África, de camino se vio con las cabezas de
la Ottnjuracion para mas preudalios, habióles confor-
me al apetiio de cada cuttl : promeiia á unos rique-
zas , á otros gobiernos , con tudus blasonaba de sus
fuerras, y eucarecia la laluí que dtUas el rey teuia.
No lejos de la villa de Caosutgra está un monte lia-
(i) Mucho antes habian intentado invasiones que ftieron
rechazadas, quizá por esta raioo nuestro autor iUma pri-
mera asta venida.
GAs^iit Y aot4.
mado Calder¡iio,.ypprqu6 este nombre m arábigo
quiere decir monte de traición , loe de aquella ce-
luarcase persuadan, como cosa recebida de sisante-
pasados, que en aquel monte se juntaron el conde y
los demás- para acordar, como acordaron, da llamar
los moros a Españo.
L'egado en África , lo primero que hizo fue irse á
ver cou Muza : declaróle el estado en que las cosisde
España se hallaban : quejóse de los agravios qué el
rey tenia hechos sin causa asi á él como á los hijos
del rey Witiza, que demás de despojarlos de la heren-
cia de su padre, los forzaba á andar desterrados, po-
bres y miserables, y sin refugio alguno; dado que no
los faltaban las anciónes' de muchos, que llegada la
ocasión se declararían. Que en buena sazón para
acometer á España, y por este camino apoderarse de
toda la Europa en que hasta entonces no habían po-
dido entrar; solo era necesario usar de presteza para
que los contraríos no tuviesen tiempo de aprestarse.
Encarecíale la facilidad de la empresa, á que se ofre*
cía salir él mismo con pequeña ayuda que de África
le diesen, cooflado en sus aliados. Qu<e ñor tener en
su poder (de la una y de la otra parte del estrecho)
las entradas de Africu y de España, nodudaria de
quitar la corona á su contrario.
No le nareoia al bárbaro mala ocasión esta ; solodu-
daba de la lealiad del conde si por ser cristiano guar-
daría lo que pusiese^, l^reci^le comunicar el negocio
con el miramamoiin (2). Sulió acordudo que con poca
gente se hiciese primero prueba de las fuerzas de Es-
paña, y si las obras del conde eran conforme á sus
palabras. Era Muza hombre recatado: hallábase ocu-
pado en el gobierno de África, empeñado en muchos
y graves negocios. Envió al príociplo solos ciento de
ácabaílo y cuatrocientos dea pié repartidos en cuatro
naves. Estos acometieron las islas y roarluas cerca-
nas al estrecho (3), $ucedici*oii fas cosas á su propó-
sito, que muchos españoles se les pasaron. Coa esto
de nuevo eiivió doce mil soldados, y por su capitán
Tarif por sobrenombre Abenzarca, persona de gran
cuenta, dado que le faltaba un ojo. Para que fuese el
negocio mas secreto , y no se entendiese donde sa
encaminaban estas tramas, no se apercibió armada
enel mar, sino pasaron en naves de mercaderes. Sur-
gieron cerca de Esjpáoi^ y lo primero se apoderaron
del monte Calpe y de la ciudad de Haraclea que en él
estaba , y en lo de adelante se Itainó Gibrallar, de
Gebal que en arábigo quiere decir monte, y de T^rif
el general^ de cuyo nombre también, como muchos
piensan, otra ciudad alli cerca llamada antiguamente
Tartesso tomó nombre de Tarifa.
Tuvo el rey don Rodrigo aviso de lo que pasaba,
de los intentos de! conde , y de las fuerzas de les
moros. Despachó con presteza un su primo llamado
Sancho (4) (hay quien se llama Iñigo) para que
le saliese ul encueiitro. Fué muy desgraciado tste
principio , y como pronóstico y mal agüero de lo
de adelante. El ejército era compuesto de toda bro-
za, y como gente allegadiza, poco ejercitada ; ni te-
nían fuerza en los cunrpos, ni valor en sus ánimos :
los escuadrones mal formados, las armas tomadas de
orín , los caballos ó flacos ó regalados, no acostum-
brados á sufrir el polvo , el calor, las tempestades.
Asentaron sU real cerca de Tarifa : tuvieron encuen-
tros y escarmuzas, en que los nuestros llevaron
siempre lo peor, áttimaniente ordenadas las haces,
(2) Fue con el califa Ultt qve tenia su corle ea Damaíco
de Siria , en cuyo nombre Mau hacia la guerra.
(3) Nmguu escritor babUi de tales islas cercanas al estre-
cho. Apoderado Tarif del monte Calpe, poiiius ^u tropa es-
taba dcscoaUnta de la empreAa y quería retirarse , qucvu^
las naves para que no pudieran pasar el estrecho.
(4 ) Tampoco escritor antiguo que merexca fe baee men-
ción de asta primera acción entre godos y árabes qne cuenta
HISTOBU DI ÍBPkRk.
16 dM U b:ttalla,qii6 ostuto por algnn eniiaoío ea
paro sin declarar Im victoría^por ninguna de \m partes,
paro al fin quad^ por los moros el mnipo. Sancho, el
geBeral muerto, y con él parte del ejérrilo, lo< demás
S8 salTsron por loft pies. Paf^aron los bárbaros adelante
engreídos con la victoria : taláronlos campos d^l An-
dalucía y de la Lusitaoir; tomaron muchos pueblos
por aquellas partes, en particular la ciudad de SeTÍlla
por estar desmantecada y sin fuerzas.
Sucedió esta primera desgracia el ano 743 , en el
cnal Sínderedo arzobispo de Toledo por la revuelta de
los tiempos ó por la insolencia del rey se ausentó de
España. Pasó á Roma, do los años adelante se batió
en un concilio laterannnse que se celebró por manda*
do del Mpa Gregorio III. Por su ausencia Ioj: canóni*
gos de Toledo trataron deelegír nuevo prelado por no
carecer de pastor en tiempo tan desgraciado. Nohi-*
cieroo ca^o de don Oppas como de intruso y entroni-
zado contra derecho. Dieron sus votos á Urbano que
era primiclerio de aquella iglesia , que era lo misfino
que chantre , persona de conocidas partes y virtud ;
pero porque $u elección fue en vida de Sínderedo , y
parece no fue confirmada por quien de derecho lo ne-
oía 9er, los antiguos no lo contaron en el número de
los prelados de Toledo, como fc sacada algunos li-
bros antiguos en que se pone la lista j catálogo de
lot arxoiiispos de aqu^la ciudad.
CAPITULO xxni.
Be la muerte del rey don Hodrigo.
Cosas graudea eran estas y principios de mayores
males; las cuales acabadas en breve, los caudillos Tii-
rif y el conde don Julián dieron vuelta á África para
hacer instancia , como lo hicieron , á Muza que les
acudiese con nuevas gentes pnra llevar adelante lo
eomenttido. Quedó en rehenes y para seguridad de
todo el conde Reqoiia : con que mayor número de
gente á pié y de á caballo vmo á la misma con-
quista. Era tan grande el brio 9ue con las victorias
pasadas y con estos nuevos socorros cobraron lus
enemigos, <|U9se determinaron á presentar h hi*ínih;
«I mismo rey don Rodrigo, y venir con él á las ma-
eos. Bl movido del peligro y dañó, y encendido en
deseo de tomar enmienda de lo pasado y de vengarse,
apellidó lodo el reino. Mandó que todos los que fuesen
de edad, acuitíesen á las blindaras. Amenaza con gra-
vea castigos á ios que lo contrario hiciesen. Junróse
i este llamamiento gran número de gente : ios que
menos euentan , dtcen fueron pasados de cien mil
combatleatea. Pero ron la larga paz^ como aconteoe,
mostrábanse ellos alegres y bravos, blasonaban y auna
renegaban ; mas eran cobardes á maravilla , sin eS'^
fuerzo j aun sin fuertes para sufrir ios trabáios y in-
comiMUJaideB dala ffuerra : la mavor parte iban des-
armados, con hondas solamente obasiones.
Este ÍVie el ejércifo con que el rey marchó Itivuelta
del Andalucía. Llegó pbr sus jornadas cerca de Jores,
donde el enemigo estaba alojado. A<entó sus reales y
fortificélosen un llano perla parle que pasa el río Gua-
dátete. Loaunos y los otrosdeseabaugrandetnenle ve-
nir á laa manos tos moros orgullosos con la victoria, los
^odoa por vengarse , por su patria, hijos . mnjeres y
libertad so dndsbau poner á riesgo las vida«, sin em-
bargo i|oe grao parte dellos sentían en siis corazones
una trí^u estraórdinaríá, y un silencio cual suele
eaer á las teces como presagio del mal faue ha de ve-
nir sebre algunos. Al t(n%m réyv «oi^njado de cuir
dados entre dia, de noche le eipantaban «ueños y
representaciones muy tristes. Peleárovd^hb dl*s
eootfouos en uu mismo lugaf : lossieie. eíf^^ummo-
laron, como yo lo eniiando^ á pri^^Uiw^ti hacer
nnrabn cada cual de hii partes de lashi^2(ié^^y^(á 4j
de loa contrarios. Del auesM» no se ei^n*!!»?: l)e^^óBf«*r
mrio; piiee«l ectai^ei tfitlf^fesolfleron de dar Ju )>»•
talla campal , que fue domingo i nnevA del maa nne
los moros llaman xavel 6 schaval » así lo dicedoQ Ro^
drigo,que vendría á ser por el mes de junio oonlorme
á la cuenta de los árabes; pero yomascfeofueá once
de noviembre (1) día de San Martín» apgun se entieut
de del cronicón Alvendense aüo de nuestra salvaeíon
de7i4.
Estaban las haces ordenadas ea guisa de pelear/
El rey desde un carro de marfil , vei^tído de tela de
oro y recamados, con forme i la costumbre que loa
revés godos tenían cuando entraban en las batallas;
hanló á los suyos en esta manera : «Mucho me aSer
)>gro, soldados, que haya llegado qI tiempo de yw/^
}}gar las injurias hechas á nosotros y á nuestra santa
))ftt por esta canalla aborrecible á Dios y á loa hóipr
abres. ¿Qué otra causrf tienen de movernos giiefra*
Dsi no pretender de quitar la libertad á vos, á vnos*
»tros hijos, mujeres y patria : s^^quear y echar por
Dlíerra los templos de Djos : bollar y profanar los alr
ufares, sacramentos j todas las rosas sagradas, cooie
alo han hecho en otras partes? Y casi veréis con los
»ojos Y cou las orejas oís el destrozo y ruido de los
)>que han abatido en buena parte de España. Hasta
nanora han hecho guerra codtra eunucos : sientan
)>qué cosa es acometer á Ja invencible sangre délos
ngedos. El auo pasado desbarataron un pequeñjo pú:
amero de los nuestros : engreídos con aquella vlcto<^
))r¡a , y por Jiaberlos Dios cegado h^o pasado taq
)>adeiante que no podrán volver atnís sin pagar lof
álnsuItüScometidos^EI ilempo pasado dábanlos gufim
ȇ los moros en su tierra , porrkmos l&s tierras da
»t>anci8; al presente (oh grande mengua, y digqa que
))Con la misma muerte si fuere meneater se repare)
nsomos acometidos en nuestra tierra : tal es l|i cour
»dicion de hts cosas humadas , ta'es los reveses y
nmU'iaczüs. £1 juego está entablado de manera que
)»B0 se podrá perder; pero cuando Ja espera naa de
» vencer no fuese tan cierta, debe aguijonarnos y
«encendernos el deseo de la vengan^Ni. Los campos
))están bañados de la sangre de los vuestros , los
» pueblos quemados v sagueudes, la tierra toda, aso-
»lada : ¿quién podra sufrir tal estrago? Lo que bá
»s¡do de mi parte, ya veis cu»n gninde ejército tengb
»juBtando, apenas cabe enestoscampqs, las vituallas
»y almacén en abundancia, el lugar es á propósito,
»a los capitanes tengo avisado lo que han de hacer,
)) proveído de número de soldados de respeto, par^
«acudir á todas partes. Demás desto hay oirás cosas
aque ahora se callan, y al tiempo del pelear veréis
»cU(in apercibido está todo. Eu vuestras manos §ol-
«dados consiste lo demás : tomad ánimo y cura je , y
DÍleno? de conGaoza acometed Iqs enemigos , acor-
«dausde vue&iros antepasados, del valor delosgodos;
uctcordaos de la Religión Cnsiiaua debajo de cu:ío
«amparo y por cup defensa peleamos.» Al contrario
Tarii , resuelto asimismo de pelear ; sacó sus gentes,,
y ordenados :>u$ escuadrones, les hizo el siguiente
rdzonamiento : uPor esta pártese estiende el Océano,
»fiu último y remate de las.tierTas, por aquella parte
«nos cerca del mar Mediterráneo; nadie podrá escar
«por con la vida, sino fuere peleando : no hay lugar
«de huir, en lus manos y en el esfuerzo está puesta
«toda la esperanza. Este día ó nos dura él imperio de
«Europa ó quitará á todos la vida. La muerte es fin
«de los males, la victoria causa deaíegría: nohaycosa
«mHs torpe que vivir vencidos^ y afrentados^: los que
ahabeis oomado la Ajsia y la África , y al presente np
«tttuto por mi respeto y cuanto de vuestra voluntad
«acometéis á haceros señores de España , debéis os
«membrar de vuestro antiguo esfuerzo y Valor, de
«los premios, riquezas y renombre nutíorlal que ga-^
(I) La famosa iMtalla en que (iie derrotado dott'Rodrí}?o
se dio e) día S de ectubre del año 7H> aegDn é] msnjaéí'de
BIBUOTKCA DÉ CkfiPXfí T ROlC.
bnareis. No os ofrecemos por premio los desiertos de
»Afrioti; sino los gruesos despojos de toda Europa :
Dcá Vdiieidos los godos, demás de las victorias grandes
»el tiempo pasa4o, ¿quién os podrá contrastar? ¿Te-,
uroereis por ventura este ejército sin armas , juntado
»de las heces del vulgo, sin orden y sin valor? Que
»no es el número el que pelea, sino el esfuerzo:
»jpi vencen los muchos, sino los denodados : con su
Diiauchedumbre se embarazarán , y sin armas , con
Dla^ manos desnudas los venceréis. Cuando tenian
i»hs fuerzas enteras, los dc^sbaratasteis ; por ventura
valora perdida gran parte de sus frentes , acobarda-
vdos con el miedo alcanzarán victoria? La alegría
Dpues y el denuedo que en vos veo , cierto presagio
»ae lo^que i«erá, esa llevad á la pelea confiados en
«vuestro es{lierz9 y felicidad , en vuestra fortuna y
fXUi vuestros hados. Arremeted con el ayuda de Dios
))y de nuestro profeta Mahoma, venced los enemigos
toque traen despeños, no armas. Trocad los ásperos
vmontes , los collados pelados por el ^an calor, las
»póbres chozas , de África cod los ricos campos y
vcindadesde España. Eo vuestras diestras consiste
»y lleváis eliióperio^ la salud, el alegría del tiempo
npresenteí, y del venidero la esperanza. »
-" Encendidos los soldados con las razones de sus
capitanes, no esperaban otra cosa que la señal de
acometer. Los godos al son de sus trompetas y cii-
jas Sé adelantaron , los moros al son de los atabales
de metal á su manera encenaian la pcleaf : fue gran«>
de Ik gritería de una parte y de la otra , parecía
undihe montes y valles. Primero con hondas, dardos
Íf todo género de saetas y lanzas se comenzó la pe-
ca, después vinieron á las espades. La pelea fue
hiuy brava , ca los unos peleaban como vencedores,
y los otros por vencer. La victoria estuvo dudosa *
hasta gran parte del dia sin declararse : solos los mo*
ros daban alguna muestra de flaqueza , y parece
querían claryaun volver las espíelas, cnando don
Oppas (ohit)Creib|e ncaldad!) disimulada hasta enton*
ees la traición, en lo mas recio de la pelea según que
de secreto lo tenia concertado , con un buen golpe
de los suyos se pasó á los enemigos. Juntóse con
don Julián que tenia consigo gran número dé los
todos, y dé través por el costado mas flaco acometió
los nuestros. Ellos atónitos Con traición tan gran-
de, y por estar cansados de pelear no pudfcron su-
frir aquel nuevo im|>etu, y sin diñeultad fueron ro-
tos y puestos en huida, no<)b&taúte que e) rey con
los mas esforzados "peleaba entre los prrmeros y acu-
dia á todas partes, socorría á los que vela én peligro,
en lugar de los heridos y muertos ponia otros sanós^
detenía á los que huían á veces con su misma roano ,
de suerte que no solo hacia las portes de buen capi-
tán , sino también de valeroso soldado. Pero ai último
perdida la esperanza de vencer, y por np venir vivo
en poder de los enemigos saltó del carro y subió en
un caballo llamado Orelia que llevaba de respeto
gara lo que pudiese suceder : con tanto él se sahó de
i batalla.
Los godos que todavía continuaban la pelea , qui-
tadla esta ayuda, se desanimaron , parte quedaron en
el campo muertos , los demás se pusieron en buida ,
' los reales y el baeaje en un momento fueron tema-
dos. El número de los muertos no se dice, entiendo
Vp que por ser tantos no se pudieron contar; que
a la verdad esta sola batalla despojó á Esjpaña de todo
su arreo y valor. Dia aciago, jornada triste y llorosa.
Allí pereció el nombre Ínclito de los godos : allí el
esfuerzo militar, allí la fama del tiempo pasado, allí
la esperanza del venidero se acabaron ; y el imperío
que mas de trescientos años habla durado, quedó
abatido por esta gente feroz y cruel. El caballo del
rey don Rodrigo , su sobreveste , corona y calzado
sembrado de j^rhs y pedr'ería iUeron balados á la
ribera del río üaadaleta : y como quier que no §•
hallasen al^'unos otros rastros del, se entendió ana
en la huida murió 6 se ahogó á la pasada del rio.Ver-
dad es que como docientos años adelante eñ cierta
templode Portucal en la ciudad de Viseóse halló una
pieclfra con un ^rero en latín, que vuelto en ro«
manee dice:
aquí REPOSiEODEiGer último
RET DE LOS GODOS. '"
Por donde se entiende que salido déla batalla, bujó
á las partes de Portugal. Los soldados que escaparon
como testigos de tanta desventura tristes y afrenta^
dos se derramaron por las ciudales comarcanas. Don
Pelayo de quien algunos sospechan se halló en la
batalla, perdida Cbda esperanza , pai^ece se retiró á
lo no^reco ae Cantabria ó Vizcaya que era de su es-
tado : otros dicen que se fue á Toledo. Los moros ao
ganaron la victoria sin sangre , que dallos perecie-
ron casi diez y seis míL Fueron los años pasados muy
estéríles , y dejadla la labranza de los campos á causa
de las gt^^rras, España padeció trabajos >de hambre
y peste. Los naturales enfiaquecidos con estos ma-
les tomaron las armas con poco brío; los vicios prin-
cipalmente y la deshonestidad los tenia de todo punto
estragados, y el castigo de Dios los hi20 despeñar eo
desgracias tan grandes.
CAPITULO XXIV.
Qae Ipscríflianos se Caeron á lasAstftrias.
GOasRKABA la iglesia de Roma él papa GoaatantÍDO,
el imperio de Oriente Anastasio por aobrerombre
Artemto , rey de Fraucíu era Cbildeberto Tercero de
aquel nombre á Iftsazonque España estaba toda Ueaa
de alborotó y de llanto no solo por la {^eoa y cuitadül
mal presente , sino también por el miedo de lo qae
para adelante se aparejaba : no faltaba sigua genera
de desventura, pues el vencedor con la licenciay li-
bertad que suele, (ifligia todos ios vencidos de cual-
quier edad ó condición que fuesen. Un í)tten golpe
délos que escanaron de aquella desastrada batalla se
.recogieron á Écija ciudad que no cata lejoa , y eu
aquel tiempo bien fortificada de mucos. Con estosa
juntaron los ciudadanos ¿ y animados á tratar del re-
medio , aunque fuese con riesgo da sus ^daa, salvar
lo que quedaba, y vengar, si puuiesen iaa ijijurias,uo
dudaron de salir al campo y pelear dé nuevo coa el
vencedor» que ejecutaba el alcance y perseguía lo
Í|ue restaba de ios godos. El suceso .déoste boiallk
ue el mismo que el pasado , de nuevo fueron los
nuestros desbaratados y puestos én bui4a;lo8 4Q®
escaparon de la matanza , se fueron por diversos la-
gares : la ciudad por estar desnuda de gente degue^
ra quedó en poder del vencedor, y por su manoado
la echaron por tierra.
~ Despueidesto |H>r consejo y á persoAsion del conde
don Julián ae dividieron los moros en don partes: leí
unos debajo de la conducta de Magued 9 renegado de
la Beligion Cristiana , se eopamiaaron i Córdoba,
que por estar desamparada de sus moradores qoe
]^or miedo del peligro se fueron á Toledo, íácilmeota
fue puesta en siuecion y tomada por aviso de un pas-
tor, que en los muros cerca de la puente las moUró
cierta parte por donde entraron , ayudados asimiimo
del silencio de la noche y muertas las oentioeJas. El
gobernador d^ i^ dudad^se hizo fuerte en tm templo
quese llamaiifi'San'Jiar^s» «n oue ae p^ntovo por
espacio ide tre» meses; pero a cabo deste tiemps
como bulase , fue preso y vjnc eo poder de los nio
ros : el tempJo.entraroB úor .fuerza , y pasaron á cu
chillo todos ios jflue en él ealsi^on. Con )a otra parta
del ^jén^ Taní saqueaba. y (niaba , y metía d ruege
y á-^iuDgielofestaiiie de Md^pio, y caoria ios ven-
cidos por todaa parles. Mopt^is f»)/a<|amida.for fuer-
HISTORIA DS ESPARa.
197
u;ilMtniida,da la cual dbe si anobU po dan Ro-
drigo cata cerca de Jaea; peroála verdad algo mas
apartada estaba. En Halaga, en llliberriiy en Gra-
Duda pusieron guarnición de soldados. Murcia se ría-
dió á partido ,.que sacó el gobernador avenlajado,
corno buea soldado y sagaz que era , ca deipuea que
en QD encuentro fue Tencido por (os moros: puso las
roujwes vestidas como hombres en la muralla: loa
nionia con aquella maña persuadidos que había deo-
1ro griQ número de soldados , le otorcnron lo qne pi-
diú. De Murcia dice el roiamo dui Rodrigo que eo
a^el tiempo se llamaba Oreóla. Demls desio loe ju-
dwa mcscladoscon los moros íueron puestos por ina-
Didóres eu .Córdoba v en Granada i causa que los
cristianos se habian ido á diversas partea , j dejédolaa
vacias .
Restaba Toledo ciudad puestn en el riñon de Es-,
paña , de asiento inespuguable. Kl arzobispo Urbano,
sin embargo de su forlaleza, se liabia retirado á las
Asturias, y llevado consigo las sigrádas reliquiss
porque no-fuesen profanadas por loa enemigos del
Dombie cristiano, eo particular Uevd la TesCtdora
traída d San Ildefonso del cielo, j Qn arca llena de
reliquias, que por diversos caaos Tijera llevada i Je-
rusalén, y después parara en Toledo. Llevó ssimisnio
\Q= libros sagrados de la Biblia, y tas obrat d«lM
BiliH* út Giudiltle.
saDlnsvaroDefi Isidoro, Ildefonso, Juliano (muestras
de tu erudición y santidíd, tesoroa mas preciosos
qoeel oro y lat perlas) porque no fuesen abrasados
con «I fuego ^e deUruia todo lo demás. Eo compa-
ñía de Urbaiw pira mayor seguridad fue don Pele yo,
comoM baila escrito en graves autores. V para que
eatos tesoros celestiales estuviesen maslibres de pe-
ligro , en lo postrero de España los pusieron en una
coeva debajo de tierra, distante dos leguas de donde
después se edificó la ciudad de Oviedo. Decide el cual
tiempo se llamó a^uel lugar el Monte Santo , y de
muy antiguo es tenido eo gran devoción por los pue-
blas comarcanos de donde lodos los años acude allí
Kran muchedumbre , principalmente la Gesta de la
líagdalena. Hicieron asimismo compañía á Urbano y
á don Pelayo los mas nobles y ricos ciudadanos de
Toledo por estar mas lejos del peligra, seguir el
ejemplo de su prelado , y conservarse para mejor
tiempo.
Tono I.
Jumáronse los moros de diversas partes , va que
todo les sucedía prósperamente , para poner cerco A
Toledo. Llevaron por su caudillo ¿ Tqrif , y por lu
causas ya dichas rtcílmenie se apoderaron de toda
aquella ciudad , silla de lo* reyes godo* y lumbre da
toda España. En la manera cómo se toraú hay opinio-
nes diferentes. El arzobispo' don Rodrigo dice qne los
jndios que quedaron en la ciudad, y estaban á la mira
sin poner a riesgo sos cosas ora venciesen, ora .
fuesen vencidos los españoles, y también por el odio
del-nombre cristiano sin dilación abrieron las puertas
á los vencedores , y á ejemplo de lo que se hiio en
Córdoba y eo Granada , los judíos y moros fueron en
ella 'puestos por moradores. Don Lucas de Tur al
contrario afirma que los cristianos de Toledo confia-
dos en la fortaloEs del sitio, maguer que eran en pe-
queño número , sin (uenas y sin esfuerzo , sufrieron
el cerco algunos meses hasta tanto que últimamente
el domingo -de Ramos , día en que ae celebra le pa-
198 Bim^IOTECA !►£
síoo del Señor, como era de costambre saHerolk los
cristianos en procesión ¿ Santa Leocadia la del arra-
bal : entre tanto los enemigos fueron por los judíos
recebídos dentro de la ciudad, y por ellos los cinda-
danos todos muertos ó presos. Ed cosas tan inciertas
seria alreVimiento sentenciar por la uoa ó por la otra
parte; todavía yo mas me allego á los quedijerocque
la ciudad después de un largo cerco entregarou á
partido sus mismos ciudadanos. Las condiciones que
se aseuturon, dicen fueron estas : los que quisiesen
partirse de la ciudad, sacasen libremente sus hacien-
OASPAA T KOIC.
CAPITULO XXV.
Como Maza vino ñ España (3).
parun . , _ „
das; los que quedar, pudiesen seguir la religión de
sus padres, para cuyo ejercicio íes-señalaron siete
templos, es á saber de los santos Justa, Torcuato,
Lucas, Miirco, Eulalia, Sebastian y el de Nuestra
, Señora del Arrabal. Los tributos fuesenlos mismos
que acostumbraban pagará los reyes godos , sin que
les pudiesen poner otros de nuevo. Que los goberna-
sen por sus leyes, y para este efecto se nombrasen
jueces de entre ellos que les hiciesen, justicia. Por
esta manera fue Toledo puesta en poder de los moros.
Las demás ciudades de España unas se rendían de
voluntad, otras tomaban por fuerza; que la llama de
)a guerra se emprendía por. todas partes. Los morar
dores se derramaban por diversos lugares, como á
cada uno guiaba el miedo ó la esperanza. Lcoa for-
zada del hambre y por falta de mantenimiento se rin-
dió. Guadalajara eu los carpetanos fue tomada. Eu
los celtiberos en un pueblo que en nuestro tiempo se
llama Medioaceli , y antiguamente dice don Rodrigo
se llamó Segoncia, hallaron una mesa de esme-
ralda (1), como yo lo entiendo de mármol verde , de
'grandor, estima y precio estraordinario: ^e donde
los moros llamaron aquel pueblo Medina Talmeyda,
que significa ciudad ae mesa. En Castilla la Vieja se
iiiitrego Amaya forzada de la hambre que cadu día se
embravecíanlas, c'Uyos tiospojos sobrepujaron las ri-
quezas de las demás á causa que muchos confiados
un su fortaleza se recogieron á ella, con todo lo mejor
de sus casas. Llamábase aquella parte de Castilla en
<aquel tiempo Campos délos godos: de allí quedó que
iiusta hoy se llama tierra de Campos. En Galicia que-
marón á Asteria ; los muros por ser de buena estofa
quedaron en pié. En las Asturias Gijon, pueblo por la
parte de tierra y de la mar mu^ fuerte « vino asimis-
«no en poder de los moros. Pusieron guarniciones de
soldados en Jugares á propósito para que los naturales
no pudiesen rebullirse, ai sacudir aquel yugo tan
pesado de sus cervices.
Eljejército de los moros rico con lo^ despojos de
España , y su general Tarif debajo cuya conducta ga-
nart)n tantas victorias, dieron vuelta á Toledo para
con el reposo gozar el fruto de tantos trabajos , y
desde allí como desde una Htalaya muy alta á proveer
y acudir á las demás partes. Todo esto pasó el año
de 7Í5, en que hallo también se apoderaron de Nar-
bonfi (2) , ca diversos ejércitos de África á la fama de
victoria tan señalada como enjambres se derramaban
por todo el señorío de los godos. Los naturales parte
huidos; parte amedrentados no hallaban traza para
ayudar á su patria, ningún ejército en número y en
fuerzas bastante se juntaba^ solo cada cual de las
ciudades proveía en particular lo que le tocaba ; así
nomJ>raron diversos gobernadores , y porque en
guerra y ea paz eran soberanos , sin recouocer supe-
rior, algunos historiadores les dan nombres de reyes.
(1) De las mismas palabras do don Rodrigo , que fa pnnc
«junto al monte que a'in hasta hoy se llama Gibel ZiUema
ó la cuesta de la Zulema , á cuya ñilda está el B^irga de San
Josto,» 89 dedace que esta ciudad llamada de la Mesa , por
este motivo, fue la antigua Compluto ó Álcali la Vieja.
(2) No cntraTon en la GalHa Gólhici hasta el aíio 751
6 24
Es tanto que esto pasaba en E^pniia , de África $e
sonaba que Muza^ra cumbalido de diversas olas de
pensamientos. Poruña parte se holgaba que aquella
nobilísimn provincia fuese vencida, y eJ señorío de
los moros hobiese pasado á Europa ; por otra leeRco
cia que por su desoui.lo hobiese Tarif ganado nu sr»lo
los despojos de Empana , sino también la hoora de to-
do. AguijoueáOaaie Igualmanie la avaricia y Ja envi-
dia, malos consejeros eu.guerra y paz. Acordó de
pasar en España, como lo hizo, con un nuevo ejér-
cito en que dicen se contaban doce mil soldados : pe-
queño número para emj)resas tan grandes, si ius
españoles no estuvieran de lodo punto apretados v
caídos , porque lo que suele acontecer cuando los nr-
gocios están perdidos, todos daban buen consejo que
se acudiese á las armas y á la defeusi , pero cada uüo
rehusaba de acometer el peligm.
' Venido el nuevo caudillo de los moros , se mudó la
manera de hacer la guerra: que si'hi^n algunos le
aconsejaban juntase las fuerzas con Taríf, y de con-
suno acometiesen las demás ciudades que aun no
estaban rendidas; prevaleció empero el parecer de
aquellos que aunque ^ran cristianos, teniendo roas
cuenta con el tiempo que con la conciencia^ prome-
tían su ayuda á Muza para acabar lo que restaña, con
la cual y con sus fuerzas podría sujetar las ciudades
comarcanas : cosa que al bárbaro parecía ser de mn-
yor reputación. Acudió también el conde don Julián
seacou deseo de ganar la gracia del nuevo espitan y
esperar dól mayores mercedes , sea por odio de Taríf
y disensión que resultó entre los dos : que suelen los
traidores como son bulliciosos y inconstantes , des-
pués de haber servido perder primero la gracia , y
adelante ser aborrecidos así por la memoria de la
maldad , como porque los miran como acreedopes.
D^ Algecira, do desembarcaron estos balitaros,
fueron primeramente á ponerse sobré Medina Sido-
nía , sitio que los niorudores sufrieron por algún tiem-
po , y aun liados de su valentía diversas veces hicie-
ron salidas sobre losenemigos, mas fueron rebatidos
y al fin tomados por fuerza. Pusieron con el mismo
Ímpetu sitio sobre Carmooa, ciudad antiguamente
la inas fuerte del Andalucía. Gastáronse algunos días
en el cerco, jorque los moradores se defeudiao va-
Hentemente. Usó el conde don Julián de cierto enga-
ño : fingió en cierta cuestión que se huía de los me-
ros , los ciudadanos engañados recibiéronle dentro de
los muros por la puerta qus entonces se llamaba de
Córdoba , y con este embuste se tomó. Esto dice eJ
arzobispo don Rodrigo. Él moro Rasís discrepa en el
tiempo y en la manera , ca dice fue tomada después
que Muza y Taríf se vieron en Toledo, y que ios sol-
dados de don Julián no con muestra.de huir, sino en
trnjede mercaderes metieron en ella das anuas con
que la ganaron por fuerza. Acudió á Sevilla como á
ciudad tan prin^^ipal gran muchedumbre de godos;
pero como lu morisma que iba sobre ella fuese grau-
ae , perdida la esperanza de poderse tener los de den-
tro, secretamenie se huyeron, y los moros apodera-
dos della la entregaron á los judíos para que junto
con los moros morasen en ella. Beja la de Lusitania ó
Portuga I , que se decía Pax lulia , do se recogieroo los
ciudadanos de Sevilla: corrió la misma fortuna, dado
que no se sabe si la entraron por fuerza, si se rindió
á partido ; solo consta que adelante vivió en ella gran
numero de cristianos. No lejos della cae Mérida coio-
nía antiguamente de romanos , y entonces la mas
principal ciudad de Lusítanía; y que conservaba to-
(2) No se sabe de donde tomó Mariana la mayor parte de
las notii ias de este capitulo, que no se hallan en ningún Cr^h
nicon anlii^^ijo.
tfWTORlA BB
dtvb duros rastros do su «nUgaa oiMosUd, ti biea
de las muchas guerras pasadas quedomaltratada; y
últimaoieote ea ]a balalJa que so perdió el rey doa
Rodrigo y con ól España , muchos de sus cindadaaos
perecieroQ comoboeoos.
Todo esto DO fue parte para que pordioseo el óoi-
mo , aoles salieroa contra el enemigo que sobro ellos
venia. La pelea fue sin orden , muchos de ambas par-
tes perecieron : los moros eran mas en número, y asi
los cristianos fueron forzados á retirarse dentro délos
muros. A la hora Muza acompañado áe cuatro perso-
nas solamente, mirado el sitio y magostad de la ciu-
dad y dijo : parece que de todo el mundo se motaron
lientos ü fundar este pueblo : dichoso quien fuese se-
ñor del. Eucendido en este deseo buscaba traza para
salir con su intento. Estaba cerca de la ciudad una
cantera antigua la cual por ser honda pareció á pro-
pósito para armar uoa colada : puso pues en aquellas
barraocas de parle de noche buen uúmero de caba-
llos. Dio vista á la ciudad : los cercados salieron á la
pelea, adetantironse sin orden, tanto que cayeron
en la celada : coa que por frente y por las espaldas
fueron apretados de tal suerte que, con pérdidi de
muchos, pocos cerrado su escuadrón y apretados pu-
dieron volverá la ciudad. Con esto daño reprimieron
su atreTimíeto, acordaron de no hacer salidas, sino
defender solamente sus murallas. £1 cerco iba ade-
lante, dilación que daba mucha pena i Muza; aperci-
bió todas las suertes de ingenios que en aquel tiempo
se usaban ; levantó torres ae madera, hizo trabucos y
mantas con que los soldados arrimados al muro pro-
curaban con picos abrir entrada. Acudian los cerca-
dos á todas partes, y con esfuerzo y diligencia reba-
tían $stos intentos; pero eran pocos en uúmero y
comenzaban i sentir taita de vituallas y municiooes :
trataron de rendirse, mas con tales condiciones que
Muza las rechazó con desden y saña : volvieron los
medianeros sin hacer algún efecto, solo con esperan-
za que aquel genera) lei pareció tan vieio y flaco que
apenas podria vivir hastaque la ciudad fuese tomada:
no se le encubrió esto al bárbaro : usó de astucia,
que á las veces mas vale maña que fuerza : to/naron
los embajadores á tratar del mismo negocio , maravi-
lláronse de hallarle sin canas, que se habia teñido la
barba y cabello ; mas como quier que no entendiesen
el artilicio, juzgaron que era milagro . persuadieron
á lossogros so rindiesen al que juzgaban vencia las
mismasieyes de la naturaleza. Lds partidos fueron :
qne los bíepes de los ciudadanos m uertos eu las peleas
y en el cerco fuesen conGscados : lo mismo las rentas
délas iglesias, sus preseas, vasos y ornamentos de oro
y de plata : los que qnisieaen .quedar en la ciudad,
retuvitscu : us haciendas : los que irse, lo pudiesen
hacer libreiüente adonde quisiesen. No se averigua
ha&tanlemeute el tiempo eu aue Mérida se rindió : el
arzobispo don Rodrigo dice fue en el mismo mes que
Muzavuio á España, pero no declara si el roi^mo
año, ó el siguiente. Coocuerdan que los de Beja y
los de nípula con intento de hacer rostro á los moros
antes que ¿el todo se arraigasen en la tierra con las
armas se apoderaron de Sevilla , y pasaron á cuchillo
gran parte de Ja guariiicion que allí quedó por los
moros. Poco aprovechó este esfuerzo , ca los moros
n»volvieron sobre ellos, y con su daño loa forzaron á
sujelarso como de an tes por est^ Orden .
Vino á España con Muza un su hijo llamado Abda-
lasis. Este en cierta ocasión se quejó á su padre de
no haberle puesto eñ cosa en que pudiese mostrar
esfuerzo. Parecióle al padre tenia razón : dióle un
Srueso escuajron de moros con que entró por tierra
e Valencia, peleó diversas veces con la gente de
aquella tierra : rindíósele aquella ciudad, las de De-
nla, Alicante y Huerta á partido que no violase los
templos, que pudiesen vivir como cristianos, qne a
cada uno quedase su hacienda con pa^ar cierto tri-
TOMO I
fiSPANAr M9
buto que se les ponía asas tolerable. Acabadas estas
cosas por todo el año de setecientos y diez y boíf,
revolvió con sus gentes hacia Sevilla que estaba le-
vantada, como queda dicho; sujetóla con facilidad,
dio la muerte á los aue fueroa causa del alboroto y de
la matanza que se hizo de los soldados moros. Pasó
adelante : tomó á llipubi,enque hizograudeestrogOi
y aun se puede entender que Ja hizo abatir por tier-
ra« pues de ciudad muy fuerte que era entoncest
hoy es un pueblo pequeño llamada Peña flor, puesto
entre Córooba y Sevilla. El moro Rasis dice que la
guarnición de Mérida fue la que mataron los nues-
tros; y que para hacer esto los de Sevilla se juntaron
con ios de Beja y con los de Ilipula : cosa bien difc-»
rente de lo que queda dicho.
Lo cierto es que de Mérida se partió Muza para
Toledo. Salióle al encuentro Tarif, y para mas lion«
rarle pasó adelante deTalavera. Juntáronse cerca del
rio Tietar que riega los campos do Arañuelo* Las
muestras de amor y contento' fueron grandes » ios
corazones no estaban conformes, la eovidia aquejaba
áMuza, á Tarif el miedo; que tal es la fruta del
mundo. Recelábase Tarif no le descompusiesen, por -r
que le achacaba Muza que no habia obedecido a sus
mandatos ni seguido su orden , que Ja victoria fue
acaso, y no conforme á buen gobierno la guerra :
achaques y cargos que al vulgo y gente de guerra no
parecía bien, por estar acostumbrada á juzgar de los
consejos de sus capitanes no tanto por lo que son,
como por el fin que tienen y por lo que sucede, de«
másquetodojsabianel maltaiaute y áuiíiiodoMuza*
Uontiuuároase los desabriinieotos liai»tu que llegaron
á Toledo. Alli tomaron cuentas á Tarif asi de lo que
gastara en la guerra, como de los despojos y. tesoros
ganados en ella. Disimulaba él teda esta acedía | mal
tratamiento , y con servir y regalar á su contrario
procuraba aplacar el ánimo y la saña de aquel viejo*
En fin I reconciliados entre si, caminaron hacia
Zaragoza con ioteato de opoderarse, como lo hicie-
ron, de aquella ciudad poderosa en armas y en gen-
te. Por abreviar» lo mismo hicieron de otras muchas
ciudades de la Celtiberia y de la Carpeiauia, que hoy
es el reino de Toledo ; que se áp'iderarou delias y de
las demás sin sangre, ca se dierou á partido» Con
esto parecía que toda España quedaba sujeta y JlansK
que uie en monos de tres unos después que vino la
primera vez el ejército de moros de África á estas
partes. Verdad es que lo de mas adentro no sepodíSi
allanar sin grande dificultad por estar España por
muchas partes rodeada de riscos y montes y espesu*
ras muy bravas. Sapoel miramainolinUiitasilas vic-
torias como las diferencias que andaban entre sus
capitanes ; y porque no parasen perjuicio les mandó
á entrambos ir á so presencia. Muza resuelto de par**-
tirse, porque no sucedieren ea lo ganado algunas al-
teraciones, nombró en su lugar por gobernador á su
hijo Abdalasis, de cuyo esfuerzo y valor había mues-
tras frescas y bastantes. Juraron lodosderbodecello^
y coa tanto Muza y Tarif antes grandes y lamosos
caudillo», y en lo de adelante mas esclarecidos por
cosas tan grandes como acabaron, se aprestaron para:
embarcarse, y consigo los tesoros , preseas, rique-
zas, oro y plata que los godos en tantos años con to-
do su poder pudieron juntar.
CAPITULO XXVI.
De los años de los árabes.
Con la mudanza del gobierno y señorío , las cos-
tumbres, ritos y leyís de España se trocaron y cllc-
raron grandemente. Reía tallo lodo seria largo cuento:
lo qne al projente hace al propósito, y servirá para
entender la historia de los Uempos adelante , defada
la cuenta de los años de que ordinariamente los espa-
ñoles usaban en los contratos , pleitos y en las histo-
to«
■IBLlOTfeCA DB
rías , cuyo príncipio se tomaba del nacimiento de
Cristo (1) ó era de César, se introdujo casi por toda
ella otra nueva manera de contar los tiempos; deque
los moros usau en todas las provincias en que se han
estendído largamente. Fundador de aquella malvada
superstición fue Malioma árabe de nación , el cual
por la mucha prosperidad que tuvo en las guerras y
por descuido del emperador Heraclio so llamó v co-
ronó rey de su nación en Damasco (2) , nobilísima
dudad de la Siria. Demás desto para que su autori-
dad fuese mayor, promulgó á sus gentes leyes como
dadas d'jt cielo por divina revelación. No hay cosa
mas engañosa aue la máscara de la mala y perversa
religión, cuaoao se toma para cubrir con ella como
con velo las maldades y libertad , no hay cosa mas
poderosa para trastornar los ánimos del pueblo y He-
valle donde quiera.
Desde este tiempo cuando Mahoma se llamó rey,
comienzan los árabes á contar los años de la Egira ,
que es tanto como jornada ó espedicion. Esto como
quier que sea cierto , es muy dificultoso averiguar
con que año de nuestra salvación concurrió. Los au-
tores anddu varios, y no concucrdan en el cuentode
lósanos adelante : vergonzosa ignorancia de historia
Í[ de antigüedad : grandes tinieblas de donde serádi-
icultoso sacar á luz la verdad ; procurarómoslo em-
pero por cnanto las fuerzas y diligencia alcanzare. El
principio desta disputa se tomará un poco mas arriba
en esU manera. Él año resulta del movimiento del
sol que corre por ios signos del zodiaco en trescientos
y sesenta y cmco dias y un cuarto de dia. Del movi-
miento de la luna y de sus variedades resultan los
meses, ca discurre por el mismo circulo en dias
veinte y nueve y doce horas. Todo el tiempo se divide
en años y el año en meses : costumbre universal de
todas las naciones , de que procede toda la dificultad
por no ser cosa fácil igualar y a justar en número de
dias lo^ movimientos del sol y de (a luna tan diferen-
tes entre sí, dado que por muchas veces grandes in-
genios se han en esto desvelado.
Los mas ontiguos romanos gobernaron el año por
el movimiento del sol , que dividieron en solos diez
meses : cuenta varia é iuconstaute. Destos meses los
seis eran de á treinta diiis, los cuadro de fi treinta y
uno, es á saber marzo, mayo, julio, octubre. Todo
el año tenia trescientos y cuatro días: comenzábase
por el mes de marzo, como los nombres de setiem-
bre, qneesel sépiimo mes, de octubre y de noviem-
bre !o declaran. Eu tiempo tan grosero falto de eru-
dición y doctrina no advcrliun los inconvenientes,
3ue las fiestas del estío veuian á caer eu invierno, las
el verano en el otoño : grande desorden y descon-
cierto. Los árabes de quien lomaron los muros, para
formar el año solo miraron al movimientodolalunai
componiéndolo de doce vuelus que da por el zodiaco,
3ue son doce meses •, los seis de ú veinte y nueve
tas , y los otros seis de treinta ; todo su ano tenia
dias trescientos ^cincuenta y cuatro : manera que en*
tre los romanos imitó Numa Pompiiio, ca añadió á la
cuenla antigua del año cincuenta dias repartidos en
Im meses de enero y de febrero, que también añadió
á los demás; pero sucedía sin duda, aunque en mas
largo tiempo, que el frío venia en los meses del vera-
no , y el calor al contrario : inconveniente enquefor-
zosameute incurren los moros por manttinerse obsti- .
nadamenle baste el día de boy en la costumbre que
antiguamente teoiao, que Jot damas naciones tu vie-
( i ) Batre nosotros do se empezaron á coatar los años desde
el ntcimiento de Cristo hasta el siglo trere, como liemos di-
cho en otra nota. Antes de este tiempo siempre se usé de la
era llamada de España, qie empezó 38 anos antea de la
valorar.
(2) Ni MahoBUi lomó jamás ol titulo de rey sino de pro-
feta de Dios , nt couquúló á Daiuiísco c'ondc su$ acciari03 ao
eatraron sino cuatro aúoa 4iespues de su muerte.
CASPA» T E0I6.
ron cuidado y pusieron toda diligencia enajnstar los
movimientos de la luna y del sol para corregir toda la
variedad é inconstancia que entre ellos hay. Grande
fue el trabajo que en esto pasaron , y los caminos que
temaron diferentes.
Los griegos cada ocho años intercalaban noventa
dias reportidos en tres meses : lo mismo hicieron los
romanos mas modernos por su ejemplo , mudadas
solamente algunas pocas cosas, líos oebreos y los
egipcios, como gentes mas entendidas de los movi-
mientos del cielo , hallaron mas prudentemente esta
manera de enmienda, que lo.» latmos llamaron inter-
calación. Porque en diez y nueve años , espacio en
que se acaba toda !a variedad del movimiento de la
luna, intercalaron siete meses á ciertas distancias.
Lo mismo hizo Julio César después que se apoderó de
Romo , por entender pertenecía á su providencia y
gobierno emeudar la razón de los tiempos, que entre
los romanos andaba revuelta y confusa. Ayudóse del
consejo de So«igenes grande matemático y astrólogo,
y de Marco Fuvio escribano de Roma, con cuya ayuda
redujo el año solar á trescientos ysesentay cinco dias^
^un cuorto de dia; por donde cada cuatro años se
intercala un dia á veinte y cuatro de febrero que es
seslo de las kalendas de marzo , y el día intercalado
se Huma también sesto de las mismas kalendas; por
donde el uño se llama bisesto , que es lo mismo que
dos veces'se^lo.
La razón de la luna , y de toda su inconstancia
y cuenta del año lunar comprendieron con el Áureo
námero , que procede de uno hasta diez y nueve , y
fue puesto en el calendario romano. Intercalaban en
diez y nueve años siete lunas : manera que por enton-
ces pareció muy á propósito para oue la cuenta de los
tiempos fuese ordenada, y ajustHuoii los aoñs solar y
lunar; pero con el progreso del tiempo por ciertas
menudencias que no se consideraron en la cuenta
de uño , se hailó que ni la una ni la otra cuenta con-
cordaban con los movimientos de aquellos planetas,
ni entre sf. Ih)r donde los cristianos, que á imitación
de César cuanto á las tiésias idmovioles siguen el ayo
solar, y cuanto á las movibles el lunar, bailaron ha-
berse alegado mucho de lo que se pretendió que ni el
Srincipío del oño cain en el mismo dia que en tiempo
e César, ni con el Áureo número como se pretendía,
se mostraban las conjunciones de la luna.
Por lo uno y por lootro el papa Gregorio xm el año
de mil y quinientos y ochenta y dos , cuando esto es-
cribimos, emendó todo esto : quitó del calendario el
Aurüo número ; en cuyo !ugnr puso otro mayor que
llamaron Epaclás. Demás desto encl principio de oc-
tubre de aquel año se dejaron de contar diez dfas
para efecto que el príncipio del año solar volviese el
asiento conveniente señalado por los antiguos. Y
para que no hiciese dende mudanza ctú lo de adelan-
te , proveyó que á ciertas distancias nó se intercalase
el bisesto, con que se acudió á todos los inconve*
nionles. Disputar de todo esto mas á la larga y mas
sutilmente pertenece á los astrólogos; lo qnees deste
lugar y aprovecha para la histdriii es que los moros,
como poco antes se ha dicho, hacen el tiío menor
que el nuestro once dias y un cnaffo. Lo cual por no
considerar muchos autores señalaron en diversos lu-
gares el príncipio de aquella cuenta de los moros y de
aquellos año^ de la Egira con tan estrafta variedad;
(jue desde el ano de quinientos y noventa j dos basta
el de seiscientos y veinte y siete casi no hay año nin-
guno^ en que alguno ó algunos autores no pongan el
príncipiode ladtchacuentá: varíodadydiscoraaDcla
vergonzosa. Discordancia, de que pienso fue la cansa
i]ue diversos escritores en diversos tiempos como se
informasen cuantos años corrían en aquella sazón de
los árabes, por no saber qü3 eran menores que
los nuestro?, volviendo á contarbácia atrás y á restar
uqud uúmeto de tinos de ios de Cristo, señalaron di*
versos prineipioi, los postreros , como contaban mas
aSos.inas arriba.
£q tanta variedad mucho tiempo nos bailamos sus-
pensos y dudosos en lo que debíamos seguir. Lo que
mas verisímil nos parece es que la computación de
los árabes . de los morss y de la Egira , que todo es
uno , se dene comenzar el ano de Cristo seiscientos y
veinte v dos á auince de jolio» seeun que lo testiGcan
los anafes toledanos que se escribieron pasados tre*
cieutosañosba. Lo mismo comprueban loa letreros
do las piedras y las memorias antiguas : concuerdan
losjudíosy moros, con quien para mayor seguridad
lo comunicamos y. según qne en un libríto á parle
bastantemente lo tenemos todo deducido. Sin embar-
go el arzobispo don Rodrij;o y Isidoro Pacense se
apartan destu . porque señalan el principio desta
cuenta el año de Cristo de seiscientos y diez y ocho,
es á saber el año seteno dal imperio de Heraclio.
Oíros muchos y casi los mas^ en que hay mayor da-
ño, igualaron los años de los moros con los nuestros :
cosa que no debieran hacer, como queda bastante-
mente advertído.
CAPITULO xxvn.
De lo que bizo Abdalasis.
GoBEsrvó algún tiempo Abdalasis la provincia que
su padre le encomendó , sabia y prudentemente. De
África vinieron á España grandes gentíos para arrai-
garse mas los moros en ella para cultivar y poblar
aquella anchísima tierra , á causa de las guerras pa-
sadas íáltá de moradores y yerma. Diéronles campos
y asientos : señalaron á Sevilla por cabeza , en oue
estuviese la silla del nuevo imperio, como ciudad
Srande y ñierte , ó cómoda para dende acudir i lo
emás. Egilona mujer del rey don Rodrigo estaba
cautiva con otros muchos. El moro gobernador con
son que por derecho de la guerra le tocaba aauella
presa , la hizo traer ante si. Era de bueaa edad , su
hermosura y apostura muy grande. Asi á la primera
vista el bárbairo quedó herido y preso. Preguntóle con
blandas palabras como estaba. E!la lastimada de la
memoria de ^ú prosperidad antigua , y renovada con
esta su pena, comenzó á derramar lágrimas, despedir
sollozos y gemidos : o Que quieres (dijo con voz flaca)
»saber de mí , cuja desventura ha sonado y se sabe
spor todo el munao, tanto mas grave cuanto de todos
Des mas conocida? La que poco antes era reina di-
»cbosB, cuyo señorío se estendia fuera de España, al
«presente (ó triste fortuna) despojada de todo, me
Dnallóenel número de los eisclavoi y cautivos. La
•caída tanto es mas dolorosa cuanto el lugar de que
»se cae es mas alto : lo que es de tal suerte, que los
«españoles, olvidados de su afán , lloran mí desastrd
»v fes es ocasión de mayor pena. Tú si como es justo
»lo bagan los ánimos generosos, te mueves por el de-
«sastre de los reyes, gózate en esta bienandanza te-
)>ner ocasión de hacer bien á la sangre real. Ningún
»mayor favor me puedes hacer que volver por mi no-
»nestidad como de reina y de matrona, y no permitir
»Que ninguno de mi se burle. Por lo demás tuya soy:
»ae mí como de tu esclava hazlo que por bien tuvie-
nres. Con las obras, por hallarme en e&te estado, no
»te podré gratificar lo que hicieres : la memoria y
vrecottocimiento serán perpetuos, y la voluntad de
«agradarte y obedecerte muy grande. »
Coa esta razonamiento y palabras quedó aquel
bárbaro maa {ireBdadj. Usó con ella de bálagos y de
blandora , resuelto de tomarla por mujer, como lo
hiz^, sin qaitalle la libertad de ser cristiana. Túvola
en su compañía con grande honra toda la vida, ca
demás de su hermosura y de su edad que era muy flo-
rida, fue dotada de sijgular prudencia, tanto que por
sus consejos príncipaliiiente enderezaba su gobierno,
HfSToau oa «SPAiU. 204
y á su persuasión por tener masautoridadi y quena-
die le menospreciase, usó de repuesto, aparato y corte
real, y se puso corona en la cabeza. En tierra de An«
tequera por la parte que toca los mojones y los aleda-
ños de Málaga, bay un monte llamado Abdalasis^ por
ventura del nombre dcste príncipe ; como también
algunos sospechan que Almaguer pueblo de la orden
de Santiago se llamó así de Magued capitán moro, de
quien dicen solía beber del agua de una fuente que
está allí cerca; y porque el agua en lengua arábiga se
dice Alma, pretenden que de Alma y Magued se
, compuso el nombre de Almagued. Hoy en aquel pue-
blo no hay fuentes, todos beben de pozos. No hay
duda síuo que con la mudanza que bobo en las. demás
cosas, se mudaron los apellidos á muchos pueblos,
montes, ríos, fuentes: de que resulta grande coníu-
sion en la memoria y nombres antiguos, ca los capi-
tanes bárbaros parece pretendieron para perpetuar
su memoria y para mayor honra suya fundar nuevos
pueblos, ó mudar á otros sus apellidos que tenian de
tiempo antiguo.
Qué se baya hecho del conde don Julián no se sabe,
ni se averigua : la grandeza de su maldad hace se en-
tienda que vivo y muerto fue condenado á eternos
tormentos. Es opinión, empero sin autor que la com-
pruebe bastantemente , que la mujer del conde mu-
rió apedreada , y un hijo suyo despeñado de una torre
de Ceuta ; y que á él mismo condenaron á cárcel per-
petua por mandado y sentencia de los moros á quien
tanto quiso agradar. En un castillo llamado Loarri ,
distrito de la ciudad de Huesca, se muestra un sepul-
cro de piedra fuera de la iglesia del castillo , do dicen
comunmeute estuvo sepultado. Don Rodrigo y don
Lucas de Tuy testiGcan haber sido muerto y despo-
jado de todos sus bienes así él como ios hijos del rey
Wiliza. Lo que se puede asegurar, es oue el estado
de las cosas era de todo punto miserable. Casi toda
España estaba á los moros sujeta á esta sazón : no se
puede pensar género de mal que los cristianos no pa-
deciesen , quitaban las mujeres á sus maridos, saca-
ban los hijos del regazo do sus madres , robaban los
)años y ricas preseas libremente y sin castigo. Las
leredades y los campos no rendían los frutos que so-
ian , por estar airado el cielo y por la falta de labran-
za. Proranaban las casas y templos consagrados, t
aun los abrasaban y abatían : los cuerpos muertos a
cada paso se hallaban tendidos por las calles y cami-
nos : no se oia por todas partes smo llantos y gemidos.
Finalmente no se puede pensar género de mal con
que España no fuese aflígfda : claro castigo de Dios,
que por tal manera tomaba venganza no solo de los
malos , sino también de los inocentes por el menos-
precio de la religión y de sus leyes. Todavía en lo de
Vizcaya y en parte de los Pirineos hacia lo de Navarra
y Arafjon, en lo de Asturias y parte de Galicia se en-
tretenían los cristianos, confiados masen la aspereza
de los lugares y por no acudir contra ellos les moros,
que en fuerzas o ánimo que tuviesen para hacer re*
sistencia. Los que estaban sujetos á los moros y mez-
clados con ellos , entonces se comenzaron á llamar
M'xli- Árabes, es á saber mezclados árabes, después
mudada algún tanto la palabra, los mismos se llama*
ron mozárabes. Dábanles libertad de profesar sureli-
Sion, tenian templos á fuer de cristianos, monasterios
e hombres y mujeres como antes. Los obispos por
miedo que su dignidad no fuese escarnecida entre
aquellos bárbaros, se recogieron á Galicia junto con
gran parte laclerería : y aun el obispo don IriaFlavia
que es el padrón á mucnos prelados que acudieron á
su obispaao, señaló rentas y diezmos con que se sus-
tentasen en aquel destierro, como se entiende por la
narrativa de un privilegio que el rey don Ordeño el
Secundo dio á la iglesia de Santiago de Galicia año dé
Cristo dt novecientos y trece.
1M BIBUOTECA DK (ÍAsMft T ÉOlG.
De^la tnftnefá cayóEsqaña; tal fae él findélnolú-
)himo reino de los godos. Con el cielo sin duda se re-
Tuolven las cosas dé acá : lo que luvo prÍDcipio * es
necesario se acabe ; ]o gue nace muere, y lo que crece
se envejece. Gayó pues eí reino y gente de los godos
no sin providencia y consejo del cielo , como á mí me
parece , para que después de tal castigo délas cenizas
y de la sepultura de aquella gente naciese y solevan-
tase ana nueva y santa España , de mayores fuerzas
y señorío que antes era : refugio en este tiempo, am-
paro y columna de la religión católica^ que compuesta
de todos sus partes y como de sus miembros termina
su muy ancho imperio^ y le estiende como boy lo ve-
mos basta los últimos unes de Levante y Poniente.
Por que en el mismo tiempo que esto se escribia en
latín, don Felipe II rey católico de España , venciilos
por dos y mas veces en biitalla los rebeldes , juntó
Con los demás estados el reino de Portngal con atadu-
ra como lo esperamos dichosa y perpetua : con que
esta anchísima provincia de España reducida después
de tanto tiempo debajo de un sceptro y señorío, co-
mienza á poner muy mayor espanto que solia á los
mulos y á Jos enemigos de Cristo.
LIBRO SÉPTIMO.
CAPITULO L
Come el infante don Pelap se levantó contra los moros.
No pasaron dos años enteros (\) después que el
furor africano hizo á España aquella guerra cruel y
desgraciada, cuando un gran campo' de moros pasó
his cumbres de los Pirineos por donde parten término
España y Francia, y por fuerza de armas rompió por
aquella provincia con intento de rendir con la» nrmas
vencedoras aquella parte de Francia que solia ser de
los godos. A^kmás que se les presentaba buena oca-
sión conformé al deseño que llevaban , de acometer
y apoderarse do toda aquella provincia por estar alte-
rada con discordias civiles ^ y muy cerca de caer por
el suelo á causa de la ociosidad y descuido muy gran*
de de aquellos reyes , conque las fuerzas se enfla-
quecian y m/irchilaban , no de otra guisa ipie poco
antes aconteciera en España. Pipino el mas viejo , y
Carlos so hijo bien que habido fuera de matrimonio,
por su valor y esfuerzo en las armas llamado por so-
nrenombre Murtetlo, señores de lo que entonces
Austrasia y al presente se dice Lorena , eran meyor-
domos de la casa real de Francia, y como taléis go-
bernaban en paz y en guerra la república á su volun-
tad: camino que claramente se hacían y escalón para
apoderarse del reino y de la corona, cuyo nombre
quedaba solamente á los que eran verdaderos reyes y
naturales por ser del linaje y alcuñade Pharamundo
primero rey de los francos. Grande era el odio que
resultaba y el di^^gusto que por ésta causa muchos
recebian : llevaban mal que una casa en Francia y un
Hnaje estuviose tan apoderado de todo lo que pudiese
ínas que las leyes y que los reyes y toda la demás
nobleza. Eodon duque de Aquitania ^ hoy Guicna,
era el principal que hacia rostro y contrastaba á los
intentos de los austrasiaoos. Cada parte tenia sus
valedores y allegados, con que toda aquella nación y
provincia estaba dividida en parcialidades y bandos.
Lo que hace á nuestro propósito es que con la oca-
sión de estar los bárbaros ocupados en la guerra de
Francia, las reliquias de los godos'que oscaparon de
aquel miserable naufragio de España , y reducidos á
las Asturias , Galicia y Vizcaya tenían mas confranza
(1) La primera entrada délos mahometanos en Francia,
legun sas liistoriadoras , fue el año 731 ; en España hemos
4icho que eotraron el 711 ó 712 : por consiguiente tardaron
Due?e ó diez años en iavadíf la Francia.
en la aspereza de aquellas fraguras de montesque en
las fuerzas, tuvieron lu^ar para tratar entre si cómo
podrían recobrar su antigua libertad. Quejábanse en
secreto que sus hijos y mujeres hechos esclavos ser-
vían á la deshonestidad de sus señores. Que ellos
mismos lleeados á lo último de la desventura, no solo
padecían el público vasallaje, sino cada cual una mi-
serable servidumbre. Todos los santuarios de España
profanados : los templos de los santos unos con el
furor de la (guerra quemados y abatidos , otros des-
pués de la victoria servian á la torpeza de la supers-
tición mahometana, saqueados los ornamentos y
preseas de las iglesias : rastros do quiera de una bár-
bara crueldad y fiereza. En Muouzaque era goberna-
dor de Gijon (i) aunque puesto por los moros . de
profesión cristiauo en quien fuera justo hallar afgun
reparo^ no se veía cosa de hombre fuera de la figura y
apariencia, ni de cristiano mas del nombre y hábito
esteríor : que los seria mejor partido morir de una
vez , que sufrir cosas tan indignas y vida tan desgra-
ciada. Ya no trataban de recobrar la antigua gloria
en un punto escurecida^ ni el imperio de au gente
que por permisión de Dios era acaoado ; solo desea-
ban alguna manera de servidumbre tolerable , y de
vi Ja no tan amarga como era la que padecian.
Los que desto trataban tenían mas falta de caudi-
llo que de fuerzas, el cual con el riesgo de su vida y
COA su ejemplo despertase á los demás cristianos de
E<:paña, y los animase para acometer cosa tan grao-
do, porque como suele el pueblo todos blasonaoany
hablaban atrevidamente^ pero todos también rehusa-
bün de entrar en el ()eIigro y en la liza : el vigor y
valor de los ánimos cuido , la nobleza de los godos con
las guerras por la mayor parte acabada. Solo el iofan*
te don Pelayo como el que venia do la alcuña y san-
gre real de ios godos , sin embargo de los trabajos
que había padecido , resplandecía y se señalaba en
valor y grandeza de ánimo , cosa que sabían muy
bien los naturales ; y aun los mismos que no le cono-
cían , por la fama de sus proezas y de su esfilerzo ,
como suele acontecer, le imaj^ioaban hombre de
graikle cuerpo y gentil presencia. Sucedió muy á
propósito que desde Vizcaya do estajea recogido des-
pués del dt'sastre de Esj^a , viniese á las Asturias,
no se sabe si llamado , si de su voluntad por no faltar
á la ocasión sí alguna se presentase de ayudar á la
patria común. Pur ventura tenían diferencias sobre
el señorío de Vizcaya , ca tres duques de Vizcaya ,
hallo en las memorias de aquel tiempo, Eudon, Pe-
dro , y don í'elayo (3).
A la verdad luego que llegó á las Asturias todos
Susieron en él los ojos y la esperanza que se podría
ar algún corte en tantos males y hallar algún reme-
dio, si Je pudiesen persuadir que sebicíese cabeza, y
como tal se encargase del amparo y protección de los
demás. A muchos atemorizaba la grandeza del peli-
gro y hazaña que acometían uon fuerzas tan flacas :
parecía desatino sin mayor seguridad aventurarse de
nuevo, y exasperar las armas y los ánimos de los
bárbaros; pero lo qiie rehusaban de hacer por miedo,
cierto accidente lo trocó en uece.<-idad. Tenia don
Pe'ayo una hermana en edad muy Oorida, de hernio-
sura estraordinaria. Deseaba grandemente Muouza
gobernador de Gijon casar con aquella doncella, por-
(2) Cuanto aquí refiere Mariana de Munuza es apócrifo,
porque loa CroHtcones mas aniigaos no hablan ana palabra
sobre el particular ; por el contrario se ve me en este liein-
po los moros aun oo hablan penetrado tao aaelante.
(3) Lo probable es que don Pelayo, si f» bailó ea la ba-
talla de Guada lete , después se retiraría á su gobteroo de Ja
Cantabria que comprendía las montaiías de Burgos, las As-
turias de Santilíana, y parte de las de Oviedo, pero no la
Guipúzcoa ni la Vizcaya. Don Pelayo no fue duque de Vii-
caya , ni tampoco Endon , porque los historiadores antiguos
I solo le Bombrao duque de Aquitania.
OiSTOKU DR ESPAMA.
203
qtit* coipo suelen los. hombres bajos y q^ne ile presto
Mibeo, DO Mbia vencerse en la prosperidad, dí en--
fn-narel deseo deshoDesto con la razo» y virtud. No
teaia- alguna esperanza que don Peiuyo vendriaen lo
qu« él tanto deseaba. Acordó con muestra de amistad
enviarle é Córdoba sobre ciertos negocios ul capitán
Tarif qneaun no era pasado en África. Con ia auaen«
ciii de don Pelavo fácumente^salió con su intento.
Vuelto el hermano de la embajada , y subida la
nfreóta desn ea.«a , cuan grave dolor recUúese, y con
coistas llainAf^de ira se abrasase dentro de si , cual-
qoiéra lo podrá entender por sí mi^mo. Dábale pena
asi ia afrentare su hermnna , como b deshonra de sa
casa, mes lo>que sobre todo se sentía era ver que en
tiempo tun revuelto no podía satHfacersede itomfore
tan poderoso^ á cuyo cargo estaban hts armas y soli-
dados. Revolvía en su peosamiento diversas trazas,
parecióle que S3ria la mejor en tuuto que se ofrecía
alguna buena ocasión de vciígarse , callar y disimular
<<l dolor, y con mostrar que holgaba de lo hecho,
borlbr nn engaño con otro engaño. Cuu esta traza ha-
lló ocasión de recobrar su iiermaoa , con que seliuyó
á les puebioB de Asturias comarcanos ; en que tt;nia
gentes aficionadas y ganadas las voluntades de toda
aqnelia oomarca. Espantóse Munuza con la novedad
de aquel caso , recelábase que de pequeños príuci-
pios se podría encender grande llama ; acordó de avi-
^ ^ar á Tarif lo que ptisaba. Despachó él sin dilación
deade Córdoba soldados que fácilmente hobieran á
las macos á don Pela yo por no estar bieu apercebido
(le fuerzas, si avisa<)o del peligro no escapara con
presteza , y puestü&«las espueius al caballo le hiciera
pasar un rio qu» por allí pasanu llamado Piona , á la
sazoü muy crecido y arrebatado, cosa que ledióla
villa, porque los coutrarios que le seguían por la
buelia , se quedaron burlados pur uo^itreverse á hacer
lo mismo , ni estimar en tanto el pnndellei como el
poner á riesgo tao mauilieslo sus vidas.
Ep el valh que hoy se llama Cangas y entonces
Canica, tocó tambor y levantó estandarte. Acudió de
todas parles gente pelare y desterrada cou esperanza
de cobrar la libertad : tenían entendido que en breve
vendría mayoc golpe de soldados para al»JHr aquella
rebelión, lluches de su voluntad tomaran las armas
por el gran ({eseo que tedian de hacer la guerra deba-
jo de la conducta de don Pelayo por la salud de la
patría y por el remedio de tantos male«> : algunos por
miedo que tenían á los enemigos , y por otra parte
movidos de las amenazas de los suyos ; y por el peli-
gro que corrían de ambas partes (hora venciesen los
cristianos , hora fuesen veucidos ) de ser saqueados y
líialtralüdos por ios que qnedasen con la victoria, for-
zados acudieron á don l^eiayo, en particular los astu-
rianos casi todos siguieron esto partido. Juntó los
principales de aquella nación: amonestóles que con
graojie ánimo entrasen en aquella demanda a ules que
el stsnorio de los moros con la tardanza de todo punto
se arraigase, que con la novedad andaba en balan-
zas. i« Ciiuviene (dice) usar de presteza y de valor para
nquelos que tenemos la justicia de nuestra parto,
»)übrepujemos ¿ ios contraríos con cl esfuerzo. Cada
»cual de las cindades tiene una pequefrí guarnición
»de moros: los moradores y ciudadanos son nuestros,
*iy todos los hombres valientes de España desean
^emplearse en nuestra ayuda. No Itübra alguno que
Kioerezca nombre de cristiano, que no se venga lúe**
»¿o á nuestro campo. Solo entretongamos L los ene-
wmigos un poco y con corazones atrevidos avivemos
»la esperanza de recobrar la libertad , y la engeudre-
»iDos en los ánimos de nuestros bermauos. El ejército
»de los enemigos derramado por muchas partes, y ia
«fuerza de su campo está embarazada en Francia.
» Acudamos pues con esfuerzo vxorazon, que esto es
•buena ocasión para pelear por la antigua ffloria de
"la guerra , por los altares y religión , por Tos hijos,
«mujeres, paríanles y amados que están p^cstosen
»una indigna y gravísima servidumbre. Pecada cosa
v^ relatar sus ultrajes, nuestras miserias y peligros;
»y cosa muy vaua eacarecellas con palabras, dcrru-
»mar lágrimas, despedir sospiros. Lo aue hace al caso
»es aplicar algún remedio á lacnfermcaad, dar mués-
tftra de vuestra nobleza, v acordaos que sois nacidos
»de la nobilísima sangre ae los godos. La prosperidad
)»y regalos nos euflaquecieron y hicieron caer en 1 an-
otes males; las adversidades y trabajos pos aviven y
»nos despierten. Diréis que es cosa pesada acometer'
»los peligros de Ja guerra : ¿cuánto mas pesado es
»que ios hijos y muieres hechos esclavos üirvuo á
nía deshonestidad de los enemigos f ¡Oh ^ra^de y en-
ntrañable 4o¡or, fortuna trabajosa y áspera, que
))yosotro5 mismos seáis despojados de vuestras vidas
»y haciendas I todo lo cual es forzoso que padezci^u
«los veucidos. El amor demuestras uosas particulares,
i>ye[ deseo del sosiego por ventura os entretiene. En-
(igañais os ó si pensáis que los particulares ise pueueu
Mcouservar destruida y asolada la república: la fuerxa
ndesta llama á ia manera que el f ui'go de unas casas
»pasa á otras , lo consuuurá todo sin dejar cosa algu-
una en pió. ¿Penéis la cooíiaoza en ia forUíeza y as-
»pereza desU comarca ? A los. cobardes y ociosos
uoinguna cosa puede asegurar ; y cuando Jos enemi-
»gos no 'nos acometiesen , ¿ cómo podrá esta tierra
ues^éril y menguada de todo sustentar tonto gente
ueomo se ha recogido á estos montañas? El pequeño
wnúmero de nuestros soldados os Irace dudar ; pero
)> debéis os acordar de los tiempos pasados y de los
utrances variables de las guerras , por donde podéis
)ientender que no vencen los muchos, sino h)s esfor-
uzaidos. A Djos al cual tenemos irritado autesde ahora ,
))y al presenté creemos está aplacado, fácil cosa es y.
)jaun muy usada deshacer gruesos ejércitos con Iks
Murmas de pocos. ¿Tenéis por mejor conformaros con
»et estado presento , y por acertodo servir al ej}eni¡gt>
»coo condiciones tolerables? como si esto canalla iu-
»nel y desleal hiciese caso de conciertos, ó de gente
»bárbara se pueda esperar que será constonto «u hus
nproraesas. ¿Pensáis por ventura que tratomos cou-
))hombres crueles, v no antos pon bestias lleras y sal-
Mvajes? Por lo que á mí toca , estoy determinado coii'
» vuestra ayuda de acometer e^to empresa y pelign»
))bien que muy grande por el bien común muy de
»buena gana ; y en tanto que yo viviere, mostrarme
))enemigo no mas á estos bárbaros, oue á cpalquiera
»de los nuestros que rehusare tomarlas armas y ayu*
ndaroos ea esta guerra sagrada , y no se deterniinare
»de vencer ó morir como oueno antes que sufrir vida
utun miserable, tan estrema afrenta y desventura. La
»graodeza de los castigos para entender ó los cobar-
»des que no son los enemigos los que mas deben
Mieraer.»
Cutre tanto que don Pelayo decía estos palabras,
los sollozos y gen^idos de los que allí estaban , eran
ton grandes qíie á las veoesno le dejaban pa<;ar ade-
lante. Poniansele delante los ojos las imágenes de los
males presentes V de los que les tfmeoiizubau: el mie-
do era Igual al dolor. Pero después que ulgun tonto
respiraron y concibieron dentro de si alguna espe-
ranza de mejor partido , todos se jurameaiarcn y con
grandes fuerzas se obligaron de hücer guerra á los
moros, y f\n escusar algún peligro ó trnb»jo ser los
e rimeros ó lomar las armas. Tratóse do nembrar ca-
ezé (t), y por voto de todos señalaron al mismo don
(!) El Pacense es él eacritor mas antiguo íjue oos ha que
dadojde aquellos inrelices tiempos, pues acaba su crónira cl
aI;o 733 6 754 de la era cristiana, y no habla nada de don
Pefayo «i de su erección al reino, aonque hace mención de
los principes godos Theodimero y Athana^ríldo , que fueroa
loa dos primeros caudillos do los crisiiaoos. Eso no obstante,
todos tienen por cierto este hecho, áh\ que todos los Croni-
cones posteriores hablan como cosa cierta y saUiia.
304 BiBLi;/r?c« di
^eltjopor ta capitán, * la aliaroD por rey de EspRoa
'I ano queie contaba da nuestra laltacioD de 716;
■IguQOS á esta número añaden dos años. Deste prin-
cipio al mismo tiempo quela impiedad armada andaba
aaelupor toda España, j el furor 7 atrevimieoto por
todas (Mrleí tolaban c£si sin alguna esperanza de re-
medio, un nuevo reino dicbosamenta tpara siempre
te tundo en España, 7 se levantó bandera pan que
los naturales alligldos J miserableí tuviesen alguna
eaperaaza de remedio: tanto importa -á las voces no
fa'tar ¿ la ocasión j aprovecharte con prudencia de
lo que sucede acaso.
Los gallegos; ios vizcaínos, cujras tierras baña el
mar Océano por la parte del septeutríon, y í ejemplo
de los asturianos eu «ran parte conserrabao ta liber-
tad, fueron convidados á entrar onesta demanda. Lo
mismo se hizo de secreto con las ciudades que eela-
bui en poder de moros , qae enviaron i requerillas y
coDJnralias no Tallasen i Ib causa común, antes coa
obras j con consejo ayudasen i sus intentos. Algu-
nos de los Itigares comárcenos acudieron al campo
da don Pdajo, determinados de aventurarse de nue-
vo, y ponerse al riesgo y al trabajo; pero los mas por
menoaprecio det nuevo rey, j por mieJo de mayor
mal se quedaron en sus casas: queriaa mas estar i la
mira y aconsejarse con el tiempo, que liacerse parte
ctffJia r BoiG.
en negocio tan dudoso. Bien entendía don Pdayo de
Gutnta ímportantía para todo serian los principios de
su reinado. Asi con deseo de ecreditvse corría lai
fronteras de Iqs moros, acudia á todas parles, roba-
tn , cautivaba y mataba : por otra parte visitaba los
Cueblos de las Asturias; yconsu presencia y iiali-
raa levantaba í los dudosos, aniniau £ los Ñloru-
dos. Demáa desto con grande diligencia se apercebii
de todo lo necesario, y lo juntaba de todas partes lio
perdonará trabajo alguno i trueque de aaiarliaria
nuevo reino entre los suyos, y atemorizar é los bir-
baroa,ca sabia acudírianluegol apagar aquel fuego.
Tenia vigor y valor , la edad era 4 propósito para n-
Trir trabajos, la presencia j traía del cuerpo no por
el arreo vistosa , sino por 11 misma varonil verdade-
ramente y de soldado.
CAPITULO U.
Comolosraorosftieroiipordoii f^fayo veaddes-
Enjaa los demás capitanes que vinieron conTaríf
d la conquista de España , uno de loa mas señilidos
fue Alcama maestro de la milieia moriaca ,-que era
como al presente coronel 6 maestre de campo. Esla
sabidas las alteracloneg de ias Asturias, acuoíA prea-
I tameníe desde Córdoba para reprimir los principins.
de aqael levanlamienlo , con recelo que con la tar- i
danza no tomate fuem aquel atrevimiento, 7 el re-
medio le hiciese mas dificultoao. Seguia í Alcama
un grueso ejército compuestodemorosydecrísüanos:
llevó en au compañía i don Oppas prelado de Sevilla
para ayudarse de au autoridad, y de la amistad y
deudo que tenia con don Pelayo, para reducirle a
mejor partido; y para qne con au prudencia 7 buena
maña dieae á entender i los ^ue locamente andaban
laltérados, que Iodo atrevimiento es vano cuando le
faltan las fnerkas: que los desvarios en materia se-
mejante son perjudiciales ; y loa varones pmdeaiei
cuando acometen alguna empresa deben poner pri-
mero los ojos en la salida v en el remate: si Muouu
ú algún otro gobernador tos tenia agraviados, n)»
acertado era alegar de sa justicia delante de los mo-
ros, que nunca dejaban de hacer razan i quien Ib
KBiua: tomar las armas, 7 fuera de propdsito usar de
lerza, el intentarlo era locura, j el remate seria
sin dada para todos miserable.
-Ton ^1 niio de (]ue venta Alcamt, loi loldtdoi-
cristMiKiSM tLaiDoniiroQ -grandemente ; corad sue-
lo teoutecer, los que mu blaaonuí antea del peligro ,
y mM deapm» docUn , il tiempo del roeneiter le
iDMtnlNM nu cobardes.'U meiDOria da lu cotas
patadu j Ib perpéUii reliciJad (le loa barbaros los
■nwdroDtabio , y i nuiera de eaclaToi pirecii ijae
aptata |MMlrían «ilhr la vista de los unemigos. Grúa*
de era el p«liRn>eD que todas lu cosas se hallubau.
DE tSPAl*. iOS
Et socorro de Dios y de los santos abcgBdos de Espa-
ña, el esfuerio y prudeucia de douPeluyucmpararou '
á los que estaban faltas de ayuda , fuerzíis y consejo.
Fuera locura hacer ro&tro y contrastar con aqQella
g«nle desarmada y ciscada de miedo al enemigo h-
roi y espantable por tantas victorias como lenin
gaosdas.Wri esto don Pelayo repartid los demíis sol-
dados por los lugares cooiarcauos, y ¿I con mil quu
esco^iú de toda la mesa, se encerrú en una catve
ancha y espadOM del monle AuMra . qae boyse lia- cibíóse de provisión para machos dtas: proveyósada
ina la coeva de Santa María de Covadooga (I). Aper- armas ofensivas y defensivas con intente da defea-
(1} Este DMHUslería de Santa Maris de Covidongiaa ha-
Ui eJíBcado al pií de li rinou cneva. El «nligao lemplo
otaba constraido de nni minera eitraSi con nadRai enci-
jonadas eo peña tan escarpada que solo permitía el iccMO
por ID escalen, ün incendio rorloito lo destrayfi en ITT5, y
la reeooilnicdOD emprendida por Carlos III en 1T81 , bajo
lo* planos de Ventura Rodríguei, no eiticoadnida. A tnvis
de una reja se lee eita ínampcion relativa á do* ttoioi pira-
235
BiuLioiLCA i)£ Gaspar y noin.
derse si le cercasen , y aun si se ofreciese ocasión,
iiiicer ttlffuna salida contra los enemigos. Los inoros
ioforínados de lo que pretendía don t'elayo , por la
liueÜa fueron en sn busca , y tp breve llegaron ú h
puertay entrada de la cueva. Deseaban escusar la
pelea y el combate ; que no podia ser sin recibir db-
lio en aquellas estrechuras : por esto acordaron de
intentar si con buenas razones podrían rendir aquella
gente desesperada^
Encargóse destodon Oppas ; pidió habla á don Pe-
la) o, y alcanzada -, desde uu macho en que iba, como
se llegase cerca de la cueva le habló desta manca:
«iCuánta haya sido la gloría de oue&tra nación ni tú lo
MJgnoras, ni hay para que relat^irlo al presente. Por
»grande parte del mundo estendimos nuestras armas.
»A los romanos señores del mundo quitamos á Espa-
»hu : sujetamos y vencinios con nuestro esfuerzo
»naciones fieras y bárbaras; pero últimamente he-
»mos ^ido vencidos por Iqs moros, y para ejemplo de
»ta inconstancia de la felicidad humana de la cum-
-»)bre de la bienandanza , donde poco antes nos hallá-
' »bamos, hemos caído en grandes y esiremos trabajos.
»Sí cuando nuestras fuerzas las teníamos enteras, no
))fuimos bastantes á resistir, por ventura ahora que
»estdn por el suelo, pensamos prevalecer? por ven-
»tura e¿a cueva en que pocos á manera de ladrones
«estáis encerrados, y como Q^ras cercados dé redes, ^
»serii parte para libraros de ua grueso ejército « que
»es de no menos que de sesenta mil hombres? Los
Mpecudos sin duda de España , con que tenemos irri-
))tadus á Dios, que aun no parece asta harto de nu«8*
»tra sangre , os ciegan ios ojos para que no veáis lo
»que os conviene. Lo que si por el suceso de las
«guerras á ellos prosperóla nosotros contrario, no se
»oatendiera bastantemente, estos intentos tan des-
Mvariados lo mostrarán. Porqué no os apartáis de ese
«propósito, y en tanto que hay esperanza de perdón
«y de clemencia , dejadas luego las armas y rendi-
)>das , no trocáis las afrentas, ultrajes, servidumbre
«y muerte (que será el pago muy cierto desta locura,
»si la lleváis adelante) con las honras y premios que
»os puedo prometer muy grandes, y segujs el juicio
»y ejemplo de toda España mas aina que el ímpetu
vaesénfrenado de vuestro corazón y el desatino co-
nmenzado ? »
A estas palabras don P«layo : a Tú f dice j Wítiza
»tu iiermano y sus hijos debéis temer la, divina ven-
»ganza, dado que por breve espacio de tiempo las
«cosas se encaminen conforme á vuestra voluntad,
«Vuestras maldades son ias'que tienen áDios airado:
Dtodos ios lugares sagrados están por vuestra causa
«profanados en toda la provincia : las leyes por su
«antigüedad sacrosantas abrogadas. Por estos escalo-
«nes pasastes á tanta locara , que metistes los moros
«en España, (ente fiera y cruel, de que han resulta-
ndo tantos danos y tanta sangre cristiana se ha der-
«remado. Por las cuales maldades, si entendemos que
«Dios cuida de las cosas humanas , vivos y muertos
«seréis gravísimamente atormentados. Tú mas que
«todos^ pues olvidado del oficio v dignidad que tenias,
»bas sido el principal atizador destos males ; y ahora
«coapalabras desvergonzadas te has atrevido á amo-
«nestamos que de nuevo bajemos las cervices al
«yugo de la servidumbre mas duro que la misma
«muerte : esto es, como yo lo entiendo, que de nuevo
«padezcamos los males y deaventuras, pasadas , con
mídales que allí te ven y qoe son á decir del vul^o las cajas
«úenrias de don Pelayo y Hormesioda :
aquí yace £L s. rey d. pelayo
elleto el ano de 716 que en
esta milagrosa cueda come
nzo la restauración de espa
na benzidos los moros falleció
anwo '737 y acopaña ss mvser y eymana.
«que hemos sido hasta aquí trahu jados Estos, esto«
»son aquellos premios magníficos , «sta« las honras
«con que convidas á nuestros soldados? Nos don^ up-
upas ni entendemos que las orejas de Dios nos están
«tan cerradas, ni el corazón tan apartado de ayudar*
«nos, que hayamos de confiaren tus promesas; aa*
«les tenemos por cierto aue su Magestad sin tardanza
«trocará la grandeza del castigo pasado an lienigui-
«dad. Que si no estamos bastantemente castigados, y
«aunque afligidos y faltos, no nos quisiere acorrer,
«determinados estamos con la muerte de poner fin á
u tantos males, y trocar como esperamos esta vida
«desgraciada con la eterna felicidad. «
Por la respuesta y palabras de don Pelayo se enten-
dió la resolucíoq que todo< tenían de vencer ó morir
en la demanda , pues apretados do tantas maneras,
d'^másdesto convidados con el perdón no S€^ querían
eulr^'gar ni daban oido á ningún partido. Fue pues
forzoso venir á las manos y hacer fuerza á los cerca-
dos. Combalieroa con todo género de armas y con
un mnizo de piedras la entrada de la cueva ; en qu»;
se oescubrió el poder de Dios favorable á los nuestros
y á los moros contrarío , ca las piedras, saetas y dar-
dos que tírabun, revolviun contra los que los arroja-
ban , coa grande estrago que hacían en sus mismos
dueños. Quedaron los enemigos atónitos con tan gran
milagro : los cristianos animados y encendidos con la
esperanza de la victoria salen de su escondrijo á pe-
lear, poces en número , sucios y de imal talle : la
pelea fue de tropel y sin orden , cargaron sobre ios
enemigos con gran denuedo , que enflaquecidos y
palmados con el espanto aue tenían cobrado, al mo-
mento volvieron las espaldas. Murieron hasta veinte
mil dellos en la batalla y en el alcance : los demás des
de la cumbre del monte Auseva, donde al principio
se recogieron, huyendo pasaron al campo Libaneuse
fror do corre el río Deva. Allí sucedió otro milagro, y
ue que cerca de una heredad, que déste suceso (co-
mo yo pienso) se llamó Causegadia , una parte de un
monte cercano con todos los que en él estabaD, de sí
mismo se cayó en el río y fue causa que gran número
de aquellos bárbaros pereciesen. Duró porlargo tiem-
po que se cavalian y descubrían en aquellos lugares
pedazos áe armas y huesos (en especial cuando con
las crecientes del invierno las aguas comen las ribe-
ras) para muestra de aquella grande matanza. Poi'^os
escaparon. Alcama pereció en la pelea, el obispo don
Oppas fue preso; entiéndese, aunque los historiado-
res lo callan, que conforme á las leyes de la guerra
pagó cotí la vida: cosa muy verisímil por la grandeza
ae sus maldades, y por no* hallarse mas mención dk:l
en la historia adelante.
Muouza atónito con la nueva de lo que pasaba , y
no teniéndose por seguro dentro de Gijon por el odio
que les tenían los naturales, acqmetió á paitarse por
los pies; pero cerca de una aldea llamada Olalie la
gente de aquella comarca le dio la muerte, con que.
no solo quedaron vengadas las injurias públicas, sino
también aplacado el particular dolor que tenia don
Pelayo, por la afrenta de su casa ; y con tanto ningu*
na cosa faltó para que la alearla de la victoria no fuese
rolmada como fuera necesario si se lesescapara aquel
hombre por cuya crueldad y dembsías, forzados toma-
ron las armas. Sucedió esta pelea el año de'nuestr»
salvación de 718 al mismo tiempo que en África Ma-
za fue acusado delante del miramaiuolia por Taríf su
contrario. Tomáronle cuentas del gasto y recibo en
la guerra de España : no se descargó bien, y asi fue
condenado en grande suma de dineros, y él de pesar
de la afrenta falleció poco después. Su hijo Abdalasis
*1espues que gobernó á España por espacio de tres
años, incurrió en odio de los naturales y de los de su
nación á causa que forzó miíchas bijas de los princi-
pales : por esto en la misma mezquita en ^ue confor-
me á la costumbre de aquella gente hacia oracioo ,
i
HftTOIIU ¡^ ÜSPA'IA.
tOf
he muerto á meaos de ios rayoís el silo 719. Díjoso
que su miftiua mujer Egilona le procuró la muerte por
▼ersé despreciada de su marido por otras gue él mas
amaba. Qoien dice que su soberbia y altivez le fue
Oa aídfi deste desastre, y el usar de insignias reales á
persuasión asimismo y por consejo desa rahma mu-
jer. El principal eu mataría fue un deudo suyo por
nombro Aiub, que se encargó y tuto el gobierno de
E<pana por espacíode un mes; y dé! dice el arzobispo
don Rodrigo que fundó á Culatayud, pueblo principal
poco adelante de la raya de Aragón.
Eu el imperio de ios moros por muerte de Ulit ha-
bía sucediao su hermano 2uleyman, por el cual eu
)U{<ar de Abdalasis fae pro?eido del gobierno de £s«*
pana Alahor, hombre íiero y cruel no menos contra
los moros, que contra los cristiano!^, porque despojó
de sus bienes á los moradores de Córdoba sin otra
causa bastante mas del de^eo que teoia de r<d)ar: hi-
zo pesquisa y proceso contra los moros que fueron
k>s primeros en venir á España, ca pretendia taníao
usurpados los despojos de los venciflos y de toda Bs-^
paña. Deste dicen que desde Sevilla trasladó la silla
del imperio de los moros ¿ Córdoba, y por entender
oue el diño recebido en las Asturias fue por engaSo
del conde don iuhan y de los hijos de Witiza los des-
pojó de todos sus bienes y les dio la muerte: justo
castigo de Diosqoe los tmidores á su patrm fuesen
tratados desta manera por los mismos á quién sirvie-
ron y ñamaron en su ayuda desde África.
CAPITULO III.
Lo demás qae hlzQ don Pelayo,
Tal era el estado de la cristiandad en España, pora
bueno no tal , para tantas tinieblas y tempestades no
del todo malo. Luego que don Peiayo ganó aquella
fflorlosa victoria, no solo se arraigó y forlífi:ó en las
Asturias, do dio principio á su remado, sino que
también bajó cou su gente á lo llano; t allí trabajaba
á los pueblos sujetos á los moros, talaba los campos,
robaba y ponía á fuego y á sangre todo lo que se le
ponía delante. Acudíanle á la fama de sus hazañas de
cada dia nqevas fuerzas y gentes: con que tomó por
fuerza á la ciudad de Leen, puesta á las haldas de los
montes con qoe Galicia y his Astnnas parten término,
lo cual sucedió el año de 722. Algunos piensan que
desde este tiempo don Pelayo se llamó rey de León:
otros lo contradicen (personas de mayor conocimiento
de la antigüedad) movidos por los privilegios y memo
rías de los reyes antiguos, de donde se saca clara-
mente que los sucesores de dor. Pelayo no les llamaron
reyes de León, sínodo Oviedo solamente. A este
Diismo propósito hacen los sepulcros de aquellos pri-
meros reyes, que se sepultaron en Oviedo y otros
Sueblos de las Asturias hasta el tiempo del rey don
frdoño el Segundo, que como fue el primero que se
llamó rey de León, asi bien se mandó enterraren la
iglesia de Santa Marra la Mayor que ól mismo desde
los cimientos levantó en aquella ciudad. Y sin embar-
go se puede creer que lueco que la ciudad de León
fue^ conquistada , mudaron las armas
antiguas de los reyes godos en un león
rojo rapante en campo plateado: insig-
nias que sin duda, cualquier principio
que ellas hayan tenido, se han conser-
vado y continuado hasta nuestra edad.
La ocasión de tomar estas armas fue que
en lengua española con la misma palabra se significa
el león y se llama aquella chidad; por donde como los
de aauel tiempo, gente mas dada á las armas que ejer-
citada en las letras, no advirtiesen la causa porque
aquella ciudad se llamó León (que se derivó de Le-
gio palabra latina que significa cierta compañía de
«i>ldado5}. por esta ignorancia inventaron aqnella
manera de dívisi y de armas.
A]fQdó mucho para llevar édelanlolas cosai de los
cristianos el esfuerzo de don Alonso , el que después
que alcanzó el reino, se llamó ei Católico, era h^o do
don Pedro duque de Vizcaya. Decendta de la nebí-*
lisíma sangre del rey Recaredo, y siendo mas mozo,
en tiempo de los reyes Egíca y Witiza tuvo prinoipa^t
les cargos en í a guerra, y «I presente por el deseo
que tenia de ayudar á la república, dejó su patria y
so padre. Traía en su eom^ñía un buen número de
vizcaínos, con que los cristianos se animaron graih*
demente , y sus fuerzas se aumentaron. Para obtig»-*
lie , mas y tenelle mas prendado , lo casaron con
Ormisiuda bija de don Pelayo. Los reyes que iuce«
dieron en España, destoj principes tienen el oH^a
de su linaje y su continua propagación. Con la venida
de don Alouso y con su ayuda Gijon lugar muy fnerto
por sn asiento y fortiücacion, Astorga, Mansilia, Ti«
neo y otros pueblos dalas Asturias y en Galicia fueron
tomados á los moros. Puédese sospecharque don Pe^
layo y los que le sucedieron, ganados estos pueblo^
se* intitularon reyes de Gijon (i) y que esto dio oca**
sion á algunos para pensar que se llamaron reyes de
León por ser los nombres latinos destosdoi pueblos*
es á saber Gegio y Legio» muy semejantes. Bru fácil
echar los moros de los pueblos á causa que los mora-
dores como eran cristianos, mataban las guarniciones
de tos moros, y con esperanza de recobrar la libertad
con gran volmitad reidian á don Pelayo lasciudadeft
y plazas. Además que los moros se naUahan en laa^
otras partes de Espada embarazados con grandes al-
teraciones de guerras enlazadas unas de oiras^ de tñi
suerte que no podían juntar ejército, ni resistir á los
intentos do ios cri^^tiauos.
Fue así qoe por muerte de Zuleyman miramamolin
de Asia, Arrica y España sucedieron en aquel impe-
rio muy ancho dos iiíjos de ILit, Homar y izit (2)^-
por adopción de sn tío; cosa nueva entre los moros,
y no sé cuan acertada, quedos con igual poder jun**
taménte reinasen. Homar faiíeoió de su enfermedad
dentro del primer año de su imperio» Con esto izit
quedó solo por señor de todo. Este probeyó por go-^
bernador de España ú Zama hombre de grande iogé*
nio , y de pande ejercido eu Jas armas, y no de roe*
ñor codicia que los pasados, ca inventó nuevos
tributos y los impuso sobre las dudados que le eran
sujetas. En Narbona puso goarnícion de soldados, y
cerco sobre Tolosa, silla y asiento antiguamente en*
aquella prorincia del imperio de los reyes godos. So-^
brevino Eudon duque de Aquilania en socorro de ios
cercados. Vino á las manos con el bárliaro en que lo
vf<nció y mató con la mayor parte de su ejéroito en la
pelea y en el alcance. Los que escaparon de la voñ^
tanza , en tanto que de África se proveía nuevo go-
bernador, eligieron en lugar del capitán muerto
Abderrahman, hombre señalado en paz y en guerra,
para que con su esfuerzo y prudencia entretuviese
m cosas de los moros que estaban á punto de per-
darse.
Con el aviso do aquella desgracia fue de África en*
viadoAza,á quien otros llaman Adham, para quo
gobernase en España lo quo quedaba de los moros,
en lugar y eu nombre del miramamolin Izit. Este fue
ocasión que Ja provincia cansada con tantos males
padeciese nuevos trabajos, por inventar como inven-
tó tributos muy mayores que antes, con . intento do
empobrecer los pueblos para qoe no tuviesen brío ni
foeraas los que tenían ánimo y deseo de levantarse.
Pasó en esto tan adelante que nuindó á los pueblos y
ciudades que se tomaron por fuerza, pagasen al fiseo
y tesoro real la quinta parte de todasana rentas y
(i) Este error provieoe de qoe en un privil^io antiguo
Morales leyó en lugar de ReaU SilanU Reeis Gijonis.
(2) No eran sino primo el primero y sobrino el segando,
y reiaaron no juatosy sino uno después de otro.
■IBLIOTtCA m
profttitoi, 7 á lo8 pueblos «joe senndieron á partido,
ordenó pecasen la décima parte. Coa esta condición
se permitió á los cristianos qae poseyesen sus here-
dades 7 haciendas como por Y¡a de feudo ó arrenda-
miento. El moro Rasis dice que hizo pagar á los mo-
ros hi quinta parte de todos sus bienes con voz y
color de ayudar á los pobres que eran sin número en
toda hi provincia, como á la verdad fuese su intento
que enflaquecidos no tuviesen fuerzas ni brio para
alborotarse. Procuró se edificase la puente de Córdo-
ba sobre el rio Guadalquivir* Sujetó algunas ciudades
y pueblos á las haldas de Moncayo, que todavía se
mantenían en libertad, y entre ellaa tomó por fuerza
á Tarazona y la echó por tierra. Concluidas cosas tan
grandes dentro de do» años y medio que duró su go-
ierno, los suyos que le aborreeian grandemente, se
conjuraron cootra él y le mataron dentro de Tortosa.
SuoMiiéronle Arobiza, Odre y iahea, como lo dice el
arzobispo don Rodrigo: yo entiendo que gobernaron
por algún tiempo á España, dividida en tres partos
por 00 concertarlas voluntades de todos, ni venir en
uno; ó por ventura el gobierno de cada cual destos
tres fue de pocos meses.
En Asia, sin duda por muerto del emperador Izit^
sucedió en aquel imperio su hermano Iscam, que asi
lo dejó dispuesto el dicho Isit con condición ^e
adoptase por hijo y sucesor como lo hizo á su hijo
Aluiit. Encargóse Iscam de aquel imperio el año que
se contó 724 de nuestra salvación^ y de los moros
ciento y siete, como lo dice el arzobispo don Rodrigo
en la historia de los árabes, que iguala los unos anos
á l(»s otros; cosa que no debiera hacer, como en otro
lugar so ha mostrado. Tuvo aquel imperio por espa-
cio de diez y nueve años. Fue muy esclarecido prin-
cipe por las cosas que hizo y su perpetua prosperidad,
si no amancilkra las demás virtudes con una insacia-
ble codiciado juntar de todas partes tesoros, por don-
de si bien en riquezas sobrepujó á sus antepasados,
incurrió en grande aborrecimiento de sus vasallos.
En tiempo oeste emperador gobernaron por orden á
España {i) los siguientes: Odayfa, Himen, Autuma,
Atbaytany Mahomad. La aprobación y aplauso de to«
dos no fue el mismo; el gobierno de cada cual apenas
duró un año entero, y en particular Mahomad tu-
vo el cargo por espacio de solo dos meses, porque se
lialktoueelañode Cristo de 731 después de todos
estos fue proveido en el gobierno de España Adder-
rahman. que debió ser el mismo que nombramos
arriba. Las cosas deste gobernador fueron mdy famo-
sas, y el remate que tuvieron, muy alegre para los
c. istianos. Esto pide que se haga relación y memoria
por menudo de todas ellas.
Aventajóse grandemente en la guerra, demás de
las otras partes en que ninguno de los de su nación
60 le adelantó eñ aquel tiempo. Solo fue cruel de su
condición y áspero no mas con los españoles que con
loa moros, que por la libertad del tiempo estañan es-
tragados en muchas maneras. De aquí muchos toma-
ron ocasión de aborrecerle, en particular Muñiz
hombre principal, poderoso y animoso entre los mo*
ros. determinó de declararae contra él y alborotar la
Gaília Góihica, que eon ocasión de estar lejos y por
el mal tratamiento de los que la gobernaban , le si-
guió con Iteilidad. En España otrosí so le juntó lo de
Gerdanfa, que está (mesto entre los montes Pirineos.
Euden duque de Aquilania por valerse del contra k»
franceses y moros que le molestaban, hizo con él
lifla. Fue Eudon ea aquellos tiempos hombre grave,
diestro y sabio, como se saca de las memorias anti-
guas; pero todo lo afeó con casar á este Muñiz con
(i) Hay que acudir i la tabhi cronológica para saber el
órdea de los vireyea árabes qoe geberoaroo la Espafia por
esie tiempo, pues Mariana omite algunos y sustituye otros
deaconocidOB.
«Asraa r aoio.
una bija soya eon inleato de oUlgaNe mas coa aquel
pareniesco. Era aquel casamiento ilícito, y siempre
fue vedado en las íejes de los crialianos; así no solo
le fue mal contado, sino también le saüó desgraciado,
porque Abderrahman avisado de lo que Muñiz pre-
tendía, y de las alteraciones de aquellas gentes,
marchó con su campo á lo postrero de España. Poso
cerco sobre la ciudad de Cerdania; Muniz perdida la
esperanza de derenderse cootra enemigo tan pode-
roso y de huir si lo intentaba y mas de perdón si se
entregaba, acordó de despeñarse. Su mujer que dejó
en edad florida, y era de notable hermosura, junto
con la cabeza de su marido fue enviada á África en
presente muy agradable al supremo emperador dejos
moros. Muchos presumían que el desastre de Muñiz
fue en venganza do las injurias que él había lieclio á
la Religión Cristiana, y de la mucha sangre de cris-
tianos que con fiereza de bárbaro derramara. En
particular hizo morir á fuego al obispo Aoabado va-
rón muy santo, y que en la edad do mozo que tenia,
representaba costumbres de viejo.
Ensoberbecido Abderrahman con esta iñctoría,
rompió por la Francia con gran espanto de los fran
ce^es y godos qué por aquella provincia moraban.
Pasó por donde se tienden las riñeras del mar Medi-
terráneo hasta el rioRódano sin hallarquienlebiciese
resistencia. Puso cercp sobre Arles ciudad principal
en aquella comarca. Allí acudió Eudon con su gente
y vino á las manos con los bárbaros, pero perdió la
jornada con tan erando estrago de los suyos cuanto
ninguno en aquella edad fue mayor , de que por largo
tiempo dieron bastante muestra los montones de
huesos que quedaron cerca de aquella ciudad en el
sitio do se dio la batalla. Revolvió después desto á
mano izquierda, y paseada con sus afmas vencedoras
{^ran parte de lo mas adentro de Francia, cargó sobre
a Aquiumia y pasado el rio Garona, á las riberas del
mar Océano asoló la ínclita ciudad de Burdeos, y ta-
lóle los campos, allanóle los templos sin otros infinitos
daños que hizo. En aquella parte con gento que de
nuevo recogió Eudon, tornó á probar ventura . y
presentó la batalla al común enemigo del nombre
cristiano. El suceso fue el mismo que antes, contra-
rio á los nuestros, próspero á los moros. Los de An-
gulema, los de Perígueux, los de Xantoñev los de
Poitíers fueron asimifmo trabajados con la lUma
desta guerra. En grande aprieto se hallaban las cosas
de losxrístianos, porque ¿quién pudiera hacer ros-
tro á los vencedores de Asia y de África, y que poco
antes hablan deshecho el imperio de los godos?
¿quién se atreviera á ponerse al riesgo de la batalla?
¿pelear con las invencibles fuerzas de aquellos paga-
nos? La misma fama y la nombradla tenia puesto es-
pante á las demls naciones, y las tenia acobardadas
y cpsi vencidas.
Era á la sazón mayordomo mayor de la casa real
de Francia, Carlos Martello, el cual movido del peli-
gro común con grandes levas de gente que hizo de
Francia, Alemana y Austrasia, que es hoy Lorena,
formó un grueso ejercito. Muchos le acudieron de su
voluntad y como aventureros por el deseo que tenían
de apagar aquel fuego perjuaicial. Con estas gentes
partió en busca del enemigo determinado de darle la
batalla. Llegó por sus Jornadas á Tours, ciudad muy
conocida por el templo v sepulcro de San Martin obis-
po de aquülla ciudad, de asienlo muy apaeibte, cam-
po fértil, cíelo sahidable, do soplan orainariamente
los vieutos de Poniente y Mediodía, y entonces esta-
ba sujeta y pertenecía á la Aquitania. Fortificó sus
estancias de la parte otra del rio Loire, sobre que
está edificada aquella ciudad, y esto para tener se-
curas las espaldas, que los enemigos por ser casi
innumerables no los pudiesen cercar. Eudon olvidado
de la enemistad y diferencias que con Martello tenia,
por el peligro común que todos corrían , juntó con
ItlSrORIA ÜE E8PAKA.
él sasfaerzas : cosa qtie fae de grande importancia
para la Tidoria. Los historiadores franceses dicea
que los moros entraron y pasaron tan adelante en la
Francia llamados de Eiidoo , qae pretendía con el
daño común satislaccrse de sus pnrliculares agravios;
que tal es la costumbre de los nombres mal conside-
rados. Dicen mas que al presente mndó de parecer á
causa qne los moros sin tenerle algún respeto cor-
rieron liM campos de lu Aquitunia ó Guíena. Los his*
toriadores espaik>les callan esto, y es forzoso que lo
UBO 7 lo otro se liaya hecho en gracia ó por odio de la
aacion española , ca Eudou era señor de Vizcajfa (i),
y lo de Aquitanía le dieron en dote con su mujer. En
negocio dudoso parece lo mas cierto que loa moros
úo fueroD lltmaaos por EnJon , y que la fama en
coDtrario no es verdadera , pues pekó antes desto por
dos veces con ellos á gran nesgo de su vida y estado.
Iban los báríbaros en busca de los nuestros con
laiito orgullo que les parecía nadie se les pondría
delante: llegaron donde los nuestros alojaban. Dióee.
la batalla de poder á poder, que fue de las mes du-
dosas y señaladas del mundo. Eran los moros cuatro-
cientos mil f que convidados de la fertilidad de Fran-
cia y por sargento vagamundaj con sus hijos, mujeres
y ropa hablan pasado la mar para hacer en ella su
asiento. El número de los cristianos era muy menor,
pero aventajábanse en el esfuerzo y destreza del pe-
lear y io que era mas principal , tenían 4 Dios y la
justicia de su parle. La esperanza por ambas partea
era grande, y el miedo no menor. Acométense entre
sí las haces, cierran ytrábanse los escuadrones, em-
bravécese la bnlalln por todas partes , que por gran
espado estuvo suspensa sin declarar la victoria por
tos moros ni por los cristhinos ; pero en tin la valentía
y valer prevaleció contra aquella gran canalla. Gran-
de y casi ioereible fue lu matanza : murieron tres-
cientos y setenta míh moros, y lo que hizo mucho al
caso para qué la victoria fuese mas alegre, el mismo
Abderrahman quedó tendido entre losdemfls cuerpos
muertos. De los vencedores faltaron hasta mil y qut«
nientos, pequeño número para victoria tan grande,
si bien eran de los mas señalados, unos en valor y
hazañas, otros en la nobleza de sus linajes.
La alegría por causa desta victoria fue colmada pa-
ra lodo el Cristianismo no solo p>r si misma que fue
muy señalada , sino por la muestra que se dio , y es-
perauza que todos cobraron de que aquella gente hast i
entoncfss iuveacible podría por el esfuerzo de los
crislianos iter Tencida. Entre tolos se señaló en esta
batalla á dicho del mismo M arletlocl duque dé Ecrdon,
que en to mae recio de la pelea , como lo tenían antes
concertado , con los cabuAos ligeros y gente mas
soella rodeó los escuadronss con tanta presteza, que
antes que mirasen en ello, car^'ó sobre los enemigos
por las espaldas y los puso eo confusión. Dióse er ta
dichosa batalla el año de nuestra salvación de 734 (2),
que era el veíjte y uno después de la pérdida de Es-
paña. En esle tiempo tema el imperio de Oriente
Constantino Ñamado Coprooyiuo, de ias cartas de
Eodoo alpontllice romano Gregorio se aupo en Roma
y se tuvo aviso de la victoria y del número de los
muertos: de que se entiende f simfsmo que el papa
las envió tres espongias bendítuü, es á saber á la ma-
nera que se bieodíceu los Agtms Dei , y que lodos los
que alcanzaron alguna partecica dellus, salieron de la
batalla sio tesíon alguna; cosa maravillosa, cpmo
verdadera. Los mas cuentan á este pontiflce Gregorio
por el Segundo de aquel nombre , la razón de los
tiemjHM convence que no fue sino el Tercero.
(i) Ya hemos dicho qae Euáoa no era señor de Vlseaya;
wsQo el CfvnioMi Ma¿M Bügicó fue hijo de Bartrando
dnqae de Aquitaoia y tenia en propiedad el ducado, no por
iwneflciodel principe Hiideríco.
(2) todes-m htttoiiftdores la ponen ef 791 , die» aííós
twapaes quoles moras ealraroa en Espafia.
Abdeimelich sucedió en el lugtir de AbderrabinaDi
y tuvo el gobierno de los moros en España^y eo todo
lo que della dependía , por espacio de cuatro años
siguientes sin señalarse en cosa alguna, sino eli
crueldad y en cohechar la gente que volvía en si
después de tantos trabajos: tacha que no solo afeaá
los priticipes y amancilla á los crue gobiernan el pne*
blo , sino es muy grave delito. Gomo él era, asi le su*
cedieron las empresas. Tuvo comisión y órdiu de
acometer la Francio; pero perdida mucha de su gente
á la pasada délos montes Pirineos, fue forzado do vol-
ver atrás. En el mismo tieinpo es á saber en el año 737
don Peiayo primero rey de España cargado de años y
esclarecido por sus proezas pu«ó desta vida eo Cangas.
Su cuerpo sepultaron en santa Olalla Yalaniensoy
iglesia que él misnao había fundado en tierra de Can-
gas. Alli lambien sepultaron su mujer la reina Gau-
diosa. Sucedió en el roino sin contradicción don
Favila su hijo , y le gobernó por espacio de dos años
p. íncipe mas conocido por su desastrada muerte y por
la liviandad desús costumbres, que por otra cosa al-
guna; pues sin embargo de lasmucnas guerras quo
tenia entre las !naat>s , y quo su nuevo reino es*
taba en balanzas , y mas se conservaba por la llaque*
za de los moros y revuelta de los tiempos que por Its
fuenasde los cristianes, mostraba cuidar poco del
gobierno , y tener mas oueau eon sus particulares
guatos que con el bien coroun , en especial era dema-
siadamente aficionado ¿ k caza , y en ella un oso qno
seguía desapoderadamente, ie mató sin que dejaso
ninguna loa ni en vida ni en muerte. Fue sepultado
en la iglesia de Santa Cruz , que él mismo edificó eo
tierra de Cangas^ en que se veia otrosí antiguamente
el sepulcro y lucillo de Proleva su mujer.
üu cieno didcono llamado iuliano, griego do oa-*
clon (3), docto en las dos lenguas griega y latina,
por estos tiempos escribía en Toledo las antigüedad-
des de España y las cosas que hizo don Peiayo. Dfceio
cierto autor. Hay quien diga que fde tbesalonieeneo
Í arcediano de Toledo: ítem que se llamaba Juliano
ocas: Ítem que comenzó su historia deide el aAo
cuatrocientos y cincuenta y cinco, urbano prelado
de Toledo en lo postrero de su edad, Bvánoio arce-
diano de aquella iglesia, Fredoario obispo de GoadíX)
varones esceienlespor la santidad de sos costumbres
y por su doctrina, resplandecia en aquella escvri^
dad de toJas tas cosas de hi manera que las estr^Noi
entre las tinieblas de la noche. Gontemporioeo delloo
fue Juan prelado de Sevilla, qoe tradujo la Biblia eO'
lengua arábiga con intento de ayudar á los eristf anos*
y é los moros á causa que la lengoa arábiga se osaba
mocho y comunmente entré todos, la latina ordina-
riamente ni se usaba ni se sabia. Hay algunos trasia*
dos desta traducción, que se han conservedo basta
noestra edad y se ven ea algunos logares de Ba^-'
paña,
CAPITULO IV.
Del rey don Alonso llamado el Católico.
FALLEaó don Favila sin sucesión: don AJooso por
tanto y Ormisinda su mujer , según que estaba dís^
puesto en el testamento do don Pehryo (4>, feeron
recebidos y declarado por reyes con ¿rande alegriar
del pueblo, y en gran pro de todo el remo. Corrían eft
don Alonso á fas parejas las artes de la guerra y dé la
paz, maraviltosojior la constancia que mostró en las
adversidades, señalado por la felicidad que tuvo or*
>i<io
S) Ambrosio de Morales dada mudM de qae
ha4
bido tal escritor ni tal libre.
(4) Niogun escritor antigo) hace maneion dtl téatanento
da don Peí»yo , y Ambrosio de Morales ha feínostnulo que la
«4>roQa no era entonces tiereditaria sino electiva. A la muerta
de don Favila los cristianos elineroa i don Alonso, comoí
capitán esperhnentado y de mucho valor.
filio BIBLIOTECA Mi
dioariusieDta ea sus emprcsaSi Un dado al cuito de
ía religión, que por esta causa le dieroo renombre de
Católico : apellido que antiguamente en el co&cílio
Toledano tercero, en el tiempo que se redujo á la
Iglesia católica tooa la nación de los godos deshecha-
fias las herejías át Arrio, con mucha raza so dio ul
rey Recaredo. Desusóse después por muchos siglos
hasta que Alejandro VI 8unu> pontilice le renovó eu
don Fernando de Aragón rey católico de España, y
hizo que se perpetuase en los reyes sus sucesores.
Florecía en aquel tiempo España con los bienes de
una muy larga paz, África y Francia ardían en guer-
ras civiles. Garios Martelio por la muerte de Eudon
su competidor se apoderó del grande estado que te^
nía en Francia»
Tres hijos que quedaron del difunto , Aznar, Hun-
soldó y Vayfero , como herederos de la enemistad de
su padre, y con intento de satisfacerse de su contra-
rio acudieron á las armas. Aznar en aquella parte de
España Cjue cae cerca de Navarra, tomó á los moros
h ciudadde Jaca con otros muchos castillos y plazas,
por donde. fue tronco y fundador del reioo y geate de
Aragón: nombre que se tomó del río Aragón, que
pasa por aquella comarca, yiunto con el rio Éga
mezcla sus agiua con las de Ebro, como en otro lu-
gar se declara. Huonoldo y Vayfero acudieron á lo de
rancia: rompieron con su gente por toda aquella
provincia, que corrieron iiasta pasar el rio Ródano.
En todas partes pusieron grande espanto : no perdo-
naron á varones ni á mujeres, á niños ni á viejos,
como acontece que las pasiones do los príncipes
descargan de ordinario sot)re la gente menuda. Gar-^
gó principalmente este daño sobre los Aliebróos,
que son las partes de Saboya y del Delfinado. Vjena
can grande difícultad í^b pudo defender. Dende revol-
vieron contra lo de mas adentro de Francia que cae
deata parte del Ródano. Los moros movidosdei des^o
que tenían de sajjsíacerse de la afrenta pagada, de^
m&s desto IkqttaUos por Mauricio conde de Marsella y
de Hunnioldo y Vayfero, que pret<?iidian por este
camino apretar á MarleUo y ¿ los franceses» tornaron
á hacer gu^mfik en la Francia.
- Gobernaba p^r estQ tiempo, los moros de Espnña
Aucupai eisbe tooióá su llegada residencia á Abdel«-
melicn» y con color que no descargaba basUrntemen*
te da lo. que le achacaban,. Je, puso en prisioi^s. Fue
Aueupa muy noble entre los suyps , ^ran colador de
su supoRitifiion, de tal. guisa que ningunos delitos
oasti^ban con (snUí severidad como los comalidos
contni eUa.Goncertóse pues con Mauricio conde^de .
Marsella y con los hijos de Eij^oo, y con su avuda y
las gente» que nOQtió en Francia^ paLÓ tan adelante
que 80 apodeió dn Aviñon, ciudad pubsta sobre el .
lio Ródano, ipuy «nelia y ipuy noble. Los pueblos
comarcanos. padecieron quemas, talas y robos^ Todo,
esto sucedió cíoco años después que se dio la batalla
muy famosa de Tours, es á saber el año de 739^ que
fue el primero del reinado de don Alonso. Hiseraole
el estado en quo los cosas estaban, grande la avenida
de male.«i pero el valor de Marlelfo sustentó lo de
Francia, porque echó los enemigos de aquella pro-
vincia, y Jos ari^edró desta parte de los Pirineo?.
Apoderóse de Ayíuóíy, y de Narbona, de suerte que
casi no quedó por los ¿odos ni por los moros cosa al-
guna en toda la Francia. .
, La guerra de Afripa se hacia y continuaba con
mayor calor y pertinacia. Fue os( que Belgio Aben-
lío, capiti)n do gran nombre enU'e los moros, le^
vantó los del pueblo contra su señor y miramamolin
Uean, no sedeolarfi la causa : i muchos les parece
bastante para acometer cua'qiiier maldad el deseo de
feínar . Diéronse mvohnsJbatñllaa eo África, los tran-
ces fueron variables, Ja victoria de ordinario quedó
por los levantados: con que finalmente Beldase d6«
lermiúó de pasar en España. Abdelmelicb a la sa2on
era vuelto al gobierno que antes tuvo^ por óiden da
Aucqpa que falleció, y por su muerte á^iá dispuesto
le sacasen de la prisión do él le teoia, y le restituye-
sen el cargo. Lo cual fue para su mal á causa que
Abderrahman enviado delante por Belgio con nu
grueso ejército para que le allanase la tierra, le
prendió dentro de Córdoba , y !e hizo morir con todo
género de tormentos el año 743, en que murió eso
mismo el miramamolin Isoam. Sucedió en aquel
grande imperio Alulit hijo de Izit, según que lo te-
nían antes asentado. Tuvo sobrenombre de Hermoso;
las esperanzas que al principio dio, fueron grandes,
el suceso diferente. Ponía ule en cuidado la guerra
gue Belgio bada en África, ca volvió según parece
de Espuna, y las alteraciones que doran por parle de
los levantados continuaba en España.
Los movimientos de África no hacen á nuestro
propósito , ni h;iy para que relatallos : basta saber
que el emperador Alulit al principio de su imperio
proveyó para el gobierno de España un hombre prin-
cipal y prudente llamado Albuicatar, que con su bue-
na maña, y.con enviar los reboltosos á África para
que ayudasen en la guerra quo allá se hacia, sosegó
las alteraciones de E^^paña; pero poco después fue
muerto por conjuración de Zimael: con que Roba
compañero de Zimael, y el principal atizador de
aquella conjuración, se apoderó del gobierno y auu
del reino de España sin que nadie le pudiese ir á la
mano, porque el emperador Alalit falleció el segando
año de su imperio , que fue el de 744. C^edo por
sucesor suyo Ibrahem su hermano, que no tuvo me*
jor suceso, ni le duró el señorío mas tiempo queá
su predecesor. Fue asi que Maroan sin embargo que
era de su misma parentela» y de la nobilísima alcuña
entre los moros de ¡08 Uumeyas, con el ayuda de
oquelJa parcialidad degolló, á (braem dentro da su
palacio el año segundo de su imperio; y íh^u tanto
quedó por s^ñor de todo. En tiempo deste emperador
por muerto de Roba, que Je mataron en cterita bata«
lia, tavo el gobierno.de España Tova, y muerto este
dentro de un año. Juzeph nombre de grandes partes
fue proveído y enviado de África en lugar de tos dos.
Era de grande edad y sin embargo muy dado á mu-
jeres; pero recompensaba en parte esta falta la des-
treza qg^t^niía en las «irmas y la ft^rpa de^s proejias.
En tiempo deste ¡gobernador de España en Asia Ab-
dáilla qu<^ era do los A^Y^Pínos, casa y linaje nobili-
simo eotre los moroá, se conjuró .con los desta
purcjalidad,y dio la muerto á Maroan el ano del Señor
de 750. Pareció justa.su pretensión para ia venganza
que tomó de la muerte que dieron a su señor; pero
en premio de su trabajo se quedó con el imperio, y
con intento de asegurarse en él procuró destruir de
todo punto y acabar la parcialidad de ios Humeyas,
linaje y casta do los emperadores pasados. Como lo
intentó, así en gran parte lo puso en efecto.
. En Espina el año de 753 en Córdoba se vieron tres
soles (1), co»a que causó grande espanto por ser la
gente tan grosera y ruda , que no alcanzaba cómoeo
una nube de i^ual grosMra y densidad, á la manera
que en espejo, se pueden representar nmcboe soles
sin algún otro núsierio. Como estaban azarados con
el miedo, le) parecían y se les rejpreséntaban otras
visiones diferentes como de hombres que iban en
procesión con antorchas de fuego. Aumentóse la ma-
ravilla y el espanto por causa d^ una muy grande
liambre que por el mismo tiempo se siguió«n ¿ipaiU
por la sequedad que á veces padece y falta da ^gua.
En el entretanto $1 rey don Alonso con intento de
aprovecharse de la buena ocasión que se le representa-
ba para ensanchar los términos de su reino, que eran
muy angostos^ por ia diseordia deles nnrot y sns re-
(i) Aparedó-este fenómeno celeste cooio refieie Isidoio
obispo de Beja , la e^v 7B4 » qqe c^^^^spoode |il año 74&
■ISTOHIA DE ESPAÍIa.
TUKltas ten greodes , además qne los cristiaoos esta»
ban cansados de so seoorfo, juntó' las mas gen tes que
pudo para hacer entrada en lá$ tierras comarcanas.
Sacediófe mny bien su pretensiony la jornada porque
en Galicia recobró á Lugo, Tuy, Astorna ; en la Lu-
sitania la ciodad de Portu , asentada sobre un puerto
por In parte que el rio Duero d«9sagua en el miir, y las
de Beja, Braga , Viseo» Flavia , y mas adestró ¿ Bre-
tísa y Sentica, pueblos que hoy se llaman LeHesmu y
Zároom. Tomó otrosí por aquella comarca 4 Siman^
cas, Dueñas, Miranda y las ciudades de Se^^oviay
Avila , y ú SepáWeda puesta á las haldas del monte
Orospeda á la ribera del rio Dnraton, asentada en un
sitio muy fuerte, y que antiguamente se llamó St^go-
briga y mas adelante Sepúlveda , como consta de sus
mismos fueros de que antiguamente usaba , y que
era pueblo muy grande y de muy graode autorídbd.
Demás desta con las armas vencedoras, y en pro*
secucion d«: victorias tan nobles , revolvió subre^ias
comarcas de Briviescay de la Rioja, pueblos que
antiguamente se contaban entre los várdulos , y se
apoderó de aquellos distritüs. La Rioja está en uu la-
do del monte idubeda por la parte que el rio Ogiaque
se derriba de aquel monte , pasa y se mezcla con el
rio Ebro : es tierra muy apacible y muy fértil. Lo
mismo hizo de Pamplona en Navarra, vdelo que hoy
se llama Álava, parte de Vizcaya, verdad es que
muchos destos pueblos por el vario suceso do las
guerras tornaron ó perderse á causa que el poder de
los rjsyes moros de Córdoba en gran perjuicio de los
cristianos comenzó á levantarse por este tiempo , se-
gún que piico después se dirá , y creció adelante
mucho en autoridad y fuerzas. Procuró el rey don
Alonso, y hizo que en las ciudades catedrales que se
{ganaron, fuesen puestos obisjios\ que refórmbban
as costumbres de aquellos cristianos, y las limpia-
ban de la maleza que de \s conversación de los moros
se les habia pegaílo. Cgltíyabap los pueblos con el
buen ejemplo , con nuevas leyes f)ne hacian , con
declaralles y predicallesla palabra de Dios. Reedili-
cábanse les templos do estqban caídos, y lus profana-
dos con la superstición de I js moros los reconciliaban
¿ consagraban de nuevo. Reparaban los ornamentos
(le las iglesias por cuanto lo sufrin la pobreza de la
gen!ey las rentas reales que eran muy tenues. Final-
mente una nueva luz se mostraba por todas partes ,
muy gran materia al presente de alegría, y de mayor
e^pi^ranza para lo de adelante.
Los antiguos geógrafos situaron los várdulos en la
Cintabria por aquella parte que es bañada del mar
Océ;ino : los antiguos historiadores de España, como
hombres de corto ingenio y pequeña erudición , los
pudieron en aquella parte de Castilla la Vieja que an-
tiguamente llamaron los vaceos..Desta opinión pro*-
oeílió otro nuevo engaño, y fue que comodón Alunso
ganase gran parte de Castilla la Vieja, lu cual nues-
tros historiadores llamaron várdulos, olros.se per-
fuadíeruu qpe desta hecha quitó á los moros teda la
Cuntabríao Vizcaya; pero por b&stantes testimonios
Si; puede mostrar que los .moros eu ningún tiempo
2U
y aui) esclava, tuvo fuera de matrimonio á Maure^u-
to. Hiciéronle exequias y enterraim'euto muy solem-
ne no tanto por el aparato y gasto, cuanto por las
verdaderas lágrimas y sentimiento de todos sus va-
sallos, y por las voces del cielo querdicen ge oyenmen
el enterramiento , de ángeles ooe cantabarf aque-
llas palabras de la divina Escritura : « El justo es
»quiiado, y nadie ponie mientes en ello : ei quitado
))porcau«a de la maldad, y será en paz su memoria.»
Sepultaron esto» rey y reina en Cangas en el monas-
terio de Saeta María. Tuvo don Alonsaun hermano
por nombre Froyla, mas conocido por dos hijos su-
yos Aurelio y Vt;remUDdo, ó Bermudo, que por otra
causa que del se sepa. Volvamos A las cosas de los
mor)» , que por estar mezcladas con la^ nuestras no
se pueüeu olvidar del todo. En partir^uiar será bi^n
declarar la of^asion , los principios y aumento de la
discordia muy grande que entre aquella geute se en-
cendió por este tiempo , y los cimientos que con esto
se echaron de un nuevo y muy poderoso reino de
moro^ que se levantó en España.
CAPITULO V.
Do (los linajes los mas principales entre los morjLO,
Por las armas de los sarracenos y por el vergonzo
descuido de los nuestros la mayor y mas noble parto
de la redondez de la tierra quedó vencida y sujeta á
los enemigos del nombre cristianó crueles y fieros ,
los cuales tienen por abominable y por ilícito todo lo
que nosotros tenemos por santo. A| principio obede-
cía n todos á una cabeza y á un principe que cuidaba
de todo , de la guerra y del gobierno , hacia y desha-
da leyes, administraba justicia , hasU las miomas
cosas sagradas y pertenecientes al quitó de Dios
estaban á su cargo. En las historias de los árabes á
veces le llaman califa, que en romance quiere decjr
sucesor (2) á veces miramamolin , que es lo mismo
que príncipe de los que^ creen. En amor de la nueva
superstición hizo que al principio las cosas estuvie-
sen quietas : adelante con ^1 grande aumento que
tuvieron , y por sus muchas riquezas resultí(ron al-
borotos , y de unos se hicieron muchos imperios. Las
causas destas discordias y los suceso 4 no hacen á
nuestro propósito , solo por lo que loca a huestro
cuento , me pareció necesario decjarar el origen y
progreso de dos familias y casas las mas nobles que
bobo entre los moros, y por cuyas diferencias resul-
taron en este tiempo grandes alteraciones. Mahoma
fundador de aquel a secta y maestro de la nueva su-
perstición dio á muchas provincias guerras, en que-
siempre le sucedió prósperamente. Fue hombre de
ingenio despierto, astuto y malo : usaba de una pro-
funda ficción y apariencia de santidad, cosa muy á
propósito para engañar á la gente ; y no hay cosa mas
poden sa para ganar las voluntades de la muchedum-
bre , que la máscara de la religión : asi fueron innu-
merables los que engañó en toda su vida. A lu niuerle
de muchas mujeres con quien ilícita y torpemente
pasaron de un lugar que en Vizcaya vul^urmente ^e : se casó, dqjó solamente tres bijas (3) y ninguii hijo
Uama la Peña Horadada. El rey despuesquecoricluyó ] varón , ca uno que tuvo se le murió de doce ai^os. La
cosos tau grandes, falleció eu Cnngas de edad de i>e- ' mayor de las hijas se llamó Fátima : las otras Zeyne-
^tiuta y cuatro años el año que se coutuba 757 de bis y Imicultis quedaron casadas con hombres prin-
nuestra salvación. Fue principe esclarecido y señala* cípales y todavía por la muerte de Mahoma los sue-
do eatre lodos. Reinó por espacio de diez y nueve ^grosdél se encargaron del gobierno, primero Abu-
aaos y quien dice de diez y ocho. Dejó cinco hijos, los , bacar y después Homar en lugar dé sus hijas y nietos
«cuatro de Ormisinda su mujer , que fueron Froyla,
Bimarano, Aurelio (I) y lironda; de otra mujer baja,
( 1) E^ Cronicón de don Aloaso el Magno dice así : «des-
T'tjcs de la muerte de Froyla , Aurelio sa primo. en primer
^rado, hijo de Froyla y hermano de Alfonso el Grande, le .«^ ^^ «,»|,.v.v... .»»..>,...«.
Micedióen el reino.» El mismo Mariana pocodespqes dice (3) Ea freneral ios escritores árabes dicen que Mahoma
esto mismo : por consiguiente debe tenerse por desoeido de tuvo siete hijos, tres varones y cuatro hembras : otros diceu
Mariana 6 del amanuense el llamar aquí hijo á Aurelio. .' que fueron ocho, cuatro varones y'cuatro hembras.
Después destos Atuman marido de Fétima tuvo el
imperio ; que por ser la mayor tenia mejor derecho
(2) Según los árabes quiere decir vicario ó lugartenien-
te de su profeta Mahoma.
para snceileri lapidre (f). Deile tuvo origen el
lioaje da los Alavecinos , geate maf poderou en ri-
qufii9S7enseDario(2). A Aluibaa no sin coatradic-
ciDD de muchos , y grande alLeradon (iet pueblo, su-
cedió Uoabia marida de la segunda hija de Halioma
llamada' Ceyuehís , fundador que rii& del otro ÜDaje
muy valÍ<io de los Benhumejas. La cansa deslos
noaihresjrapellido^uoaesabe, ni lo que 8¡(;uJflcBo.
Lo cierto es que Hoabia sucedieron por órdea su hijo
Izit y Uaula su nietd , que perdooó i aua lasalios y
les descargó de la tercera parto de los tributos con
que acostumbraban á servir. Huerto Maula, los mo-
IV9 divididos en dos parcialidades, los unos siguieron
i Uaroao y loa otros i Ábdalla, que era segua ^o
pienv del lioaje 6 alcuña de los Alavecinos. Sea licito
usar de conjeturas en coiai tan escuras como ion las
de ai^uella naeioo. Por lo menú m tiempo del rey
Hoabia fue maestro de la milicia , que es como entra '
Dosotroa condestable : con que tuvo ocasión de grift-
I jear muchas riquezas y aliados, vde presenta tuvo
manera para echar al contrarío del reino y quedar
soto por señor de todo. Mus coa su muerte la corona
y cetro volvieron á Abdelmelích hijo de Maula, igae
gandgran renombre por conqubtar como cooquistA
toda la África, con que él y sus BncesoreiM faicieron
mas poderosos'que antes. Las discordias de los em-
peradores romanos dieron lugar A este daño, qne fuá
una miserable ceguera y una locura de loa hombrsi
muy grande ; pero mejor seri apartar el pensamiento
destaa cosas, cuya memoria A manera da cierto agui-
jón paniay duele.
Falleció Abdelmelích de su enfermedad , ; en tu
Patiu it Cdrdsht.
lugar suceilió su híjij Ulit, aa'uel por cuyo mandado |
TarifpafóenEspafia,y venciuaómuerloel rey don
' Bodrigo, senpadcródelreinodelosBodos. Enlncar
de riii sucedió priraer.> su hermano Zuleyman : oes-
pues Homar y Izit lii)ns de' Ülil por adonpinn de su
tío para oue juntamente y con igual poder f>nberna-
sen aquel imperio. A estos dos sucedió otro hermano
tercero llamado Iscam. A Iscain , Aluiit hijo de Izit.
Después de AluHt con grao voluntad de toda aquella
(1) Ala aiuerte da Ha boma rus electo uliCa Abu-Becro,
i quien wiediA Uiifuir , todoa por elertíoQ j no por juccsion
Di otro Ululo ilKuno.
(3) El linaje de los Ommiadac, lue lavo prínrlpio de
MMiinh. aestoealifa. Yelde losAbhitidas quereconocie-
roa i'nrsu rtbni 1 Abul-Abtasaffah t»)ÍS», yconservamn el
trotiu tiasiii el íüo «i5 de la Egir» que empeió el 18 ie
enero de t£i7, en qije li>s tirtane destniveron su imperio,
j se apridenron de B3f-dad,9iiíúrte, son los doi que luvie-
TOO casi MisniRlas el iuiperii) árabe. Marrana si;m¡endoal
arzobispo don IlodriiHi llama 1 los Ommiadas llenbumcyas,
jí los Abha5idis, nenalabasin. y se Ciiuivoca en el origen
que atribuye i esta segunda fainiilt.
nación Ihrahem su hermano Lomó el gobierno. A esle
dio la muerte Marcan, dado que era del mismo tina-
ja de ios Humeyfl4, y por fuena de armas como que-
da dichose apoderó de lodo. Las discordias deslos
principes dieron ocasión á los Alaveciuos que eran
liel lioajede Fdtima, para levantar cubezü y preva-'
lecer como los que tenian sus fuerzas eoleras y uni-
das, y los contrarios al r«vés divididas y (lacas.
Abdolla pues hombre de grande industria y no
menor corazón , muerto une bobo á Haroan, que á
causa de aquellas revueltas se hallaba con pocas
fuerzas; restituyó últimamente á los qne descendian
de Fitim.i, el imperio de los moros , como queda ya
tocado, y para aseguralle mas y])erpeiualle en su*,
descendieu tes hizo gran carnicería en el linaje de los'
Humeyas por ningún otro delito sínupor sospechar
pretendían el imperio ^ue ya tuvieron ; camino por
donde de presente se hjzo odioso, y para adelante su
nombre fue tenido por infame como de cruel y lira-
no. Fuera destoAbuerrahman que ei-a de losBenhu-
meyas,- fue puesto en. necesidad por escapar de
aquella camiceria , de pasar & España -para intentar
» ' ■»
cosas iiüa?ai , por entender que los moros comun-
meote que aqueila proiinda eran aOcionados á los
emperadores pagados , y al linaje de los Benbnineyas
á causa de las machas mercedes que de ellos teman
recebidas ; con la ayuda de los cuales y el esfuerzo y
buena inaxla de Abderrahman se fundó un riuevb
reino de moros en aj^uella provincia > ezeoto y libre
áú señorío de ios miramamotfnes de i^frica y de los
califés de Asia, su asiento en la ciudad de Córdoba^
do las demás ciudades acudían como á su cabeza 7
metrópoK, según que adelante se entenderá mejor.
CAPITULO TI.
Be loe reyes Proyla, Aurelio y Sllon.
Pon h muerte de don Alonso el Católico su hijo
mayor llamado Froyla ó Ffeula se encargó del go-
bierno y del reino de los cristianos en España, como
era razón y derecho , el año de 757. Tuto el reino
once años y tres meses : su ^bierno y fama tuvo
mezcla de malo y de bueno. Fue áspero de condi-
ción, indinando é severidad, y aun mas aficionado á
crueldad que á misericordia. Los principes con la
grande libertad que tienen, pocas veces se van á la
mano, y de ordinario siguen sus inclinaciones y pa-
siones : los aduladores, de que hay gran número en
las casas de los reyes, nacen que el mal pase adelan-
te; nue ne hay quien sé atreva á decir la verdad : á
los vicios dan nombres délas virtudes á ellos seme-
jantes, y hacen creer oqe ta crueldad es justicia , y
que la maíicia es pruciencta , y asi de lo demás , con
que todo se pervierte. Verdad es que tuvo algunas
oosai^debuen princlne. porque lo primero fundó y
ediicó á OvfeJo ciudad principal y noble en las As-
turias, si bien algunos atribuye^ esta iündaclon á su
padre el rey don Alonso^ pero sin bastantes bmda-
mentos. Dió á la nueva ciudad derecho y bonra de
obispado : demás desto apartó los casamientos de los
sacerdotes , costumbre antiguamente recebida por
ley de Witita , y después muy arraigcda por el ejem-
plo de los griegos, con que se encendió la ira de
Dios contra España y incurrfó en tan graves desas-^
tres y castigos , como lo entendía ia gente mas
cuerda.
Con esta'resolucion cuanto fue clamor y benevo-
lencia que gaoó con los buenos, tanto se desabrid
gran parte oel pueblo y de los sacerdotes, porque lo^
nombres ordinaríaménte quieren que lo antiguo y
lo usado vaya adelante ; y fa libertad de pecar es
muy agradable á la muchedumbre. Desta severidad
f procedió gran parle del odio que en su vida muchos
e tuvieron , y después de su muerte suuómbre que-
dd acerca de los doscendíentes amancillado y afren-
tado mas de lo que merecía. Asi se puede sospechar,
imes fuera de las demás virtudes en lo que toca á la
guerra, procuró seguir las pisadas de su padre. En
particulaf el segundo año de su reinado en una gran
batalla desbarató á Juzeph gobernador de España por
los moros, viejo capitán , y que con un grueso ejér-
cito talaba y destruía las tierras de Galicia. Ninguna
victoria hubo en aquella era ni mas esclarecida, ni
de mayor provecho para los cristianos, ca quedaron
muertos cmcuenta v cuatro mil moros Esta pérdida
fue causa que iokepn . que por espacio de cuatro años
hacia resistencia á Abderrahman para que no se apo-
derase de España como prcteuaia, se acabase de
Serder ; porque como se viese trabajado por el linaje
e los Humeyas, huyó de Córdoba ; mas por diligeu-
da de sus enemigos fue preso en Granada , de donde
escapó y se huyó á Toledo confiado en la fortaleza de
aquella ciudad, y con esperanza que aquellos ciudu-
danoa le aqudiriau. Sucedióle al revés, que como á
caído todos le faltaron , y los mismos én quienes
mas coáiiaba , fe dieron ta fauerte coa intento de
taíA^íA. 9iS
ganar I su costa la ffrucia del vencedor. D0sde este
tiempo que fue el año de nuestra salvación 7S9, y
conforme á ht cuenta de los árabes ciento y cuarenta
y dos , todos los moros de España se tornaron á unir
debajo de una cabeza y gobierno; y Abderrahman
Abenhumeya que tuvo adelante sobrenombre de
Adahil , fundó un nuevo reino de su nación mas po*
deroao que antes, exento de la jurisprudencia de los
moros de África y de Asia como poco antes queda
apuntado.
Sola Valencia , ciudad de los edetanos parte de la
España tarraconense, se mantuvo por algún tiempo
en la devoción antigua; pero últimamente Abderran-
man con un largo y apretado sitio que sobre ella puso,
la forzó por las armas á seguir el partido de las demás.
Era grande el odio que este príncipe mostraba centra
nuestra religión , tanto que los cristianos de aquella
ciudad se salieron della y llevaron consigo á lo pos-
trero déla Lusitanfa por la parte que el promontorio
Sacro se alarga mucho en el mar, los sagrados (luesos
del mártir San Vicent<^, qué en tiempos pasados,
como queda dicho , padeció en aquella ciudad , al
cual elfos adoraban como á Bios , y era célebre por la
fama de los milagros : tales son las palabras del moro
Rasis , que me pareció poner aqui. Sucedió adebinte
que tm moro natural de Fez llamado AUiboliaces
andando por alU á caza, halló estos hombres, y como
los matase, llevó consigo á África por esclavos sus
hiios, niños de pequeña edad ; por cuya información
adelante se supo el lugar en que quedaron escondí-*
dos Tos sagrados huesos , que fue ocasión de mudar
el nombre á {|quel promontorio, y llamarse adelante
el cabo de San Vicente : pero desto se tornará á ha<«
blar en otro lugar.
El rey bárbaro ensoberbecido con tantas victorias,
y por sucederle todo á sü voluntad acometió á hacer
guerra á los gallegos. Por otria parte puso cerco sobre
eja ciudad de Portugal , que antig-.ian^ent6 era P4Z
luüf». Déla una y de la otra parte rae rechazado po^
el esfuerzoj armas del rey don Fruela, el cual con
su buena dicha ydiligenciu no solo defendió las tier-
ras. deJos cristianos á^ las indolencias de los bárba-
ros, sino también acudió á sosegar las alteraciones
de los naturales; eñ especial de l^s gallegos . que
sospechó andabau alterados por haber quitado las
, mujeres á los sacerdotes. Asimismo los de Navarra
que andaban levantados , se redujeron á obediencia
el año de 761. En esta jornada se casó el rey don
Fruela con Menina , otros la llaman Momerana, hija
de Eudon (I) duque de Gulena, y hermana de Aznar
que de buena«gana vino en este casamiento por es-
tarles á todos muy á cuento. Desta señora nacieron
don Alonso, que adelante tuvo el reino, y renombre
de Gasto, y doña Jimena, muy conocida por ser ma*
dre de Bernardo del Carpió y por su poca hones-'
tidadm.
Pudiera el rey don Fruela ser contado eptre los
grandes príncipes si no amancillara su fama y sus
virtudes con la muerte que dió por sus propias ma-
nos á su hermano Bimarano : necho grandemente
inhumano, y que le hizo muy odioso. Era Bimarano
de gentil disposición, y con su mucha afabilidad ga-
naba las voluntades del pueblo : sospechó su herma-
no que procuraba hacerse rey ; y por ventura como
(i) Don Alonso el Magno en su CraniCM la Uama Muoia
Jdice que era muy joven :, la Croaica aeoerat Muoioa, y
ice que era del linaje de los reyes de Navarra. De todos
modos se ve que no podía ser hga de Eudon que hacia 2tf
aiios que babia tnuerto el 73S.
(2) Los eruditos desechan coao fábulas los amores d^
dona Jimena con el conde de Saldaua , el haber sido madre de
Beroardo del Carpió, y' Tas proezas que á este se te atriboveo,
porque Cronicpnei Je Oulddio, el Emilianense ó.de Albel-
da, y el dé ion Alólisb el Magno que son los mas iájoadíAtos
á este tisopo, so hacen manooo da nada de esto^
«
íi( BmUOT|Gi M
•uel0 acoi letzTf los que esUban desconteDtos ie h
tfBveridad de] rey» pretendían tomarle qun su cabeza
y debajo de su sombra alterar á los demás , porqa'^
DO so puede eulcnder por don Fru^a sin propósiu) >
Y síQ teuer alguna causa para ello hiciese cosa tun
fea, dado que ninguna pudo ser bastante para escu-
sr.r esceso tan grave ; y el mismo para aplacar el odio
quede aquella muerte resultó, prohijó y nomt>rópor
su sucesor en el reino á don Bermudo (i) hijo del
mu^tD ; pero no sirvió de nada porque los suyos j
en particular doo Aurelio su hermano se c<)njurafoa
contra él y le dieron la muerte en Gangas. Sepultaron
al rey. don Fruda y su mujer Menina en la iglesia
Bfa]¡or de Oviedo. £ñ este tiempo Yero arzobispo de
Sevilla resplaudecia por su santa vida , erudición y
libros que escribió. Asimismo Pedro prelado dé Tole-
do sucesor de Urbano, por sobrenombre el Hermoso,
compuso un libro de como se debia celebrar la Pas-
cua, muy alabado en aquel tiempo, enderezado álos
de Sevilla que en esta cuenta andaban errados.
A Pedro sucedió Clxila, que escrib'ó la vida de San
Udefonso, Adriano pontÍGce romano enderezó uua.
carta á este prelado (dado que le llama Egila] en que
reprehéndela costumbre que teniap en E^^paim, creo
tomada de Grecia , de comer carne los sanados. Yo
ontiendaquo de aquella costumbre por cierta mane-
ra de concordia se lomó Ja que al presente se guar-
dia, de comer aquéllos diaslos menudos y estremi-
dad delosaninuiles: quién dice que esto se introdujo
el año de Gristo de mil y dbcieutos y dooe , cuando
los nuestros en el puerto del Huiadár ganaron aque-
lla batalla contra los moros tan señalada y famosa ,
pero no hay para asegurar esto uittor iji arjgumento
bastante. Todavía el despensero de la reina doña
Leouor mujor del rey don Juan-el Primero así lo dice,
y la Valeriana como se refiere adelante en el lib. XI
cap* XXIY. Las listas antiguas de los arzobispos de
Toledo no solo no ponen ¿Urbano en aquel número
sino tampoco á Pedro, en lugar de ios cuales cuen-
tan por predecesores de Cixila ¿ Suñiéredo yConcdr-
dio. La oscuridad de aquéllos tiempos es tan grando,
que á las veces nos fVierza á reparar, no de otra ma-
nera que ;quien no sabe el camino, llegado á alguna
encrucijada do se divide en muchas partes, coma
ninguno de aquellos caminos le descontente, ningu-
no le agrada.
. El matador del rey don Fruela, vengador de Bima-
rauo y hermano de entrambos , dado que otros le ha-
cen primo , hijo de don Fruela que fue bermauo del
rey aou Alonso . entró en el reino y tomó la corona
SI año de 768. No hicieron caso de don Alonso hijo
el rey don Fruela para que heredase ¿ su padre , así
por S14 pcquéña.edad como por el odio que todos á su
|)adre teman. Reinó don Aurelio seis años y medio
no hizo cosa en paz y en guerra que sea digíia de
memoria por lo menos que por ella merezca ser ala-
bado. Vendad es que apaciguó una guerra civil que
encendieron los esclavos , ca con deseo de libertad y
cúñ ia ocasión que le daba la revuelta ^e los tiempos,
se apellidaron en gran úúmero y tomaron las armas ;
pero la loa que por esta causa gauó , la oscureció del
tocto y amancilló con un asiento muv feo que hi/.o
con los moros , en que se obligó de darles c&da un
tfio cierto número de doncellas nobles como por pa-
rias ^2). La prosperidad de Abderrahman ponia á los
nue^lros espante. Temían con razón que las armas
de aquel nuevo reino y sus fuerzas muy grandes no
(I) Queda dicho qne dea AoreKo no era hermano del rey
don Fraela , sino prjoio , h^o de don Fruela hermano de doo
Alonso, y aquel no Bimarano, fhe quien le sucedij) por elec-
don pues no hablan nada de adopcioa los Cronicones el-
tadof.
()) A ser ¿ierto creemos que no le hubiera pasado por al-
to á lót autores de los Groniconeg este hecho , que 00 am-
pieu 4 nenttne hasta el siglo Xlll.
4A1PAR T aoi6. ....
oprimiesen las de los cristianos j que de suyo eraa
flacus, y por la discordia de los parciales á punto de
perderse.
Procuró el rey doa Aurelio üeprevenirse de ÍMrua
contra aquella tempestad que amenazaba, y por esta
causa caló su hermana Adosinda qon Süoa hambre
poderoso y principal con esperanza y deseno que en
vida le ayudaría, si fueae necesario, y después de
muerto Je sucedería, en el reino por no tener él hijos,
ni aun se sab') bastantemente que haya sido casado.
Bl cronicón del rey don Alonso el Magtio dice que el
rey don Aurelio fue sepultado en el valle de lagueya
en ia iglesia de San Martin : don Lucas de Tuy dice
que le enterraron an Cangas. Dificultoso en concor-
dar estas opiniones, ni como jaez sentenciar por la
verdad. Quién dice que lagueya y Caagu es lo mis-
mo, quien que lagueya es la villa de Yanguas : por
esta opinión hace la semejanza de los nombres mo«
derno y antiguo, y que en aquelU villa en ia iglesia
de San Miguel hay una cueva con advocación de San
Andrés , y en ella dos senulcros ó lucillos juntos el
uno del ¿tro^ los cuales el pueblo como cosa reeeiii-
da de sus antepasados, tiene por de los dos reyea
don Favila y don Aurelio ; que si esto ae^recibe será
necesario confesar que el nombre de aquella iglesia
con el tiempo se ha mudado, por lo menos que lea
huesos de aquellos reyes de do primera estahian en-
terrados se trasladaron á aquel Jugar : cosa que en el
rey don Favila no tiene duda haber primero sido se*
pultado en otro lugar como queda 8¡rriba,s^alado,es
a saber en tierra de Cangas.
Por ia muerte pues de don Aurelio, Sllon su cufiado
fue alzado por rey en Previa juntamente con Odosia-
da su niujer. Reinó por espacio de nueve. años, un
mes y un día. -Enfrenó al principio de su reinado y
sosegó los galleaos que andaban alborotados cerca
deifícale Ciperio, que hoy se llama Cabreros. Los
motivos y ocasiones desta guerra no se escriben : solo
refieren que por ser Silon de grande edad; ó porque
naturalmente era enemigo de cuidados , y no se ha-
UaJba con fuerzas para llevar aquel peso, se resolvió
de partir mano no solo, del cuidado de la guerra ^ si-
no también del gobierno ; y pa/a esto por amonesta*
cion de su mujer nombró por su compaiíero en el
reine con plena autoridad en guerra y en paz á don
Alonso hijo del rey don Fruela: La^ miseria y mengua
destos tiempos fue tal, que cuando \a república esta*
hn mus revuelta con las olas de una cruel tempestad,
y touia necesidad de un gobernador varonil» enton-
ces por la mavor parte le cabían en suerte reyes sin
provecho y cobaraes.
Desde este tiempo parece que don Alonso tuvo
nombre de rey, como se puede mostrar ppr un prívi-
legio el más antiguo de cuantos en £spana se bailan
en los archivos, dado á Santa María de Yalpuesta,
que hoy es iglesia colegial y antiguamente era mo*
ua^tério de monjas : en él por lu liberalidad del rey
don Alüuso se hace donación á aquél templo de mu-
chas heredades era de ochocientos y doce, que con-
curie con el aüo de Cristo de 774 , que fue el príme-
ro del reinado de Silon, si y a por v^n'ura los números
no e-^tán errados. Porque la opíuion de los qaeatri*
buyeii este prrvüegio á doa Alonso el Católico , no
vienc.bten pur la razón de los tiempos. T sea lo que
fuere en esta parte, la maldición que en aquellas le*
tras se contiene, es muy digna de ser considerada.
Dice que el que quebrantare aquella' do pación, sea
anatema , marrano (3) y descomulgado ; de las cua-
les palabras se entiende que esta palabra marrano no
se deriba de la palabra moro, como si dijésemos
Maurauo , como ulguuos sospechan que resultó ea
(3) VoK ¿e desprecio coo que habiin adaquado é Abder^
rahman por miramamolin 6 califa de Espafia deoosiabaai
los que seguían el partido de hts Abbasldu Mtmatittas.
Italia en tiempo del empendor Federico BarbaiT(^a por
ocasión oue muchos morosque est-ibanisu gualdo
después qe coovertjdo&á^la ley de Cristo la renegaron :
sino que antes viene de la palabra* siríaca Muranata,
con que en l^^s divinas letras se signitica la descpínu-
nion y maldición, como también significan lo mismo
las otras dos palabras griega y latina aualema y ex«
comnnicatuSy de que usa aquel privilegio escrito en
lengna latina.
Por este tiempo Cario Magno deshizo el reino de
los loDgobardos , que duró en Italia pasador, doscien*
tosaqos. con prender en Pavía á Desiderio su rey.
Confirmo otrosí á instaocia del papa Adriano la do-
nación que Pipino su padre luciera á aquella iglesia
del Exárch^do y otras ciudades de Italia , en que
entraban Botona , Rábena . Ferrara y lu Emilia que
era la Lombardiu allende el Po , Parma y PLisencia
sin otru niuchas ciudad&s y tierras. Do ík sepultura
del rey Silon hay diferentes opiniones : quién dice
qtre le enterraron en Oviedo^ por un letrero muy
urffo que está á la entrada de la iglesia de San Sal-
vador, donde en cierta manera de cifra se lee su
norotoe . y se dice y repite doscientas v setenta veces
que hizo aquella iglesia : demás que debajo de aquel
letrero hay ocho letras que significan :
' AOui TACE SlLONy S¿ÁLE U TlEBllA
UV(ANA.
Otros'dicen que le sepultaron en Pravia én la iglesia
de San loan Evangelista que él levantó deáde los.ci-
mfentos, do dn duda fuá puesto el cuerpo de su
mujer la reina Adosínda.
CAPITULÓ VIL
De k» reyes dbn.Mon^p, Manregato y don Bermodo.
Hechas las honras ^ enterramiento del rey Silon ,
don Alonso su companero con gran voluntad de la
noblexa quedó solo con el reino el año 78^. El odio
qce tenían á sa padre^ estaba olvidado, y con la
maestra que había dado do sus virtudes, teñiagran-
jeadas lasvolontades de todos sus vasallos. SoloMau-
regato su tío , aunque qo era legitimo pretendía se^
le oizoagiUvio^o anteponerle á don Alonso. Alegaba
que tenía mas estrecho, parentesco con los reyes pa-
sados , y que todos sos hermanos sucesivamente
íuenm reyes. No faltaban hombres bulliciosos , qué
eos deseado cosas nuevas daban oídos y favor ¿sus
inteotof , personan de mábs pensamientos y costum-
bres y enales son por la mayor parte los que siguen la
corte y casas reales. A persuasión destos por hallar
poco arrimo en los cristianos hizo recorso á los moros:
pidióles fesayQdaseOyyalcanzóIocon asentar de dalles
cada «r año por parias cincuenta doncellas nobles y
otras tantas del pueblo : infame concierto: pero tanto
poede el desenfrenado deseo de reinar. Son los moros
mas qoé ninguna oira nación inclinados á deshones-
tidad. Con el cebo úut» destos deleites v por mandado
de so rey Abderranmanliuen número de aquella gen-
te sígoíóálfaiipegato. Allegábase para inclinarlos mas
la honra que les resultaba de tehor á los cristianos por
tríbaurios, y ásu rey ñor sujeto y obligado.
No se hallaba don Alonso apercibido de fuerzas
bastautespara hacer resistencia y. contrastar á tanto
poder. Acorde de dar tiempo al tiempo , y mientras
dnratian aquellos recios temporales se retiró á la
Cantabria 6 Vhmaya , doOde tenia muchos aliado^;, y
parieotes y ainlg^s de Eudon , de quien venía por
parte de madre. Era de veinte y cinco años cuando
ai prinvipiode soreínado fue despojado. Reinó Mau-
regato por espado decinco años y seis meses sin se-
ftalarse en eosa alguna sino en cobardía , torpeza , y
en la grave maldad que cometía por la traición que
*-"-' ésa patria, SepoKéronle ^fx Previa ^tt h iglesia
de San Juan, come lo diesel cronicón f i^e anda en
nombre del rey don Alonso el Magno , por lo. menos
en el ejemplar de Oviedo. Murió en el, año del Señor
de 788. En el mismo año Abderra liman reydelos mo-
ros de.^ pues que reinara por espacio de veinte y nueve '
anos, pasó desta vida en Córduna do hacia su residen-
cia ; y la cual ciudad adornó con diversas obras mag-
nilica« y reules, como fue un castillo aüe Itivantó en
eüa , y imos jardines que plantó muy rtelci lusos, que
eLtonces sé llamaban de nizapha, y ál ¡;re¿euie.se
llamaban de Arriza fa.
Demás Jestos dos años antes oue muriese , de lo
que ganó ¿11 la guerra, comenzó 6 labricar la mezqu¡«
ta mayor, que boy es la iglesia catedral de Córdo-
ba (i), por la macera del editicio, gran número y
hermosura de columnas sobre (fué car^a la bóveda »
una de las obras mas señaladas de España. Dejó nueve
hijas y once hijos : nombró en su testamento por *
sucesor á Zuleman el mayor de tolos , que tenia
puesto en el gobierno de Toledo. Esta su ausencia dio
ocasión á Issem que era el hijo segundo,. de apode-^
rarse del reino sin embargo de lo quo su padre dejó
dispuesto. Tenia muy de su pártelas voluutadcs del
pueblo , con cuya ayuda venció en batalla á su her-
mano y le hizo retirar al reino do Murcia , desde
donde por sesenta mil escudos que le dio, renunciado
su dereóh(^ , pasó en África. Después desto Abdalla
que era otro hermano, con deseo de eosas nuevas
andaba alborotado ; mas hizo asiento con ¿1« con (]ue
asimismo desan^paró á España. Tuvo Issém el remo
siete años , siete meses y siete dias.
A Mauregato sucedió don Bermudo llamado el Dlá-
conOé porque en su menor ecfaíl recibiera aquel or-
den oe la maiíera tme se usa entre los cristianos^
Cuyo hijo fuese don Bermudo no concuerdan los his-
toriadores, ni será fácil preferir la una opinión á la
otra, ñi los que dicen lo uno á los.que siéntenlo con*
trario. Entiendo que por la semejanza de los nombres
las memorias de 'aquel tiempo están varias. Quién
•ólce que fue hijo de Biiparano^ á quien el rey don
FruelaBU hermaúo mató por sus manos : quién que
fue hijo del jotro don Fruela hermano del rey don
Alonso el Católico : opinión que la siguen autores de
crédito y antiguos , en particular el cronicón del rey
don Alonso el Magno. Reinó Ires años y medio : tuvo
dos hijos, don Ramiro y don García, en su mi^ei'
Nunilon ó Ursenda con. quien áe.casó ilícitamente,
pero después con mejor consejo se apartó, della y
perseveró en castidad toda la vida. Bn lo demás fue
hombre templado y modesto; nías amigo del sosiego
que sufría el estado de his cosas. Locamente se encar-
ga en semejante tiempo del gobierno ()uien no tiene
bastante ánimo , destreza en las armas , esfuerzo y
valor, y aún fuerzas corporales. Verdad es que hizo
una cosa muy loable, y que dio mucho contento, es
á saber que en.gran pro de la república tornó á hacer
compañero de su reino á don AÍonso huo de su pri-
mo hermano el rey don Fruela j al que despojó Man-
regato y le forzó recogerse á Vizcaya.
Esto fue el año de 791 á veinte y uno de julio,
como lo dice Isidoro Pacense escntor desta mismo
tiempo. Reinó desde aqui adelante por espacio da,
(1) Nada mas asombfeso que el interior de esta mezquita'
segan las descripcioaes de los áiabss. Teoia 19 nivea á lo
largo, 38 á lo ancho, estabui sosléoidas por i093 oolumnas'
de mármuies diversos , muchas de ailas rontaas. Oatkín en-
trada á su alquihla i9 puertas cbapeadas de planchas de co-.
bre de Diaravillosa labor siendo la principal de oro. Del culto
que se tributaba en este templo para hacerse idea diciendo'
que en las plegarías de lá noche io alambraban 4700 lámpa«
ras que gastaban al aBo S4.000 libras de aceite v 4)0 de -
ámbar y aloe. —Esta maanioca meiquita convertida koy ea
ealedral conserva todavía ea baen estado se parte piiacipal, .
en especial el mihrat ó lugar de mé4ilacioo y Jas aieates^ii
Ibluoioa*
» k f
«le
itiLtatccTA áilBrAil»Ait t noTt.
^fncnéntl i ^9 tiún dnco me^ ; trece áas. Fue
principe muy señalado en la prosperidad cotitinua
que tuto en sus cosas, diestro en las armas, cl^men-
te, liberal , anieble á los suyos, y espantoso á los es-
trenos : en la piedad y relfgion ninguno se la ganara.
Con su esfuerzo principalmente se mantuvieron las
cosas de Espuña (]ue esUban para caerse. Ganó
grande reputación y autoridad, y no menos granjeó
las voluntades de sus vasallos con una victoria muy
señalada que tuvo ei tercer año de su reinado de un
capitán moro llamado Mugayo. Tenia por cosa afren-
tosa al nombre cristiano entregar aquellos bárbaros
las doncellas (¡ue torpemente concertó Mauregato.
Nb quiso acudiiles con aquel tributo : por esta causa
un grueso ejército de enemigos rompió y corrió pol*
todas partes sin parar hasia llegar á las Asturias.
Recoció don Alonso sus gentes : salió en busca del
enemigo, dióse la batalla cerca de un pueblo llamado
Ledos, quedó la victoria por los nuestros, que fue
de las mas señaladas que jamás kobo en España , ca
murieron setenta miil moros : con que los cristianos
comenzaron á respirar y alzar cabeza por verse libres
de una servidumbre tan grave y los moros enflaque-
cidas sus fuerzas y embarazados en otras gperras no
pudieron satisfacerse de aquella mengua y daño; y
es cosa averiguada qu^ en aquel tiempo en lo postrer
reí de España per la parte que los montes Pirineos se
estiénden de mar á mar, muchas ciudades y pueblos
se ganaron de los moros por las armas de los reyes de
Navarra y por el esfuerzo de Cario Magno rey de
Francia , principe de autoridad aventajada entre los
reyes crisnanos y por sus grandes proezas muv co-
nociÜo por la fama. Esto puso en necesidad á issem
rey de Córdoba de enviar un capitán de gran nombre
llamado Abdelmelfdi con ejército bastante para re-
primir las entradas por aquella parte y intentos de
los crístianos.
Lo que resultó I fue que fos moros tornaron á apo-
derarse de Girona en lo postrero de España , y de
Narbóna en la éntrade de Francia. De allí dice e| ar-
zobispo don Rodrigo que para acabar el edificio déla
mezquita de Córdoba hicieron traer la tierra en hom^
bros cristianos, que fue insolencia de bárbaros , ol-
vidados déla modfcstia y templanza con la prosperidad.
Esta tierra entiendo yo debió scralguna suerte de are-
na con que hace maybr presa fa cal. Edificó admismo
este rey ot^ pnepte en Córdoba cerca del alcázar, y
fúñ el primero ¿ntre los reyes jinoros que para su
guarda tomó soldados estrenos, es á saber tres mi!
cristianos renegados. Fuera destos para los oficios y
servido de la casa real tenia dos mil eunucos. Falle-
ció el año de 795 : reinó por espacio de veinte y seis
años diez meses y quince días. Dejó fiama de principe
prudente, justo y Jiberal como entre aquella gente,
y por sucesor tf su hijo Albaca*.
CArtTüLo vm.
De Elipando arzobispo de Toledo.
A ios trabaios de la cautiviilad, que cuando fueran
^ iolos eran muy- graves, se allegó una grande discor-
' dia en materia de religión. Los principales movedores
Jf eabesas deste ami faeron Felu obispo de Urgel en
o poetrero de &spaoa» y su discipulo Elipando arto*
bispode Toledo f faommres de ingenios no groseros^
Di faltos de erndicioh para las tinieblas y grandes
revueltas y males de aquel tiempo, entre los cuales
no tropezar ni ensuciarse fuera cosa semejable á mi-
lagro. Porque qué lugar podían tener las letras en
medio de servidumbre tau grave , cuando cargadoe
de triJbotoB, y trabajados de todas maneras eran mrzi«
dos á Iniscar coa el Mdor de tu rostro el sustente co-
tidiano ?¿oó(no se podían jontar los concilios ecfe-
sanar las heridas en la doctrina v reformar las coi*
tumbres de los eclesffisticos y segures? Los nobles y
el pueblo como á cada uno se le antojaba asi ordena-
ban sos vidas, y de las cosas divinas sin que nadie les
fuese á la mano, cada cual sentía y hablaoa lo que le
parecía : cosa muy perjudicial. Demás desto áti trato
y /conversación con ios moros era forzoso se pegasen
a los crístianos malas opiniones y dañadas; en parti-
cular estos dos prelados despertaron y publicai'un los
errores de Nestorio , que én el tiempo pasado por di-
ligenciadel concilio Epbesino fueron sepu I touos, co-
mo quien aviva las contellas de fuego y quema pasa-
da. Decían de Cristo que en cuanto homore era hijo
adoptivo de Dios : doctrina falsa y contra razoo^ con-
tra todas las divinas y, humanas letras v religiones.
Porque cómo puede uno mismo ser h{jo natural y
adoptiv(^? pues consta que el hijo adoptivo graciosa-
mente por sola benignidad de su padre, sin que baya
Cosa alguna que obligue y fuerce, es admitido ala he-
rencia y derechos ajenos; lo que quien dijese de Cris-
to, seria forzado á reconocer en él y couíesar dos hi-
postasis ó sqpuestos,que seria oUrodcsatino más «rave.
Feliz por estar su obispado cerca de Francia, y
porque los años pasados los francesas hicieron diver-
sas entradas por aquellas comarcas , sospechan algu*
nos que fue de aquella nación ; Elipando como el
nombre lo inuestra venia de la antigua sangre de los
godos. Hacia por ellos su dignidad y autoridad obispal,
la fama de sus nombres y letras : alegaban otrosí ea
favol* de sú error á los Santos Eugenio , Ildefonso,
Juliaiio. Ayudábanse , aunque mal , de algunos loo*
res de las divinas letras , en que Cristo por la parte
que es homJbre, se dice ser menor que su padre. Erta
de ingenios bulliciosos y ardientes : asi con cartas y
libros que. enviaban á todas partes , pretendían coa
palabras afeitadas persuadirá los demis lo que ellos
sentían. En particular Elipando por la autoridad <¡U6
tenia muy grande sobre las aemas iglesias » escriDió
á los obispos de Asturias y Galicia, en especial pre-
tendió enlazaren aquel error á la reina Aoosiada mu-
jer que fuera del reySilon. Ellacomoprudeutisimay
.mu Y santa respondió que no le tocaba Juzgar de aque-
lla diferencia, y que se remitía en tedo a lo que los
obispos y sacerdotes determinasen. En el numero de
los coales que se señalaron principalmente Beato
presbítero y Heterip obispo de Osma, cuy-a disputa
contra Elipando erudita y grave se conserva hasta el
día de boy : obra lar^a y de mucho trabajo, pero qua
el lector tendrá por bi^n empleado el tiempo que gas-
tare ett leerla , por convencer la mentira con fuertes
argumentos.
Pasaba la revuelta adelanto, y porque las cosas oo
sucedían como los noveleros pensaban , Elipando se
partió de Toledo para ias Asturias y Galicia, provin-
cias eti qué inficionó á muchos con aquella mala
ponzoña, malo y pestilencial olor de su noca. Fdlii
acometió primero á los de Castilla la Vieja ¡ después
en la entrada de Francia á la Soptima«ia que ei la
.Gascuña, desde aJlí corrió lo demás de Francia y Ale-
maña sin hacer algún efecto á causa que toda suerte
de gentes, los grandes, los medíanos y los pequeños,
se espaotabfin con la nueva manera de hablar, y sa
público y en secreto condenaban aquella opioioa y
los que la enseñaban. En aquellas partes se podiaa
juntar concilios de obispos ; y asi halló que en Regiao
ciudad de Ba viera, que hoy dice es Raüsbooa , ea
presen^^ía de Cario Magno rey de Francia por un con*
cilio de obispos que alii se luntó sobre el caso, fuá
condenado Feliz el año de Cristo de 792. De dooda
enviado á Roma se retrató delante del papa Adriano
fingidumeiiíe por lo que adelante se vid, pues fueoe*
cosario que se juntase de nuevo concilio en Praacfo^
día ciudad de Alemana ei ano 794, oo que se hiíiá
nresente Cario Magno y dos obispos Tiieopbílacto y
tiáfticos, medicina con que de muy antiguo se solían | Stéphano enviados de Rome porlegadot, j de E^nim
msTüiiiA os
Por Un católicos Beato presbítero y el obispo He-
dería (1).
NopwdieroD poreDdeeUniniolos Doveleros, an-
tee presenUroD ud memorial iCaiío Magno en que le
supIicabaD se bailase presente en aqueijuicjo, y qui-
siese seguir antes el parecer de muchos que dejarse
engañar de pocos. Tratóse el aeaocio , y ventilúse
aqitelb mala optaiou. CondeDÍronla, y jantamente á
los que la seguían, sino desistiesen della ; en particu-
lar a Feliiy Elipando pusieroD pena de desconiuaiun.
Felii, como lo dice Adoa Vieneose , fue por los obis-
poe condenado y enviado en destierro y en León de
Fnncla Meció sin desistir jtmif de su error : en
ESPAÑA. 21 7
tanto grado es diflcullAso mudar de opinian , y mas
en materia de religión , y reportar un entendimiento
pervertido para que vuelva al camino de la verdad.
Qué se haya hecho de Elipando no se sabe , y creo
mas aína, antes es cierto, que se reconoció, y que
obedeció á la seatencia de los obispos, y se apartó de
su primer parecer. Tengo asimismo por cierto que no
salió de España ni compareció en Regtao, ni en Bo-
ma, ni en Francrordia. A. ios antiguos santos que ale-
gaban por sí errados, jde cuyos dichón se valiao,
Eugenio , Ildefiuiso , y Juliano carga Cirio Hagao en
la carta que escribió á Elipando y á los demis sacer-
dotes de España: dice quenoesmaraviUa los hijos se
PinoH ptw dt Roncetfillti.
parezcan i los padres. Heterío niega que coaa seme-
jante se bailase en los escrito» de aquellos santos.
Conita otrosí míe de la escuda de Feliz pasados
algunes años salió Claudio de nación español, obispo
de Turin, {leraona que con opinirai de erudito andu-
vo algún tiempo y conversó en la casa y curte del
emperador Luaovico Pió. Ksle á las mentiru de loa
pasadosdemásdeotras cosas añadió un nuevo dislate,
que las imágenes sagradas se debían quitar de los
templos ; escribid empero contra ¿I aguda y docta-
mente Joñas Aureliauense su centemporáneo.
218
BIBLIOTECA DE GASPAR Y KOlC.
CAPITULO IX.
De los principios de don Alonso el Casto.
Falleció por este tiempo el rey don Bermudo: se
f)oltó^e en Oviedo (t), do antiguamente se velan los
ucillos suyo y de su mujer; con tanto quedó solo don
Alonso (2) en el gobierno. Tiénese por cierto que con
deseo de vida mas pura y santa por todo el tiempo de
su vida DO tocó á la reina Berta se mujer, que me la
causa de ponelle el sobrenombre de Casto. Para au-
mento deículto divino levantó desde los cimientos la
iglesia Mayor de Oviedo que se llama de San Salva-
dor (3). Quién dice que el rev don Bermudo fue el que
dio principio á esta noble fáorica; y aun el letrero que
está á la entrada de aquel templo, como queda arriba
apuntado atribuye aquella obra al rey Silon. Pudo
ser que todos tres entendieron en ella; y que el que
la acabó, se llevó como acontece toda la fama. Lo que
consta es que el rey don Alonso fue el que le ador-
Dó de muchas preseas, y en particular reGeren que
dos ángeles en figura de plateros le hicieron una cruz
de oro sembrada de pedrena de obra muy prima, va-
ciaba y cincelada. Persuadióse el pueblo que eran án-
geles, poraue acabada la cruz, no se vieron más. El
arzobispo don Rodrigo dice que el rey alcanzó del
pnpu (que por la razón de los tiempos fue León el
Tercero) ^ue aquel su templo se hiciese arzobispal;
pero engañóse, porque esto sucedió en tiempo del
rey don Alonso el Magno.
Los gloriosos princi|)i08 del reinado deste príncipe
tan señtthido se amancillaron y escurecieron con un
desastro y afrenta que aconteció en sU casa real; y
fue que su hermana la infanta doña Jimena olvidada
del respeto que debia á su hermano y de su honesti-
dad, puso los ojos en Sandia ó Sancho conde de Sal-
dañu (4) sin reparar hasta casarse con él. Fue el
matrimonio clandestino, y del nació el infante Ber-
nardo Carpense ó del Carpió^ muy famoso y esclare-
cido por sus proezas y hazañas en las armas, según
que le alaban y engrandecen las historias de España.
El rey Fabido lo que pasaba, puso en prisiones al
conde que vino para hallarse en las cortes. Acusáronle
de traición , y de haber cometido ofensa contra la
magestad: convencido, fue privado de la vista y con-
denado á cárcel perpetua; señalaron para su guarda
el castillo de Luna, en que pasó lo demás de la vida
en tinieblas y miseria ; que tal es la paga de la mal-
dad y su dejo. Xa hermana del rey fue puesta en un
monasterio de monjas. Sin embargo el rey hizo criar
el ¡ufante como si él mismo le hobiera engendrado y
bebiera salido de sus entrañas ; verdad es que no se
crió en la corte, sino en las Asturias. La buena
crianza fue parte para que f u buen natural se aumen-
tase y aun mejorase.
Las armas de los moros por estos tiempos no sose-
gaban; antes Zulemá y Abdalla.tios del nuevo rey
moro, que hasta aquí se entretuvieran en África para
prevenir que el rey Albaca su sobrino nosefortiuca-
se en el reino, pasaron en España con presteza.
Abdalla como nombre mas atrevido fue el primero
quQ sejpoderó de Valencia ca los ciudadanos lerin-
•
( 1 ) No coDsta donde se sepultó por mnguno de los escri-
tores anteriores al siglo KIII. Solo hay un epitafio de «a rey
Bermudo enterrado en Ciella de Asturias, á dos leguas de
Tineo , y después trasladado al monasterio de San Juan de
Coriai ; pero no tiene fecha y no se puede saber de qué Ber-
mudo habla.
(9) De un privilegio original que le conserva en el mo-
nasterio de San Vicente de Oviedo, consta que don Alonso
fna nogido rey la ara 829, el 18 de las kalendas de octubre,
que corresponde al 14 de setiembre de TtH.
(3 ) Lo habia hecho construir don Fruela ; destruido por
los moros , fue fundado de nuevo por don Alonso , el que
puso allí su corte Y tomó el título de rey de Oviedo.
(4) Ya hemos dicho en qué concepto tienen estas cosas k»
eruditos.
dieron la ciudad. Zulema después acudió al llamado
de su hermano para socorrelle y ayudalle en sus in>
tontos. Hicieron entradas por los pueblos y ciudades
comarcanas, corrieron los campos por muchas par-
tes, pasaron tan adelante que se atrevieron á presen-
tar la batalla al rey Albaca, la cual foe muy herida y
dudosa: derramóse en ella mucha sangre, pero en
On Zulema con otros muchos fue muerto. Abaallase
huyó á Valencia; y como viese que tantas veces la
fortuna le era contraria, acordó seguir otro partido y
tomar asiento con el rey á condición que le señalase
rentas en cada un año conque sustentase en aquella
ciudad la vida y estado de hombre principal. Para
seguridad que cumpliría lo asentado y sosegaría , d ó
en rehenes á sus mismos hijos, que el rey moro reci-
bió y tuvo cerca de sí con aquel tratamiento que con-
venía tuviesen sus primos hermanos, tanto que á
uno de ellos dio por mujer una hermana suya. Todo
esto sucedió el año de los árabes ciento y ochfinta y
cuatro conforme á la cuenta del arzobispo don Rodri-
go, que era el año quinto después que Albaca comen-
tó á reinar.
Las discordias qiie los moros tenian entre sí, parece
dieron buena ocasión al rey don Alonso para adehin-
tar su partido, pues muchos autores extranjeros (que
los nuestros no dicen palabra) atestiguan que por el
esfuerzo del rey don Alonso se ganó de los moros la
ciudad de Lisbona cabeza de Portugal , y que envió
á Cario Magno una solemne embaiada, en que los
f principales Fruela y Basilico de los oíespojos de aque-
ta ciudad le llevaron por mandado de su rey un ríco
presente de caballos, armas y cautivos, demás desto
una tienda morisca de obra y grandeza maravillosa.
Siguiéronse después desto algunos alborotos en el
remo y alteraciones civiles tan graves, que pusieron
al rey en necesidad de retirarse al monasterío Abe-
líense muy conocido á la sazón, y asentado en ciertos
lugares ásperos y breñas de Galicia. Dende con el
ayuda de Theudio hombre principal y poderoso se
restituyó en su reino con mayor honra después da
aquel trabajo. Pero á mi ver en ninguna cosa se se-
ñaló mase! reinado de don Alonso ni fue mas dichoso
que por hallarse en su tiempo en Compostelía como
se halló el sagrado cuerpo del apóstol Santiago : pro-
nóstico y anuncio de la prosperidad qué tendrían
mayor que nunca los crístianos. Lo cual será bien
declarar cómo sucedió, y tomar el agua y corrida de
algo mas arriba.
CAPITULO X.
Cómo se bailó el cuerpo del apóstol Santiago.
Floreció el culto de la Religión Cristiana antigua-
mente en lo postrero de Galicia y en aquella parte do
está situada iría Flavia, que es el Padrón, cuanto en
cualquier otra parte de España. La cruel tempestad
que se despertó contra los siervos de Cristo en el
tiempo que prevalecía la vanidad de los muchos dio-
ses, y por mandado de los emperadores romanos to-
do genero de tormentos se empleaba en los cuerpos
de los que á Cristo reverenciaban , hizo que de todo
punto se acabase en aquellos lugares la cristiandad.
Por donde ni en lo restante del imperio romano, ni
en el tiempo que los godos fueron señores de España,
se tenia noticia del sepulcro sagrado del apóstol San-
tiago. Con el largo tiempo y con este olvido tan gran-
de el lugar en c^ue estaba se hinchó de maleza, espinas
y matorrales sm que nadie cayese en la cuenta de
tan ^an tesoro hasta el tiempo do Theodomiro obis-
po inense. Myro rey de los suevos, de auien arriba
se hizo mención, conforme á la costumore y obser-
vancia de Roma dejó señalados los términos por todo
su reino á cada uno de los obispados, y por obispó de
Iría quedó Andrés : sucediéronle por orden Doroini*
co, Samuel Golhomaro, Vincibil, Feliz, Hindulpho,
mSTORlA DB BflPA^A.
2i9
5)elva, Leosindoó^TheosindOy Enula, Romano, Ao>
festino, Honorato , Hindutpho. De los euaies todos
fuM*a de los nombres no ha quedado noticia alguní^^
y atm ia misma escoridad de ignorancia y olvido qae*
(taran sepultados todos los demás one les sucedieron,
si la luz del apóstol Santiago no abriera losojos, y su
resplandor ^ue en breve pasó por todo el mando , nú
\úi esciareciera.
Fue aquel sagrado tesoro hallado pordiligenciade
Thodomiro sucesor de Hindulpbo, y ppr voluntad
de Dios en esta manera. Personas de grande autori-
dad y crédito afirmaban que en ud boá^ue cercano
se Teian y resplandecían muchas veces lumbreras
entre las tinieblas de la noche. Becetíibase el santo
prelado no fuesen trampantojo»; mas óon deseo de
averiguar la verdad fue aHá en persona , y con sus
mismos ojos vró que todo aquel lugar resplandecía
con lumbres que se veían por todas partes. Híice des-
montar el bosque , y cavando en un montón de tier-
ra, hallaron debajo una. casita de mirmol, y dentro
el sagrado sepulcro.- Las razones con qun se persuá^
dieron ser aquel sepulcro y aquel cuerpo el del
sagrado Apóstol , no se refieren ; pero no hay duda
sino que cosa tan grande no ss recibió sin pruebas
bastantes. Buscaron los papeles qUe quedaron de la
antigüedad, memoria», letreros y rastros, iraun has-
ta hoy se conserva* muchos y notables^ Aquí, diceni
oró el Apóstol, allí 4Üjo misa , acullá se eseondió de
los que para darte la muerte le buscaban. Los ángeles
que á cada pnso , dicen , se apárecian , dieron iesti-
moniode la verdad como testij^saboriados y sin tacha;
1^ obispo con dedeo dé avisar al' rey de lo que pa*
saba . sin dilación se partió para, la corte. Era el rey
muy pió y religioso, deseoso de aumentar el cultodi^-
viobyáemásde bis otras- tirtudes en que era muy
acatwde. Acudió en persona , y con sus mismos oijos
vio todo lo qo» le. decían : la alegría que reqibiófue
estraordinaria. H»zo que en aquel mismo lugar se
edificase un teapla eon nombre de Santiago , bien
que grosero y 00 muj fuerte por ser de tapiería. Or-
denó beseficios y senalórentas de que los ministros
se sfistentasen^, conforme é la posibilidad de los te-
soros reales. Derramóse esta fama primero por Espa-
ña , después por todo el orbe cristiano : con quei la
devoción del a|póAtol Santiago^e aumenta y dilató en
grande manen. Concurrió g^te innumerable de to-
das partas, tantO'fM en ningún tiempo se vióaru lir
á España , aun cuando gozaba de su prosperidad,
tantos extranjeros. De Italia , Francia y Alemana ve*
nidn los de lejos y los de «erca movidos de la fama
qtm volaba. Aumentábase la devoción con los muchos
y f^randes milagros qtíecadadíase hacían al sepulcro
ilel santo Apóstol V que daba» testimonio bastante de
que no era «io propósito lo que se habla creído y se
di migaba. ,
Gofcíernabaé esta aazon la iglesia Romanad pontí-
fice LeoB iO deste mmibre : hicieron recurso a él el
rey don Alooso y á su instancia y en su favor Garlo
Maguo, que á esto «ntiendo yo se enderezaba prin-
crfialDiénte la embajada que dijimos. Pidieron que el
obispo Irieuse sin mudar por entonces ei nombre que
antes tenia , trasladase su silla á Comppstella para
mas auLurizaraouel santo higar. Venían en ello los
pandos y prelapos de Eipaoá. Gondecendió el pou->
tifioe a tan- justíi demanda con talque el arzobispo^la
Braga^ cuyo «ulragáofio era aquel obispado , na fue*
se perjudicado en alguna manera; daao que Braga
Cor aquel tiempo no se liabitaba , ca la destruyeron
)8 morOH. De la una y de la otra condición la iglesia
de Compostelfa quedó exenta docientos y setenta y
cinco años adelante , cuando por concesión de los
pontífices romanos y á instancia de los reyes de Es-
pana se trasladaron i Santiago h» privilegios y auto-
ridad de Herida, iglesia en ofero tiempo metropolitano,
como se declara en otro lugar.
TOMO 1.
En los archivos y Becerro da Gompistella se halla
un privilegio deste rey don Alonso , en que hace do-
nación á aqueUa iglesia de aquella nueva pobkicion
con tres millas <ie tierra por toJas parles en derredor
que le señaló de territorio: en él en particular se ha-
ce tienoion de h Invención que sucedió en aquel
tiempo del sepulcro y cuerpodel Apóstol sagrado. No
dejaré de avisar antes de pasar adelante qu^ algunas
personas doctas y graves estos anos han puesto difi-
cultad en ia venida del apóstol Santiago á G^pai^:
otros, si no los mismis , en la invención de su sagra^
do ou'irpo por razones y teiios qUeáello les mueven.
Sería largo cuento tratir esto de propósito ; y no en-
tiendo sea* espediente con semejantes dispulas y
pleitos «Iterar las devociones del pueblo , en especial
tan asentadas y firmes como esta es. Ni las razones
deque se valen nos parecían tancenduyentes^ que
por la verdad no militen mas en número y mas Aier-
tes testimonios de papas, reyes y autores antiguos y
santos shi eseepcion y sin taclia. Finalmente visto lil
qae hace por la una y por la otra parte , aseguro que
hay pocos santuarios en Étíropa que tengan mas
certidumbre q i mas abonos en todo que el nuestro de
Gompostella. Tal era y ei nuestro juicio enceste caso
y en esUs dificultades^
CAPITULO XI.
Cómo Cario Magno vino en España .
QüB Garlo Magno rey p >ddrosode Prant^ia liaya ve-
nido, y aun mas de nna veza Bspaña, U fara.i^ene-
mi <|ue delio bay , lo maestra , fundada en lo quelurt
esentnres antiguos dejaron escrito con mucha (;oo«
íorraid&d. Priiperamente al principio de su relucido
después de la muerte de su padre vino á España con
esperanza de echiir los moros de toda ella. Ibnabala
moro le hizo instancia que emprendiese este viaje eo
su favor. Pasó Jos montes Pirineos por la parle de
Navarra. Púsose sobre Pamplona, oue se le rindió
fácilmente. D)jó á Ibnabhta por rey ae Ziragoza con
orden que aquella ciudad le acudiese á-éi con eiertu
tribu t07 parias cada un ano. Hdclio esto , dio la vuel-
ta y de camino hizo itesmantelar la ciudad de Paui*
piona á causa que no se podía mantener, y con las
guerras ordinarias muchas veces mud;iba señorío,
ya era de moros , ya de cri<$tianos. Tenían los navar-
riis, tomados los puertos y estrechuras de io^ Pirluco*.
Dieron sobre el fardaje y sobre los.tesoroa de Fraocia:
saqueáronlo todo , con que Garlo Magno sin poder
tomar enmienda del daño , fue forzado -de V4>lver á
Alemana eon poco conten to.f honra. Pocos aiV^s ade-
lante en la parte de Cataluña se le entregaron las
•ciudades de Girona y de Bircelona^ üú domie con-
viene tomar principios d<e los condes de Bincelona y
de los catalánes, namhrados asrdelos pueb(«)«GaU-
lannos puertos en la Galíía Ndrboneuse cerca d^'la
ciudad de Tolasa , que contra los moros hicieron en-
trada y asíanlo por aquelU pirte de España. Es:a
derivación es mas á propósito que la que compone
esta palabra de gotos y alanos , y laque otros siguen
do cierto catalán gobernador de Aquitania en el líem -
po que Garios Martello, com i queda arriba tocado, so
apoderó por fuerza dd aquel ducailo y le quitó á los
hijos de Eudon.
Tomich historiador eaUbn dice que C.<,rfo Magno
después de algún tiempo , gao;ido que hobo de lus
moros.á Narbona , rompió de nuevo por aquella parte
en España , y opn las armas sujetó á su corona á Ca-
taluña la viaja, que estabd asimismo en poder de
moros , en la parte en que antiguamenie estuvieron
los cerelanos y por allí : dcmis deslo que peleó con
los moros, y los venció en el valle aue desla batalLi
tomó el nombre de Carlos. Otros ^tñaden alo dicho
que con la ocasión de haberse hallado el cuerpo de
Santiago volvió á España de nuevo para car tificar^e y
320
BIBUOTBCA OB GASPiOl T ROIC.
ver con sos ojos lo gao pubKcabn In fama , y aumen-
tar con su autoridad y presencia Ja devoción de aquel
santuario, üicen mas queá instancia suya luegoque
se enteró de la verdad , se dio al prelado de Compos-
tella derecho y autoridad de primado sobre todas las
iglesias de España. Pero lo desta veiiida se debe te-
ner por falso y por invención mal compuesta por
muchas razones que no es necesario non^r aquí, pues
la mentira por si misma se muestra. Lo que se averi«
gua es que vuelto de España Cario Magno, se partió
para Roma con intento de amparar y restituir en su
silla al sumo pontífice León III el cual como él sospe-
chaba , y era la verdaa , á tuerto hablan depuesto
sus enemigos. Llegado á aquella ciudad , se ausentó
para conocer de aquel pleito, cuando gran número
de obispos que allí se hallaban fHresentes por su lla-
mado, dijeron á voces no ser licito que alguno juzga-
se al sumo pontiúce. Con estoel mismo acosado desde
un pulpito conjuramentóse purgó de loseargosque
le hacían ; y sus acusadores fueron primero condena-
dos á muerte , después á ruego del pontificase trocó
aquella sentienoia en destierro. En ningún tiempo It
iffiesia de Roma se vio mas autorizada , ni la penona
del pontífice mas acatada.
Rabian los ciudadanos de Roma y el pana enviado
á Cario Magno antes que allá llegase , las llaves de la
confesión de San Pedro , y el estandarte de la ciudad
de Roma en señal que se ponían en sus manos , y
debajo de sus alas se amparaban , á causa que por la
revuelta de los tiempos losemperádores griegos poco
les poditt» ayudar , el poder toe los franceses se au-
mentaba y se fortificaba mas de cada dia. Hicieron
pues en presencia lo que en su ausencia tenían acor-
dado , que fue entregatle el imperio de h dudad de
Roma. Corría el año de nuestra sahnacioB de 801 »
cuando el papa León celebrado que bobo la misa en
k iffiesia de San Pedro víspera de Navidad, dio á
Cario Magno el nombre der Augusto , y le adornó de
las insignias imperiales. El pueblo romano en señal
de mucna alegría aclamó ; á garlos augusto , gmaii de
V PAcn^ico vmA t victoria. Después que fue empera-
dor, desde Alemana, do eslaoa retirado en lo pos-
trero de so edad, vino á España según que lo afirman
casi todos los historiadores ,1x)n esta ocasión : el rey
don Alofnso cansado (i) por sus muchos años ¿ y con
las goerras que de ordinario traía con los moros con
mayor esfuerzo y valor que prosperidad , pensó sena
bien valerse de Cario Magno para echar con sus ar-
mas los moros de toda España. No tenia hijos : <kfre-
cióle en premio de su trabejo la sncesion en el rainn
por vía oe adopción. No menospreció este partido
el buen emperador; pero^por ser de larga edad y no
menos viejo que el rev don Alonso i y por tener deba-
jo de su señorío mñcnas provincias , le pareció que
aquel reino seria bueno para Bernardo su nieto de
parte de su hijo Pipino ya muerto y que él habia h&-
Cho rey de Italia.
C<m esta resolución emprendió el viaje de España:
segniale un ejército invencible. BstaBa todo para
concluirse cuando se sunieron estas prácticas; por-
que las cosas de los granaos prindpes y sus confede-
raciones por interveoir otros en ellas no pueden estar
mucho tiempo secretas. Llevaba de mahí gana la no-
bleza d^ España quedar sujeta al imperio de los fran-
ceses, gente insolente, como ellos decían; y fiera:
que no era esto líbrallos de los moros, sino trocar
aquella servidumbre en otra mas grave. Destose
quejaba cada cual en particular y todos en püiblieo
los menores, medianos y mas grandes. Todavía nin-
•
(i) Doo Alonso el Católico babia muerto en 757 ; el Casto
00 subió al trono basla el 79i y murió en 842, y Cario Mag-
no había muerto el 814: por lo tanto debe tenerse por fabu •
losa toda esta narración, que idemis no se apoya en ninguno
de los Croníeooes antiguos.
guno en particular se atrevía á resisür á la volontad
del rey y deshará Ur aauellos imentos. Solo Bernardo
del Carpió, feroz por la juventud y por la esperanza
que tenia de la corona , soplaba este fuego yseofre-
cía per caudillo á los qne le quisiesen seguir. Kl
mismo rey don Alonso estaba arrepentido de lo que
tenia tratado : tan inciertas son tas voluntades de
los príncipes. Allegóse á lo demás liarsilio rey moro
de ZaDago2a, con quien el^mperador estaba eaojado
por haber despojado de aquel estado á Ibnabalaaa
oonféderado.
De los unos y de los otros se formó un^nen ejér-
cito, aunque no bastante para reaistir en campo lia*
no. La caballería de Francia es aventajada : acordaran
tomar los pasos de los Pirineos , y impedir á los fran-
ceses la entrada eñ España. Losescritores extranjeros
dicen que Carlos pasó adelante ,y queantesquedieae
la vuelta , venció en batalJa á los enemigos y les cor-
rió los campos y la provincia^ por todas partes, v que
Analmente cuando se volvía peleó en las estrechuras
de los Pirineos. A otros parece mas verdadero loque
nuestros escritores afirman que Cario Magno no en-
tró desta ves en España , sino que é lamismaentrada
en RoncesvaUes que es parte de Navarra, se dio
aquella femoea batalla. Venían en la vanguardia Rol-
don conde deBrataña, Anseimo y E^norde hombres
principales : el lugar no era ájuropósito para ponerse
en ordfenania , aoopneüeron los nuestros desde lo alto
i los enemigos, dieren lamuerte á mnchoeantesque
se pudiesen aparejar para la polea y ordenar sus ha-
ces ; fue muerto el mismo Roldan , de cayo esfueno
y proesaa sé cuentan vulf^armente en ambas las na-
ciones de Francia y de España muchos fábulas y pa-
trañas.
Cario Magno visto el temor de Jos suyos v la matanza
que en ellos se ejecntaba , con deseo de reparar j
animar su gepte que desmayaba en aquel apneio, di-
jo á sus soldados estas pafatnras : a Cuan fea cosa sea
«que tasarmaa francesas muyaeñaladaenorsiis trino-
nmj trofeos sean vencidas por los puebks mendigos
»de España , envilecidos por larga servidumbre, aon-
»que vo lo calle , la Misma eosa la deelari. El noin-
«bre de nuestro imperio , la fuerte de vneelros pechos
»os debeanimar. Acordaos de vuestras «randes basa-
Ȗas, de vuestra nobleza, de la honra de nuestros
«antepasados; y los que vencidas taat» provincias
«disteis leyea á gran parledeloMiaidO; tened por eosa
amas grave que la nnsma mUarta dejaros vencer da
ngente desarmada y vil qae á manera d« ladrones no
»se atrevieron á pelearen campo raso. La estrechura
ade los lugares en qae estamos, no da lugar para
ahufr: ni seria justo poner la esperania en los píes
ales que tenéis fas amna en las manos. No nermita
iDios tan grande afrenta : no sufráis soldados que
atan grande baldón se dé al nombre francés , con es-
Dfuerto y ánimo habéis de salir átíifíñ lugares; en
nfueraS) arma^, nobleza en ántrao, núoiero y todo
alo demás os aventajáis. Los enemigos por la pobre-
Bza, miseria' y mal tratamiento están flacos y sin
nfuerzas : el ejército ae ha juntado de moros y cris-
atíanos que no concnerdan en nada , antes se diíe-
nrencian en costumbres, leyes, estatutoayrelígioD.
aVos teneÍB un mismo corazón , una mían» voluntad
^necesidad de pelear por la vida , por la patria , por
anuestrá gloria. Con el mismo ánimo pues con que
ntantas veces sobrepujasteisínnomerableshoestesde
nenemigos , y salisteis con victoria de semejantes
«aprietos (si ya soldados mios no estáis olvidados de
avuestro antiguo esfuerzo ) venced ahora las dificol-
atados menores que se os ponen delante, a
lyicho esto, con la bocina biso señal como lo acos-
tumbraba. Renuévase la pelea con grande coraje:
derrámase mucha sangre , mueren los mas valientes
y atrevidos de los franceses, los españoles por los
muchos trabajos endurecidos peleaban como leones;
H II TOMA D
j la «pinionqmaohgiarn puede mucha, quebran-
ta l«a énimM di iM contrariof , ca en lo mas recio de
la (wlea *e diralg6 por k» escoidroiei qae loi morM
coBM gente que Vaih mücís de loe pasos , se apre-
sunbui pan dar sobre elloapoT tas eapahku.NíngDn
lugu bobo ni naa señalado púr el oestroia de loa
baiweces , ni maa conocido pcv la hma. Los muertoa
fuaton seMilUdoo en la capilla del Espíritu Santo de
RoBceenlles. Siguióse poco detpuet la iniieru de
Cario Manoo. que falleció T fue leputtado eaAquí^
gran el ano ae Cristo de SI 4 , que fue la causa como
JO entiendo de no ven§ar aqaefla iojuría. Don Rodrí-
Kdiee que el re; don Alonso se baltú en la batalla,
I 4a Navarra que Forlun García re; de Sobrarre
ta*o gran parte en aquella tícIotíb , las biatMias de
Francia que m por elesfuerzode los nuestros fueron
loa trancáieB Toncidoi, sino por traición de un cierto
Galalon. Entiendo que la memoria destta cosas está
cooftiaa por la afición ; fÁbalas quo Mielen resultar
«n casoa semejantes , en tanto grado que algunos e>«
eritoña franoeaea no hacen mencimí datta pelea tan
MñalKla; silencio que se pudiera atribuir ¿ malicia.
■i no consideran que h> mismo biio don Alonso el
Hagno roT de León en el Cronicón que dedicó i Se-
InMian owpo de Salamanca poco deipoee de este
tierapo, donde no sahaHa mención alguna deria tan
noble jornada. Esto baste de la empresa f desastre
del emperador CstIq Magno. Bl lector por lo que otros
escribieron , podri hacer libremente juicio de la ver-
dad. Volvamos á lo que nos queda atrj^ ( t ).
CAPITULO MI.
De lo demts qne hlioet rej don AIoii*d>
PaÓHPEitvntTB T casi sin ningún Iropieio proce-
dían en tiempo defrej dan Alonso tas cosas de los
cristianos con una perpetua , constante , ¡goal j ina-
ravitloca bonansa. No solo cuidaba el buen rey de la
guerra sino eso mismo de las artes de la paz, } en
particular procuraba que el euHr) divino en tiMasma-
nerai se aumentase. Luego que se acabó de todo
punto el tem^ , que con nombre del Salvador s«
comensó los anos pasados en Oviedo el mayor y mas
principal de aquella ciudad para quela devocion'fae«e
mavor hito que siete obispos le eonsagrasea con
las ceremonias acostumbradla el sñode ocbocientoa
; dos. Sin esto en la misma ciudad levantó otra i^-
aia con advocación da Nuestra Sebora , ; junto eon
ella un clluatro ó casa é propósito de enterrar fto ella
k« cueqxie da los nyes ( 3) , c« dentro de la isIeBia
no so acosUinifaraba : otra tercera iglesia ediücú San
fl) L , , .
lajoraada deRoncesvalles, qneieguD todM los CronicciMS,
■oeedió el aih) 778 Consta que Cario Ha|iio vino i EiptBa
i protón i tos rebeldes que se habían apodendo de Zin-
ROS* ; dealpuBi elr» dudada; desmantelA á Pamploai
qM Bo en dstaaoroe.Hqaeó todos hwpuebku sin dislin-
rn>' ■> enn de crWiaaot 6 de ■orw, voltiíadoK por Ron-
Tirso mártir mu; hermosa , la cnarta de Sun JuKan
demás desto un palacio real con todos loe wnaaMi-
Kiv»U« donde rueraa entenmeDle derrotidM por los navar-
ros. BMannenlidos j mUerlos de oprobio por esta derrota.
DO *e atrevieron á volver msi I EípsBi. ,.^ . .
(S) Fnndnla por Aloau et Cirto li tapUk da Sanb Hi-
ria , bise (MWtmlr en ella na píate» pira tf ; m* sweso-
res. Tinto eatoEomo iqiiella (Uetoa reparados €n tietapo de
Felipe V: t en la letuiUdid n conserva el pinteoncaalN
10"
222
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROlC
tos , apartamientos y requisitos necesarios. Tal era
¡a grandeza de ánimo en el rey don Alonso, ^ue con-
tentándose él en particular con regalo y vestido ordi-
nario, empleaba todas sus fuerzas en procurar el
.arreo y hermosura de la república, ennoblecer y
adornar aquella ciudad , que él primero de los reyes
hizo asienlo y cabecera de su remo , como lo refiere
don Alonso el Magno.
A la misma sazón los moros andaban alborotados,
en particular los de Toledo se alzaron contra su rey.
Las riquezas y el ocio fuente de todos los males eran
la causa , y ninguna ciudad puede tener sosiego lar-
go tiempo : si fuera le faltan enemigos , le nacen en
casa. El rev Albaca como astuto que era , acostum-
brado á callar, disimular, fingir y engañar, llamó á
Arobroz gobernador de Huesca, nombre á propósito
para el embuste que tramaba , por ser amigo de los
de Toledo. Envióle con cartas halagüeñas en que
echaba la culpa del alboroto á los que tenian el go-
bierno Y rogaba á los ciudadanos se sosegasen. Es la
gente ae Toledo de su natural sencilla y no nada
maliciosa : sin recelarse déla celada, abiertas las puer-
tas , le recibieron en la ciudad. Pasado algún tiempo
finge estar agraviado del rey , persuádeles pasen aae-
lante en sus primeros intentos , y para mayor segu-
ridad hace edificar un castillo do al presente está la
iglesia de San Cristóbal ; y para que estuviesen en
guarnición , puso en él buen golpe de soldados.
Para sose^r estas alteraciones acudió Abderrab-
man hijo del rey moro, mozo de Teinte y cuatro
años, el cual con semejante ensaño al primero hizo
asiento con los de dentro, y le aejaron entrar. Para
ejecutar lo que tenian tramado, convidaron los ciu-
dadanos principales á cierto convite que ordenaron
dentro del castillo, en que sobre seguro fueron ale-
vosamente muertos por los soldados los del pueblo
hasta número de cinco mil , que fue el año de nues-
tra salvación de ochocientos y cinco. Este castigo
tan grande hizo que el pueblo de Toledo se allanase,
pero no bastó para que ios que moraban en el arra-
bal de Córdoba , no se levantasen : la crueldad antes
altera que sana. Fue enviado contra ellos Abdelcarin
capitán de gran nombre que ganó en el cerco que
Soco antes tuvo sobre Calahorra, y por los grandes
años Gue hizo en aquella comarca. Este lo sosegó
todo : el castigo de los culpados fue menor que el de
Toledo : ahorcó trecientos dellos á la ribera del rio.
Esto pasaba en tierra de moros ; en la de cristianos
dos ejércitos de moros que hicieron entrada en Gali-
cia y pusieron grande espanto en la tierra , fueren
vé por el adjunto diseño en el gne se distingue confasamente
la siguiente inscripción esculpida, en una piedra de mármol
con letras mayúsculas de uso corriente. Dice asi :
ffEn este real panteón yacen los cuerpos de ios señores
reyes y reinas siguientes: El señor rey don Fruela I de este
nombre, hijo del señor rey don Alonso el Católico I de este
nombre, quien pobló esta ciudad y trasladó esta santa Igle-
sia al sitio que hoy tiene.
El señor rey don Bermodo, llamado el Diácono, sobrino del
señor rey don Fruela.
El señor rey don Alonso el Casto , hijo del dicho señor rey
don Fruela que fundó esta real capilla para su real sepulcro
y de sus progenitores.
f\ señor rey don Ramiro I, de éste nombre, hijo del señor
rey don Bermudo.
El señor rey don Ordoño I, de este nombre, hijo del señor
reydon Ramiro.
El señor rey don Alfonso el Magno I , de esté nombre, hijo
del señor rey don Ordeño.
El señor rey don García I, hijo del señor rey don Alfonso
el Magno.
La señora reisa doña Gilvira , mujer del señor rey don
Bermudo.
La señora reina doña Urraca ,.mujer del señor rey don Ra-
miro I y oCros muchos cuerpos de tenores principes, infantes
é infantas. Reedificóse en el año de 1712 reinando la mages-
tad católica del señor rey don Felipe V de este nombre.
destrozados y forzados con daño á retirarse el ano de
ochocientos y diez. Ores gobernador de Mérída puso
sitio sobre la villa de Benavente. pero con la venida
disl rey don Alonso fue forzado á alzarle y retirarse.
De la misma manera Alcama moro gobernador de
Badajoz fue rechazado de la ciudad de Mérida sobre
la cual estaba, y de toda aquella comarca. No mocho
después uno llamado Mahomad hombre nMe entre
los moros , ciudadano antiguamente de Mérída por
miedo que tenía de Abderranman no le hiciese algu-
na fuerza y agravio (bien que lo particular no se sa-
be) , con número de gente se retiró al amparo del
rey don Alonso. Dióle el rey en Galicia lugar en que
morase : pretendia el moro volver en gracia con los
de su nación y tomar por medio alguna empresa con-
tra los cristianos ; asi ocho años después de su veni-
da con las armas se apoderó de un pueblo llamado
Santa Cristina : este castillo se ve hoy dos leguas de
Lugo. Acudió prestamente el rey para cortalle lo^
pasos : vim'eron á las manos . y pelearon con una
{)orfia estraordinaria, pero al nn el campo quedó por
os nuestros con muerte de cincuenta mil moros , y
entre ellos el mismo Mahomad ; que fue un notable
aviso para no fiarse de traidores , en especial de di-
versa creencia y religión. En tanto que esto pasaba
falleció Albaca rey de Córdoba el año de Cristo
de 821 , de los árabes docientos y seis , de su reino
veintej siete. Dejó diez ][ nueve hijos , y veinte j una
hnas. Sucedióle en el remo Abderrabman su hijo en
edad de cuarenta y un años , reinó treinta y uno. Por
este tiempo los moros de España pasaron á la isla
de Candia, y hicieron en ella su asiento. Dícelo Zo-
naras.
El esfuerzo de Bernardo del Carpió se mostró mu-
cho en todas las ffuerras que por este tiempo se
hicieron : él grandemente se agraviaba que ni sus
servicios, ni los ruegos de la reina fuesen parte para
que el rey su tio se doliese de su padre y le librase de
acuella larga y dura prisión. Pidió claramente licen-
cia, y retiróse á Salaaña que era de su patrimonio,
con intento de satisfacerse de aquel agravio en las
ocasiones que se ofreciesen. Dende hacia robos y
entradas en las tierras del rey sin que nadie le fuese
á la mano. El rey no era bastante por su larga edad,
los nobles favorecian' la pretensión de Bernsurdo y su
demanda tan justa. Ofendido el rey por este levanta-
miento , Y lleudo el fin de su vida , ae vejez y de una
enfermedad mortal que le sobrevino , señaló por su-
cesor suyo á don Ramiro hijo de don Bermudo. Hecho
esto , acabó el curso de su vida en edad de ochenta
y cinco años. Reinó los cincuenta y dos , cinco meses
y trece dias. Otros á este número ae años aiíaden los
que reinaron Mauregato y don Bermudo por no hal^er
sido verdaderos reyes. Falleció en Oviedo, y fue se*
pultado en la iglesia de Santa María de aquella ciudad.
Sucedió su muerte el año de nuestra salvación de 843,
cuenta en (j[ue nos apartamos algún tanto de la que
lleva el catalogo Compostellano , pero arrimados al
Cronicón del rey don Alonso el Magno, muy confor-
me en esto á las demás memorias que quedan y tene-
mos de la antigüedad.
CAPITULO XIII.
Del rey don Ramiro.
El reinado del rej don Ramiro en tiempo fue bre-
ve ^ en gloria y hazañas muy señalado por quUar como
qúitÁ de las cervices de los cristianos el yugo graví-
simo que les tenian puesto los moros, y reprimir las in-
solencias y demasías de aquella gente bárbara. A la
verdad , el haber España levantado cabeza , y vuelto á
su antigua dignidad , después de Dios se debe al es-
fuerzo y perpetua felicidad de este gran principe.
En los negocios que tuvo con los de fuera , fue esté-
lenle , en IOS de dentro de su reino admirable; y aun
HISTORIA DE ESPAÑA.
223
que Be señaló mucho en las cosas de la paz , pero en
la gloría militar fue mas aventajado. A los nigromán-
ticos y hechiceros castigó con pena de fuego : á los
ladrones , en que andaba gran desorden , hacia sacar
los ojos : pena cortada á la medida de su delito , qui-
tarles la ocasión de codiciar lo ajeno , y hacerles que
no pudiesen mas pecar. Ala sazón que falleció el rey
don Alonso , don Ramiro se hallaba ocupado en los
várdulos , que eran parte de Castilla la Vieja ó de
Vizcaya. La distancia de los lugares y la mudanza
del principe dieron ocasión al conde Nepociano para
apoderarse por fuerza de armas de las Asturias y lla-
marse rey. Era hombre muy poderoio : los que le
seguían muchos , su autoridad y riquezas muy gran-
des. Las voluntades y pareceres de los naturales no se
conformaban , ca los malos y revoltosos le favorecían,
los mas cuerdos que sentían diversamente , callaban
y no se atrevían a declararse por miedo del tirano y
por estar las cosas tan alteradas.
Acudió el rey don Ramiro á sosegar estos movi-
mientos. Juntáronse de una parte y de otra muchas
gentes : dióse la batalla en Galicia a la ribera del rio
Narcoya : en ella Nepociano fue desamparado de los
suyos , vencido y puesto en huida. Es muy justa re*-
compensa de la deslealtad que sea reprimida con otra
alevosía : demás que ordinariamente á quien la forta-
luna se muestra contraria , en el tiempo de la adver-
sidad le desamparan también los hombres. Fue así
que dos hombres principales de los que seguian al
tirano y llamados el unoaomna y el otro Scipion , con
intento de alcanzar perdón del vencedor le prendieron
en la comarca premaríense , y se le entregaron. En la
prisión por mandado del rey le fueron sacados los
ojos , y encerrado en cierto monasterio pasó en mise-
ria y tinieblas lo que de la vida le quedaba. Después
destos movimientos y alteraciones se siguió la guerra
contra los moros que al principio.fue espantosa, mas
su remate v conclusión me muy alegre para los cris-
tianos , y ella de las mas señaladas que se hicieron en
España.
Tenia el imperio de los moros Abderrahman Segun-
do deste nomore, príncipe de suyo feroz, y que la
prosperidad le hacia aun mas bravo ; porque al prin-
cij)io de su reinado, como queda arriba apuntado,
hizo huir á Abdalla su tio , que con esperanza de rei-
nar tomó las armas y se apoderara de la ciudad de
Valencia. Demás desto se apoderó de la ciudad de
Barcelona por medio de un espitan suyo de gran nom-
bre llamado Abdelcarin. Con esto quedó tan orgulloso,
que resuelto de revolver contra el rey don Ramiro, le
envió una embajada para requerirle le pagase las cien
doncellas que conforme al asiento hecho conMaure-
gato se ledebian en nombre de parias; que era llana-
mente amennzalle con la guerra y declararse por
enemiga, si no le obedecía en lo que demandaba.
Grande era el espanto de la gente , mayor el afrenta
?[ae desta embajada resultaba; así los embajadores
ueron luego despedidos : valióles el derecho de las
gentes para que no fuesen castigados como merecía
su loco atrevimiento y demanda tan indigna é intole-
rable. Tras esto todos los gue eran de edad á propósito
en todo el reino, fueron forzados á alistarse y tomar
las armas , fuera de algunos pocos que quedaron para
labor de los campos por miedo que si la dejaban , se-
rían afligidos no menos de la hambre, que de la guer-
ra. Los mismos obispos y varones consagrados á Dios
siguieron el campo de los cristianos. Grande era el
celo de todos , si bien la querella era tan justa , que
tenían alguna esperanza de salir conía victoria.
Para sanar reputación , y mostrar que hacían de
voluntad lo que les era forzoso , acordaron de romper
primero y correr las tierras délos enemigos', en par-
ticular se metieron por la Rioj[a que á la sazón editaba
en peder de moro5. Al contrario Abderrahman junta-
ba grandes gentes de sus estados , aparejaba armas,
caballos y provisiones con todo lo demás que entendía
ser necesario para la guerra y para salir al encuentro
á los nuestros. Juntáronse los dos campos de moros
y de cristianos , cerca de Alvelda ó Alveída pueblo en
aquel tiempo fuerte , y después muy conocido por un
monasterio que ediGco allí don Sancho rey de Navar-
ra con advocación de San Martin : al presente está
casi despoblado. La renta del monasterio y la libretia
2ue tenia muy famosa, trasladaron el tiempo adelante
la iglesia de Santa María la Redonda de la ciudad
de Logroño , de la cual Alvelda dista por espacio de
dos leguas. En aquella comarca se dió la batalla'dé
poder á poder, que fue de las mas sangrientas y se-
ñaladas que se dieron en aquel tiempo. Nuestro ejér-
cito como luntado de priesa no era í^al en fuerzas y
destreza a los soldados viejos y eiercitados que traían
los enemigos. Perdiérase de todo punto la jornada,
si no fuera por diligencia de los capitanes , que ^cu*
dían á todas partes y animaban á sus soldados con
palabras y con ejemplo. Cerró la noche, y con las ti-
nieblas y oscuridad se puso fín al combate. No hay
cosa tan pequeña en la guerra oue á las veces no sea
ocasión de ¿randes bienes ó males ; y asi fue que en
aquella nocne estuvo el remedio de los cristianos.
Retiróse el rey don Ramiro á un recuesto que allí
cerca está, con sus gentes destrozadas y grandemen-
te enflaquecidas por el daño presente y mayor mal
que esperaban. El mejorarse en el lugar dió muestra
que quedaba vencido, pero sin embargóse fortificó lo
mejor que según el tiempo pudo; hizo curar los heri-
dos, los cuales y la demás cente , perdida casi toda
esperanza de salvarse , con lágrimas y suspiros hacían
votos y plegarias para aplacar la ira de Dios. El rey
oprimido de tristeza y de cuidados por el aprieto en
que se hallaba , se quedó adormecido. Entre sueños
le apareció el apóstol Santiago con representación de
magostad grandeza mayor que humana. Mándale que
tenga buen ánimo, que con la a3[uda de Dios no dude
de la victoria, que el día siguiente la tuviese por
cierta. Despertó el rey con esta visión , y regocijado
con nueva tan alegre saltó hiego de la cama. Mandó
juntarlos prelados y grandes, y como los tuvo juntos
les hizo un razonamiento desta sustancia : «Bien sé,
Dvarones escelentes^ que todos conocéis tan bien
»como yo en qué término y apretura están nuestras
)>cosas. En la pelea de ayer llevamos lo peor , y si no
«quedamos del todo vencidos mas fue ¿or beneficio
»de la noche que por nuestro esfuerzo. Muchos de los
» nuestros quedaron en el campo , los demás están
odesanimados y amedrentados. El ejército enemigo
))que era antes fuerte , con nuestro daño queda con
»mayor osadía. Bien veis que no hay fuerzas para tor-
»nar á la pelea, ni lugar para huir. Estar en estos lu-
»carés mas tiempo, aunque. lo pretendiésemos, la
»ialta de pan y otras cosas necesarias no lo permiti-
»rían. La dura y peligrosa necesidad de nuestra
»suerte, el desamparo de la ayuda y fuerzas humanas
nsuplbrá el socorro del cielo , y aliviará sin ninguna
»duda el peso de tantos males , lo que os puedo con
«seguridad prometer. Afuera el cobarde miedo , no
))tape las orejas de vuestro entendimiento la descon-
))Ganza y falta de fe. Arrojarse en afirmar y creer es
))Cosa perjudicial, mayormente cuando se trata de las
))COsas divinas y de la religión , porque si las menos-
«preciamos , hay peligro de caer en impiedad , y si
»las recebimos hgeramente, en superstición'. Elapós-
))tol Santiago me apareció entre sueños y me certificó
))de la victoria. Levantad vuestros corazones , y dc-
usechad dellostoda tristeza y desconfianza. El suceso
»de la pelea os dará á entender la verdad de lo que
«tratamos. Ea pues, amigos míos , llenos de esperan-
«za arremeted á los enemigos , pelead por la patria y
»por la común salud. Bien pudíérades con estrema
«afrenta y mengua servir á los moros : por pareceres
«esto intolerable tomasteis las armas. Rechazad con
%u
BIBLIOTECA* DE GASPAR Y ROIG.
»el fiiYor de Dios y del apdstol Santiago ]a afrenta de
»la lUIigion Crietiaiía, la deabooia de vuestra nación:
»ab8iid hI orgullo des lagente pagana. Acordaos de lo
»que nretenmatoís cuando tomasteis las arvas, de
Mvuesiro antiguo yálor , y de las empresas que habéis
oacabado.»
Dicho esto 9 mandó onienar las haces y dar señal
dé pelear. Los nuestros con gran denuedo acometen
á los enemigos , y cierran apellidando á grandes voces
el nombre ae Santiago : principio de la costumbre
que basta hoy tienen Tos soldados españoles , de in-
vocar so ayuda al tiempo que quieren aoometer. Los
bárbaros alterados por el atrevimiento de los nues-
tros , cosa muy fuera de su pensamiento por tenerlos
ya por vencidos, y con el espanto que de repente les
sobrevino del cielo , no pudieron sufrir aquel impeta
y carga que les dieron. El apdstol Santiago, según
que lo prometiera al rey, fue visto ^n un caballo
blanco, y con una bandera blanca y en medio della
una cruz roja, que capitaneaba nuestra gente. Om
su vista crecieron á los nuestros las fuerzas ; los bár-
baros de todo punto desmayados se pusieron en hui*
da, ejecutaron los cristianos el alcance , decollaron
sesenta mil moros. Apoderáronse de&pues de Ta victo-
ría de muchos lugares , en particular de Qav^ , do
se dio esta famosa batalla ( i K de que dan muestras
los pedazos de las anuas que hasta hoy por allí se ha-
llan. Asimismo Alvelda y Calahorra volvieron á poder
de cristianos. Sucedió esta memorable jornada el
año de Cristo de 844 , que ñie el segundo del reinado
de don Ramiro.
El ejército vencedor , después de dar gracias á
Dios por tan grande merced , por voto que nicieron
obligaron á toda España sin embargo que la mayor
parte della estaba en poder de moros , á pagar desde
entonces para siempre jamás de cada yugada de
tierras ó de viñ^ cierta medida de tri^oó de vino en
cada un año á la iffiesia del apóstol Santiago, con cuyo
favor alcanzáronla victoria : voto que algunos roma-
nos pontífices aprobaron adelante, como se ve (»or
sus letras apostólicas. Asimismo el rey don Ramiro
espidió sobre el mismo caso su privilegio » su data en
Calahorra á veinte y cinco de mayo era ochocientos
setenta y dos : yo mas quisiera que dijera ochocien-
tos y QcQenta y dos para que concertara con la razón
del tiempo que llevamos muy puntual y ajustada.
Puédese sospechar que en el copiar el privilegio se
quedó un diez en el tintero ; que el origmal no pare-
ce. Añadieron otrosí en este voto que para siempre
cuando los doj^ojoe de los enemigos se repartiesen,
Santiago se contase por un soldado á caballo y llevase
su parte ; pero esto con el tiempo se ha desusado ; lo
que toca al vino , y trigo algunos pueblos lo pagan.
ve ios despojos diesta guerra hizo el rey edificar á
media legua de Oviedo una iglesia de obra maravillosa
con advocación de Nuestra Señora , que hasta hoy se
ve puesta á ks haldas del monte Naurancio, y allí
cerca se edificó otra iglesia con nombre de San Mi-
guel. La reina que unos llaman Urraca , otros Pater-
na , madre de don Ordeño y de don García proveyó las
dichas iglesias y las adorno de todo lo necesario , ca
(1) De esta tiataHa que Uariana cuenta tan deUHadamea-
teniDnm escritor baee mención basta don Hodrigo Jiménez,
que vivió eostro siglos áespnes. A ler verdadera ¿ia faubie-
Tan callado loi que eseríbieron ood tanta particularidad el
reinado de don Bamiro, osano^on Alono al MafipM) , que era
su niele , v cneotí muy per SHier Jos levanUsneatos y
guerras civues que bubo , los autofss y abeías desUs sedi*
clones, y las dos victorias que consiguió oootni los moros?
El diploma de don Ramiro que reCere este suceso <'od la ma-
yor indiyiduandad es evidentemente fatso. y probablemente
obra de algún fapotter ignorante del siglo Aiil : en los coa-
tro siglos anteriores nadie lo eoneció. El que desee adquMr
evideneía completa acerca de k felsedsd ¿e este hecho dehe
leer las discnejeoes de las e6rtes de Cádtx sobre el tuto 4e
SQntíügo y que ellas aauiaron por vea priqíera.
tenia por costumbre de emplear todo lo que pedia
ahorrar del gasto de su casa y del arreo de su perso-
na, en omamentoe para las iglesias y en partioular
de ia del apóstol Santiago. El fruto deste victotía ao
fue tan grande como se pensaba y fuera raion á causa
de otra guerra que al improviso se levantó oantra Es*
pana.
CAPITULO XIY.
Cómo los noranndos vinieron é EspaBa.
Aun no estaba quitado el yuco de la servidumbre
que los moros , gente venida de la parte del Mediodía
tenia puesto sobre nuestra nación, cuando una mievn
£este por la parte de Septentrión oomeasó á trabajar^
i grandemente. Fue así que los normandos, gaste
fiera y bárbara, y por no haber aun recefeido la fede
Cristo impla y infiel, salidos de Dacia y de Norvegia,
como el mismo nombre lo declara que fueron gentes
septentrionales f ca normando quiere decir hombre
del norte) forzaoos de la necesidad, ó lo que es ñas
cierto, con deseo de hacer mal , se nicieron coarios
por el mar debiyo la conducta de su capitán Rbohm.
Lo primero acometieron las marinas de Frísia : des*
pues corrieron las de Francia, en particular por la
parte que el rio Secuana desagua en el mar Océano,
nicieron mas graves y mas orainarios dañes que de
ningún otro enemigo se pudiera temeri Después
desto talaron las tierras de Nantes por do el rio Loire
descarga en el mar , las comarcas de Tura y de Foi-
tiers , en que vaacido que bobieron e» batalla á Ro-
berto conde de Aojou , pusieron espanto en tedas
aquellas tierras : últimamente hicíeiM» su asiento en
aquella parte de Francia que antiguamenta se llamó
Neustria, y hoy del nombre desta gente seilaouNor-
mandia; y esto por concesión de loa emperadores
Ludovico el Segundo y Carolo Grasso, q«e les dieron
aqueUas tierras i condición que pues no se qaerian
del todo sujetar á su señorío , fuesen para siempre
feudatarios y movientes de la carona de Francia.
Los mismos por este tiempo con mesas flotas que
juntaron en Francia , dieron mucho trabigo á los
cristianos de Espwa. Primeramente apretaron y hüa-
ron todas las marinas de Galicia; pero llegados á la
Goruña , como acudiese contra ellos d rey ám Ra-
miro, los que dallos saltaron en tierra, quedaron
vencidos en batalla y forzados á embarearae : demás
desto les dieron una batalla naval en qua setenta de
sus naves parte fueron tomadas por los nuestros,
parte echadas á fondo. Así fc) refiere el anobispo don
Rodrigo , dado que el número de las naves parece muy
grande , principalmente que los que escaparon de hi
rota, doblado el cabo de Fínie-terne, llegaron á k
boca del rio Tajo , y pusieron en mucho afán á Liabo-
na que había por este tiempo vuelto á poder da mo-
ros ; y el añoluego siguiente que se contaba de Cristo
oclM)cientos y cuarenta y siete, con gentes y naves
que de nuevo recogieron , pusieron cerco sobra Sevi-
lla , y talaron los campos de Cádiz y de Medina Sido-
nía, en que hicieron presas de hombrea y ganados,
y pasaron á cuchillo ^n número de mores ; al fin
después que se detuvieron mucho tiempoen aquellas
comarcas , por un aviso que les vino que el luy Ab-
derrahman armaba contra ellos y aprestaba ima grue-
sa armada , se partieron de España con mucha honra
y despojos que consigo llevaron.
Siguiéronse otras alteraciones driles entre los cris-
tianos. El conde Al deredo y Finiólo, hombres en ri-
quezas y aliados poderosos , uno en pos de otro seal-
borotaron y tomaron las armas contra el rey don
Ramiro. Las causas destas alteraciones no se refie*
ren; nunca faltan disgustos y desalH'imienteSp solo
se dice que en breve y fácilmente se apaciguaron.
Alderedo fue privado de la vista : Finiólo y'síetehijos
suyos muertos por mandado del rey den Ramiro el
«ño quíBlo de «u remado. Falfoció poco adehnte el
iiiisiiKi en Oviedo diMipne* qoe reiné neteunos ente«-
ro8 ; roeren sepultados él y PaleriiM su mujer en la
iglesia de SenUí Mqrlii de aquella ciudad, eti que se
ve UD lueillo deste rey cou una letra que vuelta en
ruinance dice asi :
IftIIIÓ hk mmk HEMORU BCC AKV RA-
NiMiao Á paimsiio db raiiRsao : rubco
Á TODOS UM QUE ESTO LKTÉREDES , NO
DEJÉIS DE ROGAR l*OR SQ REPOSO.
Entiéndese que fue atli tambíisn sepultado don Gar-
cía bermano del rey, sin que haya memoria de alguna
otra cosa que biciese en vida ni en muerte, salvo que
se halló en la baialia de Clavijo, y míe el rey le trata-
bj como siaaiiera de8useii|raiae< fin tiempo del rey
don Ramiro falleció TlModomiro oMspo de Iria . en
cuyo lugar sucedíé Athaulfo. átennos toman ueste
tiempo el principio de -la caballería y orden de &in-
iiago, muy famosa por sus lasañas; pero sin autor
alguno ni argumento bastante , porque losprivilemos
;intigiios , qué con deseo de hoíirar est»religion aJgu*
nos sin propósito inventaron , nlngun bemiire dele*
tras los aprueba m tlone ñor ciertos. A éon Ramiro
swoedió su hijo don druoio en él abo del Señor
(le ^50.
CAPITULO XVi
De muchos mártires qucjiadecieron ca Córdoba.
Cruel camioeHa , y una de las mas bravas y san-
grientas que jamávhdbo» se ejefottoba en Córdoba por
estes tiempos y se imbraveea contra los siervos de
Cristo. FuegoSy pbincha^ ardiendo con todos los de-
mis tormentes se empleaban enaiormeotar sus cuer-
pos. Bi mayor delito qoe en oNoeoe hallaba, era la
perseverancia en \/l le .de Cristo , y maotenersd en el
culto de la Religión Cristiana , dado que se buscaban
y alegaban otvosaebaques y colore^ á propósito de no
dar maestra que los wetsndiaií quitar Ir liberta de
ser cristiaiKM contra lo qoe teiÜRn concertado. Ab^
derrahman Segundo deste nombre y Mahomad su «hijo
reyes de Córdoba , como hombtes asiólos y sagaces,
pensaban que barían eesa auradable á Dios y á sus
vasaNoB si de todo posto desarraloaseii el nombre
cnstiano; además que para se^rídíid de su estado
les parecía conveniente que qwtada la diferencia de
la reügioo ^ todos sus subditos estuviesen eqtre sí li-
gados coD una mísina oreetoeía. Al tiempo que se
perdió Espraa, kis vencedores otornron a los nues-
tros libertad de mantenerse en la refilón de sus an-
tepasados: coo esto, sacerdotes, monjas y mongos con
su veatido diferente de los demás , rapadas las bar-
bas y con sus coronaa y tonsoms á la manera antigua
se veian en públioo aéí en otras partes como princi-
palmente en Córdoba, donde por la grandesa oeaque-
lia ciudad , y por estar alH la silla ae los reyes moros
coneurría* mayor número de cristianos.
Había mucnos así monasterios como templos con-
sagrados i fuer de cristianos : uno de San Acisclo
Hibrtir , otro de San Zoilo ; el tercero de los santos
Fausto, Unuario y Marcial : demás desto otras tres
iglesias de San Cipriano, San Gínés y Santa Olalla,
sendas de cada uno : estos dentro de la ciudad. Fuera
de loe muros se contaban ocho monosterbs , uno de
San Cristóbal de k otra parte del rio : el segundo en
los naontes comarcanos con advocación de Nuestra
Señora, y llamado vulgarmente Cuteclarense : el ter-
cero Tbbanense : el cuarto Pilemelaríensecon advo-
cación de San Salvador : el qoinlo Armilatense de
San Zoilo; demás desto otros tres de San Feliz, de San
Martin, y de los santos Juste y Pastor, fin todos estos
iogares tocaban sus campanas para convocar al pue-
blo, que acudia públicamente á los oficios divinos sin
HlSTOaU DE EÜPA^A. 225
que persona alguna les filíese á la mano : solamente
tenian puesta pena de muerte á cualquier cristiano
que en públioo ó en particular ée atreviese á decir
mnl de MalMna fundador de aquella secta; vedában-i
les olrosi la entrada en las mezquitas de los moros.
Como esto guardasen los nuestros , en lo demás le»
era permitido vivir conforme á sus leyes, y casi con-
servarse en su antigua libertad.
Tolerable manera de servidumbre era esta , ^es
sAin le halla que entre los cristianos había dignidad
de condes, si per elcontrarío no se aumentaran de
cada día y crecieran las miserias y agravios. Cuanto á
lo primerolos pechos y tributos que al principio eran
tempbidos, de cada día se acrecentaban y hacían mas
graves. Lios nuestros apretados con estos gravámenes
pretendían se debían quitar las nuevas imposiciones
y derramas ; y como no lo alcanzasen , pasaban una
vida man dura que la misma muerte. Destos principios
las semillas deJos odios antiguos vinieron á madurar-
se, y á reventar la postema. Los fíeles trataban de
saciidir de sí aquel yugo muy pesado, los moros abo-
minaban del nombre cristiano, y con solo tocar la
vestidura de los nuestros se tenian por contaminados
y sucios : miraban sus palabras, notaban sus rostros
y sus meneos; con afrentas y denuestos que les de-
dan, buscaban ocasión de reñir y venir alas manos.
Los cristianos iitilados con tantas injurias no duda-
ban en público de blasfemar de la ley y costumbres
de los moros.
pe aqui tomaron ocasión aquellos reyes y sus go-
bernaderes de 'perseguir la nación de los cristianos
con tanta mavor crueldad , que no pocos de los nues-
tros estaban ole parte de los moros, y rejirebendian el
atrevimiento de ios cristianos hasta decir claramente
que los que muriesen en la demanda no debían eu
manera alauna ser tenidos por mártires , ni como ta-
les honrados, pues no hacían algunos milagros; y
sin ser necesario pora defender su rell^on , sino le-
merariámente y sin propósito, se ofrecían al pelí^o
y decían denuestos ales contraríos que no les hacían
alguna fuerza, antes les dejaban libertad de mante-
nerse en la religión de sus padres. Últimamente ale-
gaban que los cuerpos de los que morían no se
conservaban incorrupCos , como se*solian conservar
antiguamente los de los verdaderos mártires para
nuestra muy clara de la virtud divinal que eneNos roo
raba. Asi deciaq ellos : cuauá propósito, no hay para
3 ué tratarlo. BtobispoRecaphrodoy el conde Servan-
o eran los principales capitanes , y que mas se se-
ñalaban en perseguir á los mártires v reprimir sui»
santos intentos. Personas muy honradas , sin hacer
diferencia de edad ni de sexo , eran puestos en hier-
ros y aprisionados en muy duras cárceles.
Procuró Abdtfrahman j hizo que en Córdoba se
Sntase un ooncilio de obispos sobre el caso : en él
eron poreentdnoia ooiídenados como malhecliores
todos kis que quebrantasen las condiciones de la con-
federación puesta antiguamente cou los moros. Esta-
do miserable, triste espectácnlo y leo, burlarse por
una parte del nombre cristiano, y por otra los que
acuoian á la defensa , ser en un mismo tieinpo com-
batidos por firente de los bárbaros , y por las espaldas
de aquellos que estiban obligados á favorecerlos y
animarios. Cosa Intolerable que fuesen trabajados cou^
calumnias y denuestcte no menos de los de su nación^
que de los contrarios. ¿Qué debían pues hacer?''
¿adonde se podían volver? muchos sin duda era ne-
cesario se enfla<|[ueciesen en sus ánimos y cayesen:
otros llenos de Dios y de su fortaleza perseveraron en
la demanda. Muchos por espacio de diez- años ^ que-
fue el tiempo que duró esta persecución , perdieron.
sus vidas y derramaron su sangre por la Relígiou
Cristiana. Elprímer año padecieron Prefecto pnisbí-
tero de Córdoba, y del pueblo uno llnanido Juan. El
segundo año Isaac monge, Sanclio de nación francos
BIBLlOTBCil DS GASfAB T R016.
Podr« presbUerode Ecija. Wulftüoii^o diácono ilipu*
ieime ; tos inonges Sabiuiano , Wistremuildo , Hatien*
cío, iereiRÚs, Sisenando diácono Pacenm ó de Beja,
Puuh> cordobés, y Alaria IJipulente liermana ^ue era
del márlir \Valab(»iiso. En este ano principalmente se
embraveció contra los mártires el obispo Recaphredo
y á muclios puso en prisiones : entre elloa lúe uno
Eulogio abad de San Zoilo aue escribió todas estas
cosas , varón «n aquella edau claro por so erudición,
y por la santidad de bu vida muy estimado. El año
tercero murieron Gumesindo préRbiiero de Toledo, y
Deiservo monge, asimismo Amelio y Feliz con sus
mujeres Sabigotuna y Liiiosa : Jorge monge siró de
nación ; Emilia y Jeremías ciudadanos de G6rdoba:
tres mondes Cristóbal coidobés, Leuvigi|do y Ro-
^'elo de Granada , fuera destos Serviodeo monge de
Siria. ' .
En esle mif roo año, es á saber de 832 lalleció de
repente Abderrahman. Los cristianos 'decían que era
venganza del cielo por la mucha satif^e que derran.ó
de los mártires. Confirm^jbe esta opinión y fama por
cuanto en el mismo punto que desde una galeria de
iü palacio, de donde miraba los cuerpos diBlos márti-
res que estaban en Jas bóreas ^lodridos, como los man-
dase quemar , cayó de repente de su estado y sin po-
der hablar palabra espiró aquella misma noche al
principio del auo treinta y dos de su reinado. Dejó
cuarenta y cuotro hijos y cuarenta y dos hijas. En
tiemfodesterey se empedraron las calles de Córdoba,
y por canos de plomo se trajo mucha agua de los
montes ala ciudad. Fue el primero tm aquelkis reyes
que hizo ley ((ue sin tener cudnia con los deinás pa-
rientes, Jos hijos sucediesen y heredaren ó sus pacbres:
cosa que hasta entonces no la tenían bien asentada.
A.<í en su lu^Kr sucedió su hijo Mahomad : tuvo aquel
reino por e£[)acio.de tieinta y cinco años y medio.
Este ai principio de su gobierno echóá todos los cris-
tianos de su palacio ; y como quier que por esto no
aflojasen en su intento, el año siguiente Uxvó á em-
bravecerse la crueldad y renovarse las muertes. Mar-
tirizaron á Fnndita presbíttro y mongo de Guadií,
Anobfasio-monge y> presbítero. I* eliz mongede Alca-
lá, Digna virgen cozívagrcda, fienilde matrona, Co-
lumba y Pomposa vírgenes. £1 año adelante tuvo un
solo n ártir, que fue Abundio pn sbítero. El siguiente
estos cuatro : Amador mancebo natural de Marios,
Pedro monge cordobés, Luis ciudadano de Córdoba,
XVitefindo natural de Cabra. En el año seteno desla
pérsecuci9n fueron muertos Elias presbítero portu-
gués, tres monges Paulo, Isidoro, Argemiro,,Aurea
virgen dedlct^dli á Dios, hermana de loa mártires
Adulfo y Juan. En el año octavo padecieron Rodrigo
y Salcmon. El noveno pesó sin sangre.
En el año postrero y.doceno ce la persecución pa
deció muerte el mifmo Eulogio que animaba ákMiae-
más cuü palabras y con (u ejemplo. Su muerte fue«n
i^ábado á once dias del mes de marzo ; y cuatro días
adeliiute derramó su saigre Leocricia, doncella ée
Córooba. Escribió la vida de Eulogio Alvaro cordobés
su familiar y conocido. Allí di(e que poco antes de
su muerte fte elegido en arzobispo de Toledo con
grau voluntad del clero y del pueblo de aquella ciu-
dad por muerte de Westrcmiio. Hay una efiístola del
mi.<mo Eulogio escrita el a ño ochocientos y cincuenta
y uno á Weíesindo obispo de Pamplona y en ella uu
dogio muy hermoso de We^ tremiro por estas pala-
bras : «Dirspues, dice, del quinto dia volví á Toledo
vdu bai'é todavía vivoá nuestro viejo santÍ6Ímo,.antor-
»clia del Esphitu Sanio y lumbrera de toda España el
»obi^po Westremiro, cuya santidad de vida alumbra
»todo el mundo hasta ühorfi : con lionestidad ilie eobr
utumbres y subidos merecimientos refocila el rebaño
acatólico. Vivinioscon él muchos dias, y nosdetovi^
nmos en su angélica compañía.» Este hospedaje fue .
ocasión que los ciudadanos de Toledo al que por la
foma de sus virtudes disseaban oonocer ^ visto le co*
meuEaron á estimar y amarle mas, y señalarle por
tucesor en lugar de Westremiro^ si le venciese de
días. £n Córdoba en lugar de Eulogio pusieron los
años siguientes á Sansón y le hicieron abad deSau
Zoilo , nombre docto y de ingenio agudo, como lo
muestra el Apologético que hizo contra Hosti^esio
obispo de Málaga por ocasMii qna en no concilio de
Córüoba lo ultrajó y llamó- ber«t|e.
s
CAPITULO XVI. *
Del rey don Ordoño.
Hechas que fuercrn las exequias coi grande solem-
nidad del rey don Ramiro, su hijo don Ordoño tunié
las úisiguias reales y con ellas el nombre , poder y
pensamientos de rey» Fue deooudkion manso y tra-
table, sus costumbres muy suaves, y por toda la
vida en todas sus acciones usó de singular modestia,
con 4)ue ganó las voluntades de la noblexa, dd pue-
blo, y los ánimos de todos se los aflcionó de manen
que ningOD^ de los reyes fue mas agradable en a<jue-
ha edad y en los años siguientes. Gran celadoi de U
justicia : virtud necesaria , pero sujeta á engaño en
ios grandes principes , si no rigen con prudencia el
ímpetu del ánimo , y procuran no ser engañados por
las astucias de hombres malos ^ de que hay gran mu-
chedumbre en las casas y palacios reales , ^ue suelea
armar lazos S sus orejas , y dar tr^spifá la inocencia
de los buenos ; ca para engordar á si y á los suyos oo'i
la sangre de los otros se a{xt)vecbBn délo que ven qoe
con el príncipe tiene mas fiieíza, oara daño de mu-
chos, como sucedió en el rey don Ordoño.
Cuatro esclavos de la.iglesiii Gompostelana acusa-
ron delante del te}¡ de un caso muy feo á su ^ispo
Athaulfo ,. persona de grande y conocida santidad. U
historia Con»po6telana dice que le acusaron del peca-
do nefando. Fue citado y hecho venir á la*córte para
responder por sí. Antes que fuese al palacio real, dijo
misa , y vestidode pontilical como estaba se fué á ver
con el rey, Lo;que le debiera reprimir y poneUe. te-
mor, le alteró mas ó por baberdado crédiU» á ios aco-
sadores , Ó por ^star disgustado por no venir luego el
obispo i su presencia, y por el hábito y traje que
traia : mandó soltar un to]<> bravo, acorado con per-
ros y con garrochas contra el dicho pr^elado ; lo cual
era injusto , condenar á ningvuo sin oir primero sus
descargos. En tan gran peligro Athaulfo armóse de la
señal de la cruz : cosa maravillosa , el toro dejada la
braveza , allegóse ¿ él con la cabeza baja , dejóse lo-
car los cuernos , que con grande espauto de los que
lo velan, se le quedaron ea las manos. El rey y nobhr^
desengañados por aquel milagro, y enterados de su
inocencia , echároiibele á los pies para pedirle per-
dón : dióle él de buena gana ^ diciendo que nunca
Dios quisiese que pues hainia recobrado su dignidad,
y librádose de la afrenta, y pues el buen nombre que
mji'stamente le liablan quitado, le era restituido,
que él hiciese enalguu tiempo por donde se mostrase
olvidado del cíicio de cristiano y de la virtud del áni-
mo y de la paciencia que nunca perdiera. Quién dice
que desc4/mulcó á los que le acusaron : lo que se ave-
rigua es que librado de aqu^l peligro , renunció el
obispado y se retiró á las Asturias, en que vivió eu
soledad largo ;ti«n^ santísimamente. Los cuernos
del loro colgaron del techo de la iglesia de Oviedo, do
estuvieron roiii hos años para memoria y testimonio
de aquel ca^ tan señalado. Esto sucedió al principio
dd leinado de don Ordoño. (1).
(1) £] andbísp<^ don Rodrigo y algtmol otros histo-
riadoras eolocaa esta vuéeétM ei tiempo del rey don liei^
mudo.
IllSlülUA DE bSPANA.
•227
E\ aúo se^uiidu uno llamado Muza, que era del li-
naje de los godos, pero de profesión moro, persona
muy ejercitada en las cosas de la guerra, despertó
contra si las armas de cristianos y moros i causa que
púbiicameate se levantó contra el rey de Córdoba su
señor, y con una presteza increibie se apoderó de To-
ledo, Zaragoza, Huesca, Valencia y Tudela. Tras
esto corrió Tas tierras de Francia , en que cautivó dos
capitanes franceses que lesalierou al encuentro. Con
esto puso tan gninde espanto en aquella tierra , que
el rey de Francia Carlos Calvo acordó de granjearle
con presentes que le envió. Ensorberbecido él con
esta prosperidad, y olvidado de la inconstancia de las
rosas humanas , revolvió contra el rey don Ordoíio,
cou quien y con el de Córdoba se contaba y publica-
ba por el tercero rey de España. Rompió por la Rícja,
donde quitó á los cristianos á Aveloa, y la fortificó
muy bien. El Cronicou del rey don Alonso dice que
la edificó y la llamó Albayda. Don Ordoño movido por
este atrevimiento juntó sus huestes : una p«arte puso
sobre aquella plaza, con los demás fué en busca del
enemigo, de quien tenia aviso que estaba alojado en
el monte Laturso. Llegados que fueron á verse, ar-
remetieron los unos y los otros con gran denuedo y
gritería. Tirados los dardos y saetas, vinieron á las
espadas. Los fíeles con su acostumbrado esfuerzo pe-
learon valientemente por la patria y por la religión.
Duró macho el combate, pero al fin quedó el campo
por los cristianos : murieron diez mil moros , y entre
ellos los mas señalados por sus hazañas y nobleza , en
particular un yerno del mismo tirano llamado García.
Muza apenas se escapó con muchas heridas, de las
coales entiendo murió. Los despojos muy ricos de
los moros y sus reales vinieron en poder de los nues-
tros.
En el mismo tiempo Maliomad rey de Córdoba asi-
mismo se apercibía contra el eneml^zo común. Pare-
cióle acometer eu primer lugar la ciudad de Toledo
por ser su sitio muy fuerte, y porque con ser la pri-
mera al levantarse dio ejemplo y ocasión á las otras
ciudades para que hiciesen Jo mismo. Hallábase en
aquella ciudad Lobo hijo de Muza por mandado de su
padre, el cual avisado del estrago que los suyos reci-
bieron cerca de Alvelda, y con miedo de mayor daño
hizo confederación con el rev don Ordoño para valer-
se de sus fuerzas. Envióle el rey muchos asturianos
y mvarros en socorro , y por caudillo á don García su
hernaano. Alahomad desconfiado de las fuerzas acordó
usar de maña. Tenia sus reales no lejos de la ciudad:
paró una celada en Guadalete , que es un arroyo
cerca de Villammaya , j era á propósito para su in-
tento, flecho esto, él mismo coa pequeño número de
soldados dio vista á la ciudad de Toledo. Los de dec-
tro engañados por el pequeño número de los contra-
rios, salieron contra ellos á gran priesa sin orden y j
sin recato, como si fueran a la presa y no á pelear.
Con aquel ímpetu cayeron eo la celada, con que
apretados por frente v por las espaldas, con pérdida
de mucha gente , los demás cerrados abrieron camino
para la ciudad por medio de los enemigos. Doce mil
moros y ocho mil cristianos perecieron en aquel en-
cuentro. La fortaleza del sitio valió para que la ciu-
dad atemorizada por aquella desgracia no viniese en
poder del vencedor.
El año siguiente y el tercero talaron los campos de
Toledo con entradas que los enemigos hicieron , que-
maron las míeses y frutos todos. Los de Toledo con
deseo de vengane pasaron hasta Tdlavera; pero fue-,
ron maltratados por el que tenia el gobierno de aquel
pueblo, y forzados con daño á dar Ja vuelta. En lio,
cansados con tantas desgracias se rindieron ú Maho-
mad el año de nuestra salvación de 8ó7. En el cual
año los normandos conforme á su costumbre cou una
armada de sesenta naves corrieron todas tus marinas
de España , por cuauto se estienden al uuo y al otro
mar ( f ). En particular pusieron á fuego y ú sangre las
islas de Mallorca y Menorca enojados principalmente
contra los moros , porque con el trato que ellos tenían
con los cristianos , estaban aficionados á nuestra reli-
gión. Las casas, templos , campos fueron con ordina-
rios robos saqueados : pasaron asimismo á África, en
que hicieron no menores daños. En España Malio-
mad hizo entrada contra los navarros por la |)arte do
está situada Pamplona, y contra aquella provincia de
Vizcaya que se llama Álava : no sucedió cosa que de
contar sea. En Estremadura Marida se rebeló contra
el mismo rey de Córdoba, y en castigo fue por su
mandado desmantelada.
Entretanto que esto pasaba, don Ordoño, vuelto
su ánimo á las artes de la paz, reedificaba las ciuda-
des por la injuria de los tiempos pasados y de las
guerras desiertas y asoladas, sm perdonar i ningún
gasto ni cuidado. Estas fueron Tuy, Astorga, León,
Amaya, que el Cronicón del rey don Alonso llama
Amagia Patricia. La gente de los moros, después* de
las alteraciones pasadas y guerras civiles , comenzaba
á estar dividida en bandos, tanto que algunos gober-
nadores de las ciudades queriendo mas gobernar en
su nombre como señores, que en el ajeno como vire-
yes , tomaban ocasión de rebelarse , y á cada paso se
llamaban reyes (2). Era esto muy á propósito para los
cristianos, porque los contraríos enflaquecidas sus
fuerzas y divididos entre sí, por partes se podían so-
brepujar : que si estuvieran uníaos, se defendieran
de cualouíer agravio. Reith estaba apoderado de Co-
ria- de Talamanca (otros dicen Salamanca) Mozaro:
ambos fueron vencidos por don Ordoño y sus ciuda-
des ganadas, los soldados que dentro hallaron, to-
dos muertos; los demás, varones, mujeres y mozos
vendidos por esclavos.
Estos principias y medios de cosas tan grandes
desbarató la muerte del rey, que le sobrevino el ano
onceno de su reinado (3) : ouíén añade á este número
seis años. Falleció en Ovieao de eota, mal á que era
sujeto. Fue allí sepultado en la iglesia de Santa María ,
enterramiento en aquel tiempo de los reyes. Grande
prosperidad tuvo este rey en sus cosas ; solo se le
aguó con la rota que ios su vos recibieron en Toledo,
que parece fue en castigo ael pecado que cometió en
perseguir sin firopósito al santo varón Athaulfo. De
su mujer Muñía , hembra de alto linaje, dejó á don
Alonso, que fue su hijo mayor, y á don Bermudo,
( 1 ) Hicieron su desembarro eo Galicia ; pero como fueron
derrotados por el coode Pedro , cootiauaroo iafeslaado las
demás costas de Espaua, y otras por espacio de Iresauo»,
segua refiere el rey doo AIooso.
(2) Fenecida la dinastía de los Üenhumeyas en Córdoba
el año 355 de la Egira, 4016 de la era crislíaua , empezaron
á reinar Jos Almorávides á quienes no quisieron sujetarse los
2 ue gobernaban eu nombre de los Benhnmeyas, dando lugar
la división y á que los gobernadores se traaformasen en
otros, tantos reyes. Desde principios basta cerca de la mitid
del siglo XI» toniaroa el titulo de reyes los gobernadores de
Balaguer, Monzón, Fraga. Balbastro, Zaragoza, A Ibarracin,
Mallorca, Tudela, Denla , Murcia, Huesca, Toledo, Badajoz,
Almería, Granada, Sevilla , Portugal, l^érída y Valencia : los
mas poderosos fueron Granada , Sevilla, Córdoba, Toledo y
Zaragoza. Mariana, pues, se equivoca poniendo e3te acon-
tecimiento de los moros ISO anos antes.
(3) Por las inseripcioaes de los sepulcros de don Ramiro
y de don Ordoño en la iglesia de Oviedo, se vé «{ue murió don
Ramiro el dia de las kalendas de febrero la era 888, que es
el primero de febrero de 850, y su bijo don Ordoño a 6 de las
kalendas de junio era 004 : por consiguiente reinó 16 aüo^,
tres meses y veinte y seis dias , pues sucedió á su padre
inmediatamente en el trono. Mariana y otros escritores han
trastornado la cronología de los reinados de don Orduño I , y
don Alonso iü hijo por no atender á que el rey don AIüqs(»,
contaba los años de su reinado cu los privilegios y monu-
mentos públicos desde el tiempo en que fue asociado al ;n
perio en vida de su padre, y tomó el titulo de rey. que fu
año 862.
228 BIBLIOTECA DE
don NuñOydoB Odoarioydon Fruela. Algunos dicen
que falleció á veinte y siete de mayo; en el año no
hay duda sino que fue el de 862, como se muestra
por el letrero de una cruz que presentó el rey don
Aionso su hijo dd grande primor y hermosura al tem-
plo de Oviedo, que vuelto de latm en romance dice
así :
RECEBIDO SEA ESTE DON CON AGRADO
EN HONRA DS DIOS , QUE HICIERON EL
PRÍNCIPE ALONSO SIERVO DE CHRI8T0 Y
su MUJER XIMENA. QUALQUIERA QUE
PRESUmbRE QUITAR ESTOS NUESTROS DO-
NES, PEREZCA CON EL RATO DE DIOS.
CON ESTA SEÑAL ES DEFENDIDO EL PIADO-
SO , CON ESTA SEÑAL SE VENCE EL ENEMI-
GO. ESTA OBRA SE ACABÓ T ENTREGÓ Á
SAN -SALVADOR DE LA CATHEDRAL DE O*
VIEDO. BÍZOSE EN EL CASTILLO GAUZON.
EL AÑO DE NUESTRO REINO DIEZ T SIE-
TE , CORRIENDO LA ERA NOVECIENTOS
T DIEZ Y SEIS.
Desto se ve que el año ochocientos y setenta y ocho
era el diez y siete después de la muerte del rey don
Ordoño. El mismo don Alonso estando en Gompos-
tella confirmó un privilegio de su padre con otro en
2tte estiende el territorio de Santiago que antes era
e tres imillas en ruedo, á seis. Su data en la era de
novecientos; que fue el año de Cristo de ochocientos
y sesenta y dos ; pero pasemos á las cosas del rey don
Alonso.
CAPITULO XVII.
De los príBOipios del rey don Alonso et Magno.
Don Alonso, á quien por las grandes partes y
prendas que tenia de cuerpo y de ánima , y los escla-
recidos triunfos que ganó de sus enmigos^ dieron
sobrenombre de Magno, luego que tuvo aviso de la
muerte de su padre, ca no se halló á ella presente,
sin poner dilación se partió para Oviedo , ciudad real
en aquel tiempo , con intento de hacer las honras al
difunto , y tomar la posesión del reino , que demás de
pertenecerle por derecho por ser el mayor de sus
normanos (I), todos los^estados y brazos se le ofre-
cían con gran voluntad sin embargo de su pequeña
edad, que apenas tenia catorce años, número de que
otros quitan no menos gue cuatro años. Yo sospe-
chaba, por'lo que sucedió adelante, aue en lo uno y
en lo otro hay engaño, y que era ae mayor edad
cuando entró en el reino. En el buen natural que tu-
vo, se igualó á sus antepasados, y aun se la ganó á
los mas : era alto de cuerpo, de muy buen rostro y
apostura, la suavidad de sus costumbres muy gran-
de. Su clemencia , su valor , su mansedumbre sin par.
Señalóse en las cosas de la guerra , y no menos fue
liberal con los pobres, y que estaban apretados de
alguna necesidad. Ca los tesoros así los que él ganó,
como los que le dejó su padre, no los empleaba en
sus gustos, sino en ayudar las necesidades : virtud
que nace á los principes muy amables, y su fama
vuela por todas partes. Aumentó otrosí el culto divi-
no, en particular la iglesia de Santiago que era de
tapiería, la ediüoó desde los cimientos de sillares
con columnas de mármol: cosa en aquellos tiempos
rara y maravillosa, por su poco primor y mucha gro-
sería y por la falta de dineros. Reinó cuarenta y ocho
años, como lo dice Sampiro Asturicense.
(i) La corona fue electiva basta el tiempo de don Ramiro
el Primero, quien para hacerla hereditaria discurrió el medio
de hacer eleirir y proclamar al primo;?énito viviendo el pa-
dre , como lo siguieron haciendo sas sucesores. De esta ma-
nera , sin conten timiento de los pueblos , se estableció entre
nosotros la monarquía hereditaria.
GASPAR T ROIG.
En el principio padeció algunas tormentas. Don
Fruela hijo del rey don Bermudo ^2) era conde de
Galicid, poderoso en riquezas y aliaaos : y como per-
sona de sangre real por ventura pretendía pertene-
cerle la corona, ó por menosprecio que tenia del
nuevo rey , se llamó rey en Gahcia. Don Alonso, por
hallarse flaco de fuerzas y desapercibido, acordó de
dar lugar al tiempo , y retirarse á aquella parte de
Vizcaya que así ahora como entonces se llamaba
Álava , dado que era mas ancha que al presente. Pe-
ro como el tirano no enderezase el poder que tomara,
al pro y bien común , «ino pretendiese oprimir á sus
vasallos , fue muerto por conjuración de los ciudada-
nos de Oviedo. Acudió luego don Alonso á las Asto*
rías, donde fue recebido con gran voluntad de los
naturales. Sosegó y ordenó las cosas del reino , y cas-
tigó á los culpados. La parte de Vizcaya , que en aquel
tiempo se llamaba Álava, estaba sujeta a los reyes de
Ovieao, lo demás tenia por señor a Zenon , príoci-
pe (3) del linaje de Eudon duque oue fue de Aqoita-
nia. Eylon pariente de Zenon , tenia por el rey el go-
bierno de Álava : este confiado en la revuelta del
reino , ó en la ayuda de Zenon , se levantó contra el
rey , que en persona acudió á sosegar aquellas altera-
ciones desde León. Apaciguó enoreve v sin sangre
agüella provincia : prendió al mismo Eylon, y le en-
vió á Oviedo y le tuvo basta que falleció en la cárcel.
No mucho después venció en batalla al mismo Zenon
señor de Vizcaya , y preso Je puso en la misma cár-
cel, porque con desee de novedades también se al-
terara. De este Zenon refieren que quedaron dos hi-
jas, la una se llamó Toda, que fue mujer de Iñigo
Arista rey de Navarra; la otra Iñiga, dicen que casó
con Zuria que adelante fue señor de Vizcaya, de
cuja sangre algunos pretenden que decendian los
señores de aquella tierra antes que Vizcaya se incor-
porase en la corona real de Castilla. Con el castigo
tiestos dos, los demás tomaron aviso qae no debían
menospreciar al rey ni su saña , y que la traición es
dañosa á los mismos que la bacen. Después desto
Álava fue dada á un nombre- príncipaJ llamado el
conde Vigila ó Vela. El señorío de Castilla poseia el
conde don Die^ Porcellos. Todo este sucedió el pri-
mer año del remado de don Alonso.
En el siguiente cargó mas el temporal, porque
Imuodaro y Alcama capitanes moros (4) se pusieron
sobre la ciudad de León, pero ei rey les forzóla alzar
el cerco y dar la vuelta con granae estrago que en
sus gentes hizo. Juntamente con deseode fortificarse
y de vengarte délos moros hizo liga con los navarros
y franceses (5) y para que el asiento fuese mas firme,
(2) Los historiadores antiguos, cuando hablan de los hijos
de don Bermudo , nombran solo á don Ramiro y don García
habidos antes que reounáase la corona á (kvor Je don Akm*
so II el Casto : es evidente que el rebelde don Fmela ao fne
hijo del rey don Bermudo , ni de sangre real.
(3) Ningún escritor de aquellos tiempos habla de este
Zenon.Los reyes de Asturias dominaban la Vixcaya, Navarra,
y la parte de Aragón que no ocupaban ios moros, y enviatea
condes para su gobierno. La batalla, pues, que dice Mariau
le dio el rey don Alonso para sujetarie , es fabulosa, y lo
mismo debe decirse de Zuna , que supone sucesor de
Zenon.
(Á) Se llamaban Albueancen y Almandarí ; y la batalla se
dio el año 872 , el quinto ó sesto del reinado de don Alonso,
y no el segundo como dice nuestro autor.
(&) Como los navarros « que estaban sujetos á los reyes
de Asturias-, causaban cuidados al rey don Alonso con su
rebeliones y le apartaban de la guerra de loa moros, le pare-
ció conveniente acabar estas disensiones cediendo este país
en titulo de feudo al conde de Bígorra don Sancho liíigo, que
era pariente de los reyes de Francia, con la condidoo de que
le habian de dar en matrimonio á do2a Sumdia ó JimeDa
que era de la misma familia real. Llevaba en ello por mira
que el tratado fuera mas firme, y con la ayuda de los frao*
ceses y OAvarros resistir mejor, y vengarse de los moras.
Muerk) el conde, los navarros, con la ayuda de los liraDre-
HISTOniA DE tSPAN*.
Cifó con nni señora del lioaje de toi rejes de Fran-
cia llamada entonces Amelina, y dupnes doña Ji-
nwu. Deite malrírooaio nacieron don Garda , don
Ordoño y don Fraels que fneron consecutiTsmente
reyes ; y también don Gonzalo ((ue al tanto fue arce-
<)iaiio ¿a Oviedo. Las allereciunea que entre silos
moro* tenian, daban buena ocasión á los nuestros
para mejorar sa partido. Los de Toledo confiados en
la fortaleza de su ciudad, y irritados por la aereridad
y crueldad de los rayes de Córdoba , de nueTO toma-
roD lis armas. Las pretensioDes del pueblo son vanan
cuando no son enderezadas por la pradencii y Talor
á* alfiuQ buen capitán. Por eato Mabomad Abenlope,
qn« debid ser nieto de Huía , con nombre de rey se
encarKó del gobierno. La guerra fae de mayor ruido
Íue importancia , í cansa que los de Toledo en breve
leroD tojetados por el rey de Córdoba. Abenlope y
sus hermanos escaparon y acudieron al amparo del
rey don Alonso : éfpor entender serían de provecho
para la guerra de los moros los amparó y les niio mu-
chas caricias. Luego después destoajudado así des-
loe como de Traoceses, navarros y vizcsinos entró
por las tierras de los moros , corrió los campos, des-
truya los pueblos, hizo presas por todas partes : con
que sin hacer otro efecto , despidiú y desnizo el ejér-
to , rico y caroado de los despojos moriscos.
El año siguiente que se contal» 874 , los de 1'oledo
coa deseo t lo oue se puede creer , de agradar i los
reyes de CÚrdoDa , entraron por tierra de cristianos
sin parar hasta el rio Duero. Sobrevino el rey al im-
Sroviso cercado an pueblo llamado Pulveraria, por
opasael rio Urvico, ahora Orvigo. En aquella parte
dio tal carga sobre los enemigos, oue degolló nista
doce mil dellos ; y poco después desbarató otro ejér-
ilciliil de C6tJiilM
cito de cordobeses que venia en pos de los primeros.
La matanza qne hizo fue mayor, ce parecieron todos
Fuera de diez que hallaron títos entre los cuerpos
muertos. Sefniianse con la fuerza del ejército morisco
Almundar hijo del rey de Córdoba , y con él Ibengu-
oimo espitan de gran nombre. Estos avisadas de la
mst»Dza de los suyos se recelaron de llegar á Sublan-
cia . pueblo en que el rcT estaba , y de noche mas
que de paso dieron la vuelta £ grandes jornadas. Sin
embargóse tralódeconcieit^ por medio de Abuhalit,
que en las guerras pasadas fue preso por los nuestros
cu Galicia, y con rehenes que dio le soltaron; por
donde tenia afición á los cristianos. Negoció tan bien.
que por sa medio se concertaron tresnas de tres años,
en el cual tiempo hobososiego; y después de pujado
don Alonso con sus genles que juntó , entró por
tierra de moros, y pasado Tajo, llegó hasta Herid»
con grandes muertes yroboaque hizo por todas par-
tes. Desde allí sin que ninmín ejército de moros sa-
liese contra él , dio vudta, alegre por los muchos des-
pojos que llevabs.
En Indas estas guerras se señaló sobre todos el es •
fuerzo y valor de Bernardo del Carpió, que fue cause
que la cristinndad en la edad del rey que no era mu-
cha , no recibiese algún daño. Concluidas pues tan-
tas cosas, como hubiese acompañado al rey hasta
Oviedo, tomó de nuevo á hacer instancias sobre In
libertad de su padre : que debia bastar prisión de
tantos años, yera justo que el rey se inclinase á tu
.[tuticMO ,sJiio púrli idImhu Un larKa y mal traU-
iiiieiKo de aquel desventurado viejo, ú lo menos per-
donase la culpa del podre por los Mrvi'ciot del hijo:
uue si ni el respeto del deudo, ni sus leales servicios
le movían, por dem&a esperaría mayores mercedes
■de quien no hacia caao de sus ruegos y lágrimHíi en
demanda tan justificada. Parecía á los mas que Ber-
Diardo teoia raion ; pero prevalecíú , según yo pienso,
«I parecer de los contrarios , que decían ser conve-
flíente á la dignidad del rey vengar la nfrenU hecha
contraía magestad, y do mudar la sentencia de loa
antecaaiH«8 por respeto de ningún particular. Alte~
rose con esta respuesta Bernardo , siliúse de la oórte
«on grande aconipañamieolo demuchoique se lear-
rinuron. Edifica cuatro leguas de Salamaoca , donde
ahora está la villa de Alba , el castillo del Carpió, del
Fual él mismo tomd elapellido : desde este castillo de
tirdiaarío bacía cabalgadas en las tierras del rey, ro-
baba, saqueaba, y talaba ganados y campos. Por
otra parte los maros á su instancia trabajaban g"
demente la tierras de crisUaDos.
El rey movido destos daños hizo junta de grandes
en Salamanca, que mudados de parecer acordaron
se hiciese lo que Bernardo pedia , á tal empero que
primeramente entregase el castillo : no se sabía á lo
<)Ue parece , que el padre de Bernardo era ya muerto
en la cárcel. Pues como le hobieseo despojado del
castillo, y no le restituyesen i su padre , despechado
se pasó á Francia yPíaTarra. En aquellas partes pe-
regrinando de uuBS tierras 6 otras , acabó la vida en
lloro y tristeza, como dicen muchos. Otros lo contra
dicen, y -persuadidos por un sepulcro que hoy se
muestra en Aguilar del Campo con nombre de Ber-
nardo , sienten que surríó coa grande ánimo loa r«ve-
sesdelí fortuna, yen tanto que vivió, sirvíúá su rey
con el esFueno y diligencia que solia. A la desgracia
de Bernardo se siguió otro nuevo desastra, j fue
que don Frnela, no se sabe porqué causa ni porqué
agravios, se conjuró de dar la muerte al rey su her-
mane {!). Descubrióse el trato; y preso, le privaron
de la nstay condenaron i cárcel pvpá'ua. La misma
■enteiKÍa por mandado del rey se ejecutó en don Ñu-
ño, don Banurdo ydon Odoarío; Umbien hermanos
sujM, porque se juntaron con don Fruela: castigo
cruel , de que resultaron nuevasslteraciones, cadou
Bermndo escapó de la cárcel , y con ayuda de su par-
cialidad se apoderó de Astorga , y en ella se forUficú
por algnn tiempo, sin reparar tiasta venir á las ma-
nos con el mismo rey que iba en su busca ; pero fue
vencKlO, y después de la rota se huyó á tierra de mo-
r»s. El rey don Alonso por esto tomé ocasión para
nac«r mavores estragos en las tierras enemiRas, en
espeaial ftw Un molesto á los de tierra de Toledo,
que pasados algunos anos por gran suma de dinero
que dieron , compraron del rey treguas de tres aBos:
cosa rony honrosa para los fieles, y afrentosa para los
bárbaros. "^
CAPITULO XVUI.
De UD cóndilo qoe se celebró en Santiago j en Oviedo.
Por esta tiempo Atbaulfo obispo de Compostella
dió fin á BU muy larga vida en la soledad donde se re-
tiró. Sac«dióle Slsenando, hombre de grandes par-
tes, esclarecido por sus muchas virturleg, en parti-
cular persuadió al rey que los deudos de los que
acusaron á Athaulfo, fuesen á manera de esclavos
entregadosal templo de Santiago; que fue un ejem-
plo muy nuevo , y ann cruel , castigar á unos por los
(I) Da ett* rebelión no da li menor noticia el Cronicón
it Albelda, qns escribió entoores, j Simpjn), de <iuieo
se ba tomado, lo di cono tiabllIlM del pnablo. Ademia ■«
dice que loa rebeldes eru berounos de doo Alonso qne te
stb e lue hijo ánico de don OrdoSo.
pecados de otros, si la ^rundczii de la maldad uo ex-
cusase en pane la acedía quecon eHo^ usaran. Tras-
ladó el cuerpo del difunto á Compostella , y con cue-
vas obras' y fábricas aumenté aquel edificio dé (t
iglesia de Santiago : demás desto á su coeta fundó en
a(]oelia ciudad un monasterio de benitos coiydioca-
ciondeSan Martin, y un colegio que llamé de Sau
Feliz que en los sacerdotes y ministros de Santiago
por su larga vejez exentos y juvUados , habida ucen-
cia^ fuesen proveídos y stnteutados de lodo lo nece-
sario. En tiempo deate prelado la iglesia de Otiedt
fue becba arzobispal. Asimismo el templo de Santia-
Dque con grandes pertrechos y gastus estxilta aca-
0, consagraron ciertos obispos que se juntaron
en un concillo, con grande solemnidad. No era licito
conforme á las leyes eclesiásticas convocar los obít-
pos á concilio sino fuese con licencia del pana(2). Por
" " io presbíteros oespacba-
„ laron del papa Jnan Vl|]
brebe, en que hace metropolitana la iglesia <le
esta causa Severo y Desiderio pi
dos sobre el caso á Roma ganaron del papa Joan VIII
»rey cristianísimo y á los venerables obispos y abi-
»des y ortbodoios cristianos. Pues que en el cuidado
«de toda la cristiandad la sempiterna providencia nos
uhizo sucesores de Pedro principe de los apóstoles,
upor la amonestación de nuestro Señor Jesucristo
usemos apretados, con la cual con cierta voi de prí-
nvilegío amonestó d San Pedro diciendo : Tu eres Pe-
»dro , y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia , y á M
»te dejaré las llaves del reino de los cielos, etc. Al
iiraesmo otra vez , acercándose al articula de la glo-
uriosa pasión de Nuetetro Señor, dijo : Yo rogué por
uli para que no falte tu fe y tú convertido alguna vet
aconfirma tus hermanos. Por tanto pues la fama de
«vuestra noticia por estos hermanos que viaicroe i
nvÍEÍtar los umbrales de los apóstoles , por Severo f
í 'i) Ya bemos liito que en loi ocho primeros sigku if I'
Ig-líBiase celebnron concilios nicionalea, provi u cíales ] dio-
cesanos, por la sola autoridad de los prímades, metrapolil)-
ooi y obispos. Después de la eonveraioo de loa godos i ¡' '(<
inlerreaii la érden y aprobación de los soberanos; no ui I'
licencia del papa que no se vé por ningún documento se pi-
diera para esto, ni que ntagua canon lo proscribiese butt
intoflcea.
De isa dos monedas árabes que aqnl presenta mi», la prr
lera e> de cobre ¿inediia, j la mas anilina que seeDcui>nl> <
1 España, puea eítá acuñad:i en Andalucía, el año de irSii
.• Eg¡ra. que rorreipoade al 7Í7 de J. C. sitnda p.beruaii"
Abderrahmaa por el ralifa Hewbim. — La segunda e"!'
plata T fue aruúada lanibien en Andalurii pnr el ntifa i1
Córdoba Abderrahman í, el 100 de la Egira {776 de J. r )
Entre la una y la otra , en el periodo de 4» lüos, no se hi
cneoDtrado basta el día nineuna otra.
BIBTOIHDB
»rH»klem presbHeroSj á Miotroe con imnitilloio
)>oforde bondad nos es BMnifesUda; con amoneata-
DCion fratermí os eibcnto que con la gcada delMospor.
))gaia perseveréis en buenas obras para que laaban«
ndante bendición de S4 Pedro nuesUrq protecter y la
nnaestra os ampare. Y todas las veces hijos carim-
vmos, que qaieierealgnnodo res venir ó enviar á sos
vcon toda alegría de corazón v «no espírHnal idelas
náltinias portes de Galkia; de la cual Dios fuera de
»mi os hizo rectores, como le|;itimos h^os nuestros
nos recibironos^ y á la iglesia de Oviedo , ^e con
Dvuestro eonsentimiento y á vuestra instancia bace^
vinos metropolitana y mandamos y concedemos que
Diodos vosotros seáis sujetos. Asimittnó mandamos
iique loáo lo que á la dicba silla los reyes éotroACua-^
wlesqaier'fieles justamente han ofrecido, ó para ade-
btanie con el ayuda de Dios le dieren, sea estable y
nv^ledero perpetuamente. Eihorto otrosí á todosque
Atengáis por encomeudades los portadores destas
nnuestras letras. Dios os guarde.»
Con los dos embajadores del rey envió juntamente
el pontiGee á España un tercero por nombre Reinal-
do, al cual dio otra carta para el rey lacha por jolio
con palabras muy regaladas y blandas del tenor si-
gaiente : «Juan obispe siervo de k». siervos de Dios
»»! amado hijo Alonso glorioso rey de las Galicias.
sHabíendo recebido vuestras cartas^ porque conoci-
»nies que sois devoto para con nuestra Santa Iglesia^
nosdamoR muchas gracias, rogando á Dios que crezca
»el vigor de vuestro reino , y os conceda victoria de
vmestros enemigos. Porque como vos hijo carisimo
vpedistes, rogamos á Dios ordinftrismentov c<m ins-
Dtnncia que gebieme vuestro reino, y os salve, guar-
»de y ampare, y levante sobre todos vuestros enemi-
9gu8. Haced que le iglesia de Santiago apóstol sea
noon^agrada por los obispos españoles , y con ellos
Dcelebrar concilio^ Nos asimismo glorioso rey como
Dvos somos apretados por los paganos, pero el omni-
npotenie Dios nos concede deIJos triunfo. Por tanto
Drogamos á vuestra candad no dejéis de isviarnos al-
DgUDos provechosos y buenos moriscos con sus ar*-
ninas y caballos, á ios cuales los españoles llaman
Maballos alféreces, pera que recebidos , akbemos á
»Dius y os demos las gracias, y por el gue loe tru-
njere, os remuneraremos de las bendiciones de San
»Pedro. Dios os guarde carísimo hijo y esclarecido
»rey.i) Dada elmes de julio ano del Seuorde 874 (I).
Leídas las cartas del papa, los obispos de todo el
reino fueron convocados para que a día señalado
acudiesenen cumplimiento de lo que seles mandaba.
Juntáronse primeramente en Goropostella buen nú-
mero de obispos , no meóos que catorce, parte de
las ciudades que estaban en poder del rey, (os demás
de las que tenias los moros como, obispos de anillo,
y poco roas que de solo nombre. La cpstumbre de
aquel tiempo era tal que las unas ciudades y Isa
otras tenían obispos, principalmente las que. hablan
ganado de los moros y poco después eran vueltas á
su poder, y aun de las que pretendían ganar en breve
y redttcillas al señorío de cristianos. Gon esta traza
y confianza en lugar de los que morían , señalaban y
consagraban otros que les sucediesen. £1 templo
pues de Gomposlella ó de Santiago fue porafueAos
obispos con grande solemnidad eonsagraao á siete de
mayo día Junes, luna undécima, j tres de áureo
número^ como lo dioe Sampiro Asturícense (2): pun-
« ,
(I) No se hallan ea loa Cronieenet antiguos tales cartas,
y ei el Sam^yro, áoieo que laa ttcne, están sin fecha. Una
circnnstancia prueba su falsedad> En algunos códices de este
se dice que de este Cronicón antes de las cartas se lee la
DoU siguiente: «la carta fue tjraida de la ciudad de Rosaa
por los presbíteros Severo y Desiderio el mes de julio de la
era (X)9.» que corresponde al 971 , en cuyo tiempo aun no era
P^pa Joan Vllt, p«ea fae eleeido el 15 de diciembre de 872.
(¿) Consta por el privilegio que eoaoedié á esta snlsma
WBPiAAé > 231
tosyso&aleoQttottdascoDeufrenon el a&oS76,y
10 antea ni después por largo tiempo. El altar mayor.
dedicaroB al Salvador, dos eolaterale», el uno en
non^re de San Pedro y Son Pablo , el otro de San
Juan Evaogelista : el que cubría los huesos del após-
tol Sftttiiafis, no pareció consagrar de nuevo por te-
ner entendido que sus sietodiscípnlos le consagraron:
solo se dijo misa sobre él. En un monte alli cerca
conssgraron asimismo un templo en nombre del mar*
tir San Sebastian : con que la devoción df la iglesia
de Santiago , que de antes «a muy grande, se au-
mentó mucho mas.
Once meses adelante por mandado del rey los míft-
mos obispos se juntaron en Oviedo : allí en cumpli**
miento oe lo que el napa coneedia, resolvieron que
el obispo de Oviedo fuese arzobispo, y para aquella
dignidad |>or voto de todos nombraron á Efmenegil-
do. Pareció otros! nombrar arcedianos, personas de
buena vida , que dos voces cada un año juntasen sí-
nodos y diesen, órdc» en todo, como quien hablada
dar cuenta á Dios de su cargo , y juntamente visita-
sen las diócesis, los monasterios y parroquias. Aiía-
dieron demás desto que los obispos que no tenian
diócesis sirviesen ftl de Oviedo de vicarios para que
se repartiesen la carga entre muchos, y él de su renta
los susténtese; y que asi estos, como á los demás
obispos, señalasen sendas iglesias en la ciudad y dió-
cesi deOviedo^ coa cuya renta se entretuviesen
cuando se celebrasen concilios, y tuviesen donde
acogwse á causa de las ordinarias entradas que lo»
moros, hacían. En cumplimiento desté decreto á diei
y seis obispos,, unos que tenian diócesi y otros que
careian della , señalaron doce templos, al de León,
de Astorga. delria, al Uicense^al Britoniense, sido
Orense, al oe Braga (este*era arzobispo) al Dumiense,
al Tndeaseí alColumbríense» al Portocalense , al
Sahnatíeense, al CauriensOí al Cesar-augustsnOf al
CHiagurrítano, al Turiaásonense, al Oséense. Todos
estos nombres y el número sesacaron de los mismos
actos.del concilio en gracia dé los que son aficiona-
dos «á la antigüedad, que Jos coronistas no eseribea
palabra. De aquí sin duda procedió que Oviedo en
aquel tiempo se llamó ciudad de obispos, como lo re-
fieren* autores muy graves. Los akoaros de aqneUa
diócesi do Oviedo señalaron los mismos obispos y
el rey la acrecentó en rentas y posesiones según lo
que so podia llevar, conforme á la apretura en que
estid>an lascoaas y los tiempos. HaOáronse presentes
en la una ciudad y en la otra el rey y la reina' dona
jimena, los hijos del rey y los grandes ; y dada con»
ciusion.á todas estas cosas, despidieran el concilio.
CAPITULO XIX.
De lo demás que sucedió en el reinado de don AÍodso.
En tanto que estas cosas. pasaban los moros esta-
ban sosegados: el largo oció y la abundancia de Es*
paña tenia apagado el brio con que vinieron, y ablan*
dado su natunl belicoso; <pie ino causa de pasarbo
algunos años sin quo sucediese cosa algnna digna do
memoria. Solo el año de 88 i en toda España bobo
temblores de tierra con daño y destroso de muchos
edificios. El rey Mahomad asistia á los oficios á su
modo» cuando un rayo que cayó de repente en 1»
misma mezquita, mató á dos que estaban, cerca del,
con grande espanto de todos los demás. El año si-
guiente Abdalla bho de Lope,aquel oue huyó de To-
ledo, olvidado de m mercedes que del rey teoia re-
cebidas» como hombre desleal y fementido comenzó
á tratar de hacerle guerra. Para esto se reconcilió y
hizo su asiento con el rey de Córdoba, La envidia que
tenia á sus tios, le llevaba al despeñadero : de quien
ifilesis , oue lá coasagraeioii se biso el año 880 que ftie el Sfí
del reinado de Alonso el Magno.
23Sfc BIBLIOTECA DE
hacia tanta confianza el rey áaa AlomOy^o toa «n-
treffó á 8U hijo doo Ordodo oooo por prendas de la
amistad para que le criasen y amaestrasen. Gran
mengua de su padre^ pero en tanto sejestimaba en
aqoei tiempo ta araistM 4e ios moros.
Oeste pnneipio aunque peaoeno se sigoieroB eosu
mas graves, per que Abdalla recogidas sus «entes
rompió por las tierras de crísliaoos : las talas fueron
muy grandes, los temores y eepcransas no menores.
Acudió el rey y venció al moro cerca de Oüiorfco en
una batalla que leí dié, asimismo le rechaaó cen daño
de Pancorvo, de que pretendía el moro apederam.
Ne acometieron la ciudad de León , dado que revol-
vieron contra ella, á causa de una gruesa guarnioioa
de soldados que dentr» estaba. Desta manera sin ha-
cer otro efecto aue de contar sea , pa^do el río As-
tura (ho^ Estola) que riega aquellas campiñas y pasa
por la misma ciudad de León, el ejército eneaugo por
las tierras de la Luaitanía volvió á Córdoba. Iba entre
los demás moros Abubalft : hizo instancia con el rey
don Alonso para qfue le restituyese su hijo Abúlcen,
oue dejara como en rehenes cuando (como se dijo) le
dieron liberlad. La negociación fue tan grande , que
al fin alcanzó lo que pretendía. Esto sucedió al fin
del otoño, el cnatj^asado. y entrado el invierno,
Abdalla venció en cierta pelea ó eneuentvo á ios dos
Zimaeles lio y hermano «nyes, en ciertos lugares ás-
peros y fragosos: no se dice en qué parte de España,
sospecho íue en él reino de Toledo^ lo me consta es
2ue los nrendió, y ehenüjados los ewnó -ai'castfile
e^fiecaria. Re volvió sobre Zantfoza jroen el mismo
ímpetu la spjetó. Esto fue ooasion'que lis lüértasde
moros y decrístianos se volviesen contra él dade que
con una embajada envió á eseusarae áb loheehe con
el rey de Córdoba : y porque noreoebía sus escusas,
cea trato doMe r embajadores que de <ordi«ario des*
pochaha al rey don Alonso pahí asegursrse, procu-
raba su amistad.
fin el mismo tiempo los cenées den Vela y den
Diego hicieron liga contra élcomoeontra enemigo
eomun. Por otra parte Almundar hijo del rey deOír*
doba y Albuhalit fueron enviados de Córdoba pan
cercará Zaragoza: acometwiiento que fue pordeniás
á cansa de la fortaleza de auuella ciudad y la mucha
{(ente que en ella hallaran, además que AbdsHz por
as eosss que habla oomeódo y acabado, se hallaba
muy fuerte, rico y feroz. Dieron los de Córdoba inael*
la sobre las tierras de ¥izesya y<ieCasliltai, hieieron
Islas y dafios: acudieron los dos condes semdiehes^
Í forzaron ales mores á salir de teda la Horra. No se
escuidaba el rey de León, 'antes tenia juntas sus
gentes en Sublancia con iutentode no faltar á cual-
quiera ocasión que se 4e preséntase de dar á los mo«
IOS si aH3«es(er {ueseJabatsU^ > peso i#)s la escusa^
rou y se volvieron á h\x tierra; solo destruyeron el
monasterio de Sahágun, que en CasiMí la Vieja era
yes muy célebre. ¥ sin embargo Abuhalit envió algu-
nos aaorosdesecrelo al rey don Alonso para tratar de
Imcer paees ; 'y sobre lo mismo Dulcidlo presbitero
de Toledo fue per eirey envind^áCórdobaen fiadel
aHO ooS.
En tanto que estoa trates andaban, una armada de
moros fue se juntó en Córdoba y en SeviNai por mar
acometió las riberas de Galicia por estar muchos
•pueblos sin murallas, y que po(íhan ftoilmoBte ser
ssgueades. No hizo algún efecto la dicha armada á
causa de los recios temporales que la desbarattfon j
eoliwon á fondo : pocos con el general Abdelbamit
escaparon del naufragio y de la tormento. Al mismo
tiempo por díKgenoia de Dulcidío se asentaron tre-
guas de seisenos con los moros^ y los caernos de los
máitiras finlogio y Leeoridaeon voluntad áe los erís-
tiunos cucuyo poder estaban, de Córdoba tos trasla-
daron á Oviedo« Siguióse la muerte de Mahomad año
de los árabes doscientos y setenta y tres, de nuestra
GA8P4B T ROIG,
sidvacion 88d : dejé trdnta h^os y vemts hipis. Fue
hombre de innenio no grasoso ; para musstra se re-
Aere que un oia como se pasease en sus jardines, y
cierto soldado le diieae : ¡ Qué hermoso jardín, qué
día tan chiro, quésigle tan alefjre, si todo esto tese
perpetuo'! respondió t Antes sino hoéien muerte,
yo no fuera rey« Sucedióle Almundar su hijo^ prín-
cipe manso» de condición y Hberal ca al principie de
su remado perdonó á los de Córdoba derla imposi-
ción en que acostumbraban pagar dediez uno. EUos
olvidadas desta beneficio se aJbiirotaron contra él.
Aparejábase para sosegar estas alteraciones, cuando
le sobrevino ia muerte afttes de hsber reinado dos
años enteros^ Dejó seis hijos y siete liijas. Sucedióle
por voto de los soldados Abdalla su hermaiio el ano
888 : reíQÓ por espacio de veinte y cinco años. Les
principio^ fueron revueltos á causa oue Homar prln-
cipül entre ios mores y de ingenio bnmcioBO se levan*
tó contra él. Ualbom , Astspa ó Eslepona , Sevitta y
otros pueblos se le aüeguron. Estas grandes alteracio-
nes tuvieron ftcii salida, porque Homar, uMidadopro*
pósito, aícsv^ perdón yserecoDcthócon d rey. Es-
ta facilidad del perdón le fue ocasión y le dio ánimo
para tornar en brsve á alborotarse.
Andaban los meros de muy antiguo divididos en
dos parcialidades de Homeyas y At»vecinos,como
quena arríbn dicho. Con esta dlvisiett,DO podía fitltar
a los amigos ds^ novedades geqte y pueble que los si-
guiese. A1»dalla siguió por todss parles á Homar y le
redujo á tal eprelura , que se huyóá tierra de cris-
tianos, deode dejada la supsfstidon de sus padres,
se4l»autisó:nóeesi sinceridad y de veras, sino con en-
mAo, COMBO se entendió con el tiempo, que lodo lo
ueelara.'Contra den Alonan sesfHeraron los vizcaínos:
la cabeza y candiMo fiíe Zuría, yerno de Zenon, hom-
bre principal ei»tre aquella gente. Acudió don Qrdo-
fto enviado por el rey su psdre para sosegar aquella
gente; pero íiie vencido por los eontranos en una
Eailalla que se dio cerca, de Arríogorriaga, ydella
aquel pueblo tomó este nombre que significa ^como
lo' drcen los que saben la lengua vizcaína) piedras
sangríenUis, como quier que antes se llamase Pado-
ra. En premio desu victoria hicieron á Zuría señor
de Vizcaya que dicen era de la sangre de los reyesde
Escocia. ¿(íuién podrá bastantemente averiguar la
verdad en esta parle? La aspereza de aquellos luga-
res, según yo entiendo, fue causa que el rey no
vengase aqueHa afrenta, demás de su edad que esta-
ba adelante, y por el mismo tiempo, vuelto el peo-
saraientoáías artes de la paz, se oqupaba.enedfticar
igtesiasen nomlÑre de los santos, y castillos y pueblos
para senurldod y cossodídad de sus vasallos.
En «principio de su reinado reedificó áSubfamcia
ÍáCea cerca de León, el castillo de Gauzon á la od-
a del mar, puesto sobre un peñol entre Oviedo y
Oijon después las ciudades de Braga, Porlu y Yiseo,
OMves ^eaeilamaba antiguamente Aquai Flavir,
y también la ciudad de Oca : todos pueblos que ha-
bian estado largo tiempo destruidos y deshabitados.
El mismo año nadeció Sentica, y con la misma libe-
ralidad y cttidaoo fue reparada con nombre de Zamora
Kr las muchas piedras turquesas que por alli se ha-
n que se Ñaman asi en lengua morisca. A doa
Gwpcia su hijo aló el rey cuidado de edificar á Toro,
que ios antiguos INimaron Sarabis. Asimismo gana-
ron de los moros á Coimbra en Lnsitania. en Castilla
la Vieja Simancas y Dueñas con toda ía tierra de
Campos: comarca que á ejemplo de Italia v de Fran-
cia se puede en latm Hamar oomJMñia. El grande y
real monasterio deSahagun míe los moros asotaron,
fue de nuevo reparado y vuelto á los mongos de San
Benito ; al cual ninguno* en grandeza , magostad y
riqueza se aventajó antiguamente en Espaiía , y aun
hoy es de los mas nombrados que en eUíii se hallaQ.
Para tan grandes y tantas obras no bastaban los
lilSTOlUA DB KSPAIIA.
233
tesaros reales m sus haberes; impuso nuevos peehos
y derramas : cosa que se debe siempre escusar , sino
es cuando la repúbliea se halla en tal aprieto que to-
dos «BUeaden es forzoso sajetarse á ia necesiaad, si
se quieren salvar. Bsla verdad se entiende mejor por
lo que nesoltó. Estaban los vasallos por esta causa
desgraciados : la reina doda Jimena , que también
aadaba desatada con sn marido , persuadió á don
Gsfck BU hijo (i) que se aprovechase de aquella ooa*
sien V tofloase las armas contra su padre, no se des-
cuido el rey aunoue viejo y flaco : acudió luego á
Zamora , prendió a su hijo , y mandóle guardar en el
castillo Gauzon. No pararon en esto los desabrimien-
tos y malas. Era suegro de don Garefa Ñuño Hernan-
dos osnde de Castilla, principe poderoso en riquezas
Y en vasallos. Este con ia ayuda de la reina y de los
oermanos del preso hizo brava guerra al ray que du-
ró dos anos. Al cal» dallos ios cunjurados salieron
coB su intente, y el pebre rey cansado del trabajo, ó
con deseo de vida mu reposada , renunció el reino, y
le dio á su hijo don García. A don Onioño el otro hiío
dio el señorío de Galicia (2). Lo uno y lo otro sucedió
el añe 9iO. El cual ano pasado como don Alonso ho«-
biese ido en Romería á Santiago por su devoción; con
voluntad de su hijo hecho de nuevo una buena en-
trada en tierra de moros falleció en ia ciudad de Za-
mora. Su cuerpo y el de su mujer sepultaron prime-
ro en Astoijia , después fueron trasladados á Oviedo.
En el mismo tiempo Abdalla rey de' Córdoba » en
edad de setenta y dos años murió en Córdoba, dejó
doce hijos y trece hijas. De Abdalla hijo de Lope no
se sabe lo que se hizo : no faltara la diligencia si se
descabríera camino para averiguar esta y semejantes
faltas. Habremos de usar de conjeturas. Entiendo
que con ayuda de los reyes de Oviedo se mantuvo en
el señorío de Zaragoza, y que del descendieron los
reyes que fueron adelante de aauella noble ciudad.
El reino de Córdoba bobo Abderrahman nieto de
Abdalla, hijo de Mahomad: cosa nueva entre los mo-
ros, que fuese el nieto antepuesto á los hijos del di-
funto • tíos que eran del nuevo rey. Tenia veinte y
tres años cuando tomó la corona , y gozóla por espa-
cio de cincuenta años. Llamáronle por sobrenomore
Almanzor Ledin Alia , es á saber defensor de la ley
de Dios; y también miramamunin. que quiere decir
príncipe de los que creen. Tal es la costumbre que
cuando los imperios se van á caer, entonces los que
ios tienen , para disimular su cobardía y flaqueza se
arman y afeitan con apellidos magníficos, \erdad es
que Abderrahman se puede contar entre los grandes
reyes asi en el gobierno, como en las cosas de la
guerra por todo el tiempo de su vida tuvo atención á
componer las discordias de su nación , y sosegar las
parcialidades ^e amenazaban mayores daños: admi-
nistraba justicia con mucha rectitud, edificó un cas-
tillo junto á Córdoba, en África tomó la ciudad de
Ceuta : demás desto con real magnificencia aumentó
y mejoró las ciudades y pueblos de todosu reino: co-
menzó á reinar el año trecientos de los árabes , coa-
forme á la cuenta del arzobispo don Rodrigo que ei|
este lugar no se aparta de la verdadera.
CAPITULO XX.
De los reyes don Garda y don OrdoSo el Segando.
El poder adquirido malamente no suele ser dura-
dero. Así don uarcla el reino que tomó por fuerza á
(1) Los escritores eoDtemporáoaos que refieren eftta con-
juración de ]a8 hijos contra su padre no acusan de este delito
¿ la esposa, ni hacen mencioQ se ella.
(2) Don Alonso no hizo mas que abdicar, y las cortes que
»e tuvieron en Leoh eligieron por sucesor á dea tiarcia , que
jiQso allí su corte. Hito gobernador de Galicia á su hermano
don Ordoiío , y de Asturias á don Froela : pero sujetos á sus
órdenes como subditos.
su padre, tuvo solo tres años. En esta tiempo hizo de
nuevo guerra á los moros : entró por sus tierras , ta-
lóle los campos, saqueóles los lugares, y á un señor
moro llamaao Ayola que le salió al encuentro , ven-
ció en batalla y le cautivó ; pero á k vuelta por culpa
de los guardas se les escapé cerca dis un lugar llama-
do Trémulo. El rey falleció en Zamora año de nues-
tra salvación de 9 i 3. No deió sucesión : por esto don
Ordoño su hermano, sabida su moerte, de Galicia
donde tenia el señorío, sin dilación vinoá tomar la
corona. Fue buen principe y templado, si lo (Matrero
fuera conforme á los pnncipios , y no ensuciará sus
manos con la sangre inocente de los condes de Cas-
tilla. Reinó por espacio de nueve años y medio. Lo
primero para ganar reputación v quebrantar ia so-
berbia de ios moros , con gente de ios suyos que
iunté, rompió por el reino de Toledo. Puso sitio so-
bre Talavera villa principal y de muy alegre suelo y
cielo . noble por ios muchos moradores, ^ íúerte por
sus muros en gran parte de silleria. Envió el rey de
Córdoba buen golpe de gente para socorrer los cer-
cados; mas fue vencida en batalla y d pueblo entra-
do por fuersa : puesto á saco , le quemaron á causa
que no se podia conservar por estarde todas partes
rodeado de moros. Eiflobernadordel pueblo con otros
muchos fue preso : el ejército cargado de despojos
moriscos V alegre volvió á su tierra.
El rev de Córdoba dudoso por aquel principio de lo
que poaria suceder, y temiendo las fuerzas oe aquel
rey brioso, envió á ro^r con humildad al rey de la
Mauritania oue de Afinca le proveyese de socorros y
de gentes. Vino el Africano en ello , movido por el
peligro de su nación, con deseo de rebatir el orgullo
de los cristianos que de cada dia mas y mas mejora-
ban su partido. Despachó buen número de gente
africana y por su capitán á Almotaraf. Juntóse con
estos el eíércite de los moros de España , y por gene-
ral de toaos un moro llamado Avolalpaz. Entraron
por tierra de cristianos hasta llegar a la ribera de
Duero. Salióles el rey al encuentro : dióse ia batalla
cerca de Santisteban de Gormaz, que fue muy reñida
y por ^raade espacio estuvo suspensa sin declarar la
victoria : últimamente muertos los dos capitanes mo-
ros y ^ran número de su jj^ente, los demás se pusieron
en huida. Con esto los cristianas quedaron libres de
un gran cuidado y conseja , por considerar el peligro
en que las gentes de África pondrían á los que ape-
nas podrían contrastar al poder de los moros de Cór-
doba. Para que el fruto de la victoria fuese mayor,
pareció apretar á ios moros que vencidos y medrosos
estaban, y en seguimiento de la victoria dar el gasto
á los campos y pueblos de la Lusítania basta llegar á
Guadiana ; en particular las tierras de Marida y de
Badajoz padecieron mayores daños. El espanto de los
naturales fue tan grande , que procuraron tomar al-
«un asiento con el vencedor hasta comprar por gran
ainero la paz. Esto sucedió el año auinto del reinado
de don Ordoño, que se contaba cíe 918 de nuestra
salvación.
El rey concluidas tan grandes cosas, dio la vuelta,
y con recibimiento á manera de triunfo entró en la
ciudad de León , que por la comodidad de su tio pen-
saba hacella real y asiento de aquellos reyes. Con
este intento procuró ensanchalla y adornalla de nue-
vos edificios. En primer lugar trasladó á su real pala-
cio el templo de San Pedro y San' Pablo en que estaba
la silla del obispo, por estar fuera de los muros y
correr peligro : palacio gue los moros antiguamente
edificaron para que sirviese de baños , obra de gran-
de anchura y magostad. Puso nombre al dicho tem-
Slo de Santa María Virgen, dado que otras dos partes
el mismo fueron consagradas, la una en nombre del
Salvador, y la otra de San Juan Bautista. Después
desto para acrecentar la magostad del nuevo templo
se l)izo el rey coronar en él por mano del mismo obis-
23+
po : COM DO usada antes deste tiempo y priocipio
de donde Iob reyea que antes he decían de Oviedo, se
comenzaron á ioütular reysB de León (I).
Desta ocasioa la ciudaa de Oviedo vino pocoá poco
en tan grande diminución, que con el progreso del
tiempo perdió el nombre de arzobispado, y aun en
nuestra era no tiene voto en las cortes del reino: da-
ño que entiendo ba sucedido par dracuido de sus
«iudadanoB mas que por mala voluntad de los reyes.
Conforme á esto entre ¡as memorias j privilegios
dwte tiempo advierten los aOcionados a la antigüe-
dad, que en algunos don Ordoño se intitula rey de
Oviedo , y en uno dellos dice que roíoa en Leon.be-
fuiB deáto añaden que este rey trasladó la dignidad
de obispado i la ciudad de Hondoñedo, queauleses-
taba en Ribadeo , dado que á otrn les parece que los
obispos de Hondoñedo antiguamente se llamaron Va-
llibríenses.
Entre tanto el rey de Córdoba Abderrahman Al-
mauEor encendido en deseo de satisfacerse de los
daños pasados, y volver por su honra, con las fuer-
zas y gentes de su reino por la parte de -Lusitania
entró en Galicia hasta llegar á un pueblo llamado
Rondoflia ; Sampiro lo llama Hindonia. En aquel lu-
gar se juntaron los reales de las moros y de crislia-
itos : pelearon con grande denuedo y porGa, cayeron
(I) Si ateodeoies al nioDge de SíIm luego que muñó el
rey don Garda «a bermano, que fue el año 9t J, mandó jun-
tir cortes de Itis mitmoa preladot , y que en ellu fuese pro-
clamada j coronado.
GASPAR r auic.
mucbosde ambas partes, duró la batalla hasUqne
cerró la noche sin quedür la victoria declarada, bien
que cada cual de las parles se la atrihuia , los nues-
tros por baber forzado al enemigo á salir de Galicia,
los barbaros porque vencidos tantas veces, conlinaa-
ron la pelea basU que faltó la luz. Dióseesta batalla
año de 919. No mucho después el rey da Córdoba con
nuevas levos degenteque nizoj nuevos socorrosqiM
le vinieron de África, corrió las tierras de cristianos,
ven particular las de Navarra y Vficaya, El rey don
Ordeno movido por el peligro que corría don Sancba
Garcia por sobrenombre Abarca rey de Navarra, y á
sus ruegos marchó con su campo contra los moros.
Dióse ia batalla en e) valle de Juncaria, que hoy se
dice Junquera , el año 921 , que fue no menos herkia
y porfiada que la que poco antea se diera eñ Galicia.
Lot de Leen y de Navarra peleaban con grande íni-
mo como vencedores por la patria y por la religión:
los moros no les reconocían en nada ventaja , antes
lleváronlo mejor, porque el conde de Aragón, qu
llaman García Aznar (mejor viniera Fortun Jimenn
su hijo) murió en aquella pefea; y después delta
aquella parte de Vizcaya que se llama Álava, quedó
por los moros ( 2 ).
(!) Despuea deaU baUlla losmonM panron los PirÍDm
T llegiron biita Tokaa bacieLdo mucbcf eetrain»; pero Isa
vuelta gufrieroii una derrota , con qae d rey (^ Navim re-
cobró lo que iDtei babia perdido , y de Im deapojos y el bo-
tín de los enemigoa biao construir a monasteno de Albeldi
el abo mi.
EfU Qwneda ei de Abderrahman III, acuSada en Zabara , junto i Córdoba , abo de la Kgjta 336, (Ul de J. C.)
Lstaa fflouedas árabes uos conducen i liaWar de I* paleojrralla cAphita b africana que iutrcdiijo (n Eapai'ia eu inhíiib.
.Lan cuatro lineaa que Irigciibireaos i continuación aon IrauLeuloade tanas iusrripcionea que hin ropiado slgunoa aulurn
La primera fue tomada de unaa raja» de yeaeria que adornan la cuniiBa ó eeoelí del naÜo principal del eoleaio , inio
lj:a Pnrfesa de lacnmpania da Jeaúide Toudo, que dice:
Alcaiem Almaleii Aidaíen
CoutoRa Domioúlor Perprlmt.
La sexuada et otrogínero dccsnilura pfrfl lambtFncilpbira ; fue lomado de la miin;» cenefa jdire-
Befm AJahcpa Allah.
¡n nominf fíei nntlti Hevi.
Lailineu tercera y marta aun de dos inacripciouea aepulcralesefl p¡«lra, de letra rcali;.da; una grOEera y loara , y oui
HISTORIA DE ESPAÑA.
235
Quedaron olrosi presos en la batalla dos obispos
Duicídío de Salamanca y Hermogio de Tuy , que con-
certaroQ su rescate , y en tanto que le pagaban , die-
ron rehenes en su In^ar , en particular por Hermogio
entregaron un sobrino suyo hijo de su hermana,
áoncei en la flor de su edad por nombre Pelayo. Su
hermosura y modestia corrían á las parejas. Por lo
uno y por lo otro el rey bárbaro de suyo inclinado á
deshonestidad se encendió grandemente en su amor.
Aumentábase con la vista ordinaria la llama delamor^
torpe y nefando. El mozo de su natural muy modes-
to, y criado en casa llena de sabiduría y santidad,
resueltode defender el homenaie de su limpieza, dado
que diversas veces fue requeriuo , resistió constante*
mente. Después como el rey le hiciese fuerza, dióle
con los puños en la cara. Esta constancia y celo de la
Gtstidaa le acarreó la muerte : por mandado de aquel
bárbaro impío y cruel fue atenazado y hecho pedazos,
los miembros echaron en Guadalquivir : el amor
cuanto es mayor, tanto se suele mudar en mayor ra-
bia. Sucedió esto domingo á veinte y seis de junio del
ano 925. Diósele honra como á mártir y fue puesto
en el número de los santos. Recogieron las partes de
su cuerpo y sepultáronlas en San Ginés de Córdoba, la
cabeza en el cimenterio de San Cipriano. Débese
tanto mas e9t¡mar la gloria desta hazaña , oue no te-
nia mas de trece años y medio cuando dio tal muestra
de su virtud. Rosvitha , doncella de Sajonia , por este
misrou tiempo cantó en verso heroico , aunque algo
diferentemente , la muerte del mártir Pelagío. '
Siendo rey de León don Ordoño y de Francia Car-
los el Simple , un presbítero llamado Zanelo vino á
España enviado por empapa Juan Décimo deste nom-
bre con esta ocasión. Volaba la fama de la devoción
y milagros del apóstol Santiago por todas partes. Era
ooy rólebreel nombre de Sisnando obispo de Gom-
postella. El pontiflce por cierto hombre que le envió
con sus cartas , pidió le hiciese participante de sus
oraciones para que por medio y intercesión del após-
tol Santiago en vida y en muerte fuese ayudado. Sis-
oaodo despachó á Zanelo para dar la obediencia al
pontífice : dióle otrosí el rey cartas para el mismo con
sos presimtes. Zanelo cumplido lo que le mandaron,
pasado un año entero , volvió á España cargado de
muchos libros , demás desto con autoridad de nuncio
del papa (quién dice fue cardenal) y comisión de
informarse de todo lo que pertenecía ala religión. Es-
taban los rómaDOs de muy antiguo persuadidos que
el oficio divino góthico tenia muchas cosas erradas,
que asaban de ceremonias en lamisaestraordinarias,
7 enseñaban opiniones contrarias á la verdadera reli-
§ion. Zanelo en cumplimiento de lo que le era or-
eoado, revolvió con diligencia loslibros eclesiásticos
que pudo haber, y aunque las ceremonias oran dife-
rentes, halló al revés de lo que se sospechaba, que
todas las cosas concordaban con la verdad. Vuelto á
Roma, en una gran junta de padres relató al pontí-
fice loque llevaba averiguado. Ellos dieron gracias á
Dios por aquella merced, y juntamente aprobaron
aquellos libros. Solamente mandaron que la secreta de
la misa usasen de las palabras que usaba el oficio roma*
no. Porque ala verdad las palabras de la consagración ,
aunque la sustancia era una, las tenia mucmdas eú
esta forma : Este es mí cuerpo , que por vosotros
será entregado. Este es el cáliz del nuevo testamento
en mi sangre^ ^e por vos y por muchos será derra-
mado en remisión de los pecados.» Palabras de que
aun en nuestra era no usan los que con beneplácito
de los pontífices dicen misa mozárabe este un tuvo
entonces aquella controversia , á que empero otras
muchas veces se volvió ¿asta tanto que vencida la
constancia ó porfía de los españoles , trocaron el ofi-
cio mozárabe con el romano, como se dirá en su
lugar.
Volviendo á las cosas del rey , desde el tiempo que
se dio la batalla en Junquera, pareció haberse muda-
do la fortuna de la guerra. Todavía el rey don Ordo-
ño con deseo de honra y en su compañía el mismo
rey de Navarra entraron por tierra de moros . y en
particular trabajaron los cainpos y pueblos de la Río-
ja : con esto el rey don Ordono dio vuelta á Zamora.
No hay en las cosas humanas entero gozo y contento:
toda aquella alegría se trocó en tristeza con la muer-
te de la reina Munina Elvira señora de grandes preu*
das : dejó estos hijos , don Sancho , don Alonso , don
Ramiro, don García, y doña Jimena. Casó el rey se-
gunda vez con Argonta hembra de alto linaje en Ga-
licia, y no mucho después por sospechas la repudió
á tuerto y sin razón , como se entendió por el suceso
de las cosas y arrepentimiento del re|[. En su lugar
puso á SancUva hija de don Garci Iníguoz rey de
Navarra, con voluntad del rey don Sancho su herma-
no. Juntaron los dos sus fuerzas , y en una entrada
?|ue hicieron de nuevo en la Rioja se apoderaron por
uerza de Najara que los antí^os llamaron Tricio , y
de otro pueblo llamado ^ana, en donde en tiempo
de los godos se entiende bobo una cbancíUería, como
lo dice don Rodrigo , y por esta causa le dieron este
tiombre. Hasta aquí las cosas del rev don Ordoño
procedían de manera que muchas dellas se podían
alabar y pocas reprender cuales se disimulan con los
reyes. Es muy dificultoso enfrenarse con la tem-
planza los que tienen suprema potestad y nunca tro-
pezar en tanta diversidad de cosas casi imposibles. La
muerte que este rey dio mujr fuera de sazón y sin
propósito á los condes de Castilla , pareció afear toda
la gloria pasada. Este desorden en qué manera haya
sucedido , y por qué causas el re^r estuviese dellos
ofendido, se oirá tomando el negocio un poco de mas
arriba con una nueva narración que declare los prin-
cipios y progresos que algunos señoríos los mas piin-
cipales tuvieron antiguamente en Espima.
LIBRO OCTAVO.
CAPITULO I.
De los principios del reino de Navarra.
Después de aquel memorable y triste estrago con
que casi toda España quedó asolada v sujeta por los
moros , gente feroz y desapiadada , de las ruinas defc
imperio gótico no de otra manera aue de los materia-
les y pertrechos de algún grande edificio cuando cae^
muchos señoríos se levantaron , pequeños al princí-r
pió, de estrechos términos y flacas fuerzas, mas el
tiempo adelante reparadores de la libertad de la pa-
tria , y escelentes restauradores de la república tra-
bajada y caída. Poner por escrito el origen y progreso
de todos estos estados y señoríos sería cosa dificulto-
sa , y mas largo cuento de lo que sufre la medida y
primorosamente labrada. La tercera se halla en ooa piedra llana , embutida en las paredes del pórtieo de Santa Leocadia,
estramaros de Toledo y dice :
Befm Allah Alrahman Alrahim.
In nomine Dei Miserieordii miserentis.
La cuarta está ese.u\^iáa en una columna grande de mármol de la puerta del convento de S. Francisco de Paula, fuera
w la misma ciudad. Se copió Ja segunda linea de la inscripción que dice :
Jaaiha Alnas An Vaad
¡Oh! vos Hor tales {9>cMoi€ } qudd promUsa.
Allah Hac Fala Joaad.
Dei vera {iuni) nonenim PromitlUur ^ etc.
236
BIBLIOTECA DE r.A9PAR T ROIG.
Inza de la presente obra. Declarar en brerek» prín-*
cipios , aumentos ^ aaceaoe que tuvieron los mas
principales y mas señalados entre los demás , tángelo
por cosa necesaria por andar de aqui adelante mez-
dadss sus cosas con las de los reyes de León. En
partícukir será neceaRrío tratar de los principados de
Navarra , de Aragón , de Barcelona y de los condes de
Castilla.
Las reliquias de los españoles que escaparon de
aquel fuego y de aquel naufregio común y miserable,
echadas & sus moradas antiguas pártese recogieron
á las Asturias , de que resultó el reino de León de
que basta aquf se ba hablado. Otra parte se encerró
en los montes Pirineos en sus cumbres y aspereza,
do moran y tienea su asiento loe vizcaínos y navarro8|
los lácetenos, urgelitanos y los ceretanos, que son
al presente Bibagorza, Sobrarve, ürgel y Gerdania.
Estos confiados en la fortaleza j fragura de aquellos
lugares nosob defendieron su libertad, sino trataron
y acometieron también de ayudar á lo demás de Es-
paña : varones sin duds escelentesy de mayor ánimo
que fuerau. Los tales creo yo pusieron su confianza
en la ayuda de Dios , pues contra tantas dificultades
ninguna prudencia era bastante. La ocasión para
intentarlo no fue muy grande. Un cierto hombre re*
lijoso y ennitañOi por nombre Joan, con deseo de
vida mas sosegada nizo su morada en el monte de
Uruelano lejos de la ciudad de Jaca, y para los ofi-
cios divinos levantó en un peñol una capilla con advo-
cación de San Juan Bautista. La fama de la santidad
deste hombre comenzó á vdar por todas partes. Jun*
ti^sele cuatro com{Mmeros deseosos ae Imitar y
seguir la vida que hacia. Asimismo muchas gentes
de los lugares comarcanos acudían á visitarle con in«
tentó de aplacar á Dios por medio de tas oraciones
deste santo varón ; al cual mientras que vivió ayuda-
ron con muchas buenas obras y Iiraosnais que le
hadan, y despueade muerto se juntaron los de aque-
lla comarca á hacerle las honras. Acudió oran nume-
ro de gente : entre estos seiscientos botnores nobles
de propósito se juntaron , 6 convidados de la Mrieded
del lugar «unensaron á tratar y consultar entre si
del remedio de la república y de sacudir la pesada
servidunrtire de los moros. La fortaleza de los higares
y sitio les ponía ánimo, y confiaban que si intentaban
cosa tan gloriosa* no lesfiütaria socorros de Francia:
. convidábales el ejemplo de los astuarianoa, que con
lomar al infante aon Peláyo por rey y por caudillo no
dudaron de tratar cómo ayudarían á la patria, ni de
irritar las armas de los moros : cosa que aunque al
principio pareció temeridad , el efecto y remate fue
muy saluaable.
Habiendo tratado mucho v consultado sobre esto,
pareció seria lo mas acertaoo escoger de entre si al-
guna cabeza, con cuya obediencia y autoridad atados
mejor pudiesen acometer empresa tan grande. Con
esta lesolucion nombraron á Garci Jiménez por acuer-
do común de todos para esto; porque sí bien no era
de la sangre de ios godos , lo que se entiende por el
nombre que parece mas de españoles que de godos,
pero sinauda ííie muy noble; de grande y antiguo
solar y linaje, señor de Amescua y Abarsusa. Su mu-
jer era dona Iniga de igual nobleza. En el tiempo
que sucedió esto, no coneuerdan los autores , ni aun
consta qué nombre tuviese el reino para que le nom-
braron , ni qué apellido le dieron. Algunos dicen que
se llamó rey de Sobrarve otros que de Navarra, los
unos y los otros sin arj^mentos bastantes * y es toda
antigüedad escura, principalmente la de España, á
la manera que las corrientes de los rios son conocidas,
les nacimientos y las fuentes de que proceden y sa-
len , no tanto. Las armas y insif^nias del nuevo rey
un escudo rojo sin alguna otra pintura .Ganó algunos
pueblos de los moros , y entre ellos á losa principal
villa de Sobrarve.
La capilla del hermitaño Juan aumentada y ensan-
chada con nuevos edificios que le arrimaron , poco i
poco vino á ser semejable á un edificio real : señalada
y noble por los sepulcros de los reyes antignos «n
alli se enterraron. Por los mUagros y antigñedao y
mucha devoción de aquella casa de San Joan dala
Peña el rey Garci Jiménez y sus sucesores la esco-
Sieron para su sepultura. Murió este rey el aoo
e 758. Sucedióle Gard Iñiguez, dicho así de loe
nombres de so padre y de su madre , principe verda-
deramente nrande y de felicidad señuada , pues par
elesfoerzodeste rey, Navarra que entre las armas y
imperio de los franceses y moros andaba en balanzas,
fue sujetada y quedó en perpetua poeesion destos r^
yes. Pasó con las armas hasta aouella partede Viscaya
que sollama Álava. En tiempo oeste rey otrosí tatie*
ron principio los condados ae Aragón j Barcelona. El
de Aragón con esta ocasión. Aznar hijo de Eudon el
Grande, venido gue fue á aouellos lugares que bañan
los rios Aragón ó Arga , y Suborden , y ganado qne
bobo algunos pueblos de los moros cen voluntad del
rey don García se llamó conde de Aragón , comarca
por entonces sujeta á los reyes de Navarra^ despuei
exenta como en su lujarse declarará. Su hijo se dijo
también Aznar, su nieto Galindo, de cujoa becbos
no hay cosa que de contar sea. Muerto Galindo , suce-
dió en aquel condado Jimeno Aznar.
Lo de Barcelona sucedió desta manera. Ganóee
Barcelona por las armas de Ludovieo Pío que adelan-
te fud emperador , y á la sazón era vivo Cario Magno
so padre. Dejó por gobernador de aqueUa enidad»
Bernardo de nadon francés el año de 801. De aquí
tuvo principio el señorio de Barcelona y los conde»,
que en aquella parte de España alcanzaron graspo^
der. Este año pasado, y venido el nguiente, íallee»')
el rey de Navarra Garci Tñiguez. Sucedióle Portan
García su hijo, de cuyas hazañas loa bistoríaderes
navarros cuentan grandes cosas y casi increíbles. Lo
que se tiene por cierto , es que se halló en aquelb
batalU memorable de Roncesvalles , do la noblsza df
Francia pereció á manos de los nuestros, y qitáS
vencido en la pelea Garlo Magno emperador y geasnl
en aquella jornada. De la alegria de aquella viotoria
no poco se quitó por la muerte de Jimeno Aznar con-
de de Aragón, que en aquella batalla pereció por ha-
berse adelantado , y con deseo de mostrar su ealber-
zo meUdosemny sdelante éntrelos enemlffosshi hacer
caso de la nraerte. Fue tanto mayor el lloro que n
hermana Teuda estaba casada con el rey Fortua.
Al conde Jmieno Aznar sucoM Jimeno García ^
Garcés su tio sin hacer cuenta de Endregoto herma-
no del difunto , que parece tenia mejor derecho qu<>
el tio para heredar aquel estado : la causa no ae ai3»
por ventura la edad no era á propósito para encargark*
el gobierno. Murió el rey Forton el año 815 ; dejó
por sucesor suyo á Sancho Garda su hijo que teniü
en su mujer. En tiempo deste rey los Je Yatderron-
cal por lo mucho que trabajaron en la guerra de lo»
moros, ftieron libertados de tributos, como se vepor
un privilegio que muestran deste tiempo y deste rer.
Bernardo conde de Bareekma , á quien algunos lla-
man marqnéa , como fuese acusado por aouellos qw
eiran tutores de Bernardo nieto de Garlo Maano, hijo
de su hijo Pipino, decometeradulteríocon la empe*
ratriz mujer del emperador Ludovieo , y por tanto ha-
ber caído en alevosía^ movido del dolor desta calumnia,
de Francia , do era ido , se volvió en España do tenia
grande autoridad y muchos aliados que en el tiempo
pasado ganara. Falleció el año 839; y por su muerte
wifredo , primero deste nombre entre los condes de
Barcelona , bobo aquel principado por merced de Ln-
dovico Pío, no por juro de nereoad por entonces,
sino á voluntad ael emperador y por tiempo determi-
nado, ó mientras que viviese , como se usaba en los
demás gobiernos.
HISTORU DE
Era soüar de Aragón ñor el DHíf mo Udmpo Ganda
Azuar sucesor de su padre Jinaeno García ó Gar cés
qne por este liempo liabia fálleeído^alamisaiasazon
que ees las arma&del rey Sancbo García los navarros
<}ue de la olm parte de los Pirlueos estaban sujetos al
imperio frasees, fueron trabajados, y no lo» dejó an-
tes sosegar que juraseo de guardar t tener perpetua
amistad con los reyes de Soorarve. Dlcese quelema-
taroQ eala guerra de Muxa, aguel de quien arriba se
dijo haberse rebelado contra IfabouMid rey de Córdo-
ba, que fue por los aBos del Seoor de 853.
DMoues del rey don Sancho cierto autor nombra á
don Jimeno García su hijo. Bn los arehiTOs del mo-
nasterio de San Salvador de Leyre, que está en Nsr-
varra metido y situado dentro en los montes Pirineos,
se dice que está allí sepultado con su m^jer Munin,
sin decir otra cosa. A estos papeles como quier que
careacan de mayor luz de historia t seguridad, cuán-
U fó se baya do dar cada uno por sí mismo lo juague;
que no nos pareció determinamos por k una m por
la otra parte.
Muertos estos reyes, faltó la linea de la familia
real, por donde se sigoió una tacante de cuatro
años; en el cual tiempo antes que las Tohintades de
k» naturales viniesen y se conformasen en uno á
quién nombrasen por rey y le pusiesen por goberna-
dor de larepübüca. los mus escritores navarros dicen
que comunicado el neoocio con el pontífice romano,
que parece fue León 1 Y deste nombre , con los fran-
ceses y los lombardos, por su consejo tomaron de las
leyes de aqueliaa naciones lo que juzgaron ser á Oro-
pósito para mantenerse en libertad. EÍmaror cuidado
era qae en ningún tiempo los reyes podiesea usar
mal del poder que les dañan, para oprimir lus vasi-
llos. Escribiéronse las leyes que vulgarmente se lla-
man los fueros de Sobrarve, cuya.fuerza principal"
mente está y se endereza á que pues eüos pensaoau
dar al nuevo rey lo que de moros se g»nara, que to-
mado él poder y mando ninguna cosa de mayor mo-
mento pensase que la era lícito determinar sin consejo
y voluntad de doce bombres nobles que nara este
propósito se nombraron, ni disminuyese el derecho
de la libertad y que lo que se ganase de les moroís,
fielmente lo dividiese con la nobleu. Para que todo
esto fuese mas firme pareció criar nn magistrado á
la manera de los tribunos de IV>ma, que en este
tiempo se llama vulRarmente el justicia de Aragón:
cnrgo que armado de las leyes, autoridad y afición
del pueblo hasta ahora ha tenido el poder del rey
cerrado dentro de ciertos limites para que no viniese
en demasía; y á los nobles principalmente se dio por
entonces que no les fuese imputado á mal si alguna
vez hiciesen entre sí juntas para detoder su líber*
tad sm qiieel rey lo supiese. Mas este y otros privi-
legios del rey don Alonso el lU en este propósito fue-
ron por cortes generales revocados en tiempodel rey
don Pedro el postrero de Aragón.
Ordenadas las cosas en esta forma, inigo Sánchez
conde de Bigorra, señorío que está enla Aqnitania ó
Guicna, llamado por su ligereza por sobrenombre
Arista, fue nombrado por rey por voto de trescientos
nobles qae se juntaron; y como hobiese en Pamplona
en Ja iglesia de San Yictorian jurado ios derechos,
leyes y libertad de sus vasallos fe fhe dado el gobier-
no y el mando. Añaden que dio pederá sus vasallos
qne si quebrántaselo que tenia prometido, pudiesen
llamar y llamasen en defensa de su libertad al rey
qne quisiesen, moro ó cristiano : pero que el pueblo
lo que tocaba llamar á los moros, por ser cosa torpe
no lo aceptó. Todas estas cosas que no solo el vulgo,
sino algunos hombres eruditas las tienen por averia,
guadas, otros las tienen por fábulas, y piensan antes
qne el rey Arista sucedió á s^u padre el rey pasado,
porque ¿qué causa bastante hooo para hacer nuevas
leyes y establecer aquel nuevo magistrado? ¿ó cómo
espAÜA. 237
podieroa comunicar oslo con los tombardos, cuya
nación mm antes sqjeté y oprimió el poder de Cario
lla^M? No hay para que adivinar en cosa tan dudo-
sa : imr ventora lo que sucedió en k elección de don
Garci Jiménez primer ley de Sebrarve , el vulgo de
los Instoriadore? por ignorancia de los tiempos lo
aplicó ai rey Iñigo Arista^ que pensaban sorel pri-
mero de aquellos reyes.
Esto consta qne el ray don Iñigo Arista por este
tiempo tuvo el remo *en ios monles Pirineos, y por
mujer á doña Kiaa hija del conde Gonzalo de la san-
gra de losn^yes de Oviedo. También se casó con Teu-
da bija de Zenoa duque de Vizcaya como se tocé en
otro iufjar. Tuvo un solo hijo (no se sidie de qué ma-
trimonio) pena Uamése Garci iñígnez, y sucedióle en
el reino«
El monasterm de San Salvador de Leyre asentado
entre los montea Pirineos, y que por su devoción,
magostad de edificio , y por sus gruesaa rentas es
muy principal, se tiene por obra y iundadon del rey
Arista. En aquel monasterio están los cuerpos de bs
virgines I^nilon y Alodiaque no muchos años des-
pués deste tiempo fueron nwertas por La fe en un
bigav llamado Bosca cerca de Najara; otros dicen en
Huesear, la que está cerca de Baza. Verdad es que
te eiudad de Boloña en la Lombardia se atribuye la
poseaion de satas santas reliquias, pero hace contra
eato un privilt»gfio ooe se guarda en los archivos de
aquel monasterio; y la vecindad de los lugares donde
fueron muertas ayuda á eala opinión , y á creer que
sus reUqiiias están en aquel convento, átemenos
grande parle*
Estendió el rey Arista los términos de su reino:
anadió á k) que antes tenia y ganó lo Oaao de Navar-
ra , como quier que los reyes pasados se hobiesen
estado hasta este tiempo dentro los montes. Pamplo-
na y Álava que con la revuelta dé los tiempos volvie-
ran á poder de loa moros^por sus simas se recobra-
ron. Asi se llamó rey de Pamplona, como se muestra
por los privilegioo desles reyi^. En el n^mo tiempo
VVifredo llamado el VeNoso, hijo del otro Wifi'edo,
alcansóel condado de Barcelona por juro de heredad
por ihereed de Garios emperador llamado el Grasso
con detención sólemnemeiite para sf del derecho de
las apelaeíenei, que fue el año de 884, después que
n mandado del enMKR«dor Ludovico II á causa de
íema edad deate Wifredo Salomón conde de Ger-
dánk gobernó aqdella ciudad yestado por espacio de
diez y nueve años. Hijos deste Wifredo (I) ftieron
Myro conde de Barcelona, Seniofrédo conde de Ur-
gel. que adelante en estos esüides sucedieron á su
paore. Por el mismo tiempo falleció García Aznar *
conde de Aragón. Sucedióle so hijo Ji'meno Garda.
Del aio en que murió el rey Iñigo Arista, hay dife-
rencia entre ios autores, sin que se pueda averiguar
la verdad coq seguridad. Sospechamos empero lo que
parece pedir la razón de los tiempos , que falleció en
el que reinó en las Asturias don Alonso rey de Orle-
do llamado el Magno, cérea délos años del Señor
de ^88.
Sucedióle su hijo don Garci Jiménez que era me-
nor de edad, y tenia á la sazón solos diez y siete
anos pero en grandeza de ánimo y en las cosas que
hizo el tiempo de paz y de guerra, no reconoció
ventaja á ninguno de los reyes sus antepasados- por-
que llegado á mayor edad ganó grande reputación, y
la conservó con muchas rictorias que ganó de loa
enemigos del nombre criatiano, y batallas que dio,
que la hrevedad quaüevamos nosufire que se relaten
por menudo. Su mujer se llamó Urraca, hija ó her-
mana de Fortun Jiménez conde de Aragón. Digo esto
porque los áutorea asimismo no van conformes en
esto, en tanto grado que algunos la hacen solo pa-
(4) Este carácter de letra pertenece al aiío 875: está to-
23S BIIILIOraQ& DB
rienta de F'ortan, nieta de Gatindo y hija de Endi»-
goto, aquel degaien se dije qne su lioJiaieDO Garcia
le usurpó el señorío de Aragón. Lo que sé aferigua
es que este rey de Navarra tuvo en su mujer dos hi-
jos, que se llamaron el uno Fortun, y el otro Sancho
por sobrenombre Abarca, y una hija itamsda Sancli-
va, que casó con don Ordeño rey de León siendo ya.
viejo , y que estuvo antes casado otras dos veces, oo-
ino queda dicho en el libro pasado.
Este rey do Navarra murió á manos de los moros en
un encuentro que con ellos tuvo en el valle deÁyvar
(el araobispo don Rodrigo le llama Lammbe) ca nubo
muchas veces entradas en tierra de moros con inten-
to de ensani^ar su remo, y deseo muy encendido
que tenia doestirpar toda la morisma de España. Fue
su muerte el año de 905, como se entiende del Cro-
nicón AWeldense. Sucediéronle en el teinosusdos
hijos, primero Fortun y después don Sancho, en
cuyo tiempo, según que se dijo ai fin del libro pasa-
do, los nuestros peraíeron aquella famosa jomada
del valle doiunquera. El monasterio de San Salvador
de Leyre pretende que el rey dou Garci Iñigues est¿
alli sepultado : contradicen los de San Joan de ta Pe-
ña por causa de un sepulcro ó InciNo queallfseve
entre los otros sepulcros de los reyes pasados con
nombre del rey Garci Iñiguez. Para determinar este
pleito ni tenemos tiempo ni lugar , ni creo yo que
nsdie podría averiguar la verdad. Sospecho que la
ocasión desta y semejantes diversidades se tomó de
diíerentes sepulcros ¿ue pusieron á estos reyes por
memoria -en diversos lugares, sin tener állt sus cuer-
pos, squellos que á hacello se tenian por obligados
por alguna merced deilos recibida, como se acos-
tumbra también en nuestro tiempo. Bslo baste por el
presente de los principios del reino de Navarra.
CASPAR T aoiG.
¿e cada dia ensanchar mas so señorío. Llamábanse
condes por permisión . á lo que se entiende^ de \m
CAPITULO tt.
De les condes de Castilla.
Los romanos antiguamente llamaban vaceos por
la mayor parte á aquelfai comarcada España, que
llamamos Castilla la Vieja , y parte t&rmwos oon el
reino de León por los rioa Camón» Pisuerga» Beva y
Regamon, por otra parte tooaias tieirasde Aeturias,
Vizcaya y Rioja, hécia mediodía tiene por aledaños
los montes de Segovia y Avila da casi por estos tiem-
ptís se remataba el señorío de los mores por una parte
y por la otra el de los cristianos. Los campos son fér-
tiles de pan llevar, producen vino muy bueno , son á
propósito para los fpinados; pero por la mayor parte
tienen falta de aceite, alguna mas abundancia de
agua que en lo demás de España, asi de Ihivjas, co-
mo de fuentes y ríos. La géiUe de mansos y grandes
Ingenios, buenos y sin dobles, 4e cuerpos sanos, de
rostros uemosos : demás desto son sufridores de
trabajo. En aquella provincia (dado que al príncipio
no U poseyeron toda) algunos señores poderosos en
riquezas y vasallos comenzaron á defender sus fron-
teras de los moros con eafuerao y con las armas , y
gobierno. Por fo menos tenian obl¡gac¡<
acudir á los dichos reyes, si se levantaba alguna
guerra,, con sus armas v vasallos ; y si se junta-
ban cortes del reino, de nalhirse en ellas presentes.
Eo loa tiempotiantiguos se acostumbró llaniar con-
des á los gobernadores de las provincias , y aun les
señalaban al número de los anos que les hania de du-
rar el mando. El tiempo adelante por merced ó fran-
queza de los reyes comencé aquella honra y mandó á
continuarse per toda la vida del que gobernaba,
y últimamente á pasar á sus descendientes por jum
de heredad. Algún rastro desta antigüedad queda en
España en que los señores titulados después de la
muerte de sus padres no toman los apellidos de sos
casas, ni se firman duques , marqueses ócond» an-
tes que el rey se lo llame y venga en ello, fuera de
pocas casas que por especial privilegio iiacen lo con-
trarío desto. Como quier que todo esto sea averigua-
do, asi bien no se sabe en qué forma ni por cuánto
tiempo los condes de Castilla al príncipio tuviesen H
señorioy mas es verosfmtl que su principado tuvo los
mismos príncSpios, progresos y aumentos que los de
más sus semejantes tuvieron por todas las proríneits
de cristianos, á los cuales no reconocía ventaja ni en
grandeza, ni aun casi en antigüedad, porque liay
muy antigua mención de condes de Castilla ; v en
este número por los privilegios de los reyes antiguos
so puede contar por príroero el conde don Rodrigo
que floreció en el tiempo del rey don Alonso elCiisto.
En el número de los anos y de fas datas no hay p^ra
qué cansarse , porque tengo por averiguado está es-
tragado en los mas de los privilegios antiguos.
Después de don Rodrigo las personas mas diligeo
tes en rastrear las antigüedades de España ponen á
don Diego Porcellos hijo que fue del pasado, como lo
señala en particular el Cronicón Alveldense. &;te vi
vio en tiempo de don Alonso el Magno rey de Oviedo,
por cuanto se puede conjeturar de memorías anti-
guas. Dio jior mujer una hija suya llam«ida Solía
Bella 6 Nuno Belchides que era de nación alemán ; y
Dor su devoción era venido en romería á España y á
Santiaso. Este caballero con deseo de adelantar las
cosas de los crístianos , habiéndose emparentado con
el conde don Diego, junto con él fundo la nobilísima
ciudad de Burgos para que la gente que estaba espar-
cida y derramada por aldeas , hiciese un cuerpo y
forma de ciudad, de que lomó el nombre de Burgos,
porque los alemanes llaman Burgos ú las ald«as .
Habht demás de don Diego Porcellos en el mismo
-pos sanos, de tiempo otros condes de Castilla por esUr . á loque
son sitfridores de parece, aquella provincia dividida en muchos seno-
res, como fueron Fernando Anzoles , Almondar ña-
mado el Blanco, y su hfjo deste llamado don Diego.
Mas entre todos el de mayor autoridad y poder era
Núño Pernandes^ en tanto grado que vino á tener
mado de ana ««rítora de donacioo hecha por el conde Wi>
fredaal aiODasteríodeSaa Juan Baatista eu él mes de julio
de) primer año de reinado del emperador Garios del coodjdu
de Ausona.
AirtY^o'4: Kt^<nirf ü^a ^0 K impela.
nif^TORIA DE ESPAÑA.
por yerno al bermaDo de don Ordoño ei Segundo rey
de Lean , por nombre don García , que fue también
rey. Por esto y porque por las armas forzó á don
Alonso el Magoo su consuegro á renuocíar el reiuo,
tenía mas presunción que don Ordoño pudiese sufrir,
como enemigo que era de toda insolencia j altivez.
Fuera desto malsines atizaban el fuego y avivaban el
disgusto y cuales hay muchos en las casas de los
principes , que tienen costumbre de subir á los mas
altos grados no por alguna virtud suya , sino derri-
bando los que les están delante : maña muy mala,
pero bollada j seguida por los prósperos sucesos que
por este camino muchos han tenido. Con los aguijo-
nes deste odio movido el rey llamó les condes á su
corte. Fingió que quería con ellos comunicar los ne-
gocios mas graves del reyno. Señalóse para la junta
UD pueblo llamado Regular, situado en medio del ca-
mino y á los confínes de los señoríos de Castilla y de
León. Acudieron el día señalado los condes sin guar-
da bastante de soldados por venir sobre seguro y
confiados en la buena conciencia que tenian. Echá-
ronles deslealmente mano por mandado del rey y
fueron enviados en prisiones á la ciudad de León. El
dolor que las ciudades y lugares de Castilla concibie-
ron gravísimo por esta causa , se acrecentó grande-
mente con el aviso que dentro de pocos dias sobrevi-
no de la muerte impía y cruei dada á los condes.
Temia el rey don Ordoño nuevas alteraciones , y
que aquellas gentes se resolverían de acudirá las ar-
mas para tomar enmienda de aquel agravio : aperce-
biase para la guerra, juntaba soldados, armas y
caballos cuando sobrevino su Gn. Falleció en Zamora
de so enfermedad año de nuestra salvación de 923;
foe sepultado en León en la iglesia de nuestra Señora
que él mismo hfeiera consagrar, como queda arriba
apuntado. luciéronle las exequias como á rey con
grande solemnidad y aparato. En este tiempo por
muerte de Sisenando obispo de Compostella sucedió
en aquella iglesia Gundesindo, hombre principal hijo
de cierto conde , pero que escurecia con sus malas
costumbres y afeaba la nobleza de 9U linaje. Muerto
este, fue puesto en su lugar Ermigildo igual en la
nobleza al pasado, j muy semejable en las costum-
bres y vida : De Nuno Belchidesy de Sulla Bella su
mujer nacieron dos hijos Ñuño Rasura y Gustio Gon-
zález. Ñuño Rasura fue abuelo del conde Fernán
González, á quien nuestras historías suben hasta las
nubes por sus muchas hazañas y valor muy conocido:
de Gustio fueron nietos los infantes de Lara ; con que
la sangre de don Diego Porcellos mezclada con la
riml , como se dirá en su lugar > anda asimismo enge-
rida en muchas casas y linajes principales de España
y de fuera della , sin que haya faltado sucesión y li-
nea de sus nietos y decendientes hasta nuestra era.
CAPITULO in.
De don Fmela el Segundo rey de Leen.
M LEBTO que fue el rey don Ordoño , su hermano
don Fruela, Segundo deste nombre, sucedió en el
reino de León no por alguna virtud que en él bebie-
se, ni por voluntad de los grandes, o conforme á las
leyes , sino por las armas en que muchos ponen el
derecho de reinar. Conforme á los principios fueron
los medios y los acabos : no le duró mucho el poder,
reinó solos catorce meses. Señalóse solamente en
afrentas, torpeza y crueldad , por lo cual le pusieron
nombre de Cruel. Forzosa cosa es tema á muchos á
quien muchos temen. La seguridad de los reyes está
en el amor de sus vasallos, y en el odio su perdición.
Dio la muerte á los hijos oe un hombre principal lla-
mado Olmundo , cuyo hermana llamado Fruminio
obispo de León fue forzado á salir en destierro ; que
por ser persona eclesiástica no quiso el rey poner en
él las manos , dado que no era nada escrupuloso ni
23»
templado. Tuvo en su mujer Munia á don Alons», don
Ordoño, don Ramiro; y fuera de matrímonio á don
Fruela, padre de don Pelayo llamado el Diácono, coi>
quien casó el tiempo adelante doña Aldonza ó Alfon-
sa nieta del rey don Bermudo llamado el Gotoso. Se-
pultóse don Fruela en León. Su memoria y fam»
quedó afeuda no mas por la enfermedad de lepra de
que murió, que por la cobardia de toda su viáa, y
por la rebelión y enajenamiento de Castilla que en su
tiempo sucedió.
Había alterado las voluntades de los naturales la
muerte indigna de los condes que el rey don Ordoño
mandó hacer. Esta pena se acrecentaba de cada día
con nuevos agravios que les baeian.ca les forzaban á
ir á pedir justicia y seffuir sus pleitos delante los
jueces de León, y cuando se tenían cortes generales
acudirá ellas. Asi lo que trataban en sus ánimos y
no era fácil ponello en ejecución , que era levantarse,
tuvieron buena ocasión de apresurarlo por la poque-
dad del rey don Fruela : quitáronle públicamente la
obediencia y se le rebelaron. Para dTar orden en las
cosas y para el gobierno escogieron dos personas de
entre toda la nobleza que turiesen cargo de lodo con
suprema autoridad. Diéronles nombre de jueces , y
no título de otros principados mas grandes, porque
no tomasen ocasión del apellido para oprimir la liber-
tad. Fueron nombrados para esto Ñuño Rasura y
Lain Calvo, dos varones en aquel tiempo muy nobles
y poderosos. Lain era de menos edad , y casado con
Nuña Bella hija de su compañero. A este se dio cui-
dado de la guerra por su mucho esfuerzo. A Ñuño
Rasura, que era persona de grande esperíencia y de
f prudencia aventajada, encargaron principalmente
as cosas del gobierno y de la justicia , que adminis-
traba estando en Burgos ciudad principal, las mas
veces solo , y también en otros pueblos de la prorin-
cia. Dos leguas de Medina de Pomar hay un pueblo
llamado Bijudico, y en él un tribunal de obra muy
vieja en que los naturales por tradición antigua dicen
que estos jueces acostumbraban á publicar sus leyes
y determinar sus pleitos. Gobernábanse, esa saber,
por un antiguolibroy fuero que contenía las antiguas
leyes de Castilla ( i ) cuya mención se halla muy or-
dinaríaen los papeles j memorias deste tiempo; y que
tuvo fuerza hasta el tiempo del rey don Alonso el Sa-
bio que le derogó , y en su lugar ordenó las leyes de
las Partidas.
Cuánto tiempo havan vivido estos jueces no se sa-
be, ni aun se tiene bastante noticia de sus hechos.
Del linaje destos dos jueces sin duda sucedieron
hombres muy nobles , muv valientes y señalados,
Eorque Lain Calvo fue qumto abuelo del Cid Ruy
)íaz; hijo de Ñuño Rasura fue Gonzalo I^uño, que
tuvo el cargo de su padre no con menor gloría que
él , por ser de ingenio fácil , de suavidad de costum-
bres y afabilidad singular , en todas sus cosas muy
curioso. Demás desto acordó y hizo qiié los hijos de
los nobles se críasen y amaestrasen en su p^ilacio, que
era como un seminario y plantel de varones señala-
dos en paz y en guerra;' por la cual liberalidad ganó
grandemente las voluntades de toda la provincia. Su
mujer se llamó doña Jimena hija del conde Ñuño Fer-
nandez , que fue con los demás condes de CastiHa
muerto por el rey don Ordoño. Deste matrímonio na-
ció el conde Fernán González por la gloria de sus vir-
tudes y proezas , y en particular por la grande cons-
tancia que mostró en tanta varíedad de cosas como
por él pasaron, igual á cualquiera de los antiguos
caudillos y príncipes. Pero del conde Fernán Gonzá-
lez se trataníluego en su lugar. Volvamos al cuento
de los reyes.
(1) Era el Fuero Juzgo de los visigodos, por el coal se
gobernaban todos los estados de los reyes de León , entre los
que estaba en este tiempo Castilla.
De don Sancbo Abarca rey de Navarra.
Co8* averíguadH y cierta es que las historias de
Navarra estJn llenas de mucJias fábulas y nonsejas,
en tanto grado que ninguna persona to podrá negar
que tenga alguna noticia de la antigüedad. Parécema
á mi que losliiEtoriadores de aquella nación siguie-
ron el afecto y inclinación vulgar que muchos tienen
dehennosear su narración con monstruosas mentiras
de cDsasincreibles y con patrañas. Pordonde la hislo-
ria, cuya principal virtud consiste en la verdad viene
á hacerse y ser semejante á loa libros de caballerías
compuestos de fábulas y mentiras, en que hombres
ociosos y vanos se entretienen y en ellos gastan su
tiempo : falta que en todo lo demias de la historiase
echa dever mas en loque toca ueste tiempo, sonlas
invenciones mas evidentes y claras, cuando muerto
por loa moros en un rebate el rey Garcí Iñiguez , un-
gen que sucediú lo mismo á su mujer dona Urraca
que estaba preñada, v dicen quedú en el campo muer-
ta ,6 en el mismo , o en diferente trance y tiempo;
3ue es cosa mas fácil maravillarse que los autores se
iferencien en la mentira, que entender y averiguar
la verdad. Concuerdan empero en que un caballero
por nombre Sancho de Guevara como sobreviniese y
mirase lo que pasara, viú al infante que sacaba el
brazo por una de las heridas de la madre que muerta
quedó : acordd de abrir el vientre de la madre v sa-
car dél al niño : criúle secretamente en su casa basta
tanto que tuvo buena edad. No sé que espantajos se
temía, pues para mayor secreto dicen que le traía
vestiuo de aldeano y por calzado unas abarcas, de
donde le dieron el sobrenombre de Abarca.
Añaden últimamente qi^a pasados diez y nueve
años de vacant« , como la gente tratase de nombrar
rey le trajo á las cártes. Allí averiguado el caso y sa-
bida la verdad, con grande voluntad de todos le fue
dado el reino y la corona, teniendo ledos por muy
ali-gre agüero j pronúslíco para adelante que Dios le
bobiese guardado de tantos peligros , j persuadién-
dose que conforme £ tan maravillosos principios serian
los medios j fines. Pero estoque muy hermosamenle
se dice, muchos lo tienen por falso, personas de ma-
yor prudencia y erudición , y no concuerdan las
memorias y privilegios antiguos ; ni aun la razón de
los tiempos da lugar i que don Sancho Abarca aacie-
se después de la muerte de su .padre , pues tuvo por
yernos á don Alonso y don Ramiro reyes de Leen que
vivieron y reinaron poco adelante, antes entiendo
que era ya de buena edad cuando muriú su padre, y
que tomó luego la corona; dado que de los arcttí IOS y
papeles del monasterio de San Salvador de Leyre
aquellos monges sacan que Portun hermano mayor
deste rey don Sancho, tuvo primero que él aquel rei-
no por algún poco de tiempo. Siea verdad ómenliía,
no lo sabría decir ; pero anrman que dejado el reino
creo porestarcansado de las cosasdcl mundo, IoidA
el hábito de monge en aquel monasterio. L.a verdad
03 que este don Saocbo tuvo en su mujer Tendal
Garci Sánchez el mayorazgo y después del í Bamin
y á Gonzalo y á Fernando : demás desto cinco bijas,
que fueron sus nombres Urraca. Teresa, MaHí,
Sancha y Blanca. Esta postrera alcen algunos que
casó con don Ñuño señor de Vizcaya : Otros lo cao-
tradicen movidos de que por aquel tiempo no se htlla
gue ninguno de aquel nombre naya tenido aquel se-
ñorío y estado.
Fue este principe dichoso no solo por los mucbm
hijos que tuvo , sino esclarecido por las armas porque
consu valor y esfuerzo todo lo que por la revuelta de
tos tiempos se perdió en Sobrarve y Ribagorza, se
recobró de los moros; y no solo hizo esto, mas en-
sanchó mucbo los antjguos términos de aquef señorío
hasta ganar y sujetará su coronalaVizcajaóClaDla-
bria j todo lo que se estiende por las riberas del rio
Duerohasta su nacimiento y los montes Doca, y hacia
Mediodia hasta Tudela y Huesca. Demás deíto du
muestras que llegó con el discurso de sus viclnrías i
Zaragoza, un castillo que está situado cerca de aque-
lla dudad con nombre de Sanctia Abarca ; y ann no
co, liento con los términos de España , pasados los Pi-
rineos , en Francia sujetó aquella parte de los vasco-
nea y Navarra que largo tiempo poseyeron aquellos
reyes , y hoy es la Cierra de vascos. Estaba el re; em-
barazado en esta guerra de la otra parte de los montes:
los moros por pensar que por los fríos del invierno no
podría venir el socorro , se pusieran sobre Pamplona.
Don Sancho avisado del peligro hizo pasar losmontes
á los soldados con abarcas por causa del Irío ; y esta
fue la verdadera cansa de faaberte llamado Abarca, j
la manera que sucedió en los nombres de Callgula a
Caracalla enperadoros romanos por semejanle oca-
sión. Fue cosa fácil al que venció le naturaleza y el
tiempo , vencer también en batalla á loa enemigos, y
forzallos á que alzasen el cerco, como lo hito. En
todas estas guerríisse alaba sobre todos la valentiade
un capitán llamado Centullo, hombre sagaz, animoso
y denodado. Había con esto ü rey don Sancno gana-
HISTOUlA DK ESPAÑA.
do gran g?or¡a , úüo afeara en gran parte su nombre
con volver las armas contra Ga^stiila : cosa qae demás
de la nota á 61 acarreó mal y daño, como se verá poco
adelante.
CAPITULO V.
De doo Alonso el Cuarto y don Ramiro el Segando reyes
de .León.
Don Alonso Cuarto desde nombre, llamado el Mon-
go, el reino que don Frueta á tuerto le quitara, des*
Sue^ de su muerte le recobró año de 924. Don Lucas
e Tuy dice que doo AloOso fue hijo del mismo rey
don Fraela , contra lo que sienten otras personas de
mayor diligencia v autoridad que dicen fue hijo del
rey don Ordeño ef Segundo. En tiempo deste rey pnr-
tío desta vida Juan prelado de Toledo año del S^ñor
de 926, sucesor que fue de Wistremiro y de Boúlto,
y él por si ¡lustre ejemplo de la santidad antigua. En
80 lugar no sucedió algún oiro por vedar, cómo se
eutiende, los bárbaros queat*
guno en aquellas revueltas
fuese elegido y puesto en lu-
gar que pudiese «[obernar y
ayudar las casas de los cris-
tianos. Solo los demás sacer-
dotes con desea de tener paz
entre sí por una manera de
concordia daban el primer
lugar al cura de Santa Justa.
y obedecían á sus mandatos:
estado en qud se conservaren
hasta tanto que Toledo volvió
á poder de cristianos.
En el m*smo tiempo vola-
ba por el mundo la fama de
Fernán González conde de
Castilla. El nombre y título
de conde (porque su padre
solamente tuvo el nombre d*
juez) no se sabe si lo tomó
con consentimiento de los re-
yes de León , ó lo que parece
mas verosímil , por voluntad
de sus vasallos , que le qui-
sieron honrar por esta maae-
ra maravillados de las esce-
lentes^ virtudes de tan gran
varón. Señalóse en la justicia
y mansedumbre, celo déla
religión , y en el gran ejerci-
cio que tuvo y larga esperien-
cia en las cosas de la guerra:
virtudes con que no solo
defendió los antiguos térmi-
nos de su señorío sino demás
desto hizo que los del reino de
León se estrechasen y reti-
rasen de la otr-i parte del rio
de Pisuerga. Ganó de los mo-
ros ciudades y pueblos, cas-
tigó la irf^oleocía de ios na-
varros con la muerte de su
rey don Sancho Abarca. Te-
nían los navarros costumbre
de hacer mal y daño en las
tierras de Castilla : no coo-
tentos con esto maltrataron
de palabra con ameauzas y
denuestos á los embajadores
.queles envió á pedíreumieuda
España de FenunGonialeí <ie lo hecho. Pasaroa en esto
tan adelante, y las demasías
fueron tales que se tuvo por
abierta la guerra.
TOMO I.
El conde que no sufría insolencias ni demasías»
hizo con sus gentes entrada , y rompiópor las tierras
del Navarro : las talas y presas eran grandes. Acudió
el enemigo á la defensa: juotáronse las fuerzas y
gentes de ambas partes cerca de un lugar llamado
Gollanda. Dióse la batalla de poder á poder , en que
perecieron muchos de los unos y de los otros sin de-
clararse la victoria por gran espacio. Finalmente en
lo mas recio de la pelea los generales se desafiaron y
combatteron entre si. Encontráronse con las lanzas:
los golpes fueron tan grandes gue ambos cayeron en
tierra, el rey con una mortal fierida, el conde aun-
que gravemente herido, pero sin peligro de la vida.
Animáronse con esto los soldados de Castilla , y con
tal denuedo cargaron sobre los enemigos , que en
breve quedó por ellos el campo. Sobrevino á lasaron
el conde de Tolosa con sus gentes en socorro de los
navarros. Recogió á los que huían , y vueltos á las
puñadas , tornóse á encender la batalla (1). Sucedió
lo mismo que aiítes que los condes $e encontraron
entre sí de persona á persona : cayó de un bote de
lanza en aquel combate muerto el de Tolosa, conque
los navarros quedaron de todo punto vencidos y pues-
tos en huida. Los cuerpos del rey y del conde con li-
cencia del vencedor fueron ílevanoi á sus tierras, y
honradamente sepultados. Sobre li sepultura de don
Sancho Abarca hay pleito entre los mongos de San
Juan de la Peña y los de San Salvador de Ley re, que
cada Cual de las dos parles pretenda le sepultaron
en su monasterio: el cual no hay para aue determinar
en este lugar. Solo entiendo que don Stnoho Abarca
murió al princíoio del reinado del rey don Alonso el
Magno (2) año de nuestra salvación de 926 después
aue reinó por espacio de veíate años enteros. Suce-
ió en el reino dpn Garci Sánchez su hijo de quien
hallo que se llamaba rey de Pamplona y de Náiara.
Reinó cñarenta años : su mujer se llamó doña Tere^
sa. Esto en Navarra.
El rey don Alonso de L'son fue en sus costumbre^
mas semejante á don Fruélaqueá su padre. Ningttihi
virtud se cuenta del, ninguna empresa , ninguna pro-
vincia sujetatla por guerra y allegada á su senorió. El
odio de ios suyos por esta misma causa se encendió
contra él de tal suerte, que cansado con el pcs5 del
gobierno se determinó de renunciar el reino é. su
hermano don Ramiro. Llamóle con este intento á
Zamora el año del Señor de 93 1 ,y de su reinado seis
y medio. Dióie el cetro de su mano resuelto de dos-
cargarse de cuidador , y de mhdar la vida de principe
con la de particular y de roonge. En el monasterio de
Sahagun puesto á la ribera del rio Cea tomó et hábito
sin cuidar ni de lo que las gentes podian pensar de
aqnel hecho, ni de su hijo don Ordoño habido endo-
na Urraca Jiménez (3) hija de don Sancho Abarca rey
de Navarra, que quedaba en su tierna edad desam-
parado de ayuda y á propósito pura que le hiciesen
cualquier agravio, b^l principio bueno fue:. el tierripo
que aclara los intentos, dio á entender que mis fte
movió por liviandad que por otro buen respeto. Doña
Teresa, hermana de la reina doña Urraca, casó con
el nuevo rey don Ramiro : della nacieron d()n Bsrmu-
do , don Ordoño , don Sancho y doña Elvira.
Don Ramiro encargudoque se hobo de! réíno;lue-
go tornó á renovar la guerra de los m*)ros. Entendía
como varón prudente que con ninguna co.4a ma-t po-
día ganar las voluntades de los suyos, ni hacer ma-
yor servicio á Dios ; que en perseguir á lo^ enemigos
del nombre cristiano pero la inconstaacia de don
( 1 ) Se tiene por fabulosa esta batalU.
(2) Sin duda por eqoi vocación dice el Migno en vez del
Monge, pues aquel queda dicho que murió eu uuevecieatoá
y diei.
(3) Sa dos escrituras firmidas de su propia minóse llami
(bña Oa>3ca ó áóhi Iniga.
il
242
BtBLIuTECA DB GAÜPAR Y BOIG.
Alonso puso impedimento á tan santos intentos:
Sorque con la misma ligereza con que lahabia toma*
o , dejó aquella manera de vida y se cqmenzó á llamar
rey. Para atajar los males que podiao resultar destos
principios y don Ramiro á la hora revolvió contra León
do su hermano estaba. Allí le cercó , y vencido de la
hambre y de la faltado todas las cosas, le forzó á
rendirse. En aquella ciudad fue puesto en prisión sin
por entonces liac^r en él mayor castigo á causa que
]o8 hijos del rev don Fruela Secundo deste nombre
andaban alterados en las Asturias, y forzaban á don
Ramiro á ir allá. La ocasión de alterarse no era la
misma á los capitanes Y al pueblo. Los hijos de don
Fruelasequejaoan de haber sido despreciados por el
rey , pues no los llamó á las cortes en que don Alon-
so renunció el reino. Los asturianos se alteraron por
afición oue tenian á don Alonso, y llevar mal que ira-
tase de nejar el gobierno.
Eran muchos los levantados ; y mas por miedo del
castigo que por voluntad ó esperanza ae salir con la
victoria, tomaron por cabezas á los hijos de don
rYuela; pero conocido el peligro que corrían, acor*
daron de enviar embajadores a don Ramiro paraavi-
salle que estaban aparejados á hacer lo que les fuese
mandado , receblrie en las ciudades y pueblos, ser-
Tille con todas sus fuerzas con tal que se determinase
de venir sin ejército, de paz y sin nacer mal á nadie;
que esto tomarían por señal que so ánimo estaba
aplacado. El sospechando algún engaño , ó teniendo
por cosa indiana que sus vasallos para ghedecelle le
Susiesen copouciones, entró con grueso ejército y
ornó á sus enemigos. Perdonó á la muchedumbre,
tomó castigo de los mas culpados. A los hijos de don
Fruela luego que los tuvo en su poder, los privó de la
vista. El niismo castigo se díó á don Alonso húrmano
del rey. No lejos de la ciudad de Ldon estaba un mo«
uasteno con nombre de San Julián edificado á costa
deste rey don Ramiro : en él fueron guardados por
toda la vida , y después de muertos sepultados asi to-
dos estos como doña Urraca mujer ae don Alonso.
Con esto aquellas grandes alteraciones que tenian
suspensos los ánimos de los naturales , hubieron mas
fácil salida que se pensaba.
Concluidas estas revueltas, el rey como antes lo
pretendió volvió las armas contra los moros. Entró
por el reino de Toledo , tomó por fuerza en aquella
comarca , saqueó y quemó á Madrid (i), pueblo prin-
cipal, derribóle los muros. En el entre tanto los moros
encendidos en deseo de vengarse juntas sus gentes
entraron por tierra de cristianos. Lo primero se me-
tieron por los eamposdeCastilla. El conde comoquier
fue por la guerra pasada de Navarra se hallase fiaco
ae fuerzas movido por el peligro que lascosascorrían,
envió embajadores al rey don Ramiro para rogarle no
permitiese que el nombre cristiano recibiese afrenta,
ni que los bárbaros se fuesen sin castigo : que él for-
zado tomó las armas contra el rey su suegro, y oue el
suceso de las guerras no está en manos de los nom-
bres: si algún agravio ó enojo recibió por lo hecho,
que era justo perdonarle por respeto de la patria: que
le aseguraba no pondría en olvido el beneficio y cor-
tesía oue le hiciese en este trance El peUgro común
«blaoJó el áauno del rey. Acudió luego con sus gen-
tes deseoeo de ayudar afcon Je. Juntáronse las hues-
tes v los campos. Dióse la batalla cerca de la ciudad
de Oima , en que gran número de los bárbaros fueron
muertos, los demás pue«tos en huida. Los soldados
cristianos cargados de oro y de preseas volvieron á
sus casas. Algunos sospechun que desdo este tiempo
volvieron los condes de Castilla á estar á devoción y
ser feudatarios y vasallos de \%s reyes de León, por-
( I ) Prínera vez qne »e baee meacieo de Madrid en la
hiaioríji coa e«te Mooibre : «ii las escritaras de Toledo se
1 taina MaiorUum y Mitigar Uum.
d(
ue les parece que un rey t|in amigo de honra como
on Ramiro no juntara de otra manera sus fuerzas,
ni perdonara las injurias y desacatos qu9 lebabioo
hecho, sin que primero se le allanasen.
Siguióse una nueva guerra contra los moros. El rey
don Ramiro encendido en deseo de oprimirlos con
sus gentes movió la vuelta de Zaragosa. Tenia el
Íirincipado de aquella ciudad Abenaya señorde pocas
uerzas, feudatario de Abderrahinan rey de Córdobi.
Acompañó á don Ramiro en esta jornada el coade
Fernán González. El moro pareciéndole que no po-
dría resistirá dos enemigos tan fuertes, tomó. por
partido sujetarse al rey don Ramiro y pagalle parias.
Con este concierto se nicieron paces y cesó la guerra.
No guardan los moros la fe mas de cuanto les es for-
zoso. Asi partidos ios nuestros , y también por medio
de Abderrahman gue tenia aviso se aprestaba contra
él, mudado partido, y tomado nuevo asiento, de
consuno acometieron los dos las tierras de los cristia-
nos. Llegaron á Simancas : llevaban loa moros mal
que los cristianos les pusiesen leyes y forzasen á pa-
gar parias los á quien tenian antes por sus tribútanos.
Acudió luego el rey y salló al encuentro á los enemi-
gos. Dióse la batalla, que fue muy brava y de las mas
señaladas y reñidas de aquel tiempo: murieron trelo-
ta mil moros, otros dicen setenu rail. Los despojos
fueron muctioá y ricos, grande el número de los cau-
tivos. El mi^o Abenaya también fue preso : Abder-
rahman con veinte de á caballo escapó por los pies.
El conde Fernán González por no haberse hallado
en la batalla (el por qué no se sabe) pero habiéadose
encontrado con ios que huian, hizo en ellos no menor
matanza. Da muestra desto un privilegio del monas-
terio de Sanliillan de la Cogulla puesto en los mon-
tes de Oca (que se llamó antiguamente de San Feliz)
que concedió el conde por memoría del beneficio re*
cebido y desta victoria que ganó de los moros. Eo
aquel privilegio se manda que muchas Tillas y pue-
blos de Castilla contribuyan por casas cada uno para
los gastos y servicioade aquel monasterio , bueyes,
carneros, trigo, vino, lienzo , conforme á lo que ea
cada tierra se daba, por voto que el conde hizo cuan-
do iba á esta guerra : de donde también se entiende
?[ue de aquella parte de Vizcaya que se llama Álava,
ueron gentes de socorro al rey; y que todos estuvie-
ron persuadidos que dosingelesen doscaballos blan-
cos pelearon en la vanguardia, y que por su ayuda sa
ganó la victoria , cosa que no suele acontecer, ni ano
inventarse sino en victorias muy señaladas cual foo
esta. El alfaquí mayor *de los moros, que es como
obispo entre ellos, vino en poder del conde. Con esto
la provincia y la gente pareció alentarse del grande
espanto causado del aparato que los contrarios hicie-
ron para aquella guerra, además de muchas señales
que en el cielo se vieron y muchos prodigios; porque
en el mismo aña que fue la pelea , es á sat»er el de 934
(otros á este número añaden cuatro años) siendo re-
yes don Ramiro en León y don Girci Sánchez en
Pamplona , hobo un eclipse del sol á los diez y nueve
de julio (mas quisiera á ios diez y ocho porque dicen
fue viernes) por espacio de una hora entera á las dos
de la larde , tan grande y cerrado, que se mudó el
día en muy espesas tinieblas. Secunda vez á quince
de octubre , que fue miércoles , la luz del sol se vol-
vió amaríliu: en el cielo apareció una abertura , co-
metas de estraordinaria forma, que caian á la parte
del mediodía, las tierras fueron abrasadas por oculta
fuerza de las estrellas, sin otras cosas que daban a
entender la ira de Dios y su sana. Todo esto se con-
tiene eu el privilegio del conde Fernaü González:
otros dicen que en el mismo diade la batalla se eclip-
só el sol á seis de agosto dia de los Santos Justo y
Pastor, qutt fue lunes. Estas semiies tenían á todoi
muy congojados ; pero ganada la victona , se trocó el
temor en alegría , y se entendió que no amenazaban
BIMORIA DE ESPAÑA.
343
A los fieles sino á sus eoeroigos. Falleció por este
tiempo Mirón (i) conde de Barcelona , dejó tres hijos
menores de edad : estos fueron Seniofredo , oiie le
sucedió en el estado : Oliva por sobrenombre Cabreta,
al cual mandó el seftorio de Besalú y de Gerdanía ; y
Mirón que en los años adelante fue obispo y conde de
Girona.
El gobiemo^por la tierna edad del nuevo príncipe
estuve mucho tiempo en poder de Seniofredo su tto
conde de Urgel » que fue escalón para que sus des-
cendfeatef poco adelante se apoderasen de iodo. A
la saaoo que gobernaba este Seniofredo aquel estado,
se tuvo uo concilio de obispos en un pueblo llamado
FoeDteeubierta tierra de Narbona. En este concilio
se determinó un pleito que andaba entre los obispos
Antigisode Urgel y Adulfo ParaHiense sobre los tér-
minos y mojones de los obispados ; ó por mejor decir
sobre toda la diócesi del niralliense que el de Ur-
gel pretendía ser toda suya. Asi fue determinado por
los obispos que en pasando de esta vida Adulfo, la
dudad os Pallas quedase sujeta al obispo de Urgel,
porque se probaba por instrumentos muy ciertos que
antiguamente lo fue. Presidió en el concilio Amusto
prelado Narbonense , per estar á la sazón Tarragona
en poder 'de moros , á cuyo obispo perreuecia concer-
tar los pleitos entre los obispos comarcanos y sufra-
gáneos suyos.
Por muerte de Seniofredo conde de Barcelona, que
falleció adelante sin dejar hijos , bien que estuvo ca-
cado cOB doña María bija del rey don Sancho Abarca,
Boreilo conde de Urgel v hijo del otro Seniofredo se
apoderó del señorío de Barcelona. La fuerza prevale-
ció contra la razón ; que de olra suerte ¿qué derecho
podía tener ni alegar para escluir á Oliva hermduo
del difunto? Tuvo Boreilo un hermano llamado Ar-
mengaudo ó Armengol . do grande santidad do vida,
y por esto puesto en el númerp de los santos y en los
calendarlos : pero esto fue algún tiempo adelante. El
rey don Ramiro llegado á mayor edad , y vuelto su
pensamiento á las artes de la paz y al culto de la reli-
gión 9 de los despojos de los moros edificó en León
un monasterio de monjas con advocación de San Sal-
vador , do hizo que doña Elvira su hija única tomase
el hábito y el velo como se acostumbra : otro monas-
terio hizo con nombre de San Andrés : el tercero de
San Cristóbal á la ribera del río Gea cerca de Duero:
el cuarto con nombre de Santa María Virgen; en
conclusión en el valle Órnense levantó otro monaste-
rio con advocación del arcángel San Miguel.
Estaba el rey ocupado en estas cosas cuando nue-
vas y domésticas alteraciones le hicieron volver á las
armas. Fernán González y Diego Nuñez hombres
principales con deseo de novedades , ó por alguna
causa agraviados del rey , se rebelaron contra él. No
tenían basiantes fuerzas : llamaron á los moros y á
feu capitán Acclpha. Destruyeron el territorio de
Salamanca que baña el rio Termes. En olra parte por
las armas de don Rodrigo , que entiendo era uno.de
los conjurados ó aliado con ellos, las tierras de Ama-
ya y parte de les Asturias eran maltratadas. No era
ulcit determioarse h qué parta primeramente se be-
biese de acudir. En igual peligip pareció que debían
de hacer guerra á los moros per ser enemigos públi-
cos : asi se hizo , y los echaron de toda la tierra con
gran estrago que en ellos se hizo. Demás deslo los
üUtores y uiovedores del alboroto vinieron en poder
del rey ; pero no^mucho después fueron sin otro cas-
tigo sueltos de la prísion en que los tenían en León
encerrados , solamente les hicieron jurar de nuevo la
(1) La croDolo^ria de los condos de Barcelona está también
trastornada por Mariana, y no es estraño por cuanto esta
liarir^ óe nne^tra historia lo Ka sitio generalmente hasta que
el «efior Bofariill dio á loz su obra dé Los condes de Darce-
ona vindicados.
obediencia al rey y prestalle í us homenajes : muestra
que el delito oo'fue tan grave , ó que el rey usó de la
victoria con mucha templanza. Concluida esta guer-
ra , entiendo que de suyo se sosegaron las alteracio-
nes de las Asturias , en especial que la clemencia del
rey les convidó á que se redujesen. El conde de Gas-
tilla' Fernán González tenia en doña Urraca su muj4>r
una bija del mismo nombre. Importaba mucho para
el buen suceso de las cosas que entre las dos provin-
cias y señoríos de Castilla y oe León bebiese coofede-
ración y avenencia , lo cual don Ramiro no ignoraba.
Con deseo pues que la paz se asegurase , trató con el
Conde , y hizo que su hijo don Ordoño que le debia
suceder en el reino , casase con la dicha dona Urraca.
Concluido todo esto , el rey como f nemigo que era
de la ociosidad, á lo postrero de su edad hizo una
nueva entrada en tierra de moros : metióse por el
reino de Toledo y llegó hasta Talavera. Venció en
batalla á los que venían á socorrer A los suyos , ?n
que murieron doce mil moros, los presos llegaron á
siete mil : con esta victoria hizo que su autoridad y
reputación se mantuviese, q*ie junto con la edad se
suele envejecer y menguar. Vuelto á sus tierras, en-
vió á sus casas el ejército cargado de despojos de
moros, y él se fue en romería a Oviedo á honrar los
cuerpos de los muchos santos que allí estaban , y dar
á Dios gracias por tantas mercedes. En aquella cin-^
dad por ser la tierra mal sana adoleció de una enfer-
medad mortal. Sin embargo dio vuelta á León , y or-
denadas las cosas de su casa , renunció el reino y le
dio de su mano á su hijo. Hecho esto, tomados los
sacramentos de la penitencia y de la Eucaristía de
mano de los obispos y abades que á su muerte se ha-
llaron , falleció en el año de nuestra salvación de 950
¿ cinco dias del mes de enero. Sepultáronle en el mo-
nasterío de Snn Salvador, edificio y fundación suya.
Fue este año muy señalado por muchos pueblos que
en él ó se edificaron de nuevo, ó se repararon, con-
viene á saber Osroa , Roa , Riaza , Glunia en los kre-
vacos, que hoy es Coruña. A Sepúlveda también en
un sitio fuerte edificó por este tiempo el conde Fer-
nán González , por cuyo esfuerzo en particular el
partido de los fieles en aquel tiempo se conservaba
y aun mejoraba.
CAPITULO VI.
De don Ordeño Tercero deste nombre rey de León.
MoEaTO el rey don Ramiro , don Ordoño su hijo
heredó el reino de IjCOu. Era hombre de gran cora-
zón , tenia gran ejercicio en las armas , prudencia
singular en el gobierno. La brevedad de la vida , ca
solumente reinó cinco años y siete meses, hizo que
no pudiese ejercitar por largo tiempo las virtudes de
que su buen natural daba muestras. Al principio don
Sancho su hermano (2) ó por deseo de reinar ó irri-
tado por algún agravio como es mas verosímil , fue
causa que las armas deGarcí Sánchez rey de Navarra
su tio y las del conde Fernán González á su per^iua-
sion se moviese en daño de don Ordoño, sin tener
ninguna cuenta con el amor que á <)u hermanó debia.
El deseo de reinar y el dolor del agravio , amims mr-
les tienen gran fuerza. Juntas \bh gentes de Navarra
y de Castilla entraron por las tierras del rey de León,
que por estar desapercebido y poco conlíado de la
voluntad de l<»s suyos en aquefla discordia civil , de-
terminó de fortificarse en a'gunas plazas fueríes [)or
su sitio ó por lüs murallas , fin venir á la batalla. Los
enemigos, sosegado el furor con que entraron, y
juzgando que era sin propósito hacer la guerra (ante
(9) Este don Sancho oo era hermano de don Ordouo,
sino de dr>n Alonso el Monge y de don Ramiro 11, y hijo del
rey don Ordoño II, que por osla razón seilamaba don Sancho
Ordoúez.
2H
BIBLIOTECA DK GASPAR T ROIG.
Uaoipo eo provecho ajeno y con su peligro, sin hacer i nmejor , que también yo no rehu.«aré de ponerme á
efecto de momenlo se volvieron á «es tierras. Don | )>cualquier trance por tu mandado; pero de mi pare*
Ordouo con deseo de satisfacerse del conde, que sin ''" ^ " * » - '
tener respeto al deudo hubia juntado sus fuerzas con
BU hermano y tío phra su daño, sin dilación repudió
á doña Urraca hija del conde, y casó con doña Elvi-
ra; que tales eran las costumbres de aquella era.
Deste nyevo matrimonio ubciódon Bcrmudo, el que
algunos.años antes edeíantH mudadas las cosas y tro:
cadas , finalmente alcanzó el feino de su padre.
Las alteraciones de ios gallegos , movidos á lo que
se entiende por afícion que tenianá don Sancho (i),
fueron en breve por las armas y diligencia de don
Ordoño sosegadas. Y para que el provecho fuese ma-
yor , con sus gentes enfró datido por todas parles el
gasto á los campos en aquella parte de la Lusitania
3ue estaba sujeta á los moros : llegó hasta Lisboa,
onde se volvió á su tierra. Por el mismo tiempo Fer-
nán González conde de Castilla con una entrada que
hizo por tierra de moros , se apoderó del castillo de
Carranzo, echada de allí la guarnición morisca que
tenia. No con menor diligencia Abderrahnian rey de
Córdoba aunque de grande edad , enemigo de toda
insolencia, juntado un grueso ejército en que se con-
taban ochenta mil combatientes, mandó á Almanzor
Álagib (que es tanto como vírey) capitán de grao
nombre acometiese con gran furia las tierras de cris-
tianos. Recelóse el conde de aparejos tan grandes:
llamó la gente de todo su estado á la guerra , y alistó
todos los que tenian edad á propósito para lomar ar-
mas ; y como quier que todavia el ejército fuese me^
ñor que el peligro que amenazaba , cuidadoso del su-
ceso de la guerra en uua junta de capitanes que tuvo
en el pueblo de Muñón, consultó lo que se debía
hacer. Los pareceres fueron varios, como acontece,
que en grande peligro y miedo ordinariamente cada
uno habla conforme A quien es. Los mas atrevidos
querían que se hiciese ia guerra , otros que recogi-
das las provisiones y alzadas en lugares seguros se
entretuviesen hasta tanto que las fuerzas de los bár-
baros , que tienen grande Ímpetu , con la tardanza se
enflaqueciesen.
Gonzalo Díaz hombre principal pretendía que avn
seria bien comprar de los moros las treguas por dine-
ro sin cuidar de ia honra como suele acontecer cuan-
do prevalece el miedo, que la sabía cobardía puede
mas que la honrada vergüenza : «Por ventura (dice)
Má tan grande ejército y tan esperimenlado opondre-
vmos el pequeño número de los nuestros, y loca-
umente ños despeñaremos en tan grande perdición?
i>No mhras que en el suceso y trance de una batalla
»con8Íste el peligro de toda la cristiandad , pues en
»>tu tierra se hace la guerra? Si venciéramos , él pro-
uvecho será poco; sí fuéremos vencidos, será forzoso
uque la provincia desnuda de fuerzas y vencida del
umiedo venga (lo que Dios no ouiera) en poder de
ulos enemigos. Mira no sea peroer en un punto y en
imn momento las ciudades y pueblos ganados en
utantos siglos, y con tanta sangre de cristianos; lo
»<fue los venideros digan no fue esfuerzo, sino locu-*
»ra : como ordinariamente los consejos atrevidos tie*
unen la fama según lo que dellos resulta, y conforme
»á sus remales se juzga dellos. Considera otrosí que
^muchas veces es de mayor esfuerzo refrenar el áoí-
»>mo con la razón , que con las armas vencer á los
»enemígos. En esto tiene gran parte la fortuna , el
«recato es oficio muy propio de grandes varones. Y
»quécosa puede ser mas lemeraria, que por un vano
«deseo de alabanza y honra jpooer en cierto y grave
apeligro las cosas sogradas . la patria , las mujeres y
»Dijos, y toda la religión? Tú haz lo que juzgares ser
(1) El levaDlamiento de Galicia sucedió después de iü
muerte de don Stncbo y oipguu autor manifiesta por qué
cau$a.
)>cer nunca con tan grande peligro v riesgo de todo
))t6 pondrás. Señor, al trance de la oatalla.»
El conde no ignoraba que el parecer de Gooz&lo
Díaz era de otros muchos que hablaban por la boca
de uno; pero prevaleció el deseo de la honra y repu-
tación. Asi, como razonase largamente de las fuer-
zas de los suyos , de la ayuda divina , de la gloria
ganada, que tenía por mas grave que la muerte^ aman-
cillarla con algun^ muestra de cobardía, y los demás
quién de verdad, quién fingidamente alabasen su
parecer y se conformasen con él, hechos sus votos y
plegarias , movieron contra el enemigo , que tenia
sus reales cerca de la villa de Lara. No vinieron luego
á las manos : el conde cierto día salió por su recrea-
ción á caza , y en seguimiento de un ja valí se apartó
de la gente que le acompañaba. En el monte cerca de
alli uña ermita de obra antigua se veía cubierta de
yedra , y un altar con nombre del apóstol San Pedro.
Un hombre santo llamado Pelsgio ó Peiavo con dos
compañeros , deseoso de vida sosegada , había esco-
gido aquel lugar para su morada. La subida era
agria ) el camino estrecho , la fiera acosada como á
sagrado se recogió á la ermita. El conde movido de
la devoción del lugar üo la quiso herir, y puesto de
rodillas pedía con grande humildad el ayuda de Díoí:.
Vino luego Pelado, hizo su mesura al conde, él por
ser ya tarde hizo allí noche , y cenado que bobo io
poco que le dieron , la pasó en oración y lágrimas.
Con el sol le avisó Pelayo su huésped del suceso de
la guerra : que saldría con ia victoria , y en señal
desto antes de la pelea se vería un estraño caso. Vol-
vió con tanto alegre á los suyos que estaban cuidadoso*;
de su salud : declaró todo lo que pasaba. Enceodié-
ronse los ánimos de los soldados á la pelea queeslH-
ban atemorizados. Ordenaron sus haces para pelear:
al punto queriau acometer, un caballero, que algu-
nos llaman Pero, González de la Puente de Filero,
dio de espuelas al caballo para adelantarse. Abrióle
la tierra y tragóle sin que pareciese mas. Alborotóse
la gente espautada de aquel milagro. Avisóles el coode
que aquella era la señal de la victoria que le diera el
ermitaño, que si la tierra no los sufría, menos lo su-
frirían los contrarios.
Con estas palabras volvieron todos en sí. Dióse
luego la batalla de poder á poder, en aue por peque-
ño número de cristianos fue, destrozada aquella graa
muchedumbre de enemigos. El general con los que
pudípron escapar , salió huyendo de la matanza. Con
esta victoria las cosas de los cristianos que estaban
para caer, se repararon. Los nuestros alegres y car-
gados de despojos de moros se volvieron á sus casas.
Dióse parte de la presa al santo varón Pelayo, y con
el tiempo á costa del conde se edificó de los despojos
de la guerra un magnífico monasterio á la ribera del
río Arlanzacon advocación de San Pedro (2), en que
fueron puestos los huesos de don Gonzalo padre del
conde. En nuestra edad se muestra la ermita de Pe-
layo en una peña que está cerca de aquel monaste-
rio. El cuerpo de San Vicente mártir, menos sola-
mente la cabeza , y los do las santas Sabina y Cristeía
sus hermanas dicen los mongos de San Benito de
aquel monasterio de San Pedro de Arlanza que los
tienen allí, otros que están en otras partas. Üii se-
pulcro sin duda se muestra en aquel lugar de Gan ía
abad que fue antiguamente de aquel convento, que
pooen en el número de los santos.
Los moros sin perder en alguna manera el áaircA
por aquel destrozo y desmán trataban de acometer á
(2) Su rundacioD, según la escritura publicada por t]
M. Ycpes es muy anterior á este suceso, y «e alrib»!«a
otro conde del mismo nombre que vivía en W* Vi batiU'
la pone Perreras en el año 951,
BUTOWA M SSPkkk.
CuIíHb , 7 por otn ^rte el re; doa OrJoDO deapuee
da li entredi que hiio ea Ji Liuituie, cacandído
loderie en deceo de Tengirw del cOQdew aparejtbe
pan le bacer cruel gtiern. Uellilnoee lu coeu ea
griB peligro : el íhIido del re; don Ordoño como de
Diincipa iDodeito HcUmeato te Bmeoió coa una em-
boada del conde ea qae te pedia perdón con toda
hnmfldad, qve no por ea vonotad m halm errado,
súM antee por engifio de aqaelloB que oavea mal du
■a facilidad ; qne ealibe aparejado por hacer lo qua
le Budaie j recompenaar con Doeroa •arriclot la
olewa patada, AtíbóIo olnni qae graadei gente* da
rooroa ae apareiabaa para diito da crIitiantK : do era
imto utapoefeae ini particularea afectoa j dolor i
n canea comandel nombre rReÜgioaCriRtiana. Con
eaU «abajada no tolo el rey M apÍBcd,tiDO le envió
tanta «nía de locorro cuanta era meneiler para re-
batir ía (iiirí* dé kw non», qoe eran llegados áSao-
ttelsfin de Cormai baciendo mal y daño. Düroase
viata loa campot, y trat etto la batalla que fue berida
y bren. La nctona qnedd pvr tot ntiestn» : el w-
tragndeloabérbarotraegnDde. El rey don Ordoño
COR la noe*a alegre de tan grande victarla , y Ueao
245
de nuBTai eaperanzai h aparejaba p&ra bacer otra
Tez fuerra a loa moro», cuando en ZwDiwa marMde
tu enfermedad el año de B55. Su cubtm fu» «epiil>
tado UQ r«alee eieqniaB y aparato en León en San
Salvador do «alaba enterrado gu padre.
CAPITULO Vil.
De don Sanclu el^Gordo ttj de L«on.
En vida del rey don Ordtiñü no te aabe en qué
parte baya estido don Sanclio su liernlaDO, y ai lo-
vieae alguna mano en el gobierno del reino; ni aun
hay noticia ai loados bermuot bJcieron amistad aD<
tra il, ú ti durd siempre la «lemiga que al princEplo
taviaron. El vergonzoso deicuido de loa cronif"**
dettoi tiempos fuerxa á que la biitoría muchas vi
Tiya sin claridad ¡ concuerdau empero que deapnes
de la muerte de don Ordoño , don Sancbo ain coatra-
diccioo fne hecfao rey de León. Tavo siibrenombra
de Gordo porque lo era en dentaiia , y por la misma
razón de cuerpo inúLíl para el trabajo. Verdad ea qué
tavo muy buen natural y admirable constancia ea
laa adversidades , no nada malícioto , antes muy no>
!■ I ilD Je conde F mt Guau
ble en BUS cosu y condición. Gl legundo año de su
rrinado qne aa eontá de Cristo 9S6 , por alterarte el
ejército i causa de las parcialidades que aun no sose-
gaban de todo punto, fue foraadoá recogerte y ba-
cer recuno i tn tío el rey de Navarra y desamparar
al reino por dudar de lu tatdnladés da IM amigos, y
estar caalTHÍI declarados Ihuclios enemigos, queseé
incltoaban en favor de don Ordoño hijo del rey don
Alonso llamado el Honge; el cual am la idea da dou
Sanclio su competidor se apoderd ftcilmenlede todo,
y para tener mas autoridad casó con doña Urraca re-
pudiada del rey don Ordoño su primo: casemienlo eU
246
Biblioteca úe gasfab t boig.
ouevino^ conde padre delli. Era este doo Ordoño
(le malo y perverso natural, tanto que le llamaron el
Malo , y como soltase las riendas á sas inclinaciones
malas (cosa siempre muy perjudiciaU los que tienen
gran poder y mando) cayo en odio de la gente y por
el odio en menosprecio.
No dejaba don Sancho de advertir la ocasión que
se presentaba por este respeto para recobrar el reino,
sino que primero para adelgazar el cuerpo por con-
sejo del rey de Navarra su tío fue á Córdoba , do se
decía por la fama habia grandes médicos , en parti-
cular a propósito para curar aquella enfermedaa. Ab-
derrahman le recibió benignamente, púsose en cura
V por virtud de cierta yerba cuyo nombre no se re-
fiere , deshecha )a gordura , quedó el cuerpo en un
medio conveniente. Para que el beneticio fuese mas
colmado, le dio á la partida buenas ayudas de moros,
para que recobrase su reino. Era al rey bárbaro cosa
muy hermosa que se entendiese tenia en su mano la
Saz y la guerra, hacer y deshacer reyes. Venido don
ancho, su contrario don Ordoño sin tratar dedefen-
derse se fué á las Asturias : tan grande era el temor
que le vino repentinamente. De alK con la misma
desconfianza pasó á las tierras del conde su suegro.
A los miserables todos los desamparan, y las piedras
se levantan contra el que huye. Donde pensaba ha-
llar refugio, Bllf quitándole la mujer por su cobardía,
fue desnecnado. Recogióse á los moros , en cuya
tierra pasó su triste vida pobre y desterraao , y ultí-
mente falleció cerca de Córdoba.
. En el mismo tiempo las armas de Castilla se altera-
ron con guerras domésticas. Don Vela , uno de los
nieto^ y descendientes del otro Vela que dijimos tuvo
el señorío de Álava, allí ^ en la parte comarcana de
Castilla tenía grande jundic^ion. Este feroz por la
^ad , y conGado por los parientes, riquezas v alia-
dlos que tenia muchos , tomó las armas contra el con*
•de Fernán González. El conde no sufría ninguna de-
»masia , acudió asimismo á las armas. Venció á Vela
y á sus aliados y consortes, y siguiólos por todas par-
atas sin dejallos reposar en ninguna hasta tanto que
los puso en necesidad de hacer recurso á los moros,
«^dejada la patria ; gue fue ocasión de grandes movi-
^mientos y desgracias. El Alha^íb Almanzor ó á rué-
.^os y persuasión destos forajidos; ó con deseo de
satisfacerse de la afrenta pasada, juntado que tuvo
un grueso ejército, entró por tierras de Castilla (i),
' espantoso v airado contra los nuestros. El conde con
los suyos fe salió al encuentro; pero primero que se
viese con los enemigos , con deseo de visitar á Pelayo
su huésped de camioo pasó por su ermita : halló que
era ya muerto. Aquejaao con el cuidado de lo que le
sucedería, entre sueños le apareció Pelayo, y le cer-
tilicó que sería vencedor conGado por ende en la
ayuda de Dios fuese á la guerra sin recelo, y en pu-
rdiendo diese á los moros la batalla.
. La pelea se trabó cerca de Píedrahita con tan gran-
ule denuedo v porüa de las partes cuando nunca an-
les mayor:: fus bárbaros conGaban en su muchedum-
bre, los nuestros «u la justicia, esfuerzo y buen
talante de la gente, sobre todo en la ayuda de Dios,
dado que eran pocas para tan grande morisma, con-
viene a saber cuatrocientos y cincuenta de á caballo,
quince mil infantes, pero muy valientes en el pelear
y arriscados. Dicen que duró la pelea por espacio de
tres días sin cesar hasta que cerraba la noctie, lo que
era menester para reposar. El día postrero el apóstol
Santiago fue visto entre las haces dar la victoria á los
Geles. De los euemlgos en la pelea y huida j)erecieron
mayor número que jamás : por espacio ac dos díus
siguieron los nuestros e! alcance y ejecutaron la vic-
ioria en los que huian. Acabada esta guerra , vinie-
(1) Los híj^loriadorec contemporáneos no tiablan de nin-
¡nina batalla habida ron \oíi moros en e$te tiempo.
ronde toda Castilla embajadores los príncipales de
las ciudades , eso mismo.de las otras naciones á dar
el parabién al conde por beneficio tan señalado, con-
fesando que por su esfuerzo los cristianos eran libra-
dos de presente de un grave peligro y para adelanta
de no menos miedo. En particulardon Sancho rey da
León con una muy noble embigada que Je envió;
después de alegrarse con él le pedia que por cuanto
trataba de juntar cortes de todo su reino para con-
sultar cosas muy graves no se escusase de veolr á
León y hallarse en ellas. Fue esta demanda pesada
al conde por temer asechanzas en aquella muestra de
amistad, y que con color de las cortes no fuese en->
ganado de aouel rey astuto, que sospechaba no debía
estar olvidado de las diferencias pasadas; mas no s«
ofrecía alguna bastante causa para rehusar lo que le
era mandado. Prometió de ir allá , y cumpliólo el dia
señalado acompañado de gran número de susgi^*
des. Supo el rey su venida, y para mu honnule le
salió á recibir.
Taviéronse estas cortes el año 958, en las cuales
no se sabe qué cosas- se tratasen* Solo refieren qoe
el conde vendió al rey por gran precio un caballo y
un azor de grande escelencia, por no querer r«cebi-
llos de gracia como se los ofrecia ; y que se puso una
condición en la venta que caso que no se pagase el
dinero el día señalado , por cada día que pasase , se
doblase la paga. Demás desto por astucia de la reina
viuda doña Teresa que deseaba vengar la muerte de
su padre , se concertó que doña Sancha su hermana
casase con el conde; la cual estaba en poder de don
García hermano de ias dos , fey de Navarra; era ya
doña Urraca muerta , la primera mujer del conde.
Entendía que por fuerza no aprovecharía nada, y el
rey don Sancho no quería abiertamente faltar en su
fe : determinaron de poner asechanzas al conde y
usar en lug^r de armas de la desleaüad de los navar-
ros. No sabía estos meneos y tramas el rey Gard Sán-
chez ; y así con deseo de vengar las injurías pasadas
no cesaba de hacercabalgadas, talar y maltratar las
tierras de Castilla. El conde vuelto á su tierra , le
amonestó por sus eml^jadorea hiciese emienda de los
daños hechos; que de otra guisa no podrí* escusarse
de mirar por los suyos y satisfacelles sus agravios
Con esta embajada parece se abría la guerra : de
lance en lance vinieron á las armas : juntaron sus
huestes : dióse en breve la batalla , en que el coode
sallo vencedor. En esta guerra Lope Díaz señor de
mente senór de Vizcaya. Después desta victoría lie-
chas las paces, el conde Fernán González conforme
á lo que capituló, fue á Navarra con acompaña-
miento de gente desarmada como para bodas y fies-
tas. La cosa daba muestras de alegría y segurídad
mas que de miedo : con todo eso fue preso por el rey
desleal , que se halló en el lugar aplazado con gente
y con armas. Desta prisión fue librado por astucia de
doña Sancha por cuyo amor cayera en aquel trabajo,
y con ella huyó á su. tierra. Encontraron con él los
soldados castellanos en la frontera da Castilla y en
aquella parte de la Rio|a do después se edificó el pue-
blo de Villorado , que iban juramentados de no vol-
ver á sus casas antes que él conde recobrase su li-
bertad. Fueron grandes las muestras de alegría y
regocijo de ambas las partes, del conde y de sus bue-
nos vasallos.
Llegados á Bur|;os, se celebraron las bodas. El rey
de Navarra, engañado por la astucia de su hermana ,
se apercibía para la guerra. El conde no rehusó la
batalla, que se dio á las fronteras de Castilla y de
Navarra. Fue el rey vencido , y vino en poder de su
enemigo el año 959. El mismo año que Aie el de los
árabes trescientos y cincuenta. Abderrahman rejí^^*
tllfiTOftU AB ÉSBlJlk»
Córcíoiía murió siendo muy viejo : poco antes que
muriese le envió una magnifica embajada el rey don
Sancho de León. El principal de los embajadores ,
que era Velasco obispo de León , le pidió por el dere*
cho de ia amistad que antes tenia asentada entre los
dos, le enviase el cuerpo del mártir Pelagio, que lo
tendría por singul&r beneficio , Abderrahman no qui-
so venir en lo que se le pedia , pero no mucbo des-
pués lo concedió Albaca su hijo sucesor, el cual
por la muerte de su padre r^nó diez y siete anos y
dos meses , y con deseo de la paz á que era inclinado,
pretendía hacer placer y cortesía á los príncipes co-
marcanos.
Don García rey de Navarra después que estuvo
f^reso en Burdos trece meses , fue restituido en su
ibertad. Las lágrimas de dona Sancha , y los ruegos
de los otros príncipes aplacaron el ánimo airado del
conde. La reina doña Teresa , mujer de ánimo feroje,
por no habclle sucedido como pretendía el engaño
que tenia urdido contra el conde de Castilla, sede-
terminó armalle nuevos lazos. Persuadió á don San-
cho su hijo rey de León llamase al conde á las cortes
generales del reino con voz que quería en ellas tratar
de los negocios mas graves de su Estado. Fue él con-
tra su voluntad porque sospechaba engaño : el rey no
le salió á recebir como antes, y puesto de rodillas
para besar como era de costumbre su real mano, con
palabras afrentosas desechándole de sí , mando po:
nerJe en prisión. Por esta causa gran tristeza y lloro
entró en los ánimos de ios buenos vasallos del conde^
Doña Sancha hembra varonil, y de genio astuto, con
deseo de librar á su marido se aprovechó desta maña.
Finge que quiere ir en romería á Santiago ; era el
eamino por León donde tenían el conde preso j el rey
avisado de su venida , como á tan noble dueña y tia
suya , la salió á recebir y la hospedó amorosamente.
Ella con grandes ruegos pidió licencia para visitar á
su marido : no podía ser cosa roas honesta ni mas
jnstaqueel deseo que mostraba de consolarie. Per-
mitió el rey que aquella noche se quedase con él : á
la mañana antes que fuese bien claro , el conde ves-
tido de las ropas oe su muicr como si ella fuera salió
de la cárcel^ y en un caballo que para esto tenían
aprestado , se fue á su tierra. Doña Sancha desde la
cárcel en que se quedó en vez de su marido , avisó al
rey como el conde era huido : que* perdonase á ella
como á persona de sangre real y deuda suya : que no
era justo rehusar akun peligro por causa de su ma-
rido y por salvalle : lo que por esta causa había be-
cho y era di^no sino de loa, á lo menos de perdón :
que ia principal virtud de los reyes consiste en levan-
tar á los miserables y caídos. El rey dolióse al prin-
cipio del engaño , después sosegada la saña con la
razón , alabó la piedad y el valor de aquella señora ,
so astucia y la constancia de su ánimo : en conclu-
aion honrándola con muchas palabras , mandó fuese
llevada á su marido coa grande acompañamiento.
El conde alegre por lo sucedido, dado que pudiera
romper la guerra contra a(|uel rey como contra ene-
migo, contentóse con pedirle lo que por el cabulio y
el azor se le debía. Había crecido grandemente la
deuda por la dilación. Gomo no le pagasen, talaba los
campos de los leoneses sin desistir de hacer mal y
daño hasta tanto que el rey envió sus contadores para
hacer la paga enteramente. Llegados á cuenta , ha*
liaron que no bastaban los tesoros reales para pagar.
Concertóse que en recompensa do la denda, Cíistilla
quedase libre sin reconocer adelante vasallaje á los
reyes de León. Este asiento dicen que se tomó año de
nuestra salvación de 965. En el mismo año un grue-
so ejército de moros rompió por el reino y puso cerco
á León ; mas fueron por el esfuerzo de la izuaruicion
y ciudadanos rechazados con grave daño. Del Océano
sobre las tierras Cercanas , y hasta Zamora (tanto
cundieron ) abrasaron mucho» pueblos y campos :
anuncios de mayores males, según que el pueblo lo
pronosticaba. Don Garci Sánchez rey de Navarra falle-
ció el año siguiente 966 : dejó de su mujer doña Teresa
á don Sanciio y don Ramiro , asimismo tres hijas á
doña Urraca, doña Ermenesilda y doña Teresa. En qué
parte haya sido enterrado, no se sabe : algunos sos-
pechan que en el monasterio de San Salvador de Ley-
re. El Cronicón Alveidcnse dice que en el castillo de
Santistevan ; lo cual tenido por mas cierto.
£1 reino se dio á don Sancho García hijo del difun-
to , y junto con él á don Ramiro su hermano ; sí divi-
dido, ó como á compañeros y de igual poder, no se
declara : lo que sa averigua por el dicho Cronicón Al-
beldense (que se escribió por este mismo tiempo) es
?[ue reinó don Ramiro mas de diez años : no parece
ae casado^ por lo menos que murió sin sucesión hay
grandes conjeturas, cerlldumbre ninguna. Don San-
cho que se intitulaba, como se vé por los privilegios
antiguos, rey de Pamplona, Najara y AJava, tuvo el
reino veinte y siete anos , sin saberse del otra cosa
digna de memoria por descuido de los escritores de
aquel tie[i)po solo consta que añadió á su reino el se-
ñorío de Vizcaya y á Najara que en aquel tiempo era
la ciudad principal y sillade aquel estado. Dá muestra
que fue amigo de aumentar el culto divino, la grande
liberalidad con que dio diversos campos y pueblos al
monasterio de San Salvador de Leyre, al de San Mi-
lian en Najara , y al de San Juan de la Peña. Su mujer
sollamó doña Urraca de quien tuvo á don Garci Sán-
chez su hijo llamado Trémulo, porque solía al princi-
pio de la pelea temblar mas que parece sufría el gran-
de ejercicio que tenia de las armas y la dignidad
real , vicio y faltado su natural que solía recompen-
sar con notables hazañas : luego que entraba en la
pelea y en calor, cumplía con lo que debía á buen
soldado y prudente capitán.
En Galicia bobo nuevos bullicios por estar aauella
provincia dividida en parcialidades muy fuera de sa-
zón pues tenia tanto que hacer en la goerra de los
moros. La causa destos alborotos no se refiere , solo
dicen que por diligencia del rey fueron en brevo so-
segados estos movimientos : castigó alguno de los al-
borotados, otros fueron echados y aesterrados á
aquella parte de la Lusitania que estaba en poder del
rey, como á frontera. Tenia el gobierno de aquella
tierra un cierto coode llamado Gonzalo, hombre mal
intencionado. Este en defensa de los desteirados.
por ser de su parcialidad , tomó las armas contra el
rey y llegó con ellas hasta la ribera djS Duero :^allf
desconfiado de las fuerzas acordó valerse de engaño ;
alcanzó perdón de lo hecho por ruegos muygrandes.
Había sido mu y familiar del rey en otro tiempo : reci-
viole en el mismo lugar y gri^(lo que entes ; conque-
tuvo comodidad de dar al rey una ;naazann empon-
zoñada con yerbas mortales : la fuerza del veneno
luego que ia comió, se derj-amó por las venas y co-
menzó á apoderarse de las partes vitales. Mandóse
llevar á León , pero desauciado délos médicos rindió
el alma antes de llegar, cerca de aquella ciudad, tres
días después que le emponzoñaron ^ el año de 967«
Su cuerpo enterraron en la iglesia de San Salvador
de León. Reinó por espacio de doce añoi*.
CAPITULO VIH.
De don Ramiro Tercero, rey de León.
Averiguado es que el rey don Sancho casó Con
doña Teresa : asimismo que don Ramiro era de cinco
años cuando su padre murió. Ti^vo el reino por espa-
cio de quince anos , pero por su tierna edad el go«
bierno estuvo en poder de la reina su madre y de
grandes llamas, causadas á lo que se entiende de al- doña Elvira su tia que otros llaman Geloyra, hembras
gun upecto matígno de las estrellas , se derramaron I muy señaladas y de singular prudencia, si bien por
TOMO I,
141
ser el rey pequeño y ellas mujeres se levantaron
grandes alteraciones. El sucesor de Ermígíldo prela-
o de Gompostella^ que se llamaba Sisnando^ y era
hijo del conde Menendo , porque conGado en su no-
ble^ gastaba torpemente Jas rentas eclesiásticas y la
ftacienda^ el re? don Sancho le removió y puso en
prisión f eli^enao en su lugar á Rodesindo, que fue
g rimero obisfK) Dumíense, y después monge de San
enito en el monasterio de Gelanova. Era desangre
real^ y hijo del conde Gutierre Arias y de Aldara su
mujer. Sisnando por la muerte del rey don Sancho
fue puesto en libertad, y salido que hobo de la cárcel,
ge apoderó por este tiempo de )a iglesia Gompostella-
na, y forzó á su sucesor por miedo de la muerte á
que renunciase y se Tolviese á su monasterio, en que
pasó lo mas de su edad muy contento de verse libre.
Allí acabó santísimamente; y en diversas partes ce-
lebran lu fiesta á primero de marzo , que es el dia
que falleció año de novecientos y setenta y seis.
Tenían los de León puesta amistad con el rey de
Córdoba , y de nuevo se confirmó, por causa que el
rey de Górdoba Albaca en gracia del nuevo rey don
Ramiro le concedió el cuerpo del mártir Pelagio. Pu-
siéronle en el monasterio que á sus espensas en León
edificara el rey don Sancho^ y deseaba aumentar la
devoción de aquella iglesia con las sagradas reliquias
deste mártir. Éste monasterio se llamó antiguamente
de San Juan Bautista, después de San Pelagio ó Pe-
layo^ al presente tiene la advocación de San Isidoro.
La causa de mudar los apellidos fue la traslación que
á él en diversos tiempos se hizo de los cuerdos de
aquellos dos santos. Alteróse la paz y avenencia con
esta ocasión : á persuasión de don Vela el cual dijimos
haber buido á Górdoba y p6r su importunidad los mo-
ros deseaban hacer guerra contra el conde de Gasti-
lia, y satisfacerse de tantos agravios como del tenian
recibidos. El rey Albaca dado que ora mas inclinado
á Ja paz que á la guerra^ movido por la instancia que
en esta razón le nicieron los suyos con un grueso
ejército que juntó, rompió por las tierras de Castilla;
apoderóse de Sepulveda^ Gormaz , Simancas y Due-
ñas; y animado con el buen suceso menosprecia-
da la confederación que tenia con el rey de León, se
metió y rompió por su reino : tomó en aqueJlas par-
tes por fuerza á Zamora y la echó por tierra.
La molestia que el conde Fernán González recibió
destas cosas , le acarreó su fin el año siguiente que
se contó de nuestra salvación 968 (i). Falleció en
Burgos^ fue sepultado á la ribera de Arhuza. En
aquel monasterio de San Pedro junto al altar mayor
se ven las sepulturas del y de su mujer doña Sancha
con sus letreros que declaran suyos son. Las exequias
«ueron célebres no mas por el aparato , quebranto y
lutos de los SUYOS, que por las lágrimas de toda la
{provincia que floraba la muerte de tan bueno y tan
iierte principe, por cuyo esfuerzo las cosas de los
cristianos se conservaron por tanto tiempo. Tuvo de
dos mujeres estos hijos: Gonzalo , Sancho^ Garci
Fernandez, otros añaden á Pedro yá Balduino. Lo
que consta es que Garci Fernandez sucedió ásu padre
por ser los demás muertos en tierna edad, ó si eran
▼ítos , le antepusieron en la sucesión á causa de su
buen natural y principios que mostraba de grandes
virtudes, que en breve se aumentaron y dieron col-
mado fruto. Dejó asimismo una hija llamada dona
Urraca, de quien poco antes diversas veces se ha he-
cho mención.
Por el mismo tiempo los normandos, que tenian
hecho su asiento en aouella parte de Francia que an-
tiguamente se llamó Neustria, ahora Normandía , y
por diligencia de Herveo obispo de Rems algunos
años antes deste se hicieron cristianos » como estu-
^ Ui^^.^^'^ ^® snceder, mgtm los mejores datos, ó á fines
dtOTO ó príDcipios del iigoiente año.
«iBLIOtfeCÁ DI dASt>ál t kOíOé
viesen acostumbrados á robarlas riberas de fisptia,
juntaron este año una gruesa armada con que mal-
trataron las tierras de Galicia, quemaron aldeas, cas-
tillos y lugares, cautivaron muchos hombres, robanm
asimismo todo lo que hallaban : duró dos anos esta
plaga. El rey por su tierna edad no podia acudir á la
defensa. Sisnando prelado de Compostella , hombre
mas para soldado que para obispo, juntado qaehabo
en numero de los naturales , en un rebate qne dio
al enemigo cerca de un pueblo llamado Fomellosfde
muerto con una saeta que le tiraron : sucedió esto i
veinte y nuere de marzo año 979 : el fin fue confor-
me á la vida. Lo que con razón se puede en él alabar,
es que procuró diligentemente de cercar á Santiago
de murallas á proposito de poner en defensa aquel
tan santo lugar, que no le pudiesen forzar los enemi-
gos. El conde Gonzalo Sánchez nombrado por capitaa
para aquella guerra se gobernó mejor. Acometió de
sobresalto cerca de la mar á los tformandos, que car-
gados de despojos marchaban sin orden y sm recelo,
y hizo en ellos gran matanza. Pereció en la refriega
el mismo general de aquella gente llamado Gundere-
do : quitóles la presa y los cautivos , las naves otrosí
sin faltar una les fueron unas tomadas , quemadas
otras , con que quedó libre España de gran peligro y
cuidado.
En Córdoba por el mismo tiempo falleció el rey
Albaca el año de novecientos y setenta y seis, de los
árabes trescientos y sesenta y seis. Este año el moro
Rasis envió sus Comentarios que escribió en arábigo
de las cosas de España, á Balbarab miramamolin Be
África á cuya persuasión y por cuyo mandado los
compuso. Dejó Albaca ocho hijos, todos de pequeña
edad y muy niños. Los moros no se concertaban ea
el que debia suceder: remitiéronsealmiramamolinde
África por cuyo orden Hissem fue antepuesto á sus
hermanos, aunque no tenia mas que diez años y cua-
tro meses. Reinó treinta años y cuatro meses solo de
nombre, porque el gobierno v poder tenia Mahomad
hombre sagaz que se llamó Arhacib,que <][uiere decir
virey, por voluntad de los grandes, y tenia mano en
todo. El mismo después se llamó Almanzor que quie-
re decir vencedor, por las muchas victorias que ganó
délos enemigos. De aqui nacieron entre aquella gen-
te alteraciones civiles , como es ordinario cuando el
rey pasa la vida en ociosidad , y en deleites y depor-
tes, y reinan otros en su nombre : además que coa
la abundancia de España , templanza del cielo, blan-*
dura de los naturales ya la ferocidad de los ánimos
con que aquella gente vino á España, se habla meo-
guado y quitado mucho de las fuerzas del cut^rpo. No
pararon estas discordias hasta que Hissem fue despo-
jado del reino paterno.
Ei estado de nuestras cosas no mejor á cansa que
por haberse el rey criado en regalo y entre mujeres
tenia las costumbres estregadas, y en el ánimo poco
valor. Demás desto la reina doña Urraca, con quien
el rey don Ramiro casó el año 981 estaba apoderada
de su marido. Menospreciaba los consejos de su ma-
dre, y de su tia dona Elvira, virgen consagrada á
Dios, por cuyo respeto algún tanto al principio se so-
lia enfrenar. Daba audiencia de mala gana, las res-
puestas ásperas : con esto irritó los nobles de Galicia,
nombres dfe feroz natural. Destos principios cayó en
menosprecio de Jos suyos , y se dió ocasión á los re-
voltosos de alterar el reino. Los primeros que se alte-
raron fueron los galletgos como los mas desabridos.
Don Bermudo primo del rey, y hijo del rey don Or-
deño Tercero ueste nombre, se hizo capitán y cabeza
de los alterados con esperanza de recobrar por las
armas el reino de su padre, que pretendía le quitaran
á gran tuerto. El rey don Ramu-o por este peligro al
cabo despierto del sueño acudió á la necesidad. Hizo-
se la guerra dos años con diferentes sucesos y trances.
Estaban dividida las voluntades del reino entre los
HtfTOIlA M
doi. Uitiiiiameiito m dio la batalla carca de un lugar
llamado Pórtela Arenaria no lejos de Monterroso :
murferon machos de ambas partes sin que la victoria
ae declarase. Después desta oatalla de tal manera se
dejaron las armas, que Galicia quedó por don Bermu-
do y que puso en Gompostella el asiento y silla de su
nuevo remo. Fue becno obispo de aauelfa ciudad por
voluntad de don Bormudo Pelayo obispo que era de
Lugo, hijo del conde Rodrigo , nombre de malas cos-
tumbres f por donde adelante le quitaron el obispado
y pusieron en su lugar á Pedro Munsorio monge y
abad de conocida virtud. En tiempo deste buen pre-
lado volvieron á la iglesia Gompostellana todas las co-
sas y heredades que por las revueltas de los tiempos
pasados le quitaron.
El conde don Rodrigo con deseo de restituir á su
hiío en aquella dignidad llamó los moros en su ayuda.
Miserable era el estado de las cosas ; y grande la
afrenta de la Religión Cristiana. Con el Ímpetu y ar-
mas de los bárbaros fue Galicia muy maltratada : la
misma ciudadde Compostella fue tomada y una pared
del templo de Santiago echada por tierra. No tocaron
en el sepulcro del Apóstol: no se sabe la causa : solo
consta que Santiago volvió por su silla y su templo, y
castigó gravemente aquel desacato , porque con una
enfermedad de cámaras que anduvo per todo el ejér-
cito, pereció coa muchos dolores gran parte de aque-
lla morisma.El mismo Almanzor(i)como preguntase
la causado tan grande estrago, y cierto hombre le
respondiese que uno de los discípulos del hijo de Ma-
ría tenían alJi sepultado, determinó dejar aquella em-
presa. No pudo llegar á su tierra, ca murió de la
misma enfermedad en Medínaeeli , paeblo conocí io
en los celtiberos á la raya de Aragón. Por otra parte
con nuevas entradas que hicieron los moros, ganaron
muchos lugares de los nuestros, esto es á Gormaz
cerca de Osma y á Atieoza : en Castilla la Vieja Si-
mancas después de un largo cerco fue tomada, ven-
cido el rey don Ramiro ^e vino á socorrer los cerca-
dos. Nunca se vio España en mayor peligro después
3 ne comenzó á levantar cabeza : los nuestros dividi-
os entre sí, grave daño ; el Alhagib capitán de gran
nombre, y que lo gobernaba todo por los reyes de
Córdoba , ardía en odio implacable del nombre cris-
tiano. Partidos los moros, la pared déla iglesia de
Santiago se reediflcó por diligencia del rey don Ber-
mudo y de su prelado Pedro Mansorio ; y fue el tem-
plo reconciliado con solemne ceremonia , como se
acostumbra , por quedar profanado con la suciedad
de la superstición morisca.
A Pearo sucedió en aquella iglesia Pelayo Díaz, de
juez seglar repentinamente mudado en obispo por
malas mañas y fuerza deque usó. Fue pues depuesto
este prelado, porque era de costumbres insolentes y
no daba orejas anadie. En su lugar sucedió su her-
mano Viroara de vida isemejante , que ó acaso, ó por
traición de alguno murió ahogado en el rio Miño.
Eran aquellos tiempos muy estragados : las costum-
bres de los sacerdotes muy livianas no solo en Es-
¡Miña, sino al tanto en las otras partes del orbe cris-
tiano ; la misma Roma cabeza de la Iglesia y albergue
de la santidad padecía un grave scisma. Bonifacio y
Bendicto y Juan pleiteaban sobre el pontificado :
cada cual tenía sus valederos y razones que en su fa-
vor alegaba. Cuánta fuese la corrupción de las cos-
tumbres de Luithprando diácono Ticinense, que es-
cribió como testigo lo que veía y pasaba , se puede
entender. A Vímara sucedió otro del mismo Imaje,
cuyo nombre no se refiere : algunos códices le llaman
Isquaría ; sospecho que la letra está erradu. Este
(f ) Esta gnerra de los moros y demás saeesos qae aqui
refiera Mariana, son del tiempo de doa Bormudo y no de
don Ramiro.
MPAÍ A. Mf
como no fuese nada mejor que sus dos parientes ,
por mandado del rey fue preso.
Volvamos á don Ramiro que jnsaba en ociosidad y
descuido toda la vida : gran perjuicio en los prínci-
f)es, cuyo oficio principal es por sí mismo- acudir á
as armas ; en este estado le tomó la muerte ; falleció
en León el año 982. Sepultaron su cuerpo en el mo-
nasterio de Destriana , que (como se dijo arriba) le
edificó el rey don Ramiro su abuelo en el valle Or-
neóse con advocación y en nombre de San Miguel.
Do allí por mandado del rey don Fernando Segundo
deste nombre , como doscientos años adelante , le
trasladaren á la iglesia Mayor de Astorga , Sampíro
obispo de Astorffa, de quien hemos tomado muchas
cosas en lo pasado, hizo fin á su escritura y historia
en este lugar. Pasa adelante Pelagio obispo de Ovie-
do , que vivió en tiempo de don Alonso el emperador.
El crédito de entrambos por haberse hallado en mu-
chas de las cosas que cuentan , es mude , aunque
el de Sampiro se tiene por mayor, y el mismo por au-
tor mas grave.
CAPITULO IX.
De don Bermudo el Gotoso , rey de León.
Por la muerte de tlon Ramiro la sucesión tomó y
recayó en don Bermudo Segundo deste nombre , así
por derecho de consanguinidad , que era primo her-
mano del rey muerto, como por estar por fuerza apo-
derado de parte del reino. Tuvo el reino diez y siete
años, fue enfermo y sujeto á la gota, por la cual cau-
sa fue llamado el Gotoso. Confirmó con nuevo edicto
que publicó, las leyes antiguas de los godos, y man-
dó que los cdnones de los pontífices romanos tuviesen
vigor (2) y fuerza en los juicios y pleitos seglares; que
fue una ordenación santísima. Pero antes de comen-
zar las cosas deste rey conviene tratar de Garcí Fer-
nandez conde de Castilla, del cual consta que al prin-
cipio que tomó el gobierno, peleó con los moros cerca
deSantistevan de Gormaz á la ribera del río Duero
murió gran número de moros, los demás se salvaron
por los pies. Aconteció en aquella batalla una cosa
digna de memoria. Fernán Antolinez, hombre noble
y muy devoto, oía misa al tiempo que se dio señal de
acometer, costumbre ordinaria suya antes de la pe-
lea : por no dejarla comenzada se quedó en el templo
cuando se tocó al arma : esta piedad cuan agradable
fuese á Dios , se entendió por un milagro. Estábase
primero en la iglesia, después escondido en su casa
tomia no ie afrentasen como á cobarde. En t<into
otro á él semejante, es á saber su ángel bueno, pe-
leaba entre los primeros tan valientemente , que la
victoria de aquel dia se atribuyó en gran parte el va-
lor del dicho Aalolinez. Confirmaron el milagro las
señales de los golpes y las manchas de la sangre que
se hallaron frescas en sus armas y caballo : así pu-
blicado el cnso, y sabido lo que pasaba , (|uedó mas
conocida la inocencia y esfuerzo de Antolinez.
El conde Garci Fernandez después desta guerra y
jornada se dice casó con dos mujeres : la una sollamo
Argentina, de cuya apostura se enamoró al tiempo
que su padre , hombre noble y francés de nación , la
traía en romería juntamente con su madre á Santia-
Í^o. Seis años después estando el conde su marido en-
ermo en la cama, ó por aborrecimiento ^e le tenía,
ó con dé^eo de la patria se volvió á Francia con cierto
francés que tornaba de la misma romería : asi lo di-
cen nuestras historias. El conde recobraba la salud.
y dejando en el gobierno de su estado á Egidio y a
Fernando hombres principales, en traje disfrazado
se fué á aquella parle de Francia donde entendía que
(2) Consta de los mejores testimonios que no fueron estos
d nones sino los de la Iglesia antigua de España los qae mao-
I dó observar.
SttO
BIBLIOTECA MS GXBÍAB T BOIG.
Argentina moraba. Tenia Argentina una antenada
llamada Sanciía, que como suele acontecer estaba
mal con su madrastra, esta con esperanza que le die-
ron de casar con el conde, ó por liviandad como mu-
jer, ledió entrada en la casa, mató el conde en la cuma
á ArKenliiia y al adúltero, y con tentó I!e?ó á la dicha
Siincíia consigo á España : hiciéronse las bodas
de los dos con grande aparato y regocijo en Burgos.
Muchos tienen todo esto por falso , y afirman que la
mujer deste conde se llamó Oña, movidos por el mo-
nasterio de San Salvador de Oña, que dicen el conde
Garci Fernandez edificó en Castilla del nombre de su
mujer : otros afirman que se llamó Alba , como lo
muestran los letreros antiguos de los sepulcros destos
condes que hay en Arlanza y en Cárdena : ¿ la verdad
quién la averiguará? mas podemos sin duda maravi-
llarnos de tanta variedad que determinar lo que se
debe ^guir.
No tiene mejor fundamento lo que se dice, que en
una entrada que hicieron los moros en el tiempo que
el conde se ausentó, llegaron hasta Burfsos y destru-
yeron el monasterio de San Pedro de Cárdena con
muerte de los monges : otros dicen que esto sucedió
cien años antes deste tiempo, si por ventura no se
padeció este daño dos veces. En la Rioja , y en un
pueblo llamado Bosca, Nunilon y Alodia hermanas
fueron muertas por la fe. Sus cuerpos dicen algunos
que fueron llevados á Boloña ciudad Je Lombardía ,
otros lo contradicen, como queda arriba dicho. De-
más desto Víctor natural del lugar del Cereso tierra
de Burgos, y Eurosia virgen padecieron por la misma
causa. El cuerpo de Eurosia está en la ciudad de
Jaca : el sepulcro de San Víctor en el lugar de Vilo-
rado es honrado con fiesta que cada año le hacen.
Los bárbaros en este tiempo no solo con los hombres
purccía que traían guerra , sino que peleaban »simis-
nio coa el ciclo y con la santidad cristiana no faltaron
hombres y mujeres de ánimos escelentes y grandes
que se ofreciesen á la pelea por la religión de sus pa-
dres , y con su sanare diesen escelente testimonio de
la veraad de la fe de Cristo. Dios asimismo á veces
castigaba severísimamente la crueldad y arrogancia
de aquella gente fiera : ordinariamente con la impie-
dad se acompañaba la severidad en la venganza para
espantar á los malos y animar á los buenos, como por
elmismo tiempo aconteció á Alcorregi rey de Sevilla.
En tiempo del rey don Bermudo con una entrada que
hizo por la parte de Lusitania en Galicia, forzó y
destruyó la ciudad de Compostella , que es la mas
principal de aquella tierra, venerable por la santidad
del lugar y su devoción. Este impío atrevimiento fue
luego castigado por Dios, porque una peste repenti-
namente se levantó y estenaió por los moros demane-
ra tal que consumió todo el ejército : muy pocos vol-
vieron salvos á sus tierras para ser pregoneros de la
divina venganza y verdaderos testigos del estrago
miserable.
Pasado este peligro, bobo en España nuevos tra-
bajos, tanto que ningunos mayores después que ella
comenzó á volver en sí. La causa destos males fue la
discordia obstinada de los dos príncipes, el rey don
Bermudo y el conde don García, que fuera mas justo
Fe acordaran en ayudar á la república. Gobernaba
en Córdoba las cosas de los moros á su voluntad en
nombre del rey Rissem, el AlhagibMahomad, capi-
Um de gran nombre , de singular prudencia en guer-
ra y en paz. Tenia este moro gran deseo de destruir :
los cristianos : llevaba muy mal que su imperio en
Espcña se dilatase, y que se envejeciesen las fuerzas
de lus moros , y su nación se menoscabase, su cré-
dito y sus fuerzas. Ponía leña ul fuego y atizábale don
Vela , aquel de quien se dijo que en tiempo del conde
Fernán González se huyó á tierra de mdros. No tenia
algún respeto á la religión de sus padres por deseo
de su provecho particular y de vengarse. Juntadas
pues las gentes de loa moros, con un escuadrón ds
cristianos que acompañaban á don Vela , acometió
las tierras ae cristianos , y pasado el rio Duero , qi¿e
por largo tiempo fue frontera entre las dos naciones
(de que se dijo aquella parte Estremadura, apellido
que adelante se trasladó y transfirió á otra co-
marca, si bien está lejos del río Duero, del cual
al principio se forjó el nombre de Estremadura)
asentó sus reales á la ribera del rio Astura ó Estola
que pasa por León.
El rey don Bermudo dado que en fuerzas era mas
flaco . juntado arrebatadamente su ejército, acometió
de sobresalto á los enemigos que estaban sin centine-
las, y de ninguna cosa menos cuidaban que de la ve-
nida de los nuestros, que entraron los reales enemi-
gos. La pelea fue sin orden oí concierto á manera de
rebato : muchos por estar sin armas fueron muertos;
los demás moros , como acaso cada uno se juntaba,
peleaban ó delante de los reales ó entre el mismo ba-
gaje : unos huían , otros tomaban las armas, gran
parte fueron heridos y muertos. En este estado y en
este peligro el capitán moro reparó el daño con su
prudencia : recogió los que pudo , púsolos en otra
parte en ordenanza, y con ellos cargó contra los cris-
tianos, que no fueron bastantes á resistir ea aquel
trance por ser pocos en LÚmero , estar desparcidos
por todos los reales , y cansados con el largo trabajo
de la nelea. Finaln^ente en un instante se trocó k for-
tuna ae la batalla : los quo parecía h'aber vencido, se
pusieron en huida : siguicroulos los bárbaros y eje-
cutaron el alcance de guisa que pocosde ios nuestros
sanos, gran parte malTieriJos volvieron á León. Fue-
ra aquella ciudad tomada por los enemigos, si no les
forzara el invierno y el trauajo del frío y de las lluvias
á partirse del cerco con gran honra que ganaron en
esta jornada, y cargado de despojos y presa, determi-
nados otrosí de volver á la guerra luego que el tiem-
po abriese y les diese lugar.
El rey don Bermudo por el peligro gue amenazaba
y por la poca fortaleza de la ciudad hizo trasladar á
Oviedo las reliquias de los santos y los cuerpos de les
reyes que allí yacían , porque no fuesen escarneciJos
de los enemigos si la tomaban. El mismo se fueá
aquella ciudaa : el cuidado de fortíficnr y defender á
León dejó encargado al conde Guillen González. Coo-
currió esta batalla de Asturias con el año 984, en el
cual Mirón obispo de Girona, hijo de Mirón conde de
Barcelona, falleció. Demás desto un grueso ejército
de moros que andub.a por aquella comarca (tan gran-
de era el coraje que tenían) vencieron en batalla cer-
ca del castillo de Moneada óBorello primo del obispo
Mirón : mas de quinientos de los líeles p6rec¡eron ,
los demás con el conde Borello se retiraron huyendo
á Barcelona.
El año siguiente de 985 fue señalado por el desas-
tre que avino á dos principales ciudades, León y Bar-
celona. A Barcelona sitiaron los moros primero día de
julio que fue miércoles, indicción tercera , aquellos
mismos que en baUílla vencieron áBorelto : tomáronla
á seis de aquel mes , muchos de ios ciudadaiK>s ñie-
ron llevados á Córdoba por esclavos ; mas en breve la
ciudad volvió al señorío de los cristianos. Salióse Bo-
rello antes que la lomasen, para juntar gente de so-
corro; levantó gentes en Manresa y en los lugares
comarcanos, con que formó un buen ejército y con él
recobróla ciudad. Murió el buen coade Borello ocho
años adelante : dejó de dos mujeres llamadas Led-
gardi y Aymerudí dos hijos, que fueron Raimuodoy
Armeogaudo; el mayor queídó con el principado de
Barcelona, Armengaudo nombró y hizo por su tes-
tamento couile lie Ur^el , y fue principio de la Timilia
nobilísima en Cataluña de los Armengaudos ó Ar-
mengoles que el tiempo adeiante dio muchos y esce-
lentes capitanes pdra la guerra.
Por otra parle el Alhagib Mahomad juntado que
nisTORU DE e»pa(Ia.
251
bobo un grooso e(i6reito do nue^o; hecho mas íqso-
lente y feroz por lo qxxt tuoedió eo la guerra paudi,
volvió sobre León con TohiaUd determinada de to-
marla. Casi un año eslavo aquella ciudad cercada:
batían ordinariamente los muros con las máquinas y
ingenios; lucieron entradas por la parte de Poniente
y Mediodía. Qe cuánto momentosea el esfuerzo de un
valeroso caudillo se echó bien de ver porlo que el
conde Goflíen González que era el capitán, hizo. Por
el continuo trabigo de tantos meses quebrantadas las
fuerzas, yacía en su lecho enfermo: avisáronle del pe-
ligro en que en cierto aprieto se bailaban: hizose lle-
var en una silla á aquella oarte del muro donde era
mayor el trabajo y el combate mas recio: amonesta
á los suyos que resisten con grande ánimo, que logar
de huir no quedaba, ni aun para los cobardes; por
tanto con las armas defendiesen las vidas , patria,
relian , libertad, mujeres y hijos: que de otra suer*
te ninguna esperanza les restaba por estar los ene-
migos irritados con tan larso traiiajo, y ellos sin
acogida ninguna: muchas veces gran muchedumbre
de moros en batalla ouedaron vencidos por pocos
cristianos; llamasen el ayiida de los santos, que á su
tiempo sin duda no faltarla.
Con estas palabras animados los soldados tres días
impidieron la entrada á los enem^os: estos posados,
como el capitán viese entrada la ciudad y que él con
|iocos no podia resistir, no olvidado de su esfuerzo
pasado y de lo qbe debía á buen cristiano, se metió
en lo mas recio oe la pelea y murió con las armas en
la mano. Los bárbaros irritados por la muerte de los
suyos, y largura de aquel cerco, sin tener cuenta ni
liacer diferencia entre hombres^ niños y mujeres,
Indos los pasaron á cuchillo; la ciudad fue saqueada,
abatidas las murallas, y todas las fortificaciones y ba-
luartes echados por tierra. El mismo desastre pade-
cieron Astorgo, Valencia del Campo , el monasterio
de Saliagun, Gordon, Alba, Luna, y otros logares y
aldeu que fueron unos quemados y destruidos, parte
tomados por fuerza y saqueados. Revolvieron contra
Castilla , y eo ella asimismo tomaron, quemaron y
saquearon á Osma, Berlanga, Atíenza: no se podia
resistir en parte alguna. Sin embargo era tan grande
el furor y locura que se apoderara de los ánimos de
los cristianos, que sin respeto de tan gran guerra
como tenían de fuera, vueltas contra si las armas
como locos y sandios no miraban el peligro ^ue todo
corría por causa de sus desgustos y diferencias.
Fue así que luego el siguiente año siete nobilísimos
hermanos, que vulgarmente llaman los infantes de
Lara, ftierou muertos por hlevosía de Ruy Yelazquez
su lio sin tener cuenta con el parentesto ; que eran
liijos de su hermana doña Sancha, y de parte de pa-
dre venían de los condes de Castilla y del conde aou
Diego Porcellos^ de cu^a bija como de suso queda
dicho, y de Nuno Belchides nacieron Ñoño Rasura
bisabuelo del conde Garci Fernandez, y otro hijo lla-
mado Gustio González. Este caballero fue padre de
Gouzalo Gustio señor de Salas de Lara, y sus hijos
estos siete bturmanos conocidos en la historia de Es-
paña no mas por la fama de sus proezas, que por la
desastrada muerte que tuvieron. En un mismo día los
armó caballeros el conde don García conforme á la
costumbre en aquellos tiempos recebida, en particu-
lar en España. Aconteció que Ruy Yelazquez señor
de Yillaren celebraba sus bodas en Burgos con doña
Lambra natural de tierra de Briviesca, mujer prlu-
cipal, y aun príma carnal del conde Garci Fernan-
dez. Las liestas fueron grandes y el concurso á ellas
de ^eute principal. HaJIáronse presentes el Qonde
Garci Fernandez y los siete hermanos con su padre
Gonzalo Gustio; encendióse una cuestión por peaue-
fia ocasión entre Gonzalo el menor de los siete her-
manos y un pariente de doña Lambra que se decía
Albor Sánchez, sin que sucediese algún daño nota* |
ble. salvó que Lambra como la que se tenia por agra-
viada con aquella riña para venrár su saña en el lugar
de Barbadillo, basta donde los normanos por honra-
lia la acompañaron, mandó á un esclavo que tirase á
Gonzalo un cohombro mojado ó lleno de sangre: ora-
ve injuria y ultraje conforme á la costumbre de Es-
paña: el esclavo se quiso valer de su señora doña
Lambra: no le presm, que en su mismo regazo le
quitaron la vida.
Ruy Yelazquez aue á la sazón se hallaba aumente
ocupado ancosas ae importancia, luego que volvió,
alterado por aquella injuria, y agraviado por la afrenta
de su mujer, comenzó á tratar de vengarse de los
hermanos. Parecióle conveniente con muestra de paz
y benevolencia (cosa la mas perjudicial) armar sus la*
zosálosque pretendía matar. Primeramente dio orden
que Gonzalo Gustio fuese á Córdoba; la voz era para
cobrar ciertos dineros que el rey bárbaro habla pro-
metido, la verdad para que fuese muerto lejos de su
patria como Ruy Yelazquez ro^ba al rey que hi-
ciese, con cartas que le escribió en esta razón en
arábigo. El moro ó por compasión que tuvo á las ca-
nas de hombre tan principal, ó por dar muestra de
su benignidad no le quiso matar, contentóse con po-
nerle en la cárcel. Era la prisión algo libre con que
cierta hermana del rey tuvo entrada para comunica-
lie. D^ta conversación dicen que nació Mudarra
González, principio y fundador del linaje nobilísimo
en España de los Manriques.
No se contentó el feroz ánimo de Ruy Yelazquez
con el trabajo de Gonzalo Gustio: llevó adelante su
rabia. Cerca de Almenara en los campos de Araviana
á las haldas de Moncayo metió con muestra de hacer
entrada en la tierra de los moros en una celada á los
siete liermanos, bien descuidados de semejante trai-
ción. Bien que Ñuño Salido su ayo por sospechar el
engaño procuró apartallos para que no corriesen á su
perdición, pero fue en vanO| porque asi lo aniso ó lo
permitió Dios. Iban con ellos ooscieatos de á caballo,
Socos para el gran númerodelos morosque cardaron,
escubierta la celada, los siete hermanos pelearon
como buenos, dieron la muerte á muchos, pretendían
vencer si pudiesen, ó por lo menos vender sus vidas
muy caro y dejar á los enemigos la victoria á costado
muclia sangre, resueltos de no dejarse prender, ni
afear con el cautiverio la gloria y nobleza de su linaje
y sus hazañas pasadas. Murieron todos siete y junta-
mente Salido su ayo. Las cabezas enviaron á Córdoba
en presente agradable para aquel rey, pero muy triste
para su padre viejo, ca se las hicieron mirar y reco-
nocer sin embargo que llegaron podridas y desfigura-
das. Yerdad es que sucedió en provecho suyo en al-
guna manera, ca el rey por compasión que le tuvo,
le dejó ir libre á su tierra.
Mudarra habido en la hermana del rey fuera de
matrimonio, ya que era de catorce años, por persua-
sión de su madre se fue para su padre, y adelante
vengó las muertes do sus neTmanos con dalla á Ruy
Yelazquez causa de aquel daño. Doña Lambra fú
mujer, ocasión de todos estos males, fue apedreada
y quemada. Con esta venganza que tomó de las muer-
tes de sus hermanos, ganó las voluntades de su ma-
drastra doña Sancha y de todo su linaje de tal guisa
3ue heredó el señorío de su padre. Prohijóle otros!
oña Sancha su madrastra la adopción se hizo en
esta manera, aunque grosera, pero memorable. Ei
mismo día que se bautizó y fue armado caballero por
el conde de Castilla Garci Fernandez, eu madra* tra
resuelta de tomalle por hijo usó desta ceremonia:
metióle por la manga de una muy ancba camisa , y
sacóle la cabeza por el cabezón; díóle paz en el ros-
tro; con que le pasó á su familia y recibió por su hijo.
Desta costumbre salió el refrán vulgar: Entra por la
manga y sale por el cabezón; dicese del que siendo
recebido á trato familiar, cada día se ensancha mas«
ISi atBLlOtICi DE
Hiio de Hudarra lúe Ordoño , y aieto Diego Ordo-
óeíoe Lira, aquel con quien iogltiios de Arias Gon^
zalo para librar á su patria de la inramia de traidoD
que re cargaban por la muerte del rey don &uic1k>,
tfaa le mató con un venablo Vellido Doiro , pelearon
ea dauño t bicieron con él campo. Deite Diego Or-
dráai fue rujo el coiide don Pedro , conocido por lot
amores j afición que la reina doña Urraca l« raotlró.
Sn nieto rueAmalarico de Lara, señor de Molina, de
quien procedió el linaje de los Manriques, y aun de
los rejet de Portugal de parte de madre , por haber
casado Malfáda , hila de Amaiarico con don Alonso
Primero deste nomtire j primer nj de Portugal , si
bi«n hay quien diga que Malfada fue de la casa de
Soboya; pera desta» cosas se tomeri i hablar ade-
lante. Eo el claustro del monasterio de San Pedro da
Arlanza se muestra el lepulcro de Mndarra. Sobre
el lugar en que los siete normanos Fueren oepulta-
lum en que los siete hermanos Fueren oepi
I, nay contienda entre los nionges de aquel
masterio y de Sm Hillao de la Cogulla : ^qué jues los
podri poner en paz?
^ISfAH I KOlt.
Estaba sosegada Eapaüa cañada de tanUs Ma,
¿mas faltaban fuerzas qne Toluntail de aHeiane.
urd este sosiego basta tanto que el sépdmo iñu
deipties que fueron muertos los infantes da Lari,
quafueefaño&93de nuestra salTicion , los more*,
tomadu de nuevo lasarmu.destmjeronlaatiems
de la Lusttania , y por aquella comarca entrados ea
Galicia, tomaron de nuevo por fuena y pasierui
fuego i la ciudad ds Composlela. fiíande «a la «na*
miga que tenían con aquefianto lugar. No pardouii
aquella maJToda gente al sepulcro del apostel Santii-
go. si un resplandor que de repente fue visto ao n-
pnmiera por voluntad de Dios susdsñadoa iuleoloi.
Verdodesquelu campanas para que fuesen como tro*
feo y memoria de aquella victoria, fueron en bombros
de crístianoB llevadas í Córdoba, do (mr largo tiempo
sirvieron de Idmparas en Is moquita mayw de loi
moros. Siguióse luego la divina venganiatnncboi
perecieren , parte por enfermedad de cimeras, parle
con peste que les sobrevino, parte también poique el
rey aon Berroudo tomadas las armas les iba picando
Pkmbub t Conulii Giiüo I» «ibriu4c hh >kic o^i, ioi iofiBlti dr Lira.
Sor las espaldas, y por todag parl/ís los trabajaba t los
años fueron de suerte qne pocos vqlvieron salvos á
su tierra. El capitán de toda esta jornada Uahomad
Alhagib , que tantas veces libremente acometió las
tierras delus cristiaiios, fue — ""' '
paron.
o de los q^e esca-
Ü niisrao año fallcciú el rey de Navarra don Garda.'
Sucedió en su lugar su hijo Garci Sánchez^, llamado
<bI Trémulo , cómo y por la causa que arriba queda
tocado. Reinó por espacio de siete años , muy escla-
recido por las vicloriaa que ganó en las gucjTas : fue
liberal ó por mejor decir pródigo en dar, en que si no
hay templanza, suele acarrear daño, por BKOtar la
((lenlede la misma liberalidad que son loslesóros pú-
blicos , como sucedió í esle rey, y entrar en necesi-
dad de inventar nuevas imposiciones para suplir esta
falla. En los archivas de San Hí lian hay privilegio)
deste rey ; mas cuínlo crédito se les fasva de dir ca-
da uno porslmísmolopodrd jumr. Alllsedicequa
tuvo un hermano llamado Gonzalo , y que jnnlo coa
su madre doña Urraca tuvo el reino ne Araoon; )o
que si Fue verdad , ó aquel estado y príDcipaoo dar4
poco tiempo, ú por morir él sia hijos recayó al seño-
río en su hermano j descendientes,
Alegre don Bermudo, rey de León , y ufano por el
destrozo que hizo de losmoros, entró en peasaiqieo-
to que si los cristiauoa , de cuyas discoraiss tantea
males resultaban , se cpnfederasen y juntasen en uno
mtfatflUiJiodrHaiprovecbBnedfllosmQrocydet- ;
htaf m pMer. Daaiwcbú ea eila primúsilo sus em-
hajiilom ■! ra j de Navarra ; al conde oe Castilla don
Guciapara anonasUlles hiciaMD liga con Al. Decla-
lasfna dabiao oiOTerM por el comuD peligro de los
-^'"-1, jai en particular teaian algunos disgus-
*~~"o« por el bien de la patria; queceoias
ijuntostodos fengaseii y eafrenauD
IninleBlo* iinpio* de aquella bárbara geate. A estos
i>tlisilai ; jiutUrnti deauuida* fácilmeDlese acor-
dare* aquelloa principei. Cod eito de todas las tres
Mciinas forraarM un «i^dta mujgi:ueEa. El rey de
ItiTUTa DO ae ballti présenle por estar ocupado , i lo
qMsantiaDda,eDGO0certarlas cosas de su qucto
reieo. El rey doá Bemndo, dado que eurermó de
gota , an una litera j con Al el ouide dou García mo-
mfWicoBlra loe moros; de quleo Knian aviso que
cea deseo da retucane del daño pasado levaataSan
BiMvaa^lM y eran salidos de Córdoba, j que la-
Isilo que bebieron los campos de Galicia y saqueados
las pusblos, re*o)vÍaD bicia Castilla. Cerca de un
MMolo Uanúdo Calacanaior, situado en la frontera
de Castilla 1 de Lsoo , se dieron vista j juntaron las
hiMstes. DÍMe la batalla , que 1^ muy rugida, basta
qoecerróla Docheicayeroanmchosdelaunaparte
>K ESFANA ' 333
y de la otra sin quedar declarada la victoria ; lolo por
partirse los moros aquella noche A cencerros atapa-
dos dieron muestra que llevaroalo peor, j que ruernu
veo^idos por el enlueno de los nuestros, especial
que la partida fue A manera de buida , como se eo-
tendió por los despojos que dejaron en los reales , y
cosas que por el camino con deseo de apresurarse orr
El peaar que desta revés recibid el Albagib general
de los moros fue tal i]ue de coraje se dice murróenet
valle deBegalcorsi sin querer comer bocado ¡locual'
sucedió el SDD 998 (1). Gubernúesle cspilao las co-
sas de los moros por especio da veinte y cinco año*
por su rey, que nna ocioso sin cuidar mas que de
sus depoi tes. Fue bombre auimoso , euemigo del
ocio : Bcometjú Isi tierral de los crístiaoosciocneata
y dos veces, y mucbasdellasqnedd vencedor. EIdia
mismo que eo Calacanaior se dió la batalla, un» en
traje de pescador en Córdoba A la ribera del Gua-
dalquivir, coa ser tan grande la distancia de los lu-
gares, se dice q^ua cantó eo voi llorosa algunas veces
en metros aríbigos, otros en españoles : en Calaca-
nazorAlmaozor perdió el tambor; pordoude sospe-
charon ^ue el demonio en Ggara da bombre, publicó
la victoria , en e°pe«ial que como preieodiesen los de
mam',
CAMoha echarle maDO, se desapareció J sft les fué
toipQ sombra [i). El cuerpo dej general difunto lle-
larao É Hedisaceli.
Sucedió en el gobienio de aquel reino sn hijo Ab-
<Mme)fcb el mismo aíio que murió sn padre, que se
«■ntaba da loi árabes trescientos y noventa y tret :
tuvo aquel cargo t mandó por especio de reis años y
ocho metes. Dewie este tiempo el reino de los moros
que por esfuerzo ds MalrGmnd se conservara [de [an
grande momeólo es muclia$ veces una buena cabe-
za) comenzó mnniliestameiileádeclinary ir de calda.
Las discordia! domésticas, peste de los grandes im-
perios , y el poco gobierno fueron causa desle mal.
aetiembre de 1003 A>i «ate saceso muDonble debe pooene
en el reioido de[ i«Bor doo AIooki V de Lron, eo el Je San-
cho el Mavor de Nsrarra, y en lieaipo de dtm Sincbo Gireéi
coDde de CaítíUa.
(3) Este cucnlo ridiculo solo puede pasar ca udi aovela,
pero desluce U fravcdid de la biitoria.
tu
8IBL10Y6CA be GASfAR t ROIG.
Abdelmellcli maá amigo de ocio que de guerra ,
mostró no hacer caso de las semillas y príncipios de
aqifelia discordia que debiera al momento atajar.
Verdad es que luego c|ne murió su padre, acometió á
hacer guerra á los cristianos y puso grande espanto ;
mayormente en la ciudad de León todo lo que que-
daba entero de la destruicion pasada ó de nuevo se
reedíGcara > lo echó Abdelmelicli por tierra y lo aba*
tió. Todavía lo& principios desta guerra fueron para
los moros mas alegres que el remate, porque acudió
al conde don García, y con su venida forzó los moros
á volver las espaldas, y muertos muchos detlos. tor-
nar en pequeño námero á su tierra. La desconuanza
y miedo qqe les entró después deste daño , fue tan
grande que no trataron mas de hacer guerra en tanto
que Abdelmelich tuvo aquel cargo.
La alegría deste buen suceso nq fue pura, antease
aguó y destempló con la carestía de mantenimientos
que causó la falta délas lluvias. Gudesteo obispo de
Oviedo estaba preso por mandado del rey, iba en tres
años. Acostumbraba este príncipe á dar oidos á los
chismes de hombres malos. Esto se persuadía el pue-
blo era la causa del daño , y los hombres santos de-
cían ser la hambre castigo del eielo por el agravio ^ue
»e hacia al obispo inocente, y anunciaban que si no
había emienda, se seguiría alguna grave peste. Te-
miase algún alboroto, |)orque la muchedumbre cuan-
tío se mueve por escrúpulo y opinión de religión, mas
fácilmente obedece á los sacerdotes que á los reyes:
fue pues Gudesteo sacado de la cárcel. Evte mismo
• año que se contó del nacimiento de Cristo 999, y fue
apretado por la dicha carestía grande y falta estraor-
dmaria, se hizo también señalado por la muerte que
sucedió en él del rey don Bermudo. En un pueblo
llamado Beritio falleció de los dolores de la gota que
mucho tiempo le trabajaron. Fue sepultado en Villa-
buena ó Valbuena : dende pasados veinte y tres años
le trasladaron á la iglesia de San luán Baptista de la
ciudad de León.
Tuvo dos mujeres llamadas la una Veiasquijta, la
otra doña Elvira. A la primera repudió mas por la li-
bertad de aquellos tiempos, que por loque permitiese
la ley cristiana: tuvo en ella una hija liamada Cristi-
na. De doña Elvira tuvo dos hijos que fueron don
Alonso y doña Teresa. Demás de esto de dos herma-
nas con quien mas mozo tuvoconversac|on, dejó fue-
ra do matrimonio á don Ordoño y á dona Elvira y á
' doña Sancha. Crístina la hija mayor del rey don Ber-
mudo casó con otro don Ordoño llamado el Ciego ,
que era de sangre real. Deste matrimonio nacieron
don Alonso ; don Ordoño, don Pelayo, y fuera destos
doña Aldonza oue casó con don Pelayo llamado el
Diácono nieto de! rey don Fruela Segundo deste nom-
bre, hijo de don Fruela su hijo bastardo. De don Pe-
layo y de doña Aldonza nacieron Pedro, Ordoño,
Pelayo, Ñuño y Teresa : destos procedieron los con-
des de Carrion. varones señalados en la guerra, de
valor y de prudencia como se declara en otro lugar.
Volvamos á la razón de lus tiempos. Pelagío Ovetense
y don Lucas deTuy atribuyen a este rey don Bermu*
do lo que arriba queda dicho de Ataúlfo obispo de
Gompostella, del toro feroz y bravo que soltaron con-
tra, él sin que le hiciese daño alguno. Nos damos.mas
crédito en esta parte á la historia Cumpostellana'que
dice lo que de suso relatamos ; yes bastante muestra
de estar mudados los tiempos en los que esto dicen,
y del engaño no hallarse por estos años algún obispo
de Gompostella que se llamase Athaulfo.
CAPITULO X.
De don Alonso el Quinto rey de Leos.
Ayos del rey don Alonso en su menor edad por
mandado del rey don Bermudo su padre fueron ífe-
lendo González conde de Galicia y su mujer llamada j
doña Mayor. Los mismos por quedar don Alonso de |
cinco años gobernaron asimismo' el reino con graode
fidelidad y prudencia conforme á'lo que se dejó eu
teftamento del rey muerto mandado, enquevinieroQ
todos los estados del reino. Llegado el nuevo rey é
mavor edad , para que los ayos tuviesen mas antorí-
dad^, y en recompensa de lo que en su crianza y eo
el gobierno del reino trabajaron , le csaaron con uaa
hila que tenían llamada doña Elvira. Tuvo deste ma^
tnmonio dos hilos. Don Bermudo y doña Sancha.
Reinó por espacio de veinte y nueve años. El secun-
do año de su reinado que fue de Cristo el iOOO jus-
tamente , por muerte del rey de Navarra don Garei
Sánchez el Trémulo ó Temblador, sucedió en aqnei
esttfdo un hijo que tenia en doña limeña su mujer
(no aciertan los que la llaman Elvira ó Constancia ó
Estephania) por nombre don Sancho. Este principo
eu su menor edad tuvo por maestro á Sancbo abad
de San Salvador de Leyre, que le enseñó todo lo
que un príncipe debe saber, y amaestró en* todas
buenas costumbres : reinó treinta y cuatro años: fue
tan señalado en todo género do virtudes, que le die-
ron sobrenombre de Mayor, y alcanzó tan buena
suerte , que todo lo que en España poseían los cris-
tianos, casi 16 redujo debajo de su imperio j mando,
bien que no acertó ni fue buen consejo dividido y
repartillo entre sus hijos como lo hizo, menguando
las fuerzas y magostad del reino.
Cuan quietos estaban los dos reinos cristianos por
la buena maña de los que los gobernaban, no menos
se alteraron por este tiempo las armas de Castilla
primero, después las de los moros. Los unos y los
otros por las diferencias domésticas se iban despe-
ñündo en su perdición. Don Sancho García se apartó
de la autoridad del conde Garci Fernandez su padre
y de su obediencia : no se sabe por cual causa, sino
q\xo, nunca faltan en las casas reales mayormente,
hombres de dañada intención que con chismes y re-
portes enciendan la llama de la discordia entre hijos
y padres. Puede ser que don Sancho cansado de lo
mucho que vivía su padre, acometió tau grave mal-
dad, por serle cosa pesada esperar los pocos años que
conforme á la edad que tenia le podrían quedar. Vi-
nieron á las armas y divididas las voluntades de los
vasallos entre el padre y el hijo, las fuerzas de aquel
estado se enflaquecieron : no estuvo esto encubierto
á los moros, que la provincia estaba eu armas dividi-
da la nobleza, alborotado el pueblo con sus valedo*
res de la una y de la otra parte. Acordaron aprove-
charse de la ocasión que la dicha discordia les pre-
sentaba. Con esta venida de los moros y entrada que
hicieron , la ciudad de Avila que poco á poco se iba
reparando, de nuevo fue destruida; y la Coruña y
Santisteban de Gormaz en el territorio de Gima pa-
decieron el mismo estrago.
Grande era el peligro en que lae cosas estaban , y
aun con el miedo de fuera no se sosegaban las altera-
ciones y parcialidades: si bien se entretuvieron para
no llegar'del lodo á rompimiento y á las puñadas. El
conde Garci Fernandez movido por el daño que los
moros hacian con los que pudo juntar, salió al ene-
migo al encuentro. Alcanzólos. por aquellas comarcas
y presentóles la batalla. Fue brava la pelea : el con-
de que llevaba poca gente , quedó vencido y preso
con tales heridas que deltas en breve murió. Tuvo el
señorío de Castilla como treinta y ocho años , quién
dice cuarenta y nueve. No fue desigual ásu padre en
la grandeza y gloria de sus hazañas. Los enemigos le
Quitaron la vida ; la fama de su valor dura y durará.
&u cuerpo rescatado por gran dinero le sepultaroaeu
el convento de Sun Pedro de Cárdena. Uióse osU
desgraciada batalla el año de 1006. £1 año luego si*
guíente mil y siete en Toledo una grande creciente
abatió el famoso monasterio Agalieuse : los mou^e^i
se pasaron al de San Pedro de Sahelices. Asi lo dice
el arcipreste Juliano. Dejó el conde una hija llamada
BüTOftii m ibpaÍU.
M8
éo&i Urraca , i|iie fae monja en el mOBasterlo de San
Cosme 7 San Damián del lagar de Govarrubias. Este
monasterio edificó el conde su |)adre desde los ci-
mientos , y le dotó de grandes heredades y gruesas
rentas j dióle muchas alhajas y preseas. Puso por
condición que si alguna doncella de su descenden-
cia no quisiese casarse sustentase la vida con las
rentas de aquel monasterio.
Sucedió en el señorío y condado de Castilla al pa-
dre muerto su hijo don Sancho , afeado y amancilla-
do por haberse levantado contra su padre , y por el
consiguiente dado ocasión á aquel aesustre , por lo
demás fue piadoso, dotado de grandes virtudes y
partes de cuerpo y de ánima. Falleció por el mismo
tiempo en Córdoba el Alhagib Abdelmeiich : suce-
dióle en el cargo Abderrahman hombre malo y co-
barde ; por afrenta le llamaban vulgarmente Sanciolo.
Muerto este dentro de cinco meses , Mahomad Al-
mahadlo, que debia ser del linaje de los Abenhume-
yflSy tomadas las armas, se apoderó del rey Uissem,
que con el ocio y con los deleites estaba sin fuerzas y
sm prudencia , y no se conservaba por su esfuerzo ,
sino con la ayuda de otros. Publicó que le quitara la
▼ida, degollando otro que le era muy semejante ma-
ña con que Almahadio quedó apoderado del reino de
Córdoba y Hissem vivo ; aue le pareció guardarle para
lo que tiniese. Esto paso el ano que se cootaba de
los árabes cuatrocientos justamente. Acudió desde
África un pariente de Hissem llamado Zulema : este
oon los de su valia y gente que se le arrimó, además
de las fuerzas de don Sancho conde de Castilla que
le asistió en esta empresa, y con él hizo liga, en una
batalla muy herida que se dió cerca deCórdoba, ven-
dó al tirano Almahadio. Murieron cuesta pelea trein-
ta y cinco mil moros, qrue era toda la fuerza y niervo
del ejército morisco y ae aquel reino ; por donde ade-
hnte comenzaron los moros á ir claramente decaída.
Señalóse sobre todos el conde don Sancho , su valor,
esfuerzo y industria; y fue la principal causa que se
ganase la jomsda.
Almahadio después desta rota se retiró y encerró
dentro de la ciudad ; y lo que tenia apercebido para
los mayores peligros, sacó á Hissem de donde le tenia
escooitido y preso. Puesto á los ojos de todos y en
pábKoo, amoneíAÓ ai pueblo antepusiesen á su señor
oatural al extranjero y enemigo. Los ciudadanos tur-
bados con el temor que tenian del vencedor, no ha-
cían caso de sus palabras y amonestaciones : en oca-
siones semejantes cada cual cuida mas de asegurarse
que de otros respetos. Así le fue forzoso^ dejada la
ciudad á su contrario, retirarse á Toledo. Llevó con-
sigo á h) que se entiende á Hissem , ó sea que le es-
condió segunda vez. Era Alhagib de Almahadio , y
como vtrey suyo, otro moro llamado Almahario. Este
con deseo de fortificarse contra las fuerzas y intentos
de los contraríos y para ayudarse de socorros, de
t^stianos pasó á Cataluña para con toda humildad
rogar á aquellos señores le acudiesen con sus gen tes.
Propúsok» grandes intereses, ofrecióles partidos
aventajados. Los condes don Ramón de Barcelona y
Armangoi de Urgel , persuadidos de aquel bárbaro,
con buen número de los suyos se juntaron con las
gentes que en aquel intermedio el tirano Almahadio
tenia levantadas en Toledo y su comarca, que eran
en gran número j fuertes. Contábanse en aquel ejér-
cito nueve mil cnstianos y treinta y cuatro mil moros.
Juntáronse las huestes de una parle y de otra en
Acanatalhacar, que era un lugar cuarenta millas de
Córdoba, al presente un pueblollamado Albacaresiá
á cuatro leguas de aq^jella ciudad. Trabóse la batalla
qae fue muy reñida y dudosa, ca los cuernos y cos-
tados izquierdos de ambas partes vencieron ; los de
mandereclia al contrario (1). Zulema y el conde don
fl) Ella tataOá que los historiadores moros Utman de
Sancho al principio mataron gran número de los con-
trarios. Entre estos á los primeros golpes y encuen-
tros murieron los obispos Arnulpho de Vique, Aecio
de Barcelona , Othon ae Girona : cosa torpe y afren*
tosa que tales varones tomasen las armas en favor de
infieles. El mismo conde de Urgel fue asimismo
muerto. Almahadio con su esfuerzo reparó la pelea ;
y animando á Jos suyos quitó á los enemigos la victoria
de las manos. Zulema como se vio vencido y desbara-
tados los ^uyos , se huyó primero á Azafra , después
desconfiado de la fortaleza de aquel lugar determinó
irse mas lejos ; que fue todo el año de ios árabes de
cuatrocientos y cuatro, de Cristo 1010. Quedó el
reino por Almahadio , si bien Almahario su Alhamb
lo gobernaba todo á su voluntad conforme á la cala-
midad de aquellos tiempos aciagos ; en que pasó tan
adelante que después ae la partida de don Ramón
conde de Barcelona sin ningún temor ni respeto ale-
vosamente dió la muerte á su señor : una traición
contra otra. Con esto Hissem el verdadero rey fue
restituido en su reino. La cabeza de Almahadio el ti-
rano enviaron á Zulema su competidor, que en un
lugar llamado Citava se entretenía por ver en qué pa-
rarían aquellas revoluciones tan grandes.
Pretendían y deseaban los moros que el dicho Zu-
lema se sujetase á Hissem como á verdadero rey y deu-
do suyo , por quien al principio mostró tomar las ar«
mas. El encendido en deseo de reinar, euya dulzura
es grande aunque engañosa , y que con muestra dé
blandura encubre grandes males, juntaba fuerzas de
todas partes , y hacia de ordinario correrías en las
tierras comarcanas. La parcialidad de los Abenhu*
meyas , de que todavía quedaban rastros en CórdobSi
era aficionada á Zulema , y por su respeto trataba de
darla muerte á Hissem. No salieron con su intento á
causa aue el dicho rey avisado del peligro usó en lo
de adelante de mas recato ^ vigilancia. Zulema per-
dida esta esperanza, solicitó al conde don Sancho
para que por respeto de la amistad pasada de nuevo
le ayudase. El conde después de haberlo todo consi*
dorado , se resolvió de confederarse con Hissem, óñ
quien esperaba mayor ganancia ; y en particular
asentó que le restituyese seis castillos que el Alhagib
Mahomad por fuerzas de armas los años pasados
quitara á los cristianos ; lo cual él hizo forzado de la
necesidad por no fallar á tales esperanzas de ser so-
corrido en aquella apretura y privar á su contrario de
aquel arrimo. En el entretanto. Obeydalla hijo de
Almahadio con ayuda de sus parciales se hizo rey de
Toledo. Otros le llaman Abdaila , y afirman que tuvo
por mujer á doña Teresa con voluntad de don Alonso
su hermano rey de León (2) gran desorden y mengua
notable. Lo que pretendía con aquel casamiento era
que las fuerzas del uno y del otro reino quedasen
mas firmes con aquella alianza , demás que se pre-
sentaba ocasión de ensanchar la Religión Cristiana, si
el moro se bautizaba según lo mostraba querer hacer.
Con esto engañada la doncella, fue llevada á To-
ledo : celebráronse las bodas con gran aparato con
juegos y regocijos , y convite que duró hasta gran
parte de Ja noche. Quitadas las mesas , la doncella
fue llevada á reposar. Vino el moro encendido en su
Achat-Albacar, do debe coafundirse con la que se dió ua
año antes cerca de un monte que los moros llamaban Cantos,
y ahora se llama Cantiebe. No consta porningim testimouio
antiguo que ayudasen á Solimán en esta batalla (os leoneses
ó castellanos, Dues teaiéndosc este por seguro después de
haber derrotaao completamente á Mahomad en Caottche,no
tenia necesidad de pedir socorros : no hubo pues lucha entre
cristianos y cristiaboscomo dice Mariana.
{fí Don Pelap obispo de Oviedo y autor muy crédulo ,
que na introducido muchas fábulas en su Crónica, es quien
habla de este casamiento de dona Teresa con Abdalla de To-
ledo , que no siendo rey, sino un alcalde ó gobernador de
esta ciudad no es probable obtuviese en aquellos tiempos la,
hermana de an rey de Leoo.
m
BlftUOniBÁ M
apetito carnal. «Ella afuera (dice) tan grave maldad.
»(aDta torpeza. Una de dos cosas tías de hacer, ó tu
ucon los tuyos te bautiza y con tanto goza de núes-
»tro amor ; si esto no haces, no me toques. De otra
uroanera time la venganza de los hombres, que no
Ddisimu'arán nuestra afrenta j tu engaño, y la de
dDíos que vuelve por la honestidad sin duda y casti-
»dad de los cristianos. De la una y de la otra parte te
»arercibo serás castigado. Mira que la lujuria , peste
nblanda no te lleve á despeñar. » Esto dijo ella. Las
orejas del moro con la fuerza del apetito desenfrenado
estaban cerradas : hízole fuerza contra su voluntad.
Siguióse la divina venganza, que de repente le sobre-
vino una grave dolencia : entendió lo que era , y la
causa de su mal. Envió á doña Teresa en casa de su
hermano con grandes dones que le dio. Ella se hizo
monja en el monasterio de San Pelagio de León , en
que pasó lo restante de la vida en obras pías y de de-
voción , con que se consolaba de la afrenta recebida.
A Obeydalla no le duró mucho el reino , venciéronle
las gentes del rey Hlssem , y preso fue puesto en su
poder.
Continuaban las revueltas entre los moros , y las
alteraciones en todas las partes de aquel reino. A los
cristianos se ofrecía muy hermosa ocasión para des-
hacer toda aquella gente , si juntadas las fuerzas
quisieran antes mirar por la religión , que servir á
las pasiones de los moros y ayudallos. Mas esta fue
la desgracia de todos los tiempos : siempre las aficio-
nes particulares se anteponen al bien común , y nin-
guna cosa de ordinario menos mueve que el celo de
la Religión Cristiana. Las tierras de los moros no solo
eran trabajadas con la llama de la guerra, sino tam-
bién de gravísima hambre por haberse tacto tiempo
dejado la labor de los campos. Zulema viste que el
conde don Sancho no le ayudaba , hizo sus avenen-
cias con los reyes moros deZuragoza y Guadalajara.
Con estas ayudas se apoderó de Córdooa por fuerza ;
y como Hissem se huyese ¿ África , tornó Zulema á
recobrar todo aquel reino de nuevo. Entre los que
seguían á Hissem, uno llamado Haytt&i tenia el pri-
mer lugar en autoridad y poder. Este se apoderó de
Orihuela, ciudad asentada ú la ribera del mar Medi-
terráneo, y por la comodidad de ac[uel lugar hizo venir
á España con intención (}ue le dió de hacerle rey, á
Hali Abenhamit que tenuí por Hissem el gobierno
de Ceuta. Zulema no era igual en fuerzas á los dos
enemigos. Así fue en batalla vencido cerca do Cór-
doba , y por Jos ciudadanos entregado al vencedor, y
muerto por mane del mismo Helicón palabras afren-
tosas y ultrajes qoe le dijo , ca le dió en cara haber
sido el primero que contra el rey Hissem su legitimo
señor tomó las armas.
No hay lidelidad entre los compañeros del reino :
Quejábanse HaytanqueHalíel nuevo rey no guardaba
lo capitulado con él, hizo conjuración y liga con Mun-
dar hijo de Hiaya rey de Zaragoza , juntaron de cada
parle sus huestes, dióse la batalla cerca de Córdoba,
en que Haytiin fue vencido. Tras esto por ocasión de
la muerte de Hali quería Haytan hacer rey á Abder-
rahman Almortada. La muerte de Hali fue desta ma-
nera : salió de Córdoba en seguimiento de Haytan,
llegó á Guadix, y allí sus mismos eunucos le mataron
en un baño en que se lavaba , año de los árabes cua-
trocientos y ocho. Sucedió por voto de los soldados
en aquella parte del reino y en Córdoba un hermano
de Hali llamado Cazin , aue hicieron los de aquella
parcialidad venir de Sevnla do en aquella sazón mo-
raba. Tuvo el reino por espacio de tres años , cuatro
meses, veinte y seis dias con desasosiego, á causa
que el Almortada ya dicho con asistencia de Haytan
y de Mundar se apoderó de Murcia y toda aquella
comarca, y se llamó ray ^^^ hombre soberbio Al-
mortada , y que ni daba grata audiencia , ni recebia
bien á los que venían á negociar; y á los que le die-
ñMáü f ftOIfl.
ron el reino , como si fderan lui ioreedeies,loinl*
raba con ojos torcidos y eobrecejo , que fue cansí di
su perdición. En Granada ^or conjuradon de lonu*
yos , y con voluntad del señor de aquella ciudad foe
muerto.
Cazin con la muerte de Almortada le pareció que-
daba de todo punto por rey, en especial míe con de-
seo de ganalle la voluntad los de Granada le enviaros
los despojos del enemigo muerto. En breve empero
aquella alegría le salió vana , se regaló y se mudó en
nuevo cuidado. Los ánimos de la muchedumbre alte-
rada nunca paran en poco : así los ciudadanos de
Córdoba con ocasión deque Cazin se partió á Sevilla,
alzaron por rey á Hiaya sobrino del mismo, hijo de
su hermano Hali , hombre manso y liberal , de que
mucho se paga la muchedumbre y el pueblo. Pero
como este se fuese y partiese á Malaga de que anjei
era señor Cazin tomó por las armas á hacerse señor
de Córdoba año de los árabes cuatrocientos y catorce.
Este nuevo señorío que tuvo de aquella ciudad , le
duró poco , solos siete meses y tres dias. Por caun
de un tilboroto que ocasionó en la ciudad la insolen-
cia de los soldaaos que maltrataban á los ciudadanos,
fue forzado á huir de Sevilla, en que asimismo no
pudo detenerse mucho tiempo por tener su contrarío
Sanadas las voluntades de aqruella ciudad. Despaes
esto anduvo vagamundo y descarnado hasta tanto
que al fin vino apoder de Hiaya, y fue puesto por él
en prisión.
Eran los mas destos reyes del linaje de los Alaveei-
nos, bando muyjpoderoso en aquel tiempo en fueras
y en autoridad. Los ciudadanos del bando contrario,
es á saber délos Abenhumeyas, se juntaron, y hechos
mas fuertes , alzaron por rey á Abderrahman bermi-
no de Mahomad (creo de aquel Mahomad Almahadlo,
que fue el primero que tomó las armas contra His^
sem) pero con la misma liviandad fue muerto dentro
de dos meses. La severidad que él mostraba, y li
inconstancia de aquella gente fueron causa de su
perdición. Con tanto un cierto Mahomad fue puesto
en su lugar : tuvo el reino un año , cuatro meses y
veinte y dos dias : este al tanto murió á manos de
los ciuaadaoos. Lo mismo sucedió al hyo de Hali
llamado Hiaya, que era del bando contrario , y ^
tiempo pasado fue alzado por rey ; ca con la mismi
deslealtad del pueblo la mataron en Málaga , en W
como queda dicho , estaba retirado. Reinó en Cór-
doba solos tres meses y veinte dias. Por su muerte
Idricio , hermano de Hali y lio de Hiaya, fue llamado
para ser rey desde África do era señor de Ceuta.
Este llegado que fue á España, por el derecho pe
tenía del parentesco con los dos principes susodi-
chos y por las armas se apoder.5 del reino de Granada,
de Sevilla , de Almería y de otras ciudades comarca*
ñas. Lo mediterráneo quedó por Hissem , ca después
de la muerte de Hiaya los de Córdoba le habían vuel-
to al reino, ó era otro del mismo nombre, que aque-
llos ciudadanos de nuevo levantaron por rey, que en
todo esto hay poca claridad. Los desiórdenes de los
gue gobiernan, suelen redundar en daño de sus so-
noros, como sucedió á Hissem: que su Alhagib, que
era como virey que lo gobernaba todo , por ser cruel
y apoderarse délos bienes públicos y particulares,
acostumbrado á sacar ganancia de los daños ajenos
y desgracias , fue causa que la ciudad se alborotó de
suerte que el Alhagib fue muerto y el rey echado del
reino. En aquella revuelta un cierto Humeya, ayu-
dado de una cuadrilla de mozos desbaratados y re^
voltosos , entró en el alcázar y pidió á los soldados
que le alzasen por rey. Escusáoanse ellos por la des-
lealtad de los ciudadanos , revuelta y desgracia de los
tiempos. Decíanle que escarmentase en cabeza aje-
na , y por ejemplo de los otros entiéndese claramen-
te que semejantes intentos no salían bien. A esto :
Hoy (dijo el) me llamad rey^ ma^dIne pumaai:
nuTOBíá te
táQ poroso 68 6l deseo de mandar, tao grande la
diil«in de ser señores. Todavía por orden de los
ciudadanos fueron echados de la ciudad á un mismo
tiempo este Humeya, y el Hissero ya dicho , y con
ellos todos los Abenhúmeyas como causa de tan gra-
ves danos.
Hissem trabajado con tanta variedad de cosas co-
mo por él pasaron , últimamente paró en Zaragoza:
redoíóle benignamente el rey de aquella ciudad lla-
mado Zulema Abenhut. Dióle un castillo llamado Al-
zuela, en oue pasó como particular lo restante de su
vida. De laricio no dice en qué parase el arzobispo
don Rodrigo , aue refiere esta cuenta de los postreros
reyes de Górdooa con alguna mayor obscuridad de la
que aqui llevamos; mas ¿cómo se puede relatar con
claridad revuelta tan confusa y tan grande? Resta
decir que desde este tiempo el señorío de los moros,
que por tantos años tuvo tan gran poder en España,
se enflaqueció de guisa que se dividió en muchos
señoríos : cada cual de los que tenian el gobierno , se
llams>ron reyes ( 1 ) de las ciudades que tenian á su
cargo , sin que nadie en aauellas revueltas les fuese
á las manos. Así en lo de aaelante se cuentan muchos
reyes en diversas partes: en Córdoba Jahuar, en
Sevilla Albucazín y su hijo Habeth . en Toledo Hay-
tan , el que ayudó á Hali rey de Córdoba al principio:
y deápues fue su contrario.
Hijo deste rey de Toledo fue otro Hissem , nieto
Almenon, bien que algunos dan mas antiguo prin-
cipio que este á los revés moros de Toledo. La verdad
es que aquella ciudad con sus reyes que tenia ó to-
maba, muchas veces se rebeló contra los reyes de
Córdoba. Los moradores della se atribulan el primer
higar entre las ciudades de España , y por esta causa
no podían llevar que les hiciesen demasías. En otras
ciudades remanecieron otrosí nuevos reyes , mas no
hay para ané contallos aguí, ni aun se podría hacer
con certidumbre y claridad. Basta saber que estos
señoríos se conservaron y permanecieron hasta tanto
oue los Almorávides, linaje y gente muy poderosa,
de África pasaron en Es^a con su rey y caudillo
Theaephin, que fue el ano de los árabes ae cuatro-
cientos y ocmnta y cuatro , año que concurre con el
de mil y noventa y uno de Crísto ; y en otro lugar
mas á propósito se relatará. Al presente volvamos
atrás ai cuento de las cosas que los cristianos, el
conde don Sancho y el rey don Alonso obraron.
CAPITULO XI.
De lo demás que sucedió en tiempo del rey don Alonso.
Do!« Sancho conde de Castilla deseoso de vengar
la muerte de su padre con ayuda de los leoneses y
navarros , con quien el año pasado puso confedera-
clon , entró por tierra de Toledo metiendo é fuego y
á sangre todo lo que topaba. El mismo estrago hizo
en tierra de Córdoba, hasta donde los nuestros en-
traron animados con el buen suceso : en ambas partes
hicieron presas de hombres y de ganados. Si los da-
ños fueron grandes , mayor era el miedo y quebranto
de los moros , que divididos en bandos y por Jas dis-
cordias civiles apenas se conservaban , tanto que los
oue poco antes ponían espanto al nombre cristiano,
fueron forzados de comprar por gran dinero la paz.
Sepúlveda asentada en la frontera se ganó de moros,
y con ella Osma, Santistevan de Gormaz; y otros
pueblos por aquella coronrca , que en la guerra pasa-
da se perdieran, volvieron á poder de cristianos.
Desde este tiempo se otorgó á la nobleza de Castilla^
(i) Los principales fueron los de Sevilla , Córdoba , Al-
salla. Granada. Málaga, Almería, Cazlona, fluescar, Mur-
cia, Lorea, Valencia. Denía, Zaragoza, Huesca, Tudela,
Toledo, Mérida, Badajos, Beja, y loa de laa Islas Ba-
leares,
bsHSa* íil
como dicen muchos autores, aue no fuesen forzados
á hacer la guerra á su costa solo con esperanza de la
f^resa , según acostumbraban á hacer antes , sino que
es señalasen sueldo á la manera que en las otras
naciones estaba recebido de todo tiempo (2). La re-
putación y gloria que el conde don Sancho ganó por
este camino , escureció grandemente la muerte que
dio á su madre con esta ocasión. AGcionóse ella é
cieno moro principal, hombre muy dado á deshones-
tidades y membrudo. Dudaba de casarse coa él no
tanto por el escrúpulo como por miedo de su hijo:
recelábase de la sana que el dolor y afrenta le ( ausa-
rian ; determinó con darle la muerto hacer lugar y
camino á aquellas bodas malvadas ; aparejábale cier-
tos bebedizos y ponzoña mortal.
El conde avisado de todo forzó á su madre con
muestra de honrarla, aunque lo rehusaba y contra-
decía , de hacerle la salva y gustar la bebida que le
daba. Prinolpio de que algunos sospechan nació la
costumbre recebida y muy usada en algunas partes
de España , que las mujeres beban antes que los va-
rones. Otros refieren que una camarera de la conde-
sa; ^ue vio destemplar las yerbas, dio aviso á su
marido (no falta quien le llame Sancho del Valle de
Esj)inosa) y él al conde, y que por este servicio tan
señalado desde entonces gano el privilegio que hasta
hoy tienen los de su tierra . los Monteros de Espino-
sa, de guardar de noche la persona y la casa real.
Verdad es que para dar este cuento por cierto yo no
hallo fundamentos bastantes (3 ) , y todavía la Vale-
riana lo refiere en el líb. vni. tit. i. cap. v. y los na-
turales de aquella villa lo tienen y afirman así como
cosa sin duda. Dicen mas que el conde con deseo de
satisfacer esto mal caso , y por amansar el odio que
contra él acerca del pueblo resultara por un delito
tan feo 9 edificó un monasterio de monjas, y del
nombre de su madre le llamó de Oña , que el tiempo
adelante don Sancho rey de Navarra llamado el lAayor
Jió é los moages de Cluñi , y en nuestra era tiene el
primer lugar entre los demás monasterios de aquella
comarca.
Hobo don Sancho en su mujer doña Urraca á su
hijo don García, j tres biias, que fueron doña Nuña,
doña Teresa, dona Tigrida : las dos primeras fueron
casadas con grandes señores, Tigriaa abadesa en el
monasterio de Oña. Por el mismo tiempo se abrió y
allanó á costa del conde don Sancho nuevo camino
para que los eztranieros pasasen á la ciudad y iglesia
de Santiago, es á saW por Navarra, la Rioja, Brivies-
ca y tierra de Burgos ^ como quier que antes por ser
el señorío de los cristianos mas estrecho los ¡íeregrí-
nos de Francia acostumbrasen á hacer su camino con
f;rande trabajo por Vizcava y los montes de Asturias,
ugares fallos de todo, ásperos y montuosos. El rey
don Alonso eso mesmo por beneficio de la larga paz
que resulteba así de las discordias de los moros, co*
mo de la confederación hecha entre los príncipes
cristianos , vuelto su cuidado á las artes de la paz y
al ^obiemOj hacia cortos generales de su reino en
Oviedo el ano de nuestra salvación de 1020. En estas
cortes se reformaron las antiguas leyes de los godos.
Asimismo la ciudad de León que por las entradas
de los moros quedó asolada y hecha caserías, por di-
ligeücia del rey y á su costo se reparó , y en ella le-
vantó un templo con advocación de San Juan Bautisto,
obra de barro y de ladrillo (4): allí trasladaron los
(?) Entonces príiicipió también á crearse la nobleza do
Castilla .
(3) Ningún historiador de aaoel tiempo hace mebdon de
este hecho que no debía manchar las páginas de una his-
toria.
(4) Fue en León y no en Oviedo . donde se celebraron las
cortes, para que la consagración de la iglesia catedral se
hiciese con mayor pompa y solemnidad , y se estableciosen
lu reglas convenientes para la disoiplina de la Iglesia y baea
huesos de su padre don Bermado y de los otros reyes
(le LeoD , que por miedo de los moros andaban mu
dando lugares : con que quedaron puestos en sepul-
cros ciertos y estables. El monasterio otrosí de San
Pelagio se reedificó , en que doña Constanza herma-
na del rey^ virgen consagrada á Dios, vivió mucho
tiempo.
Los intentos y acometimientos de don Vela contra
los condes de Castilla, de quien por particulares in-
tereses y agravios se tenia por iniuriado, cuan gran-
des hayan sido arriba queda declarado. A tres hijos
deste caballero , es á saber Rodrigo , Diego y Iñigo,
el conde don Sancho no solo los perdonó , sino les
volvió las honras y cargos de su padre ; mas ellos sin
embargo desto tornaron en breve á sus mañas y á lo
acostumbrado. Y aun sobre las desórdenes pasadas
añadieron una nueva deslealtad, que dejado el conde
don Sancho, se pasaron á don Alonso rey de León:
de los moros poca ayuda podían esperar por estar tan
revueltas sus cosas, v por Ir mudanza de tantos prín-
cipes como queda dicho. Recibiólos benignamente
don Alonso , alóles á la halda de las montañas estado
no pequeño , con que se sustentasen como señores:
pareció por algún poco tiempo estar sosegados, como
quier que á la verdad esperaban ocasión de mostrar
nueva deslealtad , según se entendió por lo que en
breve pasó de la suerte que poco después se oirá.
El rey don Alonso deseoso de ensanchar su estado
rompió por la Lusitania ; púsose sobre la ciudad de
Viseo que pretendía ganar de los moros. Avino que
cierto dia desarmado y con poco recato se llegó mu-
cho á la ciudad. Tiráronle de los adarves una saeta
con que le mataron. Los suyos por esta desgracia al-
zaron luego el cerco; y el cuerpo del difunto los
obispos que fueran á aquella guerra , le acompañaron
hasta León , y le enterraron en la iglesia de San Juan
aue él n^ismo ediGcara para poner allí los sepulcros
e sus padres. Sucedió esto el año de nuestra salva-
ción de 4028. Dejó un hijo y una hija, don Bermudo
gue le sucedió en el reino , y doña Sancha de peque-
ña edad. En aquel tiempo florecieron por santidad de
vida dos obispos Froylano do León y Atilano de Za-
mora. Froylano fue natural de Lugo , Atilano de
Tarragona. De monges de San Benito, que lo eran en
el monasterio de Moreruela no lejos ae León , los
sacaron para obispos y los consagraron en un dia.
Fue Atilano de menos edad , discípulo de Froylano,
roas igualóle en virtud, vida y milagros. Algunos á
estos varones santos los ponen mas de cien añoi an-
tes deste tiempo, nosotros seguimos lo que nos pare*
ció mas probable.
Tenia el principado de Barcelona de tiempo atrás
un hijo de don Ramón , que se decia don Berenguel,
y del nombre de su abuelo le llamaron por soore-
nombre Borello, mas conocido por su ociosidad y
poco valor , que por alguna virtud. La falta deste
príncipe , con que las cosas de los cristianos amena-
zaban ruina , reparó eu gran parte Bernardo Talla-
ferro conde de Besaiú , que hacia rostro con valor á
los moros. Y muerto él , que se ahogó ea el Rhódano
en ocasión que pasaba á Francia , suplió sus veces
Wifredo conde de Cerdada hasta alanzar los moros
de aquella comarca , que no cesaban de hacer corre-
rlas y cabalgadas en las tierras de cristianos. A la
muerte 4e don Berenguel le quedaron tres hijos don
gobierno del estado. Concarrieron á ellas todos los obispos,
abades y principales señores de sa reino, el día i de agosto
en la iglesia de Santa María, y con asistencia de los reyes,
después de una madura deliberación se hicieron 48 decretos
ó leyes asi sobre asuntos
sobre el gobierno civil y po
tableció el fuero municipa
tendieron después i todos
)erteneciente8 á la Iglesia como
ítico del estado. También se es-
de la ciudad de Leoo que se es-
os pueblos de aquel reino con el
nombre de Fuero de León , sin «nolir por ese en cuanto no
tOAlndecia el Fuero Juzgo.
cas^ak t ióit.
Ramón conde de Barcelona, don éofllen conde de
Manresa por testamento de su padre, y don Sancho
monge que fue benito.
CAPITULO Xü.
De don Bermudo el Tercero rey de León.
Don Bermudo Tercero deste nombre , aunqoeera
de posos años cuando su padre le faitó , fue alzado y
coronado por rey presentes los grandes del reino y
los obispos el año de 4028 en que falleció otrosí doa
Suncho conde de Castilla después que tuvo el gobier-
no de Castilla por espacio de veinte y 4o8 años, fia el
monasterio de Oña que edificó á su coita , como que-
da arriba diclio , cerca del altar mayor á mano ii-
quiorda se muestran tres sepulcros con sos letreros,
el uno del conde don Sancho , el otro de su mojar
doña Urraca , y el tercero de don Gírela su hijo , el
cual muorto su padre sucedió en aquel estibo. Daba
de sí grandes esperanzas por las muestras de sus
virtudes , mas todo se fué en flor por su muerte que
le dieron alevosamente dentro del primer año de su
gobierno los que menos fuera razón . y lo qcees mas
notable, en la misma alegría de sus bodas. Tenia don
García dos liermanas , doña Nuña j doña Teresa.
Doña Nuña ( á quien otros llaman Elvira y otros Ma-
yor, creo por la edad ) casó sin duda con don Sancho
rey de Navarra , y del tenia ya por este tiempo estos
hijos: don García, don Fernando y don Gonzalo.
Doña Teresa ó en vida de su padre , ó laego después
de su muerte casó con don Bermudo rey de Leos:
deste matrimonio tuvieron un hijo llamado don Al<»-
so que murió muy niño. Don García conde de Casti-
lla, aunque de poca edad ca no tenia mas do trece
años, se desposo á trueco con doña Sancha hermana
del rey don Bermudo.
Procurábase con estos parentescos que el concierto
fuese adelante, que pocos años antes se asentara
entre los príncipe» cristianos , con que parecía las
cosas comunes y particulares alzaban cabeza, y no se
turbase la paz. Señalaron la ciudad de León para ce-
lebrar estas bodas ó desposorios. Llevaba el conde
don García grande atuendo y acoropañamieoto de
gente principal así de sus vasallos, como del reino
de Navarra. El mismo rey don Sancho con sus hijos
don García y don Femando para honralle mas le
acompañaron , y coa ellos mucnedumbre de soldados
que representaban un ejército entero. Estos soldados
ganaron de camino ¿ Monzón^ castillo asentado no
lejos de Falencia; al tanto hicieron de otros pueblos
por aquella comarca, que los quitaron al conde Fer-
nán Gutiérrez, que por desprecio del nuevo y mozo
príncipe se levantara con ellos; sin embarco por ren-
dirse de su voluntad, y sin dificultad sujetarse ala
obediencia, le fue dado perdón. Hacían las jornadas
peoueñas, como era necesario por ser tanta la multi*
tUQ de gente que llevaban. Don Garete con deseo de
apresurarse por ver á su esposa dejó al rey don San-
cho en Sahagun, y él con pocos é la ligera se ade-
lantó sin algún recelo de lo que sucedió, como quien
iba á fiestas y regocyos sin sospechas de trama seme-
jante.
A los hijos de don Vela por el mismo caso pareció
aquella buena coyuntura para satisfacerse de los
agravios que pretendíanles hiciera el conde don Sac-
cbo á sin razón. Eran hombres por la larga esperieo-
cía de cosas arteros y sagaces : comunicaron su lo-
tea to con los que les parecieron mas á propósito para
ayudallesá ejecutar la traición, homores homicia*
nos , de malas mañas. Las asechanzas que se paran
eo muestra de amistad , son mas perjudiciales. Sa-
lieron á recebir entre los demás al príncipe su señor
que venía bien descuidado. Puestos los ninojos en
tierra, y pedida la mano , le hicieron la salva y reve-
reucia entre loa españolaa acostumbrada. JuntanMo-
HISTORIA UC ESPAÑA.
259
te con miiAítra de atrrepeolStnieDto lepidieron perdón.
Otro tenian «a sa pecho desleal, como eo breve lo
mostnron. ¿Qaiéa sospechara debido de aquella re*
presentación malicia y engaño? ¿qñiéa creyera que
alcanzado el perdón , no ^pretendieran recomoensar
las culpas pasadas con mayores servicios? No fae
asi, antes se apresuraron enfjecntar la maldad y
dar la mnerle á aquel príncipe, por su edad de sen-
cillo ooraiony y que por todos respetos no se recata-
ba de nadie: el tiempo las alegrías, el hospednje, el
acompañamiento, toda le aseguraba.
Salió i oir misaá la iglesia de San Salvador, cuan-
do ¿ la misma puerta de la iglesia de los traidores le
S3bresaltaron y acometieron con las espadas desnu-
das. Rodrigo ¿\ mayor de los hermanos, sin embargo
que le sacara de pila cuando le bautizaron, le dióla
primera herida como traidor y parricida malvado. Los
demás acudieron y segundaron con sus golpes hasta
acabarle. Doña Sancha antes viuda que casada, per-
dió el sentido y se desmayó con la nueva cruel de
aquel caso. Luego que volvió en sí, acudió á aquel
triste espectáculo, abrazóse con el muerto» henchía
ol cielo y la tierra de alaridos (como se deja enten-
der) de sollozos y de lágrimas: miserable mudanza
de tas cosas, pues la mayor alegría se trocó repenti-
oamente en gravísimo quebranto. Apenas la pudieron
teoer que no se hiciese enterrar juntamente con su
esposo. Depositaron el cuerpo en la iglesia de San
Jñan : después Le trasladaron al n^onasterio de
oña (1) y hoy en ambos lugares se ve su sepulcro.
Mudóse con esto el estado de las cosas, y trocóse to-
da España. Don Sancho rey de Navarra, que en los
arraiMiIes de León se estaba con sus tiendas que tenia
iefantadas á manera de reales, heredó el principado
de Castilla, cu^o título y armas de conde mudó él en
uombre y insignias reales, por donde su poder co-
menzó á ser sospechoso y poner espanto al rey de
León. Los traidores se huyeron y se metieron en
Monzón, por ventura con esperanza que Fernán Gu-
tiérrez, ofendido céntralos príncipes don García y el
rey don Sancho por las plazas que le quitaron, fácil-
mente se juntaría con ellos y aprobarla lo hecho;
pero ó que él los entregase, ó por diligencia del rey
don Sancho que los siguió por todas partes, fueron
presos y quemados: justicia con que castigaron su
detito y quedaron escarmentados los demás, y mués-
tra que los atrevimientos desleales no quedan sin cas-
tigo.
El rey don Bermudo escarmentado por la muerte
desa padre se mostraba amigo de la quietud; y por
el nuevo desastre del príncipe don Garda avisado de
la inconstancia de las cosas, volvió su ánimo y pen-
samiento al culto de la religión y á las artes de la
paz. Primeramente con deseo de reiormar lalscostum
ores del pueblo, que la libertad de los tiempos estra-
gara j por la malicia de los hombres, dio orden cómo
se hiciese justicia á todos, promulgó leyes á propósito
destOy y no con menos diligencia quitó de todo su
reino los robos y salteadores, y con la grandeza de
castigos hizo que ninguno se atreviese pecar. Con
estas obras ganó las voluntades de los naturales, y su
reino parecía florecer con ios bienes de una grande
laz. Xu es duradera la prosperidad: don Sancho r^y
íe Navarra con ambiciou fuera de tiempo la alteró
I
(I) Este monasterio de San Salvador de Oña, lo fundó
Sancho García en 1002 como dice Mariana; pero la iglesia y
claustros actaales son mas moderoofl que la fondacion ,del
mooasierio; que sin duda por ruina del antiguo se edittcó en
el sigio XV. ue aquí el contraste que se advierte á primera
vista entre la elegante^ rica y esbelta construcción del cer-
ramieato lateral de la capilla con sus lindísimos nichos, y los
sepulcros severos del infaotc don García , la reina esposa de
doQ Sancho de Navarra, el mismo monarca de Navarra y el
rey don Sancho de Castilla, cuyss urnas puede decirse que
son las primitivas.
1 por esta causa. Don Bermudo no tenia hijos; y eu-
¡ tendíase que la sucesión del reino conforme á las le^-
Íes forzosamente recaía en doña Sancha su hermana,
lecelábanse los de León que por esta via , como
suele acontecer cuando las hembras heredan, no
entrase á reinar algún principe forastero. Deseaba el
rey, deseaban los naturales acudir á este daño y pe*
ligro que amanazaba. Sintió esto don Sancho rey de
Navarra, como era fácil. Atreviéndose, engañando,
moviendo v enlazando unas guerras de otras :*ielen
los revés nacerse grandes. Una y la mas principal
causa de mover guerra es la mala codicia de mando,
poder y riquezas. Juntó pues un grueso ejército de
sus dos estados, con oue entró haciendo daño por el
reino de don Bermudo. Tomóle todo lo que poseía
pasado el rio Cea , y parecía que con el progreso
próspero de las victorias sojuzgaría toda la provincia
y tierras de León.
Don Bermudo kvisado por estos daños, y á persua-
sión de los grandes, que querían mas la paz que la
guerra, se inclinó á concierto y pleitesía. Las condi-
ciones fueron estas: doña Sancha case con don Fer-
nando hijo segundo del rey de Navarra: désele en
dote de presente todo lo que en aquella guerra que-
daba ganado; paraadelante quede suesposa nombrada
Í>or sucesora en el reino. Partido desventajado para
os leoneses, pero de que en toda España resultó una
Íiaz muy firme entre todos los cristianos, y casi todo
o que en ella poseían, vino á poder y señorío de una
fitmílía. Demás desto (cosa notable) en un mismo
tiempo los dos [señoríos el de Castilla y el de León re-
cayeron en hembras, y por el mismo caso en mando
y gobierno de estrenos: accidente y cosa que to^os
suelen aborrecer asaz, pero diversas veces antes des-
te tiempo vista y usaoa en el reino de León; sí daño-
sa , si saludable , no es deste )ugar disputallo ni
determinallo. A la verdad muchas naciones del mun-
do fuera de España nunca la recibieron ni aprobaron
de todo punto.
CAPITULO XIIL
De don Sancho el Mayor rey de Navarra.
EaA don Sancho hombre de buenos años, cuando
bobo para si el señorío de Castilla, y á su hijo don
Fernando abrió camino p&ra suceder en el reino de
León. Las cosas que hizo en toda su vida muy escla-
recidas ^ no solo le dieron renombre de don Sancho el
Mayor, sino también vulgarmente le llamaron empe-
rador de España, como acostumbra elpueblosin muy
grande ocasión adular á sus príncipes, y dalles títu-
los soberanos. Puso su asiento y morada en la ciudad
de Najara por estar á las fronteras y rayas de Castilla
y de Navarra. Cuidaba del gobierno de sus estados y
de las cosas de la paz, mas de manera que nunca se
olvidaba de la guerra. Lo primero moviócon sus gen-
tes contra los moros, que por estar alborotados con
discordias entre sí podían mas fácilmente recibir da-
ño. Tenia soldados viejos y provisiones apercebidas
de antes. Las talas y daños que hizo, fueron muy
grandes sin parar hasta llegar á Córdoba, ninguno
e los moros se atrevió á salirle al encuentro. Pero al
mismo tiempo que el rey ponia con la guerra espan-
to, destruía y saqueaba pueblos, campos y castillos;
una desgracia que sucedió en su casa, le hizo dejar
la empresa.
El caso pasó desta manera (2). Guando se iba d la
Suerra encomendó á la reina grandemente un catm-
0 , el mejor y mas castizo que tenia ; que en aquel
tiempo ninguna cosa mas estimaban ios españoles
que sus caballos y armas. Don García hijo mayor del
rey pidió á su madre la reina le diese aquel caballo.
(2) Se tiene esto entre los eruditos por un cuento ri-
dículo.
UILinrtCjt DI GUPAR T UIG.
EsUbn |Kira coDleDUllc, ni do que le tvitó Pedro
' SesH, hombre noble y CKballerizo iDijor, que el ray
recibiría dello peeadumbra. Dan Gircfa como fuera
daii por haberle negado lo que pedia, su por creer
de Tena que no sin causa las palabras de Pedro Sel-
la podiaa toes god la reina que su demioda, 6 falsa-
meóle j con d^sM de Tengarae delerminfi acniar á
in madre de adulterio. La proMcucion deito no la
trató coa idiota de oíozo, auies pare dar maiiKtler
•I iieebo roanowrDeate convidó y atrajo á don Fer-
nando w liermaoo pan que le ayudase en aquella
empresa. ParecMIe i don Femando al principie in-
pío aquelintenio y desatinado: deipneíoe tal na«n
disimald COR aquel enredo, qn* eon jonmeolo pro-
metió de estar i la mira sin alimaña á nisgoM de
las partes.
La acusación de don Garda alteró gnndemeotasl
ánimo del rey tueito que cupo lo qoe peiebi. AcudM
á 10 reino. Estrañaba macM le qne «rf^abín á It
reina. HoTÍale por una parte su conocida bonettidMl,
y ta buena fama que siempre tom: por otra parte ao
podia pensar que so b^ sin Uuer grandes fnndi>
EiMtnnicDto J«l caa4c doa Glrcii d« CiiilUí ) ilganai pjrlDiilii.
meatos se Itobiese empeñado en acuella demanda.
Don Pemendo preguntado de lo que sentía, cod sn
respuesta dndmilepuw en mayor cuidada. Llegó el
neRocio i ((De la reina rae puesla en prisión en el
castillo de m^ra. Pareció que se IraUse aquel ne-
gocio por ser tan grave en una junU de la nobleza y
díelos ^ndes. Salió por decreto qne si no háblese
llguQO qne por las armas biciew campo en defensa
de l| honestidad dfl la reina^ pasase ella por la peoa
del fuego y Ta quemesen. Tenia el rey un m]o bastnr-
do Mimado don Ramiro, habido en una mqjer noble
de Navarra, qneuDiillimaQtJrracaí otros Gaya. Este
porcompasioD que tenia i la reina, y pOr liab-jr olido
la malicia de don García, rieptó que se usalia entoa-
cei entre los españoles, y salió i hacer campo coa
don Garcia pira volver por la honra de li reina contra
lo calumnia que i u) inocencia se nrdia. Gran mil
para el rey por cualquiera de las parles qne quedase
la victoria. Acudió üios i la mayor necesidad, qoe
un hombre santo con sn diligencia y buena miña
atajd el daño y deshizo la maraña con sus amoDcsti-
cionei COD qne puso ea rszon 1 los doi herminiK.
Dedales que la afrenta de la reina no solo tacaba i
ella, sino al rey, í ellos, y á toda España: roinsoí
qne en acusar a m madre (la cual cuando «ituvi«n
culpada, debieran defender y cubrir) no incurriera
en la ira de Dios y provocasen contra si los gravísi-
mos castigos quesemejantesimpíededes mereceD.
Con esta y otras razones los trajo á tal estado, qDf
primera confesáronla maraña, después postrtdMí
los plés de su padre le pldieroa perdón. Respondió el
rey que tan grande delito no era de perdonar, si pri-
mero no aplacasea á la reina. > Asi (dice) ¿tan gm
nraaldad contra nos y tal afrenta contra nues'Ji ciu
BISTOBIA DK
nreal Os aftrevUleis á concebir en vuestros ánimos y
niatentar , roclos hijos j perversos? si sois dignos
»deste nombre los que amaocillastes con tan gran
xmaocha nuestro linaje y casa. Fuera justo defender
m vuestra madre, aunque estuviera culpada, y cu-
»brir la torpeza aunque manifiesta , con vuestra vida
»y sangre; pues que será, cuan grave maldad im-
»putar á la inocente un delito tan torpe? Perdonad
»santos del ci^lo tan grande locura. En este pecado-
ose encierran todas las maldades, impiedad, cruel-
ud^d , y traición : contentaos con algún castigo tole-
»rable. Perdonen los hombres : en un delito todos,
»grandes , pequeños y medianos han sido ofendidos.
)>Las naciones estranas do llegare la fama desta men-
Agua, DO iuzguen de nuestras costumbres por un
ficaso tan' feo y atroz. Perdonad compañía muy santa
DQO roas á loa hijos que al padre. No puedo tener las
))lágrimaSy y apenas irme á la mano para no daros la
Bmuerte , y con ella mostrar al mundo cómo se de-
»ben honrar los padres. Mas en mienojo y saña quiero
otener mas cuenta con lo que es razón que yo haga,
nque con lot que vos merecéis , y no cometer por
Bdonde el primer llanto sea ocasión de nuevas légri-
»nM8 y danos. Dése esto á la edad, dése á vuestra
nlocura. El mucho regalo don García te ba estragado
»para que siendo el primero en la traición , metieses
ȇ tu hermano en el mismo lazo. No quiero al presen-
»te castigaros, ni para adelante os perdono. Todo lo
«remito al juicio y parecer de vuestra madre. Lo que
»fuere su voluntad y merced , eso se haga y no al;
uyo mismo de mi facilidad y credulidad le pediré per-
»lion con todo cuidado.»
Desta manera fueron los hijos despedidos del pa-
dre. La reina vencida por los ruegos de los grandes,
y ablandada por las lágrimas de sus hijos se dice les
dio el pordon á tal que á don Ramiro en premio de
su trabajo y de su lealtad y valor le diesen el reino de
Aragón ; en quien la falta del nacimiento suplía la
ventilada virtud y su piedad. Don García que fue la
principal causa y atizador desta tragedia, fuese to
privado del señorío materno que por leyes y juro de
heredad se le debia. Vico en lo uno y en lo otro el
rey don Sancho su padre , para que se hiciese todo
como la reina lo deseaba. Algunos ponen en duda
esta narración, y creen antes que la división de los
estados se hizo por testamento y voluntad del rey
don Sancho : ejemplo que don Fernando su hijo asi-
mismo imitó adelante , que repartió entre sus hijos
sus reinos. A la verdad ni lo uno ni lo otro se puede
bastantemente averiguar , si bien nos parece tiene
color de invención. Sea lo que fuere , á lo menos si
asi fue, sucedió algunos años antes deste en que va-
mos. De don García otrosí se reüere que sea por
alcanzar perdón de su pecado , ó por voto que tenia
becboy se partió para Roma, á visitar los Lugares
Santos.
CAPITULO XIV.
De la muerte del rey don Sancho.
CsTABAfi las cosas en el estado que queda dicho; y
concluido el desasosiego de que se ha tratado, el
rey don Sancho en el tiempo siguiente volvió su áni-
mo al celo de la religión , y deseo que fuese su culto
aumentado. Era en aquella ^azon famoso el monas-
terio de los monges de Cluñí que está situado en
Borgoña , como en el que se reformara con leyes mas
severas la religión de San Benito que por causa de
los tiempos se habia rebajado. Para que el fruto fuese
mayor, desde alH enviaban colonias y poblaciones á
diversas partes de Francia y de España , en que edi-
ficaban diversos con ven to9. £1 rey don Sancho movido
por Ja fama desta gente los hizo venir al monasterio
de San Salvador de Leyre, antiguamente edificado
por la liberalidad de sus predecesores los reyes de
E&PA.XA. tñí
Navarra. Lo mismo hizo en el monasterio Je Oña, c»
las monjas que en él vivían, pasó al pueblo do Bailen,
y en su lugar puso monges ae Cluñi. El .primer abad
deste monasterio fue uno llamado García , que con
los otros monges vino de Francia. Después de García
Iñigo de la vida solitaria, que hacia en los montes de
Aragón , el rey le sacó y torzó á tomar el cargo de
aquel nuevo monasterio. Su virtud fue tal que des-
pués de muerto aquellos monges de Oña le honraron
con fiesta cada año, y le hicieron poner en el núme-
ro de los santos. El monasterio de San Juan de la
Peña, que dijimos está cerca de Jaca, famoso por los
sepulcros de los antiguos reyes de Sobrarve, fue
también entregado á los mismos monges de Cluñi
para que morasen en él ; y porque no fuese necesario
nacer venir de Francia tanta muchedumbre de noon-
ges como era menester para poblar tantos monas-
terios , el rey con su providencia envió á Francia
á Paterno sacerdote y doce compañeros para que
acostumbrados y amaestrados á la manera de vida
del monasterio de Cluñi , y cultivados con aquellas
leyes; trajesen á España aquella forma de ins-
tituto.
No pararon en esto los pensamientos deste buen
principe , antes considerando que por la revuelta de
los tiempos hombres seglares por ser poderosos se
entraron en los derechos y posesiones de las iglesias,
las puso en su libertad. Hállase un privilegio del rey
don Sancho en que con aulorídad de Juan XiX pon-
tífice romano dio poder á los monges de Leyre el año
de nuestra salvación (i) de i 032 para elegir en aquel
monasterio el obispo de Pamplona. Las ordinarias
correrías de los moros y el peligro forzaron á^ue los
obispos de Pamplona pasasen su silla al dicho monas-
terio de Leyre por estar puesto entre las cumbres
de los Pirineos, y por el consiguiente ser mas segura
morada que la de la ciudad. Al presente con la paz
de que gozaban por el esfuerzo y buena dicha del
rey don Sancho se tuvo en Pamplona un concilio de
obispos sobre el caso. Juntáronse estos prelados,
Poncio arzobispo de Oviedo , los obispos García de
Najara, Ñuño de Álava, Arnulpho de Ribagorza,
Sancho de Aragón, es ó saber de Jaca , Juliano dt>
Castilla, es á saber de Auca. En este concilio lo pri-
mero de que se trató , fue de la pretensión de don
fray Sancho , abad que era de Leire y juntamenie
obispo de Pamplona , que por tener gran cabida con
el rey causada de que fue su maestro, procuraba se
restituyese la antigua silla al obispo de Pamplona, y
volviese á residir en la ciudad. Dilatóse por entonces
su pretensión: que ordinariamente los hombres quie-
ren perseverar en las costumbres antiguas , y las
nuevas como se desechan de todos dificultosamente
se reciben y mal se pueden encaminar; mos en tiempo
de su sucesor don Pedro de Roda se puso esto que
se pretendía en ejecución.
A lo último de su vida hizo el* rey que se reedifi-
case la ciudad de Palencia por una ocasión no muy
f grande. Estaba de años atrás por tierra á causa de
as guerras : solo quedaban algunos paredones, mon-
tones de piedras y rastros de los edificios que allí bo-
bo antiguamente , demás desto un templo muy viejo
y grosero con advocación de San Antolin. El rey don
Sancho cuando no teuiaen qué entender, acostum-
braba ocuparse en la caza por no parecer que co
hacia nuda , demás que el ejercicio de montería es ú
propósito para la salud y para hacerse los hombres
diestros en las armas. Sucedió cierto día que en
aquellos lugares fue en seguimiento de un javali,
tanto que llegó hasta el mismo templo á que la fiera
( 1 ) Tal vez el 3 está por equivocación antepuesto al 2,
pues ef te privilegio corresponde al ano iC23. Por el se ve
que el rey elegía el obispo de Pamplona , y ios obispos apro-
baban la elección.
262
BIBLIOTECA DB GASPAR T ROtG.
se recogió por servir ea acuella soJedad de albergo y
morada de fieras. El rey sin tener respeto á la santi-
dad y devoción del higar pretendía con el venablo
heriiie sin mirar que estaba cerca del altar, cuando
acaso echó de ver que el brazo de repente se le había
entumecido j faltádole las fuerzas. Entendió que era
castigo de Dios por el poco respeto que tuvo al lugar
santo , y movido deste escrúpulo y temor invocó con
humildad la ayuda de San Antolin: pidió perdón de
la culpa que por ignorancia cometieni. Oyó el Santo
sus clamores , sintió á la hora gue el brazo volvió .en
su primera fuerza y vigor, movido otrosí del milagro
acordó desmontar el bosque y los matonales á pro-
pósito de edificar de nuevo la ciudad , levantar las
murallas y las casas particulares. Lo mismo se hizo
del templo que le fabricaron magníficamente, con su
obispo para el gobierno y cuidado de aquella nueva
ciudfad, parece que escribo tragedias j fábulas: á la
verdad en las mismas historias y corónicas de España
se cuentan muchas cosas deste jaez no como fingidas,
sino como verdaderas; de las cuales no hay para que
disputar , ni aproballas ni desechallas , el lector por
sí mismo las podrá quílatar y dar el crédito que me-
rece cada cual.
Concluyamos con este rey con decir que acabadas
tantas cosas en guerra y en paz , ganó para sí gran
renombre para sus descendientes estados muy gran-
des. Sus hechos ilustran grandemente su nombre , y
mucho mas la gravedad eu sus acciones , la constan-
cia y grandeza de áaimo , la bondad y escelencia en
todo género de virtudes. El fin de la vida fue desgra-
ciado y trisle ; camino de Oviedo donde iba con deseo
de visitar los sagrados cuerpos de los santos, por cu-
>o respeto y con cuya posesión aquella ciudad siem-
pre se ha tenido por muy devota y llena de magostad,
fue muerto con asechanzas queje pararon en el ca-
mino (I) : quien fuese el matador ni se refiere en las
historias, ni aun por ventura entonces se pudo saber,
ni averiguar. Sospéchase que algún príncipe de los
machos que envidiaban su felicidad, le hizo poner la
celada. Su cuerpo enterraron en Oviedo, las exequias
le hicieron según la costumbre magníficamente. Pa-
sados algunos años por mandado de su hijo don Fer-
nando rey de Castilla le trasladaron á León y sepul-
taron en la iglesia de San Isidoro. La letra de su
sepulcro dice:
AQUr TACE «AÜCHO RET DB LOS H0!f TES
PIRINEOS T DB.TOLOSA, VARÓN CATÓLI-
CO T POR LA IGLESIA.
Letra harto notable. Fue muerto á diez y ocho de
octubre año de nuestra salvación de i 035. Dejó á sus
hijos grandes contiendas y al reino materia ae gran-
des males por la división sin propósito que entre ellos
hizo de sus estados, como ordinariamente los peca-
dos y desórdenes de los principes suelen redundar
en perjuicio del pueblo y pagarse con daño de sus
vasallos.
LIBRO NONO.
CAPITULO I.
pcl estado de las cosas de España.
Los temporales que se siguieron turbios y alboro-
tados, sus calamidades y desgracias , y las guerras
crueles que se emprendieron entre los,que eran deu-
dos y hermanos , serán bastante aviso para los que
(i I Asila peregrinacioQ de don Sancho para visitar el
templo de Oviedo como su muerte á traición se tiene por ana
fábula mas digna de ser despreciada que refutada , pues nin-
gún escritor anticuo habla de ella. Todos convienen en que
murió lleno de auos y de paz.
I vinieren delante cuánto importa que el reino, enfs^
I pecial cuando es pequeño y su distrito no es ancho,
no se divida en muchas 'partes ni entre divnsos
herederos. Buen recuerdo y doctrina saludable se
que la naturaleza del señorío y del mando no sufre
compañía, y que la ambiciones un vicio desapode-
rado , cruel, sospechoso , desasosegado,. que ni por
respeto de amistad ni de parentesco por estrecho
que sea, se enfrena para no revolver y trastornar lo
alto con lo bajo. No hay gente en el mando ol tan
avisada y política , ni tan fiera y áalvaje,. <|ae no eo-
tienda y confiese ser verdad lo que se ha dicho : y sb
embargo vemos que muchos olvidados desto y venei-
dos del amor de padres , ó movidos de otras coasíde-
raciones y recatos sin propósito , dividieron á sa
muerte entre muchos sus estados ; en lo caal haber
errado grandemente los tristes y desastrados soeesos
que por ésta causa resultaron , Jo roostranm bastan-
temente ; y todavía los que adelante sucedieroo no
dudaron de imitar en este yerro á sus antepasados.
Cs así que muchas veces las opiniones caídas y olvi-
dadas se levantan y prevalecen , y los hombres de
oi'dinario tienen esta mala condición de juzgar y te-
ner por mejor lo pasado que lo presente , adonás que
cada cual demasiadamente se fia de sus esperanzas,
y halla razones para aprobar lo que desea. Esto le
aconteció al rey don Sancho, cuya vida y hechos
quedan relatados en el libro pasado.
Estaba la cristiandad cuan anchamente se estendía
en España casi toda reducida y puesta de bajo del man-
do de un príncipe : merced grande y providencia del
cielo para que el señorío délos moros que de sf mis-
mo se despeñaba en su perdición , con las fuerzas de
todos los cristianos juntas en uno se desarraigase de
todo punto en España. Pero desbarató estos inten-
tos la división que este rey hizo entre sus biios y
herederos de todos sus estados : acuerdo perjudicial
y errado. Entramos en una nueva selva oe cosas; y
la narración de aquí adelante irá algo mas esteodidd
que hasta aqui. Por esto será bien en primer lugar
relatar el estado en que Esnaña y sus cosas se halla-
ban después de la muerte oel ya dicho rey don San-
cho. Dividió sus reinos entre sus hijos en esta forma:
don García el hijo mayor llevó lo de Navarra , y el
ducado de Vizcaya con todo lo que hay desde la ciu-
dad de Najara hasta los montes Doca : á don Fernan-
do (lijo segundo dieron en vida su padre y madre
doña Nuña á Castilla , trocado el nombre de conde
que antes solia tener aquel estado , en apellido de
rey : á don Gonzalo el menor de los tres hermanos-
legítimos cupieron Sobrarvey Ribagorza con Im
castillos de Loharrí y San Emeterio : á don Ramiro
hijo fuera de matrimonio , aunque de madre princi-
pal y noble; dio su padre el reino de Aragón fuera de
algunos castilbs que quedaron en aquella parte en
poder de don García ; y se le adjudicaron en la parti-
ción : traza enderezada á que los hermanos estuvie-
sen trabados entre sí , y por esta forma se conserva-
sen en paz. .Todos se llamaron reyes , y usaban de
corte y aparato real , de que resultaron guerras per-
judiciales y sangrientas. Cada cual ponía los ojos en
la grandeza de su padre , v pretendían en todo igua-
larle. Llevaban otrosí mal quo lo$ términos de sus
estados fuesen tRn cortos y limitados.
En León reinaba á la misma $azon don Bermodo,
Tercero deste nombre , cuñado de don Fernando ^ ya
rey de Castilla. En el reino de León se comprendían
las provincias de Galicia y de Portugal, y parte de
Castilla la Vieja basta el río de Pisuerga. Conde tln
Barcelona era don Ramón por sobrenombre el Viejo,
falleció el mismo año que el rey don Sancho , que se
contaba de nuestra salvación i 035. Sucedióle don
Berenguel Borello su hijo sunque per^ueno de cuer-
po , eu ánimo y esfuerzo no menos señalado que su<
antepasados. A lu verdad ganó por las armas á Miíl-
MláTOaiA DF. ESPAÑA. '
!263
raüi y otro pueblo ipie Uaman Prados del rey Galafre:
ganó otrosí y hizo que volviesen á poder de cristia-
uos Tarragona y Cervera , demás de otros pueblos
comarcanos , que por negligencia de su padre , ó por
DO poder mas se perdieron los años pasados. Machos
señores moros que tenían sus estados por aquellas
partes , los sujetó con las arinos y forzó á que le pa-
gasen parías. Casó con dos mujeres : la una se llamó
Radalmurí. la otra Almodi. Déla primera tuvo dos !
hips, don Pedro y tlou Bereoguel: la segunda parió í
á don Ramón Bereoguel: que se llamó co^e^sa it esr
topa por causa de los cabellos espesos , blandos y ru-
bios que tenia. Este era el estado y disposición en
que se hallaban por este tiempo las cosas de los cris-
tíaooft en España.
Los reinos de los moros ( como de suso se dijo )
erap tantos en número cuantas Ihs ciudades princi-
pies que poseían. El reino de Córdoba todavía se
adelantaba á los deicás eo autoridad y fuerzas por
ser el mas antiguo y mas estendido , si bien los ban-
dos domésticos y alborotos le traían puesto eo ba-
lanzas. El segundo lugar tenia el de Sevilla : luego
Toledo y Zaragoza 9 Huesca sin otros reyezuelos mo-
ros , eo fuerzas , riquezas y valor de menor cuenta
que los demás, y que fácilmente los pudieran atre-
pellar y derribar , si los nuestros se juntaran para
«cometellos y cooquistailos. Las discordias que de
repente y sin propósito resultaron entre los prínci-
pes» dado que eran hermanos y deudos , estorbaron
que DO se tcnase esUi empresa tan santa. Don Gar-
cía , rey de Navarra , por voto que tenia hecho dello,
ó sea por alcanzar perdón del pecado que cometió en
Hcosar falsamente (como está dicho) á su madre , era
ido á Roma á la sazón aaesu padre falleció, á visitar
las iglesias de San Pedro y San Pablo, según que lo
acostumbraban los cristianos de aquel tiempo. I)im
Ramiro su hermano quiso aprovecharse de aquella
ocasión de la ausencia -de don García para acrecentar
»u estado, que en materia de reinar ningún paren-
tesco , ni ley divina ni humana puede bastantemente
asegurar. Para salir con su intento puso liga y amis-
tad coo los reyes de Zaragoza , Huesca , Tüdela , si
bien eran moros : juntó con ellos sus fuerzas ; rom-
pió por las tierras de Navarra , y en ella puso sitio
sobre Tafalla., villa principal en aquellas partes. Su-
eodió que el rey don García volvió á la sazón de su
romería y y avisado de lo que pasaba , con golpe de
gente que juntó arrebaudamente do los suyos, -dio
•te sobresalto sobre su hermano y su hueste con tal
ímpetu y furia que le hizo huir de todo su reino de
Aragón sin parar hasta Sobrarve y Ribagorza. El so-
bresalto fue tal , y la priesa de huir tan arrebatada,
que le fue forzado saltar en un caballo que halló á
mano sin freno y sin silla , por escapar de la muerte
y salvarse. Principios fueron estos de grandes revuel-
tas y desmanes que se siguieror^ adelante.
1^4 del reino de León oo estaban bien c jn el rey
de Castilla don Peruando. Los cortesanos , falsos y
engañosos aduladores, aue ni son buenos para la paz
ni para la guerra , atizaban contra ¿1 al rey don Ber-
mudo. El de suyo se mostraba lastimado , así bien
por la mengua de haberle tomado su hermana por
majer contra su voluntad , como por el menoscabo
de «u reino por la partd que conquistaron los revés
don Saacho y don Fernando padre y hijo , y los de-
saguisados que en aquella guerra le hicieron , seg[un
queda arriba declarado. Ofrecíase buena ocasión
para satisfacerse destos agravios por la discordia que
comenzaba entre los hermanos , en especial por ser
flacas las fuerzas del rey don Fernando y su estado
no muy grande: acordó pues de juntar su gente , sa-
Ké é k fFoerra, y acometió las fronteras de Gastl-
Ua. Don Fernando avisado del peligro que sus cosas
corrían, llamó en su socorro á su hermano don Gar-
cía , rey mas poderoso que los demás por el grande
estado que alcanzaba , y que de nuevo estaba ufano
y pujante por la victoríu que ganó contra don Ramiro
su hermano ; vino por ende de bueña gana en lo que
don Fernando le pedía. Juntaron las fuerzas, mar-
charon con sus huestes en busca del enemigo , y á
vista suya asentaron «us reales á la ribera del rio
Carrion en el valle de Tamaron , y cerca de un pue-
blo llamado Lantada. Tenían grande gana de pelear;
ordenaron las haces por la una y por la otra parte , la
batalla fue reñida y sangrieota , muchos de los unos
y de los otros quedaron tendidos en el campo.
En lo mas recio de la pelea don Bermudo conGddo
en su edad , que era mozo , y en la destreza que tenía
en las armas grande, y en su caballo que era muy
castizo , y le llamaban, por nombre Pela vuelo , con
grande denuedo rompió p'^r los escuadrones de ios
contrarios en busca de dod Fernanio con intento de
pelear coo él , sin miedo alguno del peligro tan claro
en que se ponía ; en esta demanda le hirieron de un
bote de lanza de que cayó muerto del caballo. Con su
muerte se puso 6n á so reino, y juntamenteá la guer-
ra á causa que don Fernando , ganada la victoria,
se entró por el reino de León que por derecho le
venia , para apoderarse de él , de sus oastillosy ciu-
dades: cosa muy fácil por estar los ánimos de aque-^
l!a gente amedrentados y cobardes por la muerte de
m rey v la pérdida tan fresca , si bien por el común
afecto de todas las naciones iiborrecian el gobierno y
mando e;ctraojero , por donde y mas por obedecer á
su rey tomaran primero la^ armas y de presente pre-
tendían hacer resistencia á los vencedores. La osadía
y ánimo sin fuerzas poco presta. Cerraron pues los
de León al principio las puertas de su ciudad al ejér-
cito victorioso que acudió sin tardanza ; mas como
quier «que no estuviese reparada después aue los mo-
ros abatieron sus murallas, ni tuvfpse soMados, mu-
niciones, almacén y bastimentos para sufrir el cerco
á la larga , mudados luego de parecer acordaron de
rendirse. Llevaron los ciudadanos al rey con mues-
tra de grande alegría á la iglesia de Santa Haría de
Regla, donde á voz de pregonero alzaron los estan-
dartes por él y le coronaron por su rey. Hizo la cere-
monia don Servando , obispo de León , que fue el
año de Cristo de 1038. Reioó don Femando eo León
veinte y ocho años , seis meses y doce días; en Cas-
tilla otros doce años mas, parte dallos en vfida de su
padre , parte después de sus dias. Era entonces Cas-
tilla de estrechos términos , fiero de cielo sano , tem-
plado y agradable: la campiña fresca , y en todo gé-
nero de esquilmos abundante.
CAPITULO n.
De las gaerras que hizo el rey don Fernando contra los
moros.
Cok el nuevo reino que se juntó al rey don Fernan-
do , se hizo el mas poderoso rey da los que á la sazón
eran en España. Con la grandeza y poder igualaba el
grande celo que este prinoípe tenia de aumentar la
Religión Cristiana , demás de los muchas y muy gran-
des virtudes en que fue'muy acabado ; y en la gloria
militar tan señalado , que por está causa cerca del
pueblo ganó renombre de Grande , como se ve por
las historias y memorias antiguas de aquel tiempo,
en que el favor , ó sea adulación de la |(eute pasó tan
adelante que le llamaron emperador ó igual á empe-
rador. Fue otrosí dichoso por la sucesión que tuvo de
muchos hijos y hijas. La primera que le nació antes
de ser rey , fue dona Urraca, después della don San-
cho que le sucedió en sus reinos , luego doña El-
vira que casó adelante con el conde de Cabra , demás
destos don Alonso en quien después vino á parar to-
do , y don García el menor de sus hermanos , todos
nacidos de un matrimonio. De cuya crianza tuvo el
cuidado que era razón . que los hijos en su tierna
94 1 BIBLIOTECA DE
edad fueun amustridas j anwñidos eo todo e^aero
de virtud, bueaa critnia y apostura, las hijas »e
críusea en toda cristiandad y en ios demás ejercicios
que á mujeres pertenecen. Gozaba en su reino de
una paz muy sosegada , las cosas del gobierno lag te-
nia muy asentadas; mas por no estar- ocioso acordó
faacer guerra á los moros. Parecíale que por ningún
camino se podía mas acreditar con la geute Di agra-
dar mas i Dios que coo volver sos Tuerzas á aquella
guerra sagrada.
Los moros que liabitabaa bácia aquella parte que
hoy llamamos Portugal , se tendían faraameate á las
riberas del rio Duero; por donde aquella comarca se
llamó entonces gstremadura, y de allí con el tiempo
pasú aquel apellido i aquella parle de la antigua Lu-
sitania que cae entre tos ríos Guadiana y Tajo, y
hasta hoy conserva aquel nombre. Caíanle aquellos
moros mas cerca que los demás, y por esta causa au-
roeotado que bobo su ejército coa nuevas levas de
soldados , marchó contra los que acostumbraban á
faacer cabalgadas y grande estrago en las lierras de
los cristianos , y á la sazón con una grande entrada
que hicieron, robaron muchos hombres ygauados.
Diese el rey tan buena maña , y siguió los contrarios
con tanta diligencia, que vencidos y maltratados les
quitó lo primero la presa que llevaban, después alen-
tado coo tan buen principio pasó adelante. Dio al
gasto á los campos de Uírida y Badajoz sin perdonar
á cosa alguna que se le pusiese adelante : los ganados
y cautivos que tomó, fueron muchos; ganJ otrosí
dos pueblos llamados el uno Sena, y el otro Gani.
Dentro de lo que hoy es Portugal , rindió la ciudad
de Viseo con cerco muy apretado que le puso , si bien
los moros que dentro tenia , pelearon valerosa y es-
forzadamente como los que en el último aprieto y
peligro se hallaban. La toma desta ciudad dio mocho
contento al rey no solo por lo que en ella se interesa-
ba , que era pueblo tan principal , sino porqtM btíbo
á las manos el moro, de quien se dijo arriba que mató
al rey don Alonso su suegro con una saeta que lo tiró
desde el adarve ; la cual muorle el rey vengó vm du-
la al matador después que le cacaron loa ojos , y le
cortaron las manos y un pié , que fue género de
castigo muy ejemplar.
En la prosecución desta guerra sexauartMi asimis-
mo de los moros los castillos de San Hartia y de Ta-
rauzo. Cae curca de aquella comarca la iglesia del
apóstol Santiago , patrón y amparo de España , cayo
favor muchas veces es peri mentaran los-nuestros on
las batallas. Acordó el rey de ir á visitalla para hacer
en ella sos rogativas , cumplir los votos que tenia he-
chos , y hacer otrod de nuevo para suplicarle do alzase
la roano del socorro coo que la asistía , y no se le tro-
cee aquella prosperidad y buena andanut, ni si le .
añublase, ca tenia delerftiioado de no parar v repo
sar hasta tanto que desterrase en Eipaña aquella ser
ti malvada de los moros. Esto pasaba el año segunda
después que se apoderó del reino de León. El siguien-
te que se cantaba da Cristo 1010, tornó de nuevo
con maynr ánimo y brío á la guerra. Puso cerco sobre
la ciudad de Coimbra, y aunque condilicült^id, al Tm
la ganó por entrega que los moros leijicieron cou tal
solameute que Ijs concediese las vidas. Los trabajos
hrgos del cerco , falta de viluallas y almacén les forzó
á tomar este acuerdo. Algunos dicen que el cerco
duró por espacio de siete años; pero es yerro , que
00 fueron sino siete meses , y por descuida mudaron
en años et número de los meses. Era en aquel tiempo
aquella ciudad de las mas nobles y señaladas que te-
nia Portugal ; al presente tui nuestros tiempos !a
ennoblecen muciio mas los estudios de todas las artes
y ciencias que con muy gruesos salarios fundó el rey
don Juau el III de forto^I para que fuese uaa de Us
universidades mas priocipales de España. Los mon-
ees de un monasterio que se decía LormiQo, se re-
fiere ayudaron mucho al rey don Fernando pura pro-
seguir este cerco cou vítuallus que le dieron , lus que
con el tfabajo de sus manos teman recogiilas en can-
tidad sin que los moros eo cuyo distrito moraban , lo
supiesen: no se sabe que gratificación (I) les hizo el
rey por este servicio, pero sin duda debió de ser
grande.
Con la toma desta ciudad los términos del reino de
León se estendieron hasta el río Uond^gi , que pasa
por ella y riega sus campos, y en latín se llama Hon-
da. Puso el rey por gobernador de Coimbra , de los
pueblos y castillos que se ganaron en aquella comar
ca, un varón principal por nombre Sisnando. que
era muy ¡ntdigente de lus cosas de los moros de sus
fuerzas y maueru de pelear i causa que en otro tiem-
po sirvió i Bjnabel rey de Sivüla en la guerra que
Itacía á los cristianos que moraban en Portugal : tales
eran las costumbres de aquellos tiempos. Hieatras
duraba el cerco de Coimbra . uo obispo griego por
nombre Eíteban, según en el libro del papa Calislo II
se refiere, que viniera á visitar la iglesia de Santiago,
(i) Por una eacrilnn de donación de It en tlOl. (lOM
de J. C. )coii>U quael rer, fara recooopeanreíios terviríM
lea díA ana ÍRletii dcalro de Caimbra, roDSrmá laa ddurio-
ne> de lut pn:de<^ewreí , y les diá diet mirroi dt piala ccn
ileilinoi iiaa rnii pin e\ senidudcla ifilesu.
uredo lia
-- <heirqMiiiBChu*6cu«l ApAitslenlo
da lu lurtaltai m imtocís j ayudaba i lo«
críttiaaotdljo.'Statiígaiio faatoUada tiiwpwoi-
dor. BM»di|o il:-la oactoaiRuiMiteniaiitrotaaaoi
cano d mitme apóstol ayMlalw á lo* crUtiasot que
aaUbaa lobi» Coñahra para oue tomasea aquella
.ciodad. Aferiguéae ouejiJa luaina hora que uptí
riiiapo vio aquella viuao se toBÓ li ciudad de Coim-
bn:eoiiqtiee(0leMif loideináaquedarafl satisfe-
dios qna el m&o fue racdadero ; do raiio. El ray
dado que bobo aaiealo en tudas lu cosía, acudid de
Duero i núUr la igleaiu de Sflotiago , j dalle parle
da Isa rifueaia j preaa que od la guerra se gautroii,
en reoonodmieolo de hú atsrMdes reoehidas, y por
prenda de ki que pan adelaute esperaba por au uioi
, alcaniar.
Cuocluído con esta tisíU, y derocioü , dio la ToeJU
pan visitar i manera de triuoladúr las ""i^ifWii de
sua NJBos de (dSliUa y de Uao. Daba an lodaa partas
¡ isPAft«. f 2Mí
ssiaBb>eiila»Msa»Astg«Uiraf^>.TÍafMMao,T«-
cogb de ine Tasallos sutuidioe y ayudaí para la
guerra que el año lisiúeate preiendiabacercoo ma-
yor diligonda coairalos monw qu» morsbia detcui-
dadosálas ríberaadel rio Ebro, y lübU eran ricos da
mucho ganado que robaran í los criitjsuos. Tocaba
esta oooaulita y perteneúa mas prapiamenie i los
reyes de Nnfarra j Aragiu^mu la guerra qua entre
il se baciau au|y brava, n« lea daba lugar A cuidar
de otra cota alguaa. Dan Ramiro acreceiUd por este
tiempo su reino con los eatadoa dej^brarva y Rib»-
gorza en qua sucediú por muerte du su liermano don
Geoialo. AJguuos por escrituras BDtúuai aue para
ellD cuta, preLeudea que don Gooialotelleciú en vida
de su gadre ti), «trafique uoolleaudoRamanetode
Gascuña en una lalagarda aua la arma Junto i la
puanlfi de Montclus, te dio la muerta volviendo de
casa; lo cierto e« que enterraron su cuerpo en Ifi
iglesia ia Sao Viooriaoo,
•CidiiTe prMulosil tn Sis NS>*ee csrtn»:
El r^ don Ramiro aamenUda que bobo por
manera an reino , daba guerra í los navarros que le
(eoian usurpado parte de su reiao de Aragón. No le
'es igualaba ea las íuerus ni an el número de la
gente por lec estrecha sa estado ; pero demás de ser
por sJ miio» muy diaslro ao las armas y de mucbo
nlor , tenia socorros de Praocia que le acudían por
eaUr cassdo con G¡sberga,¿como otros la Jlamao
Hermesenda, bija defiemarao Rogerio conde fie Bi-
sarra y de su miyer Gersenda. En ella tuvo í don
Ramiro (2), á don SanchOi, á don García y i doña
Sancha, qua casó cm el conde de Tolosa , y á doña
Teresa míe fbe mujer de Beltran, conde de la Proeuza.
Fuera ae matrimonio Imo asimismo otro hijo por
(1) CoDtU por Tiríu eicríturaa que m 1038 mu «¡vi»
áM Gonulo , y el rey don Saocho tn padre íibia mnetto el
} ana103fl:quediIo 43 j 43 don Rimiro jt pOKii toa es-
iad<M de aaa Goaitlo, y reinaba ea Sobnr*e y Ritii^or».
Por esta nioa li muerte de doa Goauto debe pon crse entre
ef aBa Sa y n, leuo i floes de me.
(S) Zniita y Abam no dicea que doO Raaiini tavitra aa
hijo de *a Dombre, y en el testamento que publieú Hrii del
nombre don Sancho , 1 quien liizo donDcIod dto Af-
var, lavier, Latres y Ribsgons con Iftula de ce^tde;
no dejíi sucesión: yasl volvld este estaco i lacorÍMia
de los reyes de Aragón. Las armas de don Ramiro
fueron una cruide plata eH campo aint, que ade-
lante mudaron sus descendientes , y, tas trocaron
comoseapuntarSensu lugar. '
Volvamos al rey don Fernando, me don fotcato
de Itacer guerra á los moros ya dicoo» , y'rewlver
contra los del reino de Toledo que con cabaladas or^
diñarías hacían mucho da?io en tierra de cristianos,
tomadas las armas suietfld Snnfi'levan deGomwí, Va-
dorefrio, Aguilar, ValeríDíea, que al presente so dice
Berlanga. Pssfl adelante, pusoí íuegoy á sangre etter^
rílorio de Turazona , corrifl toda la tierra hasta Medí'
naceli , en míe abatid todas las nUlayas, que habi<
muchas en España, y dallas hacian los moros seBatf
con ahumadas para que los tuyos "se apercibiesen
rey don Ramiro tampoco se lee aue dejase 1 so hijo nalaral
dM Sincbo masque lospeaMM de AyvSr, Jantrrey Liiiv*
"" kablar de RiTa^arza ni del tiiulo de rondado.
cóniré iifÁ crfiliasio^. Désá^ áfil pasador ios puertos,
fVonlem á la^azoooofre moros y crístiános/ revolvió
^obré él reino de Toledo. Talé los ^mpo« de Tala-
nUaH<!^'T'Ucedac lo mismo hi7.o'en los de Guadalajara
y Alcalá cfíie esfán puestas á la ribeni del rio Heoa-
res , 8ÍD (Mirar liasta dar vista á Madrid.
ei rey Almeúon de Toledo molido oor estos daños,
"y con reéelo deque seríau mayores adelanteyOompro
á costa de gran cantidad de oro y piala que ofreció.
Tas t)tlices y amistad que puso coa el rey don Feruan-
do. Lo mismo hicieron los reyes de Zaragoza, Portu-
'^1 y Setilla, demás que prometieron acudiría cdo^
paKas rada un año. Lo cual todo no menos honra
3 carreaba á Jos cristianos y reputación, que mengua
los moros, que de tanto^ poder y pujaoKa como poco
^anieS tenían , ^e velan de repente lao flacos j abatía
dos, que ni sos fuerzas les prestaban, ni las de Afriea
'itjuis Uiú' cerca les caiá; y eran forzados á guardar
las levas de los que antes tenion por subditos, y los
mandaban. Mudanza que no se debe tanto atribuir á
la prudencia y fuerzas humanas , cuanto al favor de
Dios que quiso ayudar y dar la mano á la cristiandad
que muv abatida estaba. Mayormente quiso gratificar
la grande devoción que en toda la eente se via asi
grandes como menores , con que todos movidos del
ejemplo de su rey se ejercitaban en todo género de
virtudes y obras de piedad. Tal era la virtud y vida
de los cristianos que muchos de su voluntad se les
aficionaban , y dejada la secta de Mahoma, se bauti-
zaban y se hachin cristianos: otros si bien eran rao-
ros, estimaban en tanto los cuerpos de los santos que
tenian en su tierra , por Ter que los cristianos los
honraban . y estar persuadidos que su ayuda para
todo era ae grande importancia , que ningún oro ni
plata ni joyas preciosas tenian en tanto, según que
por el capitulo siguiente se entenderá.
CAPITULO IIL
Cómo trasladaron los huesos de San Isidoro de Sevilla
i L.eon.
E:<v la ciudad de León tenían una iglesia muy prin-
cipal sepultura délos reyes antiguos de aquel reino,
su advocación de San Juan Bautista. Estaba maltra-
tada : que las guerras, y cuando estas faitan, el tiem-
po'ylaantigúedadtodologastan. I^reinadona Sancha
era una muy devota señora: persuadió al rey su ma-
rido la reparase, y para mas ennoblecelia la escogiese
para su sepultura y de sus descendientes; que antes
tenia pensado de enterrarse en el monasterio de Sa-
hagun. El rey que no era menos pió y devoto que la
reina , y mas ama la escedia en fervor, fácümeata
otorgó con su voluntad. Para dar principio á lo aue
tapia acordado y ya que el edificio iba muy alto , ni-
cíeroDÍ tra^ de uviedo (1) donde yac1a,n Tos huesos
^li^l xey don Sancho de Navarra padre del rey; y para
^mentar la devoción del pueblo trataron de juntar
eu aquai tempto diversas reliquias de santos de los
muchos que, en Espaua se hallaban , en especial en
Sevilla ciudad la mas principal de Andalucía, que si
bíBQjestal^a en poder de los moros, todavía se conser-
vabaja en ella muchos cuerpos do los santos que anti-
guamente murieron en aquella ciudad. Era cosa difi-
cultosa alcanzar lo que pretendían. Acordó el rey
valerse de las armas y hacer guerra á Benabet , rey
de Sevilla. Parecióle que por este camino saldría con
su pretensión. Corrióle la tierra; muchos pueblos de
la Andalucía y de la Lusitania que eran oeste prin-
ctfíe^ á unos taló los campos, otros tomó por fuerza
i de grado.
; £1 rey moro acosado destos dafios tan graves de-
seaba tomar asiento con los cristianos. Ofrecía caiiti-
sinuoTKCA OB fiASTAa v Rorr,.
One
(I) Fue eoierrado eo el oMwaslerío de Oüa y no en
nedo.
dad de oro y j^ta áe presante , j (wra adatante acu-
dir cada un ano con caertas púias. El rey áon Fer-
nando aceptó aquellos paijUdot y la amistad del moro,
á tal empero que sin ddaeion le enviase el cuerpo vie
Santa Justa, que fue la ocasión de eipprenderiqaella
gueroi. Otorgó fácllpíiente el Éioro con lo que se le
pedia. Hicieron sus juras y homenamde cumplir lo.
que ponian , bonque ae alsó mano cw las armas. Pira
traer el santo cuerpo despachó el rey p| obisp de
León Al vito, j al dé Aatórga por nombre Ordono,y
en su compañía por sus embajadores al conde don
Nuno, don Fernanda yrdon Gonzalo, personas prin-
cipales de su reino: diólés etrosí'para su sogurídsd
soldados y gente de guarda. Los cóludadanos de Se-
villa avissídqsds lo que se pretendía, sea movidos de
si mismos por entender cuánto importan á los pne^
blos h asistencia y ayiida de los sántoa por medio de
sus sanias relh|«ia6| ó lo que mas creo, á persuasión
de los cristianos que en Sevilla moraban, se pusieron
en armas resueltos de no permitir les llevasen de su
ciudad aquellos huesos sagrados. Los embajadores
se hallaban confusos sin saber qué partido tomasen.
Por una parte les parecía peligroso apretar al rey
muro : por otra tenian que sería mengua suya y de la
cristiandad , si volviesen sin la santa reliquia.
Acudióles Nuestro Señor en este aprieto: San Isi-
doro arzobispo que fue de aquella ciudad , apareció
en sueños al obispo Alvito principal de aquella em-
bajada , y coú rostro ledo y semblante de gran mages-
tadle^amonestólleyaseiisu cuerpo álaciimaddeLeon
¿ trueco del dé Santa Justa que ellos pretendían. Avi-
sóle el lugar en que le hallaría , cx)n señas ciertas
que le dio ; y que en confirmación de aquella visión,
y para certiíicallos de la voluntad de Dios él niismo
dentro de pocos dias pasarla destavida mortal. Gum-
plióéie puntualmente id uno y lo otro con ^raade ad-
miración de todos. Hallóse el cuerpo de San Isidoro
en Sevilla la vieja, según que el santo lo avisara ; y el
obispo Alvito enfermo luego de una dolencia mortal
que sin poderle acorrer los médicos ni medicinas le
acabó al seteno. Despidiéronse con tanto los demás
embajadores del rey moro. Llevaron -el cuerpo da Sao
Isidoro y del obispo Alvito con el acompañamiento y
magostad que era razón. El rey don Fernando avisa-
do de todo lo que pasaba, como ile^ban cerca,
acompañado de sus hijos salió hasta el rio Duero con
mucha devoción á recebir y festejar la santa reUquia.
Salió asimismo todo el pueblo, y el clero en proce-
sión, grandes y pequeños con mucho gozo, aplauso
y alegría. Fue tanta la devoción del rey que el mis-
mo y sus hijos á pies descalzos tomaron las andas
sobre sus hombros , y la llevaron hasta entrar en la
iglesia de San Juan de León.
En Sevilla, antes que saliese el cuerpo, y por todo
el camino fnzo Dios nara honrajle muchos mSlagros:
los ciegos cobraron m vista , los sordos el oído, y los
cojos y contrechos se soltaron para andar : maravi--
lioso Dlosy grande én sus santos. El cuerpo del obís*
po Alvito sepultaron en la i^esfa Mayor de aquélla
ciudad (2) : el de San Isidoro fue caloeado (3) en la
de'fian luau en un sepulcro nihiy costoso, y de obra
muy prima, que para éste efecto le teniatí aparejado
y presto ; que fue ocasión de qtie aquella iflesfa que
de tiempo antiguo tenia advocación de San luán
Biiptista , en adelante se Niimasé como lioy se llama
de San Isidoro. Refieren otros! que el jumento que
traía la caja de San Isidoro, dnque naaie le guiase,
tomó el camino deaqueHa iglesia del señor San Jnau,
(Z) El monga de Silos dióe, tque Alvito tieoe sa sepul-
cro en la ídesiá de Sania María donde había presidido.* La
antigua iglesia catedral, aue había sido destruida por los
moros , aun no se había podido reedificar.
(3) Resulla de las actas de esta traslación que pid>licó el
Mitro. Flores, que se bizo en la era 1101 , que es el 1063
dcJ.C.
BISTOülA M es»A.\A^ 267
y el en que yenia eHeaerjto del obispo ^ 8e eoderezó | brea se hacen, y fruto de la mlsetícordfa suele ser el
ia iglesia Mayor; que si es Tardad, ne otro nuevo y conocimiento de la yerdad. Padecía esta doncella
mayor milagro. Bien veowque esta no concuerda del flujode sangre : aVlsáronla (fuese por revelación ó de
todo con lo que queda dicho , y que cosas semejantes ¡ otra manera) que si qujeria sanar Je aquella dk>lencla
se toman en diversas maneras : pero pues no referí-^ tan grande, se bañase en el lago de San Vicente que
mos cosas nuevas, sino lo que otros testi&can , que- ^-" - *' — "- "' ' — " — "
dará á su cuenta el abonaUas y hacer fe dellas , en
especial don Lucas de Tuy, que compuso un libro de
todo esto bien Arando, y de los míMgros que Dios
obr^ por virtucl deste santo, muchos y notables.
Nuestro oficio no es poner en disputa lo que los anti-
guos afirm8ron,sinorelatailo coa entera verdad^ Por
el mismo tiempo, como lo escribe don Pelajo obispo
de Oviedo, trasladaron de la ciudad da Avila (1) loa
cuerpos de lus santos Vicente, Sabina y Christeta
SUS hermanas^ Ei de San Vicente fUe llevado á León,
el de Santa Sabina á Palencia, y el de Santa Christeta
iil monasterio de San Pedro de Arlanza.
En Goyanza que al presente se llama Valencia , en
tierra de Pviodo , se celebra un concilio (2) en pre-
sencia deste rey don Fernando y de la reina su mu-
jer. Eq él se juntaron los grandes del reino y nueve
obispos que fue ano del Señor de Í6i50. En los decre-
tos deste concilio' se mand6 al pueblo que asistiese á
las horas canónicas que ae cantan en la iglesia de
día y de noche, y que todos los viernes del año se
ayunase de la manera que en otros tiempos y dias de
ajano que obligan por discurso del aso. Por este
tiempo asimismo dos hijas de dos reyes moros se tor-
naron cristianas y se bautizaron : la una fue Casilda
hija de Almenón, rey de Toledo; la otra^iidáhya
del rey Beoabét de Sevilla. La ocasión de hacerse
cristianas fuedestá manera : Casilda era muy piado-
sa y compasiva de los cautivos cristianos que tenían
aherrojaoos en casa de su padre, de su gran necesi-
dad y roisfría : acudíales secretamente con el regalo
y sosteLto que podia. Su padre avisado de loque p-
sal»a , y mal enojado por el caso ^ acechó á su luja..
Encontróla una vea que llevaba la comida para aque-
llos potrea : alterado preguntóla lo que llevaba, res^
pendió ella que rosas ; y abierta la laida las mostró á
su padre , por haberse en ellas convertido la vianda*
Bsia milagro tan olaro fue ocasión que la doncella
se «luísiese tornar ciistiana; y que desta manera
saeíe Dios pagar las obras de piedad que con los po-
(i) S^oo'hi ioaerípcion ({ua se halla en la entraba de la
eapiJia de Sao Isidoro de Leba, ia traalacioo de Jas reliquias
de estos santos fue en la era 1103, que corresponde áj año
de Jesucristo 1065, Pero como SandovaJ, hablando del mo-
nasterio de arianza en sus dncoebispog^ asegura que están
en la casa de San Peoro de Arlanxa acaso debe suponerse
que ilespues las llevaron alH de León.
(2) Este concilio se juntó por el rey don Femando y en
él se hieiefiDa treee eánones entre los cuales se lee :
Que los dériaoB estén sujetos á la jurisdicion de ios obis-
pos, y no ala de los seculares : que los eclesiásticos no usen
de armas : que traigan abierta la corona y raída Ja barba :
que DO se ha^a viajes los días de fiesta , como no sea por
alguna romería, ó por servicio del rey ó por alguna obra de
piedad. ^ .
Que los condes 6 msriaos gobiernen con justicia, v no opri-
man i los pobres iojustaaseate : que se castigue á Jos testi-
gos falsos conforme ai Fuero in^.
Que se i^zgue en León , Galleta, Asturias y Portugal por
las leyes ael rey don Alonso, y en Castilla por los fueros y
leyes átl conde don Sancho.
Que las iglesias no pierdan sus posesiones por el trascurso
de tres a2os, sino que las puedan recobrar siempre.
Que el que cultíTe tierra ó viñas que están en litigio coja
loa frutos, y Jos restituya i su verdadero duefio si fliere con-
denado.
Que ningoD deUnenente sea extraído de la iglesia donde
se ba refugiado, ni se le haga ningún dafio, y ouese observe
lo oue previenen sobre esto las leyes de los godos.
Que todos Jos subditos sirvan, obedezcan y sean fieles al
rey, y el que no lo haga* sea escomuleado.
El rey confirmó ios fueros i los oís Castilla y León antes
de cerrarse el concilio.
TOMO I.
está en tierra de Briviesca. Su padre que era amigo
délos cristianos, por el deseo que teoia de ver sana
4 su hija Je envió al rey don Fernando para que la
hiciese curar. Cobró' ella en breve la salud con ba-
ñarse en aquel lago : después recibió el bautismo se*
{i;un que lo tenia pensado ;^ y en reconocimiento de ta-
es mercedes olvidada de su patria en una ermita que
hizo edificar junto al lago , pasó muchosaños santa-
mente. En vida y en muerte fue esclarecida con mi-«
lagros que Dios obró por su intercesión : la [glesia la
pone en el número de los santos que reluan con Cris-
to en el cielo, y en muchas iglesias de España ae le
hace la fiesta A quince de abril.
La Zaida quier fuese por el ejemplo de Santa Ca*
silda, ói>or otra ocasión se movió á hacerse cristiana,
en esDecial que en sueños le apareció San Isidoro ^ y
con dulces y amorosas palabras la persuadió pusiese
en ejecución con brevedad aquel santo propósito. Dio
eMa parte desle negocio al rey su j^dre : él estabn^
perplejo sin saber qué parüdo debería tomar^ Poruña
parte no podia resistir ¿ los ruegos de su hija , por
otra temia la indignación de los suyos , si le daba li-
cencia para que se bautizase. Acordó finalmente co-^
munlcar el negocio con don Alonso hijo del rey don
Fernando : concertaron que con muestra de dar
Suerra á los moros hiciese con golpe de gente entra*
a en tierra de Sevilla , y con esto cautívase á la Zai-
da , que estaría de propósito puesta en cierto pueblo
que para este efectasenalaron. Sucedió todo como lo
teoian trazado : qpñ los moros naentendieron la tran-
za y y la %ida llevada á León fue instruida en las co-
sas que pertenece saber i un buen cristiano. Bauti-
zada se llamó doña Isabel, si bien el araobisgo don
Hodrigo dice que se llam&doña Maria. Los mas testi*
ficen (yie esta señora adelante casó con el mismo don
Alonso en sa^M) que era ya rey de CiistiKa como se
apuntará en otro lugar. Don PeJayo el de Oviedo dice
que no fue su mmer, sino su amiga., ¿La verdad
quién la podra averiguar? ¿ni quié'i resolver las mu^
chas dificultades que en esta historia se ofrecen á
cada paso?' Lo que consta es (yie esta conversión de
Zaida sucedió algunos años adelante.
CAPITULO IV,
Cómo don Qarcit i^ r^ de Navarra fue muerto,*
El. mismo año que el rey don Fernando hizo tras-<
ladar á León el cuerpo de San Isidoro, que fue el de
i053| don García rey de Navarra murió en la guerra.
Fue hombre de ¿niíno feroz , diestro en las armas, y
no solo era capitán prudente, sioo soldado valeroso.
Los principios de discordias entre los hermanos , que
los años pasddos se comenzaron, en este tiempo vi-
nieron de todo punto ¿madurarse (como suele acon-
tecer), en grave daño de don García. Don Fernando
decía que era suya la comarca de Briviesca y parte
de la RioJa por antiguas escrituras que asi lo decla-
raban. Al contrario se quejaba don García haber re-
bebido notable agravio y injuria en la división del
reino ; y en aquel particular defendía su derecho con
el uso y nueva costumbre y testamento de su padre.
La demasiada codicia de mandar despeñaba estos
liermanos , por pensar cada uno que era poca cosa lo
que tenia para la grandes del reino que deseaba en
su imaginación. Está es una gran miseria que mucho
agua la felicidad humana.
.Enlermó don García en Najara, visitóle don Fer-
nando su hermano como la razón lo pedia : quísole
Ssnder basta tanto que le satisfaciese en aquella su
manda. Entendió la zalagarda donFernando, hoyó
12» ■
218
BIBLIOTECA 06 GASPAR Y ROlG.
y púsose en cobra. Moslró doo García mucha pesa-
dumbne de aquella mala sospecha que del se tuyo:
procuraba remediar el odio y malquerencia que por
aquella causa resultó contra él. Supo que su nerma-
no estaba doüente en Barbos , fuese para allá en son
de yisitalle y pagalle la visita pasada. No se aplacó él
rey don Fernando con aquella cortesía y máscara de
'amistad. Echó mano de su hermano , y preso, le en-
vió con buena guarda al castillo de Ceya. Sobornó él
las guardas que le tenían puestas, y huyóse á Navar-
ra resuelto de vengar por las armas aquella íojuria y
agravio. Juntó la gente de su reino, llamó ayudas de
los moros sus aliados, y formado un buen ejército,
rompió por las tierras de Castilla, y pasados los mon-
tes Doca , hizo mucho estrago por todas aquellas co-
marcas.
El rey don Fernando , que no era lerdo ni descui-
dado, por el contrario juntó su ejército que era muy
bueno de soldados viejos , ejercitados en todas las
guerras pasadas. Marchó con estas gentes la vuelta
de su hermano resuelto de hacelle todo aquel mal y
daño á que el dolor y odio le estimulaban. Diéronse
vista los unos á los otros como cuatro leguas de la
» ciudad de Burgos cerca de un pueblo que se llama
Atapuerta. Asentaron sus reales y barreáronse según
el tiempo les daba: ordenaron tras esto sus haces en
guisa oe pelear. Las condiciones destos dos herma-
nos eran muy diferentes : la de don Fernando blan-
da, afable, cortés, además uue en las armas y des-
treza del pelear ninguno se fe igualaba. DonGarcía
era hombre feroz, arrebatado, hablador, por la cual
causa los soldados estaban con éí desabríaos; y por-
3ue á muchos de sus reinos con achaques ya verda-
eros, ya falsos, tenia despejados de sus haciendas,
suplicáronle al tiempo que se quería dar la batalla,
maa^ase satisfacer a los agraviados. No cniiso dar
oídos atan justa demanda: nareciale fuera oe sazon^
y que tomaban aquel torceaor y ocasión para salir
conlo que deseaban. Muchos temían no le empeciese
aquella aspereza y el desabrimiento de los suyos: y
se recelaban no quisiese Dios castigar aquellas sus
arrogancias y injusticias.
En especial uniíombre noble v principal (cuyo
nombre no se sabe, mas en el hecho todos concuer-
dan) , viejo , anciano, prudente, y que tenía cabida
con aguef príncipe porque fue sue^o en su niñez,
visto el grande riesgo uue corría, movió tratos de pa¿
coa deseo que no se aiese la batalla. Don Fernando
se mostraba fácil y venia bien en ello : acudió á don
García, púsole delante los varios sucesos de la guer-
ra, y el riesgo á que se ponía: suplicóle se concer-
tase con su hermano, y fe perdonase los yerros pasa-
dos, pues no hay persona míe no falle ó peque en
algo: que se moviese por el nien comuit: que no era
justo vengar su particular sentimiento con daño de
toda la cristiandad, j á costa de la sangre de aquellos
que en nada le haoian errado : ofrecíale de parte de
su hermanóle haría la satisfacción que los jueces se-
ñalados por las partes en esta diferencia mandasen:
que aunque como hermano menor era el primero que
movía tratos de paz; pero que se guardase de pasalle
por el pensamiento lo hacia 'por cobardía ó falta de
ánimo: que le ceftiGcaba le seria muy dañDsa aque-
lla imaginación, pues como él sabia tenia don Fer-
nando escogidos y diestros soldados en su campo:
solo con «sta embajada quería justiGcar su catisa con
todo el mundo, vencer en modestia, y que todos en-
tendiesen eran muy fuera de su voluntad las muer-
tes, destrulcion y pérdidas que se aparejaban. Con
estas buenas razones se juntaron los ruegos y lágri-
mas del ayo.
No se movió don García, sus pecados le llevaban ala
muerte : ni la privanza delque le rogaba, ni su autori-
dad, ni el peligro presente fueron parte para ablandar-
te. Diese pues de ambas partes la señal para la batalla:
encontráronse los dos ejércitos con gran furia. El ayo
de don García vista la flaqueza do los soldados de su
parte, cuan pocos eran , cuan desabridos, sin espe-
ranza de victoria, por no ver la perdición de su patria
consola su espada y lanzase metió entre ios enemigos
do era la mavor carga, y asi murió cómo bueno. Coi
demás no puaieron sufrir el ímpetu que traía don Fer-
nando: la turbación y el miedo grande y la sospecha
de aquel gran daño trabajaba á los navarros; dos sol-
dados que poco antes se habían pasado al ejército
contrario, hendiendo y jasando por el escuadrón de
su guarda con' mucha violencia, llegaron hasta dou
García y le mataron á lanzadas : caído el rey , todos
los suyos huyeron.
El rey don Fernando alegre con la victoria, y por
otra parte triste por la muerte de su hermano, mandó
á los soldados que reparasen, no diesen la muerte á
los cristianos que quedaban. Hizose asi ; solo en el
alcance á los moros que iban desbaratados ^ huyendo
por los campos, unos mataron, otros cautivaron. El
cuerpo de don García con voluntad del vencedor lle-
varon sus soldados á Najara, y allí le enterraron en la
iglesia de Santa María qué éí mismo había levantado
desde sus cimientos. De doña Eslephanía su tD'jjer,
francesa de nación, con quien casó en vida de su pa-
dre, dejó cuatro' hijos y otras tantas hijas, que fueron:
don Sancho el mayorazgo, que le sucedió en la coro-
na, y don Ramiro, á quidn había dado el señorío de
Calahorra como ganada de los moros por las armas:
los demás hijos se llamaron don Fernando y don Ra-
món: las hijas Ermesenda, Jimena, Mayor y doña
Urraca. Esta casó con el conde don García de quien
se tratará después.
Con la muerte de don García su estado fue por sus
hermanos destrozado y menoscabado. El rey don
Femando tomó para sí los pueblos y ciudades sobre
que era el pleito, sin que nadie le fuese á la mano,
Di se lo osase estorbar; que son Briviesca, Montes
Doca, y parte de la Rioja que es la parte por do pasa
el rio Ója que da el nombre á la tierra : nace este rio
de los montes en que está Santo Domingo de la Cal-
zada, y junto á la villa de Raro entra en Ébro. La otra
Sarte de la Rioja, Navarra, y el ducado de Vizcaya,
ajara, Logroño y otros pueblos y ciudades quedaron
en poder de don Sancho hijo de Don Garda. Por causa
desta guerra y con esta ocasión cobró don Ranüro á
Aragón por las armas, y aun entró en esperanza de
hacerse también señor de lo demás del reino de Na-
varra que era de su hermano muerto; porque en este
tiempo, como se ve por escrituras antiguas, seüa-
maba rey de Aragón, de Sobrarve, de Ríbagorza y
Pamplona. Demás que animado con estos principios
quitó á los moros que habían quedado en Rivagona y
su tierra un pueblo llamado Benavarrio. Porcondo'-
sion, entre don Ramiro y don Sancho el nuevo rey
de Navarra después de algunos debates y refriegas se
hicieron paces con tal condición que el uno ai otro
para seguridad se diesen dertos castillos en rehe-
nes, (1). Ruesta y Pitilla dieron á don Sancho; San-
güesa, Lerda. Gondusio dieron ádon Ramiro. Rece-
lábanse los aos tío y sobrino que en tanto que en
aquellas revueltas andaban^ don Femando euyas ar-
mas eran temidas , ño los maltratase con guerra: por
esta causa se juntaron y hicieron pacto y concierto
de tener los mismos por amigos y por enemigos, va*
lerse el uno al otro, y ayudarse en todas las ocurreo-
cías.
CAPITULO V.
Que España quedó libre del imperio de Alemana.
En tiempo quo España ardía en guerras civiles, te-
nia el imperio de Alemana, do ios años pasados se
(1) Esla desavenencia por algunas preiensioflos de don
Raniiro , se terminaron sin venir á las armas por transan-
HiíTORtÁ M tSPAlU*
2M
lniiia<)ara de ^ncia, Enríeme 1! deste nombre. La
Iglesia unioersal gobernaba el papa León IX. A León
sucedió Víctor K que con intento de reformar el es-
tado eclesiástico, relajado por la licencia y anchara
de los lierrpos , juntó concilio en Florencia ciuJad y
cabeza de la Toscaoa el uño de 1055. Despachó deude
áHildebrando (aue de mooge cluniacense erasub-
diacono cardenal, grado á que subió por su virtud,
letras y talento pare negocios) para que fuese á Fran-
cia y Alemana á tratar por una pirte con el empera-
dor de renovar y poner en su punto la antigua díci-
Slina eclesiástica , por otra para apaciguar en Turón
e Francia las revueltas y alteraciones que causaban
ciertas opiniones nuevas, que contra la fe enseñaba
Berengario diácono de aquella iglesia. Añaden nues-
tras historias (i) que en aquel concilio se hallaron
embajadores de parte del emperador susodicho , y
que en su nombre propusieron á los obispos ciertas
querellas y demandas. En especial estrañaron que el
rey don Fernando de Castilla contra lo establecido
por las leyes y guardado por la costumbre inmemo-
rial . se tenia por ejemplo del imperio de Alemana, y
aun llegaba ¿ tanto sa liviandad y arrogancia, que se
llamaba emperador.
«Yo (decía él) si no mirara el procomún y bien
ade todos, fácilmente pasara por el agravio que á mi
«dignidad se hace ; pero en este negocio es necesario
«poner los ojos en toda la cristiandad, cuan ancha-
«mente se entiende por todo el mundo , la cual nin-
«guna seguridad puede tener, si todos no reconocen
»y respetan y se sujetan á una cabeza que los acau-
«dille y gobierne. La autoridad otrosí de los sumos
«pontífices, y su mando será muy flaco, si les falta el
«brazo y asistencia délos emperadores, que por esta
«causa tienen el se^ndo lugar en mando y autori-
«dad en toda la Iglesia cristiana. Reprimid pues esta
«arrogúela v soberbia en sus principios , y no per-
«mitaisqueeldaño pase adelante, ni que este mal
«ejemplo por mi descuido y vuestra disimulación se
«estíeuda á las otras naciones y provincias ; ca con
«el dulce y engañoso color de libertad fá« ilmente se
«dejarán engañar, y la sacra magostad de! imperio y
«pontiGcado vendrán á ser una sombra vana y nombre
«solo sin sustancia de autoridad. Poned entre dicho
«á Empana descomulgad al rey soberbio y.saudío. Si
«así lo hacéis, yo me ofrezco no faltar á la honra y
«pro de la Igle>ia, y juntar con vos f is fuerzas para
«mirar por el bieu común ; que si por algunos respe
«tosd simuláis, yo estoy resuelto ae volver por el no-
«ñor del imperio y por mi particular. «
A este razonamiento respondieron los pidres del
concilio que tendrían cuidado de lo que el emperador
pedia. Hicieron sus consultas, y considerado el ne-
gocio, el papa Victor pronunció en favor del empera-
or que pedia ra¿on y justicia Era el papa alemán de
nación, natural de Suevia, por donde naturalmente
8A inclinaba á bvorecer mas Ja causa de aquel impe-
rio. Despacharon embajadores al rey don Fernando
para que le dijesen de parte del papa y del concilio
que en adelante se allanase y reconociese al imperio,
y no se intitulase mas emperador, pues por ninguna
razón le pertenecía. Llevaban orden de ponelle pena
de descomunión , si no obediese á lo que se le man*
daba. El rey, oída esta embajada, se halló perplejo
sin resolverse en lo que debía hacer. De la una parte
y de la otra se le representaban grandes inconve-
nientes,* no menores en obedecer que en hacer re*
iistencia. Acordó juntar cortes del reino paratratar
don como resulta de una escritura de San Juan de la Peña
que cita Moret cediendo los castillos que aqui supone Mariana
en rehenes.
(i) El erudito Perreras dice en este pnnto: cesta pre*
teasion no es mas que cuento j porque vo no he hallado , ni
en los eacritoi germánicos, ni en otros de aquella edad rastro
^Uüinlento.»
en ellas cofno era raaon ün negocio tan grave y que á
todos tocaba. Los pareceres no se conformaron. Los
qne eran de mejor conciencia, aconsejaban que luego
obedeciese, porque no indignase al papa y se revol-
viese España v alterase como era forzoso ; que las
guerras se debian evitar con cuidado por estar Es*
paña dívidi Ja en muchos reinos , y estos gastados
ron guerras civiles , y quedar dentro de la provincia
tantos moros eqemigos de la cristiandad. Otros mas
arriscados v de mayor ánimo decían que si obedecía,
se ponía sobre España un gravísimo^ugo que jamás
se podría quitar : que era mejor morir con Jas armas
en la mano que suirir tal desaguisado en su repúbli^
ca, y tal mengua en su dignidad.
Rodrigo Díaz de Vivar, que adelante llamaron el
Cid, estaba á la sazón en la flor de su edad , que no
pasaba de treinta años, estimado en mucho por su
gran esfuerzo , destreza en Jas armas , viveza de in-
Seoio , muy acertado en sus consejos. Hibía pocos
las antes hecho campo con don Gómez conde de
Gormaz: vencióle y diole la muerte. Lo que resultó
deste caso fue que casó con doña Jimena hija y he-
redera del mismo conde. Ella misma requirió al re"
3ue se le diese por marido, ca estaba muy prendad»
e sus partes, o le castigase conforme á las leyes por
la muerte que dio á su padre, flizose el casamiento^
3ue á todos estaba á cuento : con que por el grande
ote de su esposa, que se allegó al estado que él te-
nia de su padre, se aumentó en poder y en riquezas de
tal suerte, que con sus gentes se atrevia á correr las
tierras comarcan&s de los moros, en especial venció
en batalla cinco reyes moros que pasados los montes
Doca hacían daño por las tierras ae la Hioja. Quitóles
la presa que llevaban, y á ellos mismos los bobo á las
manos; soltóles empero sobre pleitesía que le hicie-
ron de acudir cada un año con ciertas parias que
concertaron. El rey don Fernando en esta sazón se
ocupaba en reparar la ciudad de Zamora, que después
que los moros la destruyeron en tiempo del rey don
Ramiro, no la habían reediíicado. Otorgó á los mora-
dores que quisiesen en ella poblar, que se goberna-
sen conforme á las leyes antiguas de aquella ciudad,
que eran las mismas de ios godos.
Sucedió que en aquella coyuntura los mensajeros
de los moros trujeron á Rodrigo Diaz las parias que
concertaron; llamáronle Cid, que en lengua arábiga
quiere decir señor : lo uno y lo otro en presencia dei
rey v de sus cortesanos, ae que tomaron ocasión
muchos para envidíalie y aborrecelle , como quiera
que sea cusa muy natural llevar de mala gana la pros-
peridad (le los otros : mayormente si es extraordina-
ria; y ninguno se debe mas recatar en el subir, que
el que poco antes se igualaba ó era menos que los de<
más. Sin embargo el rey maravillado de su valor
mandó que de allí adelante le llamasen el Cid ; y así
fue , que casi olvidado el propio nombre que tema de
pila y de su linaje, toda la vida le dieron aquel nuevo
y honroso apellido. Algunos añaden que en cierta di-
ferencia que resultó entre los reyes don Fernando de
Castilla y don Ramiro de Aragón sobre cuya fuesen
ciudad de Calahorra puesta á la ribera del ría Ebro ^
acordaron que dos caballeros uno de cjida^parte hi-
ciesen campo sobre aquel caso, y qüo por quien que*
dase la victoria, su rey hobiesf. ti ciudad sobre que
se pleiteaba. Dicen otrosí a;.t$ don Ramiro señaló por
su parte á Martín Gómez, 'y por don Fernando tomó
la demanda el Cid , \¡ue venció y mató á su contrario
Martin Gómez , que quieren que sea cabeza y tronco
de! linaje y casa de Luna, muy antiguo y noble solar
en España. Pero los mas destos tienen todo esto por
falso , á causa que el rey don García de Navarra ganó
de los moros aquella ciudad, como arriba se dijo: y
así no pudo el rey de Aragón pretender sobre ella
derecho alguno.
Estaba el Cid entreteiiido con el nuevo casamiento.
ir
27Ó feí^LlOTBCÁ DK
y ocupado en negocios tocantes á su easa ; por esto
DO se halló en las cortes cuando se trató de lo que el
emperador pedia y el papa mandubu tocante al reco-
Docimieuto que prelendifin d(>bÍH hacer al imperio de
AlediBña. El rey de su condición y por su edad se iu-
clinaba masa la paz y no quisiera la guerra, si bien
entendía que de aquel principio, si disimulaba, se
podria menoscabar en gran parte la libertad de Espa-
ña. Pero antes que en negocio tan grave se tomase
resolución^ bizo llamar al Cid para consultalle y que
dijese su parecer. Yioo ai llamado del rey, y pregun-
tado sobre el caso respondió que no era negoció de
consulta, sino que por las armas defendiesen la li-
bertad que con las armas gana roo ; que no erar^zon
pretendiese nadie gozar d^ lo que en el tiempo del
aprieto no ayudó á ganar en manera alguna : aNo
»será mejor y mas acertado merir como buenos, que
Dperder la libertad que nuestros mayores con tanto
»ufan nos dejaron , y que estos bárbaros bagan burla
»y escarnio de nuestra nación ? gente queen su com-
»paracion no estiman á nadie. Sus palabras afrento-
»sas, sus soberbias y arrogancias , sus desdenes con
))los que los tratan , sus embriagueces y demasías no
»se pueden sufrir. Apenas babcmos sacudido el yugo
Dde la sujeción que los moros tenian puesto sobre
Duuestras cervices : ¿será bien que nos dejemos ava-
DSallar y bacer esclavos de oíros cristianos? Hacen
»sin duda burla de nuestras cosas , como si todo el
Dmundo y tuda la cristiandad prestase obediencia y
«reconociese vasallaje ú los emperadoresde Alemana.
«Tuda la autoridad , poder, honra , riquezas que se
«ganaron con la sangre de nuestros mayores , serán
VbUyas; ¿ y para nos quedarán solo trabajos, peligros,
«cautiverios y pobreza? El yugo pesauo del imperio
«romano que sacudieron de sí nuestros antepasados,
«¿nos le tornarán á poner ahora los alemane»? ¿Seré-
«mos por ventura como canalla sin Juicio y sin pru-
«dencia , sin autoridad y señorío , sujetos á los que ,
«si tuviéramos ánimo , temblaran en pensallo? recia
«cosa es (dirá alguno) hacer resistencia á IdS fuerzas
«y poder del emperador bravo , y dura no obedecer al
«mandato del papa. De ánimos cobardes y viles es
«por temor de una guerra incierta sujetarse á daños
«mauíhestos y grandes. El valor y brío vence muchas
«veces las diücultades que hacen desmayar a los pe-
«rezosos y flojos. Muchos á lo que veo se dejan llevar
«desta pusilanimidad, que ni se mueven por honra,
«ni ios eufi ena el miedo de la afrenta ; que parece
«tienen por bastante libertad no ser azotados y prín-
«gados como esclavos. No creo yo que el sumo pontí-
«hce nos tenga tan cerradas lají orejas que no dé lu-
«gar á nuesti os justísimos ruegos, y le mueva la ra-
nzón y Justicia que hace por nuestra parte. Envíense
«personas que con valor defleudan nuestra libertad
«en su presencia , y declaren cuan fuera de camino
«va lo que pretenden los alemanes. Cuanto á mi , re-
«suelto estoy de defender con la espada en el puno
«contra todo el inundo la honra, ¡a linertad, que mis
«mayores me dejaron, y todo lo al. Con esta e>pada
^bure bueno que cometen traición contra su patria
«todo&auuellusque por escrúpulo de conciencia, ó
«por cuai4uiera otra consideración v recato se apar-
«taren ueste mí parecer, y no descebaren con mayor
«cuidado que ellos la pretenden , la sujeción y servi-
«dumbre de España. Cuanto cada cual se mostrare en
«defensa de la Jlberlad, en tT rnismo grado le tendré
«por amigo ó por enemigo capital. »
Este parecer del Cid Ruy Díaz dio á todos conten-
to : iídsiu ios mismos que al principio (laqueaban , le
aprobarbii , y conforme á esto se dio la respuesta al
papa, l'ara hacer rostro á ios intentos del emperador
levantaron gente por todo el reino hasta número de
diez mil homures, demás de los socorros que acudie-
ron de los moros que les pagaban parias y les eran
trihutarlQs. Nombraron por general de toda esta gente
GASPiR t acta.
al mismo Cid para que el que ái6 principio i la em«
presa, la llevase adelante y la acabase. Acordó para
dar muestra de las fuerzas y valor de E-npaña de pasar
lo<: montes Pirineos : entró por Francia hasta llegar
áTiilosa ciudad que (se^un yo entiendo) en aquel
tiempo estaba á devoción ó era sujeta á España: por
lo cual hdce la letra y lucillo del rey don Sancho el
Mayor puesta de suso. Deste allí despacharoo una
embiijiula muy principal al papa, en que le saplíca-
ban enviase personas á propósito que oyesen las ra-
zones que por parte de Esptna militaban.* Los princi-
pales y cabezas desta embalada , que fueron el conde
don Rodrigo diferente del Cid , y don Alvar Yañez
Minaya, alcanzaron del pontífice que enviase á Espa-
ña sobre el caso por su legado á Ruperto cardenal sa-
binense , y que juntamente viniesen embajadores del
emperador para que el pleito oídas las parles se ven-
tilase y concluyese. En el entretanto eí rey don Fer-
nando de Francia dio ía vuelta á España. El legado
y los embajadores repararon en Tolosa : allí se. trató
el negocio , y finalmente sustanciado el proceso con
lo que de la una parte y de la otra se alegó , y cerra-
do , vinieron á sentencia que fue en favor de España,
y que para adelante los emperadores de Alemana no
pretendiesen tener algún derecho sobre aquellos
reinos.
Deste principio quedó muy asentado , lo que se
confirmó por la costumbre del pueblo, por la aproba-
ción de las o'.ras naciones, por el parecer y común
opinión de los juristas que adelante florecieron , que
España no era sujeta al imperio, ni le reconocía ni
reconoce algún vasallaje : tanto importa para seme-
jantes negocios el valor de un hombre prudente y ar-
riscado, verdad es que los papas asimismo pretendie-
ron que España les pagare tributo , como parece por
una bula de Gregorio Vil (1) que está eutrc las de su
registro enderezada á los reyes, condes y los demás
príncipes de España , en que dice que el tal tributo
se solía pagar antes que los moros della se apodera-
sen. Pero no salió con esta pretensión : debieron to-
dos hacer rostro á esta demanda ; y la costumbre in-*
memorial muestra claramente que España ha sido
siempre tenida por liore, y nunca ha pagado tributo
á ningún príncipe extran)ero. El linaje y dtcendcocia
del Cid se debe tomar de Lain Calvo, juez que fue de
Castilla, como arriba queda dicho, porque este juez
tuvo en doña Elvira Nuñri Bella á Fernán Ñuño : des-
te y de su mujer doña Egilona fue hijo Lain Ñuño ;
cuyo hijo fue Diego Laynez marido quefue de Teresa
Nuña , y padre de Rodrigo Díaz por sobrenombre el
Cid. Del Cid y su mujer doña Jimena (2) nació Die^o
Rodríguez de Vivar, que en vida de su padre murió
en la f;uerra contra moros. Tuvo asimismo el Cid dos
bijas, doña Elvira y doña Sol, de quien se hará men-
ción adelante.
(i ) En dos cartas principalmente demostró este papa se*
mejHiite pretensiuu. En uaa de 1073 dice que el reíoo de
Cspaüa desde muy antiguo pertenecía á la silia apostólica,
y que bahía concedido el permiso de conquistarlo al conde
lóbulo de Ruceyo, con pacto y condíciun de pagar el tributo
debido a San Pedro por sus derechas. En otra de 1077, diri-
gida á los principes de España, esplica que por antigou
constívuciones que se han perdido el reino de España fue
entregado á San Pedro y por esta razón era tributario de la
silla apostólica. Los reyes de Castilla, Navarra y Aragonf
por evitar disputan de esta naturaleza , queen aquellos tiem-
pos eran muy peligrosas, tomaron el partido de uo contestar,
estando resueltos á defender sus estados coutra cualquiera
«jue se atraviese á atacarlos.
(¿) Comunmente se dan al Cid dos mujeres, doña Jimeoa
Gómez, hija del conde de Gormaz, y doña Jimeoa Dial,
hija del ronde Diego de Asturias; pero es muy probable qoe
uo estuvo casado sino con esta porque en bu escritura de
arras que Saudoval publicó en los Cinco Reyes, no so hace
mención de la primera j ni hay memoria de ella en aJfon do*
cumento antiguo.
HlflTORU
Algunos Concilios de obispos so tuvieron en este
tiempo. El primero en Compostella año d*) i056. Pre-
sidió en él Cresconio , obispo cornpo^telianu , que se
llama obispo de la sede apostólica. Halláronse con él
Suero, obispo lum¡eQse,Vistrarío electo metropoli-
tano de Lugo, demás de otros sacerdotes, diáconos
7 clérigos y abades. Ordenáronse en este concilio
muchas cosas muy buenas : que los obispos y los
prestes dijesen misa cada día : que los canónigos tu-
yiesen un cilicio , y se Je pudiesen los dias de ayuno,
y todas las veces que se hiciesen letanías por alguna
necesidad: En Jaca , tierra del rey don Ramiro ; se
hizo otro concilio año de 1060. Halláronse en él los
obispos Sancho de A-agon, Paterno de Zuragoza, Ar-
«ulfo Retente, Guillermo de Urael, Kruclio de los
Bígerrones, Estevan Olorenre, Gomecio de Calu bor-
ra, Juan Lectorense. Presidió Austiudo, arzobispo
Auxitano en Francia. Reformáronse las ceremonias
de la misa (1) que se habían estragado con el tiempo,
y también las costumbres de los clérigos ; y mandóse
que ios oGcíos divinos se hiciesen conforme al uso
romano. Ordenóse otrosí que en Jaca estuviese la silla
obispal que solía estar en Huesca, perocon condición
^ue ganada Huesca de los moros , se le volviese la
silla , quedando en su diócesi la misma ciudad de
Jaca, y así se hizo adelante. Dos años después (2) des-
tos se celebró concilio en San Juan de la Peña pre-
sente el rey rJon Ramiro á veinte y uno de julio. Ha-
lláronse en él los obispos don Suncho de Aragón ,
don Sancho de Pamplona , don García de Najara ,
AruQlfode Ribagorza, Julián Gastellense , y otros
muchos obisDOS, Poncio, arzobispo de Oviedo , que
sospecho yo íue el presidente, aunque se nombra el
postrero. En este concilio se ordtjnó por común
acuerdo de los padres , que un decreto que los años
pasados se hizo por el rev don Suncho, el Mayor, es
á saber que los obispos de Aragón fuesen elegidos
por los mongos de aquel monasterio , se guardase
como en él ^e contenia.
Por el mismo tiempo, si bien en el año no concier-
tan los autores sin que se pueda averiguar la verdad
puntualmente, elcarden»! Hugo legado que era del
papa en España , en cierta junta de obispos y caba-
lleros que se tuvo en Barcelona por orden y con vo-
luntad del conde don Ramón , revocó y dio por uin-
ffuoas las leyes de los godo6, de que los catalanes
nasta entonces usaban , y ordenó otras nuevas que
se guardan hasta nuestros tiempos. Este enti-ndo yo
es aquel Hugo (3) cardenal llamado por sobrenom-
(1) Las actas de este concilio no hablan de reformar las
ceremonias de la misa, ni de la introducción del Breviario y
Misal romauo, ni de la reforma de las costumbres de los
eclesiásticos ; tal vez se funda Mariana en lo que don Ramiro
dijo á los padres: c Hacemos saber á vuestra caridai , que en
el concilio que hemos juntado en la ciudad de Jaca por el
dictamen y juicio de los obispos, y aprobación y consenti-
miento de los grandes, restaolecemos en su visor y conlir-
mamos muchos de los santos cánones , para corregir y reno-
Ttr el estado de la santa igl^ía en nuestros estados , y que
por nuestro descuido y el de nuestros mayores está corrom-
pido.»
(2) Los documentos antiguos no lo espresan con toda cla-
ridad, y ia fecha de las actas parece que está errada. El car-
denal Atruirre juzga que se cdebró en ia era 1072, que cor-
responde al año 1(*34 de J. C. Tampoco lo presidió Poncio ó
Poace arzobispo de Oviedo, como dice Mariana, sino Sancho
obispo (íe Aragón, cuyo nombre se halla al frente de ios de-
más. Este concilio sin duda fue provincial , pues asistieron á
¿1 todos los prelados de los esta aos del rey don Ramiro para
la elección aei obispo de Aragón , que parece era una regalía
de aquella corona.
(3) Por el mismo proemio de los u5Jt':rcsd»3 CatnUma se
vé que no intervino en su for.i ación el cardenal Hugo Cán-
dido, ni se derow'aron por ellas las leyes j^oJas que hasta
entonces habían regioo» La historia de esta pretensión
muestra á la vez toda la tendencia dominadora de ia corte
romana al abr<^ el o&oio y Iltur^i aotigaa española, y la
DS ESPAt^Á.
in
bre Cándido, que el ano de mil y setenta y cuatro
vino de Roma por legado á España en tiempo que so-
bre oí poDtifí^ado contendían dos que ambo^ se lla-
maban papas, y cada mal pretendía ser lr»(?ífimo
poútífice : el uno se llamó A'ejaodro II; el otro Ho-
norio IL Los revés de España seguinn la obediencia
del papa Alejanaro , cuyo le^^ado era este cardenal
por tener mas fundado su derecho que el competidor
y contrario. Procuró este legado, demás de lo ya di-
cho , que en España se dejase el ofício gótico 6 mo-
zárabe, mas no pudo por entonces salir con ello;
antes tres obispos d») España fueron enviados á Man-
tua , ciudad de Id Galla Cisalpina ó Lombardín , para
donde tenian convocado concilio con intento de sose-
gar aquel cisma tan perjudicÍHl : llevaron asimismo
consigo los libros góticos, y hicieron que el concilio
y los demás obispos los aprobasen y die^sen por buenos
y católicos. Esto» obispos eran Munio de Calahorra,
Eximio de Auca, Fortunio de Aluva, que debieron ser
en aquella sazón de los mas principales y doctos de
estas partes.
CAPITULO VI.
De lo restante dei rey don Fernando*
De los movimientos y diferencias que resultaron
por la pretensión de los emperadores de Alemana ,
resistencia constante de nuestros mayores : así la traza en
breves lineas el erudito Saban :
A mediados del siglo V se hallaba casi generalmente esta-
blecido el rito godo en toda ia España, que esei mas antiguo
de los que hubo en el Occidente.
En el sif^ln VI se introdujo a líruna diversidad enlasi^Iesias
en el modo de celebrar lo'> divinos oficios pues en el año 638
la provincia Bra^arense seguía la liturgia romana; en el 539
se cantaba geiicralmente el Símbolo en ia misa ; y este uso
pasó á las iglesias de Oecidente.
El 633 no se usaba en toda la península sino el rito godo;
y consta que en el siglo VIH no se habían introducido en él
nin;?unos errores.
El 923 vino á España un legado del papa, llamado Janelo,
ú reroGOC('r la liturgia , y no hallando en ello ningún error
fue aprobada en Roma en 9^i, mudando únicamente algu-
nas palabras en la forma de la consagración.
En el concilio que se celebró en Jaca ei año de 1063 nada
se mudó en el rito antiguo , como algunos se lían imaginado.
En 1064 el legado Hugo Cándido , que vino á España con
el fin de mudar Ja liturgia ó el rito, no se atrevió á hacerlo
porque estaba aprobado por el papa. El año 1066 ó 67, ha-
biendo pasado algunos ooispos de España al concilio de Man-
tua, fue de nuevo el oficio examinado y aprobado. Al fin del
año 1067 volvió el legado Hugo con este mismo fin , pero no
pasó de Aragón. En las corles que se tuvieron en Barcelona
ei año 1068 sobre la mutación de las leyes de los godos nada
se trató sobre la liturgia , pues no asistieron los obispos. En
ei de 1071 fc introdujo en Aragón el oficio romano , y el
abad de Cluñi escribió al rey d«>n AKonso el VI sobre este
asunto, y en este mismo año mudaron en Barcelona el rito
antiíTuo. En el de 1072 Giraldo j Rembaldo, legados del
papa, pasaron de Francia á España, y causaron en ella al-
gunas alteraciones : pero no pudieron conseguir que se mu-
dase el rito en los reinos de León y Castilla. En el de 1074,
habiendo asistido algunos obispos de España al concilio de
Roma, ofrecieron al papa que por su parte rontribuirian á
que se mudase el. oficio. El papa San Gregorio VII escribió
este mismo año á los reyes de Castilla y Navarra sobre la
abrogación del rezo toledano : el de 76 escribió al obispo de
Burgos sobre el mismo asunto : el de 77 se desafianm ios
soldados el domingo d<* Ramos sobre lo mismo: el de 78 el le-
gado Ricardo consiguió introducir el oficio romano en los do-
minios de don Alfonso el VI. El de 79 este legado fué á Roma,
y el papa le volvió á enviar á España con este mismo fin, y
estando en ella fue elegido y confirmado abad de iMarselia. En
el de 85 se confirmó la abrogación del oficio mozárabe. Bn el
de 90 se abrogó el uso de la letra goda en un concilio de
León.
En 1436 el obispo de Segovia restableció en Aniaque el
oficio mozárabe; y en 1500 se hizo lo mismo en Toledo:
en 1517 se introdujo en Salamanca : y en 1567 se hizo una
fundación en Valladolid con la condición precisa que se ob-
servase en la misma iglesia este rito, taii yenerable por sa
antigüedad»
ili BIBLIOTECA DI
tomaron los moros ocasión y avilanteza para sacudir
el yuf^o que los años pasados les pusiera el rey don
Fernando. A un mismo tiempo casi como de común
acuerdo de todos en diversos lugfl»-es tomaron Ins ar-
mas , en especial en el reino de Toledo y en los Cel-
tíberos, que es parte de Arapon. El rey esUiba ya
pesado por los años , cansado do guerras tantas y tan
molestas como por toda la vida tuvo; por el misíjío
caso las rentaos reales consumidas, los vasallos cansa-
dos con ios muchos tributos que pagHban. La reina
doña Sancha como hf^mbra que era de ánimo varo-
nil , deseosa que la cristiandad fu?se adelante , ofre-
ció de su voluntad para ayuda de los gastos de la
guerra que no se escusa ba , todo el oro y joyas de su
persona y recámara. Alentado el rey con esta ayuda
juntó un Duen ejército con que acometió á los moros
por la parte que corre el rio Ebro : hizo gran estrago
Íf matanza en ellos. Pasó mas adelante hasta llegará
os catalanes y valencianos , de donde vino cargado
de buenos despojos. Con la misma prosperidad iiízo
f guerra á los del reino de Toledo, y á todos ellos puso
eycs , y hizo jurar pagarían siempre los tributos
acostumbrados.
Esto hecho con aparato y gloria del triunfador se
volvió á su casa. Quien dice que cerca de Valencia
se le apareció San Isidro, cuyo devoto fue siempre ;
y le dijo morirla presto ; por tanto que se confesase y
ordenase con brevedad las cosas de su alma. La en
fermedad que luego sobrevino al rey, confirmó esto
ser verdad; por lo cual hecho concierto con los mo-
ros, y recobrados los cautivos que tenían cristianos, y
¡recogidos los despojos que les ganara , sujetes aque-
llas comarcas y alzador los reales, marrl>ó con su
genio pura León : llevábanle en una litera militar
como silla de mano; mudábanse por su orden los sol-
dados y gente principal á porfia quien se aventojaria
en el trabajo : tanto era el amor que le teniun chicos
y grandes. El año de 1065 á veinte y cuatro de di-
ciembre dia sábado entró en León , y como lo tenia
de costumbre visitó los cuerpos de los santos postra-
do por el suelo con muchas lágrimas; pidióles «on su
intercesión le alcanzasen buena muerte; y aunque
parecía que la enfermddad iba en aumento, todavía
estuvo presente á los maitines de Navidad ; el dia si-
guiente oyó misa y comulgó.
Otro dia en la iglesia de San Isidro puesto delante
de su sepulcro á grandes voces que todos le oían, dijo
á nuestro Señor : a Vuestro es el poder, vuestro es el
))mando. Señor : vos sois spbre todos los reyes, y todo
»está sujeto á vuestra merced. El reino que recibí de
«vuestra mano , vos restituyo ; solo pido á vuestra
Dclemencia que mi ánima se halle en vuestra eterna
»]uz. » Dicho esto se quitó la corona , ropa y reales
insignias con que viniera : recibió el olio de mano de
los obispos muchos que allí asistían, y vestido de ci-
licio, y cubierto de ceniza dia tercero de Pascua fiesta
de San Juan Evangelista á hora de sesta finó. Pu-
sieron su cuerpo en la misma iglesia junto á la sepul-
tura de su padre. Las exequias fueron mas señaladas
Í)or las lágrimas del pueblo que por el aparato y so-
emnidad, aunque tampoco falló esta como era rozón
en la muerte de tan gran príncipe. Esto dicen don
Rodrigo y Lucas de Tuy, dado que hay quien diga
que murió en Cabezón pueblo junto á Valladolld^ y
ni aun en el tiempo de su tránsito conciertan los au-
tores. Nos seguimos lo que pareció mas probable,
sin atrevernos á interponer nuestro parecer y juicio
en cosas semejantes y de tanta oscuridad.
La vida del rey don Fernando fue señalada en cris-
tiandad y toda virtud en tanto grado que en la ciudad
de León cada año se le hace fiesta como á los demás
qu3 están puestos en el número de los sautos. Muchas
iglesias (1) de su i'eino hizo de nuevo, otras reparó
(1) Tanto Saa IiidorO de León como I9ant« l|aria de
CÁSFÁl Y HOIO.
con mucha liberalidad y franqueza, especialmente
en León fundó las iglesias do San Isidoro y de Santa
Maria de Regla , y el monasterio de Sabaguo en Cüs-
lülu , donde ya que era viejo , cuaudo mus se dió á la
oración y devoción, residía muy de ordinario, y can-
taba muchas veces en el coro y comia en el refitorio
con los frailes lo que estaba aderezado para ellos.
Una vez se le cayó de las manos un vidrio que el abad
le daba ^como cuenta don Rodrigo) y luego se le
restituyó de oro. Dice mas , que como viese audar
descalzos los que serví>in en la iglesia Mayor de
León por la mu>ha pobreza (tan men^undos eran
aquellos tiempos y la pobreza tan apretada) mandó
se le señnlase renta para calzado. ítem que señaló de
sus rentas á los monges deCiuñí mil ducados en cada
un año. La reina duna Sancha no fue de meniir cris-
tiandad que su marido, murió dos años adelante ; en
teda la vida y mas en su viudez se ejercitó en toda
virtud y devoción. Su muerte lúe a quince de di-
ciembre : su cuerpo sepultaron junto ai del rey en la
iglesia ya dicha de San Isidoro.
CAPITULO VIL
Que murió don Ramiro rey de Aragón.
El rey don Fernando por su testamento entre sus
tres hijos dividió el reino (2) en otras tantas partes:
á don Sancho el mayor señaló el reino de Castilla co-
mo se estiende desde el rio Ebro hasta el de Pisuer-
ga, ca iodo lo que se qintó á Navarra por muerte de
don García, se aña>1íó a Costilla: el reino de León
quedó á don Alonso con tierra do Camp^^s y parte de
Asturias que llega hasta el rio Deva que pRsa por
Oviedo, demás de algunas ciududes ái Galicia que
le cupieron en su parle : á don García el meuor dió
lo demás del reino do Galicia, y la p&rle del reino de
Portugal que dejó ganada de los moros. Todos tres se
llamaron reyes. A doña Urraca dejó la ciudad de Za-
mora, á doñi Elvira la de Toro. Estas ciudades se
llamaron el Infantado (3) , vocablo usado á la sazón
para significar la hacienoa que señalaban para sus-
tento de los infantes hijos menores de los reyes. No
era posible haber paz, dividido el reino en tantas par-
tes. Estaba suspensa España : temian que con la
muerte de don Fernando resultarian nuevos inten-'
tos , grandes revueltas y alteraciones. Para prevenir
y poner remedio á esto algunos grandes del reino ro-
gaban al rey don Fernando, y le procuraron persua-
dir algunas veces no dividiese su reino en tantas par-
tes, y desto mismo trataron en la*- cortes. Et que mas
trabajó en esto , fue Arias Gonzalo , hombre viejo y
de esperíencla , y que había tenido con los reyes
grande autoridad y cabida por su valor en las armas,
prudencia y fidelidad , en que no tenia par. El amor
Regla, y el moDasterío de Saha;rua , son fundaciones ante-
riores al rey don Fernando. De él son las de otras iglesias, á
las que en general enriqueció con muctios privilegios y dona-
tivos.
(2) El P. Florez prueba que están erradas Jas fechas en
el epitafio de su sepulcro, pues consta que murió el 8 de no-
viembre de 10(57. Don Fernando juntó los principales señores
y prelados del reino el ano 1061, y les hizo presente su de*
terminación de dividir entre sus tres hijos tüuos sns estados,
haciéndoles reyes: los mas aprobaron su proyecto: pero algu-
nos le manirestaron con mucha libertad los inconvenientes
Sue esto tenia , distinguiéndose entre ellos el conde Arias
onnlo.
(3) Esto no consta, ni los historiadores antiguos convie-
nen en asignar la herencia que don Fernando les dejó; pero
por el epitafio de doña Urraca consta que se apellidaba reioo
de Zamora , tal vez porque su hermano don Alonso después
de su exaltación segunda á los tronos de Castilla y León le
dió el título de reina. Lo cierto es que nadie determina en
que consistía este infantado, y se ve por lo que dice el Sí-
tense t que sin embarcro de haber cedido don Alonso A do2a
Urraca la ciudad de Zamora , sus habitantes no reconocienu
por BU ^uor srno & don Alíbn^.
niSTOmA DE E8PA.^A.
273
OcfMtlre para coa los hijos, la fortuna 6 fuena mas
aka uo dieron lugar ¿sus buenos consejos.
Asentábale bren la corona á don Sancho por ser de
buena presencia, y gentil hombre, da machas fuer-
zas, roas diestro en los negocios de guerra quede
paz. Por estose llamó don Sancho el Fuerte. Pelagio
Of ótense dice que era muy bello y muy diestro en la
guerra. Era de buenacondícion, manso y tratable,
sino le irritaban con algún enojo, y si falsos amigos
iiO color de ^ien no le estragan. Muerto el padre, se
querellaba que en la dÍTision del reino se le hizo co-
nocido ogravio: que todo el reino se le debía á él por
ser el mayor, y que le enflaqueciéronlas fuerzas con-
dividirle en tantas partes: trataba esto en secreto
con sus amigos, jen su mismo semblante lo mostra-
ba. La madre mientras vivió le detuvo con su auto-
ridad que luego no hiciese guerra ¿ sus hermanos,
mayormente que por la muerte del rey don Fernando
lo de Leca (como doté suya) quedaba á su dis|)osi-
don y gobierno. Beioó don Sancho por espacio de
sais aúos, ocho meses y veinte y cinco dias. Al prin«
cipio que comenzó ¿ reinar, se le ofreció una guerra
contra los moros, y luego tras aquella otra con el rey
da Aragón: asi suelen las guerras trabarse y eslabo'*
nar unas de otras, y los alt)orotos y revueltas nunca
paran an poco.
El rey don Ramiro de Aragón con deseo üe ensan-
char su reino con las armas vencedoras perseguía y
achalNi de Araron las reliauias de moros que queda-
ban: á AlmogJadir , rey de Zaragoza y Almudafar.
rey de Lérida forzó le diesen parías cada un año; al
rayde Huesca venció en ^guuos encuentros. Con los
carpaianos confinan los celtiberos, y con estos ios
edetauos, distrito en oue está Zaragoza: ú estos ven-
ció el rey don FdrijaQdo en otro tiempo, y le pagaban
<*ada ano cierto tributo; al presente conüaaos en la
4nudaoza da los reyes y en la ayuda de don Ramiro
detarminaron do no pagalle las parias. El rey don
Sancho visto lo que pasaba, acordó de ir contra ellos
con un buen ejército; que la presteza en revueltas
samajabies, suele ser muy importante. Los carpeta-
Aús, qua es el reino de Toledo, con la venida del rey
y luego sosegaron y se pusieron en razón. Los celti>>
iMsros ó aragoneses dieron mas en que entender, co-
mo gente que era mas brava: corrióles los campos,
saqueó'es fas aldeas y* pueblos por toda aquella co-
marca: finalmente se puso sobre Zaragoza cabeza
del reino, y de tal manera apretó el cerco , que la
rindió á partido que pues por el mismo caso que le
prestaba obediencia, se apartaba de la amistad que
tenia con el rey de -Aragón, fuese él tenido á defen-
derlos da cualquiera que los molestase con guerra
qoier fuese cristiano quier moro: concierto con que
se abria la guerra claramente contra el rey de
Aragón.
Estrenaba el rey don Sancho qua el de Aragón se
juntara con los navarros sus enetaigos, que de ordi-
nario hacían entradas y cabalgadas en las tierras de
Castilla: demás que á ios celtiberos que caían en la
conquista de Gastilia, los tenia por sus tributarios.
Estaba d aragonés puesto sobre el castillo de Grados,
qua edificaron los moros ribera del río Esera para
que les sirviese de baluarte muy fuerte contra ios in-
tentos v fuerzas de ios crístianos. El rey don Sancho
ao conformidad de lo que concertara con los moros,
acudió á dar favor á los careados y hacer que se le-
vantase aquel cerco. Los aragoneses alterados con
aquella venida tan repentüía, y apretados de los cas-
tellanos por frente v de los moros que salieron del
castillo por las espaldas, en breve quedaron vencidos
y desbaratados: unos se salvaron por los pies, otros
que acudieron á la palea, quedaron tendidos en el
campo, el mismo rey da Aragón murió en «quelia
pel^a que sucedió el ano poco mas ó menos de 1067:
tuvo la corona por espacio de treinta y un anof : se-
pultaron su cuerpo en San Juan dala Peña, iglesia
principal y entierro de otros muchos reyes qua alli
yacían sepultados.
Esta victoria fue triste y, desabrida para los crístia-
nos y de mal pronóstico para lo de adelante por dar
al rey don Sancho principio á sus hazañas con la
muerte, de su mismo tio. Del papa Gregorio Vil que
gobernó la Iglesia por estos tiempos, se halla una
bula (1) en que alaba al rey don Ramiro, y dice fue
el primero de los revés de España que dio díe mano á
la superstición de Toledo f que asi Jlamaba él al Btt^
viario y Misal de los godos) la cual superstición tenia
con una persuasión muy necia deslumhrados los en-
tendimientos , y que pon la luz de las ceremonias
romanas dio un muy grande lustre á España. A la
verdad este principa fue muy devoto dala sede apos-
tólica , en tanto grado que estableció por ley perpé-*
tua para él y sus descendientes (2) que mesen siempre
tríbutarios al sumo pontifica: grande resolución y
muestra de piedad.
Sucedióle en el reino don Sancho Ramírez, (3) el
mayor de sus hijos, que era de edad de diez y ocho
años, muy semejable en la virtud i su padre en tiem-
po des te principe el año que se contaba de i 068,
Guinardo conde de Ruysallon edificó y pobló la vil'a
de PerpiTian (4) en los confines de Francia, carca de
donde estuvo asentada la antigua ciudad de Ruyse-
Uon cabeza de aquel estado. El nombre de Perpiñau
se tomó de dos mesones que en aquel, si tio poseia pn
hombre llamado Bernardo de Perpiñon. Dícese otrosí
desde rey don Sancho que abrogó las leyes góti*-
cas (o) á imitación de la ciudad de Barcelona qua
hizo lo mismo, como queda dicho, y mandó se si-
guiesen las imperiales, y conforme á ellas se admi-
nistrase justicia y sentenciasen los pleitos. Casó con
doña Felicia hija de Armengol conde de Urgél en
quien tuvo tres hijos, don Pedro, don Alonso, y don
Ramiro, que todos consecutivamente fueron reyes
de Aragón. Otro su hijo bastardo por nombre don
García (6) fue adelante obispo de Jaca.
Por este tiempo era obispo de Compostella, ó de
Santiago, Cresconio prelado de mucha virtud y co-
nocida prudencia. Sucedióle en aquella iglesia otro
de sü mismo linaje llamado Gudesteo: á este á cabo
de dos años que gobernaba su iglesia, de noche eu
su lecho mató un tio suyo llamado Froyla, uo por
otra causa sino porque pretendía recobrar los pue-
blos de su diócesi de que malamente y contra razón
él se apoderara: tanto puede la codicia demasiada do
mandar^ teneir. A este prelado sucedió otro llamado
Pelayo, en cuyo tiempo se recibió la ley Toledana y
Romana, que asi lo dice la historia Compostellana.
Por ley- Toledana entiendo yo el orden de decir la
misa y las horas canónicas, que de Francia vino ¿
Toledo, y de alli se estendíó por las otras partes, qui •
(1) Seguramente es apócrifa , yá porque no se balU en
los registros de sus cartas, ya porque don Ramiro murió el
ano 1063, y este papa no subió al pontificado hasta el 4675.
{^) No bay ningún autor antiguo que lo diga. Los donati-
vos que algunos reyes haa hecho á los pontífices , no tienen
otro origen que su piedad personal. Por otra parte semejante
obligación no podía pasar á sus descendientes, no estando
autorizada por las leyes del reino.
(3) Se tituid rey algunos meses antes de la muerte de so
pacire, pues en una escritura del mes de febrero de 1065 se
dice que don Sancho reinaba en Aragón , su padre don Ra-
miro no murió hasta el mes de mayo.
(4) Se cree que este conde no hixo mas que aumentarla ,
y quizá fortificarla.
(5) No es cierto, pues , consta por una escritura deaquel
tiempo que cita Briz aue este rey se obligó con los nobles y
barones de Aragón y Navarra, i gobernarles según las leyes
y fueros que estaban en uso, y estas no eran las romanas ó
imperiales.
(6) Parece aue no fue bastardo, sino hijo de don Ramiro^
V hermano de non Saiirbo.
274 BIBLlOiUCA D8 C
lado d oficio de los godos como se dirá en su logar.
La ley RomaDa era la de cODtioencia de los clérigos,
3ue teniao muy estragada y mudada de lo antiguo la
isciplina eclesiástica en esta parte, y los romanos
pontífices pugnaban por todas las Tias posibles que
en Alemana, Francia y España en partlcnlar se re-
parase este daño.
CAPITULO Vfll.
Cómo don Sancho rey de Castilla háio gneira á sus
hermanos.
Ey un mismo tiempo reinaban en España tres re-
yes primos hermanos que tenían un mismo nombre,
aunque no igual poder y fuerzas: hasta en la manera
(le muerte fueron todos ,tres muy semejables. Don
Sancho rey de Castilla que era oí nns poderoso, de-
más de la muerte que dio ^ su tioel rey don Ramiro,
con que mucho amancilló el principio de su reinado
hecho mas feroz de cada dia se iba á despeñar en ma-
yores males, si bien por su mucho poder y destreza
ponía miedo á los demás. Don Sancho rey de Navarra
el pequeñci estado y reino que alcanzaba y sus pocas
fuerzas ayudaba con la confederación que tenia
puesta con el otro don Sancho rey de Aragón: traza
para asegurarse los dos contra el poder de Castilla,
y proseguir contra él la enemiga (jue heredaron de
sus padres. No ígoorabü el de Castilla estos intentos
y artps: acordó g&nar por la mano y anticiparse,
rompió con su gente por las tierras de Navarra hasta
dar vista á la v¡ll<i de Viana (I). Acudieron los dos
reyes; y en aquel lugar se vino á batalla , en que el
(le Castilla fue roto , y con pérdida de mucha gente
dio vuelta á su casa. Los vencedores, determinados
de seguir y ejecutar la victoria , rompieron por la
Rioja y por la comarca de Brlviesca, do cobraron por
las armas todo lo que el rey don Fernando ganara por
aqúeilas partes. Por esta manera se trabaron con
guerras entre si aquellos tres principes sin acordarse
de la que restaba contra moros.
El rey don Sancho de Castilla no pudo por enton-
ces satisfacerse de los dos reyes sus primos á causa
lie otra nueva guerra que emprendió en esUi misma
coyuntura coitra sus hermanos. Era codicioso de
estados, arrojado, atrevido y ejecntivo, feroz por las
fuerzas y poder que alcanzaba. Pretendía que todo
lo que fue de su padre le pertenecia , demás de otras
3uerellas particulares que nunca faltan. La flaqueza
e s&s hermanos le animaba , su poca concordia y
recato, poes no se hacisn á una para acudir con las
fuerzas ile amlo«( al peligro que al uno y al otro
ttmenazabaf Hizo levas de gente: juntó un ejército el
mayor que pudo, resuelto de llevar aquella empresa
hasta ei cabo. Don Alonso que era el primero á quien
aquella tempestad amenezaba, si bien despachó emh
bajadoVcs á su hermano don García y á sus primos
de Aragón y Navarra para que le acudiesen con sus
fuerzas, y ayudasen á rebaUr el orgullo del enemigo
común , y perseguir aquella bestia fiera y salvaie;
por Ja apretura del tiempo juntó sus soldadus que los
tenia muchos y buenos, y fue en busca del enemigo.
Diéronse vista junio á un pueblo que se llamaba
IMsniaca: ordenaron sus haces, dióse la batalla con
g-an coraje y esfuerzo. La victoria quedó por los
i-astellauos, y ei rey don Alonso > vencida y destro<>
%ada su hueste , «e retiró^á la eiud&d de León. Des-
pucs procuró reparar y rehacer su ejército, y tornóse
ú encontrar oon el enemiffo cabe el pueblo que se
llamaba Gotpelara (como dice don Pelayo obispo de
Oviedo, ó como dice el arzobispo don Rodrigo Yul-
pecularia) pueblo asentado en la ribera del no Car-
(I) No 80 fundó h88ta ei aSo 1319 en el reinido de don
snchc el Fuerte, y se cree que esta derrota qoe padederoo
K)S catlellanos fue en el año 1067.
ASPAR T BOIG.
rion trocóse la fortuna v fue vencido el rey de Gas*
tilla. Con la prosperidad suelen descuidarse los
yencedores.
El Cid iba en compañía del rey don Sancho en to-
das las ffuerras. como la razón lo pedia: era conx>
está dicho hombre de grande esfuerzo, sagaz y may
diestro en el pelear. Sospechó logúeme. Recogiólo»
soldados huidos, y muy de mañana con el ¡sol acó-
metió los reales de los enemigos, que cargados de
sueño y vino se hallaban muy lejos de pensar cosa
semejante. Eu el miedo y peligro repentino cada
cual muestra quien es , unos huían , otros tomaban
las armas, todos mandaban y ninguno obedecía, ni
hacia lo que era menester, así en breve es{Nicío que>
daron vencidos. Don Alonso se retiró í la iglesia de
Carríon en que tenia puestos soldados de guarnición.
Allí le prendieron y enviaron á Burgos para que es-
tuviese en buena guarda dentro delcastiMo de aque-
lla ciudad. Pusiéronse de por medio la Infanta doña
Urraca hermaua de los reyes, que quería mucho á
don Alonso por su buena condición , y el conde don
Peranzules que en toda aquella adversidad nanea le
desamparó. Dieron traza qjie con licencia del rey don
Sancho fuese al monasterio de Sahagun que está ri-
bera del rio Cea, y que allí tomase el hábito de
monge , renunciado el estado de seglar. Esperaban
que fas cosas se trocarían, y no faltaría alguna bue-
na ocasión j^ra que aquel príncipe despojado vol-
viese á su remo. Tomó el háoito el ano que secon-
taba de Cristo i07l. Pasó algún tiempo en aquella
vida que tomó por fuerza. Los mismos exhortaron á
don Alonso que renunciada el hábito se fuese á To-
ledo y se pusiese debajo el amparo del rey moro Al-
menon , que fue grande amigo de su padre.
Rizóse así , huyó como le aconsejaban , y entróse
por las puertas de aquel rey. Pidióle audiencia , Y en
día señalado le habló en esta sustancia: aCnanU»
«quisiera , rey Almenen , ya que no se me escusaba
nesta necesidad de acudir á tu socorro y amparo, yo
»que poco antes era rey poderoso, y al présenle me
ohallo desterrado, pobre y cercado de miseria, te-
nner con algún servicio sepalado granjeada tu amis-
»tad V tu erada. Pero ni mi edad que no es mucha,
»ni la diferente religión oue profesamos , me lian
«dado á ello lugar ; y paira los príncipes magnánimos
Dcual tú eres, bastante cansa debe ser para dar la
nmano y levantar á los caídos su graodeía y beni^-
DUidad ; que como yo en mis males huelgo de acudir
ná tus puertas antes que á las de otro^ movido de la
«fama de tus virtudes, así te debe dar contento se
»haya ofrecido ocasien para hacer bien á un h^o del
»gran rey don Femanan. Mas que podía yo hacer? á
nquíén acogerme en mis cuitas? Todas mis avudas
nme faltan, de mis bienes y de mi reino estoj despo-
))jado por mi mismo hermano don Sancho» si herma*
DÚO se debe llamar el que no guarda lealtad y |>aren-
ntesco, y que tiene por bastante causa el apetito de
nmandár para atrepellar los hijos de su padre. Mis
))deudos qué me podían prestar ? pues pretende
«también embestir con mi nermano don Garcia , y
»los reyes nuestros primos están poco sabrosos con
nnuestra casa. Finalmente no me quedó otro remedio
«sino desterrarme, ni hallé otro amparo sino en tu
«sombra. No pretendo que por mi causa ni para res-
«tituirme en mi reino emprendas alnuna guerra , si
«bien los grandes príncipes se sueien encar^nar de
«deshacer semejantes agravios^ solo te suplico me
«des lugar en tu casa ym pasar mi destierro, que
«será algún alivio de cuita tan grande, y de entrete-
«nerme en tu reino solo con la esperanza de que el
«causador destos daños, feroz al presente v ufano,
«trocadas las cosas será en breve castigado de la
«crueldad que ha usado contra sns hermanos y con-
»tra sus deudos : cosa que sí sucedfere, y Dloa otor-
«gare con mi deseo y me sacare desloa males, pue-
»d096|lir «ierb<|iM nunca fiMilfé tu olvnioel acó**
•gñnkilto y gracia que me bieierea.»
El rey AtraanoD cono' cfoier que' tenia á mucha
honra que aquel poco^^antes rey poderoso acudiese á
su amparo eou unta bamiidad , y oonflado qne en
algutt tiempo le podria ser de provecho aqoelhi su
venida; respondió con «semblante alegt'e y en nocas
palabras á este raaonamíento. Dijo que le pesaba de
su desgracia^ pero qne deUa llemr aquel retéacon
bueo talante , -pueH su «oncieocta , no le acusaba de
culpa alguna. Qne las cosas desta vida son sujetas á
mudanzas; por lauto de preseutie se sufriese , y p:u*a
adelanta se entretuviese coa aquella buena esperan^
za que decía. Bo so reino podria eatar todo el tiempo
que le pluguiese : que nmguua cosa le faMaria para
el sustento de su casa , y que fuera de su reino y da
su patrii( ninguna otra cosa fcharía monos; íina^
mentó que le tendría como 6 hijo y* le trataría como
á tal. SeiÍHlóie casa para su morada junto á su pala*,
cío» que estaba donde ahora el monasterio de la Con-
cepción , y cala cerca un templo de cristianos , que
se entiende era el que- hoy tienen los carmelitas. C(>n
esto tenia aparejo para oír misa y los oficios divinos,
y para hablar al rey cuando le parecía. Hizo su pleito
mMuenaje que guardaría lealtad al moro» y acudiría
á su servicio como era razón.
Era don Alonso muy apuesto y agraciado» modes-
tOy prudente . liberal , y de costumbres muy suaves,
con que en breve ganó las voluntades de ' aquella
gente, y todos se le aficionaban. Su hermana dopa
Urraca cuidaba de sus cosas. Pidió licencia al rey
don Sancho, y con ella le envió para que*le hiciesen
compañfa, ai conde Poranzules y otros dos hermanos
suyos Gonzalo y Hernando para que Je sirviesen y él
se aconsejase con ellos. En caropauía de los tres vi-
nieron otros muchos : todos quiso el rey moro gana-
sen su sueldo porque tuviesen con qué sustentarse,
y cuando fuese menester le sirviesen en la guerra
que de ordinario tenia contra otro^ moros comarca-
nos. En esto pasaba aquel príucipe desterrado su vi-
da : cuando cesaba la guerra , dábase á la caza y á la
montería ; y para mayor comodidad, de sus monteros
edificó un alquería que después creció en vecindad,
y hoy se Ihima Brihuega (1), pueblo conocido en el
reino de Toledo. Su ordinaria residencia era en To-
ledo : trataba mucho coa el rey , y de cada día coa su
buen término le ganaba mas la voluntad , y el moro
gustaba mucho de su conversación y compañía.
Aconteció que cierto día fueron á tomar deporto y
recreación en una huerta cerca de la ciudad por do
pasa el río Tajo, con cuyo riego y agua que del sacan
muchas azudas , se hace muy fértil y de muclio pro-
vecho; V hoy se llama la huerta del rey. Adormecióse
con la frescura don Alonso. El rey y sus cortesanos
que cerca estaban recostados á la sombra de un ár-
bol , comenzaron ¿ tratar del sitio inespugaable de
Toledo, de sus murallas y fortaleza : uno dallos el
mas aTÍsa<b replicó, por solo un camino se podría
esta ciudad conquistar ; si por espacio de siete auos
continuados le pusieren cerco, y cada un año pira
quitalle el mantenimiento le talasen los campos ) que-
masen las miases sin duda se perdería.
Don Alonso que del todo no dormía , ó á caso des-
pertó, oyó con mucho gusto aquella plática, y le en-
comendó á la memoria. Añaden á esto algunos que
el rey moro , advertido del peligro y del descuido,
para ver si dormia le mandó ecnar plomo derretido
eo la mano, y que por esta causa le llamaroa don
Alonso el de la mano horadada. Invención y hablilla
de vv^a»! pprqui) cómo podían tener tan á muño
{domo derretido , ni el que mostraba dormir , dísimu-
ar tan grave dolor y peligro ? la verdad , que le lia-
(1) Estaba cerca de- Toledo, y no debe cou£ttadiK& cao la
villa del misoio oombre que está cerca de Guadalaj^ra.
maroo asi norattlnaquauby Ail»Qr«|idad^triierdiAfll'<
ría. Otro dia.iefiereii quo.esUiAflQ'4jn p^es^oAíde)!
rey, se levantó el cabelio y solé erizó di» maoeri^ euo
aunque el rey por dos ó tres vocea ao loi allanó^ |x>aa^
vía se torna» á levantar. Ltí$ moros oofDo gente qi^é»
miran mucho en^átos aguaros , |i visaron quo aquálio
era pronóstico de (prande mal , aue se apoderaría, dei
aquel reino, si no ganaban por la mano con darle iat
muerte para aserrarse. ¿ Quién podrá desbaratar
los consejos de Dios Y E| rey era.dp suyo muy huma-
no, y tenia buena Yolontad á don Alonso; por esto
no se dejó porfii,u^dir de Iqs agüeros.* ni. vmq^eo que-
brantar por su causa las leyes del hospedaje : con-
tenióse eon que don AIodso^Io hideftode-nuevO'pMto
homeqaje que le seria amigo verdadero y ImL fiatoi
pasaba en Toledo c por otra- pqrte el oey don* SáBdio.
iwpí y ttfhoo por la Tíctoiíia que ^anó» toAiaba povK:
sion del reino do l.eon, en que unat-diudaaAea s^>in
rendían de yoluatad . de/^mu sef padnró por fuetaf
de armas. En particular la ciudad de León al princir
pío le cerró las puertas ; pero al fín.oon un cerco que
tuvo sobre ella muy apretado, á ejemplo de las de-
más ciudades se allanó. Concluido esto á su volun-
tad , revolvió contra Galicia , do el 'otro hermano
reinaba oon pocas fuerzas por tañer el feino dividido
en bandos, y estar disgustados contra él los naturales
á causa de los muchos tríbutos que les imponía , de
cada día mayores y mas graves : el mayor daño, que
se dejaba gobernar á sí y á todas sus cosas públicas
y particulares de un criado que tenia con él ^ran ca-
bida, que. suele ser un grave daño en los principes.
Do ordinario las mercedes que los principes hacen se '
atribuyen á ellos mismos ; y si en alguna cosa se
yerra ^ cargan á ios ministros y á los que tienen á su
fado que suelen pagar con la vida la demasiada pri-
vanza, como sucedió en esta caso, ca los caballeros
indignados por aquella causa dieron la muerte á
aquel su criado en su misma presencia , y aun pasa-
ron tan adelante que por sospecharse de muchos
eran participantes en aquel deuto, para asegurarse
tomaron las armas y alborotaron el reino : meuuspre-
ciaban es á saber al que vían dejarse gobernar por
hombre semejanta ; y sin duda es señal que el prín-
cipe uo es grande cuando sus criados son muy pode-
rosos.
En esto estado se hallaba Galicia al tiempo que el
rey don Sancho acometió á lomalla. Don García visto
que por estar los suyos alboroUidos no' podria con-
trastar i las fuerzas de su hermano, con solo tre-
cientos soldados que le siguieron , desamparada la
tierra , acudió á los moros de Portugal. Persuadíales
lo ayudasen con sus fuerzas, que si bieu andaba
fnera de su casa , todavía le acudirían sus vasallos.
Que se apiadasen de su trabaj[o, y hiciesen rostro á
la ambición de su hermano , siquiera para asegurar
sus coses y y no tener por vecino enemigo thn pode-
roso, que si salía con aquella pretensión , no parariu
hasta ensenorearse.de todo. Representábales los ín-
tereses que podía esperar de aquella guerra , que lo-
dos serian para ellos mismos , y él.se contentaría cou
recobrar su estado y vengar aquel agravio. A estas
razones respondieron los moros que les pesaba de su
mal , pero que uo les venia á cuento meter en peligro
sus cosas por ayudarle , y mucho menos fiar de pro-
mesas de hombre que no se supo conservar en lo que
tenia. Despedido destc socorro, todavía quiso probar
ventura alentado con otros muchos que le acudieron,
unos por odio del rey don Sancho , otros por tener
parta en la presa , parta moros » parte trislialiosiConí
esta geule rompió por las tierras de su reino •: 10%
Sueblos y ciudades de Portugal fácilmente se le nen-
ian. Acudió el rey don Sancho, para dtajar ésta
!2ama : llegó con su ^eate hasta Sautaren.qua aá-:
liguamente fue Scutabio. Juntáronse, los dos campois!
dlóse la batalla de pod¿r á poder, el cásnpoqued^ pó'
ai»
ti-nj d* UnUtla, el Mtngoy DMlaniadelMcoD-
tnrlMfbe grande, snMbospnsloiiero*, f entre Im
itemá« e) mismo don Garoiaiiua llavaroD al castilla
de Luna en Galicia UK decae pasó en príiiones lo
que reató de Ib vida , pol>re y despojida de BueiUdo.
Era de mya hombre deacuidado j Rojo, sadto-de
lengua, y oo bastante para taograndea olas y lor-
meiita como centra él se levantaron.
CAPITULO IX.
CAmQ el ref don Sancho mnrlósobre Kamora.
CoflCuiiDa 4]Qe hobo el rey don Sandio con lee dos
bennanos , luego ipn se tío aeñor de todo lo que so
padFO pos¿8, quedó mas toberbio qne antea y mas
w^lloao.N»sSBConlaba da- la justicia da Dios, que
ásele mgardeDusfasaeraejBnles, y Tolierpor k»
que kjastanmU padecen ; ni consideral» cuanta
sea la InconstaDCiadeBnealra felicidad, ea «paeial
la que por malos medios se aicants. Pmmetkw osa
larga nda, mnoboa y alegres aoM sin recelo algnao
de la muerte que muy preste por uuel miamo ca-
mino se le aparefaba. Düpojadoa loa hirmadoa , solo
3 ue daban las dos bermaoBS qoe pretendía tambiea
espoieer de loa estadas que su padre las dejó. El
color que psra esto temitba era el mismo del agravio
quepreleDdiasalehiiioeo dividir el reino eBleniss
partes : la fadlidid era mayor á causa de tener ya él
majorea tuerzas, y aquellas señoras ser mujeres y
flacas. La ciudad de Zamora estaba muy pertrechada
de muros, muDÍciones, vituallas y suldadoa que le-
niao apercebidos para iodo lo que pudiese saceder.
Los moradores era gente muy esrorzada j may leal,
y Bpare|edoeipoae^seicuslq^uie^^iei^po^ie(aa-
dergadécual9ui•requelosq^lsieseacomete^. Acau-
dillábalos Arus Gonzalo, caballera muy ancUno. de
mucho valory [vudencta , y de cuyos conaejos se fa-
lla la infanta doña Urraca para las a
y de la guerra.
is del gobierno
(1) Caiodo (toa Saacbo liiio prísioaero 1 don GsrrU , le
soltd inmediiumetilfi nobrehameMgeque le biio que «n
toda an ndt faeie «u muUo i gegun uaa crAoíci minusrrKt
M Süwriil ; pero ínego cnindo d¿ii Aloami lubiA al trono
íue pr«Dder i doB Gírela eon eariBo el K de febrero
Bl rey visto que por rolonlad BO vendrim en nin-
gún partido, ni se le querían entregar, neeTdAnssr
de 1073, y lo pu9o en el casltllo de Un que erti en tierra
de Le<n i siete lefraii de arta eÍDdtd donde piiA lo mUatt
de Ri Tidi ttorisado de neerte natmsl deqpon dt 17 sím
de priBkM.
HtfTOUt
i» temí Janló m ímoHm , jmq etlu h pau so-
bre iqaelU cuidad , resuelta de dq ilur la auno
hutsMlircaniqDellBéinpreuiel cercoie apreubi,
eonb>litDlftciddaáeoQliidaiuerledeÍDgeDioi. Los
ciudadiDOS coinMub'iii 4 sentir los diootilsl cerco;
> «I rÍMgo qiw todos coirisa los espuitabs j hacia
blsDdear pan trüar de partidos. Ea esta esiiido se
halbbao ctuodo un hombre astuto lUmado Vellido
DoHbs, si coatiiQÍc«do.el negocio con otros , ü de su
woh iddUto bo seube, )o cierto eaque salió deis
cíoÍImI c(hi determiucioa de dar la muerte al rey, y
por astacamino destnretar aquel cerco.Nefocid que
le diesen eolnda pira hablar al rey: decíale quería
dñclmr los secrfltosjialeiiloi délos ciudadanos, j
«ID inostrtrlt parte nws flaca del muro j mas i pro-
posita para dan* ej asalto y forulls. Creen los hom-
bm DtcibnaBts kt que desato : salió el rey acompa-
iMo da lole aquel sombra pira mirar si era verdad
lo quft prometía. Biio áH matcoarisaza de loque
fuera raa», ^ue fue causa de su moerie, porque
estando descuidado y sin recelo <l£ semejaiue trair
don, VoUida Uolftn la tir¿ un venablo que traiu en
ta maao, con qae le pasú el cuerpo de pirle 1 parte:
eatraño Btre*iniiaolo y desgraciada muerta, mas que
•e le empleaba bien ^r t.uit abras y'Tida descuQ-
cert^da.
i.l7
,_- _,-„^^ __ niJ6*
k» piís con iDtSDto de recogerse á la ciudad. Lo»
soldadosque oyeron las vocea y gemidos iJet rey quti
se riibolcajis ea au sangra, Tueron en pos del male-
dor , y entre los demás el Cid que Se hallaba en uquel
cerco. La distancia era grande ^-do le pudieron al-
canzar; que las guardas le abrieron la puerUlnas
cercana, y por ella se entró ea la eludan. Esto dio
ocasión para que los de la parte del rey sé persuadie-
sen fue aquel caso pansadu , y que los demás ciuda-
danos 6 muchos dellos emú en íl perticipautes. Lpe
soldodosdeLeony deGaüdanoseaÜanuendelrey
muerto, ui les agradaban sus empresas, y asi sin
detancfie mas tiempo desampararon los banderas y
se fueron & ana casas. Loada Castilla,,c«Hu> ma»
obligados y mas anttgup» vasallo*, paila dalloa mü
grao sentiinieDlo Uenron el cuerpo mDerloal'mo^
naslarñde Oña, do laaepuKanHi y bicíafcuau lion^
ras , que no fneron io mucba aolamnldad y aparato;
la mtiyor parlé ae quedaron sobre Zaaan ^resa^tvK
de vengar eqaeHa traición. Amanaiaban de asolar la
ciudad , y dar la muerte i todos los nwradorea coaw
i traidores y putidpaate* en aiMel trato y ihn. ,
Ea particular don Die^Ordonei (1 ) da la casa^ tía
Reiloi ii\ piliDlo de iloAt tlfti
Id ic xtíaitA
armnsy en su cahello^y desde nn lugar alto para
que lo pudiesen oír , hencliia los tires de voces v Ge-
ras, amensia de destruir y asolar los hnmbres,
las sve<, las bestias, los peces, las yerbas y losdr-
boles sin perdouar á cosa alguna. Los ciudadanos
entre el miedo oue se les representaba, ^ la vergüen-
za de lo que defloc dirían , no se atrevían i chistar: ■
>-l miedo podía mss qne la mengua y quiebra de la
honra. Solo Arias Gontalo. si bien KUlarga edad le
pndíera escusar, determiao de salir i la demanda, y
nf recio á si y í sus bijos para hacer campo con aquet
mballero por el bien de su patria. Tenian en Castilla
rosiumbre qneel que retese de aleve alguna ciudad,
fuese obligado para probar sn intendon nacer campo
cim cinto cada uno de por si. Salieron al palenque y
Ala IfiB tres hijos líe Arias Gcnialo por M Arden Pe-
dro. Diego y Rodrigo. Tiidos Ir^ metrleron I msMs.
dedon Diego Ordonez qfie peleaba edoesheraomuy
grande. Sglo el tercero bien que herfdode miwrie.
alz<5 la espada, con quetiorhenril contrarío lalilHó ■
el caballo y le corld W riendas : espantado elcebaltn
se alborotó de manera que sin poderla detener saM
5 suco a don Diego de h Minada , to qoa so se pne-
e hacer coníorme á las leyes del dasnBo, y el que
sálese tienepor vencido. Acudieron í los iueeesqDa<
tenían seflalsdos ; hw de Zamora alegHbnttla costuí»-.
brc reeeblda,el retador sederendiaconqueaqmUo^
il^un lihro de mMtlc-
278 BIBLIOTECA OB
sucedió acaso, y qud saMó dol palenque contra su
vo)n[nad.,Los jueces no se resolvían, j con'aquel
silencio páretela fayorecisn á los ciudadanos. Desta
manera se acabó aquel debate , que sin duda fue muy
señalado , como se entiende por las corónicas de Es-
paña, y lo dan á entender los romances viejos que
andan* en este propósito y se suefen cantar á la vi-
huela eit Cspafa , ae sonada apacible y agradable.
CARTOLOX.
Cómo volvlé el rey don Alonso á sil reino*
Esto pasaba en Zamora; doña Urraca cuidadosa
áe ÍQ qiM podría rasotüir en el reino despees de la
muerte de su faennano, y por el amor aue tenia á
don Alonso , que deseaba sucediese en su logar y re*
cobmsesu rdnoy acordó despaclialle un measajaro
á Toledo para avistlle de todo y en fiarticular.de ia
desastrada moerte da su bennano. Dio al mensaiero
senas secretaa^para que se cerilflcase que elia misma
te enviaba las earlas en ci^ por lo que pudiese su-
ceder, que nadie laa entendiese dado caso qué se tos
tomasen. Lo que contenían en suma era: Que no
hay en el mundo alegrfa pura que no vaya destem-»
piada con tríateza : que el rey don Sancho era muerto
por traición de Vellido Dolfos : que si bien tenia me-
recida la muerte y los tenia á todos agraviados , en
tin era hijo de sus padres , y fuerza se doliesen de su
triste suerte: que muy presto se alzaría el cerco de
Zamora, si bien don -Diego Ordoñez cargaba ¿ los
ciudadanos de traidores como participantea en aquel
caso , y los retaba resuelto de probaltea en campo y
por las armas aquel aleve; lo que hacia al caso, y
ella siempre deseara y lo suplicara á Dios , era que
él como deudo mas cercano era llamado á la corona
pura que recobrase su reino y sucediese en lo de-
más ; por tanto que abreviase para prevenir los in-
tentos de ffonte no bien Intencionada, granjear y
conquistar las voluntades de todos los vasallos; final-
mente que se guardase de gastar el tiempo en de-
mandas y respuestas , coaauttas y dudas fuera de
sazón , pues en casos semejantes no hay cosa mas
SNlodable que la presteza. Eato contenia la carta.
Mucbaa escuchas de moros qse andaban mezclados
entre los crístíanos » avisaron primero al rey moro
de lo que pasaba , y la fama que en casos semejantes
siempre se adelanta y vuela.
Peranzules que por conjeturas que para ello tenia,
cada dia esperaba algún trueco v mudanza salía cada
día en son de caza de la ciudad díe Toledo por espacio
de una legua para informarse de los caminantes .y
saber lo que pasaba. Con este cuidado bobo á las
manos una ó dos espías de los moros que venian con
aquel aviso « v sacados del camino, por encubrir las
nuevas si pudiera , les dio la muerte : finalmente en-
contró con el mensajero de la infanta, informóse en
particular de todo, y con tanto dio vuelta para la
ciudad , y avisó á don Alonso de lo que venia en las
cartas y el mensajero decia. Aconsejábale que con
todo el secreto posible' sin dar parte al rey moro se
iwliese prestaquente; á la verdad parecía recia cosa
fiarse de loa moros , que como tales poca lealtad sue-
len guardar, además de otros inconvenientes que po-
dían resultar, que el miedo y el amor suelen hacer
mayores de lo que son. Don Alonso estaba perplejo
mñ saber cuál partido debia seguir y qué consejo to-
GNur. Parecíale bien lo que aquel caballero. le decia,
mas por otra parte se le hacia de mal mostrarse des-
cortés con quien, le tenia tan obligado. Resolvióse
fioilmente d¡a seguir k> que parecía mas seguro y mas
honesto. Habló con el rey Álmenon: avisóle de todo
lo que ya él mismo sabia , aunaue disimulaba : pidióle
licencia para tomar posesión del reino á que los 6u«
yos le convidaban , que no le pareció justo partirse I
CASPAB Y aoiG.
I sin su voluntad, y sin quelo'Siripleaede^ieBttales
I regalos tenia reoebidos.
El bárbaro vencido con esta eortesía j lealtad res-
pondió se holgaba macho que leofracieaea^ et reino,
y mucho mas quo conaqueMacorteafa le quitase la
ocasión de trocar las buenas obras que le hiciera,
menores que él merecía y él misnao díeaaaba^ en al-
gún desabrimiento , ai se pretendiera ir sío que él lo
súplese , y sin dalle parte de lo que por otra vía muy
bien sabia ; y aun le tenia tomadas los pasos y en loa
caminos puestas guardas para que no ae la plidieae
esoapar, si por ventara lo intentase : que muy en
buen liora fnese á tomar la corona tfm lejofireciui;
solo quería ^ue para seguridad de la amlatad que te-
nían puesta*, le hiciese de nuevo el.JQnimaiit»que le
tenia hecho de ser verdadero amigo así suyo como de
su hijo Hissem , para no faltar jamás en la fe y pala-
bra que se daban , pues ponian á Dios p#r jnei y por
testigo de aquella confederación y amÍBtad^ Uízose
todo como el moro lo pedia ; avudóie,c«n dineros
para el camino , y aun para mas nonrarle al partúae
le aeompañó pcir algún boen ^^apado : ejemplo singa-
lar de fidelidad y templanza en un rey bárbaro como
aquel. Lo qu^ se ha dicho teago por mas cierto que
lo que reíéte don Lucas de Tay, ea á saber, que sin
que el rey lo supiese, se descolgó por los adarvea , y
se huyó en postas que le tenían aprestadas.
De cualquier manera que ello fueae , él enderezó
su camino á Zamora , donde la infanta le esperaba, y
á quien siempre tuvo en lugar de madre : consultó
con ella lo que debia hacer, despachó sus correos
por todas partes para avisar de su venida. Loa de León
no mostraron dificultad alguna , antes con gran vo-
luntad le recibieron y alzaron por su rey. Lo de Ga-
licia andaba en balanzas áeausaque su hermano don
García por la mudanza de Ios-tiempos escapó de la
prísioh , y pretendía restituirse en el reino que antes
tenia. Acordó don Alonso por escusar alteraciones
enviaUe personas nobles y principales que le requi-
riesen de paz , los cuales por ser él de buena condi-
ción y sencillo fácilmente le persuadieron lo que de-
seaban ; antes sin recelarse de alguna celada , ni ne-
dír otra seguridad se vino para su hermano , confia-
do alcanzaría del por bien lo que pretendía. Enga-
ñóle su esperanza, ca luego le echaron las manos, y
le quitaron la libertad y volvieron á la prisión que le
duró todo el tiempo de la vida. El recelo que de su
condición se tenia , no muy sosegada que seria oca-
sión de alborotos y alteracíones,.escusanen párteoste
desaguisfido que se le hizo, demás del buen trata-
miento que tuvo en Ja nrision, si la falta de la libertad
y el reino que le quitaban , se pudieran recompensar
con alguna otra comodidad y regalo. Con esto quedó
llano Jo de Galicia. .
Los caballeros de Castilla se juntaron en la ciudad
de Burdos para acordar lo que se debia hacer : la
resolución lue de recebir á don Alonso por rey de
Castilla á tal que jurase por espresas palabras no
tuvo parte ni arte en la mnertede au hermaob. Don
Alonso avisado desto se partió- para aquella ciudad :
los mas de los presentes se .recelaban de tomarle la
íura por pensar lo tendría por desacato , y para ade-
lanta se satisfaría de cualquiera que lo ínteutose; solo
oí Cid como era de grande ánimo se atrevió i tomar
aquel cargo y ponerse al riesgo de cualquier desa-
brimianV).
En la iglesia de Santa Gadea de Burgos le tomó el
juramento , que en suma era no tuvo parte en la
muerte de su hermano, ni fue della sabidor : sí no
era así^ viniesen sobre su cabeza gran número de
maldiciones que allí se espresaroa. Acal>ada esta
ceremonia, á voz de pref^onero alzaron por dou Alan-
so los pendones de Castilla, y le declararon por rey
con grande muestra de alegría y muclias fiestas que
por aquella causase hicieron. Disimuló el rey por
HISTORU DE ESPAÑA.
279
enUmc^s el desacato : mostróse alegre y cortas coa ,
todos cómo el tiempo lo pedia; pero quedó eo so
pecho ofendido gravemente contra el Cid, como los
efectos adelante claramente lo mostraron; además
que algunos cortesanos, que. suelen coa su mal tér*
nMHo«€iiar los* disgustos de los príncipes, y mirar
con maioeojos ta prosperidad de los que les van de-
lante, DO cesaban con chisiioes y reportes de aumen-
tar la «idígnaciou del rey ( i ).
Tenia den Alonso treinta ▼ siete años cuando T0I-7
vté al reino. Pne diestro en la guerra^ por esta can*
sa le Remaren don Alonso el Bravo. Era prudente y
templado en el gobierno , de noble condición y mo-
desto y virtudes & que de suyo era inclinado , y las
adversidades y trabajos que padeció , mucho le afi-
naron mas. Sttfranqneaa y liberalidad fue estremada,
tanto que parecii en hacer mercedes consumir las
riquezas y tesoros reales. La muerte del rey don San-
cho y la restitución de don Alonso sucedió el año
que se contaba de Cristo de i073. Eo el mismo el
cardenal Hildehrando entró en el pontiQcado por
muerte de Alejandro Sesudo , y se llamó Gregorio
Séptimo : persona de singular virtud , grandeza de
ánimo y constancia , como lo mostró en la enemiga
que por toda la vid» tuvS con el emperador Enrique
Tercero desre nombre sobre defender la libertad de
la Iglesia que aquel príncipe pretendía atrepellan
En España este mismo año Santo Domingo de Si-
los moof<e Clnniacense , varón de conocida santidad,
finó á' veinte de diciembre día viernes ; su fiesta se
celebra cada ano en España. Nació este santo en la
Rioja en un pueblo llamado Canas : de pastor que
fue entró monge en San Millan de la Gogalla : con
el lírmpo vino á ser allí abad, mandó desterrar el
rey don Garda de Navarra porque defendía con mu?
cha fuerza las eiempcíones de sus monges y sus pri-
vilegios; de donde tomó el nombre en latín (como yo
creo) que se dijo Eiiliensis, Silos en romance. El
monaKterío que á la sazón se llamaba de San Sebas-
tian . le reparó este santo los anos pasados con ayu-
da del rey don Fernando; y adelante mudó el nom-
bre y se llamó de Santo Doicingo de Silos no solo el
monasterio , sino el pueblo que está junto á él en el
vdlle de Tbblatelio diez leguas de Burgos, en unos
íi^peros riscos , camino derecho de Santisteban de
Gormaz. No quise dejar esto por la noticia de la an-
tigüedad, y por ser este monasterio muy nombrado.
Volvamos i ios hechos de los reyes , y al orden de la
hítoría como Iba antes.
CAPITULO xi:
De los principios del rej doo Alonso el Seslo.
ETf los principios del reinado del rey don Alonso
no faltaron turbaciones y revueltas, que con el tiem-
po se apacií¿uaron y tuvieron buen suceso y alegre.
El ano siguiente después que entró en su reino que
fue el de 1074, los reyes de Córdoba y de Toledo,
traían guerra sobre los términos de sus reinos. Don
AIonM) por lo mucho que debía al de Toledo , juntó
nn buen ejercito con intento de ayudarle y acudirle.
Ttjmtó el rey Alraenóo de primera instancia que ve-
nia contra él ; pero luego se desengañó y supo el
buen intento que traía en su favor. Juntaron los dos
sus campos , y hicieron muy gran daño eo las tierras
del reino de Córdoba : destruyeron los sembrados,
aldcasycortijos. y quemaron Jos pueblos, hicieron
grandes presns de hombres cautivos y de ganados.
No se vino á las manos porque el de Córdoba esqui-
vaba entrar en bntalla con AlraeDÓo y con los demás
que d»í su parte venían. Los soldados volvieron ale-
(Ij P»recc que lo que ofendió á don Aionso fue eJ haberle
hcfho repetir tres veces cljuramcnlüdescoafiandodcsusiu-
ceridad.
gres con las victorias , ricos j cargados de despojos.
Por este tiempo falleció la primera mujer del rey don
Alonso por nombre doña Inés : casó después coa
otra señora llamada Constancia natural de Francia.
Deste segundo matrimonio tuvo una hija sola ^ que
se lianió doña Urraca , y adelante heredó el reino y
todos los estados de su padre , como se vei¿ en otro
lugar. A Instanciade esta reina (segou yo pienso) des-
pacharon una embajada á Roma para suplicar al papa
enviase un legado á España con plena potestad para
reparar y reformar por todas las vías posibles las
costumbres de los eclenásticos , que por la soltura dei
los tiempos andaban muy estragadas y perdidas. Pa-
recióle al papa Gregorio vn ser muy justa esta de-
manda : despachó para este efecto á Ricardo carde-
nal y abad dts San Víctor de Marsella.
Este legado llegado é España juntó en Burgos du-
dad cabeza de Castilla el ano de 1076 un concilio de
obispos de todo el reino (2), en el por conformarse
con la voluntad del rey y con lo que era razón , con-
firmó en' todo su reino el ministerio romano ; que
son las mismas palabras de don Pelayo obispo de
Oviedo. Yo entiendo que mandó eiecotar y poner en
práctica las leyes antiguas de la Iglesia olvidadas ▼
desusadas en gran parte , señaladamente que los clé-
rigos de orden sacro no se casasen ni tuviesen muj^
res , según que lo mismo se hiciera en Alemana^
aunque con mucho alboroto y revueltas que sobreef
caso se levantaron, tanto que públicamente 8edi|e-
ron muchas cosas contra la honra y reputación del
pontífice Gregorio , libelos famosos , cantarciMee j
versos muy descomedidos en este propósito : tan pen-
sada cosa es dejar las costumbres viejas y reformar
las vidas estragadas. A la verdad los mas de los clé-
rigos olvidados de lo que pedia la antigua disciplina
eclesiástica , y vencidos del deleite se hallaban enla-
zados en el casamiento, cargados do mujeroi y de
hijos Demávdesto á ejemplo de Aragón abrogaron
en aquella junta el Breviario y Misal gótico de que^
usaban en España , y se mandó introducir el roma-
no. Esto cuanto á lo eclesiástico.
El Cid asimismo por mandado del rey partió pan»
la Andalucía é poner en razón á los reyes moros-de
Sevilla y de Córdoba , que no querían acudir eon las
parias y con los tributos acostumbrados. Traian entre
si guerra muy reñida los reyes de Granada y de Sevi-
Jla : el de Gratiada estaba mas orgulloso á cansa que
algunos cristííipos seguían sus banderas y ganatian
del sueldo ; pOsose el Cid de por medio para concer-
tallos y ponellos en paz , y porque el de Granada no
quería' venir en ningún partido, lé hizo guerra ¿ y
vencido, le forzó á tomar el asiento que primero
desechaba. Hiciéronse unes las paces entre aquellos
moros, y el Cid volvió con los tributos cobrados, y
sus soldados ricos con las presas que en aquella guer-
ra hrcieron ; los cuales y toda la demás gente por las
victorias que ganó en esta jomada, le dieron un no<» *
vo apellido y muy honroso, ca le llamaron el Cid
Campeador ; en que se muestra el grande amor que
le tenían , y gran crédito que había ganado. Por el
mismo camino los nobles y caballeros seencendieron
contra él en una nueva envidia : procuraban abatir
al oue mas aína debieran imitar, armábanse para es-
to Je calumnias y cargos falsos qne te hacían, ter-
cian sus servicios y sus palabras. No era dinculloso
salir con su intento por estar el rey de tiempo afás
desgustado , demás que de nuevo se les ofreció otm
ocasión muy á propósito para llevar adelante esta
trama. ^ ^ ^
Ljs moros de Andalucía no acababan desosegiry
(2) Oíros ponen en i085 este concilio, cuyas acias le
han perdido. Su delermioacioa de que se dejase el oGciti
gótico, y se usase d romano alteró mucho á los-caslc-
llanos.
280
BIBLIOTECA DE GASPAR T BÚIG.
alJHuarse : determioó el rey Iiacelles guerra en per-
sona. Bn esta sazón un buen gojpe de muros de los
3ue en Aragón moraban , sea ¿ persuasión de los an*
aluces,, sea por no perder aquella oeasion, por
Medioaceli hicieron entrada en las tierras de Gasti-
Ua. Corrieron y talaron los campos de Santistevande
Gormaz. El Cid se hallaba retirado en su casa con
adiaqite de su poca salud,, como á la verdad preten*
diese con ausentarse ajplacar la envidia de sus émulos
para que no le empeciesen; pero avisado de lo que
pasuba, y visto que el rey estaba ausente, con las
gentes que pudo recoger pesUmente acudió al peli-
gro. Su valor y dilisencia corrían á las parejas : así
muy en breve forzó a los moros á retirarse y desem-
bnrazar la tierra. No contento con esto, por aprove-
charse de la ocasión y aprovechar sus soldados,
revolvió á manderecha sotire las tierras dbl reino de
Toledo sin parar hasta dar vista á la misma ciudad:
en el camiqo saqueó los p>ueblos , taló los campos,
ganó gran presa y siete mil esclavos entre homores
y mujeres. Los que le aborrecían acudieron ul rey
para cargalle de haber quebrantado el asiento puesto
con aquél rey de Toledo, Decían no con venia disimu-
lar ni dar rienda á un hombre loco y sandio para ha-
cer semejantes desatinos : que erfi bien castigalle y
hacer que no se tuviese en mas que los otros caba-
lleros, ni pretendiese saUr con lo que se le an-
tojase.
Tratóse el negocio en una iunta de graodes y ricos
hombres: acoroaron saliese desterrado del reinó, sio
dalle mas término de nueve dias para cumplir el des-
tierro. No se atrevió el Cid á contrastar con aquella
tempestad : encomendó su mujer y hijos al abad de
San Pedro de Cárdena, monasterio con que tuvo
toda su vida mucha devoción , y él se fué i cumplir
su destierro acompañado de muy bueoa y lucida
gente. Iba resuelto de no pasar el tiempo en ociosi-
dad , antes hacer de allí adelante con mas brío guerra
k los moros , y con el resplandor de sus virtudes des-
hacer las tinieblas de las calumnias que le armaban.
Los moros por este tiempo, con las comidas y regalos
d«) España^ y con la abundancia, fruto de la victoria,
habían perdido en gran parle las fuerzas y valor con
que vinieron de África. Salió el Cid con poca gente
aunque escogida, y otros muchos deudos y Iríjosdftl-
go que se le allegaroá; que todos deseabaa tenelle
por caudillo , y mnilar debajo de su conducta. Rom-
pió lo primero por el reino de Toledo ; y el rio de He-
nares arriba no paró hasta llegar d aquella parte de
Aragón en que está Alhama y el rio Xalon , que riega
con diversas acequias que dé! sacan , gran parte de
aquellos campos ; en particular combatió y ganó de
lo» moros el castillo de Alcocer muy fuerte por su si-
tio, puesto en lugar alto y enriscado. Desde este cas-
tíNo hacia salidas y cabagaldas por todas aquellas
tierras comarcanas, y aun desbarató dos capitanes
que el rey de Valencia envió con (^ente para impedir
aquellos daños. La presa que hizo en todos estos
encuentros y jomada, fue muy rica : acordó enviar
en presente al rey don Alonso treinta caballos esco-
gidos con otros tantos alfanjes, liados de los arzones
Y treinta cautivos moros vestidos ricamente que los
llevasen á^ diestro. ,
Recibió el rey esta embajada y presente con muy
buen talante y toda muestra de contento y alegría. El
pueblo no cesaba de engrandecer al Cid y subir sus
liizañas hasta las nubes : llamábaule libertador de la
patria, terror y espanto de los moros, defensor y
amparador de la cristiandad : decían que era tanta
sú grandeza que con buenas obras pretendía vencer
los agravios que le hacían , y su mansedumbre y gen-
tileza se aventajaba á las injusticias y injurias de sus
contrarios ; que no debía nada á los caballeros anti-
guas, antes se les adelantaba en todo género de vir-
tud. Despidió el rey los embajadores muycortesmente
pero no alzó por entonces el destierro á su s^r por
no alterar á los moros , si tan en breve le perdonaba;
solo dio licencia á todos los que quisiesen , para se-
guiUe y militar debajo de sus banderas : en lo cual
se tuvo respeto no solo.á honrar al Cid , sino á des-
cargar el reino de muchos hombres bulliciosos, qo»
apaciguada el Andalucía , por estar criados en las ar-
mas , llevaban mal la ociosidad. Estas cosas si bieu
pasaron en muchos años las juntamos en este lugar
pomo perturbarla memoria, si se dividieran en
muchas partes. Advertido esto volveremos con nues-
tro cuento atráa, y á referir lo que pasó en España
el año que se contaba de Cristo 1076.
CAPITULO XII.
Cómo el rey don dancho de Navarra fue muerto por sa
hermano.
J£l rey don Sancho de Navarra tenia un hermano
llamado don Ramón : los dos , aunque eran hijos de
un padre y de una madre , en las condiciones y cos-
tumbres mucho diferenciaban. Don Ramón era de
suyo bullicioso , amigo d« contiendas y de novedadef^:
ninguna cuenta tenia con lo que era bueno y hones-
to é trueque de ejecutar sus anteojos. Arríroábansele
otros muchos de su misma ralea, gente perdida, y
que consumidas sus haciendas , uo les quedaba espe-
ranza de alzar cabeza , sino era con levantar alboro-
tos y revueltas. Con la ayuda destos pretendía don
Ramón apoderarse del reino : ambición mala» y que
le traía desasosegado. El rey era amigo de sosiego,
muy dado á la virtud y devociou , con^o consta de
escrituras anticuas en que á diversos monasterios de
su reino hizo donaciones de campos , dehesas y pue<
blos. Tenia en su mujer doña Placenoia un hijo por
nombre don Ramiro, de poca edad auele haoia de
suceder en el reino ; y no falta quien oiga tuvo otros
dos hijos , hasUi llamar al uno don García , y al me-
nor de todos no le señalan nombre.
De lo uno y de lo otro tomó ocasión don Ramou
para alzai:se contra el rey : decía c|ue con su mucbn
liberalidad , que él llamaba prodigalidad y demasía,
diminuía 4hs rentas reales y enflaquecía las fuerzas
del reino , como de ordinario los mulos á las virtudes
ponen nombres de los vicios á ellas semejantes: gran
perversidad. Demás desto el rey era viejo, los hijos
que tenia , de poca edad : esto dio ánimo al que ya
estaba determinado de declararse , y con la ayuda de
sus aliados se alzó con algunos castillos, principios
de mayores males. Acudió el rey á ponelíe en razón;
mas visto que por bien no se podía acabar cosa nin-
guna , l^ pusieron acusación . y en ausencia por los
cargos que contra él resultaban, le declararon' por
enemigo público , y le condenaron á muerte. Con es-
to quedaron por enemigos declarados , y cada cual
de los dos procuraba dar la muerte al contrario. Los
malos de ordinario son mas diligentes y recatados por
no fiarse en otra cosa sino en sus mañas; por el con-
trario los buenos confiados en su buena' conciencia
se suelen descuidar.
El rey estaba en la villa de Roda : el traidor secre-
tamenCe se fue allá bien acompañado; y hallado el
aparejo que buscaba, alevosamente le dio la muerte.
El arzobispo don Rodrigo no hace mención de todo
esto , puede ser que por no manchar su nación y pa-
tria con la memoria de caso tan feo. Los hijos del
muerto acudieron á favorecerse, don Ramiro el ma-
yor al Cid , y los dos menores al rey de Castilla don
Alonso. Su edad y fuerzas no eran bastantes para
contrastar á las del tirano, que quedó muy pertre-
chado i y luego con el favor de sus valedores se llamó
rey. Por esto los principales del reino se juntaron
f»ara acordar lo que convenia. No los pareció dísimu-
ar ni recebir porseñoral que tales muestras daba de
lo que seria adelante. Los infantes eran flacos, y es-
instoftu
Ubtm aoiéiites. tlesolTiéronse de conyidar con aquel
reino y corona á don Sancho rey de Aragón primo
hermano del maerto, y valerse de sus fuerzas contra
las del tirftno. Acudió él sin tardanza : encargóse <lel
reino que le ofreciao , y apoderóse de la ma>or parle
del ; oirn parle, que fue lo de Briviesca y la Riojn,se
entregó h1 rey doo AIoq<ío, que pretendía tener mejor
dereclio á lo de Navarra por causa de la bastardía de
don Rumiro padre del rey de Aragou , en particular
se entngó la ciudad de Najara, do en la iglesia de
Santa María la Real sepultaron los cuerpos del rey
muerto y de la reina su mujer. Vino otrosí el Amgo-
nes en acudir cada un ano al de Castilla por lo de
Navarra, por no venir con él á rompimiento, con
cierto tributo (1) : este reconocimiento se halla por
escrituras antiguas que pagaron los reyes doa San-
cho y don Pedro. El tirano homiciano vista la voluntad
con que la gente recebia al nuevo rey, v perdida la
esperanza de poder contrastar así á sus fuerzas como
al- odio que todos como á malo y aleve le tenían ,
acordó ausentarse. Huyó á Zaragoza, donde el rey
moro le dio casa en que morase , y le heredó en cier-
tos campos y tierras con que pasase su pobre y lace-
rada vloiBi. Esta herencia ae mano en mano recayó en
una su nieta llamada Marquesa, que casó con Aznar
López, y afirman que en su testamento la dejó á la
iglesia Mayor de Santa María de Zaragoza en Uempo
oe don Alonso rey de Aragón Primero deste nombre.
CAPITULO xni.
Que Almenon rey de Toledo y don Ramiro conde de
Barcelona fallecieron.
El año luego siguiente que se contó de i 077, pa*
saron desta vida dos príncipes muy señalados, Alme-
non rey de Toledo y don Ramón conde de Bi^rceltma
por sobrenombre el Viejo ; en que el dicho aiío fue
mas Señalado que en otra cosa que en él sucediese.
En el reino de Toledo sucedió Hissem hijo mayor del
rey difunto. Todo el tiempo que reinó, que fue por
espacio de un año, se conservó con todo cuidado en
la amistad del rey don Alonso á ejemplo de su padre
y por su mandado, que se lo dejó muy encomendado.
Muerto His<em, lesacedió su hermano menor (2^ por
nombre Hiaya Aidirbil» muy diferenle de su padre y
hermano. Era cobarde en la guerra , en el gobierno
desconcertado, de vida muy torpe, dado á comidas y
deshonestidades, sin perdonar a las hijas y muiere;)
de sus vasallos : con que se hizo muy aborrecible asr
i los moros como á los cristia jos que moraban en
Toledo. Era inhumano y cruel , propia condición de
medrosos j cobardes. Por la muerte de Hissem que-
dó el rey don Alonso libre del homenaje que hizo en
Toledo los años pasados de guardar amistad ¿ aque-
llos prínci(»es padre y hijo.
Los cristianos y moros de aquella ciudad cansados
con Ja tiranía que padecían, y no pudiendo llevar los
vicios de aquel principe, hacían grande instancia
Sor sus cartas al rey don A'onso para que los librase
e aquella opresión tan grande, y se apoderase de
aquella ciudad tan principal, que era como uü ba*
Inarte muy fuerte de casi todo el señorío de los
moros. Decíanle no perdiese aquella ocasión tan bue-
na como se le preseolBba por estar desabridos los
ciudadanos , y la poca iodustria del rey que.no ten-
dría ánimo ni fuerzas para hacer resistencia á los
cristianos. Estos fueron los primeros principios, y
como las primeras zanjas que se abrían paraempreu-
(i) No lo declara ningún documento antiguo; y de ma-
cha ^ escrituras de aquel tieoipo que se baJJaa en Jos archivos
de las iglej(¡as de San Millan, de Najara y Calahorra , consta
crae fue el rey de CaBlilla yno el de Aragón quien poseyó la
Rioia y Najara.
(21 fliaya , llamido Jaia*AIdapher} fae h^o d« Bissem se-
gnn K» escríMni Iním.
der la conquista de anuella nobiUsima dudad cabeza
de todo aquel reino. El conde don Ramón fallecióen
Barcelona (3) , en cuya iglesia Mayor le sepultaron,
que él mismo desde los cimientos levantó los anos
püsadus. El entierro y las honras fueron cuales se
puede pensar con toda muestra de magestad y solem«
uiddd. Dejó dividido su estailo entre dos tiijos suyos,
el mayor se llamó duu Berenguel, el segundo donUa-
mou cabeza de Estopa : la causa de tal apellido de
suso queda ileciarada ; su gentileza y apostura , y las
costumbres muy compuestas y agradables fueron
ocasión de ganar las voluntades así del pueblo como
de su padre en tanto grado que sin embargo que era
hijo menor, quedó nombrado por conde de Barcelo*-
na : mejoría que le fue perjudicial y le acarreó la
muerte, como luego se dirá.
Este príncipe casó con una señora, hembra de
mucha virtud, y que fue hija de Roberto Guiscardo
normando de nación y gran señor en Italia , según
que lo reGere cierto autor. Esta gente de las norman-
dos en aquel tiempo era muy nombrada : la fama de
su valor volaba por todas partes, y eslaban apoderados
de lo postrero de Italia y de Sicilia. Fundó esta con-
desa dos monasterios, el uno con advocación de San
Daniel en el valle de Santa María tierra de Cabrera ;
el otro cerca de Girooa, donde después de la muerte
de su marido, renunciado el siglo y sus comodida-
des, pasó muy santamente lo restante de su vida. En
el un monasterio y en el otro puso reügiosas de San
Benito. Hijo desta señora fue don Ramón Arnaldo ó
Berenguel , que sucedió á su padre en el condado de
Barcelona. Por este mismo tiempo Armengol conde
deUrgel harria guerra á los moros que quedaban por
aquellas comarcas, y Guillen Jordán conde de Cerda-
ña perseguía á les ¿orejes arríanos , que á cabo de
tantos años tornaban á brotar por aquellas partes. Es-
te Cdstiguba aquella mala gente con destierros, con-
fiscación de bienes , con infamia y con muertes que
daba á los pertinaces. Por el esfuerzo do Armeogol
se ganaron muchos pueblos ribe>*adel rio Severo, en
especial la ciudad de Balaguer cabeza del condado de
Urgel volvió á poder de cristianos.
CAPITULO XIV.
Como los normandos fueron á Italia.
El nombro de los normandos fue muy conocido
los años pasados por los grandes danos que hicieron
en las costas de España y de Francia ; mas por estos
tiempos se hicieron mas famosos cuando estendieron
la gloria de su esfuerzo en las partes de Italia , y por
fuerza de arnas fundaron en ella un nuevo reino y
señorío que dura hasita nuestros tiempos , aunque
mudada diversas veces la sucesión de los príncipes
que le han poseído y poseen. Dará mucha luz á esta
historia saber la origen desta gecte , y la ocasión que
tuvieron para pasar en Italia, á causa de estar sus
cosas en lo de adelante muy mezcladas con las de
España. Normandos , que es lo mismo que hombres
setentriouales , se llamaron en particular todos aque-
llos que entre la provincia de Dania y la Címbrica
CUcrsoneso se estendian por todas aquellas marinas
del mar Germánico , y poseían hs islas que por allí
caen : hombres fieros y bárbaros , en el vestido y ma-
nera lie Vida salvajes, de costumbres estruordiaarius;
pero muy diestros en el arte de navegar por el ejerci-
cio ordinario que tenían de ser co<;arios. Luythpraudo
que floreció por estos tiempos, dice que los normun'*
dos eran los mismos que los rusos ó rutenos. La
verdad es que en un mismo tiempo estas gentes se
derramaron como dos ríos arrebatados, los rusos por
(3) Pone su muerte el Monge de Ripoll el de 1076, y
según Diago bu hijo don RaoiOQ Bercnguer | cabeza de Estopa
fue el prbnogéQltOt
IM BlBUOTBCi 01
tas provinciaf de Oriente, de donde vienen los de
Polonia ; los normandos por las de Occidente, en que
hicieron grandes efectos, en particular en tiempo de
Garios el Simple rey de Francia asentaron en aquella
parte de aquel reino, que anliguameute llamaron
Neustria , y después del apellido desta frente se lla-
mó y se llama Normandía , como se dijo en otro lu-
gar . Traian ¡)or capitán á uno llamado Rolon : nat:i-
raímente tenian grande apetito do mandar , eran
acostumbrados á ungir y disimular, dados al estudio
de la elocuencia y ejercicio de la caza , fuertes para
sufrir todo trabajo, hambre, calor y frió : preciában-
se de andar bien restidos y arread )s ; en lo demás
eran de condición soberbia y desapoderada. Estas
eran las virtudes y vicios de los normandos y su na-
tural : coa la comunicación de los franceses cuya
condición es mansa , se mitigó en parte su fiereza y
se amansaron sus costumbres. Del linaje de Rolon
hobo uno llamado Guillermo Notho, séptimo duque
de Neustria ó Normandía : este por testamento del
rey Eduardo el Santo juntó al ducado de Normandía
el reino de In^alaterra en el tiempo que se hacia la
guerra de la Tierra Santa. Para apoderarse de aquel
reino pasó en una flota á Ingalaterra. y en la primera
batalla venció á HaroMo su competidor, y le quitó la
vida y el reino. De allí por tener aquellos reyes buena
parte de la Francia resultaron perpetuas guerras en-
tre franceses y ingleses, que comenzaron poco antes
de los tiempos en que va nuestra histor a.
De Francia pasó á Italia un ejército délos norman-
dos con esta ocasión. Hay en N »rmaudía una ciudad
que se llamó en otro tiempo Constancia Castra : en su
comarca poseía un pueblo que se llama Altavilla, uno
llamado Tancredo príncipe denoble y antiguo linaje ,
dichoso en sucesión , porgue de dos matrimouios
tuvo no menos aue doce hijos. Guillermo por sobre-
nombre Brazos de Hierro, Drogo, Wifredo, Gaufre
do, Serlo nacieron déla primera mujer, cuyo nombre
no se sabe : la segunda mujer llamada Franseodis
tuvo estos : Roberto Guiscardo, Malegerio, Guiller-
mo, Alveredo, Humberto, Tancredo y el menor de
todos Rogerio, que hizo á todos ventaja en hazañas
y en mayor poder y señorío. La madre cuidaba de los
alnados como de ios hijos propios, y así tilos se que-
rían bien sin que tuviesen entre sí diferencias ni en-
vidias. Et padre los crió y amaestró en las armas y en
las otras artes que pertenecían á gente noble. Eran
denodados, de buen consejo, con que enfrenaban
la temeridad ; la osadía no los dejaba ser cobardes.
Lo que el padre tenia , era poco : temian que si lo
dividían no resultasen dellos riñas y contiendas ; de-
terminaron irse á otra parte á vivir y heredarse.
Italia estaba dividida en muehos seño río 3, ardía en
bandos y guerras. Los moros tenian á Sicilia y las
otras islas del mar Mediterráneo : por la una causa y
la otra se les ofrecía buena ocasión para mostrar su
valor y esfuerzo. Los hermanos mjiyores pasaron en
Italia : siguióles un buen golpe de gente ; ejercitá-
ronse en las armas, y ganaron houra primero en las
guerras de Lombardia y de Toscana , después pasa-
ron á tierra de Lavor parte del reino de Nápoies, do
los príncipes el de Salerno y el de Capua se hacían
guerra muy reñida por diferencias que tenian entre
sí. Asentaron primero con el capuano , después si-
guieron al salernitano que les liizo mas aventajado
partido, y con esta ayuda quedó con la victoria. Con-
cluida esta guerra, á ínstuncia de Maniaco, goberna-
dor de la Pulla y de Calabria por oí em[)erador de
Grecia , emprendieron la conquista de Sicilia contra
los moros qua della estaban apoderados. Hicieron en
breve buen efecto, ca muchas ciudades volvieron á
poder do cristianos, y en diversos encuentros desba-
rataron los moros, y los corrieron por toda la tierra
hasta lanzarlos de aquella isla. Tras esto como es or-
dinario resaltaron sospechad y disgustos entre los
GASPAR t ROIG.
griegos qne pretendían quedar señores de aquella
isla , y los normandos que aspiraban á lo mismo. Ds
las palabras vinieron a las manos : quedaron los
griegos vencidos y privados de aquella su preten*
sion.
Ddstos principios comenzaron los vencedores á
fundar y poner los cimientos de un nuevo estado en
Italia y en Sicilia , que en breve llegó á ser muy po-
deroso y rico , porque á la fama de lo que pasaba, ioi
hermanos menores que quedaban en Francia fuera
de solos dos que perseveraron en casa de su padre,
cuyos nombres no se saben , acudieron con nuevos
socorros de gente en ayuda de sus hermanos mayo-
res , con que mucho se adelantaron en poder y se-
ñorío. Todo lo que se ganó por aquellas partes , se
dividió entre los mismos que lo conquistaron , pero
muertos los demás, Gnalniente quedaron por señores
de lodo Roberto Guiscardo y Rogerio. Roberto se lla-
mó duque de Calabria y de la Pulla, Rogerio fue coa-
de de Sicilia, estado ganado de los moros y griegos
por las armas suyas y de su hermano. Roberto de dos
mujeres que tuvo , Alborada y Si{<elgayta hija del
príncipe de Salerno, dejó estos hijos: Boamundo,
Rogerio y una hija (si es verdad lo que dicen los ca«
talanes) que casó con don Ramón conde de Barcelona,
como ya dijimos. De Rogerio conde de Sicilia nado
otro Rogerio que mudó el apellido de conde en el de
rey, y acabados los demás deudos , parte que falle*
cieron , parte por haberles él quitado lo que tenían,
quedó solo con todo lo que los normandos en Italia y
en Sicilia poseían ; demás desto África y Grecia le
pagaban tributo , tan grande era su poder. Esto se
tomó de Gaufredo monge que escribió los hechos de
los normandos en Italia á instancia del mismo conde
Rogerio en historia particular que della compuso;
pero dejada Italia , volvamos a España ¿ nuestro
cuento.
CAPITULO XV.
Que se emprendió la guerra contra Toledo.
Dbstá manera procedían las cosas de los norman-
dos prósperamente en Italia. En España los ciudada-
nos de Toledo no cesaban con cartas y mensajeros
de solicitar á los nuestros para que emprendiesen
aquella conquista y se pusiesen sobre aquella ciudad :
que el rey Hiaya ni se mejoraba con el tiempo, ni por
el riesgo que corría , enfrenaba sus apetitos , antes
por no irle nadie á la mano de cada día crecía en
atrevimiento y crueldad; finalmente que pasaban
una vida muy desgraciada , rodeada de miserias y de
angustias , y que solo se entretenían con la esperan-
za de vengarse : que si los cristianos no les acudían,
se determinaban de pedir á los moros que los acor-
riesen, pues cualquiera sujeción era tolerable á true-
que de ubrarse de aquella tiranía : toda servidumbre
es miserable , pero intolerable servir á un loco y
desatinado. El rey don Alonso andaba perplejo sin
saber qaé partido debía tomar : combatíanle por una
parte el recelo de lo que se podría pensar y decir, por
otra la esperanza del gran provecho si ganaba aquella
ciudad. Acordó tratar cl negocio en una junta de ca-
balleros , gente principal y grave : los pareceres
fueron diferentes como suele acontecer en semejan-
tes consultas. Los mas osados y valientes eran de
parecer se emprendiese luego la guerra, que decían
seria de mucho interés y honra así para los parücu*
lares , como en comnn para toda la cristiandad. En-
carecían la grande presa y los despojos con que se
animarían los soldados, la importancia de quitar ana
ciudad tan principal á los moros, la buena ocasión
que se les presentaba de salir fácilmente con la em-
presa , que si se pasaba por ventura no volvería tan
presto : que en el suceso de aquella guerra so
ponía en balanzas todo el poder ue los moros en
España.
feíltOlUi
Los mal recatados oslrañaban esto : decían que
en ningana manera se debía emprender aquella con-
quista y pues era contra conciencia y razón quebran-
tar la confederación y amistad aue teniau asentada
con aquellos reyes. En conformiaad Jesto uno de los
caballeros que segaian este parecer, hombre ancia-
no y de mucha prudencia , habló en esta manera :
«¿Con qué justicia, oh rey, ó con qué cara haréis
«guerra auna ciudad que en el tiempo de vuestro
naestierro , cuando os hallastes pobre, desamparado
sy sia.remedio , os recibió cortésmeote y trató con
«mucho regalo? principio que fue y escalón para su-
sblr al reino que ahora tenéis. ¿Que razón sufre dar
scuerra al hijo » sea cuan malo U quisiéredes pintar,
Boei que con su hacienda y con su poder os ayudó á
svolTer al reino que os quitó vuestro hermano ? Hos-
Bpedóos amorosam<>nte, y tratóos no de otra manera
»que sí fuérades su hijo, para obligaros al cierto que
Bá sus sucesores los tuvié^edes en lugar de herma-
snos ; que no debe ser menor la unión que resulta del
^agradecimiento y amor, que la que causa la natu-
Draleza y parentesco. DiGcuItosa cosa es persuadir á
Bun principe lo que conviene : adulación y confor-
Bmarse con su voluntad carece de dificultad y peli-
Bgro. Si va á decir la verdad , cuanto uno es mas
Bcobarde , tanto es mas libre en el blasonar de guer*
Bras y de armas. A las veces por parecer de los mas
Bcobardes se emprende la guerra , que se prosigue
Bdespues con el esfuerzo y riesgo de los esforzados.
«¿Quién no sabe cuánta sea la fortaleza de aquella
Bcittdadque queréis acometer? ¿cuan grandes sus
«pertrechos, sus municiones, sus reparos ? Diréis :
bLos ciudadanos nos llaman y convidan : como si
Bhobieseque fiar de una comunidad liviana y incons*
Btante^ y que volverá la proa á la parte de donde so-
Bolare el viento mas favorable. Destruir la tiranía ^
Blibrar los oprimidos es cosa mujf honrosa : es así, si
Bjuntamente y por el mi^mo camino no se quebranta-
Bsen Ids leyes de la piedad y agradecimiento, y de
Btoda humanidad. Dirá otro : No hay que hacer caso
«del íurameoto, pues su obligación ceso con la muer-
Ble de los reyes pasados : verdad es , ¿ pero quien
«podrá engañar á Dios, testigo de la intención y de
«Ja perpetua amistad que asentastes? mas aína se
«puede temer no quiera vengar semejante desacato
Bv fraude. Nodecimos esto oh rey por esquivar el tra-
Boajo ni el peligro : con el mismo ánimo que otras
«veces estamos aparejados , y prestos para seguiro')
«si fuere menester desarmados , desnudos y flacos ;
«pero para tomar consejo es justo que nuestras len-
Bguas tengan libertad, y vuestras orejas se muestren
«á todo lo que se dijere favorables, b
Movieron estas razoies al rey tanto mas que por
boca de uno le parecia hablaba gran parte de los que
alU estaban ; finalmente venció el deseo que tenía de
hacer aquella guerra , y conquistar aquella nobilísi-
ma ciudad en que tantas comodidades se le represen-
taban. Con esta determinación les habló en esta
sustancia : a Bien sé nobles varones las muchas difí-
BcultaJes que en esta guerra se ofrecen, y que estos
«días se han dicho muchas cosas á propósito de po-
«neros espanto y miedo; mas quién no sabe cuantas
«mentiras y cuan vanas se suelen sembrar en ocasio-
Boes semejantes? La cobardía y el miedo todo lo
«acrecientan y hacen mayor de lo que es en hecho
«de verdod. No diré nada del cargo de conciencia que
Bnos hacen, ni del juramento y nota de ingratitud
«que nos acusan : las maldades df Híaya nos dascar-
«caráD bastantemente; al que su misnio padre, si
«fuera vivo, castigara con todo rigor, será razón que
«{>or su respeto le dejemos continuar en ellas y on su
«tiranía tan grave? Alegan con la fortaleza de aquella
Bciudad eignin número de sus ciudadanos : la verdad
«es que al esfuerzo y valor nioffuna cosa habrá diü-
9CttItos«i> (i09 que debajo la conaucta de ipi hermano
ti ks^A^Aé jSiaS
«don Sancho y mia allanastes ^rañ parte de España,
))y ganastes de los moros muchas batallas campales,
))por ventura serán parte estas hablillas para espan-
otaros? Que si los enemigos son muchos, no será
I) esta «la primera vez que peleáis con semejante ca«
«nalla, gente allegadiza, sin concierto y sin orden,
oy que cuanto son mas en número, tanto se embara-
ozarán mas ni tiempo del menester. Gente flaca es la
«que acometemos, y por la larga ociosidad y el mu-
ocho H'galo DO podrán sufrir el trabajo y el peso de
olas armas. Ganado Toledo, mis soldados, ¿quién
osera parte , quién os irá á la mano para qur> con las
omanos victoriosas no lleguéis á los últimos términos
ode España? remate de todos vuestros trabajos, pre-
omio y gloria inmortal , que con poco trabajo alcau-
ozareis para vo?, para nuestros reinos y para toda la
ocristiandad. Parad mientes no se nos pase el tiempo
oen consultas y recatos; y lo que suele acontecer
ocuando los buenos intentos se dilatan , no nos pa«
orezca mejor consejo aquel cuya sazón fue ya pa«
osada, o
Estas razones tan concertadas encendieron los
ánimos de todos los presentes para que con toda vo-
luntad se decretase la guerra contra los mjros. El
rey, tomada esta resolución , se encargó de juntar
armas , caballos , vituallas, diñaros, municiones y
todo lo demás necesario. Mandó levantar banderas y
hacer gente por todas partes, en particular llamó y
convidó con nuevos premios y ventajas los soldados
viejos que estaban derramados por el reino. En todo
esto se ponía mayor diligencia por entender que los
moros avisados de todo lo que pasaba, llamaban en
su ayuda al rey moro de Badajoz, que á toda furia se
aprestaba para acudillescon toda brevedad. La prie-
sa fue de manera que las unas gentes y las otras, los
moros y los cristianos, llegaron á un mismo tiempo á
Toledo ; pero visto que el rey don Alonso iba acompa-
ñado de un campo muy lucido, soldados tií estros y
muy bravos , los moros dieron la vuelta sin pasar
adelante en aquella demanda. Sin embargo no sepu*
do por entonces ganar aquella ciudad á causa que el
rev moro de Toledo se hallaba á la sazón muy aperci-
bido y pertrechado de todo lo necesario, demás déla
fortaleza grande de la ciudad, que ponía á todos es-
panto por ser muy enriscada. Talaron los campos ,
quemaron las mieses , hicieron presas de hombres y
de ganados, y con tanto se volvieron á sus cases.
Comenzóse látala el año que se contaba de 1079 ;
continuóse el año siguiente , el tercero y el cuarto ,
sin alzar mano algunos otros años adelante. Tomaron
á los moros los pueblos de Canales y de Olmos , que
caian cerca de aquella ciudad , y en ellos deiaron
f(uarnicion de soldados que nunca cesaban de nacer
correrfas y cabalgadas por toda aquella comarca. Con
estos daños comenzaron los de Toledo á padecer fal-«
ta de trigo y de otras cosas necesarias para la vida.
Susténtase la ciudad de Toledo comunmcyie de
acarreo á causa que la tierra de su contorno es muy
falta por ser de suyo delgada y arenisca . y por las
muchas piedras y peñas que en ella hay : las mentes
fon pocas , y sus manantiales cortos , llueve pocas
veces por caerle lejos la mar y ser la tierra la mas
filta de España : solo por la vega por do pasa el rio
Tajo hay una llanura y valle no muy ancho, pero
muy fértil y alegre.
En el mismo tiempo que se dio principio á la con-
quista de Toledo , el Cid continuaba la guerra en
Aragón con mucha prosperidad : ganó de los moros
(iiversos castillos y pueblos por toda aquella tierra;
«olo para ser colmada su felicidad le faltaba la gracia
(ie su rey que él mucho deseaba. Sucedió muy á pro-
pósito quHel año de 1080 se levantaron cieñas re-
vueltas entre los moro:» del Andalucía á causa que
un hombre priucipal de aquella nación por nomore
Almofala, tomó por faerza el castillo d^ Crudos, B)
284 iifeLioTUi im
moro cuyo era, acudió al rey don Alonso para yaler-
66 de su ayuda y recobrar aquella plaza : llamábase
este moro Adofír. Al rey le pareció condescender con
esta demanda , y aprovecharse de aquella ocasión
que para adelantar su partido se le presentaba : envió
golpe de geute adelante, y él poco después con ma-
yor número acudió en persona ; el moro cootrarlo era
astuto y mañoso, la guerra iba á la larga. Temia el
rey no se le pasase la sazón de volver como lo tenia
comenzado á la conquista de Toledo : acordó llamar
al Cid que en Aragón se hallaba, y encargalle aque-
lla empresa por ser caudillo de tauto nombre y en
todo aventajado y sin par. Venido , le acogió muy
bien y trató muy amorosamente como príncipe que
de suyo era afable , y que sabia con buenas palabras
granjear las voluntades. Alzóle el destierro , y para
mas muestra de amor á su instancia estableció una
ley perpetua en que se mandó que todas las veces que
condenasen en destierro algún hijodalgo , no fuese
tenido d cumplir la sentencia antes de pasados trein-
ta dias , como quier que antes no les señalasen de
término mas que nueve dias.
Volvió el rey á su empresa, y el Cid concluyó
aquella guerra del Andalucía á mucho contento, ca
recobró el castillo de Grados sobre que era el débete,
y prendió al moro que le tomara , que envió al rey
para que hiciese del lo que su voluntad fuese y por
bíeu tuviese. Esto pasó en el Andalucía aauel ano:
el siguiente de mil ochenta y uno don García herma-
no del rey pasó dosta vida. H izóse desangrar rompi-
das las venas en la prisión en que le tenían : tan
Srande era su disgusto y su rabia por verse privado
el reino y de la libertad. Temia el rey don Alonso
que como era bullicioso y de no mucha capacidad no
alterase los naturales y el reino. Esta entiendo yo fue
la causa de no querelle soltar en tanto tiempo, mas
3ue la ambición y deseo de reinar; verdad es que
espues de la muerte del rey don Sancho tuvo la pri-
sión mas libre y toda abundancia de comodidades y
regalos, y aun no falta quien dice poco antes de su
muerte le convid&ron con la linertad, y no la aceptó
sea por estar cansado de vivir, sea por aplacar a
Dios con aquella penitencia y afán ; de que da mues-
tra no querer le quitasen los grillos en toda su vida
antes mandó le enterrasen con ellos, y así se hizo.
Llevaron su cuerpo ¿ la ciudad de León , y allí lese-
{lultaron muy honoríücamente en la iglesia de San
sidro. Halláronse presentes en el enterramiento y
exequias sus dos hermabas las infantas, muchos obis
pos, y otros grandes del reino. Su muerte fue á los
diez años de su prisión, y álos quince después que
comenzó á reinar.
El Cid sosegadas las revueltas de la Andalucía ,
tornó ala guerra de Aragón, donde en una batalla
venció al rey moro de Denía por nombre Alfagio , y
junto con él al rey de Araron don Sancho que vinie
ra en su favor. Esta victoria fue muy señalada, tanto
que el rey don Alonso le llamó para honrarle y ha-
cerle mercedes según que sus trabajos y virtudes lo
merecían. Venido que fue, le hizo donación perjuro
de heredad de tres villas, es á saber Briviesca , Ber-
Janea, Arcejona. Por otra parte el moro Alfagio se
rehizo de gente, y con deseo de satisfacerse corrió
las tierras de Castilla hasla dar vista á Consuegra,
villa principal de la Mancha. El rey si bien estaba
ocupado en la conquista de Toledo, acudió contra
esta tempestad para rebatir el orgullo de aquel moro.
Juntáronse los campos, adelantáronse las haces de
una parte y de otra , dióse la batalla , en que pereció
mucha morisma, y el rey moro se salvó por los pies y
se retiró á cierto castillo. La alegría desta victoria se
aguó mucho á los cristianos con la muerte lastimosa,
gue sucedió en la pelea, de Diego Rodríguez de Vivar
ijo del Cid, mozo de grandes esperanzas , y que eo-
peozaba ja á seguir la huella y las virtudes de su pa-
CkSM t ROíé.
dre. Su cuerpo enterraron en San Pedro de Cárdena,
y allí se muestra su lucillo. Alfagioel moro, «UDqiie
vencido en las dos batallas susodichas, no acababa de
sosegar; antes recogida mas geute, rompió otra vez
por lit^rras de Castilla ?in reparar basta Medina del
Ctmpo, pueblo bien conocido y princiohl. Salióensu
busca Alvar Yañez Mlnaya deudo del Cid, personada
viiior ; y llegado á aquellas part*)s tuvo con él un en-
cuentro en que tercera vez quedó vencido y desbara-
tada su gente.
Esto pasó el añode Cristo i982 , en el cual ano don
Ramón cabeza de Estopa conde de Barcelona cerca
de un pueblo llamado Percha, puesto entre Ostarlito
y Girona, fue muerto alevosamente. Su mismo her-
mano don Berenguel le paró aquella calada yendo ca«
mino de Gírona y le hizo matar (i). Estaba mal eno-
jado contra él después que su padre , sin embargo
que era menor, se le antepuso en el estado de Barce-
lona. Disimulólo al principio , y mostró sentimiento
por la muerte de su hermano ; pero como quier que
semejantes maldades pocas veces se encubran, sabi-
do efcaso, cayó en aborreciihiento de la centetan
grande que no solo no alcanzólo que pretenaia, antes
f»or fuerza le privaron de lo que era suyo. Lo que
e quedó de la vida, pasó miserablemente , p^bre-
desterrado y vagabundo ; y aun se dice que de repen-
te perdió la habla eu Jerusalen, do los años adelante
fué á In conquista de la Tierra Santa , y aJIf le sobrt-
vino la Muerte. Rl cuerpo de don Ramón sepultaron
en la iglesia Mayor de Girona.
Sucedióle don Ramón Amaldo su hijo, de tan poca
edad que aun no tenia año cumplido * pero fue muy
señalado por el largo tiempo que gozo de aquel esta-
do, igual á cualquiera de sus antepesados por la
grandeza y gloria de sus hazañas, demás queeosan-
chó mucho su señorío no solo con la parte que qui-
taron al matador de su padre, sino porque en su tiem-
po faltaron legítimos oescendientes á los condes de
Urgdl y de Bésala, por donde aquellos estados reca-
yeron en él como movientes del condado de Barcelo-
üH y feudos suyos. Y aun en la parte de Francia que
se llamó la Gtlía Narbonense, se le juntü los anos
adelante el condado de la Proenza por via de casa-
miento y en dote, porque casó con doña Aldonza,
que otros llaman dona Dulce, hija de Giliberto conde
de la Proenza. Deste matrimonio nacieron dos h jos,
don Ramón y don B^^renguel, y tres hijas, la una de-
Has se llamo doña Berenguela, que casó con don
Alonso el Emperador; los nombres de las otras dos no
se sabe , mas es cieno que casaron en Francia muy
principalmente. Tuvo e^te príncipe contienda y aun
guerra muy reñida con Alonso conde de Tolosa señor
muy principal y muy vecino á su estado ; pero des-
pués de largos debates se concertaron en que reci-
procamente se prohijasen el uno al otro de tal guisa
que en cualquier tiempo que á cualquiera de aque-
llas casas falUse sucesión , hobiese aquel estado el
otro ó sus descendientes; pero esto pasó mucho
tiempo adelante : volvamos a la guerra ae Toledo ea
que estábamos.
CAPITULO XVI.
Cómo se ganó la dadad de Toledo.
Las continuas cerrerías y entradas que los fieles
hacían por las tierras de Toledo , las talas, las que*
mas . los robos traían tan cansados á los moros de
aquella ciudad , que no sabían qué partido tomar ni
( 1 ) Está admitido que don Ramón fae moerto á traídoa.
pero no por su hermano don Bereofnicl. Su embarfo , a
maestro Diego , que refristró los archivos para escribir la liis*
toria de los condes de Barcelooa , observa que en ona escri-
tora del año 1160 , hablándose de la maerie de este coode«
se dice obUt, lo que signiflca qaa morió de muerte natural,
HISTORIA DE ESPAMA.
SB5
donde aeadir. Los crístíanos míe allí moraban, alen-
tados con la esperent^a de la nbertad no cesaoan de
solicitar al rey don Alonso para oue juntadas todas
sus fuerzas, se pusiese sobre aquella ciudad. Prome-
tían si Ip hiciese , de abrille luego las puertas y en-
tregársela. Las fuerzas de los nuestros y las hacien-
das estaban gastadas , los ánimos cansados de guerra
tan larga : estas dificultades y otras muchas que se
representaban , grandes trabajos y peligros, venció y
allanó la constancia del rey , y el deseo que todos te-^
nian de Uefaral cabo aquella conquista : hicíéronse
nuevas y grandes levas de gente , juntaron los per-
trechos y municiones necesarias con determinación
de no desistir ni alzar la mano hasta tanto que se
apoderasen de aquélla ciudad. Su asiento y aspereza
es de tal suerte que para cercarla por todas partes
era fuerza dividir el ejército en diversas escuadras y
estancias , y que para esto el número de los soldados
fuese muy crecido.
Es muy Importante la amistad y buena correspon-
dencia entre los príncipes comarcanos : grandes
efectos se háben cuando se ligan entre sí y se ayu*
dan , cosa que pocas veces sucede , como se vio en
esta guerra. Demás de los castellanos , leoneses , viz-
caínos, gallegos, asturianos, todos vasallos del rey
don Alonso, acudieron en primer lugar el rey don
Siucho de Aragón y Navarra con golge de gente: asi-
mismo socorros de Italla7 de Alemana, movidos de
la fama desta empresa que volaba por todo el mun-
do. De los franceses por estar mas cerca vino mayor
número : gente muy alegre y animosa para tomar las
armas, no tan sufridora de trabajos ; mas porque en
estaf y otras guarios contra los moros sirvieron muy
bien, á los que dello.s se quedaron en España para
avecindarse y poblar en ella, los reyes les otorgaron
machas exenciones y franquezas : ocasión según yo
pienso de que procedió llamar en la lengua castella-
na comunmente francos así á ios hombres genero-
sos , como á los hidalgos y que no pagan peclios ; lo
cual todo se saca de escrituras antiguas y privilegios
que por estos tlem'po) se concedieroa á los ciudada-
nos da Toledo. De todas estai gentes y naciones se
(orm^ un campo muy grueso, que sin dilación mar-
chó la via de Toíedo muy alegre y cbn grandes espe-
ranzas de dar fin á aquella demanda.
El rey moro avisado del intento de los enemigos,
de sus apercibimientos yaparato, y movido del peli-
gro qoe le amenazaba; se apresuiba para hacer re-
sistencia. Tenia soldados , vituallas y municiones:
faltábale el mas fuerte baluarte , gue es el amor de
los vasallos. Todavía, aunque no ignoraba estp, te-
nia confianza de poderse defender por la fortaleza y
sitio natural de aquella ciudad , que es en demasía
alto y enriscado. De todas las partes le cercan peñas
roay altas y barrancas, por medio de las cuales con
grande maravilla de la naturaleza rompe el rio Tajo
y da vuelta á toda la ciudad de tal «uerte , que por
tierra deja sola una entrada para ella á la parte del
Setentrion y del Norte de subida empinada y agria,
y que está fortificada con dos murallas, una por lo
hito y otra tirada por lo mas bajo. Para cercar la ciu-
dad por todas partes fue necesario dividir la gente
en ftíete escuadrones con otras tantas estancias que
fortlficarou á ciertos espacios á propósito de cortar
todos los pasos , que ni los de dentro sifliesen , ni les
entrasen de fuera socorros ni vituallas. El rey con la
mayor parte de la gente asentó sus reales , y los for-
tificó y barreó por todas partes en la vega que se
tiende á las haldas del monte sobre que está asentada
la ciudad.
Todos así moros como cristianos mostraban gran-
de ánimo y deseo de venir á las manos : cerca de los
muros se traiiaron algunas escaramuzas en que no
sucedió cosa señalada que sea de contar; solo se
echaba de ver que los moros en la pelea de á pié no
igualaban á los cristianos en la ligereza, fuerzas y
ánimo; mas en las escaramuzas á caballo les hacíau
ventaja en la destreza que tenían por larga costum-
bre de acometer y retirarse , volver y revolver sus
caballos para desordenar los contraríos. Levantaron
los nuestros torres de madera, hicieron ^trabucos,
otras máquinas y ingenios para batir y arrimarse á
la muralla , y con picos y palancas abrir entrada. La
diligencia era grande, los ingenios dado que ponían
espanto, y hacían maravílkr á ios moros por no estar
acostumbrados á ver semejantes máquinas, no eran
de provecho alguno ; porque si bien derribaron algu-
na parte del muro , la subida era muy agria , Jas ca-
lles estrechas , los edificios altos y muchos que la
defendían. El cerco con tanto iba á la larga , y por el
poco progreso que se hacia, se cansaban los cristia-
nos de suerte que deseaban tomar al^n asiento para
tevantar el cerco sin perder reputación. Apretábalos
la falta que padecían de todo ^ que por estar la tierra
talada y alzados los mantenimientos eran forzados
á proveerse de muy lejos de vítuallaspara los hombres
y forraje' para los caballos. Los calores del verano
comenzaban : por esto y por el mucho trabajo y poco
mantenimiento, como es ordinario, picaban enfer-
medades de que moría mucha gente.
Hallábanse en este aprieto , cuando San Isidoro se
apareció entre sueños á Cipriano obispo de León , y
con semblante ledo y grave y lleno de majestad le
avisó no alzasen el cerco , que dentro de ouiuce días
saldrían con la empresa, porque Dios tenia escogida
aquella ciudad para que fuese asiento y silla de su
gloria y desu servicio. Acudió el obispo al rey , dióle
parte de aquella visión tan señalada : con que los sol-
dados se animaron para posar cualquier mengua y
trabajo por esperanza^ tan ciertas que les dabuA oe
la victoria. Era asi que los cercados padecían á la
misma sazón mayor necesidad y falta de todo , tanto
que se sustentaban de jumentos y otras cosas sucias
por tener consumidas fas vituallas ; hallábanse. final-
mente en ¡o último de la miseria y necesidad : ellos
flacos y cansados , los enemigos pujantes, que ni es-
cusaban trabajo ni temían de ponerse á cualquier
rídsgo. Acordaron persuadir al rey moro tratase de
conciertos. Apellidáronse los ciudadanos unos á otros
y de tropel entraron por la casa real , y con grandes
alaridos requieren al rey moro ponga fio á trabajos y
cuitas tan grandes antes que toHos juntos pereciesen
y se consumiesen de pena , tristeza y necesidad.
Alteróse el rey moro con aquella demanda y vocería
de los suyos, que mas paracia motín y fuerza ; sose-
góse empero , y hablóles en esta sustancia : c Bueno
aesel nombre ae la paz, scs frutos gustosos y salu-
Ddables ; pero advertid so col^ de paz no nos haga-
»mos esclavos. A. la paz acompañan el reposo y la li-
abertad ; la servidumbre es el mayor de los males , y
oque se debe rechazar con todo cuidado con las ar-
omas y con la vida , si fuere necesario. Gran mengua
]>y muestra de flaqueza no poder sufrir la necesidad
ay falta por un poco tiempo. Mas fácil cosa es hallar
squien se ofrezca á la muerte v á perder la libertad,
»que quien sufra la hambre. Yo os aseguro que si os
Dentreteñeis pocpocos días y no desmayáis, que sal-
ndreis deste aprieto; ca (os enemigos lorzosfimente
»se irán , pues padecen no menos necesidad que vos,^
»y por ella y otras incomodidades cada día seles des-
sbandan los soldados y se les van ; además que muy
sen breve nos acudirán socorros de los nuestros, que
ncuidan grandemente de nuestro trabajo, n
No se quietaron los moros con aquellas razones : el
semblante no se conformaba con las esperaozas que
daba. Parecía usarían de fuerza , y que todos juntos
sino otorgaba con ellos , irían á abrir al enemigo las
puertas de la ciudad : grande aprieto y congoja ; asi
forzado el moro vino en aue se tratase de conciertos,
como lo pedían sus vasallos. Salieron comisarios de
280 ■llUOTCtU DB
Ié dodad , qiH dado qae aQigtdM y humildes en pre-
i"'
MDcia del ray don Alonso le represaataron bus qiie-
I'u : acasfrsnle al jurailMiito que leí hizo , la pala-
traque les dfó, la amiaUd que asenta coa ellos, j lu
hueDUObras qae aa tiempo de "SU necesidad recibid
de aquella ciudad y de bus moradores: después desto
la di]eroa que li bteneniandiaQ no era menor la fal-
ta que padecían en iM reales que dentro de la ciudad,
'i>da*ia vendrían en hacer algua concierto, como
faese tolerable , basta pagar las períaa y tributo que
se ■seaUsa.
A esto respoadid el rey que fue tiempo en que se
pudiera tratar de medios ; que il presente las cosas
ettabsD en terroioo que i menos de eotregarlela ciu-
dad , no daría oidos i concierta ninguno. Sobre esto
fueron y TÍaieroo dÍTarsas veces , eo oue se gaslaroo
■(guDosdiat. Laraltacreciaealaciudnd, y la ham-
bre , que de cada diaera mayor. Lasnueilroa estaban
aairnados de antes , y do nuevo mas porque los eoe-
iniíioi fueron los primeroaá tratar decoocierto.
Finalmente los moros vinieron en raodir la ciu-
GASPAa T aoiG.
dad,conlagcDndicíonessiguíenles:El alcjiar, les
puertas de la cindad , h» puentes, la huerta del rey
(Heredad muy fresca ala ribera del rio Tajo) se en-
misroa libertad tengan loi moros que le quiaioren
acompañar , y lleven cousigo sus baciendas ; mena-
ja : í ios que »e quedaron en la ciudad , no les quiíao
suB haciendes y heredades; y la maiquita mayorqne-
de en su poder para hacer en ella sus ceremonias: an
les puedan poner mas tributos de los que pegkbau
antes á sus reyes : los jueces para que los gobiemau
conforme i sus fueros y leyea, sean de su miaou na-
ción , y no de otra. Híciáronse loe júramelas da la
una porte y da la otra como se acostumbra ea usos
semejantes , y para seguridad s« eniragaron por re-
henes personas principales moros y cristianos.
BecDO esto , y tomajo este asiento en la forma su-
sodicha, el rey don Alonso alegre cuaa to te puedv pen-
sar por ver concluida aquella emproaa, y gaoadaciu-
dad Un principal, acompañado de los suyos á mine-
ra de trlnofudorhiio^u entrada (i),jmlaa á apear
el alcizar i veinte y cinco de mayo día de San Urban
papa y míriir el año que se contaba de Dueatra sal-
vación de tOB5. Algunos desle cuento quitan dos
aiioí por eicritunts antiguos y priTÍlegios reales, en
que por aquel tiempo el rey don Alonso se llamaba
rey de Toledo. Lo cierto es que aijuella ciudad estu-
vo en poder de moros por espacio como de trecien-
tos yseteota ]r nueve años (Juliano dice trecientos
y BwentiyseiB, yi]uelos moros la tomaron año de
netocíenlos y diez y nueve el mismo dia da San (Jr-
. hano)en que ^raerlos moros poco curiosos en su
maneradeedibcar, y en todo género de primor, per-
dió mucho de su lustre y hermosura ontigua. Las ca-
lles angostas y torcidas, los edificios y casas mal tra-
zudus, liasia el mismo palacio real era de tapiarla,
que estaba situado en la parte en ^ue al presenta un
hospitul muv principal que los anos pasados se lé-
vame y fundo á costa de don Pedro Gonzaleí de Hen-
(I) E) nieinorable en Toledo la puerta de Vísagn por
donde don AIihiso búa ni entrada y qae m eooserva tapiada
tonio se ve ea mey boen ettado-
doia, cardenal de España arzobitpa de Toledo. La
meiquita mayor se levantaba en medie de la cru lad
en un sitio que va un poco cuesta abajo , d<) ediHcio
por entonces ni grande ni bermMo: poco adelante
Ib cons^raron- oo iglesia, y después desde los ci
mientot la labraron mujr hvmosa y muy ancha.
La fama desta victona se derramó luego por todo
el mnodo, qoe fus muy alegre para todos loa cristia-
nos por hiber quitado á les moros aquella plaia , que
era como uo baiuarte muy fuerte de tedo lo que po-
seian en España, Acudieron embajadereí de todas
prtes a dar el parabién y alegrarse con el rey oa! por
lo hecho , cobio por la esperanza que M anünba de
concluir con todo lo demls que quedaba por ganar,
t^rtióse el rey moro coafonce il asiento qne ee to-
md , acompañado de soldidos pira Valencia que en
suya , en que conservó el uomtire de rey. Pur otra
parte diversas compañías de soldados por orden de
su rer se derramaron por teda U comarca y reino de
Toledo para idUuar lo que müiba , qae les tee muy
Hcil por estar lotmoros amedranudoi, y por ver que
perdida aquella ciudad lan principd, no se podisn
coaiervar. Ganaron pues muchas viilaa y lugares: los
flitrotu 01 »8PA^A.
m
de iBMCiiMiUifiiorQalligaeda, Etoalona^, Ittesoat»
Talafisrt, QQtéalajtni,Mefa, CpOMegra , Madrid,
Berlangu , Bidtrago » M Müntceli , Coria, pneblof hki-
cIm»s dellOf antigaos , y^joeeaiaa oeróa de Toledo,
fuertes y de eamploa freftaá,enqiiñs6danmaybíeQ
toda suerte de miesea y fnttalea.
Lo# meroade ToMo anea acempaDaroa á aa rey,
los mas ae qoedaroi ea sos casas» El aámero era
grande, y por consígtdeote él peligro de qae een al-
gnna ocasión sé teTaotasen, queftiera nnevo y nóta-
le daBo. Pura evitar este inconveniente acordó el
rey hacer aifi su asiente de propósito , sin mudar la
corte liasta tanto qoeae poMasé bien de cristianos,
V que con nuevos reparos quedase bastantemente
tortífienda y segura. Convidó poreus eüetos á todos
los <fue quisiesen veniri poblar, i»n casas y pose-
siones: con esto acudió gran gents para bacer asien-
to en aquella cfndad. Bntre 103 demás nuevos «aera-
dores cuentan {i) A don Pedro griego de nación, 'de
la easay sangre qp los Paleólogos, famüia imperial,
en Constantinopla , de quien refieren se alió en osle
cerco i y que el rey en recompensa de sns servicios
después die naoada la ciudad le heredó en ella, y dio
casasyhereuadescon que pasase. De este carallero
se preelitt descender los de la casa de Toledo, gente
muy noble y poderosa en estados y aKados. Hijo des*
te don Pedro fué Ulan Pérez , nieto Pedro Ulan, biz-
nieto Biitevan Ulan , cuyo retrato á caballo se ve pin*
tado en lo alto de la bóveda déla idesia Mayor detrás
de la ^piHa y altar man principal. Don Estovan fue
padre de don Juan y abuelo de don Gonzalo , aquel
cuyo sepulcro muy señalado y conocido se ve en la
parroquia de San Román.
Añaden que desde este tiempo se comenzó á lla-
mar asi el Iwrrío del rey en Toledo á causa que á los
nuevos moradores que acudían á poblar, señaló el rey
amella parte de la ciudad para su morada. Divise otro-
sí principio á la fiLbrica deun nuevo alcázar en lo mas
alto de la ciudad, todo á propósito de enfrenará los
moros que no se desmandasen. Demás desto se halla
que el rey don Alonso tú adelántese comenzó á inti-
tular emperador : si con razón ó sin eüa^no hay para
qué disputallo. Hallábase sin jduda muy ufano con
aquel nuevo reino que conquistara , y como se vela
señor de la mayor parte de España , y el rey de Ara-
gón y otros revea-moros tributarios , ningún título le
parecia demasiado. Destemplósele aquel contento por
la muertedela infanta dona-Urraca que finó por este
tiemfK) (2), y él la tenia en lugar de madre porqué
sus virtudes y jprudencia lo merecía, demás que su
padre se la dejó mucbo encomendada. Quedaba la
otra liermana doña Elfiüa , que él mismo casó con el
conde de Cabra (3)« La causa deste casamiento fue
cierta palabra áspera que le dijo , y para aplacalla , y
que no se levantase algún alboroto, acordó casarle
con su misinlá hermana. Aai k) cuenta la Historia ge-
neral que anda ña nombre del rey don Alonso el
Sabio.
CAPITULO XVIL
Cómo don bernardo fue elegido por artobispo de
Toledo.
Ninguna cosa mas deseaba el rey que volver en su
antiguo lustre y resplandor, y honrar de todas mane-
ras aquella nobilísima ciuaad , columna que era de
España , y alcázar en otf o tiempo de saotiaad, y silla
del impeno de losgodos. Comenzó luego á dar mués-
< 4 ) Este origen de la eua de Toledo es uo hablilla de
(2) Por el epitafio que publicó Sandoval, se ve su muerte
fae ea la era lt39, que corresponde a! año ItOf de la vulgar.
(5) Nunca se flraid condesa según la costumbre de aque-
llos tiempos. E» mas probable qne le conservó soltera y acaso
se retiró del mando, virio y murió ea el monasteno de San
Pelaje de Ovieda.
UTbs que quena poner arzobiqiooneUa,aii|^el cual
estuvo tantos años por la turbación de los tiempos.
Al principio no puso mufiha fuerza, porque los moros
aún no píeá domados lo contradeciaD. Pasado mas
de un año, ya que muchos cristianos moraba e'o la
ciudad, y de los moros se tenia mas noticia de cuáles
sé debían temer, y de cuáles se podían fiar; para, faa-
cerioa con mas autoridad , y que los moros tuviesen
menos lugar do alborotarse, procuró ae celebrase coü-
cüio; los grandes y los obispos se juntaron á diez y
ocho de diciembre aiío de 1086^ En aquella junta lo
prioiero dieron gracias á la divina bondad , por cuyo
favor, la cristiandad recobró tap principal ciudad: ca-
da uno según el caudal que teoia, autoridad y elor.
cuencia , lo encarecia con las mayores palabras qué
podÁa. Luego se trató de elegir arzobispo de Toledo:
salió por voto de todos nombrado don Beroardo abad
que era de Sabagun , hombre de muy buenas costuip-
bres y suaves , de muy buen ingenio ^ de doctrina
avenüuftda; entere^ui y rectitud probada en mucbasf
Qosas,. y en quien respiandeeia un ^iemplo y decha-
do de la virtud antigua, ¿sto fuecausa de ganar las
voluntades de todos para que quisiesen por su prela-
do á un hombre exiraiyero , nacido en Francia.
Pasa el rio Carona por la ciudad de Aajgan en Aquí.*
tania hoy Guieoa: cerca -desta chi4adestá uo püeblp
llamado Salvitat. Deste pueblo fue natural am Ber^
nardo , nacido de noble linaje: su padre se llamaba.
Guillermo, su madre Noy miro, personas taiji pías qué
ambos , según que se saca de memorias de la iglesia
de Toledo , acabaron sus días en religión. B! hijó ép
su mocedad anduvo en la guerra» y^ que era de mas
edad, entró en el monasterio de San Aucancio áu-
xitano ó de.Aui;alií tomó el hábito vcogiiUacoa gran
deaeo ^ue tedia do la perfección^ Parece quo aqu^l
monasterio era de duniacen^es, porque dé alllle Ha-
mo Hugo ^ad duniacense. y por el mis^iofue en-
viado á España al rey don Alonso para que reformase
con nuevos estatutos y leyes el monasterio de Saha-
gun , que pretendía el-rey hacer cabeza dís Ior ¿emás
monasterios de benitos de sus reinos : por esta cau-,
sa pidió á Hugo le enviase un varón á propósito des-
de Francia; y como fuese enviado don Bercardo, to-
mó cargo de aíquel monasterio , y fue en él abad algún
tiempo. Dende subió á la digoiaad amplísima de ur*
zobispo de Toledo ; y para que tuviese mas autoridad,
porque tanto es uno honraao y tenido cuanto tieuc
de mando y hacienda /la digoioad y oficio sin ftierza^
se suele tener en poco) hizo el rey donación á Ja igle-
sia de Toledo de castillos, villas, y aldeas eneran
número, que fue el postrero acto del cooqÜío ya
dicho.
Dlóle la villa de Brihuega, que fue de) rey don
Alonso en el tiempo de su destierro por dotación que
el rey moro le hizo della, á Rodíios, Canales, Cava-
ñas, Covaja , Barciles . Alcolea, Melgar , Almooaoir:
Alpobrega. Así lo escribe don Rodrigo : labístbria de¡
rey don Alonso el Sabio añade á Alcally Tala vera, las
cuales dice que dio con lo demás al arzobispo ; pero
los mas doctos tienen esto por falso. Déstos puenlos
algunos son conocidos, de otros ni aun Jos nombres
Suedan : todo lo consume y hace olvidar la aotigQ^-
ad. Yo no quise ponerme á adivinar los sitiosy ras*
tros de cada uno deatos pueblos, ni tenía esoacio pa-^
ra averigualio. Hizo otrosí doaacioo el rey a la igle-^
sia de Toledo de muchas huertas, molinos, casas en
Sran número y tiendas para que con la recta que
estas posesiones se sacase , se sustentasen Jos sa-
cerdotes y ministros de la iglesia Mayor: asi por me-
moria de todo esto le hacen en ella al rey don AIoq-
so cada un año un aniversario por el mes de junio.
Hecho esto, se acabó y despidió el concilio...
El rey dado que bobo ordenen las, cosas de (i ciu-
dad, se partió para León por respetos que á ello le
forzaban. La rema douaConstaoza y einuevp ario*
tss
ilBLIOTBCA mS
bíspo de Toledo q[aedaroii en la ciadad <;oii gente de
guarnición. Los crietianos eran inoy poco^ en com-
¡paracion de tos moros , si bien para el poco tiempo
eran hartos. Parecía que estos apercebimientos y re-
eado quedaba la ciudad se^ra para ledo lo oue podia
eupeder. Lo que prudentemente quedaba dispuesto,
ta temeridad oigamos del nuevo prelado ó impruden-
cia f ó lo uno y 10 otro > por 16 menos su demasiada
Sriesa lo desconcertó , y puso Fa ciudad en eondieion
e perderse. La silla del anobfspo por entonces os-
laba en la klesia de Nuestra Señora que agora es mo*
ttaisteriodefCáfrmeny como banatenguaoo pereoiitts
curiosas. Los moros tenían la iglesia mayor y en ella
líacian fas ceremonias de su ley.Pinrecia mengua y
afrentoso para los cristianos y cosa^ fea que en una
cit^ad ganada de moros los enemigos poseyesen la
m^or iglesia y de mas autoridad , y les cristianos )a
peor. Lo que alguna buena ocasión hiciera fácil / por
la priesa de don Bernardo se hobiera de desbaratar.
Comunicado el negocio con la reina, detíerminaeon
un escuadrón de soldados tomarles una noche tu
mezquita. Los carpinteros que iban con los soldados,
abatieron las puertas: después los peones limpiaron
el. templo, t quitaron todo lo que alK habia de los
nioros ; hieiéroose altares á la manera de los crístía-
nó$ , en la torf e pusieron una campana , con el son
Uamaron al jpueblo, y le conwcarOn para'que se ba-
ñase á los oncios divinos.
Alborotáronse los bárbaros con esta novedad, y por
!a mengua de su religión y ritos de su teeta funosos
apenas se pudieron enfrenar de no tomar las armas
y cOn ellas vengar aquel agravio tan grande. Dia fue-
:fa aquel^ triste y aciago , si nuestro Señor üim» no es-
brbura et daño que los moros pudierao hacer, porque
erinn muchos mas que los fieles. Entretuviéronse por
pencar que aquello se habla hecho sin que el rey lo
supiese ;' esto te» era algún consuelo y alivio, unos se
refrenaron con esperanta que serían vengados, otros
por no ponerse á riesgo si venían á las manos. Al rey
fuego quesupoelcaso, le pesó fñuchoque el arzobispo
con su demasiada priesa hubiese quebrantado el asien-
to puesto con los moros, j hecho poco caso de su fe y
palabra rea). Representábase cuanto peligro podían
correr las cosas por estar tan enojados tos moros:
temía no sucediese a!([un daño á la ciudad; poniasele
delante la incon$tanqia de las cosas del mundo, cuan
f resto se mundan en contrarío. Vino muy de príesa á
oledo , y con tanta velocidad que desde el monas-
ríb de Sahagun do estaba , y donde recibió la nueva
de lo qne pasaba , se puso en tres días en Toledo mal
enojado en gran manera: batía grandes amenasás
contra el arzobispo y contra la reinan no admitía rue-
gos de nadie con ninguna diligencia se aplacaba su
muy encendida saña , venia con determinación de
hacer un señalado castigo por tal osadía , con que loa
moros quedasen satísfectios y todos escarmentasen.
Los príncípales de Toledo, sabida la venida del rey y
stí intento Je salieron al encuentro cnbiertos dé luto,
el clero en forma de procesión : llegados á su presen-
cia, con lágrimas que derramaban , le suplicaron por
el perdón ; ningún efecto hicieron por venir muy in-
agnado y resuelM de castigar aquel desacato.
Proveyó Dios á tanto^mal como se temía por otro
camUio no pensado. Los principales de los moros,
mitigado alffun tanto el dolor y saña que les causó
aquel agravio , caveron en la cuenta que no les venia
bien sí el rey llevaoa adelante su saña. Advertían que
el podía faltar , y el odio contra ellos quedaría |rara
siempre fijado enlos pechos de los cristianos. Acor-
daron salir al encuentro al rey y supliealle diese per^
don á los ctilpados en aquel caso. Llegaron á Magan^
que es una aldea cérea de la ciudad , con semblantes
tristes y los ojos puestos en el suelo. Combatíanlos
di venas olu de pensamientos contrarios , e\ dolor de
la ittjuría presente, el miedo pare adekmCe. Arredi-
OASfMR Y ROK.
liáronse luego que h\ rey Uegó ccmínMiitod* aalaear-
lecon sus razones y ruegos; roas ellos previno: di-
joles que aqueHa injuria no era dallos aióo desacato
do'su real pefsooa, que por el castigo eutenderiaii
ellos y ios veníderoa que la palabra real ae debe guar-
dar , y ninguno ser tan osado que por su antojo ia
quebrante. A esto los moros eanlta voi cosienaaren
a pedir perdón » que ellos de «oraaon pordiMiaiNA á
los que los agraviaron. Bepanó el rey aigUD tanto por
ser aquella demanda tan fuera de i6 que pensaba, fia-
tonoes oí que ere de mas autoridad eatte aquella
gente , le habló en esta manera : « Cuáa grande rey y
naeñor , haya sido el dolor que recibimos por Ja mei-
)>qutta que por fuem nos quitaron contra lo qúele-
»nJamos capitulado , cada uno lo podrá por sí mismo
»Bensar ; uo será necesario detenerme eq declarallo.
»La devoción del lugar y su estinna nos movía , pero
»fflQcÍK> mas el recelo que deste principio no naenos-
ncabasen ia libertad y nos qnebrantaien lo que con
nnos tenéis asentado, ¿Qiuéq aos^ podrá aaogursr
»qiM lo que hicieran con naestra'mezquita. no lo
uejecnieii en nuestras casas parücuilaresj y las sa-
»quéen con loda^imaslras baoieoiidas T ¿Quó coBcien-
»cJa ni escrúpulo enfrenará á Jos que no enfrenó el
«juramento y. la palabra real, y- los que tíioea por
»cierto'que en tratarnos maJ hacea ua agradable ser-
)>vi*do á Dios? fisto cojí viene asegurar pare adelante
»qtte no nos maltrateD ni nos qnebranteo nuestros
»prívHegio8. Por lo demás de b^eiía voluntad perdo-
snamos á la reina y al arzobispo el agravie que nos
liban hecho : lo miamo es auplicamos ini^ai^ , porque
*■:•;* -.. .•■•:'•':.";• J.ftorif]*:^
Air«qa{ de Toledo.
»el castigo que tomáredes , uo nos acarree roayoreí
«daños, ca les que vioieron adelante de^iues <fe vos
«muerto^ oo sufrirán que tales personajef, si les
«sucede algún daño, queden ain veagaisa. Por la
sfloano reaTj palabra quenas distes, os pedimes tra*
»qneis la sana qne por nuestra causa tenéis concebí*
HisruntA u
«dn , en clemencia ; que demás que nos duoios por
oconteatos ^ os certilicanios la teadremoa por mer-
MCed muy singulíii", sino otorgáis con nuestra petí-
nrinn, resueltos estamos de no volver i la ciudad,
liantes de buscar otras tierras en que sin peligro tí-
•Tnmos. No es razón que por darlugar al sentimiento
><T por Imcemos Tufor j vengamos , acarréis á nos
«mayores danos, d vos^rpélua tríst^zar llanto, í
iivuestra ley mengoa y afrenta tan señalada,»
Gn tanto que el moro {i) decia estas ratones, los
demás arrodillados, puestas las manos, y con lágri-
mas q»e de los oíos vertían , con el semblante y me-
neos suplicaban lo mismo. En e! pecho del rey com-
batían diversos sentimientos y contrarios , como se
echaba de ver en el rostro demudado, yn triste , ya
alegre. Finalmente la razan venció ei Ímpetu de su
únimo: consideraba que Dioses el que rige los con-
sejos de los hombres j los endereza; que muchas
veces de los males que permite, resulten bienes muy
grandes. Vencida pues de los ruegos de loe !Qoroa,
[es agradeció aquella voluntad , y prometió que para
siempretendria memoria de aquel día. Pasó adelante
en su camino, llegó d la ciudad, h:illód la reina j al
arzobispo alegres por la esperanza que tenían de al-
canzar perdón, conqueaqne] día de turbio y desgra-
ciado se trocú en mucha serenidad. La ciudad hizo de
presente regociios y Gestas por ten señalada mer-
ced ; y para adelante se ordenó que en memoria della
se hiciese Gesta particular cada ua ano i veintey cua-
tro de enero con nombre de Nuestra Señora de hi
■aHiietlodaSinla» avIiPcBí.
iTdia todos recibieron; ai bien no solo aquel dia
u liac« fiesta y memoria desto, sino esa mismo de ta
c-tsnUa que i San Ildefonso trajo del cielo la sagrada
Virgen.
CAPITULO XVIIL
Cdmo se qolUI el Breviario raoiirabe.
AniiBt se dijo cómo Ricardo, abad de Marsella fue
enviado del papa Gregorio VU por su legado en ES'
paña, y que en Burgos junl'l coneiliode obispos, y
en él ordenó las sagradas cwemoniai y modo de rezar
que BU debía tener y guardar. Hacia on lo demás mn-
chaicMaBiíDórdan; y usaba mal de la potestad am-
plisiinaque tenía, y endersuba sus coM*á«ii parti-
cular ganancia. La mnte andaba revuelta, y aun
escanoáliíada con el desorden del legado basta mur-
murar del poder j autoridad del papa. El arzobispo
don Baniardo recibía congoja desto por el oficio que
t^nia , mu por ser tanta ta autoridad del legado no le
podía iri ia mano. Habia entonces costumbre intro-
(lucidi , i lo que yo creo , en España desde el conci-
' 1 ) Afradecidos los erislíapos i li magniaiaiidad de los
moros, erifieniD deipoei I au alftqni ana esltluí que M
ccoserví en la catedral de Toledo.
lio octavo general que fue e1 postritro Cun^lantino-
polilano , y por la ley estaba mandado oue Intes de
serconsa^dos los metropolita eos seaiese noticia,
al papa déla elección para nverÍRuar queera legitima
y bueoa, yno tenia falla alguna, para que ia confir-
mase con su autoridad (i). Antes que esto se bicie-
se , no era licito al arzobispo electo ai consagrarse,
ni nacer cosa alguna de su oficio. Era otrosí costum-
bre que impetrasen del papa el pálio(de que suelen
usar cuíndo dicen misa) en señal de su consenti-
miento y aprobación. Esta ordenación recebida des-
de este prínciptocon el tiemposeeatendlód loa obis-
pos inferiores : no hay para qué i^os detengamos en
decir las cauMsdesto.De aquí nació que al preaenle
ninguna elección deobtspos se tiene por válida si no
es confirmada por el pB(W.
Per estas dos cautas don^ Bernardo Aíersánó de
ir i Roma. El camina era largo, y d< muúho trabaje
y peligro : antes de ponerse en camino con t>eDepla-
cilo del rey conngró'la iglesia Hiyor , que se qiütó
i los moros como qneda dicho. Juntáronse á concilio
(S) ^ila c'Ktiiinbre era muy rerienle en Eipiña, y muy
pMlerior al Coneilio Vltl fen«r»l, qire se celebró en Con>-
laetimplí «1 iTIn S6S; quiíi el arzobispo de Toledo don
B«i«iida Ji'iiniMruria de Fraaria , irmdt n>RÍ) inurho tieio-
290
BIBLIOTECA DE GASPAB T ROIG.
los obispos que eran aecesarios para esto, y hfzose la
cefeiQonía día de San Críspin y San Críspiniano á
veinte y cinco de octubre año Se nuestra salvación
de 1087. Dedicóse la iglesia en nombre de Santa Ma-
ría, de San Pedro y San Pablo, de San Esteban y
Santa Cruz. En el altar mayor pusieron muchas
reliquias de santos. Don Rodrigo dice que esto se
liizo después que volvió de Roma don Bernardo.
LocierUies que muertos ya los papas Gregorio y Víc-
tor Tercero deste nombre, oue le sucedió, siendo
sumo pontiGce Urbano II que%e elegido á cuatro de
marzo de 4088; llegado á Roma Bernardo, alcanzó
todo aquello que á pretender habla ido , conviene á
saber que el legado fuese absuelto de aquel cargo , y
volviese á Roma; que él usase del palio ; y mas , que
fuese primado en España y en la parte de Francia
que ilamíiban la Gallia góthica. Por causa desta po-
testad á In vuelta de Roma en Tolosa juntó concilio
de los obispos cercanos : con que , y con su buend
maña y us«i de la lengua francesa en que desde niño
se criara por ser natural de la tierra , como la gente
es buena y sin doblez , fácilmente los persuadió que
le reconociesen por superior. Asentó qae irían á To-
ledo cada y cuando que fuesen llamados á conpilio.
Llegado á Toledo, antes que el legado desistiese de
su oGcio, de común consentimiento se trató de qui-
tar el misal y breviario gótico, de que vulgarmente
usaban en España desde muy antiguos tiempos por
autoridad de los santos Isidoro , Ildefonso, y Juliano.
Habíase procurado muchas veces este mismo , pero
no tuvo efecto porque la gente mas gusuba de lo an-
tiguo , y no hay cosa que con mas firmeza se defien-
da, que lo que tiene color de religión. En este tiempo
pusieron tanta fuerza el primado y el legado, y la
reina que se juntó con ellos , que dado que resistían
los naturales , en fin vencieron y salieron con su ore
tensión. Vertuid es que antes gue el pueblo se alla-
nase , como gente guerrera quisieron esta diferencia
se determínase por lasarmas. El dia señalado dos sol-
dados escogidos de ambas partes lidiaron sobre esta
querella en un palenque y hicieron campo : venció el
que defendía el breviario antiguo llamado Juan Ruiz,
del linaje de los Motanzas que moraban cercailel rio
Pisuerga, cuyos descendientes viven hasta el dia de
hoy , nobles y señalados por la memoria deste desa-
fío. Sin embargo come quier (fue los do la parte con-
traria no se ríndieseu, ni vencidos se dejasen vencer,
parecióles que por el fuego se averiguare esta con-
tienda : que echasen en él los dos brevitrios, y el que
quedase sin lesión, se tuviese y usase: tales eran las
costumbres de aquellos tiempos «roseros y salvajes,
y no muy medidos con la regla de piedad cristiana,
encendióse una hoguera en la plaza , y el breviario
romano y gótico se echaron en el í\xefiñ : el remano
palló del fuego, pero chamuscado. Apellidaba el pue-
blo victoria a causa que el otro, aunaue estuvo por
gran espacio en el luego, aalíó sin lesión alguna,
principalmente que el arzobispo don Rodrigo dice
que saltó el romano , pero chamuscado. Advierto que
en el testodel arzobispo los puntos se deben reformar
conforme á este sentido. Tadavia el rev como juez
fironuncíó sentencia en <rue se declaraba que ei un
>reviárío y el otro a^rudaMu á Dios , pues ambos sa-
lieron sanos y sin dnno de la hoguera ; lo cual el pue-
blo se dejó; persuadir. GoMduyósé'el pleito, y con-
certaron que en las iglesias antiguas que llamaban
mozárabes se conservase el breviario aritigue: con-
cordia que se guarda hoy día en ciertas iiestas del
año; ^e se hacen en los dichos templos los oficios
á la manera de los mozárabe^. También hay una
capilla dentro de la iglesia Mayor , en la cual hay
cierto número de capellanes mozárabes que dotó
de su hacienda el cardenal Fr. Francisco Jiménez
porque no se perdiese la memoria de cosa tan señarr^
latía y de rezo tan antiguo. Estos rezan y dicen misa
conforme al misal y breviario antiguo. En los demás
templos hechosde nuevo en Toledo se ordenóserezase
y dijese misa conforme al uso romano. De aquí nació
en España aquel refrán muy usado : Allá van leyes
do quieren reyes.
Acabóse esta contienda, y Toledo volvía en su an-
tiguo lustre y hermosura: levantáronse nuevos edi-
ficios , y gran número de cristianos acudían de cada
dia. Los moros se iban á menudo unos á uua parte y
otros á otra , y en su lugar sucedían otros moradores,
á los cuales se les concedía toda franqueza de tribu-
tos y otros privilegios , como parece por Jas pcovisio-
nes reales que hasta hoy dia se guardan en R» arclii-
vos de Toledo. La diligencia y celo que tenia disl bien
Íf pro de todos don Bernardo , no cesaba , ni sosegó
lasta que fue con él rey á Castilla la Vieja^y en León
principal ciudad juntó concilio de obispos anode 1091 ,
como dice don Lucas de Tuy. Hallóse en él Raynerío,
^e de fraile cluniacense le crió cardenal el papa
Urbano, y después le envió por su legado á España
para que sucediese en lugar de Ricardo , cardenal
asimismo y abad de Marsella. En aquel concillo se
establecieron nuevos, decretos á propósito de refor^
mar las costumbres de los eclesiásticos á la sazón
muy relajadas. Mandaron otrosí que en las escrituras
públicas de allí adelante no usasen de letras góticas,
sino de las francesas. [Jlfilas, obispo de los godos an-
tes que ellos viniesen á España, inventó ks letras
góticas de que usaron por largo tiempo los godos así
bien como los longobardos , los vándalos , los escla-
vones, los franceses : cada nación destas tenian sus
letras y caracteres propios, diferentes entre sí y de
los latinos. Los franceses y los ascUivones hasta el dii
de hoy se conservan en su manera antigua de escri-
bir: las otras naciones con el tiempo han dejado sus
letras y su manera , y trocádola en la que hoy tienen
y usan-, que es la común y latina, por acomodarse
con las otras naciones , y para mayor comodidad del
comercio y trato que tienen con los demás.
CAPITULO XIX.
De lo j principios del primado de Toledo.
El lugar pide que tratemos de los principios que
tuvo el primado que los arzobispos de Toledo preten-
den tener y tienen sobre las demás iglesias de Espa-
ña, y por qué camino esta dignidad de pegueña llegó
á la grandeza que hoy tiene. Los principios de las
cosas, especialmente grandes, son oscuros; todos
los hombres pretenden llegarse lo manque pueden á
la antigüedad : como la que tiene al^n sahor de
cierta divinidad, y se llega mas á los primeros y me-
jores tiempos del mundo. Así los mas toman la origen
de su nación lo mas alto que pueden , sin mirar á las
veces si va bien fundado lo que dicen. Esto mismo
sucedió en el caso presente, qne muchos quieren
tomar el principio del primado de Toledo desde el
mismo tiempo de los apóstoles. Alegan para esto que
San Eugenio mártir fue el primero que vino á España
para predicar el Evangelio, y que fue e( primer arzo-
ki^po de aquella cíudíad.' Añaden que los primeros
que se tornaron cristianos en España, y los primeros
que tuvieron obispo , fueron los de Toledo, y qw^
1)or estas eausas se les debe esta preeminencia. Pero
o que con tanta seguridad afirman acerca del prima-
do , no tienen escritor alguno mas antiguodeste tiem-
po que testifique la venida de San Eugenio á España.
El mismo Gref^o Turonense que escribió la historia
de Francia, de donde vino San Eugenio, y donde
padeció por la fe como se tiene por cierto ninguna
mención hace desto. Esto decimos no para poner en
disputa la venida de San Eugenio que es cierta , sino
para que en lo que toca á fundar el primado nadie
reciba lo que es dudoso , por averiguado y sin duda.
Porque ¿qué harán los tales, si los de Compostelia
msToiu
para apoderarse del primado se quieren valer de se-
mejante argumento? pues es cierto y se comprueba
por escrituras muy antiguas, que el npó3tol Saotiago
fue el primero que trajo á España la luz del Evange-
lio , y que sepultaron su santo cuerpo traído en un
navio , y rodeadas las marinas del uno y del otro mar,
en aquella ciudad.
Bien holgara de poder ilustrar la dignidad de es-
ta ciudad en que esta historia se escnbe de las co-
sas de España , en el medio y centro della, y cerca de
la cual ciudad nací y aprendí las primeras letras;
pero las leyes de la historia nos fuerzan á no seguir
los dichos y opiniones del vulgo, y ni es justo que
por ningún respeto tropecemos en lo que reprende-'
mos en otros escritores. Prueba bastante que el pri-
mado de Toledo no es tan antiguo como algunos pre-
tenden , liacen los concilios de los obispos que se
celebraron en España en tiempo, piimero de los
romanos y después de los godos; en los cuales se ha-
llará que el prelado de Toledo ni en el asiento ni en
las firmas tenia el primer lugar entre los demás. En
particular en el concilio elibertino antiuuisimo, des-
pués de seis obispos fírma M elancío prelado de Tole-
do en el seteno lugar: de donde se saca que en aquella
sazón Toledo no era arzobispado, y mus claramente
de la división de los obispados hecha por Gonstuntí-
no , en que pone á Toledo por sufragánea de Cartage-
na. En los mismos concilios toledanos en que mas se
debia mirar por la autoridad de la iglesia de Toledo
por tener de su parte el favor del pueblo y de los re-
yes, no pocas veces se pone el postrero entre los
metropobtanos. Para sacar pues la autoridad del
primado de Toledo de los tiempos mas antiguos di-
go desta manera.
En España bobo antiguamente cinco arzobispos,
que unas veces se llamaban metropolitanos , y otras
primados con diverso nombre , pero el sentido es el
mismo. Estos son el Tarraconense, el Bracarense,
el de Herida , el de Sevilla y el de Toledo. Allende
destos se contaba con los demás el arzobispo Narbo-
nense en la GaJlia Góthica, que en tiempo de los go-
dos era sujeta á España. Todos estos eran iguales, y
á ningún superior reconocían , sacado el papa : en
los concilios tenían el lugar que les daba su antigüe-
dad y consagración. La causa de ser tantos ios me-
tropolitanos fue la antigua división de España, que
se dividió en cinco provincias, que eran estas : An«
daincía , Portugal , Tarragona , Cartagena , Galicia y
otras tantas audiencias y chancillerías supremas en
que se hacia justicia; o como yo pienso las gentes
bárbaras fueron causa desto, porque luego que en-
traron en España, divididas las provincias deüa,
fundaron muchos imperios y estados. El metropoli-
tano Narbonense presidia en Francia. El de Tarrago-
na en la parte de España , que en aquella turbación
estuvo mucho tiempo sujeta á los romanos. Los ván-
dalos tuvieron á Sevilla : ios alanos y suevos la Lusi-
tania y Galicia, do están Mérida y Braga : los godos
tenían á Toledo^ la cual gente venció y se adelantó á
las otras naciones bárbaras en multitud y mando.
De aqui comenzó la autoridad de Toledo á ser ma-
yor que la de las diemás ; en especial cuando mudado
el estado de la república, los godos se hicieron seño-
res de toda España, y mudadas las leyes y fueros.
pusieron la silla de su imperio en Toledo, poco a
poco trocadas las cosas comenzaron á crecer y mejo-
rarse en autoridad los prelados de Toledo. En el con-
cilio Toledano séptimo se pusieron ciaros fundamen-
tos ( i ) de la autoridad que adelante tuvo , cuyo canon
( t ) Bajo la dominación de los romanos en España, ningún
•bíspo tenia en las provineias mas preeminencia que la que
le daba la aotii^deoad de ¿u ordenacioo ó consagración : el
obispo mas aotigno oonvoeaba á k» demás obispos, presidia
el coaetUo, Armaba el primero, y hacia lodo lo qve después
hiqeroQ los metropelilanos. Esta disciplina de la iglesia de
último es este : Que los obispos vecinos desta ciudad*
avisados del metropolitano vensan á Toledo cada uno
su mes , si no fuere en tiempo cíe agosto y vendimias:
decreto que dicen se concedió por respeto del rey, y
por honra de la ciudad en que el moraoa, y por con-
suelo del metropolitano. Destos principios comenzó
á crecer la autoridad de los arzobispos de Toledo de
tal manera que los padres que s$ hallaron en el con-
cilio Toledano duodécimo en el tiempo del rey Ervi-
gio, determmaron en el canon sesto que las elecciones
de los obispos de España que solía anrobar el rey, se
conGrmasen coii la voluntad y aprobación del arzo-
bispo de Toledo. Desde este tiempo los otros obispos
reconocieron al de Toledo, y le daban el primer lu-
gar en todo , y se tenia por mas principafautoridad
la suya que la de los dem&s, en particular en el asien-
to y tirmar los concilios era el primero. Estos fueron
los principios de esta autoridad y como cimientos, sití
pasar por entonces mas adelante, porque no tuvo por
entonces los otros derechos de pnmados que son los
mismos que patriarcas, y solo difieren en el nombre,
como parece en los cánoúes y leyes de la Iglesia , ni
tenían especiales insignias de dignidad, ni poder ma-
yor sobre los obispos i)aracorregillos,pai:a visitaNos,
para por vía de apelación alterar sus sentencias.
Después que se mudaron las cosas, y España pa-
deció aquella tan grande plaga, y todo lo mandaron
los moros, cesó la digaidad y magostad toda que te-
nían estos prelados; y He^ó á tanto la turbación en
aque) tiempo, que aun obispos consagrados como se
acostumbra por muchos años faltaron en Toledo. En
fin , vuelta aquella ciudad á poder de cristianos , el
arzobispo de Toledo no solo alcanzó la honra y grado
de melropoKtaoo, sino asimismo de primado. Procu-
rólo don Bernardo primer arzobispo, y concedióselo
el papa Urbano Se^ndo no sin queja de los ot^s
obispos y contradicción , que pretendían por preferir
á uno hacerse injuria á todos los demás. La bula de
Urbano que habla desto se pondrá en otro lugar. El
primero que puso pleito sobre esta dignidad de pri«-
mado, fue don Berencario, á guien el mismo don.
Bernardo había trasladado de Vique, donde era obis-
pó, á Tarragona , paro fue vencido en el pleito por-
que el papa Urbano quiso que la autoridad una vez
dada al arzobispo de Toledo fuese cierta y para siem-
pre se conservase. Esta determinación de Urbano
confirmaron con sus bulas el papa Pascual y el papa
Gelasio sus sucesores.
Calixto Segundo pareció disminuir esta autoridad
con dar como dio por su bula á don Diego GelmireK
obispo de Compostella los derechos de metropolitano
trasladados de la ciudad de Mérida, si bien estaba
en poder de moros. Otorgóle otrosí autoridad de le-
gado del papa sobre las provincias dé Mérida y Bra-
ga , y señaladamente le nizo exento de )a obediencia
y poder de don Bernardo arzobispo de Toledo: todo
a propósito de honrar á don ái^mon su hermano que
estaba enterrado en Compostella, yj)or la mucha de-
voción que siempre mostró con la iglesia y sepulcro
España era muy conforme ala primüiTa ene estabieeieroa
los Apóstoles. En el concilio Toledam» Xli , qw se oelebió
el aíío 681 , y fue general de todo el imperio d^ los godos,
se empezó á reaiiar la autoridad de kw metropolitanos ¿
Toledo sobre todos los otros, concediéndoles una paeeminea-
cía y prerogativas especiales por ser obispos de la corte, y
condescender coa loa deseos oel rey Erngio; y todés los pa-
drea del concilio lo aprobaron por un decreto en el que ade-
más se ve que los reyes de Btpa&a nombaaban los obispos
pera las sillas vacantes. Estos privilem de primacía de
Toledo estuvieren sin uso el tiempo qi^ m moros ocuparon
esta ciudad ; mas luego que fueron eclú^oa de ella por don .
Alonso VI, y se restableció esta silla, aquellos obispos los
recobraron , renovándolos la silla apostólica , aunque no coa
la oiisma estenslon, pues la confirmadoof de los obispos es-
taba ya raiervada al papa coim prfaoadb de toda la igieiia
universal,
ir
292. «BlBUOTBCA Dft
de Santiago. Itas siendo arzobispo don Raimundo,
sucesor de don Bernardo , los papas Honorio , Celes-
tino ^ Inocencio , Lucio, Eugenio Tercero , determi-
naron y ratificaron lo que hallaron estar antes conce-
dido, que el arzobispo de Toledo fuese primado de
España. A don Raimundo ó Ramón sucedió don Jaan,
en cuyo tiempo lo primero Adriano Cuarto, confirmó
el primado de Toledo con nueva bula que espidió en
que revoca el privilegio de Compostella ; lo segundo
don Juan obispo de Braga, que había puesto pleito
sobre el titulo de primado , vmo á la ciudad de Tole-
do , y fue forzado á jurar de obedecer al que no que-
ría reconocer ventaja , don Cerebruno sucedió á don
Juan , en cuyo tiempo Alejandro Tercero revocó un
privilegio de Anastasio concedido en esta razón á
Pelagio obispo de Conopostella. Esto fue á la sazón
que el cardenal Jacinto Bobo, muy nombrado, vino
a Espaiía con autoridad de legado , y entre otras co-
sas que sapientisimamente ordenó, puso fin en este
pleito según parece en las escrituras de te iglesia de
Toledo , ca dió sentencia por Cerebruno contra el de
Santiago que le inquietaba.
Bien será aqui poner la bula de Alejandro Tercero,
Sorque confirmaDa en ella loque de sus predecesores
eterminaron. La bula dice asi : «Alejandro obispo,
))síervo de los siervos de Dios . al venerable hermano
BGerebruno . arzobispo de Toledo , salud y bendi-
»cion apostólica. Como nos enviásedesun mensajero
vpor causa de los negocios que tenéis d cargo do
«vuestra iglesia, á la sede apostólica, oue suele
DSiempre admitir los deseos de los que piden cosas
«justas , nos suplicastes con humildad con el mismo
Dmensajero , que renovásemos las bulas de nuestros
«antecesores Pascual, Calixto, Honorio y Eugenio,
«en que conceden la primacía de las Españas á la
«iglesia de Toledo. Nos porque sinceramente os ama-
«mos en el Señor, y tenemos propósito de honrar
«vuestra persona de todas las maneras que conven^,
«por ser estable fundamento y columna de la cns-
«tiandad, juzgamos convenía admitir vuestra deman-
«da, y que vuestro deseo no fuese defraudado. Y
«comunicado este negocio con nuestros hermanos^ á
«imitación de nuestro predecesor de buena memoria,
«Adriano papa por la autoridad de la sede apostólica,
«determinamos quedebiamos renovar el privilegio jun ■
»to con aquel breve conforme á vuestra petición: Que
«así como vuestra iglesia de tiempo antiguo ha tenido
«el primado en toda la región de España, asi vos y la
«iglesia de Toledo que gobernáis porla ordenación de
«Dios tengáis el mismo primado sobre todos para
«siempre : añadiendo que al privilegio que Pelagio
«arzobispo en tiempos pasados dicen que impetró de
«nuestro predecesor de buena memoria Anastasio
«papa, que por derecho de primado no debia estar
«sujeto a vuestra iglesia ; declaramos que el privilegio
«de dicho nuestro antecesor de santa memoria Euge-
«nio papa concedido á vuestro predecesor sobre la
«concesión del primado, juzgamos, que le perjudica
«totalmente, en especial ^ue lo concedido por Anas-
«lasio no fue concedido ni por la mayor, ni mas sana
«parte de nuestros hermanos. Determinamos pues
«que el ariobispo compostellano con los demás ohls-
«pos de España os tengan sujeción y obediencia de
«aqui adelante como á su primado , y á vuestros su-
«oesores ; y la dignidad misma sea firme y inviolable
«para vos y vuestros sucesores. Para siempre jamás.
«Ninguno pues de todos los hombres ose quebrantar ó
«contradecir de algurji manera esta bula de nuestra
«confirmación y concesión con temeraria osadía. Y si
«alguno presumiere intentarío, sepa que incurrirá la
«mdignacion de Dios todopoderoso y de los bien aven-
«tarados apóstoles San Pedro y San Pablo. Dada en
«Benevento por mano de Gerardo notario de la santa
«iglesia Romana á veinte v cuatro de noviembre en la
«indicción tercera año de la Enoanuicion del Señor de
«ASPAR T ROIO.
«mil y ciento y sesenta , del pontificado de A^jandro,
«papa Tercero , año onceno.»
Larga cosa seria referir en este propósito todo lo
que se pudiera alegar. El papa Urbano Tercero con-
firmó la misma autoridad de primado á don Gonzalo.
sucesor de don Cerebruno. A don Gonzalo sueedio
don Pedro de Cardona. A est3 don Martin; el cual
Celestino Tercero por el parentesco y amistad que
habia entre él y nuestros reyes , al tiempo qtie fue
legado y se llamaba el cardenal Jacinto Bono, conce-
dió que las dignidades de la iglesia de Toledo usasen
de njitras como obispos mientras la misa se celebra-
se, y acrecentó aquel previlegio después que fue ele-
gido papa. Siguióse en la iglesia de Toledo don Ro-
drigo Jiménez varón de grande ánimo y siogular
doctrina, cosa en aquel tiempo semejable á milagro:
trató en el concilio Lateranense primero delante de
los cardenales y de Inocencio Tercero la causa de su
iglesia en este punto como orador elocuente, y ven-
ció á los demás metropolitanos de España; y porque
el arzobispo de Bra^a pretendía no estarle sujeto,
Honorio Tercero le hizo legado suvo. Gregorio Nono
sucesor de Honorio revocó cierta ley que sepromul»
gó en Tarragona contra la dignidad del arzooispo de
Toledo, en que establecieran no usasen los tales ar-
zobispos de las prero^aüvas de primado en aoueila su
Srovincia, en especial no llevasen cruz delante. A
on Rodrigo sucedió don Juan , luego don Gutierre,
y dos don Saiiphos, ambos de linaje real , casi el uno
tras el otro. Después de los dichos fue arzobispo don
Juan de Contreras en tiempo de Martioo Quinto,
y se halló en el concilio Basileense. ítem don Juan do
berezuela hermano del maestre don Alvaro de Luna,
y sucesor de don Juan de Contreras. Todos alcanza-
ron bulas de los papas en que confirmaban lo mismo:
cuyas copias están guardados con loda fidelidad en el
archivo ae la iglesia de Toledo, y recogidas en un
libro de pergamino.
El tiempo adelante por agraviarse don Alonso de
Cartaffena obispo de Burgos que el arzobispo de To-
ledo don Alonso Carrillo llevase guión levantado en
su obispado, que era señal de superioridad v de ser
primadío , don Juan el Segundo , rey de Castilla tomó
aquel negocio por suyo , v por sus provisiones (en que
da á Toledo titulo de ciudad impenal) determina y es^
tablece que se guarde el privilegio y autoridad que To-
ledo tenia sobre las otras ciudades de su señorío,
por entender , como era verdad , que la autoridad del
arzobispos de Toledo da mucho lustre á todo el reino
y aun á toda España. Muchos otros arzobispos antes
y después de don Alonso Carrillo hicieron lo mismo,
y por toda España llevaron siempre su cruz levanta-
da. Entre estos se cuentan los cardenales arzobispos
don Pedro González Mendoza , y fray Francisco Ji-
ménez; que es argumento de la primacía que los ar-
zobispos de Toledo han tenido después queToledo se
recobró de los moros, puesto que nunca ha faltado
quien contradiffa y nu quería estarles sujeto. Al
presente fuera del nombre y asiento que se fes da el
primero, ninguna otra cosa ejercita sobre las otras
provincias de España tocante ala primada, por lo
menos ni para ellos se apela en los pleitos , ni castigan
delitos , ni promulgan leyes fuera de la provincia
que como metropolitanos les está sujeta.
CAPITULO XX.
De las mojeres y hijos del rey don Alonso.
Arriba queda dicho como el rev don Alonso tuvo
dos mujeres, doña Inés y doña Constanza, y que
desta segunda iiobo á su hija la infanta doña Urraca.
Doña Constancia murió desoues de ganado Toledo,
V al mismo tiempo su cuñada la infanta doña Ehnra
hermana de rey falleció : enterráronla en León coa
doña Urraca su hermana. Después de doña Constan-
U1STUNI*
» casd don Alonso con la hija ile Benabct , re; moro
de Sevilla, que se voItíú cristiana, mudado el nom-
bre de Zayda que tenia , en doña Mnria : otros dicen
se llamó doña Isabel. Desle casamieoto nació don
Sancho: créese Tuera un gran principe si se lograra,
j qae igualara , la gloría de bu padre como lo moa-
traMm na seBales de lirtud que daba en su tierna
edad: parece que noquisoUiosgoiase España de tan
aventajadas pules. El rey adelante cuarta y qoiiita
ysesta lai cano con doña Berta traida de Toscana,
con doña Isabel de Francia , y con dona Beatriz, que
no se sabe de qué nación fuese. De doña Isabel tuvo
dos bijas, á doña Sancha que fue mujer del conde
don RodriBo ,ydoña Elvira que cas6 con Roseriorey
de Siciba Dijo de Rogerío conde de Sicilia: della na-
cid Rogerio el liijo mayor duque de Pulla, y Anfuso
ancipe de Capua , llamado asi á lo que se entiende,
nombre de ^u aijuelo materno : item á Guillermo
que por muerte de sus hermanos fue rey de Sicilia,
; á Constanza que caaó coa el emperador Enrique VI:
asi lo refiere el abad Alejandro Celesino que cscríbiú
la vidí y los hechos del dicho rey Rogerio su contem-
porineo , y Hugo Falcando.
TuTo<lon Alonso de una manceba llamada iimena
otras dos hijas, doña Elvira y doña Teresa: doña
Elvira caiácon Ramón oondedeTolosa que tuvo dos
hijos , en esla señora ; estos fueron Bel traoo y Alonso
Jordán. Doña Teresa casó con Enrioue de Lorena,
cepa que fue y cabeza de do proceoieron los reyes
de Portugal. De otra cencubína cuyo nombre no se
sabe,canquienelre;don Alonso tuvo trato, noav-
gendnJ hijo alguno. A doña Urraca la hija cnayor casd
con Ramón ú Raimundo hermano del conde de Bor-
gODQ y de Guido arzobispo de Viena, quefue adelao-
le papa , y se llamÚ Cafistn II. De Ramón y doña Ur-
raca nació doña Sancha primero , y luego don Alonso,
el queporlosmuchosreinosque juntó, tuvo nombre
de emperador.
Todo esto se ha recogido de pavísimos autores.
Pero mejor seri oír á Pelagio obispo de Oriedo«er-
cano de aquellos tiempos , que concluye su historia
utespA>*. 293
desta manera: nEslereydun Alonso tuvo cinco mu-
njeres legitimas, la primera Inés, la sesunda l'.on$-
nUnza , de la cual tuvo i la reina doña Urraca mujer
«iel conde Ramón ; deila tuvo el conde A doña San-
Bcha ¥ al rey don Alonso: la tercera doña Berta
nvenída de Toscana r la cuarta doña Isabel ; desla tu-
Dvoá doña Sandia mujer del conde donRodrico,
»v á Geloira que casó con Rogerio duque de Sicilia:
»la quinta se llamó doña Beatriz : la cual muerto el
«marido, se volvió á kü patria. Tuvo dos mancebas
»muy nobles, la primera Jimona Huñon , de quien
«nació doña Geloira mujer del conde de Tolosa Ra-
wmon , que tuvo por hijo i Alonso Jordán. En la rais-
iima Jimena bobo el rey don Alonso i doña Teresa
umujer jue fue del conde don Enrique , y desle ma-
wtrimonio nacieron Urraca y Geloira y Alonso, La
»otra concubina se llamó Zayda, hija de Benabet
nrey de Sevilla , que se bautizó y se llamó Isabel , y
ndella nació don Sancho, quemurióeulabatallade
«Uclés.»
Todo lo susodicho es de Pelagio. Estas fueron las
mujeres de) rey don Alonso , estos sus hijos : princi-
pe mas venturoso en la guerra, que en el tiempo de
fa paz y en sucesión : no menos admirable en las
borrascas , que cuando soplaba el viento favorable y
lodo se le hacia ¿ su voluntad. Bien es verdad que la
fortuna ó fuerza mas alta, conforme ásusordinarias
mudanzas y vueltas, en lo de adelante se le mostró
contraria , t acdrreú así á él como í sus reinos gran
muchedumore de trabajos y reveses : según que por
lo que se sigue se podra claramente entender.
UBBO DÉCIMO.
CAPITULO I.
De iiDevaí gucrrasqaebobo enEspaáijeolaSaria.
Los reinos de Levante y de Poniente casi en un
mismo tiempo se alteraron con nuevas asonadas y
tempestades de jjuerras. De las estrañas bc dirá lue-
go: las da España sucedieron con esta ocasión. Los
Ahnoravides , gente mahometana, habiendo sobrepu-
jado á los Alavecioos que hasta este tiempo tuvieron
el imperío de África , fundaron primeramente su im-
perio en aquella parte de la Maurítania que al estre-
cho de Gibraltar se tiende por las. riberas del uno y
del otro mar : es á saber del Mediterráneo y del Océa-
no : después en gran parle de España se metieron y
derramaron á manera de raudal arrebatado y espan-
toso. La ocasión de pasar en España fue eata. El rey
don Alonso tenia por mujer una hija del rey moro de
Sevilla, como poco ha queda dicho. Entró aquel rey
en esperanza de apoderarse de lodo lo que su genle
en España tenia, si fuese de África ayudado con
nuevas gentes y fuerzas : pidió á su yerno por lo que
al parentesco debía, le ayudase con sus cartas para
llamar á JuiephTepbinrey de los Almorávides, pode-
roso en fuerzasy gentes , y espantoso por la [ferpétua
prosperidad que había tenido en sus cosas , y ronvi-
darle á pasar en Elspaña. Pretendía d riesgo ajeno y
con sn trabajo, conforme á la ambición que le bj;uí-
jabB,ensaacharélsuBeñorio:talerasu pensamien-
to y sus trazas. Escribiódon Alonso las cartas que le
pidió , por estar con la edad aficionado y sujeto á su
mujer : consejo errado , perjudicial y que & ninguno
fue mas dañoso que al mismo que lo inventaba.
A Juzepli no le parecía dejar aquella ocasión de
volver las armas contra España: consideraba quo de
Sequeños principios suelen resultar cosas muy gran-
es : que la guerra se podía comenzar en nombre de
otro ]' con su infamia , y acabarse en su pro. El mis-
mo ó DO quiso ó no pudo venir por entonces ; envió
empero áHali Abenajacapitan de gran nombre, es-
clarecido por su esfuerzo y hazañas , hombre de con-
294
BIBLIOTECA DK GASPAR Y IIÜIG.
sejOy astuto, atrevido para comenzar, y constante
para llevar al cabo, y concluir prósperamente sus
intentos: dióle un buen ejército que le acompañase.
Con estas gentes como le era inandado se juntó con
el rey de Sevilla: no duró mucho la amistad, ni es
muy seguro el poder cuando es demasiado. Por ligera
ocasión y de repente se levantó diferencia y debate
entre las dos naciones y caudillos moros : pasaron ú
las armas y á las manos , pelearon moros con moros;
los españoles no eran iguales 6 los africanos por estar
debilitados con el largo ocio y con el cebo de los de-
leites. El rey de Sevilla suegro de don Alonso fue
vencido y muerto en la batalla , coa tanto menor
compasión y pena de los suyos y menor odio de su
enemigo, que se entendía de secreto favorecía á nues-
tra reli^on . y era cristiano. Llamábase el que le
mató, Abdalla. Con su muerte sin dilación todo su
estado quedó por los vencedores.
Fue esto el ano de los moros cuatrocientos y
ochenta y cuatro, como lo dice don Rodrigo en la
Historia oe los Árabes , que se contaba de Cristo el
de 1091 . Todas las ¿entes y ciudades de los moros que
quedaban en España, movidos de nuevas esperanzas
ó de miedo se pusieron debajo de su mando algunas
por fuerza, las mas de grado por entender que las
cosas délos moros que estaban para caer, podrían
sustentarse y mejorarse con el esfuerzo y ayuda de
Hall. Ninguna fe nay en los bárbaros, en especial si
tienen armas y fuerzas. Asi el capitán africano con-
fiado en las fuerzas de un señorío tan grande como
era el de los moros de España, quiso mas ser aeñor
en su nombre y alzarse con todo , que gobernar en el
de otro y como teniente. Tenia ganadas las volunta-
des de la gente ; y si ayunos sentían lo contrario,
guardaban secreto el odio . y en publico le adulaban;
que tal es la condición de tos hombres. Con esto lla-
móse miramamolin de España , nombre entre los
moros y apellido de autoridad real. Demás desto los
reyes moros, que por toda España eran tributarios
del rey don Alonso , confiados en el nuevo rey, como
quitada la servidumbre y la máscara, y despertados
con la esperanza que se les presentaba de ia libertad,
no querían pagar las parias como acostumbraban
cada un ano. Este era el estado de las cosas de Es-
paña.
En la Suria por el esfuerzo de los cristianos se co-
menzó la ffaerra sagrada , famosísima por la gloría y
grandeza de las cosas que sucedieron , y por la cons-
piración de todas las naciones de Europa contra los
muy belicosos reyes y emperadores del Oriente. Je-
rusaléin , ciudad famosa por su antigua nobleza , y
muy santa por el nacimiento , vida y muerte de Cris-
to hijo de Dioe , estaba en poder de gente bárbara,
fiera y cruel ; padecía por esta causa una servidumbre
de cada dia mas grave. Un hombre llamado Pedro, de
noble linaje, natural de Amieiis en Francia , y que en
8tt menor eídad con el eiwcicio de las armas habla
endurecido el cuerpo, llegado á edad de varón , por
despredo de las cosas humanas pasaba su vida en el
yermo. Este fue por devoción á Jerusatém para risitar
aquellos lugares, y asegurado «ntre los bariMros poj:
au pobreza, mal vestido , su rostro contentible y pe-
queña estatura , tuvo lugar de mirallo todo y calar
los secretos de la tierra; consideró cuan atroces , y
cuan crueles trabajos los nuestros en aauellas partes
nadecian. Era en aquella sazón obispo de ieru<ialém
Simón: trataron el negocio entre los dos, y con car-
tas yoB le dié para el sumo pontífice y amplísima co-
misión , dio la vuelta para Efurops.
El pana Urbano oído que hobo á Pedro , y leído las
cartas del patriarca, afligióse gravemente. Abrasá-
bale la afrenta de la Religión Cristtana; que aquel>a
tierra en qae quedaron impresas las pisadas del hijo
de Dios, origen de la religión , y en otro tiempo al-
bergo ae la santidad, estuviese yerma de morado-
res, falta de sacerdotes y de todo lo al. Que los bár-
baros no solo contra los hombres, sino contra la
santidad de los lugares sagrados hiciesen la guerra
coQ odio perpetuo y gravísimo á la Cristiana Religión
sin que nadie les fuese á la mano. Ei^ia mengua le
aquejaba y le parecía intolerable. Los emperiulores
griegos que le debieran ayudar por caerles esto maí«
cerca, y por el miedo y jpeiigro que corrían á causa
de los turcos que ios tenían a lus puertea, gente bár-
bara y cruel , con el cuidailode sus cosas y otros em-
barazos poco se cura han de las ajenas y comunes.
Los reinos de Occidente por estar lejos sin lospeclM
y sin recelo , no hacían caso del dallo común , y de
ninguna cosa menos cuidaban que de la injuria y
afrenta de la religión y del Cristianismo.
El pontífice Urbano, aunque congojado con estos
cuidados y difículLades , en nmguna manera se desa-
nimó, determinóse intentar una cosa dificultosa en
la apariencia , pero en efecto saludable. Convocó á
los señores y prelados de todo el Occidente para ha-
cer concilio y tratar en él lo que á la religión y á la
cristiandad tocaba. Dendecomo con trompeta pensa-
ba tocar al arma , despertar y inflamar los ánimos de
todos los cristianos á la guerra sagrada confiado que
á tan buena empresa no faltaría el ayuda de Dios.
Señaló para el concilio á Claramente , ciudad princi-
pal en Alvernia y en Francia entretanto que estas
cosas se movían en Italia y en Francia , y con emba-
jadas que el pontífice enviaba á todas las nacione^i,
las convidaba para juntar sus fuerzas , ayudar á la
querella común con consejo y .con lo demás , y que
con el aparato desta guerra ardían las demás pro-
vincias. En España las cosas de los cristianos em-
f>eoraban , y parece andaban cercanas á la caída por
a veoida y armas de los Almorávides.* Nunca ni coa
mayor ímpetu se hizo la guerra, ni con mayor pe-
ligro de España.
Ensoberbecida aquella gente fiera y bárbara con el
progreso de las victorias y próspero suceso de sus
empresas , y por el imperio que se les juntara , forti-
ficados y arraigados en España , volvieron contra los
nuestros las armus. Entrao por el reino do Toledo:
meten á fuego y á sangre toda aquella comarca, ro-
bando y saifueando toJo lo que se les ponía delante;
en particular se apoderaron délas ciudades y pueblos
2ue en aquella parte y en los celtíberos había dado
Zayda su padre en oote, es á saber Cuenca, Uclés,
Huete. EnvuS el rey don Alonso á hacer rostro á los
moros, dos condes, que fueron don García su cuñado,
casado con su hermana, y don Rodrigo con un buen
ejército que les dio. Vinieron á las manos con los
moros: fueron los nuestros vencidos en batalla y
desbaratados cerca de un pueblo llamado Roda (I),
que se entiende llama Plínio Yirgao, puesto entre el
no Guadalquivir y el mar Océano. El rey don Alonso
movido de tantos daños , y por el recelo del peligro
mayor que amenazaba , entendió finalmente el mve
yerro aue hizo en llamar á los moros. Acudió con
nueva diligencia á reparar el mal pasado y los malea:
hizo en todo su reino levantar mucha gente, y jun-
tados socorros de todas partes, Térlhlir'nn grueso
ejército. Muchos de su voluntad vinieron de las pro-
vincias comarcanas á ayudar, movidos por el peligro
que las cosas de los cristianos corrían.
Cerca de Cazalla , pueblo nue cae no lejos de Ba-
dajoz y se dio de nuevo la batalla dd poder á poder:
los cristianos quedaron asimismo vencidos (grand>>
lástima y mengua) y muchos de ellos muertos en el
campo. Sin embargo don Alonso no perdió en manera
blguna el ánimo como el que ni por las cosas próspe-
ras se ensoberbecía , ni por las adversas se es •
(!) La batalla de Roda se dio el afio 1084, antea ('e en-
trar loa Almeravidesea España ; y les esrhlarea antigües ao
hablan de esta rebelión de Hali.
niSTOltlA DE ESPAÑA
20
a
paoUba. Cun gran preslexa se rehizo de fuereai, y
coD Doevos socorros aumentado su ejército rompió
V entró por fuerza hasta Córdoba, hizo estragos de
hombres y ganados, sin perdonar á los edificios ni á
los campos. El tirano desconfiado de sus fnex2as por
habérselas desbandado el ejército que tenia, fortificó-
se dentro de Córdoba, ciudad grande y muy fuerte:
solo bobo algunas escaramuzas y rebates. Aconteció
(fue Abdalla de noche con número de soldados hizo
contra los nuestros una encamisada ; mas los moros
fueron rechazados y muertos , preso el capitán , y el
día siguiente en presencia de los moros que desde los
adarves miraba lo que pasaba , fue hecho pedazos
y queiftado vivo, y con él otros sus compañeros:
castigo cruel ; pero la descracia de su suegro Bena*
bet, y la pena que della eírey tomó , escusa y alivia
aquella crueldad, y aun hizo que fuese la alegría de
la victoria mas colmada. El moro Hali cansado del
largo cerco se rindió presto á tode lo que le fuese
mandado. De presente le condenaron en gran suma
de dinero, y que para adelante en cada un año paga-
se cierto tributo y parias. Con esto le dejaron lo que
le tomaran, como á feudatario de ios revés de Casti-
lla. Principio muy honroso para el re} oon Alonso, y
muy saludable para la provincia por entenderse con
tanto , que las armas j fuerzas de aquellos bárbaros
podían ser vencidas, domados sus bnos.
Ordenadas las cosas de Andalucía, la guerra re-
volvió contra la Celtiberia, parte de Aragón. Cercaron
¿ Zaragoza, y con grandes ingenios la combatieron.
Los ciudadanos no rehusaban de pagar cada un año
algunas parias, á tal empero que el rev los recibiese
debajo de su amparo, y que luego sin nacer daño se
partiese de aquella comarca. Era honroso este aslen-
ti» para el rey, mas para no alzar el cerco prevaleció
el deseo y esperanza de apoderarse de aquella ciudad,
dado que por pretender cosas grandes y no conten-
laree con lo razonable se perdió To uno y lo otro. P(Nr-
queiuzeph apereebido de nuevo ejéreito de Almorá-
vides , dinero , infantería , caballería y de todo lo al
para la guerra necesario , de África pasó ¿ España
espantoso v feroz con intento de repnmir los oese*
ños de Hall , y castigar su deslealtad, y de camino
rebatir las fuerzas de los cristianos. Su venida se su*
|io en un mismo tiempo en la ciudad y en los reales:
á los moros con esperanza de mejor fortuna puso
ánimo, al rey don Atonso forzó por miedo del peligro
V de mayor mal alzado el cerco volver atrás. Las ar-
mas de Juzeph procedían prósperamente, porque de
primera llegada se apoderó ae Sevilla ao el tirano
Hali estaba, al cual cortó la cabeza; tras esto luego
Córdoba se le rindió. A eiemplo de estas dos ciudaoes
todas las demás del Andalucía, t aun todas lasque
en España restaban en poder de los moros , en breve
se pusieron debajo de su obediencia , y tomaron su
voz unas de voluntad, otras por fuerza. Algunas asi-
mismo, confiadas en el esruerzo y prosperidad del
nuevo rey, sacudían de si el yugo del imperio cris-
tiano, y no querían iiacer los homenajes acostum-
brados.
No parecía el rey don Alonso debía disimular
aquellos desaguisados, ni descuidarse en el peligro
que amenazaba , por jnntaree de duoto á cabo de
tanto tieaapo las fuerzas de los moros de Afríca con
las de los de España en perjuicio de los cristianos.
Acordó pues ganar por la mano y dalles guerra con
todas sus fuerzas. Mandó hacer todos los apereibi-
inientos necesarios : juntar armas , caballos , vitua-
llas , dineros : acudir á la guerra no solo los legos,
sino los eclesiásticos : alistar soldados nuevos y vie-
jos : procurar socorros de fuera. Muchos extranjeros
movidos por el peligro de España , y encendidos en
I leseo de ayudar en aquella guerra, de su voluntad
vinieron , en especial de Francia : entre estos Rai-
mundo ó Ramón hermano del conde de Borgoña, y
su deudo Enrique, el cual dado que efa natural de
Besanzon ciudad antiguamente la mayor de los sc-
cnanos en Borgoña^ de donde le llamaron Enrique de
Besanzon ó B^santino^, pero era de la casa y linaje
de L«irena, y adelante fundó la gente y reino de Por-
tugal. Vino asimismo otro pariente de Enrique llama-
do Raimundo, conde de Tolosa y de San Egidio. Se-
guía á estori seiíores buen golpe de gente francesa:
soldados valientes , de grande y increíble prontitua
gira acometer la guerra. Acudió demás destns don
ancho rey de Aragón, el cual bien que era de gran-
de edad, tenia brío y ánimo de mozo j muy aventa-
jada destreza adquirida con el contmno oso de las
guerras que hizo contra los moros.
De todas esas gentes se juntó y formó un ejército
muy lucido y grande tanto, gue no dudaron acome-
ter las fronteras de los enemigos : entraron adentro
en el Andalucía , hicieron estragos sacos y rol)os en
todos los lugares. No se descuidaron los moros de
hacer sus diligencias. Cerca de un lugar llamado
Alagueto (I) se juntaron los reales , y se dieron vista
los unos á los otros. Juzeph por no ser igual en fuer-
zas, como caudillo recatado y prudente , escusó la
batalla : su partida fue semejante á huida, lo que dio
á entender la priesa en el retirarse y desamparar gran
parta del fardaje. Pareció al rey <íon Alonso que con
la huida del moro se debía contentar, y no aventurar
la reputación que con esto se ganara; además que su
ejército, como compuesto de tantas gentes diferentes
en lenguas , costumbres y leyes, no se podía entre-
tener largo tiempo. Acordó dar la vuelta á la patria
con sus soldados cargados de despojos, y alegres por
el buen principio. Las armas de los Almorávides des-
pués desta afrenta y desmán sosegaron por algún
tiempo, demás que á Juzeph fue forzoso acudir á
África y ocuparse en asentar el estado de su nuevo
reino.
El rey don Alonso no se descuidaba en el entretanto
de aparejarse, por tener entendido que muy presto
volvería la guerra con mayor fberza que antes. De-
t«rmhió hacer nuevas alianzas, y ganar con esto y
obliffarse las voluntades de los príncipes estraños; en
particular con aquellos tres señores que vinieron de
Pranda. para mas prendallos, y en premio de la ayu-
da que le dieron y de sus servicios, casó otras tantas
hijas suyas. Con Rsmon conde de Tolosa casó doña
Elvira , con Enríque de Lorena doña Teresa , ambas
habidas fuera de matrimonio, como arriba se ha di-
cho, pero criadas con regalo y con aparato real, y con
esperanza de gran estado. A liamon el de Boro-
na dio por mujer á doña Urraca su legitima hija:
deste principe se dice que se reedificó y pobló la ciu-
dad de Salamanca p»r mandado del rey su sue-
gro. Demás desto con el conde don Rodrigo casó
doña Sancha hija del rey j de doña Isabel su mu-
Í'er : deste dicen que decienden los Girones , se-
iores de grande y antigua nobleza en España. A don
Enríque señaló en dote todo lo que en Portugal te-
nia ganado de los moros con título de conde, y con
conaicion oue fuese yasallo de los reyes de Castilla,
y riniese á las cortes del reino y á la guerra con sus
armas y gentes todas las Teces que fuese avisado.
Estos fueron los principios y las zanjas de aquel
nuevo reino de Portugal : apellido que tomó poco
adelante deste tiempo, y le conservó por mas de cua-
trocientos años, en que tuvo reyes propios descen-
dientes deste príncipe v primer (uodaaorsoyo. A don
Ramón de Borgoña dio el gobierno de Galicia con tí-
tulo de conde, nombre de que solían usar los gober-
nadores de las provincias, y en dote la esperanza de
( 1 ) Asi se llanaba no un pueblo sino un dístríto ó región
j{ne comprendía parte de la Estremadnra y de Portugal, en
la caal se hallaban la? rhidades dr Eb^a , Dadajdl , Jaric»,
Mérida , Saniarasaír, que hoy es Alcántara y Coria.
296
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
suceder en el reino, si faltase acaso el infante don
Sancho hijo del rey. Al conde de ToloAa dieron en
dote muchas preseas y joyas , gran cantidad de oro y
de plata, ningún estado en Espaiía por tratar de yol-
verse á Francia, do poseia grandes tierras y gran di-
tado. Puédese sospechar que la misma Tolosa se le
dio en dote como sujetad estos reyes, según de suso
dosyeces queda apuntado. Quién dice que por ias ar-
mas de don Alonso el año 1093 se gano la ciudad de
Lisbona. Si fue asi ó de otra manera, no lo sabria de-
terminar. A la yerdad no pocas veces aquella ciudad
se ganó y se perdió como prevalecíanlas armas ya de
moros, ya de cristianos, y últimamente se ganó de
los moros pocos años adelante, dende el cual tiempo
permaneció perpetuamente en la posesión y señorío
de los cristinos.
CAPITULO II.
Cómo don Sancho Ramirez rey de Aragón fue muerto.
El año siguiente que se contaba del nacimiento de
Cristo 1094, fue señalado por nacer en él don Alonso
hijo de don Enrique el de Lorena y de su mujer dona
Teresa, el cual con sus armas y valor dio lustre al
nombre de Portugal. Esteodió su señorío, y fue el
primero de aquellos principes que tomó nombre de
rey por permisión de tos pontlGces romanos, en que
se mantuvo contra la voluntad de los reyes ae Casti-
lla. Pero el mismo añe fue desgraciado por la desas-
trada muerte que sobrevino á don Sancho rey de
Aragón , á quien asimismo deben los aragoneses la
loa no solo de haber bien gobernado y conservado
aquel reino como lo hicieron sus antepasados, sino
de le deiar acrecentado y colmado de todos los- bie-
nes. El me el primero que de los montes ásperos y
encumbrados, do los reyes pasados defendían suim-
f)erio y señorío no menos confiados en la nialeza de
08 lugares, que en las armas, abajó á los campos
rasos y á la llanura, y ganó por las armas gran nú-
mero de ciudades y lugares. Dio guerra continua á
los reyes moros de Balaguer, de Lérida, de Monzón,
de Barbastro y de Fraga ; y vencidos, los forzó pri-
meramente que le pagasen parías , después con un
largo y trabajoso cerco tomó a Barbastro, noble ciu-
dad puesta Junto al río Vero, de gran frescura y de-
leitosos campos. La fortaleza de las murallas espan-
taba; mas la constancia del rey y de los suyos venció
todas ias dificultades : como de todaspartes arreme-
tiesen, y la furia no amansase ni aflojase de los que
olvidados de las heridos , y menospreciada la muerte,
pretendían apoderarse de aquella plaza, fue entrada
por fuerza y puesta á saco.
Salomón era á la sazón obispo de Roda , otros le
llaman Arnulpho; lo mas cierto que á los tales ol>Í8-
pos de Roda quedó desde entonces sujeta la iglesia
(le Barbastro: ítem que en aquel cerco murió Armen-
izando ó Armengol, conde de Urgél, por donde le
llamaron Arroengol, de Barbastro;que fue la causa por
el deseo de \engar afluel desastre y satisfacerse (ca
era suegro del rey padre de la reina doña Felicia) de
maltratar los moraaores de aquella ciudad al tomarla,
y que la matanza fuese grande. Bolea , que es un
pueblo á la raya de Navarra en los llergetes á iaríbe-
ra del rio Cínga , do duró mucho la guerra, se ganó
de los moros. Al tanto Monzón, villa fuerte en aque-
lla comarca por su asiento y por el alcázar que tenia
con otros pueblos y castillos oue seria largo conta-
llos. Funaóse y poblóse Estella por este tiemjyo en
Navarra, pequeño lugar entonces, al presente ciudad
noble en 8q[uel reino ; y porque el rey don Sancho
trataba de ir sobre Zaragoza , cinco leguas mas arri-
ba de aquella ciudad á la ríbera de Ebro edificó un
castillo llamado Castellar para efecto de reprimir las^
correrían de los moros , demás desto para con ordí-'
narias salidas y cabalgadas que donde quería se hi-
ciesen, tener todos los alderredores trabajados; en
que pasaron tan adelante los soldados que puso en
aquella plaza, que quitados los bastimentóse la mis-
ma ciudad, muchas veces parecía tenerla cercadi.
En los pueblos dichos antiguamente vascetanos se
edificó la villa de Luna, en ninguna cosa mas señala-
da que en dar principio al linaje y familia de los Lo-
nas, muy ilustre ó muy antiguo en Aragón. La ca-
beza y fundador deste linaje fue BacaUa, hombre
principal, á quien don Sancho hizo donación de
aquel pueblo : rey que fue verdaderamente grande,
y con el lustre de todas las virtudes esclarecido, y
sobre todo señalado en piedad y devoción. Alcanzó
de Alejandro Segundo sumo pontífice que el monas-
terio de San Juan de fa Peña con los demás de su
reino fuesen exentos de la jurisdicción de los obis-
pos. Alegaban por causa díesta exención y para al-
canzaliaTa codicia de los obispos , que se entregaban
lilH^mente en ios bienes de los monasteríos. Ala ver-
dad las costumbres de los monges en aquel tiempo
(de que San Bernardo se queja) j sus deseos se in-
clinaDan demasiado á pretender libertad, tanto que
de ordinarío sus abades impetraban privilegio para
usar de las insignias de los obispos, mitra , báculo,
rauceta en señal que tenían autoridad obispal : ca-
mino inventado y traza para ser exentos de ios ordi-
narios.
El pecado de codicia oue se imputaba á los obis-
pos, también alcanzaba al rey : esto fue lo que prín-
eipalmente en sus costumbres se nota^ que libre-
mente metió la mano en los bienes eclesiásticos y
preseas de los templos. Parecía escusarle en parte la
falta de dinero que tenía , la pobreza , y los grandes
gastos de la guerra, además de una bula que ^anóde
Gregorio Vil sumo pontífice, en que le concedió fa-
cultad para que á su voluntad trocase, mudase y
diese á auien por bien tuviese los diezmos y rentas
de las mesias que ó de nuevo fuesen edificadas óga-
nadas oe los moros. Sin embargo él con ilustre ejem-
plo de modestia y santidad algunos años antes deste,
afligido del escrúpulo que de aquel hecho le resultó,
y para sosegar la murmuración del pueblo causada
por aquella libertad, en Roda en la iglesia de San
Victorian delante el altar de san Vicente con grande
humildad, gemidos y lágrimas pidió de k) hecho pú-
blicamente perdón, aparejado á emendarse. Hallóse
§ rásente Raimundo Dalmacio obispo de aquella ciu-
ad, al cual mandó restituir enteramente todo lo que
le fuera quitado.
Los principes que en nuestra edad siguen las pi-
sadas deste rey en apoderarse de los bienes eclesiás-
ticos, debrian imitar su penitencia, por lo menos
temer su fin, que fue de la manera que se dirá. Con-
tinuaba en su costumbre de trabajar con guerra con-
tinua á los moros^ en particular á Abderrahmán rey
dé Huesca: habiase apoderado por las armas de todos
los lugares de aquella comarca, y tomado que hoho
también á Montaragón, pueblo que está una legua de
aquella ciudad, procuraba fortíficalle con grandes
pertrechos para oesde allí molestar continuamente
aquellos ciudadanos de Huesca, ^e paró aqui , shio
que últimamente juntadas sus mentes, puso sitio so-
bre aquella ciudad. En los colla£>s alrededor repartió
sus guarniciones cou intento que nadie pudiese salir
ni entrar. Los reale? principales puso en unmonteei-
llo ó recuesto que desde aquel tiempo del nombrr
del rey llamaron Poyo de Sancho. Era la ciudad muy
fuerte , v como reparo por aquella parte de todo el
señorío de los moros, no de otra manera que lo fue
en tiempo de los romanos, cuando por muestra de
su fortaleza la llamaron antiguamente ciudad vence-
dora. El cerco iba á la larga, y no se podía ganar por
fuerza.
Los de Huesca Irdtaron con don Alonso rey deOis-
tilla que los socorriese. Acostumbran los reyes, cuan-
BlSftMlti
do 9b moestn espmnsa da proTecho, procurar mas
aus particulares intereses que tener cuenta con el
deber, con la religión y con la fama : otorgó con su
petición. Era cosa afrentosa ayudar á los moros al
ileacubierto : parecióle buen consejo acometer por la
parte de YizcaTa las tierras de Navarra , ▼ con esto
oiTortir las fuerzas de Aragón, y hacer que no fuesen
bastantes para la una y para Ja otra guerra, envió
para este efecto al conde don Sancho. Saliéronle a!
encuentro los infantes de Aragón don Pedro y don
Alonso por mandado de su padre el rey don Sancho,
que forzaron á los enemigos sin hacer algún efecto
volver atrás , y dejar lo comenzado. El rey don San-
cho cansado del largo cerco andaba mirando los mu-
ros'de la ciudad; y como advirtiese un lugar á propó-
sito por do le apareció se podría acometer y entrar,
estendió el brazo para le mostrar á los que le acom-
pañaban: flecharon una saeta del adarve al mismo
Íiunto, que le hirió debHJo del mismo brazo; la herida
de mortal , los naturales declan ser castigo y venganza
de Dios por los bienes de las iglesias en que puso en otro
tiempo la mono. Murió á cuatro del mes de junio: su
cuerpo llevaron á Montaragon, y le depositaron en el
monasterio de Jesús Nazareno que ól mismo edificó.
Desde allf, ganada la ciudad, fue trasladado á San
Juan de la Peña , donde por lo menos se muestra el
sepulcro de doña Felicia su mujor con su letrero, que
falleció los años pasados.
Sin embargo los hijos como les fue mandado por su
padre llevaron adelante el cerco , determinados de no
partirse de allí antes de vengar aquel desastre y des-
truir aquella ciudad. Don Pedro en vida de su padre
se llamalm rey de Ribagorza y Sobrarve . y de Berta
tu mujer á quien otros llaman doña laés, tenia un
hijo de su mismo nombre , otros le dan nombre de
don Sancho. AI presente ól mismo por la muerte de su
padre heredó todos los demás estados : á don Alonso
quedaron alffunos pueblos. El menor de sus herma-
nos croe se llamó don Ramiro , en el monasterio de
San Ponce de Tomer , puesto en el territorio de Nar-
bona á las riberas del no Jauro, tomara el hábito de
monge con menosprecio de las cosas humanas y por
mandado de su padre, como se entiende por un pri-
vilegio que el ano pasado el mismo rey dio al abad de
aquel convento llamado Frotardo, en qae le hace
donación por este respeto para sustento de los mon-
gas de grandes posesiones, dehesas y heredades.
El cerco de Huesca duró mucho, no menos que
seis meses como dicen algunos, otros pretenden que
pasó de dos años. Los cercados cansados de tantos
males , y reducidos á estrema falta de mantenimien-
tos, llamaron en su ayuda á Almozabén rey de Zara-
goza , y á don García conde de Cabra , y á otro señor
principal que se decia don Gonzalo ca en aquella re-
vuelta de tiempos y estrado de costumbres no se te-
nia por escrúpulo que cristianos ayudasen á los roo-
ros contra otros cnstianos. Don Gonzalo no fue allá.
pero en buen número do los suyos que envió, y el
conde don García so juntaron con el rey moro, que
con grande diligencia tenia levantada un» grande mo-
risma, y partieron con e^tas gentes de Zaragoza. Es-
taba el negocio en grande riesgo y casi estremo. El
mismo don García quier con buen ánimo , ó con
muestra fingida de amistad amonestó al nuevo rey
don Pedro , y le avisó que si no quería perderse , al-
zado el cerco, diese luego vuelta á su tierra. Preva-
leció contra el miedo el deseo de la honra , y el ho-
menaje con que los hermanos se oblignron á su padre
á la hora do su muerte , de no desistir antes de tornar
la ciudad.
Estiéndese junto á la ciudad una llanura llamada
Alcoraz, muy conocida por el suceso desta batalla.
En aquel llano se determinaron los cristianos de en-
comendarse á sus brazos v á Dios, y para le tener
mas favorable por miedo áa sus santos trajeron & los
M bspaSa.
sw
reales el cuerpo de San Victorian. Demás destola no-
che antes se le apareció al rey una visión de persona
mas que humana , que le amonestaba con grande
ánimo diese la batalla seguro de la victoria. En la
vanguardia iba el infante don Alonso, en la retaguar-
dia el mismo rey , el cuerpo de la batalla encomendó
á Lisana y Bacalla, hombres muy nobles y valientes:
la caballería puso por frente. Estos comenzaron la
pelea : siguiéronles los estandartes de la infantería.
Los bárbaros con su muchedu*nbre henchían los cam-*
pes y valles comarcanos. Cerraron los escuadrones:
la pelea fue muy brava : ninguna en aquel tiempo ni
de mayor peligro, ni de mas dichoso fin. No se oia
por todo el campo sino gemidor de los que caían, vo-
cería de los que peleaban , estruendo y ruido de laa
armas. Era cosa digna de ver los hombres y las mu-
jeres que desde los adarves miraban la pelea, y co*
mo iban las cosas de los moros á veces se mostraban
alegres , á veces medrosos.
Duró la pelea basta que cerró la noche sin enten-
derse del todo, ni declararse la victoria por ninguna
de las partes. Los nuestros sobrepujaban en la causa
esfuerzo y destreza del pelear : el número de los ene-
migos era mayor. Estuvieron armados hasta que ama-
neció el día siguiente : tan grande era el deseo de
volver á la pelea , y aun el miedo no menor que en-
trara en el ánimo de los cristianos. Con el sol »e supo
que los moros , desamparados los reales, con su rej
Almozabén á toda priesa se retiraban á Zaragoza. Si-
guieron el alcance por la huella, sin cesar de matar
y prender á todos los que hallaban: en la pelea y en
el alcance llegaron los muertos á cuarenta mil. De los
nuestros apenas faltaron mil, pocos en número para
tan señalada victoria, y personas no de mucha cuen-
ta ni por su linaje ni nazañas. El conde don García
fue preso: después de la pelea recogieron los despo-
jos : los campos cubiertos de cuerpos muertos , ar-
mas, ropa, caballos, miembros cortados, pechos
atravesados con hierro, la tierra teñida y bañada de
sangre.
Algunos dicen qneSan Jorge fue visto andar entre
las haces , y que con su ayuda se ganó aquella victo-
ria; otros que un cierto del linaje de losMonbadis.
que habia estado el mismo día en la Suria y ciudad
de Antíoquia , anduvo en un caballo en esta batalla.
El vulgo amigo de milagros, y para hacer mas alegre
k> que se cuenta, suele añadir fábulas á la victoria^
bastará á nuestro cuento que lo que es verosímil so
reciba por verdad. Concuerdan los autores en que en
adelante las armas de los reyes de Aragón fueron una
cruz en campo plateado, en los cuartetes del escudo
cuatro 'cabezas rojas con la sangre de
otros tantos reyes y capitanes que mu-
rieron en esta batalla, que se dio á diez
y ocho de noviembre, y el noveno día
adelante acuella muy noble ciudad»
perdida toda esperanza de defenderse,
se rindió. El siguiente mes 4diez y sie-
te de diciembre consagraron la mezquita mayor en la
iclesia. Halláronse ú esta consagración los obispos
Yerengario, el que Bernardo arzobispo de Toledo de
Vique le pasó á Tarragona, como se dirá luego:
Amato prelado de Burdeos, Folch de Barcelona , Pe-
dro de Pamplona, Sancho de Lascar, y con los de-
más otro Pedro que se intitulaba obispo de Aragón y
de Jaca , y tomada esta ciudad se llamó obispo de
Huesca. En el lugar de la batalla mandó el rev edifi-
car una iglesia de San Jorge patrón de la eaoallería
cristiana.
Por el mismo tiempo se dio principio en Pamplona
á la nueva fábrica de la iglesia Mayor, cuyos rastros
todavía se ven. Mandóse que los canónigos viviesen
como religiosos conforme á la regla de San Agustín:
estatuto que de aquel principio se guarda también el
día de hoy, que son canónigos reglaresy siguen vida
eomuD. Eb el mimo tiempo qoe Pedro era obispo de
l^amplooai fue tambieu Gomesano obispo de Burgos
jiucesor de JimenOy acmel en cuyo tiempo la silla
obispal desde Oca, do nasta entonces de muy anti-
guo tiempo estuvo, se trasladó á Burdos. Los arzo-
¿ispos de Tarragona y Toledo pretendían cada cual
2ue la iglesia de Burgos le era sufragánea : el pleito
uro tiempo : y fue ocasión que los pontífices roma<^
nos por no po&IIos conformar ni concertar mandasen
que aquel obispado quedase esento sin reconocer á la
una iglesia ni a la otra por metropolitana , lo cual se
guardó por largos años basta que poco ha le erigieron
en arzonispal.
CAPITULO lU.
Cómo don Bernardo arzobispo de Toledo se partió para
la guerra de la Tierra Santa.
En el tiempe que estas cosas que se han dicho,
sucedieron en Aragón y en otras partes de España,
las demás provincias de cristianos sudaban ocupadas
en los aparejos que se hacian para la guerra de la
Tierra Santa, caballos, armas, libreas, ruido de
Btambores, y sonidos de trompetas, asonadas de
guerra por todas partes. Lofr mares, tierras, cam-
pos , pueblos con mezcla y revolución de todas las
gentes y rumores de la guerra andaban alborotados.
El mismo pontífice Urbano en Giaramonte , ciudad
queSidonio y los antiguos llamaron Averno, cele*
braba concilio general de prelados y señores seglares,
que de todas las provincias acudieron á su llamado el
año de 1096. Desde allí despertó como con trompeta
á todas las naciones cuan anchamente se estendian
los términos del imperio cristiano. Leyéronse en el
concilio las cartas deSimon obispo de Jerusaléa : re-
firióse la embajada y comisión que Pedro natural de
Amieas traía. Muchos ciudadanos de Jerusalén y de
Antioquia, hombres santos y nobles, burdos desús
casas , con lágrimas , gemidos y mal tratamiento que
representaban en su traje, movían á compasión ios
ánimos de todos los que presentes estaban.
El ppntifice con esta ocasión amanera de orador
en la junta hizo un razonamiento deste tenor: «Oido
nhabeis, hijos carísimos, los males que vuestros
vhermaoos padecen en Asia, sus desastres son afren^
nta nuestra, mengua y deshonra de la Religión Gris-
«tiana, digna sí fuésemos hombres, de que sa reme-
adiase con la vida y con la sangre. Nioguno puede
«escanar de la muerte por ser cosa natural. El ma->
»yor ae los males es con deseo de la vida sufrir tor-
»pezas y fealdades , y disimularlas. Justo es que res*
i^tituyamos el espíritu , salud y vida á Cristo que nos
»la dió: la virtud ^ valor, propia escelencia del nom-
»bre y linaje cristianó, suele rechazar la afrenta. Las
«)fuerzaa y ejércitos que hasta aquí (mal pecado) ha-
»bei8 gastado en las guerras civiles , empleadlas por
jiDíos en empresa tan honrosa y de tanta gloria.
ttVengad las afrentas de Cristo hijo de Dios , que
jacada día, y tantas veces es herido, azotado y muer*
oto de la impía y bárbara gente cuantas sus siervos
»8oa oprimidos, afligidos y ultrajados; y promoan
naquella. tierra y la ensucian, que Cristo consagró
9C0D sos pisadas. Por ventura puede haber causa
smas justa de hacer la guerra que volver por la reli-
»giOiO, librar los cristianos de servidui^bre. cuales
vDios inmortal quiso fuesen señorea dk towlas gen-
ptes? sí de las guerras se pretende y desea interés,
8»¿de dojode le podéis esperar mayor que en hacella á
»una gente sin fuerzas, y que mas ^ae á la guerra
sdespojos que armas? Nunca Asia fue íffual en fuer-
»zaf á Europa: allí I4S riquezas, oro , plat{\ , piedras
Dpreciosas de que los hombres hacen tanta 'estuna'. Si
Dse busca la gloria , ¿por vcntura(>uédese pensar co-
i>sa mas honrosa que dejar á los nijoii y desceodien-
ates tal ejemplo de virtud» ser llamadQs ID^rtadores
^dei mundo, couqui^tjdor^ ^el Oriente /yengado-
»res de las afirentas de 1^ Religión CrUtiana? Riquesu
)Hio faltan para los gastos, gente y soldados escelen-
Dtes en la edad, fuerza, consejo, ejercitados en las ar-
omas. Por ventura apercebídos de tantas ayudas de-
x>j iremos que la gente malvada y sucia haga burla de
»la magostad de la Religión Cristiana? Cristo ser el
»capítan, el estandarte , la cruz, ninguna cosa hará
)>contraste á la virtud y piedad. Sola vuestra vístales
»pondrá espanto; no la podrán sufrir. To á lo menos
»¡o que debo á Dios» lo que ala Religión Cristiana,
))por la cual puesto como en atalaya y centinela es-
)>toy determinado de velar días y noches, cuanto pu-
»diere con cuidado , trabajo, vigilias, autoridad y
nconsujo, todo lo emplearé en esta demanda. Que si
»otros no me siguieren , estoy determinado meterme
»por las espadas de los enemigos; y procurar con
«nuestra sangre el remedio de tan grandes cuitas,
» desventuras y desastres como padecen nuestros
vhermanos. Nm^un trabajo en tanto oue viviere,
Moingun afán , ningún riesgo rehusaré ae acometer
»por el bien Je la república v honra de la religión.»
Con este razonamiento del pontífice inflamados
todos los presentes , los mayores, medíanos y meno-
res se encendieron á tomar Jas armas: toda tardanza
les era pesada. Ademare obispo de Anicio de los Ye-
llaunos , de Puis por otro nombre , y Guillermo obis-
f)QS de Orouges fueron los primeros que postrados á
os pies del pontífice tomaren la seiial de la cruz,
oue era la divisa y.blaaon de la guerra : después de-
líos hicieron lo mismo nobilísimos príncipes de Fran-
cia, Italia y España, y por su ejemplo un infinito
número de gente menuda. Hugón hermano deFeli(>e
rey de Francia fue el mas principal , tras del Goti-
fredo ó Jofre, hijo de Euslacio conde de Boloña ,y
duque de Lorena , al cual tomado que hubieron la
ciudad de Jerusalén , porque fue el primero á la en-
trada , por votos libres de todos nombraron por rey
de Jerusalén: honra perpetua de Francia y de Boloña
su patria, ciudad puesta en la Guilla Bélgica cerca
del mar Océano. Demás destos se ofrecieron para
aquella empresa los hermanos del Gotifrcdo ó Jofre,
Euslacio Y Balduino , los condes Roberto de Flandes,
Esteban de Bles, Alpino deBurges. Ramón de To-
losa, en cuya compañía fue doña Teresa su mujer,
y parió en la Suna el segundo hijo que se llamó
Alonso Jordán por haber sido baptizado en el río Jor-
dán. De España otrosí acudieron á la empresa ios
condes Guillen de Cerdauia, que murió en aquella
jornada de una saeta con que le hirieron en la ciudad
de Trípol de* la Suria, por donde asimismo le llama-
ron por sobrenombre Jordán, Guitardo de Ruysellon.
y Guillen conde Canetense. Cn Italia Boamundo
príncipe de la Pulla, dejado á su hermano Rogerío
su estado sobre oue trian diferencias , acompañado
de doce mil comnatíentes, siguió é los demás prín-
cipes en aquella sagrada jornaJu.
Bernardo arzobispo de Toledo como quier que era
de gran corazón , dado que bobo asiento en las cosas
de aquella su diócesi , y puesto en la iglesia Mayor
de Toledo para su servicio treinta canónicos y otros
tantos racioneros , tomada la señal y divisa de la
cruz, se partió para esta guerra. De su partida re-
sultó un gran desorden : apenas era salido de la ciu-
dad y cuando los canónigos que dejj , sea por odio
que le tuviesen por ser extranjeros , ó entender que
no volvería, arrebatadamente se juntaron y nombra-
ron nuevo prelado en lugar de Bernardo. Defendían
algunos la razón , pero los mas votos, ^omo muchas
veces acontece prevalecieron contra lus menos aun-
que sintiesen mejor, y los echaron de la ciudad. Ber-
nardo avi-^ado de lo que pasaba, con aquella mala
nueva tornó á Toledo y allanó la revuelta : ecliados
aquellos sacerdotes que fueran autores y ejecutores
de aquel mal consejo» puso cn su lugar mongcsdei
monasterio de Sahagun en que él fuera antes abad;
UISTOIU DE ESPAÑA.
500
ocasión según dicen algunos qae machas maneras
de hablar y vocablos propios de monges y ceremonias
se pegaron á la iglesia Mayor de Toledo , que de
mano en mano se nan conservado y usado hasta el
día da hoy.
Hecho esto , se puso de nnevo en camino : llegado
i Roma , fne forzado por el pontífice Urbano á volver
atrás por quedar en España tanta guerra , y porque
Toledo por ser de nuevo ganada pareda tener nece-
sidad de la ayuda , presencia y diligencia de auíen la
gobernase. Absolvióle del voto que tenia hecho de ir
a la Tierra Santa á tal que los gastos y dinero que
tenia apercebido para aquella guerra , emplease en
reedificar ¿ Tarragona, ciudad que por el esfuerzo j
armas del conde de Barcelona en esta sazón era vuel-
ta i poder de cristianos. Era muy noble antigua-
mente, y poderosa por su antigüedad y ser silla del
imperio romano en España ; mas en aquel tiempo se
hallaba reducida ¿ caserías y era un pueblo pequeño.
Reparóla pues don Bernardo , y en eHa puso por ar-
zobispo á Berencarío obispo de Vique , ciudad que
quiso asimismo fuese sufragánea de Tarragona para
mas autorizarla : la verdad es que el nuevo arzobispo
Berengarío olvidado deste beneficio puso después
pleito á Bernardo que le habia entronizado, sobre el
derecho de la primacía por antiguas historias , ejem-
plos y escrituras desusadas de que se valia para de-
íeoder los derechos y libertad de su iglesia , como
quier que el de Toledo por concesión muy fresca del
pontífice Urbano no solo alcanzó para sí y para siem-
pre el primado de toda España, sino de presente
como legado del pontífice romano tenia superioridad
sobre todas las iglesias, y poder de ordenar sus co-
sas y enderezallas , dalles prelados y reformallas.
Con este intento de ejecutar lo que le ordenó el
papa , de Francia cuando por aquella provincia volvía
á España , trajo consigo á Toledo algunas personas
de grande erudición y bondad , honrólos de presente
ooo cargos y gruesos beneficios que les dio , y su vir-
tud el tiempo adelante los promovió á mayores cosas.
Estos fueron Gerardo de Mosiaco, que luego le hizo
primiclerío ó chantre de Toledo , después arzobispo
de Braga; Pedro natural de Burgos oe arcediano de
Toledo pasó á ser obispo de Osma : al uno y al otro la
santidad de la vida y escelente virtud puso en el nú-
mero de los santos. Fuera destos vinieron Bernardo
y Pedro naturales de Aagen : Bernardo de primicle-
rio de Toledo fne obispo de Sig ñenza y después de
Santiago . Pedro de arcediano <te Toledo subió á ser
prelado de Segovia : otro Pedro obispo de Palencia:
Gerónimo natural de Perigueux , que á instancia del
Cid tuvo cuidado de la iglesia de valencia luego que
la ^nó de los moros : y después que se perdió , hizo
oficio de vicario de ooispo en Zamora : muerto este,
otro Bernardo, del mismo número, fue el primer
obispo de aaualla ciudad. En este mismo rebaño,
bien que de diferentes costumbres entre sí^ se cuen-
tan Raimundo y Burdino : Raimundo natural de la
misma patr|a del arzobispo Bernardo, después de
Pedro de suso nombrado fue obispo de Osma , v ade-
lante prelado de Toledo por muerte y en lugar áe di-
cho Bernardo; Burdino natural de Limoges de arce-
diano .de Toledo pasó á ser obispo de Coimbra y de
Braga : Últimamente se hizo falso pontífice romano/
tie oue resultó discordia sin pro()ósíto y scísma en el
pueblo cristiano , y él por el mismo caso se mostró
ser indigno del número y compañía de los varones
escelentes que de Francia vinieron en cotñpañía de
Bernardo , como en otro lugar mas á propósito se do-
clarará.
CAPITULO IV.
Como el Cid ganó á Valencia.
En este medio no estaban en ocio las armas de Ro-
drigo de Vivar por sobrenombre el Cid: varón grande
en'obras , consejo , esfuerzo, y rn el deseo incrcible
que siempre tuvo de adelantar las cosas de los cris-
tianos, y á cualquiera parte que se volviese, por
aquellos tiempos el mas iitbrtunado de todos. No podía
tener sosiego ; antes con licencia del rev don Alonso
en el tiempo que él andaba ocunado en la guerra del
Andalucía (como de suso quena dicho) con particu-
lar compañía de los suyos revolvió sobre los celtíbe-
ros , que eran donde ahora los confines de Aracon y
Castilla, con esperanza de hacer allí algún ouen
efecto por estar aquella gente con la fama <1e su valor
amedrentada. Toaos los señorón moros de aquella
tierra, sabida su venida , deseaban á porfía su amis-
tad. El señor de Albarracin , ciudad que los antiguos
llamaron quien dice Lobeto, quien Turia, fue elpri-
mero á quien el Cid admitió á vistas y lucpo á con-
ciertos : después el de Zaragoza , al cual por la gran-
deza de la ciudad fue el Cid en persona á visitar.
Recibióle el moro muy bien; como quier que tenia
grande esperanza do hacerse señor de Valencii cotí
ayuda suya y. de los cristianos que llevaba. La ciudad
de Valencia está situada en los pueblos llamados en-
tiguamente edetanos á la ribera del mar en lugares
de resadio, y muy frescos y fértiles, y por el mismo
caso de sitio muy alci;re. Demás desto así en nuestra
era como en aquel tiempo era muy conocida por el
trato de naciones forasteras que allí acudían á feriar
sus mercadurías, y por la muchedumbre, arreo y
apostura de ^us ciudadanos. Hiaya , que dijimos fue
rey de Toledo , tenia el señorío de aquella ciudad por
herencia y derecho de su padre*, ca fue sujeta á Al-
menen. El rey don Alonso otrosí como se concertó
en el tiempo que Toledo se eutregó , le ayudó con sus
armas para mantenerse en aquel estado.
El señor de Denia , que *o era tambieu de Játiva y
de Tortosa, quier por particulares disgustos, quier
con deseo de mamiar era enemigo de Hiava , y traba-
jaba con cerco aquella ciudad. El rey de Ziragoza
pretendía del trabajo ajeno y discordia sacar ganan-
cia. Los de Valencia le llamaron en su ayuda, y él
deseaba luego ir, j>or entender se le presentaría por
aquel camino ocesiou de apoderarse do los unos v de
los otros. Concertóse con el^Cid , y juntadas sus fuer-
zas con él , fue allá. El señor de Lienia por no ser
igual á tanto poder luego que le vino el aviso de
aquel apercibimiento, alzó el cerco concertándose
con los de Valencia. Quisiera el de Zara^'oza apode-
rarse de Vulenciii; que al que quiere hacer mal,
nunca le falta ocasión. El Cid nunca quiso dar guer-
ra al rev de Valencia : escusóse con que estaba do-
bajo del amparo del rey don Alonso su señor , y le
seria mal contado si combatiese aquella ciudad sin
licencia, ó le hiciese cualquier desaguisado. Con es-
to el de Zaragoza se volvió á su tierra. El Cid con voz
de defender el partido del rey de Valencia sacó p ira
sí hacer como hizo sus tributarios á todos los señores
moros de aquella comarca , y forzar á los lugares y
rastillos que le pagasen parias cada un año. Con esta
ayuda y con las presas que por ser los campos férti-
les eran grandes , sustentó -por algún tiempo les gas-
tos de la guerra.
El rey Hiaya como fuese (ules aborrecido , de nue-
vo por la amistad de los cristianos lo fue mas: y el
odio se aumentó co bnto grado, que los ciudadanos
llamaron á los Almorávides que á Ya sazón habian es-
tendido mucho su imperio; y con su venida fue el
rey muerto, la ciudad tomada. El movedor dcste
consejo y trato llamado Abenjafa como por premio se
quedó por señor de Valencia. El Cid deseoso de ven-
gar la traición , y alegre per tener ocasión }r justa
causa de apoderarse de aquella ciudad nobilisima,
con todo su po^er se determinó de combatir á los
contraríos. Tenía aquella ciudad grande abundancia
de todo lo que era á propósito nan^ la guerra , guar-
nición de soldados , gran mncnedumbre de ciudada-
ana tauoiecA OK
uos, muiite ijmicnují para muclioi meseí, almacén
de srmss y otraa miinicioDei, cabulloB lUZ : li coni-
tancia del Cid y la grandaza de su áDÍmo lo TeiicJÓ
todo. Acometíó coa pande determinación aquella
empreiu : durd el silio muchos dias. Los de dentro
eaugbdof con el lar^o cerco, ; reducidos á eatreíaa
necesidad da inante ni míenlos , demia que no tenían
alguna esperanza de locorro , finalmente se le entre-
garon (I). El Cid con el mismo esruerzo quecomea-
aó aquella dem«uda, pretendió pasar adelante : lo
que pjrecia locura, ae resolvió de conservar aquella
ciudad ; h izaña atrevida , 7 que pusiera espanto aun
ti los grandei royec por eslsr codeada de tanta mo-
risma. Determiiiudo pues en esto, lo primero llamA
á Gcrúnimo, uno de los compañeros del arzobispo
don Bernardo , desde Toledo para que fuese ol)J<po
UASPAR T ROM.
de aquella ciudad. Demás dealo liizo venir á su mo
jer y dos hijas, que como arriba le dijo las dejú cd
poder del abad de San Pedro de Cárdena. Ai rey por
naber couseotido beaignamente con ana desaoi, j
en especial dado licencia que su mujer y hijuieliie-
sen para él , envió del botín j presa de loa moroi do-
cientos caballos eacogidos y otros tantos alCinjn
moriscos colgados de los arzones, que Tue un pre-
sente real.
En este estado estaban las cosas del Cid. Loa ia-
fnntes de Carríon, Diego y Keroando , persoaai en
aquella sazón en España por sangre y rjqueui nobi-
lísimos , l>iea sue de corazones cobardes , por pare-
cerles que con las riquezas y haberes del Cid podriio
hartar su codicia por no tener bijó varan que le he-
redase, acudieron al rey j le suplicaron ksliicíoe
PrettaittiMdala tmh*ji4iltl ler'c Ptiili dCid.
incrciid do |iroi:urar y mandar les dieseu por mujeres
las bijas del Cid doña Elvira y doña Sol. Vino el rey
en ello, y ú su instancia y por su mandadose junla-
ioni vístasdol Cid y los ínCinlescnRequena, pueblo
no lejos de Valencia: hicieron lai' capitulaciones; con
( I ) Loi híatoríailorct iritKi dicta que gobernó al prúnln
ti Ciil ron lemplania Ja ciuitad, dejando en ui deatino al
tadl suprtnHi Ahmed ; pero qne al rabo de un alia lo prendió
roa el afaa de descubrir aai Icaorw. Añaden qat do ama-
clndole el ae^Tito de lu paradero niegoi ni amenataa , biso
abrir un hoyosa l> pUu , donde Jo anlerró hatti la cintura
y luegí) lo tucn4 vivo. Este suceso que colocan ta jueves de
que los inruutes de Can-ion en compariia iM Cid {*•
saron í Valencia para efectuar lo que deceabaa. Iti
bodas se bicieron con grandes regocijos y aparato
res). Los prineipios alegres tuvieron diferentes ¡t-
males. Los mozos como quicr que eran mas apuesto*
y galanes que fuertes y guerreros, no contentaban
djumada-el-awil de Áf» (mayo í jna)« de l0O5)debeHr
puetto en duda, i Id meaoa ei ainti'o que tt le alntev-
porqve el Cid babia dado Diucbaaprnehaidedtspreidiíatmo
y raballeroaidad ron sai miimo* advertariM,anDqne<'B'
piritu de la época la hicieBe aer aleo ven^livo tt» loa f'
aiigos de au relipion.
eit sus costumbres i lu suegro y cortesanos criados
y curiidos en tas annus. Una vez afiflo que un león
li icaso si de propósito do se sabe, pero en fin como
s« soltase de la leonera , ctlos de miedo se escondie-
ron en un lugar poco decente. Otro dia en una enca-
nimuza que se trabó con los moros que eren venidos
de África, dieron muestra de rehusarla pelea j vol-
?er las espaldas como medrosos y cobanles. EsUs
afrentas y meoguas que debieran remediar con ea-
tuerzo, trataron de vengallaa torpemente; fes asi
que ordinariamente la cobardía ea bermana de la
cmeldud. Suero lio de los mozos , en quien por la
edad era justo hobiera algo mas de consejo y de pru-
dencia , atizaba el fuego en sus íuimos enconados.
Concertado lo que pretendían bacer, dieron muestra
«le desear volver á la patria. Diúleí el suegro Jice acta
para fancello.
Coocertad'i la partida, acompaúado que hobo á sus
■lijas y yernos por nlgun espacio, se despidió triste
■Iv las qtie inuclias Ligrimas derramalNin , y como de
i'ullada utlivinaban lo que aparejado les esperaba.
Con buen acompañamiento lUgaron á las fronteras
de Castilla, y pasada el rio Duero , en tierra de Ber-
langa les parecieron d propósito para ejecutar su mal
intento los robledales llamados Corpesios , que esta-
ban en aquella comarca. Eaviaron los que les acom-
pañaban . coa achaques diferonles d unas y á otras
parles: á sus mujeres sacaron del camino real, y
dentro del bosque donde Us metieron, desnudas, las
azotaron cruelmente sin que les valiesen los alandos
V voces con que invocaban le fe y ayuda de los hom-
ores y de los santos. No cesaran de herirlas hasta
tanto que cansados las dejaran por muertas , desma-
Íidaa y revolcadas en su misma sangre. Desta suerte
a bailó Ordoño, el cual por mandado del Cid que se
recelaba d^ algún en^no, en trije |disimuludo los
siguiú. Llevólas de allí, y en el aldeii que bailó mas
cerca , las hizo curar y regalar con medicinas y co-
mida; La iajuriaera atroz, la inhumanidad intole-
rable; y divulgada el cuso, tos infantes de Carrioii
cayeron comunmente en grao flesgracia. Todos juz-
gaban por cosa indigna que hobiesen trocado be-
neGcios tan grandes cao ton señalada afrenta y
deslealtad. Tinalinenle los que antea sabian \wco,
comenisron á ser en adelante tenidos por de seso
menguado y sandios. El Cid con deseo de satisfacerse
de aquel caso , y volver por su lionra , fue á verse
con el rey. Teníanse á la sazón en Toledo curtes ge-
nerales, y hallábanse j>resentes ios infantes deCar-
ríon. bien que afeados y infames por liectio tan malo.
Tratóse el caso , y á pedimento del Cid señülú el rey
jueces para determinar lo aue (e debia bacer. Entre
los demjs era el principal don Ramón Borgoñón yer-
no del rey. Veolilóse el negocio: oidas las partes', se
cerró el proceso. Fue la sentencia primera mente que
loe infantes volviesen al Cid enteramente lodo lo que
del tenían recibido en dote, piedras preciosas, vasos
■te oro y de plata, y todas las demás preseas de gran-
de valor Acordaron otros! que para descargo del
agravio coml>atíeseii y bicíesen armas y campo, co-
mo era la costumbre de aquol tiempo, los dos iiifan-
(es y el principal movedor de aquella trama Suero su
tio. Ofreciéronse al combate de parte del Cid tres
soldados suyos hombres p'incipali's, ílünnudo, An-
tolin y Guslio. Los infantes ncoíados di' su mala con-
ciencia no se atrevinn á lo que no podian escusar :
dijeron noestar por entonces apercenidoa, y pidieron
se alarfiase el plazo. El Cid se fue á Valencia , ellos
á sus tierras. No paró el rey hasta tanto que hizo que
la estacada y pelea se hiciese en Carrion , y esto por
tener entendido que no volverían á Toledo. Fueron
todos en el pa'enque vencidos, y por los armasquedó
averiguado haber cometido mal caso. Hecho esto,
los vencedores se volvieron para su señora Valencia.
Las hijas del Cid casaron , doña Elvira con don
Ramiro hijo del rey don ¡^nclio García do Navarra,
al quemalú su hermano don Elnmon, como queda
arriba dicho ; y doña Sol con don Pedro hijo del rey
de Aragnn llamado también don Pedro , que por sus
embnj'idares las pidieron y alcanzaron de su padre.
De don Bimiro y doña Elvira nació Garci Ramireí
rey queme adelante de Navarro. Don Pedro falleció
en vida de su padre sin dejar sucesión. Con estas bo-
das y can su alegría se olvidóla memoria de la afren-
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BIBLIOTECA DB GA{(PAR Y ttOlG,
ta y injuria pasada , y se aumentó en gran manera el
contento que recibiera el Cid muy grande por la ven-
ganza que tomó de sus primeros yernos.
La fama de las hazañas del Cid, derramad» por
todo el mundo , movió en esta sazón al rey de Persia
á enviarle sus embajadores. Esto liizo mayor y mas
colmado el regocijo de las fiestas; que un rey tan
poderoso de su voluntad desde tan lejos pretendiese
confederarse y tener por amigo un caballero particu-
lar. A vista de Valencia por dos veces en diversos
tiempos se dio batalla al rey Bucar que de África pa-
sara en España, y por el esfuerzo del Cid y su buena
dicha fueron vencidos los bárbaros, y se conservó la
jfKwesion de aquella ciudad por toda su vida, que
fueron cinco años después que la gauó. Llegó la hora
de su muerte en sazón que estaba el mismo Bucar
con un nuevo ejército de moros sobre la, ciudad. Vis-
to el Cid , que muerto él , no quedaban bastantes
fuerzas para defendella, mandó en su testamento
que todos hechos un^escuadron se saliesen de Valen-
cia y volviesen á Castilla. Hízose asf : salieron varo-
nes , mujeres , niños y gran carruaje y los estandar-
tes enarbolados. Entendieron los moros que era un
grueso ejército que salla á darles la batalla: temieron
<Iel suceso y volvieron las espaldas. Debíase á la bue-
na dicha de varón tan señalado que á los que tantas
veces en vida venció , después de finado también les
pusiese espanto y los sobrepujase.
Los crisiianos continuaron su camino sin reparar
liasta llegar á la raya de Castilla. Con tanto Valencia
por auedar sin alguna guarnición volvió al momento
a poder de moros. Al partirse llevaron consigo los que
:se retiraban, el cuerpo del Cid, que enterraron en
San Pedro de Cárdena , monasterio que está cerca de
Burgos (i). Las exequias fueron reales : halláronse
•en ellas el rey don Alonso y los dos yernos del Cid:
cosa muy honrosa pero debida á tan grandes mere-
•cimientos y hazañas. Algunos tienen por fabulosa
:gran p jrte desta narración : yo también muchas mas
•cosas traslado que creo, porque ni me atrevo á pasar
^n silencio lo que otros afirman , ni quiero poner por
cierto en lo que teoffo duda , por razones queá ello
•me mueven y otros Tas ponen. En el templo de San
Pedro de Cárdena se muestran cinco lucillos del
•Cid (2), de doña Jimena su mujer, de sus hijos don
Diego, doña Elvira, y doña Sol. Si por ventura no
«on sepulcros vacies que en griego se llaman cenota-
tios , á los menos algunos delios , que adelante los
hayan puesto en señal de amor y para perpetuar sus
memorias como suele acontecer muchas veces , que
levantan algunos sepulcros en nombre de los que
alli no están pnterraaos.
CAPITULO V.
Cómo fallecieron el papa Urbano, el rey Jazéph y el
infante don Sancho.
Gra?i daño recibieron con la muerte del Cid las
cosas de los cristianos por faltar aquel noble caudillo,
con cuyo esfuerzo se conservaron eu tiempo tan tra-
bajoso y en tan grande revuelta de temporales. La
virtud del difunto, la gravedad, la constancia, la fe,
el cui^laJo de defender la Religión Cristiana y ensan-
challa ponen admiración á todo el mundo. Del año
en que murió, no concuerdan los autores, ni es fá-
M ) Según el Cronicón de Durffo»^ los Analen compo»-
tetlano» y toifdanoi el Cid murió ea el año 1099, día de
Penlerostés.
(2) La grande imporUDcU tradicional , en mucbo fabulo-
sa , de este personaje nos interesa en presentar aqui el se-
pulcro de San Pedro de Cárdena en que se supone sin funda-
mento existen sus restos. La piexa que ahora nace ée cornisa
en gue está la inscripción es parte de la obra de Alonso el
Sabio; el cuerpo del enterramiento de Carlos V; la estátaa
y el basamento de Felipe V.'
cil anteponer los unos, ni la una opinión á la otra:
parece mas probable que su muerto cayó en el año
del Señor de 1098. En el mismo año el pontífice Ur-
bano trabajado con olas de diferentes cuidados por el
scisma que Giberto, falso pontífice levantó en tan
mala sazón, para llegar ayudas de todas partes fue i
Salomo con deseo de versé con Rogerio conde de
Sicilia, y valerse del ; cuya piedad y reverencia para
con los romanos pontífices se alaba mucho por aquel
tiemiA , demás que por sus hazañas era muy escla-
recido. Por estas obras y servicios que á la Iglesia
hhso, le concedió á él y á sus hereder«>8 que en Sici-
lia tuviesen* las veces de legado apostólico y toda ta
autoridad que hoy llaman monarquía. Desta bula
porque es muy notable, y provechoso oae pública-
mente «e sepa , y porque sobre este aerecho Inn
resultado grandes controversias á los reyes de Es-
paña , pondremos aqui un traslado en lengua caste-
llana , que dice así : « Urbano obispo siervo de los
nsiervos de Dios al carísimo hijo Rof^río conde de
aCalabria y de Sicilia salud y apostólica bendición.
»Porque la dignación de la Magostad Soberana te ha
«exaltado con muchos triunfos y honras, y tu bon-
»dad en las tierras de los sarracenos ha dilatado mu-
»cho la Iglesia de Dios, y á la Santa Silla Apostólica
»se ha mostrado siempre ea muchas maneras devota,
})te hemos recebido por especial y carísimo hijo de la
«misma universal Iglesia. Por tanto confiados de h
. «sinceridad de tu bondad , como lo prometimos de
npalabrq así bien lo confirmamos con autoridad des-
atas letras , que por todo el tiempo de tu vida ó de tu
•hijo Simón ó de otro que fuere tu legítimo herede-
»ro no pondremos en la tierra de vuestro señorío sin
«vuestra voluntad y consejo legado de la iglesia Ro-
»mana ; antes lo que hobíeremos de hacer por lega-
ndo, queremos que por vuestra industria en lugar
«de legado se haga todas las veces que os enviaremos
»de nuestro lado, para salud es á saber de las iglesias
«qué estuvieren debajo de vuestro señorío • á honra
«de San Pedro y de su Santa Sede Apostólica, á la
«cual devotamente hasta aquí has obedecido, y á la
«cual en sus necesidades has fuerte y fielmente
«acorrido. Si se celebrare otrosí concilio, y te man-
«daré que envíes los obispos y abades de tu tierra,
«queremos envíes cuaotos y cuales quisieren, los de-
«más retengas para servicio y defensa de las iglesias.
«El omnipotente Dios enderece tus obrasen su bene-
«plácito, y perdonados tus pecados, te lleve á la vida
«eterna. Dado en Salerno por mano de Juan diácono
«de la llanta iglesia Romana á tres de las nonas de
«julio, indicción siete del pontificado del señor Ur-
«baño Segundo año onceno. « Gaufredo monge que
trae esta bula, escribió su historia á petición del mis-
mo conde Rogerio. La indicción ha de ser seis para
que concierte con el año que pone del pontificado y
con el de Cristo que señalamos. Esto ed Italia.
En España por concesión del mismo pontífice la
silla y nombre episcopal de Iría (que es el Padrón)
se mudó en el nombre y cátedra compestellana ó de
Santiago, y en particular la eximió de la jurisdicción
del arzobispo de Braga. Lo uno y 'lo otro se impetró
por düigoncia de Dalmachio obispo de aquella ciii*
dad • que por esta causa es contado por primero en
el número de los obispos de Compostella. Cl rey don
Alonso, aunque agravado coo la edad, de tal manara
se ocupaba en el gobierno que nunca se olvidaba del
cuídaao de la guerra : antes por estos tiempos afgu*
ñas veces hizo entradÍB&en tierras de moros y corre-
rías por los campos de Andalucía , mayormente que
Juzéph dado que bobo orden en his cosas del nuevo
imperio de España, se volvió á África, y con su au-
sencia pareció que los cristianos por algún espacio
coliraron aliento. Deste sosiego se aprovechó el rey
para hermosear y ensanchar el culto de la religión en
diversos logares y de muclias manera«. En Toledo
jniTMtfíi m MMlá»
idified á kM auwgM de StnBaiiilo im monaatorio
con título de los gantoi Serviodo y Germano en un
montecillo ó ribazo de piedra que eatá enfrente de la
ciudad y no lejos de do al presente se ve el edificio de
UQ castillo viejo del mismo nombre: otros dicen que
le reparó, j que en tiempo de los godos fue primero
edificado: la verdad es que le sujetó al mooasterio de
San Víctor de Marsella de do vino por moraile en-
tonces aquella nueva colonia y población de roonges.
Dentro de la ciudad á costa del rey se ediQcarop
dos monasterios de monjas , uno con nombre de Sui
Pedro en el sitio en que al presente está el bospital
del cardenal don Pero González de Mendoza, el otro
con advocación de Santo Domingo de Silos , que en
este tiempo se llama Santo Domingo el antiguo. En
k ciudad de Burgos edificó fuera de los muros otro
monasterio con nombre de San Juan : hoy se llama
San Juan de Burgos* Dio asimismo licencia á Fortun
abad de otro nuevo monasterio (que por aquel tiem*
po se llamaba de San Sebastian, y era muy principal
en Castilla la Vieja (i) : después se llamó de Santo
Domingo de Silos por haber este santo en él vivido y
muerto santísimamente) de edificar on pueblo cerca
del dicho monasterio , que en nuestro tiempo es de
ciento y setenta vecinos, aunque los muros tienen
anchura y capacidad para mas, yes del ^uquede
Frías hoy concestable de Castilla. £1 año siguiente
de 1099 fue señalado por la muerte del ponti&e Ur*
baño , y por la toma de la ciudad de JíeruMlén que la
ganáronlos soldados cristianos. Sucedió por la muer-
te de Urbano el cardenal Raynerio persona de grande
bondad y esperiencia, que por su predecesor lue en-
viado ñor legado en España. Tomó nombre de Pas-
cual Segundo. Este en el tiempo de su pontificado
concedió á la iglesia de Santiago que á imitación de
la magostad romana tuviese siete canónigos cardena-
les, y ios obispos de aquella iglesia usasen del naüo,
insignia de mayor autoridad que la ordinaria de los
otros obispos.
£1 año que luego se siguió , es & saber el de 1 i 00
fue no meóos alegre para los cristianoe por la muer-
te de Juzepb que por espacio de doce años tuvo el
imperio de los moros en España, y el de Aírica co*
mo treinta y dos, que aciago v desgraciado por la
muerte que en él sucedió del infante aon Sancho (2).
Era su ayo por mandado del re^ don Alonso su padre
don Garcia conde de Cabra; criábale como á sucesor
que habia de ser de reino tan principal. La desgracia
sucedió desta manera. Ali sucesor de Juxepn de-
seando comenzar el nuevo imperio y ganar autoridad
con alguna escelente hazaña y empresa, pasado el
mar con un grueso ejército de moros que juntó en
Aírica, demás de otros que en España se le allega-
ron , entró por el reino de Toleao y llegó haciendo
nial y daño nasta la misma ciudad : metió á fuego y
(sangre sembrados, árboles, lugares, cautivó homa-
res y ganados.
El rey don Alonso por su gran veiez y por estar
indispuesto, demás desto cansado ¿e tantas cosas
como habia hecho , no pudo salir al encuentro al
enemigo bravo y feroz. Eqvíó en su lugar sus gentes
7 por general aleonde don García, y para que tuviese
mas autoridad; quiso fuese en su comproia el infan*
te don Sancho su hijo, dado que era de pequeña
edad. El se quedó en Toledo, <K>ude en lo postrero
de su edad residía muy de ordinario. Cerca de Uclés
se dieron vista y junUron los dos campos: ordenaron
(1) ^1 de San Juan estaba fundado desde 1085 y el otor-
gado á Fortun desde 1676.
(2) Jozeph murió á príBcipíos de mQharram, que era el
primer mes de la Egira 500, que comeo2Ó en phmero de se-
tiembre del ano de Cristo 1106; y el infante don Sancho
murió en la batalla de Uclés, que se dio en la era 1146, de
Cristo 108, mandada por Ali, hijo de Jnieph. que no entró
i reinar hasta después de la ouierte de #tt ptQie«
aba dikcion laahaoee: dMaekbataUa de poder á pcH
der i que fue graademente desgraciada. Derribaron
los moros al infante. Amparábale el conde don García
con su escudOj y coa k espada arredraba y aun de-
tuvo por buen espacio los moros me Jo rodeaban y
acometían por todas partes. Su esfuerzo era tat que
los contrarios desde lejos le combatian, mas ninguno
se atrevía á llegársele. £1 amor amgular que tenia al
infante, y el despecho (grande arma en la necesidad)
le animanan.. Finalmente enflaquecido con ka mu«-
cbas heridas que le dieron los enemiffos par ser tan-
tos , cayó muerto sobre el que defencua. Este^misera-
ble desastre y muerte desgraciada dio luego á loa
bárbaros la victoria.
Cuánto haya sido el dolor del rey por tan gran
pérdida, no nay para oué reletarlo : no le afligía
mas la desgracia y pérdiaa del hijo, que el daño de la
república cristiana por faltar el heredero de imneiio
tan grande, que era un retrato de las virtudes de su
padre, y parecía haber nacido para liacer cosas honra-
das. Preguntó el rey cuál fnese la causa de tantos
daños como de los moros tenían recebídot: fuóle res-
pondido por cierto persona sabia que el esfueinEode
los corazones estaba en los soldados apaji^ado con la
abundancia de los regalos, holguras y ociosidad, loa
cuerpos enflaquecidos con el ocio y los ánimos con la
deshonestidad, fruto ordinario dfe la prosperidad»
Mandó pues quitar los instrumentos de los deleites,
en particular derribar los baños, que eran muy usa^
dos á la sazón en España á imitación y conforme á la
costumbre de los moros. Alguna eeperanza quedaba
en don Alonso nieto del rey, que en doña Urraca hija
del mismo rey dejó don Ramón su marido, mas era
pequeño alivio del dolor, por la flaqueza de la madre
y la edad deleznable del niño en ninguna manera
bastantes para acudir á cosas tan grandes. Con estos
cuidados se hallaba suspenso el ánimo del rey , de día
y de noche le aquejaba el dolor y el deseo de poner
remedio en tantos daños.
CAPITULO YI.
De don Diego Gelmirez obispo de Santiago.
La iglesia de Santiago anduvo trabaiada por este
tiempo: grandes tempestades la combatían no de
otra manera que h nave sin piloto ni gobernalle;
llegó últimamente al p \erto y á salvamento con la
elección que se hizo de un nuevo prelado por nombre
don Diego Gehnirez, hombre en atjuella era pruden-
te en gran manera, de grande ánimo y de aiogular
destreza. Don Diego Pelayo en tiempo del rey don SaiH
cho de Castilla fue elegido por prelado de la iglesia de
Compostella, como queda dicho en otro lagar: era per*
sona muy noble, mas bullicioso, inquieto y amigo
de parcialidades. Hízole prender el rey don Alonso;
que fue grande resolución y notable, poner las nía*
nos en hombre consagrado. Deseaba demás desto
privarle del obispado: era menester auien para esto
tuviese autoridad y el c^^denal Ricardo, que dijimos
haberle el pontífice enví^'lo á España por su legado,
llamó los obispos para * ler concilio en Santiago con
intento que en preflenci". de todos se determinase
aquel negocio. Presentado que fue Pelayo en el con*
cilio, por miedo ó de grado renunció aquella digBÍ«
dad; y para mueaU^ que aquella era su determinada
voluntad, hizo entrega en presencia del cardenal del
anillo y báculo pontifical. Con esto fus puesto en su
lugar Pedro abad Cardinense :
El pontífice Urbano, avisado de lo gue pasaba, lu*
vo á mal la demasiada temeridad v priesa cea que en
aquel hecho procedieron. Al legado cardenal escribió
y reprehendió con gravísimas palabras. Para el rey
despachó un breve y carta deste Umor : e Urbano
sobispe siervo de los siervos d» Diesel rey Ahmso de
304
«Gftlioii. Dol eoiAs hay, rey don Alonio , iu>q one
spríadpaimeate et te mitodo se gobíeraa, ]a dianidad
Dsacerdotal j la potestad real. Pero la dignidad sa-
»cerdotal, hiio carísimo, en tanto grado precede á la
«potestad real míe de los mismos reyes hemos de dar
«raioD al Rey de todos. Por ende el cuidado pastoral
»nos compele no solo ¿ tener cuenta con la salud de
líos menores sino también de los mayores en cuanto
«pudiéramos, para que podamos restituir al Sefior
nsia daño y cuanto en nosotros fuere, su rebaño que
»ói mismo nos ha encomendado; principalmente de-
Dbemos mirar por tu bien , pues Cristo te ha hecho
«defensor de la fe cristiana y propagador de su igle-
»s¡a. Acuérdate pues, acuérdate hijo mió muy ama-
»do , cninta gloría te ha dado la gracia de la divina
sMagestad; y cómo Dios ha ennoblecido tu reino so-
ubre los otros y así tu has de procurar serviríe entre
«todos mas devota y familiarmente , pues el mismo
vSeitor dice por el ¡Profeta: A ios que me honran,
«honraré, los que me desprecian serán abatidos;
«Gracias pues damos ú Dios que por tus trabajos la
«iglesia toledana ha sido librada del poder de los
«i irracenos ; y á nuestro hermano el venerable Ber-
«nardo, prelado de la mi^ma ciudad, convidado por
«tus amonestaciones recibimos digna y honradamen-
«te^ y dándole el palio, le concedimos también el
«pnviiegio de la antigua magestod de la iglesia tole-
«dana , porque ordenamos que fuese primado en to-
«dos los reinos de las Españas : y todo lo que la iglesia
«de Toledo se sabe haber tenido antiguamente, ahora
«también piM* liberalidad de la sede apostólica hemos
«determinado que pare adelante lo tenga. Tú le oirás
«como á padre carísimo, y procura obedecer á todo
«lo que te dijere de parte de Dios ; y no dejarás de
«exaltar su iglesia con ayuda y beneficios tempo-
«rales. Pero entre los demás pregones de tus alaban-
«zas ha venido á nuestras orejas lo que sin grave do*
«lor co hemos podido oir , esto es que el obispo de
«Santiago ha sido por ti preso , y en la prisión de*
«puesto de la dignidad episcopal: desorden que por
«ser de todo punto contrario á los cánones, y que las
«orejas católicas no lo sufren, tanto mas nos ha con-
«tristado cuanto es mayor la afición que tenemos.
«Pues , rey gloríosfsimo don Alonso, en lugar de Dios
•y de los apóstoles rogándotelo mandamos que res-
»ti tuyas enteramente por el arzobispo de Toledo al
«mismo obispo en su dignidad, y no te escuses con
«que por Ricardo cardenal de la sede apostólica se
«hizo la deposición, porque es contrario de todo
«punto á los cánones, y Ricardo por entonces no te-
«niaautorídad de legado de la sede apostólica: lo
«que él pues hizo entonces que Yictor papa de sana
«memoría Tercero le tenia prívado de la legacia nos
«lo damos por de ningún valor. En remisión pues de
«los pecados . 7 obediencia de la sede apostólica res-
«titoye el obispo á su dignidad: venga él con tus
«embajadores á nuestra presencia para ser ¡uzgado
«canónicamente, que de otra manera nos forzarás
ȇ hacer con tu candad lo que no querriamos. Acuer-
«date del religioso princij¿ Constantino, que ni aun
«oir quiso el juicio de los sacerdotes , teniendo por
«cosa indigna que los dioses fueren juzgados de los
«hombres. Oje pues en nosotros á Dios y ásus após-
«toles, si quieres ser oído dellos y de nos en lo que
«pidieres. El Rey do los reyes, señor, alumbre tu co-
«razón con el resplandor de su gracia, te dé victorias
«ensalze tu reino, y de tal madera conceda que siem-
«ore vivas, y de tal suerte del reino temporal gozes
«íelizmente, que en el eterno para siempre te alegres,
»amen.« Sucedió todo esto el a&o primero del ponti-
ficado de Urbano II que cayó en el año del Seiiur de
mil y ochenta y ocho.
En lugar de Ricardo vino el cardenal Raynerío por
legado en fispei^a, este juntó un concilio en León,
en que depuso é Pedro de la dignidad en que fue
«IBUOna M ^kMHA Y Mte.
puesto contra las lefee y por mal Srden; peronose
pudo alcanzar cpie Pelayo fuese restituido en tu U*
nertad y en su iglesia : solamente por medio de don
Ramón yerno del rey; que á la sazón vlvia , se dio
traza que á Dalmachio monge de Cluñi, y por el mis-
mo caso grato al pontifico que era de la misma orden,
se diese el obispado de la iglesia de Gompostella. Este
prelado fue al concilio general que se celebró en
Glaramonte en razón de emprender la guerra de la
Tierra Santa. Allf alcanzó que la iglesia de Gompos-
tella fuese exenta de la de Braga , y quedase sujeta
solamente á k Romana : en señal del prívilegio se
ordenó que los obispos de Santiago no por otro que
por el romano pontífice fuesen consagrados. No se
pudo alcanzar por entonces del papa que le diese el
palio, aunque para salir con esto ei dicho Dalmachio
usó de tridas las diligencias posibles. La luz y alegría
que con esto comenzó á resplandecer en aquella igle-
sia , en breve se oscureció, porque con la muerte de
Dalmachio bobo nuevos debates.
Pelayo suelto de la prisión se fde á Roma para pe»
dir en juicio la dignidad de oue injustamente como
éi decía fuera despojado, (i) Duró este pleito cuatre
años hasta tanto que Pascual romano pontífice pro-
nunció sentencia contra Pelayo. Con esto los canó-
nigos de Santiago trataron de nacer nueva elección.
Vínose á votos. Diego Gelmirez en sede vacante hizo
el oficio de yicario : en él dio tal muestra de sus
virtudes, que ninguno dudaba sino que si vivia, ere
á propósito para hacelle obispo. Fue así oue sin tener
cuenta con los demás canónigos, por voluntad de to-
dos salió electo el prímer dia de julio. Alcanzó otrosí
del papa que á causa de las alteraciones de la guerra
y de los trabajos pasados y que amenauban por cau-
sa de los moros, se consagrase en España. Demás
desto con nueva bula concedió que en Santiago be-
biese ^ como arriba se dijo, siete canónigoe caíga-
les á imitación de la iffiesia Romana : estos sotos pu-
diesen decir misa en el altar mayor , y acompañar al
prelado en las procesiones y misa con mitras. Don
Diego Gelmhrez animado con este príacipio coo deseo
de acrecentar con nuevas honras la iglesia que leba*
bian encargado, fue á Roma y aunque muchos lo
contradijeron , últimamente alcanzó del pontífice el
uso del palio: escalón para impetrar la dlc^idad.
nombre y honra de arzobispo, que le concedió á él
y á su iglesia Calixto pontífice romano algunos anos
adelante como se verá en otro lugar. Estas cosas dado
que sucedieron en muchos años me pareció juntallas
en uno, tomadas todas de la historia Gompostellana.
CAPITULO vn.
I>e la muerte de los reyes don Pedro el Primero de Ara-
gón, y don Alonso el Sesto de Castilla.
La perpetua felicidad del rey de Aragón y su valor
hizo que los moros no se pudiesen mucho por aoue-
llas partes alegrar con la fama del estrago que se nizo
de cristianos en Castilla. A la verdad las armas délos
aragoneses en aquella parte de España prevalecían,
y los moros no les eren Iffuales. Habíanles quitado
un castillo cerca de Bolea Hamado Galasanz , y á Per
tusa muy antiguo pueblo en los Ilergetes á la ribera
del río Ganadre. Demás dest«) recobraron la ciudad
de Barbastro, que ere vuelta á poder de moros. Pon-
do obispo de Roda enviado por el rey á Roma alcanzó
(i) Se acusaba á este obispo de qne tenia tratos aeeretoi
para entre^r el reino de Galida al rey de Iiiglatena, duque
de Normandia. De paao diremos que en estat oeasiooet <le
varaste de los obispados de Espafia el rey nombraba persoau
seelares que admioiatraran lasrentua de los obispados, coa
apíicacioB de ellas al Asco, porque babieado salido de la co-
rona estas rentas para mantener ¿ los obispos, en sa muerte
usaba la coroaa del derecho de reversión, para aprovecbane
de ellas por el tieaipo de la vacante.
RisTOniA I
del pontífice quo él t sds sucesarcs , mudado el ape-
llido y la silla obispal, con retención de loque antea
lenia, se inlitulaaen obispos ile Barbastro. Lu princi-
pal fuerza de los crislianos y de la i^^rra se endere-
zaba contra loi de Zaragoza, la cual ciudad quitada á
los descendientes de Toa rejes antiguos, era venida i
poder de los Almorarídes. Los reyes que en aquella
ciudad antes deato reinaron , eran estos : el pnmero
Mudir, después Hiaya, el tercero Almudafar; y de
otro linaje Zuleiia, Hamas , Juzppti, Almaznciu, Ab-
delmelicli y su liijo Hamas por solirenombrc Almuza-
caylo, á quien los almorávides quitaron el reino. Esto
en España.
En la Francia Albo, que después de la muerte de
don Ramón condt de Barcelona padre de Arnaldo se
fiabia apoderado como desleal déla ciudad de T^arca-
sona, cuyo gobierno tenia, sin reconocer a I verdadero
señor, fue por coiiiurncion di^ ion ciudadanos lanzado
de la ciudad , y ella reducida i \i obediencia de sus
señores antiguos el añn de 1(03. En el mismo año
Armengnl conde Urf él fue por los moros mnerto en
Mallorca, do pasó con deseo de mostrar su valor:
por donde le dieron renumbre de Baleárico que es
en castellano mallorquín. Era señnr en Castilla la
Vieja <te Valladolid (pueblo que se cree losanliguos
romanos llamaron Píniia) Pn^niules , persona en
riunezas, aliados y linaje muy principal aunque va-
sallo del rey don Alonso: su muiíT se Ilnmú E}ú. Cn-
s/) Armengnl ron doña María luja de Pernnzules; y
delln dejA un hijo , cuya tierna edad y su estado go-
bernó su abuelo Peranzales, y d su tiempo le casó
con una señora principal llamada Arsenda.
El ario cuarto dksle siglo v centuria, de (^is-
lo 1104, fue desgraciado por la muerte de tres per-
sonajes muy grandes. Don Pedro hijo del rey de Ara-
gón y su hermana doña Isabel murieran en un mismo
día á diez y ocho de agosto : el mismo rey sea por lii
pena que recibió y dolor de la muerte de sus hijos, ó
por otra enTürroedad y accidente que le sobrevino,
talleció el meü siguiente á veinte 7 ocbo de setiem-
bre. Fue sepultado en San Juan de la Peña. El ponli-
fice Urbano concedió á este rey don Pedro y d sus
sucesores y grandeideJ reino al principio de la guer-
ra de la Tierra Santa, que llevasen ms diezmos y
rentas de las iglesias que de nuevo se edificasen ó
quitasen á los moros, sacadas solamente aquellas
iglesias en que estuviesen las sillas de los obispes:
tan Brande era el deseo de desarraipr aquella gente
imnla , que no parece consideraban bastantemente
cuántos inconvenientes para adelante podría traer
aquella liberalidad. La tristeza que en Aragón por
aquellas tr«s muertes toda la provincia recibió muy
grande y casi sin par, en gran parte la alivió la espe*
nu>za que de don Alonso hermano del rey difunto
tenían concebida en sus ánimos, que luego le suce-
dió en el reino y en la corona. Su reinado Fue largo,
la fama de las cosas que hizo grande , su buena an-
danza, gravedad^ constancia, fe, destreza en la
guerra , y el señorío quealcanzo muy mas ancho que
el de sus pasados ; en particular el segundo ano ifi
su reinado casó con dona Urraca hija del rey don
Alonso de Castilla. Hizo el rey este casamiento en
desgracia de' los grandes del reino que lo llevaban
mal, y pretendieron desbaratarle yjwrauadir al rey,
que se hallaba flaco por la vejez y enfermedades y
penas podia vivir, que ería mas acertado ía
por mujer á don Gómez conde de Candespina,
Todos estrañeban mucho, como es ordinario, lla-
mar algún principe extranjero. Esln deseaban y tra- '
taban entre si , mas cada uno temía de decirlo al rey
y llevajie este mensaje por no caer en su desgracia.
Encomendáronse fi un cierto médica judio , de quien
el rey se servia mucho 7 fímiliurmente con ocasión
que le curaba sus enfermedades. Mandáronle que es-
perase buena coyuntura , y que propusie:íe esta de-
manda con las mejores palabras que supÍMe. 1^1 rey
pam desenfadarse se salió á la sazón de Toledo . y se
entretenía en Hagan, aldea cerca deaque'la ciudad:
otros dicen aneen Hascaraque. El judío hallada bue-
na ocasión , hizo lo que te era mandado : alteróse el
rey en gran manera que los grandes lomasen tauta
autoridad y mano que pretendiese casar á su liija á
su albedrio. Fue en tanto ^ado eate disgusto que-
mando al módico que para siempre no entrase en su
casa ni le viese mas, y luego por amonestación del
arzobispo don Bernardo que no se apartaba de su In-
do , dio priesa A las bodas de su hija y de don Akioso
rey de Aragón, que se hicieron en Toledo con aparato
real y maravillosa pompa el año de 1 100.
Et rey un poco recreado con esta alegría , y con
deseo de vengar el dolor que recibió por la muerte de
su hijo , demás desto porque no quedase aquella
afrenta y mengua del ejercitocristiaoo sin enmienda,
maguer que era de aquella edad , toma de nuevo Ixs
armas. Entró por las tierras de Andalucía matando
hombres y animales sin perdonar á las casas, sem-
brados y arboledas. Toda la provincia fue trabajada y
Ktdeció todos los daños que la guerra suele causar,
echo esto, loque le quedó de la vida, se estuvo en
renosn sin tratar de otras empresas , á i)uc le convi-
duDa su Jarga edad , la grandeza del reino y la gloria
de sus hazañas, iictirúsc no solo de las cosas de la
guerra , sino asimismo del gobierno por cuanto le
3')6
mniunLCA tot:
era lícito en tan gran peso de cuidados : procuraba
empero que la ciudad ae Salamanca y ae Segovia,
como lo dice dou Lucas de Tuy , maltratadas por las
guerras pasadas y yermas de moradores fuesen repa^
radas , fortificadas y adornadas. Peranzuies que en
aquella edad fue persona muy grave y muy sabia, fue
ayo de doña Urraca en su menor edad , y al presente
tenia el primer lugar en autoridad y priyan/a con el
rey : era el que gobernaba los consejos de la paz y de
la guerra; y solo entre todos parecía que con virtud
y prudencia sustentaba el peso de todo el gobierno en
el mismo tiempo que al rey cargado de años (ca vivió
setenta y nueve) le «npretó una enfermedad que le
duró un año y siete meses , puesto que para mejorar
cada dia por orden de los médicos salia á caballo á
ejercitar el cuerpo y avivar el calor que faltaba. No
prestó al^un remedio por estar la virtud tan caida y
la dolencia tan arraigada que vencía todo lo al , sin
bastar medicinas algunas para darle salud. Agravóse-
le finalmente de suerte que falleció eu Toledo jueves
primerodejuliodelaño áe nuestra salvación de 1109,
como lo testifica Peladlo Ovetense que pudo deponer
de vista conforme al tiempo en aue él vivió. Reinó
después de la muerte de su padre por espacio de
cuarenta y tres años : fue modesto en las cosas prós-
peras , en las adversidades constante. Sufrió fuerte y
pacientemente los ímpetus de la fortuna : grande loa,
y la mayor de todas llevar lo que no se puede escusar,
y estar apercebido para todo loque á un hombre pue-
de acontecer. Prudencia es proveer que no suceda:
de ánimo constante sufrir fuertemente las mudanzas
de las cosas humanas. La muchedumbre en especial
popular se suele amedrentar fácilmente , y no son
mayores los principios del temor que los remedius.
Muerto pues efrey don Alonso, con cuya vida pa-
rece se conservaba todo , los ciudadanos de Toledo,
que por la mayor parte constaban de avenida de mu-
chas gentes , trataron de desamparar la ciudad. En-
tretanto que este miedo se pasaoa . y para asegurar
los ánimos entretuvieron el cuerpo ael rey veinte dias
en la ciudad. Sosegado el alboroto , y perdido el mie-
do en parte , le llevaroii á sepultar al monasterio de
Sabagun junto al rio Cea. Acompañáronle Bernardo
arzobispo de Toledo v otros señores. principales. El
aparato del entierro fue magnífico por si mismo , y
mas por las muy verdaderas lagrimas de lodo el reino,
que lloraban no mas la muerte del rey que so pérdida
tan grauife. Éstas lágrimas y los desastres que se si-
guieron por la muerte de tan gran rey . las mismas
piedras en León parece dieron á entender y las pro-
nosticaron. Junto al altar de San Isidro en Ja peana,
donde el sacerdote suele poner ios pies cuando dice
misa , las piedras no por las junturas sino por el me-
dio manaron de suvo agua en espacio de ocho dias
antes de la muerte del rey , los tres dellos es á saber
interpolado mente cou grande maravilla de todos los
que presentes estaban. Pelagio dice aconteció en tres
(lias continuos, jueves, viernes y sábado, y que los
obispos y sacerdotes hicieron procesión para aplacar
á Dios; y que se significó por aquel milagro el lloro
de toda España, y las lágrimas que todos despedían
en abundancia por la muerte de tan buen prínci*
pe (1). En tiempo desle rey vivió en Burgos con gran
crédito de santidad Lesmes de nación francés, hom-
bre de grande caridad, en particular se ejercitaba ep
hospedar los peregrinos : su memoria se celebra en
aquella ciudad con fiesta que se le hace cada un año,
y templo que hay en su nombre.
A cuatro leffuas de Najara hacia vida muy santa
un cierto homnre llamado Domingo, español de na->
cien, ó como otros quieren italiano : ocupábase en el
(1) Don Pelagio era demasiado crédulo para los sucesos
estraordinaríos ; y así no basta su autoridadpara que creamos
osle milagro, como otros que nos ha contado Mariana.
r. ASPAR r Rnir..
mismo oficio de piedad, y nías especialmente en abrir
caminos y hacer calz<idas por las partes que los ro-
meros iban á Santiago : así vulgarmente le llaman
Santo fiomingo de la Calzada. De la indnstría deste
varón entiendo yo que se ayudó ' el rey don Alonso
para fabricar las puentes, que como arriba se dijo
procuró se levantasen desde Logroñohasta Santiago.
Hay un templo edificado en nombredeste santo varón
muy ancho, hermoso y magnífico, con una población
allí junto que después vinoá hacerse-ciudad, que si
principio fue de los obispos de Calahorra, después de
los reyes de España ; hay un privilegio en esta razón
del rey don Fernando ef Santo. Demás desto cierto
i judto llamado Moisés, de mucha erudición, y que
sabia muchas lenguas , en lo postrero del reinado de
don AloDso , abjurada la supesticion de sus padres,
se hizo cristiano. El rey mismo fue su padrino en el
bautismo, que fue ocasión de Ilamalle Pero Alonso:
impugnó por escrito las sectas de los judíos y de los
moros; j muchos de la una y de la otra nación por so
diligencia se redujeron á la verdad . Famosa deoió de
ser y notable la conversión deste judió , pues los his-
toriadores de Aragón la atribuyen á don Alonso rey
de Aragón : dicen que en Huesca á veiute-y nueve dé
junio se bautizó el año de mil y ciento y seis , que
don Esteban obispo de aquella ciudad hizo la cere-
monia , y el padrino fue efrey mismo de Aragón. En
este debate no queremos, ni aun podríamos aar sen-
tencia por ninguna de las partes : cada cnal por sí
mismo siga lo que le pareciere mas probable.
CAPITULO VIH.
Del reinado de doña Urraca.
•
A la sazón que falleció don Alonso rey de Castilla,
doña Urraca su hija á quien porderecho venia el reino
estaba ausente en compaña de su marido, que no se
fiaba de todo punto de las voluntades de los grandes
de Castilla ; sabia bien le fueron contraríos y procu-
raron desbaratar aquel casamiento : no quena me-
terse entre ellos, sino era acompañado de buen nú-
mero de los suyos para todo lo que pudiese suceder,
además que diversos negocios de su reino le entrete-
nían para que no tomase posesión del nuevo y muy
ancho reino que heredaba. Todas las cosas empero
se enderezaban á la magestad del nuevo señorío,
templábanse en los deleites , las deshonestidades de
la reina con disimulación se tapaban y cubrían : en
que no sin grave mengua suya y de su marido andaba
mas suelta de lo que sufría el estado de su persona.
Pusiéronse en las ciudades y castillos guarniciones
de aragoneses , todo con intento que los castellanos
no se pudiesen mover ni intentar cosas nuevas; ver-
dad es que á Peranzuies , por tener grandes alianzas
con entrambas naciones, en el entretanto te le enco-
mendó el gobierno de Caslilla. El tenia todo el cui-
dado universal, y gobernaba todas las cosas así las de
la guerra como las de la paz : por sus consejos y pru-
dencia parecía que todose encaminaba bien. Ú po-
der no le duró mucho : la rfina , mujer recia de con-
dición y brava , luego que llegó á Castilla (que su
marido la envió delante) al aue fuera razón tener en
lugar de padre, le maltrato á sin razón, quitóle el
gobierno , y juntamente le despojó de su estado pro-
pio. No hay cosa mas deleznable que la gracia de los
príncipes : mas presto acuden á satisbcerse de sos*
desgustos que a pagar los servicies que les han
hecno.
La ocasión que tomó para hacer este desaguisado,
no fue mas de que en sus letras daba á don Alonso
su marido título del rey de Castilla. Esto se decia en
Eüblico : la verdad era que á la reina pesaba de ha-
erse casado, porque el casamiento enfrenaba sus
apetitos desapoderados y sin término; y como yo sos-
I pecho no podía sufrir las reprehensiones que aquel
HISTORIA DK ESPAÑA.
307
varón ^ravísuQo le daba por sus mal encubiertas dt$s-
honestida les. Esto dolía, aunque se lomó otra capa.
Pesóle al rey que varón tan seualado fnese maltrata-
do : que su inocencia y servicios y virtudes, porque
se le debía antes galardón, fuesen tan mal recom-
pensadas : restituv6le el estado que le babía sido
quitado, y sus pueblos y hacienda. El por temer k
ira de la reina se retiró hl condado de ürgél, cuyo
gobierno como queda dicho tenia á su cargo. Estos
fueron principios de grandes alteraciones, y no po-
dían las cosas estar sosegadas eu tanta diversidad de
voluntades y deseos, en especial estando la reina tan
desabrida, y viviendo con tanta libertad.
Üel Andalucía se movió nueva guerra,, y nuevo
peligro sobrevino. Fue así Hali rey moro avisado de
la muerte del rey don Alonso , como quitado el freno
entró por tierras de cristianos feroz y espantoso : lie
gó hasta Toledo, y cerca del en los ojos y á vista de
ios ciudadanos abatió el cantillo de Azoca y el monas-
terio de Sao Servando. Los campos y alquerías hu-
meaban C041 ef fuego que todo lo abrasaba. Pasó tan
adelante que puso sitio sobre ia misma ciudad « y por
espacio de ocho dias la combatió con toda suerte do
ingenios. Libróla de aquel peligro su sitio fuerte, >
una nueva muralla que el rey don Alonso é Jo mas
bajo de h ciudad dejó levantada : doinis desto el es-
fuerzo de Alvar Fanez, varón en aquel tiempo muy
poderoso y muy diestro en las armas, cuyo sepulcro
sd ve hov dia en el campo Sícuendense, que es parte
de la Celtiberia, en que tenia el señorío de muchos
pueblos. Los moros perdida la esperanza de apode-
rarse de aquella ciudad, á la vuelta que dieron i sus
tierras , saquearon á Madrid y á Talavera , y les aba-
tieron loa muros : de todas partes llevaron grande
presa y despojos. El rey de Aragón hacia próspera-
mente en sus tierras la guerra a los moros : sanó á
Ejea pueblo principal de Navarra el año 11 10. Demás
desto cerca de Valterra venció en batalla á Abuh isa-
lem que se llamaba rey de Zaragoza.
Hechas estas cosas, don Alonso á ejemplo de su
suegro se llamó emperador de España : título que si
^e mira la anchura del señorío que tenia , no parece
fuera de propósito por ser á la sazón el mas poderoso
de los reyes que España después de su destruicion
había tenido ; peroimprodeoteoente, por tomar oca*
sion para aquel dictado del señorío ajeno y poco
durable : én un , ordenadas las cosas de Araron , vi-
no á Castilla el año siguiente, en que cou afabilidad
y demencia procuraba conquistar las voluntades de
los naturales. El por sí mismo oía los pleitos y hacia
justicia , amparaba las viudas, huórlanos y pobres
para que los mas poderosos no les hiciese agravio.
Honraba á los señores, y acrecentábalos cooformeá
los oiériUM de cada cual , adornaba y enriquecía el
reino de todas las maneras que él podía. Por este ca-
mino los vasallos se le aficionaban ; solo el endureci-
do corazón de la reina no se domeñaba. Dio orden
como se poblasen Viilorado, Berlanga, Soria, Aima-
zau, pueblos yermos y abatidos por causa de las
guerraa. Dio la vuelta á Aragón con intento, pues
todo le sucedía prót^peramente , de hacer la guerra de
nuevo Y con mayor atuendo á los moros. Sabía biea
que debemos ayudarnos déla fama y de las ocasiones
que se presentan, y que conforme á los nríncipios
sucede lo demás , cuando las cosas en GasCiJla se alte-
raron en muy mala sazón.
Don Alonso era pariente de doña Urraca su mujer
en tercero grado de parte de padres , ca fue bisabue-
lo de ambos don Sancho el Mayor rey de Navarra. No
estaba aun por este tiempo introducida la costumbre
que por dispensación de los papas se pudiesen casar
los deudos; y así consideramos que diversos casa-
mientos de príncipes se apartaron muchas veces co-
rno ilegítimos y ilícitos por este solo respeto. Esta
causa pienso yo hizo que este rey don Alonso no se
contase en el número de los reyes de Castilla acerca
de ios escritores antiguos; que no es justo con nue-
vas opiniones alterar lo que antiguamente tenían re-
cebido y asentado , como lo hacen los que cuentan á
este rey por seteno deste nombre entre los de Casti-
lla , como quier que ningún deredio ni título pudo
tener sobre aquelreino por quedar legítimo heredero
del primer matrimonio , y ser el segundo ninguno
contra las layes edesiásticas. Los des^ustos pasaron
tan adelante que iarema por su m^la vida y torpe fue
puesta en prisión en el castillo llamado Castellar , de
qrue con avuda de los suyos salió y se volvió i.Casti-
lia : no halló la acogida que cuidaba , antes de nuevo
loa grandes ia enviaron a su marido , y él la tornó á
poner en la cárcel.
En este medio los señores de Calida , do se criaba
don Alonso hijo de doña Urraca , y por el testamento
de su abuelo tenia d mando, hacían juntas y liga»
entre si para desbaratar lo óue los aragoneses pre-
tendían. Hol^ban en particular haber hü liado oca-
sión de apartar y dirimir aquel casamiehto desgracia-
do .que contra la voluntad de la nobleza injustamente
se hizo. Ponían iK>r esta causa escrúpulos al pueblo:
decían no ser lídto obedecer al que no era legítimo
rey. Enviaron una embajada á Pascual Segundo pon-
tiuce romano , en que le daban cuenta de todo lo que
pasaba. Ganaron del un brebe (l)i en que cometió
el conocimiento da la causa á Don Diego Gelmirez
obispo de Santiago ; un pedazo del cual pareció se
podía en^erir en este lugar : «Pascual, siervo de los
«siervos de Dios, al venerable hermano Diego obispo
»Composlellano salud y apostólica bendición. Paraes-
»to onlenó el omnipotente Dios que presidieses á su
opueblo, para aue corrías sus pecados, y anuncies
))ia voluntad del Señor. Procura pues según las fuer-
»zas que Dios te da. corregir con conveniente casti-
»go tan grande malaad de inccito que ha comido la
»nija delrey, para que desista de tan gran presun-
»don , ó sea privada de la comunión de la iglesia y
«>del señorío seglar.»
Que hayan establecido los jueces señalados para
remediar . ó por decir mejor para castigar aquel es-
ceso no iiay dello memuría, solo consta que desdo
a^uel tiempo el rey don Alonso comenzó á tener ace-
día v embravecerse contra los obispos. El de Burgos
V el de León fueron echados de sus iglesias , el df.
Palencia preso, d abad de Sahagun aespojado de
aquella dignidad , y en su lugar puesto fray Bamiro
hermano dd rey por su nombramiento y con su ayu-
da. Don Bernardo arzobispo de Toledo Tue forzado ú
andar desterrado dos años fuera de su diócesi , no
obstante la magostad sacrosanta y autoridad que re-
presentaba de legado apostólico y de primado de Es-
paña. En d cual tiempo juntó y tuvo el concilio Pa-
lentino, cuya copia se conserva hasta hoy, y el
Legionense con otros obispos y grandes , en particu-
lar se halló en estas juntas presente don Diego Gel-
mirez d de Santiago. Todos andaban con cuioado do
sosegar y pacificar la provincia , porque las armas de
Aragón y de Navarra se movían contra los gallegos,
en aue tomaron por fuerza el castillo de Monterroso.
Verdad es que á instandu y persuasión de varones
santos que se interpusieron, se apartó d rey de Ara-
gón desta demanda y desistió de las armas. Todo pro-
cedía arrebatada y tumultuariamente sin coi^siderar
lo que las leyes permitían : los unos y los otros bus-
caban ayudas para salir cou su intento. A los caste-
llanos y gallegos se les hacia de mal ser gobernados
por ios aragoneses. El rey de Aragón pretendía á de-
(1) Parece que no fue para la disolución del mairimooio
de los reyes don Alonso y do&a Urraca , sino de dofia Teresa
su hermaaa, eondesa de Portugal, que después de casada
alguB tiempo con don Bermudo Pérez de TrastamAra , se
separó para casarse coa don Feí-nando su hortnano sin cs^ie-
rar la licencia del papa.
308
BIBLIOTECA Db GAbPAR T ftOlfi.
recho ó á tuerto conservar el reino de que se apode-
rara. Los que hacían resistencia eran echados de sus
dignidades , despojados de sus bienes.
Los gallegos y pasado aquel primer miedo , hicieron
liga con don Enrique conde de Portugal. Pasaron con
esto tan adelante , que si bien el infante don Alonso
ora de pequeña edan , le alzaron por rey. En Compos-
tclla'cn la iglesia Mayor se hizo el auto : ungióle con
el olio sagrado el prelado don Diego Gelmirez : cere-
monia desusada en aquel reino , pero ¿ propósito de
dar mas autoridad á lo que hicieron. Pedro , conde de
Trava , ayo de don Alonso , fue el principal movedor
de todas Was tramas.' Alteró mucho esta nueva y
este hecho al rey de Aragón : hizo divorcio con la
reina y con tanto la dejó libre y la soltó de Soria en
cuyo castillo la tenia arrestada. Sin embargo atraído
de la dulzura del mandar no dejaba el señorío que en
dote tenia : demasía que á todos parecía mal. Los
gobemadores'de las ciudades y castillos como no les
soltase el hon^enaié que le teman hecho , quitado el
escrúpulo y la obligación , á cada paso se pasaban á
la reina , y le juraban tidelidad. Lo mismo hizo Pe-
ranzules varón de aprobadas costumbres , y no obs-
tante que todos aprobaban lo que hizo, cuidadoso de
la fe que antes dió al rey de Aragón , se fue para él
con un dogal al cuello para que puesto que impru-
dentemente se había obligado á quien no debiera , le
castígase por el homenaje que le quebrantara en en-
tregar los castillos que del tenia en guarda.
Alteróse al principio el rey con aquel espectáculo:
después amonestado de los suyos que en lo uno y lo
otro-aquel caballero cumplía muy bien con lo quede-
bia , y qae no le debía empecer su lealtad , al nn con
mucKa numanidadque le mostró , y con palabras muy
honradas le perdonó aquella ofensa. Los demás gran •
des de toda Castilla se comunaban y ligaban por hi
salud y libertad de la patria , aparejados á padecer
antes cualquier afán y menoscabo , que sufrir el se-
ñorío y gobierno aragonés. Don Gómez conde de Can-
despína, el que antes pretendió casar con la reina, y
entonces por estaren la flor de su edad tenia mas ca-
bida con ella de lo que sufría la majestad real y la
honestidad de mujer , se ofrecía el primero de todos á
defender la tierra , y hacer la guerra á los de Aragón:
blasonaba antes del peligro. Don Pedro conde de La-
ra , su competidor en los amores de la reina , tenia el
segundo lugar en autoridad y poderío. Discordes los
capitanes, ni la paz pública se podía conservar, ni
hacerse la guerra como convenia. Don Alonso rey de
Aragón con un grueso ejército que juntó de los su-
yos , se metió en Castilla por la parte de Soria y de
Osma , do se tendian antiguamente losarevacos. Acu-
dieron á la defensa los grandes y ricos hombres, y el
ejército de Castilla. Asentáronlos unos y los otros sus
reales cerca de Sepúlveda.
Resueltos de encontrarse , ordenaron las haces en
esta forma : la vanguardia de los castellanos regía el
conde de Lara , la retaguardia el conde don Gómez:
el cuerpo de la batalla gobernaban otros grandes. El
rey de Aragón formó un escuadrón cuadrado de toda
su gente, uióse la señal de arremeter y cerrar. En el
campo llamado de la Espina se trabó la pelea , que fue
de las mas nombradas de aquel tiempo. El conde de
Lara como quier que no pudiese sufrir el primer ím-
petu y carga de los contraríos , volvió las espaldas y
se huyó á Burgos , do la reina se hallaba con cuidado
de] suceso ; hombre no menos afeminado que cobar-
de. Don Gómez con algo mayor ánimo sufrió solo la
fuerza de los enemigos y peso de la batalla ; y desba-
ratados los suyos , murió él mismo noblemente sin
volver las espaldas : esta postrera muestra dió de su
esfuerzo. Ni fue de menor constancia un caballero de
la casa de Olea , alférez de don Gómez , que cerno lo
hobiesen muerto el caballo y cortado las manos, abra-
z ido el estandarte con los brazos, y á voces repitien-
do muchas veces el nombre de Olea , cayó muerto de
muchas heridas que le dieron. Don Enrique conde du
Portugal mas por odio de la torpeza de la reina q ue
por aprobar la causa del rey don Alonso , desampara-
do el partido de Castilla , se juntara con los aragone-
ses : ayuda que fue de gran momento para alcanzar
la victoria. La confianza que destos principios \w;
aragoneses cobraron , fue tan grande que pasado oí
rio Duero , por tierra de Patencia llegaron hasta Leou.
Los campos , pueblos , aldeas , eran maltratados con
todo el mal y aaño que hacer podían.
Los príncipales de Galicia se rehicieron de faerzas,
determinados de probar otra vez la suerte de la ba-
talla. Pelearan con todo su poder en un lugar entro
León y Astorga llamado Fuente de Culebras. Sucediú
la batalla de la misma manera que la pasada, prós-
f loramente á ios aragoneses , al cootrano á los caste-
lanos. Fue preso en la pelea don Pedro conde de
Trava , persona de grande autoridad y poder , v quo
estaba casado con una hija de Armengol conde de
Urgél llamada dona Mavor. El mozo rey don Alons^t
no se halló en esta pelea : que el obispo don Dieg»
Gelmirez le sacó de aquel peligro y puso en parte
segura : perdida la jornada , se fue al castillo de Or-
silon , do estaba la reina su madre. Ninguna iiatalla
en aquella era fue mas señalada ni mas memorable
que esta, por el daño y estrago que della resultó á
Castilla. Las ciudades de Najara, Burgos, Patencia,
León se rindieron al vencedor* sin embargo por no
tener dinero para pagar los soldados , por consejo del
conde de Portugal, metió la mano en los tesoros de
los templos; que fue grave escoso , y aun le fae muy
mal contado. San Isidro y otros santos con graves
castigos gue dél tomaron adelante, vengaron aquella
injuria ; juntóse el odio del pueblo , j palabras con
que murmuraban de aquella libertad : decían qae
merecían ser severamente castigados los aue metie-
ron mano en los vasos sagrados y tesoros de las igle-
sias. La verdad es que desde este tiempo de «úpenle
se trocó la fortuna de la guerra.
Trabajaron los aragoneses primero el reino de
Toledo , después pasaron á cercar la ciudad de As-
torga , porque fueron avisados que la reina con toda
st^ gente se aparejaba para hacer la guerra por aquella
parte. Traía Martin Muñón al rey de Aragón trecien-
tos caballos aragoneses de socorro : cayó en una
emboscada de enemísos, que le- pararon, en que
muertos y huidos los oemás, él mesmo fue preso. El
rey movido por este daño , y con miedo de mayor
peligro por el ñoco número de gente <iue tenia á cau-
sa de ios mucnos que eran muertos, y por estar los
demás repartidos en las guarniciones de los pueblos
que ganara , se retiró á Carrion confiado en la fortifi-
cación de aquella plaza. Allí fue cercado de los ene
migos por algún tiempo hasta tanto que el abad
Clusense, enviado por el pontífice para componer
aquellas diferencias , con su venida alcanzó de los de
la reina treguas de algunos días , y no mucho des-
pués que se levantase el cerco. Los soldados de Cas-
tilla asimismo , como levantados y juntados arrebata-
damente , y sin concierto y capitán á quien todo:;
reconociesen , ni sabían las cosas de la milicia , ni los
podían detener en ios reales largo tiempo.
Pasado este peligro, las armas de Aragón revolvie-
ron contra la casa de Lara , contra sus pueblos y
castillos. Por otra parte las gentes de la reina con uo
largo cerco que tuvieron sobre el castillo de Burgos,
se apoderaron del , y odiaron dende la guarnición
que tenia de aragoneses. El conde don Pe^ ée Lara
como pretendiese casar coa la reina , t se tratase no
de otra suerte que si fuera res[, con la soberbia d<*
sus costumbres y su arrogancia tenia alterados los
corazones de muchos , que públicamente le odiaban.
Andaban su nombre y el de la reina puestos afrento,
sanoente en cantares y coplas. Pasó tan adelante esio
wíÉtékik M fef^AÍU*
dM
qQe anal eutillo de ttansfllit ftie dimo y puesto á
recado fw Gnlierre Fernandez de Castro. Soltóse de
la prisión ; pero fuéle forzoso por no asegurarse de
los de Casulla que tanto Je aborrecían, huirse muy
lejos y no parar liasta Barcelona. Fue hijo de don
Die(;o Ordoñez , el que retó á Zamora sobre la muer-
te del rey don Sancho (1 ) , y sobre el caso hizo cam-
po con los tres hijos de Arias Gonzalo.
Después desto el infante don Alonso ya rey de
Galicia con gran voluntad de todos los estados fue
alzado por rey de Castilla. Érale necesario recobrar
por las armase! reino que halló dividido en tres par-
cialidades y bandos : no menos tenia que hacer con-
tra su madre que contra el padrastro, ni menos dolor
ella recibió que su marido , de que su hijo hobiese
sido alzado por rey, por tener entendido que en su
acrecentamiento consislia la caída de ambos; juicio
en que no se enjaSaban. Doña Urraca por miedo de
k indignación de su hijo , y por verse aborrecida de
los suyos , determinó fortificarse en el castillo de
León, confiada que por ser muy fuerte podría en él
mantener el nombre de la reina y la dignidad real,
sin embargo del odio grande que el pueblo la tenia.
Pero como quier que el hijo se pusiese sobre aquel
castillo, se concertaron que la reina (2) dejase a su
hijo el reino , dádoie con gran voluntad de los gran-
de y del pueblo , y á ella señalasen rentas con que
pudiese pasar.
La razón de los tiempos no se puede fácilmente
señalar á cada cual destas cosas por la diversidad
que hay de opiniones : es maravilla en cosas no muy
antiguas cuan á tienta paredes andan los escritores,
que hace ser dificultoso determinar la verdad,
tanto que aun no se sabe en qué año murió la reina
doña Urraca ; los mas dicen que como diez y siete
años después de la muerte de su padre : la verdad es
que en tanto que vivió, tuvo poca cuenta con la ho-
UMtidad. Algunos afirman que en el castillo dé Sal-
daña follecio de parto: gran mengua y afrenta de
España. Otros dicen que en León, tomado que bobo
los tesoros de San Isidro que no era licito tocarlos,
reventó en el mismo umbral del templo f manifiesto
castigo de Dios. Menos probabilidad tiene cierta ha-
blilla que anda entre gente vul^r , es á saber que de
la reina y del conde de Candespioa nació un hijo por
nombre don Fernando , al cual por su nacimiento y
ser bastardo llamaron Hurtado. Añaden otrosi que
fue principio del linaje que en España usa desle ape-
llido, en nobleza muy ilustre, poderoso en rentas y
en vasallos.
CAPITULO IX.
De la guerra de Mallorca.
Dbsta manera procedían las cosas en Castilla en el
tiempo que á ios moros de Mallorca y de Zaragoza
acometieron las armas de muchas naciones que con-
tra ellos se juntaron. Habia fallecido Giberto conde
de la Proenza y de Aymillan en Francia : dejó á doña
Dulce su hija por heredera, Don Ramón Berengucl
conde de Barcelona marido de doña Dulce, príncipe
poderoso y de grande señorío por lo que antes tenia
Lpor aquel estado de su sue^j^ro que [por su muerte
^redótan principal, determinó con las fuerzas de
amims naciones apoderarse de las islas Baleares, que
son Mallorca y Menorca, desde donde los moros
ejercitados en ser cosarios hacían robos y correrías
en las riberas de España que está cercana, y también
de Francia. Para llevar adelante este intento tenia
(i) Esti probado qoe don Pedro de Lara fue bgo de don
Gonzalo Noñex.
(3) Seana la bistería Compostellana , fue un reparto de
territorio el conveoio, y asi es que en .algunos documentos
dofia Urraca se tituH reina de beon, y so büo doa Aloaso,
rey deMeda.
necesidad de una gruesa y grande armada. Juntó en
sus rilaras la que pudo : principiode donde his armas
de los catalanes comenzaron á ser famosas por la
mar , cuyos señores por algún tiempo fueron con gran
interés y fama. Pero como su armada no fuese ñas*
tanle, éf mismo pasó en persona á Genova y á Piso,
ciudades en aquella sazón poderosas por la mar. Con-
vidóles á hacerle compañía en aquella guerra que
trataba : púsoles delante los premios de la victoria, la
inmortalidad del nombre, si por su esfuerzo los bár-
baros fuesen echados de aquellas islas, de do como
de un castillo roquero amenazaban y hadan daño á
las tierras de los cristianos. Prometiéronle soldados
y naves , y enviáronlos al, tiempo señalado.
Juntados estos socorros con el ejército de los cata-
lanes, pasaron á las islas. Fue la guerra brava , y
dificultosa y larga , porgue los moros desconfiados de
sus fuerzas, con astucia alzadas Iss vituallas, y to-
mados los pasos , parte se fortificaron en los pueblos
y castillos, parte se enriscaron en los montea sin
querer meterse al peligro de la batalla. Gonaideraban
los varios y dudosos trances que traen consigo las
guerras , y que los enemigos se podrían quebruutar
con la falta de lo necesario , con enfermedades y-con
la tardanza ; cosas que de ordinario suelen sobnsve-
nir á los soldados. La constancia de los nuestros ven-
ció todas las dificultades; y la ciudad drincipal por
fuerza, y á escala vista se entró en la isla de Mallor-
ca el año 1 i 15. Murió en aquella jornada Raimundo
ó Ramón prelado de Barcelona. Sucedió en su lugar
Oldegario, al cual poco después por muerte de Be-
rengario arzobispo de Tarragona pasaron á aquella
iglesia. Ganada la ciudad, parecía seria fácil lo que
restaba de conquistar. En esto vino aviso que Jos
moros en tierra firme quier con intento de robar,
quier por forzar al conde se retirase de las islas, con
gente que echaron en tierra de Barcelona, habían
enchido toda aquella comarca de miedo, temblor y
lloro, tanto que sitiaron la misma ciudad.
Esta nueva puso en grande cuidado al conde sobre
lo que debía hacer, y en muclia duda: por una parte
el temor de perder lo suyo, por otra el deseo de
concluir aquella guerra le aquejaban y traían en ba-
lanzas; venció empero el miedo del peligro y los
ruegos de los suyos. Dejó encargadas las islas á ios
gínoveses, y él pasó á tierra firme. Los birbsroe sin
dilación alzaron el cerco: siguiéronlos, venciéronlos
Í desbaratáronlos cerca de Martorel: fue la pelea mas
manera de escaramuza y de tropel que ordenadas
las haces. La alegría de esta victoria hicieron que fue-
se menor dos incomodidades: la una que los ginove-
ses con el oro que les dieron los moros, se partieron
de las islas y se las dejaron, como afirman los escri-
tores catalanes^ que en las historias de los ginove&os
ninguna mención hay dosta jornada: k otra que en
la Gallia Narbonense se perdió la ciudad de Carease*
na. Poco antes deste tiempo Atbon se apoderó de
aquella ciudad sin otro derecho mas de la fuerza. Era
en su gobierno cruel y feroz. Movidos desto los ciu-
dadanos se conjuraron contra él , y echado, restitu-
yeron el señorío de la ciudad al conde de Barcelona
cuya era de tiempo antiguo, como antes queda mos-
trado. Athon con el ayuda de Guillen conde de
Potiers forzó á los ciudadanos que se le rindiesen.
Rugerío hijo mayor de Athon entrado que bobo en la
ciudad, hizo que todos rindíeseu las armas: corno^
obedeciesen y las dejasen, mandólos á todos matar.
La crueldad que en los miserables se ejercitó , fue
estraordínaría con toda muestra de fiereza, yaolw-
bia inhumana. Muchos que pudieron salvarse , se
fueron á Barcelona. A ruego dcUos el conde Ramón
Arnaldo Berenguel con ejército se metió por la Fran-
cia. Pusiéronse de por medio varones buenos y san-
tos : pesábales que las fuerzas deste buen principe
cou aquella guerra oivilae diTbIiimda iaguam
9lft
ftlBLIOTEilA tk
saflradtf. Gonoertltee fa paz de esto maiiftr& : que lo que
Atnon había prometido á Guillen conde de Potiers de
serle él y sos descendientes sus feudatarios, mudado
el concierto, poseyesen aouella ciudad , pero como
en feudo de los condes de Barcelona. Fue este Gui-
llen conde de Potiers hombre que procuraba ocasión
de aumentar su señorío, trabar unas guerras de otras,
aunque fuesen con daño ajeno , sin ningún cuidado
de lo que era honesto y de la fama. Así después que
Ramón conde de Tolosa partió á la guerra de la Tier-
ra Santa, como arriba queda dicho , se apoderó con
las armas de todo' lo que aquel príncipe tenia en
Francia : hombre desapoderado , y que no temía á
Dios ni los juicios de los hombres.
' Beltran hijo de don Ramo por este tiempo después
de gastados timtos años en 1 guerra^ desde la Tierra
Santa en que tenia el señor 'o de Tnpol , y en cuto
cerco le mataron á su padr j con una saeta que del
adarbe le tiraron, dio la vuelta á su. patria. No tenia
esperanza que el de Potiers vendría en lo que era ra-
zón. Comenzó á tratar con los príncipes comarcanos
cómo podría recobrar el antiguo estaao de su padre.
En lo demás no halló ayuda bastante. Acordó acudir
¿ don Alonso rey de Aragón de cuyas proezas y vir-
tudes se decían grandes cosas : demás qué la amistad
trabada de tiempo atrás entre aquellas dos casas y el
deudo le obligaba á no desamparalle. ¡Qué grande
maldad 1 El que perdido su padre y la flor de su edad
en la guerra sagrada , tan lejos de su patria se pusie-
ra á tantos trabajos y peligros, sin embargo despojado
de su tierra y de su estado fue forzado á pedir ayuda,
y acudir y hacer recurso á la miserícordia de otros.
Recibióle aquel rev benignamente en Barbastro. Allí
tuvieron su acuerao ; y el conde se hizo feudatarío
de Aragón por los estados de Rodas, de Agde ó Aga-
thense , de Gahors , de Albi , de Narbona y de Tolosa
y otras ciudades comarcanas á las sobredichas , á tal
empero que portas armas de Aragón él y sus descen-
dientes fuesen restituidos y amparados en los estados
de que estaban despojados.
Hisose esta avenencia el año del Señor de i 116,
bien une don Beltran no fue restituido á causa que
el poaer de los condes de Potiers era grande, y las
fuerzas de Aragón estaban divididas parte en la guer-
ra civil contra Castilla , parte en la que con mejor
acuerdo se hada contra los moros. Verdad es -que
pasados algunos años don Alonso Jordán hermano de
don Beltran . del Castillo de Tolosa en que le tenia
preso el conde de Potiers, fue por aquellos ciudada-
nos saeado para hacerle señor de aquella ciudad, y
echado della por fuerza Guillen Morello, que tenia
aquel gobierno por el dicho conde de Potiers. Los
decendientes de don Alonso fueron su hijo Raimun-
do ó Ramón , su nieto Raimundo, y su bisnieto, y
tatarañeto , que se llamaron también Raimundos , y
tuvieron el señorío de aquella ciudad hasta tanto que
Juana hija del postrer Raimundo por falta de hijos
varones casó con Alonso conde de Potiers. Deste ca-
samiento no quedó sucesión alguna : por donde San
Luis rey de Francia hermano del dicho conde de Po-
tiers por su muerte juntó con lo demás desu reino
los estados y condados de Potiers y da Tolosa, según
Í|ue en el casamiento de aquella señora lo capitu-
aran.
CAPITULO X.
De la guerra de Zaragosa.
CoNPiNiaAN con el señorío de don Alonso rey de
Aragón las tierras de Zaragoza, muy poderosa y
fuerte ciudad porsunobleza, riqueza y grandeza. Los
moradores della liacían ordinarias correrías y cabal-
gadas en los campos comarcanos de los cristianos,
fin idejar de hacer todo el mal y daño que de hom-
bre» «iilMiros y enemigos del nombre cristiano se
üMfAtL t noto.
podía esperar. El rey de Aragón movido por estos
males, sm embargo que la guerra de Gasnila no la
tenia del todo acanada , se aeterminó con todas sus
fuerzas y gente de combatir aquella ciudad. Repre-
sentábanse grandes dificultades, trabajos y peligros,
que la constancia del invencible rey fácilmente me-
nospreciaba. Tahuste, villa principal á la ribera del
rio Ebro, se ganó á esta sazón por el valor y industria
de un caballero principal llamado Bacalla. Asimismo
ganaron á Borgia á la raya de Navarra, Magalona y
otros pueblos y castillos por aquella comarca. A los
almogáraves (i) (así se llamalran los soldados viejos
de gran espenencia y valor) se dio orden de que estu-
viesen de guarnición en el Castellar, plaza fuerte
fundada como de suso queda dicho sobre Zaragoza
en un altozano. Proveyéronles de mantenimientos,
armas y municiones á propósito de hacer salidas y
correrías por los lugares al derredor, y que si nece-
sario fuese, pudiesen sufrir un largo cerco.
Este fue el principio que se dio á la guerra y con*
quistas de Zaragoza : á fa fama acudieron de diversas
partes grandes personajes, entre otros vinieron los
condes Gastón de Bearne, Rotron de Alporche.y
Centullode los Bigerrones. Formaron un grueso ejér-
cito de diversas gentes y naciones, con que se pu-
sieron sobre aquella ciudad el año que se contatm
de nuestra salvación i1í8 , por el mes Je mayo. AI
octavo día ganaron el arrabal que está de la otra par-
te del río. Rotron conde de Alperche en el mismo
tiempo que se continuaba el cerco, con seiscientos
caballos que le dieron, se apoderó de Tudela, ciudad
principal en el roino de Navdrra, puesta en tin sitio
tuerte á la ribera del rio Ebro ; con la cual se quedó
en premio de su trabajo. Los moros de España como
quier que conociesen bien de cuánta inmortancia era
para sus cosas y intentos la ciudad de Zaraj^oza, y el
riesgo que corna todo lo demás sí se perdiese, acu-
dieron en gran número para socorrer á los cercados.
Vino otrosfde África un famoso caudillo por nombre
Temin con un grueso ejército de moros íierverescos:
tenia puestos sus reales en un lugar aventajado á la
ribera de Güerba mas arriba de Zaragoza, y junto ai
castillo de María que se tenia por los moros. Pero vis-
to que los nuestros le hacían ventaja en muchedum-
bre y esfuerzo, dio la vuelta á lo mas adentro déla
Celtiberia,
Los cercados padecían falta de vituallas , y no te-
nían esperanza de socorro, oue era el mayor de los
males. A los crístianos cansaba la tardanza. Apresta-
ban nuevos ingenios para batir las murailaa y entrar
por fuerza la ciudad, cuando fueron avisados que un
sobríno de Temin, otros dicen era hijo del rey de
Córdoba , venia y llegaba ya carea eon nsolucion de
meterse en la ciudad como por su tío le era manda-
do. Alteróse el rey don Alonso con este aviso : tuvo
su acuerdo , y determinó salir al encuenU*o á los que
venían de socorro , ca bien entendía que si entrasen
en la ciudad , á él sería forzoso partirse del cerco coa
poca reputación y mengua. Marchó pues con sus
gentes, dio vista á los enemigos, juntáronse las hues-
tes no lejos de Daroca en un lugar llamado Cutanda:
dióse la batalla, en que los moros fueron vencidos y
muertos, y preso su general. Los de Zaragoza avisa-
dos de aquella desgracia, por no quedarles esperaora
(1) Eran una tropa de montañeses de Aragón, NaTinra y
Cataluña, gente robusta y feroz que á las órdenes de algunos
nobles haciin perpetuaínente correrias ea las tierras de los
moros cuando no servían á sus reyes. Estabaa vestidos de
pieles; llevaban abarcas y antiparras de lo mismo; es la
cabeza una red de hierro en forma de casco; tenían «aa es-
pada , un chuzo y tres ó cuatro dardos arrobadizos; y lien-
ban consigo sus mujeres y sus hgospara que ftieran testigos
de su gloría ó de su afrenta. I^a espedidon de Catalana y
Aragón del conde de Osoni asi hace mandón de esta tropa
slngalar.
algttoa de poderse defender, después de ocho meses
da céreo á diez j ocho de diciembre rindieron sobre
pleylesít la ciudad.
Fue aquel dia muy alegre para los cristianos no so-
lo por d provecho presente, puesto que era moy^^
grande , sino mucho masjXM* la esperanza que cobra-*
riMi de desarraigar el señorío de los moros -de todo
punto y qoitádoles aquel fortísiroo baluarte. JIstaban
los nuestros tan ciertos que tomarían la ciudad , que
tenian antes de tomalla consamdo en obispo della á
Pedro Librana , que consagró la iglesia y se encargó
del gobierno espiritual. A loscondes Gastón de Bear-
ne y Rotron de Alpeche en premio de su trabajo dio
el rey por juro de heredad sendos barrios en aquella
ciudad : tales eran las costumbres de aquel tiempo:
no tenian por inconveniente poner muchos señores
en un pueblo y en una cindao. A la ribera del Ebro
nueve leguas de Zaragoza estubo antiguamente una
noble colonia de romanos llamada Julia Celsa , ahora
es un higar desierto , y á una legua tiene un pueblo
que el día de hoy llaman Jelsa, que es el solo rastro
que queda de aquella antigüedad.
A esta comarca pasó el rey con sus gentes luego
que la sazón del tiempo díó para ello lugar. Por allí
hicieron cerrerías en los campos de los moros al der-
redor. Deode pasaron á la Geltíbería , provincia por la
aspereza de los lugares y esfuerzo de ios naturales de
todo tiempo muy poderosa y fuerte ; cuyos linderos
antiguamente unas veces se ensanchaban y otras se
estrechaban como sucedían las cosas. Pero propia-
mente los celtíberos corrían de Oeste al Este desde
las fuentes del rio Jalón que tienen su nacimiento
en Medinaceli, que algunos tienen aunque con en*
gano fue la antigua EcelesU, hasta Nertobriga, que
hoy es Rícin. Por la bftnda de Setentrion tenia por
aledaño á Moncayo , y á la parte de Mediodía las
fuentes de Tajo cerca de Albarracin, ciuda<l que ou
otro tiempo se llamó Lobato : en aquella comarca en
la guerra sucedida los nuestros como suelea los ven-
cedores ; todos se les rendía y allanaba. Ganaron des-
ta veza Tarazona, á Alavona, y á Epila , que se tiene
llamaron antiguamente Segoncia. Asimismo Calata-
vud vino 4 poder de cristianos, población que fue de
moros y de su capitán Alud, que la fundó no lejos de
In antigua y famosa Bübílis: de que queda rastro en
un monte que cerca de aqueHa ciudad se empina , y
liasU el dia de hoy sollama Bombóla. Hariza Umbien
y l>aroca corrieron la misma fortuna; adelante de la
cunl villa el rey hizo edíflcar un pueblo que llamó
Monreaiy en un sitio muy á propósito para enfre-
nar las correrías y los intentos de los moros de Va-
lencia.
Los mongos cartujos y los del Gistel, nuevamente
fundados , tenian gran fama y crédito por todas las
partes déla cristiandad. Demás destas órdenes en Je*
rusalén ios caballeros Templarios y ios Hospiuüarioj,
conforme á su santo y religioso instituto inventado
por el mismo tiempo, se empleaban con todas sus
fuerzas en adelantar por aquellas partes el partido de
los cristianos. Los Templarios en vestidura blanca
traían cruz roja á la manera de la de Garavaca con
dos traviesas. Los Hospitalarios que también se lla-
maban de San Juan, en capa negra cruz blanca. San
Bernardo, principal fundador de la orden dei Gistel,
que vivía por estos tiempos y aun se sabe vino á Es-
Íiaña (4) , persuadió al rey entregase aquel pueblo á
os Templarios. Bfzose asi , edificáronles allí un con-
vento, díéronles asimismo otras rentas, en particular
se les señaló Ut quinta pj^te de los despojos que se
gmnasen en la guerra : todo á propósito que tuviesen
coD que sustentar los gastos, y por aquella parte
fuesen fronteros de los moros. Guillen , prelado de
mSTOMA DE ESFANA. 311
Aux en la Guiena, y los demás obispos de Aragen
con sus sermones encendían los corazooes de la gen-
te á tomar la cruz, y ayudar con sus personas y na-
ciendas los intentos de aquellos caballeros. Esta fue
la primera eotrada que los Templarios tuvieron en
España , este el principio de las grandes rentas que
adelante poseyeron , y aun , como se tuvo por cierto,
últimamente fueron causa de su total ruma (2).
GAPITULO XI.
Del scisma de Burdino natural de Limoges.
Gobernaba por este tiempo la iglesia de Roma Ge-
lasio II deste nombre , al cual poco antes pusieron en
la silla de San Pedro por la muerte del pontífice Pas-
cual. Fue persona de gran corazón, pues no dudó
proseguir las enemistaues de sus antecesores contra
el emperador Enrique IV deste nombre, en defensa
de la libertad de la Iglesia y de la magostad pontifi-
cia . en que pasó tan adelante , que como el emperador
viniese a Roma, y él no se hallase con_ fuerzas para
reprimir sus intentos , en una barca por el Tiber se
fue primero á Gaeta de donde era natural, y de allí
§ aso en Francia con iutento de celebrar un concilio
e obispos , que tenia convocado para la ciudad de
Rems. La muerte atajó sus intentos , que le tomó en
el camino en el monastario de Gluñí. Tuvo el ponti-
cado pocos días mas de un año. En este tiempo dejó
concedida una indulgencia á los soldados que estaban
sobre Zaragoza, y á todos los demás que acudiesen
con alguna ayuda para edificar el templo de aquella
ciudad. La bula por ser muy señalada, j porque por
ella se entiende como se concedían las raduigencías
antiguamente , pondrá aquí vuelta en romance : «Gc-
»Jasio obispo, siervo de los siervos de Dios , al ejér-
Dcito de los cristianos que tieoe cercada la ciudad de
»Zaragoza , y á todos los que tienen la fe cristiana
»salud y apostólica bendición. Hemos visto las letras
nde vuestra devoción, y de buena gana dimos favor
ná la petición que enviastes á la Sede Apostólica por
»el electo de Zaragoza. Tornando pues a enviar al di-
»cho electo, consagrado por la gracia de Dios por
«nuestras manos como si por las del apóstol Sun Pe-
ndro lo fuera, os damod la bendición de in visitación
napóstóñca, implorando la justa misericordia del
»omnipotente Dios para que los ruegos y merecí-
«mientos de los santos os ímga obrar su obra á honra
nsuya y dilatación de su Iglesia. Y porque habéis de-
»termínado de poner á vos y á vuestas cosas á estre-
omos peligros ; si alguno de Vos recibida la penitencia'
»de sus pecados muriere en jornada. Nos pNor los me-
»recimient08 de todos y ruegos de la iglesia católira
»le absolvemos de las ataduras de sus pecados. Demás
»desto los que por el mismo servicio de Dios ó traba-
»jaren ó han trabajado, y los que donan alguna cosa
»ó hobieren donado á la iglesia de la dicha ciudad
«destruida por los sarracenos y moabitas para ayuda
»á su reparo, y á los clérigos que allí sirven á Dios,
npara su sustento, conforme á la cantidad de suit
«trabajos ó buenas obras que hicieren á la Iglesia , y
ȇ juicio de los obispos en cuyas parroquias viven,
«alcancen remisión oesus penitencias y indulgencia.
«Dado en Alaste á cuatro de los idus de diciembre. Yo
«Bernardo arzobispo déla silla toledana bago y con-
«tírmo esta absolución. Yo el obispo de Huesca hago
«y confirmo esta absolución. Yo Sancho obispo de
(2) Bn este tiempo no solamente no se establecieron los
Templarios en Bspiííaf pero ni aun se tendría noticia de
ellos, pues acababan de ecbar los ruadamentoa de esta orden
en Palestina y no se aprobó basta el año ittt por el concilio
de Troyes. La mayor antigüedad aue puede darse á los Tem«
planos en Espafia es del a&o 1130 , en que el conde de Bar-
celona don Ramón Berenguel hizo profesión solemne de Ja
(I) El monge Gaufredo, que fue dlscipulo de San Bcrnar- I caballería dei Templo, y entregó á Hugo RímWo, que era su
do , dice qae el ranto vino á España. ' maestre , la fortaleza de Franeya frontera de los moros.
i)Calaliorra llago y coaürmo esta absalucion. Ve Gui
»ito obispo Lascurrens'í hagoyconfirmoesta abaolu-
ocion. Vo Boso cardenal de la Santa Iglesin Román;:
»liago y coalirmo esta absolución.»
En lugar del papa Gelasio por voto de los cárdeno-
les que í su oiuerle ae hallaron, el año de HI9 i
lirimero de febrero fue elegido Guido de nacían bor-
l^oñon , liermano de don Ramiro y tio de don AJonao
tey de Castilla. Era á la rozím anobispo de Viena de
Francia : llamóse en el pontiGcado Csíiito Segundo,
dado que no aceptd la elección hecha por los carde-
nales en BU persona hasta Unto que el clero de Roma
viniese en lo mismo; y asi do se coronó hasta los
quince de octubre. En el concilio Remense, en que
se halló preitente, promuigú sentencia de descomu-
nión contra el emperador : estableció otrosí nuevas
leyes contra el pecado de la simonía , que era muy
oñtinario, tanto que ni bautizaban los niños ni en-
terraban los muertos sino por dineros. Procuró que
los presbíteros , diáconos y subdiiconos se apartasen
de las concubinas, las cuales en tiempos tan revuel-
tos ellos tenían con el repuesto y libertad como si
fueran sus mujeres ; en España en particular todavía
se continuaba la mala costumbre que íntrudojo el
perverso rey Witiía, en especial en Galicia, sin po-
derla estirpar del todo, bien que se ponía en ello
- diligencia : de que da muestra un breve oue pocos
Años antes deste tiempo envió el papa Pascual ú don
Diego Gelmirez obispo de Santiago, cuyo lonor es ei
que se sigue : «Pascual obispo siervo de k» siervos
nde Dios , al venerable Die^ obispo de Composlelb,
iisnlud y upostólica bendición. La Iglesia que por vo-
nluntad de Dios has recebido para gobernar , mucho
oha que aun pareciendo que tenia pastor , carece
lidet consuelo de pastor. Por enile con mayor cuida-
ndo debes procurar que todas las cosas en ella se
iidisponejín legnlmente confonneá la regla de la Sede
uApostúIics. Pon en tu igledia tales cardenales, pres-
ubiteros ú diáconos, que puedan dignamente auslen-
Mtar las careas cometidas á ellos del gobierno ecle-
usiástico. Allende desto lo oue toca i los presbíteros,
use encomiende á los presbíteros; lo que es de loe
udiáconos , á los diáconos se ercargue . para que nin-
Mguno se entremeta en oficio ajeno. Sí algunos cier-
nlamente antes que fuese recebida la ley romana,
nsegun la común costumbre de la tierra , contrajeron
umatrimonios , los hijos nacidos dellos no los esclui-
»mos ni de la dignidad seglar ni de la eclesüstica.
"Aquello de todo punto es indecente que en vnestr*
iiproviucía , según somos informados , moran- junta-
Dmentelos monges y lasmonjas.Locual debe procurar
Destorbsr tu esperiencía , paraquelos que al presente
)ie»tán juntos, sean apartados en moradas muy di-
Hvorsas conformeal juicio de personas religiosas; j
upara ailelante no se use desemejante libertad. Dado
lien el Lateraao año de la Encarnación del lieñor mil
iiy ciento y tres , de nuestro pontilicado el cuorlo.v
La ley romana de que se hace mención en este breve,
según yo entiendo , era la- ley de la continencia im—
puasta i los del clero.
La causa de descomulgar al emperador en el con-
cilto Remense fue que luego que el papa Gelasio se
salió de Roma, como queda dicho, el emperador
procuró y hizo que en su lugar fucaa nombrado p<>r
romano pontífice el obispo de Braga , llamado Burdi-
no, con nombre de Gregorio Octava. Principio y
ocasión con que por la discordia de dos oue se llama-
ban pontiGces, se alteró la paz de le Iglesia en muy
mala sazón. Cada cual de loe dos pretendía ser el ver-
dadero papa , y ponía dolo en la elección de su cw-
Irario , como es ordinario en semejantes casos. Era
Burdino natural de Límoges, en Francia : vino á Es-
paña en compañía de Bernardo arzobispo de Toledo,
como queda dicho de ¡usa. Después con ayuda del
mismo alcanzó el obispado de Cwmbra. En él udcA
el nombre de Burüino y se llamó Haurido; pero no
se despajó de sbs maiss mañas y dañadas costum-
bres. De Coimbra con la misma ayuda de Bernafdo
fue promovido al anohispado de Braga. A lodos esto^
beneficios no cfKrespondiú con el igraderimiento
debido ; antes con dineros que de todas partes juntó,
en que llevaba maa confianza que en la justicia de lo
que pretendía, se partió para Roma con intento de
alcanzar del pontiGce Pascual absolvitseá BerDtrdo,
y le quitase la dignidad qUe tenia , con color que por
su vejez no era bastante para el gobierno de aquella
iglesia, y esto faecbo,le puaieseíélen su lugar, y
le hiciese arzt^ispo de Toledo.
Acometió el n^ocio p^r todos los medios que su-
po ; pero perdida u espwanzs que el pontífice vendria
en cosa tan fuera da raasn , como era sagax y dobla-
do, acordó tomar otro camino para lu acrecenta-
miento. Supo la discordia y diferencias qiie tenían el
emperador j el papa : fnese para el emperador, y
con sus manas le ganó la voluntad de tal suerte, fae
con BU ayuda se apoderó de la iglesia de Roma y se
hizo falso pontífice. Hay un breve del papa Getaño
para Bernardo arzobispo de Toledo , en que le avisa
que Burdino por sus escesos fue analematixado por
el pontiBce Pascual , y le ordena que en su lugar ba-
'-- poner otro prelado en la iglesia de Braga. Grandes
¡ron las alteraciones que por cama oeste scisma
de Burdino se siguieron. Remediólo Dios : que el
verdadero papa usó de diligencia, y- el falso pontífice
tinroaiA os espida. 31:i
tras iftoadwpueB que uMrpó aquel apellido, fue en I aquel mairimonio era ninguno y como lal estaba
Satrío preso, 7 en Roma traído como e a [riunroen I apartado, y por otra don Alonso era ya re? y señor
un camello por las calles y por las plnias ; última- | de todo con henepIÑcllo de su madre y voluntad de
meule le desterraron á lo postrero de Italia, y en el ¡ todo el reino : que por sola fuerza sin raiouni dere-
^estierro murió en el monasterio de la Cafa llamado | cho tener oprimido el reino sjeno , sus amigOB y
de U Trinidad, en que piir seo le tic ra v en pago de . deudos, era cosa de mala sonaiia, y que no se podria
Eus desméritos le tenían recluso. Este fue el premio [ tolerar : finalmente le advirtieron que loa sucesos ár
de la ambición de aquel hombre sin mesura: este el la xuerra suelen ser desgraciados, pnr lo menos muy
ña de grandes movimieotos , sospecbas y miedos que
tenían snspenso y con cuidado a todo el mundo.
CAPITULO XII.
De las paces que se asentaron t^olre Aragón y'CaMItia.
La elección del papú Gallito di6 mucho contente li \
so sobrino d rey de Castilla , y para toda España Tue
muy laludable , ca todos en tendiaa favoreciu BUS co-
sas c«n muchas veras, mayormente las de Castilla,
por et lleudo que eu ella tenia , donde ú la saznn las 1
principales cindades y castillos mas fuertes se lenian '
por Angón con guarniciones que en ellas poi.ian, ;
sin otro mejor derecho qno e.\ que los reyes suelen :
ptHltf en las armas y en la fuer/a. Los castellanos ,
comunmeate unos por la larga costumbre áo servir y !
obedecer , otros por diversos respetos y obligaciones ',
que tenían A los aragoneses , poco caso hacían del
menoscabo y afrenU de todo el reino ; y muy poco ]
leí moría e) deseo de la libertad. Era el rey de Casti- '
Ha, aunque de pocos aüos, igual en grandeza de I
Animo á cualquiera Je sus antepasadoí : no podía |
sufrir los agravios que su padrastro le hacia, y la
mengua de su reino. Enviáronse de una parte A utra
embajadas sobre el caso. El de Aragón ni claramente
rehusaba de hacer lo que se lepeilin, ni venia luegn .
en ello. Solo de día en día con varins ea';ua¡is q<ie ule- '
gaba, dilataba la ejecuuion y entretenía ú su anlt'iia- I
do. Úegdee A los postreros plazos y términos , que
' ■ e enviar reyes ile armas ¡tara pedir los castill<n y
dudoso su remate, mayormente que está í cuenta df<
Dios el amparar la inocencia y li< justicia contra lo*
que á tuerto in atrope1l;in.
plasas; ▼ caso que no se híi^iese asi, denunciar y
•«nnper la guerra A los contrarios.
Elde Aragón por la continua prosperidad que en
SDS cosas tenía, y por la pequeña edad de su antena-
do, faaci:! poco caso destas amenazas, y parecía eülar
olvidado de la poca firme/a qu« tienen las cosas de
la líerra. Vinieron A las armas: juntaron gran les
huestes por la una v porla otra parle. El rey de Ara-
gen como se hallaba mas apercebido de todas laS
cosas necesarias fue el primero que salió en campo: ¡
rompió por la parte de Navarra , y entró por los cara-
pos de la Rioja: dicen que el que acomete vence.
Parecíale otrosí mas i propósito para ganar repula-
cioD 7 salir con la victoria ofender que defenderse, y
forzar ú los oneraigo« en sus mismas tierras A poner
i riesgo sus haciendas, sus cusas, liíjos y mujeres,
Í todas las demAs cosas que suelen estimar los linm-
res uiaa que la misma vida. Grandes males y estra-
gos amenazaban A España por cualquiera délas piir-
les que la victoria quedase.
Acudieron personas de buena vida , y prelados del
uno j del otro reino : pasiéronse de por medio d mo-
ver tnitos de paz, bien que poca espieranzateni.m de
salir con ello por las muchas veces que en balde se
intentara. Has como quter que los corazones de ios
principes están en loa manos de Dios, todo sucediú
mejor que pensaban , porque el rey de Aragón diú
oíaos A estus pláticas, y se d«jú persuadir de las ra-
zones que le puiíeroo delante. Estas eran que el de
Caslílla pedia justicia en sas pretensiones; ofrecían
tendría al Aragonés en lugar de padre sin le enojar
en cosa alguna; per el contrario los aragoneses no
barían bien ni razun , si mas tiempo detuviesen los
castillos y ciudades de Castilla, pues la escusa que
alegaban de Is pequeña edad del rey, j el dereclio
que preiendían por el casamientD de dona UMca su
madre, de lodo punto cesaban , pues por nna parte
Uoóa Diicpsuclt.
Vinieron pues A concierto : las condiciones fueron
que por lúsaragonesea quedase lodo lo que hay desde
Villorado A Calahorra , A que pretendían tener dere-
cho por razonosy escrituras que declaraban pertene-
cía aquella comarca á los reyes de Navarri: demils
desto que en Vizcaya quedase pnr los mismos lo que
se llama Guipúzcoa y Aluva , provincias que pocos
años ñutes et rey don Alonso el Sesti quitara por
fuerza á los navarros : cuanto á las demás ciudades v
fuerzas de Castilla acordaron se quitasen las guaruí-
cÍDues que tenían de aragoneses, j nombrudanienle
de Toledo. Bien entiendo que en Iodo cslo se luvn
respeto A dar conlenlo al ponlilii:e Calixto ; 7 tod;ivia
no sabría determinar á cuhI destos dos printípes srt
debí mayor loa y prez eu esto caso. Parece que cada
cual de los dos s 1 señaló y se la ganó al otro en mo~
deslía y en blandura: el Aragonés se moslió muy li-
beral por dejar lo que tenía, sin embarco de razones
aparentes que para continuar no [altaban como es
ordinario : el de Castilla se señaló en paciencia y en
314
BIBLIOTECA DB GAflPAB f BOIG.
prudoncia mas que llevaba su edad, puea con parte
de su reino quiso comprar la paz tan deseada de
t^dos.
Concertadas estas diferencias, que avino el año de
GrisU) ii22 (si bien algunos añaden á este cuento
mas años) en adelante estos dos reyes , como si fu^
ran dos hermanos, ó padre y bijo se mantuvieron en
grande concordia, y se gobernaron con gran pruden-
cia: defendieron üus reinos de las tormentas y guer-
ras que amenazaban de diversas partes. Lo pnmero
sin dilación revolvieron contra los moros. £1 de Ara-
f;on rompió por aquella parte que bañan y abrazan
os ríos Ginca y Segre, donde el pueblo de Alcolea,
que era vuelto á poder de moros, se recobró. Pasaron
al reino de Valencia, y de la otra parte del rio Jucar
entraron asimismo por la comarca de Murcia. Revol-
vieron sobre la ciudad de Alcaráz, pero aunque la
combatieron, no pudieron salir con ella por la forta-
leza de su sitio. De allí pasaron á lo mas adentro de
Andalucía , en que los pueblos y ciudades á porfía se
les rendian, y se ofrecian á pagar cierto tributx) cada
un año porque no les talasen los campos, ni les roba-
sen ni quemasen la tierra. Vinieron á batalla con el
rey de Córdoba y otros diez señores moros , que se
.lió junto á un pueblo llamado Arenzol el año 1 1 23 (i ).
La victoria v el campo quedó por los nuestros. Por
otra parte el año luego siguiente ganaron por fuerza
de los moros á Medinaceli , villa puesta en un collado
enipinado en aquella parte por do partían términos
la Celtiberia y la Carpetania. Desta manera procedían
les cesas de Aragón.
El rey de Castilla con el mismo deseo de hacer mal
á los moros, y huir la ociosidad con que las fuerzas
^e enflaquecen f marchitan , acometió las tierras de
Estremadura. Alli recobró la ciudad de Coria (2),
que después de la muerte del rey don Alonso su
abuelo volviera á poder de moros. Dio el rey orden y
asiento en las ooias de aquella ciudad : don Bernardo
por la autoridad que tenia de primado y legado apos-
tólico, concertó lo que tocaba á la religión y culto
divino. Dende corrieron todas las tierras que se es-
tienden largamente entre los dos ríos Guadiana y
Tajo, y son parte de la antigua Lusitania. Las talas
de los campos y las presas de los hombres y ganados
fueron muy grandes : con que el ejército, alegre por
el buen suceso , rico y cargado de despojos , dio la
vuelta y se fueron los soldados á descansar á sus
casas. Con estos principios ganó el rey reputación : y
dio bastante prueba de aquellas virtudes, fe, libera-
lidad, constancia, culto muy puro de la religión en
que apenas tuvo par.
Era muy devoto de Bernardo, abad á la sazón de
Claravalle , al cual la conocida bondad de su vida y
los grandes trabajos que sufrió por la religión , puso
adelante en el numero de los santos. Era de nación
Borffoñon , como el rey lo era de parte de su padre,
y asi por su consejo hizo ediílcar muchos monasterios
de Cistercienses, que sen casi los mismos que en
este tiempo en toda aquella parte de España se ven
fundados con magníficos edificios, v heredados de
gruesas rentas y posesiones. Contentábanse con poco
al principio aquellos religiosos por el menosprecio
que profesaban de las cosas humanas: después en
poco tiempo por U ayuda que muchos á porfia les
dieron , persuadidos que con esto servían mucho á
Dios, juntaron grandes riquezas. Que San Bernardo
viniese á España á lo postrero de su vida , se entien-
de por una carta suya á Pedro abad de Cluñi. Au-
mentó otrosí el rey con gran liberalidad los demás
(1) Habiéndole dado esta batalla nn ano después del sitio
de Bayona , que se sabe de cierto ftie el ano 1130 debe po-
nerw el alo 1151.
(2) teun los ÁmaUi Toleáanoi en la era 1180, ano de
Cnstn 1141, la iglesia de Santiago se erigió en metrópoli el
año 1230 y no en 1125 como dice Mariana.
templos 7 monasterios que por todo su seoorín esta-
ban fundados , como lo muestran escríturas ant^juas
y privilegios, que por toda España fiehnente segaa^
dan en los archivos antiguos de Santo Domingo de la
Cabcada , de San MtUan de la CoffuUa, de San Miguel
del Pedroflo, de Santo Domingo de Silos: templos eo
aquella saaon muy célebres por su devoción y por el
concurso déla gente que á ellos acudía. Alcanzó del
pontífice su tío que la ciudad de Zamora y su iglesia
fuese catedral.
Bernardo arcediano de Toledo, de nación francés
como arriba queda declarado, fue puesto por prelado
el primero en aquella ciudad. Sucedióle Esteban , en
cuyo tiempo por dicho de un pastor que tuvo de ello
revelación, se descubrió y conoció ellumr en que el
cuerpo de San Ildefonso arzobispo de Toledo yada
del todo olvidado por la perturbación de los tiempos.
Verdad es que sus palabras por entoucei^ fueron me-
nospreciadas por ser él persona tan higa; ntis en
tiempo del rey don Alonso Octavo se averigoó la ver-
dad de aquella revelación, y queel pastor no andaba
deslumhrado, cuando en tiempo de don Severo obis-
po de aquella ciudad la iglesia de San Pedro que se
caía y estaba maltratada, se comenzó á reedificar; en
cuyos cimientos al abrirlos hallaron un sepulcro de
mármol con el nombre de San Ildefonso, de que saUó
un olor de maravillosa fragancia. Averiguado todo el
negocio los sagrados huesos fueron puestos &k una
caja junto al mismo altar de San Pedro. La iglesia
otrosí de Santiaeo á la misma sazón por concesión
del mismo pontíuce y á instancia del rey fue hecha
arzobispal : y para este efecto y para que tuviese ma-
yor autoridad trasladaron á ella los derechos y privi-
legios de la iglesia de Mérida que estaba lodavia en
f»oder de moros, como consta todo esto por un privi-
egio que el rey otorgó en esta razón.
Señalaron doce obispos que fuesen sufragáneos
del nuevo arzobispo : los de Salamanca , Avila , Za-
mora , Ciudad Rodrigo , Coria , Badigoz , Lugo, As-
torga , Orense, M ondoñedo, Tuy ; el tiempo adelante
añadieron el de Plasencia. El arcediano de Ronda
dice que los obispos de Zamora, Avila y Salamanca
en tiempo del arzobispo don Bernardo eran sufragá-
neos de Toledo, y que al presente los pasaron á San-
tiag[0 : no sé cuánta verdad tenga esto. El nuevo ar-
zobispo don Diego Gelmirez fue nombrado por Ic^o
apostólico en las provincias de Braga y oe Mérida:
de que hay breve deste papa en el líD. ii de la Histo-
ria Compostellana, su oata á uthi de febrero
año M. c. zx indicción xiii año segundo de su pontifi-
cado, cosa aue sintió mucho el arzobispo de Toledo
don Bernardo: hizole contradicción, pero salió con
el pleito su contrario, y por el poder que tenia, ce-
lebró un concilio en la ciudad de Santiago : acudie-
ron á su llamado los obispos y abades de las dos pro-
vincias Eraeritense y Bracarense. Por esta manera y
con estos principios se echaban ios cimientos de la
grandeza que hoy tiene la Iglesia de Santiago: en
todo esto se tuvo respeto á la grandeza de aqv^ san-
tuario, y que á^on Ramón de Borgoña padre del rey
y hermano del pontífice estaba allí sepultado. Suce-
dió esto por los años del Señor de i 124. En el mismo
ano por el mes de diciembre pasó desta vida el mismo
apa Calixto: sucediólo en el pontificado Honorio
egundo deste nombre.
El año siguiente bobo guerras civiles en Francia
por causa que Alonso conde de Tolosa» prime her-
mano que era del rey de Castilla , y su mujer la con-
desa Faidlda pretendían tener derecho al condado de
la Proenza y apoderarse del por las armas. El condf
de Barcelona defendía con todas sus fuerzas aquel
estado como dote que era de dona Dulce su mujer.
Resultó que después de grandes diferencias y deba-
tes se vino á concierto : acordaron que Argencia >
Belicadro, pueblos sobre que la duda era mayor
t
HISTORIA DL C-^PANA.
di:í
á caal de las parte» pertenecían , y aquella parte de
la Proenza que está entre los ríos Druencía y Isara,
quedasen per el conde de Tolosa : los demás pueblos
y ciudades, y la mayor parte de Aviñon ciudad pues-
ta á la otra parte del rio Ródano , populosa y rica, se
adjudicaron á los condes de Barcelona. Concertaron
otrosí que así ellos como sus descendientes á trueco
se prohijasen unod á otros para efecto de sucederse
caso que alguna de las partes muriese sin dejar
JMJOS.
CAPITULO XIU.
De los principios del reino de Porlugal.
En la parte de Bspana que hoy se llama Portugal,
y casi es la misma que la antigua Lusitania, un nue-
yo reino se fundaba por estos tiempos en su distrito
no muy ancho , en el tiempo postrero entre los rei-
nos de España , en hazañas y valor muy noble y muy
dichoso ; pues no solo antiguameote pudo echar de
toda aquella tierra los moros enemigos de cristianos
sino los años adelante en tiempo de nuestros abuelos
y de nuestros padres mostraron tanto valor los por-
tugueses , que cen increíble esfuerzo y buena aicha
abrieron camino para pasar á todas las partes del
mundo , y sujetar en la África y en la Asia muchos
reyes y provincias , y hacelias tributarias á su impe-
rio. La luz de la verdadera religión y del Evangelio la
llevaron y la mostraron entre naciones y gentes muy
apartadas y bárbaras : gran gloría de su nación y
acrecentamiento de la Religión Cristiana. Tiéndese
la provincia de Portugal largamente por las riberas
del mar Océano occidental en lo postrero de España:
tiene por sus aledaños á Mediodía y á Setentrion los
ríos Guadiana y Miño, es larga mas de cien leguas,
la anchura es mucho menor ; por la parte que se
tiende mas, pasa de treinta y cinco leguas, por la
que mas se estrecha tiene mas de veinte. Divídese en
tres partes , los de aquende y allende Tajo, y la co-
marca que eslá entre Duero y Miño, que es la mas
fértil y aipRre , do está situada la antigua ciudad de
Braga : de la una parte de Tajo está Lisbona , de la
otra Ebora , todas tres ciudades arzobispales. El ter-
reno por la mayor parte es estéril y delgado , tanto
que de ordinario se sustentan de acarreo , ó por la
mar. La gente es muy deseosa de honra , y muy va-
liente entre todas hs de España : señalada en la ten-
plan2a del comer y^ del vestido, dada á la piedad y á
ios estadios de sabiduría , de toda humanidad y po-
licía.
Una parte pequeña desta provincia , aue los reyes
de Gasiília tenían ganada de moros , se oió á don En-
rique de Lorena , como queda dicho de suso , con
nombre de conde v en dote con doña Teresa su mu-
jer , que fue hija (bien que fuera de matrimonio) del
rey don Alonso el Sesto. Sus hijos dou Alonso , doña
Elvira y doña Sancha. Don Enrique su padre tenien-
do ya estos hijos , después de la muerte de Jofre rey
de Jerasa'én encendido en deseo de ayudar á Bal-
duino hermano del difunto, que era de su nación, y
aun su deudo como algunos piensan , pasó por mar á
la Tierra Santa : consejo y acuerdo , si se miran lus
razones humanas, ni prudfente ni recatado, por de-
jar á su mujer y hijos en peligro y tener tanto que
hacer en su tierra contra los moros. Su ida no fue de
algún efecto notable en Levante : así dio la* vuelta á
España. Vuelto , trató con el arzobispo de Toledo don
BHmardo , á cuyo cargo por ser primado estaba el
estado de las cosas eclesiásticas , que las ciudades de
Braga , Coimbra, Viseo, Lamego y Porto, que calan
todas en su distrito, t^olviesen a su antigua dlgoidad
y puciiesen en ellas obispos.
La reparación de Brega , y qdé ciudades tenia su -
jetas , mejor se entenderá por una bula de Calixto II,
cuyo fragmentóme pareció engerir en este lugar que
TOMO I.
dice asi : «Que la ifflesia de Braga ha][a antiguamen-
Dte sido insigne en los reinos de España, por muchos
» títulos de dignidad y gloria «sclareoida , «sí los in-
»dicios de su antigua nobleza , como los teátimonios
»de antiguas escrituras lo comprueban; pero porque
»quiso Dios castigar los pecados del pueblo que en
«ella vivía , con la entrada de los moros ó moabitas,
»así la dignidad arzobispal fue diminuida, como con*
«fundidos los términos de sus parroquias. Mas des-
«pues de largos espacios de tiempos la divina mise-
«ricordia de nuevo se ha dignado restituir la metrópoli ,
»y librar en gran parte las parroquias de la tiranía do
«los infieles. Por donde nuestro predecesor de santa
«memoria el papa Pascual la restituyó enteramentt^
«en su antigua dignidad , y la tornó á juntar todos
«sus miembros por el privilegio de la sede apostólica,
«Nosotros pues siguiendo sus pisadas , hermano ca-
«rísimo , y coepíscopo nuestro de la iglesia de Braga
«Peladlo, do por voluntad de Dios presides por la
«escritura de este presente privilegio confirmamos»
«la misma ciudad de Braga toda con el coto ó términu
«entero que á la misma iglesia dieron el conde don
«Enrique y doña Teresa su mujer como se contiene
«en la descripción del sobredicno señor. Y á la mis-
uma metrópoli de Braga restituimos la provincia de
«Galicia , y en ella las ciudades catedrales : ítem As-
«torga, Lugo, Tuy, Mondoñedo, Orense, Portu
«Columbria, y los pueblos que hoy tienen nombre de
«obispales , que son Viseo , Lamego , Egitania , Bri-
^tania con todas sus parroquias. «Hjsta aquí son pa-
labras de Calixto.
Catorce años antes deste tiempo en que vamos,
pasó desta vida don Enrique en Astorga ciudad de
Galicia , donde era ido para sosegar las guerras civi-
les de Castilla y Aragón. Su cuerpo sepultaron en
Braga en una capilla numílde ; que la ^andeza ó lo-
cura de los sepulcros que hoy se usan y de los gastos
intolerables que en esto se hacen, no se había intro-
ducido en aquella edad. La condesa doña Teresa su
mujer después de muerto su marido no tuvo mucha
mas cuanta cen la honestidad que su hermana doña
Urraca, porque casó con el conde de Trastamara
Fernán Paez : casamiento por lo. menos humilde, sí
ya no fue del todo ilícito por ser clandestino. Dicen
otrosí que tuvo conversación con uu hermano del
mismo llamado Bermudo, que sin embargo le dio
por mujer á doña Elvira su bija, y la otra hija llamada
doña Sancha casó con Fernando de Meneses. Pudo
ser que por odio se impusiesen falsamente algunas
cosas de las sobredichas contra la honestidad de&la
señora. La verdad es que Fernán Pérez alcanzó mu-
cha cabida con la condesa, y gobernaba lo mas alio
V lo mas bajo, y lo trastrocaba todo á su voluntad.
E! hacia la guerra, él gobernaba en tiempo de paz,
sin hacer caso de su antenado. Sufrió él con pacien-
cia este desaguisado y la mengua de su casa por tu
poca edad que tenia; pero adelante como quier q€e
por el odio y torpeza de su madre se le arrimase mu-
cha gente, determinó de tomar las armas.
No se descuidó su padrastro : hicieron levas de
ffente , díéronse vista y juntáronse los campos. Dióse
la batalla en la vega de Santivauez cerca de Guimara-
nes, que se entiende fue antigua Araduca , asentada
do se juntan los ríos Avo y Viscella. Quedó la victo -
ría por don Alonso , y con ella hobo en su po Jer a
Fernán Paez y á doña Teresa su madre. Al padrastm
soltó sobre pleitesía que saldría de toda Portugal, á
su madre puso en una estrecha prisiuu. Ella embra-
vecida por aquel desacato, envió á convidar y ro^ar
al rey de Castilla su sobrino le ayudase coutra los lu-
teutós crueles de su hijo. Prometió de darleel conda-
do de Portugal , que era muy justo' quitar á su hijo
por su inobediencia. Condescendió el de Castilla alus
ruedos de su tía, sea por compasión y lástima que la
tenia, ó con deseo de ensanchar su señorío. Juntó
316
un buen ejército con que se metió por las tierras de
Portugal : acudió su prinoo : diósela batalla, que fue
muy herida , en la vega de Valdeves puesta entre
Monzón y la puente de Limia. Fueron los caslellaoos
vencidos y forzadps á retirarse á Leou. El orgullo que
ͻor causa desla victoria cobraron los portugueses,
ue tan grande que sin mirar lo de adelante y sin te-
ner cuenta con sus pocas fuerzas se tenían ypubli*
caban por libres y exentos del señorío de Castilla.
El rey don Alonso con deseo de satisfacer y repri-
mir la lozanía de los contrarios, jumado que hobo
mes fuerzas revolvió sobre Portugal con noayor furia
que antes. Los portugueses por no tener fuerzus bas-
tantes se encerraron dentro de Gui marañes para con
la fortaleza de aquella plaza defenderse del enemigo
poderoso y bravo. Pusiéronse los castellanos sobre
ella , determinados de no partirse de allí antes de to-
malla y vengar la afrenta pasada. Estaba dentro con
el infante, que otros llaman duque de Portugal, Egas
Nuyez su ayo, persona do mucaa prudencia, y que
con su buena crianza cautivó maravillosamente el
buen natural de aquel príneipe, y fue causa que sus
buenas inclinaciones se mejorasen y diesen el fruto
de virtudes aventajadas. Este caballero, habida licen-
cia , salió á verse y hablar con el rey : díjole tales.ra-
zone.s, que le ablandó y inclinó á que se hiciesen
paces. Las condiciones fueron las que el mismo Egas
quiso otorgar : con tanto se alzó el cerco. Añaden los
historiadores de Portugal , á cuya cuenta se pon^n
csLis cosas, que pasados algunos años como don
Alonso el de Portugal mostrase estar olvidado y no
querer cumplir lo que su ayo en su nombre asenta*
ra, QUe sé partió para Toledo, y llegado á la presen-
cia del rey , con un dogal al cuello se le presentó de-
lunte. Díjole : tomad señor con mi muerte emienda
de la pulttbra y liomenuje que contra mi voluntad os
han quebrantado. Reparó el rey con espectáculo tan
estraordinario : movióse á misericordia por las lágri-
mas y aquel traje de persona tan venerable : perdo-
nóle lo hecho , dado que no le quiso honrar, por sos-
pechar algunos que debajo de aquella apariencia podia
haber algún trato doble y engaño.
CAPiTl'LO XIV.
l*e las guerras que el rey de Castilla hiio contra los
inor4>s.
Este fue el fin que tuvo por entonces la guerra de
Portugal : los que tienen mayor cuidado en rastrear
y ajustar los tiempos , piensan que concurrió con el
tafiode nuestra salvación de 1126: en. el cual año la
reina doña Urraca y el arzobispo ue Toledo don Ber-
nardo fallecieron casi en un mismo tiempo. La rein i
en el castillo de Saldaña ó en León ( como antes se
dijo) rebentó en la iglesia de San Isidro. Concuerdan
Ids historias con el día de su muerte que fue á siete
de marzo : la Historia Compostellana dice á diez,
sesto de los idus , y que fmó en tierra de Campo$. Su
cuerpo sepultaron magníficamente en León. Don
Bernardo J como se saca de diversos papeles de la
iglesia de Toledo, si bien señalan un ano antes des-
te ) falleció en Tuledo á los tres de abril cargado de
años y de edad , asaz esclarecido por las cosas que
hixo y por él pas iron. Sepultáronle en la misma cm-
dad en la iglesia Mayor con una letra , conforme al
tiempo algo grosera , qut) comenzaba por estas pala-
bras :
PRIMERO BERNARDO FUE AQUÍ PRIMADO VE-
NERANDO.
Verdad es que el arcediano de Alcor dice que está
enterrado en el monasterio de Saliagun junto al lu-
cillo del rey don Alonso el Sesto. Fue arzobispo por
espacio de cuarenta años. Doce años antes que falle-
BIBLIOTECA DE ClSPAR T ROin.
cíese ( los Anales de iSevílla dicen ocbo)^ cpn ios gen-
,tes y sus espensas ganó de moros la villa de Alcalá,
en aquella sazón puesta de la otra parte del río de
Henares en un recuesto áspero que se levanta sobre
la misma ribera. Los reales del arzobispo se asenta-
ron en un collado mas alto y como padrastro , que al
{iresente se llama de la Vera Cruz. Desde allí los fie*
es apretaron á los moros , y los trabajaron de tal
guisa que fueron forzados á desamparar el luflar, ma-
guen que era muy fuerte. Por esta causa desde aquel
tiempo quedó cuanto á lo temporal y espiritual por
los arzobispos de Toledo.
Sucedió á don Bernardo don Raimundo ó Ramón
obispo á la sazón de Osma : vinief on en su elección
primero el clero de Toledo que la votó, después el
papa Honorio ; en cuyo tiempo los obispos ^ abades y
señores del reino se juntaron en Patencia, y con
ellos el nuevo prelado de Toledo, que se llamaba pri-
mado y aun legado de la sede apostólica, según qoe
se halla en la Historia. Compostellana: debió de ser
de solo nombre , porque el que presidió, y por caya
autoridad se juntó este concilio , fue don Diego Gel-
mirez arzobispo de Santiago por título de legado , ca
la legacía que tuvo don Bernardo , como lo nota el
arcediano de Ronda , no se dio á su sucesor , sino á
este don Diego Gelmirez , y después del á Juan arzo-
bispo de Braga , el cual muerto , dice no se dióáoUo
ninguno. En Palencia se hallaron presentes el rey y
la reina. Abrióse el concilio al principio de la cuares-
ma del año 1129. En él demás de otras cosas halló
que se establecieron dos muy notables : la primera
que no se recibiesen ofrendas de diezmos de los des-
comulgados : la segunda que no se diesen las iglesias
á los legos quier fuese con color de prestimonio,
quierde vilicacíon; de donde se puede entender el
principio y origen que los beneficios llamados prés-
tamos tuvieron en España , que eran como mayordo-
mos de las iglesias ( i ). Espidió eso mismo el rey un
privilejgio, en que á ejemplo de su tío el pontífice Ca-
nxto dice que traslada de Mérida luego que fuere re-
cobrada de moros , los derechos reales á la ciudad de
Santiago.
Poco después el cardenal Humberto que vino á Es-
paña por legado, juntó en Lieon otro concilio de obis-
pos para tratar del matrimonio del rey , que algunos
pretendían era inválido. Casóse el rey don Alonso el
segundo año después de la muerte de su madre con
dona Berenguela hija de don Ramón Berenguel con-
de de Barcelona. Celebráronse las bodas en Saldañl
por el mes de noviembre : tuvo en ella los años si-
guientes á sus hijos don Sancho, don Femando,
doña Isabel y doña Sancha. Constaba que dona Be-
renguela tenia deudo con su marido por la linea de
los reyes de Castilla, y asimismo por la de los condes
de Barcelona. Tratóse el negocio , y hiciéronse los
autos acostumbrados : venidos á sentencia, los obis-
pos pronunciaron que aauel pjrentesco no era en al-
ffuno de los grados prohibidos p ir la Iglesia y por
derecho. El emperador don Alonso era bisnieto de
don Femando rev de Castilla. Doña Berenguela ter-
cera nieta de su normano don Ramiro rey de Aragón
por vía de su liiía doña Teresa . que casó en la Proep-
za y fue madre del conde de Gilberto , padre de doña
(1) Además se lee ^ntre sus i 7 ráoones:
Qoe no s^ arrienden las iglesias á los legos, ni se las dea
por empréstito.
Que nio^unoembarace eo los caminos i los peregrinos qos
van á Santiago* so pena de reclusión eo un aMoasterio, 4
destierro del reino,
Que todos obedezcan fielmente al rey , y el qoe no lo baga
sea escoffiulgado.
Que nadie obligue i los eclesiásticos á ir á la guerra , ai
llevar armas, ni hacer alguna cosa que sea coiflra loici-
oooes.
Que los legos no llevan las tercias y ofireodas de Iss
iglesias > y que los obispos solos puedan disposer di ellai.
RnTOMA DB mPASik.
317
Doice, que casó con Ramón Berenguel conde de
Barcelona ya diclio. Conforme á esto el deudo era en
cuarto Y guiato grado , y no mas.
Concluido este pleito , las fuerzas del reino se en-
dereaaron contra moros. Hizo el rey entrada en las
tierras de los infieles por la parte del rdno de Toledo.
Púsose sobre CaJatraTa, cuyos moradores hacían
grandes daños en los campos comarcanos: apretóle
el cerco, que fue largo; en fin se ganó , y el rej la
entregó al anobispado de Toledo para que fuese señor
deila ▼ la tuviese á su cargo. El crédito y fama de los
caballeros Templarios , de su valor y esfuerzo, no te-
nia par: por esta causa el arzobispo les entregó aque-
lla plaza. Así lo afirman los mas autores, puesto que
algunos piensan que estos caballeros no fueron los
Témplanos, sino otros que, tomada la señal de la cruz
¿ imitación de la guerra que se hacia en la Tierra
Santa, seguían á sus espensas los reales de kw cris-
tianos con celo de hacer daño á los moros , y intento
de ganar la indulgencia á los tales concedími por los
papas. Ganáronse dosta vez por aquella comarca
Atareos, Garacuel, que Antonino en su Itinerario
llama CarcuYÍo , Mestansa , Alcudia , Almodovar del
Campo, y en la misma Sierramorena ganaron el lugar
de Pedrocfae. Lo demás parecía seria fácil de con-
E' tar por el gran miedo que se apoderara de aqué-
jente infiel; pero la sazón del tiempo que era tar^
de, reprimió los intentos del rey. Pasadoel invierno,
sacó las gentes de sus alojamientos; con que por los
desiertos de Caslona, que es parte de Sierramorena,
rompió por el Andalucía talando , saqueando, y ro-
bando por todas partes. Cercaron á Jaén, mas no la
pudieron tomar: dado que por todo el tiempo del
raYíemo estuvieron sobre aquella ciudad , la fortale-
za de los murüs y esfuerzo de los cercados hizo que
no se pudiese entrar.
Tema por aquella sazón el imperio de los Almorá-
vides en AÍHca y en España Albohali hijo de Hali
nieto de Juzeph, príncipe de menor poder y fuerzas
que sus antepasados por causa de las guerras civiles
que andaban encendidas entre los moros. Era esta
buena ocasión para dañarle y hacerle guerra. El sue-
gro del rey don Alonso conde de Barcelona falleció
d año i 131 ; dejó por señor de Barcelona y de Car-
casona y de Bodes, ciudades de Francia que eran
de su señorío . á su hijo mayor don Ramón. A don
Berenguel su «yo segundo mandó los condados de la
Proenza y de Aymillan. Doña Cecilia su hija casó con
don Bernardo, conde de Fox : con Ayraerico conde
de Narbona casó otra su hija , cuyo nombre no se sa-
be. Las demás bijas que tenia, quedaron encomen-
dadas á don Berenguel su hermano , que casaron en
Francia con otros grandes personajes.
El año que se siguió , no tuvo cosa de que contar
sea , salvo que el rey don Alonso volvió de la guerra
de Andahiciay alzado el cerco de Jaén; y don Sancho
hijo del rey fue armado caballero el mismo dia (1)
del apóstol San Matia en Valladolid con la ceremo-
nia muv solemne que en aquellos tiempos se acos-
tumbraba. Su mismo padre le armó de todas armas,
y le dñó la espada, que era muestra de darle por m a-
yor de edad y emanciparle** servia otrosi de espuelas
para que con grande ánimo remedase las virtudes y
valor de sus antepasados, y á su ejemplo pretendiese
sanar honra, prez y renombre inmortal en servicio
de Dios y de su patria.
CAPITULO XV.
Cómo don Alonso rey de Aragón fue muerto.
Esn era el estado de las cosas en Castilla y en
Portugal. En Aragón, como habían comenzado , te-
(1) Apena tendría tres afios, Poes el rey se casó el
M 1128, y á esa edad ntagnno se armaba caballero. Ser-
ano
TOMO I.
nian buen progreso. Los pueblos y castillos cercanos
de los moros se ganaban, y el señorío de aquella gen-
te infiel iba cuesta aba|o. Toda la Celtilberia quedó
por los nuestros: asimismo Molina en la misma co-
marca , que ya era tributaria á los cristianos, fue for-
zada á rendirse. A la ciudad de pamplona se añadió
el arrabal llamado de San Saturnino, en que pusieron
franceses con derecho que se les dio de naturales y
ciudadanos. Concedióseies otrosi que tuviesen por
leyes el fuero de Jaca , y conforme á él en particular
y en común se gobemasjen y sentenciasen los pleitos.
Estaban los moros muy éstendidos y enseñoreados de
las riberas del mar noria parte que en ella desagua el
rio Ebro: desde allí hacia daños con cerrerías y ca-
balgadas en ios pueblos y campos comarcanos. Para
reprimillos tenian necesidad de flota, y así el rey
mandó hacer muchas barcas y bajeles en Zaragoza;
y consta que antiguamente en el imperio de Vespa-
siano y de sus hijos, reparadas y enderezadas y acá-
naladas las riberas de Ebro , se navegaba aquel rio
hasta un pueblo llamado Vario, que demarca no lejos
de do al presente está la ciudad da Logroño , sesenta
y cinco leguas de la mar: grande comodidad para los
tratos y comercio. Mequinencia, que se entiende en
la ^ue César llamó Octogesa , pueblo fuerte por su
sitio y por las murallas , está asentado en la parte en
que los ríos Ginga y Segre se juntan en una madre.
Deste pueblo al presente se apoderó el rev de Aragón,
echada del la guarnición de moros que dentro tenia.
Toda esta prosperidad y alegría se trocó en lloro y
se anubló por una desgracia, que sucedió sin pensar,
muy grande. Es asi que de ordinario las cosas de la
tierra tienen poca firmeza, y el alegría muchas veces
se nos agua , poraue de la prosperidad unos toman
ocasión de descuidarse, otros de atreverse demasiado:
lo uno y lo otro hace que se trueque la buenandan-
za en contrario. El caso pasó desta manera. Fraga
{meblo de loa ilergetes (á la cual Ptolomeo llama (á-
licia Flavia), mas conocido por el desastro desta
guerra que por otra cosa alguna que en él baya, está
asentado en un altozano y monte de tierra, que por
delante comido eon las corrientes v creciente del
rio Cinga, hace que la entrada sea áspera de guisa
que pocos se la pueden á muchos defender. Por las
espaldas se levantan unos collados no ásperos y to-
dos cultivados; pero tan pegados con el pueblo, que
impiden no se pueda batir con los ingenios ni apro-
vechane de la artillería. El rey después que tomó á
Meauínencia, animado coa aquel suceso, con inten-
to <k pasar adelante con sus conquistas se metió por
la tierra de los ilergetes el río de Segre arriba, en
que entra el rio Cinga: quedaba por aquellas partes
lo mas dificultoso de la guerra por ser los pueblos
muy fuertes , y porque los moros en gran número se
retiraran á aquellos lugares para salvarse.
Los reyes oe Lérida y de Fraga con tan gran con-
curso de gente cobraron por esta causa muchas fuer-
zas , y comenzaban á poner espanto á los cristianos.
Los reales del ra v se asentaron sobre Fraga el mes de
agosto del año de Cristo de 4113. La esperanza y
aparato fue mayor que el provecho: el tiempo del
ano , que comenzaba el invierno^ y por tanto las or-
dinarias lluvias forzaron á despedir el ejército, y en-
vialle á invernar con orden que de nuevo se juntasen
al principio del verano, volvieron al cerco por el mes
de febrero no con menor esfuerzo ni con menor ejér-
cito que antes. Gastáronse en él los meses de mano
y abril. sin hacer efecto que de contar sea, por estar
los moradores apercebidos de todas las cosas, alma-
cén V municiones contra la tempestad que les ame-
nazaba; y con la esperanza que tenian de ser socor- .
ridos, Úevaban en paciencia los daños de la guerra y
ffanza y Sandovál bao deoostratlo' que se armó caballero eo
Valladoüd el afio tí53.
i A**
318
BIBUOTBCA OB GASPAR T ROIG.
los trabajos del cerco. AbeDgami , rey de Lérida,
con gentes que juntó de todas partes, vino al socorro
de los cercados. Dióse la batalla cerca de Fraga el dia
de las santas Justa y Rufina. Los fieles se bailaban
cansados con la guerra, y eran en pequeño número
por quedar buena parte en guarda délos reales, ca
temian no fuesen de los de dentro acometidos por las
espaldas: los moros entraban en la pelea de refresco
y muy feroces. Perecieron muchos cristianos en
aquella batalla. Esta pérdida no fue parte para que
el cerco se alzase á causa que el daño de los moros
no fue mucho menor.
El rey todavía temeroso de mayor peligro se partió
á la raya de Castilla para juntar nuevas gentes en
Soria y su comarca. Con esta traza y socorro corrió
los campos de los enemigos sin parar hasta dar vista
á Monzón. Iba en pos de los demás no muy lejos el
mismo rey con una compañía de trecientos de á
caballo. Este escuadrón encontró acaso con un
gran número de la caballería enemiga que le rodeó
por todas parles. El rey visto el peligro en que se ha-
llaba con pocas palabras que dijo, animó á los suyos
á hacer el deber:
aQue se acordasen que eran cristianos , y con su
«acostumbrado esfuerzo acometiesen á los enemigos.
sQue el atrevimiento les serviría de reparo, y en el
Draiedo estaría su perdición. Con el hierro (dice) y
»con la fortaleza saldréis deste aprieto , no pongáis
ven el vuestra esperanza ; y si á vuestra valentía la
Dfortuna no ayuaare y Dios que lo puede todo y
vacorre á los suyos en semejantes aprietos, procurad
Dá lo menos de vender caras vuestras vidas, y no ha-
»gais con rendiros afrenta á vuestro valor y fama;
tfaotcs con las armas en las manos y con el esfuerzo
i>que conviene, morid como buenos, si fuere nece-
«sario.
Vínose luego á las manos. Los fieles conforme al
aprieto en que estaban , peleaban valientemente. El
rey andaba entre los primeros. Señaláb.ise por su es-
fuerzo, por la sobreveste y lucidas armas que lle^t-
ba: así los golpes y tiros de los moros se endereza-
ban contra él. Diéronle tanta priesa, que en fin le
mataron. Los demás, perdido su caudillo, parte como
buenos murieron en la demanda, parte se salvaron
Serlos pies. Desta manera pasó aquel encuentro tan
esgraciado , si bien de la muerte del rey se levanta-
ron después diversos rumores. El vulgo en casos se-
mejantes suele trovar y invertar varias consejas: los
unos de buena gana creen lo que desean , los otros á
lo que oyen , añaden siempre algo para que las nue-
vas sean mas alegres ó menos pesadas. Alsunos de-
cían que cansados de vivir , perdida aquella batalla,
se ftíe á Jerusalén : otros escribieron que el cuerpo
comprado por dineros fue sepultado en el monaste-
rio ae Montaragón. El mas acertado parecer, que
cayó en aquel desastre por poner las manos con co-
dicia en ios tesoros de las iglesias , dado que el arzo-
bispo don Rodrigo y las historias de Aragón alaban á
este rey de religioso, pió j manso. Lo que yo en-
tiendo , y tiene mas probabilidad , es que su cuerpo
no se pudo hallar por ser grande el número de los
muertos, y que esta fue la causa de las varias opinio-
nes que resultaron. Lo cierto que aquella desgracia
sucedió cerca del lugar de Sariñena á siete de se-
tiembre del año <jue se contó 1 i34.
Fue este príncipe gran capital , en ánimo , valor,
fortaleza sin par, gran gloria y honra de España,
trabó batalla con sus enemigos por veinte y nueve
veces, como lo afirma un autor antiguo, y las mas
salió vencedor: reinó por espacio de treinta años.
Otorgó su testamento treá anos antes de su muerte
en sazón que tenia sitio sobre Bayona de Francia, que
dicen nuestras historias la tomó, y que en aquel cer-
co el conde don Pedro de Lara , nizo campo con
Alonso Jordán conde de Tolosa, y que el de Lara
quedó allí muerto. Aquel testamento fuo muy nota-
ble , y que dio mucho que decir , y aun ocasión á
muchas revueltas y debates. Hizo en él mandas de
muchos pueblos y castillos á los templos y monaste-
rios de casi toda España : porque no tenia hijos dejó
por herederos de todos sus estados á los Templarios y
á los Hospitalarios, y también á los que guardaban el
Santo Sepulcro de Jerusalén, para que aquellas tres
órdenes de caballería los repartiesen entre si : ejem-
plo de liberalidad murmurada mucho de los presen-
tes, y de que no menos se maravillaron los de ade-
lante. Era tan grande el deseo que todos tenían de
ayudar á la guerra que se hacia en la Tierra Santa
para que se conservase y aumentase lo ganado, que
a portía varones y mujeres , príncipes y particulares
daban para este efecto pueblos, castillos, here-
dades.
Remata el dicho testamento con graves maldicio-
nes que echa contra los que intentasen Innovar algo
en lo que dejaba mandado; pero sin embargo los ara-
goneses y navarros se juntaron en Borgia, puesta á
la raya de Navarra para nombrar rey. Era señor de
aquella ciudad por merced del rey muerto don Pedro
de Atares, varun muy ilustre, y como algunos sos-
pechan mas que prueban , deceodia de la casa real.
Sus partes sin duda eran muy aventajadas, y muy
grande la voluntad que el pueblo le tenia. Parecía
que sin con tradición le alzarian por rey , y fuera así
si no se desabriera, con la soberbia y arrogancia de
que comenzó á usar, gran parte de los señores y ri-
cos hombres : el apresurarse es á muchos ocasión
de perder lo que teniau en la mano. Los varones
prudentes consideraban cuál seria, hecho rey, el que
siendo particular, era intolerable. Atizaba á los de-
más en esta razón un hombre muy noble y de grande
ingenio por nombre Pedro Tizón , cuya autoridad y
consejos como siguiesen los otros, y en este parecer
se conformasen, sin concluir se partieron de las cor-
tes. Los navarros aborrecían el señorío de los arafzo-
iieses, y juzgaban que siempre á los despojados fue
licito recobrar de los tiranos ó de sus sucesores lo
que injustamente les tomaron. Por esto hicieroa sus
juntas á parte y á persuasión de Sancho Rosa, obispo
de Pamplona alzaron por su rey á don García que ve-
nia de sus antiguos reyes, ca era hijo de don Riimi-
ro, nieto del rey don Sancho, que dijimos fue muer-
to por su hermano don Ramón: así por voto coman
de la gente fue nombrado por rey en Pamplona.
Al contrario los aragoneses en Monzón do se jun-
taron , declararon por rey á don Ramiro hermano del
rey muerto, aunque monge, y de abad de Saha-
gun (1) electo obispo primero de Burgos, después
de Pamplona, y últimamente de Roda y Barbastro:
la corona que le dieron en Huesca , juntó con la co-
gulla, y con la mitra la púrpura real : cosa en todo
tiempo de grande maravilla. Conformáronse en este
acuerdo (á lo que sospecho) por no poderlo escusar
no solo por ser el mas cercano en deudo á que el
pueblo se inclinaba, sino por evitar la guerra que
amenazaba, si contrastaran al que desque supo la
muerte de su hermano , se llamó luego rey. Hay es-
critura y instrumento original en que se baila que
luego por el mes de octubre se llama rey y sacerdote,
su data en Barbastro. No pararon en esto las aflicio-
nes del pueblo: maguer que era de mucha ^ad.
tanto que mas de cuarenta anos eran pasados después
que tomó el hábito en el monasterio de Tomer , le
forzaron para tener sucesión á casarse con dispensa-
ción (como se debe creer y lo dicen autores) del ro-
mano pontífice Inocencio 'Sef;undo. De donde resultó
otra maravilla, ser uno mismo monge, sacerdote-,
( 1 ) So'o fac mnniye proreso del monasterio de San Poiif Je
Tomiers, en la piovinna de Narbona.
HISTORIA DE ESPAÑA.
Ii9
oIiLspo, casado y rey. Casó con doña Inés hermana
de Guillen, conde de Potiers y de Goiena, el .cual
dos anos aaelante murió en Santiago de Galicia , do
vino por su devoción en romería. Su hija mayor por
nombre Leonor casó por mandado de su padre con
Luis rey de Francia llamado el mas mozo. Desta
señora , después de tener dos hijas se apartó por de-
creto del papa Eugenio Tercero á causa que eran
parientes. Hecho este divorcio . casó de nuevo el
Francés con dona Isabel hija de aon Alonso el Sete-
no, emperador y rey de Castilla. Doña Leonor casó
con Enrique duque de Anjou y Normandia, que ade-
lante fue rey de Ingalaterra , v juntó lo de Potiers y
Guiena ó Aquitania con aquel reino : ocasión de que
resultaron largas y crueles guerras que se hicieron
aquellas dos naciones, para toda la Francia perjudi*
cíales, feas y malas para toda la cristiandad.
CAPITULO XVI.
Te nuevas guerras que hobo en España entre los prin-
cipes cristianos.
Por la elección de los reyes don García y don Ra-
miro resultaron grandes alteraciones: levantóse
cruel tormenta de guerras, y los reinos de Navarra y
Aragón, como la nave en el mar alterado, cuando
mayor necesidad tenian de piloto y gobernalle, enton-
ces se hallaban mas desamparados y faltos de toda
ayuda á causa de las pocas fuerzas que tenia don
García, y por la mucha edad y vejez de don Ramiro,
lü rey de Castilla pretendía y publicaba que el uno y
el otro reino pertenecían á su corona. El derecho
3ue para esto alegaba, se tomaba de su tercer abuelo
on Sancho rey de Navarra por sobrenombre el Ma-
yor: pretensión ^o muy fuera de -camino, que las ór-
denes militares, á las cuales don Alonso rev de Ara- \
gon nombró por sus herederos, de toaos eran
esclaidas , pues no era razón ni conforme á las leyes
?[ue alguno subiese á la cumbre del reino , que no
aese de la alcuña y sangre de ios reyes antiguos.
Estas razones y otras semejantes ventilaban los
legistas en sus rincones y por las plazas: los, mejores
y mas fuertes derechos de reinar, que son de ordi-
dinario las fuerzas y poder, estaban claramente por el
rey de Castilla, sin que le faltasen aficionados en el un
reino y en el otro en tiempo tan revuelto y tanta di-
versidad de pareceres. Pues porque no pareciese
faltaba á la ocasión, con todas sus gentes rompió por
la Rioja, y por aquella parte se apoderó de las plazas
y castillos que don Alonso su padrastro desde Villo-
rado hasta Calahorra, primero por fuerza y después
por virtud del asiento que últimamente tomaron^ le
ieoia usurpados: estos fueron las ciudades de Naja-
ra y Logroño, Arnedo y Yiguera sin otros lugares de
menor cuantía. Demás desto en Vizcaya, y en aque-
lla parte que se llama Álava , puso sitio sobre Vito-
ria, que le defendieron valientemente los naturales
de manera que no la pudo entrar, si bien alrededor
della se apoderó de otros pueblos : con esto el rio
Ebro quedó desta vez por raya entre los dos reinos
de Castilla y de Navarra. Grande era la alteración de
las cosas: muchos asi señores seglares como obispos
seguían el campo del rey, en este número se conta-
ban Bernardo , obispo de Sigücnza ; Sancho, de Na-
jara; Beltran, de Osma. Ayudaban otrosí con sus
gentes don Ramón, conde de Bitrcelona ; Armengol,
conde de ürgel; Alonso Jordán, de Tolosa; Rogerio,
de Fox , Miro, de Pallas; sin otro gran número de se-
ñores estraños, que todos estaban á su devoción.
Con tantas ayudas que de todas partes acudían, el
rey, concluido lo de la Rioja y Vizcaya, revolvió lue-
go sobre Aragón con tanto denuedo y presteza, que
el próximo mes de diciembre estaba apoderado de
todo lo que de aquel reino está desta parte de Ebro.
£1 rey don Ramiro no se hallaba aperoebído para
contrastar á tan grande poder , y no menos se rece-
laba de sus pocas fuerzas que de las voluntades de
algunos de sus vasallos. Acordó retirarse á lo de So-
brarve para con la fragura y maleza de aquellos luga-
res entretenerse , y esperar mejores temporales ó
que se viniese á concierto , á que él mucho se incli-
naba, á tal que fuese honesto y tolerable. Andaba de
por medio para concertar estas diferencias Oldegario
arzobispo ae Tarragona, persona de grandes prendas
y mucha autoridad. El trabajo era grande , pequeña
la esperanza de hacer efecto por las grandes diíicul-
tades que se ofrecían, y la mayor, que ninguno se
contentaba con la parte por la codicia y esperanza
que tenia de salir con el todo.
El de Navarra resi|eIto de concertarse y tomar al-
gún asieoto por lo que le tocaba , sobre seguro vino
á Castilla. En una junta y cortes muy grandes que
se tuvieron en la ciudad de León , se hallaron pre-
sentes el rey don Alonso de Castilla, doña Beren^uela
su mujer , y doña Sancha su hermana , y el mismo
don García rey de Navarra sin otros grandes señores
y personas de cuenta. En estas cortes se acordó que
el de Castilla tomase título y armas de emperador.
Parecíales , pues tenia por sujetos y feudatirios los
aragoneses , ios navarros, los catalanes con parte de
la Francia , que bien le cuadraba aquella corona y
magestad. Coronóle el arzobispo de Toledo. Tenia á
manderecha al rey de Navarra y al otro lado el obis-
po de Leoo llamado Arriano.
Dio su consentimiento el papa según que lo testi-
fican nuestras historias, es a saber Inocenco Segun-
do , que en aquella sazón tenia el gobierno de la
Iglesia, dado que apenas se puede creer quisiese ha-
cer tan grande befa á Alemana; si ya no lue que con
noi-nbrar nuevo emperador en España quiso castigar
y satisfacer de las insolencias y desacatos muy ^n-
des y ordinarios de aquellos emperadores. Hizose
este auto tan solemne en Santa María de León el
mismo dia de la Pascua de Espíritu Santo del año
de 11 3o, como lo testifica un escritor de aquel tiem-.
po , y se entiende por los actos de aquellas córtes-
Despues desto el nuevo emperador se tornó á coro
nar en Toledo, bien que no se sabe en qué dia ni
año. Destas dos coronaciones resultó á lo que se en-
tiende, la diversidad de opiniones, y que unos escri-
biesen que se coronó en Toledo, otros que en León.
En los archivos de Toledo hay un privilegio que
concedió el rey don Alonso á esta ciudad: allí dice
que tomó la primera corona del imperio en León:
fialabras de aue con razón se saca que á imitación de.
os emperaaores de Alemana, que se coronan por
tres veces , quiso el nuevo emperador coronarse pri-
mera y segunda vez en diversas partes. Autor de
aquel tiempo dice que se coronó tres veces (1) » la
primera en Toledo dia de Navidad , la segunda en
León ; y que la corona de oro la tomó en Composte-
lia: todo á imitación de los emperadores de Alemana.
Lo cierto es que si bien algunos otros reyes de Es-
paña acometieron antes deste tiempo á tomar apelli-
do de emperador, este principe entre todos ellos con-
serva este sobrenombre , que vulgarmente le lla-
mamos don Alonso el emperador.
Asimismo se tiene por cosa averiguada que la ciu
dad de Toledo desde este tiempo comenzó á usar da
las armas que hoy tiene , que es un emperador asen-
tado en su trono con vestidura rozagante , el globo
del mundo en la mano siniestra, y en la derecha una
espada desnuda. Antes desto tenia dos estrellas por
armas, y después un león rapante. Comenzóse otrosí
á llamar ciuoad imperial como se tiene comunmente
por tradición, demás que del rey don Juan el Segun-
(1) Solo consta que tomó el titalo de emperador antes de
8tt corooacioa; y los padres del coacilio de PaJencia ea i tS9'
se le dieron.
BIBLKITECA DE
a escritura ó cédula real eti qne le da ese
Amu de TjIuJo
iafaiita Joña Sanclu , la llsraa hermana del empera-
dor de España, fue cíta señora muy pia : murió sin
casarse , llamábase reina porque su hermaDo le Ai6
este apellido desde el priacipiü de su reiaado. Demiifl
desto Pedro abad cliiniacen«e en una caria que es-
uribió al mismo papa Inocencio Sej;undo,usa desti
Srincipio: uEI emperador de España, t^an principe
el pueblo cristiano , devoto hijo de vuestra niages-
tad.etc.» Ruégale en aquella carta venga en que el
obispo de Salamanca se traslade á Santiago de Gali-
cia , j que condescienda en esto con el deseo del
clero ; pueblo de aquella ciudad que lo pedia. Esle
obispo era Beren^io, que cuatro años adelante por
muerte de don Diego Gelmirez fue elegido en segun-
do arzobispo de la iglesia de Saolago.
Volvamos al emperador. Luego que tomú aquel tí-
tulo, nombró i sus hijos pnr reyes (i), ádon Sancho
el dijo mayor señaid el reino de Castilla, y á don Per-
iianuo el menor el de León , con que dejó divididos
sus B8tadot:reBolucÍoo poco acertada, que siempre
se tacbaré, y sin embarg» se usará muchas Veces
por tener los padres mas cnenta con la comodidad de
■US hijos quedel bien comon. No sa descuidaban los
prelados y señores que tomaran h mano en concer-
tar las difereocias susodicbas, de apretar y llevar
adelante estas prácticas. Lo de Aragón annnoeetaba
sazonado: concertaron después de mucho trabajo
re los reyes don Alonso y don García se juntasen
nuevo pñia tratar de sus haciendas en el lugar de
Paradina puesto á la ribera del río Ebro. Alli se vie-
ron el dia señalado, que fue á veinte y siete de «»•
tiembre. Hallóse presente la reina doña fiereuguela
ya emperatriz. Concertilse la paz coneata condición:
3ae prá* don García quedase el reino de Ravarra , y
emaa dd todo lo que el emperador tenia conquista-
do del reino de Ara^n , á tal que tuviese todo su
estado como feudatario y moviente de Castilla. De-
más de esto m asentó que los dos juntasen su fuer-
zas contra don Ramiro para qnitalle el reino que te-
nia á tuerto usurpado como eflos decían.
Con este concierto los aragoneses j navarros Re-
daron revueltos entre sf, y se hicieron gravea danos.
Acudieron á atajar estas diferaiciaa los señores y
obispos de aquellas doi naciones. Acordaron se nom-
brasen tres jueces por cada una de las partes para
componer estos debates. JunUronse en una aldea
llamada Vadoluengo por Aragón don Caial, y Ferriz
CAi^PAR V SOIG.
de Huesca y don Pedro de Atares; por Nararradon
Ladran , don Guillen Amar y don Jimeno Amar.
CtHicertaroD que se dejasen tes armas; (jaelostír-
minos de Aragón y Kavarra fuesen los mismos qut el
rey don Sancho el Hayor dejó señalados , es á saber
los ríos Sarazaso , Ida y Aragón haata que meiclui
sus aguas con las de Ebro. Lode ValdemracalvBío-
zal con otrosluftares comarcanos, dado que cuan «D
la parte que adjudicaban á los aragoneses, auedanm
en poder de don Garda por todo eltiempo de su vi-
da^ que tendría empero todo sureinoj estado Goau
sujeto y feudatario de Aragón, que era lo mismo qua
tenia concertado y prometido al de Castilla: tan poa
firmeza tenia lo que por estos tiempos se concertibi.
Para que todo esto fuese mas firme, se juntaron los
dos reyes en Pamplona. Con esto parácit que lai co-
sas se encaminarían como se deseaba, cuudo <m
caso no pensado lo desbarató todo. Iñigo Ayvar quier
por ser así verdad , quier portpie le pesaba de lu
paces , avisó al rey don Ramuo que loa navarros tn-
lalmn de secreto de matalle. Como el rey diese cré-
dito al reporte, disfrazado; de nucbeseaaliódePim-
plonn sin parar basta llegar al monasterio de Sin
Salvador de Leyre: de allí so partió mas ofenditlo
que vino, y quitada (mal pecado) todaeaperaniade
concierto, de nuevo volvieron á rompimiento.
Don Ramiro por su edad no solo de los principes
sino también del pueblo parece era meoo^ecinlo,
en tanto grado que vulgarmente le llamaban el rey
Cogulla, yleponisnoiros nombres de desprecio. Es
el vulgo una be»tia indómita, y que ni con beneficies
ni ifor miedo enfrena las lenguas. A ejemplo pnes de
Periandra tirano de Curiólo, yde Tarqumio última
rey de los romanos, se dice acometió una hazaña
digna de memoria para la posteridad pero cruel y
fea para una persona consagrada. Llamoí cortes los
grandes del reino para Huesca el año 1136: la voi
era que queda alli tratar negocios muy graves. Acu-
dieron á su llamado muchos, de loa cuaJea hizo pu-
tar lue^ quince señores que parecían serle mas
contrarios, los cinco de la casa de Luna, tos demás
de la principal nobleza del reino , cuyos nombres no
me pareció era necesario relatarlos en parlicnlar. El
abad del monasterio de Tomer con quien comunicó
todo esto, reüoren le dió este consejo, ca preguntado
por los embajadores que el rey le despachó en esU
razón , lo que debía hacer en tan grande revuelta
como le en que las cosas andaban , en presencia
delloe con una hoz derribó lo mas alto de las coles
que en su huerta planUra , sin dar otra respncsU
mas que esta, que fue avisalle de lo que bízo.
Lo que se dice de don Ramiro y de su «tamienlo y
poca muña, no psreco creíble: que era tan para po-
co y de tan poca habilidad que en la guerra por llevar
el escudo eñibarazado «i la izquierda y en la derecha
la lanza regia el caballo y las riendas coo los dientes:
Sarece fábula sin propósito. Lo qne consta ea que
le-tenidopor hombre poco i propósito para él go-
bierno, 7 de menos valor que pedia peso tan grande:
de que se tomó ocasión para tramar estas consejas.
Por conclusión como ni asimismo satisfaciese nía los
otros, enfadado del gobierno, determinado dedejarle
nue ya tenia una nija que se llamó áañt Petroni-
, a aquellas cortes de Huesca dió intención de lo
que pretendía hacer, y amonestó álrvpresenlesqoe
pospuesto lodo lo al, debian con mucha instancia
Krocurar la amistad del emperador don Alonso, sin
acer mención alguna de vengar las injurias de loi
navarros, quier fuese por deseode la pai, quier pw
haberse ellos purgado bastantemente de lo que les
levantaron, haber puesto asechanzas í sd vida.
Üon Ramón conde de Barcelma fue el que prínci-
S límente se puso de por medio psra concertarlas
ferencias entre Castilla ; Aragón, como poraona
que tenia gnndes alianzas con el tin príncipe 7 con
«I otro, demia queje dieron intencioD por atedio de
don CuuJ boml»vpríiicip>l de cattrle con ta Infanta
doDaPetroniiii jnacerleref de Aragón. A la ribera
de Ebra treí le^tiu arriba de Zaragoza está Alagon:
este pueblo señalaron para one los doa reyes >e *ie-
HD ; icadieraa el dia «eñalado , que Tue á teinte j
cuatro del mes de agoato. Acordüse qne la ciudad de
Zaragoia ruase restituida al se5or{o de Aragón : que-
daron por Castilla Calata jud y Alagon con los demás
pollón que estío desta parte de Ebro. Para mayor
«e^urídad deste concierto el rey don Ramiro dio hd
bija en retienes, dado que noae pudo alcBuzarc8sa<;e
cim don Sancho hijo mayor del emperador por estar
prometida al conde de Barcelona , aue lea venia mas
a cusdU por ser gran señor y caerles lo de Catalana
rony cerca : además que se enreudio alcaniaria del
enoendor todo lo que quisiese, porel estrecho deu-
do j amistad que con fl tenia.
KB lodo esto DO solo no se blio caso de la coofede-
ración que por entrambas partes tenían puesta con
el rey de Nanrra, antes uno de loa principaleii capi-
tulas desU nueva avenencia fue que jnntarian las
- amas de Castilla ; Aragoa para hacer la guerra al
Navarro ; nui <l «visado de lo que pasaba , se aperce-
bia de todo lo necesario : principe de gran corazón y
hrío , pues contra las armas de los dos reyes tan p»-
derosos se atrevió no solo á mantenerse en su reino
sinoá procurar de ensancballa. Casó con doña Herge-
liua 6 Margarita , hija de Rotron conde de Alpercne,
y con ella bobo en dote la ciudad de Tudela. Loa
privilegios y escrituras de aquel tiempo reun i^ue
reinaba en Pamplona , en Najara , en Álava , en Viz-
caya y Guipúzcoa. Ayudáronle mucho loa franceses
cun sus fuerzas , porque Luis rey de Francia tuvo por
cosa honrosa tomar debajo su amparo y favorecer
este nuevo y flaco rey : ayuda con que el Navarro
prevaleció, si bien aégun lo tenían concertada sin
dilación de todas partea aua contrarios acudieron á
lar armas. Los campos de Casulla y de Navarra se
asentaron cerca de los pueblos Gallur y Cortes : no
se vino á batalla por rehusar los unos y los otros de
ponerse i seoMijante peligro. Esto es mas verisímil
que lo que se publicó por la fam^ es i saber que por
reverencia de la pascua de Resurrección que cayó
en aquellos dias , dejaron de pelear.
Concertóse el casamiento entre don Ramón conde
de Barcelona y la infanta doña Petronila i once del
mes de agosto del miamo año , que se contaba de
1137. Hecnoesto.el reydon Ramiro, renunciada el
cuidado y sobierno del reino se recogió en la iglesia
de San Pedro de Buesca deseoso de vida mas sose-
gada (1). Reservóse solamenteel nombre de rey, y el
prider usar de su autoridad cada y cuando que qui-
siese. A los alcaldes délos castillos y pueblos de todo
el reina nnvió orden para que hiciesen de «uev« hn-
menajn al conde de Barcelona. Y porque en aquellas
revneitai y alborotas , como es ordinario, loa señores
vendieran el swvicio que ttacian al viejo rey lu mas
caro que podian , por pueblos y casUlloa que les dio
en tan gran número, que divididas las fuerzas del
reina y IbanoscabadaR, parecía que al rey no le que-
lUlia mas que ta vana sombra da aquel nombre; se
hizo una ley en que todas aquellas dnnaciooes como
ganadas fuera de tiempo se revocaron y dieren ni>r
ningnnsnyde ningún valor, mayormente aquellas
qae se impetraron después que aquel rey tomú^ior
veroo al coode de Barcelona. En lo tocante ú Navar- I
n se determinó que los linriprtis de loa dos reirros |
fiiMen los que señnlnron en Pamplona y en Vado-
luengo en la üon federación quealli se hizo.
DunRfmon luego que se encargó del gobierno de
aquel remo , y dio dsieatu en las casis del , se fué &
ver cou elemparador don Alonso: con ct en Carrion,
pueblo de Castilla & Vieja, trato reformar tas con-
diciuiifi di! la pai que poco antes eníre Castilla y
Arsgi>o sií atentaron. Hizo grande efecto su venida:
otoffiironle que todas las tierras de Aragón que ea-
lln desla parte del rio Ehro , quedasen por aquellos
reyes como antes isa tenían, mas que porellas fue-
sen feudatarios de Castilla. Con esto porel mes proii-
mo de octubre don Ramón hito su entrada en Zarago-
za, fueron grandes los regocijos y el aplauso del pue-
blo , que le llamaba padre de la patria , autor de la
paz y felicidad del reino. Dio asiento ea las cosas de
aquella ciudad y de todo lo demás , con que fundó ei
sosiego tan deítcado de todos. En acabar todas estas
rosas se señaló mucho Guillen Ramón senescal de
Cataluña, que era lo que ahora llamamos mayordomo
mayor, ycoraotalleiiia gran cabida j privanza con -
el rey dqn Ramiro. Por aus. servicios el conde de
Barcelona le hizo merced en Cataluña de la vílln de
Moneada : principio de donde coiiiO de tronco salió
y se fundó en aquella provincia la muy noble cosa y
linaje de loa Uoncadas.
CAPITULO XVII.
Que don Alonso principe de Portugal se llamó rey.
. Ds la alteración ajena tomaron los portugueses
ocasión de aumentar su señorío y cañar mayor re-
nombre. Don Alonso , quién dice infaute ó principe,
[1 ) ksn muerle ariecid) en esta i^lesii ítie enterrado en
el dlustro de la nian» , rolocaiido ín su sepulcro una llpida
de mirmol qaí , ranio revelí lu dibitio , rio duda ea de e»-
cullura rdmini i> Fue de otro enterramiento, perqué la rudeía
del arle no pennilia entonces labrarle otra «orreapaadieDte i
3>2
MBLIOTLCA DE GASPAR T RUIG.
quién duque de Portugal, por ser como era no menos
ilustre en la guerra que en la paz, no cesaba de
«ennoblecer su estado , acrecentalle y bermosealle de
todas las maneras que podia. En la ciudad de Coim-
bra fundó el monasterio de Santa Cruz , obra muy
principal, que escogió para su sepultura. Hizole do-
nación de Leyra, pueblo que por este tiempo se ganó
de moros. Principios fueron estos de grandes cosas,
porque el. ano de nuestra salvación de 1139 con mu-
cbas gentes x¡úe juntó de todosu estado, hizo entrada
en tierra de moros , y pasado el rio Tajo, movió guer-
ra á Ismar rey moro , que tenia el señorío de aquellas
comarcas. En esta jornada antes que se viniese á las
manos, falleció Egas Ñoñez ayo del mismo don Alon-
so, por cuyos consejos hasta entonces se conserva-
ron y gobernaron aquel príncipe y sus cosas. En la
ciudaa de Portuha)run monasterio de benitos llama-
do vulgarmente de Sosa , fundación del mismo don
Egas , en que se ven las sepultadas deste caballero y
de sus hijos. La de doña Teresa su mujer está en el
monasterio de Cereceda de la orden del Gystel , que
asimismo ella fundó á dos leguas de Lámelo , á lo
que yo entiendo el uno y el otro de los despojos de la
guerra.
Ismar avisado del intento gue don Alonso llevaba,
á toda diligencia levantó y alistó gente en su tierra.
Acudiéronle otros cuatro revés ó señores moros con
que formaron un grueso ejército. Llegaron á vista
unos de otros cerca de Castroverde en una llanura
que á la sazón se llamaba iJríchio, y al presente Ca-
bezas de Reyes, y pareció á propósito para dar la
batalla. Riega aquellos campos rl no de Palma llama-
do otro tiempo Ghálybs : por tierra de Beja do tiene
su nacimiento , lleva poca agua, pero con otros ríos
que se le juntan , poco á poco se engruesa de tal
suerte que cuando uega al mar y al golfo Salaciense
cerca de Alcázar de Sal , tienen hondo bastante para
navegarse. Don Alonso, vista la muchedumbre de
los enemigos, al principio estuvo congojado: poruña
parte se le representaba el riesgo á que ponía todo
su estado , por otra la afrenta y mengua su va y de los
suyos , 81 volvía atrás , mas pesada que la misma
muerte. Venció el deseo de la hoDra el recate cobar-
de , en especial que sus soldados dos días antes que
la batalla se diese , que fue á veinte y cinco de julio
dia del apóstol Santiago de aquel mismo año , con
grande resolución y regocijo ( tan animados estaban)
en los reales dieron al príncipe don Alonso nombre
de rey. Esto le hizo de todo punto resolverse , y pro*
baria suerte de la batalla , por no parecer si ía escu-
saba, que amancillaba aquella nueva dignidad y
ditado.
Llegado pues el dia, ordenadas sus haces en guisa
de pelear , les habló en esta sustancia : a Las pala-
nbras , amigos míos , no hacen á los hombres valien-
»tes. Los corazones que se avivan con el razonamiento
»del capitán , luego que se viene á las manos , vuelven
ȇ su natural. El esfuerzo de cada cual en el peligro
»1e descubre. El estado en que todos nos hallamos,
»bien así como yo lo veis todos. La muchedumbre de
»lo8 enemigos, ^ el sitio en que estamos, no da lu-
i»gar para que ninguno pueda volver atrás. Vuestro
^esfuerzo , valientes soldados , os servirá de reparo.
9¿Qué cosa hay mas torpe que poner en los piés la
^esperanza quien tiene empuñadas las armas ? que
Mvolver las espaldas á los que no se atreverán á mirar
n vuestros rostros y denuedo? afuera el miedo y co-
nbardia. La alegría que veo en vos , da bastante
nmuestra de vuestro esfuerzo y valor. Yo determina-
ndo estoy de cumplir con lo que debo, sea con la
«muerte , sea con la victoria : ío primero no lo per-
nmitirá Dios , ni sus Santos : lo al en vuestras manos
nestá. Contra esta canalla que tantas veces vencistes,
»al presente habéis de pelear. Los ánimos pues de
»los enemigos y vuestros será como de vencidos á
» vencedores : el de ellos bajo , medroso y cobarde; el
» vuestro alegre y denodado. De mí no esperéis sota-
»mente el goolerno , sino el ejemplo en eipelear. Pa-
)>rad mientes no parezca me oistes el apellido de rey
»para afrentarme en este trance, d
«Dichas estas palabras, díó señal de acometer,
mandó que los estandartes se adelantasen, lo mismo
hicieron los enemigos. Trabóse una brava pelea como
de los que contendían por la honra, por la vida, v
por el imperio , de todo Portugal. Ultimameuté la
muchedumbre de los moros fue vencida por la forta-
leza de los cristianos: muchos quedaron muertos y
no pocos presos. Los cinco estandartes de los reyes
vinieron en poder de los vencedores. Principio y
ocasión de las armas de que usaron en adelante los
reyes de Portugal, en escudo y campo azul cinco
menores escudos. Otros dan diversa interpretación,
V pretenden que significan las cinco llagas de Cristo
hijo de Dios ; pero no sé sí con fundamento bastante.
En tiempo de doíi Sancho Segundo deste nombre,
rey de Portugal , á las armas antiguas añidieron cas*
tillos por oría , no siempre en un mismo número, al
presente ponen siete. Esta fue agüella batalla tan
celebrada con razón por. los historíadores portugue-
ses ^ de laif mas memorables que se vieron en aquella
era , después de la «ual: en breve el poder y fuerza de
Portugal se aumentaron en grande manera. Verdad
es que todo lo escurecia y afeaba la prisión tan larga
de su madre.
Avisado desto el pontífice Inocencio II que todavía
lo era por estos tiempos, procuró apartalle de aquel
propósito, y hacer que se reconciliasen : con estp.
intento envió desde Roma con muy grandes poderes
al obispo de Coimbra , cuyo nombre no se dice : él no
cesó de amonestar al rey que hiciese oficio de hijo
para con su madre, esquivase la mala voz que corría
•de aquel hecho : que era cosa de muy mala sonada
tenclla no solo despojada de su estado y dote , sino
prívadá de la libertad : ninguna causa bastante se
podía alegar para hacer tan grande injuria^ y tal
desacato a la que le engendró. Las orejas del rey es-
taban sordas á estas palabras : tanta vez tiene la
indignación concebida contra lo á q^ue obligaba la
ley natural. El obispo , puesto entredicho en aquella
su ciudad, se salió ae Portugal. Por esta misma cau-
sa vino de Roma cierto cardenal , mas no hizo efecto
alguno ; antes forzado por las amenazas del rey alzo
el entredicho que en todo el reino tenia puerto.
Era en aquella sazón don Manrique ó Amalarico
de Lara muy principal en ríquezas y en nobleza, y
por merced de los reyes de Castilla era señor de Mo-
lina. Don Alonso rey de Portugal procuró casarse
con una hija deste caballero , que se llamaba Malfa-
da. Quien hace á doña Malfada hija ó hermana de
Amadeo conde de Mauríena y de Saboya; y aun debe
ser lo mas cierto, atento que el arzobispo dbn Rodri-
go dice que casó con Malfada hija del conde de Mau-
ríena. Nacieron deste matrimonio don Sancho , doña
Ikraca y doña Teresa, aquella que casó adelante con
Phiiipe conde de Flandes. Demás destos hijos tuvo
este rey otro hijo bastardo llamado don Pedro. He-
chos los regocijos destas bodas , volvieron los portu-
gjlieses á la guerra. Sentaren villa princinaj de aquel
reino está á la ribera de Tajo. Llegaron ae improviso
los nuestros , y antes de amanecer sin ser sentidos
la escalaron , y echaron della los moros. De los des-
pojos desta guerra fundó aquel rey el monasterio de
Alcobaza de mongos bemardos por voto que hizo al
pasar por donde está , de hacelfb asi, caso que gana-
se aquella plaza. Sobre el imperio de África conten-
dían con gran porfia Albohalí , que era del linaje de
los Almorávides , y Abdelmon de los Almohades,
nuevo linaje y secta que entre los moros se levan-
taba.
Estas diferencias dieron ocasión que los moros de
HISTORIA PK ESP.INA.
323
España fuesen por ios nuestros maltratados : á la
verdad en esta sazón mas se conservaban por estar
los cristianos ocupados en gserras civiles que por so
mismo esfuerzo. Y aun por este tiempo en algunas
partes gozaban los moros de tanto sosiego , que teq-
uian lugar para darse muy de propósito ai estudio de
las letras (I)» en especial en Córdoba, madre que
siempre fue da buenos ingeoios , bobo en esta sazón
varones esclarecidos y escelentes en todo género de
fítosoQa. Avicena fue uno, al cual algunos tienen por
hombre principal j.hgo de rey : otros pretenden que
no fue español , ni jáinas aportó en España. Averroes
fue otro nbbflisimo comentador de Aristóteles : él
mismo dice de sí , que escribía loscomentarios sobre
los libros de CobIo de Aristóteles el año quinientos y
treinta de los tobes que concurre cen el de Cristo
mU 7 ciento y treinta y cinco. Avenzoar asimismo
fue señalado en aquella ciudad en los estudios de
matemáticas y astrología. Esto en Córdoba. En Por-
tugal con gentes que juntaron , ganáronlos cristianos
por fuersa de armas la villa de Sintra , asentada jun -
to al promontorio que los antiguos llamaron Artabro,
V no lejos de aquella parte por donde el rio Tajo
desagua en el mar. Era el lugar muy á propósito para
llamar socorros estrenos. Por esta causa á persnasion
del rey vinieron gruesas amadas de Francia , Inga-
kiterra j Flandes. Las ayudas fueron tales, que se
determinó de poner cerco sobre Lisbona , ciuaad en
aquella comarca muy populosa y la mas principal de
Portugal. Pero antes que declaremos el iin qne tuvo
este cerco mny famoso , volveremos la pluma á lo que
se queda atrás.
CAPITULO XVIIL
Cómo los Heles ganaron á Almería.
EHTftSTAiiTO que estas cosas pasaban en Portugal,
los navarros v aragoneses traian guerras entre si.
Don Alonso el emperador tenia en su manó la guerra
y la paz : el que de los dos reyes fuese el primero á
ganar su amistad, se prometía seguramente la vic-
toria de su contrario : asi á porfía los unos y los otros
la nretendian. El primero don Ramón conde de Bar-
celona encargado que se vio del nuevo reino de Ara-
gón, j por el mismo caso envuelto en graves difi*
cnltaaes , con intento de granjearie la voluntad y
atraeile á su parecer fue á Carrion villa de Castilla,
(1) Ea los dos primeros siglos de la conquista , los árabes
á pesar de U ilostradoa de sos califas no se dedicaron con
ahineo á las letras. Pero desde que Al-Hakem II subió al tro-
no á mitad del siglo X, empieían á verse escuelas, y colenos
en Córdoba y hs eindades príacipales de sus estados. Al-Ha-
kem, hijo de Abdsrrabman, funda en Cérdoba una academia
que se hace muy ftimosa por el ^ran número de literatos gue
salen de ella: haee venir á su remo k» hombres mas sabios:
leu honra y premia, dándoles á unos Um empleos mts distin-
guidos, á otros les encarga escribir los anales de la nación, y
otras obru: recoge por todas parles Km libros mas esqutsitos
de los «riegos y romanos , y forma una biblioteca en su pala-
cio realde seiscientos mil volúmenes: manda que se establei-
can en todas fats ciudades principales bibliotecas públicas de
los libros de toda especie de literatura para iustruccion gene-
ral. El regente Almtnxor, y los reyes que le sucedieron si-
guieron estableciendo por todas partes escuelas para la ilus-
tración de los pueblos; y asi las ciencias y las artes desde
mitad del siglo X basta el xlll hicieron tales progresos en esta
nación , que no solamente era mas culta que las demás de la
Europa, sino que podia compararse á los griegos y romanos
eo el tiempo de su mayor esplendor. TuTieron un sin número
de escritores en todas las ciencias y en la literatura. Se cuen-
tan dentó y dncneota autores cordobeses , setenta y un
murcianos , dncuentQ y tres de Málaga, cincuenta y dos de
Almería, veinte y cinco de Lusitania, y otros muchos de Se-
vilta , Giíinada y Valenda Mariana cuenta entre estos á Avi-
cena ; mu este no fae español , y vivió siato y medio antes.
Gen sHoafante astaás de dvilizaaoa no se justifica muy bien
el dietaio de cgenle ases y foros» coa qne Mañana califica
deoMaiado fireeaÍBateBMBte á los árabes.
como queda dicho. La ida no fue en vano, porcrue
alcanzo que Zaragoza , Tarazona , Calutayua y los
demás pueblos de la corona de Araron que están
desta parte de Ebro , y á la sazón teniao guarnición
de castellanos, se le estregasen como á feudatario
de los reyes de Castilla. De don García rey de Na-
varra, dado que con ordinarias entmdas que hacia,
molestaba los aragoneres por toda la comarca que
hay desde Tudela á Zaragoza , por entonces no se
hizo mención alguna; pero dos años adelante, que
fue el de i 140 , don Rtmon movido por aquellos des-
aguisados, v confiado en la amistad de don Alonso,
vino segunaa vez á verse con él en el mismo lugar du
Carrion , donde entre aragoneses y castellanos se
hizo liga contra el de Navarra, y se concertó que los
pueblos de la corona de Aracon que teuian usurpa-
dos los navarros . volviesen a los araeoneses : asimis-
mo que Iw que del señorío de Castilla noseian desta
parte de Ebro, luego que fuesen ganados del común
enemigo , se restituyesen fielmente á Castilla. To-
cante al reino mismo de Navarra y acordaron que la
tercera parte quedase por el emperador , las otras dos
partes se adjudicaron á don Ramón con nombre
otrosí por ellas de feudatario de Castilla : repartían
los despojos antes de matar la caza.
Despedidas estas visitas , como si bebieran tocado
al arma, acudieron por amb'as partes á la guerra. A
don Ramón entretenían otros cuidados : así don
Alonso el emperador fue el primero que ido á Bur-*
gos , con un grueso ejército que levantó y juntó de
todas partes , pasados los montes Doca, rompió por
tierras de navarros. El ruido y el espanto fue mayor
que el efecto que se hizo : con embajadas que dcima
y otra parte se enviaron , y por medio de los nrelados
que acompañaban álos reyes, finalmente se nicSeron
paces entre aquellas dos naciones. Para concluir
acordaron que los dos príncipes se hablasen: las vis-
tas fueron a la ribera de Ebro entre Calahorra y Al-
faro. Hallóse presente en esta junta doña Bercnguela
mujer del emperador: allí no solo se concertáronlas
paces , sino también para mayor firmeza acordaron
3ue don Sancho hijo mayor del emperador casase
OQ doña Blanca hija del Navarro. La infanta , bien
que de muy poca edad , para que estuviese como en
rehenes fue desde luego entregada á su suegro. Ri-
zóse esta confederación á veinte y cuatro del mes de
octubre del año susodicho.
Desta mudanza tan repentina del emperador don
Alonso no hallo bastante causa ni que satisfaga del
todo, si bien entiendo que no fue inconstancia ni
liviandad; porque ^qué príncipe hoboen aquel tiem-
Íio ni mas grave , ni mas santo? A la verdad era muy
uera de propósito, que los aragoneses ocupados en
otros negocios , y que poco le podían ayudar , se lle-
vasen el fruto del (ieligro ajeno y de su trabajo : así
determinó en particular mirar por lo que le estaba
bien , ca gravísimos cuidados dentro y fuera de su
estado apartaban á don Ramón y le impedían de la
guerra de Navarra. Primeramente tenia mucho en
que entender con los moros de su distrito, de quien
en esta sazón los capitanes y fronteros de Aragón
ganaron á las riberas del rio Cínsa los pueblos de Ca-
lamerayAlcolea. Demás desto los caballeros Jero-
solymitanos por el testamento de don Alonso rey de
Aragón , que fue muerto los años pasados , todavía
pretendían tener derecho al reino ; y era razón con-
téntanos en alguna manera y dar algún corte en
esto , mayormente que Raimundo maestre de la ca-
ballería de San Juan era venido por este respeto á
España. Por cuya diligencia, después de largos de-
bates sobre el caso , últimamente se asentó que los
caballeros Jerosolymitanos en Zaragoza, Calatayud^
Huesca, Barbastro y Daroca con todos los demás
pueblos que se ganasen de moros , tuviesen de cada
una de las tres naciones cristianos, moros y judíos
Jt UE c«sp*n T 11019 .
un vecino por fasallo , (jue les acudieseucoa sustrí- i coDde que fue de Ajmilhn y déla Pro«nza,herinaDí
butos yá su llamado 7 de!>BJode5acoDducta,uuan-
LiH y heretlamientos muv sran'les con tjaa austenU'
léala TidayloB gastos de la guerra, si bien Tuesen
muy graDdes. Ed Jaca y eo oiroa lugares les dieron
«itios para hacer sus conventos. Púsose olra condi-
ción muy principal , que si don Ramón muriese fia
liijos , el reina volviese á los caballeros.
Cn estas prdticas y en asentar rslos conciertos
pasaron algunas afios. El asiento Guillermo patriarca
lie JerusMéR y li>s demás caballeros de San Juan in-
teresados «probürun en Jerusalén á veinte y nueve
de agosto de año de II 41, y de todo otorgaron escri-
tura pública. Vino también en dio y diú su consea-
timiento Fulcon rey de Jerusalén; y úliimamente
aprobó todo esto el papa Adriano IV que algunos
unos adelante comenzó á gobernar la igresia de Ro-
m». En esta avenencia compre hendieron eso mismo
las oirás dos órdenes militares , y en particular los
Templarios , á los cuales don Ramón tenia mas devo-
ción por causa que su padre don Ramón Bereusuel
lomóei biíbito de aquella religión y la profesó los
aüos pasados. Por eslo fueron aventajados á los de-
más; ca les consiauidá Honion y ntrooran aúmero
de pueblos y castillo», la décima parte de las rentas
reales , v la quinta d>; todo lo que se ganase en la
guerra aolss moros. Finalmente lodos los caballeros
■juedaron cíenlos de tributos y de la jurisdicción
real , en particular se concertó y Juró por espreaas
pilabras que sin su con sen li míen tu no se bañan en
tiempo alauao paces con los morón. Estos conciertas
KB hicieron en Girona, presente el cardenal Guidon
legado del poatilico romano , que interpuso su auto-
ridad en ello y fue á veinte y siete de noviembre año
lid 1143.
Sijíuióic una nueva guerra eu Francia contra los
liauuios, linaje on aquel tiempo muy poderoso en ri-
quezas y ali^doa. La causa fue ^ue Ratmundo Baucio
de doña DulcemidrededonRamonydedonBeren-
lel , como arriba se he mostrado. Este pues por
derecho de su mujer pretendía apoderarse denna
parte de la Proeaza , ai no pudiese por bien y por vía
jurídica, á lo menos por las armas. No le faltaban
entre aquella gente aficionados , por la aversión qae
tenían a don Berenguel como á príncipe extranjera;
ademis que la genle popular como suele pensaba
que las cosas nuevas serian mejores que las présen-
les. Esta guerra se comenzó en tiempo del susodicho
don Bereiignel , j por su muerte se encendió mas
contra su hijo que se llamú don Ramón Berencuel
La edaddestn prinripeerapoca: las fuerzas noljiea
asecuradas, en tanto gradó que don Bamon conde
de Barcelona se determmó , pospuesto todo lo il, to-
mar el amparo de aquel moio su sobrino ; y aun á lo
queyocreo, para tener mayor autoridad se llamó
marqués de la Proenta. La guerra se comenió , que
fue brava : con ellaloscontrarios se vieron apretadas
de manera que Raimundo Rancio, despojado de casi
todo su estado parterno , de su voluntad vino i Bar-
celona parn entregar i &í y á sus cosas á la volunlad
y merced de aquelprincipe. Hicíéronse las paces en-
tre estas das casas con buenas condiciones : con que
Baucio fue rrslituido en todo lo que le quitaron en
el discurso de la guerra. Demís desto le díeroná
Trencalayo, que es un pueblo principal en aquelli
comarca, á talquefuese porél fendalariode los con-
des de la Proenza.
Estas fueron las diGcnllades y negocios qu"leni.in
embarazado i don Ramón : con que don Gurcia rey
de Navarra tuvo comodidad y espacio de reforzarse;
y en particular con intento de granjear al emperador
ilon Alonso , que tenia el mando de lodo y mayor po-
der que loa demás , por ser muerta dona Hergenn»
su primera mui^ casó el Navarro con doña Urraca,
liíja bastarda del emperador. El año 1 144 i veinte t
cuntro de junio se celebraron Isa bodas con real
, , .. magnificencia en la ciudad de León : Holio justas y
;laba casada con doña Estefanía hija de Gilberto torueos - corriéronse loros Entre los otros juegK
que hicieron . era uno de mucho gusto : en un lupar
cerrado soltaDan un puerco, seguíanle por el gruñi-
do dos ciegos armados con sendos bastones , y sus
■celadas en las cabezas : el que le mataba , era snyo.
Avenía que por herirle muchas veces el polpe del un
ciego por yerro descargaba sobre el otro ron grande
risa de los que se hallaban presentes. La madre de
dona Urraca se llamó Gonlroda , mujer muy noble
en las Aslurias, cuyo sepulcro con su letrero eali en
Oviedo en un monasterio de monjas llamado de Ve-
gua que ella edificó i sus espensas , y en que pfi
lo mas de la vido : del rey don Garcfiy «le *»»
UmcaTue hija doCa Sancha, que casó doi veces , la
lirínera con GbsIod TÍiconde ie Bearne , la segUDda
muerto este sin hijos casó con don Pedro , conde de
Uobna: desle matrimonio nació Aymerico que el
tiempo ndelante fue señor de .Narbons.
Eti esta sazón África andabn alborotada con guer-
ra! üiTÍles. En España ssimi'imo se levantaron entre
l<)S moros grandes alteraciones jior estardivididos en
tTM parcialidades. ZcTadola , señor de Rota , pueblo
isi-ntado á la boca del rio Gnadaliuirir ( 1 ) - s"i em-
bargo qua era de la antif^ua sangre de los reyes mo-
ros , fayorecia A los cristianos por sus respetos , que
ilebnjo'de su conducta hicieron entrada hasta dar
lisia d Sevilla. Azuel, ftobernador de Córdoba j
Abengamia , gobernador de Valencia tenian entre si
ilifcrencias , pero Abengnmia era mas poderoso en
rjerzaa. y no panS hasta echor de Córdoba & su con-
Irano. Entre los cristianos parece había mas sosiego;
*n\n don Ramón y el re» don Garcia no tenian del
intlo compuestas sus diferencias. Tocabiin ambos al
empcrailor don AlonMi en estrecho parentesco, de-
más de la aliansa que con ellos tenia puesta. Porque
no se pasase tan buena ocasión de hacer la guerra i
los moros, que estaban muy apoderados del Andalu-
cía , los convidó y rogó por sus letras y embajadores
nara que se viesen con él en Sanlisteban de Gormaz.
Iliciéroose estas vistas el año 1 1 46 por el mes de no-
viembre: en ellas si bien no se pudieron concertar
paces perpetuas , negocióse qne entre las dos nacio-
nes aragoneses y navarros se hiciesen treguas : aña-
ilicronqueporcuanloel emperador don Alonso pre-
tendía hacer puerra d los moros, j para este efecto
tenia apercibEdu un ejército muy escocido, don Gar-
cia por tierra Y don Ramón por mar con una gruesa
iirmada suya de ginoveses ayudasen sus intentos-
A la primavera del año siguiente los tres reyes hi-
■■ieron guerra en el Andalucía: saquearon y quema-
ron los pueblos, talaron los campus, pasaron hasta
<:ónlob:r, ciudad muy principal y muy grande a la
ribera lie Guadalquivir, nsenUda en un Ibno, pode-
rosa en armas y nquezss, demis desto muy senal.ida ;
pitr haber tenido no mucho tiempo antes el imperio
lie casi toda España cuanto se estendia el aeñorln de
los moros. Los campos son mny fértiles en lodo gé-
nero de esquilmos cuanto los mejore* de España. '
Tenia e! gobierno desta ciudad Abengamia en nom- |
brc del rey de Marruecos. Esle, espantado de tan |
grande aj>aratode guerra, entregó luego la ciudad I
ofreciénoose i obedecer y ayudará los cristianos con ,
mantenimientos y dinero. Raimundo arzobispo de ;
Toledo por mandado del rey cons:igró con las cere- !
monias acostumbradas la meiquila mayor , que era [
la mas rica y vistosa de España, resolución apresu- I
rada yantes de tiempo, pues se partieron sin dejar \
en la ciudad'alguna guarnición de soldados. Recelé- i
hanse que si divMiiin el eíército se disminuiriun las
Aierzas, y no les quedarían gentes bastantes para
guerra tan grande como pretendían hacer : ni la ciu-
dad por sn grandeza se podia guarnecer ^in mucha
gente , ni era tanta la que tenian , que se pitdiese
acuilir A todo , mayormente que la geate de la tierra
se apellidaba para hacellcs rostro.
Acordaron pues de dejar aquella ciudad sin guar-
da : solo hicieron que Abengamia tocado eí Alcorán,
que es la ceremonia mas grave que los moros usan
en su« juras , hiciese homenaje que tendría aquella
ciudad por el emperador, y en su nombre la gober-
narla con toda lealtad : el miedo no es maestro dura-
dero de virtud, ni es acertado hacer conlianza de los
(1) Cansía por un monumento de aquellos lien pos que
diitiba poro de los eDtidw del rey de >i»»rra ; y m parece
wuy verosímil , que toe el pueblo qae hiiy se llami Rueda,
'•tinado t la ribera del Jiloa , cerca de Epila , v «o feros de
Ztfiswa. "^ ' '
DE Esr«H*. S23
desleales á Dios. Apenas loe nuestros se partieron de
aquella ciudad cuando el gobernedla moro faltó en
la fe y palabra.
Pasó el campo de los cristianos á Baeza donde te-
nían los moros juntadas laa fuerzas de tadx ti tierra
con determinación de venir á butalla: el peligro era
Srande , aquejaba el cuidado y recelo ai emperador
on Alonso. Aparecióle San Isidoro entre sueños con
muestra de magestad mas que humana (asi se tuvo
por cierto) y le animó y quitó la duda y el miedo. El
suceso dio á entender que ia revelación no fue vana.
El dia siguiente con el sol se trabó la pelea, en que
los moros fueron destrozados y puestas en huida: la
ciudad se rindió, v en ella mudado parecer dejaron
guarnición de soldados , porque á ejemplo de los de
Córdoba no se rebelasen , además que no convenia
dejar á las espaldas algún pueblo enemigo. En la
toma y cerco desta ciudad se señaló entre todos el
esfuerzo y diligencia de Rodrigo de Azagra señor
que era de Sstella de Navarra, Pedro Rodríguez de
Azagra fue hijo : y entre los de aquel liiuje de /an-
gra» el primer señor de li ciudad de Albarracin.
CibiUrre é» Suiiiia.
En aquella sazón Almería era tenida por ciudad
muy fuerte. Esti asentada á la ribera del marUedi-
terráneo i los confines del Andalucía y del reino de
Murcia : llamóse antigujmente Abdera ó Puerto
grande (3). Bella se derramaban muchas fustas á ro-
bar. Esti ciudad pretendieron ganar Ins nuestros, y
con este intento se adelantaron con todas sus gentes
en el mismo tiempo que los de Genova y los do Bar-
celona , conforme al orden que llevaban que coslea-
sea aquellas riberas poco á poco con sa armada, do-
( 2) Véase tn el vocabolario id Apéndice que sod dos |iue-
3-26
blado ei cabo de Gatas, dieron vista á la ciudad.
Asentados los reales, combatieron los muros por mar
y por tierra ; y después de algunas salidas y escara-
muzas que se hicieron , con la batería abrieron en-
trada y forjaron algunas torres : dende lo demás de
la ciudad se ganó por fuerza á diez y siete de octubre
de) año 1147.
Veinte mil moros que tomada la ciudad se retira-
ron al castillo , fueron forzados á comprar sus vidas
por dineros. Desta manera se quitó aquel nido de co-
sarios queponia espanto á las riberas cercanas y dis-
tantes de España , Francia y Italia ; qne fue la causa
principal de apresurar esta empresa. Los despojos
se repartieron entre los soldados. A los ginoveses se
dio en premio un plato de esmeralda muy grande»
que ellos entonces juzgaron debían preferir á toda la
demás presa , y al presente le guarnan entre sus te-
soros: otros escriben se halló en la Suria cuando por
fuerza se tomó Cesárea. El vulgo dice que Cristo hijo
lie Dios cenó en él la postrera vez con sus discípulos:
opinión sin autor ni fundamento. Clemente Alejan-
drino por lo menos dice que Crfito cenó en un plato
de poca estima. La sazón del tiempo se acercaba af
invierno : los soldudos por ende dieron vuelta á sus
tierras no menos alegres por la venganza que toma-
ron de los moros, que por el interés que de la Victo-
ria sacaron.
Con ocasión de aquella armada gruesa que traje-
ron los ginoveses , en aquel tiempo muy poderosos
por el mar, don Ramón , príncipe de Barcelona , se
concertó con ellos gue á la vuelta le ayudasen contra
los moros que teman parte de Aragón con las islas
Baleares, noy Mallorca y Menorca. Prometió para
mas auimallos de darles la tercera parte de lo que en
la guerra se ganase : demás que en todos los pueblos
que se tomasen de los moros , tendrían los ginoveses
templo y juzgado á parte : lo qne era mas , que todos
los mercaderes de aquella nación serían libres de tri-
butos. Eran estas condiciones aventajadas : acorda-
ron de aceptallas; revolvieron sobre las marinas de
Cataluña, y con su buena maña ganaron de consuno
á Tortosa ciudad muy noble, y que por estar asen-
tada á la boca del rio Ebro era muy á propósito para
las contrataciones y comercio del mar. Estas cosas
sucedieron el año siguiente, v luego el año adelante
Lérida y Fra((a vinieron á poder de cristianos : pue-
blos muy conocidos , el primero por la victoria que
antiguamente cerca del ganó Juiio César , y por el
cerco que sobre él tuvo ; el otro por el desastre fresco
L muerte desgraciada de don Alonso rey de Aragón,
írida se dio al conde dé Urgél en premio de lo mu-
cho que en. aquella guerra hizo y trabujó. A Guillen
Pérez obispo de Rooa nombraron por obispo de Lé-
rida con ref encino de las ciudades Roda y Barbastro,
que ordenaron se comprehendiesen en aquella dió-
cesi: Y aun se halla que algunos obispos de Lérida
en el tiempo adelante se intitulaban obispos de Roda
y de Barbastro.
CAPITULO XIX.
Cómo la dudad de Lisbona se gacó de los moros.
Las cosas de los moros iban de caída , la de los
cristianos en pujanza , y su nación en España flore-
cía en riquezas, caballos, armas y toda prosperidad.
A cada jpaao se apoderaban de nuevos castillos, pue-
blos j ciudades. Casi en medio de Portugal á la boca
del no Tajo , por do descarga con sus corrientes en
el mar Océano , está nn puerto contrapuesto al vien-
to de Poniente : la barra tiene angosta y peligrosa,
dentro es muv ancho y capaz. A la ribera oeste puer-
to á la parte del Norte se estiende pandemente Lis-
hona , ciudad la mas noble y mas cica de Portugal. A
las espaldas se levantan poco 6 poco unos collados
que tienen la subida fácil, y están cubiertos de los
BIOLIOTEC.V DE GASPAR Y AOK?.
edi Ocios de la ciudad. Su anchura es menor que c*ii*
forme á su longura : el ruedo de los muros antigios
no es muy grande, la población de los arrabales es
mucho mayor , en e&pecial en este tiempo , en ]ue
por la mucha gente que acude al trato de las Indias
Orientales y á feriar la especiería que de Levante .
viene Codos los años , se La mucho acrecentado. Los
barrios y las calles en gran parte son mal trazadas,
angostas , y no tiradas á cordel , sea por la desigual-
dad del sitio que tiene altos y bajos, sea por el des-
cuido en edificar , mayormente en el tiempo que es-
tuvo en poder de moros , gente poco curiosa en esta
parte : los edíGcios nuevos y las calles son 'mucho
mas hermosas. Los ciudadanos, gente principal y
honrada , ios mercaderes ricos , las ganancias grao-
des , el sustento y arreo de los naturales muy tem-
plado. Goza de campos muy buenos, aldeas y alque-
rías que tiene por todas partes , muchas quialas ó
casas de recreación que parecen edificios reales.
Don Alonso rey de Portugal deseaba por ttidas es-
tas causas apoderarse de aquella ciudad v en especial
por ser como castillo y reparo del señorío de los roo-
ros de aquella comarca. No tenia fuerzas bastantes
para salir con su intento : los demás reyes de Cspawi
no le podían acudir por estar ocupados unos eu unas
guerras y otros en otras : convínole buscar ayudas
e fuera. Por esto luego que ganó la villa de Sintra
(como poco antes se tocó J movido por la comodidad
de aquel lugar convidó á los de Alemana, ingalaterra
y Flandes con grandes partidos que les hÍ7.o , para
2ue en aquella guerra le acudiesen con sus armadas,
rande es la ayuda que consiste para Uxio en la
amistad de los principes, y alianza de las provincias
cristianas entre si , como se vio en este caso, ca por
el esfuerzo de don Alonso y con las ayudas de fuera
aquella muy poderosa ciudad el mismo mes puntual-
mente se gtfuó que Almería en Andalucía.
Las armadas se pusieron á la boca del puerto para
que no pudiesen por el mar entrar vituallas ni socor-
ros á los cercados. Los reales de los naturales barrea-
ron do al presente está el convento de San Vicente
en los de los extranjeros después se edificó el monas-
terio de San Francisco : sitios que en nuestra edad
están el uno y el otro comprebendidos dentro de la
ciudad. Hobo muchos encuentros y varios trances.
Los nuestros peleaban fuertemente por estender sn
imperio , los enemigos por las vidas. Batieron los
muros de la ciudad por muchas partes : alargábase el
cerco, últimamente el día de San Crispin y Cris-
piniano resueltos de dar asalto general con craade
esperanza de forzar aquella ciudad , ordenadas las
haces , habló ei rey don Alonso á los suyos desta ma-
nera : « No penséis amigos que esta empresa se en-
udereza á combatir una sola ciudad ; antes os per-
nsuadid que en una plaza tomáis á todo Portngal.
»Aqui está el dinero de los enemigos , que nos será
»de grande importancia para la guerra ; aquí los tra-
»buco8 , ingenios y toda suerte de armas. EsU es so
))fortaleza , su granero , su tesoro, en aue tienen re-
»cogidas todas sus preseas y almacén. Los enemigos
»son 1os mismos que tantas veces vencistes en las
Mguerras pasadas , del misino esfuerzo y industria.
»sino que las compañías de ciudadanos son mas á
«propósito para los ejercicios de la paz y para sus
«granjerias , que para menear las armas ; ellos mis-
»mos se embarazaran en la pelea : soldados en la cio-
»dad hay pocos , y esos con el cerco continuo de
Dcinco meses muy cansados y en pequeño número.
«Atreveos pues á vencer, y coa el denuedo y esfuerzo
«á vos acostumbrado acometed los muros de la cía-
))dad derribados por tantas partes. Entrad por las
«ruinas y piedras: ninguno podrá hacer contraste á
«vuestro valor. »
Dicho esto , todos á una voz pidieron la señal dp
acometer : dada , arremetieron a la ciudad y á las
HISTOKIA DK ESPAÑA.
327
munliM : lo que hacia mocho al caso para iaflamar
los soldados, el mismo rey estaba preseote como tes-
tigo y juez del esfuerzo de cada cual. Ei combate fue
bravo y sangríeoto : los nuestros pretendiau arrimar-
se i los muros y forzaUos , los cercados tiraban todo
género de armas y piedras, sin que alguna cayese en
alde por estar tan cerrados los soldados. Por con-
clusión quebrantada la puerta que se llama de la Al-
bania, entraron eo la ciudad :: la matanza fue grande,
yhsimgre que se derramó; los que íe rindieron, to»
roaron por esclavos : el saco se dio á los soldados,
que fue mayor de lo que se pensaba. Consagraron la
mezquita mayor según que era de costumbre, y
nombraron por obispo á Gilberto hombre aunque ÍOt
rastero pero de jnucba erudición y conocid^virtud.
Tomóse la ciudad de Lisbona á vomte y cinco de oc-<
tabre; oíros dicen á veinte y uno.
Eo el lugar mismo en que tenian los reales , el rey
á sus espensas edificó un monasterio de canónigos
reglares dé San Agustín con nombre de San 'Vicente,
por tener particular devoción á este santo , y para
que juntamente por el nombre fuese memoria a los
venideros de aquella tan señalada Tíctoria. Gran nú-
mero de soldados estraños se aficionaron á la
abundancia de Portugal , y á la hermosura , templan-
za del aire, oue tiene el invierno templado: y el estio
por los continuos embaten del mar no muy caloroso.
Estos determinados de hacer su morada en aquella
provincia, y trocar sus patrias con Portugal, se dice
que por permisión del rey don Alonso edificaron á
Almada, Villaverde, Arruda, Zambu^^a, Castañeda
con otros pueblos. £1 rey en prosecución desta vic-
toria con increíble felicidad ganó de los moros á
Alanqoer , Obidos , Ebora , Yelves , Mura , Serpa,
Beja , y otros pueblos y villas por toda aquella co-
marca : todo se allanaba y aparecía ser fácil á su es-
fuerzo y valor ; verdad es que la mayor parte destas
cosas sucedieron algnnos ano^ adelante. Volvamos á
nuestro camino y al orden de la historia que lle-
vamos.
CAPITULO XX.
Cómo se haUÓ el cuerpo de San Eugenio.
Esü tiempo oue estas cosas se hacían en España,
Eugenio pontífice , Tercero deste nombre , sucesor
de Lucio Segundo , natural de Pisa y de la orden del
Cistel, gobernaba bien v prudentemente la iglesia
Romana. Las cosas de ios crístianus en la Tierra
Santa parecían empeoraree. Estaba en gran parte
apagada y menguaaa la fortaleza militar de los de
Lorena : como algunos animales y semillas, así bien
los ingenios de los hombres con el cielo y tierjn di-
ferentes , y en particular con la longura del tiempo
degeneran v se estragan. Los bárbaros, que por to-
das partes los cercaban , tenian puestas las cosas de
los cristianos en gran aprieto y peligro. Balduiuo
Tercero deste nombre, hijo de Fulcon rey de Jerusa-
lén, por sus pocas fuerzas y por la flaqueza de su
edad no era suficiente para tan ^ande carga. El pon-
tífice Euffenio movido deste peligro, y encendido del
amor de Ta Cristiana Religión, en Francia donde para
esto fue en penona no cesaba de animar á los prin-
cipes cristianos y exortallos acudiesen con sus fuer-
zas á la guerra sagrada. Movió al emperador Conrado
y á Luis rey de Francia para que con muy buenas
gentes partiesen camino déla Tierra Santa.
Para salir mejor con su intento y adelantar estas
prácticas convoco concilio de todos los obispos del
mundo para Rems ciudad principal de Francia el año
de H48. A este concilio partió don Ramón arzobispo
de Toledo desde España. Llegado que fue á París,
que caía en el mismo camino, por devoción quiso vi-
Mtar la iglesia de San Dionisio , que está dos le^'uas
francesas de aquella ciudad en un pueblo del mismo
apellido del santo, y por estar en ella las reliquias de
San Dionisio es de no menor devoción que célebre
con las sepulturas de los reyes de Francia , y asaz
embarazada. Allí como miraf^e con curiosidad al edi¿ •
fício del templo y su hermosura, y con atención pu-
siese la vista en cada una de las cosas que se ofre-
cían, acaso, ó advertido de los que le acompañaban,
consideró en cierta capilla estas palabras grabadas
en un mármol :
aquí tace G^GEiriO MÁRTia PBUIEB
ARZOBBPO DE TOLEDO.
Maravillóse primero deste letrero , por estar en
España perdida del todo la memoria de San Eugenio,
y no quedar rastro de cosa tan grande : revolvió dili-
gentemente los libros de aquella iglesia y memorias
antiguas : halló que todo concordaba con> la vordad.
Hecho esto, muy alegre con nueva tan buena pasó
al concilio de Rems , el cual despedido, j acabadas á
su voluntad todas las cosas míe pretendían , volvió á
España con la alegre nueva ¿e cosa tan importante*
Gue hinchó de muy grande gozo los ánimos del rey y
de los grandes y de toda la muchedumbre del pueblo.
Desta manera sucedió entonces este negocio : el mo-
nasterio Broniense , que está en los estados de Flan-
des en tierra de Namur, y tiene advocación de San
Pedro, pretende tener el cuerpo de San Eugenio:
refieren aquellos mongos benitos que fue* llevado el
año novecientos y veinte, á diez y ochode agosto por
engaño ó á ruegos de Geralrdo su fundador desde
San Dionisio áBronío, do está aquel monasterio. Lo
que se entiende es que le dieron una parte del sa-
grado cuerpo, aue fue causa de pereuaairee le tenian
en su poder toao entero , como es muy ordinario en
cosas semejantes. Comenzóse por entoncesá procu-
rar que las sagradas cenizas de San Eugenio volvie-
sen á Toledo , pero estas prácticas se estorbaron por
las muertes que casi en un mismo tiempo sobrevi-
nieron de la reina doña Berenguela y del arzobispo.
La reina falleció el año siguiente de í i49*, y fue se-
pultada en la iglesia de Santiago, con quien en vida
tuvo particular devoción.
Este año, desgraciado por la muerte de la reina ,
fue mas señalado por una lluvia de sangre que cayó
en parte de Portugal y en el señorío de los moros. El
año adelante de i 1 50 miércoles á nueve días de
agosto pasó de«ta vida el arzobispo Raimundo , que-
brantado , con la edad y con los trabajos de camino
tan lar^to. Créese tnas por conjeturan que por cierta
memoria que liaya , le enterraren en la mí^^ma Igle-
sia Mayor de Toledo. Sucedió en el arzobispado don
Juan Primero deste nombre, obispo á la sazón de Se-
govia, varón de gran'le ánimo y de conocida bondad.
Desta manera procedían las cosas de Castilla. Por
otra parte el pontífice Eugenio confirmó el nombre y
autoridad de rey á don Alonso que ya se intitulaba
rey de Portugal (1), y á su ejemplo pasados algunos
años Aleiandro Tercero deste nombre hizo lo mismo
por una bula que promulgó' Alberto cardenal y chan-
ciller de la santa iglesia Romana : ambos pontífices
por esta gracia le mandaron pagar cierto tributo á
los papas en cada un año , Eugenio cuatro libras de
oro , Alejandro dos marcos : tributo que no se sabe
si en los primeros tiempos le pagó Portugal; en
nuestra era y de nuestros antepasaoos siempre aquel
reino se ha tenido por libre de todo punto, y ezento
de semejante carga y pensión.
LIBRO UNDÉCIMO.
CAPITULO I.
Como los Almohades vinieron á España.
Una nueva entrada que los Almohades hicieron en
España , gente bárb^ira y fiera, hemos de contar : un
(1) No consiguió este Ululo hasla el pootificaéo áe Ale-
328
BIBLIOTECA DE GASPAB Y ROIG.
nuevo reino que en África y en España se fundó por
estos tiempos, nuevas asonadas de guerras sangrien-
tas, con cuvas olas la república cristiana fue trabaja-
da : maravillosos y estraordinaríos juegos déla fortu-
na mudable hasta tanto que ganada una victoria
señalada , y la mas ilustro que en aquella sazón bobo
en el mundo, las fuerzas de los moros mucho se en-
flaquecieron y quebrantaron . Tenia el imperio de los
moros en África y en España Albohali, príncipe del
liuaje de los Almorávides como ^rriba queda declara-
do , en el cual tiempo un cierto hombre llamado Tu-
merto en África, muy docto asi bien en las demás
partes de astrología como señalado en pronosticar
por el nacimiento de cada uno la vida, ingenio, cos-
tumbres y accidentes que habia de tener (que es una
ciencia vanísima) considerado el rostro ae un mozo
llamado Abdelraon , de cuerpo membrudo , y muy
animoso, y por el aspecto de las estrellas, sm em-
bargo que era de mu;|r bajo suelo tanto que su padre
era ollero , le pronosticó seria rey de su nación : que
así lo mostraba el cielo , y tales eran sus hados ^cu>a
fuerza no poderse quebrantar, la gente y nación de
los moros está muy persuadida.
Abríanse las zanjas de una fábrica muy grande.
Sucedió muy á propósito para sus intentos que un
gran predicador de U ley mahometana en aquella sa-
zón tenido por hombre de santa vida j de doctrina
singular, llamado Almohades, introduciendo y publi-
cando nuevas declaraciones de la ley despertaba y
alborotaba los ánimos de la muchedumbre , mudable
de ingenio, príncipalmenie en África, y deseosa
grandemente de novedades. A este como quier oue
Tumerto persuadiese su pronóstico, y él ó de verdad
lo creyese asi, ó lo mostrase, trataron entre sí de
mudar el estado de aquel reino. No hay trama mas
engañosa en la apariencia que el pretesto y capa de
la mala religión, cuando se usa delfapara dar cubier-
ta á otras maldades; ni hay cosa mas perjudicial en
la república que alterar la fe y religión guelos mayo
rei abrazaron. Así de lodo tiempo consideramos ha-
Irerse destruido grandes imperios por la diferencia
on la religión , porque dividido el pueblo en parciali-
dades , de la .contienda y de las palabras se pasa á
enemistades descubiertas, y la 'una parte y la otra
defiende sus opiniones con las armas sin parar hasta
arruinailo titdo ; lo que sucedió al presente , ca Al-
mohades por U mucna autoridad que tenia, -persua-
dió á los que le seguían, tomasen las armas debajo la
conducta de Abdeimon, atrepellasen y destruyesen
el reino de los Almorávides , pues era ilegítimo el se^
ñorío que se fundara por fuerza destruyendo á los
Atavecinos , linaje que descendía de Fátinia hija ma-
yor de M ahoma su profeta. Demás desto que sino sa-
cudían de sí al imperiode los Almorávides, no podrían
las opiniones que de la religión tenían abrazadas,
pasar adelante: que los intentos impíos y iiisullos de
aquella ralea de ¿ente era justo fues(*n castigados y
vendados con toda diligencia.
Movidos por estas razones los del pueblo se deter-
minaron á tomar las armas; pero como no fuesen
diestros en la uuerra al principio quedaron venci.os
en bata la por las armas v poder del rev Albohaii : so-
brepujó el esfuerzo á la muchedumbre y canalla;
mas en breve juntadas nuevas fuerzas , volvieron á
jamierra y no pararon hasta que, vencidos los Almorá-
vides , dieron la muerte al rey Albohaii : Abdelmon
sucedió en su lugar. En tiempo deste rey los que se-
guían á Almohades, de quien se tomó el nombre de
10% Almohades , se apodersfroo de aquel reino y mu-
daron en él las leyes y costumbres antiguas : clemás
desto , dado asiento en las cosas de África , volvieron
jandro III , es decir entre 1159 y 1181 , pero no se sabe pre-
risamente en qué ano: lo gne consta es, que los soberanos de
fispana tardaron mucho tiempo eo reconocerle por Ul.
sus pensamientob' á España. Tumerto se queJó en
África con intento que sus enemigos no tañesen
lugar de alterarse : el nuevo rey Abdelmon y ci pro-
feta Almohades con mucha y muy buena gen te pasa-
ron á España al principio sin hacer daño , porque no
desconfiaban que los de su nación voluntariamente
se los rendirían ; que si entretenían su esperanza , y
tomaban consejo diferente , venían determinados no
escusar ninguna cosa de las que se pudiesen padecer
ó temer, en fin usar de fuerza. Sucedióles como de-
seaban que sin dificultad se persuadieron todos los
moros que quedaban en España , de acomodarse con
el tiempo , y recebir públicamente las nuevas opinio-
nes y ritos que aquella gente abrazaba , esto con tan-
ta ahci^ y con tanto odio así de su antigua supers-
tición como de la Religión Cristiana , que todas las
cosas ordenadas por los reyes moros pasadon las
trastrocaban y forzaban á las reliquias ae los cris-
tianos, que mezclados con los moros como las estre-
llas en las tinieblas de la noche resplandecían, y vul-
garmente los llamaban mozárabes, con tormentos
que les daban de todas maneras para que dejasen ^a
religión de sus padres. ,
Muchos por este miedo se huyeron á tierras de
cristanos : entre los demás Clemente prelado de Se-
villa , llegado á Talavera , falleció algunos años ade-
lante por este tiempo en aquel iurar , persona santa
y muy ejercitado en la lengua arábiga : otros machos
oprimidos con el peso de los males obedecíoron á los
vencedores , de tal suerte que desde este tiempo po-
cos quedaron entre los moros que da nombre y de
profesión fuesen cristianos. Los Almohades , conten-
tos de sujetar á su imperio á los moros de España, no
les pareció por entonces hacer guerra á los cnstianos,
que eran poderosos por tierra y por mar; antes acor-
daron dar la vuelta a Afri'*a donde tenían las princi-
pales fuerzas de aquella secta y parcialidad. Falleció
el profeta Almohades en breve después que volvieron
y cerca de Marruecos silla de aquel reino por manda-
do del rey le edificaron un magnifico sepulcro : la
muchedumbre engañada con la muestra fingida de
santidad , y con la .fama , comenzó á le honrar y hacer
romerías á él pordovocion. Vinieron á España los Al-
mohades año de nuestra salvación de 1150 , del im-
perio de los árabes quinientos y cuarenta y cinco. (I)
El arzobispo don Rodrigo pone seis años menos al fio
de la historia de los árabes, pero sin duda lleva la ra-
zón de los años errada en esta parte.
CAPÍTULO ü.
Cómo murió don García rey de Navarra.
En el mismo año que salió el emperador don Alon-
so al encuentro de los Almohades , y talados los cam-
pos de Andalucía , puso cerco á Córdoba después que
Abdelmon era vuelto á África , como ya sospecfic,
don García rey de Navarra cerca de Lorca pueblo de
su señoríode una caída de un caballo que üióen la caza
sobre>una pena, murió á los veinte y uno de noviem-
bre, víspera de Santa Cecilia. Iba á la sazón de Este-
lia á Pamplona mal enojado con no muy grande causa
contra aquellos cíuda(Íanos, y con resolución de cas*
tigarlos ; mas este accidente le atajó los pasos y pen-
sainíontos. Reinó diez y seis años; los hijos que aejó,
fueron estos : don Sancho , que luego ie sncedió en
el reino , y se coronó en la iglesia Mayor de Pamplp*
na , do hizo enterrar á su padre , doña Blanca nuera
del emperador, y doña Marcarita que casó coo Gui-
llermo rey de Sicilia por sobrenomore el Malo. Rijos
otrosí legítimos del rey don García fueron don Alonso
Ramírez señor de Castro el viejo , y doña Sancha que
(1) Loa historiadores árabes ponen esta entrada el 134e
mayo del año Íi46 de Cristo; que es el mismo eu que te
'criatianos se apoderaron de Córdoba.
HI8T0RU OB ESPAMA.
329
casó primero con Gastón vizconde de Bearne , des-
pués coa don Gonzalo conde de Molina. La maerte de
don García dio ocasión á ios otros principes de nue-
vas alteraciones , en especial á don Ramón príncipe
de Barcelona, y al emperador don Alonso, no obs-
tante los muchos vínculos de afinidad que con el
muerto j con sus hijos tenia. Es asi que los reyes en
mas ssbman ensanchar su señorío que ser alaba-
dos de humanos y de modestos: no hacen caso con
el deseo de mandar de lo que la Tama puede hablar
delios y pensar los venideros , como si con el poder
(ireseote se pudiese también apagar la memoria del
tiempo adelante.
Estos dos principes se juntaron en Tudelin pueblo
de Natarra cerca ae los baños que allí hay : hallóse
asimismo presente don Sancho, ya dias antes decla-
rado rey de Castilla por el emperador su padre. Hicie-
ron sus acuerdos y conveniencia con estas condicio-
nes: qne todo lo que de nuevo se quitara á Castilla,
te restituvese enteramente á don Alonso ; io que de
Aragón, a don Ramón ; y que el antiguo señorío de
Navarra, luego que juntadas las fuerzas, le hobiese n
qailado al nuevo rey, le dividiesen entre sí por par-
tes iguales, á cada cual lo que mas le estuviese á
cuenta, en particular que Pamplona quedase por don
Ramón, Estella por el emperador, Tudela fuese de
ambos, y cada uno pusiese en su parte quien la go-
bernase: ^ue don Ramón por los pueblos y ciudades
que adquiriese en Navarra, fuese feudatario de Cas-
tilla , renovando en esto la confederación de don
Sancho y don Pedro reyes de Aragón. Añadióse de-
más desto que pues el prhicipal cuidado era de hacer
guerra á los moros , luego que Valencia con tudo lo
que hay desde Tortosa hasta iucar , y también Mur-
ciase ganase de moros, quedase por los aragoneses^
como obligados eso mismo y feudatarios á los revés
de Castilla. Juraron los reyes estas condiciones, dié-
roose las manos entre sí, que conforme á la costum-
bres de España es una ^nde atadura déla fe dada y
recebida: púsose término y señalóse tiempo para co-
menzar la guerra de Navarra pasado el mes de se-
tiembre.
La liga se hizo á veinte y siete de enero, que tuvo
no buen principio, y fue adelante de ningún efecto,
porque el nuevo rey avisado de lo que pasaba , se
apercibió con mucha diligencia, y aunque era de pe-
queña edad, estaba muy fortalecido no mas de so-
corros de fuera , que de ui benevoleocia de los suyos;
en que sobrepujó ¿ su padre , principe que fue á sus
vasallos pesaao y comunmente de los mismos aborre-
cido. Entre los señores de Navarra don Ladrón de
Guevara de antigua nobleza y señor de Ayvar tenia
muy grande autoridad , tanto que por pasar á los
otros muy adelante en riquezas y poder le llamaron
príncipe de Navarra. Al emperador y ¿ don Ramón
entretuvieron otros cuidados para que no pudiesen
con todas sus fuerzas acudir á la nueva guerra , si
bien los aragoneses con entradas que hicieron y cor-
rerlas , comenzaron á trabajar lo de Valderroocal, las
Rentes de Castilüi á lo que de Navarra les caia cerca;
los unos y los otros sin hacer cosa notable , mayor-
mente que don Ramón se partió para Narbona con-
tra Trencavello vizconde de Carcasona , con quien
finalmente se concertó por el mes de noviembre tu-
viese en feudo á Carcasona y Rodes. El emperador
don Alonso se hallaba ocupado en concertar nuevos
parentescos y casamientos, ca Luis rey de Francia
repudiado que hobo á Leonor condesa de Potiers;
en quien tenia dos bijas, en su lugar se casó con hija
del emperador don Alonso, que unos llaman dona
Isabel y otros doña Constanza, y pudo tener entram-
bos nombres. El emperador por el mismo tiempo casó
con Rica hija de Uladislao duque de Polonia (que es
psrte de la antigua Sannaeia) habida en Berta her-
mana de Otbon obispo frisíngense, como lo dice Ra- 1
devico en lo que añadió á la historia que escribió
el mismo Othon.
Entre tan grandes regocijos y aparatos de bodas
como se hicieron , no podían las armas tener logar,
fuera de que ios navarros estaban confederados con
los franceses, por lo cual pensamos que el emperador
se amansó mas, y comenzó á divertir su ánimo de
aquella empresa que condenaban las leyes de la amis-
tad y los juicios de los hombres: además que á don
Sancho rey de Navarra favorecían todos ordinaria-
mente por el esceleote natural que en su pequeña
edad mostraba, y el mismo don Alonso era muy ami-
go de justicia , ahorrecedor de toda insolencia y de-
masía, virtud que por este tiempo mostró con un
ejemplo digno de memoria. Un cierto soldado de san-
gre noble, y del número de los que vulgarmente en
España llaman infanzones, en Galicia confiado en que
aquella tierra caia lejos, y en hi revuelta de los tiem-
pos, despojó á un lat^ador de todos sus bienes. Amo-
nestado por el rey y flobernado de la provincia hi-
ciese Satisfacción de To que tomara injustamente,
no quiso obedecer. Disimuló el rey por entonces, y
pospuestas todas las demás cosas, en hábito desfra-
zado oara que la cosa fuese mas secreta, desde la ciu-
dad de Toledo fue por la dicha causa á lo postrero de
Galicia. Llegado, cercó de sobresalto las casas del
soldado, que huyó por miedo del castigo, mas él le
mandó prender y ahorcar delante de las mismas ca^
sas. Con este hecho el rey ganó autoridad, y la ino-
cencia quedó valida, y aquel liombre castigado como
su desatino y soberbia merecía. Valeroso príncipe,
que ni en paz ni en guerra estaba ocioso , antes
vuelto á la guerra contra los moros este año puso
cerco á Jaén , el siguiente de H82 á Guadíz, ciudad
de Andalucía que los antiguos llamaron Acci, pero
no parece salió con estas empresas.
Doña Petronila reina de Aragón parió un hijo que
en vida de su padre se llamó don Ramón , y después
dól muerto don Alonso. Es cosa notable que estando
para parir, á cuatro dias del mes deabnl otorgó su
testamento, en que dejaba el reino paterno al preña-
do, si naciese varón ; pero si fuese hembra , nombra-
ba por heredero á su marido don Ramón , que fue
ejemplo bien eztraordlnario. Nombró por sus albaceas
á tres obispos, Guillermo de Barcelona, Bernardo de
Zaragoza, Dado de Huesca , y junto con ellos otros
hombres principales. Dice en él en particular que
deja el reino i sus herederos libre como su tio aon
Alonso le tuvo, es á saber pospuesta la confederación
y asiento que poco antea se tomó con Castilla. Por el
mismo tiempo falleció don Pedro de Atares señor de
Borgia : sepultáronle en él monasterio de Veruela,
que no lejos de Zaragoza él mismo fundara. Borgia
quedó por el rey: á los Templarios á quien el difunto
la dejó en su testamento , dio en trueque y recom-
pensa á Ambela y otros pueblos. ítem lo que los mo-
ros poseían á las riberas de Segre y Cinga , ó por
fuerza ó por voluntad se ganó por ios aragoneses.
Demás destos ciertos castillos que caían entre Tarra-
gona y Tortosa en bosques y lugares altos, y por tan-
to era difícil conquístanos, en nn se venció la difi-
cultad y vinieron á poder del rey. Lo mismo Mirábate
á la ríbiera de Ebro , pueblo muy Alerte que se dio á
los Templarios para que le poseyesen y tuviesen en
él guarnición.
En estas guerras se señalaron entre los demás en
esfuerzo y diligencia el conde de Urgél, y Ramón de
Moneada, y Poncio Hugon conde de Ampurias, que
falleció elmismo año. La tercera parte de Tortosa
que conforme á lo asentado cuando se ganó, era de
los ginoveses, el rey al preséntela compró aellos, y
la rescató con dinero. Con estas cosas el nombre de
don Ramón comenzó en toda España y también acer-
ca de las naciones estrañasá ser muy célebre, si bien
él por su modestia, ó porque el reino de Aragón ie
330
BIBLIOTECA DB GAfiPAft T ROIG.
tenia en dote, nunca en toda bu vida se quiso llamar
rey ; solamente se intitulaba príncipe do Aragón , y
contento con este apellido lo gobernaba todo él solo á
su voluntad en guerra y en paz. Es cierto que desde
este tiempo las armas antiguas de los reyes de Ara-
gón, se trocaron en las de ios condes de Barcelona,
que eran cuatro fajas ó bandas rojas,
que á iguales espacios de arriba ¿ bajo
dividen un campo ó escudo dorado. Don
Sancho , el que adelante sucedió en el
reino de Portugal á don Alonso su pa-
dre, nació á once de noviembre del
año i 154 en Cotmbra, donde la reinado buena gana
moraba: hermanas de. don Sancho doña Urraca que
casó en León , y doña Teresa en Flandes. El naci-
miento deste infante don Sancho fue la cosa mas se-
ñalada que sucedió este año, y juntamente la venida
de Luis rey de Francia á España , de que se hablará
luego.
CAPITULO HL
De la venida ¿ España de Luis rey de Franda.
Tenia Luis rey de Francia llamado el mas Mozo
gran deseo de ver á España, y visitar á su suegro.
Era menester buscar algún color para tan larga jor-
nada : pareció el mas á propósito ir en romería á
Santiago por voto que el tiempo pasado habia hecho.
Esta era la voz que se decia en público: de secreto
otru puridad le aguijonaba mas, como lo dice el ar-
zobispo don Rodri^'o, que los escritores franceses
no hablan deslo : esta era informarse y saber en pre-
sencia si su mujer era nacida de legítimo matrimonio,
porque algunos malsines, hombres malos, cuales
tienen muchos los palacios de los principes , que to-
do lo tuercen, afirmaban al rey que la reina su mu-
jer era bastarda , y por el mismo caso con aquel ca-
samiento se disminuía y afeaba la magéstaa real de
Francia. No dejaba él de dar oidos á estos chismes,
porque á ejemplo de madama Leonor su primera mu-
jer parece buscaba ocasión de repudia! la , por haber
también ella parido dos hijas, y ningún hijo varón;
que Felipe pur sobrenombre Augusto , hijo deste rey
Luis, nació de Alisa, hija que fue del señor de Bies,
con quien este rey se casó últimamente después de
la muerte de doña* Isabel.
El emperador su suegro sin saber lo que pasaba,
acompañado de sus dos hijos , y de don Sancho rey
de Navarra, salió al encuentro á su yerno hasta Bur-
gos. Acudieron de toda España de las partes comar-
canas , de las que caían lejos , v de las postreras así
señores como gran muchedumbre de hombres á ver
tantos reyes en unas mismas casas y morada. Saca-
ban arreos , galas, libreas, finalmente todo lo que en
España era hermoso y magnífico, como para nacer
alarde y muestra de su grandeza acerca de los fran-
ceses , que tenian por pobreza todo lo de acá. Con
este aparato llegaron desde Burgos á Santiago , y
cumplidos enteramente sus votos, volvieron ala ciu-
dad de Toledo , para donde de las dos naciones moros
y cristianos que obedecían al emperador, tenia con-
vocadas cortes con intento de hacer ostentación de
mayor grandeza y poderío. Vino entre otros á la fa-
ma y al llamado don Ramón príncipe de Aragón con
muy lucido acompañamiento. El rey Luis considera-
do el arreo , atuendo y atavio así de los grandes como
del pueblo, que acudió en tan gran número cuanto
nunca en la ciudad real se vio antes , demás desto
sabida la verdad del negocio porque era venido , dijo
no haber en Europa ni en Asia visto corte mas luci-
da , ni arreada : provincias en que se hallara en el
tiempo que fue á la guerra de la Tierra Santa ; que
daba gracias á Dios por tener por mujer hija del em-
perador don Alonso, sobrina de don Kamon príncipe
de Aragón. Hiciéronse juegos con gran magnificeo-
cia, y presentes al rey huéspotl de gran estima; mas
no quiso tomar cosa alguna fuera de un carbunco
muy grande y de gran valor, y con tanto se volvió
alegre á su tierra. Acompañóle don Ramón basta
Jaca, en que los recibieron con aparato real y toda
muestra de alegría como testifican las historias de
Aragón.
Falleció el conde de Urge! á veinte y ocho días del
mes de agosto : fue nieto de don Peranzules ; y del
lu^r donde se prió, y para diferencialle de otros del
mismo nombre, le llamaron Armengol de Castilla. El
año siguiente í 155 once de noviembre, viernes co-
mo dicen los anales toledanos , nació á don Sancho
rey de Castilla de doña Blanca su mujer un hijo lla-
mado don Alonso, heredero que fue adelante del
reino de su padre y abuelo. Habíase tratado en la
alianza que se hizo en Tudelin , de repudiará esta
doña Blanca por no ser aun de edad para casarse;
pero las leyes de la equidad , el amor del marido y la
inocencia de aquella señora prevalecieron para que
no se le hiciese tal agravio, siguióse una guerra en
aquella parte de la Gallía Narbonense que se llámala
Proenza, por esta ocasión: Hugon Baucio y sus her-
manos , hijos que eran de Raimundo Baucio j nietos
de Gilberto, ganaron el tiempo pasado un privilegio
de los emperadores alemanes Conrado y Federico , en
que les concedían todo lo que el conde Gilberto su
abuelo habia poseído. Fundados en este privile^no,
pretendÍHu toda la Proenza; y fortificándose en el
pueblo Trencatayo , trabajaban todos los lugares co-
marcanos. Don Ramón con el cuidado que tenia de
su sobrioo , marchó para allá con un grueso ejército,
con que abatió el atrevimiento y orgullo de los bau-
cios , y en breve los redujo á obediencia.
En el mismo tiempo el cardenal Jacinto legado en
España sosegaba las contiendas, y daba asiento en
el estado de las i^lMsias; en particular á instancia de
Juan arzobispo de Toledo pronunció sentencia en Na-
jara en favor de! primado de Toledo contra los arzo-
bis[>os de Santiago y de Braga. Fue esta legacía de
Jacinto muy señalada y famosa en esta era. Envióle
Anastasio IV, pero llegó á España en tiempo que era
ya pontlíice el que le sucedió, que fue Adriano IV. Ea
el tiempo que í.uís rey de Francia estaba en Toled's
sucedió haoi'rse mención de San Eugenio primer ar-
zobispo dd Toledo, cuyas reliquias poco antes se liijo
tenian en la iglesia de San Dionisio cerca de París:
pedían que los sagrados huesos se trasladasen á Espa-
ña, llevaban mal los franceses esta demanda, alcan-
zóse solamente que les enviase una parte. El rey Luis
vuelto á su patria hizo esto y lo cumplo enteramente,
que envió el abad de aquel monasterio á su suegro
con el brazo derecho del mártir. Ya que llegaba cerca
de Toledo, salieron en procesión á recibirle el empe-
rador don Alonso, los dos reyes sus bijos, ios grandes,
el pueblo v varones sagrados. La sagrada arca fue en
hombros del emperador y de sos dos bijos llevada á
la iglesia Mayor, y puesta en el sagrario della á doce
dias de febrero el ano de nuestra salud de \ 156. Los
demás huesos del sagrado cuerpo se trujeron á Tole-
do á instancia de dop Felipe Segundo rey de las Es-
pañas, y por diligencia de don Pedro Manriquecanó-
nigode Toledo , que para este efecto fue enviado por
embajador á Carlos Nono rey de Francia cuatrocien-
tos y nueve años, nueve meses, y seis días mas ade-
lante, con igual ej»>mplo de piedad, pompa y aparato
el mayor que se vio en España; y se pusieron en el
mismo templo debajo del altar mayor en capilla par-
ticular y devota.
CAPITULO IV.
De la muerte del emperador don Alonso .
Con las vistas destos príncipes parecía ser ac4iha-
das las guerras civiles entre cristianos; pero el ba-
HISTORIA DI ESPA?(A.
331
ber!% apartado y desmembrado el reino de Navarra
del de Aragón , como se hizo los años pasados, tenia
puesto en mayor cuidado ádon Ramón principe de
Aragón , que fácilmente lo pudiese olvidar. Solicitó
al emperador para que renovado el asiento y liga be-
cha en Tudelin, juntas las fuerzas acometan á don
Saocho rey de Navarra enemigo común. Como pren-
das deste concierto y para mayor seguridad se con-
certó casamiento entre doña Sancha hija del empe-
rador habida en Rica su mujer , y el hijo de don
Ramón , acordóse esto por entonces sin pasar ade-
lante á causa de la poca edad de los dos. En esta con-
federación comprehendieroa á los hijos del empera-
dor don Sancho y don Fernando; verdad es que don
Alonso el emperador deseaba mas ser medianero en
la paz oue movedor de la guerra , y aun estaba mas
inclinado al rey de Navarra , de do se mostraba igual
esperanza j partido, esto es de casar con él otra hija
llamada dona Beatriz, habida en su mujer doña Be-
rengaría á Berengueia , lo cual se efectuó adelante,
y entonces se movió este tratado que no era de me-
nospreciar: por esto con diferentes escusas se entre-
tenía de dia en dia, y alegaba ya gna ]fa otra causa de
la tardanza para no juntar, como lo tenian concertado,
sos armas con los aragoneses: decía que se debia
primero de acudir á la guerra sagrada, y atajar las
pretensiones de los moros antes que el imperio de
los Almohades con el tiempo se arraigase mas en Es-
paña, en especial que por muerte de Abdelmon, su
hijo y sucesor Jacob, que otros llaman Juzeph, hom-
bre muy soberbio y de grande esperiencia en las co-
sas de la guerra, asentadas las cosas de África, con
sesenta mil de á caballo y mucho mayor número de
iorantes era pasado con grande espanto de los fieles
en España, llamado de los moros que en ella esta-
ban, para ayudar á su gente y vengalla.
Aquejábale este cuidado y riesgo: rogó grande-
mente á don Ramón príncipe de Aragón que juntado
un grueso ejército se aparejaba para entrar por tier-
ras de Navarra, que no comenzase la guerra antes de
la tiesta de San Martin. Hízose asi, que se dilató aque-
lla empresa: solamentepor entonces se confirmó con
naevos hoaienajes en Toledo la confederación pasa-
da por el mes de febrero el año 1 157. Llevó esta tar-
danza don Ramón con ánimo mas igual, á causa que
en el mismo tiempo los movimieutos de Fraucia le
forzaron á ir de nuevo á Narbona con esta ocasión:
Hermengarda, vizcondesa de aquella ciudad, tralm-
jada por las armas de los comarcanos fue forzada á
entregarse á si j á su señorío en la fe y amparo de
don Ramón su tío. El que dio este consejo, Beren-
gario arzobispo de Narbona, dejada la Francia, la
acompañó basta Perpinan, donde todas estas prácti-
cas se trataron y concluyeron. El emperador don
Alonso determinado de hacer guerra á los moros con-
vocó á sus dos hijos, á los prelados y señores de todo
su estado, v formado un grueso campo, rompió por
el Andalucía, taló los campos, y quemó los lugares,
robólos y saqueólos por todas parles. Era miserable
aquella parte de España en este tiempo por ser tra-
bajada y afligida de la una gente y de la otra , moros
y cristiunos. Ganóse la ciudad de Baeza , que habia
vuelto á poder de moros , Andujar y Quesada; y por-
que los calores del estio eran grandes y los lugares
mal sanos , determinado el emperador de volver á
Castilla, dejó en el gobierno de aquellas ciudades al
rey don Sancho su hijo, porque bi quedaban sin tal
amparo , no volviesen á poder de moros como otras
raucliHS veces: la mayor parle del ejército quedó con
don Sancho. El con don Fernando su hijo y con los
demás volvieron atrás.
En este camino en el mismo bosque de Cazlona y
S¡(»iTan)orena el emperador cayó enfermo, y como no
pudiese sufrir ni disimular mas tiempo la fuerza de
la dolencia por tener el cuerpo quebrantado con tan-
tos trabajos mas que por su edad , cerca del lugar de
Fresneda mandó debajo de una encina le armasen
una tienda : hacíal^compañia don Juan arzobispo de
Toledo que le confesó y comulgó : dio la postrera bo-
queada á veinte y uno del mes de agosto : vivió cin-
cuenta y un años , cinco meses, veinte y un días:
dignísimo príncipe de mas larga vida : no bobo per-
sona mas santa que él siendo mozo , ni vio España
cosa mas justa, ruerte y modesta siendo varón: rei-
nó treinta y cinco años poco mas ó menos (1) : tuvo
título y magestad de emperador veinte y dos años y
seis meses: fue príncipe colmado de todo género de
virtudes , y su memoria fue muy agradable á la pos-
teridad por la voluntad que mostró perpetuamente de
ayudar á la Religión Cristiana. Tuvo tres mujeres do-
ña Berengueia, doña Beatriz y doña Rica: en doña
Beatriz no parece tuvo hijos i de doña Rica hobo á
doña Sancha , doña Berengueia parió á don Sancho
y don Fernando que sucedieron á su padre , y á doña
Isabel j doña Beatriz : demás destos á don Alonso y
don Fernando como parece por un privilegio de la
iglesia Mayor de Toleao ; este don Fernando murió
niño, y su padre le hizo sepultar en el monasterio
de San Clemente que hay de monjas en aquella ciu-
dad, que él edificó; el letrero de ia sepultura de^ia:
su
AQUÍ ESTÁ EL MUT ILUSTRE DON FER-
NANDO HIJO DEL EMPERADOR D. ALONSO
QUE HIZO ESTE MONASTERIO; PÚSOLE
AQUÍ POR HONRALLE.
CAPITULO V.
Cómo don Sancho y don Fernando sucedieron á
padre.
Don Sancho y don Fernando hijos del difunto em-
perador, mozos el uno y el otro muy escogidos y
aventajados , como su padre lo dejó señalado y dis-
fiuesto así dividieron sus estados. El reino de León y
os gallegos quedaron por don Fernando : don San-
cho que era el hermano mayor, poseyó á Castilla y á
las demás provincias que andaban con ella: ambos
fueron buenos príncipes en tiempo de paz, y diestro»
en la guerra : de tal manera que parece querían imi-
tar á porfíalas virtudes de sn padre. Don Sancho era
mas amado del pueblo por ser de condición blanda y
benigna : por esto y porque murió antes de tiempo
le llamaron don Sancho el Deseado : don Fernanda
daba orejas á los malsines, que tienen por costumbre
torcer las palabras y los servicios de otros , con que
se enajeno las voluntades de los grandes. Era otrosí
sospechoso naturalmente , enfermedad que si no se
reprime con la razón acarrea mal y daño. Por esta
causa como no se fiase de su hermano , antes que
hiciese las honras á su padre, y antes que le sepulta-
sen, acudió á León para tomar la posesión de aquel
reino.
Al contrario don Sancho , sabida la muerte de su
padre, á grandes jornadas llegó á* Fresneda, donde
acompañado de ios prelados y grandes llevó el cuerpo
de sn padre difunto á Toledo, do le sepultaron con
aparato real , v muy célebre por las lágrimas de todo
el pueblo , en la iglesia Mayor de aquella ciudad. A
esta sazón don Sancho rey de Navarra , á quien con
la edad por la grandeza de las cosas que hizo y por la
erudición de su ingenio dieron sobrenombre de Sa-
bio, por parecerlé tenia buena ocasión de vengar las
(1) Contando desde que fue reconncido rey en Santiago
el 2o de setiembre de 1110, reinó 47 años menos al)?un<w
días; si se empieza á cootar desde que muño su madre doria
Urraca en 10 de marzo de 11:26, solo reinó 30 años , cinco
meses y quince días : y habiendo sido coronado emperador en
las cortes celebradas el 26 de mayo del año 1135, su iiniicrio
duró 22 años, dos meses y veinte y cinco días; y vivió en
todo 52 años, cinco meses y veinte y tantos dias.
332
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIC.
iujurías pasadas, juntado el ejército de los suyos,
que teoia apercebidos para defenderse, pasó hasta
Burgos hacieudo mal y oaño. Parecia haber con esto
lieciió lo que bastaba para sustentar el crédito y opi-
nión, pues acometía a sus contrarios el que apenas
se entendía seria bastante para defenderse de los in-
tentos de tan grandes reyes que le pretendían derri-
bar. Para muestra de lo cual traía este rey por blasón
en campo rojo una banda dorada con dos leones
aue por una parte y otra la despedazaban ¿ porfia.
echa pues esta entrada, con la misma presteza dio
la vuelta para su tierra. Los moros de Andalucía por
quedar Jas plazas que en la guerra pasada les habían
sido tomadas, desamparadas de la ayuda de don San-
cho , sin dilación las tomaron á recobrar.
Era necesario acudir á entrambas partes: pareció
reprimir primero el atrevimiento del rey de Navarra,
porque disimulando la injuria, no se disminuyese la
autoridad y magestad del nuevo rey, dado que de su
i;ondicion se inclinaba roas ala paz que á la guerra.
Hacia sus apercibimientos de armas, dinero y solda-
dos. Sucedió muy á propósito que Ponce conde de
la Minerva, el mas principal de los señores leoneses,
y que fue paje de armas del emperador don Alonso,
agraviado por el rey don Fernando que le despojó de
su estado, dejado León, se pasó á Castilla. £ra gran-
de el crédito de su esluerzo, y muy aventajado en el
ejercicio que en las armas teuia. Por esto, y porque
don Sancho estaba ocupado en dar asiento enlas co-
sas del reyno , recebido que hobo benignamente al
conde y dádole esperanza de alcanzarle perdón de su
señor, le hizo general, y le dio cuidado de la guerra
de Navarra. Aceptó el cargo, j con un gueso ejército
que llevaba , por tierra de Briviesca llegó á la Rioja
en busca del enemigo. Hay una llanura no lejos del
iuffar de Bañares llamado Valpiedra , en que se dio
la batalla. Los navarros ordenaron las huestes desta
manera: don Lope de Haro iba eu la vanffuardia,
don Ladrón de Guevara en la retaguardia, el mismo
rev don Sancho en el cuerpo de la batalla.
Las gen tes de Castilla como en número así en va-
lor sobrepujaban: ordenaron también ellos sus haces,
y presentaron la batalla al enemigo: cerraron tos
escuadrones con igual denuedo. Los castellanos al
principio fueron echados de su lugar , después mu-
dindose la fortuna de la pelea, quedaron con la vic-
toria. Los navarros volvieron las espaldas desapode-
radamente: la matanza fue menor que conforme á
la victoria , muchos se acogieron y salvaron en los
pueblos j castillos comarcanos que eran suyos :hí-
zoles daño no esperar los socorros que de los france-
ses les venían. Sin embargo luego que llegaron, oo-*
brado el rey ánimo de nuevo , no temió ponerse al
trance de la batalla. En el mismo lugar y en el mismo
llano tornaron á pelear. La batalla fue muy brava, ca
ios unos peleaban como vencedores , los otros por
vencer. Finalmente los navarros, atemorizados con
ia matanza pasada, y daño recebido, auedaroo ven-
cidos , T el campo por los contrarios. Muchos de los
mas nooles queoaron presos, que trató don Ponce
benitamente. Decía no era venido á hacer guerra
con Tos prisioneros v con su miseria , sino á vengar
solamente la temeridad del rev. Soltólos demás desto
y dejólos ir libres: humanidad que fue entonces muy
alabada, en especial que no solo dio libertad á los
navarros, sino también á los franceses. Ganada esta
victoria, yoIvíó á Burgos: el rey después de alabar
el esfuerzo de los soldados , y hacerles mercedes se-
gún los méritos de cada cual, mas que á todos honró
con todo género de cortesía al general Ponce. El
agrado llegó á tanto, que con deseo de restituirle en
su patria y en su estado como lo tenia prometido,
revolvió contra las tierras de León , y llegó con su
ejército y con sus gentes hasta Sahagnn, determina-
do hacer la guerra á don Femando su hermano si no
Tenía en lo que parecia justo, y él quería. El rey don
Femando visto el peligró oue corría, vino desarmado
á verse con su hermano ei rey dun Sancho: con es-
tas vistas (i) se acabaron los desabrimientos , ma-
y^ormente que don Femando no solo profbetia dem-
tituir al conde don Ponce so estado y perdonaQe,siuo
de hacelle mucho mayores honras y mercedes. Ofre-
cía otrosí para mayor muestra de humildad de ha-
cer pleito homenaje á su hermano, y ponerse en sa
poder V en sus manos : cortesía que don Sancho, tro-
cado el enojo en humildad como acontece sosegada
la contienda, dijo que no sufriría que el hijo del em-
perador fuese sujeto ni reconociese homenaje á im-
perio de ningún príncipe ni monarca.
CAPITULO VI.
De los principios de la caballerfe de Calatnva.
El lugar de Galatrava está puesto en los Oretanos
cerca de Almagro en un sitio fuerte y á la ribera de
Guadiana. En el tiempo que se ganó de los oaoros, le
entregaron para fortificarle y guardarle á los Tem-*
plarios, soldados de cuyo esfuerzo j valentía se teoia
ffrande crédito: pretendían que sirviese como de
tuerte para reprimir las correrías de los bárbaros;
pero elfos por aviso que tuvieron que los moros con
grande esfuerzo en muy gran número le querían
poner cerco, perdida la esperanza de podelle defen-
der, le volYíeron al rey. No se hallaba entre los gran-
des alguno , que de su yoluntad ó conridado por el
rey se ofreciese v atreviese á ponerse al peKgro de
la defensa : solo dos monges del Cistel, que reñidos
por otras causas á la corte, se hallaban á la sazón en
Toledo se atrevieron á esta empresa: estos eran fray
Raimundo abad de Fitero junto al rio de Pisuerga
(yerran los que atribuven (2) esta loa á otro monas-
terio de Fitero que esta en Navarra cerca de Tudela,
pues consta que no estaba edificado en este tiempo)
y el compañero que traía, llanEíado fray Diego Vebz*
3uez : este había sido soldado viejo del emperador
on Alonso, afamado por muchas cosas que en la
guerra hiciera : después cansado , y por menosimcio
de las cosas humanas se metió monge, y ai presente,
como era de gran corazón , con muchas v buenas
razones pereuadió alabad se encargase de la defensa
de aquella plaza: consejo al parecer temerario, pero
en efecto inspirado de Dios, como yo pienso, porque
contra tantas dificultades come se presentaban, nin*
guna razón ni prudencia era bastante.
Fue esta oferta muy a^dable primero al rey,
después á don Juan arzobispo de Toledo, que esta-
ban antes tristes y faltos de consejo en aquel aprieto
tan grande. El dicho arzobispo deruás desto porque
Calatrava era de su diócesi ayudó con sus dineros, j
desde el pulpito perauadíó asi á los nobles, como a
los del pueblo , que debajo de la conducta del abad
se ofreciesen al peligro y á la defensa , porque no
pareciese oue desamparaban en aquel trance, y fal-
taban al deber y á las cosas de los cristianos: cuanto
menos perdonasen á sí yá sus haciendas, tanto esta-
rían y serían mas seguros : perdido aquel pueblo
que era como baluarte^ la llama y el fuego pasaría i
(1) En el tratado de paz que híderon el 25 de naj»
de 1158, convinieron adema» que se ayudarían mátuameotc
contra sus enemigos: que no podrían hacer la pax con el nj
de Portugal sin consentimiento mutuo: que se saeederíaa re-
ciprocamente si morían lin socesioB legitima: que se restHui'
rían Isa plaiu conquistadas; y que lo oooquistado al rey de
Portugal y á ios reyes moros se partiría ea ia fonna que se
estíDuuba.
(2) Muy al contrarío Horet ha demostrado con toda evi-
dencia que San Raimundo , fundador del orden nulitar de
CaJatrava , fue abad del famoso monasterio de Filero de
Navarra y no del de Castilla.
IIISTOkIA DE ESPAÑA.
333
las haciendas particulares y tierras de cada cual. Su-
cedíeroB estas cosas al principio del ano H58.
El rey hizo donación del señorío de Galatrava y de
sa tierra á Santa María de la orden del Cistel, y en su
nombre al abad Raimundo y compañeros para siem-
pre. Es de grande momento la fama para cualquier
iiemio; que las mas Teces es mayor que la verdad.
Asi como se divulgase el ruido de esteapercebimionto
que se hacia para defender aquel pueblo , los moros
perdida la esperanza de gaualle ó embaraxados en
ülras cosas , no vinieron sobre Gatrava.
EsUs fue el principio dichoso y bienaventurado do
aquelld milicia V orden , porque muchos soldados si-
guieron al abad y tomaron el hábito que él les dio,
señalado y á propósito para no impedir el uso de las
armas ; y luego vuelto á Toledo , hinchó al rey y á
los ciudadanos y corte de alegría por lo que acome-
tiera y hiciera : juntamente de su monasterio da era
P'elado, trajo gran copia de ganado, y de los lugares
comarcanos hasta veinte mil personas , á quiep re-
part ó los campos v pueblos cercanos i Galatráva
para que en ellos poblasen y viviesen por estar yer-
mos de moradores : con esta diligencia el pueblo de
Calatrava quedó muy bien fortificado para cualquier
cosa gue sucediese. £1 abad Raimundo falleció algu-
nos anob después en Ciruelos , aldea en que también
estuvo sepultado. La «ente de aquel lugar por la dili-
gencia que usó en defender á Calatrava, le nace tanta
honra que se persuade haber hecho milagros , v le
ponen en el número de los santos. Dende fue trasla-
dado el año mil y cuatrocientos y sesenta y uno á
Nuestra Señora de Monte Sion , monasterio de ber-
nardos junto á Toledo , por bula de Paulo II espedida
á instancia del doctor.Luis Nuñez de Toledo , arce-
diano de Madrid y canónigo de Toledo. Diego Velaz-
quez después que vivió muchos años adelante falleció
en Gomiel en el monasterio de San Pedro en que
está enterrado.
Destos principios la sagrada milicia y orden de
Calatrava na llegado al lustre que hoy tiene y vemos.
Alejandro ill la confirmó con su bula , siendo un ca-
ballero llamado don García el primer maestre de
aquella orden , que fue el año mil y ciento y sesenta
y cuatro : ¿ don García sucedió Fernando Efscaza , y
este don Martin Pérez , á don Martin Ñuño , Pérez de
Quiñones \ á estos otros. El convento que la primera
vez fue puesto en Calatrava, después le pasaron á
Ciruelos , y mas adelante á Buzeda . y de allí á Cor-
coles y á Salvatierra , últimamente á Govos en tiem-
po de Ñuño Fernandez el maestre duodécimo de
aquella orden. Hay otros menores conventos de aque-
lla orden fundados en otros lugares , pero este es el
principal.
Esta milicia adquirió adelante riquezas , autoridad
7 señorío de muchos lugares por sus servicios y por
la gran liberalidad de los reyes. Estos lugares y en-
comiendas se daban antiguamente á los soldados vie-
jos de aquella orden para que con aquellas, rentas
sustentasen honestamente la vida, sin que los pudie-
sen dejar en su testamento á los nerederos ; al pre-
sente con la paz mudadas de lo antiguo las cosas,
sirven por voluntad de los reyes á los deleites, estado
y regalo de los cortesanos : así ordinariamente las
cosas de la tierra de buenos principios suelen trocar-
se con el tiempo y alterarse.
CAPITULO Vil .
Cómo el rey don Sancho de Castilla falleció.
A este tiem|[K> don Ramón principe de Aragón por
entender que con Ja muerte del emperador espiro la
confederación pasada , en cuya virtud tenia como en
feudo la parte de Aragón que cae desta parle del rio
Eb'o , acordó de ver«e con el rey don Sancho. Seña
laron para estas vistas un pueblo llamado Najama:
allí en pres encia de los Rrandes y de don Juan prima-
do de Toledo se trató aes*a diferencia. El Aragonés
pretendía que Zaragoza, Calatayud y otros pueblos y
ciudades qued:iban libres de toda jurisdicción de
Castilla; Aias conño quíerque no pudiese alcanzar
esto , por conclusión se concertaron que el de Casti-
lla no poseyese en aquella comarca algunos castillos
ó lugares , y sin embargo los reares de Aragón l.^s
hiciesen homenaje por aquellas ciudades ,. y fuesen
obligados cuando ios llamasen de venir á las cortes
del reinade Casti'ia : demás desto la liga que tantas
veces s< hiciera contra el rey de Navarra , se renovó
y confirmó, sin que fuese de mayor efecto que antes,
liado que la fresca memoria de la guerra pasada esti-
mulaba á don Sancho, á don Ramón el (i'ilor de ha*
belle quitado á sinrazón aquel reino.
Acaoadas e«t is vistus que fueron por el mes de
febrero, los aragoneses movieron guerra contra el
rey de Navarra. Las armas de Castilla no pudieron
acudir, coma ^uedó conceftaüo,á causado las muer-
tes que sucedieron casi aun mismo tiempo del rey y
de la reina. La reina falleció (1 ) á veinte y cuatro de
junio el año 1158 de Cristo. Fue sepultada en Najara
en el monasterio real de Santa María, en que estaban
los senuloros de los reyes de Navarra; v ella poco
antes le había hecho donación de un pueolo llamado
P«(iestar , por la cual causa todos los años le hacen allí
un aniversario el dia de su muerte. El rey aquejado
del dolor que recibió mu j grande por la muerte de su
mujer , ó de otra dolencia que le sobrevino , falleció
en Toledo postrero de agosto luego siguiente en sa-
zón que se apercebia para la guerra sagrada , que
juntados socorros y gentes de todas partes, con todo
su poder pensaba nacer contra los moros. Sepultá-
ronle junto al sepulcro (2) de su padre en la iclesia
Mayor de la misma ciudad, á la cual iglesia dejóá
üescas V Hazaña. Reinó un año y once días : fue es-
clarecido en la guerra y en la paz , y que se igualara
con la gloria de sus antepasados , si tuviera mas lar-
ga vida.
Dejó sin duda increíble deseo de si , que paree*)
encendieron mas las desventuras y alteraciones del
reino que por su muerte resultaron y se siguieron;
con todo esto las gentes que tenia apercebloas, eon
la divisa que cada uno llevaba de la cruz , y por tan-
to espantosas álos enemigos de la Religión Cristiana,
aunque el rey era fallecido , luego que entraron por
el Andalucía , vencieron en una grande batalla á Ja-
cob miramamolin que iba la vuelta de Sevilla. Fue
grande el destrozo de la morisma : el moro pasado
este peligro, rehaciéndose de fuerzas, acometió á
otros reyes moros que no le querían obedecer , y
dando la vuelta, hizo guerra al rey de Valencia y de
Murcia; mas no pudo salir con su intentn porque le
defendió don Ramón príncipe de Aragón y Barcelo-
na , á cuya devoción estaba. Desde allí vueltas sus
fuerzas contra Alhajo rey de Mérída , le puso en tér-
mino que se le rindió, aparejado á hacer lo que se le
mandase , y ayudar y servirle en todas las cosas. Pu-
sieron sus asientos : con que dos hijos de Alhagio
rey de Mérida , llamados Fadala y Omar ayudados de
la gente de Jacob en una entrada que hicieron por
tierra de cristianos, se metieron por'las comarcas de
Plasencia y de Avila ; y dada la vuelta hacia tierra de
Talavera, como por todas partes bebiesen puesto
espanto, cargados de despojos se volvían á Mérida.
En esto las gentes de Avila y sus capitanes Sancho y
Gómez hijos de don iimeno, que eran de la mas prin-
cipal nobleza de Avila, los alcanzaron, y en una ba-
(1 ) Segua la iascripcion de bu sepulcro, murió el 12 de
agosto de la era i 194, y el rev don Alpuso el Noble nació
CD 10 de noviembre de la era 1195.
(2) Al lado de la epístola se colocaron en 1507 los de don
Sancno 11 . el Bravo y el infante don Pedro ; y al lado del
Evangelio los de don Alonso Vil, ñon Sancho el Deseado y el
331 BIBLIOTECA DE
U]laqu« les dieroa en un lagar que sa llama Sieteva-
dos, los vencieroD j deibarataroo : quitáronles otro-
sí toda la presa j cautiros que lieTabaa.
Diestros y erandeg capitanes en este tiempo Tue-
, ron los ja áiclios Sancho ; Gómez, pues cdatro años
■delante con una entrada que tiicieron por aquella
sirte de Estremadura en que están los campos de la
Serena, tierra de abundosos pastos, robaron muchos
ganados y fencieron en un encuentro los moros que
salieron contra ellos : con que trujeron á sus casas
mu; grandes despojos. Del linaje destos capitanes
CASPAK T BOIG.
Tienen los señorea de Villatoro , y los marqueta de
Velada . caballeros en riquezas , aliados -j deudos,
demás ae^to en lapríTaniade los principes, eschn-
cídos y señalados , «n especial en nuestra era 7 li de
nuestros padres.
El rev don Sancho cuando estaba á la muerte , ea-
comenaó su hijo don Alonso que era de cuatro añoi,
i don Gutierre Femandei de Castro qne otro tienpo
fue su ayo : los demás señorea mando que tnvieMa
en su poder las cindidei y castillos que i su cargo
estaban, basta tanto que el rey fuese de quince um
!^«palcr«a es Tol(4a.
cumplidos : acuerdo y consejo en lo une y en lo otro |
puco acertado; pero Ift prudencia humana es corta
para nreTenir los inconvenientes todos . y muchas
mees lo que parecía eslar salodaMemente determi-
nado, reveses qtM suceden lo desbaratan. Didse sin
duda con esto ocaiion y ñienas para refoker el bato
á los que mal pensaban. Los demás señores no me-
nos nobles que don Gotierre , Iteraron nnl qoe el
peso del ftobierno fuese puesto en los hombros de
uno solo y qne en BU poder quedase el rey en aque-
lla edad flaca y deleinaAle.
CAPITULO VIH.
se kTanUroo en CsKilltaJ
Krtrk los grandes y ricos liombres de Castilla por
Pite tiempo dos casas se aventajaban i las otras, las
iiifjDlt don SiDcbo, hijo de don Jiime el Cooqiiiglidor. Lo*
ee lot lohotei te difereiiriía priacipitmenti) da loi reales eo
que no idomi li calwia de lus eitltuii \t carooi quo lieneo
¡o* de ■qnello), aegno se obieru en jU que iqui pruenti-
iDíw.queíonde doo AIoom Vil y don Smclioel Üeseídu.
mas principales en estados , ríijaeías y aliadei, loi
Castros^ los de Lara. Estos tañeron por largo lien-
pola pnmerRTOi y TOtoen laBÓrdenesdel reÍDJ. En
tre los Castras don Gutierre, á quien se encomsndi
la criansa del rey , alcaniaba grande autoridad , qoe
le daba su largs edad y la grandeía de las coeas qne
por él pasaron. Carecía de hijos y sacesion : su her-
mano menor por nombre don Rodrigo lenia cuatro,
queeran don Fernando, don Alvaro, don Podro,*
Gotierre ; y una hija por nombre doña Sanclii,
3ue casó con don Alvaro de Guzman , por donde en
e poco menos autoridad T poder qoe su hermano.
Loa de Lara eran tres hermanos don Enrique, doo
Alvaroydon Ñuño: ilas riberas del rio Duero leniín
grandes beredamieiitos y luanres. Fue padre de to-
dos estos el conde Pedro de Lara , dd quien arriba 1*
ha hecho mención, y ilijimoa fue muerto en el cerco
de Bayona : niadre.de los mismos era ana señor*
llamada doña Aba, que estuvo casada la primen vf:
con doD Garcia conde de Cabra ; y por haber naei>l»
desle matrimonio don García Acia , lierederoile aqor'
estado, era ocasión qoe el poder de los tres hem»-
nos se aumcniftse mucho mas.
iiisTmiíA m fsPASík,
335
Estos mostraron llevar mal que sléniioies unte-
pacato por juicio del rey don Sancho don Gutierre
de Castro, se hobiese escurecido el lustre y resplan-
dor de su casa. Bstrañábanlo en público y en secreto:
decian qne los Castros quedaban por reyes : que es-
tos solamente entre las cosas que el rey don Sancho
mandó, no se debia ejecutar; oi sufrirían ellos que
al albedrfo de uno se resolviese el estado del reino,
ni otro alguno reinase fuera de aauel que era rey
natural. Esto decian con tanta porfía, que mostraban
deseo de llevar el negocio por las armas y llegar ¿
las puñadas. Don Gutierre con deseo del bien común,
y con ejemplo señalado de modestia mas q«e de
prudencia , lácllmenle se dejó persuadir que entre-
gase el rey en poder de don García Acia, hombre sin
duda templado, pero de mas sencilk) ánimo que |ia-
rece requería el estado de las cosas , en tanto erado
que con escusa de los gastos que le era forzoso nacer
en la críanra del rey , por no estar las rentas reales
del todo desembarazadas , entregó el rey niño á don
Manrique de Lara su hermano de madre para que él
le criase; que era concederle todo lo que en esta
porfía pretendía y deseaba. Quejábase don Gutierre
que con esto le quebrantaban la palabra ; y por el
teslameato del rey don Sancho pretendía tornarse á
encargar de la crianza del rey. Burlábanse los con-
traríos; y claramente por esta vía se tramaban alte-
mciones y bullicios de guerra.
DúD Femandorey de León movido por esta discor-
dia, con oue todo el reino se dividía en parehiídades,
y pretendiendo se le bizo injuria en no le nombrar
para el gobierno del reino y crianza de su sobrino,
tonaadas las armas entró por las tierras de Castilla
may pujante, principalmente bacía m&l v daño en
aqaella parte por do corre Duero, y donde la casa de
Lara tenia muy grande señorío. Don Manrique y sus
hermanos por nuedo de don Fernando llevaron el rey
á Soria, para aue estuviese muy lejos y mas seguro
del peligro de la guerra. Falleció á la sazón don Gu-
tierre de Castro : sepultáronle en el monasterio de
Eneas, que tiene nombre de San Cristóbal. Dun
Manrique de Lara hecho mas insolente con el poder
requirió á los herederos del difunto , sobrinos suyos,
le entregasen his ciudades y castillos que tenian en-
comendadas. Escusábanse ellos con el testamento
del rey don Sancho : decian que antes de la legítima
edad del rey niño no podían licitamente hacer lo que
les demandaban. Con esto el cuerpo de don Gutierre
por mandado de don Manrique fue desenterrado,
coipo de traidor, y que había cometido crimen con-
tra la magestad. Nombráronse jueces sobre esta di-
ferencia , que dieron sentencia en favor de don Gu-
tierre, por ser cosa inhumana embravecerse y mos-
trar saiia contra los muertos : así por su mandado fue
vuelto á la sepultura y á enterrar.
Entretanto que esto pasaba , las armas de don Fer-
nando rey de León vanban libremente por toda la
proidncia, sin quo se juntase para resistir alguu ejér-
cito señalado en número ó en esfuerzo , por no tener
capitán y estar el reino dividido en bandos. No se
puede pensar género de trabajo que los naturales no
padeciesen, cansados no mas con el sentimiento de
los males presentes que con el miedo de hs que ame-
nazalxin. en tanto grado que el mismo don Manrique,
perdida la esperanza de ix>derse defender . y movido
por el peügro que sus cosas corrían, fue forzado ha-
cer homenaje al rey don Fernando que le entregaría
el gobierno del reino, y las rentas reales, que las tu-
yiese por espacio de doce años juntamente con la
crianza del rey* Para que esto se confirmase con co-
mún consentimiento del reino , llamaron cortes para
la ciudad de Soria do guardaban el rey niño. En este
peligro que amenazaba mayores males, la resolución
y esfuerzo de un hombre noble llamado Ñuño Almejir
sustentó y defemlió el partiilo de Casiillu. Esio vien-
do llevar d niño á su tío , le arrebató á loa que íe lle-
vaban , y cubierto con su manto le llevó ai castillo de
San Esteban de Gormaz , con la cual diligencia que-
daron burlados los intentos del rey don Femando,
porque los tres hermanos de Lara, con muestra de
Suerer seguir y alcanzar al niño rey despedklos do
on Femando, hicieron para mayor seguridad fuese
el niño llevado á Atienza phiza muy fuerte. Según
esto arrepentidos del consejo y asiento que tomaran,
últimamente andando con él huyendo por diversas
partes, pararon en Avila ciudad muy fuerte. Allí con
grande lealtad Jos ciudadanos le defendieron hasta el
año onceno de su edad. Por este hecho los de Avila
se comenzaron á llamar vulgarmente los fieles. *
El rey don Femando , burlada su esperanza con
que se prometía el reino de Castilla, y por esta razón
movido á furor acusó primero á don Ñuño de Lara,
después ádon Manrique su hermano de hahelle que-
brantado la fe y palacra : envió para esto reyes de
armas para desafiallos; pero la revuelta de los tiem-
pos no dio lo^ar á que aefendiesen por las armas su
mocencia , ni se purgasen en el pafenque de lo que
les era impuesto, como era de costumore. Receiá-
banse que si les sucedía alguna desgracia, se pondría
en cuentos y peligro todo d reino ; sulamente respon-
dieron á don Femando que la concienda de lo hecho,
y lealtad oue guardaran con el rey niño , si no á ios
otros , á lo menos á sí mismos daban saUsbccion
bastante. Era orando el regocijo qfue tenía todo el
reino por ver el rey niño eseapado de las asechanzas
de su tío ; pero en breve toda aquella aleóla se des*
vaneció , porque toda Castilla rué trabiuaJa con las
armas del rey don Fernando. Las ciudades y los lu-
gares, ó por fuerza ó de grado, á cada pasóse ponían
en su poder y le hacían homenaje, en tanto grado
que fuera de una pe<{ueña parte del reino que perse-
veró en la fe del niño , todo lo demás quedó por el
vencedor. Toledo también ciudad real, y don Juan'
su prelado siguieron las partes de don Femando,
creo por algún desabrimiento que tenían, ó por aco-
modarse al tiempo. Hay un privilegio oel rey don
Femando, dado en Atienza primero de febrero año
mil y ciento y sesenta y dos , en que entre los otros
grandes y ricos hombres y obispos firma también el
arzobispo don Juan : demás desto consta de los ana-
les de Toledo que el rey don Femando entró en To-
ledo á nueve del mes de agosto luego siguiente.
Allegóse á estas desgracias una nueva guerra que
hicieron los navarros , porqne el nj don Sancho de
Navarra después de grandes alteraciones se concertó
con el Aragonés. Hecho esto, por entender que era
buena ocasión para vengar las injurias pasadas, y
recobrar por las armas lo que los reyes de Cutilla le
tomaron en la Riojn y en lo de Bureva cen un grueso
ejército que de los su ros juntó, se apoderó de Lo-
groño, de Entrena , de Bríviesca y de otros lugares
por aquellas partes. Tenia soldados muy buenos , y
ejercitados en muchas guerras. Los señores de Na-
varra eran personas muy escogidas: entre los demás
se cuentan los Davales, casa muy noble j poderosa,
como lo muestran las escrituras j memorias de aquel
tiempo. Con eúo no tenian fin ni término las gnei^
ras ni los males , todo andaba muy revuelto y al-
terado.
CAPITULO DL
De la muerte de don Ramón príncipe de Aragón.
Estaba Castilla encendida con alteraciones cm\e^
en un tiempo muy fuera de propósito por quedar en
la provincia gran número de geote bárbara, solo con
las armas de Portugal y de Aragón eran los moros
apretados; mas en el Andalucía, donde tenian mayor
señorío, vivían con todo sosiego, y el poder de aque-
lla nueva gente de los Almohades con el tiempo se
330 BISUCnSCA DB
Amigaba mu de lo qne fuera rauín. Ed este tiempo
Italia era trabajada con no meaoreB males j discor-
dias que lo de España. Dos se tenían en Roma por
nonllnces, ; cada cual preteudia que él era el verda-
dero, y el contrarío no tenia razón ni derecho alguno.
Estos eran Alejandro III natural de Sena, j Víctor IV
ciudadano romano : á este ayudaba mucho el empe-
rador Federica Barbaroia por la grande amistad que
con él tenia : á Alejanitro nombrú por pontífice la
mayor y maa sana parte de los cardenales ; pero carao
no tuviese bastonteB Tuerzas para resistir al empera-
dor, que se apoderaba de las ciudades y lugares de
la Iglesia, en una armada de Guillermo rey de Sicilia
se huyó á Francia , y en ella para sosegar estas dis-
c<H^Ías y ebte scisma juntú en Turs el año mil y
ciento y sesenta y tres un concilio muy principal.
Acudieron á su llamado ciento y cincuenta obispos,
y entre ellos don Juan primado de Toledo.
Por el mismo tiempo don Ramón Aragonés era
muy nombrado por ta faaia de las cosas que acabé y
su perpetua felicidad , tanto que tenia por aujelo ~~
España á Lope rey moro de Murcia ; y á los bunc
en Francia, que movían guerra en la Proenza, los
trabajaba con muchos daños que les hacia , porque
no solamente defendió la Proeilza sobre que conten-
dían , sino también les quilo de su estado antiguo
treiula castillos ; y la villa de Trencalayo que era
muy fuerte, tomado que la hobo por fuerza, la allanó
y arrasó el año 4161. Con aquella victoria quedaron
de todo punto qn^rantadas las fuerzas de los bau-
cios. El emperador Federico que parecía favorecer á
los enemigos y contrarios , con nueva confederación
que con él hizo, quedó muy su amigo. Trigo don Ra-
món de Castilla á Aragón á Rica viuda del emperador
don Alonso, y í su hija doña Sancha, queestaba des-
posada con ei hijo del mismo don Ramón. A instancia
pues del emperador Federico te concertó que Rica,
'que era deuda suya, casase con don Hamon Beren-
gario ó Berenguel , conde de lu Proenza, y que los
aragMMses y proenzales jurasen por pontiuce y die-
sen la obeaiencie al que él ayudaba: con esto les
hacia merced que no solo quedasen con el principado
de la Proenza , que sa comprendía y estendia desde
el río Dnienza hasta el mar , y desde el rio Ródano
hasta los Alpes, sino demns desto de la ciudad de
Arles con toda su tierra. Para que todo esto fuese
mas flrow, se decretó y concertó que ambos loa don
Ramones , et aragODát y el proenzal , fuesen á Turin
ciudad de Italia á verse con ñ\ emperador. Seña-
lóse el primer dia de agosto para estas vistas del
añones.
En este camino en San Dalmacio , que es un pue-
blo d las raices de los Alpes hacia Italu, adoleció don
Ramón principe de Aragón, y falleció de aquella en-
fermedad (1) á seis días de aquel mismo mes. Parecía
qne aquella muertesucediaenmuy mala sazón, dado
que don Ramón conde de la Proenis fácilmente al-
canzó del emperador todas las cosas porque eran
idos, luego que se vi't con él en Turin como tenían
coDcertaoo ; y aun d emperador dice en sus letras,
que se espidieron sobre el caso , gratíGcar al difunto
porque bahía tratado muy bonradamente á la reina
Rica, y mirado por la honra de aquella maCrona viu-
da. De aquí tomaron ocasión los escritores catalanes
de fingir que don Ramón principe de Aragón en Ale-
maña defendid en un desaQo y campo que hizo, la
fama de una reina vinda que la acusaban haber he-
(1) La crooologta it lot condes de Barceloni esli muy
errada tu Hirint y mí lodos loi autoree, wgua lo ba dg-
■DMtrada recíanleoieDta en ns CmuUt pindtcadat el ilua-
Iradu biblioteearia Sr. Bofinill.
CUSPA» t Boír»
historia cuntamos la cosa como pasó. El cuerpo drl
difunto traído á su tierra sepultaron en el monasteno
de Ripol, como él minmo á la muerte lo dejó ordena-
do. Hiciéronse cortes del reino en Huesca, j nMisr
el testamento do aquel principe , que hizo á la bori
de su muerte solo de palabra, en que nombró por su
heredero d don Ramón su hijo, que trocado ule
nombre en el de don Alonso, entró en posesión del '
principado de su padre: á don Pedro hijo setnindo
mandó á Cerdni)ta , Corcueona y Narbona con «i aiii-
rao derecho que éí las teni.-t ¡ don Sancho que era <il
menor de Iodos , quedó nombrado en lugar de doa
Pedro para que le sucediese si muriese sin liijos: de
doña tiulce su hija que adelante fue reina de Porlu-
-"' 10 hizo mención alguna, tampoco de don B.Ten-
ó Berenguel , que fue abí^o de Tarazona • de
ida, y abiid de hontaragon, al cual el priucí|ie
bobo fuera de matrimonio,
La edad del nnevo rey don Alonso no era baslaní'
para el gobierno, porque openas tenia once añoí.
Esto , y la naque7:a y pocas fuerzas de la reina m
madre, parecida propósito á los amigos de noveda-
des para revolver el reino: un cierto embaydor sf
hizo caudillo de los que mal pensaban, con arinuar
públicamente era el rey don Alonso, aquel aue veinir
y ocbo años antes desle fue muerto en la nlalla df
Frua, como de suso queda dicbo. DeciaquecahiB-
do de las cous .huminai estuvo por tanto tiempo
dúfrioada en Asia , y se balld en muchas guerras
que los criBÜanos hicieron contra los moros en la
Tierra Santa. Sn larga edad hacia que muchos le cre-
nn , y las facciones del rostro do de todo punto
mejafale : el vulgo amigo de Tabulas acrecentaba
estas mismas cosas, por donde el gobierna de la rei-
na como de mujer era de muchos menospreciado.
Grandes males se aparejaban por esta causa, si el
embaydor no fuera preso en ZiragoEa , v no le dieran
la muerte en ka mismsi principios del alboroto, este
fue el pago de la invención y &n de toda esta trajgadir
mal traiada.
El año proiinM de 1163 se tuTíeron otrosí c6rte9
del reino de Aragón en Barcelona. En ellas la reina
DR >SPAÍÍ4. 337
miento de su hija (una sola que tenia) con el hijo de
aquelcondeipráticasaneseim pidieron por sumuerte
que sucedió elaík) de 1166. El re^ de Aragan , que se
ballsha á la saxon en Girona , avisado que su primo
era muerta, i ejemplo de su padre y á persuasión de
los grandes se llamó marqués de la Proeou. Asi pre-
tendían estar decretado por el privilegio del empera-
dor Federico , que aquel principado no solo se daba
al conde de la Proenza, smo asimismo i don Ramón
príncipe de Aragón y sus descendientes : ocasión de
nuevos movimientos y alteraciones que sucedieron
en Francia.
CAPITULO X.
CAmo don Alfonso rey de Castilla vlsltú el reino.
doitaPeUonilaápersuision de los grandes did y re-
unDciA el reino i su hijo, aae andaba ya en trece
años. Don Ramón conde ae la Proenia, que un poco
detiempogobemaraáCataluoaparelreysQ primo,
dejado el gobierno, se volvió á su tierra que andaba
alborotada otra vea , y trabajada por las armas de los
Baacios. ParaforiiGcarsecontrnaquella familia yli-
naje, y apercebirse de socorros de fuera procuró
íiacer liga con el conde de Tolosa , y concertar casa-
Gbar mudanza de las cosas se hizo en Casulla,
trece porque los naturales cansados del gobierno del rey
de León, y aScionados al mozo rey don Alonso como
es Gosanaturalylo merecía la memoria agradable del
rey doQ Sancho su padre; noceeabanderoovellecon
cartas y embajadores para que tomase el ceptro y
mando del reino paterno. Ofrecfcnle que no le falta-
rían las voluntades de los suyos, ni sus fuerzas, que
siempre de secreto estuvieron por él, dado que por
acomodarae el tiempo y foRados suportaban e) seño-
río forastero. El rey i la saion andaba en el año undé-
cimo de sn edad : á los grandes que le tenían en su
poder , parecía aquella edad bastante especial que les
movía el ejemplo fresco de los aragoneses , que en-
tregaron el gobierno á sn rey que tenía poca mas
edad. A persuasión pues dellos y por su consejo de<
o alguao
dicen:
nosotros de la ratón des tos años y deste número qui-
tamos dos años con fundamento bastante y cierto,
pues cuando murió su padre se sabe era este rey de
cuatro afios , y abora tenia ODcenocumpIidos. No le
engañó su esperanza: muchsscindadea y pueblos en
tooa la provinoia, como lo tenían ofrecido, abrian
con gran volnntad les pnertas al rey, y le ayudaban
con dinero , provisión y todas las demis cosu. Al
principio pocos eran los que acompañaban al rey,
que fueron algunos grandes de Castilla que perscve-
15
338
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
raran con éi, ó de nuevo so ie junlaron : demás des-
tos una compañia de guarda de ciento y cincuenta de
ú caballo^ que los de Avila le dieron para que le
acompañase : poca gente para acabar cosas tan gran-
des y para recobrar el reino, parte del cual tenían los
grandes^ parte estaba en poder de los leoneses con
guarniciones que tenían puestas por todas partes.
No hay cosa mas segura en las revueltas civiles
que apresurarse : al rey parecía que todas las cosas
le serian fáciles, y así determinaron de probar á To-
ledo cabeza del reino, v esperímentar cuanta lealtad
liobiese en sus ciudadanos. Poca esperanza tenían
que don Fernando Ruíz de Castro que la tenia en su
poder, la entregase de su voluntan : el color que to-
maba era no ser licito , como él decía , entregar
aquella ciudad á alguno antes de la edad que por el
rey difunto quedó señalada. Lo que principalmente
le movia , era que tenia penado que le bebiesen qui-
tado la tutela del rey, y sus contrarios estuviesen
apoderados del gobierno del reino. Don Esteban Ulan,
ciudadano principal de aquella ciudad , en la parte
mas alta della á sus espensas edificara la iglesia de
San Román , y á ella pegada una torre que servia de
ornato y fortaleza. Era este caballero contrario por
particulares disgustos de don Fernando y de sus in-
tentos salió secretamente de la ciudad, y trajo al rey
en hábito disfrazado con cierta esperanza de apode-
ralle de todo; para esto le metió en la torre susodicha
de San Román j[l) campearon los estandartes reales
en aquella torre, y avisaron al pueblo que el rey es-
taba presente.
Los moradores alterados con cosa tan repentina
corren á las armas, unos en favor de don Fernando^
los mas acudían á la maffestad real : parecía que si
con presteza no se apagaba aquella discordia, que se
encendería una grande llama y revuelta en la ciudad;
pero como suele suceder en los alborotos y ruidos
semejantes, á quienes acudían los mas , casi todos
los otros siguieron la autoridad real. Don Fernando
perdida la esperanza de defender la ciudad por ver
los ánimos tan inclinados al rey , salido della, se fué
á Huete , ciudad en aquel tiempo por ser frontera de
moros, y raya del reino, muy fuerte asi por el sitio
como por los muros y baluartes.
Los de Toledo , librados del peligro , á voces y por
muestra de amor decían : viva el rey. Esto hacían no
mas los que habían estado por él, que la parcialidad
contraria entraban donde estaba á besarle la mano,
y cuanto mas Gngido era lo que algunos hacían, tan-
to daban mayores muestras de voluntad, y le adula-
ban con mas cuidado.
A don Esteban en gratificación de aquel servicio
le hizo el rey mucha' liohra , y le encomendó el cui-
dado de la ciudad. Después de su muerte los ciuda-
danos para memoria de tan gran varón en la iglesia
catedral en lo mas alto de la bóveda detrás del altar
mayor, hicieron pintar su imagen á caballo como
esta hoy.
Entro el rey en Toledo á veíntey seisde agosto día
viernes : luego el día de San Miguel don Juan arzo-
bispo de Toledo falleció cansado de la pesadumbre
de tantos males, ó por su larga edad. La letra domi-
nical muestra que la entrada del rey no pudo ser sino
el año mil y cieoto y sesenta y seis. Conforman los
anales de Toledo y el letrero ael sagrario de aquella
iglesia , que señalan la muerte del arzobispo era rail
y doscientos y cuatro , que es el año dicho puntual-
mente , y asi se debe tener. Gobernó aquella iglesia
loablemente como diez y seis años : su cuerpo se en-
tiende fue allí mismo sepultado. Algunos dicen que
renunció , y que de su voluntad dejo el arzobispado;
(1) Esta lorre , célebre por el pasaje que describe Mariana,
es obra probablemente del mismo Esteban Ulan, como lo es
y déf esplican la ley pontificia y canon promulgado
por Alejandro IH. pontífice romano, que es el prí-
mer capitulo en el título de las órdenes hechas oes-
pues de renunciado el obispado, enderezado al ano-
bispo de Toledo , como se contiene en su titulo; la
yerdad es que en las decretales de manos antigots
no reza aquel título al arzobispo de Toledo, sino al
Coloníense : así lo de la renunciación no se debe te-
ner por verdadero.
Sucedió don Cei:ebruno ó Cenebruno, persona de
igual ánimo y prudencia, agradable al rey don Alon-
so , ca fue su maestro y le enseñó las primeras letras.
Fue arcediano de Toledo antes, y obispo de Siguen-
za , y aun se sospecha era francés de nación. A este
prelado parece se enderezó sin duda la epístola de-
cretal del mismo Alejandro 111, que es el capítaio
once en el título de Simonía, sobre la quesecometió
en la elección del obispo de Osma. Coníormeconeslo
lo que ordenó el mismo rey don Alonso en su tesu-
mento su fecha en Fuentidueña á octio de diciembre
era mil y docíentos y cuarenta y dos : dice quesos
tutores el conde don Ñuño y don Pedro por elegir al
obispo de Osma recibieron cinco mil .maravedís;
manda que se restituyan. Era por el mismo tiempo
prelado oe Tarragona Hugo Cervellon, que sucedió i
Bernardo Torte.
El rey de Castilla sosegado que tuvo á Toledo á
persuasión del conde don Manrique sahó contra don
Fernando de Castro , ca ayudado de las gentes de
Huete que le eran aficionadas y muy leales, salió al
encuentro al ejército del rey. Dióse la batalla (2) dos
leguas de aquel pueblo junto á Garcínaharro : era
grande la fama del esfuerzo de don Manrique, era
tenido por gran defensor de la autoridad real : tales
eran las muestras , sí bien muchos pensaban que ea
nombre ajeno quería mandallo todo , por ser como
era atrevido, astuto, presto, y conforme á los nego-
cios y ocurrencias , cuándo seguía la virtud , cuándo
lo malo. Don Fernando por recelarse en la pelea de
sus fuerzas entró en la batalla , quita las his sobrevis-
tas y disfrazado. Don Manrique por yerro con todas
sus fuerzas embistió y mató a un caballero ordinario,
el cual porque llevaba vestidura de general , creyó
era su contrarío. Quedó cansado de aquella pelea, y
á propósito para ser agraviado i asi fue él mismo
muerto ; uno de los que acompañaban á don Fernan-
do , le metió por el cuerpo la espada. Con la muerte
del general los del rey parte se pusieron en huida,
parte fueron muertos en la pelea. Sabido el engaño y
astucia, don Ñuño hermano de don Manrique acusaba
á don Fernando de aleve. No paró en esto, sino que
le desafió á pelear de persona á persona y hacer cam-
po como se acostumbraba en casos semejantes, in-
tervinieron varones santos y personas graves, por
cuyo medio por entonces la dírerencia se sosegó al-
cun tanto, pero el odio entre aquellas dos casas que-
dó muy mas arraigado que antes con grande daño
muchas veces de las cosas y del reino, por anteponer
cada cual de las partes sus particulares pasiones y
debates al bien común.
Verdades que la guerra que hizo el rey por enton-
ces , no fue muy grande ni continuada , y muchas
ciudades y castillos por estar obligados con benefi-
cios que recibieran , quedaron en poder de áim Fer-
nando de Castro, con que el rey desistió del intento
y esperanza de atropellarte, y vuelto hacia otras par-
tes no dejaba de sujetar á su señorío , las ciudades y
castillos que hallaba sin guarnición. Demás desto pa-
reció por la comodidad del lugar probar el castillo de
Zurita (3) , que está puesto en un collado empinado,
cuyas raices y haldas baña el rio Tajo. Tenía la guar-
{i) Sedióel9de jolíodel46i.
(3) Asi la rendición de este castillo como las eórtes áe
la restauración de la iglesia , que era de fundación arábiga. { Toledo son del año í 109, según el marqués de Mondfjar
HISTOUtA OE ESPAÑA.
339
da éesU fuerza Lope de Arenas como teniente de
don Fernando de Castro. Convidado á que se rindie-
se , se escasó con la edad del rey como otros mu-
chos: ^06 éi no era señor sino lugarteniente, y como
tal tenia ^vínáo á don Fernando : aue si no fuese con
su licencia, no entregaría el castillo á persona algu-
na : qne no sufriría que con color y voz de la autori-
dad real se burlasen de los demás aquellos que por
la flaca edad del rey le tenian en su poder y le acon-
sejaban k) que les parecía. Como los del rey perdie-
sen la esperanza que el alcaide liaría por su voluntad
lo que pretendían , determinaron de usar de fuerza,
y apretar el cerco de aquel castillo : convocaron para
este efecto socorros de todas partes.
Don Lope de Maro avisado de lo que el rey preten-
día , de lo postrero de Vizcaya en que tema grande
estado , sin ser llamado , á causa que él y el conde
don Ñuño tenian diferencias particulares y andaban
torcidos , de su voluntad vino á servir en aquel cer-
co. Llegado miró el sitio del castillo, y sd encargó de
acometerle por aquella parte que parecía mas á^ria,
y de qve mayor peligro se mostraba : cosa propia de
la nicíon vizcaína, loa adelante el cerco : los del rey
no teman esperanza de salir con su intento ; los cer-
cados padecían falta de mantenimientos : por esta
causa usaron de engaño, y con dar esperanza de ren-
dirse, convidado que hobieron y recibido dentro para
tratar de«to á los condes don Ñuño y don Suero , los
prendieron á traición por entender que el rey movido
de su peligro se apartaría del propósito que tenia de
combatir el castillo , por lo menos vendría en algún
buen partido : en lo que pensaron consistía su reme-
dio , estuvo su destrutcíon.
Hallábase en los reales del rey un cierto hombre
llaniado Domingo, que salió del castillo no se dice
per qué causa : este si le diesen algún premio , pro-
metió liaría entregar aquella fuerza. Aceptado el par-
tido , en cierto ruido hechizo dio una herida á Pedro
Ruiz ciudadano (le l\)ledo: él mismo vino en ello , y
con voluntad del rey : hecho esto , Domingo se puso
en huida; con esta fíccion las guardas le recibieron
en el castillo. Era criado del alcaide , mañoso , ser-
vicial , y por aquella nueva hazaña le ganó mas la vo-
luotad : trataba con ÓLinuy familiarmente sin recelo
de loque le sobrevino. El traidor, hallaba ocasión á
pro^sito para ejecutar su intento , á tiempo que el
alcaide se afeitaba la barba, le mató: tras esto se hu-
yó á los reales. El pcieblo sin dilación , muerto su
caudillo, sin grande diGcultad vino en poder del rey,
V se ríndió luego : perdonó el rey á los soldados, y el
fugar 00 foe puesto asaco, solo á Domingo hizo sacar
los ojos: que fue ejemplo señalado de castigo contra
los traidores: dado que le señalaron sustento bastan-
te para pasar la vida porque no pareciese que el rey
quebrantaba su palabra. Este sustento no mucho
después ñor mandado del mismo le quitaron junto
con la vida, porque maguer que ciego y castigado se
alababa de aquella maldad : doblada alevosía aue co-
metió en matar á su señor y hacer traición á ios cer-
cados. Esto del traidor.
Los soldados alegres con la victoria se partieron
para sus casas: don Lene de Haro que entre todos se
señaló de animoso , alaoado con palabras muy hon-
rosas se volvió á su tierra sin querer aceptarlos dones
que le ofrecían , por saber muy bien cuánta falta y
polireza padecía el tesoro real. Este caballero dicen
ediGcó en la Rioja en la villa de Haro no lejos del rio
Ebro, y que de aquel pueblo y de su nombre asi él
como sus descendientes tomaron este apellido. El
rey se fue á Toledo á las cortes del reino para donde
tenía convocados ios grandes y ciudades de toda la
proTincia. Tratóse en ellas de componer el estado del
reino , que por la revuelta de los tiempos andaba muy
alterado, y de recobrar las ciudades y pueblos que
aun no se querían entregar. Fue este ano memornble
TOMO I.
por las muchas lluvias y grandes crecientes, en par-
ticular en Toledo el rio Tajo salió de madre , y llegó
hasta la iglesia de San Isidro á veinte de febrero : d
año luego siguiente de 1 169 á ocho de febrero tembló
la tié:ra en aquella ciudad; cosa que sucede pocas
veces, y que puso en cuidado á los ciudadanos por
pensar que aquel temblor era pronóstico de algunos
nuevos y mayores trabajos.
CAPITULO XI.
De las bodas de doo Alonso rey de Castilla.
Do:<< Fernando rey de León los años pasados casó
con doña Urraca hija de don Alonso rey ae Portugal :
deste casamiento nació don Alonso, el que sucedió á
su padre en el reino de Lean, dado (jue la misma
doña Urraca por el parentesco que tenia con su ma-
rido , fue del repudiada y apartada. Este camino ha-
llaban para deshacer los casamientos cuando nacían
, desabrimientos entre los casados- que aun no estaba
introílucída la costumbre de dispensar en las leyes
matrimoniales, ni los pontíGces comenzaban á usar
de semejantes dispensaciones. Deste repudio resulta-
ron grandes enemislndes entre el suegro y el yerno,
y dellas muchos daños que se hicieron y recibieron
de una parte y de otra. Don Fernando andaba ocupa-
do en reedificar las ciudades y pueblos que por la
i^vuetta de los tiempos pasados estaban destruidas,
otros edificaba de nuevo. Cerca de Salamanca reparó
la antigua Bletisa con nombre de Ledesma, á Grana-
da cerca de Coria: demás desto Benavente, Valen-
cia de Oviedo , Villalpando , Mansílla, Mayorga. Fue-
ra destas poblaciones por consejo de un roragido
portugués edificó en los confínes del reino, por do se
divide de Portugal á Ciudad-Rodrigo . que antigua-
mente se llamó Mirobriga , para que fuese como fir-
me baluarte en que se quebrantasen los ímpetus de
los portugueses , y para hacer dcnde correrías y ca-
balgadas por los lugares comarcanos. El desabri-
miento que comenzó destos principios entre leoneses
y portugueses, se encendió después y paró en graves
enemistades. Era don Fernando principe de grande
corazón y bravo j* y aunque de costumbres muy sua-
ves, condición simple, liberal y manso, no dudaba
hacer rostro á las armas y poder de los dos reyes de
Castilla y de Portugal.
Don Alonso rey de Castilla al principio del año de
nuestra salvación de 1170 fueá Burgos para tener
cortes del reino , en las cuales poroue el rey era en-
trado en los quince años de sit edad, que era el tiem-
po señalado por el testamento de su padre , y legal
para que le entregasen las ciudades , se trató de que
SQ ejecutase así; y con grande voluntad de los grandes
y de todos salió decretado se hiciese guerra así á los
señores, si no* obedeciesen á la voluntad del rey,
como al rey don Fernando su tío, que tenia todavía
con guarniciones ocupada una parte no pequeña del
reino ; pero esta (guerra á causa de otras dificultades
se dilató mucho. Los grandes interesados por no áer
acusados de traidores, y porque no les quedaba es-
cusa alguna para no hacello , entregaron al rey los
castillos fuerzas y lugares que tenian en su poder.
Entre lo* primeros hizo esto don Fernando de Cas-
tro : dado que desconfiado de la voluntad del rey por
estar muchos grandes irritados contra él, y la parcia-
lidad contraria apoderada del gobierno , determinó
dejar la tierra; y públicamente renunciada la patria
conforme á lo que entonces los españoles usaban , se
retiró á tierra ae moros, ca decia que el destierro se-
ria tolerable , principalmente al que se hallaba ino-
cente , y no había hecho vileza alguna , pero que él
baria que al que no querían por amiso esperimenta-
sen serles enemigo muy grave : mucnas veces la pa-
ciencia ofendida se muda en furor; así don Fernando
agraviado con muchas injurias , como él se quejaba,
!5'
BlliLIOTtCA HE G
tener todos grande cüiiUdo de que quedan del suce-
sión. tCiirique II deste nombre , rey de [n^talaterm,
muy poderoso í la sazón , abrazaba dehiijo de su se-
ñorío lo de Angers y Normandia en Francia y toda
Ingaiaterra; y rd mujer doña Leonor en dute le ayun-
tó i los demás oslados lo de Guiena y Potiers , como
arriba queda dicho. Parecíales á los grandes que se-
ria á propósito Leonor liijn destos prínci;)ss, doncella
muT escogida , para casalla con su rey , si su padre
viniese en ello. Don Alonso rey de Aragón con deseo
de Terse con el rey de Castilla su primo, y que.era
casi de la misma edad , vino á Sahiigun : allí se puso
confederación entre aquellas dos naciones. Hecho
esto, los doí reyes mediado el mes de julio fueron á
Zaragoza : desde alli se envió una embajada muy
principal á Francia para tratar lo del casamiento de]
rey. La cabera desta embajada era don Cerehruno
arzobispo de Telado : acompañábale don Ramón
obispo de Palencia con otros prelados y caballeros en
gran número. Llegados i Burdeos , do estaba la rei-
na de liigalaterra con su hija , rúoiUiiente alcanzaron
loque preteódian. Concertáronse las bwlas : la don-
cella vmo á España, y en su compañía no solo li>s
que envió el rey don Alonso, sÍnh también se juntri-
ron con ellos don Bernardo prelailo de Burdeos y
«tros señores de Francia.
Entreunto que esto pasaba en Francia, en Eipa-
ña entre los dos reyes de Castilla y de Aragón se
hizo liga y avenencia en que se juntaban las fuerzas
de los dosreinns contra todos los príncipes, sacado
solo el de Ingalalerra , en que se tuvo respeto al nue-
vo parentesco. Para conürmar este concierto y pilr
bras de una parte y otra se dieron algunos [HieUn
para que en poder del otro estuviesen como en rehe-
nes y en te rceriu : al de Aragón dieron i NájarayBi-
guera, á don Alonso rey de Castilla Haríza y Dirooi,
que por aquel tiempo también como abora pertene-
cían ai reino de Aragón. La doncella esposa del nj
de Castilla llegó Gnalmenleá Taraiona: allí con» aq-
tes lenian concertado se hicieron los desposertaicoo
grandes regocijos por el mes de setiembre. El rej de
Aragón fue el padrino : las arras que dieron á la u-
posa, fue gran parte de Castilla, Burgos, Mediaadtl
Campo con otros lugares eu gran número : faen
' stoleconsignaiOnlamitaddelodoloqQesegaDa-
de ios moros. El rey alicionado á la bermosan de
__ esposa, que era apuesta y agraciada, como era.
de poca edad parecia querer en hberalidad demisi»-'
da aventajarse ¿ los reyes pasados. I^pe rey moro de
Murcia tenia confederación y amistad con el wy de
Castilla, parque halló también que por estos anos
vino á Toledo. Estaba el rey de Aragón ofendido del
mismo , y pretendía hacelle guerra porque rehiuabí
de pagar las parias que acostumbraba dar á don Ra-
món su padre. Concertóse que aijuel rey bárbaro li
quedase sujeto á tal que él desisüeae de favorecer i
los macemules, bando entre los moros coatraría al
rey Lope. Ibase por estos tiempos despeñando el im-
perio lie los moros en España por estar dividido en
parcialidades , en especial la ciudad de Murcia mo-
chas veces andaba alborotada con discordias civiles.
Despedidos entre si los dos reyes, y concluid» lis
fiestas de Tarazona , las bodas se celeoraron en Bar-
gos con aparato increíble , y concurso de gentes do
menor. Acabadas las fíeslas, so dio licencia i la com-
pañía de á caballo de los de Avila que hasta entonen
acompañaron y guardaroa al rey : á la ciudad de Ati'
la por la fidelidad que guardó muy grande en tiempo;
tan ásperos , otorgó el rey grandes y señalados pnvi-
legiüs. Concluidas estas cosas, el rey y reina se par-
tieron para Toledo. En el mismo tiempo el reyde
Aragón procuró y hizo qUe la cabeza d«l mírtir Sia
Valerio obispo que fue de Zaragoza desde Roda do
estaba fuesellevada i Zaragoza. Vino en ello por dar
contento al rey don Guillen Ptireí obispo de Lérida y
de Roda. Doña Garsendis princesa de Bearne, muer-
tos su padre y hermano, á ejemplode sus anlepasidaí
hizo 9u homenaje al rey de Aragón ; y en particulir
renovó la confederación hecha antes, en que se man-
daba na se pudiese casar sin voluntad del rey. I»
obispos Bernardo de Oloron, yGuillelmo de Le«ar
fueron los que hicieron los CMiciortos en su oombre-
AlgunOB piensan que casó y fue mujer de Guillen de
Moneada hombre principal en CaUluño , y senescal^
cosa que no fe puede probar con bastantes funda-
mentos , y que uos pareció seria mejor dejalla sin re-
solver que poner por cierto eu lo que dudamos.
CAPITULO. XII.
adonPedraRnii
EíTRK las ocupaciones y ejercicios de la pal nn m
dejaba el cuidado de la guerra , en especial las reli-
quias de los meros eran trabajadas p»r las anoasde
los ar.igoneses de tal guisa que apenas les quedaba
por aquella parte lugar en que pudiesen estar segu-
ros. EnEdetaoiala vieja á IhS riberas del rio Alga Ijs
pueblos Favara, Uaella, Fresneda y otros muchos
fueron con el próspero suceso de las guerras quitados
á los moros, deiiiAs desto Caspe villa muy fuerte jun-
to al rio Ebro. Quedaba por i;onqu¡6lar uoa parte AH
monteldubeda en los confines de la EdeUnia y de la
Celtiberia , porque gran número de meros coñfiadíB
en h furUleza y fragura de los lugares se btltian re-
tirado i aqocHo parle. A bs fieles por h upereu «
HlSTOBIA DE ESPAÑA.
341
los monles era difícaltosa la empresa y la entrada:
con el esfuerzo vencieron todas las dificultades , y
echaron de aouellos lugares á los enemigos ; junta-
mente se apoderaron de la ciudad de Teruel, que es
lo postrero de Aragón : así el señorío de los moros
por a({uella parte desde allí adelante tuvo por térmi-
no y Imdcro la tierra y reino de Valencia. Cn el mis-
mo tiempo Pero Ruiz Azagra , hijo de Rodrigo Azagra
seuor que era de Esteiia, como arriba queda dicho,
por cierta ayuda que dio á Lope rey de Murcia, les
obligó de tal suerte que alcanzó del que le hiciese do-
nación de Albarracín, ciudad puesta en un monte
áspero y fragoso á las fuentes del rio Tajo. Poco des-
pués para que aquella ciudad tuviese mas autoridad,
Jacinto cardenal y legado del papa, y por su orden
Cerebruno prelado de Toledo, pusieron el aiío 1171
en ella por obispo á uno llamado don Martin , con or-
den que la nueva iglesia fuese sufragánea de Tole-
do : llamaron el nuevo obispo Arcabícense. A este
obispado después, por voluntad de Inocencio Cuarto
• pontífice máximo, y de Alejandro Cuarto su sucesor,
aplicaron la ciudad de Segorve en el tiempo que
volvió á poder de cristianos , y la hicieron cabeza de
aquella diócesi.
Estaban los reyes de Castilla y de Aragón ofendí-
dos contra Pedro de Azagra por causa que el rey de
Aragón pretendía que la ciudad de Albarracin le per-
tenecía como de su conquista : don Pedro , como se
tuviese por libre y exento , no quería hacer homena-
je á ningún príncipe. Quejábase el rey de Castilla
que en sus tierras el dicho don Pedro se apoderara de
algunos castillos : decía era justo coa las armas de
los dos , y por voluntad de entrambos domar la sober-
bia y insolencia de aquel hombre y sus demasías.
Para confirmar este concierto se dieron los dos reyes
en rehenes algunos lugares de ambas partes : al rey
de Aragón entregaron á Agreda, Cervera y Aguí-
lar , al rey de Castilla , Aranda , Borgia y Argueda.
Concertaron otrosí que Hariza con su castillo fuese
entregada af rey de Castilla, según que en la confe-
deración pasada quedó concertado. Él ánimo era di*
ferente, y no eran llanos estos tratos, porque como
fuese entregada por industria de Ñuño Sánchez sin
que el rey de Aragón en particular lo mandase, fue
ocasión de grandes discordias. Verdad es que sola-
mente se alteraron los ánimos , y no se pasó á mas
que palabras. Esta discordia fue ocasión de confir-
mar las fuerzas de Pedro de Azagra , ca ninguno de
los dos le hizo guerra, y el rey de Aragón , menos-
preciada la afinidad de Castilla, y casamiento que su
padre dejó concertado , comenzó á tratar de hacer un
nuevo casamiento de que se agradaba mas. Envió
sus embajadores á Emunuel Comneno emperador de
Constantinopla para pedirle á su hija por mujer.
Bailábase demás desto alterada Aragou por la muer-
te de Hugo Cer vellón prelado de Tarragona, al cual
porque defendía los derechos de su iglesia , dio la
muerte Guillen Aguilon. Era este Guillen hijo de
Roberto persona noble, y que por donación de On-
degario prelado de aquella ciudad, alcanzó el señorío
de Tarragona , y á causa de tener pocas fuerzas la
entregara á don Ramón conde de Barcelona y padre
del rey de Aragón con retención para sí de parte de
las rentas. Su hijo Guillen, ensorberbido por esta
causa mas de lo que pedia el estado y fuerzas que te-
nía, se atrevió á hacer tan gran maldad. Por la muer-
te de Hugo sucedió Pedro Tarrogio , que era obispo
de Zaragoza. La muerte de Hugo fue á veinte ^ dos
de abril del año ya dicho , que fue otrosí año señala-
do por la muerte de Santo Tomás Cantuariense , que
por la misma causa mataron ciertos sacomanos ma-
lamente en Ingalaterra dentro de su iglesia : canoni-
zóle y púsole en el námero de santos Alejandro IH
como a mártir muerto injustamente. Y parece que en
España se le comenzó á hacer luego honra como á
TOMO 1.
santo, pues consta de antiguas memorias que en la
iglesia Mayor de Toledo no mas de seis años adelante
bobo altar con nombre de Santo Tomás , que el con-
de don Ñuño y su mujer doña Teresa dotaron de ios
heredamientos que tenían en Alcabon : devoción que
yo entiendo se hizo por respeto de la santidad del
mártir, v por agradar de camino á la reina que era
natural de aquella tierra , y hermana del rey Enrique
Tcpe^fero que le hizo matar. Hay grandes razones para
entender que aquel altar estuvo donde al presente se
ve la capilla de Santiago , en que está magníficamen-
te sepultado el condestable don Alvaro de Luna.
Lope rey de Murcia falleció el año 1 172. Su muer-
te dio ocasión y despertó al rey de Aragón para que
se hiciese guerra á los moros de aquella comarca.
Pensaba que por faltarles aquel príncipe tan señalado
podría fácilmente destruir á los demás. Comenzó pri-
mero por Valencia , cuyo rey por temer las fuerzas
del Aragonés su contrario fue forzado á comprar la
paz por dineros, y prometer que las parias que acos-
tumbraba antes pagar, las daña para adelante dobla-^
das. Desde allí paso la guerra á Murcia , y se puso so-
bre la ciudad de Játiva que era principal , en aquel
tiempo. Estaba casi para tomalia , cuanao fue forzado
á dar la vuelta á su tierra : porque los de Navarra le
movían guerra en muy mala sazón , pues le aparta-^
han de una empresa tan santa; pero los hombres sue-
len tener mas cuenta con su interés particular que
con la religión ni con hacer lo que deben : solamente
se hicieron treguas con el nuevo rey de Murcia á tal
qiie pagase el tributo que su padre acostumbraba
á pagar. Hecho esto , el rey de Araron dio la vuelta
hacia Navarra sañudo asaz : no se vmo á las manos y
al trance de la batalla, porque cada una de las partes
rehusaba de aventurar todo lo que era , en el suceso
de uoa pelea; solo el rey de Aragón por la parte de
Tudela entró en Navarra talando los campos y roban-
do lo que bailaba , y redujo á su poder la villa de Ar-
gueda. Esto se hizo al fin deste año , el cual pasado y
venido el siguiente, que se contaba de Cristo 1173^
de nuevo volvieron á las armas y á la guerra , en que
los aragoneses destruyeron y abatieron ia villa de
Milagro puesta entre Calahorra y Al faro , porque des-
de allí como desde frontera se hacían muchos danos
en tierra de Aragoo. Debió adelante este pueblo ree-
dificarse, pues el día de hoy vemos que está en pié.
Falleció doña Petronila madre del rey de Aragón en
Barcelona á trece días del mes de octubre.
Al principio del siguiente año, diez y ocho días
andados del mes de enero, en Zaragoza se hicieron
en fin las bodas del rev de Aragón y de doña Sancha^
que el padre del rey dejó concertadas ; v aunque el
esposo estaba arrepentido y mudado, todavía muda-'
da de nuevo la voluntad , antepuso la afioidad y deudo
de los reyes de Castilla , en que se contenían muchos
parentescos de otros reyes y comodidades , al casa-
miento y parentesco forastero del emperador , de don-*
de poca ayuda se podía esperar. Efectuó como yo creo
todo esto Jacinto legado del papa, ca no hay duda
sino que se halló presente en la solemnidad de las
bodas. La hija del emperador griego, casi en este
mismo tiempo y sazón , llegó á Mompeller ciudad de
¡a Gallia Narbouense : allí por hallarse burlada , y por
no poder mas casó con el señor de aquella ciudad;
que fue un trueco muy desigual de rema en en par-'
tecular.
CAPITULO XlU.
Del principio de la caballería de Santiago.
Por estos tiempos comenzaron á ser nombrados los
caballeros que tienen el apellido de Santiago (1),
(1) Fue, según Perreras, lüo 1116 el origen de estos
caballeros en el reino de León , y aprobada por el papa
15**
S^jwA^
J}0
342
BIBLIOTECA DE GASPAR T HOIG.
que nos da ocasión para tratar brevemante de los
Srincipios desta milicia y orden , y en qué manera
e baios principios ha crecido y llegado ala grandeza
^e noy tiene, poco menos que real, y ^ue algún
tiempo se hizo temer de los reyes. En el tiempo que
se descubrió el sepulcro del apóstol Santiago , co-
menzó la devoción de aquel lugar á estenderse , no
solamente por toda España sino también acerca de
las naciones estrañas : muchos de lodas partes del
mundo concurrían á visitarle , á otros mucnos espan-
taba la dificultad del camino por la aspereza y esteri-
lidad de aquellos lugares , y las correrías de los moros
que se decia cautivaban á muchos de los peregrinos.
Los canónigos de San Elo^ (no se sabe puntualmente
en qué tiempo) los años siguientes con deseo de re-
mediar estos males edificaron en muchas partes por
todo aquel camino que llega husta Fiancia, hospi-
les para recibir á los peregrinos. Entre estos el que
se edificó en el arrabal de León con nombre de San
Marcos , fue el de mas cuenta , y tu vo el mas princi-
pal lugar.
Con este oficio de piedad no solo ganaron los áni-
mos del pueblo , sino también las voluntades de los
principales , tanto que les dieron por entonces gran-
des riquezas y rentas ; y adelante por su ejemplo al-
gunos en Castilla ejercitados en la guerra , personas
nobles y ricas, con el celo que tenían de ensanchar
el señorío de cristianos , juntaron en común los bie-
nes particulares de cada uno á mnnera de relif<iosos.
Estos por industria del cardenal Jacinto , y á su per-
suasión , por estos tiempos determinaron de unirse y
juntar «us fuerzas con los canónigos de Suq Eloy,
que tienen su convento fuera de Santiago.
Con este acuerdo se partieron para Boma para al-
canzar aprobación del pontífice Alejandro de su ins-
tituto y manera de vida , que querían ordenar con-
forme á la regla de San Agustín, que abrazaban los
dichos canónigos. Pero Fernandez de Puente t'nca-
lada, que fue el principal en esta embajada, 6 per-
suasión de Cerebruno arzobispo de Toledo ganó una
bula del pontífice , so data á cinco de julio año de 1 i 75
en ^e se señala á los í^oldados la manera de vivir,
poniéndoles leyes muy buenas ; A la cual manera de
vida se reciben también mujeres, con tai que no
se puedan casar sino fuere con consentimiento del
maestre.
Mandóse que de todo el número de los caballeros
señalasen trece que nunca se apartasen del lado del
maestre, y juntamente con él todos los años en un
lugar señalado hiciesen su capítulo general. Demás
desto otras muchas cosas se ordenaron que seria lar-
go relatarlas. El mismo Pero Fernandez fue criado
por maestre de aquella milicia y orden , y asi fue el
primero de los maestres : las insignias de los soldados
en manto blanco una cruz roja hecha á manera de es-
8ada. Señalóseles por convento el hospital De San
(arcos que estnba en León. Tenian por este mismo
tiempo en Castilla y en León grandes heredamientos;
no pocos castillos y lugares, entre los demás se
cuentan Uclés , Mora , Estriana, Almodovar , Larun-
da , Santa Cruz de la Zarza , que así se llama en la
bula del papa un lugar nue antiguamente se llamó
Vicus cuminarius cerca ae Ocaña .
Sucedió el año siguiente de 1176 que don Alonso
rey de Castilla siendo de mayor edad , y estando de-
terminado de vengar los ag^ravios que los navarros y
leoneses le hicieron los anos pasados , se aparejaba
Mejandro III en el añal 175. Pero el padre Risco prueba con
irgumeotos bastante fuertes , que esta orden tuvo principio
en Caceras el ano 1170 , por cu va razón se llamaron al prin-
cipio estos caballeros Fraíei de Cacera , Congregaúo de
Céeerei, Sánlores de Cdcere$; y que el rey don Fernando
de León no los arrojó de sus estados , ni tuvo con ellos nin-
^0 desabrimiento; ant^ts bien les hizo muctias donaciones,
y llenó de privilegios.
para la guerra. Hizo bus votos en Toledo antf^s qw so
pusiese en camino y saliese en campaña : hizu duna-
cion de Illescas , que parece había vuelto á ser del
rey, y de Hazaña á la iglesia Mayor de Toledo por el
mes de julio para alcanzar dolos santos patrones de
aquella ciudad que la guerra que trataba de hacer,
tuviese próspero fin. Hecho esto, entró por la Rioja
con grandes gentes hasta la ribera de Ebro. Lo demás
que sucedió en esta guerra , no se sabe (i) , sino que
después de maltratados los navarros, consta dio ía
vuelta contra el reino de León , taló los campos, to-
mó, saqueó y abrasó los lugares; y esto á causa que
el rey su tio era de menores fuerzas, y rehusaba de
venir á las manos con aquel bravo y mozo príncipe.
Pero la ira del rey de León se volvió contra los nue-
vos soldados de Santiago, por sospechar favorecían al
rey de Castilla como á su antiguo señor , tanto que
los eché á todos del reino , y los forzó á retirarse á
Castilla. Arrepintióse presto el rey don Fernando de
lo que hizo , por despojar sin bastante causa su reino
de uua ayuda tan erando como era la destos caballe-
ros; mas no lo pudo remediar , dado que por interce-
sión de prelados y crandes y otras buenas personas
con cierta manera de tremas por entonces se deja-
ron las armas , y se apaciguaron estos bullicios.
Esro nos pareció referir y poner por escrito de los
principios de aquella orden , que parecerá corto si se
mira á su dignidad , si la brevedad que llevamos en
esta obra, lo que basta. No ignoramos que algunos
les señalan mas alto principio, unos de don Alor.-
so el Casto , otros del rey don Ramiro : engañó sin
duda á los unos y á los otros el deseo de ilustrar
aquella miücm, y un privilegio que alegan en esta
razón , de don Fernanoo el Magno primer i ey de Cas
tilla . con data y antigüedad de mas de cien años an-
tes deste tiempo , que dicen concedió al monasterio
de monjas de salamanca que se llama de Sancti Spi-
ritus; pero los mas eruditos le tienen por falso : tas
razones que les mueven , no hay pura qué declara-
llas, la misma cosa se da á entender ora se consi-
dere el estilo diferente del que en aquellos tiempos
tan groseros se usaba, ora la cuenta que sigue de
los anos por el nacimiento de Cristo cuenta por es-
tos tiempos aun no recibida en España.
Dejado esto á parte, en Francia entre el rey de
Aragón y el conde de Tolosa después de grandes al-
teraciones se hicieron paces. Estaba efde Tolosa
sentido que el matrimonio de su hijo (que dejó antes
de su muerte concertado el conde de la Proenza don
Ramón Berenguel , que falleció di^z años antes deste
con su hija y heredera habida en Rica la emperatriz)
el rey de Aragón le hobiese impedido. Pretendía cou
las armas el condado déla Proenza asi por el derecho
antiguo que mostraba tener, como nuevamente par
tocar á su hijo como dote de aquella doncella. Con-
certó el rey y prometió de dalle tres mil marcos de
pinta, porque se apartase de aquella querella. Con
esto una hermana (le Trencavello vizconde de Carca-
sona llamada doña Beatriz casó con el hijo del conde
de Tolosa : que no se pudo alcanzar del rey de Aragón
le diese (como él lo pretendía) por mui'er la hija del
conde de la Proenza. Hizose esta confederación prin-
cipalmente por diligencia y autoridad de Hugo lofre
maestre de los Templarios, que intervino en todo
esto.
(1) Nombraron arbitro á Enrique, rey de lof^h térra, ^
año 1176; y oídos los plenipotenciarios en una mnfa de ka
hombres mas sabios y prudentes , decidió que el rey de Na-
varra debía restituir al de Castilla Jas pJaaas de Lofroóo,
Navarrete , Entrena , Aulol y.Ausejo; y el de Castilla at Na-
varro, Portilla, Leguia y el castillo de Godin, y además treí;
mil maravedís anuales por espacio de dtex aííos. Níusuoo de
los dos reyes se conformó ron esta sentencia , pero sin volver
á las armas terminaron sus diferencias amiga blemeete.
HISTORIA DE ESPAXA.
CAPITULO XIV.
Cómo los de rastilla ganaron la ciudad de Cuenca.
343
Comenzaba Castilla después de largas miserias é
alzar cabeza por el esfuerzo del rey don Alonso, y
como de unas tinieblas muy profundas á mirar la luz.
Las fuerzas de los moros se iban enflaqueciendo y
envejeciendo. Los Almohades , ocupados con los mo-
vimientos de África, no podian cuidar de las cosas
de España : tanto masquepormuertedeAbdelmon
fundador de aauel nuevo imperio su hijo Aben- Jacob
los años pasados se encargó del imperio de aquella
gente, puesto que hombre animoso, pero ni de igual
esfuerzo, ni de igual felicidad á su padre. Por lo uno
y por lo otro se ofrecia buena ocasión de volver con
mayor esfuerzo á la guerra sagradri. Los fieles basta
hora impedidos ópor \h flaca edad de los reyes, ó por
los movimientos civiles de la provincia, no parece
miraban bastantemente por la dignidad tfel nombre
cristiano.
Don Alonso rey de Castilla venido á mayor edad
fue el primero á tomar aquel cuidado , y después que
en la guerra pasada se satisüzo de los navarros y de
los leoneses, se determinó de tratar con el rey de
Araron de acometer la guerra contra los moros. Jun-
táronse para e^to á vistas : trataron en ellas porqué
parte sería bien hacer la guerra á los moros. Ofre-
cióse la ciudad de Cuenca puesta en los fines de la
Celtiberia, edificada por los moros(que en el imperio
romano, ni en la historia de los godos no hay men-
rion alguna de aquella ciudad) y asentada en un co-
itado áspero y empinado, queá manderecha v á mano
izquierda estrecha los ríos Júcar vHuecarcon las ri-
beras y hoces muy altas, de tal guisa que es inexpug-
nable por ia naturaleza del lugar. La subida dificul-
lM8, las calles estrechas, y tan agrias quf muchas
veces no se pueden andará caballo, yápenos se an-
dan á pié. IVo tenian en aquel tiempo fuentes ni po-
zos dentro de la ciudad; mas en nuestra era han trai-
go de los montes cercanos fuente, y caños perpetuos
que corren por todas las partes ; asi que podian le
quitar el agua, mas no la podian ceñir con cerco por
U aspereza de los lugares y sitios.
Pareció á los reyes de combatir primero esta ciu-
dad, poraue era como un fortisimo baluarte de los
maros y de su señorío. Hiciéronse grandes juntas de
gentes en la una provincia y en la otra : capitanes
muy señalados en sangre y en hazañas , prelados y
grandes en buen número acompañaban á los reyes,
como fueron Pedro obispo de Burgos, Jocelin de Si-
guenza, Sancho de Avilla, Raimundo de Palencia,
sin estos Pedro arcediano de Toledo, y Gonzalo ar-
cediano de Talayera, don Gonzalo Marañon paje de
armas del rey de Castilla , Ordoño Garcés y Garcí
Garcés entre todos don Pedro de Azagra ya recon-
ciliado con los dos reyes fue el primero de lodos que
con su particular escuadrón se presentó delante de
agüella ciudad. Comenzóse el cerco al principio del
ano : el sitio del lugar no sufría que acometiesen la I
ciudad ni se aprovechasen de los ingenios; y los
moros asi por su esfuerzo , como con la esperanza
qne tenian de ser socorridos de África , se defendían
valientemente: doraba el cerco mucho tiempo, y no
Padecían mucho menor fjita de mantenimientos en
los reales que dentro de la ciudad. Erales forzoso sus-
tentarse con lo que robaban y de las presas, de que
tenian poca comodidad por la esteritioad délos luga-
res: faltaba el dinero para pagar el sueldo, que es lo
que convida á los obligados , y hace á los regalones
traer provisiones á los reales.
Movido el rey de Castilla por estas.díficultades se
partió para Burgos con intento de juntar dineros. H¡-
ciéronse cortes del reino , y procuróse que no solo
los pecheros y genle popular sino también los fran-
<^, que en España llamamos hidalgos, cada año pa-
gasen al rey cinco maravedises ííe oro, y esto á causa
que el pueblo gasUdo con tantas imposiciones no
podía llevar los gastos de la «uerra; que era justo
moviese á los demás el amor de la patria , y la falla
del tesoro real, para que cediesen en parteó .su de-
recho y á su antigua libertad: daño que se podía re-
compensar adelante con mayores provechos. Daba
este ccmsejri don Diego de Haro , señor de Vizcaya,
hombre poderoso por sus fuerzas, y por el parentes-
co del rey de León de grande presunción y ánimo;
porque don Fernando rey de León repoaiado que
liobo I9 reina doña Urraca como arriba queda dicho,
casó con doña Teresa hija de don Ñuño donde de La*
ra, por cuva muerte (que fue en breve) casó de
nuevo con doña Urraca hija de don Lope de Haro , y
hermana desle don Diego : desle casamiento nacie-
ron don Sancho y don Garda.
Opúsole á los intentos de don Diego don Pedro
conde de Lara : arrimósele gran número de nobles,
que arrebatadanjente se salieron de las cortes deter-
minados de defender perlas armas la franquera ga-
nada por las armas y esfuerzos de los antepasados.
Decía que en ninguna manera sufriría que en su
vida se abriese aquella puerta , y se hiciese aquel
principio para oprimir la nobleza y trabajalla con
nuevas imposiciones, bien que fuese necesario dejar
el cerco de Cuenca. El rey movido por el peligro de-
sistió de aquel pensamiento. A don Pedro por lo que
hizo, y por el valor que mostró, acordaron ios nobles
entre sí que cada año á él y á sus sucesores le hicie-
sen un gran convite para ^ue quedase memoria de
aquel hecho, y los descendientes fuesen |>or aquella
manera amonestados á no sufrir por cualquiera oca-
sión que se presente, les sea menoscabado el dere-
cho de ia antigua libertad.
Entretanto que estas cosas pasaban en Burgos, pa-
sados nueve meses que duraba el cerco, fue Cuenca
por ei esfuerzo de los líeles ganada por el mes de se-
tiembre el mismo dia de San Mateo año de iHl. El
cual año no solamente fue señalado por la memoria
desla jornada j empresa, sino eso mismo dichoso por
la virtud V felicidad del pontífice Alejandro, y haber-
se acabado ki discordia y scisma que en Roma dura-
ba , á causa que Inocencio sucesor de Víctor de su
voluntad renunció el pontificado. Fue también alegre
á los navarros por el nacimiento de don Fernando,
que le parió la reina doña Beatriz, abundante en su<
cesión, porque antes desto tuvoestos hijos: don San-
cho, doif Ramón , doña Berenguela , doña Teresa y
doña Blanca. Los veocedores , concluida aquella em-
presa, con intento de ennoblecer la ciudad do Cuen-
ca ganada de nuevo trataron de haeella catedral, y
trasladar á ella los derechos de Valora, en que bobo
silla obispal en tiempo de los godos. Vino en esto el
pontíGce romano y en que su primero obispo fuese
un varón señalado por nombre Juan. A los ciudada-
nos fue concedido que tuviesen voto en las cortes del
reino. A los aragoneses en premio de su esfuerzo al-
zaron la suiecion , con que solían obedecer y hacer
homenaje á los reyes de Castilla como sus feudata-
rios, y que eran forzados á juralles fidelidad. Rizóse
confederacioix entre los dos reyes contra todos los
príncipes escepto solamente el rey de León: hízosele
aquella honra para ser pariente tan cercano.
Ganada que fue Cuenca , la villa de Aiarcon de
asiento y sitio ño menos fuerte se ganó, ca conti-
nuaron la guerra contra los moros por aquella parte
los años siguientes. Demás desto la villa de Iniesta
vino á poder de cristianos, pueblo en aquella comar-
ca mas conocido por las minas que tiene de sal á ma-
nera de piedra trasparente y espejadas , que por la
fertilidad de los campos. A los caballeros de Santiago
se ordenó que para que mejor pudiesen hacer la
guerra á los moros, pusiesen su asiento y convento
en Uciés, de donde como don Femando rey de León
844
arrepentido de lo hecho pretendiese toItoHos á su
antigua morada , después de muchos debates sobre
el caso se hizo concierto que cuatro sacerdotes de
aquella orden se enviasen ¿ León con tal condición
que quedasen sujetos al convento de Uclés: sujeción
que ellos adelante por ser diferentes los reyes rehu-
saron constantemente de sufrir. Tratóse mucho
tiempo el pleito hasta tanto que las diferencias se so-
segaron por autoridad de Urbano Quinto, que mandó
ambos conventos fuesen exentos el uno de otro, y
que obedeciesen solamente al maestre de la orden.
No mucho después recibieron ¿ estos caballeros en
Portugal y en él les dieron riquezas y lugares : obe -
decieron largo tiempo al maestre de toda la orden
hasta tanto que don Dionisio rey de Portugal, pues-
toles diferente cabeza, los eximió de la sujeción y la
obediencia de Castilla. Estas cosas aunque sucedue*
ron en muchos y diferentes años , las juntamos aouí
para ayudar la memoria. Volvamos al orden de ios
tiempos.
Guando el rey don Alonso hizo donación de diver-
sas rentas á estos caballeros, á los principios de su
orden les dio á Ocaña y al Colmenar de Oreja que
está á la ribera de Tajo, con otros pueblos. Maqueda,
Azeca, Cogolludo, Zorita asimismo fueron por el
mismo rey dados á los caballeros de Calatrava. Edi-
flcó él mismo á la frontera del reino la ciudad de Pla-
sencia (1), y quiso que fuese obispal^ donde antes
se veia una aldea llamada Ambroz: este nombre quiso
mudar en el de Plasencia para pronosticar que seria
agradable y daria placer á los santos y á los hombres,
y también por la frescura del sitio, bien que el cielo
que tiene no es muy saludable. Reparáronse los mu-
ros de Toledo, y el pueblo de Alarcos se edificó y
pobló en los Oretanos no lejos de Almagro en un sitio
alto. E^tas cosas se hacian en el ano del Señor
de 1178, eu el tiempo que don Alonso rey de Aragón,
se apoderó del condado de Ruísellon por muerte de
conde Giraido que no dejó sucesión. Asi comenzó á
iutiiularse en escrituras públicas rey de Aragón,
conde de Barcelona y Ruisellon , y marqués de la
Proenza.
£1 año siguiente de 1 i 79 á veinte del mes de mar-
zo partió de Perpiñan, y fue al lugar de Cazóla, don-
de tenían señaladas vistas entre él y el rey de Casti-
lla. En .esta habla porque tenian diferencias sobre la
manera como se debía hacer la guerra á los moros,
y qué parte de aquella conquista á cada cual de los
dos tocaba, se acordó que a la conquista de Aragón
perteneciesen Valencia , Játiva, Denia con todas sus
tierras : los demás pueblos y ciudades que se conte-
nían en los contéstanos, que eran el reino de Mur-
cia, fuesen de la conquista de Castilla. Hicieron liga
contra don Sancho rey de Navarra en gran perjuicio
suyo, por que con las armas de Castilla fueron gana-
dos y ([uedaron por aquellos reyes Briviesca, Cerezo,
Logroño Y los demás pueblos que hay desde los mon-
tes Doca nasta Calahorra. El arzobispo don Rodrigo
pone también en este cuento á Navarrete, pueblo
que otros dicen aun no era edificado en aquel tiem-
j>o; pero mas caso se debe hacer de la autoridad y
testimonio de don Rodrigo. Desde allí revolvieron las
armas de Castilla contra los leoneses, talaron los
campos, tomaron y saquearon los lugares, y robaron
todo lo que pudieron.
El rey de León como quier que no tuviese fuerzas
bastantes , no desistia de mover al rey de Aragón , y
con cartas y mensajeros avísalle gue el rey de Casti-
lla habría quebrudo la confederación hecha en Cuen-
ca : que pertenecía á su dignidad quebrantar la so-
berbia de aquel fiero mozo, porque aumentado su
(1) Fue, segna Perreras, ea 1489 y eo eJ de 1190 se
puso silla obispal , como consta de la bula de Clemente U¡,
y $e consagró por primer obispo á don Bricio.
BIBLIOTECA DK GASPAR Y ROIG.
poder, no destruyese á los demás; que siempre es
bien contrapesar las potencias. Daba el de Aragón
oídos á esto , mas era menester algún color nuevo
para romper. Envió á don Berenguel obispo de Lérida
y don Ramón de Moneada al de Castilla para pedir el
pueblo de Hariza y su castillo, que por los conciertos
pasados quedó como en tercería, con orden que si no
alcanzasen por bien lo que pretendían , le denuncia-
sen la guerra. Grande espanto y muestra de una
grande guerra se representaba á toda España, por
revulverse entre sí en un mismo tiempo tantos reyes.
La modestia del rey de Castilla lo hallanó todo, ca en»
tregóá Hariza á los aragoneses y se la restituyó. Dejó
otrosí y alzó mano de la guerra de León (2), pare-
ciéndole con lo hecho dejaba vengadas bastantemen-
te las injurias y escesos pasados.
CAPITULO XV.
Cómo don Alonso rey de Portugal fae preso por el
de León.
Losánimos de los leoneses estaban aversos de don
Femando su rey, y parece que si se ofrecía ocasión,
mostrarían el odio que tanto tiempo tenia p en sos
pechos encubierto. Cansados con nuevas imposicio-
nes que les cargaba, llevaban mal la aspereza del
rey v su condición: á otros movían otras causas par-
ticulares, en particular los de Salamanca sentían que
habiendo el rey reedificado ¿ Ledesma , les hohiese
para dalle término uuitudo parte de su tierra: asi en
sazón que el rey se liallaba embarazado en la guerra
sobredicha, fueron los primeros á declararse, y se
levantaron contra él. El principal movedor deste al-
boroto llamado Ñuño Ravia fue elegido por capitán:
don Lucas de Tuy dice que le llamaron rej. Los de
Avila con quien tenian antigua amistad, avilados de
todo el negocio les enviaron ayudas: el rey don Fer-
nando porque el mal no cundiese, acudió luego á so-
segar estos alborotos. Juntáronse los campos : dióse
la bauUa junto á Valdemusa,eo que fueron vencidos
y desbaratados los rebeldes, forzáronles asimismo y
ganáronles los reales. El mismo capitán Ñuño Ravia
fre preso y justiciado conforme a las leyes de la
guerra. Los demás de feroces aue poco antes eran:
luego quedaron humildes y obedientes; que ninguna
cosa hay en el vulgo templada y mediana, ó espantan
ó temen: la misma ciudad de Salamanca volvió ala
obediencia. Desde allí partió el rey para Zamora, por-
que le avisaban que también aquella ciudad con de-
seo de novedades andaba alterada , pero ella fácil-
mente se sosegó : el ejemplo y trabajo ajeno la híio
mas recatada. En esta sazón el cuerpo del rey don
Ramiro Tercero de este nombre fue trasladado dd
lugar de Destriana á Astorga, y puesto en la iglesia
Mayor en un sepulcro mas cómodo que antes.
Sosegados estos movimientos, al rey aquejaba el
cuidado de defender á Ciudad-Rodrigo , que la tenia
cercada don Fernando de Castro con gran número de
moros. La ayuda de San Isidro ai cual los leoneses
tenían por patrón particular , les asistió para que los
bárbaros quedasen por el rey don Fernando vencidos
en batalla, muertos y desbaratados. Con esta victo-
ria cobraron los leoneses orgullo, pasaron adelante,
y trabajaron las tierras de Portugal comarcanas con
talas y con robos. Lo que mas era á propósito, y mo-
chos grandemente deseaban, el mismo don Fernan-
do de Castro por düifiencia deste rey se reduio á me-
jor consejo , ca le exhortó que le ayudase á él contra
(2) Ambos reyes se vieron en Tordesillas, y por It me-
diación de ios prelados y se&ores principales se ajustó la pax
en 1180 con mucha alegría y satisfacción de todos sos subdi-
tos , que estaban causados dé la guerra. Castilla recobra por
ella el Infantazgo, que ya hemos dicho se ignora qué esUdo
era , porque ios autores antiguos siendo esta ▼os en su tíeopo
clara y conocida de todo^no nan esplicado lo que signifiab^.
mSTOKU
el rey de Castilla antes que á los enemigos del nom-
bre cristiano. Aceptó él este partido que le ofrecían,
7 coiDo era de gran corazón , y en las cosas de la
guerra señalado entre pocos, con deseo de mostrarse
entró luego por las tierras ae Castilla con gente de
León. En tierra de Campos, junto á un lugar llamado
Lubríoal, venció en una batalla las gentes contrarias
que le salieron al encuentro. Muchos señores queda-
ron presos, y entre ellos el mismo don Ñuño de Lara
so eneinígo capital ; mas él los trató benigna v cor-
tesmente , y con grande loa de modestia y de huma-
nidad los dejó ir libres á sus tierras , solamente les
hizo jurar que les serian amigos fieles. El mismo re-
E adiada su primera mujer , casó con doña Estafan ía
ermana del rey don Fernando ; y el que por sanare
y hazañas era esclarecido; quedo mas ennoblecido
por el parentesco real. Deste matrimonio nació don
Pedro de Castro, de quien adelante se hará men(:ion.
Siguióse otra guerra que se hizo contra Portugal
por esta ocasión : don Alonso rey de PortugRl puesto
que de grande edad y muy viejo , nunca aflojaba en
el cuidado de la guerra ; tenia el ánimo muy fuerte,
si bien el cuerpo era flaco. Llevaba mal due el rey
don Fernando con haber reedificado á Ciudad-Rodri-
go ¿ la raya de su reino , bebiese por el mismo caso
puesto como grillos á Portugal, y edificado una fuer-
za , de donde los campos de aquella provincia pudie-
sen libremente , como poco antes lo hicieran , ser
maltratados. Juntó un grueso ejército, y mandó á
don Sancho su hijo que con aquellas gentes se pu-
siese sobre aquella ciudad. Prometíase seguramente
la victoria, á causa que el rey de León en el mismo
tiempo se hallaba apretado con la guerra de Castilla
como poco antes se ha dicho, y los suyos alborota-
dos. El rey don Fernando en aquel peligro no se ol-
vidó de la honra y reputación , además que no igno-
raba cuanto se disminuirían sus fuerzas, si perdiese
' aquella ciudad : salió pues con parte de sus gentes al
encuentro á los portugueses : pelearon cerca del lu-
gar llamado Arraganal, los portugueses fueron ven-
cidos, unos muertos y desbaratados, otros presos,
que dejó todos ir libres á sus tierras.
Don Alonso rey de Portugal avisado de aquella pér-
dida, juntadas sus gentes, entró por las tierras de
Galicia , apoderóse de Limia , de Turonia y otros lu-
gares por aquella comarca. Después desto rehacién-
nose de nuevas sentes, con deseo de vergarse deter-
minó acometer a Badajoz, ciudad que aunque era de
moros , estaba á devoción del rey aon Fernando. Por
esto juzgando él que pertenecia á su autoridad no
desamparalla en aquel peligro, acudida socorrella. El
portugués tenia ya tomada eran parte de la ciudad;
mas como se atreviese á dar la batalla á los leoneses,
fue en ella vencido y forzado á retirarse á la misma
ciudad de do saliera. No era la recogida segura:
apretaban al vencido de una parte los moros que te-
man en su poder lo mas alto del pueblo , y de la otra
los leoneses : intentó de salvarse por los pies y huir,
al salir se hirió malamente en el cerrojo de la puerta
de la ciudad , y cayó del caballo; así preso de los ene-
migos , vino en poder del rey don Fernando , que le
trató humanísimamente, y le hizo curar la hnrida no
con menos cuidado que si fuera su padre. Fuera des-
to luego que estuvo sano , le deió ir á su, tierra, si
bien el Portugués movido desta humanidad se mos-
traba aparejado aponer en su poder todo su reino, y
obedecelle como a señor; mas no quiso aceptar el
rey don Fernando , contento solo con recobrar los
lugares que poco antes le tomara en Galicia; tenia
otrosí por bastante fruto de' la victoría usar de tem-
planza y humanidad.
En Cuenca por la muerte de Juan Primero obispo
de aquella ciudad fue puesto en su lugar Julián hom-
bre santo, maravilloso por la vida y la erudición.
Era natural de Burgos, y aun se halla en los papeles
De ESPAÑA. 34»
de la iglesia de Toledo que fue arcediano de Toledo:
con sus predicaciones «n la mnyor parte de Castilla
tenia hecho gran provecho en los moros y cristianos,
y ganano gran nombre y fama en el oficio de predi-
car^ que tue el escalón por donde subió al obispado,
y después en el número de los santos le pusieron
esta Y otras virtudes. Doña Urraca reina de Navarra
hija del emperador después de la muerte del primer
marido casó los años pasados con don Alvaro Rodri-
sgez persona principal en Castilla , y sin tener hijos
oeste matrimonio falleció este año por el mes de
agosto. Su cuerpo yace en Palencia en la iglesia Ma-
yor con este letrero.
AQUÍ BEPOSA DONA ORRACA REINA DE
NAVARRA , IIUGER DE DON GARCI RA-
MÍREZ : LA CUAL FUE HIJA DEL SERENÍ-
SIMO DON ALONSO EMPERADOR DE ESPAr
NA QLE GANÓ Á ALMERÍA .' FALLECIÓ Á
DOCE DE OGTUBRE ANQ DEL ShNOR DE
MIL T CIENTO T OCHENTA T NUEVE.
Asi dice él letrero. Nos en la r&zon de los tiempos
seguimos los anales de Toledo , y por ellos quitamos
diez años desta cuenta.
El año luego siguiente de i 180 á cinco de octubre
Luis rey de Francia Seteno deste nombré falleció en
París : dejó por su sucesor á su hijo Philipe por so^
brenombre Augusto. Por el mismo tiempo en aquella
parte de Vizcaya que se llama Álava, edificaron por
mandado de don Sancho rey de Navarra, la ciudad de
Vitoria (l)f cabeza de aquella provincia, do antes es-
taba una aldea llamada. Gasteiso. La causa de muda-
lle el nombre antiguo y ponelle este no se sabe, aun-
que no debió faltar. En Tarragona otrosí se tuvo un
concilio de obispos en gue se trató así de otras mu-
chas cosas, como también se estableció por ley que
en adelante mudada la antigua costumbre que los
catalanes guardaban, se dejase, y no escribiesen en
las escrituras públicas el nombre de los reyes de
Francia, ni pusiesen en ellas el año de su reinado
como lo acostumbraban. Siguióse el año 1181 , y en
él la muerte de don Cerubruno arzobispo de Toledo á
doce de mavo. Sepultáronle en su iglesia en la capilla
de San Andrés. Sucedióle don Gonzalo Primero oeste
nombre, varón de grande y escelente virtud. Quién
pone antes de don Gonzalo á Pedro de Cardona,
Suién después del: debió ser electo, y no consagra-
o; y aun hay memoria en Toledo que le hace car-
denaV, los mas le pasan en silencio en' este cuenta
de los prelados de Toledo.
CAPITULO XVI.
Cómo murieron los reyes de Portugal y de León.
La jornada que don Alonso rey de Portugal hizo
contra los moros , dado que le sucedió mal , fue oca-
sión que los nuestros entendiesen se podrían apode-
rar de Badajoz : por esto don Fernando rey de León
á cuya conquista pertenecia , juzgó que no se debía
dejar pasar agüella ocasión , como príncipe que era
de suyo enemigo de ocio, y de condición oullíciosa,
y mas aventajado en la disciplina milittr que en las
artes de la paz. De Zamora donde se retiró después
que soltó al rey de Portugal , apercebido de nuevas
gentes, marcho para aquella guerra y ganó la dicha
ciudad de Badajoz. Era habitada de maros, y no po-
día por entonces llevar nueva población de cristia-
nos, ni poner en ella guarnición bastante de solda-
dos. Acordó dejar por gobernador á un moro llamado
Abenabe). Los bárbaros no guardan la fe, la palabra
(1) Fue el ano 1181, segua la escritura de fundación
pan asegurar su frontera , y contener las incursiones de los
casteflanos.
346
ni juramento, sino cuando no pueden mas. En breve
pues s6 rebeló contra don Fernando , y llamó en so-
corro suyo á los Almohades. Pasó adelante, que no
contento con la posesión de aquella ciudad , formado
un buen ejército, acometió primeramente his tierras
de León , en que taló, saaueó y robó todo lo que por
aquella parte se le puso delante ; luego dio la vuelta
á Portugal: cercó al rey don Alonso dentro de Santa-
rén que halíó descuidado y desapercebido de todo lo
necesario.
Don Fernando re^ de León , encendido en deseo
de vengar sus injurias , y movido por el peligro del
rey su suegro., de cuya defensa ya una vez se encar-
gó juntadas de presto sus gentes, salió al encuentro
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
su hijo don Sancho envió de la otra parte de Tajo
para que tuviese cuidado de la frontera y hiciese
rostro á los moros. El como mozo y fervoroso por la
edad , y con deseo de ganar honra con buen numero
de los suyos entró en el Andalucía, y taló las tierras
de los muros por todas partes basta llegar á Sevilla.
Asimismo los sevillanos, que con intento de vengar
aquella «irenta le salieron al encuentro, los desba-
rató en batalla : puso cerco sobre Hipa , que boy se
llama Niebla (í), pero no la nudo ganar porque vino
nueva que grandes gentes ce moros t«nian puesto
cerco sobre Beja en los confines de Portugal. Así don
Sancho movido por el peligro de los suyos y porque
no pareciese que por pretender lo ajeno dejaba per-
á los moros qué estaban feroces por lo hecho; pero der lo que era suyo , y cayese en reprehensión Je lo
ellos luego se pusieron en huida por no sentirse igua- , que pretendia honrarse, alzado el cerco de Niebla,
les á las Tuerzas de ambas naciones. El rey de Portu- < acudió á Portugal : con su venida los bárbaros fueron
gal como al principio sospechase que don Fernando
veniu mudado de voluntad y contra él , y no menos
se recelase de su poder que de las armas de los mo-
ros , sabida la verdad , se alegró y cobró ánimo. Don
Fernando ganada muy gran gloria , y cargado de los
despojos de moros, volvió á su tierra el mismo año,
que fue el de nuestra salud de mil y ciento y ochenta
Luno, en que comenzó á gobernar la iglesia de Roma
ucio Tercero deste nombre , natural de Luca suce-
sor de Alejandro lll. Deste poniíGce dicen que envió
cierto cardenal cuyo nombre no se refiere, por su
vencidos y forzados á partirse de aquella ciudad.
Don Sancho esclarecido con tantas victorias entró
en Sautarén á manera de triunfante. Al mismo tiem-
po vino aviso que los Almohades con su caudillo el
rey Abenjacob apercebian grandes gentes contra
Portugal. La diligencia de que usaron fue grande:
mas presto que se pensabn , pusieron cerco sobre
aquella villa de Santarén. Don Alonso rey de Portu-
gal dado que se hallaba muy pesado por la edad, y
por haber quedado cojo de una pierna después que
en Badajoz se le quebró (de tai manera que usaba de
legado , y con grandes poderes á España para asentar ' coche por no poder andar á caballo ) convocados sol
las paces entre los reyes cristianos, que divididos en dados de lodo su reino , se apresuró para ir á Santa-
gran daño del común contendían entre si con odios rén. Dióse la batalla en que los moros no fueron
muy grandes, muchas veces sin muy grande ocasión; ' iguales á los portugueses, porque el padre por freo-
por donde dejaban pasar grandes ocasiones que se te, y el hijo que salió dp la villa, por las espaldas kis
ofrecían , y comodidades para oprimir la morisma, apretaron: fue grande la matanza, y muchos los q«e
gente bárbara. * ' se pusieron en huida, al mismo rey bárbaro dieron
El rey de Aragón , por estar determinado de ir en en la batalla una herida mortal ; y fiomo quier que
romería á Santiago, nizo compañía al legado hasta pretendiese para escapar pasar á Tajo , que por aque-»
Castilla, en particular por el deseo que tenia de in- lia parte va muy arrebatado y lleva mocha agua , se
terponer su autoridad para que se hiciesen las paces. ; ahogó en el rio, que fue el año de 1184. Sucedióle
Parecíale cosa muy honrosa que por su medio se es- ' en los dos imperios de África y de España Abenjuzeph
tableciese la concordia deseada entre los reyes, y se su hermano.
dejasen las armas. Sucedió como lo pensaba, que á ' Esta victoria se tuvo por muy señalada y por ella
su instancia se concertó la paz, y á cada uno de los ' se hicieron grandes regocijos en toda España. Ver-
reyes señalaron los términos hasta donde llegasen sus ! dad es que la muerte de Armengaudo ó Armengol
estados. De lo que quedaba en poder de moros , al conde de Urgel aguó algún tanto esta alegría : era
tanto determinaron las ciudades , lugares y castillos hijo de Armengaudo Castilla conde de Barcelona»
que pertenecían á la conquista de cada cual destos : y tenia por mujer una hermana del rey de Aragón;
príncipes , sobre lo cual tenían antes desto no pe-
oueño debate. En estas pláticas no solo ganó el rey
oe Aragón loa de pacificador , sino también de mo-
y no solo poseía gran estado en Cataluña y Aragón,
sino también en Castilla era señor de Valladolid, por
ser bisnieto de don Peranzules ( de quien en su lugar
destia , ca se contentó con lo que le señalaron para ¡ se hizo mención ) que fue un gran personaje. Este
su conquista que fue sola aquella comarca que desde ¡ príncipe con de<«eo de «delautar el partido de los
Aragón llega hasta Valencia, dado que por agraviarse { cristianos, con sus gentes particulares rompió |»or la
el rey don Pedro su hijo que en esta confederación , tierra de Vblencia; pero después de algunos buenos
y concordia se le hizo sinrazón , alcanzó que los tér- sucesos que tuvo , fue muerto por los nwros junto i
minos de la conquistado Aragón llegasen y se estén- la villa de Reguena en una celada que le pararon , y
diesen hasta Alicante. Los demás reyes con los tér- ' con engaño. Otros dicen que los castellanos le dieron
minos y rayas que se les señalaron , terminaron de i la muerte: la pública voz y fama fue que los moros le
buena gana su señorío. Solamente el rey de Navarra ' mataron , que parece mas probable , y es mas justo
quedaba sentido, y estrañaba los grandes agravios ' que se tenga por verdad; lo cierto es une este desas-
que le tenia hechos don Alonso rey de Castilla : por | tre sucedió á once dias de agosto. Dejó un hijo de su
esta causa no se pudo persuadirá venir en aquella co- , mismo nonibre por heredero de sus estados. En otra
mun confederación v corte que se dio entre los demás.
Todavía después deste asiento duró algún tiempo
la paz entre los cristianos , por lo menos bobo pocas
revueltas y de poca consideración. Hacíase la guerra
á los moros, mayormente el rey de Portugal se seña-
laba en esto : demás que entre los alborotos de la
parte don Sancho revde Navarra se metió por tierras
de Castilla, y llegado hasta el jugar de Atapuerca,
como llevase gran presa robada por aquellos lugares,
el abad de San Pedro de Cárdena movido por el tra*-
bajo y lágrimas de los comarcanos fue apresurada-
mente en busca del rey que se volvía a su tierra:
guerra, cuidadoso de acrecentar la piedad cristiana ! alcnnzóle y pidióle restituyese la presa á los que
y culto divino, él mismo desde el promontorio Sacro
ique por este respeto y para con su presencia consi-
I erar el lugar fué allá por dos veces) procuró y hizo
?ue I9S huesos de San Vicente mártir se trasladasen
la iglesia Mayor de Lisboa, que fue el año i 183. El ,
^e ocupaba en esta y semejantes obras de piedad. A casteilauós.
padecieron el daño, pue^ parecía cosa injusta que los
agravios hechos por los reyes los pagase la gentA mi-
(i) Fue el año ii81 , segoa la escritora de Andadoa,
para asegurar su frontera, y coitener las incursioaes de los
HISTORIA DE KSPAMA.
3i7
serabie, y sobre ellos descargase la saúa. Condescou-
dió el rey á los rueaos del abad por ser tan justificado
lo qae le pedia , demás del particular respeto que
tu?o al estandarte del Cid , que el abad y los monees
del templo do le tenían , le tomaron y le llevaban de-
lante para movelle mas ; lo cual hizo tal impresión en
su ánimo y en tanto gnido que él mismo acompañó
el dicho estandarte hasta dejalle en el lugar en que
antes le tenían.
Sucedieron estas cosas el año li85. En este año
los reyes de Portugal |)adre y hijo fueron primero á
Coimbra, dende se partieron para la ciudad de Portu.
Allí celebraron las bodas entre Philipe conde de
Flandes y doña Teresa hija del mismo rey don Alón*
so, á quien los flamencos llaman Matilde. Concluidas
las fiestas , volvieron á Goimbra : allí el rey agravado
de enfermedad v de los años falleció á seis del mes de
diciembre en edad de noventa y un años. Su cuerpo
según que él lo ordenó en su testamento, sepultaron
en la iglesia de Santa Cruz que él mismo fundó , en
una sepultura humilde ; de donde por mandado del
rey don Manuel en tiempo de nuestros abuelos le pa-
saron á otro sepulcro de mármol blanco de labor muy
prima. Fue varón admirable, acabado en todo género
de virtudes, del reino de Portugal no solo fundador
sino conquistador en gran parte. Pasó su larga edad
y reinada casi sin ningún tropiezo. En las cosas de la
guerra y en l^s artes de la paz se señaló iffualmente,
juoto con el celo que tenia á la religión , de que dan
muestra muchos templos que en Lisbona y en Ebora
y en otros lucres ¿diíicó. Corría á Ihs parejas en
piedad y devoción su mujer doña Malfada : hacia en
todo el reino ediflcaí' á sus espensas muchos monas*
teños y iglesias: señales muy manifiestas de la virtud
qoeamb^ tenían.
Hallábase España en sosiego después que entre
los reyes se concertaron las paces, y por la muerte
del rey Jacob de los Almohades. Solo comenzaba por
otra parte una nueva guerra, y un nuevo miedo que
ponía á muchos en cuidado. Era cosa muy honrosa á
don Pedro Ruiz de Ázagra que los ojos de tan gran*
des reyes conservase un tan pequeño estado como el
(fue tenia, sin reconocer á nadie vasallaje. Acudía él
de buena gana á ayudar á los reyes en la guerra con-
tra los moros y y arriba queda dicho lo mucho que
hizo cuando se ganó la ciudad de Cuenca, pero no se
podía persuadir á hacer homenaje á ninguno ; y para
mostrar su exención se llamaba vasallo de Santa Ma-
ría j que era el nombre de la iglesia Mayor de Albur-
racm.
La cauda do conservarse tanto tiempo cuanto no sé
sí algupo de los capit;>nes antiguos, entiendo fue la
fortaleza del sitio, y la emulación y contienda que
los reyes tenían entre si por desear cada cual la pre-
sa, hacerle su vasallo , y que no lo fuese del otro. El
año pues luego siguiente de i 186 por el mes de enero
los reyes de Castilla y de Aragón se juntaron para
tomar acuerdo sobre este caso en Agredía. En las vistas
de común consentimiento hicieron una ley en que
desterraban de los dos reinos á todos los deudos y
aliados del dicho don Pedro que siguiesen su partido:
con este principio de rompimiento se contentaron por
entonces. En el principio del aña siguiente Gastón
vizconde de Bearne á ej^emplo de sus majrores hizo
eo Huesca homenaje al rey de Aragoo : ano desgra-
ciado por la prisión de Guidon roy do Jerusalém. Sa-
ladÍDO grande enemigo de cristianos le prendió á él y
al maestre de los Templarios en la ciudad de Ti hería-
de; y se apoderó por concierto de la misma ciudad de
ienisalém á dos (lias del mes de octubre; que fue un
daño y menffua notable y sin reparo.
En Castilla el rey don Alonso, vuelto el pensa-
miento á las cosas de la paz, con muy buenas leyes
y estatuios ordenaba y enderezaba la milicia y orden
de Galatrava en el mismo tiempo que don Fernando
su tío rey de León falleció en Benavente el año que
se contó de i i 88 : reinó por espacio de treinta y un
años. Sepultáronle en Santiago en la capilla real. Fue
tenido por mas aventajado, y mas á propósito para la
guerra que para él gobierno. Las señaladas partes
que tuvo de cuerpo y ánimo , pareció estragar la in-
saciable sed de reinar que mostró , mayormente no
la menor edad del rey ue Castilla su sobrino. Por lo
al sufría mucho los tralNiíos, su ingenio agudo, pru-
dente y próvido , y en los peligros tuvo corazón ani-
moso y grande. Martin presbítero de León por estos
tiempos florecía por la erudición y por la su vida muy
santa que hacia. Ocupábase en escribir muchos li<-
bros , SI bien era persona idiota y sin letras ; mas de
repente le hizo muy aventajado en letras una estraor*
diñaría visión en que San Isidro, en cuyo monasterio
vivía, entre sueños le dio á comer un libro en señal
de la mucha doctrioa que por aquel medio le comu-
nicaba : desde entonces comenzó á señalarse en el
conocimiento de las divinas letras y escritura sagra-
da. A nuestras manos no ha venido cosa alguna de
aquellos sus libros. Dícese que los canónigos de aque-
lla iglesia y convento los guardan con grande cuidado
como un precioso tesoro, y para testimonio muy
claro de lo que sucedió y de aquel milagro.
CAPITULO XVIL
De varías confederaciones que se hicieron entro los
reyes.
Los hijos sucedieron á sus padres, don Sancho á
doh Alonso rey de Portugal , á don Fernando rey de
León don Alonso Noveno des te nombre , que se vol-
vió con la nueva de la muerte de su padre del camino
que llevaba, porque se quería ausentar, y se iba para
su tio el nuevo rey de Portugal por miedo del odio y
asechanzas de su madrastra. Llevaba ella mal queden
Alonso hijo bastardo (como ella decía) solo por ser
de mas edad y porque se le antoiaba á su padre, fue-
se preferido a sus hijos , y tratado como quien había
de suceder en aquella corona. De aquí resultaron
desabrimientos perpetuos^ de que avino que dado
que el rey su antenado al principio le dejó los lugares
de su doté por respeto y contemplación de su padre,
pero en fin la puso en necesidad de retirarse á Naja-
ra , do pasó lo restante de su vida. En el monasterio
de Santa María el real de aquella ciudad están en uoa
canilla , que se llama de Santa Cruz , dentro del
claustro las sepulturas desta señora y de sus herma-
nos , que fueron don Lope obispo de Segovía , y don
Martin de Haro. Don Alonso rey de León fue casado
dos veces : la prímera con doña Teresa hija de don
Sancho rey de Portugal , en quien tuvo tres hijos , á
doña Sancna, á don Fernando que vivió poco, y á
doña Dulce : después por mandado de los pontífices
se apartó de doña Teresa, á causa que era su parien-
ta, y casó con doña Berenguela hija de don Alonso
su primo rey de Castilla.
Don Sancho rey de Portugal Primero deste nom-
bre, que llamaron el Poblador y el Gordo, casó los
años pajBados con doña Aldonza Dulce hermana del
rey de Aragón. Deste matrimonio tuvo muchos hijos,
es á saber , á don Alonso el Mayorazgo, á don Fer-
nando, don Pedro, don Enrique que murió mozo:
cinco hijas , doña Teresa, doña Malfada , doña San-
cita, dona Blanca, doña Berenguela. Y muerta la
mujer , tuvo en otras dos concubinas seis hijos parte
varones , parte hembras : de la primera por nombre
Juana á doña Urraca y á don Martín ^ de lar otra que
se llamó María, á doña Teresa, don Egidio, doña
Constanza , y don Rodrigo.
Doña Teresa casó con Alfonso Tello , el que fundó
y pobló la villa de Alburquerqne : tales eran las cos-
tumbres de aquel siglo, que no tcnian por torpe
cualquier antojo de los reyes, en que don Monso rey
348 BwuuTECA DI
de CuUlla fue raní mai nwdido r juntinteiite dicho-
■o en nicsiioQ, porque de un tolo mtlrimonio tuvo
once hijos : entre loa demis doña Blanca fue la maa
dicboaa, porque casada con Luis re; de Francia,
Ocian) deite nombre, coa dichoso'parlodiú a) man-
do un bijO del mismo nombre de su padre , el que
pw Id conocida bondad de au vida y por su piedad
mny se&alada alcanió renombre de tanto, j ao llamó
San Luis. Después de doña Blanca se siguieron doña
Berengueln (l), don Sancbo, doña Urraca , ; don
Femando que consta haber nacido el aña 1189 á
veinte ; nueve de noviembre dii miércoles. Deipues
del te signferon doña Halbda j doña Constanza , y
Inego adelante dos d tres hermanas , cuyos nombres
no se saben : demis deshu doña Leonor y el menor
de todos don Enrique, que con maravillosa variedad
de las cosas vino a suceder en el reino & su padre,
como se moslrsrá en otro lugar.
GASPAJI r RUIG.
Fuera de loa muchos hijos que el rey de Castilla
tuvo, se aventajaba i kn demás príncipes sus vecinos
en la grandeza del señoffo , muy mayor qoe el de los
otros , por do ponía espanto i todas las provincias
de España. El aunque se veia rodeado de tantas ri'
quedas y ayuda* no se dalia al ocio , ni la flojedad,
antes estendia con las armas los términos de su
señorío, y los dilataba : en que asimismo sobrepujaba
á loi demás rejea de su tiempo ; y en ingenio y ma-
ña, y en riqueías , gracia y destreza igualaba i bu»
antepasados : con esto sustentaba á la autoridad real
y se nacía temer. Nunca el poder de los príncipes es
seguro á los comarcanos , por sar cosa natural boS'
car cada uno ocasión de acrecentar sus estados , sea
justa , sea injustamente. Por eeta causa los demás
rryes de España se hermanaban cuntra el rey de
Castilla, y te confederaban y prometian que tendrían
toa mismos por amigos y por enemigas. Procuraban
■onMierio it PoUm.
raer i esta confederación al rey de León , ai bien
Eareció estar mas aBcionado y obligado al rey de
astilla don Alonso au primo. Y es asi que luego que
tomó la posesión del reino paterno , con deseo de
Snar su amistad de sn voluntad fue i las rúrtes de
sUUa , que s« tenían en Carrion el año mil y ciento
y ochenta y ocho. Armóle all! caballero á la manera
que entonces se usaba ; y para mnestn de darle la
obediencia lebes<} la mano: cortesía en que pareció
disminuir la magestad de su reino , y reconocer á su
primo por mas principal como lo era. Halláronse en
aquellas cortes Conrado hijo del emperador Federico
lUmado Barbarroja, que aportó á España' en peresri-
nacion , y Raimundo FUcada conde de Tolosa : el
uno y el otro tuvieron por cosa honrosa que el rey
loa armase caballeros con las ceremonias que en Es-
paña se usaban.
Fnera desto ae concertó casamiento entre Conrado
y doña Berengnela hija del rey , pero no riño á efec-
to {!J por eaquivar la doncella de ir á Alemana sea
por atiorrecer la cnsiumbre de aquella nación , sea
por el largo y trabajoso canino, porquera qué pro-
,., . _. isdeaqee] tieaipo se dedoce qae ii ie-
Onta d(A* Berengaela, qne cuA con el rey da León en 11S7,
Am mayor qne doEa Btiari que cató coa Loii VIII , rey de
Fraada.
(%) El caMmianto te ttteiai, tegna «I araobiipo don
Rodhgoj pero •« diaolviA lin conanmarM por el ptrenleico
qse habta entre ConndD y doña Berengudí, i por olnrmM
^e se ignora.
pósito mudar la templanza de España y el arreo de
9u patria, y trocalle por el cíelo áspero de Alemana
Í otras condiciones asaz diferentes de tus naturales?
inahnente este desposorio se apartó por aulorídail
de don Gonzalo primado de Toledo, y de (Gregorio
cardenal de Santangel. Los demás reyes entretanlo
que esto pasaba . consultaban entre si por sus emba-
jadores que era lo que debían hacer, en especial el
de Aragón, que llevaba mal qoe todas las cosas
esturiesen en el albedrio de su cuñado el rey de
Castilla , y don Sancho rey de Navarra que pretrádia
recobrar por las armas lo que por fuerza le quitaron
toa años pasados. Con este intento el añn de Cris-
to 1 190 ae juntaron de propósito en Borgia por el
mes de setiembre: en esta habla hicieron entre si
confederación y asientocontra las fuerzas de Castilla.
Los leoneses otrosí y los portugueses entraron en
esla liga atraídos á ella por industria de los dos reyes.
En Huesca se hallaron los embajadores de los otros
reyes. Tratóse del negocio con el rey de Aragón, que
bacía sus veces y tas del navarro. Allí no solo so con-
certó paz eotre loa cuatro reyes y se ligaron para las
guerras , sino demás desto se afiadió espresamenle
que ninguno en particular sin que los otros le supie-
sen y rínieaen en ello, por sus particulares intereses
hiciese paz 6 tregua con el enemigo , ni nun tuviese
licencia sin el lal consentimiento de hacer guerra á
nadie ni comenzalla.
Estas cosas se concluyeron por el mes de mayo
año de t {9Í, en que fullccíó en Roma Clemente Ter-
HBTUHIjt DE ESVAN*.
''.ero detU Boabn i veinte j ciaco de marzo. Sucedió
en iQ logar coatro dias después Celeiüoo Tercero,
(bunadoanlesqne fuese gapa, Jacinto Bobo: fue na-
toral de Roma, jr en España macho tiempo le^do de
Toledo pasó asrmisDiodesla *ida á veintey nueve del
mes de agosto lu(«o siguiente. En au tiempo el re;
don Alonso di6 á « y d au Iglesia de Toledo d Tola-
manca ; EsquÍTias. En an logar fue pueeto don Mar-
tin Lopes , que por la grandeza de su ánimo, y por
lai «scdenteacofas que hizo, turo porscbrenomore
j ae llamó el Grande : tuvo antea el obispado de Si~
^Dia: su patriase llamó l^soríca: sus Tírtudes,
Rodrigo que le sucedió en la dignidad, las cele-
bMycontómuyen particular. Este mismo ano el rio
Tajo se bdó en Toledo : cosa que por la templanza
ite la región j del aire suele acontecer muy pocas
veces.
CAPITULO XVlll.
Cdmo se perdlú la Jornada de ¿larcoi.
En el mismo tiempo del arzobispo don Martin vivin
Diego López deHaru señor de Vizcaya: en riquezas,
Sradeacia y autoridad sobrepujaba claramente i los
emts ^ades de Castilla. Tenia en nombre del rey
de Castilla y por su mandado el gobierno de Briries-
ca , Najara y Soria , como se muestra por las pscrítu-
ras de aquellos tiempos. Este perauadiú al rey que se
bicíeeen corle* de lodo el reinode Castilla en Carrion
el año de nuestra saJTacíon de 1 192 para resolverse
en bacer guerra i los moros, que por la flojedad de
loe nuestros confirmaban sus fuerzas y eran espan-
tosoailoscristiaoos. Impedía estos escelenteaínten.
106,' y empecía la discordia y enemiga que andaba
entre el rey de Castilla y los leoneses y navarros:
temían qoe ai por aqiiellas partes acoroetían i Casti-
lla CODO por las espaldas , forzarían á dejar las armas
contra loe moros y volver atrás , parecía seria lo mas
acertado prinMramente asentar amistad con aquellos
reye« : cea embajadas que de una parte y de otra se
enviaron , al fin se hizo, y se concluyeron las paces.
Despoea a« mandú á don Martin arzobispo de Toledo
qne coa buen número de geldado« hiciese guerra en
elAndalacfa,qDe fue el principio de otra mas gran-
de gnerrt , qae se siguió y emprendió por aquella
parta.
Entretanto qoe se tenían las cortasen Carrion, se
tiene por fama, ronBrmada por el testimoníode mu-
chos, que el rey de Castilla a la raya de so reino edi-
ficó á Navarrete pueblo bien conocido. Yo entiendo ;
¡me le reedificó ú aumentó , porque el arzobispo don :
Rodrigo bace mención de aquel lugar antes decte :
tiempo. EpAragon el conde de t]rgel,quedespoes de I
la moerte de au padre anduvo fuera de aquel reino |
Cenemistadparticular quítenla con Pance de Ca- i
ra hambre poderoso , en fin en e?te tiempo volvió i
i la obediencia de su rey y d sosegarse. Con don Gas- i
too conde de Bearnecasó iina bija de Bernardo conde
deComingea; vconella hoboen dote el señorío de
B^nra como feudatario y vasallo del rey de Aragón:
■smiisme don Berengarío ó Berenguel arzobis^ de
Tarragona fue iDOerlo ¡i diez y seis de febrero anode
nuestra salvación de H94. Dicese que le mató don
Guillen de Moneada, dado que nose saben las causas
de aquellas enemistades. En Pamplona también don
Sancho Séptimo deste nombre rey de Navarra siendo
ya de larga edad y muy esclarecido por sus hazañas
ygrandepnidencia(porlocualy porseren las le-
iras maa que medianamente ejercitado tuvo nombre
de Sabio ) falleciú d veinte y siete del mes de junio.
Su cuerpé lepulUron enlla iglesia mayor de aquella
noble ciudad con enterramiento y honras y aparato
real. Beinó por tiempo de cuarenta y tres aña«, siete
ineies y seis dias.
De su mujer doña Sandia tía míe era del rey da
Castilla , dejó ddon Fernanda, doo Ramiro, doña
Berengueta , dona Teresa, doña Blanca sus hijos, y
sin estos el mayor de todos que le sucedió en el rei-
no, conviene d aaber: don Sancho rey de Navarra
Octavo deste nombre , el que por la gnndeza de su
animo y por susesceientesliaieñasen la guerra tuvo
sobrenombre de Fuerte. También le llunaros don
Sancho el Encerrado, porooe en lo último de sn vida
por cansa de ona cruel dolencia qoe padecía de cán-
cer , se estovo retirado en el castillo de Tndela del
irato y eonverucion de los hombres sin dar lugar i
que ninguno le visitase ó hablase. Hay grandes ras-
tros y muestras de su magnificencia y nberalidad, en
psrticolar sacó á Bhro de so madre antigua para que
pasase porTudela, y edificó sobre él un puente para
comodidad de los moradores. Funda á su costa dos
BlonaBteríos del Cislel, llamadas de Fitero y de la Oli-
va: demás desto en Roncesvalles uoa i^^a con
nombre de Santa Maria , donde él t sus descendien-
tes se enterrasen. Casó con doña Clemencia hija de
Raimundo conde de Tolosa Cuarto dcsle nombre. En
ella tuvo á don Femando, que en vida de su padre
murió de una calda que dio de un caballo andando ú
caza : au cuerpo enterraran en Tudela en la Iglesia
de Santa Maris.
Cibancro de AlclDUn.
En el tiempo que este don Sancltocomenzódrei-
nar , toda España estaba suspensa por el temor de
una grande guerra que la amenazaba. Don Martin
arzobispo de Toledo, como le era mandado, rompiú
por los campos de Andalucía, destruyó por todas
E artes todo lo ^e se le puso delante : muchos tiom-
res gnuados y otras cosas fueron robadas, quemados
los edificios , los lugares y tos campos destrozados; y
por no selirle al encuentro algún ejército de moros
se volvió con el suyo á su tierra sano y salvo y rico,
350
BIBLIOTECA DB GASPAR T ROIG.
Los moros movidos por el dolor de esta afrenta y da-
ño hicieron grandes juntas de soldados en toda la
provincia. El mismo m^amamolin Albenjuzeph Maze«
muto avisado de lo que pasaba, con gran numero de
gentes y con deseo de venganza pasó en España (1):
no solo los almohades sino tamoien los etbiopes y
alárabes con la esperanza de la presa de España se-
guían sus reales. Con esta muchedumbre pasaron ¿
Sierra Morena , y llegaron al lugar de Alarcos que
poco antes los nuestros edificaran.
Don Alenio rey de Castilla avisado del apercibi-
miento de ios moros , y del peligro de los suyos, en
ninguna manera perdió el ánimo : antes avisado aue
hobo á los reyes de Navarra y de León que le acudie-
sen , con los cuales poco antes se concertó, el prime-
ro que nadie, con su ejército particular acudió á
Alarcos, y puso sus reaies cerca de los enemigos,
cuya muchedumbre era tan grande que con sus
tiendas ocupaban todos aquellos campos y collados:
por esto algunos juzgaban que se debían reportar , y
con astucia y mana entretener al enemigo basta tan-
to que los otros reyesviniesen, que se decía Hedían
muy presto : otros eran de parecer que se viniese
luego á las manos , porque los navarros y leoneses
no tuviesen parte en la victoria y en la presa , que
arrojada y temerariamente al cierto se prometían.
Este parecer prevaleció como el que era el mas hon-
rado, dado que el rey no ignoraba que aquellos con-
sejos en la guerra son mas saludables que mas segu-
ros; y que menospreciar al enemi^ y confiar en si
mismos es daño igualmente periudiclal á los grandes
reyes , como el suceso desta Batalla lo dio á en-
tender.
Ordenaron los reyes sus gentes. Dióse la batalla
junto á Alarcos á diez y nueve de julio , qíie fue miér-
coles, el año de i 195. Fue grande el coraje y denuedo
de entrambas las partes; pero el esfuerzo délos nues-
tros fue vencido por lamuchedumbredelos enemigos,
porque mereciéndolo así los pecados del pueblo, y
por voluntad de Dios amedrentados los nuestros, íes
faltó el ánimo y corazón en la pelea. Muchos así en
la batalla como en la huida fueron muertos , entro
ellos Martin Martínez maestre de Calatraba : ouien
dice que don Martin arzobispo de Toledo se halló en
esta batalla; de don Diego de Haro, que fuera el
principal movedor desta guerra , se decía mostró
cobardía ca se retiró de la pelea y volvió á Alarcos al
principio de la batalla sea por no tener confianza de
salir con la victoria, sea como hobo fama , por estar
agraviado del rey , que en cierta ocasión igualó los
caballeros del Andalucía con los nobles de Castilla en
esfuerzo y destreza del pelear. Los moros , ensober-
becidos con tan «rande victoria, no solóse apodera-
ron de Alarcos qiie luego se les rindió, sino pasaron
adelante , y metiéronse por las tierras del reino de
Toledo. Llegaron hasta Yévenes que está seis leguas
de ajiuella ciudad , desde allí hechos muchos daños
volvieron atrás. En nuestra edad solamente restan
algunos paredones de Alarcos , y un templo bien an-
tiguo con nombre deSanta María con aue los comar-
canos tienen mucha devoción: entiéndese que el rey
bárbaro hizo hechar por tierra aquel pueblo y abatir
sus murallas.
Távoso por cierto que con aquel de%astretan gran-
de castigó Dios en particular un pecado del rey , y
fue aue en'Toledo, menospreciada su mujer, se ena
moro de cierta judía que fuera de la hermosura niti*
guna otra cosa tenia de estimar. Era este trato no
solo deshonesto sino también afrentoso á la cristian-
dad : los grandes movidos por tan grande indignidad ,
y porque no se esperaba emienda , hicieron matar
(1) Con fien mil caballos y trescientos mil peones, que
se aumentaron con las fuerzas de los moros , y las que tenia
Pedro Hemandet de Castro.
aquella mujer, Andaba el rey furioso por el amor v
deseo. Un ángel que de noche le apareció en lllescas
le apartó de aquel mal propósito: mostrósele en aque-
lla forma que tenia en una pintura y imagen del
mismo rey , á manera de mancebo , con rostro her-
moso, mas grave, que le. amenazaba sino volviese en
sí , y le apercebia esperase el premio de la castidad,
si la guardase , y temiese el castigo , si la menospre-
ciase. En la Iglesia de lllescas á la mano derecha del
altar mayor hay una capilla llamada del Ángel , con
un letrero aue declara ser aauet el lugar en que se
apareció el ángel al rey don Alonso el Bueno; que así
le llaman. La verdad es que sabido el desastre de
Alarcos , los reyes de León y de Navarra desistieron
del propósito de ayudar en aquella empresa. El rey
de León acudió á visitar al rey don Alonso sea con
ánimo llano , sea fingidamente: don Sancho rey de
Navarra sin saludar al rey se volvió á su tierra. La
memoria desta descortesía quedó en el pecho del rey
de Castilla fijada mas altamente que nin^no pudie-
ra pensar ; y desde aquel tiempo congojado con la
saña y con el miedo comenzó a tratar y aparejarse
para vengar el agravio, v satisfacer aquel su consen-
timiento no solo contra los moros, sino también con-
tra los navarros.
CAPITULO XIX.
De lo que sucedió en Portugal.
El año luego simiente que se contaba de Cristo
1196 , fue desgraciado en España por la muerte del
rey don Alonso de Aragón, que entre los reyes de
España tenia el segundo lugar en autoridad y señorío,
y en esfuerzo no daba ventaja á nmguno. Falleció en
Perpiñan á veinte y cinco de abril en tiempo que
todo su señorío gozaba de ^an paz; y el reino de
Araffon florecía en gente , riquezas y fama. Nombre
§or heredero á don Pedro, su hijo mayor. Siendo
este nombre, á don Alonso mandó en su testameiito
el condado de la Proenza y los demás estados que
del dependen. A don Fernando el menor de todos
mandó que en el monasterio de Poblóte del Gistel,
que su padre comenzó y él le dejó acabado, y está
puesto entre tarragona y Lérida , en que píecsaba
nacer el enterramiento suyo y de sus sucesores, to-
mado el hábito, se ocupase en rogar á Dios por las
ánimas de sus antepasados. Las tres hijas infantas
doña Constanza, doña Leonor, jáom Dulce nombró
y sustituyó á la sucesión del reino ; si sus hermanos
muriesen sin herederos , mudada en esta parte y
corregida la voluntad de doña Petronila su madre,
que escluyó las hembras de la herencia de aquellos
estados, como arriba queda señalado.
Este año en que sucedió la muerte del rey de Ara-
gón , fue también desgraciado por la hambre y peste,
males que Cataluña principalmente padeció. Demás
desto con una nueva entrada que hizo el rey bárbaro,
Cáceresy Plasencía fueron tomadas, talados los cam-
pos de Talavera . y puesto fuego á los olivares , que
se dan allí muy buenos. La vilK no pudo ser entrada
por la fortaleza délos adarves y esfuerzo de los mora-
dores; echó por tierra empero los lugares de Santo-
lalla y Escalona que están mas adelante. La misma
ciudad de Toledo estuvo cercada espacio de diez
dias. En Castilla la silla obispal deNáieraen gue has-
ta entonces estuvo , se trasladó á la iglesia oe Santo
Domingo de la Calzada , la cual de una escalente fa-
brica se comenzara diez y seis años antes, y á la
sazón se acabó, de tanta grandeza j anchura que
compite con las principales de España. Lo uno y lo
otro se hizo por diligencia de don Rodrigo obispo de
Calahorra.
Eiaño siguiente de 1197 hobo nuevos movimientos
en Cataluñapor estar la provincia dividida en parcia-
lidades : unos seguían á Armeogaudo conde de Ur-
HISTORIA DE ESPAÑA.
35 i
ge), otros favorecían é Raimundo Rogerio conde de
Fox ; por la cual parcialidad )a ciudad de Urgel fue
cercada y tomada por fuerza. El moro Abenjuzeph,
soberbio por la victoria pasada y la prueba que hizo
de sus fuerzas y fortuna , con orgullo se prometía en
su pensamiento el señorío de toda España. Rehacién-
dose pues de fuerzas y juntadas mas gentes , volvió
otra vez á Toledo : no tenia esperanza de apoderarse
de la ciudad por la fortaleza del sitio : taló los cam->
pos , saqueó los lugares comarcanos . hizo grandes
robos, llegó con las talas hasta Madrid y Alcalá, y á
mano izquierda hasta Ocnña , Uclés , Huete y Cuenca
destrozando todo lo que encontraba. Los nuestros
por los daños del año pasado y por el miedo presente
estaban sin consejo , y sin saber que parliao toma-
rían para defender la patria. Era estremo el peligro
en que las cosas ile los cristianos se bailaban, poroue
el moro, efectuadds tan grandes cosas, se volvió ul
Andalucía con su ejército sano y salvo, determinado
de tornar á la guerra el ano siguiente con mayor
furia.
Don Alonso rey de Castilla, rodeado de tantos ma*
les, por no tener fuerzas iguales al enemigo trataba
de buscar socorros y ayudas do fuera. Poca esperan-
za tenia que los leoneses y navarros hiciesen cosa de
provecho, pues demás del desacato pasado en tiempo
tan trabajoso acometían por diversas parles las tier-
ras de Castilla , sin tener cuenta con la cristiandad,
ni coni^iderar lo que la fama diría dellos. Fue asi que
el rey de Navarra trabajó las tierras de Soria y Alma-
zan por do entró á robar con sus soldados : el rey de
León puesta confederación y alianza con los bárbaros
que moraban en Estremadura en las tierras aue caen
entre Tajo y Guadiana, se metió por tierra de Cam-
pos en que taló toda la campaña. En solo don Pedro
rey de Aragón llamado el Católico quedaba alguna
esperanza : convidóle el rey de Castilla para hacer
confederación y juntar las fuerzas contra los enemi-
gos comunes. Vino el Aragonés en ello. Hecho este
concierto , pareció primero vengar las injurias del
rey de León , después los agravios que hicieron los
navarros : con esto de primera instancia fueron to-
mados del rey de León los pueblos de Bolaños , Cas-
troverde, Valencia y el Carpió.
Contra los navarros no se pudo hacer la guerra
como lo tenían acordado, á causa que Abenjuzeph
se apercehiá para hacer nueva guerra como aquel
que estaba acostumbrado demasiadamente á hacer
entradas por nuestras tierras : con todo esto los cas-
tellanos y aragoneses con la gente que fuera justo
acometer á los bárbaros , sin ningún cuidado de la
cristiandad revolvieron contra el rey de León causa
de todos los males, como ellos decían : tornaron á
entrar por sus tierras el año de i i 98, y llegaron has-
ta Astorga : destrozaron la tierra de Salamanca, apo-
* doráronse de la una y de la otra Alba , y do Monterey
con otros lugares, después desto tornaron á tratar
de vengarse del rey de Navarra (i), que no menos
agravios tenía hechos; y esto con tanta voluntad de
los reyes de Castilla y Aragón , aue olvidados de f u
reputación , y sin moverse por el peligro de la cris-
tiandad, se determinaron hacer concierto con Abeu-
juzeph común enemigo de cristianos , y no tuvieron
Íior cosa fea ser los primeros á con vida lie con la con*
éderacion. £1 bárbaro no dejaba de dar orejas á esta
(1 ) Don Sancho, rey de Navarra , desconriando de ios de
AraROQ y Castilla , trató de hacer alianza con el emperador
de Marruecos; y para que fuese mas firme resolvió casarse
con una bija de este príncipe que se la había ofrecido , con
la promesa de darle en dote todos los estados que tenia en
España , y una bnena suma de dinero. Pasó á África con este
intento el año 09; pero entre tanto sus contrarios entraron
en 8U6 estados causando muchos males , y apoderAndoae de
alonas fortalezas. Nuestro autor pone estos sucesos el
ano 1900 en el capitulo siguiente.
plática , por tener gran deseo de volver sus fuerza»
contra el rey de Portugal , que tenia hecho en los
bárbaros grande estrago , fuera de que estaba coa
cuidado de las cosas de África.
Asentáronse treguas con los moros por diez años.
En este tiempo don Sancho rey de Portugal parte de
su cuidado y pensamiento ocupaba en reparar ó edi-
ficar de nuevo diferentes pueblos , de donde ganó el
renombre y fue llamado don Sancho el Poblador : en
este número se cuentan Valencia de Miño, Montema-
yor el Nuevo, Vállelas, Peñamacor, Sortella y Pene-
lia con otros , parte de los cuales por donación del
rey se dieron a los caballeros de Santiago , parte á
los de A vis, que por este tiempo comenzaron en
Portugal á tener fama. El mayor cuidado que tenia,
era de echar los moros de toda aquella provincia; y
asi se apoderó de la ciudad de Silves, que está al
promontorio Sacro ó cabo de San Vicente , ayudado
de una gruesa armada aue vino' de Francia y íngala-
terra. En particular el conde Philipe, cuñado del
rey , envió en su ayuda veinte y siete naves, y en
ellas muy escogidos soldados deFlandes. En la razón
del tiempo en que esto sucedió, no concuerdan loa
escritores : algunos señalan el año de i í 99 , otros lo
ponen diez años antes , que fue en el tiempo que los
reyes Enrique de Ingalaterra y Philipe de Francia
con deseo de promover y sustentar la cristiandad que
estaba para perderse , se determinaron de pasar por
mar á la Tierra Santa, después que tuvíeroü primero
vistas en los Vellocases , donde está la villa de Gisors,
cabeza que es de los pueblos que llaman Vergassins;
pero el Inglé^i mudada la noluntad , sa quedó en su
tierra , y envió en su lugar á su hijo Ricarde.
Hizo compañía á los reyes Enrique á la sazón con*
de de Campaña en Francia : después por casar con
doña Isabel hija del rey Amalahco, fue rey de'JeriKi
salen, Hijo deste Enrique, de la primera mujer, fue
Theobaldo conde de Campaña , con quien por estoa
tiemnos casó doña Blanca hermana de don Sanchoi
rey ae Navarra , madre de otro Theobaldo que el
tiempo adelante vino á ser rey de Navarra. Los cora-*,
zones de los mortales trabajados con tantos males, y
aquejados de miedos tenían otrosí atemorizados mu~
chos prodigios que se veían como anuncios de gran-,
des males. En Portugal hobo peste y hambre gravísi-
ma, y en el cielo se vieron otras señales : el vulgo
inclinado á pensar lo peor y dado á supersticiones
decía ser venganza del cielo y ira de Dios , porque el
matrimonio de don Alonso rey de León y de doña
Teresa infanta de Portugal , si bien era üegitimo y
por las leyes ninguno^ no se apartaba ; dado que Ino-
cencio, pontifico. Tercero deste nombre , sucesor de
Celestino, que había comenzado á gobernar la iglesia
Romana, lo procuraba con todo cuidado, de talsuer-
te que puso entredicho en todo Portugal , y pena de
excomunión á lodos los que no obedeciesen á su
mandato. Acrecentóse este miedo por perderse como
se perdió á la sazón la ciudad de Silves , destruidos y
talados los lugares y campos de aquella comarca : lo.
uno y lo otro por las armas y esfuerzo de Abenjuze|)h,
que pretendía por esta manera satisfacerse de las in-»
jurias y daños aue el rey de Portugal le tenia hechan
el tiempo pasado.
CAPITULO XX.
De la guerra que se hizo contra Navarra.
Apartóse aquel matrimonio del rey de León por
causa del parentesco que tenían él y su muier , coa
dificultad y tarde; pero en fin se apartó el año de
nuestra salvación oe í200, y luego se comenzó á
poner en plática de pedir á la infanta doiía Beren-
guela hija de don Alonso rey de Castilla, de la cual
se dijo poco antes que estaba concertada de casar con
Conrado duque de Suevia; mas ella se escusaba por
352
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
las costumbres de los alemanes y por el largo cami-
no , puesto que do menos aborrecia el matrimonio de
León por el parentesco que con él tenia, causa que
€l primero se apartase: pero los reyes muchas veces
posponen la honestidad y religión á sus particulares.
Los halagos de la madre ablandaron el corazón de la
doncella , y á su padre parecía que los casamientos
de diversas naciones muchas veces suelen ser des-
agraciados , y que no se debia dejar la ocasión de ga-
nar al rey de León que les hacia tantos daños , demás
de apartalle de la amistad del rey de Navarra , de
quien principalmente deseaba satisfacerse y vengar-
se , y entendía que desamparado del rey de León no
tendría fuerzas bastantes para resistir. Por una epís-
tola de Inocencio III enderezada al de Gompostella se
ve que el de Toledo fue á Roma el año pasado para
alcanzar dispensación del papa sobre este matrimonio
que se trataba , y no lo quiso dar.
Entretanto pues que esras cosas se trataban y ma-
duraban , el rey de Castilla don Alonso con grande
deseo de vengarse se apercebia con todo cuidado para
aquella guerra : á don Pedro rey de Aragón para no
poder venir luego , como en la confederación quedó
asentado, Impinié la discordia que tenia con su ma-
dre la reina doña Sancha, ca teniéndola por sospe-
chosa y creyendo que trataba de volverse á Castilla,
procuró quitalle (os lugares de su dote. Pero á instan-
cia del rey de Castilla se asentó la concordia entre la
madre y el hijo : juntáronse los dos reyes en Haríza,
pueblo asentado á la raya de los dos reinos , donde
por medio y diligencia del rey don Alonso y por su
voluntad se determinó que á trueco de Tortosa y de
Azcona y de otros pueblos la reina diese al rey de
Aragón los de Haríza, Epila y Embite que le pertene-
cían á ella; en que pretendía el Aragonés quitar la
entrada por aquella parte al rey de Castilla , si en
algún tiempo quisiese acometer las tierras de Ara-
gón : consideraba que fais voluntades de los hombres
y mas las de los reyes son varias y mudables, y por
ningún re<:peto de parentesco se mueven cuando se
les muestra esperanza de ensanchar su estado. Don
Pedro Ruiz de Azagra señor de Albarracin se halló en
aquellas vistas de los reyes por estar, es á saber, ya
reconciliado con ambos! Hízose esta confederación á
treinta de noviembre. En el mismo año doña Beren-
guela hermana del rey don Sancho de Navarra casó
con Ricardo rey de Ingalaterra : así lo dicen las his-
torias de España. Los escritores ingleses refieren
?[ue sucedió esto el año pasado, y afirman que on est^
alleció el mismo Ricardo.
El rey don Alonso con la comodidad de las treguas
que tenía con los moros, deseaba reparar los daños
que el tiempo pasado se recibieran , y para esto pro-
curaba reparar á Plasencía y á Bejar , y á Mirabel y á
Segura eu el monte Argentario: á Monfredo, y á
Moya en la Mancha do Aragón,. á Aguilar en tierra
de Campos. Estas cosas hacia, y no aflojaba con eso
el cuidado de la guerra que pensaba hacer á los na-
varros , ni cesaba do amonestar al rey de Aragón que
juntase con él las fuerzas y las armas : así' en un
tiempo las gentes de Aragón y Castilla se movieron
contra los navarros. El rey don Sancho vista la tem-
pestad que cargaba sobre él , y que no tenia fuerzas
bastantes, como quier que esperase poca aj[uda de
los príncipes cristianos que sen lia estar enajenados
por industria y maña del rey de Castilla , tanto que se
comenzaba á tratar del casamiento entre Luis hijo de
Phílipe rey de Francia y la infanta doña Blanca hija
de don Alonso rey de Castilla; determinó por el mar
pasarse á África para pedir ayuda al míramamolin
Abenjuzeph : grande arrenta y notable maldad , ma-
Íormente que se entendía no dejaría él como era so-
erbio pasar la ocasión que la discordia de los nuestros
le presentaba , do acometer de nuevo á España. Los
historiadores navarros no conforman con lo que de
verdad pasó , sino -con deseo de escusar a<¡uel1a jor«
nada finjen que don Sancho pasó en Afríca con in-
tento de socorrer al rey moro de Tremezen contra el
de Túnez : la invención por si misma se manifiesta,
por no haber entonces reyes en África de aquellas
ciudades : así no me pareció era menester reiutalla
con mas palabras.
La verdad es que pasado el rey don Sancho en
África ; los reyes de Castilla y de Aragou se metieron
por Navarra como por tierra sin dueño y sin valedor.
Ayvar y lo de Valderroncal tomó el rey de Aragón.
Los pueblos de Miranda y Inzuía se dieron al rey de
Castilla , que puso también cerco sobre Victoria ca-
beza de Álava; y porque se defendían los ciudadanos
valientemente y el cerco se dilataba, dejando en su
lugar á (Ion Diego de Raro para apretallos, el rey se
partió á Guipúzcoa una de las tres provincias de Viz-
caya, la cual irritada por los agnivios de los navarros
estaba aparejada á entregársele como lo hicieron lue-
go , ca rindieron al rey todas las fuerzas de la provin-
cia ; lo que también al fin hizo Victoria perdida la es-
peranza de poderse defender , y por su autoridad to-
das las demás villas de Álava. Solamente sacaron por
condición que no les pudiese el rey dar leyes ni poner
gobernadores, escepto en Victoria solamente y Tre-
víño , lugares y plazas en que se permitía que el rey
pusiese quien los gobernase.
Todo era fácil á los reyes de Castilla y de Aragón
por estar toda la provincia de Navarra desamparaili
de todo socorro y sin fuerzas , fuera de que de nuevo
se divulgó por la fama que el rey don Sancho comen-
zara á estar enfermo de cáncer, que le nació en una
pierna , sin esperanza de poder sanar. La melancolía
que por la poca esperanza que tenia de remedio, se le
engendró, fue causa de aquella mala dolencia. Las
marinas de Vizcaya , que importaba mucho para con-
servar el señorío de aquella provincia , fueron fortiü-
cadas. reparados los lugares de San Sebastian. Fuen-
te-Raoía, Guetaria y Motríco: los lugar(>sdeLaredo, '
Santander y San Vicente de nuevo se fundaron en
las riberas cercanas. Entre tanto que el rey don
Alonso de Castilla se ocupaba en hacer estas cosas,
don Sancho rev de Navarra sin hacer ningún efecto
volvió afrentado á su patria y reino, que halló dismi-
nuido y falto en muchas partes, muchos pueblos
enajenados. Envió sobre estos agravios .á los dos re-
yes embajadores con toda humildad, pero no alcan-
zaron cosa alguna fuera de buenas palabras , por no
poderse persuadir á restituir lo que tenían adquirido
por el derecho de la guerra ; ni les podían faltar ra-
zones y títulos con que colorear su codicia y paliarla.
CAPITULO ;xxi.
Cómo el rey de Aragón fué á Roma.
Estas cosas sucedieron en España en el tiempo
que Ricardo rey de Ingalaterra en prosecución de !a
guerra quo emprendió en Francia , con que mucho
tiempo trabajó aquella provincia, en el cerco que te-
nia sobre Limoges ciudad muy fuerte fue muerto con
una saela que le tiraron desde los adarves. Sucedió
en el reino su hermano de padre y madre llamado
Juan. Phílipe por sobrenombre Augusto , rey de
Francia, con intento de derribar al nuevo rey, y
desbaratar sus intentos antes que cobrase fuerzas,
hizo grandes juntas de gentes. Acometió á la Ñor-
mandía , á la Bretaña , y á los de Anjou , estados qué
eran de los ingleses en Francia. Apoderóse de las
ciudades, de unas por fuerza, de otras de grado.
Contra su poder no tenia el nuevo rey ni le quedaba
alguna esperanza por ser desigual en fuerzas , y no
hallar camino para defendersede contrarío tan bmvoy
ejecutivo. Enviáronse el uno al otro embajadas, y por
este medio para que los reyes se viesen , señalaron á
Butavento pueblo de Normandla. Hízose allí confcde-
HISTORIA DE ESPAÑA.
353
ración y alianza, mas necesaria que honrosa para los
ingleses, en que dejaban al Francés las ciudades de
que se apoderara, solo con una condición y gravamen
que una hija del rey de Cnslilla casase con Luis hijo
(le Phílipe rey de Francia sin llevar otra dote alguna.
Esle color se tomó y esta capa por ser sobrina del
Inglés , hija de su hermana. Solo lo de Anjou se res-
tituyó á los ingleses.
Enviáronse embajadores al rey de Castilla de todo
lo que pasaba : él alegre con la nueva , y con el con-
cierto , que demás del bien común le traía á él tanto
provecho, vino en lo que pedian. Tenia el rey don
Alonso cuatro hijas , las tres en edad de casarse : es-
tas eran doña Berenguela , doña Urraca, doña Blan-
ca. Doña Berenguela por este mismo tiempo casó con
el rey de León. A los embajadores que de Francia
vinieron sobre el caso , dieron á escoger entre las dos
que restaban. Doña Urraca era mas apuesta y de mas
edad; sin embargo ellos ofendidos del nombre doña
Urraca escogieron á doña Blanca. En Burgos se hi-
cieron los desposorios : dende acompañada del padre
fue la doncella llevada á la Guiena por estar en poder
de los ingleses : de allí con acompañamiento de gran-
des de Francia pasó á donde estaba su esposo. Los
ingleses quedaron muy sentidos de que con aquella
confederación se hobiese oscurecido la magostad de
aquel reino ,• eu tanto grado que pasado el rey á Inga-
laterra , le miraban de mala gana y con malos ojos,
y ai entrar en las ciudades no le hacían las aclama-
ciones que suelen y acostumbran. Sucedieron estas
cosas el año "ISOi. En el mismo año falleció Theobal-
do conde de Campaña : dejó por heredero el preñado
de su mujer doña Blanca : parió después de la muer-
te de su marido un hijo del mismo nombre. Doña Be-
renguela hija de don Alonso rey de Castilla última-
mente casó con don Alonso rey de León.
Era cosa muy honrosa para don Alonso rey de Cas-
tilla casar dos bijas casi en un mismo tiempo con dos
reyes sin dote ninguna, porque á doña Berenguela
dio solamente los lugares que por las armas quitó
poco antes á su mando , restituyéndoselos por las
condiciones del casamiento. Celebráronse las bodas
en Valladolid , do los reyes se juntaron , con grandes
fiestas y muestras de alegría. Entre don Alonso conde
de la Proenza en Francia y don Guillen conde de Fo-
calquer, aunque ora tío de doña Garsenda muier del
mismo don Alonso , se levantó guerra que forzó á don
Pedro rey de Aragón para ponellos en paz de pasar
en Francia. En Aguas Muertas, pueblo en las mari-
nas de la Gallia Narbonense que los antiguos llama-
ron Fossas Marianas , por la aiiigencia del rey se tra-
tó de la concordia, y hechas sus avenencias, se
apartaron de las armas.
Deseaba el rey de Aragón con cuidado de hacer la
guerra á los mallorquines por estar aquellas islas en
poder de moros. Para este efecto era menester ganar
la voluntad de ios ginoveses y písanos , que en aaue-
lia sazón eran poderosos por el mar. La auloridRcl de
Inocencio 111 frantífice máximo era muy grande, y no
menor el deseo de ayudar á los aragoneses , como lo
mostraba en muchas ocasiones. Partido pues el rey
de la Proenza en una flota se fué á Roma á verse con
el pontífice : recibióle él con grande aparato, y para
honralle mas en la iglesia (le San Pancracio , que
está de la otra parte del Tiber , el año de nuestra sal-
vación de 4204 á veinte y uno de noviembre fue un-
gido por Pedro obispo portuense , y por la misma
mano del pontífice con solemne ceremonia recibió la
corona y Jas demás ínsignas reales. Concedió otrosí
para adelante que los reyes de Araron pudiesen ser
coronados en sus tierras; y que hiciese el oficio y
toda la ceremonia el arzobispo de Tarragona como
vicario del pontífice romano. Hay bula de todo esto,
mas no pareció poneüa en este lugar. Aun no se acos-
tumbraba en aquel tiempo que ios reyes de Aragón
luego después de h muerte de sus padres tomasen
las insignias reales , sino cuando á la manera usada
entre los españoles los armaban caballeros ó se casa-
ban : entonces finalmente usaban del nombre é in-
signias reales.
Por esta merced une hizo á Aragón el papa , el rey
de Aragón hizo su ^ino feudatario (I) á los pontifi- T\y
ees romanos . concertó y prometió de pagar cada año
cierta cantidad de oro : cosa que llevaron á mal los
naturales, que se menoscabase con aquel color y
capa el derecho de la libertad, y se diese á los pontí-
fices poder y ocasión y entrada con esto i>ara inten-
tar mayores cosas en Aragón. Este sentimiento se
aumentó por un tributo que el año siguiente el rey
impuso sobre el reino muy pesado que vulgarmente
se llama monetal. En Huesca al fin del mes de no-
viembre se promulgaron los tales edictos , en que no
solamente el vulgo sino también todos los nonles y
hidalgos se comprehendian sin sacar ¿ nadie. Repre-
hendían al rey , y estrañaban que en particular fuese
pródigo y en público codicioso para suplir con tales
imposiciones públicas y comunes lo que derramaba
sin propósito. No se había el rey casado por este
tiempo , y estaban con cuidado que dejase sucesión
fiara heredar el reino. Procuró el pontífice romano
nocencío que madama María hija ae Isabel reina de
Jesusalém « que venia á suceder en aquel reino , ca-
sase con el rey de Aragón. Tenían este negocio para
concluirse cuando el rey á persuasión desús grandes
casó con madama Mana hija y heredera de Guillen
señor de Mompeller , por la comodidad de aquel es-
tado.
Con esto los deseos piadosos del pontífice quedaron
burlados; que con aquel casamiento pretendía hacer
que las fuerzas de Araron se empleasen en la guerra
de la Tierra Santa. Dona Urraca tercera hija de don
Alonso rey de Castilla, que pretendía antes casar con
el Aragonés, perdida esta esperanza, casó el año 1206
con don Alonso hijo primogénito de don Sancho rey
de Portugal. Este año postrero de febrero hobo gran-
de eclipse del sol, tanto que por espacio de seis ho-
ras el oía se mudó en escura noche. A primero de
julio dio el rey al arzobispo de Toledo don Martin el
oficio de canciller mayor de Castilla. Los ríos con las
continuas lluvias crecieron tanto, que Tajo en Tole-
do á veinte y siete de diciembre principio del año si-
guiente sobrepujó la puerta de la Almofala un esta-
do de hombre. Esto dicen los anales de Toledo. La
Euerla de la Almofala puede ser que fuese la que
oy se llamada San Isidoro. El rey de Navarra , per-
dida la esperanza de rehacerse , vino á verse con el
rey de Castlllaá Guadalajara, donde hicieron treguas
por cinco años. Para mayor seguridad se dieron como
en rehenes algunos pueblos de la una parte y de la
otra ; y en particular se concertó que el rey don
Alonso procurase que el de Aragón entrase en la
misma confederación .
£1 año adelante de 1208 fue señalado por la muerte
de muchos príncipes y señores : á veinte y ocho de
agosto murió don Martin arzobispo de Toleao : suce-
dióle algo adelante don Rodrigo Jiménez navarro de
nación natural de Puente de Rada , su padre Jimeno
Pérez de Rada, su madre doña Eva. Tuvo por herma-
na á doña Guiomar de Rada , por sobrino á don Gil
de Rada, á quien él mismo dio la tenencia de algu-
nos castillos. Todo consta de papeles de la su iglesia
de Toledo, y fue primero obispo de Osma : de allí le
trasladaron á Toledo. Las raras virtudes y buena vida
(1 ) Ya hemoi dicho que el reioo de Aragón nunca ha sido
feudatario de la silla apostóli^^a si no se quieren interpretar
asi algunos obsequios á los papas en testimonio de estima-
ción y respeto á la cabeza de la Iglesia. El tributo del mone-
dage que impuso al año síguieute , escitó grandes alborotos
en los aragoneses, persuadidos de que se violaban sus fueros
y privilegios.
334
ftlRLIOTECA DE GASPAR T BOIG.
y la erudición singular para en aquellos tiempos lii-
cieron que sin embargo que era extranjero, subi(*sc
á aquel grado de honra y á aquella dignidad tan gran-
de; y porque las treguas entre los reyes se conclu-
Íreron en gran parte por su diligencÍH, tenia ganada
a gracia de los principes , y las Toluatades de ia una
y cíe la otra nación. Por el m«sde noviembre falleció
doña Sancha madre del rey de Aragón en el monas-
tetio de Jíiena , que era de monjas , y ella le fundó á
su costa debajo de la obediencia y gobierno de los
comendadores de San Juan , y en el mismo cansada
de las cosas del mundo, y con deseo de vida mas per-
fecta , habia tomado aquel hábito.
En Toledo el mismo dia de San Martin falleció don
Esteban Ulan : fue enterrado en la iglesia de San Ro-
mán : persona señalada en todo género de virtud , y
que tenia el gobierno de ia ciudad y la tenencia de
los alcázares en premio del servicio que hizo los
años pasados al rey cuando se apoderó de Toledo.
Fue piadoso para con Dios , de ánimo liberal con los
[lobres; las riquezas que alcanzó, igualaron á su
animo. Demás desto falleció el conde de ürgel : de
su mujer doña Elvira dejó una sola hija llamada Au-
rembiassis. Esta doncella Gerardo de Cabrera hijo de
Ponce, despertadas diferencias y pleitos pasados,
como quier que por ser mujer la tm bajase y tratase
de despejarla , por voluntad de doña Elvira su madre
dio el estado de Urgel y le entregó al rey , y ellas se
pusieron debaio de su amparo. Con esto la sucesión
del gran Borello , antiguamente conde de Barce'ona
y de Urgel . cayó del señorío de aquella ciudad , si
bien su padre mandó y dejó en su testamento la mi-
tad de su villa de Valladohd al pontifíce Inocencio (i)
con intento que amparase 6 su hija en lo demás;
pero no entiendo que el papa entró en posesiun de
aquella manda y legado.
CAPITULO XXII.
De las paces que se hicieron entre los reyes.
Espiraba el tiempo de las treguas asentiidas con '
los moros y el deseo de volver á hacerles guerra tenia
á todos puestos en cuidado , roas que á todos al rey
de Castilla, como el que caia mas cercano al peligro.
Era menester sosegar las diferencias entre los cris-
tianos y los movimientos, y concertarlos reyes en-
tre sf para que de buena gana hiciesen liga contra el
común enemigo, poderoso con la junta de tantos rei-
nos , feroz con tantas victorias , y que amenazaba á
nuestras tierras. Los reinos comarcanos, mayormen-
te si los reyes son bulliciosos , no pueden largamente
estar sosegados, por nacer cada aia entre ellos nue-
vas causas de guerras y pleitos tra vados unas de
otras. Don Alonso rey de León fue el primero que por
acometer los lugares que tenia en dote su madras-
tra , turbó el reposo común. Reprehendía á su padre
y quejábase que por ser liberal con sus mujeres dis-
minuyó la magestad del reino y enflaqueció las fuer-
zas. Don Diego de Haro, por ser hermano de la reina
viuda , como hiciese rostro á los intentos del rev,
despertó contra si las armas de León y de Castilla Je
tal guisa que ni nudo defender el estado y derecho de
su hermana, y él ofendidas las voluntades de los dos
reyes, fue forzado á retirarse á Navarra, Hacia desde
allí ordinariamente correrías en los campos de Casti-
lla : sobrermíeron los reyes , que le vencieron cerca
de la ciudad de Estella, y le forzaron á meterse den-
tro de aquel pueblo , que era muy fuerte por las mu-
rallas y baluartes : así no trataron de combatille.
Todavía los cuatro reyes de Castilla, León , Navar-
ra y Aragón con seguridad que entre si se dieron,
se juntaron á vistas en Alfaro, en que hicieron entra
(i) No hay testimonio de tal manda al papa Inocencio, ni
hay ningún escritor fidedigno que lo diga.
si las paces : don Diego de Haro desamparado de to-
dos y desconfíado de sus fuerzas, se fue á Valencia á
valerse de Jos moros. Avino que el rey de Aragón con
el cuidado que tenia de la guerra contra ¡oh moros,
y porque asi quedó en la habla concertado, entró p4)r
las tierras de Valencia. Matáronle el caballo en cierto
encuentro, y sin duda viniera en poder de los moros
si don Diego de Haro , que se halló con ellos, movido
de su humanidad , y olvidado de las injurias , no le
diera un caballo con que se libró del peligro : cosa
que á él fue causa de grande odio, y le fue mal con-
tado entre los bárbaros, tanto que ova purgarse y
aplacailos le fue necesario pasar á África y dar razón
de si al miramamoiin , y defender por derecho y por
las leyes su inocencia/ Concluido el pleito por una
parte, y por otra aplacados los reyes cristianos, vol-
vió dende á Castilla el año como yo pienso de 4209.
Sea lícito en la razón de los tiempos á veces andar i
tiento , porque otros dicen que la confedcraciou de
los reyes en Alfaro se hizo dos años antes deste á
instancia y por grande diligencia de doña Sancha
madre del rey de Aragón : que aun no era difunta á
la sazón según dicen.
La verdad es que los dos reyes don Sancho de Na-
varra y don Pedro de Aragón que tenian entteai ma-
yores diferencias , se juntaron á vistas y habla este
mismo año en una llanura cerca del lugar llamado
Mallén. En aquel lugar á cuatro del mes de junio se
hicieron las paces , y por muestra de amistad don
Sancho presto al rey de Aragón veinte mil ducados
con prendas de cuatro leguas que consiguió el Arago-
nés para que los tuviese en tercería don Jimeno áf
Rada, que sospecho era pariente de don Rodrigo ar-
zobispo de Toledo que tenia el mismo sobrenombre,
ca se llamó don Rodrigo Jiménez de Rada. Pusieron
f)or condición que si al tiempo señalado no se pagase
a deuda , él entregase aquellos lugares en poder del
rey de Navarra. Don Alonso rey de Castilla fue el
pnncipal muvedor y causa destas paces que se asen-
taron entre los reyes por el miedo que de fuera ame-
nazaba , que suele entre ciudadanos y parientes mu-
chas vectfS quitar grandes diferencias. Procuraba
también hacer venir socorros de Francia ; pero Impi-
dió estos intentos y prácticas la guerra que entre m-
gleses y franceses mas brava que antes, andaba de
nuevo encendida , dado que con deseo de pacificar
aquellos reyes entró armado en la Guiena con inten
to de emplear sus fuerzas contra la parfe y Dación
que no quisiese venir en las paces. Su trabajo fue en
valde, porque toda la Francia ardía en guerras y
discordias sin mostrarse alguna esperanza de paz;
además que los apercibimientos que hacían los mo-
ros para la guerra , le pusieron en necesidad de dar
la vuelta para España.
En el tiempo (]ue las treguas duraron con 1r«
moros, á persuasión del arzobispo don Rodrigóse
fundo una universidad en Palencia (2) por mandad»
del rey á sus expensas para la enseñanza de la juven-
tud eu letras y humanidad : ayuda y ornamento de
que solo hasta entonces España carecía á causa de
las muchas guerras que los tenian ocupados. De Ita-
lia y de Francia con grandes premios y salarios que
les prometieron , trajeron catedráticos para ensenar
las facultades y ciencias. En las Huelgas otro&í cerca
de la ciudad de Burgos se edificó á costa del rey un
monaeterio (3) muy grande de monjas con nombre
de Santa María para que fuese enterramiento de lo^
reyes, y junto con él un hospital. Doña Constanza
hermana del rey de Aragón que quedara viuda de
Eymerico rey de Hungría del cual parió un hijo lla-
mado Ladislao y á persuasión del pontífice Inocencio
(9) Seftindóen 1908; el pontífice lá aorobóelUde mayo
de i^i; Y después se trasladó i Vtlladolid.
(5) Ea 1 187, y el ray lo eatregóal abad j orden del Cist<l
eu1190.
HISTORIA DE ESPAÑA.
3ri5
Tercero casó con don Fadrique rey de Sicilia , y este
mismo año en una íloU la llevaron á su marido. Fes-
tejaroQ los sicilianos asaz estas bodas, si bien fueron
desgraciadas por la muerte del conde de la Proenza
▼ de otros grandes que acompañaroo la casada hasta
éicilta, que fallecieron en Palormo. El cielo y aire de
España y Francia son muy sanos: aquellos lugares
de Sicilia uo tan saludables , á lo menos paní estra*-
ños : esta mudanza les acarreó este daño.
CAPITULO XXIII.
Cómo se comenzó la gaerra contra los moros.
Este era el estado de las cosas en España. Las pa-
ces hechas entre los príncipes cristianos después de
tantas discordias henchían los ánimos de los naturales
de esperanza muy grande y alegría : que todos con-
sideraban cuanta ayuda y fuerzas hay en la agradable
compañía y alianza entre los príncipes comarcanos,
dado que don Alonso rey de León en sazón por cier-
to may mala repudió ¿ doña Berengiiela su mujer
por caasa del parentesco y por mandudo del pontili*
ce Inocencio , y la enviara á su padre. Hay una carta
del mismo Inocencio sobre esto á don Alonso rey de
Castilla que hacia contradicción al divorcio, grave y
llena de amenazas. Por otra del mismo se entiende
puso entredicho en el reino de León porque no se
apartaba aquel matrimonio, y tuvo descomulgado
aquel rey sobre el caso. Los moros con su rey Maho-
mad, el cual los años pasados sucediera en lugar de
Abeujuzeph su hermano (i) , entraron ^n grande
esperanza de apodierarse de toda España , que deter-
ñamaban de seguir basta el cabo y deshacer el nom-
bre cristiano y desarraigalle de toda ella. A los fieles
no les faltaba ánimo ni brio para defender lo que te-
nían gaoa'do , ni voluntad de echar los moros de la
tierra. Los anos y los otros con grande resotucíou y
igual esperanza se movieron á las armas y entraron
en este debate. Los cristianos se aventajaban en es-
fuerzo y en la prudencia del capitán ; los moros so-
brepujaban en muchedumbre , Y con grande diligen*
cía juntaban en uno para aquella guerra las fuerzas
de África y de España.
En el mismo tiempo las armas de Castilla y de
Aragón se movieron contra los moros. En el reino de
Valencia se apoderó el rey don Pedro de Aragón de
Adamuz y de otros lugares : hizo donación de Tcrto-
sa á los Templarios en premb de lo que trabajaron y
sirvieron en la^ guerras pasadas : entrególa al maes-
tre de aquella orden que se llamaba aou Pedro de
Montagudo. Don Fernando hijo de don Alonso rey de
Casulla por mandudo de su padre acometió las tierras
de Andalucía, taló las campañas de Baeza, de Andu-
jar y de Jaén por todas partes : cautivó hombres, hizo
robos de ganados en el mismo tiempo que Mahomad
rey de los moros, que llamaron el Verde, del turbante
ó bonete que acostumbraba á traer deste color, se
apoderó por fuerza del lugar de Salvatierra : los mo-
radores parte fueron pasados á cuchillo , parte toma-
dos por esclavos. Por el mes de junio del año de
Cristo de 12^0 sitiaron el lugar, y el mes de setiem-
bre le tomaron ; iba don Alonso rey de Castilla con
gente escogida de los suyo^ á socorrer á los cercados,
nías llegado gue bobo á Talavera , don Fernando su
hijo que volvía de la empresa del Andalucía , le hizo
tornar del camino dándole á entender el peligro en
que se ponia, y que era menester mayor ejercito para
hacer rustro á ios enemigos.
Los intentos del rey que tenia concebidos en favor
de la Religión Cristiana , no poco alteró y entretuvo
la muerte del mismo infante don Fernando que se
(1) No hermano, sino padre de Mabomad-Alnaser, dicen
los esf ritores árabes.
siguió el año luego adelante dia viernes á catorce del
mes de octubre. Fue tanto mayor el sentimiento de
su padre y el lloro de toda la provincia , que daba ya
asaz claras maestras de un grande y valeroso princi'
pe. Su cuerpo llevaron desde Madrid donde falleció,
á las Huelgas : acompañóle el arzobispo don Rodrigo
y su hermana la reina doña BereBguela para lionra-
lle mas. Esta fue la causa porque Ta empresa contra
los moros se dilató hasta el año siguiente. Solamente
se hicieron por entonces cortes del reino en la ciudad
de Toledo para aprestarlas cosas que eran necesarias
para la guerra. En estas cortes se hicieron preniáti-
cas contra los demasiados gastos porque las costum-
bres se iban estra^ndo con los deleites. Mandóse
que en todo el remo se hiciesen procesiones para
aplacar á Dios. A los reyes despacharon embajadores
para requerilles no faltasen de acudir con sus gentes
al peligro común. Don Rodrigo arzobispo de Toledo
fue á Roma por mandado de su rey para alcanzar in^
dulgencia y cruzada para todos los que conforme á la
costumbre de aquellos tiempos, tomada la señal de
la cruz , acudiesen á sus espensas á la guerra sagra-
da. El mismo con grande cuidado se aperccbia de
caballos , armas , dineros y vituallas.
Los moros al contrario avisadoH de tan grandes
apercebimientos y de la determinación de los cristia-
nos, fortificaban con muros y baluartes cuanto el
tiempo daba lugar, y ponían guarniciones en los lU'-
gares de su señorío, que tenían en el reino de Toie--
do y en el Andalucía y hacia el cabo de San Vicente,,
por tener entendido que el primer golpe de la guerra*
descargaría sobre aquellas partes : demás desto lia*-
maban nuevas gentes de socorro desde África. Doa
Alonso rey de Castilla en tanto que se juntaban todas
las gentes , con deseo de poner espanto ai enemigo
rompió por las tierras de los moros , y á la ribera de
Jucar les ganó algunas plazas. Con tanta dio la vuelta
á la ciudad de Cuenca que cae por aquellas partes :
allí se vio con el rey de Aragón, y comunico con él
sus haciendas , todo lo que á la guerra tocaba. Don»
Sancho rey de Navarra por sus embajadores que en-
vió , avisó que no faltaría de hallarse en la jornada.
El arzobispo don Rodrigo dejó en su tugar para et
gobierno ael arzobispado y igleciia de Toledo á don
Adam obispo de Palencia ; y él en Italia y en Francia
con esperanza de la indulgencia que alcanzó del
pontífice Inocencio Tercero, y mostrando el peligro
si no socorrían á España, no cesaba de despertará ios
grandes y prelados para la empresa sagraaa , asimis-
mo á la gente popular. Decía ser tan grande la sober-
bia del bárbaro , que á todos los que adoraban lacrnz
por todo el muudo, amenazaba guerra, muerte y
destruicion : afrenta del nombre cristiano intolerable
y que no se debía disimular. Hizose gran fruto con
esta diligencia. Tan grande era el deseo de pelear
contra los enemigos de la ReHgion Cristiana , y en
tanto grado que dicen se juntaron de kts nacioues
extranjeras cien mil infontes y diez mil caballos gran
número y que apenas se puede creer : ¿ la verdad
quién la podrá averiguar? como auier que en otra
parte halle aue fueron doce mil canallos , cincuenta
mil peones los que de fuera vinieron.
A todos estos porque con la junta y avenida de
tantas naciones no se alterase Toledo donde se hacia
la masa , señalaron la huerta del rey que es de muy
{grande frescura : y con ello otros lugares cerca de
a ciudad á la ribera de Tajo para sus alojamientos.
Comenzaron estas gentes á venir á Toledo por el me&
de febrero año de nuestra salvación de 121:!. Levan-
tóse un alboroto de los soldados y pueblo en aquella
ciudad contra los judíos. Todos pensaban hacían ser-
vicio á Dios en maltratalKis. Estaba la ciudad para
ensangrentarse, y corrieran gran peligro, si no resis-
tieran los nobles á la canalla , y ampararon con laa
armas y autoridad aquella miserable gente. Don Pe-»
3S6
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
dro Tüj de Aragón acudió, y fue recebido en Ja ciu->
dad con pública alegría de todos y con procesión la
misma fiesta de la Trinidad. Venían con éi desde
Aragón veinte mil infantes , tres mil y quinientos
caballos.
Don Sancho rey de Portugal no pudo hallarse en la
guerra sagrada , porgue falleció en este mismo tiem*
po en Coimbra : hizose allí el enterramiento en el
monasterio de Santa Cruz en un humilde sepulcro,
de donde en tiempo del rey don Manuel le traslada-
ron á otro mas magnifico. Sucedióle don Alonso su
hijo , Segundo deste nombre , que va tenía dos hijos
infantes en su mujer doña Urraca, llamados don San-
cho y don Alonso. Don Fernando tío del nuevo rey,
hermano del difunto don Sancho, el año pasado casó
con madama Juana condesa de Fiandes hija y here-
dera de Balduino emperador de Constantinopla. To-
davía de Portugal vmo un buen golpe de soldados
movidos de sí mismos , ó enviados de socorro jpor su
rey. A toda la muchedumbre de soldados señaló el
rey de Castilla sueldo para cada día , á cada uno de
los infantes cinco sueldos, á los hombres de á caba-
llo veinte : á los príncipes conforme á cada cual era y
á su dignidad se hicieron presentes muy grandes.
Tenían apercebidas vituallas en abundancia y al-
macén para que no faltase alguna cosa necesaria á
tan grande ejército , en tanto grado que solo para
llevar el ba^ge tenían juntados sesenta mil carros,
como lo testifica el arzobispo doii Rodrigo , que fue
testigo de vista en toda la empresa , y puso por es-
crito para memoria de los venideros todo lo que en
ella pasó: otros dicen que fueron bestias de carga
hasta aquel número. Lo uno y lo otro fue cosa de
gran maravilla en tan grande apretura de tiempos y
pobreza de los tesoros reales ; pero no hay cosa tan
dificultosa , que con diligencia no se alcance, y las
naciones y priocipes extranjeros á porfía enviaban
caballos, mulos y dinero.
Partieron de Toledo á veinte y uno de junio. Regía
la a vanguardia don Dicuzo de Haro , en que iban las
naciones extranjeras. En el segundo escuadrón el
rey de Araron ; y por caudillo de la retaguardia el
rey de Castilla don Alonso, en que se contaban ca-
torce rail de á caballo. La infantería apenas se podía
contar, porque de toda Castilla los que eran de edad
á propósito eran forzados todos á tomar las armas.
El tercero día llegaron á Malagon , lugar que tenia
guarnición de moros , y está distante de Toledo ca-
torce leguas. Los bárbaros por miedo de tan grande
muchedumbre fueron forzados á desamparar el lugar
y recogerse á la fortaleza que tenían en un cerro
agrio; pero por. el esfuerzo v ímpetu de las naciones
extranjeras tomado el castillo por fuerza á veinte y
tres días de junio , todos sin faltar ninguno fueron
degollados : tan grande era el deseo que tenían de
destruir aquella nación impía. A primero de junio
Calatrava^ lugar muy fuerte puesto de la otra parte
del río Guadiana, se ganó por entrega que del hi-
cieron los moradores y vecinos, que consideraban el
estremo peligro cnie sus cosas corrían , y que no te-
nían esperanza alguna de socorro. Los soldados ex-
tranjeros conforme á su condición querían pasar á
cuchillo los rendidos, y apenas se pudo alcanzar que
se amansasen por intercesión de los nuestros , que
decían cuan justo era y razonable se guardase la fé y
seguridad dada á aquella gente , bien que infiel ; y
que no era razón con la desesperación, que suele ser
la mas fuerte arma de todas , exasperar mas y em-
bravecer los ánimos de todos.
£1 pueblo se restituyó á los caballeros de Calatrava
á quien los moros la habían tomado : los despojos se
dieron á los aragoneses y á los soldados extraños , á
los cuales los desacostumbrados calores , cíelo mal
sano, y falta de todas las cosas, según ellos decían,
íorzaiNin dejada aquella empresa á volverse á sus
tierras (I). Arnaldo obispo de Narbona, y Tlieobaldn
Blazon natural de Poliers , como mas aficionado i
nuestras cosas por ser castellano de nación de parte
de su madre , el uno y ei otro con sus compañías
particulares perseveraron en los reales. Acusaban la
cobardía de su nación, determinados de ponerse á
cualquier peligro antes de faltar al deber. La partida
de los extraños puesto gue causó miedo y tristeza en
los ánimos del resto , Aie provechosa por dos razo-
nes , la una porque los extranjeros no tuviesen parte
en la honra y prez de tan grande victoria, la otra qao
con aquella ocasión Mahomad que estaba en Jaén en
balanzas , y aun sin voluntad de pelear, se deterroioó
á dar la batalla. Así que los nuestros con sus reales
llegaron á Alafcos, el cual lugar porque pocos años
antes fue destruido y desmantelado por los moros,
desampararon los moradores que quedaban, y vino á
poder de los cristianos.
En este lugar don Sancho rey de Navarra con on
buen escuadrón de los suyos alcanzó á los reyes, y
se juntó con los demás. Fue su venida muy aleare':
con ella la tristeza que por el suceso pasado de la
partida de los extranjeros recibieran , se trocó en
regocijo. Algunos castillos en aquella comarca se
entraron por fuerza. En tierra de Salvatierra se hizo
reseña : pasaron alarde gran número de á pié y dea
caballo. Esto hecho , con todas las gentes llegaron al
pié de Sierramorena. El moro avisado de lo que pa-
saba , marchó para Baeza , determinado de alzadas
las vituallas atajar el paso de aquellos montes, j
Sarticularmente guardar el pueblo de la Losa por
onde era forzoso pasasen los nuestros. Si pasaban
adelante , prometíase el moro la victoria : si se dete-
nían , se persuadía por cierto perecerían todos por
falta de bastimentos ; si volviesen atrás, seria grande
la mengua, y la pérdida de reputación forzosa : sos
tU)nsejos, aunque prudentes, desbarató otro mas
alto poder. Hizose junta de capitanes para resolver
Eor qué parte pasarían los montes , y lo que debian
acer. Los mas eran de parecer volviesen atrás: de-
cían que rodeando algo mas , por camino mas llano
se |M)drían meter en los campos del Andalucía ; que
debian escusar aquellas estrechuras de que el ene-
migo estaba apoderado.
Por el contrario el rey de Castilla don Alonso tenia
por grande inconveniente la vuelta, por ser la fama de
tan gran momento en semejantes empresas : que con-
forme á los principios seria lo demás : con volver los
reyes atrás se daría muestra de huir torpemente, con
que á los enemigos crecería el ánimo , los sayos se
acobardarian, que de suyo parecía estar ÍDclinados á
desamparar los reales, como poco antes por la partida
de los extranjeros se entendió : contra las dificultades
que se representaban, invocasen el auxilio y socorro
de Dios, cuyo negocio trataban , que les asistiría sin
duda, si ellos no faltaban á sí mismos : muchas vecesá
los valerosos se hacen fáciles las cosas que á los co-
bardes parecían imposibles. Esta resolución se tomó y
este consejo. Con esto don Lope hijo de don Diego
de Haro, enviado por su padre con buen número de
gente . en lo mas alto de los montes se apoderó del
lugar de Ferral, y hizo con escaramuzas arredrar algún
tanto á los moros. No se atrevió á pasar el puerto de la
Losa ni acometerle , por parecelte cosa áspera y te-
meraria pelear juntamente con la estrechura y fra-
gura del lugar y paso, y con los enemigos que le
guardaban.
CAPITULO XXIV.
Cómo la victoria quedó por los cristianos.
Toda muchedumbre, especial de soldados , se rige
por ímpetu, y mas por la opinión se mueve, que por
(1 ) Los Cruzados solo servían 49 días en la p»em contra
los infieles, aunque fuesen muy necesarios; y como esto era
HISTORIA OB ESPAÑA.
357
fas mismas co>as y por la verdad , coma sucedió en
e$le negocio y trance; que los mas de los soldados,
perdida la esperanza de Sülir con la demanda , trata-
ban de desamparar los reales. Parecíales corrían
igual peligro hura los reyes pasasen adelante , hora
yol?iesen atrás : lo uno daria muestra de temeridad,
lo otro seria cosa afrentosa. Ponían mala voz en la
empresa : cundía el miedo por todo el campo. La
ayuda de \)k^ y de los santos valió para que se sus-
tentasen en pié las cosas casi perdidas de todo punto.
Un cierto villano, que tenia grande noticia de aque-
llos lugares por haber en ellos largo tiempo pastorea-
do sus ganados (algunos creyeron ser áugel, movi"-
dos de que mostrado que bobo el camino , no se víó
mas) prometió á los reyes que si del se fiasen, por
senderos que él sabía , todo el ejército y gente llega-
rían sin peligro á encumbrar lo mas alto de los mon-
tes. Dar crédito en cosa tan grande á un hombre
que no conocían, no «ra seguro, ni de personas
prudentes no hacer de todo punto caso en aquella
apretura de lo que ofrecía. Pareció que don Diego de
Haro y Garci Romero como adalides viesen por los
ojos lo que decia aquel pastor. Era el camino al revés
de lo que pretendían , y parecía iban á otra parte di-
ferente , tanto que los moros considerada la vuelta
que los nuestros hacían , pensaron que por falta de
vituallas huían y se retiraban á lo mas adentro de la
proviucia. Conveníales subir por la ladera del mon-
te : pasar valles en muchos lugares , peñascos empi-
nados que embarazaban el camino. Pero no rehusa-
ban al^un trabajo con la esperanza cierta que tenían
tie la victoria , si llegasen á las cumbres de los mon-
tes y á lo mas alto ; el mayor cuidado que tenían,
era de apresurarse por recelo que los enemigos no
se apoderasen antes del camino y les atajasen la su-
bida.
Pasadas pue<( aquellas fraguras , los reyes en un
llaoo que nallaron , fortificaron sos reales. Aperci-
bióse el enemigo á la pelea, y ordenó sus haces re-
partidas en cuatro escuadrones : quedóse el rey mis-
mo en el collado mas alto rodeado de la gente de su
Suarda. Los fieles, por estar cansados con el trabajo
e tan largo y mal cainino asi hombres como jumen-
tos, determinaron de esquivarla pelea : lo mismo el
día siguiente , con tan ^nde alegría de los moros
que entendían era por miedo , que el miramamolin
con embajadores que envió y despachó á todas partes
y muy arrogantes palabras prometía que dentro de
tres pondría en su poder los tres reyes que tenia cer-
cados como con redes. La fama iba en aumento como
suele : cada uno anadia algo á lo que oía , para que
la cosa fuese mas agradable. E! día tercero que fue
lunes á diez y seis del mes de julio, los nuestros re-
sueltos de presentar la batalla , al amanecer confesa-
dos y comulgados ordenaron sus batallas, en guisa
de pelear. En la vanguardia iba por capitán don Die-
§0 de Haro. Del escuadrón de en medio tenia cuidado
on Gonzalo Nuúez, y conél'otros caballeros Templa-
rios y de las demás órdenes y nülícias sagradas. En
la retiguardi» quedaban el rey don Alonso, y el ar-
zobispo don Rodrigo y otros prelados. Los reyes de
Aragón y de Navarra con sus gentes fortificaron los
lados , el Navarro á la derecha , á la izquierda el Ara-
gonés.
El Moro al contrarío con el mismo orden que antes
puso sus gentes en ordenanza. La parte de los reales
en que armaron la tienda xeal , cerraron con cadenas
de hierro . y por guarda los mas fuertes moros y mas
esclarecíaos en linaje y en hazañas ; los demás eran
en tan gran número que parecía cubrían los valles y
los collados. Exhortaron los unos v los otros, y anima-
ban los suyos á la pelea. Los obispos andaban de
muy vergoozoso . procuraban cohonestar su retirada con al-
gaa pretesto, cooio en esta ocasión.
compahía en compañía, y con la esperanza de ganar
la indulgencia animaban á los nuestros. El rey don
Alonso desde un lugar alto para que le pudieren oír,
dijo en sustancia estas razones : «Los moros , saltea-
)>dores, y rebeldes al emperador Cristo, antiguamente
«ocuparon á España sin ningún derecho , ahora á
«manera de ladrones la maltratan. Muchas «veces
Dgran número dellos fueron vencidos de pocos , gran
»parte de su señorío les hemos quitado , y apenas les
»queda donde poner el pié en España. Si en esta ba-
«talla fueren vencidos, lo que promete el ayuda de
))Díos, y se puede pronosticar por la alegría v buen
otalante que todos tenéis , habremos acabado con
»esta gente malvada. Nosotros peleamos por la razón
»y por la justicia : ellos por ninguna república , por-
»que no están entre si atados con algunas leyes. No
»uay á do se recojan los vencidos , ni queda alguna
Desperanza salvo en los brazos. Comenzad pues la
»pelea con grande ánimo. Confiados en Dios tomas-
Dteis las armas, confiados en el mismo arremeted á
)>lo8 enemigos y cerrad.»
Ei Moro al contrario avisó á los suyos y les dijo:
oQue aquel día debían pelear con estremo esfuerzo,
»aue sería el fin de la guerra , quier venciesen, quier
»fuesen vencidos. Si venciesen , toda España sería el
»premío de la victoria, por tener juntadas los ene-
nmigos para aquella batalla con suma diligencia to*
»das las fuerzas della ; si fuesen vencidos, el imperio
»de los moros quedaba acabado en España : no era
Djusto que en aquel peligro perdonasen á sf ó sus co-
Dsas. Su ejército conitaba ae una nación , el de los
«cristianos de una avenida de muchas gentes , dife-
«rentes en leyes, lengua y costumbres; la mayor
«parte había desamparado las banderas, los demás
«no pelearían constantemente por ser de unos el pe-
«ligro, el provecho y premio particular de otros.»
Dichas estas razones por una y por otra parte se co-
menzó la pelea coa grande ánimo y coraje. La victo-
ria porlargo espacio estuvo dudosa de ambas partes:
peleaban todos conforme al peligro con grande es-
fuerzo. La vista de los capitanes y su presencia no
sufria que la cobardía ni el valor se ocultasen, y en-
cendía á todos á pelear. Los del escuadrón de en me-
dio y cuerpo de la batalla fueron los primeros á aco-
meter; siguiéronles lo5 navarros y aragoneses sin
mejorarse al principio, dado que por tres veces die-
ron carga á los contrarios , antes al contrarío nues-
tros escuadrones algún poco desalojados parece cia-
ban y se querían poner en huida.
En esto el rey don Alonso movido juntamente del
peligro y de la afrenta se quería meter por lo mas
espeso de ios enemigos ; si no le detuviera el arzo-
bispo don Rodrigo que tenía á su lado : advirtióle
que en su vida consistía la suma de la victoria y es-
peranza de los cristianos : que perseverase ( como
comenzara) á confiar del favor de Dios , y no se me-
tiese en el peligro. Con esto el postrer escuadrón se
adelantó , y por su esfuerzo y el de los demás se me-
joró la pelea. Los que parecía titubeaban , por no
quedar afrentados vueltos á la ordenanza , tomaron á
la batalla con la mayor ferocidad. Los moros cansa-
dos con el continuo trabajo de todo el día no pudieron
sufrir la carga de los que estaban de respeto los pos-
treros y de nuevo entraban en la pelea. Fue muy
grande h huida, la matanza no menor que tan gran-
de victoria pedia. Perecieron en aquella batalla do-
cientos mil moros, y entre ellos la mitad fueron hom-
bres de á caballo : otros quitan k mitad deste número.
La mayor maravilla, que de los fieles no perecieron
mas de veinte y cinco, como lo testifica el arzobispo
Rodrigo : otros afirman que fueron ciento y quince;
pequeño número el uno y el otro para tan ilustre vic-
toria. Otra maravilla , que con quedar muerta tan
grande muchedumbre de moros, que no se aceda-
ban de mayor, en todo el campo uo se vio rastro de
3B8
BIBLIOTECA DE GASPAR T lROtG.
sangre, según que lo atestigua el mismo don Bo^
drigo.
El rey moro por amonestación de Zeit su hermano
se salvó en un mulo con que huyó basta Baeza; desde
alh mudada la cabalgadura no paró hasta llegar aque-
lla misma noche á Jaén. A puesta del sol fueron
tomados los reales de los enemigos , que robaron los
aragoneses , porque los demás siguieron y ejecutaron
el alcance. Las presas del rey moro y sus alhajas,
3ue solas quedaron enteras , fueron por don Diego
e Haro dadas por iguales partes á los reyes de Na«
Yarra y de Aragón. En particular la tieada de seda
roja y carmesí en que alojaba el rey bárbaro , se dio
al rey de Aragón por orden de don Alonso rey de Cas-
tilla; el cual como quier que deseoso solamente de
honra se quedase cou la mayor loa de la guerra y con
el prez de la victoria , de buena gana dejó lo demás
á sus compañeros. Lo restante de la presa y despojos
no pareció sacalle en público y repartillo como era
razón , conforme á los méritos de cada cual ; antes
dej'tron que cada uno se quedase con lo que tomó,
porque tenían recelo de algún alboroto . y entendían
que á los particulares seria mas agradable lo que por
su mano tomaron , que si de la presa común se lo
restituyesen mejorado y multiplicado.
Algunos escriben que ayudó mucho para la victo-
ria la señal de la cruz que de varios colores se vio en
el aire ya que querían pelear : otros refutan esto por
no hacer el arzobispo don Rodrigo mención de cosa
tan grande , ni aun el rey en la carta que escribió del
suceso y pr<3f ecucion desta guerra ai pontíQce Ino-
cencio. Verdad es que todos concuerdan que Pas-
cual á la sazón canónigo de Toledo , y que después
íue deán y aun arzobispo (cuya sepultura está en la
capilla de Siinta Lucia de la iglesia Mayor de Toledo)
eoii la cruz y guión que llevaba como es de costum-
bre delante el arzobispo don Rodrigo : pasó por los
escuadrones de los enemigos dos» veces sin receblr
algUQ daño , dado aue todos le pretendían herir coa
sus durdos ; y muchas saetas que le tiraban , queda-
ron hincadas en el asta de la cruz : cosa que á los
nuestros dio mucho ánimo v puso grande espanto en
los moros. Fue tan grande la muchedumbre que ha-
llaron de lanzas y saetas de los enemigos , que en
dos días enteros que allí se detuvieron los nuestros,
«ofique para los fuegos no usaban de otra leña , y de
proposito procuraban acabarlas, nolo pudieron hacer.
La victoria se divulgó por todas partes primero per
la fama , después por mensajeros qua> venían unos en
pos de otros. Fue grande el lloro y sentimiento de los
morqs no solo por el mal y daño presente , sino por-
que temían para adelante mayores inconvenientes y
peligros. Entre los cristianos se hacían grandes fies-
tas , juegos , convites con toda magnificencia y rego-
cijos y alegrías no solo en España , sino también las
naciones entrañas, con tanta mayor voluntad cuanto
el miedo fue (nayor. Nunca la gloria del nombre cris-
tiano pareció mayor, ni fas naciones cristianas estu-
vieNMi en algún tiempo mas gloriosamente aliadas.
Los españoles asimismo parecía igualar en valor la
gloria de los antiguos : el mismo rey don Alonso co-
BienBóá ser tenido como príncipe venido del cielo y
mas que hombre mortal. El rey de Navarra para me-
moria de tan grande victoria al escudo
bermejo de que usaban sus antepasa-
dos, anadió por orla unas cadenas, y en
medio del escudo una esmeralda por
señal que fue el primero á romper las
cadenas con que tenían los enemigos
fortificada aquella parte de los reales , en que el rey
bárbaro estaba. El mismo don Alonso á las insignias
antiguas de los reyes de Castilla , añadió un castillo
dorado en escudo rojo, como lo afirman aleunos va-
rones de emdieion y dilígeocía muy grana» : otros
lo niegan movidos de los privilegios antiguos^ en cu-
yos sellos se ve puesta antes d^istos tiempos en la«
insignias y armas de los reyes de Castilla la figura de
torre ó castillo^
De algo mas crédito es lo que hallo de algunos
afirmado por testimonio de cieito historiador, que
desde este tiempo se introdujo en España la costum-
bre que se guarda de no bomer carne ios sábados,
sino solamente los menudos de los animales , y qu«í
se mudó es á saber por esta manera y templó lo que
antiguamente se usaba , que era comer los tales días
carne : costumbre que los godos sin duda trajeron
de Grecia , y la tomaron cuando fte hicieron cristia-
nos. La verdad es que esta victoria nobilísima y la
mas ilustre. que hobo en España , se alcanzó no por
fuerzas humanas , sino por la ayuda de Dios y de los
santos. Las plegarias y oraciones con que los procu*
raron aplacar por todo el mundo , fueron muchas,
principalmente en Roma donde se hicieron procesio-
nes y rogativas asaz : en que se debe notar que para
aumento de la devoción y para que no hobíese con-
fusión y otros desórdenes , se'ordenó fuesen á diver-
sas iglesias los varones, las mujeres, el clero y los de>
más del pueblo. Hallábase presente el pontífice que
movía á los demás con su ejemplo. De todo hay una
carta suya al rey don Alonso muy srave y muy ele-
gante , la respuesta otrosí del rey al papa en que re-
fiere todo el aiscurso desta empresa y batalla , pero
muy larga para ponella en este lugar.
CAPITULO XXV.
Del fin desta guerra.
Hallárorse en esta guerra los obispos Tello de Pa* '
lencia, Rodrigo de Sigüenza, Menendo de Osma,
Pedro de Avila, Domingo de Plasencia, García Fron-
tino de Tarazona, Berengario de Barcelona : el nú-
mero de los grandes no se podía contar, los maestres
de las órdenes. Arias de Santiago , Rodrigo Díaz de
Calatrava, Gómez Ramírez de los Templarios; demás
destos Juan Gelmirez prior de San Junn. De Castilla
Gómez Manrique , Alonso de Meneses, .Gonzalo Girón,
Iñigo de Mendoza caballero vizcaíno , y pariente de
don Diego de Haro, que es la primera vez que en la
historia de España se hace mencioa de la casa de
Mendoza; fuera destos se halló con los demás el
conde don Fernando de Lara, de alto linaje, y él
por su persona señalado , poderoso en grande estado
y muchos aliados : estos fueron de Castilla. De Ara-
gón Garci Romero, Jímeno Coronel, Aznar Pdrdo,
Guillen de Peralta y otras personas principales que
•iban en compañía de su rey : ante todos se señaló
Dalmacio Cressel natural de las Ampurias, de quien
dicen los historiadores de Aragón que por el grande
conocimiento que tenia de las cosas ce la guerra y
singular prudencia ordenó las haces para la batalla.
Entre los navarros G arces Agoncílfo, Garcia Almorá-
vides , Pedro Leet , Pedro Arroniz , Fernando de
Monta^udo , Jimeno Ayvar fueron los mas señalados
que en esfuerzo, industria y ejercicio de guerra vi-
nieron á esta empresa.
En conclusión el tercero día después de la victoria
se movieron tos reales de los fieles : ganaron de los
moros el lugar de Ferral , que había vuelto á poder
de moros, Bilche, Baños j Tolosa, de la cual tomó
nombre esta batalla que vulgarmente se llama de las
Navas de Tolosa. Todo era fácil á los vencedores , y
por el contrarío á los vencidos. La ciudad de Baeza
desamparada de sus ciudadanos , que perdida la es-
peranza de tenerse , se recogieron á Ubeda riño en
poder de los vencedores. Algunos pocos que confiados
en la fortaleza de la mezquita mayor no se querían
rendir , con fuego oue los pusieron los quemaron
dentro della misma. El octavo día después de la vic-
toria la ciudad do Ubeda fue entrada por fuerza , ca
sin embargo que los ciudadanos ofrecían á los reyes
HISTORIA DE ESPAÑA.
cantídad de oro porque los dejasen en paz , lo¿ obis-
pos fueroD de parecer que no era justo perdonar
aquella gente malvada. Conforme á este parecer se hi-
zo grande matanza sin distinción de personas de
aquella miserable gente. Una parte de los vecinos fue
tomada por esclavos : toda la presa se dejó á los sol-
dados , con que se pu30 miedo á los moros y se gana-
ron las voluntades del ejército que estaba cansado
con el largo trabajo. Las enfermedades los afligían y
no podían sufrir la destemplanza del cielo : por esto
los reyes fueron forzados en un tiempo muy fuera de
propósito volver con sus gentes á tierras mas tem-
pladas.
A la vuelta cerca de Gaíatrava , llegó el duque de
Austria con docientos de á caballo, que para muestra
de su esfuerzo j ayudar en aquella santa guerra traia
en su compañía. El rey de Aragón por ser su parien-
te á la vuelta para su tierra le acompañó hasta lo pos-
trero de España. Ai rey de Navarra restituyó el de
Castilla catorce lugares sobre que tenian diferencia,
y porque poco antes se ganaron por los de Castilla, la
memoria de sus antiguos señores hacia que no se
asegurasen de su lealtad : este fue el principal pre-
mio de su trabajo. Don Alonso rey de Castilla , des-
pedidos los dos reyes , entró en Toledo á manera de
triunfador con grande aplauso , aclamaciones y rego-
cijo de los ciucuidanos y del pueblo. Lo primero que
hizo fue dar gracias á Dios por la merced recebida:
después se mandó y estableció que para siempre se
renovase la memoria de aquella victoria : y se cele-
brase por toda España á diez y seis de julio ; en Tole-
do mas en particular sacan aquel dia las banderas
de los moros , y con toda muestra de alegría festejan
aquella solemnidad , ca se ordenó fuese de guai^
dar aquella tiesta con nombre del triunfo de la Santa
Cruz.
El rey por ser enemigo del ocio , y con el deseo gue
teuia de seguir la victoria y ejecutalla, al principio
del año siguiente de nuevo se metió por tierra de
moros. Gan6 el lugar de Dueñas délos moros, que
dio á la orden de Calatrava,á la de Santiago el castillo
de Eznavexor. Alcaráz , pequeña ciudad , y que está
metida dentro de los montes Marianos y asentada en
un collado áspero y empinado , con cerco de dos me-
ses se ffanó por el rey , y se entró por fuerza á veinte
y dos de mayo dia miércoles viguia y víspera de la
Ascensión : demás desto algunos otros lugares de
menos cuenta se tomaron por aquella comarca , en-
tre los demás , Lezuza , que se tiene por la antigua
Libisosa. Concluidas estas cosas, el rey don Alonso
ganada mayor fama que ninguno de los principes de
Europa , dio vuelta á Toledo , donde las reinas doña
Leonor su mujer, doña Bereoguela su bija, y su hijo
don Enrique que le sucedió en sus estados , y á la sa-
zón era de diez años , aguardaban su venida. Toda la
ciudad llena de juegos y de regocijos j tiestas , dado
3ue el ano fue muy falto de mantenimientos á causa
e la sequedad , en especial en el reino de Toledo di-
cen que en nueve meses continuos nunca llovió, tan-
to que los labradores cuyo era el daño principal, eran
forzados á desamparar las tierras , dejallas yermas, y
irse á otras partes para sustentarse : gravísima mise-
ría y trabajo memorable.
LIBRO DUODÉCIMO.
CAPITULO I.
Cómo los albigenses alteraron á Francia.
Ganada aquella noble victoria de los moros , las co-
sas de España procedían bien v prósperamente á
causa que ios Almohades trabajados con una pérdida
tan grande no serebullian , y los nuestros se hallaban
con grande ánimo de sujetar todo lo que de aquella
359
nación restaba en España , cuando por el mismo tiem-
po los reinos de Francia y de Aragón se alteraron
grandemente y recibieron graves danos. Estas altera-
ciones tuvieron principio en la ciudad de Tolosa, muy
principal entre las de Francia , y que cae no lejos de
la raya de España. La ocasión fueron ciertas opinio-
nes nuevas que en materia de religión se levantaron
en aquellas partes , con que los de Aragón y los de
Francia se revolvieron entre sí , y se ensangrentaron.
En los tiempos pasados todas las naciones del Cristia-
nismo se conformaban en un mismo parecer en las
cosas de la fe : todos seguían y profesaban en una
misma doctrina. No se oiferenciaban el alemán del
español, no el francés del italiano, ni el inglés del si-
ciliano en lo aue debian creer de Dios, y de la inmor-
talidad , y de los demás misterios : en todos se veía un
mismo corazón y uo mismo lenguaje. Los waldenses
gente perversa y abominable comenzaron ios años
pasados á inquietar la paz déla Iglesia con opiniones
nuevas y estravagantes que ensenaron ; y al presente
los albigenses ó albienses secta no menos aoorreci-
ble, apellido y nombre odioso acerca de los antiguos,
siguieron las mismas pisadas v camino , con que
grandemente alteraron el pueblo cristiano.
Enseñaban que los sacerdotes ministros de Dios y
de la Iglesia no tenian poder para perdonar los peca-
dos : que el verdadero cuerpo de Jesucristo no está
en el santo Sacramento del altar : que el agua del
bautismo no tiene fuerza para lavar el alma de los
flecados : que las oraciones' que se acostumbran á
lacer por los muertos , no les prestaban ; todas opi-
niones nuevas y malas, y acerca de los antiguos
nunca oídas. Decian otrosí contra la Virgen madre
de Dios blasfemias y denuestos , que no se reGeren
por no ofender al piadoso lector : dejólas escritas
Guillermo Nangiaco francés de nación , y que vivió
poco adelante. Llegaba su desatino á poner lengua
en la familiaridad de Cristo con la Madalena : asi lo
refiere Pedro monge del Ciltel en una historia que
escribió de los albigenses intitulada al papa Inocen-
cio Tercero , en que depone como testigo de vista do
las cosas en aue él mismo se halló.
Sería muy largo cuento declarar por menudo todos
los desvarios destos herejes y secta ; y es así que la
mentira es de muchas maneras , la verdad una y sen-
cilla. La verdad es que en aquella parte de Francia
donde está sentada la ciudaa de Cahors muy nom-
brada , se ve otra ciudad llamada Albis , que en otro
tiempo tuvo nombre de Alba Augusta, y aun se en-
tiende que César en los Comentarios do la guerra de
Francia llamó helvios los moradores de aquella co-
marca. Riega sus campos el rio Tamis . que son de
los mas fértiles de Francia , de granaos cosechas
y esaullmos de trigo , vino , pastel y azafrán,
por donde el obispo de aquella ciudad tiene mas
gruesas rentas que algún otro obispo en toda la
Francia. La iglesia catedral arando y hermosa está
pegada con el muro de la ciuaad : su advocación de
Santa Cecilia. Los moradores de la ciudad y de la
tierra son gente llana , de condición apacible y mansa:
virtudes que pueden acarrear perimcio , sino hay el
recato conveniente para no dar lugar á gente mala
que las pervierta y estrague. Los mas se sustentan
de sus labranzas y de los frutos de la tierra : el co-
mercio y trato de mercaderes es pequeño por estar
en medio de Francia y caer lejos el mar.
Desta ciudad , en que tuvo su primer principio esta
nueva locura y secta , tomó el nombre de albigense,
y desde allí se derramó por toda la Francia y aun
por parte de España , puesto que el fuego emprendió
en Tolosa mas que en otra parte alguna, y aun de
aquí procedió que algunos atribuyeron la primera
origen deste error y secta á aquella ciudad. Otros di-
cen que nació primeramente en la Proenza , parte de
la Gal lia Narbonense. Don Lucns de Tuy ,queporsu
devocioD y por hacerse mas erudito pasú á Roma , y
de alli i CodsUd tino pía y á Jeruaaléra , vaelto á su
patria; entre otras cosas que escribió no meaos doc-
ta que piameate , publico una larga disputa contra
todos estos errores, en que como te9lii;o de vista ~
lata la que pasd ea LeoD, ciudad muy conocida
España y cabeza ite aquel reino; cuvas palabras será
bien poner aquí para mayor Claridad, y para que rae
]or se entionaa la condición de loa herejes, sus in-
venciones y traías.
aDespues de la muerte del reverendo don Rodriga
Mobispo de León no se conformaron los votos del
DClero en la elección del sucesor: ocasión que toma-
uron los iieicjes , enemigos de la verdad y que gustan
ude semejantes discordias, paro entrar en uquella
Dciudad que se hallaba sin pastor, y acometer las
Movejas do Cristo. Para salir con esto se armaron co-
»mo suelen de invenciones. Publicaron que en cierto
»lugar muy sucio, j que servia de muladar, se ha-
HCÍan míla¿roB y señales. Estaban alli sepultados dos
«hombres facinerosos, uno hereje, otro que por la
iimuerte que did alevosamente á un su tio, le man-
ndaronenterrar vivo. Manaba también en aquel lugar
»una fuente, que los herejes ensuciaron con san-
ngre, i pcopúsito que las gentes tuviesen aquella
uconversioD por milagro. Cundió la fama como suele
Mpor ligeras ocasiones : acndian gentes de muchas
oparles, tenian algunos sobornsdos de secreto con
udinero que les daban, para que se fingiesen ciegos,
«cojos, endemoniados y trabajados de diversas eo-
nferraedades.y que bebida aquel agua publicasen
nque quedaban sanos.
nDestos principios pasd el embuste á que desenter-
nraron los nuesos de aquel hereje, que se llamaba
uArnaldo, yhabiadíez y seis años que le enterraron
nen aquel lugar: decían y publicaban (pie eran de
■un santísimo mártir. Muchos de los clérigos simples
ucon color de devoción ayudaban en esto á la gente
useglar. Llegó la invención i levantar sobre la fuente
»una muy raerte casa , j querer colocar los huesos
»del traidor homiciano en lugar alto para que ei
upueblo tos acatase,' con voz que fue un abad en
»un tiempo muy santo. No es menester mas sino
»que los herejes después que pusieron las cosas en
»estos términos, entre los suyos declaraban la inven-
HcionypoT ella burlaban de la Iglesia, como si los
ndemás milagros que en ella se hacen por virtud de
nios cuerpos santos, fuesen semejantes invenciones,
»y aun no faltaba quien en esto diese crédito á sus
«palabras , y se apartase de la verdadera creencia.
Hpinalmente el embuste vino á noticia de los frai-
nies de la santa predicación (que son los dominicos)
»y en sus sermones procuraoan desengañar el pue-
■blo. Acudieron á lo mismo los frailes menores y los
nclérigos que no se dejaron engañar ni enredar en
oaquella sucia adoración. Pero los ánimos del pueblo
ntanto mas se encendian para llevar adelante aquel
oculto del demonio, basta llamar herejes á los frailes
upredicadores y menores porque los contradecían y
ules iban i la mano. Gozábanse los enemigos de la
«verdad y triunfaban : decían públicamente que los
nmllagros que en aquel lodo se hacían , eran mas
uciertos que todos los que en lo restante de la Iglesia
nhacenlos cuerpos santos que veneran los cristianos.
»Los obispos comarcanos publicaban cartas de des-
neomunion contra los qne acndian á a<]uella venera-
ncion maldita : no aprovechaba su diligencia, por
nealar apoderado el demonio de tos corazones de
"muchos, y tener aprisionados los hijos de Inobe-
Miliencia.
"Un diácono qne aborrecía mucha la herejía , en
HÍtoma do estaba , supo lo que pasaba en León , de
nque tuvo gran sentimiento , y se resolvió con pres-
Dleza de dar la vuelta á su tierra para hacer rostro á
uaquella maldad tan grave. Llegado á León se infor-
umó mas enteramente del caso , f como fuera ds ij
ncnmenzóen público y en secreto a afear negocio tu
umalo: reprehendía j sus ciudadanos, car^belcsde
«ser fautores de herejes. No se podía ir á li dudo,
xdadoque sus amigos le avisaban se templase, por
nparecelle que aquella ciudad se apartaba de la Isy de
ubios. Entró en el ayuntamiento, dijoles que aquel
ocaso tenía afrentada á toda España : que dedoole
nsalian en otro tiempo leyes justas por ser caben
«del reino, allí se fuñaban herejías y maldades Dun-
iicaoidas. Avisóles que no les daría Dios agua, ni I»
nacudíria con los frdtoa de la tierra basta tanto qai
«echasen por el suelo aquella iglesia, y aquellot
uhuesos que honraban , los arrojasen. Era asi «¡ae
udesde el tiempo que se dio principio i aquel embai-
óte ^ veneración, por espacio de diei meses nano
ullovió , y todos los campos estaban secos. PregantÓ
nel juez al dicho diácono en presencia de todos : De^
•iribada la iglesia ,jasegnráisnas que lloveriynM
odará Dios agua ? El diácono lleno de fe : Dadme dijo
DÜcencia para abatir por tierra aquella casa, que yo
nprometo en el nombre de nuestroSeñorJesDcrísto
n so pena de la vida y perdimiento de bienes qoedea-
'itro de ocho días acudirá nuestro Señor con el i^t
y abundante.
Diii4íni fie u emoBlriroi cd li baUll) de lll Vnu-
«Dieron los presenten crédito á sus palabras : sni-
ndíó con gente nne le dieron , y ayuda de roochiw
nciudadanus : allanó prestamente fa iglesia , j echd
iipor los muladares aquellos huesos. Acaeció m
"grande maravilla de todos que al tiempo qne deni-
"baban la iglesia, entre la madera se oyó un so-
HUido como de trompeta para muestra de que el
«demonio desamparaba aquel lugar. El dia siguicii-
nle se quemó una gran parte de la ciudad á ña-
usa que el fuego por el gran viento que hacia, o"
nse pudo atajar que nose estendiese mucho. Alteróte
«el pueblo, acudieran i buscar el diácono para mi-
Mtatle : decían que en lugar del agaa fue causa de
jiaquel fuego tan grande. Acudían kw herejes, qo*
use burlaban de loa clérigos , y decían que «I dütai»
nraerecia la muerte , j que no se cumpliría lo qne
nprometíó; mas el Señor todopoderoso ae apiadó de
nsu pueblo . ca á los ocho diaa señalados envió igoi
iimuv abunuaute , de tal suerte qne los frutos se re-
Hmediaroa.ylacosecbadeaquelañorueaTenlajadi.
iiAnimado con esto el diácono pasó adelante en per-
nseguir á los herejes , hasta tauto que los bizodestni-
abarazar la ciudad.»
Hasta aqm'son palabras de9teautor| pwlascualís
se entiende que fa pestilencia desta herejía cundü
por España , si bien la mayor fueru deale buI ca^
sobre It eindad de ToloM , de qne le resulUroD gra-
ves áiños , T b( rey de Kngon que la ^so ajudur,
ta deSAStraoB muerte como luego se dirá.
CÚmo motló el re; de Aragón.
L* secta délos albigeases sa hada temer y cobra-
ba mayores fbenaa do cada día no lolo perlas que el
pueblo le dalM, que mncbo se le arrimaba , bído mal
principalmente por loa principeB j crandes persona-
let que con mi fovor le acudían, ain nncer caso ni de
Ib autoridad del papa, ni ríe lo que por el mundo dellos
se diris. Bstos eran los condes, el de Tnloía, el de
í'oz, el de Besiers y el de Cnminges. Acudíales aii-
mismo el rey de Aragón i causa que estas ciudades
estaban á su devoción, y aun eran feudos suyos, co-
mo en otro lugar queda apuntado: además que tenia
deudo en particular con et conde de Tolosa,iiue cbi4
tercera Tez condona Leonorht:rnianadelreyde Ara*
gon; y aun el mismo bijo y lieredero del conde que
laetlcrlor de la oil
se llamaba don Ramón como su padre , tenia por
mujer otra hermana del mismo rey por nombre doña
Saocba. Eita Tue ia verdadera causa de declararse
por los albigenies y tomar las armas en su favor: que
por lo demás Tne principe muy católico, «hdo se
puede fácilmente entender en que entregó su biio
don Jaime á Simón conde de Honrorteparaquele
criase y amaestrase , el que por este tiempo acaudi-
llaba los católicos y era duro martirio contra los
he rejes.
El negocio era de tal condición qne tenia puestos
en cu idado los católicos de Francia , y mas en parti-
TDIIO I.
alar al papa , que se recelabii no su arrnígüse de.
cada dia mas aquel mal, y con tantas ayudas cobra-
sen mayores lueraas , especial que el vulgo como
amigo de novedades , engañado con los embustes de
aquellos berejes, lácilmente se aparUba de la creen-
cia de sus mayores y abrazaba aquellas opiniones
es trava gantes. Buscaban algún medio para atajar
aquel daño. Pareció intentar el camino de la paz, y
blandura, si con diligencia y buenos ministros que
predicasen la verdad, se podrian reducir los desca-
minados. Don Diepo obispo de Osma camino de Ro-
ma, dondeiba enviado por el rev de Castilla, pasó por
2(J2
aquella parte de Frauda; y visto lo que pasaba, y el
riesgo que corrían aquellos pueblos sí no se acudía
en breve con remedio , hizo al papa relación ¿e todo
aquel daño, y del peligro que se mostraba mayor. Lle-
vaba en su compañía al glorioso padre Santo Domingo
entonces canónigo reglar de San Agustín, v adelante
destos principios fundador de la órdeo de los predi-
cadores: era natural de Galeruega tierra deOsma,
nacido de noble linaje. Avisado el papa de lo que pa-
saba , acordó acudir al remedio de aquellos daños.
Despachó al obispo y á su compañero con poderes
bastantes para aue apagasen aquel fuego. Nombró
también un legado de entre los cardenales con toda
la autoridad necesaria.
Llegados á Francia, juntaron consigo doce abades
de la orden de San Bernardo, naturales de la tierra,
para que con sus predicaciones y ejemplo redujeseo
á los descaminados. Pero cuanto provecho se hacia
con esso por convertirse muchos ae su error, espe-
cialmente con la predicación de Santo Domiugo y
milagros que en muchas partes obró , tanto por otra
parte crecían en número los pervertidos de los here-
jes. Porque ¿quién poodrá en razón un vulgo incita-
do á mal? ¿quién bastará á hacer que tengan seso los
hombres perdidos y obstinados en su error? Débese
cortar con hierro lo que con medicinas no se puede
curar , y no hay medio mas saludable que usar de ri-
gor con tiempo en semejantes males. Mudado pues
el parecer y la paz en guerra , acordaron de usar de
rigor y miedo: juntóse ^ran multitud de soldados de
Italia , Alemana , Francia con la esperanza de la in-
dulgencia de la Sede Apostólica concedida por Ino-
cencio Tercero á los que tomasen la insignia y divisa
de la cruz como era de costumbre en casos semejan-
tes , y acudiesen á la guerra. Estos soldados lomaron
primeramente á Besiers, ciudad antigua de los Volcas
cabe el rio Obris. Pasaron en ella siete mil hombres
de los alborotados á cuchillo. Algunos decían era
castigo del cíelo por lu muerte que cuarenta y dos
años antes ellos dieron á Trencavelo señor de aquella
ciudad, y con él hirieron al mismo obispo. Ck)n el
miedo destc rigor la ciudad de Garcasona , que era
de herejes, se entregó á los católicos, y los culpados
fueron muertos.
Estos principios daban alguna esperanza que fe
podrían reparar aquellos daños. No tenían los católi-
cos Ibpítbn que ios acaudillase y á quien todos obe-
deciesen. Acordaron de elegir para este cargo á Si-
món conde de Monforte (pueblo conocido en el distrito
de la ciudad de Chartres) por ser aventajado en las
cosas dé la guerra , y señalarse mucho en la piedad y
amor de la religión católica. Aceptó aquel oucio por
servir á Dios y á la Iglesia. Juntó las gentes que pudo,
con quepanó de los herejes el castillo de Minerva , la
ciudad de A Ibis, y otro pueblo llamado Vauro cerca
.de Tolosa, demás de otros muchos lugares. Pasaron
adelante, pusieron cerco sobre Tolosa , no la pudie-
ron tomar á causa que los condes el de Tolosa v el de
Fox y el de Gominges se hallaban dentro y se la de-
fendieron con mucho valor. Desde allf revolvieron
sobre el condado de Fox y hicieron la guerra por
aquella comarca. El rey de Aragón cuidaba del peligro
2ue estos príncipes corrían, sus amigos y confedera-
os. Recelábase otrosí de Síioon de Monforte , que
80 color de piedad , que es un engaño muy perjudi-
cial, no pretendiese para sí y para los suyos adquirir
nuevos estados.
Movido destas razones, luego oue se ganó aquella
memorable jornada de las Navas de Tolosa en que se
halló presente , volvió su pensamiento á las cosas de
la Francia , tanto que se nallaba que por el mes de
enero principio deiaño de 121 3 estaba en Tolosa ciu-
dad de Francia para tomar acuerdo, es á saber de lo
que debía hacer , y el mes siguiente de mayo hacía
gente en Lérida y otras partes para volver a aquella
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
guerra. Luego que allá llegó , le acudieron aquellos
príncipes parciales: con sus 'gentes y con su venida
se formó un ejército tan grande , que llegaba á cien
mil hombres de pelea: gran número y que apenas se
puede creer. Simón de Monforte por el contrario se
apercebia para resistir contra fuerzas tan grandes.
Acordó ribera de la Garona fortificar el castillo de
Murello , plaza muy importante , para reprimir el or-
gullo de los enemigos. Acudieron aquellos principes
confederados con sus gentes con intento de apode-
rarse de aquella fuerza. Acudió asimismo k la defen-
sa de Simón Monforte con poca ^ente , pero escogida
y arriscada. Iban en su compañía siete obispos, el
padre Santo Domingo y tres abades , estos varones
intentaron -al principio medios de paz porque no se
llegase á rompimiento ^ de que se temían ^vcs da-
ños ; en especial avisaron al rey y le requirieron de
parte de Dios no se juntase con los herejes, gente
maldita y descomulgada por el padre santo : que te
míese el castigo de Dios a quien ofendía, por lo me-
nos escusase la infamia con que acerca de todo el
mundo quedaría su buen nombre amancillado , y el
odio que contra su persona resultaría. El rey se hizo
sordo á consejos tan saludables y buenos. Diéronse
vista los dos> campos, y los dos caudillos adelantaron
sus haces con resolución de venir á las manos. En el
ejército de los católicos no pasaban de ochocientos
caballos y mil infantes: pequeño número para la mu-
chedumbre de los contrarios. Sin embargo fiados en
la buena querella que seguían, se determinaron de
probar ventura. Embistieron de ambas partes y cer-
raron: trabóse la pelea, gue fue muj brava y san-
grienta. Los calólicos se ámon tal mana y mostraron
tal esfuerzo, que los herejes no pudieron sufrir so
ímpetu, y en un punto se desbarataron y pusieron
en nuida. Los condes se salvaron por los píes. El nj
quedó tendido en el campo con otros muchos de los
suyos, caballeros de cuenta, en particular Azoar
Pardo y su hijo Pedro Pardo, don Gómez de Luna,
don Miguel de Luesia , gente toda de la principal de
Aragón. El número de los otros muertos no fue gran-
de para victoria tan señalada.
Todos comunmente juzgaban al rey por merece-
dor de aquel desastre así por el favor que dio á los
herejes, si bien de corazón era y de apellido católico,
ca entre los reyes de Aragón sollamó don Pedro ei
Católico, como por la soltura que tuvo en materia de
honestidad , con que amancilló las demás virtudes y
partes en que fue muy aventajado. Pasé en esto tan
adelate que repudió á la reina su mujer , hembra de
mucha bondad : el color que tomó fue que era deuda
suya, y que estuvo antes casada con el conde de Go-
minges , matrimonio que no fue valido, antes contra
derecho , según que por su sentencia lo pronuncia-
ron los jueces nombrados sobre esta dilerencia por
el p'Hpa Inocencio Tercero. Verdad es que de aquel
matrimonio nacieron dos hijas , Matilde y Petrona,
como parece por el testamento de Ja misma reina.
Hallábase esta señora en Roma do era ida á: seguir
este pleito , y sustanciado el proceso, se esperaba en
breve sentencia , cuando liego la nueva de aquella
jornada , y de la muerte del rey, que fue viernes á
los trece áe setiembre desle año. Su cuerpo entrega-
ron á los caballeros de San Juan que le hicieron en-
terrar en el monasterio de Jijona en que su madre la
reina doña Sancha estaba asimismo sepultada.
CAPITULO IIL
Que el rey don Alonso de Castilla falledó.
Dejó el rey de Aragón un solo hijo habido en sn
mujer , fue se llamó don Jaime , en edad de solos
cuatro anos. Quedaron otrosí dos tíos del niño, don
Fernando hermano del muerto, y abad deMontaragon
y por el mismo caso mongo profeso, y don Sancho
HISTORIA DE KSPANA.
303
ooode de Raiselloo peraont de mucha edad » ca era
tía del muerto hermano de su padre. Esto» dos seño-
res sin embargo el uno de su edad y el otro de su
profesión entraron eo pensamiento de apoderarse del !
reino. Para salir con esto cada cual por sú parte 1
procuraban ganar las voluntades del pueblo , y con- |
quistar por todas las vías posibles á la gente princi-
pal. Alegaban para esto que don Jaime era hijo bas-
tardo; y que escluido el niño como tal, entraban
ellos en el derecho de la corona como deudos mas
cercanos , por razonas que cada cual proponia en su
favor y para escluir al otro competidor. Los prelados,
los señores y ricos hombres del reino llevaban mal la
ambición destos dos personiges y sus prácticas. En
especial Pedro Fernandez de Azagra señor de Albar-
racin sentia mucho que se tratase* de escluir aauel
niño de la sucesión , y privarle del reino de su padre;
y mucho mas que en tal coyuntura estuviese como
cautivo en poder de Simón de Monforte. Comunicóse
con los demás : acordaron despachar una embajada
al papa Inocencio , en que le suplicaban interpusiese
su autoridad j mandase á Simón de Monforte les res*
tíiuyese el niño para ponelle en lugar de su padre y
aJzaile por su rey , que tal era la voluntad de los de
aquel reino grandes y menores.
Oyó el pontífice benignamente esta embuada:
parecióle la demanda muy justíficada : despacho sus
oreves enderezados á su legado el cardenal Pedro Be-
neventano , que en su nombre asistía á la guerra
contra los herejes. Encargábale diese todo contento
á los de Aragón, si juzgase todavía que pedian razón.
Entretanto que se trataba desto , Simón de Mon-
forte se apoderó de la ciudad de Tolosa, nido y
guarida principal de los alborotados y rebeldes.
Juntó el legado un concilio en Mompeller para resol-
ver lo que se debia hacer. Acordaron los padres entre
otras cosas de nombrar por príncipe y señor de todo
lo conquistado al mismo conde de Monforte en pre-
mio de sus trabajos. Para que el papa confirmase
este su decreto le enviaron por embajadora! obispo
ebredunense ó de Arobrun. En este término se ha-
llaban las cosas de Francia. En España se padecía
f^rande hambre por causa de la sequedad. Tras la
hambre como es ordinario se siguió gran mortandad
ocasionada de los malos manjares de que la gente se
sustentaba. Pur la una y por la otra causa muchos
Íueblos y aldeas se yermaron y mas en el reino de
'oiedo , como mas sujeto á esta calamidad por ser lo
mas alto de España. Acudió al remedio don Rodrigo
Jiménez arzobispo de Toledo repartió gruesas limos*
ñas de su hacienda, y con sus sermones animó
al pueblo para que todos ayudasen , cada cual oon-
fonne á so posibilidad.
s Esta diligencia y el fruto que della se siguió , que
fue notable, agradó tanto al rey don Alonso . que en
lo postrero de su edad estando en Burgos , nizo do-
nación á la iglesia de Toledo de muchos pueblos has-
ta en número de veinte aldeas , por parecerle se em-;
pleabui muy bien las riquezas y mando en quien
usaba bien dellas, y que era ponellas c^mo en un
depósito común para acorrer a las necesidades. En
paiticnlar concedió al arzobispo de Toledo que por
tiempo fuese , el oficio y preemmencia de chanciller
mayor de Castilla , que en las cosas del sobíenio era
la mayor dignidad y autoridad después de la del rey:
priviiegio que siete años antes se dio al arzobispo
don Martín pero por tiempo limitado : al presente
para siempre á don Rodrigo y sus sucesores. Este
oficio ejercían los arzobispos (1) en lo adelante cuan-
do andaban eo la corte : si se ausentaban , nombra-
ban con d beneplácito del rey un teniente que su-
pliese sus veces y despachase los negocios : esto se
contínuó hasta el tiempo del arzobispo don Gil de
Albornoz , cuando por su ausencia y por ia revuelta
de les tíempos se comenzó á dar aquel oficio á dife-
rentes personas sin consentímiento de los arzobispos
que sin embargo todavía se intítulaban ciíancilier y «
mayores de Castilla; por lo demás ninguna otra
preeminencia de aauel oficio les quedaba , ni tienen
en su poderlos sellos reales, ni acuden á ellos los
negociantes.
Bailábase el rey en Burgos : deseaba reconciliarse
con su primo el rey de León , de quien se mostraba
muy sentido después que repudió a su hija doñaBe-
renguela, y todavía duraba la enemiga. Concertaron
vistas para Valladolid. y allí asentaron sus haciendas;
en particular se acornó echasen por tierra y despo-
blasen al Carpió y Monterrev sobre que teman dife*-
rancias, y los de Castilla ios tomaran á los de León*
Tomado este asiento , se partió el rev de León para
su tíerra, y con licencia del rey de Castilla llevó en
su compañía á don Diego López de Haro para ocu-
parle en la guerra que por aquellas partes hacia con-
tra moros. Era don Die^o lamoso capitán en aquel
tiempo, amado de los prmcipes , agroaable á los sol-
dados : asi demás de su hijo don Lope le siguió un
buen golpe de los soldados castellanos por el deseo
que todos tenían de ejercitarse en aquella guerra de-
bajo de la conducta de caudillo tan principal. El rey
de Castilla aunque viejo y muy cansado , no tenia
menos deseo de proseguir por su parte la guerra
contra moros , que quedaron amedrentados por la
Sórdida pasada, y á pique de perderse por estar divi«
¡dos entre sí y alborotados con bandos y parciaiida'^
des. Adelantóse el rey de León : rompió por aquella
parte de la antigua Lusitaoia que confinaba con su
reino y hoy se llama Estremadura. Talóles los cam*
pos, quemóles y saqueóles los pueblos y las alileas,
mzo grandes presas de hombres y de aanados. En
particular á la ribera del rio Tajo ganó ne los inoios
una villa antigua y fuerte que se llama Alcántara.
Para que la defendiesen . hizo della gracia á los ca-
balleros de la orden de Caíatrava ( 2) , que pusieron
allí buena guarnición de soldados que de ordinario
salían á correr la tierra de los moros y hacer sus ca-^
balgadas.
Este fue el principio que tuvo la caballería de Al-
cántara , pequeño y flaco como suele ser en las cosas
icrandes, que se levantan de pequeños principios.
De aqui vino que esta nueva caballería al principio
fue sujeta á la de Caíatrava ; al presente se tiene por
eienta , en especial después aue estos caballeros ¿a-»
naron una bula en este propósito del papa Julio lien
ninguna cosa quieren reconocer esta mayoría. El liá«
hito de Caíatrava antiguamente fue un escapulario
con una capilla que M salia, sobre el vestido á la
manera de los frailes; mas por concesión del papa
que en tiempo del scisma se llamó Benedicto Xlll el
año de mil y trecientos y noventa y siete dejaron la
capilla y tomaron la cruz roja florlisada de la forma
que hoy la usan , que se remata en cuatro flores de
lis. Los de Alcántara en sus principios usaron por
hábito de un capirote y una chía roía , ancha cuatro
dedos y larga una tercia ; pero el mismo papa les
concedió por su bula trocasen aquellas insignias en
la cruz verde florlisada de que usan en manto blanco
de la misma forma y remates que la de Caíatrava; que
fue el año adelante de mil y cuatrocientos y once.
(!) Esla dignidad, que era la mas preemi Dente del reioo,
siempre se dara á las personas mas distinguidas por las letras
6 por su estado. Bn Aragón parece aue se instituyó mas
tarde , pues no se bace meocíoo de ella basta entrado el
stffú Xlll en tieaipo de don Jaime 1.
TOMOl.
(2) Se di6 á los caballeros de San Julián dePereiio, que
por su instituto badán fruerra perpetua á los moros, bsta
orden foe aprobada por Alejandro 111 ea 1177, y en i i 78 se
agregó A la de Caíatrava.
10'
364 BIBLIOTECA D£ GASPAB Y ROIG.
Los unos y los otros militan debajo de la regla de San
Bernardo y son sujetos á la orden del CistieY.
Este fin tuvo y este efecto hizo la guerra que el
rey de León moyió contra los moros por este tiempo,
ateo mas próspero que la que se hizo de parte de Cas-
tilla. Fue asi que el rey don Alonso de Castilla dio
vuelta al reino de Toledo : seguíale mucha gente que
iiizo levantar en todas partes , con que ll^ó hasta
Consuegra y hasta Calatrava , que eran las fronteras
por aquella parle de su reino. Pasó adelante, rompió
por las tierras de los moros hasta llegar á Baeza, que
era vuelta á poder de moros. Hizo grandes talas por
aquélla comarca . robos y sacomanos : finalmente se
puso sobre aqueUa ciudad con intento de rendirla.
Acudió á servirle en este cerco entre otros Diego Ló-
pez de Haro después que se dio fin á la guerra de Es-
tremadura. Hicieron todo el esfuerzo posible, mas no
pudieron salir con su intento ¿ causa que el año era
muy falto de mantenimiento y no se podian proveer
de vituallas. Hicieron treguas con los moros , y con
tanto dieron la vuelta para proveerse de lo necesario
y poderse sustentar: por lo aemás se presentaba bue-
na ocasión de sujetar los moros por estur divididos y
tener entre sí guerras civiles.
La cosa pasó desta manera. El rey Muhoroad por
sobrenombre el Verde , después que perdió aquella
memorable jomada de las Navas ae Tolosa , acordó
para reiíacerse de fuerzas pasar en África. Entre los
moros mas que entre otras gentes , ningún respeto
se guardan oe lealtad y parentesco. ZeytAbenzeyt su
hermano tomó ocasión ae aquella ausencia para apo-
derarse de la ciudad de Valencia y de Monviedro con
toda aquella comarca. Lo mismo hizo un su primo por
nombre Mahomad Zeyt en las ciudades de Córdooa,
y de Baeza , que se alzó con ellas con color oue eru
nieto de Abdelmon de parte de un hijo suyo líamado
Abdalla, y por esta causa le pertenecían los reinos
de África y de España que frieron de su abuelo. De-
más desto otro moro por nombre Albullali, muy prin-
cipal en riquezas y en vasallos, movido por el ejemplo
de los moros ya dichos, y convidado de la ocasión
3ue se le presentaba , sin otro mejor derecho se apo»
eró de Sevilla , de ÍEcija y de Jerez. Desta manera
las fuerzas de los moros que de suyo no eran muy
grandes, se dividieron en muchas partes y por el
mismo caso se enflaquecieron.
Buena ocasión era esta ; mas el rey don Alonso que
era el mas poderoso principe de España , no pudo
acudir á esta guerra no solo por la falta de vituallas,
sino por dar socorro ¿ los ingleses con quien tenia
deudo y amistad , y cuyo partido en las partes de
Francia andaba muy de caida á causa que los fran-
ceses contra lo que tenían asentado, de repente les
movieron una guerra muy cruel y sangrienta. Por
el mismo tiempo el rey de Portugal don Alonso el Se-
gundo por sobrenombre el Gordo andaba ocupado en
recobrar por las armas los estedos que en aquel reino
su padre dejó en su testamento a sus hermanas:
cansas que alegar para lo que quieren , nunca á los
príncipes faltan. Acudieron aquellas señoras al am-
paro del rey de León que era su deudo , y les caía
mas cerca para valerse de sus fuerzas : no fiíe él
mismo en persona; pero envió á su hijo don Fernan-
do , el cual con las armas ganó de los portugueses
algunos pueblos , que adelántese volvieron por man-
dado del papa Inocencio, que interpuso su autoridad
Í>ara sosegar estos bullicios y componer todas aque-
tas diferencias.
El rey de Castilla & la misma sazón deseaba verse
con el rey de Portugal su )[erno para comunicar con
él cosas muy graves. Convidóle por sus embajadores
que se llegase 4 Plasencia ; y porque entendió que la
venida del Portugués se dilataría algún liempo, pasó
á Burgos con intento de acudir á lo de Francia, y
enviar en favor de los ingleses gente de socorro. La
muerte atajó todas estas trazas. Daha la vneltadesde
Burgos por el deseo que tenia de Terse con el rey de
Portugal, cuando en Garcimunoz pueblo conocido k
sobrevino una dolencia mortal , que se le aumentó
con cierto aviso que le llegó de que aqud rey sees-
cusaba de llegar baste Plasencia, y solo veaia en que
si aquellas vistas imporUban tanto, se hiciesen á la
raya de ios dos reinos. Este es la condición de mo-
chos príncipes, que por no reconocer ni dar ventaja
¿ nadie , sea deudo, sea superior, sea mas anciano,
dejan pasar muchas ocasiones de concluir negocios
muy importantes. Puédese también sospeiabar que
aquel principe no se fió mudio del de Castilla, si biea
era su suegro , por ser astuto y mañoso, y muy aten-
to á sus particulares. Agravóse la dolencia teatoqoe
los médicos le deshauciaron. Asistióle en aquel óm*
mo trance el arzobispo de Toledo, que desde CUlatra-
va donde residió algún tiempo para remediar la ham-
bre como queda dicho , concniido aquel negocio,
acudió á Burgos y hacia compañía al rey. El misaio
le confesó y hizo que recibiese los demás sacramea-
tos como suelen los cristianos , ordenase y otei^gase
su testamento. Esto hecho, rindió el alma lunes á
seis de octubre día de Santa Fides vii^en del año que
se contaba de 1214. Conforme á esto se ha de corre-
jir la letra del arzobispo don Bodríco , que muchas
veces por culpa de los impresores y de k¿ eseribieo-
tes está muy estragada.
Este üu tuvo el rey don Alonso, el mas esclarecido,
principe en guerra y en paz de cuantos en aquel si-
glo florecieron. El solo acabó muchas cosas y salió
con grandes empresas: los otros reyes de España sin
él y sin su ayuda apenas lucieron cosa alguna que
fuese de mucha consideración. Falleció en edad de
cincuenta y siete años y mas veinte y dos días: dallos
remó por espacio de los cincuenta y cinco. S^ta*
ron su cuerpo en las Huelgu de Burgos : acompaoi-
ronle la reina doña Leonor, su hija doña Berenguelí,
el arzobispo don Bodrigo con otros principales del rei-
no. Fallecieron así mismo este año la reina de Casti-
lla viuda doña Leonor , y don Femando, d hijo ma-
vor del rey de León habido en su primera mi^er; y
aemás destos don Diego López de Haro, don Peora de
Castro hijo de Femando de Castro, todos persona-
jes muy principales. La muerte de la reina fue eo
Burffos viernes último dia de octubre. El dolor que
recíoió por ver muerto su marido que le quería mo*
cho , le aceleró su fin : como fueron moy confiannes
en la vida, así sepultaron su cuerpo junto al de so
marido. Don Femando hijo del rey de León y de «o
mujer doña Teresa , era mozo de aventajadas partes
y que daba muy buenas muestras, si ia muerte anti»
de tiempo no le atajara los pasos , y cortara las espe-
ranzas goe tales virtudes y la apostura de m cuerpo
prometían : enterráronle en «I templo de Santiago de
balicia. Quedó otro hermano suyo de su mismo nom-
bre, pero nacido de otra madre, que fue doña Beran-
gueía, y que adelante sucedió en el reino de Casti-
lla, y también á su padre, como se veM en sus lugares.
Don Pedro de Castro ayudó y sirvió muy bien al rey
de León en las guerras que hizo contra moros : su
muerte fue en Marruecos ciudad de Iferbería. Lacao-
sa poroue pasó en África, no se sabe : por ventan
algún aesgusto , ó la amistad que tenia trabada con
los moros desde el tiempo de su padre. Falleció á
diez y ocho de agosto deste mismo año en que vamos.
CAPITULO IV.
Cómo en Castilla y Aragón bobo revueltas y quenas^
Después de la muerte de don Pedro rey de Angón
y de don Alonso rey de Castilla resultaron en el un
reino y en el otro bullicios v alteraciones muv graves
á causa de la poca edad de los nuevos rayes don Ed-
riquc y don Jaime que sucedieron á sus padres. Los
IIISTOHIA DE ESPA.NA.
365
el nuevo rey, hista tanto quo las parcialidades se
compusiesen , y que él tuviese edad para encargarse
del gobierno. Entre los ciudadanos ae Zaragoza y la
genle de Navarra se abrió la contratación, que según
parece tenían impedida por caus:i de las ajleraciones
de Aragón , ó por otras difereucias que siempre re-
sultan entre los reinos comarcanos, mayormente que
el rey don Sancho de Nivarra por su edad y poca
salud poco podía acudir al gübierno y al amparo de
sus vasallos, antes vivía retira Jo en el castillo de Tu-
dela sin atender á las cosas de la guerra ni á las del
gobierno.
Esto pasaba al ün deste año , en que cerca de la
ciudad de Tornay principal en los estados dePiandes,
y puesta á la ribera (\d rio Escalda , el emperador
Otnon y Felipe rey de Francia tuvieron una sangrien-
ta batalla. Estaba de parte del emperador don Fer-
nando infante de Portugal casado con la condesa
propietaria de Fiandes , que vencidos y desbaratados
los de su parte y los imperiales, quedó preso por lar-
go, tiempo en poder de los f 'auceses. Esta fue la fa-
mosa batalla de Bovinas, así dicha de un puente jun-
to al cual se dio. En Aragón todavía continuaban en
procurar algún medio de paz ; parecióle sería con ve*-
niente para contentar á don Sancho conde deUuise-
lloQ encargarle el gobierno del reino de Aragón, co-
mo se hizo el año siguiente de i 21 5. Lo que pensaban
seria ocasión de sosiego, sucedió muy al re^'és; que
como persona deseosa de mandar , con la mano que
le dieron , se encendió en mayor deseo de coronarse
f»or rey, de que resultaron mayores revueltas y bu-
liciob como se verá adelante.
Las cosas de Castilla no estaban en mejor estado.
Era el nuevo rey don Enrique de once anos cuando
por muerte de su padre y por haber faltado sus her-
manos mayores sucedió en aquella corona. Encargóse
su madre del gobierno como era razoni-que duró po-
co por la muerte que muy en breve le sobrevino. En
su testamento nombró para el gobierno en su lugar
y para la tutela del rey á doña Berenguela su bija
reina de León , aunque apartada de su marido. Esta
señora por ser de ánimo varonil y muy poderosa en
vasallos , ca tenia por suyas las villas de Valladolid,
Mou'in, Guriel y Santisteban de Gormaz por merceti
y donación que delias le hizo el rey su padre cuando
volvió á Castilla , sustentaba el peso de todo , y aun
ayudaba con su hacienda á los gastos que forsosa-
mente en el gobierno se hacían. ¿Quién podrá bas-*
tantemente encarecer las virtudes desta señora ; su
prudencia en lo» negocios, su piedad y devoción para
con Dios, el favor que daba á \oñ virtuosos y letrados,
el celo de la justicia con que enfrenaba á los malos»
el cuidado en sosegar algunos señores que gustaban
de bullicios, y que el rey su hermano se criase en
S8noresácuyo cargo estdba mirar por el bien y pro
común, todos tenían mas atención á sus particulares.
Muchos encastilla pretendían apoderarse del gobier-
no, y en nombre de otro , que era el rey , mandallo
ellos todo , quitar y poner á su volantad. Algunos en
Aragón pasaban mas adelante, ca pretcndiun coro-
narse y gobernar en su nombre todo aquel reino. ¡Guán
desapoderado y perjudicial es el apetito de reinar y la
ambición! todo lorevuelve y lotrueca sin tener cuenta
con la infamia ni lo que la modestia y templanza pi-
den. Entre estas tempestades el gobierno y la gente
andaba como nave sin gobernalle azotada de los vien-
tos y de las olas del mar , especialmente en Aragón
se veían estos daños por la ambición perjudicial de
don Sancho y de don Fernando tíos de aquel rey,
que según queda dicho pretendía cada cual para sí
aquella corona. No les faltaba brío para salir con su
ÍDtento , ñi maña para granjear las voluntades del
pueblo. Alegaban que el rey don Jaime no podía he-
redar á su padre por no ser de legitimo matrimonio.
Demás desto don Sancho contra su competidor se
valia de que era monge profeso , y por el mismo caso
incapaz de la corona : don Fernando del ejemplo del
rey ood Ramiro, que sin embarco que era monge y
de mucha edad sucedió en a(}ucl reino a su hermano;
y que quitado este impedimento ,. él era el de los
transversales el pariente roas cercano.
Con esto el remo se dividió en tres parcialidades:
pocos , pero los mejores y mas poderosos seguían el
partido del verdadero rey. El pueblo sin cuidar mu-
cho de loque era justo , se arrimaba á los que de
presente con dádivas y con promesas los granjeaban.
Enviáronse sobre el caso embajadores al papa Ino-
cencio , como arriba oueda dicho , para pedir á su
rey, el cual en compañía del obispo ebredunensecon
muy buenas palabras los remitió á Francia endereza-
dos al cardenal Beneventano su legado, con orden
que al conde de Mon forte entregase loque tenían ga-
nado eo Francia contra los herejes, á tal que el mis-
mo pusiese en libertud al niño rey de Aragón y le en-
tregase á sus vasallos. Sabida la voluntad del papa,
el legado y ei conde de Monforte obedecieron sin di-
ficultad. Hallábanse en Carcasona, desde donde
acompañaron al rey, que tenia solo Sfisaños y cua-
tro meses, hasta la ciudad de Narbona ; en su com-
pañía don Hamon conde de la Proenza su primo her-
mano, y de la misma edad del rey, para que se críase
en Aragón entre tanto que las guerras de Francia se
apaciguaban. Acudieron á aquella ciudad por estar á
la raya de los reinos muchos señores de la corona de
Aragón para recebír, servir y acompañar á su rey,
todos con ^an muestra de alegría y grandes regoci-
jos y recebimientos , que todos los pueblos por do
f tasaba y le hacían procesiones y rogativas por su sa-
ud y larga vida. Tenia el niño para aquella edad las costumbres *que pertenecen á estado tan alto?
huesa presencia, j la estatura del cuerpo mayor que
pedían aquellos anos : muestra de loque fue adelante
de su valor y grandeza.
El conde oe Monforte se quedó para proseguir la
guerra. El legado , que en todo tenia mano, hizo
convocar cortes para la ciudad de Lérida con aten-
ción á dar asiento- en todas las cosas. Juntáronse á
su llamada los señores , ricos hombres , los prelados
Íj procuradores para el día que les señalarqn. Los in-
ántes don Sandio y don Fernando no quisieron acu-
dir per ver el pleito mal parado. En aquellas cortes
todos los que presentes se hallaron de los tres brazos
del reino , juraron al nuevo rey : cosa nueva en Ara-
gón, pero que deste principio quedó asentado para
adelante , y así se acostumbra de jurar aquellos re-
yes. Nombraron por ayo del niño para que le amaes-
trase á don Guillen Monredon maestre y superior de.
los Templarios de aquel reino , y el principal de los.
embajaaores que de enviaron al papa. Señalaron
otrosí la fortaleza de Monzón para que allí se criase
TOMO I.
Solo lo aquejaba la muchedumbre de los negocios y .
el deseo que tenía de su reoogimiento y quietud.
Olieron esto algunos que tienen por constumbre de
calar lasaliciones y desvíos de los príncipes para por
aquel medio encaminar sus particulares; ene*»pecíal
los de la ca&a de Lara, como acostuaibrados á man-
dar, procuraron aprovecharse do aquella ocasión para
apoderarse ellos el gobierno.
Eran tres hermanos, Alvaro, Fernando y Gonzalo,
lujos de don Ñuño conde de Lara poderosa en rique-
zas y en aliados. Estos hacían poco caso del rey por
ser niño,. y de su hermana por ser mujer. Pretendían
salir con su intento quier fuese con buenos medioH,
quier con malos. Ofreciéronse dos ocasiones muy á
propósito : la una que un hombre particular ilamaído
Garci Lorenzo natural de Falencia, tenía muolia ca-
bida con doña Berenguela. De la industria deste
hombre y de su maña que era muy grande, se pre-
tendieron valer, y para esto le prometieron, si ter-
ciaba bien y les acudía conforme á su deseo, de dalle
Ifi**
36D
BIBLIOTECA DC GASPAR Y ROIG.
en premio la villa de Tablada que él mucho deseaba.
Esta fue la primera ocasión. La segunda y de menos
íroporiancia fue la ausencia que á la sazón hizo don
Rodrigo arzobispo de Toledo, que solo por su mucha
autoridad y prudencia pudiera descubrir y desbaratar
estas trazas. Partióse para Roma para hallarse con
los demás prelados en el concilio Laterano que por
sus edictos teuia convocado el papa Inocencio. Jun-
táronse ¿ su llamado cuatrocientos y doce prelados,
y entre olJos los setenta y uno eran arzobispos , el
patriarca de Jerusalén y el de Constantinopla. El
Alejandrino y el Antiochene no acudieron ,pero en-
viaron sus tenientes que supliesen sus veces. Los
demás sacerdotes que acudieron , apenas se podían
contar. Los negocios que en este concilio se trataron,
fueron muchos y muv graves. Sobre todo pretendían
renovar la guerra de la Tierra Santa, y apaciguar las
alteraciones de Francia que los herejes traían re-
vueltas.
Abrióse el concilio por el mes de noviembre en la
ig/esía de San Juan dcLelran. Éntrelos demás padres
se señaló mucho el arzobispo don Rodrigo : hizo una
o raciona los del coucilio en lengua latina, pero mez-
cladas sentencias y como flores de las otras lenguas,
italiaua, alemana, luglesa, francesa, como el que bien
las sabia, que puso admiración á los padres hasta decir
que desde el tiempo de los apóstoles nunca se vio cosa
semejante. En particularsetratóde la primacía de To-
ledo a causa que los arzobispos de Tarragona, Braga,
Santiago y Narbona no le querían reconocer ventaja
por razones que cada cual en su defensa alegaba. Pre-
sen tárense por la iglesia de Toledo las bulas de los pon-
tífices romanos mas antiguos, sus sentencias y deter-
minaciones, los decretos délos concilios, argumentos
Y probanzas tomadas de la ao tí guedad , que en los hom-
bres es venerable, y en las ciudades se tiene por cosa
sagrada. Salieron á la causa el arzobispo de Bra^a y
el de Santiago aue presentes se hallaron, y el obispo
de Vique como lugarteniente del de Tarragona. Pre*
tendian alegar, y alegaron de su* derecho, y respon-
der á los argumentos y razones que por el de Toledo
militaban.
No se procedió á sentencia á causa que algunos de
los interesados se hallaban ausentes y era necesario
oírlos. Solo concedió el pa[>a al arzobispo don Rodrigo
que por espacio de diez anos tuviese autoridad de le-
gado en toda Espaiía; j que si la ciudad de Sevilla
viniese á poder de cristianos (i) comeespernban que
sería en breve por la Anqueza de los Almohades, que
en tal caso quedase sujeta al arzobispo de Toledo
comoá primado, sin que pudiese contradecir ni ape-
lar deste decreto. Conceaióle demás desto facultad
de dispensar y de legitimar trecientos hijos bastar-
d05$, y que en todas las iglesias de Espatía en las ciu-
dades que fse ganasen de moros , pudiese nombrar y
goner I06 obispos v sacerdotes que en ellas faltasen,
randefae el crédito que el dicho arzobispo ganó
en aquel concilio no solo perlas muchas lenguas que
sabía , sino por sus muchas letras y erudición , que
para aquel tiempo fue grande. Dejó dos libros escri-
tos, uno de la historia cíe España, el otro de las cosas
de los moros, fuera de otro tratado que anda suyo en
defensa de la primacía de su iglesia de Toledo. .
Tocante á la guerra de la Tierra Santa se acordó y
decretó en ei mismo concilio que todos los ecJasiásti-
008 ajrudasen para los gastos y para Jlevalla adelante
concierta parte de sus rentas. Con este subsidio en-
viaron gente de socorro, y por su general á Pelagio
cardenti y obispo albanense de nación español , se-
gonqoe lo testifica don Lucas de Tuy, ▼ que con este
socorro se ganó la muy famosa ciudad de Damíeta
puesta en lo postrero de Egipto. Cuanto á las revuel-
tas de Francia, los dos Raimundos ó Ramones padre
( I ) Fue por bula de nonorío IIV, y no de Inocencio III.
y hijo, conde de Tolosa^ acudieron al concilio para
pleítar contra Simón de Monforte que los tenia des-
pojados de su estado. La resoluciou fue que los con-
denaron como á herejes, y adjudicaron á Simón dn
Monforte la ciudad de Tolosa con todo aquel con-
dado , y los demás pueblos y ciudades que había
ganado á los herejes con su valor y buena mana.
En virtud de lo cual fue á verse con eJ rey de
Francia para hacerle sus homenajes como feudatario
suyo por aquellos estados, como lo hizo, y juntamen-
te a.sentó con aquel rey confederación y perpetua
amistad. Pero como quier que no se fiase de los vasa-
llos^ oue toda víase inclinaban á sos señores antiguos,
hizo desmantelar las ciudades de Tolosa, Carcasona y
Narbona , por donde y por les tributos muy graves
que derramó sobre aquellos estados, incurrió en gra-
ve odio de los vasallos, de tal manera que muchos
pueblos á la ribera del rio Ródano se le rebelaron y
se entregaron á Raimundo el mas mozo, hijo del des-
pojado, y aun poco adelante se perdió U misma
ciudad de Tolosa : para todo ayudó mucho que di-
versos señores de Francia y de Cataluña sin embargo
de lo decretado por el papa y por el concilio acudie-
ron con sus fuerzas á aquellos príncipes despojados
y pebres.
El de Monforte pretendía con sus gentes recobrar
aquella ciudad de Tolosa, y se puso con esle intento
soore ella, y aun saliera con la empresa, sí no le mo-
taran con una piedra que dispararon los cercados de
un trabuco : hombre dignísimo de mas larga vida y
de mejor fin por sus muchas virtudes y valor; y qué
á la destreza de las armas igualaba su piedad y amor
de la religión católica. Dejó dos hijos de edad muy
florida, el uno se llamó Aymerico el otro Simón. El
Aymerico luego que mataron á su padre, alzó el cer-
co, V perdida grande parte de aquellos estados, desis-
tió, de la guerra. No se igualaba á su padre en gran*
deza de ánimo, én hazañas y valor : así desconfiado
de poder sosegar aquellos vasallos y contrastar con
tantos príncipes como le hacían resistencia, se resol-
vió de renunciar aquellos pueblos y entregallos al
rey de Francia , que en recompensa le nombró por
bu condestable, trueco muy de$íi(ual : esto pa«o tres
años adelante, volvamos á la orden de los tiempis
que poco arriba dejamos.
CAPITULO V.
Cómo los de la casa de Lara se apoderaron del gobierno
de Castilla.
Los de la casa de Lara todavía continuaban en su
Í)retension y solicitaban á Garbi Lorenzo para qne
es ayudase: él engolosinado con las promesas que le
hacían , y porque no se le pasase aquella ocasión de
adelantarse , se ofreció de hacer todo lo que le pe-
dían. Solo esperaba alguna buena coyuntura ; y ha-
llada, dijo un dia á la reina gobernadora , que muy
descuidada estaba de aquellas tramas , aue la carga
de aquel gobierno era muy pesada, y sobre las fuer-
zas mayormente de mujer: encareció mucho las difi-
cultades, los peligros , la diversidad de aficiones y
parcialidades que entre los señores v entre los del
pueblo andaban. La reina que mucho deseaba so
quietud , fácilmente se dejo persuadir v Uevar de
aquellas engañosas palabras. «¿Quién (di{o) me podrá
«descargar deste cuidado? ¿outéo os paicce á propó-
»síto para encargalle el gooierno y la crianza del
Drey?» Respondió: Ninguno en el reino en poder y
en riquezas se iguala i los de la casa de Lara , qué
podrán acudir á todo y reprimir los intentos de ios
mal intencionados.
Parecióle bien este consejo á la reina y está traza.
Acordó juntar los obispos, los ricos hombres y los
señores para consultar el negocio. Los mas, pregun-
tado su parecer, se allegaron al de Garci Lorenzo, y
UIÜTURU I
M confOTnftrorf can U voluüUd de I» reina unos por
DO entender el engaño, otros por esta c negociados,
otros por aliorrecer el gobierno presente como de
mujer, y ser cosa ustural de nuestra naturaleza per-
tersa creer de ordinario que lo Tenidero será mejor
que lo firesente. Saiiú por resolución tjue ia reina de-
Cei aobiwoo del ramo y ie renunciase en los tres
iSQOt j señores de Lara. VoWiÚ en esta sazón de
HonH el ■raobispo don itodrigo con poder y aulori-
dtó ri« tesado del papa : QO le plugo nada que la
reina mntinHnw , ppro el negocio le tenían tan ade-
lante , que ihi tiB alreviú á contradecir.
Sok) tiiio que aquellos señores de Lara en sus ina-
DOS hicieMH inniniento que mirarían por el bien
coiODD y por el pro de todo el reino, en particular
que no (uritn ni quitarían tenencias y gobiernos de
poeblos y casüllos sin consulta de la reina y sin su
Tolantad : que no harían guerra á los comarcanos,
ni derramanan nuetos pecTwe sobre los vasallos : fi-
nalmente que á la reina doña Berenguela lendrisn
el respeto qne se debía y era razón lenerle á la que
era hermana, hija y mujer de rejes.
Con este homenaje les parecí» se cautelaban y
aseguraban qae todo procedería bien y á contento,
como « pudiese cosa alguna enfrenar a los ambicio-
sos, y si el poder adquirido por malos medios Límese
de ordinario mejores ios remales. Pue así qae luego
que den Alraro el mayor de los hermanos se apoderó
del mUemo , partió de Burgos , do se hizo la renun-
ciacioa y tom» estos conciertos. Lo primero desterró
del reino á ciertos señores por causas ya terdarieraa
ya bisas. Apoderóse de los bienes públicos y particu-
lares sin perdonar i las mismas rentas de las iglesias.
A los patrones legos, que tenían derecho y cos-
tumbre de presentar para loí beneUcio» de las iglesias,
loerandeúnier
quitó aquella libertad c«
orriu(
, y de repurar el culto diímo que en muchaí
nMfleras andaba menoscabado. Eti todo procedía por
vta de fuena sin cuidar de las leyes , ni de la rerael-
ta que los tiempos amenazaban. Pasó tan adelante
en esta rotura que puso en necesidad i don Rodrigo,
deán de Toledo y vicario del arzobispo , de pronun-
ciar sentencia de descomunión contra el diclio don
Alvaro gobernador. Enrrenóse algún tanto por este
castigo, y bizo alguna restitución y satisfacción de
los daiios pssadoH ; pero no se mudó del todo su coq-
dicion y mal inimo. Junld cortes en Valladoiid. Acu-
dieron il sn llamado y á su persuasión por la mayor
Sirte los de su parcialidad y de sn valia, que so color
el bien público y con voz de todo el reino ayudaron
sas intentos de ami^rse en el gobierno , y perlre-
chane con todo cuidado para todo lo que pudiese
resaltar Este Tne el principal efecto de aquellas
cortes.
A gran parte de la nobleza pesaba^ mucho que don
Alvaro con aquellas trazas se apode'raae de todo sin
que nadie le pudiese ír á la mano , y que uno snlo tu-
viese mas fuerza y autoridad que lodos los demás. Gn
especial don Lope de Raro hijo de don Diego de Ha-
ro ( I ), y don Chántalo Ruiz Girón mayordomo de la
casa real y sus hermanos , que todos eran de los mas
principales. Rumian mucho el desorden. Comunica-
ron entra si el negocio : acordaron hacer recurso í
doña Berenguela , y querellarse de la rcnunciacidn
que hizo del gobierno. Pusiéronle delante el peligro
que todo coma , si prestamente no se acudia con re-
medio : que bien estaban satisfechos del buen ánimo
é intencion'que tovo en renunciar el gobierno; mas
pues las cosas sucedían al revés de lo que se pensó,
era forzoso mudar propósito y volver al oricio y cui-
dado qae dejó, pnra que aquellos hombres locos y
sin término noacabisen de hundíllo todo : a ¿ Por ven-
"tura serí razón qoo antepongáis vuestro descanso y
(1) La tfipt át eüQ Taro.i tan notable de aquellos liem-
t, ESpi.ÑA. 3fl7
nquíetud al bien común y pro de todo el reino, per-
«mitir que lodos nos despeñemos y nos perdamos?
» ¿Por qué no quitareis el olício y cargo que sin dar-
iinoB parte rcnunciastcs , á un hombre sin juicio y
udesatínado? Librad puesú n<>sy alreinodelas tem-
Dpeatades que á todus amenazan ; que sí en este
«trance no ñus acudís , será forzoso remediar ios da-
nfios con las arma^. Mirad fiewra no se dign que por
Del deseo de vuestro particular descanso fuistes cau-
nsa que el reino se revolviese y alterase , como será
Movían estas razones A la reina : conocía el yerro
que hizo ; todavía como era mujer y llaca no se atre-
vía á contrastar con los que tenían en su poder las
fuerzas y las armns del remo. Temía que si intentaba
de dcspojallos del gobierno, resultarían mayores ma-
les : tomú por espediente avisar á los de tara de la
jur* que hicieron de gobernar el reino con todo cui-
dado sin hacer agravios ni demandas , en que parecía
haberse desmannado. Sirvió este aviso muy poco, an-
tes irritado don Akaro se apoderó del estado y pue-
blos de la misma reina , y no contento con esto , la
mandó salir de todo el reino : grande atrevimiento y
afrenta notable, bien fuera délo que sus obras mere-
cían , V de lo que la nobleza y agradecimiento pedia.
La reina por escnsar mayores incunvenienles en
compañía de su hermana la infanta doña Leonor se
retiró al castillo de Otella cerca de Palencia por ser
una plaza muy fuerte : muchos de los grandes toma-
ron su voz , en que perseveraron hasta la muerte del
rey su hermano. Todo era principio de nlgun gran
rompimiento, mayormente que í don Gonzalo Girón
.1G8
BIBLIOTECA DE
removieron del oficio de mayordomo mayor , y se dio
ú don Fernando de Lera hermano de don jívaro. AI
rey aunque de poca edad , no contentaban estas tra-
mas : deseaba nallnr ocasión para librarse de los que
en su poler le tenian , y irse para su hermana. Era
por dí'más tratar desto , Dorque don Alvaro le (enia
puestas guardas y tómanos los pasos : demás desto
por.: segurarse mas , y gaialle la voluntad con delei-
tes fuera de tiempo trató de casarle. Despachf^ em-
bajadores nara pedir por mujer del rey á doña Malfada
hermana ael rey de Portugal don Alonso. Concertóse
el casamiento, y trajeron la novia á Falencia, do se
celebraron las bodas.
Recibió desto mucha pesadumbre doña Berengue-
la por los daños que podían resultar á causa de la
edad del rey, que era muy poca. Escribió sobre el
caso al papa Inocencio : avisóle del deudo que tenian
entro si los desposados. El papa, informado de todo,
por un breve suyo remiHó el negocio á los obispos
don Teilo de Falencia y don Mauricio de Burgos para
que examinasen lo que la reina decia, y si se averi-
guase el impedimento, apartasen aquel casamiento
so graves penas y censuras sino obedeciesen á sus
mandatos. Los obispos luego que recibieron el breve,
procedieron en el caso como les era mandado , y
averiguado el parentesco que se alegaba , dieron sen-
tencia de divorcio : con que la desposada ,^ á lo que
se cree, doncella y sin perjuicio de su virginidad dio
la vuelta á Portugal. Allí fundó el monasterio de Bu-
cha , y en él pasó lo que le restó de Ri vida , santa y
religiosamente, aunque muy sentida no solo de aque-
lla mengua sino en especial contra don Alvaro que
no contento de haberle sido causa Je aquel daño tra-
tó de casarse con ella ; que fuera un trueco muy de-
sigual y de reina sujetarse á su mismo vasallo.
Todo esto pasaba en Castilla el año que se contó
de Cristo 1 210 , en que á diez y seis de julio falleció
en Roma el papa Inocencio II! persona de aventajadas
prendas y virtudes, y que pocos en el número de los
pontífices se lo igualaron, en particular fue muy elo-
cuente y muy sabio en letras divinas y humanas. Su-
cedió en su lugar Honorio IH natural de Roma, eñ
cuyo tiempo y pontificado falleció en aquella ciudad
ia reina de Aragón (1)-, doña María madre del rey
don Jaime : sepultaron su cuerpo en el Vaticano
cerca del sepulcro de Santa Petronilla. Allí reposaron
sus huesos de los muchos trabajos que padeció por
toda su vida^ desterrada de su reino y de su patria,
pobre y apartada de su marido. En su testamento
dejó encomendado su hijo y el reino de Aragón al
pontífice para que como padre universal los recibiese
tlebfjo de su protección y amparo. La edad del rey
tenia necesidad de semejante favor; y por estar los
del reino divididos en parcialidades , de que se temían
revueltas y guerras , era menester que la prudencia
del pontífice los enfrenase, lo que él hizo con todo
cuidado por cuanto le duró la vida.
En esta sazón don Ramón conde de la Proenza por
cartas que sus vasallos le enviaban , se determinó de
huirse secretamente de Monzón do le tenian como
Ereso en compañía del rey de Aragón su primo. Em-
arcósc en una galera que en el puerto de Salu cerca
de Tarragona le tenían aprestada. Con su llegada á
su estado se apaciguaron graves diferencias que an-
daban entre los principales de aquella tierra, como
los que estaban sin cabeza , y cada cual pretendía
poner maneen el gobierno. Tomás conde da Maurie-
na , cepa de los duques de Saboya, tenia una hija por
nombre Beatriz , oue casó con este don Ramón con-
de de la Proenza. Desle matrimonio nacieron cuatro
hijas, que casaron las tres con otros tantos reyes , y
la cuarta con el emperador^ rara felicidad y notable.
(1) Zurita en sii% Anales de Aragón pone la muerte de
esta reina eJ año 1319.
GASPAR V BOlG.
La huida de don Ramón fue ocasión de poner en li-
bertad al rey de Aragón. Don Guillen Monredon maes-
tre del Temple comenzó á recelarse por este ejemplo
no le sacasen con semejante maña de su poder al rey,
que seria ganar otros las gracias de ponelle en liber-
tad , y quedar él cargado de habelle tenido tanto
tiempo como preso. Con este cuidado , y para dar
corte en lo que se debía hacer , se comunicó con
don Pedro de Azagra señor de Aibarracin , y con don
Pedro Abones, ambos personajes de mucho poder y
nobleza. Acornaron de llamar á Monzón á don Aspar-
go que de obispo de Pamplona k) era á la sazón de
Tarragona , y á don Gui4en obispo de Tarazona. Jun-
tos que fueron , de común acuerdo se resolvieron de
poner al rey en libertad y entregaile el gobierno del
reino, si bien no pasaba de nueve años. Tomaron este
acuerdo por el mes de setiembre , y se juramentaron
entre si de llevar adelante esta resolución.
No hay cosa secreta en las casas reales , mayor-
mente en tiempo ^ue reinan pasiones y parcialida-
des. Don Sancho tío del rey , que tenia el gobierno
del reino , sabido lo que pasaba , con intento de con-
servarse en el mando llevaba muy mal aquel acuerdo.
Desmandábase en palabras y fieros en tanto grado
que llegó á amenazar cubriría de grana el camino pw
do el rey pasase , que era tanto como decir le regarla
con sangre de los que le acompañasen. Su soberbia
era tan grande que nunca pensó se atrevieran i lo
que hicieron ; y todavía se fue con buen gol|>e de
gente á Selga , que es un pueblo puesto en el mismo
camino por do habían de pasar. El rey cuando esto
supo, tuvo miedo, tanto que sin embargo de su poca
edad se puso una cota de malla con intento de pe-
lear , si fuese necesario. Valió que don Sancho aun-
que tenia en las manos la victoria por ser muy pocos
los que acompañaban al rey , bien que de ios mas
ilustres y principales, no se determinó á acomete*
I ios : la causa nu se sabe, parece que le cegó Dios
para que no viese la caída que desle principio muy
en breve le esperaba.
El rey libre deste peligro pasó á Huesca , de allíá
Zaragoza. Allí y por todo el camiao se hicieron gran-
des fiestas y alegrías y recibimientos por velle puesto
en libertad, ca todos esperaban y tenian por cierto
que para adelante el gooierno procedería mejor que
hasta allí , y los daños del reino se remediarían. Coo-
veoia dar asiento en negocios rouv graves que tenían
represados , sosegar las voluntades y parcialidades,
alentar á les buenos y cortar los pasos a los no tales.
Para todo tenían necesidad de recoger dineros, de
que se padecía gran falta á causa de los gastos que
los años pasados se hicieran, y de los bandos y pasio-
nes que continuaban y todo lo tenían consumido. Los
catalanes acudieron á esta necesidad con mucha vo-
luntad : otorgaron que se cobrase el tributo, que
vulgarmente llltman bovatíco por repartirse por las
yuntas de bueyes y las demás cabezas de ganados.
Este tributo :>e concede pocas veces y solo en tiempo
de graves necesidades ; y sin embargo de que le
otorgaron al rey don Pedro los años pasados por tres
veces , al presente se le concedieron al rey don Jaime
su hijo, que fue el año mil y docientos y diez y sie-
te. Fue esta concesión de grande momento : de qoe
se recogió tanto dinero cuanto era menester para el
sustento de la casa real, y para apercebirse de gente
que enfrenase las demasías de cualquiera que ^é des-
mandase.
CAPITULO VI.
De lo restante l)asta la muerte del rey don Enrique de
Castilla.
La división y enemiga entre don Alvaro de Lara
y la reina doña Bercnguela traía alborotado el reino,
pequeños y grandes : unos acudían á una |ttrli%
HISTORIA DE ESPAÑA.
36d
Otros á la coQlraría do qne resuitaban maeries y
robos j etros fféneros de maldades. Stcedió un naevo
embosle de don AWaro , con que echó el sello ¿ los
demás desórdenes y trazas. Pasó el re y al reino de
Toledo, y entreteníase en Maqueda, vula poeo dis-
tante de aquella ciudad. Doña Berenguela su herma-
na euictedosa de su salud le despacho un hombre para
que de secreto . le ytsitase de su parte , y le Uetase
nuevas de todo lo que pasaba. Tuto don Alvaro desto
aviso : prendió al hombre coa achaque que traía car-
tas, que él mismo contrahizo con el sello de la reina.
en que persuadía á los de palacio diesen yerbas al
rey su señor. Para dar mavor calor á esta invenetoa,
y para hacer sospechosa a la reina , j que el rey se
recatase de la que era su amparo, hizo dar garrote
al mensajero , «roe sin culpa alguna estaba.
Con esto hecno tan atroz se enconaron mas las vo«
Iwitades: los mismos vecinos de Maqueda , sabidoel
embaste, con mano armada pretendieron dar la
muerte á hombre tan malo ; y salieran cone'lo si con
tiempo no se retnnra y en compañía del rey se par-
tiera camino de Huete. A aouella ciudad envió de
nuevo la reina doña Berenguela ¿ inslnncia del mismo
rey otro hombre, que se llamaba Rodrigo González
de Valverde , para comunicar con 61 la manera que
tendría para retirarse donde la reina estaba. A este
también prendieron y enviaron á Aiarcon para que
iilli le ^rdasen : no se atrevieron á darle la muerte
por no indignar mas la gente; la tempestad empero
que con estas nubes se armaba . revolvió sobre los
señores que seguían el partido oe la reina. Tuvo el
rey fai cuaresma en Valladolid : desde allí envió don
Alvaro buen golpe de ffente para cercar á Móntale-
gre, en que se tenia don Suero Tellez Girón caba-
llero de muy antiguo y noble linaje, ybienapercebido
de soldados para defender aquella plaza; demás que
tenia dos hermanos el uno don Fernando Ruiz y el
otro don Alonso Tellez que le pudieran acudir, y no
lo hicieron por respeto del rey , antes don Suero
luego que en nombre del rey le requirieron entre-
gase aquella teerza, lo hizo , si bien se pudiera en-
tretener largamente; mas los nobles antiguamente
en Bspaña sobre todo se esmeraban en guardar ¿ sus
principes el respeto y la debida lealtad. Después des-
to corrieron los campos comarcanos ; y el rey mismo
con su gente se puso sobre Carrion. Desde ó poco
pasó sobre Villalva , dentro de la cual fuerza se ha-
llaba Akmso de Meneses, no menos ilustre que los
Girones , pero no tan comedido como ellos.
La venida del rey fue de sobresalto, y don Alonso
á la sazón se hallaba fuera del pueblo : para entrar
dentro le fue foneeso hacerse camino con la espada,
en qne estuvo á punto de perderse , y quedó herido
7 maertos muchos desús criados, y algunos caba-
llos que le tomaron en Ul refriega sin embargo de-
fendió aquella plasa obstinadamente hasta tanto que
el rey perdida la esperanza de salir con la empresa,
dio lá vuelta para la ciudad de Palencia en sazón que
por otra pártese hacia la guerra contra donRodriso
▼ don Alvaro de los Cameros , en cuyo poder estaba
Ja ciudad de Calahorra. Acudió el rey á esta empresa:
con qne fácilmente se apoderó de aquella ciudad por
eDlrega que Garci Zapata le hizo del Castillo» cuyo
alcalde era, sea por acomodane al tiempo, ó por
juzgar le sería mal contado si hacia resistencia á su
rey que se hallaba presente. Tomada agüella ciuiiad, I
niar<: harón contra oon Lope de Haro señor de Vizca-
ya. La tierra es áspera y la gente muy aficionada 4
sos señores , míe fue causa que la guerra se alargase
y el rey diese la vuelta : esto dio animo á don Lope
nara con la gente que tenia junta para su defensa,
hacer entrada por las tierrasoel roy y correrlos cam-
pos sin reparar hasta la villa de Miranda de Ebro.
Salióle al encuentro don Gonzalo hermano del go-
bernador don Alvaro : asentaron sus reales los unos
ú vista de los oíros con intento de pelear. Escusóse
la batalla por la diligencia de varones graves y roli-
Siosos que se pusieron de por uumIío , y les pej^ua-
ieron aesistiesen de aquel intento, de que resultarían
ffraves daños por cualquiera de las partes que que-
dase la victoria.
Con esto don Gonzalo se partió para do el rey esta-
ba, y don Lope se fue á Otella para verse con la
reina dona Beronguela, y asistilla, ca se temia nn la
cercasen dentro de aquel eastiUo, y aun refieren que
el roy con su gente mas por engaño de don Alvaro
que por su voluntad , lo intentó ; sin hacer empero
efecto dio la vuelta áPalenda. Añaden cnie se trató
de casar de nuevo el rey con doiía Sancha bija del
rey don Alonso de León, y de su primera mujer , y
que estuvieron muy adelante los conciertos, con tal
que la infanta heredase el reino de su padre , sin em-
bargo que tenia en doña Berenguela ¿ su hijo don
Fernando ¿la verdad quióo la podrá averiguar? que
la historia deste tiempo no meóos revueltas y perple-
jidades tiene que las mismas cosas del reino. Con-
cuerdan en que como el rey estuviese aposentado
en bs casas del obispo , y jugase con otros sus igua-
les en el patio , fue muerto por un caso repentino y
desmracia estraordisaria : una teja que cayó le des-
calabró la cabeza, de que desde á once dias murió
martes á seis de iunío año de 1217. Gran burla de
las cosas del mundo , grande lo miseria , pues muere
un rey joven en la flor de su edad , en la entrada del
reino , que apenas habia probado qué cosa es vivir y
reinar. Éav fama aunque sin autores bastantes , qne.
un manceno del linaje de los mancebos tiró una pie-
dra desde una torre que estaba cerca , y con ella
quebró la teja que cayo sobre la cabeza del rey y le
mató. El cuerpo el tiempo adelante enterraron junto
á la sepultura de su hermano don Fernando en las
Huelgas de Burgos, en que cada año el dia de su
muerte le hacen anivenano en aquel mismo tiempo.
Vivió menos de catorce años : detlos reinó los dos y
mas nueve meses.
Este mismo año en Portugal se ganó de los moros
un pueblo principal que se llama alcázar de Sal, y
antiguamente se llamo Salacia , y era colonia de ro-
manos. El autor y movedor principal desta empressi
fue Hateo obispo de Lisboa : él juntó para ello mu-
cha gente de Portugal, y persuadió , á los caballeros
Templarios que avudasen : y lo que mas hizo al ca-
so , una armada de mas ae cien velas en que gran
número de ingleses, flamencos y franceses , tomada
la señal de te cruz por lo que se trató en el concilio
Lateranense , pretendían rodeado el mar Océano y
Mediterráneo, pasar á las partes de Levante y á la
Suria en defensa de la Tierra Santa y para dar calor
á aquella guerra sagrada , aportó á Lisboa y echó an-
clas en aquel puerto : estos á pereuasion de aqud
prelado se juntaron con los demás para combatir
aquel pueblo. Acudió á la defensa y á dar socorro á
los cercados gran morisma de Sevilla, Córdoba y
otras partes. Vinieron á batalla, en que murieron
mas de sesenta mil moros : gran matanza. Diosé la
batalla á los veinte y cinco de setiembre, y á los
diez y ocho de octubre se ganó la plaza.
CAPITULO VIL
Cómo airaron por rey de Castilla á don Fernando llama-
do el Santo.
El rey don Enrique tenia dos hermanas mayores
que él , doña Blanca y doña Berenguela. Doña Blanca
casó con Luis hijo mayor de Philípe Augusto rey de
Francia , doña Berenguela á su marido don Alonso
roy de León durante el matrimonio le parió cuatro
hijos que fueron don Fernando, don AJonso , doíia
Constanza y doña Berenguela. Doña Blanca se aven-
370
BIBUOTBCA DE GASPAR Y ROfG.
tajaba en la edad ca era mayor que su hermana (I),
y parecía jasto sucediese en el reino de su liermano
difunto, 81 eJ derecho de reinar se gobernara por las
leyes y por los libros de juristas , y no mas aína por
la ?oluntad del pueblo , por las fuerzas, diligencia y
felicidad de los pretensores , como sucedió en este
caso. Juntáronse muchos donde la reina estaba con
toda brevedad para consultar este punto. Salió por
resolución de común acuerdo sin hacer mención de
dona Blanca que el reino y la corona se diesen á su
hermana doña Berenguela. Aborrecían como es or^
dinarío el gobierno de eitranjeros, y recelábanse que
si Castilla se juntaba con Francia, podrían dello re-
sultar alteraciones y daños.
Antes que esta resolución se tomase, la reina
doña Berenguela para evitar inconvenientes despachó
á don Lope de Haro v á Gonzalo Euiz Girón para oue
alcanzasen del rey oe León le enviase á su hijo aon
Femando para que la asistiese contra las fuerzas y
embustes de don Alvaro Nuñez de Lara el ffobema-
dor, que á la sazón la tenia cercada dentro de Otella,
como queda dicho. Desistió por entonces de preten-
der contra los de Lara, pori^tte alzaron el cerco; al
presente sabida la desgracia del rey su hermano,
volvió á su primera demanda. Era menester usar de
presteza antes que la muerte del rev llegase á noticia
del rey de León , del cual se recelaoan no intentase
de apoderarse del reino de Castilla cerno dote de su
"mujer, si bien el matrimonio estaba apartado: el
recelo por lo que se vio adelante , no era sin propó-
sito. Los embajadores se dieron tal priesa ; | usaron
de tal diligencia que antes que el rey de León supie-
se nada de lo que pasaba , alcanzaron del lo que pre-
tendían. Fue cosa fácil encubrir la muerte del rey
por causa que el conde don Alvaro ponía en esto gran
cuidado; el cual aunque de repente se víó apeado
del gran poder que tenia, no se olvidó de sus mañas,
antes llevó el cuerpo del difunto á Tarrago. Dende
echaba fama oue vivía , y despachaba en su nombre
muchos recaaos y negocios , dando diversas causas
Sorque no salía en publico, ni comunicaba con na-
ie. Bien vía él que semejante invención no podía ir
á la larga; mas procuraba en este medio pertrecharse
y asegurarse lo mas que podía.
Llegó pues el infante don Femando á Otella donde
estaba su madre > bien ignorante de lo que pasaba j
ella pretendía , que fue renuncialle luego como lo hi-
zo el reino y la corona. La ceremonia que se acos-
tumbra i hacer cuando alzan á alguno por rey, se
hizo en la ciudad de Najara debajo de un gran olmo:
tal era la llaneza de aquellos tiempos. Alzaron los
estandartes por el nuevo rey , y hiciéronse las demás
solemnidades. De Najara volvieron á Falencia con in-
tento de visitar el reino: recibiéronlos ios ciudadanos
con muestra de mucha voluntad y alegría á persua-
sión de su obispo don Tello, que con su autoridad y
diligencia los allanó, y quitó todas Jas dificultades.
Pasaron adelante ; llegaron á la vüla de Dueñas , que
les cerró las puertas; pero como quier que el pueblo
no es grande ni muy fuerte, fácilmente le entraron
por faerza. Allí comenzaron algunos de los grandes y
ricos hombres á mover tratos de paz con los de la
casa de Lara y los demás de su vaJía. El conde don
Alvaro de buena gana daba oídos á los que desto tra-
taban ; todavía como el que estaba acostumbrado á
mandar, pretendía llevallo adelante, y para esto
quería le encargasen la tutela del nuevo rey : gran
mbethiü y temeridad.
Tenia aon Fernando á la sazón diez y ocho años,
si bien otros dioen que no eran mas de diez y seis;
«sdad no muy fuera de propósito para encargarse del
gobierno. Lascosas amenazaban rompimiento y guer*
(1) Por serlo contrarío, doña Berenguela fue declarada
ÍUrcspnt de don Alonso el Noble y jurada como tal.
ra. Los reyes pasaron á Valladolíd pueblo grande j
abundante en Castilla. Juntáronse en aquella villa
cortes generales del reino , en que por voto de todos
los que en ella se hallaron , se decretó que la reina
doña Berenguela era la legítima heredera de los rei-
nes de su hermano , según que por dos veces lo te-
nían ya determinado en vida del rey su padre. Asi lo
refiere el arzobispo don Rodrigo : añaoe luego qoe
era la mayor de sus hermanas , que lo tengo por mas
verisímil , si bien algunos otros autores aon de otro
parecer. Lo cierto es ^e la reina por el deseo que
siempre tuvo de su quietud , tomó segunda vez con
la aprobación de las cortes a renunciar el reino á su
hijo ; y en esta conformidad le alzaron de nuevo por
rey en una plaza grande que está en el arrabal de
aquella villa. Desde allí con gran acompañamiento le
llevaron á la iglesia Mayor para que él jurase los
privilegios del reino, y los demás le hiciesen sus
homenajes acostumbrados en semejantes solemni-
dades.
Por otra parte el rey de León sn padra lue^ qne
supo lo que pasaba, y como la reina le engañó, se
dolía grandemente de verse burlado. No le pareció
que podría por bien alcanzar lo que deseaba . quetra
entregarse del nuevo reino de Castilla: acordó acudir
á la fuerza , envió delante á su hermano don Sancho
para que rompiese por las fronteras , y él mismo con
otro grueso eiército entró por tierra de Campos ba-
Gíendo todo el mal y daño que pudo. La reina aqoe*
jada del temor que le causaba aquella nueva tempes-
tad, envió dos obispos, Mauricio de Burgos y Domin-
go de Avila , para que con su prudencia y buenas ra-
zones amansasen al rey, y le persuadíieaen aliase
mano de aquella su pretensión tan fuera de camino y
de sazón. Esta diligencia no fue de provecho algoDo,
antes el pecho del rey se encendió en mayor sana,
mayormente une el conde don Alvaro y sus parciales
le daban granaos esperanzas que saldría con su inteD-
to; y á la verdad la guerra para ellos ere de provecho,
y la paz les acarreara mal y daño : Despedidos los
obispos , prosiguió el rey con su gente en las talas
que hacía, en las presas y quemas muy grandes, lo-
tentó apodernne de Burgos , ciudad real y eabeaa de
Castilla ; mas don Lope de Raro y otros caballeros le
salieron al encuentro y Je forzarou á dar la vnelu
mas de priesa que viniera.
Las ciudades de Segovia y Avila, que por estar
prevenidas del conde don Alvaro no vinieron eo ti
elección del nuevo rey , al presente mudado parecer
enviaron sus embajadores a la reina para descoliwse
de lo pasado, y para adelanta ofrecerse á su servicio,
que cumplieron muy enteramente, y nadie les hño
ventaja en obedecer al nuevo rey y en hacer resia-
tencia á los alborotados. Por otra parte el conde doa
Alvaro visto lo poco que le prestaban sus mañas, vino
en que el cuerpo difunto del rey don Enríoue, (f^
todavía le tenia en Tariego sin dalle sepultura, le
llevasen á enterrar. Acudieron á esto dos obispos, el
de Burgos y el de Falencia, que acompañaron el
cuerpo nasta la ciudad de Falencia. La reina doña
Berenguela que los esperaba, desde aJll junio con
los obispos acompañó el cuerpo y le hizo enterraren
las Huelgas de Burgos , como arriba se tocó. No acu-
dió el rey don Femando por tener cercado á MoñoB,
fmeblo fuerte y que no quería obedecer : pero en fin
e ganó por fuerza, prendió dentro del los soldarlos
que tema de guarnición en sazón que la reina so
madre, concluidas las honras y enterramiento, díóia
vuelta para vene con su hijo. De allí fueron á Bmff»
para asistir en las cortes que tenian aplazadas pan
aquella ciudad. Tras esto se apoderaron de las v^
Has de Lerma y de Lara, y se las quitaron á don
Alvaro.
Vueltos á Burgos , hicieron su entrada con repr^
sentacion de magostad á manera de triunfo, paaroo
HISTORU DE ESPAÑA.
37 í
á la Rioja , do sujetaron á Villorado, Najara y á Na*
varrele: todo se le allanaba al nuevo rey, porgue
demás que tenia de su parte la justicia y por el mis-
mo caso el Tavor del cielo , con su noble condición y
con la apostura de su cuerpo granjeaba las volunta-
des) y lodo el mundo se te aficionaba. Solo los seño*
res de Lara y sus aliados no acababan de sosegar, ni
los daños y males rendían sus corazones obstinados,
en que pasaron tan adelante que con golpe de gente
que juntaron de todas partes, se pusieron en un lu-
gar llamado Barreruela puesto en el mismo camino
por do el rey habla de pasar á Falencia. La mayor
parle de los soldados aloiaban dentro del pueblo: don
Alvaro en un cortijo allí cerca acompañado de poca
gente. Este descuido ó sea menosprecio de sus con-
trarios fue causa de su perdición , porque avisados
los del rey , dieron sobre él de repente , y aunque
pretendió defenderse , y apeado del caballo , y aun
después caido en tierra se cubria con el escudo de
los guipes que sobre él cargaban , al fin le rindieron
y quedó preso : con que se pudiera poder fin á los
mates y revueltas del reino , si no se aseguraran de-
masiadamente.
Fue asi que don Alvaro como se vio preso , rindió
al rey luego todos los pueblos y castillos que de la
corona le quedaban en su poder : estos fueron Alar-
con, Amaya, Tariego, Villafranca, Villorado, Najara,
Pancorvo. Esto hecho, no solo te dieron libertad, si-
no que el rey le recibió en su gracia y amistad. La
misma fiícililiad usó con don Fernamlo hermano de
don Aivuro, que tenía en su poder á Castrojeriz y
Orejón; y como no los quisiese rendir confiado en los
muchos soldados y provisión que dentro dellos tenia,
por escosar la guerra finalmente se concertaron que
los dichos pueblos quedasen en su podtsr, pero que
los tuviese en nombre y como teniente dei rey , y
para esto hiciese los homenajes acostumbrados. La
revuelta de los tiempos forzaba á venir en semejan-
tes conciertos , puesto que parecia menoscabo de la
magostad real y no fultaou quien murmurase de tan-
ta facilidad. A la verdid la paz no fue duradera , ni
los que estaban acostumbrados á gobernar y mandar,
se podian contar de vida particular y retirada ; an-
tes en breve se declararon 'en deservicio del rey , y
con gente que juntaron , corrieron la tierra de Cam-
pos naciendo todo el mal y dañoque podiaii. Armóse
el rey contra ellos, y apretólos de manera que fueron
forzados á desembarazar la tierra. Recogiéronse á lo
del rey de León, que se mostraba sentido por el reino
y corona que no le daban, á él debida según su pare-
cer, y se aprestaba para de nuevo con mayor fuerza
que antes hacer guerra en las tierras de Castilla , á
que le incitaban con mayor calor los de la casa de
Lara luego que se retiraron á su reino.
Algunos caballeros de Castilla quisieron ganar por
la mano, y con golpe de gente se metieron por las
tierras del reino de León: no eran tan fuertes que
pudiesen contrastar á las fuerzas de los contrarios,
uí su entrada fue muy considerada. Sobrevino el rey
de León do rebato: dio sobre ellos , y cercólos en un
ͻueblo en que se hicieron fuertes, llamado Caste-
Ion , puestu <>ntre Medina del Campo, y Salamanca.
Acudieron gentes de ambas partes, unos á socorrer
los cercados, otros para apre tallos: tratóse de me-
dios de paz, y finalmente se asentaron treguas entre
los dos reyes padre y hijo. Hallábase presente el con-
de don Alvar Nuñez de Lara , á la sazón enfermo de
una dolencia oue se le agravó mucho con la pena que
tomó por ver los reyes concertados: que á los revol-
tosos la paz y el sosiego suele ser odioso y contrario
á sus intentos. Hízose llevar en hombros á la ciudad
de Toro : con el camino se le agravó mas la enferme-
dad de suerte que en breve pasó desta vida ; cuya
muerte fue muy saludable para todo el reino asi bien
que su vida fue inquieta y perjudicial. Al tiempo de
la muerte tomó el hábito de la caballería de Santi.—
go: que asi se acostumbraba en aquel tiempo para
con aquella ceremonia y tas indulgencias concedidas
á los que tomaban la cruz , aplacar á Dios en aquel
trance y alcanzar perdón de sus pecados. El cuerpo
enterraron en Uclés, convento el mas principal de
aquella orden.
Su hermano don Femando, quede su voluntad se
había desterrado en África, con licencia del mira-
mamolin hacia su roFidencia en Elbora, población de
cristianos cerca de la ciudad de Marruecos. Allí em-
fermó de una dolencia mortal, y á ejemplo de su
hermano poco antes de espirar se hizo vestir el há-
bito de San Juan. Su mujer doña Mayor y sus hijos
don Fernaodo y don Alvaro procuraron que su cuerpo
se trajese á Castilla y le hicieron enterrar enlaPuen-
te de Fi tero, con vento y casa de aquella orden en
tierra de Falencia. Comenzó con esto á mostrarse
una nueva luz en Castilla, muertos los que alborota-
ban, y una grande esperanza que las treguas puestas
con León se trocarían en una paz perpetua , como
tocios lo deseaban. En particular pretendían volver
las fuerzas contra los moros: concedió el papa sus
indulgencias para los que armados de la señal de la
cruz se hallasen en aquella guerra. Juntóse gran gen-
tío mas por deseo de robar que por alcanzar perdón
de sus pecados. Dieron sobre Estremadura , talaron
los campos, quemaron los pueblos , hicieron presa
de hombres y de f?anados, finalmente se pusieron
sobre la vila de Cáceres con intento de forzalla ó
rendilla. Engañóles su esperanza á causa de las mu-
chas aguas que sobrevinieron, y el tiempo contrario
que les forzó sin pasar adelante dar la vuelta para
sus casas el fin del año que se contaba de nuestra
salvación de 1218.
CAPITULO VIH.
Eo España se fundaron monasterios de diversas
rcligioues.
En este estado se hallaban las cosas de España:
los reinos comarcanos eso mismo tenían guerras ci-
viles. De las guerras siempre suelen venir otrcs ma-
les y pérdidas grandes , muchos vicios v maldades.
La licencia y costumbre de pecar casi había apagado
la luz de la razón: los vicios eran tenidus por virtu-
des, las virtudes por vicios: gravísimo mal y daño.
En tantas tinieblas y tan espesas de ignorancia des-
pertó Dios hombres (como siempre ha liecho) señala-
dos en santidad y admirables, los cuales no dejaban
de encaminar los hombres á la vida eterna y mostra-
lles el sendero que Cristo enseñd y abrió, que habían
cegado en gran parte los vicios. Allegáronse á estos
santos varones otros muchos que con deseo de imitar
su virtud renunciaban las cosas del mundo: con que
por este tiempo muchas familias y congregaciones
santas se levantaron. Entre todos tuvo muy principal
lugar el padre Santo Domingo. Nació en tierra de
Osma en un lugar llamado Caleruega, entre Osiiin y
Arando. Siendo mozo, fue canónigo reglar de San
Agustín. Llegado á innyor edad , trabajó mucho en
desarraigar la herejía de los alüigenses en Francia,
como de suso se dijo.
Ocupado en esto , como viese cuan pocos predica-
dores se hallaban de la palabra de Dios , que con buen
celo y ejemplo de vida y buena doctrina enseñasen ú
los hombres engañados la verdad y santidad ; pensó
y trazó en su pensamiento, y comunicó con otros un
modo de vida, cuyos seguidores se ocupasen en pre-
dicar el santo Evangelio por todo el mundo. Ofreció
este modo de vivir y regla al papa Flonorio, y su san-
tidad la aprobó el año primero de su pontificado. De
allí á dos años se vioo á España , y publicó la bula
que traía de su aprobación, á los reyes y principes,
con cuya licencia y beneplácito fundó algunos nic-
3T2 UIBLIUTECA DK
nasterios en ciudades principales. El primero fue
en Segoria, úlro en Madrid, el tercero en Zarano-
la. Hecho esto en España , ; vuelto i Italia , finó
en Boloña ciudad de la Lombardia: ilustre varón en
virtud j santidad de vida , fundador de su Urden
mu; principal, de donde como de un alcázar de sa-
Itiduria han salido y saleo muchos varones admira-
bles ea toda virtua y tetras.
El mismo aGo que Santo Dominao vino á España
se ordenó otra religión en Barcelona llamada de Nues-
tra Señora de la Merced. La ocasión fue que muchos
rrísLianos por mar y por tierra venían en poder de
infieles hechos esclavos , y para librarse de la maU
vida que les daban sus amos, renegaban, y w apar-
taban de Jesucristo y de su fe con grande afrenta
de la Religión Cristiana. Para procurar el remedio
y rescate acatos cautivos se ordenó esta religión, ca-
yos frailes con limosnas allegadas de todas partes
rescatasen los cautivos antes gue apostataseu de li
fe. Don Jaime, rey de Araron fue el primer inventor
desta orden y manera de vivir por voto , como algu-
nos escriben, que hizo á Nuestra Señora dé iustiluir
esta orden cuando estuvo en Honion encenadojí
modo de cautivo, y probó en si cudoto mal es cart-
Priilon te D. Alnro.
cerd« líbeitad. El primero después del rey que
ofreció á ser guia de los que le r|uisieroo imitar , fue
UD Pedro Nolasco, francés de nación. Este biio muy
buenas reglas y constitución para que los religiosos
se Robernascn por ellas. Tienen por insignias sobre
el hábito blanco y capilla las armas del rey de Ara-
con con una cruz encima en campocolorado. El mis-
mo Nolasco de mano de San Raimundo de Pefiafuer-
te , que fue después general de la .urden de Santo
Domingo . tomó con mucha solemnidad el liábilo en
la iglesia de Sania Crux en presencia del rey y de mu-
chos caballeros del reino.
Siguióse Lras estos dos San Francisco, ciudadano
de Asís en la Umbria ó condado de Espoleto, parte de
Italia: varón de singular inocencia, virtud y santidad.
Aprobó BU instituto y modo de vivir el papa Honorio.
El mismo después de aprobado su instituto y re-
gla vino á España, donde llegó hasta Portugal y
C'iniposlella . En poco tiempo se fundaron en estos
reinos muchos monasterios de su orden ^ como en
Barcelona , Zaragoza j otras ciudades y villas de Es-
paña. Movian estos religiosos á devoción y símenos-
precio del mundo con la aspereza de su vida , y con I
el vestido pobre y humilde de quensaban. En Portu-
gal se juntócon San Francisco, San Antoniode PaduB,
esc«lente predicador ndelante y muy sanio. Para to-
mar el báliito de los menores dejó el de los canónigos '
reglares de San Agustín, cuyo inititutosbriuni da-
de niño , y entró en aquel orden en la cindad de Lis-
boa , de donde era natunü , en el convento de San
Vicente que es de canónigos reglares : allí pasó sign-
óos años , después en el convento de la misma órdco
de Santa Cruz de Coimbra , en que vivia cuando se
pasó á la religión de San Francisco. Junto coa la mu-
danza de vida trocó el nombre de Fernando qao recibió
en el bautismo, en el de Antonio del apellido y nom-
bre del monasterio en que lomó aquel nuevo habite.
Muclint ciudades de Italia por sus predicacíonen
santcsy fervorosas se refwmaron, gran numero de
gente por su medio dejaron la mala vida y se trocaron
en nuevos hombres. Finalmente después que padeció
muchos trabajos por Dios , falleció en Padua lleno de
virtudes y de milagros. Su santocuerpo es allí acata-
do en propia iglesia, que por mucha devodon dd
Eneblo fundaron en su nombra: que tal honn aede-
e d la virtud , y el autor y fuente de toda santidad
de Dios , que es el que hace los santos. A San Fran-
cisco y á Santo Domingo alpunos años después , de
su muerte canonizó el papa Gregorio Nono, y puso
BUS nombres en el número do los santos. En Castilla
d instancia del arzobispo don Rodrigo; prelado fer-
viente y enemigo de estar ocioso , se hizo nueva jor-
nada contra los moros. Junlironse con la divisada
la cruidocícnlos mil hombres, los mas número, con
los caales le hizo la guerra por el mei de agosto del
año de ISJS en la Uancba vea tierra de Murcia. Ga-
nironsa atpuaoi pueblos ae poca cuenta. Pusieron
sitio sobre Requena , mas do la pudieron forzar ni
rendir, como quiera que liicieren todo el esfuerzo
posible. El cercóse puso á veinte y nuevede octubre,
j se alzó í los once de noyiembre : finalmente el su-
ceso desta empresa do fue como se esperaba y coq-
forme al grande aparato que se hiza; solamente se
Kanania mucbos despojos de moros , con que los sol'
nados dieron ruelta a sua casai.
CAPITULO IX.
PoB el mismo tiempo trataba et rey d« Aragón doD
Jaime de quitar el gobierno á don Sancho su tio , y
porque se enmendanay prometía proceder de otra
manera te tomd á recibir en su gracia y perdonslle.
Esto era el año de mil 7 docientos y diez y nueve,
cuando en España se padeció una muy grande ham-
bre y mortandad. El rey aunque niño, que apenas
tenia once años, comenzaba á dar claras muestras
de valor , y ensayarse en los ejercicios de las armas y
de la guerra. Sucediú que don Rodrigo de Liíana
hombre poderoso tenia diferencias con un deudo
suyo, que se llamaba don Lope Albero, y de grandes
amigos que eran , faabia resultado entre ellos grande
enemistad. Esperú buena ocasión , y & tiempo que el
' contrarío esLRoadescuidado, le prendió y llevóal css-
tillo de Líiana. Afisúle el rey no pasase adelante en
aquella Via de Tuerza, V que se contentase con el mal
hecho á su contrarío. Íio quiso apaciguarse ni obede-
cer á este mandato: como el rev era de poca edad,
DO le estimaban, antes cada cual con tanto se quería
sulir cnanto era su poder j fuenas.
Desdeñóse poresta causa: tomó las armas con de-
seo de defender al prego y pouello en libertad , y para
conservar por el mismo camino su autoridad y hacer-
se respetar. Juntó en Huesca buen número de gente,
Jcon ella se encaminó la vuelu de Albero , pueblo
e qne se habia apoderado el Rodrigo Liíana, y den-
trode dea diis hiio que los de dentro ae le rin-
diesen. Revslvtó sobre el castillo de Lizana , pa-
trimonio de aquel caballero aliado : y porque los
soldados y moradives no querían hacer virtud, dio
^en que de Huesca le trajesen una miquina ó
Iraboco , en aquel tiempo mny hmosn por tirar en-
tre día V noche m3 v quinientas piedras, con que
aportillo los moros j Lacia grande estrago en loa sol-
dados que los defendían; Ihimaban esta mdouina
fundibulo. RindiíroDse los cercados , y Lope Albero
fue restituido en su libertad: >u contrario perdido el
castillo , por entender que en ninguna parte de Ara-
gón estaría securn, ce fue í guarecer í Aibarracin
por tener con don PedroFemandezdeAzam'a, señor
de aquella ciudad amistad de años atrjs. Desde alli
según la costumbre de aquellos tiempos renunció por
escrito la naturaleza de Aragón y la obediencia que
debía al rey como su vasallo : con que comenzó á
hacer cabalgadas en las tierras comarcanas de aquel
reino.
No aniso disimnlar el rey estas insolencias , antes
animada con el buen principio que tuvo en esta guer-
ra, revolvió sobre Albsrracín, ciudad puesta en aque-
lla parte por do antiguamente partían mojones los
contestanoit (1) y los celtiberos : de poca vecindad,
pero por su sitio muy fuerte, que eslá por todas par-
tes cercada de penas y riscos muy altos, y al derre-
dor casi por todas partes la rodea el rio tuna , que
vulgarmente se llama Guadalavíar. Púsose elrey so-
bre ella: levantó sus máquinas y ingenios , que como
(1) Debe decir tos edeliDot.
BISTOUA DBESPlíl*.
373
no podian llegar al muro por ser el sitio tan áspero,
no nacían efecto alguno , ni tos soldados se podían
iirrímará la muralla por las saetas y dardos que por
las troneras y travesías y desde las almenas les tira-
ban- Lo que hizo mas ai caso, que como suele acon-
tecer en guerrascivileSjde todos los intentos del rey
teuian avrso los cercados y tiempo para apercibirse.
Dos meses se gastaron en el cerco en lo mas recio
del estío basta t^nto que el rey perdió la esperanza
de salir con la empresa, á causa que cierta noche los
de dentro dieron al improviso soore las máquinas y
quemaronelmejer trabuco. Hallábaseotrasi poco guar-
necido de gente , y restaban en el cerco pocos solda-
dos en tanto grado que los de á caballo no llegaban &
ciento y cincuenta : el número délos peones noseña-
lau, pero no debía ser grande. Alzaron pues el cer-
co, y sin embargo en breve don Pedro Fernandez de
Azagra volviú en gracia del rey. Loa caballeros del
reino, con quien tenia grande amistad, bieieron
mucha instancia sobre ello, y sus servicios de tíempo
atrás eran muy notables , por donde tenia oficio de
mayordomo de la casa real, además que elrey enten-
día muy bien cuánto le importaba tener por amigo y
en su servicio un personaje tan valeroso y principal.
Esto pasaba en Aragón el año que se contaba de
1220. En el mismo en Castilla se celebraron hs bodas
dia de San Andrés apóstol del rey don Fernando con
doña Beatriz li ¡ja de Felipe emperadorquefuede Ale-
maña. La edad del rey era bastante, y la iiiwlre se
recelaba no se eslrauase con deleites dañosos y malos:
acordó despachar á Mauricio obispo de Burgos , y á
fray Pedro abad de San Pedro de Arlanzo para que
concertasen el casamiedto con elomperadoi Fudcri-
374
BIBLIOTECA DB GASPAR T ROIG.
co Secundo, primo de la doncella: tardóse mas tiem-
po de lo que pensaron ; en fin con sufrimiento de cua-
tro meses que residieron en agüella corte, acabaron
todo lo que deseaban. Encamináronse por la vía de
Francia : en París el rey Felipe de Francia festejó
Ja novia y la trató con mucha lioeralidad. Salió otrosf
para recebilla doña Berenguela hasta la raya de Viz-
caya , y acabo de un año que gastaron en ida y vuel-
ta, llegaron á Burgos, ciudad quetenian señalada
para las bodas. Veló á los reyes el obispo Mauricio
de auuella ciudad en la iglesia Mayor con las solem-
nidades y ceremonias acostumbradas ; y el día antes
él mismo celebró misa de pontifical en el monasterio
de las Huelgas, en que el rey se armó á sí caballero,
por no hallarse otro roas digno que hiciese aquella
ceremonia , conforme á lo que en aquellos tiempos
se usaba. Este casamiento lue en generación abun-
dante; del nacieron siete hijos por el Orden que aquí
se ponen: don Alonso, don Fadrique, don Felipe,
don Saocho , don Manuel , doña Leonor , que murió
niña , y doña Berenguela , que en las Huelgas de Bur-
gos tomó el hábito.
A los aragoneses por el mismo tiempo aquejaba e!
deseo de tener sucesión de su rey don Jaime. Parecía-
les que por este medio se aplacarían los bandos aue
todavía continuaban entre los dos tíos del rey don
Saocho y don Fernando por la esperanza que cada cual
tenia de la corona , si el que la tenia faltase. De todo
resultaban males y daños. La edad del rey era poca,
en que mucho reparaban para casarle ; mas prevale-
ció el deseo grande que de hacello tenían. Tomado
este acuerdo, y puesto todo lo al , despacharon em-
bajadores á la reina doña Berenguela para pedir á su
hermana la infanta doña Leonor. No se podía ofrecer
mejor casamiento para aquella doncella: así liechns
las capitulaciones , señalaron la villa de Agreda, gue
es de Castilla á la ra^a de Araron , para que allí se
hiciesen los desposorios. Acudió primero dona Be-
renguela en compañía de su hermana : después vino
el rey don Jaime con lucido acompañamiento de los
suyos. Los desposorios se hicieron allí á seis de febre-
ro del año de Cristo de i 221 : las bodas poco después
en Tarazona en la iglesia de Santa María de la Vega
si bien por la poca edad del ras la desposada se estu-
vo doncella por espacio de sMl y medio , según él
mismo lo relata en la historia que dejó escrita de sus
cosas V de su vida.
En la ciudad de Toledo el arzobi.spo don Rodrigo
consagró la iglesia de Sen Román puesta á guisa de
atalaya en lo mas alto de la ciudad , día domingo á
veinte de junio. Por el mes de noviembre á los veinte
y tres, martes día de San Clemente, nació allí mis-
mo el hijo mayor del rey don Fernando por nombre
don Alonso. Luego por principio de diciembre un
gran temblor de tierra maltrató gran parte de los edi-
ficios, y con las muchas aguas y vientos que se simule-
ron, en gran parle rayeron por tierra los adarves y
casas particulares. El miedo por esta causa fue tanto
mayor cuanto mas segura está aquella ciudad de ac-
cidentes semejantes por su sitio que es muy empi-
nado y sol)re peñas, y lo que hace tnucho al "caso pa-
ra no padecer temblores de tierra , que le cae muy
lejos el mar.
CAPITULO. X.
El rey don Fernando apaciguó otras nuevas alteraciones.
QüiKTos estaban y pacíficos por una parte los na-
varros y por otra l.is portugueses y Ic-s leoneses. Los
moros se abrasaban entre si en guprras civiles. En
Castilla y en Aragón continuaban las alteraciones,
bien que no eran de mucha consideración. Don Ro-
drigo señor de los Cameros, de antiguo linaje, y que
tenia muchn autoridad entre los principales de Cas-
tilla por su estado y las tenencias de diversas villas y
castillos del patrimonio real, confiado en sus fuerzas
y poder y mas en la revuelta de los tiempos se atrevió
á nacer mal y daño en las tierras comarcanas. Citóle
el rey para que en presencia se descargase de lo que
le acusaban. Respondió c^ue había tomado la cruz pa-
ra ir á la guerra de la Tierra Santa : escusa de qw
muchos se valían para declinar jurisdicción y no po-
der ser convenidos delante los jueces ordinarios, por
los muchos privilegios y exenciones que el papa con-
cedía á los tales ; en particular les otorgaba no los
pudiesen citar delante jueces seglares , sino que sus
causas solamente se ventilasen en los tribunales ecle-
siásticos. No le valió este recurso, hiciéronle compa-
recer en Valladolid , do la corte de Burgos se hama
pasado ; hiciéronle cargos graves y feo», acordó de
ausentarse y huir, condenáronle en rebeldía en pri-
vación de todo su estado: él que era hombre determi-
nado, se hizo fuerte dentro de los pueblos y casiülos
que tenia mas fortalecidos con resolución de hacer
resistencia ; mas porque de aquellos principios no re-
sultasen guerras mas graves, acordaron tomar asiento
con él, y demás del perdón dalle catorce mil ducados
porque alzase mano de los pueblos y castillos cuya
tenencia por el rey tenía á su cargo.
Sosegada esta alteración, resultó otra nueva. Don
Gonzalo Nuñez de Lara, que era el que solo quedaba
de los tres hermanos , conforme á la costumhre que
tenia este linaje de gustar de alborotos , persuadió á
don Gonzalo Pérez , señor de Molina que hiciese mal
y daño á las tierras comarcanas. Nunca á semeiantes
personajes faltan quejas y causas para tomar fas ar-
mas. En particular don Gonzalo de Lara , por medio
destas revueltas pretendía y esperaba restituirse en
su patría ca después de la muerte de su hermano don
Fernando se quedó en Berbería donde era ido juuta-
mente con él. Vinieron á las manos y á rompimiento:
la guerra no fue de mucha consideración á causa que
el señor de Molina , conocido el engaño y el riesgoqoe
sus cosas corrían , pidió perdón y le alcanzó por me-
dio de la reina doña Berenguela. Con esto don Gon-
zalo de Lara desconfiado de poder salir con sus inten-
tos , se pasó á los moros de Andalucía , y en Baeza
dio fin á lo restante de su vida ni muy santa , ni muy
honradamente. Tal fin tuvieron estos tres hermanos
bien conforme á sus obras , de quien desciende el li-
naje de los Manriques bien <M>nocido en España.
Corría en esta sazón el año de Cristo de 1222, en
que el rey de león juntó un grueso ejército, parte de
los aue levantó á sueldo , v en especial de los que to-
mada la señal de la cruz, a su costa se querían haliar
en aquella empresa. Con estas gentes corrió las tier
ras de Extremadura, y se puso sobre la villa de Cace- .
res : los moros por librarse del cerco concertaron de
dar cierta cnntiaadde dineros que esperaban en Áfri-
ca; alzado el cerco, no cumplieron lo asentado, ni
los nuestros pudieron por entonces revolver sobre
ellos. Por este mismo tiempo Mauricio obispo de Bur-
gos, inglés que era de nación (I ), abrió los cimientos
de la iglesia Mayor que hoy se ve en aquella ciudad,
y no solo la comenzó á edificar , sino la acabó; antes
deste tiempo la iglesia de San Lorenzo era la catedral,
y junto á ella las casas del obispo y su habitación.
No solo en Burgos : sino en otras muchas partos del
reinóse levantaban fábricas suntuosas y templos; que
parece los prelados á porfia pretendían señalarse en
aumentar el culto divino.
En particular once años antes deste en que vamos,
se dio principio á la iglesia Mavor de Tala vera, villa
bien conocida en el reino de Toledo. Su fundador don
Rodrígo Giménez arzobispo de Toledo puso en ella
(i) La catedral de Burgos se empezó á coni^trutr eo 1221
y San Feroando puso la primera piedra el 20 de julio, doo
Mauricio no era inglés sino español , como lo demuestrao los
nombres de sus padres Rodrigo y Orosabia , moy oomoiei
en Castilla en estos tiempos.
HI8T0B1A DE BSPAÍIa.
275
doce canóniflos y cuatro dignidades, que mandó fue-
sen sujetos a los de Toledo, y en señal deste recono<-
cimiento cada un año el día de la Asunción de Nues-
tra Señora les acudiesen con cinco maraTedis de
tributo. Don Juan chanciller del rey edificó á su cos-
ta dos iglesias . primero la Mayor de Valladolid,y
después sienoo obispo de O^nia levantó la que hoy
se Té en aouella ciudad. Don Ñuño obispo de Astorga
sus casas ooispales y el claustro de aquella su iglesia.
Don Lorenzo , jurista que fue muy nombrado , en
Orense donde era obispo, ediflcóla puente sobre el rio
Miño qfue por allí pasa, la iglesia Mayor y las casas
obispales. Finalmente don Esteban , obispo de Tuy,
y don. Martin abispo de Zamora se esmeraban y gas-
taban sus rentas en semejantes ediOcios. La piíHlad
del rey y de su madre , y la liberalidad grande con
que acudían á estas obras , y á proveer de omameo-
tos y todo lo necesario por cuanto la estrechura de
los tiempos daba lu([ar, despertaba á todos los prela-
dos para que los imitasen en gastar bien sus hacien-
das. Volvamos ai orden de la historia.
Por el mes de iuiio falleció Rogerio, conde de Fox:
el que le sucedió en el estado , fue su hijo Rogerio
Bernardo , y luego por el mes de agosto falleció Ra-
món conde de Tolosa: el uno y el otro por el favor
que dierou á los albigenses, incurrieron en mal caso
en las censuras que el papa fulminó contra ellos; por
esto el hijo sucesor del conde de Tolosa, que se Ha-
mo también lUtmon , nunca pudo alcanzar licencia
para enterrar en sagrado el cuerpo.de su padre : tal
era la fuerza de los eclesiásticos en aquellos tiempos,
y la constancia y severidad de que usaban contra los
malos. En Aragón el rev á veinte y uno de diciembre
otorgó perdón y recibió en su gracia á Gerardo viz-
conde ae Cabrera , hombre poderoso en rentas y va-
sallos : teníale ofendido por causa que en tiempo de
la vacante del reino con mano armada se apoderó del
condado de Urgel, y despojó á Aurembíasse del estado
que su padre el conde Armengol le dejara ; púrole
por condición estuviese á juicio con aquella señora,
y pasase por lo que los jueces determinasen.
En esta sazón vivia todavía don Sancho conde de
Ruvsellon y tio del rey..Gobemaba aquel estado don
Nuho su hijo, contra el cual don Guillen de Moneada,
señor de Beame, como ^uier gue antes fuesen muy
.imigos, por ligmt ocasión semdignóen tanto grado
que con su gente entró por las tierras de Ruvsellon
haciendo todo mal y daño. Don Ñuño se hallaba con
pocas fuerzas para resistir á las de su contrario, que
demts de lo de Beame tenia en Cataluña un grande
estado : acordó valerse de las fuerzas del rey y de su
sombra; ofrecía de estará derecho y satisfacer cual-
quier cargo que contra él resultase.* Amonestó el rey
al Moneada que siguiese su derecho y dejase las ar-
mas , y porque no quiso obedecer, antes pasaba ade-
lante en los daños que hacia , revolvió contra él con
tal furia, que le despojó á él y á sus aliados de ciento
7 treinta, parte torres parte castillos de que se apode-
ró , de unos por fuerza , y de otros que se rindieron
por su voluntad, en particular el pueblo de Gervellon
cerca de Barcelona : con que se entendió cuan peli-
grosa cosa es enojar á los que pueden mas yá los re-
yes. No pudo hacer lo mismo del castillo de Moneada
á causa de estar muy fortalecido , y dentro con bue-
na guarnición el mismo Guillen de Moneada. Ponerle
cerco fuera cosa larga, mayormente oue muchos de
los que serian al rey, favorecían y aaban aviso , y
aon proveían á los que guardaban aquella plaza.
Esto pasaba el año que se contó de Cristo de 1223,
en que á los quince de julio en Medun falleció de cuar-
tanas Felipe, rey de Francia. Sucedióle en el reino
su hijo Ludovico VIII deste nombre, marido de doña
Blanca, y padre déLudoviCd, al que por sus muchas
virtudes y piedad llamaron el Santo. En Coimbra asi-
mismo el ano adelante pasó desta vida el rey de Por-
tugal don Alonso el Segundo , por sobrenombre el
Gordo. Sepultáronle en el monasterio de Alcobaza
junto á su mujer la reina doña Urraca en una sepul-
tura llana y grosera cuales en aquel tiempo se usa-
ban. Dejó tres hijos, los infantes don Sancho que le
sucedió en el reino, llamado vulgarmente Capelo, don
Alonso, que casó con Matilde , condesa de Boloña en
los Merinos , pueblo de la picardía cerca del mar de
Bretaña en Francia, don Fernando señor de Serpa,
que casó con doña Sancha, hija de don Femando de
Lara, finalmente dejó una hija por nombre doña Leo-
nor, que casó con el rey de Dacia según que lo refie-
ren las historias de Portugal : si con verdad , ó de
otra manera, aquí no lo averiguamos.
CAPITULO XI.
De la guerra que se hizo i los moros.
Reprihidas las parcialidades de Castilla y las alte-
raciones, el rey don Femando para que la paz fuese
durable, dio perdón general á los que le habían de-
servido, y mandó que los demás hiciesen lo mismo y
pusiesen en olvido los desabrimientos que entre sí
tenían y los agravios. Para el gobierno de las ciuda-
des nombraba á los que en virtud y pradencia se
adelantaban á los demás , v los que entendían serian
mas ajopradables á los vasallos. De los herejes era tan
enemigo que no contento con hacellos castigar á sus
ministros, él mismo con su propia mano les arrima-
ba la leña y les pegaba fuego (1): ya se dijo que por
estos tiempos la secta de los albigenses andaba vali-
da, y que vinieron y entraron en España. Con estas
virtudes tenia tan ganados á los naturales cuanto
ningún otro príncipe. Mas por aprovecharse dcsta
buena voluntad, v porque no se estragasen los solda-
dos con la ociosidiad y con los vicios que della resul-
tan , acordó renovar Ja guerra contra moros. Mandó
arbolar banderas y tocar tambores por todas partes
para juntar un grueso campo .
Los de Cuenca , Huete , Moya y Alarcon con los
demás de aquella comarca , entendida la voluntad
del rey , se apellidaron unos á otros ; y juntó buen
golpe de gente, rompieron por el reino de Valencia,
talaron los campos , quemaron y saquearon los pue-
blos , y con una grande cabalgada , volvieron ricos y
contentes á sus casas. Por otra parte el rey alegre
con tan buen principio , que era como pronóstico de
lo restante de aquella guerra; con un graeso ejército
que juntó, se enderezó contra los moros del Andaluz
cía. Hacíanle compañía entre los mas principales
el arzobispo don Rodrigo, persona de gran valor y
^ brio , V que no podía estar ocioso ; los maestres de
las órdenes , don Lope de Haro , don Rodrigo Girón,
don Alonso de Meneses sin otros ricos hombres y
caballeros de menor cuenta. Luego que pasaron la
Sierramorena, vinieron embajadores de parte de Ma-
homed rey deBaeza para ofrecer la obeaiencia: que
estaba presto de rendirla ciudad y avudar con dine-
ros y vituallas. El miedo hacia cobardes á los moros,
los deleites los tenían estragados , y por las discor-
dias que entre sí tenían , á punto de perderse.
Hiciéronse los asientos y capitulaciones en Guada-
limar: desde allí pasaron nuestras gentes sobre Que-
sada , villa principal en lo que hoy es adelantamiento
de Cazorla. Los moradores fiados en la fortaleza de
sus murallas , y en que eran muchos, al principio se
pusieron en defensa ; pero al fin el lugar se entró
por fuerza. Pasaron á cuchillo todos los que podían
tomar armas , los demás tomaron por esclavos en
número de siete mil. Con el castigo y destrozo deste
( 1 ) Coando llegó á Toledo , dicen los Anales de Toledo
que enforcó á muchos homes , i coció ó muchos en cal-
deras, Estaa atrocidades folo pueden disculparse diciendo
que todos loo fanatismos las cometen.
376
BniLIOTECA ME GASPAR T ROIG.
puebio SO dio aviso á los demás para que no se atre-
viesen á hacer resistencia. Sería largo cuento relatar
por menudo todo lo que sucedió en esta jornada. La
suma de todo es' que muchos pueblos por aauella co*
marca quedaron yermos de gentes , huidos los mora-
dores, otros se rindieron por no desamparar sus ca-
sas: algunos quedaron destruidos del todo, y en
otros pusieron guarniciones de soldados con intento
de conservallos. Don Lope de Haro y los maestres
de las órdenes militares con parte de la gente aco-
metieron un pueblo llamado Viboras, de que se apo-
deraron sin embargo que tenian dentro mil y qui-
nientos árabes , de los cuales unos mataron y otros
se huyeron.
En estas empresas pasaron los meses del estio y
parte del otoño ; y porque cargaba el tiempo , por el
mes de noviembre del año i 224 dieron la vuelta á
Toledo , donde las reinas madre y nuera esperaban
la venida del rey. Gastáronse algunos dias en fiestas
y regocijos que se hicieron en aquella ciudad para
alegar la gente, procesiones y rogativas pari dar
gracias á Dios por mercedes tan grandes. Hecho esto
luego que el tiempo dio lugar á las fiestas , mandó el
rey á la aente se enderezase la vuelta de Cuenca con
intento de acometer por aquella parte á los moros
del reino de Valencia: mas aquei rey por nombre
Zey t acordó ganar por la mano. Los daños que lo hi-
cieron la vez pasada , y el miedo de mayores males
le aquejaban de suerte que vino á la ciudad de Cuen-
ca á ponerse en las. manos del rey don Fernando , y
concertarse con él como fuese su voluntad y mere-
ced. Los aragoneses se quejaron de aquellos tratos,
por pretender que el remo de Valencia era de su
conquista, y que los castellanos no tenian en él par-
te ni derecho alguno. Despacharon embajadores para
querellarse de aquel agravio, y juntamente para
mostrar sus fuerzas y valor hicieron entrada en las
tierras de Castilla por la parte de Soria. No pudieron
llevar adelante esta demanda por entonces i causa
de nuevas alteraciones que en Aragón resultaron.
Fue asi que don Guillen de Moneada y don Pedro
Abones se juntaron con el infante don Femando,
tio del rey. La junta fue en Tahuste , cuya tenencia
estaba á cargo del dicho don Pedro. Tomaron su
acuerdo, y quedó resuelto que se apoderasen de la
persona del rey. La voz era ser así necesario y cum-
plidero para el bien del reino, que decian se estra-
gaba á causa de los malos conseieros aue tenia al
lado y á las orejas el rey ; mas á la verdad cada cual
de los tres tenia sus pretensiones particulares. El
Moneada estaba sentido del estado oue le quitaron:
don Fernando (aunque monge y abaa del monasterio
de Montaragon) no tenía perdida la esperanza ni el
deseo de la corona ; que la dolencia de ambición es
mala de sanar : á don Pedro Abones daba pesadum-
bre verse descaído de la privanza que solia tener,
con que todo lo gobernaba á su voluntad , y preten-
<lia convertir la gracia en fuerza y por aquel camino
conservarse. Para mas fortificar su partido acorda-
ron por medio de Lope Jiménez de Luesia ganar á
don Ñuño hijo del infante don Sancho conde de Ruy-
sellen , para que olvidadas las enemistades que ya
tocamos, les asistiese en aquella demanda.
Tomado este acuerdo , se enderezaron la vuelta
de Alagon, en que á la sazón se hallaba el rey des-
cuidado de aquellos tratos. Entraron de tropel , y
con buenas palabras le persuadieron se fuese á Za-
ragoza para tomar en aquella ciudad acuerdo sobre
algunos puntos de importancia que pertenecian á su
iwrvicio y al bien del reino. El rey , si bien los sem-
blantes eran buenos, como quier<7ue la mentira sea
mas artificiosa que la verdad , todavía echó de ver
que procedían con engaño , y que su pretensión era
mala. No hay arma mas fuerte que la necesidad:
otorgó con !o que le pedían, demás que para todo lo
ou
dai
ue resultase, le venia mejor estar en aquella ciu-
ad , que en algún otro pueblo pequeño: acompaña-
ron al rey hasta Zaragoza , aposentáronle en su casa
real que íluman Suda. Pusiéronle guardas para qae
no se pudiese comunicar con nadie ni de palabra ni
por escrito. Los capitanes destas guardas eran Gol*
lien Boy y Pero Sánchez Martel, que para mayor re-
cato de noche dormían muy junto al lecho del rev:
gran infamia y mengua de la gente aragonesa y de
su acostumbrada lealtad. Por espacio de vdinie disT
tuvieron al rey encerrado sin dalle libertad alguna
hasta tanto que condescendió con muchas demandas
que le hicieron, en particular á don Guillen de Mon-
eada hizo restituir los lugares y castillos aue le qui-
tó en Cataluña, demás de veinte mil ducados que por
los daños prometió de dalle.
Tomado esto asiento todavía el infante don Fer-
nando continuaba en el gobierno del reino , de qne
Eor fuerza con aquella ocasión se apoderara. Escusa-
ase con la poca edad del rey y otras diversas causas
que para ello alesaba. Para vencer tan graves difi*
cuitados no bastaba prudencia humana ; solo ponía
el rey su fiucia en Dios, que con paciencia ^ dtoimn-
lacion le libraría de aquelfa apretura y trabajo, y que
las cosas se trocarían de manera que alcanzase su
libertad. Las cosas de Castilla por el contrarío con-
forme á los buenos principios iban en prosperidad y
en aumento. El rey don Fernando porque los moros
no se rehiciesen de fuerzas si los dejaba descansar,
entrado el verano del año de 1225, salió con sus gen-
tes encampana, y con nuevas compañías que levantó
de soldados, reforzó su ejército, y con él se encami-
nó la vuelta del Andalucía. Llevo en su compañía á
don Rodrigo , arzobispo de Toledo , sin el cual veo
3ue ninguna cosa de importancia acometían. Acu-
lóles el rey moro de Baeza . ayudóles con basti-
mentos y recibiólos dentro de su ciudad : lealtad
poco acostumbrada entre aquella gente. Desta vez
Sanaron á Andujar y á Martes pueblos principales,
[artos quedó por los caballeros de Galatrava , para
que desde allí niciesen frontera á los moros y corre-
rías en sus tierras. Si en estos ganaron las villas de
Jodar y otros muchos pueblos de menor cuenta , de-
más de las talas que dieron á los campos , y de las
grandes presas que hicieron de hombres y ganados,
con que los soldados ricos y alejes volvieron á sus
tierras pasado el verano. Esto mismo se continuó los
años adelante , por el deseo y esperanza qoe todos
tenian de acabar por aquel camino con lo restante
de la morisma de España.
Las cosas de Aragón asimismo comenzaron á me-
jorarse , y los parciales y alborotados aflojarcm algún
tanto: con que el rey partió de Zaragoza la via de
Tortosa , ciudad puesta á la marina por la parte que
el río Ebro desagua en el mar, y no lejos de loa pue-
blos llamados antiguamente llergaones, que se esten-
dian largamente por las riberas. de aquel río. Iban
en su compañía aquellos caballeros conjurados con
muestra de querelle servir , como quier que á la ver-
dad pretendiesen continuar éo lo comenzado. Para
este intento Se le juntaron otros muchos de los ríeos
hombres y príncipales , en particular don Sancho
obispo de Zaragoza por respeto de su hermano don
Pedro Abones y para asislilie, y con él don Eríl obis-
po de Lérida, que todos asi oclesiásticos como segla-
res se mezclaban en esta trama. Deseaba el rey li-
brarse dtfsta opresión á si y á su rpíno, y satisfacerse
del agravio que le hacían , y de aquel tan notable
desacato ; mas hada poca confianza de los que tenia
á su lado , de sus cortesanos y criados por ser mo-
chos dellos parciales. Acordó partirse sin dalles par-
te , y recogerse en Huerta pueblo de los caballeros
Templarios. Desde allí despachó sus cartas, en que
mandaba á los señores y á la demás gente que ron
sus armns acudiesen á la ciudad do Teruel para ha-
cer guerra en e) reíoo de Valencia , empresa que los
de Ara^n oiucbo deseaban : con que de un camino
pensaba ganar las voluntades de la genle y acredi-
tarse , si como confiaba saliese con acuella deman-
da. Los señores y gente principal hacían burla deste
acontecimiento. Parecíales era juego de niños , si
bien al llamado del rey paro el dia que señaló en
sus cartas , se juntaron en aquella ciudad algunos
pocos aragoneses y algo mayor número de los cata*
ianes.
Con esta gente , aunque era poca, rompió por
aquella parle donde se tendían los Ilergaones, y ne-
cno roucbo daño en aquella comarca , se puso sobre
Peñiscola, plaza fuerte, y que tomó a^uel nombre
por estar asentada sobre un peñol empinado á modo
de pirámide , cercado del mar casi por todas partes,
y que tiene por frente la isla de Mallorca. En io bajo
del peñasco hay mpchas cavernas y calas con una
fuente de agua dulce que luego entra en el mar: el
circuito es oe una milla , la subida agria en demasía,
y muy áspera si no es por la parte que están ediüca-
das las casas. £1 rey Zeyt con la nueva que le vino
desia entrada, cobró grande miedo , y los de Valen-
cia se turbaron de suerte que ya les parecía tener á
los enemigos á las puertas de aquella ciudad. Despa-
charon sus embajadores para requerir de paz al rey
de Aragón : él se la otorgó de buena voluntad á tai
que cada un año le pagasen la quinta parle de las ren-
tas reales (}ue se recogían dé los reinos de Valencia
y de Murcia. Tomado este asiento , sin pasar adelan-
te dieron los araf^oneses la vuelta para Teruel, desde
allí so fueron á Zaragoza.
En el camino encontraron junto á una aldea lla-
mada Calamocha á don Pedro Abones, aueá su cos-
ta 7 del obispo su hermano llevaba golpe de frente
para hacer entrada en el reino de Valencia. Quisiera
el rey estorballe aquella entrada, por guarJar la pa-
labra que díó y concierto que hizo con aquella gente:
coDio él se escusase con la mucha costa que hiciera
en las pagas y suslento de su gente, y porque le que-
rían echar mano, se huyese, los soldados que en
compañía del mismo rey le seguían, sin poder irles á
la mano le mataron: indigno de tal suerte por su
mucho valor y maha , si los servicios que tenia he-
chos, y su privanza que alcanzó otro tiempo muy
grande , no la trocara en deslealtad y en conjurarse
con los demás; sin embargo todo el mundo sintió su
muerte de suerte que escepto Calatayud que se con-
servó por el rey , todas Jas otras ciudades tomaron la
voz de su tío don Fernando: cosa que al rey puso en
mucho cuidado, que por una parte deseaba apaci-
guar la gente por bien , y por otra le parecía qjue sí
no era por fuerza y con las armas en puno , no po-
dría sujetar á sus contrarios.
Vinieron pues á las manos , y la guerra se conti-
nuaba con varios sucesos y trances el año que se
contó de Cristo do 4226 , en el cual ano el rey Luis
Octavo de Francia hacia la guerra céntralos albigen-
ses y en el discurso dellu tomó por fuerza Ja ciudad
de Aviñon , y le abatió las murallMS porque los here-
jes no se tornasen á afirmar en ella. Cortó la muerte
sus buenos intentos, que le sobrevino en Mompeller
á los trece de novíenbre. Dejó entre otros su hijo ma-
yor de su mismo nombre , que le sucedió en la coro-
na, y por su gran piedad y sus obras muy santas
alcanzó adelante renombre de Santo. Su hermano
Alonso conde de Potíers casó con la hija y heredera
de Ramón el postrero conde de Tolosa, que fue esca-
lón para que n(pv*.\ estido los años adelunte recayóse
por Jos conciertos que hicieron y capitulaciones
nupciales en la corona de Francia. Tuvo otrosí oíros
dos hermanos: el uno se llamó Roberto, y fue con-
de de Arras y de Picardía estados que confinan con
Flandes y son partes de la Gallia Rélgica ; el otro se
llamó Caos, que fue duque de Anjou y conde de la
HISTORIA DE ESPAÑA. 377
Proenza , después rey de Sicilia y de Ñapóles como
se dirá en su lugar^
CAPITULO XII.
Que el rey don Fernando volvió á la guerra del
Andalucía.
El señorío de los moros y su poder iba muy de caí-
da en España, lo cual sabia muy bien el rey don Fer-
nando. El arzobispo de Toledo , que tenia la mayor
autoridad entre todos como él lo merecía , persuadió
al rey hiciese de nuevo jornada contra moros, aun-
que no le pudo acompañar como solía en las guerras,
porque cayó enfermo de una dolencia que le puso en
aprieto en Guadalajara donde se quedó. Euvió en su
lugar á don Domingo obispo de Palencia. Tomaron
los nuestros desta vez algunos pueblos de poca suer-
te : pusieron cerco á la ciudad de Jaén que tenia bue-
na guarnición de soldados y buenos pertrechos, por
donde no se pudo tomar, y porque allende de su
fortaleza don Alvar Pérez de Castro que algunos días
antes renunciada su patria se pasara á los moros , y
estaba dentro, con otros ciento y setenta que le si»
guieron, animaron á los cercados para que no se
diesen. Éste don Alvaro era hijo de (fon Fernando de
Castro, de quien dijimos murió en la ciudad de
Marruecos: a la verdad muchos de los Castres por
estos tiempos con facilidad se pasaban á la parte de
los moros; no les faltaban ocasiones y escusas con
que colorear su poca lealtad , si alguna causa fuese
bastante para escusar tal inconstancia.
Revolvió el rey sobre Priego, pueblo tan fuerte
que los moros tenían en él recogidas sus haciendas
para mayor seguridad. Todavía le entraron por fuer-
za con muerte de muchosde los que dentro hallaron,
y prisión de los den.ás ; fuera do los que se retiraron
al castillo, que se rindieron á partido y condición
que los dejasen ir libres. Desde allí pasaron á la ciu-
dad deLoja queloniarou al lauto por fuerza . si bien
los ciudadanos se recogieron al castillo y se nicieron
fuertes en él; y poraue parecía que con buenas pa-
labras y esperanza Je rendirse se pretendían eutre-
ttner, los combatieron de suerte que á escala vista
entraron en el castillo y pasados á cuchillo los que
en él hallaron, le abatieron Jas murallas : aviso para
los demás (]uc no esperímentasen la saña de los ven-
cedores, ni se pusiesen en defensa. Así los de Alham-
bra , pueblo fuerte y asentado sobre peñas no muy
lejos de Granada, por miedo Je desampararon, y aun
dejando buena parte de sus bastimentos y menaje,
se fueron á Ja ciudad de Granada. Eii ella para su
habitación Jes señalaron lo alto de aquella ciudad,
que por esta causa según se entiende, se llamó y se
llama el Alhambra ; si bien algunos son de parecer
que aquel nombre se tomó de la tierra roja que hay
en aquella parte, y la signi(ic;i en arábigo aquella
palabra Alhambra (1). Siguiéronlos nueslros á los
que huiau , sin parar hasta dar vist^ á la misma ciu-
dad, en cuya vega que es muy deleitosa, quemaron
y asolaron los jardines y campos.
Los ciudadadanos cobraron lauto miedo que acor-
daron requerir al rey de paz. Entre los embajadores
que para esto despacharon , fue uno el ya nombrado
don Alvar Pérez de Cas lio. Tenía el rey deseo de
ganaile y reducilJe á su servicio por Ja fama que te-
nía de valor y prudencia , demás que le ofrecían de
dar libertad á mil y Irescientos cautivos cristianos.
Pur esto lomado asiento con Jos de Granada, y redu-
cido don Alvaro á su servicio, revolvió sobre Monlejo,
y del se apoderó y le echó por tierra por estar tan
(1) La Alhambra, que aun hoy conserva seiíales de so
antigua magnificencia, fue construido porMahomad Alhamir,
llamado asi porque tenia el cabello rojo, y por esta razón se
dio el nombre de Aliíambra á este palacio.
378
adentro que no se pudiera conservar. Demás desto
se halla que por este tiempo en 1||S parles de Estre-
madura se ganó Capilla , pueblo que antiguamente
se llamó Merobríga, como se averigua por los letre-
ros de mármoles que en él se han hallado: verdad es,
que en breve volvió á poder de moros , ó sea que le
entregaron al rey de Baeza.
En estas cosas se pasaron los calores del eslío, y
el tiempo comenzaba á cargar; el rey por este respe-
to acordó que el maestre de Galatrava quedase en
Suarda de Anduiar y de Hartos , y en su compañía
on Alvar Pérez de Castro, y por la mucha noticia qu^e
tenia de aquella tierra y de las cosas de los moros;
que de su lealtad y constancia no dudaban , antes
confiaban que pretendería con su esfuerzo y valor
recompensar la falta pasada : con tanto dio la vuelta
para Toledo, do la reina le esperaba , sin descuidarse
en apercibirse de todo lo necesario para llevar ade-
lante la guerra comenzada. Asimismo ios soldados
que quedaron de guarnición en el Andalucía, por
no estar ociosos acordaron de correr la campiña de
Sevilla, ciudad de las mas principales de España. In-
tlignados los ciudadanos por ver delante sus ojos
abrasarse sus cortijos y olivares , salieron con su rey
Abulali contra los cristianos : el numero era grande,
la destreza y valentía de los moros no tanto. Vinie-
ron á las manos, en que murieron de los moros en la
pelea y en el alcance hasta en número de veinte mil,
que fue un destrozo muy grande ; sin embargo, por
otra parte los moros se pusieron sobre el castillo de
Garcés , y le apretaron con tal rabia que ni por el
mucho daño que los de dentro les hicieron , ni por
entender que el rey don Fernando pasado el invíei^no
volvía con gente á continuar la guerra , desistieron
de su intento hasta tanto que forzaron aquella pla-
za , que fue alguna mengua para los nuestros : la
pérdida no fue muy grande , mayormente que se re-
compensó bastantemente aquel daño con lo que de
nuevo se hizo en el Andalucía.
Luego que llegó el rey don Fernando , le salió á
recebir el rey moro de Baeza, y en su compañía tres
mil de á caballo y gran gente de á pié con miento no
solo de hacer alarde de sus fuerzas, sino de serville
en la guerra, si fuese necesario. Dio este ofrecimien-
to mucho contento : rogáronle llevase adelante su
buena voluntad , y en particular concertaron viniese
en que en Salvatierra y en Capilla y en Burgalhimar,
tres plazas importantes, residiesen soldados de guar-
nición para seguridad , demás que como en rehenes
para cumplimiento de lo concertado entregó la for-
taleza déla misma ciudad de Baeza para que el maes-
tre de Galatrava la tuviese en fieldad. Los moros de
Capilla por ser aquella ])laza muy fuerte , su sitio
áspero y empinado no quisieron pasar por este con-
cierto , ni recebir los soldados que les enviaban de
guarnición ; de que resultó que el castillo de Baeza
quedó en propiedad por los cristianos, y sin embargo
el rey con todo su campo se fue á poner sobre Capi-
lla con Intento de renoilla ó forzalla. Era esta buena
ocasión para adelantarse los nuestros y mejorar su
partido ; pero era necesario , porque la gente era
poca, aíirinalla con nuevas compañías.
Por esta causa acordó el rev dejar su gente en el
cerco, y volver él atrás, muy audoso en lo que debía
hacer, sí continuar la guerra del Andalucía, si acu-
dir á Francia al socorro de su tía la reina doña Blan-
ca, que por sus cartas y embajadas le hacia instan-
cia lé ayudase para apaciguar las alteraciones de
aquel reino y sujetar a los señores, que por ser el
rey de pocos años (que no pasaba de doce) y ella mu-
jer y extranjera se les atrevían y los desestimaban.
Parecióle al rey cosa fea desamparar aquellos reyes
sus deudos, mayormente en aouel aprieto y trance;
pero sucedieron dos cosas aue te impidieron aquella
empresa, la una que los soldados que quedaron sobre
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
Capilla, sin embargo de su ausencia tomaron aque-
lla plaza,' á que era necesario acudir pira que no se
tornase á perder : la segunda que camino de Alroo-
dovar su misma geote dio la muerte al rey de Baeza,
que se^ huía por miedo de los suyos que tenia muy
irrítadós por la amistad y asiento que puso con los
cristianos : con que la guarnición del castillo de
Baeza quedaba á mucho riesgo , si con presteza no
le acorrían.
Por estas dos causas el rey se determinó de sobre-
seer en lo de Francia , y proseguir la empresa del
Andalucía, pues era no menos justo y honroso ven-
gar la muerte de aquel rey su amigo y confederado,
que ayudar á sose^r las pasiones de Francia en es-
pecial que con aquella ocasión pretendía si pudiese
lanzar toda la morisma de toda España. A la verdad
la reina doña Blanca con la ayuda de Dios y su bue-
na maña y prudencia sin socorro de su sobrino sose-
gó los alborotos de su reino, de que se temían graves
daños. Todo esto pasaba ei año de nuestra salvación
de 1227: en él se abrieron los cimientos de la iglesia
Mayorde Toledo (t) tan célebre ediflcio y de tanta
magostad como hoy se ve, en el mismo sitio en que
estaba la antigua, aunque mudada la traza. El rey y
el arzobispo se hallaron á poner la piedra, debajo de
la cual echaron medallas de oro y plata conforme á
la costumbre antigua de los romanos. Otros templos
se podrán aventajar á este en la hermosura y primor
de la traza, en la grandeza y capacidad ; mas en la
muchedumbre y riqueza de sus preseas y de su or-
nato, en la grandeza de las rentas, en el número de
los ministros, en la magestad de ceremouías j culto
divino, ninguno en toda la cristiandad se le iguala:
muestra muy ilustre de la cristiandad y pieoaJ de
España, en especial de la dicha ciudad.
Falleció á los diez y ocho de julio el pipa Honorío
Terceror: sucedióle en el pontitícado Gregorio Nono
natural de la ciudad de Anacni. Floreció otrosí en
España don Lucas Primero, diácono de León y des-
pués obispo de Tuy. Deseoso de adelantarse en vir-
tud y letras , y por visitar los Lugares Santos cuando
era mas mozo pasó á Italia y á Roma , y dende á las
partes.de Levante. Fue contemporáneo de don Rodri-
go arzobispo de Toledo, y ejercitóse en los mismos
estudios , porque compuso una historia de las cosas
de España, en cuyo- principio engirió el cronicón de
San Isidoro , que dio ocasión á algunos de tener y ci-
tar la primera parte de aouella historia por del mis-
mo santo. Escribió demás de la historia la vidadel
dicho San Isidoro , y otro libro grande de sus mila-
gros : obra en que de la mitad adelante confuta la
secta de los albígenses y sus errores , que son los
mismos de los luteranos. De la confutación consta
que estos herejes entraron en España , según que
arriba se mostró por un pedazo que deste libro toma-
mos. Escribió estas obras como él mismo lo testifica
por mandado de la reina doña Berenguela, señora
muy devota y favorecedora de los hombres virtuosos
y letrados.
CAPITULO XIII.
Que se volvió de nuevo á la guerira de los moros.
Los moros de Baeza tenían apretado oí castillo de
aquella ciudad que como se dijo quedó en poder de
cristianos: que si bien eran en pequeño número, por
estar proveídos de vituallas se aefendteron y entretu-
vieron husta tanto que el rey don Femando sobrevino
con un grueso ejército. Con su venida los mores
visto que no tenían fuerzas bastantes para resistir,
no solo desistieron del cerco sino desamparada la
ciudad se retiraron á lo mas dentro del Andalucía.
•
(1) Los Ánaleit de Toledo dicen que pusípron la primera
piedra en la era ii6i, qac corresponde ai alio i336.
HISTORU
Quedó por galieniidor de aquella ciudad nuevamen-
te ganadir don Lope de Haro , merced debida á sus
^rvicioa, pues en todas las empresas de importan-
cia se hallaba. El cuidado de Hartos se encargó á
AWar Pepes de Castro y á Tello de Meneses. No se
hizo algHoa otra cesa que sea digna de memoria en
esta jornada, salvo que después que el rey dio la
fuelta á Toledo, don Tello con sus soldados entró á
correr los campos de Baeua y de Lucena sin parar
hasta dar vista á la campiña de Sevilla , y hacer por
todas partes grandes talas y presas.
Por el contrario el rey de Sevilla para divertille
con su gente llegó á la ciudad de Baeza y le corrió
sus campos.Xos moros que se ausentaron de aque-
. Ha ciudad, por ser restituidos en su [>atría le incita-
ron á emprender esta jornada , pero visto que no te-
nia fuerzas bastantes para salir con la empresa, trató
de hacer paces con los cristianos , y se concertó de
Sagar cada un ano de tributo trecientos mil maráve-
is, en especial que de su misma gente se le armaba
otra mayor tempestad; y fue que los moros de Murcia
por este tiempo alzaron por rey un moro por nombre
Abenhot, que venia de linaje de los reyes de Zara-
goza, y era grande enemigo de los Almohades. Decía
públicamente que la causa de ios males y calamida-
des pasadas, y de hallarse su nación en a<piel térmi-
no y tan sin faerzas, eran las novedades queaauella
secta iatrodujo en España. No hay cosa mas podero-
sa para mover aJ pueblo que la capa de religión , de-
bajo de la cual se suelen encubrir grandes engaños.
Arrimósele pues gran morisma por esta causa , gran
muchedumbre de gentes, en especial en \§l comarca
de Granada y en lo restante de Andalucía , con es-
peranza en que todos entraban, que por medio deste
moro se mejoraría y adelantaría su partido que iba
<may de caída. Los demás de aquella nación , y aun
ios príncipes cristianos estaban con cuidado no re-
saltase de aquella centella y de aquel principio algun
fuego con que todo se abrasase.
Esto pasaba en España el año que se contó de
Cristo i 229. En Francia ei mismo ano (lamon postrer
conde de Tolosa apretado con la guerra que el rey
Lnis le hacia por causa de su herejía , se redujo y
se reconcilié con la iglesia. Las condiciones y cargas
qae el mismo rey y romano cardenal de San Ángel
como legado del papa le impusieron, fueron las si-
guientes : que el conde con todo cuidado procurase
desterrar de su tierra la secta de los albigenses: que
su bija y heredera por norabre luana casase con uno
de los heraaBoe de aquel rey el que mas le agradase:
si deste matrimonio no qu^ase sucesión , el conda-
do de Tolesa se juntase con la corona de Francia. La
ignorancia suele acarrear grandes daños : para la en-
señanza del pueblo mandaron que en la ciudad de
Tolosa asalariase á su costa cuatro lectores de teolo-
gía , dos juristas, seis maestros de las artes liberales
ydosgranátjcos. Para seguridad que cumpliría todo
esto, puso en poder del rey y le entregó' cinco casti-
llos y su misma hija. Tomóse este asiento en la ciu-
dad de París; y hechas las capitulaciones, por el mes
de abrü coniparecíé en la iglesia Mayor de aquella
dudad desnudo, fuera de la camisa : allí le absolvió
el legado de he censuraa incurridas por los escesos
pasados , juntamente le dio la divisa de la cruz, como
se acostumbraba, para que dentro de cierto tiempo
pasase á la guerra de la Tierra Santa, y en ella' resi-
diese por espacio y término de cinco años , que era
una de las condicionos que se capitularon : tan gran-
de autoridad tenían por estos tiempos los papas, tan-
ta fuerza la Iglesia^ ayudada del favor y asistencia de
ios reyes para castigar los rebeldes y malos, y escar-
mentar á loe demás. Fallecieron otrosí en España al-
gunos grandes personajes, y entre ellos don Ramiro
obispo de Pamplona , de la nobilísima alcuña de los
reyes de Navarra. Sucedióle en el obispado don Pedro
DE ESPAÑA.
379
Ramírez, en cuyo tiempo el papa Gregorio Nono to-
mó debajo de su protección aquella iglesia y sus pre-
lados, que era eximilla de la jurisdicción de los me-
tropolitanos de España.
En Aragón el rey con su buena maña conquistaba
aquellos caballeros parciales para que se le riodfe*!
sen : recibió en su gracia á su tío el infante don Fer-
nando, sin embargo de las revueltas pasadas, y pú-
sole por condición diese orden como los conjurados
se alzasen entre sí unos á otros los homenajes y la
palabra que se tenían dada. Don Sancho obispo de
Zaragoza pretendía le restituyeselos pueblos 'que
eran de su hermano don Pedro Abones , de que el
rey se apoderó luego que le mataron : otorgóle que
estuviese á derecho , y que pasasen por lo que los
jueces determinasen ; hizo^ así y ciclas las partes,
pronunciaron que los pueblos que tenían en tenen-
cia, quedasen por el rey; los demás heredados desús
padires se restituyesen al obispo, pues no era justo
que po/ la falta de uno padeciese todo el linaje: pa-
recía con esto quedar ei reino sosegado, ios de la casa
de Cabrera no acababan de apaciguarse. AureuiJiías-
se hija de Armengol conde de Urgel , se^un que se
concertara, pretendía en juicio que le restituyesen el
estado de su padre, de que los Cabreras se apodera-
ron por fuerza. Ellos no solo no hacían caso de aque^
Ha demanda, mas aun mostraban burlarse de la auto-
ridad real , y no querían dejar el estado que poseían
de años atrás. Yinieroná rompimiento y á las manos:
el rey que hacia las partes de aquella señora , quitó
á los Cabreras muchos de aquellos pueblos, imos por
fuerza, otros que se rindieron de su voluntad . en es*
pecíal la ciudad de Balaguer cabeza de aquel estado
de Urgel.
Hecho esto, acordó^casar aquella doncella Aurem-
biasse para que nadie*se le atreviese, condón Pedro
infante de Portugal tío suyo, primo hermano de su
padre, que á la sazón andaba iiuido en la corte de
Aragón. Gerardo Cabrera el desposeído tomó el' há-
bito áe los Templarios, quien sabe si por devoción, si
por otro respeto; lo cierto es que los anos adelante
don Ponce su liijo por el derecho que su padre pre-
tendía , alcanzó el condado de Urgel á causa que Au-
rembiasse no dejó sucesión alguna de su marido el
infante don Pedro , como se dirá en otro lugar: con
tanto tuvieron fin aquellos debates. El deudo del rey
y del infante era desta manera: el infante don Pe-
dro fue hijo de don Sancho rey de Portugal, habido
en la reina doña Aldonza hermana que fue de don
Alonso rey de Aragón , abuelo del rey don Jaime: de
suerte que el infante era tie del rey, primo hermano
de su padre el rey don Pedro que mataron en Francia.
•
CAPITULO XIV.
Qae el rey dé Aragón ganó á la is!a de Bfallorca.
En un mismo tiempo en Castilla y en Aragón se
hacia guerra contra los moros. Los aragoneses ade-
lantaron mucho sus cosas, los de Castilld no hicie-
ron de presente grande progreso. El nuevo rey Xüen-
hut tenia puesto %n cuidado al rey don Fernando por
verle de nuevo apoderado de Granada, ciudad popu-
losa y principal. Juntó sus huestes, y llegó con ellas,
hasta dar vista á aquella ciudad , y pasó adelante
hasta Almería; mas no hizo otro efecto de importan-
cia á cansa que el enemigo escarmentado en cabeza
ajenase escusóde venir á -las manos. Con estose
pasó lo restante deste año y del luego siguiente 1229;
en el cual tiempo se tuvo aviso de Alemana que los
caballeros Teutónicos , que por espacio de muchos
años mostraron mucho valor en las guerras de la
Tierra Santa con la cruz negra que traían por divisa
sobre manto blanco, luego que se perdió la ciu-
dad de Ptolemayde, se volvieron á su patria, que
eran naturales de Alemana, y con licencia del em-
380
BIBLIOTECA DB GASPAR Y BOIG.
perador Federico Segundo hicieron su asiento en
la Prusia, provincia* áspera é inculta puesta entre
Sajonia y Polonia , cuyos moradores aun no eran
cristianos. Aumentáronse poco adelante estos ca-
balleros en poder y fuerzas con apoderarse y con-
bispo de Toledo y Aspargo arzobispo de Tarragona
con otros muchos obispos de Castilla y áh Aragón
para hallarse á la determinación de aquel negocio
tan grave, y que á todos tocaba. Alegaron las partes
de su justicia , formóse el proceso , y por conclusión
qufttar la provincia de Livónia, que se cuenta entre se pronunció que el casamiento era ninguno , y que*
los Sarmatas y cae sobre el reino de Polonia. Mantu-
viéronse por muchos años y hicieron buenos efectos,
hasta tanto gue Alberto último maestre de aquella
caballería se inGcionó con la herejía luterana , y con
la lil^ertad de aquella secta dejó el hábito, y renunció
por casarse aquellas provincias, y las entregó al rey
de Polonia.
Volvamos al rey don Jayme de Aragón. Luego que
vid apaciguado su reino ^ comenzó á tratar de qué
manera podría emplear sus fuerzas contra los ene-
migos de Cristo. Acaeció que cierto dia un hombre
principal de Tarragona por nombre Pedro Martello le
conviaó á comer en su casa : las ventanas de la sala
en que era el convite, caian sobre la mar, y por fren-
te la isla de Mallorca. Con esta ocasión de una pláti-
ca en otra vinieron á tratar de la fertilidad, frescura
y riqueza de aquella isla y de las demás que caen en
aquel paraje. Tomó la mano de Pedro Martello como
el que tenia larga esperiencia de todo lo que pasaba
en este caso: encareció con muchas palabras las es-
celencias de Mallorca, su fertilidad y abundancia, los
grandes daños que desde alli se hacian en las costas
e Cataluña y las otras comarcanas de España. Suce-
dió muy á propósito que pocos dias antes aquellos
moros tomaron ciertas naves catalanas; y al embaja-
dor que enviaron para requerir que las restituyesen
como hiciese su demanda en nombre del rey don Jai-
me de Aragón , respondió el rey moro , que se llama-
ba Retabohihes , con grande arrogancia : ¿ Qué rey
me nombráis aquí? El embajador: Al hijo (dijo) del
rey de Aragón que en las Navas de Tolosa desbarató
y destrozó un grande ejército de vuestra nación. In-
digiióse el moro de suerte con esta respuesta tan re«
soluta, que poco faltó no pusiesen la mano en el em-
bajador; mas en fin prevaleció el derecho de las gentes,
solo le hicieron luego salir de la isla.
Alteróse el rey de Aragón oidas estas cosas , y re-
solvióse de emprender aquella guerra, en que tantas
comodidades se representaban , para apercibirse do
todo lo necesario juntó cortes en Barcelona , dio
cuenta de la empresa que pensaba tomar: de que los
presentes recibieron tanto gusto , que con grande
voluntad para este efecto le otorgaron segunda vez el
bovatico , tributo que se solía dar á los reyes una vez
solamente. Con esto despachó sus cartas en que
mandó que para mediado el mes de mayo los sol-
dados y las compañías se juntasen en el puerto de
Salu cerca de Tarragona, do se aprestaba la armada
Y se hacia toda la masa de la gente para pasar á Ma-
llorca. En este medio vino de Roma á Aragón por le-
gado del papa Juan mongede Cluñi y cardenal Sabi-
nenso sobre negocios muy graves. Acudió el rey á
Calatayud para verse con el legado. Vino asimismo á
aqiftlla ciudad Zeyt rey de Valencia, despojado de
aquel reino y de aquella ciudad por btro moro llama-
do Zaen. La amistad que tenia con los cristianos le
acarreó este daño y este revés tan grande; demás
que se rugia quería hacerse cristiano. Por esto el rey
don Jaime se resolvió de recibille debajo de su pro*
teccion no solo á él, sino también á su hijo Abahomat;
y para restituiilos en su estado hacer guerra á aquel
tirano , como lo cumplió adelante.
El negocio principal sobre que vino el legado, era
el casamiento del rey que pretendía apartarse de la
reina , y para ello alegaba el impedimento de consan-
guinidad, si bien -tenia ya un hijo , por nombre don
Alonso , para suceder en la corona y estados de su
padre. Para averiguar este pleito el rey y el legado
pasaron á Tarazona. Acudieron allí don Rodrigo ar-
el rey y la reina quedaban Ubres para disponer de sí;
y sin embargo determinaron oue el hijo como legiti-
mo heredase el reino de su padre. Dada la sentencia,
la reina doña Leonor ya ni viuda ni casada se partió
de buena gana para hacer compañía á su hermana
doña Berenguela, y consolarse con ella en aquella su
soledad. Dejáronle los pueblos que tonia en Aragón,
como en arras y parte de dote: lleVó otras muchas
preseas de paños ricos, oro, plata y pedrerías.
Despedida la junta , el rey acudió á Tarragona,
para hallarse al tiempo señalado. Lo restante del estío
gastó en aprestar la flota y én juntar los soldados,
que cada día le v.enian en gran número con gran vo-
luntad de tener parte en aquella empresa. Luego que
todo estuvo á . punto , se embarcó la gente, y por el
mes de setiembre con buen tiempo se hicieron á la
vela y se alargaron á la mar. El número de la gente
quince mil infantes y mil y quinientos calibos:
ciento y treintay cinco velas entre naves de alto bor-
do que eran veinte y cinco, doce galeras, y los demás
bergantines y vasos pequeños ; man otrosí algunos
bajeles que servían para llevar loa caballos. La nave-
gocion es corta : así en breve llegaron á vista de Ma-
llorca. Alli de súbito le sobrevino tal tempestad, y les
cargó el tiempo de suerte que la armada se derrotó
en gran parte, y estuvieron á riesgo de no pasar ade-
lante. Fue Dios servido que á puesta de sol el vieato
Leste y Levante que traía desasosegado el mar, y
sopla de ordinario por aquellas partes , calmó y se
trocó en cierzo, muy á propósito para seguir su na-
vegación y acabaJla. En todo este peligro mostró el
rey grande constancia y ánimo, con que todos se
animaron y se remediaron los daños.
La figura de Mallorca es cuadrada con cuatro ca-
bos y remates que miran á las cuatro partes del mun-
do. A la parte de Poniente tiene el puerto de Palum-
baria , y por. frente la isla llamada Dragonera: el cabo
ó promontorio délas Salinas caeá Mediodía, y en
medio del puerto y deste cabo casi á i^ual distancia
está sentada la principal ciudad aue tiene el mismo
nombre de la isla , ca se llama Mallorca : los cabos da
la Piedra y de San Vincente miran á las partes de Le-
vante y de Setentrion. Cerca del cabo de la Piedra
está situado un pequeño lugar , pero que tiene bu«i
puerto y abrigo para las naves : llámase Polencia y
antiguamente fue colonia de romanos. Quisiera el rey
tomar este puerto , pero el viento contrarío le forzó i
surgir en el de Palumbaria distante de la ciadad
treinta millas. La galera capitana en que el rey iba,
fue la primera á entrar en el puerto, y tras ella lo res-
tante de la armada sin que faltase bajel alguno de
toda ella. Acudió gran morísma para impedir que no
saltasen en tierra : por esto le fue forzoso pasarse al
puerto de Sauta Poncia, queestá mas adelante eolre
Poniente y Mediodía. Allí eciiaron anclas, y á pesar
de los moros saltaron eu tierra: bobo algunas esca-
ramuzas al desembarcar, en que siempre los cristia-
nos llevaron lo mejor. El intento era enderezarse la
vuelta de la ciudad de Mallorca, porque ella tomada,
lo deAaás de la isla se rendiría con mucha facilUiad.
No ignoraba esto el rey moro, antes para su defen*
sa tenia hechas sus estancias en el monte Portopi.
que está á vista de la ciudad. La gente que tenía era
mas en número que en fuerzas señalada. Acordó va-
lerse de maña y parar una celada en el camino entre
unas quebradas y bosques para tomará los enemigos
descuidados y de sobresalto. Sucedióle como lo pen-
saba , que los cristianos se descuidaran como sí ca-
minaran por tierra segura. Visto el desorden, los mo-
BISTORU DE ESPAÑA.
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ros cargaroQ con tal deoaedo que los purieroD en
grande aprieto. Morieron en la refriega entre otros
muchos don Guillen de Moneada vizconde de Beame,
y don Ramón de Moneada , personajes de gran cuen-
ta , y que iban en la avanguardia , y fueren los pri-
meros á hacer rostro en aquel trance; oue fue una
pérdida muy grande y notable desgracia. Bajaban del
monte, oue cerca está, ios moros en gran número
para ayudar á los suyos , de suerte que de una parte
y de otra se trabó una reñida batalla , y los fieles se
vieron en gran peligro y cercados de todas partes. El
esfuerzo y valor del rey y su buena dicha venció estas
diCeultailes y ca sin saber el daño que los suyos reci-
bieron al principio peleó valientemente y forzó á los
moros primero a retirarse poco á poco, después de
huir y recogerse en sos reales. La pelea fue con poco
orden á fuer de África , de tropel , y que ya acome-
ten, ya vuelven las espaldas, aquí se retiran, allí
cargan.
Los cristianos siguieron el alcance , subieron al
monte al son de sus cajas, y entraron los reales de
los moros, con que la victoria y el campo quedó de
todo punto por ellos. No pasaron adelante , ni se cu-
raron de ejecutar la victoria y de seguir á los venci-
dos, porque teniao la guarida cerca y mas noticia de
toda aquella tierra. Contentáronse con lo hecho , y
con asentar sus reales á vista de la ciudad para com- '
batilla, por entender que los de dentro estaban muy
proveídos, y de su voluntad no se rendirian. Los días
adelante pusieron diligencia en levantar todo género
de máquinas, trabucos, torres y mantas para batir v
arrimarse á las murallas. Cegaron el foso de la ciudad
que era ancho y hondo, con noroija y otros materia-
les. Salían los moros de rebato para desbaratar é im-
pedir estos iuflenios; pero las mas veces volvian con
las manos en la cabeza. Finalmente los soldados se
arrimaron al muro y con picos arrancaron las piedras
de los cimientos de cuatro torres, que apuntalaron
con vigas y después les pegaron fuego , con oue las
dichas cuatro torres dieron en tierra , y en el muro
quedó abierta una grande entraba.
Los moros visto el peliffro que corrían, si la ciudad
se entraba por fuerza, de ser muertos y saqueadas
sus casas , vinieron en pedir concierto. Pretendían
les dejasen las vidas y las haciendas, y oue con su
rey se pudiesen pasar en África. A muchos parecía
bueno este partido , y que se debía venir en lo que
pedían. Deste parecer era don Nono conde de Boise-
llon, que era el medianero en estos tratos : los ami-
gos y deudos del príncipe de Beame con deseo de
vengarse pretendían que era afrenta é infamia aca-
bar la guerra antes de tomar venganza de tantos y
tan buenos caballeros como aquellos bárbaros mata-
ron. Los cercados, perdida la esperanza de concierto,
tornaron con furia rabiosa á la pelea, y con mayor
ímpetu que antes á defender la ciudad. La desespe-
ración es una fuerte arma : hicieron mucho daño en
los nuestros, tanto que ya se arrepentían los que es-
torbaron el concierto, y holgaran se admitiera de
nuevo. Finalmente , derribada gran parte del muro,
era forzoso á los nuestros que por las piedras y rui-
nas procurasen hacer camino. Algunos decían conve-
nia acometer la ciudad de noche cuando las centine-
las están cansadas : el rejr por escusar la libertad y
des^denes que trae consigo la noche , mandó que se
guardasen las puertas y portillos cop todo cuidado
poroue no huyesen los enemigos.
Al alba concertó y poso en orden los suyos para dar
el asalto ; y de parte que pudo ser oído , les habló de
esta manera : u Bien conozco amigos que para pre-
>imiar vuestros trabajos y vuestro valor no tengo
nfuerzas bastantes : el reconocimiento y estima será
nperpétua por cuanto la vida durare. La ocasión que
»de presente se ofrece de hacer un nuevo servicio á
«Dios, á vuestra patria y á mi corona, y para vos
aganar prez y lionra iii mortal , es cual veis la mejor
»que se pudiera pensar. Con la toma desta ciudad y
i»con sus despojos quedareis ricos y bien parados,
»con su sangre vengareis la de vuestros (feudos y
»hermanos; y yo por vuestro trabajo conquistaré un
vnuevu reíoo y estado. Los de dentro son pocos en
«número, sin aliento por la hambre que padecen,
«enfermedades, trabajos. ¿ Quién será tan de tan
«poco ánimo, que no arremeta y cierre con los ene-
«migos , y por aquellos muros aportillados no se liaga
«camino con la espada para entrar en la ciudad? A
«Dios tenéis favorable, por cuyo nombre peleáis:
«este será el remate de vuestros largos trabajos y fa-
«tigas , princi[»o de alegría y de descanso. Los flacos
«y temerosos, si alguno hobiese, correrán mas peli-
«gro : en el ánimo y osidfa consiste la seguridad de
«tos que valientemente pelearon. »
Dichas estas razones, mandó dar señal de aco-
meter y cerrar por una, dos y tres veces. Los sol-
dados se detenían , no sé que miedo y es[)anto los
tenia casi pasmados. €1 rey : <(¿Qué esperáis (dice)
«soldados? ¿qué hacéis? acometed y embestid con
«vuestro ánimo acostumbrado : los enemigos son los
«mismos que hasta aquí ; ¿qué dudáis?» Despertados
con estas palabras como de un sueño arremeten de
golpe y de tropel con gran grita y alarido : los moros
acuden á todas partes con gran coraje para defender
la entrada : hacen el último esfuerzo. Encendióse la
batalla y la refriega en diversos lusares : por conclu-
sión , muertos y heridos muchos oe los enemigos, se
entró la ciudad, que saquearon los soldados á toda su
voluntad, en que los unos y los otros se ensangrenta-
ron. El rey moro perdida toda esperanza , se escon-
dió en cierto logar secreto : de allí le sacaron : el rey
don Jaime, como lo tenía jurado , para mayor afrenta
le tomó por la barba , sí bien con palabras corteses
le animó y prometió que todo se haría bien. Tomada
la ciudad, sm dilación se entregó la fortaleza, en que
hallaron un hijo de aquel rey en edad de trece años,
que adelante bautizaron , y se llamó don Jaime. He-
redóle el rey en tierra de Valencia , y dióle por juro
de heredad la villa de Gotor , de que toman su apelli-
do sus descendientes caballeros principales de aquel
reino , asi bien como de otro caballero por nombre
Carrocio, natural de Alemana , noble y que sirvió
muy bien en esta guerra, f en recompensa de sus
trabajos le dieron el iusar de Rebolledo , decienden
losCarrocios gente nome y principal, y que duru
hasta nuestros tiempos en el mismo reino de Va-
lencia.
Ganóse la ciudad de Malloroa postrero día de di-
ciembre entrante el año de Cristo de 1230. Acordó el
rey hacella catedral y poner en ella obispo, si bien
los canónigos de Barcelona pretendían perteneceries
aquel obispado por escrituras que alegaban, del todo
olvidadas y desusadas : asi no salieron con su preten-
sión. Los demás castillos y pueblos de toda la isla con
facilidad vinieron á poder oe cristianos ; ¿ mas cómo
pudieran sustentarse perdida la ciudad principal?
Apaciguada la tierra, y dado asiento en las cosas del
nuevo reino , los mas soldados dieron vuelta para sus
casas, y el rey pasó á Cataluña. En este mismo año
la religión de Nuestra Señora de la Merced que se
instituyó pocos años antes, según que de susogueda
apuntado, su modo de vivir y la regla que prowsan,
fue aprobada por el papa Gregorio Nono, como pare-
ce por su bula dada en Perosa , ciudad de Toscana á
diez y siete de enero deste mismo año, se^n qoe
rezan las constituciones desta orden al principio.
CAPITULO XV.
Qoe el reino de Leoo se unió con el de Castilla.
En el mismo tiempo oue los de Aragón emprendie-
ron la conquista de Mallorca, y la ganaron, el rey don
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BfflLIOTECA DB GASPAR Y ROIG.
Alonso de León coa sus huestes y las de su hijo hizo
una nueva entrada en tierra de moros. Púsose con
sus gentes sobre Gáceres , villa principal de Estrema-
dura, Y que otras veces habia intentado de tomalia y
no pudo salir con ello. Era principe brioso y denoda-
do : las fuerzas que llevaba eran mayores que antes,
y asi pudo salir con la empresa , y aun pasó adelante
animado con este principio á poner sitio sobre la
ciudad de Mérida que en otro tiempo fue la mas prin-
cipal de aquellas partes , y de presente era populosa
Y grande. El rey moro At)ienbut, sabido lo que pasa-
ba , por ganar reputación entre su gente acordó de
ir con su nueste en socorro de los cercados. Su veni-
da y determinación puso en cuidado al rey don Alon-
so : por una parte se recelaba de ponerse al trance
de una batalla por la poca gente que tenia , por otra
el miedo de la mfamia, si se retiraba, le aquejaba
mucho mas; que ¿ tales personajes la afrenta suele
ser mas pesada que la misma muerte. Para resolverse
juntó á consejo los capitanes : los pareceres fueron
diferentes como es ordinario. Los mas en número y
de mayor prudencia querían se escusase la batalla
con aquel enemigo que venia poderoso y bravo : mas
el rey todavía se arrimó al parecer contrario de los
que se mostraban mas animosos y honrados.
Tomada esta resolución , ordeno sus haces en guisa
de pelear : lo mismo hicieron los moros ; que ya te-
nían allí cerca sus estancias. Dióse la señal de aco-
meter , resonaban las trompetas , las cajas , los ata-
bales por todas partes. Cerraron con grande ánimo
los unos y ios otros : la batalla por algún espacio fue
muy herida y sangrienta , pero en fin el valor de los
cristianos sobrepujó la muchedumbre de los paganos.
La victoria fue tan señalada , y el destrozo de los ene-
migos de Cristo tan grande, que de miedo muchos
pueblos de aquella comarca quedaron yermos por
suirse sus moradores por diversas partes. Díjose por
cosa cierta que el apóstol Santiago y en su compañía
otros santos con ropas blancas en jo mas recio de la
batalla esforzaron átos nuestros y amedrentaron á los
contrarios ; y aun en Zamora no faltaron personas
que publicaron haber visto á San Isidoro , que con
otros santos se apresuraba para hallarse en aquella
batalla en favor de los cristianos. ¿La verdad quién
la podrá averiguar? la alegría de victorias semejan-
tes suele dar ocasión á que se tengan por ciertos
cualquier suerte de milagros. Después desta rota los
de Mérida, por no tener esperanza les vendría otro
socorro, abrieron las puertas á loe vencedores, que
fue el fruto principal de la victoria ; demás que desta
vez se ganó y vino á poder de cristianos la ciudad de
Badajoz , puesta en aquella parte por do parten tér-
minos Estremadura, Andalucía y Portugal.
El rey don Alonso , que en el cuento de los reyes
de Castilla y de León se pone por Noveno de aquel
nombre , acabadas cosas tan grandes y porque el
tiempo cargaba» despidió su gente para que se fuese
á invernar, resuelto de volver con mayores fuerzas
sobre los moros, luego que el tiempo diese lugar.
Atajó la muerte sus buenos intentos , que le sobrevi-
no en Villanueva de Sarria d^ una dolencia aguda
que allí le acabó al fin deste año , yendo á visitar el
sepulcro del apóstol Santiago para en él cumplir sus
votos y dar gracias á Dios por mercedes tan señala-
das : su cuerpo sepultaron en aquella iglesia de San-
tiago. De dona Teresa su primera mujer dejó dos hi-
jas doña Sancha y doña Dulce : de la reina doña
Berenguela quedaron don Fernando que ya era rey de
CastUhi, y don Alonso que fue señor de Molina, y
doña Berenguela que casó con Juan de Breña rey de
Jerusalén. Tuvo otro hijo fuera de matrimonio que
se llamó don Rodrigo de León. Reinó por espacio de
cuarenta y dos años, fue valeroso y esforzado en la
guerra : tan amigo de justicia que a los jueces por-
que no recibiesen de las partes , ni se dejasen nego-
ciar, señaló salarios públicos, y ios castigaba con
todo rigor si en esto escedian. Verdad es oue oscure-
ció y amancilló las demás virtudes de que rae dolado,
con dar orejas á chismes y reportes de los que anda-
ban á su lado : falta muy perjudicial en los grandes
príncipes. El odio que tuvo á su i^jo don Femando,
de cuya virtud y santidad se debiera honrar mas que
de otra cosa , fue grande , y le duró por toda la vida,
tanto que en su testamento nombró por sus herede-
ras á las dos infantas sus hijas mayores.
Por esta causa para prevenir inconvenientes y pri-
siones era forzoso que el rey don Femando, pos-
puesto todo lo al , se apresurase para tomar posesión
de aquel reino , si bien á la sazón se hallaba ocupado
en hi guerra que hacia en Andalucía : principe esfor-
zado y valeroso y que no sabia reposar, ni miraba
por su salud á trueque de adelantar el partido de loi
cristianos. Puso cerco sobre Jaén pero aunque le
apretó con todo su poder, teníanla tan pertrechada
de gente y de todo lo demás, oue no pudo ganalla.
Pasó con su campo sobre Darainerza. En este cerco
estaba ocupado cuando le vinieron nuevas de la mua-
te de su padre. Aconsejábanle los que con él estaban,
Y entre ellos don Rodrigo arzobispo de Toledo, diese
la vuelta : solicitábales sobre todos su madre, y cada
dia cargaban mensajes de todas partes en esta misma
razón. Bien entendía él que le aconsejaban lo que era
bueno , y que la dilación le podría empecer mas que
todo : pero aquejábale en contrarío el aeseo de llevar
adelante la empresa del Andalucía. Su madre con el
cuidado que el amor de hijo le daba, y por loa mié-
do!t que el mismo le ocasionaba, acordó partirse para
hablalle. En Orgaz que está cinco leguas de Toledo
camino del Andalucía se encontraron madre y hijo,
allí tomaron su acuerdo, aue fue sin mas dilación
apresurar el camino para el reino de León sin dete-
nerse ni en Toledo ni en otra parte aiffuna. Hizose
así , y el rey luego que llegó al reino de León , le halló
mas llano de lo que se pensaba : los pueblos le abrían
las puertas y le festejaban : llamábanle rey pío y
bienaventurado, con otros muchos títulos y renom-
bres que le daban. Coronóse en Toro , honra debida
á aquella ciudad por ser la primera aue le ofreció la
obediencia por sus cartas. Los ricos nombres no es-
taban del todo llanos , antes algunos seguían la yoz
de las infantas con algunos pueblos que se les arri-
maban.
Pudiera resultar desta división algún grande in-
conveniente , si los prelados de aquelreino no gana-
ran por la mano , cuyo oficio es no solo predicar al
pueblo y administralle las cosas sagradas, aino mirar
Eor el bien y pro común ; y así visto por quien esla-
a la justicia, enfrenaron sus particulares afidones
con la razón, y dieron de su mano el reino á qoieo
venia de derecho. Los principales en este núniero
fueron Juan obispo de Oviedo , Ñuño de Astorga. Ro-
drigo de León , luguel de Luffo , Martin de Mondone-
do, Miguel de Giudad-Rodngo, Sancho de Coria.
Doña Teresa madre de las infantas acudió de Portu-
gal para dalles como á hijas el ayuda y consejo nece-
sario. Parecióle sería mas acertada concertarse eon
su antenado , y para esto se vio con dona Berenguela
madre del rey en Valencia la de Galicia : En esta vis-
ta Y habla se acordaron que las infantas cediesen á
su hermano el derecho que pretendían tener aJ reino
y que él les acudiese cada un año con treinta mil
ducados para sus alimentos. Tomado esta asiento, et
rey de León do estaba partió para Valencia, las infan-
tas fueron á Benavente para visitalle y verse con ¿I.
Al arzobispo don Rodrigo en premio del trabajo que
tomó en todos estos tratos y caminos tan lar^ v tan
continuos que hacia sin cansarse jamás, dió el rey
en aquella tierra la villa de Gascata. Por esta manera
el remo de León tomó á juntarse con el de Castilla á
cabo de setenta y tres anos que andaba dividido no
HISTORIA DB ESPAJifA.
383
sin perjuicio y daño de todos. I^a unión y atadura
que en el rey don Fernando y sus descendientes se
hizo y se lia continuado hasta nuestros tiempos , fue
principio y como pronóstico de la grandeza que hoy
tienen los reyes de España.
CAPITULO XVI.
De alganas vistas que diversos reyes tuvieron entre si.
Don Sancho rej de Navarra por sobrenombre lla-
mado el Fuerte , titulo one en su mocedad le dieron
sus hazañas , mudado el modo de vivir y la traza » en
esta sazón á causa de su mucha grosura y de la poca
salud que tenia , se estaba retirado en el castillo de
Tudela sin cnidar mucho del gobierno. Oeste retira-
miento los vasallos tomaron ocasión de atreverse y
de alterarse, en especial en Pamplona, que diversas
veces se alborotó por este tiempo. La falta del casti-
go hace á los hombres osados , y la dolencia de la ca-
beza redunda en los demás miembros. Asimismo don
Lope Diaz de Haro señor de Vizcaya con golpe de
gente por la parte de la Rioja hizo entrada en las
tierras de Navarra , y en ella se apoderó de algunos
pueblos y castillos : sospechóse que el rey don Fer-
nando tenia en esto parte, y que por su concejo y
con sus fuerzas se encaminaban estas tramas. Lo que
hada mas al caso, que Teobaldo conde de Campaña
en Francia, sobrino de aauel rey por ser hija de su
hermana doña Blanca inuinta de Navarra , y que si
tuviera paciencia, habia de heredar aauella corona
por nr) tener el rey hijos, con demasiaaa priesa traia
sus inteligencias con los señores de aquel reino para
desposeer á su tio: grande crueldad, y que le puso
en condición de perder loque tenia en la mano , por-
que el rey don Sancho avisado de lo que pasaba , y
pnnzado del dolor que estos desórdenes le acarrea-
ban, visto que por sí no tenia fuerzas bastantes para
contrastar con los suyos y con los estraños acordó
buscar socorros de fuera , y de camino vengarse de
aquellos ultrajes y deslealtad.
El rey don Jaime acabada la empresa de Mallorca
ganara renombre de esforzado y valeroso en tanto
grado aue los demás príncipes á porfía pretendían su
amistaay buena gracia: acordó envialle sus emba-
jadores para rosalle se fuese á ver con él en Tudela
para comunicalle algunos negocios muy graves , y
que no se podian tratar en ausencia por terceros.
Hallábase el rey don Jaime en Ziiragoza, donde por
la via de Poblóte y de Lérida era venido después de
la conquista de Mallorca. No le pareció dejar pasar
aquella ocasión, que según él imaginaba se le pre-
sentaba en acrecentar su estado : así sin pedir otra
seguridad se vino para el rey ddn Sancho. Mostrá-
ronse mucho amor de la una parte y de la otra : aca-
bados los comedimientos y cortesías . entraron en
materia , v trataron de lo que importaba. Querellóse
don Sancho de su sobrino el conde Teobaldo que sin
respeto al deudo ni tener paciencia para esperar su
muerte con sus malas mañas le alteraba los vasallos:
ilel rey don Femando dijo que sin embargo que tenia
tantas provincias , era sa ambición tan grande que
con los nuevos ditados le crecía el apetito de mandar,
mal desasosegado y incurable: que tenia pensado
valerse de sus fuerzas , de su dich.i y de su maña ,
recobrar lo de Vizcaya que le tenían contra derecho
usurpado, y reprimir los insultos y intentos de Fran-
cia, y juntamente sosegar los naturales para que no
se atreviesen : en recompensa de su trabajo le que-
ría dejar aquel reino para después de sus días , y para
mas aseguralle desde luego nombralle por su suce-
sor y adoptalle por hijo , como lo hizo por estas pala-
bras: Yo os nombro por mi heredero por via de adop-
ción para que hayáis y poseáis esta corona : prospere
Dios Nuestro Señor y ayude esta nuestra voluntad;
que bien entiendo después de mis días mirareis por
mis vasallos, y mientras viviere haréis lo que de un
buen hijo puede su padre esperar.
Aceptó el rey don Jaime esta adopción , y la buena
suerte que se le presentaba. Para dar mejor color 6
todo concertaron que la adopción fuese recíproca,
de suerte que cualquiera de los dos que faltase , el
otro le sucediese en el reino. Era cosa ridicula y jue-
go que un mozo y que se hallaba en lo mejor de su-
edad , además que tenia hijo y heredero , prohijase
un viejo doliente , y que estaba en lo postrero de su
vida : puédese sospecliar que el Navarro por su edad
y dolencia no estuviese muy entero. A los cuatro de
abril se otorgaron las escrituras desto concierto, que
confirmaron los señores que de Aragón y Navarra se
hallaron presentes. Demás desto el Navarro dio al de
Aragón prestados para los gastos de la guerrra cien
mil sueldos, y en prendas recibió para seguridad de
la deuda ciertos pueblos de Aragón. En esto vino
nueva que el rey ne Túnez aprestaba una gruesa ar-
mada para recobrar la isla de Mallorca , que hizo des-
pedir las vistas y abreviar, y forzó al rey don Jaime
a dar la vuelta á Zaragoza para acudir á la defensa,
si necesario fuese.
En este tiempo falleció Aurembiasse ; dejó en su
teiitamento el condado de Urgel, y Valladolid en Cas-
tilla al infante don Pedro su marido por no tener hi-
jos; deque resultaron nuevos inconvenientes á causa
que don Ponce de Cabrera acudió á los derechos y
pretensiones antiguas de su casa , resuelto sino le
nacían razón; de valerse de las armas y de la fuerza.
Atajó el rey con su prudencia la tempestad que se
armaba : concertó que al nuevo pretensor se diese
aquel condado , fuera de la ciudad de Bala^uer que
retuvo para sí, y al infante mientras que viviese, en-
tregó la isla de Mallorca para que la gobernase en su
lugar y como teniente suyo. Tomado este acuerdo,
el rey del puerto de Salu se hizo á la vela , y aportó
á Mallorca. Supo que el rey de Túnez por aquel eñe
no venia ; por esto sin hacer otra cosa dio la vueltr.
para su casa.
El rey don Femando se ocupaba en visitar el nue-
vo reino de León á propósito de granjear las volunta-
des de la gente con todo género de buenas obras y
mercedes que les hacia. En el entretanto encargó el
cuidado de la guerra contra moros al arzobispo don
Rodrigo ; y en recompensa le hizo merced de la villa
de Quesada á tal que echase della los moros, á cuyo
poder era vuelta. Venido pues el verano , el arzobispo
con gente rompió por aquella parte: corrió los cam-
pos , hizo presas, quemo las míeses que ya estaban
sazonadas; y no solo ganó de les moros á Quesada y
á Cazarla villas puestas en los pueblos que antigua-
mente sé llamaron bastetanos , sino tamben les to-
mó á Cuenca Cbelís , Niebla , que llamaron los roma-
nos Elepla , con otros pueblos comarcanos de menor
cuenta. Este fue el principio del adelantamiento de
Cazorta , que por largos tiempos por merced y gracia
de los reyes poseyeron los arzobispos de Toledo, qiie
nombraban como lugarteniente suyo al adelantado,
hasta tanto que en nuestros días don Juan Tavera
cardenal y arzobispo de Toledo le dio perjuro de be-
fedaépara sus descendientes á don Francisco de los
Cobos comendador mayor de León , al cual de secre-
tario suyo levantó á grande estado y dignidad el favor
y privanza que alcanzó con el emperador Carlos
Quinto rey de España. Verdad es que don Juan Silí-
ceo sucesor de dicho cardenal pretendió por pleito
revocar aquella donación como hecha en notable
perjuicio ae su iglesia ; pero ni él ni sus sucesores
salieron con su pretensión hasta que don Bernardo
de Rojas y Sandoval cardenal de Toledo concertó la
diferencia y restituyó á su iglesia aquella dignidad.
Quesada porque volvió á poder de moros , y adelante
la recobró con sus armas el rey don Fernando , se
quedó por los reyes de Castilla.
3S4 BIBLtOTBCi D
Por estos tieinpos Juan da Breña rev de Jemaa-
lém , perdido'casi todo aquel reino , paso por mar en
Italia. Era fraDcésdenacioo: solicitó á ios principes
de Europa que ]e ayudasen con sus gentes para re-
colirar su reino. De camino cas<J á Vialaute única
hija su ja con el emperador Federico Segundo, que
por este casamiento lomd título de rey de Jerusálém,
y del se queda en los reyes de Sicilia sus sucesores
en aquel rajno tiasta pasar con él y cantÍDUarse en
los reyes de Aragón y de España sucesivamente. So-
lemnizadas estas bodas , el rey Juan de Breña pasó
en España, y aportó por mar á Barcelona año de 1232.
Hospedóle el rey de Aragón con mucho amor y re-
galo, y le tuvo consif^o algún tiempo. Fuese desde
alli á Santiago de Galicia por voto que tenia hecho de
Tíiitar aquel santuario. Honróle mucho el ref don
Fernando , y para mayor muestra de amor, si bien
era extranjero y su estado en balanzas , le dio por
mujer á su hermana la infanta doña Berengnela a la
vuelta de su romería.
Concluidas las hodas, dio aquel principe Tuelta á
GASPAR r ROK.
Italia para con los locónos que juntó, pesar i la
guerra dé la Tierra Santa : el bucsho no nra conlbr-
me á BUS esperanzas ni trabajos que por Itieru la-
Triú en viaje tan lar^o. Los Anales de Toledo, i qoien
damoí mucho crédito , señalan la venida deile rey i
España ocho años antes detto , y que el rey don Fer-
nando le recibió solemnemente en Toledo dii vier-
nes á doce de abril. La verdad es que vuelto á Italii,
Serdida la esperanza de recobrar su reino, por orden
el papa se encarg6 del imperio de CoostanÜnopli
por ser de poca edad el emperador Balduino, y esur
aquel imperio que tenían los franceses, i punlodc
perderse. Casd el mozo emjierador Con Maria hija de
aquel rey y de su mujer dona BerengueU. Este fníso
fuese el premio de los trabajos que pasd en aquel go-
bierno y tutela. En Castillalos soldados de lasónle-
ues militares se juntaran con el obispo de Plaseaf ¡a,
y de consuno ganaron de loa moros i Trujillo pueblo
principal de la Estremadura : la tomafueálotTciulc
y cinco de enero.
El rey don Jaime pisó tercera vez á Hallorcii , y w
OMrtl <■ Toleilo.
apoderó de la isla de Menorca, que la de Ibiza , una
de las Pithyusas y la mayor en el mar Ibérico, se
conquistó el uño adelante de 12.14. Guillen Honsrio
prelado de Tarragona , sucesor de Aspargo ya difun-
to, envió sus genteü para este efecto, y por esta
causa quedó aquella isla sujeta á su diócesi y obis-,
pdo como era razan. Este ano i los siete de abril fa-'
lleció en Tudela el rey don Sancho de Navarra. Su
cuerpo nnterraron en nuestra Señora de Roncesva-
Iles. convento de canónigos reglares que él mía»"
ediGcó í su costa y le dotó de buenas rentas : lr>«n
en el pedio unn cruz azul en forma de cayado 6 li'
bícula ; por lo demís el hábito es de clérigos ordint-
rioi. Los navarros luego que murió su rey, llamaron
i Tbeobaldo conde de Campaña, como í psrieiH'
mas cercano: coronóse por el mes de mayo en Pani-
piona. Un autor dice que el rey de Aragón , si bien
tuvo aviso de todo , disimuló y no quiso irles á la nn-
Ho ai seguir su derecbo; qae i»r lentura la coocten-
cúlereiiKirdiapara no pretender lo que noeraiu jo.
Lug(wiTuquaeiBpranilióadelai)te,daa á enteader
Iiw si dJMiiDuló , fue por un poco de tiempa hasta
íjflmbuuane ; iprestane pu-a seguir su derecho
de adepcioD que lo teoia por bien fundado ; mas la
e^Mnina de salir con su intento era poca por la
arereion que moitrabau los naturales.
TeDíaie olroüi puesto ea cuidado un nueto casa-
miento que trataba parasí con doña Violaute hija del
ref doHuugrfa, que procuraba estorbar con todas
sus faenas el rer don Fernando porque todavía de-
üeabarecoocialialle con su tia d(üa Leonor que repu-
dió los años pasados. Andaban embajadas sobre el
caso , j porque por tia de terceros no se concluía
nada , acordaron los dos reyes de verse en el monas-
terio de Huerta puesto á li nya de Tos dos raiuos:
alllsebablaroailosdfeiysietedesetiemhre. No se
hizo efecto alguno en el negocio principal por razo-
nes que el Aragonés alegú en su aefensai solo demds
de loi pueblos aue antes tenia , dld i la reina doña
Leonor la villa ae Hariiaea que pasase su soledad, y
para mayor entretenimiento vioo en que su hijo que-
dasa en su compa&ia basta tanto que fuese de roas
edad. Empleaba esta señora su tiempo j sus renUs
en obra de piedad, en particular á su cosU cerca de
Alniasan fundó un monasterio de Premoslre , orden
cuyo fundador no rauíihoa años entes deste tiempo
C»M j lillide ilsnJiloi'. que >e
fje Huberto natural Je Lireaa en Francia. Bl nom-
bre de Premnatrateases lomiron estos religiosos dei
primer monasterio que edincaron en el bosque de
Premoatre.
CAPITULO XVll.
AckBAítk la habla y las vistas , k» dos reyes de
Aragón yCastiOa volvieron á proseguir la guerra san-
ta contri los moros. Los aragoneses feroces oon la
victoria de Hallorca, y con odio que teaiía al rey
Zaeo , que estaba por tiieru api>derado del reino de
Vilencia, j había entrado por las tierras de Aragón
robando y apernando aldeas y villas h^sta llegar á
AmpoBtS y TortosB, determinaban intentar bi guerra
de Valeoeii : las caste11ane« projcguian la guerra co-
menzada en e) Andalucía. Lu división que i esta sa-
son tenían entre si los moros , daba esperanza de
buen eucesD á los fieles , porque entre ellos andaban
Iodos estos bandos: almohades , elmoravidea , bens-
marines , benedalodes. Era de Ul manera la división
y desconcierto que aunque nadie les diera empellón,
el mismo reino se cayere de suyo y se fuera á tierra.
Concedieron loe de Cataluña al rey el tributo que lla-
man bovatico , para la guerra de Valencia , que no
suelen conceder sino en el último adieto y estreñía
necesidad. Hucliog de los cristianos comenzaron á
hacer enlradus en las tierras de los moros; talaban y
robaban lo qao podían, aspeciatmente don Blasco de
Alagoa , que tomó de los moros á Uoretla puebla
fuerte.
Este buen Agüero y pronóstico par:i la guerra si-
guiente, que una persona parlitulár hiciese tan hucn
efecto, al rey dio pesadumbre : sénlia que ninguno
rti CD li Aiueib ncti de Uj.iriii.
se le adelantase en dar principio á esta guerra. El
castigo fueque lomó aquella villa para si, y dio i don
Blasco en recompensa la villa deSástagc; que fue el
Sríncípio de la guerra de Valencia, y de los condes
e Sástago , principal casa de aquel reino. Después
de tomado Morella otro pueblo llamado Burriana, pa-
sados dos meses de cerco, se entregó ni rey con con-
dición que á los moradores les concediese la vida y
libertad: salieron deste pueblo siete mil personas en ■
tre hombres y mujeres. Grave daño fue para los rao-
ros la pérdida destos dos pueblos, que con la fertili-
dad de sus campos sustenlaban en aquella comarca
otras muchas villas y castillos, á loa cuales fue asi-
mismo fonoso rendirse. De toa primeros fue Penis-
cola, á quien llama Ptolomeu Chersoneso , j con ella
Castellón y Buñol.OonJimenode Crrea tomóá Alca^
lateo ; por esto se hiio merced de aquel Ingar y seño-
río 6 la oobilisima familia de los Urreas continuado
hasta este tiempo. Has adentroeo medio del reino de
loe moros d la ribera del rio lucar cunquistaron l;i
villa de Almazora: entráronla los nucsU-os de noche,
y asi los moros huyeron sin ponerse en dcfenaa.
En estetiempo el rey don Femando, apaciguadas
las cosas de León dejó atli la reina para ganar mas
con esto las voluntades de aquella gente. Hecho esto,
encastilla se guarneció de un grande ejército con '
determiiMcian de proseguirla guerra del Andalucía,
que por atgmi tiempo forzosamente se había dejado.
Poso cerco sobre ubeda, y combatióla con todo gé-
nero de miquinas; y aunque por ser de suyo ciudad
principal, j estar cerca de Qaeía no mas de nna le-
gua, la teman fortalecídade muchos (atientes solda-
dos de guarnición, h.iluartes y vituallas para entre-
tenerse mucho tiempo, pero la fortalezay constancia
del rey venció todas las dllicultadcs, y-se entregaron
los moradores salvas solamente las vidas. Por otra
386
BIBLIOTECA DB GASPAR T ROIG.
parte las órdenes tomaron á Medellin , Alfanjef^ y
Santa Cruz. La alegría destas victorias se mezcló y
turbó con nueva pérdida , como es muy usado en
esta vida mortal y llena de mudanzas. La reina,
mientras el rey andaba ocupado y contento con el
buen suceso aue Dios le daba en la guerra, falleció
en la ciudad de Toro. Llevaron su cuerpo al monas •
terío de las Huelgas de Burgos: las exequias se le hi-
cieron muy solemnes y el entierro. De alli fue tras-
ladado su cuerpo á la ciudad de Sevilla después de
algunos años ; donde juntó con su marido la sepulta-
ron y yace , con quien vivió muy única en amor y
voluntad.
Tomada Ubeda , el rey se volvió á Toledo , deter-
minado de visitar otra vez las ciudades y villas del
reino de León: con estos halagos pretendía ganarlas
voluntades de los nuevos vasallos. Los soldados que
quedaron en el presidio de Ubeda , hicieron una en-
trada en tierra de Córdoba, quemaron y talaron
aquella campiña: algunos de los moros llamados vul-
garmente almogáraves fueron presos en esta cabal-
gada. Almogáraves se llamaban los soldados viejos,
y que estaban puestos en los castillos de guarnición.
Estos cautivos dieron aviso que se ofrccia buena co-
yuntura para tomará Córdoba, sea que pretendiesen
ganar la gracia de >sus señores, ó que estuviesen mal
con los de aquella ciudad. El arrabal de Córdoba, que
llaman Ajarquia, está pegado con las murallas, v le
tenian á su cargo este género de soldados, que die-
ron lugar á los cristianos para que de noche por
aquella parte escalasen la ciudad y la entrasen , que
fue el año de nuestra salvación de 1235 á los veinte
y tres de diciembre. El número de los soldados que
entraron era pequeño para salir con empresa tan
grave. Tomaron solamente algunas torres , y apode-
ráronse de la puerta de Martos con intento y espe-
ranza que les acudirían socorros de todas partes : así
despacnaroD á toda priesa mensajeros que avisasen
de lo hecho y del aprieto en que quedaban si no les
acorrían con toda presteza.
A la verdad los moros luego que amaneció, sabido
lo que pasaba, y que la ciudad era entrada, se pubie-
ron á punto para combatir aquellas torres y lanzar
por fuerza á los que en ellas estaban. Don Alvar Pé-
rez de Castro, cuya lealtad y valor fue muy conocido
después se redujo, desde Martos do se hallaba , fue
el primero que acudió á lo de Córdoba. Lo mismo
hizo eirey: luego que llegó el aviso, partió de la ciu«-
dad de León; y annqué la distancia era grande , y el
tiempo del año mu y contrario, acudió con buen golpe
de soldados allegados de presto: dejóotrosi mandado
á los caballeros y ayuntamientos de las ciudades que
fuesen en su seguimiento. Está en el camino un cas-
tillo que se dice Bienquerencia : parecióles probar si
le podrían rendir. El alcaide del castillo sirvió al rey
con vituallas: pero en lo que tocaba á entregarse,
dijo no lo podia hacer hasta ver lo que se hacia de
Córdoba cuy^ autoridad se^cuia: que rendida la ciu-
dad, prometía hacer lo mismo. Dejada pues esta
fuerza, pasaron con presteza adelante Halló el rey
qae de machas partes hablan acudido al socorro mu-
chos soldados, si bien todos ellos no llegaban á ha-
cer bastante ejército.
El rey Abenbut se hallaba en esta sazón en la ciu-
dad de Ecija, aprestado para cualquiera ocasión que
se le presentase^ con un poderoso campo. Don Lo-
renzo Suarez por andar desterrado seeuia el partido
y reales deste rey. El moro no estaba aeterininado si
acudía á los moros de Valencia, si á los de Córdoba
por estar la una ciudad y la otra en un mismo peli-
axo, y hacelle instancia de ambas partes por socorro.
Va conquista de Valencia se encaminó desta suerte.
El rey tie Aragón probó á conquistar á CuUera ; mas
cesó (le la conquista por la falta de piedras que halló
en aquel campo , para tirar con los trabucos : cosas
pequeñas en las perras tienen grande vez y son de
mucha importancia; verdad es que en la llanura de
Valencia fue tomado el castillo de Moneada por los
aragoneses, y luego le echaron por tierra porque los
demás moros escarmentasen con aquel ejemplo y
castigo.
Todo esto supo en un mismo tiempo el rev Abeo-
hut. Estaba confuso, que no sabia en que determi-
narse , ni qué consejo tomase. Envió á den Lorenzo
Suarez para que espiare lo que pasaba : él deseando
con algún señalado servicio volver á la gracia del rey
don Fernando , comunicóle en secreto el intento de
los moros y estado de sus cosas. Avisado de lo que
debía hacer volvió al rey moro , engrandecióle nues-
tras fuerzas mucho mas de lo que eran, díjole que el
aparato y ejército era muy grande: mostraba en el
rostro tristeza y miedo , mentiroso es á saber y fin-
gido. Esta maña y artificio fue causa que el rey moro
no tratase de socorrer á Córdoba, en gran pro de los
cristianos, que si el moro viniera, noTueran bastan-
tes para resistir y hacer constraste á los de la ciudad
y á los de fuera. La alegría aue los nuestros recibie-
ron por esta causa, aumento una nueva cierta que
vino, que el rey moro pocos días después que pasó
esto , en la ciudad de Almería en que estaba á pun-
to para ir al socorro de Valencia, fue muerto por los
suyos. Avino esta muerte muy á buen tiempo , por-
que el moro era diligente y valeroso [nríncipe , elo-
cuente en hablar, diestro en persuadir lo que quería,
sosegar y amotinar la gente según que le venia roas
á cuento ; robaba lo ajeno, y daba de lo suyo franca-
mente: en fin en aquel tiempo ni en paz ni en guerra
ninguno le hacia ventaja, y fuera gran parte si vivie-
ra, para que las cosas de los moros se restauraran
en España.
CAPITULÓ XVÜL
Cómo la ciudad de Córdoba se ganó de los moros.
En el medio casi de la Andalucía en la parte que
antiguamente se tendian los pueblos llamadk)8 Tur-
dulos, está edificada la ciudacf de Córdoba. Suasiento
en un llano á las faldas de Sierrainorena , que se le-
vanta á la parte de Septentrión ó Norte , forma algu-
nos recuestos y collados. A la'mano izquierda la baui
el rio famoso Guadalquivir, que por entrar en él mu-
chos ríos es tan grande que se puede nave^r. La
figura y forma de la ciudad es cuadrada: estiéndese
por la ribera del rio , y así es mas larga que ancha.
El tiempo que los moros la tuvieron en su poder,
asentaron on ella los reyes su casa y silla real , y le
quitaron mucho de su hermosura y gentileza como
gente que ni sabe de arquitectura ni de edificios , ni
se preciado algún primor. Antiguamente tenía cinco
puertas, ahora Uene siete: los arrabales de fuera son
tan grandes como una entera ciudad, especialmente
el que dijimos se llamado Ajarquía á la nbera del río
á la parte de Levante, que está todo cercado demoro
y pegado con la ciudad. El alcázar del rey, y su casa
está á la parte del Poniente cercada con su muro
particular : una puente muy hermosa puesta sobre
el río , cuya cepa comienza desde la iglesia Mayor.
Antiguamente se llamó colonia Patricia porque en
sus principios la habitaban los príncipes y escogidos
de los romanos y de la tierra, como lo dice Estrabon:
fuese siempre madre de grandes Ingenios, esceJenles
en las artes de la guerra y de la paz : los campos de
la ciudad son hermosos y fértiles ; dánse toda ma-
nera de frutos y esquilmos , alegres por su mucha
frescura y arboleda. No solo tienen esto en la llanura
sino los mismos montes con las copiosas fuentes
crían viñas y olivares y toda manera de árboles. En
estos montes una le^ua de la ciudad está edificaito
un monasterio de frailes de San Gerónimo, en (pe
parecen rastros de Córdoba la Vieja , que edificó
M*rco Ubrcello desde .tus príDcipios, ó seu que la
■ttDwnld j adornd en el tiempo es á aaber que fuu
pretor m España. Eale sitio se entiende que por sor
mal sano le trocaron en el lugir en que al presente
esU.
La toma desta ciudad fue desla suerte : loa cristia-
nos se apoderaron de una parte de los muros : el rey
don Fernando lueso que liento puso cerco sobre lo
demis, corría el año 1230. Defendiéronse los moros
con f(nnde esfuerzo como los que se bailaban en el
úllimo aprieto, i^ue suele bacer í los hombres esfor-
zados: el gran numero de gdtite que dentro tenian,
y jus socorros qne de fuera esperaban , loa bacía asi-
mismo confiados ; muchas veces por las plazas y por
las calles peleaban valientemente los unos por salir
con la etnpresa , los otros por la patria y por ia liber-
tad. Gastóse algún tiempo en esto hasta tanto que
por la foma y por dicho de algunos cautivos que
prendieron los de dentro , supieron lo que pasnba
acerca de la muerte de Abenbut , rey de Granada , y
('uDtamente que iloa Lorenzo Suarez se era pasado a
a parte de los cristianos , y se hallaba con los demás
OD aquel cerco : con esto perdida la esperanza de
podarse defender con sus fuerzas, y de ser socorri-
dos do fuera , acordaron de rendirse. Tuvieron pláti-
ca sobre ello personas señaladas de ambas partes : los
del rey encarecían sus fuerzas para sujetar los rebel-
des , su clemencia para con loe que se rendían : los
moros ai bien entendían el aprieto en que estaban,
no venían en lo que era razón.
I*asábase el tiempo en ilemandus y respuestas , i-u
proponer condiciones y en reformallas : los crislIanoK
vista su porlia , y que de ella cada dia los cercados se
hallaban en mayor aprieta, se aprovechaban de la
dilación para agravar las capitulaítones ; y á los mo-
ros, era (orioso pasar por lo que aitles desechaban,
coma suele acontecer á los duros yportiadoa: final-
mente de grado en grado se redujeron i término de
entregar la ciudad con solo que les cnncedierop las
vidas y libertad para irse cada cual donde meior le
esluviese. Hízose la entrega en veinte y nueve ue ju-
nio dia de San Podro j San Pablo: en señal de la vic-
toria en lo mas alto de la iglesia Hayor leirantaron
unn cruz v con ella el estandarte real que se pndi:i
verde todas partes. La iglesia con las ceremonias
acostumbradas de mezquiLi que era , la mas famosa
de España, la consagraran diversos obispos que sc^
guian la gnerra y se hallaron en la tama. Señalaron
par primer obispo de aquella ciudad á fray Lupü
monge Je Pilero, convento situado cerca del rl»
Pisuerga. Conformóse en lodo esto con la volunlilU
del rey , y puso en todo la roano don Juan obispo do
Osma , que suplía las veces por su comisión dpl prí-»
mado don Rodrigo aríobíspo de Toladn, que á la sn-
zon estaba ausente y era ido i Roma. Juniaitienic li^
dejó los Sellos reales para ejercitar en üu lugafH
oGcio de chanciller mayor dado por tos reyes los años
pasados á los arzobispos de Toledo en la persona diil
roísmg don Rodrigo,
No se conteiiti) el rey con lo liedlo , anti-s por
acordarse ysaberqdedocieotosysesenla anos antes
deste en qne nmos, los moros btcierou traer las
camiMnas de Santiago de Galicia en hombros de
cristianos , mandó que de. la misma'manera las lleva-
sen loe moros hasta panellas en su lugar: recompen-
sa bastante y enmienda de aquella ufa y afrenta.
Idos los moros, quedaba la ciudad sola y ;rernia : oro-
metió el rey por sus cartas muchos prívilegios á los
qae viniesen á poblar , con que acudieron muchos y
entre ellos repartieran las casas y heredades. Que-
dó por gobernador de aquella ciudad don Alonso de
Heneses, j don Alvaro de Castro por general de
aquellas fronteras, el uno y el otrocontoao el poder
y autoridad necesaria. A los títulos reales se anadió
el de ny de Córdoba y de Baeza, según que consta
por los prívilegios y cartas reales que de aquel tiempo
Í' del de adelante se hallan. La silla obispal deCa-^
ahorra por este tiempo se trasladó i Santo Domingo
de la Calzada á instancia de don Juin Pérez , obispo
de aqnella cigdad. Pleitearon ndolantr; lus dos ciuda-
des sobre este punto y preeminencia por alfíiuii tiriti^.
Cómase ganó la ciudad de Val«DcJa.
El rey de Aragón no Cesaba de acosar los tnotm
del reiiio de Valencia por todas parles y con todii
manera de guerra. El rey Zeit andaba fuera de Va-'
lencia desterrado: estaba de antes artcionado á mu-i
dar de religión, y con la comunicación de los cristia-
nos finalmeole se bautizó. Asi lo habían profetizado
en Valencia algunos años antes dus frailea de San
F'rsncísi.'o , fray Juan y fray Pedro, loscualesél mis-
mo por esta causa mandó mntsr. Instruido pues en In
fe , le bautizaron y llamaron dan Vicente Esto se
hizo secretamente , porque sabido por los moros no
cobrasen mas odio y indignación contri tí, que nv
3gg awuoTECA DE
tenia perdiJii h esperaniade recobrar su reino. Don
Sancho Aliones, arzobispo de Zaragoza, procuróse
casase conforme al uso de la iflesia calfilica , porque
con la mala costumbre y soltura que tenia antieuD
j con la muclia torpeía de gu vida y deshonestidad
jiarerla que hacia buria de la Religión Cristiana que
tirofesaba. La mujer que rasú con él , se llamó Do-
in'nfli Lopoi, nulurul de Síaragoza. Della nació una
hijallamada Alda Hernández, mujer que fue después
de don Blasco Jiménez, señor de Árenos, que suce-
dió en otros muchos lugaresque eran del rey su Bue-
Sro , y loa lieredaron después los de Árenos. E\ rey
e Aragón para continuar la empresa comenzada
destruyólos campos de Ejerica , quemó las m ¡eses
que ya se vian sazonadas. Don Bernardo Guillen,
tío dij rey de parte de madre, que tenia gran fuma
de valiente , y liebia liecbo hazañas en las guerraa
señaladas , fue nombrado por general de la frontera
de los mwos de Valencia para que resistiese y enfre-
nase sus acometimientos y entradas.
Gl mes de octubre siguiente bobo cortes en la villa
do Monzón , en que se trató continuar y llevar ade-
lante la guerra de Valencia y de ponelle cerco. Acor-
daron otros! por parecer de todos no se vedase por
entonces cierta manera de moneda llamada jaquesa.
que tenia mucha meich de cobre , y los que se halla-
ban con ella , temian que si la probibian , reclbiriin
daño Dolable. Por esta causa se le concedió .il rey
que cada casa de seis d siete años pagase al fisco
real un maravedí. El castillo que se llamaba el Poyo
de Santa Haria , con las guerras de los moros des-
truido , tos cristianos le repararon , y don Bernardo
Guillen le tenia con fuerte guarnición. Zaen rey de
Valencia emprendió con la gente que tenia , que se
contabtin seiscientos de á caballo y cuarenta mil
peones , de combatir este castillo-, los nuestros con
increíble ánimo y esfuerzo determinaróo de salir de
la fortaleza á pelear con los que en número de solda-
dos lea bacian ventaja : la cosa llegó al último aprie-
to, pero en lin la multitud y gran núnieno de moros
se rindió al esfu^^a y valentía, de suerte que los
enemigosfueron maltratados vencidosyahuyeuiados.
Publicóse por cierto que San Jorje ayudó á los cris-
tianos , y que se bailó en la pelea : acostumbran los
hombres cuando las cosas suceden sobre todas las
fuerzas y esperanza , atribuirlo i Dios y i sus santos
autores de todo bien. Acrecentó la fe del milagro
una imagen deNucsIraSeñora que se halló debaiode
la campanaque tenían en el castillo, (xa moradores
de la comarca hicieron luego una iglesia para eea ta-
lla , muy devota , y en que se I>acen muchos mila-
gros como (o dicen los de aquella tierra.
La batalla se' dio el mes de agosto año de 1S37:
murió en ella don Rodrigo Laesia caballero principal.
El rey dun Jaime sabida la victoria y el peligro que
lus suyos Rorrian , partió luego para allá, especial-
mente que le vinieron nuevas , aunque falsas que los
moros Tullían con nuevos soldados de refresco £ la
empresa. Con mayor ánimo y esfuerzo une pruden-
cia , con solos ciento y treinta de cabilfo Mego has-
GASPAR T ROIG.
la mas adelante del Pollo y dfrMomvíMlfo. Allí se en-
contró con un valiente escuadran de moros que Hegú
tiasla aquellos lugares á hacer rostro á los naestros:
traía por capitán i don Artal de Atagon aue andaba
desterrado entre los mores y era hijo de dun Blaacoi
el peligra era grande: la constancia y íortilcudcl
rey y su buena dicha remediaroD el daño qoe se pu-
diera temer, sobre todo Dios , que proveyó se fuesen
loa moros por otra parte sin dar la batalla ni encon-
trarse con los fíeles. Et castillo del Poyo par estar
cerca de Valencia y lejos de Angón no se podií con-
servar sin mucha costa y peligro, especislmenle que
aquellos dias falleciera don Bernardo Gnillen tío del
rey, á cuyo cargo quedó la guarda de aquella ptan;
que fue la csusa que el rey saliese de Zaragoia en
que tuvo el invierno, i( se pusiese al riesgo ya diclto.
Hito merced i don Guillen Entenxa hijo del difunto
de todo lo que él poseía, oücios ftenencísR; mer-
ced debida A los méritos y servicios de su padre. La
tenencia del castillo se encomendd á don Berenguel
Ententa , si bien los caballeros del reino eran de pa-
recer se debía deBsmparsr.
Perseveró el reven suslentaraqueicsatilloinr ser
de mucha comodidad para la conquistado Valencia;
y porque los soldados trataban de liuir y dejalle se-
cretamente , los juntó en la capilla del castilfo, y juró
en el ara consagrada solemnemente de no volverá su
casa sin tomar á Valencia. Con esta resolución los
ánimos de lus soldadosque allí tenían, se «Aforaa ron
y quedaron allí de buena gana ; los de los contrarios
de tal manera desmayaran que Zaen envió á reque-
rille de paz , y ofreció que daría muchos cattillos y
fortalezas, y cierta cantidad de oro de tributo cada
un año. El rey con la esperanzaqueieniadeganar la
ciudad , aunque contra el parecer de los suyos , todo
lo deshecho^ II ayérmente que Almenara, Hetera,
Bullay olroscastillosmuy importSDtessele entrega-
ron de su voluntad: con esto se aumentaron los ini-
mos y la esperanza de los soldados. No tenia el rey
á esta razón mas que mil peones , y trecientos y se-
senta hombres de a caballo. ¿Qué era esta gente pan
una empresa tan Rrande?¿qué osadía y temeridad
aventurarse con fuerzas tan pequeñas? mas los con-
sejos atrevidos por (alease tientan comunmente cua-
les son los remates: (al es el juicio de loa hombrea.
Con (an poca gen(e, pusado el río GoMlalaviar, te
atrevió á poner sitio á una ciudad tan grande y Un
populosa. Asentaron los reales y los barrearon entre
el Grao (que asi se llama aquella parte del mar por
ser amanerado escalones) y entre la ciudad á igua-
les distancias, una milla de cada una deslasdos
partes.
Valencia está situada en aquella parte de España
que se llamó Tarraconense , en la ctmarca qoe habi-
taron antiguamente los edetanos: su asiento en una
gran llanun, fértil y abastada de todo loneceatm i
iavidayalregalo.annqueel trigo l« viene de acarreo
y de fuera delreino pirs sustentarse. Es rica de ar-
mas y de Boldadtis, abundante de mercadurías de
toda suerte: de tan alegre suelo y cielo que ai padece
frío de inviemo, y el estio hacen mujf teaiplado los
embales y los aires del mar. Sus edificios roagnifieos
y «raodes , sus ciudadanos honrados , de suerte que
vulgarmente se dice hace á los estraaieros poner en
olvido sus mismas patrias y sus nalurales. Las bater-
loB y jardines muchoB y muy frescos , vicMeos ea de-
masió : loa árboles pM- su orden concertados , en es-
pecial todo género de agrura y da cidrales , cayos
ramos entretejen de manen que ya rapresenlan di-
versas Gguraadeaveay deanimatesydiveraosÍDs-
trumenlos , ya los enlazan'á maDOv de aposentas y
retretes , cuya entnda impide la fuerte (rabasoo de
los ramos , la vista la muchedumbre y espesura de bs
hojas, que todo lo cubren y lo tapan i maneta deona
graciosa enramada que síenipre está verde y fresca:
RISTOMA DE ESPAÑA.
I:)l4^ eran los campos Elíseos, paraíso y morada de
los bienaventurados, segan que los fingieron los poe-
tas antíffuos. Tal y tan grande la hermosura desta
ciudad aada por beneficio del cielo , que puede com-
petir en esto con las mas griocípales de Europa.
K mano izquierda la baña el rio Guadalaviar, que
Sasa entre el muro y el palacio del rey que llaman el
Leal y y está por la parte de Levante pegado con la
ciudad con una puente por do se pasa cíe la una parte
á la otra. Sangra el río con diversas acequias para
regar la huerta y para beber los ciudadanos. Junto al
mar cae la Albáfera, distante por espacio de tres mi-
llas, de aire no muy sano, pero que recompensa este
daño coi^ la abundancia de toda suerte de peces que
cria y da. Los muros de la ciudad eran entonces de
figura redonda mil pasos en contorno, cuatro puer-
tas por donde se entraba. La primera Boatelana entra
Levante y Mediodia: la segunda Baldina á Setentrion:
la tercera Templaría (que tomó este nombra de una
iglesia que alli edificaron los templarios) á la parte
de Levante: la cuarta Jareana, entre la cual y la
Boatelana fortíGcó el rey sus estancias , por ser el
lugar mas cómodo para la batería y para los asaltos
á cansa de cierto ángulo ó esconce que el muro ha-
cia por aquella parte. Dábanse los cristianos toda
diligencia en levantar y plantar sus máquinas j tra-
bucos de que entonces se usaba, para combatir las
murallas. El rey Zaen el primer día que los cristianos
llegaron, antes de fortificane sacó sus gentes al cam-
po con muestras de querer pelear : escusaron los
cristianos la batalla por ser en pequeño número, y
porqae de cada dia les acudían nuevas compañías.
Haluronse presentes muchos prelados, ricos hombres
y caballeros , un escuadrón de franceses escogidos
(Í3bajo la conducta de Aymilio obispo de Narbona,
socorros y gente de Ingalaterra que vinieron ala fama.
Trabáronse los días siguientes ai^^unas escaramuzas,
en que los contrarios llevaroo siempre lo peor; que
los enfrenó para no hacer en adelante tan ae ordina-
rio salidas. Arrimáronse al muro los del rey : sacaron
algunas piedras con picos y palancas , con que por
tres partes aportillaron la muralla , de suerte que
podía pasar un soldado por cada parte. Acudían los
cercados á este daño y peligro con todo cuidado se-
ffuu el tiempo les daba. En el entretanto Pedro Ro-
arigaez de Azagra y Jimeno de Urrea con golpe de
Siente de la otra parte de Valencia rindieron la villa
e Cilla. Descubrióse asimismo en la mar la armada
del rey de Túnez, que venia en favor de los cercados
en número de diez y ocho galeras y naves. Surgió á
vista de la ciudad, con que Tos moros cobraron ánimo
y entraron en esperanza de poderse defender.
Mas fue el ruido y el cuidado que el efecto, porque
avisados los africanos que en Tortosa se aprestaba
otra armada contra la suya , desancoraron y sin po-
der dar socorro á la ciudad, ni forzará Peñíscola que
está en aquellas riberas de Valencia , y asimismo lo
intentaron, dieron la vuelta. Comenzaron con esto á
enflaquecer los de la ciudad , y por la gran falta de
bastimentos y almacén , que cada dia se aumentaba
(como suele) no solo por la estrechura presente, sino
por el miedo de mayor falta. En nuestros reales por
el contrario gran alegría, mucha abundancia de todo:
si bien la gente era ya tanta que llegaban á sesenta
mil infantes, y mil de á caballo. En todo se mostraba
la prudencia del rey no menor que el esfuerzo y des-
treza en el pelear, tanto que no se contentaba con
hacer oficio de caudillo y mandar, sino que metia
en todo las manos, tanto que un dia por adelantarse
mucho lo hirieron con una saeta en la frente : la he-
rida ni fue muy grave, ni tampoco muy ligera : solos
cinco dias estovo retirado, que no salió en público.
Vinieron á esta sazón embajadores del papa Gre-
gorio y de las ciudades de Lombardía para pedir les
enviase socorro contra el emperador Federico 11 que
TOMO I.
369
gravemente los apretaba. Ofrecían sí los libraba de
aquella tiranía gravísima , que los de aquellas ciuda-
des se le darían por vasallos. Oyó esta embajada ó
trece de junio de 1238 años , y en los mismos realee
puso su amistad con aquella gente según que lo de-
mandaban y la reina doña Violante aconsejaba , que
tenia gran parto en los negocios y podía mucho con
su marído a causa de sus aventajabas partes , y que
tenia en ella una hija del mismo nombre de su madre.
Verdad es que el socorro no tuvo efecto por estar el
rey ocupado en las cosas de España, mayormente
que el emperador, aunque fingidamente, se reconci-
lió con el papa; además que no era justo cuidar de
los males ajenos el qpe tenia entre las manos guer-
ras tan importantes. Los de Valencia, rodeados de
los males que acarrea un largo cerco, y perdida la es-
peranza de ser socorridos ni de África ni de España,
acordaron de rendirae. Para tratar de conciertos salió
un moro por nombre Alialbata , persona de cuenta y
muy prívado de aauel rey; después enviaron otro,
que era sobrino dei mismo rey, y se llamaba Abul-
hamalet: movieron diversos partidos. Todos desea-
ban concluir, y toda tardanza les era pesada, los
unos por el deseo que tenían de poseer aquella noble
ciudad, los otros aquejados de la necesidad y peligro
que corrían.
Finalmente se tomó asiento debajo do las condi-
ciones siguientes : el rey moro entrei^e la ciudad do
Valencia con los demás castillos y villas aquende el
río Jucar : los moros puedan ir libres á Cutiera y á
Denía con seguridad y aebajo la fe y palabra real : los
mismos, sin que nadie los cate, puedan llevar consi-
go todo su oro y plata, y las demás preseas que qui-
sieren y pudieren : haya treguas entre los dos reyes
por término de ocho años que se guarden enteramen-
te. Para el cumplimiento destas capitulaciones pu-
sieron término de cinco dius ; pero antes que se lle-
gase el plazo y se cerrase, los moros acordaron dejar
la ciudad en número cincuenta mil entre hombres,
mujeres y niños. Pasaron por medio de los soldados
cristianos que para su seguridad pusieron de la una
y de la otra parte , pues era justo cumplir lo que les
prometieron, y usar de clemencia con los que se ren-
dían y les dejaban sus casas.
Víspera de San Miguel por el fin de setiembre fai-»
cieron los vencedores su entrada en Valencia , y se
apoderaron de aquel reino. Limpiaron la ciudad, re-
conciliaron y consagraron en templos de Dios las
mezquitas. (Juedó por primer obispo Ferrer de San
Martin , preboste de la iglesia de Tarragona : quieu
dice era de la orden de los predicadores. Vinieron á
poblar nuevos moradores , los mas catalanes, de Ge-
rona, Tarragona, Tortosa. Los campos de la ciudad y
las huertas se repartieron por iguales partes entre los
obispos y los caballeros y los ayuntamientos de las
ciudades que ayudaron en la conquista. Cupo eso
mismo su parte á los cabaJleros Templarios j á los
de San Juan. Entre los conquistadores señalaron
trecientos y ochenta de á caballo, que mejoraron en
el repartimiento á tal que se encargasen ae guardar
las fronteras de aquel reino , repartido el trabajo de
manera que cada cuatro meses por turno guardaban
los cientos de ellos. El sitio de la ciudad no es muy
fuerte, y sus murallas eran flacas, mayormente que
quedaban maltratadas y aportilladas por causa de la
guerra. Acordó el rey lortificalia de nuevos muros,
mudada la primera forma y traza, de suerte que que-
dasen mas anchos y la ngura cuadrada , con doce
puertas que de tres en tres miran á las cuatro partes
del cielo. Ordenáronse nuevas leyes , constituciones
y fueros para el gobierno y sentenciar los pleitos.
Por esta manera el rey moro Zaen perdió en breve
el reino que malamente usurpó ; que el poder adqui-
rido contra justicia prestamente desfallece. Verdad
es que él se preciaba de venir de linaje de reyes, por-
390
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
que era hijo de Modef, nietodeLope, rey de Murcia,
como arríM ^ueda declarado. Las aleffrías q[ue en toda
España se hicieron por la toma de Valencia , fueron
estrabrdínarías , mayormente que en esta conquista
no se mezcló como en otras ningún revés ni desastre.
El ejército quedó entero que apenas faltó cabaliero
de cuenta ; solo don Artal de Alagon , ^ue por estar
las cosas de los moros tan caidas se habia reducido al
senricio de su rey , y en compañía del vizconde de
Cardona don Ramón Folch fue sobre Villena y tomada
aquella ciudad en una refriega que tuvieron con los
moros junto á Sayx pueblo de aquella comarca , le
mataron de una pedrada : no faltó quien dijese se le
empleaba bien aquel desastre aj que ayudó á los mo-
ros y y estuvo de su parte eA el tiempo de su prospe-
ridad. Este fue el remate de la guerra , y de la con-
quista muy afamada de Valencia.
Mientras los aragoneses estuvieron ocupados en
esta ffuerra, los navarros no se desmandaron en cosa
alguna. Reinaba en aquella parte Teobaldo, conde de
Campana, como queda dicho: el obispo de Pamplona
se llamaba Pero Jiménez de Gazolaz , sucesor poco
antes de Pedro Ramírez de Piedrola. Este fey con
deseo de gloría y alabanza^ y por servicio de Dios, con
la paz de que gozaba su reino, emprendió guerras es-
trañas y fuera de España. Fue asi que el rey Teobaldo
y los condal Enrigue de Barí , Pedro de Bretaña y
Aymerico de Montorte se concertaron de pasar con
sus huestes á la guerra de la Tierra Santa. Aperce-
bido el ejército , y puestas las demás cosas á punto
fmra un tan largo viaje , los ^inoveses no les acudie-
ron con la armada necesana para su pasaje. Enca-
mináronse forzosamente por tierra : pasaron por Ale-
maña y Hungría y Constantinopla y el estrecho de
mar que se llama Bósphoro Thracio. En Cilicia ^unto
á las noces y estrechuras del monte Tauro corrieron
grsn peligro ^ y perecieron muchos de los suyos á
causa del gran numero de turcos que sobre ellos
cargaron, en tanto grado que apenas la tercera parte
de MI gente que sacaron , y esos enfermos mal pan-
dos, llegaron á la ciudad de Antioquía en aquellas
partes de la Suría. El remate y efecto fueconforme y
semejable á los principios y medios. Siempre en tier-
ra de Palestina les fue mal. Dieron la vuelta para sus
casas muy pocos. Tal fue la voluntad de Dios , tal el
castigo que merecían los pecados. Los historiadores
franceses ponen esta jornada del rey Teobaldo diez
años adelante, cuando el rey San Luis de Francia
frasó á aquella empresa , y en su compa&ía el rey ya
dicho de Navarra; contra esto hace que el arzobispo
don Rodrigo al fin de su historia refiera esta jornada
de Teobaldo, y no pudo alcanzar la de San Luis; que
era ya muerto, y puso fin á su escritura cinco años,
y no mas, después deste año en que los de Aragón
conquistaron a Valencia.
UBBO DECIMOTEBCIO.
CAPITULO I
Cómo muchos pueblos fueron ganados por los nuestros.
Los dos reyes de España don Jaime y don Fernan-
do como quier que antes fuesen esclarecidos y esce-
lentes entre los demás por sus grandes virtudes y
valor, comenzaron á ser mas nobles y afamados des-
pués que ganaron á Córdoba y á Valencia. Los pueblos
y las ciudades dalMín gracias inmortales á los santos
por las cosas que dichosamente se habían acabado:
trocaban en publica alegría el cuidado y congoja oue
tenían del sucedo y remate de las guerras pasadas.
Los capitanes y soldados con tanta mayor vigilancia
ejecutaban la victoría, y de todas maneras apretaban
á los vencidos : recatábanse otrosí no les sucediese
alguna cosa contraria y algún revés, cano ignoraban
que muchas veces después de la victoria el suceso de
las guerras se trueca y se muda todo en contrarío. Los
príncipes extranjeros, do era llegada la fema de taD
grandes hazañas , con embajadas que enviaron , da-
an el parabién de la buena andanza á los reyes , y
exhortaban á los nuestros que por el camino comen-
zado no dejasen de apretar á los moros que se iban á
despeñar y acabar. Todavía por un poco de tiempo
se dejaron las armas , y se aflojó en la guerra á causa
que el rey de Aragón concedió por un tiempo tre-
guas á los moros, y peco después pasó ¿ Mom-
peller.
Asimismo el rey don Femando en Burgos se ocu-
paba en celebrar un su nuevo casamiento. Doña
Berenguela con el cuidado que tenia, como madre,
no estragase el rey con deleites deshonestos el vigor
de su edad en que estaba, dado que al juicio de to-
dos no habia persona ni mas santa ni mas honesta
gue él , procuró se hiciese el dicho matrimonio. Do-
na Juana hija de Simón conde de Potiers y de Adeloy
de su mujer, nieta de Luis rey de Francia y de doria
Isabel hija de don Alonso el emperador (i), vino traí-
da de Francia para casalla con el rey don Femando.
Deste matríroiAiio nació don Femando por sobrenom-
bre de Potiera, y sus hermanos doña Leonor y don
Luis. El rey concluidas las fiestas, v con deseo de
visitar el remo , trujo á la nueva casada por las prín -
cipales ciudades de León y de Castilla : visitaba con
esto sus estados. Tenia costumbre de sentenciar los
pleitos y oírlos, y defender los mas flacos del poder y
agravio de los mas poderosos. Era muy fácil á dar en-
trada á quien le quería hablar y de muy mnde sua-
vidad de costumbres. Susorejas abiertas alas querellas
de todos. Ninguno por pobre, ó por solo que fuese,
dejaba de tener cabida y lugar no solo en ei tribunal
público V en la audiencia ordinaria , sino aun en el
retrete del rey le dejaban entrar. Entendía es á saber
que el oficio de los rej es es mirar por ei bien de sus
subditos, defender la inocencia , dar salud , conser-
var, y conitoda suerte de bienes enriquecer el reino:
como sea no solo del qué manda á los tiombres, sino
también del que tiene cuidado de los ganados procu-
rar el provecho y utilidad de aquellos, cuyo gobierno
tiene encoipendado.
Con este estilo y manera de proceder no cesaba
de granjear la gracia y voluntades así de los de León
como denlos castellanos. Llegó á Toledo , de donde
envió suma de dinero á Córdoba , por tener aviso qne
los nuevos moradores de aquella ciudad por falta de
la labranza de los campos y por la dificultad de los
tiempos padecían mengua de mantenimientos, y por
esta causa corrían peligro. Costaba una hanega de
trigo doce maravedís , la hanega de cebada cuatro;
lo cual en aquel tiempo se tenia por grandísima ca-
restía. Fueron estos tiempos estraordinarios, pues
sin duda se halla en las historías que el ano siguiente
de 1239 hobo dos eclipses del sol; el uno á tres de
junio que fue viernes , se escurecíó el sol á medio día
como si fuera de noche : eclipse que fue muy seña-
lado; el segundo á veinte y cinco del mes de junio,
como lo dice v lo afirma Bernardo Guidon historíador
á*i Aragón (2} , mas parece hobo engaño en este se-
gundo eclipse , y no va conforme á los movimientos
de las estrellas , pues no pudo caer la conjunción de
la luna y el sol en aquellos días , sin la cual nunca
sucede el eclipse del sol ; ni aun la luna después que
se aparta del medio del zodiaco y de la línea eclíptica
por do el sol discurre , y en que es necesarío estén
las luminarias'^cuando hay eclipse (de que tomó el
nombre de eclíptica) no toma a la misma antes de
(i) Era viznieta de Luis rey de Francia; pero no de doSi
Isabel.
(^) Nadie dice que Guidon haya escrito b historia de
Aragón.
UlSTuillA DE ESFANA.
391
paaidof seis meses poco mas ó menos. Plinio señala
en particular que el eclipse de la luna no vuelve an-
tes del quinto mes , ni el del sol antes del seteno. •
Dem¿s desto fue aquel año desgraciado pora Cas-
tilla por la muerte de dos varones muy esclarecidos:
e^tos son don Lope de Haro á quien sucedió su bijo
don Diego, y don Alvaro de Castro, por cuyo esfuer-
zo se mantuvieron los nuestros en el Andalucía. Este
caballero visto el aprieto en que se hallaban las co-
sas , se parti '^ para Toledo á verse con el rey » que
con otros cuidados parecía descuidarse de lo que to-
caba á la guuiTü. Loucluido esto, ya que se volvía,
en el mismo camino murió en Orgaz. A la sazón que
don Alvaro se ausentó, cincuenta soldados que que-
daron de guarnición en el castillo de Martos, salieron
del á robar, y por su capitán Alonso de Meneses pa-
riente de don Alvaro. Alliamar, que en lugar de
Abenhut nombraron por rey de Arjona, como enten-
diese lo que pus:iba , y la buena ocasión que se le
oírecia , puso cerco á aquel castillo. La mujer de don
Alvaro que dentro se bailaba , en aquel peligro tan de
repente hizo armar á sus mujeres y criadas, y que
tirasen de los adarves piedras contra los moros . v
diesen muestra de que eran soldados : con este ardid
se entretuvieron basta tanto que Alonso de Meneses
y sus co.Ttpañeros avisados del pel'gro acudieron lue-
go. Bradihcultosa la entrada en el castillo por tenelle
los euemicos rodeado : animóles Diego Pérez de Var-
gas ciudadano de Toledo , y por su orden apretado
su escuadrón y cerrado, pasaron por medio de sus
eoemi^os con pérdida de pocos. Entrados en el cas-
tillo, fuerqp causa que se salvase, porque los que
estaban cercados se animaron con su ayuda y con es-
perania de mayor socorro que entendían les acudi-
ría. El rey moro por salille vana su esperanza , y
forzado de no menos faita de vituallas , alzó el cerco.
Pusieron estos negocios en gran cuidado al rey,
que consideraba cuantas fuerzas lé fultaban por la
muerte de dos capitanes tan señalados , cuanto atre-
vimiento hablan cobrado los moros. Por esta causa
desde Burgos , dónde era ido con intento de llegar
dinero para la guerra , á grandes jornadas se partió
Sa"a Córdoba. Uevó consigo á sus hijos don Alonso y
on F> ruando , mozos de escelenies naturales, y
do edad á propósito para tomar las armas. El paáre
como sagaz pretendía que los primeros principios y
ensayos de su milicia fuesen en la guerra contra los
infieles enemigos de los cristianos. Pretendía otrosí
con el uso de las armas despertar su esfuerzo y hace*
Dos hábiles nara todo. En el mismo tiempo el rey don
Jaime fue á Mompeller para ver si podia juntar algún
dinero de aquellos ciudadanos para la guerra , de
que tenia no menos falta que la que en Castilla se
padecía. Deseaba asimismo sosegar ios moradores de
aquella ciudad, que andaban divididos en bandos,
castigando á los culpados : lo uno y lo otro se hizo.
El rey moro Albifmar juutó á los demás estados que
tenia , el señorío de Granada con voluntad de aquellos
ciudadanos : ciudad poderosa en armas y en varones
y que por la fertilidad de sus campos no tiene men«
gua de cosa alguna. Este fue el príocipio del reino de
Granada que duró desde entonces hasta el tiempo y
memoria ae nuestros abuelos. En Murcia por oilio que
tenían á Albamar , los ciudadanos alzaron por su rey
auno llamado Hudiel : ocasión de que se comenzaron
las enemistades graves y para aquella gente perjudi-
ciales , que largo tiempo se continuaron entre aque-
llas dos ciudades.
Los moros de Andalucía cansaban á ios nuestros
con rebates : valíanse de engaños j celadas sin que-
rer venir á la batalla; al contrario diversas compañías
de soldados, enviados por el rey don Femanao, en
tierra de los enemigos se apoderaban de castillos,
pueblos y ciudades cuando por fuerza , cuando por
rendirse de su voluntad, en particular sujetaron el
señorío de cristianos á Ecija , Estepa , Lueena , Por-
cuna , Marcheua ( los antiguos la llamaron Martia)
Cabra, Osuna , Baena. Los pueblos menores que se
ganaron , no se pueden contar ni aun entonces se
pudiera hacer cuando la memoria estaba fresca : par-
te dellos se dio á las órdenes de Santiago y de Cala-
trava y á los obispos que acompañaban al rey para
ellos y sus sucesores : parte también se entregaron
en particular á los grandes y caballeros. Los moros
por estas pérdidas cobraron tanto miedo cuanto nun-
ca tuvieran antes. Un cierto moro del linaje de los
Almohades, avisado en África del peligro que su
gente corría, con esperanza do fundar un nuevo es-
tado , y deseoso de acaudillar las reliquias y fuerzas
de los moros de Espaiía pasó ultra mar : la voz era
vengar por las armas la afrenta de su nación y las
injurias que se hacían á larelifiion de sus padres. Pu-
diera este acometimiento ser díe consideración , si no
atajaran sus intentos la diligencia de los nuestros y
la buena dicha del rey que le prendió y bobo á las
manos : con qué mdustria ó en qué lugar, no se es-
cribe, ni aun refieren el nombre que el moro tenia,
ni lo que del se hizo; en el caso no se duda.
A Alhamar rey de Granada otorgó treguas por un
año el rey don Fernando : con que gastados no me-
nos de trece meses en aquella empresa y jornada,
dio la vuelta ¿ Toledo , do su madre y mujer le espe-
raban, alegres con las victorias presentes. De allí
pasó á Burgos, y trasladó la universidad de Falencia
3ue fundó el rey don Alonso su abuelo, á la ciudad
e Salamanca. Convidóle ¿ hacer este trueco la como-
didad del lugar por ser aquella ciudad muy á propó-
sito para el ejercicio de las letras : el río Tormos que
por ella pasa la hace abundante, su cielo saludaole
y apacible, finalmente propio albergo de las letras y
erudición. Pretendía otrosí con este beneficio ganar
las voluntades del reino de León en que está Sala-
manca ; y aun don Alonso su padre rey de León los
años pasados para que sus vasallos no tuviesen nece-
sidad de ir á Castilla á estudiar, enderezó en aquella
ciudad cierto principio de universidad , pequeña á
la sazón y pobre , al presente por el cuidado y libera-
lidad de don Fernando su híjn^ y mas adelante por la
franqueza de don Alonso su nieto , como de príncipe
muy aficionado á los estudios y á las letras , se au-
mentó de tal suerte que en ninguna parte del mundo
hay mayores premios para la virtud ni mas crecidos
salarios para los profesores de las ciencias y arles.
Don Diego de Haro. señor de Vizcaya, primera y
segunda vez no se sabe la causa, pero anduvo por
este tiempo alborotado : la blandura del rey don Fer-
nando y su buena manera , y el cuidado que en ello,
puso don Alonso su liijo , le hicieron sosegarse con
dalle mayores honras y hacelle mas crecidas merce-
des que antes, de que se tuvo consideración á los
servicios de sus antepasados; adem s que era mala
sazón para ocuparse en alteraciones domésticas por
la buena ocasión que se ofrecía de desprraígar el
nombre y nación délos moros de España. Sucedieron
estas cosas el año de 1240; el cual año no solo para
Castilla fue dichoso, sino Umbien señalado, y de
mucha devoción para los aragoneses por el milagro
3U6 sucedió en el castillo de Chio. Por la ausencia
el rey los soldados que quedaron de guarnición en
Valencia , salieron en compañía de Guillen Aguilon y
de otros caballeros á correr y robar las tierras de
moros : cargsron sobre el territorio de Játíva, y to-
maron á Rebolledo de sobresalto. Ed aquellos mon-
tes estaba el castillo de Chio, como llave de un valle
muy fresco y abundante. Pusiéronse sobre él : los
cercados con ahumadas apellidaron en su ayuda á los
moros de la comarca , que se juntaron en número de
veinte mil, y asentaron sus reales á vista del castillo.
Los cristianos eran pocos, mas valientes y animosos:
determinados de pelear con aquella morisma , con el
J9t
BIBUOTECA DE GASPAR T ROIG.
sol se pusieron á oír misa, á que querían comulgar
seis de los capitanes ; en esto oyeron tal alarido en
los reales por causa de los moros que de repente los
acometieron , que les fue forzoso dejada la misa acu-
dir á las armas. El presto envolvió y escondió las seis
formas consagradas en los corporales, que, vencidos
los moros , hallaron bañados en la sangre que de las
formas salió. Ganada la victoria , forzaron luego y
abatieron aquel castillo. Los corporales se guardan
en Daroca con mucba devoción : la hijuela en un
convento de dominicos de Carboneras puesta allí por
su fundador don Andrés de Cabrera marqués de Mo-
ya , ca la bobo por el mucho favor que alcanzó con
los reyes católicos.
Yuelto el rey don Jaime , los moros se le querella-
ron de aquella entrada fuera de sazón , y él les hizo
enmienda de los daños. Verdad es que luegoque es-
piraron las treguas, con mejor orden rompió por
sus tierras , en que tomó el castillo de Bayrén , pues-
to en un valle en que se da muy bien el azúcar y
arroz como en toda aquella campaña de Gandía : ga-
nóse también Villena. Cercaron á Játiva , mas no se
pudo tomar, si bien rindieron á Castellón , (jue está
una legua solamente de aquella ciudad. Hallábase el
rey don Jaime ocupado en esta guerra,' con que pre-
tendía desarraigar la morisma de aquella comarca
toda , cuando otros mayores cuidados le hicieron al-
iar la mano para acudir á las cosas de Francia que le
llamaban.
CAPITULO U.
Cómo el reino de Murcia se entregó.
Compuestas pues y ordenadas las cosas conformé
al tiempo y al lugar en la una provincia y en la otra,
es á saber en Castilla y en Aragón , en un mismo
tiempo el rey don Jaime trataba de la jomada de
Francia , y el rey don Fernando de volver á la empre-
sa de Andalucía. Sin embargo una grande enferme-
dad, de que el rey don Fernando cayó en la cama,
fue causa que no pudiese salir de Burgos : así don
Alonso su hijo mayor fue forzosamente enviado de-
lante á aquella guerra , á causa que el tiempo de las
treguas concertadas con el rey de Granada espiraba,
y era menester acudir á los nuestros y que no les fal-
tase el socorro necesario. Llegado don Alonso á To-
ledo, se le ofreció ocasión de otra cosa mas importante
y fue que los embajadores de Hudiel rey de Murcia
venían á ofrecer en su nombre aquel reino con estas
condiciones : que el rey Hudiel, recebido en la pro-
tección de los reyes de Castilla , fuese defendido por
las armas de los nuestros de toda fuerza y agravio así
doméstico como de fuera ; y en narticular le ayuda-
sen contra las fuerzas del rey Alhamar, al cual co-
nocía no poder resistir bastantemente : que en tanto
aoe él viviese , para sustentar su vida quedasen por
él la mitad de las rentas reales.
Estas condiciones parecieron al infante don Alonso
muy aventajadas, y la fortuna (cierto Dios) ofrecia
una buena ocasión de una grande empresa y prospe-
ridad. Era menester apresurarse , porque si se dete-
nía , todos ó la mayor parte no mudasen de parecer :
tan grande es la inconstancia y mutabilidad que tiene
la gente de los moros. Por esta causa sin esperar á
dar parte á su padre , como á cosa cierta se partió
luego tras los embajadores que envió dolante. Llega-
do , sin diíjcultad se apoderó de todo, y puso guarni-
ciones en el reino que de su voluntad se le entrega-
ba , en especial en el mismo castillo de la ciudad de
Murcia : ios señores moros conforme á la autoridad
de cada uno fueron premiados con señalalles ciertas
rentas cada un año. La ciudad de Lorca , que de los
antiguos ftie llamada Eüocrota , la de Cartagena y
Muía no quisieron sujetarse al señorío de los cristia-
nos, ni seguir el común acuerdo de les demás. Era
cosa lar^ usar de fuerza, y don Alonso no venia bíeo
apercebido para hacer guerra , como el que vico de
ptiz : por esto contento con lo demás de que se apo^
aeró , volvió por la posta á su padre , que ya conva-
lecido , era llegado a Toledo , y alecre con tan buen
suceso, y deseoso de confirmar los ánimos de los mo-
ros en aquel buen propósito determinó de pasar ade-
lante y visitar en persona aquel nuevo reino : hállase
un privilegio suyo dado en Murcia al templo de Santa
María de Valpuesta en ui^uella sazón.
Desde allí fue necesario que el rey don Fernando
y don Alonso £U hijo volviesen á Burgos por cosas
que se ofrecían de grande importancia. En el mismo
tiempo doña Berenguela hija del rey se metió monja,
Ír consagró á Dios su vir^uidad en el monasterio de
as Huelgas. Don Juan obispo de Osma le puso el velo
sa^do sobre la cabeza como era de costumbre. Don
Jaime rey de Aragón se entretenía en Mompeller,
donde después de asentadas las cosas de Aragón , y
dejando para el gobierno en su lucar á don Jiroeno
obispo de Tarazooa (i),tní ido. Viniéronle á visiur
los condes de la Proenza y de Tolosa; la voz y color
era que estos príncipes querían hacer reverencia al
rey y visitalle; pero de secreto se trató que el conde
de Tolosa hiciese divorcio con doña Sancl» tía del
rey don Jaime : es cosa ordinaria que ningún respeto
ni parentesco es bastante para enfrenar á los prínci-
pes cuando se trata del derecho de reinar. Dona Jua-
na como nacida de aguel matrimonio por no tener
hermanos varones había de llevar como en dote á don
Alonso su marido conde de Potiers y hermano de
Luís rey de Francia la sucesión del principado de su
Íiadre. Esto llevaba mal el rey don Jaime , que á los
raoceses se les allegase un estado tan principal:
buscaban algún color para que repudiada la príuieni
mujer, el conde se casase con otra, y por este orden
tuviese esperanza de tener hijos varones. Era esto
contravenu* á lo concertado en París como se dijo
arriba.
Acordóse que para este efecto y para prevenirse
cootra el poder de Francia los tres principes hiciesen
liga entre si : efectuóse y tomóse este asiento á cinco
del mes de junio año de <24i. En el mismo año á
veinte y dos de agosto murió Gregorio Nono pontíGce
romano. Sucedió Celestino Cuarto por cuya muerte,
que fue dentro de diez y siete días después de su
eleccioQ , Inocencio Cuarto deste nombre , natural
de Genova, después de una vacante de veinte meses
se encargó del gobierno de la iglesia romana. En
tiempo destos pontíGces Hugon frailo dominico y car-
denal , natural de Barcelona (2), famoco por su mu-
cha erudición y letras escribía largamente comen-
tarios sobre los libros casi todos de la Escritura
sagrada. Este famoso varón fue el primero que aco-
metió , con ánimo sin duda muy grande , de hacer las
concordancias de la Biblia , obra casi infinita ; la cual
traza puso en ejecución y salió con ella ayudado de
quinientos mongos. La diligencia de Hugon imitaron
después los hebreos y también los griegos ; con que
no poco todos ayudaron los intentos de las personas
dadas á los estuclios y letras.
CAPITULO lU.
Cómo el rey don Femando partió para el Andalucía.
Entretanto que en Francia pasaba lo que se lia
dicho , en el Andalucía concluido el tiempo de las
treguas que se concertó , se hacia la guerra ni con
grande esfuerzo y pujanza por estar el rey don Fer-
nando embarazaao en otros cuidados , ni con suceso
alguno digno de memoria por la una ni por la otra par-
te ; bien que don Rodrigo Alfonso por sobrenombre de
( 1 ) Era un caballero principa), y no obispo.
(3) Nació en Vieoa del Delfiaado, y oo en Barcckwa.
IIISIURU DL KSPANA.
Leoa , hermano bastardo del rey dou Feraando , en
lina entrada que Ijízo en las^ tierras de Granada con
intento de robar, quedó vencido en una pelea por los
iiioroft que en mayor número se juntaron. Murieron
011 la^pelea don Isidro comendador de Martos , que ya
era aquella villa de los caballeros de Calatrava, y
Mirtin Ruiz Argote con otras personas nobles y de
cuenta . y soldados en gran numero : que fue una
gran pérdida para los nuestros asi de gente como
mengua de reputación , por lo cual mas que por la
verdad y realidad de las cosas se suelen gobernarlos
susesos de la guerra. El rey moro ensoberbecido con
esta victoria talaba nuestras tierras sin que ninguno
le fuese á la mano ^ mudada la fortuna de la guerra,
y trocaiio en atrevimiento el temor y miedo que los
moros teman antes.
El rey don Fernando , avisado Hel peligro y del da-
llo, mandó en Burgos ¿ su hijo don Alonso se apre-
surase (lara asegurar con su presencia el nueyo reino
se Murcia, por estar él determinado de partirse para
(*1 Andalucía. Luego pues que llegó ¿ Andújar , dio
tí! gasto á los campos de Arjona y de Jaén , ciudades
(|ue se teoian en poder de los omros. Arjona no inu-
( ho después se ganó de los moros con otros pequeños
lucres flue se lomaron por aquella comarca. Desde
!iHi envió el rey £ otro su hermano don Alonso señor.
lie Molina á lo mismo con un grueso ejército que le
seguia, con que hizo entrada en los campos y tierra
de Granada sin parar hasta ponerse soore aquella
ciudad. El rey aun Fernando por sospechar lo que
iHMiria suceder , á causa que de todas partes acudirían
fiis morosii dar socorro a los cercados, y con deseo
lie apretar el cerco sobrevino él mismo con mayor
^olpe de gente. Con su venida y ayuda el ejército que
acudió de los moros, aunque era muy grande, rué
vencido en- la pelea y desbaratado; pero no pudieron
ios nuestros ganar la ciudad por estar muy fortali-
da asi por el sitio v baluartes como por la muche-
dumbre que tenia de los ciudadanos , especial qne en
el.mismo tiempo vino aviso que los moros Gazules,
nombre de parcialidad entre aquella gente, tenian
apretado á Martos con cerco que le pusieron.
llovido el rey por esta nueva envió adrante á don
Alonaostt hermano y al maestrede Galatrava para so-
correr, á los cacados, cuya venida no esperaron los
mores. Pareció al rey se habia hecho lo que bastaba
para conservar su reputación con la rota que dieron
ai enemigo, no menor de la que los suyos antes reci-
bieron , además que se les tomaron muchos lugares.
Volvió con su ejército salvo á Córdoba el año de i 242.
Don Alonso su nijo por otra pártese sobernaba en lo
de Murcia no con meoor prosperidad , porque de los
tres pueblos qne se dijo no querían sujetarse á los
cristianos, por fuerza liizo que Muía se rindiese á su
voluntad. Dió oti'os 1 el gasto á los campos de Lorca y
de Cartagena , y les hizo todo mal y daño , tanto que
perdido de todo punió el brío , trataban entro si de
entregarse. A Sancho Mazuelos por lo mucho que en
esta guerra sirvió , le dió el infante don Alonso la vi-
lla de Alcjiudete oue está cerca de Bugarra : tronco
y cepa de los conues de Alcaudele asaz nobles y co-
nocidos en Castilla.
El rey venido el invierno se fue al Pozuelo, do su
madre doña Berengucla era Husada con deseo de velle
y comunicalle algunas puridades por ser va de mu-
chos años y estaren lo postrero de su edaa. Detúvose
con ella y por su causa en aquel lugar cuarenta
y cinco días. Estos pasados , doña Eerenguela se
volvió á Toledo, el rey á Andújaral principio del
año de 1243: la reina su mujer que le hacia compa-
ñía se quedó en Córdoba. Las tierras de los moros
«leba jo la conducta del mismo rey don Fernando mal-
trataron los cristianos por todas partes, las de Jami y |
i'is de Alcalá por sobrenombre Benzayde , I llora fue
quemada ; llegaron con las aniius h ista dar vista á la
3&a
misma ciudad do Granada. Don Pela yo Correa maes-
tre de Santiago, que acompañó al infante don Alonso
en la guerra de Murcia y fue gran parte en todo lo
que se hizo , por este tiempo paso al A ndalucía, y per-
suadió al rey, que dudoso estaba, con muchas razones
pusiese cerco con todas sus fuerzas sobre la ciudad
de Jaén que tantas veces en balde acometieran á ga-
nar: ofrecíanse grandes dificultades en esta demanda,
dentro de la ciudad gran copia de hombres y de ar-
mas y muchas vituallas , la aspereza del sitio y forta-
leza de los muros, además que no era á propósito el
lugar para levantar máquinas y aprovecharse de otro:i
ingenios de guerra. Está aquelld ciudad puesta al la-
do deun monte áspero, tendida en largo entre Levante
y Mediodía, es menos ancha que larga, tiene mucha
a^ua y bastante por las fuentes perpetuas y muy
frías de que goza, el rio Guadalquivir corre á tres
leguas de distancia : los moros los años pasados para
que sirviese de muy fuerte baluarte , la tenian pro-
veída de municiones, soldados y de todas las cosas:
ella por si misma era de sitio muy áspero . las fortifi-
caciones y soldados la hacían inexpugnable.
Venció todo esto la autoridad y constancia de don
Pelayo para qne se pusiese cerco á aquella ciudad:
proveyéronse todas las cosas necesarias, y el cerco
se comenzó y apretó coa todo cuidado , que en mu-
chos dias y con muchos trabajos poco parecía su
adelantaba. Sucedió que en Granada se alborotó la
parcialidad y bando de los Oysimeles gente podero-
sa. Corría aquel rey moro por esta causa peligro de
perder U vida y el reino: suspenso y congojado con
este cuidado deseaba buscar socorros contra aquellas
alteraciones : ninguna cosa hallaba segura fuera de
la ayuda de los cristianos. Acordó con seguridad que
le dieron , venir á los reales á verse con el rey don
Fernando: tuvieron su habla y trataron de sus ha-
ciendas. El moro prometía que ayudarla al rey dou
Fernando, y le serviría fuerte y lealmente, si le re-
cibiese en su fe y protección ; y en señal de sujeción
de primera llegada le besó la mano. Tomóse^con él
asiento , y hízos^» confederación yT^lianza con estas
capitulaciones: Jaén se rinda luego: las rentas rea-
les de Granada se dividan en instes partes entre los
dos reyes , que llegaban por ano en aquella sazón ú
ciento y setenta mil ducados: el rey moro como feu-
datario todas las veces que fuere llam.'ido, sea obligado
á venir á las cortes del reino : los iiiismos enemigos
sean comunes á entrambos y también l.)S amigos.
Era cosa muy honrosa pera el rey don Fernando
que hombres de diversa religión hiciesen del con-
hanza , y pretegdiesen su amistad y compañía con
tan ardiente deseo y partidos tan desaventajados. Con
esto, hecha la confederación, se rindió la ciudad: el
rey entró dentro con una solemne procesión. Mandó
rehacer los muros , y limpiado el templo , procuró
fuese consagrado á la manera de los cristianos pof
don Gutierre obispo de.Córdoba; y para que la devo-
ción y veneración fuese mayor , le hizo catedral , y
puso propio obispo en aquella ciudad. Sobre el tiem-
Po en que se ganó Jaén , no concuerdan los autores:
»8 mas doctos y diligentes señalan el ano mil y dos-
cientos y cifiírenta y tres , los Anales de Toledo
añaden á este cuento tres años, y señalan quo se to-
mó mediado de abril. Duró el cerco ocho meses; y
aunque el invierno fue muy recio, siempre los nues-
tros perseveraron en los reales. En este año puso fin
á su nistoria el arzobispo don Rodrigo , que dice fue
de su pontificado el trigésimo tercio. En el siguiente
hallo que loscatalanes y aragoneses anduvieron albo-
rotados entre sí, y contrastaron sobre los términos
de cada uno de aquellos estados , poi^e entrambos
pretendían que lú^rida era de su jurisdicción. Los>
aragoneses alegaban que sus tierras y sus aledaños
llegaban hasta el xio Se^re: los catalanes señalaban
por término romun al no Cínga.
394
BIBLIOTECA DB CASPAft Y KOlC.
El rey don Jaime se mostraba mas aficionado á los
catalanes porque , dividido el reino, pretendía dejar
á don Alonso su hijo mayor por heredero de Aragón,
y el principado de Cataluña quería mandar á don
Pedro hijo menor y mas amado , habido en doña
Violuote su segunda Ynujer. Nombraron jueces para
que señalasen la raya y los términos: alegnron las
partes de su derecho: finalmente cerrado el proce^
>o, en unas cortes que se juntaron en Barcelona,
dio el rey sentencia en favor délos catalanes, á cuyo
princijKulo adjudicó todo aquel pedazo de tierra que
ciñen ios ríos Segre y Cinga : resolución que ofendió
los ánimos á don Alonso su hijo y de muchofi señor
res de Aragón , y aun de los catalanes. Lo qne prin-
cipalmente les daba diss;usto , era que díTidido el
remo en partes , era necesario se enflaqueciesen las
fuerzas de los cristianos. Por esto el infante don
Alonso claramente se apartó de su padre; y sentido
del se estaba en Calatayud , y con él los que seguían
su voz. Estos eran don' Fernando tío del rey abad de
Montaragon, don Pedro Rodríguez de Azagra, don
Pedro infante de Portugal, y otras personas princi-
pales y de grandes estados, de la una nación y de la
otra , aragoneses y catalanes ; que á todos común*
mente alU'raba aquella novedao y acuerdo del rey
muy errado.
CAPITULO IV.
Que lian Sancho rey de Portugal fue echado del reino.
Los portuf^ueses andaban divididos en bandos y
alterados con revueltas domésticas y alborotos por la
ocasión que se dirá. Don Sancfio Segundo deste nom-
bre , llamado Capelo de la forqia y sombrero de que
usaba , tenia aquel reino , que gobernó al principio no
de todo punto mal , porque se halla que trabajó los
moros comarcanos con guerras , y qué hizo donación
á los caballeros y orden de Santiago de Mertola y
otros tupiares que ganó ó los moros; en lo demás fué
de condición tan mansa que parece degeneraba en
d^scyido y flojedad. Su mujer doña'Mcncía, hija de
dop Lope de H<irq señor de Vizcaya , en tanto grado
se apoaeró de su marido que no parecía ser ni ella
mujer sino rey, lii él príncipe sino ministro de los
iiptójos de la reina. Con e|laen privanza y autoridad
podían mucho los ^ue menos de todos debieran : con
estos solos comunicaba sus consejos -y puridades,
^in ellos ni en la casa real ni fuera délla se hacia cosa
que de nigun niomento fuese. Por el apiojo v para
sus aprovechamientos de estos daba el rey las honras
y cargos: perdonaba los delitos y ei castigo las mas
yeces', sin sab^r lo que se hacía ni ordenaba. Esto
acarreó al rey su peraicion , como suele a(M)ntecer
que los escesos de los criados redundan en daño de
sus príncipes y señores, y lamhien al contrarío.
Los grandes llevaban mal qne la república se go-
bernase por voluütad y consejo d^ hombres bajos y
particulares. Tratado el negocio entre sí, pretendie-
ran lo primero que aquel matrimonio se apartase con
tiolordó parentesco, y porque la reina ora estéril.
Propúsole el negocio al romano pontfíice: personas
religiosas otrosí acometieron á poner sobre el caso
escrúpulo al rev, que fueradel ser descuídcdo no era
persona de mata conciencia. No aprovechó cosa algu-
na esta diligencia por no ser fácil descuidar con el
P^pa , y estar el rey de tal manera prendado con los
lialegos de ia reina que el vulgo entendía y decía que
le Icnia enhechízadoy fuera de sí, dado que el áni--
mo prendado ^1 amor np tiene necesfdadde bebcdi
'/OS para que parezca desvariar. Tenía don Sancho un
littnppuiDo menor-que él, de escelente natural, por
nombre don Alonso, casado con Matilde condesa de
Boloña en Francia. Acordaron los grandes de Portu-
tfid que los obispos de Braga y de Coimbra fuesen á
iiifojfmaral pontifico Inocencio sobredi caso, el cual
en este tiempo con deseo de renovar la guerra sagra-
da de la Tierra Santa oielebraba concilio en León de
Francia.
Avisado el pontífice de loque pasaba , y de las cau-
sas de ia embajada que traían de tan lejos , sia em-
bargo no pudieron alcanzar que don Sancho, fuese
echado del reino: solamente les concedió que su her-
mano don Alonso en su nombre en tanto que viviese
los gobernase. De que hay una ci<rta decretal del
mismo Inocencio á los grandes de Portugal con data
deste mismo año , que es el capítulo seotíndo de sup-
Í alenda negligencia PrcBlatorum en ellibro se8tod<^
as epístolas decretales. Don Alonso acudió primero
á verse con el Pontífice: tras esto juró en París las
leyes y condiciones que entre los principales de su
nación tenían acordadas, que en sustancia eran mi-
raría por el bien público y pro común. Hecho esto,
pasó á Portugal. Los nobles le estaban aficionados,
del rey poca resistencia se podía temer, y poca espe-
ranza tenían de su emienda ; asi sin <lilacion , y súi
que ninguno le fícese á la mano, se apoderó de todo.
De que todavía resultaron nuevas rieyertas , en que
anduvieron también revueltos los reyes de Castilla
don Fernando y don Alonso su hijo. Lo prípiero el
rev don Sancho se retiró á Galicia donde la reina es-
taba forzada á huir de la misma tempestad : después
como quíerquelo que pretendía de ser restituido en
el reino, no le sucediese , se fue á Toledo al rey don
Alonso que á la sazón sucediera á don Fernando su
padre. Pensó recobrar el reino con las fuerzas de Gasr
lilla. Impidió sus trazas la diligencia de don Alonso
su hermano, que prometió, repudiada hi piimera
mujer, casarse con doña Beatriz hija bastarda del
rey don Alonso , y salía á pagar tributo y parias por
el reino de Portugal cada un año según qne antigoa-i
mente se acostumbraba. .
Esta comodidad prevaleeió contra lo que- parecía
mas honesto y Justificado:, allegóse el decreto del
pontífice, que dio sentencia por don Alonso, y le
juzgó por liore del primer matrimonio. Tomado e%le
asiento, sin düacion las nuevas bodas seeelebnron.
El dote fueron ciertos lugares en aquella partto de
Portugal por do el rio Guadiana desagua en el mar,
que poco antes desto por las armas de Castilla se
conquistaron de los mords^ y los portugueses preten-
dían que eran de su conquista y que les pertene^
cían . Algunos entienden que desta ocasión la tomaron
los reyes de Portugal de añadir á las armas antiguas
y á las quinas por orla les castillos que hoy se pintan
en sus escudos. El rey don Sancho perdida toda la
esperanza de recobrar su reino, pasó lo demás de su
vida en Toledo con rentas que el rey de Castilla libe-
raímente le señaló para sustentar su casa y corte (!)•
Muerto, le hicieron honras como ú rey , y su cuerpo
sepultaron en la misma iglesia Mayor y en el mismo
lugar en que el emperadolr don Alonso y don Sancho
su ntjo, detrás del altar mayor, estaban enterrados.
Del tiepapo en que murió (2), no copcuerdan losan-
(1 ) Es npt^ble este hecho. Inocencio IV con ocasíoo de
las quejas del clero portugués, y del desocnteoto geoeml
rontra el rey don SajQcho, persuadido de que el reino de
Hortugal era feudatario de Ja Sania Sede, le priv^ de la co^
roña , nombrándole por coadjutor regente, aoministracíor, y
sucesor en c9»o de no tener el rey t^ijo legitimo, al infante
don AlonFO quien con este breve entró en Portugal i fines
del año 1S45 , y fue generalmente rerpnorídb por regente.
Don Sanrfao, cHsprovisto de fuenas se foe i Toledo á po-
nerse bajo la protección del rey don Femando, logrando que
enviase tropas castellanas á Portugal p^ra restablecerle en
el trono. Pero el regente acudió á los prelados d^ Braga ;
Coimbra , los cpales hicieron intimar á los jefes del ejército
castellano la provisión d() papa , y les amenazaron con cea-
furag en el caso de no obedecerla. Los castellanos sé cons-
ternaron con evtas amenazas , y se retiraron á fus ra^as.
(2) El 3 de enero de 1248, según Brandaou en la jr«-
narquf a Lusitana.
tores, quién dice que trece añüs adelante del en que
la blBtoría tá, y que tuvo nombre de rey por eüpacio
de treinta y cuatro años primero con poca autoridad,
después con DÍngunajwr haberle quitado bu estado;
otros que solos tres anos , que tenga por mas acer-
tado.
A la sazón que don Sancho falleció, tenia don
AloQKi cercada á Coirahra, ca se mantenía todavlü
en la fe del rey don Suncho: apretábala grandemente:
los cercados aunque tenían grande falta de todas las
cosas, obstinadamente perseveraban en su propósito.
Flectio alcaide de la fortaleía y gobernador de la
ciudad avisado de la muerte de don Sancho su señor,
j no asegurando de todo punto fuese verdad, pidió
ucencia ae ir á Toledo para ioformarse mejor de lo
que paaaba. Diósela don Alonso de buena gana, y
entretanto hicieron treguas con los cercados. Fleclio
Uegado á Toledo, y eabiia la verdad, abierto el se-
5 ulero del rey muerto le puso en las manos las llaves
e Goiinbra con estas palabras que le dijo : nEn láñ-
alo, rey y señor, que entendí érades vivo, sufrí
ae^tremos trabajos : sustenté la hambre con coiner
ncuerog : bebí urina para apagar la sed: los unimos
»de los ciudadanos que trataban de rendirse , animé
HT conforté para que surricsen Iodos estos niales.
«Todo lo que se podía esperar de un hombre leal y
nconstante, y que os tenia jurada lidelídnd, lie cuin-
nplido. Al presente que estáis muerto, yo vos entrego
utas Naves da vuestra ciudad, que es el postrer oficio
E ESP*Ñ*. 31)S
uquB puedo Itacer : con tanto liabida vuestra licuii-
Hcia, avisai'é á los ciudadanos que he curaiilidu con
iiel debido homenaje , que pues sois ralleciJo no ha-
»gan mas resistencia a don Alonso vuestro hernia-
lino, u Lealtad y constancia digna de ser pre(,'ooada
en todos ios siglos : loa propia de la sangre y geiite
de Portugal.
CAPITULO V.
Principio de la guerra de Sevilla.
Co:t el concierto que el rey don Fernando liizo con
el de Granada, coineiizú á leoer grande esperanzado
apoderarse de la ciudad de Suvíila. Quinieatos caba-
llos ligeros debajo de la conducta del mismo rey de
Granada fueron delante en tanto que scapercebia lo
demás , para talar los campos de Carmona , que fue
anlíguarnente pueblo muy prioclpnl. Alcalá por so-
brenombre Guadayra 6 percuasion del rey de Grana-
da se rindió. Desde allí un grueso escuadrón pasó á
Sevilla , y puso fuego ó las mieses que ya estaban sa-
zonadas , A las viñas y olivares que tiene muy princi-
pales, de tal manera que por todo aquel chuido se
velan los fuegos v liuina con que las heredades y
cortijos se quemaban. Iba por capitán <lesta gente
don Pelayo Correa maestre de Santiago. Otro buen
eolpe de soldados miiltrataba Ju lo misma manera y
acia los mismas daHos en los campos de Jerez ; los
capitanes, el rey de Granada y el maestre de Calalra-
in Jaime da Aiagon cí Cnnqui!
va. El mismo rey don Fernando se quedó en Alcalá
de Guadayra con intento de proveer todo lo necesa-
rio, y acudirá todas partes. Lo que pñncipalinente
pretendía , era no aflojar en la guerra, porque no
iDvíflH el enemigo tiempo y comodidad de fortificar-
W ; que fue causa de no poderse hallar i las honras y
enterramiento de doña Berenguela su madre, que
blleció por el mismo tiempo.
SiffuiÓM la muerte de don Rodrigo arzobispo de
Toledo; quién dice á nueve dias del mes de agosto
'del año de 1245, quiéu del año mil y docientos cua-
renta y siete á diei de junio , con lo cual vd el letre-
ro da BU sepulcro. Hace maravillar que en falleci-
miento de persona tan señalada no concuerdan los
autorea ni las memorias , sin que se pueda averiguar
la verdad. Ambas muertes fueron sin duda en grave
duño de la república por las señaladas virludut que
en elloi resplandecían. La reina era de grande edad,
don Rodrigo demáii de estar muy apesgado con los
años se balTiba quebrantado con muchos trabajos, en
especial de un nuevo viaje que hizo últimamente &
León de Francia , do se celebraba el concilio Lugdu-
neose. Pretendía demis de tiallarse en el concilio y
acudir d las necesídadeü universales de la Iglesia,
allanar & los aragoneses en lo locante á su prímacia.
Los años pasados los prelados de aquella corona en
un concilioValentinoprovincíal publicaron una cons-
litucion en que mandaban que el arzobispo de Toh'-
do no llevase guión delante en aquella su provincia
pena de enlrediclio al pueblo que lo consiiiliese. Don
Itodrigo en cierta ocasión por el derecliu de su pri-
macía continuó á llevar su cruz delante a k-ida como
lo tenia de costumbre. Don Pedro de Albalate arzo-
bispo de Tarragona, principal atizador de aquella
constitución y de todo este pleito, le declaró por des-
comulgado y Iransgresor de aquel su decreto. Acu-
dieron á Gregorio IX sumo ponlíüce , que prouunciú
sentencia por Toledo y en [uvorde su primada. No
acababan de rendirse Tos de Aragón , que fue la cau-
sa de emprender en aquella cduJ jornada tan larga,
aloque y;o entiendo.
(^incluidos tos negocios , en uua barca por el Ró-
dano abajo daba la vuelta , cuando le salteó una do-
lencia de que falleció en Francia. Su cuerpo ec»;uu
39ti BlItLIiiTLCA üt
<|ueéllodejd()Jspuealo, trajeron á Espafia, Tic se-
pultaron en HuerU , monasterio de bernardos á la
raja de Aragón. Jtiiito al altar maTor M to su sepul-
cro con un Tetrero en dos versos latióos, grosero asii
1.-0 rao de aquel tiempo, y sin primor, cujo sentido es:
Su cuerpo muriJ: In fama de sus virtudes durará
por inuclios siglos. Fundó en su iglesia düce capetld-
iiías para msvor Bervicio del coro, y con cargo de
inisasqucie le dicen. Sucediúle don Juan , Segundo
deste nombre entre aquellos arzobispos. Hillanse pa-
peles en que le llaman don Juan de Medina, creo por
aernatoral de aquella villa. Por el mismo tiem|>0 don
Ramón conde de la Procnza pasó desta vida, muy
digno de loa por el nmor qae tuvo á las letras y afi-
don á la poesía. Solo se nota en 61 una señalada in-
gratitud de que usó con Romeo mayordomo de su
casa, cuya industris con buenos medios liizo que va-
liesen al tresdoble las rentas de aquel estado; mai
como á la virtod acompaña la euviiUa . Tue atusado j
forzado i que diese cuenlu del recif>o y del gaito.
Rizoaele el cargo , dio su descarf!0 ; y conocida su fi-
delidad, se partió como peregnno c^n su bordea j
talexa como al principio vino de Santiago , tin que
jamás se pudiese entender quién era , ni donde se
fué. De cuatro hijas que tuvu don Ramón , Hargirila
casó con San Luis rey de Francia , Leonor con En-
ríque rey de Ingalalem , Sancha con Ricardo her-
mano del dicho Enrique, Carlos conde de Anjoucuó
oon dona Beatriz ; con la cual, dado que era la meMr
de todas, parla grande iQcion ({ue le tenían los proen-
zales, j con la ayuda que le diú Luia rey de trandi
so hermano, por la muerte de su suegro beredi
aquel princtpaoo.
En este medio el rey don Feruando se tenia en
Córdoba con resolución de combatir d Sevilla y cer-
calla con todas sus Tuertas : envió á Ramón Bouifas,
ciudadana de Burgos muy cjerdlado en las coiu ds
la mar , para que en Vizcaya pusiese á punto una ar-
mada por la comodidad de los bosques, y ser los ds
aquella nacían senalados en la industria y ejercicios
de navegar. En tanto que esta armada se aprestaba.
puso el cerco sobre Carmon» con la gente que mas
pudo, el año 1846 poco mas 6 menos ; villa Tuerte y
3ue estiba apercebida para todo lo que podia suce-
er, fortilienda contra los enemigos ¿e muros, muni-
cionedade armas, fuerzas y viluallas: no la pudieron
tomar, «olamenie la fonaron d pagar de presente la
cantidad de dineros que le Tue impuesta, y parn ade-
lante las parias que se señalaron cada un ano. Cons-
tantina , Reina , Lom , pueblos que antíguameote se
llamarvn el primero Iporcenae municíplum, el sepun-
do Regina, el terrero Aialita, sin estos Cantillaiia y
Guillena se ganaron unoa por fucm, otros se rindie-
ron por su voluntad. Reina fue dada al orden de
Santiago, Cnnstantina á la ciuiíad y ayuntamienio de
Córdoba, Lora á los caballeros de San Juan.
Todo sucedía prósperamente i los nuestros; eoIo
se recelaban del rey ac Aragón no les fbese impedi-
mento en Kquella tan buena ocasión , por estar des-
guatado contra el ínTanle don Alonso que residía ca
el feino de Murcia. Prelendia el Anigonés que el iii-
Tsnte no guardaba los términos y la raya de ta eon-
quista de aquellos reinos , que antiguaDoente señti-
roD. Temfsse algnna revuelta por esta causa : alguMS
personas principales y de autoridad , que para con-
certar esto señajsron de la una y de la otra parle,
buscaban algún camino pjracomponerestas diferen-
cias; pareció el mejor que doi Alonso casise con
doña Violante hija del rey don Jaime, partido y tnu
que venia i cuenta i ambas naciones y provincias,
que tan grandes reyes se trabasen de nuevo entre
si con vinculo de parentesco, Hoviéronae estas pláü-
cas : vinieran en ello jas parles : las bodas se cele-
braron en Valladolld porel mes de noviembre (t) too
aparato rea] y toda muestra dealegrla,pueRlo que el
(I) Coniti que te relehraront Suelde 12^
BIS TOMA DE
n^don Fernando noM liiiW preEeiite; el cuidiido
que tenia de la guerra dé Sevilla , le impidió^ que
eretendia bacer con taato raayor ánimo que hínion
onifaz con una armada de trei;e Daveü q^uc puso á
punto en Vizcava , costeadas aquellas marinas y do-
blado el cabo de Finis Terra^, aportó á la boca de
Guadalquivir por la parle que descarga en te mar:
venció otrosí alH en una batalla naval la airaida délas
onemigos.
Loa moros de TáoRer j Ceuta babian conciirridfl
^r« socorrer é Sevilla avisados de la venida de los
nuestros: salieron pues con sus bajeles del puerto,
que llegaban á número de veinle entra galeras y na-
ves : peíearon con gran porfia: los de África no reco-
nocían mucfaa ventaja á los de Vizcaya por ser hom-
bres de guerra, ejercitaáes en las armas, y que
sobrepujaban en el númerade la arraada;losTÍzcainos
-conlíailos en U It^reze de sus navios y eu la destre-
za de los pilotos burlaban los acó me ti miedlos de los
■enemigos , y cuando liallabau acasioft de venir á las
manos, aferraban cod sus naves y pasaban muchos
deltbs ácucbillo: tres navesdelos moros se tomaron,
dos echaron á fondo, á una pusieron fuego , las de-
máa Taeron forzadas á buir. boviú el rey en socorro
tSPAÍA.
aS7
de su armada buen número de caballoi movido por
el peligro de los suyos; ¿poro qué podían prestar?
snUs que llegasen á la ribera, teman los nuestros
desbaratados Tos enemigos ? sanada la victoria. Taa-
to mas creció el deseo que todos lenian de acometer
aquella empresa: en particular el rey , dejados los
dcmís cuidados aparte , solo en este pensamiento
días y nociicB se ocupaba.
CAPITULO VI.
Que en Ari^ te pDio ealrediebo general.
A esta sazón en Aragón estaba pueElo entredicho
y tenían cerrados torios los templos de la provincia:
triste silencio y suspensión del culto divino : castigo
de que los pontiQcas suelen usar contra los escesos
de los prÍDcipe« y para cundios, conio el postrero re-
medio, saludable a las veces y eficaz medicina como
entonces aconteció. Fue asi que don Jaime rey de
Aragón, cuando eramasntozo, tuvo conversación
con doña Teresa Vídaura.lacuallenuso pleito de-
lante del romano pcutilice , y le pedia por marido:
alegaba la palabra que le dio, contraía cual no se
pudo con otra casar. No tenia bastantes Icsiigos para i
probar aquel matrimonio por ser negocio clandesti-
no. Así se dio sentencia t-n el pleito contra doña Te- ¡
resB y en favor de la reina doña Violarte. Solo el I
obispo de GiroDa á quien bny Tama de secreto le co- ¡
mnnicó el rey toda esta puridad , no se sabe con qué i
intento, perú en fin dio aviso al ponlirice Inocencio ¡
Cuarto que el rey no bacía lo que debia en no guar- ¡
itor la palabra que tenia dada: que el postrer matri-
monio se debia apartar como inválido, y parecía jus-
to que doña Teresa fuese tenida por verdadera mujer
que el rey se lo babia así confesado en secreto, ; su
conciencia no sufria oue con tan grande pecado de-
jase enredar al rey, al pueblo y á si mismo ai calla-
ua, de que resultasen después graves castigrs ; que
esto le avisaba por aquella carta esctita en cifra para
que en lodo se guardase mas recato.
Ninguna cosa se pasa por alto á los príncipes por
ser ordinario que muchos con derribar á otros por
medio de acusaciones verdaderas ó falsas , y de chis-
396
BtBLIOTKCA DE CASPAS Y BOIG.
mes pretenden alcanzar el primer lugar de prifanza
y de poder en los palacios oe los reyes. Pues como el
rey tuviese aviso que en Roma , mudados de parecer
ordinariamente favorecian la causa de doña Teresa,
y <iue el pontífice manifiestamente se inclinaba á lo
mismo « ouier fuese que le dieron aviso del que le
descubrió, ó que por su mala conciencia se sospe*-
chase lo que era , hizo venir al obispo de Girona á la
corte. Venido , luego que le tuvo en su presencia,
le mandó cortar la lengua : cruel carnicería , y torpe
venganza de un desóraen con otro mayor , y con nue-
va impiedad colmar el pecado pasado; si bien el obis-
po era merecedor de cualquier daño, si descubrió el
sigilo de la confesión y la religión de aquel secreto:
cosa que nunca se permite.
Luego que el pontífice Inocencio , que á la sazón
en León celebraba un concilio general como poco an-
tes se dijo , fue avisado de lo que pasaba , cuánto
dolor haya concebido en su ánimo, con cuan grandes
llamas de saña se abrasase, no hay para qué declara-
lio : basta decir ^ue puso entredicho en todo el rei-
no, como de ordinario los escesos de los principes se
jiagan con el daño de la muchedumbre y de los par-
ticulares: y al rey declaró públicamente por desco-
mulgado. Conoció el rey su yerro, y por medio de
Andrés Albalate obispo de Valencia , que envió por
su embajador sobre el caso^ pidió humildemente pe-
nitencia y absolución. Decía que le pesaba de lo ne-
cbo ; pero pues no podia ser otra cosa , que como
padre y pontífice diese perdón á su indignación , la
cual fue si no justa , á lo menos arrebatada : que es-
taba presto á satisfacer con la pena y penitencia que
fuese servido imponerle. Oida la embajada , el pontí-
fice envió por sus embajadores al obispo deCamaríno
y á Desiderio presbítero para que en Aragón se in-
formasen de todo lo que pasaba. Dioles otrosí poder
muy lleno de reconciliar al rey con la Iglesia , si les
Eareciese que su penitencia jo merecía. Hízose en
érída junta de obispos y de señores : halláronse en
particular presentes los obispos de Tarragona , de
Zaragoza, do Urgel, de Huesca, de EIna. En presen-
cia destos prelaoos el rey , puestas en tierra las ro-
dillas , después de una grave reprehensión que se le
dio, fue absuelto de aquel esceso. La penitencia fue
que acabase á sus espensas de edificar el monasterio
Benifaciano, que con advocación de Nuestra Señora
en los montes de Tortosa veinte años antes desto
luego que se tomó el pueblo deMoreila, se comenza-
ra, y se edificaba poco á poco; y acabada la fábrica
le diese de renta para en cada un año docientos mar-
cos de plata, con que los mongos del Cistel se pudie-
sen sustentar en el dicho monasterio.
En Valencia tenían comenzado á edificar un hos-
f)ital para albergar los pobres y peregrinos : á este
lospital señalaron mayores rentas es á saber seis-
cientos marcos de plata cada un año , con que los
pobres y peregrinos se sustentasen, y juntamente
algunos capellanes para que dijesen misa y ayudasen
al buen tratamiento y recalo de los pobres. Añadióse
á esto que en Girona en la iglesia Mayor fundase una
capellanía para que perpetuamente se hiciesen sacri-
ficios y suframos por el rey y por sus sucesores. El
pontíüce expidió su bula á los veinte y dos de setiem-
bre año de mil docientos y cuarenta y seis , en que
da poder á los dos nuncios para reconciliar al rey
con la Iglesia , que se hizo el m'es siguiente á diez y
nueve de octubre. En Lérida con solemne ceremonia
fue el rey absuelto de las censuras en que incurrió
Sor aquel caso. Del obispo de Girona no refieren mas
e lo dicho , ni aun declaran qué nombre tuvo. De
los archivosy Becerro del monasterio Benifaciano se
tomó todo este cuento: dado que los mas de los his-
toriadores no hicieron del mención : pareció no pasa-
lie en silencio , el lector le dé el créoito que la cosa
misma merece. De aquí sin duda y destos papeles se
I tomó ocasión para la fama que vulgarmente anduve
deste rey y anda sobre este caso.
CAPITULO Vil.
Que Sevilla se ganó.
En lo postrero de España hacia el Poniente eslá
asentada en Sevilla cabeza del Andalucía , noble y rica
ciudad entre la primeras de Europa, fuerte por las
murallas, por las armas y gente que tiene: los edifi-
cios públicos y particulares á manera de casas reales
son en gran número : la hermosura y arreo de todos
los ciudadanos muy grande. Entre la ciudad que está
á mano izouierda, y un arrabal llamado Triana pasa
el rio Guadalquivir acanalado con grandes reparos,
y de hondo bastante para naves gruesas , y por la
misma razón muy á propósito para la contratación y
comercio de los dos mares Océano y Mediterráneo,
Con una puente de madera fundada sobre barcas se
junta el arrabal con la ciudad y se pasa de una parte
á otra. En la ciudad está la casa real en que los an-
tiguos reyes moraban ^ en el arrabal un alcázar de
obra muy íirme que mira el nacimiento del sol. Una
torre esta levantada cerca del rio, que por el primor
de su edificio la llaman de Oro vulgarmente: otra
torre edificada de ladrillo , que está cerca de la igle-
sia Mayor, sobrepuja la grandeza de las demás obras
por ser de sesenta varas en ancho y cuatrotanto mas
alta: sobre la cual se levanta otra torre menor, pero
de bastante grandeza, que al presente de nuevo está
toda blanqueada , y al rededor adornada de variedad
de pinturas , hermosas á maravilla á los que la mi-
ran.
¿Qué necesidad hay de relatar por menudo todas
las cosas y grandezas desta ciudad , tan vaga y llena
de primores y grandezas? Hay en la ciudad en este
tiempo mas de veinte y cuatro mil vecinos, divididos
en veinte y ocho parroauias ó colaciones. La primera
y principal es de Santa María , que es la iglesia Ma-
yor , con el cuhL templo en anchura de edificio y en
grandeza ninguno de toda Edpaña se le iguala. Vul-
garmente se dice de las iglesias de Castilla : la de
Toledo la rica, la de Salamanca la fuerte, la de León
la bella, la de Sevilla la grande. Tiene su fábrica d<*
renta treinta mil ducados en cada un año, la del ar-
zobispo llega á ciento y yeinte mil, las calongías y
dignidades asi en número como en lo demás respon-
den á esta grandeza. Los campos son muy fértiles,
llanos y muv alegres por todas partes, por la mayor
parte plantaaos de olivas, que en Sevilla se dan muy
bien , y el esquilmo es muy provechoso : de allí se
llevan aceitunas adobadas, muy gruesas , de muy
buen sabor, á todas las demás partes. El trato es tan
grande y la grangería tal que en los olivares llamad(>s
Axarafe en tiempo de los moros se contaban cien mil
parte cortijos, parte trapiches ó molinos de aceite; y
dado que parece gran número . la autoridad y testi-
monio de la historia del rey don Alonso el Sabio \o
atestigua. El número de extranjeros y muchedumbre
de mercaderes que concurren, es increíble, mayor-
mente en este tiempo . de todas partes á la fama de
las riquezas,.que por el trato de las Indias y flotas de
cada un año se juntan allí muy grandes.
El rey don Femando tenia por todas estas causas
un encendido deseo de apoderarse desta ciudad , así
por su nobleza, como poitpie ella tomada, era forzo-
so que el impeário de los moros de todo punto men-
guase, tanto mas oue los aragoneses con gran gloria
y honra suya se nabian apoderado de la ciudad de
Valencia , de sitio muy semejante , y no de mucho
menor número de ciudadanos. El rey de Sevilla por
nombre Azatafe no ignoraba el peligro que corriao
sus cosas : tenia juntados socorros de los lugares co-
marcanos, hasta desde la misma África: gran copia
de trigo traida de ios lugares comarcanos: proveído-
RiSTORlA DB ESPAÑA.
fd de Caballos , armas , naves y galeras, deteriniuado
(le sufrir cualquiera afán antes de ser despojada^el
señorío de ciudad tan principal. El rey don Fernando
juntaba asimismo de todas partes gente para aumen-
tar el ejército que tenia trigo, y todos los mas pertre-
chos que para fu guerra eran necesarios : laditigen-
ria era grande, por entender que duraría mucho
tiempo , y spria muy dificultosa . y para quü ninguna
cosa necesaria falleciese 4 los soídaaos.
En Alcalá por algún tiempo se entretuvo el rey
(ion Fernando : pasada ya gran parte y lo mas recio
del verano, movió coa todas sus gentes , púsose sobre
Sevilla 7 comenzó á sitialla á veinte del mes de agos-
to ano de nueslra salvación de 1247 : los reales del
rey se asentaroú en aquella parte que está el campo
de Tablada tendido en la riiiera del rio mas abajo de
la ciudad. Don Pelayo Pérez Correa maestre de San-
tiago de la otra parte del río hizo su alojamiento en
una aldea llamada Aznalfarache, caudillo de grao
corazón y de grande esperieocia en las armas. Pre-
tendía hacer rostro á Aoenjafon rey de Niebla , que
con otros muchos moros estaba apoderado de todos
los lugares por aquella parte : tanto mayor era el pe-
IÍKro y las dificultades; pero todo lo vencia la cons-
tancia y esfuerzo deste caballero. El rey barreaba sus
reates : los moros con salidas que hacían de la ciu-
<i.id , pugnaban impedir las obras y fortificaciones.
Hobo algunas escaramuzas, varits sucesos y trances,
(tero sin efecto alguno digno de memoria , sino que
tos cristianos las mas veces llevaban lo mejor, y for-
zaban á los enemigos con dañoá retirarse ala ciudad.
P«»r el mar y rio se ponia mayor cuidado para impe-
tlirque no entrasen vituallas. Los soldados que te- y de otra parte se restituyeron los pueblos que injusta-
nian en tierrd, hacian lo mismo, y velaban para que mente tomaron, y se señaló la raya de la jurisdicción
309
Fue tanto mayor la honra v prez deste hecho , que
nunca quiso declarar quién era su compañero, si
bien muchas veces le hicierob instancia sobre eito;
á la verdad , ¿á qué propósito con infamia ajena bus-
Car para si enemigo^ y afrenta para su compañero
sin ninguna loa suya ? como quier que al contrarío
con el silencio demás del esfuerzo, dio muestra de
la modestia y noble término de que usaba.
Entretanto que con esta porfia sé peleaba en Se-
villa, el infante don Alonso, hijo del rey don Fernan-
do, intentó de apoderarse de iátiva en el reino de
Valencia convidado por loscindudanos. Tomó á En-
guerra pueblo en tierra de Játíva , que se le entrega*
ron los moradores : cuanto cada uno alcanza de po-
der , tanto derecho se atribuye en ka guerra. El rey
don Jaime avisado de los intentos del Infante don
Alonso, y alterado como era razón se apoderó de Vi-
llena y de seis pueblos comprehendidos en el distrito
de Castilla , por dádivas que dio al que los tenia á
Ciirgo; demás desto en la misma comarca principio
del año i 248 tomó de los moros otro pueblt llamado
Bug.irra. Destos principios parecia que los disgustos
pasarían adelante , y pararían en alguna nueva guer-
ra que desbaratase la empresa de Sevilla y acarrease
otros daños. Don Alonso como quier que era de con-
dición sosegada, se determinó ae trataren presencia
con el rey de Aragón y resolver todas estas diferen-
cias , y para esto se juntaron á vistas y habla en Al-
mizra pueblo del rey de Aragón : alli por medio déla
reina de Aragón , y por la buena industria de don
Dieffo de Haro y otros grandes que se pusieron de por
medio , se comj^uso esta diferencia ; con que ('e una
ninguna de tas cosas necesarias les pudiesen meter
iior aquella parte. Muchos escuadrones asimismo fa
lian á robar la tierra talaban los frutos que hallaban
sazonados , el vino y el trigo todo lo robaban. Carme-
na que está á seis leguas, forzada por estos males,
romo seis meses antes , lo tenían concertado , sin
probar á defenderse ni pelear se rindió con tanto
mayor maravilla que los bárbaros pocas veces guardan
los asientos.
No se descuidaban los moros ni se dormían : el
y conquista de ambas las partes. Quedaron en parti-
cular en virtud desta concordia por el reino deftlur-
cia, Almansa, Sarasnila, y el mismo río Cabriolo; por
los de Valencia^ Bíara , Sajona, Alarca, Finestrato.
Asentadas las cosas desta manera , los príncipes se
despidieron.
El rey don Jaime revolvió luego contra Játíva ¡en-
vió delante sus gentes con intento de cercalla apo-
deróse finalmente della, pasada ya ^uparte del vera-
no , por entrega que hicieron los mismos ciudadanos.
mayor deseo que tenían , era de quemar nuestra Está asentada esta ciudail en un sitio asaz apacible á
armada , cosa que muchas Vf*ces intentaron con fue- ¡ la parte que el rio Júcar entra ene! mar: su campiña
go de alquitrán , que arde en la misma agua. La vigi- ' muy fértil y fresca, la tierra muy gruesa. El infante
lancia del general Bonífaz hacía que todos estos in- don Alonso y en su compañía don Diego de Haro se
tentos saliesen en vano ; y cada cual de los capitanes
por tierra y por mar procuraban diligentemente no
se recibiese algún daño por la parte que tenían á &u
cargo. Señalábanse entre ios demás don Pela>o Cor-
rea maestre de Santiago, y don Lorenzo Suarez, cuyo
esfuerzo y industria en todo el tiempo deste cerco fue
muy señalada : sobre todo Garci Pérez de Vargas na-
tural de Toledo, de cuyo esfuerzo sé refieren cosas
pandes y casi increíbles. Al principio del cerco á la
ribera del río , do tenian soldados de guarda para re-
primir lo4 rebales y salidas de los moros, Garci Perex
y un compañero , apartados de los demás , iban no se
apresuraron para hallarse en el cerco de Sevilla.
Alhamar ese mismo rey de Granada vino á juntarse
con el rey don Fernando, acompañado de buen nú-
mero de soldados, en tiempo sin duda muy á propósito
en que los soldados crispíanos cansados de la tardan-
za , y con la dificultad de aquella empresa comenza-
ban á tratar de desamparar los reales y las banderas,
además de las enfermedades que sobrevinieron y los
tenian muy amedrentados. Era pasado el invierno sin
hacer efecto de alcun momento : el mismo rey aque-
jado de tantos trabajos , y de las dificultades que se
ofrecían muy grandes . dudaba si alzaría ei cerco, ó
á qué parte : en esto al improviso ven cerca de sí i esperaría que las cosas se encaminasen mejor, y el
siete moros á caballo : el compañero era de parecer remate fuese mas apacible que los principios , como
que se retirasen ; replicó Garci Pérez que aunque se otras veces lo tenia aprobado,
perdiese , no pensaba volver atrás, ni con torpe huí- Los cercados desbarataron en cierta salida los in-
da dar muestra de cobardía. Junto con esto, ido el (reñios de ios nuestros, y les quemaron las máauinaf::
compañero, toma sus armas , cala la visera, y pone ' asentados con el buen suceso no solo se defendirj)
en el rístresu lanza : los enemigos sabido quién era, | con la fortaleza de la ciudad, sino desde los adarves
no quisieron pelear. Caminado que hobo adelante al- ' se hurlaban de la pretensión de los contrarios,- que
gun tanto , aavirtió que al enlazar la capellina y po- llamaban desatino; amenazaban á los nuestros con la
nersela celada se le cayó la escofia ; vuelve por las muerte , y ultrajábanlos de palabra. El cerco sin em
mismas pisadas á buscalla. Maravillóse el rey qre
acaso desde los reales le miraba: pensaba volvía á pe-
lear ; mas él tomaba su escofia , porque los moros to-
davía esquivaron el encuentro, paso ante pasóse vol-
vió sano y salvo á los suyos por el cafnjno comenzado.
bargo se continuaba y se llevaba adelante con tanto
mayor ventaja de los fíeles que decada día les llega-
ban nuevo socorros. Acudieron los obispos donjuán
Arias de Santiago, bien que pocoefectonizo ; su po-
ca salud le forzó en breve con licencia del rev á «liir
400
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
la vuelta : dou García prelado de Córdoba , dou San-
cho de Coria : los maestres de Calatrava y de Alcáu-
tara : los infantes doo Fadriqne y don Enrique: fuera
destos don Pedro de Guzman , don Pedro Ponce de
Leen , don Gonzalo Girón con otro gran número de
f grandes y ricos hombres que Tínieron de refresco. A
os cercados por ser la ciudad tan grande uo se po-
dían de todo punto atajar los mantenimientos ^ dado
que se ponían en esto todo cuidado.
El general de la armada Bonifaz ardía en deseo de
quebrar la nuente, para que no pudiendo comuni-
carse los del arrabal j la ciudad , fuesen conquista-
dos á parte los que mntos haoían tanta resistencia.
Era negocio muy difícultoso por estar la puente
puesta sobre barcas que con cadenas de hierro están
entre sí trabadas : todavía pareció hacer la prueba;
que la mana y la ocasión pueden mucho. Apercibió
para esto dos naves : esperó el tiempo en que ayuda-
se la creciente del mar, y juntamente un recio viento
que del Poniente soplaba. Con esta ayuda, alzadas y
hinchadas las velas , la una de las naves con tal ímpe-
tu embistió en la puente cuanto no pudieron sufrir
las ataduras de hierro. Quebróse la puente el tercero
día de mayo con grande alegría de los nuestros y no
menos comodidad. Los soldados con la esperanza de
la victoria con grande denuedo acometieron é entrar
en la ciudad , escalar los muMs por unas partes , y
por otras derriballos con los trabucos y máquinas
con tanta porfía que los cercados estaban á punto de
perder la esperanza de se defender. El ma^or comba-
te era contra Triana: los moros se defendían valien-
temente , y ia fortaleza de los muros causaba á loe
nuestros dificultad.
Cierto soldado en secreto murmuraba de Garci
Pérez de Vargas : cargóbale que el e«icudo ondeado
que traía, era de diferente linaje. Ningunos oyen
con major paciencia las murmuraciones, que los que
no se sienten culpados : disimuló él por entonces la
ira ; después cierto día que acometieron los nuestras
á Triana , se mantuvo tanto tiempo en la pelea que
•*on la lluvia de piedras , saetas y dardos que le tira-
han ; abolladas las armas y el escudo , apenas él pudo
escapar con la vida. Entonces vuelto á su contrario,
que estaba en lugar seguro : «Con razón (dice) nos
nquitais las armas del linaje , pues las ponemos á tan
Ngraves peligros y trances : vos las merecéis mejor,
»que como mastecatado las tenéis mejor guardadas.»
él avergonzado conoció su yerro , pidió perdón , que
le dio á la hora de buena gana , contento de satísfa-
rersc de su injuria con la muestra de su valor y es-
fuerxo : manera de vcn^nza muy noble.
Comenzaban en la ciudad á sentir gran falta de
vituallas : los ciudadanos visto que la felicidad de
nuestra gente se igualaba con su esfuerzo , y que al
contrario á ellos no quedaba alffuna esperanza, acor-
daron tratar de rendir la ciudad, primero en secreto,
y después en los corrillos y plazas. Pidieron desde el
adarve les diesen lugar de hablar con el rey. Luego
que les fue concedido , enviaron embajadores , que
avisaron querían tratar de concierto con tal que las
condiciones fuesen tolerables, en particular que que-
dase en su poder la ciudad. Decían qile quebrantados
con los males pasados , ni los cuerpos podían sufrir
el trabajo, ni ios ánimos la pesadumbre: que todavía
en la ciudad quedaban compañías de soldados ; que
no era justo irrítallas , ni hacelles perder de todo
punto la esperanza : muchas veces la necesidad de
medrosos hace fuertes , por lo menos que la victoria
sería sangrienta y llorosa si se «llegase á lo último y
no se tomaba algún medio.
A esto respondió el rey que él no ignoraba el estado
en que estaban sus cosas : tiempo bobo en que se
pudiera ti-a tarde coacierto ; mas que al presentí* por su
obstinación se hallalian en tal termino que seria cosa
fea partirse sin tomar la ciudad , y que si • no fuese
con rendllla , no daría lugar á que se tratase de con-
cierto ni de concordia. Entretanto que se trataba de
las condiciones y del asiento, hicieron treguas y cesó
la batería. Prometían acudir con las rentas reales y
tributos, todos los que acostumbraban anteaá pagar
á los miramamoKnes. Desechada esta condición , di-
jeron que darían la tercera parte de la ciudad demás
de las aichas rentas : después la mitad , dividida coa
una muralla de lo demás que quedase por losmoros.
Parecían estas condiciones á los nuestros muy aven-
tajadas V honrosas : el rey á menos de eniregallc
la ciudaa, no hacia caso destas promesas, niestimaba
todos sus partidos. En conclusión se asentó que el
rey moro y los ciudadanos con todas sus alhajas y
preseas se fuesen salvos dondequisiesen.y que fuera
de Sanlúcar , Aznalfarache y Niebla , que quedaban
por los moros, rindiesen los demás pueblos y casti-
llos dependientes de Sevilla. Dióse de término un mes
para cumplir todas estas capitulaciones. El castillo
luego se entregó ; y á veinte y siete de noviembre sa-
lieron de la ciudad entre varones y mujeres y niños
cien mil moros : parte dellos ¡misó en África, parte se
repartió por otros lugares y ciudades de España.
Gastáronse en el cerco diez y seis meses; eo el
cual tiempo los reales á manera de ciiniad estaban
divididos en barrios con sus tiendas en que se ven-
dían las cosas necesarias, herrerías para forjar armas,
los pabellones puestos por su orden con sus calles y
plazas en lugares convenientes. A los veinte y desde
diciembre con pública procesión y aparato entró el
rey en la ciudad, oyó misa en la iglesia Mayor , que
para este propósito estaba bendecida y aparejada :
[)endijoia con gran magestad don Gutierre electo ar-
zobispo de Toledo , que poco antes señalaron por su-
cesor en aquella iglesia de dun Juan quefallecióálos
veinte y tres del mes de julio. Don Kamon de Losana
fue elegido por arzobispo de la nueva ciudad. Este
prelado andando á la escuela , con un cuchillo de
itiumas sacó otro tiempo un ojo á un su hermano :
para absolverse desta irreflularídad, y para alcanzar
•lispen^acion, ya que era de mas edad, pasóáRooia:
viaje que le fue ocasión de hacerse muy erudito y
letrado. Quedaba Sevilla muy falta de moradores : la
franqueza que el rey prometió de tributos á los que
viniesen á poblar , hizo que gran número de genle
acudiese de toda España ; determinados de hacer allí
su asiento y morada : con esto en breve volvió á te-
nor aquella ciudad nobilísima la hermosura de antes
y número de gente asaz.
CAPITULO VIIL
De la muerte del rey don Fernando.
En el mismo tiempo que Sevilla estaba cercada,
San Luis rey de Francia enriquecía con reliquias san-
tísimas que envió á Toledo , y aumentaba la devoción
de la iglesia Mayor de aquella ciudad , juntamente
ganaba las voluntades de nuestra nación. En el sa-
grario de aquella iglesia hasta hoy con gran devoción
se muestran y guardan las dichas reliquias con la
misma carta original del rey cuyo traslado nospere-
ció poner en este lugar para memoria de la piedad
de príncipe tan señalado ][ devoto : a Luis por la gra-
ocia de Dios rey de Francia á los amados varones en
nCristo, canónigos y todo el clero de la iglesia da
«Toledo , salud y dilección. Queriendo adornar voes-
»tra iglesia con un escelente don por medio de nues-
»>tro amado Juan venerable arzoi>ispo de Toledo, y á
»>su instancia, os enviamos aleunas precio!(«s pirte-
ncícas de los venerables y señalados nuestros san*
Dtuaríns, que hobe del tesoro del imperio Constantl-
nnopolitano : conviene á saber del madero déla cruz
)>del Señor : una de las cspinusde la sacrosanta coro-
»>nade espiuHs del mismo Señor : de la leciie de la
I ngloríusa Virgen María : de la vestidura de púrpura
RISTOHIA DE fSPA^A.
401
Miiel Señor con que fue vestido : del lienzo con que i
Dse ciñó el Señor cuando lavó y limpió los pies de sus
ndiscipulos: de la sábana con que su cuerpo estuvo
»sepottadoen el sepulcro: de los paños de la infancia
)>del Salvador. Rogamos pues y requerimos en el Se-
»ñor á vuestra caridad que las sobredichas reliquias
»recibaís y guardéis en ?uestra iglesia con la i everen-
ocia debida : asimismo que en vuestras misas y ora-
»ciones teníais memoria benigna de nos. Fecha en
uestampas ano del señor de mil y docientos y cuá-
drenla y ocho por el mes de mayo.»
Después que el rey Luis bobo enviada esta carta,
de Marsella se hizo á lábrela y navegó á la Tierra San-
ta coD deseo de reparar en aquellas partes la guerra
sagrada. El suceso no fue conforme a su santa inten-
ción , porque apoderado que se bobo en las marinas
de Egipto (te Pelusio , ciudad que hoy se llama Da-
miata^ toda la prosperidad se volvió en contrario. De
tres hermanos del rey, Roberto murió en una batalla,
Alfonso y Carlos fueron presos con el rey el año i 249:
la libertad costó mucho haber . sin que en la Tierra
Santa á la cualdende pasaron , niciesen cosa de muy
^rao momento, verdad es que las ciudades de Sidon,
Cesárea y loppe fueron recobradas por las armas de
Francia año del Señor de 125G, pero ninguna otra
cosa se hizo: en el mismo año por muerte de don
Gutierre arzobispo de Toledo, que finó en Atienzaá
los nueve de agosto, como se ve en los Anales Tole-
danos, en su lugar fue puesto don Sancho hijo del
rey don Femando, á quien algunos llaman don Pe-
dro, otros don Juan por engaño sin duda. El arzobis-
po don Rodrigo por orden de la reina doña Berengue-
la crió en Toledo á sus nietos los infantes don Pbilipe
y don Sancho : proveyóles en aquella su iglesia sen-
dos canonicatos. Estudiaron ambos en los estudios
de Parfs, en particular donPhiiipe tuvo por maestro
á Alberto Magno, gran filósofo y teólogo. Todo esto,
y mas el favor de su padre fue ocasión de poner en
esta vacante los ojos en don Sancho. Aprobó la elec-
ción el papa Inocencio Cuarto; mas el electo no pare-
ce se consagró por su poca edad, que era el penúlti-
mo de sus hermanos. Por su contemplación dio su
padre á la iglesia de Toledo á Uceda y á Iznatoraf,
esto á trueco de Baza, que se la diera cuando con-
quistó á Jaén.
Yivió por este tiempo un hombre señalado , por
nombre Pero González , que dejada la corte y palacio
en que tenia buen lugar , gastó lo postrero de su vida
en doctrinar á los gallegos y asturianos, predicador
de f^ma. jSu contemporáneo Bernardo, canónigo de
Santiago . por el gran conocimiento aue alcanzó dé
los derechos fue muy familiar al pontífice Inocencio,
y es el que escribió la glosa sobre las epístolas Decre-
tales. £n el mismo tiempo los aragoneses divididos en
parcialidades so abrasaban con discordias civiles. Te-
nia el rey don Jaime de doña Violante su mujer estos
Iiijos: don Pedro, don Jaime, don Fernando, don
Sancho: otras tantas hijas doña Violante , doña Cons-
tanza, doña Sancha, doña María. La reina estaba
apoderada del rey ^ y así le persuadió que dividiese
los estados del reino entre sus hijos: consejo muy
perjudicial á la república pob enflaquecerse por esta
manera las fuerzas, y muy pesado en particular á
don Alonso su hijo mayor, en cuyo perjuicio se en-
derezaban estas prácticas. Por esta causa los mas
de los grandes siguieron la voz del infante y por su
autoridiad públicamente se apartaron del rey. Con
cuidado de componer estas diferencias que amenaza-
ban mayores males , por el mes de febrero se tuvie-
ron cortes generales en Alcañices pueblo de Aragón.
Señaláronse jueces sobre el caso, personas principa-
les, eclesiásticas y seglares: dieron por sentencia
que el hijo debia obedecer á su padre. De ningún
provecho fue esta diligencia, por estar los vasallos
mal contentos y y el rey constante en su parecer y
propósito, tanto que en vida hizo donación al infante
don Pedro del principado de Cataluña ; con que la
otra parte se desabrió nmcho mas. Esto en Aragón.
Las cosas del rey don Fernando se hallaban muy
en mejor estado, porque compuestas y asentadas las
cosas en Sevilla en que determinaba hacer su asiento
acometió á Jerez, y ganó de los moros á Medina S¡-
donia, Begel, Alpechín, Aznalfarache; fuera d&sto
á la ribera del mar en parte abatió, en parte tomó
muchos castillos de moros. Pretendía que los demás
escarmentados con aquel daño y castigo se rindiesen
ó reprimiesen. Hiciéronse correrías por los campos de
Nebrija : algunos pocos pueblos de moros por estar
fortificados de sitio ó de murallas se atrevían y esta-
ban determinados de sufrir el cerco no solo como cosa
roas honesta, sino también como mas segura, ni por
el daño de los otros se movían á rendirse. Tratóse de
pasar la guerra á África, y con este intento en las
marinas de Vizcaya por mandado del rey don Fernan-
do se apercebia una nueva y mas ^uesa armada, .
cuando una recia dolencia le sobrevmo, de que fino
en Sevilla á treinta de mayo el año que se contaba
de 1252. Reinó en Castilla por espacio de treinta y
cuatro años, ooce meses, veinte y tres dias, en
León veinte y dos años poco roas ó roenos (1). Fue
varón dotado de todas las partes de ánima y de cuer-
po que se podían desear, de costumbres tan buenas
que por ellas ganó el renombre de Santo, título que
le dio no mas el favor del pueblo que el merecimien-
to de su vida y obras escelentes: muchos dudaron si
fuese mas fuerte , ó mas santo , ó mas afortunado.
Era severo consigo, exorable para los otros, en todas
las partes de la vida templado , y que en conclusión
cumplió con todos los oficios de un varón y príncipe
justo y bueno.
En ningún tiempo dio mayor muestra de santidad
que á la muerte. Comulgóle don Ramón arzobispode
Sevilla. Al entrar el Sacramento por la sala se dejó
caer de la cama , y puestos los hinojos en tierra, con
ua dogal al cuello y la cruz delante, como reo peca-
dor pidió perdón de sus pecados á Dios con palabras
de grande humildad; ya que aueria rendir el alma,
demandó perdón á cuantos allí estaban : espectáculo
para quebrar los corazones, y con que todos se resol-
vían en lágrimas. Tomó la candela con ambas las
manos , y puestos en el cielo los ojos : a El reino (dijo)
«Señor que me diste , y la honra mayor que vo mere-
Dcia te le vuelvo, desnudo salí del vientre de roí ma-
Ddre, y desnudo roe ofrezco á la tierra : recibe Señor
»mio, mi ánima ; y por los méritos de tu santísima
»pasion ten por biüu de la colocar entre los tus sier-
})Vos.)> Dicho esto, mandó á la clerecía cantasen las
letanías , y el Te-Deum \audamus,y rindió el espíri-
tu bienaventurado. Asu hijo don Alfonso que nombró
por heredero , poco antes de morir dio muchos avisos
y juntamente le encomendó con mucho cuidado á la
reina doña Juana y sus hijos, délos cuales se hallaron
á su muerte don Fadrique, don Enrique y don Pbi-
lipe que era electo prelado de Sevilla, y don Manuel;
don Sancho electo de Toledo no se halló por estar en
su iglesia. Luego el dia siguiente le hicieron el enter-
ramiento y honras con aparato real. Su cuerpo fue
sepultado en la iglesia Mayor de Sevilla.
Dícese que este rey inventó é introdujo el consejo
real, que ho^ en Castilla tiene la suprema autoridad
para determinar los pleitos. Señaló doce oidores á
cuyo conocimiento perteneciesen los negocios mayo-
res , y los pleitos que en los otros tribunales se trata-
sen, por vía de apelación con las mil y quinientas
(1) Habiendo sido proclamado rey de Castilla en 3i de
agosto de 1247, y debiendo contarse su reinado en León
desde el 24 de setiembre del aiío i330 en que murió el rey
don Alonso, ocupó este trono 21 anos ocho meses y siete
dias.
nos poco á poco iban creciendo, y los pleitos eran
mucboB por la malicia del tiempo , fue necesario es-
tablecer este nuevo Iribiioal ; que antes las ciudades
contentas coa losjuicios f sentencias que sus jueces
daban , y con a|>«Ur i les audiencias de su distrito,
teniau por cosa fea y sin propúsito pasar adelante y
implorar el auxilio real. Demás deslo encargó á per-
sonas principales y doctas el cuidado de hacer nuevas
leyes, y recocer las aotigunsen un volumen que hoy
se llama vulgarmente las Partidas ( < ) obra de in-
menso trabajo , y que se comeniÚ por este tiempo, y
últimamente se puso en perfección , y se publicó en
tiempo del rey don Alonso hijo deste don Fernando.
HasU la muerte del rey dan Fernando llegd don Lu-
cas de Tuy con su historia.
CAPITULO IX.
ELretnodadon Fernando porderecho de Iiereacia
vino al rey don Alonso Deceno desde nombre , cuya
vida y obras pretendemos declarar , ilustres sin duda
por la variedad de loi sucesos y juego de la fortuna
variable ; pero que tienen mas de maravilla que de
honra y loa. ¿ Qué c< bj raas maravillosa que un prín-
cipe criado en la guerra y ejercitado en las armas
desde su primera edad haya tenido tanta nolicia de
laastralogfa.de la ñlosafiay de las historias cunn
grande apenas los hombres ociosos y ocupados sola-
mente en sus estudios pocas veces alcanzan? Sus
libros que publicó y sacúá luz deastrologla,ydela
Historia de España, dan muestra de sa grande in-
genio y estudio increíble. ¿Qué cosa eso mismo roas
afrentosa que con tales letras y estudios, con que
otro particular pudiera alcanzar eran poder, no sa-
ber él conservar y defender ni el imperio que los
estraños le ofrecieron, ni el reino que su padre le
CUPAK I HOlC.
dejú? Víú aquella edad y siglo hasta donde podia lle-
gar la libertad y arrogancia del pueblo, pues redujo
un rey tan poderoso casi á vida partii:ular; viA él
mismo lo postrero de la deaventura , que fue ser des-
Íiojado de sus riquezas y mando, i Qué juegos hico
a fortuna ú poder mas alto! ¡Cómoparecequs gnsla
en burlarse de las cosas humanas I El sobrenombre
de Subió ([ueganú por las letras, ú por la injuria da
susenemigos.ó parla raaticiade los tiem^, Ó t\
por flojedad de su ingenio parece le amanciUd; pues
con el crédito que tenia de ser tan sabio, nosupo
mirar por si y prevenirse. En Sevilla da se nalló i la
muerte de su padre , le alzaron por rey. Lo primero
que hízodeapues desto , fue renovar el coociertocon
Alhamar rey de Granada, demés que le biio suelta
de la festa parle del tributo que tenia costumbrede
pagar j en que se tuvo respetó álos buenos servicios
que hiciera , y á despertalle para que de nuevo hicie-
se otros , que sin duda por sdgun tiempo (ueroD noy
grandes y señalados. Era tanto lo que este prlocipe
amaba al rey don Fernando, y érale tan a^dablesu
memoria , que con ser moro , todos los anos enviaba
á Sevilla buen número de los suyos con cíen aotor-
chas de cera blanca para qne se hiciesen al rey Us
exequias y aniversarios.
La falla que tenian de dineros era grande , por es-
tar gastados todos con las guerras de tantos aos». Tra-
tóse de bu<cara!guncamiao para allegar monediyre-
mediar este dan" : pareció lo mas á proptisib) que en
lugar de los pepiones , que era cierta monada asi lla-
mada de buena ley , se usase de burgaleses, moneda
muy baja mezclada de otroj metales. Kra cosa injusla
abajar de quilates (a moneda , y que fuese del mismo
valor que la de antes: desorden por donde las cosasse
encarecieron , y no se remedió Itiinecesidad del rey
porque fue necesario aumentar los salariosdelosjue-
ces y de los demás oficialescon tanta mayor indigM-
cion del pueblo que poco después se inventó otro gé-
nero de moneiia que se llamaba negra , es á saber
por tener mucho cobre (i). Quince monedas desti
género valían una dobla ó escudo : un borgalés vilii
dos papiones: noventa un escudo 6 nn maravedí de
or^. Este camino de allegar dinero , bien que inten-
tado muchas veces de grandes reyes, que sea muy
engañoso y perjudicial el tiempo y la esperiencia y
desastrados sucesos lo han bastantemente declarado:
sin duda fue h principal causa porque el rey don
Alonso en breve sehiiomuymalquistoy odiosoíaus
vasallos. Des ta manera, si no hay gran ttento, de
nonatos principios y causas sa siguen efectos muy
Ciicíosos y malos. Esta fue la nrimerasemilladela
ordia civil : de la guerra de fuera hobo otras
causas.
Estaba el rey don Alonso coogojadoporla esteri-
lidad de la reina doña Violante, por el eran deseo que
tenia de dejar sucesión. Los aduladores, de que
siempre hay gran número en las casas de los prioei-
(t) Este tóiigo , el mai nbio de todoi los que babia en
Europa en ni liempo, se empeiÓ eo 135S y sa tabó
en 1163. Don Alonao babia mandido timbiea coordinar el
Fuero Real qne In dié como Fuero nanicipal á Bargoi y i
otros pueblos de Caitilla , poi cuya ratón te liamA Fuero
4ila Cifte t delM omtjv* ie CatlUla.
pes, pretendían queaquel matrimonia se podiaapar-
tar: no les faltaban razones para colorear este eofa-
ño, como i gente de grande ingenio ; el rey fácilmente
se dejú persuadir en lo que deseaba. Envió embaj»;-
dores al rey de Dionmarcaá pedir por mujerunabiji
suya llamada Cristina (3). Era cosa fácil por la gran-
de distancia de los lugares engañar aquella gente.
Concertado el casamientp, la doncella fue enviada en
España. Estos intentos del rey don Alonso dieron
mucha pena como era razón al rey don Jaime: pro-
curóse aar algún corle con embajadas que se envia-
ron ; pero como no se efectuase nada , vino el ne^
cío i rompimiento y á las annas. Hicíéronse conenu
(I) Honeda ntgn tí la que preuntamos coa ti nim»-
ro 1 T auaaue le ignora cual taae el peptia u trttatU
que llera el nímero 2.
(SJ El cronisti de don Alonso el Sabio á qnlea ñgiic ■>-
riana ha llenado de fibiilas íu obra. La falsedad Ú* 1» 1«
aqui atienta csll demoatridi |>or el niirquéi de Hooo^*'
coa Iti ratones aiguifnles : primero, que el rey de Artj^
DO híH) It ipjorra al de Castilla por vn(V tstt a^<^
ifaio para ayudar al rey de navarra na qaieo Niaka coa»-
RBIDRIA DB ESPAÑA.
Y cabalgadas de una parte y de otra , robos de hom-
bres y ganados , y esto al príocipio de aquella dífe-
reDcía.
Por el mismo tiempo Theobaldo rey de Navarra,
Primero deste nombre , falJeció á ocho de julio año de
nuestra salvación de 4253 : digno de ser alabado por
' el deseo que mostró de ayudar ala guerra de la Tierra
Santa, cuanto reprensible y mancnadopor el inten-
to qne tuvo de oprimir los derechos y libertad ecle-
siástica; por la cual causa se dice líobo entredicho
general en todo a^el remo por espacio de tres años
enteros (1). Este tiempo pasado, don Pedro Remigio
ó Gazolaz obispo de Pamplona alzado el destierro en
que le tenían, se reconcilió con e| rey á instancia de
personas prindpales que en ello traoajaron , y con
muy grnnde alegría y r^ocijo de todo el pueblo.
Theobaldo merece sin duda ser alabado por otras co-
sas y parles de que fue dotado , en especial por los
estuflios délas artes liberales, ejercicio y conocimien-
to de la música y de la poesía tan grande , que acos-
tambraba componer versos y cantarlo!^ á vihuela , las
poMias que hacia, proponellas en público en su pa-
lacio para ser de todos juzgados. Tuvo tres mujeres.
I^e la primera que fue hija del conde de Lorena, no
tuvo hijos algunos. Dejada esta por mandado de los
pontíBces, casó con Sibila hija de Philipo conde de
Flandes. Deste matrimonio nació Blanca, que casó
con Juan duque de Bretaña por sobrenombre el Ber-
mejo. De la tercera mujer que fue bija de Archim-
baudo conde de Fox, tuvo á Theobaldo y á Enrique,
y una hija Hamada Leonor.
Theobaldo sucedió á su padre después de su muer-
te: era menor de edad, que no tenia quince años
CQmpKdos , de escelente natural , y que daba mues-
tras de grandes virtudes. La reina Margarita su ma-
dre , cuidadosa de lo que á su hijo tocaba , estaba con
temor, en especial de don Alonso rey de Castilla que
vencidos y aomados los moros , se entendfa queria
revolver contra Navarra , y despertar el derecho anti-
guo que ^etendian les revés de Castilla á aquella co-
rona : cuidaba ayudarse del socorro del rey de Ara-
gón y de su sombra. Tratóse por sus embajadores de
aliarse; y para que la cosa se concluyese mas fácil-
mente, con seguridad de ambas partes se juntaron
á vistas. Al principio del mes de agosto en Tudela se
hizo confederación entre los dos reyes , en que se
concertó tuviesen los mismos por amigos y por ene-
mi^. Asentaron otrosí que una de las dos hijas que
tenia el rey don Jaime, se diese por mujer á Theo-
baldo; y en particular se proveyó que ninguna de las
dos casase con alguno de |os hermanos del rey de Cas-
tilla sin voluntad de la reina Margarita, y sin que
ella viniese en ello. Al rey de Aragón sin embargo le
qnedó su derecho á salvo , oue pretendía tener á
aqoel raino por la adopción uel rey don Sancho de
Navarra.
Esta confederación , para que fuese mas fuerte, se
procuró que el romano pontífice la aprobase : las
fuerzas de los dos reinos claramente se movían y en-
derezaban contra las de don Alonso rey de Castilla.
403
derado : sefondo que doSa Vtclaote miyer de don Alonso
parió i dona Bereogaela el mismo aoo qué se supone quiso
repudiarla por estéril, y el 28 de setiembre de 1254 habla
parido otra hija llamada doña Beatrix, de donde resulta que
en el tiempo que se supone haber enviado la embajada de-
bía ser bien oonoddo el preñado de la reina : tercero, que
dona Cristina no riao i España hasta el ano 4258 en que
contrajo matrimonio con el infante don Felipe , según lo que
doD Alonao tenia estipulado con el rey de Noruega su padre.
(i) Al ir Theobaldo á la conquista de la Tierra Santa,
puso en manos de don Pedro Ramírez obispo de Pamplona
el castillo de San Esteban de Moojardin á condición de que
en reclamándole se le hubiese de restituir : k su vuelta re-
auiríó al obispo se lo restituyese , y este se resistió. ¿ Dón-
e mUí aqut la opresión y osurpacion de derechos?
El cuidado desta guerra y miedo que resultó por esta
causa (que suele ser muy gran atadura de concordia)
hizo que los aragoneses padre y hijo se concertasen;
cosa que tanto se deseaba. Así hallo que lo que el rey
de Aragón habia donado á don Pedro y don Jaime sus
hijos, lo aprobó con juramento en Barcelona don
Alonso el hijo mayor del mismo rey don Jaime. Ofre-
cióse demás desto ocasión de nueva guerra. Alasar-
chó, moro de ingenio sagaz, prometió entregar y
rendir el castillo de Reguera que tenia en su poder.
El rey de Aragón , como el que era arriscado , creyó-
se fácilmente que le trataba verdad ; acudió con poca
gente como á cosa hecha. Hobiera de caer en el lazo
y quedar preso; mas quiso Dios que le avisaron del
engaño, y de lo que pasaba ; con que se puso en co-
bro. El moro, burlada su esperanza , se declaró por
enemigo, y persuadió á los moros de Valencia que
tomasen las armas y que se levantasen.
El rey movido por el peligro acudió á Valencia:
tratóse en aquella ciudad de echar aquella gente de
todo el reino. Los señores por la ganancia que de
aquella gente les venia , hacian contradicción : los
prelados y el pueblo otorgaban con el rey, que fue el
parecer que preraleció en las cortes. Mandaron pues
á todos los moros que saliesen del reino de Valencia
y de todo su distrito dentro de cierto término. Ellos
aunque estaban en armas sesenta mil dellos , obede-
cieron á lo que les fue mandado. Repartiéronse por
tierra de Murcia y de Granada ; gran parte hizo asien-
to en la Mancha, que al presente se llama de Aragón,
antiffuamente de Montaragón de un pueblo deste
nombre que por allí caía. Era comarca áspera , y no
cultivada en aquel tiempo; al presente de señalada
fertilidad en la cosecha de pan con que provee á otras
muchas partes. Llamóse antiguamente campo Spar-
Urio, del mucho esparto que tiene. Desta resolución
sacó gran interés don Fadrique que residía en Ville-
na , y la tenia en gobierno en nombre del rey don
Alonso su hermano. Era por allí el paso : hizo que
por él los miserables cada uno pagase un escudo
de oro.
El rey de Aragón embarazado con estos alborotos
no nudo luego volver las armas contra Castilla. Esta
tardanza hizo que las sospechas de una gran guerra
se trocaron en muy alegre fin y remate. En el mismo
tiempo que Cristina después de tan largo viaje últi-
mamente aportó á Toledo . que fue el ano de nuestra
salvación de i 254, se entendió que la reina estaba
ocupada. El rey movido con una cosa tan fuera de lo
que se esperaba, trocó el odio en amor. Los mismos
que antes le persuadían <jue la dejase , trataron que
se recoDciliase con la rema, y hallaban razones en
favor del matrimonio que anteas tenían por inválido;
tales son las adulaciones de cortesanos. Don Felipe
hermano del rey sin embargo que era abad de Valla-
dolid y electo arzobispo de Sevilla , renunció el hábi-
to clerical con voluntad del rey su hermano para ca-
sar con Cristina , que aceptó aquel partido , perdida
la esperanza de ser reina : matrimonio que como mal
trabado en breve se apartó por la muerte de Cristina,
3ue le sobrevino por la pena de la afrenta, y por el
esabrimiento que recibió por un trueque semejante:
así lo entendía la gente vulgar.
La esterilidad de la reina doña Violante se mudó en
fecundidad, tanto qne parió muchos hijos á su mari-
do. Estos fueron dona Bereuffuela, doña Beatriz, don
Fernando por sobrenombre de la Cerda , por causa de
una muy señalada y larga con que nació en laü es-
paldas, don Sancho, don Pedro, don Juan, don Die-
go , doña Isabel y doña Leonor. Todos estos tuvo el
rey don Alonso en la reina. En otra madre de bajo li-
naje á don Alonso Fernandez : en doña Mayor de
Guzman hija de Pedro de Guzman á doña Beatriz,
que fueron el uno y el otro hijos bastardos. El año
siguiente de 1255 Eduardo, hijo mayor de Enrique
404
BIBLIOTECA DB GASPAR T ROIG.
rey de Inglaterra , yino á España. Las causas de su
venida no se dicen , í i ) podemos sospechar ( ¿quién
lo veda? ) que moviao del agravio de Cristina hizo
aquel viaje por ser primos hermanos : su viaje cuanto
haya aprovechado, el suceso de las cosas lo declara;
lo cierto es que en Burgos fue recibido benignamente
del rey, y de su mano le armó caballero, ceremonia
que en aquel tiempo se usaba : halagos con que se
pretendía aplacar el ánimo de aquel príncipe mozo y
oravo.
CAPITULO X.
El rey don Alonso fae elegido por emperador.
El rey don Alonso no tenia la misma fama en todas
las partes , y cerca de todas las naciones. En España
en su reino sin duda era aborrecido del pueblo : á los
reyes comarcanos no era nada agradable, dado que
con cierta muestra de paz, ó por miedo de su poder
se detenían de tomar contra él las armas. Entre las
naciones estrañas volaba la fama de su grande eru-
dición. Decíase que era elocuente , sagaz, instructo
igualmente en las artes de la paz y de la guerra. Esto
movió á algunos príncipes de Alemania para (¡ue en la
dieta del imperio en que se trataba de elegir empe-
rador, le nombrasen en lugar de Guilletmo César
que á la sazón murió, y se tuviese cuenta con él,
bien que no fue una la voluntad , ni los votos de todos
se conformaron en uno ; el arzobispo de Colonia en
su nombre , y en el del arzobispo de Maguncia cuyo
nombre y voz traia, y el conde Palatino nombraron
por emperador á Ricardo conde de Comubia herma-
no de Enrigue rey de Ingalaterra. Hízose este nom-
bramiento a seis ae enero día de los rejes año que se
contó del Señor de i 256: algunos señalan dos años
adelante. El arzobispo de Tréverís y el duque de Sá-
jenla teniendo por inválida la elección de Ricardo,
por 51US votos eligieron á don Alonso rey de Castilla
el postrer día de marzo luego siguiente.
Enviáronse embajadores á entrambos , y cada cual
se tenia por legítimo emperador, y á su competidor
al contrario: con tanto mas ventaja de Ricanlo cfue
sin dilación dejadas todas las demás cosas acudió á
Alemana , y de mano del arzobispo de Colonia á guien
esto toca , tomó la corona primera del imperio en
Aquisgran á dos días del mes de mayo. Don Alonso
embarazado con las alteraciones domésticas, y des-
confiado de la voluntad de sus vasallos, y principal-
mente por la edad de sus hijos que era pequeña , aila
tó su ida , puesto que los obispos de Constancia y de
Espira vinieron por embajadores en esta razón , y
con nuevas embajadas que le enviaban de cada día,
le importunaban fuese a tomar el imperio. Esta tar-
danza entibió la afícion de su parcialidad , y fortificó
los intentos de la parte contraria. Favorecían á don
Alonso, fuera del crédito de su virtud , porque de par-
te de tnadre venia de los emperadores de Alemana
comp hijo que era de doña Beatriz , y por ella nieto
de Philipe que fue el tiempo pasado emperador. A
Ricardo ayudaba mucho la semejanza de la lengua,
3ue no es pequeña entre ingleses y alemanes , gran-
es y antiguas alianzas entre aquellas dos naciones,
las costumbres semejantes , además del parentesco
que entre sí tenían , para que le juzgasen por idóneo
y digno del imperio , en tanto grado que en negocio
dudoso parecía aventajarse algún tanto su derecho.
Porque dentro de u^ año después de la muerte del
emperador Guillelmo fue puesto en su lugar en el mis-
mu dia que de común consentimiento tos electores
señalaron para la elección ; dentro de otro año de
mano del arzobispo de Colonia á quien esto pertene-
cí ) Vino pan casarse eon dona Leonor bija de don FeN
oando, como resulta de ona escritora qne cita el marque de
Moodejar.
ce, fue en Aquisgran coronado, y tomó las demás
insignias del imperio, y se sentó en la silla de Cario
Magno en señal de la posesión que tomaba.
En conclusión así los príncipes , como los que te-
nían á cargo las fortalezas , le hicieran sus homena-
jes; las cuales cosas todas como guier que estuvie-
sen establecidas por las leyes que hablan en razón de
elegú* los emperadores, don Alonso no las cumplió:
contra Ricardo, que á su tiempo las habla todas
guardado , no se podía alegar cosa alguna; así lo de-
cían grandes letrados, fuera de que en discordia de
los electores cuando no se conforman en uno, el con-
de Palatino es el legítimo juez de la diferencia , por
lo menos el rey de Bohemia cuando los votos se divi-
den igualmente , á la parte que él se allega , aquella
elección es tenida por válida. Alegaban que lo uno y
lo otro hacían por Ricardo, pues el conde Palatino
votó por él en su nombre y ael rey de Bohemia cuyas
veces tenia ; y luego que él mismo supo la «lección , de
nuevo la aprobó.
Don Alonso al contrario alegaba que su elección
fue hecha en Francfordia dentro de los muros de la
ciudad , que era el lugar señalado de común consen-
timiento de los electores para aquella elección. Que
el de Colonia y el Palatino vinieron acompañados de
gran número de soldados no como á elección , sino
como á ^erra, y porque ponían espanto, y parecía
gue querían hacer fuerza , fueron amonestaaos que
oesistiesen de aquel camino, y á ejemplo do los otros
príncipes con acompañamiento ordinario y compe-
tente entrasen en la ciudad. Cargábanles que no qui-
sieron conformarse , antes por nueva manera y per-
judicial se juntaron á parte , cosa de grandes incon-
venientes , y fuera de la ciudad como en los reales
hicieron su elección. Esta era la principal nulidad en
la elección de Ricardo. Que los príncipes que esta-
ban en la ciudad , aguardaron hasta tanto que hobo
esperanza que se podrían reducir á mejor consejo, y
dejada aquella porfía , concordarse con la razón y con
los demás : perdida la esperanza , á postrero de mar-
zo por voto del arzobispo de Tréverís , y del duque de
Sajonia, que tenía otrosí el voto del marqués de Bran-
demburg, que ausente estaba, como su vicario, y
también por voto del rey de Bohemia, cuyo embaja-
dor con derecho de votar estuvo presente en la dieta «
fue elegido por rey de romanos don Alonso rey de
Castilla.
Estos eran los principales fundamentos de la una
parte: y de la otra otros alegaban de menor cuantía»
como delitos y escesos , que los unos oponían contra
los otros , sin que en ellos se engañasen, mayormen-
te contra el arzobispo de Tréverís se alegaba estar
descomulgado , y por tanto privado de voto, á causa
de nuevas y estraordinarias imposiciones que derra-
maba sobre sus vasallos. La otra parto contraponia
3[ue el arzobispo de Colonia hirió al cardenal de San
orge legado del pontífice romano, y prendió un obis-
po. Asimismo que el conde Palatino maltrataba en
muchas maneras las personas eclesiásticas , lo cual
no era lícito : mas , que contra la sacrosanta mages-
tad de los pontífices y de la Iglesia en las revueltas
pasadas se allegó al emperador Federico y á su hijo
Conrado. Este pleito comenzó en tiempo del papa
Alejandro Cuarto: no se pudo componer por su au-
toridad y juicio como fuera justo , y los que mejor lo
sentían, lo deseaban á causa que cada cual de las
partes como quier que pretendiese ser de su derecho
cierto, no quería (mal pecado) pasar por juicio ni
sentencia de alguno , ni comprometer la diferencia,
porque no pareciese con esto nacían dudosa su causa ;
mas aína cuidaban poner el negocio en el trance de
una batalla, y pleitear con las armas así suyas como
de los príncipes de Alemana sus valedores y aliados.
Gran mal por esta causa se aparejaba á la cristian-
dad , si á ambos príncipes no detuvieran y enfrena-
HISTORIA DE ESHAN^.
rail otros negocios domésticos. A don Alonso le fue
impedimento estarían lejos de España: j unas difi-
cultades que nacían y se trababan de otras , le de-
tuvieron en su reino: demás que naturalmente era
irresoluto, y tenia esperanza que con artlBcio y ma-
fia se podría dar conclusión á aquel debate. Ricardo
no pudo tomar las armas á causa que las cosas de In-
galaterra andaban muy alteradas con la guerra que
se hacia en Francia con todas las fuerzas de la una
y de la otra nación , en especial que falleció el sesto
ano después que se llamó emperador. Gl On en que
paró toda esta contienda y su remate se declarará
ea otra parte mas adelante.
CAPITULO Xl.
Los grandes de Castilla se aUeraron eontra el rey don
Alonso.
Tema el rey don Alonso condición mansa , ánimo
grande y mas deseoso de gloria que de deleites : era
dado al sosiego de las letras , y no ajeno dip los nego-
cios, pero poco recatado, y de maravillosa inconstan-
cia en su manera de proceder: codicioso de allegar
dinero, vicio que si no se mira bien, causa muy gra-
ves danos, como entonces sucedió , que perdió las
voluntades del pueblo, y no supo ganar las de los
«randea. Ckm deseo pues de huir el ocio, que es muy
á propósito para sembrar chismes v levantar murmu-
radones, tomó las armas contra el Andalucía, y di-
vididas SU4 gentes , trataba cop diversas bandas de
apoderarse de los pueMos que quedaron en poder de
moros. El mismo ganó á Jerez, don Enrique su her-
mano á Arcos y á Nebrija, pueblo situado en los es-
teros de Guadalquivir por aquella* parte que con gran-
des acogidas de agua se derram i en el Océano. En
Jerez fue puesto por goberntdor don Ñuño de Lara,
hombre de antiguo y noble linaje, roas ya casi acaba-
dos por la flojedad ó contumacia de sus antepasados.
Ofrecíase muy buena ocasión de desarraigar por toda
aqueQa comarca las reliquias de los moros, si no fue-
ra que otro nuevo cuidado de una nueva guerra for-
zó al rey á retirarse v defar aquella empresa. Esto fue
que Tbeobaldo rey de Navarra, Segundo deste nom-
bre, ya aue era mayor de edad, conñado en la ayuda
tlel rey ue Araron , con quien poco antes renovara
SUR confederaciones en Nontagado . con sus gentes
que juntó de todas partes, trataba (le acometer las
tierras de Castilla. Pretendía ^ lo de Guipúzcoa,
Álava, la Rioja y Briviesca, tierras de sus antepa*
sados , les quitaron á tuerto los años antes, y que de
derecho le pertenecían.
Muchos grandes de Custijln disgustados con su
rey se pasaron á Navarra y á Aragón , renunciada
primero por público instrumento la naturalidad, que
era el camino que en los tiempos antiguos hallaron
para que no fuesen tenidos por traidores los que se
ausentaban de su patria. Estos despertaban la llama,
Lá aquel príncipe mozo y feroz por la edad instiga-
n para que tomase las armas. Entre estos grandes
el mas principal era don Diego de Raro , varón muy
constante , y ae notables prendas en Jo demás , pero
giie DO sufría sé le hiciese ningún agravio ni dema-
sía. y que se mostraba muy ofendido por ver opri-
mida la libertad de la patria. La muerte cortó sus
ioieotoa, que le sobrevino en el lugar deBañares, do
era ido para curarle; mas su hijo don Lope de Haro,
aunque era de pequeña edad , con grande acompa-
ñuDiento de los suyos se fue á Estalla, ciudad en
que á la laaoa se hallaba el rey de Aragón. Lo mis-
mo liño el infante don Enrique disgustiido de todo
IHinto eoB su hermano el rey don Alonso. Hicieron
estos señores entre sí iiga contra el poder y armas
de todos los príncipes. El pueblo de ¿astilla y mu-
rboe grandes, dado que aun no se declaraban, sen-
tían lo mismo de secreto. Llevaban mal que la mo-
405
neda se hobiese abajado de ley, de que se siguió ma-
yor carestía de los mantenimientos; y pretendiendo
poner remedio á este daño, resultó otro mayor. Puso
el rey tasa y precio á todas las cosas que se vendían
y á todas las mercadurías , de que se siguió gran fal^
ta de vituallas y provisión por no querer los que
las tenían , vender por aquel precio : desta manera
suelen muchas veces acarrear mayor daño las cosas
3ue parecían h&berse ordenado con mucha pru-
encia.
El rey don Alonso como era de grande ingenio, y
que no ignoraba cuan grande era el peifgro que le
amenazaba , trató de hacer asiento y pacificarse con
el rey dé Aragón , que sabia no estaba muy lejos de-
l|o por andar envuelto otra vez, aunque era de gran-
de edad, en los amores de doña Teresa Vídaura, tan-
to que parecía estar olvidado de sí y de la roagestad
real. Viéronse en Soria: en aquella habla concertaron
paces por el mes de marzo año de nuestra salvación
de 1256, en el mismo tiempo que Margarita madre
de Theobaldo rey de Navarra en Francia do estaba
ocupada en asentar tas cosas de campañi , falleció á
once del mes de abril en Pervino. Fue enterrada en
el monasterio de Glaravalle , muy noble y conocido
en aquella sazón por el crédito que tenían Hquellos
mongos de santidad. El año siguiente en Toledo mu-
rió don Sancho Capelo rey de Portugal , como se
tocó arriba. El reino que (M)r espacio de trece años
había gobernado como teniente don Alonso su her-
mano, te gobernó de alli á delante con nombre de
rey. Tuvo de doña Beatriz hija del rey don Alonso á
su hijo mayor don Dionisio , y á d«rp Alonso couilc
de Portalegre, y demás destos á doña Blanca, cuyo
cuerpo está sepultado en las Huelgas de Burgos don-
de por largo tiempo fue abadesa; y á doña Constanza
que murió de poca edad.
En este comedio don Enrique hermano del rey en
Nebrija do se retirara, movía asi moros . como á cris*
tianos á levantarse. Don Nunn de Lara alterado por
estas prá ticas como era razón y para preveuir los in-
tentos de don Enrique acudió á Nebrija desde Sevilla.
Avisado desto don Enrique como no tuviese fuerzas
bastantes , ni ganadas cel todo las voluntades de los
de aquella comarca , fue forzado huirse á Valencia
por mar. El rey don Jaime estaba allí ocupado en dar
asiento en Ihs cosas de aquel reino: recibióle al prin-
cipio con benignidad, mas por no contravenir, si le
amparaba, la alia uza puesta con su hermano poco
antes, le puso en necesidad de pasar en África. Des-
de allí , gastados cuatro años en la corte del rey do
Túnez y en su compañía, pobre y miserable dio la
vuelta primero á Francia y después 4 Italia con deseo
de mover guerra á su hermano , si en alguna parle
hallase acogida y socorros bastantes.
El rey de Arasen, asentadas las cosas de Valencia,
se fue á Mompeller con deseño de verse con el rey
de Francia: señalaron para las vistas un pueblo llama-
do Carbolio, en que á once días de mayo año de i 258 ,
tratadas todas sus diferencias , se reconciliaron en-
teramente con hacer suelta el uno al otro de todo lo
que hasta aquel día cada cual poseía y se habían to-
mado ; en particular los de Barcelona y los catalanes
quedaron exentos de todo punto del antiguo señO'
rio y jurisdicción de los reyes de Francia: home-
naje usado y continuado desde el tiempo en que
aquellas tierras se ganaron de los moros , dado que
de muchos años atrás fuera del nombre de estar suje-
tos, y poner en las escrituras públicas el nombre del
rey de Francia que á la sazón era, y el año de su rei-
nado, ninguna cosa podían allí ni hacían los reyes de
Francia (1).
(1) Ea el tratado ao se habla palabra de ao datar las es-
critura? de Cataluña por ios reiaados de Ips reyes fraa^vaes.
Mariana se equivoca diciendo que don Felipe principe de
404
BIBUOTECA DB GASPAR T ROIG.
rey de Inglaterra , vino á España. Las causas de su
venida no se dicen ,(í) podemos sospechar ( ¿quién
lo veda? ) que moviao del agravio de Cristina hizo
aquel viaje por ser primos hermanos : su viaje cuanto
haya aprovechado, el suceso de las cosas lo declara;
lo cierto es que en Burgos fue recibido benignamente
del rey, y de su mano le armó caballero, ceremonia
que en aquel tiempo se usaba : halagos con que se
pretendía aplacar el ánimo de aquel príncipe mozo y
oravo.
CAPITULO X.
El rey don Alonso fue elegido por emperador.
El rey don Alonso no tenia la misma fama en todas
las partes , y cerca de todas las naciones. En España
en su reino sin duda era aborrecido del pueblo : á los
reyes comarcanos no era nada agradable, dado que
con cierta muestra de paz, ó por miedo de su poder
se detenían de tomar contra él las armas. Entre las
naciones estrañas volaba la fama de su grande eru-
dición. Decíase que era elocuente , sagaz, instructo
igualmente en las artes de la paz y de la guerra. Esto
movió á algunos principes de Alemania para ^ue en la
dieta del imperio en que se trataba de elegir empe-
rador, le nombrasen en lugar de Guillelmo Cesar
que á la sazón murió, y se tuviese cuenta con él,
bien que no fue una la voluntad , ni los votos de todos
se conformaron en uno ; el arzobispo de Colonia en
su nombre , y en el del arzobispo de Maguncia cuyo
nombre y voz traia , y el conde Palatino nombraron
por emperador á Ricardo conde de Comubia herma-
no de Enrique rev de Ingalaterra. Hízose este nom-
bramiento á seis de enero dia de los rejes año que se
contó del Señor de 1256: algunos señalan dos años
adelante. El arzobispo de Tréveris y el duque de Sá-
jenla teniendo por inválida la elección de Ricardo,
por ms votos eligieron á don Alonso rey de Castilla
el postrer dia de marzo luego siguiente.
Enviáronse embajadores á entrambos , y cada caal
se tenia por legítimo emperador, y á su competidor
al contrarío: con tanto mas ventaja de Ricanio cpie
sin dilación dejadas todas las demás cosas acudió á
iüemaña , y de mano del arzobispo de Colonia á guien
esto toca , tomó la corona primera del imperio en
Aquisgran á dos dias del mes de mayo. Don Alonso
embarazado con las alteraciones domésticas, y des-
confiado de la voluntad de sus vasallos, y principal-
mente por la edad de sus hijos que era pequeña , dila
tó su ida , puesto que los obispos de Constancia y de
Espira vinieron por embajadores en esta razón, y
con nuevas embajadas que le enviaban de cada dia,
le importunaban fuese a tomar el imperio. Esta tar-
danza entibió la afición de su parcialidad , y. fortificó
los intentos de la parte contraría. Favorecían á don
Alonso, fuera del crédito de su virtud , porque de par-
te de tnadre venia de los emperadores de Alemana
comp hijo que era de doña Beatriz, y por ella nieto
de Philipe que fue el tiempo pasado emperador. A
Ricardo ayudaba mucho la semejanza de la lengua,
3oe no es pequeña entre ingleses y alemanes , gran-
es y antiguas alianzas entre aquellas dos naciones,
las costumbres semejantes , además del parentesco
que entre sí tenían , para que le juzgasen por idóneo
y digno del imperio , en tanto grado que en negocio
dudoso parecía aventajarse algún tanto su derecho.
Porque dentro de mi año después de la muerte del
emperador Guillelmo fue puesto en su lugar en el mis-
mo dia que de común consentimiento los electores
señalaron para la elección ; dentro de otro año de
mano del arzobispo de Colonia á quien esto pertene*
(i) Vino para eanrae con do2a Leonor hija do don FeN
nando, como resulta de ona eseriton que cita el marque de
Moodejar.
ce, fue en Aquisgran coronado, y tomó las demás
insignias del imperio, y se sentó en la silla de Cario
Magno en señal de la posesión que tomaba.
En conclusión así los príncipes , como los que te-
nían á cargo las fortalezas , le hicieran sus homena-
jes; las cuales cosas todas como quier que estuvie-
sen establecidas por las leyes que hablan en razón de
elegir los emperadores , don Alonso no las cumplió:
contra Ricardo, que á su tiempo las había todas
guardado , no se podía alegar cosa alguna ; así lo de-
cían grandes letrados, fuera de que en discordia de
los electores cuando no se conforman en uno, el con-
de Palatino es el legítimo juez de la diferencia , por
lo menos el rey de Bohemia cuando los votos se divi-
den igualmente , á la parte que él se allega , aquella
elección es tenida por válida. Alegaban que lo uno y
lo otro hacían por Ricardo . pues el conde Palatino
votó por él en su nombre y ael rey de Bohemia cuyas
veces tenia ; y luego que él mismo supo la «lección , de
nuevo la aprobó.
Don Alonso al contrario alegaba que su elección
fue hecha en Francfordia dentro de los muros de la
ciudad , que era el lugar señalado de común consen-
timiento de los electores para aquella elección. Que
el de Colonia y el Pa'atino vinieron acompañados de
gran número de soldados no como á elección , sino
como á guerra, y porque ponían espanto, y parecía
aue querían hacer fuerza , fueron amonestaoos que
oesistiesen de aquel camino, y á ejemplo de les otros
príncipes con acompañamiento ordinario y compe-
tente entrasen en la ciudad. Cargábanles que no qui-
sieron conformarse , antes por nueva manera y per-
judicial se juntaron á parte , cosa de grandes incon-
venientes , y fuera de la ciudad como en los reales
hicieron su elección. EsUera la principal nulidad en
la elección de Ricardo. Que los príncipes que ata-
ban en la ciudad , aguardaron hasta tanto que bobo
esperanza que se podrían reducir á mejor consejo, y
dejada aquella porfia , concordarse con la razón y con
los demás : perdida la esperanza , á postrero de mar-
zo por voto del arzobispo de Tréveris , y del duque de
Sajonia , que tenia otrosí el voto del marqués de Bran-
demburg, que ausente estaba, como su vicario, y
también por voto del rey de Bohemia , cuyo embaja-
dor con derecho de votar estuvo presente en la dieta,
fue elegido por rey de romanos don Alonso rey de
Castilla.
Estos eran los principales fundamentos de la una
parte: y de la otra otros alegaban de menor cuantía,
como delitos y escesos . que los unos oponían contra
los otros , sin que en ellos se engañasen, mavormen-
te contra el arzobispo de Tréveris se alegaba estar
descomulgado , y por tanto prívado de voto, á causa
de nuevas y estraordinarias imposiciones que derra-
maba sobre sus vasallos. La otra parto contraponía
que el arzobispo de Colonia hiríó al cardenal de Sao
Jorge legado del pontífice romano, y prendió un obis-
po. Asimismo que el conde Palatino maltrataba en
muchas maneras las personas eclesiásticas , lo cual
no era lícito : mas, que contra la sacrosanta mages-
tad de los pontífices y de la Iglesia en las revudtas
pasadas se allegó al emperador Federico 7 á su hijo
Conrado. Este pleito comenzó en tiempo del papa
Alejandro Coarto : no se pudo componer por su au-
toridad y juicio como fuera justo, y los que mejor lo
sentían , lo deseaban á causa que cada cual de las
partes como quier que pretendiese ser de su derecho
cierto, no quería (mal pecado) pasar por juicio ni
sentencia de alguno , ni comprometer la diferencia,
porque no pareciese con esto nacían dudosa su causa;
mas aína cuidaban poner el negocio en el trance de
una batalla, y pleitear con las armas así suyas como
de los príncipes de Alemana sus valedores y aliados.
Gran mal por esta causa se aparejaba á la crístian-
dad I si á ambos príncipes no detuvieran y enfrena-
HlíiTCWlA DE ESPAMA.
rau otros negocios domésticos. A don Alonso le fue
impedimento estar Uq lejos de Kspaña: y unas difi-
cultades que nacían y se tra liaban de otras , le de-
tuvieron en su reino: demás que naturalmente era
irresoluto, y tenía esperanza que con artíBcio y ma-
ña se podría dar conclusión á aquel debate. Ricardo
no pudo tomar las armas á causa que las cosas de In-
galaterra andaban muy alteradas con la guerra que
se hacia en Francia con todas las fuerzas de la una
y de la otra nación» en especial qucfolleció el sesto
ano despnes que se llamó emperador. El fin en que
paré toda esta contienda y su remate se declarará
eo otra parte mas adelante.
CAPITULO XI.
Los grandes de Castilla se aUeraron contra el rey don
Alonso.
Tema el rey don Alonso condición mansa, ánimo
grande, mas deseoso de gloria que de deleites : era
dado al sosiego de las letras, y no ajeno de los nego-
cios, pero poco recatado, y de maravillosa inconstan-
cia en su manera de proceder: codicioso de allegar
dinero, vicio que si no se mira bien, causa muy gra-
ves danos, como entonces sucedió, que perdió las
voluntades del pueblo, y no supo ganar las de los
srandes. Con deseo pues de huir el ocio, que es muy
i propósito para sembrar chismes y levantar murmu-
raciones, tomó las armas contra el Andalucía, y di-
vididas SU4 gentes, trataba cop diversas bandas de
apoderarse de los pueMos que quedaron en poder de
moros. El mismo ganó á Jerez, don Enrique su her-
mano á Arcos y á Nebrija, pueblo situado en ios es-
teros de Guadalquivir por aquella' parte que con gran-
des acogidas de agua se dermm i en el Océunu. En
Jerez fue pnesto por gobemidor don Ñuño de Lara,
liombrc de antiguo y noble linaje, roas ya casi acaba-
dos por la flojedad ó contumacia ue sus antepasados.
Ofrecíase muy buena ocasión de desarraigar por toda
aquella comarca las reliquias de los moros, si no fue-
ra que otro nuevo cuidado de una nueva guerra for-
zó al royó retinarse v detar aquella empresa. Esto fue
que Theobaldi) rey de Navarra, Segundo deste nom-
bre, ya oue era mayor de edad, confiado en la ayuda
del rey ue Araron , con quien poco antes renovara
SUR ooofederaciones en Montagodo . con sus gentes
que juntó de todas parles, trataba (le acometer las
tierras de Castilla. Pretendía ^ lo de Guipúzcoa,
Álava, la Rtoja y Briviesca, tierras de sus antepa*
sados , les quitaron á tuerto los años antes, y que de
derecho le pertenecían.
Muchos grandes de Custilfa disgustados con su
rey se pasaron á Navarra y á Aragón , renunciada
primero por público instrumento hinaturálidad, que
era el camino que en los tiempos antiguos hallaron
para que no fuesen tenidos por traidores los que se
ausentaban de su patria. Estos despertaban la llama,
Lá aquel principe mozo y feroz por la edad instiga-
[D para que tomase las armas. Entre estos grandes
el mas pnncioal era don Diego de Raro , varón muy
constante, y ae notables prendas en Jo demás , pero
que no sufría se le hiciese ningún aoravio ni dema-
sm , y que se mostraba muy ofendido por ver opri-
roida la libertad de la patria. La muerte corló sus
ínteDtos, que le sobrevino en el lugar deBañares, do
era ido paracurarie; mas su hijo don Lope de Raro,
aunque era de pequeña edad , con jgrande acompa-
ñamiento de los suvos se fue áEf»tella, ciudad en
que á la saaon se hallaba el rey de Aragón. Lo mis-
mo liizo el infame don Enrique disgustiido de todo
¡lunlo coa su hermano el rey don Alonso. Hicieron
estos señores entre si liga contra el poder y armas
de todos los principes. El pueblo de Castilla y mu-
chos grandes, dado que aun no se declaraban, sen-
tían lo mismo do secreto. Llevaban mal que la mo-
405
neda se hobíese abajado de ley, de que se siguió ma-
yor caresthi de los mantenimientos; y pretendiendo
poner remedio á este daño, resultó otro mayor. Puso
el rey tasa y precio á todas las cosas que se vendían
y á todas las mercadurías , de que se siguió gran fal^
ta de vituallas y provisión por no querer los que
las tenían , vender por aquel precio: desta manera
suelen muchas veces acarrear mayor daño las cosas
3ue parecían (isberse ordenado con mucha prud-
encia.
El rey don Alonso como era de grande ingenio, y
que 00 ignoraba cuan grande era el peligro que lé
amenazaba , trató de hacer asiento v pacificarse con
el rey de Aragón , que sabia no estaba muy lejos de-
l|o por andar envuelto otra vez, aunque era de gran-
de edad, en los amores de doña Teresa Vidaora, tan-
to que parecía estar olvidado de si y de la magostad
real. Víéronse en Soria: en agüella habla concertaron
paces por el mf*s de marzo ano de nuestra salvación
de 1256, en el mismo tiempo que Margarita madre
de Theobaldo rey de Navarra en Francia do estaba
ocupada en asentar tas cosas de campañi , falleció á
once del mes de abril en Pervíno. Fue enterrada en
el monasterio de Claravalle , muy noble y conocido
en aquella sazón por el crédito que tenían aquellos
mongos de santiaad. El año siguiente en Toledo mu-
rió don Sancho Capelo rey de Portugal , como se
tocó arriba. El reino que por espacio de trece años
liabia gobernado como teniente don Alonso su her-
mano, le gobernó de allí á delante con nombre de
rey. Tuvo de doña Beatriz hija del rey don Alonso á
su hijo mayor don Dionisio , y é d«rp Alonso couile
de Portalegre, y demás destos á doña Blanca, cuyo
cuerpo está sepultado en las Huelgas de Burgos don-
de por largo tiempo fue abadesa; y á doña Constanza
que murió de poca edad.
En este comedio don Enrique hermano del rey en
Nebrija do se retirara, movía así moros . como á cris-
tianos á levantarse. Don Nunn de Lara alterado por
estas prá ticas como era razón y para prevenir los in-
tentos de don Enrique acudió á Nebrija desde Sevilla.
Avisado desto don Enrique como no tuviese fuerzas
bastantes , ni ganadas i.el todo las voluntades de los
de aquella comarca , fue forzado huirse á Valencia
por mar. El rey don Jaime estaba allí ocupado en dar
asiento en Ihs co^as de aquel reino: recibióle al prin-
cipio con benignidad, mas por no contravenir, si le
amparaba , la alianza puesta con so hermano poco
antes, le puso en necesidad de pasar en África. Des-
de allí , gastados cuatro años en la corte del rey do
Túnez y en su compañía , pobre y miserable dio la
vuelta primero á Francia y después á Italia con deseo
de mover guerra á su hermano, si en alguna parle
hallase acogida y socorros bastantes.
El rey de Arasen, asentadas las cosas de Valencia,
se fue a Momgeller con de<(eño de verse con el rey
de Francia: señalaron para las vistas un pueblo llama-
do Carbolio, en que á once días de mayo año de i 258,
tratadas todas sus diferencias , se reconciliaron en-
teramente con hacer suelta el uno al otro de todo lo
que hasta aquel día cada cual poseía y se habian to-
mado ; en particular los de Barcelona y los catalanes
quedaron exentos de todo punto del antiguo seño^
rio y jurisdicción dejos reyes de Francia: home-
naje usado y continuado desde el tiempo en que
aquellas tierras se gannron de los moros, dado que
de muchos años atrás fuera del nombre de estar suje-
tos, v poner en las escrituras públicas el nombre del
rey de Francia que á la sazón era, y el año de su rei-
nado, ninguna cosa podían allí ni hacían los reyes de
Francia (I).
(I) En el tratado no se habla palabra de do datar las es-
critura? de Cataluña por los reinados de Ips reyes fraoreses.
Mariana se equivoca diciendo qne don Felipe príncipe de
MS MBLIOriCA DE
ur d lUlia COD esperaniB que le le diú de hace'le roy
(taSicilia.ManfreaoaTiaoda (testas priciicas jioten-
tM, y visto, si esto ae hacia, cuaa gran riesgo corriao
sus cosu, trataba para alirmarse de bascar socorros
de todas partes , y poroue los ceruanoi le falLabaD,
determinó acudir á los do lejos. En primer lugar aco-
metió á aliarse cod doD Jaiine rey de Aragón , caya
fama de sus bazañas y la glwia y de las cosas por él
hechas volaba de tiempo atrás por todas parles. Pa-
recióle para mas obliñlle trabar con él parentesco:
ofreció a Constanza su oija para que se casase con don
Pe'iro sa hijo mayor y beredero ; envió sobre el caso
embajadores i barceloaa.
Al rey de Aragón no le parecía aquel partido de
meDüsprecJar, mayormenle ({ue caá la lioocella de
presente le ofrecían de doto ciento y veinte míMuca-
dos , suma muy grande para aquel tiempo , demás
de la esperanza cierta de !i<íredar elreino (le Sicilia y
juntalle con el do Aragón á causa que Manfredo do
taoia hijos varones. Asentado el negocio v ctwcer tado,
desiMchó en embajada al ponlílice Alejaudro bvy
Flaiiiiundo de Peñafuerte de la órdeu de Santo Do-
mingo, varón prudente, erudito y smto, para que
coqla mucba autoridad <jue tenia, reconciliase con
olpontificeá ManTredo, v se compusiesen las dife-
rencias pasadas. Elpontificc no se. movió por las pa-
labras DI raiooes de fray Raimundo, antes hizo gran-
j ^ contra Uanfredo. Cargóle que do solo
contra justicia tenia usurpadosa([ueIbs estados, sin»
que era bastardo y hombre impío: aviüábaltí de mu-
(uios otros escesas, en particular que public(t Sngida-
Riente que era muerto Conradiuo su sobrino: pir en-
gaño y por este camino so apoderó del reino y lomii
las armas contfa la Iglesia. uSo se puede (dice) ni s^
udebe conceder alguna' cosa al que hace la guerra y
utieue empuñadaslas armas: por ventura se podría
ncondetceader en algo, si con humildad rogase. Esto
odirás í tu rey, y amonéstale de mi parte que nn
iimezcle sus cosas cotí un hombre tsn malvado; qui>
nde otra manera podrá temer la venganza de Dio-i
ny nuestra indignación, que en la tierra tenemos sus
Eita respuesta tuvo dudoso y suspenso el itiimn
del rey de Aragón; pero prevaleció el provecho y útil
contra lo que fuera ruzun y honesto. Biciéronse los
depoaorios en Uompeller en la iglesia de Sania Hiria
el año 1262 con toda muestra oe alegría , juegM y
regocijos. De allí vuelta el rej á Barcelona , á veinte
y uno del mes du agosto dividió entre sus hijos sus
reinas y estados en esta forma. Cataluña desde el
cabo de Creus (que los antiguas llamaban promonto-
rio de Venus) y lodo Aragón y Valencia se adjudicó
á don Pedro su hijo: á don J<iime lo de Ruisellnn , lo
de Cerdaoiai Coliare, Confluencia, Vatespíra, á tnl
que por las dichíis ciudades fuese sujeto al rey di^
Aragón y le hiciese homenaje: demás d^sto que I»-
*«_f>f
Viiu Knetil <te Tiil«<o.
das ollas se goWniseo par las lejcs de Cataluña , y
no pudiesen en particular v por su autoridad batir
moneda. Demis desto le dio á Mallorca con titulo de
rey, y á Mampeller en la Fran-ia. Por esta manera
pusoel padreen paz á lodos hermanos, que comen-
zaban á tener diferencias sobre la sucesión y junta-
mente alborotarse. Los grandes divididos en bandofi,
sin cuiiado ninguno de nicer el deber, antes con
dcsen cada cual de adelanlirse v mworar sus hacien-
das, avivaban elfuegoylaUjina de la discordia eain
aquellos dos priocipes mozos y hermanos.
CAPITULO XIV.
Que losmerloosse apoderaroD de Atrlca.
E^tTBBTAVTo que eslüs cosas se hacia» an S(|Mñti
una nueva guerra muy grave, y lanuyor de lodailu
paMdiS.ItaTtcÍB de presente «««uuUa , i cauu de i guo eifueno üe su B8CM»,qu6p«reciaeitBribatido
un jiuevo imperio aue le funda estos aüos en África, y naco por la flojedad de loa reyei paudos. Tratabn
VencHUcs los Alnuuiadea ; niuertos, el linaje de los otrosí de pasar la guerra en España con eaperania
Metióos tevinUba por las armas y despertaba el anti- I cierta de reparar en ella la antigua glaria j el imperio
Don JalM 1 de Inien, el Capiiil*tailor.
de su DwioD que casi estaba acabado. Después que
Kabomad por sobrenombre el Verde fueporlas armas
de los cristianos vencido en los Navas de Tologa , y
después que murió de su enrermadad, sucediúensu
luAar Arrasio su nieto, liijo do Bussafo que linú en
vida dei rey su padre, en tiempo que el imperio de
los Almtdiades se esteodia en África desde el mar At-
iütico, quoe>e] Océano, basta IiproriDcia do Eg'íp-
to. Pusierob por gobernador de TT^mecen, cJuiUd
puesta á las mai^au del mar MedUeñáneo, en nom-
bre del nueva rey ub moro llamado' eonwraDza , del
linaje do los mpros Abdalveses muy noble y poderoso
en aquellas partes. Este por liacer poco caso da su
rey , i por liarse muchode sus fueraas, fue el primen)
J|e se dcterminú de empuñar las armas contra él.
rrasio acudió con su ejército áaiquellas alteraciones,
pero fue muerto á traición : ningunas ssecbanus
liay mas pennAtiales que las gue se arman dcbnjf]
de muestra de amistad; uit pariente de Gomaronza,
3UC salió dd castillo con muestra de dar aviso al m
c lo que pasaba, fue el que le dio la muert«, yql
ejecutor de tan grave maldad.
Huerto el rey, las gentes que le seguían Awnn
f oücidas y desbaratadas eos utu salida que el IraiCKir
levantado bizo del castillo Tremescssir. en que el
rey la tonia cercado. Los que escaparon de la níaUn-
la, st recocieron ú Fez, que c'aia cerca de aquella '
parta de África que se llama ct Algar\-e , que es lo
mismo que tierra llana. Recosió y acaudillo eslía
gentes Bucar Murino, gobernador que era de ¥»y ■
conrisdo y descoso de vensar á tu señor; con que en
una nueva batalla deshizo alos traidores, jr en premio
do su trabajo , y porque no pareciese liscia la guerra
con BU riesgo y en pravecbo de otro , se determinó
mudar el nombre de gobernador en apellido de rey, y
apoderarse para si y para sus deceniUentes , como lo
bu», (lelimpcrio de África. .Por esta manera, no ven-
gada la tri|íciaii , sino trocado el traidor , Bucar Meri-
no se liiao fundador de un nuevo imperio un África;
porque Almiircanda que era del linaje de los Almoba-
dos , y en S^iruecos sucediera en lugar de Arratjo,
como saliese en busca de Bucar , fue vencido en una
batalla cerca d« un pueblo llamado Merquenosa , que
I está una j^ornada de la ciudad de Fez. Resultó que d«
j UD imperio en África se bicicron dos , que duraron
K)r algún tiempo, el de Marruecos y el d« Fez. A
ucar sucedió su liiio Hiaya. Por mneit»ilMl«,que
1 falleció en su pequeña edad, su tÍo iacob Ab«^epl*
1«
4i0
que gobernaba el reino en tu nombre , hombre de
gran ingenio y de gran esperiencia en las armas ^ no
solo quedó por señor de lo de Fez , sino con facilidad
increíble ganó para su familia y decendientes el impe-
rio de Marruecos y casi de toda la África.
Ninguna nación iiay en el mundo mas mudable que
la africana, que es la causa porqUe ningún imberio
ni estado puede entre aquella gente durar largo
tiempo. Budebusio, que era del linaje de los Almoha-
des, moro de mrande poder, por estar sentido que
Almorcanda leliobiese sido preferido para ser rey de
Marruecos (que no era mas pariente que él, ni tenia
deudo mas cercano con los reyes Almohades difuntos)
se determinó probar ventura si podij salir con aquel
* imperio ; y como le faltasen las demás ayudas, acudió^
á Jacob rey de Fez. Prometióle, si le ayudaba, itía%
tierras de las que tenia , y en particular todo lo que
hay desde tierra do Fez hasta el rio Nadabo. No era
de desechar este partido , en especinl que se ofrecía
ocasión ñor la discordia de los Almohades de apode-
rarse él de todo el imperio de África : bastante motivo
para intentar la nueva guerra : así que , juntadas sus
gentes, marcharon contra el enemigo. ;Almorcanda
que no estaba bien arraigado en el imperio , ni tenia
fuerzas bastantes , desamparada la ciuaa^ de Marrue-
cos , dejó también el reino d su contrario. Con esta
victoria apoderado de aquel estado , no quiso pasar
por lo que concertó con Jacob , aunaue muchas ve-
ces le hizo sobre ello instancia ; y orninariamcnte los
que en el peligro se muestran mas humildes,' en la
prosperidad usan de mayor incratitud , en tanto grado
que el nuevo rey Budebusio daba muestra de querer
acometer con las armas la ciudad de Fez.
Por esta manera una nueva guerror se d^pertó y
se hizo por espacio de tres años. El pago de quebran-
tar la palabra fue que Jacob , ganado que hobo una
victoria de su enemigo y contrario, se apoderó de
Marruecos : después desto como.quier que todo le
sucediese prósperamente, quedó por roy de toda
África , sacadas dos ciudades la de Tremecen y la de
Túnez. En aquella revuelta dos señores del linaje y
secta de los Almohades las tomaron , y con las fuer-
zas de m parcialidad , y ñor caer lejos , así ellos como
Mil decendientes la^ defendieron con nombre de re-
' yes , ¿ien que de poco poder y fuerzas. Desle linaje
sin que faltase la línea , descendió Muleasse rev de
Túnez , aquel que pocos años ha, ecliado de su rpíuo,
si con JHSlicia ó sin ella no huy para qué tratallo
aquí , pero ahuyentado , y que andaba desterrado sin
causa y sin ayuda , el emperador Carlos V con las
armas y poder de España le restituyó en el reino de
sus padres después que echó de ^Túncz con una
presteza admiraole á Aradiono Barbaroja eran cosa-
ríe , |K>r merceii de Solimán emperador délos turcos,
y en su nombre señor de aquella ciudad y reino : oca-
sien , á lo que parcela , para hacer que toda África
Tc^viese al señorío do cristianos.
CAPITULO XV.
Que se renovó la guerra de los moros^
Estos eran los linajes de los moros que estaban
apoderados de África. En España Mahomad Alhamar
era rey de Granada , de Murcia If udiel : pequeñas sus
fuerzas , y muy menoscabada la magestad de su es-
tado « y el uno y el otro eran tributarios de don Alonso
rey da Castilla. Estos cansados de la amistad 4le los
nuestros , y con esperanza del socorro do África á
causa que el noirtbre de Jacob rey de Marruecos co-
menzaba á cobrar gran fama , trataron entre sí de le-
vantarse. Los que poco antes eran competidores y
enemigos muj grandes , al presente se confederaron
y hicieron alianza , como suele acontecer que mu-
chas vetes grandes enemistades con deseo de hacer
mal á otros se truecan en beneTolencia y amor : que*
BIBUOTIOA DB GAiME T mC,
del
{'ábanse délos agravios que se lea bÍM»an ^ de los trí-
mlos muy graves qm pagaban , de la miseria de su
nación : que se hallaban reducidos á grande estre-
chura y á uñ rípcon.de España loa que poco antes
eran espantosos y bienaventurados : que no les que-
daba sino el nombre de reyes, vano y sin reputación:
miserable estado, servidumbre intolerable estar suje-
tos á las leyes de aquellos á quien antes las daban;
además que cuidaban no pararian los cristianos hasta
tanto que con el odio que los tenían , echasen de Es-
paña las reliquias que de su gente quedaban : men-
guado y envejecido desfuerzo con que sus antepasa-
dos finieron á España , lo que de ellos ganaron , no
lo podían sustentar sus decendientes : falta y afrenta
-notable. Concluían que d linaje de los Merinos nue-
vamente se despertara en África, y allí prevalecían:
que seria á propósito hacellos pasar en España , pues
ellos solos podían dar remedio y reparar sus pérdidas
y trabajos. Trataban estas cosas en secreto y p<*r
embajadores, porque si el negocio fuese descubi?rU),
no les acarrease su perdición , por no estar aun aper-
cebidos de fuerzas bastantes.
El rey don Alonso ó por no ignorar estas prácticas
y ijiientos , ó con deseó de desarraigar los moros de
todo punto de España , de día y de noche pensaba
como volveria ú la guerra contra ellos. Pretendía con
las armas en el Andalucía sujetar algunas ciudades y
castillos quje rehusaban obedecer, y no se le queriaii
entregar, y era razón sujetallos. «Para este erecto el
pontiüce Máximo Alejandro Cuarto dio la cruzada,
que era indulgencia plenaria para todos los que , to-
mada la señal de la cruz , fuesen á aquella guerra y
la ayudasen á sus espensas. Tratóse con los reyes co-
marcanos que enviasen socorros , y en particular por
sus embajadores pidió al rey de Aragón con quien
tenia mas [iarentesco'quc con los demás , diese licen-
cia á sus vasallos para tomar las armas y con ellas
ayudar intentos tan santos; pues constaba que en la
confederación hecha en Soria poco antes quedó este
punto asentado. . .
El rey de Aragón ni precisamente negó lo que se
le pedia, ni otorgó con ello absolutamente : solo sacó
desta cuenta á los señores que por sus estados ó por
tirar gages.dél los tenia obligados ; pero concedió que
así los vasallos destos como los demás del pueblo , si
quisiesen , pudiesen tomar para el dicho efecto las
armas }' alistarse. .Pretendía en esto este principe,
como viejo y astuto, que ios grandes de cuya volun-
tad no estaba muy asegurado , si pasaban a Castilla,
lio fie apercibiesen de fuerzas y ayudas contra él. Con
esta respuesta el rey don Alonso se irritó en tinta
manera que , dejada la guerra de los moros , trataba
do emplear sus fuerzas contra Aracon : detúvole de
romper el respeto del provecho público, y el dcfpo
que tenia de dar principio á la empre«:a contra los
moros. Con esta determinación los castillos que en la
confederación de Soria quedó concertado diese p^ra
seguridad , y Imsta entonces se dilatara , sin embargo,
por la instancia que sobre ello fe hacían , los entregó
a don Alonso López de Haro : para que los tuviese en
fieldad le alzó el homenaje , como ora necesario, cop
que estab» obligado á los reyes de Castilla : to^ (asti-
lios erdn Ccrvcra", Agreda, Aguifar, Arnedo, Aulol.
Entretanto míe con estas contiendas se pasaba la
buena ocasión do comenzar la guerra , los moros , qaa
no ignoraban donde iban á parar tintos apcrcebi-
mientos , acordaron ganar por la mano , y se apode-
raron del castillo de Murcia y de otros pueblos por
aquello comarca en que tenían puestas guarnicionen
de cristianos : sobornaron otrosí á los moros de Sevi-
lla, que con engaño ó por fuerza dentro del falacia
real matasen al rey. Con» este intento se estorba«e
porque los santos patrones de España apartaron tinto
mal, elfos con gentes que de todas parles juntaron,
por otra parte acometieron las tierras de cristianos
nrSTOIUA DE ESPÁÜA.
con tal denuedo j priesa que la ciudad de Jerez , Ar-
cos,Béjar, Medina Sidonia, Roca, Sanlúcar, todos
estos pueblos volvieron en un punió á poder de mó-
n». Gn esta giierra se señala mucho el esruerzo j
lealtad de Garci Gómez alcaide de la rurCalezn de Je-
réZj que mucrlos ó heridos todos los soldados que
tema de guamicion, no quiso todavía entregar la'
fortaleza , ni le pudieron persuadir á liacello por nin-
gún partido qtic le ofreciesen , puesto que ninguna
esperanza le quedaba de podella defender : hombre
señalado y escelente. Los moros niaravillaiios de tan
grande esfuerzo, sin mirar q^uc era enemigo, con
deseo que tenian de salvar la vida al qué de su volun-
tad con tanta obstinación se ofrecía i la muerte, con
un ^rño de hierro que le echaron, le asieron, y
derribado del adarve , con gran diligencia y humani-
dai^e hicieron curarlas heridns y le salvaron la vida.
El rey don Alonso que era ido á lo mas dentro de
España con intento de aprestar !o necesario para le
guerra, el año siguiente acudíiS con gentes á aquel
peligro. En este viaje no lejos de las ruinas de Alar-
oos en una aldea que se ifamaba el Pozuelo de San
Gil , en los oretanos una legua del rio Guadiana , en
muy buen sitio rodeado de muy fértiles campos y
apacibles, por la comodidad del sitio fundú un pueblo
bien grande con nombre de Villa-Real : nombre que
adelante don Juan el Segundo reyde Castilla le mudó
en el que hoy tiene de Gudad-Ileal. Pretendía en
esto el rey que por estar este pueblo asentado en la
raya del Andalucía sirvi&sc como de un fuerte para
baluai te para impedir las entradas de los bárbaros , y
Sara que denJe los nuestnis hiciesen correrías y ca-
algarlas. De aquel lugar pasó á tierra de moros: con
su entrada todos los pueblos y campos por do pasaba
fueron traba judos , en especial el ano 1263 los moros
en todos los lugares padecieíon mucho mal y daíos
cuento. En este año gran número de soldadas
aventureros acudieron convidados de h fmnqueía
Sie les prometían , de un tributo que se llamaba
artiniega, á tal que con armas y caballo cada un
año por espacio de tres meses í su cosía siguiesen la
guerra y los reales del rey.
Los reyes moros por entender míe no podrían ser
bastantes para tan grande avenida de los nuestros,
tan gran pujanil y tantos apercebimientos, lo que
antes intentaron y lo tenían acordado , de nuevo y
con mayor iuslancia importunaron al rey de Úarrue*
eos para que les ayudasen en la guerra. Declaráronle
por sus embajadores ei riesgo grande en que se haÚa-
ban, sino les acudia brevemente. Oyó aquel rey su
demanda y otorgó con ellos : envidies mil caballos li-
geros de África , los cuales con cierto molin que le-
vantaron , pusieron en peor estado las cosas de los
moros , tanto que Jerez con todos las demás pueblos
que antes se perdieron , volvieron á poder del rey don
Alonso. Junto al Puerto de Santa Haría , que loa an-
tiguos Humaron puerto de Mnesteo, se ediCcú un
pueblo de aque! nombre , reparados ios edificios an-
tiguos , cuyas ruinas y paredones todavía quedaban
como rastros de su grandeza y antigüedad. En Toledo
otrosí áespensas del rey so edificú la iglesia de Santa
Leocadia detrás del alcázar.
Concluidas eslas cosas el año de 120 1 volvió el rey
á Sevilla : las gentes porque se llegaba el invierno,
fiarte enviaron á invernar, los mas, con licencia que
es dieron, se volvieron d sus casas. La fama, que
suele hacertodasLs cosas mayores, corriaá la aazon,
Ípor dicho lie muchos se divulgaba que los enemigos
amaban de África, no ya socorros, sino ejército
formado, cuidadosos de la guerra que los fieles les
hacían ,y con esperanza cierta de reparar su antiguo
imperio en España. Estas nuevas y rumores pusieron
en grande cuidado á los castellanos yaragoneses qUe
estaban roas cercanos il peligro , y eran los primeros
en quien descargaría aquella tempestad, y contra
guien se enderezaban las fuerzas de los contraríos.
ElrevdoQ Alonso aquejado.del recelo desta guerra
fue el primero que convidó al rey don Jaime de -dra-
gón para que juntase con él sus fuerzas : que pues
el peligro era común , y aquellas gentes amenazaban
á ambas naciones y coronas , cru justo que de en-
trambas partes se acudiese al reparo : que si no le
movía el parentesco y amistad, a lo menOs le des-
pertase el pelifiro y afrenta de la Religión Cristiana.
Don Pedro Vsñez maestre de Caialrava, ennado
con esta embajada , en Zaragoza á los siete de marzo
propuso lo que por su rey Te fue mandado : llevaba
cartas de la reina doña Violante , en que suplicaba i
su padre con grande instancia ayudase ú la cristian-
dad, á ella que era su hija, y á sus nietos en aquel
aprieto. Era cosa muy honrosa al rey don Jaime qua
un rey tan poderoso se adelantase á peilille socorro, y
á convidatle que hiciesen liga. Las cosas de Aragón
no estaban sosegadas , ni sus hijos bastantemente
apacújuados en la discordia que entre si tenian : los
grandes del reino divididos en eslas parcialidades, y
el pueblo otro que tal ; de que resultaban latrocinios
y libertad para toda suerte de maldades y desafueros
tan grandes que forzó á las ciudades puestas en las
montañas de Aragón ( t } á ordenar entre sí herman-
dades para reprimir aquellos insultos , y con nuevas
leye.4 y severas que se ordenaron , liacer rostro ai
atrevimiento de los hombres facinerosos : la grandez.i
de los castigos qge daban á los culpados , hacia que
lodoá escarmentasen. Por cualquier delito, puesto
que no muy grande , daban pena de muerte ; los pi-
(I) Siguieran gu ejemplo las dfoiis del reino.
18"
4i2 BDUOTECA DB
cados ligeros castigaban con azotes .ó con otra afren-
ta ; coB que los malhechores onedaDan castigados, y
la grandeza de la pena aTisaoa á los diBinás qne se
guardasen de pecar.
I>einás desto las voltmtades de los mndes estaban
enajenadas del rey : estranaban nracno que las hon-
ras y cargos se daban á hombres estraños ó bajos:
que los fueros no se guardaban, ni la autoridad del
justicia de Aragr n , que está por guarda de su liber-
tad y leyes : que con los tributos no solo el pueblo,
sino también los nobles y hidaleos se hallaban carga-
dos y oprimidos : que antes suiririan la muerte que
Sasar porque les quebrantasen sus fueres y derecho
e libertau. Estas eran las quejas comunes : demás
desto cada cual donde le apretaba el calzado tenia su
particular dolory desabrimiento. Por esta causa como
el rey en Barcelona para juntar dinero pidiese en la»
cortes le concediesen el Bovatico , don Ramón Folch
tizconde de Cardona hizo contraaiccion con grande
resolución y porfla : afirmaba que si el rey no muda-
ba estilo , y desistia de aquellos agravios , no mudarla
¿1 de parecer ni se apartaría de aquel intento, fliclé-
ralo como lo decia, si los otros caballeros no le aví*
sarán que en mala sazón alborotaba la gente : que
tra mejor aguardar un poco de tiempo que dejar pa-
sar aquella oQena coyuntura de ayudar al común,
principalmente que con el ejemplo de los catalanes
conhrenia mover á los aragoneses, gente mas deter-
minada y mas constante en defender sus libertades.
Tuviéronse cortes en Zaragoza con él mismo inten-
to de juntar dinero; pero gran parte de los señores
y nobleza hicieron contraaiccion á la voluntad del
rey. Peman Sánchez, hijo del rey, y don Simón de
Urrea su suegro fueron los que mas se señalaron como
caudillos de m alterados. Pasaron tan adelante , que
dpjadas las cortes se aliaron entre sí en Alagon contra,
las pretensiones y fuerzas d^l rey. La cosa amenazaba,
guerra y mayores males, si no fuera que perso-
nas religiosas se pusieron de por medio para que la
diferencia se compusiese por las leyes y tela de jui-
cio sin que se pasase á las manos y á rompimiento.
El mismo rey , niese de comzon ó fingidamente , no
rehusaba (á lo que decia) emendar todo aquello en
que hasta entonces le cargaban : como prudente que
era y mañoso , consideraba que la furia de la muche-
dumbre es á manera de arroyo, cuya creciente al
principio es muy brava arrebatada, pero luego se
amansa. Hiciéronse treguas. Señaláronse jueces so-
bre el caso, que fueron los prelados de Huesca y de
Zaragoza , que con su prudencia compusieron aque-
llos debates ; sobre todo la astucia del rey que daba la
Ealabra de hacer todo aquello que pretendían , y so-
re que aquellos nobles andaban aloorotados.
Sosegado el alboroto , se hicieron levas de soldados
para comenzar por aquella parte la guerra año de
nuestra salvación 4265. El rey don Alonso con sus
gentes entró por las tierras de Granada muy pujante:
el rey don Jaime se encardó de hacer la guerra con-
tra el rey de Murcia. Tono lo hallaron mas fácil que
pensaban, ca no hallo míe de África viniese algún
numero de gente señalado : la causa no se sabe , sino
que no hay que fiar en los moros ni en sus promesas,
que tienen la fe colgada dé la fortuna y de lo que su-
cede. El rey don Jaime por la parte del reino de Va-
lencia entrado que hobo en las tierras de Castilla,
Sanó á Villena de los moros , y se la restituyó á dori
[anuel hermano del rey don Alonso de Castilla que
era yerno suyo, casado con doña Constanza su hija:
después desto sujetó á Elda , Orcelis y á Elche con
otros muchos lugares que por aquella comarca quitó
á los moros parte por fuerza , parte que se le entre-
garon. Demás desto pasado el rio de Segura, atajó
^s- vituallas que llevaban los moros á Murcia en dos
mil bestias de carga con buena guarda de soldados.
E¿ el entretanto el rey don Alonso no se descuidaba
GASPAK T ROIG.
en la guerra contra los moros de Granada, j^ hacer
todo el mal y daño á los pueblos y campos circunstan*
tes, tanto que los puso en necesidad de pedir á los
nueisfros se renovase la antigua confederación.
Los reyes don Jaime y don Alonso para tomar bu
acuerdo en presencia sobre lo que á la guerra toca-
ba , de proposito por la comodidad del lugar qe jun->
taron en la ciudad de AÍcaráz. Estuvo presente i
estas vistas la reina doña Violante.' Detuviéronse al*>
gunes días ; y concertado lo que pretendían, y hechas
sus avenencias , volvieron a la guerra. Las gentes
de Aragón como apercebidas de todo lo necesarío,.
de Orcelis marcharon la vía de Murciaj^y se pusieron
sobre ella por el mes de enero del ano 1266. EsíL
aquella ciudad asentada en un llano en comarca muy.
fresca por do pasa el rio de Segura, y sangrado coa
acequias, riega asi bien los campos como ta ciudad^
que está en gran parte plantada de moreras , cidros,
y de narapjos y de toda suerte de agrura , y repre-
senta un p£irais0 en la tierra : en nuestro tiempo el
principal esquilmo y provecho es el qiie se saca de la
seda , fruto de que se sustenta casi toda la ciudad.
Estaba entonces muy pertrechada y fortificada : no
solo tenián aquellos ciudadanos cuenta con la recrea-
ción , sino se pertrechaban para la guerra , en parti-
cular teniañ muy buena guarnición de soldados ; así
temian menos al enemigo : por el mismo oaso los
aragoneses sospechaban que el cerco duraría largo
tiempo. Al principio se hicieron- algunas escaramu-
zas con salia9$ que hacián los moros , en que siempre
los crístianos se aventajaban, rfo pasó mucho tiempo
que los moros por la buena mafia áú rey de Aragón,
perdida la esperanza de poderse defender , se rindie-
ron á partido y entregaron la ciudad.
Por otra parta entre el rey don Alonso y los de
Granada en una junta que tuvieron en Alcalá de
Benzayde, se biso cOBfeasradon y concierto debajo
destas condiciones : el rey de Granada se aparte ae
la liga y amistad del rsy Hudiel de Murcia : pague
en cada un añs eincuentt mil duotdos, como antes
acostumbraba ; al contrarío el rey don Alonso alce la
mano de ampaitt* sb Stt^ daño los ss&ores moros de
Guadix y de Máhga, á IHl emper»| q|ie el rey moro
les otorgue treguas por espacio deuoiaño : al rey de
Murcia si acaso viniese á poder át cristianos , se le
haga* gracia de In vida. ToÉiado ests asiento, el rey
don Alonso con deseo de tonar la posasion de la ciu-
dad de Murcia , vuelto ya el rsy don Jaime luego que
la rindió , á su tierra » se apresuró para ir allá. JEn
este viaje en el logar de Santístebiii lludiel rey de
Murcia le tstítá al encoentr», y schida á sus pies,
pidió perdón de lo pasado : confesalia su yerro y su
locura qus hi despeñó en aquellos lualMi : pedia tu-
viese misericordia de su trabajo , y dd tanUis mise-
rias como eran las en que se bailaba. Por estamanera
fue recebido en gracia y perdonado ; mas que de allí
adelante no fuese ni se llamase rey , y se contentase
con las heredades y rentas que le seiíelaron para sus-
tentar la vida. El nombre'de rey se dio á Mahomad,
hermano de aquel Abenhut de quien arriba se dijo
fue muerto en Almería. Dejáronte solamente la ter*
cera parte de las rentas reales ; y qne con lo demás
acudiese al fisco real de Castilla. £ste fue el remats
desta guerra que tenia puesta la gente en gnur rece-»
lo y cuidado.
CAPITULO XVI.
QiM la empefstrfz de Greda vino á Espais».
En el mismo tiempo que el Andalucía y reino de
Murcia estaban encendidos con ta guerra contra los
moros, lo demás de España gozaba de sosiego, por
lo menos las alteraciones eran de poco momento:
eosa de maravilla por la diversidad de principados^
la guando libertad de los caballeros y delpui blo. Sm
■snmiA
GoBsalo Zañei BaawBi persona principal entre los
llaTarros , renonciado que bobo por publicas escrí-
tnras la naturalidad , como en aquel tiempo se acos-
tambraba en la frontera de Aragón con voluntad del
rey don Jdme e<tiQcó un castillo llamado Boeta, des-
de donde trabajaba y hacia daño eñ los campos
comarcanos de Navarra. La pesadumbre que por esta
Causa recebia aquella gente ^ se mudó en gran ale-
grm |ior traer en el mismo tiempo á Navarra para po-
ner entre las demás reliquias de lá iglesia Mavor de
Pámplona.una pai'te no pequeña de la corona de es^
j^uiasque fue puesta en la cabeza de Cristo hijo de
Dios. San Luis rey de FríiRcia les hizo donación de*
Da : Bs^fduino emperador de Constantmop^a , ya que
iba de caída el poder de los franceses eivaquel imperiq,
por la falta de dheros que padecía, se la empeñó por
cierta cantidad con que le socorrió. Esto le hizo
aborrecible á sus ciudadanos por atreverse á privar
aquella ciodad de una reliquia y prenda tan grande y
fan santa. Esta corona se ve hasta el día de hoy, ^ se
conserva con gran devoción en París en la capyüla
santa y real de los reyes de Francia: es á manirá de
an turbante , y deJht se tomó la parte que al presenta
■e trajo á Navarra. Esto en España.
De Italia venían nuevas que el ano pasado el rey
Hanfredo fue despojado del feino y de la vida por
C^os hermano de San («uis rey .de Francia, y que
^mo vencedor en su lugar se apoderó de aquellos,
estados. Urbano y despyes Clemente Cuarto pontífí-
tfi& romanos con esperanza y promesa de dalla aq jel
reino le llamaron á italia/]r Ijegado qde fueá Roma,
fe coronaron por rey de Sicilia y áe Ñapóles. La bata-
lla , que fue brava y famoi^ , . se dierqp .cerca de .
Benevento , con que el poder y riquezas de los nor-
mandos que tantos'años florecieron enáqueílas partes,
q^edaron por tierra. Concertó *el nuevo rey y*obhgó-
se de pagar cada, un año á la iglesia Romana .en reco-
nocimiento del feudo cuarenta mil ducados , y míe
no pudiese ser emp^rador^ puesto qne sin pretende-
lío él le ofreciesen el impeno. £1 rey don Jaime alte-*
rado comoerárazonporjBldesastrey cuida de Manfredo
s^ consuegro , revolvía en su pensamiento en qué
maiierá tomaría emienda dé aquel dañov ^si'apenas
I^bo dado Gn á la frtierra de llurcia', cuando se par-
tió á lo postrerode Cataluña para si en alguna manera
pad^e aygdar á lo que quedaba de los normandos, y
apoderarse del reino , que por la aíinidad contraída .
con Msmfredo pretendía ser de su. hijo.
Eñ el entretanto don Alonso rey de Castilla se
ocupaba en asentar las cosas de Murcia , llevar nue-
vas gentes para que poblasen en aquella comarca,
adificarcastillos por todo el distrito ps^ra mayor segu-
ndad. No bastaba Castilla para proveer de tanta
multitu/i como se requerí^ para poblar tantas ciuda-
des Y pueblos. De Cataluña hizo llamar y vinieren
muchos que asentaron en el nuevo reino. No dpja1[)a
asimismo, rio obstante lo concertado-, de ayudar 'de
secreto á los de Gúadlk y á los de Málaga. «Para que-
jarse deste agravio, y que el rey donr Alonso no guar-
<uiba lo concertado , el rey de Giranada en persona
Tino á Murcia. La respuesta que se le dio , no fueá
au gusto; volvióse mas enojado que' vino : ocasión
con que algunos señores qUe de tierapO atrás ofen-
didos del rey don Alonso se tenían por agraviados,
liablaron en seóreto con el moro , y lo persuadieron,
i que de nuevo tomase las armas. £1 principal $n
este trato fue don Ñuño González de Lara hombre
de gran ingenio, de grandes riquezas, y que tenia
muchos aliados. Pretendía que- el rey tenia hechos
inuchos agravios á don Ñuño su padre y á don Juan
au hermano.
Deste principio resultaron nuevas alteraciones á
tiempo que el rey se prometía pa» muy larga > y es-
taba asaz seguro de lo quese/trataba , tanto que era
ido á. Villarlieal para ver ios edificios y fabricas que
T0£10 I.
4dd
en fi nuevo poaUo se levantaban. Dende despaché
sus cmibajadores á Francia el año de 1267 al rey -San
Luis para pedille su hija doña Blanca por mujer para
el infante don Fernando su hijo mayor. Hecuo esto»
él se fue á la ciudad de Vitoria, para dónde el rey da
Ingahterra fe tenia ajUazadas vistas , y prometidp
que en breve sería con él , para tratar cosas y nego-
cios muy graves. Todavía no vino , sea mudado de
voluntad, ó por no tener lugar para ello; envió em-*
pero á Eduardo su hijo mayor á tiempo que ya el rey
don Alonso era vuelto á Burgos .'y en sazQii que la
emperatriz de Constantinopla , ouida de su casa j
echada de su ijpaperío , vino á verse con el rey : Bal-
duino suvmarido y Justiniano Patriarchá, echados
que fueron de Grecia por las armas de Micháel Paleo-
lego, en el camino se^un se entiende cayeron en
manos del soldán dcEgipto. La emperatriz por nom<-
lH*e Marta pon el deseo que tema de übrar á áu
marido, concertó su rescate en treinta mil marcos
de plata. Para juntar esta suma taa grande fue prí*
mero á verse con el padre santo ^ rey de Francia:
últimamente llegada a Burgos el ano uel señor i 2^
8uplic(i' al rey Vu primo solamente por la tercera
parte desta suma. £1 rey se la dio toda entera ; que
me una liberalidad de mayor fama' que prudencial
por estar los tf spros tan gastados. Lo que príncipalr-
mehte ios señorea le cargaban, era que con vano
deseo de alabanza consumió ¿n esto los subsidios y
ayudas del reinp., y para suplir sus desc^denes desar
foraba los vasallos : los ánimos una vez alterados (as
mismas buejias obras Jas toman en mal^ parte.
Algunos hüstoriailores tienen por falsa esta narra-
ción , y di6en que Balduino nunca fue pireso del sol-
dan de. Egipto. Nos en esto seguimos la autoridad
conforme de nuestras historias , puesto que no igno-
ramos muchas veces ser mayor el ruido' y la lama'
qué lü verdad. El emperador Balduino, recobrada la
h^ertad , ppr no poder volver, á «u imperio pasó á
Francia , y en Namur ciqdad suya v'de^ios sus esU^
dos de Flandes pasó^su vida : por do .parece que los
condes de 'flanaes se pueden intitular emperadores
de Constantinopla no con menos razón ju^ los reyes
de* Sicilia pretenden el reino de Jerusaléñ. Por ua
prívile^o dado á los caballeros de Catatratia eiii. mil
y trecientos y dos, de Cristo* mil y dóci^tos y se-
senta y cuatro^ á diez y siete de octubre 'se cón^
prueba. bastantemente' que la iglesia de Toledo estaba
vacan te.' y .^e convence, si los números allí rio están
estragados ; cosa qu^ suele acontecer miíclias veces.
Ep lugar sin duda de don Pascual arzobispo de Tole-
do, ó este año , ó lo que mas creo, algunos, a ños
ai^tes.fue puesto otra don Sancho hijo de .don Jainm
rey de Aragón. Sospecho que el nuevo prelado sea
por su poca edad, sea por otra^ causas, se detuvo en
Aragón antes de arrancar para venir á su'íglesia, qua
dio ocasión á algunos para peñerantes dé. su eleo*
cion una vacante de no menos que cuatro años. Que*
ríale mucho su padre, que fue causa de venir .por
este tiempo á Toledo como luego se. dirá«
CAPltüLÓ XVIk *
Que dea Jilme rey de Aragón vine á Toledo.
•
Por el mismo tiempo en Italia andaban muy gran-
des alteraci5nes y revueltas á causa que Corradino
Suevo pretendía por lasannas contra la voluntad y
mandado de lospontííices restituirse en los reinos do
su padre. Seguíale y acompañábale desde Alemana
Feaerioo duque de Austria^ Don ^nríque benoaito
del rey de Castilla desde Roma se fué con él , donde
tenia careo de senador ó gobernador : su nobleaa
suplía, á lo que yd creo , la falta de otras partea y (le
su inquieto natural. Demás destos señores losgtbe^
llinos por toda Italia tomaron su voz y en su favor las
armas. Con esta gente y pitanza roi^píó por ri re'
JO
414
de Ñapóles : en los Marsos parte del Abruzo , cerca
del lago Fucino hoy el lago de Talliacozo, d¡6 la ba-
talla Corradino al nuevo rey Carlos que salid al en-
cuentro. Vencieron los franceses mas por maña aue
por verdadero esfuerzo. : fueron .presos en la pelea
Federico y don Enrique , Corradino en ía huilla y al-
cance que ejecutaron los franceses con crueldad. A
Corradino y Federico ert juicio cortaron en Ñapóles
las cabezas : nuevo y cruel ejemplo, que tan gran-
des príncipes , á los cuales perdonó la fortuna dudó-
la y trance de la batalla , después de ella en juicio
los ejecutasen.
- En el entretanto en Aragón se levantó una liviana
alteración á causa que Gerardo de Cabrera pretendía
el condado de ürgel con color que los hijos de su
hermano áon Alvaro poco antes difunto no eran legí-
timos. Don Ramón Folcli, tiode los infantes de parte
de madre , y otras personas principales por compa-
sión de su edad y por otras prenaas que con ellos
tenían, se encargaron de amparallos. El rey don Jai-
me parecía aprobarla pretensión de Gerardo, mayor-
mente que traspasara su derecho en el mismo rey
por no confiar en sus fuerzas. El rey de Granada por
otra parte trataba de hacer guerra á los de Guadix y
á los de Málaga en prosecución de su derecho ; y por
lo que poco antes se concertó en la confederación
que puso cot\ el rey don Alonso , de quien estrañaba
3ue de secreto ayudase á sus contrarios. Don Ñuño
e Lara y don Lope de Ilaro por estar desabridos con
BU rey y enajenados atizaban el fuego : prometían
fue SI de nuevo tomaba las armas, se pasarían á él
péblicamenie no soio ellos, sino otros muchos seño-
Tes que estaban asimi&mo disgustados. Andaba fama
destas prácticas, y se rugia lo que pasaba (que po-
cas cosas grandes de todo punto se encubren ) pero
no se podían probar bastantemente con testigos. For>
zado pues el rey de la necesidad se partió para el
Andalucía. Hállase que este año á treinta de julio dio
tenia de San Pedro de Ariznoa, en el que boy le
ñaman.
Compuestas en algunft manera la» cosas del Anda-
lucía, entrado ya el invierno, fue forzado á dar la
vuelta para recebir y festejar al rey don Jaime su
suogro^ que venia á Toledo á instancia de don San-
ch'o su hijo para hallarse presente á su misa nueva
que quería cantar el misono día de Navidad. El día
señalado don Sancho dijo su misa de pontifical : ha-
lláronse presentes para honralle los dos reyes de
Castilla y Aragón padre y cuñado , la reina su her-
mana , y el inrante don Fernando. Detuviéronse en
Toledo ocho días no mas porque el rey de Aragón,
aunque se hallaba en lo postrero de su edad, ardía
en deseo' de abreviar y comentar lajornada que pre-
tentlia hacer para la guerra de la llerra Santa , sin
perdonar á trabajo, ni hacer caso de los negocios de
su icino que le tenían embarazado, muchos y gra-
ves , por la gran gana de ensanchar el nombre cris-
tiano y lusti'ar en la Suria la gloria antigua de los
cristianos que parecía estar añublada : gran príncipe
y valeroso, digno que le sucediera mas á propósito
aquella jornada.
CAPITULO XVIIL
Que el rey de Aragón partió para la Tierra Santa.
«
Las cosas de la Tierra Santa estaban reducidas á
io poíitrero de los males y apretura. El reino que fun-
dó el esfuerzo de los antepasados,. la cobardía y fioje-
d. d de los que en él sucedieron , le tenían en aquel
estado . además que los príncipes cristianos ocupa-
dos en las guerras que se hacían entre sí por cumplir
ns apetitos particulares , poco cuidaban del bien
BIBLIOTECA DB GASPAR t' ROtG.
público y de la afrenta de la Cristiana Religión. El vi-
gor y ánimo con que tan grandes cosas se acabaron,
por la inconstancia de las cosas humanas se enveje-
cía; y porque tantas veces los príncipes sin provecho
alguno por mar y por tierra en gran número acudie-
ran para ayudar á los cristianos los años pasados , la
esperanza de mejoría era itiuy poca , y toaos desalen-
tados. A la sazón se ofrecía una buena ocasión que
casi en un mismo tiempo despertó para volver á Jas
armas á España, Ingalaterra y Francia. Esta fue que
los tárt^os salidos de aquella parte de Scythia, como
algunos piensan, en que PlUiio antiguamente demar*
có los tractaros , hecha liga con los de Armenia, ha-
bían acometido con las armas aquella parte de la Suria
que estaba en poder de los sarracenos , con gran es-
peranza al principio de los fieles que podrían recobrar
tas riquezas y poder pasado ; pero después todo fue
de ningún efecto , y se fué en flor lo que pensaban.
En el tiempo qué Inocencio Cuarto celebraba un
concilio general en León de Francia , fueron por él
enviados cuatro predicadores de la sagca^a orden de
Santo Domingo, cuya fama en aquella sazón era mu^
grande , á la tierra de los tártaros para^ acometer si
f>or ventura aquella gente áspera en su trato , dada i
as armas , sin ninguna religión ó engañada , se pu-
diese persuadir á abrazar la cristiana. Con esta dili-
gencia se ganó aquella gente : humanáronse aquellos
•bárbaros con la predicación, y comenzaron á cobrar
afición á los cristianos mas que á las otras naciones.
£1 rey de aquella gente, que vulgarmente llamaban
el gran Cbam ,'que quiere decir rey de los reyes , no
cesaba con embajadores que enviaoa á todas partes,
de despertar los príncipes de Europa para que toma-
sen las armas. Acusábalos y dábales en cara q[ue pa-
recía no hacían caso de la gloria del nombre cristiano.
Esta instancia que hizo los años pasados, y no se dejó
los de* adelante , en éste tiempo se continuó con ma-
yor porfía y cuidado, en particular envió al rey de
Aragón en compañía de Juan Alarico natural de Per-
Siñan (al cual el rey antes movido por otra embajada
espacnó para que fuese á los tártaros) nuevoá em-
bajadores , que en nombre de su rey prometían todo
favor , si se persuadiese de tomi^ las armas y juntar
en uno con ellos lais fuerzas. Estos embajadores re-
pararon en Barcelona : Alarico pasó á Toledo , y en
una junta de los principales dio larga cuenta de lo
que vio , y de toda su embajada ; palabras y razones
con que los ánimos de los principes no de una mane-
ra se movieron.
El rey don Jaime sé determinó ir á la guerra , ma-
guer que era de tanta edad : don Alonso su yerno y
la reina alegaban la-deslealtad de los griegos ,* la fie-
reza de los tártaros : todo con intento de quítalle de
aquel propósito, para lo ciial usaban y se valían de
muchos ruegos , y aun de lágrimas que se derrama-
ban sobre el caso. Prevaleció empero la constancia
de don Jaime : decía que no era justo, pues tenia paz
en su casa y reino, darse al ocio, ni perdonar á nin-
gún afán , ni á la vida que poco aespues se había de
acabar, en tan gran peligro como corrían los cristia-
nos. El rey don Alonso por veile tan determinado le
prometió cien mil duchaos para ayuda de los gastos
de la guerra. Algunos señores de Castilla asimismo
se ofrecieron á hacelle compañía en aquella jomada,
entre ellos el maestre de Santiago y el prior de San
Juan don Gonzalo Pereira. Concluidas las fiestas de
Toledo, él se partió : en la. ciudad de Valencia oyó
los embajadores de los tártaros, y fuera dellos otro
embajador del emperador Paleólogo , que le prome-
tía , si tomaba aquella empresa , de proveelle oastan-
temente de vituallas y todo lo necesario. En Barcelona
se ponía en orden y estaba á la cola una buena arma-
da apercebida de soldados y todo lo demás. Antes
que se pusiese en camino á ruego de su hija, doña
Violante volvió desde Valencia al monasteiío de Huer -
IISTOIUA DE fiSPA^A.
4Í3
U. Despedido de sus hijos y de sus nietos^ sin dar
oídos á los ruegos con que pretendían de nue?o apar-
talle de aque^ propósito, toIvíó donde surgía la arma-
da, en que $e contaban treinta nave^ gruesas y
algunas galeras.
A cuatro de setiembre día miércoles año de 1269,
hechas sus plegarias y rogativas como es de costun!i-
bre y alzó anclas y se hizo á la vela. Era el tiempo
poco á propósito y sujeto á tormentas : en tres días
negaron á vista de Menorca; mas no pudieron tomar
puerto á causa que cargó mucho el tiempo , y una
recia tempestad de viento derrotó las naves y la arma-
da : dejáronse llevar del viento , que las echó á diver-
sas partes. El rey arribó á Marsella en la ribera de
Francia , y desde alli por mudarse el viento aportó al
golfo Agatbense ó de Agde. Algunas de las naves que
na y de Italia , á cabo de una larga navegación surgié
en aqutillas riberas , y saltó con su gente en tierra de
Ptolemavde. Los primeros dias Ja ayuda de Dios le
guardó de un peligro muy grande : un hombre en su
aposento le acometió, y le dio antes que le acudie-
sen . una ó dos heridas : mataron aquel mal hombre
alli luego : no se pudo averiguar quién era el que le
enviara ; dijose que los asasinos , que era cierto gé-
nero de hombres atrevidos y aparejados para casos
semejantes.
San Luis con tres hijos suyos primero de marzo
año de 1270 desde Marsella se hizo á la vela. Theo-
baldo rey de Navarra, puesto á su hermano don
Enrique en el gobierno del reino, con deseo de mos-
trar su valor y ayudar en tan santa empresa acom-
pañó al rey su suegro. Padecieron tormenta en el
pudieron seguir é\ rumbo que llevaban , llegaron á mar y decios temporales : finalmente desembarearoa
Acre pueblo de Palestina , entre las demás las naves
de Fernán Sánchez hijo del rey. Molido por las amo-
nestaciones de los suyos el rey se rehizo en Mompe-
fler por algunos dias del trabajo del mar; y arrepentido
de su propósito , á que parecía hacer contradicción
el cielo ofendido y enojado contra los hombres y sus
pecados , puesto que menospreciaba cosas semejan-
tes como casuales , ni mirana en agüeros , volvió á
Cataluña sin hace« otro efecto.
En Castilla el rey don Alonso llegó hasta Logroño,
en su compañía Eduardo hijo de re^ de ItigaLtérra,
para recebír á su nuera, que concertado el casamiento
en Francia, por Navarra venia á verse con su esposo.
Las bodas se celebraron en Burgos ncon aparato el
mayor y mas real que los hombres vieron jamás : don
Jaime rey de Aragón abuelo del ^lesposado á persua-
sión del rey don Alonso, y junto c(»n él don Pedro su
hijo mayor, Philipe hijo «mayor del rey de Francia,
Eduardo príncipe y heredero de Ingalaterra , el rey
de Granada, el mismo rey don Alonso , sus hermanos
Í hijos , y su tio don Alonso Señor de Molina se há-
aron presentes. De Italia, Francia y España acudie-
ron muchos señores , entre ellos Guillen marqués de
Monferrat, de quien dice Jovío era yerno del rey don
Femando. Hallóse otrosí el arzobispo de Toledo don
Sancho : quien dice que veló á los desposados. Con
estas bodas se pretendía que el rey San Luis en su
nombre y de sus hijos se apartase del derecho que se
entendía tenia á la corona de Castilla ; como hijo que
era de doña Bl;inca hermana mayor del rey don En-
rique , como arriba queda diclio y juntamente refu-
taao. Concluidas las fiestas, el reydon Alonso acom-
pañó al rey don Jaime su suegro para honralle mas
hasta la ciudad de Tarazona.-
CAPITULO XIX.
San Lais rey de Francia falleció.
Los ingleses y franceses pasaron mas adelante que
los aragoneses en lo que tooaba á la guerra de la'
Tierra Santa; pero el remate no fue nada mejor, sal-
to que por esta razón se hizo confederación entre
Ingalaterra y Francia. En París en una grande junta
de principes compusieron todas sus diferencias anti-
gaas : este fue el principal fruto de tantos apercebi-
mieoto8« Señaláronse de común consentimiento en
Francia los términos y aledaños de las tierras de los
franceses y ingleses. Púsose por la príncipnl condi-
doh que en tonto que San Luis combatía á Túnez,
do pretendía pasar á persuasión de Carlos su herma-
no rey de Nápoics , que decía convenir en primer
lugar hacer la guerra á los de África que siempre
hacían d^ño en Italia y en Sicilia y en la Proenza^ y
á todos ponían espanto; que en el entretanto el in-
fles con su armaaa que era^buena , pasase á la con-
^uístíi de la Tierra Santa . Hfzose como lo concertaron,
Jue Eduardo hijo mayor del inglés con buen número
é bajeles, rodeadas y costeadas las riberas de Espa-
cn Túnez; asentaron sus ingenios, con que comen-
zaron á combatir aquella ciudad. Los bárbaros que
se atrevieron á pelear, por dos veces quedaron ven-
cidos ; después de esto como se estuviesen dentro de<
los muros llegó el cerco á seis meses. Los calores son
estremos, la comodidad de los soldados poea : encen-
dióse una peste en los reales , de que murieron mu-
chos, entre los demás primero Juan hijo de San LuiSy>
y poco después el mismo rey de cámaras que le dieron,
lallieció á veinte y cinco de agosto. Esta grande cuita
y afán se acrecentara , v bebieran los demás de par*
tir de África y dejar la demanda con gran mengua y*
daño (en tanta manera tenii n enflaquecidas las fuer-
zas) sino sobreviniera Carlos rey de Sicilia qu<^ dió
ánimo á los caldos. Hízose concierto con los barbiros.
que cada un ano pagasen de tributo al mismo rey
¿arlos cuarenta milducados, que era el que él debía
por Sicilia y Nápoies á. la iglesia Romana y al pana:
con esto embarcadas las gentes, pasaron, á Sicilia.
No aflojaron los males : en la ciudad de Trápana, que
es en lo postrero de aquella isla , Tlieobaldo rey de
Navarra falleció á cinco dias de* diciembre. Esta fue
la ocabion que forzó á de^ar la empresa de la Tierra
Santa , que tantas veces infelizmenle se acometiera,
j de dar. la vuelta á sus tierras y naturales.. Las en-
trañas de Sai i Luis sepultaron en la ciudad de Mon-
real en Sicilia : el cuerpo llevaron á San Dionisio,
sepultura de aquellos reyes cerca de París. El cueppe
del rey Theobaldo embalsamado llevaron á Pervino
ciudad de Caihpaña en Francia, y pusieron en los
sepulcros de sus antepasados. Su a<ujor la reina doña
Isabel el año luego siguiente á veinte y cinco de abril
falleció en Hiera pu>3blo de la Proenza : enterráronla
en el monasterio llamado Barra. A todos se les hÍGÍ<^
ron las honras y exequias como á reyes , con grande
aparato, comease acostumbra entre los eristianos.
Volvamos la pluma y el cuento á Castilla.
CAPITULO XX.
De la conjuración qne hicieron los grandes contra et rey
don Alonso de Castilla.
El ánimo del rey don Alonso se hallaba en un
mífemo tiempo suspenso y aquejado de diversos cui-
dados. El deseo de tomar la posesión del imperio de
Alemana le punzaba, á que las cartas de muchos con
estraordinaria instancia le llamaban. Los grandes y
ricos hombres del reino andaban allcradns y desa-
bridos por las ásperas costumbres y demasiada seve-
ridad del rey , á que no estaban acostumbrados. Ru-
gíase demás desto por nuevas que venían, que de
África se aparejaba una nueva guerra con mayores
apercebimientüs y gentes que en ninguno de los
tiempos pasados. Dacio que Pedro Martínez almirante
del mar el año pasado acometió y sujetó los moros
de Cádiz que halló descuidados ; era difb^ultoso man-
tener con guarnición y soldados aquella ciudad J
4i«
Ma : por esta cansa (1) la dejaron al rey de Marrue-
cos de cuyo señorío antes era , resolución á proivOsito
dé ganar la voluntad de aquel bárbaro y so^egaile. El
m don Alonso de Portugal envió i don Dionisio su
hijo que era de ocho años , á su abuelo el rey de Cas-
tra mura que alcanzase del Hbertad , y exención para
elreiRo de Portugal, y que le alzaise la palabra que
(Üó jos años pasados y los homenajes. Tratóse desle
nevocio en una junta de grandes : callaban los de-
máSy y aun venían en lo que se pedia por no contras-
tar con la voluntad del rey que á ello se mostraba
inclinado.
Don Ñuño González de Lera , cabeza de la conju-
ración y de ^desabridos y mal contentos , se atrevió
á'hacer rostro y contradicción. Decía que nó parecía
•osa razonable diminuir' la magestad del remo con
eualquier color, y mucho menos en gracia de un
infante. Sin enibargo prevaleció en la junta el pare-
cer del rey, que Portugal fuese exento; y con todo'
esto \vl libertad de don Nuno se le asentó mas alta-
mente en el corazón y memoria qu^ ninguno pensa-
ra. Juntado este desabrimiento con los demás fué
causa que don Ñuño y don Lope de Haro^ y don Phi-
lipe hermano del rey se determinasen ármover práti-
cas pei^judiciales al reino, y al rey. <}uejában8e de
sm desafueros y-de* los muchos desagusados que
hacia*: no tenia fuerzas listantes para entrar ^n la
lúa, resolviéronse de* acudir á las ayudas dé fuera* y
estrañfis. Así en el tiempo que el rey theobaldp sé
ocupaba en la fuerra sagrada, solicitó á don Enrique
gpbernador de Navarra el infante d'(!»n'PhiIipe <}ue se
raese á ver con él , y hermanarse y hacer liga con
aquellos grandes. El odmo mas recatado , por no des-
pertar contra sí el'peso dé una gravísima- guerra, dio
por escusa la ausencia del rey su hermano. Los gran- '
des ,' perdida esta esperanza , convidaron á los ytros
reyes , al de Portugal, al de Granada y aJ misifio em-
perador de Marruecos por üub cartas' á juRtarse con
ellos y hacer guerra á Castilla , sin mirar por el ^n
deseo que tenían de satisfacerse , cuan perjudicial
intento era aquel y cuan infames aquellas tramas.
bqn Alofísct rey de Gastílta era persona de alto in- •
genio, pei^opoco recatado, sus orejad soberbias , su
lengua desenfrenada, más á propósito para 'las letras,
que para el gobierno délos vasallos : contemplaba al
gielo y miraba las estrellas ; mas en 'el entretanto
perdió la tierra yérrenlo. Avisado pues de lo que
pasaba por Hernán Pérez ,. que los conjurados pre-
tendieron tirar á su partido y atraer á su parcialiaad,
atónito por la grandeza del peligro, que en fin no
dejaba de conocer , volvió todos sus pensamientos, á
sosegar aquellos movimiento» y alteraciones. Con
este iMertto desde Murcia , 4o .á la sazón estiibá ,. en-
vió á Enrique de' Arana por su embajadpr á los gran-
des, que se juntaron en Palencia con intento de
apercebirse para la guerra ,' por ver si en alguna
manera pudiese con destreza y^ industria apartallos
de aqu$l propósito. £1 y la reina su mujer rueron á
Valencia para tratar con el rey don Jaime , y tomar
acuerdo sobre todas estas cosas. El como quíer que
por la lar^a eSperíencia fuese muy astuto y ayisado,
cuando vino á Burgos para hallarse á las bodas del
infante don Fernando, antevista la tempestad aue
amenazaba á Castilla a causa de estar los grandes
desabridos, reprehendió á don Alonso con gravísimas
palabras y le dio consejos muy saludables. Estos
eran : qué quisiese antes ser amado dé sus vasallos
que temido : la salud de la república consiste en el
amor y benevolencia de los ciudadanos con su cabe-
za : el aborrecimiento acarrea la total ruina : que
procurase granjear todos^ los estados del reino : si
esto no fuese posible, por lo menos abrazase los pre-
BIBLIOTBCA OB GASPAR T ROIG. '
lados y el pueblo , con cuyo arrimo hiciese rostro á lá
insolencia de los nobles : que no hiciese íusticia de
ninguno secretamente por ser muestra de miedo f
menoscabo dé la magestad : el que sin oír las partes
da sentencia, puesto que ella sea jujsta^ todavía hace
agravio. Estas eran ías faltas principales que en don
Alonso se notaban ; y si con tiempo se remediaran, «
reino y él mismo se libraran de grandes afanes.
En la junta de los reyes y con las vistas ninguna
cosa de momento se efectuó. Al rey don Alonso fiíe
por tanto forzoso el año siguiente volver de nuevo i
Alicante para verse con el rey su suegro , y rogaOe
enfrenase los nobles dé Aragón para que no se juntar
sen cpn los rebeldes de Castilla como lo pretendían
hacer; y porque el rey dé Granada continuaba ea
hacer guerra, contra los de Guadix y los de Málaga^,
le diese consejo á cual d^ las partes seria mas conTs-
niente acudir. En este punto el rey don Jaime fue da
parecer que guardase la confederación antigua; que
no debía de su voluntad irritar á las de Granada ni
hacelles guerra. La embajada de Arapa no fue da
provecho alguno , antes el rey dé Granada á persua-
sión de ios alborotados, quebrantada la aveheiícía
(^e tenían. puesta, fue el primero que se metió pat,
tierras de cristianos talando y destruyendo , y m»*
tiendo á fuego y á sangro Jos campos cvoiarcaóof.
Tenía consigo un. húmero de caballos africanos que
Jacob Abénjiiizeph rey d|S Marruecos le envió delan-
te. Sabidas estas cosas» el rey don Alonso rpandtf
por sus cartas á don Ferjiando su hijo que á la sazón
se bailaba en Sevilla, y sé apercebia para la nueva.
guerra . que con ^das sus gentes marchase contra
él rey ae Gran^idft : él se partió para* Burgos por ver
si en alguna manera pui)ie^e apaoiguiu' los ¿oimof
de los reoeldes. ••
En aquella ciudacl 9c hicieron cortes de todo él
reíno\ y en particular fueron llamados ios alborota-
dos con Seguridad publica que jes ofrecieron; y nari.
qué estuviesen mas sin peligró, sé señaló fuera ae la
ciudad el hospital real en (^ue se ti^viesen las juntas^
Habláronse ei rey y los señores en diferentes luga-
res , con que quedaron las voluntades mas desaEii»
das. Llegaron los dbi^ustos á término que renunciada
la fidelioad con que estaban obligados al rey, en mm
número sé pasaron á Granada ^1 ano de 1270. Don
^uno , don Lope de Haro , el infante don Philipe eran
las tres cabezas de la conjuración. Fuera destoS doi
Fernando de «Cast^ , Lope de Mendoza, Gil do^Roa».
Rodrigo de Saldaña : de la nobleza menor tan §pm
número que apenas se, pueden contar. Al pa^tírsa
con sus gentes quemaron pueblos , Calaron los cam-
pos, y dieron en todo mtt<^tra.<fe la enemiga que
llevaban. El rey á|[randes jornadas pasó á Tol^o, de
allí á Abnagro ; j porque no tema -espeiFanza de que
se podrían reducirlos grandes á su servicie » pistea-,
diü avenirse y sosegar ^ rey d^ Granada. Esto sobi^
todo deseaba : si no sália con ello , se resdvia de ba*
celle la guerra con todas sus fuerza» y coa U mai
gente que pudiese juntar.
1] Cádís la coi^piíit^ an U da
&\Sk
dall0l,yM
CAPITULO, xn.
De imevas allei«ck>nes que moedieroB en Aft|ia^
En el Uompo que estas cosas pasaban en GastiOaa
Philipe rey de Francia que sucedió* á su padre Saa
Luís , allegaba ásu corona nuevos estados por muer*
te de Alonso su tío y de* Juana su mujer , que murie-
ron á la sazón sin hijos ,' v eran condes de Potien j
de Tolosa : y no múchd después Rogerío Bemaraa
conde de Fox fue despojado de su eiftado no por ¥a%
causa mas de que en cierta ocasión no quiso obeda*
cer á los jueces reales ; por fo cual las armas ara^H
nesas á causa oue parte del estado de aquel príoape
era feudo de Araron, eatuvieron ]|iara revolven*
contra Francia. La prudencia del rey don iaím» ata-
anroiu vb espjJ^
JBel dtóo : í su persuasión el de Fm puso su persona á causa que el infanle don P«dro , hijo prímmi y h»-
ytodo su f stado en manos del rey de Francia ; con redoro del rey de Aragón , estaba desabrido con Far-
«m se sosegaron aquellos debates. Dentro del reino naaSanchMíuhermanobastardoporeiitendBraiit™
<le Aragón tenias sospechas de nuevas aharaciones otras cosaa que cuando wlriii de la lieira Sant^, íat
Eipidi da den tiisae tí Coaqi]iUd«r ; ptaúDa ieb ilrrld pin U eaafiil*ti de Tjitneli.
recebfdo con gnn honra y festejado de Carlos rey de
Ñapóles , y por esto sospechaba habia con él tratado
cosas perjudiciales al reino.
Hallaliase el dicho don Femando en Bnrriana : allí
don Pedro con buen número de soldados le tomd de
sobresalto^ y después que por fueua entrú en la casa
y büscó en todos los lugares á su lierrpano, escudri-
fiú los escondrijos , quebró cerraduras, hinchúlo todo
de mido y^le alborolo : en el entretanto don Feman-
do y do3a Aldonza su mujer ne pusieron en salvo. Es-
toa ftaeron principios de grandes alteraciones ; ca los
nobles del reino con esta ocasión de la enenñslad de
los dos hermanos se diTidieron en dos bandos con
tan grande obstinación que juntadas las fuerzas no
dudaron los que seguían la parcialidad de don Fer-
nando, de moTer guerra con Ira el mismorey; de que
no resultó otro provecho sino que el vizconde de Car-
dona y otros señores parciales fueron por esta causa
despojadosde sus estados. El mismo Fernán Sánchez,
cercado en el castillo de Pomarpor su hermano , lúe.
BO que le tuvo en su poder, le biso ahogar con un
lazo y despeñaren el riDCinaaqueporRlirpasa,unos
deciad con razón , otros que injustamente (I)' 'o cier-
to que quitado et capitán y cabeía los demis se sose-
gsrOD : este fue el fruto de aquel parricidio : pero la
muerte de Fernán Sánchez sucedirt tres años adelan-
te . Dejó un hijo de pequeria edad llamado don Phili-
pe, de quien deciende el linaje de loa Castres en
Aragón.
A Rugerío de Lauria hizo donación el fey don Jai-
me en tierra de Valencia de dos beredades que se lla-
man Raeloy Abricat , en premio de su trabajo , porque
-de lo último de Italia aconmañd los años pasadñ á
doña Constanza su nuera. Fue este caballero en lo
de adelante persona de grande ingenio y excelente
«apítan, mayormente por el mar. Con don Enrique
rey de Navarra , que por morir su hermano el rey
Tbeobaldo sin hijos sucedió en aquel reino, y con
quien los aragoneses tenían diferedcía por pretender
qaeleS4{uitaran aquel reino injustamente, como en
ta higar queda dicho, todavía se concertaron tre-
fUM por muchos años. El rey don Jaime vía los
(1) BilÑa cansado machoi alboroto* ea Annn , pérfido
d retpeto I n padre , tulestado matar i *
inn, perudo
sannaoodui
suyos alborotados, mas inclinados á las annuquei
la paz y ¿ la concordia ; y por las diferencias oue aa-
daban , temía que la una oe las partes , juntados con
los navarros , no le diesen en que entender. Esta fi»
ta causa de tomar asiento con Navarra; y aun otro
cuidado-le aquejaba mas, de volver las fuerzas con-
tra los moros , de donde una cruel tempestad se apa-
rcjaha para España, sino se acudía al remedio con
tie mpo , como los hombres prudentes lo sospecbabao,
y comunmente se decía nosín.uauaa.
CAJTTULO XXir.
ElrerdoDAlanM^rUóparstonarpcMufoBdeliaifHio.
Ardía el rey don Alonso en deseo de ir á Aiemdia
i tomar la corona y insignias del imperio ; tanto mas
y con mayor m'
gorío Décimo la
males que ea aquella vacante se padecieron , mucbos,
muy graves j muy largos, y porque de años atril
era muerto Ricardo el otro competidor , se apareja-
ban para hacer nueva elección sin tener cuenta con
el rey don Alonso. Alterado él con esta nueva , como
era razón , pretendía recompensarla tardanza ^lasadt
con abreviar ; y por esto aunque muy fuera de sazoq,
comentó i tratar muy de veras de su ida d Alemana.
A las personas prudente«pa recia se debía antepone
,1 esto el sosieBO y el cuidado de la república. Lat
hombres mas livianos v de poca eaperiencía hincha-
dos de vana esperanza le exhortaban á la jomada , sta
faltar quien blasonase y dijese era bien aparejar ar-
mas , caballos y las demás cosas necesarias para luH
cer la guerra en Alemana, y para sujetar a los quo
contrastasen i sus intentos. Algunos tomaban por mtl
agüero que tantas vecesse le bobiese al rey don Ali>il-
so desbaratado aquel viaje que tanto deseaba. Era
este rey de sn natural irresoluto y tardo, tas cosu
del reino embarazadas; y si halMra algún buen coloi^
de biiena gana desistiera de aquella pretensión ; p^
ro por miedo de la infamia j mengua de reputácioo
se resolvió pasar adelante. Con este intento procura
con cualquier partido apaciguar loa deGrtnada y loa
grandes.
En esto el rey de Granada Alhamar falleció al prln-
pio del año de 1S73. Fue bombre atrevido, astuto,
y muy contrario á nuestras cosas. Bobo diferencia
418
BIBLIOTECA BE GASPAB T ROIG.
Sobre la sucesión : preTalecíó aquella parcialidad con
la cual ^ juntaron ios foragidos y grandes de Casti-
lla , y diéronse las insignias reales á Mabomad por
sobrenombre Miralmutio Leminio (1) liijo mayor del
difunto. Este principe puesto que era de suyo contra-
rio á nuestras cosas , y muchos le movian á hacer
guerra ; porque las fuerzas de su nuevo reino andaban
en balanzas el rey don Alonso entendía que se ii di-
ñaba á la paz, y*que fácilmente se podría efectuar.
Demás desto algunos de los grandes se reduelan á
mejor partido y roas sanos propdsitos ; en particular
don Fernando de Castro y Rodrigo de Saldaña sobre
seguro vinieron á verse con él á Avila , do se hacian
cortes del reino, por el mismo tiempo que en Ale-
maña procedieron a nueva elección apresuradamente,
en que Rodulfo conde de Ausburg por voto de todos
los electores fue nombrado por rey de romanos:
señor, bien que de poca renta y estado pequeño, pe-
ro, que dccendiade nobilisimo linaje de los antiguos
reyes franceses , y era en todas virtudes acabado. Los
embajadores del rey don Alonso, que se bal'aron á
la sazón en Francfordia , aunque bicie. on contradic-
ción y sus protestaciones, no fue defecto alguno: la
afición de ante>t l.i tenían ya trocada en desabrimien-
to y odio que todos le cobraran.
Despedidas las cortes de Avila, Se fue el rey á Re-
quena para tomar' acuerdo con el rey su suegro en
presencia sobre la guerra de los moros. Allí por el tra-
bajo del camino, ó por el desabrimiento y desgusto
con que andaba , aooleció de una emfermedad no li-
gera. Y porgue I^s demás cosas no sucedían á propó-
sito , y la misma priesa por el gran deseo le parecía
tardanza, juzgó seria lo mejor intentar de hacer
las paces por industria de la reina y p^r la autoridad
del primado don Sanpho. Ellos para tratar desto sin
dilación se partieron para Córdova. Al pontífice Gre-
gorio Décimo despacnóá Aymaro fraile dominico, que
después fue obispo de Avila ^y á Fernando de Zamora
canónigo de Avila) y chanciller del rey. Estos en Ci-
vitaviejaen que á la sazón estaba el pontífice, en con-
sistorio declararon las causas porque la elección de
Rodulfo pretendían ser invalida. Que no debía el pon-
tífice moverse por los dichos de aquellos que ponían
asechanzas y redes á sus orejas ^ y con engaños pre-
tendían ganar gracia con otros , sino conservarse neu-
tral cokno lo pedia la persona y lugar sacrosanto que
representaba, y con esto ganar ambas las partes á
ejemplo de sus antecesores Urbano y Clemente , que
con Igual honra y título por no perjudicar á nadie
dieron á Ricardo y á don Alonso titulo de rey de ro-
manos: A los electores de Alemana fue don Fernando
obispo de Segovia para poncllos en razón, y procurar
repusiesen lo atentado.
Con estüs embajadas no se hizo efecto al^'uno por
estar todos cansados de tan larga tardanza. Solo el
ano siguiente 1274 desde Leon.de Francia, donde
presente el pontífice se hacia concilio general de los
obispos para reformar la disciplina eclesiástica, re-
novar la guerra de la Tierra Santa , y unir la iglesia
griega con la latina , Fredulofuc enviado por nuncio
al rey don Alonso para que le ofreciese los diezmos
'de las rentas eclesíústícas en nombre del pontífice
par? la guo.rra contra moros, á tal que desistiese de
la pretensión y esperanza vana que tenia de >er em-
perador: que parecía cosa injusta con deseo deirope-
río forastero alterar la paz do la Iglesia que tan sose-
gada estaba. En este medio don Enrique, rey de
navarra , muy apesgado y disforme por la mucha gor-
dura de su cuerpo , falleció en Pamplona á veinte y
dos dejulío. De su mujerdoña Juana hija de Roberto
conde de Artcsia y hermano del rey San Luis dejó
una hija , llamada también doña Juana , en edad ape-
nas de tres años, que sin embargo fue heredera de
(I) Su noíobre era Alamir-Abu-Abdalla.
aquellos estados aai porque el reino la jurara antes,
como por testamento de su padre que lo dejó asi dis-
puesto : de que resultaron nuevas diferencias y dis-
cordias, y el reino de Navarra finalmente se juntó
con el de Francia. La embajada de Fredulo no fue
desagradable al rey don Alonso : respondió que se
pondría á sí y toda* aquella diferencia en roanos del
pontífice para que él la determinase como mejor le
mese visto. Con esta respuesta el pontífice «tn dete-
nerse mas aprobó en público consistorio la elección
de Rodulfo á 6 de setiembre, que hasta entonces por
respeto de don Alonso es entretuvo : luego escribió
cartas á todos los principes en aquella sustancia. Al
mismo Rodulfo mandó que lo mas presto que pu-
diese , se apresurase á pasar en Italia para coro-
narse.
Ai concilio que se tenia en León se partió don Jai-
me rey de Aragón , aunque en h> postrero de su edad,
por«er deseoso de honra y por otros negocios. Desde
allí; sm hacer cosa de momento, dio la vuelta á sa
tierra, desabrido claramente con el pontífice porque
rehusó de coronalle , sino pagaba el tributo que su
padre el rey don Pedro concertó de pagar cada un
año . en el tietnpo que en Roma se coronó , como
queoa dicho en su lugar : al rey don Jaime le parecía
cosa indigna que el reino ganado por el esfuerzo de
sus antepasados fuese tributario á algún estraño. En
este comedio el rey de Granada y los grandes fora-
gidos por diligencia de la reina seredujeron al deber:
para sosegar á los grandes.lcs prometieron todas las
cosas que pedían , el rey de Crana Ja quedó que pa-
gase cada año de tributo trescientos mu maravedís de
OJO , y de presente gran siima de dineros en pena de
los daños y gastos. Demás deslo se concertaron tre-
guas por un año entré los de GuadixydeMálaga con
aquel rey, por estar elrey don Alonso encargado del
amparo de aquellas dos ciudades. Fue en aquella edad
hombre señalado en España Confio Ruizde Atienza
privado del rey , por cuya diligencia en gran parte y
buena maña se concluy(^ aquel concierto. El rey de
Granada y los grandes' desde Córdova partieron en
compañía del infante don Fernando que se halló en
todas esLiscosas : Uega dos ú Sevilla, el rey don Alon-
so los acogió benignaincnte. (i ) Ellos, cotejado el un
tiempo con el otro, jnzgáronles estaba mas á cuento
Íf mejor obedecer á su príncipe con seguridad , que
a contumacia con peligro y daño.
Concluido esto , fas armas de Castilla debajo la con-
ducta del infante don Fernando , y por mandado de
su padre se movición contra Navarra para conauistar
aquel reino. Don Jaime rey de Aragón envió a! tanto
á don Pedro 'U hijo mayor, al cual renunció él dere-
cho que pretendía tener á aquel reino, á ganar las
voluntades de los navarros que de suyo se inclinaban
mas á los aragoneses que á Castilla. Ni las mañas de
Aragón ni las fuerzas de Castilla hicieron efecto , i
causa que la reina viuda se recogió á Francia con su
hija al amparo del rey su primo , por temer no le hi-
ciesen fuerza, si se quedaba en Navarra en tiempos
tan revueltos. Solo don Fernando acometió á tomar
á Viana; y rechazado de allí por la fortaleza dcvaquella
Slaza y por el esfuerzo de los cercados, se apcderó
e Mendavia y de otros menores pueblos. Todo lo ha-
lló mas dificultoso que pensaba, dado que ningún ejér-
cito bastante le salió al encuentro, que era causa de
mayor tardanza , sí bien las cosas de aquel reino es-
(i) Bis« conocidas son las cantigas ^ue llevan el nombre
de este S'oio rey, mandadas hacer, segnn unos, de su or-
den y, se^run otros , eücrilas por él mismo : el ejemplar q«6
se conserva en el archivo de la catedral do Toledo con notas
marginales del puuo de dou Alonso está embellecido ooa
multitud depertlles paleosráficos, arabescos y asiutot de
dibnjo que hacen de este libro el mas precioso monumento
artístico y literario del sí^lo Xlll.
BürOMAM
Ulbka UiBTetuelkiift^quelosseoores , dividido» en par-
cialidades y aficiones, no pedían conformarse para
acudir á ia defensa. JLofimasaes^icionaban a los ara-
goneses , en especial Armengaudo obispo de Pamplo-
na y y Pero Sanciiez de Montagudo hombre principal
y ^bernador del reino.
Don Pedro inianté de Arag<m llegó hasta Sos ^ pue-
blo á la Taya do los dos roinos : allí alegó de su dere-
cho, que por la adopción del rey don Sancho y por
otros títulos mas antÍL'uos se le debía el reino , por lo
menos le debían acudir con sesenta mil marcos de
plata, que poco antes el rey Theobaldo concertara de
pagar. Tratóse el negocio por muchos días : los no-
bles acordaron desposar á la nina heredera del reino
en ausencia con don Pedro, y por dote señalaron^,
posesión del reino, añadióse que si aquello no surtie-
re efecto , pagarían docientos mil marcos de plata
para los gastos de la guerra que pretendían hacer de
consuno contra las fuerzas de Castilla , sí todavía
perseverasen en el propósito de darles molestia. Epatas
cosas se asentaron en Olite por el mes de noviembre.
El rey don Alonso, determmado de todo punto de ha-
cer el viaje de Francia , tenia á la misma sazón cortes
del reino en Toledo para asentadas las cosas ponerse
luego en camino. Encomendó el gobierno del reino á
áon Femando su hijo, á los otros señores repartió
diversos cargos : á don Ñuño de Lara dio la maVor au-
toridad, determinó dejarle por frontero contra ios mo-
ros ñor si acaso se alterasen. Con estas caricias pre*^
tendía ganar á los parciales. ^. ■-
Acabadas las cortes á lo postrer<vdel año el rey , la
reina, sus hijos menores , yldon^.^fanueh iiérmano
del rey comenzaron su viaje. Era grande el repuesto
y representación de magostad : por tanto haciati las
jornadas pequeñas. Pasaron á Valencia , de allí á Tor-
tosa y á Tarragona, ca el rey don Jaime desde Bar-
celona partió para r^cebillos y festejellos en aquella
ciudad. Tuvieron las fiestas de Navidad en Barcelona
al principio del año de i 275. Halláronse presentes los
dos reyes al enterramiento y honras de fray Raimun-
do de Peñafuerte de la orden de Santo Domingo, que
linó por aquellos días en aquélla ciudad : persona se-
ñalada en piedad y erudición. El mismo año pasó desta
vida don Pelayo Pefez Correa maestre de San tiago, de
mucha edad , muy esclarecido por las grandes cosas
que hizo en guerra y en paz. Su cuerpo enterraron en
Talavera en la iglesia de Santiago que está en el ar-
rabal : asi lo tienen y afirman comunmente los mora-
dores de aquella villa ; otros dicen que en Santa Ma-
ría de Tudia, templo que él edificó desde sus cimientos
á las haldas de Sierramorena , en memoria de una ba-
talla que los años pasados ganó de los moros en a^uel
lugar muy señalada, tanto que vulgarmente se dije y
entendió que el sol separó y detuvo su carrera para
que el día fuese mas largo , y mayor el destrozo de los
enemigos ; y mejor se ejecutase el alcance. Dicen
otrosí que aquella iglesia se llamó al principio de Ten-
ludia, por las palabras que el maestre dijo vuelto á
la madre de Dios : sk^oBA, trn tu uia. A la vc^^dad
«Iterados los sentidos con el peligro de la batalla, y
entre el miedo y la esperanza , quién pudo medir el
tiempo? una hora parece muchas poreideseo, aprie-
to y cuidado : demás desto muchas cosas fácilmente
se creen en el tiempo del peligro y se Qngen con li-
bertad.
El rey don Jainif» no aprobaba los intentos de don
Alonsosu yerno, y con muchas razones pretendió apar-
talle de aquel propósito. La principal que senteciado
el pleito y pas^o ya en.eosa juzgada no quedaba algu-
na esperanza que el pontibce mudaría de padecer:
así con tantos trabajos no alcanzaría mas. de andar
i^ntre las naciones estnmas afrentado por el agravio
recebido. Estos consejos saludables reehazó la resolu-
ción de don* Alonso. Deyados pues su mujer y hijos
' fai.Per^g)an, paa^ é U primavern por Franpia hasta
BBraJlA. * ÁÍ9
Belcaire, puebludo la Proenza agentado á la ribera
del Ródano , y por tanto de grande frescura , y que lo
tenían señalado para verso con el pontífice , que des-
pedido el concilio que de los obis])08 tuvo en León,
todavía se detenia en- Francia. Allí en día señalado^en
presencia del pontífice y de los cardenales que le
acompañaban , el rey les nizo un razonamiento desta
sustancia : «Si por alguna diligencia y cuidado mió
»yo hubiera alcanzado el imperio, muy honrosa cosa
^»era para mi que dejados tantos príncipes, secón-
' >) formasen en un hombre estraño las voluntades de
i) Alemana; cuanto menos razón tendrá nadie de car-
.»garmc que defienda el lugar en que sin yo pretende-
»ne Dios y los hombre^ me han puesto? como quier
«que sea antes cosa torpe no poder conservar los do-
» ncs de Dios , y de corazón ingralo no responder en el
nUfflor á aquellos que en volunLid se han anticipado.
» Por tanto es forzoso que sen tanto mas grave mi sen-
» timiénto que por enjgañp de pocos he oído que dcs-
))lumbhdos los príncipes de Alemana (ó hombres po-
»co constantes!) se nan conformado en elegir un
» nuevo príncipe sin oímos , y sin que nuestra preten-
)>sion y pleito esté sentenciado; en que sí en algún
)) tiempo bobo duda , muerto el contnu*ío era justo se
» quitase. Que no nos debe empecer la dilación , á
» que algunos dan nombre de tardanza y flojedad^
»cofno mas verdaderamente haya'sido deseo de repo7
» so, y de sosegar las alteracíunes de algunos, amor y
»celo de la Religión Cristiana , prevención contra Jos
i) mpros , que de ordinario hacen en nuestras tieiras
centradas. Al presente que dejamos nuestro hijo en
»el gobierno, que ya tiene dos hijos, con vuestra li-
» cencía y ayuda , padre santo , tomaremos el imperio,
» apellido sin duda sin sustancia y sin provecho; pero
» somos forzados á volver por la honra publica de Espa-
Ȗa,y en particular rechazar nuestra afrenta , lo cual
» ojala podamos alcanzar sin las armas y sin rompimien-
)) to, cadeotra manera determinados estamos por con-
» servar nuestra reputación y volver por ella ponemos
» á cualquier riesgo y afán. Yo, padres , ninguna cosa ni
» mayor ni mas amada ten^o en la tierra que vuestra au-
)> toridad : desde mis primeros años oe tal manera
» procedí que todos los buenos me aprobasen, y ga-
)>nase yo lama cun buenas obras. Con este camino
» agradé á los pontífices pasados : por el mismo sin
» pretendello y sin procurallo me llamaron al imperio.
» Seria grave afreniá y mengua intolerable quitarme
» por engaño en esta edad lo que granjee en mi inoce-
»aad , y amancillar nuestra glor.-a con perpetua iufa*
»mia. Razones, beatísimo padre, que vuestra santi-
)) dad y todos los demás prelados que estáis presentes,
» ayudéis á nuestros intentos en negocio que no se
» puede pensar otro alpino ni mayor, ni mas Jusliíi*
» cado. Procurad con efecto y hacer entienda ennundo
)>lo que las particulares aficionen y lo que la entereza
» y justicia pueden , y hasta donde cada una dcslas
» cosas allega ; por lo-ineno&ahora que es tiempo , pre-
» venid que la república cristiana con nuevas discor-
)idias que resultarán , no reciba aJgun daño irrepa-
» rabie.»
A esto replicó el pontífice en pocas palabras : de-
claró las causas porque con buen título pudieron criar
nuevo emperador : que la muerte de Ricardo ningún
nuevo derecho le dio : que él mismo prometió de po-
nerse en sus manos : resolución saludable para todos
en eomun , y cu particular no afrentosa para él mis-
mo , pues no era mas razón que los españoles manda-
sen á los alemanes , que a España, los de aquella
, nación : que los caminos de Alemana son ásperos, y
embarazados, las ciudades fuertes, la gente í«roz»
las aficiones antiguas trocadas, ningunas fuersaa ae
podrían igualar á las de los alemanes, si se conforoi»'-
sen : la infamia si se perdiese la empresa, sería n<N
table : si venciese pequeño el provecho : que era mejor
conservar h> suyo , qu^i^et^nder lo ajeno : it gtoria
4jO IDLIOTICA M
ganada cun lo qae obran , era taa grande que en
ningún tien^ su nombre y coii ninguna afrente
se podría escurecer. Hicieíe á Dios , niciese d la
religión este servicio de disiinulnr por su respec-
to, si en alguna casa no fo guardd el Orden debido
y si eonietiú algún yerro. Diclías estas palabras , abra-
zóle , r diúle paz en el rostro , como persona que era
el papa de su condición amoroso , y por la larga es-
MTienda enseñado i soKwarraQsenMJaatMCvicMt
las voluntades de loa liotnnres allendoi.
Con esto se dejó aquella pretenslotí , iitlcntó enpeM
otras esperanzas r pretenaio en primer lugar que mi
suyo e! sañorio de Suevia despnes de h muerto de
Corradino, por Tenirdeparte do madre* loa princi-
pes de Suevia : que Rodulfodemis de qmitle el im-
perio, en tomalleparesí lebaciaotronníTOagra™-
D Fcraiadü III, el Sial*.
L
Alcgnhn eso mismo que el reino de Navarra ci'.\ sufo
por derechos nnti£;ñnü dn quf.sc valia : rjue los Trance-
ses liacian mal en npodcrarso del gobierno de aq:)el
reino : por conclusión pedia que por mandado del
pontífice el ilifnnte don Enrique su hermano Fuese
puesto en Mbettad , que Carlos rev de Sicilia se escusa^
<a para no hacellocon volunladdel ponlílicc qii —
das tan jnstas á su parecer, bufaba de coraje. Final-
mente ¡nal enojado se partió de Francia en sazón que
el estío estaba adelante t cerca el otoño.
Vuelto en España no dejó de llamarse emperador,
' ni las insigniasiraperiales hasta tanto qiicelarzobis-
de Sevilln por mandado del papa con censuras que le
puso, liizo oue desistiese ; solamente leotorgaron los
dieimos de las iglesias para ayuda á los gastos de la
ftoerrade mofes. Vulgarmente (as 'llamamos tercias
a causa que la tercera parte delosdiezmos , que acos-
tumbraban gastar en las fabricas de las iglesias , le
dieran panquedellate aprovéchale; y aun como yo
treo.yeluirDO le lit concedieron para siempre.
sino por entonces por tiempo determinailo y cierto
número de años que Bcñalnron. Este fue el principio
qufí los reyes de Castilla tuvieron de aprovecharse de
las rentas sncrndns délos templos : este el fruto que
don Alonso sacú deaquel viaje tanlargo y <1elan gran-
des afanes : esta la recompense del impeno que á sin
razón le quitaron, alcanzando sin duda sin soborna
y sin dinero , de Rn y remate desgraciado.
LIBRO OECINOCUMTI.
capítulo i.
C6.II0 el rey de Marmecos pasó enEspaña.
A esla misma sazón el rey de IfemecM lacob
Abenjuzepli como se viese enseñoreado de Aftiea,
sabidas Un cosas de España , es á laber que por h
partida del rey don Alonso el Andalucía Redaba de-
sapercebida y sm fuerzas , estaba dudoeo y peiplejo
de lo que debía hacer. Por una parte le pniuaM el
i dweo da vengA-lik injuriai dt ni|MÍoa tutu TMif
(nnoiíA' H upaNa.
por los nuestros maltratada , por otro le detenia la
grande» del peligro; liemis que de su natnralera con-
nderado r fecatado , mayormente míe para asegurar
su impenD , que por ser nuevo andaba en baiantas,
sa haHiba embarazado con muclias guerras en ATrí-
ea, cuandonna nnera embajada que le vídd de Espa-
fia , le hiio tomar resolución v .iprestarae para aque-
lla empresa. Fneasi qu« Manomad rey de Granada
como quien tcDíamascuen tacón su provoclióquecon
loque nabia jurado ni con lealtad, conforme ala cos-
tumbre de agüella nación , luego qne se partiú de b
presencia del rey don Alonso con quien se conredenS
en Serilla , vuelto á su tierra , sin oilacion propuso en
sí de abrir la guerra y apoderaras de toda la Andalu-
cía : hazaña que sobrepuisbn su poder y fuerzas.
Quejábase que lo que de su genio quedaba , estaba
reducidoen lantn esCreoliura que apenas tenia en que
poner el pié en España , y eso á merced de sus ene-
migos , y con carga de pnrias que les, bncian pagar
caos miaño. Que los de Hálngny de Guádiiconuados
de las espaldas que el rey don Alonso les bacía , nun-
ca cesaban de maquinar cosas en daño suyo , y que
no dudarían de movelle nueva guerra luego que el
tiempo de las treguas fuese pasado. Puesto en estos
cuidados via míe no tenía fuenas bastantes contra
la grandeu y nqncnsdel rey don Alonso , puesto que
aasente. RnotnÚse con una embajada de convidar al
i«f A% Marruecos para que se juntase con él y le oyu-
dase : principe poderoso en aquel tiempo y muy se-
ñalado en las armas. Dccia ser Hedido el tietniío de
vengar las ínjuriasy agravios reccbidos do los cristia-
nos : que los grandfs imperios no se mantienen y con-
scrran con pereza y descuido , sino con ejercitar loa
soldados y entrntenellos siempre con nuevas empre-
sas : que el tierccbo de tos reinos y ki justicia para
apoderarse de nuevos estados consiste en las Tuerzas
y en el poder : mantener sus estados es loa de poco
ñiomenlo, conquistar toa ajenos oficio de grandes
principes : nnc si ellos no acomctian y amparaban las
reliquias de la gente maliometana en Espjiia, forzo-
samenle serían acometidos oU' Airicn : en cuanto se
debía estimar con sujetar una provincia poner casi
en otro mundo lostrofeQsde sos victorias y desu glo-
ría, y entinpuntojunlar lo de Enropa con lodeAlnca.
Movido por CEtn embiilüda el rey de Marruecos de-
termina liacer guerra A España. Uand¿ levantar gen-
te por todns ^oe tierras : no se oía por todas partes
sino ruido de naves : soldados, armas, caliallos y to-
do lo al- Mnguna cosa Icaqucjaba tanto coino la falta
del dinero , y el cnid,idi) de encubrir sus intentos por
temor que si los nuestros fuesen sabidores dellos,los
hallaría apercebidos para la defensa, y para rechazar
los contrarios. Por el uno y por el otro respecto con
embajadores que enrió al rey don Jaime de Amgnn,
le pi<lió dineros prestados , con color que so le li;ibia
revelado un señor moro su vasallo y entrado en Ceu-
ta : cosn que por el sitio de aquella plaza, que csU
ccrcadcl oslrecliodo Gibrarlar, era de consideración,
ysino se prevenía con tiempo, podría iicarrcar daño
alas marinas de África y de ElspnÑD. Cuanto mayor
era el cuidado de encubrir estosdcscnos, tanto la mal
enfrenada fama se aumentaba mas, cumo acontece
enlascosasgrandcs; que fue la causa para que ni et
rey de Aragón le enviase dineroa(l), ni los de Casti-
lla se descuidasen Cn apercebirse de lo necesanu.
Verdades que todo procedía deespacio por la ausen-
cia del rey don Alonso, y porque su hijo don Fer-
nando se detenia en Burgos, donde aportú después
que visitó el reino.
Enviú pues el moro en primer lugar desde África
alcaide^ que le apoderasen y tuviesiu en su nombre
(.<} LecBviAqaiaiealosNldaiiOi, diei uvio*, dieinlC'
na T treinU bu«'et Mootts, i lueldo ^1 rcT 4t Har-
421
las ciudades de Algecira y Tarifa , segün concertó
que se las entregara el rey de Granada , para que sir-
viesen como de batuarles , asiento y reparo de la guer-
ra que se aparejaba. Después desto ecbú en EMiaña
gran gente arricanu , en número diez y siete mil ca-
ballos , y dado que no se rcDere el número de toa in-
fantes , bien se entiende fueron muchos , conformai
la hazañaquc se emprendía y el deseñoque llevaban.
Ln primero que se procurú , fue da reconciliar todos
los morús entro si , y hacer olvidasen las discordias
pasadas ; lo cual con la autoridad del rey de Marrue-
cos y á su porsuacion se afectnd que so avieron loi
deMálajíavGuadix con el rey do Granada. Tuvieron
junta en tfilaga para resolver cu qué forma le baria
la guerra. Fueron de acuerdo que la gente se dividie-
se en dos parles ; porque uo se embarazasen con su
multitud, y para conmas provecho acumeterlas tier-
ras de cristianos. Con esta resolución el rey de Mar-
ruecos tomó cargo de correr la campaña oe Sevilla:
el de Granada se encargó de hacer entradas por la.>
fronteras de Jaén.
Era don Ñuño de Lara,
frontero centra los moros.
Avisó al infante don Feman-
do que con toda presteza
enviase toda la mas gente
que pudiese , porque el pó-
lipo no sufría dilación. El
mismo arrebatadamente con
la (¡enteque pudú, semetió
en Ecija por do era forzoso
pasase el rey de Marruecos;
ciudad bien fuerte, y que
no se podía tomar con faci-
lidad. Concurrid otrosí gran
nobleza de las ciudades cer-
canas movidos por la fama
del peligro, y convidados
portas carias que don Ñuño
les enviara. Conliados pues
en la mu^ba gente , y por-
quelosbárbarosnocobrasen
mayor esfuerzo si loa nues-
tros daban muestras de
miedo , salió de la ciudad do
se pudiera entrelener, y
puestos sus escuadrones en
ordenanza, iio dudú de en-
contrarse con el enemigo.
Trabúse la pelea, en que si
bien los moros al principio
ibají de calda , in Bn vencie-
ron por su iiiucbedumbre,
y los (li'lcs fueron desbara-
tados y puestos en buido. El
mismo don Ñuño murió en
la pelea, y con ¿I docientos
y cincuenta de í caballo , y
cuatro mil infantes. Los de-
más se recogieron d la ciudad
que caia cerca , como á Rua-
nda ; lo que también nió á
ilgunosocasion para que no ,
hiciesen el postrer esfuer-
zo. La cabeza de don Nu- ttftititrcmaitl».
ño, varón tan esfouudu y
valicnLc, enviaron ai roy ue Granada en presen*
te, que le dio poco gusio por acordarse déla antigua
amistad, y que por su medio akanió aquel remoque
tenia : asi la envió á Cúrdora para que junto con ol
cuerpo fuese sepultada.
Esta desgracia tan señalada, qua sucedió el año de
1275 por el mes de mayo , causó gran tristeta «n
todo el reino no tanta por el iúia presente cuanto
por el miedo de ipajor pp|Ígro <|M ameniub*. Al*
422 BIBLIOTECA DK
gun consuelo y pnncij^k) de mejor esperanza fue que
cJ bárbaro, aunque victoriose y feroz , no se pudo
apoderar de la ciudad de Ecija; pero supedíó otra
nueva desgracia. Esta fue que don Sancho arzobispo
de Toledo con el triste aviso dcsta jornada , juntado
3ue bobo toda la caballería que pudo en Toledo, Ma-
ríd , Guadalajara y Talavcra , se partió á gran priesa
para el Andalucía. Los moros de Granada talaban los
campos de Jaén , robaban los ganados , mataban y
cautivaban hombres, nonian fuego á los poblados,
tínajmeilte no perdonaban á cosa ninguna que pu-
diese dañar su furor y saña. A estos pues procuró do
acometer el arzobispo con mayor osadía que conse-
jo : hervíale la sangre con la mocedad : deseaba imi-
tar la valentía del rey su padre : pretendía quitar i
los moros la presa que llevaban y dado que los mas
cuerdos eran de parecer que debían esperar á don
Lope de Haro , que sabían marchaba á toda furia y
en oreve llegaria con buen escuadrón de gente; que
no era justo ni acertado acometer con tan poca gente
todo el ejército enemigo ; prevaleció el parecer de
aquellos que decían , si le esperaban , á juicio de to-
dos seHa sttya la gloria de la victoria.
So color de honra buscaron su daño : trabada la
batalla , que se dio cerca de Hartos á los rcinte y uno
de octubre , fácilmente fueron los fieles vencidos así
por ser menos en número , como por ser soldados
nuevos,, ios moros .muy ejercitados en el arte mili-
tara La huida fue vergonzosa ; los muertos pocos
para victoria, tan señalada. Prendieron al arzobisiio
don Sancho,! y como quter que hobiese diferencia
entre Ips bárbaros sobre de cual de los reyes seria
aquella presa, y estuviesen á punto de venir á las
manos , Atar señor de Málaga con la espada desnuda
le pasó de parte á parte diciendo : «No es justo que
nsobre la cabeza neste perro haya contienda entre
^caballeros tan principales.» Muerto que fue, le
cortaron la cabeza, y la hiano izquierda un que tenia
el anillo pontifical. Este estrago fue tanto de mayor
compasión y lástima que pumeran los bárbaros ser
deslruidos en aquella pelea, silos nuestros tuvieran
un poco de paciencia , y nO fueran tan amibos de su
honra; porque don Lope de Haro sobrevino poco
después, y con su propio escuadrón volvió á la pelea,
y con maravillosa osapía forzó los moros á retirarse,
pero no pudo vencellos á causa de la escuridad de la
noche que sobrevino.
El cuerpo, mano y cabeza del arzobispo don San-
cho, tcdj rescatado á precio de mucho oro, enter-
raron en Ja capilla real de Toledo título de Santi
Cruz , en que estaban sepultados el emperador don
Alonso y su hijo don Sancho el Deseado. Sucedióle
don Hernando abad de Covarruvías en el arzobispa-
do ; y amovido este á cabo de seis años por mandado
del padre santo, que nunca quiso conrn*mar ni apro-
bar esta elección , antes éi mismo renunció el arzo-
bispado , sucedió en la silla de Toledo por elección
del papa don Gonzalo Segundo desle nombro , que
. primero fue obispo de Cuenca y después de Burgos.
Este dicen que fue .cardenal y Onuphrío lo afirma:
en Santa liaría la Mayor en Roma hay un sepulcro
de mármol, suyo según se dice, con esta letra.
•OIC DBPdSiTLS FLIT QUOMDAM DOMIXUS GO.XSALVt'S
KPISCOPUS ALBANEIVSIS. ODIIT ANO DOMni
M. ce. Lnxxvnií.
Quiere decir: Aaní yace don Gonzalo obispo que
ya fue^Albanense. Fino año del Señor mil y docien-
tos y noventa y nueve : fue natural de Toledo, del
lime' de los Gudieles á lo que se entiende.
El ano en que vamos , por estos desastres aciago,
le hizo mas notable la muerte del infante don Fernan-
do : murió de enfermedad en l^lla-Real por el raes
de agosto. Iba á hi guerra de los moros ^ y esperaba
CA$rAa T R016.
en aquella villalas compañías decente qucse liabian
levantado , cuando la muerte le sobrevino. No es me-
nos sino que todo el reino sintió mucho este desmán
y faltas , endechas y lutos asaz : su cuerpo enterra-
ron en las Huelgas. Su muerte causó al presente
gran tristona , y adelante fue ocasión de graves dis-
cordias , como quiera que el infante don. Sancho su
hermana poríiasu que le venia á ól bi sucesión del
reino por ser hijo segundo del rey don Alonso que
todavía vivía : si bien don Fernando dejó dos hijos de
su mujer la infanta doña Blanca, llamados don Alonso
y don Fernando , encarecidamente encomendados al
tiempo de su muerte á (ton Juan de Lara, que fue lu-
jo mayor do don Ñuño de Lara.
£1 infante don Sancho como mozo que era , de in-
genio agudo y de grand ) industria para cualquier
cosa que se n pílense , en aqujl peligro de la repúbli-
ca se Iiizo capitán contra los moros, y con su valor y
diligencia refrenó fa osadía de los enemigos. Puso
guariiiciones en muchos lagares; y escuso la pelea
con intento que el ímpetu coa que los bárbaros ve-
nían , se fuesie resfriando con la tardanza , que fue
un eonscjo saludable. También se alteraron los moros
de Valencia, que nunca fueron Ocles (1) ; y entonces
perdido el miedo por la vejez del rey don Jaime, y
llenos de conQanza por Ui que pasaba en el Andalu-
cía, al principio de aquella guerra se estuvieron
quedos y á la mira de lo que sucedía : como supiecpn
que los suyos vencían, se resolvieron juntar ct»n ciios
sus fuerzas , y á cada naso, en tierra de Valencia se
hacian conjuraciones ue moros , si bien dor Pedro
infante de Aragoií por mandado de su padre era ido
con un escuadrón de soldados ¿las fronteras dé Mur-
cia, y dcstruian los campos de Almería con quemu
y robos.
Las cosas de los navarros no andaban mas sosega-
das en aquel tiempo. Como Philipe rey de Francia
hobiese concertado á doña Juana lierederd de aquel
reino con su hijo Phiiipe , que le sucedió después y
tuvo sobrenombre de Hermoso , envió fior vírey de
Navarra á ^Esteban de Bclmarcade nación francés,
quitado aquel cargo á Pedro de Mon.tagudo. No tenia
bastante autoridad un hombre forastero para apaci-
guar los alborotos uue andaban , y aquellas parcialí-
dadej tan enconadas; mayormente que Pedro de
Montagudo movido de la afrenta que se le hizo en
removelle del gobierno , y García Almorávides que
siempre se mostró aficionado á los reyes de Castilla,
se declararon por caudillos de los alborotados^ Dentro
de la misma ciudad de Pamplona se trabaron pasio-
nes , y vinieron ¿ las manos el un bando con el otro.
La porfía y crueldad fue tal que se quemaban las
mieses , y oatian á las paredes los hjjos pequeños con
mayor daño del bando que seguía á ios franceses. Al
mismo Pedro de Montacudo, que pasado el primer
desgusto , inclinaba al cando francés , y que hora
Indigno de tal desastre por sus muchas virtudes , de
oue ningún ciudadano de su tiempo era mas adoraa-
ao : varón noble , rico , de buena presencia, prudente,
y de grandes fuerzas corporales.
CAPITITLO n.
De la muerte del ref don Jaime de Artfon.
El año siguiente , que del nacimiento de Cristo se
contaba 1276, fue señalado por la muerte de tres
Í^ontíüces romanos : estos fueron Gre;<orio Décimo,
nocencio Quinto y Adriano Quinto. El puntilleado
de Inocencio fue muy breve , es á saber de cinco me-
(i) Los mas revoUosos fueron ecbído^ da Taleocia eo el,
iBo 4947 , «a Damero de eieil mil periouas.
HISTORIA DE
ses 7 dos dias. El de Adriano de solos treinta y siete
dias, en cuyo lugar sucedió Juan Vigésimo-prímero
deste nombre , natural de Lisboa, hombre de grande
ingenio : de muchas letras y doctrina , mayormante
de dialéctica y medicina , como dan testimonio los
libros que dejó escritos en nombre do Podro Eirspa-
no , que tuvo antes que fuese papa. Hay un libro suyo
de medicina, que se llama Tesoro de pobres. Su vida
no íüe mucho mas larga que la de^sus antecesores. A
los ocho meses y odio dias de su pontificado en Yiter-
bo murió por ocasión oue el techo del aposento en
que estaba se hundió. Sucedióle Nicolao Tercero na-
tural de Roma , y de la casa Ursina. En este mismo
tiempo en Castilla se abriaií las zanjas y echaban los
cimientos de guerras civifes que mucho la trabaja-
ron. Fue así oue el infante don Sancho granjeaba
con diligencia fas voluntades de Ja nobleza y del pue-
blo : usaba de halagos /cortesía v liberalidad con
todos, como quiera que todo esto faltase en el rey su
padre , por do el pueblo habia comenzado á desgra- i
ciarse. Aumentó este disgusto la jornada de Francia j
tan fuera de sazón y propósito ; y casi siempre acón* ;
tece que á quien la fortuna es contraria , le falta el
aplauso de los hombres. *
Deseaba el vulgo novedades , y juntamente (como
acontece) las temía: algunos de fos principales á
punto de alborotarse , otros por ser mas recatados se
entretenían , disimulaban y estaban á la mira. Don
Lope de Haro, que era de tanta autoridad y prendas,
se liabia reconciliado en Córdova con el infante don
Sancho : con los moros , cuya furia algún tanto aman-
saba , se asentaron treguas por espacio de dos años;
el rey de Marruecos hecho este concierto desde Alge^
cira, do tenían sus reales y su gente , pasó en África.
Don Sancho á gran priesa se fue á Toledo con color
de visitar al rey su padre , que poco antes de Francia
por el camino de Valencia y de Cuenca era llegado á
amella ciqdad , fu^ra de que publicaba tener nego-
cios del reino que comunicar con éf. Esta era la voz:
el cuidado que mas le aquejaba , era de asentar el
dereclio de su sucesión , que pretendía encaminar
con voluntad de su padre y de lois grandes. Comenzó-
se á tratar este negocio : encargóse don Lope de Haro
de dar principio á esta prática que dio mucho enojo |
al rey don Alonso : llevaba mal se tratase en su vida {
tan fuera de sazón de la sucesión del reino , junto ;
con que se persuadía que conforme á derecho sus |
nietos no podían ser escluidos , y por el amor que en <
particular les tenia, pesábale grandemente que se
tratase de hacer novedad. Mas por consejo del ihfan !
te don Manuel su hermano , ya grande amigo de don
Sancho, se determinó que se lianvisen y juntasen
cortes en Segovia , con intento que allí se determi- \
nase esta diferencia. Tratóse él negocio en aquellas \
cortes , y ventiladas las razones por la una y por la ^
otra parte , en fm se vino á pronunciar sentencia en '
favor de don Sancho : si con razón y conforme á de- !
recho , ó contra él, no se sabe , ni hay para que aquí
trata] lo. Lo cierto es que prevaleció' el respeto del '
procomún y el deseo del sosiego del reino. Twios se I
persuadían que si don Sancho no alcanzara lo que
pretendía , no reposaría ni dejaría á los otros que fe- .
posasen. Su edail era á propósito para el gooierno, |
su ingenio , industria y condición muy aventajadas:
el amor que muchos le tenían , giande , su valor nuiy ;
señalado. Esto pasaba en Castilla..
^ En Aragón el rey don Jaime usaba de toda diligen-
cia para sosegar él alboroto de los moros , si pu(ficsc
por maña , y si no por fuerza. Con este intento dis-
curría por las ciudades , villas y lugares del reino de
Valencia : hobo en diversas partes muchos encuen-
tros^ cuándo tos unos vencían , cuándo los otros. En
particular al tiempo que el rey estaba en Játiva , los
tuyos fueron destrozados en Luxen : el estrago fue
tal y la matanza que desde entonces comenzó el vul-
ESPA.^A. 423
go á llamar aauel día , que era martes , de mal agüe
ro y aciago. Murió en la batalla Garci Ruyz de Azaffra
bi|o de Pedro de Azagra señor de Albarracin , noble
principe en ajjuel tiempo : fue preso el comendador
mayor de los Templarios. La causa principal de aquel
daño fue el poco caso que hicieron del enemigo: cosa
que siempre en la guerra es muy jperjudicial. El rey
por la tristeza que sintió de aquella desgracia , y por
tener ya quebrantado el cuerpo con los muchos tra-
bajos , á que se llegó una nueva enfermedad que le
sobrevino, dejó el cuidado de la guerra al infante don
Pedro su hijo, y él se fue á Algecira , que es una vi-
lla en tierra de Valencia. Allí aquejado del mal y
desahuciado de los médicos , entregó de su ma'no el
reino á su hijo que presente estaba : dióle asimismo
consejos muy saludables para saberse gobernar. Esto
hecho . él se vistió el hábito de San Bernardo con in-
tento de pasar lo que le quedaba de vida en el monas-
terio de Poblete , en que quería, ser enterrado. No le
dio la dolencia tanto lugar, falleció en Valencia á
veinte y siete de julio : principe de renombra inmor-
tal por la grandeza de sus hazañas , y no solo valiente
y esforzado, sino de singular piedad y devoción,
puesalirman del edificó dos mil iglesias : yo entiendo
que las Üzo consagrar ó dedicar conforme al rito y
ceremonia cristiana , y de lúezquitas de Mahomá lai
convirtió en templos de Dios.
En las cosas de la guerra se puede comparar con
cualquiera de los famosos capitanes antiguos : trein-
ta veces entró en batalla con los moros, y siempre
salió vencedor , por donde tuvo sobrenombre y se
llamó el rey don Jaime el Conquistador. Reiqó por
espacio de sesenta y tres años : fue den.as¡adamente
dado á la sensualidad , cosa oue no poco escureció
su fama. De la reina doña Violante tuvo estos hijos:
don Pedro, don Jaime ^ don Sancho el arzobispo ya
muerto , doña Isabel rema de Francia , doña Violan-
te reina de Castilla , doña Constr nza mujer del infan-
te don Manuel ; otras dos hijas , María' 5^ Leonor,
n;urieron niñas : todos estos fueron hijos legítimos. De
doña Teresa Egidia ViJaura tuvo á don Jaime señor
de Exerica , y á don Pedro señor de Ayerve , que á la
muerte declaró por hijos lf».gítimos , y llamó á la su-
cesión del reino caso que los hijos de doña Violante
no tuviesen sucesión.
De otra mujer de la casa de Antillon hobo á Fernán
Sánchez , el que arriba contamos que fue muerto por
su hermano. Deste decienden los de la casa de Cas-
tro, que se llamaron así á causa de la Baronía de
Castro , que tuvo en heredamiento. De Bercn^juela
Fernandez dejó otro hijo llamado Pero Fernandez , á
quien dio la villa de Hijar : de todos decendieron muy
nobles familias en el reino de Aragón. Lo que mas es
de considerar que en la sucesión del reín« sustituyó
los hijos varones de doña Violante , doña Constanza
y doña Isabel sus hijas después de los cuatro hijos
arriba nombrados , y declarados por legítimos ; pero
con tal condición que ni sus madres ni ninguna otra
mujer pudiese |nm:s heredar aquella corona. Dejó
mandado á su hijo echase los moros del reino por ser
gente que no se puede jamás fiar dellos : mandamien-
to que si en aquella ednd , y aun en la nuestra y de
nuestros padres se hobica puesto en ejecución . se
escusarnn muchos daños , porgue la obstinación dcs-
ta ícente no se puede vencer ni ablandnr con ninguna
arte ;ní su (Icslcaltad amansar con ningunas buenas
obras : no hacen caso de argumentos y razones , ni
estiman la autoridad de nadie.
El infante don Pedro dado que su padre era muer .
to , no se llamó luego rey : solo se nombrnba herede
ro del reino en sus provisiones y cartas hasta tanto
3ue se coronase , que se hizo en Zaragoza después
e apaciguados los alborotos de A'alcncia, y fue á
diez y seis de noviembre : esta honra sp guardó para
aquella nobilísima y hermosísima ciudad : la reina
424
BIBUOTECI ra GASPAa T EOH?.
también fue coronada , j los caballeros principales,
hecho su pleito homenaje , juraron á don Akmso su
hijo , que entonces era niño , por heredero de aque-
llos estados. A don Jaime hermano del nuevo rey se
dieron las islas de Mallorca y Menorca c^n titulo de
rey, como su padre lo dejó mandado en su testamen-
to , y como arriba queda dicho que lo tenia determi-
nado : diéronle otrosí el condado de Ruysellon y lo
de Mompeller en Francia. Tuvo este príncipe por
hijos á don Jaime , don Sancho , don Fernando, don
Felipe. Esta división del reino fue causa de desabri-
mientos y sospechas que nacieron en^tre los herma-
nos , que adeumte pararon en enemistades y guer-
ras. Quejábase don Jaime que le quitaron el remo de
Valencia, del cual le hizo tiempo atrás donación su
padre , y que por el nuevo corte que se dio , quedaba
por feudatario y vasallo de su hermano , cosa que le
parecía no se podía sufrir : su cólera v su ambición
BÍn propósito le aguijonaban, y aun fe despeñaban
sin reparar iiasta tanto que le despojaron de su
estado.
CAPITULO ni.
Qie las discordias de Navarra se apadgnaroa.
Lo de Navarra no andaba mas sosegado qu<? las
otras parles de España, antes ardía en alborotos y
discordias civfles : cada cual acudía al uno de los
bandos. Philipo rey de Francia como se viese encar-
gado de la defensa y amparo del nuevo reino , deter-
minó de ir ,en persona á sosegar aquellas revueltas
con mucha gente de guerra que consigo llevaba. Era .
el tiempo muy áspero , y las cumbres del monte Piri-
neo por donde era el paso , cargadas y cubiertas de
nieve : allegábase á esto la falta de los bastimentos á
cansa de la esterilidad de la tierra. Movido por estas
dificultades él se volvió del camino , envió en su lu-
gar á Carlos conde de Arras con la mayor parte y
mas escogida de su eente. Era este caballero persona
de grande autorídad por ser tío de la reina Juana:
asi con su llegada hizo mucho efecto. El bando con-
trario maltratado por los franceses , junto á un pue-
blo llamado Renie^, se retiró á nn barrio de Pamplona
2ue se llama Navarrería : íbanlus los franceses á los
Icances y apretábanles pi»r todas partes. Por esto
García de Almorávides caudillo de aquella gente , y
en su compañía sus parientes y aliados con la escu-
ridad.de la noche por entre las centinelas contrarias
se fueron por la parte que cada cual pudo por pobla*
dos y despoblados , y se salieron de toda la tierra. Al-
gunos, dellos fueron á parar á Cerdeña, en que por
haber hecho. allí su morada hay generación dellos el
dia de hoy. Pamplona fue tomada de los enemigos , y
le echaron fuego. Los que quedaron después deste
estrago escarmentados con el ejemplo de los otros
tuvieron por bien de sosegarse : otros acusados por
rebeldes y alborotadores del reino , llamados , como
DO .compareciesen , fueron en ausencia condenados
de crimen lasa majestatis^ y se ausentaron de su
patria.
£1 general francés , apaciguada que fue la discor-
dia de los navarros, y fundada la paz de la república.
naso en Castilla al llamado del rey don Alonso , y déf
me muy bien reeebido y tratado magnífica y esplén-
didamente, como pariente muy cercano que era. Con
la mucha familiaridad y conversación del rey don
Alonso se adelantó á decir que no le faltaban á él
cortesanos de la misma casa del rey de Franpia, que
le diesen aviso y descubriesen los secretos del rey y
de sus grandes. Esto quier fuese verdad , ó fingido
para tentar el ánimo del francés , él lo tomó tan de
veras que desde entonces Broquio camarero del rey
de Francia comenzó á ser tenido por sospechoso.
Acrecentaron la sospeoha unas cartas suyas que en-
fiaba al rey don Alonso en cifra, que vinieron en
poder de los que le calumniaban , por haberse muer-
to en e! camino el correo que las llevaba. Pasó el
negocio tan adelante que fue condenado en juicio y
pagó con ia cabeza ; pero esto avino algún tiempo
adelante.
Doña Violante reina de Castilla como viese que la
edad de sus nietos (que ella mucho quería) era me-
nospreciada , y que anteponían á don Sancno , y que
ella no estaba muv segura (en tanta manera píemer-
te todos los derecnos la execrable codicia de reinar)
pensó de huirse : con este intento hizo que el rey de
Aragón su hermano viniese ai monasterio de Huerta
so color de querelle allí hablar. Acompañaban á la
reina sus nietos por manera de honraÜa, y así con
ellos se entró en Aragón : procuró de estorbárselo d
rey dpn Alonso desque supo lo que pasaba , pero fue
por demás. El pesar que con esto recibió , fue tal y
el coraje que ninguna pérdida suya ni de su reino le
pudiera entristecer mas. El enojo y saña del rey. se
volvió contra aquellos que creyó ayudaron y tavieron
parte en la partida de la reina : mandó prender en
burgos , donde el rey y don Sancho eran idos de Se-
gó vía , al infante don Fadrique su hermano , y i don
Simón Ruiz de Haro señor de los Cameros, varón de
alto linaje y de muy antigua nobleza. Ardía la casa
real y la corte en discordias , y eran muchos los que
favorecían á los nietos del rey. Simón Ruiz fué que-
mado en Treviño por mandado de don Sancho : á don
Fadrique hizo cortar la cabeza tO ^ Burdos con
grande odio del nuevo' principado , pues eran estas
fas primeras señales y muestra que daba, mayormen-
te que súi ser oídos los condenaron.
Los mas estrañaban este hecho y conforme cómo á
cada cual le tocaban los muertos en parentesco ó
amistad, pero el odio estaba secreto y disfrazado con
la disimubicion. Enviáronse embajadores el un rey al
otro : el rey de Castilla pedia que se le enviase su
mujer, y que aprobase la elección de don Sancho;
escusábase el rey de Aragón con que no estaba aon
del todo determinado el negocio , y alegaba que en
su reino tenían refugio y amparo cuantos a él se
acogiesen , cuánto mas su misma hermana. Pasaron
tan adelante que hobiera el de Aragón movido (;uerra
á Castkla (como algunos pensaban) si la rebehon de
los moros de Valencia no le embarazara ; los cuales,
confiados en la venida del rey de Marruecos , con las
armas se apoderaron de Montesa ; pero estos movi-
mientos tuvieron mas fácil fin .de lo que se pensaba.
Los moros despedidos de la esperanza del socorro de
África que esperaban , entregaron al rey p^\ mes de
. agosto año de nuestra salvación 1277 a Montesa j
otros muchos castillos que tomaran.
En este tiempo el rey don Alonso era venido da
Burgos á Sevilla ; de allí envió grande armada y mu-
cha ^ente de guerra á cercar á Algecíra por mar j
por tierra. Aquella guerra ante todas cosas tenia ha
ánimos de los fíeles puestos en cuidado : temían que
los africanos por la vecindad de los lugares y por te-
ner ya psiento en España y guarida propia , no acu-
diesen muchas veces á nuestras riberas : sin embar|¡o
Ils discordias civiles por otr^t parte les teiíian los áni-
mos tan ocupados que no se les daba mucho de todo
lo al; todavía intentaron de quitalle aquel nido. El
verano fue don Pedro hijo del rey don Alonso con
)0(!h*roso ejército á la conquista de aquella ciudad*
)ió la vuelta sin hacer aTgun efecto con mucha des-
lonra y pérdida de su gente , y nuestra nrmada por
estar falta de marineros y de soldados con la venida
del rey de Marruecos fue desbaratada y presa : de»-
hfzose el campo , los soldados unos se fueron á una
parte , otros a otra. Hay quien diga que en aqud
tiempo el rey de Marruecos edificó otra nueva A^ge*
(i) Seffiui la eróoica fue ahogado y Pacreru diee qu te
müiiitroi lo qaemaroB deatro de sa cau.
■«TOMA OB
«ra poco distante de !a primera. El cuerpo del rey.
don Jaime se llevó de Valencia, donde le depositaron
en un sepulcro iunto ai altar major de la iglesia ca-
Xeinú , y se traaíadtü al nu)na8teno de Poblóte, entra-
do ya el verano. Las exequias del difunto se celebraron
espléndidamente coa gran concurso de caballeros
principales que se junuíron en Tarragona por man-
dado del nuevo rey (1).
CA.PÍTOLO IV.
|)o divanes haUaa qw MiikMÓ los Mfet*
Co!*Y la partida de la reina doña "dolante los rejes
de Castilla y Francia comenzaron á ^tar muy cuida-
dosos por respeto de los niños infantes. El cuidado
por entrambas partes era igual los intentos diferen-
tes y aun contrarios. El de CastiHa quisiera estorbar
<jae cío se pasasen en Francia , do para su inocente y
tierna edad tenían muy cierta la acogida y f^amparo^
en especial que don Sancho.su hijo le ponía en esto
cun el deseo que tepia de asegurarse , sin descuidar-
se de continuar en granjear las voluntades de grandes
y pequeños con lá nobleza de su condición , agudeza
de ingenio , y agradables costnmbre^'; y con valor y
diligencia apercebirse para todo lo que podía suce-
der. El de Francia temta que ai veniaaá manos y po-
der de su tio , correrían peligro de las vidas, por to
menos de perder la libertad, 'Sabia muy bien cuan
deseosos son losjbombres naturalmente de mando, y
que la ambición es madre de crueldad y fiereza. Ha-^
bíanse enviado sobre esta raztm diversas Tepes de
Sarte de Castilla y de Francia muy solembes embaja-
as al rey de Aragón : cosa muy lionrosá ps^a aquel'
Sríncípe, que fuese , como juez arbitro para concertar
os reyes tan poderosos, muy á propósito para sus
intentos tener suspensos aquellos príncípea y en su
poder los .dos infantes. Ventilado el negocio, final-
mente se acordó que doñf^ Violante tomase con su
marido , y que los infantes quedasen en Aragón sin
libertad de poder, auseiitacse : lleváronlos al castillo
de Játiva , y allí los pusieron á recado.'
Esta resolución dio mucha pena á doña.Blanca k\i
madre por parecelle que en quien fuera justo luillar
anp'paro , alfi se les armaba celada , y con nuevos en-
gaños les quitaban la libertad. Partióse pues para
Aragoír; maJs no alcanzó r.osa alguna, porque las
orejas del rey las halló sordas á sus ruegos y lágri-
mas : no hacia caso de todo Ib que se podia decir y
pensar á trueco de enderezar sus particulares. Desde
alli muy enojada pasó én Francia á hablar al rey su
hermano , y movelle á hacer la guerra contra Casti-
lla y Aragón , si no condescenaiau con lo que era
razón , y ella pretendía. Era muy á propósito el reino
de Navarra', que ^'tenia por los franceses , para es-
tos intentos, por confínar contra Castilla v Araffon por
diversas (lartes. Puso esto en cuidador! rey de Ara-
gón y al intente don. Sancho para tomar acuerdo de
K) que se debía hacer , determinaron venir á habla.
Señalaron j)ara ello cierto logar entre Requena y Bu-
ñoi : sacudieron allí , y se juntaron el día aplazado á
catorce de setiembre del año del Señor de i 279. En
esta junta y habla , echados á parte todos los desabri-
mientos y enojos pasados , trabaron entre sí /imistad
y pusieron confeoeraeion para valerse ü tiempo de
necesidad.
Concluida esta habla, el rey de Aragón tomé e^ ca-
mino de Cataluña» ^ue estaba alterada por las discor*
diasde la gente principal. Armengol de Cabrera era
«
f 1) El eadiver f^e nevado á Poblet: pero cuando en la
mnm roerrv dvil te arruinó este preooM noonmeoto .fiie
iratlidado é la eatednl d<» Tirragona , don^e henea tenido
ecMiott de admirar n ifigntaili estatura y el bnen estada
en ouete eenaarva; pues tote ia «katik qne tenia en k.
freate le reeonoee.
espaKa. 425
el principal atizador de estas revueltas , hijo de Alva-
ro de Cabrera, al cual el rey poco antes diera el con-
dado de Urgei como á su feudatario y por respeto del
conde de Fox : todo esto no bastó para ganalle. £1
rev visto lo que pasaba , se puso spbre^la ciudad de
Baiaguer cabecera de aquel estado : prendió al dicho
Armengol y á su tio Rogerío Bernardo , conde de
Fox con otros señores que dentro halló : túvolos {»b-
sos largo tiempo, en e8pecial^*al de Fox que se le
rebelara mas veces y mas feroz se mostraba : con
tanto calmaron las alteraciones de los catalanes. Don
• Sancho se encaminó á Badajoz donde su padre esta-
ba, que era venido desde Sevilla á verse con don Dio-
nisio su nieto rer de Portugal cctn intento de hacer
las paces entre éf y don Alonso su hermano, al cual
pretendía por fuerza de armas echar del estado que
9U padre le dejó en Portugal. Alegaba diversas razo-
nes para dar color á esta su pretensión , de que léce^
bián mucho desconten^ las gentes de Portugal por
ver que entraba con tan mal pie en el reino ^ y que
apellas era muerto su padre , cuando pretendía des-
pojar i su hermano y trabar con él enemistad. Falle-
ció en Lisboa al principio deste mismo imo e\ rej don
Alonso de Portugal padre de don Dionisio. Vivió se-
tenta* años ,.reinó treinta y dos : en el monasterio de-
S«¿nto Domingo de aquella ciudad que él edificó , en-
terraron .su cuerpo.
Don Sancho lueflo que se bobo vbto con su padre,
fue por su orden a hacer levas de geute por todo el
refino , y apercebirse de soldados contra el rey de
Granada', que 4 la sazón sabia estar ocupado en la
obra del alcázar de aquella ciudad llamada el Alham-
bra (i) ,. £ábriea de gran primor y en que gastó gran,
tesoro , ca era este rey moro no menos diestro en se-
mejantes primores que eaelarte militar. Para movelle
guerra no podían faltar achaques , y siempre los hay
entre los príncipes cuyos estados alindan : lo que yo
sospecho és que el rey de Granada en la guerra ae
Algécira dio lavor al de Marruecos;. de lo cual por
estar agraviados los nuestros , en el asiento que se
tomó poco antes desto con los africanos , no lueron
comprendidos loé de Granada. bíooi<iío rey de Por-
tugal sea por no fiarse de su abuelo como quier que
sean dudosas é inconstantes las voluntades de los
hombres , sea por pensar se inclinaba mfas á su ber-
mano (comp de ordinario, siempre favorecemos la
parte mas flaca , y aun el que es mas poderoso, en
cualquier diferencia , puesto que tenga me^or dere-
cho , siempre parece que hace agravio) si bien habia
llegado á Yelyes,' que está tres leguas de Badajoz,
repentinamente mudado de parecer volvió atrás. Fue
grande el enojo, qiie el rey don Alonso re ibió por
esta liviandad : así perdida la esperanza de .verse con
su nieto , muy desabrido dio la vuelta para Sevilla.
En este tiempoXonrado Lanza general déla mar
por el rey de Aragón , persona de grande autoridad
Sara con todos por ser pariente cercano de la reina
oña Costanza , con liña armada que aprestó de diex.
Í galeras , corrió las marinas de Airica , mayormente
as de'Tudela y Tremecén en castigo de que-aquellai
ciudades no querían pagar el tributo que algunos
-años aiites concertaron : cierto autor aGrma que esta
empresa fue y se ^enderezó para meter en piosesioii
del reino de Túnez á Mirabusar , á quien Su hermano
le. echara del. Todos concuerdan que la presa qué de
'aJli llevaron los araia;oneses , fue grande , y que en el
estrecho de Gibraltar de diez galeras que encontrsh
ron del rey de Marruecos y las vencieron, parte to-
maron , parte echaron á fondo. El rey de Araron en
Valencia ^ donde se entretenía muy de ordinano , hi*
zo donación á don Jaime su hijo , habido fuera da
(i ) Reservamos pan la época de la eooqaista da GnuMÜi/
preeeniar todas hñ belleías loteríoNi de efle pwiaao —
lacio, objeto de admineioa aniveml.
426
BIBLIOTECA D£ GASFÁR T AOIG.
matrimonio , del estado de Segorbe por el mes de no-
viembre.
En Castilla de cada día se aumentaba la afición
que los naturales tenían al infante don Sancho , y
aun á mu?bos parecía que trataba de cosas mayores
de lo que al presente mostraba; y que luego que
concluyese con los sobrinos , menospreciaría á su
padre , que va por su edad iba de caida , y le quitaría
el mando y la corona^ El padre por su gran descuido
de ninguna cosn menos se recataba que desto/sin
saber las prácticas de ^u hijo asi las públicas como
las secretas. Partió pues don Sancho el año luego si-
guiente de i 280 á la primavera con el ejército que
tenia levantado , la vuelta de Jaén , y con nuevas
compañías que su padre le envió desde Sevilla auinen^
tado su ejército , entró muy pujante por las fronteras
de Granada , taló y robó toaa la campaña sin parar
basta ponerse á vista de la misma cuidad : quemó
muchas aldeas y pueblos , recogió gran presa de gen-
%te y de ganados , con que volvió a Córdova : desde
alir acompañó á su padre ha<ita Sevilla. Con el buen
suceso desta guerra ganó mayor autoridad, y gran-
jeó del todo las voluntades de la gente : cosa que él
estimaba en mas que todas las demás ganancias^ por
asegurarse en la^'suces^on del reino y que era el cui-
dado que mas le aquejaba. Principalmente que t'hi-
lipe rey de Francia con la afición que tenia á los dos
infantes sus sobrinos^ hacia instancia que fuesen
puestos en libertad, y que en lugar de su abuelo que
los pedia , se los entregasen á él. Envió pues sobre
esta razón embajadores á los dos reyes : llevaron or-
den que al principio tratasen el negocio amigable-
mente , ca no tenia perdida ia esperanza que hobiesen
de dar nidos á tan justa demanda : si no se all nasen^
como deseaba, les diesen á ontcnaer que tendrían en
los franceses enemigaos mortales : que él estaba re-
suelto de ampararla inocente edad de aquellos mozos
por todds las vias y maneras que pudiese.
Como los nuestros no se moviesen por amenazas
ni por ruegos, se trató y acordó que para tomar al-
gún medio , y en presencia componer todLS las dife-
rencias , los tres reyes se juntasen á habla , para lo
cual se dieron unos á otros la palabra y seguridad
bastante. Con esta determinaciou el rey de Francia
Ueffó á Salvatierra , el rey de Castilla á Bayona , ciu-
dad que está en los pueblos dichos antiguamente Tar-
bellos eu los confines de Guiena. No se iuntaron los
reyes para tratar de las condiciones y del asiento : el
infante don Sancho desbarató la junta con su astucia
y con sus mañas , por temer no alcanzasen de su pa-
dre , que claramente vía estar aficionado á los nietos,
la compasión que mostraba tener de aquella tierna
edad , no viniese á favorecer los nietos , ca de estar
mudado de parecer se vían Ynanifiestas señales; y
muchos, que con diligencia y cuidado consideran los
enojos délos principes y sus inclinaciones , por en-
tender esto no cesaban de irritar al rey don Alonso
contra su hijo , y contalle y encarecelle üus desaca-
tos. Decían que estaba apoderado de todo él gobier-
no , ^e todo k) trastornaba y revolvía conforme á sa
antojo : que no estimaba en nada su real autoridad y
grandeza.
Era el rey don Moneo de ingenio varío , mudable,
doblado : tenia en sus acciones una maravillosa in-
constancia , falta que con la edad suele tomar mas
fuerza. Don Sancho por entender estas cosas deter-
minó ayudarse de socorros estraños y de fuera , y
.hacerse amigo del rey de Araron y prendelle, en que
puso mucha diligencia. Envióle sobre esta razón y
con este intento sus embajadores, primero á don
Gonzalo Girón maestre de Santiago , después al mar-
qués de Monferrat : la suma d^ la embajada era que
se juntasen pai*a tratar de sus haciendas y de cosas
de mucha importancia. Acordado esto, los reyes don
Alonso, don Pedro, y también el infante Ion Sancho
se juntaron entre Agreda y Tarazona en un pueblo
que se llama el Campillo. Fue esta junta á veinte y
siete de marzo del año de i28i . Asentóse confedera-
ción entre aquellos dos. reinos de tal ^¡sa que los
que fuesen amigos de uno, fuesen amigos del otro,
y lo tnismo de los enemigos sin esceptuar á persona
alguna : que el que primero quebrantase este con-
cierto, pagase de pena diez y $eismil libras de plata.
Dieron aljrey de Aragón en esta junta á Palazuelos,
Teresa , Jera , Ayora ; y á don Manut^l hermano del
rey don Alonso; cuyas eran estas villas, dieron en
recompensa la villa de Escalona.
Esto fue lo que se trató en pñbHco : de secreto se
acordó que los dos reyes acometiesen el reino de Na-
varra^ y se enseñoreasen del : señalaron otrosí la
parte qucf á Cada cual había de pertenecer acabada la
conquista, ultra desto se le concedió á don Sancho
que los infantes estuviesen en el castillo de Játívaá
buen recado. El cual despedida la junta, en Agreda
donde fué con los dos reyes , para obligar mas al rey
de Aragón y sanalle mas la voluntad le prometió y
aseguró muy ae veras que como su padre falleciese,
le dejaría todo el reino de Navarra para que le incor-
porase en la corona de Aragón , y ultra desto le daria en
Castilla la villa de Requena con todos los lugares de
su jurisdicción , que están hacia el reino do Murcia y
á la raya del de Valencia. Andaba su partido en ba-
alguna cosa que le empeciese á ól. Lo quesolumente : lanza , y su ánimo dudoso entre el iníedo y la espe-
se nudo alcanzar , fue que Carlos príncipe de Taran- I ranza : por esto no le parecía vergonzoso y feo com-
to liijo del rey de Sicilia intervÍQÍesc entre los reyes, '
y llevase los recados de la una parte á la otra ; y sin
embargo no se concluyó cosa ninguna porque todos
los intentos de lo» príncipes desbarataba con sus ma-
ñas don Sancho , si bien lo que los franceses pedían,
parecía muy justiOendo, esto es, que se le diese al
prar su seguridad á costa de tantas promesas.
Don Juan Nuñez de Lora en aquellos tiempos varón
grave y poderoso según se ve en las historian, era se-
ñor de Albarracin por viá de dote con doña Teresa
hija de don Alvaro de Azagra que fue st»r¡r»rde Mvar-
racin , y por consiguiente nieta ile don rrdro l{t>ri-
guez de Azagra. Dende allí por la fortaleza del luí?ar,
rey , y como á feudatarío y dependiente de los reyes ; y por estar á las rayas de Ai «gon y Castilla tenia ci»
mfante don Alonso la ciudad dt> Jaén con nombre de
de Castilla.
Desbaratada que fue la junta , todavía los reyes de
Francia y Aragón se vieron en Tolosa para tratar des-
te negocio entre sí. El fruto desta había no fue mayor
que el de antes , en tanto grado que parecía hacían
burla del rey de Francia. Solo se sacó aesta junta míe
e! rey de Francia prometió debajo de juramento ae-
iaria él estado de Mompeller á don Jaime rey de Ma-
llorca , porgue antes desto pretendía ser suyo y
cuitársele. Muy alegre quedd el infante don Sancho
ce que con todo el esfuerzo qire aquel rey hizo , y con
tantas porfías, no se había alcanzado de los reyes cosa
alguna que fuese en pro de los infantes sus sobrinos.
Solo se recelaba de la inconstanci de su padre, por
tumbre de hacer correrías en ;inib:is partes y solía
llevarse muchos despojos , ademas (juc receíia de-
bajo de su ámp ro y protección á todos aquellos qu<»
de los dos reinos acudían á él por delitos que bebie-
sen cometido. Particularmente don Lope Díaz de
Haro , señor tan poderoso , se vino y metió en aquella
ciudad por estar muy mal enojado con don Sandio j
con el rey de Castila a causa de la muerte del infante
don Fadrique y del señor de los Cameros. Trataron
entre sí don Sancho y el rey de Araron en Tarazona
de dar orden de conquistar aquella ciudad y deshacer
á don Juan de Lara. El rey (fon Alonao se fué á Bur-
flos á celebrar las bodas de sus hijos don Pedio y don
Juan. A don Pedro dio por mujer uño hija del señor
. . HISTORIA DE
de Narbona, y á don Juan una hija del marqués de-
Monforrat; que fue. lo mas que se sacó y se efectuó
con tantas juntas y coloquios y vistas de reyes , tan-
tos gastos y trabajos. Espaíía a esta sazón sosegaba,
si bien parecía que la amenazaba alsuna cruel tem-
pestad , á causa de estar todas las voluntades asi bien
de los grandes I como de lo& pequeños, muv altera-
das y desabridas , y la pretensión que aindaba sobre
la sucesión del reino.
CAPITULO V.
Como don Sancho se rebeló contra so padre.
Las vehementes sospechas que entre don Sancho
y su paire el rey don Alonso se despertaron, de pe-
queños principios poco á poco como acontece vinie-
ron á parar en discordia manifiesta y en guerra. Lle-
vaba mal el rey don Alonso verse á causa de su vejez
poco estimado de muchos : dábale pena el deseo ^ue
sentía en sus vasallos dé cosas nuevas. Para acudir á
este daño tan grande , y ganar reputación entre los
suyos, con gente de guerra que juntó, se determinó
hacer una nuevar entrada en tierra de moros , con que
les robó y taló la campaña y les hizo otros daños .dado
que su edad era mucna, y el cuerpo tenia quebran-
tado por los muchos trabajos v pesadumbres. Ningu-
na cosa mas le aquejaba que la falta del dinero , cosa
míe desbarata los grandes intentos de los principes.
Trataba de hacer algún medio para recogello. Pare-
cióle que el camino mas fácil seria batir un nuevo gé-
nero dé moneda , así de cobre como de plata , de me-
nor peso que lo ordinario, y más baja de ley, y que
tuviese el mismo valor que la de antes : mal arbitrio,-
y gue no se sufre hacer sino en tiempos muy apre-
tados y en necesidad estrema. Resultó pues desta
traza un nuevo daño, esa saber que se encendió mas
el odio que públicamente los pueblos teiiian concebi-
do contra el rey , mayormente que se decía por cosa
cierta que en las causas civiles y criminales y en cas-
tigar los delitos no tenia tanta cuenta con la justicia
como con las riquezas que las partes tenían ; y que á
muchos despojaba de .sus haciendas por cargos y
acusaciones Ungidas que les imponían : cosa que no
se puede escusar con ningún género de necesidad; y
con ninguna cosa se ganan Qias las voluntades de ios
vasallos para con su principe , (][ue con una entereza
y igualdad en hacer a todos justicia.
Envió por embajador á Francia á Fredulo obispo de
Oviedo, francés que eradle nación. Echaron fama
que para visitar ai rey Philipo , y por su me.dlo alcan-
zar del sumo pontífice la indulL'enciá de la Cruzada
para los que fuesen á la guerra ae los moros ^ el prin-
cipal intento era comunicar y tratar con él la manera
como pondrían en libertad á sus nietos , fuese por la
compasión que tenia de agüella inocente edad , y por
la aíicioH que tenia á los infantes como á sus nietos,
ó lo que yo mas creo , por el aborrecimiento que ha-
bía cobrado á don Sancho su hijo, por cuyo miedo los
años pasados mas que por su voluntad , los privó de
la sucesión del reino.* No se le encubrieron á don
Sancho las pretensiones de su padre comoquiera que
no pueda haber decreto en semejantes discordias do-
mésticas. Acordó de prevenirse, en particular para
ayudarse del socorro de-Ios moro> se partió para Cór-
dova : allí aseqló confederación con el rey de Granada,
y para ganalle mas le soltó las dos partes del tributo
que pagaba, partido que poco antes pretendió el
moro del rey don Alonso , y él no lo quiso aceptar.
Demás dcsto por negociación del infante don Juan,
que ya era del bando del infante don Sancho su her-
mano, los grandes de Castilla y de JLeon . aue muy
de atrás andaban desabridos por la severidad del rey
y su aspereza , se declararon por su hijo. La memoria
fresca del triste suceso dol señor de los Cameros y
ESPAÍfA. 427
del infante don Fadríque atizaba mas estos desabii-
míentos. ' ,
Tratábanse estas cosas al principio del año de 1282
del nacimiento de Cristo nuestro Señor. En el mismo
año por el mes de ugdsto en la villa de Troncoso se
celebraron las bodas entre Dionisio rey de Portugal y
doña Isabel hija mayor del rey de Aragón. Esta es
aquella reina doña Isabel que porsus grandes virtu-
des y notable piedad es contada entre los santos del
cielo , y su memoria se celebra en aquel reino con
fiesta particular. Este rey sin tener respeto á su abue-
lo atraído con la destreza y mañas cíe don Sancho,
se juntó con él y se declaró por su amigo y aliado sea
por algún enojo que tenia con ^u abuelo , sea por te-
ner por esta vía esperanza de mejor partido y remu-
neración. El rey don Alonso miraba poco las cosas
por venir asi por su larga edad , como por la común
tacha de nuestra naturaleza , que en sus propios ne-
gocios cada cual es menos prudente que en los aje-
nos : estorba el miedo , la codicia y el amor propio , y
ciega para que no se vea la verdad. Hizo llamar a
cortes para la ciudad de Toledo , por ver si en alguna
ipanera se pudieran sosegar las voluntades de su
hijo y de la gente príncípuTsín poner mano á las ar-
mas. Por seguir el camino mas blando, que era apa-
cigúanos amigablemente , ni se apercibió como fuera
menester , ni usó de ba3tante recato.
Don Sancho por otra parte confiado en el favor y
ayuda de la nobleza^ y por estorbar la traza y ardid
de su padre líámó asimismo á cortes para Valladolid :
acudió á su llamado mucha mas gente que á Tole-
do (1). Tenia deseo de dejar sucesión : casó con
doña María hija de don Alonso señor de Molina, que
era su parienta en tercero grado. Deste matrimonio
le nacieron don Fernando su primogénito y otros hi-
jos. En aquellas cortes todo lo que se liizo , fue con-
forme al parecer de los grandes que alli se juntaron;,
porque don Sancho les otorgó todo aquello míe sé
atrevieron á pedir así en peo de cada cual dellos,
como para el público, además de muy mayores mer-
cedes que les prometió para adelante : caiíüno que le
pareció el mejor de todos para ganar las voluntades
de grandes y pequeños. Proveyéronse nuevos oficios
y cargos, hiciéronse nuevas leyes : cuanto cada uno
tenia de fuerzas y autoridad , tanta mano metía en el
gobierno del reino. Cundió el deseo de cosas líUevas,
y de levantarse contra su rey , y llegó hasta la gente
vulgar. Tal.era la disposición de los corazones en
aquella sazón, que hazaña tan grande como quitar el
ceptro á su rey unos se atreviesen á intcntalla, mu-
chos la deseasen , y casi todos la sufriesen : sin faltar
auíen enmedió del aplauso y vocería llamase rey á
non Sancho , y le diese nombre de padre de la patria
(1 ) Se celebraron coa asistencia de la reina doüa Violan-
te, don Sancho y los dos inrantes sas hermanos, su tía , el
infante don Manuel, los maestes de Calatrava y Santiaeo,
los prelados, ricos hombres y dipnt^dos^ de las villas y cm«
dades; y á propuesta del infante don Manuel se dio el go-
bierno del estaño á don Sancho. Hubo algunos diputados que
quisieron tomase el título de rey ; pero no lo quiso admitir.
Daban por motivo dé esta rebelión que el rey les había he-
cho muchos d{>sa Tueros, agravios é injusticias, violado ios
fueros Y privilegios del reino. Hicieron entre sí hermandad,
y se obligaron á obedecer al infante don Sancho y sus suce-
sores, quien por su parte se obligó á fruardarles religiosa-
mente todos SIS fueros , privilegios, libertades etc. Además
dete*^minaron que se pudiesen juntar lodos Jos años en Bur-
gos el dia de la Trinidad por si ó por sus procuradores; y
que si alguno trajese orden del rey ó del infante heredero
para impedir estas juntas anuales, fuese casMgado con pena
de la vida. También que se nombrasen dos hombres buenos
de cada logar, los cuales debian juntarse cada año en donde
la hermandad quisiese para oír las quejas, administrar jus-
ticia , y procurar la observancia de (o capitulado. Pero el io-
fante don Sancho cuando se vio seguro en el trono se borló
de todas las promesas que habla hecho.
4S8 BDuoncA líig
con todos los demás títulos de príncipe. Mas él cons-
tantemente lo desechó con cfecir que mientras su
C^ a fuese vivo no sufrirla le quitasen el nombre y
a de rey, hora fuese por mostrarse modesto y
despreciar un yano apellido pues en efecto todo lo
mandaba, ó por encender mas las voluntades del
pueblo con entretenellos.
Pasó el negocio tan adelante que sin embargo el
Infante don Manuel tio de don Sancho en nombre
suyo y dé los grandes por sentencia pública que se
£ renunció en las cortes, privó al rey don Alonso de
I corona. Castigo del cielo sin duda , merecido por
otras causas y por haberse atrevido con lengua des-
mandada y suelta , confiado en su ingenio y nabiHdad
á reprehender y poner tacha en las tHMras de la divina
Providencia^ y en la fábrica y compostura del cuerpo
humano : tal eS la fama y voz del vulgo desde tiemj^o
antiguo continuada de pacbes á hijos. Este alrevi<-
miento castigó Dios con tratalle desta manera : reVés
que dicen él Fiabia alcanzado por el arte de astrologia
en que era muy ejercitado , sj arte se puede llamar , y
no antes erfgano y busla que siempre será reprendi-
da, y siempre tendrá valedor eá. Añaden que deste
conocimiento procedieran sospechas, y míe con «1
miedo se hizo cruel : de que resultó el odio que le.
tenían , y del odio procedió su perdición y caida.Las
bodas del infant^ don Sancho se celebraron ep Tole-
do : el aparato no fue muy grande por estar en v^ispe-
ra de la guerra civil todo revuelto.
El rey don Alonso reducido á estos términos, por
verse desamparado délos suyos, acudió á pedir so-
corra y dineros prestados al rey de Marruecos : en-
vióle en prendas su real corona que era de gran va-
lor. Alonso de Guzmnn , ^eñor de Sánlucar , por desa-
brimientos que tuvo co;r el rey don Alonso, residía á
la sazón en Marruecos : la causa en particular no se
sabe, lo cierto es que era estimado en mucho de
aquel rey moro , y que le hizo capitán de sus gentes.
Hoy dia se muestranina carta del rey don Alonso para
él muy. humilde por el aprieto en que se halluba , que
fue la mayor uiíseria , estar forzado á rogar y humi-
llarse á sú mismo vasaHo que lé tenia ofendido. Por la
carta le ruega se acuerde de la amistad antigua 'que
entre ellos' había, y de sU nobleza : ponga en olvido
los de6gust<« y eosas pasadas , y le ftfvorezca en aquel
aprieto : sea parte p;jTa que se le enríen, dineros y
giente de guerra , pues puede y alcanza tanto con el
rey moro. Prométele que tendrá perpetua memoria^
deste beneficio y servicio , y que en efecto podrá es*
perar de su benignidad cualquier cosa por grande y
dificultosa que sea, que corresponderá en todo á su
deseo.
El rey bárbaro lleno de esperanzas^ y por parece-
De se le ofrecía buena ocasión de meiorar su partido
á causa de las discordias de Castilla, nizo'aun mas de
lo que se le pedia. Con acuerdo del rey don Alonso-
pasó en Algecira ; y en Zahara villa del reino de Gra«
nada se vio con él. Usaron entre los dos de grandes
GomeiHmientoa y cortesías. Diósele al rey don Alonso
mas alto lugar y silla : honra qne «e le hizo por ser
kunsped , y porque el de Marruecos ganó el remo, que
tenia. Don Alonso procedía de casta de reyes, y des-
de su niñez fue criado como quien habla de ser rey;
por tanto era mayor sn dignidad : que fueron todas
razones del mismo bárbaro. Tratóse en esta habla de
la ffH-ma que se debía tener en hacer la guerra , pues
la rs|)eranza de hacer y asentar paces con su hijo era
nini^na , aunque desto también se movió plática. De
las ríndadcB de la Andalucía Sevilla se tenia por el
rey don Alonso , Córdovapor don Sancho su hijo. Los
moros tomaron á su cargo de cercar aquella ciudad
como lo.hlcieron , después de talar y robar los cam«
pos comarcanos. Acudió el rey don Alonso desde Se-
villa al cerco con la gente de guerra qpe allí pudo
Ayuntar. Córdova se defendió valerosamente por el
aUPAE T E0I6.
esfuerzo de los ciudadanos , y la bueni dllígnicia de
don Sancho, que se previno ton presteza contra la
venida de los enemigos. Asf el rey moro á los veinte
dias que puso el cerco, le alzó : para la priesa que
traía, cmd^er dilación le era 'pesada. Todavía con
voluntad del rey don Alonso paso por Sierramorená,
y llegó hasta Montiel : hizo gran daño en toda aquella
tierra , y grandes djespojos con que se volvió á Eoija.
Este fue el fruto de la discordia civil y no otro.
Acudió allí el rey don Alonso; pero luego se retiró
secretamente v se fué á Sevilla , ae donde era vepido
por aviso que le dienxi ote el rey moro trataba de le
prender : si fue verdad o mentira , nosesabe. Ijo qne
consta es que el moro mostró gran sentinfiento y pe-
sar de que en su lealtad se pusiese duda , en tanto
grado que dejada España se pasó en África ; restituyó
empero á don Alonso mil caballos escogidos que con
su ficencia tiraban sueldo del rey moro , que fue se-
ñal de no ir de todo punto, desabrido. Era caudillo
desta jgente Hernán Ponce : cuéntase, que como
junto a Córdova se encontrasen eon diez tíiil caballos
de los enemigos , fue tan brava Ja carga que les die-
ron, que los rpmpieron y pusíeroú en huida : tan
grande era su valor y esñie^zo , tan sepaiada su des-
treza, conocida y aprobada en muchas guerras. En
Sevilla el rey don Alonso en una Solemne junta que
tuvo , privó á su hijo dpa Sancho de la sucesión del
reino con palabras muy sentidas y pavés , y mil de-
nuestos y n^aldiciones que descargo sobre su cabeza,
como se pued^ pensar de padre tan. ofendido. Pasó
esto á ocno dias' del nles de noviembre. El infante
don Sancho hacia poco caso de aquellas maldiciones
y saña : renovó la confederaeiiMi con el rey de Gra-
' nada , y en la comarca de Córdova, donde estaba, se
apercebia para todo lo que pudiese suceder : la gente
de guerra para que invernasen, repiarfió por aquellos
lugares.
CAPITULO VT. . .
Da'4a coqjaiicioo que biso J«an Proekiía contra loa
' franceáBs en SiqíUa.
BsTE año fue 'notaMe*no solamente por et desatie-
ro ^e hicierÓB al rev don -Alonso , y las discordias
de Castilla , sino itiÁclio más por la conjuración muy
famosa de Juan Procliita. Este fue señor de la i^ de
Prochita, que ca^ junto á Sicilia , varón defraude
ingenio , y que fue muy estihiadov grande amigo del
rey Manfredo : los años pajsados por no ser maltrata-
do de los franceses^ que eotonce$tenian el mando y
buscaban todas las ocasiones de descomponer la gen-
.te poderosa, ée recogió á Aracon. Los reyes de Ara-
gón don Jaime y don Pecko iioigaron de su venida
por ser persopa de tanto valor, por medio del cual
podrían cobrar los reinos de Sicdia y f^ápoles , que
pretendían contra derecho les qultaiV>n. No solo le
recogieron con mucha alegría y muestras de amor,
sino Te heredaron de mudes posesiones con (¡ue pu-
diese sustentar su vida , paKiculaf mente )e dié H rey
don Pedro en tierra de Valencia á Lujen , v á Benizan,
V á Palma. Los gjbefinos oprimidos por el mando que
los franceses tenían en toda líalla, gente feroz y sober-
bia (asi lo publicaban ellos) comenzaron á volver los
ojos á los aragoneses, ca tenían espe^anza que con
su ayuda podrían desechar aquel pesadísimo yugo y
imperio, v ió halia en aquella sazón (lo que én el mas
mísero cautiverio se puede esperar ) que les vedasen
el poder hablar libremente : señorío insufrible , y que
se estendia ha^ta hotm, donde el rey de Ná|)oles,
Sueste allí en ¡fu vicario ó teniente | tenia el gobierno
e todo Qot) nombré de senador.
'NfcoTáty ttntttfBte-fUwano procuraba con todas ve-
tas librar a Boma de aquella sujedlon. Para efto lo
primero que hizo, fue declarar por un edictdó bula
que ninguno' en nokna pudiese ser senador mas que
por un año : quitó otrosí la facultad dé los reyes y á
sus parientes de poder tener y ejercitar aquel gobier-
no ó magistrado. A Caries rey cíe Sicilia le pnvó del
nombre y autoridad de vicario , nombre de que nsabaí
en Italia como lugarteniente de los emperadores, cén:
color qae esta era la voluntad del emperador Hodul^
fb. Todo esto aunque iba encaminado á enflaquecer
ías fuerzas del rey Carlos, pero como era conforme 4
razón lo que se ordenaba , aun no se movían las ar-
mas ni se llegaba á rompimiento. Lo que algunos*
autores defienden , ó poruan , que el papa Nicolao te-
nia determinado hacer de la lamilia y casa Ursina de
que él decenilia , dos reyes en Italia, el uno en Lom-
bardía y el otro en Toscana , para estorbar á los tra-
montanos la entrada de Italia , la mas frecuente fama
y casi el cómun consentimiento de todos lo condena
como falso.
De cualquier manera que esto sea, Carlos tiudo
de la primera mujer casó con hija del emperador
Bulduino desposeído : con esto trataba de volver ¿
aquella pretensión , y ayudar con sus fuerzas á Pbilí-
po su cuñado para recobrar el imperio de'Constanti-
oopla. Procuraba para salir con esle intento de ha-
cerse amigo de don Alonso rey de' Castilla. Para más
prendalie procuró que le diese su hija doña Violante
para casalía con el emperador Philipo. Estas preten-
siones se deshicieron con las artes de los aragoneses,
Laun expresamente se estableció en el CampÜlo,.
nde como dicho es los reyes se hablaron , que el
rey de Castilla no emparentase con franceses. A doña
Beatriz bija del rey Manfredo, hermana de doña
Constanza reina de Aragón, la tenia el rey Carlos
presa sin querella en manera alguna poner eii su li-
bertad, aunque sobre ello había sido importunado.
Esto se juntaba cdn otras causas y razones de discor-
dias y enojos.
Juan Prochita con la ocasión destas disen^ones y
desgustos intentó de cobrar su patria y estado : fue
una y segunda vez á Gonstantinopla en nábito desco-
nocido.'Puso al emperador Paleólogo, que ya antes
tenia recelo de sus cosas, en mayor sospecha y cui-
dado. Avisóle que el rey Carlos de Ñapóles , juntadas
sus fuerzas, con las de Francia , tema una poderosa
armada puesta en. orden para ir contra él : que los
franceses tenían sus fuerzas enteras : á los griegos
enflaquecían los bandos que entre ellos andaban , de-
más de otras desgracias , de tal manera que no po-
dian resistir al poder de aquellos dos reyes. «Los su-
Dcesos de las guerras pasadas (dice) os pueden servir
»de aviso. Séame lícito decir 1^ verdad : en vos no
»cabe sobervía , y es cosa muy loable y mafinifica sa^
Dberse el hombre gobernar f n el enojo y peíigr'o. ¿Por
«ventura con estaros en vuestra casa entorpecido es-
Aperareis que os acometan con la guerra , y que acre-
Dcentados con sus fuerzas y las de vuestros vasaUos,
«que andan desgustados y revueltos (lo que me pone
«temor decillo) os echen de vuestro estado? Gran,
«carga tenéis sobre los hombros , tal que si no la re-
«gis con maña , os oprimirá con su peso : mejor sería-
«aae á vuestros enemigos les diéseaes en qué enten^
«aer en sus casas , porque los sicilianos con lamemo-
»ria del antiguo gobierno , y por el aborrecimiento
«que tienen al nuevo, están oesgustados de suerte
«que mas les falta cabeza á quien seguir , que deseo de
«rebelarse. No cesan de importunar á los reyes de Ara-
«gon que les den socorro y se apoderen de toda la isla.
«Fuera destn el pontífice romano está muy desgusta-
ndo con los franceses ; si ayudáredes sus pretensio-
«nes : sin duda con poco trabajo y costa ahorrareis
«de grandes tempestades, y revolvereis sobre ellos el
«daño que contra vos procuran. Finalmente os per-
«suadia que los'franceses jamás os serán amigos. El
«poder y fuerzas que alcanzan , ¿quién no lo sabe?»
£1 emperador tenia por cierto era verdad todo lo
^eProcnitale(lecia;masnoq¡aeria empeñarse mucho
feUTOMA DB nPAÜA. 429
en el negocio, ni del todo declararse. Prometió que
él ayudaría las pretensiones de! re^r de Aragón con
dineros de secreto porque estas práticas no se enten-
diesen. Concertado esto, el Prochita se volvió á Ra-
lla : fuese á ver con el papa, que estaba en Roca So-
riana junto á Víterbo. Avisóle de todo lo qve pasaba,
y con tanto dio la vuelta á Sicilia á tratar ^on los
principales de la isla que se rebelasen. Fue el des-
cuido ó segundad de los franceses tal y el silencio de
los coniurados ,. que jamás se entendió cosa alguna.
Falleció en esta sazón el pepa Nicolao : por su muer-
te fue puesto en su logar 11 artin Cuarto natural de
Turón de Francia; que favorecía el partido del rey
Carlos de tal manera que á contemplación suya áé-
claró por descomulgado al emperador gríego , como á
scismático , y que no quería obedecer a la i^esia
Romana.
El rey de Aragón envió al nuevo sumo pontfflce
por su embajador un varón en aquel tiempo muy se-
ñalado y de gran prudencia , llamado Hugo Metapla-
ñapara que procurase entender sus intentos ^ ciado
que la voz era para hacer canonizar á fray Raimundo
de Peñafuerte. £1 pontfflce noouiso otorgar con esta
demanda : decía que no se deoia conceder cosa al-
guna'á quien rehusaba de pagar el tributo que debía
a la iglesia Romana ; antes revocó la concesión que
de los diezmos eclesiásticos hicieron sus antecesores
al rey don Jaime su padre. Lo que pudiera atemori-
zar al aragopés, le encendió mas para aprestar la
jornada , porque si se detenia , no sucediese alguna
cosaque fa estorbase : apercibió una grande ornada
en las costas de Aragón con voz de pasar en África,
en que dos hijos del rey dé Túnez despojado por Con-
rado Lanza, cerno arriba se tocó oe aquel reino,
competían entre sí sobre el señorío de Constantína y
Bugia , ciudades que quedaron en poder de su pa-
dre. Esta er^ la rama : el mayor y mas verdadero
cuidado de acudir á lo de Siciha. El pontífice envió
á saber por sus embajadores la caus2( de aque^ apara-
to; y como no cesasen de preguntar lo que les era
mandado^ el rey encendido en cólera les respondió :
«QuemOTia yo mi camisa si pensase era sabidora de
mis puridaoes/» La misma respuesta dió al rerv de
Francia , aue á entrambos tenían puestos en cuidado
las cosas del rey Carlos, tanto mas que sabían muy
bien la enemiga que los aragoneses tenían contra él.
£1 emperador ¿ríego; según que lo tenían pronye-
tido , acudió con ouena suma de dinero. La conjura-
ción de los sicilianos se vino á ejecutar en el mas
santo tiempo de todo el año (que parecía gran mal-
dad) es á saber el tercero día de la P iscua de Resur-
rección que fue á treinta y un días del mes de marzo,
cuando ix)r todas partes se hacían juegos y alegiias,
muestras mas de seguridad y contento que de temer
y matanza. AI mismo tiempo y hora que al sonde las
campanas después de comer llamaban los pueblos á
vísperas , se ejecutó la matanza de los franceses (que
bien descuidados estaban) en toda la isla en un mo-
mento : de oUe vino el proverbio de las Vísperas Sici-
lianas. Apoaeráronse otrosf los sicilianos de toda la
armada que en I09 puertos de Sicilia tenían apresta-
da contra el emperador griego; ya declarado por
enemigo por el papa Nicolao Cuarto. Desta manera
Sasó este hecho , seaun que lo divulgó la fama, y lo
ciaron escrito mocnos autores.
Otros afirman que este estrago tuvo principio en
Palemio , donde como la gente en aquel día señalado
fuese á visitar la iglesia de Sancti Spíritus que está
en Monreal una l^gua distante , un cierto francés lla-
mado Droqueto ouiso con soltura cafar á una mujer
para ver si llevaba armas. Aquel desaguisado tomó
por ocasión el pueblo para levantarse, fin. el campo,
en la ciudad y en el castillo se hizo gran matanza de
franceses sin tener respeto á mujeres , niños ni vie-
jos f con tan grande furía y deseo de satisfacer su
430
BIBLIOTECA DE GASPAB T BOIB.
gaña, que aun las mujeres que entendían estar pre-
ñadas de lc5 franceses , porque dellos no quedase
rastro alguno las pasaban a cuchillo. La misma ciu-
dad de Palermo fue saqueada como si fuera de ene-
migos : que el pueblo alborotado no tiene término ni
orden; y cualquier grande hazaña casi es forzoso
vaya mezclada con muchos agravios y sin razones.
Las demás ciudades y pueblos en muchas partes con
el ejemplo de los panormitanos acudieron asimismo
¿ las armas ; solo Mecina por algún tiempo estuvo so-
segada á causa de hallarse presente Herberto Aurelia-
nense , gobernador de toda la isla por los franceses :
miedo y respeto que.no fue bastante ni duró mucho
tiempo , antes en breve los mecineses á ejemplo de
las otras ciudades , tomadas las armas, echaron fuera
la guarnición de los soldados y al mismo gobernador.
Solo Guillen Porceleto provenz-ü de nación ; y que
tenia el oobierno de Calatafimia , en lo nms recio del
alboroto le dejaron ir Pibremente , porque la opinión
de su bondad y modestia le amparó para que no se le
hiciese algún agravio. Este fue el suceso y la manera
de la conjuración de Juan Prochita, mas famosa que
loable.
Los sicilianos, amansado aquel primer ímpetu,
puesto que entendían el peligro en que quedaban , y
que algunos ^e comenzaban a arrepentir de lo hecho,
todavía determinados de antes morir que tornar á
poder de los franceses , acordaron de acudir de nue-
vo al rey de Aragón para pedille los ayudase. A la sa-
zón que esto pasaba en Sicilia , estaba él en Tortosa
con su armada aprestada. Pensaba antes que llegase
la nueva de Sicifia, de pasar en África. Hízolo así.
Dendc robadas y destruidas todas aquellas marinas,
volvió repentinamente las velas , y mudado el cami-
no , llegó a Córcega. Alli tuvo aviso de todo lo suce-
dido en Sicilia , y que el rey Carlos á gran priesa era
partido de Toscana y con gente de guerra que junta-
ra de todas partes tenia puesto sitio sobre Mecina tan
apretado que de muchos años á aquella parte no se
dió á ciudad ninguna batería mas recia ni mas brava.
Todos hacían el postrer esfuerzo : los franceses ar-
dían en deseo de vengarse y con la sangre de los sici-
lianos pretendían hacer las exequias de sus ciudada-
nos y amigos muertos; los cercados por entender
esto se ilefendian valerosamente con tanto corage,
que hasta las mujeres , niños y viejos acudían á todas
partes, no esquivaban ni trabajo ni peligro.
A esta sazón llegó el rey de Aragón á Palermo : en
aquella ciudad se coronó , y fue de todos saludado por
rey , que era meter nuevas prendas : acrecentó su
armada con las naves que los sicilianos tomaron al
principio deste alboroto, y las tenían apercebídas
para ir contra los griegos. Los cercados con la espe-
ranza del socorro que les venía á buen tiempo, co-
braron mayor ánimo , tanto que el rey Carlos fue for-
zado de alzar el ce^co de Mecina , y con tristeza y
vergüenza , pasado el Faro , dar la vuelta á Italia. Fue
este para los aragoneses un principio de grandes
desabrimientos , y de gloria y honra no menor. En-
viáronse los reyes carta s llenas de saña y denuestos
con que mas se irritaron las voluntades , nasta llegar
á declararse la guerra por ambas las parte». El ar^-
{ jones esperaba nuevo ejército España , de el rey Car-
os de la Proenza y de Marsella : todo les era á los
. aragoneses llano en Sicilia, á los franceses dificulto-
so. Los reales destos puestos junto al estrecho de
Mecina á la vista de Sicilia : los soldados aragoneses
repartidos en muchas partes y enviados alas ciudades
para mas asegurallas y defendellas : el rey don Pedro
con recelo de perder lo adquirido por ser el enemigo
tan poderoso y los socorros que él esperaba muy le-
jos , acordó de valerse de ardid y maña.
Era el rey (^¡drlos muy valiente por su persona, de
grandes fuerzas v destreza , de que él mucho se pre-
ciaba, Envióh ef de Aragón á desaliar con un rey de
armas : que sí confíaba en sus fuerzas y valor , salie-
se á hacer campo con él : perdonasen á tantos ino-
centes como de fuerza morirían en aquella demanda:
que por quien quedase el campo . fuese señor de todo
lo demás; y cesaría la causa de la guerra que tenían
entre manos. Así lo cuentan los historiadores fran-
ceses. Los aragoneses al contrarío afirman que pri-
mero fue desaliado el rey don Pedro del francés, y oue
el mensajero fue Simón Leontino de la orden ae i«
Predicadores : lo que se sabe de cierto es que acepta-
0 el riepto , se concertaron que peleasen los dos re-
yes con cada cien caballeros. Altercóse sobre señalar
la parte en oue se haría el campo , al Gn se escogió
Bordea ux cabeza de la provincia de Guien a en Fran-
cía, que pareció á propósito por estar entonces en
poder de Eduardo rey de Ingalaterra : señalóse el dii
de la pelea , y juraron las condiciones de una parte
y otra.
El padre santo como supiese todas estas cosas, y
lo que en Sicilia pasaba , amonestó al rey de Aragón
dejase aquella empresa : que no perturbase la paz
pública con desenfrenada ambición. Finalmente por-
que no quiso obedecer , á los nueve dias del mes de
noviembre le declaró por descomulgado : en Montfr-
Gascón se pronunció la sentencia. Al rey de Ingala-
terra le envió á mandar con palabras muy graves que
no diese campo á los reyes ni lugar para pelear en sn
tierra. No aprovechó esta diligencia. ,La reina doña
Constanza por mandado de su marido se fué á Sicilia
por ser la señora natural, y porque con la ausencia
del rey no se mudasen los sicilianos. Llegó á Mecina
á veinte y dos días del mes de abril del año del Señor
de 1283. Acompañóla don Jaime su hijo, á quien el
padre pensaba dar el reino de Sicilia. Los reyes se
aprestiiban para su desaGo. El rey Carlos pasó en
t rancia , do tenia cierta la ayuda y favor de su gente
y las voluntades afícionadas! El rey don Pedro con sa
armiida pasó en España.
A primero de junio que era el día aplazado para la
batalla, el rey don Carlos con el escuadrón de sos
caballeros se presentó en Bnrdeaux. El rey don Pedro
no pareció. Los escritores franceses atribuyen este
heclio á cobardía ; y que quisieron engañar los áni-
mos sencillos de los franceses con aquella mu^^ji^tra
de honra que les ofrecieron, como quier que el rey
de Aragón en aquel medio tiempo pretendiese forta-
lecerse, juntar armas y gente. Nuestros historiadores
le escusan : dicen que fue avisado el rey don Pedro del
gobernador de Bordeaux se guardase de las asechan-
zas de los franceses : que le tenían armada una zala-
garda, y que el rey de Francia venia con grande
ejército; por ende luciese cuenta que los cien caba-
lleros aragoneses habían de combatir contra todo el
poder de rrancia. A la verdad los fran«:eses mas cer-
cano tpnian el socorro que los aragoneses. Con este
aviso dicen que el rey de Aragón entregó al goberna-
dor de Bordeaux el yelmo, el escudo, la lanza y la
espada de su mano á la suya en señal que era venido
al tiempo señalado; y por la po3ta se libró de aquel
peligro , y se pasó á Vizcaya , que cae cerca. Dejó por
lo menos materia á niuclios discursos , opiniones y
dichos: ocasión y aparejo para nuevas guerras y
largas.
CAPITULO vn.
De la moerte de ám Alonso rey de Castllk.
Llego que el rey de Aragón volvió i su tierra,
trató en un mismo tiempo de efectuar dos cosas : \i
una era echar á don Juan Nuñez de Lara de Alb^rra-
cin , á causa que por la fortaleza de amiella ciuilad
muchas veces corría libremente las rrontcras de
Aragón ; la otra, apaciguar los señores aragoneses y
catalanes que en tiempo tan trabajoso , en que tenían
entre manos tantas guerras con los forasteros, y tan
■MlTOitak DK n^hBk.
43 r
fiNn de sano anilRteB albototadoa. Quejábense ] dar la muerte á los jueces 7 comisarios de! papa, si
que etMí maltratados del rey, casi como si fueran los liobiese ú las manos ({). Todo esto y el escrúpulo
esclavos : que no se tenia cuenta con las leyes , an-
tes les quebrantaban todos sus fueros y libertad,
fiaaimciite aue loa desaforaba. No faltaban entre ellos
lencas sueltas para alborotar los pueblos socoloi' de
defender la Hbertad*do la patria. Para acudirá estas
reToeitas se juntaron corles primero en Tarazona,
después en Zaragoza , y últimamente en Barcelona :
ofreció el rey de enmendar lus dafíos y desórdenes
pasados, y.ospedír en este razón nuevas provisiones;
con que hi gente se apacícud. Fuéronics muy agra-
dables aqueHoa halagos y blandura , si bien sospecha-
ban que otro tenia en el pectio, y que no procedían
tanto de voluntad cuanto del aprieto en que el rey se
hallaba.
La guerra con los franceses, que era de tanta^
importancia , le tenia puesto en cuidado ; y el .re*«
celo que si se ocirpaua en las cosas de Italia y
Sicilia , no se alborotasen en Aragón sus vasaltpS|
le hizo ablandar. Demás desto la üeseomunion que
contra él fulminó el papa , como poco antes s^ dijo,
le tenia muy congojado ; y mas en particular una'
nueva sentencia que en veinte y una del raes de
marzo pronunció en Uvitavieja, en que como iif''
«ibediente á sus mandamientos le privaba de los Rei-
nos de su padre , y daba la conquista dellos i Car-
los de Yaioes hijo menor del rey dé Francia : rigor
que á muchos pareció demrrsiado , y que no era
bastante causa para esto liaborsc apoderado de' Si-
cilia y pues los mismos sicilianos puestos en jaquel
¡ipríeto le llamaron y convidaron con aquel reino
para que los ayudase ; demás que le pertenecía- el
derecho del rey Manfredo , ultra de la voluhUd y
consentimiento que tenia por su parte del poiBrice
Nicolao Tercero que se allegaba á lo demás, f
Si los negocios de Aragón andaban apretados, en.
Castilla no tcnian mejor término por las alteracio-
nes que prevalecían entre el rey don Alonso y su
lujo. La mayor parte seguia á don San^ho^tdon
Alonso por verse desajnparado de los suyos ácudia
á socorros estraños : segunda vez hizo v^ir al rey
de Marruecos en España , si bien porque la sonada
no fuese tan mala, dio á ^qtonder que era con-
tra el rey de Granada que favorecía a sus contra-
rios y tenia hecha liga con don Sancho. Esta em-
presa no fue do efecto memorable á causa qiie los
africanos hallaron á los contrarios mas apercibidos
de lo que pensaban ; y el rey de Granada con te-
ner puesta guarnición en sus* ciudades y plazas
huía de encontrarse con el enemigo y y no quería
poneilo todo al trance de una batalla : con tanto el
ele Marruecos dio la vuelta para África. El rey don
Alonso ya que esta traza no le salió como pensa-
ba, acudió á otra diferente : solid^ al iraueés
para qne le acudiese contra su hijo , demás desto
procoré ayudarse de h sombra de reltgioiry^cnsA
tiandad : fue asi que por sus embajadores acusó
á don Sancho delante el |>ontiGce Martino-'Guarto
de impío, desobediente 7 ingrato; y que en vida
de su padre le usurpaba toda la autoridad real $in
Suerer esperar hs pocos años que le podían que-
ar de vida por su mucha amoicion y deseo de
reinar.
Dio ofdtw el pontifíce á éstas quejas. Espidió su
bula en que descomulgó todos aquellos' que contra el
rey don Alonso siguiesen á su hijo don Sancho. Nom-
bró jueces sobre el caso , los- cuales en todas las ciu-
dades y villas que le seguían, pusieron entredicho
como se acostumbra. entre los cristianos : de suerte
que en un mismo tiempo, aunque no por una misma
causa, en Aragón y Castilla esliivn puesto entredicho
y tuvieron los templos cerrados ; cosa que dio gran
pesndimibre á los naturales , y todavía se pasó en esto
adelante «m embargo que don Sancho amenazaba de
y miedo de las censuras fue causa que muchos se
apartaron de don Sancho; entre los primeros sus
hermanos los infantes don Podro y don Juan confor-
me á la inclinación natural comenzaron á condolerse
de su padre. Entendió esto don Sanchos entretuvo
á don redro con promesa de dalle el reino de Murcia:
don Juan dado que dio muestras de estar mudado de
voluntad , de secreto se bartió , y por el reino de Por-
tugal se fué á Seülla do su paare estaba. Muchos
fiueblos arrepentidos de la poca lealtad que á su rey
uvieron , buscaban manera para alcanzar perdón, y
salir de la descomunión en que los enlajaron ; y lue-
Í;o ^e lo alcanzaron , se le rindieron con todas sus
laciendas. En este número fueron Agreda y Treviño;
y muchos caballeros principales como don Juan Nu-
ncz do Lara y don Juan Alonso de Haro, y el infante
dan Die^o se juntaron con el campo de Phillpo rey
de Fruncía que venia en ayuda del rey don Alonso, y
pon él entraron por tierras de Castilla , robaron y ta-
laron^ los campos hasL'i Toledo sin hallar resistencia.
. Tenia el rey Philipo un hijo llamado también Phi-
llpo , por sobrenombre el Hermoso, que este presen-
te ajo.( otros dicen el siguiente) casó con la reina de
NuVárra duna Juana , y por este casamiento en dote
hoiio aquel reino. Este príncipe conforme al desorde-
nado'apetito de los hombres comenzó á alegar el de-
recho do los reyes sus antecesores, y por él preten-
día ensanchar los términos de aquel nuevo reino,
para el cual intento no poco ayudaban las discordias
de los nuestros. Don Sancho, cuánto le era concedido
en tantas revueltas y avenidas de cosas, acudía á
todas partes con diligencia : sosegó la ciudad de Toro
que se le quería reoelar , saltó al encuentro á don
Juan Nuñez de Lara que con su gente y un escuadrón
de navarros destruía los campos de Calahorra , Osma
y Sigüenza y sus distritos : hízole retirar á Albarra-
cin mas que de paso. Después desto por embajadores
aue en esta razón se enviaron , se acordó que el pa-
dre y el hijo se viesen y hablasen con seguridad que
se dieron qe ambas partes.
Con esbi resolución el rey don Alonso fue á Cons-
tantina, don Sancho á Guadalcaná. Grande era la
esperiunza que todos tenían que por medio desta ha-
bla se podría todo apaciguar , ca muchas veces des-
pués (le las injurias so suelen con el buen término
soldar las quiebras y agravios. Ayudaba para esto que
don Sancho fuera de usurpar el reino , en lo demás
se mostraba muy (^rtés , y iiablaba con mucho respe-
to de su padre sin jamás usar de denuestos ó desacatos.
Lo que se enderezaba salqditblemente á bien , lo es-
torbaron v desbarataron personas muy familiares de
dofl Saifcho, que téhiañ mala voluntad á su padre.
Pusiéronle muchas sospechas delante para que no se
fiase ni^aseffurase. La verdad ^ra que de las discor-
dias tie los reyes y trabajo de la república muchos
pretendían sacar para si provecho ; que fue causa
que sin verse ni hablarse se partieron el rey don
Alonso para Sevilla, y don Sancho paca Salamanca,
si l^ien de cons^ntimiento d^ añinos doña BeatriZ' .
reina de Portugal viuda á la sa^on , y dona Maria mu^ : >
jerde don Sancho en Toro, pn que áhi sazón parió 1
una hija qiie se llamó doua Isabel, se juntaron con •
intento de componer estas diJCcrencias : pusieron todo •»
su esfuerzo en ello, mas>no pujieron efectuar coaa- .
alguna , antes cada día se enconaban mas los odios y
enemistades , y se aumentaba eJ afán y miseria del
reino
(t) Es earifso que porqne el papá Mtrtia dsscomul^ba
en IM reidOB ée Caitília y Leen , y. poaia eatredleho st no
obedeciaa^al ray doaAlaoso, el IvanledoafianelieMrtMkse
matar al qoe tiajaseéitasoariaa^ t^tUaio al papá filva,
6 para el primer coacilioqiis.aa tuviftat ó'fWt daHiitada .
Dios ,. del agravio qne le blda á su tierra.^
4»
En este ntado se hallalan I» cosas cuando al rey '
. <ton Alonso poco después ^esto sobrevino la iDuerte, |
que fue algún nlirio de Uú grandes males. Falleció .
en Sevilla dn enfennedad, recebidosloaMiitos sacra- i
■nenias de la peRÍtencía y Eucaristía como ss acos-
tumbra , quién dice é cinco, quién á veinte y un
diasdelmesde abril, ú lómenos Tue el año 1284. Por
■a testamento, que otnrgó el mes de noviembre
prúiimo pasado , nombró por heredero del reino , pri-
mera á don Alonse 7 Inego á don Femando sus nie-
í Pliilipo rey de Francia , ca traía origen de los anti-
5U0S reyes de CasUna como nieto que era de ia reina
oña Branca , j bisnieto del rey don Alonso el de iai
Navas. Dé sus hijoa y Iiermanos no hma meneioa
alguna por odio de don Sandio ; antes por aquel tes-
tamento pretendía mover contra él las fnerau da
Francia. Verdad es que u la hora de su ravette i
instancia de su liijo el inraote don Juan le mandó*
á Sevilla y á Badajoz , y al infante don Diego el rci*
no de Murcia , á ambos con nombra de reyes , pero
como á fendatarios y movientes de loa reyes de tts-
tilla.
Su corazón mandó se enteirase-en el moote Cal-
vario movido de li| santidad de aquel iunr, su cuer-
po en Sevilla ú en Murcia : no se cuoqiliá su volun-
tad enteramente : el corsEon t entniai están en
Murcia junto al altar mayor de la iglesia catedral , el
Serilcn i» ilvBM X, «I StbtL
ewrpoMtá ed (ando en ScTlUa cerca del túmulo de
m padre y madre. El sepulcro y lucillo no es muy
rico, u en necestfio pcñ^e su vida (si bien tuvo
bí(aa)ylascousqiM por él pasaron , merecían que
la memoria durase y su nombre fuese inmortal.
Grande J prudentísimo rer, >i hubiera aprendido &
saber pan st ¡ y dlchow , u en su postrimería no fuc-
n aqueiado de tantos trabajos , y no hobiera aman-
cillsdo las doleí escetentes de su Animo y cuerpo con
la Bvaricii y senridad estraordinarii de que usó. El
fue et primero de loi nyes da España que mandóque
1 . ._. 'itosT innrumenUM tiK
- , .niai f coDintot y 1
doa se ceUnien m nngm espanoli , con deseo qne
aqwlh laogii qoa flngrof«n,sepaIieseyenrique-
ciesc : con ct misifio intento bizo que los samdot
libros de la Biblia setradujesen en lengua caslelluu.
Asi desde aquel tiempo Se dejó de usar la lengua la-
tina en las provisiones y privilegioa reaJea y en k<
públicos instrumentos, como antes se soba uun
ocasión de una profunda ignorancia de letras que s>
apoderó de nuestra gente y nación , asi bien ecwtü>-
licoEcomo seglareE.
C.U>1TÜ1,0 VIII.
De ka prÉBcipiot det rey il«n SanAe.
Pon la mticrte del rey don Alonso, si bien el dere-
cho de su liíjodooSaiKliaeradiukúoiSKiMBlradi-
nntDitiA DF. ESPA.vA.
cirm sucedió en et reino ; esUdos dg in padre. Estaba
i la laion en Avila apenaa convalecido de una dolen-
riaqQe piKO antes tuvo ea Salamanca, tac peli|;rasa
((ua cali le dcsauücUroa los rai^JJcoa. Hacho le hizo
al cato la edad entera para que el cuerno con nie-
dicJDas saludables ss ulentase. Tomó eí nombre de
lej, de qne basta entonces se liabia abstenido por
reipeto y reverencia de so padre. El sobrenombre de
Fuerte , que le dieron , le ganú por la grandeza de su
ánimo y sus bniañes hasta entonces mas dichosas
qu« lionrosas, y es íei que por la mayor parte los
ututos magollicos mas se Rraiijean por favor de ta
forlQUa que por virtud ; lo lionra verdadera no con-
sisteenelresplandordo los nombres y apellidos, sinii
ta la equidad , inocencia y modestia. Era sin duda
osado , dieslm , astuto , y de industria singular en
fuilqnier casa i que se aplicase. Reind por espacio
de once sños y algunos dias. Su memoria quedi)
amancillada por la manera como trató á su padre;
cnanto á io demás se puede contar en el núm-tro de
li» bacnos príncipes. ¥^\ reino que coa malas maüaa
adquirió , le mantuvo y gobernó con buenas artes.
En Avila hizo las honras de su padre magnífica y
suntuosa mea te.
En Toledo tomó las insignias y ornamentos reales,
madadoellutoen púrpura y manto real. Los caballe-
ros principales del nando contraria vearan A porfía í
saludar al nuevo rey , muestra de querer recompensar
los disgustos pasadas con mayores servicios y lealtad;
cuanto mas nngido era lo que hacían algunos , tanto
mostraban mas alegría y contento en el rostro y ta-
lante . que suele muchas veces engañar. l>on Sancho
coa una profunda disimulación pasaba por todo si
bien tenia propósito de derramar la ira concebvla en
su inimo , y vengarse luego que hobiene asegurado
sa reino. Los pueblos, loj grandes , toda la gente de
guerra le juraron por rey ; y doria Isabel hija del nue-
vo rey, de edad do dos años , fue declaraau y jurada
por heredera del reino de consentimiento ae todos
(os estados, caso que su padre no tuviese biio varón
Esta prevención se enderezaba contra los Lerdas de
quien alqunns decían públicti mente, y muchos eran
desLe parecer, que se les hacia notable injuria y agrá
vio en deapojallos del reino de su abuelo : muchos, si-
bicn en lo público callaban, de secreto estaban por
ellos.
El mayor cuidado que tenia don Sancho , era de
granjear con nuevos regalos y buenas obras al rey de
Aragón , en cuyo poder los infantes quedaron; y ala
saxon Iratabadeirácercary apodemnede Atbarra-
cln , no pudiendn va llevaren paciencia los disgustos
que cada día lo dsba don Juan de Lara , confiado en
la rortale7ji del silio y en el socorro que tenia cierto
de los navarros. Era este RaJ>allero muy diestro, bien
hablado , de grande malla para sembrar enviaias y
rencores entre los reyes , poderoso en revolver la
^nte , y que acostumbraba vivir de rapiña y cabal-
gadas, conque teniu trabajadas las fronteras de Cas-
tilla y Aragón. Esta convidó al nuevo rey don Sancho,
ya que él nn podia ir en persona por estar ocupado
con l(>s cnidados del nuevo reino, á enviar un buen
escaadron en ayuda del rey de Aragón y contra el
común enemigo. Hecho eslo , él se dio priesa á ir á
Sevilla á ctiusí que su hermano don Juan procuraba
apoderarse de aquella ciudad conforme á lo qne su
padre dejó mandado en su testamento. Tenia el ln~
fanle sus valedores y aliados : los ciudadanos no ve-
nian en ello, y claramente decían que aquella cláu'
suta del testamento del rey doa Alonso en ninguna
manera se debia cumplir. Ayudábanse , y alegaban
ta macha edad del difunto , la fuerza de la eoferme-
dad , la importunidad del infante para muestra que
no tenia i la sazón su entero Juicio : que no era justo
e^urecer la magestad del reino con qnitalle una ciu-
dad tan principal como aquella. Ayudaba á los ciuda-
TOHO I.
danos qne ya se apresbban parí tomar las armas
Alvar Nuñei de Lara como cabeza de los demás. To-
dos estos debates cesaron con [a venida del nuevo fey
don Sancho , que hizo desistir á su hermano.
llegaron ú aquella ciudad enibnjadores del rey de
Marmeces para asentar cou é\ nueva amistad, mas
muy fuera de saion ( I ) y imprudentemente fueron
despedidos con palabras afrentosa.^ , de qu<í resultt
ocasión á los moros de pasar de nuevo en España y-
emprender una nueva guerra. Don Sandio para
liacelles resistencia, por esljr arrepenüdrí do lo
hecho , ó porque de suyo estaba resuelta en hacer
gnerra d los barbaros , aprestó una grande armada.
Eran enaqneltíempolosginovasesmny poderosos en
el mar , y dieslros y experimentadas en el arte del
navegar; llamópuesdesde Genova, y convidó con gran-
des ofertas á Benito Zacbarias para que vinieae £ ser-
virle. Hízolo así , y trujo consigo doce galeras Nom-»
bróle el rey por su almirante, el cual oficio le diú por
tiempo señalado ; y por juro de heredad le hizo mer-
ced del Puerto de Sjnta Uarla con cargo de traerá so
costa una galera armada y sustentada perpetua men ■
te. Juntáronse cortes en Sevilla. Tratóse de reformar
el gobierno del reino, que con una ceciente y ave-
nida de males y vicios á causa de las revueltas pasa-
das andaba muy estragado. Demás desto m esliig
corles se revocaron los decretos y ordenanzas que
Eor la necesidad y revuelta de los tiempo? mas sé ha-
lan violentamente atcaazado, que graciosamente
(1) Ffíjuntando U» aebtflibm M rey de Marrni-^oí i
don baDcho 91 qoerii la pti ó la guerra , les respoailid que
en la una mano tenia el pan y en la oira el palo.
434
blbíJOTkCÁ bB RASPAR t ROTO.
concedido así por el rey don Alonso como por cl mis-
vao don Sancho. Despedidas las cortes , se apresuró
para iráCaslilla por tener nueva que todavía algunos
Cretendian defender el bando contrario , y que trata-
an entre sí secretamente de restituir la corona á los
hermanos Cerdas : pretensiones que todas se desba-
rataron con la venida de don Sancho : parte de ellos
mudaron do parecer , parte pagaron con las cabezas,
con cuyo ejemplo y castigos los demás quedaron es-
carmentados para no continuar en porfías seme-
jantes.
Esto pasaba en España. En el mismo tiempo Rogc-
rio Lauria , ^t^ncral de la armada de los aragoneses en
el reino de Sicilia , después que venció junto á Malta
veinte, galeras francesas, muerto el general por nom-
bre Guillelmo Cornuto francés de nación en la batalla
que se dio á ocho de junio , como diese la vuelta ha-
cia Ñapóles , presentó la batalla á Carlos llamado el
Cojo , príncipe de Salerno , hijo del rey Carlos , que
halló b percibido para ir sobre Sicilia con una gruesa
armada á vengar las injurias y daños pasados. Mochos
le avisaron del peligro que corría , y en particular el
legado del papa que iba en su compañía; mas él con
el orio de su edad se resolvió de pelear con el enemi-
go : acuerdo perjudicial. Fue muy bravo el combate:
en fm el Francés quedó vencido y preso con otros
muchos. Sobre el número de ios bajeles que pelearon
de la una y de la otra parte , no concuerdan los au-
tores, sin que se pueda^del todo averiguar, la verdad.
La opinión mas ordinaria es que las galeras aragone-
sas eran cuarenta y dos , las de los enemigos setenta;
y lo mas cierto que se dio la batalla á veinte y tresde
junio.
Ejecutaron la victoria los aragoneses, ganaron
muchas plazas en Italia : todo se les allanaba como á
vencedores, á los vencidos todas las cosas les eran
contrarias. Pareció aquella desgracia tanto mayor
que el rey Carlos tres dias después de la pelea surgió
en el puerto de Gaeta con veinte caleras que traia de
Proenza. Allí supo que á su hijo llevado á Sicilia con-
denaron á muerte los sicilianos en la ciudad deMeci-
na, do le tenían preso, con intento de vengar la
muerte que los franceses dieron los años pasados á
Corradíno, preso después que le vencieron en otra
batalla. La prudencia de la reina le vahó, porque con
mostrarse muy airada , le mandó guardar para dar
Í)arte al rey como era necesario , y para que con el
argo cautiverio y tormentos , los cuales si faltan la
muerte á lo último es el remate de los males , el cas-
tigo fuese mayor. Verdad es que no fue parte para
que los del pueblo con el odio mortal que tenían á la
gente francesa, no quebrantasen las cárceles y pasa-
sen á cuchillo otros sesenta compañeros que con el
príncipe tenían presos.
A la misma sazón el re^ de Ara^n , como si le füi-
tara guerra con los estrenos, tenia puesto cerco á la
ciudad de Albarracin , y con todo su poder y diligen-
cia la combatían. Ofrecíanse grandes difícultadcR : las
murallas de la ciudad eran muy alcas , las torres de
piedra de buena estofa, las puertas de hierro con
quesos y fuertes cerrojos , el sitio muy áspero y
inaccesible. Demás desto los soldados que dentro It
defendían , acostumbrados á trabajos y hambre, no en-
flaquecidos con alguna discordia , ni afeminados con-
deleites, muchos. en número, y que tenían grande
uso en la guerra por andar cada día las armas en la
mano , gran valor y osadía , eran docientos bomhres
de á cal)allo, y buen número de infantes. Solamente
tenían falta de mantenimientos : no se proveyeron
antes á causa que jamás pensaron que aquella ciudad
pudiera ser cercada* Pasaron algunos diat , y con el
tiempo crecía la falta. Don Juan Nuñez de Lara , visto
el peligro en que se hallaba , dijo en una junta que
quería ir á Navarra , do tenia cierta la guarida y el
socorro. Amonestóles no desfalleciesen antes defen-
diesen la ciudad con el esfuerzo y valor que Jeitos se
esperaba. Era todo esto fingido, y él tenia determi-
nado de huirse y no volver : su semblante no confor-
maba con las palabras; sin embargo le dejaron par-
tir. Después de su ida se sustentó la ciudad algún
tiempo hasta tanto que , perdida la esperanza de ser
socorridos, la rindieron el mismo día de San Miguel.
Eran los soldados por la mayor parte franceses y na-
varros : dejáronlos ir libremente, y de los lugares co-
marcanos trajeron gente para poblar aquella ciudad
asi de sus antiguos moradores como de otros que de
nuevo poblaron y labraron la tierra < Tenia el rey un
hijo en doña Inés Zapata , que se llamaba don Hernan-
do ,'al cual antes desto diera en el reino de Valencia á
Algecira y á Uria : á este hizo merced de la ciudad
de Albarracin luego que vino á su poder.
Con tanto se dio fin á esta empresa y á aquel estado
V principado, que por muchos años estuvo en poder
ae los Azagras , caballeros de k» mas nobles y seña-
lados de aquella era , cuya genealogía y decendencia
pareció poner en este lugar. Pedro Rodríguez de
Azagra el fundador que fue deste estado , sien<1o ya
viejo , dejó por su heredero á Hernán -RodrigueK de
Azagra , su hermano por ventura ])or no tener él su-
cesión. Este Hernando de Azagra otorgó su testamen-
to (que se ha conservado liasta el día de hoj) á veinte
y dos de junio era de mil y docientos y treinta y uno:
por el testamento se entiende que tuvo dos hijos,
uno legítimo en su mujer doña Teresa (bañez herede-
ro de aquel estado , otro bastardo que fue comenda-
dor de Santiago : el uno y el otro se llamó Pero Fer-
nandez. He visto asimismo el testamento deste Pero
Fernandez señor de Albarracin , su feclm á dos de
abril año del Señor de mil y docientos y cuarenta y
uno , asaz breve : decliado y muestra muy verdadera
de las costumbres , llaneza y simplicidad de aqvel si-
glo. Tuvo estos hijos legítimos : Pero Fernandez,
García Fernandez , doña Teresa y don Alvaro ( t ) Este
le sucedió en aquel estado , y tuvo una lola liiia lla-
mada doña Teresa , que casó con^don Joan Nunez de
Lara hijo de don Ñuño de Lara , y en dote llevó aquel
estado , que le quitó el rey de Aragón. De don Juan
Nuñez de Lara y doña Teresa de Azagra nacieron don
Alvaro y don. Juan : de ambos se tornará á hacer
mención adelante en su lugar.
CAPITULO II.
De las muertes de tres reyes.
CoNCLtiiiA aquella empresa de Albarracin , restaba
otro mayor cuidado al rey de Aragón , es á saber la
tempestad que le amenazaba de Francia , la mas bra-
va, grave y memorable de cuantas en aquellos tiem-
pos sucedieron , así por ser grandes las fuerxas de
aquella nación , como la autoridad con que se bacia,
que era á instancia del sumo pontífice, que encendía
los corazones de los contraríos y los alentaba. El rey
de Aragón no tenia fuerzas bastantes pan contrastar
á Francia , mayormente que se le allegaba lo de Na-
varra y de Ñapóles. Acudió á buscar socorros de fue-
ra , en particular envió embajadores á Alemania para
dar un tiento al emperador Rodulfo si por ventura
movido á compasión del bando gibelíno, que era mal-
tratado y oprimido por los franceses en Italia, quisie-
se favorecelle y para este efecto bajar á Italia. En el
emperador de su naturak^za considerado y recatado,
y que se agradaba mas de los consejos seguros que
de las empresas peligrosas , demás que á la sazón le
tenia embarazado la guerra que haeia á los esguiía-
ros. Así esU diliaeDcia no fue de efecto alguno , ni
los embajadores fuera de buenas palabras tnjeroii
cosa alguna en que se pudiese estriear.
(I) Don AUaro fue el primogénito» y don Jaan IWei ét
Lara fue nieto.
MISTUllU DE
El rey don Sancho á ruego del rey de Aragón que
se deseaba ver con él , partió para Soria : en aquella
comarca tuvieron su hiwla en Ciria y Borobia » que
son pueblos cerca el uno del otro. Allí con nueva
conlederacíon que asentaron conGrmaron, la amistad
que de antes tenían y y prometieron do ne faltarse el
el uno al otro en los peligros y ocurrencias. El rey de
Marruecos como enemigo que era ordinario y muy
pesado de España , pretendía hacer la guerra de nue-
vo por la parte del Andalucía. Los franceses corrían
las fronteras de Aragón con tanto mavor peligro de
aquel reino que don Jaime rey de Mallorca , (¡ue de
razón debiera acudir & los aragoneses , se había jun-
tado con Francia. En todas partes se via mucho pe-
ligro y nuevas muestras de trabajos. Cercaron los
moros á Jerez de la Frontera en número de diez y
ochomil hombres de á caballo, que corrían la campa-
ña hasta Sevilla con robos que hacían en gran canti-
dad de hombres y ganados. Acudió con presteza al
rey don Sancho i Toledo, do le esperaba Carlos con-
de de Artoes embajador que era venido de parte del
rey de Francia. La suma de la embajada oontenia dos
cosas : que por su medio los hermanos Cerdas fuesen
puestos en libertad, y que no tuviese comunicación
con el rey de Aragón que estaba descomulgado por el
papa. Respondió a esto el rey don Sancho que clentro
de muy pocos días enviaría sus embajadores con po-
deres muy bastantes al rey de Francia para asentar
aquellas haciendas. Esta respuesta dio en público:
de secreto rogó ahincadamente al embajador que le
hiciese muy amigo de su rey. Hay quien asimismo
escriba que este tiempo fue cuando el rey don Sancho
le tentó para que le descubriese los secretos del reino
de Francia , y que Broqui9 . por entenderse oue era
espía , fue justiciado como ae suso queda dicho.
El rey de Aragón, juntadas sus huestes contra las
de Francia , se puso sobre Tudela que está en la
frontera de Navarra » y la combatía con todas sus
fuerzas : todo con intento de divertir los franceses
que entendía pretendían acometer por la parte de
Huísellon, y para dalles en qué entender en su mis-
ma casa con aquella nueva guerra. Defendióse aquel
Jueblo , sobre todo por el valor y diligencia de don
uan Ñoñez de Lara, persona mas venturosa. en las
cosas ajenas que en sus haciendas v estado. Sola-
mente destruyeron la campaña , y nastecieron las
fronteras de Aragón con soldados y municiones para
que pudiesen resistir á la furia del enemigo. Hecho
esto , ya que sobrevenía el invierno, le rey de Aragón
dio vuelta para Zaragoza, en que estuvo al fío deste
año y principio del simiente de i 285 del nacimiento
de Cristo , cuando á siete días del mes de enero Car-
los rey de Ñapóles pasó desta vida en Fogia, pueblo
de la Fulla, cansado de las desgracias, y aauejado con
el dolor de la prisión y cautiverio de su níjo. Fuera
este principe esclarecido asi en la guerra como en la
Eaz , si los fines correspondieran coa los principios,
a ku^a edad le entregó á la fortuna mudable como
á otros muchos. Demás aue el vigor y gallardía <}ue
los franceses trajeron á Italia se trocara y perdiera
del todo con el mucho regalo y vicio de aquella tier-
ra, y con los deleites demasiados; de tal forma que
E<i»A.U. ^ 43o
se contaban ciento y veinte bajetes, parte galeras
reales, parte naves gruesas y otros vasos pequeños.
Determinó ir én persona á esta jornada, y en su com-
Bauía Phílipo y Carlos sus hijos , y don Jaime rey di)
[allorca, que seguía al Francés por grandes desgus-
tos que tenia contra el Araconés su In^mano; Hallóse
otrosí con los demás el cardenal Gervasio, que envió
por su legado al papa Martino (Juartt» ; por cuya
muerte, aue sucedió en Porosa á veinte y nueve días
del mes de marío , fue puesto en su lugar Honorio IV
ciudadano romano de casa Sábela ^ no menos aficio-
nado á los franceses aue lo fue el pasado.
Hízose la masa del ejército de Narbona : dende
marcharon la vuelta de Perpiñan. Este lugar se en-
entregó al rey don Jaime « y rocibíeron á los franceses
dentro de las murallas. Lo mismo por su ejemplo hi-
cieron los demás lugares de Ruisellon y de aquella
comarca , fuera de uno que se llama Genova ; ca con
esperanza que sdria presto socorrido, y por el abor-
recimiento que tenia al rey don Jaime , y por no vol-
ver á su poder , determinó de hacer resistencia. En-
Í[añóle su esperanza , porque el lugiar fue tomado por
úerza , y todos los moradores pasados á cuchillo,
hasta encrudecerse contra las mismas casas y edíGcios
2ue abatieron y quemaron. El bastardo de Ruisellon,
ombre de noble linaje y atrevido , que dentro se
halló , entrado el pueblo, se subió á la torre de la igle-
sia : valiéronle para escapar de la muerte mas los
ruegos del rey don Jaime que la fortaleza y santidad
del Tugaren que estaba. Sin embargo se mostró agra-
decido á los franceses, porque como quier que el rey
de Aragón estuviese apoderado de )a entrada y estre-
churas de los montes Pirineos de tal suerte que los
enemigos no tenian esperanza de poder pasar poraih',
los guió por unos senderos que él sabía, por donde
con cierto rodeo subieron á las cumbres del monte
sin peligro ninguno , y se pusieron sobre el mismo
campo de los aragoneses. Con esto y con el espanto
que ellos desto cobraron , los reyes con seguridad
pasaron adelante hasta llegar á la comjrcade Ampu-
rias. Allí con facilidad se apoderaron de algunas pla-
zas, en particular de Peraiada y Figueras , sin repa-
rar basta ponerse sobre Girona , que es una ciudad
muv noble y grande en los pueblos que antiguamenfe
se llamaron ausetanos. Está puesta en un sitio cuesta
abajo : al píe del sitio el rio llamado antes Thíci, y
ahora Tera , tiene comidas aquellas riberas junto á la
ciudad de suerte que le hace gran reparo. Los muros
son de buena estofa : las torres de piedra v fuertesi
en lo mas alto de la ciudad está la iglesia Mayor que
es silla episcopal , y junto á ella las casa obispales de
muy huen edíucio y grande. Mas afríba de la iglesia
Mayor hay una torre á manera de alcázar , que llaman
Gironela.
El vizconde de Cardona don Haraon que tenia pof
capitán aquella ciudad , la fortaleció con nuevos re-
paros : ecnó por tierra todas las casas del arrabal,
solo perdonó á la iglesia de San Félix por su mucha
devoción y antigüedad. El valor y diligencia de que
usó, fue grande, con que muchas veces desbarató y
pegó fuego á los ingenios, máquinas y pertrechos de
los franceses. El rey de Aragón otrosí con buen golpe
para con los estrafios eran flacos, solo para con los ' de gente que consigo tenia, andaba pof allí cerca.
vasallos y naturales mostraban ferocidad. Los cot>er- i No eran sus fuerzas bastantes para a(!ometer al enc-
nadores de las ciudades y pueblos hacían odioso á
su príncipe con cuidar solamente de su ganancia,
cohechar la gente y mirar poco por el bien común.
Esta muerte del rey de Ñapóles hinchó de buenas
esperanzas y alexia al rey ue Aragón , al contrario
al rey de Francia fue muy pesada. Para aliviar la
tristeza con causaila á sus enemigos hizo levas de
gente por todas parles. Juotó un gran ejército , en
3ue se contaron veinte mil de á caballe y ochenta mil
e á pié : tenia aprestada una armada en las fosas
Marianas, que hoy sollaman Aguas muertas, en que
TOMO i.
migo y dalle la batalla; pero buscaba alguna ocasión
para armalle alguna celada y meter socorro en la ciu-
dad. Había ya tres meses que la tenian cercada,
cuando don Sancho rey de Castilla envió por sus em-
bajadores á don Martin obispo dé Calahorra y á Gó-
mez García de Toledo abad de Valladolid para acordar,
si pudiese, estas diferencias. No hicieron efecto al-
guno, antes fueron forzados á dar la vuelta cargados
de muchos baldones y palabras injuriosas que les
dijeron casi sin dalles lugar para hablar al ro%
de Francia. La ocasión deuió ser la grande cou*
i9'
430
DiniJOTECA DE GASPAR Y ROIG.
fianza que tenían de salir con la victoria , ó por sos-
f»ecliar que so color de ennbaiadores yeniun á espiar
as fuerzas y intentos de los franceses.
Era fama que al rey don Sancho no le faltaba vo-
luntad de juntar sus fuerzas con las de Araron , -y
que se entretenía á causa de la guerra que traía muy
encendida en el Andalucía con los moros de algunos
meses otras , ca tenían puesto sitio sobre Jerez de la
Frontera , de la cual ciudad con todo su esfuerzo pre-
tendían apoderarse porque les venia muy á proposito
para sus intentos. Esquivaba el rey don Sancho la
batalla por no poner á riesgo de lo que nodia suceder,
todo lo demás : por esto á veces estaoa en Sevillo,
otras iba á Nebrija , siempre apercebido para todas
las ocaciones, y para estorbar fas correrías y cabal-
gadas de los moros. Con esto ardid y por esta forma
a cabo de seis meses que los moros tenían cercada á
Jerez , alzaron el cerco forzados de la falta de todas
las cosas necesarias , j por miedo del rey don Sancho,
si mudado de propósito les quisiese dar la batalla.
Preguntó uno á la vuelta al rey bárbaro después que
paso el rio Guadalele con tanta priesa que mas pare-
cía huida que retirada , cual fuese la causa de aquella
resolución y y del miedo que mostraba. Respondió:
Yo fui el primero que entronicé y honré la familia y
linaje de Barrameda con titulo y mageslad real : mi
enemigo trae decendencía de mas de cuarenta reyes,
cuya memoria tiene gran fuerza . y en el combate á
mí pusiera temor y espanto, á él diera atreTímienloy
esfuerzo , si llegáramos á las manos.
Parecía que ei cielo ofrecía muy buena ocasión de
hacer efecto y destruir al enemigo , si le siguiera eo
aquella retirada ; pero al rey mas agradaban los pru-
dentes consejos con razón que los arriscados , aun-
que honrosos, y no todas veces de provecho. Asi
contento de fortificar y bastecer aquella ciudad se
tornóá Sevilla , sin embargo que los soldados se que-
jaban porque dejanban ir el enemigo de entre manos,
y' con ansia pedían los dejasen seguille, hasta amena-
zar que si perdían esta ocasión , no lomarían mas las
armas para pelear ; mas el rey inclinado á la paz nn
hacia caso de squellas palabras. Enviáronse euibaja*
dores de una parte y otra sobre estas cosas, y vinié-
ronse á hablar los reyes álos esteros de Guadalquivir,
otros dicen que fue en un lugar llamado Rocaferrada:
allí hicieron sus avenencias. Acordaron que el rey
moro pagare para los gastos de la guerra dos cuentos
de maravedís (este era un género de moneda usada
en España que no tenia siempre un valor) y con estr
concierto se dejaron las armas ( 1 ) . Mucha gente
iiSVáS
McuTCdU de Plata .
principal se desabrió por esta causa , en particular el
mfante don Juan hermano del rey , y don Lope Diaz
Haro en tanto grado que por el desgusto desde Sevi-
lla se fue cada uno á los lugares de su señorío , sin
mirar que á los grandes capitanes mas veces fue
provechosa la tardanza y detenimiento quo la teme-
ridad y osadía : á ellos pertenece mirar lo que con-
viene , á los demás les es dado obedecer y la gana de
pelear, que así se reparten ios oficios de la guerra.
De allí á poco murió el rev bárbaro de Marruecos:
dejó por sucesor á su hijo Juzeph.
Volvamos á Girona y á su cerco. El rey de Aragón
con deseo de atajar el basllmento que del puerto de
Rosas , donde se tenia la armada de los enemigos,
traían para sus reales, trataba de armalles alguna
celada en los lugares que para ello le parecían mas á
propósito. Entendido esto por las espías , el condes-
table de Francia llamado Rodolfo, y Juan Ancurtó
Haricurt mariscal, que es como maestre de campo,
varones mujf fuertes y arriscados , comunicado el
caso entre si y con el conde de la Marcha , se fueron
ni lugar de la celada con trecientos caballos escogí-
dos, y no mas. Pretendían que los aragoneses por
ser tan poca su gente, no rehusasen la batalla. Pelea-
ron á quince de agosto. Fue este encuentro y esta
batalla muy reñida. Los aragoneses eran mas en nú-
mero : los franceses no les daban ventaja ni en el
esfuerzo ni en la arte de pelear. El rey de Aragón hizo
aquí todo lo que en un prudente capitán y valeroso
soldado se podía desear. Hiriéronle malamente en la
cara ; y como procurase salir de la batalla, un caba-
llero francés le asió las riendas del caballo y le pren-
diera fácilmente , sí el rey en aquel peligro no las
cortara con la espada que tenia en la mano desnuda
y asi se escapó á uña de caballo : así lo escribe Villa-
neo que hizoerrarálos demás, porque los historiado-
res aragoneses todos afirman que el rey salió sano y
saWo de la pelea ^ y murieron tantos de una parte
como de otra ; aunque el campo quedó por los fran-
ceses. Si el caso pasó desta manera , ó se mudó por
la afícion de los escritores no se sabe; lo que consta
es que por la gran calor y las inmundicias , y el tiem-
po que era el mas peligroso de todo el año, sobrevino
peste en el campo de los franceses; y sinerobar^los
cercados con las nuevas deste encuentro , perdida la
esperanza de defenderse , se dieron á loe fraoceses á
partido que entregada la ciudad, pudiesen los cerca-
dos irse donde quisiesen, y sacar consigo toda la ropa
y hacienda que pudiesen llevar. Muchos ejemplos do
crueldad se usaron en los rendidos , y hasta las igle-
sias de los santos fueron violadas: El sepulcro de San
Narciso que es patrón y abogado de aquella ciutlad, y
tenido y reberencíado con gran devoción y estima,
fue desbaratado de los soldados , q\v^ robaron todas
las riquezas, votos y donativos de los fieles que allí
hallaron en ^ran cantidad : tal es la condición de la
guerra: Castigó el santo bienaventurado en venganza
e su morada aquel desacato conaumentalles la pte-
tilencia ; así se tuvo por cierto entre lodos. Quitó
otrosí el entendimiento á los capitanes porque loma-
da guo fue la ciudad , como uuíer que determinasen
de irse por tierra desde allí á Francia , venido el oto-
ño (mal pecado) despidieron muchas naves de parti-
culares que tenían en el puerto de Rosas por alionv
de costa y desembarazarse : muy mal acuerdo i como
lo mostró el suceso.
Fue asi que Rugier Lauria, tomado que hobo á ciu-
dad de Taranto en lo postrero de Italia , á gran priesa
costeó todas aquellas marinas para venir ádar socorro
al rey de Aragón. Llegado a España , y vista tan
buena ocasión , presentó la batalla al armada de Jos
franceses , que se hallaba fuera del puerto maltrata-
da y en pequeño número , y valerosamente la venció.
(1) El maravedí fue en su origen moneda de tos ánbe»
introducida por los Almorávides. Los hubo de oroyde plata;
pero después , como dieo Mariana tuvieron varias alteracio-
nes, y generalmente fue imaginaria.
Prendió á Juan Escolo general de la armada francesa
y tomó quince galeras : otras doce se retiraron y se
metieron «n el puerto de Rosas de aue salieron ; las
cuales quemaron los soldados que man en ellas , y
juntamente el lugar ( tal era eJ miedo que cobraron, y
desta manera se fueron al campo del rey de Francia
con la nueva del año recebido. El Francés por ver
gue todan las cosas le sallan mas diflcultosas de lo que
el pensaba, y afligido por la poca salud que tenia,
reparó y fortaleció la ciudad de Girona , y puso en
elta buena guarnición de soldados : con tanto dio la
▼uelln hacia Ruísellon con lo que del ejército le que«*
daba. Al pasar los montes Pirineos tuvieron él y los
suyos grande alan , y corrieron gran riesgo á causa
que los aragoneses tenían tomados todos los pasos, y
lucían lo posible por prender al rey de Francia, que
por su enfermedad llevaban en hombros en una litera
sus soldados. Grande fue el daño que recibieron: gran
cantidad de bagaje y carruaje les tomaron en este ca-
mioe. Lo que fue mas pesado, que del movimiento
del camino al rey se agravó la enfermedad de suerte
que en Perpiñan áseis de octubre pasó desta vida. Su
cuerpo como lo dejó mandado lo llevaron su mujer y
hijos á la iglesia de San Dionisio que está junto a
París. Sucedióle en el reino Philipo su hijo que ya
era rey de Navarra: llamóse por sobrenombre el Uer*
moso por su estreroada gracia y donaire.
La partida délos franceses fue causa que en breve
tomaron á poder de los aragoneses todas las tierras
que les tomaran. Demás dosto el infante don Alonso,
enviado por su padre, se apoderó de la isla de Mallor-
ca en pago del avor que aquel principe dio al rey de
Francia , y de la amistad que con él trabó contra su
mismo hermano. Pretendía el Aragonés seguir la for-
tuna que se le mostraba risueña : procuraoa ir ade-
lante y mejorar su partido , trazaba nuevas empresas
cuando la muerte asimismo le atajó los pasos que le
sobrevino en Villafranca i ocho de noviembre en lo
mejor de sus dias , y en el mayor vigor de su edad,
que no tenia mas de cuarenta y seis años. Ganó so-
brenombre de Grande por dejar acrecentado su reino
con el de Sicilia, y por las cosas señaladas que hizo.
Asentábale bien ef estado real por ser de buena pre-
sencia, de cuerpo grande , de animo generoso , muy
diestro en las armas , particularmente en jugar de la
maza. En ganar las voluntades de los hombres con
buenas palabras , cortesía y liberalidad fue muy se-
ñalado; solo dejó nota de si por la descomunión en
^e estuvo enlazado hasta el fln de su vida, cuya
imaginación se dice que le aquejó mucho, y se le po-
nía delante á la hora de su muerte : por lo menos es
bien y provecho para todos que así se entienda.
Puesto que de aquel escrúpulo y congoja en el articulo
de la muerte le absolvió el arzobispo de Tarragona,
tomándole primero juramento seria obediente á la
santa iglesia Romana, á la cual antes se mostró ino-
bediente.
Su cuerpo sepultaron en el monasterio de Santa
Cruz que está alfi cerca. Sus hijos fueron don Alonso
el mayor, que en su testamento nombró por herede-
ro de sus reinos sin hacer mendon alguna del reino
de Sicilia : demás doste, don Jaime, don Fadrique,
don Pedro , doña Isabel , doña Gostanza : todos habi-
dos en la reina doña Gostanza su mujer. Hallóse á su
muerte Amaldo de Villanova que vino de B:irceíona
para asistille y curalle , méSco muy nombrado y
docto en aquellos tiempos, bien aue de mavor fama
que aprobación por dejar amancillado su noble infe-
rno y sus grandes letras con supersticiones y opinio-
nes reprobadas que tuvo : tanto que poco adelante
fue condenado por los inquisidores, y sus libros, que
compuso y sacó á luz en gran número, juntamente
reprobados. Hay quien diga, por lo menos el Tostado
lo testifica, que intentó con simiente de hombre y
otros simples que mezcló en cierto vaso , de formar
TOMO I.
nlSTOftlA DE ESPAÑA. 437
un cuerpo humano , y c(ue aunque no salió con ello
lo llevó muy adelante. Si fue verdad ó mentira, poca
necesidad hay aquí de averíguallo.
CAPITULO X.
De cierta habla que bobo entre los reyes di* Francia y
Castilla.
La desgracia deste año, por la muerte de tantos
príncipes aciago . alivió en alguna manera el parto de
la reina de Castilla. En ausencia del rey que era ido
á Badajoz á dar orden en cosas del reino y apacii^ar
los alborotos que allí andaban , parió á los seis de di«
ciembre un hijo en Sevilla por nombre don Hernando,
que poco después muy niño sucedió á su padro en el
reino. El cuidado de crialle y amaestralle se encargó
á Hernán Ponce de León cabalkfro principal , y para
ello señalaron la ciudad de Zamora por el saludable
cielo de que goza, y la fertilidad y regalo de sus cam-
pos y comarca. Demás desto el año proiiino siguien-
tede i 28d le juraron en cortes por heredero del reino,
todo á propósito de asegurar la sucesión , que era el
mayor cuidado que aquejaba á su padre , asi por los
hermanos Cerdas, como por ser cosa manifiesta <}ne
á causa del parentesco entre él y la reina el casamien-
to no era válido. Deseaba alcanzar dispensación de
los sumos pontífices sobre el dicho parentesco ; pero
nunca pudo salir con ello por la contradicción que
los reyes de Francia le hician. La causa es de creer
era el dolor de que hobiese usurpado el reino, y des-
pojado á los Cerdas deudos tan cercanos de aquella
corona. Por tanto procuraba el rey don Sancho por
todas las vías y maneras posibles ganalle la voluntad,
con el cual intento secunda vez envió sus embajado*
íes, que fueron los mismos que el año pasado , es á
sabíer don Martin obispo de Calahorra y don García
abad de Valladolid á Francia^ donde á seis dias de
enero el nuevo rey Philipo se coronó y ungió por rey
de Francia y de Navarra en la ciudad de Rems con
las ceremonias y solemnidades acostumbradas.
En tiempo deste rey y por su mandado se edificó
en París en la isla de Secana ó Seine el palacio real
que allí se ve á manera de un grande alcázar, en que
poco adelante se asentó la auiliencia ó parlamento;
y la administración de la justicia que antes seguía la
corte sin tener asiento estable , se puso en lugar de-
terminado y tribunales conocidos. Labróse otrosí en
la misma ciudad á espensas de la reina el colegio que
llaman de Navarra, oe los mas insignes que hay en el
mundo » así por la grandeza del edilicio, como por el
gran número aue tiene de maestros y concurso de
estudiantes. Dicese por cierto que en los buenos
tiempos de Francia moraban dentro del setecientos
estoaiantes ocupados en sus estuJios : mudadas las
cosas y alteradas , á la sazón que profesamos la teo-
logía en aquella universidad , apenas en el dicho co-
legio se contaban quinientos entre oyentes y maes-
tros. Deste número algunos sustentaba el colegio á
su costa , los demás viven á la suya y de sus padres.
Tuvieron estos reyes muchos hijos , es á saber Luis,
Philipo , Carlos, Isabel y otra bija que murió en tier*
na edad. Esto en Francia.
En Sicilia el iníante don Jaime lue^ que supo la
muerte de su padre, tomó las insignias de rey en
Mecina, á dos de febrero y se llamo rey de Sicilia,
príncipe de la Pulla y de dapua como aquel que po-
seía parte del reino Ñapóles , y tenia esperanza do
apoderarse de las demás ciudades y fueraas del reino,
dado que todas las tierras y partes de aquel reino
estaban pertrechadas y fortificadas contra los inten-
tos de los sicilianos; y esto por el mucho valor y di-
ligencia de Rob^o conde de Artoes , á quien el rey
de Francia , muerto el rey Carlos, encargó el gobier-
no de Ñapóles. Don Alonso el Tercero rey de
438 BIBLIOTECA DE
Aragón por estar algunos meses ocupado en aprestar
una armada para ir sobre Mallorca y Menorca , cosa
que su padre 4 la hora de su muerte dejó muy enco-
mendaoa, dilató su coronación. Finalmcnle á los
catorce dias del mes de abril el mismo dia de pascua
Florida de Resurrección lomó la corona en Zaragoza
Ílas demás insignias reales. Hizo la ceremonia don
aime obispo de Huesca por estar á la sazón vaca la
silla arzobispal de Tarragona, cuya era aquella
preeminencia por antigua costumbre. Juró el rey de
guardar los privilegios ^ fueros y libertades de aquel
reino. Tratóse con muchas veras y gran pcrfia de re-
formar los gastos de la casa real ; particularmente en
las cortes que de allí á pocos días se tuvieron en Hues-
ca , concedió á los señores y caballeros de Aragón á
su instancia que los valencianos , poco antes deste
tiempo encorporados en aquella corona se goberna-
sen conforme á las lejes de Aragón.
Fallecieron este mismo año grandes personas ecle-
siásticas . entre otros don Miguel Vincastrio obispo
de Pamplona: sucedióle en la silla don Miguel Lega-
ría. La Iglesia de Toledo gobernaba todavía el arzo-
bispo don GoDzalo, varón de grande autoridad, y que
pooia mucho con los revés : acompañó al rey don
Sancho que iba á los confines de Francia , ca quedó
concertado por medio de la embajada de que se hizo
mención , que los dos reyes de Castilla y Francia, se
juntasen en Bayona para se liablar , y tratar allí en
presencia de todas sus haciendas , y concordar sus
diferencias. Nunca los reyes se vieron , no se sabe
que fuese la causa desto: puédese sospechar que na-
cieron como es ordinario algunas sospechas de una
parte y otra . ó por otros respetos y puntos. Así se
detuvieron el rey don Sancho en San Sebastian , y el
rey de Francia en Montemarsano. Hóbose de tratar
del concierto por terceros : por parte del rey don
Sancho , don Gonzalo arzobispo de Toledo fué á Bayo-
na , y por parte del rey de Francia el duque de Bor-
goíia. Trataron de hacer las amistades con grande
ahinco de entrambas partes. Los franceses no venían
en ningún acuerdo de concordia , si el rey don San-
cho no repudiaba la reina pues de derecho por razón
del parentesco no podía estar casado con ella , y se
casaba con una de dos hermanas del rey de Francia,
es á saber Margarita, que después casó con Eduardo
rey de Ingalaterra, 6 con Blanca que vino á casar
con el duque de Austria.
Don Sancho sintió esto gravemente. Parecíale cosa
pesada dejar una mujer tan esclarecida , y en quien
tenia un nijo y una hija : así llamados los terceros,
sin concluir cosa al^^na tomó el camino para Vitoria
do se quedara la reina. Lo oue resultó rué enojarse
malamente con el abad de Vallddoiid por saber que
muy fuera de tiempo y sazón movió plática deste
nuevo casamiento ; que dió ocasión á los franceses
para hacer en ello instancia. Revolvía en su pensa^
miente cómo podría satisfacerse de aquel enojo. Co-
municólo con la reina, que destas nuevas estaba con
grandísimo pesar. Parecióles muy á propósito pedille
cuenta de las rentas reales que estuvieron á su car-
go, y achacalle algún crimen de no las haber admi-
nistrado bien : encomendaron á don Gonzalo arzobis-
po de Toledo que tomase estas cuentas. El rey don
Sancho ó por cumplú* algún voto que hobiese hecho,
ó por su devoción se fue á Santiago de Galicia: en el
camino en el monasterio de Sahaguo halló que los
huesos del rey don Alonso el VI y de doña Isabel y
doña Marta sus mujeres estaban enterrados pobre-
mente, procuró se pasasen á mejor lugar con sus tú-
mulos Y en ellos sus letreros.
Vuelto á Valladolid , honró á don Lope Díaz de
Haro señor de Vizcaya , á quien él tenia grande obli-
gación , y por quien principalmente tenia el reino:
Hizole mayordomo de la casa real y su alférez mayor.
Dióle asimismo en tenencia muchos castillos y muy
GASPAR T nOlG.
fuertes en todo el reino , y ultra desto á primero de
enero le engrandeció con titulo y honra de con-
de ( i ) : para que esta merced fuese mas señalada, le
dió privilegio y cédula real en que declaraba ser su
voluntad oue todas estas honras, privilegios y pre-
rogativas las heredase don Diego Lope de Haro su
hijo , muerto que fuese el padre. Al hermano de don
Lope de Haro. que se llamaba don Diego de Haro , le
hizo capitán de la frontera contra los moros. De aquí
vino á crecer grandemente la uutoridad y poder de
aquella familia en estado y renta. En particular co-
menzó don Lope de Haro á tener mucha privanza y fa-
vor con el rey, y atrepellar á quien á él se te antojaba,
de que muchos se quejaban y murmuraban movidos
algunos de buen celo , otros de envidia que pudiese
mas uno solo oue toda la demás nobleza, y claramen-
te decían que los tenia oprimidos como si propiamen-
te fueran esclavos; que non Lope de Haro era el que
reinaba en nombre de don Sancho. En especial lleva-
ban mal esto los gallegos y los de León , y acusaban
á don Lope de Haro entre otras cosas que siendo muy
áspero y severo con los demás, solamente favorecía
y aaba todos los provechos y honras á sus parientes
y amigos.
No dura mucho el poder de los privados cuando
no se templan y humanan. Andaba don Lope muy
ufano porque demás de lo dicho emparentó con la casa
real por medio de su hija doña María, que casó oon el
infante don Juan. Al mismo rey pretendía apartar de
su mujer por casalle con Guillelma su prima, hija que
era de Gastón vizconde de Beame. Para sale oon
esto no cesaba de poner mala voz en el casamiento
primero y acusalle. Llevaba el rey muy mal estas prá-
ticas ^ mayormente que á la misma sazón le nació
otro infante de la reina por nombre don Alonso. De-
seaba descomponer á don Lope ; pero la revuelta de
temporales tan turbios no dañan para ello lugar : ni
aun se atrevía á declararse y dar muestra de su eno-
jo y desabrimiento, antes le traía en su compañía eo
el mismo lugar de autoridad que antes , y visitado que
hobo el reino de Toledo, se partió para Astorga , y en
su compañía don Lope. Xa voz era para hallarse á U
misa nueva de don Merino obispo de aquella ciudad,
y honralie con su presencia por ser de nobilísimo 11-
naie y deudo del rev de Francia. Su intento princi-
pai era apaciguar á ios oallegos que andaban alborota-
dos y reprimir lasentradas y correrías de portugueses,
que hacían por aquellas comarcas el infante don
Alonso hermano del rey de Portugal, y en su compa-
ñía don Alvar Nuñez de Lara hijo de don Juan de La-
ra, como hombre feroz que era y desasosegado, y
acostumbrado á vivir de rapiña.
Eran á propósito para esto los pueblos de Portale-
gre Y de Ronca , que don Alonso poseía en las fronte-
ras ue Portugal y á la raya de Castilla. El cuidado de
sosegar los gallegos enciírgó á don Lope de Haro : so-
bre lo de Portugal se comunicó con aquel rey , con
que juntadas sus fuerzas y hecha liga, se puso sobre
la viUa de Ronca: talaron los campos , pusieron fuego
á las alquerías y edi6cios que estaban fuera del pue-
blo; movidos deste daño los de dentro , y por miedo
de mayor mal se rindieron. Halláronse presentes en
aquel cerco los dos reyes : don Dionisio el de Porta-
gal aconsejó á don Sancho que si quería ver su reino
sosegado, procurase abatir á don Lope de Haro, j
Sara este efecto recibiese en su gracia y autorízase á
on Alvar Nuñez de Lara, porque á causa de las gran-
des riquezas y poder de aquel linaje igual á su nobleza
era á propósito para contraponelle y amansar el orgu-
(2) Conde era cono capitán (reneral de provincis ; pem
San Fernando abolió esta dignidad , oue desde entonces aci
no ha sido inas que un título honorinco hereditario por l<i»
machos alborotos que los cooées de Castilla habían causado-
RISTOaiA DB ESPAMA.
439
lio lie «({uel personaje. Hízoloasí : don Lope que bien
entendía donde iban encaminadas estas mañas y cau-
telas, como hombre altivo y que no podía sufrir igual,
resentido desta injuria busco ocasión para recogerse
á Navarra. Dio á entender que iba á visitar á Gastón
vizconde de Beame , como quier que á la verdad se
tenia por agraviado del rev que con aquel desvio y
mal tratamiento desdorábalas mercedes pasadas. La
privanza y poder acerca de los re^es nunca es segu-
ra , mayormente cuando es demasiada. Con su ida los
navarros, á quien no faltaba voluntad de hacer guer-
ra á Castilla por los desabrimientos pasados , y por lo
que pretendían que de aquel reino les tenían mala-
mente usurpado , tomaron las armas. Era virev en
aquella sazón de Navarra Clemente Luneo francés de
nación. Muclias veces salieron los navarros á correr
las fronteras así de Castilla come de Aragón sin suce-
der cosa alguna memorable, salvo que tomaron á los
aragoneses la villa de Salvatierra, y pusieron en ella
guarnición de soldados navarros.
Con mas próspera fortuna hacían los aragoneses la
guerra en Italia. Rugier Lauria, bravo caudillo, y
señalado por las victorias pasadas , acometió de im-
proviso la armada de los enemigos , que tenian muy
poiierosa por el grdu número de bajeles , junto á Ña-
póles. Fue mu^ reiíida y sangrienta la batalla que se
dio á diez y seis días del mes de Junio. La victoria
quedó por los aragoneses : tomaron cuarenta y dos
uajoles , los cautivos fueron cinco^mü ^ entre ellos
muchos por su linaje y hazañas muy señalados. Los
mas dellos se rescaturon por dinero, solo á Guido de
Mon forte ni por ruegos ni por algún rescate quisieron
dar libertad : esto por dar contento á los reyes de
Aragón y de Ingalaterra sus enemigos capitales , á
cansa que este caballero era bisnieto de Simón conde
(lo Monforte, aquel que como arriba se dijo venció
en batHÜa y mató á don Pedro rey de Aragón en la
f^uerra de Tolosa. El nieto deste Simón llamado así
mismo Simón prendió al emperador Ricardo (que fue
elegido en competencia de don Alonso el Sabio, y era
hermano del rey Enrique de Ingalaterra ) los años pa-
sados en la batalla de Leuvis, que bobo éntrelos fran-
ceses y ingleses , do estuvo un monasterio famoso de
San Pancracio. Este Guido en venganza de su padre
Simón y que poco después fue por los ingleses muerto
en otra batalla que se dio cerca de Vigornia en Inga-
laterra , al tiempo que Eduardo rey de Ingalaterra
volvía de la guerra de la Tierra Santa, mató con gran*
de impiedad y crueldad á Enrique hijo del emperador
Ricarda en Viterbo en la iglesia Mavor donde oia mi-
sa. Esto hecho, con las armas se nizo camino para
huir, y se fue é valer á su suegro el conde del Angui-
iara , llamado Rubro. Comunmente cargaban á Carlos
rey qne era á la sazón de Ñapóles y Sicilia , de que no
venf^'ó esta muerte eomo vicario que era en aquel
tiempo del imperio, y como tal tenia puesto al dicho
Guitto en el gobierno de Toscana. Los historiadores
ingleses y franceses afirman que Guido después que
fue preso en la batalla naval susodicha; fue entrega-
tío en poder del rey de Ingalaterra. Un historiador
siciliano de aquel tiempo porfía que falleció en Sicilia
de una enfermedad, de que solo ajuicio de los médi-
cos le pudiera sanar la comunicación con mujer , y
que él no quiso venir en ello por no hacer injuria al
matrimonio, y por no sujetarse á la deshonestidad;
que si fue asi, es tanto mas de loar este caballero que
stt mujer Margarita después que del enviudó, se dice
hizo poco caso de lo que debiera , y vivió con poco
recato. Dejó este caballero una hija llamada Anasta-
sia , que casó con Romano Ursino pariente cercano
del papa Nicolao Tercero y conde de No la. La nobi-
lísima sucesión que procedió deste casamiento, se
continuó en aquella casa y estado hasta nuestros
tiempos cuando últimamente faltó , y la ciudad de
Ñola volvió á la corona real.
CAPITULO XI.
Que se trató de librar los hermanos Cerdas , y Carlos
príncipe de Salerno fue paesto en libertad.
Sosegados estaban los aragoneses y muy pujantes
en fuerzas , riquezas y gloria por sus hazañas gran-
des y memorables : solamente en la costa de Catalu-
ña inquietaba á los naturales con sus armas don Jaitne
rey de Mallorca, bien que no hizo cosa alguna digna
de memoria. El nombre del rey don Alonso de Ara-
gón era célebre. Tenia en su mano puesta la paz y la
guerra á causa de los grandes principes que tenia en
su poder detenidos : los hermanos Cerdas en el cas-
tillo de Morola, el príncipe de Salermo en el de Siu-
rana, ambos muy fuertes y con buena guarda. Can-
sados pues estos príncipes de tan larga prisión , y
movidos por miedo do mayor mal se inclmaban á la
Saz con las condiciones que él quisiese: tenían gran-
es reyes por intercesores , muchas embajadas de
Francia v de Castilla venian al rey de Aragón sobre
el caso , la autoridad de Eduardo rey de Ingalaterra
que se interpuso con los demás por medianero , era
de mas peso y eficacia á causa que el Aragonés nre-
tendia tomalle por suegro y casarse con su bija Leo*
ñor. Acordaron pues estos reyes de verse y hablarse
en la ciudad de Oloron , que se llamó antiguamente
Lugduno , y está en \o% conGnes de Francia en los
pueblos llamados Coquenos:hoy está en el principa-
do de Bíname á las haldas de los montes Pirineos , el
emperador Antonino la llamó Illuro.
En aquella junta y habla por grande instancia del
rey de Ingalaterra se alcanzó que dentro de un año
Carlos principe de Salerno fuese puesto len libertad
con estas condiciones: que el reino de Sicilia quedase
por don Jdima : que el preso alcanzase del papa con-
sentimiento para esto , junto con alzar las censuras
puestas contra los aragoneses : ítem que pagase
treinta mil marcos de plata : últimamente que Carlos
de Valoes se apartase de la pretensión que tenia al
reino de Aragón que le adjudicara el pontí&ce Martí-
no : que dentro de tres años , si todo esto no se cum-
plía^ fuese aquel príncipe obligado á tornarse á la
K fisión , y sin embargo diese en rehenes á sus tres
ijos Roberto, Carlos y Luis, ultra desto sesenta
caballeros de los mas nobles de la Proenza. Graves
condiciones eran estas ; pero como al vencedor eran
estos conciertos provechosos, así á los vencidos era
forzoso uceptallos de cualquiera manera que fuesen
que una vez puestos ea libertad conGaban no les fal-
taría ocasión de mejorar su partido. Curios principe
de Salerno puesto que fue (según lo asentado) en
libertad el año delSeuor de i 288 desde Araaon pasó
á Francia, desde allí á Toscana : apacicuados ende
los alborotos de losgibelinos. en Roma nnalmenie le
declaró por rev de Pulla v de Sicilia el papa Nico-
lao IV el que al príocipio aeste año sucedió en lugar
de Honorio. Púsole la corona real en su cabeza con
todas las demás insignias y vestiduras reales. Preten-
día el pontífice no ser válido el concierto pasado, co-
mo hecho sin su licencia , de un reino que de tiempo
antiguo era feudatario de la iglesia Romana. Esto al-
teró grandemente el ánimo del rey de Aragón, tanto
mas que entendía y le avisaban que eirey don Sancho
qoeria dejar su amistad y avenirse con el rey de Fran-
cia á persuasión del sumo pontífice , parecer que
aprobaban la reina y don Gonzalo arzobispo de Tole-
do, aunque muchos grandes juzgaban debía ser pre*
ferida la amistad del rey de Aragón así ñor la vecindad
de los reinos como por tener en su poner los herma-
nos Cerdas.
Destos principios se alteraron algunos , y por la
muerte de don Lope de Haro , como luego se contará,
sus parientes y amigos se pasaron á Aragón, y fue-
ron causa de nuevas y largas guerras : pretendían y
procuraban sati:}facerse do sus particulares disgustos
4iO
BIBLIOTECA DE GASPAR Y RülG.
con las discordias y males cooiunes. El rey don San-
cho por el mismo caso se vio puesto en necesidad
de darse priesa á hacerla coofedloracion con el rey de
Francia. Enviaron los dos reyes sus embajadores á
León de Francia, do los esperaba el cardenal Juan
Gattleto enviado por el legado del sumo pontífice para
este efecto. Por el rey de Francia vinieron Mornay y
Lamberto caballeros principales de su corte; el rey
don Sancho envió á don Merino obispo de Astorga.
El concierto se hizo desta manera : el rey don San-
cho prometía da dar á don Alonso de la Geraa el reino
de Murcia á tai que no se intitulase en nin/nina ma-
nera rey de Castilla» y el reino de Murcia le tuviese
como moviente y feudatario de Castilla : que si don
Alonso muriese sin hijos , sucediese don Hernando
su hermano menor : el de Castilla enviase mil caba-
llos en ayuda al rey de Francia, que quería mover
guerra á Aragón ; y sí fuese necesario , diese paso y
entrada segura por sus tierras al ejército francés:
ítem que los hermanos Cerdas luego que alcanzasen
libertad con el poder ▼ industria de los dos reyes , se
entregasen en poder del rey de Francia.
Este concierto di6 mucho disgusto á doña Blanca,
madre de los infantes , en tanto arado que dejado su
hermano , se fue á Portugal. Como mujer varonil
pretendía buscar nuevos socorros contra las fuerzas
de Castilla , puesto que mas fue el trabajo que en esto
tomó, que el fruto que sacó. El rey Dionisio de Poi^
tugal, echados los moros de toda su tierra, gozaba
de una tranquila paz, ni le podían convencer á que la
alterase en pro de otros y daño suyo. ¿Qué prudencia
fuera ponerse en peligro cierto con esperanza incier-
ta, y oscurecer la gloria ganada , v alterar la quietud
y reposo de su remo con mover las armas fuera de
tiempo ? Tuvo este rey muy buenas partes , y en es-
pecial muy noble generación de hijos y hijas. De doña
Isabel su mujer tuvo antes desto una hija llamada
dona Isabel , y este año le nació otra que se llamó
doña Costanza : de allí á dos anos otro hijo que se
llamó don Alonso, que fue heredero del reino. De
mujeres solteras tuvo estos hijos ; á don Alonso de
Alburquerque , de quien trae su decendencia una
familia deste sobrenombre nobilisima en Portugal, y
á don Pedro que fue dado á los estudios de las letras,
como da testimonio un libro que compuso de los li-
najes y de la nobleza de España ; v á don Juan y á
don Femando, y ultra desto dos nijas que la una
oasó con don Juan de la Cerda , y la otra se metió
monja.
CAPITULO XII.
De nuevas alteraciones que se levantaron en Castilla.
Castilla por lo que tocaba á los moros, sosegaba
A causa de la amistad que tenían con el rey de Gra-
nada : con Afrioa poco antes se asentaron treguas
con Juzeph rev de slarrueoos. La guerra civil y do-
méstica tenia a todos puestos en mayor cuidado. Su-
cedió este daño por la muerte de don Lope de Haro,
que le dieron dentro de palacio, y en presencia del
mismo rey , si con razón ó sin ella , no se averigua
bastantemente. Para que todo esto mejor se entienda,
será bien relatar los principios por do se encaminó
esta desgracia. Por muerte de don Alvar Nuñez de
Lara , que falleció poco después que tornó en gracia
del rey don Sancho, don Lope de Haro su competi-
dor volvió á Castilla y á la corte con esperanza de
recobrar la cabida y autoridad que antes tenia, pees
era muerto su contrario ; pero la naturaleza, que no
permite viva alguno sin competidor y sin contraste,
en el mismo punto que murió, hizo que don Juan
hermano del difunto subiese al mismo grado de dig-<
nidad , y al favor y gracia del príncipe que su herma*
no tuvo con mucho ffusto ael pueblo y no menor
pesar y dolor de don Lope de Haro. Quejábase que
con aquellas artes y mañas se le hacia notable agra-
vio , y que todo se encaminaba i dismíQuir su auto-
ridaa y menoscaballa. Era el sentimiento en tanto
grado que no temía de dar muestras del al mismo rey,
y formar quejas en su presencia.
Como el infante don Jaime su yerno con un escua-
drón de gente corriese la campaña de Salamanca, y
con sus ordinarias correrías llegase hasta Cíudad-Ro*
drigo , y el rey se guejase desto con don Lope de
Haro : tuvo atrevimiento de confesar que todo aque-
llo se hacia por su consejo v voluntadf, hasta SDadír
que sí el rey iba á Valladolia , su yerno vendría á Ci-
galas, que es un pueblo allí cerca, y era tanto coida
amenazalle : soltar la rienda á la mala condición y
irritar con esto la ira de los reyes cosa es muy per-
judicial. Verdad es que por entonces el rey tovo
sufrimiento y disimulo lo mejor que pudo, hasta qoe
se ofreciese ocasión para castigar tan gran locara y
desacato. Fué el rey i Yailadolid, habló con don Joan
su hermano : dióse orden como aquellos alborotos
al^n tanto sosegasen. Partido de Yailadolid, fué
primero á Roa , y de allí á Berlanga y á Soria. Des-
pués tomó el camino para Tarazona paira verse coa el
rey de Aragón , y alcanzar del que le entregase los
hermanos Cerdas. Estorbóse esta vista de los reyes
por las malas mañas de don Lope de Haro, que como
tercero iba de una parte á otra , y i cada cual de las
partes referia en nombre del otro condiciones nara
asentar la paz muy pesadas y muy contrarías de lo
que loe mismos principes pretendían. Todo iba ende-
rezado á derribar por medio do los hermanos Cerdas
al rey don Sancho , de quien tenia de todo punto el
ánimo enagenado , que me la causa de no efectuarse
cosa alguna , y de volverse el rey á Alfaro , que es una
villa de Castiña puesta á los confines de Aragón y de
Navarra.
Acudieron el infante don Juan y don Lope de Haro
su suegro á hacer reverencia y compañía al rey sin
guarda bastante con que se asegurasen. Halláronse
Iiresentes don Gonzalo arzobispo de Toledo, y don
uan Alonso obispo de Plasencia , el obispo de Cala-
horra. el de Osma y el de Tuy : allende destos el
deanae Sevilla que era chanciller mayor, y el abad de
Yailadolid, todos llamados á consejo para tratar de
cosas importantes. Llegados don Juan y don I»pe i
besar al rey la mano, mandóles le volviesen á la bora
todos los castillos y plazas que tenían en su poder j
para esto alzasen el juramento á los soldados que te-
nían de guarnición , y diesen las contraseñas por do
entendiesen por cierto que era tal su voluntad. Fué-
les este manaato muy pesado : escusábanse de obe-
decer, mandólos prender: don Lope de Haro , puesta
mano á la espada , j revuelto el manto al brazo» cou
palabras muy injuriosas, y llamar al rey tirano, fe-
mentido, cruel , con todo lo demás que se le vinoá
la boca y que el furor y la rabia le daban: se fué para él
con intento de matalle. Locura grande j demasiado
atrevimiento, que le acarreó su perdición : los qoe
estaban presentes , pusieron asimismo mano á scs
espadas , y del primer golpe le cortaron la mano de-
recha y consiguieotemente le acabaron. Caballero
que fue arriscado y fuerte , mas su arrogancia y po-
der demasiado , junto con la envidia que mucliosle
tenían , redujeron á estos términos.
Don Juan su yerno después que hirió á algunos de
los criados del rey, como vio muerto i su snegro, $e
huyó y acogió al aposento de la reina, que se poso
delante para amparalle del rey que venia en su se-
guimiento con la espada desnuda , y por sos ruegos
y lágrimas hizo tanto que le libró de Ja muerte. Pu-
siéronle en prisiones para estar á juicio y dar razoo
deste y de los demás desacatos. Forzosa cosa es pa-
sar muchas cosas en silencio por seguir la brevedad
que llevamos ; ¿mas quién podíria contar por menudo
y á la larga todas las tramas que en esto bobo de
UlSTOftlA DE ESPAÑA.
44 i
traición y deslealtad? ¿quién decir lodo lo que pasó
en tan grande ruido y alboroto , y encarecer la tur-
bación y desasosiego de toda la casa real? La suma es
que quitadas delante las cabezas , los alborotos se
apaciguaron por entonces , y con el ejemplo fresco
de aquella culpa , y de aquel castigo , los demás se
tUYieroD á raya para que luego no se alterasen. Pero
como se bebieron un poco sosegadi» , en secreto , y
públicamente en corrillos comenzaron á murmurar
oeste hecbo del rey: Decian gue con muestras de
amor engañó á tan grandes prmcipes : los parientes
y aliados do los dos unos se salian do la corte , otros
de que liobo gran número , se fueron del reino. Por
lodo esto bien se dejaba entender que se armaba al-
guna gran tempestad ¡ que fue la pausa principal de
abreviar la confederación y liga con el rey do Francia
en León , como arriba queda dicbo.
Doña Juana mujer del difunto don Lope de Haro y
hija de don Alonso señor de Molina toda cubierta de
luto se fue á ver con la reina su hermana en Santo
Domingo de la Calzada, donde estaba la corte. Pre-
tendía con esto recoger las reliquias del naufragio
Je su casa. Hizo tanto , que con sus lágrimas y á rue-
go de la reina se amansó el rey para que no despoja-
se á su hijo del señorío de Vizcaya , como lo preten-
día hacer; y ya por fuerza se habia apoderado de la
villa de Haro y ael castillo de Trevíao. Demás desto
con deseo de sosiego y de apaciguallo todo la reina
Í prometió á su hermana que si su hijo , don Die^o de
faro , como era forzoso , llevase en paciencia la
muerte de su padre , y se pusiese en manos del rey,
le haría dar el tugar y autoridad que su padre tenia.
Doña Juana como mujer inconstante pensó que csIhs
promesas procedían de miedo : asi mudó luego de
parecer y trocó la humildad pasada en cólera , tanto
que con deseo de vengarse atizaba á su hijo, y le
aconsejaba que renunciada la fe y lealtad que al rey
tenia prometida , se desnaturalizase , y se pasase á
Aragón. Doña Haría mujpr del infante don Juan que
tenían preso, se pasó á Navarra , cercado la cual es-
taba. En su compañía se salieron otrosí de Castilla
uiuchos de sus aliados , dado que la mavor parle
(como suele acontecer eo estas revueltas) dudosos y
suspensos se estuvieron en sus casas para lomar
consejo conforme al tiempo y como las cosas se ro-
deasen.
Gastón vizconde de Bearnc , sabido loque pasaba,
vino á gran priesa á Aragón en favor de sus deudos,
resuelto de poner á cualquier riesgo su persona y
estados por los amparar. A instancia de todos estos
señores el rey de Aragón puso en libertad á los her-
manos Cerdas. Y para hacer mayor pesar al rey don
Sancho por el mes de setiembre en Jaca donde hizo
traerlos infantes, nombró á don Alonso el mayor
dellos por rey de Castilla y de León , de que resulta-
ron nuevas guerras y grande ocasión para discordias;
y es cosa forzosa gue los grandes reinos sean mu-
chas veces combatidos de nuevas y grandes tempes-
tades. Por medio de los Cerdas y con el favor de los
aragoneses se movió guerra á GÜistilla. El pueblo es-
tabi no mas deseoso que medroso de cosas nuevas.
Los caballeros principales de Castilla no eran de un
mismo parecer : los mas prudentes con de^eo de so-
siego seguían el partido del rey don Sancho, y que-
rían agradalle áól , pues tenia el mando y señorío. El
en aquellos dios fué á \íctoría, que es en Álava: alii
la rema parió un hijo que se llamó don Enrique. La
ida se enderezaba así para verse en Bayona con el
rey de Francia , según que lo tenían determinado
por sus embajadores , como para acabar de conquis-
tar los lugares y tierras de Vizcaya y ponelles debajo
de su señorío.
Esta guerra fue mas dificultosa de lo que se pensó,
por la aspereza de los lugares , la falta de bastimento,
y la condición de la gente, constante en guard.ir la
fe y lealtad á sus señores. Teníase esperanza por
medio del maestre de Calatrava don Ruy Pérez Pon-
ce de poder ganar á don Diego de Haro hermano de
don Lope , al cual antes deste tiempo el rey hizo ca-
pitán de la frontera y al presente le ofrecía mucho
mayores honras y premios, hasta dalle intención que
le daría el señorío de Vizcaya , pero él sin hacer caso
de todo esto quiso mas irse desterrado á Aragón. De*
cía no se debía confiar de quien socolor de amistad
malu-atódotal manera á tales principes sus parientes
y amigos. Así se partió determinado do favorecer y
amparar con su consejo y hacienda y diligencia á su
sobrino. Todo parecía estar á punto de romper : los
pueblos resonaban con aparatos y pertrechos de
guerra, cuando al mismo punto que auerían acome-
ter las fronteras de Castilla , falleció ae enfermedad
don Diego de Haro hijo de don Lope en gran pro y
beneficio del rey don Sancho y de sus cosas. Con su
muerte so resfriaron las voluntades de los que se-
guían su bando: y Vizcaya que hasta entonces hacia
resistencia, toaa ella vino en poder del rey por el
esfuerzo y valor de Diego López de Salcedo , ú quien
se cometiera todo el peso de aquella conquista, y du
quien así en guerra eorao eu paz se hacia mucho
caso.
CAPITULO XIII.
De algunas hablas que luvierou lus reyes.
El rey don Sancho dado que bobo fin á las cosas
de Vizcaya , y que las vistas con el rey de Francia se
remitieron para otro tiempo , dejó á su hermano el
infante don Juan con buena guarna preso en el alcá-
zar de Burgos, y después le pasaron á Curiel , y ci
con el cuidado que tenía de la guerra de Aragón y de
su reino , que de nuevo andaba en balanzas, se par-
tió para Sabugal , que es una villa á la raya de Portu •
gal. Allí se juntaron él y el rey de Portugal para
tratar entre los dos de sus haciendas : hicieron liga
contra los aragoneses y los desterrados de Castilla,
que se apercebian para la guerrasocolorde poner en
posesión á don Alonso de la Cerda , que ya se intitu-
laba rey de Castilla , en el reino de su abuelo. Apar-
tados los reyes, y vueltos destns vistas, don Sancho
recogidas sus fuerzas por todas partes y la gente de
guerra que tenia , se fué á eocontrar con los arago-
neses á Ja villa de Almazan. Eu el mes de abril del
año del Señor de i289 se juntaron los dos campos,
mas no sucedió cosa digna de memoria ; solóla villa
de Morón fue tomada por los aragoneses por fuerza
de armas . y Almazan fue cercaao.
De la otra parte el rey don Sancho con una entra-
da que hizo por las fronteras de Aragón , destruía la
campaña , robaba ganados, y ponía A fuego villas y
Jugares. Don Diego López de Haro de la misma ma-
nera con sus correrías talaba todos los campos y tér-
minos de Cuenca y Huete, demás de un escuadrón
de enemigos con quien se encontró, y los venció y
puso en huida junto á la villa de Pajaren. En esta
refriega murió Rodrigo de Sotomayor capitán de
los castellanos. Las banderas que les tomó , envió
don Diego á la ciudad de Tiruel. La estrechura del
lugar fue causa deste revés : los aragoneses pelea-
ban mejorados del lugar, y por todas partes estaban
sobre los enemigos. En ninguna parle podían repo-
sar, unos daños sucedían á otros, como si anduviCTan
en rueda : los que con su daño pagaban las discor-
dias de los príncipes , eran los inocentes. Verdad es
que las mas ciudades y villas tenían la voz de don
Sancbounas por miedo, y otras por voluntad. Solo en
Badajoz se encendió una revuelta muy grande : es-
taban aquellos ciudadanos de tiempo antiguo dividi-
dos en dos bandos, es á saber los bejaranos y los
f portugaleses. Fueron los bejaranos despojados de su<;
lacieiidas por los contra ríos, y forzados á ausentar-
4¡2 BiDLioiec* DE
se de la ciudad. Hicieron recurso si re; para que
tlesbiciese el affraTJo. Mandólo asi : los daaadores no
quisieron obedecer é este mandato. Acudieron loa
bciaranos á las armaa ; j con geni» que teuiau aper-
cebida , mataron gnin oúraero def otra bando , y
echaron los que quedaban , de la ciudad.
A este atreTÍniienlo de quererse vengar por sus
.nanos añadieron otro msfor, y fue que como se ho-
biesen fortíGcedo en lo mas alto de la ciudad , ape-
llidaron I>or re; á don Alonso de la Cerda. Qi6 esto
grande peíadumlira al rey don Sancho : el daño que
resulté i aquella ciudad Tue notable. Grando es la
furia del pueblo puesto en armas , las fuerzas de loa
reyes SOR mayores : viúse poreaperiencía , que luego
que el rey envió su campo sobre ellos , la osadia se
les troo6 en miodo. Rindiéronse á partido , salvas las
vidas. No les guardaran el concierto : todos los beja-
ronoB fueron pasados á cuchillo en número de cuatru
mil entre hombres y mujeres. Rl mismo trabajo cor-
rió Talayera filia principal en el reino de Toledo :
por seguir la voz de don Alonso de ia Cerda basta
cuatrocientos de los mas nobles fueron justiciados y
descuartizados públicamente á la puerta que desde
nquel tiempo comenzó el vulgo i llamalla ia puerta
il" Cuartos.
Asi lo teatificau los de aquel lugir comoco-a rece-
hida de mano en mano de sus antepasados , sin que
haya autor ni testimonio mas bastante. Lo cierto rs
que con el castigo desloa dos pueblos quedaron avi-
sados los demás para no se desmandar ; y es asi que
todo grande ejemplo y hazaña es casi forzoso tcegí
meicla de algunos agravios ; pero lo que se peca
contra los particulares, se recompensa con el prove-
eho y sosiego común. -
El año prdximo siguiente de t390 se trató de Due-
vo oue loa reyes de Francia y de Castilla se viesen j
hablasen. Acordado esto. Herrón en un mismo dia á
Bayona pueblo de la Guiena señalado para esta junta.
LiO mas principal que entre los reyes se resolvió, toe
que el de Francia alzó la mano de ayudar & los her-
manos Cerdas : renunció otrosí el dtrecho , si algu-
no tenia, al reino de Castilla como bisnieto de la rei-
na dona Blanca , que no faltaba quien le pusiese ea
seguir esta demanda; demdsdeslose resolvió de ha-
cer por ambas partes la guerra al reino de Angón.
Al mismo tiempo Tolosa, Segura y Villafranca, qae
se comenzaron á edilicir en la parte de Vizcaya en
tiempo del roy don Alonso, se acabaron en este por
la diligencia del rey don Sancho , de que hay boy dii
públicos instrumentos despachados en esta nion en
I. El rey de Aragón ; sabidala confederación . . .
dos reyes, y visto que no leniafuenss para contras-
tar con Castilla , Francia y Italia , mucho se ioclína-
ba ¿ la paz , sin embargo que Carlos rey de Ñapóles
no cumplía lo que se asentó en el concierto pesada^
de que el rev de Ingulaterra por cuya instanoia fue
puesto en libertad , se s«ntia muy agraviado que hi-
ciese burla de su fe j palabra.
Acudieron por todas parles al papa á poner en sus
manos estas difet-encias, Respondió enviaría sus le^
gados, queoidas las partes, con condiciones s corda.»
sen todosestos debates. Nombró para esto dos carde-
nales , es i saber Benito Coloqa y Gerardo de Parma ,
para que fueaen i Francia y lo oompusiesen todo. En
este comedio Carlos rey de Ndpoles y el rey de Ara-*
f^oncon seguro que se dieron el uno al otro, se vi-
iiivon á hablar en Junquera pueblo de Cataluña.
Alli platicaron sobre macbas cosai , y aieiiUron tre-
guas por algunos meses mientras que los lerdos lo-
masen slgunbuen medio para asentar coa unneii la
paz : cosa que d todos venia bien yá que todos se in-
clinaban , Carlas con esperanza de recobrar el reino
de Sicilia, el Aragonés porque se alzase e( enlredi-
cho que tanto duraba en su reino , y por escasar la
guerra que de Francia le amenazaba , demás det de-
seo que Je punzaba , apaciguadas estas diferencias,
de volver sua armas oontra Castilla.
CAPITULO XIV.
Que don Joan de Lara se pasó á Aragón.
Don Juan Nuñea de Lara , pcMonaje de gran re-
putación, poder y riquezas, comenzaba de nuevo á
alicionarse al partido de Aragón ssl por su poca con«-
tancia como por la inlencion que le daban de resli-
fllSTOlUA DB ESPAÑA.
44d
luitle la ciudad de Albarracin : cosa muy ordinaria,
que los hombres hacen mas caso de su interés que
tie lo que es justo y loable. El rejr don Sancho por
tener entendido sería de grande importancia para
todo su ida y su quedada , liizo todo lo posible para
«osegalle basta nombnrlle por general de las fronte-
ras de Aragón y bacelle otros regalos : no aprovechó
nada todo esto, mayormente que en Burgos, donde
la corte estaba , un page le dio ciertas cartas en que
le avisaban mirase por si que le tenian armada cela*
da. Corrió la fama que fue asi verdad : yo mas creo
fue mentira , como lo afirman autores de crédito ; que
üquellas cartas fueron echadizas por personas que
les pesaba que un caballero tan valeroso hobiese
vuelco á la gracia del rey , como hombres que tenian
mas cuenta con sus intentos particulares que con el
bien común.
Don Juan que de su naturaleza era sospechoso, dio
crédito á lo que las cartas decían , y á gran furia sa-
lió de la corte, y por el reino de Navarra se pasó á
Aragón sin que fuese parte para estorballo la dili-
gencia que el rey puso por medio de la reina , y con
ir el mismo en pos dól hasta Valladolid. Sentía mucho
su partida por ver que le amenazaba una grave tem-
pestad , si caballero tan poderoso y de tantos amigos
se juntase con los demás forajidos. No era este rece-
lo fuera de propósito ; que luego con muclia gente
entró por las fronteras de Castilla hasta Cuenca y
Alarcon , ta!é y robó toda la campana, hizo todo el
mal y dúo que pudo. Acudieron las gentes del rey
don Sancho; pero en un encuentro las desbarató y
les tomó muchas banderas, rindió y sujetó la villa de
Moya , y con gran número de cautivos y ganados dio
la vuelta para Valencia , desde donde el rey de Ara-
gón , don Diego de Haro y don Juan de Laracon gen-
te que tenian aprestada , todos juntos volvieron á en-
trar por la parte de Molina , sigúenza , Berlanga y
Almazan : sm hallar quien les foese á la maaOi des-
truyeron toda la tierra.
Aquejaba este daño mucho ai rey don Sancho, de-
seaba acudir con sus (zentes desde Cuenca , do era
venido para remediarlos daños. Poco efecto hizo:
uuas cuartanas oue muy fuera de sazón le tenian
trabajado , le embarazaban y debilitaban de suerte
que no podía hacer cosa alsuna , ni dar orden en lo
3ue convenia , de que reoeoia mas pesadumbre que
e la misma enfermedad. Llegó á términos de estar
desahuciado de los médicos, úi reina que en Vallado-
lid aquellos días parió un hijo oue se llamó don Pe-
dro , aun no bien convalecida del parto con el aviso
se puso en cammo para visitar al rey. Su venida dio
al doliente mucho contento , y fue muy provechosa
para el bien común su llegada. Con su buena maña
redujo á don Juan de Lara , que ya estaba arrepenti-
do de su liviandad por salille vana la esperanza de re-
cobrar á Albarracín. Concertaron aue doña Isabel
hija de Dona Blanca y del hermano de la reina , don-
cella de muy escelentcs partes , casase con el hijo de
don Juan de Lara, que tenia el mismo nombre que
su pariré. Era In dote el señorío de Molina, porque el
padre de la novia no tenia hijo varón. Asentado esto,
se celebraron las bodas en Cuenca con grande ma-
gostad y apariito. •
Concluidas Jas fiestas, el rey v la reina se fueron
para Toledo, y en su compañía don Juan Nuñez de
Lani. Aposentáronle en el onnasterio de San Pablo,
que era de la orden de Santo Doraiogo ,. fuera de los
inuros de la ciudad á la ribera de Tajo. Un día muy
noche se entretenía en jug;ir á los dados con un judio
muy rico. Vino al improviso un mx criado llama-
do Nono Cbufuchao : avisóle se pusiese en cobro,
porque tenian ordenado de matalie ; que la noche
pasada metieron muchas armas dentro de pala-
cio. Dio él luego crédito á este aviso : quisiera huir,
pero no le fue posible por estar cerradas las puertas
de la ciudad , y dentro las cabalgaduras y criados.
Pasó la noche con este miedo y cuidado , que se le
hizo muy larga. Al alba del dia , Ñamados sus criados
y caballeros les dijo el peligro en que se hallaba:
ellos sin embargo le aconsejaron que no hiciese mo-
vimiento, que pues la noche se pasó sin muestra
ninguna de tales asechanzas , que entendiese era
mentira; porque ¿á qué propósito dilatallo» si tal
pensaran? ¿para qué esperar á que viniese el dia?
¿por ventura para que fuese testigo de la traición?
¿qué mas querían sus contraríos que velle ido de la
corte , en que tenia tanto poder y mando que á todos
causaba envidia , y sus riquezas les hacían temblar?
Que en la ciudad todo lo veían sosegado , que se acor-
dase del engaño pasado; y finalmente que aquel su
consejo ó seria para él saludable , ó si todavfa fuese
necesario huir el peligro, que era lo peor que se po-
día esperar , que esto seria la noche siguiente que de
dia al seguro no se atreverian á acometer tal hazaña.
Con estas razones se mitigó su miedo. Avisado el rey
de aquel recelo y sobresalto , sintió mucho que se
pusiese duda en su fe y palabra. Cuidaba como le
quitarla aquella sospecha : cuanto mas el rey procu-
raba dalle satisfacción , él sospechaba que no debían
engañalle los que le avisaron : y que aunque la ver-
dad no se podía averiguar , que se la querían encu-
brir con artificio y mana.
En este tiempo se asentó de nuevo la confedera-
ción con el rey de Granada á tal que pechase el tri-
buto que debía , conforme á los conciertos pasados.
Fue necesario acudir á esto porque andaba en balan-
zas , como es la costumbre oe aquella gente ser puco
constantes. Reman Ponce de Leen , que era fronte-
ro de los moros , fue el principal medio para oue es-
tos reyes se conservasen en paz y amistad. De To-
ledo fueron los revés primero á Burgos , y de allí á
Palencia donde se nacía capitulo general de la orden
de Santo Domingo. Don Juan de Lara no se podia so-
segar con ningunos beneficios v buenas obras; y no
se contentaba con maquinar él solo revueltas, sino
que atizaba y persuadía á los grandes de la corte que
procurasen de intentar cosas nuevas : con esto an-
daban muchas voluntades torcidas y enajenadas del
rey. Para romedio desto sacaron de la prisión en que
estaba, á don Juan hermano del rey , que era muy
bien quisto de grandes y pequeños. Hizo el juramen-
to y pleito homenaje de ser fiel al rey y al príncipe
don Fernando su hijo , y besó la mano del niño como
heredero del reino , conforme á la costumbre que se
guarda en Castilla. Demás desto por su medio mu-
chos mudaron parocer , y abrazaron los consejos mas
saludables. Por industria del rev , que fue á Santia-
go de Galicia , so color de devooion y visitar aquella
santa casa , se redujo asimismo á mejor partido , y á
que dejase las armas don Juan Alonso de Alburqúer*
que caballero principal , que en Galicia andaba albo*
rotado á persuasión de don Juan Lara.
Estas cosas pasaban en Castilla el año de 429t,
cuando al principio del mes de febrero los cardena-
les que el sumo pontífice enviara á Francia por lega-
dos (jcomo arriba dijimos) en Tarascón pueblo de la
Gallta Narbonense conj^sierpo las diferencias que
resultaban entre los reyes de Aragón y Francia. Es-
tuvo presente Carlos rey de Ñapóles , y los dos reyes
enviaron sus embajadores oon amplios poderes para
venir en el concierto. Las condiciones oe la paz fue-
ron estas : el rev de Aragón envíe A Roma sus emba-
jadores, é humildemente pida perdón de la contuma-
cia é inobediencia pasada : peche en cada un año á
la iglesia Romana treinta onzas de oro en razón de
tributo y feudo, como su bisabuelo lo prometió : con
una buena armada pase en favor de la Tierra Santa;
á la vuelta aconseje a su madre y hermano , y procu-
ro partan mano de las cosas de Sicilia : por conclu-
sión publique un edicto riguroso en que man^ie á to-
BIBLIOIKCA D£ GASPAfi T AOIG.
444
dos los aragoneses sokiadas y caballeros salgan de
aquella isla : Carlos de Ydoes renuncie el derecho
que el papa le dio sobre el reino de Aragón : demás
desto se añadió que el padre santo recibiría en su
gracia al Aragonés , y enviaría un prelado á quitar
el entredicho que tenia puesto en tx>do aquel reino;
al cual el rey de Aragón entregaría los rehenes que
de parte del rey Carlos de Ñapóles tenia en su poder.
Al concluir estos conciertos no se hallaron losem-
-bajadores, de Sicilia , y esto por industria del rey de
Aragón con intento que no les desbaratasen todo, ca
sabía cierto no vendrían en aquellas- coadiciones:
roana de que el rey don Jaime y toda Sicilia se agra-
viaron en gran manera. Quejábanse los hobiese en-
fañado y desamparado quien mas que todos los de^
iera favorecer; sin embargo querían llevar adelante
b comenzado , y poner las vidas y la sangre en la
demanda antes que volver al señorío de franceses: la
resolución fue tal y tan grande , que al fín salieron
con su intento. Por esta causa la esperanza que te-
nían de recobrar á Sicilia, salió vana á los franceses;
y aun la ida del rey de Aragón á la Tierra Santa no
$e efectuó á causa que á la misma sazón vino nueva
que Elpis emperador de Egipto y su hijo Melesayle
con un cerco muv apretado que pusieron sobre Pio-
l^mayde , ciudad que solo quedaba allí en poder de
cristianos, la combatieron de suerte que la entraron
por fuerza , y todos los moradores y soldados pasaron
a cuchillo : los edificios al tanto los abatieron por
tierra hasta no dejar rastro ni señal alguna de ciu-
dad. Este fue el remate de la guerra sagrada, y de
aquella empresa de la Tierra Santa. Tal fue la volan- ,
tad de Dios. La pereza y poquedad de los fíeles ver-
gonzosa acarreó esta mengua y daño.
Víéronse segunda vez los reyes de Aragón y el de
Ñápeles en Junquera : tornaron á tratar de la paz, á
que el uno y el otro mucho so iuclinabiin por estar
cansados de ios trabajos pasados, y temerosos de lo
pprvenir. Por esta causa lue^o que se despidió esta
junta , el rey Carlos casó su hija mayor llamada Cle>
nencia con Carlos de Valoes , y por dote el condado
de Anjou y el estado de Maine ; con tal condición
empero que partiese mano de la pretensión de Ara-
gón. Estaba al tanto muy resuelto el rey de Aragofí
en cumplir todo lo puesto y concertado cuando k
muerte muy fuera de lo que pensaba, le atajó los pa-
sos ; que le sobrevmo en Barcelona en sazón que se
aprestaba para hacer traer á doña Leonor su esposa,
y Wdo andaba lleno de fiestas y contento. Falleció
eoi la flor de su juventud en edad de veinte y siet^
años á diez y ocho días del mes de >unio. Si tuviera
mas larga vida , fuera muy señalado príncipe , con-
forme á las grandes muestras que daba de valor y do
virtud. Ante todas cosas merece ser alabado por
mostrar como mostró la paz. del mundo , bien que no
se la pudo dar. Su cuerpo enterraron en el monaste-
rio de San Francisco de aquella ciudad y en el hábito
de; la misma orden : las exequias y honras como era
razón con grande aparato y muy solemnes.
CAPITULO XV.
Cómo los tres reyes de España emparentaron eo^re si.
cláusula , ni consentir que saliese de su poder el mi-
no que los sicilianos le dieron con mucha voluntad y
á instancia de su mismo padre. Pretendían á la mis-
ma sazón su amistad don Alonso de Ja Cerda ifue
presente se halló , y el rey don Sancho por sus em-
najadores , ambos con muchars veras. En esta com^
potencia pareció inclinarse mas el Araoonés á la pa^
te de don Sancho , y aficionarse mas á la fortuna que
á la justicia de las partes , sin memoria de la voluo*
tad que su padre y hermano mostraron en aquel
caso. A la verdad las fuerzas de los Cerdas , que con
presteza y calor por ventura prevalecieran , con la
tardanza estaban Hacas: las del bando contrarío de
cada día se acrecentaban mas y prevalecían ; mayor-
meóte después que don Juan Nuñez de Lara por in-
dustria de la reina , como ya se dijo , trocó parecer y
partido ; tanto mas que en aquel mismo tiempo el
rey don Sancho puesta su alianza y amistad con Por-
tugal , concertó a don Fernando su hijo mayor y he-
redero de sus estados con doña Constanza hija del
Portugués. Para seguridad de que se efeetuaria el
casamiento, entregó algunos castillos y villas de
Castilla para que hasta tanto que se celebrase , estu-
viesen como en tercería.
Asentaron pues los reyes de Aragón y Castilla su
amistad por medio de sus embajadores; y para que
fuese mas firme , acordaron de verse en Montagudo,
villa á propósito para esta habla por estar á ia rayt de
los dos reinos. AÍlt á veinte y nueve do noviembre se
Con el aviso de la muerte del rey de Araron , por-
que no dejaba hijos , su hermano don Jaime luego
aesde Sicilia acnaió y vino á Aragón á tomar pose*-
slon de aquel reino que le pertenecía así por el de-
recho de parentesco , como por el testamento de su
hermano , ca le nombró por su sucesor. Así sin con-
tradicion en Zaragoza á veinte y cuatro días del
mes de setiembre fue ungido y coronado , en la igle-
sia de San Salvador con las ceremonias acostumbra-
das. Tocante al testamento de su hermano en que
dejaba por heredero del reúio de Sicilia á don Fadrí-
q,ue su hermano menor , no quiso pasar por esta
concertaron losreyesde tal giüsa que los nismos tu-
viesen por amigos y por enemigos; y que en ningu-
no de los dos reinos se diese acogida , favor ni ayuda
á los forajidos del otro , antes los entregasen á su se-
ñor. Demás desto porque á la sazón ei rey de Marrue-
cos sin embargo de las treguas tenia cercada á Dejt,
pueblo que. algunos tienen que Ptolomeo y Tito Li*
vio llaman Biguerra en la comarca de los bastetaoos,
en particular se acordó que para ayuda de aquella
guerra, si fuese necesario, acudiese el Aragooéscon
veinte galeras. Para que todo fuese mas tirme con-
certaron que doña Isabel hija del de Castilla , si bien
no pasaba de nueve años , casase con el de Ara^oo.
Los desposorios se celebraron en Soría á primero de
diciembre , y la niña fue entregada en poder de so
esposo con esperanza de alcanzar dispensación sobre
el parentesco de los novios : la priesa que los reyes
tenían , no sufría mas dilación.
Celebrados los desposorios, los reyes pasaron á
Cabtayud, allí sé hicieron grandes regocijos , tiesus
y convites. Hobo justas y torneos , en que llngiff
Lauria que en compañía del rey de Aragón era veni-
do desde Sicilia , se señaló entre todos y se aventajó
por la gran destreza que tenia en las armas. Los
grandes áe Aragón desde los años pasados andaban
alborotados, asi entre si como contra los reyes, en
tanto gradd que pretendieron reformar los gastos de
la casa real en tiempo del rey don Alonso . y porfia-
ban en hacer mudar las leyes y madstraaos , y dar
una nueva traza en el gobierno. Todas estas porfías
eran demasiadas, como sea verdad que así la liber-
tad como el señorío y mando tieoen su tasa y medida
no menos que las demás cosas del mundo. Estos ca-
balleros por medio del rey don Sancho se reconcilia-
ron , y alcanzaron perdón de lo pasado. Los reyes se
despidieron ó la salida del año , cuando el rey bárba-
ro , alzado el cerco que tenia puesto , dio la vuelta
para Afríca por recelo de una grande armada que
Benito Zacarías aprestaba en la costa de Galicia, de-
más que la villa por su fortaleza y por el valor de los
nuestros hacia grande resistencia.
Con tantas cosas como en un tiempo se acabaroOt
tornó la paz á España después de tan largo tiempo,
y quedaron apaciguados hm enemigos domésticos y
estraños. Solo don Juan de Lara no sabia sosegar , y
parece que maquinaba novedades : ni se fiaba del
ref, ni del todo dejaba las arinas; por lo cual la
fOiem se volvió contri él, y por fuerzu le quitaron á
Mnya y Ctoete, pueblos de que el rey le hizo mer~
ced cuaodo se tomú de Arecim , y se concertú el ca-
samiento de su hijo. Don Juan oiiacODÜBdu de aus
fuerzas y por do quedar en España á quiea acudirá
causa de los conciertos paiailoá , se Tue desterrado á
Franciu. En su SPguimieuto partía luego don Gonza-
lo anobispo de Toledo , enviado por embajador del
rey don Sancho para aplacar aquel rey, y prevenílle
Sue por medio de don Juan y p«f sus íinieslras in-
irniücioDes uo diese logar £ que se entúmase la
■mistad antigua ; en particular llevaba urden de dar
razón de la conüordia que se asentara con los arago-
neses: que dijese fuftpura necesidad paraansegar i
los aujos, y eacusor las gnerras civiles aue de nuevo
amenazaban. Respondió i ealo el francés que no ro-
oebia desguato, antes que su hermano Carlos renun-
ciaría de voluntad el derecho que tonia al reino de
Aragón , á tal que pi>r su inediu el Aragonés rt;stilu-
yeso la islu de Sicilia á la ig'esia Bnmana.
Entretanto que esto pasaba, ¡il [irjncipio ie\ año
de < 292 el almirunle de Castilla Beuito Zacarías pe-
leó en la costa de ArHca con v«¡nlc galeras de moros;
desbaratólas y tomó las trece. Esta pérdida desbara-
tó el propósito que el de Marruecos tenl.i de pasar de
nuevo en Espaua con (¡randes gonles que para este
efecto tenía junUs en Tún^». Convidó asimismo al
rey don Sancho esta victoria para que se pusiese con
'su gente sobre Tarifa, que después de un largo cerco
ganóá veinte y uno de setíeinbrfi. El rey do Portu-
fiA dado que sobre ello le hicieron instancia, do en-
rió algún socorro para aquelta empresa por razones
que debió tener ha^tantej. La reina de Caslillai la
tazón en Sevilla parió un hijo que se llamó don Phili-
pe. Tomada que fue Tarifa , primero quedó en ella
Sor Robernailor dou Rodrigo maestre de Calatrava:
eipucs Alonso Pérez de Guzman se ofreció de de-
fender aquella plaza con solo que le diesen la tercera
parte de lo que á otros se solía dar. Era rico de dine-
ro, que tenia allegado no solo en España, sino en
África en el tiempo q.ue sirvió al rey de Marruecos en
muchas guerras contra otros moros. Con el dinero
compró muchos lugari-s en el Andalucía , y los in-
corporó en el estado que ledejó su padreen Sanlúcar
de Rarrameda. Hacia otrosí grandes limosnas , por
donde le dieron sobrenombre de Bueno: titulo que
mantienen los de su cusa , mas ilustre que los que
otros principes toman con soberbia y arro^ncia.
Desle caballero decíenden los duques de Heiioa Si-
440 BIBLIOTECA
ilonil, señores de los principales de Eopaíiaisi en
tvnla como €n vasallos j nobleza.
Tuvo don Alon^ un hijo tlnmado don Juan , 7 un
nieto del mismo nombre que casó con doña Beatriz
liíjü bnstarda del rey don Enrique el II. Oiúle en dolé
la villa de Niebla con titulo de conde, por lo cual ¿
su hijo j heredero en aquel estado llamú don Ülnri-
que. A «stü sucedió don Juan üu hijo, el que por
merced del re; dnn Enrique et Cuarto se intituló du-
que de Medínn Sidonía. Don Juan tuvo un hijo lla-
mado don Enrique yun nieto que sellaniú don Juan
al cual el rey don Fernando el Católico dio el mar-
quesado de Casasa eu recompensa del trabaja y dili-
gencia que puso en la conquista de la ciudad de Ue-
tilla y castillo de Casasa en la costa de Arríca. A este
don Juan sucedieron dñs hijos que dejó , uno en pos
deotro, esa snberdon Alonso que no tuvo muy en-
tero juicio , y después del don Juan , cuyo hijo ma-
yor que tema el mismo nombra, murió en vida de
su padrer por esta mzon al diclio don Juan en nues-
trofidias sucedió un nieto suyo por nombre don Alou-
so, que boy diavrvey tiene aquel estado. Esto cuan-
to á los señores y duques de Medina Sidonta.
Volvamos con nuestro cuento á los reyes.
CAPITULO XVI.
De !■ muerte del rey don Sancho.
Cd?i ftrsn cuidado y diligencia procuraban A un
niismo tiempo componer las difereucias entre Fran-
cia y Aragón y concertar aqn ellos principes por una
parte el papa Nicolao Cuarto , y por otra el rey de
Cartilla don Sancbo. Envió el ponlíhce á Aragón so-
bre el caso í Bonifacio Calamandra caballero de San
Juan: la muerte a ta|ó sus intentos que fue á cuatro
de abril: grave daño; y el mayor, que por difen-
cias que resuluron entre los cardenales. estuTo
aquella Mlla vaca mas de dos anos. Suplió la Taita que
el ponlifice hizo, cuanto á las cosas de Aragón , la
buena diligencia del rey don Sancho, que movido
por la buena respuesta que le dio el rey de Francia,
envió á cúnvjdur al rey de Araf^on quo ae llegase á
Giiadalajara, ca esperaba otorgarla con lo qnele pi~
diese. Trotóse alli de los condiciones de la paz; no se
concluyó por entonces cosu alguna , solo acordaron
que de nuevo se viesen. Señalaron para el habla la
ciudad de Logroño. Convidaron otrosí ú Carlos rej ■ '
Moirdi ie don Sancha el |V..
ííipoies para que se bailase en la jnnta y terciase.
Al cual en esta sazón el Aragonés, conforme aloque
Su hermano isentó, restituyó sus hijos que tenia en
rehenes. No vino Carlos : la causa no se sabe ; pero
el año próximo siguiente IS93 los reyosde Castdla y
Aragón se juptaroh en Logroño. Éo aquella junU
nacieron enireellos nuevas sospechas: este fue el
fruto de la liabU ((). El suegro trataba ¿ au yerno
qiuy iaperamenle, y encaminaba como artero las co-
tas a su provecho y comodidad.
ioDIros. ET de CmIjIIi formó lis npi tu lición es ea
h-nianre , y i el!» respondieron los dcl-eidos por uoa ini-
cia nrnla «1 iatin.
OASPUt T BOIG.
Dende aquel tiempo el'reyde Aragón conxniói
tener poca alicion t doña Isattel au espou , y poner
los ojos en otro nuevo casamiento; era menester ■)-
gun color ; achacaba el deudo en que el papa aun no
babia dispensado. Puso el negocio á que por medio y
á instancia de Calamandra se vino á ver con Carlos
rey de Ñipóles eo Junquera. En esta junta iralaroo
de sus haciendas y de emparentar , lodo con mucho
secreto porque no se dírnlgase. El tiempo que des-
cubre las puridades , dio i entender qus sus vistas
ae enderezaron sobre la restitución de Sicilia, y so-
bre casarse da nuevo et rey de Aragón con Blnnca
hija del rey Carlos. E>le fue en sazón que en Castilla
el rey don Sancho por un su privilegiodadoenValli-
dolid , que hoy está entre I04 papeles de la iglesia de
Toledo, otorga baya eacuelas en Alcalá de Henares
con las mismas nrerogativas que en la universidad
de Valladolid. Asimismo por muerte de doña Isabel
mujer de don Juan de Lara el.Uoio,el senoriodeMo-
liua recavó en poder de los reyes como deudos mas
cercanos (2). Uon Juan de Lara el Hozo ó por el
sentimiento de la pérdida de aquel estado, ó por imitar
bido BU acuerdo do consuno , comenzaron i alboro-
tarse. El rey como sagaz con intento de atajar la
guerra que amenazaba , ai aquellos desgustos pasa-
ban adelante , procuró de ablnndallos y sosegallos
con tanto cuiílado que en breve tiempo sa amansó
aquella tempestad.
Don Juan de Lara y su pa Iré que por este tiempo
volvió de Francia, se reconciliaron con su rey y mos-
traron mudar propósito. El infante don Juan berma-
no del rey de Portugal, do ae retiró, junto con Juan
Alonso de Alburqucrque hacian correrlas por la cam-
pana do Lcon. Envió el rey i don Juan de Israel
Viejo con gente para oue los reprimiese; C|ue con es-
tos lialagos y hacer dé] conlianza pretendía tlnalmen-
te le fuese liel, y que con ta destreza de su ingenio y
maña apaciguase aquellos movimieatos. Surádióal
revés la traza , parque fue vencido en una tvfriepa
y vino en poder de los enemigas. Desde alli , puesto
que fue en libertad, se vino para el rey, que estaba
en Toro muy regocijado porque le nació a la sazón
una hija en aquella ciudad que se llamó doña Beatriz.
Corría nueva que el rey de Granada trataba de hacer
guerra , y que el rey de Marruecos quería tornar i
pasar en España : envió ei rey i don Juan de Lira
con sus dos liijos don Juan y don Ñuño d las fronte-
ras de Andalucía. Todo este aparato se deshilo á
causa oue los reyes moros se estuvieron losegados.
y don Juan de Lara capitán de nuestra gente murió
en Córdoba en aquel mismo tiempo.
Sosegada esta tormenta, levantó de nuevo otra
el infame don Juan herm:ino del rey; la cual como
quierqueeirey de Portugal, por no dar mu«stra
con tenelle en au tierra qneria perturbar la pal
mandase salir de su reino , en una nave se paso i
Tánger. El rey de Marruecos por pensar era i pr<>-
púslto su venida para por su mcaio liacer guerra á
España, despuesde rectbille muy corlesmente y Ira-
tallc con grande hunra y regalo , le envió con cinco
milginetesd combatirá Tarifa. Pasó pues en España
y combatió aquella plaza con grande porfía y con to-
dos los ingeuios qoe se puede pensar. Los de dentro
confiados en las liuenas murallas, y animados por su
caudillo y cabeza Alonso Pérez de Guzman resistían
con valor y ánimo. Aconteció que un solo hijo que
este caballero tenia, vino á poder del infante y de
los moros ; sácanle 1 vista de loa ceivados : amena-
Zt|n 41 no se rinden , de degollalle. No se laaii el pa-
(3) No por muerte de ioTil ¡nheU sino de i\oÍii Dtucí sj
art", romo consta dH leatamealo que ejla hiio en Hotina
dtOdeinayodeían.
HlStOaiA DE ESPA^^A.
447
dre por aquel lastimoso espectáculo, antes decía que
cien hijos que tuviera , era justo a?enturallos todos
por no amaaciliar su honra con hecho tan feo como
rendir la plaza quo tenía encomendada. A las pala*
bras auade obras : échales desde el adarve una espa-
da con que ejecutasen su saña , si tanto les importa-
ba. Esto hecho, se fué á Yantar. Desde á poco dio la
vuelta por el grande alarioo que levantaron los solda-
dos por ver degollar delante sus ojos aquel niuo ino-
cente, que fue estraño caso y crueldad mas que do
bárbaros. Hizo mas atroz el caso ejecutarse por man-
dado del Infante don Juan. Acudió ^ pues, el padre á
ver lo que era; y sabida la causa, dijo con mesurado
semblante: a Cuidaba que los enemigos habían en-
trado la ciudad ; u y con tanto se volvió á comer con
su mujer sin dar muestra alguna de ánimo alterado.
En tanto grado pudo aquel caballero enfrenar el
afecto paterno y las lágrimas : digno de ser compara-
do con los varones entre los antiguos mas señalados.
Considerado esto los bárbaros que por ningunas ar-
tes ni fuerza podría ser vencido el que por amor de
sa úoico hijo no quiso torcer un punto ni apartarse
del deber, desconfiados de la victoria se volvieron á
África; demás que de su voluntad restituyeron al
rey de Granada la ciudad de Algecúra con gran con-
tento de los nuestros, que se recelaban de aquella
entrada y paso que los de África tenían , podría re-
sultar itlguu grave daño do España.
Por este tiempo puesto en libertad aportó á España
cl infante don Eunque , tío del rey don Sancho , que
muchos años estuvo preso en Ñapóles. Holgó el rey
mucho con él, y juntos se fueron aesde Burgos á Viz-
caya contra Die^o López de Haro que con ayuda de
Aragón pretendía recobrar aquella provincia. Apaci-
guados aquellos movimientos, y echado don Diego
de a(]uellff tierra, se tornaron á VaJIadolid , y desde
allí á Alcalá de Henares. Alli llegó la nueva al rey de
lü suredíilo en Tarífa , por lo cual cl mes de enero
del año de 1293 escribió á Alonso Pérez de Guzman
una carta en que alaba mucho su constancia y su
lealtad , pues por ella pospuso la salud y vida de su
Iiijo : compárale al santo Abraham, vel sobrenombre
de Bueno que por sus víi tudes y favor de la gente
ganara , manda se le ponga entre sus títulos , y se lo
llamen : promete de gratiucar tantos servicios y tan-
i« s trabajos: convidaic á que lo venga á ver , que su
vista le dará gran contento: que él por estar impe-
dido de enfermedad no lo podía hacer , puesto que
mucho lo deseaba. Esta carta orignal conservan los
duques de Medina Sidonía para memoria y en tes-
timonio de la fe y lealtad de sus antepasados : te-
soro de mas estima que el oro y las perlas de Le-
va u te.
Tres meses después desto á veinte y cinco días del
mes de abril el rey recibidos los sacramentos falleció
«"n la ciudad de Toledo. Sobrevínole en Alcalá la do-
lencia de que linó : ñor ver si roojoraria se hizo llevar
m hombros á Toleao con gente que de trecho en
trecho se mudaba: poco prestó la mudanza del cíelo
y del aire. Reinó once nños y cuatro días. Fue iffual
:i los príncipes mas señalados en fortaleza , justicia
y prudencia: grandemente astuto y sagaz: en mu-
chas cosas y en muchas partes dejó rastros v mues-
tras de crueldad: fulta que le hizo odioso á los pre-
sentes^y su memoria pocoa^adable á los deadelante.
Declara por su sucesor á su hijo don Fernando cl Cuar-
to deste nombre, y señaló á la reina por su tutora y
para el gobierno del reino, sin embargo que noerasn
legítima mujer por el impedimento del parentesco
en que nunca se dispensó. Después de la reina
mandó que tuviese el segundo lugar en todo don Juan
de Lara ; cláusula que puso contra su voluotad por
acordarse de las revueltas pasadas, pero era forzoso
f^'analle con hacer del coníianza, y aplacalle con bue-
"0? obras como quien eclioba. bien de ver cuantos
males amenazaban al reino por su muerte: su cuerpo >
fue-sepultado en aquella ciudad en la capilla real, que
en aquel tiempo estaba detrás del altar mayor. En-
terróle y dijo la misa el arzobispo don Gonzalo: las
honras fueron muy solemnes: grandes alabanzas se
dijeron del defunto : sin duda tuvo valor para sobre-
pujar la fuerza de una recia tempestad, y hacer rostro •
á la fortuna ; y que si bien su derecho para la corona
no era muy cierto, y que los pareceres no se confor-
maban con las armas, en que al fin suele consistir
el derecho de reinar, aseguró el reino para sí y para
sus decendientes. En tiempo del rey don Sancho flo-
recieron dos juristas muy famosos. Guillen Galvan
en Aragón, y en Castilla García Hispano, que com-
puso comentarios sobre las epístolas decretales.
CAPITULO XVIÍ.
Cómo alzaron á don Fabrique por rey de Sicilia.
Tenia á la sazón la silla de San Pedro Bonifacio Vílf
sucesor de Celestino V, aquel que traído drl yermo
por voto de todos los cardenales , y puesto en el go-
oierno de la iglesia, como el peso fuese mayor quo
sus fuerzas, a cabo de seis mesei después que entró
en el pontificado , volunUiriamente le renunció:
ejemplo de que los venideros se maravillasen , todos
le alabasen , y ninguno le imitase. Tanto mas digno
de reprehensión fue su sucesor , que tornándose al
yermo para gozar de la acostumbrada soledad, lo es-
torbó su camino, y le hizo poner en prisión. Recola -
base no se levantase algún alboroto á causa que
muchos no tenían por valida ni legal aquella renun-
ciación : murió en la prisión año y medio adelante.
Canonizóle el papa Clemente Quinto y púsole en el
número de los santos. Lo mismo este presente ano
hizo también Bonifacio de San Luis, rey de Francia.
Hay un elogio de Petrarchá en el libro segundo de la
vida solitaria en alabanza d^l papa Celestino por estas
palabras : «Quien (dice) bobo jamás de tan admirable
»corazon que menospeciase el papado ? la mas alta
»dígnidad que hay en la tierra : cosa tan deseada y
utan admirable , que quieren decir que este nombre
»de papa se deriva do pape, palabra de admiración
»en latín. Quién jamás , en especial desque comenzó
náser tenido en tanta estima, hizo tan poco caso
))dél como Celestino? aquel Celestino digo que con
»tanta codicia apetecía el antiguo nombre y lugar
»de ermitaño, y la mansa pobreza amiga de las bui*-
nnas costumbres. A muchos oí que contaban habelle
nvisto huir con tanto gozo y con talos muestras de
»alegría espiritual que daba con los ojo^ y con todo
»el rostro, cuando salido del consistorio iiualmeute
» vuelto en sí se tío libre, como si verdaderamente
»no bobiera librado sus hombros de un liviano peso,
»sino su cuello de un cruel alfange.» Hasta aquí
Petrarchá.
Por la buena maña de Bonifacio , que era muy
ejercitado en negocios, de muchas letras y doctrina,
\o que tantas veces se había intentado en vano se
concertó la paz entre los aragoneses y franceses.
En Anagni para concluirlo se juntaron con el papa
Carlos rey ae Ñapóles, y los embajadores de Francia
y A.ragon, personajes Je gran cuenta. Las capitula-
ciones fueron estas: Blanca hija del rey de Ñapóles
case con el rey de Aragón: lleve en dote setenta mil
libras de plata : Sicilia y todo lo demás de que los ara-
goneses estin apoderados en Calabria , vuelva y so
restituya á la iglesia Romana: si los sicilianos no vi-
nieren en este asiento , cl rey de Aragón acuda con
tanto número de gente para sujetallo<: cuanto los jue-
ces arbitros señalaren: Carlos de Valoes renuncie cl
derecho que pretende á la corona de Aragón :el pon-
tífice quite el cntrediclin y censura á todos los quo
448
BiBUOTCCA DE GASPAR T ROIG.
po:
los
T razón destas diferencias están en ellas enlazados:
os rehenes se pongan en libertad. Tratóse del ref de
Mallorca (i)¿ y á grande instancia del pontífice y del
rey de España se alcanzó que fuese restituido en su
remo. Esto fue lo que diio en público : de secreto el
f pontífice dio intención al rey de Aragón de entréga-
le las islas de Gerdeña y Córcega , que por estar y
caer mas cerca do España eran muv a propósito para
las cosas de Araron. Hay hoy dia bula de Bonifacio
sobre este concierto, su data á veinte y siete de
junio.
Esta nueva, luego que se publicó porla fama, hinchó
de aleffria todas las demás partes de la cristiandad;
solo á ios sicilianos fue muy pesada, ca tenían por lo
último de los males tornar al seiíorio de franceses.
El mismo infante don Fadrique, á quien el re^ su
hermano cuando se parlió dejó el gobierno de Sicilia,
y con él Rugier Lauria , Juan Prochita y Manfredo
Lanza, todos caballeros priocipales, por mandallo
así el pontíGce y por el cuidado en que aquellas ca-
pitulaciones los tenian puestos , fueron á hacelle re-
verencia en una armada que aportó á las marinas de
Roma. Prometía el pontiGce á don Fadrique de casa-
lie con Catarina, hija de Philípo j nieta de Balduino
emperador (¡¡ae fue de Coustantinopla . con tal que
no contradijese á lo que tenian asentado; y en dote
le ofrecian el imperio de Grecia, que pensaban reco-
brar todos juntos con sus armas y poder. No era es-
te partido de desechar^ si las obras se conformaran
con las palabras.
El rey de Aragón desque una y segunda vez fue
requerido por los sicilianos no los' desamparase en
aquel aprieto, como no les acudiese por el deseo aue
tenia de la paz , y por parecelle no era licito hacetlo;
finalmente en la ciudad de Pulermo sobre esta razón
juntaron cortes generales, en que alzaron los estan-
dartes de aquel reino por el infante don Fadrique (2)
sin embargo don Jaime su hermano casó con la nueva
esposa, las bodas se celebraron en Villabeltran por
el mes de octubre. Doña Isabel con quien antes se
desposara, fue enviada á Costilla. Publicóse un edic-
to en que mandó á los soldados aragoneses y á los
caballeros que en Sicilia se hallaban, la desampara-
sen y volviesen á sus casas. Desta manera vinieron á
tener alegre y agradable remate aquel ios principios
de cosas tan grandes , y acuellas alteraciones que
tanto tiempo duraron. Volvió la paz á Aragón , y no
se perdió de todo punto el reino ue Sicilia , contra la
cual claramente se armaba una nueva tempestad de
Suerras. Los navarros sosegaban debajo el señorío
e Francia : tenian por su virey á Hugon Confluen-
cío, francés de nación, y mariscal de campaña en
Francia. Los gobiernos y tenencias de las ciudades y
castillos de aquel reino se daban indiferentemente a
personas de ambas naciones navarros y franceses;
lo gue era algún alivio para que la gente de la tierra
dísmiulase el desgnsto que tenian concebido en sus
pechos , pues aunque eran señoreados y gobernados
por extraños, no usurpaban para sí todas las honras
y cargos.
LIBRO DECIMOQUINTO.
CAPITULO I.
De nuevos alborotos que sucedieron en Castilla.
En Castilla no podían las cosas tener sosiego : los
nobles divididos en parcialidades , cada cual se toma-
ba tanta mano en el gobierno , y pretendían tenor
(1) lintonrcs nada se trató de la restitución del reino de
Mn Horra , pero de«|)ucs el rey de Arapon condesoeodió á las
inst.inrías del papa, y redió aquel remo.
d) No fue reroiucido rey de Siriiia hasta el aoo 13))0.
tanta autoridad cuantas oran sus fuerzas: el pueblo,
como sin govemalle , temeroso , descuidado .deseoso
de cosas nuevas, conforme al vicio de nuestra natu-
raleza, que siempre piensa será mejor lo que está por-
venir que lo presente. Cualquiera hombre inquieto
tenía grande ocasión para revolvello todo, como acon-
tece en las discordias civiles. Por las ciudades, villas
y lugares , en poblados y despoblados cometian áca-
na paso mil maldades, robos, latrocinios y muertes,
quién con deseo de vengarse de sus enemigos, quién
por codicia, que se suele ordinariamente acompañar
con crueldad. Quebrantaban las casas, saqueaban
los bienes , robaban los ganados , todo andaba lleno
de tristeza j llanto : miserable avenida de males y da-
ños. La reina era menospreciada por ser mujer , el
rey por su tierna edad no tonía autoridad ni fuerzas,
puesto que luego el siguiente dia después que su pa-
dre falleció en Toledo, le alzaron por rey con todo
aquel homenaje y ceremonias que se suelen hacer á
los príncipes. La reina mandó luego franquear la ^en-
te de cierta imposición puesta sobre los manteninuen-
tos , que los españoles llaman sisa ; la cual imposición
fue harta parte para la mala satisfacción y disgusto
que todos tenían contra su marido el rey don Sancho.
Con este regalo se amansó el pueblo, y fue causa
que se mostrase constante en la le y lealtad que ju-
raron , si bien los príncipes comarcanos por su gran
codicia y ambición casi todos estaban con las armas
á punto para correr á la presa, sin que hubiese quien
se lo estorbase. Ocasiones y títulos para mover la
guerra no les podían faltar en tiempos tan revueltos
y desasosegados. Juan NuñezdeLaraque quedó mas
obligado á guardar lealtad , conforme á su natural
inconstancia claramente inclinada á favorecer á los
enemigos. Acordábase oue en tiempo del rey don
Sancho corrió riesgo de fa vida : esto y la esperanza
de acrecentar á rio vuelto su estado, v cobrar las vi-
llas que los dias pasados le quitaron, le oonndabaa á
ser parte en las revueltas. El infante don Enrique por
su larga prisión mas mal acondicionado y desabrido
de lo que de suyo era , inconstante y usado á malas
mañas, como tal pretendía apoderarse del gobierno.
Teníase por agraviado del rev porque en su testamen-
to no hizo del mención , ni le acomodó alguna parte
de las cosas. Con esta pretensión en Berlanga k» pri-
mero tuvo particulares juntas , poco después divul-
gada la fama, muchos lugares de aquella comarca se
le allegaron , en particular la real ciudad de Burg^
mas que todos favorecía estas sus pretensiones.
Por este mismo respeto se juntaron de todo el rei-
no cortes en Valladolid , en que los nobles se mostra-
ron tan de parte de don Enrique que aunque el rey
y la reina acudieron para hallarse presentes, no los
dieron entrada en la villa basta ya tarde , y hacién-
doles dejar su acompañamiento y cortesanos para te-
ner mas libertad de determiuar lo que les píug'ese.
Acordóse en aquellas cortes que don Enrique tuviese
el gobierno del reino : el cuidado de criar al rey se
3uedó á la reina, y sin embargo todos los presentes
e nuevo hicieron pleito homenaje al niño rey. I>ej<í
el rey don Sancho en su testamento á su hijo' el in-
fante don Enrique el señorío de Vizcaya como adqui-
rido por las armas. Diego López de Raro por la parte
de Navarra entró con grande furia en aquella provincia ,
y se apoderó de todos los pueblos o ella , parte por
fuerza, parte por voluntad, fuera de Balmaseda y Or-
íluña. Favorecían estas pretensiones de don Dlecod*»
Haro los hermanos Laras, porque sin acordarse de los
antiguos bandos y diferencias que solían tener entre
sí estos dos linajes, se hicieron á una en odio de don
Enrique , ca les pesaba en el alma le encargasen t^i
gobierno del reino, alterado en esta parte el testa-
mento del rey don Sancho y contra su voluntad.
El infante don Juan tío del rey desde África, don-
de hasta esta sazón S3 detuvo , dio h vuelta á Gra-
HISTORIA DB «PANA.
440
nada para pretender el reino de Castilla. Parecíale
seguía en esto el ejemplo del rey don Sancho su her*
mano , y ann se le aventajaba en el derecho á causa
que el nuevo rey don Fernando no era nacido de le-
gitimo matrimonio. Fue cosa maravillosa los muchos
que por esta causa se alborotaron : con aue tuvo co«
modidad de apoderarse de Alcántara y alsunos otros
lugares a la raya de Portugal. El rey Dionisio de Por-
tugal le favorecía y estaba declarado por su parte,
tanto gue al tiempo que se hacian las cortes en Va*
Hadolid, envió por sus reyes de armas á denunciar la
guerra á Castilla. Gran miedo se mostraba por todas
martes y grandes revueltas y tempestades de perras,
rodos empero estos trabajos se pudieran disimular,
si como nunca las desgracias paran en poco , no se
levantara otro mayor torbellino por la parte de Ara-
gón. En Bordalua, que es en el distrito de Bariza,
se juntaron el rey de Aragón y don Alonso de la Cer-
da que se intitulaba rey oe Castilla y de León. Hicie-
ron allí sus conciertos á veinte y uno de enero , año
del Señor de 4296. Las capitulaciones fueron estas:
que juntasen sus fuerzas para que don Alonso reco-
brase el reino de su abuelo : el reino de Murcia se
diese al rey de Aragón : al infante don Juan el reino
de León, Galicia y Sevilla : la ciudad de Cuenca,
AlarooD, Moya y Cañete fuesen para el infante don
Pedro de Aragón en premio del trabajo que en aque-
lla empresa tomaba, como general que señalaron
para aquella guem.
Entraban en aquel concierto la reina doña Violan-
te abuela de don Alonso , los reyes de Francia, Por-
tugal y Granada; y poco después se les allegó don
Juan de Lara por el deseo que tenia de recobrar á
Albanacin. Al contrario don Diego de Haro por la
buena industria de la reina se reconcilió con el rey:
luciéronle merced del estado de don Juan de Lara
que se pasara i los aragoneses , para que le tuviese
juntamente con el señorío de Vizcaya. Destos prin-
cipios y por esta forma granjearon otros muchos
grandes, particularmente a don Juan Alonso de Haro
con hacelle merced de los Cameros , estado que pre-
tendía él serle debido. Por todas partes se procura-
ban ayudas contra las tempestades de guerras que
amenazaban. El campo de los aragoneses debajo de
la conducta de don Alonso de la Cerda y del infante
don Pedro entró en Castilla por el mes de abril : en
Baltanás se le juntaron el mfante don Juan y don
Juan Nuñez de Lara. No pararon hasta llegar á León,
ciudad que fue antiguamente rica y grande , á la
sazón de pequeño número de moradores, pobre de ar-
mas j de gente, que fue la causa de rendirse á los
enemigos con facilidad , principalmente que tenían
inteligencias secretas con algunos ciudadanos. En
aqueUa ciudad fue alzado el infante don Juan por rey
de León , Galicia y Sevilla. Poco después en Sahagun
dieron á don Alonso de la Cerda titulo de rey de Casti-
tilla , y alzaron por él los pendones con la misma fa-
cilidad y priesa en cumplimiento todo de lo que te-
nían concertado. De allí pasaron á ponerse sobre
Mallorca , que está á cinco leguas de Sahagun. De
fendióse la villa valerosamente por tener buenas mu-
rallas y estar guarnecida de gente y armas : el cerco
duró nasta el mes de agosto.
Mandaron á la sazón juntar en Valladolid todos los
grandes del reino y les procuradores de las ciudadesu
Acudió el primero "don Enrique ; y luego aue se apeó,
vestido como estaba de camino se fué a ver con la
reina que en el castillo oía misa. Hecha la acostum-
brada mesura, con muestra fingida de gran senti-
miento le declaró el peligro que todo corría, a Tres
»reyes se han conjurado en nuestro daño : á estos
»sigue gran parte de los grandes del reino : contra
»tanta potencia y tempestad ¿qué reparo es una mu-
»jer , un viejo y un niño? Paréceme señora que las
«fuerzas se ayudan con maña. Injustamente ( rcs-
»pondió ella) y con malos medios procuran despejar
x>a mi hijo del reino de su padre : espero en Dios ten-
»drá cuidado de defender su inocente edad. Este es
»el refugio mas cierto y la esperanza que tengo. Está
obien : no se remedian los males (dijo don Enrí<jue)
nni los santos se granjean con lágrimas femeniles.
nLoñ peligros se han de remediar con velar, cuidar,
i>y rodear el pensamiento por todas partes : así se ha
«conservado la repáblica en los grandes peligros: en
«el sueño y descuido está cierta la ruina y perdición
«mi parecer es que os caséis señora con don Pedro
«infante de Aragón, él soltero y vos viuda. Deseo os
«agradase este mi consejo cuanto sería saludable.
«Poned señora los ojos y las mientes en matronas
«asaz principales, que por este camino sin tacha y
«sin amancillar su buen nombre mantuvieron á sí
«y á sus hijos en sus esUdos , de suerte que ni á
«ellas ser mujeres empeció, ni álos infantes su tier-
»na edad, n
Turbóse la reina con estas razones. Respondióle
con libertad y con el rostro torcido y aun demudado.
«Afuera señor tal mengua : no me mentéis cosa de
«Unta deshonra é infamia : nunca me podré peraua-
«dir de conservar el reino á mí hijo con agraviar á su
«padre, ni tengo para que imitar ejemplos de seño-
«ras forasteras, pues hay Untos de mujeres ilustres
«de nuestra nación, que conservaron la integridad
«de su fama ^ y con vida casta y limpia en su viu-
«dez mantuvieron en pié los estados de sus hijos en
«el tiempo de su tierna edad. No falterán socorros y
«fuerzas: no fallecerá la divina clemencia; y una
«inocente vida prestará mas que todas las artes.
«Cuando todo corra turbio, y el peligro sea cierto,
«yo tengo de perseverar en este buen propósito : no
«quiero amancillar la magestad de mi hijo con fla-
«queza semejante. «
Desta manera se desbarató el intento de don Enri-
que. Hacian levas de gente pare acudir al peligro.
Juntáronse hasta cuatro mil caballos ; mas no puoie-
ron penuadir á don Enriaue que fuesen con ellos á
desbarater el cerco que sobre Mayorga tenían puesto.
Daba por escusa aue era forzoso acudir á la guerra
del Andalucía. Solamente fueron á Zamora por sose-
galla , y aseguralla en la fe y lealtad de su rey , que
andaba en balanzas. Las cosas casi desiertos y des-
amparadas los santos patrones y abocados de Casti-
lla las sustentaron. Con la tardanza del cerco se res-
frió la furia con que los enemigos al principio vinieron:
asimismo el escesívo calor del verano , la destem-
planza del cielo, y la falta que de todas las cosas
se padecía en el ejército , causó grandes enfermeda-
des. Esto y la muerte que sucedió del infímte don
Pedro su general, los forzaron de tornaree á su tier-
ra sin hacer cosa alguna memorable. Muchos dellos
falteron en esta jornada : el campo en que se conta-
ban mil hombres de armas y cincuente mil soldados,
volvieron asaz menoscabados en número, menguados
de fuerzas y contento. El rey de Aragón en el mismo
tiempo por las fronteras de Murcia por donde entró
tuvo mejor suceso, que tomó á Murcia y todos los
lugares y villas á la redonda , y lo metió en su reino,
escepto la ciudad de Lorca y las villas de Alcalá y
Muía que se mantuvieron por el rey don Fernando.
En tantas turbaciones y peligros de Castilla don En-
rique, en cuyo poder esteba el gobierno de todo el
remo, no hacia grande esfuerzo para favorecer á al-
guna de las partes , antes se mostraba neutral y pa-
recía que llevaba mira de allegarse á aquella parte
que mejor suceso y fortuna túnese. Por donde ni los
enemigos tuvieron que agradecelle, y incurrió en
gravísimo odio de todos los naturales , y en gran sos-
pecha aue la guerra se hacía, era por su voluntad, y
que todo el mal y daño recebido no fue por falta de
nuestros soldados ni gor valor de los enemigos , sino
por engaño suyo y mana.
450
BIBLIOTECA DE GASPAB Y Ri)lG.
La reina contra estas mañas de don Enrique usaba
de semejante disimulación , no se daba por entendi-
da ; otros caballeros principales á las claras se lo da-
bao en rostro. En este número Alouso Pérez de Guz-
man , á dicho y por confesión de todos , tuvo el pri-
mer lugar, porque defendió las fronteras de Andalu cía
contra las msolencias y correrlas de los moros ; y lo
que era mas dificultoso, contrastó con urande ánimo
y mas que todos á las pretensiones del infante don
Enrique, ca por no dar tanto que decir á las gentes
y por DO parecer que se estaba ocioso , con gente de
guerra que juntó, marchó la vuelta del Andalucía
para refrenar los insultos de los moros. Tuvo con
ellos una refriega junto á Aríona, en que fue venci-
do, y su persona corrió mucho riesgo á causa que le
cortaron las riendas del caballo, y por no tener con
qué regille, estuvo en términos de ser preso, si
Alonso Pérez de Guzman no le proveyera en aquel
aprieto de otro caballo en que se pudo salvar.
Después deste encuentro se trató de renovar las
paces con los moros. Pedia el rey de Granada á Tari-
fa, y ofrecía en trueco otros veinte y dos castillos,
demás que daría de presente veinte mil escudos , y
contaría adelantado todo el tributo de cuatro años
que acostumbraba á pagar. Este partido parecía bien
á don Enrique por el aprieto en que las cosas se ha-
llaban , y falta que teman de dinero. Alonso Pérez de
Guzman era de contrario parecer y mostraba con ra-
zones bastantes seria cosa muy perjudicial así fiarse
de aquel bárbaro , como entregalle á Tarifa. Esta di-
ferencia estaba encendida , y amenazaba nueva guer-
ra. Llegaron á término que los moros con su gente y
con la nuestra (cosa asaz vergonzosa) se pusieron
sobre aquella ciudad. Hallábase Alonso de Guzman
sin fuerzas bastantes : los suyos le desamparaban , y
le eran contraríos los que debieran ayudar : acordó
de buscar ayuda en los estraños. El rey de Portugal
era enemigo declarado , y movía las armas contra
Castilla. Parecióle dar un tiento al rey de Aragón si
por ventura se moviese á favorecelle , vista la afrenta
de los cristianos y el peligro que todos corrían. Es-
cribióle una carta deste tenor : «Mucha pena me dá
nser cargoso antes de hacer algún servicio. El deseo
»de la salud y bien de lu patria común, el respeto de
»la religión me fuerzan acudir á vuestro amparo y
«protección, lo cual ha^ no por mi particular , que
»de buena gana acabaría con la vida sí en esto no-
)>biesú de parar el daño . y esperaría la muerte como
nfin destas miserias y desgracias. Lo que toca á la
nrcpública. siento en grande manera que no sea tan
«trabajada y maltratada por los moros cuanto por la
»deslealtad de algunos dfe los nuestros. ¡ Oh gran
«maldad! ¿Porque qué cosa puede ser mas grave que
«encaminar aquellos mismos del daño que tenían
«obligación de desvialle? ¿Qué cosa mas peligrosa
«que en muestra de procurar el bien común armar
«la celada? Quieren y mandan que Tarifa, ciudad
«que nos está encomendada , sea entregada á los
«moros. Y dado que usan de otros colores, la verdad
«es que quitada esta defensa y baluarte fortísiroo
«contra las fuerzas de África, pretenden que España
«quede desnuda y flaca eiimeilio de tantos torbelli-
«llioos, y por este medio reinar ellos solos, y adclan-
«tar sus estados con la destruicion de la patria co-
«mun. Valerosos caballeros por cierto y esforzados,
«esclarecidos defensores de España : yo tengo deter-
«minado con la misma fe y constancia porque menoK-
«precié los días pasados la vida de mi único hijo , de
«mantenerme eu la lealtad sin mancilla con mí pro-
«pia sanare y vida , que es lo que solo me resta. Si
«me enviáredes señor algún dinero y algún socorro
«por el mar, desde aquí vos juro de tener esta plaza
«por vuestra hasta tanto que llegado el rey mi señor
i>á mayor edad seáis enteramente pa^'ado de todos
«los gastos. Los enojos pasados, si algunos hay de
«por medio , la caridad y amor que debéis á la patria,
«los amanse. Tened plor cierto que será cosa muv
«honrosa para vos defender la tierna edad de un rey
«huérfano de las injurias y daños de los estraños, y
«mucho mas de los engaños y embustes de sus mis-
«mos vasallos. «
La respuesta que á esta carta dio el rey de Ara<
gon , fue loar mucho su lealtad y constancia , pero
que por haber puesto poco antes confederación con
los moros no podía faltar á su palabra ; que si ellos
la quebrantasen , él no faltaría de acudir á la espe-
ranza que del tenia y á favorecer la causa común.
Movíase á la misma sazón otra guerra de parte de
Portuj^al : aquel rey con toda su geute entró hasta
Salamanca. Acudiéronle luego el infante don Juan
tío del rey don Fernando , y don Juan Nuñez de Lara
después que el campo de los aragoneses dio la vuelta
á su tierra. Entraron en consulta sobre lo que se de-
bía hacer en esta jornada : parecióles paner sitio so-
bre Valiadolid en nue tenían al tey don Fernando.
Con este acuerdo llegaron á Simancas , aue está á
dos leguas de aquella villa. Allí muchos canalleros se
partieron del campo de los portugueses por tener
por cosa muy fea que un rey fuese perseguido y cer-
cado de sus mismos vasallos. El rey portugués con
recelo que los demás no hiciesen otro tanto , y que
después tomador los caminos no le fuese la vuelta di-
ficultosa , mayormente que entraba ya el invierno,
se partió á mucha priesa primero á M^ina del Cam-
po , desde allí á Portugal , despedido y desbaratado
su ejército.
La gente que la reina tenia aprestada para acodir
á esta guerra , fue por su mandado á cercar la villa
de Paredes. No se hizo efecto alguno á causa qoedon
Enrique con la gente que tenia levantada en el reino
de Toledo y en Castilla , desbarató aquella empresa.
Decia no era razón estorbar las cortes que tenían lla-
madas para Valiadolid , con aquella guerra por caer
aquella villa muy cerca. Este era el color aue tomó,
como quíer que de secreto estaba desabríao con el
rey don Fernando, y inclinado á la parte de los coo-
traríos. La reina con paciencia y disimulación pasaba
por aquellos embustes , y con muestra de amor pre-
tendía ganalle, y en aquel mismo tiempo le hizo mer-
ced de Santisteban de Gormaz y Calecantor. Con la
misma maña atrajo á don Juan de Lara á su voluntad,
?uesto que no se podian asegurar del, ca si le dieran
Albarracin, fácilmente se pas;íra á los aragoneses.
Tuviéronse pues las cortes en Valiadolid á la entrada
del año i 297. En ellas por la gran falta que tenían
de diaero , prometieron los pueblos de acudir con
gran cantidad para los gastos de la guerra , y así lo
cumplieron poco después. En el mismo tiempo por
el valor y diligencia de Junn Alonso de Haro fueron los
navarros puestos en huida, los cuales de rebate se
apoderaron de parte de la ciudad de Najara : su in-
tento era recobrar el dis-rilo antiguo de aquel reino,
y en particular toda la Kioja.
Don Jaime rey de Aragón en Roma, donde era i<K
llamado del papa, fue declarado por rey de Cerd<¿a
y Córcega, (i) Acudieron desde Sicila aoua Costan-
za su madre y doña Violante ^u hermana , Ru^er
Lauria general del mar, y Juan Procliita. Estaba con-
certada por medio de embajadores doña Violante con
Roberto duque de Calabria , heredero que habia de
ser del reino de Ñapóles. Ct^lcbróse este ca<«in¡cnto,
y el mismo pontífice Bonifacio veló álos nuevos ca-
sados : las fiestas y regocijos fueron muy grandes. Gl
rey doi Fadrique ^e apercebia para defender el reino
que le dieron con tanta voluntad. Dcciaróscla ^erra
contra él como contra quien alteraba la paz común
de toda la cristiandad : nombraron por general desti
( 1 ) Fue por concesión del papa bajo ciertas coodicioor^
en Favor de ¡a Santa Sede
guerra i su mismo hermano el rey de Aragón : reso-
Uicionla mas eitrañu queso pudo psnsar, armar un
hermano contra otro y quebrantar el (ierecho natural;
pero tanto pudo la fe y el escrúpulo , y el mandato
ilel resoluto pon ti fice. Ordenadas pues las cosasdesta
manera , el rey don Jaime se partió para Aragón con
intento de aprestarse para la guerra. Rugier Lauria
fue enTíado a Ñapóles para servir á aquellos princi-
fes en aquella aemanda. La reina doña Coslanza y
Jinprocliita se quedaron en Roma moTidos porla
devoción y santidad de aquella ciudad , cansados de
tantos trabajos , y por compasión del miserable esta-
do en que vtan puesta á Sicilia. No falta quien diga
que murieron en Roma : la mas verdadora opinión,
con que concuerdan autores muy graves , es que la
reina doña Costauza cinco afios adelante falleció en
Barcelona, y que fue allí sepultada en el monasterio
de San Francisco , en que hjy se ve un lúmulo suyo
con su letrero y nombre desU seüora grabado en la
piedra.
CAPITULO II.
Que el re; don Fernando i)e Castilla se desposó.
ViELTo que fue el rey de Aragun á su tierra, le
t^rnaroa los navarros \on pueblos Lerda , Ulia, Filera
y &ilvatieiTa , como se decretó en los conciertos aue
Rii Anagni se bicieran, y liasta este tiempo no se na-
bia efectuado. El año prúiimo siguiente, que fue
de I IOS , era virey de Navarra por los franceses Alon-
so Roneo de nación francés. Don Fernando hermano
Itíslardo del rey do Aragón por voluntad del mismo
rey y por su mandado fue despojado de la ciudad de
Alburracin , y la entregaron á don Juan Nuñez án
Lam que purecia tener mejor derecho, y se sabia cla-
ramente que se biio acravioásu padre en quitársele ,
Á lo menos se decia así. Este era el color que se tomú:
deroso y teudle de su bando. Don Juan de Lara fiizi
. su juramento y pleito homenaje en la ciudad de Va-
lencia i los siete dias del mes de abril de guardar á
jiquel rey fe y lealtad, mayor es á saber que solia.
Estas prevenciones hacia at rey de Aragón porque
penatba de accraeter en un mismo tiempo con sus
armas los reinos de Castilla y de Sicilia; pretensiones
mas Arduas de lo que su estado ni riquezas podian
llevar. El rey de Sicilia por babelle todos desampa-
rado estaba mas cercano al naufragio.
El rey de Castilla se reconcilió con don Dionisio
rey de Portugal por medio dedos casamientosijuese
concerluron. El uno fue de dona Costanza hija de
(Ion Dioubio, bien que no era de edad para casarse,
con el rey don Ferriando , como antes lo tenian tia-
tado. EnAlcañiz, que es un lugar cerca de Zamora á
la rayada Purlugal, en que los reyes se juntaron á
vistas para tratar de las paces , se celebró con solem-
nidad el desposorio. Las muestras de alegría publica,
por la esperanza cierta que todos tenían de perpetua
concordia, fueron tanta mayores que doña Beatriz
hermana del rey don Femando se desposó también á
trueco (que fue el otro matrimonia) con el infante
don Alonso, hijo de don Dionisio y heredero de su
reino, aunque no tenia él mas de ocho años. Para
mayor seguridad la reina madre de la doncella la en-
tregó á su suegro, y asi la llevaron á nortugal. Era
lan grande el deseo de efectuar y establecer esta paz
y concordia , que aunque no se dio en dote cosa al-
guna á doña Costanza, al do Portugal le dieron
con su espoia i Olivenza y Congüela , y otro pueblo
que se llama el camno de Uoya , con alguna nota de
la i;randeza de Castilla y grandísima señal de miedo;
pero tal era el estado de las cosas y la revuelta de los
tiempos, que no se avergonzaron de rescatar la paz
con su deshonra y menoscabo.
Lo que el rey de Portugal hizo cuando se tornó á
_j tierra, solamente fue dar trecientos hombres de
á caballo escogidos, y por capitán dellos & Juan Alon-
so de Alburquerque para que estuviesen en servicio
del r«y de Castilla contra don Juan tío del rey don
Fernando , que se intitulaba rey de León como arriba
dijimos. Esta ayudade Portugal y toda esta costa fue
de mas ruido que provecho, y asi los caballeros se
tarDaroniPortugaisin dejar hecha cosa alguna. Por
otra parte don Alonso de la Cerda habia tomado á Al-
mazan y otros lugares que están allí á la redonda á la
raya de Aragón, y puerto alli soldados de guarnición.
Sigüenza fue acometida por los soldados de don Juan
de Lara. que cae cerca de ia misma raya ; pero por el
gran valor de los ciudadanos se defendió y estuvo
constante en su fe. Los conjurados tenian gran falta
de dineros, que lo demfs parecía que los era ficil y
favorable ; y porque no faltase pira las provisionesy
pagas batieron moneda con las insignias y nombres
de rey , baja de ley de manera tal quesi la ensayaban
y fundían , se perdía gran parte del valor.
■ancd» de d«a Fcroaido iV.
Don Dionisio rey de Portugal á ruego de su yerno
vino con buen escuadrón de gente de guerra en su
favor y ayuda por la parte de Ciudad-Rodrigo; pero
can mayor sosiego y gana de paz que las cosas tan
revueltas reouerian : asi sin hacer electo alguno casi
como enojado se tornó á Portugal. La causa de su
enojo fue querer que al infante don Juan aue usur-
paba título de rey , le dejasen para él y sus herederos
y sucesnres la provincia de Galicia , de que por fuer-
za de armas estaba apoderado, y que la ciudad de
León la gozase por sus dias. La reina y loj gran-
des de Castilla no eran deste parecer , porque debajo
de aquella muestra de paz se encerraban deshonor,
daño y menoscabo del reino , cuya autoridad se dis-
minuía , y cuyas fuerias se enílaquecian con quitalle
una provincia tan principal. Con la vuelta del rey de
Portugal algunos grandes de Castilla que hasta en-
tonces por miedo estuvieron sosegados , comenzaron
muy fuera de tiempo á alborotarse. Parece que déla
revuelta del reiuo querían tomar ocasión unos para
vengar susinjurias, otros paraacrecenlar sus estados.
El sufrimiento de la reina fue maravilloso y su disi-
mulación, porque de su voluntad acudía á sus codi-
cias , y les daba las villas y castillos que ellos preten-
dían, & trueco de conservar la paz; que es gran
prudencia en tiempos revueltos acomodarse í la ne-
cesidad , y no hay ninguno tan amigo de las armas
que no quiera mas alcanzar lo que desea con sosiego,
que poner su persona al peligro.
SoWe el reino de Sicilia andaba la gaerra muy
brava. El crédito de Rugier Lauria era grande , mu-
cho lo que ayudaba i la parle de Francia; que parece
llevaba consigo la víctonaybucna andanza á la parte
que se acoslana y allegaba. Por su buena diligencia
se ganaron muchas plazas que estaban por los sicilia-
nos , en lo postrero de Italia , que fue la causa de que
en Sicilia le acusaron de aleve; y como fuese por
sentencia condenado le despojaron de un grande es-
tado que en aquella isU tenia, merced de los reyes
pasados en premio de sus grandes méritos y servicios.
452
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
Desde ¿ poco como se liobiese apoderado en la Ca-
llabria de la ciudad de Gaatanzaro, y pretendiese ^a-
nar el castillo que todavía se tenia por los contrarios,
fue vencido en una batalla por menor número de sol-
dados que los que él tenia. Ei hacer poco caso de sus
enemigos fue ocasión deste daño , que el popar el
enemigo siempre es peligroso, demás que se dice
peleó con el soldé cara; otro daño no menor : mu*
chos fueron los nmertos ; los mas se salvaron por la
oscuridad de la noche. El mismo capitau Rugier con
algunas heridas que le dieron en la batalla, se estuvo
escondido en unos lugares allí cerca hasta tanto que
se pudo escapar , y pasó en Aragón con gran deseo de
vengarse. Fue tanto mayor la pesadumbre gue reci-
bió desta gracia , que nunca tal le aconteció , como
el que siempre salió victorioso en las demás batallas.
Desde Aragón el rey y Rugier caudillos de aquella
empresa , señalados por los príncipes confederados
de común consentimiento , se hicieron á la vela con
una gruesa armada que ya tenían aprestada , en que
se contaban no menos de ochenta galeras. Llegaron
con buen tiempo á Roma : el sumo pontiGce les ben-
dijo el estandarte real , y á ellos ecnó su bendición.
En Ñápeles se les juntó Roberto duque de Calabria
con otra armada que tenia á punto. Corrieron las ma-
rinas de Sicilia, donde todo al principio lo hallaron
mas fácil de lo que pensaban. Apoderáronse de la
ciudad de Paü (que se entiende Pholomeo llamó
Agathyrion) y de otros castillos por aquella comarca.
Deside allí, doblado el promontorio Pelero, que es el
cabo de Melazo cerca dfe Mecina , y pasado el estrecho
no pararon hasta ponerse sobre la ciudad de Siracusa.
El cerco fue muy apretado por mar y por tierra, y sin
embargo duró muchos días ; esto, y por estar los lu-
gares tan distantes, convidóá los ciudadanos de Paü
para que echada la guarnición que tenían, volviesen
al poaer del rey don Fadrique. Trataban de combatir
el castillo , que todavía se tenía por Aragón.
Acudió por mandado del rey oe Aragón Juan Lau
ría con veinte galeras para socorrer los cercados:
proveyó el castillo de vituallas y lo demás necesario
Sara la defensa; á la vuelta empero fue preso él y
iez y seis galeras de las que llevaba , por los de Me-
cina , que puesta su annada en orden le salieron al
encuentro y le vencieron. Es aquel estrecho muj
peligro^ á causa de las grandes corrientes y remoli-
nos que tiene: altéranse las olas sin orden v á mane*
ra de vientos combaten entre sí y corren á íuer de un
arrebatado raudal hora hacia una parte, hora hacia
la contraría, de que resultan remolinos y peligros
muy grandes para los que navegan. Tal esperíéncia
que (testo teman, ayudó mucho a los sicilianos, y fue
causa que los aragoneses se perdiesen por saber poco
de aquel paso. La ciudad de Siracusa en el entretan^
to se defendía valerosamente : ayudaba mucho la
Í>resencia del rey don Fadríque que se puso en los
ugares cercanos, y estaba alerta para aprovecharse
de la ocasión. Por estas diflcultades los aragoneses
fueron forzados á alzar el cerco , en especial , que el
ejército le tenían muy menoscabado, muertos mas de
diez y ocho mil hombres , que perecieron á causa de
los grandes) calores á que do estaban acostumbrados;
y de la falta de las cosas necesarias procedieron gra-
ves enfermedades. Pusieron acusación á Juan Lauria
en Mecina: mandáronle que desde la cárcel hiciese su
descargo ; finalmente se vino á sentencia, le cortaron
la cabeza como á traidor.
Fue increíble el dolor que Rugier Lauría su tío re-
cibió deste caso : bufaba de coraje y de pesar, que
bien entendió aquella afrenta yaquef daño se hacia á
su persona propia. No pudo acudir luego á la ven-
ganza porque en compañía del rey de Aragón era pa-
sado en España: dende, pasados los fríos delínvíerno,
ambos volvieron sobre Sicilia con mucho mayor ar-
mada que antes; jUQtáronseles en el camino dos hi-
jos del rey de Ñapóles^ es á saber Roberto y Pliilípo.
Llegaron todos ¡untos al cabo de Orlando, que está
cerca de la ciudad de Patí : ei numero de las galeras
era cincuenta y seis , sin otros muchos bajeles. El
rey don Fadríque como viese animada su gente por
la victoría pasada, acordó de representar la batalla á
sus enemigos, dauo que su armada era mucho meoor,
que no pasaba de cuarenta galeras. Peleó valerosa-
mente, mas al fin fue desbaratado, sus galeras parte
tomadas por los contrarios , parte se pusieron en
huida. Fue grande la crueldad de que el general Ra-
gier Lauria usó con los cautivos , hizo morir gran
número dellos con deseo de vengarse: entre los otros
degollaron á Conrado Lanza hombre muy principal,
de que resultó grande odio contra la gente catalana.
El mismo don Fadriq ue estuvo en £[ran ríesgo de ser
preso, porque como quier que hobiese defendido rj
galera por largo espacio, ya que la iban á temar, cayó
desmayado: los suyos sacaron la galera de la batalb,
con la cual y otras pocas se retiraron á Mecina.
Con tanto el rej^ de Aragón á instancia que le hi-
cieron desde España, y causas que alegaban, y ra-
zones verdaderas ó aparentes, sin pasar adelante diú
la vuelta no sin queja del papa y del rey de Ñapóles:
verdad es que los mas cuerdos aprobaban este acuer-
do; que sin duda era cosa recia por negocios ajenos
poner los suyos en balanzas y su persona á nesgo,
mera de que ganada aquella victoría, co dejaba de
condolerse del rey don Fadríque, que en fio era su
hermano. Dióse aquella batalla memorabie, y de las
mas señaladas de aquel tiempo, un dia sábactoá coa-
tro del mes de julio año de 1299. En el mismo año
falleció en Roma don Gonzalo cardenal y arzobispo de
Toledo, como lo reza la letra de su sepultura en
Santa María la Mayor de aquella ciudad. Sucedióle sa
sobríno don Gonzalo Tercero. Su padre Dia Sanebez
Palomeque, su madre doña Teresa Gadiel hermana
del cardenal , ciudadanos de Toledo. Sobre el tiempo
en que le eligieron , hay dificultad : quién dice qñe
algunos años antes , cuando su tio después de la
muerte del rey don Sancho partió para Roma i lo
que se entiende, á negociar dispensase el papa en
aquel su casamiento : quién que cuando el psp*. Bo-
nifacio Octavo le hizo cardenal por el mas de díiciem-
bre del año próaimo pasado de mil j docioitos y
noventa y ocho, por ser aquellas dignidades incom-
patibles , y costumbre que el obispo á quien daban
capelo, dejase el obispado: quién que subió á aquella
silla por muerte del cardenal. Esto nos parece mas
probable por hallarse en papeles que este año por el
mes de agosto se llama electo de Toledo ; asi los años
antes tuvo por su tio el gobierno de aquelUt iglesia,
mas no la dignidad.
Volvamos á Sicilia donde los franceses se quedaron
para llevar su intento adelante, seguir la victoria y
ejecutalla; pero hicieron un yerro manifiesto, ^oe
dividieron el ejército en dos partes. Roberto y Rugier
Lauría se encargaron de cercar á Rendazo, qoees
una plaza muv fuerte, puesta entre Pati y Catanta
casia la mitad, del camino. Philipo duque de Taranto
fue con parte de la armada á correr las marínvsdel
cabo de Trápana : acudió á aquella parte el rey don
Fadrique, tomó á los contraríos de sobresalto; y ooo
su arrebatada venida se dio la batalla en que fueron
vencidos los franceses y Philipo su general preso;
que fue una buena ocasión para hacer las paces y
confederarse aquellas dos naciones con una alianza
que se hizo ^ tan dichora y acertada cuanto la guerra
era desgraciada.
CAPITULO III.
Del ano del Jubileo
Corría á la sazón el año postrero de este siglo : es
á saber el de nuestra salvación de 1300, aiio muy
mSTORU' DE «SPAIf A.
453
señalado por una ley que hizo y publicó para que se
guardase perpetuamente, el pontllice Bonifucio, to-
mada en parte de la costumbre antigua de la ciudad
de Roma, que celebraba au fundación con ciertos
juegos y fiestas cada cien anos, en parte de la usan-
za y ley del pueblo judaico donde cada cincuenta
años habia jubileo. Ordenó pues que al Gn de cada
cien años se concediese pienaria indulgencia y remi-
sioD de todos los pecados á todos los que en aquel
año devotamente visitasen las iglesias de Roma,
iglesias llenas de devoción , de sagradas reliquias y
antigüedad. Esta ley era á propósito y se enderezaba
para ennoblecer la magostad de Roma, y para aumen-
tar el culto déla religión ; la cual Clemente Sesto re-
dujo á cada cincuenta años, y mas adelante Sixto
Cuarto con otra nue?a ley y constitución que hizo,
atenta la humana flaqueza y la brevedad de la vida,
mandó que se guardase y celebrase el jubileo cada
veinte y cinco anos. Fue grande el concurso de gen-
te que ñquel año acudió á la ciudad de Roma á fama
deste jubileo. Entre otros vino Carlos de Valoes ca-
sado en sesudo matrimonio con madama Catarina
hija de Pbilipo, nieta del emperador Balduiíio , y así
pretendía cobrar el imperio de Grecia á él debido,
como en dote de su mujer. Si salia con la empresa
publicaba renovaría la guerra de la Tierra Santa que
tenían olvidada de tantos años atrás: cosa honrosa
para el sumo pontífice^ que en su tiempo y con su
favor se tornasen á tomar las armas para la guerra
sagrada. Venia el papa bien en esto: prometía que
no saldrían vanas las esperanzas de Garlos , con tal
que desde Francia se tornase á Italia á la primavera
con ejército bastante.
En Vizcaya que estaba en poder de Diego López
de Haro, hermano de don Lope Díaz de Haro, aquel
3ue dijimos fue muerto en Alfaro, en tiempo del rey
on Sancho , se edificó la villa de Bilbao . la mas no-
ble de toda aquella provincia á la ribera del río Nervio:
los moradores por la mucha anchura que lleva, le
llaman Ibaísabelo. Está dos leguas del mar: y porque
allí se traen muchas mercadurías que de Jas naves se
descargan, hay gran comercio y concurso de gente.
Los mercaderes de Bermeo , por la comodidad del
lu^r , los mas dellos se pasaron á morar y hacer su
asiento en aquella población nueva. A los moradores
se les concedió que viviesen conforme á los fueros f!e
Lo^oño. En Lérida otrosí fundó el rey de Aragón
universidad, y le concedió los privilegios acostum-
brados: llanaaron maestros que leyesen en ella todhs
las ciencias con salarios que les señalaron. En aquel
tiempo era vire y do Navarra por los franceses Alonso
Roleedo (i), sin que sucediese cosa en a()uclla pro-
vincia por entonces que do contar sea, sino que go-
zaban de una paz y sosiego grande que es Jo mas
principal que se puede desear, como quíer que las
otras provincias de España estuviesen continuamente
atormentadas con guerras y desasosiegos. Este envió
á Valladolíd un enonajador á la reina (que era la que
tenia en pió las cosas entonces con su valor y pru-
dencia) á pedille restituyese todo el término desde
Atapuerca (que es una villa así llamada junto á Bur-
gos) basta las fronteras de Navarra : alegaba que les
pertenecía» y que antiguamente lo quitaron a gran
tuerto los reyes de Castilla á los navarros sin otro
derecho mas del que consiste en la fuerza. La reina
mandó fuesen muy bien tratados los embajadores, y
que espléndidamente los hospedasen. La respuesta
(lue lea dio , fue que bien entendía no se pedia aque-
llo de orden ni por voluntad del rey de Francia , y
?fue el derecho Je reinar mas consiste en la posesión
resca y nueva, y en el uso della, que en títulos y
papeles viejos y olvidados.
Los embajadores visto el mal despacho que ksda-
(1) Según More I Robra y.
han y acudieron á don Alocso de la Cerda y á don
Juan Nuñez de Lara, ca i>ensaban por aquel camino
alcanzar mas fruto de su embajada. Estos señores
acometido que hubieron á Falencia , que casi estu-
vieron á pique de tomalla por traición de algunos
ciudadanos, como no les salió bien la empresa , esta-
ban retirados en Dueñas. Allí oídos los embajadores,
hicieron mercedes con larga mano del señprio ajeno;
y fue don Juan de Lara á Francia para que en pre-
sencia de aquel rey tratase de todas las condiciones,
y incitase a los franceses á que con brevedad les
acudiesen con el socorro de gente necesario. Poco
fruto sacaron de toda aquella diligencia , si bien los
mismos hermanos Cerdas fueron asimismo á Francia
en pos de don Juan Nuñez de Lara; pero iri los unos
ni les otros sacaron de su trabajo mas que buenas y
corteses palabras, como quiera que al Francés le fue-
se mas en la guerra de Flandes que andaba trabada
entre aquellas dos naciones , que en la que tan lejos
les caía, y les era do menos importancia. Solamente
hecha 6u confederación, Philipo rey de Francia les
dio licencia para que pudiesen hacer gente en Na-
varra. Hiciéronlo asi, y un escuadrón de soldados
entró por aquella parte en el distrito de Calahorra.
Salióles al encuentro don Juan Alonso de Haro señor
de los Cameros , y en un rebate que tuvo con ellos,
los venció, y prendió á su caudillo don Juan Nuñez
de Lara ; al cual no quiso poner en libertad hasta
tanto que restituyese todos los castillos y pueblos
del reino que le entregaran en tenencia : ultra desto
juró que guardaría lealtad al rey don Fernando y le
seria ouen vasallo.
Desto mismo tomó ocasión el rey de Aragón para
poner debajo de su corona la ciudad de Albarracin,
que antes restituyó al dicho don Juan. Junto con
esto el infante don Juan tío del rey don Fernando^
dejadas las armas en que tenia poco remedio contra
las fuerzas de su sobrino que de cada día iban en
aumento , se resolvió de seguir mejor partido. Tra-
tóse delio , y el concierto se hizo el ano del Señor
de i301. Las capitulaciones del asiento fueron estas:
que ante todas cosas dejase el nombre de rey que
usurpara: que restituyese todas las ciudades y pue-
blos de que se apoderó en el tiempo de la guerra:
aue el principado da Vizcaya que pretendía ser dote
e su mujer, le dejase á don Diego López de Haro,
y á él diesen en trueco á Medina de Ruyseco , Cas-
tronuño, Mansilla, Paredes j Cebreros : lugares de
que le hicieron merced la rema y el rey su liíjo por
escusar nuevas alteraciones , para que tuviese con
que sustentar su vida como persona que era tan
principal.
CAPITULO IV.
De Raimundo LuHo.
Dos cosas sucedieron este año ni muy pequeñas,
ni muy señaladas , de que padeció todavía hacer
mención en este lugar. La una fue la muerte de
Raimundo Lullo , persona que tuvo gran fama de
santidad y de doctrina; la otra el agravio que se hizo
á don Garci López de Padilla moestre de Calatravaen
deponellede aquella dignidad. Raimundo fue catalán
donación, nacido en la isla de Mallorca. Ocupóse
siendo mas mozo en negocios y mercadurías con
pretensión de adelantarse en riquezas , y secuir en
esto las pisadas de sus antepasados, gente de hon-
ra y principal. Llegado á mayor edad se recogió
al yermo . cansado de las cosas deste mundo , y con
deseo de huir la conversación de los hombres. En
aquella soledad escribió uñarte que por nuevos ata-
jos y senderos en breve introduce al lector en cono-
cimiento de las artes liberales, de la filosofía, y aun
también de las cosas divinas. (2) Cosa de grande
(2) LuUo está hoy acreditado como el sabio mas profundo
BIBLIOTECA DE GASPAR T BOIC.
luí mas de veinte libros , algunos no pequeños , en
lengua catalana ; eo que trata de cosas asi divinas
como humanas , de suerte empero que apenas con
induslria y trabajo los hombres muy doctos pueden
entender ío que pretende enseñar : tanto que mas
fiarecen deslumbramienlos y trampantojos , con que
a vista se engaña y deslumhra , burla y escarnio de
las ciencias . que verdaderas artes y ciencia*, puesto
que él testifica alcaii'¿6 lo que enseña, por divina
revelación en un monte en que ac le apareoiú Cristo
nuestro Dios y Señor como enclavado en la cruz. Lo
3ue en él merece sin duda ser alabado , es que con
eseo de estender la Religión Cristiana , y convertir
los moros, pasó en ATrica yllegado á Bugia en la
costa de Mauritania, como quier que no cesase de
amonestar y reprehender aquella gente bárbara , de
dos veces que allá fué, la primera le prendieron y
maltrataron , la seauada le mataron á pedradas.
Su cuerpo, traido á Mallorca, de aquellos isleños
es tenido engrande veneración, dado que no está
canonizado , ni su nombre puesto en el número de
los santos. Sobre aus libros liay diversas opiniones.
Muchos los tachan comosin provecho y aun dañosos,
otros los alaban coroo venidos del cielo para remedio
de nuestrd ignorancia. A la verdad qumientas pro-
posiciones sacadas de aquellos libros fueron conde-
T universil de m eielo. Ea 1*67, liglo y nedM dnpncí iIf
BU muerte, nuspaiUDMlceriicieroDdtte aepujero dealibii-
tro en l« ¡gktii <kl fcnvtnto de FnneiKiiKW de Palma.
nados en Aviñon por el pana Gregario Undécimo i
instancia de Aymerico fraile de la urden de los pre-
dicadores, y inquisidor que era en España; ctrnlu
de las cuales proposiciones puso Pedro arzobispo de
Tarra(¡ona en la ses<jnda parle del directorio de los
inquisidores.Síva a decir verdad, mucbas deflaiaon
muy duras y mal sonantes, y que al parecer nocon-
cuerdun con lo que siente y enseña la SanU Madre
Ulesia. Esto nos parece: debe ser por nuestra ni-
deza y grosería , que impide no alcancemos y dcm-
tremos aquellas sutilezas en que los aücionaoos de
Raimundo hallan sentidos maravillosos y niislerioi
muj altos como los que licuea ojos m» cUroi; ••
por ventura adivinan y ñngen que ven, ó sueñan lo
que no ven , y procuran moatnirnos con el dedo la
que no hay : de los cuales hay en este tiampo gran
uúmero y cátedras en Barcelona, HalloriA y Valea-
cía para declarar los dichos libros, bttscados coa
gran cuidado y estimados después que fueron re-
probados, que si no se hiciera de ellos caso, el
tiempo por ventura los hobiera sepultado en el ol-
vido. Esto de Raimundo de Lullo. Sus discipnlos
dicen que fue de nuble linaje, y que falleció en edid
de setenta y cinco anos el ne Cristo de mil treciea-
tos y quince. Sospecho que en esto se enfuñan por
lo que de los libros del mismo se saca : lo cierto , que
fue casado, y que dejó mujer y hijos pobres, por
dende se ve que no fue tan grande alquiniiala como
algunas le hacen.
Al maestre de Calttrava derribó H desabrimiento
que contra él tenían los caballeros de su orden, cau-
sado de su severidad y recia condición. Orrecíóieles
buena ocasión para ejecutar su saña , j fue que los
nuestros no tenían fuerzas pan reprimirá los moros
C3rser los tiempos tan revueltos y turbios; y auo
alio que el año pasado los moros se apcderaron áe
la villa de Alcandctc , y la quitaron á los ciballeros
deCalatrava. Acometieron A Vaenu, pero yaque le>
oían ganada buena parte de aauel'a víIm, fueron
lontaoos por el valor y esfuerzo ae los soldados qot;
dentro tenia . Pusieron cerco i Jaén , y la Gombaüan
con lodo su poder. Imputaron todo este dcño il
maestre, y en particular le achacaron qae por su
culpa se perdió Alcaudele, demís que decían de
secreto tenia inteligencias y favorecia á don AlonM
de la Cerda. Esta era la voz y el color , como quíer
que (mal pecado) aborreciesen su áspera condición
y su severidad : su valor y esfuerzo y gran destreía
eti las armas los alemorizaba , y por el miedo te abor-
recían. Jumaron capitulo en que absolvieron del
maestrazgo á don Garci López de Padilla, r pusieron
en BU lugar á don Alemán comendador de Zorita )
sin razón y contra justicia , como poco despoM h<
sentenciaron los jueces que sobre este caso señilil
el papa , es á saber , los padres de la orden del Cislel
Volvió pues i su dignidad al fin deslaaBo, y jto-
bernó macho tiempo aquella órdon; mas comoel
aborrecimiento que le tenían los ccballeros quedas'
mas reprimido que remediado , adelante al cabo dr
sa vejez le tomaron á poner nuevos capítulos y ico-
saciones con que de nuevo le depusieron , y en so
lagar eligieron al maestre don Juan IVuñei de Pnia
DO con mejor derecho que al pasado. Verdad ea que
como quier que don García por la vejet se ht\¡f*
muy cansado , j sin fuerzas no solo para los trabajo»
de la guerra , sino aun para las cosas del gobierwt.
de su voluntad dejó á sn contrario el maestral^,
que tan contra justicia y sin rozón le quitaron ; aotn
se reservó algunos pueblos en Aragón con que pasar
BU vejez: caballero de gran valor no solo por sdí
grannes hazañas, sino en particular por menospre-
ciar aquella dignidad y honra con deseo de la paz j
sosiego, perdonando con ánimo muy seneruM el
agravio recibido da sus contrarios. Volvamos cou
nuestro cuento al camino y orden que lleraino*.
HISTORIA DE ESPA.NA.
4o3
Capitulo v.
De las bodas del rey don Fernando.
TftATÁRAse con -gran cuidado de alcanzar dispensa-
ción del papa para efeclaar los casamientos que entre
Portugal y Castilla teniaD concertados, ca eran prohi-
bidos por derecho á causa del parentesco entre los des-
posados. Tenían esperanza otorgaría con lo que pre-
tendian , porque demás de ser el negocio muy
justiflcado, el pontífice Bonifacio ine preciaba traer
su origen j decendencia de España, con que parecía
favorecer á los españoles , y aun comenzaba á desa-
brirse con los franceses. Los reyes de Castilla y de
Portugal sobre esta razón se juntaron en Piaseacia:
acordaron de enviar sus embajadores á Roma , por
cuyo medio consiguieron lo que deseaban. Demás des-
to dispensó también el pootiuce en el casamiento de la
reina doña Maria ^ del rey don Sancho, que tenia la
misma falta , si bien don Sancho era ya muerte, y
muchos decían no poderse revalidar los casamientos
de difuntos que de derecho eran nulos , como gente
que ignoraba cuan grande sea la autoridad de los
sumos pontífices, cuyos términos estienden algunas
Teces por respetos que tienen y consideraciones,
oU*as por el bien y en pro común. Como vino la dis-
pensación, con nuevo gozo y alegría se hizo el cesa-
miento del rey don Femando y doña Costanza en
Valladolld, v se celebraron las solemnidades de las
bodas, que dilataran hasta entonces asi por la edad
del rey como por el parentesco que lo impedia.
Ordenaron la casa real, y el rey se encargó del go-
bierno (1) don Juan Nuñez de Lara fue nombrado
{)or mayordomo de palacio: al infante don Enrique
tio del rey dieron á Atíenza y á Santisteban de Gor-
maz en recompensa del gobierno del reino que iequi-
" taban. Todas estas caricias no bastaban para sanar
su mal pecho, porque se halla que ana mismo tiem-
po con trato doble y muestras fingidas de amistad
tenia suspensos á los aragoneses j á los moros. Era
su condición y costumbres estar siempre á la mira de
lo que sucediese I y seguir el partido que le pareciese
estalle mejor, que fue la causa de hacer se alzase el
cerco que tenía sobre Almazan, villa que se'tenia por
los Cerdas, v la gente de guerra de Castilla que es-
taba sobre ella , fue enviada á otras partes. En Hari-
za se vio con el rey de Aragón sobre sus liaciendas y
aliarse , todo con la misma llaneza que tenia de cos-
tumbre con los demás. Tuvo el rey de Aragón cerca-
da mucho tiempo á Lorca, ciudad bien fuerte en el
reino de Murcia y al principio del año del Señor
de i 302 la vino á ganar.
Hay una villa muy noble en Castilla la Vieja á la
ribera del rio Duero que se llana Peuafiel : allí se
celebró conciio de los obispos y prelados de la pro-
vincia de Toledo. Abrióse a primero día del mes de
abril: Presidió en este concilio don Gonzalo arzobis-
po d^ Toledo. Entre otras constiiuciones mandaron
que los clérigos no tuviesen concubinas públicamente
pena de .ser por ello castigados ; tales eran las cos-
tumbres de aquel siglo, oue les parecía hacían harto
en castigar los pecados públicos, tslo contiene el ter-
cer canon. El sesto manda ^ue al sacerdote que re-
velare los pecados sabidos en confesión, &e le dé cár-
cel perpetua y para su sustento solamente pan y
a^a. El octavo canon manda que se paguen á la igle-
sia los diezmos de todas aquellas cosas que la tierra
produce , aunque no sea cultivada. Prohíbese en
el nono que las hostias con que se ha de decir misa no
Be bajean sino por mano de los sacerdotes ó en su pre-
sencia. Demás desto se determinaron oirás muchas
cosas provechosas para aumento del culto divino (2).
(1) A los diez y seis años y poco mas de siete ir eses.
(2} Además se acordó fulminar censuras y entredichos
El mes de mayo siguiente murió llahomad Miro rey
de Granada: sucedióle su hijo mayor Mahomad Al-
llamar. Dio esto trueco mucho contento á los nues-
tros por dos respetos, el uno que hobiese faltado el
padre , que era valeroso y de grande inducía : el
otro por suceder su hijo que era ciego. Verdad es
que Farranquen señor de Málaga , que era su cuña-
do , hombre de valor y lealtad para con el nuevo rey,
se encargó del gobierno público así de las cosas de
la guerra como de la paz.
En Sicilia por el mismo tiempo á cabo de tantas
alteraciones y guerras en fin se asentó Ja paz. Fue
asi que junto ala isla de Ponza en una batalla naval
fueron vencidos los sicilianos , y preso Conrado DtH
rÍA Ginovés , general que era de la armada : los sici-
lianos por está rota comenzaron á temer, y U» frau*:
ceses cobraron esperanza de mejorar su partid», tanto
que sin tardar se pusieron sobre Mecioa , que es el
baluarte y fuerza principal de toda la isla : llegó á
peligro de perderse , defendióse empero por la cons-
tancia y valor de los ciudadanos y la buena diligencia
del rey don Fadrique, que sabia muy bien cuanto le
importaba aquella ciudad. La reina doña Violante
acompañó á Roberto su marido en aquella jornada,
que á la sazón estaba en Catania. A su instancia y
por sus ruegos los príncipes se juntaron para verse
y tratar de sus cosas en las marinas de Siracusa en
la torre llamada de Maniaco. Procuraron asentar las
paces : solo pudieron acordar treguas por algunos
días con esperanza que se dieron que en breve se con-
cluiría lo oue todos deseaban. Hí¿ose asi, sin embar-
go que sobrevinieron á mala sazón dos cosas que pu-
uieran entibiar y aun desbaratar todas estas prácticas,
es á saber, la muerte de doña Violante que falleció
en Termini , ciudad que se tenia por los franceses,
no lejos de Palermo: el otro inconveniente fue la ve-
nida de Carlos de Valoes, que con intento de recobrar
el imperio de los griegos abajó á Italia , y por hallar
en Toscana las cosas muy alteradas pasó en Sicilia.
CoBira este peligro proveyó el rey con Fadrique que
alzasen todos los bastimentos y los recogiesen en las
plazas mas fuertes, los que no pudiesen recoger, los
echase á mal: todo esto con intento deescusarde
venir á batalla con los enemigos. Con esto y con que
se resfrió aquella furia conque los franceses vinieron
los redujo á términos de mover ellos mismos tratos
de paz, que Umbien él mucho deseaba.
Finalmente entre Jaca y Calatabelota, plaza en que
don Fadrique se hallaba, por ser lugar muy fuerte,
los tres principes se juntaron. Hobo muchos dares y
tomares sobre asentar el concierto ; por conclusión
las paces se asentaron con las capitulaciones siguien-
tes: Philípo principe de Taranto sea puesto en libertad :
asimismo todos los cautivos de la una y de la otra
parte; el rey don Fadrique deje todo lo que tiene en
la tierra firme de Italia : y al contrario los franceses,
las ciudades y fuerzas oe que en Sicilia están apode-
rados: doña Leonor hermanado Roberto case con don
Fadrique, con retención de Sicilia en nombre de do-
te hasta tanto que por permisión y con ayuda del papa
conquiste á Cerdena u otro cualquiera reino ; si esto
no sucediere, sus herederos dejen á Sicilia luego que
los reyes de Ñapóles cootaren docientos y cincuenta
rail escudos: á los forajidos y desterrados de Sicilia
v de Italia sea perdonada su poca lealtad por la una y
la otra parte. Uicíéronse estos conciertos el postrer
día del mes de agosto ; con que todos dejaron las ar-
mas. Juan Villaneo que se halló en esta guerra , y
Dante Aligerio, poeta de aquellos tiempos en cstre-
roo elegante y grave, tachan á Carlos de Valoes, y le
cargan de qué en Toscana lo alborotó todo con dis-
coDtra cualesquieras personas que violasen las inmaoidades
eclesiáslicas, que el moro ó judio que abrazan la religioa
cristiana no perdiera sus bienes.
BIBLIOTEC* DE GAKPAU t
cordias y guerras civiles , y en Sicilia concertó una
paz inlame , linalmenie.que con Linio estruendo y
apáralo en efecto no hizo nada. Fue este ano muy
estéril, en eupecíal en España por la gntnrte sequedad
i causa Ijue las tierras se quenaron por arar por Iia-
beree consumido, como se decía comunmente, y lo
afirman graves auloreí, en a^iuellas alleracionea la
cuarta parte por lo menos de ios labradores * gente
det campo. -
CAPITULO XII.
De la maerie del pontífice Boniracto.
PoB este tiempo el liijo mayor de don J;i¡me rpy de
HallorcB , que teñís el mismo nombre de su padre ,
renuDciadoeJ derecho que tenia i la iicrencia de aque-
llos estados, se mcttú fraile francisco: con que su-
cedió pormuerle de ifiiel rey an liijo menordon Sia-
cho; y como estaba obligado hizo bomenije poraqoe-
llosestadosy juródeser leal al rey de Aragón. En
Castilla no estaban las cosas muy sosegadM, en par-
ticular ae padecia grande faltd de dineros. Tuviéraase
cortes en Burgas y Zamora , en ^le se lormiron ka
gastos públicos, y las ciudades airrieron con grin
suma de dineros. Demiis desto el papa BoniEicia coa-
cedió á la reina madre una bula, en que le perdom-
ba las tercias de las iglesias que cobraron loi rtys
don Alonso, don Sancbo y el misino don Fetaiudo
sin licencia de la sede apostólica basta entonces, y
de uncvo ce las daba y bacía grada de ellas por tér-
mino de tres años. Los Animoa de los grande) andi-
ban muy desabridos con la reina marlre: guejíbauM
que lascos'is aegoberoabao por su antojo stn razna ni
urden. Los infantes don Enrique y don Juau tíos del
CiitlIlJ le llamón.
don Juan de Lara y don Diego de Karo con otros
balléros principales buscaban traza y orden para pp-
ner con artificio y maña mal i la reina con su bijo, y
de;aTeniltos. Para dar principio á esto apremiaron al
abad de Santander que era canciller mayor, diese
cuentiiR del patrimonio real, cuya administración tu-
vo á su cargo: maña ((Ue se endereznhaconira la reí-
n*, por cuya instancia le encomendaron aquellos
cargosyhonras. Poco aprovecliaron por este camino,
porque conocida su inocencia y integridad, cayeron
por tierra tudas estas tramas.
Pbilíporey de Francia al principio del año 1303
eiiTió «ui embajadoras para p«dir aquellos pueblos de
Navain sobre que tenia dif'^rencias: fueron despedi-
dos sin alcanzar cosa alguna. Gl rey de Aragón cot'ki
i ofrecer condiciones de pai que también dcseclii-
ron. Prometía que volvería toda la tierra deUurcü'l:
que estaba apfuerado , á tal que le entre;;4sen i Ali-
cante, listo no le pareció á propi^sílo i ta reina, an-
tes á don luán de Lara que comenzaba i privar con
el rey, hizo quitar clc.irgo que tenia: y poner rn
su lugar al infinte don Enrique para que fuese mv
yordomo mayor de la casa real. No le duró iaw;ho A
mando , que poco después le dejó: sí Je grado ó con-
tra su voluntad no se sabe. Lo cierto os que dfsUi
rosas y principios procedieron entre eí rey y su im-
dre algunas so^peclias, y división entre los graniiu.
En particular don Juanee Lara y el ínranledonJum.
olviiladaslasdífcriencias y disgustos pasados, lie.-'ii»
i uita.teaiangMade mano y privanza acerca del rey.
Los ruines y gentede malas mañas con chismes y de-
dr mal de otras, que Buelesercaraiaomuyordinario,
eran aolepuestosá JOB buenos y modestos. El infante
don Enrique y don Juan bija del infante don Hanuel,
y don Diego de Haro llevaban mal que la reina ma-
dre fuese maltratada , á quien elloE se tenian por muy
obli^dos por muchos respetos, priocipalmeote se
quejaban Que las cosas se trastornasen al albedrio y
antojo de nos hombres semejantes. Pasaron en esté
sentimiento tan adelante que comunicado el negocio
entre sí, enviaron á llamar á don Alonso de la Cerda
paraconcert.nrseconél. Fue con esta embajada Gon-
ulo Ruii á Almanzan para mover estas práticas , y
procursrquelosaragoneaeshiciesen entrada en Cas-
tilla, sin tener cuenta con la fe y lealtad que debían,
i trueco de lletar adelante sus pasiones y bandos.
; ÉspAÑt. 457
Esto pasaba en Castilla al mismo tiempo dtle con
increíble osadía y impiedad fue amancillada la sacro-
santa magestad de la iglesia Romana con poner
mano en el papa Bonifacie. El caso por ser tan etor<
hilante sera bien contar por menudo. Estaban loi
franceses por una parte, y por otra los de casa Colo-
na, caballeros de Koma , en un mismo tiempodesa-
bridosconel papaBonífacio por agravios que preten-
dían les hiciera. Las causas del disgusto al principio
eran diferentes, mas ala postre se aliaron para satis-
facerse del común eaemigo. Purecia que el papa hizo
burla de Carlos de Valoes por no acordarse ite bs pro-
mesas que tenia hechas: el rey de Francia se entre-
gaba en los bienes de las iglesias y en sus reñías.
Apameaea unaciudadquecaeen laGalliaNarbonen-
se, (l)antes era de la diócesi de Tolosa, y el papa Doni'
facióla hizo catedral. El rey tenia preso al obispo desia
■íJhs "•.
ái IV el EmiiljEids, nea
ciudad porqua claramente reprendía aquel sacri-
legio : lo uno y lo otro llevaba el pontífice muy mal:
enTJáronse embajadoresdeunaparteydeotra sobre
el caso. Loque resultd fuequedir masdesabridaslas
iotunUdes. Paró el debate en que se pronuncifl con-
tra el rey sentencia de descomunión , que es el mas
Srave ca^ti^o que á los rereldes se suele dar. Demás
esto loNobispos de Francia fueron llamados á Roma
pan procederconlrael rey. Grande es laaaloridad
deliis sumos ponlilices , pero las (uerzasde los reyes
son mas grandes : asi fue que por orden del rey Pbi-
Irpo drt Francia jan hacer rostroal pontifica se jun-
taron muchos obispos, y tuvieron concilio en Paria.
En 61 se decretó que el papa Bonifacio era intruso, y
Jue Ib renunciación de Celes ti no no fue válida. Ilobo
enuestos sobre el caso de la una y de laotra parte.
Hoy día bay cartas que ac cicribieron llenas do ritu-
perios ¡[Ultrajes: si verdaderos, si fingidas, no le pue-
de averiguar; mejor es que sean tenidas por falsas.
Los de rasa Colona fueron perseguidos y forzados
á andar huidos de Itoma, desterrados v despojados
de BUS haciendas por espacio de din anos, como el
Petrarchd lo atestigua, y encarece lo mucho que pa-
decieron. Estoí senoresdesde liempoiinliguoTuerun
capitanes del bando de los gibelinos contrarios de los
[Hintirices romanos , de quien se hicieron mucho
tiempo temer por sumobleza , riquezas y parentelas.
A Pedro y Jacobo qae eran canienales, y de aauet
linaje y fumilia, por edicto público los privó del ca-
pelo ; Estéfano Colana; cobemdeaquplln familia fue
forzado á irse á Francia; lo mismo lazo SarraCnlnna,
que era enemigo capital de Bonifacio : nuevos daños
(i) HoyPimieri.
4S8
BIBLIOTECA DE f.ASPAB Y HOK..
y desastres que en esta huida se le recrecieron , le
acreceolaron la saña , porque un capitán de corsarios
le prendió y puso al remo. El rey dio cargo á Guillel-
mo Nogareto natural de Tolosa, hombre atrevido, de
apelar de la sentencia de Bonifacio para la Síinta Sede
apostólica romana privada entonces de legitimo pas-
tor. Estos dos comunicaron entre sí como podrían
desbaratar ios intentos del pontífice : si fue con con-
sentimiento del rey ó por su mandado, aun entonces
no se pudo averiguar; en íin ellos vinieron áToscana,
y se estuvieron en un pueblo llamado Stagjgia mien-
tras que fuesen avisados por espías encuDiertas , y
tuviesen oportunidad para acometer la maldad que
tenían ordenada.
El papa se hallaba en Anngni. Cecano y Supino
personas principales, hijos de Mafíio cabal !ero de la
misma ciudad de Anagni, fueron corrompidos á po-
der de dinero pBrc que avudasen á poner en efecto
esta maldad. Ya que todo lo tenían bien trazado,
metieron dentro de Anagui trecientos caballos ligeros
y un buen escuadrón de soldados : Barra Colona era
el principal capitán. Al alva del día se levantó un es-
truendo y vocería de soldados , que con clamores y
voces apciliíiaban el nombre del rey Philipo. Los cria
dos del papa todos huyeron. Bonifacio, conocido el
peligro revestido con sus ornamentos pontificales se
sentó en su sacra cátedra : en aquel habito que es-
taba, llegó Sarra Colona y le prendió. Escarneciendo
del Nogareto, y haciéndole mil amenazas, le respon-
dió Bonifacio con grande constancia : »No hago yo
caso de amenazas de Paterino.o Este fue abuelo de
Nogareto, y convencido de la Iierejía y impiedad de
los albigenses, murió quemado. Con aquella voz del
pontifico, cayó la ferocidad de Nogareto. Pusieron
guardas al potífíce, y saqueáronle su palacio. Dos
cardenales solamente estuvieron perseverantes con
el pontíQce, el cardenal de España Pedro Hispani, y
el cardenal de Ostia : todos los demás se pusieron
en huida.
Desde alli á tres días tos ciudadanos de Anagni por
compasión que tuvieron de su pastor, y por miedo
que no fuesen imputados de ser traidores contrSt el
sumo ponlíGce su ciudadano, con las armas echaron
de la ciudad á los conjurados. El pontífice se tornó
luego á Roma y del pesar y enojo que recibió: le dio
una enfermedad de que con grandes bascas á mane-
ra de hombre furioso falleció á los doce dias de octu-
bre, y á los treinta v cinco de su prisión. Dichoso
pontífice si cuan fácilmente acostumbraba á burlar-
se de las amenazas, tan fácilmente pudiera evitar las
asechanzas de los enemigos. Con su desastre se dio
aviso que los imperios y mandos de los eclesiásticos
mas se conservan con el buen crédito que dellos tie-
nen, y con buena fama ^que deben ellos procurar
con buenas obras ) y con la reverencia de la religión,
que con Jas fuerzas y el poder. Villaneo dice en su
historia que Bonifacio era muj docto, y varón muy
excelente por la grande esperiencia que tenía de las
cosasdel mundo; peroqueera muv cruel y ambicioso,
y que le amancillo grandemente la abominable ava-
ricia por enriquecer los suyos, que es un grandísimo
daño y torpeza afrentosa. Hizo veinte y dos obispos
y dos condesde su linaje. Por el sexto libro de los de-
cretales <]ue sacó á luz, mereció gran loa délos liom-
bres sabios y eruditos.
Fue en su lugar elegido por sumo pontífice en el
próximo conclave Nicolao natural déla Marca Trevi
sana , general que fue antes de la orden de los predi-
cadores. En su pontificado se llamó Benedicto Undé-
cimo en memoria de Bonifacio que tuvo este nombre
antes de ser papa, y era criatura suya, ca le hizo an-
tes cardenal. Fue este papa para con los franceses
demasiadamente blando, por que les alzó el entredi
cho que tenían puesto^ y revocó todos los decretos
que su predecesor fulminó contra ellos. Verdad es que
Sarra Colona y Nogareto fueron citados para estará
juicio; y porque no acudieron al tiempo señalado, los
condenaron por reos del crimen Icesce majesUUis, y
fulminaron contra ellos sentencia de descomunioo.
A Pedro y Jacobo Colona, bien que los admitió en su
gracia, no les permitió usasen del capelo y insignias
de cardenales , confirme á lo que por su anlesesor
quedó decretado.
CAPITULO \IL
De la vñi que entre los reyes de España se hiio en el
Campillo.
Los españoles cansados de trabajos y alteraciones
tan largas gozaban de algún sosiego; mas les faltaban
las fuerzas, aue la voluntad ni ocacion para alboro-
Urse. Las diíerencías que aquellos príncipes teman
entre sí, eran grande y necesario apaciguailas. Los
reyes de Castilla y de Aragón altercaban sobre el rei-
no de Murcia. Don Alonso de la Cerda se inUlulaba
rey de Castilla , sombra vana y apellido sin mando.
El nuevo rey de Granada conforme á la enemiga que
con los fieles tenia, hizo entrada por las tierras que
poseía el rey de Aragón : demás desto tomó á Bedraar ,
que es una villa no lejos de Baeza. EsUs eran las dis-
cordias públicas y comunes : otra particular de no
menos importancia andaba entre la casa de Haro y e
infante don Juan tío del rey. Pretendía el mfanleei
señorío de Vizcaya como dote de su mujer : cuidaDa
salir con su intento á causa del deudo y cabida que
con el rey tenia, los de la casado Haro por lo misino
andaban muy desabridos, y parece que se inclinaban
á tomar las armas. El rey don Fernando , como a
quien la edad hacia mas recatado por el mucho peli-
gro que desta discordia podía resultar , deseaba con
todo cuidado componer estas diferencias. La autori-
dad del rey de Aragón á esta snzon era muy grande,
y parece que tenia puestas en sus manos las esperan-
zas y fuerzas de toda España. Enviáronle pues por
embajador á don Juan tio del rey para que con él y
por su medio se tratase de tomar algún medio y dar
algún corte en todos estos debates. En CalaUyud por
el mes de marzo año del Señor de 1301 después de
muchos dares y tomares por conclucion acordaron,
que de consentimiento de las partes se señalasen jue-
ces para' tomar asiento en todas estas diferencias , y
que para que esto se efectuase , mientras se trataba,
nobiese treguas. Señalaron tiempo y lugar para que
los reyes se viesen.
En el entretanto el rey don Fernando con el cuida-
do en que le ponían las cosas del Andalucía , partió
de Burgos do á la sazón estaba y por el m&s de abril
llegó á Badajoz con intento de visitar al rey su sue-
gro, con quien eso mismo tenia algunas diferencias,
y pretendía cobrar ciertos lugares que en su menor
eaad le empeñaron. Lo que resultó destas vistas, fue
lo que suefe, desabrimientos y faltar poco para que-
dar del todo enemigos. Solamente se pudo alcanzar
del Portuguésayudase á su yerno con algunos dine-
ros que le prestó : con que se partióla vuelta del An-
dalucía. No se llegó á rompimiento con los moros.
antes á pedimento del mismo rey de Granada el rey
don Fernando envió embajadores á aquella ciudad y
él se detuvo en Córdoba. Por medio aesta embajada
se tomó asiento con el rey moro: concertóse^ y pro-
metió de nuevo de pagar el mismo tributo qué se pa-
gaba en tiempo de su padre: con que deshicieron los
campos. El infante don Enrique cargado de años fa-
lleció por este tiempo en Roa : su cuerpo enterraron
en el monasterio de San FranciscodeValladolid. Tuto
este príncipe ingenio vario y desasosegado, extraor-
dinaria inconstancia en sus costumbres, y hast4 \o
postrero de su edad grande apetito de gloria y man-
do : codicia desenfrenada, y la postrera camist de
que se despojan aun los hoinbres sabios.
ttlSTORlA DE fiSPANA.
459
llüy grande coQtentd file el que recibió todo el
treiiio con la muerte deste caballero, ca todos se re-
celaban no desbaratase todas las práticas que se co-
menzaban de paz. No dejó hijos, que nunca se ca-
só ( i ): asi las Tillas de su estado se repartieron entre
otros caballeros , y la mayor parte cupo á Juan Nuñez
de Lara por la mucba prifanza que con el rey á la
sazón alcanzaba. En prosecución de lo concertado
en Calataynd de eoiisentimiento de las partes fue
nombrado por juez arbitro para componer aquellas
diferencias Dionisio rey de Portugal, y por susacom-
paikidos el infante don Juan de la parte de Castilla,
y por la de Aragón don Jímeud de Luna obispo de
Zaragoza. Los reyes de Portugal y Aragón tuvieron
S rimero habla en Torreltas, croe es una villa á la raya
e Aragón y á las haldas de Moncayo, puesta en un
sitio muy deleitoso. Ailí los jueces, oido lo que por
las partes se alegaba, pronunciaron sentencia , y me
aue el rio de Segura partiese término entre ios reinos
e Aragón y Castilla : cosa de grande comodidad y
ventaja para el Aragonés , porque se le añadió lo de
Alicante con otros pueblos de aquella comarca ; y de
su bella gracia ie otorgaron lo que él con tanto ahin-
co antes deseaba.
Pronuncióse la sentencia á los ocho del raes de agos-
to, y luego el dia siguiente los tres reyes se juntaron
cu el Campillo que está allí cerca, y por ia memoria
del concierto que en aquel lugar se hiciera veinte y
tres años antes desto entre don Alonso rey de Castilla
y don Pedro rey de Aragón , parecía de buen agüero.
Confirmóse allí lo asentado : desde allí los reyes fue-
ron á Agreda, y pasaron á Tarazona. Grandes rego-
cijos y recibimientos les hicieron : muy señalada fue
esta junta porque fuera de los tres revés se hallaron
asimismo presentes tres reinas , las dos de Castilla
suegra y nuera, y doña Isabel reina de Portugal, per-
sona mu V santa , demis de la inlanta doña Isabel faer-
nana del rey don Femando ; la que estuvo primero
desposada con el rey de Aragón. Ei acompañamiento
y corte era conforme á h calidad de pnacipes tan
grandes, en particular el rey de Portugal se señaló
mas que todos conforme ¿ la condición de aqudla na-
ción , por ser deseoso de honra , y ¿ causa de la larga
paz rico de dineros : se dice que trujo en su compa-
ñía de Portugal mil hombres de ¿ caballo ; y que en
todo el camino no quiso alojaren los lugares, sino
en tiendas y pabellones que lucia armar en el campo.
En lo que tocaba á la pretensión de los Cerdas, los
reyes de Aragón y Portugal nombrados por jueces ar-
bitros, llegadira negocio á sentencia, mandaron que
don Alonso en adelante no se llamase rey : que res-
tituyese todas las plazas y castillos de que estaba ajM>-
derado. Señaláronle á Alba, Bejar, Valdecorneja,
Gibraleon , Sarria con otros lagares y tierras para que
pudiesen sustentar su vida y estado ; recompensa
muy ligera de tantos reinos. Pocas veces los hombres
guardan razón , principalmente con los caídos : todos
les faltan y se olvidan. El rey de Francia no acudia,
solo el rey de Aragón sustentaba el peso de la guerra
contra Castilla : deseaba por tanto concertar aquellos
debates de cualquier manera que fuese. Esta senten-
cia dio tanta p¿iadumbre á don Alonso de la Cerda,
que aun no se quiso hallar prejsentepara oílla, imtes
se marchó echando mil maldiciones a los reyes.
Restaba de acordtf la diferencia del infante don
Juan y Diego López de Haro. El rey tenia prometido
al inlanie que efectuadas las paces , él mismo le pon-
dría en posesión del señorío de Vizcaya. Concluida
pues y despedida la junta de los revés , don Diego de
naro rae citado para que en cierto día que le senala-
( 1) Consta por la cróoica de don Fernando que estuvo
f asado con doña Juana hermana de don Juan Nuñez de Lara,
de la eual no to?o sucenon ; pero antes 7 fuera de miirinio-
Bíotuvo de dofia Mayor á don Enrique Uearicpies.
TOMOI.
ron , pareciese en Medina del Campo^ pafa donde te-
nían convocadas las cortes del reino. Señaláronse
jueces arbitros que determinasen la causa. Don Die-
go López de Haro, sea por fiar poco de su justicia y
entender tenia usurpado aquel estado, ó por sospe-
char que el rey no le era nada favorable , sin pedir
licencia para partirse se salió de las cortes; las cua-
les acabadas que fueron , como entendiesen que don
Diego de Haro no haría por bien cosa ninguna , y el
infante don Juan que siempre andaba al lado del rey,
diese priesa á que el negocio se condujese; en Va-
lladolid vistas sus probanzas, se sentenció en su favor,
solamente se difirió la ejecución para otro tiempo: en
quesepretendia que con alguna manera de concierto
entre fas partes se atajase la tempestad de la guerra
que podía desto resultar ( 2 ) .
En el año del Señor de 1305 estaban las cosas des-
ta manera en Castilla, unas diferencias soldadas,
otras para quebrar, y á diez y siete días del mes de
enero Hujier Lauria general ael mar muríó en Cata-
luña : capitán sin segundo y sin par en aquel tiempo,
determinado en sus consejos , diestro por sus manos,
querido y amado de los reyes, en especial del rey don
Pedro , que con su ayuda y por su valor sujetó á Si-
cilia. El solo dio fin a grandes hazañas con próspero
suceso: los reyes nunca hicieron cosa memorable sin
él : su cuerpo sepultaron en el monasterio de Santa
Cruz con su támulo y lotra , junto al enterramiento
del revdon Pedro en señal del grande amor que le tu-
vo. A los seis días del mes de abril muríó doña Juana
reina de Navarra en París : su cuerpo enterraron en
el monasterio de San Francisco con real pompa y cé-
lebre aparato : está de presente metido este monas-
terio dentro del colegio de Navarra. Sucedió luego á
su madre difunta en el reino, Luis, que tuvo por so-
brenombre Hutino: tomó la corona real en Pamplona,
después fue también él rey de Francia por muerte
de su padre. Dejó la reina doña Juana allende deste
otros hijos , á Phüipo que tuvo por sobrenombre el
Largo , á Carlos que tuvo por sobrenombre el He^-
moso , que adelante vinieron á sor todos reyes de Fran-
cia y Navarra. Dejó otros! dos hijas , hi una muríó
siendo niña , la otra por nombre madama Isabel casó
con Eduardo rey de ingala térra, la mas hermosa don-
cella que se halló en su tiempo.
CAPITULO YIU.
Clemente Quinto, pontífice Máximo.
El pontificado de Benedicto no duró mas de ocho
meses y seis días. Siguióse una vacante lar^a de diez
meses y veinte y ocho días. Grandes disensiones an-
duvieron en este cónclave , muy encontrados los vo-
tos de los cardenales, así italianos como franceses
que eran en gran número , porque á devoción de los
reyes de Ñapóles los papas críaron los años pasados
muchos cardenales de la nación francesa. En fin se
concertaron désta suerte , que los italianos nombra-
sen tres cardenales franceses para el pontificado , y
que destos eligiese el bando contrarío uno que fuese
Kpa. Salieron tres arzobispos nombrados , ^ue esta-
n muy obligados á la memoria de Bonifacio como
críatttras suyas. Destos tres en ausencia fue elegido
Raimundo Gotto arzobispo de Bordeauz, primero
comunicado el negocio con Phílípo rey de Francia.
Procuró el rey de Francia que se viniese antes de
aceptar á ver con él en hi villa de Angelina , que cae
en la provincia deXantoigne , donde dicen hizo qué
debajo de juramento le prometiese de poner en eje»
cucion las cosas siguientes : que condenarla y anate-
(2) Después de varias disputas se acordó en Burgos el
a&o i308 uaa concordia , por la cual doo Diego y so hiio
renoiiciaroa todos sos derechos , y dooa Marta ftie reeoBocida
por señora de Yiicaja para despoesde los dia» de dea Diego.
20*
460
BIBLIOTECA OE GASPAR T ROtG.
matizaría la memoria de Bonifacio Octavo: que resti-
tuirla en su grado y dignidad cardenalicia á Pedro y
áJacobo de casa Golona, que por Bonifacio fueron
privados del capelo : que le concedería los diezmos
. de las iglesias por cinco años, y conforme á esto otras
cosas feas y abominables á la dignidad ponUíicial; pe-
ro tanto puede el deseo de mandar, uon esto á los
cinco días del mes de junio fue declarado por pontíQ-
ee, y tomó nombre de Clemente Quinto. Mandó luego
Uamar todos los cardenales que viniesen á Francia, y
en León tomó las insignias pontiGcales á once de no-
viembre. Acudió increíble concurso do gente.
Aguó la fiesta y destempló el alegria un caso de
mal agüero , como muchos lo interpretaron. El mis-
mo dia que se celebraba esta solemnidad , mientras
el nuevo pontífice hacia el paseo con grande acompa-
ñamiento y pompa, le derribó del caballo una gran
pared que cayó por ser muy vieja y carcomida, y por
el peso de la muchedumbre de gente que. sobre
ella cargó á ver la fiesta. Gayósele la tiara que llevaba
en la cabeza , y se perdió de ella un carbunco de gran
valor. El rey de Francia que iba á su lado , se vio en
{[ran peligro : Juan duque de Bretaña oereció allí,
08 reyes de Inglaterra y de Aragón (i) escaparon
con mucho trabajo. Fue grande el número de los que
murieron , parte por tomalles la pared debajo, [)arte
por el aprieto de la mucha gente. Con estos principios
se conformó lo demás : todo andaba puesto en venta
así lo honesto como lo que no lo era. Crió doce car-
denales á contemplación y por respeto del rey Philipo
úe Francia. Todavía como le hiciese instancia sobre
condenar la memoria del Papa Bonifacio segan que
lo tenia prometido ^ dio por respuesta que negocio
tan grave no se podía resolver sino era con junta de
un concilio general. Por este camino se desbarató ia
pretensión dfe aquel rey ; y esta dicen fue la princi-
pal causa para juntar el concilio de Viena que se ce-
lebró, como poco adelante se dirá. Trasladó la silla
pontifical desde Roma á Francia , que fue principio
de grandes males, ca todo el orbe cristiano se alteró
con aquella novedad , y en particular toda Italia, de
que resultaron todas las demás desgracias, y un gran
torbellino de tempestades. Lo que se proveyó para el
^biemo de Italia y del patrimonio que allí la Iglesia
tiene, fue enviar tres cardenales por legados para con
poderes bastantes gobernar aquel estado así en tiem-
po de guerrra como de paz.
En Castilla por el mismo tiempo se despertaron
nuevas alteraciones. No hay cosa mas deleznable que
la cabida y privanza con los reyes. Don Jnan Nunez
de Lara comenzó á ir de caída por estar el rey don
Femando cansado dél. Quitóle el oficio de mayordo-
noo de la casa real , y puso en su lugar ó don Lope
hijo de don Diego I/)pez de Haro. El color que se dio,
fue que don Juan de Lara era general de la frontera,
contra los moros, y no podía servir amboe cargos,
como quier que á la verdad el rey pretendiese sobre
todo icon aquella honra ganar la casa de Haro, y apar-
talla de la amistad que tenia trabada muy grande á
la sazón con los de Lara. Entendiéronse fácilmente
estas mañas , como suele acontecer , aue en fas cosas
de palacio no hay oada secreto; por aonde estos dos
caballeros se unieron y ligaron con mayor cuidado y
determinación que tenían de desbaratar aquellos in-
tentos. Parecía míe el negocio amenazaba rompimien-
to : acudieron Alonáo Pérez de Guzman y la reina
madre, y con su prudencia hicieron tanto que estos
caballeros se apaciguaron , ca volvieron á cada cual
dallos las honras y cai^ que solían tener.
Demás desto tomó asiento entre el infante don Juan
y la casa de Haro con estas condiciones : que don
Diego de Haro por sus días gozase el señorío de Viz-
(1) El 4e Angón ya se babta ittiradoá tu reino después
déla eoofereocia eoo el papa Clemente de MooipeUer.
caya , y después de su muerte tornase al infante don
Juan : que Orduña y Balmaseda quedasen por don
Lope hijo de don Díeigo de Haro por juro de heredad,
y de nuevo se le hizo merced de Miranda de Ebro y
Villalba de Losa en recompensado lo qoe de Vizcaya
les quitaban. El deseo que el rey tenía de apacignar
ks diferencias destos grandes, conque todo el reino
andaba alborotado, era tan grande q«e ninguna cosa
se le hacia del mal á trueco de ooncordalios.
El alegria que todos recibieron por esta cansa, fue
grande; solo don Juan de Lara recibió pesadumbre
así por parecelle le habiaa agrabúdo en tomar asienlo
con su suegro don Diego do Haro sin daile á él parte,
como por tener costumbre de aprovecharse de los
trabajos a^nos, y sacar ganancia de las alteraciones
que sucedían entre los grandes. Esto fue en tanto
grado que por parecelle forzoso correr él fortuna des-
pués de tomado aquel asiento, y ^ue no le quedaba
esperanza de escapar si no se valia de alguna nueva
trama , renunciada la fe y lealtad que al rey tenia jn*
rada, se retiró áTordehuroos, plaza muy fuerte así
por su «itío como por sus murallas y reparos , donde
con sus fuerzas y las de sus aliados pensaba defen-
derse del rey que sabia tenia muy ofendido. Acudie-
ron en breve los del rey , pusieron cerco sobre aquel
lugar; pero como quier que no faltasen muchos de
secreto aficionados á don Juan de Lara , la guerra se
proseguía con mucho descuido , y el cerco duró mn*
cho tiempo. Libaron á tratar de concierto, y porque
el rey se hacia sordo á esto , los soldados se desban-
daron y se fueron unos á una parte otros á otra.
Eotre los demás que favorecían á don Juan de La-
ra, era el infamte don Juan. Pasó el negocio tan ade*
lante j que al rey fue forzoso perdonalle : solamente
eíT cierta muestra de castigo le quitó las villas de
oya y Cañete, (que como arriba oueda dicho) se las
diera el rey don Sancho. Poco auró este sosiego,
porque como don Juan de i^ra y el infante don Juan
entendiesen y tuviesen aviso que el rey pretandií
vengarse de eíios ( sí fue verdad ó mentira no se sai>e)
pero en fin por pensar los quería matar, se concerta-
ron entre si , y resolutamente se rebelaron. El íuSíd-
te don Juan brevemente se aplacó con las satisfac-
ciones que le dio el rey : sosegpu: á don Juan de Lara
era muy dificultoso, que de cada dia se mostraba ma5
obstinado. A esta sazón don Alonso de la Cerda como
quier que se hallase desamparado de todos, y juzgase
que era mejor sujetarse á la necesidad que andar toda
la vida descarriado y pobre, despojado del reino que
pretendía , y perdido el estado que le señalaron , en-
vió á Martín Ruíz para que en su nombre tomase no-
sesion de lo^ pueblos que los jueces arbitros le adun-
dicaron< Asi perdida la esperanza de cobrar el reino,
en lo de adelante comunmente le llamaron don Alonso
el Desheredado.
CAPITULO IX.
Qae It gnerra de Grtntila se renovó.
El vulgo de ordinario, y mas entre los moros, de
su natural es inconstante , alborotado , amigo de co-
sas nuevas , enemigo de la paz y sosiego. Así en este
tiempo comenzaron los moros de Granada á alboro-
tarse en gran daño suyo y riesgo de perderse, cono
quiera i^e por todas partes estuviesen rodeados
de enemigos, y aquel raioo de Granada redncide á
gran estrechura y puesto en balanzas. La ocasión de
alborotarse fue que el rey era inátíl pm el gabíarao,
y como ciego pasaba en deicuido su vida : su cniado
el señor de Malaga era el qne lo mandaba todo, y en
; efecto era el que en nombre de otro reinaba. Parecía-
les cosa pesaaa tener dos royes en lugar de uno, por-
que fuera de los demás inconvenientes se doblaba el
gasto de la casa real á causa que el de Málaga no te-
^ nía menos corte, acompaJíamiento y casa, qoe si fiíe-
HISTORIA Dk, ESfAKA.
4'61
ra Terdadero rey , paesto qae el nombre le dejaba á
su ciiiiado. Decían seria mucbo mejor nombrar otro
rey que fuese hombre que los gobernase, á quien
toaoe tufiesen respeto, obedeciesen á sus manda-
mienUMy y con su autoridad se defendiesen y ?enga-
sen de sus enemi^. Al vulgo que andaba alterado,
atiiaban los principales ; mayormente Aborrabes un
caballero que venia de los reyes de Marruecos ; con
su gente y la de sus aficionados se apoderó de la du-
dad de Almería, y se intituló rey della. La mayor
parte del pueblo se inclinaba á favorecer á Mabomad
Alar hermano que era menor del rey ciego, que daba
mueetras de valor, y se vian en él señales de otras
virtudes. Fue Aborrabes echado por el bando contra-
rio de Almería : él con deseo de apoderarse de Ceuta,
ciudad que los granadinos tenían en la frontera de
África , intentó ayudarse de los cristianos.
Por todo esto se ofrecia buena ocasión para hacer
la ^erra á los moros y echallos de todo punto de Es-
paña. Comunicaron entre sí este negocio por cartas
ios reyes de Aragón y Castilla : acordaron de juntar*
se en el monasterio de Huerta, ^e está la raya de los
reinos. Hízose la junta al principio del año de mil y
trecientos y nueve. Allí y en Monreal (1) do los reyes
pasaron, lo primero que se trató, fue de apaciguar á
don Alonso de la Cerda, templada en alguna manera
la sentencia gue los jueces arbitros dieron : recelá-
banse que mientras los dos reyes estaban ocupados
en b guerra de los moros , no alborotase á Castilla
coB ayuda de sus parciales y aficionados. Tomada
esta resolución , acordaron emprender la guen*a de
Granada, y para apretar mas á los moros acometellos
por dos partes, y en un mismo tiempo poner cerco
sobre Algecira y sobre Almería. Demás desto concer-
taron que la infanta doña Leonor hermana del rey don
Femando casue con don Jaime hijo mayor del rey de
Aragón. Por dote le señalaron la sesta parte de todo
lo que en aquella guerra se ganase, ven particular la
misma dudad de Almería. Concluida la junta y des-
pedidos los reyes, todo comenzó á resonar con el es-
truendo de las armas , provisión de dinero, juntas de
soldados y gente dea caballo, de bastimento y bagaje
necesario. Tenían los dos principes soldador muy
diestros, muy unidos entre sí. no aficionadbs con las
discordias civiles ; en especial los aragoneses ponían
miedo á los moros , por la fama que corría de haber
sujetado sus enemigos, y alcantado tantas victorias.
El rey don Femando á ruego de su macfre fué á
Toledo para hallarse presente a trasladar los huesos
del rey don Sancho su padre en un sepulcro muy
honroso que la reina tenia apercebido con todo lo
demás necesario y conveniente á las eiequias y hon-
ras de su marido.' Tenia el rey don Femando condi-
ción apacible, una honestidad natural (como acos-
tumbraba decir Gutierre de Toledo que se crió con él
desde su niñez) gran modestia en su rostro, su
cuerpo bien proporcionado y apuesto de grande áni-
mo , muy clemente. Aconteció <{ue el mismo dia de
Navidad un caballero muy principal á quien él tenia
lícia hallaría muchos caballeros nobles que andaban
alborotados: que aunque merociesen pena de muer-
te. le encargaba se guardase de ejecutar el castigo,
solamente se los envíase, que se quería servir delTos
en h guerra de los moros. Engrandeció el caballero
el acuMdo tan clemente del rey, que auoque pareció
á muchos blando en demasía y temerario, fa esperien-
(1) Foe en Al^^lá de Henares , y entre otras cosas se esti*
Iioló aae se abriese la campaña lo mas tarde el dia de San
oan de i908: y para los gtstoe de esta jtaeira se concedió á
lot reyes de CastOla y de Aragón una cruzada por el papa
Cleoeote Y.
TOMO T.
cía mostró ser muy acertado. No hobo en toda la
guerra contra los moros quien se señalase mas que
aquellos hidalgos. Estinmiábalos grandemente el
deseo de borrar la deshonra pasada , y la voluntad de
servir al rey la clemencia de oue con ellos usara :
sus valerosas hazañas no se podían encubrir, en to-
das partes y ocasiones peleaban contra los moros con
odio implacable, y entre sí tenían competencia de
aventaiaree en valor y ánimo.
Finalmente desde Toledo partieron al Andalucía.
El campo de los castellanos lle^ sobre Algecira á
veinte y siete dias del roes de julio. A mediado el
siguiente mes de agosto puso su cerco sobre Almería
el rey de Aragón. Con los aragoneses vinieron don
Femando hijo de don Sancho rey de Mallorca, man-
cebo de los fuertes y valerosos que en su tiempo se
hallaban, don Guillen de Rocaberti arzobispo de
Tarragona, don Ramón obispo de Valencia y canciller
del rey, don Artal de Luna gobernador de Aragón
con otros prelados y caballeros. Al rey don Fernando
seguían los caballeros de la casa y familia de Raro :
don Juan de Lara poco antes vuelto en amistad del
rey, don Juan tío del rey , y el anobispo de Sevilla,
y otros muchos caballeros prínclpales. Gisberto, viz-
conde de Castelnovo, fue con parte de la armada de
los aragoneses sobre Ceuta, que está en la frontera y
riberas de Afríca, y la tomó. Los despojos hobieron
los aragoneses, la dudad se dejó á Aoorrabes como
lo tenían con él capitulado. Los de Granada, habido
sobre ello su acuerdo , porque si venían á repartir su
gente, no serían bastantes para sustentar ambas
guerras, determinaron de defender la ciudad de Al-
mería, fuese por la conOanza que hacían de la forta-
leza de Algecira , demás que tenia harta gente de
defensa y las provisiones necesarias , ó por rabia de
que los aragoneses les hobíesen ganado á Ceuta, y
se hobiessen ntremetido en aquella guerra sin pre*
tender contra ellos algún derecho, ni haber receñido
agravio.
El mismo día de la festividad de San Bartolomé los
moros con toda su gente se presentaron á Vista de
aquella dudad. Los aragdheses visto que les repre-
senuban la batalla , de buena gana fueron á acome-
tellos : á los prindpíos no se conoció veotaja en nin-
guno de los campos , porque los moros peleaban con
grandísimo esfuerzo; pero en íin fueron vencidos y
puestos en huida con gran daño y matanza. Los bos-
ques qne allí cerca estaban, dieron á muchos la vida,
aue se metieron por aquellas espesuras y escaparon,
o hay alegría cumplida en las cosas humanas. Mien-
tras que los nuestros con demasiada codicia y poco
recato iban en seguimiento de los bárbaros y ejecu-
taban el alcance, los de Almería salen de la ciudad» y
acometen el real de los aragoneses que tenia poca
defensa , y por capitán á don Fernanoo de Mallorca.
Ganaron el baluarte v trincheras, y saquearon y ro-
baron algunas tienoas. Acudieron los nuestros ; y
aunque con mudia díGcultad , en fin lanzaron los
moros, ylos forzaron á retirarse dentro de la ciudad.
Esto hizo que el contento de la victoria ganada no se
les anuase tanto, si perdieron los reales ; demás que
aquel peligro fue aviso para que en adelante tuviesen
mayor recato. Todo era menester^ porque segunda
vez á los quince de octubre srande morisma , que
llegaban á mas de cuarenta mu, acometieron las es-
tancias de los aragoneses; pero sucediólos lo mismo
que en el rebate pasado.
No con menos esfuerzo apretaban los de Castilla
por mar y por tierra el cerco de Algecira; mas Jas
tuertes murallas , v los muchos soldados que dentro
tenían , impedían á los cristianos para que sus asal-
tos no hiciesen efecto. Como se dfetuviesen muchos
meses, acordaron de acometer á Gibraltar, villa
Suesta sobre d monté Calpe , con esperanza de apo-
erarse della porque no tenia tanta defensa. Fucrou
4I}2 BIBLIOTECA DE
para este etecto ci arzobÍEpo de Sevilla ; don Juan
Nunez de Lara con parle diel ejército. Alonso Pérez
de Guzman, caballero el mas señalado que se conocía
en aquellos tiempos , j iba en compañia de los de-
más , en uo rebate que tuTÍaron con los moros en el
monte Gausin.quedú n]uerlo(0 ' daño que fue muy
notable, dolor y sentimiento de todo el reino. Ver-
dad es qnc la villa de Gibraltar se entregó al mismo
rey don Femando, que acudió para eate efecto, cono
lo concertaron para que los cercados se riudieseii
con mas reputación , y fuese del rey la honra de ga-
nar aquella plaza. Diúse libertad á los moros para
pa«ar en África y llevarconsigo sus bienes.
Entre los demis un moro muv viejo ya que qnería
partirse , babló (se^un dicen) al rey desta manera :
uiQué desdicha es esta mia por mi mal hado ó por
emis pecados causada? que toda mi vida ande oes-
uterrado , y & cada paso me sea forzeso mudar do
nlugar, y hacer alarde de mí desventura por todas
"las ciudades. Don Femando tu bbabuelo me ecii6
"de Sevilla,fu[meá Jerez de la Frontera. Esta ciudad
nconquistó tu abuelo don Alonso, y ámi fuenecesa-
urio recogerme á Tarifa. Ganó esta plaza tu padre el
«rey don Sancho, á mi por la misma razón fue forzó-
i>so pasar á Gibraltar. Cuidaba con tanto poner fin á
«mis trabajos, y esperaba la muerte como puerto
ngegurode todas estas desgracias. Engañóme el pen-
nsamiento : al presente de nuevo soy forzado á bus-
ncar otra tierra. Yo me resuelvo pasar en África por
>iver si con tan largo destierro puedo amparar lo
uposlrero de mi triste vejez , y pasar en sosiego esto
»poco de vida que me puede quedar, n
Los soldados que estaban sobre Aigecira, dado
que era gente feroz y denodada , cansados con los
trabajos , y malparados con los fríos del invierno , á
(I) Murió después de bibti lomado i Gibraltar ti 19 de
lelienibre de 1309. Ea ít cartuja de Smti-Ponce «e ve lu
sepulrro leguu iqut la re prese nttmai ejeculido, cono te
deii conocer, en ípoca muy poilerior a lu muerte per el eé-
lebreHoDtirií).
CASPUI V HOIG.
cada paso desamparaban las banderas, no solo la
gente baja, sino también la principal y los sráores,
que demás de lo didio andaban desabridos poraoe
el rey daba oido á gente baja y de intencioDes (la-
ñadas.
Elinlantedou Juanydon Juan Han uel fueron de
poco provecho en esta guerra , antes ocasión de mu-
cbo daño, porque partidos ellos, con su ejemplo
muchos se salieron del campo y desampararon los
reales. Don Dieeo López de Haro murió en la deman-
da de enfermetñd. Su cuerpo llevaron & Burgoe y
enterraron en el monasterio de San Francisca. Kl
señorío de Vizcaya, según que lo tenían capitulado,
recayóen doña Haría (2) mujer del infante oon Juan:
cosa nueva que en aquel estado sucediese mujer , en
3ue basta entonces se continuó la sucesión por linea
e varón. La muerte deste caballero y las continuas
lluvias que aobrevínieron , por ser el tiempo mas ás-
pero de todo el ano , forzaron á que el cerco de Ai-
gecira se alzase. Capitularon empero que los moros
restituyesen (como lo hicieron) las villas de tíuesada
y fiedmar , que tomaron el tiempo pasado á los nues-
tros, y páralos gaslosde la gaerra pagasen cuirenla
mil eacudos. La villa dt Quesada poco adelante dio
eireyá la iglesia de Toledo, cuya BOlia ser. Este fue
el fruto que de tanto ruido ; tantas pérdidas y traba-
jos se sacó.
Los aragoneses si bien tenían en sus reales grande
abundancia de todas las cosas necesarias , asimisnio
Gr la poca esperanza de salir con la empresa, con>o
I restituyesen los aragoneses que allí lenian canti-
vos, se partieron de sobre Almería, que fuá á los
veinte y seísdias del mea de febrero año de 1310, sin
suceder otra cosa diguade memoria, salvo que en el
mayor calor desta guerra el ciego rey moro lue des-
pojado del reino por su hermano Azar , y en Almn-
necar puesto en prisiones coa buena guarda : grande
desgracia y caíaa , ól que era rey , ser privado de la
libertad: mal que se pudiera llevar en Jiaciencia , sí
no pasara adelante; poco después en (>ranada do le
hizo volver, sin respeto de lo que se diría, ni com-
pasión del que era su hermano, por aseguraru le
maifdó cruelmente matar ; asi pervierte todas las le-
SBS de naturaleza el deseo desenfrenado da reinar,
on Juan Nuñez de Lara al Cía de la guerra pasada
fué por embajador i Francia, y cumplido con su
cargo, tornó al rey de Castilla que era venido i Se-
villa , despedido que bobo su ejército. Llevaba urden
de impetrar (como lo bizo) los diezmos de las reñías
eclesiásticas para ayuda á los gastos de la guerra
contra moros : demás desto de avisar al pnntíQce
Clemente que no debia en manera alguna proceder
contra la memoria del papa Bonifacio , por los gran-
des inconvenientes que de hacer lo contrario resul-
tarían, contra lo que pretendía el rey de Francia, y
que el pontífice no estaba fuera de haceUo, legua
avisaban personas de autoridad.
En Vizcaya en aquella parte que llaman Guípút-
cos , por mandado del rey , y á costa de tos da aque-
lla provincia se fundó la villa de Aipeitia , como se
entiende por la provisión real que en esta raion se
despachó en Sevilla al principio deste año, desdr
donde el rey don Fernando se partió pan Burgos
Sara celebrar las bodas de la infanla doña lsat>el su
ermana, aquellaque repudió el rey de Aragón, y de
nuevo la teoian concertada con Juan duque de Bre-
taña. El cariín de mayordomo de la casa real se díú á
don Juan Manuel, sin que el infbnte don Pedro ber-
maoodelrey, que tenia aquel oficio, mostrase sen-
timiento biguno. Demás desto el mismo don Juan era
frontero de Murcia contra los moros, dado que en su
(1) Gi)iÓ muy poco tiempo de *a seiorlo, puei doi Lape
Iliii de Qaro, bijo y tieredero de doo Diego, eoint eati
p<]ie)ion de íl por urden del re;eii 39 de eaero de 1311.
HISTORIA DE ESPAiNA.
463
higar servia este cargo Pero López de Ayala. Todo
estose enderezaba á obligar mas á aquel caballero,
que era muy poderoso, y rae tan dichoso en sus co-
sas, que dos nijas suyas doña Costanza habida en su
primera mujer fue rema de Portugal , y doña Jaana
lo fue de Castilla , la cual hobo en doña Blanca hija
de Fernando de la Cerda y de doña Juana de Lara.
En este viaje pasó el rey por Toledo en sazón ^e
por muerte de don Gonzalo que fin5 este mismo ano,
vacaba aquella iglesia. Sucedióle don Gutierre Se-
gundo , natural y arcediano de Toledo. Su padre
Gómez Pérez de Lampar , alguacil mayor de Toledo:
su madre Horabuena Gutiérrez : su hermano Fernán
Gómez de Toledo , camarero mayor, y muy privado
del rey, que por su respeto acudió á su hermano con
su favor , y obró tanto que los canónigos apresuraroa
la elección , y dieron sus votos á don Gutierre , ma-
y(»rmente que se recelaban no se entremetiese el
papa y les diese prelado de su mano. Partió el rey de
Toledo para Burgos á las bodas que se festejaron
como se puede pensar* Del infante don Juan tío del
rey no se tenia bastante seguridad per ser de su con-
dición mudable . y por cosas que del se decian ; y
claramente se oejaba entender que de tal manera
haría el deber, que no duraría mas el respeto de lo
que le fuese necesario. Por esta causa en Burdos , ca
acudió á las fiestas de aquellas bodas de la infanta
aunque con seguridad que le dieron , trataban por
orden del rey de dállela muerte. Don Juan Nuñez de
Lara como dello tuviese noticia . procuró estorballo,
afeando en grande manera aquel intento; y sin em-
bargo el infante don Juan luego que supo lo que
pasaba , se salió secretamente de la corte.
Muchos caballeros movidos de caso tan feo , sin
iener cuenta con el rey y con su autoridad; ni con la
solemnidad de las bodas , le hicieron compañía. Pero
todas estas alteraciones (1) que amenazaban mayo-
res males , apaciguó la reina madre con su pruden-
cia , sin cesar basta reconciliar el infante don Juan
coD el rey su hijo. En Palencia sobrevino al rey una
tan grave enfermedad , que no pensaron escapara. La
buena diligencia délos médicos, la fuerza de la edad,
y la mudanza del aire le sanaron, porque luego que
pudo, se fue á Valladolíd. En Barcelona murió doña
Blanca reina de Aragón á catorce dias del mes de
octubre : señora dotaba de ^ande honestidad y de
todo género de virtudes. Dejó noble generación, esa
saber los infantes don Jaime , don Alonso , don Juan,
don Pedro , don Ramón Beren^el : las hiías fueron
doña María , doña Costanza , dona Isabel , doña Blan*
ca , doña Violante. Doña Blanca pasó su vida en el
monasterío de Jimena en que fue aoadesa : las demás
casaron con ^ndes principes^ y por sus casamien-
tos muchos Imajes nonilisimos emparentaron con la
casa real de Aragón. El cuerpo de la reina seputaron
en Santa Cruz , que es un monasterío muy noble en
Cataluña. Las exequias se hicieron con toda la solem-
nidad que era justo y se puede pensar. *
CAPITULO X.
Cómo estinguieroD los caballeros Templarios-
Los obispos de toda la cristiandad se juntaban por
este tiempo llamados por edictos de Clemente pontí-
fice para asistir al concilio de Viena , ciudad bien
conocida en el delfinado de Francia. A las demás
causas públicas que concurrían para juntar este con-
cilio, se allegaba una la mas nueva y sobre todas
urgentísima, que era tratar de los caballeros Tem-
plarios , cuyo nombre se comenzara á amancillar con
grandes fealdades y torpezas, y era á todos aborreci-
ble. Querían que todos los prelados diesen su voto y
(i> Sucedieron en e¡ ano 1311, como lo ha demo^lraJo
Sa lazar en sus Reparos hislóricos.
determinasen lo que en ello se debía de hacer , pues
la causa á todos tocaba. El principio desta tempestad
comenzó en Francia. Achacábanles delitos nunca
oidos no tan solamente á algunos en particular ; sino
en común á todos ellos y á toda su religión. Las ca-
bezas eran infinitas : las mas graves estas : que lo
primero que hacían cuando entraban en aquella reli-
gión , era renegar de Cristo y de la Virgen su madre
y de todos los santos y santas del cielo : negaban que
por Cristo habían de ser áaWos , y que fuese Dios:
decian que en la cruz pagó las penas de sus pecados
mediante la muerte : ensuciaban la señal de la cruz
y la imagen de Cristo con saliva , con orina y con los
pies , en especial porque fuese mayor el vituperio y
afrenta , en aquel sagrado tiempo de la semana santa
cuando el puenlo cristiano con tanta veneración ce-
lebra la memoria de la pasión y muerte de Cristo:
que en la santísima Eucaristía no está el cuerpo de
Cristo 4 el cuafy los demás sacramentos de la santa
madre Iglesia los negaban y repudiaban : los sacer-
dotes de aquella religión no proferían las místicas
palabras de la consagración cuando parecia que de-
cian misa , porque decian que eran cosas iicticias é
invenciones de los hombres , y que no eran de prove-
cho alguno : que el maestre general de su religión , y
todos los demás comendadores que presidían en cual-
quiera casa ó convento suyo, aunque no fuesen
sacerdotes, tenían potestad de perdonar todos los
pecados : solía venir un gato á sus juntas ; á este
acostumbraban arrodillarse y hacelle gran venera-
ción como cosa venida del cielo y llena de divinidad:
ultra desto tenían un ídolo un^s veces de tres cabe-
zas, otras de una sola, algunas también con una
calavera , y cubierto de una piel de un hombre muer-
to : deste reconocían las riquezas, la salud y todos
los demás bienes, y le daban gracias por ellos. Toca-
l>an unos cordones á este ídolo , y como cosa sagra-
da los traían revueltos al cuerpo por devoción y buen
agüero. Desenfrenados en la torpeza del pecado ne-
fando hacían y padecían indiferentemente. Besaban-,
se los unos á los otros las partes mas sucias y pudendas
de sus cuerpos ; seguían sus apetitos sin diferencia,
y esto con color de lionestidad como cosa concedida
por derecho y conforme á razón. Juraban de procu-
rar con tgdas sus fuerzas la amplificación de su orden
asi en número de religiosos como en riquezas sin te-
ner respeto á cosa honesta y deshonesta. Referir
otras cosas dellos da pesadumbre y causa horror.
¿Qué dirá aquí el que esto leyere? ¿Por ventura no
parecen estos cargos impuestos y semejables á con-
sejas que cuentan las viejas? Villaneo sin duda y San
Antonino y otros los defienden desta calumnia : la
fama y la común opinión de todos los condena. Nece-
sario es que confesemos que las riquezas con que se
engrandecieron sobremanera, fueron causa de su
perdición , sea por baberse<con tanta sobra de delei-
tes amortiguado en ellos aquella nobleza de virtudes
y valor con que dieron caboá tan esclarecidas haza-
ñas así en el mar como en la tierra , sea que el pueblo
ardiese de envidia por ver su pujanza , y los príncipes
por esta vía quisiesen gozar ae aquellas riquezas.
Apenas se podría creer que tan presto liobiesen estos
caballeros degenerado en común en todo género de
maldad , si no tuviéramos el testimonio de las bulas
plomadas del papa Clemente (que el día de hoy están
en los archivos de la iglesia mayor de Toledo) que
afirma no era vana la fama que corría j antes que en
presencia del mismo papa fueron examinados sesenta
Ídos caballeros de aquella orden , que confesado que
obieron las maldades susodichas, pidieron humil-
demente perdón. Los primeros denunciadores fueron
dos caballeros de aquella orden , es á saber el prior
de Monfalcon, que es en tierra de Tolosa, y Nofo
foragidode Florencia , testigos al parecer de mucho
no tan abonados como negocio tan gravo pedia. Arrj *
1
464 tllBUüTECA DE GASPAR
ináronseles otros , y enlre eflos un camarero del
mismo papa , que de edad de once años tomó aquel
hábito, y como tesligo de vista deponía de las cul-
pas susoídióhas.
Las cabezas destas acusaciones se enviaron al rey
de Francia é Potiers do estaba con el pontífice Cle-
mente, por cuyo orden á un mismo tiempo , cojmo si
tocaran al arma , todos los Templarios que se halla-
ban en Francia, fueron presos á los trece días de
octubre tres años antes deste en que f a la historia.
Pusiéronles á cuestión de tormento : muchos ó todos
Í\OT no perder la vida , ó porque asi era verdad , cond-
esaron de plano, muchos fueron condenados y los
quemaron vivos. Entre otros el gran maestre de la
orden Jacobo Mola Borgoña de nación , ya que le lle-
vaban i la hoguera . puesto que le daran esperanza
de la vida y que le darían por libre , si públicamente
pedia perdón , habló desta manera , como lo afirman
autores de mucho crédito : «Gomo quiera que al fin
i>de la vida no sea tiempo de mentir sin provecho, yo
oniego y juro por todo lo que puedo jurar , que es
«falso todo lo que antes de ahora se ha acríminado
«contra los Templarios, y lo que de presente se ha
«referido en la sentencia dada contra mí , porque
«aquella orden es santa, justa y católica : yo soy el
«que merezco la muerte por haber levantado falso
«testimonio á mi orden , que antes ha servido mucho
«y sido muy provechosa á la Religión Cristiana . y im-
«putádoles estos delitos y maldades contra toaa ver-
«dad á persuasión del sumo pontífice y del rey de
«Francia , lo que ojalá yo no bebiera hecho. Solo me
«resta rogar, como ruego á Dios , sí mis maldades
«dan lu^r , me perdone; y juntamente suplico que
«el castigo y tormento sea mas grave, si por ventura
«por este medio se aplacase la ira divina contra mí,
»y pudiese mover con mi paciencia á los hombres á
«misericordia. La vida ni la quiero ni la he menester,
«principalmente amancillada con tan ffrande maldad
«como me convidan á que cometa de nuevo. « De
otros muchos se cuenta que dijeron lo mismo , y que
uno dellos fue un hermano del delfin de Viena , per«-
sona nobilísima, cuyo nombre no se sabe, dado que
consta del hecho.
El año próximo siguiente espidió el papa sus letras
apostólicas á postrero de julio, en que comete á los
arzobispos de Toledo y Santiago y les manda proce-
dan contra los Templarios en Castilla. Dióles por
acompañado á Aymeríco inquisidor y fraile dominico
(por ventura aquel que compuso el directorio de los
inquisidores que tenemos) y junto con él otros pre-
lados. En Aragón se dio la misma orden á los obispos
Pon Ramón de Valencia y don Jimeno de Z^iragoza:
lo mismo se hizo en las demás provincias de España
y de toda la cristiandad. Dióse a todos orden que for-
mado el proceso y tomada la información , no se pro-
cediese a sentencia sino*fuese en los concilios pro-
vinciales. Gran turbación y tristeza fue esta para los
Templarios y todos sus aliados: nuevas esperanzas
Kra otros , que les resultaban de su desgracia y tra-
jo. En Aragón acudieron á las armas para defen-
derse en sus castillos : los mas se hicieron fuertes en
Monzón por ser la plaza á propósito. Acudió mucha
^nte de parte del rey y por conclusión los Templa-
rios fueron vencidos y presos. En Castilla Rodrigo
Ibañtz comendador mayor ó maestre de aquella or-
den , y los demás Templarios fueron citados por don
Gonzalo arzobispo de Toledo para estar á juicio. El
rey los mandó a todos prender, y todos sus bienes
pusieron en tercería en poder de los obispos hasta
tanto que se averiguase su causa.
Juntóse concilio en Salamanca en que se hallaron
Rodrifio arzobispo de Santiago , Juan obispo de Lis-
boa. Vasco obispo de la Guardia , Gonzalo de Zamo-
ra , Pedro de Avila , Alonso de Ciudad-Rodrigo , Do-
mingo de Plasencia, Rodrigo de Mondoñedo, Alonso
Y aok;.
, de A^torga, v Juan de Tuy, y otro Juan obispo áe
Lugo. Formóse el proceso contra los presas : toma-»
romes sus confesiones, y conforme á lo que hallaron
de parecer de todos los prelados fueron dados por
libres, sin embargo que la final determinación se
remitió al sumo pontíuee, cuyo decreto y senteaeia
prevaleció contra el voto de todos aquellos padres y
toda aquella orden fue estinguida. En virtud deile
decreto el rey don'Fernando se apoderó de todo lo que
los Témplanos poseían en Castilla ásf bienes como
pueblos. En Galicia tenían á Ponferrada f el Faro : en
tierrade León Balduerna , Tavara , Almansa , Aleaiíi-
ees : en Estremadura á la raya de Portugal Valencia,
Alconeta, Jerez de Badajoz, Fref^nal. Nertobri|,i,
Capilla y Caracuel : en el Andalucía Palma : en Gas-
lilla la Vieja Villalpando : en la comarca de Murcia
Caravaca y Alconcbel : en el reino de Toledo Mental-
van : demás destos á San Pedro de la Zarza y áBu^
guilles , sin otros pueblos , posesiones y casas por
todo el reino que no se pueden por menudo cootar.
Refieren que los Templario&tenian en España doce
conventos, de los cuales en una bula del papa Ale-
jandro Tercero se nombran dnco que son estos : el
de Montalvan, el de San Juan de Valladolid,el de
San Benito de Torija , el de San Salvador de Toro , y
el de San Juan de Otero en la diócesi de Osma. En los
archivos de la iglesia Mayor de Toledo está la citación
que el arzobispo don Gonzalo hizo á ios Templaríos
conforme á la comisión que tenia del papa Clemente,
su data en Tordesillasá ios quince de abril del mismo
año que murió, de í 310. En esta citación se coen-*
tan veinte y cuatro baylías de los Templarios lodis
en Castilla que eran como encomiendas , es á saberla
baylía de Faro , la de Amotiro , la de Goya , la de San
Feliz , la de Canabal, la de Neya, la de Villapalma,
la de Mayorga , la de Santa María de Villasirga , la de
Vilardig , la de Satines , la de Alcanadre , la de Can-
vaca , la de Capella , la de Villalpando , la de San Pe-
dro , la de Zamora , la de Medina de Luy tosas, la tic
Salamanca , la de Alconcitar , la de Ejares , la de Ci-
dad , la de Ventoso , las casas de Sevilla, las de Cór-
doba , la baylía deCalvarzaes , la de BenaTente, la de
Juneo , la de Montalvan con las casas de Cebolla y de
Villa Iva que le pertenecen. Ha ta aquí la citacwn.
Otras casas, heredades y lugares que tenian,df hila-
se reducir y ser miembros de las baylías susodi-
chas.
En la ciudad de Maguncia en Alemafia como se
tratase deste negocio en un concilio de prelados con-
forme el orden del papa , cuentan que uno llamado
Huncon con otros veinte caballeros de aquella orden
entro denodadamente en la sala en que se hacia la
junta , y á altas voces protestó que si alguna cosa allí
se decretase contra su relícion , que de$de entonces
apelaba para el sumo pontince sucesor de Clemente.
Los prelados atemorizados con aquella ferocidad di-
jeron que no tuviesen pena, que todo se baria bien
y se miraría por su justicia. Dieron noticia de loqoe
8 asaba al papa, que cometió al mismo arzobispo de
laguncia de nuevo tomase información y procediese
á sentencia. Hiciéronse las diligencias necesarias, y
considerado el proceso y cerrado , los dieron por li-
bres de todo lo que les achacaban. Finalmente el
concilio Vienense se abrió el año de i 3 1 1 á diez y seb
días del mes de octubre. Muchas co»as se ventilaroo.
Por lo que tocaba al papa Bonifacio, se acordó no en
lícito condenalle ni imnutalte el crimen de herejía,
como pretendían. Tratóse con muchas Teras de re-
novar la guerra de la Tierra Santa, pero fue de poco
efecto. Acerca de los Templarios se di^retó que sa
nombre y orden de todo punto se estinguiese : de-
creto que á muclios pareció muy recio , ni se puede
creer que aquellos delitos se hooíesen estendido por
todas las provincias y y que todos en eeneral y cada
cual en particular estuviesen tocadosde aquella con.
k
HBTORIA DE ESPAÑA.
lagion. Verdad es qae el oaufragion t desastre des-
tos caballeros dio A todos aviso para ouir semejantes
delitos , mayorinente á los eclesiásticos, cuyas fuer-
zas mascoosistea en una entera y loable opinión de
▼irtud y bondad , que en otra cosa alguna.
Los bienes j haciendas de los Templarios adjudi-
caron á los caballeros de la orden de San Juan , que
en aquella sazón ganaron á los turcos la isla de Ro-
das: conquista coa que se adelantaron en gracia y
reputación , y aun esperaban que se podría por me-
dio dellos renovar la guerra de la Tierra Santa. Sola
España no admitió esta adjudicación por las grandes
guerras que tenia contra los moros por este tiempo y
cada día se esperaban mas. Halláronse en este conci-
lio Phiiiporey de Francia y tres hijos suyos » Carlos
dii Valoes su hermano, f gran número de embajado-
res de los otros reyes y príncipes. Asistieron trecien-
tos obispos, otros d'icen ciento y catorce, dos patriar-
cas, el de Alejandría y el de Antiogufa, y el romano
pontífice, que sobrepujaba á todos ios demás en auto-
ridad y preeminencia. La divisa de los Templarios
era una cruz roja con dos traviesas como la de Gara-
vaca eñ manto blanco: al contrario los caballeros de
San Juan traían y traen cruz blanca de la forma que
vemos en manto negro.
CAPITULO XL
De la muerte de don Femando el Cuarto rey de Caitilla*
Todo el orbe cristiano estaba alterado con el desas*
tre y caida de los Templarios. Los culpados fueron
castigados; los que no tenian culpa quedaron libres,
y por decreto de ios prelados de Viena se les señala-
roo pensiones en cada un año délas rentas de los
mismos conventos, con que pudiesen pasar su vida:
solamente les quitaron el hábito y insignia de aquella
orden. En Castilla todo lleno die fiestas y regocijos
con el nacimiento del infonte don Alonso que la reina
ilona Costanza parió á tres días del mes de agosto, el
cual poco después sucedió en el reino de su padre.
Fue tanto mayor la alegría , que hasta entonces te-
nian noca esperanza de sucesión porque la reioa no
80 haoia hecho preñada y daba muestras de estéril.
Tenian concertado casamiento por medio de embaja-
dores entre don Pedro hermano del rey don Fernando
y doña María hija del rey de Aragón : para efectualle
vinieron los reyes el de Castilla y de Aragón á verse
en Calatayud. Hallóse al tanto allí la reina doña Cos-
tanza ya convalecida del parto, y gran número de
caballeros así castellanos como aragoneses ilustres
por 808 hazañas y por su nobleza. Celebráronse las
bodas la misma pascua de Navidad, grandes fiestas,
justas y torneos con que el pueblo se alegró asaz.
Doña Leonor hermana del rey don Fernando , que
antes de ahora estaba tratado ue casatla con don Jai-
me hijo del rey de Aragón, se desposó asimismo con
él, y fue entregada en poder de su suegro. Trataron
de renovar la guerra ctmtra Jos nooros á la prima-
vera.
Tenian cierta diferencia ios reyes de Portugal y
GasUlla, y aun libaban á términos de venir sobre
ello á tas puñadas. Bl rey den Femando pretendía
cobrar las TÜlas de Mora y de Serpa , que caen en lus
confines de Portu^l junto al cabo de San Vioente,
que siendo él nmo entregaron al rey de Portugal
contra toda justicia y razón. Para concertar esta di-
ferencia nombraron por juez arbitro al rey de Aragón,
que tenia grande industria y buena mano para cosas
semejantes, ffechoesto, se despidieron unos de otros
y don Juan hermano del rey de Aragón fue sobre el
raso por embajadora Portugal. El rey don Fernando
se Tino á VaUadoíid, adonde llamó á cortes á todos
los de su reino para tratar do las provisiones que
461
pretendia hacer para la guerra contra los moros (1).
Pidió ser favorecido de mneros: los procuradores de
las ciudades se los concedieron de muy pronta vo-
luntad, porque de buena gana sufrían el menoscabo
de dinero y la graveza de los tributos los pueblos j
toda la ^ente común por el gran deseo que tenían de
desarraigar aquella nación de España: no echaban
al cierto de ver que muchas veces con honestas oca-
siones se quebrantan y pierden los derechos de la
libertad: que loque se concede en los tiempos tra-
bajosos, pasado el peli^o, se queda perpetuo y se
cobra aun cuando el pebgro es pasado.
El infante don Pedro hermano del rey nombrado
por general contra los moros , lleuda la primavera
del año de 1312, aprestado su ejército , fue sobre
Alcaudete , que como dijimos arriba se perdió v Uv
tomaron los moros. El rey fue en pos del hasta Mar
tos. Allí sucedió una cosa muy notaole por su manda
do dos hermanos Carvajales, Pedro y Juan, fueron
presos. Acliacábanlesla muerte de un caballero de la
casa de los^Beuavidesque mataron en Paíencia al sa-
lir del palacio real. No se podia averiguar quien fuese
el matador, por indicios muchos fueron maltratados.
En particular estos caballeros, oído su descargo, fue-
ron condenados de haber cometido aquel crimen
contra la magéstad , sin ser coavencidos en juicio-
ni confesar ellos el delito: cosa muy peligrosa en se-
mejantes casos. Mandáronlos despenar de un peñasco
que allí hay, sin que ninguno fuese parte para apla-
car al rey, por ser intratable cuando se enojaba, y
no saber refrenarse en la saña. Los cortesanos por
saber muy bien esta su condición se aprovechaban
della á propósito de malsinar y derribar á los que se
les antojaba. Al tiempo que los llevaban á ajusticiar,
á voces se quejaban que morían injustamente y a
gran tuerto : ponían á Dios por testigo , al cielo y á
todo el mundo: decían que pues las orejas del rey
estaban sordas á sus quejas y descargos, que ello»
apelaban para delante el divino tribunal , y citaban
ai rey para que en él pareciese dentro de treinta días.
Estas palabras que al principio fueron tenidas por
vanas, por un notable suceso, que por ventura fue
acaso , nícieron después reparar y pensar diferente-
mente. Ei rey muy descuidado de lo hecho, se partió
para Alcaudete donde su ejército alojaba: allí le so-
brevino una enfermedad tan grande, que fue forzado
dar la vuelta á Jaén , bien que los mores movían
práctica de entregar la villa. Aumentábase el mal de
cada día , y agravábase la dolencia de suerte que el
rey no podia por sí negociar. Todavía alegre por la
nueva que le vino que la villa era tomada, revolvía
en su pensamiento nuevas conquistas, cuando un
Í'ueves que se contaron siete días del mes de setiem-
bre , como después de comer se retirase á dormir, á
cabo de rato le hallaron muerto. Falleció en la flor de
su edad que era de veinte y cuatro años y nueve me-
ses, en sazón que sus negocios se encaminaban prós-
peramente. Tuvo el reino por espacio de diez y siete
años, cuatro meses y diez y nueve dias, y fue el
Cuarto de su nombre. Entendióse que su poco orden
en el comer y beber le acarrearon la muerte: otros
declan que era castigo de Dios porque desde el día
que fue citado , hasta la hora de su muerte (cosa
maravillosa y estraordinaría) se contaban precisa-
mente treinta dias. Por esto entre los reyes de Cas-
tilia fue llamado don Femando el Emplazado.
Su cuerpo depositaron en Córdoba, porque á causa
de los calores que todavía duraban, no pudo ser lle-
vado á Sevilla ni á Toledo do tenian los enterramientos
reales. Acrecentóse la fama y opioion susodicha,
concebida en los ánimos del vulgo, por la muerte de
dos grandes príncipes, que por semejante razón fa-
(i) También en ellas se propusieron y decretaron macha*
c(R»s á beneficio del pncblo.
466
BIBLIOTECA OE GASPAR V ROIG.
Jlecieron en los dos años próximos siguientes: estos
fueron Philipo rey de Francia y el papa Clemente,
ambos citados ñor los Templarios para delante el dir
vino tribunal al tiempo que con fuego y todo género
de tormentos los mandaban castigar y perseguían
toda aquella religión. Tal era la fama que coma , si
verdadera si falsa» no se sabe , mas es de creer que
fuese falsa : en lo que sucedió al rey don Fernando
nadie pone duda. No se sabe lo que determinó el rey
de Aragón sobre la diferencia entre los reyes de Cas-
tilla y Portugal ; bieo se entendía empero favorecía
mas al Portugués , y le parecía que el rey don Fer-
nando no tenia razón , lo cual con su muerte y la
turbación de los tiempos que se siguió luego en Cas-
tilla, prevaleció; y aquellos pueblos sobre que era la
diferencia, se quedaron todavía, y estáuen posesión
y debajo del tenorio de Portugal.
CAPITULO XIL
0e los principios del reinado de don Alonso el Onceno
rey de Castilla.
Por la muerte del rey don Fernando se siguieron
en Castilla grandes torbellinos de tempestades y dis-
cordias civiles, como era forzoso, por ser el rey niño
que no tenía mas de un año y veinte y seis días : lo
mismo que estar el reino sin reparo y sin gobernalle.
Este es el inconveniente que resulta de heredarse los
reinos: mas que se recompensa con otros muchos
bienes y provechos que dello nucen, como lo persua-
den personas muy doctas y sabias : si con razones
aparentes ó con verdad, aquí no lo disputamos. Lue-
go que falleció ei rey, alzaron á don Alonso su hijo
por rey de Castilla a instancia y por diligencia del
infante don Pedro su tío que estaba en Jaén , donde
acudió luego que AJcaudete se entregó. Alzáronse
allí los estandartes reales por el nuevo rey como es de
costumbre, y el infante por lo que hizo movido por
la obligación y fidelidad que debía, adelante fue mas
amado de todos, y las voluntades del pueblo le que-
fiaron mas aficionadas. £1 niño rey estaba á la sazón
en Avila : nombraron por su ava jpara crialle y dotri-
nalle á Vataza una señora nobilísima, nieta de Teo*
doro Lascaro emperador aue fue de Grecia, que vino
de Portugal en compañía ae la reina doña Costauza y
por su ava. Volvió adelante á Portugal , allí murió:
yace en la iglesia Mayor de Coímbra, con su letrero
que así lo reza.
La reina doña María abuela del niño residía en
Valladolíd retirada del gobierno sea por voluntad, sea
por habérsele quitado. La reina dona Costanza, que
acompañó á su marido cuando fue á la guerra , se
hallaba en Martes, cargada de tristeza, luto y lá-
grimas, como la que peraió su marido en la flor de
su mocedad, y no sabíalo oue sucedería mas adelante.
El infante don Juan era ido á Valencia, don Juan de
Lara á Portugal, el uno y el otro eu desgracia del rey
don Fernando por disgustos que sucedieron poco
antes de su muerte. Era forzoso proveer quien ayu-
dase á la tierna edad del rey , y de presente goberna^
se las cosas; persona que fuese señalada en valor y
nobleza. Mucnos se entremetían sin ser llamados. Era
negocio peligroso anteponer uno á los demás. La de-
sordenada codicia de mandar salía de madre por no
señalarse alguno á quien los demás tuviesen respeto:
muchos no tenían vergüenza ni temor ni cuenta con
las cosas divinas ni con las humanas á trueco de sa-
lir con su pretensión. Don Alonso señor de Molina
Jiermano úe la reina doña María, el infante don Felipe
tío del rey, y don Juan Manuel echaban sus redes
para apoderarse del gobierno, bien que secretamente
v con modestia. Los infantes tío v sobrino , es á sa-
per don Juan y don Pedro mas á ía rasa. Don Pedro
iba mas adelante así por ser el deudo mas cercano
|lel rey; como por la afición que todos le tenían. Don
Juan por su edad era mas á propósito , sino fuera de
condición inauíeta y mudabfe , tanto que á mucboi
pareció nació solamente para revolver el reino.
No se vía amor ni lealtad : el deseo de acrecentar
cada cual su estado les tenia ocupadas las volunta-
des. Las reinas por ser mujeres no eran bastantes
para cosas tan graves, bien que todos entendían su
autoridad y favor sería de gran momento á cualquier
ra parte que se arrimasen, dado que no se concerta-
ban entre si , como nuera y suegra. Las cosas del
Andalucía quedaron á cargo del infante don Pedro:
hizo paces con el rey moro . que á entrambas partes
estuvieron bien , en especial que el infante no podía
atender á la guerra por estar ocupado en sus preten-
siones. Por otra parte Farranquen señor de Málaga
procuraba vengar la cruel muerte del rey Alamar no
tanto confiado eu sus fuerzas , cuanto en la mala sa-
tisfacción que los moros tenían con su rey así por
otras causas, como por la muerte que diera á su her-
mano. Asentada pues esta confederación , el infante
don Pedro y la reina doña Costanza comunicaron
entre sí en qué forma se gobernaría el reino, y sobre
la crianza del rey. Acordaron de ir luego á Avila,
con esperanza aue los ciudadanos no les ganarían su
demanda , y si nicíesen resistencia, valerse contra
ellos de las armas.
Por otra parte don Juan tío del rey don Femando,
y don Juan de Lara hicieron entre si liga. La seme-
janza de las costumbres y el peligro que ambos cor-
rían, los hacían conformes enias voluntades. Proca-
raban pues con todo cuidado y diligencia de traer á
su bando á la reina doña María, con esperanzas que
le darían á criar su nieto. Don Juan de Lara fue el
primero que llegó á AvUa, pero no pudo íiaber alas
manos al rey, porque el obispo don Sancho le metió
dentro de la iglesia Mayor, y allí se hizo fuerte coa
él j le defendió. Vinieron luego don Pedro y la reina
dona Costanza: sucedióles lo mismo queá don Juan
de Lara. Tratóse de medios, acordaron que el rey no
se entregase á ninguna de las partes, si primero en
cortes no se acordase á quien se debía de entregar.
Sobre que esto así se cumpliría, todos los ciudada-
nos de Avila se hermanaron. Dio este consejo don
Juan de Lara con esperanza de escluiral infante don
Pedro. luciéronse cortes del reino en Palencia á b
entrada de la primavera : torpes sobornos, grandes
cautelas y trazas. Los que mejor sentían, nombraban
á don Pedro y á la reina doña María su madre, que
mucho inclinaba en favor de su hijo para el gobierno
del reino. Otros anteponían á don Juan y á la reina
doña Costanza, que por mañas del bando contrario
estaba ya encontrada con el infante don Pedro. De
aquí nació ocasión de nuevos alborotos. Los grandes
y las ciudades andaban muy desconformes, y cada
cual seguía diverso parecer, y por un gobierno te-
nían dos : triste y miserable estado.
Don Pedro confiado en su poder , v en la benevo-
lencia y favor que el vulgo le mostraba, y en la ayuda
que de fuera le podría venir, hizo avenencia con don
Juan Manuel desta manera : aue si salía con la em-
presa , le dejaría el gobierno ae los reinos de Toledo
y de Murcia , así se ponía en almoneda el mando y la
magestad del reino era tenida por cosa de burla. Fue-
se a ver con el rey de Aragón su suegro á Calatayud
al principio del año de i3í3. Cuéntale por estenso
los engaños de los contrarios, sus cautelas y mañas,
Ír el peligro, si esta disensión pasaba adelante , aue
orzosamente pararía en guerra perjudicial; que de-
bía moverse por su justa demanda, y favorecer á su
yerno, mayormente en cosa tan puesta en razón. Así
de consentimiento de los dos nespacliaron á Miguel
Arbe por embajador al rey de Porlugal , por ver si
con su autoridad se refrenasen las pretensiones ue
los reboltosos, y pudiesen hacer que el ^bierno del
reino quedase en poder del infante don Pedro» y que
HISTORIA OE ESPAÑA.
407
á la reina dona Cosianza se le encbrgase el cuidado
de críar su hijo : que desta forma les parecía se sa*
tísfacia á las parte?. Los ciudadanos de Avila , que
eran tanta parte en este negocio , no se llegaban con
calor á ninguna de las partes : á ambas lienchian de
esperanzas unas veces , otras amenazaban con mie-
dos. Finalmente vinieron ¿ seguir el partido de don
Pedro y de la reina doña Maria su madre. Esto agra-
dó á los mas principales de la ciudad y al pueblo, con
tal condición que no sacasen al rey de la ciudad.
En este tiempo Azar rey de Granada fue forzado á
retirarse dentro delaAlhambra por miedo de los ciu-
dadanos que se rebelaron contra él. Ismael hijo de
Farraquen fue el autor de esta rebelión y el capitán.
El infante don Pedro que se hallaba en Sevilla, movi-
do de la injuria que se hacia al rey de Granada su
aliado , y del peligro-que corría, pospuesto todo lo al,
determinó de ir allá. Llegó tarde , ya que las cosas
estaban perdidas, poraue Azar vino á concierto con
su enemigo , en que nizo deíacion del reino y del
nombre de rey cou retención deGuadixpara su habi-
tación ; ciudad puesta en los deleitosos campos y
bosques de los turdulos, pueblos antiguos de Espa-
ña. Verdad es que el infante ya que no le pudo favo-
recer en tiempo , procuró vehgalle , porque tomó á
los moros un caslillo muy fuerte en la comarca do
Granada llamado Rute: hizo otrosí grandes correrías
por toda aquella campaqa. Habia reinado Azar cuatro
anos y siete meses cuando fue despojado de aquel
estado: mas dichoso y mas modcstocn el tiempoque
reinó su Fiermano , quo en el que él mismo tuvo el
mando. Sucedióle su competidor Ismael,. hijo de su
hermana y de Farraquen.
Con la toma de Rute el crédito del infante don Pe-
dro se aumentó mucho, y ganó grandemente las vo-
luntades de todos^ por acabar en tres dias con lo que
los reyes pasados no pudieron salir, que era ganar
aquella fuerza que muchas veces acometieron á to-
mar. No pasó adelante en la guerra de los moros por
las revuelta^ que dentro del reino andaban, á que era
forzoso acudir sin cuidar mucho de las cosas de fue-
ra. Los grandes del reino y ios procuradores de las
ciudades se juntaron en el monasterio deSahagun
por ver si podrían concordar aquellos debates. Du-
rante Ja congregación y junta la reina doña Costanza
por el mes ae noviembre pasó desta vida. Fue gran
parte fm su muerte la pesadumbre que tenia de ver
á su hijo fuera de su poder , y la necesidad y pobreza
que padecía , tan grande que para pagar sus deudas
y el gasto de su casa atin el oro y jovas que tenia para
su persona , no bastaban , como ella misma lo de-
claró en el testamento que otorgó á la hora de su
muerte.
La falta de la reina doña Costanza obró que se pu-
dieron encaminar mejor los negocios á causa que el
infaute don Juan desamparado que se vio des te arri-
mo, acudió á la reina doña María y á su hijo el infan-
te don Pedro. Concertáronse en esta forma: que la
crianza del rey estuviese á cargo de la reina su abue-
la : los infantes gabernasen el reino , cada cual en
aquella parte y aquellas ciudades que le siguieron en
las cortes que poco antes se tuvieron en la ciudad de
Patencia: manera de gobierno bien estraordinaria,
y sujeta á grandes inconvenientes ; pero era forzoso
conformarse con el tiempo y llegar hasta lo que las
cosas daban lugar. Al rey llevaron á Toro , ciudad
muy apacible y de cielo muy saludable. Lo oue prin-
cipalmente pretendieron, fue sacalle de pooer de los
de Avila, y vengarse de las afrentas que á todos an-
tes hicieron. Corria á esta sazón el año de 1311
cuando en eJ reino de Toledo se despertaron nuevos
alborotos y bandos, y aun donde quiera se cometían
mil maldades, robos, fuerzas y muertes: grande era
la avenida de miserias , sin que hubiese fuerzas bas-
tantes para atajar tantos daños. Acordaron buscar
otra mejor manera de gobierno: juntaron cortes en
Burgos (1), en quo se determinó que el gobierno su-
premo del reino estuviese en poder del consejo real,
al cual se suele apelar de todos los tribunales con las
mil y quinientas , que ha de pagar e! que apela en
caso que sea condenado: oraenuron otrosí que el
consejo siguiese siempre la corte do quiera que el
rey y la reina estuviesen: que los dos infuntes de-
terminasen los negocios de menor cuantía, sin dalles
facultad para enajenar las rentas reales , ni poJer
nombrar otro en su lugar , caso que alguno ae los
tres infantes y reina falleciesen.
A la misma sazón fallecieron de su enfermedad
tres grandes personajes, es á saber don Pedro her-
mano de la reina, que murió poco antes destc tiem-
po, y don Tello su hijo, que venia á gran priesa para
hallarse en las cortes. En las mismas cortes falleció
sin hijos don Juan Nuñez de Lara mayordomo que á
la sazón era de la casa real; el cargo por su muerte
se proveyó á don Alonso hijo del infante don Juan*
Tenía don Juan Nuñez de Lara una hermana por
nombre doña Juana, que casó con don Fernando do
la Cerda: deste matrimonio nacieron dos hijos, que
fueron doña Blanca y don Juan de Lara , que tomó
este apellido porque linalmente heredó el estado de
la casa de Lara. Esto en Castilla. El rey de Aragón
Cor el mes de noviembre envió á Alemana á doña Isa-
el su hija, que tenia concertada con Fedcricoduque
de Austria, para que se efectuase el casamiento , al
cual á la sazón los tres electores, el de Colonia , el
de Sajonia y el Palatino, nombraran por rey doro-
manos, los otros tres electores señalaron á Ludovíco
Bavaro: á estos se llegó Winceslao rey de Bohemia.
Por donde este partido pareció tener mejor derecho,
por lo menos tuvo mas dicha : en una batalla que se
dio de poder á poder, venció y prendió á su compe-
tidor. Mas este Ludovico se hizo adelante muy abor*
recible por perseguirá los pontífices romanos, y en
prosecución* desto elegir un nuevo y falso papa , de
que resultaron grandes males.
CAPITULO XI».
Del príncipío que tuvieroo los turcos.
Tema por este tiempo el imperio de Grecia Andró-
nico hijo de Miguel Paleólogo , hombre impío y mal
cristiano, ca renunció la santa fe católica romana
que los griegos de común consentimiento recibieran
los años pasados. Pasó en esto tan adelante que pu-
blicó á su padre por descomulgado , y no permitió
que á su cuerpo diesen sepultura y le hiciesen las
honras acostumbradas: tal fue el principio que dio á
su imperio, desdichado y desgraciado. El odio que
con los romanos tenia era tan grande que no eran
tenidos por legítimos los matrimonios que se hacían
entre griegos y latinos, si la una de las partes no re-
nunciaba la creencia de sus antepasados. Muchos
por ser católicos , que era tenido por el mas grave
delito , hacia condenar por herejes. Fue castigo del
cielo que en este mismo tiempo los turcos comenza-
ron á tener nombre : gente hasta entonces no cono-
cida^adelante muy encumbrada por nuestras pérdidas
y danos que de ellos se han recibido muy grandes y
ordinarios mas por el descuido de los príncipes (que
pudieran al principio atajar el fuego) que por su va-
lor y industria.
En aquella parte de Scythia por do corre el rio
Volga tuvo antiguamente esta gente su asiento. De
alli unirán número se derramó en las partes de Euro-
pa el ano del Señor de setecientos y sesenta. Tuvie-
ron una batalla con los húngaros, gente entonces
muy poderosa» en la cual como quedasen muy mal-
(I) Se celebraron en el aoo 1315.
ACt BIBLIOTECA DE
traiados, se retiraron d Asia couTídados de la fertili-
dad de la tierra y del poco talor de los naturales, ca
los deleites y regalo los tenían muy estragados. En
aquella tierra los turcos se hicieron fuertes en tas
montaüas , con cuya aspereza mas que con las armas,
se mantuvieron l.irgo tiempo. Su nombre no era muy
conocido, ni tuvieron caudillo muy señalado. Sus-
lenlibanse de robos y correrlas: en las guerras
asentaban al sncliio de la parte que les hacia mejor
partido, cuandulos principes comarcanos los convi-
daban para ayudarse deiios , en especial acudían al
soldando Egipto. Fuera muy fácil desliacellos, ni
alguno tuviera cela del bien común; pero lo pasado
mas se puede llorar que emendar.
lün la puemí de la Tierra Santa que emprendió Jo-
frede Bullón principe señalado en valor y religión,
comenzaron los turcos á ganar aleuoa fama por las
rolaí que dieron y recibieron muchas veces (jue con
los íielcs vinieron i las manos. Estaban divididos
debajo de muchos señores j caudillos hasta tanto
que en tiemblo del emperador Andrónico un cierto
tJthoman hijo de Zico, hombre, hicn quede baja
suerte, degriinücs Tuerzas y ánimo, coudarla muer-
tea muchos de aquellos señores, y maltratará otros,
se hizo señor de todos los turcos que andaban des-
farcidos á manera de alarves. Este fue el primer
iindadordel imperio de los turcos tan estendido en
nuestro tiempo, y de quien la familia de los Othoma-
nos tomó esie npellMo. Deste por continua sucesión
traen su descendencia aquellos emperadores; en que
los hijos muchas veces han heredado el estado de los
padres, por lo menos los hermanos se ban sucedido
uno á otro, como se ve por el árbol desu genealogía
^ue pareció poner en este lugar.
Oliioman tuvo liíjo que le sacedid en el imperio
por nombre Orcanes, al cual sucedió su hijo Amura-
les: á estH Bayacete su hijo, muy nombrado por la
jornada qne tuvo con e! Taborlan, y por su grande
desgracia , que Üie vencido y preso eo aquella bata-
lla. Bayacete tuvo un hijo por nombre (¿laplno que
le sucedió, y A Calapipo dos hjjos suvos uno en pos
de otro , que se llamaron el pnmera HoiEés , el se-
gundo Úaliomad: hija deste Uahomad fueAmurates,
aquel que cansado de las cosas del mundo renuncid
el imperio , y se retiró á hacer vida sosegada en lo
mejor do su edad y cuando su imperio llegaba á la
cumbre; cosa que le dio mas nombradla que todas
las otras hazañas que acabó, bien que fueron muy
grandes: bienaventurado si por la verdadera j cató-
lica religión menospreciara las riquezas y grandeza
de aquel esUdo. En lugar de Amurates fiíe puesto
su hijo Hahomad , el que pasados mas de cien años
adelante deste en que vamos, se apoderó por fuerza
de armas de la ^n ciudad de Constantinopla. A
Mahomad sucedió Biyacele : luego Settm : tras este
Solimán: después oiro Selim; úlümamente Amora-
les, y otro SeKm.r al presente Mahomad , abuelo,
padre v hijo que por su orden heredaron aquel im-
perio. Desta manera y por estos grados j de tan flacos
principios se ha estendído el imperio de los turcos,
acrecentado y engrandecido pordescuido y poquedad
de los nuestros, mayormente por las discordias que
entre si han lenñio, sin saberse conformar ni juntar
las fuerzas contra e) común enemigo de la cris-
tiandad.
CAWTULO XIV.
Que los catalanes acoroeiieTon el imperio de Grecia.
Lli!í;o que los tarcos se bobierou enseííoreado do
gran parte de la Asia Menor, comenzaron á poner
sus pensamientos en In de Europa, y en la Rumania,
que antiguamente se llamó Thracía. Enfrenólos por
algún tiempo y reprimió sus intentos el estrecho del
mar aledaño destas dos provincias: que por lo demás
ios griegos estaban Un sin fuerzas y ánimo que ^ici^
mente pudieran salir con su pretensión : los regalos
y deportes detodaasuertestenian abatido el valor de
aquella gente. En ¡a pai eran revoltosos, blisooibu
largo; pero para la guerra eran muy flacos : propias
condiciones de gente cobarde. Considerado pues el
gran peligro que las cosas corrían , el emperador
Andrónico determinó de ampararse á ri y á su impe-
rio , y valerse de ayudas y socorros de fuera. Los ca-
talanes después que se asentó en Silicia la pti entre
los príncipes, según arriba queda contado , por no
sufru- el reposo como gente acoaturobrada áaiidir
siempre en la guerra , dieron en ser cosarios por el
mar, y en esto se ejercitaban.
SoMado (lUliii lid ti(ls I til.
t'ue llamado de Grecia Rugier de Brindei, el pna-
oipal capitán de los catalanes, debajo de grandes
promesas (|ue aquel eipperador le hiio. Era exte vi-
rón muy insigne en el arte militar, y que tenia
adquirida gran fama por sus grandes proezas. Traía
su origen de Alemania, su padre Ricardo Floro, fa-
miliar y continuo del emperador Federico: tavo ea
Brinde! muchas posesiones , j en servicio de Cm-
díno fae muerto en la batalla de Uanfredonía. So
hijo fue primero caballero de la orden de losTemph-
rios, después sirvió « don Fadrique rey de Sidli» eo
las guerras pasadas, en que mostró su esfaeruT
valentía en muchas ocasiones, y ganó famaygloris
de guerrero, y su nombre fue conocido auncercade
los extranjeros. Con licencia pues de su rey fas il
llamado de los griegos á Constantinopla con u» ir^
mada de treinta y ocho velas , en que se coniibtB
diez y ocho galeras, mil y quinientos caballnsy hssla
cuatro mil infantes : pequeño cjírcito para tan gntt-
de empresa ; pero lodos eran de estremado valor,
soldados viejosde grande espen'encia. y losquenaO'
tuvieron todo el peso de la guerra de Sicilia j ganaron
tantas victorias.
Llegada que fue esta armada i ConstantÍDopÍ>.
dieron íRugier por mujer nna hija delempendor de
HISTORIA
Zaora j de ddb hermina de Andrdnico, j el primer
lugar j autoridad despuet del eu)pertdúr;aiÍBdiéronle
á esto titulo y nombro de gran capital , i^ue tiaina-
baa Megadaóue. Con estos halagos gaDoron las tot
lunlades de los catalaDea, eac en dieron sus ánimas
en deseo de verse ya con los eaemi^os ; pasaron con
■a armada lo mas cercano de la Asta. Éa la primera
batalla qne dieron , pasaron á cuchillo tres mil hom-
bre! de á caballo de los turcos y diei mil infantes.
DK EÍPA^A. 109
Tras esto en la Phrygía ; en la Ueonia donde se
adelanlaron , tuvieron otro eocnenlrocon los tarcoi
jnntoáFiladelBs, ciudad señalada por el río Pactólo
que con hermosas y deleitables riberas la ríega : su-
cedióles tan prúsperamente como en la batalla pasa-
da , no Tue menor el estrago j matanza de los enemi-
508. Finalmente junto á Dama ciudad de la provincia
e Cilicía no lejos de la nombrada Eleso , en el es-
trecho del monte Tauro quo llaman Puerta de Hierro,
Ciballtrg de li Bsais.
trabaron una batalla con los turcos con el mismo ts-
íuerxo y ventura.
Estas virtorías de presente muy Eeñaindas para
adelante fueron muy provechosas , porque íe mejo-
raron de armas de cabalins j dineros de que se ha-
llaban necesitados. La fama que ganaron fue grande,
tanto que los naturales cobraron esperanza dedestruir
por su medie aauella n;ic¡on de turcos , y poner la
cristiana en su libertad. Verdad es que ú mala co-
yuntura falleció el suegro de Bugier , por cuva
muerte los hijos del difunto fueron despojados áel
esUdodeaiipdre por nn tio suyo, que se apoderó
injustamente por fuerza de aquel imperio : Eslo puso
en necesidad i Rugier de dar Ja vuelta , mayormente
que el emperador Andrdnií^o le mandaba tornar. Con
su venida en breve sosegó aquella tempestad muy á
su gusto : para (Eto y. para todo el progreso de la
fiuerra hizo mucbo al caso Berenguel Énlenza , ca ba-
lero catalán, el cual s.'ibidalo que en Levante pasa-
ba, acudióconlrecieiiloa hombres de í caballo y mil
infantes , toda gente escogida. Diéronle luego titulo
de gron capitán, y á Rugier nombre de Císar, que
era la dignidad de mayor autoridad en tiempo de paz
y de guerra , que en aquel imperio se podía dar drs-
470
DIBLIOIECA DE GASPAR V HOÍG.
pues del mismo emperador : tan grande , que no la
dieran á nadie por espacio de cuatrocientos años.
Hasta aqui todo procedía muy prósperamente, si
la fortuna ó desgracia supiera estar queda sin dar la
vuelta que suele de ordinario. Fue así que los griegos
tomaron ocasión de aborrecellos así bien por envidia
destas preeminencias que les dieron , como porque
los soldados que invernaban en Galípoli , comeuzaron
á alborotarse con color que no les pagaban. Derra-
mábanse por la comarca , cometían robos , violencias
7 adulterios, todo lo ensuciaban con maldades en
gran daño de la tierra y peligro suyo y de sus capita-
nes. La indignación que aesto concibió el emperador,
fue grande: para vengarse procuraron que Rugier
viniese á Andrianópoli con muestra de querer comu-
nicar con él cosas de grande importancia. Llegado
que fue , descuidado de semejante traición , le mata-
ron sin respecto de sus muchas hazañas : asi es , mas
fuerza tiene una injuria para mover á venganza que
muchos servicios para sosegar el disgusto, porque la
obligación nos es carga pesada . la venganza descar-
gado cuidados; además que ordinariamente los gran-
des servicios se suelen recompesar con alguna no-
table deslealtad.
Muerto que fue Rugier , grande multitud de griegos
se puso sobre la ciudad de Galípoli: los catalanes se
defeniUeron con gran valor , y no contentos con esto,
ganaron de los contraríos muchas victorias , particu-
larmeote en una batalla les degollaron seis mil de á
caballo y veinte mil infantes, los demás huyeron:
ganáronles los reales , cosa maravillosa , y que apenas
se pudiera creer, si Ramón -Mon tañer que se halló
en estos hechos, no lo aGrmara en su htstoría como
testigo de vista. Pasó tan adelante B^renguel Entenza
en vengar la muerte de Rugier , que llegó con su ar-
mada á vista de Constantinopla : taló aquellas mari-
nas, hizo robos de ganados , mató cuantos se le
pusieron delante , pusofue^o á las alquerías y cortijos
de aquella ciudad. A Calojuan hijo del emperador
Andronico , que le salió al encuentro , venció y des-
barató en una batalla. Llevaban los catalanes con
tanto muy bien encaminados sus negocios. En esto
una armada de ginoveses debajo la conducta de Eduar-
do Doria llegó á aquellas partes , que fue causa que
el partido de los griegos se mejorase, y empeorase
el de los catalanes. Con muestra de amistad y confe-
deración los ginoveses se apoderaron de la armada
catalanay prendieron á su general Eotenza , digno al
parecer de aquella desgracia por haber llamado á los
turcos en so favor , cosa que siempre se ha tenido
por fea entre los cristianos.
Quedaba Roberto de Rocafort que estaba en guar-
da de Galípoli, con cuyo amparo y debajo de su go-
bierno los catalanes haciau grandes correrías, gana-
ban muchas victorias así de los griegos, como de los
ginoveses. Ensoberbecido Rocafort con estos sucesos
no quería reconocer á ninguno por superior : come-
tía todo género de maldades sin que nadie le fuese
á la mano. Entenza después que á cabo de mucho
tiempo fue puesto en libertad , acudió á Gataluña
donae vendidos muchos lugares heredados de su pa-
dre, con el dinero que allegó, aprestó una armada
en que otra vez pasó en (irecia. Llegado que fue,
Rocafort no le quiso reconocer por superior , de que
resultaron entre ellos discordias, y armarse el uno al
otro celadas. Sabido el peligro que las cosas corrían
por las discordias destos dos capitanes, el rey de Sici-'
lia don Fadrique , por cuyo orden pasaron primera-
mente á Levante , envió á don Fernando hijo menor
del rey de Mallorca para si por ventura con su auto-
ridad y buena maña pudiese concertar acuellas dife-
rencias. Poco aprovechó esta diligencia : solo les
persuadió que pues la comarca de Galípoli la tenían
destruida, juntadas sus fuerzas^ marchase la vuelta
d'j Ñapóles, ciuddd que es de la Thracia á los confi-
nes de Macedonia^ muy principal por su fertilidad y
por dos caudalosos ríos que junto á cHa pisan , es á
saber Neso y Eslrimon.
En iste camino los dos capitanes vinieroo á las
roanos : Berenguel Entenza fue muerto en la pelea
con otros muchos. Al infante don Fernando fue for-
zoso dar la vuelta á Sicilia. En el camino fue preso
junto á la isla de Negropote por ciertas galeras fran-
cesas que por allí andaban. Gon esta armada puso
confederación Rocafort , como el que tenia entendido
no podía alcanzar perdón de los aragoneses ni de los
sicilianos. Mas era tanta su soberbia , que pucf ta esta
amistad , menospreciaba á los franceses y hacia de-
Uos poco caso. Por esta causa prendieron á él y á uo
hermano suvo , y vueltos á Italia , los entregaron eo
poder de Roberto rey de Ñapóles su capital enemigo,
y él los mandó encerrar en Aversa. Allí ostuvieron
con buena guarda hasta tanto que del mal tratamiento
murieron : castigo muy merecido por sus maldades.
Don Fernando de Mallorca andaba mas libre , porque
su prisión no era tan estrecha , y poco después á ins-
tancia de los reyes de Aragón y Sicilia fue pue«to en
libertad : lle^ó á Mecina , donde casó con doña Isabel
nieta de Luis el postrer príncipe de la Morea , fran-
cés de nación , y que poco autes falleció sin dejar
hijo varón.
Partidos que fueron de Levante los franceses, los
catalanes , aue todavía quedaban algunos , por do
quiera que ioan , todo lo asolaban. Sucedió que Gual-
tero de Breña duque de Atenas, del linaje de k»
franceses , tenia guerra con algunos señores comar-
canos: este convidó á los catalanes para que le ayu-
dasen : poco les duró la amistad : con color que no
les pagaba, se amotinaron, y en cierta refriega,
muerto el duque , con la mi^ma furia se apoderaron
de la ciudad y la pusieron á saco ; verdad es que el
nombre del duque de aquella ciudad reservaron para
don Fadrique rey de Sicilia. Deseaban ^ueles acudií^
se , como los que sabían muy bien el rie«go que cor-
rían si no les venia socorro de otra parte. Aceptó
Eues el rey don Fadrique aquella oferta , y envió go-
ernadores para las ciudades y capitanes para la
guerra , que todavía se continuó con diversos trances
que sucedieron. Este estado mandó él después en su
testamento á don Guillen su hijo menor , á este suce-
dió don Juan su hermano , á don Juan don Fadriqut;
su hijo ; por cuya muerte , que falleció sin dejar su-
cesión , recayó este principado en el rey de Sicilia
don Fadrique , bisnieto del primer don Fadrique por
cuyo mandado fueron los catalanes á Grecia la pri-
mera vez.
De aquí los reyes de Aragón se intitulan; como
reyes que son de Sicilia du7Ucs de Atenas v Neco-
patría hasta nuestra edad : estados de título solo y
sin renta. Fue esta guerra muy señalada por el es •
fuerzo de los soldados , por las batallas que se dieron,
por los diversos trances y sucesos , Analmente por los
muchos años que duró , que llegaron á doce no me-
nos. Gosa maravillosa , que se pudiese mantener tan
poca gente tan lejos de su tierra, rodeada de tantos
enemigos , y dividida entre sí con parcialidades y
bandos perpetuos. Esto movió al papa Glemente para
que el mismo año que falleció , escribiese al rey de
Aragón muy apretadamente forzase á los catalanes
por sus edictos á salir de Grecia. Hizo instancia sobre
esto á ruego de Garlos do Valoes que poseía en la Mo-
rea algunas ciudades en dote con su mujer , demás
de las lágrimds y quejas ordinarias que le venían de
los naturales de aquella tierra , que se quejaban y
plañían ser maltratados con todo género do molestias
ellos y sus haciendas , hijos y mujeres por uo pe-
queño número de lactroDcs, gente ^nak y des-
mandada.
BSTOftU^ DE ESPA.^A.
CAPITULO XV.
Bel ponlifice Jnan Vigésimosegtrodo.
papa, demás de las anatas que impuso
te sobre los beneficios eclesiásticos.
471
prímeramen-
Los dos anos siguientes fueron señalados por los
ntiefos reyes que en Francia hoiM>, ^ por la Tacante
de Boma , que duró dos años y casi coatro meses.
Fue así que el rey Luis Hutin de una grave dolencia
que )e sobrevino, falleció en el bosque de Vincena,
que es cuatro millas de la ciudad de París, á los cin-
co días del roes de junio año del Señor de i 34 5. De
m primera mujer Margarita hija del duque de Borgo*
ña tuvo una hija que se llamó Juana. La dicha Mar^
gariu ftie convencida de adulterio; así dentro de la
prisión donde la tenían la mandó ahogar. A todos les
pareció esta justa causa de dolor y tristeza; y es cosa
de admiración que en un mismo tiempo fueron acu-
sadas de adulterio tres nueras del rey Philipo el Her-
moso: demasiada Ucencia^ deshonestidad, y soltura
notable para unas señoras tan prínci|)ales. Las dos
delias, es á saber, las mujeres de Luis y de Garios
fueron eonrencídas en juicio : á los adúlteros corta-
ron sus partes vergonaosas , y desollados vivos, los
arrastraron por las calles y plazas públicas , final-
mente los anorcaron. Casó la segunda vez con Cié-
meneia hija del re]^ do Hungría queguedó preñada al
tiempo que su marido falleció, y parió un hijo que se
llamó Juan , con esperanza heredarla el remo de su
padre; pero muerto el niño dentro de veinte días,
Philipo su tío , que tenia por sobrenombre el Largo,
y hasta entonces era gobernador del reino, de con-
sentimiento de todos los estados se coronó y tomó las
iosignias reales. A la infanta doña Juana escluyeron
de la herencia y reino de su hermano por la ley Sáli-
ca, ora fuese verdadera, ora de nuevo ñngida ó am-
pliada en favor y gracia del mas poderoso. Las pala-
bras de la ley son estas : En la tierra Sálica (quiere
decir de los francos) no sucedan las mujeres. Del
reino de Navarra no podia ser despojada, por consi-
derar que su abuela del mismo nombre le hobo po-
cos años antes |K)r razón de herencia.
Mayor alteración resultó sobre el pontificado ro-
mano. Los cardenales italianos procuraban con to-
das sus fuerzas que se eligiese un pontifico de Ati na-
ción , y que la silla pontifical se tomase á Roma.
Sobrepujaban en número los franceses, y salieron fi-
nalmente con su pretensión. En Carpentraz chidad
de la Francia Narbonense y del condado de A viñon, do
Clemente pontifico falleció, mientras estaban en cón-
chive sobre la elección del nuevo pontífice, se alboro-
tó gran número de la gente de la tierra , y comenza-
ron á quebrantar las casas de los italianos y á roballas
apoderándose de la ciudad, y pusieron en huida á los
cardenales de ambas naciones. Las cosas amenaza-
.ban scisma. De allí á mucho tiempo se tomaron á
juntar en León de Francia. En aquella ciudad Jacobo
Ossa do nación francés, cardenal y obispo Portuense
fhe elegido por sumo pontificeá los siete dias del mes
de agosto el año diez y seis de aquel siglo y centuria.
Tomó por nombre en su pontificado Juan Vigésimo
segundo. Hizo á Tolosa y á Zaragoza sillas metropo-
htanas (l)con derao de nacerse grato á los franceses
y aragoneses. A Zaragoza le dio por sufraftftneas las
Iglesias de Pamplona, Calahorra, Huesca, Tarazona,
que todas y la misma Zaragoza eran sufragáneas de
Tarragona: á Cahors ciudad de Francia hizo silla
obispal; esta honra quiso hacer á su patria. Canonizó
á Santo Tomás de Aquino, teólogo prestantísimo de
la orden de los predicadores, y á San Luis obispo de
Tolosa. Este fue hijo de Carlos el mas mozo rey de
Ñapóles cufiado del rey de Aragón. Estas cosas ilus-
traron mas queotra alguna el largo pontificado deste
(1) Seirun Zoriti la iglesia de Zaragoza se erigió el 13 de
julio de 1518 y el 15 de diciembre del mismo año se publicó
soleouMBieDte eo el concilio de Ja misma ciudad.
En Castilla no K^nian las cosas sosiego, y sin em-
bargo acudían á hacer la guerra contra los moros.
Azar, no pudiendo sufrir la gran calda que había
dado, y la vida particular en que vivía, aunque harto
mas dichosa de la que antes tenia, usurpaba el titu-
lo de rey contra el concierto antes hecho. Este como
mas flaco de fuerzas , y que no tenia poder bastante
para contrastar con su enemigo , pretendía valerse
de los cristianos. A ios nuestos no estaba mal acu*
dir á aquel rey que era su confederado , demás de la
ocasión que se ofrecía de sujetar por medio de aque-
llas revueltas toda aquella nación. Acordaron pues
de hacer guerra á los moros : el cuidado se enco-
mendó al infante don Pedro asi por tener edad á
propósito, como por estar de su parte muchos de en-
tre los moros á causa de la confederación que poco
antes con ellos asentó: demás que el infante don
Juan su tio se hallaba embarazado y triste por la
muerte de don Alonso su hijo mayor, quo le sobre-
vino al principio desta guerra en un pueblo llamado
Morales cerca de la ciudad de Toro : su cuerpo se-
Bultaron en la ciudad do León en la iglesia de Santa
[aria de Regla.
Por el mismo tiempo don Fernando de Mallorca
como en la Morea pretendiese recobrar el estado y
dote do su mujer, y para esto ayudarse de los cata-
lanes, pasó desta vida en lo mas recio de la guerra:
su cuerpo traido á España, le enterraron en Perpi-
ñan en el monasterio de Santo Domingo. Este fin
tuvo aquel caballero, persona de las mas señaladas
que en aquel tiempo se hallaban : dejó de su mujer
un hijo muy pequeño llamado don JAÍme como su
abuelo. Eliníaute don Pedro llegado al Andalucía no
cesaba de apercebirse de todo lo necesario para la
guerra. Estábala ciudad de Guadiz muy falta de bas-
timentos; que los moros hablan talado lodos aauellos
campos. Deseaban los cristianos proveelles de lo ne*
cesarlo , pero los bastimentos y recua que tenían
juntada, era necesario quo pasase por tierras de los
enemigos, y por esta causa oue llevase mucha escol-
ta. Acudieron los maestres de Santiago y Calatrava:
juntóse gran ^olpe de |reote , y el mismo infante por
caudillo principal. Saliéronles al encuentro hasta un
pueblo llamado Alaten la gente de á caballo de Gra-
nada en gran número y muy gallarda, y por su cau-
dillo Ozmin soldado muy señalado. Acometieron los
de la una y de la otra parte con grande ánimo: trá-
besela batalla, que fue muy reñida y al principio du-
dosa ; mas al fin el campo quedó por los fieles con
muerte de mil v quinientos ginetes moros que pere-
cieron en la refriega y en la huida , entre ellos cua*
renta de los mas nobles de Granada , por donde
aquella rota fue para los moros de gran tri^eza y
dolor. Ganada esta victoria , todo lo demás ffé allanó.
Guadiz quedó bastecida ; y dos fuerzas , i^s á saber
Cambil y Algabardos , se ganaron de los moros por
fuerza de armas.
. Este buen suceso , que debiera ser parte para ga-
nar las voluntades y favor de todos , fue ocasión en
muchos de envidia y de buscar maneras para desba-
ratar los intentos del infante: su tio don Juan de se-
creto atizaba á los demás. Buscaban algún color para
salir con lo que pretendían : parecióles el mas á pro-
pósito pedir á los gobernadores diesen fiadores , y
pusiesen en tercería algunos pueblos de sus estados
para seguridad que gobernarían bien el reino y las
rentas reales. Juntáronse sobre esta razón cortes pri-
mero en Burgos, y después en Carrion. Salieron con
todo lo que pretendían: prueba con que so descubrió
mas el valor y virtud del infante don Pedro. Tratóse
demás desto de recoger algún dinero por la ^ran falta
que del tenían. Los naturales no podían oír que se
tratase de nuevas derramas, por ser muchos los per
47Í
BIBLIOTECA DE GASPAR f ROIG.
chos que e! pueblo paf^aba : pero todo se consumía
en la guerra contra los moros, y on sosegar las re-
vueltas que en el reino andaban. Pareció ouena tra-
za acudir al pontífice nuevo y por sus embajadores
suplicalle concediese las décimas de las rentas ecle<-
siásticas para proseguir la guerra contra los moros,
demás desto otorgase indulgencia y la cruzada á to*
dos los que á sus espensas para aquella guerra toma-
sen las armas. Lo uno y lo otro concedió el pontffie
benignamente : los pueblos al tanto acudieron con
alguna suma de dineros. Con esto nuestro ejército se
aumentó y por tres veces hicieron entradas en tierra
de moros, con que trabajaron aquella comarca y tra-
jeron presas de gentes y de ganado , en que pasaban
tan adelante míe llegaban á vista de la misma ciudad
de Granada. Los moros esquivaban de venir á batalla
la cual mucho deseaban los nuestros. Trataron los
moros de cercar á Gibraltar , pero previnieron sus
intentos, ca la abastecieron muy bien de gente y vi-
tuallas ; por esto los bárbaros desistieron de aquella
demanda , v al contrario la villa y castillo de Belines
se ganó de los moros.
Corría en esta sazón el año del Señor de 1316 , en
que por muerte de Rocaberti arzobispo de Tarrago-
na, por voto de aauel cabildo, como entonces se
acostumbraba , salió elegido el infante don Juan hijo
tercero del rey de Aragón. Acudieron al padre santo
para que confirmase la elección : nunca lo quiso ha-
cer: no refieren las causas une para ello tuvo , pué«
dése sospechar que por alguna simonía , ó lo mas
«ierto por no tener el infante edad bastante. No se
usaba entonces tan de ordinario dispensar en las le*-
ves eclesiásticas á contemplación de los principes.
Los ponlíGces tenían cierta entereza y grandeza de
cotf'azon para contrastar á las codicias desordenadas
de tos mas poderosos reyes y emperadores. En fin ha-
bieron de desif;tir de aqilella pretensión , y pasar á
don Jimeno de Luna, que era arzobispo de Zaragoza,
á la iglesia de Tarragona. Don Pedro de Luna fue
proveído en el arzobispado de Zaragoza, y al infante
dotí Juan dieron el abadía de Montaragon , que vacó
por la promoción del nuevo arzobispo don Pedro.
CAPITULO XVL
Los infantes don Pedro y doa Joan murieron en la
guerra de Granada.
El año siguiente de 1317 con diversas embajadas
qut el rey de Aragón envió sobre el caso , alcanzó úU
timamente del sumo pontífice que de los bienes que
los Templarios solían tener en el reino de Valencia,
se fundase una nueva cabaílerfa debajo de la regla
delCistel , y sujeta á la orden de Calatrava, aunque
con su maestre particular. Señaláronle por hábito y
ñor divisa una cruz roja simple y Mana en manto
nianco. El principal asiento y convento se fundó en
Montosa , de donde tomó el apellido. La renta no era
mucha: en tas hazañas contra los moros, que corrían
aquellas marinas de Valencia, no se señalaron menos
?ue las otras órdenes. Desde á poco eso mismo en
ortugal por concesión del mismo pontífice se fundó
otra milicia que llaman de Cristo , la mas señalada
de aquel reino. La insignia que traen , es una cruz
roja con unos torzales blancos por enmedio. Aplica-
ron á esta milicia los bienes j tierras que en aquel
reino tenían los Templarios. Su principal asiento y
convento al principio fue en Castro Mann : adelante
se pasaron a Tomar.
Todo esto iba bien encaminado , si el sosiego que
de los portugueses gozaban de mucho tiempo atrás,
no se comenzara á enturbiar con alborotos que den-
tro del reino resultaron. El infante don Alonso estaba
disgustado con el rey Dionisio su padre: lo que le
desasosegaba , era la ambición y deseo de reinar, en-
fermedad mala de curar; dado que se publicaban
otras quejas, es á sabef qué don Alonso Sánchez hiio
bastardo del rey tenia mas cabida con su padre de lo
que la razón pedía : que era mayordomo de la casa
real : que se nallaba en las consultas de los negocios
mas importantes: finalmente que todo colgaba de su
parecer y voluntad; lo mas áspero de todo, que á su
persuasión trataban de desheredar al mismo don
Alonso. Estas quejas y colores, fuesen verdaderos 6
falsos , luego que se divulgaron , dieron ocasión á
muchos de apartarae del rey, los que hacían mas caso
de sus particulares esperanzas , que del respeto y
lealtad que debían á su señor. Los grandes y ricos
hombres divididos. Don Alonso se apoderó de las
ciudades de Coimbra y de Porto: todos los foragidos
ladrones , homicianos y facinerosos hallaban en él
acogida y amparo. La paciencia del rey fue muy se-
ñalada, que pasaba por todo por ver si por buena via
se podria apartaran hijo del camino que llevaba. En-
tendía muy bien que si venían á las manos, de cual«
quiera manera que sucediese, alcanzaría tanta parte
del daño y de la desgracia á los unos como a los
otros. Esto cuanto á Portugal.
En Aragón falleció en este tiempo la reina dona
María. EsU señora era hermana del rey de Chipre; y
el año próximo pasado la triú^^D ^ aouella isla para
que casase con el rey de Aragón. Las bodas se cele-
braron en Girona, y las honras de su enterramiento
en Tortosa, do en el año del Señor de 1318 al fia del
mes de marzo murió : enterróse en el monasterio de
San Franciscode aquella ciudad. Elaño próximo 1319.
fue muy señalado por dos cosas ootables auo en él
acaecieron: la una el desastrado fin de los dos infan-
tes don Juan y don Pedro sobemadores de Castilla,
la otra fue la renunciación ae don Jaime heredero de
Aragón. El infante don Juan sentía en el alma que
su competidor don Pedro fuese creciendo cada dia
mas en poder y autoridad : sus esdarecidas hazañas
se la daban, y virtudes sin par. No podía llevar en
paciencia que todos los negocios asi de paz como de
guerra le acudiesen. Lo que mas le puntaba, era que
don Pedro solo administraba las décimas que se con-
cedieron por el papa de las rentas eclesiásticas » sin
dalle (farte. Don Pedro cuanto las ooaas por él hechas
eran de mas valor y estima , tanto menos le parecía
que era justo sufrir agravios é injurias de nadie. Si
ioa adelante esta competencia^ se echaba de ver que
veodrian sin duda á rompimiento y á las manos.
A fama y color de la guetta con los moros tenia
levantada clon Juan mucha gente en toda tierra de
Campos y GeslHIa la Vieja. La reina con su industria
y saber puso fin á estas pasiones: en Valladolid don-
de á la sazón se teniui cortes del reino » los concor-
daron desta manera, aue ambos acometiesen la mo-
risma por dos partas, dividido el ejército y el dinero
al tanto para las pagas. Lo que prudentemente se
ordenó, desbarato otro mas alto poder. En estas
cortes don Fray Berenguel poco antes instituido en
arzobispo de Santiago por el pontífice Juan » por co-
mÍBÍen soya y en su nombre propuso el negocio de
don Alonso de la Cerda, y amenazó que procedería
oon censuras y todo rigor, sino obedecían á deman-
da tan justa. Hacia lástima ver á un caballero como
aquel , nacido coa esperanza de reinar, derrocado
de su grandeza, pobre, auyentado, vagamundo. Es
perversa la naluraleBa de los hombres , qne mochas
veces y con grande ahinco torna á desear lo que antes
desechaba y menospreciaba, oon igual desatino en
lo uno y en lo otro y temeridad. Asi le acaeció á don
Alonso de la Cerda, que ahora tomaba á pedir la po-
sesión de amiellos lugares que ios años pasados le
fueron adjudicados, y él los menospreció^ Los gran-
des daban sus escusas: decían estar juramentados, y
que conforme al pleito homenaje que hicieron, no
podía en ninguna manera consentir en cosa que
luese en daño y diminución del patrimonio real» en-
S.
UISTOBIA DE ESPAÑA.
Irctaiilo que el rey no tuviese edad competente. Lo
que se pudo alcanzar fue que á dou Fernando tior-
mano de dou Alonso le diesen cargo d«$ mayordomo
dtí la casa real : frivola recompensa de tantos daños.
Con tanto la reina se fue á Ciudad-Rodrigo para
verse con el infante don Alonso de Portugal su Vera-
no » y hacer las amistades entre él y su padre. Todo
el trabajo que en esto se toAoó , fue perdido. Los in-
tantea don Pedro y don Juan se partieron para el An-
K alucia cada uno por su parte. Ismael rey de Granada
determinó deapercebírse contra esta tempestad de la
ayuda de los africanos : para esto dióol rey de liarme-
eos á Algecira y Ronda coa todos los lugares de su con-
torno, cosa que era á propósítopara los m lentos de am -
bas las partes, dado que el de Granada compraba caro
Ja amistad de la aente africana. Don Pedro ganó por
tuerza de armas la villa de Tiscar, que está en un
sitio muy áspero t fuerte de su natiuraleza, y que
tenia gran copia de gente : el castillo rindió Maho-
mad Andón cuya era la villa. Parecia que con esta
victoria se mejoraba mucho nuestro partido : que la
guerra y todo lo demás sucedería muy bien ; mas el
infante don Juan con desordenada amoicion de lóalo
desbarató todo , y acarreó la ruina y perdición para
si y todos los demás , y grao pérdida para* toda Espa-
ña. Estaba en Vaena muy codicioso de mostrar su
gallardía : determinó de pasar adelante con su ícente
basta ponerse á la vista de Granada : desatinado
acuerdo por el tiempo tan trabajoso , del año y los
grandes calores que hacia. Verdad es que en Alcau-
déte se juntaron los dos infantes con toda su gente,
en que se contaban nueve mil de á caballo y gran
número de infantes. Entran perlas tierras de los mo-
ros^ destruyen y talan cuanto topaban : don Juan
regia la a vanguardia deseoso ^ndemente de seña-
larse, don Pedro la retaguardia , y en su compañía
los maestres de Santiago, Calatra^a y Alcántara, y
la<» arzobispos de Toledo v Sevilla, la flor de Castilla
en nobleza y hazañas, femaron la villa de Alora,
pero por la priesa que llevaban , quedó el castillo por
ganar.
Ua sábado víspera de San Juan Bautista llegaron á
vista de Granada : estuviéronse en sus estancias
squel dia y el siguiente sin hacer cosa de momento:
el dia tercero , vistas las dificultades en todo , co-
menzaron á retirarse, don Pedro en la avanguardia,
y don Juan en el postrer escuadrón con el bagaje.
Avisados los moros desta retirada, salieron de h ciu-
dad hasta cinco mil ginetes, y gran multitud de gen-
te de á pié mal ordenada : su caudillo era Ozmin. No
llevaban esperanza de victoria ni intento de pelear,
sino solamente como quien tenia noticiada la tierra,
pretendian ir picando nuestra retaguardia. Hallában-
se los nuestros alejados del río al tiempo que el sol
mas ardia , sin ir apercebidos de agua , cosa que á
los moros presentaba ocasión de acometer alguna
facción señalada. Embistieron pues con ellos, trabó-
^ la pelea por todas partes, no se oía sino vocería y
alaridos de los aue morían, de los que mataban,
unos que exhortaban , otros que se alegraban , otroa
aue ^miau , ruido de armas y de caballos. Don Pe-
ro Oídas aquellas voces , revolvió cOn su escuadrón
Ssra dar socorro á los que peleaban. Los soldados
esparcidos y cansados apenas podían sustentar las
^nias : no había quien rigiese , ni quien se dejase
^bernar. Empuñada pues la espada y desnuda, como
quier que el infante don Pedro animase su ffente, con
el trabajo v pesadumbre que sentía , y la demasiada
calor que fe aquejaba (mal pecado) cayó repentina*
mente desmayado , y sin podelle acudir rindió el
alma. Lo mismo sucedió al infante don Juan salvo
9ue privado de sentido llegó hasta la noche.
Publicada esta triste nueva por el ejército^ los sol-
dados lo mejor que pudieron, se cerraron entre sí y
se remolinaron. Los moros por entender que preten-
473
dian volver á la pelea, robado el bagaje, se ret'raron.
Esto y la oscurídad de la noche que sobrevino , fue
ocasión que muchos de los fieles se pusieron en sal-
vo. Los cuerpos de los infantes llevaron á Burgos y
a!lí los sepultaron. Don Juan dejó un hijo de su mis-
mo nombre, al cual por la felta natural que tenia,
llamaron vuisarmente don Juan el Tuerto; las cos-
tumbres no nicíeron á la presencia ventaja. Doña
María mujer del infante don P#idro en Córdoba . do
quedó muy cargada, paríó una hija por nombre doña
Blanca, de cuya tutela y del gobierno del estado que
por muerte de su padre heredera , se encargó Garci
Lasso de la Vega merino mayor de Castilla , v que
tuvo grande familiaridad y privanza con el difunto.
Tras esta desgracia tan grande se siguieron nuevas
disensiones , causadas de las competencias que na-
cieron entre los grandes de Castilla sobre el s^obierno
del reino uue cada cual pretendía , y todos deseaban
salir con éí , hora fuese por buenas vías , hora por
malas.
A la misma sazón Aragón se alteró por un caso
muy estraordinarío. Fue así que don Jame hijo ma-
yor de aquel rey ei^taba determinado de renunciar su
mayorazgo y herencia. Las causas que le movieron
para tomar esta resolución . no se saben : sus cos-
tumbres mal compuestas y la severidad de su padro
pudieron dar ocasión á cosa tan nueva. Recibió el
rey gran pena desta determinación : rogóle y mandó-
le como á hijo no hiciese cosa con que amancillase su
fama, y fuese ocasión á su patria y á su padre, de
perpetua tristeza. Hablóle cierto día en esta sustan-
cia , «Mi vejez (dice) no puede ya dar á mis vasallos
0CO8a mas prevechosa que un buen sucesor , ni tu
»mocedad les puede ayudar mejor que con selles
»buen príncipe. Con este intento procuré fueses en-
»señado desde tu primera edad en costumbres rea-
ules : no parecia faltarte natural para ser digno del
»cetro , aunque no fueras hijo del rey como lo eres.
»Teníate aparejada para mujer una nobilísima don-
Dcella, que ha sido de mi tratada como quien os, con
»casa j estado muy principal. Si á esto se puede
)>añadir algo , yo soy presto de \o hacer ; pero veo
»que mi esperanza me na burlado, y á tí ha estragado
»el sobrado regalo para que en esa edad rehuses to-
»mar sobre tus hombros el gobierno que yo sustento
»en lo postrero de la mía. ¿Por ventura es justo an-
»teponer tu particular reposo al pro común? ¿á la
Dobediencia que debes á tu padre y al juramento con
«que nos obligamos que doña Leonor tu esposa (de
»quien tu debieras tener compasión) ha de ser tu
«mujer y reina de Aragón? ¿Por ventura te causa es-
nperar la muerte deste triste viejo , que ya se^n
DÓrden natural no le pueden quedar muchos días?
«Puesto que alegues otras causas , la codicia de
«reinar es la que te punza y reduce á estos términos.
«Nadie puede poner ley á la voluntad de Dios, de
«quien depenaen los años y la vida : lo que es de mi
«parte , yo desde luego de muy bnena gant) te re-
«nuncio el reino. Solo terue^o te apartes de ese pro-
«pósito , que no puede jdejar de ser enqjoso á mí y á
«nuestra común patria. Así te lo |)ído por Dios y por
«todos los santos que están en el cielo te lo amooes-
«to y te lo aconsejo* y advierte que con esa acele-
«rada priesa no te despeñes de suerte que cuando
«quieras , no tengas teparo ci le quede remedio de
nvolver atrá8.«
A todas estas razones el determinado mancebo
respondió en pocas palabras que él estaba resuelto de
seguir aquel su parecer , y trocar la vida de rey , su-
jeta á tantas miserias , con el reposo de la particular
y bienaventurada. Con esto en la ciudad de Tarra-
gona en las cortes aue allí se juntaron, hizo renun-
ciación en pública lorma del derecho que tenia á la
sucesión á ios veinte y tres días del mes de diciem-
bre. Halláronse presentes á este auto muchos gran-
47»
RIÜLIUTECA DE GASPAR Y ROIG.
des y prelados ; entre los demás el iufantc don Juan
de Aragón , electo de Toledo por muerte del arzobis-
po don Gutierre Segundo aue íinó á los cuatro de
setiembre. Su mucha Tírtua y la diligencia de don
Juan Manuel su cuñado le ayudaron á subir á aoue*
lla dignidad. Hecha la renunciación , don Jaime lue-
go tomó el hábito de Galatrava , después se pasó á la
órdeo de Montesa Doña Leonor su esposa fue envia-
da doncella á Castilla. Sobre este hecho hobo diver-
sas opiniones ; unos le alababan , otros le reprehen-
dian : sus costumbres y torpeza^ y la vida suelta que
después hizo , dieron muestra que no por deseo de
darse á la virtud y piedad renunciaba el reino , sino
por su liviandad y ligereza. Por la cesión de don Jai-
me entró en aquel derecho de la sucesión don Alon-
so su hermano hijo secundo del rey , que á la sazón
en doña Teresa su mujer tenia un hijo sietemesino
niño de pocos dias. llamado don Pedro. El dote desta
señora fue el condado de Urgel , que le dejó en su
testamento don Armen gol su tío hermano de su
abuela. Desta forma en un mismo tiempo los reinos
de Portugal y Aragón fueron trabajados con desabri-
mientos domésticos de padres á hijos y dado que los
{propósitos de los dos hijos de aquellos reyes eran di-
eren tes , pero la tristeza y daño de los padres corrie-
ron á las parejas y fueron iguales.
CAPITULO xvn.
De la muerte de la reina doña María.
El daño que los nuestros recibieron en Granada,
fue ocasión que los moros soberbios y pujantes , y
desosos de seguir la victoria ganaron á Huesear en
el adelantamiento de Cazorla , y á Ores y á Galera,
pueblos que eran de los caballeros de Santiago. Por
otra parte se apoderaron por fuerza de Martos , villa
fuerte y buena , en cuyos moradores ejecutaron todo
género de crueldad sin respeto alguno, sin hacer di-
ferencia de mujeres, niños , ni viejos , salvo que mu-
chos escaparon en el peñasco que allí cerca está , y
en la fortaleza. En Castilla andaban grandes alboro-
tos , nuevas esneranzas de muchos : todos los que en
nobleza v estado se adelantaban , pretendían apode-
rarse del gobierno del reino. La reina doña María
por lo que se capituló los años pasados, pretendía
tocalle todo el gooierno ; v con deseo de apaciguar
estas alteraciones despachó sus cartas á todas las
ciudades , en que les amonestaba no se dejasen en-
gañar de nadie en menoscabo de su honra y de la
lealtad á que eran obligados. Sin embargo por ser
mujer era de muchos tenida en poco : parecíales no
tema fuerzas bastantes para peso tan grande. Muchos
de los grandes en un mismo tiempo pretendían apo-
derarse de todo : los principales entre otros eran el
infante don Philípe tío del rej[ , don Juan Manuel . y
c\ otro don Juan el Tuerto señor de Vizcaya : todos
mu^r poderosos y que poseían grandes riquezas , y
nobilísimos por ía real prosapia de que descendían.
A estos se entregó el cuidado y mando del reino,
no de común consentimiento de los pueblos, antes
andaban divisos en bandos y pareceres : todas las
cosas se hacian inconsideradamente y como á tiento.
Juntáronse las ciudades y villas , no todas en uno, si-
no según las comarcas y provincias : grandes miedo<<
se representaban y peligros. Resultó destas juntas
que a don Philipe señaló el Andalucía para que los
Sobemase : el feino de Toledo y la Estremadura á
on Juan Manuel : la mayor pacte de Castilla la Vieja
seguían á don Juan señor de Vizcaya. Dentro de las
ciudades se veían mil contiendas por los bandos que
cada uno seguia. Mudábanse á cada paso los gobier-
nos : los mismos se aficionaban hora á una parte, ho-
ra á otra conforme como á cada cual le agradaba. El
vulgo con la esperanza del interés se vendía al que
mas le daba , vario como suele é inconstante en sus
propósitos. De aquí se seguia libertad para acomete)'
todo género de maldades , muertes, robos, y latroci-
nios : miserable avenida de calamidades. Los mas
poderosos atrepellaban á los pequeños. Los que regían
la república y la gente principal usurpaban para si
las rentas y patrimonio real infame latrocinio y tor-
písimo robo. Finalmente ningún género de desven-
tura se puede pensar aue no padeciese aquella pro-
vincia. Don Fernando ae la Cerda tenia pocas fuer/as,
y era tenido de todos por sospechoso , y por las an-
tiguas competencias del reino no hadan cuenta del:
determinó ae allegarse á don Juan señor de Vizcaya.
A los 4320 años iban las cosas por esta orden en
Castilla.
Este año se consagró en la ciudad de Lérida don
Juan hijo del rey de Aragón en Arzobispo de Toledo
con grande alegría de ambos reinos, grandes esperan-
zas, y grande aplauso por pronosticar que aqcel pon-
lifícado seria próspero, justo y dichoso. La reina do-
ña María todavia no dejaba de recelarse que la venida
de un príncipe como aquel podría enconar mas los
ánimos de su gente que sanalios. Estas sospechas ce-
saron con las cartas que el papa envió á la reina doña
María, j se le quitó del toao aquel miedo , porque la
prometía que todo estaría sosegado y muy en su fa-
vor. Con los prelados de Aragón tuvo el nuevo arzo-
bispo grandes diferencias sonre la preeminencia de
la Iglesia de Toledo. Llevaba su cruz delante . que
es prerogativa de aquella dignidad. Estopretendia él
selle concedido como á primado de las Españas, así
por derecho y costumbre antigua , como por nueva
confirmación y prívüegio de los sumos pontiOces.
Los prelados de Tarragona y de Zarasoza que se baila-
ron á su consagración , lo contradecían : alegaban
que estaba este negocio en lítispendencia , y aun no
por sentencia determinado. Aunando en estos deba-
tes, como quiera que el arzobispo de Toledo no mu-
dase de propósito determínauo de conservar la digni-
dad de su iglesia, y confiado en el favor de su padre,
el obispo de Zaragoza, donde entonces hacia el rey
de Aragón cortes de su reino y estos prelados acu-
dieron, pronunció contra el de Toledo sentencia de
escomunion , mandó cerrar todas las iglesias y puso
entredicho público : increible osadía, confianza sin-
gular. El color que se tomó, fue una constitución que
hicieron los prelados de aouella corona los años pa-
sados, en que so pena de descomunión se mandaba
ningún prelado en provincia ajena llevase cruz de-
lante : era el color y la capa para aquella determina-
ción.
Grande fue el enojo que desto recibió el rey de Ara-
gón por ver á su hijo maltratado dentro de su reino
y delante de sus ojos. Envió sobre ello cartas al su-
mo pontífice llenas de acedía y de mil amenazas: se-
gún la saña hiciera algún sentimiento , si los suyos
no le metieran por camino con decir que en aquello
so trataba de la dignidad de sus iglesias y reino , y
que no era justo por favorecer un particular negocio
de su hijo defraudase y atropellase los públicos : con
esto parece que se amansó el furor aue en su ánimo
tenía concebido. La respuesta que dio el sumo pon-
tífice , fue ambigua , conque tuvo suspensas entram-
bas las partes ; porque de tal manera reprendía et
atrevimiento que el de Zaragoza tuvo y mandó repo-
ner lo hecho , que ordenó otrosí fuese absuelto el ar-
zobispo de Toledo de la descomunión por si acaso fue
justa. Partido el nuevo prelado de Aragón, y llegado á
Toledo, de tal manera se hobo con don Juan Manuel
su cuñado casado con su hermana mayor doña Gos-
tanza, que el recelo que tenían no le favoreciese de--
masiadamente, de todo punto se guító. De primera
llegada no quiso que en su arzobispado cobrase la<
rentas reales , cuya administración él pretendía per-
tenecelle , de donde resultó entre ellos un odio in-
mortal-
Ala mismasazon los navarros, que lodavia estaban
sujetos i Francia , faeroii muy mal tralodos en Viz-
caya. Falleció Pliitipe el Largo rey de Francia á dos
de junio año de 1321 sin dejar sucesión : lieredóel
reino su liermauo Carlos por sobrenombre el Hermo-
■0, oue fne igual á sus bermaaos en valor ; en libera-
lidad, (ortuleza y apostura sin par : en tiempo deete
rey los viicainus de rebato se apoderaron del castilla
de Gorríca, que cae en aquella parte que llaman Gui-
púzcoa : preleodiaa que aquel casliflo era suyo , y
3ue los navarros le poseían á sin razón. Acudieron
e Navarra sesenta mil bombres {si los números ó la
bma no están errados) llegaron á los diez y nueve
de setiembre á Beolivara. Los vizcaínos hasta ocbo-
cientos en número como quier que se apoderasen de
las estrechuras y hoces de aquellos montes , dendc
con galgas y cubas llenas de piedras , que dejaban
redar sobre los navarros , los maltrataron de manera
que los desbarataron y hicieron Imir con muerte de
mas gente que se pudiera pensar de número tan pe-
queño, demás que cautivaron á muchos. Caudillo de
los vizcaínos era Gil Oíiii, de los navarros Ponce Mo-
tiEERPAiA. 475
rentaina, Trances de nación , y gobernador Je Neva-
ra por el rey de Francia. Dau muestra que esta vic-
toria fue de las mas señaladas de aqoel tiempo, Jas
coplas que hasta hoy se cantan , y los romances en
las dos fenguas casteikna y vizcaína compuestos en
esta razón.
El papa envió por su legado á Cutiila at cardenal
Guillelmo Bajonense , obispo Sabino , por ver si con
su diligencia y con la autoridad pootilicia se pudiem
poner Bná tan toa males. Procuró el legado se juntasen
cortes en la ciudad de Palencia en el mismo tiempo
que la reina doña Haria , amparo que íue de todo en
tiempo de tres reyes , y honra de Castilla , cargada
de anos , Taita de salud , llena de congojas por los
trabajos tan grandes como se padecían', de una en-
fermedad que le sobrevino en Valladolid , pasú desla
vida primero do junio año de 1322. Muestras do su
piedad y religión son el monasterio de las Huelgas,
Sueá su costa fundú en aquella ciudad y ennobleció,
o ella misma se mandó enterrar, otros dos monas-
terios que fundó , uno en Burgos y otro en Toro, sin
otros que hizo en diversas partes del reino.
Laa corles de Falencia no parece fueron de efecto. ]
Juniáronse por mandado del legado Guillelmo los ,
obispos de toda Castilla en Valladolid para tener un I
concilio que fue mny señalado. En él á dos dias del
mea de agosto se promulgaron muchas constituciones
saludables, entre otras deicomutga á todos aquellos i
que en tiempo de cuaresma ó de las cuatro témporas '
comieren carne, y á los que en tales días la vendieren
públicamente: que mientras se celebran los divinos
oficios , los que no foeren criEtianos , no se puedan
hallar presentes ; pero si los tales se bautizaren, pue-
dan ser ordenados y tener beneficios para remedio de
su pobreza : repruébase la pur^jacion vulgar , de que
se usaba de orainario en Kspana. Demás desto hasta
hoy dia se conservan las constituciones que por el
mismo tiempo estableció el arzobisjxi de Toledo don
Juan , en que (eotre Otras cosas) se manda que si los
judíos y moros no se salieren de las iglesias al tiempo
que se celebran ios divinos oficios , no se pase ade-
lante : que el dinero que se recogiere de la Cruzada,
se le entregue al prelado para efecto de emplealle en
la redención decaulivosyremedio da tos pobres: que
los sacerdotes digan misa por lo menos cuatro veces
al año; y que no la digan sin primero rezar los mai-
tines : que tos bienes adquiridos por via de la Iglesia
no se puedan dar ni mandar i los hijos, dado que
sean habidos de legitimo matrimonio. Qaiea dice que
los sacerdotes y obispos son señores destos bienes, y
que los pueden dispensar á su voluntad y alvedrio?
El mismo año el rey de Granada Ismael fue muer-
to en el Albarabra por los suyos, que se hermanaron
contra él : cabeza de ios matadores fue el señor de
Algecira, y O^min participante , por estar el uno y
el otro muy iodignaáos desde el tiempo que tomaron
á Hartos, a causa que al señor do Algecira quitó unii
cautiva muy hermosa , y á Ozmin mataran un tobri-
478
ftlBLIOTECA DB OASPAK T ROIG.
ino día de Todos Santos aüo del Señor de i327. La
fiesta y el convite mas daban muestra de regocijo y
seguridad que de temor ni sospecha: asf desarmado
y desapercebido , como estaba en el banquete fue
muerto por mandado del rey. Los delitos por él co-
metidos parecían merecer cualquier castigo ; pero
quebrantar el derecho de hospedaje, y rebajado de se-
guridad matar persona tan principal á todos pareció
cosa fea , puesto que no faltaba quien con razones
aparentes pretendiese colorear aquel hecho. Una sola
hija que quedó de don Juan, y estaba á criar en poder
de su ama, fue llevada á Bayona , ciudad á la raya
de Francia y entonces sujeta á los ingleses. La ma-
dre del muerto doña María que est»ba recocida de
tiempo atrás en un monasterio de monjas de Perales,
con el aviso del caso y con estas tristes nuevas bien
se puede pensar cuan grande congoja recibió. Dicese
que á instancia de Garci Lasso vendió al rey todo el
señorío de Vizcaya: si de miedo ó de su voluntad, no
se sabe, basta entender que era peligroso contrastar
ala voluntad del rey en aquel trance, pero de mala
sonada, y contra derecho por ser viva su nieta ; que
adelante , aplacado el enojo del rey , casó con don
Juan de Lara como se referirá en su lugar, y vino á
fier señora de Vizcaya. Los pueblos y castillos que
don Juan heredó de su padre , y eran mas de ochen-
ta, parte se ganaron por fuerza , parte se rindieron
de su voluntad, y quedaron incorporados en la coro-
na real.
Don Juan Manuel era frontero contra los moros: y
dado que amedrentado con aquel caso, y que echaba
de ver lo poco que se podía fiar del rey, pues á son de
bodas quitó la vida á un principe y deudo su^o tan
cercano , todavía con gran cuidado y diligencia acu-
día á la guerra contra los moros, que poco antes de
sobresalto ganaron el castillo de Rute, y pretendían
con su caudillo Ozmin, que ya parece estaba en gra-
cia de aiiuel rey , hacer entrada por las fronteras del
Andalucía. Vino con ellos á las manos junto ñi rio
Guadalhorza , donde los venció y mató gran número
dellos. Donjuán manuel, habida esta victoria, te fue
á las tierras de su estado, dejada la guerra , y mal
indignado contra el rey , de quien se publica tenia
propósito de repudiará dona Costanza su hija, y em-
parentar en Portugal, todo encaminado á su perdi-
ción. No era su miedo vano, ca se trató de aquel nuevo
casamiento; y en efecto doña María hija del rey de
Portugal entró en lugar de doña Costanza. Autor
deste consejo y mudanza fue Alvar Nuñez O^orio.
El pesar que desto sintió don Juan Manuel , foe
cual se puede pensar; lo mismo el rey de Aragón tío
de doña Costanza. Reinaba á la sazón don Alonso el
Cuarto en Aragón por muerte de su padre el rey don
Jaime el Sesundo , que falleció en Barcelona un día
después de la muerte de don Juan el Tuerto, do se
hizo su enterramiento en la iglesia de Santa Cruz
con real pompa y aparato. Doña Teresa su nuera
murió cinco aias antes del suegro en Zaragoza, y se
sepultó en el monasterio de San Francisco de aquella
ciudad. E\ luto y llanto de toda la provincia fue do-
blado á causa que en un roinmo tiempo auedó huér-
fana de dos príncipes que mucho amaba. Sucedió
pues al rey don Jaime su hijo don Alonso ; tuvo en
doña Teresa su mujer estos hijos, don Pedro, don
Jaime y doña Costanza; porque otros cuatro hijos
que tuvieron, murieron en su niñez. Lo que hay ma-
cho que loar en el rey don Jaime fue que los princí-*
pados de Aragón , Cataluña y Valencia ordenó 8n->
duviesen siempre unidos sin dividirse. Fue tan
enemigo de pleitos , que en aquella era eran asaz,
que desterró perpetuamente de su reino como á pre*
varícador á Jiroeno Rada , un abogado señalado de
aquellos tiempos , por cuyas mañas muchos fueron
despojados de sus naciendas.
Oírlos rey de Francia y Navarra, por sobrenombre
el Hermoso, falleció de enfermedad en el bosque de
Vinceoa primer día de febrero año de 1328; al cual
el papa Juan Vigésimosegondo otrorgó loe diezmos de
las rentas eclesiásticas en toda la Francia contal
condición que luciese la guerra ai emperador Lois
Bávaro, tan grande enemigo de Ja Iglesia que el año
antes deste hizo papa en Roma en competencia del
verdadero pontífice t en su perjuicio á Pedro Corbar
con nombre de Nicolao Quinto. Demás desto le man-
dó acudir él con parte de aquel interés, según qoe
lo publicaba la fama. £sta misma concesión se biio
antes á instancia del rey Felipe et Largo , pero con
esta modificación y palabras espresas, n Im dtnsf»
del reino juzga$en ser eonvenimte ; condicioa muy
honesta , de que ojaJá usasen los demás poutiflces
contra las importunidades de los príncipes. La ma-
jer del rey Carlos, por quedar preñada á cabo üetres
meses después de la muerte de su marido parió una
hija que se llamó Blanca. No podía conforme i las
leyes y costumbres de Francia suceder eo aquella
corona. Así un hijo de Caries de Vaioes <iue falleció
dos años antes del rey , por nombre Phiiipe, primo
hermano de los tres reyes pasados por una parte, y
Eduardo rey de Ingalaterra , como iiijo de madama
Isabel hermana de los mismos tres reyes , comeoia-
ron á pretender aquel reino.
Los estados del reino conforme á la ley Sálica, se
conformaron en dar la corona á Phiiipe de Vaioes, de
que resultaron enemistades y guerras muy largas y
graves entre aquellas dos naciones y los reyes d« In-
galaterra tomaron apellido de reyes de Francia, y po-
síeron las flores de hs en sus escudos. A ios navarros
sucedió mejor que quedaron libres del yugo de Fran-
cia, porque Juana hija del rey Luis Hatia casó coo el
conde de Evreux que se llamaba Pbi tipo, y en Paio-
plona fueron declarados por reyes de Navarra de cos-
lormidad de todos los estados por el derecho qne
aquelb señora tenia de parte de su madre : ea qae
por ser cosa tan justificada fácilmente vino el ouevo
rey de Francia, demás que el dicho conde era sadeu-
do muy cercano por ser como era bisnieto de Sao
Luis rey de Francia. En esta sazón los navarros pur
tener los reyes flacos se alborotaron , y como gente
sin dueño se encarnizaron en los judíos que mora-
ban en aquel reino , en particular en Estalla ca^
tanto la tempestad que degollaron diez mil dellos, si
ya el número olas memorias no van errados.
CAPITULO XX.
Nuevos casamientos de reyes.
A la misma sazón en Castilla se hacían apercebi-
mientos muy grandes para la guerra contra los mo-
ros nuevas levas de gente que se alistaba en el reino
socorros que pretendían de los reyes comarcanos. U
tierna edad del rey moro , y las discordias que ha
suyos entre sí tenían , presentaban ocasión pan tu-
cer algún buen efecto , mayormente que se pasó a
los nuestros un hijo de Ozmin, llamado Abrabamel
Borracho por el mucho vino que bebía. Seguíale od
buen escuadrón de soldados: acordó el rey don Aloo
so de ir á Sevilla con toda presteza: dende corría i^
fronteras de los enemigos y lea bada notables daño».
Tomóles á Olvera, Pruna y Ayamontea. En ei¡to^
gastó el verano, y pasado ei ótenoslos soldados, car-
gados de despoios y alegres dieron la vuelta para ia-
vemar en Sevilla. Don Alonso lofre almirante qoeen
del mar , acudió al tanto para darai rey aviso de aat
victoria tan señalada que alcanzó en ona batalla aani
que trabó con los moros, en que de veinte y dos ga-
leras que traían, les tomó tres , y cuatro ecbaroo a
fondo. Eran estas galeras parte del reino de Granada
y parte africanas; mataron y cautivaron mas deoii
y dgcientos moros; por las cuales caoaas todos es^
niSTORIA DR EMPANA.
79
han muy gozosos , y aquella nobüisima ciudad reso-
iiiiba con fiestas y regocijos.
Enviáronse embajadores para tratar del casamien-
to del rey. Don Juan Manuel, vista la resolución de
dejará su hija, renunciada por sus reyes de armas la
fe y lealtad que teniajurada , se confederó con los re-
yes de Ara;;on y de Granada : junto con esto desde
Chinchilla y Almantsa, j^or ser plazas muy fuertes,
hacia entradas por las tierras de Castilla : robaba y
talaba por do quiera que pasaba , con gran daño en
especial de los labradores , á la misma sazón que el
rey en Sevilla dio título de conde de Trastamara, L^'
mos y Sarria á Alvar Nuñez Osorío , que era su ma*
yor privado , cosa muy nueva ; que basta entonces
en Castilla no se diera de mucho tiempo atrás á nin-
guno título de conde. La ceremonia que se hizo, fue
muy tosca, como entre gente en aquella sazón falta
de todo género de policía y primor. Echaron tres so
pas en una taza de vino, y pusiéronselas delante:
convidáronse por tres veces el rey y el conde sobre
cuál dellos tomaría primero : fmalmente el rey tomó
la una y el conde la otra. Concediósele que*en los
reales tuviese caldera y cocina á parte para su mes-
nada y en la guerra propia y particular bandera con
sus divisas y armas. Hiciéronse las escrituras y pri-
vilegios; y leídos, todos los presentes aclamaron con
gran aplauso > viva el conde. Tal fue la costumbre
y ceremonia con que se criaban los condes en aque-
lla era.
En la ciudad de Córdoba usó el rey de una severi-
«lad estraordinaria , y fue que hizo cortar la cabeza á
Juan Ponce porque no obedeció á su mandato , en
que le ordenaba restituyese el castillo de Cabra que
tomara á los caballeros de Calatrava al tiempo que
las cosas del reino andaban alborotadas, demás qu<'
le achacaban y cardaban de hombre sedicioso y per-
nicioso para la república. I¿1 mismo castigo ^ dio a
otros muchos cíuaadanos de Córdoba, sea por ser de
la misma parcialidad , ó poi^que fueron convencidos
de otros delitos muy gravcS. En Soria en el monas-
terio de San Francisco fue muerto á puñaladas Garcí
Lasso sin respeto del lu^r sagrado, y que eslabu
oyendo misa. El sentimiento del rey fue grande:
poco antes deste desastre le enviara desde Sevilla
Cara atajar los intentos y pretensiones de don Juan
íanuel el aborrecimiento que los caballeros le te-
Díati muy ffrande por entender trataba de destruir
coa sus malas mañas y descomponer toda la nobleza,
fue causa desta desgracia. Escalona, una villa pequeña
en el reino y tierra de Toledo, andaba alborotada y
pretendía juntarse con los rebeldes y amotinados. De
Castilla la Vieja a-imismo avisaban que la gente se al-
borotaba ; en particular Toro , Zamora y Valladolíd es-
taban alzados oootrael rey. El principal movedor des-
tos alborotos, era don Hernán Rodríguez de Balboa
prior de San Juan , condado en sus riquezas , y en los
muchos aliados y deudos que tenia en aquella pro-
vincia de los mas nobles y ricos. El color que toma-
ron , era quejarse que el nuevo conde Alvaro Osorio
y un judío ILmado Juzeph gobernaban todo el reino
y le trastornaban á su voluntad : que .tenían rendido
al rey , como sí les fuera esclavo , y como si le hobie-
ran diado bebedizos.
Acudió el rey á Escalona; pero con las nuevas de
Castilla alzó el cerco por acudir al mayor peligro y
necesidad. Llegó á Valladolíd : no le quisieron dar
entrada hasta tanto que despidiese de palacio y de su
corte ai dicho Osorio. Uízose así; que es forzoso su-
jetarse á la necesidad. Sin embargo fue tan grande el
sentimiento deste caballero , como persona acostum-
brada á todo favor y privanza , que quitada la másca-
ra se reveló contra el rey, y trató de juntar sus fuerzas
con don Juan Manuel , causa de su total perdición.
Ramiro Flores de Guzman con muestra que huía del
rey, se hizo su amigo; y como un día estuviese des-
apercebido y descuidado, le dio de puñaladas. Por su
muerte el rey á la hora sé entregó en sus castillos y
tesoros, que tenia allegados muy grandes en el tiem-
po que tuvo el reino á su mandar v lo robaba todo
sin reparo pusiéronle acusación, nícíéronle cargos
muchos y muy graves : no salió persona ninguna á
la causa y defensa, y así fue convencido en juicio y
dado por rebelde y traidor; pronunció la sentencia
el mismo rey en la villa de Tordehumos. Tal fue la fin
destos dos caballeros , que en aquel tiempo tuvieron
tanta grandeza y pujanza. A Juzeph defendió su ba-
jeza , y el menosprecio en que es comunmente teni-
da aquella nación : lo que pudiera acarrear á otro su
perdición , eso le valió.
Celebráronse las bodas del rey en Ciudad- Rodrigo.
Tratóse entre los dos reyes de Castilla y Portugal de
aplacar al rey don Alonso de Aragón , y apartalle de
la amistad de don Juan Manuel. Pareció buen medio
ofrecelle la infanta doña Leonor hermana del rey de
Castilla para que casase con ella , ca se hallaba viudo
y libre del primer matrimonio por muerte de su pri-
mera mujer doña Teresa. Aceptado este partido , y
echas las escrituras y conciertos , llevaron la donce-
lla á Aragón. Salió don Juan el patriarca arzobispo
de Tarragona hasta Alfaro á receoilla y acompañalla.
Efectuáronse las bodas en la ciudad de Tarazona:
hallóse presente con el de Aragón el rey de Castilla,
las alegrías y regocijos fueron grandes. Sucedió esto
al principio del año de i329. Para que la amistad
entre los reyes fuese mas firme , y meter prendas de
todas partes, trataron de casar á doña Blanca hija
del infante don Pedro (el qiie como queda dicho mu-
rió en la guerra de Granada) con el hijo mayor del
rey de Portugal llamado don Pedro. Hechas las capi-
tulaciones, la doncella fue entregada en poder de la
reina de Castilla para jne la enviase á Portugal.
Junto con esto los dichos tres reyes asentaron liga
entre si contra los moros para juntadas sus fuerzas
desarraigar de todo punto las reliquias de aquella
gente malvada. Asentóse demás desto , para mayor
sosiego y paz de todos, que los rebeldes ael un reino
no tuviesen acogida en eJ otro. Quedó por este cami-
no don Juan Manuel despojado del amparo del rey de
Aragón : trató de valerse como pudiese; v para este
efecto casó segunda vez con dona Blanca uija de don
Fernando de la Cerda. Asimismo don Juan de Lara casó
con doña María hija de don Juan llamado el Tuerto,
con esperanza que le dieron de juntar todas tres sus
fuerzas para recobrar el señorío de Vizcaya que de
derecho pertenecía á aquella doncella, y el rey por
fuerza y contra razón se le tenía usurpado. Donjuán
Manuel y don Juan de Lara llanamente estaban de-
clarados contra el rey^ otros de secreto y con saga-
cidad le eran contrarios, como eran don Pedro do
Castro y don Juan Alonso de Alburquerque, hijo de
Hernán Sánchez y nieto del rey Dionisio de Portu-
§al : el principal y cabeza de los demás eran don Juan
e Haro señor de los Cameros. Estos todos llevaban
tras sí gran parte del reino.
Los nuevos reyes de Navarra este mismo año vi-
nieron á Pamplona. Allí les fue dada la posesión do
aquel reino, pero debajo destas condiciones: que por
espacio de doce años no se batiese nuevo género de
moneda , á causa que en aquel tiempo era muy ordi-
nario falsear la moneda y bajalla de ley : costumbre
perjudicial y mala, contraía cual hay un decreto del
pontífice Juan, que se promulgó en aquel tiempo y
anda en las es tra vagan tes : la segunda cundicion,
que en los oficios de la casa real no se admiiiesen
forasteros , lo mismo cuanto á las tenencias de los
castillos: que no pudiesen vender uí trocar el reino,
ni enajenar el patrimonio real : que el primer hijo
varón que tuviesen^ luego que llegase á edad de veinte
y un anos cumplidos , fuese rey de Navarra , y tuvie-
se el mando y gobierno; y que Philipo su padre acu-
480 BIBLIOTECA DE Cksenn r nnic.
diesen con cieo rail coronas para ioo gastos : si Ta- . Iiijas Juan» , Uaria , Blanca y Inéa casaron aiimisniD
Heciesen sin hijos, que los tres eslados del reino ' mu; princinatmcntc.
nombrasen rey i su voluntad. í Los flamencos á esta miainas.izon andaban att«n-
Dcsla suerte los navarros para recibir leyes las dos.'ca puesto primeramente en prisiouLuis sucon-
dieroualqueloshabia de gobernar. Juraron lus re jes de y señor, después que aelibrú, le cercaron en Gjd-
eelas condiciones, y con tanto fueron coronados y ' te : huyú tambíeu del cerco, y acudiú al ampartí M
ungidos en la iglesia Mayor de aquella ciudad á loa I rey de Francia. Envió él aus embajadores i f [andes
cinco dias del mes de marzo. Todos los presentes de sobre el caso, pero no hicieron erecto alguno :llegú
cualquier suerte , estado y edad, en señal de alegría el negocio A las armas y á las manos. Acudieron áts-
y regocijo, d voces pedían para sus reyes larga vida ta guerra mucbo^ príncipes y entre los demásPliilipe
Ítoda buena andanza : las ralles tenian cubiertas de rey de Navarra. JuntAronse los dos campos no lejos
ores y verdura, laa paredes vestidas de ricos panoa: de ia villa de Casscl : liobo algunas eacaramut», j
no quedó género de conten taque allí no se mostrase, por el mes de agosto un dia en lo mas recio del filor,
Parecíales salir de unas escuras tinieblas d una luz á tiempo que las guardas y centinelas esUbandes-
muy respiandecienley clara, y que toda aquella pro- cuidadas, los flamencos djeron de rebato Sobre h)
vincía con la venida de sus propios reyes como des- reales de Francia: ganaron los baluarlesy trinelien*
pues de un largo destierro, d cabo de cincuenta y sin que les pudiesen ir A la mano : acomelicnw li
cinco años que ¡altaban , era restituida ensu antigua i tienda del rey, y antes que se pudiesen armar ni ^u-
grandeza , sosiego y prosjieridad. Fueron estos re- | bír á caballo, mu líos de los Trahceses fueron pifiAoi
yea mnyd
1, DUAK^^i
dichosos
eRSUccsiouilos hijos Carlos, Pliili- ' á cuchillo. El rey mismo se vio en grande aprieto
pe 7 Luís alcanzaron adelante grandes estados; tss hasta tanto que acudió gente de la otn parte ric
G:»iiro d* l>* Untlfis
reales. Con esto los flamencos , y por el peso do las
armas y calor que hacia muy grande ■ desmayaron;
y muertos muctios dellos , los lanzaron de los reales,
y huyeron. Después desta victoria todo quedó llano;
y el conde fue resliluido en su estado.
EIde Navarra, conctaida la guerra, didvueltad su
reino , que halló lleno de latroúnioi y mildades á
causa de la libertad que por la larga ausencia de los
reyes la gente habia tomado. Tratóse del remedio:
por consejo Y parecer de personas principales y de
letras so ordenaron y establecieron nuevas lejes,
con que el pueblo fuese regido y mantenido en jus-
licií y en paz : estas leyes . son laa aue vu1<^armeute
se llaman del Fuero Nuevo. Dadoquenobíerou asiento
en las eniiis do aquel reino, loa nuevos reyes se vol-
vieron á Francia con voz de favorecer al rey frnncé»
su deudo y amigo contra los ingleses , que tornnban
con las armas d la demanda del reino. La verdad era
que el amor de la patria loa aquejaba : las riquezas
otroii de Francia , traje) vestidos y abuudaucia les
Iiacii menospreciar la pobreza de Navarra. Dejaron
(larn gobierno del reino ¿ Enrique Soliberto de na-
ción francés: gran dolor de los naturales por durallf*
tan poco su alegría , y considerar cuan tarde caisn
en la cuenta, y cúnió lea engañaba su espersn»,
Cuín breves ion y engañosos loa contento* desle
mundo ¡ la buena andanza cuan presto se pata.
CAPITULO XXI.
Qae la gaerra eonut los moros se renovó.
Aquejabah á Castilla por una parle Its diacordÍM
civiles, por otra el cuíaado de la gnerr» contri »•
moros. Lo que sobretodo apreUba, ora l> filu*
dineros para hacer las provisiones y pagar * Im «"'-
dados. Junláronsn corles del reino en Madrid. En es-
Us curtes as esUblecieron altiunas notables leTw:
una, que en la casa real ninguno tuviese mas qne un
oficio : olra , que sin llamar cortes nu se impusiesen
nuevos pechos ; tercera , que no se diesen benefiej'»
i los extranjeros. Los pueblos otrosi otrecieran e di-
nero necesaria para la guerra tanto con mayor volun-
tad que los moros por el mismo tiempo se apoderaw
de la villa da Priego , que está á la raya de los a«
HisToaiA I
reinos, y era de la urden de Calatrafa. No fue nece-
fitrío aerramar sanare porifue el mlsiuo alcaide que
la tenia en guunln, la enln^d. Buscaban algún me-
(tiu para snsegar á don Juan Manuel y sus oonaortes,
y demíls deito para granjear al rey de Aragón y lia-
rer que acudiese con sus fuerzas en ayuda desU
guerra. Lo uno y lo otro 9 e efeclud^yen parücular
wira reducir d doa Juan )e restiiuyeron á doña
Costanza su liija i]ue hasta entonces la deturieran
en la ciudad de Toro , con que la cuita y la afrenta
se doblaba ; repudiuila y tenelín como presa. Por
otrn parle apretaron á Juiepb el judío de Ecija de
quien se lia hablado, puraque diese cuenta de tas
rentas reales ^ue Ie[ii j £ su cargo : todo á propúsito
Hr bailar ocasión para derriballe, queno podía Ullar.
Fue así que no hizo su descargo bastantemente: con
: Esra^A. 481
esta color le privaron del cargo de temttra general.
Demás desto para adelante oraeoaroD que á Diuguno
que no fuese cristiano, se encargase aquel oUcío,
Asimismo que el tesorero no se llamase Almojarife,
apellido que por ser arábigo era odioso, sino qud
adelante se nombrase tesorero general: ordenaou
que diú satisfacción á todo el reino.
El rey de Portugal envió quinientos caballos de.
socorro: el de Aragón y don Juan Manuel prometie-
ron de hacer entrada en tierra de morospor otra par-
te. Era don Juan Manuel frontero por la parte de Hur-
cía, y por su teniente Paro Ixipeí de Ayala. El rey
de Castilla juntado que tuvo su ejército, rompió por
la parle del Aodalui:ia en tierra de Granada : puso
recco sobre Teba de Badales vilk niUT Tuerte, que
fue el w'iode 1330. Oiniin con seis loilginetcs que
sn rey le dio, estaba alojado ea TurroB tres leguas
de Tebs, desde donde hacia gran daño á nuestra
(tente, mayormente cuando aalian á hacer forrage d
dar agua á los caballos, que por la demás no se atre-
vía venir á baUlla. En este mediólos crisLísDoe gana-
ron la villa de Pruna : Ouniu cautelosamente enviú
tjes mil caballos al rio que allí cerca pasa , para dar
vista A los enemigos, y por otra parlecuando la bata-
lla estuviese mas trabada apoderarse él de nuestros
reales. Fue el rey avisadode este intento. Envió ade-
lanta un grueso escuadrón degente contra los moros,
y él con losdemásá punto se quedó en elreal, que fne
engañar una astucia con otra: ademis que los moros
fueron puestos en huida, y los nuestrosen su segui-
miento con el mismo impelu que llevaban, entraron
por los reales contrarios que no tenían defensa , sa-
quearon y robaron todas las tiendhs y bagflje. Con
oslo los de Teba, perdida la esperanza de defenderse,
por el roes de agosto rindieron la villa , salvas soU-
raenle las vidas. Cañete otrosi v Priego íitidilacion
hicieron lo mismo sin otros inuclios caslillos y forta-
lezas. Fue tanto mavor la honra que ^at\6 el rey don
Alonso, que ni el de Aragón , ni ilon Juan Mnnurl
ayudaron como prometieron por su parU. (1) Ei une
(1) En kw Ináicf* Iflliíioí de lurltá m lee que »\ it Ar-
Sia eovié al maestre de Moqtesa , I loi eotDtndador<s de
ontaíbaa y Alciúii, y il vitconde d* Csbrer» f« li nm-
nida dBl re» , y ideíoli un» escuadra da dSer galera», y si-
man otra» navn tnírores , corrió los mares halla ». estre-
cho pin impedir que viniesen socorro» d» Arcica. Oespují
envuelto en loerra contra los genovejei lobre 1» u» de
Cerdeña . ya no le (ue poiibie sQ-orrer si ■>• '^""»'
SI
il de Castilla, ,
IBi
BIBLIOTECA DE 6'ASPJIR T BOlG.
aun nb^ilSlKifMiin \kti6, el otro séescósaba con los
f^offdSti^ aúa'^ sítbof otaban la isla de Cérdeña, á
que h isrá ktMsb aeudÍT; demás desto el socorro de
P0)rtugtifr&et;f;i tbmado & su tieri-a. Todo esto fire'
ocaMoñ de nuevo desabrimiento , en especial contra
don laan Méñuely sus aliados , y de tomar asiento
con lo^ moros, con^o se hizo á la primavera /debajo
miecdda añrpgase de tributo doce mil ducados.
ÉstK» asentado; se dio lugar al comercio j trüto de una
parte é tflriíVy saca á los moros de trigo y otras pro-
visiones de Castilla. Todo lo cual se efectuó con taritó
mayor voluntad' (][ue el rey en Sevilla, do se concer-
taron las (mceS se comenzaba á entregai'á dona Leo-
nor de^tzmah de tal suerte que la tenia y trataba
coiiiO sifüérá su legítima mujer. Esta señora en li-
naje', apostura y riquezas se pudiera tener por di-
chosa : su padre fue Pero Nuñez de Guzman , su
marido Juan de Velasco que poco antes falleciera:
con la conversación del rey mas fama ganó que loa.
Deste trato tuvo mucha generación , y en particular
un hijo que después de su muerte y despuesde gran-
des trances últimamente vino á ser rey. £1 capitán
Ozmin (I) falleció en la ciudad de Granada ; dejó dos
hijos Abraham y Abucebet. El rey moro , privado de
tal amparo y consejo , y con deseo de intentar nue-
vas esperanzas pasó en Berbería para traer dende
nuevas gentes y dar principio á una nueva guerra
brava y sangrienta , cUal fue la que adelante se en-
cendió en España , según que en el libro siguiente
se declara.
LIBRO DECIMOSESTO.
CAPITULO L
Como el rey de Granada pasó en África.
La tercera parte de la redondez de la tierra es
África. Tiene por linderos á la parte del Occidente el
mar Océano Atlántico, á la del Oriente á Egipto y el
mar Bermejo, mar bajo y sin puertos: al Setentrion
la baña el mar Mediterráneo. Combatida por el un
costado y por el otro de las furiosas olas del mar Océa-
no, de anchísima que es , se estrecha y adelgaza en
forma piramidal hasta rematarse por la banda del Sor
en una punta que llamaron sirímero cabo de las Tor-
mentas, y hoy se llama elcaoo de Buena-Esperanza.
Los moradores desta tierra son de muchas raleas, di-
ferentes en leyes, ritos, costumbres, trajes, coiory
en todo lo al. Lo mjs interior habitan los ethiopes
largamente derramados, todos de color bazo ó nesro.
Sígnense luego los de Libia , y después los nnmidas,
generaciones de gentes que se dividen entre sí , y
parten términos por las altas cumbres y cordilleras
del monte Atlante. Por la costa y ribera de nuestro
mar se estienden ios que por su propio nombre lla-
mamos africanos, berberiscos ó moros. En esta parte
los campos son buenos de pan llevar y para ganados:
arboledas b¡iy poca^, llueve en elfos raras veces:
tienen asimism(^ pocas fuentes y rios. Los hombres
gozando Buena salud corporal; son acostumbrados
al trabajo Y muy li«ert)s: vencen las batallas mas con
la roüchfeaurabre déla geptc. que con verdadero va-
ory valentía: sus pirinclpales fuerzas corisísten en
a ge^^e <)c;á cabájío.
,*' Enasta p.tovíncia.Atbohaceri Noveho rey deJlar-
rüccos, de la famitia'y linaje dé los'Merinds , poseía
p«r este tiempo un anchísimo imperio : había con
perpetua y dichos? guerra donaado todas los princi-
pes cDmarcRaas^ y. era el que parecía podía aspirar
al sefíofío de* Inda España por ser muy temido oé los
cristianóla, y por su persona hombre singular, áe
loabtes costumbres , dotado de muehfts partes así del
(1) Le llaman Ot^man á Otl}oman los «scritos át'ahes
jififta tíODfio del cuerpo. Traía guerra con B^lexRn,
rey de Tremecé, Meyando adelante en esto las ene-
mistades que Su padre con él tuvo. Esto era lo que
le faltaba para acabar de sujetar toda aquella provin-
cia, vio que le hacia eStorvo para acometer a Espa-
ña, a que le indtaban las antiguas victorias de sus
antej)a8adó6 , y encendíale el deseo de restituir en
España y adelantare! imperio de los moros. Mahornad
rey de Granuda, como el que tenía pocas fuerzas, pa-
só el mar para verse cort Aibohacen, deseos de que
fuesen compañeros en la guerra, y de revolver á Áfri-
ca con España. Llegado á Fez, ciudad no vilísima de
la Mauritania Tingitaná, fue espléndida y magnifica-
mente reoebido y tratado del rey bárbaro, puestas en
olvido las cohtieodas viejas que antes tuvo, ca era
enemigo de Ozmin y de su casa. Cada uno dellos
procuró mostrarse al otro mas cortés, dadivoso y mas
amigo. Lle^ron á tratar de sus haciendas un día
Eara ello señalado. El rey de Granada habló aJ rey
árbaro en esta manera :
aEn España (poderoso rev) , apenas podemos su-
»frír la guerra : las fuerzas de mi reino están ya gas-
Diadas , y la gloria de nuestra ^ente escurecida : no
»mbré facilitiente decir si los tiempos ó nosotros te-
nnemos la culpa dello. En el postrer rincón de la
«Andalucía estamos ya retirados, cercados de todo
»gcnero de miseria , de manera que con díGcultad
«conservamos la libertad y la vida. Tengo vergüenza
»de decirlo, pero en fm lo diré: ojalase nos concediera
»ser sujetos con algunas honestas y tolerables con-
»diciones , y que pudiéramos estar seguros de que
«nuestros enemigos nos las guardaran ; pero babé-
»moslas con quien piensa que gana el cielo haciendo-
unos daño y engañándonos , y que para con nosotros
»no hay religión ni juramentos que les obliguen »
nguarcfarnos las treguas y capitulaciones que w*^
«prometieron. Rácennos entradas cada año, quemán-
f>nos las mieses, echan fuego á los campos, arniiD&n
»lo8 pueblos y nos roban las mujeres, los niños y vie-
«jos, y los ganados: no podemos ya respirar; vémonos
»en estado que nos sena mejor morir de una vez ^ae
«sustentar vida tan llena de peligros y miserias.
«¿Dónde está aquella valentía de nuestros antepasa-
«dos , con la cual con increíble presteza, llenos de
«gloria y de victorias, corrieron la Asia, África y Es-
«paña, y con solo el miedo y fama de su valor junta-
«ron naciones tan divisas y apartadas? Torpe cosa es
«no imitar los hechos valerosos de nuestros nuyores;
«empero no sustentar la autoridad, gloría y reinos
«que nos dejaron , es gran maldad y mengua.
«En estos trabajos y miserias basta aquí nos ba
«sustentado la esperanza , puesta en tu felicidad,
«virtud y grandeza sin par: ahora me ba forzado 4
«que dejado mi reino pasase en África á echarme á tos
«pies. Séame de provecho confesar la necesidad que
«tengo de tu amistad v amparo. Real cosa es corres-
«ponoer á la voluntad de aquellos de quienes eres
«suplicado: mas tomar la defensa de tu gente , am-
«parar los miserables , ser tenido (como lo eres) por
«escudo V defensor de la santa ley dé nuestros abu»*
»tos. Ve igaalatá con fos inmortales. Sujetados ya to-
»dos fd^ pueblos de África v rendidos á tu peder, ss
«ha de acabar lü guerra f dejar las armas, ó lai tes
>)dé Volvéí' corifra otras gentes. Muchos grandes nria-
«cipes fueron m&s famosos duranfeel tiempo ue 1^
«guerra >^ue despuesde alcanzada la victoria. 1»
«que se pierde con lá descuidada y ociosa paz , se
«repara con las armas en la mano con ganar nuevos
«remos, fama y riuüéi^as. ^r veeinoá tienes los es*
«pañbl(ís , que sdio un angosto estrecfio de tí Ua
«aparta , y ellos están divididos en muchos señoríos
«y se abrasan con perras civiHe^ : tan enemigos son
«entre si que no se juntaran puesto que vean armi>
Destrañas en su tierra. Tú llenen fortísimos ejércitos,
npráticos y espenmrtitados con las oontimies gnerrft?;
í'
VñSTOklA ÜE ESPAÑA.
483
iien la entrada de España fortisimos castillos , muy á
^propósito para la gaenn : á nos oo faltan soldados,
nannas , bastimentos y dineros con que poder ayudar.
MTodo to qaese ganare, será tuyo; yo me contentaré
»con la parte que darme quisieres de la presa : el ma-
syor premio que yo espero de la victoria , es la Tea-
«ganca de una tan mala v abominable gente.»
El rey bárbaro respondió á esto que ia venida le
daba miicho contento , y le era muy agradable le so-
licitase para que juntasen las armas y hiciesen la
guerra de consuno ; que siempre les sucedió bien el
lener ambas gentes amistad : por el contrario de las
discordias se les recrecieran graves danos. Luego oue
bebiese dado flo á las resultas de las guerras de Áfri-
ca, pasaría con todos sus ejércitos en España; de
presente le pareoia sería bien enviar delante á su
bijo Abomelique con un buen golne de gente de á
csDalio, que sería meter tales prendas en la empresa
Mra contwuar lo que entre ellos quedaba asentado.
Entretanto que esto pasaba en África , los moros de
Granada» y por sus capitanes Reduan y Abucebet,
entraron en tierra de Murcia, Calaron y fobaron los
campos, destruyeron en particular y quemaron á
Guardamar ( i ) : este es un pueblo llamado asi por-
que está sobre el mar edificado á la boca del río Se*
gura. Con esta cabalgada llevaron cautivas mil y do*
cientas personas. Venido el rey MabooMd á Granada,
don Juan Manuel y los demás sediciosos se determi-
naron á tratar con él de conciertos : híciéronse las
amistades y alianxa por medio de Pedro CalvíHo que
andaba de una parte á otra en estos tratos. Estaban
los pechos de todos tan llenos de una diabólica dis-
cordia, que sin tener memoria de la Cristiana Reli-
gión ni míserícordia de los suyos, por bacer pesar á
su rey y vengar sus particulares enojos , no echaban
de ver ni curaban destos grandísimos apercebimien-'
tos de guerra que conrra la misma cristiandad se ha-
cían , ni la tempestad que se armaba»
*
CAPITULO It.
Que Abomelique vino á Éspaná.
VfviA todavía doña Isabel reina de Portugal, y auü-
que en lo postrero de su edad , tenia corazón y buen
ánimo para tomar cualquier trabajo por la común sa-
lud j paz pública. Rogó al rey de Castilla fuese á
Badajoz. Destas vistas ningún mayor provecho re-
sultó que visitar el rey y acariciar con todo género de
respeto y benevolencia á una santísima mujer, abue-
la suya. Venia el rey desta ciudad cuando don Alonso
de la Cerda , el que en vano tanto tiempo y tantas
veces con grave peligro de la república movió guerra
sobre el derecho del reino, con la edad mas cuerdo
sin pensarlo nadie se encontró con él en el lugar de
Burguillos, y echándose á sus pies le besó la mano,
señal entre los castellanos de honra y de protestación
de vasallaje. Fue este hecho gratísimo al rey; y á don
Alonso saludable y de importancia , ca fue restituido
en su tierra, y se le dieron ciertas villiis con cuyas
rentas pudiese sustentarse. Habíase casado en Fran-
cia con uiia nobilísima señora llamada Madelfa, de la
sangre de los reyes de Francia, en guien tuvo dos
hijos, á don Luís y á don Juan. Don Luís que era el
ma;f or , vino con su padre á España ; á don Juan como
pariente tan cercano el rey de Francia dio el ducado
de Angulema , y después le hizo su condestable,
dignidad que hov en Castilla ha quedado solo en uoa
sombra y vano titulo casi sin poder ni jurisdicción al-
guna : pero en Francia en las cosas de la guerra es
la suprema potestad y autoridad después de la real.
(1) Batieron las murallas con cauoaes , según la carta <|ue
los habitantes de Alicante escribieron al rey don Alonso fV
de Aragón.
TOMO I.
Lleaó el rey á Talavera, villa que está en la Carpe-
tania hoy reino de Toledo : en ^sta sazón Santolalla,
que es un pueblo puesto en la mitad del camino en-
tre Talavera j Toledo, era de don Juan Manuel. Des*
te pueblo salían bandas de gente perdida á saltear los
caminos , mataban los homores v robaban los caippos:
éstos fueron presos por mandado del rey, y conven-
cidos de sus delitos , los castigjaron con pena de muer-
te« Un semejante ejemplo de justicia mandó hacer en
Toledo , de donde se fue á Madrid y á Segovia y. á Va-
lladolíd. En esta villa dona Leonor le parió ún hijo
que llamaron don Pedro, á quien dio el señorío de
Aguilar del Campo para remediar la Calta del dinero
que padecía , con malo é imprudente acuerdo acuñó
un género de moneda baja de ley, que llamaron cor-
nados, de que se siguió gran carestía y falta en los
mantenimientos en srave daño y cnoio del pueblo
porque falseada y adulterada la moneda Juego cesaron
los tratos y comercio.
fistando el rey en Burgos , le vinieron embajadores
de aquella parte de Cantabria ó Vizcaya que llaman
Álava , que le ofrecían el señorío de nquella tierra
que hasta entonces era libre , acostumbrada á vivir
por sí misma con propios fueros y leyes , esceptó
Victoria y Treviño que mucho tiempo antes eran de
la coronado Castilla, En los llanos de Arriaga , en que
por costumbre antigua hacían sus concejos y juntas,
dieron la obediencia al rey en persona : allí Ja liber-
tad en que por tantos siglos se mantuvieron inviola-
blemente f de su propia y espontánea voluntad la
pusieron debajo de la confianza y señorío del rey:
conoedióseles a su instancia que viviesen conforme
al fuero de Calahorra : confirmóles sus privilegios
antiguos , con que se conservan hasta hov en un es-
tado semejante al de libertad , ca no se Jes pueden
imponer ni echar nuevos pechos ni alcabalas. De to-
dos estos conciertos hav letras del rey don Alonso, su
data en Victoria á dos días de abril del año de nuestra
salvación de 1332. En esta ciudad instituyó el rey un
nuevo género de caballería que se IJamÓ de lá Banda»
de una banda ó faja de cuatro dedos en ancho que
traían estos nuevos caballeros, de color rojo ó car-*-
mesi, que por encima del hombro derecho y debajo
el brazo izquierdo rodeaba todo el cuerpo , y era el
blasón de aquella caballería v señal de honra. No se
admitían en esta milicia ó caballería sino los nobles ó
hijosdalgo , y que por lo menos diez años hobiesen
servido en la guerra y en el palacio real. Ño se rece-
bia otrosí en ella los mayorazgos de Jos caballeros y
señeros. El mismo rey fue elegido por maestre de
toda esta junta y caballería : honra y traza con que
los mancebos nobles y generosos se inflamaban y
alentaban á acometer grandes hechos y acabar cosas
arduas*
Enta caballería mucho tiempo fue tenida en grande
estima : después por descuido de los reyes que ade-
lante reinaron, y por la inconstancia de las cosas
se desusó de manera que al presente no ha quedado
della rastro ni señal alguna. Visitó el rey la iglesia del
apóstol Santiago en Compostelia , y en ella se armó
caballero, y en Burgos él y la reina fueron coronados
por reyes. Hizo en ambas ciudades el oficio y cere-
monia don Juan de Lima arzobispo de Santiago. La
reina por su honestidad no fue ungida, demás que
estaba preñada. Halláronse presentes gran número de
prelados : armó el rey caballeros á muchos señores y
nobles , que le presentaron delante armados de todas
piezas de punta en blanco ; y aun se ordenó para
adelante , y se guardó que desta misma suerte se die-*
86 siempre y tomase la orden de la caballería.
E\ público regocijo y contento que desto resultó,
destemplaron y menoscabaron dos cosas de disgusto
que sucedieron : la primera fue que se comenzó á
tratar divorcio entre doña Blanca y don Pedro infante
de Portugal; la segunda , que pretendía en lugar de
21*
484
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
doña Blanca recebír por mujer y casarse con doña
Costanza hija de don Juan Manuel : ambos á dos cosas
eran pesadas y desabridos para el rey de Castilla.
Doña Blanca era enrermíza y mañera , que no podia
tener hijos. E\ principal autor y movedor deste di-
vorcio Fernán Rodríguez de Balboa prior de San Juan
aconsejaba á la reina, cuyo cancilfór era, lo procu-
rase para vengarse en esta forma del amancebamiento
iiin continuado y feo de su marido. En esta sazón el
rey tuvo en la reina á don Fernando, que si viviera,
fuera sucesor en el reino, y en doña Leonor su com-
bleza á don Sancho i quien dio la villa de Ledesma.
Los dos nacieron en un mismo tiempo en Valladoiid.
Demás desto Abomelique hijo del rey de Marruecos,
como quedó concertado con el rey de Granada , pasó
el estrecho de Cádiz, y en Algecira se intituló rey
della y de Ronda. Vinieron con él de África siete mil
ginetes con codicia, intento y esperanza de enseño-
rearse de toda España.
En el principio del año de i 333 á los trece de enero
el arzobispo de Toledo don Jimeno de Luua celebró
concilio en Alcalá de Henares, indicH(mc prima, y
del pontiGcado de Juan Vigésimo-segundo el año diez
siete. Abomelique asimismo se puso sobre Gibraltar
luego por el mes de febrero : combatiéronla sus gen-
tes con mantas , torres, y con todo género de máqui-
nas militares. El rey se detuvo algunos días en Cas-
tilla la Vieja para apaciguar algunos alborotos de
gente sediciosa ; pero envió delante á Jofre Tenorio
almirante de la mar, y á los maestres de las órdenes
militares para que por tierra socorriesen á los cerca-
dos : desigual ejército contra tan grandes fuerzas
como eran las de los moros. Padecían grande falta de
mantenimientos en la villa por culpa y negligencia
de su alcaide Vasco Pérez, que por nacer de la guer-
ra granjeria no la tenia apercebida de almacén y mo-
niciones , ni de soldados. Por otra parte el rey de
Granada hizo entrada en tierra de Córdoba, grandes
robos y quemas en los campos : tomó á Cabra , derri-
bóle el castillo , y llevó cautivos todos sus moradores
por traición del alcaide que llamó á los moros , y los
metió dentro de la villa y los entregó el castillo.
Gibraltar después de padecidos grandes trabajos,
y perdida la esperanza de poderse defender , en el
mes de junio se dio á partido : salvas la libertad y
vidas de los soldados y de los vecinos. El alcaide Vas-
co Pérez por acusarle su conciencia de la maldad
cometida , y temer la indignación del rey y el odio del
reino , se pasó en Añ-ica. Esta pérdida causó de pr^
senté grande dolor y puso para lo de adelanto gran-
disimo miedo, por acordarse gue la general pérdida
y destruicion que los moros hicieron en España, co-
menzó y tuvo principio por aouella parte. El rey de
Castilla pareciéndolo que dejaba sosegados los sedi-
ciosos, hechos por todo el reino grandes llamamientos
y juntas de gente de guerra , y puesto en orden un
buen ejército, en lo recio del estio vino á Sevilla,
tarde y sin ningún provecho para el socorro de Gi-
braltar que ya halló en poder de moros. Diéronle esta
nueva de la pérdida de Gibraltar en Jerez : todavía
con esperanza de cobrarla antes que los moros la
fortificasen y municionasen, con grande presteza
fné sobre ella. Hallóse eft esta jornada don Jaime de
Exerica con algunas compañías de aragoneses.
Cerca del pueblo con varios sucesos se escaramuzó
mochas veces , la batalla campal ambas parles la
esquivaban. Abomelique no se descuidaba * ni se eU"
soberhecia con la victoria : el rey tenia esperanza de
volver á ganar á Gibraltar. Desbarató sus mtentos la
falta de bastimentos que se comenzó á sentir en los
reales, porque aunque se traía continuamente gmn
copia dellos por el mar , la gran muchedumbre de
gente brevemente los consumia. Por esta mengua
muchos soldados desamparaban el real , y caian en
manos de Abomelique , que tenia puestas celadas en
los logares que para esto eran mas cercanos y á pro-
pósito. Puso en esto tanta vigilancia y cuidado , que
cautivó muchos soldados, y en tan gran námero, que
con gran deshonra y mengua del nombre crístiaco se
dice que se vendia un cautivo por ana dobla de oro.
Acudió ei rey de Granada , con cuya venida Abome-
lique, y por ver nuestro ejército disminuido y sus
fuerzas quebrantadas , cobrado noevo esfoerzo y
ánimo se determinó do presentar al rey la batalla:
con esta resolución saoo todo el ejército tres veces
en campaña.
Al rey do Castilla le pareció qoe era el mejor con-
sejo el mas seguro, ca fuera temeridad con vina es-
peranza de on buen suceso arriscar el todo y ponerlo
á la temeridad de la fortuna j trance de una natalla.
Los mas cnerdos y prudentes juzgaban asimismo qoe
si tomaban á Gibraltar « que era á lo qoe allí enn ve-
nidos , todo lo demás se baria bien : á esta caosa se
resolvió de escosar la batalla. Cerraron poes todos los
reales con un foso y albarrada para estorbar loa reba-
tos de los enemigos : tiróse este foso deode el mar
haciendo un cierto seno y vuelta , y yéndose encor-
vando conforme á la disposición de los hugares, de
manera qoe con la otra ponta del arco tocaba en la
otra ribera. Estas dos cosas interpretaban y creían
los enemigos qoe se hacían de miedo , con qoe les
creció et ánimo y concibieron graode esperanza de
la victoria.
Mientras esto aqui pasaba, don Joan Manoel , y
don Juan Nuñez de Lara y sos amigos, puesta confe-
deración con el rey de Aragón , liacian gravísimos
daños en la raya de Castilla. Habíaselra juntado don
Juan de Haro señor de los Cameros, caballero rico,
Soderoso y de mochos vasallos : asi de la parte qoe
ebían venir socorros y ^nte, de alH resalló daño
gravísimo. Por esto á pedimento délos moros les con-
cedió el rey treguas por término de coatro anos, á
tal empero que todavía el rey de Granaib pechase y
acudiese con las parias que solia : con tanto se quedó
Gibraltar por los moros no sin grande nota y menos-
cabo de la magostad real. El rey qoe consideraba
prudentemente el peligro , juzgó aquellos partidos
por honrados qoe eran mas conformes al tiempo y
aprieto en que se hallaban las cosas , sin hacer caso
de las murmuraciones del vulgo , ni de ki que llaman
honra la geoto menos considerada.
CAPITULO IIL
De las aniertes de algonoi principes.
Hechas las treguas , los reyes de Castilla y de Gra-
nada se hablaron , y en señal de amistad comieron á
una mesa : hiciéronse asimismo á porfia ricos pre^
sentes, y diéronse el uno al otro joyas y panos de
gran valor : cortés contienda y liberalidad en que el
moro quedó vencido , camino por do se le ocasionó
su perdición y ruina. El rey de Castilla se volvió á
Sevilla, salva y entera la fama de su valor, no obs-
tante los malos sucesos que tuvo. Abomelique se
Sartió para Algecira , y el rey de Granada caminó á
[álaga con deseo do ver aquella ciudad. Allí los hijos
de Ozmin (queá todas estas cosas se hallaron presen-
tes) se conjuraron de matarle. Aboniiuaban v blasie-
maban del : cargábanle que con la familiarídiid y tra-
to que tenia con los cristianos, á sí mismo, y á so
nación y secta deshonraba. Acaso traia puesta ana
ropa Que le dio el rey de Castilla : esto les encendió
mas el enojo y saña que contra él tenian, y les dio
mayor ocasión de calumniarle.
Andaba con el rey un clepto moro llamado Alhamar,
de la sangre y ale uña de los primeros reyes de Gra-
nada, mas noble que señalado ni de grande cuenta.
A este tentaron primero los hijos de Ozmin , y le per-
suadieron que se vengase de la notoria iojuna y
agravio que se le hacía en tenerle usurpado el reino
UliiTUBU
(lue da dereclio le venia y que ca3li«ase el grande
de*>C8to que contra su secU sa cometía. Concertada
Ir traición , estando el rey muy seguro j descuidado
della , le malaron á puñalada» en veinte y cinco días
del mes de Bgoato. Redüim , queá eale tiempo era ei
caballero de mas autoridad, y que babia íido alcaide
y justicia mavor de Granada ¿ la saioo ausente , no
supo cosa alguna ni fue en esta cruel traición , este
procuró que un berroano del muerto , que se llamaba
luieph Bulhagii , fuese aliado por rey de Granada,
como lo hizo : cosa loberbia v muy odiosa dar el rei-
no do su mano , mayormente dejando sin él i Ferra-
qnen hermano mayor del rey muerto. DesU manera
andaban las cosas reruelüa entr« los moros. Pasá-
ronse al nucTo rey los de Aguilar don Gonialordon
Fernando hermanos.señoreBdeMonlilla y de Aguilar,
caballeros poderosos en el Andalucía. EsUban eatoa
caballeros (aunque do se sabe la causa) desavenidos
y mal enojados con bu rey. Empeláronse á hacer ro-
bos y entradas en las rayas de los reinoB , con que se
rompieron las ireguas que pocsanies se concertaron.
El rey de Castilla ae detuvo en Sevilla mas tiempo
del que Be pensó , y aun del que él quisiera : espera-
bañen qaé pararían estos movimientos. Pasarou mas
adelante los danos , y aun revolviurin guerra formada
contra los cristianos . si Abomílique no fuerallamaao
de so padre , y le mandara volver ú África para quele
sirviese en la guerra de Tremecen. Con su partida se
volvieron átratar treguas con el nuevo rey de Grana-
da, y en el principio del año de 133i se couclnyeron
y asenUron por otros cuatro años , sin qne el rey de
Granada quedase obligado á pechar las parias y tribu-
to que cada año solía ; tanto era el deaeo que tenia el
rey dequedarlibreparocasligar los sediciosos y al-
boroudos. En esU tiempo de un parto de doña Leo-
nor de Gnzman le nacieron al rey dos hijos , don En-
rique y don Fadríque , bien nombrados adelante.
Primero pasd el invicrnoque el rey pudiese desem-
barazarse de la Andalucía. A la primavera vino & Cas-
tilla , y fue i Segovia y de allí & Valladolíd. Los gran-
duque estabaDrebelJes.comonoeran tan poderosos
qne pudiesen hacer enerra sino correrías y robos,
comentaron á aer mulesUdoa haciéndosetesdaños y
entradas en sns tierras, con que en el señorío de
Lan fueron mucbasTillas timadas por el rey, como
VenUxa , Bustos , Herrera , y io demás que en tierra
de Víicaya tenían aquellos señores , y no estaba aca-
bado de allanar , se recibió á merced debajo del am-
Kroreai. En una junta que se hizo en Guernica de-
jo de un antiquísimo írbol á la usanza de vizcai-
nos fue el rey en persona jurado y le prometieron
fidelidad : algunas fuerzas y castillos quedarjii toda-
vía en aquella tierra por los de Lara , que no se qui-
sieron dar al rey, conliados mas en ser inexpugna-
bles por el sitio y naturaleza de las lugares , que en
otra cosa alguna. Don Juan de Hiro en su vilU de
Agoncillo por mandado del rey fue degollado : y toda
íu tierra como de rebelde conBscado. La villa de las
Cameros dejó á sus hermanos don Alvaro y don Alon-
so, porquedel lodo no pereciese el señorío y el nom-
bre de esta ilustrlsima casa.
El alcaide del castillo de Iscar confiado en su for-
taleza, y porque U tenia bien bastecida, cerró las
puerUs al rey, por lo cual siendo preso , le fue corla-
da la cabeza', aviso coa que se entendió que ningún
juramento, ni homenaje nechoá los señores particu-
lares , escusa los desacatos que contra los reyes se
cometen. Por estos mismos días en los postreros del
mes do agosto parió la reina en Burgos un hijo que
se llamódon Pedro, qne por muerte de don Femando
BU hermano por triste y desdichada suerte suya y de
Castilla sucedió en Tin en el reino. De dona Leonor
nació al rey otro hijo llamado eso mismo don Fer-
nando. En Aragón murieron dos hermanos de aquel
rey uno en posdeolro. DonJaime miestre de M'>nle-
TaMOI.
Dti^pm. 4;jü
sa (1) murió en Tarragona, donde antes renuncia el
derecho del reino , don Juati arzobispo de Tarragona
en lugar de tierra de Zaragoza que llaman Povo, í
los diez y ocho de agosto : enterraron su cuerpo en
la iglesia de Tarragona dentro de la reja del altar
mayor. Iba ¿ verse con el rey su hermano. Sucediólo
en el arzobispado Arnaldo Cascomea obispo que era
de Lérida.
OoA) HirU Je Hmi
miijír di Jon PíJ™ tv.
El rey de Aragón aunque se hallaba en lo bueno de
m edad , por sus continuas indisposicíouesque le so<
brevinieron, luegoquese volvió a casar, alzolamano
no solamente de las cosas de la guerra sino tambiitn
del gobierno del reino ; lo cual todo encargó á don
Pedro su hijo mayor. La reina doña Leonor (como
aquella que mandaba al rey ) con sus continuos 6 im-
fortuoos ruegos alcanzó del que diese dsus hijos don
ornando y don Juan algunas villas y ciudades , entre
l:is demís fueron O.ihuela, Albarracin y Honvie-
dro (2) ; recebia en esto notable agravia y perjuicio
el infante don Peiro, ca lo disminuían y acortaban
un reino que de suyo noera muy grande, Acuttban-
le al rey un juramento que los anos pasados hizo en
Daroca , en que se obligó y estableció por ley perpe-
tua que no enajeuaria cosa de la corona real.
Murmurábase en el reino este hecho: ru^íaseque
el rey no tenia valor, y queso dejaba engañar délas
caricias y mañas de la reina que lo tenia como enbe-
chizadn. Desta ocasión entro la madrastra y el alnado
resultó un mortal odio , de (]uo so siguieren grandes
alborotos en el reino. La reina para hallarse aperce-
( I ) Niafun i'XameoUi din que hubiese ea «le lieapo
maHlra de Hooteu lia mido Jiini.
(i) Fue I* príaripal Toruna con al litato d« mirquíi.
4Sfí BIHLIOTCr.A DE
l)¡da suplicó al rey de Castilla tttTiese por bien que
so viesen : otorgó él con los ruegos de su hermana:
viéroDse en Ateca aldea en tierra de Galatayud; el
rey prometió ú la reina de asistilla con sus fuerzas,
y no faltilrle cuando le hubiese menester. Don Juan
de Exerica y su hermano don Pedro, que seguían la
parcialidad "de la reina , quedaron animados a la ser-
vir y amparar cuando se ofreciese, y por cuantosus
fuerzas alcanzasen.
CAPITULO IV.
De algunos movimientos de navarros y portugueses.
E?i el principio del aiío siguiente que se contaba
de 1335, don Juan Manuel atemorizado con el mal
suceso de don Juan de Haro, y tomando escarmiento
en el de Lara , se reconcilió con el rey. El contento
del reino fue estraordinario ñor ver acabadas en tan
breve tiempo cosas tan graneles , y por la esperanza
de la paz y sosiego por todos tanto tiempo deseada.
En las ciudades y villas se hicieron grandes regoci-
jos, juegos y espectáculos públicos. En Valladolid se
hizo un torneo, en oue los caballeros de la Banda
desaGaron á los demás caballeros , v fueron los man-
tenedores del torneo: el rey se bailó en él, pero en
hábito disfrazado porque se tornase con mayor liber-
tad. Dtéronse grandes encuentros y golpes sin ha-
cerse mal ni herirse , salvo que algunos fueron de los
caballos derribados. Despartióse el torneo, sin que se
fmdiese averiguar á cual de las partes se debiesen dar
os premios y prez y las joyas que tenian aparejadas
para el que mas se señalase.
Las cosas humanas, como son vanas é inconstan-
tes , fácilmente se truecan y mudan y revuelven en
contrario, y ansí este universal contento se anublo
con nuevas que vinieron de que se volvían á alterar
los humores. El rey de Portugal persistía en su in-
tento de repudiar á doña- Blanca y de casarse con
doña Costanza^ determinado si no pudiese cumplir
su deseo por bien , de alcanzarlo por la espada , por
lo menos meterlo todo á barato. El hijo mavor del rey
de Aragón se concertó de casar con doña María hija
del rey de Navarra, anteponiéndola en la sucesión del
reino (aunaue era menor d^ edad ) ásu hermana doña
Juana , sí el rey muriese sin dejar hijos varones ( i ):
el autor destos conciertos fue el virey de Navarra don
Enrique. Ambas á dos cosas fueron pesadas y desa-
bridas para el rey de Castilla , porque se entendía que
estas alianzas se hacían para ser mas poderosos con-
tra él. A la verdad el infante de Aragón don Pedro
por el odio que tenía con su madrastra , se confederó
con los navarros, que tomaron de sobresalto el mo-
nasterio de Fitero que era el señorío de Castilla : es*
ceso que por un rey de armas les fue demandado , y
enviaron embajadores al rey de Aragón para quejarse
destos desaguisados: escusóse aquel rey con su poca
salud , y alegar que no era poderoso para ir á la mano á
suhijoenlo quehacer quisiese. Con esta respuesta de
necesidad seliubo de romper laguerra: envióse contra
jos navarros un grueso ejército, y por capitán general
Martin Portocarrero, porque dooJuanNuñezdeLara
en quien el rey tenia puestos los ojos para aue hicie-
se este oficio , se escusó de aceptarle. Juntáronse las
gentes de la una parte y de la otra: dióse la batalla
junto á Tudela: fue muy cruel y reñida: quedaron
vencidos y destrozados los navarros v muchos dellos
anegados en elríoEbro. Entendióse haberles sucedi-
do este desastre por falta de capitán, porque el virey
d on Enrique seqniedó en Tudela por miedo del peligró
ó por respeto de la salud y bien publico, que depen-
día de la conservación de su persona. Don Miguel
(1) Porque doúa Juana, que era la mayor, declaró qoc
.-; it^ria Rer relíjriosa, como Jo verificó tomando el hábito en
''i monasterio de Lon^rampí , cerca de París.
GASPAR T ROIG.
Zapata aragonés no se halló en la batalla á causí que
se entretuvo en fortalecer á Filero, creyendo que el
primer ímpetu de la guerra seria contra aquel pue-
blo; mas ya que se quería fenecer la batalla, se des-
cubrió encima de unos cercanos montes de aquella
campaña, con cuya llegada se rehizo el campo délos
navarros : los aragoneses como quíer que entraron
descansados , entretuvieron por un rato la pelea; pero
al fin fueron desbaratados y vencidos por los de Cas-
tilla, y preso su capitán: no fue tan grande el nú-
mero de los muertos como se pensó. Los castellanos
se hallaron cansados con el continuo trabajo de lodo
el dia, demás que con la oscuridad de la noche que
cerró, no se conocían, mayormente que todos por
saber la lengua castellana apellidaban Castilla: ardid
que les valió para que la matanza fuese menor.
Por otra parte los vizcaínos con su capitán Lope
de Lezcano, destruida la comarca de Pamplona, to-
maron en aquellos confínes el castillo de Unsa. Con
estos malos sucesos se reprimió la osadía y atrevi-
miento de los navarros , y se casticó su temeridad.
En un mismo tiempo se derramóla ramadestas cosas
en Francia y en España. Estaba entonces el rey de
Castilla en Palencía enfermo de cuartanas , donde
por lástima que tuvo de los navarros, mandó á Por-
tocarrero que no les hiciese roas guerra ni daños;
parecíale quedaban bastantemente castigados , hora
nobiesen tomado las armas de su voluntad , hora ho-
bíesen sido á tomarlas forzados : sacóse el ejército de
aquella provincia junto con el pendón del infante don
Pedro, que le llevaron á la batalla por que los gran-
des señores no rehusasen de ir á esta guerra , como
si fuera á ella la misma persona real del infante.
La fama destos sucesos movió á Gastón conde de
Fox á que viniese á restaurarlas cosas malparadas de
los navarros, obligado á ello por la antigua amistad
que entre si ambas naciones tenian , y facilitado coa
la vecindad destos dos estados. Venido el de Foz,
acometieron á Logroño ciudad principal de aquella
frontera. Salió contra ellos mucha gente de los pue-
blos comarcanos , y juntos con los ciudadanos de Lo-
groño pasaron el río Ebro. Dieron en los enemigos,
peleóse bravamente, y fueron vencedores los navar-
ros. Recogiéronse en la ciudad los vencidos con pro-
pósito de se defender con el amparo y fortaleza de los
muros. Ruíz Díaz de Gaona, capitán y ciudadano de
Logroño , hizo en esta retirada un hecno memorable,
que con una estraña osadía, ayudado de solos tres
soldados, defendió á todo el ejército desús enemigos
que no pasasen el puente, porque mezclados con sa
gente no entrasen el pueblo; murió él en esta defen-
sa , y sus compañeros que quedaron con la vida, de-
fendieron el pueblo que no se perdiese, ca ios navar-
ros viendo que no le podían tomar, se volvieron.
En el tiempo que las cosas se hallaban en este
estado, sucedió que Juan arzobispo de Rems yendo
en Romería á Santiago, pasó acaso por esta tierra.
Este prelado era un varón muy santo y de grande
autoridad entre estas dos naciones, por cuya solici-
tud y diligencia se concertaron j nicíeroii paces:
tanto á las veces puede la diligencia de un solo hom-
bro , y tan grandes bienes dependen de su autoridad.
En este mismo tiempo de tres reyes Albohacen,
Philipe de Francia y Efduardo de Inglaterra vinieron
tres honradas embajadas al rey de Castilla. Movíanse
á esto por la gran fama que tenia acerca de las na-
ciones comarcanas. De África le enviaron muy ricos
presentes: pedían se confirmasen las treguas que
tenian asentadas los nuestros con los moros. El in-
Í^lés ofrecía una hija suya para que casase con el in-
ante don Pedro. El rey no aceptó este partido por la
tierna y pequeña edad del infante, de quien sin nota
de temeridad ninguna cosa cierta se podían prome-
ter ni asegurar. Todo esto pasaba en Castilla el ano
(le 1335 de nuestra salvación.
UISTORU DE CSPAN4.
487
Poco después enlraiite elufio próximo el rey de
Aragón don Alonso murió en Barcelona á veinte y
cuatro de enero: varón justo, pió y moderado ; por
esto tuvo por renombre y fue llamado el Piadoso. Fue
mas dichoso en el reinado de su padre que en el suyo
á causa de la poca salud que siempre tuvo , que por
lo demás no le faltó virtud ni'traza, como se pudo
bien ver por las cosas que bizo en su mocedad. A
don Jaime el hijo menor del primer matrimonio dejó
el condado de Urgel , y don Pedro quedó por heredero
del reino. Los hijos del segundo matrimonio dejó
heredados en otros estados, según que arriba queda
apuntado. La reina doña Leonor por recelo que el
nuevo rey por los enojos pasados no le hiciese algún
agravio á ella y á sus hijos, á grandes jornadas se
fué luego á Albarracin, donde por ser aquella ciudad
fuerte y caerle cerca de Castilla, sí se le moviese
ffuerra, pensaba podría muy bien en ella defenderse.
Los de Exerica por tener en mas el acudir al amparo
y servicio de la reina , que cuidar de lo que á ellos
tocaba , se fueron tras ella.
Por estos mismos dias de Portugal nuevas tempes-
tades de guerra se emprendieron. La avenencia que
don Juan de Lara y don Juan Manuel hicieron con el
rey, no era tan verdadera y sincera que se entendie-
se duraría tanto como era menél^ter. Todos entendía»
que mas les faltaban fuerzas , y buena ocasión para
rebelarse , que gana y voluntad de ponello por oora.
Traia ed mucho cuidado á don Juan Manuel la dila-
ción de los casamientos de Portugal, y no> osaba
hacerlos siu \n voluntad y licencia del rey, ca temía
no le tomase su estado piatrimonial que tenia gran-
dísimo en Castilla. Don Pedro Fernandez de Castro
y don Juan Alonso de Alburquerque, que se aparta-
ron de la obediencia del rey de CastÚla , persuadían
y solicitaban al rey de Portugal para que moviese
guerra á Castilla. No pudieron estar secretos tantos
bullicios de ffuerra y tantas tramas: así el rey hizo
nueva entraña en las tierras de don Juan de Lara , y
le tomó algunas villas y castillos , y á él le cercó en
la villa de Lerma en catorce de junio.
Combatiéronla de dia y de noche con mantas, tor-
res, trabucos , y con todo género de máquina& de
guerra. Procuróse otrosí con los vecinos de la villa
que entregasen á don Juan , va con grandes an>ena-
zas , ya con promesas : ofrecíanles la gracia del rey,
y libertad á ellos y á sus hijos , con apercebimiento
que si se tardaban en hacerlo, los destruirían. Nin-
guna cosa bastó para que no guardasen una singular
y gran lealtad á don Juan , confiados en la fortaleza
déla villa: ni los ruegos prestaron ni las amenazas
para hacer que le entregasen. Vista su determina-
ción , cercaron toda la villa alrededor con fosos y
tríncheas. Talaron y destruyeron sus campos y here-
dades: enviaron otrosí alffunas bandas de gente para
que tomasen ios pueblos de la comarca. Alargábase
el cerco , y los cercados por no estar bien proveídos
empezaron á sentir necesidad de bastimentos. Te-
nían poco socorro en don Juan Manuel, puesto que
para mostrar su valor y ver si podría socorreríos sa-
lido de allí secretamente, se entró en Peñafiel, villa
de su estado y cercana de Lerma. Poco faltó para que
el rey no le prendiese, ca sobrevino de repente. Tuvo
noticia áef peligro , huyó y escapóse. El de Albur-
querque mudado propósito se redujo al servicio
del rey.
El rey de Portugal por sus embajadores envió á
rogar al rey que alzase el cerco de Lerma. Estranaba
que hiciese agravio y maltratase á un caballero de
tanta lealtad, y en particular amigo suyo. Volviéron-
se los embajadores sin alcanzar cosa alguna. El rey
de Portugal para satisfacerse juntó su ejército, rom-
pió por las tierras de Castilla: á la raya cercó á Bada-
joz y la combatió con gran le furía y cuidado. Envió
asimismo con mucha g*;nlc á Alonso de Sosa para
que robasen la tierra. Apellidáronse los de la comar-
ca^ encontraron los contrarios cerca de Villanueva,
desbaratáronlos , mataron y prendieron muchos de-
llos ; con que avisaron y escarmentaron los demás
portugueses para que no se atreviesen otra vez á ha-
cer entrada semejante. El rey mismo por temer otro
mayor daño si viniesen á las manos , con todo ,su
ejército se tornó á Portugal.
Lá villa de Lerma asimismo destituida del socorro
que de fuera esperaba , y cansada con los trabajos de
un cerco tan largo , se entregó en los postreros de
noviembre. A don Juan Nuñez de Lara sin embargo
recibió el rey en su amistad , y por el camino que
cuidaba perderse, alcanzó grandes mercedes nuevas,
y se le volvió su patrimonial estado que tenia en Viz-
caya. Solo desmantelaron á Lerma en castij^'O de su
rebelión, y para que otra vez no se atraviese á hacer
lo mismo. En este año el rey de Marruecos aumentó
sus reinos con el de Tremecén, cuyo rey su enemigo
venció y mató. Los moros de España cobraron con
esto nuevas esperanzas , y á los nuestros creció el
recelo de algunos nuevos y grandes daños que de
aquella pujanza podrían resultar. Todos temían y
con raioa la guerra que de África amenazaba.
CAPITULO V.
ConcédcDsc treguas ¿ los portugueses.
Blandeaba el rey de Castilla con los grandes que
andaban alterados, y le« hacía buenos partidos por
atraerlos á su servicio. Sus caricias prestaban muy
poco por ser ellos hombres revoltosos, de seso mal
asentado y astutos. Tuvo las pascuas ae la Navidad
de nuestro Señor Jesucristo del año 1337 en Vallado-
lid. Allí 61) el principio deste año hizo merced á don
Juan de Lara del cargo de su alférez mayor, ca estaba
determinado de recompensar con mercedes los de-
servicios , y vengar con blanduras las injurias que le
hacían. Con este artificio y con la intercesión de
doña Juana, que era madre* de don Juan de Lara,
recibió en su servicio y perdonó á don Juan Manuel,
hombre doblado , inconstante y que á dos reyes al
de Castilla y al de Aragón , los entretenía y traia
suspensos. Fingía quererse confederar con cada uno
del los con intento de que si rompiese con el uno,
quedase el otro con auien ampararse.
Continuábanse todavía los desabrimientos y dife-
rencias entre el de Aragón y doña Leonor su madras-
tra: tratóse de concordia por sus embajadores. Tuda vía
el de Aragón bien que daba buenas palabras, al cabo
no hacia cosa. El rey de Castilla á ruego de su her-
mana fué á Ayllon , villa que está en la raya de en-
trambos reinos. Allí la reina se le quejó de los agravios,
y crueldad de su alnado ; y con muchas lágrimas le
suplicó recibiese debajo de so protección y ampara á
ella y á sus hijos, y á los grandes que seguían su par-
cialidad. El rey estuvo suspenso. Parecíale por una
parte inhumana cosa na favorecer á su hermana, y
por otra deseaba mucho no divertirse antes de ven-
gar los agravios recebidos del rey de Portugal. Final-
mente mandó á don Diego de Haro que juntadas las
fuerzas y soldados de Soria , Molina y Cuenca y de
otros pueblos, hiciese entrada en Aragón. La reina
doña Leonor por Burgos y Valladolid se fué á Madríd
á esperar al rey (i), oueen razón de aparejarse para
la guerra de Portugal hacia grandes llamamientos de
gentes para Badajoz, por donde cuidaba dar principio
á aquella guerra. En esta sazón de doña Leonor le
nació al rey otro hijo que se llamó don Tello. Lo qu^
mas tenia enojado al rey de Portugal , era lo poco en
(1 ) Habla convocado corles eo esta villa á fio de qne le
diesen socorros para la guerra de Portagal ' pero como los
pueblos estaban en gran miseria , acudió a los obispos y
abade?, y estos coa el clero de sus rcspeelivas dióre^i^ !c
dieron cuaolouct^csfitéiba.
48S
B.BLI01ECA OK GASPAR T ROlG.
que el de Castilla tenia á su hija la reina doña María,
hasta decirse que trataba de repudiarla: parecíale
que esta no era injuria que en manera alguna se
pudiese disimular. De Badajoz con grandísimo ímpe-
tu entró en Portugal : talaron los campos, y hicieron
la guerra á fuego y sangre. La destemplanza del
tiempo causó al rey una calentura en Olivencia , y le
puso en necesidad de partirse de Badajoz en ei mes
de junio para Sevilla.
Por estos mismos dias Jofrc almirante del mar por
f 1 rey de Castilla, talado que hobo y corrido la costa
de Portugal , no lejos de Lisboa peleó con la armada
de los portugueses de quien era general Pecano G¡-
noves: la pelea fue brava y dudosa: al principio los
portugueses tomaron dos galeras de Castilla ; recom-
pensóse este daño con que los de Castilla rindieron
la capitana de los portugueses y abatieron el están-*
darte real. Esto causó grande temor en los enemigos,
Ípor todas partes fueron desbaratados y puestos en
uida. Era cosa horrenda ver en aquel espacio y an-
cho mar huir , dar la caza , prender y matar, y todo
cuanto alcanzaba la vista estar lleno de armas y tinto
en sangre. Tomáronse ocho galeras , y seis ecnaron
i fondo, y el general Pecano con Carlos su hijo que-
dó preso: fue para aquella era esta victoria muy
ilustre y rara , en tanto grado que á la vuelta salió el
re^ A recebir el almirante que entró en Sevilla con
triunfal demostración y aparato: la honra que se ha-
ce á la virtud , inflama los ánimos valerosos para
emprender cosas mayores. Halláronse presentes el
arzobispo de Rems embajador del rey de Francia, y
ei maestre de Rhodas , á quien para tratar de paces
enviara por su legado Benedicto X[ sumo pontífice
que tres años antes sucedió al papa Juan. Ambos con
todas sus fuerzas procuraron concertar y poner paz
entre estos dos reyes ; pero no les fue posible con-
cluirlo, antes el rev de Castilla cobrada entera salud
entró otra vez á robar y destruir á Portugal. La en-
trada fue por aquella parte por do solían iiabitar ios
antiguos turdetanos, que ahora se llama el Algarve.
Recibieron los portugueses grave daño con esta en-
trada, y les causó mucho odio contra su rey, por ver
que con todos sus intentos ninguna cosa roas hacia
que irritar y mover contra los suyos las arma¿ y
fuerzas de Castilla. Por otra parte hacia sin provecho
alguno guerra en lugares apartados , conviene á sa-
ber á los galleaos en Salvatierra destruía y quemaba
los campos. Si se st^ntia con pocas fuerzas, ¿para
qué movia guerra? y si en ellas confiaba, ¿por qué
convidado rehusaba venir con los enemigos á las
manos?
El rev de Castilla , venido el otoño , sin haber en-
contrado ningún ejército de sus enemigos se recogió
á Sevilla. Este mismo año á veinte y cinco de junio
murió Federico rey de Sicilia, ya cargado de edad, y
famoso por la guerra que sustentó por tanto tiempo
contra potencias tan grandes. En Catanía en la igle-
sia do Santa Agatha está un lucillo con un bulto ó
estatua suya , y dos verse s en latín deste sentido:
¡ELCIBIO ALEGRE ESTÁ, LA TIERRA TRISTE
SICA?I1A LLORA DE SU REY FADRIQUE
LA AUSENCIA, ó MUERTK CUANTO MAL DICISTE !
Sucedióle en el reino su hijo don Pedro. Los duca-
dos de Atenas y Neopatria mandó á Guillelmo su hijo
segundo, á don Juan hijo tercero hizo otras mandas.
Cuatro bijas que tenia, por su testamento Jas dejó
escluidas de la sucesión del reino : ley que no fue
perpetua, ni era conforme á lo que de antes se solía
usar en aquel reino, y adelante se usó. Andaba en
la corte de Castilla Gil Alvarez de Cuenca, arcediano
de Calatrava, dignidad en la iglesia de Toledo, varón
de conocido valory prudencia para tratar negocios y
cosas graves. El arzobispo de Toledo don Jímcno de
Luna finó en la su \illu de Alcalá de Henares á los
diez y seis de noviembre deste año, quien dice que
del siguiente : sepultaron su cuerpo en la iglesia
Mayor de Toledo en la capilla de San Andrés. Por »u
muerte sucedió en quella dignidad y iglesia el suso-
dicho Gil Alvarez de Cuenca, que adelante se limó
y hoy le llaman comunmente don Gil de Albornoz.
Procurólo el rey muy de veras, y hizo en eüo tal ius-
taocía que las voluntades de los del cabildo, si bien
estaban muy puestos en nombrará don Vasco su
deán , se trocaron y inclioaron á dar gusto al rey.
Las grandes virtudes y hazañas deste nuevo pre-
lado mejor será pasallas en silencio que quedar en
este cuento cortos. Fue natural de Cuenca, sobrinr»
de su predecesor don Jimeno de Luna, su padre Gar-
ci Alvarez de. Albornoz , su madre doña Teresa de
Luna, personas ilustres, de mucha reputación, y
fama y liacienda. Crióse en Zaragoza en tiempo qu(*
don Jimeno su tío fue preiat^.o de aquella ciudad. Su
ingenio muy vivo y capaz empleó en el estudio de lo$
derechos en Tolosa de Francia, no para darse al ocin,
sino para habilitarse mas para ios negocios. Va quo
era de edad , se sirvió el rey del en su consejo, des-
pués le eligieron en arzobispo de Toledo : última-
mente criado cardenal , sirvió á los papas en eropre
sas de grande ímporttncia. Echó los tiranos de las
tierras de la Iglesia, que en Italia tenían usurpadas.
En todas edades y estados fue i^ual , entero en las
cosas de justicia , mecospreciador de las riquezas,
constante y sin flaqueza en los casos arduos. No se
sabe en que fue mas señalado, si en el buen gobier-
no en tiempo de paz» si en la administración y valí r
en las cosas tocantes á la guerra. Todos los hombros
de letras tienen obligación á celebrar sus alabanza^,
porque en la Gallia Cisalpina, óLombardia, en la
ciudad de Boloña instituyó un famoso colegio , en que
hay cuatro capellanes y treinta colegiales todos es-
panoles, con gruesas rentas para que estudien; de
donde como de un alcázar de sabiduría h^^n salido
muchos ( 8?elen tes varones en letras y erudición, con
que las letras resucitaron en España, y á su imitación
.se han fundado otros muchos colegios por personas
qu| imitaron su celo, y tenían con que podello ha-
cer. Dejó al cabildo de Toledo la villa deParacoeIlo<
con carga de cierta pensión con que mandó ccodie-
sen cada un año ala iglesia de VilJaviciosa, que él
mismo fudó, y puso en ella canónigos reghres, cerca
de la villa de Brihuega.
El arzobispo de Rems y el maestre de Rliodas an-
dando de una parte á otra no cesaban de amonestar
á los reyes de España , y procurar que se.acordasen
y hiciesen paces. Poníanles delante como los reinos
fe asuelan , con las guerras , y con la paz se restau-
ran : que África amenazaba con una temerosísima
guerra: muchas veces las discordias internas se con-
cordaban y componían con el miedo de los males de
fuera : que así para los vencedores como para los
vencidos el único remedio era la paz. Con estas amo-
nestaciones parecía que el rey de Castilla blandeaba
algo, si bien era el que andaba mas lejos de acordar-
se; que el rey de Portugal grandemente deseaba con;
cierto. Concluyóse que el rey de Castilla fuese á
Mérida á tralar de medios de paz. En aque.la ciudad
se concertaron y hicieron treguas por un ano en
principio del de nuestra salud de i 338. No fue po-
sible concordarlos del todo, ni hacer paces per-
petuas.
CAPITULO VI.
Cómo mataron á Abomellqne.
Del aparato y preparamentos de guerra que baria
d rpy Albohacen, como en semejantes casos acaece,
se decían mayores cosas de aquellas que en realidad
de verdad eran. RcfeiíaüFe que fe juntaba todo el po-
HISTORIA DE GSPA?1A.
480
dcrdelos moros, y se apellidaban todas las provin-
cias de África : que pasaiKín ¿ España con sus casas
y mujeres y hijos para quedarse á morar y vivir de
asiento en ella dei^ues que toda la bobiesen ganada:
que era tan innumerable la gente <|ue venia » que ni
se les podría estorbar el pasaje , ni tampoco podrían
ser vencidos. Corría fama que lo primero desembar-
carían en la playa de Valeneú , y allí cargaría aquella
tempestad que se arauíba. Gstas nuevas tenían ate-
morizados los fíeles, y mucho mas á los de Aragón.
Hacíanse grandes provisiones de armas, caballos y
bastimeiitos : todo era ruido y asonadas de guerra;
estaban todos alerta con gran cuidado y solicitud.
Empezóse entre los nuestros á platicar de paz , porque
juntas las fuerzas se podia tener esperanza de la
victoria; divididas y sin concordia, era cierta la rui-
na de todos y su perdición. A ios embajadores ingle-*
ses que en nombre de su rey pedían paz y alianza,
con dudosa respuesta entretenía el rey de Ardgon.
Decíales que su amistad les era , y seria siempr» muy
agradable, si se les permitiese guardar las alianzas
3 ue antes con los demás tenían hechas. Tratábase de
esposar el de Araron con la infanta doña María hija
del Navarro : diferíanse estas bodas por ser aun de
poca edad la doncella y no de sazón para casarse : á
esta causa le entretenían en Tudeia; mas al fin con
grande regocijo de ambas naciones se casaron en
Aragón á veinte y cinco de julio. Velólos Philipe tio
de la doña María, hermano de su padre, obispo de
Jalón ó cabilionense en Francia.
Envióse una embajada al sumo pontífice romano
suplicándole volviese los ojos á España, y que ecliase
de ver que no poco á su santidad tocaba el grandísimo
V cercano peligro que corría la crístiandad : que las
décimas de las rentas eciesiásUcas que se concedie-
ran á los reyes de Aragón para subsidios y ayuda de
la guerra contra los moros, las mandase subir al
justo y presente valor, porque si se cobraban según
los valores y por los padrones antiffuos, serian de
poco provecho : esto es lo oue toca lu rey de Aragón.
El rey de Gasttila era ido á Burgos á hacer cortes, en
que con deseo de reformar el grande esceso que se
vía estar Introducido en el comer y vestir, promulgó
leyes que moderaban estos gastos : mandó tras esto
á su almirante Jofire Tenorio se pusiese en el estre-
>cho Dará estorbar el pasaje á los moros. Desde Bur-
gos a ruego de su hermana doña Leonor fue á Cuenca,
y en su compañía don Juan Nuñezde Lara j don Juan
Manuel ya del todo reconciliados con el rey. Allí
vino don Pedro de Azagra con embajada de paz de
earte del rey de Aragón para que se aliasen contra
Ns «moros. Ofrecía la tercera parte de la armada que
fuese menester para estorbar el paso á los moros.
Respondió el rey que aceptaría su oferta, v oue en-
tonces le seria muy grata su amistad cuando nobiese
satisfecho á su hermana doña Leonor en las quejas
que tenia y en sus pretensiones.
En unas cortes de Aragón que se hicieron en Da-
roca, se consultaron todas estas diferencias, y se
nombraron por jueces arbitros el infante don Pedro,
tio hermano de padre del rey de Aragón^ y don Juan
Manuel , que para tratar desto era embajador del rey
de Castilla. Gonchiyóse en que se diese perdón al
señor de Exerica , y á la rema y á sus hijos se les
confírmase todo aquello que les mandara su padre.
Para que mas fácilmente tuviese el efecto esta con-
cordia , vino bien que don Pedro de Luna arzobispo
de Zaragoza que la contradecía, á esta sazón se ha-
llaba ausente, citado por el papa para que pareciese
en Roma á responder a cierto pleito y demanda puesta
contra él. Firmó el rey de Casliila estos capítulos en
Madrid , y la reina doña Leonor y sus hyos se volvie-
ron á Aragón , do fueron bien recebidos casi con apa-
rato real. Suelen acomodarse y conformarse con el
tiempo asi bien los reyes como las personas particu-
lares, y usar de grandes disimulaciones para poder
gobgruar la república, mayormente en tiempos rc-
vuefíos. 4
El arzobispo de Reros , y el maestre de Rliodas , y
el arzobispo de Braga que era embajador del rey de
Portugal para tratar de las paces , fueron despedidos
por entonces del rey de Castilla por parecer podían
capitulaciones injustas. Lo que mas descontentaba,
erd que pedían á doña Coslanza hija de don Juan
Manuel para qne se desposase con dou Pedro here-
dero de Portugal. En el príocipio del año de i 339
murió don Vasco Rodríguez Cornado maestre de San-
tiago. En su lugar fue elegido por voto do los caballe-
roa del hábito su sobrino don Vasco López. Pesóle
mucho al rey , y eoojóse dosta eiccciou como quii*r
que deseaba oí maestrazgo para su hijo don Fadri-
que. OpusiéroDle al nuevo maestre contra su persona
muchos capítulos y defectos en la elección : si ver-
daderos^ 81 falsos por hacer lisonja al rey , ¿ quién lo
averiguará? El maestre por adevinar la tempestad
que venia sobre él , se fué á Portugal, con que pare-
ció darse por culpado : así en ausencia fue privado
de la dignidad^ y dada por ninguna la primera elec-
ción , fue elegido de nuevo por maestre don Atouso
MtílendezdeGuzman, tio hermano de madre del niño
don Fadrique, con asaz grande dolor y murmuración
de muchos, que echaban de ver una maldad y des-
concierto tan grande , que no bastase el peligro
grande del reino para que echasen déi la ambición y
sobornos.
Por este tiempo, quien dice dos años antes, don
Ruy Pérez maestre de Alcántara fue al tanto orivado
del maestrazgo, y elegido en su lugar don Gonzalo
Martínez , á quien otros llaman Nuñez : algunos por
la disimilitud y diversidad de los nombres hacen di-
verso y dividen lo oue no se bebe apartar, porque en
la lengua antigua de Castilla Ñuño y Martin son una
misma cosa. Lo sobredicho se hizo con autoridad de
don Juan Nuñez de Prado maestre de Calatrava , á
quien por sus antiguas constituciones estaban suje-
tos los caballeros de Alcántara. Tratábase con grande
calor lo tocante á la guerra de los moros : para ella de
todo el reino se juntaba grande ejército en Sevilla.
Apercibióse brevísimamente el rey de Castilla, por-
2ue tuvo nuevas que Abomeligue era de África pasa-
o por el estrecho con cinco mil hombres dea caballo:
era ya cumplido el tiempo de las tremías, y con venia
qne coa la presteza se impidiese al intento de los
moros.
Hízose entrada en el reino de Granada , talaron los
campos de Antequera y Archídona, y apenas las
mismas ciudades se libraron desta furia. Lo mismo
se hizo en los términos de Ronda; y por el esfuerzo
de don Juan de Lara y de don Juan Manuel, y del
maestre de Santiago fue desbaratada gran aiultilud
de moros quo salieron de aquella ciudad á dar y car-
gar en nuestra retaguardia, en que iban estos capí-
tañes. Ejecutaron Tos vencedores el alcance : mu;
chos moros que se recogieron á ciertas breñas,,
forzados del miedo se despeñaron de aquellos rucos
por salvarse , se hicieron pedazos. Con esto los cris*
tianos se volvieron á Sevilla, y de allí se enviaron
muchas guarniciones para guardar las (ronteras con-
tra los moros. Vino en esta sazón el almirante de
Aragón Gílbberto con doce galeras, y orden de su
rey que se juntase con la armada del rev de Castilla,
y guardase el estrecho de Gibraltar. La falta de dine-
ros era grande : para suplir esta necesidad en el mes
de setiembre fué el rey á las cortes oue tenia aplaza-
das para Madrid. Dejó por general en su lucar ai
maestre de Santiago , repartió otrosí entre los demás
grandes , ricos hombres y capitanes el cuidado de lo
que en su ausencia hacerse debía.
En Nebrija villa puesta á la boca de Guadalquivir,
senlada en una campaña fértilísima, tenían junjada
gran copin de trigo para d gasto de la guerra. Los
moros, cobrada osadía con la partida del rey, se con-
certaron de ir sobre esta vllia y tomarla. Sabido esto
por los nuestros , fuéles forzado (puesto que era en
él rigor del invierno) de sacar las guarniciones y
compañías de los alojamientos. Abomelique resuello
de hacelles rostro , asentó sus reales junto á Jebez , y
envió mil y quinientos caballos á Nebríja. Los de la
villa se defendieron : robaron empero los moros y es-
tragaron los campos. Acudieron á la fama de lo que
fkasaba , de Tarifa Fernán Pérez Portocarrero , y de
Sevilla Alvar Pérez de Guzmaii y don Pedro Ponce
de León , señores principales ; y el maestre de Al-
cántara con su gente 9 con que entrara á hacer ca-
balgadas en tierra de moros, se juntó con estos ca-
pitanes : pequeño número en comparación de la
grande muchedumbre de los moros. Marcharon de
día y de noche : vinieron á afianzar cerca de Arcos
i los mil y quinientos moros , que caminaban muy
despacio por ir embarazados con la grande presa que
llevaban. Dieron con grande furia en ellos, y los des-
barataron , apenas escapó ninguno que no fuese
muerto ó preso , quitáronles toda hi cabalgada que
llevaban.
Con tan dichoso y buen suceso animados los nues-
tros entraron en consejo si acometerían á Abomeli-
que , hecho que no era proporcionada con el peque-
no número de gente que llevaban. Los pareceres
variaban : unos considerada la gran multitud de los
moros, eran de parecer que no tentasen mas la for-
tuna ; otros con ánimo feroz y generoso decían que
no debian de tener imedo á Jos moros, sino que con-
fiados en Dios , y en el valor y esfuerzo de sus solda-
dos, no perdiesen tan buena ocasión como se les
presentaba de hacer un hecho memorable : que no
vence el número, sino el ánimo, y que no era razón
que en semejante coyuntura dejasen de arriscar sus
personas y vidas que tan poco ks podian durar. Si-
guióse al fin este parecer : la honrosa vergüenza
pudo mas que la cooardia recatada. Los moros des-
cuidados con los prósperos sucesos pasados, levan<-
tado su real, con grandísimo desorden, marchaban
la via de Arcos sin llevar adalides ni centinelas : in-
finitas veces ha sido total perdición menospreciar al
enemigo.
Los cristianos al amanecer entre dos luces, toca-
da la señal de arremeter , hirieron valerosamente en
los moros : á la pasada de un río quinientos moros
hicieron un poco de resistencia, pero luego que ios
nuestros le pasaron , todo lo demás fue fácil ; en un
momento los moros fueron puestos en huida y des-
trozados. Abomelique (como suele acaecer en un re-
pentino alboroto) huía á pié : así sin ser conocido
tue muerto por los que seguían el alcance , que cui-
daron fuese algún soldado particular : su primo Alia-
tar al tanto muríó en la batalla ; perecieron cerca de
diez mil moros, tal fama corría. Los nuestros roba-
dos los reales y el carruaje de los enemigos , y ale-
ares con las dos victorias que ganaron , con mucha
ñonfk y contento volvieron sus soldados á los aloja-
mientos de que los sacaron. Este año el arzobispo de
Tarragona celebró concilio provincial en Barcelona,
y en éí con una solemnísima procesión el cuerpo de
Santa Eulalia se trasladó á otro mas honrado y con-
veniente lugar. El rey de Aragón fué á Aviñon á dar
al papa la obediencia, y reconocerle, y hacer el ho-
menaje que tenia obligación como feudatario de la
Iglesia por las islas de Cerdeña y Córcega.
CAPITULO VIL
Que los moros fueron vencidos junto á Tarifa.
La muerte de Abomelique fue muy llorada y pla-
ñida en África : su padre la sintió ternísimamente;
dolíanse y querellábanse que con su temprana y ar-
filBLlOTClTA DE GASPAR Y ROIG.
rebatadü muerte no había podido Regar á ser taf rey
como prometían sus buenas partes. Con esto muy
mas inflamados y deseosos de vengarle se dieron
gran priesa á aprestar la jornada que tenían pensa-
do hacer en España. Para ello hiciero» por todo el
reino grandes llamamientos de gentes , y por toda la
África enviaron asimismo ciertos hombre», ooe con
muestra de santidad, con protesto y color efe reli-
gión y de un grande servicio de Dios incitasen los
moros á tomar las arma» en defensa y aumento de la
religión j secta de sus antepasados. Con esta voz se
juntó un increíble número de soldado» , setenta mil
de á caballo , y euatrociento» mil de á pié : moche-
dvmbre tan grande cual es cosa averiguada nunca
alguno de lo» pasados reyes justaron para pasar en
España. Recogieron otrosí una Oota de docientas y
cincuenta naves v setenta galera» , armáronla d^
soldados , y basteciéronla de vítuaNa» y de todo lo ai.
Estaba el rey de Castilla con gran congoja y cui-
dado de la defensa que tenia de hacer á m mores,
cuando le sobrevino otra nueva pesadumbre. Dié-
ronle grandes querellas de don Gonzalo Martínez, ó
Nuñez, maestre de Alcántara. Acusábanle de mu-
chos detitos , no sabré decir si fueron verdaderos , ó
falsamente imputado»; fue empero citado á one pa-
reciese ante el rey en Bladrid i responder á la acu-
sación que le ponían , y descargarse. Tovo en poco
el mandado el rey, y no quiso parecer, sino pasarse
al rey de Granada , que fue remediar una culpa con
otra mayor. No se sabe si esto lo hizo por tener mal
Eleito , o con temor del poder y asechanzas de dona
eonor de Guzman que le era contraria. Demás des-
to el general de la armada del rey de Aragón, saltado
que bobo con su gente en la playa de Algeoira fue
muerto con una saeta en una escaramuza que trabó
con los m(^os. Sin embarao, reñida la primavera, se
partió el rey á hi Andalucm^ y los desinos del maes-
tre don Gonzalo con la diligencia y presteza que «e
puso , fueron desbaratadee. Cercáronle en Valencia,
pueblo que ci^e en el distrito de la antigua Lasitania:
rínditoe al rev, fue preso t dado por traidor, y
como tal degollado y quemacio, á propósito todo que
los demás escarmentasen con un castigo tan gran-
de (i). Eue ele^do en su logar don Ñuño Chamizo,
▼aron de conocida virtud y grandes prenda».
Comenzaba Albohacén a pasar su ejército en Es^
paña : envió debinte tres mu caballos ^ que para ha-
cer demostración de su esfuerzo comeron la tierra
de Ar^os, Jerez y Medina Sidonia, y les talaron los
campos ; mas como se Tolviesen eon grande presa,
salieron los de ierea á ellos, cargaron de sobresalto
sobre los que iban descuidados y seguros , deshará-^
tárenlos , y quitátonles la (M'esa con muerte de dos
mil dellos. En este comedio , gastados cinco meses
en pasar el estrecho , todo el ejército de los moro» se
juntó cerca de Algecira por negligencia del almirante
Tenorio. Todo el pueblo le cargaba la culpa de que
él les podo estorbar el paso : verdad es que muchas
veces el pueblo con envidia é ingrato ánimo se queja
de los hombres valerosos. No pudo sufrir esta afrenta
el feroz corazón del almirante. AtreYíó^e á pelear
con toda la armada de los enemigos, recibió una
grande rota, murió él en la batalla , y fue echada á
fondo su armada. Salváronse solamente cinco gale-;
ras , que huyendo aportaron á Tarifa. El rey se ha-
llada suspenso entre dos dificultades que le tenían
puesto en gran cuidado : por una parle temía no le
sucediese á España algún gran desastre , por otra el
deseo de ganar honra y fama le solicitaba. En Sevilla
donde proveía las cosas necesarias para la guena,
(1) Mas bien que traic'on acaso fue su de^^racia efect»
de la envidia de sos émalos : ¿ lo menos cuando se exaoioé
su causa , sin pasión se le declara íooceote , y mandó resti-
tuir todos sus bienes á su bijo don Diego Goozalez.
mstOHU Dk ^SPA^A.
491
iic«rdA^6 luieer junta de los prelados y grandes del
reino para consultar lo tocante á la guerra. Desque
isstuf ieron juntos , puesta la espada á la maoo dere-
cha y la corona ala siniestra, septado en>su real iro-
so les. hizo una plática tan esta manera : .
«Parienles y amigos míos, ya veis ^ peligro en que
•está iodo el reino y cada uno en particular. Pienso
vtambien que no ignoráis en qué estado estén núes-
«tras cosas. Desde mis primeros años juntamente
vconiel reino me hai) fatigado continuas congojas y
nafanes: así Iq ha erdenado Dios; dame con iodo eso
«mucha pena que nuestros pecados los hayan de pa-
ngar ios inocentes. Aun noteoíaoios bien sosegados
Jilos alborotos del reino, erando ya nos bailamos
«apretados con la guerra de los moros^ la ms^s pesada
)>y de temer que España ha tenido. Mis tesoros con-
«sumidos, y nuestros subditos, cansados con tantos
«pechos, solo en mentarles nuevos tributos se exas*
operan y a/oran. ¿Por ventura será bien hacer paz
)>con los moros? pero no hay que fiar en gente sin
«re. sin palabra y sin religíoD. ¿Pediremos socorro
«fuera de nuestros reinos? no era malo; mas á los
«reyes nuestros vecinos se les da muy poco del peli-
ogro y necesidad en que nos ven puestos. Tendre-
«mos confianza de que Dios nos ayudará y hará mer-
«ced? temoqne le tenemos mal enojado con nuestros
«pecados y que no nos desampare. No llega nii pru-
«dencia ni consejo á sabesr dar corte y remedio con-
«veníente á tan grandes dificultades. Vos amigos
«míos á solas lo podréis consultar , y conforme á
«vuestra mucha prudencia y discreción veréis Jo que
«se debe haeer ; que para que con mayor libertad
«digáis vuestros pareceres , yo me quiero salir fuera.
«Solo os advierto miréis que de vuestra resolución
«lio se siga algún grave peligro á esta corona real, di
ȇ esta espada deshonra ni afrenta alguna; la fama
«y gloría del nombre español no se mengue ni escu-
«rezca.«
Ido el rey, bobo varios pareceres entre los que
quedaron: los mas prudentes afirmaban que las fuer-
zas del rey no eran tantas que pudiesen resistir al
gran poder de los moros : que seria acertado hacer
paz con el eAemigo con algunos partidos razopableiL
Otros con mayor esfuerzo, deseosos de ganar ^omÉ
y fama, fueron de voto que üi ^erra pasaite adelan-
te: decían no poderse hacer paz alguna que na fue«a
deshonrada y que les estuviese muy ma/, porque de
necesidad la$ condiciones della serían i gusto y ven-
taja del enemigo. Siguióse este parecer, y todos. fue-
ron de acuerdo que se procurase solicitar los reyes
de Aragón y de Porlugal pai» que juntasen sus gen*
tes y armas con las del rej: Rebízose la armada en
el puerto de Sanlócar, y di^se él cargo della á don
Alfonso Ortiz Calderón príor de San Juan. El rey de
Aragón envió su armada con el capitán Pedro do
Moneada. Los ginoveses á costa del rey de Castilla
ayudaron con quince galera?.
Juan Martínez de Leyva foe por embajador al sump
pontífice para alcanzar indulgencia á los que se ha-
llasen en esta santa guerra. El papa vino en ello , y
á todos los gue tres meses sirviesen en ella á su costn,
les concedió la Cruzada y jubileo plenísimo y re-
misión de todos sus pecados , y^ cometió la publica-
ción destas indulgencias á don Gil de Alborno? arzo-
bispo de Toledo. Para ganar al rey de Portugal el rey
de Castilla dio licencia para que doña Constanza hija
'de don Juan Momiel se enviase i Portugal; y se des-
posase een el infante don Pedro. Así ?e celebraro»
-Ms^jdat<en Ebora con real megestad y aparato. La
.doto fueron trescientos mfi ducados. Demás desto
dmia María reina de Castilla por mandado det rey stt
marido fue á Portugal á suplicar al rey tai padre qui-
aiede juntar sus fuerzas con la? de Custilla, y ayudar
en esta santa demanda. Sm padre se lo otorgó, y pro-
metió der por 80 propia pensona hécer el socorro qcre
le pedían. Luego con et capitán Pecano, que ya e^-
tahaiSuelto.de fi.prisiott, envió de Poi^gal doee ga-
leras. El rey de Castilla por. gratificar al rey de Por-
tugal y ganalle masía voluntad» separtióá Portugal,
y se hablaron junto ¿ Juramena, puebki^aiaQtiklo a la
ribera de Guadiana. QuedarooJos reyes mxiy amigos,
olvidadas ya todas las antiguas querellas ^ue entre
si tenian, que el miedo suele ser mas po&rnso que
kira. ; \ .
Eu el entretanto da todas partes acudiaa & Sevilla
mucims gente9de guerra. Juntábase tíl ejéroKoitaiito
jQon mayor priesa y diligencia, porque vino aviso
míe Albobacen y el rey de Grana<& tettian cercada á
Tariía. Sentaron sobre ella sus i«ales<cad.yeíiile y
tres de setiembre; combatíanla furiosan^nte con
trabucos , con mantas y picos , con que pretendían
arrimarse á los adarves y hacer entrada: para acre-
centar el miedo á los cercados edificaban grandes
torres de madera, y aunque los cercados tenían bue-
na guarnición, teníase miedo que no podrían mucho
tiempo sufrir el cerco. El rey temeroso no entrega-
sen la ciudad, por este temor con mucha diligencia
solicitaba el soccxto. y á los cercados se les daba
cierta esperanza de brevemente acudilles. Después
que el rey tornó á Sevilla, dendo á pocos días llegó
el rey de Portugal con mil caballos: gente de estimar
mas por su esfuerzo y valor que por el número , que
era pequeño.
Puestas en orden y apercibidas todas las cosas ne-
cesarías para la jornada, partieron de la ciudad de
Sevilla , opnde se hacia la masa , con determinación
e forzar al enemigo á que levantase el cerco, ó dalle
(b batalla. Tenían grande ánimo y esperanza de al-
canzar victoria, no obstante que apenas tenían la
cuarta parte de gente que los moros. Los de á caba-
Uo aran catorce mil, y los de á pié serian hasta
veinte y cinco mil. Con este ejército marcharon poco
á poco la via de Tarifa. Los reyes moros avisados del
diseño que los nuestros llevaban , pegaron fuego á
las máquinas j torres con que combatían la ciudad;
y por si se viniese á las manos , para mejorarse de
, jugar ocuparon con sus gentes unos cerros cercanos
á sus reales. No se fortificaron mucho, por teñeron
tendido que consistía la victoria en venir luego á las
Jinanos. Llegaron los nuestros á una aldea que se lla-
ma la Peoa de Ciervo : M descubrieron los enemi-
gos , y se hizo consejo de capitanes para consultar
loqueseéebia liacer. Tomóse resolución que á la
media coche se enviasen ¿ Tarifa mil caballos y cua-
tro mil infantes para que estuvieseo de guarnición
y asegurasen la piala: juntamente llevaban órdcti al
tiempo de la pelea de acometer á Ibs enemigos por
un lado, y echarlos de los curros; á los demás se les.
mandó que descansasen y tomasen refresco, y que
estuvieisen apercebidos para dar al amauecer en los
enemigos.
Hubo grande regocijo aquella neche en nuesti'os
reales: hidéronse muchos votos y plegarias, y á
bandas y escuadras se prometían y conjuraban de
en los peligros favorecerse los unos á los otros, y de
no volver á sus casas si no era con la victoria. Al
npuntar del alba los reyes y con su ejemplo los de-
más del ejército confesaron y reeRyieron «1 Santísimo
Sacramento de la Eucaristía: luego se formaron los
escuadrones en orden (le batalla. Dróse Itt a vanguar-
dia á don Juan de Lara^ y á don Juan Manuel V al
maestre de Santiago: la retaguarda seencomeaaó á
don Gonzalo de Aguilar: don Ptedfo NuSfsz quedó rfe
respeto con buen golpe de gente dtí á pfé. E| cuerpo
y fuerzas del ejército quedó á cargo de los reyes,
Acompañados del arzobispo dé Toledo don Gil á\i Ai-
bornoz, y de otros obispos y grandes del reino. El
pendón déla Cruzada por mandado del pápale lleVa-
ba un caballero francés llatnado fugo : totioslos sol-
dados iban señalados con una cruz ^colorada en los
Mchof ooDio iqttelln» que iban á peletir contra ins
mñetei en defensa de la religión 7 de ia crui. El rey
lie Portugal lomó á su careo de acometer al rey de
tíranida : hacíanle comptrifa car su gente los maei'
tres áe Alcániam j de Cilulram.
El rey de CaatillR ya que tenia las Naces en orden
y á punb^ de siremsler contra Albohacren , aniniíá
jn^iuyosy ioaintlemdá la balxlta con estas raEones:
I. Tened por cierto, mis caballeros , v creedme que
iiesta desnrdenada mochedumbrede bárbaros, a l!e-
nqBdi de maclias icent«s sin deloclo ni (trden alguno
nlit ha traído á nuestra E^jiana una profunda arari-
Bi'ia, y «na se'l insaciable <le relnnr . y un mortal é
oimpacable odio que llenen al nombrecristiano, y
miu alt'uní juttil cauaaijae teiignit para movemos
.Aitktí 1 aniG.
ngaerro. No' vos atemorice suihnum^mlilennillitud,
■porque ella misma kw ba de destruir. l.os unos i
■los otros se embarazarán de manera, que ni pndniD
HKuirdarsus ordenanzas, ni entender lo queselrs
Mnandare. Cnanto cada uno se mostrare nni sin
■miedo , y unidare menos de sa pervona , inn-
nti estaré mas segaro ; qae i ninguno le eslÁ bien
npnner Ir esperanza de BU vida en los pies, sinnen
Bsus nnnosy esfuerzo: Tolreé valerosamente la cira
ual enemigo, y no las espaldas ciegas pam ser herídM
nde los contrarios. Vémonos en tiempo que 6 hemo*
(•de darnos por eselaTot | los moros , ó tenemos (^
«pelear aniraoi'amente por la palrhi. por nuestras mn-
■jeres y hijee, y por nuestra suntlsims fe, ron dfr-
Hinytióvana esperan» de akaniur una glurío>isinii
buH Puéi*.U la Aragai, El Ctrimetírta. Cufít aiiui M
ntiMitcda tiMillolfMitlN>r íe Vlriu
nvíctoria ^ qpfi si otra cosa suceiÜcra; ^<I<Í"<Ib <=°1
■mayor prorecbo nlmoi honradamente podemos ar-
i'riscar las viJas que nianasa sa han de acabar? ¿qué
ncnsanos-piiade ser niassiiluiÍRlile,(^e con, un ore-
uTÍsiui» di>loc ganar iiquellas oerpetuas sillas celes-
Htiultis? ifue «s lo que aquella santísima Cruz nos
npromete , á quien tenemos por amparo y guia en
"csla jornad.i , y lo ijua li« ubispos no-s oiefiuran y
"coiiceduu. Ea, pues, soldados y antigna, alegre.s y
»siu uínjjuu recelo acameleil y herid en vuestros
» mor Ules, enemigos.'! .
Dada la señal', luego ein|>e3Bron los e
A adelantarse y moTerae hacia elcnemigo. Cania en-
tro los dos campos un rio ^e llaman el Salado, de
qiiieneata memorable batalla y ricloria tomó el nom-
bre (que se Hamd la del Saladu) y dcnde á fioeo espa-
cio entra en el mar. Loe oue prímei» le pesasen,
eran los primeros i peleej. tnitó et rey bdrbkre dos
mil ginetespara que eslorbHSnel roa. EntraUal»
¿1, arrogante y muf bincbadocea Ineeperamadela
victoria que ya lenu pw soya, babhl i ms eecuadro-
net en e<la mareratT aSi míraia solpmente i ■nntn
>i«d«d r i IM gniutes beebos qw «n Arríes hemos
Biuabailo , ninguna coiui nos Taltebíi ni para cour
nilüslmida.fij parados dn nosutros en loxvpnífleros
iitiKiiipo) quediiRe un glorioso nonibre jr perpetua
uCiiHi , pues coD vnestro esfueno, laleroaus soLla-
••dos, lenemoR *a sujelM tralis las proriuciiia que
Bi^vn nueitro imperki c^flosn. El atnor de nuestr»
niiadnn, ; el ileseo ilel aainenlo de uuestnt SK^raila
«y piilema religíoo , T Toestros rueflog rae likleruti
"oasar en EspaBa. Casa hn seria no cumplir en la
DMlalla lo qMsii tiempo de la paz me tenéis prome-
■lido; T mal paree erí ser Hi>jos en la pelea, y en sus
"casts bacer grandes amenaias y blsMnes. Cuando
BDueslros enemigns Foeran otros tan'w como nos,
nesluvñra yo en vuestro valor bien confiado; eusn-
»do al peligro fuen cierto, sin diwh Igviera por me-
■jotquwiar todoi mucrlosen rí csnipo, que mostrar
BniugaiM ffaqneía: ai preseota tenéis llana la tícIo-
nria, nuestros enenrigoa aon pocos, mal armados,
Hjn dJicipÜM míiiltt' y con menos oso <)e ia guerra;
hIo que mas al presente se puede temer, es no seo
«cato de iBcniM nier reñir a las manos con gente
Heniejante aquetios que han domado la poderosa
nAfrtca, pues de cualquiera manera que á ellos les
■avenga, les MTi mucha honra contrastar con nos-
■otnw. Teoed présenles aquellas insignes victorias
•de Feí , de Tremecen , y del Algarve. Pelead con
uaqual iótmo y cun aquella conüanza que ea razón
■teimn coneeSidaen bus peches los que están scos-
•twnbrMkw á veocer, Acometed con gnllardia, tened
iiUrwe*nlos peligros, menosprec>H<f vuestros eue-
■migos, y aun la misn,s muerte.»
De parte de les cristianos gníaron al río y llegaron
Ine pnweree dm Juan de Lara y don Juan Manuel:
•tiDVwnHi un rato pendes, no se sabe si de miedo,
•i por otra ocasien ; pero es cierto que se sospech4y
demoMl por Ibdoa Ing escuadroues que estaban con-
jurado* , vque bi haeinn áo proposito. Los dos her-
]_nanoil.aBMs,GMiBalo y Gnrcl», pesado un peque-
ÍM) puente, ftiemn los primeros que comenzaran i
pelear. Carg6 nwy iniiTor número de enemigos qne
ellos eran: estaban «ató' cabnlleros muyapretados,
socorriólos Ahsr Ptnrt de Gnztnan , siguiéronles los
ilemés. El rey de Portngit eamioabaí lapuríe sinies-
tra por la ladera de los cerros. Bl rey de CaStina con
un poco derodeo^ue hizo la tueliade la marina,
con grande impelu did en los moros. Alzaron de am-
tiaa partea gratules abrridos, animíbanse unos áotros
(l la batalla, pieleíbese per todas parles vu le rosa men-
te, IteWniinM los escuadrones , y í pié quedo se
matan, IriervnydefltroTSD. Loa capitanes hacen pa-
sar toapwrttwies y banderes i aquellas parles donde
vsh mayor priesa de la batalla, y donde Ten que los
favos llenen mayor nevewlad de ser acorridos.
CierlM bandas de los tme^ttos se apartaron de )a
hoeaie jior aeodas qsn etfos nbinn : dieron en los
reates de k» moms. y «ieebaratada la guarnición que
Ins guardaba, se tos ganaron. Destruj erun v robaron
cuanto en dios hallaren. Visto esto por los moros
n andaban en t> batall i , j Imsta entonces se de-
lian TalleiMemeDie , comenzaron á desmajar y
relraet«, yé poro rato volviéronlas espaldas, y
fueron puestos en hui(*a. Ptiegrande la matanza qoe
ae ÍH8o , murieron en ta bsteílH y en el alcance de-
cientas rail mores, cnutivaron una gran multitud de
«IIm ; de los eriaiianos no murieron mis de teinln,
coau que con dificultad se puede creer ; yqne' causa
graade espanto. Los soldados de lu armada ñieron
lie poco provecJio, porque todos los aragonesas sin
faltar unu se estuvieron dentro d>? sus naves. No se
tialiaronlos navarros en esta bnlalla, porque su rey
<lnn PhilipB se hallaba embamzacio en las guerras de
Francia. Era gobernador de Navarra Beginaldo Pon-
KK hombre de nación francés.
Uon Gil de Albornoz arzobispo de Toledo nunca se
: ESPAÑA, 493
epiitd del lado det rey de CBsttHa , que siendo en lli
batalla casi desamparado de los suyos , se iba á me-
ter con grande luna donde se veía el mayor golpe de
los moros; mas el erzobíspoie echó mano dfJbraioy
le detuvo: dijole can una grande vaz*no pusiese en
rontingencia una victoria tan cierta con arríscarin-
consideradainente su persona. Ganóse esta batalla el
año 1340 de nuestra salvación, ftel dia varian los
histnriiidores, empero nosotros decertii-imns nK>mn-
rinles leñemos averiguado que esta novilísima Ik< ta-
lla se dio lunes treinta de octubre : como está señ»-
Inrtí en el calendario de la iglesia de Toledn. do cada
nfio por antigua constitución con mucha solemnidad
y alegría se celebra con saeriflcios j hacimienW de
gracias <a memoria desta victoria.
CAPITULO VIII.
De lo restante desta gnerra-
Los moros vencidos y desbaratados se recogieron
á Afgecira; donde por no confiarse de la Tortificacion
de aquella cindaii , con temor de ser asaltados de ios
nuestros, el rpy de Granada fe fue & Marbella y Al-
Iwhacen í Gibraltar, y la misma noche se pasó en
África por miciloque su bija Abrierrahaman, i quien
dejara por gobernador dej reino, no se alzase cOn él
cuando supiese la pérdida de la batalla : que los mo-
los no guardan mucho parentesco ni lealtad con pa-
dres, hijos ni mujeres : cásause con muchas segiin
la po>ibiliiluily liamenda que cada uno alcanza; y
con lu multitud dellas y de ios hijos se mengua y di-
vide el amor: y las unas y las otras se estiman y
quieren poco. Asi Allioliflceil no sintió mucho le ho-
Iñesen cnnliviidoen esta huiallaásu principal mujer
4^4
blBLlOTKCA DV CASFAR f ROIC.
Fátima hija del rey de Túnet, y otras tros de sus mu-
leres, y é Abohamar su Mío; otros dos hijos de Albo-
hacen fueron muertos en la batalla. Los reales de los
moros se hallaron llenos de todo género de riquezas
así del rey como de particulares , costosos ▼eslidos,
preseas, y tanta cantidad de oro y plata que fue cau-
sa que en España abajase el valor ae In moneda y su-
biese el precio de las mercadurías. Nuestros revés
victoriosos se volvieron la misma noche á los reales:
de los moldados los que ejecutaron el alcance , vol-
vieron cansados de herir y matar , otros que tuvie-
ron mas codicia que esfuerzo, tornaron cargados de
despojos.
El día siguiente se fueron á Tarifa repararon los
muros que por muchas partes quedaron arruinados,
basteciéronla , y pusieron en ella un buen presidio.
El miedo que teman los moros era grande , y parece
fuera acertado poner luego cerco sobre Algecira:
pero desistieron de la conquista de aquella ciudad á
causa que no venían apercibidos de mantenimientos
y mochílla sino para pocos días , de que se comenza-
ba á sentir falta. Por esto y porque ya entraba el in-
vierno, les fue forzoso á los reyes volverse á Sevilla.
Allí fueron recebidos con j)ompa triunfal : salióles á
recebir toda la ciudad, niños y viejos, eclesiáticos y
seglares, y todos estados de gente. Lamábanlos con
alegres y amorosas voces augustos, libertadores de la
patria , defensores de la fe , príncipes victoriosos,
En toda España se hicieron grandes procesiones para
dar gracias á Dios nuestro Señor por tan alta victo-
ria como lesdiera, f^andes fiestas y alegrías y lumina -
rías por todo el reino.
El rey de Portugal de toda la. presa de los moros
4omó algunos jaeces y alfanjes para qne quedasen
»per memoria y señal de tan msigne victoria. Dieron-
selc algunos esclavos , y volvióse á su reino, ganada
■grande ÍHina y renombre de defensor de los cristia-
nos y de capitán valeroso. Aj^ompañóle su yerno el
rey de Cs^tílla hasta Cazalla de la Sierra. De la presa
•de los moros envió á Aviiion al papa Benedicto en
reconocimiento un presente de cíen caballos con
-sendos alfanges y adargas colgados de los arzones, y
"veinte y cua&o banderas de los moros, y el pendón
•real y el caballo con. que el mismo rey don Alonso
•entró en la batalla, y otras cosas. Salieron un buen
•espacio los cardenales á recebir el embajador por
nombre Juan Martínez de Lma , que llevaba este
mandado. El papa después de dicha la misa (como
es de costumbre) en acción de gracias á nuestro Se-
ñor, delante de muchos principes y de toda la corte I
predicó y dijo grandes cosas en honra y alabanza
del rey dou Alonso.
Despuesdesto hizo el rey de Casüilu almirante del
mará un caballero ginovés llamado Gil Bocanegra,y
le encomendó guardase el estrecho de Gibrallar, por-
que los moros no rehiciesen su armada y volviesen
á entrar en España: esto por gratificar á los ginove-
ses lo que sirvieron en esta jornada: y también por-
que como era acabada la guerra no mandasen volver
sus galeras, como lo hicieron los aragoneses y por-
tugueses, bien que después las volvieron á enviar en
mayor número que de antes, ^ instancia y ruego del
mismo rey de Castilla, que se recelaba y con él todos
los hombres inteligentes y demás prudencia juzga-
ban que los moros no sosegarían, sino que rehecho
<^ue hoblesen su ejército á la primavcru volverían á
España y acometerían de nuevo su primera de-
maixda.
CAPITULO IX.
Del principio deiasaloibelas.
• *
Lmc« 4e un miedo tan grande asi el rey como ios
españoles por Ja victoria que ganaron á los moros
cerca de T^vifa , crecióles el ánmio y deseo de des**
urraigar del todo las reliquias de UAa ^eute tan mala
y perversa. TrataJbain de llegar dinero pira la guerra,
que se entendía seria larga. El oro y plata que se
ganó de los moros, lomas dello se despendió en ha-
cer mercedes y premiar los soldados, y en pagarle»
el sueldo que se les debía: el reino se liaJlana muy
falto y gastado con los tributo» y pechos ordinarios;
solo los mercaderes eran los que restaban libres, ri-
cos y holgados: todos los demás estados pobres y
oprimidos con lo mucho que pechaban. En Ellerena
y en Madrid concedió el reino un servicio esiraordi-
nario^ de que se llegó una razonai)le suma de dinero,
pero era müj pequeña ayuda para Un grandes gas-
tos como tenia hechos y se recreciaR de nuevo.
Sin embargo en el principio del año de nuestra sal-
vación de 1 341 desde Córnoba, do se mandó juntar
el ejército , se hizo entrada eu el reíao de Granada:
alcanzaron una famosa victoria mas coa jMuslria y
arte que poder y fuertes: eoTiaron algunas naves
cargadas de mantenimientos para desmentir al ene-
migo con dar muestra que se quería poner cerco so-
bre Málaga; ocupáronse los moros y embebeciéronse
en bastecerla, y luego el rey de improviso oereó á
Alcalá la Real, que se le entregó é partido en veinte
y seis de agosto con que dejase salvos y libres á ios
de la viJla« Causó esta pérdida grandedoior á ios mo-
ros por ver como fueron engañadoe.. Tomada 14U
villa. PrJQgo, Rutes, Benamejir yetras villu y can-
tillos de aquella comarca se rindieron al rey, «ñas
dellas p ir su voluntad se entregaron, y otras íueroo
entradas por fuerza : sucedían á ios vencedores ledas
las cosas prósperamente 1 y á los vencidos ni eontni-
rio ; así acontece en la guerra.
Volvió;íe el ejército á invernar y en lugares con ve-
nientes se dejuron presidios para que guardasen las
fronteras. Tenia el rey puesto todo su cuidado y pen-
samiento en cercar á Algecira, y en allegar para ello
dineros á% cualquiera manera que pudiese. Aconse-
járonle que impusiese un nuevo tributo sobre las
mercadurías. Esta traza que entonces pareeié fácil,
después el tiempo mostró que no careda de graves
inconvenientes; es tan corto al entendinuento bu-
mano, que muchas veces viene á ser dañoso nquelle
que primero se juzgó prudentemente qne serin pro-
vechoso y saludable. Tomado este consejo , el rey se
partió para Burgos ciudad principal: dejó la frontera
encargada al maestre de Santiago. Tuvo la Paseua
de Navidad en ValMolid en el principio del ano
de i 342 (1). Llamó el rey á Burgos mucljos grandes
y prelados, y en particular á don Gil de Albocnoi a^
zobispo de Toledo, y á don Juan de Lara, y don Gar-
cía obispo de Burgos para que terciasen y granjeasen
las voluntades. Por la grande instancia qne el rey y
estos señores hicieran , los de Burgos eonc^eren aJ
rey la veintena parte de lo que se vendiese^ para que
se gastase en la mierra de ios moros: conoedióse
otrosí por tiempo límitaiio , tan solamente mienins
durase él cerco do Algecira. A imitación deftirgos
concedieron lo mismo los de León y casi tedas las
demás ciudades del reino. El ardiente deseo qne en-**
tonces todos tenían de acabar la guerra de los moras,
los allanaba: ninguna cosa les parecía deoMsioda.
Adelante, percudo ya el miedo, el uso ha. enaeosdo
cuan oneroso sea esle tributo si por rigor se cobra-
se. Los ministros reales por ^anjear el fanor del
rey procuraban acrecentar las rentae reales con mo-
cha industria. El próspero Auceso de muclios que han
seguido este camino^ hace que sean muy válidas ma-
ñas semejantes. Llamóse este nuevo pedio ó tributo
(i) Como eatooces aun qo le oootaba «a Castüia por la»
eras del César que empezabas el i.<i de enere, ia Pascas de
Navidad del auo 1341, no podía ser a) priacípio delaiíoiSIl
Fue en las cértes de Segovia celebradas en 158^ doode «
mandó que dejada la manera de contar los alios por bs en<
del César, en adelante se rontasen desde el narímicnto M
Seúor.
HISTORIA DE iSPANA.
495
Alcabala, nombre y ejemplo que se tomó de los mo-
ros. Alentaron al reino para que esto concediese,
unas nuevas que á esta sazón vinieron que los nues-
tros habían vencido la armada de los moros. Estaban
en Ceuta en la costa de África ochenta y tres galeras
para renovar la guerra, y en el puerto de Bullón
otras doce : á estas diez galeras nuestras que sobre-
vinieron á la primavera, antes que tuviesen tiempo
de poderse juntar con las demás de su armada , las
embistieron y destrozaron : después toda la armada
de los moros que aportó á la boca del rio Guadame-
cil , fue vencida en una muy reiíida j^ memorable ba-
talla. Tomaron y echaron ¿ fondo veinte y cinco ga-
leras de los enemigos, y mataron dos generales, el
de África y el de Granada.
No se bailaron en esta batalla las galeras de Aragón;
verdad es que al volver de Aragón do eran idas, ven-
cieron junto á Estepona trece galeras que encontra-
ron de los moros, cargados de bastimentos r rindieron
cuatro de ellas y echaron dos al fondo ; las demás se
Rusieron en huida , y se salvaron en la costa de África,
ío parecía sino que la tierra y el mar de acuerdo
favorecían y ayudaban á la felicidad y fortaleza de
los cristianos. Diéraseles mayor rota, si en Guada-
mecil fueran por mar ^ por tierra acometidos los
moros : con determinación de hacerlo así era ido el
rey á muy larvas jomadas á Sevilla , y después á Je-
rez, en do le dieron la nueva de la victoria. Un caso
que sucedió, forzó á los nuestros á dar la batalla : en
la menguante del mar quedaron encalladas en unos
bajíos tres naves de las nuestyis ; v como los moros
las acometiesen , fue forzoso para defendellas trabar
aquella batalla muy reñida y porGada.
CAPITULO X.
Del cerco üe Algeclra.
Co?( tantas victorias como por mar y por tierra se
ganaran , tenían esperanza que lo restante de la guer-
ra se acabaría muy á gusto : nuestra armada estaba
jamo á Tarifa en el puerto de Xataréz. Allí fue el rey
con el deseo grande que tenía de conquistar á Alge-
Cira , para por mar reconocer el sitio della y la calidad
de su tierra. Parecióle que era una principa] ciudad,
¡su campaña muy fértil , y los montes que la cerca-
an, hermosos V apacibles: veíanse muchos molinos,
aldeas y casas oíe placer esparcidos por aquellos cam-
pos cuanto la vista podía alcanzar. Con esto, y con
que de los cautivos se sabia que la ciudad no estaba
bien bastecida de trigo, se encendió mucho mas el
ánimo del rey en el deseo de ganarla, y quitar á los
moros una guarida tan fuerte y segura como allí te-
nían; que ganada, todo lo demás juzgaba le seria fá-
cil. Este ardor y deseo del rey le entibiaba al verse
con pequeño ejército y pocos bastimentos ; mas no
obstante esto; con grande presteza juntó algunas
compañías de los pueblos comarcanos y llamó de
por sí á muchos grandes. Vino el arzobispo de
Toledo don Gil de Albornoz, don Bartolomé obispo
de Cádiz, y los maestres de Calatrava y Alcántara
con buena copia de caballeros.
Los concejos de Andalucía movidos con el deseo
grande que tenían de esta conquista se hiciese,
enviaron á su costa mas gente de aquella que por an-
tigua costumbre tenían obligación de enviar; y como
quier que al que desea mucho una cosa, cualquiera
pequeña tardanza se le hace muy larga , el rey para
proveer bastimentos y municiones j lo demás nece-
sario á esta guerra se partió á la ciudad de Sevilla.
Habíanse juntado dos mil y quinientos caballos, y
hasta cinco mil peones : con este ejército se puso el
cerco á Algecira en tres del mes de agosto. La guarda
del mar se encomendó á las armadas de Castilla y de
Aragón , porque los portugueses después de la bata-
lla que se dio en el río Guadamecil, se volvieron á
Portugal sin que en níngona manera pudiesen ser
detenidos. Entendíase que los cercados confiados en
la fortaleza de la ciudad , y en la mucha getite que
en ella tenían , no se querían rendir , ni entregar la
ciudad. Era la guarniaon ochocientos hombres de á
caballo , y al pié de doce mil flecheros, bastante nú-
mero no solo para defender la ciudad , sino también
para dar batalla en campo abierto.
Hacían los moros muchas salidas , y con varios su^
cesos escaramuzaban con los nuestros : gáneseles la
torre de Cartagena puesta cerca de la ciudad. El rey es-
tuvo un día en harto peligro de ser muerto con un pu-
ñal que para ello un cautivo arrebató á un soldado : hi-
riera le malamente, si de presto no se lo estorbaran los
que se hallaron con él. Entendíase que el cerco iría
muy á la larga: comenzaron á traer madera y fagina,
y hacer fosos y trincheras , que servían mas de atemo-
rizar los cercados que no de provecho alguno. Entre-
tanto que en esto andaban, en el mes de setiembre con
grandísimo pesar del rey la armada de Aragón se fue
con achaque de lá guerra de Mallorca para donde el
rey de Aragón se apercebía ; verdad es que después
á ruegos del re}[ de Castilla lé envió diez galeras do
socorro con el vice-almirante Mateo Mercero : desde
algunos días le socorrió de otras tantas con el capi-
tán Jaime Escrívá ambos caballeros valencianos. Mu-
ñó á esta sazón el maestre de Santiago de una larga
enfermedad, varón en paz y en guerra muy señala-
do, y en este tiempo {K)r la privanza que tenia con
el rey muy estimado. Díóse esta dignidad en los mis-
mos reales á don Fadríque hijo del rey, si bien por su
poca edad aun no era suGcienle para el gobierno de
la religión.
En el mes de octubre sobrevinieron tan grandes
lluvias que todo cuanto tenían en los reales destruyó
y ochó á perder. Comenzaron asimismo á sentir mu-
chas descomodidades, en particular era grande la
falta de dinero ; que por estar el reino muy falto y
gastado le fue forzoso al rey de pedirle prestado á los
príncipes amigos, al papa Clemente VI que sucedió
a Benedicto, a los reyes de Francia y de Portugal.
Don Gil de Albornoz arzobispo de Toledo fue para es-
to con embajada á Francia : prestó aquel rey cin-
cuenta mil escudos de oro, veinte mil so dieron lue-
go de contado , los demás en pólizas para que á ciertos
plazos se pagasen en bancos de Genova : el papa Cle-
mente VI al tanto otorgó ciertaparte de las rentasecle-
síásticas. Era esto pequeño subsidio para tan grandes
empresas ; pero la constancia grande del rey lo ven-
cía todo.
Los cercados por entender que mientras el rey vi-
viese no podían tener sosiego ni segurídad hicieron
grandes promesas á cualquiera que le matase; decían
que se haría un gran servicio á Mahoma en matar á
un tan gran enemigo de los moros. No faltaban algu-
nos que con semejante hazaña pensaban quedar fa-
mosos y ennoblecidos, sin temor del nesgo á que po-
nían sus vidas , que es lo que suele ser estorbo para
que no se emprendan grandíes hechos. Un moro tuerto
de un ojo , que fue preso, confesó venía con intento
de matar al rev, y que otros muchos quedaban her-
manados para nacer lo mismo : así lo con fosaron den-
de á pocos días otros dos moros que fueron presos y
puestos á cuestión de tormento ; pero á los que Dios
tiene debido ^^ su amparo, los libra de cualquier pe-
ligro y desmán. Los revés moros deseaban socorrer
áios cercados : el rey de Marruecos estábase quedo
en Ceuta por no estar asegurado de su hijo Abderrah-
man, al cual por este tiempo costó lawiaa el intentar
novedades. El rey de Granada no se atrevía con solas
sus fuerzas á dar la batalla á los nuestros : mas por-
que no pareciese que no bacía algo , envió algunas
ae sus gentes á que corríesen la tierra de Ecija, y él
fué á Palma, pueblo que está edificado á la junta de
los dos ríos Genil y Guadalquivir, saqueó y quemó
406 BIBLIOTECA DE GISPAK T ROIG,
eslu Tilia. No osó dejar eo ella guarnicioD , ni dele-
nene mucho en aquella comarca , porque tenia uvím
que laR ciudutee vecinas se apellidaban contra él. La
otra gente fue desbarRlada por Fernanda de Aguijar,
que saliÚ i ellos y loa quitó una grande presa que lie-
Era ja entrado el aüo de 1343, y en Algecimaun
no se liacia co» alcuna que íuese de importancia,
solamente se entendía en algunos pertreclioi que ITii -
so Lnpez de Horosco por mandado del rey solicitaba.
Hiciéronse fosos , trinclieas, t en contorna do la ciu-
ikd se labraron unas torree ú castillos de madera , y
trabucos y máquinas para batir los muros. Mas eran
lautas las defensas, preparamen tos y tira'í que de an-
ticuo tenia la ciudail , que con ellos lodo el trabajo y
diligencia de los nuestros era perdido y sin efecto , y
las mAquinis las bacian pedazos con piedras que de
loa muros arrojaban ; especial , que el Iurst no era II
propósito para poder cómodameute arrimar Ibe mi-
quinas i la muralla , y ni los soldados podían tenerse
en pié por la aspereza del lugar , ni menos sin grau
pebgropodian andar ni estar en los ingenios.
En el estrecho de Gibraltar liay dus senos en el
tamaño desiguales , pero de una misma forma : Ta-
rifa está puesta sobre el menor , y un poco apartada
estaba Atgecira, asentada sobre ol mayor en un cer-
ro de subida ágrin y pedregosa ; y dejado en medio
un espacio, dividíase en dos partes , en la vieja y en
la nueva : cada cual tenia sus muros enteros y bar-
bacana, como si fueran dos pueblas : era esta ciu-
dad en España la silla del imperio alrícano , nobili-
sima Y hermosísima. La grande diligencia del rey y
la guarda de los soldados bacía que no entraban á los
cercados bastimentos , escepto algunos pocos que sin
verlos cubiertas coa la obscuridad de la aocbe, les
.metían en algunas barcas : muy pequeño refrigerio
para los que ya p:idec¡an hambre y necesidad.
CAPITULO XI.
De la toma de Algecira.
G*STAi>as muclioü dias y trabajos en el cerco , no
se liacia cosa de imi>ortancta. Los nuealros >e lulla-
ban dudosos t suspensos , pensaban de día j de no-
cba cual de aos cosas seria la mejor, si levantar el
cerco porque era sin algún provoclio el proseguirle y
continuar, si esperar el lin de la gnerra que v¡ lo
demis les era favorable. El rey le recelaba de ptfd^
algo de BU lionra y reoutacion , principahnente que
ya tenía consumido el dinero que le preitanm ripapa
y ol rey de Francia (que el d« Portugal niogaa) cosa
contribuyó) y tenia falta eo bastimentos; y einámcro
de los soldados cada día era menor : loa aaa sagaces
le aconsejaban que biciese algún baen eoncierla cou
el enemigo. Siendo medianero , y llevando rsoBilos
de una parte i otra Ruy Pavón , primero se Intó de
paz, y deHpues de que se hiciesen tr«giias; pero to-
llos estos tratados salieron vanos por estar puealo el
rey ilc Castilla en no hacer acuerdo niagnoo coa el
rey de Granada , si primero no dejat» la amistad de
África, la cual quitada, ¿qué lo Quedaba al qne se
susteutaba y entretenía mas con lai fueAos ajenas
que con las suyas propias?
El rey de Granada , perdida ya la esperanu de
concertarse con el rey, acareó sus realea al rio Gua-
diarro i ciuoo leguas de Algecira , con que antesdalu
ientender elmiedoqnelenÍBiquenoquesepciua-
se venia con animo de presenlur la batalla. Eb si
puerto de Ceuta lonisn aprestada una grueaa arma-
da , allegada de las Merzas de toda la África , para
luego que diese lugar el tiempo pasaren España. Ve-
nían estos de refresco y descansados : loa cristianos
se hallaban quebrantados con los continuos trabajos
y incomoJidades. Las cosas de España que corrHa
gran riesgo, lossantospatronesdebilaaampararon
Se «be oseen época mny anterior i la qu« tetiali Htríana i qee Madrid lufriA «o el ala 1084 ; la Hfiida Uevabí al M*-
n tM< capltolo, K hizo en Eipaíia h aplktciaa da la pAl- breda Lomtvrda; T per 1* fama dt anbaisa veqneMM-
vora 1 la impulsión de eruesoi projeclilea. En et Hnaeo de rias ya lai reiaeioaes entre la dimenaion v el alcance, loa
artillería se euaeñaa entre otraa pieua ailiiruaa , laa doa pruyeetiles eran unas grandea piedraa etlericaa de l*a qo*
HISTORIA DE ESPAÑA.
407
y l«n perpetua felicidad y constancia grande con que
el rey vencía todos los males y dificultades que ocur-
rían. Asi en unos mismos dias le vino un buen nú-
mero de gentes de socorro de In^alaterra,de Francia
y de Navarra , lugares muy apartados los unos de los
otros : acudieron muchos señores y nobles á ayudar-
le. De Ingalaterra con licencia del rey Eduardo los
condes de Arbid y de Soluzber : de Francia el conde
de Fox con su hcrmimo don Bernardo y otros que se
les juntaron. El papa Clemente VI lemovicense, que
el año antes fue electo en lugar de Benedicto , tenia
concedida cruzada á los que sé hallasen en esUi saota
guerra. £1 rey don Felipe de Navarra en el mes
e julio, enviados delante muchos mantenimientos
por mar, y dejando mandado le siguiese su ejér-
cito por tierra^ vino con gran priesa por no dejarse
de hallar en la batalla, que corría fama seria muy
presto.
El rey como era razón recibió muy gran contento
con la venida deptos príncipes , y á los nuestros con
la cierta esperanza de la victoria' l^s creció el ánimo
j el aliento para pelear. Vinieron antes don Juan Nu-
nezde Lara y don Juan Har.uel , y cada día coocur-
ri:in nuevas compañfas de todo el reino. Los moros
como vieron tan reforzado el ejército del rey, rebu-
faban dar la batalla. Afrentábalos Albohacen por
«lio , enviábales á preguntar la causa de su miedo.
Respondieron que en la batalla pasada esperimenta-
ron harto á su costa cuan grande fuese el esfuerzo y
constancia délos cristianos , y que ahora tenían ma-
yores fuerzas por tener mayor número de soldados
que entonces tenían : que de lejos no se podía dar
consejo conveniente al tiempo y ocasiones que ocur-
rían, si tubiese por bien de pasar el estrecho , que
ellos en ninguna cosa contradirían á su voluntad:
que conservar su ejército en tiempo tan peligroso y
aciago les era mucho mas honra que pelear temera-
riaraeote con el enemigo, mas poderoso y mas bien
afortunado.
En el entretanto no dejaban los moros de pedir
treguas con muchas embajadas. Quisieron los emba-
jadores ver los reales : otorgó el rey con su deseo.
Púsoles en admiración el concierto y buena disposi-
ción de los pabellones , los soldados repartidos por
sus cuarteles , las calles de oficiales, las plazas como
en una ciudad llenas de provisión : parecíales todo
también que confesaron que los nuestros les hacían
grande ventaja en la disciplina militar y policía, y
que ellos en su comparación sabían poco de aquel
menester. Por el tratado de las treguas no se dejaba
de combatir la ciudad con muchas armas y piedras
que le arrojaban con los tiros: do la ciudad hacían
otro tanto, en especial tiraban muchas balas de hier-
ro con tiros de pólvora , que con grande estampido y
no poco daño de los contrarios las lanzaban en los
reales. Esta es la primera vez que deste género de
tiros de pólvora hallo hecha mención en las his*
tonas.
En el mes de agosto en Cervera en el condado de
Urjel nació un niño con dos cabezas y cuatro pier-
nas. Creyeron aquellos hombres con supersticioso y
vano pensamiento que el tal era prodigio que pronos-
ticaba algún mal : por tanto para evitarle con su
muerte le enterraron vivo. Sus padres conforme á las
leyes fueron castigados como parricidas por ejecu-
tarse esta crueldad con su consentimiento. Esto mis
moaño murió el rey Roberto en Ñapóles mas famoso
por la afición y estudio délas letras que señalado por
el ejercicio de las armas. Desle rey rué aquel dícno:
mas quiero las letras que el reino. Volvamos á las
eosas de Algecira. Los soldados extranjeros, en quien
los primeros ímpetus son muy fervorosos y con la
tardanza se resfrian, se fueron de los reales luego
que vino el otoña, los de Incala térra llamados de su
rey (así quisieron se entendiese) y el conde de Fox,
que dio asimismo para irse por escusa el poco sueldo
que á sus soldados se daba. Esto se decía: yo sospe-
cho quo les hizo volverá su tierra llevar mal los calo-
res que en tiempo del esüo hace en el Andalucía, y
el estar quebrantados con las enfermedades y traba-
bajos de la guerra. Aprueba nuestra conjetura lo que
después sucedió, que el conde de Fox á la vuelta
murió en Sevilla, y el rey Fhilipo de Navarra, habida
licencia del rey, murió en Jerez. Sucedieron amba^
muertes en el mes de setiembre: sus cuerpos fueron
llevados á sus tierras.
Con la ida destos príncipes cobraron avilenteza los
enemigos, y mudado parecer se determinaron de dar
la batalla. Sesenta galeras de los moros que en el mes
de octubre surgieron en Estepona , luego se pasaron
á Gibraltar. Corría el rio Palmoues entre los dos
campos, y como dos y tres veces en diferentes dias
llegasen a encontrarse en el rio, finalmente al pasar-
le se vino á la batalla , en que los moros mostraron
no ser iguales con gran parte á los españoles ni en
fuerzas, ni en esfuerzo, ni en disciplina militar: asi
fueron en poco tiempo vencidos y puestos en huida.
En la ciudad se padecía estrema necesidad de mante-
nimientos á causa que nuestra armada en dos veces
les tomó dos galeras cargadas de bastimentos. En-
traron cinco barcas en el principio del añude 1344, y
vueltos estos bajeles á África, dieron aviso que lo»
cercados no se podían ya sustentar mas tiempo , ca
estaban puestos en tan grande aprieto que les era
fuerza perecer todos ó entregar la ciudad. Con esto
los moros luego movieron pratíca y trataron de con-
certarse.
En veinte y seis de marzo se entregó la ciudad con
estos partidos : que el rey de Granada , como feuda-
tarío ael rey de Castilla, pechase las parias que cada
año le solía dar antes que so rompiese la guerra: que
todos los cercados quedasen libres , y pudiesen irse
con sus haciendas adonde quisiesen : concertáronse
otrosí treguas con los reyes moros por espacio y
tiempo de diez años. Hechos los conciertos , muchos
moros se pasaron á África. El rey de Castilla entró en
la ciudad con una solemne procesión en veinte y
siete de marzo, y el siguiente oía se bendijo la Iglesia
Mayor, y se le puso por nombre Santa María de la
Palma, por ser domingo de Ramos ó délas Palmas,
y se celebraron en él los divinos oficios con gran so-
lemnidad y regocijo, l^s campos se repartieron á los
soldados, que á porfia pasaban sus casas y menaje á
la ciudad , y se querían allí avecindar por la fertilidad
y frescura de aquellas vegas y campos.
Puestas -en orden las cosas de Algeciras, el rey se
partió para Sevilla. Allile vino embajada de Eduardo
rey de Ingalaterra para pedir al rey don Alonso que
su hijo legitimo don Pedro casase con su hija Juana.
Don Alonso por entonces vino en ello , mas adelante
no tuvieron efecto estos desposorios. Las voluntades
de los príncipes son variables , y sin tener cuenta á
las veces con su palabra conforme á las cosas y á las
comodidades se mudan. En la batalla pasada de Tari-
fa cautivaron los nuestros dos hijas del Albohacen:
estas por tenerle «rato se le enviaron sin rescate. No
quiso el bárbaro dejarse vencer de la liberalidad y
cortesía del rey, antes le envió luego desde África
sus embajadores con muy ricos presentes. I^ fama
desta victoria hincho á toda España y á todos los
cristianos de Europa de alegría por quedar acabada
la guerra de los moros , dos poderosos reyes vencí-
dos , las fuerzas de África quebrantadas. Hiciéronse
grandes fiestas y alegrías : todo género de gentes,
niños, viejos, religiosos , de todos estados y edades
visitaban los templos, daban gracias á Dios , cum-
plían sus votos: no dejaban ním^un género de alegría,
ni de religiosa demostración de agradecimiento, con
que publicaban el contento y regocijo singular que
tenían concebido dentro (?e sus pechos.
40$
BIBLIOTECA HE
CAPITULO XII.
De la guerra de Mallorca.
Durante el tiempo que las cosas sobredichas pasa-
ban en el Andalucía^ se revolvieron las armas de
Aragón. Lo gue resultó , fue que el rey de Mallorca
guedó despojado de su reinó paterno : grande desa-
fuero del rey de Aragón don Pedro el Ceremonioso,
que era el que tenia mas obligación ú le defender y
amparar. La insaciable y rabiosa sed de señorear
le cegó y endureció su corazón para que los trabajos
y desastres de un rey su paríeo te no le enterneciesen,
ni considerase lo mal que parecía un hecho tan feo
delante les ojos de Dios y de los hombres. Mompeller
es una nuble y rica ciudad de la Gilia Narboocnse,
que en otro tiempo solia estar sujeta á los obispos de
Magaiona , por cuya permisión ó disimulación tuvo
esta ciudad señores p^rtícularesqueeran feudatarios
dcstos prelados. Recayó ebte señorío primero en los
aragoneses, y después eo los reyes de Mallorca como
y en la forma que arriba se mostró.
Desta manera poco á poco fue en dimiuucion^ la
autoridad y señorío de los obispos de Magaiona , ca
Íirevalece mas la fuerza y antojo de los reyes que no
a razón y la justicia. Como no pudiesen ellos reco-
brar su antigua autoridad y señorío , hicieron lo que
pudieron , que fue vender^como vendieron mas de
cincuenta anos antes deste tiempo) este derecho por
cierto precio y cantidad á los reyes de Francia. Con
color deáta compra los franceses no desistían de re-
querir á los reyes de Mallorca que les hiciesen el jü-
ramento y homenaje que estaban obligados como sus
feudatarios, y que á los vecinos de Mompeller se les
permitiese apelar para París. Rehusaban hacerlo los
de Mallorca : decían que el derecho de los señoríos
no pendía de unos pergaminos viejos, sino de la mo-
derna costumbre usada y guardada , y que pues los
reyes de Francia no tenían mas derecho que Jos obis-
pos de Magaiona , no debían , ni se les pudo dar ma-
yor ñi mejor acción de aquellaque poseíanlos mismos
prelados. Vínose á las armas, y por fuerza los fran-
ceses tomaron muchos pueblos de la íurisdicion y
señorío de Mompeller , y pusieron eu ellos sus pre-
sidios.
Apercebíase el rey de Mallorca para la guerra:
pidió al rey de Aragón que aquello que poseía por
ftracia y como feudo de Aragón , con sus armas le
fuese conservado y defendido. El rey de Aragón con
una profunda astucia y sagacidad, y con una infinita
ambición contemporizaba con el rey de Francia , y
parecía pretendía mas agradarle que favorecer á su
deudo. Entendía y deseaba que por tener de suyo
pocas fuerzas, desamparado de otras ayudas vendría
a ser presa de sus vecinos. Con esto, aunque le ins-
taba y pedia socorro, no le daba otra ayuda mas que
l)uenas palabras. Tuvieron entre sí habla: respondió
el Aragonés á la demanda del mallorquín que él haría
lo que se le rogaba, en caso que el rey de Francia no
quisiese fenecer este pleito por tela de juicio. Sobre
este punto se enviaron de una á otra parte muchas
embajadas, todas con ñn de poner dilación al nego-
cio, no con ánimo de dar al^un socorro al necesitado.
Para cubrir estas marañas con capa de justicia
procuró de hacerle muchos cargos de graves culpas,
y levantar muchos testimonios al miserable rey. Que
no reconocía sujeción á los reyes de Aragón , y que
aunqpe era llamado , no venia á las cortes : que en
Perpiñan sin poderío hacer, labraba moneda baja de
ley, de cuño y peso no acostumbrado : sobre todo
3ue en Barcelona, do vino debajo de la fe y confianza
e TÍstas, se conjuró para matar al Aragonés ; trato
que descubrió la misma mujer del de Mallorca, como
la que mucho cuidaba de ia vida del rey su hermano:
finalmente que trató con el rey de Francia , con los
potentados de Italia y con el mismo rey de Marruecos
GASPAR f llOiG.
de confederarse en daño de Aagoñ. Estos fueron ío»
capítulos gue le opusieron, nó se sabe si verdaderos,
si falsos : Id fama fue que se los levantaron ; á qae
hizo dar crédito la destruicion del desdichado rey , y
Í tensar que muy á tuerto le despojaron de su estado,
üstos fueron los principios de las desastrosas dlscor-
días que el papa y la reina de Ñapóles doña Sancha
parienta de ambos reyes procuraron atujar , sin que
pudiesen concluir cosa alguna. •
Los mallorguines (como suele acaecer en los seño-
ríos pequeños) estaban muy cargados de nuevos pe-
chos y tributos; y como quier gue no esperasen ser
relevados dellos, no les pesaba de mudar señor. Vino
el negocio á rompimiento de guerra, y del cerco de
Algecíra fue llamado para esto el almirante del mar
Pedro de Moneada, como arriba se dijo. Juntóse una
poderosa armada, que entre grandes y pequeños te-
nia ciento y diez y seis bajeles : partió el Aragonés
del cabo dé Lobregat^ desembarcó eú Mallorca, don-
de los isleños tenían juntados trecieotos hombres de
á caballo, y guiñee mil de á pié , toda gente allega-
diza, flaca Y ne poca defensa. Fue luego desbaratado
el rey de Mallorca, y huyó ¿ la ciudad de Poncía. De
allí , perdida la esperanza de cualquier buen suceso,
se pasó á tierra firme. Las voluntades de los isleños
estaban inclinadas al Aragonés, y es ordinario que al
vencedor todo se le sujeta y todos le ayudan, neci-
bido juramento y homenaje de fidelidad de los de las
islas, y puesto por virey Arnaldo de Eríl, el rey de
Aragón se volvió con su armada á Barcelona. Los de
RuYsellon y de Cerda nía, que están eu los postreros
linderos de España, y eran del rey de Mallorca, fue-
ron molestados con guerra , y les tomaron algunos
pueblos.
En esto sobrevino un cardenal , que el papa envió
por legado á estos príncipes para ponerlos en paz.
üon su llegada cesó por unos pocos días la guerra,
demás que entraba ya el invierno, y no trajeron las
máquinas que eran menester para batir las murallas
de los pueblos. No prestó la diligencia del legado, ni
la autoridad del padre santo. Pasado el invierno, por
abril del año de 1344 se renovó la guerra con mayor
furia ; talaron las mieses , quemaron los campos, las
ciudades y villas unas por fuerza y otras ée grado
fueron tomadas. Algunos de los amigos del rey de
Mallorca le persuadían que era mejor confiarse del
rey de Aragón que no esperimentar sus fuerzas;
otros para muestra de muy fieles y bravos con pala-
bras libres y arrogantes decían que antes monriaD
que consintiesen que se pusiese en roanos de su
enemigo: muéstranse antes de la batalla muy es for-
zados los que á las veces cuando ven el peligro de
cerca suelen ser los mas cobardes. El ánimo del rey
vacilaba congojado con varios pensamientos , tenia
empacho de que pareciese que alguno mas que él
estimase la libertad ; pero espantábale mucho y po-
níale grande miedo el verse con pocas fuerzas, ca no
le quedaba ya otra cosa sino la villa de Perpiuan. ¿Qué
]iodia hacer en aquel aprieto? Engañóle su eüperan-
2a , y las buenas palabras de los terceros: en aquella
duda escogió el consejo mas seguro que honrado. Eo-
vió con don Pedro de Exerica á decir al rey que se
pondría en sus manos , si le aseguraba primero su
libertad y su vida.
Con esperanza pues que le dieron, ó él temerarifl-
mente se tomó de recobrar su reino por la clemencia
Y liberalidad del vencedor, acompañado de sus caba*
fieros y de otros señores de Aragón, y con la segun-
dad que pedía, el mes de julio vino de Perpiñan á la
ciudad de Elna , do el rey de Aragón tenia sus reales.
Llegado delante del rey, íncadas las rodillas le beso
la mano, yle habló en esta manera: «Errado hé, rey
))invencible , yo he errado; pero mi yerro no ha sido
»de deslealtad ni de traición. Lo que se peca por
«ignorancia , la clemencia, vjrlud de reyes y ,tuya
flKTORIA DE ESPAÑA.
409
>)propm , lo debe perdeotr á un rey humilde , parlen-
nte y amigo ^ y que mientras sus cosas le dieron lugar
sacudió á vuestro servicio COD grande afición; y con
Donevos y mayores servicios de aquí adelante recom-
npensará las faltas pasadas. No na sido uno solo el
nyerro que he hecho en este caso, yo lo confieso;
«pero entonces es mas de loar la clemeacia cuando
»liay mayor razón de estar enojado. En lo demás yo
nsoy vuestro , de mí y de mi reino haced lo que fuere
nvuestra merced y voluntad ; espero que usareis con-
»roigo benignamente , acordándoos de la poca esta-
nbilidad y constancia de las cosas humanas.»
A este el rey de Aragón con rostro ledo y engañoso
fe acarició , escusóle su culpa , y le dijo que merecia
ser perdonado por el arrepentimiento que mostraba.
Los nechos fueron bien contrarios alas palabras. Poco
después en una junta de nobles que se hizo en Bar^
celona , le privó del titulo y honra real , y le señaló
cierta renta para que se sustentase. Hallóse burlado
el rey de Mallorca: sintió cuan pesada sea la oaida
de un reino : al fin cavó en la cuenta , entendió que
las palabras blandas d;e don Pedro de Exerica le en-
cañaran, y sus esperanzas. Así si bien se hallaba
desnudo de todos amparos y defensas, trató de reno
var la guerra , pasóse á Francia. Allí primero acudió
al papa Cíe mente, y como en él hallase poco amparo,
con grande sumisión se entró por las puertas del rey
de Francia , causa primera de aquella tempestad , y
eira los gastos de la guerra le vendió el señorío de
empeller sobre que era el pleito, por cien mil es-
cudos de OTO.
El Francés y el papa le recibieron debajo de su
protección y amparo , ayudáronle turde y con tibieza
en fin se hobleron en este caso como suelen los hom
bres en peligro ajeno. Volvió pues á renovar con
^n-an fuña la guerra en las islas y en los estados de
Cerdania j de Ruyselton ; pero no hizo otra cosa sino
acarrearse la muerte. Cinco años adelante en una
bataHa que se dio en Mallorca, fue vencido y muerto
por los aragoneses; este fin tuvieron sus desdichas.
90 cuerpo por mandado del rey de Aragón deposita-
ron en Valencia : sus hijos y los de su hermano don
Fernando , que poco antes del tiempo de la guerra
falleció, en pena del pecado y culpa (si así se puede
llamar) ajena, pasaron su vida huidos , desampara -
dos, presos , sin casa ni sosiego alguno: desgracia
que a muchos pareció injustísima , que los hijos
fuesen primados del derecho del reino por cualesquicr
delitos de sus padres. En el mismo ano que se ganó
Al^ecira , j que el rey de Mallorca fue despojado del
remo, con temeroso y descomunal ruido tembló la
tierra en Lisboa, ciudad que está en la ribera del mar
Océano; y con mucho espanto delas]g[entes tembla*
ron los edíificios y se cayó el cimborio de la iglesia
mayor , principio y presado según se entendió de
otros mayores males. Mono doña Coslanza hiia de
don Juan Manuel , y mujer del infante don Pedro de
Portugal el año siguiente de 1345. Sintieron ella y
el marido menos su muerte porque él trataba amores
con doña Inés de Castro dama muy apuesta que ser-
via á la infanta , y la trataba casi con igual estado
que á su mujer. Lo que fue peor y sacrilego, oue
sacó la misma de pila al infante don Luis hijo de don
Pedro que murió niño, y por el tanto entró en deudo
coa su padre. Quedaron dos hijos de doña Costanza
don Femando y doña María.
CAPITULO XIII.
De las revueltas que bobo en el reino de Aragón.
Co?icLi]iDA la guerra de los moros con la felicidad
que se podía desear, el rey do Castilla libre deste
cuidado pensó de castigar los agravios y desafueros
que en el tempestuoso tiempo de la guerra era nece-
sario hobiese cometido muchos de los juecea y. gran-
des del reino. Junto con esto su mayor deseo era
procurar que á ejemplo de los de burgos y León
asimismo los del Andalucía y reino de Toledo le con-
cediesen las alcabalas de li^s mercadurías que so ven-
diesen. En lo demás lasco&as estaban sosegadas, y
todo el reino con una abundante paz florecía. En el
reino de Aragón resultaron nuevas revueltas, de
que primeramente fue la causa el inquieto j pen'erso
ingenio del rey -de Aragón, que pretendía ensan-
char su reino con trabar unas guerras de otras. Que-
jábase que las fuerzas del reino quedaron enflaque-
cidas , y la magostad real disminuida con las dádivas
y mercedes que sus antepasados indiscretamente hi-
cieron.
Ensoberbecido otrosí con el próspero suceso que
tuvo contra el rey de Mallorca , volvió su enojo con-
tra su hermano carnal don Jaime, que le sintió es-
tar inclinado á compadecerse y tener misericordia
del rey desposeído. Además que á los que señorean,
siempre les son sospechosos á aquellos que están in-
mediatos á la sucesión del estado. Decíase en el reino
que por fuero y costumbre antigua de Aragón era
don Jaime sucesor v heredero del reino : que debían
ser escluidas de la herencia paterna doña Costanza,
doña Juana y doña María hijas del rey, habidas en
la reina su mujer. Por esta razón hecho vicario y
procurador del reino , había ganado las voluntades y
amor de los nobles y del pueblo con su buen térmi-
no , y trato llano y virtuoso sin fraude ni algún mal
engaño. Llamóle el rey un día, mandóle dejar el
oficio de procurador.
Desta manera arrebatadamente y sin consejo se
hacían todas las demás cosas , mayormente que por
este tiempo, que corría el año de nuestra salvación
de 1346 , murió la reina de Aragón , mujer de santí-
simas costumbres , y por el mismo caso desemeja-
ble de su marido : falleció cinco días después que
parió un niño que vivió tan solamente un día , con
que el reino tuvo un breve contento , destemplado en
mucho pesar. Sepultóse el cuerpo desta señora en
Valencia en la iglesia de San Vicente^ sí bien ella se
mandó enterrar en Poblóte, entierro antiguo de
aquellos reyes. Para que el rey tuviese hijo varón
con que se evitasen muchas revueltas en el reino,
luego se trató de volver á casarle : para este fin en-
viaron embajadores al rey de Portugal á pedirle á su
hija doña Leonor.
Deseaba su hermano don Fernando casarse con
aquella infanta, confiado en el favor de su tío el rey
de Castilla , y por estar él en la flor de su juvenil
edad. Venció como era forzoso en esta competencia
el rey de Aragón. Ayudó para ello primeramente don
Juan Manuel , que por ser enemigo de doña Leonor
de Guzman . y por el mismo caso también del rey de
Castilla, toaa su voluntad tenia puesta en la del rey
de Aragón y en agradarle. Asi procuró y concluyó de
casar á su nijo don Fernando con doña Juana príma
hermana del rey de Aragón , y hija de don Ramón
Berenguel : con que quedaba emparentado con tres
casas reales en parentesco muy estrecho , y por esto
era el mas poderoso de los grandes del reino.
Los nobles de Aragón y de Valencia juntamente
con el pueblo se comenzaron á alborotar: conjurá-
ronse todos de guardar su libertad , mirar por sus
fueros , y si menester fuese , defenderlos con las ar-
mas. Tomaron por ocasión de este alboroto la fuerza
que á don Jaime conde de Urgel se hizo para que de-
sistiese y se apartase del derecho de la sucesión , y
procuración del reino , y que se hacían leyes y nu-
olicaban edictos en nombre de doña Costanza hija
del rey de Aragón, como si ella hobiera de serla su-
cesora y heredera del reino. Señalaron y nombraron
por conservadores de la libertad á Jimeno de Urrea ,
Pedro Coronel, Blasco de Alagon y á don Lope de
im
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
Luna f qae era el mas principal de los nombrados
Sor tener el señorío de Segorve, y estar casado con
oña Violante tia del rey. Hicieron cabeza de todos,
como era necesario , á don Jaime conde de Urgel * y
llamaron de Castilla (donde residían con su madre
por no confiarse del rey de Aragón ) á sus hermanos
don Fernando y don Juan con muchas cartas y em-
bajadas que les enviaron , con que ellos se determi-
naron de ir á Aragón : llevaron consigo quinientos
hombres de á caballo, que les dio para su guarda su
tío el rey de Castilla.
El rey de Aracon no ignoraba que las fuerzas del
pueblo alborotaaas son furiosas en los principios,
mas que después con el tiempo y la dilación se
amansan y enflaquecen. Procuró hacer cortes en
Zaragoza, en que para aplacar el pueblo, mas qué
por hacer el deoer con sincera voluntad, restituyó á
su hermano don Jaime la procuración del reino, y
dado por ninguno lo que primero tenia decretaao,
fue declarado por heredero y sucesor del reino. Con
«sto se volvieron á pacificar y sosegar las cosas ; pero
con la muerte que luego sucedió á don Jaime , se
nñubló la luz que comenzaba á resplandecer. El rey
de Aragón por dar priesa á sus bodas se fué á Bar-
celona, ca tenia mandado llevasen alli su esposa los
que la traían de las últimas partes de Portugal. En
aquella ciudad de Barcelona luego que alli llegó, fa-
lleció el ya dicho conde de Urgel de enfermedad en
iin del año de 1347; fue fama que le ayudaron con
yerbas que le dieron, y que le vino este mal por la
sospecha que del se podía tener de que se quería
alzar con el reino. Celebraron las bodas sin ninguna
señalada solemnidad por estar todo el re'no triste
con la muerte y luto de don Jaime , y por la tempes-
tad de revueltas que temían se les armaba. Enterróse
su cuerpo en la misma ciudad en el monasterio de
San Francisco.
Los hermanos don Fernando y don Juan, que
acabadas las cortes se tornaron á Costilla , comuni-
cado el negocio en Madrid con su madre y con el rey
su tío , se hicieron cabezas de los pueblos amotina-
dos; ayudóles el rey de Castilla con ochocientos
caballos. Con tanto don Fernando se fue á Valencia,
y don Juan á Zaragoza. Su madre en Cuenca y en
Requena , en que lo demás del tiempo residía , espe-
raba en que pararían estas alteraciones con grande
cuidado de la salud de sus hijos. Enviáronse los re-
yes sus embajadores: de Castilla Fernán Pérez Por-
tocarrero para hacer las amistades entre los herma-
nos : de Aragón vino por embajador Muñoz López de
Tauste á quejarse de agravios , y á rogar que no se
les diese ningún favor ni ayuda á los rebeldes. Otor-
gósele que el capitán Alvar García de Albornoz hi-
ciese en Castilla seiscientos hombres de á caballo á
sueldo del rey de Aragón ; el cual rey no sin nota y
menoscabo de la magestad real casi como quien pide
perdón se fue á Valencia poco menos que á ponerse
en manos de los conjurados: asi se vio en términos
de que le perdiesen el respeto y le maltratasen.
Los del rey y los del pueblo , como gente desave-
nida, los unos no se fiaban de los otros, antes se
miraban ala cara, notábanse las palabras y sem-
blantes del rostro, y con afrentas y malas palabras
que se decían, parece buscaban ocasión do revolverse
y venir á las manos. Llegó el pueblo á alborotarse y
n tomar las armas, y con ellas en las manos entraron
con furioso ímpetu y violencia en el palacio real con
grande miedo de los cortesanos y de la gente de pa-
lacio. Llegó la cosa á términos que el rey de necesi-
dad bobo de subir on un caballo, y aventurarse á
ponerse en medio de la gente alborotada para que
con sus palabras y presencia se apaciguase. Conce-
dióse al mfante don Fernando que durante la vida
del rey fuese procurador del reino , y después de la
muerte le sucediese en él; y que las hijas quedasen
escluidas de la sucesión. Eran estos conciertos saca-
dos por fuerza ; y por esta razón se entendía que no
serian firmes , ni durarían mucho.
Ido el rey don Lope de Luna que ya se pasara á su
servicio, no dejó las armas, antes á los conjurados
les era un importuno y molesto enemigo, disimulán-
dolo primero el rey , y después mandándoselo. Tenía
sus gentes y reales en Daroca y su tierra. Don Fer-
nando por impedir los intentos de dou Lope partió
de Zaragoza con quiuce mil hombres parte de á ca-
ballo y parte de á pié. Sentó su real cerca d(^ Epila é
la ribera del río Jalón: no pudo tomar el pueblo por-
que era fuerte, quemó los campos y las mieses , que
las querían ya segar: sobrevinieron en esto los del
rey, pelearon á banderas tendidas: los conjurados
por ser gente popular, y mas pira hallarse en albo-
rotos y sediciones que para pelear en batalla reñida,
fueron vencidos y desbaratados.
Murieron en la batalla don Jimeno de Urrea y otros
hombres principales, y su capitán don Fernando
fue preso con una herida en la cara; mas el capitán
Alvar García de Albornoz, á quien le dieron eu guar-
da, le soltó y dejó ir libre á Castilla. Podíase temer
cualquiera cosa de la severidad del rey su hermano,
que debió ser la ocasión de soltalle. No se sabe si se
hizo esto sin que lo supiese don Lope de Luna , ó si
lo disimuló mudada de parecer y trocado de voluntad,
como ordinariamente suele acontecer en las guerras
civiles. Bien se mostró quedar el rey satisfecho del,
pues en premio de lo bien que en aquella guerra le
sirvió , para honrarle le dio título de conde de Luna,
cosa nueva y poco usada en Aragón. Después desta
victoria todo en Aragón quedó llano al rey ; y asenta-
da la paz en Zaragoza , totalmente se deshizo la anión
y liga de los conjurados de suerte que no se oyó mas
su nombre. La sucesión del reino se confirmó á don
Fernando : amplióse la autoridad del justicia de Ara-
gón , con cuyo oficio por ley antigua del reino se
prevenía que el rey no pudiese quitarles su libertad.
Esto pasaba en Aragón el año de 1348 de nuestra
salvación. Este año una gravísima peste maltrató
primero tas provincias Orientales , y aellas se derra-
mó y se pegó á las demás regiones, como á Italia,
Sicilia , Cerdeña y Mallorca , y después á todos los
reinos y ciudades de España. Eran tantos los que mo-
rían , que se halló por cuenta en Zaragoza ( 1 ) que en
el mes de octubre morían cada dia cien personas:
como era una infección del aire, el curar los enfer^
mos y tocarlos estendia mas la enfermedad por pe-
garse el mal á muchos ; por donde los heridos ó se
quedaban sin que hobiese quien los quisiese reme-
diar, ó si los intentaban curar ^ daba luego la misma
dolencia á los que se llegaban cerca del enfermo , y
á los que le curaban. El ver tantos enfermos y muer-
tes había ya endurecido de manera los corazones de
los hombres que no lloraban los muertos, v se deja-
ban los cuerpos ñor enterrar tendidos en las caÜes.
Desta peste y de su fiereza escribió largamente en
sus epístolas Francisco Petrarchá hombre deste
tiempo señalado en letras , majrormente en la noesía
en lengua toseana. Era grandísima lástima ver lo que
pasaba en todos los pueblos y ciudades de España.
La nueva reina de Aragón doña Leonor sin dejar hi-
jos murió por este tiempo en Exerica , donde se re-
tiró el rey por miedo de la peste: su cuerpo sepol-
taron en el mismo lugar sin pompa ni aparato real.
Con su muerte quedo el rey libre para poderse casar
tercera vez mas dichosamente que las pasadas , por
los hijos que deste matrimonio tuvo. No se sosegaban
ios conjurados. Hizo el rey á los alterados de Valencia
en general guerra, y en particular justicia de mu-
(1 ) Zurita no habla d¿ contagio en Aragoa, sioo en Va-
lencia ; T por esta razun el rev que i la »izoa se hallabí en
esta ciudad , se fue al reino de Angoo.
HISTORIA DE ESPATtA.
601
chos después de habida la victoria : con el rigor y
grandeza del castigo pretendía espantar á los demás,
y que tomasen escarmiento y supiesen que no se
debe temerariamente irritar la cólera é Indigaacion
de los reyes.
CAPITULO XIV.
Que se apaciguaron las discordias entre los caballeros
de Calalrava.
Los caballeros de Castilla de la orden de Cala trata.
y los de Aragón de la misma orden tenian entre si
grandes diferencias y scimas; en lugar de uno eli-
gieron y tenian dos maestres , uno en Calatrava,
otro en Alcanices. La cosa pasó desta manera. Don
Garci López , maestre desta religión mas de veinte
años antes deste en que vamos , fue acusado de gra-
vísimos delitos y de traición : oponíanle que siendo
el rey menor de edad, robó el reino, y hizo muy
poco caso de su religión y orden , de que en ellos se
siguieron innumerables danos y desórdenes. Forestas
y otras cosas le citaron para aue pareciese delante
(Aeí rey don Alonso de Castilla , y respondiese á lo
que se le imputaba: do quiso parecer, antes se fué
á Aragón ó por miedo de ser castigado como merecia,
y le acusaba su conciencia , ó lo que es mas de creer,
con temor de las cautelas y potencias de su9 enemi-
gos , ca los que le causaban , ernn los mas poderosos
y mas ilustres de su orden. Esta fue la principal causa
y principio de las diferencias y contiendas que tanto
después duraron.
Con el favor del rey de Aragón don Garci López
residía en Alcaiíices pueblo de lu órdon , y allí con-
servaba su autoridad. Ejercitaba el oGcio de maes-
tre , no obstante que á instancia del rey de Castilla
fuera condenado en rebeldía y privado del maeslraz-
eo. Eligieron en sn lugar á don Juan Nuñez de Prado,
de quien era fama y se decía que era hijo no legitimo
de doha Blanca tia del rey de Portugal , y abadesa
del monasterio de las Huelgas de Burgos. Los abades
de la' orden del Cistel, que por instituto antiguo
tenian poder de visitar esta religión , aprobaron y
confirmaron la elección del nuevo maestre. Los freí-
les y caballeros aragoneses no se quisieron rendir ni
obetiecerle, antes muerto que fue don Garci López,
sustituyeron en su lugar á don Alonso Pérez de Toro,
coya elección de su voluntad , ó porque para ello
fue inducido y engañado , conñrmó Arnaldo abad de
Morímonte en la Francia , á quien de oficio coitapetia
hacer semejante ratificación. Intentóse muchas ve-
ces de concordar estos caballeros , que ambas parles
veían serles muy dañosa su división. Sobre esta ra-
zón los reyes se enviaron diversas embajadas que no
tuvieron hasta este tiempo efecto olguno, cuando
por muerte de don Alonso Pérez eligieron los de Al-
cañices á don Juan Rodríguez. Antes que esta pos-
trera elección se conCrmase , á instancia de los reyes
de Castilhi y de Ara^n en Zaragoza , do á la sazón
se hacían cortes , se juntaron amóos maestres y mu-
chos caballeros de ambas naciones.
Litigada la causa, el rey de Aragón como juez ar-
bitro que era , cerrado el proceso, por lo que del re-
sultaba sentenció conforme á las pretensiones y mé-
ritos de Castilla. Hizose otJK^i con<:títucion que de
allí adelante fuese habida por verdadera y canónica
elección de maestre la que hiciesen aquellos caballo
ros en Caiatrava: á don Juan Rodríguez se le quitó
el oficio y el titulo de maestre, y en recompensase le
dio la encomienda mavor de Alcañices con jurisdic-
ción sobre todos los freyles y caballeros de Aragón;
y aun se proveyó que el maestre no pudiese proveer
cosa alguna tocante al comendador major y los caba-
lleros aragoneses mientras durase la vjda de los pre-
sentes, SI no fuese con consejo de los abades de
Poblete y de Yeruela. Prevenían con esto que por
envidia v emulación no se les hiciese algún agravio:
En esta forma se concordaron los caballeros de Caia-
trava y las divisiones que entre si tenían , se acaba*
ron en veinte y cinco del mes de agosto. Los juicios
de los hombres son varios : muchos fueron de pare-
cer v murmuraban que en estas cosas no se procedió
conforme al punto y rigor de derecho , sino por res-
peto y á voluntad del rey de Castilla.
En este mismo tiempo don Luis conde de Clara-
monte hijo de don Alonso de la Cerda , á quien lla-
maban el desheredado, ponía en orden una armada
en la ribera de Cataluña con licencia y ayuda del rey
de Aragón , y por concesión del papa que dos años
antes le adjudicara las islas de Canana , llamadas
por los antiguos Fortunadas. Dióle aquella conquista
el sumo pontífice con titulo de rey, y que como tal
hizo un solemne paseo en Avlñon. Púsole por con-
dición que aquellas gentes bárbaras hiciese predicar
Id fe de Cristo. Será bien , pues esta ocasión se ofre-
ce , decir algo del sitio , de la naturaleza y del nú-
mero de estas islas, y en qué tiempo se hayan in-
corporado en la corona de los reyes de Casulla. A|
salir de la boca del estrecho de Gibraltar en el mar
Atlántico á la mano izquierda caen estas islas. Son
siete en número , estendidas en hilera de Levante á
Poniente, Leste, Oeste, veinte y siete grados apar-
tadas de la línea equínocial.
La mayor destas islas llámase la Gran Canaria,
dellalas demás lomaron este nombre de Canarias.
El suelo de la tierra es fértil para pasto y labor, hay
en ellas tan grande multitud de conejos , que se han
multiplicado de los ^e de tierra firme se llevaron,
que destruyen las vinas y los panes de suerte que ya
les pesa de haberlos llevado. En la isla que llaman ciel
Hierro, no hay otra agua de la tierra, sino la que se
destila y ragaía de las hojas de un árbol , que es un
admirable secreto y variedad de la naturaleza. Es
cierto gue don Luis , á quien por esta navegación
que quiso hacer, llamaron el infante Fortuna, nunca
pasó a estas islas : sí bien tuvo la conquista deltas , y
la armada aprestada para irlas á conquistar, las guer-
ras de Francia se lo estorbaron y la oatalia que Phi-
lipe rey de Francia perdió por estos tiempos junto á
Cresiaco. Como cincuenta años adelante los vizcaínos
y andaluces , repartida entre sí la costa , armaron
una flota para pasar á estas islas con intento de ha-
cer á los isleños guerra á fuego y á sangre , mas por
codicia de robarlos que por allanar la tierra. Una gran-
de presa que trujeron de la isla de Lanzarote , puso
gana á los reyes de conquistarlas, sino que después
ocupados en otras cosas se olvidaron desta empresa.
Pasados algunos años, Juan Bentacurto de nación
francés volvió á hacer este viaje con licencia que le
dio el rey de Castilla don Enrique Tercero deste nom-
bre, con condición que conquistadas quedasen deba-
jo de la protección jr homenaje de los reyes de Casti-
lla. Ganó y conquistó las cinco islas menores : no
fmdo ganar las otras dos por la muchedumbre y va-
entia de los isleños que se lo defendió. Envióse á
estas islas un obispo llamado Mecul : el obispo y
Menaute heredero de Bentacurto , no se llevaron
bien , antes tenian muchas contiendas , de tnl guisa
que estuvieron á punto de hacerse guerra. El Francés
solo miraba por su interés : el obispo no podía sufrir
que los pobres isleños fuesen maltratados y roba-
dos sin temor de Dios, ni vergüenza de los hombres.
El rey de Castilla avisado deste desorden envió
allá ál^edro Barba que se apoderó destas islas. Este
después por cierto precio las vendió aun hombre
principal llamado Peraza , y deste vinieron á poder
de un tal Herrera yerno suyo, el cual se Intituló rey
de Canaria, mas como quier que no pudiese conquis-
tar la Gran Canaria ni á Tenerife , vendió las cuatro
destas islas al rey don Fernando el Católico , y él se
quedó con la una llamada Gomera , de quien se in-
602
BlBLlOreCA DE GASPAR t BOtC.
Ululó con«)6. El rey don Fernando , que entre los
reyes de España fue el mas feliz , valeroso sin par,
envió diversas veces sus flotas á estas islas , y al fin
las conquistó todas , y las incorporó en la corona real
de Castilla. Volvamos á lo que se ha quedado atrás.
En el año de i 349 doQa Leonor hermana raavor de
don Luis rey de Sicilia» nieto que fue de Federico,
Jen su menor edad sucedió al re? don Pedro su pa-
re , casó con voluntad de su macfre y en vida del rey
su hermano con el rey de Aragón. Llevada á la ciu-
dad de Valencia , se celebraron las bodas con gran
regocijo y fiestas de todo el reino.
CAPITULO XV.
De la muerte del rey don Alonso de Castilla.
Levantáronse en este tiempo grandes revolucio-
nes en África causadas por Abohanen , que conforme
á la condición de los moros , y por codicia de reinar,
atropellado el derecho paternal , y no escarmentado
con la muerte de su hermano , se rebeló contra su
padre Albohacen, y se alzó en África con el reino de
Fez , y en España se apoderó de Gibraltar y de Ron-
da , y de todhs las demás tierras que á los reyes de
África en España quedaban, y puso en ellas sus guar-
niciones de soldados. Hacia cargo á su padre que por
su descuido y cobardía con grande menoscabo y
mengua del nombre africano sucedieran las pérdidas
y desastres pasados: decía que si á él quisiesen lle-
var por guia y capitán , vengaría las injurias rece-
bidas y tomaría emienda de aquellos daños. Con estas
persuasiones el vulgo , amigo de novedades , se le
arrimaba por el vicio general de la naturaleza de los
hombres ; y mas por la liviandad y ligereza particu-
lar de los africanos en guien mas que en otras gentes
reina esta inconstancia, esperaban que las cosas
presentes serian mas á propósito y de mayor como-
didad que las pasadas.
Estas revueltas de los moros parecía á los nuestros
que les daban la ocasión en las manos para hacer su
hecho, si no estuviera de por medio el juramento c-on
que se obligaron de tener treguas por diez años. Sin
embargo lus mas prudentes juzgaban que por ser ya
otro el rey, diferente de aquel con quien asentaron las
treguas, quedaban libres de la jura. El deseo de re-
novar la guerra y de conquistar á Gibraltar los acu-
ciaba, cuya fortaleza les era un duro freno para que
sus intentos no los pudiesen poner en ejecución. El
cuidado de proveerse de dineros tenia al rev congo-
jado, bien que no perdía la esperanza que ef reino le
ayudaría de buena gana, por estar descansado con la
paz de que ya cinco años gozaba. El vehemente de-
seo que todos tenían de desarraigar de España á sus
enemigos , velo con que muchas veces se mueve y en-
gaña el pueblo , los animaba á servir de buena g»)na
y ayudar estos intentos. PubUcáronse cortes para la
villa de Alcalá de Henares: llamaron á ellas muchas
• ciudades del reino que no solían ser llamadar. Las
del Andalucía , y de la Carpetaola , hoy reino de To-
ledo , por la mayor parte solían ser libres de las car-
gas de la suerra como quier que hacían frontera á ios
moros y día necesidad grandes gastos para defender-
les la tierra. Al presente en esta ocasión (con color
de honrarlos) se dejaron llevar: pretendían con gran-
de fuerza que á imitación de los de Castilla y de León,
como repartida entre todos la carga , pechasen alca-
hala de todas las cosas que se vendiesen.
Entre las ciudades que se iuntaron en estas cortes,
los procuradores de la ciudad de Toledo alegtrban que.
debían tener el primer lugar y voto. Los de Burgos,
si bien la causa era dudosa , como estaban en pose-
sión resistían valientemente y pretendían ser en ella
amparados. Alegaban en favor de Toledo Ja grandeza
de ía ciudad , su antigüedad , su nobleza : la santi-
dad de su famosísima iglesia, la magostad y autori-
dad de su arzobispo, que tiene primacía sobre lodos
los prelados de España , los hechos vaierosos de sus
antepasados: demás que en tiempo de los godos era
la cabeza del reino y silla de los reyes , y Dooderoa-
mente se le diera título de imperial. Decían ansí mis-
mo parecía cosa injustísima y fuera de razón que
hobiese de reconocer mayoría á ninguna ciudad
aquella á quien Dios y los hombres aventajaron y la
misma naturaleza, que la puso en el corazón de Es-»
paña en un lugar eminentísimo, en que se dividen y
reparten las aguas : que si no le daban la autoridad y
lugar que se le debía, no parecería á todos sino que
la llamaron á las cortes para liacer baria della , y
desautorizalla : si la razón que Burgos alegaba tenia
fuerza, la misma militaba por las demás ciudades
del reino; y que á aquella cuenta no le quedaba á
Toledo sino el postrer lugar, y auna merced, si se le
quisiesen dejar: que tocaba á todos ; era comon la
causa de Toledo : así Ja deshonra que á ella se liicie-
se , manchaba y desautorizaba á toda España.
Los de Burgos se defendían con la preeminencia
que tenían en Castilla, en que poseían el primer lu-
gar de tiempo muy antiguo. Decían que contra esta
posesión no era de importancia alegar actos ya olvi-
dados y desusados , y que si la competencia se lleva-
ba por vía de honra, ¿de donde se aió principio para
restaurar la fe, y avivar las esperanzas de echar á
los moros de España? por esto con mucha razón era
Burf^os la silla y domicilio de los primeros reyes de
Castilla: no era justo quitalles en la paz aquel lagar
que ellos en la guerra ganaron con mucha sangre
que sus antepasados derramaron; demás que sin su-
(iciente causa no se le podían derogar I03 privilegios
que los reyes pasados le concedieron. Los grandes en
esta competencia andaban divididos , según que te-
nían parentesco y amistades en aljjuna de las dos
ciudades, (lombradamente favorecía á Toledo don
Juan Manuel, y á Burgos don Juan Nuñez de Lara;
los unos no querían conceder ventaja á ios otros.
Después que se bobo bien debatido esta causa , se
acordó y tx>mó por medio que Burgos tuviese el pri-
mer asiento y el primer voto , y que á !os procurado-
res de Toledo se les diese un lugar apartado de Jos
demás enfrente del rey, y que Toledo fuese nombra-
do primero por el rey desta manera: ro hablo pok
TOLEDO. T HARÁ LO QCE LE MANDE: BABLE BURGOS. Cott
esta industria , y esta moderación se apaciguó por
entonces esta contienda; traza que hasta nuestros
tiempos continuadamente se ha usado y guardado:
así acaece muchas veces que los debates populares
se remedian con tan fáciles medios como lo son sus
causas. Diez y ocho ciudades y villas son lasque sue-
len tener voto en las cortes : Burgos . Soria , Segó na.
Avila y Yailadolid : estas en Castilla la Vieja. Del
reino de León es la primera Ja ciudad de León , des-
pués Salamanca, Zamora y Toro. De Castilla la Nueva,
Toledo, Cuenca , Guadala lara , Madrid. Del Andalucía
y de los Contéstanos Sevilla, Granada , Córdoba, Mur-
cia , Jaén. Entre todas estas ciudades Burgos, León,
Granada, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén y Toledo
por ser cabeceras de reinos tienen señalados sus
asientos y sus lugares para votar conforme á la ór-'
den que están referidas : las demás ciudades se sien-
tan y hablan sin tener lugares señalados , sino como
vienen á las juntas y cortes. En las cortes de Alcalá
consta que se hallaron muchas mas villas y ciudades,
porque el rey para ganar las voluntades de todo el
reino , quiso esta honra repartirla entre muchos, y
tenerlos gratos con este honroso regalo.
Pidióse en estas cortes el alcabala. Al prindnio no
se quiso conceder : las personas de mas pruaencia
adevinaban los inconvenieates que después se podían
seguir: mas al cabo fue vencida la constancia de k»
que Ja Gontradecían , principalmente que se allanó
Toledo si bien aJ principio se estrauaba de conceder
mSIORlA DE ESPAÑA.
im
nuevos tríbulos. El deseo que tenia que se renovase
\d guerra , y la rneugua del tesoro del rey para poder
Ifr sustentar la hizo consentir coa las demás ciudades.
Concluido esto, de común acuerdo de todos con in-
creíble alegría se decretó la guerra contra los mwos,
y para eHa en todo el reino m hizo mucha gente, y
se proveyeron de armas, lanzas, caballos, bastímen*
los, dineros y todo lo al necesario. Juntado el ejército
fueron al Andalucía, i^entaron sus reales sobre Gi^
braltar; cercáronla con grandes fosos y trinchóos y
muchas máquinas que levantaron. La villa se hallaba
bien apercibida para todo lo que le pudiese acaecer,
tenia hechas nuevas defensas y fortificaciones, muy
altas murallas con sus torres, saeteras, traviesis,
troneras á la manera que efBtonces usaban muchos
y basaos soMados de guarnición; que á la fama del
cerco vinieron mochos mopos de Afriea.
Paesto el caree, se quemaron y denibaron muchas
casas de placer, y se talaron'ydesiruyeron muy delei'
tosas huertas y arboledas que estaban en el contor-
no de hi cívdad, por ver si los moros mudaban {)a-
recer y y se rendían pcM* escusar el daño que recebian
en san haciendas y heredades^ Batieron los muros
con las máquinas militares, lios moros se deíendian
con ^nde esfuerzo con piedras, fueao y armas que»
arrojaban sobre ios contrarios. Todavía les dieron tal
priesa (pie los moros comenzaron poco á poco á des*
mayar, y i perderla esperanza de poder sufrir el
ceroo niáeiender el pueblo: no eneraban ser socor-
ridos por las alteraciones que todavía continuaban
en A.frÍGa. Los que mas desfallecían eran los ciudada-
nos , con temor que si el pueblo se tomase por
fuerza^ por ventura no les querrían dar ningún par-
tido ni perdónanos ; mas ios soldados que tenían en
su defensa, no tenían tanto cuidado de lo que podría
después' suceder. Gastábase el tiempo t y el cerco se
alargaba.
£n esto ciertos embajadores que el rey de Castilla
antes enviara al rey de Arag[on para rogalle aue le
ayudase ea esta guerra , y hiciese paces con él , vi-
nieroQ á los reales^ y en su compañía Bernardo de
Cabrera ^ que en aquellos tiempos era tenido por va-
riHi sabio y grave : por esta causa el rey de Aragón
le sae6 de so casa, en que can deseo de descansar se
retirara, para U administración de los negocios pú-
blieo& An por su consejo principalmente gobernaba
el reino, por donde át necesidad de muchos era en-
vidiadcL. €on su venida, ¡que fue en veinte y nueve de
agosto, se hizo pai«y alianza entre los reyes con es-
las capitulaciones: -que la reina doña Leonor y sus
hijos Aobiesen pacífica y enteramente todo aquello
que el rey so marido y padre les mandó por su tes-
tamento: el rev de Castilla, cumplido esto; no les
daría níngan mvor ni ayuda para que levantasen
nuevas revueltas en Aragón. Hecha la paz, envió el
rey de Aragon^liatrocientos ballesteros con diez ga-
leras^ cuyo capitán era Raimundo Villano.
Doña Juana reinado Navarra,, que después de la
moerle de su marido se qoedó en Francia y vivió por
espado de cinco años, murió en lu villa de Confiaos
puesta á la junta de los rios Oyse y Secuana, enseis
de ootobre: enterráronla es el monasterio de San
Dionisio junto al sepulcro de su padre el rey Luis Hu-
tín. Fue esta señora de santísimas costumbres y di-
chosa ettleoerjttueiios hijos. Dejó por sucesor del
reino á Garlos f n hijo de edad de diez y siete años.
Quedáronle otros Íes menores/don Philipo y don Luis,
el qae hobo después en dote el estado y señorío de
Doraie: tuvo otrosí estas hijas , las infantas Juana,
Marja^ Bianca y doña Inés, que con el tiempo casa-
ren con grandes prlacipes: la mayor con el señor de
Roan, k segunda con el rey de Aragón, y con la ter-
cera en el postrer matrimonio se casó Philipo de Ya-
loesrey de Francia: la menor de todas fue casada
con ef coade de Fox . En está sazón era vjrey de Na-
varra un caballero francés llamado móssen Juan áe
Gonñens.
Volvamos al cerco de Gibraltar. Los nuestros esta-
ban con esperanza de entrar el pueblo , sino que las
grandes fortíGcaeiones y reparos que habían hecho
los de dentro , la fortalcEs de los muros les impedía
que no le tomasen. Los moros de Granada daban mu*
chosrebatos en los reales, y parab&n celadas á los nües -
tros, y cautivaban á los que se desmandaban del
ejército. Salían muchas veces los soldados de la ciu«
dad á pelear, y hacíanse muchas escaramuzas y zala-
gardas. El cerco atenían en este estado, cuando una
grande peste y mortandad que dio en el real de ios-
fieles desbarató todos sus désenos: morían cada día
muchos , y faltaban; con esto hi alegría que antes so^
lian tener en los reales, toda se convirtió en tristeza
y lloro, y descontento : tan grande es la inconstan-
cia de las cosas. Don Juan de Lara y don Hernando
Manuel, que por muerte de su padre era señor de Yi-
llena, eran de parecer y instaban que se levantase
el cerco y se fuesen, ca decian no ser la voluntad de
Dios <}ue se tomase aauella villa , y que por ser en
mal tiempo d^l año, el perseverar en el cerco seria
yerro perniciosísimo y mortal, especialmente que al
cabo la necesidad los forzaría á que se fuesen: q^ue
era locura estarse allí con la muerte al ojo sin. nin-
guna esperanza de hacer cosa de provecho.
Movíanle also estas razones al rey,, mas con el de-^
seo que tenía de salir con la demanda y ganar la villa
que en su tiempo se perdiera,y con kt esperanza que
tenía concebida , y el ánimo grande por los buenos
sucesos pasados, se animaba y proseguía el cerco.
Decía que los valerosos y de granas eorason peleaban
contra la fortuna y alcanzaban lo que pretendían, y
los cobardes en el miedo perdían las buenas esperan-
zas: que pues la muerte no se escusa, ¿dónde mejor
podía acabar que en este trance , y pr*' tensión un
nombre criado desde niño en la guerra? ¿y en qué-^
empresa mejor podía hallar la muerte á un cristia-
no, que cuando procuraba ampliar y defender nues-
tra santa fe y católica religión? E^ta constancia ó
pertinacia del rey fue mala, dañosa y desastrada.
Alcanzóle lámala contagión: dióle una landre de que
murió en 26 de marzo del año de 1350, el primero en
gue por constitución del papa deméntese ganóeL
jubileo de cincuenta en cincuenta años , que de an •
les se mandó ganar de ciento en ciento,
Fue asimismo señalado este año por la muerte de
Philips rey de Francia. Sucedióle su hijo Juan , rey
de suDÜme y generoso corazón, sin doblez ni alguna
viciosa disimulación : tales eran sus virtudes, los
grandes infortunios que á él y á su reino acontecie-
ron le hicieron délos mas memorables. Esteñn tuvo
don Alonso rey de Castilla, Undécimo deste nombre,
muy fuera de sazón y antes de tiempo á les treinta y
ocho años de su edad: si alcanzara mas larga vida,
desarraigara de España las reliquias que en ella que-
daban de los moros. Pudiérase igualar con las mas
señalados príncipes del mundo así en la grandeza de
sus hazañas como por la disciplina militar y su pru-
dencia aventajada en el gobierno, si no amancillara
Jas demás virtudes, y las escurecierala incontinen-
cia y soltura continuada por tanto tiempo. La afi-
ción que tenia á la justicia y su celo, á las veces
demasiado, le dio acerca del pueblo el renombre que
tuvo de Justiciero. Por la muerte del rey su gente se
alzó á la hora del cerco. Llevaron su cuerpo á Se-
villa, y allí le enterraron en la capilla real. En tiem*
po del rey don Enrique su hijo le trasladaron á Cór-
doba, según que él mismo lo dejó mandado en su
testamento.
Los moros dado que los tenía él cercador , reve-
renciaban y alababan la vif tud del muerto en tanto
grado que decían no quedar en el mundo otro seme-
jante en valor, y las demás virtudes que pertenecen
S04
i on^an principe: y couio quiw ijua teniín i gran
(licha verse libres del aprieto en que los [eoia piMs-
toB , DO acometieron á los que se partían, ni leí qui-
aieroB hacer algua eslprbo ni eaojú. En ealecerco no
se halló el arzobispo don Gil Albornoi, por «entura
por estar ausente de España; por \ci menos se hulla
que al Tin deste nno 6 diez j ocho de dldembre le
cria cardenal el papa Clemente, que tenia bien cono-
cidas sus partes desde el tiempo que fue á Francia á
solicitar el subsidio ya dícbo. Lorenzo de Padilla dice
que etta fue la causa de renunciar el arzobispado
BIBLMTECA DB GASÍAB r KOW.
Sor ser i la verdad inoompalibles eutonces aquellas
os dignidades; v que en su lugar fue puesto don
Gómalo Cuarto , oeudo suyo , déla casa , apellido y
Dombrede los Carrillos. Otros quieren que el
de dpn Gil se llaraú don Gonzalo de Aguilar , obispo
Don Pedro i it Ciiiill».
tfoB fue primero de Cuenca á la verdad como quier
queae jlaniaae, so pontiricado fue breve, ca gnbernú
la igloiia de Toledo comn tres años y no mas. fue
prelado de prendas y de valor.
CAPÍTULO X\l.
rahne matam t doña Leonor de Gainwn.
SKtikiMNiiiv en Caalilla bravos torbelliuos, furiosas
tempestades, varios acaecimientos, cruelesysan-
grientas gnems, engaños ,lnictimai, destierros,
muertea sin número y sia cuento, muchos ^nndfs
smores vi oten la mea le muerlos, mucliaa {tuerra* ci-
viles, ningún euldado (le las cosas sagradla ni [Hi^
fanas: todoí estos desórdenes, si por culpa del nuevo
rev, si de los grandes, iro se averigua. La común
opinioD carga al rey tautoque el vulgo le di6 nimbre
de Cruel. Buenos autores gran parle destvs desór-
denes la atríhtiyená ladeatemplantadekts gramlea,
que en todas bis cosas buenia y malas no resp^lo
(le lo justo seguían «u apetito, codicia y ambición
tan deaenlrenBdB,queoblicúal rey ano dejar sus es-
cesoa sin castigo.
La piedad y mansedumbre da los principa no so-
lameMe depende de su condición y coriumbreg, rinu
aslminno de las de los subditos. Con sufrir y com-
placer a los que manditi , á las «ecea ellos w mnil-~
rao y se hacen tolerabIvK ; verdad es que la virtuJ si
e£déaiicli(da,sueloser tenida por viciosa. A los re-
yes al tanto conviene usar i sus Uentpoa de clemen-
cia con los culpados, y les es neceaiu'ie disimular y
confórmase con el tiendo para no ponerse en nece-
sidad de esperimeular con su daño cuin grantlM
sean los fuerzas de la mucliodumbrc ircíluda , como
le avino al rey don Pedro. ¿De qué aprovecha querer
sanar de repente lo que en largo tiempo eiileriuó?
¡ablandar lo que eaiacon Is vejez endurecido , aiu
ninguna espennza de provecho y con peligro cier-
to del daño? Us cesas pasadas (dirá alguno) mejnr
se pueden reprehender, que emendarni corre^jir;
es asi , pero también las reprehensiones de los ma-
lespasados deben servir de avíswálosquedMpucí
de nos vendrán para que sepan regir j gobernar su
vida. ■ , . ,
Mas antes que se venpa d contar cosos lan grandes
seríi necetarm decir primero en qué estado se btlla-
ba la república qué cundiciooes, qué costumbres.
que re tafen en el reino sano y entero , quí enfo-mu y
de cnncerlsdo Luoku que murió el rey don Al.inio.
íu biio don P*dro, hsbídocn sulehltiniami>ier,cotoo
era raíon fue en los mismos realeí apellidaito por
rev SI bien no tenia mas de quince sñus y &iete me-
sei V estaba ausente en Sevilla do se quedó con su
madre Su edad noera á propósito para cuidados lio
gravea su natural nwslraba capacidad de cualquier
crtndeza Fra blanco, de buen rostro, aulorínido con
una cierta magestad , los cabellos rubios , el cuerpo
desenliado veíanse en él finalmente muestras de
grandes virtudes, de osadía y conaeju, su cuerpo do
se rendía ion el trabajo , ni el espíritu con niognoa
dificultad pedia ser vencido. Gustaba principa Imanle
de la cetrería, casa de aves, y en las cosas da justicia
em entero. . , .
Entre esUs virtudes se veían no menores victoa,
que entonces asomaban , v con Ij oilad fueron mayo-
res : tener en poco y menospreciar las gentea , decir
palahrasKfíentosaB, oír soberbiamente, «lar audie*
cia con dificultad no solamente á los eslraños , amo
f, loa mismos de sn casa. KbIo< vicios se oioatrahan
en su liérna edad: con el tiempo se les jünlamn Ja
avaricia . la disolución en la Injuria , y la aBper«a de
de condición y costumbres. Batas faltos y dafetlo*
qije tenia de su mala toclinacion natural , se le au-
mentaron por ser mal doctrinado de don Jnan Alon-
so de Alliurquerque, á quien MpadfeCTiaoilopejue-
etto (agrande
„e Alliurquerque, ,
se le díó por ayo pai a que leimpa):flse y i
buenas costumbres. Hace BOíp«*«r esto I „
nrivania que con élluvóóeipaeBflae fuá r^, un-
to que en tortsa las cosas araet qoe tenia «ajK au-
toridad , no sin envidia y murmuracioii d« loa da-
más nobles , que decían pretendía acrecaoiar bu
hacienda ctm el daño público y común que as la mi
dañosa pestilencia quehallarecpieae.
Tenia A nuevo rey eí lo* hermanos , Itiios oedwia
Leonor dtíCuzman: don Enrlqi» coad«deTWaU-
niSTOMA DE ESPA^t.
man , Jod fulrique maestre de Saütiago , itoD Fer-
Diindo seüor de Ledesma, ; don Tallo señor de
Aguilar. Demás deslos tenia otros hermanris , doña
Jaana , «jae casó adelante con don Fernando y con
don Pliitipe de Castro , don Saoclio , don Juan j don
Pedro , porque olro don Pedro y don Sancho murie-
ron siendo aun pequeños. Sus nerraanos no se con-
fiaban de la voluntad del rey, ca tomian se acordaría
de los enojos pasados, en especial que la reina doña
Maris era la que mandaba al hijo, j la que atizaba
todos estos disgustos. Doña Leonor de Guzman , que
se Teia caida de un tan grande estado j poder (nun-
ca la mala felicidad es duradera) haciaiN temer su
mala conciencia, ; recelábase de la reina yiudn. Par-
tió <ie los reales con el acampana miento del cuerpo
del rey drfonto; masen el camino mudada dero-
luntaif se fue á meter en Medina Sidonia , pueblo
suyo ; mny fuerte. Allí estuvo mucho tiempo dudo-
sa, T en deliberación si aseguraria su nda con la
forialezn de aquel lugar, si conDuria sus cosaa ; su
pnrsona do la lidelidad j nobleza del n j.
Comunicado este negocio con sus parientes j
amigos , le pareció que podría mas acerca del nuevo
rey Ta memoria y reverencia de su padre difunto y el
respeto de sus liennanoa , que las quejas de su ma-
dre ; por esto no se puso en defensa , en especial
que era fuerxa hacer de la necesidad virtud á causa
que Alonso de Alburquerque amenaxaba , si otra
cusa intentaba , que usaría de violencia j armas.
Tomadoesteacuerdo, ella se fue a Sevilla, sus hijos
P«r *■ luioeíilkd prncuuiwn
don Enrique y don Farlrtque , v los bermanos Ponces
y (liin Pedro señor de Harcnena, don Hirnando
maestre de Alcántara todos grande:* personajes , y
Alonso de Guiman y otros parientes y allegados,
anua se fueron i Algecira , otros á otras fortalcjcas y
castillos para no dar lugar í que sU4 enemigos les
purtienen hacer ningún agravio, y poder ellos defen-
derse con las armss y vengar las demasíes que les
hicipjen.
El atrevida ánimo del rey, Is saña é indignación
mujeril de ^u mxdre no se rindif ron al temor , entes
aun no eran bien acabadas las obsequias del rey,
ruando ya doña Leonor de Guzmnn estaba presa en
Sevilla : la ira de Dios, que al que una vez coge de-
bdjn, le destruye, permilia que las cosas se pusiesen
en tan peligroso estado. Su hijo don Enrique echado
de Algecira, como debajo de seguro se fuese al rey,
comunicado el negocio con su madre, dio priesa á
casarse con doña Juana hermana de don Fernando
Manuel señor de Villeaa , que antes se la tenían pro-
metida. Concluyó de presente estas bodas para tener
- ---.— 1 . — :- j-i — ^ y crueldad
n Sevilla á»
una gravísima dolencia , de que estuvo dcsahnciado
de loa médicos : llegábase el lin del reino apenas ca-
menzado. (Concebíanse ya nuevas esperaoias, y como
en semejantes ocasiones suele acaecer, el vulgo j
loa grandes nombraban muchos sucesores, uñosa
don Femando marqués de Tortosa , otjas á don Juan
de Lara 6 & don Femando Manuel, que eran los mas
ilustres de España , y lodos de la sangre real de Cas-
tilla : de don Enrique conde de Trastaraara j de sus
hermanos aun no se hacia mención alguna.
Desde á pocos días el rey meioró de su enferme-
dad, con que cesaron estas pláticas de la sucesión,
de las cuales ningún otro fruto se sacó mas de que el
rey supiese las voluntades drl pueblo y de los nobles
de que resultaron nuevas quejas y mortales odios,
ca por la mayor parle son odiosos á los principes
aquellos que están mas cercanos para les suceder.
Enojado pues desto don Juan de Lara , y no pudien-
do sufrir que don Alonso de Albur^erque goberna-
se el reino á su voluntad, se partió de Sevilla , y se
fue á Castilla la Vieja con ánimo de levantar la tier-
ra ; lo qas podía él bien hacer por tener en aquella
provincia grande señorío. Andaban ya estos enojos
506
BIBLIOTECA DE GASPAR V BOIG.
para venir en rompimiento cuando los atajó la muer-
te que brevemente sobrevino en Buraos a don Juan
de Lara en veinte y ocho de noviemore : su cuerno
sepultaron en la misma ciudad en el monasterio ael
señor San Pablo de la orden de los predicadores : dejó
de dos años á su hijo don Ñuño de Lara. Murió casi
juntamente con él su cuñado don Fernando Manuel,
y quedó dél una hija llamada doña Blanca.
Dio mucho contento la muerte destos señores á
don Alonso de Alburquerque , que deseaba acrecen-
tar su poder con los infortunios de los otros , y qui-
tados de por medio sus émulos , pensaba á sus solas
reinar, y en nombre del rey gozarse él del reino sin
ningún otro cuidado. Sabidas por el rey estas muer-
tes partió de Sevilla por estar cierto que se podria
con la presteza apoderar de sus estados. No fue este
camino sin sangre, antes en muchos lugares dejó
rastros y demostraciones de una condicien ásf)era y
cruel. Vino su hermano don Fadrique á la villa de
Ellcrena , do el rey habia llegado : recibióle con
buen semblante , mas por lo que sucedió después, se
echó de ver que tenia otro en su pecho , y que su
rostro y palabras eran dobladas y engañosas. Mandó
en el mismo tiempo á Alonso de Olmedo que matase
á su madre doña Leonor de Guzman en Tala vera,
villa del reino de Toledo donde la tcnian presa ; que
fue un mal anuncio del nuevo reinado, cuyos princi-
pios eran tan desbaratados. En un delito ¿cuántos y
cuan graves pecados se encierran? ¿Que le valió el
favor pasado? ¿de qué provecho le fue un rey tan
amigo? ¿de qué tanta muchedumbre de hijos? todo
lo desbarató la condición fiera y atroz del nuevo rey,
bien que por su poca edad , toda la culpa y odio des-
ta cruel maldad cargó sobre «la reina su madre, que
se quiso vengar del largo enojo y pesar del amance-
bamiento del rey con la muerte de su combleza.
Dende este tiempo porque esta villa era del señorío
de la reina, se llamó vulgarmente Talavera de la
Boina.
En BurROS den tro del palacio real , sin que le pudie-
sen defender los que le acompañaban , calos prendie-
ron , por mandado del rey fue preso y muerto Garci
Lasso de la Vega : el mayor cargo y delito gravísimo era
la afición que teniaá don Juan deLara. Era Garci Las-
so adelantado de Castilla , sucedióle en este cargo
Garci Manrique. Consultóse como el rey habría en su
{toder al uiño don Ñuño de Lara señor de Vizcaya,
^revínolo doña Mencia, una principal señora que le
tenia en guarda ; que le escapó de la ira y avaricia
del rey , ca huyó con él á Vizcaya con esperanza de
poder resistirle con ia fidelidad de los vizcaínos. La
resolución del rey era tan grande que fué en su se-
guimiento, y estuvo muy cerca de cogerlos ; y como
quier que en fin no los pudiese alcanzar, se deter-
minó de apoderarse con las armas de todo su señorío,
que fue mas fácil por la muerte del niño que avino
dentro do pocos dias, y con apoderarse de doña
Juana y dona^lsabel sus iiermanas : con esto incor-
poró en la corona real á Vizcaya , Lerma , Lara y
otras villas y castillos.
Esto pasaba en el año de nuestra salvación de i 35 i ,
cuando en Aragón todo era fiestas , regocijos y para-
bienes por el nacimiento del infante don Juan , con
que fenecieron todas las contiendas que resultaran
sobre aquella sucesión, que mucho tiempo trabaja-
ron aquel reino. Encargó el rey de Aragón ta crianza
de su hijo y le dio por ayo á Bernardo de Cabrera va-
ron de conocida virtud y prudencia. Dio otrosí luego
el rey al infante el estaao de Girona con titulo de du-
que. De aquí tuvo origen lo que después quedó por
costumbre, que al hijo mayor de los reyes de Ara-
ion se le diese este titulo y este estado á imitación
.e los reyes de Francia , á quien pocos años antes
Humberto Delfin vendió por cierto precio su delfinado
dcbojo de condición que los hijos mayores de los re-
I
yes de Francia le poseyesen con tiluio de delfines , y
trujcsen las armas de aquel estado. Y él cod ruró
ejemplo de santidad , tomado el hábito de los predi-
cadores , trocó el señorío temporal por e¡ estado mo-
nástico , y la vida del principe por otra mejor y roas
bienaventurada.
Los reyes de Castilla y de Aragón en un mismo
tiempo procuraban cada cual aliarse conelrey Carlos
de Navarra , que el año antes se coronó en la ciudad
de Pamplona : pensaban que el que primero se con-
federase con él, y le tuviese de su parte, esforzaba
y aventajaba su partido. Los que mejor sentían de
las cosas , tenían por cierto que amenazaban de muy
cerca grandes tempestades y revoluciones de guerra,
y que era acertado prevenirse; en particular don
Fernando marqués de Tortosa buscaba ayudas , y lia-
cia muchos apercebimientosdeguerra para acometer
la frontera de Aragón. Parecióleal Navarrode entrete-
ner los dos reyes con buenas esperanzas y muestras de
amistad con entrambos, dado que por ruego del rey de
Castilla vino á Burgos con su hermano don Philipe á
verse con él. Entre estos reyes mozos bobo contienda
de gala , liberalidad y cortesía. La conformidad de la
edad y semejanza de condiciones los hizo muy amigos.
A la verdad á este rey Carlos unos le llamaron el Malo, y
otros le dieron renombre de Cruel. La ocasión ^quc
en el principio de su reinado castigó con mas rigor
del que era justo, un alboroto popular que se leva ntó
en su reino. Como fueron los principios, tales los
medios y ios remates : losescesos de los príncipes cas-
tiga la libertad de la lengua , de que no pueden ellos
enseñorearse como de los cuerpos.
Gastados algunos días en Burdos en fiestas, juegos
y banquetes, que era lo que pedia la edad de los reyes,
el de Castilla se fue á Valladolíd para tener cortes en
aquella villa , y el rey Carlos se volvió á Pamplona.
De allí dudo que bobo orden en las cosas , con deseo
de lomarse á Francia su natural y patria, se fue pri-
mero á Momblanco pueblo de Aragón por hacer pla-
cer al rey de Araron en verle , ca deseaba mucho que
se hablasen: platicáronse asimismo dos matrimonios,
uno del rej Carlos con la hermana del rey de Sicilia.
otro de dona Blanca , viuda de Pliiliporeyde Francia,
y hermana del mismo Carlos . con el rey de Caslilla:
escusóse él de entrambos ; cíecia ser costumbre de
Francia que no se casasen segunda vez las reinas viu-
das aunque quedasen mozas , y que él aun no tenia
años y edad para tomar mujer : Esto era lo público:
de secreto pretendía y esperaba casar con Juana hija
del rey de Francia, partido que venia mejor á las co-
sas de Navarra por la grandeza del señorío , no infe-
rior al de un rey , que de su herencia paterna este
príncipe tenia en el reino de Francia.
CAPITULO XVII.
Del casamiento del rey don Pedro.
En las cortes de Valladolíd (i) se trataron entre
otras cosas de menor importancia dos graves y de
mucho momento. En Castilla la Vieja algunos pueblos
tenian costumbre de tiempo inmemorial de á ^ vo-
luntad mudar los señores que Quisiesen: unos aellos
podian elegir señor entre toda la gente al que les pa«
reciese les venia mas á cuento, otros pueblos le es-
cogían de un particular y señalado linaje : los unos
y los otros por esta razón se decían behetrías , que
parece behetría quiere decir buena compañía y her-
mandad , de BETiERU, que en griego quiere decir
compañía , y es como decir gobierno p(*pular con
igualdad y como entre hermanos ; por donde las cosas
en ellos andaban muy revueltas y confusas, de que
(1) En estas cortes se hicieron al rey cineiieota y fiaco
peticiones , además de veinte y ocho qnc dirigieron losnolMes,
y veinte y una los eslesiástícos.
HISTORIA DE USPANA<
»0T
se tomaba una disoluta licencia para que se come-
tiesen grandes maldades.
Alonso de Alburguerque procuró con todas sus
fuerzas que el rey diese a estos pueblos ciertos seño-
res, y les quitase la libertad de poderlos ellos nom-
brar: cosa que él deseaba ó por el bien público , ó
por su particular interés que como era de los gran-
des el mas favorecido del rey , tenia esperanza que le
baria merced de la mayor parte de aquellos pueblos.
Contradecían esto Juan de SandovaJ y otros ricos
hombres y principales que en agüella tierra tenian
su naturaleza, y otros resisetosé intereses particula-
res. Decían que era gran sinrazón quitar á estos pue-
blos la libertad que de sus antepados tenian here-
dada: en Gn estos intentos no tuvieron efecto. Tratóse
luego de casar al rer : don Vasco obispo de Falen-
cia canciller mayor ael rey , y don Alonso de Albur-
querque persuadieron á su madre la reina que le
quisiese casar en Francia^ y que esto fuese luego;
que á los mancebos ninguna cosa les para mayor pe-
ligro que los propios gustos y deleites de que están
rodeados, demás que también importaba mucho que
el rey se casase porque tuviese hijos que le suceme-
sen en el reino.
Para este efecto don Juan de Roelas obispo de Bur-
gor, y Alvar García de Albornoz caballero de Cuenca
se partieron por embajadores á Francia para que de
seis bijas que tenia Pedro duque de Borbon, podero-
so y no vilísimo principe de la sangre real de Francia,
pidiesen una de ellas , la que les parecia que era la
masa propósito y mas digna de ser mujer del rey. Vi-
no en ello el duque su padre, mostróles las hijas es-
cocieron á doña Blanca, con quien luego por poderes
deírey se hicieron los aesposorios. Parecía esta se-
ñera dichosa por las raras dotes del alma y cuerpo con
que el cielo y naturaleza á porfía ia enriquecieron y
adornaron , pero fue desdichada con este matrimo-
nio, que era lo que se esperaba seria el colmo de su
felicidad: así la fortuna ó alguna cosa oculta se burla
de las humanas esperanzas, y hace juego de nos y de
todo aquello que estimamos.
Don Enrique conde de Trastamara , de las Astu-
rias, donde se huyó después délas muertes de su ma-
dre y de Garci Lasso, se pasó á Portugal desconfiado
de la voluntad del rey, y por no ser tan poderoso que
le pudiese resistir. El rey de Portugal movido de la
lástima de don Eorioue, y con miedo del peligro que
corría el rey don Peoro por e¡ odio y enojo que el rei-
no con él tenia, parecíale que le tocaba á él mirar
por su persona pues era su nieto hijo de su hija: ro-
góle se viesen en Ciudad Rodrigo; en aquellas vistas
alcanzó del que restituyese y perdonase á don Enri-
que. En tanta confusión y aiversidad de voluntades
y tantos enojos no era posible que bebiese quietud,
ni las cosas podian estar sosegadas.
En elprincij)io del año de i 352 se empezaron á
mover discordias civiles en el Andalucía y en las As-
turias, y en tierra de Murcia. Don Alonso Fernandez
Coronel, muy rico y de grande autoridad entre los
ricos hombres del Andalucía poseía á Aguilar por
merced del rey; sobre el cual pueblo tuvo antes mu-
cho tiempo pleito con Bernardo de Cabrera, recelába-
se del rev porque cuando estuvo enfermo en Sevilla,
se dejó decir que le debía suceder en el reino don
Juan de Lara, cosa de que el rey tomó cod él grande
enojo. Confiado pues este caballero en la fortiueza de
su villa de Aguilar fortificó y basteció las otras villas
y castillos de su estado, y procuró de aliarse con mu-
chos grandes. Hizo gente de guerra, y pidió á algu-
nos principes de fuera del reino que le ayudasen en
particular para este efecto envió á tierra de moros á sq
yerno dcm Juan de la Cerda hijo de dan Luis: no le
quiso favorecer el rey de Granada por las treguas que
tenia con el rey de Castilla ; tampoco en África halló
amparo alguno, antes se dice que le ayudó y sirvió á
TOMO I.
Abohanen en una memorable batalla en que lüerod
quebrantadas las fuerzas de su padre Albohacen. De
allí se volvió á Portugal, do anduvo huido y desbara-
tado, puesta la esperanza de recobrar su patria en
sola la clemencia y misericordia ajena. Su mujer do-
ña María Coronel por no poder sufrir la ausencia del
marido quiso mas perder la vida (1) que dejarse ven*
cer de malos y deshonestos deseos : así fatigada una
vez de una torpe codicia , la apagó con un tizón ar-
diendo que metió con enojo por aquella misma par*
te donde era molestada : mujer digna de mejor si^lo,
y digna de loa no por el hecho, sino por el deseo in-
vencible de castidad.
En el entretanto el rey de Castilla acudió á los mo-
vimientos y alteración ael Andalucía. Tomó muchas
villas á don Alonso Coronel. Trataba y daba orden
de cercar la vjiia de Aguilar, cuando juntamente tu-
vo aviso que don Enrique confiado en la fortaleza de
Gijún levantaba bandera en las Asturias y se aperce*-
bia de armas^ y que su hermano don Tello dende
Montagudo en la raya de Aragón hacia muchos ro-
bos en sus tierras. El rey dejada la Andalucía, se par-
tió á las Asturias, porque los movimientos de aque-
lla provincia eran mas peligrosos. Llegado el rej,
luego se riodieron los que tenían la fortaleza de Gi-
joná partido que el rey los perdonase á ellos y á don
Enrique que andaba escondido en las montanas co-
marcanas.
En esta jornada quedó prendado el rey de la her-
mosura grande y apostura de doña María de Padilla,
doncella que se criaba en la casa de don Alonso de
Alburquergue. Comenzó esta comunicación y favo-
res en la villa de Sahagun olvidado de su esposa , y
loco con estos nuevos amores , de donde resultó la
total destruicion del rey y del reino: fue el media-
nero é intercesor dcstos deshonestos y desdichados
conciertos Juan de Hinestrosa tio de la dama. Estos
perversos hombres conquistaban la tierna edad y
voluntad del rey con un pésimo género de servicio,
que era [)roponerle todas las maneras de torpes en-
tretenimientos , y ayudarle á conseguir sus deleites
deshonestos sin ningún respeto de lo honesto , ni
miedo de los hombres : en gravísimo perjuicio de ia
república granjeaban el favor y privanza del rey. En
el palacio todo era deshonestidad, fuera del todo
crueldad, á la cual todos los demás vicios del rey re-
conocían y daban la ventaja.
Revolvió el rey con las armas contra Montagudo,
y le tomó con otros pueblos á él cercanos, ca don
Tello los había desamparado y huídose á Aragón.
Los reyes de Castilla y de Aragón convidados coo la
cercanía de los lugares , acordaron do tratar de con-
cordarse entre sí : no se vieron , pero enviáronse sus
embajadas, y ai fin se juntaron en tierra de Tarazona
don Alonso de Alburquerque y Bernardo de Cabrera:
allí concluyeron las paces según que á ellos mejor
les pareció. Concertóse que ios reyes tuviesen los
mismos por amigos y enemigos, que perdonasen á
trueco el uoo á don Tello y el otro á don Fernando
.de Aragón.
Concluidas estas cosas , tornó el rey á la Andalu-
cía , y cercó la villa de Aguilar : los cercados con
grande lealtad sufrieron cuatro meses el cerco hasta
el mes de febrero del año de 1353 en que se tomó li
villa por fuerza. Oía misa don Alonso Coronel cuando
le dijeron que se entraba la villa: no dejó portante
de oiría hasta que fue la sagrada hostia consu-
mida: estaba cierto de su muerte , y sin ninguna
esperanza de ser perdonado. Prendiéronle dentro de
una torre en que se entró para defenderse. Fue casti-
gado con las penas que se dan por las leyes á aquellos
que han ofendido á la magestad real: lo mismo avino
(1) Aoa vivía «B 1374, pues en él fundó el coavento de
Sania Inés de Seviüa.
508
DIBLIOTCCA DE GASPAfl T ROIG.
á cinco compañeros suyos hombres principales, aue
con él hallaron. La viila mandó el rey desmantelar:
así derribados los muros, dio perdón al pueblo (i).
En el mismo mes de febrero á los veinte y cinco fa-
lleció don Gonzalo de Aguiiar arzobispo de Toledo
dicen en Sigúenza , y que allí yace sepultado. Las
revueltas de Castilla que ya comenzaban, por ventu-
ra tenian al arzobispo don Gonzalo fuera de su igle*-
sia donde murió. Sucedióle sin duda don Vasco, ó
Blas (que el mismo es) que fue deán de Toledo , y á
la sazón era obispo de Falencia y canciller del rey; su
padre Fernán Gómez camarero del rey don Fernando
el Emplazado, y hermano de don Gutierre el Segun-
do , prelado de Toledo.
Partióse el rey de Aguiiar para Córdoba en sazón
que doña María de Padilla le parió á su hija doña
Beatriz. De allí se vino al reino de Toledo. En Torri-
jos que es una villa que está cinco leguas de Toledo,
en un torneo que se nizo en las alegrías por las habi-
das victorias y nacimiento de la hija , fue herido del
rey en una mano , de que estuvo en grande peligro
de la vidaá causaquecon ningunos beneficios ni di-
ligencia ios cirujaoos le podían restañar la sangre. A
esta villa vino don Juan Alonso de Alburquerque de
una embajada en que fue al rey de Portugal , y por su
consejo se vino con él don Juan de la Cerda , á quien
el rey recibió en su gracia con palabras amorosas,
mas no se pudo alcanzar del que le quisiese restituir
los pueblos que tomó á su suegro; que ya comenza-
ba á señorear en él no la razón y equidad, sino el ri-
gor, y la fuerza, el antojo y netito. Daba por escusa
que de la major parte tenia hecha merced á su hija,
como si ya la recién nacida tuviera necesidad de do-
te para casarse , y de estado con que sustentarse.
Por este mismo tiem]^o doña Blanca de Borbon lle-
gó á Yailadolid acompañada del vizconde de Narvona
y del maestre de Santiaco don Fadrique que le salió
ú recehir: don Alonso de Alburquerque quería que
se hiciesen luego las bodas. Era á la sazón el que lo
mandaba todo con autoridad y señorío tan grande que
á las veces decía al rey palabras pesadas. Pesábale,
y con razón temia que ios deudos de doña María de
Padilla viniesen á ser los mas íntimos y privados del
rey : por esto le quería casar; mas como se hallaba
enlazado en los amores de doña María, no podía su-
frir que le necesitasen á obedecer, especialmente
que con los años se hacia mas fiero é indomable , ni
ya don Alonso de Alburguerque podía tanto con él, v
privaba menos: los ministros y consejeros muy pri-
vados suelen ser pesados á sus señores, mayormente
si ellos se adelantan en la privanza, ó los señores se
mudan de voluntad. De aquí tuvo principio su caída
con menorsentimiento y lástima del pueblo, en cuan-
to todos creían que él fuera el principio por la mala
crianza del. rey, de todos los desórdenes pasados.
Celebráronse todavía las bodas en tres de junio con
poca solemnidad y aparato, pronóstico de que serian
desgraciadas: asi lo sospechaba la gente. Fueron los
padrinos don Alonso de Alburquerque y la reina de
Aragón doña Leonor; halláronse presentes en la fíes-,
ta don Enrique y don Tello hermanos del rey don Fer-
nando y don Juan infantes de Aragón, don Juan Nu-
uez maestre de Calatrava, don Juan de la Cerda y otros
ricos hombres. Por estos mismos días en Francia se
celebraron otras bodas mas dichosas que las nues-
tras, por los muchos hijos que dellas procedieron,
y el grande amor que bobo entre don Garlos rey de
Navarra y su esposa madama Juana hija mayor del
rey de Francia. Deste matrimonio tuvieron tres hijos,
<^ue fueron Carlos, Philipe y Pedro; don Phiiipe mu-
ñó en sus primeros años : otras tres hijas María,
Blanca y Juana; Blanca falleció de edad de trece años,
(1) Le mudó el nombre en castigo, mandando que en
adelante se llamase Monte Real.
sus hermanas casaron con grandes príncipes. De otra
señora le nació antes destoal rey Garios otro hijo lla-
mado León , de quien descienden en Navarra los
marqueses de Cortes. De don Pedro hijo legítimo del
mismo rey se precian venir por línea femenina los
marqueses de Falces , casa asimismo principal de
Navarra.
CAPITULO XVIIL '
Qne el rey de Castilla dejó á la reina doBa Blanca.
AUN no eran bien acabadas las fiestas de las bodas,
cuando ya al rey de Castilla daba en rostro la novia,
y no la podía ver por estar embebecido y loco con los
amores de doña M^ría de Padilla no mas hermosa gue
la reina ; y de linaje, aunque noble , humilde , si se
compara con la esceleocia real. Dende á dos dias el
rey aderezó su partida para el castillo de Montalvan,
que es una fortaleza sentada á las riberas del rio Tajo,
donde dejó á su amiga qjue antes era, ya combleza.
La reina su madre, y su tía la reina doña Leonor avi •
sadas de lo que el rey quería hacer , le hablaron en
secreto y con muchas lagrimas le rogaron y conjura-
ron por Dios y por sus santos que no fuese á despe-
ñarse, y á perder y destruir temerariamente su per-
sona, fama, reino y todas sus cosas : que mirase lo
que se diria en el mundo , que seria causa de qae
Francia le hiciese guerra , porque no sufriría tan
grande agravio y mengua; aaemás que daría ocasión
para que los suyos se resolviesen, pues los estados se
sustentan mas que con otra cosa, con la buena fama
y opinión: y que contra aquellos que no están bien
con Dios^ y los deja de su mano, se conjuran j ha-
cen á una los hombres y todos los males é iniortu-
nios del mundo : que tuviese lástima y le moviesen las
lágrimas de su esposa, y no trocase su amor por una
torpe deshonestidad , no viniese desta maldad á caer
en su total destruicion.
No se movió el rey por cosa que le dijesen , antes
negó tener tal intento ; pero lueeo hizo traer de se-
creto los caballos y se fue sin hablar á nadie. Don
Enrique y don Tello, y los infantes de Aragón fueron
tras él: que muchos de los grandes daban en acomo-
darse con el tiempo y en lisonjear y saborear el gusto
del rey, un pésimo género de servicio. Solo uno,
que era don Gil de Albornoz cardenal y antes arzo-
bispo de Toledo, como el que era en todo muy seña-
lado, no dejaba de amonestarle lo que convenia , y
de palabra y por cartas le reprehendía : ocasión y
principio de serle pesado y odioso ; cuanto las causas
de aborrecerle eran mas injustas , tanto era el odio
mayor. Antes deste tiempo con color que tenia en
su tierra ciertos negocios tocantes á su casa , alcan-
zada licencia se retiró á Cuenca. De allí pasóá Fran-
cia do los papas residían, ca tenia por mejor vivir
desterrado que traer la vida al tablero por estar el
rey enojado, en especial que tres años antes, como ya
se dijo , fuera criado cardenal por Clemente VI. Su-
cedió á Clemente Inocencio el año pasado, el cual
con este prelado consultaba todos los negocios.
El rey y doña María de Padilla desde Montalvan se
fueron á Toledo. En Yailadolid se consultó de baceríe
volver por fuerza: no se le encubrió este trato al rey.
Indignóse grandemente contra don Juan Aldnso de
Alburquerque que fue el que movió esta plática, en
tanto grado que para aplacarle le fue necesario darie
en rehenes un hijo suyo llamado Gil: en fin con gran-
dísimos ruegos de los grandes se alcanzó que quisie-
se volver á Yailadolid a ver la reina, pero no estuvo
con ella sino solo dos dias : tan desasosegado le traía
y tan loco el amor deshonesto. Fue fama que le en-
hechizaron coa una cinta, sobre la cual un judk»hiio
tales conjuros que le parecía al rey que era una gran-
de culebra. Algunos tuvieron sospecha temeraria y
desvergonzada que el rey no sin causa se apartó tan
Historia t>F. fispA^^A.
tt09
repenlinamente de su mujer dotia Blanca sino porque
halló cierta traición de su hermano don Fadrique
paflre de don Enrique á quien en Sevilla no parió,
sino crió una india llamaaa doiía Paloma ; tronco de
quien desciende la casa y familia de los Enrique?, in-
serta en la casa real de Castilla cosas que no me pa-
recen virisimiles , antes creo que después que un
deshonesto amor se apodera del corazón y entrañas
de un hombre aficionado no hay que buscar otros
hechizos , ni causas para que parezca que un hombre
está loco y fuera de juicio.
De Valladolid se fue el rey á Olmedo, villa de aaiie*
lia comarca, y por su mandado vino allí de Toledo
doña Hahía de Padilla, sin que mas el rey tuviese
memoria ni lástima de la reina su mujer. Don Alonso
de Alburqueroue algunos días se recogió en ciertas
villas fuertes ae su estado : después por miedo que el
rey no le hiciese fuerza , se pasó á Portugal. Parecióle
que no se podia nada fiar de la fe y palabra de quien
tenia en poco la santidad del matri (nonio v la ren^íun
del sacramento. Don Fadrique maestre de Santiago
habia estado mal con el rey desde que hizo matar á
su madre : ahora vuelto á su amistad se vino á Cue-
llar, do entonces la corte estaba. Con su hermano
don Tello se casó en Segovia doña Juana hiia mayor
de don Juan de Lara , llevó en dote el señorío de viz-
cap ; favorecieron á este casamiento los deuclos de
dona María de Padilla con intento de hacerse amigos
Y tener obligados los hermanos del rey , que ya esta-
ñan mal con don Alonso de Alburquergue.
La reina doña Blanca residía en Medina del Campo
en compañía de la reina su suegra : pasaba la vida
mas de viuda que de casada , con algunos honestos
entretenimientos : de allí por mandado del rey fue
llevada á Arévalo con orden que no la dejasen hablar
con su suegra , ni con ninguno de los grandes. Pu-
sieron por guardas de la que no pretendía huir , á
don Pedro Gudiel obispo de Segovia , y á Tello Palo-
ineque caballero de Toledo. Mudó el rej los oficios de
su ca«a , y hizo su camarero á don Diego García de
Padilla, hermano de su amiga, dio la copa á Alvaro
de Albornoz, y la escudilla a Pero González de Men-
doza, fundador de la casa de Mendoza (digo de la
grdodeza que hoy tiene ) que entonces en aquella par-
te de Vizcaya que se llama Álava , poseía un pueblo
deste nombre , de que se tomó este apellido de Men-
doza : fue hijo deste caballero Die^o de Mendoza, que
el tiempo adelante llegó á ser almirante.
Estas mudanzas de oficios se hicieron en odio de
don Alonso de Alburquerque ^ue en la casa real te-
nia obligados á muchos. Lo mismo se hizo en Sevilla
donde el rey se fue , venido el otoño ; aue quitó en el
Andalucía muchos oficios que el de Alburquerque á
muchos grandes y ricos hombres proveyó el tiempo
de su privanza. Así se truecan y mudan las cosas des-
te mundo : no haj cosa mas incierta , mudable y sin
firmeza que la privanza con los reyes especialmente
si es granjeada con malos medios. Habíase el rey en •
tregado de todo punto para que le gobernasen , á do -
ña María de Padilla y á sus parientes : ellos eran los
que mandaban en paz y eft guerra, por cuyo consejo
y voluntad el rey y reino se reglan. Los grandes y los
mismos hermanos del rey , cou formándose con el
tiempo , caminaban tras los que seguían el viento
próspero de su buena fortuna, y á porfía cada uno
pretendía con presentes servicios y lisonjas tener
granjeada la voluntad de doña María de Padilla , con
Í|ue se vela el reino lleno de una avenida de torpes j
éas bajezas. En el invierno con las grandes y conti-
nuas lluvias salieron de madre los ríos , especial en
Sevilla la creciente fue tal . que por miedo no la
asolase calafetearon fuertemente las puertas de la
ciudad.
En el principio del año siguiente de 1354 como quier
que don Juan Núñez de Prado nnestre de Calatrava
TOUO 1.
en días pasados se hobiese huido á Aragón por miedo
que no le atropeltasen ^ llamado del rey con cartas
blandas y amorosas se viuo á Sevilla de Almagro . pue-
blo principal de su maestrazgo. Allí por mandado del
rey le prendió don Juan de la Cerda, que ya estaba
favorecido y aventajado con nuevos cargos. El mayor
delito que el maestre tenia cometido, era ser amigo
de don Juan Alonso de Alburquerque, y ser {larte en
el consejo que se tomó de suplicar al revvolvi&secon
la reina doña Blanca luego que la dejo. No paró en
esto la saña , antes hizo que á la hora eligiesen en su
lugar por maestre á don Diego de Padilla sin guardar
el orden y ceremonias que se acostumbraban en se«-
mejantes elecciones , sino arrebatada y confusamente
sin consulta alguna, y al maestre don Juan Nuñez
súbitamente le hicieron morir en la fortaleza de Ma-
queda en que le tenían preso. Dio el rey á entender
3ue le pesaba de que le hubiesen muerto : no sesabesi
e corazón , si fingidamente por evitar la infamia y
odio en que podia incurrir con una maldad tan atroz,
y descargarse de un hecho tan feo con echar la culpa
á otros. Pero comoauierquenose hizo ninguna pes-
Suisd ni castigo , todo el reino se persuadió ser var-
ad lo que sospechaban , que le mataron con volun-
tad y orden del rey.
Después desto se hizo guerra en la tierra de don
Juan Alonso de Alburquerque , que tenia muchas vi-
llas y castillos muy fuertes y bien bastecidos. Cerca-
ron la villa de Medellín que está en la antigua Lusi-
tañía : desconfiado el alcaide de podella defender,
dio aviso á don Alonso del estado en que se hallaba,
y con su licencia la entn^gó. Asimismo se puso cerco
a la villa de Alburquerque. plaza fuerte y que la tenían
bien apercebida : asi no la pudieron entrar. Levan-
tóse el cerco , y quedaron por fronteros en la ciudad
de Badajoz don Enrique y don Fadrique para que los
soldados de Alburquerque no hiciesen salidas y roba-
sen la tierra : esta traza dio ocasión á muchas nove-
dades que después sucedieron.
Fuese el rey á Cáceres : desde allí envió sus emba-
jadores al rey don Alonso de Portusal, que en aquella
sazón en la ciudad de Ebora celeoraba con grandes
regocijos las bodas de su nieta doña María con dou
Fernando infante de Aragón. Los embajadores, ha-
bida audiencia , pidieron al rey les mandase entregar
á don Juan Alonso de Alburquerque para que diese
cuenta de las rentas reales de Castilla uue tuvo mu-
chos años á su cargo ; que sin esto no debía ni podia
sor amparado en Portugal. Como don Juan Alonso
estaba ya irritado con tan continuos trabajos, no su-
frió su generoso corazón este ultraje. Respondió con
grande brío á esta demanda de los embajadores : que
el siempre gobernó el reino y administró la hacienda
del rey su señor leal y fielmente : que estaba apare-
jado para defender esta verdad en campo por su per-
sona : que retaba como á fementido á cualquiera
que lo contrarío dijese : cuanto á lo que decían de
las cuentas , diio estaba presto para darlas con
pago, como se las tomasen en Portugal. Pareció
que se justificaba bastantemente : con esto los em-
bajadores fueron despedidos sin llevar otro mejor des-
pacho.
A los hermanos del rey pesaba mucho que las cosus
del reino anduviere revueltas , y estuviesen espues-
tas para ser presa de cada cual. Pensaron poner en
ello algún remedio : la comodidad del lugar los con-
vidaba : acordaron de confederarse cotí don Juan
Alonso de Alburquerque que cerca se hallaba. Enviá-
ronle su embajada, y meuiante ella concertaron do
verse entre Badajoz y Yelves. Allí trataron de sus
haciendas , y consultaron de ir á la mano al rey en
sus desatinos y temerarios intentos. Arrímáronseles
otros grandes. Las fuerzas no eran iguales á empresa
tan grande : solicitaron al infante don Pedro hijo del
rey de Portugal para que se aliase con ellos , con es-
«)*)*•
510
peranzasquc le dieron de le hacer rey de Castilla asi
por el derecho de guerra como el de parentesco , co-
mo nieto que era del rey don Sancho hijo de doña
Beatriz su hija. Dejóse de intentar esto á causa que
el rey de Portugal luego que supo estas trazas , estuvo
mal en ello y lo estorbó. Esta nueva tela se urdia en
la frontera de Portugal.
El rey de Castilla con su acostumbrado descuido
y desalmamiento echó el sello á sus escesos con una
nueva maldad tan maniíiesta y calificada que cuando
las demás se pudieran algo disimular y eocubrir yá
esta no se le pudo dar ningún color ni escusa : doña
Juana de Castro viuda mujer que fue de don Diego
de Haro , á quien ninguna en hermosura en aguel tiem-
po se igualaba , pasaba el trabajo de su viudez con
singular loa de honestidad. El rey que no sabia refre-
nar sus apetitos y codicias , puso los ojos en ella. Sa*
biaciertoque por via de amores no cumpliría su deseo;
procurólo con color de matrimonio. Fmgió para esto
queera soltero : alegó que no estaba casado con su mu-
jer doña Blanca : presentó de todo indicios y testigos,
que en fín alrey nole nodian faltar. Nombró por jue-
ces sobre el caso á don Sancho obispo de Avila y á
don Juan obispo de Salamanca. Ellos por sentencia
que pronunciaron en favor del rey , le dieron por li-
bre del primer matrimonio. No se atrevieron á con-
tradecir á un príncipe furíosó : venció el miedo del
peliffl'O al derecho y manifiesta justicia : ¡Oh hombres
nacidos no ya para obispos sino para ser esclavos ! Asi
pasaban los negocios por los desdichados hados de la
infeliz Castilla.
Dado que se hobo la sentencia en Cuellar , do el
rey era ido, se hicieron con grandísima priesa las
bodas. El alcanzar lo que pretendía, al tanto que en
las primeras , le causó fastidio. Detúvose muy poco
tiempo con la novia : algunos dicen que no mas de
una noche. El color fue que los grandes se aliaban
contra el rey , y que convenia atajarles los pasos antes
8ue con la dilación se hiciesen mas poderosos,
loña Juana de Castro se retruio en Dueñas : allí cu-
bría su injuria y afrenta con el vano título de reina.
Destas bodas nació un hijo que se llamó don Juan pa-
ra consuelo de su madre ; juego que fue adelante de
la fortuna.
A los principios de las guerras civiles aue se tra-
maban en Castrojeriz villa de Castilla lá Vieja , casó
dona Isabel hija segunda de don Juan Nuñez de Lara
con don Juan infante de Aragón. Llevó en dote el se-
ñorío de Vizcaya que el rey quitó á don Tello su her-
mano, ¿ quien pertenecía de derecho por estar casa-
do con la hermana mayor. La causa del enojo fue
estar aliado con los.demás grandes. No era cosa justa
castigar la culpa del marido con despojará la inocen-
te mujer de su estado patrimonial, si en el reinado
de don Pedro valiera la razón y justicia , y se hiciera
alguna diferencia entre tuerto ó derecho. Ea el mis-
mo pueblo doña María de Padilla parió ú doña Cos-
tanza su hija , que adelante casó en Inglaterra con el
duaue de Alencastre.
Con los señores aliados se confederaban cada día
otros grandes ; en especial don Fernando de Castro,
hermano de doña Juana de Castro, por vengar con
las armas la injuria (Tue el rey hizo á su hermana, se
confederó con ellos. Lo mismo hicieron los ciudada-
nos de Toledo por estar mal con la locura y desatino
del rey , y tener lástima de la reina doña Blanca. Las
ciudades de Córdoba , y Jaén , Cuenca y Talavera si-
guieron la autoridad y ejemplo de Toledo : después
se les juntaron los hermanos infantes de Aragón.
Favorecían las reinas doña Leonor y doña María este
partido por parecerles que la enfermedad y locura del
rey no se podía sanar con medicinas mas blandas.
Desta suerte se abrian las zanjas y se echaban ios fun-
damentos de unas crueles guerras civiles que mucho
aOijieron á España , y por largo tiempo continuaron;
BIDLIOrECA OE GAS1*AR Y ROlti.
y el cielo abría el camino para que el conde don En-
rique viniese á reinar.
CAPITULO XIX.
De la guerra de Cerdeoa.
Paréceme será bien apartar un poco el pensamiento
de los males de Castilla , y recrear al lector con una
nueva narración ; que no va fuera de nuestro intento
contar las cosas que en otras provincias de España
acontecieron. El rey de Granada JuzephBulhagíi des-
pués que reinó por espacio de veinte y un años , le ma-
taron este año sus vasallos. El autor pringpal destn
traición que fue Mabomad , á quien porta vejez llama-
ron Lago , tío queera de Juzeph , hermano de su padre
y hijo de Farrachén señor de Málaga , se apoderó del
reino , y le tuvo toda su vida con grandes trabajos )f
muchas desgracias que le sucedieron , como sea asi
que nunca sale bien el señorío adquirido con parri-
cidio y maldad. El imperio de los moros agrande prie-
sa se iba á acabar por estar los señores del divididos
en bandos , y mudar reyes á cada paso.
Este mismo año el rey de Aragón en Huesca, cin-
dad antigua en los pueblos ilergetes, fundó una uni-
versidad , y la doló de suficientes rentas para susten-
tar á los profesores que enseñasen en olíalas ciencias.
Hacíase esto en tiempo que todo Aragón estaba albo-
rotado , y los pueblos llenos de ruido de armas , y apare-
jos de guerra que se hacían oara pasar con el rey áCer-
deña. Tuvieron un tiempo los písanos usurpada esta
isla : después por concesión del papa Bonifacio Octavo
los echaron dellapor fuerza de armas los aragoneses.
Duró entonces la guerra muchos años , en que hobo
varios trances : el remate fue á los aragoneses favo-
rable. Erales muy dificultoso sustentar aquella isla
por estar en el mar Mediterráneo lejos de la costa de
España , y tener de una parte á África y de otra á
Genova . tan cerca que solamente está en medio dellas
la isla de Córcega como escala , de la cual divide á
Cerdeña un ancosto estrecho de mar. Los isleños de-
seosos de novedades , con las esperanzas que conce-
bian temerarias , no íes agradaba lo que era mas sano
y seguro..
Poseían en aquella isla los Orias, linaje nobilísimo
de Genova, algunos pueblos. Estos confiados en las
voluntades y afición de la gente de la tierra se pusie-
ron en querer echar de la isla á los aragoneses con
ayuda que para ello les hizo la señoría de Genova.
Quejábanse los Oríes que sin ser oídos y sin causa
bástanteles tomaron los aragoneses á Sacer y Caller,
dos fuertes ciudades y cabeceras , que solían ser su-
yas , y están asentadas en los postreros cabos de la
isla. Rompida la guerra ganaron la ciudad de Alguer,
y pusieron cerco sobre Sacer : no la pudieron entrar
porque los ciudadanos fueron fidelísimos á los arago-
neses, y la defendieron valientemente hasta tanto
que el rey de Aragón les envió en socorro su armada,
con que algún tiempo se entretuvo con varia fortuna
laffuerra.
Los venecianos, que 3iempre fueron émulos y
enemigos de los gmoveses , enviaron sus embajado-
res al rey de Aragón para pedille 9e aliase con ellos,
y jnntadas sus fuerzas mejor castigasen la soberbia
y orgullo con que los gínoveses andaban. Hechas sus
veses , pelearon con gran porfia con las galeras de
Genova , no obstante que el mar andaba muy altn , y
levantaba grandes olas : fueron vencidos los ginove-
ses , y les tomaron veinte y tres galeras; otras moclias
con la fuerza de la tempestad dieron en tierra al tra-
vés. Murió en la batalla Ponce de Santanau general
de la armada de Araron , y se perdieron doce píen*
de las suyas : Esta victoria no fue de muclia utilidad,
4I1STURU DL ESPAÑA.
^iil
ni aun por entonces esluvo muy cierto cual de las dos
partes fuese la vencedora, antes cada cual dellas se
atribuía la victoria.
Los papas Clemente é Inocencio por ver cuan gran-
des danos se seguían á la cristiandad destas discor-
dias procuraron de apaciguar los aragoneses y vene-
cianos con los ginoveses : rogáronles instantemente
hiciesen paces , alo menos asentasen algunas buenas
treguas : enviáronles para este efecto muchas veces
suslegadosque nunca los pudieron concordar. Esta-
ban tan encunados los corazones que parecía no se
podrían sosegar á menos de la total oestruicion de
una de las partes : á la de los ginoveses en Cerdeña
á esta sazón se allegó Mariano juez de Arbórea , prin-
cipe antiguo de Cerdeha , rico y poderoso por los
muchos vasallos y allegados q.ue tenia. Este caballero
con k esperanza de la presa y ganancia se juntara
con Mateo Doria cabeza de bando de los ginoveses
con la mayor parte de los isleños qae le seguían. Con
esto en brevisuno tiempo se apoderaron de las ciuda-
des, villas y castillos de toda la isla , escepto de Sacer
y Caller, que siempre fueron leales á los aragoneses
y se tuvieron por ellos. Llegó el negocio á riesgo de
perderlo todo. No tenian fuerzas que bastasen á re-
sistir al enemigo poderoso y bravo en el mar con la
armada de Genova, y por ser las voluntades de los
isleños tan inciertas ó inconstantes.
Sabidas estas cosas en Aragón , se juntó una gran-
de y poderosa armada de cien velas , entre las cuales
se contaban cincuenta y cmco galeras. Iban en esta
ilota rail hombres de armas , quinientos cabuIJos lige-
ros, y al pie de doce mil infantes , toda ^ente muy
lucida , y de valor para acometer cualquier grande
empresa. Hicieron otrosí mochila para muchos días
y niatalotage , como se requería. Vmieron á servir al
rey de Aragón muy buenos soldados y caballeros de
Alemana , Inglaterra v Navarra. Todos los nobles del
reino se quisieron hallar en esta fiimosa jornada , se-
ñaladamente don Pedro de Exerica , Rugíer Lauria,
don Lope de Luna , Oto de Moneada y Bernardo de
Cabrera , que iba por general del mar , y por cuyo
conseio todas las cosas se gobernaban. Juntóse esta
armada en el puerto de Rosas : de allí mediado el mes
de Junio alzaron anclas y se hicieron á|la vela. Dejó
oÁ rey por gobernador del reino á su tió don Pedro.
Tuvieron razonable tiempo, con que á cabo de ocho
dias descubrieron á Cerdeña : surgieron á tres millas
de Arguel y echaron la ^ente en tierra. Marchó Juego
el eiército la vía de la cmdad , y tras ellos con su ar-
mada por la mar Bernardo de Cabrera.
£1 rey mostró este dia su valor y buen ánimo, ca
iba delante los escuadrones para escoger los lugares
en que se asentasen los reales. Hallábase en los peli-
gros , y con su ejemplo animaba á los demás para que
en las ocasiones se hobíesen esforzadamente : prm-
cipe que si no fuera ambicioso, y no tuviera tan
demasiada codicia de señorear , por lo demás pudiera
igualarse con cualquiera de los antiguos y famosos
capitanes. Descubriéronse en el mar hasta cuarenta
galeras do los ginoveses , mas para hacer ostentación
con su liffereza que fuertes y bien guarnecidas para
dar batalla. El señor de Arbórea con dos mil hombres
de á caballo y quince mil de á pié asentó su real á
vista de los aragoneses: no osaron dar la batalla
porque era gente allegadiza, sin uso ni disciplina
militar , no acostumbrados á obedecer y guardar Iüs
ordenanzas y y que ni en vencer ganaban honra, ni
se afrentaban por quedar vencidos.
Batieron los aragoneses los muros de dia y de no-
che con máquinas y tiros y otros ingenios militares.
Como el tiempo era muy áspero y la tierra mal sana
comenzaron á enfermar muchos en el ejército de
Aragón : el mismo rey adoleció ; ñor esto de necesi-
dad se hobo de tratar de acuerdo con el enemigo.
Concluyóse la paz con feas condiciones para el rey
de Aragón : estas fueron : Que el juez de Arbórea y
Mateo Doria fuesen perdonados, y se quedasen coa
los vasallos y pueblos que tenian : demás desto dio
el rey al juez Je Arbórea muchas leguas en Gallura,
que es una parte de aquella isla. Desta manera como
contra lo que temían por sus deméritos , quedasen
los enemigos premiados, para adelante se hicieron
mas fieros y desleales. Entregóse la ciudad de Alguer
al rey : á los vecinos se dio hcencía para que fuesen
á vivu: donde les pareciese , y en su lugar se avecinr
daron en ella muchos de los soldados viejos cata-
lanes. •
La reina, aue en compañía de su marido se halló
presente á todo/ hacia instancia por la partida. Por
esa causa y por la muerte de Oto de Moneada, y de
don Philipe de Castro y de otros nobles se apresura-
ron estos conciertos y se concluyeron en el mes de
noviembre. Detúvose el rey en Cerdeña otros siete
meses , en que se pusieron en orden las cosas , y ^e
acabaron de allanar los isleños con castig|ar algunos
culpados : el juez de Arbórea y Mateo Doria que vol-
vían á intentar ciertas novedades , se sosegaron de
nuevo. Asentado el gobierno de la isla , y puesto por
vírey en ella Olfo Prochita, volvió la armada en sal-
vamento á Barcelona. El ruido y aparato desta em-
presa fue mayor que el provecho (i) ni reputación
que se sacó della ; pero muchos grandes príncipes
no pudieron á las veces dejar de conformarse con el
tiempo , ni de obedecer á la necesidad , que es la mas
fuerte arma que se halla.
CAPITULO XX.
De los alborotos y revueltas de Castilla.
Después que el rey de Castilla combatió las villas y
castillos de don Juan Alonso de Alburquerque , y le
tomó la mayor parte dellos , como quisiese ir á cer-
car á su hermano don Fadríque que se hacia fuerte
en el castillo de Segura , ya que se quería partir para
aquella jornada , envió dende Toledo á Juan Fernan-
dez de Hinestrosa á Castilla la Vieja para que trújese
presa á la reina doña Blanca , y la pusiese á buen re>
cando en el alcázar de Toledo. El color , que era causa
de la guerra y de las revoluciones del remo. Fue este
mandato riguroso en demasía, y cosa inhumana no
dejar á una inocente moza sosegar con sus trabajos.
Traída á Toledo , antes de apearse fue á rezar á la
iglesia Mayor con achaque de cumplir con su devo-
ción : no quiso dende salir por pensar defender su
vida con la santidad de aquel sagrado templo , como
si un loco y temerario mozo tuviera respeto á ningún
lugar santo y religioso.
El rey avisado de lo que pasaba , se alborotó y eno-
jó mucno. Dejó el camino que llevaba, vínose á la
villa de Ocaña. Hizo que en lugar de su hermano don
Fadríque fuese allí elegido por maestre de Santiago
don Juan de PadUla señor de Villagera , no obstante
que era casado; lo que jamás se hiciera : el antojo
del rey pudo mas que las antiguas costumbres y san-
tas leyes. Deste principio se continuó adelante que
los maestres fuesen casados , y se quebraron las an-
tiguas constituciones por amor de doña María de Pa^
díTla , cuyo hermano era el nuevo maestre. Crecían
en el entretanto las fuerzas de los grandes. Vino de
Sevilla don Juan de la Cerda para juntarse con ellos.
Todos los buenos entraban en esta demanda. Cual-
?[uíer hombre bien intencionado y de valor deseaba
avorecer los intentos destos caballeros aliados.
( 1 ) La marina de Aragón se hizo temible á todas las na-
eiones marítimas del Mediterráneo : eo el combate que dio
á 37 de agosto de 1355, perdieron los genoveses treinta y
tres galeras , y tuvieron ocho mil hombres muertos y tres
mil doscientos prisioneros.
Ji!2
BIBLIOTECA DE GASPAH T ROÍG.
Demás de sq natural crueldad embravecía al rey la
mala votontad que veia en los grandes , y la rebellón
de Toledo por ocasión de amparar la reina , sobre
todo que no podía ejecutar su saña por no hallarse
con bastantes fuerzas para ello. Acudió á Castilla la
Vieja para juntar gente y lo demás necesario para la
guerra. Con esta detominacion se fueá Tordesillas,
do estaba su madre la reina. Los de Toledo llamaron
al maestre don Fadríque para valerse del : vino luego
en su ayuda con setecientos de á caballo. Los demás
grandes al tanto acudieron de diversas partes , y alo-
jados en derredor de TordesiUas tenían al rey como
cercado , con intento de cuando no pudiesen por
ruegos, forzarle á que viniese en lo que tan justa-
mente le suplicaban. Esto era gue saliese del mal
estado en que andaba con la amistad de doña Maria
de Padilla , y la enviase fuera del reino : que quitase
de su lado y del gobierno á los parientes de la dicha
doña María ; con esto que todos le obedecerían y se
8 asarían á su servicio. Llevó esta embajada la reina
e Aragón doña Leonor. Valióle para que no recibie-
se daño el derecho de las gentes , ser mujer , y la
autoridad de reina, y el parentesco que con el rey
tenia ; volvió empero sin alcanzar cosa alguna.
Coa esto los grandes perdieron la esperanza de
que de su voluntad haría cosa de las que le pedían; j
como la reina y el rey su hijo se saliesen de Tordesi-
llas , dieron la vuelta para Valladolíd y Intentaron de
entrar aquella villa , mas no pudieron salir con ello.
Fueron sobre Medina del Campo , y la ganaron sin
sangre. Acudió á esta villa el maestre don Fadríque:
ep ella murió á la sazón Juan Alonso de Alburquerque
con yerbas que le dio en un jarabe un médico roma-
no que le curaba , llamado Paulo , inducido con gan-
des promesas á que lo hiciese, por sus contrarios, v
en ^acia del rey. Este fm tuvo un caballero como el
era , entre los de aquella era señalado. Alcanzó en
Castilla grande señorío, puesto que era natural de
Portugal , hijo de don Alonso de Alburquerque , y
nieto del rey don Dionis. De parte de la madre no
era tan ilustre, pero ella también era noble. Privó
primero mucho con el rev como el que ñie su ayo:
detipues ñie del aborrecido , y acabo sus días en su
desgracia con tan buena opinión y fama acerca de
Us gentes, cuanto la tuvo no tal en el tiempo que
con él estuvo en gracia. Su cuerpo (según que él
mismo lo mandó en su testamento) los señores , como
lo tenían jurado , le trajeron embalsamado consigo
9¡n darle sepultura hasta tanto que aquella demanda
le concluyese.
Enviaron los nobles de nuevo su embajada al rey
con ciertos caballeros principales para ver sí (como
se decía) le hallaban con el tiempo mas aplacado y
puesto. eñ razón. Lo que resultó aesta embajada, fue
que concertaran para cierto dia y hora que señala-
Ton, se viese el rev con estos señores en una 8lde(i
cerca de h ciudad de Toro, lugar á propósito y sin
apecha* El di9 que tenían aplazado , vinieron a ha-
blarse con cada cmcueAta hombres de á caballo con
arqoas iguales. Llegados en distancia que $e pudieron
hablar, se recibieron bien con el término y mesura
!|ue á cada uno sé debía ; y los grandes aliados con-
orme y según se usa en Castilla besaron al rey la
mano. Hecno esto . Gutierre de Toledo por su man-
dado brevepiente les dijo : que era co9a pesada, y
que el rey sentía mucho , ver apartados de su servi-
cio tantos caballeros tan ilustres y de cuenta como
ellos eran , y que lo quisiesen quitar la libertad de
poder ordenar las cosas á su albedrío : cosa que los
nombres , mayormente los reyes , mas precian y es-
timan , querer bien y hacer merced á los que tienen
por mas leales; empero que él les perdonaban culpa
ea que por ignorancia cayeran , á tal que despidiesen
)a gente de guerra , deshiciesen el campo que tenían ,
y eq todo lo al se sujetasen : en lo que le suplicaba^
tocante á la reina doña Blanca , que haría lo que
ellos pedían ; sino era que tomaban este color para
intentar otras cosas mayores.
Los grandes habido su consejo sobre lo que el rey
les propuso , cometieron á Fernando de Ayala que
respondiese en nombre de todos. El, habida licencia,
dijo : ttSuplícamos á vuestra alteza , poderoso Señor,
»que nos perdonéis el venir fuera de nuestra costnm-
Dore armados á vuestra presencia : no nos atreviéra-
»mos sí no fuera con vuestra licencia , y no la pídié-
»ramos , sí no nos compeliera el justo miedo que
«tenemos de las asechanzas y zalagardas de muchos
Dque nos quieren mal, de quienes no hay inorencía,
»ni lealtad que esté segura. Por lo demás todos so-
»mos vuestros : de nos como de criados y vasallos
opodeis señor hacer lo- que fuere el vuestro servicio
oy merced. La suerte de los reyes es de tal condición
»que no pueden hacer cosa buena ni mala que esté
«secreta, y que el pueblo no la juzgue y sepa. Dfce-
»se , y nos pesa mucho dello , que la reina doña Blan •
»ca nuestra señora , á quien en nuestra presencia
nrecebistes por legítima mujer , y como á tai le
«besamos la mano , se teme mucho de doña Maria de
«Padilla que la quiere destruir. Sentimos otrosí en el
«alma que haya quien con lisonjas os traiga engaña-
«do. Esto no puede dejar de dar mucha pena á los
«que deseamos vuestro servicio. Sin embargo tene-
«mos esperanza que se pondrá presto remedio en
«ello, mayormente cuando con mas edad y mas libre
«de afición echéis de ver y conozcáis la verdad que
«decimos , y el engaño de nasta aquí. Cuanto es mas
«dificultoso hacer buenos á los otros que á sí mismo
«tanto es cosa mas digna de ser alabada el procurar
«con grandísimo cuidado de no admitir en el pabcio,
«ni dar lugar á que priven ni tengan mano sino los
«que fueren mas virtuosos y aprobados. Muchos
«príncipes famosos vieron deslustrado su nombre con
«la mala opinión de su casa. ¿Qué mujer hay en el
«reino mas noble ni mas santa que la reina? ¿cuan
«sin vanidades ni escesos en el trato de su persona?
«¿qué costumbres? ¿cuan suave y agradable condi-
«cion la suya? pues en apostura y hermosura ¿cuál
«hay que se le pueda igualar? Cuando tal señora fue-
»ra estraña , cuando nosotros calláramos , era justo
«que vos la consoláredes y enjugáredas sus continuas
«y dolorosas lágrimas, y procurar (sí fuese necesa-
»río) con vuestras gentes y armas restituilla en su
«antigua dignidad , honra y estado. Murad , señor,
«no os dejéis engañar de algunos desordenados gus-
utos , no cieguen de manera el entendimiento que se
«caiga en algún yerro por donde todos seamos forza-
«dos á llorar, y quedemos perpetuamente a ^rentados.»
Esto fue lo que estos caballeros dijeron al rey. No
se pudo concluir caso tan grave en aquel poco tlero-
{)0 que allí podian estar juntos : acoraaron que seña-
asen cuatro caballeros de cada partepara que tratasen
de algunos buenos medios de paz. Con esto se acaba-
ron las vistas, y se despidieron. En la ejecución
Euso tanta dilación el rey que se entendió nunca
aria cosa buena , en especial que dejadas las cosas
en este estado , se partió de Toro para do tenía su
amiga. La reina su madre , que de aias atrás era del
mismo parecer que estos señores , visto este nuevo
desorden , los hizo ir á Toro do ella estaba, y les en-
tregó la ciudad.
Atemorizaron al rey estas nuevas : recelábase ne
se levantase todo el reino contra él. Por prevenir y
atajarlos daños volvió á Toro , y en su compañía Juan
Fernandes de Hinestrosa , y Samuel Leví , un judio á
quien quería mucho, y era su tesorero mayor. Reci-
bióle la reina su madre con muestras grandes de
amor : él le dijo que venia á ponerse en su poder y
hacer lo que ella gustase. Quitáronle luego las per-
sonas que con él venían , y puestos en prisión mu-
daron los principales otícios de la casa real. A don
^
HISTORIA bE ESPAÑA.
ol3
Fadriqoe hicieroa camarero mayor , canciller mayor
al infante don Fernando de Aragón , á don Juan de
la Cerda alférez mayor, mayordomo á don Fernando
de Castro , que casó entonces con doña Juana her-
mana del rey, y hija de doña Leonor de Gazman,
dado que este matrimonio no fue válido , y se apar-
tó adelante por ser los dos primos segundos.
Con esta demostración de autoridad y acompañalle
de tales personas se pretendia que estuviese á mane-
ra de preso, sin dalle lugar que pudiese hablar con
todos ios que quisiese. Esto hecho , teniendo por
acabada su demanda . llevaron á enterrar el cuer[)0
de don Juan Alonso ae Alhurauerque al monasterio
de la Espina, que es de la óraen del Cistel en Cas-
tilla la vieja. Quedara para siempre manchada la
lealtad y buen nombre de los castellanos por forzar y
quitar la libertad á su natural rey y señor , si el bien
común del reino , y estar él tan mal quisto y disfa-
mado no los escusara. Permitíanle que saliese á ca-
za : con esta ocasión y con grandes promesas que
hizo á algunos de los grandes , y los ¿;rajeó , se nu-
yó á Segovia, en su compañía Samuel Levi , que
debajo de fianzas andaba ya suelto . y don Teilo , á
quien el rey mostraba amor, y aquel dia le tocaba la
guarda de su persona : amistad que duró pocos dias.
De aquí resultaron otros nuevos y mavores albo-
rotos. Los infantes de Aragón y su madre la reina
doña Leonor se fueron á la villa de Roa , que el rey
se la dio á su tía los mismos dias que estuvo en "Foro
detenido. Don Juan de la Cerda se partió á Segovia
Sara estar con el rey; don Fadrique ¿Tala vera donde
ejara sus gentes, don Fernando de Castro se volvió
á Galicia con su mujer que llevó en su compañía, don
Tello á Vizcaya; don Enrique, y Ja reina madre se
quedaron en Toro para defender la ciudsd. Estas
cosas acaecieron en el fin del año. En el principio
del siguiente que se contó i 35JS , se hicieron cortes
en Burgos, en que se hallaron los infantes de Ara-
gón. El rey se quejó al reino del atrevimiento é inso<
lencia de los grandes : pidió que le ayudasen para
juntar un ejército con que ios castigar, que no sola-
mente cometieron delito contra él, sino en su perso-
na: tenían eso mismo ofendido y agraviado á todo el
reino; que era justo se véngasela injuria hecha á
todos con las armas de todos: concedióle el reino un
servicio estraordlnario de dinero para pagar parte
de la gente de guerra.
Mientras estas cosas pasaban en Castilla el rey de
Navarra mateen Francia al condestable don Juan de
la Cerda hijo menor del infante don Alonso el Deshe-
redado. Parecióle al rey de Francia este hecho muy
atroz : sintió mucho que hobiesen malamente y con
asechanzas muerto un tal personaje que era muy
valeroso y su condestable, y á quien él quería mu-
cho y le trataba familiarmente desde su niñez. La
ocasión de su muerte fue que el rey le hizo merced
del condado de Angulema, al cual el rey ile Navarra
decía tener derecho. Pretendia otrosí el rey de Fran-
cia los condados de Campaña y de Bria: alegaba para
esto que fueron de su padre. No quiso el rey dárse-
los : por esto se enojó grandemente y quebró su ira
con el condestable. Envió una noche secretamente
unos caballeros suyes , que escalaron la fortaleza
llamada de Aigle ó del Águila en Normandía, en que
se hallaba el condestable descuidado en su lecho:
allí le mataron en ocho dias del mes de enero. Fros-
sarte historiador francés concuerda en el dia , mas
quita dos años de nuestra cuenta.
Publicada esta muerte, el rey de Francia no salió
en público , ni se dejó hablar por espacio de cuatro
rías. Hizose pesquiza , y fue citado el rey de Navar-
ra : pidió en rehenes para su seguridad á Luis hijo
del rey; pareció demasías lo que pedia, pero en hn
vinieron en ello: con tauto fue á París a responder
por si en juicio. Alegaba que le pretendia el condes-
table matar : no se probaba este descargo bastante-
mente ; mandóle el rey prender, y por ruegos é im-
f^ortunaciones de su mujer y de su hermana viuda
e perdonó , si bien se entendía por su condición fe-
roz no permanecería en la fe y lealtad mucho tiempo,
como en breve se esperimentó. Pidió el rey de Frao*
cía al reino que le sirviesen con dineros para hacer
guerra á los ingleses : contradíjolu el Navarro: inju-
ria que sintió grandemente aquel rey como era razón,
y la guardó y quedó bien arraigada en su ofendido
pecho para vomitarla á su tiempo.
Dijese arriba como don Pedro infante de Portugal
tenia de muchos dias atrás amistad y trato con doña
Inés de Castro: con esta misma el ano pasado se casó
clandestinamente con mengua de la mageslad real:
para quitar esta mancha y reducir y sanar á su hijo
la hizo matar el rey en la ciudad de Coimbra. Era
cosa injusta castigar la deshonestidad y culpa del
hijo con la muerte de la amiga , en especial que le
pariera cuatro hijos, es á saber don Alonso, que mu-
rió niño, don Juan y donDíonis y doña Beatriz. Luis
rey de Sicilia falleció por el mes de julio en la ciudad
de Catania: sucedióle su hermano don Fadrique,
Simple de nombre, y en la edad, costumbres y en-
tendimiento. El reinado de estos dos reyes herma-
nos fue trabajado de tempestades, guerras extranje-
ras y civiles : camino que se abrió ai rey de Aragón
para volverse á hacer señor de aquella isla. Pero de-
jemos este cuento por ahora , y volvamos á lo que se
nos queda atrás.
CAPITULO XXI.
De muchas muertes que se hicicroo en Castilla.
DESPEomAS las cortes de Burgos , el rey se fue á
Medina del Campo. Allí por su mandado fueron muer-
tos dos caballeros de los mas principales, el uno Pero
Huiz de Villegas, adelantado mayor de Castilla, el
otro Sancho Ruiz de Rojas; mandó otrosí prender al-
gunos otros. A Juan Fernandez de Hínestrosa sol-
taron los de Toro debajo de pleitesía de volver á la
prisión , sino aplacase y desenojase al rey , mas no
cumplió su promesa. Don Enrique y don Fadrique^
juntadas sus gentes en Talavera , se fueron á encas-
tillar en la ciudad de To!edo para prevenir los intentos
del rey. Pasado el rio, quisieron entrar por el puente
de San Martin ; mas como les resistiesen la entrada
algunos caballeros de la ciudad, dieron vuelta por
encima de los montes de que casi toda alrededor está
cercada, y llegados á la otra parte de la ciudad , en-
traron por el puente que llaman de Alcántara. Hizose
gran matanza en los judíos, y les robaron las tiendas*
de mercería que teman en el Alcana: fueron mas de
mil judíos los que mataron , lo cual no se hizo sin
nota y murmuración de muchos á quien tau grande
desconcierto parecía muy mal.
Avisado el rey del peligro en que la ciudad estaba,
vino á grande priesa antes que se pudiesen fortificar
los contrarios en una plaza de suyo tan fuerte. Con
su llegada los hermanos fueron forzados á desampa-
rarla con presteza: cosa que les valió no menos que
las vidas. £1 rey vengó su enojo en los ciudadanos,
mató algunos caballeros, y del pueblo mandó matar
veinte y dos. Entre estos condenados era un platero
viejo de ochenta años: un hijo que teaia de diez y
ocho , se ofreció de su voluntad á que le matasen á él
en cambio de su padre. Ebrey en lugar de perdonalle,
que al parecer de todos lo merecía muy bien por su
rara y escelente piedad , le otorgó el trueco y fue
muerto: horrendo espectáculo para el pueblo, y mi-
sericordia mezclada con tanta crueldad. Los nombres
de padre y hiío no se saben por descuido de los his-
toriadores, el caso es muy cierto. Hizo otrosí el rey
prender al obispo de Sigüenza don Pedro Gómez Bar-
roso, varón insigne entre los de aquel tiempo y gran
su
BtBI.IOTEU DE
iurísla: la causa, que favoreciu á sus cíududanoí y á
dofta Blanca , qu« envió el re* presa d la
fortaleza de Sigüenza.
AsenU'taa las cosas de Toledo, restaba reducirá
tu servicio las demis ciudades. Los de Cuenca por
estarmas conformes entre si cerraron las puertas al
rey : do se atrevid i usar de violencia por ser aquella
ciudad mu; fuerte. Criábase entonces en ella don
Sancbo, hermano del rey , y aunque ae librú deste
peligro presente, .pocos días después Al*ar Garcii de
Albornoz, hermano del cardenal don Gil deAlboruoi,
SQB le tenia en guarda , le escapa y llevú á Aragón,
úsose cerco á la ciudad de Turo , en que estaba la
reina madre, den Enrique y don Fadrique, don Per
Estcvanez Carpintero que se llamaba muestre de
Calalran , y todos laa fuerzas de los caballeros de la
lien. Durante el cerco que fue largo asaz , en Torde-
silias doña Haria de Padilla poriú una bija que fue la
tercera , y se llamú doña Isabel. Don Juan de Padilla
su hermano maestre de Santiago fae muerto en un
rencuentro que tUTO entre Tarancon ; Uclés : cau-
sóle la muerte la lionra y estado en que el rey le puso;
venciéronle don Gómalo Hejia comendador mayor
de (astilla y Gómez Carrillo, que favoreciaD y tenían
la parte de don Fadrique. El rey con la edad hecho
mas prudente no quiso qne se proveyese el maestraz-
go por dejar la puerta abierta para que su hermano
le redujese á su serricio.
Haatill de don Pedia I de CiiUll*.
El pipa Inocencio por estos días envií al cardenal
de Boloña para que pusiese en paz al rey y á estos
grandes. Las cosas estaban tao enconadas que no
pudo efectuar nada^ solaniente alcanzó que saltasen
(te la prisión al obispo don Pedro Gómez Barroso.
Don Enrique de Toro se huy<3 á Galicia, y escapó del
peligro que le amenazaba y corría: aunque era mozo
tenia sagacidad y cordura, de que dio bastantes
maestras en todas las gunras en que anduvo. Don
Fadrique, habida seguridad, salió de la ciudad y so
fue al rey. Finalmente en cinco de enero del año
de t3B6 un cierto ciudadano dio al rey entrada por
una puerta que él guardaba. Apoderado de la ciudad
hito matar á don Per Estevanez Carpintero y Rui
González de Castañeday otros caballeros priucipales:
matáronlos en presencia de la reina madre, que se
cayó en el suelo desmaradade espanto y horror de un
cspectículo tan terrible. Vuelta en su acuerdo, con
muchas voces maldijo á su bijo el rey, y desde á po-
co^ días (1) con su licenciase fue á Portugal, don-
de no miró mas por la honestidad que antes. Nio-
«una cosa se encubre en lugares tan altos : como
trat«M amores con don Martin Tello, caballero por-
tugués, fue muerta con yerbas por mandado del
rey de Portugal su hermano. Algunos afirman que
I* hiio matar su padre el rey don Alonso el Cuar-
to , ca por lidedignos testímoDÍog pretenden probar
vivid hasta el año de mil y trescientos y sesenta f
uno: otros mas acertadostfícen que el dicho rey mu-
rió el año de cincuenta v siete.
El rey de Castilla se íue d Tordesülas, y allí hizo
1 torneo en señal de regocijo porlas cosas qne aca-
bara. El lugar y el dia mas prometian placer y con-
tento que miedo; no obstante esto, el rey otra dia
de maBana hizo matar i dos escuderos de la guarda
de doD Fr.drique. Cuando él lo snpo, tuvo f(rande te-
mor no hiciese otro tanto con él , mas esta vez no
pusieron en él lasmanos. Este año tembló en muchu
partes la tierra con grande daño de las ciudades roe-
rilimas: cayeron las manzanas de hierro qne estaban
en lo alto de la Ierre de Sevilla, y en Lisboa deiribó
este terremoto la capilla mayor que pocos días antes
se acabara delabrarpor mandado del rey don Alonso.
Algunos pronosticaban por estas señales ^ndec ma-
les que sucederían en España : pronósticos que sa-
lieron vanos, pues el reinado deírey de Castilla y él
en sns maldades continuaron por muchos años ade-
lante; el pueblo por lo menos hizo muchas proce-
siones y plegaria» para nplacar la ira de Dios.
Tomaoa la ciudad de Toro , el conde don Enrique
por caminossecretos y escondidos se huyó d Vizcaya,
do su hermano don Tello con la gente y aspereza de
]b tierra conservaba lo que quedaba da su pardtli-
dad , ca venció en dos batallas ciertos capitanes inie
tenían la voz del rey. Desde alli don Enrique se lúe
en un navio ala Elochella, ciudad de Jantoisne en
Prancia, para estará la mira y esperaren qué para-
rían los humores que removidos andaban. A esta sa-
zón el rey de Navarra en un convite á que le convidó
en Rúan Carlos el Delfin y duque de Nonnandia fne
preso por el rey de Francia que de repente sobrevi-
no, y le compelió áque desde la prisión respondiese
i ciertos cargos que se le hacían: el principal era de
traición , porque favorecía á los int^leses contra lo
que era obligado como principe por muchas vías y
títulos sujeto á la corona de Francia. Dcsta manera
se velan en aquel reino divididas las aficiones de
los españoles que en él residían ; don Enrique tiraba
gajes del rey de Francia , don Philípe hermano del
reí[ de Navarra llamaba los ingleses i Normandia , y
se juntó con ellos. Lo mismo hizo el conde de Foi
enojado por la injuria y agravio hecho al rey su cu-
nado. Asi en un mismo tiempo en Españay en Fran-
cia se temían mucha novedades y nuevas y temero-
sas guerras.
LIBRO DECIMOSÉPTIMO.
CAPITULO I.
Del principio de la gnerra de Aragon-
lInA guerra entre dos reinos j reyes veeinw y
aliados, y aun de muchas maneras trabados ctm dea-
do, el de Castilla y el de Aragón, contará el libro
diez y siete : guerra cruel , implacable y sangrienta,
que fue perjudicial y acarred la muerte i muchos
señalados varones , y últimamente al mismo qne la
movió y la díó principio, con que se abrió el camino,
y se did lugar'á un nuevo linaje y descendencia de
reyes ; y con él una nueva luz ahimbró al mundo, y
la deseada paz se mostró dichosamente á la tiem.
Pdneme horror y miedo la memoria de tan graves
males como padecimos. Entorpécese la pluma, y do
se atreve ni acierta d dar principio al cuento de las
cosas que adelante sucedieron. Embázame la mocha
sangre que sin propósito se derremd por estos tiem-
pos. Dése este perdón y licencia d esta narración,
concédasele que sin pesadumbre se lea : dése á los
quetemerariamenle perecieron, y no menos á los
que como locos y sandios se arrojaron A tomarlas
armas y con eltaa satisfacerse. Ira de Dios fneren
HISTORIA
estos desconciertos , y ua furor que se derramó por
tas tierras
Las causas de las guerras, mirada cada una por
sí , fueron pequeñas , mas de todas juntas como de
arroyos pequeños se liizo un rio caudal, y una grande
avenida y creciente de saña y de enojos. Cada cual
de ios dos reyes era de ardiente corazón y que do
sufría demasías, en las condiciones y aspereza se-
mejables, bien que eide Castilla por la edad, que
era menor y mas ferviente, se aventajaba en esto, y
en rigor, severidad y tiereza. Querellábase el Arago-
nés que sus hermanos tuviesen en Castilla guarida,
y hallasen en ella ayuda para alborotalle su reino.
Senlia asimismo que don Fernando su hermano con
color de asegurar al de Castilla que le seria leal , en
hecho de verdad por darle á él molestia hobiese
puesto guarnición de castellanos en las sus fortalezas
de AlicaQte y de Orihuela. Por el contrarío el rey de
Castilla se quejaba jue las galeras de Aragón á la
boca de Guadalquivir tomaron ciertas naves que en
tiempo de necesidad venían cargadas de trigo , de
que resultó mayor hambre y carestía. Quejábase
otrosí que Jos foragidos de Castilla eraii recebidos y
amparados en Atagon:que los caballeros aragoneses
de Calatravay de Santiago no querían obedecerá sus
maestres que eran de Castilla; en lodo lo cual pre-
tendía ern agraviado, y decia quería tomar de todo
emienda con las armas.
A estos cargos y causas de romper la guerra se
allegó otra nueva , y fue en esta manera. El rey de
Castilla apaciguado que hobo las alteraciones de Cas-
tilla la Vieja , y dada orden en las demás cosas , en-
trado ya el verano partió á la Andalucía para acabar
de sosegar á Sevilla y los demás pueblos de aquella
comarca. En Sevilla, fatigado con los cuidados y ne-
gocios, para tomar un poco de alivio determino irse
á las Almadrabas en que se pescan los atunes , que
es una vistosa pesca y muy gruesa granjeria. Hizo
aprestar una galera , y en ella se fue dosdc Sevilla á
SÁniúcar de barrameda. Sucedió estar surgidas en
aquel puerto dos naves gruesas. Acaso diez galeras
de Aragón que iban en favor de Francia contra lo^
ingleses sus capitales enemigos, salidas del estrecho
de Gibraitar, costeaban aquellas riberas del mar
Océano. £1 capitán de las galeras que se llamaba
Francisco Perellos, por codicia de la presa acometió
y tomó aquellas dos naves delante los ojos del mismo
rev. Pareció este un desacato insufrible. Encarecían-
lelos cortesanos en grande maúera, como gente que
deseaba se encendiese alguna guerra con que pen-
saban acrecentar sus haciendas, y ser mas estima-
dos y honrados que en tiempo de paz , cuando por
no ser tan necesarios los estimaban en menos: tal
es la condición de soldados y palaciagos.
Fue Gutierre de Toledo á reñir esta pendencia, y
agraviarse del atrevimiento y demasía ; mas el capi-
tán aragonés, como quier que era hombre determi-
nado y feroz , sin hacer caso de las amenazas y fieros
dio por final respuesta : que aquellas mercadurías
erandeginoveses, y que por derecho de la guerra
las podia tomar por estar con ellos á la sazón rompida
en la isla de Cerdcña por grande deslealtad de Mateo
Doria ginovés de nación. Vista esta respuesta tan
resoluta, el rey de Castilla envió al rey ele Aragón
una embajada con Gil Velazquez de Segovía uno de
sus alcaldes. Mandóle representase las quejas arriba
referidas. Que mandase restituir los navios que sus
galeras tomaron á tuerto: demás que le entregase al
capitán dellas para castígalie conforme á su temeri-
dad y locura.
Aprestaba á la sazón el de Aragón en Barcelona
una armada para pasar en Cerdeña contra los rebel-
des de aquella isla. Fuéle por esta causa enojosa In
demanda de Castilla; respondió empero con blandu-
ra y humildad: que él contentaría al rey de Castilla,
DE ESPA.ÑA. ^1^
. satisfaría los agravios que lo proponía , y echaría de
I Ara^'on los castellanos fonii^idos ; asimismo , que
vuelto el capitán , le castigaría Süguu su culpa me-
reciese: en lo que tocaba á los caballeros de Santiago
y de Calatrava, dijo no pertenecía á su jurisdicción
aquel pleito por ser personas religiosas, y á él sería
mal coutido , si en sus cosas se empachaba : que so
podría tratar con el sumo pontífice como causa y ue-
gocio eclesiástico, y lo que se determinase él mismo
lo tendría por bueno y pasaría por ello. No se satisfizo
nada Gil Velazquez con esUi respuesta , antes de
parle de su rey le desafió y denunció la guerra. R»3-
pUcó el rey de Aragón : no me parece que esta es
bastante causa para romper la guerra entre dos reyes
amigos y cunfederados ; mas yo lo dejo al juicio de
Dios, que no permitirá pase sin castigo y emienda
cualquier insolencia: yo no comenzaré la guerra,
pero con la ayuda divina, si me la dieren, ni la rehu-
saré ni la temo.
Destos principios se vino á las manos. Residían en
Sevilla muchos mercaderes catalanes : todos en un
punto fueron presos y confiscados sus bienes. Hicie-
ron en ambos reinos levas de gentes y los demás
apercibimientos: acudieron asimismo á procurar so-
corros de príncipes extranjeros; en particular don
Luís hermano del rey de Navarra, que luego que en
Francia prendieron al rey su hermano , se volvió á
España para proveer á lo de acá , requ árido por en-
trambas partes que se juntase con ellos , no quiso
declararse por la una parte ni por la otra , sino como
sagaz entretenellos con buenas esperanzas y estar
á la mira, dado que de secreto mns se inclinaba al
de Aragón como á mas amigo y deudo. Hízose por un
mismo tiempo entrada por tres partes en el reino de
Valencia. Don Hernando de Aragón pretendía levan-
tar los de aquel reino, por la parte que en él tenia, y
por la memoría de las revoluciones pasadas, cosa en
que mas confiaba que en las armas ; mas no halló la
entrada que él pensaba , ca estaban escarmentados
por causa de los male.4 y castigos pasados. Desta ma-
nera se entretenía la guerra , y continuaba en los
postreros del mes de agosto con daño notable de los
campos y aldeas de aquella frontera.
En estos mismos días se dio en Francia la famosa
batalla de Potiers, memorable por la matanza que de
franceses se hizo muy grande por mucho menor nú-
mero de ingleses: con que las tuerzas de aquel pode-
roso reino quedaron de todo punto quebrantadas. El
mismo rey de Francia fue preso y Phílipe el menor
de sus hijos : murieron en el campo Pedro duque de
Borbon padre de la reina doña Blanca, Gualter con-
destable de Francia , Roberto señor de Durazo y
pariente del cardenal de Perigueux, que enviado par
legado del papa Inocencio para concertar aquellas
gentes y asentar las paces, se halló en aquella bata-
lla, sin otros muchos personajes de cuenta que allí
perecieron. Sucedió aquella desgraciada batallad
diez y nueve días del mes de setiembre des te año
de \ 350. Desta jornada resultaron dos cosas notables,
y á propósito de nuestra historia. La una , que por
orden ae algunos vasallos suyos el rey de Navarra se
soltó de la prisión en que le tenían, y hallada entrada
en París, se hizo capitán de muchos sediciosos , y
alborotó el pueblo para que no acudiesen al Dclfin
que prctenaia buscar socorros y allegar dineros para
libertar al rey su padre, no sin grande ofensión do
aquella gente.
Con esta ocasión el Navarro en una junta que so
tuvo en París , se querelló póblicamente del agravio
y afrenta pasada. Dijo que su derecho que tenia á la
corona de Francia era mejor que el ae los que la
pretendían por las armas, por ser como era nieto del
rey Luis Hutín, hijo de su hija, como el Inglés fuese
hijo de madama Isabel hermana del mismo. No hay
duda sino que el Navarro tramaba una nueva tela de
S16 BIBLIOTECA DE
discordias , si £us Tuerzas Tueren igusks d su vdIud-
tadyinimorenlin hizo tanto que le fueron restilui-
dos sus bienes , y i los pueblos y estado que hercdú
de su padre , le añadieron el señorío de Hascon y de
IIÍDorra ; uo pudo empero alcanzar por mas que an-
daban revuelUa jus cosas, que le entregasen d Bria,
Campaña y Borgoüa , estados d que pretendía tener
derecho.
Sucediú a^imisnio que don Enrique conde de Tras-
taman después desta batalla , ea que se hallú y salió
salvo , se vino al rey de Aragón convidado cou gran-
des promesas que le hizo. Esta fue la primera puerta
que se le abrió , y el primer escalón para venir des-
pués á ser rey de Castilla : este el prindpio de su
prosperidad. La suma de las capitulaciones de los
dos lúe: que don Enrique se desnaturalizase de Cas-
lilla, y liicíesepleitohomenajede ser perpetuamente
tuvo el infunte don Fernando de Aragón : que el rey
le diese sueldo paro seiscientos hombres de á caba-
llo y otrtM tantos inrautes que anduviesen debajo de
£u peudoD y bandera.
Eulrado el año de nuestra salvación de i3S7, con
CJtEPAn T ROIG.
varios sucesos se hacia la guerra en las Trotiteras ile
Castilla y Araron. Tomaron los aragoneses d Alican-
te y los castellanos d Embite y á Bordalua. Los prin-
cipales capitanes del rey de Aragón eran el conoe de
Traslaniara dou Enrique , don Pedro de Eierica y el
conde don Lope Fernandez do Luna ; por el rey de
Casulla don Fadrique maestre de Santiago, los do*
hiTmanOB infantes de Aragón, y don Juan de la Cer-
da. Servían sus capitanes con mayor tidehdad al rey
de Aragón que los suyos al de Castilla: los unos
constautes y Ürmes. y estntros dudosos y como á li
mira de lo que rf sullaria destas cuerraa; especial-
mente oue en general aborrecian Tas raaldadet y as-
pereza de contoion de surey. Asi al cabo el de Ara-
gón con su buena industria y maña, de que hallo
que en esta guerra se valió mis que de sus fuerzas,
los vino d traer todos d su servicio y á teoerlos de su
parle.
Don Juan de la Cerda y Alvar Pérez de Guzdmq
fueron los primerus que se apartaron del servicio del
rey de Castillu; que todavia tenían preséntela muer-
te de BU suegro don Alonso Coronel señor de AguiUr
á quieu el rey hizo malar , y ellos emú casados cud
dona U aria y dona AMonzaaus bijaa. Teaian otros
■liedo que el rey que con una desenfrenada lujuria
babia puesto los ojos en doña Aldonza, ae la quena
tomará su marido Alvar Pérez: asi por ventura fue-
ron dos las causas que compelieron a estos caballeros
d apañarse del servicio de su rey, y á que de Serón
de donde hacían la guerra en la raya de Aragón j se
pasasendlaAndalucia, en que tenían muchos parien-
tes y amigos y grande eslodo. Pretendían con su au-
toridad y presencia levantar y alborotar oquella pro-
vincia, como lo comenzaron d poner por obra; puesto
que era grande couCanza y osadía, masaina icmcri-
dad, atreverse i mover guerra civil en el medio y
cursioD de uu reino tan poderoso.
A esla sazón el rey de Castilla con todo su ejércilo
tenia sitiado un castillo de AraBonjunto i la r»yid*
CaslillB,qno se dice Tebal, ú Sisainon como otros
dicen. Allí tuvo nueva como estos caballeros, desaai-
paredo Serón, se iban al Andalucía : fue luego en
pos dellos. Sigulúlos algún tanto, mas no los pudo
alcanzar , que se fueron como si huyeran por Upo-
la. Volvióse d encender la guerra con mayor fura
quede primero. Tomó el rey de Castilla algunos pue-
blos de poca importancia: cou el mismo ímpetu fae
sobre Tarazona, ciudad principal, que eati cerca de
Navarra ; ganóla y entróla por la fuerza en noevede
marzo. Los ciudadanos perdida la parle alta de n
HISTIMU
ciudoit oue era la roas fuerte delta , se dierou i par-
tido, lalTas las vidas j hacienda : mí los dejaron ir
libremenle á Tudela. Oljose que esia ciadad ta per-
dieron kn aragODesea por culpa del alcaide Miguel
de Gurrea, que la pudiera austeatar macho mas
tiempo, ai tuviera major corazón rmaasuIrimieDta;
asi por eniender que no podria descargarse j salia-
facerbaataotementei su rey, se pagó con su ctraf
bmilia al reino de Nafarra. Pobló el ny la ciudad de
soldados caatcllanoa, j aTecindjios en ella; repar-
tiúiosaus casas, campos 7 heredades.
El rey de Aragón después que perdió esta ciudad,
no se tenia por seguro dentro de los mis moa muros
DK üstá^h. 517
de Zaragoza. Por esta causa con majorinaiay cui-
dadoque de antes, procuró nueroa socorros y ayudas
de eitraojeros ; mayormente que en esta sazou don
Joan de la Cerda en el Andalucía fue muerto y des-
baratado por el concejo de Se*illa(<), de cuyas gen-
tes fueron capitanes en aquella batalla Juan Ponce
de León señor de Marcliena, y el almirante Gil Bo-
canegra. Vino de Francia en servicio del rey de Ara-
gón el conde de Foa , y en su compañía muchos
caballeros , soldados de fama. El señor de Lahrit su
contrario viuo al lauto con un buen número de lan-
zas i ayudar al rey don Pedro de Cestilia. El papa
luocencio envió á España á Guillen cardenal de Bo-
tona pnr su legado para ryne pu-iese paz entre estos
dos reinos. Hizo murlias idas v venidas de los anos
i loe otros con grandísimo trabajo suyo: en fin con-
certó tref[Ues por un año y treí meses mientras rjue
ulgunos grandes iratiiban medios de piz, para lo
cual Fue nombrado por parte del rey do Araeon Ber-
nariío de Cabrera, y por el de Castillii Juan Fernan-
dez de Hineslrosa. En el entrctunto los pueblos qoe
arabas partes gunarsn, se pusieron en deidad y como
en tercería en poder del cardenal legado, qnc puso
pena de excomunión contra el primero qucquebran-
lase las Iroeuus.
ConcluyéroDse ettas pláticas en diez y ocho días
dul mes de mayo. En este mes murió en Lisboa don
Alonso el Cuarto , rey de Portugal , de edad de se-
tenta y siete aüos, j seis meses: reinó por espacio
de treinta y un años , cinco meses y veinte dias: fue
enterrado su cuerpo en la misma ciudad junto al ol-
lar de la iglesia Maydr, do «epuliaron su mujer doña
Beatriz. Sucedióle en el reino su hijo don Pedro por
sobrenombre el Cruel, l'n mes antes le liabia nacido
un hijo de doña Teresa Gallega , i quien tenia pur
oml^a , después que su padre bizn malar á doña (néa
de Castro. Era doua Teresa mujer muy apuesta, por
lo demás ninguna otra gracia tenia porque mereciese
ser querida. Llamama í su hijo don Juan , i qoien
los cielos tenían determinado de entregar al reinode
su padre y obuelos , como se dirí adetaole «n su de-
bido luQDr. Volvamosi las cosas de Aragón y Castilla.
Hcclias las treguas , ios aragoneses entregaron al
cardenal legado Tos pueblos y rorüilezaa que teniait
dn Castilla : liicíéronlo de mejor gnna por ser pocas
las que elloí gRoar^n. El rey de Castilla si bien con-
sintid en todas las demás capitulaciones, nunca se
pudo acabar con él que quisiese sacar de Tarazona
los soldados castellanos que nueíameote hizoavocin-
dar enells. Mienlras estas cosas se cnncluian , fuese
i la cíudadde Sevilla para apaciguar las revueltas del
Andalucía , y juntar una buena armada con que ba>
cor guerra en los pueblos marítimos de Aragón lueg»
ifue espirase el tiempo de las treguas; la naz ni la
esperaba , ni aun la deseaba. En Sevilla diose tanto
á loa amores de doña AldonzaCoronelqueenfures~
peto no hacía ya casodedoña Haría de Padilla; jcuán
poco duran las privanzas y favores ! ¡ cuan ciega é
indómita bestia es un hombre sujeto á sus pasiones^
ningunas dilicultadesnitrabajos eran bast?n tus pora
518 BIBLIOTECA DE
poder apartar al rey don Pedro de sus deleiln^s y tor-
pezas.
Cansado pacs y mohíno el legado de sus cautelas
y marañas le descomulgó y puso en toda Castilla en-
tredicho; todavía pareció que el legado en esto pro-
cedió con mas priesa y cólera de la que en tan grave
caso se requería : por esta causa el papa le envió á
llamar, y le hizo salir de JEspana. Todas eran trazas
y mañas del rey de Aragón por hacer mas odioso al
de Castilla , y que le tuviesen por un mal hombre,
sacrilego y descomulgado , ca uretendia con esta in-
famia y mala opinión que los ao su reino le desam-
parasen: maña en que ponía mas conGanza aue en
su valor y fuerzas. Sucedióle al rey de Castilla otro
nuevo disgusto. Tenia en su poáitv á doña Juana
mujer de su hermano don Enrique. Pedro Carrillo un
caballero criado suyo tuvo manera para la sacar de
Castilla y la llevó á Aragón y la entregó á su marido.
Con esto se acabó de perder la esperanza que de paz
podía quedar entre los dos hermanos. Los otros dos
don Fadrique y don Tello tenian gana de rebelarse,
ninguna otra cosa los detenia para que no se pasasen
al de Aragón , sino que entendían no les podría dar
igual recompensa á los grandes estados que dejaban
en Castilla.
Esta tardanza en este mismo tiempo fue daños» y
mortal á muchos. Don Fernando de Aragón estaba
en esta coyuntura en guarnición de la villa de Jumi-
lla , que él en aquella frontera ganara á los aragone-
ses: tenia sus tratos secretos don Bernardo de
Cabrera: en fin se pasó al rey de Aragón porque se le
concedió la procuración del reino y la restitución de
su estado ; que en tiempo tan apretado y de tanta
necesidad nada parecía demusiado. La rebelión de
don Enrique y de don Fernando, como dio la vida á
los aragoneses , así causó }a muerte á los hermanos
de ambos, como adelántese verá. En Cerdeñaen
estos días las cosas se mejoraban con la muerte de
Mateo Doria que sucedió á buen tiempo, y el rey de
Aragón se concertó con sus sucesores. Mariano el
juez de Arbórea no se acababa de sosesar , puesto
que con tan gran pérdida como la de Oria poco se
adelantaba su partido. La jnaynr parte de Sicilia en
«ste mismo tiempo tenfan ocupadas las guarniciones
y soldados del rey Luís de Ñapóles: Palermo y Mecí-
na dos principales ciudades de aquella isla eran su-
yas. Don Fadrique llamado el Simple , que dos años
antes sucedió en aquel reino á su hermano el rey don
Luis, erado poca edad, de corto ingenio y menos
fuerzas y poder. El título de rey conservaba en sola
la ciudad de Catania con cortas esperanzas á causa
que volvía á revivir la parcÍHlidarl francesa , y tenia
por vecinos á los reyes de Ñapóles , y los isleños le
eran desleales.
Con esto en tanto grado perdió el ánimo y esperan-
za de poder defenderse y sustenUtr su reino, que hizo
donación de Sicilia, Atenas y Neopatria á su herma-
na dona Leonor mujer del rey de Aragón. Desta do-
nación envió al rey marido della escrituras públicas
T auténticos ínsti'umen tos para convidarle y animarle
á que le enviase sus gentes y armada con que defen-
der á Sicilia. El rey de Aragón quisiera acudir á su
cuñado, mas tenia tanto que hacer en su casa con
una tan pesada y peligrosa guerra, y llena de gran-
des dificultades, ¡)ue no pudo ayudar como quisiera
alas cosas de Sicilia, que llegaron á término de estar
de todo punto perdidas. El esfuerzo y lealtad de don
Artal de Alagon conde de Mistrela y maestre juslí-
cier de Sicilia , que hizo rostro á los enemigos y los
venció en una batalla en que mató muchos dellos, y
hizo justicia de algunos del reino culpados, las entre-
tuvo. Ladeslealtad de otros fue vencida con algunas
mercedes que les hicieron ; que en lin dádivas todo
lo acaban y ablandan.
GASPAR T HOIG.
CAPITULO V.
De las muertes de algunos señores de Cablilld.
El ardiente deseo de vengarse llevaba al despeña-
dero á los reyes de Castilla y de Aragón sin cuidar
de lo bueno y justo, y sin que echasen de ver lo que
en el mundo se podría decir dellos; en aue se empe-
ñaron de suerte que no tuvieron empacno de llamar
los moros en su ayuda. El rey moro de Gri^nada en-
vió golpe de gente de á caballo en favor del rey de
Castilla con quien meses antes se aviniera. El de
Aragón llamó de África al rey de Marruecos para
oponerle á su enemigo, balanzar las fuerzas y estar
con él á la iguala: acuerdo infame y traza vergonzo-
sa á la Religión Cristiana. Quejóse gravemente dello
por sus cartas el padre santoinocencío, y entre otras
razones les escribió que se maravillaba mucho queel
deseo de hacerse d&no llegase á tanto estremo que
no tuviesen miedo de traer á su tierra una peste tan
contagiosa y mala, con que y con menor ocasión en
otro tiempo se asoló y destruyó toda España. Fuera
este cuidado v diligencia del pontífice buena y á buen
tiempo; masías orejas los reyes tenian con un esce-
so de pasión y enojo de tal manera tapadas , que no
oyeron sus paternales, santas y saludables uiuonts-
taciones.
Los grandes que sr guían la opinión de Castilla,
fueron por los aragoneses solicitados, y aun persua-
didos á que se pasasen ú su parte. El primero el in-
fante don Fernando de Aragón: la misma nutumleza
inclinaba á que en este riesgo quisiese antes favore-
cer á su heruiano que al rey de Castilla su primo.
Tuvo sus hablas secretas en la villa de Jumilla que
ganara en esta guerra, como se tocó ya, v finalmen-
te por la buena diligencia y persuasiones de Bernardo
de Cabrera se pasó á su hermano el rey de Aragón.
No pudieron estar secretos tratos de ^n grande im-
portancia: asi en el principio del ¿ño de 1358 el
maestre de Santiago don Fadríoue tomó por fuer/a
de armas á Jumilla y la sacó del poder de los arago-
neses. Hecho esto, vínose el maestre á Sevilla; y en-
trado en el alcázar, por mandado del rey su hermano
delante de sus ojos fue cruelfsimamente muerto por
unos ballesteros de maza del rev. Este fue el premio
Ír mercedes que le hizo por el buen servicio que
tf acababa de hacer, bien es verdad que se sabe de
cierto no andaba muy sosegado, y que trataba de
pasarse á Aragón: sospecho que este trato debió de
venir á noticia del rey, y que por esta causa se le
aceleró la muerte.
Luego que fue muerto don Fadrique, se partió el
rey á grande priesa á Vizcaya: las manos que ya te-
nia tintas en la fraternal sangre, quería en aquella
provincia volverlas á ensangrentar con otro seme-
jante ejemplo de severidad. Sospechólo su hermano
don Tello, y huyóse A Fruncía en un navio, y de allí
se fue á Aragón para vengar con las armas su injuria
y la muerte del hermano. No fditó otro desdichado
en quien en su lugar el cruel rey ejecutase su saña.
Ido don Tello, el infante don Juan de Aragón, á
quien se debía el señorío do Vizcaya por ser casado
con doña Isabel hija de don Juan Nunez de Lara, y
también el rcyá la partida de Sevilla se le promeliú,
le suplicó fuese servido de dárselo, pues cou la huida
de don Tello quedaba sin dueño y desamparado.
El rey ó porque le apretó mucho con esla deman-
da, ó por saber que era de acuerdo con los dem'is
Srandes que se eran pasados á Aragón , eu Bilbao,
o á la sazón estaban, le hizo malar á sus miceros;
y aun escribe un autor que él mismo le acabó de un
golpe de jabalina que le dio con su propia mano: abo-
minable crueldad. Su cuerno le hizo echar de una
ventana abajo, y caído en la plaza, dijo á muclK^
vizcaínos que le miraban : Veis ahí á vuestro señor,
y al que demandaba el estado de Vizcaya. Siando'*
HISTORIA DB BSPA^^A.
lif
tlespues llevar á Bar^s , mas ni le dio sepultura , ni
•e le hicieron las debidas honras ni obsequias , antes
ppr mandado del rey lo echaron en lo profundo del
rio, que nunca mas pareció: con esto echó el sello
y acabó de suplir lo que ¿ un caso tan atroz faltaba de
crueldad , que era vengarse en el cuerpo de su primo
hermano tan malamente muerto. Con la misma furia
á la reina doña Leonor su tía madre del infante, y su
infelicísima mujer doña Isabel las hizo prender en
Roa , y llevarlas dende presas al castillo de Castro-
jeríz.
Prosiguióse por todo el reino una grande carnice-
ría ; y de diversas partes le trujeron á Burgos seis
cabezas de caballeros principales , que fueron para
él un espectáculo tan grato y apacible cuanto era
liorrendo y miserable á los hombres buenos que le
miraban. Tenia también determinado de matar otros
jnuchos en Valladolidy si no se lo estorbara la entrada
que repentinamente hicieron en Castilla don Enri-
que y el infante don Fernando: don Enrique destruía
y asolaba laj tierra de Campos , de Soria y Almazan:
don Fernando hacia cruel guerra en el reino de Mur-
cia. A entrambos incitaba el justo sentimiento de la
muerte de sus hermanos, y el grave dolor que su
memoria les causaba, los encendía en cólera y deseo
de vengarlos y satisfacerse con las armas.
El rey de Castilla con miedo de la entrada que
-estos caballeros hiéieronensureino, se fue al Burgo
de Osma para proveer lo necesario ¿ esta guerra. De
allí en el principio del mes de julio envió un balleste-
jo de maza al rey de Aragón á quejarse porque le ha-
h\3í rompido malamente la tregua, y fallando á su
verdad, hacia que sus gentes le entrasen en su tierra
estando él descuidado y désapercebido con la segu-
ridad de su palabra; A esto respondió el rey de Ara-
gón que él era forzado á tomar las armas por el desa-
fuero que él le hacia en no cumplir las condiciones
de las treguas, demás que con la toma de la viJIa de
Jumílla él primero las quebrara: que cualquiera dellos
fuese el culpado, era cosa muy inhumana é injusta
que pagase sus disgustos la sangre inocente de (ao-
tas gentes : que seria mejor que estas diferencias se
acabasen por combate de veinte con veinte ó cin-
cuenta con cincuenta , ó de ciento con ciento. (1).
En esta forma el rey de Aragón desafió al de Cas-
tilla con grandes amenazas y palabras de muchacon-
lianza. Su enemigo como quierque era mas poderoso,
y de grande corazón, ningún caso hizo de sus fieros
y desafio. Envió á don Gutierre Gómez de Toledo, á
quien pocos dias antes dio el priorato de San Juan,
a que pusiese cobro en las cosas del reino de Mur-
cia: á otros despachó á diversas partes , según que
le pareció convenia á la buena administración de la
guerra. El se partió á gran priesa á Sevilla: tenia allí
l'uesta en orden una armada de doce galeras con las
cuales se juntaron otras seis que vinieron de Geno-
va. Con esta flota se determinó correr toda la costa
<iel reino de Valencia, acometer y dar un tiento á las
villas y ciudades marítimas. Fueron sobre Guarda-
mar villa del infante don Fernando , que ganaron
por fuerza de armas. No se tomó el castillo, porque
sobrevino súbitamenleuna borrasca tan furiosa que
■dieron las galeras al través en tierra, y las hizo peda-
zos , solamente esparon dos que por buena suerte
-se acertaron á hallar en alta mar.
Con tan grande y no pensado infortunio el fiero y
soberbio corazón áel rey no desmayó ni se quebran-
tó, antes quemó el pueblo y las galeras destrozadas,
y levantó el ejército, se fue por tierra á Murcia.
i>ende á pocos dias que llegó á aquella ciudad, envió
\i) Los embajadores presentaron este duelo ante el papa
looceocio eo Ja forma siguiente: cSi el rey don Pedro de
Castilia esa firmar que no, es traidor: el rey de Aragoa mi
amo se lo probará combatiendo dos á dos.»
á Sevilla á Martin Yañez privado suyo con orden que
hiciese labrar otra nueva armada; y él juntado que
tuvo de todas partes su ejército , se partió para Al-
mazan do tenia muchos hombres de armas. Entró por
aquella parte en las tierras de su enemigo : ganóle
algunas villas y castillos así de los oue tenían los ara-
goneses en Castilla, como otros del reino de Aragón,
y principalmente se hizo cruel guerra en el estado
de don Tello. En fin del otoño se volvió el rey ¿Sevi-
lla con intento de en pasando el invierno juntar una
grande flota y hacer la guerra por el mar, ca le pare-
cía que se haría desta manera mayor daíio ai enemi-
go : para este efecto su tío el rey de Portugal le en-
vió diez galeras y tres el de Granada.
Este ano fue señalado por el nacimiento de doña
Leonor hija del rey don Pedro de Aragón , y de don
Juan hijo de don Enrique, los cuales tenia Dios de-
terminado que se ayuntasen en matrimonio y here-
dasen los reinos de Castilla. Nació doña Leonor en
veinte días del mes de febrero, y don Juan asimismo
en veinte del mes de agosto. En este mismo año en
las cortes de Valencia se estableció que los años no
se^contasen como solían por la era de César, sino
por el nacimiento de Cristo. En el principio del año
siguiente de i 359 el rey de Aragón puso cercó sobre
Medinaceli , pueblo puesto en los confines de los an-
tiguos celtiberos , carpetanos y arevacos , que en
tiempo antiguo fue una grande ciudad, mas en este
solo era una mediana villa; empero fuerte por su si-
tio natural y por tener dentro nuena guarnición de
^enteque la defendió valerosamente, tanto que fue
forzado el Aragonesa volverse á Zaragoza sin empe-
cerles, ni dejar hecha cosa oue fuese de mucha con-
sideración ni momento. Estaba el rey de Castilla para
ir á socorrer á Medinaceli cuando tuvo aviso que era
llegado á Almazan el cardenal Guido de Bolona, le-
gado del papa luocencio. Díóle el rey audiencia en
esta villa : el legado de parte del papa le dijo que
sentia tanto el padre santo hobiese guerra entre el y
el rey de Aragón , y le tenia puesto en tan gran cui-
dado , que sí no fuera por su mucha edad v por otros
gravísimos negocios de la Iglesia que se lo estorba-
ron , él mismo en persona viniera á poner paz entre
ellos y hacerios amigos. Que los reyes de Castilla
siempre fueron columna de la Iglesia, amparo y de-
fensa no solamente de España , sino de toda la cris*
tiandad ; pero que visto como al presente, olvidado
de todo punto de la guerra de los moros, se ocupaba
en hacerla á un príncipe cristiano , vecino y parien-
te suyo, no podía dejar de recebir grandísima pena y
dolor: que cuando saliese con la victoria , antes ga-
naría odio y infamia que honra ni provecho alguno:
que á ambos con paternal amor les rogaba, y de par-
te de Dios les amonestaba que tantas gentes, tesoros
y armas los emplease contra los enemigos de nuestra
santa fe: si asi lo hiciesen, su divina magostad les
daría en las manos muy honradas y señaladas victo-
rias como las alcanzaron sus antepasados, esclareci-
dos reyes.
Respondió á esto el rey que se recelaba de pláticas
de paz por causa que el rey de Aragón le engañó ya
una vez con color della y muestra de querer amistad:
así que estaba determinado y con entera resolución
de no venir en concierto ni acuerdo alguno^ si no
fuese que ante todas cosas echase de su remo los
castellanos forajidos, y restituyese ¿ la corona de
Castilla las ciudades de Orihuela y Alicante, y otros
pueblos de aquella comarca, que en el tiempo de las
tutorías de su abuelo el rey don Fernando los arago-
neses contra razón y justicia usurparon : demás que
por los gastos hecnos en esta guerra el rey de Ara-
Í;on le contase quinientos mil florines. El legado oído
o que decía el rey, fue á verse con el de Aragón:
llevaba alguna esperanza de poderlos concertar,
pues se comenzaba á hablar en condiciones.
520 BIBLIOTECA DE
£1 rey de Aragón oida la demanda, se escusaba y
acusaba al enemiflo como es ordinario. Decía : que
el de Castilla fue el primero que sin justa causa mo-
vió la guerra: que no era cosa razonable ni se podía
Huíirír le pidiese, y él diese lo que heredó de sus pa--
dres y abuelos; ni tampoco á él le seria bien contado
si menoscabase ó enajenase parte alguna de sus rei-
nos: que este pleito en otro tiempo so litigó ante
jueces arbitros, y oidas las partes pronunciaron sen-
tencia en fa?or de Aragón; sin emnargo, para mayor
satisfacción y dar á todo el mundo á entender su
justicia , él dejaría esta causa de nuevo en las manos
del padre santo. Gastábase el tiempo en demandas y
respuestas sin concluirse nada. Era lástima grande
ver como estas dos nobles naciones corrían fañosa-
mente á su perdición , sin oue nadie los pudiese re-
parar ni poner en paz , ni luese siquiera parte para
nacelles sobreseer la guerra con algunas treguas. Si
hablaban en ellas, el rey de Castilla se escusaba con
las grandes espensas y ^stos hechos en juntar una
gruesa armada que tenia á la cola, y aprestada para
acometer las tierras marítimas de Aragón.
CAPITULO Uf.
Que la armada de Castilla hizo guerra en la cosU de
Aragón.
Dejadas pues las pláticas de paz, volvió á encrue-
lecerse la guerra, renováronse las muertes y crecie-
ron los odios. El rejr de Castilla estando en Almazan,
procedió contra el infante don Fernando y contra los
dos hermanos don Enrique y don Tello , y aunque
ausentes , por sentencia que pronunció contra elfos,
los declaró por rebeldes y enemigos de la patria. Con
esto se acabó de perder la poca esperanza que les
restaba de que se podrían concordar , mayormente
que el *ey hizo matar en la prisión á la reina dona
Leonor (i): hecho sin duda cruel y detestable, pues-
to que fuera muy culpada y mereciera muchas muer-
tes: tanto mayor inhumanidad y fiereza lavar la cul-
pa de los hijos con la sangre de su madre, sin tener
respeto á que era mujer, reina y tía suya. Doña Juana
y clona Isabel de Lara hermanas y señoras de Vizca-
ya le fueron compañeras en este último trabajo: do-
na Juana fue llevada á Sevilla donde pocos días des-
pués la hizo morir; á doña Isabel la mandó llevar con
Ja rema dona Blanca, que en el mismo tiempo la hi-
%o pasar del castillo deSigúenza en que la tenia pre-
sa, á Jerez de la Frontera, que fue dilatar la muerte
de ambas por pocos días. La culpa de sus maridos
don Tello y don Juan de Aragón descargó sobre las
^"p ®" °®^* 'e erraron: así iban los temporales.
Estaba el corazón del rey tan duro y obstinado que
ningún motivo por tierno y miserable que fuese, era
poderoso para hacerle enternecer ó ablandar: parecía
que le cegaba la divina justicia para que no huyese
el cuchillo de su ira, que tenia ya levantado para
descargalle sobre su cruel cabeza: con todo eso no
dejaba de importunar con ruegos y plegarias á los
santos patrones del reino que Dios tenia yapara otro
guardado. Hacía estos votos al tiempo que se quería
embarcar en la armada que tenía aprestada en Sevi-
lla, eti que se contaban cuarenta y una galeras , y
ochenta naves también bastecidas y municionadas, y
con tanta caballería y gente de guerra, que era para
poderse con ella intentar cualquier grande empresa:
defendieron esta vez el reino de Aragón y le libraron
i',í lí® ^^^^^ '\ do Aragón dice que ningún vasallo de
(.aslilla quiso ejecutar órdeo tan cruel , y fue necesario aue
ti rey cocomeudara á unos moros su ejecucioo.
GA¡fPAR r ROlG.
los ángeles de su guarda, y la concordia grande que
hobo entre los aragoneses. Fueron adelante siete ga-
leras á las islas de Mallorca y Menorca : descubrieron
en el camino una gran carraca de venecianos , y la
tomaron no con otro mejor derecho sino porque se
puso en defensa. Llevada á Cartagena, para que del
todo este agravio no tuviese escusa ni descargo , A
codicioso y hambriento rey le tomó muchas y muy
ricas mercadurías de que venia cargada : el resto dé
la armada fue sobre Guardamar , y ganó la villa y
castillo por combate. Desampararon los aragoneses a
Alicante por no se sentir con las fuerzas y municiones
que eran menester para poder defender aquella plaza.
Iban en esta flota con el rey el almirante don Gil
Bocanegra , el maestre de Calatrava y Diego Gonzá-
lez hijo del maestre de Alcántara don Gonzalo Martí-
nez , y oíros muchos grandes y señores de todo ei
reino. Don Gutierre de Toledo prior de San Juan que-
dó para con buen número de caballeros y soldadus
guardar estos pueblos que se ganarou; con lo demás
de la armada se fue el rev a Tortosa. Salió el car-
denal legado de aquella ciudad , y se vio con él en su
galera á la boca del rio Ebro: dióle un tiento para el
negocio de la paz, que fue tan sin fruto como las ve-
ces pasadas. De allí se fue la vuelta de Barcelona:
surgió en aquella plaza en diez y nueve días del mes
de mayo. Halló en ella doce galeras de Aragón, aco-
metió por dos veces á tomallas : no lo pudo bacer, ni
dañallas mucho por estar muy liegiidas ala tierra,
con que los ciudadanos con grande gallardía las de-
fendieron.
Burlado pues de su iulento partió con la flota pan
las islas que por allí caen: aportó á la de Ibiza: an
Iiigar que tiene del mismo nombre , aunque fue re-
ciamente combatido con tiros y máquinas de guerra,
por estar en un sitio muy fuerte no pudo ser tomado.
En el entretanto el rev de Aragón juntó con mocl»
presteza una armada de cuarentagaleras de los puer-
tos mas cercanos á Barcelona: paso con ella á Mallor-
ca con deliberación de pelear con la armada de Cas-
tilla. En esta isla se quedó el dicho rey por graodcs
importunaciones de sus caballeros que le suplicaron
no quisiese arriscar su persona , y con ella ei bien y
salud del reino, ni ponello todo al riesgo y trance de
una batalla. Movido con sus ruegos envió á Bernanb
de Cabrera su almirante y al vizconde de Cardona con
orden que peleasen con la flota del enemigo, que con
estas nuevas, levantado de sobre Ibiza, era idoá
Culpe con la misma resolución de pelear. La armada
de Aragón se entró en la boca del rio que desagua
en el mar junto á Denia , pienso es el rio Jucar, que
corre por aquella comarca.
Ambas flotas daban muestra de tener gran de<eo
de la batalla, el recelo no era menor ; asi quedó p^r
todos el venir á las manos: con esto se fue en \\\xm
todo aquel ruido y asonadas de guerra tan bravas, fcii
Aragonés se recogió á Barcelona en veinte y nue^e
días de agosto : el rey de Castilla dende Cartagenn
envió su armada á Sevilla , y él se partió por tierra á
Tordesillas por ver á doña María de Padilla que en
aauella villa parió un hijo por nombre don Alonw.
El contento que el rey tuvo por su nacimiento muy
grande , le duró muy poco , y se le volvió en nesar
con su temprana muerte. A don Garci Alvarez die To-
ledo, que ya era maestre de Santiago después de la
muerte dedon Fadrique, le encargó el rey la crianza
deste niño v le hizo su ayo.
En las faldas del monte Cauno, que hoy se llama
las sierras de Moncavo , se estienden los caro^ de
Araviana, bien nombrados ][ famosos en España por
la lastimosa muerte que en tiempos antiguos sucedió
en ellos de los siete novilísimos hermanos llamados
los infantes de Lara. En estos campos don Enrique
y su hermano don Tello con setecientos aragoin'Sf*'
de áraballo que llevaban, se encontraron cuu losca-
aiSTORlA DE ESPAÑA.
pitanes de la frontera de Castilla : venidos á las ma-
nos, pelearon muj esforzadamente : fueron los de
Castilla vencidos v desbaratados : quedaron tendidos
en el campo al pié de trecientos hombres de armas,
y muertos y presos muchos y muy nobles caballeros.
Entre los otros fue muerto su capitán Juan Fernan-
dez de Hinestrosa , y don Femando de Castro se es-
capá á una de caballo : dióse esta batalla en el mes de
setiembre. El pesar y enojo que el rey de Castilla re-
cibió por este desmán , fue tal que como fuera de sf
y furioso por vengar su ira , y hartar su corazón,
mandó matar á dos hermanos suyos que tenia presos
en Carmona , á don Juan (jue era de diez y ocho anos,
f i don Pedro que no tenia mas de catorce, sin que
le moviese á piedad la buena memoria de su padre el
rey don Alonso ^ ni á misericordia la inocencia y tier-
na edad de dos inculpables hermanos suyos : ningún
afecto blando podía mellar aquel acerado pecho.
Asombró esta crueldad ¿ todo el remo : bízose el
rey mas aborrecible que antes : refrescóse la memoria
de tantas muertes de grandes y señores principales,
como sin utilidad ninguna páblica, ni particular in-
juria suya, ejecutó en pocos años un solo hombre^ ó
por meior decir una carnicería cruel y fiera bestia,
tan bárbara y desatinada , que no tuvo miedo de en un
solo becbo quebrantar todas las leyes de humanidad
piedad, religión y naturaleza. Temblaban do miedo
muchos ilustres varones, nadie se tenia por seguro,
no babia conciencia tan sin mancha ni reprehensión,
que no tenniese cualquier castigo de lo que ni por
pensamiento le pasaba. Visto pues el grande peligro
en que tenian sus vidas en Castilla , muchos pruden-
tes y nobles caballeros se determinaron de asegurar-
las en el reino de Aragón , escarmentados en tanto
námero de cabezas de nombres señalados.
Ifo faltó en estos días otra ocasión en que el rey
mostrase la dureza de su injusto pecho. Tuvo aviso
que doce galeras venecianas habían de pasar forzosa-
mente el estrecho de Gibraltar , envió veinte galeras
«ira que las aguardasen y prendiesen en el estrecho.
Quiso su suerte que al tiempo que pasaban, se
levantase una recia tempestad : no fueron vistas de
las^leras de Castilla , y así se libraron del peligro y
daño que les tenia aparejado. Parecía que deseaba
tener nueva ocasión ae hacer guerra á los venecianos
no con mas justa causa de que quería con otra nueva
maldad irritar aquella señoría , a quien poco antes te-
nia agraviada con la toma de la carraca de sus mer-
caderes.
Grande porfia y trabajo puso el cardenal legado
para ^e se volviese ¿ tratar de paz , como se hizo en
el principio del año de 1360. Enviáronse de amkms
partes sus embajadores con poderes cumplidos para
poderla efectuar con cualesquier capitulaciones : es-
tuvieron cerca de concordarse. Blandeaba el de Cas-
tilla A causa oue en la batalla de Araviana faltaron
muchos caballeros castellanos , otros cada día se pa-
saban al rey de Aragón : éntrelos demás fueron Die-
go Pérez Sarmiento adelantado mayor de Castilla , y
Pedro de Velasco no menos noble y rico que el ade-
lantado. Andaban las pláticas de la paz, pero ni en
Tujdela ni en Saduna, donde poco después se volvie-
ron á juntar los comisarios para tratar de las paces,
no se concluyó ni hizo nada : los aragoneses con los
buenos sucesos se hallaban mas animados , el rey de
Castilla con las pérdidas y desastres aun no perdía del
todo BU primera fiereza, no obstante que por faltarle
tantos amparos y amigos andaba dudoso sin salier á
qué oarte se arrimar : vacilaba entre los pensamien-
tos de paz y de la guerra, no sabia de quién fiarse:
asi cada dia mudaba los capitanes y otros oficiales.
En este miserable estado se hallaba este rey, bien
merecido por su sangrienta y terrible condición.
dAPITÜLO IV.
De la muerte de la reina doña Blanca.
na
Db tal manera andaban los tratos de la paz, que én
el ínterin no se alzaba la mano de la ouerra, antes
hacían nuevas compañías de soldados , ñuscaban di- '
ñeros , pedían socorros extranjeros , y en todo lo al se
ponía gran diligencia , especialmente de parte del rey
de Aragón ; que el de Castilla prlncipaimente cuidaba
V se ocupaba en vengarse y hacer castigos en sus no-
bles. Con este pensamiento partió de Sevilla para
León por prender á Pero Nuñez de Guzmau adelan-
tado mayor de León. No salió con su intento á causa
qué el adelantado fue avisado por un escudero suyo
de la venida del rey , y se huyó á Portugal. Después
desto un dia que Per Alvarez Osorio comía en León
con don Diego García de Padilla maestre de Calatrava
de quien era convidado , por orden del rey le mataron
allí eala mesa dos ballesteros de maza suyos , sin que
el maestre supiese cosa alguna deste hecho. Pasó de
León á Bureos : allí con semejante crueldad hizo ma-
tar al arcediano Diego Arias Maldonado , sin tener
respeto á su dignidad y sagrados órdenes : causáronle
la muerte unas cartas que recibió del conde don Enri-
que. A otros muchos á quien él quería matar , dio la
vida la repentina entrada aue los aragoneses hicieron
en Castilla. Debajo la conducta de los hermanos don,
Enrique y don Tello y del conde de Osona entraron
con gran furia ñor la Rioja , y ganaron la villa de Haro
y la ciudad de Najara, donde dieron la muerte á mu-
chos judíos por hacer pesar al rey que los favorecía
mucho por amor deSímuel Leví , su tosorero mayor:
hízose otrosí gran matanza en los pueblos comarca-
nos y gran estrago en los campos y heredades : cou
este ímpetu llegaron los pendones de Aragón hasta
el lugar de Pancorvo. La ciudad de Tarazona volvió en
estos días á poder de los aragoneses por entrega que
hizo dalla al alcaide y capitán á quien el rey de Cas-
tilla la tenia encomendada , que se llamaba Gonzalo
González de Lucio : pienso que la entregó por algún
miedo que tuvo de su rey, o con esperanza de me-
jorar su hacienda (i ) .
El rey de Castilla juntado su ejército fue en busca
de sus enemigos que tenían sus estancias en Najara:
asentó sus reales junto á Azofra , pueblo pequeño y
de poca cuenta. En este lugar un clérigo de misa y
de Duena vida (así fue fama) vino de la ciudad de
Santo Domingo de la Calzada, y dijo al rey que cor-
ría grande peligro que su hermano don Enrique le
matase , porque Dios estaba con él muy airado : que
esto se lo mandó decir el bienaventurado Santo Do-
mingo de la Calzada , que le apareció en sueños en
una soberana figura y representación mas que hu-
mana. Costóle la vida su embajada, ca el rey le hizo
quemar públicamente en los reales , muchos dudaron
SI con razón , ó sin ella. Levantó el rey su ejército de
Azofra, y mandó marchar para Najara: llegado junto á
la ciudad, salieron á él los enemigos; tuvieron un brávo
rencuentro en que fueron desbaratados los de Aragón ,
y con mucho daño y pérdida los compelieron á volver
las espaldas y huirse á la ciudad. Punieran ser toma-
dos á manos dentro delta , si no fuera por el poco seso
y menos cordura del rey , que no quiso creer loe sa-
ludables consejos de los que eran de parecer los cer-
casen : parecióle que bastaba haberlos forzado á
que huyesen , y se encerrasen dentro de los muros de
la ciudad. Dendeá dos 6 tres días los aragoneses de-
sampararon á Najara y Haro , y metió el rey en ellas
buenas guarniciónesele soldados.
Puesto buen recaído en aouella frontera , se volvió
á Sevilla : trató y hizo con el rey de Portugal en esta
sazón que se entregasen el uno al otro los caballeros
(1) En recompensa de este servicio, recibió cuarenta mil
florines, y rasó con doua Violante, doncella deUrrca.
qDe andaban haidos en sa» retm» : asiento en que
quebrantaron su palabra y[e pública, allcraron la
costumbre de los principes, y nolaron el derecho de
las gentes, que fue cauía de otras nuevas mnerles.
Hato el rey de Portugal á un Pero Cuello , y á otrg
ciertoescnbanolbuiuulo Atnro, porque le le acor-
daba que estos jwr mandado de su padre dieron la
DiQerte á su amiga ilo^ Inés de Castro. Tuvoinejor
dicha Diego López Pacheco, que era uno de los ^ue
la ejecutaron, que fue BTisado y tuvo lumr de huirse
á don Enrique ¡ el cual después por los ouenoi ser-
vicios que le hiio. le dio un Doen estade en Castilla, y
fue en elia fundador y cabeza de Ja casa de los Pacbc-
eos, rica y noble entre los graztdea de España. Otroe
caballenn entregaron al rey de Castilla, que luego
los hizo matar ea Serilla : uno delbs (ne el adelanta-
do de León Pero Nuñez de Guiman , otro Gomen Car-
rillo, que le cortaron la cabeza en una galera, en
que por orden del rey iba desde Sevilla á AJgecira con
recados fingidos y cartas para que le reciDiesan por
alcaide y capitán aeaque)la ciudad. Quería el rey mal
iesle caballero yse recriaba del ponqué uoaüoantes
le había tomado é su hermano Gara Lasso Carrillo
BU mujer doña Mari GonEaleEdeHinestrosa.por lo
cual se fué i Ara^ el oarídoilaerTirá don Enrique:
to mala conciencia bace ¿ los hombres sospechosos,
y |or el miedo crueles y saoguinarios (t).
Sello de doi PHn 1 le CiiLiiii .
Asimismo en la villa de Aliaran hizo descabezar en
I í» prisión á un caballero que era bu repostero mayor,
por nombre Gutierre Fernnndez de Toledo cuya
muerte fue muy lloradaen todo el reino porque era un
(1}E1P. ManiMJDzgid dOD Pedro «Hoon ligio y como
los euritares conlcmpnrdDeoí inleresadoi en el desuMlo de
un rey qae no itcanid el Iríaaro lobre lu competidor. Li
frilica de naetlroi tiempos, nía* iluttradi J jnrtí, til tíi
por U diatancia , ni mira ea don Pedro an múnstroo aeíien-
to de UDfTt y «iolicíone*. ai un tirano faríoao dimo de li
eiecracioQ da ii poateridad. Sia dnda aquel hombre de ca-
Táeler Krreo tura pindea vicioa y dereeloi, ametld erime-
aei ¡ pero no faeroaobraeidutivadéNicondídiHi aiinrtl y
de lu política : boy lodoa reoonocen que fue cruel como m
tipa y que Bo era tan feroi el bombre que trea vecca perdo-
ndlan uaurpador. Su penaamienia, au ñn era destrair el
poder anirquieode la gnndeía qae bacía del rey an juguete
detua aprichof j uinrpidonea : au tíndeneii fue fortalecer
el principio mendrqaico y, i ptur de au muerte, lo caoficni6
engiai parle. Eate iapurUatc reioido oweiiu un libro ea-
pedal , y noaotni* recomendamos i los que quieren lluitrar-
«e H^re ella época tan mal jutgada por el autor, lis obran
de Marinee y Xealelo recien tenes to publicadas.
C4SPAH t aoic.
muy buen caballero y de loables costumbres. El rey
por evitar el odio que le podn causar la nraerte no
merecida de un caballero tan bien quisto , fingid al-
gunas cansas porque le mandó matar, la principal
que se inclinaba afpartido de don Enrique; nui ala
verdad su culpa fuedecirle con ¿nimo bbre y fiel las
cosas que le cumplían; ca aenujante lihertaduo pue-
de dejar de ser peligrosisima con loe malos príncipes,
lo mas seguro es adularlos. La Lisonja aun con los
buenos reyes se puede usar sin peligro : esto tnce
que en los palacios de los j)r!ncipes crezca en tan
gran número este perverso linaje de gente aduladora,
V que de ninguna coea hay mayor mengua qoe de
hombres que con lealtad y sano pedwdipÍD la^verdad
y adviertan de lo que importa.
Sabida la muerte de Gutierre de Toledo por sus
sobrinos Gutierre Gómez de Toledo prior de Sao Juan,
y Diego Gómez su hermano, bebieron mucbo miedo
y enojo, y se fueron á Aragón. Al arzobispo de To~
ledo don Vascocompelióelreyíqueálabot^saliett
desterrado del reino : diúsele tanta príeea que no lu
concedieron tiempo para tomar otro vestido, ni llegir
i su cámara i sacar un breviario , sino que súbita-
mente como le halló eJ mensajero oyendo misa, fue
forzado á dejar á Toledo y partirse ea camino, no
por otro delito mas de liahér (como era rason) sen-
tido muclio la muerte de su hermano Gutierre Fer-
nandez : fuese esta prelado á Coimbra , donde en mi
monasterio de los predicadores acabd aantamente so
vida É injusto destierro : después pasados al^noí
aüos se trasladó su cuerpo i la iglesia láayor de Tole-
do. Uucbos áeste arzobispo te Ibmaron don Bte,qDe
me pareció advertir porque la variedad dal nombre,
como otras veces suele , no cause algún engaño. Or-
denó su testamento en Coimbra luego el año siguien-
te á veiute de enero , en que dice que quiere ser w-
pultado delante del altar de nuestra señora del Qiro
daln iglesia de Toledo junto í la sepultara de doa
GoDzaio obispo albanense y cardenal, y asi se hizo.
De aquí se saca que el cardenal don Gonzalo sola-
mcnle estuvo depositado en Roma , como lo reu so
lucillo de SanU Maris la Mayor en la letra qoe desaso
queda puesta- Parece renunció don Vasco el arzobü-
pado luego que le desterraron, pues se liall* qur
aquel mismo año eniró en su lu^ don Goñaz Ha>-
rique hijo de Pedro Manrique senof de Ainnsco y it
Avia , y bermano de Garci Fernandez Hanriqíu ade
Untado de Castilla, cepa y tronco de loe duques de
Najara y deotras casas de Castilla de aouel apMlittode
Manrique. Fuedon Gómez Manrique ofaispode Palen-
cia, y al nresente lo era de Santiago : sacediMe tueco
en aquella iglesia de Santiago don Suero Gomei de
Toledo sobrino de don Vasco, que debió »
de permuta y recompensa que se le hizo por la igle-
sia de Toledo que dejaba.
Mientras estas cosas pasaban en Castilla , el r»y de
Aragón envió cuatro galeras muy bien amadas de
soldadas y municiones, y baatecidaBde todo lo demás
en socorro del rey de TremeceD con quien estaba
aliado. Encontraron con ellu cinco galens de Casti-
lla, que las rindieron y llevaron i Sevilla : alli tos mas
de los soldados aragoneses por mandado del rey (kw
Pedro luerou muertos en compañía de tu capitán Ma-
teo Mercero . sin tener memoria ni hacer caio de les
buenos sorvicioe que este caballero hizo antes » d
cerco de la ciudad de Algecira (2). Era tewrer* na-
yor del roy Simuel Levi, que administraba i so albe-
drjo las rentas y patrimonio real , coa qoe ynnió bs
grandes ríqueías, v alcanzó la mucha privanza y b-
vor que al prosente le acarrearon su penUcion. Hicié
(i) Fue tratado di
crueldad ; por lo i
Caitilb exliortáni
proccdimicnluí.
itido di y lodos kM loMtdog coa li nuyw
lo que el pipa tlrtaao V escribió ti re? 4>'
tándole 1 que mándate DMderar lin tdrtar.»
HISTORIA DE ESPAMA.
323
ronle diversos cargos, de que resultó echatle en la
cárcel , y ponelle á cuestión de tormento , tan braro
que por no le poder sufrir rindió el alma. Apoderóse
el re^ de todos sus bienes ; que en tiempo de mal
príncipe el derecho del fisco nunca suele ser malo.
Llegaban ai [>ié de cuatrocientos mil ducados , otros
dicen mas^ sin los muebles y joyas ^ paños de oro y
seda : cosa maravillosa, que un judio Juntase tantas
riquezas, Y que no pudo ser sin grave daño del reino.
Al fin de este año Mahomad Lago rey de Granada
fue echado del reino por una conjuración que contra
61 hicieron sus vasallos. Levantaron por rey á un Ar-
ráez pariente suyo, por nombre Mahomad Aben Alha-
mar, á quien por el color de la barba y cabellos Hac-
inaban vulgarmente al rey Bermejo : decian que de
derecho le venia á este el reino , por decender de la
sangre real de los primeros reyes de Granada. De aqui
sucedieron nuevas guerras : el rey de Castilla era
amigo T aliado del rey desposeído, el cual se huyera
á Ronda, que era entonces del rey de Marruecos.
Sintió el de Castilla el trabajo de su amigo Mahomad,
y propuso de favorecerle. Por el contrarío el nuevo
rey buscaba por todas partes socorros y ayudas de
que valerse, y estaba muy inclinado á la parte del de
Aragón , lo cual le vino a costar la vida , príncipal*-
tnente ayudó á su perdición el llamar de África al rey
Abohanen para que viniese á hacer guerra en Es-
paña.
En el fin de este año asimismo doña Gostanza hija
del rey de Aragón fue desde Barcelona enviada á Si-
cilia para que casase con el rey don Fadrique, á quien
su padre la tenia otorgada. Era capitán ae la armada
en que la llevaron , Olfo Procfaita gobernador de la
isla de Cerdeña por el rey de Aragón. Celebráronse
las bodas en la ciudad de Catania á once dias del mes
de abril del año siguiente de 436i , desde el cual tiem-
po las cosas de aquellas islas comenzaron á ponerse
en mejor estado. Los enemigos neapolítanos parte
deilos fueron vencidos, y parte echados del reino:
deste matrimonio nació doña María, que fue después
reina de Aragón y llevó en dote el reino de Sicilia.
Finalmente en Castilla se hicieron paces por la buena
diligencia del cardenal legado , no con ánimo since-
ro, ni se entendía que serían durables. Los capí-
tulos dellas : que se restituyesen los unos á los otros
los pueblos que se tomaron durante la guerra : que
los forajidos de Castilla fuesen echados de Aragón,
á tal aue el rey de Castilla los perdonase.
En la villa ae Deza, do el rey de Castilla tenia sos
reales, se publicaron estas paces á voz de pregonero
en diez y ocho del mes de mayo. A][ndó mucho á que
esta concordia se asentase . el miedo grande de la
^eira que el rey de Granacla entonces hacia á Cas-
tilla. Para mayor firmeza desta paz acordaron que de
ambas partes se diesen rehenes , que estuviesen en
fieldad en poder del rey Carlos de Navarra . que en
aquella sazón se hallaba en Francia de partida para
España con mucho contento y regocijo que tenía, por
un hijo que le naciera de la reina su mujer, gue se
llamo Caríos. Gobernaba en el entretanto el reino de
Navarra su hermano el infante don Luis. Hecha la
Saz , el rey de Aragón se partió de Calatayud para
aragoza , el de Castilla á Sevilla , don Enríque y sus
hermanos acordaron conformarse con el tiempo, y
retirarse á Francia , escalón y camino para hacerse
pujantes , y para hacer temblar á Aragón y Castilla,
y renovarse la guerra con mayor foria y obstinación
que antes.
Los trabajos y desdichas de la reina doña Blanca
movían á compasión á muchos de los grandes de Cas-
tilla, y los obligaban á que tratasen de juntar sus
fuerzas y armas para amparalla. No se le pudieron
encubrir al rey estos pensamientos : cobró por esto
mayor odio á la reioa , como si fuera ella la causa de
tan grandes guerras y debates. Parecióle que quitada
de por medio, quedaría libre él deste cuidado. Hízola
morír con yerbas que por su mandado le dio un mé-
dico en Medina Sidonia en la estrecha prísion en que
la tenia, tanto que no se le permitía que nadie la
visitase ni hablase : abominable locura , inhumano,
atroz y fiero hecho ^ matar á su propia mujer , moza
de veinte y cinco anos, agradada, honestísima, ino-
centísima, prudente, santa , de loables costumbres y
de la real sangre de la poderosa casa de Francia.
No hay memoría entre los hombres de mujer en
España á quien con tanta razón se le deba tener las-'
tima como á esta pobre, desastrada y miserable reina.
De muchas tenemos noticia que fu€Ton muertas y re-
pudiadas de sos mandos, pero por alguna culpa ó
descuido suyo, á lo menos que en algún tiempo tu-
vieron algún contento y descanso , con cuya memo-
ría pudiesen tomar algún alivio en sus trabajos. Bu
la reina doña Blanca nunca se vio cosa porque mere-
ciese ser sino muy estimada y querida; sin embaivo
no amaneció para ella un día alegre, todos para ella
fueron trístes y aciagos. El primero de sus bodas fue
como si la enterraran : luego la encerraron , luego la
desecharon, luego la enviaron, no gozó sino de cala-
midades, pesares y miserías. Quitáronle sus damas
y críados , prívaba su émula : ¿Quién en tales tran-
ces la podía favorecer? Todo socorro y alivio hu-
mano estaba muy lejos. «Mas á tí rey atroz, ó por
Ddecir mejor bestia inhumana y fiera , la ira é m-
«dignación de Dios te espera ¿ tu cruel cabeza con
vesta mócente sangre queda señalada para la vengan-
Dza. De esas tus rabiosas entrañas se hará á aquel
njusto y contra tf severo Dios un agradable y suave
»sadríficio. La alma inculpable y limpia de tu esposa,
Dmas dichosa en ser vengada que con ta matrímonío,
Dde dia y de noche te asombrará y perseguirá de tal
»guisa , que ni la vergüenza de lo torpe y sucio , ni
))el miedo del peligro, ni la razón y cordura, de tu
))locura y desatino te aparten ni enfrenen para que
Dfüera de seso no aumentes las ocasiones de tu niuer-
i>te, hasta tanto que con tu vida pagues las que á
Dtantos buenos inocentes tienes quitadas.»
Es fama, y autores fidedignos lo dicen, que andan-
do el rey á caza junto á Medina Sidonia , le salió al
camino un pastor con traje y rostro temeroso, eriza-
do el cabello, y la barba revuelta y encrespada , y le
amenazó de muerte . sino tenia miserícoraia de la
reina doña Blanca y nacía vida concita. Añaden^ que
ios que envió el rey con gran düigeocia para averiguar
si le enviara la rema, la hallaron hincada de rodiUas
que hacia sus castas y devotas oraciones , y tan en<**
cerrada y guardada de los porteros que se perdió toda
la sospecha que se podía tener deque ella le hobiese
hablado. Conformóse mucho mas la opinión ^ue co-
munmente se tenia de que fue enviado por Dios, con
que después que saltaron al pastor de la prísion en
que le echaron, nunca jamás pareció ni se supo qué
se hiciese del. Doña Isabel de Lara hija de don Juan
de tara fue al tanto muerta con yerbas que le dieron
en la jprísion en que en Jerez la tenían. Un hístoríador,
2ue fue y se llama el despensero mayor de la reina
oña Leonor de Castilla , en unos coméntanos que
escríbió de las cosas de su tiempo que pasaron los
años adelante , dice que la muerte de doña Blanca
sucedió en Ureña, villa de CastOla la Víela cerca de
la ciudad de Toro : creo que se engañó (i ).
CAPITULO V.
De la muerte del rey Bermejo en Granada.
Desta manera con la sangre de íncocentes los cam-
pos y las ciudades , villas y castillos , y los ríos y el
(1) Su muerte sucedió eo el castillo de Jerez de la Fron-
tera, donde se conservaba su sepulcro.
624
blBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
i
mar estaban llenos y mancliados : ppr donde quiera
que se fuese se hallaban rastros y señales de íiere?^
y crueldad. Que tan grande fuese el terror de los del
reino, no hay necesidad de decirlo : todos temían no
les sucediese á ellos otro tanto, cada uno dudaba de
su vida, ninguno la tenia segura. Esta común triste-
za en alguna manera se alivio con la muerte de doña
Maria de Padilla ; dio fin ¿ sus dias en Sevilla entra-
do el mes de julio : si no se hubiera manchado con la
deshonesta amistad que tuvo con el rey , mujer por
lo demás digna de ser reina por las grandes partes de
aue Dios asi en el alma como en el cuerpo la dotó.
1 cuerpo de la reina doña Blanca fue depositado al-
gunos años adelante en el sagrario de la iglesia Ma-
yor de Tudela por los caballeros franceses que vinie-
ron en ayuda del conde don Enrique, ca tenían
intento de llevalla después á enterrar en Francia en
los sepulcros de sus antepasados. El entierro y obse-
auias de doña Maria se hicieron en todas las ciuda-
es y villas del reino con aquella magestad, lutos,
pompa y aparato como si fuera la legítima y verdade-
ra reina de Castilla. Llevaron su cuerpo á enterrar á
Castilla la Vieja al monasterio de Santa María de Es-
tudillo, que ella á sus espensas edificara.
En la ciudad de Toledo en el monasterio de las mon -
¡as de Santo Domingo el Real , que es de la orden de
los predicadores , hay tres sepulcros, el uno es de
doña Teresa . dama que fue de la reina madre del rey
don Pedro, de la cual debajo de palabra de casamien-
to hobo una hija que se llamó doña María , que fue
muchos años priora deste monasterio , y está en-
terrada en el segundo sepulcro : en el tercero están
enterrados don Sanch» j don Diego, hijos asimismo
del rey don Pedro, habidos en una dona Isabel, de
.quien no se tiene noticia cuya hija fuese ni de qué
calidad y linaje. A la verdad no habia mujer alguna
tan casta , ni tan fortalecida con defensas de hones-
tidad y limpieza y todo género de virtudes, que tu-
viese segundad de no caer en las manos de un rey
mozo, loco, deshonesto y atrevido. No podían estar
tañen vela los maridos, padres, y parientes, que
bastasen á poderle escapar la que él de veras una vez
codiciaba : todo lo sobrepujaba y vencía su temeridad
y desvergüenza grande.
Por este tiempo el rey de Portugal declaró pública
y solemnemente en Lisboa que los hijos que arriba
dijimos hobo en doña Inés de Castro, eran legítimos
y de legítimo matrimonio , y como tales eran capaces
para poder heredar el reino. Presentó por testigos del
matrimonio clandestino que con ella contrajo , á don
Gil obispo de la Guardia, y á Esteban Lovato su guar-
da-ropa mayor: con solemnes juramentos el rey y los
testigos confirmaron ser así verdad como lo decían.
Estuvieron presentes á esta declaración los nobles
del reioo, y entre ellos don Juan Alfonso Tello
conde de Barcelos, á quien el año antes diera aquel
título en la misma ciudad de Lisboa con grande fiesta
y rogocijo de todo el pueblo. Estos títulos se usaban
muy poco en España , y en Portugal hasta entonces
nunca jamás ; en nuestros tiempos son innumerables
los condes , marqueses y duques que hay : vicio y
corrupción de nuestra humana condición , es dese-
char y menospreciar las cosas antiguas, y llenos de
admiración irnos embelesados tras las nuevas.
En el entretanto la guerra de Granada con grande
ahinco y enojo de ambas partes se proseguía. Juntá-
ronse en Castilla muchas compañías de todo el reino,
y entraron por las tierras de los moros haciéndoles
grandes danos. Cercaron la ciudad de Antequera , á
quien ios antiguos llamaron Syngilía : no la pudieron
tomar por ser plaza muy fuerte , y tener dentrobue-
na guarnición de valientes moros que se la defendie-
ron : talaron la vega de Granada , y sin hacer cosa
señalada se volvieron á Castilla. Pocos dias después
entraron en el adelantamiento deCazorla seiscientos
moros de á caballo y hasta dos mil peones , que hi-
cieron una buena presa de cautivos y sanados. Subi-
do esto por los caballeros de la ciudad de Jaén y de
los pueblos de su comarca, se apeilidaroír contra
ellos , y les quitaron toda la presa con muerte de mu-
chos dellos y prisión de otros, los demás se pusieron
en huida. Estos fueron los principios de Ja guerra de
los moros.
Mayor tempestad de guerra se temía de la parte
de Francia; daño que deseaba remediar el cardenal
legado , que aquel estío se ouedó en Pamplona por
ser pueblo fresco , sano y de buen cíelo , y á propósi-
to para lo que él con grande solicitud pretendía. Esto
era que el rey de Castilla perdonase los forajidos que
andaoan en Francia, y revocase la sentencia que
contra ellos diera en Almazan declarándolos por re-
beldes V enemigos de la patria : decía que el rey era
ob) ¡fiado á hacer esto por ser uno de los capítulos y
condiciones con que se concluyeron las paces de
Aracon.
£1 fiero y duro corazón del rey no se ablanda b;i
con tan justos y razonables ruegos; antes pareció
que forjaba en su pecho mucha mayor guerra contra
Aragón de la que antes hiciera. Por esto el cardenal
legado á ruego é instancia del rey de Aragón por el
derecho y poder que le dieron, y facultad que tenia,
dio por ninguna la sentencia que en Almazan se pro-
nunció contra don Enrique y sus consortes. Enojóse
mucho el rey de Castilla por esta declaración , y cre-
cióle con ella el deseo que tenia de vengarse. Propu-
so de ejecutar su ira y saña , concluido que bobiesen
la guerra de los moros , que todavía andaba muy en-
cendida con varios sucesos que acontecían.
En particular en diez y ocho de febrero del $ig[uien'
te año de 1362 junto á Acci, que ahora es la ciudad
de Guadiz, tuviéronlos moros de Granada una boena
victoria de los castellanos. El caso pasó desta manera .
Don Diego García de Padilla maestre de Calatrava. y
Enrique Enriquez adelantado de la frontera de Jaén
y otros caballeros entraron en las tierras de los moros
con mil caballos y dos mil infantes con intento de
combatir á Guadix; mas sin que los cristianos lo su-
Íiiesen habia ya entrado en aquella ciudad para de-
éndella gran número de soldados que de la comarca
y de Granada vinieron á socorreüa. Los nuestros sin
recelo enviaron algunas compañías á que talasen y
robasen los campos que llaman de Val de Alhana. L«s
moros visto que estaban divididos, salieron con gran-
de ímpetu de la ciudad, ydieron en los que quedaran,
y trabaron con ellos una brava y reñida pelea que duró
todo el día. Todos pugnaban por vencer : al un como
quier que fuese muy mayor el número de los moros,
no obstante que los cristianos se defendieron valero-
samente, los desbarataron y mataron muchos á otros
cautivaron, prendieron al maestre y lleváronle á
Granada al rev Bermejo , que sin ningún rescate le
envió luego af rey don Peuro, ca deseaba con este
regalo desenojarle. El rey pensando que de miedo le
hacia aquella cortesía , se ensoverbeció mas, y jun-
tado que hobo sus gentes, para reparar la honra per-
dida y vengar la injuria de los suyos entró en el reino
de Granada, y con grande furia aestruyó los campos,
q^ueraó las aldeas, ganó algunas villas, y se volvió coo
rica presa á Sevilla.
A este mal suceso para el rey de Granada se le
allegó otro peor, y fue que mucnos caballeros del
reino de los que antes seguían su parcialidad y tenían
su voz , le comenzaron á dejar y favorecer á su émulo
Mahomad Lago , no obstante que estaba despojado y
andaba huido. Como el rey Bermejo sintió las volun-
tades inclinadas á su enemigo, temió perder el reino.
Consultó el negocio con los de quien mas se fiaba : en
fin con seguro que alcanzó del rey de Castilla, se de-
terminó de ir á Sevilla y ponerse en sus manos. AuUm-
desle mal acertado y desdichado consejo fue Edriz, uu
BISTOniA DB ESPAPIa.
52t
caballero grande amigo delrey ysueompañeroenlos
peligros, y que tenia mucha autoridad entre los mo-
ros, y era muy estimado y de gran nombre por la mu-
cha prudencia que con la larga esperiencia de los
negocios alcanzaoa. Vino el moro á Sevilla con cua-*
trocientes hombres de á caballo, y docientos dea pié
3ue le acompañaban. Trujeron grandísimas riquezas
e paños preciosos, oro, piedras, perlas, aljofur y otras
joyas y cosas de gran valor. Ponía el moro la espe-
ranza de su amparo contra el rey ofendido en lo que
fue causa de toda su perdición. Recibióle el rey con
grande honra en el alcázar de Sevilla.
Llegado á su presencia , después de hecha una gran
mesura, uno de sus caballeros habló desta manera:
«El rey de Granada que está presente , poderoso se-
))nor, por saber muy bien que sus antepasados fue-
»ronsiemprealiados,tríbutarios y vasallos de la casa
»de Castilla , se viene á poner debajo del amparo de
wvuestra real alteza, cierto de que se procederá con
»él con aquella mansedumbre, equidad y moderación
^)cual los reyes de Granada la solian hallar en vues-
))tros antecesores, que si acaso recibían algún deser-
nvicio dellos (que no es de maravillar según son va-
nrias V mudables las cosas de los hombres) con
ntnanuarles pagar parias y algunos dineros en que
»eran penados , los volvían á recebir en su gracia y
»amistad. Si entre ellos asimismo y en su casa nacían
»algunas diferencias y debates, todo se componía y
napaciguaba por el arbitrio y parecer de los reyes de
nCastilla. Estamos alegres que lo mismo nos haya
»acontecído de acudir á la vuestra merced: tenemos
«grande confianza que nos será gran reparo el venir
»con esta humildad á echamos á vuestros pies. Maho-
»mad Lago fue justamente echado del reino por lu
nmucha soberbia con que trataba los pueblos, y por
))su mucha avaricia con que les quitaba lo suyo : á
»D08 de común consentimiento pusieron en su lugar
»y coronaron por descender derechamente de la real
»y antigua alcuñay sangre de Granada, y serlegí*
»timos herederos del reino, de que á tuerto y con gran
«tiranía nos tenia despojados. Hacemos ventaja en
npoder y fuerzas á nuestro competidor, solamente á
» vos reconocemos y tenemos, con cuya felicidad y
»graodeza no nos pretendemos comparar. Tenemos
)>citírla esperanza que pues la justicia claramente está
»«ie nuestra parte, no dejaremos de hallar amparo en
»la sombra de un justo príncipe, y que los ruegos de
»un rey hallarán benigna cabida en la piedad de
«vuestra real clemencia, mayormente que el seffuro
)>qucse nos mandó dar, nos animó mucho y hizo
»ciertos que nuestra venida sería á nos dichosa y á
»vos grata. Parécenos que tenemos sufícientísimo
)>amparo en nuestra inocencia y justicia. Deseamos
»se entienda que vuestra prudencia la prueba, y vues-
»tra poderosa é invencible mano la ampara.»
A esto el rey de Castilla con engañoso y risueuo
rostro y blandas palabras respondió que holgaba con
sa venida , que tuviese buena esperanza de que todo
se haría bien , y puestos los ojos en el rey, le dijo:
ctEste día ni á vos ni á los vuestros os acarreará al-
»gun daño. Entre nos hay todas las obligaciones de
«amistad , fuera de que no acostumbramos á traer
«guerra con la fortuna y desgracia de los hombres,
«sino con la soberbia y presunción de los atrevidos y
«rebeldes.» Dicho esto, el maestre de Santiago don
barcia de Toledo llevó al rey moro á que cenase con
él. Al tiempo que cenaban , le echaron mano y le
prendieron, sea por mudarse repentinamente la vo-
luntad, sea por quitarse la máscara aquel desleal y
cruel principe. No paró aquí la desventura : dentro
He pocos dias el desiiichado rey adornado de sus ves-
tiduras reales, que eran de escarlata, y subido en un
asno con treinta y siete caballeros de los suyos que
también llevaban á ejecutar, le sacaron á un campo
donde justician los malhechores, que está cerca de
la ciudad y se dice de Tablada. Allí mataron al mal
aconsejado rey y á los treinta y siete caballeros suyos .
Corrié fama que les causó la muerte las grandi^s
riquezas que trujeron, y que el avariento ánimo del
rey se acodició á ellas. Refieren otrosí algunos auto«-
res de aouel tiempo que el mismo tirano y cruel rey
le mató de un bote de lanza: hecho feo, aoominable*,
oficio de verdugo, y crueldad que parece mas grave
y terrible que la misma muerte. No consideró el rey
don Pedro cuan aborrecible y odioso se hacia y lo
que dél hablarían las sentes no solo entonces , sino
mucho mas en los sidos venideros. Al tiempo que le
hirió escriben que (fijo estas palabras: ccTomad el
apago de las paces que por tu causa tan sin razón
»hice con el roy de Aragón.» Y que el moro le res-
pondió : aPoba honra ganas rey don Pedro en matar
»un rey rendido y que vino á tí debajo de tu seguro
»y palabra.» Envió el rey de Castilla el cuerpo del
rey Bermejo á su competidor Mahomad Lago , que á
la ñora recobrado el reino , envió libres al rey don
Pedro todos los cristianos que cautivaron los moros
en la batalla de Guadix.
CAPITULO VL
Renuévase la guerra de Aragón.
CoNCLuroA la guerra délos moros, y dado orden en
las cosas del Andalucía, se volvió con mayor coraje
á la guerra de Aragón , aunque con disimulación fin-
gía el de Castilla que los apercebimientos que se ha-
cían , eran para defenderse de la guerra que se temía
de Francia, cuyo autor y cabeza principal se decía
ser el conde don Enrique. Trató desliarse con el rey
delngalaterra; que no esperaba hallaria buena aco-
gida en el rey de Francia , por entender no estaria
olvidado de la muerte de su sobrina la reina doña
Blanca , cuya venganza era de creer querria hacer
con las armas. Quiso asimismo el rey de Castilla ayu-
darse del rey de Navarra, y para tratar deílo se vie-
ron en la ciudad de Soria : allí secretamente se con-
formaron contra el rey de Aragón. No tenia el Navarro
causa ninguna justa de romper con el Aragonés: para
hacer la guerra con algún color fingió y publicó que
estaba agraviado déi, porque siendo su cuñado y te-
niendo hecha con él alianza, no le favoreció cuando le
tuvo preso el rey de Francia: que por esto no que-
ría mas su amistad, antes pretendía con las armas
tomar emienda deste agravio.
Con esta resolución juntó de su reino las mas gen-
tes que pudo^ y cercó en Aragón la villa de Sos, que
tomó al cabo de muchos dias que la tuvo cercada.
El rey de Castilla al tanto juntó un grueso ejército
de diez mil caballos y treinta mil infantes, con que
entró poderosamente en el reino de Aragón con in-
tento de poner cerco sobre Calatayud. Rindió en el
camino la fortaleza y pueblo de Hariza , y tomó á
Ateca, Cetina y Alhama. Pasó adelante, y en el mes
de junio asento sus reales sobre Calatayud , que es
una ciudad fuerte de la Celtiberia. Tenia dentro de
guarnición mucha gente valerosa , y muy leal al rey
de Aragón. El mismo sabido el aprieto en que podían
estar los cercados, les envió desde Perpiñan y Barce-
lona donde aquellos dias se hallaba, al conde de Oso-
na hijo de Bernardo de Cabrera , frára que él y don
Pedro de Luna y su hermano don Artal y otros caba-
lleros procurasen entrar en la ciudad , y animasen á
los cercados y los entretuviesen mientras se les en-
viaba algún socorro. Encamináronse según les era
mandado, mas como llegasen una noche al lugar de
Miedos que está junto á Calatayud, fue avisado deilo
el rey don Pedro: cargó de sobresalto sobre ellos,
tomó el lugar á partido, y á estos señores los llevó
presos á sus reales.
Hallábase el rey de Aragón muy dcsapercebído;
las paces tan recien hechas le hicieron descuidar.
526
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
Visto pues que ¿ deshora venia sobre él una guerra
tan peligrosa, envió lue^o á pedir su ayuda á Fran-
cia, y á rogar á don Enrique y á don Tello le vinie-
sen á favorecer. Estos socorros sé tardaban , la ciu-
dad como no se pudiese mas defender por ser muy
combatida , y faltar álos cercados municiones y bas-
timentos , con licencia de su rey se rindieron al rey
don Pedro en veinte y nueve dias de agosto, salvas
sus personas y haciendas , y con condición que los
vecinos quedasen libres y pacíficos en sus casas
como lo estaban cuando eran de Aragón. Tomada
esta ciudad, dejó en ella el rey con buena gente de
guerra por guarnición al maestre de Santiago , y él
se volvió á Sevilla. En esta ciudad antes aue fuese
sobre Galatayud , tuvo cortes, en que públicamente
«firmó que dona María de Padilla era su legítima
mujer por haberse casado con ella clandestinamente
mucbo antes que viniese á España la reina doña
Blanca ; que por esta rázon nunca fuera verdadero el
matrimonio que con la reina se hizo : que tuviera
secreto este misterio hasta entonces por recelo de las
parcialidades de los grandes ; mas que al presente
por cumplir con su conciencia; y por amor de los hi-
jos que en ella tenia lo declaraba. Mandó pues que
a doña María de allí adelante la llamasen reina, y
que su cuerpo fuese enterrado en los enterramien*
tos de los reyes. No faltó aun entre los prelados
quien predicase en favor de aauel matrimonio : adu-
lación perjudicial. Después aesto falleció en diez y
siete de octubre su hijo don Alonso á quien pensaba
dejar por heredero del reino.
kl rey mismo acosado de la memoria destas muer-
tes, y por los peligros en que andaba , en diez y
ocho de noviembre otorgó su testamento (i). En él
mandaba que enterrasen su cuerpo con el hábito de
San Francisco, y fuese puesto en una capilla que la-
braba en Sevilla , en medio de doña María de Padilla
y de su hiio don Alonso: como hombre pío y religio-
so pretendía con aquella ceremonia aplacar á la divi-
na magostad. Deste testamento , que hoy parece
autorizado y original , se coliffe que no dejó de tener
al^un temor de Dios y cuaTque memoria y senti-
miento de las cosas de la otra vida , no obstante que
aquel su natural le arrebatase muchas veces, y ayu-
dado con la costumbre le hiciese desbaratar. En es-
te testamento sucesivamente llama á la herencia del
reino las hijas de doña María de Padilla, y después
dellas ¿ don Juan , el hijo que tuvo en doña Juana de
Castro, como quier que no fuese compatible que to-
dos pudiesen ser herederos legítimos del reino. De
donde bien al acierto se infiere que la declaración
del casamiento con doña María no fue otra cosa sino
una ficción vuna mal trazada maraña, como de hom-
bre que (mal pecado) no tenia cuenta con la razón
y justicia, sino que se dejaba vencer de su antojo y
desordenado apetito, y quería hacer por fuerza lo
que era su gusto y voluntad.
Presentó el rey en aquellas cortes por testigos de
su casamiento unos hombres por cierto sin taqba ni
sospecha, mayores de toda escepcion, á don Die-
go García de Padilla maestre de Galatrava y ¿ Juan
Fernandez de Hinestrosa: el primero hermano, y el se-
gundo tio de la dofia María, y á un Juan Alfonso de
Mayorga, y á otro Juan Pérez clérigo, que con gran-
des juramentos atestiguaban por el matrimonio.
¿Quién no diera crédito á testimonios tan calificados
en una causa en que no iba mas de la sucesión y he-
rencia de los reinos de León y de Gastilla? Mandaba
en una cláusula del testamento ya dicho que ninguna
de sus hijas so pena de su maldición, y de la priva-
ción de la herencia del reino, se casase con el infan-
te don Fernando de Aragón , ni con don Enrique ni
(i) Zaríti dudó de sa lentimidad y con efecto el original
que le coasenra está raspado y vieiaao en varías partes.
con don Tello sus hermanos, si no que su hija ma-
yor doña Beatriz casase con don Fernando principe
de Portugal, y llevase en dote los reinos de Gastilla;
señaló y nombró por gobernador y tutor á don Garci
Alvarezde Toledo maestre de Santiago: encargaba
otrosí, y mandaba que á don Dieffo de Padilla maes-
tre de Galatrava, y á don Suero Martínez maestre de
Alcántara los mantuviesen y conservasen en sus hoii-
ras , oficios y dignidades.
Ordenadas las cosas de su casa, y asentado el es-
tado del reino, en el corazón del invierno y principio
del año de 1363 se reparó y rehizo la guerra con
grande priesa y calor: tan codicioso estaba el rey de
astilla de vengarse del Aragonés. Alistó nuevas com-
pañías de soldados por todo el reino, envió á pedir
avudas fuera del, y en particular se confedero con
el rey de Ingalaterra y con su hijo el principe de Ga-
les. El primer nublado desta guerra descargó sobre
Maluenda, Arauda y Borgia , que con otros pueblos
de menor importancia sin tardanza fueron tomados:
puso otrosí cerco á la ciudad de Tarazona. Por otra
parte el rey de Navarra entró en Aragón por cerca de
Exea y Tiermás , estragó , asoló y robó los campos y
labranzas de aquella comarca: puso gran miedo en
todos aquellos pueblos y cuita con los grandes daño^
que les hizo , en especial se señaló la crueldad de los
soldados castellanos que llevaba.
Vinieron á servir en esta guerra al rey de Gastilla
don Luis hermano del rey de Navarra acompañado
de gente muy escogida y lucida, y don Gil Fernandez
de Carvallo maestre de Santiago tm Portugal con tre-
cientos caballos , v otros señores de Francia. El roy
de Aragón envió a rogar al rey moro de Granada que
diese guerra en el Andalucía : no lo quiso hacer el
moro por guardar fielmente la amistad que tenia
puesta con el rey don Pedro, y mostrarse agradecido
de la buena obra que del acababa de.recebir. SoUcitó
eso mismo el Aragonés los moros de África á que pa-
sasen en su ayuda, sin tener ningún cuidado de sa
honra y fama: escusábase con que el rey de Gastüb
tenia en su ejército á Farax Reduan capitán de seis-
cientos giaetes, que por mandado de Mahomad Lago
rey de Granada le servían. Esperaban cada dia «n
Aragón ádon Enrique que venia en su socorro acom-
pañado de tres mil lanzas francesas; sin embargo las
fuerzas del rey de Aragón no se i^alaban en gran
parte con las de Gastilla: así se le rindieron Tarazo-
na y Teruel, y por otra parte Segorbe y Ezerica, y
gran número de villas y castillos de menor cuenta.
No tenían fuerzas que bastasen á resistir la fuena y
f»oder délos castellanos, que entraron victoriosos, y
legaron con sus banderas á lo mas interior del reino.
Cercaron á Monviedro^ y le forzaron á que se diese á
partido: en veinte de julio llegaron á dar vista á Va-
lencia y se pusieron sobre ella. Gausó esto gran mie-
do á todo Aragón , y se tuvieron de todo punto por
perdidos.
Estaba á este tiempo muy falto de gente el ejército
de Gastilla , por las muchas guarniciones y presidios
que dejaron en tantos pueblos como á la sazón se
conquistaron: dio la vida al rey de Aragón don En-
rique que en esta coyuntura llegó á España , y coo
su venida se reforzó tanto el ejército que pudo hacer
rostro á su enemigo; mas él por no aventurar todas
sus victorias y lo que tenia ganado, en el trance de
una batalla, levantó su real de sobre Valencia , y re-
tiróse á Moiiviedro , como á plaza fuerte , para aesde
allí proseguir la guerra. El Aragonés visto que no
podía forzar al enemigo á que diese la batalla, tornó-
se á Burriana, que es un lugar fuerte que está cerca
de allí en los edetanos. Dos mil ginetes que envió el
rey de Gastilla en su se^^uimiento para que le estor-
basen el camino, no hicieron cosa de momento.
Mientras esto pasaba en España , el rey de Fran-
cia, Juan, en LonJies dos meses antes desto falleció,
HISTORIA DE ESPAPÍA.
527
Jonde era ido á rescatar los rehenes que allá dejó |
Oliendo le «soltaron de la prisión. Trajeron sn cuerpo |
ñ la ciudad de París, que llevaron en hombros los
oidores del parlamento para le enterrar en el monas-
terio de San Dionisio. Su hijo Carlos Quinto deste
nombre, conforme á las costumbres y uso anticuo
de Francia fue ungido y rccebido por rey en la ciu-
dad de Rems. El nuevo rey Garlos queria mal al de
Navarra , teníale guardado el enojo por los desabri-
mientos que de antes entre ellos pagaron. Para ven-
gnrse, luego que tomó la posesión del reino, despa-
chó contra él un famoso y valiente capitán suyo
natural de lamenor Bretaña, liamadoBeltraoClaquin,
que después hizo cosas muy señaladas en las guer-
ras de Castilla. Este caudillo en las tierras que el rey
de Navarra tenia en Francia, hizo cruel guerra, y
con un ardid de que usó , lo tomó en Normandía la
villa de Mante , y otros capitanes ganaron la villa y
castillo de Meulao y á Longavilla , y el mismo Bel->
tran venció y desbarató en una batalla á don Philipe
hermano deí rey de Navarra , que murió por estos
dias.
Por su muerte el Navarro se inclinó á tratar de ha-
cer paces entre los reyes d^ España; demás que le
pesaba del peligro y malos sucesos del rey de Anigon,
que en fin er.i su pariente , y fueron antes amigos y
aliados ; por el contrario le era odiosa la prosperidad
del rey de Castilla , v sus hechos v modos de proce-
der eran muy cansaaos y desagradables. De consen-
timiento pues de los reyes don Luis hermano del rey
de Navarra juntamente con el abad de Piscan , que
era nuncio apostólico , fueron á hablar al roj de Cas-
tilla , con quien hallaron al conde de Denuí y Ber-
nardo de Cabrera que eran venidos con embajada del
rey de Aragón para echar á un cabo y concluir sus
diferencias. Con la intercesión destos señores parece
que el fiero corazón del rey comenzó á ablandarse;
especialmente con el trato que movieron de dos ca-
samientos , el uno del rey de Castilla cou doña Juana
hija del rey de Aragón , el otro del infante don Juan
duque de Girona con doña Beatriz hija ma)or del rey
don Peilro.
Esto pasaba en lo público : de secreto se procuraba
la destruicion de don Enrique conde de Trastamara
y del infante don Fernando de Aragón como de los
principales autores de las discordias de los dos rei-
nos. El rey de Castilla pretendía esto muy ahincada-
mente, el de Aragón todavía csirañaba este trato :
parecíale hecho atroz y feísimo matar á estos caba-
lleros , sin nueva culpa ni ocasión , que estaban de-
bajo de su seguro v palabra : no queria comprar la
fí'AZ con el precio ae la sangre de aquellos que del
lacian confianza. Todavía ora fuese por esUi causa
de complacer al de Castilla , ora por otra , el infante
tion Fernando por mandado del rey su hermano fue
muerto en esta sazón en Castellón , un pueblo que
está cérea de Burríana. Los antiguos odios estaban
ya maduros , demás que trataba entonces de pasarse
en Francia con una buena compañía de soldados cas-
tellanos que seguían su bando y amistad. Huíase su
mujer á Portugal ; fue detenida primero y presa en el
camino, después enviada al rey su padre. Con la
muerte del infante don Fernando quedó el conde don
Enrique libre y desembarazado de un grandísimo
émulo y competidor para la pretensión del reino de
Castilla.
Poco faltó que no se le añublase aquel contento :
otro dia después do la muerte de don Fernando sin
saberlo él corrió gran riesgo su vida. Los reyes de
Aragón y Navarra tenían concertado que juntamente
con don Enrique se viesen en el castillo de Uncastel
que era de Aragón en la raya de Navarra , y que allí
le matasen. Recelóse el conde , puesto que no sabia
nada doctos tratos, de entrar en aquella fortaleza :
para aseguralle la pusieron en poder de Juan Ramí-
rez de Areilano , que para esto nombraron por alcai-
de de aquella fortaleza , y era natural de Navarra.
Quién dice que esta habla de los reybs fue en Sos á
la raya de Navarra. Hizo confianza don Enrique do
aquel caballero , que debía ser buen cristiano , y en«
tro debajo de su seguro : no le valió este recato me-
nos que la vida , á causa que los reyes nunca pudie-
ron acabar con el alcaide que permitiese se le hiciese
ningún daño. Decía que el conde don Enrique era su
amigo , y íió su vida de la palabra y seguriaad que le
dio : que por cosa de las del mundo él no mancliaria
su linaje con infamia de semejante traición ; ni con*
sentiría alevosamente la muerte de un tan gran prín-
cipe. Cosa verdaderamente de milagro , que en un
tiempo en que los corazones de los hombres se mos-
traban con tantas muertes encruelecidos y fieros,
hobies^ quien hiciese diferencia entre lealtad y trai-
ción : grandísima maravilla, que un hombre extran-
jero tuviese tan grande constancia que se opusiese á
la voluntad y determinación de dos reyes, y mas que
era camarero del Aragonés; la verdades que Dios, á
quien los hombres no pueden engañar ni impedir sus
decretos , tenia ya determinado de dar al conde el
reino de su hermano, y quitarle al que con tantas
cualidades le tenía desmerecido. Por este tiempo en
el mes de agosto en Catania de Sicilia dio fin á sus
días la reina de Sicilia doña Costa nza. Dejó una hija
llamada doña María , heredera que fue aaelante del
reino de su padr^t, y por ella su marido don Martin
hijo de otro don Martín duque de Momblanc , y últi-
mamente rey de Aragón.
CAPITULO VIL
Que don Enrique fue alzado por rey de Castilla.
Resfriado el calor con que se trazaban las paces
Í perdida gran parte de la esperanza que de concluí-
as se tenía, el rey de Aragón se fué á Cataluña á
procurar nuevos socorros para defenderse , el rey de
Castilla á Sevilla con tanta codiciado renovar la guer-
ra aue en el fin del año entró por Murcia en el reino
de Valencia, y unas por coinbate y otras á partido
ganó las villas de Alicante, Muela, Callosa. Denla,
Gandí n y Oliva. Pasó tan adelante que en el mes de
diciembre puso cerco á la ciudad de Valencia cabe-
cera de aquel reino. Esto causó en toda la provincia
un miedo grandísimo; en especial al rey á quien tema
esta guerra puesto en gran cuidado^ queá la sazón
tuvo las pascuas de Navidad en la ciudad de Lérida.
Poi*o después se vio con el de Navarra en la fortaleza
de Sos en veinte y tres dias del mes de febrero año
de nuestra salvación de 1364. Hallóse presente el
conde don Enrique, reconciliado con los rejes , ó lo
que yo tengo por mas cierto , porque no sabia el pe-
ligro eu que estuvo en las vistas pasadas. Hfzose liga
entre ellos , y amistades no mas duraderas que otras
veces : presto se desavenían y serán enemigos. Pen-
saban 81 venciesen j repartirse entre si á Castilla,
como presi y despojo de la victoria.
Don Enrique tenia concebida esperanza de apode-
rarse de las riquezas y reino de su hermano , y el ha-
berse esca|)ado de tantos peligros le parecía a él que
era dello cierto presagio j prenda , como si hobiera
ganado una grandísima victoria : finalmente su jue-
go se entablaba bien , y mejor que el de sus contra-
rios. En el repartimiento de Castilla daban al rey de
Navarra á Vizcaya y á Castilla la Vieja : el reino de
Murcia y de Toledo tomaba para si el rey de Aragón;
oue es cosa muy fácil ser liberal de hacienda ajena,
aolo á Bernardo de Cabrera no contentaban estos
pretensos : parecíale que con ellos no se granjearía
mas de irritar y echarse á cuesUts las fuerzas y armas
de Castilla ; mas poderosas que las de Aragón , como
los sucesos de las guerras {¿sadas bastantemente ki
mostraban.
S18 BIBLtOieCá DE
Tratdse entre estos priDCipes ¿e raaur al dicho
Denurda áo Cabrera : plática que no estuvo tan se-
i^reta que ¡iríniera que lo pudieseo efectuar no *inie-
ne á BU noticia , ; de Alraudevar donde esto se orde-
naba, se Imyese á riavarra : siguiéronle por mandado
de don Burígue algunos capitanes de á caballo de los
Muyos , alcanzáronle en Carcastillo , y preso , lo tu-
vieron en buena guarda hasta que después en ciertos
conciertos fue entregado al rej de Aragón , que es-
taba muT ansiado por el cerco de la ciudad de Valen-
tía sin saber en lo que pararla. Con este cuidado
juntó todo su ejército para irla á descercar con áni-
mo de dar la batalla al enemigo. ?artiá de Burria- .
r.tsrjin t roic.
na con su campa , y llegado á vista de los enemigos,
Ie4 presentó la batalla: escuaóla el rej de Caslilli :
no se sabe por qué no se atr«viú á veoír á las nuoos
con los aragoneses. Ellos visto que los castellauoi íe
estaban quedos dentro de sus reales, coa ^nde
honra Suva y afrenta de loa enemigos eo vuete ;
ocho de Boríl se entraron como vict^rioaos en li cia-
dad de Valencia.
La firmada de Casulla que era muy poderosa , de
veinte y cuatro galeras y de cuarenta y seia navloj,
dadi> que bobo un tiento á los pueblos de aquelli
costa , aportú a Uonviedro. Alli se supo de las espiu
que el vizconde de Cardona tenia en el rio de Culiert
■Qiez J siete galeras aragonesas. Él rey de Castilla te-
nia ^in deseo de tomarlas , y parecíale que le seria
cosa fácil per estar en parle que no se le podrían es-
capar : sac¿ su armada y con gran presteza cercú la
boca del rio. Cargó repen lina mente el tiempo , y so-
brevino una furiosa tempestad que le forio volverse
á su puerto , por no ponerse á riesgo de correr for-
tana, ó de dar al través en aquella ríbera. Vióse el
rey este dia en grandísimo peligro de perderse : asi
luego que aaltó en lian , fue en romería i la casa de
Nuestra Señora ^nta María del Puch á dar gracias á
Nuestro Señor de haberle librado de las hondas del
mar, y de las manos de sus enemigos que de la ribera
•spúíban por momentos cuando alguna grupada se
le entregaría. Dicese que hizo esta romería á pié,
descalzo, en camisa y con nna soga á la garganta;
que de su natural no era tao sin piedad ni Un Inde*
voto , si no hiciera las cosas tan sin orden j sin ju*-
licia.
Con esto se volvieron los reyes, el da Aramu á
Barcelona, y á Murcia el de Castilla, t de alli a Sf»-
villa , en lo mas recio de las calores nel eslío , en d
tiempo que en veinte y seis de julio en la ciudad de
Zaragoza fue justiciado públicanMnte Bernardo Ca-
brera por sentencia que dio contra él el mismo r«y de
Aragón y la ejecutó su hijo el infante don iuao, «n-
fiscaron las villas de Canrera y Oaona y otros ma-
chos pueblos de su señorío : nad en serncios y en
privanzas. Caso es este que si atentanmile se cotai-
dera , se echará de ver que el rey de Angón cometió
un delito feo y atroz, muy senMyanto á parricid»,
en hacer matar el discípulo á sn ayo , da qóien fuon
sBntfsimamente doctrinado, nuyormente que era
ínoceate, 7 a todo el mundo eran manirestados los
graodes ierriciofl que tenia hechos á la casa real de
AragoD : causóle la muerte la iocorrupla libertad,
COD que decía su parecer. Gs asi que las príncipes
huelgan con U disimulación y lisonja : dem;ls que los
reyes cometen muchas veces grandes yerros que á
vecearedundaaenodiodesuBprirados; esto fue lu
que acarreó la muerte á este escelente varón , sin
tenerotra mayor culpa: conspiraron contra él para
llegarle á este trance la reina, el rey de Navarra,
don Enrique y el conde de Ribagorza.
Después desta se volvió con nueva cólera á echar
mano a las armas. El rey de CSstilla tomú á A yora ea
el reino de Valencia : don Gutierre de Toledo, que
por muerte de don Suero era maestre de Calatrava,
iba por mandado de bu rey á bastecer á Monviedro:
acometiéronle en el Ciimino golpe de aragoneses , y
en un bravo rencuentro oue tuvieron , le desbarata-
ron y fue muerto en la peleacon otros muchos délos
sayos. Por su muerte dieron el maestrazgo ¿ don
Martin López de Cúrdova repostero mayor del rey.
UISTOHIA DG ESPAN*.
S29
Esta pérdida renovó } dobló la arrenta alrey de Cas-
tilla , que á la sazón molestaba mucho las comarcas
de Alicante J Orihuela , y tenia harta esperanza de
ganar esta ciudad. El Aragonés con toda su hueste,
confiado y cierto que cada dia se reforzaría su ejér-
cito con gentes que le acudirían del reino , llegó A
Eoner su campo i vista del enemif;o;'y comolam-
ien alli representase la batalla al rey de Castilla , y
él por no liarse de los suyos la rehusase , socorrió á
Orihuela con gente y bastimentos: con que se volvió
Íl Aragón.
Esto pasaba en el Gn deste año. En el principio del
siguiente de (383 de nuestra salvación el rey de
Aragón cercú áHonviedro, y le apretó de suerte que
forzó i los castellanos fi que se le entregasen á parti-
do; por el contrario el rey de Castilla con un largo
cerco ganó también la ciudad de Orihuela. Ea sieto
dias del mes de junio deste mismo año murió en
Orihuela, la cual el rey don Pedro tenia cercada,
Alonso de Guzman después que hizo grandes servi-
cios á don Enrique, cuya parcialidad sogufa: murió
en la flor de su m'icedad , era hombre dé grande va-
lor, de agudo ingenio, de miduro y alto consejo.
Sucedióle en el señorío de Sanlúcar, y en lo demás
de bU estado Juan de Guzman su hermano. Don Gó-
mez de Porras , prior de San Juan sea con miedo que
tuvo del rey don Pedro por rendir comorindió í Mon-
viedro, sea por hacer amistad A don Enrique, se
pasó á la parte de Aragón con seiscientos caballos
que en aquella ciudad tenia de guarnición.
Deste principio , aunque pequeño , se comenzaron
áenflaquecer.ópormejordecirir muy decaída las
fuerzas del rey d!^e Casldla: que asi muchas veces
acontece que de pequeüas ocasiones (en la guerra
mayormente) sucedan desmanes muy grandes. Alle-
góse también á esto que como quier que á la sazón
nobiese paces entre Francia élngalaterra, vinieron
muchos soldados de Francia en ayudado Aragón;
que como vivian de lo que gunaban en la guerra, les
era forzoso hecha la paz sustentarse de las haciendas
que robaban i los miserables pueblos. Estos mismas
ladrones que andaban por Francia vagamundos y
desmandados, tuvieron cercado al mismo papa Ur-
bano , y le forzaron A cúmprar con mucha suma de
dineros su libertad y la de su sacro palacio. La voz
era que les daba trecientos mil florines por modo de
salario y debajo de nombre de sueldo: capa con que
cubrieron la afrenta del papa y aquel sacrilegio. Ha-
bíales dado el rey de Francia otra tanta cantidad por
eciiar de sU tierra una tan cruel pestilencia como
esta. El sumo pontífice librado desoe peligro , pensó
pasar su silla a Italia, dado que por entonces aquel
propósito no duró mucho : sentía el castigo de Dios,
y temíale mayor de cada dia por haber sus anteceso-
res desamparado su sagrada casa. Huerto puesel
cardenal don Gil de Albornoz, quiso visitar, y mí
lo hizo , el patrimonio de la iglesia que le dejó
ganado , y poner en paz y justicia a sus súu-
Viao pues (como decíamos) í Euparn desta gente
530
DIBLIOTECA DK GASPAR T tlOIG.
de Francia una grande avenida de soldados alemanes,
ingleses , bretones y navarros , y de otras naciones
por codicia de la ganancia y robo. Llamólos el conde
don Enrique, á quien querían bien desde el tiempo
que estuvo en las guerras de Francia. Señalábanse
entre ellos muchos caballeros y señores de cuenta,
muy valientes soldados y valerosos capitanes: los
mas principales eran Beltran Claquin bretón ,,y Hugo
Gárboli) yo inglés. La cabeza y caudillo desta gente
Juan de Borbon , que quería venir á vengar la muer-
te de su hermana doña Blanca , no se sabe por qué
causa se quedó en Francia; cierto es que no vino á
España: toda esta gen le entre los de á caballo y de
á pié llegaban como á doce mil hombres de guerra;
Fresarte historiador francés de aquella era dice que
venian en aquel ejército treinta mil soldados. El pri-
mero día de enero del año 1366 llegaron á Barcelona
las primeras banderas destc campo , las demás desde
á pocos dias. El rey de Aragón hizo á todos muy
buena acogida, y convidó á un gran banquete á los
mas principales capitanes. Díófes de contado una
gran cantidad de llorínes, y prometióles otra pa^
mucho mayor para adelante ; a Beltran Claquin dió
el estado de Borgia con titulo de conde , porque con
mavor gana le sirviese en esta guerra.
Estos apercebimientos tan grandes despertaron
al rey de Castilla que estaba en Sevilla, aunque
no era de suyo nada lerdo ni descuidado. Partió-
se á Burffos, y en cortes que alli tuvo, pidió al
reino ayuaa para esta guerra: todo era sin pi*o-
vecholoque intentaba, por tener enojado á Dios,
y las voluntades de los hombres no le eran fa-
vorables. Monsieur de Labrit era venido de Fran-
cia en su ayuda : aconsejábale que procurase con
mucho dinero hacer que los extraojeros se pasa-
sen á él , y desamparasen á su hermano- don En-
rique ; ofrecía su industría para acabaclo con ellos,
porque conocía su condición , que no era mal apa-
rejada para cosas semejantes , además que tenia
entre ellos muchos parientes y amibos que le ayu-
darían en esto: ciega Dios los ojos del alma á
aquellos á quien es servido de castigar; no acier-
tan en cosa : así estuvieron cerradas las orejas del
rey don Pedro que no oyeron un consejo tan saluda-
ble; como era hombre tan fiero no hacia caso del pe-
ligro que le corría.
Entretanto en la ciudad de Zaragoza , do esta-
ban los soldados estranjeros , se vieron el rey de
Aragón y el conde don Enrique: en estas vistas en
cinco del mes de marzo confirmaron de nuevo la
alianza que primero tenían hecha , y se declaró la
parte del reino de Castilla que habia de dar al
Aragón don Enrique, caso que se apoderase de
aquel reino ; para mayor amistad y firmeza de lo
capitulado, se concertó que la infanta doña Leo-
nor hija del rey de Aragón casase con don Juan hi
jo del conde don Enrique. Acabadas las vistas , el rey
se quedó en Zaragoza para esperar el fin que ten-
drían cosas tan grandes : el conde don Enrique
ya que tuvo junto todo el ejército , entró poderosa-
mente en el reino de Castilla por Alfaro. Estaba
alli por capitán Iñigo López de Orozco : no se qui-
sieron detener en combatir esta villa que era fuer-
te , por no gastar en ello el tiempo que les era me-
nester para cosas mayores. Sabían muy bien que en
las guerras civiles ninguna cosa tanto aprovecha
como la presteza : toda tardanza es muy Ganosa y
empece.
Dejado Alfaro, marchó el ejército con buena orden
derecho á Calahorra, ciudad que baña el rio Ebrn,
y es de las mas principales de aquella comarco.
Luego que llegó el conde don Enríque , le abrieron
las puertas don Fernando obispo de aquella cuidad,
y Fernán Sánchez de Tovar que la tenia por el rey
de Castilla. Entró el conde en ella lunes diez y seis
dias del mes de marzo : no se sabe si la entrega-
ron por no estar tan bien fortificada y iNistecida
que se pudiese poner en defensa , ó porque los ciu-
oadanos estuviesen roa! con el rey don Pedro. Aquí
en Calahorra se hizo consejo para determinar cómo
se procedería en esta guerra; los pareceres eran
diferentes y contrarios: unos decían que era bien
ir luego á Burgos como á cabeza de Castilla , otros
fueron de parecer que el conde don Enrique to-
mase título de rey (1) para que , perdida ael todo
la esperanza de reconciliarse con su hermano , con
mayor ánimo y constancia se hiciese la guerra , y
para meter á todos en la culpa y empeñarlos. Bel-
tran Claquin como qnier que eran varón de ^nde
pecho y ánimo , y por la grande esperiencia que
tenia en las cosas de la guerra , el hombre de maís
autoridad que venia en el ejército , dicen que ha-
bló desta manera : ((Cualquiera que hobiere de dar
»parecer y consejo en cosas de grande importancia,
»está obligado á considerar dos cosas principales::
))la una cuál sea lo mas útil y cumplidero al bien
ncomun , la otra si hay fuerzas bastantes para con-
»seguírel fin que se pretende. Como es cosa inhu-
)) mana y perjudicial anteponer sus intereses partí-
neniares al bien público y pro común, así intentar
«aquello con que no podemos salir, y á lo que no
vallegan nuestras fuerzas^ no es otra cosa sino
»una temeridad y locura. Ninguna cosa señor te fal-
))ta para a\m no puedas alcanzar el reino de Cas-
otílla: todo está oien pertrechado; por tanto mi
Dvoto y parecer es que lo pretendas, ca será uti*
Dlísimo á todos , á tí muy honroso , y a nos de gnm-
Ddísima gloria, si con nuestras fuerzas y debajo de
»tu penoon, y siguiéndote como á cabeza y capi-
»tan , echáremos del mundo un tirano y un terriblo
^monstruo que en figura humada está en la tier-
»ra para consumir y acabar las vidas de los hon:-
»bres. Restituirás á tu patria y al nobilísimo reino
x>de tu padre la libertad que con su muerte perdió,
»y darásle lugar á que respire de tan innumerables
«trabajos y cuitas como desde entonces hasta el día
»de hoy han padecido. ¿Por ventura no ves como
»las casas, campos v pueblos están cubiertos de la
«miserable sangre de la nobleza y gente de Casfi-
»lla? ¿no miras tus parientes y hermanos cruelmen-
»te muertos ? ¿ que ni aun á las mujeres ni niños no
»se ha perdonaao : no tienes lastima de tu patria?
))¿no sien tes sus males , y te compadeces y avergúec-
>)zas de su miserable estado? ¿ tantos destierros, con-
«fiscaciones de bienes , perdimientos de estados, ro-
»bos, muertes? ¿tan grandes avenidas y tempestades
»de trabajos quién aunque tuviese el corazón de ace-
))ro , las podría mirar con oíos que no se deshiciesen
«en lágrimas? No lo has de naber con aquellos anti-
»guos y buenos reyes de Castilla los Fernandos y
«Alonsos aquellos que confiados mas en el amor
«que le teman sus vasallos que en las annas , alcan-
«zaron de los moros tan señaladas y gloriosas victo-
«rias. Ofrécesete un enemigo , que en ser aborrecí*
«do puede competir con el tirano quemas mal quisto
«haya sido en el mundo, desamado de los estraños,
«insufrible y molestísimo á los suyos: una carga tan
«pesada que cuando no hubiera quien la derríbara,
«ella misma se viniera por sf al suelo. Falto v des-
«guarnecido de gente; j si tiene alcunos soldados,
«estarán como su príncipe corrompidos y estragados
«con los vicios, y que vendrán á la batalla ciegos,
«flacos y rendidos. Tú tienes un valeroso ejército, cti
«que se halla toda la flor de Francia, Ingalaterra,
(1) Al principio rehusó tomar el lítiilo de rey; parolo
teoia ya estipulado con los reyei de Aragón y de Franeia y
(lanla el papa Urbano V le llamara á ATÍñoa para recoooeer-
ie rey de Castilla , escomulgaodo y privando del reino á áoa
Pedro.
HISTORIA DE Ei^PANA.
931
nAleminia y Aragón , lo mejor del propio reino de
^Castilla, todos soldados viejos muy ejercitados, y
Mqua se han hallado en grandes jomadas : tienes
wmuclios reyes amigos , y sobre todo tu ventura y fe-
»licidad y ^ande benevolenf*.ia, con que de todo este
y^ejército eres amado. Deséate toda Gastília, los hue-
»nos xlel reino te esperan , y te quieren favorecer y
»servir , no habrá ninguno que sabido que te han
»alzado por rey , no se venga á nuestros reales. A
notros pudiera en algún tiempo ser provechoso el
>»Dombre de rey , mas á ti en este trance es nece«a-
))río del todo para sustentar la autoridad que ps me*
»nester para que te respeten, y para descubrir la«
y»aficione9 y voluntades de los hombres. Si como yo lo
véspero, el cielo nos ayuda, á tí se te apareja una
ngioria grande, nos auedaremos contentos con la
>iparte de la merced y nonra que nos quisieres hacer;
7>si sucediere al revés ( lo que de pensarlo tiemblo) no
»paede avenirte peor de lo que al presente padeces.
nTodos corremos el mi«imo riesgo que tú : por tanto
»nuestro consejo se dnbe tener por mas tíel y seguro,
npues es igual para todos el peligro. No ha lugar ni
m.'onviene eotretenerse cuando ía tardanza es peor
»que el arrojarse. £a pues ten buen ánimo , en san -
»cha y engrandece el corazón , y toma á la hora aquel
)>nombre , para el cual te tiene Dios guardado de tan-
MtüS peligros. Ayúdate coa presteza , y haz de tu
nenemigo lo que él pretende hacer de tí : acábale
ndüsta vez : ó si fuere menester , muere valerosa-
nmente en la demanda; que la fortuna favorece y
i>ti>me á los fuertes y esforzados , derriba á los pusi-
nláoimes y cobardes.»
Después que Beltran acabó su plática , todos los
demás caudillos del ejército rodearon á don Enrique,
y le animaron á que se llamase rey : trujáronle á la
ínemoria pronósticos en esta razón ; aseguráronle
que Dios y los hombres le favorecían. Con esto des-
pli*-gan los pendonea , y con mucho regocijo por las
calles públicas de la ciudad dicen á voces : Castilla,
(Uistilla por el rey don Enrique. El nuevo rey según
el estado y méritos de cada uno hizo muchas merce-
des : á unos dio ciudades , y á otros villas , castillos,
lugares, ofi'^ios y gobiernos : holgaba de parecer li-
íieral , y era fácil serlo de hacienda ajena. Cada uno
pensaba que cuanto pidiese, tanto se hallaría; que
loilo le seria concedido : á Beltran Claqnin dio á Trus-
támara , y á Hugo Carbolayo á Carríon , al uno y al
otro con titulo de condes : á los hermanos del nuevo
rey , á don Tello restituyó el estado de Vizcaya , á
don Sancho dio el de Alburquerqoe : el maestrazgo
de Santiago se dio á don Gonzalo Mejfa; y á don Pe-
dro Muñiz , que también él era muy querido dé don
Enríque . dieron el maestrazgo de Calatrava : á don
Alonso de Aragón conde de Denia y Rivagorza , que
era tio hermano del padre del rey de Aragón , le hizo
merced de Villena con título de niarqnés ,^ y con todo
el señorío que fue de don Juan Manuel ; á oíros dio
villas y castillos con que los contentó de presente , y
los heredó en el reino para adelante.
CAPITULO VIH.
Que el rey don Pedro fue echado de España.
Con los desrayes que se intitulaban de Castilla , el
reino andababa alborotado. El rey don Pedro por su
mucha crueldad tenia poca parte en las voluntades
de sus pueblos , todps deseosos de poder rebelar y
ven^r la sangre de áus parientes : ninguna cosa los
tema , sino el miedo que si les fuese contraría la for-
tuna, serian sm misericordia castigados. Los dos re-
yes con grande porfía y ahinco comenzaron la con-
tienda sobre el reino: cada cual tenia por si grandes
ayudas j valedores. De parte de don Enrique estaba
el ejército extranjero , el odio de su competidor , y el
ser los hombres naturalmente aficionados á cosas
TOMO 1.
nuevas. A don Pedro ayudaba <]íue casi antes Aierey
aue hobiese nacido , que era hijo de rey y decendía
ne otros muchos reyes , y que él solo quedaba por
heredero legítimo de todos ellos : en ambos el nom-
bre y magestad real era respetado y venerable. Pun-
zaba á don Pedro la ofensa que se le hacia : á don
Eoríque le encendía en cólera y animaba á la ven*
ganza la sangre que de su madre y hermanos, ami-
gos y parientes derramaron , y los grandes trabajos
que el reino padecía ; fínalmente mayor cuidado tenia
de sustentar el nuevo nombre de rey que su propia
vida.
Con esta resolución don Enríque y los suyos sede-
terminaron ir luego á Burgos : en el camino pasaron
cerca de Logroño , mas no quinieron llegar á él
porque entendieron que los ciudadanos no harían
nada de su voluntad , y que si les cercaban , seria
cosa muy larga : Navarrete y Brivicsca se dieron
luego. Mientras esto así pasaba , don Pedro se halla-
ba en Burgos con pocos amigos , ca muchos dellos él
mismo los hizo matar : suspenso y dudoso de lo que
haría , no se atrevía á fiarse de nadie, ni tomar re-
solución si se iría , si esperaría á su enemigo. Resol-
vióse fínalmente en ir con grande presteza á Sevilla,
porque tenia en aquella ciudad sus hijos y tesoros,
y temía perderlo todo. No se atrevió arriscarse, por
saber cuan pocos eran los que le querían bien. Los
de Burgos todavía le ofrecieron su ayuda : él se lo
agradeció , y dijo gue entonces no se quería valer
de su buen ofrecimiento y lealtad ,' antes les alzó el
homenaje que le tenían hecho, para que sí se viesen
en apríeto , pudiesen entregarse á don Enríque sin
incurrír infamia ni caso ne traición. Cególe Dios
para que no nceptase el favor gue le hacían , mayor-
mente que como toda su perdición le viniese por su
crueldad , acrecentó de nuevo el odio que le tenían,
con que al tiempo oue se quería partir, hizo matar
á Juan Fernandez ne Tovar no por otra culpa sino
porque su hermano acogió en Calahorra á don En-
rique.
Esto hecho, se partió de Burgos en veinte y ocho
dias del mes de marzo : dende el camino mandó A los
capitanes y alcaides de las villas y castillos que to-
mara en Aragón , les pjegasen fnego , y desampara-
dos , sacasen luego las guarniciones , y que lo mas
presto que pudiesen , se fuesen para él á Toledo.
Desta suerte en un instante perdió lo que con gran
costa y trabajo en muchos ano« tenia ganado : uno
destos pueblos fue la ciudad de Calatayud ; la liber-
tad que cobró en el postrero día de marzo, hasta hoy lo
celebra con fíesta solemne y procesión en que van
fuera de la ciudad á Santa María de la Peña á cum-
plir el voto que entonces hicieron en memoria de la
merced receñida. Llegó el rey don Pedro á Toledo:
allí se detuvo algunos días en asegurar aquella ciu-
dad y dejalla á bufín recaudo; mandó quedar en ella
Sor general á don Garci Akarez de Toledo maestre
e Santiago.
Partido el rey don Pedro de Burgos , los de la ciu-
dad enviaron por sus cartas á llamar á don Enríque.
Diéronle título de conde , pero ofrecíanle la corona
de rey , si la fuese á tomar en su ciudad, pues por
su antigüedad y nobleza se le debía que en ella y no
en otra diese principio á su reinado : aceptó su ofer-
ta, V luego se partió para aquella ciudad , en que le
recibieron con grandes aclamaciones y regocijos; en
el monnsterío de las Huelgas fue coronado y recebido
por rey de Castilla. Con el ejemplo de Burgos las
mas ciudades y fortalezas del reink)de su propia vo-
luntad en espacio'de veinte y cinco dias después de
su coronación le vinieron á dar la obediencia. Con
esto no quedó nada inferiora su contrarío ni en fuer-
zas, ni en vasallos : los grandes y los pueblos todos
á porfía deseaban con apresurs^rse ganarla gracia del
nuevo rey.
23*
S3«
BIBUOTECA DB GASPAR T KOIG.
Asentadas las cosas de Castilla y León , se fae don
Enrique á Toledo : allí sin oinguoa dificultad , antes
con muciio regocijo le abrieron Jas puertas. Renun-
ció el maestro de Santiago donGarcí Alvares de To-
ledo : dióle el rey don Enrique en recom(^nsa del
maestrazgo y de que ;se pasó á su servicio , lo de
Oropesa y de Yaldecorneju ; con que don Gonzalo
Mejia quedó fiin contradicción por maestre de San-
tiago. Por muerte de don Garci Aivarez lo de Orope-
sa quedó á su hijo Fernán Dálvarez de Toledo , que
en su mujer doña Elvira de Ayala tuvo á Garoi Aiva-
rez de Toledo señor de Oropesa , y á Diego López de
Ava!a cabeza de los Ayalas de Tulavera señores de
Cebolla. Lo de Yaldecorneja quedó á otro Fernán
Dilvarez de Toledo hermano ó sobrino del maestre,
y del vienen los duques de Alva : lláoianse Yaldecor-
neja el Barrio , Dávila, Piedrahita, Horcajada y Al-
nuron.
Apoderado don Enrique de tan principal ciudad
como Toledo , todo lo demás del reino quedó llano,
de manera que don Pedro no se atrevió mas á estar
en el reinó , antes perdida del todo la esperanza , se
determinó de ponerse en salvo en una galera , en que
embarcó sus hijos y tesoros , con que se fue á Portu-
gal. Al que Dios comenzaba á desamparar, parecía
que le faltaba el consejo y también el favor de los
hond)re8 : el rey de Poriu^l no le quiso tener en su
reino , antes le envió á decir que no cabiandos reyes
en una provincia*^ don Fernando hijo del rey de Por-
tugal estaba inclinado á don Enrique : favoreciale y
enviábanse mnchos recados el uno al otro, y estaba
mal con el rev don Pedro. Yerdad es que en Portu-
gal no se le hizo ningún desaguisado por no violar el
derecho de las gentes, antes se le dio paso segure
para Galicia, para do se encaminaba con intento de
juntar en aquellos pueblos alguna flota en que pasar-
se 6 Bayona de Francia : Uegadoá Compostella, hizo
matar a don Suarez arzobispo de Santiago , y al deán
de aquella iglesia que se decía Perálvurez , ambos
naturales de Toledo ( 1 ) : no amansaban tantos pe-
ligros el cruel ánimo del rev , y él mismo sin necesi
dud aumentaba las causas de su destruicion. Ordenó
su partida á Frtncia: parecióle que le era muy peli-
groso ir por tierra , asi allegó de aquella costa una
armada de veinte y dos navios y algunos otros bab-
les menores. Embarcóse en ella con don iu«n su hijo
y otras dos hijas, que doña Beatriz la mavor era
muerta, aunque Polidoro escribe que falleció en Ba-
yona de Francia. Con buen viento llegaron á Bayona
en la Guiena , que á la sazón se tenia por los ingle-
ses: llevó consigo una buena parte de sus tesoros;
verdad es que ü mayor cantidad dellos , que enviaba
eu una g»lera con su tesorero Mariinez Yañez (2 ) se
ta tomaron loe ciudadanos de Sevilla con deseo de
hacer algun notable servicio á don Eurique, al cual
todo se le allanaba. Córdoba se le había entregado,
y por horas le esperaban en Sevilla. Desta manera
entendió don Pedro por su mal que las cosas bume-
Dss no permanecen siempre en un ser , y que mu-
chas veces ntuy grandes príncipes por mas dichosos
y mas poderosos que fuesen, aunque estuviesen
rodeados de grandes ejércitos, fueron destruidos
por ser mal quistos del pueblo, y llevaron el pago
que sos obras merecían.
El nuevo rey don Enrique después de llesado á
Sevilla asentó paces con los revés de Portugal y de
Granada. Hechoesto, del ejército de los extranjeros,
escogió nñl y quinientas lanzas , j por sus capitanes
Beltran Claquin y don Bernal hijo del conde de Fox
(1 ) Acerca de este hecho la crónica y la tradición están
muy dssacordes y confusas. La crónica abreviada dice : que
el rev gritaba qoe no le matasen.
<f ) Llevaba 39 quintales de oro y muchas joyas, y el rey
don Pedro se llevó i Bayona tieinta y seii mil doblasen
moneda de ore.
señor de Bearne : con tanto como si todo lo a! que-
dara llano , despidió los demás soldadoa. De Aragón
le enviaron á su mujer y á su nuera la infinta doña
Leonor, en cuya compañía vinieron don Lope Fer-
nandez de Luna arzobispo de Zaragoza y otros seño-
res principales. Era necesario asentar el gobierne
del reino , y poner buen recaudo en fas rentas rea-
les, proveer de dineros, porque el tesoro real le halló
muv consumido con la guerra pasada : no se ponía
duaa sino que de Francia bajaría otra tempestad de
guerra , y que don Pedro por ser de corazón tan ar-
diente no sosegaría hasta que dejase juntamente el
reino y la vida. Por tanto se hicieron en Bur^^ cor-
tes generales de todo el reino, y en ellas el infante
don Juan liijo de don Enrique fue jurado por sucesor
y heredero del reine para después de los días de su
padre. En estas corles asimismo se concedió la dé-
cima parte de las cosas que se vendiesen , sin limitar
al tiempo desta concesión: la gana de que se admi-
nistrase bien la guerra , y el aforrecimiento que te-
nían á don Pedro , les hizo en parte que no advirtie-
sen por entonces cuan grave carga había de ser este
tributo en los tiempos venideros ; la ciega codicia de
venganza, vel dolor y peligro presente ftcilmente
turba y desbarata la corta providencia de los enten-
dimientos de ios hombres.
Hizo don Enriaue merced á la ciudad de Burgos de
la villa de Miranda de Ebro por los servicios qoe le
hicieron en su coronación , y en reoompoisa de la
%illa de Briviesca que era de Burgos y le diera á Pe-
dro Fernandez de Velasen su camarero mayor; y
porque la villa de Miranda era de te iglesia de Bur-
gos , le dio en pago sesenta mil maravedís de joro
cada un año situados en los diezmos del mar, para
que se gastasen en las distribuciones ordmarias á
las horas nocturnas y diurnas, y se repartiesen en-
tre los prebendados qoe asistiesen á ios divinos ofi-
cios en la dicha iglesia Mayor, qne antea desto no
tenían estas distribuciones. Era á la aazon obispo
de Burgos don Domingo único deste nombre cuya
elección fue memorable : por muerte de su antece-
sor don Fernando los votos del cabildo se dividieron
sin poderse concordar en dos bandos: conviniéronse
en que aquel fuese de común consentimiento de to-
dos electo por obispo , á quien nombrase el canónigo
Domingo , como arbitro que le hacían desta elección
ca fe tenían por hombre santo , y de bnena concieu-
üía. El aceptado que bobo la acción que le daban sin
hacer caso de ninguno de los competidorea , dijo por
si aquella sentencia ^oe después se mudó en re-
frán : «Obispo por obispo séaselo Domingo. » Holga-
ron lodos los canónigos que se faobiese nombrado, y
recibiéronle por «n prelado : diéronle Isa insignias
episcopales, é biciéronle consagrar.
En estos días el arzobispo don Lope de Luna vino
otra vez á Castilla enviado por el rey de Araron con
embajada á don Enrique para pedille cumpliese con
él lo que tenía capitulado, y acusalle los juramentos
que le tenia hechos v las pleitesíafl, en particnlar
quería le pagase mucha suma de moneda que le pres-
tara. El rey don Enrique le respondió que él confe-
saba la deuda , y ser asi todo lo ^ue el rey decia ; to-
davía que aun no estaban sosegadas las cosas del
reino , y que sí no era con grande riesgo de alguna
gran revuelta y escándalo , no podía tan preate eoa-
lenafde la corona real tantas villas y ciudades como
le prometió : que pasado este peligro ; ói estaba pres-
to para cumplir lo asentado : que te tenia en lu^ de
padre , y le debía el ser , vida y reino que pos«ia , y
todo lo al. Esto decía por entretener al rey de Ara-
gón ; por lo demás muy resuelto de no enajenar nín-
fpina parte de loque antiguamente era reino de Cas-
tilla. Desta manera suelen los príncipes mirar mas
por lo que les es áti! y provechoso qoe tener cuenta
con el deber y promesas que tengan becfias y juradas.
CAPITULO IX.
De Its guerras de Navarra.
Estas cosas pasaban en Casulla : entre ios navar-*
ros y franceses con varia fortuna se proseguía en
Francia la guerra que tres años antes deste se co-^
menzara , aunque con mayor daño del rey de Navar-
ra por estar ausente y ocupado en negocios de su
reino: tomáronle algunas villas y ciudades, cercá^
ronle y combatieron otras. Los reyes de Francia y
de Aragón hicieron liga en la ciudad de Tolosa , que
es en la Galia Narbonense , por sus procuradores
que cada uno dellos para este efecto envió : el prin-
cipal en asentarlos capítulos desta liga fue Luis du-
3ue de Anjou hermano del rey de Francia. Quedaron
e acuerdo que el rey de Aragón hiciese guerra al
de Navarra dentro de su reino, y que el rey de Fran-
cia le ayudase con quinientas lanzas pagadas á su
costa ; todo sin tener ningún respeto al estrecho pa-»
rentesco que con él tenian , porque entrambos reyes
eran sus cuñados por estar el de Navarra casado con
hermana del rey de Francia, y el de Aragón tenia
asimismo por mujer una hermana del mismo Navar-
ro. Aoruellos principes que tenian obligación ¿ de-
fendelfe cuando otros le movieran £[uerra, esos se
conjuraban contra él : ¡ oh ñen codicia de reinarl El
mal modo de proceder del rey Carlos de Navarra y su
aspereza le hacían odiosea los reyes sus vecinos, y
era la causa que tuviese muchos enemigos.
Entendida esta liga por el Navarro, él se estuvo
quedo en España para nacer resistencia al rev de
Aragón , mavormente que ya por su mandado Luis
Coronel desde Tarazona hacia cuerra en Navarra,
robaba y destruía toda aquella frontera : á la reina
su mujer envió á Francia , dado que preñada , para
que procurase aplacar al rey su hermano , y buscase
algún remedio para salir del aprieto en que se halla-
ban; esta ida no fue de provecho alguno, á causa
oue el rey de Francia pensaba y pretendía quedarse
dMta vez con toda la tierra que el de Navarra tenia
en su reino. Estando pues la reina en su villa de
Evreux en Normandia , en el postrero día del mes de
marzo parió ai infante don Pedro su segundo hijo,
conde que fue de Moretano ó Mortaigne en Norman-
dia , y con él en el medio del estío se volvió á Navar-
ra. Por no hallar buena acogida en el rey de Francia,
de necesidad el Navarro bobo de buscar de quien fa-
voreceree : parecióle el mejor medio de todos aliarse
y juntar sus fuerzas con el rey don Pedro que anda-
ba desterrado, y le rogaba hiciese liga con él; y como
los hombres cuando se ven en algún grande aprieto
son muy liberales , para traeile á su amistad le hacia
una muy lar^a [>romesa de pueblos en Castilla , ca le
oírecia toda la tierra de Guipúzcoa, Calahorra, Lo-
groño, Navarrete, Salvatierra y Vitoria: parecen
noy día (si no son fingidas) las escrituras que hicie-
ron deste concierto en este año en la ciudad de Lis-
boa, cuando el rey don Pedro desde Sevilla se retiró
á Portugal.
AI presente el rey don Pedro desde Bayona procu-
raba socorros para poder volver á cobrar el reino de
Castilla ; en particular solicitaba á Eduardo príncipe
de Gales , que por su pidre el rey de Ingalaterra go^
bernaba el ducado de Guiena, para que le ayudase
con sus gentes. Viéronse en Cabreroo . que es uq
Íiueblo ceroa de la canal de Bayona : hallóse en aque-
tas vistas don Carlos rey de Navarra : convidólos ¿
comer el príncipe, senturonse con este orden en la
mesa : don Pedro á la mano derecha y luego junto á
él el príncipe i y á la mano izquierda se sentó solo de
por sí el rey de Navarra. Confederáronse allí estos
tres príncipes, y confirmaron con solemne juramen-
to los conciertos que hicieron, que fueron estos:
que el rey don Pedro fuese restituido en su reino , y
^tte ftl {ffinoip^ Eduardo se le diese en recompensa
TONO U
aisToau »fi uwjJU, 538
de su trabaio el señorío de Vizcaya : que el rey de
Navarra hooiese á Logroño y que don Pedro dejase
en Guiena sus hijas para seguridad y prenda de que
cumpliría lo capitulado , y pagaría ( alcanzada la vic-
toria) el dinero que se le prestaba para el sueldo de
la gente de guerra.
Sabida esta liga por el rey de Araffon , receloso del
daño que della le podía yenvr, para hallarse con ma-
yores fuerzas y poder mejor resistir á sus enemigos
renovó con el rey de Francia la confederación y amis-
tades que con él tenia hechas. El rey de Navarra es-
taba con gran cuidado y miedo no descargasen estos
nublados sobre su reino, como el que caía en medio
de dos enemigos tan poderosos como eran los reyes
de Francia y Aragón. Por otra parte temía á los m-
§ieses : juzgaba que para pasaren Castilla ó les habla
e dar el camino por sus tierras , ó se le abrirían
con las armas. Hallábase muy congojado : aquejado
con este pensamiento no sabía qué consejo se tomase.
La peor resolución que él pudo tomar, me quedaree
neutral, porque desta manera á ninguno obligaba, y
á todos dejó querellosos; todavía después que lo bobo
bien ponderado . tomó por mejor partido concer»
tarse con el rey don Enrique, hora lo hiciese oon di-
simulación y eugaño , hora que hobíese mudado su
voluntad y quisiese salir fuera de la liga hecha con
don Pedro y el príncipe de Gales. Como quiera que
esto fuese , él tuvo sus hablas con el rey don Enrique
en Santacruz de Camoezo, que es una villa en la fron-
tera de Navarra : halláronse presentes don Gómez
Manrique arzobispo de Toledo, que fuera elegido en
lugar de don Vasco, don Alonso de Aragón conde de
Penia y marqués de Villena, don Lope Fernandez de
Luna arzobispo de Zaragoza, y Beltran Claquín. La
confederación que estos príncipes hicieron , fue que
el rey de Navarra no diese paso á los ingleses : que
en la guerra que esperaban, ayudase con su persona
y con todo su ejército al rey don Enriqu'), y que para
bcguridad diese ciertas villas y castillos en rellenes
deque cumjiliria estos conciertos ; por el contrario
que don Enrique le diese á él á Logroño , la misma
ciudad que poco antes don Pedro le prometió.
En estoi días don Luis hermano del rey de Navar-
ra se casó con Juana duquesa de Durazo en la Mace-
donia, hija mayor de Carlos de quien heredó este
estado, y á quien algunos años después el papa Urt-
baño Vi dio la embestidura del reino de Ñapóles. T
porque comunmente se yerra en la decendencia des-
tos príncipes, me pareció ponerla en este lugar;
Carlos Segundo rev de Ñápeles tuvo por hijo á Juan
duque de Durazo: hijos de Juan fueron Carlos y Luis:
Carlos fue padre de Juana y Margarita ; de Luís el
otro hijo de Juan nacieron Carlos que vino á ser rey
de Ñapóles , y Juana la que dijimos casó con el infan-
te don Luis hermano del rey de Navarra.
Las vistas del rey de Navarra y de don Enrique,
que se hicieron en Campezo , fueron en el principio
del año de i 367. en el cual (quien dice el año siguien-
te) en diez y ocho de enero murió en Estremoz villa
de Portugal el rey don Pedro. Vivió por espacio de
cuarenta y seis años, nueve meses y veinte y un días,
reinó nueve años y otros tantos meses, y veinte y
ocho diap. Enterráronle en el monasterio de Alcobaza
junto á doña Inés de Castro : hizosele un real y so-
lemnísimo enterramiento con grande aparato y pom-
Ea. Entre otras cosas dejó buena renta para seis capé-
anos que allí dgesen cada dia misa por su ánima y
por las de sus antepasados : fue aventajado en ser
justiciero: lloráronle mucho sus vasallos, y sintieron
su muerte como si con él en la misma sepultura se
hobiera enterrado la pública alegría y bien de todo el
reino. Tenia mandado oue sus despenseros no com-
prasen ninguna cosa fiada, sino todo de contado v
poF justo precio. Hizo muy santas leyes contra la
avaricia de los jueces y abogados, para que con sn
33'
534
BIBLIOTECA DK GASPAR T R016.
codicia y largas do fuesen los pleitos inmortales. Fue
severisirao contra los malhechores, especialmente
era rigurosísimo contra los adálleros; llegó á que por
haber comelilo esie delito el obispo de Portu,con
sus propias manos le maltrató muy reciamente : así
se decia vulgarmente que iraia consigo un azote para
castigar á los que cogiese en algún delito. Tenia cos-
tumbre de distribuir cada ano muchos marcos de
plata, parte labrada y parte acuñada, entre los suyos,
según la calidad y méritos de cada uno. Refiérese del
aquella sentencia ; «Que no era digno de nombre de
»rey el que cada dia no hiciese bien y merced á al-
wguna persona. » Hizo el puente y villa de Limia tiu
Portugal: dejó por heredero de su reino á su hijo don
Fernando , cuyo reinado no fue tal y tan feliz como
el del padre. Con los embajadores que el rey de Ara-
gón envió á su padre , asentó él paces en cuatro días
ílel mes de marzo deste año en los palacios de Alcan-
liaaes , que son cerca de Santarén. Tuvo amores des-
honestos con doña Leonor de Meneses mujer de Lo-
renzo Vázquez de Acuña á quien se la quitó. El
marido por tanto anduvo mucho tiempo huido en
Castilla, y se dice del que traia en la gorra unos
cuernos ne plata como por divisa y blasón , para
muestra de la deshonestidad del rey y de su afrenta,
mengua y agravio.
CAPITULO X.
Que don Enrique foe vencido Jonlo ¿ NAjara.
Toda Castilla y Francia ardian llenas de raido y
asonadas de guerra : hacíanse machas compañías de
hombres, de armas, ginetes é infantería; todo era
proveerse de caballos , armas y dineros : las partes
ambas igualmente temían el suceso , y esperaban la
victoria. Don Enrique en Burgos, do era ido, seaper-
cebia de lo necesario para salir al camino á su enemi
go, que sabia con un grande y poderoso campo era
pasado los Pirineos por las estrechas sendas y mon-
tañas cerradas de Roncesvalles. Llegó ¿ Pamplona
sin que el rey Carlos de Navarra le bebiese hecho
ningún estorbo á la pasada , ca estaba á la sazón de^
tenido en Borgta. Prendióle andando á caza cercado
allí un caballero bretón llamado Olivier de Mani, que
la tenia en guarda por Beltran Claquinsu primo. En-
trambos los reyes sospecharon que era trato doble,
concierto con este capitán que le prendiese, para
tener color de no favorecer á ninguno dellos, y des-
pués escusa aparente con el que venciese. A los prín-
cipes ningún trato que contra ellos se haga, aunque
sea ron mucha cautela, se les puede encubrir; antes
muchas veces les dicen mas de lo que hay , y eso lo
malician y echan á la peor parte.
Don Enrique partió de Burgos con un lucido y
(grueso ejército de mucha infantería y cuatro mil y
quinientos hombres de á caballo , en que iba toda la
nobleza de Castilla y la gente que de Francia y Ara-
gón era venida en su ayuda. Llegó con su campo al
encinar de Bañares : llamó á consejo los mas princi-
pales del ejército, y consultó con ellos lo tocante á
esta guerra. Los embajadores de Francia , <pie eran
enviados á solo este efecto, y Beltran Claquin procu-
taron persuadir que se debia en todas maneras escu-
sar de venir á las manos con el enemisto y no darle la
batalla, sino que fortificasen los pueblos y fortalezas
del reino, tomasen los puertos, alzasen las vituallas,
y le entretuviesen y mistasen; que la misma tardan-
za le echaría de España por ser esta provincia de tal
calidad que no puede sufrir mucho tiempo un ejérci-
to y sustentarle. Qne se considerase el poco prove-
cho que se sacaría cuando se alcanzase la victoria, y
lo mucho que se aventuraba de perder lo ganado, que
era no menos que los reinos de Castilla y León, y las
villas de todos. Que en el ejército de don Pedro venía
la flor de la caballería de Ingalaterra , gente muy es-
forzada y acostumbrada á vencer , á quien los espa-
ñoles no se igualaban ni en la destreza en pelear, ni
en la valentía y fuerzas de los cuerpos. Finalmente
que se acordasen que no es menos oficio del sabio y
prudente capitán saber vencer al enemigo con indus-
tria y maña que con fuerza y valentía.
Esto dijeron los embajadores de Francia de parte
de su rey, y Beltran Claquin de la suya. Otros que
tenían menos espenencia y menor conocimiento üel
que luego se dnse la batalla. Decían que
¡as cosas de la guerra dependían mucho de la repu-
tación, y qae se perdería si se rehusase la batalla,
por entencferse que tenían miedo del enemigo y se*
rían tenidos por cobardes y de ningún valor. Que si
el ánimo no faltaba, sobraban las luenaa y ciencia
militar para desbaratar y vencer dos tantos ingleses
que fuesen. Sobn todo que ¿tan justa demanda Dios
no fiíltaria , y con su favor esperaban se alcanzaría
una gloriosa victoria. Aprobó don Enrique este pare-
cer : mandó marchar su campo la via de Álava para
hacer rostro á algunas bandas de caballos ligeros del
enemigo que se habían adelantado y robaban aquella
tierra. Llegó con su ejército junto á Saldrían , y á
vista del de su enemigo asentó su campo en un lugar
fuerte aporque le guardaban las espaldas unas sierras
que allí están) con que podía pelear con ventaja, si
no le forzaban á desamparar aquel sitio.
Considerado esto , los ingleses levantaron sus rea-
les y tiraron la via de Logroño, ciudad que tenia la
voz de don Pedro , con intento de traer á don Enríque
á la batalla , ó entrar en medio del reino por donde
tenían esperanza que todas las cosas podnan acabar
á su gusto. Entendido por don Enrique , que estaba
en Navarrete , el fin del enemigo , votvió atrás cami-
no de Najara, que es una ciudad que se piensa ser la
antigua Tritio Metallo en los Autrigones; y de que
sea ella ,.no es pequeño indicio quedos malas de allí
está una aldea que retiene el mismo nombre de Tri-
tio. Esta ciudad alcanza muy lindo cielo y anos cam-
pos muy fértiles, y por muchas cosas es un noble
pueblo, y con el suceso desta batalla se hizo mas fa-
moso. Escribiéronse estos príncipes : cada cual daba
á entender al otro la justicia que tenia de su parte, y
?[ue no era él la causa de esta guerra ; antes la hacia
orzado y contra su voluntad, y tenia mucho deseo
y gana de que se concordasen, y no se viniese al
riesgo y trance déla batalla por la lástima que signi-
ficaban tener á la mucha gente inocente que en eHa
perecería. Has como quier que no se concordasen
en el punto principal de la posesión del reino ^ perdi-
da la esperanza de ningún concierto , ordenaron sos
haces en guisa de pelear. Don Enrique puso á la ma-
no derecha la gente de Francia , y con ella á su her-
mano don Sancho con la mayor parte de la nobleza
de Castilla : á su hermano don Tello j^ al conde de
Denia mandó que rigiesen el lado izquierdo : él con
su hijo el conde don Alonso se quedó en el cuerpo de
la batalla.
Los enemigos qne serían diez mil hombrea «ie á
caballo y otros tantos infantes , repartieron , desta
manera sus escuadrones. La avanguardia llevaban el
duque de Alencastre , y Hugo Garbolayo que se era
pasado á los ingleses : el conde de Armeñac y roon-
sieur de Labrít iban por capitanes en el segundo es-
cuadrón , en el postrero quedaron el rey don Pedro y
el príncipe de Gales y don Jaime hijo del rey de Ma-
llorca, el cual después qne se soltó de la prisión en
que le tenia el rey de Aragón , casara con Juana rei-
na de Ñápeles. Halláronse en esta batalla trecientos
hombres de á caballo navarros , que con su capitán
Martin Enrique tos envió el rey Carlos de Navnrra
en favor del rey don Pedro. Corría un rio en medio de
bs dos campos : pasóle don Enríque , y en un llano
HISTORIA DE ESPAÑA.
S3ü
que está de la otra parte » ordenó sas haces. I¿n este
campo se vinieron a encontrar ios ejércitos con gran-
disima furia y ruido de las voces, de los combates ,
del quebrar de las lanzas y el disparar de las balles-
tas. El escuadrón de la mano derecha que regia Bel-
tran Claquin , sufrió valerosamente el Ímpetu de los
enemigos . y parecía que llevaba lo mejor ; empero
en el otro lado quitó don Tello i ios suyort la victoria
de las manos : con mas miedo que vergüenza volvió
en un punto las espaldas, sin acometer á los enemi-
gos ni entraren la batalla. Gomo él y los suyos huye-
ron y dejaron descubiertos y sin defensa los costados
de Beitran y de don Sancho ^ por donde pudieron fá-
cilmente ser rodeados de los enemigos , y apretándo-
los reciamente por ambas partes, los vencieron y
desbarataron.
Hlsose gran matanza , y fueron presos muchos
grandes y ricos hombres , entre ellos los capitanes
mas principales del ejército. Don Enrique con mucho
esfuerzo y valor procuró detener su escuadrón que
comenzaba á criar y retirarse: por dos veces metió su
caballo en la mayor priesa de la batalla con grandísi-
mo peligro de su persona ; mas como quier que no
pudiese detener á los suyos por la gran muchedum-
ore de enemigos que cargó sobre ellos y los desbarató
(mal pecado ) perdida del todo la esperanza de la vic-
toria , se salió de la batalla y se acogió á Najara : de
allí por el camino de Soria se fue á Aragón acompa-
ñado de Juan de Luna y Fernán Sánchez de Tovar y
Alfonso Pérez de Guzman, y algunos oíros caballeros
de los suyos. A la entrada de aquel reino le salió á ver
y consolar don Pedro de Luna, que después en tiem-
po del gran scisma fue el papa Benedicto. No paró el
rey don Cnricjue hasta que por los puertos de Jaca
entró en el reino de Francia , sin detenerse en Ara-
gón por no se fiar de aquel rey , si bien era su con-
suegro. Hallábase en gran cuita , poca esperanza de
reparo : por semejantes rodeos lleva Dios á los va*
roñes escelentes por estos altos y bajos hasta poner-
los de su mano en la cumbre de la buena andanza que
les está aparejada. Los demás de su ejército se huve-
ron perlas vilias y pueblos de aquella comarca, todos
esparcidos sin quedar pendón enhiesto , ni compañía
entera, ni escuadra que no fuese desbaratada.
Después de la batalla hizo matar el rey don Pedro
á loigo López de Orozco, á Gómez Garrilío de Quin-
tana, á Sanchí) Sánchez de Hoscoso comendador de
Santiago, y á Garci Jofre Tenorio hijo del almirante
AJÍoDSO Joire , que todos fueron presos en la pelea:
otros muchos dejó de matar por no ios haber á las
manos . que por ningún precio se los quisieron en-
tregar los inmeses cuyos prisioneros eran; demás que
el priucipe de Gales le reprendió con palabras casi
afrentosas porque después de alcanzada la victoria
continuábalos vidos que le quitaban el reino. Uno
de los presos fue don Pedro Tenorio adelante arzobis-
po de Toledo. Llevó en esta batalla el pendón de don
Enrioue Pero López de Ayala , aquel caballero que
escribió la historia del rey don Pedro, y fue uno de
los presos. Por esta razou algunos no dan tanto cré-
dito á su historia, como de hombre parcial : dicen
Íiue por odio que tenía al rey don Pedro encareció y
ingió algunas cosas; á la verdad fue uno de aquellos
contra quien en Alfaro él pronunció sentencia en que
los dio por rebeldes y enemigos de la patria.
Díase esta batalla sábado tres de abril deste año
de i367. Don Tello llevó á Burgos las tristes nuevas
deste desgraciado suceso. La reina doña Juana mu-
jer de don Enrique sabida la rota tuvo gran miedo
de venir á manos de don Pedro : asi ella y sus hijos
con gran priesa se fueren de Burgos á la ciudad de
Zaragoza. En esta sazón en Burgos se hallaban don
Gómez Manrique arzobispo de Toledo, y don* Lope
Fernandez de Luna ar/ooispo de Zaraj^oza, que se
quedaron con la reina. Estos la acompañaron en este
viaje de Aragoa : llegada allí , no halló en el rey tan
buena acogida como pensaba ; que es cosa común y
como natural en los hombres desamparar al caido, y
hacer aplauso y dar favor al vencedor. Olvidado pues
el rey de Aragón (1) ya de las amistades y confede^
raciones que tenia hechas con don Enrique , tenia
propósito de moverse al son de la fortuna , y llegarse
á la parte de los que prevalecían. A esta causa era ya
venido en Aragón por embajador Hugo Garboia yo in-
glés : y porque no podian tan presto y fácilmente
concluirse paces se hicieron treguas por algunos
meses.
Después de la victoria el rey don Pedro coa todo su
ejercite se fué á Burgos, prendió en aquella ciudad á
Juan Cordollaco pariente del conde de Armeñac y ar-
zobispo de Braga , que era de la parcialidad del rey
don Enrique. Hizole el rey llevar al castillo de Alcalá
de Guadayra y meterle en un silo, en que estuvo
hasta la muerte del mismo don Pedro, cuando muda-
das las cosas fue restituido en su libertad y obispado.
El rey don Pedro sin embargo se hallaba muy congo-
jado eu trazar cómo podría juntar tanto dinero como
á los ingleses de los sueldos debía y él recibió presta-
do del principe de Gales : no sabia asimismo como
podría cumplir con él lo que le tenja prometido de
darle el señorío de Vizcaya, porgue ni los vizcaínos
que es gente libre y feroz, suinrian señor estraño, ni
el tesoro y rentas reales, consumidos con tan esce-
sivos gastos como con estas revoluciones se hicieron,
no alcanzaban con gran parte á pagar la mitad de lo
que se debía. Por esta causa con ocasión de ir á Jun-
tar este dinero se fue don Pedro muy apriesa á Tole-
do, de allí á Córdoba.
En esta ciudad en una noche hizo matar diez y seis
hombres principales : cargábales fueron los primeros
que en ella dieron entrada al rey don Enrique. En
Sevilla mandó asimismo matar áMicer Gil Bocanegra
y á don Juan hijo de Pero Ponce de León señor de
Marchena , y á doña Urraca de Osorío madre de Juan
Alfonso de Guzman , y á otras personas. A doña Ur-
raca hizo quemar viva , fiereza suya , y ejecuciou en
que sucedió un caso notable. En la laguna propia en
^ue hoy está plantada una grande alameda, armaron
la hoguera. Una doncella de u(fuella señora por nom-
bre Isabel Dávdos natural de bbeda luego que se em-
prendió el fuego, se metió en él para tenella las faldas
porque no se descompusiese, y se quemó junto con
su ama : hazaña memorable , señalada lealtad , con
que grandemente se acrecentó el odio y aborrecimien-
to que de atrás al rey tenían. Con los infortunios,
destierro j trabajo que había padecido , parece era
razón bebiera ya corregido los vicios que de antes pa-
recían tener escusa con la mocedad, licencia y liber-
tad, si su natural no fuera tan malo. Por el contrario
la afabilidad y buena condición del rey don Enrique
causaba que todos tenían lástima de sus desastres, j
le amaban mas que antes : con esto se volvió á la pla-
tica de envialle a llamar y restituille en los reinos de
Castilla. El rey de Navarra de Borgia, do le tenían
arrestado , se vino después de dada la batalla á Tude-
la, á Mosen Olivier que leiiizo compañía en aquella
villa . le hizo prender, y no le quiso soltar de la pri-
sión nasta que le entregó á su hijo el infante don Pe-
dro, que quedó en Borgia para seguridad que se cum-
pliría lo que los dos capitularon.
Este mismo año que se dio la batalla de Najara,
falleció en Yiterbo ciudad de Italia, el cardenal
don Gil de Albornos en veinte y cuatro días del mes
de agosto fiesta de Sin Bartolomé. Fue este prelado
esceiente varón , de gran valor y prudencia no menos
en el gobierno que en las cosas de la guerra , muy
(i) No fae olvido sino que supo que el duque de Alen-
caster , hermano del princii)e de Gales, Tenia con su ejérd:o
vencedor á entrarse en el reino de Aragón.
m
«ÍBLlOtKCA Dk CA5Í*AR t ROÍG*
«ucrldo de tres papas que alcanzó , Clemente , Ino-
cencio y Urbano Quinto que ¿ esta sazón gobernaba
la iglesia Romana. Hizo guerra en Italia á los tiranos
que tenían usurpadas muchas ciudades y tierrw de
Ya Iglesia , y con dichosas armas las restituyó al pa-
trimonio y estado de San Pedro ; con que abrió el ca-
mino á sus sucesores para que pasasen la silla apos-
tólica á la antigua ciudad de Roma , que no tardó
mucho tiempo en cumplirse. Depositaron su cuerpo
en el monasterio de San Francisco de la ciudad de
Asís : después sosegadas las cosa« de España con la
muerte del rey don Pedro ( por haberlo él asi manda-
do en su testamento) le trasladaron á la ciudad de
Toledo : eslá enterrado en la iglesia Mayor en la ca-
pilla de San Ildefonso. Concedió el rotoano pontíüce
indulgencias álos que le tragescn en hombros; y fue
tanta la devoción ¿é los pueblos , que por do quier
que pasaba, saliad á bandfas á los caminos por ganar
los perdones ; y de esta manera le trajeron nasta To-
ledo.
CAPITULO XI.
Del maestre de Sao Bernardo.
El maestre de San Bernardo (dignidad cuyo nom-
bre y noticia apenas ha llegado a nuestros tiempos)
se halló en la batalla de Najara con otios muchos en
favor de don Enrique, donde fue preso y muerto por
mandado del rey don Pedro, t le conGscaron muchos
pueblos que poseia en las behetrías. No cuenta esto
ninguno de los historiadores , sino solamente el des-
pensero mayor de la reina doña Leonor , de quien ar-
riba hicimos mención. Verdad es que no escribe el
nombre del maestre . ni qué principio ó autoridad
tuviese esta dignidad , cosa en aquel tiempo muy sa-
bida, al presente de todo punto olvidada : el tiempo
todo lo gasta. Solo consta que este maestre era hom-
bre de r**.ligiou y eclesiástico , porque el rev don Pe-
dro fue descomulgado por la muerte que le dio. Lo
que yo sospecho es que cuando el rey don Pedro por
conapjo de Juan Alfonso de Alburquerque ( como de
suso se dijo) quiso incorporar las behetrías en la co-
rona real , ó lo que es mas cierto , darlas á algunos
señores particulares que las pretendían con mas co-
dicia de estados aue de hacer lo que era razón y jus-
ticia; entonces de su voluntad v con facultad del
{>apa con color de religión se debieron de sujetar á
a orden de Sin Bernardo i imitación de los caballe-
ros de Calatrava y Alcántara^ y eligieron una cabeza
con título que le dieron de maestre de San Bernardo
para que como las demás religiones militares hicie*-
sen guerra á los moros.
Este color y diligencia, aunque fue á propósito para
que aquellos pueblos se mantuviesen en la libertad
«n que por tantos siglos inviolablemente se mantu-
vieron ; dio empero ocasión para que el rey se indig-
nase contra ellos : por esta causa creo yo que el (fi-
cho maestre se llegó á la parte de don Enrique : esto
pudo ser , mas no es mas que conjetura y pensamien-
to. Lo que se sigue os cierto , que el sumo pontiñcc
Urbano Quinto por esta muerleV norque tenia fuera
do sus iglesias a los obispos de Uiiahorra y de LugO|
envió un arcediano con orden que le notiGcase como
estaba descomulgado, y por tai le publicase. Este ar-
cediano como quier que temiese la crueldad de don
Pedro y el poco respeto que tenia á ia Iglesia, usó con
él de cautela y de maña; esto fue que se vino por el rio
en una galeota muy ligera á Sevilla, y se puso á la ri-
bera del campo de Tablada cerca de la ciudad: aguar-
dó á que el rey pasase por aquella parte : sucedióle
como lo deseaba : preguntóle si quería saber nuevas
de Levante , que le diría cosas maravillosas y jamás
oídas , porque acababa de (legar de aquellas partes.
Llegóse el rey cerca para oírle , y él intimó entonces
las bulas del papa: esto hecho, luego Con gratidúina
velocidad se fue el río abajo á vela y remo : ayudá->
bale la menguante en que las aguas de la creciente
del Océano volvían á bajar, asi pudo mas ligeramente
escaparse.
El rey enojóse mucho con la burla ^ y como fuera
de sí, desnuda la espada , y arrimadas las espuelas al
caballo se lanzó en el río : tiró una gran cuchillada
al ar(^lano. que por no le poder alcanzar dio en la
galeota, sin aesistir de seguiUe hasta tanto qaeelct-
ballo no podia nadar de cansado: corriera gran peli-
gro de ahogarse, si no le acorrieran prestamente con
UQ barco en que le recogieron muy encolerizado.
Decia á grandes voces que él quitariala obediencia al
papa que tan violenta v suciamente regia ia Iglesia:
procurarla otrosí que hiciesen lo mismo los reyes de
Aragón y de Navarra; además que aquella injuria él
la vengaría muy bien con las armas y con hacer
guerra á sus tierras. Esto dijo con los ojos encami--
zados y hechos ascuas , y con la voz muy Gera, alta y
descompuesta: las afrentas, amenazas y desacatos
que dijo contra el papa , mas le desdoraron á él que
agraviaron al padre santo. Mandó luego apercebir
una armada y nacer grandes Uamamientoe de gente»
de guerra^
El papa vista la furiosa condición del rey don Pe-
dro , se determinó de aplacalle de la mejor manen
que pudiese : para bacelio con mayor autorídad le
envío UQ legado que fue un sobrino suyo cardenal de
San Pedro , que le absolvió de la escomunion , y hizo
las amistades entre él y su tío, con estas condicio-
nes: Que consumido el oficio y nombre de maestre de
San Bernardo, todos aquellos pueblos de allí adelante
tuviesen su antiguo nombre de behetrías y fuesen
del patrímonio real , á tal empero que no pudiesen
ser eutonces ni en algua tiempo dados , ni vendidos,
ni enajenados : guardóseles este respeto y preemi*
nencía por ser bienes de religión y eclesiásticos.
Demás desto que la tercera parte de las dédmas que
llevaba á la sazón el papa de los beneficios , fuese del
rey para ayuda á la guerra de los moros. Que ei papa
otrosí sin consentimiento de los reyes de Castilla no
pudiese en sus reinos dar obispados ni maestrazgos,
ni el priorato de San Juan ni otros mayores benefi-
cios. Esto se le concedió teniendo consideración al
sosiego común y al bien general de la paz, puesto qoe
era contra la costumbre y uso antiguo. Es cosa no-
table y maravillosa que por contemplación ni respeto
de ningún príncipe Quisiese el papa perder en Espa-
ña tanto de su derecno y autoridad: en tanto se tuvo
en aquella era el sanar la locura de un rey, que jyrí-
mero con sus trabajos y ahora con la victoria andaba
desatinado.
CAPITULO XII.
Que don Enrique volvió á Espaos.
Llegado don Enrique á Francia, no perdió el áni-
mo sabiendo cuan varías y mudables sean las cesas
de ios hombres , y que los valientes y esforzados ha-
cen rostro á las adveraidades , y vencen todas las di-
ficultades en que la fortuna los pone ; los cobardes
desmayan y se rinden á los trabajos y desastres. Bl
conde de Fox , á cuya casa primero aportó, le recibió
muy bien y hospedó amigablemente, aunque conre*
celo no le hiciesen guerra los ingleses porque le fa-
vorecía. De allí fue á Yillanueva, que es cerca de
Aviñon , para hablar á Luis duque de Anjou y her-
mano del rey de Francia, en quien halló mejor aco-
gimiento del que él podia esperar : soeerríóle con di*
ñeros , y dióle consejos tan buenos que fueron parte
para que sus cosas tuviesen el próspero suceso que
poco después se vio. Envió por inducimiento y aviso
del duque con su embajada á pedir al rey de Francia
HISTORIA 01 iSPAÑA.
MET
su ayuda y favor para volver á Castilla. Fue oído be-
Díguameot» , y determioó^e el rey de favorecelle : á
la verdad la mucha prosperidad y buenos sueeMs de
ios ¡uniese» le teniíko con mucho miedo y cuidaio;
* tenia asimismo ea la memoria los agravios que dou
Pedro le babia hecho , y la enemiga que tenia con él.
Respondióle pues con mucho amor, y propuso de le
ayudar con gente y dineros : diéle el castillo de Pe-
rapertusa en los cooflnes de Ruysellon , en que tu-
viese á su mujer y hijos , ca desconfiados del rey de
Aragón se retiraron á Francia : mandóle otrosí dar
el condado de Seseno en que pudiese vivir en el en-
tretanto que volvia á cobrar el reino de Castilla , de
donde cada dia se venían á él muchos cabaJleros que
fueron presos en la batalla de Najara, y estaban ya
rescatados , y librados de la crueldad del rey don
Pedro ; que los ingleses los escaparon de sus
mabos.
De los primeros qoe se pasaron 7 acudieron en
Francia á don Enrique , fue don Bemal hijo del con-
de de Fox , señor de Bearne , á quien el rey don En-
rique después de acabada la guerra en remuneración
de esta servicio le dio áMedinacelicoo titulode con-
de. Fue casado este príacipe con doña Isabel de la
Cerda hija de don Luis y nieta de don Alonso de la
Cerda el Desheredado ; de quieo los duques de Medí-
naceli (sin haber quiebra en la linea) se precian des-
cender. Hallóse también con don Enrique el conde
de Osona hijo de Bernardo de Cabrera , el cual des-
pués que estuvo preso en Castilla, sirvió en la guer-
ra á don Pedro por el gran sentimiento que tenia de
la muerte de su padre : finalmente puesto en su en-
tera libertad se pasó á don Enrique con propósito de
servílle y seguir su fortuna hasta la muerte. Demás
desto le avino bien á don Enrique en que el p^rfocipe
de Gales se volvió en estos dias á Guiena , enojado y
mal satisfecho de don Pedro porque ni le entregó el
señorío de Vizcaya gne le prometió , ni le pagó los
empréstitos que le hiciera , ni á muchos de ios suyos
el sueldo que les debía.
Demás desto en Castilla le comenzaba á ayudar la
fortuna y ca muchos grandes y caballeros habían to-
mado su voz y hacían guerra a don Pedro , en parti-
cular se tenían por él las provincias de Guipúzcoa y
Vizcaya , y les ciudades deSegovia , Avila, Palencia,
Salamanca y la villa de Valladoiid v otros muchos
pueblos del reino de Toledo : cada oía se reforzaba
mas su bando y parcialidad, su enemigo mismo le
ayudaba con hacerse por momentos mas odioso con
su mal modo de proceder y desvariados castigos que
hacia en los suyos. Juntado pues don Enrique su
ejército , entró en Aragón por las asperezas de los
Pirineos llamadas Valdeandorra : pasó por aquel rei-
no con tanta presteza que primero estuvo dentro de
Castilla , que pudiese el rey de Aragón atajarle el pa-
so, si bien puso [rara estorbársele toda la diligencia
que podo.
Llegado don Enrique á la ribera del rio Ebro , pre-
guntó si estaba ya en tierra de Castilla : como les
respondiesen que si , se apeó de su caballo, y hincado
de rodillas hizo una cruz en la arena y besándola dijo
estas formales palabras : «Yo juro á esta siguifícanza
)»de cruz que nunca en mi vida por necesidad que
nme venga , salga de Castilla ; antes que espere ahí la
«muerte , ó estaré á la ventura que me viniere.» Fue
importante esta ceremonia para asegurar los corazo-
nes de los que le seguian é inflamarlos en la afición
que le tenían. Vuelto á subir en su caballo , fue con
todo su campo á Calahorra , que por aquella parte
es la primera ciudad de Castilla : entró en ella el dia
del arcángel Sau Miguel con mucho contento y rego-
cijo de los ciudadanos y de muchos del reino que lue-
go de todas partes le acudieron , ca andaban unos
desterrados , y otros huidos de miedo de la crueldad
del rey su hermano.
De Calahorra se partió á Burgos : alli fue reeebtdo
con una muy solemne procesiou por el obispo, derH
cía y ciudadanos de aquella ciudad Halló en el casi i
lio preso á don Felipe de Castro un grande del reino
de Aragón casado con. su hermana doña Juana , que
le prendieron eu la bataiia de Najara : mandóle luego
soltar, y hizole donación de la villa de Paredes de
Nava y de Medina de Rtoseco y de Tordebumos.
Por el contrario prendió en el mismo castillo á don
Jaime rey de Ñápeles y hijo del rey de Mallorca, oue
se quedara en Burgosdespues que se halló en la ba-
talla por la parte del rey (ion Pedro, y ahora cuando
vio que recebian á den Enrique se retiró al castillo^
para defenderse en él con el alcaide Alfonso Fernan-
dez. Con el eiemplo de la real ciudad de Burgos otras
muchas ciuoades tomaron la voz de don Enrique^
quitado el miedo que tenían : el cual no suele ser buen
maestro para hacer á los hombres constantes en el -
deber y en hacer lo que es razón. Sosegadas las cosas
en Burgos , pasó con su campo sobre la ciudad d»
León . que á cabo de algunos dias se le rindió á par-
tido el postrero dia de abril del año de 43ü8.
En la imperial ciudad de Toledo unos querían á
don Enrique . la mayor parte sustentaba la opinión
de don Pedro, escarmentados del riguroso castigo que
hizo allí los meses pasados . y de miedo de la gente
de guerra que tenia allí de guarnición , que eran
muchos ballesteros , y seiscientos hombres de armas
cuyo capitán era Fernando Alvures de Toledo algua-
cil mayor de la misma ciudad. Tenia don Enrique en
su ejército mil hombres de armas : con estos y con
la infantería que era en mayor número , no dudó de
venir sobre una ciudad tan grande y fuerte come
Toledo, y tenerla cercada. Tenia por cierto queapode*
rado que fuese de una^ ciudad y fuerza semejante,
todo lo demás le seria fácil de acabar. Asenió rus
reales en la vega que se tiende á la parte del Seten*
trion á las aldas de la ciudad : puso muchas compa-
ñías en los montes que están de la otra parte del río
Tajo : este gran rio como con un compás rodea las
tres cuartas partes de la ciudad , corre por la parte
del Levante, v revuelve hacia Mediodía y Poniente. Pa-
ra que se pudiese pasar de los unos reales á los otros,
y se favoreciese eu tiempo de necesidad , mandó fa-
bricar un puente de madera oue fue después muy
provechoso. Los toledanos sufrían constantemente
el cerco, puesto que harto inclinados á don Enrique;
mas no osaban admitille en la ciudad por miedo no
lo pagasen los rehenes que consigo se llevara don
Pedro , que eran los mas nobles de Toledo.
La ciudad de Córdoba en este tiempo , quitada la
obediencia á don Pedro , seguía la parte de don En-
rique con tanto pesar y enojo de su contrarío que no
dudó de pedir al rey de Granada le enviase su ayuda
para irla á cercar. Envióle Mahomad gran número de
moros ginetes, con que y su ejército puso «n gran
estreoho la ciudad , y la apretó de manera que un dia
estuvo á punto de ser entrada , ca los moros á escala
vista subieron la muralla y tomaron el alcázar viejo.
Acudieron los cordobeses , considerado el peligro y
cuan sin misericordia serian tratadas si fuesen ven-
cidos, y pelearon aquel dia con gran desesperación,
y rebatieron tan valerosamente los moros que mal de
su ^rado los forzaron á salir de la ciudad: á muchos
hicieron saltar por los adarves, y les tomaron lasban^
deras y fueron en pos delios hasta bien lejos. Seña-
láronse mucho estedia en valor las mujeres cordobe-
sas , ca visto que era entrada la ciudad por los moros,
no se escondieron , ni cayeron en sus estrados des-
mayadas , sino con varonil esfuerzo salieron por las
calles y á los lograres en que sus maridos y hijos pe-
leaban, y con animosas palabras los incitaron á la pe-
lea; con esto los cordobeses tomaron tanto brío y co-
raje que pudieron recobrar la ciudad que ya se perdía ,.
y üacer gran estrago y matanza de sus enemigo**.
538 BIULIUTECA nK
Desesperados los re^es de poder ganar la ciudad,
levaotarun el O'rco : don Pedro se fue á Sevilla á pro-
veer lo neces^irío paira la guerra , que todo se bacía
inas de espacio y con mayores dííicultades de lo que
él pensaba : el rey de Granada siu que don Pedro le
fuese á la mano , saqueó y robó las ciudades de Jaén
y Ubeda que á imitación de Córdoba seguían el bando
de don Enrique ; taló otrosí lo mas de los campos del
Andalucía con que llevaron los morosa Granada gran
muchedumbre de cautivos , tanto que fue fama que en
sola la villa de Utrera fueron mas de once mil alma^
las que cautivaron. Con esto toda la Andalucía se
veía estar llena de llantos y miseria : por una parte los
apretaban las armas de los moros , por otia la cruel-
dad y iicreza de don Pedro.
CAPITULO Xlll.
Que el rey don Pedro fue muerto.
•
El rey don Pedro desamparado de los que lo po-
dían ayudar, y sospechoso de los demás, lo que solo
restaba , se resolvió de aventurarse , encomendarse á
sus manos , y ponerlo todoen el trance y riesgodeuna
batalla : sabia muy bien que los reinos se sustentan
Y conservan mas con la lama y reputación que con
fas fuerzas y armas. Teníale con gran cuidado el pe-
ligro de la real ciudad de Toledo : estaba aquejado, y
pensaba cómo mejor podría conservar su reputación:
esto le coulirmaba mas en su propósito de ir en bus-
ca de su enemigo y dalle la batalla. Procurárouselo es-
torbar los de Sevilla : decíanle que se destruía, y se
iba derecho á despeñar ; que lo mejor era tener su-
Irimieuto , reforzar su ejército , y esperar las gentes
que cada dia vendrían de sus amigos y de los pueblos
que tenían su voz. Esto que le acomsejaban , era lo
^ue en todas maneras debiara seguir, si no le ceba-
ran la grandeza de sus maldades , y la divina justicia
ya determinada de muy presto castigallas.
Estando en este aprieto sucedióle otro desastre,
T fue que Victoria, Salvatierra y Logroño que eran
de su obediencia , fatigadas de las armas del rey de
Navarra , y por falta de socorro por estar don Pedro
tan lejos, se entregaron al Navarro. Ayudó á esto don
Tello, el cual si estaba mal con don Pedro , no era
amigo de su hermano don Enrique, y asi se entrete-
nía en Vizcaya sin querer ayudar á ninguno de los
dos. Proseguíase en este comedio el cerco de Toledo.
Y como quier que aquella ciudad estuviese (como di-
jimos) dividida en auciones , algunos de los que favo-
recían á don Enrique , intentaron de apoderalle de
una torre del muro de la ciudad que miraba al real,
que se dice la torre de los Abades. Como no les suce-
diese esa traza , procuraron dalle entrada en la ciu-
dad por el puente de San Martin , sobre lo cual los de
un bando y del otro vinieron á las manos , en que su-
cedieron algunas muertes de ciudadanos. Sabidas
estas revueltas por el rey don Pedro , dióse muy ma-
yor priesa á irla ¿ socorrer , por no hallarla perdida
cuando llegase. Para ir con menor cuidado mandó
recoger sus tesoros, y con sus hijos don Sancho y don
Diego llevallos á Garmona , que es una fuerte y rica
villa del Andalucía y está cerca de Sevilla.
Hecho esto, juntó arrebatadamente su ejército , y
aprestó su partida para el reino de Toledo. Llevaba
«n su campo tres mil hombres de á caballo; [)ero la
mitad dellos (mal pecado) eran moros , y de quien no
86 tenia entera confianza , ni se esperaba que pelea-
rían con aquel brío y gallardía que fuera necesario.
Dke^Q que al tiempo de su partida consultó á un mo-
ro sabio de Granada llamado Benagatin , con quien
tenia mucha familiaridad ^ y que el moro le anunció
su muerte por una profecía de Merlín hombre inglés
que vivió antes de este tiempo como cuatrocientos
años : La profecía con tenia estas palabras : «En l<is
partes do Occidente^ entre ios montes y el mar, na-
CASPAB V ftOIG.
»cerá upa ave negra , comedora y robadora , y tal qotr
»todos los panales del mundo querrá reco|<ereii sí,
»)todo el oro del inundo querrá poner ec su estómago,
»y después gormarlo há, y tornará atrás. Y no pe-
xrecerá luego por esta dolencia, caérsele han las pe- '
»ñolas , y sacarle han las plumas al sui , y andará de
»puerta en puerla, y ninguno la querrá acoger, y
Mcncerrarse há en la selva , y allí morirá dus vécese,
»una al mundo y otra á Dios, vde esta manera aca-
)>bará.» Esta fue la profecía , fuese verdadera ó fic-
ción de un hombre vanísimo que le quisiese burlar:
como quiera que fuese , ella se cumplió dentro de
muy pocos días.
El rev don Pedro con la hueste que hemos dicho,
bajó del Andalucía á Montíelí que es una vi>la en la
Mancha y en los oretanos antiguos , cercada de mu-
ralla , con su pretil, torres y barbacana , puesta ea
un sitio fuerte y fortahicída con un buen caslilloi.
Sabida por don bnrique la venida de don Pedro , dejó
a don Gómez Manrique arzobispo de Toledo para
^lue prosiguiese el cerco de aquella ciudad , y éJ con
dos mil y cuatrocientos hombres de á caballo , por no
esperar el paso de la infantería , partió con gran prie-
sa en busca de don Pedro. Al pasar por Ja villa de
Orgaz, que está cinco leguas de Toledo, se juntó con
él Beltran Claquin con seiscientos caballos extranje-
ros que traía Je Francia : importantísimo socorro y
á buen tiempo, porque eran soldados viejos, y muy
ejercitados y diestros en pelear. Ucearon al tanto allí
don Gonzalo Mejía maestre de Santiago y don Pedro
Muñiz maestre de Calatrava . y otros señores princi-
pales oue venían con deseo de emplear sus peisonas
en la defensa y libertad de su patria.
Partió don Enrique con esta caballería : caminó
toda la noche , y al amanecer dieron vista á los ene-
migos antes que tuviesen nuevas ciertas que eran
partidos de Toledo. Ellos cuando vieron que tenían
tan cerca á don Enriaue , tuvieron gran miedo , y
pensaron no hobiese alguna traición y trato para de-
jarlos en sus manos : á esta causa no se liaban los
unos de los otros, recelábanse también de los mismos
vecinos de la villa. Los capitanes con mucha priesa y
turbación hicioron recoger los mas de los soldados que
tenían alojados en las aldeas cerca de Mouliel ; mu-
chos dellos desampararon las banderas de miedo , ó
por el poco amor y menos gana con que servían. Ai
salir del sol formaron sus escuadrones de ambas par-
tes , Y animaron sus soldados á la batalla. Don Enrique
hablo á los suvos en esta sustancia : «Este dia , vale-
vrosos compañeros , nos ha de dar riquezas , honra
»y reino , ó nos lo ha de quitar. No nos puede suce-
»der mal porque de cualquiera manera que nos avenga
«seremos bien librados : con la muerte saklremos
«de tan inmensos é intolerables afanes como padece-
amos ; con la victoria daremos principio á la liber-
Dtad y descanso que tanto tiempo ha deseamos. No
«podemos entretenernos ya mas , si no mataoM» á
vijuestro enemigo :él nos ha de hacer perecer de tal
«género de muerte , que la tenemos por dichosa y
«dulce si fuere ordinaria, v no con crueles y bárba-
»ros tormentos. La naturaleza nos hizo gracia da la
«vida con un necesario tributo que es la muerte : esta
«no se puede escusar , empero los tormentos, las des-
«lionras , afrentan é injurias evitáralas vuestro es-
«fuerzo y valor. Uuy alcanzareis una gloriosa victoria,
«ó quedareis como honrados y valerosos tendidos en
«el campo. No vean tal mis ojos, no permita vuestra
uboiidau , Señor , que perezcan tan virtuosos y leales
«caballeros. ¿ Mus qué muerte tan desastrada y mise-
«rubie nos puede venir que sea peor que la vida aco-
MS«ída que traenios? No tenemos guerra con enemi¿^>
«que nos concederá partidos razonables, ni aun una
«tolerable servidumbie cuando queramus ponernos
«en sus manos : ya sabéis su increíble crueldad, y
«tenéis bien á \uestra costa espcrimentado cuáu
V
HISTORIA DE l¿SPA>.V.
opoca seguridad bay en su fe y palabra. No tiene me-
))jor Qesta ni mas alegre que la que solemniza con
«sangre y muertes , con ver destrozar los hombres
adelante de sus ojos. Por ventura habérnoslo con al-
vgua malvado v perverso tirano, y no con una inhu-
nmaüa y feroz bestia, que parece ha sido agarrocha-
»Ja en la leonera para quede allí con mayor braveza
«salga á bacer nuevas muertes y destrozos ? Confío
»en Dios y en su apóstol Santiago que hacaido en la
})red que nos tenia tendida , y que está encerrado don-
»de pagará la cruel carnicería que en nos tiene he-
Dcba : mirad, mis soldados, no se os vaya : detenedla,
»no la deíeis huir, no' quede lanza, oi espada que
»no pruebe en ella sus aceros. Socorred por Dios á
wnuestra miserable patria , que la tiene desierta y
«asolada: vengad la sai^re que ha derramado de
^vuestros padres , hijos , amigos y parientes. Gonfíad
»en nuestro Señor , cuyos sagrados ministros sacri-
«legamente ha muerto , que os favorecerá para que
»castiflueis tan enormes maldades , y le hagáis un
uagraaabie sacrificio de la cabeza de un tal monstruo
«horrible , y fiero tirano.»
Acabada la plática , luego con gran brio y alegría
arremetieron a los enemigos : hirieron en ellos con
tan gran denuedo que sin poder sufrir este primer
ímpetu en un momento se desbarataron. Los prime-
ros huyeron los moros , los castellanos resistieron al-
gún tanto; mas como se viesen perdidos y desampa-
rados, se recogieron con el rey don Pedro en el
castillo de Montiel. Murieron muchos de los moros
en la batalla, muchos mas fueron los que perecieroQ
en el alcance ; de los cristianos no murió sino solo
UQ caballero. Ganóse esta victoria un miércoles ca-
torce días de marzo del año de i 369. Don Enrique
visto como don Pedro se encerró en la villa , á la ho-
ra le hizo cercar de una horma, pared de piedra seca,
con gran vigilancia porque no se les pudiese esca-
par. Comenzaron los cercados á padecer falta de agua
y de trigo , ca lo poco aue tenian , les dañó je indus-
tria (á lo que parece) aigun soldado de los de dentro,
deseoso de que se acabase presto el cerco.
Don Pedro entendido el peligro en que estaba,
peosó como podría huirse del castillo mas á su salvo.
Hallábase con él un caballero que le era muy leal,
natural de Trastamara : decíase Men Rodríguez de
Sanabria: por medio deste hizo á Beltran Claquin una
gran promesa de villas y castillos y de docientas mil
doblas castellanas , á tal que dejado á don Enrique le
favoreciese y le pusiese en salvo. Estrañó esto Beltran:
decía que si tal consintiese, incurría en perpetua
infamia de fementido y traidor; mas como todavía
lien nodriguez le instase, pidióle tiempo para pen-
sar en tan grande hecho. Comunicado el negocio se-
cretamente con los amigos de quien mas se fiaba , le
aconsejaron que contase á don Enrique todo lo que
en este caso pasaba: tomó su conseio. Don Enrique
le agradeció mucho su fidelidad, y con grandes pro-
mesas lo persuadió á que con trato doble hiciese ve-
nir á don Pedro á su posada , y le prometiese haría lo
une deseaba: concertaron la noche: salló don Pedro
de Montiel armado sobre un caballo con algunos ca-
balleros que le acompañaban: entró en la estancia
de Beltran Claquin con mas miedo que esperanza de
buen suceso. El recelo y temor que tenía, dicen se
le aumentó un letrero que leyó poco antes, escrito
en la pared de la torre del homenaje del castillo de
Montiel, que contenia estas palabras: a esta es la
torre de la estrella.» ca ciertos astrólogos te nronos-
ticáran que moriría en una torre deste nombre. Ya
sabemos cuan grande vanidad sea la de&tos adevi-
nos , y como después de acoatecidas las cosas se sue-
len fingir semejantes consejas.
Lo que. se refiere que le pasó con un judío módico,
es cosa mas de notar. Fue así que por la figura de sa.
nacimiento le había dicho quü alcanzaría nuevos rei-
.539
nos, Y que sería muy dichoso. Después cuando^-
tuvo en lo mas áspero de sus trabajos , díiole : Cuan
mal acerlastes en vuestros pronósticos. Hespondió
el astrólogo: Aunque mas yelo caiga del cielo, de
necesidad el que está en el baño ha de sudar. Dio
por estas palabras á entender que la voluntad y ac-
ciones de los hombres son mas poderosas que las in-
clinaciones de las estrellas.
Entrado pues don Pedro en la tienda de don Bel-
tran , díjole que ya era tiempo que se fuesen : en esto
entró don Enrique armado ; como vio á don Pedro su
hermano , estuvo un poco sin hablar como espantado:
la grandeza del hecho le tenia alterado y suspenso,
ó no le conocía por los muchos años que no se vieran.
No es menos sino que los que se hallaron presentes,
entre miedo y esperanza vacilaban. Un caballero fran-
cés dijo á don Enrique señalando con la mano á don
Pedro : Mirad que ese es vuestro enemigo. Don Pe*
cIro con aquella natural ferocidad que tenía, respon-
dió dos veces : Yo soy , yo soy. Entonces don Enri-
que sacó su daga , y dióle una herida con ella en el
rostro: vinieron luego á los brazos, cayeron ambos
en el suelo : dicen que don Enri(}ue debajo , y que
con ayuda de Beltran, que les dio vuelta y le puso
encima , le pudo herir de muchas puñaladas con que
le acabó de matar : cosa que pone grima : un rey,
hijo y nieto de reyes revolcado en su sangre derrama-
da por la mano de un su hermano bastardo : estraña
hazaña! Ala verdad cuva vida fue tan dañosa para
España , su muerte le fue saludable : y en ella se
echa bien de ver que no hay ejércitos , poder, reinos ,
ni riquezas que basten á tener seguro á un hombre
que vive mal é insolentemente. Fue este un estraño
ejemplo para que en los* siglos venideros tuviesen
que considerar , se admirasen y temiesen ; y supiesen
también que las maldades délos príncipes las castiga
Dios no solamente con el odio y mala voluntad con
que mientras viven son aborrecidos, ni solo con la
muerte , sino con la memoria de las historias , en que
son eternamente afrentados y aborrecidos por todos
aquellos que las leen ; y sus almas sin descanso serán
fiara siempre atormentadas. Frossarte historiador
ranees deste tiempo dice que don Enrique al entrar
de aquel aposento dijo: donde está el hideputa judío,
que se llama rey de Castilla? y que don Pedro res-
pondió: Tú eres el hideputa , que yo hijo soy del rey
don Alonso. Murió don Pedro en veinte v tres días
del mes de marzo en la flor de su edad ae treinta y
cuatro años y siete meses : reinó diez y nueve años
menos tres días. Fue llevado su cuerpo sin ninguna
pompa funeral á la villa de Alcocer, do le depositaron
en la iglesia de Santiago. Después en tiempo del rey
don Juan el Segundo le trasladaron por su mandado
al monasterio ae Santo Domingo el real de Madrid de
la orden de lospit^dicadores. Prendieron después de
muerto el rev dfon Pedro á don Fernando de Castro,
Diego González de Oviedo hijo del maestre de Alcán-
tara , y Men Rodríguez de Sanabria , que salieron
con él de la villa para tenelle compañía. Estos tiem-
pos tan calamitosos y revueltos no dejaron de tener
algunos hombres señalados en virtud y letras : uno
destos fue don Martin Martínez de Calahorra canó-
nigo de Toledo , y arcediano de Calatrava dignidad
de la santa ídesia de Toledo, que está enterrado en
la capilla de Tos revés viejos de aquella iglesia con un
letrero en su sepulcro, que dice. como por honra de
la santidad y grandeza de la iglesia de Toledo , no
quiso aceptar el obispado de Cahihorra para el cual
fue elegido en concordia de todos los votos del ca-
bildo de aquella iglesia.
capítulo XIV.
Que don Enrique se apoderó de Castilla.
Con la muerte del rey don Pedro enriquecicrün
unos y empobrecieron otros ; ta! es la usanza d? h
540 BIBUOTECA DE
guerra , j mss Je la civil : todas las cosas ei) un mo-
menlo se trocaron en favordel vencedor; djúse í la
hora Uontiel. Llegada la nueva de lo sucedido á To-
ledo , tuvieron gran temor los vecinos de aquella ciu-
dad. Padecían a la sazón necesidad de bastimentos;
acordaron de hacer sus pleitesías cotí los de don En-
rique quelos tenia cercados; entregáronles la ciudad
y todos se pusieron en la merced del nuevo rey, pues
con la muerte de don Pedro se entendía quedaban
librea del homenaje y Bdelidsd que le prometieran.
Entre ios principes eitranjeros se levantó una nue-
va contieuda sulire quien tenia mejor derecho á los
Kinos de Castilla. Convenian lodos en que don En-
rique no. tenia acción á ellos por el erecto de su na-
cimiento: dcmis desto cada uno pensaba quedarse
en estas revueltas con lo que mas pudiese apañar;
que delta suerte se suelen adquirir nuevos reinos y
aumentarse los antiguos.
GASPAR T Rorc.
El rey de Navarra , según poco ha dijimos , «e apo-
derara de muchos y buenos pueblos de Castilla: al
rey de Aragón por traición delosatcaidcs se le entre-
garan Molina, Cañete y Requena ; el rey de Portugal
pretendía toda la herencia y sucesión , 7 se intitu-
iaba rey de Castilla y de León uor ser sin coDtndic-
cíon alguna bisnieto del rey don Sancho, nielo de
doña Beatriz su hija: teníanse ya por él Ciuddd-Ro-
drigo, Alcántara y taciudad de Tuy en Tialicia.EI
rey de Granada tramaba nuevas esperanzas receloso
por la constante amistad que guardóá don Pedro. La
mayor tempestad de guerra que se temia, era de
Ingalaterra y Guiena. á causa que Juan duque de
Alencastre hermano ael principe de Gales se casara
con doñaConstanza hija del rey don Pedro, y el conde
Canlabrigenee hermano (jmbien de) mismo principe
tenia por mujer á dona Isabel hija menor del mian»,
habidas ambas en doña Uaria de Padilla. Deata suerte
dentro del nobilísimo reino de Castilla se temían dis-
cordias civiles, y de fuera le amenazaban grandes
movimieiilos y asonadas nuevas de guerras.
I presteza Ganar las voluntadcsdclys ciudades y gran-
des del reino. Como don Enrique fuese sacaí , y en—
ndieseque era ralo lo que le cumplía, luego quv
n, era con ' puso cobro en Monliel, se partió pin detenerse
BISTOHU DB BSPAA*.
541
Sefilh. do rué recebido con «ran triunfo y alejírf».
Todas las ciudades y vilias del Andalucía Tinicron
luego á dalle la obedieDcia , escepto la villa de Car-
mona , en que don Pedro dejú sus hijos y tesoro» y
por suarda al capitán Martin López de Córdova
maestre que se llamaba de Calatrava , que todavía
hacia las parteada don Pedro aunque muerto. En los
dias que el rey don Enrique ealufoen Sevilla, por
DO tener á un tiempo guerra con tantos enemigos
pidiis treguas al rey moro de Granada, no sin dimi-
nución y nota de la magostad real ; mas la necesidad
que tenia de asegurar y conGnnar el nuevo reinado,
le competid ¿ quedisiniDlase con lo que en autoridad
y pundonor.
Na se concluyó desta vez nada con el moro : por
esto puesto buen cobro en las fronteras , y asentadas
las cnsas de Andalucía ; el nuevo rey volvid á Toledo
por tener aviso que de Burgos eran allí llegados la
reina su mujer, y el infante su tiijo. En esta ciudad
se buscó trata de allegar dineros para pagar el suel-
do que se debía á loa soldados estraños , y lo que se
prometió á Beltran Claquin en Hontiel por el buen
servicio que liizo en ayuaar á matar al enemigo. Jun-
tóse lo que mas se pudo , del tesoro del rey, y de los
cogedores de las rentas reales. Todo era muy poco
para hartarla codiciado los soldados y capitanes es-
traños, que decian públicamente y se alababan tu-
vieron el reino en su mano, y se le dieron á don
Coptí de 1> tiUlni leyík ni del rer don
Mnmw d« Sinto DoDinEO rl llril de Htdrid.
■oberoias : la dulzura del reinar liacia que todo se
llevase fácilmente. Para proveer en esta necesidad
hiio el rey labrar dos generas de moneda (1), baja
de ley y mala, llamada cruzados la una, y la otra
reales ; traza con que de presente se sacó grande
ÍDterés , y con que salieron del aprieta en que esta-
ban ; pero para lo de adelante muy peroiciOBa y
mala , porque á esta cansa tos precios de las cosas
subieron á cantidades muy escesivas (3). Desta ma-
nera casi siempre las traías que se buscan para sacar
dineros del pueblo , puesto que eo los principios pa-
( < ) Foflron Ireí espeeleí de moatit : reilei , rruitdoi y
coconii, y k hito priDCipilmeDte pin piEír al duque
M. Beltnn.
(1) Eotre tis 68 leyeii gue liiciproo las fortes qup rl nj
retebróeoTororldia 1° de Ktifmbrc de laetlalitunas tija-
roo lot precias de rlerlot artículos sobre que csperuiaba la
avaricia.
rezcan acertadas, al calo viesen á ser ditñoaas , y
con ellas quedan las provincias destruidas y pobres.
Todas estas dilicullades vencían la afabilidad, blsn-
dura y suave condición de doo Enrique , sus buenas
y loables costumbres ; que por esceleneia le llama-
ban el Caballero .-ayudábanle otrosí i que le tuviesen
respeto y afición la magestad y hermoaura de su
rostro blanco y rubio , ca dado une era de pequnna
estatura, tenia grande autoridad y sravedad en su
persona. Estas buenas partes de que la naturaleza lo
dotó , la benevolencia y afición que por ellas el pue-
bb le tenia , las sumen laba ál con grandes dádivas y
mercedes que bacía. Por donde entre los rejes de
■ bastilla éi solo tuvo por renombre el de las Merce-
des : tionritto titulo , con que le pagaron ki que me- .
recia la liberalidad y franqueza que con muchos
usaba. A la verdad fuéle necesario hacerlo desta ma-
nera para asegurar mas el nuevo remo, y gratificar
con estados y riquezas á los que le ayudaron i gi-.
'Sil BIBLIOTLCA ÜE
narie, y lufieron lu pule en los peligros : ocasioa
de que en Castilla niacbos nuevos loajoniieos resul-
Uron csUdos j Hüorios.
HoDcdi ilt don Enrique II.
AiivdbaDse en este tiemp') las nuevas de I» guerra
aue liaciaD en tas fronteras los reyes da Portugal y
lie Arngnn : proveyó á esto prestamente con un buen
ejército que enviú á la frontera de Aragón , cuyos
i^apitaups Pero González de Mendoza, Alvar GaxclH
lie Albornoz cobraron A Requeaa , écbados dello log
soldados aragoneses. El porsu persona fue it Galicia,
en <iue teoía nuevas que andaban los portugueses
i'sparcidos y desmandados, y con gran descuido ; y
que por ir cargados de lo que robaban en aquella
Ijerrn, podrian fácilajeate ser desbaratados : cercú
en el cnmiao á Zamora , y sin esperar á fianarla en-
tró en Portugalj)or aquella parte que e=tá entre los
rjos Duero y Hiño , que es una tierra fértil v abundo-
sa : dc&truyó y corrió los campos de toda aquella
comarca , quemó y robó muclias villas y uldeas , ga-
nó las ciudades de Brap y Berganza. Desta manera
puesto sraode espanto en los portugueses, y venga-
das laa demasías j osadía que tuvieran de entrar en
i-u reino, se volvió pan Castilla ; liallúsecon el rey
don Enrique en esta guerra su bermano el con Je don
Sandio, ya rescatado por muciio precio de la prisión
un que estuvo en poder de los ingleses después que
le prendieron en la batalla de lYS^ara.
El rey de Portugal no se atrevió á pelear con doL
Enrique , aunque ante! le enviara á desafiar, por no
1 star tan poderoso como él , ni se le igualaoa en la
riencia militar, ni en la esperiencia y uso de las
cosas de la guerra. Valló í los [portugueses la nueva
Sue don Enrique tuvo de los danos y robos que el rey
e Granada hacia en el Andalucía, Junto con la pér-
dida de la ciudad de Algecira mis el moro tomó y la
ecbó Dor el suelo de manera tal que jamás se volvió á
reediiicar : debiéralo de bacer en venganza de las
rauclias vidas de moros que aquella ciudad costara.
Demás desto el rey tenia necesidad de volver i Cas-
tilla para proveer todavía de dineros con que pagar
los soldados estnños, y despachar 6 Beltraa, que
en esta sacón era solicitad^ del rey de Aragón para
aiM pasase en Cerdeña á castigar la gran desleallad
del jues de Arbórea Mariano, que de nuevo andaba
aliado en aquella isla, y tenia ganados muchos pue-
bios , y M entendía aspiraba á bacersc señor de
todNella.
Habia enviado el rey de Aragón contra él á don
Pedro ds Luna señor de Almonacir , el cual sin em-
bargo que tenia parentesco de añnídad con Mariano,
por estar casado con doña Elfa parienta suya, le
apretó reciamente en los principios, y puso breve-
raeiilc en tanto estrecho que por no se atrever á es^
perar ene) campo, aunque tenia mayor ejército qué
el Aranaes se encerró dentro los muros da la ciudad
de OriBlan. Túvole don Pedro cercado muchos días;
ycomoquierquepor tener en poco al eaeuiigo.eii
sus reales fallase la guarda y vigilancia aue pide ta
buena discipliaa militar , el juez que estaba siemnn;
alerta y esperaba la ocasión para bacer un notable
lKclio,saliórepentÍDameQle con su gente, ydiólan
de rebato sobre sus enemigos, y con tan grande
préstela que primero vieron ganados sus reales, pre-
sos V muertos sus compañeros, que supiesen que
era lo que venia sobre ellos. Finalmente fue desba-
ratado todo el ejérci'o , y muerto el general don Pe-
dro de Luna , y con él su heruaano duu Filipe.
Pasados algunos dias^ Brancakou Doria , q_uc en
estas revoluciones seguía la parcialidad del señor de
Arbórea , quier por algún desabrimiento que con él
tuvo, qnier cotí esperanza de mayor remuneración
se reconcilió cou el rey : con que alcanzó do sola-
mente perdón de loa delitos que tenia cometidos,
sino también favores y mercedes, Poco tiempo des-
pués el juez de Arbórea forzó á la ciudad de Sacer,
que es la mas principal de Cerdeña , á <|ue se le
rindiese : con que se perdió tanto co:no fue de pro-
vecho reducirse al servicio del rey de Aragón un se-
ñar tan poderoso é importante como era Braocaleon.
Estuvo entonces esta isla á pique de perderse : para
entretenerla lo mejor que ser pudiese mientras el
rey iba á socorrella , envió allá por capitán general á
don Berenguel Carroz conde de Quirra: fuera desto
cou grandes promesas solicitó á Deliran Claquin
quiaiese pasar en Cerdeña y tomar á su cargo aquella
Suerra. Era muy honroso para él que los principes
e aquel tiempo le hacian señor de la paz y de la
guerra, y que tenia en sn mano el ddr y quitar
reinos.
Estaba para conceder con los ruegos iel rey de
Aragón , cuando otra guerra mas importante que en
aquella coyuntura se levantó en Francia, se lo estor-
bó, y llevó á su tierra. Los pueblos del ducado de
Guiena se hallaban muv fastidiados y querellosos
del «obierao de los ingleses, que les echaron un
intolerable pecbo que se cobraba de cada una de las
familias ; estopara restaurar los escesivos gastos que
e^rey EJua rao hiciera en la entrada de sn hijo el
principe de Gales en España cuando restituyó en su
reino de Castilla á don Pedro. Llevaron muy mil
esta carga los guieoeses. y lamentaban la opresión
y servidumbre : mas les fuTtaba cabeza que los favo-
reciese y acaudillase, que no gana de rebelarse. No
tenían olro principe mas á propósito á quien se en-
tregar , que el rey de Francia : avisáronle de su de-
terminación , y suplicáronle tuviese lástima de aqnel
noble estado que en otro tiempo fue de su corona,
y al presente le tenían tiranizado y en su poder sus
ca piules enemigos.
Pareció al Francés que ere ecta buena ocasión
Eara pagarse de lo que los ingleses hiciertn en la
ataitla de Potiers. Por esto ho'gó con la embajada, y
los animó y confirmó en su propósito : prooMliótÑ
de encargarse de su defensa; que les eihortaba no
dudasen de echar de su tierra los presidios de los in-
gleses, que ét los socorrerla con un buen ejercite.
Animáronse coa esto los guieneses, losprimerosque
arbolaron banderas y tomaron cajas por Francia,
fueron los de Cahors. El rey visto que ya estaba
rompida la guerra , y que para empresa dn tan gran
riesgo é importancia le fallaba un prudente y espe-
rimenlado capitán de quien se pudiese fiar, jui^
que Beltron Claquin era el mejor de los que podía
escoger , y el que con roas amor y lealtad le Mrriría.
Con este acuerdo le eovió á llamar á España ; junta-
mente rogó al rey de Navarra se fuese é ayudar en
esta guerra. Determinóse el Navarro de pasar á Fran-
cia , dado que i la sazón tenia en Aracon á Juan
Crúzate deán de Tudela para que traíase de coofedc-
ralla con aquclrej'. Dejó en Navarra por gobernailon
del reino á la reina dotia Juana su mujer; y parUt'
BISTORU DE ESPACIA.
de Espa&a. se quedó en Gbireburg, uoa villa fuerte
de su estaao que está en Norniandia. No se atrevió á
liarse del re]f de Francia por las antiguas contiendas
que entre si tuvieran : demás desto como hombre
astuto quería desde allí estarse á la mira sin arris-
carse en nada (propio de gente doblada) y visto en
qué paraban estos movimientos, después mclinarse
á aquella parte de que con menos costa y peligro pu-
diese sacar mavor ganancia é interés.
Procuraba el rey de Francia amansar y sosegar la
feroz é inquieta condición del Navarro , por saber
que muchas veces de pequeñas ocasiones suelen
resultar irreparables daños y mudanzas notables de
reinos : envióle con este fin una amigable embaiada
con ciertos caballeros principales d3 su corte. Poco
se hacia por medio de los embajadores : acordaron
de hablarse ea Vernon , que es una villa asentada en
Ja ribera del rio Seina ó Secuana en los confínes de
los estados de ambos reyes. Concertaron en aquellas
vistas que el rey de Navarra dejase al de Francia las
villas oeMante y Meulench, v el condado de Longa-
villa, que eran los pueblos sobre que tenían diferen-
cia ; y que el rey efe Francia diese en recompensa al
Navarro la baronía y señorío de Mompelier; empero
estas vistas y conciertos se hicieron mas adelante de
donde ahora llega nuestra historia, que fue en el
año de mil y trecientos y setenta y cinco. Volvamos
á Jo que se queda atrás , y lo que pasaba en Castilla.
CAPITULO XV.
Cómo murió don Tello.
Muy alegre se hallaba don línríque con la victoria
que alcanzó de su enemigo : su fama se estendia y
volaba por toda Europa , como del que fundara en
España un nuevo y poderoso reino , bien que por es-
tar rodeado de tantos enemigos no dejaba de ser
molestado de varios y enojosos pensamientos. He-
presentábasele que muchas veces un pequeño yerro
suele estragar y ser ocasión que se pierdan podero-
so^ estados. Todos los buenos en Castilla le querían
bien y se agradaban de ¿m señorío : no era posible
tenellos á todos contentos, forzosamente los que te-
nían recebidas algunas mercedes de don Pedro , ó
por su muerte perdieron sus comodidades é intere-
ses y defendían las partes del muerto , y les pesaba
del buen suceso de don Enrique. Los portugueses
tenían en este tiempo en Ciudad-Rodrigo uoa bue-
na guarnición de hombres y armas : dende hacían
grandes daños en las tierras de Castilla , corrían los
campos, robaban y quemaban las aldeas, con que
los labradores, como mas sugetos á semejantes da-
ños, eran malamente molestados.
Para remedio de estos males y reducir á su servi-
cio esta ciudad, que es de las mas principales de
aquella comarca , el rey con toda su hueste la cercó
éii el principio del año de i 370. Pensaba hallarla dcs-
apercebida, y hacer que por fuerza ó de grado se la en-
tregasen : hallóse en todo engañado , la ciudad bien
prevenida , y se la defendieron vaíerosameote los
portugueses, por donde el cerco duró mas tiempo de
10 que el rey tenía imaginado : la aspereza de aquel
invierno fue grande, no pudo por ende el ejército
estar mtis en campaña, y íue forzoso levantar el cer-
co é irse á Medina del Campo á esperar el buen
tiempo. Tuvo cortes en aquella villa. Lo principal
3ue de ellas resultó , fue un gran socorro y servicio
e dineros que los procuradores de las ciudades le
hicieron para que j'Cabase de allanar el reino, por
ser ya ccnsumidolo que montaron los intereses que
se sacaron de las monedas de cruzados y reales (que
el «íio pasado se acuñaron y arrendaion) gastados
en pa^ar sueldos y premiar capitunes, y en satisfa-
cer su demasiada codicia.
Debíauseie á Bcltran Claquin ciendo y veinte mil
543
doblas que le prometió don Enrique porque le entre-
gase en Montiel al rey don Pedro, que para en aquella
era fue uoa (grandísima cantía. Dióleen precio de las
setenta mil a don Jaime hijo del rey de Mallorca y
rey de Ñapóles, que era el rescate que la reina su
mujer señora riquísima tenia prometido : lo demás
se le dio en oro de. contado^ y ultra de sus pacas le
hizo el rey merced de la ciudad de Soria , y de las
villas de AJmazan, Atienza, Mootagudo, Molina y
Serón. Con estas riquezas y grande estado que por
su valor adquirió, ganada ultra desto una fama y
gloría inmortal , se volvió á nuevas esperanzas que
se le representaban en Francia. Maurello Fienno que
era condestable de Francia , hizo dejación del cargo;
con que el rey le provevó á don Beltran : él con su
valor reprimió los bríos díalos ingleses que abrasaban
todo aquel reino, y alcanzó dellos grandes victorias,
unas con esfuerzo y otras con industria y arte, con
que restituyó á su gente la honra y gloría militar
perdida de tantos años atrás.
En el mes de julio desto año se concordaron en
Tortosa los aragoneses y navarros, y se aliaron : la
voz era favorecerse los unos á los otros contra sus
enemigos ; en realidad de verdad no era otra cosa
sino juutar sus fuerzas para hacer guerra á don En-
rique. Fueron entonces restituidas por la reina de
Navarra al re^ de Aragón las villas de Salvatierra y la
Real , que antiguamente eran de aquel reino : hicie-
ron este acuerdo con los aragoneses don Bernardo
Folcaut obispo de Pamplona , y Juan Crúzate deán
de Tudela, á quien el rey Carlos de Navarra al tiem-
{)0 de su partida deió por consejeros y coadjutores de
a reina para la gobernación del reino. En Castilla
consultana el rey á cuál parte sería mejor acudir pri-
mero : resolvióse en enviar á Galicia á Pedro Manri-
que adelantado de Castilla, y á Pedro Ruiz Sarmiento
adelantado de Galicia , que llevaron algunas compa-
ñías de hombres de armas y otras de infantería para
defender aquella comarca de los oortugueses, que
se apoderaran de las ciudades de Compostella , Tuy,
y del puerto de la Coruña : envió asimismo á mandar
a su hermano don Tello jue él por su parte fuese á la
defensa de aquella provincia.
Despachados estos socorros para Galicia , y des-
pedidas las cortes , partióse luego á Sevilla con la
tuerza de su ejército. A la verdad en el Andalucía
era la mayor necesidad que se tenia de su persona,
por la guerra que en ella hacian los moros , y estar
todavía Carmena rebelada , y la armada de Portugal
que por aquella costa hacia mucho daño y tenia to-
mada la boca del ríe Guadalquivir. Fueron en esta
coyuntura muy á propósito las treguas que los maes«-
tres de Santiago y Calatrava asentaron con el rey de
Granada : recibió gran contento el rey don Enrique
con esta nueva , porque si en un mismo tiempo fuera
acometido de tantos enemigos , parece que no tuvie-
ra bastantes fuerzas para podeflos resistir á todos,
dividido su ejército en tantas partes. Traían los por-
tugueses en su armada diez y seis galeras y veinte y
cuatro naves : mandó el rey en Sevilla echar veinte
gHleras al agua , que no se pudieron poner todas en
orden de navegar por falta de remos y jarcias, aue
los tenían dentro de Carmena por orden del rey don
Pedro que las mandó allí guardar para quitar la na-
vegación á Sevilla, si se intentase rebelar. Por esto
hizo venir de la costa de Vizcaya otra armada de
navios y galeras , con que los castellanos quedaron
tanto roas poderosos en el mar , que los portugueses
no osaron esperar la batalla ; antes perdidas tres ga-
leras y dos navios que les tomaron los contrarios, se
volvieron desbaratados á Portugal.
A este tiempo se hallaba menoscabada la ilota por-
tuguesa á causa que algunas de las galeras eran idas
á Barcelona á llevará don Martin obispo de Ebora, y
á don Juan obispo de Silves , y á fray Martin abad d e
5li
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
úonasterio de Aleebaza , v á don Junn Alonso Tello
conde de Barcelos , que iban por embajadores para
hacer alianza coa el rey de Aragón. Mediante la di-
ligencia destos prelados y del conde se confederaron
estos reyes contra don Enrique, en esta forma : que
el reino de Murcia y la ciudad de Cuenca , y todas las
villas y castillos de aquella comarca fuesen para el
rey de Aragón , lo demás de Castilla quedase por el
rey de Portugal , como señor y rey que ya se intitu-
laba de Castilla : item que para mayor firmeza desta
avenencia tomase el rey de Portugal por mujer á la
infanta doña Leonor bija del rey de Aragón con cien
mil florines de dote : conciertos que no tuvieron
efecto por causa que el rey de Portugal se embebe-
ció en otros amores , y aun se casó de secreto con
doña Leonor Tellez de Men<>ses bija de Alonso Tello
hermano del conde de Pírcelos ; asimismo el rey de
Aragón aflojó en lo tocante ala guerra de Castilla por
el peligro en que tenia su isla de Cerdcña , que le
traía en gran cuidado.
Por estos días en quince del mes de octubre murió
en Galicia don Tello señor de V¡z<*aya : fue hombre
de buenas costumbres y en todas sus cosas igual;
padeció muchos trabajos , y al cabo vino á estar desa-
venido con el rey su insmiauo. Díjose entonces á la
sorda que un médico de don Enrique^ llamado maes-
tre romano , le dio yerbas con que le mató : mentira
que se creyó vulgarmente , como suele acontecer, lo
cierto fue que murió de su enfermedad. Dio el rey al
infante don Juitn su hijo el señorío de Vizcava y de
Lara, que era de su tio don Tello (1) : estaaos que
desde entonces hssta hoy han quedado incorporados
en la corona real de Castilla. Enterraron el cuerpo
de don Tello en el monasterio de San Francisco de
la ciudad de Pülenf^ia : el entierro y obsequias se le
hicieron con grande pompa y magestad.
CAPITULO XVI.
De las tM)das del rey de Portugal.
Dk grande importancia fueron las treguas que tan
á tiempo se hicieron con el rey de Granada , y no de
menor momeuto echar de la costa de Castilla la ar-
mada de los portugueses. Lo que restaba , era con-
cluir el cerco de Carmena, que no solo importaba el
ganarla por hacerse señor de una tan buena villa, sino
también era de mucha consideración , por lo que to^
caba á todo el estado de la guerra quitar aquella
guarida i todos los de la parcialidad de don Pedro, que
necesariamente eran muchos , y los mas soldados
viejos y muy ejercitados en las armas. Determinóse
pues el rey don Enrique de echar á una parte al cui-
dado en que le tenia puesto esta villa : venida la pri-
mavera del año 1371, llegó con todo su ejército
sobre Carmena y la sitió. Fue este cerco largo y difi-
cultoso, y pasaron entre los cercados y los del rey
algunos hechos notables en las continuas escaramu-
zas y rebatos que tenían : los de la villa peleaban con
grande ánimo y valor, y muchas veces á la iguala
con los que la tenían cercada : tan confiados , y con
tan poco temor de sus enemigos , que de día ni de
noche no cerraban las putsrtas , ni jamás rehusaban
la escaramuza, si los del rey la querían; antes los
tenían siempre alerta con sus continuas salidas .
Sucedió que un día se descuidaron las centinelas
|K)r ser el hilo de mediodía : los soldados recogidos
en sus tiendas por el escesivo calor que hacia : advir-
tiéronlo desde la muralla los cercados , salieron de
improviso de la villa , arremetieron furiosamente,
ganaron en un punto las tríncheas, y con la misma
presten sin detenerse corrieron derechos á la tienda
(1 ) U cn^oiea díee que «ambos seoorios perteoerian por
herencia i li reioa Ma iuaaa madre del iofaote don Juan 1,
heredero.9
del rey para con su muerte fenecer la guerra. Dios v
el apóstol Santiago libraron en este dia al rey y al
reino ; que estuvo muy cerca de suceder un gran
desastre si algunos caballeros visto el peligro no le
acorriiíran prestamente, y acudieran á entretener
aquella furia é ímpetu de los enemigos hasta tauto
que llegaron mas gente , con cuya ayuda después de
pelear gran rato con ellos dentro de los reales , los
torzarou á que se retirasen ¿ la villa tan mal parados,
que no se ñieron alabando de su osadía.
El rey visto que no pudia ganar por fuerza esta vi-
lla , mandóla escalar una noche con gran silencio:
subieron cuarenta hombres de armas y ganaron una
torre, pero como lo sintiesen los centinelas y escu-
chas , tocaron al arma : alborotáronse los de la villa
primero por pensar que del todo era entrada; ma.s
vueltos sobre sí , y cobrado esfuerzo , rebatieron los
que subieran en la muralla : con el grande peso y
priesa de los que bajaban, se quebraron las escalas,
con que quedaron dentro de la villa presos los nías
de los que estaban en la torre ; venido el capitán
Martin López be Córdova , que aquella noche no se
halló eü la villa , sin ninguna misericordia lo* hizo
matar : el rey recibió desto grande enojo, y después
de tomada la villa vengó sus muertes con la de aquel
que los mandara matar. Apretóse pues mas de aili
adelante el cerco : no los dejaban entrar bastimen-
tos. Él capitán Martin López de Córdova, forzado de
Santiago le dió ía quien
el rey justiciar en Sevilla, sin respeto del seguro y
palabra , á trueco de vengar el enojo y pesar que le
hizo en malalle sus soldados. Vinieron á poder áei
rey los tesoros y hijos inocentes de don Pedro para
?[ue pagasen con perpetua prisión los grandes desa-
ueros de su padre.
Concluida esta guerra , el rey den Enrique ni2o
que los huesos de su padre el rey don Alonso^ como
él le dejara mandado en su testamento , fuesen tras-
ladados á Córdoba á la capilla real que esli deWs
del altar mayor de la iglesia catedral , do se ven di»
túmulos, el uuo del rey don Alonso y el otro de su
padre el rey don Fernando, que también estí eu
ella sepultado : aunque son humildes y de madera,
no de mala escultura para lo que el arte alcanzaba eü
aquella era. A la sazón que el rey don Enrique esta-
ba sobre Carmena, tuvo nuevas como Pero Fernandez
de Velasco le ganó la ciudad de Zamora y la redojo a
su servicio, echados della los portugueses, y qu«
sus adelantados Pero Manrique y Pero Ruiz Sar-
miento tenían sosegada la prüViucia de Galicia , ca
vencieron en una batalla á don Fernando de CiStro,
que era el principal autor de las revueltas de aquella
comarca, y el que mas se señalaba en favor de os
portugueses ; y asi perdida la baUlla , se fue con ellos
á Portugal. , •««
En un cuerpo muelle y afeminado con los vicios
no puede residir ánimo valeroso ni esforzado, ni «
puede en los tales hallarla fortaleza que es necesano
para sufrir las adversidades. Quebrantóse mocho el
corazón del rey don Fernando de Portugal con los
malos sucesos que hemos referido tuvo en la guerra
con doQ Enrique : así oyó de buena gana los tratos
de paz en que de parte del rey de Castilla le hawo
Alfonso Peroz de Guzman alguacil mayor de Sevilla,
por cuya buena industria en primero de marzo se
concluyeron las paces en Alcautin villa de Portugal
con esUs condiciones : que el rey de Castilla le res-
tituyese los pueblos que durante la guerra le gana-
ra : que la infanU doña Leonor hija del rey de Casiii»
casase con el de Portugal : el dote fuese Ciudad-Kü^
driflo y Valencia de Alcántara en Esiremaduraj ▼
Monreal en Galicia. Tuvo el Portugués gran ocasw»
de ensanchar su reino ; mas lodo lo pervirtieron lí*
I
í
HlSTOIlU DB BSPANAj
«49
^encendidos amores que tenia con doña Leedor de
ileneses (como de suso se dijo) qne pasaban muy
adelante y estaban muy arraigados por tener ya en
ella una nija que se llamaba doña Beatriz. Esto le
liizo mudar intento , y no efectuar el casamiento con
doña Leonor infanta de Casulla. Envió á su padre
una embalada para disculparse de su mudanza^ y
para que le entregasen las villas y ciudades que él
tenia de Castilla , en señal que queria ser su amigo.
Aceptó don Enrique el partido y escusas de aquel
rey^ En el entretanto él se casó públicamente con
dona Leonor de Meneses : fueron padrinos don Alfon-
so tello conde de Barcelosy su hermana doña María,
tíos áe la novia hermanos de su padrea casamiento
infeliz , y causa de grandes males y guerras aue por
su ocasión resultaron entre Portugaiy Castilla. An-
tes que este matrimonio se efectuase, como enten-
diesen los ciudadanos de Lisboa lo que el rey queria
hacer , pesóles mucho dello , y tomadas las armas
fueron con gran tropel y alboroto al palacio del rey.
Daban voces , y decian que sí pasase adelante seme-
jante casamiento , seria en gran menoscabo y des-
autoridad de la magestad del reino de Portugal : que
con él se ensuciaba y escurecia la esclarecida sangre
de los reyes. Mas el ostinado ánimo del rey no auiso
oír las justas querellas de los suyos , ni temió el pe-
ligro en que se metia; antes se salió escondídamente
de Lisboa , y en la ciudad de Por tu públicamente
celebró sus bodas > mudado el nombre que doña Leo-
nor tenia de amiga , en el de reina. Dióle un gran
señorío de pueblos para que los poseyese por suyos,
y mandó á los señores y caballeros que se hallaron
presentes , le besasen la mano como á su reina y so-
nora. Hiciéronlo todos hasta los mismos hermanos
del rey, escepto don Donis, el cual claramente dijo
no lo queria hacer; de que el rey se encolerizó de
suerte que puesta mano a un puñal , arremetió á él
para herille : libróle por entonces Dios : anduvo por
el reino escondido hasta que se pasó al servicio y
amistad del rey de Castilla.
Desde entonces la nueva reina comenzó á mandar
al rey y al reino , que no parecía sino que le tenia
dados hechizos y quitádole su entendimiento : ella
era la ^gobernadora por cuya Voluntad todas las cosas
se hacían. Los caballeros de la casa de los Vázquez
de Acuña se fueron desterrados del reino por miedo
della , que estaba mal con ellos por la memoria de su
primer casamiento, y porque ellos fueron los auto-
res del alboroto de Lisüoa. Por el contrario los pa-
rientes y allegados de doña Leonor fueron muy
favorecidos del rey, y les dio nuevos estados y dig-
nidades : á don Jum Tello primo hermano de la reina,
hijo del conde de Barcelos , dio el condaoo de Víana:
á don Loge Díaz de Sosa su sobrino , hijo de su her-
mana dona María Tellez de Meneses , el maestrazgo
de la caballería de Christus; á otros muchos sus deu-
dos hizo otras mercedes muy grandes.
El mas privado del rey y de la reina era don Juan
Fernandez de Andeíro , gallego de nación , que en
las guerras pasadas de la Coruña, de do era natu-
ral, vino á servir al rey , y por esta causa le hizo
conde de Oren. Con este caballero tenia la reina
mucha familiaridad ; y estaba muchas veces con él
en secreto y sin testigos, de que comunmente se
vinoá tener sospecha que era deshonesta su amistad;
y públicamente se decía que los hijos que paria la
reina , no eran del rey, sino deste caballero. No se
8uno si esto era como se decía ; que muchas veces el
vulgo con sus malicias escurecela verdad, por ser
los hombres inclinados á juzgar lo peor en las cosas
dudosas, en especial cuando se atraviesan causas
de «"uvidia y odio.
En el fin deste año el rey don Enrique tuvo cortes
«n Toro , en que por estar'ya restituidos los pueblos
que el rey de Portugal tenía en Castilla (que fue una
de las cosas con qué él se hizo á los suyos mas odio-
so) se decretó que á la primavera se enviase eiército
á la frontera de Navarra para cobrar las ciudades y
villas que las revoluciones pasadas los navarros usur-
earon en Castilla. Al arzobispo de Toledo don Gómez
lanrique por sus muchos servicios dio el rey la villa
de Talavera , y en trueque á la reina cuya era aque-
lla villa , la ciudad de Alcaráz que era del arzobispo^
el cual adquirió también á su dignidad la villa de
Yepes. Ordenóse en estas cortes que los judíos y
moros que habitaban en el reino mezclados con los
cristianos , que era una muchedumbre grandísima,
trujasen cierta señal con que pudiesen ser conocidos:
mandóse también bajar el valor de \a^ monedas de
cruzados y reales, qiiñ dijimos se acunaron para del
aprovechamiento é mterés que se sacase dellas pa-
gar los soldados estraños ; no pareció que era bien
por entonces consumillas por estar muy gastado el
tesoro y.hacienda real.
En estas mismas cortes quisiera el rey que se re*
partieran entre los señores los otros pueblos de las
nebetrias que no fueron de la caballería de San Ber-
nardo. Decía el rey que esta licencia que tenían
aquellos pueblos demudar señores, era de mucho
inconveniente y causa de grandes escándalos y re-
vueltas. Suplicáronle algunos grandes fuese servido
de no hacer novedad en este caso por algunas razo-
nes que le representaron : á la verdad lo que princi-
palmente les movía , no era el pro común , sino su
particular interés; así se quedaron en el estado que
antes. Despedidas las cortes, el rey don Enrique en-
vió su ejército á Navarra como en ellas se acordara.
Hízose la guerra algunos días en aquel reino. Después
se convino con la reina gobernadora que aquellos
pueblos sobre que era la diferencia , se pusiesen en
secreto y fieldad del sumo pontífice Gregorio XI (I),
lemosin de nación, que fue en el principio deste año
elegido por papa en lugar de su antecesor Urba-
no V. Este papa Greeorio ilustró asaz su nombre
con la restitución que nizo de la silla apostólica á su
antiguo asiento de la ciudad de Roma.. Entre los car-
denales que crío) el primero fue don Pero Gómez
Barroso (2) arzobispo de Sevilla, que falleció el cuar-
to año adelante en la ciudad de Aviñon. Era este pre-
lado natural de Toledo, y ios años pasados tuvo el
obispado de Sigüenza. Dio asimismo el capelo á don
Pedro de Luna, aragonés hombre de negocios, y que
con sus muchas letras colmaba la nobleza de su lina-
je. Púsose en los conciertos que el legado del papa,
cuya venida de cada día se esperaba , fuese juez de
todas las diferencias y pleitos que tenían Castilla y
Navarra»
Tomó estos pueblos en fieldad un caballero navar-
ro (jue se decía Juan Ramírez de Arellano , muy
obligado á don Enrique por la merced que le hizo del
señorío de los Cameros en remuneración del gran
servicio con que le obligó; cuando no le quiso entre-
gar á los reyes de Aragón y de Navarra en las vistas
de Uncastel ó de Sos. Hizo esle caballero juramento
y pleito homenaje de tener estos pueblos en nombre
de su santidad , y de entregallos á aquel en cuyo fa-
vor se pronuncíase la sentencia. Desta manera cesó
por entonces la guerra entre Navarra y Castilla ; sin
embargo poco después el rey don Enrique fue á Bur-
gos, y envió su ejército á la frontero de Navarra, y
contra lo capitulado se apoderó de Salvatierra y de
Sautacruz de Campezu. Hecho que algunas escusa-
ron , y decian que lo pudo hacer porque como estas
villas de su voluntad se dieron al de Navarra , así él
las podía ahora recibir que de su voluntad tomaban
su voz , y se querían reducir á su servicio y obediencia.
Logroño y Victoria ni por fuerza ni de grado quisie-
(1) Fue elegido el 30 de setiembre de 1370, no 71.
(2) Se llamaba don Pedro Gómez de Albornoz.
tm
BDUOTECA DE 4S4BPAR T ROIG.
roD por entonces mudar opinión , sino permanecer
y tenerse por el rey de Na?arra.
CAPITULO XVII.
De otras confederaciones qne se bicieron entre les
reyes.
Mayor era el miedo de la guerra que amenazaba
de la parte del rey de Aragón , enemigo poderoso , y
que se tenia por ofendido. A muchas ocasiones que
se ofrecían para estar mal enojado ; se all^ otra de
nuevo, esto es la libertad que se dio al infante de Ma-
llorca don Jaime rey de Ñapóles contra loque el Ara-
gonés deseaba, y tenia rogado por medio del arzobis-
po de Zaragoza que no le diese libertad por ningún
tratado que sobre ello le rooTiesen. Recelábise , y
aun tenia por cierto que pretendería con las armas
recobrar á Mallorca como estado que fue de su padre.
Por esta causa se trataron de aliar el Aradnos y el
duque Juan de Alencastre para qnliar el remo á don
Enrique : intentos que se resfriaron por una muy
reñida guerra que á esta sazón se encendió entre los
franceses é inffieses (1). Al rey de Aragón tenia eso
mismo con cuidado la guerra de Gerdeña; además que
se temía del infante de Mallorca no viniese con las
fuerzas de Francia, do se hacían muchas compañías
de gente de guerra, á conquistar el estado de Ruy-
sellon : fama que corría hasta decirse cada día que
llegaba.
Él papa Gregorío XI deseoso de poner paz entre es-
tos principes, envida Aragón al cardenal de Comlnge
para que los concordase : venido , concertó se ratifi-
case el compromiso que tenían hetiho , y se pusieaon
graves penas contra el que quebrantase las treguas
que para este efecto se concertaron en cuatro días del
mes de enero del año de 1372. Todavía el rey don
Enrique por recelo que el papa no favoreciese en la
sentencia mas al rey de Aragón que á él , entretuvo
la conclusión mucho tiempo con dilaciones que bus-
caba y procurar otros medios para la concordia. Eo
estos días el mismo rey de Castilla se puso sobre la
ciudad de Tuy y la tomó , que la tenían por el rey de
Portugal Men Rodríguez de Sanabría y otros foraji-
dos de Castilla. Envió otrosí en ayuda del rey de Fran-
cia, para mostrarse grato de la que del tenia recebida ,
doce galeras con su almirante Mícer Ambrosio Boca-
negra , capitán famoso y de ilustre sangre.
El almirante juntado que se bobo con la armada de
Francia, desbarató y venció la flota de los ingleses
junto ¿ Rochela : tomóles todos sus bajeles que eran
treinta y seis navios , prendió al conde de Penabroch
general de los ingleses y á otros muchos señm'es y
'caballeros, y les tomó una grandísima cantidad de
oro que llevaban para los gastos de la ^erra que
querían hacer en Francia. Lo cual todo juntamente
con el general y los prisioneros , que eran setenta
caballeros de espuelas doradas y de timbre , envió ¿
Burgos al rey don Enrique en señal de su victoria,
que fue de las mas señaladas que en aquel tiempo
bobo en el mar Océano. Deste Ambrosio Bocanegra
primer almirante de Castilla decienden como de ce-
5a los condes de Palma. La Rochela que es una ciu-
ad muy fuerte de Francia en Jantogne , entonces se
tenia por los ingleses, con esta victoria se entregó al
rey de Francia, ¿causa que los ciudadanos, perdida
la flota de los ingleses, tomaron las armas y echaron
fuera la guarnición que tenían dentro de la ciudad:
derrivaron asimismo un castillo que les labraron los
ingleses, y levantaron banderas por Francia (2)
(i) Los reyes de Castilla y Aragoo eooTioieroo en dejar
la deeiiioB de su qoereüt ti arbitrio del lumo pontífice y sa-
cro eoleffio.
(9) El combate naval se dio el 35 de jnnio de iS7i , y la
Rochela no se entregó hasta el i5 de aaosto de 1372. Ren-
dida esta plau , el rey de Castilla envió una gruesa armada
Tenia el rey de Aitigon tres hijos en su majer la
reina doña Leonor hija del rey de Sicilia : estos eran
el infante don Juan heredero del reino, y don Martin
y doña Costanza, la que arriba dijimos casó con don
Fadríque rey de Sicilia. En el mes de junio deste ano
se celebraron las bodas del infante don Martín con
la condesa doña María de Luna , única heredera del
conde don Lope de Luna. Llevó en dote tos estados
de Luna y de Segorve , y el rey padre del le dló mas
las baronía de Exeríca con título de condado, y poco
después le hizo condestable del reino. El infante don
Juan desposó con doña Marta hermana del conde de
Armeñaque con dote de ciento y ciucueota mil fran-
cos: deste matrimonio nació la infanta doña Juana
que casó adelante con Mateo conde de Fox. En veinte
Y dos días del mes de agosto á don Bemaitfinode
Cabrera, nieto de don Bernardo de Cabrera hijo de
su hijo el conde de Osona que por este tiempo falle-
ció, le restituyó el rey el estado que era de su abuelo,
escepto la ciudad de Vique con una legua en contor-
no, túvose lástima á una nobilísima casa como esta,
y al rey y la reina remordía la conciencia de la in-
justa muerte de tan gran Señor y buen caballero co-
mo fue don Bernardo.
Entre Castilki y Portugal se volvió á encenderla
guerra con mayor cólera y peligro que antes, por
ocasión que los portugueses tomaron ciertas naves
vizcaínas que iban cargadas de hierro y acero , y de
otras mercadurías de las que lleva aquella provincia.
No se sabe qué fuese la causa porque los porlugue*
ses rompiesen la guerra. A los forajidos ae Castífla
que eran muchos , por ventura pesaba de la paz , y
temían de ser en algún concierto entregados á su se-
ñor como se hiciera en tiempo del rey don Pedro.
Hallábase á la sazón el rey don Enrique en Zi-
mora: dende envió su embajador á Portugal á qué
pidiese la restitución de los navios. eroien(ui y satis-
facción de los daños , con orden de denunciarles la
guerra, sino lo quisiesen hacer. Destos principios
se vino á las armas. Don Alonso hijo bastardo del nj
de Caslüla fue despachado para que diese guerra a
Portugal por la parte de Galicia > y cercase a Viena:
al almirante Bocanegra se dio orden que armase doce
galeras en Sevilla, y fuese con ellas á correrla costa
e Portugal.
Tenia don Enrique buena ocasión para hacer al-
guna cosa notable por estar el rey don Femando mal
avenido con los de su reino. Pomo perder esta opor-
tunidad dejó en Zamora el carruaje que le podía
embarazar, y entró en Portugal poderosamente des-
truyendo los campos, robando los ganadas, y que-
mando los lugares y aldeas que toiiaba. Tomó las villas-
de Almaida, Panel. Cillorico y Linares. Esto fue en
los postreros días oeste año. Én esto tuvo cartas de)
cardenal Guido de Boloña , gue era llegado á Castilb
por legado del papa Grepono á poner paz entre ¿1 y
el rey de Portugal. Envióle don Enrít^ne á rogarle
esperase en Guadalajara, do quedó la reina. Replicóle
el cardenal <}ue no era justo estarse él quedo sin ha-
cer düigencia en aquello para que el papa le mandaba,
que era estorbar la guerra que tan traoada veía: con
esto se dio priesa á caminar basta que llegó á Ciudad
Rodrigo con intento de hablar á ambos los reyes.
En el entretanto Portugal se abrasaba en guerra,
y era miserablemente destruido, ca en principio del
año de 1373 el rey don Enrique tomó por fuerza de
armas y forzó la ciudad de Viseo , oue se entiende es
la que antiguamente se llamaba Vico Acuario : de
allí dio vista la ciudad de Coimbra ; no le pareció
detenerse en cercalla, antes se determinó de ir en
busca da su enemigo , que tenia nueva alojaba con
contra los ingleses al mando de Ruy Díaz de Rojas, cujas
tropas derrotaron á los ingleses haciendo prtsioocra á so
caudillo.
RISTOEIA BE ESPAÑA.
547
SU ejército en Santarén. Quisiera mucho venir con él
á las manos y darie la batalla ; pero aunque llegó cer-
ca del pueblo, no osó el Portugués salir de los muros
por no tener suficiente ejército para poder hacer jor-
nada , ni tampoco se fiaoa de la veluntad de sos sol-
dados. Sabia que tenia á muchos descontentos ; en
particular su hermano don Donisseera pasado ¿Cas-
tilla por medio de Diego López Pacheco caballero
portugués ; al cual en remuneración de haber hecho
Jo mismo le hizo el rey merced de Bejar. Este persua-
dió al infante don Donis . que vio andaba congojado
y desabrido, hiciese lo que él, y con esto se ven-
gase de los agravios que de su hermano tenia rece-
bidos.
Visto pues que el rey de Portugal esquivaba la ba-
Ulla, el de Castilla pasó á Lisboa. Luego que llegó,
se apNMleró de los arrabales de la ciudad , oue enton-
ces DO estaban cercados : en ane ios soldados pusie-
ron fuego á muy ricos edificios : la parte alta de la
ciudad que ftamaban la villa, era fuerte y bien cer-
cada , y tenia dentro gente valerosa que la defen-
dió esforzadamente que fue causa que don Enrique
no la pudo ganar, pero quemó muchos navios que
surftian en el puerto , otros tomó el armada de Casti-
lla oue por mandado del rey era allí venida : fueron
muchos los cautivos que prendieron , y grande el des-
pojo que se hobo. En este medio tiempo el cardenal
legado no reposaba , hablaba muchas veces ai un rey
y al otro , sin escusar ningún trabajo ni el riesgo en
que ponia su salud con tantos caminos como hacia.
Tanta düigencia puso , que en veinte v ocho dias del
mes de marzo los reyes y el legado se hablaron en el rio
Tajo en una barca junto á Santarén , y se concertaron
debajo de las condiciones siguientes : que el rey
de Portugal dentro de cierto termino que señalaron,
echase de su reino los forajidos de Castilla , que serian
cnmo quinientos caballeros : que los pueblos toma-
dos por ambas las partes en aquella guerra se resti-
tayesen: que doña Beatriz hermana ael rey de Por-
tugal casase con don Sancho hermano del rey de
Castilla y conde de Alburquerque; y doña Isabel hija
natural del mismo rey de Portugal casase con don
Alonso conde de Gijon hijo bastardo del rey don Eori-
qae. Estas fueron las condiciones con quese hicieron
las paces : el rey don Femando dio ciertos rehenes
para seguridad que cumpliría lo capitulado.
Celebráronse luego en Santarén las bodas de don
Sancho y doña Beatríz : doña Isabel se puso en poder
del rey don Enrique ; ((ue ¿ cansa de su edad de so-
Ios ocho años no podia efectuarse el matrimonio.
Compuestas en esta forma las diferencias que estos
príncipes tenían , hechos amigos se partieron de San-
tarén: el rey don Enrique volvió toda la fuerza de la
fnierra contra Navarra , y con su ejército fué ó la ciu-
dad de Santo Domingo de la Calzada para entrar por
aquella parte. Intervino también el legado apostólico
entre estos reyes , y por su medio se concordaron.
El rey de Navarra restituyó al de Castilla las ciudades
de Logroño y Victoria: demás desto se concertaron
desposorios entre dona Leonor hija de don Enrique
y don Carlos hijo del rey de Navarra , y que se diesen
al Navarro ciento y veinte mil escudos de oro pagados
á ciertos plazos por razón de la dote, y en recom-
pensa de JO (rae tenia gastado en la fortificación y re-
paros de los nichos pueblos que entregó al de Castilla,
yiéronse los reyes en Briones , villa que está á los mo-
jones de los dos reinos : allí se hicieron los desposo-
rios de dos infantes don Carlos y doña Leonor, y por
prenda y mayor firmeza destas paces el rey de Navar-
ra envió á Castilla al infante don Pedro que era el me-
nor de sus hijos , para que se criase en ella.
Cuando el rey de Navarra volvió de Francia en Es-
paña, halló que don Bernardo obispo de Pamplona y
Crúzate deán de Tudela , los que arrina dijimos d^jó por
coadjutores de la reina para lo tocante al gobierno,
no habían administrado ks cosas como era rezón ;
eran obüf^oa : indignase mucho contra ellos , tanto
que de miedo se ausentaron fuera del reino : el deán
fue por asechanzas muerto en el camino , sospechó-
se que por mandado del rey : el obispo fue mas di-
choso , que tuvo lugar de nuirse en Aviñon ; de allí
pasó á Roma con el papa Gregorio, y murió en ItaUa
sin volver mas á España. Tales fines suelen tenerlos
que no corresponden á la confianza que dallos hacen
los principes, aunque también es verdad que muchas
veces en tos reinos se peca á costa y riesgo de los que
gobiernan , sin culpa ninguna suya ; esto especial-
mente acontece cuando los reyes son fieros é impla-
cables, como se refiere lo ere ei rey Caries de Na-
varra.
CAPITULO XVIII.
De lampacea qae se hicieroD con el rey de Aragón.
Despedidas his vistas de Briones , y uestada la es-
peranza de la paz de España , el rey de Castilla se fue
al reino de Toledo , y el de Navarre se tornó á su rei-
no : dende envió á la reina su mujer á Frencia para
que aplacase y satisfaciese aquel rey, que estaba
malamente airado contra él por entender bobiese per-
suadido á ciertos hombres que le diesen yerbas , los
cuales fueron presos, y convencidos del delito paíga-
ron con las cabezas. El Navarro partida su mujer, fue
en persona á la villa de Ifadrid para tratar con el rey
don Enrioue que dejase la parte de Francia , y fiívo-
reciese á los ingleses : qne si pagaba lo que el rey don
Pedro debía al principe de Gales del sueldo que él y
sus soldados ganaron cuando vinieron á Castilla ha
restituilleen el reino, el rey de Inglaterra y sus hijos
el principe y el duque de Alencastre se apartarían de
la demanda del reino de Castilla , y de los demás dere-
chos que contra él pretendían. Respondió el de Gas-
tilla que en ninguna manera desampararia al rey de
Francia ni dejaría su amistad , ca tenia muy en la
memoria el grande amparo que halló en él cuando
salió huido de Castílla , todavía si ellos hiciesen paces
con Francia , que de muy buen gana entraría á la
parte, y satisfaría con dineros á los ingleses cuanto
señalasen los jueces que para arbitrario se podrían
nombrar de conformidad. Con tanto el Navarro sin
alcanzar lo que pretendía , se volrió á Pamplona , don
Enrique partió para el Andalucía.
Siguióse otra pretensión y demanda de una buena
parte de Castilla. La condesa doña María hija de don •
Femando de la Cerda y de doña Juana hermana de
don Juan de Lara el Tuerto , en Francia casara con
el conde de Alanzon nobílisimoseñor de la sangre real
de Francia , de (juien tenia muchos hijos: envió un
embajador á pedn* al rey le mandase entregar los es-
tados de Vizcaya y Lara , que por ser hija de doña
Juana de Lara y ser muertos todos los que la prece-
dían en derecho, le pertenecían. Venido el rey del
Andalucía á Burgos , se trató en aouella ciudad este
negocio , que tuvo muy apretados ai rey y á su conse-
jo : por una parte parecía que esta señora pedia razoo
en que se le admitiese su díemanda y se le nicíese jus-
ticia ; por otra era cosa dura , y de que podían resul-
tar grandes dalos, enajenar dos estados de los mas
ffrandes y mas ricos de Castilla, y ponerlos en poder
de franceses.
Después de muchas consultas y acuerdos respon-
dió el rey con artificio ala condesa holgaria volviesen
estos estados á su casa , á tal que le enviase para dár-
selos dos hijos que se quedasen á vivir en su corte:
que Vizcaya y Lara eran tan grandes s^orfos , que
era forzoso á los reyes de valerse muchas veces del
servicio de los señores que los poseían , y por esta
causa no podian dejar de residir dentro del reino. Con
esta apariencia de ouen despacho , y de venir en lo
S48
BIBLIOTECA DE GASPAK T KOIG.
justo . fue despedido el embajador ; mas bien se en-
tendió que no le daban nada , por ser cosa cierta que
ninguno de cinco hijos que tenia la condesa, acepta-
ría la oferta del rey , como ninguno lo aceptó. Los
tres poseían en su tierra tres grandes condados,
de Alanzon , Percha y Estampas, y no se quisieron
desnaturalizar de su patria , en que eran ricos y pode-
rosos : los otros dos eran prelados, y no podían he-
redar estados seculares.
Por el mes de octubre deste aiío Baltasar Espínula
ginovés vino á Aragón con embajada de los ingleses
para confederarse con aquel rey contra el de Castilla;
prometíanle en caso que se ganase aquel reino , las
ciudades de Murcia, Cuenca, Soria, y todas las villas
adyacentes á ellas. Él de Aragón , oída esta demanda,
como era sagaz y de grande ingenio no hizo caso des-
tas ofertas por tener en mas la amistad del rey don
Enrique , que en aquella sazón era tenido por famoso
capitán , muy poderoso por lo mucho que sus vasa-
llos le querían , y le caía muy cerca de sus estados:
además que era mucho de temer tomar por enemigo
al que tenia tanta noticia de las cosas de Aragón ; y
en aquel reino muchos aficionados que ganara el tiem-
po que anduvo en él huido; y aun en Aragón se tenía
entendido que Dios con particular providencia le puso
de su mano en aquel reíoo , y le quitó á su contrario.
Muchos asimismo se amedrentabam por señales que
se vieron en el cielo, en especial un gran temblor
de tíerra que por el mes de febrero sucedió en el con-
dado de Ribagorza, con que se hundieron muchos pue-
blos. Los superticiosos mterpretaban que por aquella
rirte amenazaba algún gran desastre al reino. Dióse
esto mas crédito porque en los confines de RuYse-
Hon se vían ya juntas muchas compañías de homore^
de armas franceses , que tenia asoldadas el Infante
de Mallorca para hacer guerra en aquel estado. En
fin los pretensos de los ingleses salieron vanos , y por
medio de don Luis duque de Anjouse comenzó á tra-
tar con mucho calor la paz entre Aragón y Castilla.
"VHno el duque á Carcasona con deseo de efectuar
estas amistades, por miedo que tenia, si las discor-
dias se continuaban , no se apoderasen de España los
ingleses capitales enemigos de Francia. Enviáronse á
Aragón embajadores sobreesté hecho: pedia don En-
rique que la infanta doña Leonor hijri del rey de Ara-
gón , que estaba prometida á bu hijo el infante don
Juan , le fuese entregada. No rehusaba el Aragonés de
hacer cosa tan justa, si don Enrique le entregase
aquellas ciudades que le tenia prometidas. Escusaba
él de darlas : alegaba que no tenia obligación á cum-
plir aquella promesa, pues no solo no le ayudó
cuando andana huido y desterrado, antes hizo liga
contra él con su cruel enemigo. Finalmente se con-
cordaron de dejar sus diferencias en mano del lega-
do el cardenal Guido de Boloña, que fue al presente
mas dichoso que antes en hacer las paces entre los
españoles.
En id tiempo que estas cosas se trataban en Aragón,
en cniinco de octubre el papa Gregorio XI confirmó la
regia de los mongos , que comunmente en España se
llaman frailes de San Gerónimo, cuyo instituto es
aventajarse á las demás religiones en guardar con
gran paciencia una estrecha y loable clausura, y ocu-
parse los días y las noches con suavísimo canto y dul-
ce melodía en perpetuas alabanzas de Dios: ha cre-
cido mucho en España esta religión y poseen muchas
V muy ricas casas de magníficos y suntuosísimos edi-
ficios. El hábito destos religiosos es las tánicas y lo
interior de lana blanca, las capas de paño buriel»
Dieron principio á esta santa religión ciertos ermita-
ños italianos, que encendidos con el deseo de servir
á nuestro Señor hicieron su habitación en un lugar
apartado cerca de la ciudad de Toledo, en que al pre-
sente está el monasterio de aquella orden llamado de
la Sisla , del nombre de una aldea que allí estaba an-
I tíguamente. Creció la opinión de su santidad; coo
que tomaron su modo de vivv y se le juntaron algu-
nos hombres principales , que fueron Femando la-
ñez, capellán mayor de los reyes viejos y canónigo
de la santa iglesia de Toledo , y don Alonso Pecba
obispo de Jaén que renunció su obispado , y su her-
mano Pedro Fernandez Pecha camarero que fttera
del rev don Pedro. El primer monasterio que se fun-
dó deoajo destas constituciones y regla, fue iuntoá
la ciudad de Guadalajara, encima de un pueblo que
se llama Lupiana , en una ermita míe les dio este
mismo año el arzobispo don Gómez Manrique. Des-
Sues por la magnificencia de los reyes y otros señores
e Castilla se han edificado otras muchas casas. Los
años adelante salió también desta religión la de los Isi-
dorianos , ó Isidi^os.
En el mesdedioíembre, comoquierqueno se con-
certasen las paces entre los reyes de Castilla y de
Aragón , se hicieron treguas hasta el día de Pentecos-
tés Pascua de EKpirítu Santo : asentaron estas tre*
guas los procuradores destos reyes, que fueron
por el de Aragón don Juan conde de Ampurías su
Ífrímo hermano y yerno, ca estaba casado condona
uaná hija del rey, y por el de Castilla Juan Ramírez de
Arellano señor de ios Cameros. En el año de 1374
Juan duque de Alencastre con un grueso ejército pasó
al puerto de Cales llamado Iccio por los antiguos, (¡ue
está en los Merinos , provincia de la Gallia Bélgica.
Juntóse con él Juan de Monforte duque de Bretaña
que andaba en deservicio del rey de Francia , v favo-
recía á los ingleses por estar casado con una nerma-
na del de Alencastre. Entraron estos príncipes con
sus gentes en el Artoes y Yermándoos : nicieron gran
estrago en los campos, villas y aldeas que topaban,
y hartos ya de los robos y muertes con que dejaron
asoladas aquellas provincias, enderezaron su camino
al ducado de Guiena ; y pasado el río Ugerís, Uama-
do hoy Loire , llegaron a Burdeos con pensamiento
de entrar en España y conquistar el remo de Casti-
lla (1). Enviaron sus embajadores á los royes de Ara-
gón y de Navarra para que les asistiesen y ayudasen,
mas el Aragonés y el Navarro eran prudentes y sal-
ces ; no quisieron por una esperanza incierta de inr
teres ponerse en un peligro cierto de ser destruidos,
sino como muchos hombres suelen hacer, les pareció
seria mejor estarse á la mira , y tomar el partido con-
forme las cosas se encaminasen.
El rey don Enrique avisado de la tempestad yoA
sobre él venia, estaba con gran cuidado. Acudió á
Burgos para resistir v juntar sus gentes de todas las
partes del reino , y hacer do nuevo otras muchas
compañías. Llamó particularmente á los soldados vie-
jos , cuyo valor tenia esperimentado en las sufras
pasadas. Acudieron al tanto todos los grandes coo
gran deseo de servir y acompañar á su rey. Los mis*
mos que en las revueltas pasadas le fueron contrarios,
en esta ocasión le querían recompensar, y con su di-
ligencia y alegría dar ciertas muestras del amor y
lealtad con que le servían , de suerte que loe q^e de
antes andaban divisos en bandos ^ parcialidades, vis^
to el nesgo que corrían de ser señoreados por estn-
ños , se juntaron en una conformidad para defender
su patria y su libertad , verdad es que en diexv nueve
de marzo sucedió en aquella ciudad un gran desastre
que causó en todos gran pesar y tristeza , esto es que
el conde de Alburquerque don Sancho hermano del
rey por apaciguar una revuelta que se levantó entre
sus soldaaos y los de Pero González de Mendoza so-
bre las posadas , sin ser conocido , por ser la refriega
de noche . fue herido en el rostro con una lanza por un
hombre de armas, de que desde á un rato murió.
Alborotóse el rey como era razón por la muerte Un
(1) Ya desde 1373 el duque de Alencatter y su mv^tt m
intttuiabaa reyes de León, de Toledo y Gaiicia.
HISTORIA DE ESPAÑA.
54»
desgraciada de su hermano, pero no hizo doroostra-
cion por suceder acaso y por ignoraocia ( 1 ).La con-
desa doña Beatriz mujer del muerto quedó pj:eñada,
y parió á doña Leonor que casó con el infante don
rernaodo adelante rev de Aragón.
Después que el reyaon Enrique tavo junto su ejér-
cito, partió de Burgos , y cerca de Ja villa de Bañares
hizo alarde : halló que tenia mil y docientos caballos
y cinco mil infantes, lodos ^te escogida, y que
con su valor suplían el pequeño número y estaban
prestos para acudir á la parte que fuese menester.
Amenazaba esta hueste principalmente así á los de
Aragón porque ja espiraoan las treguas, como á los
ingleses de Francia , de quienes se tenían nuevas
sordas que no pasaban ya en España, porque su
ejército se hallaba muy menoscabado y menguado,
á causa que Philipo duque de Borgoña, y un lamoso
capitán llamado Juan de Viena, que era almirante
de Francia , vinieron en pos dellos , y por todo el ca-
mino les hicieron grandes daños , que de treinta mil
combatientes que eran , casi no llegaban á seis mil
cuando entraron en Burdeos. Ofrecíase buena oca-
sión de hacer alguna cosa notable, y echar á los in-
fleses de toda Francia : parecía que ya la fortuna y
uena dicha de la guerra los desamparaba, y favo-
recia ¿ los franceses. Luis duque de Anjou escribió
al rey don Enrique que juntasen sus fuerzas y cer-
casen á Bayona, ciudad de los antiguos Tarbeilos.
Decia que esto importaba mucho para ganar reputa«-
cion , si diesen á entender que eran poderosos no
solamente para defenderse de sus enemigos^ sino
también para irles á hacer guerra dentro de su ca&a.
Con esto animado el rey don Enrique pasó á Bayo*
na , y la cercó en los postreros del mes de Juni4>;
mas cerno sobreviniesen muchas aguas, que nnpe-
dian las labores que se hacían para combatir la ciu-
dad , y faltasen bastimentos, que por ser muy estéril
la provincia de Vizcaya de que se proveían , bastecía
mal el ejército , cansados todos con estas descomo^*
didades , levantaron el cerco y se volvieron á Castilla:
asimismo el duque de Anjou no pudo venir, como
tenia prometido^ por estar ocupado en el cerco de
Montalvan. Sirvió muv bien en esta jornada al rey
don Enrique Beltcan de Guevara señor de la villa de
Oñate y de la casa de Guevara; y á la venida de Ba-
yona en remuneración de sus servicios le hizo mer-
ced del valle de Leñizcon su acostumbrada largueza
da al duque de Alencastre, y á convidnlle se confe-
derase con él ; y como este embajador con recio
temporal corriese fortuna y aportante á la costa de Gra-
nada , fue preso por mandado del rey moro , y encar-
celados los mercaderes catalanes en venganza de que
Pedro Bernal , capitán de unas f<aleras de Aragón,
pocos dias antes tomara una nave del rey de Grana-
da que enviaba á Túnez con ciertos recados suyos:
pretendía el mero otros! en prender estos aragone-
ses hacer placer al rey de Castilla, cuyos enemigos
eran. Con tantos desastres y malos sucesos , que po-
dían hacerlos de Aragón? de quién valerse? qué
ayudas podian buscar? El rey don Enrique pretendía
sanar al rey de Aragón , y nó destruir al que con su
avuda fue parte para que él llegase á la cumbre de
alteza en que al nreseute se veía: con este fin envió
otra vez á Barcelona por embajadores á Juan Ramí-
rez de Arellano y al obispo de Salamanca para que
Uciesen paz con él.
En tres áe noviembre deste año en el castillo de
Evr«ux en Normandía murió doña Juana reina de
Navarra , por cuyas lágrimas muchas veces su her-
mano el rey de Francia perdonó grandes ofensas que
su marido le tenia hechas. Al presente en esta ida
que hizo á Francia , como quier que hallase cerradas
las orejas dd hermano, recibió tan grande pena que
della le sobrevino una dolencia que la acabo ( 2 ). Su
cuerpo sepultaron en el monasterio de San Inonísío
entre los reyes sus antepasados : hiciéronle las obse-
quias con rea4 pompa y a|Nirato. Su marido dio nue-
vas ocasiones piara que con mucha razón el pueblo lo
ri)orroeiese , porque persijguió con muertes , destier-
ros y confiscaciones de bienes á los parientes y alle-
gados de aquellos que en las revueltas y calamidades
de aquel tiempo siguieraa el partido de sus enemi-
gos. Si estos castigos él los hiciera en las personas de
tas que le ofendieron , andiérale escosaf el dolor de
la ofensa y ei deseo de ia venganza ; mas pagaban los
inocentes por los ealpados.
Sobre los trabajos que hemos referido que padecía
el reino de Aragón con las guerras , te vino otro muy
mayor de una gran hambre que en este «ño padeció
toda aquella provincia ; mas algiin tanto se remedió
con trigo que se trujo de África. Fuéles por otra par-
te provecTOsa esta hambre porque competidos de ella
se fueron del reino sqs enemigos. Eki Castilla asi-
mismo , do pasaron los franceses ú buscar manteni-
en hacer dádivas : cosa que puso en necesidad á los míentos , luego en principio del año de 1375 murió
reyes sus decendientes de reformallas.
En el mes de agosto el infante de Mallorca entró
por el condado de Buysellon con un grande y pode-
roso ejército , con el cual las fuerzas de los aragone-
ses no se pudieran igualar, si se hubiera de nacer
jornada y dar la batalla. Prevaleció en este aprieto
la buena' dicha de Aragón , que en esta entrada no
hizo el infante cosa notable mas de desbaratar algu-
nas banderas de enemigos con muy poco provecho
suyo , nevar alguna presa de hombres y de ganados.
Los que en esta entrada del infante padecieron ma-
yores daños, fueron los del condado de Urgel. Por
otra parte el señor de Beame y Jofre Recoo Bretón,
queienian muchos pueblos y vasallos en Castilla, sea
per orden del rey don Enrique , ó de su propio moti-
vo , hicieron entrada en los campos de Borgia , y mo-
lestaron con guerra toda su tierra combatiendo al-
gunas villas, destruyendo y abrasando las aldeas,
labranzas, rozas v heredades de aquella comarca.
En estos dias el rey de Aragón envió ¿ Ingala Ierra
á Francés de Perellos vizconde de Roda á pedir ayu-
( i ) A. pesar de qae el conde don Sancho bermano del rev
no había sido coQOcido por loa amotinados, el rey. mando
hacer averi^naciones aobre los delincoeotes, y por ellas ocho
fueron condenados á muerte como traidores , y sos bienes
confiscados.
de enfermedad su capibín el infante de Mallorca don
Jaime rey de Nepotes : enterraron su cuerpo en la
ciudad de Soria en el monasterio de San Francisco.
Acompañó en esta guerra al infante , su hermana
doña Isabel , que estaba casada con el marqués de
Monferrat, animada de la esperanza que tenia de
vengar las injurias que el rey sn padre recibió del
rey de Aragón. Esta señora , muerto sn hermnno , se
hizo cabeza, y debajo de su cendueta se volvió ei
ejépeito de los franceses á sus casas.
En aquella tierra renunció ella y cedió los derechos
S atemos que tenia contra la casa de Aragón en Luis
uquede Aojou , hermano del rey de Francia; de que
se recrecieron nuevos pleitos y debates en sazón que
las paces entre ios reyes de Castilla y de Aragón se
concluyeron por intervención y diligencia de la reina
de Castilla dona Juana, que para esteefecto fue á la vf-
lia de Almazan: por parte delrey de Aragón se hallaron
alliel arzobispo de Zaragoza y Ramón Alemán de Cer^
vellón. En doce días del mes de abril se concluyeron
y firmaron las paces con estas condiciones ; que la
infanta doña Leonor, que antes estaba otorgada al
infante don Jtian , le fuese en tremada para que se ce-
lebrase el matrhnonío: en dote le señalaron docien-
tos mil Gorines , que al rey don Enrique díó prestados
(3) Murió el 3 de noviembre de 1773 y no el 72.
$30
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG,
el rey de Ara^n en los principios de las guerras ci-
viles: que Molina se restituyese al de Castilla ; que á
<riertos plazos contaría al de Aragón ciento y ochen-
ta mil iforines por los gastos de la guerra. La nueva
desta concordia , (pie se entendía seria por muchos
tiempos, se festejó en ambos reinos con parabienes
por la paz y y grandes banquetes que se hicieron,
juegos , fiestas y alegrías por la esperanza que tenian ,
que después de tantas tempestades y guerras se se-
guiría en toda España la quietud y sosiego por tanto
tiempo deseado , y la luz clara se les mostraría des-
pués de una escurídad tan larga y tan espesas ti-
nieblas.
CAPITULO XIX.
Algunos casamientos de príncipes.
Fue este año dichoso no solamente para España,
sino también para todo el mundo y toda la cristiandad
á causa que Gregorio XI pontiGce Máximo, honra de
los papas , dejado Aviñon , donde estuvo la silla apos-
tólica por espacio de setenta años , la restituyó al sa-
grado asiento y casa de sus antecesores , y se fue á
residir lo que le restaba de vida á la santa ciudad de
Roma : varón verdaderamente grande y di^o de Joa
inmortal. Las grandes revoluciones de Italia no su-
frían la ausencia de los papas. La virgen santísima
Catharína de Sena , de quien hay doce cartas escrítas
á Gregorío , fue la que principalmente le movió á to-
mar este saludable consejocontra lo que sentían algu-
nos cardenales. Decíale con úncelo santo y elocuencia
del cielo que en cosa tan claramente conveniente, y
que á él solo tocaba , no tomase acuerdo con nadie,
sino que usase de su propio arbitrio y parecer. Bel-
tran Claquin por haber ganado grandes lionras en
Francia , y acrecentado su estado con el condado de
Longavilla , vendió en esta sazón al rey don Enrique
la ciudad de Soria , y las villas de Atienza y Almazan
y los demás puebles que le diera en Castilla, por pre-
cio de decientas y sesenta mil doblas, que para aquel
tiempo fue una suma asaz grande: la mayor parte le
pagó en veinte y seis prisioneros nobilísimos de los
Sue prendió la armada de Castilla en la batalla de la
óchela : por el dinero restante le dio en rehenes á
un hijo de don Juan Ramírez de Areilano , llamado
como su padre , por estar el tesoro del rey tan gastado
que no se pudo contar de presente.
Para celebrar las bodas de los infantesde Castilla y
de Navarra se escogió la ciudad de Soria por estar en
los contínes de ambos reinos; y por hallarse en lugar
tan acomodado para ello quiso el rey don Enríque
hacer juntamente las bodas de ambos hijos como lo
tenia concertado. A la infanta doña Leonor trujeron
de Aragón á Soria Lope de Luna arzobispo de Zara-
goza y el embajador Cervellon oon gran acompaña-
miento de señores y caballeros de aquel reino. Vino
otrosí á esta ciudad á celebrar su matrimonio el in-
fante don Carlos hijo del rey de Navarra. Hizose el
casamiento de doña Leonor hija de don Enrique en
veinte y siete días del mes de mayo. Túvose respeto
«n dar el primer lugar al infante de Navarra por ser
huésped. En diez y nueve dias del mes de junio se
veló el de Castilla don Juan con su esposa doña Leo-
nor. Todo estaba lleno de juegos , fiestas y regocijos
«o solo en Soría, sino en todo lo demás de España,
por la esperanza que los hombres tenian concebida
de una larga paz y estable felicidad. En estos días vi-
nieron nuevas oue don Fernando de Castro hermano
de dona Juana de Castro, el ^e dijimos que el año
ipasado se fue á Portugal , muríó en Ingalaterra. Tenia
esperanzas de volver á Castilla, y ser restituido por
las armas en su patria. Súpose otrosí que Fernando
deTovar , capitán entre los de aquel tiempo de la fa-
ma , con la armada de Castilla hizo grandes daños en
la costa de Ingalaterra destruyendo, robando, que-
mando y asolando muchos pueblos y campos , rozas
y labrauzas de aquella isla.
De Soría concluidas las fiestas se pasó el rey don
Enríque á Burgos: príncipe esclarecido en las demás
naciones, y en su reino bien quisto. Tenia intento
por el favor que halló en Francia, de acudiría con to-
das sus fuerzas contra los ingleses , y pagalíes el bien
que della recibió , á la sazón que don Alonso su hijo
conde de Gijon con ligereza juvenil , mudado de vo-
luntad acerca del casamiento con doña Isabel hija del
rey de Portugal , por no efectuarle se fueá Francia y
á Id Rochela por mar; mas el rey su padre le hizo ve-
nir desde á pocos dias. En los postreros dias deste año
falleció don Gómez Manríque arzobispo de Toledo.
Juntáronse en su cabildo los canónigos de aquella
iglesia para elegir sucesor : no se concordaron, antes
divididos los votos, los unos eligieron á don Pedro
Fernandez Cabeza de Vaca, deán de la misma iglesia,
los otros nombraron á don Juan García Manrique so-
brino del difunto , que era hijo de su hermano el ade-
lantado Garci Fernandez Manríque, y de arcediano
de Talavera le pasaran prímero a ser obispo de Oren-
se y después de Sigúenza : favorecía á este el rej con
grandes veras , porque era afin y allegado de don
Juan Ramirez de Arejlano.
El arzobispo difunto avisó á su muerte que no eli-
giesen en su lugar al dicho su sobríno porque era in-
quieto, sino al deán: acudieron al papa Gregorio
para que determinase estas diferencias; él no tenien-
do por canónica ninguna de las dos elecciones , dio
el arzobispado á don Pedro Tenorio, y de la iglesia de
Coimbra cuyo obispo era , le pasó á la de Toledo: va-
rón de muchas prendas, letras y erudición. En Italia
y Francia anduvo peregrinando y desterrado: estudió
en Tolosa y Aviñon y Perosa : en el estudio de Bolo-
nia tuvo por maestro á Baldo famoso jurísta, y él
mismo leyó derechos en Roma. Fue hombre de ^an-
de prudencia por el uso y esperiencia que tenía de
muchos negocios, de grande pecho y valor , aventa-
jado entre los hombres mas señalados de aquel tiem-
po. Fue arcediano de Toro en la iglesia de Zamora,
su padre Juan Tenorio comendador de Estepa y trece
de la orden de Santiago : su madre doña Juana está
enterrada en la colegial de Talavera: sus hermanos
Juan Tenorío y Meleüdo Rodríguez anduvieran con
él desterrados en tiempo del rey don Pedro: su lier-
mana doña María Tenorío casó con Fernán Gómez de
Silva; cuyo hijo Alonso Tenorio fue adelantado por
su tío de Cazorla.
Murieron por estos dias algunos varones príocípi-
les de Navarra, en particular don Rodrígo Urriz, se-
ñor ríco y de grande autoridad , fue por mandado de
su rey preso y degollado en la ciudad de Pamplona en
los últimos días de marzo del año de i 376. Causáron-
le la muerte unos tratos mal encubiertos que traia
con el rey de Castilla : era fama se quería pasar á 61,
y entregalle los castillos de Tudola y Caparroso; jo
sospecho que sin razón y falsamente se creyó esto,
porque no es verosímil quisiese turbar aquel caballe
ro tan presto la paz que se acababa de asentar. Don
Bernardo Folcaut obis|>o de Pamplona muríó en siete
de julio en Italia en la ciudad de Anagnía donde vivía
desterrado de su iglesia : la libertad , gravedad y au-
torídad deste prelado le hicieron odioso á su rey, d
por haberse tnal gobernado, comoarríba queda apun-
tado. Fue elegido en su lugar don Martin Calva doc-
tí.<iimo en ambos derechos pontificio y cesáreo,; te;
nido por tan eminente que muchos le igualaban á
Baldo tan famoso letrado y escelente en aquella fa-
cultad. ^ i ) Don Fadrique rey de Sicilia falleció (!2)eB
Medna a veinte y siete dias del roes de jvt\w: dejópsr
(1 ) Se llamaba Martin de I^opez Zal?a.
(2 ) Los historiadores de Aragoo ponen esta naerte en fl
auo 1377.
heredera del reino j de los ilucados de Athenns y de
Neopatria á su hija doña Hnrla, de que recluitaran
nuevas esperanzas, y á mudioa principes se les dio
materia de direreacias j debates sobre la pretensión
del casaniieolo desia infanU , y codicia del reino de
Sicilia. Amenazaban otrosí aueras pretensiones y
reTolociones en particular á los aragoneses se les
presentí} bnena ocasión de dilatar y ensanchar sus
LIBRO DECmO-OCTAVO.
CAPITULO i.
tM sdsraa que hobo en la Iglesia.
GotABji por estos tiempos España de paz y quie-
tud á causa del parentesco t añuidid con que los re-
íes (aunque diferentes en leyes, lenguas, costum-
bres y pretensiones) estaban entre si en machas
maneras y con diversos casamientos trabados; demás
nali Jiini, mujer ét iaa Eirlqse II.
que se hallaban canudos con las guerras de antes,
tan pesadas y tan larps. Parecía que la paz asentada
iluraria por mucho tiempo. Coa los moros por ser
(iiferentes en la seda j creencia no podía intervenir
matrimonio, ni asentar con ellos amistad que Tuese
(irme y durable; pero tenían concertadas treguas.
Al duque de Alencastre de cada dia se le recalaban
rn.is susesperanzasy pensamiento que tuvo de apo-
derarse de Castilta, asi poilu universal concordia de
los príncipes de España, como porque en Francia de
nuevo se emprendía una muy reñida (guerra, con que
trocada la fortuna y mudada en contrario, los ingle-
ses hasta allí vencedores comenzaban t caer de su
prosperidad.
Lft fama y nombradla del rey don Enrique volaba
por todo el mundo, por haber conquistada un reino
tanpoderosocoinoese) de Castilla. Tenia en su mano
la paz y la guerra como el d quieu lodos los demás
acudían. Concluidas pnes y sosegadas las auems,
volviúsu pensamiento á sentar las cosas de la paz y
del gobierno, castigar insultos, que con la ocasión
de la guerra tomaran mucha licencia. Procuraba res-
tituir las buenas y ancianas coslumbrea de los pasa-
dos, fortalecer las villas y ciudades, aumentar el
bien común y mirar por él con todas sus fuerzas. Solo
Aragón en esta sazón no estaba sin algún tratMJo y
nuevas sospechas de guerra , porque como arriba
hemos dicho, Luis duque de Anjou, á quien don Jai-
me príncipe mallorquín traspasa su derecho del reino
de Mallorca, tomó esta empresa por soya y la quiso
llevar adelante. Junta curtes el rey en Honion, don-
desetratóde la defensa desl;i guerra. Hiciéronse para
juntar dinero nuevas imposiciones, mas solamente
sobre los Judíos y moros que en aquel reino vivían,
por contradecirlos señores y pueblos que sóbrela otra
geote se echasen pechos ni derramas de nuevo : bien
que decían estaban prestos, según costumbre de aus
antepasados, á voluntad del rey de tomar d su costa
las armas por la defensa y libertad de su patria.
Hiciéronse levas , alistóse y juntóse mucha gente,
y aparejáronse todas las demAs cosas necesarias para
acudirá aquella guerra peligrosa, y la mas grave que
por aquel tiempo hobo. Huy fama que se armaron
cuarenta galeras en las marinas da Francia, y se
juntaron cuatro mil hombres de armas, y hechas las
psces con los ingleses , como so entendía las asenta-
rían f or la grande instaocia que sobre ello hacia el
sumo pontífice, temían mucho en Aragón no vinie-
sen y revolviesen en su daño todas las fuerzas do
Francia. Llegóse d esto un nnevo temor de guerra
por cierta ocision ligera y no de mucho peso , como
quter que d veces de pequeñas centellas, si con tiem-
po no se acorre, se suelen emprender candes fue-
gos. La cosa pasó así. Habla el obispo de Sigüenza don
Juan García Manrique ido i seguir su pretensión so-
bro el arzobispado de Toledo por dificultades quesus
contrarios sobre su elección ponían , delante del
sumo ponlllice : iba en su compañía don Juan Hami-
rez de Arellano. A la vuelta en Barcelona delante del
rey de Aragón el tizcondedela R<ita(t) mozo brioso
le desaliú y le llamó de traidor, porque sin embargo
de tantas mercedes como había del rey de Aragón
recebido poco antes , movió á don Jaime el Mallorquín
á que viniese sobre Aragón.
-El rey daba muestras de favorecer el partido de
vizconde ñor estar muv sentido de don Juan , no por
alguna colpa, sino por la mucha cabida que tenia con
el rey de Castilla , y porque usaba mucho de su buen
consejo. Aceptóse el riepto : señalóse el plazo para
de allí á noventa días. El rey don Enrique lomó este
agravio y negocio de su privado por suyo : tratóse
por terceros de alzar aquel desafio y desbaratalle;
tnas por estar el rey de Aragón por el vizconde no se
efectuó. Avisó el rey de Castilla desque supo el caso,
Jue era contento combatiesen ; mas que para seguri-
ad del campo acordaba enviar tres mil caballos. Era
esto en buenas palabrasdenunciar la guerraá Aragón:
por tanlo aqnel rey desistid de su intento, que fue
acuerdo no menos prudente que saludable y I todos
cumplidero.
En Brujas , mercado muy fnmoso de los estados de
Flande^ , se Juntaron con seguridad bastante para
tratar de paces entre Francia é Ingalaterra el duque
de Anjou y el de Dorgoña con los duques de Alencas-
tre y el de Yorch ingleses de nación : acudieron asi-
(i ) El aúo iSSe mandaba la escuadra que apresó los na-
vios grnoveNa i preseacii del rej don Pearo, y no sena por
lo tanlo en el de 76 moio brioso.
5SS
mitmo aquella Junta por el rey de Castilla Pedro
Fernandez de Velasco 9U camarero mayor, y don
Alonso Barrassa obispo de Salainanca. Suiutenloera
que con los demis le comprendiesen eo aquella
confederación y alianza que pensaban asentar : no
se pudo concluir cosa alguna, si bien se procuró con
BIBLIOTECA DE GASPAR 1 R01G.
todo cuidado. Ni en aquella junta , ni en la que des-
pués el año de 1377 se tuvo en Bolooa la de Francia,
ciudad asentada sobre el mar no lejoa de Brujas ; de
los estados de Flandes , no se pudo efectuar lo que
tanto se deseaba. La nueva que á deshora llegó de la
muerte del rey de Ingalaterra Eduardo Seeto (1 ),que
aríno á los diez de julio , desbarató todas estas pláti-
cas y las esperanzas que comuamente tenían. Falle-
ció asimismo poco antes que su padre , su bíjo mayor
que se llamó también Eduardo principe de Gales; por
donde quedó por heredero del reino Ricardo nieto
áetía rey, é bijo del principe como su abuelo ¡o dejó
dispuesto eu so testamento que se cumptíú entera-
mente , si bien el niño quedaba en edad de ooce años,
y tenía tios^ue pudieran hacer alguna contradicción,
pero no quisieron; que fue un ejemplo notable de
modestia 7 de nobleza, en especial en tiempos tan
estregados y reTueltos.
Despedida qUc fue aquella junta, el duque de Dor-
tDÜá con grande acompañamiento y repuesto vino i
spaña , por voto que tenía hecho de nsitar on Gaü-
cía personalmente el cuerpo del glorioso apóstol San-
tiago. Cumplido su voto y su devoción , antes que
diese la vuelta para sus estados , se tÍÓ en Secoria
con el rey don Enrique : fue tratado cou todo géaen
de regalo y curtcsia como era razan y justo con tal
huésped se hiciese. Lo demás del estío pasó el rey «1
León, el invierno tuvo en Sevilla (3). Todo e) aparato
iNSTunu bF.
de guerrn que en Francia se hacia, revolvió en daño
Jeireydo Navarra y de sus tierra!!, de qu re it los fran-
ceses estaban gravemenle sentidos por las cosns que
el liempo pasado en su perjuicio hiciera. Halliibanse
d la saion eu Norraaiidia los infsntes de Navarra don
Pedro y doña María, que en el viaje de Francia acom-
paijaroR ú la reina su madre , para con su tiernaedad
mover d compasión al rey de t rancia su lio para que
templase ta aaña que contra su padre tenia.
Con el mismo inteoto pasó otrosí á Francia don
Carias hijo mayor de aquellos reyes , si bien nneva-
meale desposado con la infanta de Castilladona Leo-
nor que dejó en casa de su padre , y su suegro no
aprobaba esta jornada que dim. Diúle el padre por
acompañado á Balduino, famoso capitán, que tenia
á su cargo muclias fortalezas y plazas de Normandía
y á Jaques de la Rúa su muy privado . y que por el
mismo caso tenia mucha mano en ei fioliierno. A esto
dio orden en puridad que se viese con et Inglés, y le
signiQcase como él estaba presto de tomar tas armas
conU-a Francia, si viniese en dalle como en feudo el
ducado de Guiena. Poco secreto se guarda en las co
sas de loa reyes. Tuvo el Francés aviso de todas estn:'
tramas, y traías : echú mano del dicho Búa, pusolr
á cuestión de tormento , y como confesase lo que se
le prcRuotaba, le condenaron á muerte que se ejecu
tó en Paris. A Balduino mandaron entregarse las for-
talezas queenNormandia se tenían por su rey, y pam
ello declarase tas contraseñas y ciíra con que los al-
caides entendiesen era aquella su voluntad y deter-
minación.
Al infante don Garios primer heredero de Navarra
mandaron no saliese fuera de aquella corte : á sus
hermanos don Pedro y dona Haría punieron presos y
arrestaron en Brelol. Las lierras que en francia de-
jaron al Navarro sus antepasados, muchas ymtiy
le o. Pedro IV, el Ci
buenas, lo de Evreui y las demis ciudadei, fuerzas
y plazas enunpuDtnselas quitaron. parte porfuerza y
otras por concierto. Con este revés lal y tan ^rave,
cual eu aquel líempo ninguno mayor, quedaron cas-
tif;adas tas demasías y prelensinnes de aquel rey. Los
caudillos en aquella guerra y empresa fueron dentás
de Beltran Claquin los duques de Borbon y de Burgo
ña. Solos dos pueblos no se sabe |<or qué causa que-
daron en Fraucia por el Navarro: demás destos Ché-
rebourg , que tenia en su poder el Inglés empeñado
«<> proveyeran en nin;un extranjero litdi^Didades y preben-
•lx% ecle«il<llMB. parque eatsndo fuera ao |iodian cumplir
roa el mioistcno, y hacían sahr el oro y la plita : laimis-
LOO se protiibiú li saca de pnidos.
por cierta cuantía de dinero que le prestó tos años
pasados , y para seguridad de la amistad que entre si
tenían asentada.
El Francés no contento con esta satbfaccion no
dejaba de solicitaral rejdonEnrique pura que por su
parte luciese entrada en Navarro, que por ir tan de-
caída sus cosas no podriaaquel rey liacelle contraste.
Nunca los principes dejan pasarocasiones semejantes,
y el de Castilla se conocía ÉOuy obligado al de Fran-
cia-, pero era necesario buscar algún buen color para
romper con el que era su deudo, amisto y aliado.
Ofrecióse una occsion acaso, que le pdreciA bastante.
Quejábase el Navarro que el dinero que concertaron
de contalle en la conreueracion y disiento que tomara
con Castilla, y debían p.igaüc t^i'lo en oro, p:irte le
551
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
dieron en plata ^ moneda baja de ley, y que llevaba
iiga demasiada. Acuñaban la moneda por estos tiem-
pos muy baja, que era la causa de concertar en los
contratos la suerte en que se debían hacerlas pagas.
Para salisraccrse deste agravio sobornaba á Pedro
Manrique adelantado de Castilla, y gobernador que
era de Logroño, le entregase aquella plaza, con gran-
des ofertas que le hacia sí venia en lo que le impor-
tunaba. El adelantado como caballero leal avisó á su
rey de loque pasaba.
La respuesta fue que le cebase con buenas espe-
ranzas, y con color de querelle entregar aquella ciu-
dad le metipse en el lazo , y le echase mano. Hizolo
así: vino el Navarro acompañado de cuatrocientos de
a caballo, de ios cuales envió parte al pueblo para
apoderarse dél, que por recelarse de algún trato do-
ble él no se aseguró de entrar. Acertólo: los que en-
vió, luego que'^estuvieron dentro, fueron presos y
de spojados , escepto algunos pocos que con ánimo
V aronil so pusieron en defensa y pudieron escapar.
Entre los demás se señaló de muy valiente Martin
Enriquez alférez real, que con la espada desnuda se
defendió de gran número del pueblo que cardaron
sobre él, y por salvará si y el estandarte (como lo hi-
zo]! se arrojó de la puente en el rio Ebro que por dé-
balo pasa.
^ Destos principios se vinoá rompimiento y á las pu-
ñadas. £1 rey don Enrique nombró por general de
aquella guerra á su hijo ei infante don Juan» que rom-
pió por las tierras de Navarra , taló los campos , hizo
presas de hombres y de ganados, tomó á la Guar-
dia y á Víana, quemo á Larraga y Artajona. El odio
con que peleaban , era implacable; á ninguna cosa
perdonaban, en que el fuego y la espada se pudiesen
emplear. Mucho padecían los navarros , pues en uu
mismo tiempo eran forzados á sustentar la guerra
contra dos reyes muy poderoscs , sin ser bastantes
para contrastar al uno solo , á su grandeza y poder.
Esto pasaba el año que se contó de Cristo de 1378,
alegre para Castilla , para las demás naciones de la
cristiandad aciago. Hallábase el rey de Castilla en
Burgos, presto para acudir á las cosas de la guerra,
y alegre por las buenas nuevas que le venían de Na-
varra. Junto con esto celebraba en aquella sazón y
ciudad las bodas de sus hijos. Don Alonso conde de
Gijon su hijo bastardo estaba concertado con doña
l^dbel hija otrosí fuera de matrimonio del rey de Por-
tugal : era el conde mozo liviano y mal inclinado;
huyóse con color de no quererse casar, hízole su
padre volver del camino, y finalmente se efectuó el
matrimonio.
Concertó asimismo otras dos hijas bastardas que
tenia, con los dos hijos de don Alonso de Aragón
conde de Denia y marqué? de Villena: la mayor por
nombre doña Juana casó luego con don Pedro el hijo
menor, cuyos hijos fueron el famoso don Enrique de
Villeoa y don Alonso. Doña Leonor la menor quedó
desposada con doa Alonso á la s;izon ausente, y en
poder de ingleses por prenda del rescate quesu padre
concertó cuando á él misino le prendieron en la bata-
llado Najara: bodas 'que por entonces se dilataron
por esta causa, y después nunca se efectuaron. Con-
certáronse otrosí desposorios de doña Beatriz hija le-
gítima del Portugués con don Fadrique hijo bastardo
del rey de Castilla. En Roma falleció el papa Grego-
rio XI á los veinte y siete de marzo. Hechas las hon-
ras al difunto como es de costumbre , se juntaron en
cónclave los cardenales para nombrar sucesor. Acu-
dieron los senadores y la nobleza romana para supli-
calles no desamparasen á Roma , ni se vol viei^en é
Francia, que pues la iglesia era Roma, nombrasen
ponlííice de aquella ciudad: las menguas y revueltas
pasadas los moviesen á compasión de la que era ca-
beza dé la cristiandad, origen y albergo de toda san-
tidad. Juntaban con los ruegos amenazas : que el
pueblo estaba tan alterado, que con razón se podrin
temer no se descomidiese y resultase algún gravees-
cándalo.
Hallábanse en el cónclave cuatro cardenales ita-
líanos , y trece franceses ; los intentos , trazas y vo-
luntades de todo punto diferentes y contrarías. La
vocería v estruendo del pueblo los atemorizaba y aun
enfrenaba , que con las armas en la mano decía á
gritos : Por Dios cruciflcado dadnos pontíGce romaoo
a lo menos italiano. Con esto A los nueve de abril sa-
lió por papa Bartolomé Bi^tillo Neapolitano, arzobis-
po de Barí: en el pontificado se llamó Urbano Vi.
Entre el ruido y regocijo del pneblo algunos carde-
nales se retiraron al castillo de San Anfrel , otros se
salieron fuera de la ciudad , los mas se fueron á sus
casas. Quejábanse de la fuerza y ponían dolencia en
la elección; pero todos de común crmsetitímientosea
por estar mudados de voluntad, sea por conformarse
con el tiempo , se hallaroQ á la coronación del nueTo
papa , que se hizo á los diez y ocho de abril , que fue
el principal fundamento en que estribó la defensa de
Urbano en el scísma' gravísimo que luego resultó;
porque si fueron forzados , ¿qué les movió á volver á
Roma y hallarse á la coronación ? y si de voluntad
eligieron , ¿ qué desvarío retratar con daño coman
Íf tan grave lo que una vez aprobaron? Alegaban que
os caminos estaban tomados, y todos ios pasos con
guardas de soldados: color y capa que tomaron; como
á la verdad no pudiesen llevar la severidaddel nuevo
pontífice , mayor por ventura que podían llevar tiem-
pos tan estragados.
Urbano también se pudiera templar algún tanto
de suerte que la gente no se alterara, acomodarse á
lo presente , y desear lo meior para adelante. Loeco
al principio de su pontificado quitó el gobierno óeíi
Campaniaá Honorato Cayetano conde de Fundí: oca-
sión cual deseaban los cardenales mal contentos para
intentar novedades y alterar la paz de la iglesia, que
con achaque de ios grandes calores y elcieío de Roma
mal sano se salieron de Roma , y por diversoscamíDO$
se juntiU'on en Fundí. En esta ciudad á los diez y
nueve de setiembre nombraron por papa á Roberto
cardenal de Ginebra con nombre de Clemente Vil,
que fue dar priocipio al scísma, y á los debates en-
tre los dos pontífices, y á las descomuniones y cen-
suras que el uno contra el otro fulminaron. El papa
Urbano para suplir el colegio y consistorio en un dia
crió veinte v nueve cardenales de diversas naciones,
varones toaos señalados. Clemente se partió luego
para Aviñon con harta duda de la cristiandad sobre
cual fuese el verdadero papa. Los italianos , los ale-
manes y los ingleses seguían al papa Urbanoj los
franceses y los escoceses á Clemente ; los españoles
al principio estuvieron neutrales y á la mira, sí bien
de la una y de la otra parte les hacían gran instancia
con embajadis para que se declarasen.
CAPITULO n.
Oe la muerte del rey don Enrique.
En el mismo tiempo que la república cristiana se
comenzaba á turbar con el scísma dedos pontífices
que se continuó por largos años, los portugueses,
gozaban de una larga y grande paz, cuanto á lo de-
más las cosas de aquel reino no se podían hallar en
peor estado. La reina apoderada del rey mssdeloqne
íuera razón. La fama de su honestidad no tal , ni tan
buena. Decían tenia puestos los ojos y la afición ea
don Juan Fernandez de Andeiro conde de l'ren. A
sus parientes y aliados solamente se daban los cargos
y coDíemos; la demás nobleza por el mismo caso es-
tana descontenta y perseguida; ó de ciliada, 6 al
descubierto. Amenazaba alguna gran te^npestadt j^
cuyo miedo el infante don Donís hermano de aqoel
rey se retiró á Castilla , como queda díciio de suso.
HISTORU DK ESPAÑA
553
Poco después bizo lo mismo el infante don Juan su
hermano. A don Juan hermano de los mismos , aun-
que bastardo, y maestre de Avis, pusieron en'prision
y le amenazaron de muerte: él como prudente acor-
dó disimular y acomodarse al tiempo , y con algunos
servicios y muestras de dolor aplacar el ánimo irritado
de la reina. En Lisboa cabeza de aquel reino se forta-
leció con muros la parte mas baja de aquella ciudad,
que remata con el mar. Hizo esto el rey don Fernan-
do asi por el daño que por aili se recibió ios años pa-
sados, como para pertrecharse y apercebirse para
todo lo que pudiese suceder.
Los dos pontífices no se descuidaban en solicitar
por sus legados ¿ los reyes de España para que se
declarasen. El de Aragón todavía se quiso estar neu-
tral , bien que sentido en particular del pontífícn
Urbano que trataba de desposeelle de Cerdeña y de
Sicilia : todavía fio dio lugar que en su reino se leye-
sen los edictos que Clemente contra él fulminaba.
Solo proveyó que las rentas eclesiásticas y aprove-
chamientos que pertenecen al papa, se pusiesen en
tercería en poder de un depositario , (¡ue las tuviese
de manifiesto, basta tanto que la Iglesia determinase
á quién se debia acudir con ellas. Los legados de Ur-
bano enviados al rey don Enrique , le hallaron en
Córdoba, do era ido para proveer á las cosas del An-
dalucía. Pedían en nombre del que los enviaba, que
le tuviese por verdadero pontífice, y declarase á su
competidor por falso, elegido contra los cánones y
derecho. Oyólos benignamente, pero antes de resol-
verse en negocio tan grave acordó juntar en Toledo
las personas (i) mas señaladas del reino para deter-
minar loque se debia responder. Hallábase en aquella
ciudad el infante don Juan su hijo de vuelta de la
guerra, y con intento de pasar el invierno en aque-
llas partes. Acudieron embajadores del rey de Fran-
cia , que vinieron á hacer las partes de Clemente.
Hizose la junta , los obispos , los ricos hombres y
letrados qUe en ella se hallaron, habido su acuerda,
finaknente respondieron no tocaba á ellos el juicio y
determinación de aquella controversia , mas que es-
taban prestos de seguir lo que la iglesia en el caso
determinase , y en el entretanto las rentas y proven-
tos pertenecientes al papa estarían guardados para el
que ella juzgase era verdadero papa. Con esta res-
puesta se volvieron los embajadores el año de 1379.
Don Enrique se fue de allí á Burgos, donde estan-
do apercibiendo las cosas necesarias para la guerra
de Navarra, le vinieron embajadores de parte de aquel
rey, hombres muy principales , con muy cumplidos
poderes para hacer conciertos de paz, que se asentó
nnalmente con estas coadieiones : que saliesen de
Navarra todos los soldados ingleses: que para mayor
seguridad veiote fuerzas, y entre ellas fuesen las tres
Estella, TudelayViana, por diez años tuviesen guar-
nición de castellanos : que el rey de Castüla para
ayuda de los gastos hechos en aquella guerra prestase
al de Navarra hasta en cantidad de veinte mil ducados
luego que se firmasen las paces. Concluido el con-
cierto, los dos re ^ es se vieron en Santo Domingo de
la Calzada. Llevaron grao repuesto , y á poi fia pre-
tendía cada cual aventajarse en todo género de gran-
deza, cortesía y comedimiento.
El rey de Granada por el mismo caso se recelaba no
revolviesen las fuerzas de los cristianos en daño suyo.
Acusábale su conciencia con lo que hizo en tiempo
del rey don Pedro en su ayuda : no se persuadía es-
tuviese el rey don Enrique olvidado, ni que le faltase
voluntad de tomar de todo enmienda. Las fuerzas no
(1) Hubo tres juntas para determinar un negocio de tanta
importancia, una en Toledo, otra en las cortes de Illescas
y otra en Burgos^ resolviéndose en todas ellas unánimemente
estar al juicio de todos los cristianos que fallasen cual era el
verdadero papa.
TOMO I,
eran bastantes, si se venia ú rompimiento y á las pu-
ñadas. Acordó valerse de arte y de maña. Persuadió á
un moro que con muestra de huir de Granada se pasase
á Castilla, y procurase darla muerte al rey. El moro era
sagaz como la pretensión lo pedia : procuró ganar la
gracia del rey ya con servicios á proposito, ya con ricas
joyas y preseas que le presentaban. Entre los demás
presentes le dio unos borceguíes á la morisca muy
vistosos y primos; pero inficionados de veneno mor-
tal. Así lo atestiguan autores muy graves: conseja
áque dio crédito la dolencia que desde que se los cal-
zó, le sobrevino, que en diez días le acabó en la mis-
ma ciudad de Santo Domingo; su muerte fuedoniingo
á los veinte y nueve del mes de mayo. Bien es verdad
3ue autores mas atentados y graves testifican falleció
e mal de gota. Vivió cuarenta y seis años y cinco
meses; reinó después que se llamó rey en Calahorra
trece años y dos meses. Varón de los mas señalados,
y príncipe en la prosperidad y adversidad cons-
tante contra los encuentros de la fortuna , de agudo
consejo y presta ejecución, y que el mundo le puede
llamar bienaventurado por la venganza que tomó de
las muertes de su madre y de sus hermanos con la
sangre del matador , y con quítalle de la cabnza la
corona. Ejemplo finalmente con que se muestra que
la falta del nacimiento no empece á la virtud y al va-
lor, Y que si enfrenara sus apetitos deshonestos en
que fue suelto, pudiera competir con los reyes anti-
guos mas señalados. La franqueza demasiada de que
algunos le tachan, disculpa asaz la revuelta tle los
tiempos, y la codicia de los nobles, que no se deja-
ban granjear sino á precios grandes y escesivas mer-
cedes ; además que estaba puesto en razón hiciese
Sarte de los premios de la victoria á los que se la ayu-
aron á ganar y se hallaron á los peligros y trabajos.
Todavía en su testamento corrigio en gran parle esta
liberalidad con escluir de la herencia de aquellos es-
tados que dio, á los deudos transversales , y admitir
solamente á los decendientes hijos y nietos : traza
con que gran parte de los pueblos que por esta Ciiusa
se enajenaron, y délas donaciones Enriqueñas, han
vuelto á la corona real.
Hallóse á su muerte don Juan Manrique obispo de
Sigúenza: con él comunicó sus cosas , y nombrada-
mente con él envió á don Juan su hijo los avisos si-
guientes: que en el scisma que corría, no se inclina-
se fáeilmenteá ninguna de lus partes: trajese siempre
ante sus ojos el santo temor de Dios y el amparo de
su Iglesia: conservase con todas las fuerzas y con
toda buena correspondencia la amistad de Francia,
de donde les vino en sus cuitas el remedio : pusiese
en libertad todos los cautivos cristianos: procurase
buenos ministros y criados, que son el todo para go-
bernar bien; advirtióle empero , que de tres raleas y
suertes de gentes que se hallaban en el reino, los que
siguieron su parcialidad , los que al rey dqn Pearo,
y los que se mantuvieron neutrales; á los primeros
conservase las mercedes que él les hizo, mas que de
tal suerte se fiase dellos , que se recelase de su des-
lealtad y inconstancia: á los segundos podría come-
ter cualesquier oficios y cargos , como á personas
constantes, y (]ue procurarían recompensar con sus
buenos servicios las ofensas pasadas , y hacer con
toda lealtad y cuidado lo que les encomendase: á los
terceros mantuviese en justicia , mas no les encar-
gase cuidado al^uno^ ni gobierno del reino , como á
personas que mirarían mas por sus particulares, que
por el pro común.
Llevaron su cuerpo de aquella ciudad en que fa-
lleció, á la de Burgos: acompañóle su hijo don Juan
ya rey. Deposit¿íronle en el sagrario de la iglesia Ma-
yor en la capilla de Santa Catalina ; las honras le hi-
cieron con real aparato y toda muestra de magostad*
De allí le pasaron á Valladolid, y al fin del mismo
año á una capilla que se labró á costa del rey en Tu-
24»
iro
)6
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
ledo en aquella parte de la iglesia Mayor que estaba
junto á la torre principal , en que por tradición de
padres á hiíos se tiene por cierto qué puso los pies la
Sagrada Virgen cuando bajó del cielo para honrar á
su sierro Ilderonso. Esta capilla en tiempo del empe-
rador don Carlos se pasó á otra parte, donde al pre-
sente están enterrados los cuerpos deste rey , de su
bijo y nieto que le sucedieron , y de las reinas sus
mujeres en seis sepulcros de obra curiosa y prima,
cada uno con su letrero. Asisten en esta capilla, y
en ella celebran los oficios treinta y seis capellanes,
con muy buenas rentas , que para sustentarse les
señalaron y tienen. Mandósefes sepultar con el hábito
de Santo Domingo por el amor y devoción que él te-
nia á la memoria de aquel santo su pariente: de cuyo
orden tenian otrosi costumbre los reyes ae tomar
confesor.
Murió también por aquel tiempo el rey moro , á
quien sucedió Mahomad , llamado por sobrenombre
el de Guadix por la curiosidad que tuvo de hermosear
y engrandecer aquella ciudad. Este por haber tenido
el remo con quietud y sin alteraciones civiles puede
ser tenido por mas aventajado y dichoso que todos
sus antepasados. El rey de Aragón aunque viejo y
anciano se tornó nuevamente á casar: tomó por mu-
t'er á Sibyla Fortia, que era una dama viuda de gran
lermosura , por la cual la prefirió al casamiento con
3ue le convidaban de Juana reina de Ñapóles. Tuvo
os hijos deste casamiento que murieron en su tier-
na edad, y una hija llamada Isabel que adelante casó
con el conde de Urge!.
CAPITULO III.
De cómo comenzó á reinar el rey don Juan.
El rev don Juan , concluido el enterramiento y
honras de su padre, recibió en Burgos en las Huelgas
la corona del reino en edad que era de veinte y un
años y tres meses. Juotamente con él se coronó su
mujer la reina doña Leonor. Armó caballeros á cien
mancebos la flor de la caballería , con las ceremo-
nias que se acostumbraban en aquel tiempo» Demás
desto á aquella nobilísima ciudad ; por los gastos que
en tal solemnidad le fue necesario hacer, y en pre-
mio de su bien probada lealtad, le hizo donación de
la villa de Pancorvo. Teníanse cortes en aquella ciu-
dad, en que se establecieron muchas cosas (f): una,
que el clérigo de menores órdenes casado pechase;
pero que .«i fuese soltero, como trajese abieru la co-
rona y hábito clerícal, gozase del privilegio de la igle-
sia. Fueron grandes las alecrías y fiestas que se hi-
cieron por todo el reino oor la coronación del nuevo
rey , tanto con mayor afición y voluntad cuanto mas
confiaban que el hijo saldría semejable á su padre
en todo género de virtud y caballería, porque era de
noble condición , dócil ingenio , apacibles costum-
bres, y un alma compuesta y inclinada á todas obras
tie piedad; no de precipitado ó arrebatado juicio, si-
no mclinado á oir el ajeno : era bajo de cuerpo pe-
ro en su aspecto representaba magestad.
Luego que tomó el cuidado del reino, lo primero
en que puso mano, fue en señalarse por amigo de los
franceses, y así hizo poner luego á punto una arma-
rla , y^ enriarla contra Juan de Monforte duque de
BreUña,üqu¡en por el favor que daba á los ingleses,
aquel rey y su consejo le dieron por enemigo de la
corona de Francia, y coa público preí^on adjudicaron
sus bienes y esUdo al fisco real. Corrióla armada toda
a cosU de Bretaña, y en ella ganó una fuerza que
llaman Gayo. El rey pasó en Burgos lo reslante del
estío. Esta pública alegría dos coáas que acontecie-
(\) Se confirmaron los privilcjfios y franquezas que los
reyes sus aiilccúiores habían estable nd) con las ciudades
pnncipdes de su reino.
ron^ la una la aguó aleo, y la otra la aumentó. La
primera fue que un judio llamado Joseph Pico, muy
principal entre los suyos j muy rico, fue muerto por
engaño y envidia de su misma gente. Era este reco-
Seaor general de las alcabalas reales y tesorero , por
onde vino á tener gran cabida y autoridad con to-
dos. Algunos de su nación , judíos hombres princi-
póles (no se sabe por qué) le tenian mala voluntad, y
con este odio dieron traza de matalle. Para esto por
engaño sin entender el rey lo que hacia , ganaron
una provisión real en que mandaba fuese luego muer-
to , cogieron de presto al verdugo real ó inducido con
el mismo engaño, ó sobornado con dineros, lo cual
se puede sospechar , pues tan de rebato usó de su
oficio. Acudieron á la casa de Joseph que estaba bien
seguro de tal caso, en que de improviso le acabaron .
Conocido el engaño, se hizo justicia de los culpados,
y se le auitó á esta nación la protestad que tenia y el
tribunal para juzgar los negocios y pleitos de los su-
yos : desorden con que habían hasta allí disimulado
los reyes por la necesidad y apresura de las rentas
reales, y ser los judíos gente que también saben los
caminos de allegar dinero.
Materia de cootento estraordinario fue el bijo que
nació al rey en Burgos á los cuatro de octubre , su-
cesor que fue y heredero de sus estados : su nombre
don Enrique por memoria de su abuelo , y para quf*
remedase su valor y virtudes. En fin deste año y
principio del siguiente, que se contó de 1380 « las
lluvias fueron grandes y continuas en demasía : sa-
lieron con las avenidas ae madre Us ríos, rebalsaron
los campos y las labradas y sembrados, en particular
el río Ebro cerca de Zaragoza rompió los reparos y
tomó otro camino^ de guisa que para hacelle volver
á su curso se gastó mucho trabajo y dinero. De Bur-
gos pasó el rey á Toledo , ciudad en que de nuevo
hizo las honras de su padre, y puso su cuerpo coico
queda dicho en su sepulcro de asiento. Partió para
el Andalucía con intento de acudir á la ayuda de
Francia contra los ingleses. Armó en Sevilla veinte
galeras , con que el almirante Fernán Sánchez de
Tovar que iba por general costeadas las riberas de
España y de Francia, no paró hasta llegar á Ingala-
terra. y por el rio Támesis arriba dar vSta á la ciu-
dad de Londres cabeza de aquel reino, con gran
mengua y cuita de aquella gente y ciudadanos , que
veían la armada enemiga á sus puertas , talados sus
campos , quemadas sus alquerías y casas de campo
sin poderlo remediar.
La discordia entre los pontífices andaba mas viva
que nunca : castigo de los muchos pecados del pue-
blo y de las cabezas. El mayor daño y que hacia mas
incurable la do/encía , que cada cual de las partes
tenia sus valedores , personas en letras y santidad
eminentes hasta señalarse con milagros. ¿Qué podb
con esto hacer el pueblo ? ¿qué parüdo debia seguir?
Ardía el pontífice Urbano en un vivo deseo de tomar
emienda de la reina de Ñapóles causadora principal
de aquel sciíma, ca sí no fuera con su sombra, no
acometieran ios cardenales á ejecutar lo que hicie-
ron. Para atender á esto con mayores fuerzas y mas
de propósito hizo paces con florentínes y perusinos,
y otros pueblos que no le querían reconocer home-
naje y andaban alborotados. Convidó á Carlos duque
de Durazo á pasar en Italia con intención que le dio
y promesa de hacelle rey de Ñapóles. Este Carlos
estaba casado con Margarita su prima hermana, hija
que fue de su tio Garios duque de Durazo: marido v
mujer eran bisnietos de Carios Segundo rey de Ña-
póles , como queda deducido de suso. Aceptólas
ofertas dífl pontífice, ayudóle con gente y dinero Ln-
dovico rey dd Hungría por el odio qae tenia contra la
reina, por la muerte que dio á su marido Andreasso
hermano del Húngaro. Demás desto la soítura desU
reina en materia ile honestidad era muy conocida. La
HISTORU DE ESPAÑA.
569
y nueve dias. Era peque&o de cuerpo, no muy sano,
su ánimo muy vivo , amigo de honra y de represen-
tar en todas sus cosas grandeza y magestau , tanto
que le llamaron e! rey don Pedro el Ceremonioso.
Mantuvo guerra á grandes principes sin socorro de
estrenos solo con su valor y buena maña : en llevar
Jas pérdidas y reveses daba clara muestra de su gran-
de ánimo y valor. Estimó las letras y los letrados;
aíiclonóse mas particularmente á la astrología y á la
alquimia , que enseña la una á adivinar lo venidero,
la otra mudar por arte los metales^ si las debemos
llamar ciencias y artes , y no mas ama embustes de
hombres ociosos y vanos. Sepultáronle en Barcelona
de presente : de allí le trasladaron á Poblete , según
que lo dejó mandado en su testamento.
Al rey de Ñapóles acarreó la muerte el deseo de
«nsancliar y acrecentar su estado. Los principales
de Hungría por muerte de Luis su rey le convidaron
eon aquella corona como al deudo mas cercano del
diruoto : acudió á su llamado. La reina viuda le hos-
Íiedó en Buda magniñcamente ; las caricias fueron
álsas, ¡wrque en un banquete que le tenia apareja-
do, le hizo alevosamente matar : tanto pudo en la
madre el dolor de verse privada de su marido, y á
«u hija Marfa escluida de la herencia de su padre. De
su mujer Margarita, cuya hermana Juana casó con
el infante de Navarra don Luis , según que de suso
^ueda apuntado , dejó dos hijos, á Ladislao y á Juana
reyes de Ñápeles uno en pos de otro , de que resulta-
ron en Italia guerras y males : el hijo era de poca
edaii, la hija mujer, y de poca traza.
El de Navarra de dias atrás estaba doliente de le*
pra ; corrió la fama que murió abrasado : usaba por
consejo de médicos de baños y fomentaciones de pie-
dra zufre : cayó acaso una centella en los lienzos con
que le envolvían : emprendióse fuego . con que en
un punto se quemaron las cortinas del lecho y todo
iu al. Díóse comunmente crédito á lo que se decia en
esta parte , por su vida poco concertada , que fue
cruel , avaro , y suelto en demasía en los apetitos de
su sensualidad. Su hija menor por nombre doña Jua-
na ya el setiembre pasado era ida por mar á verse
con su esposo Juan de Monforte duque de Bretaña.
Tuvo esta señora noble generación , cuatro hijos,
.sus nombres Juan , Artus , Guillelmo , Ricardo , y
tres hijas. Sucedió en la corona de Navarra el hijo
del difunto , que se llamó asimismo don Carlos, ca-
sado con hermana del rey de Castilla y amigo suyo
muy grande. Con la nueva de la muerte de su padre
de Casulla se partió á la hora para Navarra , y hechas
las exequias al difunto, j tomada ja corona , hizo
que en las cortes del remo declarasen al papa Cle-
mente por verdadero pontífice , que hasta entonces
á ejemplo de Aragón se estaban neutrales sin arrí-
rnarse a ninguna de las partes.
Los maliciosos, como es ordinario en todas las
cosas nuevas, y el vulgo que no perdona nada ni á
Hiidie, sospechaban y aun decían que en esta decla-
ración se tuvo mas cuenta con la voluntad de los re
yes de Francia y de Castilla que con la equidad y ra-
zón. El rey de castilla asimismo en gracia del nuevo
^7 I 7 por obligalle mas , quitó las guarnicio-
nes que tenia de castellanos en algunas fortale-
zas y plazas de Navarra en virtud de los acuerdos
pasados, y para que la gracia fuese mas colma-
da, le hizo suelta de gran cantia de moneda que su
padre le debía : obras de verdadera amistad. Con
3ue alentado el nuevo rey volvió su ánimo á recobrar
e los reyes de Ingalaterra y de Francia muchas pla-
zas que en Normandía y en otras partes quitaron á
tuerto á su padre. Acordó enviar ai uno y al otro
embajadas sobre el caso. Podíase esperar cualquier
buen sucosa por ser ellos tales que i porfia se pre-
tendían señalar en todo género de cortesía y huma-
nidad : contienda entre príncipes la mas honrosa y
real. Además que la nobleza del nuevo rey, su libe-
ralidad , su muy suave condición , junto con las de-
más partes en que á ninguno reconocía ventaja
prendaban los corazones de todo el mundo: en que
se mostraba bien diferente de su padre. El sobrenom*
bre que le dieron de Noble, es desto prueba bastante.
En doña Leonor su mujer tuvo las infantas Juana»
María, Blanca, Beatriz, Isabel. Los infantes Carlos
y Luis fallecieron do pequeña edad. Don Jofre , ha-
bido fuera de matrimonio, adelante fue mariscal, y
marqués de Cortes , primera cepa de aquella casa.
Otra hija pol* nombre doña Juana casó con Iñigo de
Zúíjíga caballero de alto linaje.
En Aragón el infante don Juan se coronó asimismo
después de la muerte de su padre : fue príncipe
benigno de su condición y manso, si no le atizaban
con algún desacato. No se halló al entierro ni á las
honras de su padre, por estar á la sazón doliente en
la su ciudad de Girona da una enfermedad que le
llegó muy al cabo. Por lo mismo no pudo atender al
gobierno del reino , que estaba asaz alborotado por
la prisión que hicieron en las personas de la rema
viuda doña Sibyla . y de Bernardo de Porcia su her-
mano y de otros hombres principales que todos por
miedo del nuevo rey se pretendían ausentar. A la
reina cargaban de ciertos oebedizos, que atestigua-
ba dio al rey su mando un judío : testigo poco califi-
cado para caso y persona tan grave. Pusieron á cues-
tión de tormento á los que tenían por culpados , y
como á convencidos los justiciaron. A la reina y á su
hermano condenaron otrosí á tortura , mas no se
ejecutó tan grande inhumanidad : solo la despojaron
de su estado, que le tenia grande , y para sustentar
hi vida le señalaron cierta cantia de moneda cada
un año.
Luego que el nuevo rey se coronó y entró en el
ffobierno , Ja primera cosa que trató , fue del scisma
de los pontífices : así lo dejó su padre en su testa-
mento mandado so pena de su maldición , si en esto
no le obedeciese. Hobo su acuerdo con los prelados
y cabnileros que juntos se hallaban en Barcelona: los
Sareceres fueron difereates , y la cuestión muy rem-
a ; finalmente se concertaron en declararse por el
papa Clemente , como lo hicieron á los cuatro de fe-
brero (1) con aplauso general de todos. Con esto
casi toda España quedaba por él, en que su partido y
obediencia se mejoró grandemente. Para todo fue
gran parte la mucha autoridad y diligencia de don
Pedro de Luna cardenal de Aragón y legado de Cle-
mente en España , que para salir con su intento no
dejó piedra que no moviese. Don Juan conde de Am-
purias era vuelto á Barcelona : asegurábale la estre-
cha amistad que tuvo con aquel rey en vida de su
padre , la fortuna que corrió por su causa. Suelen los
reyes poner en olvido grandes servicios por peque-
ños disgustos , V recompesar la deuda , en especial
si es muy grande , con suma ingratitud. Echáronle
mano y pusiéronle en prisión : el cargo que le ha-
cían , y lo que le achacaban , era que intentó valerse
contra Aragón para recobrar su estado de las fuerzas
de Francia : grave culpa , si ellos mismos á acomete-
Ha no le forzaran.
Los alborotos de Cerdeña ponían en mayor cuida-
do : consultaron en gué forma los podrían sosegar;
ofrecíase buena ocasión por estar los sardos cansados
de guerras tan largas, y que deseaban y suplicaban
al rey pusiese fin á tantos trabajos. Acordó el rey de
enviar por gobernador de aquella isla á don Jimen
Pérez de Árenos su camarero. Llegado se concertó
con doña Leonor Arbórea en su nombre y de su hijo
Mariano que tenia de su marido Brancaleon Doría,
en esta forma : que el juzgado de Arbórea les queda-
(1) El reino de Aragón se declaró por dicho papa el 24 de
febrero.
570
BIBLIOTECA DE CASPAR Y AOIG.
se para siempre por juro de heredad : para ios demás
paebios á que pretendiaa derecho , se nombrasen
jueces á contento de las partes , con seguridad que
estarían por lo sentenciado : los pueblos y fortalezas
de que durante la guerra se apoderaron por fuerza, y
en que tenian guarniciones , ios restituyesen al pa*
trimonio real y á su señorío. Firmaron las partes es-
tas capitulaciones , con que por entonces se dejaron
las armas , y se puso fin á una guerra tan pesada.
CAPITULO XU.
De la paz que se hizo con los ingleses.
Las pláticas de la paz entre Casulla y Ingalaterra
iban adelante^ y sin embargo se continuaba la guer-
ra con la misma porfia que antes. Seiscientos ingle-
ses á caballo y otros tantos fleciieros ( que los demás
de peste y de mal pasar eran muertos) se pusieron
sobre Benavente. Los portugueses eran dos mil de á
caballo y seis mil de á pié. El gobernador que dentro
estaba, por nombre Alvaro Osorio, defendió muy
bien aquella villa, y aun en cierta escaramuza que
trabó j mató gente de los contrarios. El rey de Casti-
lla avisado por la pérdida pasada no se queria arris-
car, autes por todas las vias posibles escusaba de ve-
nir á batalla. El cerco con esto se contiouaba, en
que algunos pueblos de aquella comarca vinieron á
poder de los enemigos. £1 provecho no era ta&to
cuanto el daño que hacia la peste en los estraños , y
la hambre que padecían á causa que los naturales
parte alzaron , parte quemaron las vituallas , vista la
tempestad que se armaba. Por esto pasados dos me-
ses en el cerco sin hacer efecto de mucha considera-
ción , juntos portugueses é ingleses por la parte de
Ciudad-Rodrigo se retiraron á Portugal.
Los soldados aflojaban enfadados con la tardanza,
y cansados con los males : olian otrosí que entre los
príncipes se trataba de hacer paces , que les era oca-
sión muy grande para descuidar. Los mas deseaban
dar vuelta á su tierra como es cosa natural , en espe-
cial cuando el fruto no responde á las esperanzas.
Apretábase el tratado de la paz; que estas ocasiones:
todas las facilitaban mas. Así el rey de Castilla por
tener el negocio por acabado , despidió los socorros
que le venían de Francia, y todavía si bien llegaron
tarde , y fueron de poco provecho , les hizo entera-
mente sus pa^s, parte en dinero- de contado, que se
recogió del remo con mucho trabajo , parte en cédu-
las de cambio. Despachó otrosí sus embajadores al
Inglés con poderes bastantes para concluir. Hallába-
se el duque en Troncóse, villa de Portugal. Allí re-
cibió corlésmente los embajadores, y les dio apaci-
ble respuesta. A la verdad á todos venia bien el
concierto : á los soldados dar fin á aquella cuer-
ra desgraciada para volverse á sus casas , al du-
que porque por medio de aquel casamiento que se
trataba , hacia á su hija reina de Castilla , que era el
paradero del debate y todo lo que podía desear.
Asentaron pues lo primeh) que aquel matrimonio se
efectuase : señalaron á la novia por dote á Soria,
Atienza , Almazao y Molina : á la duquesa su madre
dieron en el reino de Toledo á Guadalajara , y en Cas-
tilla á Medina del Campo y Olmedo : al duque queda-
ron de contar á ciertos plazos seiscientos inil florines
Sor una vez ; y por toda la vida suya y de la duquesa
oña Costanza cuarenta mil florines cada un año.
Esta es la suma de las capitulaciones y del asiento
que tomaron.
Sintiólo el rey de Portugal, á par de muerte , cano
se tenia por seguro si no quitaba la corona á su com-
petidor : bufaba de coraje y de pesar. Por el contra-
rio el de Alencaslre se teoia por agraviado del , y se
quejaba que antes de venir la dispensación íiobiese
consumado el matrimonio con su hija. Por esto, y
para con mas libertad concluir y procederá la ejecu-
ción de lo concertado, de la ciudad de Portu se par-
tió por mar para Bayona la de Francia mal enojado
con su yerno. A la hora los pueblos de Galicia que se
tenian por los ingleses, con aquella partida tan arre-
batada volvieron al señorío de su rey. Los caballeros
otrosí que se arrimaron á ellos , alcanzado perdón de
su falta , se redujeron , prestos de obedecer en lo que
les fuese mandado. Sosegaron con esto los ánimos del
reino : los miedos de unos, las esperanzas de otros
se allanaron , trazas mal encaminadas sin cuento, fi-
nalmente una avenida de grandes males.
Hallábase el rey de Castilla para acudür á las ocur-
rencias de ia guerra lo mas orainario en Salamanca y
Toro. Despachó de nuevo embajadores á Bayona para
concluir últimamente , firmar y jurar las escrituras
del concierto. La mayor dificultad era la del dinero
para hacer pagado al de Alencastre y cumplir con él.
La suma era grande , y el reino se hallaba muy g<is-
tado con los gastos de guerra tan larga y deshacía-
da , y con las derramas queforzosamentese hicieron.
Para acudir á esto se juntaron cortes en Briviesca por
principio del año de i 388. Mostróse el rey humano
para granjear á sus vasallos y para que le acudiesen
en aquel aprieto. Otorgó con ellos en todo lo que le
suplicaron, en particular que la audiencia ó cancille-
ría se mudase : los seis meses del verano residiese en
Castilla , ios otros seis meses en el reino de Toledo^
que no se yo si finalmente se pudo ejecutar. Acorda-
ron para llegar el dinero de repartir la cantidad por
haciendas (i) : imposición grave ^ de que no eximían
á ios hidalgos, ni aun á los eclesiásticos : no parecía
contra razón que al peligro común todos sin escepcíon
ayudasen. Los señores y gente mas granada llevaban
esto muy mal , ca temían deste principio no les atre-
pellasen sus franquezas y libertades ; que aprietos y
necesidades nunca faltan, y la presente siempre pa-
rece la maLjOT : al fin se dejó este camino que era de
tanta ofensión , y se siguieron otras trazas mas sua-
ves y blandas.
Despedidas las cortes , se vieron los reyes de Cas-
tilla y Navarra primero en Calahorra , y después en
Navarrete: trataron de sus haciendas y renovaron su
amistad. Acompañó á su marido la reina doña Leonor,
y con su beneplácito se quedó en Castila para probar
sí con los aires naturales (remedio muy eficaz) podía
mejorar de una dolencia larga , y que mucho laaque-
jaba. A la verdad ella estaba descontenta , y buscaba
color para apartar aquel matrimonio , según que se
vio adelante. Partido el rey de Navarra , y firmados
los conciertos , el rey de Castilla señaló la ciudad de
Patencia (por ser de campaña abundante, y porque
en Burgos y toda aquella comarca todavía picaba \n
pe.<ite ) para tener cortes y celebrar los desposorios
de su hijo. Trajeron á la doncella caballeros y señores
que envió el rey hasta la raya del reino para acom{)a-
ñarla. Celehráronse los desposorios con rea! magnili-
cencia. Las edades eran desiguales (2) : don Enrique
de diez años, su esposa doña Catalina de diez y nue-
ve : cosa de ordinario sujeta á incon venien tes y daños.
Los hijos herederos de los reyes de Ingalaterra se Ua-
man príncipes de Gales. A imitación desto quiso el
rey que sus hijos se llamasen príncipes de las Astu-
rias , demás que les adjudicó el señorío de Baezay de
Andujar : costumbre que se continuó adelante, que
los hijos herederos de Castilla se intitulen principes
de las Asturías ; y así los llamará la historia.
En las cortes lo principal aue se trató , fue de jun-
tíir el dinero para las pagas del duque de Alencastre
(1) Se establecieron leyes muv importantes las cuales
gran parle se bailan insertas en Ja nueva RecopiUeion,
(1) El principe tenia i O años, y la princesa 14.
HISTORIA DE CSPAriA.
571
Dlóse traza que se repartiese un empréstito entre las
familias que antes eran pecheras , sm tocar á los hi-
dalgos, doncellas, viudas y personas eclesiásticas.
En recompensa otorgó el rey muchas cosas , en par-
ticular que á los que sirvieron en la guerra de Portu-
gal , como gneda dicho arriba , los mantuviesen en
sus hidalguías. Administrábanse los cambios en nom-
bre del rey; suplicóle el reioe que para recocer el di-
nero que pedia , lo encomendase á las ciudades. He*
cho el asiento y las paces , la duquesa doñaCostanza
hija del rey don Pedro , dejado el apellido de reina,
cun licencia del rey , y para verse con él, por el mes
<fe agosto pasó por Vizcaya y vino á Medina del Cam-
po. Allí fue muy bien recebida y festejada, como la
razón lo pedia. Para mas honralla demás de lo con-
certado le dio el rey por su vida la ciudad de Huete:
dádiva grande y real , mas pequeña recompensa del
reino que á su parecer !e quitaban. Presea tároüse
asimismo (aunque en ausencia ) magníficamente el
rey y el duque , en particular el duque envió al rey
una corona de oro de obra muy prima con palabras
muy corteses; que pues le cedía el reino, se sirviese
también de aquella corona que para su cabeza la-
brara.
Partiéronse después destola duquesa para Guadas-
lajara , cuya posesión tomó por principio del año
de i3S9: el rey se quedó en Madrid. Alli vinieron
nuevos embajadores de parte del duque de Alencas-
tre para rogaile 'se viesen á la raya de Guiena y de
Vizcaya. No era razón tan al principio de la amistad
negalíe loque pedia. Vino en ello, y con este intento
partió para allá. En el camino adoleció en Burgos,
«:on que se pasó el tiempo de las vistas y á él la volun-
tad de tenellas. Todavía llegó hasta Victoria, de^don-
de despidió á la duquesa doña Gostanza para que se
volviese á su marido. En su compañía para mas hon-
ralla envió á Pero López de Ayala y al obispo de Osma
y á su confesor fray Hernando de Illescas de la orden
de San Francisco con orden de escusallecon el duque
de la habla por su poca salud, y por los montes que
calan en el camino cubiertos de nieve y ásperos. La
paridad era que el rey temía verse con el au(}ue por
tener entendido le pretendia apartar de la amistad de
Francia: temía descompadrar con el duque si no con-
cedía con él ; por otra parte se le hacia muy cuesta
ttrríba romper con Francia , de quien él y su padre
tenían todo su ser : los beneficios eran tales y tan
frescos, que no se dejaban olvidar. No le engañaba su
pensamiento, antes el duque perdida la esperanza de
Terse con el rey, comunicó sobre este punto con los
i^nibajadores. La respuesta fue que no traían de su
rey comisión de asentar cosa alguna de nuevo : que
Se darían cuenta para que hiciese lo que bien le estu-
viese. Gon tanto se volvieron á Victoria > sin querer
aun venir en que los ingleses pudiesen (como las de-
más naciones) visitar la iglesia del apóstol Santiago,
fisto pareciera grande estrañeza , si no temieran por
lo q[ue antes pasara , no alterasen la tierra con su
venida ellos y sus aficionados , que siempre quedan
de revueltas semejantes, por la memoria del rey don
Pedro , y por el tiempo que los ingleses poseyeron
aquella comarca.
Por este tiempo á los trece de marzo en Zaragoza
al abrir las zanjas de cierta parte que pretendían le-
vantar en el templo de Santa Engracia*, muy famoso
y de mucha devoción en aquella ciudad , acaso halla-
Ton debajo de tierra dos lucillos muy antiguos con
sus letras, el uno de Santa Engracia , el otro de San
Lupercio. Alegróse mucho la ciudad con tan precioso
tesoro , y haber descubierto los santos cuerpos do
los patrones , prenda muy segura del amparo que
por su intercesión esperaban del cielo alcanzar. Hi-
ciéronse fiestas y procesiones con toda solemnidad
para honrar los santos , y en ellos y por ellos á Dios,
autor y fuente de toda santidad.
GAPITÜLO Xin.
La muerte del rey don Juan.
Las vistas del rey de Castilla y duque de Alencas-
tre se dejaron : juntamente en Francia se asentaron
treguas entre franceses é ingleses por término de
tres años. Pretendían estas naciones cansadas de las
guerras que tenían entre sí , con mejor acuerdo des*
Íiues de tan largos tiempos de consuno volver sus
uerzas á la guerra sagrada contra los infieles. Juntá-
ronse pues , y desde Genova pasaron en Berbería:
surgieron á la ribera de Aphrodisio , ciudad que vul-
garmente se llamó África : pusiéronla cerco y batié-
ronla : el fruto y suceso no fue conforme al aparato
que hicieron , ni á las esperanzas que llevaban. Es*
paña no acababa de sosegar : en la confederación
que se hizo con los ingleses, se puso una cláusula,
como es ordinario , que en aquellas paces y concier-
tos entrasen los aliados de cualquiera de las partes.
Juntáronse cortes de Castilla en segovia : acordaron
entre otras cosas se despachasen embajadores á Por-
tugal para saber de aquel rey lo que en esto pena-
ba hacer.
La prosperidad si es grande saca de seso aun á los
muy sabios^ y los hace olvidar de la instabilidad que
las cosas tienen : estaba resuelto de continuar la
guerra , y romper de nuevo por las fronteras de Gali-
cia. Soto por la mucha diligencia de fray Hernando
de Illescas uno de los embajadores , persona en aque-
lla era grave y de traza , se pudo alcanzar que se
asentasen treguas por espacio de seis meses. Falleció
á esta sazón en Roma á los quince de octubre el papú
Urbano Sesto. En su lugar dentro de pocos días los
cardenales de aquella obediencia eligieron al carde-
nal Pedro Tomacello natural de Ñapóles : llamóse
Bonifacio Nono. El Portugués luego que espiró el
tiempo de las treguas, con sus gentes se puso sobre
Tuy ciudad de Galicia puesta soore el mar á los con-
fines de Portugal. Apretaba el cerco , y talaba y ro-
baba la comarca sin perdonar á cosa alguna. El rey
de Castilla hostigado por las pérdidas pasadas nó
Sueria venir á las manos, ni aventurarse en el trance
e una batalla con gente que las victorias pasadas la
hacían orgullosa y brava. Acordó empero enviar con
golpe de gente á don Pedro Tenorio arzobispo de To-
ledo, y á Martin Yañez maestre de Alcántara, ambos
portugueses para meter socorro á los cercados : lle-
garon tarde en sazón que hallaron la ciudad perdida
y en poder del enemigo ; todavía su ida no fue en
vano, ca movieron tratos de concierto, y finalmente
por su medio se asentaron treguas de seis años con
restitución de la ciudad de Tuy, y de otros pueblos
que durante la guerra de la una y de la otra parte se
tomaron.
El año que se contó de nuestra salvación de i 390,
fue muy notable para Castilla por las cortes oue en
él se juntaron de aquel reino en la ciudad de uuada-
laíara, las muchas cosas y muy importantes que en
ellas se ventilaron y removieron. Lo prímero eí rey
acometió á renunciar el reino en el príncipe su hijo:
decía que hecho esto , los portugueses vendrian fá-
cilmente en recebir por sus reyes á él y á la reina
doña Beatriz su mujer. Sueñan los hombres lo que
desean : reservaba para sí las tercias de las iglesias
que le concediera el papa Clemente á imitación de su
competidor Urbano, que hizo lo mismo con el Inglés:
cada cual con semejantes gracias pugnaba de gran-
jear las voluntades de los príncipes de su obediencia.
Reservábase otrosí á Sevilla , Córdoba, Jaén, Murcia
y Vizcaya. No vinieron en esto los grandes ni las
cortes. Decían que se introducía un ejemplo muy
perjudicial , que era dejar el gobierno el que tenia
edad y prudencia bastante, y cargare! peso á un niño,
incapaz de cuidados : que de los portugueses no se
debia esperar harían virtud de grado, sí su daño no
672
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
los forzaba: que los tiempos se mudan, y si ana vez
sanaron; otra perderían, pues la guerra lo He va-
na así.
En segundo lugar se trató de los que faltaron á su
rey, y se arrimaron durante la guerra al partido de
JPortugal : acordaron se diese perdón general ; con-
fiaban que los revoltosos con sus buenos servicios re-
compensarían la pasada deslealtad, además que la
culpa tocaba á muchos. Solo quedó esceptuado desta
gracia el conde de Gijon, y en las prisiones que an-
tes le tenian. Su culpa era muv calificada, y de mu-
chas recaidas; el rey mal enojaao, y aun si el ejemplo
del rey don Pedro no le enfrenara, aue se perdió por
semejantes rigores, se entiende acaoara con él , que
perro muerto no ladra. Demás desto se acordó que
el reino sirviese al rey con una suma bastante para
el sustento y paga de la gente ordinaria de guerra,
porque acabadas las guerras se derramaban por los
pueolos. comían á discreción, robaban y rescataban
a los pobres labradores : estado miserable.
Para que esto se ejecutase mejor, reformaron el
número de los soldados en guisa que restasen cuatro
mil hombres de armas , mil y quíoientos ginetes,
mil arqueros con la gente necesaria para su servicio.
Que esta gente estuviese presta para la defensa del
reino, y se sustentasen de su sueldo, sin vagar ni
salir de sus guarniciones ni de las ciudades que les
señalasen. Desta manera se puso remedio á la soltura
de los soldados ; y para aliviar los gastos bajaron el
sueldo, que recompensaron con privilegios y liberta-
des oue les dieron. Quitaron la licencia á los natura-
les oe ganar sueldo de ningún príncipe estrafio : ley
saludable, y que los reyes adelante con todo rigor
ejecutaron. Acostumbraban los papas á proveer en
los beneficios y prebendas de España ¿ hombres ex-
tranjeros, de que resultaban dos inconvenientes no-
tables; que se faltaba al servicio de las iglesias, y al
culto divino por la ausencia de los prebendados , y
que los naturales menospreciasen el estudio de las
letras cuyos premios no esperaban: queja muy ordi-
naria por estos tiempos y que diversas veces se pro-
puso en las cortes , y se trató del remedio. Acordaron
se suplicase al papa Clemente proveyese en una cosa
tan puesta en razón y que todo el reino deseaba.
Los señores asimismo de Castilla , infanzones é
hijosdalgo, con las revueltas de los tiempos estaban
apoderados délas iglesias con voz de patronazgo: qui-
taban y ponian en los beneficios á su voluntad clérigos
mercenarios, á quien señalaban una pequeña cota de
la renta de los diezmos, y ellos se llevaban los demás.
Los obispos de Burgos y Calahorra por tocalles mas
este daño intentaron de remedialle con la autoridad
délas cortes y el brazo real. El rey venia bien en ello;
pero vista la resistencia que tos interesados hacían,
no se atrevió á romper ni desabrir de nuevo á los se-
cores, que poco antes llevaron muv mal otro decreto
que hizo, en que á todos los vasallos de señorío dio
libertad para hacer recurso por vía de apelación á los
tribunales y á los jueces reales ; además que se va-
lían de la inmemorial en esta parte, de los servicios
de sus antepasados, de las bulas ganadas de los pon-
tífices antes del concilio Lateranense, en aue se esta-
bleció que ningún seglar pudiese gozar de los diez-
mos eclesiásticos, ni desfrutar de las iglesias, aunque
fuese con licencia del sumo pontífice : decreto no-
table.
Las mercedes del rey don Enrique fueron muchas,
y grandes en demasía. Advertido del daño las cerce-
nó en su testamento en cierta forma , según que de
suso queda declarado. Los señores propusieron en
estas cortes que aquella cláusula se revocase, por
razones que para ello alegaban. £1 rey á esta deman-
da respondió que holgaba, y quería que las mercedes
de su padre saliesen ciertas : buenas palabras ; otro
tenia en el corazón , y las obras lo mostraron. A un
mismo tiempo llegaron á aquella ciudad embajadores
de los reyes de Navarra y de Granada. Ramiro de
Arellano y Martin de Ayvar pidieron en nombre del
Navarro que pues la reina doña Leonor su señora se
quedó en Castilla para convalecer con los aires natu-
rales , ]ra que tema salud á Dios gracias , volviese á
hacer vida con su marido, que no era razón en aaue-
11a edad en que podían tener sucesión, estar apartados;
en especial que era necesario coronarse, ceremonia y
solemnidad que por la ausencia de la reina se dilatara
hasta entonces. Al rey pareció justa esta demanda. Ha>
blócon su hermana en esta razón: que el rey su marido
pedia justicia ; por ende que sin dilación aprestase la
partida. Escusóse la reina con el odio que decía le te-
nia aquella ^ente: que no podía asegurar la vida en-
tre los que intentaron el tiempo pasado matalla con
yerbas por medio de un médico judío.
Al rey pareció cosa fuerte y recia forzarla voluntad
de su hermana ; vino empero á instancia de los em-
bajadores en que pues no tenían hijo varón, la infan-
ta doña Juana que era la mayor de las bijas , y su
madre la dejara en Roa , la restituyese á su padre.
Con esto el de Navarra despedido de recobrar su mu*
jer por entonces acordó coronarse en la iglesia Mayor
de Pamplona. La ceremonia se hizo á los trece de fe-
brero con toda representación de magostad. Ungié-
ronle á fuer de Navarra: levantáronle en hombros en
un pavés, y todos los circunstantes en alta voz le sa-
ludaron por rey. Hizo la ceremonia Pedro Martínez
de Salva obispo de aquella ciudad. Halláronse presen-
tes el cardenal don Pedro de Luna legado por el papa
Clemente y otros caballeros principales. Departe del
rey moro vino á Castilla por embajador el gobernador
de Málaga. Pretendía que antes que espírase el tiem-
po de las treguas puestas entre Castilla y Granada,
se prorogasen. Negoció bien, porque presentó larga-
mente caballos, jaeces, paños de mucho precio, y
otros adobos semejantes. Lo que bobo particular eñ
estas treguas , fue que las firmaron ios reyes y sus
hijos herederos de sus estados.
Don Pedro Tenorio arzobispo de Toledo á sus es-
pensas edificaba sobre el rio Tajo una hermosa puen-
te, que hasta hov día se llama la Puente del Arzobis-
po. Junto á la oora estaban unas pocas casas, por
mejor decir chozas , á manera de alquería. Agradóse
el rey de la obra , que era muy importante, y de la
disposición apacibl0, de la tierra cuando pasó á Se-
villa para hacer guerra á Portugal. Con esta ocasión
hizo el arzobispo instancia que diese franqueza i to-
dos los que viniesen allí á poblar. Otorgó el rev con
su demanda, y quiso que el pueblo se llamase VilU-
franca, y que gozase de la misma franca Alcolea , en
cu^o territorio se edificaba la puente. Espidióse el
privilegio ( que está en los archivos de la iglesia de
Toledo) en Guadalajara á los catorce de mano. A su
hijo menor el infante don Fernando demás del estado
de Lara que ya tenía, adjudicó de nuevo la villa de
Peñafiel con t/tulo de duque. Pusiéronle en señal del
nuevo estado en la cabeza una corona rasa sin flores
á diferencia de la real, si nien en esta era, no solo los
duques, pero los marqueses y condes graban en sos
escudos, y ponen por timbre ó cimera coronas que
se rematan en sus flores como la de los revés. El es-
cudo de armas que le señalaron, fue mezcudo de las
de Castilla y de Aragón , á propósito que se diferen-
ciasen de las del príncipe, y porque trauísu decenden-
cia de aquellas dos casas.
Las cortes de Guadalajara , que fueron tan céle-
bres ( 1 ) por las muchas cosas aue en ellas se trataron,
se despiaieron entrado bien el verano. Por el mes de
(1 ) Hirieron leyes para oorre^tr los diferentes aboses inlro-
dacidos en la administración de la josticia , y prohibieBdo
severamente los ayuntimientoa y 1 tiras, aunque se hideno
por el bien público.
HISTDBIA
medio que Tue de uiuguarauíDiMilD, aotcs perjudi-
oial , de ir ni bien de paz , ni biea de guerra : esto
esqneTiieseelrey deiantedepaz,; trasdélfueseel
ejército para allanar los rebeldes y mal intencio-
nados.
El obispo de la Gaardia , que es en la raya de Por-
tugal , estaba eo servicio de la reina. Dtósele el rey
su padre para que coa él comunicase todos sus se-
cr^os. Este prelado ae ofreció de dar llana al rey si:
ciudad. Antes de acometer esta jornada era necesa-
rioatajar en Castillalossiniestrosintentosde algunos.
A don Juan hermano legitimo del rey difunto de Por-
tui;a], que se habla pasadoá Castilla por miedo de la
reina como está dicho, puso el rey en el alcizar de
Toledo como en prisión , no por otro crimen , sino
porque sn nobleza y dereclio que podía pretender á
aquel reino, hacianque del se recatasen. Al conde
de tiijon le pusieron en prisiones en el casliilo de
Hontalvíin no lejos de Toledo, porque después de
perdonado tantas veces ae carteaba con los portugue-
ses , y trataba de rebelarse ; confiscáronle otrosí
toJos sus bienes y estado. Encomendóse su guarda
i don Pedro Tenorio arzobiiipo de Toledo , por cuyo
orden estuvo mucho tiempo preso en el castillo de
Almonacir tres leguas de Toledo.
Asentada? todas estas cosas , el rey_ y la reina se
fueron i Plasencia, y de alli con priesa pasaron á
Portugal. Los sacerdotes de la Guardia como lo pro-
metió et obispo ios salieron á recibir con cruces y
capas de iglesia , en altait voces dándoles el parabién
del nuevo reino , y rogando ¿ Dios le gozasen por lar-
gos años. El alcaide de la fortaleza liizo resistencia,
por no estar determinado en lo que debia hacer, has-
ta ver el suceso de aquellas alteraciones, y que partido
tomarían los demás. Antes de la venida del rey, Lis- :
viuda, por eulcnder que para reprimir las volunta-
des; intentos asi de ios grandes, como del pueblo,
era menester mayor fuerza que la suya.
Deste principio comenzó el pueblo á alterarse y
dividirse cu bandos , de que resultaron muertes du
muchos. El primero que mataron, Tue el conde de
Andeiro, á quien en el mismo palacio real dtú de
puñaladas el maestre de Avis ; la demasiada cabida
que con la reina tenia , de que muchos sentiun mal,
le empeciú y acirreú su perdición. Nunca paran en
pócelos alborotos : el vulgo deste principio pasó tan
adelante que sin ningún término ni respeto oieron al
tanto la muerte á doo Martin obispo de Lisboi en la
misma torre de la iglesia Mayor , donde se recogió
para escapar de aquel furor : no dudaron de poner
sus sacrilegas manos en aquel varón coi. sagrado, no
por otra culpa sino porque nació en Csslilla, y pare-
cía que noscntiabien deloxalborotosquesemovian
en Portugal , y que favorecía las parles del rey don
Juan : entre ¿ente furiosa el s.so suele dañar, y
entre los alevodos la lealtad. La reina doña Leonor
por recela no le hiciesen algún desacato con volun -
tad del maestre de Avis se saliú de la ciudad de Lis-
boa y sefué á Santareo.
En tan confusa tempestad y revueltas tangrandes
ningún lugnr se duba al consejo ni ala mesura: todo
to regia la saña y la locura, de que el pueblo estaba
lomado coinu de vino , y como bestja en zelo. El
maestre de Avis tenia parles aventajadas : era agra-
ciado, bien apuesto , corteí^ana, comedido, liberal,
y por el mismo caso bien quis I o generalmente; íinai-
menle sus calidades tales que suplían !a falta de no
ser legitimo. Por el contrario el rey don Juan bien
que manso y apacible , si no le alteraba alguna inju-
ria ; en el hablar, que es con loque se granjean las
voluntades, ypor esto lo hizo tan fácil la naturaleza,
era corto en demasía; por esta causa aunque con su
presencia luego que llegó ú Portugal se ganaron
Moneda íe don iuii
algunos , los mas se cstrañaron, como gente que es
la portuguesa de su natural apacible y cortés , cum-
plida y acostumbrada i ser traUdos con afabilidad
de íus reyes.
Déla Guardia al principio del año de 1384 pasó el
rey á Sentaren por visitará la reina su suegra, y ásu
instancia, y para tomar con ella acuerdo de lo que
se debia hacer, y como se podrían encaminar aoue-
llaa pretensiones. Acompañábanle quinientos ue á
caballo, bastante número para entrar de paz, mas
Sara sosegarlos alborotados muy pequeño. El con-
estable don Alonso de Aragón , el arzobispo de To-
ledo y Pero González de Mendoza, nombradas por
gobernadores del reino de Toledo en ausencia del
rey , no se descuidaban en hacer gente por todas
partes, y encaminar á Portugal nuevas compañías
de soldados. La mayor diíiculUd para la espedicion
de todo era la falta del dinero. Con las guerras y gas-
tos pasados el patrimonio real estaba consumido , y
todo el reino cansado de imposiciones. Acordaron
aprovecharse en aquel aprieto de las ofrendas muy
ncas y preseas del famoso templo de Guadahipe',
santuario muy devoto. Tomaron liasU en cantioad
de cuatro mil marcos de plata : ayuda mas de mala
sonada que grande, y principio del cual el pueblo
pronosticaba quelaempresaferiadeígraciada, y que
la Virgen tomarin emienda de los que despojaban su
templo , de aquel desacato y osadi».
Don Carlos infante de Navarra por no faltar ni deu-
do y amistad que tenia ron el rey de Castilla , y no
rnostrarse ingrato á los beneficios que del tenia rece-
bidos , se aprestaba para acudille con buen golpe de
552
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
8U gente. El de Aragón por su edad y aquejalle otros
cuidados v guerras a que le convenia acudir , acordó
estarse á la mira , en especial que comunmente los
príncipes llevan mal que ninguno de sus vecinos se
acreciente mucho , antes pretenden siempre balan^^
zar las potencias. En Portugal se hicieron grandes
consultas. Acordaron finalmente que la reina doña
Leonor renunciase en el rey su yerno la gobernación
de aquel reino. Lo que pareció seria medio para
allanarlo todo, fue causa de mayor alboroto. La no-
bleza y el pueblo aborrecían á par de muerte suje-
tarse con esto á Castilla por el odio que entre sí estas
dos naciones tienen. Lamentábanse de la reina, acu-
sábanle el juramanto que les tenia hecho, y la dis-
posición y testamento del rev su marido, eu que de-
jó prevenido lo que se debia nacer en esto.
El sentimiento era general, bien que algunos de
los principales como tenían que perder , no quisieran
se resolvieran la feria , y se mostraban de parte del
rey don Juan. Estos eran don Enrique Manuel conde
de Sintra, Juan Tejada, que fuera canciller mayor
de aquel reino , don Pedro Pereyra , prior de San
Juan de Portugal , por otro nombre de Ocrato , que
adelante en Castilla fue maestre de Calatrava , y con
^1 dos hermanos suyos Diego y Fernando , sin otros
algunos de los mas granados. Demás destos muchos
pueblos seguian esta voz , en especial la comarca to-
da entre Duero y Miño , por la buena diligencia de
Lope de Leira, que aunque nacido en Galicia , tenia
el gobierno de aquella tierra. Alonso Pimentel entre-
gó á Berganza , en cuya tenencia estaba : lo mismo
hicieron Juan Potocarrero y Alonso de Silva de otras
fuerzas que á su cargo tenían.
CAPITULO VIH.
Del cerco de Lisboa.
Las pretensiones del rey de Castilla en la manera
dicha procedían en Portugal hasta aquí sin daño no-
table. Tenían esperanza que todo el reino de confor-
midad haría lo que pedia la razón y el tiempo que
tiene gran fuerza ; pues constaba que si bien todos
se conformaban en un parecer , no eran bastantes
para hacer rostro al poder de Castilla , tanto menos
estando divididos en bandas y desconformes, camino
para mas presto perderse : esperanza que muy pres-
to se fue en flor , y finalmente prevaleció la parte
contraria , y los descontentos pasaron siempre ade-
lante ; en que se mostró claramente de cuanto mayor
eficacia es el valor que las fuerzas, la maña que todo
lo al. Los portugueses llevaban mal ser gobernados
por estraños , y mucho mas por los castellanos , por
la competencia que entre sí tienen , como acontece
entre los reinos comarcanos. Estrañabau mucho que
les quebrantasen las capitulaciones con que última-
mente asentaron la paz. Querellábanse que el infante
don Juan , en quien tenían puestos los ojos para
remedio de sus daños, le tuviesen arrestado en Toledo
sin alguna culpa suya , solo porque no les acudiese:
decían que pjor tener poca razón y justicia se valían
de la viuiencia y ensaño.
Loque solo les restaba, todos comunmente vol-
vieron los ojos y pensamiento al maestre de Avís que
era persona sa^az y de negocios, y que con su buena
manera y afabilidad sabía granjear las voluntades y
f)ren dallas. Conoció él la ocacion que Id ¡iresentaba
a gran afición del pueblo : ofrecióse á ponerse á
cuaiquier riesgo y trabajo por el bien común y pro
de la patria. Todavía los alborotados por entonces no
pasaron mas adelante de nombrar por su gobernador
al infante don Juan , que como queda dicho le tenían
preso en Toledo. Para mas alterar la gente sacaron
en los estandartes su retrato aherrojado y puesto en
cadenas : el cuidado de acaudillar la gente se encar-
gó al maestre de Avís. Decían que dona Leonor no
I era reina, ni su matrimonio con el rey era válido por
ser vivo su marido^ á quien el rey la quitó por su
hermosura sin otras ventajas de linaje y de valor , solo
para que fuese un tizón con que todo el reino se
abrasase : que por el mismo caso su hija doña Bea-
triz como bastarda era incapaz de la sucesión y de la
corona : que si la juraron, fue por condescender coa
la voluntad del rey su padre , á que no se podía con-
trastar : finalmente que su testamento cuanto á este
punto, no se debia guardar.
Todo esto pasaba en la ciudad de Lisboa que es-
taba ya declarada contra Castilla : arrima ronsele mu-
chos señores y fidalgos, unos al descubierto, otros
de callada : el que mas se señalaba, era Ñuño Alva-
rez Pereyra hijo del Prior de Ocrato Alvar Gouzalez
Pereyra y nieto de don Gonzalo Pereyra arzobispode
Braga , si bien sus hermanos seguian el partido de
Castilla. Era este caballero mozo brioso , de grande
ingenio, acertado consejo, y muy diestro y osado en
las armas ; fundador adelante después que alcanza-
ron la victoria , de la casa de Berganza la roas pode-
rosa de Portugal. Importa mucho la reputación en la
guerra: acordaron los levantados que el Ñuño Pereyra
con golpe de gente corriese las tierras de Castilla;
hízose asi : acudió gente del rey don Juan por su
orden : vinieron á las manos cerca de Badajoz, en
que los castellanos quedaron vencidos , muerto el
maestre de Alcántara don Diego Gómez Barroso:
huyeron don Juan de Guzman conde de Niebla y el
almirante Tovar ; el daño fue grande, pero muy ma-
yor la mengua y el pronóstico de los males que deste
principio se continuaron.
Don Gonzalo hermano de la reina viuda estaba en
Coimbra con guarnición de soldados. Acordó el rey
don Juan ir allá acompañado de las reinas madre é
hija , confiado que le abrirían luego las puertas : sa-
lió vana esta esperanza , ca el gobernador quiso mas
volver por su nación que tener respeto al deudo. Des-
ta burla quedó el rey muy sentido , tanto mas que
don Pedro su primo conde de Trastamara , é bíjo del
maestre don Fadríque se retiró del y se acogía á
aquella ciudad. Sospechóse que en esta huida ta?o
parte la reina doña Leonor, y que el conde se comu-
nicó con ella , que cansada de su yerno se inclinaba
á las cosas de Portugal. Por esto acordó envialla á
Castilla con noble acompañamiento para que estu-
viese en Tordesíllas : destierro y prisión honrada en
que murió adelante, y castigo del cielo en lo mismo
que hizo padecer á los infantes sus cuñados, yá
otros. Yace sepultada en Yalladolid en el claustro de
la Merced.
Hecho esto , se trató en consejo de capitanes so-
bre poner sitio á Lisboa . ciudad la mas rica de Por-
tugal, por serla cabeza ae aquel reino, y de presente
haberse recogido á ella lo mejor y mas granado con
sus haberes y preseas. Los pareceres no se canfor*
mabsn. Alguuos decían seria mas acertado difídír
el ejército que era grande en número de soldados,
eu muchas parles , acometer y allanar las demás
fuerzas y plazas de menos importancia: que allanado
lo demás, Lisboa seria forzada á rendirse; donde no,
la podrían con mayor fuerza cercar y combatir. Peit)
prevaleció el consejo de los que sentían se debia en
primer lugar acudir á aquella ciudad como á cabeza
del reino y raíz de toda la guerra, que ganada, no
hallarían resistencia en lo restante (Sel reino. Acu-
dieron pues al cerco. De camino talaron los campos,
quemaron las aldeas , prendieron hombres y ^aa-
dos , con que gran número de pueblos se rindieron
y entregaron. Llegados á la' ciudad , asentaron sus
reales y los berrearon en acuella parte do al presente
está edificado el monasterio de los Santos. Para mas
apretar el cerco por tierra y por mar armaron en Se-
villa trece galeras y doce naves, sin otros bajeles de
menor consideración.
HISTORIA DE ESPAÑA.
563
Entró esta armada por la boca del rio Tajo , y ecbó
anclas enfrente de la ciudad con intento de estor-
bar que no entrase por aquella parte alguna provisión
ni socorro á los cercados. La muchedumbre del pue-
blo era grande por ser aquella ciudad de suyo muy
populosa , y por los muchos que se recogieran á ella
<le todas partes ; por donde muy presto se comenzó
á sentir la falta de las vituallas y mantenimientos,
que suelen encarecerse por la necesidad presente,
V mucho mas por el miedo que cada uno tiene no le
filie para adelante. Los portugueses para acudir á
«sta necesidad salieron con diez y seis ¿aleras y ocho
naves que tenian aprestadas en la ciudad de Portu.
Ayudóles el viento que les refrescó , y la creciente
ilel mar muy favorable, con que por medio de los
enemigos, aunque con pérdida de tres naos , se pu-
sieron en parte que proveyeron bastantemente la
falta que de bastimentos padecían los cercados; prin-
cipio con que las cosas de todo punto se trocaron,
mayormente que el otoño fue muv enfermo , y mu*
chos adolecieron de los que alojaban en los reales,
por la destemplanza del cielo , y no estar los de Cas*
tilla acostumbrados á aquellos aires.
Por esta causa pareció al rey don Juan mover tra-
tos de paz : tuvieron habla sobre el caso P<;ro Fer-
nandez de Yeiasco por la una parte, y por la otra el
maestre de A vis que acaudillaba los alborotados. Di-
jéronse muchas razones, leúdanos que podian resultar
de la guerra , los bienes que se podian esperar de la
concordia. £1 maestre con el gusto que tenia de
mandar de presente , y la esperanza que se le repre-
sentaba de cerca de ser rpy , respondió finalmente á
la demanda que no vendría en ningún asiento de
paz, si á él mismo, no le dejasen por gobernador del
reino hasta tanto que dona Beatriz tuviese hiio de
odad bastante para poderse encargar de aquel go-
Uiemo. Que esto pedia el pueblo y pretendían los fí-
«lalgos; que si no otorgaban con ellos, él no podia
faltar á las obligaciones que tenia á los suyos y á su
patria. Las dolencias iban adelante , v ¿ manera de
peste de cada día morían no solo soldados ordinarios,
sino también grandes personajes, como don Pedro
Fernandez maestre de Santiago, y el que le sucedió
luego en aquella dignidad por nombre Ruy González
Mejia , el almirante Fernán Sánchez de Tovar , Pero
Kernandez de Yeiasco, y los dos mariscales Pero
Sarmiento y Fernán Aivarez de Toledo. ítem Juan
Martínez de Rojas : dias hobo que fallecieron docien-
tos mas y menos, con que el número de los soldados
menguaba y el ánimo mucho mas. Por esto los mas
l>ríncipales blandeaban , y aborrecían aquella ^erra
por ser entre parientes y contra cristianos. Quisieran
(fue de cualquiera manera se tomara asiento y se
concertaran las partes : finalmente los trabajos eran
tin grandes y la cuita por esta causa tal que fue for-
zoso levantar el cerco con mengua y pérdida muy
grande , y volver atrás.
Nombró el rey por n^ariscal á Diego Sarmiento
luego que falleció su hermano : encargóle la guarda
(ie Santarén con buen número de soldados : otros
capitanes repartió por otras partes, ca pensaba relia-
«terse de fuerzas , y muy en oreve volver á la guerra.
Hecho esto , la armada por mar y los demás por tierra
rn compañía del rey se encaminaron para Sevilla.
Pudieran recebir daño notable á la partida ( que las
piedras se levantan contra el que huye) sí los portu-
fineses salieran en su seguimiento : que pocos bien
gobernados pudieran maltratar y debhacer los que
iban tan trabajados; mas ellos se hallaban no menos
f^astados y afligidos que los contrarios , y tenían por
merced de Dios verse libres de aquel peligro y de
;iquel cerco, y aun como dicen, al enemigo que
huye , puente de plata. Hicieron procesiones así en
Lisboa como en lo restante del reino con toda solem-
nidad en acción de gracias por merced tan señalada.
Por este mismo tiempo el rey de Aragón no hacia
buen rostro á sus dos níjos de la primera mujer ios
infantesdon Juan y don Martin. Decíase comunmente
que la reina cómo madrastra con sus malas manas
era causa deste daño. Verdad es que el infante don
Juan había dado causa bastante ae aquel desgusto
por casarse como se casó contra la voluntad de su
padre arrebatadamente y de secreto con madama
Violante hija de Juan duque de Berri, sin hacer caso
de la reina de Sicilia , cuyo casamiento para todos
estaba muy mas á cuento ( 1 ). Quebró el enojó en
don Juan conde de Ampurias y yerno y primo de
aquel rey. Su culpa fue que los recogió en su estado
Eara que allí se casasen; por lo cual luego que el
ijo se redujo, y se puso en las manos de su padre y
él le perdonó aquella liviandad , revolvió contra el
conde , y le quitó la mayor parte del estado , que le
tenia asaz grande en lo postrero de España. No le
pudo haber á las manos , que se huyó a Aviñon en
una ffalera resuelto de tentar nuevas , esperanzas , y
con Tas fuerzas que pudiese juntar suyas y de sus
amigos recobrar aquel condado.
CAPÍTULO IX.
De la famosa batalla de Aljabarrota.
Corría el año de 1385 cuando el conde de Ampu-
rias avino aquella desgracia. Al principio del cual el
rey de Castilla con el deseo en que ardía de rehacer
la quiebra pasada , levantaba gente por todas partes
y armaba en el mar. Juntó un grueso campo por
tierra y una armada de doce galeras y veinte naves
para enseñorearse del mar y asegurar la tierra. Todo
procedía despacio á causa de una dolencia que le
sobrevino, de que llegó á punto de muerte; luego
empero que convaleció , y pudo atender á las cosas
de la guerra, dio mucha priesa para que todo lo ne-
cesario se aprestase. Vino á la sazón una nueva que
en cierto encuentro que los portugueses tuvieron
con la guarnición de Santarén , quedaron presos el
maestre de Avis y el prior de San Juan , alegría falsa,
y que muy en breve se trocó en dolor y pena, porque
se supo de cierto que los portugueses en la ciudad
de Coimbra habían alzado los estandartes reales por
el maestre de Avis, que era meter las mayores pren-
das y empeñarse del todo por no volver atrás.
El caso pasó en esta guisa. Juntáronse en aquella
ciudad las cabezas de los alzados para acordsr lo que
se debía hacer en aquella guerra. Concordaban todos
en que para hacer rostro á los intentos de Castilla
les era necesario tener cabeza, algún valeroso capí-
tan que acaudíllase el pueblo, ca muchedumdre sin
orden es como cuerpo sin alma. Añadían que para
mayor autoridad de mandar y vedar , y para que to-
dos se sujetasen , y aun para que él mismo se ani-
mase mas, y con mayor brío entrase en la demanda,
era forzoso dalle nombre de rey. Alegaban que la
república da la potestad real, v por el misino caso,
cuando le cumpliere, la puede quitar y nombrar
nuevo rey : mucnos y muy claros ejemplos , tomados
de la memoria de los tiempos en confirmación desto,
el derecho que la naturaleza y Dios da á todos de
procurar la libertad y esquivar la servidumbre : so-
bre todo que sí los contraríos confiaban en su dere-
cho y razón , ¿ por qué causa á tuerto fueron los
primeros á tomar las armas? que á ninguno es defen-
dido valerse de la fuerza coutra los que le hacen
agravio : no faltabun letrados que todo esto lo fun-
(i) Estuvo tres veces casado : primero con dolía Juana
híjaae Felipe de Valoís rey de Francia, después con dolía
Marta ó Mata hermana del conde Juan de Armeiíac , y últi-
mamente con doña Violante hija de Roberto duque de Bar,
que es la que aquí copiamos de su sello. Este don Juan es
3uien se dio el titulo de duque de Gerona que UeTnon
espucs los primogénitos de los reyes de Aragón.
tiulian en (krecbo cwa muclins ulcgackines ile leyes
Aivioaí y hunuDU.
La grandeza del ne^cio y li dificultad espantaba:
por dondenlgunos eran de parecer do quitaseu en el
reiiHJ á dona Beatriz , pues seria cou iahumana pri-
vtdla de tu herencia de so padre, temeridad irntar,
las fuerzas de Castilla , locura confiar de sí demasia-
do j do medirse con la razan. Que los enemigos an-
tes de venir í lasmanos j de ensangrentarse aaldrian'
» cualquier partido : las haciendas (i), las vidas y
la libertad quedaría ea mauo del vencedor. Por con-
conclusión que era prudencia acordarse de los tem-
porales que corrían, y medirse con las fuerzas, desear
lo mejor, y con paciencia acomodarse al estado pre-
sento. No faltabau en la jnnU votos en favor del
iu^nte don Juan, bien que m Toledo arrestado. De-
dan se debía tratar de su libertad, ategabau el común
acuerdo pasado : ¿qué otra cosa signiücaban aque-
llos e9tandartej?¿quéCDsaseo&%ciede nuevo para
mudar lo acordado una vez? pero este parecer co-
munmente desasradaba : & quépropúsilo hacer rey
al que ni los podia gobernar , ni acudílles en aquel
peligro, no ser ayuda, sino solo causa de guerra?
Con lauto major voluntad acndieron los votos al
maestre de Avb que presente estaba , y de cuyo valor
y maña todos muclio se pagaban.
Mi^^ky¡K
D. Juini.de AtiROO, ti €*uilvr. { relrjlo CMllnw) .
En San Francisco de Coimlira, do se tenia aquella
junta, le alzuron por rey á los cinco de abril con
apijuso general de todoslos que presentes se halla-
ron. Los mismos que sentían diversamente, eran lus
primeros á besalle In mano y hicelle tmto bomenaj'*
Mramostrarse leales, y que aprobaban su elección.
Publicaban que las estrellas del cielo y las profecía»
favorecían aquella elección, en particular que un
infante de odio meses al principio deilts revneltas
en Ebora se levanlú de la cana , y por tres veces en
alta voi dijo : donjuán rey de Portngkl. Lo cual in-
terpretaban en derecho de su deudo del maestre de
Avis : que asi suelen los liombres faTorecvr mm ttfi-
cjones , y por decir mejor, soñtr lo que dése». Lo»
portugucsPB como tan empeñados en iqael neRucin
que no podía ser mas, desde aquel dia en adelante
tomaron las armas con mayor brío y tanto mayor es-
peranza de salir con su intento cuanto menos les
quedaba de ser perdonados, y aun mnefios se nHv-
vian por ei deseo natural que todos los hombres tie-
nen de cosas nuevas y enhdo de lo (n^srate. La
comarca de Portugal . que está entre Dnero y Miño,
tnuT en breve se declaró por el nuevo rey, nnss se
le aUegsban por fuerza , los mas de la volontad.
Enturbióse esta alegría con la armada de Castilla
3ue del Andaiocia y de Vizcaya aportó á las maríDas
e Portugal , y se presentó delante la ciudad de Lis-
boa ; con que los castellanos quedaron señores de b
mar, y corrían aquellas riberas y los campos comar-
canos sin contradicción : cosa qne mucbo enfrenA la
alegría y los brios de los portugueses. Hallibase el
rey de Castilla en Córdoba : dende al principio del
estío envió la reina su muier á Avih , pues no podia
ser de provecho por tenelle la geiile perdida todo
respeto, y para qne no embarazase. A la misma sa-
zón, y á los primeros de julio , buen golpe de eecle
debajo la conducta de don Pedro Tenorio arzobispo
de Toledo y por urden del rey por la parte de C^-
ded-Rodrígo hizo entrada, y rompió por la comarca
de Viseo con gran daño de kñ natuiates , taks, robos,
deshonestidBaes que cometían loa siridadoa aia per-
donar á doncellas ni casadas. Verdad es qoe á la
vuelU cargó sobre ellos gente de Portugal, qne los
desbarataron y quitaron (oda la presa con muerte de
muchos delles.
Da pequeños principios se suelen trocar las cosas
en la guerra y aun los ánimos : fue así que los por-
tngueses con este buen suceso se animtroo mnctn
para liacer rostro en todas partes. En diversos luga-
res á un mismo tiempo tenían encuentros, en que
ya vencian los unos , ya los otros ; pero de cnalqnter
manera todo redundaba en daño de los naturales , y
principalmente deia geile del campo : loa unos y los
■ otros comían fi discreción; qoe era nn misenbif
estado y avenida de males. Juot<)se el ejército de
Castilla en Ciudad -Rodrigo ya que el ertJO estaba
adelante : solo faltaba el infante don Carlos bmúti
rey do Navarra , que se decía allegaría muy en breve
acompañado de mucha y muy buena gente. Consul-
taron en qué manera se haría la guerra. U» parece-
res eran diferentes como siempre acontece en cosas
grandes. Los mas cuerdos querian se escosaae h
batalla : que seria acertado dar lugar á que el íurw
de los rebeldes se amansase , y tiempo i>ára que vol-
viesen sobre sí. Ilecian qne los buenos intentos yb
razón se forülicn con la tardanza , y por ei contrario,
los malos s* enflaquecen. Que para domará Portu-
gal y sujelalle seria muy á propósito dalles ana Urp
guerra , talalles Us campos , quemalles las míeses , «
repartir por todas partes guarniciones de soldados.
Anadian que no debían mucho confiar en sos faenas
por ser los capitanes que al presente tenían , penis
moza, poco pliticos, y de poca esperiencia. por la
muerte de los que fallaron en el certode Lisboa, qne
era la flor de hi milicia , ademils de la falta de táwn
para hacer las pagas , y de la poca salud qoe el i»y
de ordinario tema, que en nin^uua manera deba
entrar en tierra de enemÍROs , ni bailarse á kis peli-
Kioíi y Irantca dudosos de la guerra , pues de su vida
salud depeiiiliun Ibs esperanzas de lodos , el bien
¡túblíco Y lürticular.
Esto decían ellos, cujo parecer ei tiempo y suceso
ite las coses mostró era mii; acertado ; |)ero preva-
leció el TOlo de los que como mozos lenian mas ca-
líente la sangre, por ser de mas reputación; personas
que con muchas palabras engrandedan las fuerzas
de Castilla j ahatian las de tos contrarios como de
cuaHí y gente allegadiza , y que tenia mas nembre
(le ejército que fuerzas bastantes. Que convenia
apresurarse porque con el tiempo no cobrasen fuer-
zas, y se arraigasen en guisa que la llaga se biciese
incurable. Sobre todo que seria inhumanidad dedam-
panr los que en Portugal seguían su Voi. las plazas
iiue se tenían por ellos , y las guarniciones de solda-
dos que las guardaban. A este parecer se arrimó el
rey, si bien el contrarío era mas prudente y mas
iicerlodo. En muchas cosas se cegaron los de Castilla
en esta demanda : permisión de Dios para castigar
por esta manen los pecados y la soberbia da aquella
gente. Debieran por lo menos esperar los sNorros
3ue de NaTirra les venina con su caudillo d infante
on Carlos.
Tomada enta resolución , partieron de Ciudad- Ro-
■Irigo , y en aquella parte de Portugal que se llama
Vera , se pusieron soore Ciltorico y le rindieron. Pa-
saron adelante , quemaron los arrabales de Coimbra,
y intentaron de tomar á Leyria que se tenia por la
reina de Portugal doña Leonor. Durante el cerco de
Cillorico , el rey con el cuidado en que le ponía sn
pocs salud, los trabajos y peligros de la guem,
otorgó BU testamento á los vemte y uno de julio. Bn
el mandó que los señoríos de Vizcaya y de Molina
Herencia de su miidre micdasen para siempre vincu-
lados y fuesen de los hijos mayores de los reyes de
Castilla. .Nombró seis personajes por tutores de su
lii^ y heredero don Enrique , doce gobernadores del
reino durante su menoridad. Ue la reina su suegra. y
de los infantes de Portugal don Juan y don Donís,
Je los hijos del rey don Pedro , y del liijo de don Fer-
nando de Castro, que tenia en Castilla presos, mandó
se hiciese lo que fuese justicia. Si los pretendía per-
donar , si castigalloe , la brevedad de su vida no dio
lugar i que se averiguase. Otras muchas cosas dejó
dispuestas en aquel testamento , que por bacelle ar-
rebatadamente lueroD adelante ocasión de alborotos
7 diferencias asaz.
Los portugueses con su campo eran llegadc. ..
Tomar, resueltos de arriscarse y probar ventura. Los
castellanos asimismo pasaron adelante en su busca.
Díéronse vista como a la mitad del camino , en que
los unos y los otros hicieron sus estancias y se forti-
licaron , los portugueses en lugar estrecho que tenia
un buen llano , y á los lados sendas barrancas bien
1 tondas que aseguraban los costados : los de á caballo
eran en número dos mil y docientos , ios {teooes diez
mil : los castellanos como quier que tenian nincba
mas gente, asentaron á legua y medía de un grao
llano descubierto por todas partes. Su conriunza era
de suerte que sin dilación la misma vigiliade la Asun-
ción se adelantaron puestas en urden sus haces para
presentar al enemigo ta batalla. El rey de Castilla iba
en el cuerpo de la batalla, los costados quedaron á
cargo deal^unos de los grandes que le acompañaban,
los cuales al tiempo del menester y de las puñadas no
fueron de |irovecho por la lüsposícion del lunar. Uon
Gonzalo Nuñez de Guzmau maestre de Alcántara
quedó de respeto con golpe de gente , y orden que
por ciertos senderos tomase á los enemigos por Ihs
espaldas. Pretendían que ninguno pudiese escapar de
muerto ú de preso: urande conliiinza, y desprecio
del enemigo demasiado y perjudicial.
Los portugueses se estuvieron en su puesto pnrn
pelear con vculain ; y por la estrechura , de loila su
líente formaron dos escuadrones: en la avunguardiu
DE espaS». sos
iba por caudillo Ñuño Alvarcz Pereyra ya condestable
de Portugal, nombrado por su rey en los miamos rea-
les para obligalle mas á hacer el deber : del otro es-
cuadren se encargó el mismo rey. Adelantáronse de
ambas partes con muestra de querer cerrar; repara-
ron empero los portugueses á Uro de piedra por no
salir al raso. Entonces el nuevo condestable pidió
habla i los contrarios con muestra de mover tratos
de paz. Sospechóse tenía otro en el corazón, que era
entretener y causar para aprovecharse mejor de los
enemigos , porque si oiea se enviaron personas prin-
cipales para oirlo v comunicar con él ningún efec-
to se hizo mas de gastar el tiempo en demandas y
respuestas.
te 1>. Jaial da Araioa.
Ed este medio entre los capitanes y personajes ur
Castilla se consultaba sí darían la batalla , si la deja-
rían para otro día. Los mas avisados y recatados no
querían acometer al enemigo en lugar tan desaven-
tajado , sino salir á campo raso v igual. Los m:is mo-
zos con el orgullo que les daba la edad y la poca es-
periencía , no reparaban en difitultad-alguna , todo
[o tenían por llano, y aun pensaban que como con
redes tenjan cercados á los enemigos para que niti-
guno se salvase. Serit bien no pasar en silencio el ra-
zonamiento muy cuerdo que hizo Juan de Ría natural
de Itorgoña, el cual como embajador que era delrey de
Francia , viejo de setenta anos, de grande prudencia
y autoridad seguía loa reales y el campo de Castilla.
Preguntado pues su parecer, habló en esta sustan-
cia : M Ai htt^ped y e^tranJero , cual yo soy , mejor In
nestá oír el (rárecer ajeno que hablar; mas por ser
«mandado diré lo que siento en este caso : liolgari»
ungrndar y acertar; donde no, pido el perdón debido
»á la ahcion y amor que yo tengo A h nación casle-
oG()
BlBLIOIECA DE GASPAR T ROIG.
allana , y también á esta edud , que suele estar libre
«de altivez y sospecha de liviandad ; que por haberla
ngastado en todas las guerras de Francia , me ha en-
Mseñado por esperiencia que ningún yerro hay tan
ngrave en la guerra como el que se comete en orde-
»nar el ejército para la batalla. Porque saber elegir
)>el tiempo y el lugar , disponer la gente por orden y
)>conc¡erto , y fortíGcalla con competente socorro es
Moficio de grandes capitanes. Mas victorias han ga-
))nado el ardid y maña que no las fuerzas. Nuestros
nenemigos , aunque menos en número, y de ningún
»valor como algunos antes de mí con muchas pala-
nbras han querido dar á entender, están bien pertre-
»chndos y se aventajan en el puesto : por la misma
»razon los cuernos de nuestro ejército serán de nin-
))gun provecho , ya es tarde y poco queda del dia. Los
nsoldados están cansados del camino, de estar tanto
nliempo en pié , del peso de las armas , sin comer ni
»beber por estar los reales tan lejos. Por todo esto
»mi parecer es que no acometamos, sino que nos es-
))temos quedos: sí los enemigos nos acometieren, pe-
»learemos en campo abierto ; si no se atrevieren, ve-
»)nida la noche , los nuestros se repararán de comida,
mIos contrarios , muchos de necesidad desampararán
»el campo por venir de rebato, sin mochilla y sustento
»mas de para el presen tendía. De noche no tendrán
nempachode huir, de dia temerán ser notados de
»icobardes. Yo aparejado estoy de no ser el postrero
»en el peligro, cualquier parecer <]ue se lome ; pero
))SÍno se pone freno á la osadía ( Dios quiera que me
nengane mi pensamiento) temóme que ha de ser
ncierto nuestro llanto y perdición , y la afrenta tal
uque para siempre no se borrará, o
Al rey parecíale bien este consejo ; mas algunos
señores mozos, orgullosos , sin sufrir dilación, antes
(le tocar al arma acometieron á los enemigos, y los
embistieron con gran coraje y denuedo. Acudieron
los demás por no los desamparar en el peligro. La
batalla se trabó muy reñida, como en la aue tanto
iba. A los castellanos encendía el dolor y la injuria
de habeiles quitado el reino : á los portugueses nacía
fuertes el deseo de la libertad , y tener por mas pesa-
do que la muerte estar sujetos al rey de Castilla y á
sus gobernadores. Los unos peleaban por quedar se-
ñores, los otros por no ser esclavos. Volaron primero
los dardos y jaras , tras estos vinieron á las espadas :
derramábase mucha sangre; peleaban los dea caballo
mezclados con los de á pié sin que se mostrase nadie
cobarde ni temeroso ; defendían todos con esfuerzo
el lugar que iina vez tomaron, con resolución de ma-
tar ó morir. El rey de Castilla por su poca salud ea
una silla en que le llevaban en hombros á vjsla de
todos, animaba á los suyos. El primer batallón de los
enemigos comenzó á mostrar flaqueza y ciaba : que-
ría ponerse en huida , cuando visto el peligro , el de
Portugal hizo adelantar el suyo diciendo á grandes
voces entre Tos escuadrones. ) o Aquí está el rey : á do
nvais soldados? qué causa hay de temer? Por demás
ues huir, pues los enemigos os tienen tomadas las
uespaldas : esperanza de vida no la hay sino en la es-
npada y valor. Estáis olvidados que peleáis por el bien
))de vuestra patria? por la libertad, por vuestros hijos
»y mujeres? Vuestros enemigos solo el nombre traen
)>cle Castilla, no el valor, que este perdióse el año
upasado con U peste. No podréis resistir á los prime-
oros ímpetus de los bisónos, aue traen no armas, no
nfuerzas, sino despojos que nejaros ? Poned delante
)>iús ojos el llanto, la afrenta y calamidades que de
'«necesidad vendrán sobre los vencidos , y mirad que
))no parezca me habéis querido dar la corona de rey
upara afrentarme, para burla, y para escarnio. »
Volvieron sobre sí los soldados animados con tales
razones, acudieron á sus banderas y á ponerse en
orden, con oue dentro de |>oco espacio se trocó la
suerte de la uatalla. Los capitanes de Castilla fueron
muertos á vista de su propio rev sin volver atrás, la
demás p;ente .como la que quedaba sin capitanes y
sin gobierno , murieron en gran número. El rey por
no venir á manos de sus enemigos subió de presto en
un caballo , y salióse de la batalla: tras él los demás
se pusieron en huida : fue grande la matanza , ca lle-
garon á diez ndl los muertos , v entre ellos los que
en valor y nobleza mas se señalaban. Don Pedro de
Aragón nijo del condestable, don Juan hijo de don
Tello , don Fernando hijo de don Sancho ; ambos pri-
mos hermanos del rey : Diego Manrique adelantado
de Castilla, el mariscal Carrillo, Juan de Tovar al-
mirante del mar , que en lugar de su padre poco an-
tes le había dado aquel cargo ; y dos hermanos de
Ñuño Pereyra maestre de Calatrava y don Diego, qae
siguieron el partido j bando de CastilU: ultra destos
Juan de Ría el embajador del rey de Francia, iodigno
por cierto de tal desastre, y que ciusó grande lásti-
ma : hoy de sus decendíentes y apellido en Borgoña
viven muchos y muy nobles y ricos personajes. Mu-
chos se salvaron ayudados de la escurídad de la no-
che , que sobrevino y cerró poco después de la pelea.
Destos unos se recogieron al escuadrón del maestre
de Alcántara, que sin embargo de la rota tuvo fuerte
por un buen espacio. Otros se encaaiinaron á don
Carlos hijo del rey de Navarra , que entrara en son
de guerra por otra parte de Portugal , por no poderse
hallar, ni allegar antes aue se diese la batalla: los
mas de la manera que pudieron , sin armas y sin or-
den se huyeron á Castilla. No costó á los portugueses
poca sangre la victoria : no falta quien escriba falla-
ron dos mil de los suyos.
El rey de Castilla, sacadas fuerzas de flaqueza, sin
tener cuenta con su poca salud : por la fuerza del
miedo caminó toda la noche sin parar hasta Sama-
ren , que dista por espacio de once leguas. De -allí el
dia siguiente en una barca por el rio Tajo se enca-
minó á su armada que tenia sobre Lisboa , y en elb
alzadas las velas se partió sin dilación. Llegó á Sevi-
lla cubierto de luto y de tristeza (i): traje que conti-
nuó algunos años. Recibióle aquella ciudad con li-
grimas mezcladas en contento; que si bien se dolían
de aquel revés tan grande, holgaban de ver á sd rey
libre de aquel peligro. Esta fue aquella memorable
batalla en que los portugueses triunfaron de las fuer-
zas de Castilla , que llamaron de Aljubarrota porque
se dio cerca de aquella aldea , pequeñft en vecindad,
pero muy celebrada y conocida por esta causa. Los
portugueses cada un año celebraban con fiesta par-
ticular la memoria deste dia con mucha razón: el
predicador desde el pulpito encarecía la afrenta v la
cobardía de los castellanos ; por el contrario el valor
y las proezas de su nación con palabras á las veces no
muy decentes á aquel lugar : acudía el pueblo con
grande risa y aplauso , regocijo y fiesta mas para tea-
tro y plaza que para iglesia : eiceso en que todavía
merecen perdón por la iibertad de la patria que ga-
naron , y conservaron con aquella victoria.
Los de Castilla se escusan comunmente , y dicen
, que la causa de aquel desmán no fue el esfuerzo de
los contrarios , no su valentía , sino el cansancio y
hambre de los suyos por comenzar tan tarde la pelea:
otros pretenden fue castigo de Dios (contra el cual no
hay fuerzas bastantes) que tomó de los que despojaron
el santuario muy devoto de Guadalupe: quieren decir
que aquella sagrada Virgen volvió por esta manera por
su casa. Después desta victoria todo Portugal se alla-
nó al vencedor. Santarén y Berganza,y otros mochos
pueblos y fuerzas cual por armas cual de ^do $e
rindieron ; con que el nuevo rey entabló su juef^ ^
§uisa que el reino que adquirió con poco derecho, ie
ejó firme y estable á sus sucesores : tanto puede y
(1 ) Vistió Inlo ccrc« ilo año y medio, y mandó que bina-
ran lo mismo su i va.'uiílos.
RlgTORlA DB ESPAÑA.
567
vale una buena cabeza , y en el aprieto una buena
determinación. Estuvo á esta sazón muy doliente^l
rey de Aragón en Figueras. Su edad, que estaba ade-
lante , y los trabajos continuos le tenían quebranta-
do. Después convaleció se mostró torcido con su hijo
el infante don Juan. El pueblo cargaba á la reina, que
tenia gran parte en estos desabrimientos, hasta {per-
suadirse tenia hechizado y fuera de sí á su marido.
El hijo mal contento se salió de la corte : llamó en
su favor y del conde de Ampurias despojado gente de
Francia, que fue nueva oiensa. El rey por esto le
i(uitó la procuración y gobernación del remo que so-
lían tener los hijos herederos de aouellos reyes. En
Aragón , según que de suso queda dicho , de tiempo
fintí^uo tienen un magistrado y juez que llaman el
; usticia de Aragón , para defensa de sus libertades y
ueros. y para enfrenar el poder y desaguisados que
lacen los reyes, á la manera que en Roma los tribu-
nos del pueblo defendían y amparaban los particula-
res de cualquier demasía y insolencia. Hizo pues el
infante recurso al justicia para que le desagravíase
de las injurias y injusticias que le hacían el rey al
descubierto, v de callada la reina. El justicia le am-
paró como á despojado violentamente en la posesión
de aquel oficio y preeminencia hasta el conocimiento
de la causa : debate que tuvo principio el año presen-
te, y se concluyó el siguiente. Volvamos á tratar lo
que sucedió en Castilla y en Portugal después de
aquella memorable y famosa jornada.
CAPITULO X.
Que los portugueses hicieron entrada en Castilla-
Nieva causa de temor 3rde cuidado, sobre las pér-
didas pasadas y el sentimiento muy grande , sobre-
vine al rey de Castilla y á los suyos; muestra de las
alteraciones á que están sujetas todas las cosas deba-
jo del cielo, y argumento de que las adversidades no
paran en poco, de un mal se tropieza en otro sin po-
derse reparar. Los portugueses como hombres deno-
dados que son , resueltos de ejecutar la victoria y se-
guir su ouena ventura, acordaron lo primero de enviar
una solemne embajada á Ingalaterra para hacer liga
ron el duque de Alencastre, pretensor antiguo déla
corona de Castilla por via de su mujer. Que las fuer*
zas de Castilla con dos pérdidas muy (grandes y jun-
tas , quedaban quebrantadas , los ánimos , otro que
tal, muy flacos, y muy caídos : que si juntaba sus
fuerzas con las de Portugal, podía tener por muy
segura la victoria, y por concluida su pretensión.
Entretanto que andaban estas tramas y se sazonaban,
por no estar ociosos, y no dar lugar á los contrarios
de rehacerse y alentarse, acordaron otrosí de conti-
nuar la guerra ; el nuevo rey de Portugal para suje-
tar lo que restaba , correr por todo el reino las reli-
quias y restante de los castellanos, como lo hizo muy
cumplidamente. Su condestable Nuno Pereyra con
buen número de gente rompió por las tierras del An-
dalucía haciendo correrías mal y daño , presas por
todas partes.
Salieron al encuentro Pero Muñiz maestre de San-
tiago, y Gonzalo Nuñez de Guzman oue ya era maes-
tre de Calatrava , y el conde de Niebla , y con lo que
quedaba de la pérdida pasada , encerraron á los ene-
migos oue traían menos gente y los cercaron como
con redíes cerca de un lugar llamado Valverde. Ellos
visto su peligro, comenzaron á temer y pedir partido;
Cambien la fortuna aquí les favoreció por un caso
no pensado , que al principio de la refriega mataron
el caballo al maestre de Santiago y después á él mis-
roo. Por tanto atemorizados los demás rehusaron la
pelea como cosa desgraciada, y los portugueses se
irolvieron sin daño á su tierra , alegres y ricos con la
presa que llevaban. Al condestable Ñuño Pereyra por
sus buenos servicios le dio el nuevo rey el condado
de Barcelos. En lugar de Pero Muñiz hizo el rey de
Castilla maestre de Santiago á Garci Fernandez de
Yillagarcia.
Restaba la guerra que amenazaba de parte de los
ingleses, que ponía al rey de Castilla en mayor cui-
dado de cómo se defendería. Vínose de Sevilla á Ya-
lladolid para hacer cortes. El deseo de venganza y
reputación suele calmar en semejantes aprietos: acu-
dió don Carlos hijo del rey de Navarra , principe va-
leroso, y agradecido para con su cuñado. Acordaron
que se hiciesen de nuevo levas de gente en mayor
número que hasta allí , que se armasen los vasallo's
conforme á la posibilidad^ de cada cual : que se hi-
ciesen rogativas para aplacar á Diosen lugar del luto
que traía el rey y le templó á suplicación de las cortes:
que dentro y fuera del reino procurasen ayudas , y
también dinero, de que padecían gran falta. Para esto
juzgaban que en Francia tendrían muy cierto el favor
y amparo. Despacharon embajadores , personas muy
nobles sobre esta razón.
Llegados al principio del año de 4386, en París
delante del rey y sus grandes con palabras lastimosas
declararon el trabajo de su patria : que de^nás de los
daños pasados , tales y tan grandes , de Ingalaterra
se les armaba de nuevo otra tempestad , a la cual
si á los principios no se atajaba , á manera de fuego
que de una casa salta en otras, primero abrasada
toda España, pasaría dende á Francia : que les pesa-
ba mucno de estar reducidos á tal término que fuesen
compeíidos á serles tantas veces cargosos sin mere-
cerlo sus servicies , que confesaban ser ningunos , ó
cortos por no dar lugaráello los tiempos: que tenían
en la memoria que don Enrique su señor adquirió
aquel reino con las fuerzas de Francia : la merced
hecha al padre era justo continualla en su hijo, y pen-
sar que desta guerra no dependía sola la reputación
y autoridad , sino la libertad, la vida, y todo su estado,
de que sin duda , si fuesen vencidos , serian despo-
jados.
Los grandes de Francia que presentes se hallaron,
oon su acostumbrada nobleza todos muy de corazón y
voluntad consultados respondieron que se debía dar
el socorro que aquel rey su aliado y amigo pedia: en
particular acordaron que fuesen de dos mil caballos,
y por capitán dellos Luis de Borbon tío del rey de
Francia de parte de madre , y cien mil florines para
las primeras pagas. Añadieron que si este socorro no
bastase p.ira la presente necesidad , prometían que
el mismo rey en persona acudiría con todas las fuer-
zas y poderes de Francia , y tomaría á sn cargo la
querella. El pontífice Clemente eso mismo desde Avi-
non escribió al rey don Juan una carta en que le con-
solaba con razones y ejemplos tomados de los libros
sagrados y de historias antiguas/ Don Pedro conde de
Trastamara , primo hermano del rey , oue se pasara
en tiempo de la guerra de Portugal del ejército real
á Coimbra , y de allí á Francia , volvió á esta sazón á
España ya perdonado. Poca ayuda era toda esta por
estar ya las fuerzas apuradas : la tardanza de los in-
gleses dio entonces la vida; con que la llaga seiba
sanando. El rey de Portugal se armó de nuevo, y puso
cerco sobre Coria : no la pudo ganar á causa que le
entró gente de socorro ; solo volvió á su reino carga-
do de aespojos.
En Se^ovia se tomaron á juntar cortes de Castilla
á propósito de dar orden en las derramas (1) que con-
venían hacerse para recoger dinero. En estas cor-
tes publicó el rey un escrito en forma de ley , en
que pretende animar y unir sus vasallos para to-
mar las armas en su defensa, y deshacer la preten-
(1) También se ordeoó castigo cootra los que hiciesen cor-
rer malas nuevas, y hablasen sin respeto de las personas
reales, permitiendo á las justicias abrir las carias para ave-
riguar los autores sediciosos.
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
568
sion del duque de Alencaslre. Entre otras razones
que alega una es la violencia de que usó el rey don
Sancho el Bravo contra sus sobrinos los hijos del in-
fante don Fernando : el deudo que el mismo tenia
con su mujer , en que en su vida nunca fue dispen-
sado : la ilegitimidad de las hijas del rev don Pedro,
como habidas en su combleza durante el matrimonio
de la reina doiía Blanca : por el contrario funda su
derecho en el consentimiento del pueblo , que dio la
corona á su padre , y en la sucesión de los Cerdas
despojados á tuerto. La verdad era que la reina su
madre fue nieta de don Fernando do la Cerda hijo
menor del infante don Femando, y nieto del rey don
Alonso el Sabio , y por mu^te de otros deudos quedó
sola por heredera ae sus estados y acciones. No de-
bió de hacer cuenta de don Alonso de la Cerda hijo
mayor del dicho infante , ni de su sucesión por la
renunciación que él mismo los años pasados hizo de
sus derechos y acciones.
Aceptó el de Alencastre el partido que de Portugal
le ofrecían , resuelto de aprovecharse de la ocasión
que el tiempo le presentaba : intentó pasar por Ara-
gón , y el do Castilla desque lo supo , de impedillo;
sobre lo cual de entrambas partes se enviaron emba-
jadores á aquel rey. Despedido pues de tener aquel
paso, en una armada pasó de Ingalaterra á España.
Aportó á la Coruña á los veinte y seis de julio. Entró
en el puerto en que halló y tomó seis galeras de Cas-
tilla : el pueblo no le pudo forzar á causa que el go-
bernador que allí estaba , por nombre Fernán Pérez
de Andrada natural de Galicia le defendió con mucho
valor y lealtad. Eran los ingleses mil y quinientos
caballos, y otros tantos arqueros (ca los ingleses son
muy diestros en flechar ) poca gente, pero que pu-
diera hacer grande efecto si luego se juntaran con
la de Portugal. Los dias que en aquel cerco de la Co-
ruña se entretuvieron fueron de gran momento pa-
ra los contrarios , sí bien ganaron algunos pueblos en
Galicia : la misma ciudad de Santiago , cabeza de
aquel estado y reino , se les rindió ; si por temor no
la forzasen, si por deseo de novedades, no se pua-
do averiguar. Lo mismo hicieron algunas personas
principales de aquella tierra , que se arrimaron á los
ingleses. Tenian por cierta la mudanza del príncipe
y del estado , y para mejorar su partido acordaron
adelantarse y ganar por la mano : traza que á unos
sube y á otros abaja.
El de Alencastre á ruegos del Portugués pasó final-
mente á Portugal. Echó anclas á la boca del rio Due-
ro. Tuvieron los dos habla en aquella ciudad de Portu,
en que trataron á la larga de todas sus haciendas.
Venían en compañía del duque su mujer doña Cos-
tanza y su hija doña Catalina , y otras dos hijas de
su primer matrimonio , Phílipa v Isabel. Acordaron
Í^ara hacer la guerra contra Castilla de juntar en uno
as fuerzas : que ganada la victoria , ae que no du-
daban , el reino de Castilla quedase por el Inglés
qua ya se intitulaba rey; para el Portugués en re-
compensa de su trabajo señalaron ciertas ciudades y
villas : mostrábanse liberales de lo ajeno , y antes
de la caza repartían los despoios de la res. Para ma-
yor seguridad y firmeza de la alianza concertaron
que dona Pliilipa casase con el nuevo rey de Portu-
gal á tal que el pontífice Urbano dispensase en el
voto de castidad , con que aquel príncipe se ligara
como maestre de A vis á fuer de los caballeros de Ca-
latrava. Grande torbellino venia sobre í^astilla, en
gran riesgo se hallaba: los santos sus patrones le am-
pararon ; que fuerzas humanas ni consejo en aquella
coyuntura no bastaran.
Hallábase el rey de Castilla en Zamora ocupado en
apercebirse para la defensa , acudía á todas partes
con gente gue le venia de Francia y de Castilla: pu-
blicó un edicto en que daba las franquezas de hidal-
gos á los que á sus espensas con armas y caballo sir-
viesen en aquella guerra por espacio de dos meses-
notable aprieto. A don Juan García Manríoue arzo-
bispo de Santiago despachó con buen numero de
soldados para que fortaleciesen á León , ca cuidaban
que el primer golpe de los enemigos sería contra
aquella ciudad por estar cerca de lo que los ingleses
dejaron ganado. Todo sucedió mejor que pensaban.
El aire de aquella comarca no muy sano , y la des-
temijlanza del tiempo sujeto á enfermedades^ fue
ocasion'que la tierra probase á los estraños , de guisa
gue de dolencias se consumió la tercera parte de los
ingleses. Además que como salían sin orden y desban-
dados á buscar mantenhnientos y forrage , los villa-
nos y naturales cargaban sobre ellos y los destroza-
ban ; que fue otra segunda peste no menos braTa
que las dolencias.
Así se pasó aquel estío sin que se hiciese cosa al-
guna señalada, mas de que entre los príncipes an-
duvieron embajadas. El inglés con un rey de armas
envió á desafiar al rey de Castilla, y requerille le
desembarazase la tierra , y le dejase la corona que
por toda razón le tocaba. El de Castilla despachó
personas principales , uno era Juan Serrano prior de
Guadalupe (ya aquella santa casa era de Gerónimos)
para que en Orense do el duque estaba , le diesen á
entender las razones en que su derecho estrivaba.
Hicieron e)los lo que les fue ordenado. La suma era
3ue doña Costanza su mujer era tercera nieta del rey
on Sancho, que se alzó á tuerto con el reino contra
su padre don Alonso el Sabio ; por lo cual le echó su
maldición como á hijo rebelde, y le privó del reino,
que restituyó á los Cerdas , cuya era la sucesión de
rechamente , y de quien decendia el rey su señor.
Otras muchas razones pasaron. No se trató de doña
María de Padilla, ni de su casamiento^ creo por huir
la nota de bastaroía que á entrambas las partes to-
caba. Repiquetes de broquel para en público : que de
secreto el prior de parte de su rey movió otro parti-
do mas aventajado al duque , de casar su hija y de
doña Coastaoza con el infante don Enrique que por
este camino se juntaban en uno los derechos de las
partes : atajo para sin dificultad alcanzar todo lo que
pretendían , que era dejar á su hija por reina de Cas-
tilla. No desagradó al Inglés esta traza, que venia tan
bien y tan á cuento á todos, si bien la respuesta en
público fue que á menos de restituille » el reino, no
dejaría las armas , ni darla oído á ningún género de
concierto : aun no estaban las cosas sazonadas.
CAPITULO XI.
Como fiíUecieroD tres reyes.
En este estado se hallaban las cosas de Castilla,
para caídas y tantos reveses tolerable. El ver que se
entretenían , y los males no les atropellaban en un
punto, de presente los consolaba, y la esperanza
para adelante de mejorar su partido hacia que el ene-
migo ya no les causase tanto espanto. A esta sazón
en lugares asaz diferentes y distantes casi á un mis-
mo tiempo sucedieron tres muertes de reyes todos
príncipes de fama. En Hungría dieron la muerte á
Carlos rey de Ñapóles á los cuatro de junio con una
partesana que le abrió la cabeza. El primer dia de
enero luego siguiente, principio del año 1387 , Cale-
ció en Pamplona don Carlos rey de Navarra, Sc^^do
deste nombre , bien es verdad que algunos señalan
el año pasado; mas porque concuerdan ei^ el dia, y
señalan nombradamente que fue martes , será forzo-
so no los creamos. Su cuerpo sepultaron en la i^sia
Mayor de agüella ciudad.
Cuatro días después pasó otrosí desta vida en Bar-
celona el rey de Aragón don Pedro , Cuarto deste
nombre : su edad de setenta y cinco años ; dello»
reinó por espacio de cincuenta y únanos menos die/
HISTORIA DI BSPAÍ^A.
557
gnndeía y la famt de los prindpet corren á las pa-
rejas : asi sus Tírtudes como sus ncios esUn a la
vista 4a todos , y cuanto es mayor y mas alto el lagar
tanto debe ser menor la libertad « por el ejempíoi
que si es malo, cunde y empece mucho.
No se le encubrieron á la reina ios intentos del
pontífice y sus traaas. Sabía muy bien el aborreci-
miento qne comunmente le tenían , ocuionado de la
torpea de su Tída. Recelábase por el mismo caso
que no tendría fuerzas bastantes para contrastar á
tan poderosos enemigos. No tenia sucesión , si bien
se casó cuatro veces : la primera con Andreasso , al
cual ella misma di6 la muerte : la segunda con Ludo-
vico príncipe de Taranto, deudos el uno y el otro
muy cercanos suyos : la tercera con don Jaime in-
fante de Mallorca , y últimamente tenia por marido
á Othon duque de nranzríque. Comunica con el
otro pontfGce Clemente, y habido con él su acuerdo,
determinó para desbaratar aquella tempestad y tor-
bellino que contra ella se armaba , valerse de las
fuerzas oe Francia. Para esto prohijó á Luis duque
de Anjou principe muy poderoso. Díóle titulo de du*
3ue deCakbría , que era el que tenían los herederos
e aquel reuio de Ñapóles. Hizose el auto de la adop-
ción con la solemnioad necesaria en el castillo de
aquella ciudad Uamado del Ovo , á los veinte y nueve
de junio. Principios de grandes alteraciones y guer-
ras que adelante resultaron , en que entró también á
la parte España finalmente, y el primer titulo que
tuvieron aquellos duques de Anjou para pretender
con tanta porfia y por tanto tiempo el reino de Ñapó-
les : traza enderatada para defenderse la reina, y
juntamente afirmar el partido del papa Clemente,
que á la una y al otro prestó poco.
Falleció por este tiempo á trece de julio el valeroso
caudillo Beltran Ciaquín : tomóle la muerte en los
reales , y en el cerco que tenia puesto sobre Castro-
nuevo pueblo de Bretaiía. Su linaje ilustre , sus ha-
zanas esclarecidas; su padre se llamó Reginaldo
Claqnin, señor de Bronio cerca de Rennes, ciudad
muy conocida en el ducado de Bretaña. El oficio de
condestable , que es muy preeminente en Francia, y
vacó por su muerte, se dió poco adelante á Oliverio
Clisson. Murió asimismo, á los diez y seis de setiem-
bre. Carlos rey de Francia en el bosque de Víncenas
3ue mandó en su testamento sepultasen el cuerpo
e ClaqnÍD junto al suyo en San Dionisio » sepultura
de aquellos reyes junto á París : honra muy debida
á lo mucho oue sirvió en su vida , y á su valor. Suce-
dió en aquella corona Caries hijo del difunto, Sesto
deste nombre.
Al rey de Portugal aquejaba el cuidado de lo que
seria de aquel reino después de su muerte. La eclad
estaba adelante , no tenía hijo varon , ni esperaba
tenelle. Doña Beatriz habida en la reiaa, de la cual
adelante se puso en duda si era legitima, en vida del
rey don Enrique quedó desposada con su hijo bastar-
do don Fadrique duque de Benavente. No quiso el
Portugués después de muerto el rey don Enrique
ua^r por estos desposorios , antes despachó sus om-
bajadores al nuevo rey de Castilla que volvía del An-
dalucfa para pedilie para su hija al infante don
Enrique, si bien era niño de pocos meses nacido:
acuerdo poco acertado , sujeto á grandes inconve-
nientes, por la edad de los novios tan diferente y
desigual. Todavía el rey don Joan no desechó aquel
partido por la comodidad queae presentaba de haber
el reino de Portugal por aquel camino y juntalle con
Castilla. Tratóse de las condiciones, y finalmente
en Soria donde se juntaron las cortes de Casti-
lla (i) , se concertaron eo los desposorios que al cabo
{i) Se establederon leyes eseelentes , qoe la mayor parte
Be bailan recopiladas; y el doctor Montalvo las iotrodojo eo
•a OráenamietUo.
TOMO I.
no surtieron electo. Prendieron por mandadodel rev al
adelantado Pedro Manrique : cargábanle ciertas plá-
ticas y iratns que decían tenia con don Alonso de
Aragón conde de Denia en perjuicio del reino. La
verdad es que murió en la prisión sin dejar hijos. Su-
cedióle en aquel cargo y en sus estados su hermano
Diego Mannque, merced que tenia bien merecida
por su valor y los servicios que hiciera en la guerra
de Navarra.
Era el re^ de Francia de (¡oca edad : tenia en su
lugar el gobierno de aquel reino Luis duque de An-
jou por avenlajarse á los otros señores de Francia y
por el deudo que alcanzaba con aquella casa real. Re-
celábase el rey de Aragón no quisiese con aquella
ocasión volver á la pretensión del reino de Mallorca
por el derecho que de suso queda tratado. Pero á él
otro cuidado le aquejaba mas, que era amparar la
reina de Ñápeles , y de camino asegurar para su casa
la sucesión de aquel reino : acudió sin embargo el
rey don Juan de Castilla , despachó embajadores á
Francia para tratar de conciertos. Dió oídos el de
Anjou á estas pláticas por quedar desembarazado
para la empresa de Italia. Asentaron que vendiese á
dinero el derecho que con dinero comprara , en que
el rej don Juan puso de su casa buena cantia en
gracia de su suegro , y por el deseo que tenia no se
altérese el sosiego de que en España ffozabfln.
Despachó otros! embajadores al soldán de Egipto
que de sq parte le bicieseo instancia pare que pusiese
en libertad á León rey de Armenia que tenia cautivo
y se le murieran en la prisión mujer y hija. Condes-
cendió el bárbaro con aquellos ruegos tan puestos
en razmi. Soltó al preso, que envió con cartas que le
dió soberbias y hinchadas en lo que de sí decía , hono-
ríficas pare el rey don Juan , cuyo poder y valor
encarecía, y le pedia su amistad. Vino aquel rey
despojado tres anos adelante primero á Frene» , den-
de á Castilla. Es muy nropio de grandes reyes levan-
tar ioi caídos , y mas los que se vieron en prosperidad
y grandeza. Recibióle el rey y hospedóle con toda
cortesía y regalo; y pare consuelo ae su destierro y
pasar k vida le consignó las villas de Madrid y Andu-
jar con rentas necesarias y bastantesj>are el sustento
de su casa. No paró mucho en España, antes dió la
vuelta á Francia con intento de pasar á Ingalaterra
para concertar aquellos reyes , y penuadilles que
deiadas entre sí las armas, las volviesen con tanto
mayor prez y gloria contra los enemigos de Cristo
los ínGeles de Asía. En esta demanda sin efectuar
cosa alguna le tomó la muerte , y le atajó sus trazas
como suele. En la iglesia de los mongos colesUnos
de París en la capilla mayor se ve el día de hoy un
arco cebado en la pared, con un lucillo de mármol
de obra prima con su letra que declare yace en él León
rey de Armenia.
CAPITULO IV.
Qae Castilla dió la obediencia al papa Clemente.
Estaba el mundo alteredo con el scismade los ro-
manos pontífices, y los principes cristianos cansados
de oír Jos lerdos de las dos partes. Loe escrúpulos
de conciencia , que cuando se les da entrada , se
suelen apoderar de los corazones , crecían de cada
día mas. El rey determinó de hacer cortes en Castilla
pare resolver este punteen Medina del Campo. Gran-
des fueron las diligencias que en ellas los legados de
ambas partes hicieron , por entender que lo que alH
se determinase, abrazaría toda España. No se con-
formaban los pareceres, unos aprobaban la elección
de Roma, otros la de Fundí : los mas prudentes juz-
gaban que como si liobiera sede vacante , se estu-
viesen á la mira -/y que esta causa 8o debía deiar
entere al juicio del concilio general. Entre estos da-
res y tomares parió la reina á los velóle y ocho de
bM
DIDMÚTECA ni G ASPAR T ROlfí.
noviembre un hijo que liaiaaron don Femando , que
en noblexa de corazón y prosperidad de todas sus
empresas escedió á los príncipes de su tiempo , y lle-
gó á ser rey de Aragón por sus partes muy aTenta*
jadas.
Vinieron también á estas cortes gran número de
monges benitos : quejábanse gue algunos señores á
titulo de ser patrones desús ricos y grandes conven-
tos les hacían en Castilla la Vieja grandes desafueros,
ca les tomaban sus pueblos y imponían á los vasallos
nuevos pechos , avocaban á sí las causas criminales
y civiles , y todas las demás cosas hacían á su parecer
y albedrio contra toda orden de derecho, y contra las
costumbres antiguas. Señaláronse jueces sobre el
caso , varones de mucha prudencia , que pronuncia-
ron contra la avaricia y insolencia de los señores , y
decretaron que á ninguno le fuese licito tocar á las
posesiones y rentas de los conventos , y que solo el
rey tuviese la protección dellos ; la cual se guardó
por el tiempo de su reinado.
Entre los cardenales que siguieron las partes de
Clemente , fue uno don Pedro de Luna hechura del
pontífice Gregorio , de muy noble alcuña entré los
aragoneses, de vivo y grande ingenio , y muy letrado
en derechos. Por esta causa Clemente le envió por
su legado á España al principio del año de i 381 por
ver SI con su buena maña v letra podía atraer nues-
tra nación á SU parcialidad y devoción. En Aragón
salió en vacio su trabajo por no querer resolverse en
tan grande duda el rey y sus grandeá : con el rey de
Castilla tuvo mayor cabida. Juntáronse en la corte los
varones mas señalados del reino, y gastados muchos
días para la resolución deste negocio, Onalmente en
Salamanca , para do trasladaron la junta, á veinte de
mayo dieron por nula la elección de Urbano, y apro-
baron la de Clemente , que residía en Aviñon , como
legal y hecha sin fuerza; en que parece atendieron
á que residía cerca de España, y á la amistad del rey
de Francia mas que á la equiaad de las leyes.
Muelles tuvieron por mal pronóstico y por indicio
de que la sentencia fue torcida , la muerte que vino
á esta sazón á la reina dooa Juana madre del rey,
santísima señora , y tan limosnera que la llamaban
madre de pobres : en su viudez trajo hábito de mon-
ja, con que también se enterró. Hízose el enterra-
miento en Toledo junto á don Enrique su marido
con célebre aparato mas por las lágrimas y senti-
miento del pueblo que por otra alguna cosn. Clemen-
te trabajaba de traer á España á su devoción , como
está dicno; y al mismo tiempo en Hallase mostraban
grandes asonadas de guerra. Don Carlos duque de
Durazo vino de Hungría á Italia al llamado del pontí-
fice Urbano : diéronle los florpntines gran suma de
dinero porque no entrase de guerra por la Toscana.
En Boma le dio el ponlííicc título de senador de
aquella ciudad, y la corona del reino de Ñapóles. Allí
desde que llegó , le sucedieron las cosas mejor de lo
que él pensaba , que todas las ciudades y pueblos
abiertas los puertas le recibían, hasta la misma no-
bilísima y gran ciudad de Ñapóles.
La reina por la poca conGanza que hacia asi de su
ejército como de la lealtad de los ciudadanos , se hizo
fuerte por algún tiempo en Castelnovo. Othon su
marido fue preso en una batalla que se arriscó á dar
á los contrarios : con que la reina , perdida toda con-
fianza de poderse tener, se rindió al vencedor. Pu-
siéronla en prisiones , y poco después la colgaron
de un lazo en aquella misma parte en que ella hizo
dar garrote á su marido Andreasso. Muerta la reina,
dieron libertad á Othon para que se fuese á su tier-
ra : con esta victoria la parte de Urbino ganó mucha
reputación. Parecía que Dios amparaba sus cosas , y
menguaba las de su competidor. Había entrado en
Italia el duque de Anjou con un grueso campo ; fa-
lleció empero de enfermedad en la PuUa , provincia
del reino de Ñápeles : cen su muerte se regalaron y
fueron en flor sus esperanzas y trazas.
Don Luis ÍD&nte de Navarra tenía deudo con Car*
los el nuevo conauistador de aquel reino , ea estaban
casados con dos hermanas, como se tocó de suso. No
pudo hallarse en esta empresa, ni ayudarle por estar
ocupado en la guerra que en Ática Imcia con espe-
ranza de salir con el ducado de Atenas y Neupatris,
por el antiguo derecho <{ue á él tenían los reyes de
Ñapóles ; mas los principales de aquella provincia,
por traer su descendencia de Cataluña se ínclínalKiD
mas á los aragoneses , y no cesaban de llamar ya por
cartas, ya por embajadores al rey de Aragón pan
que fuese ó enviase á tomar la posesión deaqoel es-
tado y provincia, como finalmente lo hizo.
CAPITULO V.
Be lagnerrade Portugal.
Una nueva tempestad y muy brava se armó en Es-
paña entre Portugal y Castilla , que puso las cosas
asaz en grande aprieto, y al rey clon Juan en condi-
ción de perder el reino. Ligáronse los portugueses y
ingleses juntaron contra uastilla sus fuerzas y ar-
mas. Pensaban aprovecharse de aquel rey por su
edad que no era mucha , y no faltaban descontentos,
reliquias y remanentes de las revueltas pasadas. Los
ingleses pretendían derecho y acción á la corona
por estar casado el duque de Alencastre con la hija
mayor del rey don Pedro : el de P(»rtugal llevaba mal
que le hobiesen. ganado por la mano , y cortado las
pretensiones que tenia á aquel reino de Castilla , éso
parecer no mal fundadas , además que al rey doo
Juan tenia por descomulgado por sujetarse , cooio
seguía al papa Clemente, ca en Portugal no recoao-
ciansinoá Urbano.
Aprovechóse de esta ocasión don Alonso conde de
Gijon para alborotarse conforme á su condición, j
alborotar el reino. Su hermano el rey don Joan por
que de pequeños principios, si con tiempo do s^
atajan , suelen resultar muy graves daños, acudió á
la hora á Oviedo cabeza de las Asturias para sosef^
aquel mozo mal aconsejado. Junto con este mandó
hacer gente por tierra , y armar por el mar para por
entrambas partes dar guerra á Portugal , y aesban-
tar sus intentos , ñor lo menos ganar reputación. Lft^
bulUcios del conae fácilmente se apaciguaron, y ¿I
se allanó á obedecer : sí de corazón , si con doblez,
por lo de adelante se entenderá. Hacíase la masa de
la gente en Simancas. Acudió ei rey desde que sapo
que estaba todo á punto : marchó con su campo i:»
vuelta de Portugid ; púsose sobre Alinoyda, villa qn"*
está á la raya , no lejos de Badajoz. £1 sitio y las nio-
rallas eran fuertes, y los de dentro se defendían con
valor , que fue causa de ir el cerco muy á la larga.
Por otra psrte diez y seis galeras de Castilla se encon-
traron con veinte y tres de Portugal. Diese la batalla
naval, que fue muy memorable. Vencieron los casl^
llanos : tomaron las veinte galeras contrarías, y «o
ellas gran número de portugueses con el misma g<^'
neral don Alfonso Tellez conde de Bareelos.
Fuera esta victoria asaz importante por quedarlos
de Castilla señores de la mar , y los enemigos ame-
drentados , si el general castellano que era el almi-
rante Ferurin Sánchez de Tovar, la ejecutara á fuf'
de buen guerrero ; pero él contento con lo hecho, dio
la vuelta á Sevilla : con oue los portugueses tuvieron
lugar de rehacerse , y la armada inglesa tiempo de
aportará Lisboa, que fue el daño doblado. Toda^i^
el rey don Juaa animado con tan buen principio» !^
confiado que serían semejables los remates, acorde
emplazar la batalla á los contraríos. Escribióles con
un rey de armas un cartel desta sustancia : qQ^^^*
bia era venido á Portugal Emnndo conde de Canti-
brigia en lugar de su hermano el duque de Alencastn,
HISTORIA DE ESPA.NA.
Sd»
acooipafiado de gente lucida y brava : que si confia-
ban en la justicia de su querella v en el valor de sqs
soldados , se aprestasen á la batalla , la cual les pre-
sentaría iueffo que se apoderase de Almoyda , y para
cooibatillos les saldría al encuentro espacio de dos
jornadas, conÓado en Dios que volyeria por la justi-
cia y por su causa.
Deseaban los ingleses venir á las manos como frente
briosa y denodada; entreteníalos empero la falla de
caballos, que ni los traían en la armada, ni los po-
dían tan en breve juntar en Portugal. La respuesta
fue prender al rey de armas contra toda razón y de-
recho. Cerraba en esta sazón el invierno , tiempo
poco á propósito para estar en campaña. Retiróse
sin hacer otro efecto el rey de Castilla, resuello do
volver á la guerra con mas gente y mayor aparato
luego que el tiempo diese lugar , y abriese la prima-
vera del año de 4382. Toreó el conde de Gijon mozo
liviano á alborotarse , retiróse á Berganza para estar
mas seguro y con mas libertad : desamparáronle los
suyos que llevó consigo. Esto y la diligencia de don
Alonso de Aragón conde de Denia y marqués de Vi-
llena, que se puso de por medio, fueron parte para
que se redujese á obediencia , y el rey su hermano
segunda vez le perdonase. Al tercero por este servi-
cio y por otros nombró por su condestable , cosa
nueva para Castilla , éntrelas otras naciones y reinos
muy usada : crió otrosí dos mariscales, que eran
como los legados antiguos y los modernos maestres
de campo , sujetos al condestable : estos fueron Fer-
nán Alvarez de Toledo, y Pero Ruiz Sarmiento. Pre-
tendía el rey como prudente con estas honras animar
á los suyos, y juntamente hermosear la república, y
autorizalla con caraos semejantes y preeminencias.
Pasóse en esto el invierao : la masa de la gente se
hizo segunda vez en Simancas. La fertilidad de la
tierra y su abundancia era á propósito para sustentar
el ejército y proveerse^de vituallas: luego que todo
estuvo en órdíen , el rey con toda priesa se enderezó
la vuelta de Badajoz por tener aviso que ios enemigos
pretendían romper por aquella parte , y que eran
llegados á Yelves distante de aquella ciudaa tres le-
guas solamente. Traía el rey ae Portugal tres mil
caballos, y buen námero de infantes : los ingleses
otrosí eran tres mil de á calmilo, y otros tantos fle-
cheros. En el campo de Castilla los liombres de armas
llegaban ¿ cinco mil y quinientos caballos ligeros, el
número de la gente de á pié era muy mayor, todos
muy diestros , ejercitados eo las guerras pasadas,
«icostumbrados á vencer , y sobre todo con gran ta-
lante de venir á las manos y á las puñadas , y con las
armas humillar el orgullo de los contrarios que em-
prendían mayores cosas que sus fuerzas alcanzaban.
Todavía el rey de Castilla por ser manso de con-
dición, y por no aventurar lo que tenia ganado ,'en
el trance de una batalla , acordó de requerir á los
eoemigos de paz. Para ello euvíó á don Alvaro de
Castro para avisar seria mas espediente tomar algún
asiento en aquellas diferencias , que poner á riesgo
la sanpe y la vida de sus buenos soldados, que la
victoria seria de poco provecho para el que venciese,
?r al vencido acarrearía mucho daño : finalmente que
as prendas de amistad y parentesco eran tales que
debían antes del rompimiento atajar los males que
;9menazaban, y acordarse cuáles y cnén tristes po-
drían ser los remates, si una vez se ensangrentaban.
Por esto juzgaba, y era así, que á cualquiera de las
dos partes vendría mas á cuento componer aquel de-
bate por bien que por las armas. Los ingleses daban
de buena gana oídas á estas pláticas por estar pesan-
tes de haber emprendido aquella guerra tan dificul-
tosa y tan lejos de su tierra, si bien demás del reino
«]e Castilla que pretendían , les ofrecían el de Portu-
gal en dote de la infanta dona Beatriz, que pospues-
tos Jos demás concierlos daba su padre intención de
casaila con Duarle hijo de Emundo conde de Canta-
brigia.
Tratóse pues de concierto . en que intervinieron
personas principales de las dos naciones , por cuya
industria se conformaron en las capitulaciones si-
guientes : que doña Beatriz de nuevo desposase con
el infante don Fernando hijo menor del rey de Cas-
tilla; pretendían por este camino que el reino de
Portugal no se juntase con Castilla, como fuera ne-
cesarío , si casara con el hijo mayor : que los prisio-
neros y las galeras que se tomaron en la batalla naval,
se volviesen al de Portugal : demás desto que el rey
de Castilla proveyese de iu*mada y de flota , en que
los ingleses se volviesen á su tierra. Pudieran parecei-
pesadas estas capitulaciones al rey de Castilla que se
hallaba muy poderoso y pojante , mas ordinariamente
es acertado prevenir los sucesos de ia guerra , que
pudieran ser muy perjudiciales para España ; y no
hay alguno tan amigo do pelear que no liuelgue mas
de alcanzar lo que pretende con paz, que por medio
de las armas. Por todo esto el de Castilla se inclinó á
la pnz y aceptar aquellos partidos ; y aun entresó ai
de Portugal en rehenes personas muy principales
para seguridad que se cumpliría enteramente lo con-
certado : con que por entonces se impidió la batalla,
y juntamente se dio fin á aquella guerra que amena-
zaba grandes males.
CAPITULO VI.
De la muerte del rey de Portugal.
El contento que resultó destas pnces , se destem-
pió muy en breve por causa de algunas muertes que
se siguieron de grandes personajes : tal es nuestra
fragilidad. El rey don Juan se fué al reino de Toledo,
y estaba enfermo en Madrid, cuando murió en Cue-
jlar villa de Castilla la Vieja su mujer la reina doña
Leonor de parto de una hija que vivió pocos dias. El
sentimiento y llanto del rey y de todo el reino fue es-
iraordinario por ser ella un espejo de castidad y san-
tidad. Sepultaron su cuerpo en Toledo en la capilla
de los reyes. Esta muerte dio ocasión al rey de Por-
tugal de' tomar nuevo acuerdo, y alterar el primer
capítulo de los conciertos pasados. El rey de Castilla
aunque tenia dos hijos , quedaba viudo y en la flor
de su edad. Envióle embajadores para ofrecerle por
mujer á doña Beatriz su hija. Parecióle que con o.ste
vinculóse daría mejor asiento á la nueva amistad , y
á la sucesión del reino de Portugal : que era cosa
larga esperar que el infante don Fernando fuese de
edad para casarse; y que en el entretanto podían
intervenir cosas que impidiesen el casamiento, y des-
¡laratasen todas las trazas : concertáronse pues fácil-
mente. Entre las demás capitulaciones fue una que
por muerte del rey don Fernando gobernase á Portu-
gal la reina viuda hasta tanto que ia infanta tuviese
hijo de edad competente. Señalóse para las bodas la
ciudad de Yelves , en que poco antes se dio asiento
en la paz.
Esto pasaba en España al remate del año. En el
mismo tiempo en el Ática tenían sus rencuentros de
armas los navarros y aragoneses sobre el principado
de Atenas y de Neopatria. Philipe Dalmao vizconde
de Rocaberti general de la armada aragonesa allanó
aquel estado al rey , ca mató y echó fuera de aque-
llas tierras toda la gente de guarnición de los navar-
ros, y dejó en ella con suficiente presidio á Román
de Villanueva que quedó por gobernador : con que
él pudo dar la vuelta. En Sicilia andaban también las
cosas alteradas, porque Artal de Aiagon conde de
Mtslreta por la mucha autoridad y poder que en aque-
lla isla alcanzaba , quería á su voluntad casar á la
reina, y poner de su mano á miien él quisiese en cl
reino. A este fin llamó de Lomuardia á Juan Galeazo,
que aun no era duque de Milon ; pero él no pudo ha-
5G0
BIULIOTL'CA DE GASPAR T IIOIG.
cer este viaje» tii acudir con presteza, porque las
saleras de Aragón los aíios pasados en el puerto de
Pisa le babian tomado su armada. Los señores de
Sicilia llevaban muy mal que don Arlal quisiese
mandar tanto , y que solo él pudiese mas que todos
lus demás juntos.
Don Gamen Ramón de Moneada (comunicado sn
intento con el rey de Aragón) de secreto entró en
Cattmia, y apoderándose de la reina, la llevó á Au-
gusta , que era una de las fuerzas de su estado , fuerte
por su sitio que está sobre la mar , por sus murallas,
y ])or la grande guarnición qne en ella puso de cata-
hmes que el rey le envió con el capitán Hoger de
MoDcaaa. Don Artal visto que con esto le burlaban
sus trazas , acudió con furor y rabia : púsose sobre
Augusta, y combatíala por tierra y por mar. Avino
muy á propósito que Dalmao á la vuelta de Grecia
aportó á Sicilia. Supo lo que pasaba , y con su arma-
da forzó al enemigo á alzar el cerco : con tanto puso
á la reina en sus galeras, tocó á Cerdeña, y nnal-
mente llegó con ella á salvsmento á las riberas de
Espaiía. La reina casó adelante en Aragón : con que
á cabo de años los reinos de Sicilia y Aragón se vol*
vieron á juntar con ñudo muy mas fuerte y mas
duradero que antes.
Don Garlos hijo mayor del rey de Navarra todavía
le tenian arrestado en Francia : intercedió el rey de
Castilla para que el Francés le pusiese en libertad , el
cuul otorgó con ruegos tan Justos ; con esto aquel
príncipe junto con el deudo (ca eran cuñados) quedó
tan obligado y reconocido que por toda la vida con
muy buen talante acudió á las cosas de Castilla. Lle-
^ó a Pamplona por principio del año que se contó de
Cristo i 383. Regocijaron su venida todos los de aquel
reino como era razón. El rey sa padre eso mismo con
la edad se mostraba roas acuerdo , y emendaba con
bnonas obras las culpas de la vida pasada. En Pam-
plona y en otros lugares quedan memorias desta
mudanza de vida , con qne procuraba aplacar á Dios,
y ai'erca de los hombres borrar la infamia y mala voz
que corría de sus cosas por todas partes. Cargábanle
por lo menos que trató de dar verbas al rey de Fran-
cia su cuñado, á los duques (fe Borgoña y de Berri,
y al conde de Fox ; si con verdad , o levantado (lo quB
inns creo) no se puede averiguar : lo cierto es que
aquellos rumores le hicieron grandemente y en to-
das partes odioso.
Las bodas del rey de Castilla con la infanta de Por
lugal se celebraron en el lugar señalado : el concurso
de las dos naciones fue crande, las fiestas y regocijos
al tanto, si bien el rey de Portugal no se pudo hallar
por causa de estar á la sazón doliente. El conde de
Gijon don Alonso conforme á sus mañas volvía á re-
volver la feria en las Asturias, mozo mal ioclinado y
bullicioso : envió el rey alguna gente que allanasen
aquellos alborotos; y él dio la vueltü para Segovia á
tener cortes á sus vasallos. Los bullicios de las Astu-
rias fácilmente se sosegaron , y el conde se redujo al
deber. En las cortes ninguna cosa se estableció (Oq^b
se sepa , de mayor momento, salvo que á imitación
de los valencianos , que en esto ganaron por la mano
á los demás pueblos de España, se hizo una ley en
que se ordenó trocasen la manera de contar los años
ijii** autes usaban por las eras de César, en lósanos
del nacimiento de Cristo como hasta hoy se guarda.
Celebrábanse estas cortes cuando en Lisboa falle-
ció el rey don Femando de Portugal de una larffa
dolencia que al fin le acabó en veinte de octubre, vi-
vió cuarenta y tres años , diez meses y diez y ocho
días : reinó diez y seis años, nueve meses y diez
días. Púdose contar entre los buenos principes por
(1) Muy al contrario determinaron cosas da mucha ím
portanf^ía , según la copia de on ettracto del cuaderno de
estas cOrCes que recogió el padre Borríel.
su condición muy suave , su mansedumbre y elocuen-
cia , sino se ponen los ojos en la infomia & su casa.
En el gobierno se señaló mas que en fas armas por hi
larga paz de que gozó en su remado. Su cuerpo en-
terraron en Santaren en el monasterio de los fran-
ciscos junto al sepulcro de su madre la reina dona
Costanza. Cerdeña no acababa de sosegar. Hugo Ar-
bórea hijo de Mariano llevaba adelante las pretensiones
de su padre , y continuaba en la codicia y trazas de
hacerse rey : mal incurable. Era de condición intra-
table y fiera : por esto su misma gente se hermanó
contra él , y le dieron la muerte , ejecutando en él
los tormentos y crueldades de que el mismo contra
otros usara; que fue justo juicio de Dios.
Con su muerte se pensó tendrían fin aquellas re-
vueltas : por esto Brancaleon Doria , que en las guer-
ras pasadas sirviera muy bien al rey , acudió á Aragón
para dar traza á sosegar la Isla. Echáronle empero
mano á causa que su mujer Leonor Arbórea , daeña
de pecho varonil , pretendía con las armas venar la
muerte de su hermano y recobrar el estado de su
padre : sujetaba otrosí por toda aquella isla fortale-
zas y plazas, ya por fuerza, ya de voluntad. Llevaron
á su marido Brancaleon con la guardia necesaria para
sosegar á su mujer, y hacella que viniese en lo qwf
era razón : no pudo alcanzar cosa alguna della , si
bien usó de toda la dilisencia que pudo : asi él estuvo
mucho tiempo arrestado en la ciudad de Odier sin
poder salir della ; y el partido de Aragón iba de caida
por estar el rey embarazado con otros cuidados oue
mas le aquejaban , y no acudir con presteza á las
necesidades de aqueHa guerra como fuera conte-
niente.
CAPITULO VIL
Qne el rey de Castilla entró en Portugal.
Coif la muerte del rey don Fernando de Portugal
se recrecieron nuevas y muy sangrientas guerras
entre Portugal y Castilla. La gente plebeya y aun la
principal por el odio que á Castilla tenia (como suele
acontecer entre reinos comarcanos) no podía llevar
que rey estreno los mandase. El deseo de libertad los
encendía , bien que con poco concierto pretendían
que de su nación fuese alfluno nombrado por rey:
los hombres , las mujeres, los niños en secreto y en
públicos corrillos de ninguna otra cosa trataban/Los
señores tuvieron junta en Lisboa sin se acabar de
resolver en un negocio tan grave. El miedo hacia per
el rev don Juan de Castilla , el antojo los volvía oon-
tra él : dos malos consejeros y perjudiciales. Algunos
{principales de secreto por cartas le convidaban coa
a posesión de aquel reino con intento de granjear te
gracia del nuevo príncipe mas que por deseo fiel pro
común. Entre estos fue uno don iuan , el maestre de
Avis de suso nombrado , todo con artificio y mana por
no tener aun granjeadas para si las vduatades del
pueblo. Las trazas de los que andaban de mala , y los
désenos que con la presteza se debieran cortar, oon
la tardanza se hicieron fuertes y prevalecieron.
Gastábase el tiempo en Castilla en consultaa y de-
bates : asi se les salió la buena ocasión de entre tes
manos para nunca mas volver. Los pareceres eran
di^rentes como suele acontecer : unos sentían que
se debía esperar hasta tanto que por común aeuerdo
de los prmcipales y del pueblo el rey fuese Itemado á
recebir la corona ; alegaban que al no se podía hacer
á pena de ser perjuros, pues en los asientos próxi-
mos de la paz juraron que dejarían hi gobernación
del reino á la rema viuda hasta tanto oue dona Bea-
triz tuviese algún hijo en edad que pudiese gobernar
á Portugal. Lm de mas sano consejo y mas avisados
decían que en tanta alteración del reino tea annu
eran tes que hablan de altenar, que de vohmtad no
harían cortesía los portugueses. Tomóse nn acuerdo
HISTOMA DE ESPAÑA
573
junio se acabaron de asentar las treguas con Portu*
gal por término de seis años. Crecían ius portugueses
cada dia en fuerzas t reputación no sin gran recelo
de los de Castilla. Manteníanse efi la obediencia de
ios papas de Roma, en que muy recio tenían. Así
Bonifacio Nono, oue como se dijo al fin del ano pasa-
do fue puesto en lugar de Urbano, erigió |a ciudad
de Lisboa en metropolitana arzobispal. Señalóle por
sufra^neo solo al oSispo de Coimbra ; mas en nues-
tros tiempos el papa Paulo Tercio le añadió el obis-
pado de Portalegre, que él mismo erigió de nuevo en
aquel reino. La ciudad de Segovia está puesta en los
montes con que parten término Castilla la Vieja y la
Nueva. Su mucha vecindad por la mayor parte se
sustenta del trato de la lana j artificio de ropa muy
lina que en ella se labra. El mvierno es rigoroso co-
mo de montaña , el estío templado por causa de las
mochas nieves con que los montes que la rodean es-
tán cubiertos todo ej año. Acordó el rey por esta ra-
zón de Guadalajara irse á aejuella ciudad para pasar
en ella los calores; y de camino quería ver el monas-
terio del Paular, que á su costa en Rascafria no lejos
de aquella ciudad se levantaba , el mas rico, vistoso y
devoto (jue ios cartujos tienen en España.
Consignó asimismo á los monges benitos en Valla-
dolid el alcázar viejo para que le devolviesen y muda-
sen en UQ monasterio de su orden , en que en nues-
tro tiempo reside el general de los Benitos , y en él
juntan sus capítulos generales. Demás desto lósanos
pasados el devotísimo templo de Guadalupe , en que
•;i rey don Alonso su abuelo puso sacerdotes seglares,
entregó á la orden de San Gerónimo : acuerdo muy
acertado. Estas tres insignes memorias hay en Espa-
ña de la piedad deste rey, demás de algunas leyes
que estableció muy religiosas ; en particular con
acuerdo de las cortes áa Briviesca tres años antes
deste mandó que no sacasen Ips cruces en los reci-
bimientos de los reyes , ni figurasen la cruz en tapi-
ces ó otras partes que se pisasen.
Pasado el estío , envió al príocipe y princesa á Ta-
lavera para que en aquel pueblo tuviesen el invierno
por la templanza del aire y la campaña asaz apacible:
él se encaminó á Alcalá con intento de pasar al An-
dalucía para reprimir los insultos y males que por la
revuelta de los tiempos mas allí que en otras partes
se desmandaban. Las leyes teman poca fuerza , y
menos los jueces para las ejecutar : el favor, el di-
nero y la fuerza prevalecían contra la razón y verdad.
Llegaron á Alcalá cincuenta soldados ginetes que
llamaban farfanes , cristianos de profesión , pero que
tiraban sueldo del rey de Marruecos , y asi venían
muy ejercitados en la manera de la milicia africana,
como es ordinario que á los soldados se pegan las cos-
tumbres de los lugares en que mucho tiempo residen.
Señáianse los de África en la destreza de volver y re-
volver los caballos con toda gentileza , en saltar en
ellos, en correllos , en apearse y jugar de las lanzas.
Quiso el rey un domingo después de misa que fue á
los nueve de octubre, ver lo que hacían aquellos sol-
dados. Salió al campo por la puerta de Burgos, que
está junto á palacio , acompañado de sus grandes y
cortesanos, iba en un caballo muy hermoso y lozano.
Antojóseie de correr una carrera: arrimóle las espue-
las, corrió por un barbecho y labrada, tropezó el
calúllos en ios sulcos por su desigualdad , y cayó con
tanta furia que quebrantó al rev que no era muy re-
cio ni muy sano, de guisa que á la ñora rindió el alma:
caso lastimoso y desastre no pensado.
No hay bienandanza que dure , ni alegría que pres-
to 00 se mude en contrarío. ¿Qué le prestó su poder,
sus haberes? sus cortesanos ¿qué le prestaron para
que en la flordd su edad , que no pasaba de treinta y
tres años , no le arrebatase h muerte desgraciada y
fuera de sazón ? Reinó once años , tres meses y vein-
te días. A propósito de despertar á los nobles y cor-
tesanos con el cebade fa honra á emprender grandes
hazañas y señalarse en valor á imitación del rey don
Alonso su abuelo, inventó en lo postrero de sus días
en Segovia, y publicó dia de Santiago cierta compañía
y hermandad que trajese por divisa de un collar de
oro una paloma colgada amanera de pinjante. Ordenó
sus leyes, con quelosque entrasen en esta caballeta
se gobernasen, todas enderezadas á despertar el va-
lor de sus vasallos. La muerte tan temprana le atajó
para que esta su traza y otras no pasasen adelante.
CAPITULO XIV.
De las cosas de Aragón.
Esto pasaba en Castilla : en Aragón el nuevo rey
don Juan Primero de aquel nombre , procedía asaz
diferentemente de su padre. El padre era de ingenio
despierto , belicoso , amigo de aumentar su estado;
en hacer guerra y asentar p^z tenia mas atención
al útil que á la reputación y fama : el rey don Juan
era de un natural afable y manso, si ya no le trocaba
algún notable desacato: mas inclinado al sosiego
que á las armas. Ejercitábase en la cetrería y monte-
ría , y era aficionado á la música y á la poesía , todo
con atención á representar grandeza y magestad:
tan escesivo el gasto, que las rentas reales no basta-
ban para acudir áestos deportes y solaces: dejó otros
deleites poco disfrazados y cubiertos.
La reina otro que tal , como cortada á la traza de
su marido , aunque dentro de los límites de mujer
honesta usaba de entretenimientos semejantes. Así
en la casa real todo era saraos , juegos y fiestas y re-
gocijos. Las damas se ocupaban mas en cantar y ta-
ñer y danzar , que á su edad y á mujeres con venia.
Ningún instrumento ni ocasión faltaba en aquel pa-
lacio de una vida regalada y muelle. Dábanse muy
aventajados premiosa los poetas , gue conforme á las
costumbres que corrían , componían y trovaban en
lenguaje lemosín , y se señalaban en la agudeza y
primor de sus trovas ; lo cual era en tanto grado,
que despachó una embajada al rey de Francia en que
le pedia le buscase con cuidado , y enviase algunos
de aquellos poetas los naas señalados. La semejanza
de las costumbres y la fama que destas cosas corría,
convidó al emperador Wenceslao, príocipe muy co-
nocido por su descuido y flojedad , para ^ue por sus
embajaaores le pidiese su amistad , y su hija por mu-
jer: negocio que por entonces se dilato, y no se
efectuó adelante.
Los.nobles de Aragón indij^ados por los desórde-
nes de su rey, su poca atención al gobierno y los es-
cándalos que dello resultaban , al mismo tiempo oue
el rey tenia cortes en Monzón , se juntaron en Cala-
sand para comunicarse , y acordar en qué guisa se
podría acudir al remedio. Las cabezas principales de
la junta eran don Alonso de Aragón conde de Denia
y marqués de Villana , don Jaime su hermano obispo
de Tortosa ( i ) , don Bernardo de Cabrera, sin otros
ricos hombres y varones de mucha cuenta. Pareció
Í^oner por escrito las quejas y enviallas á las cortes:
as cabezas principales , que con los regalos y delei-
tes sin tasa la disciplina militar se estregaba , y la
gente se afeminaba : que las costumbres antiguas se
alteraban de todas maneras por el regalo en las comi-
das y los gastos en los vestidos que no era razón al
albedrio de una mujer se trastornase todo el reino, y
pudiese ella sola mas que las leyes y la nobleza , no
sin nota de los mismos rey y rema que tal ^desorden
sufrían en su misma casa. Esto decían por una dama
por nombre Carroza de Vilaragur, que con su pri-
vanza estaba muy apoderada de la reina , y ella del
rey : mengua de que resultaba gran parte de los des-
(1) Arzobispo de Valencia consta por !o3 documentos que
se bailan en el archivo de aquella iglesia metropolitana.
574 BIBLIOTBGA DK
ordenes y de las quejas y odio. Anduvieron deman-
das y respuestas hasta apuntar que se valdrían de las
armas y fuerza , si por bien no se acudía al remedio
de aquellos danos.
Pudiérase destos principios encender alguna guer-
ra y revuelta, sí no lo atajara la apacible condición
del rey. Otorgó con lo que aquellos señores le supli-
caban ; cercenó hs demasías y soltura de la casa real;
ordenó premáticas , en que se puso tasa y límite á
los gastos de la gente; en particular despidió de pala-
cio aquella privada de la reina , con orden que no se
entremetiese en el gobierno del reino , ni de la casa
real. Con esto calmaron los desgustos que amenaza-
ban mayores daños , en sazón que de Francia se
mostraiuin nuevos temores y «asonadas de guerra.
Bernardo de Armeñac con golpe de bretones rompió
por los confines de Cataluña : mavor fue el ruido que
el daño. Siguióle por ende poco aespues su hermano
el conde de Armeñac con mas gente. Tomich histo-
riador catalán atestigua que llegaron á diez y ocho
' mil caballos; mentira que muestra fue el número
grande. La causa de hacer guerra era la codicia de
robar. Pusieron fuego en algunos lugares y granjas,
hicieron presas de gente y de ganados ; en lo de Am-
purias y de Girona cargó lo mas recio de la tempestad.
Acudió gente de todo el reino , tuvieron diversos
encuentros : en uno desbarató Bernardo de Cabrera
ocho banderas de franceses junto á Navarra. En otro
Ramón Bages caudillo señalado cerca de otro pueblo
llamado Cabanas deshizo otro buen golpe de enemi-
gos con prisión de Mastín su capitán. Con estas vic-
torias se alentaron los aragoneses y desmayaron los
bretones : asi lo lleva la guerra. El mismo rey , de
Girona donde se estaba á la mira , salió en campaña
resuelto de acometer á los enemigos, que de diversas
partes se juntaban y se rehacían de fuerzas. Tienen
tos franceses los primeros acometimientos muy bra-
vos , pero aflojan con la tardanza : así avino en este
caso, que los franceses cansados de guerra tan larga,
y en que les iba tan mal acordaron dar la vuelta sin
esperar al rev, ni venir con él á las manos. Salieron
por la parte de Rosellon : en que de camino hicieron
todo mal y daño. Era asimismo forzoso al conde de
Armeñac acudir á la defensa de su estado contra Ma-
rígoto natural de Alvernia , que á persuasión del rey
de Aragón y á su costa le comenzaba á hacer guerra.
A la misma sazón que esto pasaba en Cataluña, á
la primavera en Aviñon se concertó casamiento entre
Luis hijo de otro Luis duque de Anjou , que se inti-
tulaba rey de Jerusalén y de Sicilia (y que murió en la
conquista de Ñápeles) y doña Violante bija del rey
de Aragón. No pudo el padre del infante hallarse á
los conciertos por causa de la guerra sobredicha, que
le tenia puesta en cuidado. Rizólas capitulaciones el
papa Clemente á contento de las partes que se halla-
ron allí , el novio en persona, y el de Arajgon por sus
embajadores; en Barcelona se concluyó, do vino el
desposado *con ^ande acompañamiento. Lo que se
pretendía principalmente , y lo que capitularon en
este casamiento, fue que el rey de Aragón ayudase á
su yerno para cobrar lo de Ñapóles. En Perpiñan
otrosí el rey dio su consentimiento para (jfae senicie-
sen los desposorios entre María reina de hicilia y don
Martin señor de Exerica, sobrinft del rey, hijo de don
Martin su hermano duque de Momblanc. Vino tam-
bién el papa en ellos ; que por ser aquel reino feudo
de la Iglesia se requería su beneplácito.
En Cerdeña se volvió á las revueltas pasadas á causa
que Brancaleon Doria sin tener cuenta con el asiento
tomado, y olvidado del perdón que le dieron, por
principio del año 1391 acudió á las armas con voz
de libertar la gente que tenían oprimida : color con
que granjeó á los giooveses, y muchos de los isleños
»e le arrimaron deseosos de novedades, y cansados
del gobierno de Aragón. Hizo tanto que se apoderó
GASPAR T ROIG.
de Sacer, la ciudad mas príocipal de aquella isla, y
de otros pueblos y castillos. Para atajar estos daños
mandó efrey hacer gente de nuevo; y por uo edicto
que hizo pregonar en Zaragoza , ordenó á todos los
que estuviesen heredados en aquella isla , acudiesen
a la defensa con las armas. En este mismo año el papa
Clemente dio el capelo á don Martin de Salva obispo
de Pamplona , prelado en aquellos tiempos señahdo
en virtud , y grave , que fue el primer cardenal que
aquella iglesia tuvo. '
CAPITULO XV.
De los principios de don Enrique rey de Castilla.
Cuando el rey don Juan de Castilla cavó con el ca-
ballo , como queda dicho , hallóse á su lado el arzo-
bispo don Pedro Tenorio, persona de consejo acertado
y presto. Mandó que á la hora se armase una tienda
en el mismo lugar de la caída :puso gente de guarda,
hombres de confianza y callados , hacia fomentar y
cubrir de ropa el cuerpo del rey , y en su nombre or-
denaba se hiciesen rogativas y plegarias en todas las
partes por su salud , por demás por estar ya difunto
y sin alma , todo á propósito de entretener la gente
y con mensajeros que despachó á las ciudades , pre-
venir que no resultasen revueltas, por los humores y
pasiones que todavía T aunque de secreto) duraban
entre los nobles, eclesiásticos, y gente popular. A ve-
ces publicaban que el rey se lúillaba mejor y siempre
fingían recados de su parte; pero como el semblante
del rostro no decía con las palabras, y muchas veces
los de palacio se apartasen á hablar y comunicar en-
tre sí , no pudo por mucho tiempo encubrirse el en-
gaño , la primera que acudió al triste espectáculo,
fue la reina doña Beatriz , despojada antes del reino
de su padre , y al presente del marido , sin lujos al*
gunos con cuya compañía aliviase sus trabajos , so
viudez y su soledad. El sentimiento bien se puede
entender sin que la pluma le declare.
El principe don Enrique , alterado con la muerte
de su padre partió de Talavera, pero reparó en Madrid
acompañado de su hermano el infante don Fernando
Allí el arzobispo que todo lo meneaba, dio orden que
los estandartes reales se levantasen por el nuevo rey,
y que le pregonasen por tal , y le publicasen primero
en una junta de gandes , después por las plazas y
calles de aquella villa : alegría aestemplada con cui-
ta y pena por haber perdido un buen rey, y el que
le sucedía , demás de su poca edad , tener el cuerpo
muy flaco , por donde vulgarmente le llamaron el
rey don Enrique el Doliente, y fue desie nombre
el Tercero. Acudierou á porfia los señores de todo el
reino á hacelle sus homenajes, besalle la mano,
ofrecer á su servicio personas y estados. Muchos
(como es ordinario) con la mudanza del principe y
del gobierno se prometían grandes esperanzas ; que
tal es el mundo, unos suben , otros bajan , y mas en
ocasiones semejantes.
Halláronse presentes á la sazón don Fadrique du-
que de Benevente; don Pedro conde de Trastamara,
los maestres de las órdenes , don Lorenzo de Ficue-
roa, de Santiago, don Gonzalo Nuñez de Guxman, de
Calatrava , don Martin Yanez de la Barbuda, de Al-
cántara, don Juan Manrique arzobispo de Santiago,
canciller mayor de Castilla. Don Alonso de Ara^n
marqués de Víllena se hallaba en Aragón, do ae fne
el tiempo pasado, mal enojado con el rey difunto por
agravios que alegaba. Ofrecióse volver á Castilla, y
hacer el reconocimiento debido á tal que le restituye*
sen en el oficio de condestable que tenia antes. Vi-
nieron en lo que pedia , el rey y la reina , confonnán-
dose en esto con lo que hizo su padre ^e le dio aquella
preeminencia ; sin embargo él no vino por impedi-
mentos que le detuvieron en Aragón.
Concluida la solemnidad susodicha , acudieron i
Toledo para sepultur el re; sccnn que él lo dejó disi-
pueslo , en la su capilla real. KiciéroDles las lionras
y enterramiento con toda representaciou Je tristeza
; de majestad ; junUronse tras eaio curtes en Madrid
de los prelados , nobleza ; procuradores de las ciu-
dades. Pretendían dar orden en el gobierno por la
edid del rej, que no pasaba de once años y pocos
ilias mas. Andaba en la curto doña Leonor hija única
de don Sancho conde de Albunjuerque : el dote y
stH haberes y rentas eran de guisa que el pueblo U
llamatm ¡a rica hembra. Muchos ponían los ojos en
este casamiento : entre los demás se adelantaba su
primo hermano el duqae de Benavente : engañóse
su euperanza r gánasela, y fuéle antepuesto el infan-
te dou Fernando. Desposáronlos , mas con condición
que en el matrimonio no se pasase adelante hasta
lanío que el rey tuviese catorce años. El intento era
que si muriese antes de cquetia edad , el inranle con
el reino sucediese en la carga de casar con la reina
doña Catalina , según que en los asientos que se to-
mnron con el duoue de Alencastre , quedó todo esto
cautelado. Juró los desposorios la novia por ser de
diei y seis años : el infante don Fernando por lo di-
cho y poc su poca edad no jurú.
Al tiempo qne en las caries se trataba de asentar
el gobierno det reino , durante la minoridad del nue-
vo rey, por dicho de Pero López de Avala, de quien
traen su descendencia los condes de rueosalida , se
supo que el rey don Juan los años pasados otorgú.su
testamento. Acordaron que antes de p-isar adelante
se hiciese diligencia. Revolvieron los papeles reates
y sus escritorios , en que llnalntente hallaron un tes-
tamento que ordenúen Portugal almismo Lempoque
estaba sobre Clllorico , según que de suso queda de-
clarado. Leyóse el testamento, que causú varios sen-
timientos en los que presentes se bailaron. Ofendía-
les sobra todo la cláusula en que nombraba por tuto-
res del principe hasta que tuviese quince años, á don
Alonso de Aragón condestable, á los arzobispos de
Toledo y de Santiago , al maestre de Calatrava , á don
Juan Alonso de Guzroan conde de ?{iebla , & Pedro
de Mendoza mayordomo mayor de la casa real , y con
ellos i seis ciudadanos de Burgos, Toledo, León,
Sevilla , Córdoba , Murcia , uno de cada cual destas
ciudades sacado por voto de sus cabildos.
Corao no se podían nombrar todos, los que dejó
<lc mentar, se sentían ellos ó sus aliados. Altercúse
mucho sobre el caso. Algunos pocos querían que la
voluntad del testador se cumpliese : los mas juzgaban
se debía dar aquel testamento por ninguno y de nin-
gún valor, para lo cual alegaban razones y testigos
que comprobaban habían descontentado al mismo lo
que con aquella priesa sin mucha consideración dis-
puso. Este parecer prevaleció , si bien el ar obispo
de Toledo, no vino en que el testamento se quemase,
por causa de ciertas mandasque él hacia á la su Igle-
sia dé Toledo, que preieniiia eran váiidas, puesto
que las demás cláusulas do lo fuesen. Tomado este
acuerdo, salieron nombrados por gobernadores del
reino el duque de Benaveote , el marqués de Víllena,
el conde de Trastamara , señores todos de alto linaje
muy poderosos. Arrimáronles los arzobispos de To-
ledo y de Santiago, los maestres de Santiago y (ie Ca-
latrava. De los diez y seis procuradores de cortes de-
cretaron4]ue los oc ho por tumo , de tres en tres meses,
wjuntasencon'osdemásgobfirnadorcs con igual voto
y autoridad. Lú que la mayor parte de la junta decre-
tase, eso quedase por asentado y verdade
Nú contentó al arzobispo de Toledo esta traza:
público alegaba que la mucbedumbre seria ocasión
de revueltas, de secretóle punzaba la poca mano que
entre tantas le quedaba en el gobierno. Pretendía se
acudiese á la ley del rey don Alonso el Sabio , en que
ordena que en tiempo de la miaoridad del rey los go-
bernadores sean uno , tres , cinco , ó siete. Este era
SQ parecer , mas vencido de las importa nidades de los
§randeí , mezcladas á veces con amenazas vi no en lo
ecrelado. Mandaron que en adelanta no corriese
cierto faenero de moneda , sino en cierta forma . que
se llamaba Agnus Dei , y era como blancas , y por las
Haneda lltnida Ágnuí fíri.
neccsiitadcs de los tiempos se acuñara de baja ley.
Don Alonso conde de Gijon tenia preso en el castillo
de Almonacir el arzobispo de Toledo por urden del
rey : temía él las revueltas da los tiempos , hizo ins-
tancia que le descargasende aquel cuidado; pasáron-
le á Monterrey, y encomendaron al maestre de San-
tiago lo guardase hasta tanto que con maduro consejo
se decidiese su ciusa.
En Sevill'i y en Córdoba el pueblo se alborotó con-
tra los judíos de guisa que con las armas sin poder
losjueces irles á la mano dieron sobre ellos , saquea -
roa sus casas y sus aljamas, y los hicieron todos los
desaguisados que se pueden pensar de una canalla
alborotada y sin freno (1). Apellidábalos con sus ser-
mones sediciosos que hada por las plazas , y aliuba
su furor Fernán Martínez arcediano de Ecija. Doste
priucipio cundió ol daño después por otras Bartes de
España : en Toledo, Logroño, Viilencia, Barcelona
álos cincode agosto del ano adelante, como si hobie-
ran aplazado aquel día , les robaron sus haciendas y
saquearon las casas, tan grande era el odio y la rabia.
Muchos de aquella nación se valieron de la máscara
de cristianos contra aquella tempestad , que se bauti-
zaron fingidamente : forzaba el miedo á lo que la vo-
luntad rehusaba ; pero esto avino después.
Acostumbraban ajumarse en cierta iglesia de Ma-
drid los procuradores det reino y los otros brszos.
Entraron en la junta con arraasel duque de Benavenle
y el condedo Trastamara, acompañadas degenteque
dejaron en guarda de aquel templo y como cercado.
Esta demasía siotiú el arzobispo de Toledo de suerte
que el dia siguiente se sabú de la curte la vía de Al-
calá, y dende lúe á Talavera. Solicitaba por sus car-
tas desde estos lugares i los pueblos y caballeros á
tomar las armas .y librar el reino de los (fue con co-
lor de gobierno le tiranizaban. Dio noticia de lo que
pasaba al papa Qemente , á los reyes de Araron y de
Francia : que la violencia de unos pocos tenia opri-
mida la libertad de Castilla : que en las curtes del
reino no so daba lugar á la razón, antes prevalecía
la soltura de la lengua y ias demasías : tas banderaN
campeaban en palacio, y en la cúrte no se veia sino
Senté armada: lajunta del reino no osaba chistar ni
eüir lo que sentían , antes por el miedo se dejaban
llevar del antojo de los que todo lo querían mandar y
revolver , homares voluntarios y bulliciosos : que la
postrimera voluntad del rey don Juan , que debieran
tener por sacrosanta , era menospreciada : con hi
cual SI no se queríün conformar, por haber hecho
aquel su testamento de priesa y ánimo alterado (velo
(I) El mas notable de Id« moDumeDliM que en Kspaüa
MDserviade los Judíos, es la iglesia cODOcida en Tulcdix:
«I nombre deSinli Haría la Blinra.
Con que cubríui su pasión) qué podian alegar para
no obedecer & las leyes que sobro el caso dejó esla-
blecidas un principe tan sabio comocl re; don Abnso?
si le querían lachar de falta de juicio , ó gastado con
sus trabajos y años7 concluía con que no creyesen
era público consentimiento lo que safía decretado por
las negociaciones y violencia de los que mas podian:
pedia acudiesen con brevedad al remedio de tantos
males , y á la flaca edad del rey , de que algunos se
burlaban y bacian escarnio , y en Lodo pretendían sus
Ssrticulares intereses sin tener cuenta con el pro y
año común : que esto les suplicaba por todo lo que
hay de santo en el cielo la mayor y roas sana palé
dcf reino.
El do Benavente poco adelante por desgustos que
resultaron , y nunca sueloi fallir , i ejemplo del ar-
zobíspo se salió de la corte y se fue 4 la su «illa dp
Uenavente sin despedirse del rey. ComunicÓM cmi
el arzobispo de Toledo : pusieron sa aliania , y por
tercero se les allegd el marqués de Viilena , si bien
ausente de Castilla. Los que restaban con el gobierno.
despacbaron á todos sus cartas y mansajes , en que
les requerían que pues era torsoso juntar cortes ge-
nerales del reino, no faltasen de hallarse presentes.
Ellos se escasaron con diversas causas que alegabao
para no venir. De parte del papa Clemente vino por
su nuncio fray Domiofío de la órdeo de los predic3<h>
res , obispi <lii San Ponce, con dos cartas que Irai.i
ba; Sia. Viril li Bit do.
enderezadas la una ul rey , la otra a los gobernado-
res. La suma de ambas era declarar el sentimiento
que su sanlidad tenia por la mu'^-le desgraciad» del
rey don Juan, principe poderoso y de aventajadas
partes : que aquella desgracia era bastante muestra
de cuan inconstante sea la bienandanza de los hom-
bres , y cuan quebradiza su prosperidad ; sin embar-
go los amouestaba á llevar con buen ánimo pérdiila
tan grande , y con su prudencia y conformidad aten-
der al gobierno del remo y soldar aquella quiebra ¡ lo
cual liarían con facilidad, si pospuestas las aticioaes y
pasiones particulares , pusiesen los gjos en Dios y en
el bien común de todos : cosa que á todos estarla
bien , y como padre se lo encargaba, y de parte de
Dios se lo mandaba.
Tratú el nuncio conforme al orden que traía, de
concertar aquellas diferencias que comenzaban en-
tre los grandes : hiblú ya i los unos , ya & los otros,
pero no pudo acabar cosa alguna ; la llaga estaba muy
fresca para sanalla tan presto. Vinieron en la misma
razón embajadores de Francia v de Aragón : lo que
sacaron fue que ae renovaron las aliaijüas antiguas
entre nquellas caronas, y de nuevo se juraron las
paces. Los embajadores de Navarra que acudieron
¿i^imismo, demis de los oficios generales del pésamo
por la muerte del padre, y del parabién del nu""
reino, traían particulnr urden de liacer instancias"-
bre la vuelta de la reina doña Leonor A Navarra pan
hacer vida con su marido , y ofrecer lodo buen tra-
tamiento y respeto como era razón y debido. Alegabau
Eira salir con su intento las razones de suso tocada*,
a reinaá esla demanda díd las mismas escusas qut-
antes ; era dificultoso que el rey acabase con su tia.
mayormente en aquella edad , lo que su mbmo hier-
no no pudo alcanzar.
En este medio el arzobispo de Toledo jnnUbi su
gente con voz de libertar el reino que unos poco*
mal intencionados tenían tiranizado. La gente sr
Eersuadia quería con este color apoderarse de! pi-
ierno, conforme á la inclinación natural del vuleo.
que es no perdonar á nadie , publicar las sospechas
por verdad , echar las cosas á la peor parte , dema.*
que camunmente Ib teniau por ambicioso, y por raií
amigo de mandar que pedia su estado y la persoí»
que representaba . Acometieron segunda y tercera \a
a mover tratosdft conciertosentre los grandes de Cas-
tilla : el suceso fue elque antes ¡ninjíunacososepndo
efectunr por estar tan alteradas las voluntades y lin
encontradas. Los procuradore» del reino que asisti:in
al gobierno , se rcccliiron de alguna violeacia. Pare-
BIÜTiltlIA
fióles no estabao se¡auro.cii Mudriil por no ser fuer-
te nquella vil!¡i;acorilaron de irseáSegovíuea cora-
liafijii det rey.
El conde .de Tras'nman, uoo de lo^ goberniJo-
res.preteadíusercoidüstable de Calilla. Para salir
oon su hiIenL» idcgaba que el re; dou Juna antes de
«u muerle le dio inteuclou de Iiacebe aquella i;nicia:
teílig'js no podían filiar, ni farores, ni valedores. A
luí irni'i pru lentes parecja que no ern aí)uei tiempo
Ijn lurbio d propósito pura d .scompuner i oadte , y
DE espiS». 677
menos al marqués de Villana, si le despoiabnn A»
aquella dignidad. Dióíe Irazi deconleiitaraldeTrag-
tamara con setenta mil maravedís por año que le se-
fialaron de las rentas reales , y eran los mismos gajes
que tiraba el condestable por aquel olicio (I), con
prornc»! parj adelante que si el marqués de Villena
no viniese en Iiucer la ruzon y apartarse de los albo-
rotador, en tal caso se le haría la merced que pedia,
como se hizo poco después.
Arrimáronse al arzobispo de Toledo demás de los
Culceiaaitclrjjei
MtíDdoia tranco dé Ion duques del
lirtv dia muy poderososen rinlas y aliados. Juntaron
mil y quinientos caballos, y tres mil y quinienlos de
á pié. Cnn e;tt senté acudieron d Válludolid, do el
rey era ido : IticieruD Rus eataocias d la ribera del rio
Pisuergn que baiia aquel pueblo y sus campos, y
poro aileldoie deja sus aguiis y nombre en el rio
Duero. LareinadniiaLeonordeNavarradcArévalo en
que residía, JicuiliA para sosegaraquellos bullicios y
B'ajar el peli;;ro que lodos corrían ú se venia d las
manos, y el daño que seria igual por cualquiera de
las partes que la viciiiria quedase. Puso lanía diligen-
cia que aunque d costa de gran trabajo é importuna-
ción, alcaniri que las partes se hablasen , y tratasen
en dia herniado personas nombradns ¡Mr la uoa y por
la otraparli::arudió,isirntsmo la misma reina, hem-
bra de pecho y de vaW, y el nuncio del papa Cle-
■neute ^ira terci¡tr en los conciertos.
El priRi-ipaJ debate era sobre el testamento del rey
(ton Juan , si se debía tjuiiriiar ó no. El arzo))Ís|>o de
Santiago con cautela preguntó en la junta al de Tn-
leilusi quería que en todoy pr^r lodo üG estuTipKc pnr
(i) I,) Cró-iica dift ijue tenia
icld>d I «.rlciijd.
aquel tcslainentOiyloqueenétdejóordenadocIrey
don Juan. Detúvose el de Toledo en responder. Te-
mía alguna zalagarda ; y en particular que preten-
dían por aquel camino escluir y desabrir al duque de
Benavenle, que no quedó en el testamento nombra-
do entre los gobernadorea del reino. Finalmente res-
pondió coo cüutela que le placía se guardase , d lal
que al número de lo^ gobernadores all! señalados se
añadiesen otros tres grandes , es á saber , el de Be-
naveote , el de Traslamara y el maestre de Sanlingo,
gran personaje por sus gruesas rentan y muchos va-
sallos; que esto era conveniente y cumplidero para
el liosiego común , que tules señores tuviesen partii
y mano en el gobierno. Vinieren en esto los contra-
rios mal su grado: no podían al hacer por no irritar
contra si tales personajes. Acordaron que para ma-
yor Tirmeza da aquel concierto y asiento que toma-
ban , se jumasen corles generales del reino en la
ciudad de Burgos, para que con su autoridad todo
quedase maslirme. En el entretanto se dieran entra
sireheneSjbijns de hombres principales: es i saber
el liijo de Juan Hurtado de Mendoza mayordomo ma-
yor de la casa real , de quien desctemlen los ri>nde<i
de Monta^tudo, marquesps do Almnzau; el bijo de
Pero López de Ayala , el hijo de D. Diego Lopex de
^'líiiga.flhijndeJuan Alonso de la Cenia mayordo-
mo del iiifaulu don Feronndo. Con esta Irain por
entonces se sosegaron aquellos bullicios de qiiene
temiiiu mayores daños.
»7Í
BIBLIOTECA DE GASPAR T BOIG.
CAPITULO XVI.
Qae se madaron las condiciones deste concierto.
Con esta nueva traza que dieron , quedó muy vá-
lido el partido del arzobispo de Toledo , tanto que se
sospechaba tendría él solo mayor mano en el gobier-
no que todos los demás que le hacían contraste , lo.
uno por ser de suyo muy poderoso y rico , que tenia
mucno que dar: lo otro por los tres señores tan prin-
cipales que se le juntaban , como granjeados por su
negociación. Así lo entendían el arzobispo de San-
tiago y sus consortes : por este recelo buscaban al-
gún medio para desbaratar aquel poder tan grande.
(Comunicaron entre sí lo que se debía hacer en aquel
caso. Acordaron de procurar con todas sus fuerzas
de poner en libertad al conde de Gíjon para contra-
ponelle á los contraríos y á la parte del de Toledo:
decían que la prisión tan larga era bastante castigo
de las culpas pasadas, cualesquier que ellas fuesen.
Parecía muY puesta en razón esta demanda , y asi
con facilídaa se salió con ella. Sacáronle de la prí-
f Ion, y lleváronle á besar la mano al rey, que le man-
dó restituir su estado. La revuelta de ios tiempos le
dio la libertad que á otros quitara : ansí van las co-
sas, unos pierden y otros ganan en semejantes revo-
lucíones.
Juntáronse las cortes en Burgos , según que lo te-
nían concertado. Comenzóse á tratar del concierto
puesto entre las partes. El arzobispo de Santiago, co-
mo lo tenían trazado, dijo que no vendría en ello , si
no admitían al conde de <>íjon por cuarto gobt*rna-
dor junto con lo» tres grandes que antes señalaron,
pues en nobleza v estado á ninguno reconocía ven-
taja. Mucho sintió el arzobispo ae Toledo verse cogi-
do con sus mismas mañas. Altercaron mucho sobre
e| caso. Les procuradores de las ciudades divididos
DO se conformaban en este punto como los míe esta-
ban negociados por cada cual de las partes. Temíase
alguna revuelta no menor que las pasadas. Para ata-
Í'ar inconvenientes acordaron de nombrar jueces ár-
litros que determinasen lo que se debía hacer. Se-
ñalaron para esto á don Gonzalo, obispo de Segovia y
Alvar Ifartioez , muy eminentes letrados en el dere-
cho civil y eclesiástico. No se conformaron . ni fue-
ron de uu parecer por estar tocados de los numeres
que corrían , y ser cada uno de su bando.
Continuáronse los debates, y duraron hasta el prin-
cipio del año que se contaba 1392 , en que finalmen-
te á cabo de muchos diaíi y trabajos otorgaron con el
dicho arzobispo de Santiago fue todos los cuatro
fffandes de suso mentados tuviesen parte en el go-
bierno junto con los demás : dieron asimismo traza
que entre todos se repartiese la cobranza de las ren-
tas reales; pero lo demás del gobíerao que cada seis
meses por turno, gobernasen los cinco de diez que
eran, y los demás por aquel tiempo vacasen. Pare-
cióles que con esta traza se acudía á todo, y se evi-
taba la confusión que de tantas cabezas y gooernado-
res podía resultar. Tomado este asiento, parecía que
toda aquella tempestad calmaría, y se conseguiría
el deseado sosiego. Regaláronse estas esperanzas por
un caso no pensado. Dos criados del duque de Bena-
vente dieron la muerte á Diego de Rojas volviendo de
caza, que era de la familia y casa del conde de Gí-
jon. Entendióse que aouellos bomícíanos llevaban
para lo que hicieron , óroen y mandato de su amo.
Desta sospecha , quier verdadera , quier falsa , re-
sultó grande odio en general contra el duque. Repre-
sen táñaseles lo que se podía esperar en el gobierno y
poder del que á los priucípios tales muestras daba di*.
sn fiereza y de su mal natural. Alteróse pues la traza
{irímera, y por orden de lis cortes acordaron que el
alkinento delfeyse guardase, mas que en tanto
306 el marqné^i de Yíllena y conde de Niebla llama-
os por sendas cartas del rey no viniesen , el arzobis-
po de Toledo tuviese sus veces , y entrase en las jun
tas con tres votos. Todo se enderezaba á contenlalle
para que no resolviese la feria. El duque de Bena-
vente y conde de Gíjon en recompensa del gobíerao
que les quitaban, les señalaron sendos cuentos de
maravedís cada un año durante su vida. Concedieron
otrosí al ar zobispo de Toledo que él solo cobrase la
mitad de las rentas reales: deque por su roano se
hiciese pagado de Iüs castos que hizo en levantar la
gente en pro común del reino ; que asi lo decía , y
aun queria que los demás otorgasen con él.
El tiempo de las treguas asentadas con Portugal
espiraba , y era mala sazoñ para volver á Ik guerra,
el rey mozo , las fuerzas muy flacas. Acordaron los
gobernadores se despachasen embajadores que pro-
curasen se alarga se el tiempo, que fueron las cabezas
Juau Serrano de Prior de Guadalupe primero obispo
de Segovia é ya de Sigúenza , y Diego de Córdova
mariscal de Castilia, de quien descienden los coadis
de Cabra. El conde de Niebla Juan Alonso de Guz-
* man , pai a asistir al gobierno partió de su casa. Con
su ida se levantó en Sevíl'a una grande revuelta.
Diego Hurtado de Mendoza con la cabida que tenia
con el nuevo rey , pretendió que le nombrasen por
almirante del mar. No se podía esto hacer sin des-
componer á Alvar Pérez de Guzman que tenía de
atrás aquel cargo. El conde de Niebla quier de sn
voluntad, quier negociado, quiso mas granjear un
nuevo amigo qae podía mucho en la corte , que mi-
rar por la razón y por su deudo Alvaro de Guzman.
Esta fue la ocasión del alboroto, porque el descom-
puesto se juntó con Pero Ponce señor de Marcfaena,
y ambos se apoderaron de Sevilla con daño de ios
a(i)igos y deudos del conde de Niebla , ca los echaron
todos de aquella ciudad: escándalos que por algún
tiempo se continuaron.
A la sazón el rey se hallaba en Segovia , ciudad
fuerte por su sitio , y para con sus reyes muy leal.
Allí volvieron los embajadores nue se enviaron á Por-
tugal. El despacho fue que el rey de Portugal no
daba oídos á aquella demanda de alargar el tiempo de
Iss treguas, antes quería volver á las armas, confiado
de mas de los victorias pasadas en la poca edad del
rey de Castilla , y mas en las discordias de sus gran-
des; ocai>íon cual la pudiera desear para mejorar sus
haciendas. El de Benavento otrosí por la mala cara
con que en la corte le miraban, y la mala voz quede
sus cosas corría , junto con la privación del gatácT"
no , mal contento se retiró á su casa y estado; y aon
se sonru^ia que se comunicaba con el de Portugal.
T aun traía inteligencias de casar con doña Beatriz
bija bastarda de aquel rey con gran suma de dineros
que en dote le señalaban.
Daba cuidado este negocio por ser el duque peno
na de tantas prendas, señor de tantos vasallos, y
que tenía su estado á la raya de Portugal. Avisado de
lo que se decía , se escusó con el agravio que le hi-
cieron en quitalle el casamiento que tuvo por hedbo
de doña Leonor condesa de Alburquerque : y aun se
dijo que esta fue la ocasión de la muerte que hizo
dar á Diego de Rojas , que no terció bien en aquella
su pretensión ; todavía ofrecía , sí mudado acuerdo
se la daban , trocaría por aquel casamiento el de
Portugal. Tiene la necesidad grandes fuerzas: acor-
daron los gobernadores por el aprieto ea que todo
estaba, de venir en lo que pedia. Señalaron á Aréva-
lo villa de Castilla , para que las bodas se cdebraseo:
cosa roaravillosai luego que otorgaron con so desea,
se volvió atrás ; sea porque á las veces lo que mucho
apetecemos , alcanzado nos enfada, ó lo que yo nts
creo , temía debajo de muestras de querelle conlea-
tar alguna zalagarda.
Apretóse con esto el negocio de Portugal. El ano-
bispío de Toledo por atajar el daño que de esto podía
resultar, fue á toda priesa á verse con el duque. Con-
HiSTOUA DE ESPAÑA.
taba en su autoridad y en las prendas de amistad que
habia de por medio. Ofrecióle , si mudaba partido, de
casalle con hija del marqués de Yillena, y en aote
tanta cantidad como en Portugal le prometían. Mu-
chas razones pasaron : la conclusión fue que el duque
no salió á cosa alguna : escusóse gue el gran poder
de sus enemigos le tenia en necesidad de valerse del
amparo de estraños. El arzobispo visto que sus amo-
nestaciones no prestaban , dio la vuelta por Zamora
para prevenir que Nuno Martinez de Villavzan alcai*
de del alcázar, y que tenia en su poder la torre de
San Salvador, no pudiese entregar aquella fuerza al
duquedeBenavente como vehementemente se sos-
pechaba , y sobre ello la ciudad estaba alborotada y
en armas. Llegado el arzobispo lo compuso todo:
diéronse rehenes de ambas partes , y en particular el
alcaide para mayor seguridad entregó aquella torre
fuerte á quien el arzobispo señaló para que la guar-
dase.
£ran entrados los calores del estío , cuando vino
nueva cierta que los embajadores que fueron de nue-
vo á PortU£¡al , y se juntaron con el prior de San
Juan , que vmo de parte de su rey á Sabugal á la raya
de los 006 reinos, por mucha instancia que hicieron
no pudieron alcanzar que las treguas se prorogasen.
Ardían los portuffueses en un vivo deseo de volver
á las manos y no dejar aquella ocasión de ensanchar
su reino y mejorar su partido. £1 primero que salió
en campana fue el duoue de Benavente , que acom-
pañado de quinientos de á caballo , y gran número de
infantes, hizo sus estancias cerca Je Pedresa, no
lejos de la ciudad de Toro. Grande era el aprieto en
que Castilla se hallaba : los grandes discordes , la guer-
ra que de fuera amenazaba. En Granada otrosí se
alborotaron los moros en muy mala sazón. Falleció
por principio deste año Maiiomad , que siempre se
preció de nacer amistad á los cristianos. Sucedióle
su hilo Juzeph otro que tal, en tanto grado que en
vida de su padre á muchos cristianos dio libertad sin
rescate. Esta amistad con los nuestros le acarreó
mal y daño. Tenia cuatro hijos, Juzeph, Mahomad,
Hali, Hamet. Mahomad era mozo brioso, amigo de
lionra v de mandar rno tenia esperanza por ser hijo
segundo de salir con lo que deseaba , que era hacerse
rey, si no se valia de malicia y de mana. Para neco-
ciur la gente y levantalla comen¿ó de secreto á acha-
car á su padre y cargalle de que era moro solo de
nombre, en la afición y en las obras cristiano. Por
este modo muchos se lo arrimaron , unos por el odio
que tenían á su rey , otros por deseo de novedades.
Destos principios crecieron las pasiones de tal
suerte que estuvo la ciudad en gran riesgo de ensan-
grentarse, y tomar los unos contra los otros las ar-
mas. Hallóse presente á esta sazón un embajador del
rey de Marruecos , moro principal , y de reputación
por el logar que tenia , y su prudencia muy aventa-
jada. Púsose de por níedio y procuró de sosegar los
bullicios y pasiones que comenzaban. Avisóles del
riesgo que todos coman , si el fuego de la discordia
civil se emprendía y avivaba entre ellos , de ser presa
de sus enemigos, que estaban alerta y á la mira para
nprovecharse de ocasiones semejantes. En una junta
en que se hallaban las principales cabezas de las dos
parcialidades , les habló en esta sustancia : «Los ac-
Dcidentes y reveses de los tiempos pasados os deben
nenseñar y avisar cuanto mejor os estará la concor-
»dia, que es madre de seguridad y buena andanza,
i>que la contumacia , mala de ordinario y perjudicial.
»No el valor de losenemiffos, sino vuestras oisensio-
»oes han sido causado las pérdidas pasadas, mu-
Kchasy muy graves. ¿Qué podremos al presente esfie-
»rar . si como locos y sandios de nuevoos alborotáis?
i>Toda razón pide ^ue el hijo obedezca á su padre,
»sea cual vos le qmsiéredes pintar. Hacelle guerra,
;>f{ue otra cosa s«rá sino conliindir la natiMe^a^ y
TOMO I.
57t
»trocarloaltocoulo bajo? ¿porquécausa no juntareis
vantes vuestras fuerzas para correr las tierras de cris-
Mtianos? ¿Cuál es la causa que dejais pasar la buena
«ocasión que de mejorar vuestras cosas os presenta
»la edad del rey de Castilla : las discordias de sus gran-
udos , además del miedo y cuidado , en que los tiene
npuestos la guerra de Portugal ? » *
Con estas pocas razones se apaciguaron los rebel-
des , y el mismo Mahomad prometió de ponerse en
las manos de su padre. Acordaron tras esto de hacer
una entrada en el reino de Murcia, como lo hicieron
por ia parte de Lorca , en que talaron los campos é
hicieron grandes presas de hombres v de ganados.
Eran en número de setecientos caballos, y tres mil
peones. Siguiólos el adelantado de Murcia Alonso Fa-
jardo, y si nien no llevaba mas de ciento y cincuenta
caballos , les dio tal carga y á tal tiempo que los des-
barató, degolló muchos dellos, finalmente les quitó
la presa que llevaban : gran pérdida y mengua de
aquella gente , con que España quedó Ubre de un gran
miedo que por aquella parte le amenazaba , lo cual
fue en tanto grado que el rey de Aragón á quien este
peligro menos tocaba, por acudir á él deshizo una
armada que tenia en Barcelona aprestada para sose-
gar los movimientos y alborotos que de nuevo anda-*
an en Cerdeña á causa que Brancaleon Doria sin
respeto de los negocios pasados con las armas se apo-
deraba de diversos pueblos y ciudades.
Verdad es que los moroM castigados con aquella ro-
ta , y temerosos de la tempestad que se les armaba
por la parte de Aragón , con mas seguroconseío acor-
daron pedir treguas al rey de Castilla ; que fácilmente
les concedieron por no embarazarse juntamente en
la guerra de Portugal y en la de los moros. Hallábase
el Portugués muy ufano por verse arraigado en aquel
reino sin contradicion, por las fuerzas y riquezas
que tenia . y mas en particular por la noble genera-
ción que le nacía de doña Philipa su mujer^ que en
cuatro años casi continuados parió cuatro hiios : pri-
mero á don Alonso que falleció en su tierna edad , des-
pués á don Duarte , que sucedió en el reino de su pa-
dre ; y en este mismo año á nueve de setiembre nació
en Lisboa don Pedro, que fue adelante duque de
Coímbra, y dende á diez v seis meses don Enrique
duque da Viseo y nuiestre de Christus , y aue fue muy
aficionado á la astrologia ; de la cual ayudado y de la
grandeza de su corazón se atrevió el primero de todos
a costear con sus armadas las muy largas marinas de
África , en que pasó ten adelante'que dejó abierta la
puerta á los que le sucedieron , para proseguir aquel
intento hasta descubrir los postreros términos de Le-
vante de que á la nación portuguesa resultó grande
honra, y no menor interés , como se notará en sus
lugares. Los postreros hijos deste rey se llamaron
don Juan . y el menor de todos don Fernando.
En esté mismo año á Carlos VI rey de Francia se
le alteró el jnicio por un caso no pensado. Fue así que
cierta noche en París al volver de palacio el condes-
table de Francia Oliverio Clísson cierto caballero le
acometió, y le dio tantas heridas quele dejó por muer-
to. Huyó luego el matador por nombre Pedro Craon:
recogióBe á la tierra v amparo del duque de Bretaña.
El rey se encendió de tal suerte en ira y saña por
aquel atrevimiento , que determinó ir en persona para
tomar emienda del matador por lo que cometió , y
del duque porque requerido de su pártele entregase,
no queria venir en ello; bien oue se escusaba que no
tuvo parte ni arte en aquel delito y caso tan atroz.
Púsose el rey en camino . y Iteoé á la ciudad de May-
ne. Salió de allf al hilo de meldio dia'en los mayores
Mlores del año : tal era el deseo que llevaba y la prie-
sa. No anduvo media legua cuando de repente puso
mano á la es{(ada furioso y fuera de sf : mató á dos,
é hirió á etrostlgooos. finalmentedecansadosedes-^
mayó y cavó del cattllío. Volvifronlssá la ciudad , y
2S^
¡(80
BIBMOIErA nK CASCAR Y ROIC.
con remetUos que lo hicieron tomó en su juicio ; pero
ho de manera que sanase del todo , ca a tiempos se
alteraba.
Deste nccidcnle , y do la incapacidad que quedó al
rey por esta causa, resultaron grandes inconvenien-
tes en Francia^ por pretender muchos señores deu-
dos del mismo^ey , y de los mas po'lerosos de aquel
reino, apoderarse del gobierno, auién con buenas,
guien con malas mañas. Juan Juvenal obispo de
eauvais refiere que ninguna cosa le daba mas pena,
citando el juicio se le remontaba , que oir mentar el
nombre de Inglaterra é ing'eses , y que abominaba
do las cruces rojas , divida y como blasón de aquella
nación : creo porque á los locos, ya los que sueñan,
se les representan con mayor vehemencia las cosas
y las personas que en sanidad y despiertos mas ama-
ban ó aborrecían.
CAPITULO XVII.
I>e las treguas que se asentaron entre Castilla y
Portugal.
La porfía y los desgustos de don Fadriquo duque
de Benavente ponia en cuidado á los de Cus*. illa , en
f special á los que asistían al gobierno. Deseaban
aplaralle y canalle, mas hallaban cerrados los cami-
nos. El arzobispo de Toledo , como deseoso del bien
común , sia escusar algún trabajo se resolvió de po-
nerse segunda vez en camino para verse con el du-
que. Confiaba que le doblegaría con su autoridad,
y con ofreceile nuevos y aventnjados partidos. Vióse
con él por principio del año del Señor de i39;i. Per-
suadióle se fuese despacio en lo del casamiento de
Portugal : que esperase en lo que paraban las tre-
^'uas, de que con mucho calor se trataba. No pudo
acabar que desicicse el campo, ni que se fuese á la
corte : escusábase coa los muchos enemigos que te-
nia en la corte , personajes priocipatcs y poderosos.
Que no se podría asegurar hasta tanto que el rey sa-
liese de tutela , y no se f^obernase al antojo de los
2ue tenían el gobierno , además que no estaría bien
persona de sus prendas andar en la corte como
particular, sin poder , sin autoridad , sin acompaña-
miento.
Partió con lanto el arzobispo en sazón que la ciu-
dad de Zamora segunda vez corrió peligro de venir en
poder del duque de Benavente pnr inteligencias que
con él traía el alcaide Villayzan de- entreguüeaouel
castillo. Alborotóse la ciudad sobre el caso. Acudie-
ron los arzobispos de Toledo y de Santiago , y el
maestre de Culairava, oue n tajaron el peligro y lo
sosegaron todo. Dio el de Benavente con su ^ente
vista á aquella ciudad, confiado míe sus inteligen-
cins y las promesus del alcalde salarían ciertas ; mas
como se hallase bivlado, revolvió sobre Muyorga
villa del infante don Fernando . de cuyo castillo se
apoderó por entrega del alcaiae Juan Alonso de la
Cerda que le tenia en su poder. Suelen i las veces
los hombres faltar al debor por satisfacerse de sus
particulares desgustos. Juan Alonso se tenia por
ngraviado del rev don Juan á causa que por su testa-
mento le privó del oficio de mayordomo que tenia en
la casa del infante , aue fue la ocasión de aquel des-
orden. El alcaide VillayzRn otrosí estaba sentido que
no le diesen el oficio de alguacil mayor que tuvo su
padre en Zamora. Dieron traza , para asegurar aque-
lla ciudad con alguna muestra de blandura , que cun
retención de los gaj«?8 que antes tiraba Víllayzan , en-
tregase el castillo á Gonzalo de Sanabria vecino de
Le^esme , hijo de &quel Men Rodríguez de Sanabría
que acompañó al rey don Pedro cuando salió de Mon-
tiel , y muerto el rey quedó preso.
Pasó el rey don Enrique con esto su corte á Zamo-
ra, como á ciudad que cae cerca de Portugal, para
desde allí tratar con m:s calor y mayor comodidad
de las treguas , en sazón que Ls fuerzas del duqne
de Benavente por el mismo caso se enflaquecían tie
cada dia mas , y muchos se le pasaban á la parte del
rey : querían ganar por la mano antes que los de
Castilla y de Portugal concertasen sus diferencias,
sobre qne andaban demandas y respuestas; el re-
mate fue acordarse con las condiciones siguientes:
que Sabugal y Miranda se entregasen á los por tu—
gueses, cuyas los tiempos pasados fueron : el rey de
Castilla no ayudase en la pretensión c[ue tenían de
la corona de Portugal, ni á la reina dona Beatriz, ni
á los infantes sus tíos don Juan y Donís arrestados
en Castilla : lo mismo hiciese el de Portugal sobre la
misma querella con cualquier que pretendiese per—
tenecelle el reino de Castilla; á trueco por aroha^
partes se diese libertad á los prisioneros. Para segu-
ridad de todo esto concertaron diesen al de Portugal
en rehenes ¿oce hijos de los señores de Castilla:
mudóse esta condición en que fuesen cada dos hiios
de ciudadanos de seis ciudades, Sevilla, Córdoba,
Toledo, Burgos, León y Zamora. Con tanto se pre~
Sonaron las. tregua por término de quince años me-
iado el mes de mayo en Lisboa y en Burgos , do á
la sazón los dos reyes se hallaban , con grande con-
tento de ambas naciones. Estas capitulaciones pare-
cían muy aventajadas para Portugal, menguadas y
afrentosas para Castilla ; pero es gran nroJenciá
acomodarse con los tiempos, que en Castilla corrían
muy turbios y desgracíaaos; y llevar en paciencia la
falta de reputación v desautoridad cuando es necesa-
rio, es muy propio de grandes corazones.
CAPITULO XVIII.
De la prisión del arzobispo de Toledo.
La alegría que todos comunmente en Castilla re-
cibieron por el Bfiíento aue se tomó con Portugal,
vencidas tantas dificultades y á cabo de tantas lar-
gas , se destempló en gran manera con la prisión
que hicieron en la persona del arzobispo de Toledo.
Parecía que unos males se encadenaban de otros, y
que el fin de una revuelta era principio y víspera ae
otro daño. Hacia el arzobispo las partes del duque
de Benavente por la amistad ; prendas que había en-
tre los dos. Deseaba otrosí gue á Juan do Yelasco
camarero del rey , amigo y aliado de loi dos , volvie-
sen la parte de los gajes que por el testamento del
rey don Juan le acortaron. No pudo salir con su io-
tentó por n:uchas diligencias que hizo : acordó como
despechado ausentarse de la corte. Recelábanse los
demás gobernadores que esta su salida y enojo no
fuese ocasión de nuevos alborotos , por sn grande
estado y ánimo resoluto que llevaba mal cualquiera
demasía , y aun quería que todo pasase pDr su
mano. Comunicáronse entre sí y con el rey : salid
resutdto déla consulta que le prendiesen, como lo
hicieron dentro de pa'acio , juntamente con su ami-
go Juan de Velasen. Era este caballero asaz podero-
so en vasallos, y que poco antes con su mnjer en
dote adquirió la villa de Villalpando. Su padre se
llamó Pedro Hernández de Yelasco , de quien arríba
se dijo que mu^'ió con otros muchos en el cerco «le
Li.sboa , y el uno y el otro fueron troncos del muy
noble linaje en que la dignidad de condestable de
Castilla se ha continuado por muchos años sin in-
terrupción alguna hasta el día de hoy. Prendieron
asimismo á don Pedro de Castilla obispo de Osma 5
á Juan abad de Fusselas , muy aliados del arzobispo
y participantes en el caso.
Pareció esceso notable perder el respeto á tales
personajes y eclesiásticos, si bien se cubrían de la
capa del bien público, que suele ser ocasión de s^
hacer semejantes demasías. Pusieron entredicho ^0
la ciudad de Zamora, do se hizo la prisión, en Pa-
lencia y en Salamanca. Quedaban por el mismo caso
UlSTüRIA DE ESPAÑA.
descoaiui¿ados así el roy coiuo Uxlos los seúores
3ue tuvieron parte en aquellas prisiones, ai bien no
uraron mucho, ca en breve les soltaron á condición
que diesen seguridad. El arzobispo dio en rehenes
cuatro deudos suyos , y puso en tercería las sus villas
de Talavera y Alcalá ; mas sin embargo se ausentó
aentido del agravio : Juan de Velasco entregó el cas-
tillo de Soria, cuya tenencia tenia á su cargo. Acu-
dieron asimismo al papa por absolución de las cen-
suras, que cometió á su nuncio Domingo, obispo
primero de San Ponce, y á la sazón de Albi en Fran*
cía; sobre lo cual le enderezó un brebe, que hoy día
se haJla entre las escrituras de la iglesia Mayor de
Toledo : su tenor es el siguiente : « Lleno está de
namargura ini corazón después que poco ha be sabi-
nao la prisión y detención de las personas de nues-
i>iro8 venerables hermanos Pedro arzobispo de To-
nledo, y Pedro obispa de Qsroa, y Juan abad de
vFusselas, que se hizo en la i^esia de Palencia
opor algunos tutores de don Ennque ilustre rey de
»Gastilla V Leoñ, así eclesiásticos » como seglares , y
ootros del sa consejo y vasallos , y por ipaoaamiento
wy consentimiento del mismo rey. Es nuestro dolor
»y nuestra tristeza tan grande aue no admite ningún
vconsueio. porque estando la Iglesia Santa de Dios
ocn estos íastimosisímos tiempos tan afligida, y por
»muchas vias desconsolada, y miserablemente di-
üvidida con la discordia del acisma , sobre sus tantas
nheridas se liaya añadido una tan grande por el so-
»bredichorey, su particular hiio y principal defeo-
»sor. Mas porque por parte del rey se nos ba dado
wooticia que en la oieha prisión y dietencion . que se
)>hlzo por ciertas causas justas y razonables que
nconcemian ai buen estado, seguridad, paz, quie-
iitud y provecho del mismo rey v su reino v vasallos,
iHenido primero maduro acuerdo por los de su con-
9sejo y sus grandes, no ha intervenido otro algún
»grave ó enorme esceso acerca de las personas de
iilos dichos presos, y que luego los mismos dende á
Dpoco tiempo fueron puestos en libertad, de que ple-
Doaríamente gozan : Nos teniendo consideración á
ola tierna edad del rey, y que verishnilmente la di-
»cfaa prisión y detención no se hizo tanto por su
oacuerdo como por los de su consejo, queremos por
vestes causas habernos con él blandamente en esta
»parte ; y mclinado por sus ruegos cometemos á vos
«nuestro hermano y man^lamos que si el mismo rey
oeoa humildad lo pidiere, por vuestra autoridad le
^absolváis en la forma acostumbrada déla sentencia
nde descomunión, que por las razones dichas en
^cualquier manera liaya incurrido por derecho ó
neentencia de juez; y confoiime á su culpa le impon-
Dgais saludable penitencia , con todo lo dem^s que
«conforme á derecho se de^ observar , tepiplaxi^o «1
«rigor de derecho con mansedumbre según quecon-
nforme ajustas y razonables causas vuestra discre-
)>cJon juzgare se debe hacer. Queremos otrosí que
»por la misma autoridad le relajéis las demás penas
neo que por las causas ya dichas hobiere en cual-
nquier manera incurrido. Dado en Aviñoo á veinte y
»nueve de mayo en el ano décimo-qiiinto de nuestro
«pontificado. »
Recehido este despacho , el rey puestas las rodillas
en tierra en el sagrario de Santa Catalina en la igle-
sia Mayor de Burgos con toda muestra de humildad
pidió la absolución. Juró en la forma acostumbrada
obedecería en adelante á las leyes eclesiásticas, y
satisfaría al arzobispo de Toledo con volvelle sus pía-
zas : tras esto fue aosuelto de las censaras día vier->
nes á los cuatro de julio. Halláronse presentes á todo
don Pedro de Castilla obispo de Osma^ Joan obispo
de Calahorra v Lope obispo de Mondonedo, y Dieg<>
Hurtado de Mendoza , que sin embargo de los es-
cándalos de Sevilla ya era almirante del mar. Alzóse
otrosí el entredicho; á esta alegría se allegó para
TOMO I.
68 i
Sue fuese mas colmada, la reducción del duque de
enavente . que á persuasión del arzobispo de San-
tiago que lo mandaba todo, v por su buena traza
vino en deshacer su campo , abrazar la paz y poner-
se en las manos de su rey. En recompensa del dote
que le ofrecían en Portugal , concertaron de contalie
sesenta mil florines , y c^ue tuviese libertad de casar
en cualquier reino y nación, como no fuese en aquel:
demás desto de las rentas reales le señalaron de acos-
tamiento cierta suma de maravedís en los libros
del rey.
Asentado esto, sin pedir algona seguridad de su
persona para mas obligar á sus émulos, vino á Toro.
Recibióle el rey álll con muestra^ de amor y benig-
nidad, y luego que se encargó del gobierno y le qm-
tó á los que le tenían , le trato con el respeto qae su
nobleza y estado pedían. Desta manera se sosegó el
reino, y apaciguadas las alteraciones que teman á
todos puestos en cuidado , una nueva y clara luz se
comenzó amostrar después de tantos nublados. Gran-
de reputación ganó el arzobispo de Santiago , todos
á porfia alababan su buena maña y valor : duróle
poco tiempo esta gloria á causa que en breve el rey
salió de la tutela y se encarnó del gobierno : el arzo*
bispo de Toledo su contendor otrosí volvió á su an-
tigua gracia y autoridad , con que no poco se meo"^
guó el poder y grandeza del de Santiago. El pueblo
con la soltura de lengua que suele, pronosticaoaesta
mudanza debajo de cierta alegoría , disfrazados los
nombres destos prelados y trocados en otros , como
se dirá en otro lugar. Al rey de Navarra volvieron los
ingleses á Cheroburp, plaza que tenían en Norman-
día en empeño de cierto dinero que la prestaron los
anos pasados. Encomendó ia tenencia á Martin de
Lacarra, y sn defensa , por estar rodeada de pueblos
de franceses y gente de guerra derramada por aque-
lla comarca. Las bodas de la reina de Sicih'a y don
Martin de Aragón Analmente se efectuaron con licen-
cia del rey de Aragón tío del novio, y del papa Cle«
mente , según que de suso se apuntó.
Los harones de Sicila con deseo de cotas nuevas,
ó por desagradailes aquel casamiento, continuaban
con mas calor en sus afrorotos , y en apoderarse por
las armas de pueblos y castillos y gran parte de la
Isla. No tenían esperanzada sosegallos y ganallospor
buenos medios; acordaron de pasar en una armada
que aprestaron para suietar los albontados aquellos
reyes , v en su compañía su padre don Blartin duque
de Monolanc. En la guerra que fue dudosa j varia-
ble, intervinieiion diversos trances : el principio fue
firóspero para los aragoneses; el remate, que preva-
ecieron los parciales hasta encerrar á los reyes en
, el castillo de Catania , y apretailos con un cerco que
tuvieron sobre ellos. Doo Bernardo de Cabrera, per-
sona en aquella era de ks mas señaladas en todo,
acompañó á los reyes en aquella demanda; mas era
vuelto á Aragón por estar nombrado por general de
una armada que el rey don Juan de Aragón tenia
aprestada para allanar á los sardos. Este caballero
sabido lo que en Sicilia pasaba, de su vokintad,ó
con el beneplácito de su rey se resolvió de acudir al
peligro. Juntó buen número de gente, caralanes,
gascones , valones : para llegar dinero para las pagas
empeñó los pueblos que de sus padres y abuelos he-
redüura. Hilóse á la vela, aportó á Sicilia ya que las
copas estaban sin esperanza : dióse tal mana, que en
breje se trocó la fortuna de la guerra, ca en diver-
sos (oncuentros desbarató á los contrarios , con que
toda la isla se sosegó ( i ); y volvió mal su grado de
muchos al señorío y obediencia de Aragón , en que
(i) No tanto qae no volviesen loscolieados á tomar !a<i
armas contra sos reyes ; viéndose los de Aragón en la pre-
císioa de enviarles grandes socorros para sacarles de mis
apuros.
582
basta e) día de lioy ha continuado , y por lo que se
puede conjeturar, durará por largos años sin mu-
danza.
LIBRO DECIMONONO.
CAPITULO I.
Corao el rey don Enrique se encargó del gobierno.
Rbposaba algún tanto Castilla á cabo de tormen-
tas tan bra?as de alteraciones como padeció en tiem-
po pasado : parecia que calmaba el viento de las dis-
cordias y de las pasiones , ocasionadas en gran parte
Sor ser muchos y poco conformes los que goberna*
an. Para atajar estos inconvenientes y danos el
rey se determinó de salir de tutela y encargarse él
mismo del gobierno, si bien le faltaban dos meses
para cuinplu* catorce años, edad legal, y señalada
para esto por su padre en so testamento. Mas daba
tales muestras de su buen natural , que prometían,
si la vida no le faltase , seria un gran príncipe, aven-
tajado en prudencia y justicia con todo lo al , demás
que los señores y cortesanos le atizaban y daban
priesa. La porfia de todos era igual, los intentos di-
lerentes : unos con acomodarse con los deseos de
aquella tierna edad pretendían granjear su gracia
para adelantar sus particulares , los de sus deudos y
aliados; otros cansados del gobierno presente cuida-
ban que lo venidero sería mas aventajado y mejor:
pensamiento que las mas veces engaña.
Por conclusión el rey se conformó con el consejo
que le daban. A los primeros de agosto juntó los
grandes y prelados en tas Huelgas , monasterio cerca
de Burgos , en que los reyes de Castilla acostumbra-
ban á coronarse. Habló á ios que presentes se halla-
ron , conforme á lo gue el tiempo demandaba. Que él
tomaba la gobernación del reino : rogaba á Dios y á
sus santos fuese para su servicio , bien , prosperidad
y contento de tcdos. A los que presentes estaban,
encargaba ayudasen con sus buenos consejos aquella
su tierna edad , y con su prudencia la encaminasen.
Pero desde aquel día absolvía á los gobertiadores de
aquel cargo , y mandaba que las provisiones y cartas
reales en adelante se robrasen con su sello. Acudie-
ron todos con aplauso y muestras grandes de alegría
asi el pueblo como ios ricos hombres y señores que
asistían á aquel auto , el nuncio del papa , el duque
de Benavcnte , el maestre de Cálatrava y otros mu-
chos.
El arzobispo de Santiago como quier que ejercita-
do en todo género de negocios, y los demás le re-
conocían por sus aventajadas partes , tomó la mano,
y habló al rey en esta forma : a No con menos piedad
))y alegría hablaré agora , que poco antes en aquel
)>sagrado altar dije misa por vuestra salud y vida:
>iconfío que con el mismo ánimo vos me oiréis. Este
«es el tercer año después que por el testamento de
Dvuestro padre fuimos puestos por vuestros tutores
))y gobernadores del reino. Cuánto hayamos en esto
«aprovechado, quédese á juicio de otros. Esto con
«verdad os podemos certificar que ningún trabajo ni'
«peligro de nuestras vidas hemos escusado por esta
«causa , por el bien y pro común destos vuestros reí •
«nos. Haolar de nuestras alabanzas es cosa penosa y
«ocasión de envidia; no puedo empero dejar de avi-
«sar como hasta ahora siempre hemos conservado la
«paz, y el reino ha estado en sosiego, que es dees-
«timar asaz en tanta variedad de pareceres r voluo-
«tades. En nuestro gobierno ni sangre, ni muerte
«de alguno no se ha visto : cosa gue se debe atribuir
»á milagro, j á vuestra buena dicha y felicidad , que
«plegué á Dios sea así y se continúe en lo restante
«de vuestro reinado. Con los moros , enemigos per-
«pétuos de la cristiandad , habiéndose rebelado para
«eximirse de vuestro imperio, hicimos nueva confe-
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
«deracion. Aplacamos con treguas los ánimos fero-
«ees de los portugueses. Honramos como convenia,
«y granjeamos con todas buenas obras y correspon-
«dencia á los franceses , ingleses ][ aragoneses. Dirá
«alguno que los pueblos están irritados y gastados
«con nuestras imposiciones. ¿Cómo puede ser esto,
«pues para alivíanos redujimos el alcabala á la mitad
«menos de lo que antes pagaban , es á saber á razón
«de uno por veinte? todo á propósito de acudir á las
«necesidades del pueblo , ataiar sus quejas y disgos-
«tos. Asi muchos gue se habían desterrado de sos
«tierras , y desamparado sus haciendas por la violen-
«cía y crueldad de los alcabaleros , se hallan al pre-
«senté en sus casas. Dirá otro que los tesoros y reo-
)>tas reales están consumidas y acabadas. No lo pode-
«mos negar; pero de otra suerte como se pagaran
))las deudas y las obligaciones que quedaban , y se
«apaciguaran las alteraciones ae la nobleza y del
«pueblo , sí no fuera con hacelles mercedes y acre-
«centalles sus gajes? que si pareciere demasiad»,
«quién quita que* no lo podáis todo reformar cooio
«pareciere mas espediente asentadas las cosas de
«vuestro reino. Ningún pueblo hasta la menor aldea
«hallareis enajenada : todo está tan entero como
)>antes; de suerte que ninguna cosa falta para vues-
«tra felicidad , y para nuestra alegría , smo lo que
«hoy se hace , que concluida tan larga navegación,
«llegados ni puerto después de tantos peligros y á
«salvamento , caladas las velas y echadas las anclas,
«mu][ de gana descansemos en vuestra prudencia y
«benignidad , seguros y ciertos que si en tanta dí-
«versidad de cosas algoso hobiereerrado,8inquesea
«menester intercesor ni tercero , vos mismo w per-
«donareis. Esto también aumentará vuestra gloría,
«que hayáis tenido por tutores personas que con las
«mismas virtudes oe templanza , prudencia y dili-
))gencia con que han hecno guerra á los vicios, y
«llevado al cabo cosas tan gandes , podrán de agní
«adelante sufrir la vida particular , su recogimienlo
«y sosiego. »
A estas razones respondió el rey en pocas pala-
bras : a De vuestros servicios, de vuestra lealtad j
«prudencia todo el mundo da bastante testimonio.
»Yo miefitras viviere no me olvidaré de lo mucho
«que os debo , antes estoy resuelto que como hasta
«aqui por vuestro consejo he gobernado mi persona,
«asi en lo de adelante ayudarme de vuestros avisos y
«prudencia en todo lo que concierne ti gobierno de
«mi reino. «
Concluido este auto , se trataron otros negocios.
Muchos extranjeros pretendían las prebendas ecle-
siásticas destos reinos tanto con mayor codicia y
maña cuanto las rentas son mas gruesas. En las
provisiones que dellas se hacían por el pontífice^ no
se tenia cuenta ó poca con los méritos, ciencia y
bondad de los proveídos. Muchas veces y en diversos
tiempos se trató en las cortes de remediar este grave
daño, y de suplicar al padre santo no permitiese se
continuase mas el desorden. Últimamente en las
cortes de Guadalajara, como se dijo de suso, se pro-
puso y apretó con mayor cuidado este negocio de los
extranjeros. Parecía cosa muy fea y cruel que des-
frutasen las iglesias gente que ni ellos ni sos ante-
pasados las ayudaron en cosa alguna , ni las podrían
ayudar. Continuaban sin embargo las provisiones de
la manera que antes, ca los papas no llevaban bien
que les atasen las manos. Los gobernadores del rei-
no . visto esto , proveyeron los años pasados que ^
emoargasen los irutos que poseían los estrenos.
Por esta causa á iostancia del nuncio se trató en
las cortes que para la coronación del rey se juntaron,
muy de propósito este punto. Hobo consultas dife-
rentes^ muchas demandas y respuestas sobre el
caso. La resolución finalmente fue que los estranos
no pedian razón en lo que pretendían, y que lo pro-
HISTORU DR ESPAÑA.
veido se llevase adelante. Pero como quier que mu-
chos cortesanos pretendiesen tener parte en los des-
pojos, y alcanzar del papa a<|uellas y semejantes
gracias , hicieron tal y tanta instancia para que no
se ejecutase a^uel decreto , que al fm por entonces
fue forzoso disimular: la edad del rey era deleznable,
y las negociaciones grandes en demasía. Todavía
para resolver con mas acuerdo este punto de las ex-
tranjerías y otros negocios graves que instaban,
acordaron se aplazasen de nuevo cortes generales,
del reino para la villa de Madrid. Entretanto que las
cortes se juntaban, á instancia de los vizcaínos,
(jue mucho lo deseaban , el nuevo rey fue en persona
a tomar la posesión del señorío do Vizcaya. Juntáron-
se los principales de aquel estado : otorgóles que
á ejemplo de Castilla , donde todavía se continuaba
esta antigua y dañada costumbre, pudiesen decidir y
concluir sus pleitos , que eran asaz , por las armas y
desafio.
Lo que hizo á este año muv señalado fue la nave-
gación que de nuevo á cabo de largo tiempo se tornó
á hacer á las Canarias. Armaron los vizcaínos, en
í|ue hicieron grande gasto , costearon con sus naves
las naarinas de España : alargáronse después al mar,
descubrieron las Canarias , reconociéronlas todas,
informáronse de sus nombres, de sus riquezas y
frescura. Surgieron en Lanzarote y saltaron en tier-
ra : vinieron á las manos con los isleños , prendieron
al rey , á la reina, y ciento y setenta de sus vasallos.
Con tanto dieron la vuelta á España , cargados los
bajeles, demás de los cautivos, de pieles do cabras y
alguna cera , de que aquellas islas tienen abundan-
cia , para muestra de los trajes , de los frutos y ferti-
tidad de la tierra, y del útil que se podría sacar, si
continuasen las navegaciones , á propósito de sujetar
aquellas islas á la corona de Castilla, como finalmen-
te se hizo.
CAPITULO IL
De tas cortes de Madrid.
En este medio conforme al orden que se dio , acu-
dieron á Madrid , y se juntaron los tres brazos , gran
número de obispos , grandes y los procuradores de
las ciudades. El rey asimismo, asentadas las cosas de
Vizcaya , y pasados los calores del estío en la ciudad
de Segovia por su mucha templanza, llegó á Madrid
por el mes de noviembre. En la primera junta habló
á los congregados en pocas razones esta sustancia.
Después de Toar á su padre y declarar el estado en
que el reino se hallaba , dijo tenia muchos ejemplos
y muy buenos de sus antepa&ados para gobernar
bien sus estados. Que en su menor edad si bien el
reino se mantuvo en paz con los estraños , pero llegó
á punto de perderse por las discordias y alteraciones
de los naturales. Lo que por razón de los tiempos se
estragó , era razón concertallo con su autoridad y por
el consejo de los que presentes se hallaban. En la
traza de su gobierno se pretendía apartar de los ca-
minos y inconvenientes en que sus buenos vasallos
tropezaron , en especial pondría todo cuidado en que
ni la ambición hallase entrada, ni el dinero qué com-
prar. Sobre lodo deseaba poner en su punto las leyes
y dar toda autoridad á los tribunales , que la liber-
tad de los tiempos les quitaran. Las rentas reales es-
taban consumidas y acabadas: para remedio de este
duño se podria tomar uno de dos caminos, imponer
nuevos tributos en los pueblos , ó revocar las aooa-
<;íones que sus tutores hicieron con buen ánimo y
forzados de la necesidad, mas en gran perjuicio de su
patrimoQÍo real ; en todo empero pretendía usar de
lilandura y clemencia , á que su edad y su condición
mas le inclinaban que á rigor ni á severidad.
El razonamiento del rey y sus concerüidart razones
agradaron asaz á los que presentes se hallaron ; si
583
bien se dejaba entender que por su boca liablaban
sus privados y cortesanos, los que en su nombre y
por su mano lo gobernaban todo á su voluntad no sin
grave ofensión de los demás, como es ordinario que
unos se mueven por envidia , otros por el menosca-
bo de la autoridad real. Los que mas cabida tenían y
alcanzaban con el rey , eran tres : Juan Hurtado de
Mendoza , mayordomo de la casa real , Diego López
de Zúñiga justicia mayor, y Ruy López Davales su
camarero mayor. Tenían entre si conformidad, en-
tre privados cosa semejante á milagro. Su mayor
cuidado enfrenar la edad deleznable del rey , mirar
por el gobierno común, y en particular amparar
a los pequeños contra las demasías de los grandes.
Preguntados los procuradores en qué manera se po-
dría acudir al reparo de las rentes reales, dieron por
respuesta que el pueblo estaba tan cargado de impo-
siciones , y tan gastado por causa de las revueltas
pasadas, que no podrían llevar se mentase de car-
calles con nuevos tributos. Todavía les parecía que
de las ventas y mercadurías se podria acudir al rey á
razón de uno por veinte. Que seria todavía mas fá-
cil y hacedero reformar el gran número de compa-
ñías de soldados que por sus particulares los señores
sustentaban y entretenían á costa del común ; por Ío
menos les abajasen las pagas y sueldo conforme al
que se daba en tiempo de los reyes pasados : lo mis-
mo de las pensiones que los señores cobraban.
Este medio pareció el mas acertado y mas fácil,
demás que se reformaron y borraron de los libros del
rey las pensiones y acostamientos que en tiempo de
la menor edad del rey ó se concedieron de nuevo , ó
en gran parte se acrecentaron. Ofendiéronse mu-
chos con esta determinación , que estaban mal acos-
tumbrados al dinero del rey ; pero era la querella de
secreto, que en lo público toaos aprobaban el decre-
to. Hecho esto, se celebraron las bodas del rey con
su esposa la reina doña Catalina por haber llegado á
edad de poderse casar legalmente : lo mismo se hizo
en el casamiento del infante don Fernando con doña
Leonor condesa de Aiburquerque su esposa, concer-
tado de antes , y no efectuado por las razones que
arriba se tocaron. Las alegrías como se puede enten-
der fueron muy grandes : con que las cortes de Ma-
drid se concluyeron y dispídieron.
El rey al principio del año de i 394 por causa de la
peste que comenzaba é picar en Madrid , se partió
paralllescas, villa de buena comarca y de aires sa-
ludables , puesta entre Toledo y Madrid á la mitad
del camino. Convidado el ar^bispo de Toledo con la
ocasión del lugar, que era suyo, fué á hacer reve-
rencia al rey que le recibió muy bien , y á él fue fá-
cil volver á la autoridad j cabida que antes tenia,
f>or su buena gracia y mana en granjear la gracia de
os príncipes y de los cortesanos. £1 arzobispo de
Santiago su gran contendor llevó muy mal esta veni-
da y privanza, en tanto grado que con ocasión fingi-
da (á lo que se decía) de su poca salud se salió de la
corte, y se fué á Hamusco, villa suya en Castilla la
Vieja , mal enojado contra el rey y contra el de To-
ledo , y aun resuelto de satisfacerse , si ocasión para
ello se le presentase.
Fueron estos dos prelados de aquella era los mas
señalados del reino , dotados de prendas y partes
aventajadas , ingenio , sagacidad , diligencia , bien
,que las trazas eran bien diferentes. Parece por la
ocasión que el lugar nos presenta, será bien decla-
rar en breve sus condiciones y naturales. La noble-
za , la edad , la elocuencia , la grandeza de ánimo
eran casi iguales : los caminos por donde se endere-
zaba eran diferentes. El de Santiago usaba de ca-
ricias , astucia y liberalidad : el de Toledo se valia
de su entereza en que no tenía par y de otras buenas
mañas. El primero hacia placer y granjeaba la vo-
luntad de los grandes : el otro se señalaba en grave«
584
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
dad y mesura , y seT^idad. El uno daba , e) otro \ñ^
nia mas que dar : mfael aiB|mraba á los culpados y los
defendía y e] de ToleSio queria que k» ruines fuesen
castigados. Ei uno era solicito, Tigilante , favorecía
á sus amigos y y á nadie negaba lo que estuviese en
/ su mano : el otro ponía todo cuidado en la templan-
za, reformación y todo género de virtudes. Ai uno
punzaba el dolor por la iglesia de Toledo que los
años pasados le Quitaron á tuerto y contra razón,
como él se persuadía : al de Toledo acreditaba habe-
lla alcanzaao sin pretensión ni trabajo. Era respeta-
de y temido de sus contrarios por sü valor ; y si bien
diversas veces le armaron lazos, y cayó en sus ma-
nos , siempre se libró dellas , y con los rayos de sus
luz deshizo las tinieblas de machas celadas que sus
émulos le parabati.
CAPITULO III.
Oe la muerte del maestre de Alcántara.
Sentían mucho los grandes y caballeros les refor-
masen los gajes y acostamientos que cada un año
tiraban délas rentas reales, de que resultaron en
Castilla la Vieja alteraciones y revueltas en esta ma-
nera. El duque de Benavente se salió de Madrid mal
enojado : apoderábase de las rentas reales y ecle-
siásticas en todas las partes oue podia. La pequeña
edad del rey y los tiempos daban ocasión á estas de^
masías y desórdenes. Despacharon al mariscal Garci
González de Herrera que le reportase y pusiese en
razón, y juntamente le avisase era mal término
usurpar por su autoridad lo que se debia alcanzar
con buenos medios y servicios. Llevó asimismo or-
den de verse con la reina de Navarra, y los condes de
Gigon y Trastamara, que se mestraoan sentidos por
la misma causa , y tramaban de juntar sus fuerzas y
alborotar la tierra.
La respuesta del de Benavente al recaudo que le
dieron , iWe que no podia llevar ni era razón que el
rey se gobernase por ciertos hombres que poco an-
tes se levantaron del polvo de la tierra, y que ellos
solos tuviesen el palé y el mando. Que esta fue la
causa de su salida de la corte , do no pensaba volver
si no ponian en su poder para su seguridad como en
rehenes, los hijos de aquellos tres personajes mas
poderosos de páiado. La respuesta de los otros seño-
res descontentos fue semejable. Diego López de Zú->-
ñiga pMT orden del rey fue asimismo á verse con el
arzobispo de Santiago, y amonestalle que pospuesto
todo lo al , se viniese á la corte , ca se entendía traía
sus inteligencias con los alborotados. Respondió al
mensaje que la enemiga que tenia con el de Toledo,
que era antigua y muy notoria , no le daba lu^ar á
hacer presencia en la corte mientras su contrario en
ella estuviese.
Supo el rey de Navarra lo qne en Castilla pasaba,
los desgustos y pasiones. Parecióle buena ocasión
para recobrar su mujer. Despachó sus embajadores
sobre el caso, que hallaron al rey de Castilla en Al-
calá de Henares do era ya ido. Hicieron sus diligen-
cias conforme al orden que traían , mas sin embargo
que el rey estaba torcido con la reina por inclinarse
ella y favorecer á los señores desgustados , todavía
tuvieron mas fuerza las escusas que daba, las mis-
mas que antes diera , y el respeto que á su persona
por ser reina y tía del rey se debia. Propusieron que
á lo menos les entregase dos hijas que tenia en su
compañía, para llevatlas á su padre. No vino el rey
tampoco en esto, antes dio por respjKíesta que «n
tanto que el matrimonio estaba apartado, era justo
y puesto en razón que el padre y la madre repartie-
sen entre si los hijos para con su presencia Jlevar
mejor la viudez y soledad.
Conchiido con esta embajada vinieron de Portu-
gal nuevos embajadores , que en nombre de sq rey
con palabras determinadas pidieron firmasen ciertos
grandes las capitulaciones de las treguas y asiento
que tomaron , que no lo habían querido hacer. Estos
eran el maraués de Villena y el conde de Gijon : el
de Villena alegaba ^ ue pues no le dieron parte en
los conciertos que hicieron , no era justo ni necesa-
rio que él los nrmase; el de Gijon antea de finnar
pretendía que el de Portugal le entre^^ase los pnebk»
que con su mujer le señalaron en dote: el uno toma-
ba la firma por torcedor, y el otro por punto de
honra ; caminos que suelen desbaratar glandes ne-
gocios. Yolviérottse los embajadores sili alcanur
cosa alguna, no sin recelo que laa cosas llegasen á
rompimiento.
Nueva ocaaion que por cierto accidente resultó,
de mayor cuidado , riizo que no se reparase tanto en
el desgusto de Portugal. Don Martin Yañez de la
Barbuda que fue en Portugal do nació Clavero de
Avis, ios años pasados en tiempo del reydonJaan
se desterró de su patria, y dejó el lugar que tenía,
por seguir las partes de Castilla en las guerras qne
andaban sobre aquella corona de Portusal deoia
estar desgustado con su maestre, ó pretendía aven-
tajarse en rentas y autoridad ; que de su ingenio no
sé si se puede y debe creer se moviese por la justicia
de la querella: finalmente ayudó al rey de Castilla , y
se halló en aquella memoranle jamada de Aljobarro-
ta. En premio de sus swvicios y recompensa de lo
que dejó en su natural , se dio orden como le hicie-
sen maestre de Alcántara, con que se ncrecentóco
autoridad y renta. Era de ingenio precipitado, voltin-
tarío y resoluto. Avino que un ermitaño por nombre
Juan Sago , tenido por nombre santo á causa de la
vida retirada que por mucho tiempo hko en el yermo,
le puso en la cabeza que tebía revelación alcanzaría
grandes victorias coAtra moros , singular renombre y
muy poderoso estado, si desafiase agüella gente en
comprobación de la verdad de la religión católica.
Dejóse el maestre persuadir fácilmente por frisar
con su humor aquel aíslate. Envió personas á Grana-
da que retasen aquel rey á hacer campo con él^ con
orden que si este riepto no se recibiese, ofreciesen
(Reentrasen eíi la liza veinte, treinta , ó cien cris-
tianos . y que el número de ios moros fuese en cual-
quier (testos casos doblado, ^ue por la parte que )a
victoria quedase, aquella religión y creencia se t«-
víese por la acertada : temeridad y desatino notable.
Los moros fueron mas cnerdos : maltrataron y ultra-
jaron á los embajadores, sin hacer dellos algún caso.
El maestre mas indignado por esto , y confiado en la
revelación del ermitaño y la justicia de su querella»
se determinó con las armas romper por la frontera
de moros. Ninguna cosa tiene mas fuerza para albo*
rotar el vulgo que la máscara de la religión : reseña
á que los mas acuden como fuera de sí, sin reparar
en inconvementes. A la fama pues de la empresa que
el maestre tomaba, le acudió mucha gente, no de
otra guisa que si tuvieran en las manos la victoria.
Pasaron alarde demás de trecientos de á caballo bas-
ta cinco mil peones de toda broza , los mas aveeHi-
reros, mal armados, sin ejercicio de guerra^ finalmente
mas canalla que soldados de cuenta.
Desque el rey supo lo que pasaba, procuró apar-
talle de aquel intento. Asimismo los hermanos Alonso
y Diego Fernandez de Córdova señores de Agnilar,
caballeros de mucha cuenta , y á que marchaba con
su gente, le salieron al camino para con sus buenas
razones v autoridad div^rtille de aquel dislate. ««¿Do
»vaís (dicen) maestrid á despeñaros? ¿por qué llenis
»e8ta gente al matadero? Yueetros pecados os cie-
»gan , estos pobrecillos nos lastiman, que pretendéis
«entregarlos á sus enemigos carniceros. Volved por
))Dios en vos mismo , desistid dése vuestro intento
»tan errado, enfrenad con la razón el ímpetu dema-
»siado de vuestro corazón , que si no tomáis nuestro
mSTORU DE KSPA^A.
IS5
«consejo, ni dais orejas á nueslros ruegos , el d»ño
vserú muy cierto y el llanto Junto con la mengua de
«toda la nación y reino.»
No se doblo|$ó con estas razones su pecho , no mas
que si fuera de piedra : saca por su diviua permisión
la iradivina álos hombres de seso, cuando no quiere
(jue se emboten los aceros. Hompíeron pues por
tierra de moros un domingo veinte y seis de abril.
Pusiéronse sobre la torre de Egea , puesta en la
misma frontera , para combalilla , cuando de sobre-
salto se mostró el rey moro acompañado de ciuco
mil de á caballo y de ciento y veinie mil de á pié:
graude número , pero que se hace probable por causa
que el moro so graves penas mandó que toaos los de
edad á propósito se alistasen. Los cristianos con la
vista de morisma tan grande á la hora desmayaron.
En los de á pié no hobo resistencia por ser gente
allegadiza, y porque los moros los apartaron de sus
caballos. Hirieron en ellos á toda su voluntad , los
mas quedaron tendidos en el campo : algunos se
salvaron que con tiempo se eacomendaron á los
f)iés. Los de á caballo hicieron el deber , ca arremo-
inados entre sí , por una pieza pelearon con valor , y
tuvieron en peso la batalla. Sobre todos se señaló el
maestre en aquel aprieto de valeroso y esforzado , y
hizo graodes pruebas de su persona; mas finalmen-
te como quicr que ios enemigos eran tantos , cayó
muerto, y con él los demás sin que ninguno mostra-
se cobardía ni volviese 1 is espaldas : pequeño alivio
de un revés y de una afrenta tan grande, con que
la Dominica inAlbis, que quiere decir blanca , y era
aquel dia , se trocó en negra y aciaga.
El cuerpo del maestre con licencia de los moros
llevaron á Alcántara , y le sepultaron en la iglesia
Mayor de Santa Haría en un lucillo , y en él una le-
tra que él minino se mandó poner :
AQUÍ YACE AQUEL EN CUYO CORAZÓN NUNCA
PAVOR TUVO ENTRADA.
Cierto caballero refirió este letrero al emperador
Carlos V, que dicen respondió : Nunca ese fidalgo
debió apagar alguna candela con sus dedos. Era cla-
vero de Calatrava Fernán Rodríguez de Villalobos,
hombre de valor y anciano. Juntáronse los caballe-
ros, acudió el rey coa su favor, y nombráronle en
lugar del muerto , si bien no era liijo legítimo de su
padre, para que fuese maestre de Alcántara, elec-
ción que mucho sintieron y murmuraren los de
aquella orden; pero prevaleció la voluntad del rey y
los muchos servicios y valor del electo. Los moros
aunque agraviados de aquella entrada del maestre
por uabelles quebraijtado las treguas, todavía antes
de romperla guerra despacharon al rey don Enrique
un embajador que le halló en San Martin de Yalde-
iglesias : allí propuso sus quejas ; la respuesta fue
que la culpa de aquel caso solo la tenia el maeitre,
3ue su muerte y la de los suyos era bastante emien-
a : con lo cual los moros se sosegaron.
CAPITULO IV.
I>e nuevos alborotos que se levantaron en Castilla-
Los grandes que en Castilla la Vieja andaban des-
contentos , hacían de nuevo mayores juntas de gen-
tes y de soldados. La voz era para acudir al llamado
del rey , que decían se apercebía en Toledo, do es-
taba, para acudir á la guerra que de parte de Gra-
nada por la causa dicha de suso amenazaba ; mas
otro tenían en el corazón , que era llevar adelante
sus desgustos y pasiones. Avino á la misma sazón
gue el rey de Castilla volvió á lilesc^s bien acompa-
ñado de gente , de grandes y ricos hombres. El maes-
tre de Calatrava hizo tanto con el marqués de Villena,
que le trajo consigo á aquella v l>a para reconcílialle
con el rey : muchos nobles para honralle desdo Ara-
ron le hid'eron compañía. Recibióle el rey con mu-
chas muestras de amor y de contento ; que es muy
propio de los reyes contemporizar y ganar con cari-
cias y benignidad las voluntades. El marqués hizo
instancia que le restituyesen la dignidad de condes-
table que tenia por merced del rey don Juan, y los
tutores á tuerto la dieron al conde de Trastamara.
Hobo el rey su acuerdo sobre la demanda : respondió
era contento de otorgar con lo que pedia , A tal em-
pero que le acompañase á Castilla la Vieja , do era
forzoso pasar para poner en razón los que andaban
alborotados. E^^cusi^se que no venia aprestado para
aquella jornada : con tanto dio vuelta a Ar&gon , con
algún sentimiento del rey que quisiera tener á su la-
do un tal varón.
Los bullicios de Castilla continuaban, y por el
mismo caso los agravios que se hacían ¿ la gente
menuda y desvahda; pero visto que el rey se a|>res-
taba de gente, los grandes, que no teman fucrza.<(
para resistir á la potencia real , tomaron mejor
acuerdo. Dieronics seguridad, y así vinieron á la
corte primero el arzobispo de Santiago, y tras él el
duque de Benavenlo. Alegaron en escusa suya el
mucho poder de sus enemigos y sus agravios, que
los pusieron en necesidad para su defensa de acom*
pañarse de gente : ofrecieron de recompensar las
culpas con mayores servicios y lealtad : Perdonólos el
rey de buena gana ; y aun para mas prendar al de
Benavcnte le señaló de las sus rentas reales quinien-
tos mil maravedís de acostamiento en cada un uño,
y la villa de Valencia en Estremadura en recompensa
tleí dote que le daban en Portugal , á coudicion em-
l pereque se llegase á cuentas de las rentas reales que
por su orden se cobraron los años pasades.
La espertnza de sosiego que todas comunmente
concibieron con esto, í^c aumentó con la reducción
de don Pedro conde de Traslumara , que don Alonso
Enriquez su hermano le acousejó y persuadió que
dejase aquellas porüas y bullicios (jue de ordinario
paran en mal. Diéronic de acostamiento otra tanta
canlía do maravedí; y para icualalle en todo con el
de Benavenle le restituyeron la villa de Paredes . que
Alonso conde de Gijon contra razón y derecho te
tenia usurpada por fuerza. Trataba el rey de sujetar
con las armas al conde de Gijon, que solo restaba
de los grandes alborotados, y no tenían esperanza
Oue se dejaría vencer por buenos medios y Llamlüs
(tan bullicioso era y tan arrestado de su naturnl)
cuando vinieren p jr embajadores de don Carlos rey
de Navarra el obispo de Huesca, que era francés do
nación , y Martín de Ayvar para intentar lo que tan-
las veces acometieron en vano , que la reina doña
Leoüor volviese á hacer vida con su marido. Lo que
la razón uc ¿Icanzó , hizo cierto accidente que so
efectuase.
La reina estaba muy sentida que la hubiesen acor-
lado gran parte de la pensión que tiraba de las ren-
tas reales , por la cual causa se galio de las cortes dn
Madrid en que se tomó este acuerdo, mal enojada.
Comunicábase con los grandes que andaban alboro-
tados por la misma razón , y aun se entendía entraba
á li parte de los bullicios. £1 rey de Castilla estaba
por esto con ella torcido , que fue la ocasión de des-
pachar de nuevo esta embajada. Avino que el conde
de Trastamara , sabido lo qne se tramaba contra la
reina acerca de su partida, al improviso se salió de
}i corte y se fue para la reina que moraba en Roa,
|)ara asíslilla que no se le hiciese fuerza ni agravio.
Puso al rey en cuidado esta partida tan arrebatada
no fuese principio de nuevas alteraciones. Sospechó-
se que el de Trastamara se comunicó en lo que hizo y
pretendía , con el duque de Benavente. Llamóle á la
corte , y llegado , le echaron mano y pusieron á buen
recado : que fue un sábado veinte y cinco de ju\io
%$ñ
Hecho esto , porque la reina y el comle no tuviesen
logar de afirmarse , con la gente que pudo y (jne te-
nia aprestada para ir contra el conde de Gijon , á
grandes jornadas partió el rey la vuelia de Roa. No
pudo haber á las manos al conde , que con tiempo se
huyó á Galicia. Ln reina visto el nesgo que corría,
para aplacar la saña del rey, sin ponerse en defensa
con sus hijas todas cubiertas de luto le salió á rece-
bir á las puertas de la villa. Dio sus descargos , que
no tuvo parte alguna en la partida del coudo , pero
que venido á su casa no era razón dejar de hospedar
á su hermano, mayormente que publicaba venia á
Ci»nsolalIa en su tristeza y trabajos. Uostró el rey
satisfacerse con sus descarccs de tbi guisa que se
apoderó de la villa , si bien aejó á la reina las rentas
para que con ellas se sustentase, y á ella mandó que
le acompañase á VaI!a(!olid , do la mandó poner guar-
das para que no se pudiese ausentar ni huir.
En el entretanto don Alonso conde de Gijon se
ftutulecía de armas, soldados y vituallas en la su
villa de Gijon. Para atajalle los pasos ucudió el rey
con toda presteza á las Asturias : apoderóse de la
ciudad de Oviedo , que se tenia por el conde (i) Den-
de partió para Gijon , y puso sobre ella sus estancias.
El sitio es tan fuerte por su naturaleza que por fuer-
za no la podían tomar. Detenerse en el cerco muchos
días érales muy pesado por ser los mayores fríos del
año , que en aquella tierra son mayores por ser muy
septentrional, demás de muchas enfermedades que
f Meaban en el campo y en los reales ; todavía no fue
a jornada en balde , porque durante el cerco el con-
de de Trastamara se redujo á mejor partido, y con
perdón que le dieron , vino á los dichos reales. Con
el conde cercado asimismo, visto que no le podían
forzar, se tomó asiento á condición que fuera de
aquella villa de Gijon , en todos los demás pueblos
de su estado se pusiesen guarniciones de soldados
por el rey : ultra desto que el conde en persona pa-
reciese en Francia para descargarse delante de aquel
rey , como juez arbitro que nombraban de común
acuerdo, del aleve que se le imputaba; y que la
sentencia ^ue se diese, se cumpliese enteramente.
Para segundad del cumplimiento y de todo lo con-
certado el conde puso en poder del rey de Castilla á
su hijo don Enrique : con que por el presente se de-
jaron las armas, y el reino se libró del cuidado en
que por esta causa estaba.
CAPITULO V.
De la elección del papa Benedicto Decimotercio.
Esto pagaba en Castilla t'n sazón que en Aviñon
falleció el pana Clemente á los diez y seis de setiem-
bre. Los príncipes y potentados, los de cerca y los
de lejo^ , por sus embajadores reguírieron á los car-
denales de aauella ubediencia se luesen despacio en
la elección ael sucesor : que su principal cuidado
fuese de buscar alguna traza como el scisma se qui-
tase . y con esto se pusiese fin á tantos males. A los
cardenales no pareció dilatar el cónclave y la elec-
ción. Solo para mostrar alf*un deseo de condescender
con la voluntad de los príncipes de común acuerdo
ordenaron que c&da cual de los cardenales por es-
presas palabras jurase , en caso que le eligiesen por
napa, renunciaría el pontificado cada y cuando que
hiciese lo niísnio por su parte el pontífice de Roma:
camino que les pareció el mejor que se podía dar pa-
ra apaciguar y unir toda la crístiandad. Creo será
bien poner en este luftar la forma del juramento que
hicieron los cardenales : ««Nos los cardenales de la
nsanta iglesia Romana congregados en cónclave para
vía elección futura , todos juntos y cada cual por sí
(1) Oviedo se levaotó ci^atra el conde y babiéndose acer-
cado el rey, le le entregó y prestó obediencia.
BIBLIOTLCA DE GASPAR T ROIC.
«adelante el altar donde es costumbre de celebrar la
I
nmisa conventual , por el mayor servicio de Dios y
))unidad de su iglesia , y salud de todas las ánimas
))de sus fieles prometemos y juramos, tocando cor-
»poralmente los santos Evan^lios de Dios , ^e sin
»algun dolo ó fraude ó engaño Irabajareroos y pro-
ncuraremos con toda fidelidad y cuidado por cuanto
»á lo que nos toca , ó adelante puede tocar , la unión
»de la Iglesia , y poner fin cuanto en nos fuere al
Dscisma que agora con íntimo dolor de nuestros oo-
»razones hay en la Iglesia. ítem que daremos para
»este auxilio , consejo y favor al pastor nuestro y de
))la grey del Señor, que ha de ser y por tiempo será
nseñor nuestro, y vicario de Jesucristo, y que no
«daremos consejo ó favor dú'ecta ó indirectamente,
»en público ó en secreto, para impedir las cosas
«arriba diclias. Mas, que cada uno de nos cuanto le
«fuere posible , aunque sea elegido para la silla del
«apostolado, hasla hacer cesión inclusivamente de
«la dignidad del papado , guardará y procurará todas
«estas cosas y cadu una dellas , y todas las demis ar-
«riba dichas; junto con esto todas las vías útiles y
«cumplideras al bien de la Iglesia y á la dicha unión
«con sana y sincera voluntad, sin fraude, escusa ó
«dilación alguna , si así pareciere convenir al bien
«de la Iglesia y á la sobredicLa unión á los señores
«cardenales que al presente son ó por tiempo serán
«en luffar de los presentes , ó á la mayor parte dellos.»
Hecho este juramento en la manera que queda di-
cho , se juntaron los cardenales , en número veinte
y uno, para hacer la elección. Salió con todos los
votos sin que alguno le faltase , el cardenal de Ara-
ffon don Pedro de Luna. Su nobleza era muy conoci-
aa , su doctrina muy aventajada en los derechos ci-
vil y canónico, demás de las muchas lerdas en que
mucho trabajó , su buena gracia , roana y destreza
con que se granjean mucho las voluntades. En su
asunción se llamó Benedicto Decimotercio. Después
que se vio papa . comenzó á tratar de pasar la silla, á
Italia , sin acorcíarse del juramento hecho ni de dar
orden en renunciar el pontificado. Alteróse mucho
la nación francesa por la una y por la otra causa.
Tuvieron su acuerdo en París en una junta de seño-
res y prelados. Parecióles que para reportar el nuevo
pontifice , que sabían era persona oe altos pensa-
mientos y gran corazón , como lo declaró bien el
tiempo adelante , era necesario envíalle grandes per-
sonajes que le representasen lo que aquel reino y
toda la Iglefia deseaba.
Señalaron por embajadores los duques de Borgoña
y de Orliens y de Bourges, los cuales luep) que lle-
f*aron á Aviñon , habida audiencia, le requirieron con
a paz, V protestaron la restituyese al mundo, y que
se acordase de las calamidades que por causa de
aquella división padecía la cristiandad : acusálianle
el juramento aue hizo^ y mas en particular le pedían
juntase concilio general en que ibs prelados de co-
mún acuerdo determinasen lo que se debía hacer.
Respondió el papa gue de ninguna suerte desampa-
raría la iglesia de Dios vivo, y la nave de San Pedro
cuyo gobernalle le habían encargado. No se conten-
taron aquellos príncipes desta respuesta, ni cesaban
de hacer instancia ; mas visto que nada aprovechaba
dieron la vuelta mal enojados así ellos como su rey y
toda aquella nación. Procuraba el pontífice con des-
treza aplacar aquella indignación , para lo cual con-
cedió al rey do Francia por término de un ano la
décima de los frutos eclesiásticos de aquel reino.
Esto pasaba por el mes de mayo del uño del Seuor
de 1395 años, en que se comenzó á destemplar poco
á poco el contento del nuevo pontifice , y trocarse
su prosperidad en miserias y trabajos. El gobernador
de Aviñon con gente de Francia por orden d^ aqoei
rey le puso cerco dentro de so palacio muy apretado.
Publicóse otrosí un edicto en que se mandaba que
OISTORIA
ningún hombro de Francia acudiese á Benedicto en
los negocios eclesiásticos. Sobre todo los cardenales
mismos de su obediencia le desampararon , escepto
solo el de Pamplona, que permaneció hasta la muerte
en su compañía. Finalmente por todas estas causas
se vio tan apretado, que le fue forzoso salirse* de
Aviñon en hábito disfrazado , y pasarse á Cataluña
para poderse asegurar : pero esto aconteció algunos
años adelante (I) Las negociaciones entre los (irin*
cipes sobre el caso andaban muy vivas, y IdS embaja-
das que los unos á iDs otros se enviaban. El rey de
Francia procuraba apartar de la obediencia de aquel
papa á los reyes, al ge Navarra, al de Aragón y al de
Castilla. Hádaseles cosa muy grave á estas naciones
apartarse de lo que con tanto acuerdo abrazaron ^ en
particular el de Castilla despachó á don Juan obispo
de Cuenca, persona prudente y de trazas, para que
reconciliase al rey de Francia con el papa, ca enten-
dían la causa de aquella alteración y mudanza eran
desguslos particulares: poco prestó esta diligencia.
En Aragón por la parte de Ruysellon entró gran
número de soldados franceses para robar y talar la
(ierra. La reina doña Violante, como la que por el
descuido de su marido ponia en todo la mano , des-
pachó al rey de Francia y á sus tios los duques, el de
Borgoña y el de Berri , y al duque de Orliens un em-
b.ijador, por nombre Guillen de Copones ^ para que-
rellarse de aquellos desórdenes : diligencia con que
se Htajó aquella tempestad, y los franceses dieron la
vuelta en sazón que el rey don Juan de Aragón mu-
rió de un accidente que le sobrevino de repente. Sa-
lió á caza en el monte de Foia , cerca del castillo de
Mongriu y de Urriols en lo postrero de Cataluña. Le-
vantó una loba de grandeza descomunal: quier Tuese
que se le antojó por tener lesa la imaginación quier
verdadero animal, aquella vista le causó tal espanto
que á deshora desmayó y se le arrancó el alma , aue
fue á ios diez y nueve de mayo dia miércoles. Prin-
cipe á la verdad mas señalado en flojedad y ociosidad
que cu alguna otra virtud.
Su cuerpo fue sepultado en Poblete, sepultura
ordinaria de aquellos reyes. No dejó hijo varón , sola-
mente dos h'jus de dos matrimonios, doña Juana y
doña Violante. La primera dejó casada con Mateo
conde de Fox , la segunda concertada con Luis duque
dé Anjou, según que de suso queda apuntado. Nom-
bró en su testamento por heredero de aquella corona
á su hermano don Martin duque de Momblanc, lo que
con gran voluntad aprobó el reino por no caer en
poder de estraños, si admitían las hembras á la suce-
sión. Hallábase don Martin ausente, ocupado en alla-
nar á sus hijos la isla de Sicilia y componer aquellas
alteraciones. Doña María su mujer, persona de pecho
varonil, hizo sus veces, ca se llamó luego rema; y
en una junta de señores que se tuvo en Barcelona,
mandó se pusiesen guardas á la reina doña Violante
que decía quedar preñada, para no dar lugar á algún
embuste y engaño : la misma reina viuda dentro de
pocos días se desengañó de lo que por ventura pen-
saba.
Pretendía el conde de Fox que le pertenecía aque-
lla coronal por e) derecho de su mujer, como de liija
mayor dtl rey difunto. Contra el testamento que hi/o
Síü sue;iro , se valia del de el rej; don Pedro sn pudre,
que llamó á la sucesión las hijas : de la costumbre
tan receñida y guardada de todo tiempo, que las
h^Mobrus heredasen el reino (2), U cual ni se debía,
ni se podía alterar, mayormente en su perjuicio. Es-
tas razones so alegaban por parte del conde de Fox y
de su mujer, si no concluyentes, á lo menos apa-
( i ) Aolfls de este viaje ci papa Benedicto vioo á Aragón.
(2) Noliabra tai costumbre en Aragón pues si doña Pe-
tronila lo heredó, fue por iiu ronseotimiento espreso de /a
nación.
Dt¿ ESPA.^A. 587
rentes asaz. Sin embargo las cortes del reino que so
juntaron en Zaragoza por el mes de julio, adjudicaron
el reino de común acuerdo de todos á don Martin que
ausente se hallaba, las insignias, nombre y potestad
real . Platicaron otrosí de los apercibimientos que se
debían hacer para la guerra que de Francia por el
mismo caso amenazaba.
CAPITULO VI.
Cómo la reina doña Leonor volvió i Navarra.
El reino de Aragón andaba alterado por las sospe-
chas y recelos de guerra que los aquejaban. En las
ciudades y villas no se oía sino estruendo de armas,
caballos, municiones, vituallas. Castilla sosegaba
por haberse los demás grandes allanado, y el de Gí-
jon ausentado y partido para Francia conforme á lo
que con él asentaron. La reina de Navarra asimismo
mal su grado fue forzada á volver con su marido, ne-
gocio por tantas veces tratado. Para aseguralla hizo
el rey su marido juramento de tratalla como á reina
é hija de reyes. Para honralla y consolalla el mismo
rey de Castilla su sobrino la acompañó basta la villa
de Al faro, que es en la raya de Navarra. En la ciudad
de Tudela la recibió el rey su marido magníficamente
con toda muestra de alegría y de amor. Híciéronse
por esta vuelta procesiones en acción de gracias por
todas partes, fiestas y regocijos de todas maneras.
Juan Hurtado de Mendoza mayordomo de la casa real
tenia gran cabida con el rey de Castilla : por esto y
en recompensa de sus servicios le hizo poco antes
donación 4e la villa de Agreda , y en el territorio de
Soria de los luffares Ciria y Borovia. El pueblo lleva-
ba mal esto por la envidia aue como es ordinario se
levanta contra los que mucho privan , y suélese lle-
var mal que ninguno se levante demasiado. Los veci-
nos de Agreda no querían sujetarse , ni ser de señor
ninguno particular, con tanta determinación que
amenazaban defenderían con las armas (si neccsaiio
fuese) su libertad. Tenían por cosa pesada que aquel
lugar de realengo se hiciese de señorío : gobierno
que al principio suele ser blando , y adelante muy
pesado y grave , de que cada dia se mostraban ejem-
plos muy claros. Demás que por estar á los cootines
(le Navarra y Aragón corrían peliaro de ser acometi-
dos los primeros ¡ sin que los pudiesen defender las
fuerzas de ningún señor particular. Querellábanso
otrosí que no les paf^aban bien los servicios suyos y
de sus antepasados , y la lealtad que siempre con sus
reyes guardaron.
Partióse el rey de Castilla para allá con intención
y fiucia que con su presencia se apaciguarían aque-
llos desgustos. Poco faltó que no le cerrasen las
Í>uertas, si no intervinieran personas prudentes que
es avisaron con cuanto peligro se usa de fuerza para
alcanzar de los reyes lo que con modestia y razón so
debe y puede hacer : consejo muy saludable, porque
el rey, oídas sus razones, con facilidad se dejó per-
suadir que aquella villa se quedase en su corona, con
recompensa que hizo á Juan de Mendoza en las villas
de Almazan y Sanlisteban de Gormaz que á trueco
Fe dieron : con que se sosegó aquella alteración. El
rey don Enrique pjra seguir al conde do Gijon envió
sus embajadores á Francia , que comparecieron en
París al plazo señalado. El conde no compareció sea
por no poder mas , sea por maña ; verdad es que al
tiempo que los embajadores se aprestaban para dar
la vuelta . tuvieron aviso que el conde era llegado ¿
la Rochela , ciudad y puerto en tierra de Santongo
puesto entre la Guíena y la Bretaña. Por esta causa
se detuvieron. Pusiéronle demanda delante del rey
de Fraircia: alegaron las partes de su derecho, y
sustanciado el proceso y cerrado , se vino á senten-
cia , en que el conde fue dado por aleve, y mandado
se pusiese ert manos de su rey y se allanase : si así lo
cumi . , . .
recobrar su estado, en qtie aquel rey ofrecía inter-
pondría su autoridad y ruegos : si perseverase ci) su
rebeldía, le avísahan que de Pranciu no esperase nin-
gon socorro, ni lufiarSeouro en aquel remo.
Gn esla sostancin le aespacharon cartax para el
duque de Bretaña y oíros señores movieiiles de aque-
lla enrona y á los gobernadores , en que le» avisaban
no ayudaseu al conde para volver á España con dine-
ros', armas, soJdados , ni naves. Por otra parla el rey
de Castilla, avisado de la sentencia, pedia que le
entregasen la villa de Gijon conforme a las condicio-
nes que asentaron : la condesa que dentro estaba,
nóvenla en ello, sea por ser mujer varonil, d por loa
consejeros que tenia á su lado. Acudió el rey á esto,
porque con la dilación no se perlrecliase : púsose
i^obro aquella villa cerco, que no duró mucho á causa
que los cercados, perdida [oda esperanza de socorro,
en breve se riudierun. El rey liizo abatir los muros
de la villa y las casas para que adelante no se puilw'
se rebelar. A la condesa entrefíaron á su liiin don
Enrique que estaba en poder del rey, á lal que aesem-
barazase la tierm , y se fuese fuera del reino con su
marirlo, que á la sazón se hallaba en tierra de SanlonRc
con poca ó ninguna esperanza de recobrar su estado.
Hecbo esto , el rey áiá la vuelta á Madrid , resuelto
de visitur en persona el Andalucía , que lo deseaba
Y los negocios lo pe«lian , y por diversas causan lo di-
latara hasta entonces. Pnsó í Talavera con este in-
tento: allí por el mes de novielnbre le llftgaron em-
bajadores del rcyde Granada para pedir que el tifinuo
de las treguas que ya rspirabí , 6 era del Lodo pasa -o,
se alargase de nuevo. Recelábanse los mores que
apaciguadas las pasiones del reino y de los grandes,
no revolviesen las fuerzas de Castilla en daño de Gra-
n;ida para tomar emienda de los daños que ellos b<-
cieron en su menor edad por aquellas fronterai. >V
los despacharon luego: solo les dieron orden quu
leJon Hirliudc Angas.
L
fuesen i Sevilla eu cumpañía del rey, al cual recibió
aquella ciudad con grandes Gestas y rc^iocijos, como
es ordinario. En ella hizo prender .j>l arcediano do
Ecijn por amolinador de la ¿ente , y atizador príuci-
pdl de los gnives daños que Tos días pasados se hicie-
ran en aquella ciudad j en otras parles ü los judíos.
Esta prisión y el casligo que le dieron, fue escar-
inicnU) para otros, y aviso de no levantar el pueblo
con color de piedad.
Por tn.l.is estas causas una nueva y clara luz pare-
ciaamanecerenCa'itilladespuesdp tantos tociiellinos
y tempestades, y una (¡rumie sesurldad de que nadie
«e atreverla i hacer desiiguisados á los iníserublf^ y
llacos. Las treguas a<:iinismo se renovaron con los
morus, que inutbo lo deseaban : con que quedaba
todo sosegado sin miedo ni recilo de al^'una guerra
ijí alboroto. lUicUo importA para todo la prudencia y
buena maña del rey don Enrique , que aunque mo-
zo, de cada día descubría mus prendas de su buen
natural en valor y todo género de virtudes. Veril:i(l
es que las esperanzáis que dcsle principe se tenían
muy grandes, en breve se regalaron y deshirieron
como humo por causa de su poca salud, mal que le
dura toda la vida. Grande lástima y daño muy g.i^e:
ron la indisposición (raía el rus'ro amarillo y dcsfi-
gufado, las fuerzjsdel cuerpo (lacas, lasd«l juicio
A veces no tan bastantes para p^BO tan grande , Lin-
ios y tan di\crsos cuidados. Finalmente los años
adelante uo continuó en las buenas mui-stras que
iiules daba, y que las gentes se prometían de su
niiiTOaU HE L'í^PANA.
58f>
boén natural. Fue esto en tanta gradu aue apenas se
puedo relatar cosa alguna do las aue 1)Í20 los anos
siguientes. Algunos atribuyen esta diücullad á la
falta que hay de memorias de aquel tiempo, y men^
gua de las corónicas de Castilla : es así, pero justa-^
mente se puede entender que la continua indisposi-
ción del xey^ y la grando paz de que por beneficio
del cielo gozaron en aquel tiempo, fueron ocasión
de que pocas cosas sucediesen dignas de memoria y
de cuenta.
El duque de Benavente estaba preso en Monlerey
por cuenta y á cargo del maestro cíe Santiago : pasá-^
roDJe adelunte dende á la víJIu de Almodovar. Cl ar-
zobispo de Sanüaji^o, prelado aunque pequeño de
cuerpo , d^ ¿rran corazón , y que no sabia disimular,
S6 mostraba desto agrayiacfo, pues el duque fiado de
su palabra desb'zo su gente, y se yino ¿ la corte para
ponerse en las manos del rey. Don)ás desto tenia por
peligroso para la conciencia obedecer á los pnpus de
Ayiiíon , que cu'daba ser falsos, y verdaderos los que
residían en Roma. Este color tomó y esta ocasión
para dejar á Castilla y pasarse á Portugal. Allí le cria-
ron primero obispo de Coimbra , y después arzobispo
de Bra^a en recompensa de la prelacia muy principal
que dejaba en Castilla de Santiago, en que por su
ausencia entró don Lope de Mencmza.
Era en la misma sazón obispo de Falencia don Juan
de Castro, personaje mas conocido por la lealtad que
siempre guardó con el rey don Peoro y sus descen-
dientes, que por otra prenda alguna. Anduvo fuera
de E<ipaña en servicio de doña Costanza bija del rey
don Pedro, por cuya instancia y á contcm'plucion de
su marido el duque de Alencastre le lucieron obispo
de Aquis en la Guiena. Después al tiempo que se bi-
cieron las paces entre Castilla é Ingalaterrn , volvió
entre otros del destierro para ser obispo de Jaén y
íjnalmenle de Patencia. Refieren que este prelado
escribió la corónica del rey don Pedro con mas acierto
y verdad que la que anda comunmente llena de en-
gaños y mentiras por el aue quiso lavar su desleailad
con infamar al caldo , y o tilar al son que los tiempos
y la fortuna le hacían. Añaden aue aquella historia
se perdió y no parece , mas por ailigencia de los in-
teresados que por la injuria del'tiempo, ó por otro
demérito suyo : tal es la fama que corre ; así lo ates-
tiguan graves autores. Nos en los hechos y vida del
rey don Pedro seguimos la opinión común , qu(* es la
«oía voz de la fama , y de orainariu va miis cunforme
é la verdad; y es íivtíriguado que no menos cie¿?a cl
amor que el odio los ojos del entendimiento para
que no vean la luz, ni refieran con sinceridad y sin
pasión la verdad.
En Aragón no andaba la gente sosegada : la mu-
danza de los príncipes , en especial si «I deí echo del
sucesor no es muy claro suele ser ocasión de altera-
ciones. Prendieron ádon Juan condo de Anipu'ias :
achacábanle se inclinaba á la parte di^l conde (lt3 Fox,
quier por tener su derecho por mas l'uniliuU» y .vu Aa
manda mas justa, quicr por satisfacerse del aí<ravio
que pretendía le hicieron los años pasados. Amena-
zaba guerra de parte de Francia; juntaron cortes
del remo en San Francisco de Zaragoza muy gene-
rales y llenas á dos de octubre; acordaron se hiciese
g<M)te por todas partes para la defensa, v por general
señalaron á don Pedro conde de Ur/^el. Ninguna dili-
gencia era demasiada , porque el conde de Fux con
un grueso campo , pasadas las cumbres de los Piri-
neos, corría la comarca que baña con su corriente el
rio Scffre, y los pueblos llamados ant¡f,'uamente ¡ícr-
getes. Robaba , saqueaba , quemsiba , y finalmente á
los postreres de noviembre se pusu sobre la ríud.id de
Carlia^tro con cuatro mil caballos y gran número de
infantería. En aquellos reales se hicieron él y su mu-
jer alzar y pregonar por reyes do Aragón con las ce-
remonias que en tal caso se acostumbran. Tembló la
tierra en Valencia mediado el mes de diciembre, coa
que muchos edificios cayeron por tierra , otros que-
daron desplomados; que era maravilla y lástima. El
pueblo como agorero que es, pensaban eran señale»
del cielo y pronósticos de los daños que temían (1).
Desbaratóse este nublado muy en breve á causa que
el de Fox alzado el cerco fue forzado á dar la vuelta
por la parle de Navarra á su tierra con tal priesa que
mas parecía huida que retirada, de que daba muestra
el fardaje que en diversas parles dejaba. Lafafta de
vituallas le puso en necesidad devolver atrás, por ser
la tierra no muy abundante, y tenerlos naturales
alzados los mantenimientos y la ropa en lugares
fuertes : demás que el conde de Urgel en todos luga-
res y ocasiones le hacía siempre algún daño con en-
cuentros y alarmas que le daba.
La retirada de los enemigos y el sosiego de Aragón
y Cataluña fue por principio del año del Señor de í 396
en sazón que el nuevo rey don Martin, alegre con 1q9
nuevas que de Aragón le vinieron, y allanados los
alborotos de Sicilia, acordó de dar la vuelta á España
en una buena armada que do naves y j^aleras aprestó
en Mecina. Aportó de camino á Cerdena, en que apa-
ciguó asimismo en gran parte las alteraciones de
aquella isla. Parecía que el cielo favorecía sus inten-
tos y que todo se le allanaba. En la costa do la Pro-
venza i^or el rio Rhódano arriba llegó hasta la ciudad
de Avlnon para verse con el papa Benedicto y hacelle
^ homenaje debido. El le presentó la rosa de oro con
que suelen ios pontífices nonrar á los grandes prin-
cipes, y le dio la investidura de Cerdeña y de Córce-
ga con título de rey y como á feudatario de la Iglesia,
con las ceremonias y juramentos acostumbrados.
Despedido del papa, finalmente con su armada
surgió en la playa de Barcelona. Allí hizo su entrada
en aquella ciudad á manera do triunfo por las victo-
rias «jue ganara , y tantos reinos como en breve se le
juntaron, y en una pública junta délos mas princi-
pales tomó la posesión de aquel reino por el derecho
que á él tenia , y por el que le daba el testimonio de
su hermano el rey don Juan. Al conde de Fox, y á su
mujer porque tomaron nombre de reyes, y por ht
entrada quo hicieron por fuerza en aquel reino, los
hizo publicar por traiiiores y enemigos de la patria :
si á tuerto, si con razón, ¿quién le podrá averiguar?
pero deslas cosas se tornará á trataren otro lugar al
presente volvamos ú lo que se nos queda rezagado.
CAPITULO VIL
Que de ouevo se encendió la guerra en Portugal.
El estado de las cosas de Espma en esta sazón era
tolerable. El imperio oriental de los griegos padecía
mucho, y amenazaba alguna gran ruina por las dis-
cordias que en tan mala coyuntura se levantaron en-
tre aquellas príncipes, y la perpetua felicidad de los
otomanos einperailores délos turcos. La parcialidad
de los gfie^íos mas ílac \ como es ordinario sin tener
respeto al bien común buscó socorros de fuera y lo
que fue peor, llamó en su ayuda á Amurates gran
^operador de aquella gente. No le pareció al Turcj
dejar pasar la ocasión que aquellas discordias le pre-
sentaban, de apoderarse de todo. Pasó con gran gente
el e-lrecho del Hellesponto, y cerca del se apoderó
de primera entrada ¿t Gallipoli y Adrianópoh, dos
ciu lades fañosas y principales. Aspiraba á hacer lo
rnisiiio d»i lo restante de aquel imperio, y aun sus
gentes se derramaron por diversas partes. El daño
que hizo fue grande , y mayor el espanto, no solo en
lo de Grecia, sino en las naciones comarcanas, cu
especial en Hungría cuyo rey era Sigismundo, mas
conocido y famoso por la paz que los años siguienlcs
(I) También liubo una pc.«lc crupí desde enero ha: la
julio que casi dejó despoblada la ciudad.
590
puso en la Iglesia, quitado el scisma, que veuturoíu
en las armas.
En este anrielo despachó sus embajadores á Car-
loa VI rey ae Frnnda para an'salle del peligra que
corría toda la crisliandad , si prestamente todos no
«cudiaaá apagnr aquel fuego autesquecobrasfo mas
fuerzas , y el imperio de aquella «ente bárbara y fiera
COQ el tiempo se arraigase en Europa. Ojeron los
franceses por $u nobleza y valor esta embajada de
buena gana. Aprestaron buen tjolpe de genle i ca-
ballo, y por caudillo Juan IjIjo <tet duque de Borgoua,
y PhilipB condestable de Francia, Enrique de Borbon,
con otras personas de cuenls. Llegados á Hungría,
consultariJD con el rey Sigismundo en la ciudad de
Buda sobre la manera en que se debia liacer la guer-
ra. Acordaron congenia presentar la batalla al ene-
migo lo mas presto que pudiesen , antes que se res-
friase el calor que los franceses traían de pelenr.
Hicieron algunas cabalgadas uo de mucba cuenta , y
quitarou de poder de los enemigos algunos de los
pueblos de poco nombre, pero que les dio avilenieza
para aventurar el resto y menospreciar al enemigo :
foaa de ordinario muy perjudicial en la gusrra.
•■\in.it Y ame.
Marcliarou con su gente bastu las couGuesdc Tlira'
cia , j hasta dar vista al enemigo cerca de la ciudad
de Nicúpoli. Ordenaron sus haces con resolución de
pelear : lo mismo hicieron los contrarios; dióse la
señal por ambas partes de acometer. Los franceses
con el orgullo que llevatnn ae adelantaron sin dar lu-
gar i que los iiúngaros saliesen de sus reales y les
hiciesen compañía: cerraron antes de tiempo, lue
fue ocasión de perder aqueíla memorable jornada;
muchas queddron muertos en el campo , otros cauti-
THron y entre los demás & Juan hijo del duque de
Borgoña, á quien su padr» adelante rescald por gran
dinero: el rey Sigismundo escapó á uña de cabello.
Sucedió este ^rave daño y revés la misma fiesta de San
Miguel veinte v nueve de setiembre, con que el resto
de la crístianaad quedó alemorízaoo no solo por el
eslrago presente, sinu muclm mas por los males que
fiara adelante amenazaban. En unas partes se oían
lautos por la pérdida de los íujos , en otras hacían
procesiones y rogativas para aplacará Días y su saña.
En Granada falleció el rey Juzepb: rugiasequepor
engaño del rey de Fez , que con muestra de amistad
1» „..-:^ ».>i.n ni-no ~..... ¡.¡poj presentes una marlola
le envió entre otros n
inficionada de ponzoña , tal y tan eficaz que luego
que It vistió convidado de su hermosura , se hirió de
tal suerte que dentro de treinta diat espirú atormen-
tado de gravfiimoB dolores ; las mismas carnes sn le
calan á pedazos; cosa maravillosa, si verdadera.
Huarto Juxeph, se apoderó por fuerza del reino su
hijo menor por nombra Hahomad, v por sobrenom-
bre Balva. Quedó escluido y privado el hijo mayor
llamado como el padre Juzepli : venció su mejor de-
recbo la maña que au hermano tuvo en graniear las
voluntades del pueblo , y sus buenas partes de inge-
nio vivo y valor, en que no tenia par. Solo le poniu
en cuid.ndo el rey de Castilla no emprendiese con sus
fuerzas de restituir á su hermano en el reino de su
ñf Pjnplnni.
Sadré. Para prevenirse partió pora Toledo, resucito
e conquistar con dones y con su buena maña aquel
rey y a sus cortesanas salióle bien la jornada , quo
renovado el concierto puesto con su padre , de nuero
se tornaron í sentar las treguas.
Teníanse á la sazón corles en Toledo, en que se
publicó una premática sobre las prebendas eclesiis-
ticaa, que no las pudiese poseer ningún extranjero,
escepto algunos pocos con quien pareció en particu-
lar dispensar, y en general con toda la nación portu-
guesa , ca la pretendían conquistar y su afición con
semejantes caricias. Publicó otrosí el rey este año
una ley en que mandó que ninguno pudiese tener
muía de silla que no mantuviese caballo de casia.
HISTORIA DE ESPAÑA.
591
con algunas modíGcaciones que se pusieron , todo á
propósito que en el reino se criase número do caba-
llos. Eü Sevilla un jueves cinco de octubre falleció
Juan de Guzman conde de Niebla. Sucedióle Enrique
de Guzman su hijo , que fue padre de otro Juan de
Guzman . por merced de los revés primer duque los
años adelante de aquella nobilísima casa. Los caba*
Ueros de Calatrava trocaron la muceta de que antes
usaban con su capilla -de color negra , en la cruz
roja de oue hoy usan , por bula del papa Benedicto
gauada a instancia y suplicación de su maestre don
Gonzalo de Guzman.
Los portugueses por aprovecharse de la ocasión
r^ue la poca salud del rey don Enrique les presentaba,
trataban de volver á las armas. Era necesario buscar
algún color pura acometer aquella novedad. Pareció-
les bastante que algunos grandes de Castilla no afir-
maron en tiempo las treguas aue se asentaron. Jun-
taron sus huestes , con que ae primera entrada se
apoderaron de Badajoz, ciudad puesta á la raya de
Portu^l, en que prendieron al gobernador, que era
el mariscal Garci González de Herrera. Destos prin-
cipios de rompimiento se continuó la guerra por es-
pacio de tres años con el mismo tesón y porüa qu3 la
pasada. Para hacer resistencia mandó el de Castilla
juntstr y alistar sus gentes, y por general á don Ruy
López Dávalos , que poco antes hiciera su condesta-
ble, sea por muerte del conde de Trastamara, ó por
despojalle de aquella dignidad : lo del mar como ne-
giicio no menos importante encargó al almirante
Diego Hurtado de Mendoza.
Sucedió por el mes de mayo del ano siguien te d e 1 397
que cinco galeras castellanas se encontraron con
KÍete portuguesas , que volvian de Genova cargadas
de armas y otras municiones. Embistiéronlas con tal
denuedo que las desbarataron : las cuatro tomaron,
una echaron á fondo , las otras dos se escaparon. Pa-
reció gran crueldad que después de la victoria echa-
ron á la mar cuatrocientas personas , si ya no juz-
garon que con semejun te rigor se debia enfrenar el
orgullo de aquella nación. ET almirante otrosí con su
armada costeó las marinas de Portugal , sac^ueó y
quemó pueblos, taló los campos, y robó toda la tier-
ra, sin que le pudiesen ir á la mano. Muchos nobles
y Gdalgos de Portugal , unos por tener la guerra por
injusta y aciaga , otros por estar cansados del gobier
ijo de su rey se plisaron á Castilla : personas de valor,
de que dieron muestra en todas las ocasiones que
se presentaron.. Los de mas cuenta fueron Martin,
Gil y Líipe de Acuña , todos tres hermanos : Juan
y Lope Pacheco hermanos asimismo. A estos caba-
lleros heredaron magníficamente los reyes de Casti-
lla en premio de sus servicios , y recompensa de la
natoraieza y lo demás que en su tierra dejaron : zan-
jas y cimientos sobre que adelante se levantaron en
Castilla muy principales casas y estados de estos
apelliiios y de otros.
Continuábase la guerra , en que los portugueses se
apoderaron de Tuy , ciudad de Galicia puesta á la
raya de Portugal : demás desto por otra parte en la
Estrcmadura pusieron siliosobre la villa de Alcántara,
bien conocida por ser asiento de la caballería de aquel
nombre : acorrió á los cercados en tiempo el nuevo
condestable de Castilla , con que no solo desbaraU)
el cerco é hizo retirar á los enemigos, peiorcmpió
por las fronteras de Portugal, corrió y robó la tier-
ra, y aun se apoderó de algunos pueblos de poca
cuenta , y enfrenó el orgullo y osadía de los contra-
rios. Por otra parte el maestre de Alcántara y Diego
Hurtado de Mendoza, el almirante, y con ello« Diego
López de Zúniga justicia mayor de ClastiHa se pusie-
ron sobre Miranda de Duero : acudió asimismo coo
su gente el condestable . con que de tal guisa apre-
taron el cerco que loa de dentro fueron forzaaos ñ
rendirse. Así por tu una y por la otra parte r<V5ultaban
pérdidas y ganancias : con que los portugueses algún
tanto se templaron , y todos comunmente entraron
en esperanza se podría con buenas condiciones asen*
tar paz entre aquellas dos naciones, que era lo que
mejor les venia.
CAPITULO VHL
Cómo se renovaroo las treguas entre Castilla y
Portugal.
Al principio desta guerra dos frailes franciscos
cuyos nombres no se saben (i) , solo se dice que en-
cendidos en deseo de estenderla Religión Cristiana, y
de enseñar á los moros descaminados y errados el
camino de la verdad , se atrevieron á predicalles en
público en Granada con gran concurso del pueblo,
que se maravillaba de aquella novedad. Mandáronles
deiaseo aquella porfía; y como no quisiesen obedecer,
si bien los maltrataron de palabras y obras , los alfa-
quies para atajar el escánaalo de consuno se fueron
al rey , y se querellaron del desacato que con aquella
libertad se hacia á su religión. Salió decretado que les
echasen mano, é hiciesen dellos justicia como de
amotinadores del pueblo. Fue fácil prender á los que
no huian , y convencer á los que no se descargaban:
cortáronles las cabezas , y arrastraron sus cuerpos
con todo género de denuestos y ultrages que les di-
jeron é hicieron. Los cristianos después de muertos
los tienen y honran como á mártires.
En Aviñon el papa Benedicto desamparado de sus
cardenales como se tocó arriba, y por tener enojado
y por enemigo al rey de Francia , y él mismo- estar
cercado dentro de su sacro palacio, se hallaba con
poca esperanza de poder resistir á torbellinos tan
grandes y mantenerse en el pontificado. Solo le
alentaba contra el odio común , oue los revés de Es-
paña casi todos tenían recio por él , sin embargo que.
el rey de Francia traía gran negociación por medio
de sus embajadores para apartallos de aquella obe-
diencia. Decían que ningún otru camino se descu-
bría para la unión de la Iglesia , tan deseada y tan
importante , sino que Benedicto renunciase simple-
mente, £omo él mismo lo tenia prometido y jurado
cuando le sacaron por papa. Hízose junta general do
obispos y otras personas graves en ciencia y pruden-
cia. Asistieron de parte del rey de Aragón Vidal de
Blanes un caballero de su casa, y otro gran jurista
por nombre Ramón de Francia. No se alteró nada en
esta junla , si bien el rey deseaba venir en lo que el
de Francia le pedia : solo acordaron se procurase que
con efecto los dos papas revocasen las censuras que
el uno contra el otro tenían fulminadas , y de común
consentimiento con toda brevedad señalasen lugar en
que los dos se comunicasen sobre los medios que se
podrían tomar para unir la Iglesia y asentar una ver-
dadera paz.
En Pamplona la principal parte de la iglesia cate-
dral estaba por tierra , que se cayó siete años antes
deste en que vamos. Deseaban reparalla,pero espan-
tábales la mucha costa , para que no eran bastantes
ni los proventos de la iglesia , ni las limosnas particu-
lares (2). El rey don Carlos , visto esto , con gran li-
beralidad señaló para la fábrica la cuadragésima parte
de sus rentas reales por término de doce años , de que
hay pública escritura , su data en San Juan de Pie de
Puerto , á Ihs vertientes de los Pirineos de la parte de
Francia , deste año á veinte y cinco de mayo. Desea-
(i) Faeron Fr. Pedro de Dueñas, y Fr. Juan Lorente, de
ZelmaenAraRon.
(3) De la obra hecha en esta época , solo presentamoe la
vista de los claustros por ser la parte de mas mérito qqe en
la nueva catedral de Pamplona se encuentra. La fachada
que hoy tiene , á fines del siglo pasado se construyó en susti-
tución de la que al través de setecientos años ef liba dcte-.
riorida.
K92
ba este rey en gran manera recobrar el estado que
sus antepasados poseyeron en Francia , que era d
condado de Evreuxy gran parte deNormandía. Trató
desto por medio de sus embajadores con el rey de
Francia , y como quier que en ausencia no se eiec-
tuase cosa alguna, acordó en persona pasará la corte
de aquel rey , que aun no estaba del todo sano de su
tínfermedadad, antes á tiempos se le alteraba la cabeza
de suerte que mal nodiaatenderal gobierno. Por esto
el Navarro sin acabar cosa alguna de las que preteo-
dia y cansado y gastado dio la vuelta para su reino por
el mes de setiembre del año 1398. Llegado , dio orden
que todos los estados jurasen por beredcro de aquella
corona un liijoqur: el año pasado le nació de su mu-
jer f y Je llamaron asimismo don Carlos. La ceremonia
y solemnidad se hizo en Pamplona á los veinte y siete
de noviembre : la alegría duró poco á causa de la
muerte del infante que le sobrevino en breve.
Los portugueses, hostigados con los reveses pasa-
dos, tomaron mejor acuerdo de mover pláticas de
paz. Despacharon embajadores en esta razón : res-
pondió el re Y don Enrique que ni él rompió la guer-
ra , ni pondría impedimento á la paz á tal que las
condiciones fuesen honestas y tolerables. Dieron y
tomaron sobre el caso : era diGcultoso asentar paces
perpetuas . acordaron de confirmar las treguas pasa-
das. Ueceíábanse los de Castilla de los de Araj^on que
querían tomar las armas; que causas de disgustos
entre reyes comarcanos nunca faltan , ni razones con
que cada cual abona su querella. El marones de Vi-
llena ponía en cuidado , que andaba desaurido , y ni
quería venir á la corte de Castilla como le requerían,
y tenia un grande estado á la rayado Valencia , vaun
se podía sospechar atizaba en Aragón el fuego de los
disgusios. Allegóse otra nueva ocasión para hacelie
guerra y atrepellarle. Esto fue que dos bnos del mar-
qués , don Alonso y don Pedro , casaron los años pa-
sados con dos tías del rey de Castilla , que llevaron
en dote cada treinta mil ducados. Todo este dinero
se contó de presente para pagar el rescate del mar-
auésá Jos ingleses, que le prendieron en la batalla
de Najara como queda dicho en otros lugares , y para
librar á don Alonso , que le entregó su padre en re-
henes hasta tanto que el rescate suyo se pagase.
Don Pedro murió en la batalla de Aijubarrota , pa-
dre que fue del famoso don Enrique de Villena , de
guien se tuvo por cierto que por el deseo que tenia
de saber , no dudó de aprenaer el arte condenada
de nigromancia. Algunos libros que andan suyos,
dan muestra de su agudeza y erudición , si bien el
estilo es afectado con mezcla de las lenguas latina y
castellana usada en aquella era, en esta muy desgra-
ciada. Don Alonso no vino en efectuar su casamiento:
escusa base con la fama que corría del poco recato y
honestidad de su esposa. Pretendía el rey don Enri-
que, como sobrino y valedor de aquellas señoras,
que pues la una quedó viuda y el casamientp de la
otra no se efectuaba , que por lo menos les debian
restituir sus dotes. Hacíanse sordos á esta domanda
el marqués y su hijo , y alegaban sus causas para no
hacello, qua á semejantes personajes nunca faltan.
Esto tomó por ocasión el rey don Enrique para qui-
tarse de cuidado, y ejecutar lo que por tooas vins le
venia á cuento y Jo deseaba, que fue con las armas
apoderarse de aquel grande estado de Villena, que se
hizo con facilidad, solo quedaron por el marqués Vi-
llena y Almansa , gue tenia bien pertrechadas y con
buena guarnición de soldados aragoneses.
Contemporáneo de don Enrique de Villena , y que
le semejaba en los estudios y erudición , fue don Pa-
blo de Cartagena , del cual por ser persona tan seña-
lada será justo hacer memoria en este lugar. Su na-
ción y profesión fue de judio desde sus primeros años,
«1 mas rico y principal entre aquella gente, dadoá la
lección de los libros sagrados y á las otras ciencias.
BlBLlOTtCA I)L CAMPAR T RÜIG.
Con deseo de sjber revolvía las obras de Santo To:r;j9
de Aquino, que escribió en iiialeríade teología: : cou
esta lección se convenció de la ventaja que hace la
verdad cristiana á las fábulüs y á las invenciones ju-
dúicas; finalmente se bautizó, y como era tan >abio,
en defensa de la religión que tomaba , escribió libros
admirables. En premio de sus letras , y para mover
á los demás judíos que le imitasen , le honraron it.u-
cho. Primero le hicieron arcediano de Treviño , dis-
pues obispo de Cartagena , y finalmente de Burgos su
natural y patria : premies todos debidos á su virtuíl y
doctrina, y al ejemplo que dio. Adelante fue ci'uci-
ller mayor de Castilla , oficio de grande Drceniineii-
cia; y aun le encargaron la ensenanzu ucl rey don
Juan el Segundo : confianza que de pocos de aquella
nación se podia hacer, según gue el mismo don Pa-
blo lo atestiguaba^ que no se nebia encomendar al-
gún cargo público á aquella gente por ser de inge-
gios doblados , compuestos de mentiras y cngaHüs,
que ni valen para la guerra , ni son de provecho p:ira
la paz : esto quién lu entiende de los obstinadas vu
su ley , quién de los que dellos proceden , aunque
convertidos y cristianos.
Tuvo cuatro hijos y una hija de su mujer , con
quien casó antes de ser cristiano. El mayor por uum-
nre Gonzalo por sus buenas parles sul)i<^ primero al
obispado de Plasencia y después al de Sigúeuza. El
segundo Alonso , que fue deán de Segovia y de San-
tiago^ y mas adelante sucedió á su padre en laiglesíj
de Burgos. Anda una t^bra su y:) impresa de no mal
estilo , en que como en compendio abrevió los hechos
de los reyes de España, que él mismo intituló Ana-
cephaleosis , que es lo nusmo que recapitulación:
otra que intituló Dcfensorium fidei : otra de mano
fiOT nombre Defensorium CaOiolicw uniiatis en de-
cusa de ¡os nuevamente convertidos , y contra los
estatutos que en aquel tiempo comenzaban. Los do^
hijos menores sollamaron Pedro y Alvaro. Este Alv::-
ro piensan que fue el que escribió láCorónica de don
Juan el Segundo rey de Castilla, asaz larga , de traza
y estilo agradable ; no toda sino una buena parte, l^
verdad es que Alvar García de Santa María el corü*
nista no fue el hijo de Paulo Burgense, sino i>u
hermaoo.
En lo demás desta crónica otros pusieron la mann,
y en especial Hernán Pérez de Guzman señor de Da-
tres la llevó al cabo ; cuya decendencia pan ció poner
en este lugar. Su abuelo fue Pero Suarez de Toledo,
camarero mayor del rey don Pedro : su padre Pero
Suarez de Guzman notario mayor del Andalucía.
Casó Hernán Pérez con doña Marquesa de Avellaneda
de la casa de Miranda. Desta señora y de otra segun-
da mujer dejó muchos hijos. El mayor y heredero Je
su casa Pedro de Guzman casó con doña María de
Ribera hija del señor de Malpica. Desle matrimonio
quedó dona Sancha de Guzman heredera de aquella
casa. El rey don Fernando, por ser su deuda de parte
de madre , la casó cou Garci Lasso de la Vega de l\
casa de Feria. Fue comendador mayor deLeou , em-
bajador en Roma , y del se hace mención diversas
veces en esta historia. Compró la villa de Cuerva, do
yacen él y su mujer, \ heredó la villa de los Arcos.
Dejó muchos hijos, el mayor don Pero Lasso de U
Vega, el seguoiío Garcilasso, insigne poeta castellü-
no , de cuva muerte desgraciada se trctit en otro iu-
f;ar. Don Pedro casó con doña María de Mendoza du
a casa del Infantado , su hijo Garci Lasso de la Ve^i
caballero muy conocido : su nieto don Pero Lasso (le-
la Vega prímer conde de los Arcos , en quien por \'u
de su madre doña Aldonza Niño se han juntad^» olr¿<
dos casas , la de Divalos , y la de los Niños condes de
Añover. Volviendo á Hernán Pérez de Guzman fue
del conseio del rey , muy dado á los estudios : dero¿^
de la coronica escribió délos Claros varones de aqut i
tiempo y otros libros.
HISTORIA DE ESPA?IA.
CAPITULO IX.
De las cosas de Aragón.
Co?i las discordias de los dos papas , y la poca es-
p«raii2a que daban de conformarse , ¿ unir á f a Tgle*
sía , las proTÍncias se lastimaban. Anadióse á estos
daños el de la peste que comenzó el año pasado á
picar y todo se continuaba con mortandad de mucba
gente por toda la costa que corre desde Barceio^
na hasta Aviñon: salieron otrosi de madre por causa
de las muchas aguas los ríos , en particular los de
Ebro y Orba con sus acogidas hicieron grande estrago
en hombres, ganadas, sembrados y eaificíos. El rey
de Arasen luego que el tiempo y las lluvias dieron
lugar y de Barcelona se partió para Zaragoza con in-
tento de tener alii cortes á los de su remo, que se
abrieron á ios veinte t nueve de abril en la iglesia de
San Salvador. El rey desde su sitial hizo á los congre-
§ado8 un razonamiento muy concertado y á propósito
e lo que las cosas demandaban desta sustancia: «No
»oon nierro ni con gruesos ejércitos, parientes y
»8mi^08, se conservan los reinos, la lealtad y cons-
»tancia de los naturales los tienen en pié y los ade-
nlantan : de lo cual si faltasen ejemplos de fuera,
adentro de nuestra casa los tenemos, muchos y muy
ndaros; ca nuestro reino por este camino de peque-
»ños principios y muy estrecha jurisdicción ha llega-
ndo ala grandeza que hoy tiene, y ganado la reputa-
iK^ion y nombradla que está derramada por todas las
«tierras. De los montes Pirineos, en que nuestros
«mayores ampararon su libertad confiados mas en
«aquellas fraguras que en sus brazos , bajamos y es-
DtendioMMi los términos de nuestro señorío no solo
«por España , sino que sujetamos valerosamente á
«nuestro cetro muchas islaá del mar Mediterráneo. Los
«trofeos y los blasones de vuestra gloría , y délas vic-
«toñas ganadas, quedan levantados en Cerdeña , en
«Sicilia y por toda Italia : tal y tan grande es la fuer*
«za de la concordia y de la lealtad. Los reyes don
«Sancho v don Pedro padre y hijo no con gran núme-
«ro de soldados , sino con fortaleza y valor, ganado
«que bebieron á Huesca , de los montes en que esta-
ncan como escondidos, bajaron á lo llano sin parar
«hasta tanto que el rey don Alonso se apoderó desta
«ciudad en que estamos . con que fortiucó su reino,
«V abrió camino á sus decendientes para pasar ade-
«fante y quitar á los moros toda la tierra. No me quie-
«ro detener en antiguallas: nos con quinientos caba«-
«llos aragoneses desbaratamos gran número de gente
«siciliana, y allanamos toda aquella isla, todo por
«vuestra lealtad y fortaleza , que si vence , ejecuta la
«victoria con grande ánimo ; si es vencida , so rehace
«de fuerzas , y no se deja oprimir ni caer. Por los
«cuales Servicios pido á Dios os dé el merecido galar-
«don , pues conforme á nuestra voluntad y á vuestro
«valor no alcanzamos fuerzas bastantes; bien que
«jamás pondremos en olvido la deuda , aotes procu-
«raremos que nadie nos tache de ingratos. Lo que
«toca al auto presente, bien sabéis que os he juntado
«en este logar para hacer los homenajes acostumbra-
«dos á nos y á nuestro hijo , que os pedimos encare-
«cidamente hagáis con la afición que debéis á nues-
«tra vohintad. «
Hízose todo lo que el rey pedia en conformidad de
todos los brazos que allí se hallaron congregados. La
alegría pública y regocijos que se hicieron por esta
causa , enturbiaron algo las sospechas que se mos-
traran de nueva guerra por la parte de Francia. El
bastardo de Tardas, pasados los montes Pirineos, se
apoderó de Termas, que es un pueblo de Aragón á la
raya de Navarra : cosa que puso en cuidado á todo el
remo de Aragón no se emprendiese algún gran fuego
de aquellos pequeños princinios. Acudió al peligro
Gil ftuiz de Lihorri , gobernador de Aragón , acompa-
ñado de golpe de gente y de alguoos ricos hombres.
593
No esperaron los franceses que llegasen , antes desm-
amparada la plaza , se retiraron á Francia con poca
honra suya y del conde de Fox oue los enviara. Sici*
lia asimismo padeció algunas alteraciones, aunque
pequeñas ; que los humores no estaban del todo asen-^
tados. Alguna esperanza de bonanza se mostró con
un hijo aue nació a aquellos reyes de Sicilia á los diez
y siete ae noviembre, por nombre don Pedro , bere*
dero que fuera de los reinos de sus padres y abuelos,
si la muerte no le arrebatara en breve muy fuera de
sazón junto con la reina su madre , como se dirá en
su luñr, con que la alegría común se trocó en luto
y en llanto: vanas todas nuestras trazas y deleznables
contentos.
Poco adelante el rey y la reina de Aragón en Zara-
goza por el mes de abril del año 1399, ungidos como
era de costumbre, se coronaron y recibieron las
insignias reales de mano de don Fernando de Heredia
prelado de aquella ciudad. A don Alonso de Aragón
marqués de Villena se concedió pusiese en su escudo
las armas reales , y le dieron el ducado de Gandía:
alguna recompensa de lo mucho que en Castilla le
quitaran. A la misma sazón el papa Benedicto se ha-
llaba muy aquejado, desamparado de suscardenales«
cercado de los enemigos ( 1 ). Despachóle el rev de
Aragón dos personas de cuenta, el uno€ervellon
Zacuamo , gran jurista, el otro fhiv Martin, de la ór*
den de San Francisco , hombre de letras y erudición.
Estos conforme al orden que llevaban, comunicaron
con el papa sobre los medios que se podían tomar
para apagar el scisma y unir la iglesia. La respuesta
rae que pondría aquel negocio en las manos de los
príncipes de su obediencia, en especial de los reyes
el de Francia y Aragón. Ninguna llaneza había, an-
tes les adrirtió mirasen con cuidado que con son de
paz no atrepellasen la iusticia que muy clara por su
parte estaba ; por lo oíemás que ninguna cosa mas
deseaba que poner fin á aquellos debates.
Con esta respuesta los embsgadores de Aragón por
mandado de su rey se partieron de Aviñon para dar
de todo razón al rey de Francia. Túvose junta en
París de aquella nación sobre el caso. Acordaron en-
viar personas al papa que le requiriesen y protesta-
sen en suma diese sin mas dilaciones orden en asen-
tar la paz y quitar el scisma : para esto se hallase
presente en el concilio que pensaban juntar ^ y se
pusiese á sí y á sus cosas en manos de los obispos;
que para su seguridad el rev de Francia empeñaba
su palabra real , y proveería de gente para qjie nadie
le hiciese desaauísado. Andaban estas pláticas muy
calientes cnanao en Castilla sobrevino la muerte <i
don Pedro Tenorio arzobispo de Toledo á los veinte y
dos de noviembre fin deste año, si bien la letra de su
sepultura, que está en Toledo en propia capilla de la
iglesia Mayor , dice á diez y ocho de mayo , el mismo
(fia de Pascua de Espíritu-Santo. Fue persona de
valor, consejo acertado, presta ejecución, bueno
para el gobierno y para las armas. Su patria Tavira
en Portugal : quien dice que Talavera villa del reino
de Toledo, por razones que para ello alegan ; si con-t
cluyentes ó no, no lo quiero averiguar.
En su mocedad estudió derechos : ausentóse do.
Castilla tuntamente con sus hermanos por los recios
temporales que corrían en el reinado de don Pedro.
Vuelto á España fue primero obispo de Goimbra : de
allí le trasladó sin ninguna pretensión suya el pontífi-
ce romano, por la noticia que de su persona y de sus
partes tenia, á Toledo , según que de suso se dijo.
Las gruesas rentas de su disidan gastó en gran parte
en levantar diversos edificios en todo el reino con
magnificencia real y mayor que de particular. A la
(i ) Salió de Cataluüa una escuadra eo socorro del ponli-
fice: pero auoqae subió por el Ródaue, no pudo ulir de U
isla Baila liriga.
594
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
verdad en su casa era concertado, en sü persona
templado ; lo que se ahorraba por este camino , em-
gleaoa en socorrer necesidades y en adornar la repú-
lica : virtud propia de grandes personajes. En Tole-
do reedificó la puente de San Martin que abatieron
las guerras civiles eotre ios reyes don Pedro j don
Enrique. En un recuesto v peñol á vista de la ciudad
levantó un castillo cerca del sitio antiguo del monas-
terio muy famoso de San Servando. El claustro pega-
do con la iglesia catedral es obra suya , y en ella una
capilla en qae está su túmulo , y el de Vicente de
Balboa obispo doPlasencia su muy privado y familiar.
Dotó en aquella capilU y fundó diez y seis capellanías
á propósito que todos los dias se hiciesen allí sufra-
gios por su ánimo v las de sus antepasados. En Alcalá
la Real, frontera del reino de Graoada, levantó una
torre á manera de atalaya para que por el farol que
todas las noches en ella se encendía , los cautivos
que escapaban de tierras de moros , se pudiesen enca-
minar á la de cristianos; en Talavera fabricó un mo-
nasterio de obra magnífica pegado con la iglesia Ma-
yor y con advocación de Santa Catharina. Su intento
al principio fue viviesen en él los canónigos de aque-
lla iglesia para que hiciesen vida reglar ; mas visto
que los seglares y clérigos lo contradecían, le entregó
á los monges gerónimos j)ara que le poblasen , con
gruesas rentas que les señaló para su sustento : dejó
la puente del Arzobispo , que como queda dicho de
suso fue asimismo fundación suya.
Casó á su hermana doña María con Fernán Gómez
de Silva , como se tocó en otro lugar. De este matri-
monio nació Alonso Tenorio , al cual el tío hizo ade-
lantado de Cazorla : casó con doña Isabel de Meneses,
y en ella tuvo á don Pedro obispo que fue primero de
Tuy , y después de Badajoz : yace en Toledo en la
iglesia de San Pedro Mártir : tuvo otrosí á Juan de
»lva que fue embajador en el concilio de Basilea , y
adelante conde de Cifuentes por merced del rey en
remuneración de sus buenos servicios. Después déla
muerte de don Pedro Tenorio parece por memorias
oue el cabildo nombró á don Gutierre de Toledo arce-
diano de Guadalajara : el rey ofreció el arzobispado
á Hernando Yauez fraile gerónimo , y canónigo que
fue de Toledo , mas no aceptó. El papa Benedicto por
algunas dificultades no debió aprobar estas eleccio-
nes, ni el rey la ^ue acometió él á hacer de don Pe-
dro de Luna sobrino suyo administrador que era del
obispado de Tortosa. Por estas diferencias don Juan
de Illescas obispo de Sigúcnza , vicario del arzobispa-
do sede vacaote, continuó en su sobierno aun algu-
nos años después de la elección hecha por el papa,
que finalmente prevaleció como se verá adelante.
CAPITULO X.
Del año del Jubileo.
Mucho se menguó el alegría y devoción del año
que se contó de NOO , en que conforme á la costum-
bre recebida se concedió jubileo plenísimo á todos
los ^ue visitasen la ciudad y santuario de Roma, por
la discordia y diferencias que todavía continuaoan
entre los que se llamaban papas; si bien los príncipes
cristianos procuraban con todo cuidado sosegallas, y
parece lo traían en buenos términos. Con este inten-
to y por domeñar el corazón fiero del papa Benedicto,
á persuasión de don Pedro Hernández de Frías car-
denal de España, el reino de Castilla habido su
«cnerdo le quitó públicamente la obediencia. El pue-
blo y gente menuda, conforme á su costumbre de
echar las cosas á la peor parte , sospechaba y aun
decia que en esta determmacion no se tuvo tanta
cuenta con la justicia como de gratificar al rey de
Francia que mucho lo pretendía : así esta determi-
nación no fue durable , porque el rey de Aragón se
puso de por medio, y á su instancia finalmente se
revocó el decreto á cabo de tres años , y volvieron las
cosas al mismo estado de antes , según que se rela-
tará adelante.
Sobrevino una grande iseste, que de la Gallia Nar-
bonense y Languedoc, y cíe Cataluña en que comenxó
á picar , se derramó y cundió por todas las demás
partes de España. La mortandad fue tal que forzó al
rey de Castilla á publicar una ley, en que dio liceo-
cia á las viudas para casarse dentro del año después
de la niuerte del marido contra lo que disponía el
derecho común y otras leyes del reino. Hizo esta ley
primero en Cantalapiedra , después en Valladolid y
últimamente en Segovia, si bien residía de ordinario
y se entretenía en Sevilla, convidado de la templan-
za de aquel aire , frescura , fertilidad y recreación de
toda aquella comarca, y aun forzado de su poca sa-
lud que la traía muy quebrada. Avino por el mes de
julio que en la torre de la iglesia Mayor asentaban
el primer reloj, y subían una grande campana ; que
no son mas antiguos que esto Tos relojes aesta suer-
te. Acudió el rey á la fiesta, la corte, los nobles, y
gran concurso del pueblo. Levantóse de repente tal
tempestad y torbellino que pereció mucha cente con
un ravo que despidieron las nubes. El pueblo (como
suele) decía era castigo de los males presentes y
pronostico de otros mayores. Hiciéronse procesiones
y rogativas para aplacar á Dios y á sus santos.
Por el contrario junto á la villa de Nieva , cinco le-
guas de la ciudad oíe Segovia, se halló una imagen de
Nuestra Señora de mucna devoción. Moviéronse (co-
mo suelen) los pueblos comarcanos á visitalla. El
concurso y devoción era tal que la reina doña Cala-
lina mandó á su costa edificar un templo en que la
pusiesen , y un monasterio de dominicos pegado á
él, que cuidasen de la imagen y de los peregrinos:
con que muchos convidados de la devoción y del si-
tio se pasaron á vivir y poblar aquel lugar, de suerte
aue en nuestro tiempo es una vdla de buena canti-
ad de vecinos.
Doña Violante hija de don Juan rey de Aragón
quedó en vida de su padre concertada con Luís du-
que de Anjou , como queda dicho. Habíanse dilatado
las bodas por su edad que era poca , y por diferencia^
que nunca faltan. Concertaron este año su dote en
ciento y sesenta mil florines á condición que con
juramento, y por escritura pública, renunciase cual-
quier derecho que al reino de Aragón pretendiese.
Hecho esto , desde Barcelona con noble acompaña-
miento la llevaron á Francia para verse con su
esposo. Falleció por este mismo tiempo Juan de Mon-
fort duque de Bretaña : dejó en doña Juana su mujer,
hermana de don Carlos rey de Navarra cuatro hijos,
cuyos nombres son Juan , Ricardo , Artus, Guillen;
mas sin embargo la duquesa viuda casó segunda vei
con Enrique duque de Alencastre , el cual poco antes
vencido y preso su competidor y primo el rey Ricar-
do , se apoderó del reino de logalaterra , y estaba
asimismo viudo de su primer matrimonio , de que le
Quedaron también muchos hijos. El año siguiente
de i401 por el mes de marzo juntó el de Castilla cor-
tes del reino en Tordesillas, en que se establecieron
{)remáticas buenas^ las mas á propósito de enfrenar
a codicia y demasías de los arrendadores y otros mi-
nistros de justicia.
En Sicilia á los veinte y seis de mayo falleció en
Catania ciudad de cielo saludable y alegre , la reina
propietaria doña María. Entendióse que la pena que
recibió^ por la muerte de su hijo , que en edad áe
siete años murió poco antes desgraciadamente, le
ocasionó la doleocia que la prívó de la vida. Sepul-
taron á la madre y al hijo en aquella misma ciudad.
Sin embargo el remo quedó por don Martin su marido,
como deudo mas cercano por derecho de la sangre
por su abuela la reina dona Leonor, que fue tía áe la
difunta , y con beneplácito de su padre el rey de Ara-
HISTORIA DE ESPAÑA.
505
gon , á quien tocaba la sucesión por estar en grado
mas cercano. Acudieron muchos principales luego á
casalle quién con su hija , quién con su hermana.
Aventajábase en hermosura doña Blanca hija tercera
del rey de Navarra; y aventajóse en ventura , porque
en lo de adelante vino á heredar el reino de su padre,
Y de presente en aquel casamiento se la ganó á los
aemás pretendientes. Juntáronse los dos reyes de
Aragón y de Navarra á la raya de sus reinos entre
Hallen y Cortes para capitular y concluir como en
efecto lo hicieron. Entregó el pa(íre la novia al sue-
gro de su mano , que en una armada la envió desde
Valencia á Sicilia , y en su compañía y por general
de la flota don Bernardo de Cabrera. Pero así los des-
posorios como la partida fueron el año adelante de
i 402; en el cual al rey de Castilla nació de la reina
una hija en Segovia a catorce de noviembre , eran
gozo do sus padres y de todo el reino. Llamóse doña
Marfa^ y casó adelante con su primo hermano don
Alonso rey que fue de Aragón y de Ñapóles : matri-
Diionio de que no quedó sucesión por ser esta señora
mañera.
CAPITULO XL
Del gran Tamorlan Scitha de nación.
Después de la jornada de Nicópolis, tan aciaga
para los franceses y para los húngaros como queda
dicho, los turcos entraron en gran esperanza de
apoderarse de todo el imperio de Levante , en que
pasaron tan adelante que el gran turco Bayacete se
puso con todo su campo sobre Constantinopla, silla
de aquel imperio y almacén de sus riquezas : gran
espanto para los de cerca , y no menor cuidado para
los que caían lejos. Engañosa es la confianza de los
honibres , vana y deleznable su prosperidad. Levan-
tóse otra mayor tempestad y torbellino al improviso,
que desbarató estos intentos , sosegó los miedos de
los unos , y abatió el orgullo y soberbia de sus con-
trarios. Tauíorlan natural de Sc^thia, hombre de
gran cuerpo y corazón , de gentil denuedo y apa-
riencia , y que para cualquier afrenta le escogieran
entre mil , allegador de gente baja , y amotinador,
con estas mañas de soldado particular y bajo suelo
liego á ser gran emperador, caudillo de un número
^ande y descomunal de gentes nue le seguían ( i ).
Apenas se puede creer lo que reneren como verda-
dero autores muchos y graves , que juntó un ejército
de cuarenta mil caballos, y seiscientos mil infantes.
Con esta gente rompió por las provincias de Le-
vante : á fuer de un muy arrebatado raudal asolaba y
destruía todas las tierras por do pasaba, sin remedio.
Los partbos los primeros se rindieron á su valor y le
bicieron homenaje : lo de la Suria y lo de Egipto
maltrató con muertes, robos y talas. Tenia por cos-
tumbre cada y cuando que se ponía sobre algún
pueblo, enarbolar el primer día estandartes blancos
en señal de clemencia si le abrían las puertas sin di-
lación, y se le rendían y sujetaban : el día siguiente
enarbolaba estandartes rojos, que amenazaban á los
cercados muertes y sangre : las banderas del día
tercero eran negras , que denunciaban sin remedio
asolaría de todo punto los moradores y la ciudad. El
espanto era tan grande que todos se le rendían á
porfia , ca su fiero corazón ni admitía escusas , ni
se dejaba por ruegos ni por intercesión de nadie do-
blegar.
Sucedió que los de Beryto no se rindieron basta el
segundo día. Conocido su yerro^ para aplacalle en-
viaron delante las doncellas y niños con ramos en las
(i) Era descendiente de Gengi-Kan, emperador de los
tártaros, eooquístó una gran parte de la Asia y no fue tan
bárbaro y cruel como supone Mariana.
manos y vestidos de blanco. No se movió á compa-
sión el bárbaro , dado que llegados á su presencia se
postraron en tierra , y con voz lastimosa pedían mi-
sericordia : antes mandó á la gente de á caballo que
los atropellasen á todos y hollasen. Un ginovés que
seguía aquellos reales y campo, movido de aquella
bestial fiereza le avisó en lengua scvthica , como el
que bien la sabia , se acordase de la humanidad y
que era hombre mortal. El bárbaro con rostro torcido
y semblante airado. ¿Piensas (dice) que yo soy hom-
bre? no soy sino azote de Dios y peste del género bu-
mano. A mucho tuvo el ginovés de escapar con la
vida; tan sañudo se mostró. Corría lo de Asia la Me-
nor gran peli^ : por esto el gran turco alzado el
cerco que tenia sobre Constantinopla , con todas sus
fuerzas y gentes volvió en busca del enemigo feroz
Y biavo. En aquella parte del monte Tauro llamado
Stella , muy conocida por la batalla que antiguamen-
te allí se dieron Pompeyo y Mithridates, se acerca-
ron los dos campos : ordenaron sus haces : dióse la
batalla , que fue muy reñida y dudosa. Pelearon de
ambas partes con gran coraje , los unos como ven-
cedores del mundo , los otros por vencer. Finalmen-
te la victoria y el campo quedó por los scythas : los
muertos llegaron á docieiitos mil, muchos los prisio-
neros, y entre ellos el mismo emperador Bayacete,
espanto poco antes de tantas naciones. Llevóle por
la Asía cerrado en una jaula de hierro , y atado con
cadenas de oro como en triunfo , y para ostentación
de la victoria. Comía solo lo que el vencedor de su
mesa le echaba comoá perro, y con una increíble ar-
rogancia todas las veces que subía á caballo, ponía
los píes sobre sus espaldas , trabajo y afrenta que le
duró por todo h» restante de la vida: gran burla y es-
carnio de su grandeza : así ruedan y se truecan las
cosas debajodel cielo: género de infelicidad tanto mas
mal de llevar cuanto el paciente se vio poco antes mas
encumbrado.
El rey don Enrique de Castilla, sin embargo de su
poca salud , no se descuidaba ni del gobierno de sus
vasallos , ni de acudir á las cosas y ocurrencias do
fuera. Enviaba sus embajadores á los príncipes, á los
de cerca y á los de lejos para io formarse de todo y
trabar amistad en diversas partes. En especial á las
partes de Levante envió á Pelayo de Sotomayor y
Fernando de Palazuelos para saber de las fuerzas,
costumbres y intentos de aquellas naciones aparta-
das. Estos dos embajadores acaso ó de propósito se
hallaron en aquella famosa batalla que se dio entre
turcos y scithas: el Tamorlan, ganada la victoria , los
trató con muestras de benignidad y cortesía. Al dar
la vuelta para España quiso los acompañase un su
embajador que envió para trabar amistad con el rey
de Castilla : hizo él su embajada conforme al orden
que traía. Volvieron con él Alonso Paez, Ruy Gon-
zález y Gómez de Salazar, tres hidalgos que despa-
chó el rey para que fuesen á saludar aquel príncipe:
viaje largo y muy dificultoso, de que los mismos
compusieron un libro, que hoy día anda impreso con
nomore deltenerario, en que relatan por menudo
los particulares de su embajada , y muchas otras co-
sas asaz maravillosas , si verdaderas.
La grandeza y gloria grande del Tamorlan pasó
presto como un rayo. Vuelto á su tierra , de los des-
pojos y presas de la guerra fundó la ciudad de Mer-
cantí , y la adornó grandiosamente de todo lo bueno
y hermoso que robó en toda la Asia. A su muerte le
sucedieron dos hijos, ni de las prendas ni de la ven-
tura de su padre : grande cosa fuera , si las virtudes
y el valor se heredaran. Sobre el partir de la herencia
resultaron muy grandes diferencias entre los dos:
finalmente el imperio que se ganó con mucho esfuer-
zo y con gran trabajo , se menoscabó por descuido y
fieldad.
Fue este año desgraciado para los portugueses y
596
BIBLIOTECA 06 GA8PAB T ROIG.
los nayarros i causa que fallecieron en él los herede-
ros de aquellos reinos : don Alonso hijo mayor del
reydePortug^ en edad de doce años, sepultáronle
en la iglesia Mayor de Braga : pérdida, que aunque
causó muy grande sentimiento, fácilmente los de
aquella nación se conhortaron por quedar otros mu-
chos hermanos, los in&ntea Duarte, Pedro, Enrique,
Juan, Fernando, y dos hermanas doña Blanca y do«
ña Isahel. En Pamplona murieron los infantes Luis
de seis meses, y Carlos de cinco años, que juntos los
sepultaron en la iglesia Mayor en el sepulcro del rey
don Philipe su tercer ahucio. El dolor grande de los
navarros fue sin consuelo por no quedar hijo varón
y recaer forzosamente la corona en hembra , cosa de
ordinario que los vasallos mucho aborrecen.
El invierno, fin deste año v principio del siguiente
de i 403 . se continuaron las lluvias por muchos días,
con que los ríos por toda España se nincliaron gran*
dlsimamente de guisa que salieron de madre . v hi-
cieron muy graves daños; en particular Guadalqui-
vir subió con su grande creciente sobre los adarves
de Sevilla , y el agua llegó hasta la iglesia de San Mi-
Suel , y la puerta que llaman de las Ataraaanas: cosa
e grandísimo espanto y peligro no menor. La buena
diligencia del que á la sason regía aquella ciudad por
noinbre Alonso Pérez, ayudó mucho para reparar el
daño, ca de dia ni de noche no descuidaba en hacer
todos los reparos que podia , calafetear las puertas, y
reparar de los muros las partes mas flacas , sin cesar
hasta tanto que aquella tempestad amansó.
La santa iglesia de Toleao después de la muerte
de don Pedro Tenorio se estaba vacante : la discor-
dia entre los papas era ocasión deste y semejantes
daños que resultaban en el reino, porque de tal suer-
te quito á Castilla la obediencia á Benedicto, que no
la oíó á su competidor : miserable estado . cual se
puede pensar , cuando en el gobierno falta la cabeza
y el gobernalle. Considerados estos inconvenientes,
se juntaron cortes del reino en Vailadolid para acor-
dar sobre este punto lo que se debia hacer. Acudió
el de Aragón por medio oe sus embajadores en favor
de Benedicto , como se dijo de suso; el cual á los doce
de marzo se saüó en hábito disfrazado por el Rhóda-
no abajo de Ariñonen que le tuineron ios cardenales
como preso por espacio de dos años.
La grande diligencia del rey de Aragón en su favor
fue tfiíy de tal su^e que finalmente á los veinte y
ocho de abril le volvieron á reconocer dentro en Cas-
tilla con ceremonia y auto muy solemne : estaban
{presentes el rey y los grandes, ricos hombres y pre-
ados. Lo mismo se hizo dentro en Francia á los vein-
te y seis de mayo : acuerdo que debió ser arrebata-
do , pues no duró mucho tiempo. Todavía el papa
Benedicto en virtud deste recooocimiento y homena-
je, y con beneplácito del rey provevó la iglesia de
Toledo, como lo deseaba dos años atris, á los veinte
del mes de julio en la persona de don Pedro de Luna
su sobríoo , hiío de su hermano Jnan Martínez de
Lunaseñorde lUuecayGotor. (1). Hermanos de don
(1) No fue coa beneplácito del rey« pues por una cédula
dada en Segovia á i8 de febrero de 1404 , el rey maodóaue
no se diese titulo de areobispo de Toledo ni de electo á aoa
Pedro de Luna, sobrijio del papa, ni se le acudiese coa
diezmos, rentas, frutos, ni cualesquiera otros proventos, si
no es que se depositase todo á fin de que sirviese para apa-
gar el scisma , y restablecer la paz en la Iglesia universal:
que no se conineeen las dif^nidades y beneociot eclesiásticos
sino eo los naturales áei reíao y no á los eztraigeros, sién-
dolo don Pedro de Luna , pues era anipooés y de poca edad,
en perjuicio y mMstpreew mú, diice el rey, y ahaja--
mient$ de me naUtralee. Y por otra cédula espedida en
Tordc^illas eo 15 de marzo coa acuerdo y parecer de los di-
S atados de las cortes, de los duques, condes, ricos hombres,
e su coasejo , prelados , cabildos , universidades y clerecft de
sus reinos, se aandd que proveyesen lu pietas edesiástícas |
Pedro fueron Alvaro de Luna padre del condestable
don Alvaro, Rodrigo de Luna prior de San Juan, Juan
Martínez de Luna. Oestes el primero fuecopero,y el
tercero camarero del rey don Enrique el Tercero de
Castilla que les hizo mercedes, en especial á Alvaro
de Luna dio á Cañete , iubera y Cornago. Verdad es
que don Pedro se entretuvo algún tiempo en Aragón
por negocios y dificultades que se ofrecen de orai-
nario.
Hallábase el papa Benedicto en Sellen , pueblo de
la Provenza , retirado por causa de la peste que pica-
ba por aquellas partes todavía. Allí falleció el carde-
nal de Pamplona Martin de Salva : proveyó el papa
aquella iglesia en la peraona de Miguel de Salva so-
brino del difunto , y poco después le dio el capelo asi
por sus méritos, que fue insigne jurista, como á
contemplación de su tío, que siempre estuvo con
ól y le acompañó en todos sos trabajos en el mismo
tiempo que los demás cardenales oe su obediencia
le d¿ampararon y se le mostraron contrarios. Falle-
ció otrosí en su estado Mateo conde de Fox . proteo-
sor del reino de Aragón : intento que de todo punto
cesó por no dejar sucesión , y porque su mujer doña
Juana se concertó con el rey su tío por medio de Jai-
me Escrivá. Señaláronle tres mil florines en cada un
año para sus alimentos : peaueña recompensa de un
reino que al parecer de muchos sin razón le quitaron ,
mas es forzoso á las veces rendirse á la necesidad,
que de ordinario tiene mayores fuerzas que la justicia
y la razoB. Tomado este asiento , dejó á Francia , y
se volvió á su tierra para pasar en ella su viudez y
vida.
CAPITULO xn.
Que nació un htfo al rey de Castilla.
I Gozaba España de una muy grande paz y sosie-
go (2) á causa que las alteraciones de dentro calma-
an , y los enemigos de fuera no se movían ni inquie-
taban por hallarse todos cansados con las guerras y
diferencias pasadas que mucho duraron. &\q el rey
de Navarra se hallaba desgustado por verse despoja-
do de los firandes estados que tenia en Francia , de
Evreux, ae Campana y de Bria. Y dado que sobre
este punto andaban embajadas y se hacia muy gran-
de instancia, todavía no se alcanzaba cosa alguna ; y
aun él mismo por dos veces fue á Francia sobre lo
mismo, pero en balde. La pretensión era muy im-
portante, y claro el a^vio que le hacían; acordó
pues tercera vez de probar ventura por sí pudiese al-
canzar de su primo el rey de Francia y de sus gran-
des con presentes y caricias lo que la razón y la ho-
nestidad no había podido alcanzar.
Encomendó el gobierno del reino á su mujer : con
esta resolución se partió para Francia, y llegado á
aquella corte, trató su negocio con todas las veras y
por todos los caminos que le parecieron á propósito
para salir con la demanda : gastáronse muchas de-
mandas y respuestas; finalmente se tomó por postre*
ra resolución que el de Navamrse apartase de aque-
lla pretensión, y sacase de Chírebourg que todavía se
tema -por él , los soldados que allí tenia de su guarni-
ción. y que en recompensa le diesen á Nemurt ciu-
dad de la Gallia Céltica con título de duque: trueque
á la verdad muy desigual, y muv biya recompensa de
estados tan principales y granaos como reounciaba.
Verdad es que le añadieron en las condiciones del
concierto una pensión de doce mil francos en cada
por aquellos á quienes perteneciese , con el fin de acelersr
cnanto antes la unión de la Igjesía haciendo cesar el scisaia.
(2) Por este tiempo instituyó ei infante don Femando e«i
Mpdina del Campo el dia de la Asunción la orden militar d^
h Jarra en honor de la Madre de Dios, y armó cabaUeíos i
sas hyos y varios nobles de su metaada eo la iglesia de la
misma Tilla.
HISTORIA DE E:^PA.^A.
597
un ano además dct uní gran snina do dinero que para
acallarle dn presente le contaron. Pasó todo esto en
Parisá nueve de junio de! año que se contaba de i 404.
Dicese que de aquel dinero labró este rey don Carlos
cu Olite y en Tafalía villas de Navarra , distantes en-
tre sí por espacio de una legua , sendos palacios de
real magnificencia , muy hermosos , y de habitación
muy cómoda, ca era este príncipe muy entendido no
solo en las cosas de la paz y de la guerra, sino asimis-
mo en las que sirven para curiosidad y entreteni-
miento. Decían otrosí que si la muerte no atajara sus
trazas, pretendía juntar aquellos dos pueblos con un
pórtico ó portal continuado y tirado desde el uno
nasta el otro.
Los reyes de Castilla y de Granada á porfiase pre-
sentaban entre si ricos v hermosos dones, que pare-
cía cada cual se pretendía adelantar en todo género
de cortesía. A los moros venía bien aquella amistad
por sus pocas fuerzas y su estado, que no era grande:
al rey de Castilla por su continua indisposición le era
forzoso atender mas á conservarse que á quitar á
otros lo suyo. En particular el rey moro envió al de
Castilla un presente muy rico de oro y de plata, pie-
dras preciosas y adobos de vestidos muy hermosos,
y para que la cortesía pareciese mayor, lo envió todo
(*.on una de sus mujeres; que los moros según su po-
5ibilidud cada cual acostumbra á tener muchas, en
ospecial ios reyes : que es la causa de estimallas de
ordinario en poco por repartirse la afición entre tan-
tas. Las obras finalmente eran tales y las muestrus
de amor que bastaran á ligallos y hermanallos por
mucho tiempo, si pegara bien la amistad y fuese du-
rable éntrelos que se diferencian en la creencia y re-
ligión: así poco adelante se rompió la guerra entre
estos dos reyes, como se verá en su lugar.
En Roma falleció el papa Bonifacio Nono á primero
de octubre. Juntáronse sus cardenales en cónclave,
y con toda priesa nombraron por sucesor del difunto
al cardenal Cosmnto Meliorato natural de Sulmona.
ciudad del Abruzo en el reino de Ñapóles á los diez y
fietedel mismo mes. Llamóse Inocencio Séptimo: su
pontificado fue breve , de solos dos años y veinte
di'js. Acometieron de nuevo con esta ocasión los prín-
ripes á concertar los papas y unir la iglesia. Usaron
de las diligencias posibleí^, pero todo su trabajo fue
on vano. Alegaban las partes que no hallaban lugar
seguro en que juntarse. Todo era color y hacer del
juego maña para entretener la gente y engañar en
¿¿rave perjuicio de toda la Iglesia. En especial el papa
Benedicto, como mas artero y duro, por ningún ca-
mino se doblegaba, si bien desamparado de la mayor
parte de sus amigos y valedores andaba de cna par-
te á otra sin hallar lugar que le contentase, ni perso-
na alguna de quien fiarse : tan sospechosos le eran
los de su casa como los estraños.
Bien es verdad que muchas personas señaladas por
su doctrina y santa vida defendían su partido y le se-
{{uian; entre otros fray Vicente Perrer, gran gloria
de Valencia su patria, y de su orden de Santo Domin-
ga por el buen olor que de si daba, y el gran fruto
que hizo en todas las partes en que predicó la palabra
de Dios, que fueron muchas . como trompeta del Es-
píritu Santo y ^an ministro ael Evangelio. Averiguó-
«^e que las naciones estrañas le entendían, si bien
predicaba en su lengua vulgar, los italianos, los fran-
ceses, los castellanos: gracia singular, y despees de
los apóstoles á él solo concedida. Los milagros que
obraba j con que acreditaba su doctrina , eran muy
ordinarios: daba vista á los ciegos, sanaba cojos,
mancos, enfermos, y aun resucitaba los muertos.
Todo lo hace mas creíble lo que se dice de la innu-
merable muchedumbre de cente que por su medio
salió de las profundas tinieblas de vicios y de i^ao-
rancia en aue estaban. De los viciosos que convirtió,
lio diré nada; en sola España por su predicación se
bautizaron ocho mil moros y treinta y cinco mil ju-
díos: cosa maravíHósa; en particular en el obispado
de Palencia se (jícieron crislanos casi todos los ju-
díos: que por ser hacendados, y en favor del bautis-
mo quedar libres de diezmos y otros pechos y derra-
mas, las rentas del obispo don Sancho de Rojas que
á la sazón lo era de aquella ciudad, se adelgazaron de
suerte que le fue necesario hacer recurso al rey, y
ganar un privilegio real que hoy se muestra, en que
le concede para recompensa de aquel daño cierta
cantia de maravedís de las rentas reales.
La alegría que por esta causa resultaba en todo el
reino, se aumentó con el parto de la reina que en
Toro en el monasterio de San Francisco , viernes á
los seis de marzo del año de 1405, parió un infante
3ue se llamó del nombre de su abuelo , el príncipe
on Juan : el gozo de todos fue tanto mayor cuanto
mas desconfiados estaban por la dilación , y la poca
s^alud del rey. Hiciéronse fiestas y regocijos por todas
las partes. Los príncipes estraños enviaron sus em-
bajadas para congratularse por el nacimiento del in-
fante. La reina otrosí alcanzó del rey con esta oca-
sión de su parto que perdonase é hiciese merced á
don Pedro de Castilla su primo niño de poca edad.
Don Juan su padre hijo del rey don Peoro falleció
poco antes deste tiempo en la prisión en que le te-
nían en el castillo de Soria.
De su mujer doña Elvira, hija del mismo alcaide
Beltran Eril, dejó dos hijos, don Pedro y doña Cos-
tanza : la hija vino á las manos del rey , y por su or-
den hizo profesión en Santo Domingo ei real monas-
terio de Madrid. Don Pedro se huyó; que le pretendían
poner en prisión. La culpa del padre y délos hijos no
era otra sino tener el uno por padre y los otros por
abuelo aquel príncipe desgraciado; que muchas co-
sas hacen los reyes para su segundad , que parecen
exhorbitantes. Compadecióse la reina de aquel mozo:
mandóle poner tras de las cortinas de la cama. Veni-
da la ocasión que el rev entró á visitalla , le suplicó
por el perdón: otorgó el rey con su demanda; que no
era justo en aquella sazón negalle cosa alguna. Sacá-
ronle á la hora vestido de clérigo para que le besase la
mano : diósela con amoroso semblante, y para que se
sustentase en los estudios, le proveyó del arcediana-
to de Alarcon. Adelante le promovieron al obispado
de Osma, y finalmente al de Palencia. Suplió la no-
bleza sus faltas; en particular tuvo poca cuenta con
la honestidad. De dos mujeres la una Isabel, de na-
ción inglesa, y la otra María Bernarda dejo muchos
hijos; cuatro varones, don Alonso, don Luis, don
Sancho y don Pedro, y otras tantas hembras, doña
Aldonza, doña Isabel , doña Catalina , doña Costanza.
Destos y principalmente de don Alonso que tuvo siete
hijos de legítimo matrimonio, desciende la casa y li-
naje de Castilla, asaz estendida y grande , aunque
no de mucha renta ni estado. En Guadalajara fnlleció
don Diego Hurtado de Mendoza almirante del mar.
Sucediéronle en sus estados y tierras Iñigo López de
Mendoza su hijo, que adelante fue el primer marqués
de Santillana , en el oficio de almirante don Afonso
Boriquez hermano menor de don Pedro conde de
Trastamara, ambos nietos de don Fadríque maestre
de Santiago.
CAPITULO Xllf.
De la guerrra que se faizo contra moros.
EIl reino de Aragón por este tiempo andaba albo-
rotado, V mas Zaragoza , por causa de los bandos y
parcialidades, cuyas cabezas eran, de la una Martín
López de Lanuza,de la otra Pedro Cerdan^ hombres
poderosos en rentas y vasallos. En Valencia asimis-
mo prevalecían otros dos bandos, el de los Soleres,
yelde los 'Centellas. Trababan á cada paso p&ision
entre sí y riñas: matábanse y robábanse las hacien-
898 BIBLIOTECA DE
das sin que la justicia les pudiese ir á la mano. Jun-
tó el rey córtesen Maella vtlta de Aragón ú propósito
de asentar el gobierno, y, apaciguar las alteraciones
que ponian á todos en cuidado. En aquellas cortes se
establecieron leyes muy buenas , unas para acudir á
los inconvenientes presentes , otras que se guarda-
sen, siempre enderezadas todas ai bien t pro común.
Ordenóse demás desto que el rey don Martin de Si-
cilia lo mas presto que fuese posible , viniese á Es-
paña para que se acostumbrase á guardar los fueros
de Aragón y uo quisiese adelante atropellar sus liber-
tades , y gobernar aquel reino á fuer de los demás á
su albedrio y voluntad.
Sabida él esta determinación, la voluntad del rey
su padre y de todo el reino, aprestado qne bobo una
armada, se hizo á la vela en Trápana ciudad de Si-
cilia: de camino saltó en tierra en Niza ciudad del
Piamonte para visitar y hacer homenaje al papa Be-
nedicto que á la sazón se hallaba en aquellas partes
con voz Qo querer dar corte con su competidor en
aquellas diferencias y debates tan reñidos. Hallóse
Sresente acaso ó de propósito á la habla Luis duque
e Aujou , que se llama rey de Ñapóles , y por el de-
recho de su mujer pretendia el reino de Aragón; mas
por medio del pontífice se concertaron y apacigua-
ron. Despedida esta habla se tornó á embarcar el rey
de Sicilia, y á los tres de abril finalmente surgió en
h playa de Barcelona. Por su venida hicieron fiestas
por todo el reino, que pensaban serian por largo
tiempo, mas engañóles su esperanza > porque con
color que los de aquella isla no sosegaban del todo
y que de nuevo don Bernardo de Cabrera con oca-
sión de su ausencia se tomaba mas autoridad v mano
en el gobierno de lo que.era razón , dejando las co-
sas medio compuestas en Aragón, á los seis de agos-
to en la misma armada en que vino, se embarcó en
Barcelona y pasó en Sicilia.
Con su llegada mandó luego á don Bernardo de Ca-
brera salir de palacio, y poco después de toda la isla,
con orden de presentarse delante de su padre el rey
de Aracon para descargarse de las culpas que le
achacaBan. Hizo él lo que le fue mandado, y partió
para España en sazón que por el principio del mes
•de noviembre llegaron á Barcelona cuatro estatuas
de plata vaciadas, y sinceladas, y sembradas de pe-
drería que envió el papa Benedicto para que pusiesen
en ella las reliquias que en Zaragoza tenian de los
santos mártires Valerio, Vincencio, Laurencio, En-
gracia, para sacallas con esta pompa en las procesio-
nes mas solemnes y generales. En Castilla se conti-
nuaba la conversión de los judíos, y aun para domeñar
á los obstinados y duros se ordenó de nuevo entre
otras cosas que los judíos no pudiesen dar á logro,
cosa entre ellos muv usada; y que para ser conoci-
dos trajesen sobre el hombro derecho por señal un
redondo de paño rojo como tres dedos de ancho. Lo
mismo tres años adeliinte se ordenó de los moros,
que trajesen otro redondo algo mayor de paño azul
€n forma de luna menguada; y lo que es mas, veinte
y cinco años antes deste en que vamos , estableció el
rey don Juan el Primero en las cortes que se hicieron
en Soria , que las mancebas de los clérigos se distin-
guiesen de las mujeres honestas por un prendero de
f»año bermejo , tan ancho como los tres dedos, que
es mandó traer sobre el tocado para que fuesen co-
nocidas: leyes muy buenas, pero que no sé yo si en
algún tiempo se guardaron.
Lo que toca á los judíos, el tiempo presente se pi-
dió por el reino en las cortes que los meses pasaaos
para jurar al príncipe don Juan recien nacido se jun-
taron en Vaiiadolia , y el rey lo otorgó por una ley
que publicó en esta razón en la villa de Madrid á los
veinte y un dias del mes de diciembre; ca habia pa-
sado á aquellas partes para proveer á la guerra de
fíranada que entonces pensaba hacer de propósito,
GASPAR T BOIG.
á causa que aquel rey sin embargo de los conciertos
y amistad hechos , se apoderó por fuerza de la villa
de Ayamonte, puesta á la boca del rio Guadiaua por
la parte que desagua en el mar y la quitó á Alvaro de
Guzman, cuya era; demás que no quería pagar el
tributo, y las parias que conforme á los conciertos
pasados debía pag^r en todo un año. Todavía antes
de venir á rompimiento intentó el rey de Castilla si
le podía poner en razón con una embajada que le
envió para ver si podría con aquello requeriUe de
paz, y que no diese lugar á aquellas novedades y de-
masías.
El Moro orgulloso por lo hecho, y por pensar que
aquella embajada procedía de algún temor y flaque-
za, no solo no quiso liacer emienda de lo pasado, an-
tes por principio del año 140() envió un grade golpe
de gente para que rompiesen por la parte del territo-
rio de Baeza, como lo oicieron con muy grave daño
de todo aquella comarca. Salíéronlesal encuentro Pe-
dro Manrique frontero en aquella parte, Diego de
Benavides y Martin Sánchez de Hojas con toda la de-
más gente que pudieron en aquel aprieto apellidar.
Alcanzaron á los enemigos, que era muy grande ca-
balgada: llegaban muy cerca de la villa de Quesada.
Pelearon con igual esfuerzo sin reconocer ventaja
ninguna hasta que cerró la noche y la escuridad tan
grande ios despartió. Los cristíanosjuntos y cerrados
rompieron por medio de los enemigos para procurar
mejorarse de lugar en un peñol que cerca cae , que
fue señal de flaqueza : demás que en la pelea perdie-
ran mucha gente, y entre ellos personas de mucha
cuenta, y en particular Martin Sánchez de Rojas , y
Alonso Davales, el mariscal Juan de Herrera y Gar-
ci Alvarez Osorío, en que si bien vendieron cara -
mente sus vidas, quedaron tendidos en el campo.
Esta batalla llaman la de los Collejares.
El rey don Enrique sin embargo de su poca salud
no se descuidaba en velar y mirar por todfo. En Ma-
drid do estaba, convocó cortes para la ciudad de To-
ledo: quería con acuerdo .del reino proveer de todo
lo necesario para aquella guerra, que cuidaban seria
muy larga. El de Navarra concluidas ya las cosas en
Francia de la manera que de suso queda dicho , al
darla vuelta pasó por Narbona,dende atravesó á Ca-
taluña, y en Lérida por el mes de marzo se vio con
el de Aragón , que le festejó en aquella ciudad y en
Zaragoza magníficamente t como lo pedia la razón.
Llegó finalmente á Pamplona , y en aquella ciudad
celebró el casamiento que de tiempo atrás tenia con-
certado , de su hija doña Beatriz , menor que doña
Blanca, con Jaques de Borboo conde de la Marca,
personasen quien la nobleza, gentil disposición y
destreza en las armas corrían a las parejas, tiicíéronse
las bodas á los catorce de setiembre , en el cual mes
junto al castillo de Monaco en la costa de Genova fa-
lleció de peste Miguel de Salva curdenal de Pamplona,
que andaba en compañía del papa Benedicto: infec-
ción de que por aquella comarca pereció mucha gen-
te. Sepultaron su cuerpo en el monasterio de San
Francisco de Niza: sucedióle en el obispado de Pam-
plona que vacó por su muerte Lnncelote de Navar-
ra , en sazón que cansada Francia de las largas del
papa Benedicto en renunciar como le pedían, y unir
la Iglesia , de nuevo le tornaron d negar la obedien-
cia y apartarse de su devoción.
CAPITULO XIV.
De la muerte del rey don Enrique.
Teníanse corles de Castilla en Toledo, que fueron
muy señaladas por el concurso grande que de todos
los estados acudieron, por la importaucia de los ne-
gocios que en ellas se trataron, y mucho mas por la
muerte que en aquella sazón y ciudad sobrevino al
rey. Halláronse en ellas don Juan obispo de Sigüenza
BViTOBU DE
CD SQ nombre, T <^>u(> gobernador sede vacante del
anebispado de Toledo, que el electo don Pedro de
Lana aun no era venido ¿ aquella idesia ; don San-
cho de ftojas obispo de Palencía, don Pablo obispo
de Cartsgeoi. don Fadríque conde de Trastamara,
don Enrique aeVillena maestre deCalatrafadosaños
habi a por muerte de Gonzalo Nuñezde Guzman, don
Rut López Dávalos comleslabJe , Juan de VeJasco,
Diego Lopeí de Zúoíga, y otras señores y ricos hom-
bres. Luego al principio destaa curtes se le s^ravú al
rey la dolencia de guisa que no pudo asistir. Presidid
en su lugar su hermaQO el infante don Fernando: las
necesidades apretaban, y la ralla de dinero para ha-
cer la guerra ú los moros y enfrenar su osadia. Trc-
tAse ame todas cosas que el reino sirviese can alguna
buena suma , tal que pudiesen asoldar catorce mil de
i caballo, cincuenta mil peoues, armar Ireinla gale-
ras y cincuenta naves: aprestar y llevar seis tiros
gruesos, que nu^atron coro nietas llaman lombardas,
creo de Lombardia de Jo vinieron primero á España,
ó porque alli se inventaron, cien tiros menores con
los demás pertrechos y municiones y almacén ; que
todo esta y no menos cuidaban seria necesario para
de une vez acabar con la morisma de España, como
todos deseaban.
Los procuradores del reino llevaban mal que seré-
cogiese del puebla tan gnu suma de dinero como era
menester para juntar tantas fuerzas, por eatar todos
muy gastados con las imposiciones pasadas; mayor-
ineiile quebs obispos no venian en que alguna parle
de aquel servicio se echase sobre los eolesi.lsttcos.
Hubo demandas y respuestas y dilaciones, como es
ordinario; finalmente acordaron quede presente sir-
viesen paraaquella guerra con un millón de oro, gran
suma para aquellos tiempos, en especial que se puso
por condición, si no fuese bástanle aquella cantidad,
que sciftudieaen hacer nuevas derramas sin consulta
ni determinación de cortes : tan grande era el deteo
que todoe tenian de ver acabada aquella guerra. El
sueldo que en aquella sazón se daba á un hombre de
í cabalFo, era por cada día veinte maravedís, y al
peón la mitad. La buena dilieencia del infante don
Fernando y su bu -na traza hi7.o que se allanasen to-
ESPaitA. gs9
das las dificultades. Llegó en esto nnevi qaetn Roma
fallecía el papa Inocencio & los seis de noviemt^e , J
queloscarijenatesé n-an priesa pusieren en su lugar
al cardenal Angelo Corario ciudadano de Venecia i
los treinta del mismo mes, que se llamó en el ponti-
ficado Gregorio Duodécimo. Asimismo en el mayOr
calor de las cortes falleció ci rey don Enrique en la
misma ciudad de Toledo d veinte y cinco de diciem-
bre^ principio del ano del señor de 1 407. Tenia veinte
y siete años de edad: dellos raind los diez y seis, dos
meses y veinte y un dias. Dejó en la reina au mnjer
al principe don Joan, yá las infantas doña Haria j
dona Catalina que le naciera poco antes. Sepultáronle
con el hábito de San Francisco en la su capilla real
de Toledo. El sentimiento de los vasallos fue grande,
y las lágrimas muy verdaderas. Veíanse privados de
un príncipe de valor en lo mejor de su edad , y el rei-
no, como nave sin piloto y sin gobernalle, espuesto
á las olas y tempestades que en semejantes liempoa
se suelen levantar. Fue este priocioe apaciblede con-
dición , afable y liberal, de rostro bien proporcions-
do V a{;raciada, mayormente antes que la dvlencia
le destigurase , bien hablado y elocuente, y que en
todas les eo^as que hacia y decia , se sabia aprove-
char de la maña j del artificio. Despacbaba sus em-
bajadores á los principes cristianos y moros, á ios de
cerca y á loada lejos, con Intento de informarse de lúa
cosas, y de todo recoger prudencia para el buen go-
bii^rnodeaureioo y de su casa, y para saber enlodo
representar mageslad, á que era muy inclinado.
Del valor de su ánimo y de su prudencia dio bas-
tante testimonio un famoso hecho suyo, y una reso-
lución nouble. Al principioqueseencargúdel gobier-
no, gustaba de residir en Burgos. Entreteníase en la
caza de codornices , á que era mas dado que i otro
género de nionteriaii volatería: Avino que cierto dia
volvid del csmpo cansado algo larde. No le tenian
cosa alguna aprestada para su yantar. Preguntada la
causa, respondí ú eldespenseio que no solo le faltaba
el dinero, mas aun el crédito para marcar lo necesa-
rio. Uaravillóse el rey desta respuesta; disimuló em-
pero con mandallp púr entoni;es que sobre un gabán
suyo mercase un poco de carnero con que y las co-
Killl» ;)e«nlt del icpolcroüeD. Eariqi
dorniccs queéitraia, le aderezasen la comida. Sir-
vióle el mismo despensero i la mesa, quitada la capa
en luííar de los pajes. En tanto que comia, se movie-
ron diversas pláticas. Una fue decir que muy de otra
manera se traUban ios grandes, y rancho mas se
regalaban. Era así que el arzobispo de Toledo, el du-
que de Benavente, el conde de Trastamaro, don En-
rique de Villena. el conde de Hedtnaceli , Juan de
Velasen , Alonso de Guiman , y otros señores y ricos
hombres deste jaez te juntaban de ordinario en con-
vites que se hacian unoiá otros como en turno. Avi-
no que aquel mismo día todosestaban convidados pa-
ra cenar con el arzobispo, que hacit labia á los demás.
Llegada la noche, el rey disfrazado se fue á ver lo
que pasaba , los platos muchos en número , y muy
regalados los vinos, la abundancia en todo. Notó ca-
da cosa con atención, y las pláclicss masen particular
que sobre mesa tuvieron, en que por na recelarse de
nadie cada uno relatd las rentas que tenia de su casa,
y las pensiones que de las rentas reales llevaba. Au-
mentdse con esto la indignación del rey que los escu-
chaba , determinó lomar emienda de aquellos desór-
denes: para esto el dia si{;nlente luego por la mañana
hizocorriese la voz por la córicdequr estaba mny do-
600
líente y (fue ría otorgar su tesUmento. Acuilíeron á |a
tioralodosestossciioresal castilluenquc el rey posa-
ha. Tenia dada urden que como viniesen los grandes,
liiciesen salir fuera los criados y sus acompaiiamien-
tos. Hizose todo asi como la tenia ordenado. Espera-
ron los grandes en una sala por gran espacio Iodos
juntos.
A medio (iia entrú el rej^ armada y desnuda la es-
pada. Todosquedaron atúui tos sin salierloquequeria
decir aquella represe nlac ion, ni en qué pararia el
disfraz. Levantáronse en pié, el rey seasenti^t^n su
BIBLrOTECA DE GASPAB T RÚlC.
silla ^ silial con talante (á lo oue parecía) sañuito.
Volvíase si arzobispo: pregunlóle cuantos son los re-
yes i]ue habéis conocido en CaBtÍlla?la misma prefnn-
ta hizo por su orden á cada cual de los otros, tinos
respondieron : yo conocí Ires, yo cuatro , el que mas
dijo cinco. Como puede ser esto (replicó el rey) pae.<
yo de la edudque soy , he conocido no menos i^ue
veinte reyes? Maravillados todos délo que decia, aña-
did: Vosotros todos, vosotros sois los reyes en grave
daño del reino : ro^engua y afrenta nuestra ; pero yo
haré queel reinada no dure mucho, ni pase adelante
la burlfl que Jo nos hacéis. Junto con esto en alta
llama los ministros de jnstici.i con lo<t initruini-ntnf
que en tal caso so requieren, y seiscientos soldailos
qu4deseorelo tenia anercebidos. Quedaron atónitos
los presentes: el de Toledo como pírsona de ^ran
coraznn, puestos los hinojos en tierra v con lágrimas
pidió pordon al rey de lu en que errado le halii:i : lo
mismn por su ejemplo hicieron los 'le mát : ofrecen
la emienda, sus personas y haciendas como su vo*
Itintid fuese y su merced,
lil rey desque los tuvo muy araoJri'iitados y humil-
des , du tal manera les perdonó las vidas que no los
quiso soltar antes que le rindiesen y entregasen lus
castillos que tenían á su cargo , y contison todo el
alcance que les hicieron de las reutas reales que ea-
braron en otro tiempo. Dos meses que se fiastaroii en
asentar y concluireslas cosas, los tuvo en elcaslíHu
dctenidoí. Notable hecho , con que ganó tal repuU-
cion que en ningún tiempo los grandes e'Iuvíernn
mas rendidos y mansos : el temor los duró por ma*
tiempo, cuino suele, que las causas de temer. De m>-
vt-ridail semejante usócn Sevilla en las revueltas qui-
B enmu. M ssmAa.
MI
Intet d cobAs dé NieUi y P«o Poete : y uin si caa-
tiRsfoa mayor, que hiw jostidor inil bombres que
bdtdieii el case maa culpados. BeneGciá 1u reatas
nales por üu industria y la del infante su hermano de
snerie ^ue firnndes sumas se recogian cada un año
entuí Usonn, que hacia gttardur en el akáiar de
Madrid ; al cual |»ni mayor seguridail arrimó las tor-
res, qae hoy tienen afltigoaa, pera de buen* estofa.
Suyo ei aquel dicho. aHJas temo lia raaldicienes del
puebla que bs armps de loa enemigos. n Aii llegé y
deid grandes Lesonis tio peaadumbro { y tin gemiáó
desoí Tasalkit, soloc o tenercuenla y cuidaíloeon
sus reñías , y eacasar los gastos sia pK>póeito: virtud
da ha oas ímpartantes de wi buen principe.
CAPITULO XV.
Qoe abaron por rej de CastiDa á don Joan el Segmide.
Bbcwi el entenwBiento y laa jeieqvlas del rey átm
Eariqaa aw la roagMOeauda que era raion , y con
todarepreMutaciondamBgestadylrísteu, húaran-
dM M OMnunicaroB para nombrar snoetor , y liacer
^"-'ny bamentjesqnefln L-tlcaM se acos-
tumbran. No eran oúnfermei los pareceres , ni lodos
hablaban de una misma macera. A muchos paretia
cosa dura ; peligrosa esperar que un ioronta (fe vein-
te y dos meses túnese edad competente pura encar*
Siarse del gebierno. Acordábanse de la minoridad de
I» revés pisados , y de los males que por esta causa
se pajecieroo por todo aquel tiempo. Leyóse en pú-
bUco el testamento del rey difunto, en que disponía
y denba mandado que la reina saüiujer y «] ioTanle
don FeruaDdoEuhermaaesfi^neargaieii del ^bífiru
del reino y de la tutela del principe. A Diego Lap»
de Zúñiga y Juau de VelaMaenc(tB]Widúlacrüns&f
gurda del niño , la enieñaoia i don Pablo obispo dá
Canlegena para que en las letrai fuese su maestre,
como .era ya su canciller mayor basta lauto que «1
principe fuese de edad de catorce años. CN-deuii
otrosí qae los tres atendiesen solo al cuidado que se
las «icomeadaba , y no se empachasen en el gobiecr
no del reino.
Algunos pretendían que todas estas cosas ae d^
biafi alterar : alegaban que el leslanienlo eo hizo un
día antesdelamuerte del rey cuBodono esta bamvy
entero, antes tenia alterada la cabeía y »l senUdr
Tn|n rliLlBi ; niliiirrs At rtli ípncí «íf un un retablo ptllM de t« Iglnli ét Sii PHro de Tiftin , «n CiriMIt.
q ne no era razón por ninfun respeto dejar el reino
espuesto i las tempestades quu forzosnmi'nte por es-
tas causas se levuutirian, Desloscliablabí) emccreto,
desto en público, en lasplaias y corrillos. Verdad es
3ue ninguno se ailelantaba A declarar Is traza qne ae
ebÍB tener para evitar aquellos inconvenientes: to-
dos estaban á la mira , ninguno se quería aventurar
i ser d primero. Todos nenian mala voz en el testa-
mento y b diiipuesto en el ; pero cada cual asimismo
leraia de ponerse A riesgo de perderse, si se declaní'
ba mucho. Ofrecíaseiea que el infante don Fernando
lot pódria sacar de la congoja en que se hallaban y
de la cuita, si se quisie.<ie encargar del reino, mas
recelábanse que no vendría en esto por ser de su na-
tural templado, manso y de gran modeitia : virtudes
3ae cadacual tes dalia el nombre que 1c parecía, quién
e miedo, quién de flojedad, quién de corazón es-
tredio, finalmente de los vicios que mas it ellas se
semejatt. La ausencia de la reina, v ser mujer y ex-
tranjera , daba ocasión á estas |)Iáticas. Entreteníase
á la sazón en Segovta con sus hijos , cubierta de luto
y de, tristeza así por la muerte de su marido, romo
por el recelóle tenia en mé pararían iqueltaa ooaM
que se removían en Toledo.
Lo9 grandes , comunicado el negocio entre st, al
fín determinaron dar un tiento al hnnte don Ferais-
do. Tomó la mano don Ruv Lnpec Dévalos por la au-
toridad que tenia de condeslaBJe , y por estar ma»
declarado que ninguno de los otros. Pasaron en ss-
creto muchas razones primero, después en presen.-
cia de otros de su o^inron le hizo para animalle, que
se mostraba muy tibio , un razonamieDlo muy pensa-
do desta suslancln: «Nos, Señor, os convidamos con
»Ib cerona de vuestros padrea y abuelos: resolución
«cumplidera para el remo , honrosa pera vos, salu-
ndahlepara lodos. Puraque la oferta salga cierta, nin-
nguttn otra cosa falla smo vuestro consentimiento:
iiniugunoserd tan osado que luga contradicción á lo
tique lalea personajes acordaron. No hay en nuestras
opalahras engaño ni lisOnja. Subir d la cumbre dd
«mando y del señorío por malos caminos es cosa fes;
nmas desamparar el reino, que de su voluntad se oa
«ofrece, y se recoge el amparo de vuestra sombra en
mI peligró , mirad no parezca flojedad y cubardia. La
. 602 tiBUona DB
• »ñflturale2a de la potestad real f sa origen enseñan
' nbastantemente que el cetro se puede quitar á uno y
»dar ¿ otro conforme á las necesidades que ocurren.
-»AI principio áé mundo vivían los hombres derra-
nmados por los campos amanera de fieras , no se jun-
))tdban en ciudades ni en pueblos; solamente cada
' »cu3l de las familias reconocía y acataba al que entre
Diodos se aventajaba en la edad y en la prudencia.
*tíE\ riesgo que todos corrían de ser oprimidos de los
urnas poderosos, y las contiendas que resultaban con
Dios estrañosi yaon entre los mismos parientes, füe-
»ron ocasión que se juntasen unos con otros, y para
«mayor seguridad se sujetasen y tomasen por caneza
Daí que entendían con su valor y prudencia ios podría
'Damparar y defender de cualquier agravio y demasía;
ó>Este fue el origen que tuvieron los pueblos^ este el
'»príncípio de la magestad real , la cual por entonces
DDO se alcanzaba por negociaciones ni sobornos ; la
«templanza , la virtud y la inocencia prevalecian. Asi*
-mtfismo 00 pasaba por herencia de padres á hijos: por
fovolünlad de todos y de entre todos se escogía el qué
^)debía suceder al que moría. El demasiado poder de
»lo6 reyes hizo que heredasen las coronas los hijos,
»á veces de peaueña edad , de malas y dañadas cos-
Dtumbres. Que cosa puede ser mas perjudicial que
«entregar á ciegas y sin prudencia al nijo , sea al que
«fuere , los tesoros , las armas, las provincias? y lo
«que se debía á la virtud y méritos de la vida, dallo al
«que ninguna muestra h? dado de tener bastantes
«prendas? No quiero alargarme mas en esto, ni va-
«lerme de ejemplos antiguos para prueba de lo que
«digo. Todavía es averiguado que por la muerte del
«rey don Eifrique el Primero j&ucedid en esta corona,
«no doña Blanca su hermana mayor que casara en
«Francia, sino doña Berenguefa : acuerdo muvacer-
«tado, como lo mostró la santidad y perpetua felicidad
«de don Fernando su hijo. El hijo menor del rey don
«Alonso el Sabio la ganó á los hijos de su hermano
«mayor el infante don Fernando, porque con sus bue-
«ñas partes daba muestras de príncipe valeroso. ¿Pa-
«raquésoncosasantiguas? Vuestro abuelo el rey don
«Enrique quitó el reino ú su hermano, y privó á las hijas
«de lalierencia de su padre: que sí no se pudo hacer, se-
«rá forzoso confesar que los reyes pasados no tuvieron
«justo titulo. Los años pasados en Portugal el maes-
«tre de Avis se apoderó de aquel reino, si con razón,
«si tiránicamente, no es deste lugar apurallo: lo que
«se sabe es que hasta hov le ha conservado y mante-
«nidose en él contra todo el poder de Castilla. De
«menos tiempo acá dos hijas del rey don Juan de Ara-
«gen perdieron la corona de su padre, que se dio á don
«Martin hermano del difunto . sí bien se hallaba au-
OMente y ocupado en allanar é Sicilia : que siemprese
«tuvo por justo mudase la comunidad y el pueblo con-
¿«forme á la necesidad que ocurriese , lo que ella mís^
4MDa eslablóció, por el bien común de todos. Si con-
J9»vidéraoQos con el mando á alguna persona estraña,
r»sin nobleza, sin partes, pudiérase reprehender nueft-
«tro acuerdo. ¿Quién tendrá por mal que queramos
«por rey un prúícipe de la alcuña real de Castilla, y
:«que en vid^ de su liermano tenia en su mano el go-
«bierno? Mirad pues no se atribuya antes á mal no
«hacer caso ni responder á la voluntad que grandes
«y pequeños os muestran , y por escusar el trabajo y
4>Ja carfla desamparar á la patria común, que de verdad
lütendidas las manos £e roete debajo las ala» y se acó-
«ge al abrifjo de vuestro amnaro en el aprieto en que
iCtse halla. Esto es finalmente lo que todos suplicamos;
«cjue encargaros ustis en el gobierno destos reinoe
i»ae la templanza á vos acostumbrada y debida, no
«será necesario. «
Después (iestas'razones los demás grandes que pre^
flenles ettoLan , scadelactaron cada cual por su parte
para suplicalle aceptase No faltó quien alegase profe-
cías y revelaciones, y pronósticos del cíelo en favor I
CAS^AT T IIOIO.
I de aquella demandar A Mo e&to'el mMte con fostm
mesurado y ledo replicó y. dijo no era de tanta éedí»
cía ser rey qiie se hobiese de menospreciar la iaCa-»
mía que resultaría contra él de amUcioeo é inhumaBe
pues despojaba un uiño inocente , y menoepredabt
m reina viuda y sola« á cuya defensa toda buena razoQ
le obligaba, demás de las alteraciones y guerras q«e
I forzosamente que en el reino sobre el caso ee leva»*
tatían. Que les agradecía aquella volonlad» y el cré-
dito <¡ue mostraban tener ae su persona ; pero que
eú ninguna cósales podía mejor recompensar aquella
! deuda que en dalles por su rey y señor al hijo de sa
' hermano, su sobrino, por cuyo respeto j por el pro
I común de k patria él no se quería escuf ar de ponerse
á cualquier nesgo y fatiga , y encardarse del gobierna
'según que el rey su hermano lo dejó dif^puesto; solo
•ene ninguna manera se podría persuadir de temar
jaquel camino agrio y áspero que te mostraban. Con-
'ciuido esto; poto después juntó loe señores j prefai-
|dos en la capdla de <ion Pedro Tenono, que estaca
;el claustro de la iglesia Mayor. El eondestaUe doo
jRuy López por si acaso había mudado el parecer, le
¡preguntó allí en público á quien quería alzaaeD por
rey. El con semolante demudado respondió en vos
alta : ¿A quien sino al hijo de mi hermano? Con esto
levantaron los estandartes como es de costumbre por
el rey don Juan el Segjundo , y lott reyes de armas le
presionaron por rey primero en aquella junta, y con-
siguientemente por las calles y plazas dé la oudad.
Gran crédito ganó de modestia j templanza el in-
fañt<rdon Femando en menospreciar lo <¡ue otros por
el fuego y por el hierro pretenoen. Los mismos que in-
sistieron aceptase el reino , no acababan de engran<*
decer su lealtad : camino por donde se enderezó á al-
canzar otros muy grandes reinos que el cielo por sus
virtudes le tenía reservados. Fue la gloría de aquel
hecho tanto mas de estimar que su hermano al Ga de
su vida andaba con él torcido; y no se le mostraba
favorable por reportes de gentes que suelen ínfidonar
los príncipes para derríbar á los que ellos quieren , y
ganar gracias con hallar en dtros tachas: demás qoe
naturaíroente son sospechosos y odiosos á los que
mandan . los uuo están mas cerca para sucedería en
sus cstaoos. Verdad es aue poco antes de su muerte
vencido de la bondad del infante trocó aquel odio en
buena voluntad ; y aun vino en que su bija la infanta
doña María que podía suceder en el reino , casase con
don Alonso hijo mayor del infante : acuerdo muy sa-
ludable para los dos hermanos en particular , y en
común para todo el reino*
CAPITULO XV!.
De la guerra lie'Graoeda*
Esto pasaba en Castilla á tiempo que en A^]¿on
sucedió la muerte de la reina doña María , que falle-
ció en Villarreal pueblo cerca de Valencia í los vi inte
y nueve de diciembre con gran sentimiento de! rey
de Aragón su marido y de toda aquella gente por sus
prendas muy aventajadas. Sepultaron su cu^roo con
el acompañamiento y honras convenientes en Poble-
te, sepultura de aquellos reyes. De cuatro hijos que
parió, los tres se le murieron en su tierna edad,
don Diego, don Juan y doña Margarita: quedó solo
don Martín á la sazón rey de Sicilia y que se bailaba
embarazado en el gobierno de aquella isla con poco
cuidado de su vida y salud por ser mozo, y los mncbos
peligros á que hacia siempre rostro por ser de gran
corazón ; do que poco adelante á él sobrevino la muer-
te, y con ella á los suyos muy grandes adversidades.
. El infante don Fernando compuestas las cosas en
Toledo , y hechas las exequias de su hermano , á prí<
mero de eneró se partió para Segovia con intóito de
verse con la reina que allí estal», y con su acnerdi
dar orden y Iraza en lodo lo .ue pertenecía al baoii
j
mSTOlllA
gobierno del reino. Para que todo se hiciese con roas
autoridad y con mas acierto dio ór^eu que en aquella
ciudad se juntasen (como se juntaron) cortes gene-
rales do.i reino, á que acudieron los prelados y seno-
resy y procuradores de Iai$ ciudades. Tratáronse di ver-
sas cosas en estas cortes; en particular la crianza del
nuevo rey se encargó á la reina por instancia que so-
bre ello nizo , mudado en esta parte el testamento
de] rey don Enrique. En recompensa del cargo que
les quitaban, dieron á Juan de Velasen y á Diego Ló-
pez de Zúñiga cada seis mil florines, pequeño precio
y satisfacción : mas érales forzoso conformarse con
ct tiempo, y no seguro contradecir á la voluntad de la
reina y del mfante que lenian en su mano el gobierno.
Tratóse otrosí de la guerra que pensaban hacer á
Granada , tanto con mayor voluntad de todos , que
per e) mes de febrero los cristianos entraron en tier-
ra de moros por la parte de Murcia. Pusiéronse sobre
Vera; mas no la pudieron forzar porque vinieron sin
escalas, y sin los demás ingenios á propósito de batir
las murallas, y por la nueva que les vino de un buen
número de moros que venían en socorro de los cer-
cados: Alzado pues el cerco, fueron en su busca , y
cerca de Jujcna pelearon con ellos con tal deuueao
que los vencieron y desbarataron. La matanza no fue
srande por tener ios vencidos la acogida corea. To-
davía tomaron y saquearon aquél pueblo , efecto de
mas reputación que provecho, por quedar el castillo
on poder de moros. Los caudillos principales desta
«empresa fueron el mariscal Fernando de Herrera,
Juan Fajardo, Eernando de Galvilto con otros nobles
caballeros. Sonó mucho esta victoria, tanto que los
que se hallaban en las cortes, alentados con tan buen
principio, que les parecía pronóstico de lo demás de
aquella guerra, otorgaron de voluntad toda la cantía
de maravedís que para los gastos y el sueldo les pidie-
ron por parte de la reina y del infante.
Nombraron por aeneral como era razón al mismo
infante don Fernando, entre el cual v la reina comen-
zaron cosquillas y sospechas No (altaban hombres
matos , de que siempre hay copia asaz en las casas
reales, que atizaban el fuego : decían que algún día
don Femando daría en que entender á la reina y sus
hijos* Muchos cargaban a una mujer por nombre Leo-
nor López , que terciaba mal entre los dos , y tenía
mas cabida con la reina de lo que sufria la magostad
de la casa real, y el buen gobierno del reino. Los dis-
gustos iban adelante : dieron traza que se dividiese
el ^bierno^ de guisa oue la reina se encargó de lo
de Castilla la Vieja don remando de la Nueva con al-
tanos pueblos de la Vieja. Tomado este acuerdo , el
infante envió su mujer y hijos á Medina del Campo,
y él se partió de Segovia para Villareal con intento de
esperar allí las gentes que por todas partes se alis-
taban para aquella guerra, fas municiones y vituallas.
En este medio los capitanes que estaban por las fron-
teras , no cesaban de hacer cabalgadas en tierra de
ios moros, talar los campos, robar los ganados, cau-
tivar gente, saquear los pueblos: á veces también
volvían con las manos en la cabeza, que tal es la con-
dición de la guerra. Un cierto moro , de secreto afi-
cionado á nuestra religión, se pasó á tierra de cristia-
nos, y llevado á la presencia del maestre de Santiago
don Lorenzo Suarez de Figueroa que se ocupaba en
aquella guerra, y estaba en Ecija por frontero, le ha-
bló en esta manera : aBíen entiendo cuan aborrecido
»es de todos el nombre de forajido; sin embargo me
naventoré á seguir vuestro partido, movido del cielo:
vtoque poderoso , contra el cual nin^oa resistencia
»basta. No pido que aprobéis mi venida y mi resolu-
»cion, ni la condenéis tampoco, sino que estéis á la
»m¡ra de los efectos que viéredes. Lo primero os ruego
»que me hagáis bautizar, que el tiempo muy en bre-
»Te dará clara muestra de mí buen celo y lealtad, á
Días obras me remito.»
TOMO I.
DE BSPAÜA. 603
Bautizáronle como el moro lo pedia. Tras esto les
dio aviso que Pruna, plaza de los moros de importan*
cía , se |)oaria entrar por la parte y con el orden que
él mismo mostraría. Las prendas que metiera , eran
tales que se aseguraron de su palabra que no era trato
doble. Acompañóle con gente el comendador mayor
de Santiago: cumplió el moro su promesa, que al
momento entraron aquel pueblo en cuatro días det
mes de junio, y quitaron aquel nido, de do salían de
ordinario moros á correr las tierras de cristianos,
hacer mal y daño continuamente. Pasó el infante a
Córdova: y entró en Sevilla á los veinte y dos de ju-
nio: probóle la tierra y lus calores, de que cayó en
el lecho enfermo en sazón mal á propósito, y en que
llegó á aquella ciudad el conde de la Marca yerno del
deNavarra, y por sí délo mas noble de Francia, degen-
til presencia entre mil, muy cortés, con que aGciona^
ba la gente: traía en su compañía ochenta de á caba-
llo , y venía con deseo de ayudar en aquella guerra
sagrada, que se temía saldría larga y (lificultosa.
Los moros en este medio no dormían : lo primero
acometieron á tomar á Luceoa pueblo grande, y co-
mo quier que no les saliese bien aquella empresa,
revolvieron sobre Baeza gran morisma, ca dicen lle-
gaban á siete mil de á caballo y cien mil do á pié, nú^
mero que apenas se puede creer, y que por lo menos
Suso en gran cuidado á todo el reino. Todavía no pu*
ieron forzar la ciudad que se la defendieron los de
dentro (aunque con dificultad) muy bien; solo toma-
ron y quemaron ios arrabales. Apellidáronse los críS'
tianos por toda aquella comarca, los de cerca y los de
lejos, porque no se perdiese aquella plaza tan impor-
tante. Supieron los moros lo que pasaba, y por no
aventurarse á perder la jornada, alzado el cerco, die-
ron la vuelta cargados de despojos y de los cautivos
que por aquella tierra robaron. Por el contrario el al-
mirante don Alonso Enriquez cerca de Cádiz ganó de
los moros una victoria naval , asaz importante. Los
reyes de Túnez y de Tremecén tenían armadas veinte
y tres galeras para correr las costas de Andalucía á
contemplación de su amigo y confederado el rey de
Granada. Díóles vista el almirante, y si bien no lle-
vaba pasadas de trece galeras en su armada, no dudó
de embestirlas; lo cual hizo con tal denuedo y destreja
que las venció. Tomó las ocho, la demás parte echó
a fondo, y otras se huyeron,
En este medio convaleció de su dolencia el infante
dpn Fernando, y alegre con esta buena nueva salió
de Sevilla á los siete de setiembre. No llevaba reso-
lución por qué parte entraría en tierra de moros: hi*
' zo consulta de capitanes y tle otros personajes; sa-
lió acordado que rompiese por tierra de Ronda, y se
pusiese con todo el campo sobre Zahara, villa prin-
cipal de aquella comarca. Hízose así : comenzaron á
batirla con tres cañones gruesos de día y de noche;
el daño que hacían , era muy poco por no ser muy
diestros ios de aquel tiempo en jugar y asestar la ar-
tillería. El cerco iha á la larga , y fuera la empresa
muy dificultosa, si los do dentro por falta que pade-
cían, y por miedo de mayores danos si se detenían,
no se rindieran á partido que libres sus personas y
hacienda, dejasen al vencedor las armas y provisión.
Al tanto otros pueblos pequeños se dieron por aque-
llas partes. Septenil villa bien fuerte j^r sus adarves,
y por la gente que tenia de guarnición, por esta caU'
sa no se quiso rendir: cercáronla, y combatiéronla
con todos los ingenios y fuerzas que llevaban, en
sazón que Pedro de Záñiga por otra parte recobró de
los moros á Ayamonte según que el infante don Fer-
nando se lo encargara.
El rey moro por estas pérdidas , y por no echar el
resto en el trance de una batalla, la escusaba cuanto
podía; solo ayudaba las fuerzas con maña, y proco-
raba divertir las del enemigo. Juntó á toda dibgencia
sus gentes, que dicen eran ochenta mil dea pié y s^is
004 BIBLIOTECA OB
mil de á caballo, los mas canalla sin valor ni honra.
Con este campo so puso sobre Jaén; pero no salió con
su intento, porque acudieron con toda brevedad los
nuestros, y le forzaron á retirarse con poca reputa-
ción. Solo nizo daño en los campos, de que se satis-
facieron los contrarios con correrle toda la tierra has-
ta la ciudad de Málaga. Repartíanse otrosí diversas
bandas desoldados, y se derramaban por todas partes
sin dejar respirar ni reposar á los moros. Para que
todo sucediese bien, y el contento fuese colmado,
solo falló que no pudieron forzar ni rendir á Septenil:
El otoño iba adelante, y las lluvias comenzaban , que
suelen ser ordinarias por aquel tiempo. Foresta cau-
sa el infante á los veinte y cinco de octubre, alzado
aquel cerco, dio la vuelta á Sevilla , y toruó á poner
en sulugar la espada, con que el rey dfon Fernando el
Santo ganó antiguamente aquella ciudad, y en ella la
guardan con cuidado y reverencia ; y á las veces los
capitanes para sus empresas, como por buen agüero,
la solían donde tomar prestada.
Hecho esto, repartió la gente para que invernase
en Sevilla, Córdova y otros pueblos , y él pasó al rei-
no de Toledo con intento de apercebirse de todo lo
necesario y recoger mas gente para continuar aquella
guerra. A esta sazón falleció en Calahorra Pero López
e Ayala canciller mayor deCustílla , caballero señala-
do por su nobleza, por las muchas cosas quepor él pa-
saron , y por la crónica que dejó escrita del rev don
Pedro, y don Enrique el Segundo, y don Juan el Pri-
.mero; si bien algunos sospechan que con pasión en-
careció mucho Tos vicios de don Pedro , y subió de
fmnto las virtudes de su competidor en perjuicio de
a verdad: enterraron su cuerpo en el monasterio de
Quijana. Francia asimismo andaba revuelta por la
muerte que Juan duque de Borgoña hizo dar en París
á Luis duque de Orhens volviendo muy de noche de
f palacio. El homiciano que ejecutó esta maldad , se
¡amaba Otonvilla. La causa de la enemistad no se
averigua del todo: sospecharon comunmente que por
estar el rey á tiempos falto de juicio el matador pre-
tendía apoderarse del gobierno de Francia , y para
salir con esto acordó de quitarse delante al que solo
le podía contrastar por ser hermano del rey.
Luego que se descubrió al autor de aquella maldad,
el de Borgoña se retiró á sus tierras nara apercebirse,
sí alguno pretendiesen vengar aquella muerte. La du-
quesa Valentina mujer del muerto puso acusación
contra el matador, y hacía instancia sobre el casó'.
Loü jueces vencidos de sus lágrimas y de la razón ci-
tarou al de Borgoña para que compareciese en perso-
na á descargarse de lo que le achacaban. No dudó él
de obedecer v preseotarso, confiado en sus riquezas
y en los muchos valedores que tenia en la cwte de
rrancia. Formábase el proceso en el parlamento, y
por los pulpitos Juan Petit doctor teólogo de París,
franciscano, y predicador de fama en aquella era, no
cesaba en sus predicaciones de abonar aquel hecho
como hombre lisonjero y interesal. Cargaba al de Or-
iiens que pretendía hacerse rey de Francia: que el
que atajó estos intentos tiránicos, no solo era libre de
(tena, sino digno de mercedes muy grandes. No mos-
traron los jueces mas entereza, antes llegados á sen-
tencia , dieron por libre al de Borgoña con gran sen-
timiento de los hijos del muerto y de su mujer; de
que resultaron guerras muy largas, con que ee abra-
saron y consumieron las riquezas y grandeza de Fran-
cia. La cuestión, si un particular puede por su auto-
ridad matar al tirano , se ventilo mucho entre los
teólogos de aquel tiempo; y aun en el concilio da
Constancia que se juntó poco adelante , los padres
sacaron un decreto, en que contra lo que Juan Petit
ensenaba, y contra ío que el de Borgoña hizo, deter-
minaron no ser lícito el particular matar al tirano.
Era Luis duque^do Orliens hermano del rey áa Fran-
cia, 7 el duque de Borgoña su primo hermano.
GASPAR Y ROIG.
CAPITULO XVIL
Que se hieieroD treguas can los Moros.
Las. nefatas de Navidad tuvo el íafante don Feman-
do en Toledo principio del año de 1408, en que hizo
el cabo de año de su hermano el rey don Ennque. El
rey niño y la roina su madre residían en Guadalajara
por el buen temple de aquella ciudad y cielo saluda-
ble de que goza. Acordaron se juntasen allí cortes, á
propósito de apercebir lo necesario para continuar li
guerra que tenían comenzada , con mayores fuerzas
y gente. Los prelados y señores y ciudades que con-
currieron al tiempo aplazado, venían bien en lo que se
pedía: la mayor dificultad consistía en hallar forma
y traza como se juntase el dinero para los gastos. Los
pueblos no daban oídos á nuevas imposiciones y der-
ramas, cansados y consumidos con las contribucio-
nes pasadas y recelosos no se continuase en tiempo
de paz el servicio que por la necesidad de la guerra
se otorgase; mas j)or la mucha instancia que hizo el
infante y otros señores concedieron x^antidad de cien-
to y cincuenta mil ducados, con gravamen de tener
libros de gasto y recibo para que constase se emplea-
ban solo en los gastos de la guerra, y no en otros al
albedrío de los que gobernaban.
Teníanse las cortes en tiempo que el rey de Grana-
da á los diez y ocho días del mes de febrero se puso
sobre la villa de Alcaudcte ¿acompañado de siete mil
caballos y ciento y veinte mil peones , número desco-
munal. Corrió gran peligro de perdérsela plaza, y to-
da la Andalucm se alteró con este miedo por tener
pocas fuerzas , los socorros lejos, y el tiempo del año
riguroso para salir en campaña. Acude nuestro Señor
cuando falta la prudencia: defendiéronse muy bien
los cercados con que se abatió el orgullo de los mo-
ros. Junto con esto los nuestros por tres parles dife-
rentes lucieron entradas en las tierras enemigas para
divertir las fuerzas de los moros, j con las talas, que-
mas y robos que fueron grandes , tomar enmienda de
los daños que hicieran en las fronteras de cristianos.
Quebrantados loé moros con tantos males y pérdidas,
acordaron despachar sus embaladores para pedir tre-
guas. No venía en otorgarlas el infante, antes se que-
ría aprovechar de la ocasión que la flaqueza de los
enemigos le presentaba. La rema era (como mujer)
enemiga de guerra, que en fin hizo se concediesen
las treguas por término de ocho meses. Los pueblos
pretendían, pues la guerra cesaba, escusarse del ser-
vicio que otorgaron. eJínfante no quiso venir en ello,
ca decía era necesario estar proveído de dinero para
volver á la guerra el año siguiente^ todavía se nizo
suelta á los pueblos de la cuarta parte de aqueta
suma.
Vino entre los demás á estas cortes finalmente don
Pedro de Luna sobrino del papa Benedicto^ j por su
orden arzobispo de Toledo , como se dijo de suso.
Traía de Aragón en su compañía á Alvaro de Lana su
sobrino, mozo de diez y ocno años. Su padre Alvaro
de Luna señor de Cañete y Jubera, le hobo fuera de
matrimonio en María de Cañete, ntuer poco menos
?ue de se^ida; por lo menos tan suelta y entregada
sus apetitos que tuvo cuatro hijos bastardos cada
cual de su padre: al ya nombrado y (don Juan de'Ge-
rezuela del gobernador de Cañete : á Martm de un
Sastot por nombre Juan, y el cuarto también Martin
e un labrador de Cañete: los dos postreros por resne-
to de su hermano tuvieron adelante el sobrenombre
de Luna. De tan bajos principios se levantó h gran-
deza deste mozo , que en un tiempo pudo competir
con los muy grandes príucipes, de que al fin le des-
peñó, su desffracia. En el bautismo le llamaron Pedro:
agraaóse défel papa Benedicto, do su presencia, de
su viveza y apostura, y quiso que en la confirmación
le mudasen ei nombre de pila en el de Alvaro por res-
peto de 8U padre. Venídp i Castilla, le hicieron de la
• «ISffMU
centra M Wf: oón la ettal , y su bnsiis grtcía y di«>
^guiGiaenserm poco é poco le ganó la totuntad, y
aun se fatzeaeior defla.
En el alcázar ée 6nMd« á loa once de «ayo falle*-
ció el rey Mahomad, con qae la gente se asegwaki
que hfl paces serían ñiaa ciertas. La ocasión dé su
muerte refieren fue una camisa inficionada qnese
vistió por engaño. Sacaron de Salotn-eñai donde le 4e^
nia preso, á Jnzepb ra hermano para qne le socedie^
se en el reino: asi ruedan y se truecan las cosas
de los hombres, boy cantíTo y maiíana rey. Apre»
surirense k» moros en e^ y usaron de todo se-
creto porqueno se recreciesealjgiinimpedimento, ma-
yormente de parte de los cristianos, que desbaratase
su intentos. Luego que Juzeph se rió rey, despa-
chó sos embajadores con ricos presentes para el de
GastiHa de caMlos, jaeces, alfanges. telas preciosas,
pasas, higos y almendras sustento el mas ordinario y
regalado de aquelia gente. IHéronles en retorno otros
dones de valfa, pero no otorgaron con lo que preten-
dían principalmente, que era se alargase el tiempo de
n^treguas.
CAPITULO XVIH.
Que el papa Benedicto vino á España.
El papa Benedicto por estotietnpo se hallaba aque-
jado oe diversos cuidados: Jas provincias cansadas
de sci^ma tan largo, sus amigos y devotos desabridos
de sus trazas; sus manas en que no tenia par, des»
cubiertas y entendidas. No sabia qué cammo podía
tomar ^ara conservarse, que era su mtento princioal.
Cuando se salió de Aviñon, faé á parar en Marsella,
ciudad fuerte y puesta á la lengua del agua : su vi*
víendaenSan Víctor, monasterio muy célebre en
aquella ciudad. Dende acometió al papa* Gregorio su
contendor con partido de paz, que decía deseó siem-
pre y de presente la deseaba: que seria bien se jun-
tasen en un higar para tomar acuerdo sobre sus ha-
ciendas, que por medio de terceros era cosa muy
larga. Para señalar lugar á contento de las partes vi-
nieron embajadores de Gregorio á 'Marsella. Dieron y
tomaron, y finalmente acordaron fuese la vista en
Saona ciudad del ginovés: sacóse por condición que
hasta tanto aue los papas se hablasen, ni el uno oi el
otro criase algún caroenal.
Asentado esto, Benedicto sin dilación se embarcó
para pasar allá. Pretendía porestti diligenciague todos
entendiesen deseaba la paz. El papa Gregorio replicó
que no tenia por seguro aquel lugar por estar á la
obediencia de su contrario. Solo fíiéá Luca, ciudad
puesta en lo postrero de Toscana; v el papa Benedicto
al principio ueste año se adelanto y pasó á Portove-
nere paramas decerca capitular y concentarse. T^do
era mañas y traspasos para entretener y engañar, y
aun el papá Gregorio contra lo que tenían concertado,
de una vez hizo tres cardenales, con que los demás
cardenales suyos se alborotaron y de común acuerdo
se pasaron á Pisa. El papa Benedicto, por aprove*
cbarse de aquélla ocasión, envió allá cuatro cardena-
les de su obediencia y tres arzobispos, que se detu^
vieron algon tiempo en Liorna entre tanto que los
florentínes, cuya era Pisa, les enviaban seguridad.
Juntáronle finalmente con los cardenales de Pisa. A
h) que la junta se enderezaba, era convocar concilio
general, como lo hicieron. Sonrugiase quedaban tra-
za de prender á los papasen especial á Benedicto.
Esta &maqu¡er verdadera, quier falsa, dio ocasión
á Benedicto de desamparar á Italia, donde demás de
la sospecha ya dicha pretendía que su contrario es-
taba muy arraigado y poderoso, en particular se rece-
lablí del rey Ladislao de Ñápeles, que tenia muy de
i^ parte como a! que nombrara por vicario del impe-
rio ysenador de Roma; cargos a la sazón mu^pnn-
cipales. Antes de su partida para mejor entretener
TOMO I.
ia gente convooó C0Qclli«gsBél*al para Perpüíift, villa
en la raya de Cataluña, y con tanto se hizo á la vdl-
Aportó á Coiibre á dos ¿e julio, dende por ia»c(ii4i|d
de EIna pasé á la diéba villa de Perpffian pan dar ca-
lor en lo del concüio^ y esperar qaé los pri^dos.se
juntasen. Acudió é visitar al papa entra otros el rey
de Navarra, qoe llevaba intento de pasar en Franoia,
y acometer ms nuevas esperanzas f«e de reeobmr
alguna parte de sus antiguos estados k daban lasal-
twaciones de aqu^ reino. Pwo esta su ida á Paiis no
fue de mas efectoqne fas pasadas: asi finalmente dtó
la vuelta á su reino sin alcanzar cosa alguna de las
que pretendía. ^
Juntáronse en Perpiñan ciento y veinte obispos,
casi todos de Francia y de España. Abritee el qobcíUo
á primero de noviembre: la pribcipal cosa que tsalft-
ren,fue buscar medios para concertar los papas y
unir la Iglesia. Los pareceres eran diferentes, v aun
los fines á one cada cual se encaminaba^ pmr aowle
los mas de ios obispos, perdidala esperanaa de hacer
cosa de momento, de secreto se salieron de Perpiñan
y se volvieron á sus tierras. Quedaron solo diea y ocho
obispos, que dieron deconsunoun menmrial al papa
en que le suplicaron atendiese con cuidado á quitar
el scisma, aunque fuese necesario tomar el camino
de la renunciación, pues era mas tusto eonfomafffte
con el deseo de toda la Iglesia que dejarse engañar de
las lisonjas de particulares: que la Iglesia con iáori-
mas en los ojos, las rodillas por el suelo, y tendidas
las manos le roÁaba lo que era muy puesto en rasen,
antepusiese el Bien público á cualquier otro respete;
3oe ningunootro camino se mostraba parala cura de
ciencia tan lar^a. Poca esperanza tenían que vinie-
se en lo que pedían, el que como & puerto segura se
había retirado á España. Todavía para mosmr v*-
iuntad'á la concordia envió á Pisa siete personas prin-
cipales con voz de querer concierto; masa la verdad
otro tenia en el corazón, ca pretendía le sirviesen «de
escuchas, y le avisasen de todo lo que alÜ pasaba.
Hallábúise en aq|uella ciudad juntes demás de un
gran número de obispos veinte y tres cardenales; los
seis de la obediencia de Benedicto, qué eran la ma-
yor parte de su colegio. Entre estos asistió don Pedro
Fernandez de Frías cardenal de España, criado por
Clemente papa de Aviñon. Publicaron sus edictoA,
en que citaban á los dos papas para que en preMneii
del concilio alegasen de su derecho; mas visto que no
comparecían, y que se gastaba mucho tiempo en de-
mandas y respuestas, de común acuerdo á los veinte
y seis de jumo del año 1409 sacaron por pontífice á
Pedro Pbilargo natural de Gandía> de la orden de los
menores, presbítero cardenal y arzobispo de Milán.
Llamóse en el pontificado Alejandro Oninto: doróle
el mando muy poco, que no llegó á año sntero. Re^
sultó desta elección, de que se esperaba el reme(tto,
otro nuevo y mayor daño, esto es qué la llaga mas se
encancerase por añadirá los dos papas otro tercero,
que cada cual pratendia ser el legitimo ylos otros in*-
trusos: tanta vez tiene la sazón en todo, y la buena
traza. Así la cristiandad en higar de dos bandos qné-
dó dividida en tres con otras tantas cabezas y napas,
como suele acontecer que sé vuelve al revés y daña lo
que parecía prudentemente acordado: tan cortas sen
nuestras trazas.
CAPITULO XIX.
De la muerU del rey don Martin de Sicilia.
Con mejor orden gobernaba el infante don Fernán^
do el reino de Castilla, bien que no se descuidaba en
adelantar su casa y estado por los caminos que podía;
sin dejar ocasión alguna: np fkltaba quien por esta
misma razón la tómase de ponelle mal con la reina
como mujer y de su natural sospeci^. No hay cosa
mas deleznable que la gracia de leí retes, ni mas fhá-
600
UtUUf MOA Di iGAiaátt f AOIC
8 idoD Fernando podria parar perjuicio á la casu
• 1^: qae «on el poder , cuando mucUo crece , pocas
-ve '«9 se acompaña la lealUü. Los gue ma^ alisaban
•él fuego, eran Diegí^ López deiZúmga y Juaa de Ve-
¿l¿¿e por la macha cavidad que todavía tenia en k ca-
f Mí>geal don Fadriqae conde de Trastainara» hí jo4e don
'7f!eAro el que fbeoondestable de Castilla, daba consejo
-i don Femando que les echase mano. Poco secreto
se guarda en k» palacios: avisados de lo que se me^-
oeaba, supusieron ellos con tiempo en salvo. Quedó
la i^na desque lo supo/ mas lastimada y recelosa
aue antes : decia que aquella befa ú ella misma se
Idéni' para dcspqalla de su consejo » y del am-
pai» que pensaba en ellos tener. Ultra do las demás
prendas ue que la naturaleza y el cielo dotaron á don
Femando con mano liberal, en que ningún príncipe
en aquetta era $e le aventajaba, tenia muy noble se-
MracioB en^ su mujer: cinco hijos varones, don
Akmso, don Juan , &m Enrique, don Sancho , y don
Pedro, que llamaron adelante los infantes de Aragón,
f dM hijas, doña María y doñ^ Leonor.
Falleció por aquellos dias Fernán Rodrigues de Vi-
llalobos maestre de Alcjititara : por su muerte bobo
•aquel maestrazgo el infante don Femando en cabeza,
de su hijo don S«LDobo con dispensación que dio en la
•edad el papa Benedicto. Lo mismo so hizo con don
Bwiqueel tercer hijo dende á pocos meses para ha--
celle maestre de Santiago por muerte di) Lorenzo
Soarez de Figueroa. No faltaron sentimientos y dis*-
gttstos de personas que llevaban lual que el infante,
00 contento con el ^lerno del reino-, i^e apoderase
en nombre de sus hijos de todo lo que vacaba. En
' esta misma sazón el conde de Lucemburg y el duque
de Austria enviaron á' ofrecer socorros de gente para
eontímiar la guerra de Granada. Lo mismo hizo Car*
loe duque de Orliens que prometía enviar en ayuda
eaü caballos franceses, y juntamente pedia por mu-
jer á la reina doña Beatriz pretensora del reinó de
Portugal, y viuda del rey de Castilla don Juan el Pri-
menK.
• No se leotorgó la una, ni aceptaron la otra destas
dos demandas, poroue la reina m quería casar según*
-da vez, ni con color de .matrimonio desterrarse de
Sumna; y el tiempo de las treguas oon los moros le
»iabian alargado por otros cinco meses por la mucha
.instancia que sonre ello hizo Juzepii el nuevo rey de
Granada, si bien poco despueji acometieron los mo*
ros á tomar la vífta de Priego , con qne dieron bas-
tante ocasión para que sin embargo del concir^rto se
rompiese con ellos. Pero el rey de Granada se en-
vió á descargar que aquel esceso no se hizo con su
vokmtad, y todavía ofrecía de hacer emienda con*
Jbnne á lo que determinasen , y hallasen se debia ha-
e4r, jueoes nombrados por las partes. Hallóse este
•Dó entre Salamanca, y Cmdad-Rodrigo una imagen
devota de nuestra Señora, que Ihunan de la Peña de
Ft9MU , moy conocida por un monasterio de domi-
nicos quebrara mayor veneración se levantó en aquel
lugir, y por el gran concurso de gentes que acude en
iomeria'& todas partes.
El mismo año fue muy aciago y triste para los
aragoneses por la muerte de don Marlm rey de Sici-
UaTnijo único y heredero del rey de Aragón , que fa«*
lleció en Caller de Cerdeña á los veinte y ci.co de
julio en la flor de su edad y de las muchas espenm-
zas que prometía su buen natural. Mandóle su padre
pasar en aquélla isla pan fillanar á Brancaleon Doiia
y Aymerico vii^nde de Naiwona , que por estar casa-
dos con dos hijas de Mariano, juez de Arbórea pr^-
leadian apoderarse por derecnos que para ello alega-
ban, de toda aquella isla. Andaban muy pujantes á
causa que las fuerzas de los aragoneses eran flacas,
y los naturales los acudían, con mayor vduntad que
i lófi estnAos. La venida del rey hizo que s^ trocasen
4as cosas. Junteftti mis genlee^eada cual de laa par*
tes :. liogarou ¿ visia unoH de otros cerca de un pueblo
llamado San Lurí. Ordenaron isas haces, y dkáse la
batalla, en oue loe sardos qttedaroa desbaratados y
prese. BrancaieoD su caudillo.
La muerte qtie sobrevino al rey en aquella coyun-
tura, hizo que no pudiese ejecutar la victoria, ni
concluir aquella guaira ,^sí bien por s^jigun tiempo el
ouuiscal Pedro de Torrellas, muy privado deste prín-
cipe, y otees caballeros con la gente que lea quedó,
se totretttvieron y sustentaron el partido de Aragón.
Sepultaron el cuerpo del difunto en la iglesia cale*
dral de Gallar. En su muier dona Blanca tuvo un hijo
que falleció los dias pasados. De dos mujeres soltens
naturales de Sicilia d^ó dos hijoSj ú dqn Fadrique,
cuya madre se llaitt6 Teresa^ y eo Agathusa á dona
Violante, que casó adelante con el OHide de ffiebla.
Corno fama oue la ocasión de su muerte fue desmao-
darse; antes de estar bien convalecido de ciMa do-
lencia, en la afición de una moza natural de aquella
isla de cárdena. Ordenó su testamento , en qpe.
nombró á su padre por heredero del reino de Scilia,
y á su mujer la reina doña Blanca encarsó continuase
en el gobierno que le de)ó oncomendaoo á su par-
tida, señalándole personas príndpalesdo cuyo consejo
se ayudase.
Muho sintió todo el reino de Aragón la lalta destf
principe. Muchos debales se levantaron sobre la su-
cesión de aquellos remos. El rey su padre como á
quien mas tocaba el daño, ¿cuántas lagrimas derra-
mó? ¿qué estremos y demostraciones de dolor no
hizo? cada cual h) juzgue por si mismo. Reportóst*
empero lo mas que pudo, y hechas las honras de su
hijo , volvió su cuidado á sentar y asegurar las cosas
de su reino. Sus privados le aconsejaban se casase
pues estaba en edad de tener hijos, con que se ase-
gurarla la sucesión,. y se atajarían las tempestades
que de otra suerte les amenazaban. Rureciófe al rey
buen consejo este : casó con doña Margarita de Pra-
dos, dama muy apuesta y de la alcuña real de Ara-
gón. Celebráronse las bodas en Barcdona ¿ los diez
y siete de setiembre. No pasaba el rey de docuenta
y un años; pero tenia la salud muy quebrada, y era
grueso en demasía : las medicinas con que procuro
habilitarse para tener sucesión, le corrompieron lo
interior y aceleraron la muerto.
Luis duque de Anjou avisado de lo que pasaba,
fue el primero que volvió á las esperanzas antignas
de suceder en aquella corona. Despachó al obispo de
Gonserans para suplicar al rey declarase por sucesor
de aquel remo á Luis su hijo y de doña Violante, que
por ser su sobrina hija del rey don Juan , era la que
le tocaba en mas estrecho grado de parentesco , ma-
Íormente que su hermana mayor la infanta dona
uaná era ya muerta, que falleció en Valencia dos
años antes deste. Peoia otrosí que diese licencia para
que la madre viniese á Aragón |)ara criar á su i^jo
conforme á las coütumbres de la tierra. Túvose á mal
pronóstico que durante la fiesta de las bodas que d
rey celebraba, le pidiesen nombrase sucesor. Los
del reino tenían por mas fundado el derecho del con-
de de Urgel. Favorecían loque deseaban, y lo que
comunmente apetecen todos, que era no tener rey
ostraño, sínj ac su misma nación. La descendencia
del conde se tomaba del rey don Alonso el Cuarto su
bisabuelo, cuyo hijo don Jaime fine padre de don Pe-
dro y abuelo del conde. Demás que estaba casado
con bei-maua del rey don Martin, la cual su padre el
rey don Podro bobo en la reina doña Sibjla: sene-
jantes pretcnsioiíes y esperanzas tenia ^ bien que de
mas lejos, don Alonso de Ara^n conde de Denia y
marqués de YUIena,. que por importunacioo de Ws
suyos, aunque muy viejo , entro en esta dmanda
cómo el que continuaba su descendencia de don Jai»
me el Segundo rey de Aragón.
^inuKU ÍUL CUTAMA.
eiOT'
CAPITULO XX.
De mu liisiiuUqme^se biso sobre «Idetecbo deja eucetiaQ
tú Ja coroai dé Aragón.
Dió él fev de AregMi audiencia al obispo francés,
y entordse bien de todo lo que pedia , y cíe las razo»
iies en que fUndaba el derecho y la pretensión del
tinque^ Concldido aquel attío, y despedida la gente,
Inego que se retiró á <^q aposesto , los que le acAn-
pañaban , eontihuaron la plática , y de lance en Uncp
t mb^uiNi en presencia del rey una dtf$piita formada,
que me pareció |Kyneraquff)or sumarse en ella los
rundaroentos de todo é<fe pleito. Guillen de Moneada
fue el primero A hablar en esta forma : «Será , señor,
'>servid0 Dios de dnres sucesión, consuelo para la
«>vida ; y heredero para hi muerte. Pero si aoaso fuese
»otra Un folontad , lo cual no permita su oftemencia^
»l quién se podré miiteponer á tais hijo del duque de
*)Arijon? ¿quién correr con él á las parejas, pues es
nnietode vuestro hennano,' nacido de su n^? No
»dudaré <|eeii< loque siento. Cada cuál en su negocio
opropioiúene tóenos 'prudencia que en el ajeno: im*
»pideel miedo, la eodicia, el amor, y escarece el
>^i>atendli»íerfio. Pt/to sí £ tos no* tcmeramot, ¿por
)> ventara nodJéramos ki corona á la hija del rey Tues-
'>tro boimano? QsesifosOo que Dios no permita)
iifaltáredes ^in hijos, ¿^én quita que no se repon*-
^-uñ Li misma y ^e restituya en su anti^nm dwecho?
'>8iteempeco'parala sucesión ser mujer, ya susti-
Avuje en - un lugar y derecho á su hijo , aragonés de
>nacíon por {Mirte de madre , y legítimo por ende
«heredero del rMilo.i>
Acabada esta razón , les mas de ios que présenos
''Staban , !a mostraban aprobar con gestos f con me*
iiees. Replicó Bernardo Centellas :^fiMuy diferente
'>os mi^recer: yo entiendo que el derecno delcon-
>dede Urgelvamas ñmdado. Don Pedro tu padre
'>e« cierto que tiene por abuelo el mismo que vos , en
»qaten pasara la corona , muerto el rey don Alonso
'>el Cuarto , si vuestro padre el rey don Pedro no fee-
))ra de mas edad que don Jakne su hermano, abuelo
<>del conde. Que n aqn^l nmo faltase con sus pill^
pollos, ¿bor qué no volverá la sustancia del tronco,
y m cootimiará en el otro ramo menor? La hembra
¿cémo puede dar al hijo el derecho qoe nunca tuvo?
«omo quier que sea avengoado ser las hembras in*
capaces destatonma. Que si admitimos á las hem-
bras-á la sucesión, en esto también se aventaja el
*>conde, paes tiene por mnier á voestra hermana
ndona isaoel, hija d«l re^r don Pedro v éedoiía Síby*
'*la , deuda mas cercana vuestra qite iahi|a'devues«
'tM hermana; si que la hermana en grado «mas estre*
' '!Éo está que la sobrina.»
Nevieron asimismo estas raaones á loa circunstan*
r os, eoando Bernardo ViUalico acudió con su pare-
rer^ mie.'era asas. diferente y estrai&o: «No puedo
'«(dicey negar sino que se han tociule muy aguda-»
'>meiite los detechos del duque, y del conae ya*
«>nombra4M > si don Alonso marques de Yülena y
nconde de Gandía no se les aventajara; el cual tiene
v^KÍrpadrai don Pedro,, hijo que fue del rey don
n Jaime el Segundo. De suerte que vuestro bisabuelo
es abuelo del marqués y vuestro abuelo el rey don
Alonso el Coarto tío del mismo, como al contrario
el bisabuelo del conde de Usgel i qoe es el mismo
'>rey don Alonso , es vuestro abuelo. Asi el marqués
*<y su hermano el cendre de Prades , abuelo de vues-
'txa mujer la reina doña üargarjta, tienen con vos
'y*A mismo deudo que vos con el conde de Urgel. Que
>>si el deudo es^%oal , deben ser antepuestos los que
> le mas cerca traen su decencia ae aquellos re^
yes ,'de donde como de su fuente se toma el dere-
n :bo de ia corona y de la sucei^on. No hay para que
'>iraér en consecuencia la mujer del conde de UrgeL
BiM ponernos en oeceskiad de depjarar mas en p^urij-
>»
>i
11
n
1)
')
i «colar quien fue su «Madre doíia Sibykantes que -
I nfuese eeina;» • '
' Oyeron todos con alendan lo que d^ Villalioo ^ si
bien poco aprobaron sos razoBes. Parecíales «fann
I de propósito valerse. de derechos: tan antiguos par»-
I hacer rey apersona de tanta edad: de suerte • que^.
I m^s fiUtaba voluntad á los que oian , que probabüi-
• dad á las razones que aleaó. Tbmó el rey la mano, y .
. habló en estumanera: aCon cbiridad habéis aiegadó .
i aloque hace por los tres ya nombrados, y aun pUf*
- »diérades añadir otras cosas en favor de cnalquera r.
I «de las partes. Pero hay otro cuarto, que ^t mi pe»*
osamientono me engaña , tiene su derecho mas fon*
»dado. Este es el luíante don . Femando tio del rey
»de Castilla , y hijo de doña Leonor mi hermana de
»padre y de madre, en que se aventaja á la condesa
»qe Urge!. Vuestras particulares aficiones sin duda
»QS cegaron pKra que no echásedes de ver lo qne ha* .
oce por esta parte* Bl marqués de Viireoa y el c^nde«
nde IJrgel de mas lejos nos tdcan en. deudo. Lo mis*
«mo puedo decir del hijo del duque de Ai^ou : eu
»mas estrecho grado esta el hijo de mí tkermana, que.,
-vel nielo de minermano ; por donde es forzoso 'qun
»se anteponga i los demás pretensorest Para quet*.
vmejor lo entendáis . os propondré un ejemplQ. Así
«como el reguero del agua , y el acequia , cuando la
nquitan de una parte y la echan por otra, dteia h»
^primeras eras á que iba encaminada i sin riego^ y :
»nolaS' toma abanar hasta dejar regados todos los
Dtablares A que de nuevo encaminaron el agoa^ asi
»debeis entender que 1<m hijos y descendientes del
nque una vez es privado de b eoronay quedan p€ir««
npétuamente eacluidos pava no voKerá ella, si no e^ *
»ialtadel que le sucedió y de todos sus deudos , los
»que con el están de.mas cerca trabados ten purenr
»te8co ; que pcv estar el reino en poder del postreri
^poseedor , quien le tocare de mas eerea en deudo,'
«ese tendrá mejor derecha para sucedelle , que todos
alos demás que jquier que aleguen en su defensa,
DCoDfofme á esto yerran los que para tomar la su-
»cesion ponen los ojos en los primeros reyes don
» Jaime, don Alonso , don Juan , dejándome a mí que
»al presente poseo la corona, y cuyo ipariente. mea.
»cercano es ooña Leonor mi hermana y despuesdella
»&u hijo el infante don Femando» cuiyo derecho en
nigualdad fuera razón apoyar y defender, pues mas
»qae todos los otros pretensores, se adelanta en>
«prendas y partes para ser rey. Mienteaé las veces
ea cada cual sus esperanzas, y de buena, gana favo-,
nrecemos lo que deseamos ; pero no hay duda amo*
oque las muestras que hasta aqui ha dado de virtud
oy valor son muy aventajadas. Este eS^nuestro narc!-
»cer, ojalase reciba tan bien como es Gttmplider».
upara vos en particular los que . presentes estáis » y
apara todo el reino en común. Las hembras no deben ,
centrar en esta cuenta , pues todo^el debate consiste
aentre varones , en quien no se debe considerar por
nqué parte nos tocan en .parentesco , sino en qué>
»gradoli>
I Este razonamiento del rey como se divnl^ise pri-t,
mero por Barcelona , en cuyo arrabal se trabó toda,
la dispatay y después por toda la cristiandad vejase.
>esta fama, acreditó en gran manera la pretensión de,
don Fernando, y aun fue gran parte pwa que se Ui
ganase á^us competidores* Destas cosas se babJaba
públicamente en loa oorrillos,y á veces en palacio-
en presencia del rey, de que mostraba ga^ar,8i>
bien de secreto se inclinaba mas 4 su nieto don Ft^,
driqaeqüe ya era conde de Luna , y para dejalle la.
corona pretendía legitimalle por su autoridad- y con.
dispensación derpapa Benedicto; que siento no le
saliese, claramente auteponia ádon Fernando su.
sobrino á todos los demás» á quien sus virtiidesy
I proezas ^y habar roenospr^^oiado el reino de Castilla,
hacían merecedor de nue«os.feinos y esMM- 7eda*t
0OS
IIbLiOTECA de 6A8PAR Y ROIG.
vit eliviy por lá acudía ínstaMÍaque sobre ellofaizo
el conde de Urgel , ie nombró por procurador y go«-
bémador dé aqsel reino; oÉcio que se daba á los
8iionA>res de la corona , y roBohieíoii one pudiera
perjudicar á lo» otros preténsores , si el mismo de
secreto no diera orden a los Urreasy á los Heredias,
do6 d^sas las mas princmales de Zaragoza, qne no le
dejasen entrar en aquella cindad , ni ejercer la pro*
curadoa general , sin embargo de las provisiones
que en esta razón llevaba: trato doble , de que mu*
cao se siutió el conde de Urge! , y de que resultaron
grandes daños.
CAPITULO XXI.
De la muerte de don Martio rey de Aragón. ,
El tiempo de las treguas asentadas con los moros
era pasado , y sus demasías convldabah , y aun po-
nían eü tieeesidad de volverá la ^erra y á las armas,
en «epeeial qu^ tomaron la villa de Zahara , y talaban
de ordinariD ios campos comarcanos , y baoian mu-
ckae cabalgadas. Para reprimir estos «laultos , y to-
mar emienda de los daños, ei infonte don Fernando,
hechos les apercibfmieatos necesarios de soldados y
armas , de dmere y de vitxiallas por el mes de febrera
del año que se contaba 1410, se encaminó «e* su
campo la vuelta de GMoba en sazón pue lo6 moros,
por no poder forzar el caetiilo^ desampararon lavilta
de Zafaara , y los nuestros á toda prisa repararon los
adarves y pusieron aquella plaza en oefensa. La
gente de donFematido eraiidlez mü peones y tres
mM y quinientos caballos , la flor de la müioia de
Gasfilla , soldados lucidos y bravos. Acompañábanle
don Sancho de Rojas obispo de Palencia, Alvaro de
Guzmaa , Juan de Mendoza, Juan de Velasco , don
Ruy López Dábalos, otros señores y rioes hombres.
Con esteeannió se ^uso el infante sóbrela ciudad de
Anteqnera á los veinte y sí^ de abril coa resohicion
de no partir maao de 4a empresa hasta apoderarse de
aquella ¡^za.
Bl rey moro eavló para socorrer á los cercados
ciDCO mil caÉmUos y ochenta mil inftiates/graa aift-
aero , d las feerzas fueran iguales. Dieron vista á la
ciudad, y (ortifioaroB sus estaacias muy cercado los
coatrarioi: ordenaron sus haees pam presentar la
batalla , que se di(( á los seis de mayo ; en ella que-
daroR los araros desbaratados coa pérmda de qumce
mü, ^e perecieron 'en la pelea y en el alcance; con
el mismo impotables eatiaron y saquearon los reales:
vielorra era aquel tiempo tanto mas señalada, quede
los ciistianoB no faltaroa mas de ciento veíate. Díó
dea Peraaado gracias á Dios por ^aquella merced:
despachó €»rreo9 á todas* partes tan fas buenas nue-
vas. Paivuprelar mas el cerco hizo tirar un foso de
aichura y hondura 8Uficleate*ea toraodetos adar-
ves, y en el borde de fuera levantar una trincheade
tapias coa sus torreones á trechos, todo á propósito
de impedir te salidas de los moros, y hacer que no
les entrase provisión ni socorro. Fue muy acertado
aproveeliárse deste ingenio por estar el campo falto
de aféate á causa que diversas compañías he derra-
malNM por mi orden para roba^ y talar aquellos cam-
pos i^MOOle hicieron muy cumplidamente , sin re^
parar hasta dar vista á la ciudad de Máhiga.
' Lo9 daños Draa grandes y mayor el espanto. Man-
dil el rejf Moro que todos los que ftiesen de edad , se
lAstasen y lomasea las armas: diligeada coa que
juató graa námin^ode geate , si biea estaba resuelto
de ao arriscarse segunda vez , y solo se moStrd!>a
pan poner miedo por los higarés cercanos , mas se-
gurbs por bu flntgura ó la espesura de árboles. Los
cacados padecían necesidad, y lo que sobre todo' les
aquejaba eht la poca esperanza que teohuí de ser
socorridos. Rendase les era á pair de mueHe , entre-
caerse ao podían: ¿-qaé debían hacer loa misera^ ^
bles ? aviao que treAiéatos dea caballo de la guar
nidon de Jaén entraron con poco orden y recateen
tierra de moros ; que todos fueron sobresaltados y
muertos. Este suceso de poca consideración animó á
loÉ cercados para pensar podría haber aif^iaa mudan*
za, V suceder algún desmán á lasque loscercabaa.
Al tiempo que esto pasaba ea Aatequera» falleció
en Boioña de Lombaraía Alejaadro, el nuevo y ter-
cero pontífice, á tres. de mayo. Sepultaroa su cuerpo
ea Sala Francisco de agüella ciudad* Juatároase ios
cardenales que le seguían , y á diez y siete del misoio
mes sacaron por papaá BaJ tasar Cosa diicono carde-
nal , natural de Ñapóles , v gue á la sazón era iomd^
de aquella dudad de Boiona. Llamóse Juan uDI.
Era 4iofflbre atrevido^sagaz, diligente, acostumbrado
á valerse ya de buenos medios, ya de ao tales« como*
las pesas caycsea y segua los negocios lo deaúmda-
sen. Diohoso en el pontiGcado de su predecesor » en
que tuvo mucha mano ; en el suyodesgraeiado^pues
al ñn le dérribaroa y despo^aroia da la tiara. Siguióse
la muerte del rey don Martia de Aragón qué falleció
de modorra postrero de aquel mas en Yaidcoicellas»
moaasterio de monjas pagado á los muros de la ciu-
dad de Barcelona. Su cuerpo soMiHaron en Poblóte
con eaterramiealo y hoaras moaefada&«por estar la
,genle afligida coa la pérdida preseala y lo que para
adelante loé ameoazaDa < i)*
Teaíaase á la saaon Córtes.ea Barcelona de aquel
principado : ao ün sospechas de alteracionesydesa-
s^siogw : acordaron que de todos loa brazos se nom-*
brasen personas principales que visitasen al rey en
aquella dolencia , y le suplicasen que para eteosar
royarlas 4|9iaae noinbrado sucesor. Ilizase así : llevó
la aabla con beneplácito de los acompañados Fenrer
cabeza de loajaraaos ó coaselleresde aquella ciudad.
Preguntóle si era su voluntad que sucedieae en
aquella coroaa el que ú eUa tuviese mejor derecha:
abajó la cabeza ea seAal de consentir con k demaa^-
da. Aoiraspreguntas que Ae hicieroa, ao le padéeroa
sacar paldrbra ni respuesta^ Con su muerte se acabó
la sucesión por Haea de varoa de loa condes de Bar-
celoaa que se coatiaaó prvaero ea Catalana y des^
pues ea Alragstt por espaeáo de seiaeientos años.
Añublóse la buena andanaa lAa Aragón y su prospe-
ridadmuy grande: dcaperláronaeOtrosíiaaeaperansas
de machos personajes para pretender hi corona ea
aquella como vacalite de aqu^l reino. En aemeiantes
ocasiones suele ser la presteza muy importante, y h|
diligeneia (coaM dicen) madre de la bueaa ventura:
el iafiínle den Femando y á quien Dioa tenia teaer-*
vada aquella gra(n4(^a , le tenia á la saaon ocupado la
guerra dei Jos moros: hizo na pnUico anta, ea que
aceptó la sucesión y el reino que nadie ofrecía; jun*
taniaate despachó sus ambladores {%) a Femn
Gtttíarraz de Vega su rasostero mayor:,, y al doctor
Juan fionaalez da Aeevedo,. personas intallgantes y
de anna^ para que en Aragón hicieBen sus partas;
que él mismo noquiso ahtar la mano del careo par h
esperaaaa que tenía de salir ea breve eon la erapr»»
sa, y seattiaentó por cierta refriagaqua parte da au
gente trabé cerca de Arohldom ctía loa mores » ;[ la
vendó. De cayo suceso^ y de f a acaaíonserálMea
decir alguna cosa , lomada de la historia elegante
3ue Laurencio YaUa eacribió de los hadiOe y vida
este infknte dan Famahdo, qneíue paco adelante
rey de Aragón.
< !) Setos la ina^pelotí ée so isépokro fae entanado es
la^atedrardeBaioBlsoa y dOattostopartf tiaslilMa á P^
bleia.
(2) Ki iofaofte doa Femaodo de CasliUa , qae aceteaAt
teoer derecho al reiao, hizo It ausma ^Jicitua ¿ todas Us
provincias y coosta que la ciudad de Valencia le respondió
reconocería por rey al qqe la aacion dedlarase petlenecerle
)a coroaa s^D dereelio.
HUTOSU CE EifKtUí.
CAPITULO XUl.
Ht !■ Pefii d« lo*
ApODERÁBunsE los crlfltiiino» de diversos pueblos
por aquella coraarca.comodoGoRi , Sebar, AIebqb,
Mars , de unos por faem j de otros que por miedo
se rendían. Tcmíín los moros no fuese lo mismo de
Arehídona , villa principal distante de Anlequera por
espatio de dos leguas. Con este cuidiido metieron
dentro buen colpc de soldados para que ladefendiese
con la provisión j muoicioues que pudieron juntar.
H«ho esto , y nniraailos con es'e buen principio,
corrian los campos comarcanos , hician aliar las
vituallas para que los que estaban sobre Anteqnero
padeciesen necesMa'l y menena. Tenian maa gente
de ii caballo que los nuestros , que era la causa do
llevar adelante sus intentos. Supieron que todos loa
dias sallan da los reales los jumentos j caballos, que
hM Hevaban á nacer con po^a guarda al rio Corza que
por alli pasa. Con esteaviso acurdarún dar sobre ellos
de rebato y aprovecharse de aquella ocuion.
Esloqie dt í» Ftni»iido, llmaflo it ic Átltinert.
Uoi centinda desde un peñol que lliman la PsQa
de loG Enarnoradoi , avisd con ahumadas del peligro
qoeeorria la escoto, los mochiloroa ylos forrageroa,
si no lesaoortiaR con preatex». Los cristianos, toma-
das las arnas salieron <te los reales y cargaron sobre
los mam con tal denuedo , que les Toraaron a retí-
rtrae hacia Archidona. No se pudieron recoger Un
presto por ef Ur muy trabada ti escaramoM y refrie-
m , en qw á viaU de U misraa »ilhi qnedsron des-
IianUdoB los contrarios con muerte de hasu dos mil
dello), y otros muclioa que quedaron presos. Fne
este encuentro tanto mas importante ; que de los fie-
les solos dos faltaron y pocos salieron heridos. E
lugar y lo ocasión desta íictoria pide se dé raron del
aiwIliQO que aquella peña tiene , puesta entre Arehi-
dona y Anlequera, y por quú causa se llamó la Pena
de ios Enamorados.
609
cristieno esuba cautivo cu Granada. Sus
paites y dilij^'cncia eran la'es , su buen lérmino y
cortesía, qiio su aoio hacía mucha confiania del
dentro y Tuera de su ca^a. L'ao bija suya al tanto se
la aScionú y puso en él los oj t. Pero como quier que
ella fuese casadera v él mozo esclavo , no podían pa-
sar adelante como deseaba o , ca elamor imüse puede
encubrir; ^ temian sí el padre ddla y amo del lo sa-
bia, pagarían con las caWas. Acordaron de huir i
tierra de cristianos : resolución que al moio venia
mejor, por volver ¡i los suyos, que áclla por deeltf-
rsrse de su patria: sí ya no la movía el deseo de
hacerse cristiana., lo que yo no creo. Tomaron su
camino con todo secreto hasta llegar ul poüasco ya
dicho, en qucla moza cansada se puso á reposar. En
esto vieron asomar á su padre con gente de á caba-
llo , qun venia en su seguimiento, i Qué podian ha-
cer, úd qué parte volverse? ¿que consejo lomar?
¡mentirosas esperanzas de las hombres v miserables
sus intentos! Acudieron .'i lo que solo les quedaba
de encumbrar aquel peñol trepando por aquellos ris-
cos , que era reparo asaz llaco. El padre con unsem-
blante sañudo los mandú bajar : amenazábales sino
obedecían, de ejecutar eu ellos una muerte muj
cruel. Los que acompañaban al padre, toa amonestá-
banlo mismo, puessololesrestaba aquella esperanza
de alcanzar perdón de la misericordia de su padre
con bacer lo que les mandaba, y echársele á los pies
No quisieron venir en esto. Los moros puestos ápíÉ
' acometieron á subir al peñasco ; pero elmozo lea de-
fendió la subida con galgas , piedras y palos , y todo
lo demás que le venia á la mano , y le servia de ar-
mas en aquella desesperación. El padre visto esto,
biio venir de un nn^o alli cerca ballesteros para
que de lejos los Qechasen. Silos vista sn perdición,
acordaron con su nmerte librarse de los denneatos j
tormeiitM mayores que tomian. Las palabras que en
eete trance se dijeron , no hiy para que rolatanae.
Piual mente abrazados entre si fuertementese echa-
ron del peñol abajo por aquella parte en que los
miraba su cruel y sañndo padre. Desta manera espi-
raron antes de llegar i lo bajo con lásüma de los,
pceaentSi, y aun con lúgrimas <le algunos que se
moviaD con aquel triste espectáculo de aquellos mo-
zos desgrauadcn; y á pesar del padre, como estaban
los enlerraronen aquel mismo lugar: constancia que
se em^ean mejor en otra hazaña , y les roerá bien
conUda la muerte , si la padecieran pocla virtud y
en defensa de la verdadera religión , y no por satis-
facer á s«a apetitos desenfrenados.
Volvamos si cerco de Anteqnera. en que después
de la refriega de Archidona no cesaban con la artille-
ría de batir las murallas y aportillarlas por diversas
partes : los de dentro de noche rehacían con toda
diligencia lo que de día les derribaban , por donde '
con qincho trabajo se adelantaba poco. Advirllú don
Femando que lo alto de cierta torre le faltaba por
estar echado por tierra ; parecióle hacer por aquella
porte el úKino eafUeno , y que arrimadas las escalas
fas soldados escatisen la muralla. Hizoss asi , aunque
con dificultad y peligro por causa del gran esfuerzo
con que los de dentro defendían la subida y lo en-
U^dadesu ciudad. Finalmente los nuestros subie-
ron, y forzaron á los moros que se recogiesen al
castillo con esperanza de entretenerse en él , ó ren-
diUa con partidos aventajados.
El dia siguiente se levantó contienda entre los sol
dados sobre quién fue el primero á subir las murallas.
Muchos salieron á la demanda , que fue asaz noTÜada
por los valedores que acudían á cad;i cual de las
partea , deudos, amigos 6 n;iturales de la misma lier-
[es , OeUltUS, anugira uii.i.uibicjiuí ™ „.,.,,..» ..—
.„. Temian no resulUse algún motín por aquella
cansa. Los jueces que señalaron sobre el caso , oídas
las partes y eiaminados los testigos , pronunciaron
qns Gutierre do Torres , Scnclio González, Serva,
610
BltUOTSCA DB
Cbiriiio j Bacza fueron los primeros á acometer la
subida; pero que se adelantó, y se la ganó á los de-
más Juan Vizcaíno, que perdió la yida en la misma
torre , y tras él Juan de san Vicente que llevó el prez
á todos los otros. El infante los alabo á todos , y los
premió iiberalmente con razón , pues tomada aque-
na ciudad^ los enemigos no solo perdieron una plaza
tan principal , sino se quebrantaron las esperanzas
de aquella gente.
Ganóse An taquera á ios diez y seis de setiembre.
Los que se recogieron al castillo , dende á ocbo dias
le rindieron á partido de salir libres con sus personas
y haciendas, que se les guardó enteramente, y jun-
tos se pasaron á Archidona. Los vencedores nicieron
procesión para dar gracias á Dios por merced tan
señalada; la mezquita del castillo se consagró en
iglesia para celebrar en ella los ofícios divinos. Que-
^nomorado por alcaide del castillo y gobernador de
aquella ciudad Rodrigo de Narvaez , que hizo sus ho-
menajes al rey de Castilla. Tomáronse algunos pue-
blos y otros castillos por aquella comarca , talaron
los campos de los moros muy á la larga : con tanto
casi pasado el otoño dieron la vuelta á la ciudad de
Sevilla , que los recibió con grandes muestras de ale-
gría y contentamiento universal.
LIBRO VIGÉSIMO.
CAPITULO I.
Del estado de las proviocias.
Tempobalks ásperos , enmarañados y revueltos,
guerras , discordias y muertes , hasta la misma paz
arrebolada con sangre afligían no solo á España sino
las demás provincias y naciones que anchamente se
extendía el nombre y el señorío de los cristianos.
Ninguna vergüenza ni miedo . maestro aunque no
de virtud duradera . pero necesario para enfrenar á
la gente : las ciudades y pueblos y campos asolados
con el fuego y furor de las armas, profanadas las
armas , menospreciado el culto de Dios, discordias
civiles por todas partes,^ como un naufragio común
Íf miserable de todo el Cristianismo : avenida de ma-
es y daños, sí causados de alguna maligna concur-
rencia de estrellas , no lo sabría decir , por lo menos
señal cier^i de la saña del cielo y de los castigos que
los pecadgs merecían.
A Italia traía alborotada el scisma continufido por
tantos años , y la ambición desapoderada de tres
gontíGces , pretensores todos de la silla y cátedra de
an Pedro. El descuido ^ flojedad de los emperado-
res de Alemana, que debían (por el lugar que tenían)
Krincipalmente atajar estos daños : por una parte
LS armas de Ladislao rey de Ñápeles en favor del
pontíflce GregorioDuodécimo la trabajaban, por otra
les hacia rostro Luis duque de Aniou á persuasión
de los pontífices de A viñon , de los ae su valia y obe-
diencia. En la Lombardía en particular Galeazo
Viceoomite duque de Milán se aprovechalw para en-
sanchar grandemente su estado do la ocasión que
aquellas revueltas le presentaban. Apoderóse antes
desto de Boloña, ciudad rica y abastada : aspiraba ¿
hacer lo mismo de las otras ciudades libres de Lom-
bardía. Por la muerte del emperadorAiberto (i), que
falleció primero de junio , la vacante del imperio en
Alemana daba como es ordinario ocasión de revuel-
tas , además de la flojedad de Wenceslao antes em-
perador que fue y á la sazón rey de Bohemia , con
que los decretos antiguos y sagradas ceremonias en
aquel reino alteraban en gran parte gente novelera,
y sus cabezas y caudillos principales Juan Hus y Ge-
(1) Se llamaba Roberto y manó el 3i de mayo de i4i0.
OASPAR T aOIG.
rónimo de Praga (2). Recelábanse uo cundiese «1
daño y á guisa de peste se pegase en las otras pro-
vincias.
El imperio de Levante gozaba de algún sosiego
después que el gran Tamorlan con su famosa entra->
da sujetó muchas naciones; v abatió algún tanto el
orguflo de los turcos; mas tooavía ponian en cuidado
después qae soldaba aquella quiebra , y pasado al
estrecho de Thracia (3) , se entendía pretendía apo-
derarse de Euro|Mi, por lo menos conquistar aijuel
imperio de Grecia. Émanuel I^ileólogo emnorailor
griego, antevista la tempestad y el toriielnno que
venia á descargar sobre su casa , para apercebirsede
lo necesario pasó por mar á Venecía , y dende por
tierra á Francia á solicitar algún socorro contra el
enemifio comuu. Poco prestó esta diligencia y viaje;
fuera ae buenas palabras no pudo alcanzar otra avu-
da , á causa que la misma Francia anlia en discordias
y revoluciones después de la muerte que dio Joan
duque de Borgoña á Luis duque de Orlieiis á tuer-
to (4). Grandes revueltas , intentos y pretensiones
contrarias , asonadas de guerra por todas partes,
miserable avenida de males , y tiempos alterados en
tanto grado que el pueblo de Pacis , dividido en par-
cialidades , unos contra otros trababan pasión , con
que la ciudad muchas veces se ensangrentalMi. Los
mismos carniceros ,xaiea de gente por el oficio que
usa , desapiadada y cruel , entraban á la (nrte con
las armas en favor del borgoñon. El rey si bien en
su dolencia y alteración tenia algunos lucidos inter-
valos , no era bastante para atajar tantos males , oca-
sión mas aína del daño que remedio. Los ingleses a
cabo de tanto tiempo por aprovecharse desta ocasión
andaban sueltos por Francia con mayor porfía y es-
peranza que tuvieron jamás.
En Aragón por la muerte del rey don Martin los
naturales, por no conformarse en un parecer solire
la sucesión de aquel reino, se hallaban alterados
asaz y divididos. La discordia amenazaba alguna
ffuerra civil , puesto que con lodo cuidado se traUíba
de asentar por las leves y en juicio aquel debate. Los
pretensores eran principes muy señalados en nobleza
y en poder. El punto principal de la diferencia era
acordar si en aquella sucesión se había de tener
cuenta con las personas que pretendían, ó con el
tronco que cada cual representaba , y por el cual le
venia el derecho de la sucesión. Mncnas juntas se
tuvieron sobre el caso, que al principio ninguna cosa
prestaron. Estas revueltas eran causa que el partido
aragonés empeorase en Gerdeña , si bien Pedro de
Torrellas le sustentaba con poca esperanza de preva-
lecer por ser sus fuerzas flacas y no acudille socor-
ros de España.
En Sicilia asimismo don Bernardo de Cabrera hada
grandes demasías, hasta tener cercada la misma
reina viuda dentro del castillo de Siracusa sin nin-
gún respeto de la magostad real. El rey de Navana
avisado del peligro que corría su l^ja, á la vuelta del
vii\íe que luzo á Francia, pasó por Barcelona, do
llegó a los veinte y nueve de diciembre , entninte
el año de i 41 1 , para tratar en aquella ciiMlad ooo»
lo procuró, que la reina su hija diese la vuelta , que
pues no tenia hijo alguno no era razón gobernase
aquel reino de Sicilia con su riesgo v en prbvecfaode
otros. En Castilla por la minoridad delrey goberna-
ban aquel reino la reina doña Catalina su madre, y
el infante don Fernando su tío, divididas entre sí
las ciudades y partidosque debían acudir ¿ cada cual:
traza poco acertada , y que pudiera acarrear graves
(2) Por 00 ouererse retractar foeroo condeaadosal fmo
por los padres ciel concilio de Coostaaza , y quenudoe enii
miima ciodid *. el primero en 6 de jallo de ltl$, el aefavdo
el 30 de marzo de i 416.
SEt el canal de Gonstaotinopla.
Fue isesiaido.
HlStOaU OB BSPANA.
Oi^
dsoosy en especial qne no fiüttknn, como es ordina-
rio, peraoüM nial intencionadas, oue tercian Jas
palabras y iieclios do don Fernando para [ponelle
mal con la reina. La prudencin del infante y su mu-
cha paciencia fue causa que todo procediese bien,
sin tropiezo y sin inconveniente. Debianle todos en
común lo que cada cual á sus padres , t concluida
tan á gusto la guerra contra moros , quedó con mas
renombre y fama. Asenté con aquella gente treguas
^n Sevilla por término de diez y siete meses : con
lauto, < ordenadas las demás cosas del Andalucía, dié
Tuelta para Castilla.
Eú esto resultaron nuevas sospechas de revueltas,
á causa que don Fadrique duque de Benavente esca-
pó lie la piision, en que le tenían dos años atrás en
el coalillQ de Monreal, muerto que hobo á Juan Apon-
ía alcalde de aquella fuerza. Puso este caso en gran
cuidado al infante , que temía por ser persona poder
Bosa V do sadgne real no fuese parte para turbar la
paz. liando cion presteza ata|nr los caminos, tomar
m puertos á. la iiaya de Portugal y por aquellas par-
les.. No prestó esta diligencia , porque el duque ó
acaso, ó confí^ido en la amistaa ^ue tenia con sn
cañado el rey de Navarra , acudió á valerse dék En-
gañóle su* esperanza , ca don Fernando envió, sus
embajadores a requerir se le entregasen, en que vino
aquél rey; y puesto el duque en el castillo de Almo-
dovar tierra de Córdoba , en aquella prisión feneció
sus dias.
Solo Portugal florecía con los bienes de una larga
paz, y el nuevo rey con obras muy señaladas recom-
pensaba la falta de su nacimiento. Levantó un mo-
nasterio de dominicos en Aljubarrota , que se Ihma
de la batalla, para memoria de la que allí venció
contra los castellanos. A la ribera de Tajo fundó y
|K>bló la villa de Almerin , en Síntra un palacio real,
sin otros edificios, muchos y magníficos^ que á sus
espensas levantó en diversas partes. Señalóse en el
celo grande de la justicia , con que enfrenó las de-
masias, y tuvo trabados los mayores con los menores.
Llegó en esto á tanto que á Fernán Alfonso de San-
taren teniente de camarero mayor hizo sacar «de la
iglesia , y quemar porque se atrevió á doña Beatriz
de Castro dama de la reina , que despidió asimismo
de palacio en pena de su liviandad. Hallábanse tan
pujantes los portugueses que se determinaron á em-
firender nuevas conquistas y pasar en África, prin-
cipio y escalón para subir a srande alteza. Este era
el estado en que se hallaban las provincias. El scis-
ma de la Iglesia teoiá sobre todo puesta en cuidado
la gente en que pararla aquella división, qué remate
tendría , v qué salida: puesto que en Efspoña con
mayor calor se altercaba sobre la sucesión en hi co-
rona de Aragón, y cuál de los pretensores mas partes
y mejor derecho tenia.
CAPITULO U.
Qoe en Aragón nombraron nueve Jaeces.
Los catalanes, aragoneses v valencianos, naciones
5 provincias que se comprenden debajo de la corona
e Aragón , se juntaban cada cual de por si para
acordar lo que se debía hacer en el punto de la suce-
sión de aquel reino, y cual.de los pretensores les
vendría roas á cuento. Los pareceres no se confor-
maban como es ordinario; y mucho menos las vo-
luntades. Cada cual de los pretendientes tenia sus
valedores y sus aliados, que pretendían sobre todo
echar cargo y obli^uve al nuevo rey con intento de
encaminar sus particulares, sin cuiaar mucho de lo
qae en común era mas cumpUdero. Los catalanes
por la mayor parte acudían al conde de Urgel, en que
se señalaban sobre lodos los Cardonas y loa Monea-
das, casas de las mas principales; y aun entre los
aragoneses los 4i Alagon y los de Luna se les arrima-
ban: en que pasaron tan adelante que Antonio de
Luna por salir con su intento dló la muerte á don
García de Heredia arzobispo de Zaragoza , con una '
celada ^ue le paró cerca ae Almunia, no por otra
causa sino por ser el que mas que todos se mostraba
contra el conde de Urgel y abatía su pretensión. Pa-
reció este caso muy atroz, como lo era. Declararon
al que le cometió, por sacrilego y descomulgado , y
aun fue ocasión qoe el partido del conde de Urgel
empeorase: muchoc por aquel delito tan enorme se
recelaban de tomar por rey aquel cuyo principio ta-
les-muestras daba.
Los nobles de Aragón asimismo acudieron á las^
armas, unos para vengar la muerte del crzobispo,
otros para amparar el culpado. Era necesario abre-
viar por esta causa y por nuevos temores que cada^
día se representaban : asonadas de guerra por la '
parte de Francia, y de Castilla compañías de sóida*
dos, que se mostraban á la raya para usar<]e fuerza,- '
si de grado no les daban el reino. Las tres provincias
entre sí se comunicaron sobre el caso por meilio de*
sus embajadores que en esta razón despacharon.-
Gastáronse muchos dias en demandas y respuestas^,
finalmente se convinieron de común acuerdo en esta
traza. Que se nombrasen nueve jueces por todos,
tres de cada cual |de las naciones : estos se juntasen
en Caspe castillo de Aragón para oír las part&s, y lo'
que cada cual en su favor alegase. Hecho esto, y cer-
rado el proceso , procediesen á sentencia. Lo qtie -
determinasen por lo menos los seis dellos, con tal
empero que de cada cual de las naciones concurriese
un voto, aquello fuese valedero y firme*.
Tomado este acuerdo , los de Aracon nombraron
por su parte á don Domingo obispo de Huesca , y á
Francisco de Aranda, y á BerengueldeBardax. Los
catalanes señalaron á Sagariga arzobispo de Tarrago-
na, y á Guillen de Valseca y á Bemarao Gualbe. Por
Valencia entraron en este número fray Vicente Fer-
rer de la orden de Santo Domingo , varón señalado,
en santidad y pulpito, y su hermano fray Bonifacio
Ferrer Cartujano, y por tereero Pedro Beltran: reso-
lución maravillosa y nunca oida, que pretendiesen
por juicio de pocos hombres, y no de los mas pode- •
rosos, dar y quitar un reino tan importante. Los
jueces lueeo que aceptaron el nombramiento, se'
luntaron , y despacharon sus edictos cpn que citaron
los pretensores con apercibimiento , si no compare-
cían en juicio^, de tenellos por esduidos de aquella'
demanda •<!). Vinieron algunos, otros enviaron sus
procuradores. Por el rnfante don Fernando compare-
cieron Diego López de Zúñiga señor de Bejar, el
obispo de Falencia don Sancho de Rojas, que eii
premio deste y semejantes viajes dicen adquirió á su
Iglesia el condado de Pernía, que hoy poseen sus*,
sucesores los obispos de Palencia. ^
Las partes del conde de Urgel hacía don Jimeno,-
de fraile franciscano á la sazón obispo de Malta, y que
alcanzaba gran cabida con aquel príncipe. A estos
todos, hicieron jurar pasarían y tendrían por bueno*
lo que los jueces sentenciasen. Luis duque de Anjoü;
no quiso comparecer , sea por no fiarse en su dere--
cho, sea por estar resuelto de valerse de sus manos:'
todavía recusó cuatro de los jueces como sospechosos -
y parciales. De don Fadrique conde de Luna no se
nize mención alguna: su edad erii pequeña, los va-
ledores ningunos, además de su nacimiento, que
por ser bastardo habido fuera de matrimonio no les
parecía con aquella mengua amancillarla noblezáiy
lustre de los reyes de Aragón. Don Alonso de Aragón
duque de Gandía, y muerto él en lo mas redo desleí
debate, su biio don.Alonso, y su hermano don Juan -
conde de Prades, que le fuqedieron en la pretensión,
( 1 ) La Crániea de don Joaa II , y Zorita no htblaa de
estaatacíon.
012 ■iK.Hireú w I
fácilmente Ids eH:lu;reron por tocar á los reyes pos-^
treros de Aragón en grado de parentesco mis apar-
' tado que los demás competidores. Restaban el conde
de Urgel y el ínTunte don Fernando, que por diver-
sos caminos pretendiaa vencer en aquel pleito j en
Aquella rejería tan importante. |
Por parte del conde de (Jrgel se alegaba qac las
liembras, conforme á b costumbre rncebída de sus ¡
tnafores y guardada , debían !er cscluiílns de aquella '
cftTona y de aquello pretensión. Que se membrasen I
de los alborotos que resultaran en tiempo do! rey don I
Pedro no por otro causa sinn por pretender dejar en .
su tusar por heredera i su hija do&a Coslanza. Dns-
puesdelamncrtedelrey don Juan, escloyeron (como
iDcapaccSj dos hijas suyas, las intentas doña Juan«
y doña Violante. Que no era razón por contempla-
ción de nadie alterar lo que lenian tan asentado , ni
luevwse por ejemplos de cosas olvidadas y ilesusa-
dM; sino mas aína abrazar la costumbre mas nueva
j fresca. Escluides las hembras, no seria justo admi-
tir á sus hijos, pues no les pudieron traspasar raavor
derecho que el ípio ellas niismas alcanzaran , si fue-
ran vivas. Finalmente quo don Uartin rey de Aragón
nombni al fin de sus dios por cobernador del reino y
por su condestable at conrtc de L'rgel : muy cierta
señal de su voluntad, y de su parecer que al conde,
y no á otro alguno . tocaba la sucesión después de
flu muerte. Estas eran las razonas en que aquel prin-
cipe fundaba su derecho.
Los procunKlores del infante don Femitn'lo con-
forme á la iustrucdon é información que llevaban di;
don Vicente Arias obispo de Plaaencia , tenido en
aquella era por jurista señalado y de fama en Espa -
ña , sin liaccr mención del dereclio que por vía de
hembra campetia al infante (I), como flaco, tomaron
diferente camino , es á sabor que el reino se hereda
por el derecho que Haman de sangre : asi en caso
áue falte la linea recta do ascendientes y dcscen-
dientef, y que se hayan de llamar á la corona los
parientes tfansversnles , entre los tales, puesto que
estén en el mismo grado de consanguinidad , se debe
tener consideración al aeio de cada cual y á la edad
para efecto que el varón |»eceda á la hemlira , y al
mas moKi ol de mas edad , sin mirar el tronco y la
cepa de donde procede. Que esto era conforme al
derecho común , y observado en el particular de
Aragón. Por este camiiw don Alonso nieto del rey
don Ramiro heredó aqueHa roroHa, y el testamenio
del mismo en cuanto llamó á las hijas á la sucesión,
de grandes juristas fue tenida por inválido y de nin-
gún valor. A la verdad ¿qsé raion atifre qUe pan
pantos prhiciintea, y tai ftiorm d
reñida, lo demia tfuedará pan 1m joriitM. No bajr
duda sino que el gobierno <]« ano, que llamiraas
monarquía, se aventaja á las demü munaa de pain-
cipados y señoríos. Va mas eonfome á In leyes da
naturaleza , que tiene un primer movedor del eido.
y un supremo gobernador det mand», no onuclM»:
traza que abrazaron los primen» y mat laügwM
hombres, gente mai atinada ennuaeteminKÍMMS,
como los que caian ñus cerca del prímer principio,
y mejor origen del imnido; y por el mismo eaa»l^
nian cierto resabio de divinidad , y eotondian esn
mas claridad la verdad y lo que péá» la natataksa.
Las otras Cormas de gobierno tH tiempo las iniméqio
y las inventó , y la malicia de k» hombrea. De que
procedieron aquellas palabra* y santenda nd^.
aNo es bueno que liaya roacboa gobiemoa, aolo odo
asea el rey.n
Al principio del mundo, coando todos ñrian eai
HbeMad y »a reconocer homenaie í alguna eaban,
ira valerse mejor, defenderse y tofnar eniendxle
s mochos desaguisados que unos i etm ae hadan,
..s pueblas y gentes por sus votos, para qna loa
acandillasen , pusieron en la cumbre y en d gobier-
no aquellos que por su edad , prndenoia y otraf
prendas se aventajaban á todoB los demás. Dudóse
ndelante si seria mas i propósito y ntaa compUderp
á los pueblos, muerto el [wincipe que eligiann , daUi
heredar el reino.
que se requieren partes tan
aventajadas, no se anteponga á loa dernáa el que
puesto que viene de la aleuñt y sanare real , y nin-
guno en grado mas cercano, en todas buenaá eaKdüdef
T partea se ndelajiU á hw que ó aon menos parientes,
del ray muerto, ó meóos á propósito, solo porque
dMciendoi )»r linea de varón ? Tpdavia ponloe e*U
dincullad, puesto que ventilada muchas veces, Ibr-
losamente aegun las ocnrreocias se toraani á dispn'*
tar, el liuar pide qce eo general tratemos breveraenla
dd dereclioae la sucedoo entre lea dendos transnr*
sales, y en qu6 manera se funda.
CAPITULO m.
Del derectio pan snce<]er en el reino.
OmVk dispnta es eFla, enmarañada, escabros»,
de mwfaas entrad» y salidas: pleito, e» que ai bien
DKboa ingenlaB han etnplado sn tiempo én llevalle
al cabo, ninguno del todo ha saliA» con ello, bi ha
podido apear lu diflenltad. TocaMlnos en breve h»
btí« da (fon Pedro IV d« Angón.
Ea la cipirit áe Saalia«. da U calertfal 4a ltH*ft, nai'
un wpulno en el que h dke arti entwrado don Alvaw *
Ldm , padre del Oria «lestií^ Es noi de laa anJijreí btl-
tou ijn« (ümií^na )a etuOnl y el inj« intr niMo.
BISTüBU DE EEPikñjl. 613
por sncMom ú 9i»_hi|0!: f deudos , ii tornar de nup- \ costumbre por lodo el tieiqpo que los fjoJo* en ella
To i escoger de toda la muchedorabre el que dcblK
tfiander ¿ todos. Guardóse esto postrera par largii
tiem[)o , que ias mas naciones se mantuvieri)» en no
permitir oue se heredasen los reinos. Recelúbanse
qUe el poner del rey , que ellos dieron para bien co-
mún ; con la continuación del mando y seguridad de
li «Dcesion de hijos á padres no se estragase y mu-
dase en tiranía : sabían muy bien que i las veces los
hijos por los deleites, de que hay gran copla en las
enaa reates , y por el demasiado resalo se truecan
y no salen semejables i sus antepasados.
En España por lo menos se mantuvieron en esU
reinaron , que no pennitisn se lieredaae la oorom.
Dudadas las cosas con ol tÍ!!m[Hi , que tiene en todo
gran vez, se alteraron con las demis leyes esta, y ss
comenzó á suceder en d reino por herencia como se
hace eti las mas provindes de Europa. El poder d«
he principes comenzó d ser grande, y los pueblos i
adulallos j rendirse de lodo punto á su yoiootad ; ? '
aunque la esperíencia enseñaba to contrario, todaria
connaban lo que deseaban y era rezón , que hn hijos
de los principes por la nobleza de su sangre y criar-
se en la casa real, escueta de toda virtud , s«neja-
rian á sus mayores. EdgaBúlea su pensamiento y su
de eottombras y vida daiiada y perjndhital «e apode-
nran de la república. Vordad es que e«te Inconve-
niente y peligro ge rtoomponsaba con otras muchu
«HHKttAHles y fcieAei , cuales son los ^ieotea
Que )a nverenckl y respeto , fuente de ta salud y de
vida , A ihayor para con los que deulenden de pa-
dres y abuelos reyes , que el que «e time á les que
derepentese levantan de estado particular. Qne km
hombres mas.se gobiernan por la opinión que por la
verdad , y m puede el principe tener ta Itaera y
antoridad conveniente, si l<ts vasallos no le estiman,
¡ñ le Uenen el respeto debMo. Ademis qae ea coM
mny ntitrat i h» mmbres srirellevar kntee v sufrir
M principe qw heredd elestado , aunquft no m* muy
btMim,^e alqwe per votos del pueblo ahjinió n
corone y el mindo, dido ffue tenga ptrtet mu
aventajadas. Lo «w nnebo imperta , que por eaia
manera se eoMliini aa ndmo género ne gbUenMs
t se perpetflt en cierta Ibnua, con» también la re^
pública ta perptlaa. Y el que sabe qne ha do denr á
SOI bijoa el poder y el gobiemo , con mas cuidado
mira ilor ti ma coman que el qtie posee el sefiMlo
wr lleiApo Hnrftido solamente. Finabneoto no «a
ptftibh pW otro cimin» e cnaar las tempestades }
alleracioneB quo rosultan ftifiosamente en tiempo de
ideS. Semnda.
laa vacantes , y ka «isniifitadaa y bandos tpie sobro
semejauíes eleccioaes se luietea forjar , sino aa que
por via 4e bereocia está muy asentado á quien toca
U Bocesioa cuando el principe mucre.
Por todas satas raionea so escusa y ss abons Is
berenda va los reinos tan rooebida can en todas tas
Bscioaes. Solsmeate pareció á los pueblos ciutelarsa
con ciertas leyes que se guardasen en este caso de la
sucesión , sm que los jtrincipes las pudiesen alterar,
pucA les dabsB e) mando y la corona debajo de 1m
esculo, otraa se consernn por costumbr.
riel j inviolable. Sobre la inteligencia de las l^si
escritas smIoq de ordinsrw lerantarea GuesUonea y
dndu : laa eoslumbres alterarse , sagnn que rueásM
y h» tiempos , i
<^ae resulta toda la dificultad desla dismla j cne««
> , que danie de aer de suyo iotriacada, la dirar-
id MopidioneBanii '" — ' - " ^ =-
do y revuelto mucho a
DpidioneBonireloiJuislasla'faaa ei
I. Todavía de lo que sacribent
eseogeronwo lo que oareoe mu e
«ble. Muy rsMbioo asta por laa Iqrea y por k
eostuinlM que loa hijos beredea laoaróoai y que loa
varooeska que lieneo mas edad. íM difieoÜad ean-
IHto frímero, si en láda dol padn Ulwiii ni bj^o
614
BIBLIOTrCA DR GASEAR T IIOIG.
mayor que dejó asimismo sucesión , quiéa debe su-
i^er ) SI el meto por el derecho de su padre , que
fsrtk el hijo mqyor del que reinaba., si el tio por toca-
He sü padre ea grado mas cercano ; de que hay ejem-
Slos inuy notables por la una y por la otra parte en
i9pañay fuera deíla : ca ya los tíos haiísido ante-
puestos á ios nietos, y al contrario á los nietos se ha
adjudicado la sucesión y la corona de su abuelo,
cuando yipñe á muerte , sin tener cuenta con sus
tios: acúerdpqueá los mas parece conforme á toda
n^zon y á las leyes , que los que nacieron y se criaron
con .esperanza 4e suceder en el reino , no los despo-
Í'énvcl^l.ppr ningún respeto: ni sobre la falta que les
lacé el padre, se les añada ésCa' nueva desgracia de
quitalles la herencia y el derecho de su padre.
Lo segundo sobre que hay mas diferentes opinio-
nes, y por tanto tiene mayor diGcultad^ á falta de
hijos pr ser todos muertos , ó porque no los bobo,
cual ae los parientes transversales, debe heredar la
corona : imagina que el rey que muere tuvo herma-
nos ]r hermanas, si los hijos dallos ó dellas;*que es
lo mismo que aecir si se ha de mirar el tronco y
cepa de que proceden , para que se haga con ellos lo
que con sus padres , si fueran vivos , ó si se deben
comparar entre sí las personas , no de otra manera
que si fueran hijos del que muere , sin considerar si
proceden por via.de hembra ó de varón , si de herma-
no mayor ó menor , supuesto que el grado de paren-
tesco sea igual. Demás desto se duda si en algún
caso el que está en grado mas apartado , debe ser
antepuesto al deudo mas éercano, como el nieto del
hermano nmyor á su tio y á su tia , cuando todos su-
ceden de lado y como deudos transversales. En los
demás bienes en que sucede por vía de herencia , no
hay duda sino que en diversos casos se guarda ya lo
uno ya ló otro ; ca por ley común en la Autenticado
hi herencia que proviene ab-intestato , se halla que
al abuelo deben suceder los nietos, que dejó alguno
de los hijos del oue muere , si los tales nietos tienen
otros tíos , de tal suerte que se refieran al tronco , y
no hereden mayor parte todos juntos que heredara
su padre si fuera vivo.
Al tanto cuando un hermano que fallece sin tes-
tamento, aviene que tiene otro hermano vivo , y so-
brinos de otro tercer hermano difunto, los tales
sobrinos tendrán parte en la herencia junto con el
tio pero considerados en su tronco y coqtados todos
por un heredero como lo fuera su padre, si viviera.
Pero si no suceden los sobrinos junto con su tio al
abvelo , ni á otro tio de la manera que queda dicho,
sino que ó el abuelo no deja mas que nietos de diver-
sos hijos , ó el tio sobrinos de diversos hermanos, ó
sea que no se hallan parientes tan cercanos, sino
mas apartados ; será necesario ^ para repartir la he-
rencia entre los que se hallan en igual grado ,4¡ue se
eonsidere no el tronco , sino las personas, como si
fueran hijos del que hereda. Pongamos ejemplo r su-
ceden al abuelo cim^ nietos , dos de un nijo , y tres
de otro : no se harán dos partes de la herencia , sino
cinco iguales para que cada cual de los cinco nietos
faayt la suya, Ítem heredan al tio que murió sin tes-
tamento , cuatro sobrinos , los tres de un hermano,
y el uno de otro : no se repartirá la herencia por mi-
tad , oomo si los padres fueran vivos sino en cuatro
paKes ácada sobrino la suya. Esto en las herencias
jwrtieulares.
Bn el reino , cuando los narieates transveMles de
todo heredaA la corona á fftita de descendientes, qué
¿raen se baya de tener hay gran dificultad y diversi-
dad de pareceres éntrelos juristas; Los mas doctos y
en nmyór húmero juzgan que en este caso segundo
se déoe tener cuenta con las personas, y no con el
tronco. I/w argumentos de que se valen para decir
esto, son muchos y las alegaciones. Las principales
«csbetas aon las siguientes : Que el reino se hereda
I por derecho de sangre , que es lo mismo gue decir
que por costumbre , por ley , ó por voluntad de alguo
particular: la tal herencia ^lá vinculada á cierta fa-
milia, y no se hereda por juicio y voluntad del que
últimamente I9 posee , comp otros bienes que se
adquieren por derecho de herencia y disposiciou del
testador. Por esta causa pretend^i que como«l grér
do del parentesco sea igual , el mas escelonte de aquel
linaje debe suceder en el reino. Este es el primer ar-
gumento.
En segundo lugar alegan que la opinión contraría,
que juzga se deben los pretensores considerar en ei
tronco abre camino á las hembras y á los niños, per-
sonas inhábiles al gobierno . para^qué hereden la co-
rona: daño de gran consideración , y que se debe
atajar con todo cuidado. Alegan demás aeslo que to
representación de que se valen k» contrarios , que
es lo mismo que mirar las personas no en si sino en
sus troncos, es una ficción del derecho, y como tal
se debe desechar , por lo menos no estendelEí á lo
que por las leves no se hallaba establecido oon toda
claridad. ¿Que cazón (dicen) sufre que por nuestras
imaginaciones y ficciones despojemos el reino de uo
escetente gobernador , y en su lugar poncatnos un
inhábil con riesgo manifiesto y en perjuic») común
de todos , cual seria anteponer la hembra, 7 el niño
que descienden por vía de varón , al que vieno de
hembra , y tiene edad y prendas aventajadas ? Por
ventura será razón antepongamos nuestras sutilezas
y argumentos al bien y pro común del reino? Repli-
cará alguno que en los mayorazgos y estados de menor
cuantía se guarda la representación entre los herede^
ros transversales. Respondo que no todos jienen en
esto ; y dado que se conceda , por estar aslestabled-
do en las leyes de la provincia, no se sigue que se
haya de hacer lo mismo en el reino $ que tiene mu-
chas cosas particulares en que se diferencia de todas
las demás herencias y estados.
Por conclusión recogiendo en breve toda esta dis-
puta , decimos que con tal condición que los preten-
sores sean habidos de legitimo matrimonio; y estén
en igual grado de parentesco, el que por ser varoo,
por su edad y otras prendas de valor y virtud aeaven-
tajare á todos los demás que en la pretenáon fueren
considerables , el tal debe ser antepuesto en la suce-
sión del reino. Añadimos asimismo que en caso de
diferencia, y que haya contrarias opiniones sobre el
derecho de los que pretenden , la república podra
seguir libremente la que juzgare le viene mas á cuen-
to conforme al tiempo que corriere y al estado de las
cosas, á tal empero que no intervenga algún engaño
ni fuerza. Libertad de que han procedicfo ejemplos
diferentes v contrarios; que la representación á ve-
ces ha tenido lugar , y á veces la han desechado. Que
si las leyes particulares de lá provincia disMoen «i
caso de otra manera , ó por la costumbre esta recebí-
do y puesto en plática le contrario , somos de parecer
que aquello se siga y se. guarde (I).
Nuestra disputa y nuesüra resolución procedía , y
se fuuda en los principios del derecho natural y dá
derecho común solmnente. todo lo cual de ordinario
poco presta , por acostumbrar los hombres oomoD-
mente á llevar los títulos de reinar en las iMintas de
las lanzas y en las armas : el que mas puede, ese sale
con la joya , y se la gana á sus competidíores, ao te-
ner cuenta con las leyes, que. callan entre el roído de
las armas , de los atambores y trompetas ; y no bay
quien si. se puede hacer rey poi:sos manos, aveatnra
su negocio en el parecer y aibedrfo de juristas. Por
todo estosedebe.estiinar en mas, y tenello por cosa
( 1 ) Lot »bogadoc del XOttít áaa Finaalo
el éareeho ée tai herabns i la tseesloa M ri^o 40 án^m,
T dieron por aalodUsaMmlaato qae ImMs hacbo da sHm al nj
dtnAIooM..
HISTORIA DE E8l»AÉÍA.
6i5
semejante á milagro, que los de Aragón en su vacan*
te y elección hayan llevado a! cabo este pleito y sus
juntas sin sangre ; ni otro tropiezo, según qae se en-
tenderá por la narración siguiente (i).
CAPITULO IV.
Que el iaranie don Femando fue nombrado por rey de
Aragón.
LuiGo que el negocio de la sucesión estuvo bien
sazonado, y oídas las partes y sus alegaciones , se
concluyó y cerró el proceso , los jueces confirieron
entre si lo que debían sentenciar. Tuvieron los votos
secretos, y la gente toda suspensa con el deseo que
tenían de saber en qué pararía aquel debate. Para
los autos necesarios delante la iglesia de aquel pue*
blo hicieron levantar un tablado muy ancho para que
cupiesen todos , y tan altos que de todas partes se
podía ver loque hacían : celebró la misa el obispo de
Huesca, como se acostumbra en actos semejantes.
Hecho esto , salieron los jueces de la iglesia , que se
asentaron en lo mas alto del tablado , y en otra narte
ios embajadores de los príncipes 7 los proeuraaores
de los que preteodiao. Hallóse presente el pontífice
Benedicto , que tuvo en todo gran parte (t).
A fray Vicente Ferrer por su santidad, y grande
ejercicio que tenia en predicar , encargaron el cui-
oado de razonar al pueblo y publicar la sentencia.
Tomó por tema de su razonamiento aquellas palabras
de la Escritura: «Gocémonos, y regocijémonos, y
^démosle gloria porque vinieron las bodas del corde-
oro. Después de la tempestad y de los torbellinos pa-
usados anonanza el tiempo, y se sosiegan lasólas
«bravas del mar, con que nuestra nave, bien que
«desamparada de piloto, finalmente caladas las velas
DÜega al puerto deseado. Del templo no de otra ma-
guera que de la presencia del gran Dios, ni con me-
»nor devoción que poco antes dehinte los altares se
i>han hecho plegarías por la salud común , venimos á
»hacer este razonamiento. Confiamos que con la
»misma piedad y devoción vos también oiréis nues-
»tras palabras. Pues se trata de la elección del rey,
»¿ de qué cosa se puiliéra mas á propósito hablar gue
vde su dignidad , y de su magostad , sí el tiempo aie-
i»re lugar á materia tan larga y que tiene tantos ca-
nbos? Los reyes sin duda están puestos en ia tierra
»por Dios para que tengan sus veces, y como vicarios
wsuyos le semejen en todo. Debe pues el rey en todo
9{[énero de virtud allegarse lo mas cerca que pudiere
«imitar la bondad divina. Todo lo que en los demás
»se halla lo mas hermoso y honesto , es razón que él
Dsolo en si loffuarde y lo cumpla. Que de tal suerte
Mse aventaje a sus vasallos, que no le miren como
«hombre mortal , sino como avenido del cíelo para
«bien de todo su reino. No ponga los ojos en sus
«gustos ni en su bien particular, sino días y noches
«se ocupe en mirar por la salud de la república, y
«cuidar del pro común. Muy ancho campo se nos
«abría para alargamos en este razonamiento; pero
«pues el rey está ausente, no será necesario particu-
«tarízar esto mas. Soloservirá para que los que estáis
«presentes tengáis por cierto que en la resolución
»que se ha tomado . se tuvo muy particular cuenta
»con esto . que en el nuevo rey concurran las partes
,ode virtud , prudencia , valor y piedad que se podían
«desear. Lo que viene mas á propósito , es exhortaros
«á la obediencia que le debéis prestar , j á conforma-
')ros con la voluntad délos jueces, que os puedo
«asegurar es la de Dios, sin la cual todo el trabajo
(1) Eo las junUs preparatorias hubo varios debates y se
derramó bastante sangí^.
(3) NíDguD escritor fidedigno refiere esta asistencia : lo
3ae se tiene por cierto , es que tuvo un mude iaflmo para
etemloar fOBjneeas á favor del faifiínte Ion FernaDOo.
«que se ha tomado , seria en vano , y de poco momen-
»to la autoridad del que rige y manda , si los vasallos
»nose le humillasen. Pospuestas pues las aficiones
«particulares , poned las mientes en Dios y en el
«bien común : persuadidos que aquel será mejor
«principe, que con tanta conformidad de pareceres y
»votos (cierta señal de la voluntad divina ) os fuere
»dado. Regocijaos y alegraos, festejad este día con
«toda muestrn de contento. Entended que debéis al
«santísimo pontífice, que presente está para honrar
«y autorizar este auto, y A los jueces muy prudentes
«por cuya diligencia y buena mana se ha llevado at
«cabo sin tropiezo un negocio el mas gravo que se
«puede pensar , cuanto cada cual de vos (i sus mismos
«padres , gue os dieron el ser y os engendraron.»
Concluidas estas razones y otras en esta sustancia,
todos estaban alerta esperando con gran suspensión y
atención el remate deste auto , y el nombramiento
del rey. El mismo en altavoz pronunció la sentencia
dada por los jueces, qun llevaba porescrilo. Cuando
llegó al nombre de don Fernando , así él mismo como
tedios los demás que presentes se hallaron , apenas
por la alegría se podían reprimir, ni por el ruido oír
unos á otros. Ef aplauso v vocería fue cual se puede
pensar. Aclamaban para el nuevo rey vídd , victoria y
toda buena andanza. Mirábanse unos á otros , mara-
villados como si fuera una representación de sueño.
Los mas no acababan do dar crédito á sus orejas:
preguntaban á los que cerca les caían , quién fuese
el nombrado. Apenas se entendían unos á otros: que
el gozo cuando es grande , impídelos sentidos que no
puedan atender, ni hacer sus oficios. Los músicos,
que prestos tenían , á la bora cantaron con toda so-
lemnidad, como se acostumbra, en acción de gracias
el himno Ts-Deum laudamus.
HIzose este auto tan señalado postrero del. mes de
junio, el cual concluido; despacharon embajadores
Eara avisar ai inñinte don Fernando y acucialle
i venida. Hallábase él á la sazón en Cuenca « cuida-
doso del remate en que pararían estos negocios.
Acudieron do todas partes embajadores de príncipes
para dalle el parabién del nuevo reino y alcgiarse con
el, quién de corazón', quién por acomodarse con el
tiempo. En particular liízo esto Sigismundo nuevo
emperador de Alemana , electo por el mes de mayo
próximo pasado, príncipe mas dichoso en los negó*
cios de la paz que en las armas, que en breve ganó
gran renombre por el sosiego que por su medio al-
canzó la iglesia , quitado el scisma de los pontífices,
que por tanto tiempo y en muchas maneras la tenia
trabajada. Don Fernando luego que díó asiento en las
cosas de su casa partió para Zaragoza: en aquella
ciudad por voluntad de todos los estados le alzaron
Sor rejf y le proclamaron por tal á los tres días del mes
e setiembre. Hiciéronle los homenajes acostumbra-
dos juntamente con su hijo mayor el infante don
Alonso , que juraron por sucesor después de la vida
de su padre , con título que le dieron ú imitación de
Castilla de principe de Girona, como quíer que antes
desto los hijos mayores de los reyes de Aragón se
intitulasen duques de aquella misma ciudad.
Concurrieron á la solemnidad , de los pretensorcs
del reino , don Fadrique conde de Luna , y don Alon-
so de Aragón el mas mozo , duque de Gandía : el
conde de Urgel para no venir alegó que estaba dolien-
te , como ú la verdad pretendiese con las armas apo-
derarse de aquel reino, que él decía le quitaron ú
sinrazón. Sus fuerzas eran pequeñas y las de su par-
cialidad : acordaba valerse de las de fuera , y para
esto confederarse con el duque de Clarencía , señor
poderoso en Inglaterra, y hijo de aquel rey. Estas
tramas ponían en cuidarlo al nuevo rey , pi>r conside-
rar que de una pequeña centella , si no se ataja , se
emprende á las veces un gran fue^o ; sin emlrárgo,
I concluidas lis fiestas , acordó en primer lugar de acu-
610
BIBLIOTECA DE GASPAB Y R01G.
dir á las islas de Cárdena y Sicilia que corrían riesgo
de perderse. Los ginoveses , si bien aspiran al se-
ñorío de Gerdeña , movidos de la fama que corría del
nuevo rey, le despacharon por sus embajadores á
Bautista Cigala y Pedro Perseo para dalle el parabién
por cuyo medio se concertaron entre aquellas nacio-
nes treguas por espacio de cinco años.
En Silicia tenian preso á don Bernardo de Cabrera
sus contraríos , que le tomaron de sobresalto en Pa-
Icrmo, y le pusieron en el castillo de la Mota, cerca
do Tavormina. La prisión era mas estrecha que su-
fría la autoridad de su persona y sus servicios pasa-
dos ; pero que se le empleó bien aquel trabajo por el
pensamiento desvariado en que entró antes desto de
casar confia reina viuda , sin acordarse de la modestia,
mesura, y de su edad, que la tenia adelante. Sancho
Ruia de Lihorri, almirante del mar en Sicilia fue el
principal en hacelle contraste y ponelle en este esta-
do. Ordenó el nuevo rey le soltasen de la prisión á
condición de salir Hiego de Sicilia , y lo mas presto
que pudiese , comparecer delante del mismo para ha-
cer sus descargos sobre lo que le achacaban. Hízose
asi aunque con dificultad : con que aquella isla á
cabo de mucho tiemoo y después de tantas contien-
das quedó pacífica. Gerdeña asimismo se sosegó, por
asiento que se tomó con Guillermo vizconde de Nar-
bona , que entregase al rey la ciudad de Sacer de que
estaba apoderado, y otros sus' estados heredados en
aquel remo á trueco de otros pueblos v dineros que
le prometieron en España. En este estaao se hallaban
las cosas de Aragón.
En Francia Archimbaudo conde de Fox falleció por
este tiempo: dejó cinco hijos, Juan, que le sucedió
en aquel estado, el segundo Gastón, el tercero Ar-
chimbaudo, el cuarto Pedro , qpe siguió la iglesia y
fue cardenal de Fox , el postrero Mateo conde de Co-
mingos. Juan el mayor casó con Ja infanta doña Juana
liija del rey de Navarra ; y esta muerta sin sucesión,
casó segunda vez con María hija de Garlos de Labrit,
en quien tuvo dos hijos , Gastón elmavor , y el menor
Pedro vizconde de Lotrec, tronco de la casa que tuvo
aquel apellido en Francia , ilustre por su sangre , y
por muchos personajes de fama aue della salieron y
continuaron casi hasta nuestra edad , claros asaz por
so valor y hazañas.
CAPITULO V.
Qoe el eoDde de Urgel fae preso.
El sosiego que las cosas de Aracon tenian de fue-
ra , no fue parte para queel conde de Urgel desistiese
de su dañada intención. Eo Castilla las treguas que
se pusieron con los moros , á su instancia por el mes
de abril pasado se alargaron por término de otros diez
y siete meses. Por esto el dinero con que sirvieron
los pueblos de Castila para hacer la guerra á los mo-
ros , hasta en cantidad de cien mil ducados, con mu-
cha voluntad de todo el reino se entregó al nuevo rey
don Fernando para ayuda á sus castos, demás de
buen ^Ipede gente á pié y á cabalTo, que le hicieron
compañía : todo muy a propósito para allanar el nue-
vo reino, y enfrenar lus mal intencionados, que do
quiera nunca faltan. Lo que hacia mas al caso, era
su buena condición, y muy cortés y agradable, con
que! conquistaba las voluntades de todos, si bien los
aragoneses llevaban mal que usase para su guarda de
soldados estraños , y que en el reino que ellos de su
voluntadle dieron, pretendiese mantenerse por aquel
camino. Querellábanse que por el mismo caso se po-
nía mala voz en la lealtad de los naturales , y en la
fe que siempre guardaron con sus reyes después que
aquel reinóse fundó; sin embargo el rey con aquella
gente y la gue pudo llegar de Aragón , partió en bus-
ca del conde de Urgel con resolución de allanalle ó
castigaUe. Tenia él pocas fuerzas para contrastar:
valióse de maña, que fue enviar sus embajadores a
Lérida , de el rey era llegado , pasa prestalie los de-
bidos homenajes ; y asilos hicieron en nombre de su
señor á los vemte y ocho de octubre : todo enca-
minado solamente a que el nuevo rey descuídase y
deshiciese su campo, y mas en particular para que
enviase á sus casas los soldados de Castilla , como so
hizo, que despidióla mayor parte dellos. Jontiroose
á vistas el rey y el pontífice Benedicto enTortosa. Lo
2ue resultó demás de otras pláticas fue que el pontí-
cedió la ímbestidora de las islas de Sicyiay de Ger-
deña y Córcega al nuevo rey, como se acostumbra,
por ser , feudos de la Iglesia, como las tuvieron los
reyes de Aragón sus antepasados.
Despedidas estas vistas , al fin de este año , y prin-
cipio del siguiente 4413 se juntaron cortes d¡e los
catalanes en Barcelona. Todos deseaban eoeegar al
conde de Urgel para que no alterase la paz de taiie-
líos estados, con el cual intento le otorgaron iodo lo
gue sus procuradores pidieron , en particular queel
infante don Enrique casase con la hija j heredera
del conde. No se aplacaba con ostas jcancias su áni-
mo ; antes al mismo tiempo traía inteligencias con
Francia ][Con Inglaterra para valerse de sus fuerzas.
El rey avisado desto, y porque de pequeñoe princi-
pios no se incurriese (como suele aconlecer) ea ma-
yores inconvenientes , mandó alistar la mas gente
que pudo en aquellos estados. De Castilla asimismo
vinieron cuatrocientos caballos que le enviaba la reina
doña Catalina , bien que tardaron , y al fin se volvie-
ron del camino. Ofreciósele el rey de Navarra , mas
no quiso aceptar su ayuda por recelarse se ofiúide-
rian los naturales, si se valía de tantas aentes estra-
ñas. Todavía Jofre conde Cortes; hijo oe aquel t%j
fuera de matrimonio ,* le acudió acompañado de nu-
mero de caballos, gente lucida.
Con estas diligencias se juntó buen campo , con
que rompió por las tierras del conde de Urgel sin re-
parar hasta ponerse sobre la ciudad de Balagaer ca-
becera de aquel estado, en que el conde por su for-
taleza pretendía afirmarse y estaba dentro. El cerco
fue largo y dificultoso , durante el cual las demás pla-
zas de aquel estado se rindieron al rey. En esta sa-
zón le vmieron embajadores de dos reyes, el de
Francia y el de Ñápeles. El francés le avisaba que por
la insolencia del duque de Borgoña, y estar alboro-
tado el pueblo de París , sus cosas se hallaban en es-
tremo peUgro , 61 y su hijo y otros señores como cau-
tivos y presos: pedíale le acorriese en a(iuel trance;
que el respeto de la humanidad le moviese , y de la
amistad de tiempos atrás trabada entre aquellas dos
casas y reinos. El rey Ladislao pretendía que junta-
sen sus fuerzas contra el duoue de Anjoa su coappe-
tidor en aquel reino de Ñapóles, pues si salía con
aquella pretensión , era cierto que revolverla con
tanto mayores fuerzas sobre Aragón cuya corona
asimismo pretendía. Al francés respondió el rey don
Fernando que sentía mucho el afán y anríeto en que
así él comoaquelsu noble reino se hallaDan : que ten-
dría cuidado de que lo deseaba por cuanto sus fuer-
zas alcanzasen , y el tiempo le diese lugar. Al rey
Ladislao dio por respuesta que estimaba en mucbo
la amistad que le ofrecía ; pero que entre él y el du-
que de Anjou intervenían grandes prendas de paren-
tesco y amistad , en que nunca bobo quiebra , no
obstante la competencia en la pretensión de aquel
reino : finalmente le aseguraba que de mejor gina
terciaría para concertallos que arrimarse á ninguna
de las partes contra el otro.
Despidiéronse con tanto los embajadores. Bl cerco
se apretaba de cada día mas , y los cmdadanos pade-
cían falta, y aun deseaban concertarse. La condesa
doña Isabel visto esto, y por prevenir mayores incon-
venientes , con licencia de su marido y beneplácito
del rey , salió á verse con él, y iptenter ai por algún
IHftTOBU N S»A.Vi.
ca0|iM: ie püJlin afdaaur. liié dekstdüigtoiioittfiíh
siUi»! mtt DO iMlá^dsIfeyfa sobrino alcaBctrpiira
e^QOMÍeiM»de«igMridMldeknday« teniaá bo-
oeftMA «l3 miaoi. fil aprieto era grande: eai tua
braoae eeonodarae» flaUó el oende de la ciodadé
postran de oetiibre » y ooo aquella seguridad se fae
a kM reales, Uegade á lairt^eeaociedel jrey , y hecha
le mesura eoeatufl^peda .JeshiDDjes eu tierra, y con
paiakas4M|f hnaunas le mpUkó por el perdón del
yerra qne oomo meso ODonsaba haber eemetídoy
aueoMeéaetLadelaiite reeempeasar cea todo gteeso
de servkáes y 'lealted. ia lespaesla del rey fue que si
Meu lana meieeidala muerte por susdesdrdeues, se
la perdoBebe, y le haeia ^oia de ía vida, bola fí«
bertad y del estado no.hizo mención alguna : solo
mandó te, llevasen á Lérida, y en aquella ciwwd le
pnsieeeii á b«en liecaudo.
Becflo esto , leprímero se ejltregójaquella eiudad,
y sedid ói|le& en ks^lemáa cosas de aqueleslado:
coneigmentementoee formó prfceso contra el eonde,
en que le acusaron de aleve y haber ofendido ala ma*
gestad. Oídos los descargos y sustanciado el proceso,
imalmento se Tino á eenítencia, euque le coníisciiron
sa eitado y todos sus bienes, y á su nenona eonde*
neMn>á cároei perpátqe« Tenía todavía lentes aficío*
nadadas en aquella corona: para evilar mconvenien-
tes le entíarend Castilla, donde por largo tiempo
estovo preso primero en el eestiUo de lA^na, adekn-
to en la vüla efe Mora; finahnente acabó sus días sin
dalle jamás libertad tu el castillo de láliva , dudad
poesía en el ninede VaJenola. Piríneipe desgraciado
no mas en la pretensión del reino quepor un destier-
ro ten largo ) jonto eon la privación de k libertad y
estado grande que le qnilaron» fintre los mas decía*
rados ñor el eme nnoera den Antonio de Luna, que
se bada Inerte en el casUllo de Leharri; mas v»to
le (^e pasabn y acordó desamparalle y desemberaiar
la tienra junto con su estado |iropÍQ,qoerino.e90raiBw
roo «en poder del rey. Desla manera ae cowetoyeron
y se sosegasen eqneiks alteracMmes del ctiaáe mas
fáeilmento que se pensaba y temía.
CAPITULO VI.
Que se convocó el concilio Consunclense.
Ai nrismo tiempo que lo susodicho pasaba en Ara*
gon,de todo el orbe cristiano hadan recurso los
prindpes ñor medio de susembajederes al empesedor
Sigismunao para dar orden con su autoridad y buena
mafia de sosegar las alteradenes de la Igieria cansa-
das del sdsnia continuado por tantos anos. Habido
con él y entre sísu acuerde , requirieron á iosqne se
Hamaban podtfflees , vlmesen coit llaÍMsa en que se
juntase concüío genenri de los prelados; en cuyas
manos renotociasen 0I pontiGcado, y pasaren por lo
que alK se determinase. A la verdad hasta este tiempo
)a muestra qae dieron de querer venir en esto , no
fue mas que una máecafs para entretener y engañar,
como qitíer <pie lás Intenciones fuesen muy diferen-
tes. Los ptq^s luán v Gregorio se mostraban mas
blandos á esta demanda , v parece daban oídes á lo
que <MBiunroeiite se desefiíoa; el ánimo de Benedicto
esteba mny duro y obstinado sin inclinarse á ningún
medio de pás.
Encargí^ al rey de Aragón le pusiese en razón:
él y ef re3r de FVanda para este efeetole despacharon
sos emb!Í¡adoreü, personas de cuenta , en sason que
el de Aragón, conclnifia la guerra de Urge!, y fonda-
da la paz pública de ^ reino, se encaminó á Zarago-
za, y eotrdiBB tqoella dudada manerade trlundante:
juntamente se coronó por rey á los once de febrero
año del sefior f fil, sdemnidard'dfltitadá haste enton-
ces por diversas ocurrencias, y ¿eremonta que Mzo
el arsob^oo de Tarragtma' 6dmo cabeza y el principal
dé los prelados de aquel reino. Pésele en la cabeza la
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oasnaa que la rainadtfie Catalina su ornada le envió
pnesentada: pieza muy riea y vistoaai y en que el
primor y el arte corria á las parcas con la materia,
que era de oro y pedrería de gran valer. BalUronse
presentesdiversosembfúadoresde prineipesestranos,
tos {HNilados y orandea de aquel remo, en particukr
don Bernardo de Cabrera , condado Osona y de Medi-
na, que ya es toba en grada del nuevo rejr y don En--
rique de Villena , potable personaje asi bien por su$
estudios en que fue aventajado , como por las des-
gracias que por él pasaron , y á la sazón se hallaba
despojado de su patrimonio y del maestrazgo de Ca-
latrava.
^ue así ^e ñor muerte de don Gonzalode Guzmail »
y con d favor od rey don Enrique el Tercero d dicho
don Enrique de Villena pretendió y alcanzó aquella
dignidad. Alegaban omchos de aquellos caballeros
que era casado , y por tonto conforme á sus lem np
podía ser maeíbtre: Oeíermíoóse (tal era la amoiciou
de su oorazon) de dar repudio ¿ su m^jer dona Meria
de Albornoz , d bien su dote ^ra muj rico, por ser
señora de Alcocer , Salmerón y Vatdohvas con los de-
más pueblos del iníantado. Para hacer este divorcio
confesó que naturalmente era impotente (1). Para
que sus propios estados nó .recayesen eo aquella or-
den por el mismo caso que aceptaba d maestrazgo,
cautelóse con ren^indar al missao rey las villas de
Tinéo y Cansas junta con el derecho que pretendía
d marqoesaao de Villena. Olieron los comendadoees
de aquella orden (como era íSctl) que todo era in-
vención y^en^Or Juntáronse de nuevo , y conside-
rado el negocio , depuesto don Enrique come elegido
contra dere^o, nombraron en su rogar á don Luis
de Cuzman. ResulUron desta elección diferendas
que se continuaron por espado de sds anos. Los ca-
bdUros de aquella orden no se eonlbrmaban todos;
antes andaban divididos , unos aprobaban la primera
eteccion . otres la segunda. Laeondudonfue que par
orden del pontífice Benedicto los moa^s del Cistel,
oídas las pattes pronunciaron sentencra ooutra don
BBffique I y en favor de su eompetkkr y contrario.
Por esto manera d qne Se preciaba de muchas letras^
y erudición, pareció saber poco en loque á él mismo
toeaim : y vuelto el matrimomo , pasó lo restante de la
vida en pobreza y necesidad á cauf» que le quitaron
dmaestrazgo , y no le volvietmi los estodos que tenia
de su padre.
Concluidas las fiestas de Zailgoza , ques&hicieruii
muy grandes, volvió el nuevo rey su pensamiento ó
las eosaede la Iglesia , contfsrme á lo que aqqsUos
principes deseaban.. Comunicóse con el pontífice Be-^
nedicto:- acoinlaron de verse y hablarse en Mordía,
. vilk puesta en d rdno de Vdencia á los confines de
Calaluña y Aragón. Acudieron, el din aplaasado , que
fue á diez y odio de julio. Sendóse d rey en honrar
al pontífice con todo género de cortesía : lo primem
Hevó de diestro d pdafreneii. que iba debajo de uti
pdio , basto la iglesia dd pueblo : de allí hasta la po-
seda le Hevó la mida. Luege el oía siguiente en uu
convite que le tenia aprestado , d mismo sirvió á la
mesa , y d infante don onrique de paje de ccma. Psth
que la solemnidad fuese mayor trocó la bajilfa de pel-
tre , de que usaba el pontífice para muestra de triste-
za ñor causa dd scisma , en aparador de oro y plata:
tocfe enderezado ne solo á acatar la magestad ponti-
ficia, sino á ablandar á aquel duro pecho , y granjeá-
lle para que hiciese la razón. Juntáronse diversas ve-
oes para tntar del negocio prindpei.El pafnno venia
en lo de h renunciación « y mucho menos sus ooit^
sanos , que dedao d daño seria cierto, y d eunpü-»
miento de lo que le prometiesen quedaria en man» y
á cortesía dd que saliese con d pontificado, si» po-
li) EsU impotencia seria de parte de sa aii#r, pues don
Bnriipie había teaido fttera de mitríasenio dos bl||aB.
ifi^
MMJJOTKCA Oft éáSPiOL T ■Olfi.
(tersé Lfasuuilénielite caatéínT. fiu oiaonéntaéíM^pw
se gMtiironeD'^gtas demandas y respuestas, no ae
ptido'ceittctÉir 60ia«lgiiiia.
De Italát áh aiíama «azon llegaron nuetas de la
muerte de Ladi&lao rey de Oiápoles, que le dieron
con yerHas según que eorria la lama , en el nrisrao
^ur»(í sin duda de m mavor prosperidad , y etí el
ttempo que pareeia se pedia ensenorear de tódá Ita*
Jía. No dej6>sueesion : pordonde entró en aquella oo*
ronasu hemanftpornorobreJuanay viuda de Guillen
ilaqde de Austria, con quien casé losados pasados,
Y á la.' saeon tenia pasados treinta -uios» ae edad:
liembra ni mas honesta, ni mas recatada en lo de
adelante nue la otra reina de Ñapóles de aquel mismo
nofnbre, tequien se trá4é^en>su lugar. Machos prín-
cipes con el cebo de dote tan grande entraron en
(lenaamiefirto de casarse con eMa, en particular por
mecBo dé embajadores que de Aragón sobre el caso se
ilespacharon , se concertó casase (!on él infante don
J4ian hijo segundo del rey <^n Fernando , y así como
ú cosa bocha pasó por mar d Sicilia ; .sin embargo este
casamiento no se efectuó^ antes tiquella señora por
razoaes qae para elfo tuvt» , t»só v.on iaoues de Bor*
l>oo francés de nación y coiode de la Marcha, mozo
muy apuesto y de gentil parecer. Rugíase que otro
joven, pof nombre Pandolfo Alopo, tenia inas.cabida
con la reina dcf lo ^fuela magestM real y la honesti**
dad-lid mu jer pedia , de que el vulgo, gueno tiabe
perdonar á nadie ; sentía mal^y les dema^ nobles se
tenían por agraviador.
Perdida la esperanea de i^ucir ai poutifioe Bene-
dicto, los príncipes todavía acordaron celebrar el
cóndilo general* áeííalaron paraeilode CjOmun acuer*
lio á Constancia ciudad de Alemafia por querello asi
el emperador, ea era de su señorío. Comenzaren á
concurrir en primer higar los obispos de Italia y de
Francia : el Mliifíce^Gregorio envío sus embajadores
«M)B poder (si 'luenester fuese) de renunciar en su
uomoi^í el pontificado: Juan el otro competidor
iicordó iialiarse eil- persona en el coñeilio , confiado
en la amistad que tenia eon el €ósar, y no menos en
AM bvena naaaa. El rey don Fernando no ceisaba por
su p'avte de araotíéstar áBenedioto que se allanase á
ejemplo de sus conipelid<»es.. Después de. muchas
pláticas sobro el caso se convinieron los dos de hacer
rostancia con el emperador para que se viesen los
iTCs en algún lugar a propósito. Para abreviar le des*
padiaron por embajador á Juan ijar, persona en
iiquel tíeippo muy conocida por sus partes aventaja-
das de: letras y de prudenda , en que ninguno se la
ganaba: diéronle por aoompoiíades otras personas
princi]^es. Pasábase adelante en la convocación del
•concilio. La reina de GastiHa en particular envió á
fj^^tancla por sus erobajadofes á ám, Die^ de Ana-
ya obispo á la sazón de Cuenca , y á íiarbn de Gór*»
dova alcaide de los donceles.
Concurrieron detodaslas naciones gran número
ríe prelados, .que llegaron á trecientos, todos con
deseo de fíoner pas enia iglesia, y escusar los dados
que del scisma procedían. Abrióse el concilio á los
cinco del mes de noviembre en tiempo>que en Aragón
gran námero de judies ranunciaron su ley y se bau-
tizaron i persuasión de San Vicente Ferrer , que tu-
vo con los principalas dellos y en sus aljamas muchas
dispulaíB en materia jdé religión con acuerdo del peta*
tífica Benedicto que dio mucho calor á esta oonver**^^
?*ien:«re64ton inteiito de servir* á Dios, y también
de aoredilaraü. Parecía espediente para «delantar la
tMNiversiott apretar. á< los obstinados con loyes muy
pesadas que contra aquella nnion promulgaron. Bar
liase hoy dia una bula del pontHke Benedicto en :ésta
raiOBt au dala en Valenom á los once «da aa^ del
año veinte y uno de su pontificado. Los principales
cabezas son las sifüüentes: los libros de Talmud se
prohib«'u. Los fJenuostiisqueloaiudio^ dlj^rpn contra
'nuestra religión , se oaatí^uu». Wppnaéun nr jtMos,
•ni otroeargo algunotettgÉnenIar^Mica.lfopaeritti
edificar de uuavoalgunasiBagágaytttiefierniasdoQDs
en cada ciudad. Ninguajumosaa raédioo,' boticario ó
corredor; Nopuedan serme de algún oríatfano. An*
den todossenalados de una seüal roja damaiíft, los
varones en ei pecho y laahpoiforasen la flrenCe.* No
pueden ejercer las usaras^, aunque sea con «apa y
color de venta. Lo$ qué so- bantíninn , sin enbufgó
puedan heredar los •bienes da sosdeudos. Bnnada un
año por tres asees se junten á sermón que sete haga
delqs principales aFtioute da nueatiu santa fe< Bl
tanto de este edicto se eyiTi^ á todas las parteado fis-
paSa, y uno dellos se guardaaiÉtre los papeles de la
Iglesia Mayor de Toledo.
En Constancia la noche de navidad principio del
añoquese contaba de i4l5,.se hafianm pTesentesá
los maitinesel pontifica Juan y el emperailar; Pnñé-
ronies dos silhis juntas, la del p<Mttífic^ al«9 mas alta,
en otroa lugares se-a^ntaron láemperatney las pre-
lados. Pasada la festividad., comenzaron 4 enti>r en
materia.' Parecía á todos que el roas so^düpo -camino,
y mak corto para apaciguar la iglesia , seria que loa
tres pontífices desu voluntad renunciasen'. Comuni^
carón esto cOn el pontificó Juan quepcesente se ha^
liaba, y al fin* aunque con dificultad lehieienni venir
en ello. Dyo misa de pontifical á ks cuatro demarzo.
y acabada, prometió públicamente con grande alagda
y aplauso de los circunstantes que haria la renoncia»
cion tan deseada de todos^ Invención y engnopor lo
que se vio; que dende¿ ñocos dSas do nocne aa huftó
y huyó de aquella ciudad con intento de renovar los
debates pasados. Enviaron personas «n, pos del, que
:le preudiefon ; y vuelto á ComManteia, . mal su ^ado
fue fomdo á hacer la* renunciación pevlrero día del
^nes de mim>, y para atajalle los pasos de tndo punto
.(tieroQ cuidíido al cOnde Palatino que letuvieae de*
bajo de buena guarda^ máis huyó tres años adalnte.
Finalmente, para sosegaIle,por coñdertolafnevuel-
toel capélo,oon que pasados, algunos anos falleció
"en Florencia cabe:ka de laToseaaa. SapnHaion su
cuerpo en aquella ciudad en el bautisterio de San
Juan, enfrente de la igléaia ' Mayor. Sus tesoros que
allegó muy grandes en el tiempo de su pontificado,
quedaron en poder de Cosme de Medies ciudadano
princi|mlde aquella señoría: esoalonpor donde él
mismo subió á 4(ran poder,' y los de su casa adelanto
se enseñorearon de aiquaUa repCiblica: tal «a la común
.opinión del vulgo. ;
La alegría que los prelados, recibiemn ñor le iiepo<-
sickm del pontilie«) Juan, se' dobló con la anuncia-
ción que cinco diasadeJauie Garlos MaUteata prscu-
• rador del pontífice fi^regorio» conforme á loa poderes
que tcaiamuy amplios» biso en su nomiire. Re¿tabi
solo fijeaedicto^ puya obstinación ponía #n ^dado á
lospadres, si antes que renunciase noori^^an olre
pontífice, Ho recayese en ios inconveniente^ pasador.
Acudieron' al* ummío que les ofrecieron déi £apaña,
que el César Sigismundo én algún luga^ á prepósito
se viese con él rey de Aragón y con el dicho papa
Benedicto, oa no teiiian de todo punto perdida la es^
peranaa; antescuidaban se dejaría penniadir^jnseguí*
ria el. común acuerdo de todas las naciones y al ejem-
plo de sus competidores. Para estas vistas señalaron
áNi», ciudad puesta, en las marmaa da Gónova» y
en esta rasen despaoharoopara losdosel rey y-elpapa
sus embajadores» personas de cuenta y de aotnridad.
CAPITULO yn.
Qne lo» uns prínelpea se vieron enPerpua».
Al mismo tiempo que estaa^osaapafabaneuGons'
tancia, el rey de Aragou en Valencia femaba con
todo oéiiero dedemo^^cipn el casafuieoto oeA prín-
cipe dpn AJonso cubijo Pon la JnÜBAU^oni María her-
nisronu
fluiiiv<tel-ief do» Juan M CaitiUa. Para m^ii auUikMi:
la fiesta se halló presente el pontiíicc Benmlícto. ;0>a-
ciimó loda la ooblaai y seDores de aquel reino: gran-
des iiiTencíoae^j» trajea y Utoeas. Acompañó á la in-
iánta «leada Caitiüa eon otras persi^naa de cuenta don
Saacbo^le Ro^aa» que á la inisnia saaton de obísno que
era de Palancra. tfa(4adarop al arzobispado de Toledo
por muerte de don Podro de Lnniíqne finó en Toledo
a los dies y ocho de setiembre, y le enterraron en la
capilla de San Andrés de ^wUm. su iglesia junto á don
Jimeao de Luna su parien^ : al presente yace en
propio lucillo qae le pnsieron en la capilla de Sentía*
go. Lappnocionde don Sancho se hizo por iptecce-
sioD y a instancia del rey de Aragón ; y óL mismo por
su persona y aventajadas prendas era digna de aquel
l^gaTr y por los mochos servicios que á los reyea hizo
en üei^de paz y de guerra. $uj[>adre Juan Martí-
nez de IU»ias señor de Monzón y Cfabrai one falleció
en el ceroQ.de Lisboa en tiempo del rey aon Juan el
Prifliero » su madre dolía María de Leyva. Hermanos
Martín Sánchez dQ Rojas , y Día Sánchez de Rojas , y
dona Inés de Bojas» la cual causó con Fernán Gutiér-
rez de Sandoval.
Nació deste casamiento Diego Gómez de Saudoval
<!onde de Castro Jeriz, adelantado mayor de Castílla
y canciller mayor del sello de ia puridad. Fue gran
privado de don Juan rey de Natarra, cuyo partido y
tle los infantes sus hermanos siguió en las alteraciones
que anduvieron los años adelante, que fue ocasión de
poíder loqne tenia en Castilla, grandes estados, y de
adquirir la ▼illa de Denia por raerc^ que le hizo ¿ella
0I mmm rey don Joan de Navarra. El arzobispo don
Sancho le biao donación de la villa de Cea que compró
de su dinero; pero con tal condición que tomase el
apellido de Rojas, homenaieque después ie alzó. Casó
segunda vez la dicha doña Inés con el mariscal Fernán
Garoia de Herrera , que tuvo en ella muchos hijos:
<^epQ y tronco de los condes de Salvatierra, queadqui*
rieron asimismo la villa de Bmpudia por donación del
^misHio (ion Sancho de Rojas.
Las bodas del príncipe don Alonso se celebraion á
los doce dalmes de junio. Deió á la infanta su padre
en doie el marquesado de Vilkna, mas dól la despo-
jaron r y la dieron , á trueque decientes mil dHca-
<los (I) y por llevar mal los de Castilla que los reyes de
Angpn quedasen con aquel estado puesto á la raya de
ambos reinos en parte que se podian fácilmente baeer
entradas en Castilla. El rey de Portugal desde el amo
pasado aprestaba una muy gruesa armada. Los prin«
pos oomaroaoos , con los zelos qiie suelen tener de
ordinario, sospechaban no se enderezase á su daño; al
dé Aragón en especial le aquejaba este cuidado por
mgitse quena tomar debajo de su amparo alcoodede
Urgelí y por esle caminó alteralle el nuevo reino de
Aragott. Bng9ií(dles su pensanüeñto porque el intento
del portugués era asaz diferente , esto es de pasar en
África 4 ciHiquistar nueras tie«ras» Anímale su buena
dicha, con ^e ganó, y con poco derecho se afirmó en
aqnel su reux>.. y poníanle en necesidad de busear
nuevos estados. los mucho» hijos que tenia, para de-.
jallos bien J^redados, por ser Portugal muy estrecho.
6n la reina jua mujiff tíania los infantes don Duarte,
don PedcQ, don Enrique , don Juan , don Fernando y
doiía Isabel; fuera destos á don Alon^ hijo bastardo,
que ííie conde de Bárdelos.
Armó trtiata nases gruesas 1 veinte y siete galeras,
treinta galeotas, sin otros hágales que todos negaban
baata en número de ciento y veinte velas. Partió el
rey con esta armada la vuelta de África , siu embargo
aró áhi misma sazón pasó desta vida ki reina dona
rlflipa , qné Mzq sepultar en el nuevo monasterio de
la batalhi de A^bamta. De primera Negada se apo-
(i) Ssgaajaoróair'a doM ieol«« lail Mías de ero mayor ¿f
c«nellaiii<4. .
deró por fucraa ú los veinte y dos üe.agP6ln de Centa,
ciudad pueshi sobre el eslreclio de Gibraltar. El pri:^
mero á escalar hi muralla fue un soldadr* por nombre
Corterreal , otro que se decía Alliergueiia , se adelantó
al entrar por ia pueitta : al uqo y al otro remuneró, el
rey y honró como era debido y raioii ; lo mismo se
hizo con los demás • confonme á cada uno era* Los
moros unos pasaron a cuchillo , otros se s<dvaron [lor
los pies, y algunos nuedaron poreschivos. Baste buen
principio entraron tos portugueses en «ispeanaa 4e
sujetar Us muy anclias tieoras de África. Mudaron
otrosí este mismo a&o la manera de contar, los tiempos
por la era de César, cómase acostumbraba , en la del
nacimiento do Cristo por acomodarse á lo que la&otcas
naciones usaban , y en conlbrmiiad de w que poco
antes deste tiempo, cbmo queda dicho, m estableció
en los reinos de Aragón y Castilla (2).
€1 cuidado de sosegar la Iglesia toiiavia t»u llevaba
adelante, y los padres def (voncitio continuaban qn;»iis
juntas. No puao el rey don Femando ir á Niza, por
cierta duienda continua que nucbo le fatigaba : acor-
daten que el César llegase hastaPerpitjan, vifla puer-
ta en lo posbrero de España y en el condado d<^Ruv-
selloa (3) : principe de renombre inmortal [)or el cíüa
que siempre mostró de ayudar á la Iglesia siA perdo-
nar á diligencia ni afán. I2II pontífice Benedicto y el
rey don Fernando, como los que se hallaban mas cer^
ca, acudieron los primero^. Bl emperador llegó á los
diez y nueve de setiembre acomnaüado de cuairo->
cientos lionibres de armas á cabalm y. armados, asax
grande representación de magestad. £1. vestido de su
persona ordinario, y la vigilia^ de su mesa estaño, se-
ñal de. kito y tristeza por la atliccion de la Iglesia.
Concurrieron al mismo lugai* embajadores de los jue-
yes de Francia , Castilla y NavarNu To4o el mundo
estaba á la mira de lo que resultarla de aquella liabla.
El miedo y la esperanza corrían á las parejas. No po-
día el rey por su indisposición asistl.r á pláticas ;tan
graves. Tooatia desde su lecho. roñaba y afuenestaba
á Benedicto restituyese la paz á la Iglesia , y^se ^oor-;-
dase del homeniye que en esta razan hizo los tiempos
pasados : el concilio de los obispos se celebraba ; 00
era razón engañase las esperanzas de toda la cristian-
dad : acudiese al concillo, y hicieie la rr^nunciacion
que todos deseaban, conforme al ejemplo de sus com-
petidores : ; cuánto podía quedar de vida al que por
sus muchos años se hallaba en lo postrero de su edad?
Pudiera Benedicto con rouena honra doblegarse y
ponerse eu las manos <le tan grandes principes y de
toda la Iglesia y si el apetito de mandar se. gobernara
por. razón, aC^oto desapoderado, y ma^ en. Jof^ viejas;
mas él estaba resuelto de no venir en ninguq partido
de su voluntad» solo pretendía entretener y alargar coi^
dáerentes cautelas y manas. Apretábanle los dos prín<
cipes, para gue so resolviese, y acabase. Un día hizo
na razonamiento muv largo en que declaró Jos funda-
mentos de SU- derecuo : Que si en ajgun tiempo se
dudó cual e;;a el verdadero papa, lá renunciación de
sus dos competidores ponía finen aquel pleito, pues
quitados eUos de por. medio, él solo quedaba por rec-
tor universal de la iglesia : que no er^ justo desam*
pauase el gobernaUe que tenia en su mano, de la nave
de San Pedro : cuanto tenia la edad mas .adelante,
tanto mas se debia recelar de no ofender ú Oíos y a
k» santos por falta de valor, 7 de amancillar su nom-
bre con una mengua pespétua» 4ietc horas enteras
oootinuóen esta plática sip dar alguna señal ()e can-
(2) Esta mu<|aBU se eaiplaó ea la coroQi de Arakoapor
decreto del rey doa Pedro iV dtdo eo Perpiñan ei i6 de di-
ciembre de IdSO.
' (S) Bite eoodado fas irregado á la eorooa de Artgfoa por
«I rev doa Pedro Vf^íbúe nana de 1544 Meta fue ea
I4at doo Jaan II lo empaM i Lalt Hk de Fiaacla; 'Bu 1499
(2arioi VIH de atu oaciea lo restnayéalm.calélíaa; 9 ea
i£85 ar oa]d»6.á.la Rraaeia porel tratadoida&s FiríBaai.
K20 filBMOTKCA DR
sancio , bí Bien tenia setenta y siete anos de edad , y
les preseotes^ de cansados unos en pos de etro» se le
salían de la sala. Alegaba sobre todo qoe si él no era
el vendadero pontffHie , por lo menos la elección del
que se habla de nombrar , perteñeeia á solo él como
al que restaba de todos los cardenales que fueron
elegidos antes dei i^sma, por pontífice cierto sin al-
guna duda y tacha;
Gastábase mucho tiempo en estas alteraciones sro
que se mostnse esperanza de hacer algún efecto. El.
em|ierador cansado con la dihcion so parti6 de Per-
Í Aban. Amenazaba á Benedicto usarían contra él de
uerm, pues no quería doblegar su voluntad* Toda-
vía se eotretuvo en Narvona por si con la diligencia
del rey don Femando que se ofrecía á^liaceila, se
ablandase aquel obstinado corazón. Todo prestó poco,
antes con toda priesa Benedicto se robó y se partió
para Peñíscola, con cuya fortaleza, que esta sobre un
peñón casi por todas partes rodeada del mar, cuidaba
afirmarse y defender su partido! Llegóse al último
plazo y remedio , que fue qoitalle en Aragón la obe-
diencia , como se hizo por un edicto que se publicó 4
los seis de «ñero del ano que se contó UI6 , en que
se vedaba acudir á él en negocios, y \o mismo tenelle
por verdadero papa.
El principal en este «cuerdo y resolución fue fray
Vécente Ferrer, que el tieáipo pasado se le mostró
nUiv aficionado y parcial. La larga costumbre puede
mucho: asi en los ánimos de algunos todavía quedaba
algún escrúpulo, y se les hacia de mal apartarse de lo
en que por tantos años continuaron. El pueblo fácil-
mente se acomodó ú la voluntad del rey, como el que
poca diferepcia hace entro lo verdadero y lo falso.
Desabrióse Benedico por esta causa: deda que el quo
le debía mas, esc era el primero ú hacelle contraste;
que esperaba en Dios que el reino que él mismo le dio,
se le quitaría como á ingrato : amenazas vanas, y sin
para ejecutallas. Al mismo tiecnpo que con mayor ca-
lor se trataban estos pleitos, falleció doña Leonor reina
de Navarra en Pamplona á los cinco de marzo. Yace
efl la iglesia Mayor, de aqucHa ciudad en un sepulcro
de alnbaítro con su 1*ítra quo esto declara.
CAPITULO Vllí.
De la muerte del rey don Fernando.
La indispdsiciofl del rey don Fernando continua-
ba : teriía gran deseo de volver á Castilla por probar
si con los aires naturales ( remedio á las veces muy
efteáz) mejoraba : á los dolientes , en especial con las
bascas déla muerte, se les suelen antojar sus esp^
ranzas. Demás que pretendía mirar por el bien de
Castilla como cosa que por el deudo y el cargii que te-
nia de gobernador, mucho le tocaba; en particular
deseaba (me aquel remo alzase la obediencia á Bene-
dicto á ejemplo de Aragón, v qu^de todo ponto le
desampanise. Con esie propósito de Perpiñan 'dio hi
vueKaá Barcelona: desde aquella ciudad, pasados los
fríos de invierno , al princimo del verano se puso en
camino para Castilla, Con el movimiento se le agravó
ta dolencio; que en cuerpos enfermos y flacos cual-
quiera ocaaioB los altera. Reparó en Igualada seis le-
guas de Barcelona. Allí le desahuciaron los médieos, y
rocebldos ios sacramentos eomo buen cnstiano , pM6
dftsta vida jueves i loe dos de abrü. Príncipe dotado de
escélentes partes á^. cuerpo y akna , ^r«iencia muy
agradable, y que no tenia nenos autondad goe gra-
cia , de grande ingenio y destreza en sranjear las
Tplanfaidts y aficionarse la gente no solo desoues que
fue rey, sino en el reino de otro , cosa mas dificulten.
Oto Uto quien le tachase de algunas cosas , en espe-
did que ea su habla y accionta era tardo, que desam-
p«B6 á Battodiclo, y se aprovechó de \m rentas reatea
ée<Mila ; que er^nrédígo de losuvo, y eodidoao
de k» i^no para suplir lo que dervamaba : a los gran-*
GASPAR r ROIG.
des personajes salgue la envidia 'y nadie vive alh
' tacha.
- Reinó por espacio de tres .años, nueve oKses y
vBinte y ochó días. Su cuerpo yace en Poblóte en un
sepulero humilde y muy ormnario. En ^ tesítamenlo
que otorgó los meses pasados en Perpfftan , heredó i
sus hijos en esta forma : é den luán en el estado de
Lara jimto oon Medina del GUnpo, y la villa de Mom-
blanc oon título de duque, que fe mandó en Cataluña:
Hem otros muchos puebk». A don Baruraé dejó á
Alburquerque, á don Sancho á Montaltun. Por tiere-
dero del remo nombró al príncipe don Alonso su hijo
jo mayor: caso que todbs los hermanos AlttseB sm
dejar sucesioc^ ñamó á la corona los h^os y nietos de
las infantas doña María y dona Leopor.sus hijas, si
bien á ellas mismasdejó escluidae áh h sucesioD; dan-
sula digna de memoria , mas que yo oüra ves se esta-
bleció en aauel reino ló mismo, seaun que en otro In-
flar queda declarado. La muerte dei rey don Femando
fue ocasión que Castilla por algún tiempo se mantu-
viese en la devoción de Benedicto. Tenia en ella mu-
chos obH^dos con beneficios y srácias , en especial
los arzobispos, el de Toledo y el ae Sevilla , édn San-
cho de Rojas y dtm Alonso de Ejea se mostraban muy
declarados en su favor.
CAPrruLO IX.
. De la elección de) papa Martíno Quinto.
En Castilhi resultafon nuevas alteradones y hulK-
cios, principios de mayores males, y muestra de cuán-
to importaba para el sosiego de España la prudeacia
2d ve\lor del rey don Fernando. La reina doña Cata-
na luego que como es de costumbre hizo las honras
del rey su cuñado en Valladolid , elhi sola se anodeió
de todo el gobierno del reino f f ). La criann oel rey
encomendó al arzobispo de Toledo junto eoñ Juan A
Vdasoo y Diego Lopes dé Záñiga jostida^mayor (2).
Quejábmse muohos que en el reparamienlo de olidos
y cairges no les cupo parte, sobre todos se amdabaa
en esto el almirante don Alonso Enriques y el condes-
table don Rny López Davales, desgustos qtie amenaza-
ban mejores revueltasy daños* Con mejor acuerdo por
prindpio del año que se contaba Í4i7 , asentaron tre*
gi^s con el rey de Granada por término de dosafiosen
que le sacaron |ior condición diese en cada un año li«
bertad A den cautivos cristianos.
Los prelados gue conthiuaban en d eondHo de
Constancia, acudían á las todas parles, y cuidanan de
lo que concernía al buen esiado de la iglesia t á «a
paciíicacion. Para sosegar las revudtas de BonemiB
y redudr á4os herejes procuraron muy de veras q[ue
sus cabezas y caudHIos Gerónimo de Pran y Juan
Hus viniesen á aquella dudad con salvo conducto qatt
el emperador les dio para su aeguridad. Bl mal de la
herejia es casi incurable , mayormente eoaiido está
muy amagado. Huyeron 4os dos de Gonstanda, pren-
dléronlosen e| camino personas que para dioeAviaroa,
y traídos á la dudad, los quemaron pábücsameote:
castigo por ellos bien mereddo , pero en m madMiB
dudaron sifoera mas espediente que se m guardam
la seguridad oue les dieron, si bien constaba cometie-
ron en la ciudad y por dcamint delitos porque ao se
les debia guardar.
Castigados los herejes, y "condenadas ¿as lierejfaB»
volvieron su pens^mrenti^ á componer tas remellas
de la Iglesia. A Beneiffoto, que de los tm pentifiees
todavfa continuaba en su contumacia, le deaconwl*
(1) Asi lo babia tmado diipu^to d rey ea sa ^
{%) id arincipia eirsy qnedá ea podar df doaa CataKaa,
dindoles a estoi dos cabañeros doee mO lorines para coe-
tentarles; pero luego que mnrió el de Aragooi tioy eoa-
tator áel tey, le ioaaraa y tavietoa ea sa poder feaüa b
edad papilar.
HISTORIA DK ESPAÍIa.
e^i
garon á los veinte ? seis de julio; y le despojaron del
pontiñcado y derecho que podía tener ñ las naves de
San Pedro. Publicada esta sentencia, dieron érden en
nombrar de conformidad un nuevo papa. Hallábanse
presentes veinte y dos cardenales de las tres obedien-
cias de los papas depuestos. Juntaron con ellos otros
treinta electores, parte obispos parte personas princi-
pales. Encerráronse k>8 unos y los otros en cónclave.
Vinieron todos sin faltar uno de conformidad en nom-
hrarpor pontífice al cardenal Othon columna natural de
Roma. Hizose la elección á los once áñ noviembre. Lla-
móse en el pontificado Martin Quinto. El contento
que resultó aesta elección así en Ja ciadad de Roma,
como en las demás naciones por cuanto se extcndia
la cristiandad, fue cual se puede pensar. Parecíales
que después de muy espesas tinieblas les amanecía
ana mañana muy clara, y una luz muy alegre se mos-
traba á las tierras , ca todos, olvidadas las aficiones
pasadas , se conformaron y prestaron obediencia al
nuevo pontífice. Solamente el rey de Escocía y el con-
de de Armeñaque tuvieron recio por algún tiempo
con Benedicto , y algunos pocos cardenales que le
acompañaron cuando.se salió de Perpiñan; pero tam-
bién fe dejaron poco adelante.
Disolvióse con tanto ^l concilio ; bien que para
adelante dejaron aquellos padres decretado que aen-
de á cinco años se juntase concilio general la primera
Ycz, la segundé desde á otros siete años, el tercero
se celebrase diez años después del segundo, y así se
guardase perpetuamente que cada diez anos se jun-
tase concilio general. Despachó el nuevo pontífice
dos mongos del Gistel para avisar á Benedicto se con-
formase con la voluntad de todos los prelados , y á
.sus cardenales procurasen le desamparasen. En Be-
nedicto no' pudieron hacer mella por su condición:
los cuatro cardenales que tenia , con promesa que
les hicieron de conservallos en aquel grado de car-
denales, y hacelles nuevas gracias; todos españoles,
le dejaron luego, y se fueron al nuevo y verdadero
papa, que bailaron en Florencia. El mas principal era
don Alonso Carrillo cardenal de San Eustaquio y obis-
po de Sigüensa^ deudo del otro cardenal don Gil de
Albornoz, y tio de don Alonso Carrillo que adelante
fue arzobispo de Toledo.
Este mismo año fue muy desgraciado para Francia;
para Castilla alegre por la navegación que por volun-
tad de la reina de Castilla , y licencia que dio el rey
don Enrique antes de su muerte, se tomó de nuevo
á hacer á las islas Canarias : camino para sujetallas,
como á la verdad se apoderó de las cinco Juan Be-
tancuft de nación francés, caudillo desta empresa.
Sucedióle Menaute su deudo. El papa Martino pro-
veyó por obispo de aquellas isla á un fraile por nom-
bre Mendo. Resultaron entre los dos diferencias:
acudió Pedro Barba con tres naves por orden del rey.
Esté compró á dinero las islas de Menaute. y las
vendió á Pedro de Peraza ciudadano principal de
Sevilla, cuyos descendientes las poseyeron hasta los
tiempos del rey don Fernando el Católico; que las acá*
bó de sujetar finalmente, como queda de suso decla-
rado , y las incorporó en la corona de Castilla. Esto
es lo que toca á España.
Las desgracias de Francia se encaminaron desta
matíera : Enrígue Quinto deste nombre, rey de In-
galaterra, pidió á Carlos sesto rey de Francia le diese
por mmer á su hija madama Catharina. No vino en
elk> el francés , de que el inglés se tuvo por agravia-
do. Pa^i vengar esta afrenta pasó en una armada
muy gruesa á Normandía : gano una grande victoria
de los franceses, en que prendió á los duques de Orliens
y de Borbon. Púsose otrosí sobre Rúan cabeza de
Normandía, que al fin ganó, aunque con trabajo y
tiempo. No parecen en esto las desgracias, antes la
reina Isabel de Francia se partió de su marido, y con
3n hija Cttharina se retiró á Turón. Desde alu llamó
al duque de Borgoña en su favor, que acudió luego
con gente por no perder la ocasión que sa le presen-
taba, de satisfacerse de los desgustos pasados. Apo-
deróse no solo de la reina y de su hijo sino del mismo
rey y de la ciudad de París. Restaba Carlos el Delfin;
heredero de aquella corona , el cual con. gentes que
pudo juntar reparaba aquellos daños y hacia rostro á
los ingleses y oorgoñones. Para divertir al duque de
Borgona procuró verse con él. Señalaron de acuerdo
Sara la habla una puente del rio Secuana, en aqiie-
a parte en gue el río Icuana (1) desagua en él. Pura
mayor seguridad atajaron h puente con unas verjas
de madera : solo dejaron un postigo por do se podía
pasar, pero bien cerrado y asegurado. Concertaron
otrosí que acompañasen a los príncipes cada diez
hombres armados. Acudieron al tiemplo aplazado. El
Delfin saludó al duque con rostro ledo y alegre sem-
blante, y convidóle á pasar do él estaba. Aseguróse
el duque del buen talante con que le habló : abierto
el postigo , pasó como se le rogaba. Trabóse cierta
pasión y riña entre los soldados,, si acaso, si de pro-
pósito no se averigua. Resultó aue el borgoñon quedó
muerto, cuya vida si fue perjuaicial para Francia, no
menos lo fue üu muerte á causa que el duque Philipe
por satisfacerse de la muerte de su padre entregó
al índés los rey y reina de Francia con su hija Catliarí-
na y la ciudad de París : de que procedieron mal^s sin
cuento y sin término, enemigas, quemas, muertos
y robos. Pero estas cosas avinieron algún tiempo ade-
lante, y por ser extrañas no nos incumben, ni quere-
mos particularizallas mas.
CAPITULO X.
Otros casamientos de príncipes.
La reina doña Leonor de Aragón después de In
muerte del rey su marido se retiro á Castilla , y en
Medina del Campo con la compañía de sUs hijos, que
le quedaron muchos , y otros honestos entreteni-
mientos pasaba su viudez y soledad. Comenzóse ;í
mover plática que su bija la infanta d(^a María ca-
sase con ^1 rey de Castilla. Extrañaba la reina doña
Catalina su madre este casamiento. Escusábase con
la poca edad del rey, como quier que á la verdad de
secreto se inclinase mas á casalle en Portugal con la
infanta doña Leonor, que demás de ser su sobrínn
parecía así á ella como á los mas de los cortesanos
seria á propósito para atar aquellos dos reinos con
un vínculo muy fuerte de perpetua concordia. Croe-
mos fácilmente lo que deseamos. Desbarató la muerte
estos intentos, que sobrevino de repente á la reina
doña Catalina en Yailadolid jueves á los dos de junio
del año 14f8. Su edad de cincuenta años, el cuerpo
grande y grueso, en la bebida algo larga conforme á
h costumbre de su nación, la condición sencilla y li-
beral: virtudes de oue se aprovechaban para sus par-
ticulares y para maisinar á otros y desdorallos los que
le andaban al lado^ que los mas eran gente baja. És-
tos eran sus consejeros y sus ministros : grave daño
y mas en principes tan grandes. Sepultáronla en la
capilla real de Toledo en propio lucillo, en que fundó
quince capellanías t y las anadió á la de antes para
que se hiciesen suiragios ordinarios por las ánimas
suya y del rey su marido.
Con la muerte de la reina se trocaron y alteraron
las cosas en gran manera. El rey sin embargo de su
poca edad salió de las tinieblas en que su madre le
tuvo muy retfrado, y comenzó en parte por sí mismo
á gobernar el reino) ayudado del consejo de algunos
personaje!: que le asistían. Entre los demás se seña-»
faba el arzobispo de Toledo, que por ser de gran co-
razón, muy codicioso de honra y entremetido, se
apoderó ief gobierno, de suerte que en nombre do|
(i) Boy los rios Sena y Yone,
022
BIBLIOTECA DE üáSI^kK Y ROIG.
rey lo pretendía todo trastornar á su albedrio. Acu-
dieron de Francia dos embajadores para solicitar les
socorriesen en aquel aprieto en que aquel reino se ha-
llaba. La respuesta fue oscusarse con la poca edad del
rey y las alteraciones , que unas comenzaban y otras
se temian. Volvióse á la plática de casar al rey: el de
Toledo reconocía todo lo que era y valia de los reyes
de Aragón : así hizo instancia, y finalmente concluvó
que el casamiento de Aragón se antepusiese al ac
Portugal. Celebráronse los desposorios entre el rey
don Juan y la infanta doña Mana con grandes fiestas
en Medina del Campo á los veinte y uno de octubre.
Entre las capitulaciones matrimoniales que asen-
taron, una fue que la infanta dona Catalina hermana
menor del rey don Juan casase con uno de los infan-
tes de Aragón. No señalaron por entonces alcunos de-
llos á causa que don Juan, el mayor de los hermanos
por casar , andaba en balanzas sin resolverse en qué
parte casaría. Primero estuvo concertado con doña
Isabel hija del rey de Navarra : desistió deste casa-
miento, cebado de la esperanza que se le mostró de
casar con Juana reina de Ñapóles , engañosa y vana
como (le suso se tocó, y la infanta casó con el conde
de Armeuaque. Entretúvose por al|{un tiempo el in-
fante don Juan en el gobierno de Sicilia en lugar de
la reina doña Blanca, que su padre el rey de Navarra
procuró diese la vuelta por ser la mayor de sus her-
manas y heredera de su corona. Muchos príncipes
pretendieron casar con ella movidos de sus prendas,
y mas del gran dote que esperaba : el rev su padre
finalmente antepuso á los demás competidores al ya
dicho infante don Juan por sus buenas partes , y por
la esperanza que se tenia do juntar lo de Navarra y lo
de Aragón, por no tener sucesión el rey don Alonso
su hermano.
El dote de presente fueron cuatrocientos y veinte
mil florines. Púsose por condición fue caso que doña
Blanca muriese » puesto que no deíase hijos, su ma-
rido después de sus suegros por tooo el tiempo de su
vida se intitulase, y fuese rey de Navarra. Hiciéronse
los desposorios en Olite por poderes : el procurador
de parte del infante, que hizo sus veces , Diego Gó-
mez de Sandoval sobrino del arzobispo de Toledo,
adelantado de Castilla y mayordomo mayor del infan-
te, 8U muy privado, y que por esta causa adelante al-
canzó gran poder y estado, y aun finalmente los vien-
tos favorables se le trocaron en contrarios y corrió
fortuna, como se notará en otro lugar. Cuando se ce-
lebraron los desposorios de Navarra, corría el año de
nuestra salvación de i 4i 9 : en el mismo el gran pre-
dicador y varón apostólico frav Vicente Ferrer, gran
gloria de Valencia su patria y de la orden de los predi-
cadores, pasó desta vida mortal á la eterna en Vanes
ciudad de la Bretaña á los cinco de abril. Sus grandes
virtudes, y los milagros, muchos y maravillosos, que
obró en vida y después de muerto , le pusieron poco
adelante en el número de los santos. Su cuerpo se-
pultaron en la iglesia Mayor de aquella misma ciudad.
Volvamos á lo que del rey don Juan de Castilla se que-
da atrás.
CAPITULO XL
De las alteraciones de Castilla.
Los reinos de Castilla se comenzaron á alterar no
de otra guisa que una nave sin gobernalle y sin piloto
azotada con la tormenta de las hinchadas y furiosas
olas del mar. Los grandes traían entre sí diferencias
y pasiones. El rey por su poca edad y no mucha ca-
pacidad no tenia autoridad para enfrenallos. Al arzo-
bispo de Toledo oue ponía la mano en todo, muchos
le envidiaban, y llevaban mal pudiese roas un cléri-
go que toda la nobleza. Acudieron al rey diéronle por
consejo tomase la entera y libre administración del
reino ; que la edad de catorce años que tenia, ora bas-
tante para ello y legal. Con este acuerdo se juntaron
cortes en Madrid, en que se hallaron grandes y mu-
chos personajes de gran calidad. A los siete de mar-
zo ya que los tenían juntos en el alcázar de aquella
villa , el arzobispo de Toledo con un razonamiento
muy pensado declaró la voluntad que el rey teuia de
salir de tutorías y encargarse del gobierno. Respon-
dió y otorgó en nombre de los con^egados y del reí-
no el almirante don Alonso Ennquez. Siguióse el
aplauso de les demás que presentes se hallaron á este
auto y solemnidad.
La poca edad del rey tenia necesidad de reparo.
Recibió en su consejo, y mantuvo á todos los que en
tiempo de su padre y sus tutorías tuvieron aoúd lu-
gar. Para despachar las cosas de gracia señsdo al ar-
zobispo de Toledo, al almirante, al condestable , y
con ^los á Pero Manrique adelantado de León, y Juan
Hurtado de Mendoza su mayordomo mayor, y gue
Gutierre Gómez de Toledo arcediano de Guadalajara
ordenase y refrendase las cédulas reales. Agravióse
desto el tirzobispo de Toledo, que pretendía la per-
tenecía aquel oncio como á canciller mayor que era
de Castilla. Andaban en aquella corte entre otras per-
sonas de cuanta los infantes de Aragón don Juan y
don Enrique maestre de Santiago : el arzobispo de
Toledo para tener mas mano y afirmarse contra sus
émulos procuró conquistallos con todo género de ca-
ricif s y Duena correspondencia : todo se esiderezaba
á continuar en el gobierno, de que era muy codicio-
so, y de que estaba asaz apoderado. De Madrid fué
el rey con su corte á Segovia, dud^d puesta entre
montes y á propósito para pasar los calores del vera-
no. Levantóse de repente un alboroto de los del pue-
blo contra la gente del rey y sus cortesanos •• estu-
vieron á pique de venir á las puñadas , y la misma
ciudad de ensangrentarse.
Los infantes ya dichos de Aragón poco se confor-
maban entre si : mando y privanza no sufren com-
pañía. Andaban como en zelos cada cual con intento de
apoderarse de la persona del rey y del gobierno co-
sa que les parecía fácil por su poca edad, y no querían
dar parte a nadie, ni aun á su mismo hermano. Re-
sultaron con esto sospechas . dividiéronse los gran-
des y caballeros en dos bandos : á don Enrique favo-
recían el condestable don Ruy López Dávalos, y Pedro
Manrique ; al infante don Juan asistían don Fadríque
conde de Trastamara y el de Toledo. La edad del rey
era flaca, y se mudaba fácilmente, sus enojos repen-
tinos, las caricias que hacia , fuera de tiempo : cosas
que la una y la otra á cualquier príncipe están mal,
por donde mas era menospreciado que temido. El
cuerpo conforme á la edad que tenia, era grande y
blanco, pero de poca fuerza; el rostro no rour agra-
ciado, la condición mansa y tratable. Deleitábcn en
la caza y en justas y torneos . eka aficionado á ios es-
tudios y letras, y hallábase de buena gina en los ra-
zonamientos en que se trataba de cosas e udítas.
Hacia él mismo metros, y trovaba no muy rmal en
lengua castellana.
Estas virtudes que comenzaron á mostrarse desde
niño , con la edad llegaron á madurarse y haoorse
mayores; todas empero las estragaba el descuido y
poca cuenta que tenia de las cosas j del gobierno.
Día de mala gana y dé príesa : sin oír, como podía
resolverse en negocios tan arduos como se ofrecían?
en suma no tenia mucha capacidad, ni era bastante
para los cuidados del gobierno. Esto dio á sus corte-
sanos entrada para adquirir gran poder, ^'especial
á Alvaro de Luna, que comenzaba ya á ten^ con él
roas familiaridad y privanza que loa oeroás. Por temer
esto la reina su madre le despidió de palacio (i) lof
dios pasados , y le hizo que volviese á Aragón, en
(i) El rey le bixo volver pronto i lu eompaHla'
lirrcüiu
qua-icerÚ rin dada; pero coberniM Imprudente-
tnente en tener Rl per, contóle tuvo basta su moer-
tn, encerrado en Valladolid en unas osas junto af
lAonuterio de San Pablo por espncio de mas de seis
años sin dejaije salir, ni dar licencia que nínsuno lo
visitase fuera de los criados de palacio; en h cual
día pretendía que no se apoderasen del los grandes,
y resultase alguna ocasión de novedades en el reino:
misemblc crianza de rey, sujeta i graves dnñoa, que
rt twbernador de todos no ande en publico , ni le
vean sus rasallos, tanto que aun i los grandes que )e
visitabao, no conocía: que quitasen al principe li
liberlad de Ter, hablar y ser visto, y como metido
en una jaula le embravelüeaéii y «ütraMaen su 1>ué-'
na y mansa condición , cosa indigna. Como pollo en'
caponera n» pongas tu & engordar al que nació para
el sudor, y para el polvo? En la sombra y entre nto-
jwes se crie i manera de doncplla aquel , cuyo cuer-
po debe estar endurecido con el trabajo y comida .
templada para' resistir l.is enfemí edades , y wfrir
igualmente en le guerra el frió y los calores? Con loe
regalos quiere» quebrantar el ánimo, que de día y de
noctie hade estarde comeen atalaja mirando todas
las paMes de la república? ciertamente esta fcrianza
muelle y regalada aíarrearí gran dafw á los vasallos:
la mayor etbd será semejabre i la mñez v mocedad
flaca y deleznable, dadaúdesiionestidad, y á los de-
más deleites, como se ve en gran parle en este prin-
cipe. Porque muerta la reina como si saliera de Ins
tinieblas, y casi del vientre de su madre de nuevo á
la luz , per pé lúa mente anduvo & lienta paredes: con
la grandeza de Ion negocios se cansaba y ofuscaba.
Por esto se sujetó siempre al mando y albedrio de
sus palaciegos y cortesanos: cosa de gran perjuicio,
y de que resultaron continuas alteraciones y graves.
Diii alguno: reprehander cslós vicios es cosa fá-
cil , quién tos podra enmendar? quién Ee atreverá á
alirmar lo qne es mny verdadera, que á las mujeres
conviene el areo y el regalo , á los principes el tra-
iMJo desde su primera edad? Quién digo se atreverd
á decir esto delante de aquellos que ponen la felici-
dad del señorío, y la miden con el regalo, lujuria y
deleites, y tienen por el principal fruto de la vida
servir al vientre y á las otras partes mas torpes del
cuerpo? Demás desto, quién persuadirá esta verdad
d los qué tienen por «enero de muy agradnble servi-
cio conlormarsc con Tos deseos do los príncipes y con
.'US inclinaciones para por allí medrar? Dejemos pues
c^tas cosas, y volvamos ú nuc)<tro cuento.
' En el principio del año sigiiicnlc , que se contó
ilp 1 420 , pasó el rey d Tordesillas , víll i itc Castilla la
Vieja. Don Enrique maestre de Santiago ó |>or pre-
til idcr casar»! con la Infanta dofn Catalina, ó con
ÍMtento do sujetar sus contrarios , ncunipañnda de los
%u)os entró en aquel lugar, prendió á Juan Hurtado
•lt!)[endoza> mayordomo de Incala real, y á otros
del .palacio: cou tanto se apoderó del mismo rey i
r ce del mes de junio (l),y le quitó la libertad de ir
parle ninguna , ó determinar algún negocio : gran
vergüenza , y grave afrenta del reino , que e) rey es-
tuviese cercado ¡ preso v encerrado ,por sus vasallos.
lluviilos desta indijgniúad los demás grandes de la
provincia , acudieron á las armas , por su caudillo ei
infunlo don iu*n de Aragón, que celebrado que Iwbo
'[l)La crÓBÍcádadMAIvarSdeLaaa d¡ce:14deJaIloJ ! ' (t) &« etUbraroa m Avila.
I sus bodas en Pamplona, concluidas lo* fiestas, y
' gastados en ellas no mas de cuatro dias , se partid
para Castilla movido de la fama de lo que sucedinv,
y por las cartas de muchos que le llamaban,
En Avila se celebraron las bodas del rey de Casti-
lla con pequeño aparato y pocos regocijos por estar
ausente gran parte de les grandes y el rey detenido
á manera de pre»i. D. Enrique para su seguridad y
para fortiücarsc tenia en aquella ciudad tres mil de a
caballo : D. Juan su hermano se entretenía en OlroÑIo
con igual número de caballos , que tenia alojados por
los lugares comarcanos: concurrían á él de toda la
Govíncia ; los menores, medianos y mayores trata-
n de vengar la incuria del rey y mengua del reino.
Procuróse que loa infantes hermanos se viesen: no
se dio lugar á esto , ni permitieron que el infante don
Juan se pudiese ver con el rey. Bl infante don Enri>
que maguer que á la sazón apoderado de todo, cui-
dadoso de lo de adelante procuróse tuviesen í^^tf
en aquella ciudad. Nadie tenia libertad para tret#
los negocios por estar la ciudad llena de soldados, y
el lugar en que se juntaban , cercado de hombres ar-
mados. Con esto don Enrique por cortes {3) fue dado
^r libre de toda culpa de lo que hasta allí, se le podía
imputar : nadie se atrevió á contradecillo ni IjablaT<i
en tanto grado que como tíar galardón y pUgo' de
.iquella hazaña con mluntad del rey sé alcanzó del
pontfiícc Martino Quinto que el maestrazgo de San-
tiago con todas sus rentasy estado quedase por juro
de iieredad ú los descendientes de don Enrique, que
Itiera una nueva plaga de España y un pavísimo
daño, si el rey no revocara aquel dcccelo llegado i
mayor edad.
' Lo que solo restaba , la infinta doña Catalina era
la. que principalmente abacia resistencia á los inten-
tos de don Enrique : decia daramcnte no. quería
por marido el míe con armas y Geros pretendía al--
canzar lo que debíeni con servicios, agrado y buent
6t4 IHUOnCADE
votuntid; todivía «¿ncida su flaqueza 6 iuconsbui-
cia, iquellae boJas s« celebraron coa grandes rego-
cijoseu Triarera villa principal cerca de Toledo, do
cI ray tw pasd desde Afila. Dieron en dele el seDa>
rio de Villena con nombre de duque : á Alvaro de
. Luna , el principal entre los paluciegoa , por k) que
eneslo trabaja .le ruehecha donación de SantisUvan
lie Gortait', priiicimo j escalón oara subir al gran
poder qua tuvo, y alcanzar tantas riquezas como jun -
ló adelaiita. Por este tiempo cada día en Cataluña
bramaba la livra. y temblaba toda desde Torlosa
basta Perpiñan. JuatoáGirona^taba un pueblo lla-
mado Amer, en que se abrieron dos ?:ocqs de fuego
que abrasaba (os que se llegaban i dos tiros de pie-
dra: deotm boca junto i las de fuego salla a^ua ne-
sraj j á media legua se mezclaba con un no fque
debiR serSameroca) con que aquel pueblo se des-
truyó, y los peces del rio murieron. Era el olor del
agua tan malo que las aves batían las alas cuando por
atJt pasaban: estendlsse tanto que llegalia hasta Gi-
rona con estar apartada de allí j distante cuatro le-
guas.
ClIfAk T,*eiG,
En Salamanca por d aUmo tiempo ae odiBwli^^t
colegio de Son Bartolomé ú costa de don Diego de
Anaya , que en el mismo tiempo del concilio Coutao-
ciense (ue de Uuenca trasladado al anobispado de
Sevilla. Dióle grandes, roitlas con que buen DÜmero.
de colegiales se pudiera sustentar, á la manera del
colegio de Boloña que el cardenal, don Gil de Albor-
noz dcjd allí fundado para que on él estudiasen mo-
loa españoles. Vidle don Diego de Aoaya i su pasada
por Italia i determinúse do hacer otro tanto : ejemplo
de libtirnlidad que imitaron personas principales en
toda España , ca edilicaron los años adelante cokiRiot
semejantes , de donde como de castillos roqueros ba
salido gran número de varones excelentes en todo gé-
nero de letras. En aquella misma ciudad y universi-
dad se fundaron con el tiempo otros tres que se lla-
man mayores: en Valladolid el cuarto, el quinto en
Alcalá , los menoree apenas se pueden cantan.
En el mismo tiempo se abría puerta á los aragone
sea X poi'^UKueses par.i adau i ri renuevos estados. Fue
así que don Enrique bijo del rey de Portugal por el
couocimiento que tenia de las estrellas (praicsion en
II. AlouMTJe Angin,áeBiUili
le en la
<|ae guU oran pártele su vida) sospcdió que
. aochura del mar Océano se podria aorir camino para
descubrir nuevas islas y gentes no conocidas. Aco-
metió con diversas flotas que enviú para este efecto,
si podría liaccr algo que fuese de provedio. Por este
modo entre Lisboa y las islas de Canaria casi en me-
dio de aquel espacio, e«te ano hallaron una isla auii-
S'ae pequeña pero que goza de muy buen cíelo ;
erra fértil, como lo mostraban los basques espesos
que en ella hallaron á propósito para cortar muv bue-
na madera, de donde se llamó la isla de la Madera.
Dallo principio costeando las riberas de África, poco
i poco parle este infante , y mas los reyes adelante,
llegaron con esfuerzo invencible liasla lo postrero de
Levante , corrieron las marinas de la Asia , de la In-
dia y la <:bina con gran gloria del nombre portugués
y provecí» no menor.
Tenia cercada dentro de Niipolcs á la reina doña
•Juana Luis duque de Anjou. La causa i'c liacelle
guerra era la enemiga que de antiguo ten'in con aque-
llos reyes, y las deshonestidades poco recatadas de
la Dtismn reina , á las cva^fs Qoaw qnier ipe el /ion-
de Jaques ku mando no puliese poner el remedio ni
' las pudiese sin gran mengua suya disimular, vuelto
I á Francia, algún tiempo después renunciada I» vid»
I de Señor se liízu fraile de San Franciseo. El que prín-
¡ cipalmcnte ayudaba al duque de Anjou, era Hocio
Esforcia capitán de gran nombre en aquella sazón,
' esto por envidia que tenía á Bracio de Montón iHro
' capitán i quien la reina daba mas favor : lus cosas y_
fuerzas de la reina se linllaban en gran peligroy casi
acabadas cuando don Alonso rey de Aragón, Quinto
deste nombre, muy esclarecido por la excelencia de
sus virtudes , y por haber frescamente domado y so-
segado á Cerdeña , fue llamado y convidado á dar so-
corro d los cercados , con esperanza que le daban de
que sucedería en el reino de Ñipóles por adopción
que la reina, por no tenfr hijo ninguno, le ofrecía
hacer de su persona y prohijalle- ^o dejd pasar k
ocasión que sin procurallase le ofrecía, de ensanchar
su reino: así cun una armada que envió desde Cer-
deña , hizo alzar el cerco de Ñápeles. El premio deste
trabajo y desta ayuda fue que en una junta de seAo-
res que >• tuvo fD aquella ciudad, aeolMgó y piH
niSTonii
hlicá la cBcritura áe la a<lopcian á diei y seis -le so-
ticmbre , y el pontílice romano alguu tiempo despups
asimismo la tuvo por buena.
No Iraló del derecho que tuvieron para hacer esto,
por ser la discuta mas fiicil que necesaria. Sin duda
■ «leste principio larfias y peijudiciales guerras nacie-
ron Rutre franceses y españoles , trabadas un.is di'
otras hasta nuestra edad. El mismo rey don Alon-
so sujetado qut hobo á CcrdeÑa , y desamparado A
Córcega (I) para que los giiiovesi's se apoderasen
della , se apresuró para pasar en Sicilia, Llegó á Pa-
lernio en breve : el deseo y esperanza que tenia de
nsegurarse en Ja sucesión del nuevo reino, le aguijo-
naba ; el cuidado era tanto man encendido, que cierto
malemitico cinco arios antes desto le dijo, conside-
radas las estrellas , ó por arte mas oculta : « El cielo,
nrey don Alonso, le pronostica grandes cosas y nía-
nravillosas. Los hados te llaman al señorío de Nápo-
nles , que seni breve al principio : no te espantes , no
iipierdas el ánimo. IMsete cierta silla , grandes habc-
«rei, muchos hombres. Vuelto que seas al reino,
nserdn Un grandes las riquezas que hasta á tus caza-
ndores y monteros darás grandes estados. Confiado
»en Dios pasa adelante á lo que tu fortuna y tu des-
iilino te llama, seguro que todo te sucederí próspc-
nramentc y conforme á tu voluntad y deseo.»
CAPITULO XIE.
Como fue preso don lUiríque intinle de Araron.
No pararon en poco las alteraciones y graTe» des-
manes de (bastilla , la flojedad del rey era Ta causa, y
sobre esto liabelle quitado la libertad, de que resul-
taron discordias civiles y prisiones de grandes perso-
najes, y miedos de mayores males que desto se si-
guieron. Estaba la corte en Talayera como poco antes
queda dicho: el rey mostraba no hacer caso ni cui-
dar de su injuria , antes se deleitaba y ontretenia en
cazar. Con esta color ^alíódel Jugará veinte y nueve
de noviembre j se fue á Hontatvan , que es un casti-
llo puesto, y asentado en un ribazo (fe tierra casi en
medio de Talavera y Toledo á ta ribera del rio Tajo,
de campos fértiles y abundantes. Persuadióle que
huyese y lirzoje compañía Alvaro de Luna, que ya
por este tiempo estaba apoderado del rey : otro géne-
ro de prisión no menos menguada y penudicial.
Llevó mal esto el infante don Enrique : recelaba'e de
lo que habia hecho, y por la mala conciencia tcmia lo
que merecía. Por esta causacon nuevo atrevimiento,
Sntadas arrebatadamente sus gentes, puso cercoá
ontalvan, bien que no le combatió por tener en
esto sola respeto al rey que dentro se hallaba. Con-
currían los grandes para vengar este nuevo desaca-
to ; estos eran el arzobispo de Toledo, el infante don
Juan, el almirante don Alonso Enríquez; pero cor-
ría igual peligro, y se sospechaba de cualquiera parte
que venciese , no se quisiese apoderar de todo. En el
entretanto comenzó á sentirse falta de mantenimien-
to en el castillo, tanto qtie se sustentaban de los ju-
mentos y caballos, y otros manjares sucios y profa-
nos. Al Dn por manaado del rev, aunque cercado, y
por miedo de los que á su defensa acudieron , á los
diez de diciembre se alzó el cerco : don Enrique se
fueáOcaña, rHla de su jurisdicción y maestrazgo,
con intento de defenderse con las airuas si so le hi-
ciesen guerra , y en ocasión volver á sus mañas.
El rey, ido don Enrique, dií5 la vuelta á Talavera:
en el camino le salieron al encuentro los infantes de
Aragón don Juan y don Pedro su hermano; saludá-
ronse entre si, reprehendieron el atrevimiento de
don Enrique , comieron con el rey en el castillo de
Villalva que está cerca deHontalvan, Inbodelauna
DE ESPAÜA. ilSS
parte y do la otra muchas caricias y cumplinúcntos,
todos engañosos y dobles. Mandóles el rpyque vol-
viesen atrás , porque también oslo le aconsfjiJ.AlvaT-
ro de Luna , que nrelendia solu apoderarse de-todo*
j subir á la cumbre, para con mayor Ímpetu despe-
narse. Mudúse con esto el estado de las cosas , y
trocóse la fortuna de las parcialidades: Ei rey es fus
i Taisvera para celebrar en aquella villa las fiestjw de
navidad al principio del año <4~2I. De allí se fue á
Castilla la Vieja, do tenia mayores fuerzas, y mas
llanas las voluntades de los naturales. Don Enrique
de Aragón tenia en dote el estada de Villena , como
poco antes queda dicho, con gran pesar y desgusto
de los naturales , que decian no era duradero lo que
por fuerza se alcanzaba , ni iuslo canlra las leyes y
privilegios de los reyes pasados enajenar aquel esta-
do , que poco antes rescataran á dineros porque no
viniese en poder de! rey de Aragón. ¿Qué otra cosa
era entre^r tan principal estado en la raya del reino
á don Enrique sino, poner apeligro la salud pública,
y abrir puerta á los aragoneses para hacerse señores
de Castilla?
De la alteración de las palabras se procedió y vino
á las armas; Don Enrique como era de su natural ar-
rojado, y persona á quien contentaban mas los con-
sejos atrevidos «rué los templados , con soldados que
envió, se apoderó y guarneció todos amiellos lugares
y estado, sarado solo Aiarcon que se defendió por la
Fortaleza del sitio. Mandóle el rey en esta sazón dejar
las armas y despedir los soldados : no obedeció; por
esto y por manaado del rey y con sus fuerzas le fue
quitado aquel estado. Revocóse demás desto lo que
Mossen tiorra , batan y caballero de la curte de D. Alonso V.
5«gon (a esUlua de su sepulcro eilsteate eDh)s*daiistrosd«
la catcdnl de Barwlona.
626 BIBLIOTECA DE
tcnfan concertado del maestrazgo de Santiago, es á
saber que los descendientes de don Enrique le here-
dasen. A estos principios se siguió gran peso y ba-
lumba de cosas, porque don Enrique movioo del sen-
timiento de aquella injuria partió de Oca&a resuello
de ir en busca del rey. Llevaba consigo para su guar-
da y seguridad mil y "quinientos de á caoallo. Llegó á
Guadarrama , pasó los puertos, sin reparar hasta
donde el rey se entretenía en Arévaio. Corria peligro
no se viniese á batalla y á las manos.
La reina doña Leonor, cuidadosa de la salud de su
hijo don Enrique , hablaba ya á los unos ya á los
otros , y procuraba sosegar aquella tempestad que
amenazaba mucho mal : Yo mismo hizo don Lope de
Mendoza arzobispo de Santiago. Persuadieron a don
Enrique despidiese sus gentes. Decian ser eosa de
mala sonada y mal ejemplo querer por armas y por
fuerza alcanzar lo que podia por las leves v justicia :
¿qué podia esperar con tener empuñadas las armas?
como antes con fieros semejantes cometiese crimen
contra la magestad; que si las dejaba , todo se baria
á su voluntad. Avisáronle que á pocos sucedió bien
irritar la paciencia de los reyes . que tiene ios ímpe-
tus, aunque tardíos, pero venementes y bravos.
Desta manera se dejaron por entonces las armas.
Doña Blanca hija del rey de Navarra á veinte y nue-
ve de mayo parió en Arévalo un hijo de su marido,
Sue del nombre de su abuelo materno se llamó don
artos. Sacóle de pila el rey de Castilla, y por su
acompañado Alvaro de Luna, al cual quiso el rey
hacer esta honra : ninguna destas cosas por entonces
parecía demasiada por ir en aumento su privanza.
Las cortes del reino se convocaron primero para
Toledo, y después para Madrid : con esta determina-
ción el rey y la reina partieron para Castilla la Nue-
va. Llegaron á Toledo á veinte y tres de octubre.
Don Rnríque de Aragón , el condestable don Ruy Lo-
riz Davales , el adelantado Pedro Manrique llamados
estas córtej se escusaban por las enemistades que
con ellos teman algunas personas principales. Entre-
tanto que esto pasaba en Castilla, don Alonso rey de
Aragón y Lui^du^ue de Anjou contendían grande-
mente sobre el remo de Ñápeles : don Alonso se es-
taba dentro de la ciudad de Ñápeles ; Aversa que cae
allí cerca, se tenia por los franceses; de una parte y
de otra se hacían correrías y cabalgadas. Cerra , un
pueblo cuatro millas de la ciudad de Ñapóles, fue cer-
cada por las gentes de Aragón ; y aunque se defendió
]ar(jamente por el sitio del lugar y valor de la guar-
nición , en un se rindió á don Alonso. Don Pedro in-
fante de Aragón , movido así por las cartas del rey su
hermano como de su voluntad, con licencia del rey
de Castilla se partió para aquella guerra de Ñápeles
al principio del año 1422.
En Madrid se hacían y continuaban las cortes ge-
nerales. Hallóse presente don Juan infante de Aragón
Íf otros señores en gran número. El arzobispo de To-
edo por estar doliente no se pudo hallar presente.
Don Enrique y sus consortes porque el rey les que-
ría hacer fuerza sí no venían á las cortes , trataron
entre sí el negocio, y resolvieron que don Enrique y
Garci Fernandez Manrique , adelante conde de Cas-
tañeda, obedeciesen; mas el condestable y Pedro
Manrique se quedasen en lugares seguros para todo
¡o que pudiese suceder. A trece de junio don Enri-
que y Garci Fernandez entraron en Madrid. Recibié-
ronlos bien y aposentáronlos amorosamente : el día
siguiente como llamados por el rey fuesen al alcázar
á Sesalle la mano, los prendieron. A don Enriaue en-
^viaron en prisión al castillo de Mora : dióse a Garci
Alvarez de> Toledo señor de Oropesa cuidado de guar-
dalle , y al conde de Urgel , que desde los años pasa-
dos tenían preso en aquel castillo, pasaron á Ma-
drid.
En las corles pusieron acusación á estos señores
GASPAR T ROIG.
de haber ofendido á la magestad, y tratado con los
moros de hacer traición á su príncipe y á su patria.
Catorce cartas del condestable escritas al rey Juzepli
se presentaron y leyeron en este propósito. Pareció
ser esto una maldad atroz : así los bienes de don En-
rique y Garci Manrique por sentencia de los jueces
que señalaron , fueronconfiscados , lo mismo se de-
terminó y sentenció de Pedro Manrique , que avisa-
do de lo que pasaba , era ido á Tarazona. Ordenóse
otro tanto de los bienes del condestable , el cual per-
dida la esperanza de ser perdonado, en compañía de
doña Catalina, mujer de don Enrique, primero se
recogió á Segura , pueblo asentado en lugares muy
ásperos y de dificultosa subida hacia el reino de Mur-
cia , después se fue á tierra de Valencia. Dejó en
Castilla grandes estados que tenia , es á saber á Ar-
cos, Arjona, Osorno, Rinadeo, Candeleda, Arenas
y otros pueblos en gran número : con que la casa
Davales de grandes riquezas y estado que tenia, co-
menzó á ir de caida y arruinarse. Levantáronse otrosí
á nuevos estados diferentes casas y linajes de nobles
y ilustres personajes, como lo^ Fajardos, los Enri
quez , los Sandovafes , los límenteles y los Zúñigas,
no de otra guisa que de los pertrechos y matinales
de alguna gran fábrica, cuando la abaten, se levan-
tan nuevos edificios. Rugióse por entonces que aque-
llas cartas del condestable eran falsas , y aun se ave-
riguó adelante que Juan García su secretario las
falseó, por su misma confesión que hizo puesto á
cuestión de tormento. Disimulóse empero por ser in-
teresados el rey y los que con aquellos despojos se
enriquecieron , si bien justiciaron conforme á las le
yes al falsario.
A don Alvaro de Luna con esta ocasión dio el rey
titulo de conde de Santisteban de Gormaz , y Its nom-
bró por su condestable. A don Gonzalo Mejia comen-
dador de Segura se encargó que en lugar de don En-
rique maestre de Santiago tuviese sus veces , y La
administración de aquel maestrazgo con libre poder
de hacer y deshacer. Concluidas en un tiempo cosas
tan grandes , el rey se fue á Alcalá: á la misma sazón
parió la reina en Ulescas una hija á cinco de octubre
que ae llamó doña Catalina, cosa que causó grande
alegría á toda la provincia no solo por el nacimiento
de la inñinta, sino por entender que la reina no era
mañera , y por la esperanza oue concibieron que otro
día pariria nijo varón. Esta alegría se escureció algnn
tanto con la muerte del arzobispo de Toledo que en
breve se siguió. Falleció de una larga enfermeoad en
Alcalá de Henares á veinte y cuatro do octubre : su
sepultura de mármol y de obra prima se ve en la ca-
Silla de San Pedro, narroouia ae la iglesia Mayor de
oledo : capilla que nizo él mismo edificar á su cos-
ta. En su lugar por votos del cabildo fue puesto don
Juan Martínez de Contreras deán que á la sazón era
de Toledo, natural de Ríaza , y que fue vicario gene-
ral de su predecesor. El cabildo se inclinaba al maes-
trescuela Juan Alvarez de Toledo hermano de Garci
Alvarez de Toledo señor de Oropesa : interpúsose el
rey , que cargó con su intercesión en favor del deán.
Así salió electo, y luego se partió para Roma con in«
tentó de alcanzar confirmación (le su cleccioD del
papa Martino Quinto : tal era la costumbre de aquel
tiempo : en ida y vuelta gastó casi dos años.
CAPITULO xm.
Como falleció el rey moro de Granada.
En Toledo para donde acabadas las cortes se par-
tió en breve el rey de Castilla , con su ida se muac) hi
forma del gobierno, por estar antes revuelta y sujet.i
á diferencias y bandos (1). Tenian costumbre de ele-
(1) Los procuradores que se hallaroo presentes joraroo
por sucesora y heredera ael rciao á la iafanta doña Catalias
en caso de no haber varoa.
m pAra dos a&os seis Geles , tres ésl pueblo Y otros
tantos de la nobleza. Estos con los dos alcaldes que
gobernaban y tenían cargo de la justicia, y con el al-
¡uacil m^yor representaban cierta muner^ de sena-,
lo y regimiento v gobernaban las cosas y haciendas
lé la ciudad : poíiian entraren las juntas que hacían,
4f en el regimiento de los noi^les todos los qite quisíe-
<aea hallarse presientes , con voto en los negocios que
0e ventilaban ; desorden muy grande por ser loa re-
jgídores parte inciertos parte temporales. Dióse ór-
fám en lo uno y en lo olro por mandado del rey , y
{decretóse que conforme á lo que el rey don Alonso
^«tercer abuelo estableció en Burgos, se nombrasen
¡diez y seis regidores de la nobleza y del pueblo por
.partes iguales , los cuales fudroo perpetuos por toda
,ña vida, y lo qoe la mayor parte ifestos determinase,
.esto se siguiese y fuese vaJeilero. Guando alguno fa-
iUdciese, sucediese otro por, nombramiento del rey:
.«amino por donde se dio en olro iocDuveniente , que
Jos regimientos comenzaron á venderse en grave da-
do de la república : así muchas veces ^e vuelve en
.contrario lo que de buenos principios y con buenos
, intentos se encamina.
Con mayor ocasión algún tanto después se corrí-
«ááó la forma del gobierno en Pamplona, que estaba
, dividida en tres gubernadores ó alcaldes^ que á otras
tantas partes de la ciudad hacian justicia, conviene
já saber uno al arrabal, otro á la ciudad , el tercero á
.cierto barrio, que se llama Navarreria: cosa quecau-
-saba iquchas veces alteraciones en materia de jurii-
.dicción, como se pueble creer por ser tantos los go-
biernos* £1 rey don Cirios de Navarra ordenó que
. bobitisa uno solo para hricer justicia , y cotí él diez
Í'urados , que tratasen del bien público y de lo que á
a ciudad toda era mas cumplidero; demás desto que
todos los ciudadanos se redujesen á un cuerpo y un
Juzgado^
A Juan conde de Fox de su mujer le nació un hijo,
llamado don Gastón, que con la edad por maravillosa
tiDUiiauza de las cosas vino á ser rey de Navarra los
i.años siguientes por muerte del principe don Carlos
.i4¡ode don Juan infante de Aragón y de doña Blan-
; oa su mujer , que debía suceder adelanto en el reino
..de su abuiilo, y su padre de présente le envió junta-
. mente con su madre paraaue ella estuviese encom-
£uhía del rey su padre, y el niiío se criase en su casa,
uego que el niño llegó , fue nombrado por príncipe
4e Viana con otras muchas villas que le señalaron,
/cn particular á Corella y á Peralta : cosa nueva en
. navarra, pero tomada de las naciones comarcanas, y
. á su imitación; lo cualseestibleció por ley perpetua,
. que aquel estado se ilieso á los hijos mayores de los
. reyes. Promulgóse esta ley á veinte de enero ano del
. señor de 1423. Cinco meses después á instancia del
abuelo todos los estados del reino juraron al dicho
^principe por heredero de aquel reino en 01 lie, do el
. rey por su edad pesada en lo postrero de su vida so-
_ lia morar ordinariamente convidado do la frescura y
apacibilidad de aquella comarca , y de k hermosura
. y magnificencia de un palacio que allí él mismo edi-
, ucó con todas las coinóoidades á propósito para pasar
Ja villa.
Con el re^ de Castilla aun desde su mocedad y mi-
noridad tema duchas veoed el rey de Portugal trata-
, do por sus em!)ajadores que hiciesen confederación
. j paces; que á la una y á la otra nación tenían cansa-
. des los lardos debates y guerras pasadas, y era justo
: que se pusiese ün y térmmo á los males. Determinó-
i se solamente que se comlcscendiese en parte con la
. noluntad del portugués, y se hiciesen treguas por es-
. p¡acio de veiute y nueve anos. Añadióse que este
. tiempo pasado, no pudieren los unos tomar las armas
contra los otros, si no fuese que denunciasen prime-
.10 la guerra ;'ho y medio antes de venir árompimien-
,tó. Estas tregiias se pregonaroft en Avila j por estar
TOMO L
allí á la sazón el rey de Castítta, con gran regocijo y
fiesta de toda la gente. Uieiéronse-procesionesá to-
dos los templos por. tan gran merced, juegos, convi-
tes^y todos géneros de fiestas y alegrías. En una justa
3ue en la corte se hizo, Fernando de Castro embaj«-
or del rey de Portugal s:dió por mantniedor en un
caballo del mismo ley de Castilla con sobrevistas lea-
tre todos señaladas y vistosas. Rehusaban los demás
de encontrarse con e); mas Rodrigo de Mendoza hi-
jo de Juan Hurtido de Mendoza del primer encuep*
tro le arrancó del caballo con gran peligro que le
corrió la vida. £1 rey le acarició mucho y consoló, y
liiefjo que sanó de la caída, con muchos dones que
le dieron . le despachó aleare á su tierra.
Entre los reyes de Castilla y de Aragón se volvie-
ron á enviar embajadas. Juan Hurtado de Mendosa
señor de Almazan,. enviado para esto, en Ñápeles
declaró üis causas do la prisión de don Enrique, y
pidió en nombre de su rey le fuesen entregados do-
na Catalina su mujer, y el condestable don Ruii Ló-
pez Davales y los demás forajidos de Castilla. Sobre
lo uno y io otro envió el rey do Aragón nuevos eoH
bajadores ai de Castilla, el principal de la embajada
Dalmacio arzobispo de Tarragona alegó para no venir
en lo que el rey quería , los fueros de Aragón , con-
forme á los cuales no podían dejar de amparar todos
los que seacogiesen á sus tierras, fuera que decía vi-
nieron con salvoconducto que no se puede quebran-
tar conforme al derecho de las gentes. Demás desto
declaró y dio nueva del ¿slatlo en ||ue quedaban ks
cosas de Ñápeles , como entre la reina y el rey resal-
taban muchas sospechas, con (¡ue Ins ciudades y pue-
blos estaban divididos en parcialidades: que iafcMrtUr
na de los aragoneses de la grande prosperidad^enqne
antes se hallaba, comenzaba á empeorarse , ycorrwn
peligro no se viniese á las manos. Quejábase la reina
que don Alonso en el gobierno tomaba mayor mano
y autoridad : que no se media conforme al poder qne
le concediera : que daba y quitaba gobiernos, mu-
daba guarniciones, y mandaba que los soldados le
hiciesen á él los homenajes : que lo trocaba todo á
su albedríOy alteraba y revolvía las leyes, fueros y
costumbres de aqu^l reino»
• Estas cosas roprehendia ella en don Alonso sn piro^
hijado, como mujer de suyo varia y mudable, y enfada
da ilel que prohijó: la que se mostii^ liberal en el tiea
po que se vio apretada, libre del miedo se mostraba
ingrata y desconocida, vicio muy natural á los hom-
bres. El rey don Alonso temia la poca firmeza dé4a
reina, y no podia sufrir sus solturas mal dtsimuii^
y cubiertas: trataba de en viaila lejos á Cataluña, y
con este intento mandó aprestar en E^aña una ar-
mada. Nose le encubrió aslo á la reina |)or ser de büto
sospechosa, y aun porque en las discordias domésti-
ca, y mas entre prmcipes, no puedo haber cosa se-
creta'ni puridad. Desde aquel tiempo la amistad en-
tre las dos naciones comenzó á aflojar y ir de caída.
Querellábanse entrambas las partes que los contra-
rios no trataban llaneza , antes les paraban ceiadagy
se valían de embustes , en que no se engañaban. El
rey se tenia en Cistelnovo, la reina en hi puerta Ca-
puana, lugar fuerte á minera de alcázar. Deste prin-
cipio, y por esta ocasión resultaron en Ñipóles dea
bandos, ae aragoneses, y andogavenses óangevinos,
nombres odiosos en aquel reino, y que desde este
tiempo continuaron hasta nuestra edad y la de nues-
tros padres.
Pasaron adelunte los desgustos y las trazas. Fin-
gió el rey que estaba enfermo : vínole á vísiUr eLSe-
nescal Juan Caracíolo, el que tenia mis cabida con la
reina, y mas autoridad que la honestitlad sufría ; «per
esto fue preso en aquella visita : junto o^n esto sin
dilación acudieron los de Aragín á Li puerta Capua-
na. Los de la reina cerraron las puertas , y atearon
el puente levadizo : con tanto doi Alouso se retiró
«7*
r||8 MBLICmCA
vea o» «ifi ríe«go«si]yo le tÍFábun 8attSB<y dardos dee-
-dé tonlloí. Bestds principios-sé vino á Ia9 manos, en
ilM inisMHisi caries y ftakas feleabun; el partido al
ijwfiicipio de los aragoneses -su mejoraha, apodi^ráron-
-se déla ciudad, y en f^n parte Sctqueadas y qucma-
idii9>muclias casos , pusieron céreo al alcázar en que
"kr reina moraba ; uias aunque eon tocia porfía le com-
^tetieren , se mantuvo porlil fortaleza del lugar y leal-
•tad de la guarnición. Acodié á hrreina Esforcia, lia-
-sadoidealli cérea donde teitia sus reales : también á
'^donAloRSo vino desde Siciiia don Bernado de Cabré-
(I», y des«le Cattiluria una armada de veinte y dos ga-
"Isiua, yoHjo navos gruesas^ t¿sta armada llegada que
faé á Niipok's á die¿ de junio, retaso las fueraas de los
-aragoneses que comenzaban á desfallecer y ir de cai-
íjk. Cobraron ánimo con aquel socorro , y de nuevo
alomaron á pelear ileulro de la ciudad, en que nuevas
T muertes y uuevfis sacos sucedieron. La reina se fue
-á Aversa , y en su compaíiia Eaforci^i con guarnición
'¿é soldtdoü, y cini*o nid ciudadanos que se* (^rede-
•iioná 4a defensa. Trocánmso los coutivos de ambos
-pirtes) y con esto Caracíolo fui* puesto en liliertad.
f I : \jnose á lo postrero; oue la remn revocó on Ñola
TÉ 'veinte y uno de jun o la adopción de don Alonso
-eomo de persona iiigruta y desccHlocidai En SU' lu^r
^piMliijA y nombró por su lieredero á Ludovico duque
-de Anjouó Andeg^ivense, tercero deste nombre, lujo
del segunto,llamóle n»ra esto desde Roma, y le nom-
(•bré por duque de Calabria : estado y apellido que se
icostunibniba dur á los herederos del reino. Dieron
^«ft elconsejo poco aeeHado y iálbrttma; que lé fo^
siniestra y enemiga asar. '■'■■
CAPITULO XIV;
(^ómo don Enrique. de Aragón ffie puesto en Ubeitai.
- Don Pedro de Luna ^ el que en tiempo del seísmo
sé llamó Benedicto Trc6e, ed Peñíscola por todo I»
restante do la vitla , confiado en la forláleaa de aquel
iugar, continuó á llamarse pontílice: falleció en el
misino pueblo á veinte y tres de mayo el mismo dia
de la penrrtecoste pascua del Espíritu Sentóle edad
muy grande, que llegaba á noventa años; parece co-
mo milagro en tan grande variedad de cosas , y tan
^ndes torbellinos como por él pasaron , poder tanla
tiempo vivir. Su cuerpo rae depositado en la'igleáa
de aquel castillo. Luis Pandan, ciudadafrode SevíHa»
y cortesano de don Alonso Carrfllo cardenal de San
Eustaquio, dice por cosa cierta en un propio comen-
tario que tiizo y dfjó. escrito de al^na» cosa* deste
tietnoo, que Senedicio fue muerto con yerbas que le
dio en erertas' suplicaciones, que éomia de buena gi*
na por postre, un fraile llamado Tomás, que tenía can
■é\ grande familiaridad y' cabida^ y que convettdde por
su confesión deldeMto, fue muerto y tirado á cuatro
caballos. Dico mas que el cahlenal Pisano, enviado á
Aragón para prenderá Benedicto, dio este consejo;
Y que ej(«cutada la muerte, de Tortosa do' se quedó á
ia mira de lo que Sucedia, se liuy<'t por- miedo de don
Rodrigo y don Alvaro que pretendían vengarla nMier-
-este consejo á la reina ISs¿>rcia y Caracíolo que lopo- hte indigna de su tio Benedicto con dalla d legado, ai
éna\ todo. Con pequeñas ocasiones se 'bricen |3(raii*
-des mudanzas en cualquier p-irte de la república, y
.^•muy mayores en guerras civiles, Ofue se gobiernan
I for'U opinión de loi hombres, y por ni fama mas que
rpor las fuerzas. Por esto ta fortuna de la parte ara-
< gonesa desde este tiempo se trocó y mudo grande*
'•iqente; Don Alonso llamó á Braecio de Montón desde
-loa pueblos llamados vestinos, parte délo quelíoy
"és«l Abruzo, do tenia cercada «1 Águila ciudad prin-
i cipal, Y esto con intento de «ont ra ponelle á Esforoiá.
vIHsro>el se escusó sea por no • tener esperanza de la
victoria , ó por la que tenia de apoderarse do aquella
^<eÍQdad que tenía cerraila , Y con ella de toila aquella
doñiarca. Por esta causa á don Alonso foe forzoso re-
«olveree en pas^rr por mar en España- para apresurar
t tos negocios, v recoger nuevas ayu l«<s para ta guer-
- ira^ dado que n voz era diferente , de Hbrar de la pri-
r sion é don Enrique su hermano. Dejó en su lu^r á
i'don Peiiro el otro lierrauno para que tuviese cuidado
y do tos cosas de la paz y de ia guerra , y todos los obe-
'decieeeo. Quedaron en su compania Jacobo Caldera y
i ^tros capitanes de la unaydela otra nación'. En par-
-tieiilarjiuso en el gobiorno de Gaetaá Antonio do
•'Luna lujo de Ant'nito de Luna conde de Cidalabelola;
-' En el mismo tiempo el rey- de Castilla visitaba las
. tierras de Plasencia,TaiaflrerayMBi(ríd, y le nació
"áemí iriujor otra hila á diez deseiiembre, que se lla->
V BDÓ doña Leonor. El rey moroiuzliep falleció en- Gra*
i nada el año de kis árabes ochocientos y veinte y. seis.
-Snoodióle Mubomad su hiji> por s«»brenombre^ el Iz-
foaierdo, qne fue adelante muy conocStlo y señalado
^a causa que le quitaron por tres veces el reino y otras
.taitas le recobró, y (lorsiis continuas desgracias mas
'>j|tte por otra cosa que hiciere. Mantúvose al prínd-
tiaeiila amistad del rey de Castilla , yruntajnente
izo inuchos servicios á Muley rey de Túnez ^ con
-que se ie oldigó. Por esta forma se apcrcebia el moro t mado ; y así tuvo el primer lugar efntrelos arzobispos
él apresuradamente no se partiera de España , con-
cluido lo que deseaba , aunque no ^sosegado del todo
el scisma, porque por elección de dos eardenales^ie
quedaban, fue puiiito ev lugar del difuntoun Gil Mu-
ñoz can/ñiigO de Barcoloi;a.
Vil era y de ninguna estima lo que paraba en tal
muladar, y e) mismo estuvo dudoso y esquivaba re-
cetnr la liOiira que leofrorla'rí contra el cohsentimiea-
to de tolla el orbe, hasta tanto que don Alonso rt$y de
Aragón ie animó y hizo aceptase ef M>ntJfica<lo cod
"nombre de Clemente Octavo; Prelc^ndia el ívy en e^
to dar pesadumbre al pt>ntiíii*e Martiuo<}Qiiito, que
vía inclmado á los angevínos, f era contrario á las co-
sas de Aragón, tanto que á Ludorko 'duque de An-
jou los d^dspashdos nombró por rey'de?fá polea como
á feudatarbde la iglesia Romana^ y se sabia de Buev<o
nprobó la revocación que la ren^a luana Ifizo d? la
adopción de don Alonso, y juntadas sus fuerzas eou
sus enemigos contra él. Un concilio de obispes qua
Ét comenzaba á tener en Pavia en' virtbd del decreto
del concilio Ccmstnncíense, porcausa de la peste qtia
andaba muy brava, se trasladó á S^na'ciudad princi-
pal de Tbscana: acudieron a lí los otñspos j embaja-
dores de tollas partes. Envió los suyos' asnnismo el
rey don Alonso con orden y instrucción que con di-
ligencia defrmliesen la causado Bisnedicto, fét (m-
reliasen de iiabelle injustamente quitado el póntffi-
cado.
' Atemorizó este negocio al papa Martino, r enti-
bióle en la afición qué nKtstraba muy grande á les
angevinos, tanto que despidió el concilio apresurada-
mente, y le dilató para otro tiempo, conque Pas obis-
pos y ei'nbffjiHlores se partieron. Reéefábase que si
nacía de nuevo et scisma, no se enredase el mundo
con nuevas dtficulüides y torbellinos. Hallóse en esta
concilio dtm Junn de Conlreras con nohibrede
«eon sagacidad de avadas contra ios enemigos defue-^
I ra I para que si de alguna de las dos partea le diesen
''fuerra, tuviese- aeogida y pmpam en> los otros. Pero
tal ayuda muy segura, que consiste en la benevolen-
-cia de los natutales , no procunó ganalla , ó no supo:
iciDÍastro como en el nombre y on el cuerpo ( que le
üamaron por esto Mabonad al Jzquiardo } asi Wen
•-(
por mandado del pontífice Martino, como se muestra
por dos bulas suyas, cuyo IrasFado ponemos aquí: ba-
ilólas-ttcaso un amigo entre los papeles de la iglesia
Mayor de Toleilo; la una dice asi: aComo loe patriar-
acas V primados seatiiuna misma cosa y solo difiemí
»en el nombre, tenemos por justo t debido que go-
»>een también de lae mismas preemmattcias. be aqui
,1 » I*». í
riirt^/ÍM wcjfli> i^»ao«rá/, por;i»wtpPHla4iuiM)^lUka y ' '- ^'■"* ' * " ^ ' • ■
' (»b<inDoiiD:iiq«airq íwmk (uraioiNiipii 4JptT<(4^Q^ i|iie es
iii«a)nnvuip.dcJi«s.Cspi(B8&i f sus;(iUiCp.sáre!» ariaoUlsp^
i.4¡ile,TuhHlu<eQ<n4iv^ft'capjm^, /i^úopUio^ gf»ii«irak|i,
^i4S(96Mii»f)SKÍ*(Hi9i¡»M)nQ« |i>olw$<;Urilq^i^r.^gMr«9 asi
j pMj^qAii^r. noUrios do lai ^^da ap^^Wica y otnps a(?o-
./pispos qiie QO S'in primados, auiiqüeiseaii mas áo-
-^Vll^i^.t^n la^üdad y ^ la promociou^á la roai<c7a
.jMua Iqs wn^^ables liQi^aiijyioj^, nuersUrns OJiLTiiarcus
.,j|^|ii^U iqa\ las liftn ipriitetídidu ifios preceu^ » q,ue-
), j^Tif^náui, j ppfia^sn^ ffMjU^ri<L.d.ond(»iaA«io qu^ «1
.fdiqliQ. jfiai) amalMfp(>. \ §fjS;ruoe&oi:cs , y, tpdos. Ips
As^éiMdttd K(2Pl¥.r domrVibWiür'noMeii^dt! Ja6ic»i(c«i,de
.pósito di» 4irmUtv9 iceiada.) aunque iavr|tUilAj¿..pF0-
- viesen, dp par on par, deciu,(fH<9 uo. seideMa »i)iiítr
.sino con iu^ y vionde la áu« hacían»' ni contrario
Jur»n.d« Gorbrra poriíaba qebiani apret^riik los que
estaUan: medrosos, y no dul lea espado para que^
rehú:i(V$en (jeínersas y colasen fihmorOeAW pt^re-
per fue el rey : (orniise á comenzar Ja. poloa, y fion
.gran(uipptu entrainn en la. ciudad. ¥ue grúiMléi el
atrevimieMto y ^iesárden de los soldado^ á oau^ide la
esi;uridad d^ la Boche ^ grande la l4Í>erJUdde rob^y
jptrus m'ddadcs. Mostró el ?ey ser de tütt^no religHifio
^n^ Ig quo Oi'dené^ qi«eó4^'mu^qs qfié.se ree^»-
....... ......... ,. roná^aifile^ins^no 80 les«luoit)se a^ra^io alguno:
iii^oem^ primadpf de .aqjai:adi«lau:a .para sien^Nre ja^ Jas Q>^smfis,^sa$ que llevaron ^ «lanoi^ prQgooar oo
-íw4sM;/a jBMPpn^ t)4^ Ims patnwruiíi sui^^Uf^liis,»^^ ^lasqmtesea, y. así ««guardfi. Dejaren la cuidíid,
.Jfpr49reri[f]qsj, j|n|^p|4QSlaa-eu Ip^ susodichos l\iaare$
<5'íMW*l^^»cpfi|Cd»9^, íip^dp'nji^í^y punwsU)rÍQs..y.|irgítCfts
.(Mea)i*jHqtes,¿iüs.D^Uirio:^ y otros ^r:tobíap<>$.4Meju)
;..i)tfp[y>rÁma)lo^^ ^ó obisUnf^la cdaf) y ordenación mas
f PfMAtft»va de (QS'lal^*^ ari|nij|^sp^)s up prjmailos, no obs-
..fi^m^lq lQ.ls^ Lu^ den)j(S 0954$ coplra^ius^ cuuleaiquíer
^,^ümfi es,el.lr;ísla)lp ítelaipriíií^a bulíi , efclenor^©
.ib pfj^f^ buia^ l)rpve.ps/^lqvie spsi^u^; (t^u^que
].pa^yci|ej;íd)le$,hy^u^iHis ue^slros^z^ui^po^ j pre*
.,p)a4os uut^'^d^b^Uan.^ el cp/icdiof^/^rierjálj estén
• obligados á mirar ^jl¡gpDU^n)^i|{t,e , 9uídar , velur y
. .{ifjjsükij^f ppr«I|E;slaf)<f pfóspf^ro de 1^ l^le^ia univcr-
,f¡sj^| y,i^uei»í|Q^ y po^ la couscrYUüioa^le la libertfil
l..areclesj«'ist|ca iiAeinpfrp^ue ü^npinits. y poniéramos
jp'^r pdniudiulv Uf ^^pi^ias y portauio (coiiio ya lo
\ ifef^ii6 la espcríeu^ía. cj) oifc^r^ iv)rle ), en^ ant&-
^ipppe^tó á losamuclos liijys pue^itáis^ i,iui*strofi pota-
^íjríffs y í\é.í| i^ik ap03túac^,,l|0Si;l|alesÍ5ol^an!ep^es-
M? V'^ ¿ ^^.«l^tpá^ l^^^'fi^if^ ffOmo tiinbif n ba^ Je ser
^ 9 p^íjfcrído^ en el concibo y ;sus se:^ivat^s , y olrps ilun
^,jig,,rj*s, dudJíco^: |idr.(aulQ debes con 9i!i% íervpr
]jjj}9i|jflfMÍi'w, ]f 9011 mas \íg|Iancía mirar por. lodpjijo
t;Pfl»íVRwepei.e >d,e^ladp„d^ la.iglcí^la, f^tólipa,, j
jjjíC9;^,(^j>^.e^CjL:|c^u»\litui9 ne dignidad. Por lo. cual
• ul^f^ílí^Tfí^^'^ü^^'^»^'^^*^'"^^ ^ ^ oulernidad,. que i¥>
^Vd^Jimós ser ler viente en (ufe y circfiíu/spiíctp , que
""pien.lfi^ cosa^'jleldípljo 90^10^110., procuroíi se^prooevki
¡»WfiPí.q^S pnes erfis pri)na^p,de |as E$pa\w8» así
^jp,copjp'prifdepleme¡nléiló;|iiiC9S conforj^ae á la snhi-
'^.(fiu-ia jiue Oiq^ te,|)^ aailo , mjres todas ^quella^ co-
'¿i^'K\i epLpl.tlícho qQn';ili(v^cónsi¿¡c^ y provean lasque
^» t,^ pa^epcni" ^é^T^^*¡as^>o proypqhosas para/^ fenz
'jf estulo ae'la ¡f;l»í^ía Roman?^, y /i^ues|í:a libara y de
-Í!í ^^%i.^P^!*>'!H^ .J^o^l^'W fl»i? conocieren perte-
|>ne9er a la gluna di^ Pips^vy 6¥ ^^^^^ ^^^ ^f^ ^^^*'
p enero »^.de^ nuestro. pontdic^dp.aiKi| s^ptip^o^u Pero
' é^tas (^ns 9ucc\l^pn á|goa,delante deste tippspo .en
_j||e.yám9^ •• ,^ . .,,, " ". , „ . ^. . .„
..,, Al pfcséíile fjJ cey,.dbn,AT(íns9 e^i .qqcucu^n 4e li
re^piuciopqúe.tqnip p^^pasár.A £spr^n^^ se embarcó
' en miiá árníjiciñ dé diéz y' ocfio galeras jr,iloce nave^.
^ HIzpse á la vpja, de?fje,{^[á(|ojp:\ fiedjfido el mes de oc-
t^bi^cjf O ijempp piía recio y Ifi ^azon mala, y así,|Co;i
;bójra^ca3.que,5e¡l5Vniitfrop Jps tóelés.^p 4erro\j;^r
ron j C9jrri¡?roin y pjviJif ron p.pr diyersps Jugares, Cal-
W crí^'|éiito;j<}pn^áMe,'s^^ y siguiierou w
aérro,(a;'x|pg;irflin 9; ítuf^ila., 'cipila(1 principal pn las
'.ft^r|í'a?;#3i PríjJípnzíi'^cplebrp per el puerto que
tiene piüv¿Duen,o,^ v,á Ja sazón, suj9|Ui,,^ scnono qe
4^.?Í}9?%Sv.*p5HP^^ ^» el ímerto,,. rompidas
m éadeu^asOTn que se cierra; g^n^dpeJ.pwertc/wot-
' metierPú á la ciudad : fue la pelea muy recia por mar
y tieira , que duró has^ta muy, t^rde» \eoida l^.nopjie,
* TÓ«0 I.
y embarcaron en las naves toda la presa , con q^p^se
^i;ticron al Im (iel anoi Entre 'otras opsas los l^iifsos
ile.San l^is obispo de Tulosa^bijo^ de, Carlos Sewin*
do rey de ^\/tpoles , fueron Uevados á gs^iaua y it ya^
leiDcía , donde el i^ey aportó, y á'iÁ fondq con.su ai;Ria-
da^ acabada la navegación, Np quiso detenerse, en
^ras^ciadades.porabrieviar, ^ desdeíons cencatU^ar
dp.la Jíbprtad ae dojguEnriáiie hu hermano. ] . .
Avisadp el rey. de.Castill?. dp su venida,, le envió
sus einbajadprps hI priopipíodel 9do.i4;¿4 (|úe^4^e-
«pn el parabién de la .vpnkia y de Jas .yictori^is que ga-
naría f deiq^s.itf)irtO|lp (Mdte«?n^iflnuevo;lp ei^(reg'*\^eti
los ileMer^iite y ^l^iu jdps^paTía que ee^tii viesen á ipl-
ciH de los^que io^ pargabn^. tlstps «mbajadures /tu-
vieron audiencia en Valencia. ^ los. tre^ dr'.übxi^.en
tiempo que Jas cpsis de Ani^ón e» .Mápp'H^ s*' pmpeo-
rübao grandeipente ^y de.iU>dii pMnto.,sf hdlaoaii.sin
e8peranza<de.mejor¡a, dquo queBsío^cia, qipiiaif.de
tanto npo^re por hacer lev,áut:ir, ^iCff 00 4el Aguilai
que U tcpia cevciida. QraCjCia, seaMc^ó ú 9ÍM^p.de
enero fd pasar dpi rio Ateruo, que pop las iluviaa del
jpvierúo iba lúachad0pi[l.),Fuedp.p^9P moiiicuApesta
muerte» porque Praiicjsco ^forpia,, que, ya, era de
Jbuena edad ^suplió bastanlom^te lasprles y ¡f^lta
4^ su firiidre (2); acjudi^on|f»,sm eMP fuereifs y;.f^
. corro? ^c,fu^era. .„ ,; , . ., ;,
. El poQtiílce romano MaHinOji;y (PliíHp<^,di^^e de
Jlilan ppr in()ustfia ^elmfmo ppi^iilioe s^^pncfi^ia-
rpncon los^ angevinosu El dufive hizo apresfar, pna
gruesa añilada en .Qléppva , y. h enviden favor die la
jrein^ilebájo dpla,conduc^ delí capilf^vQuidon Jjuir
relio. Esta armada y gentes de tierra que acudipfpa,
parearon sobre Gaeta. Pudiéraseientf|i.*lenrr pií^su
fortaleza ^ mas brevemer^te se rindió 4 partido nuÁ^ 4e-
jjV^en ir Jiba*eicomo lo lMQ¡ei»n.la gu;iriiicíon de-á^-
gpneses, jQanafV^ Guptp , pasaron, a/ibrp Niipvkia< J^'
pobo Caldera quo tenia: pl.^i^ídado de g^iarw aquella
ciudad , se.poucertó (:jon.,los piiemígf^f^^ 'q^e Jé pfo-
me^ierpn el suelilo que .los aragoneses le debían , y
-9pJ^PP8I^Í>ap:>lpm:ido,pl asienlOp sin; dificultadles
,abríAlas.puerta^.lu color que ^m^p^rfi.lo qjue piíao,
,era quQ,pI,ipfiiote don Pedro le pretepdiera má,tar,
qomp á Ifi verdad ipps^ kfnnhpfi de poca^ildcJida^L de
aointo ^epnsjtanta Y,de^sodB|CÓsps nuevas. A doce
de.abrd 40 perdjó la ciadad de Nápoloii, x todavía
Jpa 4^ Aragón conservaron en ella (los castillos ^^s á
,9^j Capitel novo I y otr# que se llati;^ del Ovo^ pe-
que^ y (eatrediq, pepo fuerte f^n dpmpsía por estar
apbre un penon cercado todo de mar* . ,
Ganada la ciudad de Ñapóles j las demás cosas eran
íacilesaJl vencedor: laa ciudades y pueblos á pqrfia
^ \fi repdian. Llevaba, rpal el de Aragen.y sentía mu-
chp qup por la prisión qi|ie hiciera el rey de Castilla
. <í'i
( I ) Hoy se llavü Pts^iri « qaeclcaagua aa d Adnltieo*
C^) Eca,bafiUrdo,.sa(9d<^dli,ttoa barifiaaa,. ^, .. j, „
27**
r-^^ BIBLIOTECA DE
en la persona de so hermano , á él puso en Ttssefíiñó
♦le hacer auseneía, y se hobiesftj^tir Venganza , pero
tan grande. Bp/^^<n1o todo antes de comenzar y rom-
ifef ia guerm. €on este intento el arzobispo de Tar-
lagona Dalmao de Mur que despachó por sa embaja-
<'4or , en Ocaña en presencia de los grandes y del rey
(te Castilla propuso su embnjadu. Decia era Justo
a^ cabo de tanto tiempo se moviese á soltar al ir) (ante,
si no por ser tan justiGcada la demcñda, á lo menos
'por el deudo que con él tenia, y por los ruegos de
•^us hermanos. Si algún delito había cometido , bas-
' ientemente quedaba castigado coo prisión tan larga.
i^Jue el rey su señor quedaba determinado no apar-
' terse de aquella demanda hasta tanto que fuese li-
-ftertado su hermano. Vuestra alteza, roy y «euor,
debéis considerar que por condescender con los de-
'^os particulares de los vuestros no ponáis en nue-
vos peligros la una y la otra nación , si Tiniercn á las
manos.
En el palacio real de Castilla y en su corte anda-
lian muclios de mala: sus aficiones , avaricia y nii3-
líos particulares los enconaban: recelábanse que si
«Ion Enrique fuese puesto en libertad / podrían ellos
$BV castigados por el consejo que dieron que fuese
preso. Temían otrosí no les quitasen los bienes de
los desterrados, de cuya posesión gozabnn, y aun
*-(fOT el mismo caso teniun aversassus voluntades para
que no se hiciese el deber. A los intentos destos ayu-
(Vibnn otros, en especial Alvaro de Luna, soberbio
por la demasiada privanza y poder con que se bailaba
*▼ que tenia por bastante ganancia y provecho gozar
~fic lo presente sin esteniler la vista mas adelante.
'É^tos fueron ocasión que no se efectuase nada desta
vea,*ni aun se pudo alcanzar que los reyes sejunta-
'^ para tratar entre sí de medios. Despediifos los
embajadores de Aragón , el rey de Cnslilla se fue á
•H^iygosen el mismo tiempo oue su hija doiía Cata-
lina murió en Madrigal pueblo de Castilla la Vipja á
' ú'ieit del mes de agosto: enterráronla en las Huelgas.
tsih tristeza en breve se mudó en nueva y muv cran-
' de alegría por causa que en Valladolid nació de la
' reina el príncipe don Enrique á cinco de enero prin-
'cfpio del año que se contó de aquel siglo decimo-
quinto 1425. Sacáronle de pila por orden de su padre
el almirante don Alonso Enriquez , don Alvaro de
Luna, iXego Gómez de Saudoval adelantado de Cas-
'ütla junto con sus mujeres. Por el mes de abril todos
"foí estados del reino le juraron por príncipe y here-
"Bem después de los dias del rey su padre' en sus es-
tados.
', En Ziragoza el rey de Aragón se apercebía con
^í¿do cuidado para la guerra: por todas partes se ola
"ruido de soldados, caballos y armas. Tratóse en Va-
'mdólidde apercebirse para la defensa, flíznse con-
'<uTfa, en que hobo diferentes pareceres: algunos
"(ferian que luego se comenzase , hombres que eran
''mbladores antes del peligro , cobardes en la guerra
val tiempo del menester; otros mas recatados sen-
«nan qm3con todo cuidado se defoia divertir aquella
' t^^mpi^stad y y escusarse de venir á las manos. El rey
'j^éiiajlibaduiloso, ynoentenlia bastantemente ni
's^e /Iteraba de lo Que convenia hacer. Don Carlps
Vey de Navarra, cuidadoso de lo que podría resuftar
tfcáta contienda en que se ponía á riesgo la salud pú-
'blica , eotió con embajada a! rey d^ Castilla á Pedro
Peralta su mavordomo y á Garci Falces su secreta-
rio , en que ofrecía su industria y trabajo para sose-
' gar aquella contienda. Estaba esta pnUíca para con-
duirse por gran diligencia de los embajadores, mas
estorbáronlo ciertas cartas que vinieron del rey de
' Áragotí , eo que mandaba el infante don Juan sü her-
mano se fuese para él , que quería tratar con él co-
9áS de grande importancia. Partióse para Araron
contra BU volaatad^ como lo daba á entender. Pidió
<>^^^Ja^ ello licencia del ref ^0 CasiMtr él
demás de lu licencia le dio comisfoa pan qjie desa
parte tratase con su hermano de conciertes.
Estaban los reales del rey de Aragón en Tannlmm
á punto para romper por tierras de Castilla si n* le
otorgtiban to que pretendía , con taiV grande deseo láe
vengarse y satisfacerse que parecía en compamoíóa
desio no hacer caso de las cosas de Ñapóles , si Mea
tenia aviso que sucediera otro nuero desastre ; y Aie
que Braccio capitán que era de grande nombre en
aquella sazón , «fuedó vencido y muerto junto a] Águi-
la que tenia sitiada , en una batalla que sedió á reíate
y cmco de mayo (i). La demasiada oonGanza j me-
nosprecio de los enemigos le acarreó la perdición.
Era general del ejército ofel pdpn que acudía á fa rei-
na , Jacobo Caldera : con él dos sobrinos del cardenal
Cfirrillo por nombre Juan y Sancho CarriHoaqoei día
se seiíalaron entre los demás de buenos, y faerón
gran parte para que se ganase la victoria , como allo-
zos que eran de grandes esperanzas. Los mismos de-
más destoco prosecución de la victoria con gentes
del papa que llevaban , y les dieron , en brev¿ se apo-
deraron déla marca de Ancona, de que Braccio antes
se apoderara. El cuerpo de Braccio muerto v lletade
á Roma , como de descomulgado , fue sepultado de-
lante la puerta de San Lorenzo en lu^r profano;
mas en tiempo de Eugenio Cuarto pontífice romano
le Ir islaló á Porosa, y pus3 en un sepulcro muy pri-
mo Nicolao Fortebraclao, que tomó aquella cradad
de Roma , y procuró se hiciese esta honra á la memo-
ria de su tío , hermano de su ii^adre.
En Florencia ciudad de la Toscana falleció don Pe«
dro Fernandez de Frías cardenal de España por mavo:
su cu^.'rpo vuelto á España está sepultado en la igle-
sia catedral de Burgos á las espaldas del altar mjiyor.
Era de bajo linaje y hombre pobre; mas su buena
presencia , industria y det^treza , y la privanza que al-
canzó c m ios reyes don Enrique y oon Juan , le le-
vantaron á grandes honras. Fue obispo de Osnia y de
Cuenca: la estatura mediana, la ^ida torpe por su
avarícia y deslionestidaJ. Sucedió que en Burm
tuvo ciertas palabras con et obispo de Seg?Tia oon
Juan lie Torclesillas , al cual el mismo día un criado
d''l cardenal dio de palos. La infamia de delito tan
atroz hizo aborrecible á su amo . aunque na tuvo par-
te ni lo supo , como lo confesó después el mismo qoe
cometió aquel caso. Sin embargo á instifUcia de ca-
balleros, que se queiaban y decían que la soberbia
de aquel hombre sin mesura , olvidado de su suerte
antigua , se debía castigar , fue forzado el dicho car-
denal á ir á Italia. Apoderóse el rey de todo su dinero
que tenia juntado en grancantiilad^ que fue la prin-
cipal causa de apresurar su partida y destierro. Des-
ta manera perecen mal , y hacen perecer los tesoros
allegados por mal c.imino: los varones sagrados nin-
gún nrias cierto reparo tienen que en la piedad y bue-
na opinión. Si en el destierro en qoe pasó lo demás
do la vida , mudó las costumbres , no se sabe : lo cier-
to es que fue á la sazón gobernador de la Marca de
Ancona por el papa , y que en Castilla fondo el me-
iiastciio de Espeja de la orden de San Gerónimo , re-
ligión que iba por este tiempo en aumento muy gran-
de en España.
Dotí Juao infante de Aragón fue recehido benigna
y ma;.niíi!*amente en Tarazona por el rey su hemia-
Wí. Entretanto que por medio del dicho don Juan se
trataba de las condiciones, y se esperaban mas am-
plias poiieres del rpy de Castilla y de los grandes para
pron un erar sentencia en aquellos debates y de todo
Ímnlo concluir doblado el camino entraron los (fes
lernianos sin hacer daño en tierra de Navarra ^ j
ascntiron sus reales cerca de Milagro, pasados yaks
calores del estío. Venidos! os poderes de Castilla como
(i) Otros dicen que i i4 de jiyiio.
s«.pedüan» «e volvió á tratar de componer Iba difeo-
renciaft entre los reyea. Consultóse mucho y birga-*-
mente sobre el negocio: últín^amente en una^uota
que cerca do la torra de Arciel i los tres de setiení^*
ore se tuvo de personas de todos los tres reinos y na*
cioncs^ se pronunció sentencia la cual contenía:
Qqe sin dilación el infante don Enrique fuese presto
ei) libertad ^ y todas sus honras v estados le fuesen
vaeltos con todas las rentas corriaas que teman de-
positadas; lo mismo se sentenció en favor üe Pedro
Manrique, que andaba desterrado. Esta sentencia
pareció grave al rey de Castilla y 4 los suyos ; mas
era cosa muy natural que el infante don Juan favo-
reciese y se inclinase á sus hermajoos, en especial
oue ninguna esperanza quedaba de concierto si no
wan al preso ante todas cosas la libertad , que fue
kugue hixo amainar al rey de Castilla y á los grandes.
En el mismo tiempo don Carlos rey de navarra lia*
m^ el Noble finó en Olite, Su muerte fue de un ac*
cidente y desmayo que le bobrevino de repente sin
rofneilioiy.uñ .ñauado 4 ocho de setiemhre él misMio.
día que se celebra el nacimiento de^ nuestra Sonora^
Sn cuerpo FepuUaron en la iglesia Mayor de Pamplo*
na: las' honras se le hicieron con aparato real. Hallóse
á Bfi muerte doña Blanca su hija , que parió poco an-
tea una Jiija de su mismo nombre y tuvo adelante
poca ventura. Ella luego que Xalleció su padre, envió
i su marido en seüalde la sucesión el estándar t^ real^
con que en los reales di»nde se hallaba, le pregonar
ron por rey de Navarra. Pareció á algunos demasiada
aquella pnesa, que decían fuera justo que ante todas
cosas eo Pamiiüona jurara los privilegios del reino y
ius hbertades ; pero los veyes son dcsta manera , sus
voluntades tienen por leyes y derecho , disimul«n los
fifandes, el pueblo sin cuidado de al, y sin Ikncer
diferencia entre lo. verdadero y lo aparente hace
apiausD y á porfía adula » ios que mandan , y si al-
guna'v.ez so flfende , no pasa de ordinario la ofensión
de las palabras. La nueva de-la libertad queá la. hora
se dio á don Enrique , en día v medio \W^ á noticia
de sns hermanos con ahumaons que tenían concer-
tado se hiciefen.en las tarros y atalayas, de que hay
encastilla gran número. Con esto las gentes íle Ara-
aspi8A.. ^|.>
se hallaba dividido .hasta aauf en tres parcialidades K
bandos > es á saber el de don Alvaro de Luna, el do
don Juan, y el don Enrique infantes de Aragón.. A,
estos como á cabezas seguia« I09 demás señónos con- .
forme Á fas esperanzas varias quA tenia cada uno., ó< 1
por la memoria de los beneUcios recebido&de algiína()
de las parces. En lo de adelante, concertados (os inr •
fantes entre si y reconciliados , de tres bandos resolr^
tarondis menos perjudiciales alreino^ La mayor
parte 4e los señores se conjuró contra don Alvane.
Llevaban mal que en la casa real con pocos de su ^ob- ^
lía , y esos .hombres bajos y que los tenia obligados»,
estuviese apoderado de todo, y gobernase .á loa do-^
más con sobterbia y arrogancia. Menudeaban las qotv
relias y cargos; quejábanse que sin méritos suyos^n^
las annüs , y sin tener otras prendas y virtudes , aeilo>
por maña y por saberse acomodar al tiempo hobie8ei>
subido á tal grado de privanza y de poder, que solo
él reinase en nombre de otro. Miraban con maloai
OJOS aquella felicálad de.este hombre , y deseabaa- sei
teflnpiase aquella su prosperidad coa la memoria de siis>
trabajos y oscuros príacipios; mas él asegurado por»
el (¡ivor de su príncipe » con quien desde su pequenai
edad tenia gran iamiliariilad , y süi cuidado de lo da '
adfilantei todos los demás en comparación suya me^
nospreciaba conüado demasiadamente en el púresente,
poder, en tanto grado que se sonrugia, y gmndttí
personajes lo. afirmaban, que se atrevió á requerir
de.amonesála reina: si con verdad ó falsamenteiü
aun entonces se averiguó ; creemos que por lu envi^
dia que le tenían , le levantaron muchos falsos testl-*
monios y se creyeron del muchas maldades »
1.a semilla desta conspiración se sembró en grmij
parte en. TarazoQia cuando se juntaron, como está:
díi:lio , los tres hermanos infantes de Araron. El an* .
luego siguiente « que se contó de 4426^ vme ú saziH\
narse la traaaa; en cuyo principio el rey de Castilla/
celebró las ¿estas de Navidad en Segovia, y don Juan 1
nuevo rey , de Navarra las tuvo en Medina del Campo 1
con su niftdre, y aun poco antes se viera coa el wt
de Castilla en la villa de Roa% Don Enrique era ido ái
Ocmu por estarle mandado que no entrase en la cór-^i
le , ni se entremetiese en el gobierno. El rey de Ara-^
gon se entreleijía en Valencia en sazón que doñ&>
gon y soldados dieron vuelta á Tarazona , y luego por
el,mes de noviembre los despidieron y se deshizo el Costanza, hija del condestable Ruy López Davales, sg)
caippo. Eliniunteilon Juan pasó hasta Agreda para desposó con Luis.Massa, joven muy noble y rko,
receñir á su hermano que venia de la prisicm ,^ y. lie- coJí dote gue el rey le dio ea gran parte. Tal fue h
vark al rey de Aragón. Ningún dia amaneció mas
alegre que aquel para los tres hormano<i : rogorijá-
bapse no mas por la libertad de don Enrique que por
dejar vencidos con ej temor y miedo á los de Casti-
Ihij. que es un género de victoria muv de estimar,
talleció por el mismo tiempo ^n Valencia á veinte
¿randezadeánimodeate príncipe, que no solo ayudó*
a la pobreza de su padre ^ viejo y huido, y dervíbedaí
solo por la malquerencia de susi contrarios , sino que 1
al tanto á su hijo llamado don Iñigo Dávalos, V á sv;
nieto que tenia de don Beltran.su hiio , ll<m:iik) d<^i
luigo de Guevara, dio grandes estados después
y.nuevedeBoviembr^ don Alonso el mas mozo duque j seapoderó del todo de Ñapóles. La reina vde Aragón
de Gandía sin sucef^ion. Su estado ae Rüiagorza se
dio al infante don Juan ya rey de Navarra. Este fue
el premio de su trabajo ,. atlemás que le estaba antes
Sronv>üdo. Don Enrique de Guzmpn conde de Niebla
etipue-s de gramles diferencüís y debates se a|virtó
de.doñu Violante su mujer, hija qu&era de don llar*
tía rey de Sícilli ^.con gran. sentimionU) de su her-
mano don Tadrique conde de Luna. Dolíase y sentía .
grandemente que su Imrmi^na sin tener respetoá q^e
er/i d^ cangro reat, y sin alguna culpa suya,, solo por
hs locos amores *de fu. marido , mozo desbarnta^K
fuese de aquella suerte maltiriiiada : de que re)»ultó >
gcav;e (ipemigaj larga entre aquellas dos casas. Dojn ,
Fadrimie atraia i su voluntad , y procuraba ppp^r. á
talos |os menores de Castilla guepOiiin,,coii deteo y
ii\tQnlO: de afirmarse, y.^alisiacersede qu cunado.
CAPITULO XV.
Que don Akaro de Lona|fde echado de la corle.
CóTrta libertad de don Enríqne las r^osas de Castí-,,
ila empeoraron, si antes estaban trabaj{i4a4..£ix^ii^
viuda Qon su hija dona Leonor fué á ValeiKÍa ¿ i na» >
tancia del rey de Aragón su liíio, mas en breve dio la.
vuelta á J^ledína del Campo. No quería que- con su
larga ausencia recibiese pesadumbre el rey ile Casti-
lla, coQ cuya licencki el conde de Urgel de Ca^tcóta*^
raf ) donde le pagaran del castillo de Madrid> fuelle—,
vado en esta, sazón id reino de Vulencia,.por.en ténder'
era roas á propósito para las cosas de Aragón for las '
alteraciones que á Castilla amenazaban! Pusiéronlo,
en el, castillo de Jútiva, en quediófin^á sus diá&jr
prisión larga.
. En la .ciudad de. Toro se tuvieron cortes de 'Cqstilla •
en que se trató de reformar los gastos de la cáte'raal^ I
¡ateiito que las riquezas.y rentas reales , aunque muf. >
giTindes, no bastaban ; para esto la giun-da ei> «éeJK •
contaban mil de á cahailo, lúe reducida á cielito, i »
por capitán della don Alvaro , que fue ocasión bon« ]
Íiuevo c^rgo ú él de mayor pode t,á los otros M cniei-<
a envhlia que le tenían , se.aumentase. Fusnoh-sew'
adas osUis cortes por, ia muerte que á'Ja sazón éUce**<'
d^ dp 4oAjpi9rsonas priocipalea:|el nod iue Júsa'^»**
t$t^
BIBL1fMCfA^»B^«Al^iÍAf¥'ÍflK.
clib mafMd^mb dé tá^cá!ia'r<í<i|l,-dati Juan su híji^
ti^s ftfiífs adelante leti^Qinidulilp^: ^mdtí^tidó piítsur-
áéU'ékimií rálvf (KM* ^usvirf lióles; !$ii oflolo ^ue
(eiiÍB deaimíiiim«<uel íXKir;di^dn!y'á dotv^ádri^ue
M'i
^dé AlcintAFfl don Juúrvde Sbtnmnyor, Pedrúiilé W
«ia|p Mtntréro > Uíwpv , let rey^ d^- Navarra , ddñ Etirh
^«ur harmiinc^ t otrosí. iHicMfón: ^v^^ni cMlfeilf^a-^
^lÜnh jurada eonaodbs M fuensiis ppsifeips , -qué li!ti
dtiwi lokfqismdS'por omfgosypmriem'ití^ós, y^itó
saWft itt'^loHdad rM, procuiiirMn'<fUé la nepublicáf
oí0)hMibie«e algún dáno, (}iie>lr!iiflii nlttrada k»» ma-»'
Atrareü di^Thfé^ íw^fWr de Otoi^iif ; y luatid^H^i-'
dokM SftSí^i^ dé Alrtiflt^tir. jioir i^t^t fttt1bh$ AblitSiAo^f"
áoh AFvard, déF^*Q(ifl li?abái/ d<o$üiMté¿ld cáídá Éi''
«fui / .'■' - ' »)'»!'' ■ 1 'j'i ' i: "• i')íi 'i¡ i. /ii* •> Mil
del ref\ tíon ffdt^Yi i|^<fdíá íúnvfé% 'prívAn^a iam a^ jr '
8if4iiii>/
:li'0B'<cy&hde9'do0astílta oAm0n{ba^iyM>fitFe-Rí B . ^ ,.
SBirUitlientOB |)0f «^irtaB ^mehsniefos rard que la ptfr-^ ctinar'. iferuíin Aférií^o dé KobU'á $e tfdle|i6ñfn í t(^j
Uf»/ léese iiMis< «fonp4a : éstna fyeHmi' m*; fime^tNis dé di^biA^ eil itutoríilad | y corñcy aittes fUeáé tn pHVariiíi' -
J4S*dnletie9,:«|fdb CillaDHrVü iloír Loie d«<'6azmná ^ y def tey (4 (fi^ r«er^A(y ti t^eiiT ^Alvaif^,' a lü '^a%brf<4t^1«l
• tffifo >l'i»rtdiítéíildfti''ííe'ft¡kó'Wrts'poíaMs^
HQp eamarérotiiaTbf , etrey^deNí^v^rra, ddñ Enrí-^' tatito qtiie ton id^a^ijfiie'dé k^íkT WútnW^íMchíf^h^*
lof oBHtejiMy gobierne de ál^^urtoá. Esf» cónf^iti^ra^' Databa el ^f (iit^Aíá\ñti tsmij^ él'tióiV|iié>taj[fHííutitdÉÍ^
clMi sé '11100 Bé príneipbidel utes de noviembre eiylü'
eraqita de Ordltátíerra de Médtkiairlel Campa : los i'»-
taátdQm^seran derengumeQue de api*ovecbar. Cl
oarf» elida vfi eti^odO'cUa, fue el acIHiint^de PtfiAró
itenrlqfie;, de quíei) pop tos memoriiis de aquel lletfh-'
filítBentibndeTué1lmnlbte de 1ng¿ní^ inquieto y bti^
bI«6(K . --1 ■':• ' '•' ■■'•• ' •■ '■• •■ • '
tíBiiJiejtde Ga«til'a de Teto i»e f^ d Zamora ¡ü pí*fn-«<
ápnídejenc^ i^l.'üon enricfueitifatitede Amgen,
akamada prímem,' y idojipues llegada ttrenda de enf-;
ifitfeti'íü cérieí sin embaf.^'O m(wió de Ocaña pnfá'
Castilla la ' Vieja con 4ierm6so> acompfiSV» miento /y
ccrnitiis. armas. apereeliído pam k) q^re* siiy^éiitieso': bl
re^^era vuelto I ¿'Simancas /4oBÍnfuti>tes de Álugoñ y
.M.gmndce^sot^jurados se estuvieron en Valtudolid;
'Mn^íOtJns:seuores'do Castilla por; tener diferentes
fülüiiiudesili)ciad hob juntas , cuda ciiJil <de fos bán^'
d08áipar.tc< IV)cos qfie aihaborn inas el éo^»f^ qué el
biqnicoinun i Be esCiiWeron neutrales, y á la niíra ilft'
lo quefesulliiría de iBs'cmitiendiiS- ajeivn, slneñinir
ellmá lafNvte. El rey por estar ditidliN« lOssovos
poda autoridad tonia^ especial que dt^másde su Ao^
jedaá oJíi^ral parecía estar enliecMilader y' sin énten^
dimibntu^ Presen tjiron les eanjuradns> una petición'
oiie^eontf'nia Jap Mtasde la casa reaí yJos eseesos
aedhn Alvaro de'Uina; que era rázdfl buscar al^^un'
cainniiV) ; pira pnnrr remedio á los daños público^/
Cdnspitoito^el negueio^; Tuéron nombraétos jueces t>>o-
bi^dicasn, ciisi todos de los conjurados , es ú shInt
el Blmsranto-yCli maestre do Calairata ^ l^ro Manri-
que ¿: Ifernandeflde flobleáv qu# aunque era liombh(Í'
ba|óí,<éra.nMy ojerudo, y lenta oüoío de tesorero
gei^iniK A esios Be ¡dio poder prti conocer de lós'e^^
ceséis: SF capíruloB qáio^é^puirianá don Alvar«y,yen'
caBBiiiB disrdr^fiase ilombfr6 por quinto Rtes el abad
de Saki ttenít»;' loique;M mam parte determinase,
aqiieNoipon^uahnepteáesiguieséi .i •
üratünm ^enfre^iel iietfocio: nnontfrciíntyti'sen'^
teobia^dil firüneiiü q^e-eírey, di<j^d don Alvaro^'
paBdkeá:C4pleBi(á los liérmanbsiinfantes'úe! Aragoh
dieéeihigarp^rai qué lé pb4íeBei} visitan :dftad{en^iv
otiéa(4|ue>don^ Afrano saMeie dei la^icárté desterrado'
pob lespatdtí de ajk» r iobiIío.! ^ Grande flfheñtA' y ililbM'
nH«Iiiré(ilel rey ódelreíno>6de'áqiiella<á^ii>? qiiltar
al príncipe lo que en el principado es laf -^oial 'maii
emtípíifMiqBettB iweor/féfe'ttdo ett o6s¿'»1|fénai qde
lí«aflfláloBiihnÉidaÉeo^ y <el rey 'bb^pdeciéseí; perdld'
eniila mi^tnís d<iiqueHosi tiempos. Qonforintí'i M^de^^
cnuáf tlrej^ lúe á Ci|^es! loseohjttrfldo^llegbmd
á t^eanliel» maÉ«, .entre dios él ihrante^dónBAriqiié;
pttcsta la nodiib, p6r a^qn espk/cío éeil^ainérdgrf íniís'
Eül Kta aiTot>entinii0iilia^ fie (o tiéclio':>en ^mo'
>'Bl>fiiig&*.y^dfBÍmuisr'«8i<íkift á 'K«i!hOktí)bi<ef'
kfhrBTOBe ÜiB ái!Ay<lM'ltigikf«Miy»; mscftúbáhmtíl
dc^igmo* «i^la j qwto'iítígwirQttl'i^lliW^
sej/il: cír>fea'qt!ié'fl un bortbí*er'ofstílii*b t bsjri^ cuaTtt'
era ,'ftcarrésfia rtiéclái cnvMía, <^omrt'ífdll[fi''qéi(l rt*J '
cbas veces el fatoi^ démaSl^odé los ^hHnriri<<á<le
conviene ed crtliTrrii<M; sí rió ^^é pone tümüláábi'
mwrte pi^onnndrt «áentehdrt'de déstíei^rr» «Hnírt flun*;
Alvaro ,^(dvoalMí^«;tflbabblig;fdó'ed xñtXthtt» mu^hi::
Como enleiÍdk¥od*(*sra tffptrsMtt y desistí* * y floi!''
le pbdriafi ati^ípéffar'ffáufelffi» mw cop 'dlfij.fhciá '
bUScabim ocWlfyií'parB'lWlW; 'pro^ttVíertWi qw'»
rejrde ííavarhl lé acti!«rtí»e dMiúi* jl^ rpy'déGiíílííli''
de nmdios deHtos. Carífdtf q(;e Wa fiomÍJi*VíífWltó-'l
so, y que crtmímimiKí f^iToi^íi^tefiwí Y ttítí^cUfvh^"
des cosas, r^fí dteseWfcíib (lelrey: que rtíU-hiiá Veces '
liablaha pal.ibnt^ osadss y eontr^ Tá mag«^sbnl real. '
Coiisullsido el nejsrotíirt, M ^rhveytV'^te écbasiá
mano y le guardasen éh p-^***--- - «•«"'-^ *•*»''-*''-* '
méiite inUHóen fa túttPl
sarbtí:'ej|ím|ilo "rtó pequeño, ,.
cosa iñjiií hK^erb* qweelTaWMr'ítepa'líi^, tfrtccori'S*
gera;i)caí9ioh se deslfta'v mu^W í*n'í^ortíWníK' * ' ^
tel fey de rttnOnda (5)'<?»té ftho poí-'bAiftrií^ieh*
stis'cl»fadánrt<i Ríe eclinlo (fel'í-eimvt de> |(»atrtít^
pasóü Africtt destSeírwtrV y )mfisefabliíí'apfrtb*'«teiín«
afr^jr de Tunéz.'ilafKAnrtd lltinWító'rf Chiírolüí'feíi'
que flie pfiestoen !su lüfiíir^'s»^ encahpddd'W^
comen^d á pcrsct^biMá narcbíKdad cní'lrcirt»(te W
que 48r.<n a(lciwiad»)S ap rfey jprtsrtdd : epiidertáfcífe« w
niuerleffi'desliHftos J eoiiffiS(^sekM ' de^ bi<»ftK #
piródlganienté^^ daba á ' otros. -Eb' paii\tiñíAOtám'
uno de los«berici?i»r>jeá; fíwsjifí ttíu>'ni*feww w
mol^ós ', y qtfe A' lá ^síaóW tenw ttl' gébiernd «e la íW-
dady perdida' la espe***W*ii' <lé' pffev/déí^r; íe^«j'
Mugida nnra pohersiven si^gíftx); T'rtft^eí' Mntm
de Castilla ooiit^ «élnoevo rey para ddrrlbttHé ánféfe
fyu¿ sé afirmase en el reino. Por ef'íidím<fl"tftni«
sucodler^h en'CáWlllá dto^ cbsrismemoHíMeíf: fapf'
mc^Wque el fé^jítít* medito de d«m' AÍTáHidéTswji^
obii^iM iteOif^Oí^' que ütHi^ ú Wtrth , pídíd'al srt|o
padr^Me peiTiéimise lssrti*tt¡afs ; y »wo Jjareiríí wj'
owt ello porque rt hdi?l:riielottím'«'leO*rtrtrtanMi"l'
becfer defías mérctefleá 'Hmty ^ ceká'T^h't«¡rt
slért)pí'e jkmfis * laotrá qufe Isd^tíen dé San Qtmm
se dfvfdiO en dos partea, toñihlairm)! %etibahl^'*r^^
asl'^ué'fray Lope dé' OlttlftdO.|W# Itr áttii»jMdqüéíH
enWfHhir coh V^I^Kímíflr'rMsflln^'QwbWWbaAi^
Ptli^fS (3) «Hifeiflprt dtt lo» eíílíMlf?>s i'é-n t|tié WJjfS^i
vm mhm iiabntai*ldH y •«irtríidA ;'tptti!jfl'íAW«rt*í
fúft' auiíir deáta 'ftí#lifio« • • Fúniié )fceifeí( d^' W^llll «íb
ino*asteri<r ei^p rtombfc dé«SaH lt¿Íáf6;,'(fii^ fáewj,
lieilsi de latíoeta relWrmHfclHh.hestift tMrttfeB«¡¡' isw,
los-düe^se ílefwrnií 'fl>sthrtrffuieHf flif tidii''^«1R«wr;
ron Wd^. Dttrd Msto úMiihW lláfsla' ürWo ♦'i^JJ».
ntíoÉFíM ^dttd se liatt Itt^líado'ííltfdf'yiWWlitíwJu.
den «btí^aide geitMiimos; dé áefmmli^rilw
diigencia deikw Philipe Segundo rey 4e Eispaii^
YriraoMs cea fiuestro- cuento á l»S:alteFaeiiiiies de
QastíUa. >
. - CAPITULO XVI. .
' Cómo don Aharo de ¿nn» vólrió á pÉhdo.
• '• ' • . • •• • • '1
opABErsn y tema de loe «toicos» secta de tílósofoQ
p<ir io.:deiná9 mu^ sebera y muy ¿roveí , fue ^e por
elarflü coQsÜtii^iion y trabeEon «k^niusae seqieLie
(qM Uaoiaa liado) dída cual de los liomlires pasa m
wirerA-j i? ida> y que nnestiH» alhertrí^ no es (Kute:
para huir lo que por destino , ley invariable del cielo»
eetáídetnrauiíado. Dinas ^ne necia yyanaoBenle ain-
tíñtemwi», iquiéo lo^niega? ¿quié» no lo vé? ¿poc>
lentunt puede, haber knayef locura que quitar al
kmnbre lo que Je lioce bombre, que. es ^raeñor de
s«s «oncejo» ¡y de su vida? Pero necesario es conf^
nribobo «f|$unafcauiui, secretnqne de kil suerte iraoó
«¡Are sf al imy de Castilla ya dea Alvaro de Luna,
iflítáfíeieadt sus corazones y ató sus voluatailes qM^.
9pei09é'9»i podían apartar., Jado que por aquella ra*>
lOBlestttvwec encendido un griiide odio contra aiur^
hoB^ bien ^^ue mayor contra oofi Alyaro, tanto qna en
esto «>brepumba los. sevanoe, patrobios., asiatit^esi
Mbtttos^ue luemn de los emperadores romanos, y
«B :BQnDres>aitty aborrecidos- antiguamente. ¿Cual
fae k Gouaa queini el rey se moviese p<r la ip^imla
^e resultaba de aqueUa funailiaridad , ni don Alvaro
echase de ver supendicion donde á grandes jomadas
neíapresuraba? Bs así sin duda quo las cosas templa-
éaBaiiraDy las violentas presto se acalmn; y cuanto
d humano favor roas se ensalza, tairtolosliouitires
Mies mas humillarse y temer los varios suceso<^ y
desastres eoo la roesioria continua de la humana in*
cebMaoda y fragilidad. Sin duila tieuen algún ppder
Ms estrelláis » y ea de algoa momento el nacimiento
áeíonda uno: de alli resultan muchas veces las aíi-»
eimes de ios príncipes y sus aversiones , é quita el
•Dtenriimiento .ei cuchillo de. la divina venganza,
cáaodO'BO.quíere que sua flios se emboten cemo su-r
eedió ea el presente nericit».
V Wagun día amaneció 'ale^ para el rey, nunca le
éieroB sIüd con rostro lorcMlo y ánimo desgraciado
áeapues que le quitaron á don Alvaro: del hablaba
eótffid dia y del pensftba de noche , y ordiuariatntnte
tata dijlantesa entendimiento y se le representaU
la imagen del qoe ausente tenía. Los que andaban
en la casa del rey y le acompañaban, entendiendo
4m eni'tretftfansesa que don Alvaro fuese en breve
«slitníde»t y sospechando qoe tenia mayor cabida^ en
li;^e adclaote, como guien «tejaba sebrffp'ijados y
É estos debajo de sus pies ¿ sus enemigos y a la fer-
ia^ con mayor diligencia precoraban ai amistad:
tf miam^rey áe Navarra por envidia qne tenia i den
Jfainqiie su hermano^ de quien no llevaba bien tu«-
^«fiale mavor prívanea con el rey de Castilla y el pri-
aher lugair en autoríilad , comenzó á lavorecer á don
dklvare y tintar que volviese á la corte. Ofrechise
Imelm ocasión para esto por la muerte de don Ruy
j^|»ezOJvalos: á seis de enero año de i 438 falleció
má Valencia ^ do á la sazón se hallaba el rey de Ara-
.'^»« Fue este caballero masdkhoso en sucesión qoe
««tila privanza de palacio. De tres mujeres qoe tuvo,
.«agendró siete liijosy dos hijas: de quien en Italia
'^oc^daa ks «nades de Potencia y; de Bovino, kis
inarqueses dehVaato y de Pescara, y nuücbas otras
éKfúilím y casos en España. Su cuerpo depositaron
oe»Valenria« deallí le trasladaron los años adelaAteá
4fóledn y^ enterrarMí en el monasterio de Sa» Agus-
-líi« Tenia costumbre de dar eidoa y créiiito á los pro-
íiMteticos de les eetrólogos, por ser ¿como otros mo-^
-dMe> aBciottado á' aquella vanidad; mas no pudo
pronosticar ni conocer su caida: cuando murió ann
slio telliz delvtodo perdida k esperanza da recobrai^
ans honras antiguas I an estado, ,
csp^ai^»
Don Enrique de Aragón comeazó á poner enesl^.)
^an dilígineJa; peroper su de^giracia y ¡mt <fesanH!
p.iralle «ns anii»¿f)s.no tuvo efe<!to^coino-oiHlmtnian)
mente é los iniserbbloato.ioslüM fd'ljm. Solo Alv»r Nihi
ñi*z iW Herrera natural de Córdova guardó grande f*
perpetua lealtad ron. don l^uy López : fue niayordo!*)
mo suyo'en oi lieUipa de su prosperi^lad , y dee^ueir
puesU> 00 prisiun comosconsoriecn el delito .queier
achacaban. Liltr^ quesee viA «K».b ^risiiiní nn n*peeéi
antes «lo convencer ^ iusn Garcia , inveiitiir de ta^ñ^
lia nHHitira^, de h^iber levaiitailo íü(s4> testimonio > f\
liacerle («jecutar conH) á falsario y traidor, para «y««f
dar tíunbien á la pobreza de su señor vendió iep.bieri
nes que del recibiera en canliilad, y juntó odio mtb
llorínes de ora, los ctMies melitloaen lo» mauleros «le
un telar paijtík quo el negocio fuese mas sei^etb ^ car^
gadMS ea un jumento , y su hijo á pié en liábM0-di94
(cazado, se les «^nviiVá donde eslaiía: lealtad aeiialad^
y esquíente, digna de ser celelirada; cmi mayor eto>-i
cuenca y abumniicia'de palabras. t
Con tí» muerte, del coin|ietidor vi poder di^ don Att
varo detona se arraigó iu;is* .Ll rey ite Castilla se en-i
treinnia en Segevia , ocupadlo «*t^ pr-ocnitir dk^aliaeelí
lus Diiilederacioni»».^ ligaa.que los graniles.ti^nia»
hechas entre sí, Pirlihuó uua provisliMi , eu que auaiH
daba que se alaasen los homenaje» eou que eiitrerai
so obhffaran; oiongó<itrost un pemhin geuenity per-r
pntuo délos doJitus posados y de^^pc^i tos; demás i{eét#
a la infanta diHía Ciitaiíua muji^rde dmi Enrique ea
trueco de Vilieiia dio las- cludad^'S de Trujillo y Alca;
ral, fuera de «dennos otros luga es demen«H- cuantía
en el xeino de Tiiledo cen^a de Guadalajjira ; añadióle
asiiaismudoi;ienl»s mil florines, que fued^te muy
grande y vemluderamente real. A aistaiieia dtd miar
mQ don Enrique (le Aragofi ilou Ruy Lopea Dávaloa
fue diKlo por libre de lo que le acusaban ; p4*ro lo que
fuera razou y se hiciese sus lienras y bienes no íuerr
ron.reatiluidps á sus hijos: asi lo quiso el j^ey^-aa^
con venia ¿ los que se veiaii ricos y grandes con sus
despopYS. )
t joiicluidiis estas C(Ví:is , el rey de Castilla se fue
á Turtteí(ano :,allí vino don Alvaro á su llamadlo con
muy grande y lucido acompañamiento, como quíe»
ganara de sus icontrarit»s un nobilísimo triunfo, a!er
gre y soberbio. Crecía de cada dia en priva naa, y
tenia mayor autoridad en todas las cosus; soloien
particular podía mas que los deinda crai«des v leda
Itt nobleza. Dolía Leonor, hermana áe\ rey (Te Av%>
Son, estaba cimcertada con don Duarse príncipe
e Portugid, heredero futuro del,jrei»o,y que era
de edad de treinta v seis antis : los deS|ias««rios; se
celebraron, pro ente el rey de Aragón , eu tierra de
Darora en una aldea llaniaihi Ojis Neigras. lUlóee
presente don Pcih^ prel.ido de Lislioa cpino «mibiíjar
dor «le Portugal , hijo que e^a <le don A onso i^miíte
de Gíjon. I¿l dote ele la doncella fuereu doscíentns
mil florines. Señaláronle por camarera mayiMr á doña
Costanza de Tavar nuda del condestaÜe don Ruy
liopez DáVahis. De Va}'*nc¡a partió esta señora per
tierras de Castilla. En Yalladolíil o! rey de Castilla iy
sus hermanos la festejaron muoho : hiciéronso algii-
nos dias jusUis y tMriiens. Desale alli con grandes di-
ñes y ji>)'as aue lo dieron , (Mitó á Portug i lá verse coa
su esposo : las ho<las se hicienin con tanto mayor
res regocijos del puebla cuanto m dilataron por mas
tiempo , 'que casi leniau penh la la esperauAa que el
infante don Duarte se h>bitsse de casar pir l¿beIlo
hasta, aauella edad «lilat ido, «
Sucedió por el misiiio tiempo que don Podro her-
mano de don Duarte después de una lar;4a peaegd*
nación , cuque visitó at emperador SigismuAilo y al
mesmo Tamoriaii scytlia ( el vul^o dice que anduvo Jaa
^iete partid;;^ de; mundo) voIvm en España, Llegó* á
Valencia por el mea debido; por el de setiembre 9e
casó cea doña babel bija mayor del cotd« de Urgoli
034*
BIBLIOrfeCH' ÜG CASPAft T iOMS.
oae tonian preso. D^te matrúnonio nacieron 'doña
mbel que vino á ser reina de Portogí) , doña Pliillpa
oue fae monja , flon Pedro condestable de Portugal,
don Diego cardedal y obispo de Lisboa que falleció
en Florencia de Toscana , don Juan i ey de Chipre , y
doña Beatriz mujer oue fue de Adolfo duaue de Gle-
ties. Don Pedro lieelias las bodas partió de Valencia
T visitó al rey de CnstiHa en Aranda, últimamente
Oegó á Portugal ; salíanle al encuentro los pueblos
enteros ^1 mirénanle como si fuera venido del cielo y
mas* que hombre , pues habia peregrinado por pro-
Tínc[ia<« tan estrañas : maravillábanse demasiadamen-
te como hombres que eran de groseros y rudos in-
genios.
El rey de Castilla, asentadas las cosas de Castilla
la Vieja, y puesto en libertad á Garcí Fernandez
Manrique , de quien dijimos fué preso con den Bnrí-
ffoe de Aragón , y restilufdole eti sus antiguos esta-
dos) dio la vuelta al reino dé Toledo al fin deste año,
y después que algún tiempo se detuvo ea Alcalá,
pasó a llléscas. Llegó allí á la sazón Juzcph abencer-
raje , huido de Gninada , sobre negocios del rey nforo
despojado. Fue recebido y tratado benignamente por
el rey : envióle con Alonso de Lorca que desde Mur-
cia le luto compañía, ai rey de Túnez con ^rtas en
que le exhortaba y pedia tuviese compasión de aquel
rey .desterrado , y le restituyese en el reino con sus
iberias y gente : que haciendo ellos el deber, no
dejarla de ayudallos con dineros, armas , soldados y
provisiones. El de Túnez movido por esta embajada,
tornó á enviar al rey M ihomad en España con una
armada y trescientos de á caballo; y como desem-
barcasen en Vera, caUFÓ grande mudanza y altera-
don en los corazones «le bs que por ser hombres de
Ingenió muitabte se tornaban á aficionar al gobierno
antiguo , y aborrecer al nuevo señorío y mando del
nuevo rey. Las ciudades y lugares de aquel reino á
porGa se lo entregaban : la misma ciudad de Granada
mno en su poder al principio del loTio de 4429. El
tirano se retiró al castillo del Alhambra, en que en
breve fue preso y muerto ; y con tanto dejó con ayiida
dd cíelo y grande aplauso de toda ia provincia el
teüTO de que injiiStnmonte y á luerlo se apoderara,
al rey legitimo que procedía de padres y abuelos
teyes. Esto en España:
Las co^as de Francia no podian hallarse en peor
eeCado que el que tenían , apoderados los fugleses,
perpetuos enrmigos de Francia, de París y de otna
muy grande parto de aquella provincia. Carlos Sép-
timo de este nombre , rey de Francia , eii aquella
preUira y peligro envió á pedir socorro con grande
omiFÍon así á los otros príncipes como al rey.de
Aragoh. Matías Rejnqne, enviado por estn causa
de Francia»; llegó a Harcclonu por el mes de abril.
Hallábase elrey de Aragón embarazado con dos cuer-
TBS , en especial la de fíipoles le aquejaba , de donde
casi perdida la esperanza don Pedro su hermano
en una armada había venido á EspacKi : en sii lug^tr
y en eh gobierno quedó DalmacioSarsera para que
enlretoviefte lo que quedaba en pié. Demás desto
pen«aba el dirho rey hacer guerra á ('astilla , y pora
ella se apercebia á ía sazón con grande cuidado. Por
esia tjausa la embaJHíla de Francia no/ue de eíbctb
alguno; n)a<% Ins Cosas de aquel reino sin fuerzas,
sin ayuda, sin gobierno, fueron por favor del cielo
ayudadas, y se niéjoraron con esta opasíon.
Ya síetA. meses los ingleses tenfan sitiada á Orlíens
ciudad nobilíí'íma , puesta sobre el rio Loire. Los cer-
cados padecían falla de tofln lo necesario, y apenas con
. los tnin-os se defendían di I enemigo. Una doncella
Humada Juana de nonmsde (\\et y ocho años; salvó
aqutílla ciudad. Era natural de San Reml, «Idea en
' la comarca de los Lencos , parle de lo que al presente
Hamatnos Lorena. Su pmire se llamó Jaques Durcio
y su Vnadre Isabel. Desde su primera edad se ejercitó
en pastorear laí ovejas de su padre. Esta doocdhe
vino á los reales de los franceses , díjoles me por
divina revelación era enviada para librará OrheDs de*
aquel peligro y á Francia del señorío de los ingleses.
Hiciérqnle muchas preguntas, y. como de todas «alíese
bien , queda rou persuadidos el rey y sus capitanes que
decía verdad. Lue^o con gentes que le dieron , por
medio de los enemigos metió dentro de Orlienff socoiw
ro V vituallas. Los de dentro con esperarza de pcideive
defender cobraron dnimo , y con diversas smlidas j
rebates al (in hicieron tanto que el cerco se alzó 4
veinte y siete de mayo.
Recobraron fuera desto los lugares en contorno j
sacáronlos de poder du los contrarios ; tuvieron soIíh-
mente diversas escaramuzas sin que se llegase á
batalla. Pretendían con la costumbre de vencer en
aquellos enouentros v rebates , que los franceses o<h
brasen ánimo y se alentasen del miedo que teniait
cobrado. El rey de Francia otros! por medio de su»
enemigos pasó á Rems por consejo de aquella don-*
celta á coronarse y ungirse, lo que hasta enlODoes
no se habiñ hecho : con esto á los suyos se Ima
mas venerable , á los enemigos espantoso. Recobradas
muchas ciudades , acometieron los franceses á Parfs:
no la pudieron entrar, antes á la puerta de San Uo«
noré la doncella ó poncella de Francia fué beriila.
Pasaron con la guerra á otra parte. Tenían los iogle^
ses cercada la ciudad de Compieñe : la doncella ani^
mada por las cosas pasadas con un escoadron*apretad»
y cof|[ido de los suyos se metió en la ciuiiad. I>e
allí hizo una salida y dio nmt arma á los ingleses ea
que por secretos juicios de Dios fue presa por los
enemigos y llevada á Rúan. Acusáronla de lieehi<*
cera , y por ello fue quemada. El principal acusador
y Btixador fue Pedro Chauchonio obispo de Beauva»,
sin que tuviese alguno de su parte aoe osase abrit
hi boca en su defensa , dado que muclms se persu»*
dian, y hoy lo sienten asi, que aquella doncella loa
condenada injustamente : honra perpetua de Fran<*
cía, lamosa en todos los siglos y noble, como lo
pronunciaron los jueces á <}uíen cometió los años
adelante esta causa el pontiíice Calixto : proceso y
sentencia que hasta hoy se guardan y están en \om
archivos de la iglesia Mayor de París. Una estatua suya
de metal se ve en medio de la puerta de Orliena^
puesta en memoria del beneficio que della recibienio^
pero esto pasó algún tiempo adelante.
En Tarragona ciudad en Cataluña los obispos de Ja
Íirovincia Tarraconense se juntaron, llamadcsi cone»-
io por don Pedro cardenal de Fox, legado qaeá lasa-
2on era del pontífíce^arlino Quinto. Loque en aqad
concilio se decretó, no se sabe (I); solo lo que era da
mayor importancia y mas se pretendía, el canónigoGl
Muñoz renunció las insignias y nombre de pontifice^
-los cardenales que consigo tenia , fueron depuestos^
y quitádoles la dignidad y nombre oue sin propósito
usurpaban, ib uno y lo otro por orden del rey de
Aragón en gracia áf^í pontífice Martíno , al cual conato
antes tuvo enfrenado con el miedo, asi bien aliora
le pretendía ganar y traelle á su partido oon esta
servicio tan señahido. Peñiscola . que fue de la órdee
de ^n Juan de tiempo antiguo, quedó en lo 4a
adelante por el rey : á Gil Munos para alguna tna*>
nerá de recompensa hicieron obispo de Malloree.
Alonso de Borgrd fue otrosí nombrado por obispo «le
Valencia en premio del trabajo que tomó en rodocír
á buen seso al dicho Gil y á sus consortes, príRcifA>
L escalón para subir á las mas altus digniílack» qee
y. Sucedió todo esto en Tortosa por el mt*s dk
agosto : desta manera se puso fin al scisma mas reM-
do y de mas tiempo que jam;is la Iglesia pa^lecíó. En
acción de gracias por boneíiuio tan «eiteiladose ^^^
( 1 ) Sas' actas se Ttaflan hoy en h Coteetitm genertí éé
Concilios j y en las de Cardeaal Aguirre.
niSTOftu mE
ron procestones por todas partes, t grandes plega-
rias para aplacar a los santos y suplícalles con gozo
envuelto en lágrimas conservasen lo comenzado y
diesen perpetuidad á mercedes tan señaladas. Esto
en Aragón y en Francia. Razón será que volvamos á
las cosas de Castilla que se han quedado atrás y á
tieclarar las causas de una nueva guerra que se cm*
prendió muy brava entre los reyes de España.
LIBRO VIGESmOPRIIIO.
CAPITULO PRIMERO.
De la guerra de Aragón.
En sosiego estuvo España los años pasados á causa
de hallarse cansada de las muchas guerras que mu-
cho la trabajaron y porque los reyes estaban empa-
rentados entre si , y trabados en muchas maneras
con deudo y afinidad : con los moros de Granada
tenian treguas , 6 guerras y encuentros de poca con>-
sideracion y importancia , dado que no faltaba á los
nuestros deseo de desarraigar y deshacer del todo
aquella nación malvada, para lo cual se ofrecía bue-
na ocasión por estar á la sazón los moros divididos
entre sí en parcialidades y bandos , v por el consi-
guiente alborotados y á punto de perderse; pero des-
barató estos intentos una nueva guerra que por este
tiempo so empredió entre los tres reyes de España,
el de Aragón y el de Navarra de una parte , y de
otra el de Castilla, de mayor ruido y porfía que de
notable y señalado remate. Lo que aquí pretenaemos,
es poner por escrito las causas y motivo desta guer-
ra , el fin y suceso que tuvo , los juegos de la fortuna
variable, y la caida con que don Alvaro de Luna de la
cumbre díe prosperidad en cjue estaba , comenzó la
segunda vez á despeñarse sin saberse reparar, que
fue justo castigo de Dios por ser el principal atizador
y causa de todos estos males y discordias ; porque
pretendiendo él conservarse por cualquier camino en
el poder y grandeza que con buenas Ó malas mañas
alcanzara , luego que volvió á la corte y fue restituido
en su primer lugar y privanza , persuadió al rey que
á los grandes , que debiera antes granjear cen ser-
vicios y cortesía los hiciese salir de su casa real y de
su corte, y los mandase retirar á sus casas y estados:
consejo muy errado y perjudicial , principalmente al
que le daba.
Pedro Fernandez de Velasco y Pedro de Zúñiga,
y don Rodrigo Alonso Pimentel conde de Benavente
Iunto con los maestres de Calatrava y Alcántara , sa-
dda la voluntad del rey , sin dilación se partieron
para sus casas. Quedaban los infantes de Aragón
señores de mayor autoridad que pudiesen fácilmen-
te eehallos y aespedillos contra su voluntad, mas
fue tan grande la temeridad de don Alvaro que se
determinó también á embestir y chocar con ellos.
Primeramente acometió al de Navarra , de quien no
solo el pueblo, sino las personas principales decían
en público y en secreto que era justo se fuese á su
reino : que cuidaba de las cosas ajenas, y se des-
cuidaba de las propias , en lo cual la c jipa era doblada,
y era igualmente digno de ser por lo uno y por lo
otro reprehendido. Estas murmuraciones y dichos
daban gusto á don Alvaro de Luna , y no menos al
rey de Castilla, porque conforme á la costumbre y
inclinación dé los príncipes llevaba mal que en su
reino hobiese ninguno que en honra y titulo se le
igualase , y á quien debiese tener respeto. Fuéle in-
timado por personas que para esto le enviaron , lo
que el rey de Castilla pretendía.
La reina doña Blanca su n:ujer al tanto, como la
que barruntaba la borrasca que se levantaba , y con
el cuidado que ol amor que á su marido tenia , lo cau-
saba, envió á Pedro de Peralta por su embajador
ESPAflA. 633
para que de su parte solicitase la partida, que asi lo
pedian todos los estados del reino de Navarra, y que
esto seria saludable y á propósito así para sus parti-
culares intentos, como para el bien común de sus
vasallos. Llevaba mal el navarro los embustes y ma-
ñas de don Alvaro de Luna : todavía visto que era
forzoso sujetarse á la necesidad , habló con el rey en
Valladolid, do á la sazón se hacían las cortes de bas-
tilla. Renovóse la confederación en esta habla , pues-
ta entre ios tres reyes el de Navarra , el de Aragón y
de Castilla. Pusiéronse por escrito las capitulacío—
nes , que por el presente confirmaron con sus jura-
mentos y firmas los dos reyes. Al de Aragón , que
ausente estaba , para que hiciese lo mismo, enviaron
un tanto de lo capitulado y de las condiciones por
medio del doctor Diego Franco, hombre prudente,
y docto en derechos , demás desto del consejo real.
Asentadas las cosas en esta forma, el rey de Na-
varra se partió á su reino : el de Aragón después de
muchas dilaciones de que usó antes de responder á lo
que Diego Franco le proponía y representaba , última-
mente en Barcelona dio por respuesta que aquellas
condiciones no le contentaban, que le parecía se
debían reformar algunas dellas. Junto con esto, pa-
reciéiidole aquel embajador persona á propósito para
sus intentos , envió con él un recaudo secreto á don
Alvaro , en que le avisaba que Pedro Manrique era el
que atizaba todas aquellas disensiones, y poniadíscor-
aia entre los infantes sus hermanos : que era hombre
de dos, y aun de muchas caras, y á cada paso mu-
daba de color como mejor le venia , por ser de su
condición variable y amigo de novedades ; por tanto
si deseaba mirar por sí , por el bien y pro común , y
por el rey , debia ecballe de la corte y no permitir
tuviese mano alguna en el cobierno.
Desta ofensión del rey ae Aragón contra Pedro
Manrique no se sabe bien la causa (i) , salvo que por
el mismo tiempo fue puesto en prisión el arzobispo
de Zaragoza llamado don Alonso Arguello, en que
murió. Del género de la muerte que le dieron , hobo
diversos rumores : unos decían que en la prisión le
dieron garrote , otros que le ecnaron en el rio : lo
mismo se ejecutó en algunos ciudadanos de Zarago-
za. Achacábanles tratos secretos con don Alvaro de
Luna : la verdad era que el demasiado celo que mos-
traban de que se mantuviesen las paces asentadas
antes con Castilla , les acarreó la muerte , y mas la
libertad del hablar , ca decían era justo forzar al rey
á guardar lo concertado , y no quebrantar las paces,
para que la república no las tase (2) si se hacia lo
contrarío. Por la muerte del arzobispo fue puesto ea
su lugar don Francisco Clemente obispo que á la sa-
zón era de Barcelona. Junto con esto tenian entre si
los reyes hermanos tratos secretos en razón de ven-
f^ por las armas los agravios que don Alvaro de Luna
es hacía , y juntar sus fuerzas para destruílie.
Llamó el rey de Aragón al infante don Enrique su
hermano al principio ael mes de abril año del Señor
de 1429. Tuvieron los dos hermanos vistas en la
ciudad de Teruel (3) : entendióse (por lo que se vio
adelante) que concertaron de levantar cente y mo-
ver guerra á Castilla. El navarro no se halló en esta
junta por estar ocupado en diversos negocios de su
reino , y en coronarse por rey , (pie hasta entonces
se dilatara. Hizose la ceremonia en Pamplona á quin-
ce de mayo en esta manera : el rey y la reina vestí-
dos de sus paños reales , sus coronas en la cabeza á
la manera que los godos usaban , fueron levantados
en sendos paveses , y puestos sobre los hombros de
los grandes. Alzaron por ellos los estandartes, y
( 1 ) Era scgim Zorita . que por sus artificios había procu-
rado que el condestable de Cuslilla volviera á la corte.
(2) Que no pagase.
(3) ScguQ Zurita, en Chelva.
53 G BIBLIOTECA DB
fueron en esta forma por un faraute pregonados por
reyes. Luego después desto se hicieron de secreto
levas de gentes en los do9 reinos : la voz era para
ayudar á )aa cosas de Francia , la verdad , que esta-
ban resueltos de tomar las armas contra Óastiila.
Ño se le encubrió eslo al rey de Castilla : enviá-
ronse de la una á la otra parte embajadas sobre el
caso ; no apravecliú nada. Los dos reyes movieron
con sus ijentes y llef^ron liasta Hariza, villa situada
día raya de Aragón, y de los anligaos llamada Arci,
en los pueblos diciios arevacos : iban determinados
de meterse por aquella parte y entrar por fuerza en
las tierras de Castilla. Con este intento don Diego
Gómez de Sandoval conde de Castro metió gente de
guarnición en Peüariel , y el infante de Aragón don
CAIPAK T ROIG.
Pedro , avisado desto , de Medina del Campo drade
estaba, acudió al mismo lugar. El rey de Castilla
para resistir á estos intentos lia cía en todo su reino
grandes levantamientos de gentes ; mandó en parti-
cular á los grandes que le acudiesen, y nombrada-
mente llamó al infante de Aragón don Enrique , y á
(ton Fadrique de Castro duque de Arjona , meto qua
era de don Fadrique mnestre que fue de Santiago y
hermano del rey don Pedro. Hizo otrosi que á todos
los, estados de nuevo se lomase juramento que en
aquella guerra servirian con todas sus fuerzas y
le al mente , y que darían aviso sí algunos tratasen de
otra cosa y pretendiesen lo contrario , con pleito ho-
menaje y voto que hacían si faltasen en lo que pro-
metían , de ir á JeruiaJém á pies descalzos, y que no
pedirían en algún tiempo relajación del dicho jura-
mento.
En Palcncia ¿ los primeros de mayo se hizo esta
diligencia. Juraron , el primero don Alvaro de Luna,
y con sigüicn lómente don Juan de Contreras arzobis-
po de Toledo, don Lope de Mendoza arzobispo de
Santiago, don Fadrique almirante del mar, don
Luís de la Cerda conde de Medinaccli , los maestres
de (iilatrava y Akánlara, don Gutierre de Toledo
obispo que fue adelante de Falencia, don Pedro do
Zúñiga, PedroMaiirique,donltodrigo Alonso Pimen-
tcl, Sarmiento, y con les demás Juan de Tovar señor
de Berlanga con otros muchos señores t¡ae acompa-
ñaran al rey, toilos á porGa quien sería el primero
para Itacer muestra de su lealtad y obediencia ; den-
tro los cuales luego se nombraron cuatro capitanes
Jue guardasen las fronteras. Estos fueron el mismo
on Alvaro , el almirante , Pedro Manrique y Pedro
Fernandez do Velasen su yerno. DiOrunlesdos mil
de £ caballo , que eran mas nombre fio ejército que
ícuales fuerzas A las de Aragón. A lliego I-opez de
Zúñiga encargaron luesc en seguimÍL'nlo de tus de-
más d pequeña distancia y de respeto con ihi nueva
escuadrón de caballas. El mismo rey con la mavnr
parte do sus gentes lomó cuidado de ir contra la villa
de Peiiafiel y sujetalla. Asentó sus reales cerca de las
murallas , y i voz de ^iregonero mandó avisar á los
lloradores que se rindiesen ,. con apercibimiento que
SI se ponían en resistencia v usaban de dilaciones,
serian dados por traidores. Obedecieron los morailo-
res , con que don Pedro de Aragón y con él el con<le
de (lastro don Diego Gómez de Sandoval se recogie-
ron á la fortaleza. Dióse d los moradores perdón de
haber cerrado las puertas y no se remlir luego : no
pareció por entonces combatir el castillo por no gas-
lar muclio tiempo en el cerco.
Los reyes de Aragón y de Navarra entraron en las
tierras de Caslitla, y rompieron por la parle de Cogo-
lludo, villa asentada en los conl¡iie.s de la antigui
Carpelania y de los pueblos que llamaban arevacos.
Asentaron sus reales en lugar llano y descubierto.
Lus capitanes de Castilla en un collado legua y media
distante. Eran los aragoneses y navarros en númeni
de dos mil y quinientos caballos , mil infantes to<las
bien armados , soldados viejos y pláticas en muchas
perras, En los reales de Castilla se contaban rail y
setecientos caballos , cuatrocientas infantes. Los re-
jes deseosas de pelear luego et dia signienle un vier-
nes primero de julio morieron ordenadas sus haces.
Amonestaron coni>ocas palabras, conforme al tiempo,
á cada cualdelas escuadras y compañíís que hiciesen
el deber : que por culpa de pocos andaba el reino de
Castilla revuelto, quebrantadas las leyes, profanadas
Jas cosas sacadas : ellos á quien mas que á nadie
t«caba acudir al remedio y procuralle, desterrados,
despojados de sus bienes, de sus bijos , mujeres y
amigos , basta el derecho común de contratación les
quitaban : que ni aun les cunscnljan hablar al rey de
Castilla para amonestalle lo que á él le convenia , y
dar de si razón , por lo cual eran forzados á tomar l;is
armas y valerse dellas : que del suceso de aquella
BISTÚItU DE BSPUJt*.
...I, estuviesen á punto y aparejados para acometer
á los cnnlrorios , que aunque [uerati mas , no len-
driau dilicullad un desbaralallos por venir desarma-
dos y ser (tente poco ejercitada , y al contrario ellos
tan usados en las armas y en pelear : utanlo mas que
lien número y en esfuerzo les hacéis ventaja. Ni
utienen reales los enemigos , ni están fortilicados ; el
Mcieto nos ofrece ocasión de grande ploriri , el cual á
)inns es favorable , á los contrarios ba quitado el en-
iitendímicnlo para que nada acierten. Animaos pues,
j>y en este dia echad el sello á todas las victorias pa-
usadas , A los trabajas y lionra gunada.»
Adelantáronse al son de los pifaros y atambores:
llegaron á vista de los encmtcos, cuando don Alvaro
de Luna , considerado el peligro , oíandú rodear ctm
los rros c u nquaoibnd erm nad de
no petear smo con ventaja y buena ocasión, ó forza-
do. El infanle don Enrique por una parte y por la
otra el adelantado Pedro Manrique tuvieran liabhi:
ftijíronse denuestos y quemazones sin qiio otro efec-
to se siguiese. Acudieron los unos y los otros á las
armas , trabnronsealgunas escaramuzas. Kl cardenal
de Foi legado del papa en Aragón , que andaba entre
las unas haces y las otras, amonestaba hora .1 estos,
hora aquellos que sosegasen : en ün les persuadió
(jue pues en yn larde , dejasen para el dia slguienlo
la batalla. La dilacinn de aquella noclie puso remedio
á tos males. La reina de Aracon hembra de ánimo
varonil llegado que bobo adonde las Rcnles alojaban,
hizo armar su tienda en tncdio de los dos campos y
por su industria con hítenos partidos se hicieron las (
Es u qu p nes d C las lio-
ieron jurado , se dejaron las armas. Y si bien la»
gentes de Castilla se quedaron en el misino lugar,
los reyes de Aragón y Navarra sin iiaccr mal ni daño
volvieron atrás.
El infante don Enrique los dias pasados estuvo á
punto (por tratado que tenia) de tomar con engaño
y apoderarse de la ciudad de Toledo , y por no haber
salido con esle deseno poco antes de la refriega se
fuera á juntar con tas hermanos ; al presente, con-
fiado en las capitulaciones de la paz , por Sigñenza
pasó i líeles , resuello, si no le guardaban lo asenLv
do , de mover nuevos alborotos con ayuda de los de
su valía. Sin embargo el rey de Castilla con la fuerza
de sus gentes r'ejércilo apresuraba su camino : lle-
vaba mus de diez mil de i caballo y cincuenta mil
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BIBLIOTECA OB 6ASPAB f ROIG.
infantes, todos número. Fuéronsepara él la reina de
Aragón su hermana y el cardenal de Fox : avisáronle
de los conciertos y amonestáronle dejase las armas.
El encendido en deseo de satisfacerse ^ y feroz por la
esperanza que llevaba de la victoria , respondió que
las oapitulaciones no eran válidas por ser hechas sin
su mandado, que era justo castigar la insolencia de
los dos reyes.
Tenia sus estancias cerca de Belamazan , pueblo
situado á la ribera de Duero. Lle^ó alli don Faorique,
duque de Arjona y conde de trastamara. Llegado
que hobo á la presencia del rey fue preso ; lleváronle
ni castillo de Penafiel , aue en este comedio era ve-
nido en poder del rey , aonde falleció el año siguien-
te : notable lástima asi por su edad codio por ser de
sangre real , como también por venir sin esperar sal-
vo conducto, creo confiado y asegurado de su buena
conciencia con'ra el crimen de traición que le carga-
ban . es á saber de sentir con los infantes de A.ragon.
La discordia civil es madre dé sospechas , y coa-
irada muchas veces á la inocencia. Los buenos sue-
len en tal ocasión ser tenidos por mas sospechosos
que los malos , en especial si aman el sosiego. La
sepultura deste príncipe se ve cerca de Camón en
tierra de Campos en nn monasterio que se llama Be-
nevivere , con su lucillo y letrero que le hizo poner
Pero Ruyz Sarmiento su sobrino hijo de su hermana,
y primer conde que fue de Salinas. Entró el rey de
Castilla luego por las tierras de Aragón con grande
espanto de aquella tierra. Los labradores con sus
ganados y ropilla se recogían á lugares fuertes : los
soldados ponían fuego alas aldeas que quedaban yer-
mas , y talaban los campos. Llegaron con los reales
liasta Hariza , villa fuerte por estar sentada en un
ulto: recogiéronse los moradores al castillo, y con
esto jaquearon el pueblo y en gran parte le quema-
ron. En el mismo tiempo como estaña acordado ha-
cian también entradas por 'las tierras de Navarra
gen tes de Castilla debajo la conducta de Pedro Velascó
í^'cncra! de aquellas fronteras. Tomaron por fuerza á
San Vicente villa de Navarra , y le pusieron fuego á
causa que por quedar el castillo por los navarros no
se podía conservar.
Por otra parte el obispo de Calahorra y Diego de
Zúuiga su sobrino se apoderaron de la villa de la
(lUardía y de su castillo. Fuera desto el conde de Be-
navente don Rodrigo Alonso Pimentel, como le era
mandado, con parte del ejército no cesaba de apode-
rarse de los pueblos y castillos que el infante de
Aragón don Enrique poseia en Castilla : él desampa-
rada la villa de Ocaña , que era cámara de su maes-
trazgo , se fué á Segura , castillo asentado á la raya
de Portugal y á la ribera del rio Guadiana. Allí dejó
la infanta su mujer, y él se volvió á Trujillo por ver
si ya que le tomaron los demás pueblos de su estado,
pudiese entretenerse y hacer algún daño por aquella
comarca en las tierras del rey. Acudióle luego su
hermano el infante don Pedro, oue por miedo de
aquella tempestad se retiró á aquellos lugares , mozo
de gran corazón , y muy diestro en las armas por
el uso que de ellas alearlo en las guerras de Ñá-
peles.
CAPITULO IL
Del fin desta guerra.
Mlcuo se adelantaron las cosas de Castilla quier
para ganar reputación y mantenerse en su honra,
quier para vengar y castigar el atrevimiento de los
aragoneses y navarros , pues por tantas partes y en
tantas maneras los apretaron. Poner sitio al castillo
de Hariza era cosa larga , y poco lo que en tomaile se
interesaba , que fue la causa porque el rey de Cas-
tilla dio la vuelta con sus gentes y soldados á Medina-
celi , mas alegres por la victoria que ricos con la
presa. Con esto y con poner diversas guaruiciones en
aquellas fronterjis.desháo el campo y dio licencia á
los soldados para irse á invernar y volverse á sos ca—
para
aplazadas. Con su partida los eñemieos
recobraron ánimo. El navarro se era ido á defender
su reino ; el de Aragón juntadas sus gentes se metió
por las tierras de Castilla por la parte y comarca de
la ciudad de Soria , por donde antiguamente se ten-'
dian los pueblos llamados celtiberos. Apoderóse de
la villa deDeza , ganó los castillos de Círia y Borovia;
y con ellos á Bozmediano : el castillo se le entregó el
alcaide por dineros. Fue grande la presa de ganadas
y trigo , tomaron muchos prisioneros : con esto las
gentes y soldados sin recebir algún daño se volvleroa
á Calatayud de do salieron.
A la raya de Portugal por la parte que corre Gua-
diana y baña las tierras de Estremadura, los infantes
de Aragón con mayor libertad y ganancia hacían sus
cabalgadas y presas de ganados , de que hay en
aquellas comarcas gran muchedumbre por la abun-
dancia de los pastos ; los cuales enviaban á Portugal
no obstante que el conde de Benavente quien esto
tenia encomendado, les hacia resistencia , pero no
era bastante para estorballos. Por esta cansa don
Alvaro de Luna acudió en persona á reparar aquel
daño , y para el mismo efecto á su llamado Pero Pon-
ce señor de Marchena , que era un caballero muy
poderoso y rico en el Andalucía. Enviaron sus reyes
de armas á pedir la presa , emienda y restitución de
los daños ; y ninguna cosa alcanzaron fuera de bue-
nas palabras , porque el rey de Portugal de secreto
les hacia espaldas, y holgaba de los traoajos y altera-
ciones de Castilla por serle muy á propósito para
afirmarse él mas y. arraigarse en aquel su reino de
que se apoderara.
Sucedió á la misma sazón que los infantes de Ara-
gón por no hallarse con fuerzas iguales á don Alvaro
de Luna , quemados los arrabales de TruiiUo , forti-
ficaron aquella plaza que se tenia por ellos , y en la
fortaleza pusieron buena guarnición de soldados;
demás de esto por si mesmo de sobresalto se apode-
raron de Alburquerque, villa fuerte y de importancia
á la raya de Portugal : por todo esto las voluntades
de sus contrarios gueoaron mas irritadas. Pareció
grave daño , especial la pérdida de Alburquerque,
porque se temia que los portugueses se fortificasen
en aquel pueblo , puesto que entre Portugal y Casti-
lla habia treguas , mas no estaban de todo punto
concertadas Tas paces , y menos las voluntades con-
formes. Determinó el rey acudir á aquel daño convi-
dado por don Alvaro, y esto para que con mayor
autoridad y fuerza se hiciese todo , y la honra de la
victoria que esperaban , y de concluir aquella em-
{)resa quedase por el mesmo rey. Sucedió al revés de
o que cuidaban , porque si bien tomaron la villa y
fortaleza de Trujillo y á Montanges , no hobo orden
de apoderarse de Alburquerque : así con dejar allí
por capitanes y fronteros al maestre de Alcántara y
don Juan hijo de Pero Ponce , el rey y don Alvaro
dieron la vuelta, y se partieron para Medina del
Campo.
En la toma de Trujillo sucedió una cosa memora-
ble. Estaba el condestable don Alvaro dentro de la
villa : la fortaleza se tenia por el infante don Enrique.
Tratóse con el alcaide que la rindiese ; impedíalo un
bachiller Garci Sánchez de Quincoccs , que tenia
gran parte en la guarda. Procuró don Alvaro haber
habla con él , y aunque con dificultad , al fin alc-an-
záque por un postigo á la parte del campo que tiene
una cuesta agria , viniese a ella solo con un mozo de
espuelas , que con la muía se quedó también á la mi-
tad de la cuesta. Salió el bachiller ; mas como ni por
promesas , ni amenazas se dejase vencer , abrazóse
el condestablo con él, y ambos fueron rodaudo la
nttORIA
cuesta íibajo de suerte que antes que de la rortalezá
pudiese ser socorrido , le puso en lugar seguro entre
cien hombres de armas que allí cerca tenía pues-
tos en celada, con toctial sin dilación se rindió lá!
fortaleza.
Por este mismo tiempo recibieron los de CasUHa.
una nueva rota en los campos de Arabiana , que cai-^
ttu ¿ liis haigas de Moncayo , harto eonoci€(o<t y des-
graciados de tiempo antiguo por la muerte deshelada
T ftesteal ejecutada eu las personas de los siete in*
nntesde L»ra. Ruy Diurde Mendoza |ior sobrenombre
el Calvo, aunque ciudadano de Sevilla , era capitán
de cuntrtfcieiitos caballos de Navarra. Este vencM
éU un ekicuentio á Ihíño López de Mendoza señor de
ñta por arriscarse con menor número de gente i
pelear con los contrarios : p4icos fueron los muertos
porque el capitán , como vio los siTyos destratados,
se recOf^ con algunos ú un ribaxo en que se hizo
íberle. Los mus se pusieron en huida y se salvaron á
éausa qu» k» contrarios no tenían noticia déla tieN
' ra , y i>or la oscuridad de lií noche que cewtJ. ' '
Hacíanse las cortes deCdstlIla en Medina^elGsm*
epor prhicípíD del ano 4430, y por el mismo tiedipd
de los catalanes en Tortos^ , presentes los dos re«
yes cada cual en su parte. Era grande la falta dé
dinero para los gastos de la guerra , que pretendian
seria muy larga ; y era grande la ditículUid que se
fi^pech pura aiegatlo. Lus reiiUis de Aragón eran pe-»
quenas , las rinuezas <le Castilla consumidas con los
gastos y poco orden del rey y de su casa, comoqniíftr
que la templanza del principe sirva en lugar de muy
gruesas rentas bastantes para el tiempo de ta guerra
Íde la paz. En arabas partes se trató de la poca
altud que algunos grondes guardaban á sus revés.
Deseaba el de Aragón sosegar á don Fadrique oond#
de Luna, case entendía inclinaba á seguir el pirtido
de Castilla, movido del dolor v sentimiento que
cansaba en él hab<*lte quitado el reino (i), deniáli
q[iie no. faltaba gente liviana que despertaba su éni-^
ido inconstante , y le ponía grandes esperanzm dé
rogarse y alcanzar mayores riquezas , si se arrima^
ba a Castilla. No pudo salir el de Am^n con lo que
pretendía en esta parte, ni le pudo mherA lasma-*
nos , pero confiscóle todo su estado , que le tenia
muy grande.
Lo mismo hizo el rey de Gistilb con los inftinles
de Aragón, jraun pasó mas adelante, que ó por ser
de su condición pródigo , ó con intento que aoneHos
señores nó les quedase esperanza de reconciliarse
con él y ser restituidos eu mis bienes ^ los pueblos
que les quitó, los repartió entre otros caballeros prín^
eipales. kl maestrazgo de Santiago se dio en adml«-
nistracion á don Alvaro de Luna , á Pedro Fernandez
de VelasL-o ea propiodtid la villa de Haro , Ledosma á
Pedro de Züñigsi (al uno y al otro con titulo de con-
des) á Pedro Munriquo dio á Paredes, al conde de
Benavoote hizo merced de la villa de Mayoi^a, Medi-
nilla fue dada á Pero Ponce. A Iñigo López de Men^
doza cupieron del repartí miento y del botín algunos
lucres cerca de Guadal» jara , que eran dé la infanta
dOnu Catalina : á don Gutierre Gómez de Toledo,
obispo que fue adelante de Patencia , Alva de Tormos
-en tierra de Salamanca : á otros caballeros diferentes
dio otros pueblos y lugares en gran número.
Foreste modo do la caída destos infantes como de
«o grande edificio se fudilaron en Castilla nuevas
easa« 3[ estados, que permanecen y se conservan has-
tia el día de hoy, dado que algunos Imnliecliomii-
«danza por diveraás causas de apellidos y Knajes.
A don Fadrique conde de Luna , que Imita» de Anh-
ffOD, por el mismo tiempo llegó á Medina del Campo,
nesgues de habelle lionntdo y festejado mucbu díerdn
* (i) á ^ SieíHa , del eoal ira abuelb le baMa;;heclío do-
-taelini lo ter vivos. " •
IMT bpaIIa. 93^
primero hs vHias de Cuellar y Villalon , después tam-
Dien Arjona y otras rentas , con que pudiese susten-
tar su casa y estado. Douu Leonor reina de Aragoá
fue llamada á Tordesillas , y allí puesta en el monas«
terio de Sbiita Clara. Quitáronle asimismo tres castí4
nos suyos que tenia con guarnición , que ella entregó
como le ei^a mandado , todo á propósito que no pudie-
se ayudar á sus hijos ni t;on hacienda , ni de otra ma^
ñera alguna ; pero poco después se revocó todo esto
en Burgos. Después del rigor suele seguirse la be*
nignídad y compasión, demás que parecía cosa fea
Í[ue la rqadre inocente pagase los deméritos de sus
lijos. Fue puesta en libertad, y fuéronle resUtuídok
sus castillos con condición y promesa que hizo de nó
acudir á sus hijos en aquella guerra.
Ayiidómuclio para tomar esta resolución una em-
bajada que vino sobre estas diferencias de PoKugal^
dado que lo que sobre todo con eila se pretendía , era
que entre los reyes de Castilla y do Aragón se hicie-
sen treguas hasta tanto que jueces señalados por am-
bas partea tratasen entre sí , y asentasen las condi-^
cienes de la paz. No tuvo esto efecto pomo estar aun
sazonadas las teosas. En Pefiíscola este año el domin* ■
go de Ramos , que fue á los nueve de abril , y el ju^
ves adelante* salió del sepulcro del papa Benedicto
tan graflde f tan suave olor, que se hmchó de) todo el
ea^tillp ! asi lo tesfificín algunos autores, como yo
pienso, mas por alicion que con verdad. Esta fama
por lo menos fue ocasión óue Juan de l^una su sobri-
no le hiciese trasladar áillueca, villa suya puesta
entre Tarazona y Calata][ud. La licencia para hacello
alcanzó debajo de condición que ni le hiciesen honras»
ni fuese enterrado en lugar sagrado en pena de sá
contumacia , y de haber por ella muerto descomul^
gado.
Aprestábase el r^y de Castilla para la guerra , y con
gran cuidado juntuba lina hueste luuy izrande , como
el qtte estaba* detenuiñado da hacer de nuevo coh
mayor fuerza y pujanza otra entrada en Aragón. Juil-
to con esto teñía n^andado á don Fadrique Enrique^
almirante del mar que con su armada que teniai
punto, trabajase las riberas y mares de Aragón coU
todo género de daños. Hecho esto , movió con sUs
gentes y llegó i Osua. El rey de Aragón en Tarazoiía
seapaiejaba para la guerra , el de Navarra enTudéla:
ambos con mayor porlia y diligencia que recaudo , á
causa qneaquellas dos naciones aborrecian aauella
guerra como mala y desgraciada. Fueron sobre el ca^
enviados embajadores de Araron , que llegaron áOs-
nls á catorce días de junio. Dtóseies luego audiencia:
don Domingo obi&no de Lérida , qne era el principal
Í cabeza^ en aquella embajada , habida licencia de
aÜar, con un largo razonamiento qué hizo, relaió
cuah grandes üeneflclos tenían los aragoneses recé^
bídos de los reyes de Castilla. Que la memoria dolida
sería perpetua , sin embargo que tomaron las armas
ito por voluntad sino forzados de los engaños deuN
gunos señores , que se aprovechaban de la facilidad
y nobleza de su rey para echar sus deudos de la cor-
te , sin dar lugar aun de habtalle romo los oue estaban
ce«i la privanza hinchados y acusiumbiaaos á malas
mañas. Que de buena gana las dejarían, si con repu*
tacien lo pudiesen hacer, y que tos partidos fueseh
honroi»osy tolerables. Ninguno ignoraba cuan grande
sería ef estrago y desventura de todos sí se viniese á
. las manos de poder- á poder. Las espadas aue una vez
se Uñen en sangre de parientes , con aíGcultad y
I tarde se limpian : no de otra manera que si los muer-
l'tol y sus cenizas anduviesen por las familias y casas
I pegando fuego y furia i los vivos , todos se embr»fli-
j.een, sin tener un ni término hi locura y los males.
: Puntados por el raionamienio del obispo deu^*
var^yel conde de Benavente respondieron por isii^
t bríos demás rUegaran á malas jialabras,' y parece
uscabia ocasión de pasar adelante* Ranum taellos»
,4^0 BiBLijQi^ECf inü:
uno. de lns embajadores, cop loco atffovjmienlos^
oTre«;¡ó á lincer campo y probar cofi ias «rmas ^ cuatr
buieru que quisiese salir á la musa, que tríala
ft^iiu (le su parle ;,Kn»0<I)e rjosqUicw^ y; brava j p^rfl
for eslíir ^1 rey ^ircsciiíe no s« p^si> á im* que pala^
rnSf Oiu oslóse 2ii;ab<) aquolla junta : i<lespM^ lof
embi|jí\doros «le Ar^.po,!! iiufíla on,«ie nno en mdío á ^^^
^uji'ltv*> di Ciistnia y bí fiqfou €ms\is amouestap)-?
pea tanto que se ¡ucljoji^'on á la paz. g^Uií^n los rea-*
jes de CistUL-vá la jiueule de Cainy, sitio ep^que^
fif^, eiiUeutle esluw) a$ent¡jifia )^ anfigoa Num^n^iag,
jnas por las meili<bié y sitlodé jps lugares, qut^ pof-r
^que baya al^un raí^tro cierto d^»U aiUigútsdad. Paso
ífl n^y V<MA 9^p .tmpo ^ Majawx, AIIí por gc^ i| Jigei)'?
cía que los (ficbos eiub:ij oidores lucieron fiseui^rpn
tregua!^ por p0é de¡ Castilla doo , AJvaro de ,Mvw y
QOA.to|»^ de MeaJf);fa arzobii»|io do SM)Uago»qu^
hombrijoii para tratjir de.irs.capítulauionei (\ou los
eu^bai'itto'es de los d(« royos. CuncertaróufuialineQte
que Jurasen In^ treguas por espa úo il|8 í:íuco aiiuk
con cstus erudiciones,: d^adasp ^raioMs piíftosjas
jfrmis,^ se idiriese la.ooutcaí/ieioii co#qo iates,:;Jo$
lufautes le Aragim restituyesi^i) á Albarj|uer-|Uod«n-
J^o de treiat;i días, y q*iáiio pu4ljeaefl entrar «n 0(8-
pHik en tolo el .tiempo d^t^isUinsguaR ».ni lanipom el
Xyji de CuatiJla les q^itise los puebbs que por etios
se ^uiau ;. úitímurpeute qqe do» Fa Iriqíie condexie
Xuoa , y don Jof. e marqMés de CórU^s lujo de doi|
.CarJoH rey tle Navarra, ^ue andaban íorajidos en
P^s^lla, no furAen maltratados por los rey e&4e Ara*
goíi y Navarra. Paralas deinásdirereaciasfltauqmbra-
feu catorce jueces , siete de cada partn : j que basta
'incluir estuviesen y residiesen en Tarazona y Agre-
ija , pueblos 4 la raya de Aratfao.
Luogoque cstiscon linones fueron aprobadi^s por
)|p^ rey 's, se pregonaron las treguas ea los- relien la
,inism i fiesta del api)stá>l SiMÜago^ lo inismo se jiízo
^a las riulades y lugares de los 1-0% reinos con gran-
.de ¡ alegr.a do todos , ^e ee regocijaban- no solo, pcH*
«l,biea presente, síík^ mucho mas por k esperanza
,qué cobnirob de asentar. una p^ muy larga. De$pa-
.caironse correosa toquis partes que llevasen nuevas
^ tan .alegres, y en particular al ref de PortngaL el
j^'d con su embajada y grande instancia que oiao
-mpohps voces y proqurára^e compusiesen estos4eba-
tes de los rey«s ; y en aquella saison se mostraba ale-
il^re ();)r losdes{K»sorios que festejaba d^ doMs Isabel
«m hija coa i*hilipe duque de Borgoña vimlo de isu
.^Agunda mujer, peste nyitrimonio nacW Garlos lla^
: {P(Km1o el Atrevido » diiqne que fue adelante de Bom-
ija^» conocí, lo no m;is por la grandeva de sus oe-
chiis y valor, que por el triste v desgraciado fin que
li|vn. EJ rey de Aragón despa bí) una armada á Pon-
iil^al para ibimar i sus lieniumos. Pretendía él que
;d«ij.tn.lo ¿ Alburquetque^ leaconroanasen , y emplea-
Jf^seu U guerra de Ibdia, que le tenía en mncbo
anidado ; y ile día y de uoohe nn pensad sino^n vol-
' ver á ella; aunque U idea de Um infantes no se «lee-
.Inó Juego. Las gentes de Castilla fueron destle Oaiña
.4wpoilii|as 4)on ónlen que á la primavjera nof«U<^seb
.de ttt'U'lir ú sus b^nvleras para dar principio á la guer*
^a tie los moros de Granatk. Hecbo esto , el reypeaó
jladenásdel estío en Ma(|riga] villa mny oono(vm^ do
•á la sa^oo la reina ae h4Íkbn.
CAPITULO IlL
^ De la guerra de Granada.
y. Bl fin (leJagunmiile Aragón fue príncáfiodeolnii
-dea iroerraa^ de la «pie á lo^ moros se luso» já» |a
.dnMdpolf s ooroo quierqMi nuiHra k» rayee Maiegan,
-«i«speeial «*aandu an iinperio eatá may eatenmo;
^ntea onaa diferendas as trabnn de otCM-y asmuovian
'da aneve.ondadia, ndemáa ém la ambición « BÍafde-
«laiMxktada y nmal, y ^ueMlianeUniie alfiNia.i el
que j wu$ tienq , mf^df sea > j d^ oms cns^ eatá
miado ; miserabki y birps condición de la naturakaAi
de loti mortales , si bien á -don' Juan, rey d^ CastiUá
P9<n)fin/e8cusar el des^ quítenla de ensancliar^i
nombre cristiano , y estirpar la nación de los nmnag
por |»i meoosiin Camnai El rey Mabomad Uamadar el
uquierflo ^ restituyo aue fue en e| reino (comoantifi
dealo queda djclio) renovaba sii^' embargo de pan
el tHbi^o y parias que ásl.ój qonwiisus antcpaaadoi
tenían costumbre de pagar; queiue lai^ansa pofcqa^
onando 86 baoian losapjiFeiesparaW.goeñ'adeAiii-í
! gon , si bien pidió treguas » ni del todo ^e las neguwit
ni ^HÍaramen^e se biB opneedieron y otorgaron. Tomór
se soia^Aute poTf^spedieptf de enviar por embajadm
i Granada a Aloom>^le borcá:para entretener aqoft
rey iiirbaroi, y dar .tiempo al tiempo, hasta que al jpe^
gaéstuyiftsenien/entalilado. i
vAI pr<*sentaí como ouevosemba,|adores,para está
envÁadoR bícieson «fe nuevo instancia por las trogoaa^
responnUó el nay que no se tomaría nin^n asienten u
no mese.ifua ante todas posas pa^aseai^ tfibiAtoqna
tenían antüs oon«Yriado. Fue junto con esto Aíoiiao
de Lorra enviado por embalador ai rey de Túneican
ricos preaente^ para dir r<«zQn a aqvet rey de la rfe»4
ktiltai y contumacia d^l. rey de Granada , que niae
movía por el peligro, ni correspondía iil aflKM- que lé
mosl aran; Coiie ta obró tanto que persuadió á aqnal
; rey no eu visee al de Granada para aquella guerra «a^
' eorroa destie África. Esto fue tanto mas fácil qop
! aquello^ b<irj»aros ponen de ordiiMU-ió la amistad |
I lealtiil en venta , y mas les mneve au pro particulaf
! que el respeto de la religión yhoneatidad. Por vanti^
ra bioen esto solos los bárbaros, y ao los mis delof
príncipes que tienen i^\ m mbre y se precian de la
pret»sion de crlsUanoH? ...
Tuviéronse cortes en Salamanca » en ifue coa gran
voluntad de loilos los estad^ts se otíirgó al rty a ruda
de dinero paní aquella guerra en maycr cintid*ad^
k» podían , porque eri^ contra los enemi^^ de ctrnt*
Uanosi Por el fin deste a^o se liic¡er>m díversan e»»
trada" en tierras de moros , en pirticolar den Gooala
obispo de Jaén y Diego de Rivera , adelantado qua
eratwl Anlalucia, con ocb3<*iento8 caballos y Iraa
mil de ¿ pié entniron b.wta llegar a ta vegí deGraan-
da. Repartiierm la gente desLi manera : jHiaieroiidM
cobiibia m lugares á propósito : oolienta de i catello
llegaron á dar. vista é la ciuilad con intento de«ear
iiía moros ala pelea, v metellos en as zabgi áu^j
«nredalM. Salieron ellos, pe. o con recato al princí*
Eio porque temían bi^ue era*, nue había engaon:
»s que tenían en li primera et^iila ( como le» fiiean
mamladíOá los primeros golpea, vol víemu laa c*jtpdiha
AaegurainM con esto los. non s, onai'» si w» nobíeni
mas que tnmer» sin ónl»*B y ain concierto sigoen i
rieiiila suelta el alcance: llegaron con esto doodneff*
taba la fuerza de loa coiitcarios, que era In segando
I celada. No pensaban les moros cusa aemejinte^V
, halla" reaistieocia : asi ellos se at^noriiarou , J alna
nuantms creció el áiiimo; hirieron en loa^ncnH^aft,
mataron ilnscientos.i prendieran cíente , losdcMS
como 'pláti;!os déla tierra.se salvaron por aquaHu
fraguAis , á las cuales los caballea dn los mrima cal»»
han acostumbrados, y á los cristiano» fiaaroa causa
por su aspereas y no estar usados de i*eleocnic«
. Per .otra purle Fernán Alvarez de Tole«lo aemir de
Valdecof neta, á cuyo cai^. quedó la gutmífiuiiéa
Ei;ija , «iilró por loe campos y tierra de RomU : nú
Je aoo^ttó tan prósperameifte , |iorqoea<nidieBdn ka
uaturilea, con igual ibuVi auyo def que hiao co las
-contrario^^y fne f«ir¿ado á retirarse. IHko después R*-
. drigo Pena adelantado ile Caiorh entrd por oira par-
le; acuilinnau al improvte lostunmígMa, yAíeia
carga que dieron tan grand«>, queconperdiibi decaai
.toitoa loa «ivos .apegas el adelantado se pudo nivar
á u.iade canallo; verdad es que 'Garda de
qñe ern mnrímnl ¿ escaló áb noche j gand dé Jo»' tno-^'
iM fNir faeruv el >ki^r ñ^Ilmtaíá; ^vieítet\gútíB'tiBh
ifcompeHSa de Iiqu«1fd5 diaños; D¿stli mfírtéi^ar^rMMr
las «osa» Brdsperag f fldv0r<tas; faeffa ^iq^ él tiém^
wéo crftrfropósíto, antesiprir las corrtlnuas ágoati'
luilMan' los cuminos «(«rp^ntanadés, los rids iban
etécidos; en pértica1ai*'éit Navátta él i^ Ai^ágnqnsa^
ll6Ue ttm<k«, y derribó gmn parte dé te vflla de 9tíñJ
Síés4 oon 0nin')M^d¡da7 kiotát^fe'rláAiDr dé IbsmoHi^
res de áijiMl Higa^ * ' » - .
^ El'rey llamón pbr biís cartas í dbn DtétfD Goitiés de
SiHidowif t%ndéde Gtotto, y alMáestfe dé^ Alcáfltáro^
dDiv> Joan do 8<ilomaffor. f9oi obédeOforOft ; 8ca>(loH
miedo de sus e.ieiníuos, sea eslima!a4os desu nlaii'
e^fH'iohciir; EtB cr<^lO S<i<^iairl}i iét de4ós inrtmles
d« Aragmi, "yaM'be^pués de héettos lastre^úas;
perseverábanlo féimistiio.'á Ib Éa^oh' que Béuúértfe^
Mil |Mihi «ca gtfé^; nilledó Ja pthtier^ mujer dér
don Alvaro !dé Luna (doña' Ehrim de Vúftoearrerrv. Flor
su muerte 'casé^BégUfidavée icón doñifclciantt hija dét
tondetde Bénat<!9ile! los regoeíj^s do las bodi^sse*
¿ol¿bm^nen1^alefiéla,noíu«*n)n fondeé á éaust
<4U0 álu diisfiia foa&ñ íliitééiMoris Ju^ba de Méo^lo^
•ia abuela tto'ladi*8|)03tidB,y>mu|crViUé ftié dial abn!-'
Jrasiiie don Enrlme; Jos padí^ioos de la bodaí fderofi'el
-^yy^la i^eina. fC&igona ic¿sa por entonces parecía
^nid^da por ir cu aumento y con viento próspero
9« pHbanza V autoHdnd dé don Általa. -Sucddtanes
«fícosoB al principio del flñoi49!.Et papa M.ii*tiA0
'4^hilo, yft niHS an^itfo ^ k> f]ué mostraba) del arago-
nés, al tiempo mismb que ó por odio de loa franceses;
i6 ooHvna profbnda dJSf.iiü»ck)n tenia flamaité^i Ilaht
-lia al lüclvo rey don Alonso, Talleció en nMita' sazón efi
üémn de apopiegta á felnte del roes de febrero: olroé
feuemis autoras seíiafcúi H áSo^sfplolente., que liace
maravillar baya vaHmiaif O'i cos» tan Ihttca y tan no^
tahle. Bn lupr del pa|Mi Martino fue puesto el'carde-
aal Gabriel Condelnfiirlo ; veneciano de nación , con
^Oibre quo tomó de ^^ug^^nío Cuarto: fue su elección
i tres «fiiis dé marzo. Ayudóle eo gran maneí-a para
subir á aquel grado el cardonal Jonian IJrsino : por
^•íffo comenzó á favorérfer rtanclio á tos uráiiiAs , h^Lñ-
JonáiytKitUroso en Roma, yá |»ersegQír pbr'ermis*-
•mo oasoá fos rohmfses sus contrarfios; yásu ejemplo
iloana reinadeflápolca inugermudableeinconstavilr,
«déSj^jó á Antonio Colona detap ciuttad de Salem».
Mr HüSpelo d*»l nnet^o ponülice lequító^lot|iie el pon*
'Mci» pasado le biso dar, ó por ventura Imboalcun de»
ibértto m^o, dequvresultaronKUeTasalteracioneé y
^MWrentes ehpt^ranzas en otros ik ser acréc^ntailos*
^ El>"r<7de Caslilla, determinado dedr en persona
4 ta'^ierra dé los moros, nombró-paña ef gomt^nio do
<!astíHa en anausenda ú Peilro Manrique. Rocho os-
lo, de Médf Ha det Campo p is^ á Toledo, en csryo tenn
•pié phr devoción posift toda una noel» armado y en
Tela , costumbre de los qóo so armaban caballeros;
^^nfilaüa mari-na, lil^o bcmléclr liis bamterss; y pa-
rtías lasTiestas (queso le hicieron grandes )'hocBr>s
wi^ voto!^ y plt^garias, p^irtM puní fd guerra. Está- en
íttédiodH ctmitno puésto'Giudad-<Real : allt como el
Yoy se detuviese p^ir af^^mios días, á los veinte y cusk
pú do abHI rto^ b'frasdi^sptimde'nte.ito día tembló la
i0erra ^létal itostiiera qué afgtvnos «llficios quedaíron
Wiltmbidus , y algunas almenas d(d Castillo oai^on
M tierra; el mismo rey fue fbneado por el nmdo'y
r' el peyi^tii s^aRT afraso y ni descubierto rfbe gran-
el espanto que én'toloscausó, y maprporestar
éPl^py p^ési^Hte y correr pél¡gi*o su p*)i*sonR; mas él
Mío filé peq[tieno,y ntngun liombre pGi4ecíó«EnAnh
|M); Catahiiia ven Rüyseifbn Tüíb mayor el estrago
fbr '<^ti mism.t éaa&i y á lamilsma sazón , tmit^qoe
alguj^»s lu;;ares quedañm destrüffos, y-algunos ma^
MtüdoS'pÓMbé tMblOhés de Ih tléktKÍ^
' ■'£& OráhaAiot!ros( poc«ia<télatilé,'yéA los reales
A •Castilla que'^mwesttbaii'y é pitüfeof do^peloar^
rilSMim bglESfMÉQ fl <i Mi)
ettCrap en^ ia< batalla que sé dieron, como $é dirá piHl
ooi«delant#> lérnblolé tierra^ pronóstico que eaM
uno'podia 'ponsar ataeioeaba á su parte 6 A liní«étt-(
trárili , ó á oottambas, y qiie «dio bien qno nms» m
téüieriiio' menosi á 4os inoróse queá lo» tfmitinñil^
Asítntsoio por«ld;ia:EspaibafliMDn grandes los ternas
rés^'3[aountiosqiie httDo por esta-eaosn; iqQe'€íl pnéM
blo inconstante' y sipersticioso suele iilt«rarsséoé>
ostias fteméjanlés y prooosticar'grandssmales. jMoi»
oste iliismbtiémpo en BasreétonafiíIledóiarevna^iMtl
¥ÍDUfnle-déiinN!Íia'edad>faeícasada c6a él rc-y dittp
lüanél'PHiherey y ora abnoki maiema de^Ludoviotf
dáqu6^de'A1lJéu^con'quitH't^aiafl gnonra los aragd^
no
neser por el ' telno 4e Nápolés .
" llegó él roy <de Ca8lilhipor<el mosdo mayoéda clo*f
dad de Córdovaí: desée-alli^eo^ió ádo^ Alvsfrn deLda
na idélsfiteieoh'.hueri «lí^mGro de gente, tnHólodansa
pflfia de IlkMra^ y Qngó liaciendoesIragO'liasla lamisiw
vega do Granad», Vamirjque es de grande* freaoR^^
no* do menor fertUidafd»' Puso <üéKo «n liw oioH^ km
misohisciutiadanos á sus iiuérlas; sus cortijo» y nhfl
boleilas sin perdonar á una hermosa ^sa de tampi^
qne pOr aíír tenia élrev mbro;'pfifi» no ftiemn puf te
esloiv daíios; al aun las oaitás de dosafro quo lesiono
vio don Alvaro, para que saiieaentd pelear; No sosoü
Sla causa : puédesoxonietifrartioo por oslar la abvf
i suspensa oon el miedo que < tenia* de mayorai
nnles, ó no ostar les'ciudidanos asegurados uno» -di
otros. Entré tanloi que esto pastibii , se éonsu|ialia«ni
GórdfVa sobre feí forma queso tenki en hae^r to guei>¿
RifLos ffarecerés fueron diferentes: unos deoiaii>
que talasen los campos, y no se detuviesen ^n jmñét
sitio sobre al^un particular pueblo : otros qneserU
mas á pro^sito cercar alguna ciudad futirte palK
ganar mayor repuiadon, y éon su toma'saicar mayiP
prov^elio do tantos trabajos y tan grandes gastost-
Prevaleció él prrecer mas honroso y d&mas autoría
dail^y Oonfbrms i él so acordó fuesen sobre Granádij
V pelékmen con los moros de poder á poder , que erft
foque un moro por nombre Gila^fro grandem^ntoléi
aeonsejuba ; el - cual en su tierna %áM como hoblesé
sido preso por los monos f renegado nuestra f«^ , <lador
que no dé' corazón, encesta ocasionsevino ¿ Có^lo1M'
á los ¡iMittstros , y les daba éste consejo. Prometía mso
luégo que los lieles se presentasen á vista de la ciu^
dad de Granada JozbepBenatmao nieto qne era d#
Mahomad-eirev Bormejo que fue muerto en Sevilla^*
se pasaKa con buen nánierode gente á sus reales» :«
tomada esta resolución; la reíiía que hasta aW
a^^mpañana al rey , se partió para Carmena : el ejéri
oito marclió adelante. Por el mes de octubre se déM^
tuvo «Irev cerca de Alveiidni algunos dias hasta tatt^
t0que (odas los compañías se juntasen. Lleaárnnso
basta odíenla mil hombres, y eutv eHos muchos qm
por m% hDQje y liazanas eran personas de tirata cuen^
ta. DiósB cuidado de asentar los reales y de maestres
decampo al adelantado Diego dé Ribera y á Juan á&
Guzman , cargo qoe antes solía ser (conforme á las
costambret de España) dolos marfscsles, á quieír
nertenecia señalar y repartir las estancias. Marcha*^
rotí dendren bvenórdeo, y el segundo día llegaron
á tierra de nrnros reentraron formados sus escHadro^'
nes y en ordenanza, no de ot*^ manera qiie si tavfe^'
rao ios enemigos dehmte. Don Alvaro dé Lona llenki
ba el cargo de la abangoardía, en que iban dos mil )f'
qailiiealoB liomhres de armas : el rey iba eu el enet^
po de la batalla con la fkeraa del ejército^ aeonpate^'
do dé oMichos grandes; el postrero escuadrón bacillar
ha cortesanos, y- gran número de ecle«>iásticnSy en^>
tro eilQg don Jnmi de GerezUela obispo de Osmá , f
douGotiem deToiodaoblspode Palenrta: á Iuscon^»
doá nwrehabRnconpartedoiH gente don EnrifOeébéy
déde Niebla, Paro FermindezdeVebisc6,Dic9a L^potí
de<2iniga, el ooade de Benaveiite yol obispo de JaMD
dshMié de todosdosiMouadrones Ibón los dotfliitsM)
tn»de campo con mil y qttínientos caballos ligeros.
Sitos dieron principio á la batalla» que fue á veinte
^wieve del roes de junio en esta guiaa. Loa moros
8iliefon.de la ciudad de Granada con grandes alari^
dos; los fleles fueron loa primeros á pasará un riba7o
queeaia. en medio : con esto se trabé la pelea. Era
grande la rouciiedunibrede los bárbaros y y en lugar
Se jos heridos j cansados venían de ordinario nuevas
oompaníasde refresco de la ciudad que cerca tenian:
li^ttismo bacian los nuestros, que adelantaban sus
eompañial^ y todos meneaban las manos. Adelantóle
Fedro de Velaseo cuya carga no suf^'ieron los moros:
reUráronse poco á poco, cogidos y cq orden» nza á la
ciudad , dem»nera que aqufi dianiugunode losene-
migos volvió las espaldas. Retirados que fueron los
moros, los reales del rey se asentaron á la balda del
BM&te de Elvira, fortificados defesoy trincliéas. Los
moros eran cinco mil de á caballo, y como dosciea-
toa mil infantes, todos número, piarte alojada en la
ciudad y pnrte en sus reales, que tenian cerca de las
muralla, á causa que dentro de la ciudad no cal)i%
lanía mücliedumbic.
^ Kl domingo adelante ordenaron los moros sus ha-
ces en guisii de peJear. Aljanaba el maestie de Cilla-
tiara con h s gastadores el campo, que á causa de los
'aladares y acequias estaba desiguul y embarazjido«
4eometjéronle m moros, y cargaron sobre él y sua
gastadorea que bacian las esplanadüs. Visto el peli*
gw en que Obtaba , acud'eron don Enrique conde de
ieblfl y Diego de Zúuíga, que mas cerca se (gallaban,
desde los realas á socorre lie: la pelea se eacendia, y
el calor del sol por ser á med.io día era muy grande.
£1 rey enojado porque nt pensaba pelear aquel día,
y luifxido |K)r la locura y utrevimieuto de Jos suyos,
envió á don Alvaro de Luna para que hiciese retirar
á^os soldados y dejar la pelea. La vscaramuza estaba
tan< adelante, y ios moros tan mezclados por todaa
partes, que á los cristianos, sij» vdlvian las espal-
ias , no eia posible obedecer.. Lo cual como supiese
«tl>rey hizo con presteza peñeren ordenanza su gen-
lOk Hablóles brevemente en esta sustancia: («Como
•aquellos mismos eran los que poco antes les pagal^an
«parias, los mv<moscapitiines y corazones. Que el rey
wm salia á la batalla , por no liarse de las voluntades
ade los ciudadanos « cuya mayor, parte favorecía á
aiBenalmao, que se ha acogido á nuestio amparo , y
i^pasado á nuestros reales. Acometed pues con brio
]>y gallardía á los enemigos que tenéis delante, flacos
vj desarmados. No os criante la muchedumbre, que
oeUa misma los embarazará en la pelea. Con qué cara
^volverá cualquiera de vos á su. casa , h no fuere con
]>la vicioria ganada? A los que temerieron los arago^
Mieses , los navarros, los francef^cs , ¿poil -á por vt*n-
Mura espantar esta canalla y trojiel de bárbara^ , mnl
DJuntada y sin órUen? afuera t4in ^ran mal, no permi-
«ta Dios ni sus santos cosa Um fea. Este día eclwi
aeleello é todos los trabajos y victorias ganadas, ó
»( lo que tiemblo en pensallo) acarreará á nuestro
«nonibre y nación vergüenza, afrenta y perpetua in-
«fomia. 1»
> Dicho e^sto , mandó tóear las trompetas en señal
de pele«ir. Acometieron á ios moros, que los recibió-
so» con mucho ánimo: fue el aku*íilo grande de amr
bfts partea, esiuvieron. algún espacio laajiaeesmez-
cicadas sin reconocerse ventaja. I^a madera de la pelea
era brava , dudosa, fe.i, mí:íerable: urtos huían, otros
loaseguian , to<lo andaba mezclado, arm:is, caballos
y hombres; noluibiíi lugar de tomar consejo, ni aten-
der á Jo que les mandaban. Andaba el rey mismo en--<
tre los primeros como testigo del esfacf^o de «adn
cual, y. para animallos á todos. Su presencia toa avi«-
¥4 tanl# que .vueltos á ponerse en ordena oxa, lea
paréela qiie entonces comenzAban á peíear. Con este
GASFAft T ROIG.
miento que tenian dét os kigares , y confiados en so
asperei^, se retiraion por aquellos montes cercanos^
sin que los nuestros cesasen de herir en ellos y matat
hasta tanto que sobrevino y cerró la noche. £1 núae<>
ro de los muertos no se puede saber al justo, onleA»
dióse que seria como de diez mil. Los reales de lot
morps que tenian asentados entre las viiías y los oli^
vares , gini^ y «ntró don Juan de Cerezuela. Los
demás eclesiásticos con cruges y ornamentos, y mo*
cha muestra de alegría salieron á recebir al rey qua
acabada ia pelea , volvía 4 sus reales. Daban todos
gracias é Dios por merced y victoria tan señalada.
Detuviéronse en los mismos lugares por esfiacío da
diez días.
Los moros dado que ni aun á las viikis se atrevían
á salir, pero ninguna mención hicieron decoiicei^
tan^ y nacer confederación , sea por confiar dema-*
siado en sus fuerzas, sea por tener pentida la espe*
ranza de ser perdonados. Por ventura también un
estraordinarío^ pasmo tenia embarazados los enten*
dimienlos del pueblo y de l(« principales para que no
atendiesen á lo que les estaba bien. Dióse el gasto á
los eamnos sin que alguno fuese á la mano. Hecho
esto, el rey de Castilla con su gente' dio la vuelta.
Quedó el cargo de la frontera al maestre de Calatrava
y al adclantatlo Diego de Rivera , y con ellos ficnat-
malo cop título y nombre d^ rey para electo (sí aa
ofreciese ocasión) de apoderarse con «I aymla de so
parcialidad del reino de Granada. Este fue el suoc9»
desta empresa tan memorable, y de la batalla muj
nombrada, que vulgarmente se llamó de la Higuera»
poc una apuesta, y plantada en el mismo lugar en
que pelearon. Pocos de los deles fueron muertos m
en la baUílla ni en totla la guerra , y ninguna perso*
na notable y de cuenta: con que el alegría de todo d
reino fue mas pura y mas colmada.
CAPITULO lY.
De las paces que se hicieron entre los reyes de Castilla
y de Portugal.
Estaba desde los años pasados retirado ilon Xarm
Alvaréz Pereyra condestable que era de Poitugaj^
conde de Barcejos y de Oren , no solo de la guerra,
aino de las cosas del gobierno, y por su mucha edap
se recosió enel momtsterio de los carmelitas queá
oosta de los despojos de In guerra edifíoó en Lisboa.
Recelábase de la inconstancia de las cosas, temía qfie
la larga vida no le fuese ocasión (como á machos) de
tropezar y caer ; junto con esto pretendía con mucte
cuidado alcanzar perdón de los pecados de su vida
pasada y aplacar á Dics con limosnas que hacia á \(m
pobres , y templos qnc eilificaba en honra de los sao*
tos , como lioy en Portugal 8e ven no pocos fumladoi
por él , V entre ellos uno en A'Jubarrota de San Jorgc^
y otro de S t ita María en Villaviciosa; muestras da-
rás de su pie<lad , y trofeos señalados de hjs victorias
que ganó «le los enemigos. En estas buciuis obras aa
ocupaba cuando le sobrevino la muerte en edad d|
setenta y un anos,' y cuarenta y seis años despnea
que fne hecho condestable. Su fi»ma y autoridad y
memoria dorará siempre en España : su cuerpo en^
torraron en el mismo monasleiio en que estsiba rtlSt
rado. Hallóse el rey mismo á su enterramiento mof
aolenme í á que concurrieron toda suerte de gentes»
Ei^ta f>renda y muestra de amqr dio el rev n loa m^
recimíentos del dü^unto, al cual debía lo que eraL
Tuvo una sola liga por uombte doña Beatriz, que
casé orm don Alonso duque dü Bergapjuí, hi>»lMr
tardo <lel mismci rev de Portugal. Entre los nietr>s qua
deste .matrimonio le nacieron , antes de su rauert^
dividió todo su estado.
El rey de Portugal avisado por la muerte de si
eafeerzó los enemígoe , vueltas las espaldas , á toda ami^o que ai» de la misma «dad , qup sa fin no podía
taiauM cecQgieron parte á la ciudad ^ por ol c«Doei«» esterdejps , lo que uiia y.qU^ vea tenia intanibdc^ ^
L
aiwtouA
éeterminó con mayar fierta y con una hueva emba-
ÍiHa de iratar y coaclair con el rey de Castilla qae ae
¡cieaen Jas paces. Partióse el rey don Juan arrebata-
daffiente del reino de Granada, con qfue paree» á
tiiuclioaque se perdió muy buena coyuntura de ade-
•iantar las coses. Vaigarmente se murmnraba >que
don Alvaro fue sobornado {lara hacer eslo con canti-
dad de oro que de Granadi le enviaron en un presen-
te que le liieieron de higos pasados : creíase esto fá-
cimente á causa que ninguna cosa, ni grande ni
fieqtteña , se hacia sino por su parecer: demás que
^ pueblo ordin iríamente se inclina á creer lo peor.
Llegaron á C^rdova i veinte de julio: partidos de
allí , en Toledo cumplieron sus promesas y dieron
gracias á Dios po.** la victoria que les otorgara.. De
Toleílo muy presto pasados loe (puertos se fueron á
Me.lina M Campo para dondei tenían convocadas cor-
tea generales del reino, que en ninguna cosa fueron '
mas señaladas que en mudar como se mudaron las
<regu:is que tenían con Portugal en paces perpetuas. ,
La confederación se Id'co con honrosas cai'itulacio-
9ie<: para las dos naciones , y é treinta de octubre $e
jirogouaronen Us cortes de Castilla y en Lisboa. Para
esli; eíecto de Castilla fue por embajador el doclor
Dí>^o Franco.
'- Por otra partea la misma sazón el conde de Cantro
loe cotKtenado de* crimen contra la magostad real.
Coníiscaron otrosí los pneblos delmaestre de Alcán-
tara y y pusieron guarniciones én ellos en nombre del
rey. Pendieron al tanto á Pedro Fernandez de Ve^
1as4^o conde de Baro, á Fernán Alvarez de Toledo, y
Al obispo de Patencia su tio don Gutterro de Toleiío.
Car^banlos de esftar hermanados con los infantes de
Anr^on , y que con deseo de* noveilades 'trataban de
üar la muerte á don Alvaro. E<»ta8 sentencias y pri-
siones fueron causa de alterarse mucho Iqs ánimos,
por tener entendido los grandes que contra el poder
;de don Alvaro y sus engaños ningitna seguHitad era ,
instante , v que les era fuerza a<;udir á i:ts armas ; en '
particular IniKO López de Mendoza se determinó (pa
ra lo que poaía suceder) de fortificar la su villa de
Hita con soldados y armas.
Tratóse en las cortes de juntar dinero (como se
Jiizo) para el ^asto de la guerra contra los moros,
■que parecía estar en buenos términos á cansa que el
«delantado y el maestre do Calatrava ganartm á la
aazon muchos pueblo» de moros, Ronda, Cambil,
Ulori , Arcliiilona , Setenil ^ sin otros de menos cuen-
ta. La misma ciuJad de Loja rindieron» que era muy
Ibertc : pusieron cerco á la fortaleza , do parte de la
^nte se fortificara , en cuyo favor vino de Granada
Sizepii abencerraje ; paro fue Yencido en batalla , y
muerto por los nuestt*os que acudieron áestorballe el
paso. La lealtad y constimcia le fue pcrjuilícial , y
querer continuaren servir nt rey Mahomad su iteñor.
sin cmb.irgo que los naturales en gran parte por el
•odio que tenian al gobierno presente , se inclinaban
i dnr e! reino á Benalmao. Por esto el rey Mahomad
«I bquíerdo , visto que no tenia foo^aa^ iguales á sus
4^ont:'arins así por ser ellos muchos , como porque los
nuestros con diversas manas los atizaban y animaban
'Gpntra ól , dojaüa la ciudad de Granada en que jire-
valecia aquella parcialiJad , se resolvió de irse á Má-
Haga y aili esperar mejores temporales.
Con su partida Benalmao fae recibido en la ciu-
^dad el primer día del ano de 4432, que sooontara de
Jos moros ochocientos y treinta y cinco afios, el mes
'llamado el primero; en el cual mea al infante de Por-
Mipl don Duarte nació de so mujer doña Leonor un
diíjo que se llamó don Alonso, y fue adelante muy
i<ionocido fk)r mudias desgracias que le acontecieron.
'Los eiuilailanos de Granada á porfía se adelantaban
lá servir al nuevo rey , la mayor parte con voluntades
Uanns , otros acomodándose al tiempo , y por el mis-
mo caso con mayor diligencia y rostro mas alegre,
que ea gran manera sirvo á répreaentaeionea y éo-
ciones semejanlies* El mismo rey hizo juramento que
estaría á devoción de Castilla , y sin engaño pagana
cada año de tributo cierta suma de dineros , según
que lo tenian concertado , de lo cual se hicieron es-
crituras públicas,.
L.a8 cosas estaban desta manera asentadas , cuan-
do la fortuné , ó fuerza mas alta poderosa en todas
las cosas húmdOas, y maa en dar y quitar príocinar*
dos , las desbarató en breve con ht muerte que sobr^
vino á Benalmao. Era ya de macha edad , y asi falle- •
ció el sesto mes de su reinado á veinte y cuatro de
junio en el mes que los moroo Ñaman lavel. Con asió
Mahomad el Izquierdo de Málaga , do se cotreteoía
con poca esperanza de mejorar sus cosas, sabidi^la
muerte de su contrarío, fue de nuevo llamado al reí-
no, y recebido en la ciudad no con memir mueatra;^e
afición que el odio con que antes le echaron : tanto
Kuede muchas veces oo poco de tiempo para tronar
Ls cosas y los corazones : muchos después de deil-
terradoy ido se movian á tenelle compasión. Vuello
al reino , en lagar del Abencerraje nombré por go-
bernador de Granada á un liombre poderoso hamado
Aniiilbar. Puso treguas con el rey de Castilla , q«e le
fueron (bien que por breve tiempo) otorgadas.
A la raya de Portugal los infantas de Aragón no
cesaban de alborotar la tierra. Loa tesoros del rey
consumidos con gastos tan contínaos no bastaban
para acudir á tintas partes. Esta fue la causa de asen-
tar con los moros aquellas trei.'uis. Demás deslo-eti
parte pareció condescender con ios ruegos del reyie
Túnez ,« el cual con una embajada que ennó á CasLÍK
Ha , trabajaba de ayudar aquel rey por áersu amigo
y aliado. Para reilodr al maestre de Alcántara w y
apartalle de los aragoneses, fue por orden del rey (kpi
Alvaro de Isorna o^sp*» de Cuenca , por si con la-av-
toridad de prelado y el deudo que tenían los dos^ pilr
diese detener al que se despeñaba en su perditíion^y
reducille á mejor partido. Toda esta diligisncía fue
de ningún efecto: no se pudo con él acabar cosa aJh-
guña , si bien no mudio después eotendiéndo quool
maestre estaba arrepentido , se dio cuidado al doctor
Franco de aplacalle y atraelle á lo que era razon^ El
como hombre de ingenio mudable y deseéeo de no-
vedades , al cual desagradaba lo que era seguro , y
tema puesta su esperanza en mostrarse temerario,
de repente como alterado el jaido lentregó el castillo
de Alcántara al infante de Aragón don Pedro,. y al
dicho Franco puso en j)oder de don Enrique su iMrf-
mano: exceso tan sen dado, aue cerró del todo la
puerta para Tolver en gi*acia del rey: la gente<.eio
mismo comenzó ú aborrelle como á hombre aleve,, y
que con engaño quebrantara el derecho de las gentes
en maltratar al que para su remedio le buscaba.
Al almirante don Fadrique y al adelantado Pedro
M.nnríque con bnen número de soldados dieron cango
dé cercar á Alburquerque , y de hacer la guerra á líos
hermano^ HiHintes de Aragón. Gutierre de Sotomayor
comendador mayob de Aleántaraprandió de roche en
lá cama al infante don Pedro primer día dé julio, no
se sabe si con pareeerdel maestreen tio que temía
no le maltratasen los aragoneses, si pn:>]oe él mismo
aborrecía el parecer drl tío en seguir el partido^ los
aragoneses, y pretendia con tan señalado serTÍcio
ganar la volontad del rey : la suma es que por premio
de lo que hizo, fue puesto en el lugar de su tío/ A
Tnstmcia del rey los comendadores de Alcántara ae
juntaron á capítulo: allí don Juan de Sotomayor fne
acusado de muchos escesos, y absueltode la digni-
dad, hecho esto, eligieron para aquel tnaéstra^á
don Gutierre su sobrino. El paradero de oadavno
suele ser conforme al partlilo que tomi , y el remate
semejable á sus pasos y méritos. Los señores de Cas-
tilla que tenían presos, fueron puestos en libertad sea
por no probáreeles lo que les achacaban , sea que
(flll
^imtohá9vecee«sfortosoitu«ikNi •grandes ¡príim-i
ff^dlstmaien y espeoiai eiiaDdo;el<<k3litf»tba;^iifiíiQO|
í;'
••í*
CAPmJl40 V. .. I
De la guerra de Nápi^es. ' ' , '
^ CdN'Ia vuelta <}iio dio 4 Espaüa^don Atoado preM^
-Ara^n (como arriba! quedanrastrado) húboeoNú-
-poleagfjiniiiuiianzade lisoosná y tnayor de los cora-
•Bónéic Muy ffran pttrtedeBí|aelreíno€ii»taliMan poder
jy aelkurto de los enemigos: los loas d&ioa señores favo-
ofeeian^á los aa9<effi«ús>: (locoa!, y ¡eáto^ deísecr^to,
jéegüiaft el pürtido.dBlAragoii,cuyefl fuerzas^onio
xájpeDas^ fuesen bastaotea, para una.gUerra ,■ en 4in
-ffiismo tiempo = se dividieron, eo mochas ; y sin nwwr
uiiuoteniantongrandeg^etradentrodesucasayen-
otre;las.'inaiKM, busearon guerraaiestrañaa. Fue aaí
iqiM'lo8:frego^a^ una iiouy poderosa pareialidad en-
-4reloiciudadaiiofidejGónova echados <|ue fueroOrde
rjaii:pétria y despojados idel principado que en.ella te^
-nían^'pór Phílipo duque. «le. Milán acudieron con litt-
oinildaa dbusoar 8ooomis.66trañoss^¡Uaninroa en su
(»áyiMJa á dan PiBdro.tníáiil«d6^Anigon,4dfei la saaon
en Ñapóles. GflBi t^equeñaB.espeflransas aiUíContaba^l
iparlido del Toy au bérmanío. Fue' él de Jouena gana
^nlsu armada porüa esperanza aoe le diaron de^ba-
(oelle^ttñor.dttaiiaiBlhi cmdad;á lo menos ipreiandia
-oonadueiiBOcorro que daki á ios fragososi, veiigar
ílaslnjuríasiqué en la guepra pasada<leBliixot el duque
váefMünú. No fue vana esta empresa,^ ca juntadas sus
-élerísas con. losi frenos i y con loa fliseos« qaiíó lil
t4aM|o& de Milán, mucllos. pueblos y, castillos por todliis
yaouellBa liiArmas i)e Gónoira. Despertdscr puc toda la
qpro?mí*ia. un imledn de roayon guaría: loé nfltttni||ss
-«■tránio con aquella ayuda en esperansft'de librafse
-M señorío! dei duquei por eldeseo ^ufr tenihn día no-
'<venadés. • i < ': i
eu'lEiiduqiioide'Milárii úuídadaso^qoe si. perdía á Gé-
-áotav podía correr peligro lo déméa de éii> estado,
l«edpto#mié<d(déÍMGenppeé8'OOn ba aragoneiseSé Pata
foMotnbr eus embaladores que enrió áBspaoav pro«-
lluatío^al rey sin, saíberlo ksiginovetes dipe le estieM-
-fda laí ciudad de ^oiiiCaeio cabeza dar Górcogs , sobre
Yla cual isla por tnnlo tiempo los ara^^teses teliian
(éíferencla ecn lesi de Genova. <Pareció no se debía
(dkilBBchar UamisUd que el duque ofirecia cóo piuiido
(lapaTéntNjado :inoc esto el freyíde. Aragón «&viót¿i
*teÉGa' susi ernbajadohea coflí poder dei tratar y oonsluir i
í lasi pacesi. Nn se pudp entregar Bonifiacio por la reais-i
otencla queihi//) el senadode Genova'^ perodieíontop,
f8U>bij;ar loa castiiloay piasas de Pdrtavoneria y-Le-.
T^m^da está reMbicin», el iofante don Padro lla-^
oibadodeáda Sicilia domlQ se habia cuello» puso Ruar-!
ovicioAeaiaqnéllbé castillos , y dejando oeís igaíeiHsj
am\ sueldof del duque PliUipo para {gualda :de áqueHás'
i^inarinasr, se pariié'dan iaidemáflarniadai^l). Eoicort-
iicUíou trfadé qu6liobo,y saqueado uaa iafeidaí África'
oiUamádá Oeroina^Jioy Gharcina^ y 4sl núaserode los
isicaotivo^ por tañer grandes fuerzas supUdcluarmnor-
( aneroé qinilaltaban,^ompuest8é las^coaa^ cft Sicttia
>'Í en IHirpoles cómo sufna el estado presenta de las'
( loosas, •mliíBO áila vela parb. España (ctfmo arribal
c iqueda diciiO|) ^en socorrb do sub ibemiaiioa^ y fiera'
y ayiJdBHos en Ja-güorraqueliaqiaiilcontrá Gaatiilh, bi
'^^con grari.^spiénmzá/ui con mngum de pod«rae<en
^tiaiguiv tiempo receliraar el reino de Ñapóles 9 las Cuer-
-riasíde^ la i parcialidad Contraria le hacían dudar por
í aoR mayores iquelaa de Aragón: poatole esberanza la
< ioandicíon de< aqtieftk nación* ^ acostMmbrada . mucbas
'> ¡voces á ganar mas fácilmente ealadoa de fuem aon
f^tta
iaft «rmasf qga aabaNos/OMMwiiryv / eprna^daondintiiia
'^liofijgniodesipiin^ii^aá anleaitofelta/iaibniliiiipara
•manCener: en^wailóa-iiMeblaa. f. vus/dias que t^i^n veor
c«t condaa a^mos á, ids onciaigps. Repraaenlabaaela
4¡tie lia./poaluaibrea 4e lasi 4o8, naciones ffuiict*da y
uqapolitana eran 4üfeiwiitfla «Jos decenos cinitrarioo:
■par do^ en-br^aae albor4A«rvau , y «^raiia la dJa-
oardiaj antr^^ «MoS'.í ^^ 4!s lo poslreni «tet loa , males.
De luKaioa.y doAa^eorlasaii<>a^GOino.de la cabeza»
la G^irruppiop J males, pé (lerramabaiteu loa demás
miembros de Ja reipúbli<*fi» .^uagatiii par endeque ea
breve peroceria aquél estado bii;zoiMiiiiHUte , y ^m de»-
peuaria oqsu p^itiliuioninaunfioaniDftionoleciiutraa-
tase* No M vana eaia -oanaíderawu , porque el de
Aiojou fue enviado p^JUfeina A Calabria! coD^nleo
que deade4iUi>caidA3a Mo dala §amf , sin<embara-
4saraa en alguaa.otro . pur,teideligpbieiuo »i poner en
.étl Baano. El q«n filó aaiocon^ioii fqe^itiecioio Se*
mascaiide: Na pillea. ; jireldudéa i alejaflo su competi-
.doffv reinftr él aatoeUAumbnsii^ient : cosa qucle acar-
reé odlO'« y al reino mu^o wl D^»elia principio como
quier.fuí&se^aunientfiseM Joa. odios., ^laró^elor^ocio
taoiajjiRlantf ifue el .aragonósiue poi Qiracciolo 11a-
fffldoalre^Mo* Prnmeiii^ef«iQtodQj# cenia Jácil por
haberse envejecido y enflaquecido coo^ tlenipiel
iipoikit^ dloloai fr4oeaaoa^:jqiiKí:il ^ loa de au vela se
.eonadovnri^nian 6unfev>y aegNurianiau ^artiao. No se
•aabeíaifíroiXiatiaesloiaaÉ^iazon^ 6<por ser bombra
ido ingenio nBcallldoy sa^z queriiUauer aauel arri-
4no yiíayudaipartf loao Ki qu« podíase ouceder.
' .GoiiaaslianecaAutoniaDniip^^lnnipe de Taran-
to segtiia la anftrtad del.rey ^ bomhfianoble » diligente,
paminl, deseOBOide p(ider ly áú nqueaaa» y por esto
con mafteiiidadosob(itaba.l»Tiieiladel irey de Ar»-
lon^ Avisaba.que ya |Ds<tenia^canaadoa la liviandad
,lraincasd ( como ü haMabai) y. su arrogancia : que la
aieion. dedosangommas yau iMdoestabaenpié:
•dolMiétroB iDMohpa do-sAccetoh) ftivoreciaii : qua
iloQgo i<|ue lUgasfl , toda la. .nobleza! y «un el piieua
por odio< de latorpeza ¡y soltuM de io: mná ae juntarla
con ttl>iy todavía sitsedelepia^ no dejak'ian do buscar
otras ayudas de fuera. .- •
Uespettá elara^oBéa con estaa letras y tuna «pero
ni aetiabá moolio da aqttellaslproDieaa» magniucaí;
nitasipoeoaiettoapreeíabailttque lo olrecian. Tenia
por ¿oatigravo'y peflágroaa^ sin^ fueáa con voluntad
de bitéiná^ contrastan de nue\ie4»a latarinas aobn
-el reino f dei Nápolea* < Sin enibargD^ dejndoa sus bar*
manoa en ^paña ^éh apendl)ida uü» lanoada en quo
ae contalmñ veinte yms galaraaiy imeve naveagñiOF*
¿aa,: aa aetatminó. acometer las luarinaade Alnca»
por i^araceile ei^to á {vopósito para^anar refMilaciosi,
yentretiAierd»iBáa<eercai.eii Italia la< afición de a«
naneialidad:.'>Hízoak «ton esto ¡intenté i¿ Ja vela deada
kiribara IdeValelicia , y después de iooar á Gerdena
HdM á Síoilia- '. (' - i ; . «
Teaíian loa fraBcaaea c«reado:£il Calabria un cas-
tillo didy fue#ie<ltemadO Tnipla< «).: Aftfetábanie do
tal mafllara:>q«a ésa' dé i dentro cpnoerturou de rea*
-^iraei, si daatro do aeinte-dte n<Mea<vinieaesocomw
iDésaabaelrey dai Angón ^Iciidtrd^e SicÜia» do fuá
-aviaaáo de* lo que ((Kiaáblik !No pild» llegar á tiempo
pttr la» tempestbdea qoe. Se levantaron , que fue la
causa de rendMa el<:caatiUo al miamt) tiemno que el
llégabaj En Móeinnaeijiiiitatx»B ona la armada arago*
nesa otroa'setqnta'begoU^^ y lados juntos fueron la
vuelta ietlosrGelves i una i ala en áa ribera de África,
ífúé se entténdé port los íru tigno^ feo ¡llamada Loto-
phagite ó Meding^fEatá tte^cana á'la sfate menor,
f Uena de inuchds y pebgrtisoa tejioa v que ae mudan
con ibt>laoipe^tadiidel'jaia^por(¿saiae el cieno y la
arena de tala pasteé otra, lapáfladada tiem fime
dé euatro inillaá^ l|e«r de dionsáorea, y de raudm
M) Lo qae Mariaaa eaoata «qui saeadió desdé HÍK btt-
1447.
)'■
■»•
(i> TNipeaeÉIab^a ddabriSv
fréscnnil P6r h ^árté dt poniente se jti'nth roas con
fit tierra p^^ una puente que tiene partf pasai^ á tllü,
'é& una niílM dé letip.
Em iliífcúltnsa ta empresa y el acónfcter'la ¡sfa ^
W su fbrtileza y lo< mu;bo^ moros gue guanhibon '
la 'ribera ; porque Bofferrra rey ite Tutiez, avisado' drl
Mti*nto dH rey don Alotiso , ucudiu sin dlilacíon á lá j
defensa. Toniardn los d» Ar.'ü;on t.i puríite tüi'go qué •
llegaron , dieron otrOst la bataMa á aquef rey hatbaro, !
ftieron reiiriílos Ips mnms y for/.ndos d retirarse
dentro de sus realrs Enlniron o.u ellos les aragone- •
'ié^ > y por ai^un espacióse peleó cnrca de ta tieddií
ád rey cnn ninerte de lits mrnS Tnlieñtes moros. El
'Sifemo BofierHz perdida ia esperanza escát>óá' uña
Mé cabalto , los deitiá^ so pusieron al tanto en hdtda.
Xa matanza no fuá muy grande ,' ni los 'depojos qud
Hfe canaroi^ , dado que i^s tomaron veinte titos : cbn
'towi estoiíóse pudieron apoderar de ¡aisla. Detii-
▼iémnse de propósito ios i^eños ton engafio mucho
^tiempo en asenuu* las coiuticiones ; con' que musirá-
"lian quererse rendir! Por est * la arinatli^,(conío elhos
"^W pretendían) Tue forzada jkir falta dé vttualfaá (fe
~ Vbl verse á Mecina'. Allí se trald de'lá manera qvítfk
^'piotlria tener para recobrará Náprtjcfal
^ ' Ofrecíase noéva ocasión , y fue qtieiulah Cnraü-
-ciólo por conjuración desús enemigos, aue etiga-
"flosamenté le dijeron que fa i^in:l le llamaba, aln* á
"Mlacio fue muerto i dfiez y oc'lib dé adusto. La prfnl-
' cipal movedora deste trato fue Cobeila Bufa' murér de
'Antonio Mstrsario duque de Scssa, Ouetenia el prir
*tner fugar de privanza y etítorid'ad con ía reina 'y
'^áborrrecia á Camcciolo con un odio niórtal. Todi» era
^ 'iiíbrir camino para que recobrase aquef reino el rey
'láon Alonso qiíe no f litaba á la óeaston , antes ¿olibf-
'He mas cerca«Htender lo que paSnba. f)eda la reina
'estar arrepentida d^i condicrfo que tenfn ííeclid con
1%! de ArjiíU, que deseaba en oca'sioh vofver á sUs
^ primeros intentos , coiifo se pudíéite hacer ^in venir
"i las armas. \
" En tratar y asentir las coñdíélones se pás(í íb'de-
' üoás del estío. Llevaron lan adelante estas pntctica^, •
• ^ue la reina retocada l.i adopción con míe prohijé á
Ludoviod du'jtf e dé Anjou, renovó l.i que fiícieUi antt^s
'en la persona dé don Alonso rey de Araron : dfeci^i
"gué la primera confederación erA de ñia\or fueria
'ttue el asiento que en ctmtrario della (bmára con Ids
' UUnceses. Dio sus provisiones desto eii secreto, y
' Sólo firmadas de sú innno , ]para que elfie^ocío no ñ
%n peor , al presente de otra aiujei^/ en tíiiito jgrado
^mie oH^ sola gobernaba todas fas cosas asi dé ia paz
'tomo de la guérhi : afrenta' verghnzosá v mengua de
Iddos: Pero la ciudad inclinada á sus neteltes (por
~te gran átrandabcia que dallos ti^^ne) y Ids entreleni-
^inientos y pasatiempos de tpdas maneíA^^á trueco de
' áus comodidades ningún cuidado tenia de lo que értL
'honesto, en especial el pueblo que ordinariamente
'suele tener poco cuidado de coscis semejantes , y mas
''^n a((ue1 tiempo en que comunmente pbevalecia en
'los liombres este descuido. ' '
Entretanto qiíe esto pasaba ert Ñapóles,' los infan-
tes de Araj^on se haUalían en ri^^fio, el uno preso, y
á don Enrique tenfían los dé Ctstilla cercado dentro
de AlbuffiíarguQ. Teníanse sofipeeli»8 «te mayor
guerra , pur no haber guardada la fe de lo que queió
xonrértado : desorden de qué los embajadores de
'Castilla se quejaron como les fue mandado en pre-
'Bendá del rey de Navarra por ser heri;nano de l^s
'Infantes, y que quedaba por lusar-^tenlente del rey
de Aragón pan gobernar aquel reino. Concertaron
tfnáYnienté qiie entrcgrmdó á XbU'^querque , y 'lodo$,
rbs demos pueblos y castínó<; dé que esluhuu apq|te-.
rados los dos hermanos üifant^'S, salies<7i de to44.
Castilla.' Tomado (jue se lióbo este asiento, epain-
(ervencion ¿ por iniíustria del r4y de Portu^allus dps*
6(^rmanos^ y la infanta dous Cululína mujer de (ioii]
Chrique, y el maestre quoicra aulesde Alcántar^j^)
V coh eflcis el obispo de Corla Se endtarcaron en lis-'
Í)ona, y desde allí fueron á Valencia con inteiito de'
acometer nuevas esperanzas y pretensiones en Es-
palia, d4»nde esto no les saliese á siu>;!a|iteito, por
lo tóenos pasar en Italia , que eiyto qUe él je\ su
he^tnano ahincadamente tes exhqfraiba, {Vir t4 deseo
qttt tenia de recobrar por las arnfi^^tm^ovl^ R^po*
leir> como el que tenia por muy ¡bi^pto ^uc la i^^ijia
soWle enlreteiiCa^on buenas part^^^ViqUe c^/el
coríoÍDn 8^ inclinaba á su comp(W(>r;^^^
que íhúiseiMnlhi doméstica no sufre qwmÍJttMr cosa
e^té encuüTefb , todos tos intentos a^d buenos como
malos eclia ea U plata.
Don Fadrique cunde de Luní con diversas inteli-
gencias que tenia, t diversos; tratos^ prite^dia
vúlTpg^T en poder del rey de Castl la á Tarazona },
Caíatayuds^pMeblós ascutailosjí la raya de Aragón.,
Quería que este fuese el fruto de su huida, coma
{¡UDmbre desapoderado que era, de ingcMio niu>kabl^^
atrevido y temerario, baba'ocásíonpaiasalircon estp
\^ contienda que muy fuera de lienipo' en uqui'da có-
r4i2u*ca SQ leviUitó sobre el primado de Toledo coif 'esta
ocasiop^ Don iuan de Coiilrenis urzobispi» ile ToÍ(;do,
pou otros seis i^ombraiiüS pur el u^^ de Cii^tilla couid
Juez arbitro para coráponer la:f coatieudíis y diffrcn*
das con el ara^gúnéis, primero éii ,A{;re>ia. d« sputs' .en
^arazniía donde losjueiH'S rcsidiait, llevaba deliiule (a
cruZjó guión, |)i visa de su digñid.idl El ubi>pii ife Tar
^zona se qm*jaba , y ak^gaba ser. esto co.nlra lá cos^
tumbre de sus anti'jmsudo^ y contra lü que estaba njn
/íragon establecida; en especial §c agraviah4 LkdjnaO
árzobispo'de Zaragoza , cu) o sufrn¿jAueo es el d»? ,7^*""
raztina. pesian qu^ se tiáci' peijuicio ¿ k ig-i^ja ,4?
Tiírragona y á §u aub^rifla^^ y qye jpues olms véi;e^
reprimieron los, dé Toledo^ no era r^zon qut>, co^
aquel ñoevo egf m|>lQ se quebranhisen sus costuuir
bres ^ derei'hos auiig;uo5. El dé Tole<ljO se defvMdja
con his privilegios' y ^bu,L.s s^nUguás ¡df^.lo^ &W^^
n9lltlfice$;,süi embargo sé entre^nia en Aí;^e<ijh|, y
1^0 entraba ^n Ar^gimpor rfscelo qhe de la co^^ie^l|
^e /as p^labra^ no, se viniese y pasase á las nuiaofr
^Este debate tan fuera ^e sazón ora pausa q.i^ i^ose
,atendíaa| negocio coiuun deja pa^, y por la copli^r
da párticuíar se deji^ba lo mas.¡m|iDrtante y oue <tqc¡a:
báa todos. Por donde ^e. tenía y corrfa,pefigrp'fl(^f
pasaclo que fuese el tiempo de M^ treguas» de. hi^eyp
volven|m á las ar^na^: por. este tecelo los m^<^ y fus
otros se apercebian pabí la guerra ,( dado que t^e^a^
gran faUa áé dinero,, y masips fie Áfagoft por^ps^r
gpstjádoa con guerr^^s Je taiitos ^oos. . .<
.¡pÁrtTütó.VL .
•ftclicoiidllb dfflfosliei^.
II
Ir
Los ánimos djelo^ eSipoup|es suspensos coa m s^ffr
pechas ^e aí:i«> nueva guerra muevas sedales quesíf
vjerpn en el qielo lo^pp^ieroa.ni^vpi: esp^MU^ En m
pecia) en .Ci^^a^rRpiirjgo,, daAUsaJ^unise.hallabn
él rey de vosliila por ¿ausí^ de apu^if 4 la ^erra qm
se hacia contra los iiifatites de Aragon« >» wió.nna
grapde llaixui q^e ,disaMrn.V poi; im^ oíipacio ^ |l i^e
remató en up tiuepo^f sromunql quQ mas á» Ureinlt
millas de a|jí le oyeron vucliofi. Al irinripi^ .del
año 1433 en Navarra y ,Angoii noM6.eiiairQuAa<4^^
continups cpn grande estrado |da gaoadQS y de «ven
que perecieron; hs mismas nenas fpnada^ deJ«f liauít
bre concurrían á los pueblos p^^a ina^r ót ser myíffh
tas. De Guáid'Rodrígo se fue el rey á Madrid á tener
cortes : scadió tanta gente , que U villa con ser bien
grande como quier que no fuette bnsUnte para tantns
gran parte de la Rente alojaba por lai aldeas de allí
cerca. Tratase en las cortes de la cuerra de Granidi,
j por liaber espirado el tiempo de las treguas Fer-
ilan Alvarez de Toledo señor de Valdecorncja fue
envindo para dar principio A la guerra, y ganó algu-
nos castillos de moros. Por lo demis este año bobo
Bosiego en España.
■IBUOTECi AB G18PAB T HOIG.
Voncdi de D. Umto T i» Aci«»-
Los grandes en Madrid á porGa hadan gastos y sa-
caban gabs j libreas, ejercitábanse en liacer justas
J torneos , todo á propúiito de hacer muestra de grsa-
eza y de ta magestail del reino , y para regocijar al
Eueblo , de quien tenían inis cuiílado que de aperne-
Irse para la guerra. En Lisboa ho lo esto aña piaste,
en qui muriera i gran número de gente; el mismo
tey don Juan faüeíiú á catorce de^agoslo. Era ya de
r' ande edad, viviú setenta y seis anos, cuatro meses
tres dias, re i nÚ cuarenta y ocho años, cuatro meses
Y nueve dias. Fue muy esclarecido y de gran nombfe
por dejar iiiuilada para sus descendientes la posesión
de aquel reino en tiempos tan revueltos y d3 tan gran-
de alteración. Sucediúte su liíjo don Duarto, que sin
tardanza en una grande junta de tiilulgos fue alzado
Sor rey de Portugal. Era de edad de cuarenta y un
ños y nueve meses y catorce dias. Fuera de las otras
prosperidades tuvo este rey mucbos liijos liabiilos de
lin matrimonio : el mayor se ilam¿ don Alonso, que
entre los portugueses fue el primero que tuvo nom-
bre de prínci|>e, el segundo don Fernando, jue nació
aste momo aun, doña Fliilipa que muria nina, doña
Leonor, doña Catalina y doña Juana , que adelante
casaron con diversos principes.
' El mismo dia que coronaron al nuevo rey, dicen
que un cierto médico judío llamado Gudiala le amo-
nesta se luciese la ceremonia y solemnidad dcHpues
de medio día, porque sí se apresuraba, las estrellas
kmenazaban algún revés y desastre : y que con toilo
bso pasó adelante en coronarse pjr la mañana según
lo tcnian ordenado, por menospreciar semejantes
agüeros como sin propósito y desvariados. Tomado
Íiie bobo el cuidado del reino, y Rosegada la peste de
isbona, lo primero que hizo, fue las honras y eié-
quias de su padre con aparato muy solemne : elcuer-
po con pompa y acompañamiento el mayor que hasta
entonces se vii5 , llovaroo á AIjubarrota , y enterraron
en el monasterio de la batalla , que él mismo ( como
de susri queda dicho ) fundó, eo memoria de la victo-
ria que ganó de los castellanos. Acompañaron el
cnerpo «rmismo rey y sus hermanos, los grandes,
personas eclesiásticas en gran número , todos cubier-
tos de luto y con muy verdaderas lágrimas. Conronue
i este principio y reverencia que tavo este rey & su
KJre, fueron Im medios y remate de su reinado,
(o en EspaBa.
Habia Uartino pontiQce romano convocado el pos-
trer año de su pontiOcado tos obispos para tener
toncilio en la ciudad de Basilea en razón de retbrmar
h» costumbres de la gente que se apartaban mucho
de la antigua santidad, y para reducir loe bohemosd
)■ fé que andaban con lierejías alterados. Fué desde
Homa por legado para abrir el coocUio y presidir en
^ el cardenal Juliaa Cesvrino , part«na en aqodUu-
zon muy señalada. Eugenio sucesor de Harlino pn>-
curaba trasladar los obispts á llalia por pareceUe que
estando mas cerca, ten Jrinn menos ocasioadehüer
algunas novedades que se sospechalian : oponiasai
esto el emperador Sigismundo por favorecer mas i
Alemania que á Italia; los demás priucipes fueron
Íiorlaunay parla otrapirtnsi>lÍ,:¡lat^, en pirlicn-
ar el ile Aragón con el deseo que tenia de ap-i Jerarse
delieino de iVápoles, acordó llegirso al parecer de
Sigismundo de quien tenia mis e.speranci que k
ayudaru. Por esta cau^a mandó que de Arjgon fue-
sen por sus cmbaj [dores i B;HÍIea don Alouso de Bor-
gis obispo de Valencia , y utroi dos en su compañia,
el uuo teólogo , y el jtro de la nobleza : lo mismo por
su ejemplo hicieron los ilemás reyes de España , elife
Portugal envió á don Diego coude de Oren por su
embajador , y en su compañía los obispos ;r otras per-
sonas eclesiásticas,
Al principio del añ<i H3t falleció en Bisilea «I
cardenal don Alinso de C irrillo , varpti de gran crá-
dilo por su doctrina y |iru leiicii.ampu^» y prolector
de nuestra nicion. Suce.líiile en el obisprido ile Siguen-
za q je tenia dm Alonso C^irrill o e! m is molo , qu4 era
gu sobrino hijo de su lier.iiina: era protanot>do j
andaba en corte rom ina , y aun & la s izon su iialU á
la muerte de su tío; p ir estos g:'a losllegí riualuteote
á ser arzobispo de Tule.lo. Li falla del cintenal fue
ocasión que oí rey de Ci:itílla pusiisse roas diligencia
en enviar sm embajadores al eoncilio , que fueroa don
Alvaro de Uorna obispo de Cuenca, y Juan deSilví
señor de irifuentes v alférez del rey, y Alomo de
Cartagena hijo del ouispo Pablo Burgense, persona
que ni en la erudÍi;ion ni en las demás virtudes reco-
nocía á su padre ventaja : álasaiou era deandeSaa-
tiago y de Segovia , y adelante por promoción que de
su p'iilre se iiiZD en patriarca de Aquíleya , fue él en
su lu^ar nombrado por obispo de Bu gis ;[)rcmio de-
bido a los méritos de su padre y i suü propias virtu-
des, y en particular porque defendió en Bmílea ooo
valor delante de lo4 prel» los y el coni;ÍI(0 la dignidad
de Castilla contr» los emhajidores ing^es.s que pre-
tendían ser preferidos y leuer mejor asien'A qua Cas-
tilla. Hizo una inrormacion sobre el cjso, y púsob
por escrito , la cual presentada que fue á los prelado*,
quebrantó y abajó el or^íullo de ii» ingleses.
Deste dicen que como en cierto tiempo fuese á
Boma, dijo el p^ntifíije Eugenio : si don Alonso vi-
niere. ¿Con qué can nowlrosnosasenlareníDsenla
silla de San Pedro? cosa semejante á milagro, ana
hobicse en España quien sobrepujase con la virtud li
infamia y odio de aijuel linaje y nadon : i \i verdad
honraban en él m:is sus méritos y avuuLaj idas partas
que la nobleza de sus anti-p isi los. En lo que tocaba
al rey de Aragore.y sus intentos, el umpcraJor Si^
mundo no lo correspon lió como él esperaba, antea
luego que se coronó en R^ma el año pa«a b , como ai
con la corona del imperio se hobicra de repente tro-
cado, procuren y hizo lisa con los venecijnos,fk>ren-
tines, y con Philipc dufue de MiUn p.ira con lai
fuerzas de tridos lanzar i UisanaotU'ses de U> U lUb:
asiento en que el cmper.tilor quiso mis condescender
con los ruegos del pontiíice que porque tuviese dello
entera voluntad; pero sucedió muy alrevés, y todoa
aquellos intentos y prácticas fueron en vano, aaguD
que se entenderá por lo que diremos adelanta.
CAPITULO VII.
Que Lvdovioo dnqoe de Aiiton rallad*.
AIos demos dojórdencs yesccsos, muchos j gran-
des, que don Fadrque cumie de Luna contuinaha
acometer después que se pasóá Ca^nilla, añadM an
esta sazón uno muy feo con que echó el sollo y acabó
de despeñarse. Era mozo atrevido y desaaga^ado:
HlSraUA DE SSPAÜA.
C47
en Aragón dejó un estado principal ; los pueblos que
en Castilla le dieron, tenia vendidos á dinero, Arjo-
na al condestable don Alvaro de Luna , y Villalon al
conde de Benavente. Era pródigo de lo suyo , y codi-
cioso de lo ajeno , condición de gente desbaratada.
Así por entender que no le quedaba esperanza algu-
na de remediar su pobreza si no fuese con hacer al-
gún gran desaguisado , se determinó de saquear la
muy rica ciudad de Sevilla, apoderarse de las atara*
zanas y del arrabal llamado Triana , desde donde pen-
saba echarse sobre los bienes y haciendas de los ciu-
dadanos. En especial estaba mal enojado con el conde
de Niebla su cunado qtíe en aquella ciudad tenia
gran autoridad , y del pretendía estar agraviado y to-
mar venganza.
Cosa tan grande no se podia ejecutar sin compane-
ros. Juntó consigo otros , á los cuales aguijoneaba
semejantepobreza, y sus malas costumbres los ponian
en necesidad de despeñarse , por tener gastados sus
patrimonios muy grandes en comidas^ juegos y des-
none^itidades sin quedalies cosa alguna : en particu-
lar dos regidores de Sevilla fueron participantes de
aquel intento malvado, de cuyos nombres no hay
para qué hacer memoria en este lugar. Este deseño
X10 podia entre tantos estar secreto. Así don Fadrique
fue preso en Medina del Campo , donde el rey fue al
Grincipio deste año. De alli le llevaron primero ¿
reña , después á un castillo que está cerca de Olme-
do : su prisión y cárcel se acabaron con la vida , con
tanto menor compasión de todos , que el nombre de
fugitivo le hacia aborrecible á los suyos v sospechoso
á los de Castilla , como ordinariamente lo son todos
los que en semejantes pasos andan. Sus cómplices y
compañeros pagaron con las cabezas. La condesa de
Niebla doña Violante su hermana , que quiso interce-
der por él , sin dalle lugar que pudiese hablar al rey^
fue enviada á Cuellar con espreso mandato que no
saliese de allí sin tener orden , y esto por la sospecha
que resultaba de que el conde conGado en la ayuda
y riquezas de su hermana intentó aquella maldad.
Este fue el ñn que tuvieron las esperanzas y inten-
tos de don Fadrique, conforme á sus obras y á su
inconstancia. En el cabildo de la iglesia Mayor de Cór-
dova se muestra su sepulcro . aunque de madera , de
obra prima, con el nombre aet duque de Arjona, el
cual (como se tiene vulgarmente) le mandó hacer su
madre que se fué tras él a Castilla. Algunos entienden
que Arjona es la que antiguamente se llamó Aurígi,
otros porfían que se llamó municipio Ur^vunense, y
lo comprueban ñor el letrero de una piedra que se
lee en la iglesia ae San Martin de aquel pueblo, que
fue antiguamente basa de una estatua del emperador
Adriano , y dice así :
IMP. CiESARI DIVI TRAÍAN! PARTHICI nLIO , DlVI IfRRViC:,
NEPOTI, TRAIANO , H ADRIANO , AUGUSTO , PONTÍFICE MÁXI-
MO, TRIB. POT. XIlIl. CONS. III. P. P. MUNlCIPIUM ALBENSB
URGAVONENSE DD.
Quiere decir : al emperador César hijo de Trajano
Parthico , nieto de Nerva , Adriano Augusto , pontífi-
ce Máximo , tribuno la vez décimacuarta , cónsul la
tercera vez, padre de la patria el municipio Albense
Urgavonense la dedicaron. No espantó la desgracia
y castigo de don Fadrique á ios infantes de Aragón
para que no siguiesen aquel mal camino, antes ecna-
dos que fueron de Castilla y despojados de sus esta-
dos que eran muy grandes , trataban de nuevo de
revolver el reino con diferentes tratos que traían.
Quejábase el rey de Ciistilla que quebrantaban las
condiciones de la confederación y asiento que se to-
mó con ellos poco antes : que si deseaban durasen las
treguas era forzoso hacer ssüir á los infantes de toda
EsfKiña. El rey de Navarra , oido lo que en este pro-
pósito le decían los embajadores de Castilla , persua-
dió á sus hermanos so embarcasen pam Italia , con
intento de seguillos él mismo en breve. Decíales que
ganado el reino de Ñápales, de que se mostraba al-
guna esperanza , no faltaría ocasión para recobrar los
estados gue en Castilla les quitaron , pues todo lo de-
más seria fácil á los vencedores de Italia : llegaron
por mará Sicilia.
El rey don Alonso su hermano estaba allí á la mira ,
esperando ocasión de apoderarse del reino de Ñapó-
les , y para este efecto pretendía ganarlas voluntades
de los señores de aquel rei^o , y de poner amistad con
los demás principes de Italia, sobre todos con el pon-
tífice Eugenio, de quien tenia esperiencia le era muy
contrario y deseaba desbaratar sus intentos. Ofrecía-
se buena ocasión para salir con esto por la larga in-
disposición de la reina, y por la diferencia que los
grandes de aquel reino tenían entre si : ítem poruña
esgracia aue sucedió al pontífice , alborotóse tanto
el pueblo ae Roma , que á él fue forzado huirse de
aquella ciudad. La venida á Roma de Antonio Colona
príncipe de Salerno hizo que el pueblo fácilmente
tomase las armas , y se alborotase contra el papa. La
causa deste odio era que perseguía á los señores de la
casa Colona, y que por culpa suva aquellos días la
gente de Philipe auque de Milán debajo la conducta
de Francisco Ésforcia talaron y saquearon la campa-
ña de Roma. Huyó el pontífice por el Tibre en una
barca ^ y sí bien para mayor disimulación iba vestido
de fraile Francisco , desde la una ribera y desde la
otra le tiraron piedras y dardos : grande atrevimiento
pero tanto puede la indignación del pueblo y su ira
cuando esta irritado. En Tas galeras que halló aperci-
bidas en Ostia, pasó á Toscana.
Esta afrenta del pontífice como se divulgase por
todas las provincias, causó diferentes movimientos
en los ánimos de los príncipes conforme á la afición y
§ retensiones de cada cual. Algunos lo juzgaban por
igno de aquella desgracia por tener irritados sin
proi)ósito los suyos, los de cerca v los de lejos : los
mas se ofendían que se opusiese á los intentos santí-
simos de ios padres de Basilea , y decían que por su
mala conciencia temía no le fuesen contrarios. La
ofensión era tan grande, que estaban aparejados á
tomar las armas sobre el caso. El rey de Aragón supo
esta desgracia en Palermo á los nueve <de julio : dolió-
se como era justo de la afrenta del nombre cristiano
y magostad. pontifical: pero de tal manera se dolía
que se alegraba se ofreciese ocasión de mostrar la
piedad de su ánimo y de ^anar al pontífice. Envióle
sus embajadores que le diesen el pésame , y le ofre-
ciesen su ayuda para castigar sus enemigos y sosegar
el pueblo.
Alegróse el pontífice con esta embajada , mas no
aceptó lo que le ofrecía^ porque sosegada aquella
tempestad dentro del quinto mes, los alborotos de
Roma cesaron, y los ciudadanos, reducidos alo que
era razón , se sujetaron á la voluntad del pontífice , y
recibieron en el capitolio guarnición de soldados; con
que fueron absueltos de las censuras en que por in-
juriar £^ pontífice incurrieran. En España falleció en
Alcalá de Henares á diez y seis de setiembre don Juan
de Contreras arzobispo de Toledo : su cuerpo sepul-
taron en la iglesia Mayor de Toledo en la capilla de
San Ildefonso con enterramiento muv solemne^ y las
honras muy señaladas. Juntáronse los canónigos á
nombrar sucesor ; y divididos los votos , unos querían
al arcediano de Toledo Vasco Ramírez de Guzman,
otros al deán Ruy García de Villaquiran. Esta división
dio lugar á que el rey entrase de por medio , y á ins-
tancia suya fue nombrado por arzobispo de Toledo
don Juan de Cerezuela hermano de parte de madre
del condestable don Alvaro , y que de obispo de Osma
poco antes pasara á ser arzobispo de Sevilla. A este
mismo tiempo que el rey estaba en Madrid , falleció
en aquella villa don Enrique de Villena, el cual liasta
«48
lo postrero de su vejez sufriú con paciencia y con el
enlretertimíeoto que tcnin en sus estudios , la injuria
de la fürtuna y verse privado de sus dí^tiidades y es-
tados. Fue dado & Us letras en tanto grado que se
dice .iprendiú arte mágica : sus libros por manilodo
del rey Tucron entregados para que los examinase i
Lope de Karricntos frailede Sanio Domin^, maestro
i]uo era del principe don Enrique. El hizo quemar
parte dellos, de que muchm le cargaban, ca juzga-
ban so debían ai]uellos libros qne tanto costaron,
conservar sin peligra y sin daño para que se aprove-
chasen dellos los liombres eruditos. Respondió él por
escrito en su disfénsa escusándose con la voluntad y
tirden que tenia del rey , d que él no podía faltar.
Los señores de Ñapóles por el aborrecimiento que
CASPAK X ROIC.
tenian al estado presente de aquel reino, y por estar
cansados del gobierno de mujer y sus desórdenes , se
inclinaban á favorecer al rey de Aragón. El con gran-
des promesas que hizo á Nicolao Picinino , un gran
capitán en aquella sazón en Italia , pariente de Biac-
cio que fue otro (jran caudillo, le atrajo para aue si-
guiese su partido. En Palermo otrosí liizo confedera-
ción con el príncipe de Taranto y con sus parientes
y aliados, que par ser maltratados del duque de kn-
jou , r de Jacobo Galdora y de sus geules , acudieron
d pedir socorro al rey de Aragón. El concierto fue
seguirían el partido de Aragón á lal que les enviase
tanta senté uu socorro cuanta Tuese necesaria para
defenderse en la guerra que á la sazón le hacían, ea
á saber dos mil caballos y mil inranles i) sueldo dal
D. Aliaio de Lufli en Irijc ic biti
rey de Aragón : número que aunque parecía bastante
no_ lo era comparado con las fuerzas d". los contrarios:
así en breve el príncipe de Taranto fue despojado de
su estado que era muy grande , de muñera que ape-
nas le quedaron pocos castillos y pueblos porser muy
fuertes por su asiento ó por sus murallas.
Casi estaba esta guerra concluida : y dejadas las
urnas , esperaban gozar de larga pa* , cuando en
Cosencia ciudad de CRiabría el duque de Anjou que-
brantado con los Brandes trabajos de la guerra, y por
ser aquel cielo mal sano cayó enfermo : dolenciay mal
Que mediado el mes de noviembre le acabó en la Hor
ne su edad y en medio de su prosperidad , y que esta-
ba para apoderarse del reino , y apenas acabadas las
aleffrías de las bodas j casamiento que liizo con Mar-
garita bija de Amedeo primer duque de Saboya : estos
son los juegos de la míe llaman fortuna , esU la suer-
te de los mortales , dcsla manera nos trocamos nos y
nuestras cosai. El cielo d la verdad abría el cambio d
su contrario para apoderarse de aquel reino , y Dios
lo disponía, al cual ninguna cosa es diücultosa; en
especial que la misma reina pasó en Ñapóles desti
vida d dos de febrero , principio del año 1 435. Aear-
rertle la muerte una larga dolencia , á que ayudó mu-
cho la pesadumbre que recibiii muy grande por la
muerte del duque su hijo, en tanto grado que se
quejaba de sí misma , y se reprebendit de que i tan
Srandes y tan continuos servicios del duque , no bo-
leso correspondido en el amor , antes como crud y
desagradecida acarreó la muerte con sus desvío» a
aquel príncipe tan bueno. El cuerpo déla reina tP-
pulUron en el templo de la Anuuciada con pequeiía
solemnidad y arreoa [adámenle.
Con la muerte del duque de Anjou y de la reina las
cosas de aquelreino se trocaron , el partido de Aragnn
se mejoró, y el de Francia comentó i desfallecer,
dado que el pueblo de Ñápales , sin que se biciese
llamamiento ae señores y sin orden , declafaron por
rftj en lu^riiei iluquAitifunUí Á Renato 9U liermnno,
Gonform'! á lo que li reina «1ej4 en fui lestaineiitn
man'lado; ¿mosqué ajatii les podía dar , estaniln
Eresa y sin libertad? Cnsd los anospasados con laiihel
iJB de Carlos duque de Lorena; muerto m suegra,
por no dejar hijo varón se apoderó de aquel estado.
Hizole contradicción Antonio conde deVandeniont,
hermano que ero del difunto : venidos que fueron á
lasmanosRenatorue preso; entregado en poder del
dnqiiedeBDrgoña,i'on quien el diclio Antonio ten i»
hecnaligayalianza. Cuantohayasido el dolor ^ pena
que por pI un desastre y por ef otro recibió la reina
doña Violante madre de los dus duques de Anjou, no
hayparaquéencarecelloenestelugar, puespor si mis-
mo se enliende. Lascosassin duda grandemente por
estos tiempos Tueron contrarias i aquella familia y
casa, y el cielo no les favoreeiii nada, quier por estu'r
enojado contra los franceses , Ú por mostmrse á los
aragoneses favorable : la verdad es que como las de-
más cosas, así bien (a prosperidad tiene su periodo y
ruedacon que anda vaf;ueando y variando por diver-
sas naciones y ca^BS, sin de tenerse en ninguna parte
por largo tiempo.
En Ñipóles fueron por el puebla elegidos y nom-
brados por gobernadores Otin Caraccíolo , Jorge
Alcmam y Baltasar Rata , que eran loa mas señalados
«fltre los que seguían la parte de Francia, y tenían
¿randemanoy maña para moverá la muchedumbre
y atneMa i su voluntad. Falecieron il tanto en Es-
paña grandes personajes, uno l^edon Rodrigo de
Velascoohispo de Palencia.Matítesu mismo cocine-
ro por nombre Juan: desastre miserable. Este perdi-
do el seso como trajese en la mano nna porra, y los
de casa le preguntasen qué era lo que preiendia h»-
cer, respondía él que malar al Rispe: los criados por
no entender lo que quería decir, ca era eitranjero,
üe burlaban; risa que presto mudaron en lágrimas.
Estando el obispo descuidado , le hiriú en la cabeza,
y achacó con aquella parra, de suerre que murió del
golpe: de ten delgado hilo esti colgada h Tida y h
salud de los hombres. Sucedíale ilonGutierr^ de To-
ledo arcediano de Gnadalajara.
CAPITULO VIH.
De la guerra de loe Moros.
Fue este invierno muy áspero en España por las
muchas a^uaa, atolladeros y pantanos. Los caminoK
tan rompidos que apenas se podía caminar de una
Eirte i otra: con las crecientes muchas casas yedi-
cínsaederríbanHi;en Valladolídy Medina del Cam-
po fue mayor el estrago. En cuarenta días no hobn
moliendas á causa de las muchas aguas, tanto que la
gente se austentaha con trigo cocido por la falta de
pan. El río Guadalquivir en Sevilla lleg6 con su cre-
cienM hasta lo mas alto de loa adarves , menos Mía-
^ '-
mente dos codni: los moradores parte se embarca-
ron por miedo de ser aaegados, otros de día y de
noche andaban velando, y cnlafeteande los muros y
tas puertas paraqoeel agua nr> entrabe. A los veinte
y ocho de octnbre comeníaron días tempestades y
torbellinos, y continuaron !;in cesar hasta los veinte
7 cinco de marzo que se <>osp;;nrnn. Fue grande la
carestía y tafia /le viluallas, y el midado de proveer-
se cada uno de lo necesario. Con Todo esto no ullojn-
ban en el que tenían de la guerra tontra los moros
en que á las veces «ui'e<tia prósperamente y í las
veces al contrario: en particular el adelaniado'OÍpgo
de Rivera como estuvrese sobre Alora y 1a lialiese,
fue muerto con una meta que del muro ]i- tíranwi:
(]50
BIBLIOTECA DE (i ASPAR Y RUIG.
en olra partía en un reimle mularon los moros a Juan
Fajardo hijo del adelantado de Murcia Alonso Fajar-
do. Sucedió á Diego de Rivera en el oficio su hijo
Peraran, que era (le solos quince años; mas el rey
quiso con eslo gratiricar en el hijo los servicios de
su padre muy grandes, mayormente que el mozo da*
ba muestra Áe muy buen natural.
La congoja qua por estos desastres concibieroli
los de Castilla alivió en gran parte una buena nueva
que vino, y fue que Rodrigo Manrique lujo del adelan-
tado Pero Manrique tomo por fuerza y á escala vista
á Huesear, que es una villa muy fuerte en la parte
en que antiguamente se tendían y moraban los pue-
blos llamados Bastetanos: demás desto que uo grue-
so escuadrón de moros que venia á socorrella , fue
rompido y desbaratado por el adelantado de Cazor-
la y el señor de Valdecorneja que le salieron al en-
cuentro: con la huida de los moros el castillo de
aquella villa que quedaba por ganar, se rindió; la
alegría, empero, de esta victoria, en breve se desva-
neció por otro revés y daño que recibieron los üe-
les, no menor que el que sucediera á los enemigos.
Don Gutierre de Sotomayor maestre de Alcántara
entró en tierra de moros con ochocientos caballos y
cuatrocientos infantes pura combatir á Archidona.
Descubriéronlos las atalayas, avisaron con ahuma-
das, como suelen: juntáronse los comarcanos y ape-
llidáronse hasta número de quinientos armados con
saetas y con hondas, con que en algunos pasos an-
gostos y fragosos mataron gran número de los que
seguían al maestre, de suerte que apenas él con al-
gunos pocos se pudo salvar. La venida de los bárba-
ros tan improvisa atemorizó á los del maestre, y con
el miedo del peligro un tal pasmo cayó sobre todos
que quedaron sin fuerza y sin ánimo.
Avisado con este peligro y daño Fernán Alvarez,
señor de Valdecorneja, alzó el cerco que tenia sobre
Huelma, aunque la tenia á punto de rendilla, por
entender que gran número de moros con la avilen-
teza que ganaran , venía á socorrella : no menos
esfuerzo algunas veces es menester para retirarse
que para acometer los peligros, porque aunque es de
mayor ánimo y gloria vencer al enemigo, de mas pru-
dencia y seso suele ser conservarse á sí y á los su-»
yos para sazón mas á propósito, según que aconte-
ció entonces, que luego se rehizo de fuerzas, y jun-
to con el obispo de Jaén dio la tala á los campos de
Guadix con mil y quinientos caballos y seis mil de
á pié , quemó las mieses que estaban para segarse, y
hizo otros grandes daños á los naturales. Acudieron
de Granada mayor número de gente de á caballo, y
como cuarenta mil hombres de á pié: con esta mo-
risma no dudó de pelear, resolución cuyo suceso
(por donde comunmente calificamos los acometi-
mientos arriscados) mostró no haber sido temeraria.
La victoria quedó por los cristianos con muerte de
cuatrocientos moros, y huida de los demás: para es-
capar les ayudó la noche que sobrevino. Señalóse
aquel diade buen caballero el adelantado Perea, por-
que como le hubiesen muerto el caballo, y herido á
él en una pierna, á pié con grande ánimo resistió á
los enemigos que por todas partes le cercaban, y los
hizo retirar: el menosprecio de la muerte le hacía
mas valiente y le animaba: todavía la victoria no fue
sin sangre de cristianos, muchos quedaron heridos
y algunos murieron.
En el reino de Murcia, no muy lejos de Huesear,
hay dos pueblos poco distantes entre sí, el uno se
llama Vefez el Rojo y el otro Velez el Blanco. Sobre
estos pueblos puso cerco el adelantado Fajardo, y
los apretó de manera que los moradores fueron for-
tados á. rendirse á partido. Sacaron por condición
que se gobernasen por la mesmas leyes que antes,
y que no les impusiesen mayores tributos que acos-
tumbraban pagar. En tres años continuados sucedie-
ron todas estas cosas en tierra de moros, que \u^
juntamos aquí porque no se confundiese la mertlorLi
sí se relatasen en muchas partes.
El año (de que tratábamos) fue muy señalado, por
las paces que en él después de tantas guerras se
hicieron entre los franceses y borgoñones. Parecin
que los odios que entre si tenían , con la mucha san-
gre derramada de ambas parles amansaban. Carlos
rey de Francia hablaba amigablemente y con mucho
respeto del Borgoñon, muestra de estar arrepentido
de lamuerte del duque Juan de Borgoña hecna á lo
que decía contra su voluntad. Allegóse la autoridad
y diligencia de tres cardenales que desde Roma vi
nieron por legados sobre el caso á las tres partes,
Francia, Flandesy Ingalaterra. Por la gran instnnri)
que hicieron , alcanzaron que los tres principes in-
teresados enviasen sus embajadores, cada cual por
su parle á la ciudad de Arras. Juntos que fueron, s»"
comenzó á tratar de las capitulaciones de la paz. Par-
ti>3ronse de la junta los ingleses por la enemistad an-
tigua y competencia que tenían sobre el reino de
Francia. El Borgoñon se mostró mas inclinado á re-
mediar los males tan graves y tan continuados. Con
certáronse que en memoria de la muerte que se dio
al duque Juan de Borgoña , el rey de Francia para
honralleen el mismo lugar en que se cometió el caso,
edificase un templo á su costa con cierto número áe
canónigos que tuviesen cuidado de asistir al oíicio
divino. Las ciudades de Macón y de Auxerre queda-
ron para siempre por el de Borgoña : otros pueblos :i
la ribera del rio Soma le fueron dados en prendan
hasta tanto que le contasen cuatrocientos mil escu-
dos , en que por aquella muerte penaban al Francés.
Ninguna cosa parecía demasiada á aquel rey, por
el deseo que tenia de reconciliarse con el ¿orgoñon,
y apartallc de la amistad de los ingleses, ca estaba,
cierto que con esta nueva confederación Jas fuerzas
de Francia , á la sazón muy acabadas, en breve vol-
verían en sí, como á la verdad sucedió. En particu-
lar los de París despertados con la nueva desta alian-
za tomaron las armas contra los ingleses, y aquella
ciudad real volvió al antiguo'señorio de Francia. Junta-
mente las demás cosas comenzaron á mejorarse, que
hasta entonces se hallaban en muy mal estado. Nues-
tras historias aurman que para concertar esta** pa-
ces de Arras fue mucha parte doña Isabel, herma-
na del rey de Portugal, que estaba casada con el du-
que Philipo de Borgoña. Dicen otrosí que tuvo habla
con el rey de Francia para tratar de las condiciones
de la paz : si esto fue asi, ó sí se dice en gracia de
Portugal, no lo sabría averiguar.
En España las reinas de Aragón y de Navarra en
sazón que los reyes sus maridos tenían con cerco
apretada la ciudad de Gaeta, como se dirá luego, al-
canzaron del rey de Castilla (el cual desde Madrid iba
á Buitrago á instancia de Iñigo López de Mendoza
que pretendía allí festejalle ) que el tiempo de las
treguas se alargase hasta primero de noviembre.
Tuvo en esto gran parte Juan de Luna, señor de
llJueca, que fue enviado por embajador sobre el caso
y lo persuadió á don Alvaro de Luna, partiente suyo,
que era el que lo podía todo, y sobre toda su prospe-
ridad se hallaba á la sazón alegre por un hijo que su
mujer parió en Madrid, que llamaron don Juan. Fup
grande la alegría por esta causa del rey los grandfs
asimismo cuanto mas fingidamente, tanto con roa^ro-
res muestras de amor procuraban ganar su gracia.
CAPITULO IX.
Gomo el rey de Aragón y sos hermanos foeroo preso»
Con las muertes del senecál Juan Caracciolo, y d*'
Ludovíco duque de Anjou y de la reina doña Juana*
parecía que al rey de Aragón se te allanaba del to-
do el camino para apoderarse del reino de Ñapóles
mSTORU DE ESfANA.
651
los
..r estar sin cabeza, sin fuerzas , sin conformidad de
os naturales, y sin ayudas de fuera^ y como dado en
Íresa á quien quiera que le quisiese echar la mano,
luchos de los señores sea por entender lo que se
imaginaba era forzoso , sea por el odio que tenían al
gobierno del pueblo que en ninguna cosa sabe tem-
plarse, comunicado entre sí el negocio, se apodera-
ron de Gapua con su castillo : ciudad muy á propósito
para hacer la guerra. Desde allí por medio de Ray-
naldo de Aquino , que enviaron sobre el caso á Sici-
lia , ofrecieron sus fuerzas y todo lo que podian al rey
de Aragón, con tal que se apresurase , y no los en-
tretuviese con esperanzas, pues era forzoso usar de
presteza antes que la parcialidad contraria se aper-
cibiese de fuerzas.
Hallábanse con el rey de Aragoa tres hermanos
suyos , todos de edad muy á propo^ito y de naturales
escelentes. Don Pedro quedo en Sicilia para recoger
y juntar toda la demás armada : el rey con el de Na-
varra y don Enrique solamente con siete galeras del
puerto de Bfecina se hizo á la vela. Tomó primero la
isla de Ponza, después la de Ischia, y íinalmente
llegó á Sessa , do gran número de señores eran idos
desde Gapua á esperar su venida ; el mas principal
de todos era Antonio Marsano duque de Sessa. Tra-
tóse en aquella ciudad de la manera cómo debian
hacer la guerra : acordaron de común parecer en pri-
mer lugar poner cerco sobre la ciudad de Gaeta. A
siete de mayo se juntaron sobre ella la armada de
Aragón y la gente oe tierra qué seguían á los señores
neapolitanos , con que h sitiaron por mar y por
tierra. Vino eso mesmocon sus gentes el principe de
Taranto. El rey de Aragón se apoderó del monte de
Orlando que está sobre la ciudad , con que tenia gran
esperanza de tomallapor hallarse á la sazón los cer-
cados no menos faltos de vituallas que Henos de
miedo. Inclinábanse ellos á entregarse ; mas los g¡-
noveses que eran en gran número, á causa de sus
mercadurías y tratos de que aquella nación saca
grandes intereses , se resolvieron con gran determi-
nado n de defender la ciudad.
Tomaron por su cabezaá Francisco Espinula hom-
bre principal , y que en gran manera atizaba á los
demás : con este acuerdo nicieron salir de la ciudad
toda la gente flaca , á ios cuales el dd Aragón recibió
muy bien. Hízoles dar de comer y enviólos salvos á
los lugares comarcanos : humanidad con que ganó
grandemente las voluntades asi de los cercaaos como
de toda aquella provincia y nación. Avisado el Sena-
do de Genova del aprieto en que los suyos estaban,
y porque así lo mandaba Phiiipo duque de Milán,
acordaron enviar de socorro una armada guarnecida
de gente y bastecida de trigo y de municiones. Se-
ñalaron por general de la armada á Blas Assareto,
hombre a auien la destreza en las armas, y conoci-
miento de las cosas del mar, de lugar muy bajo, y
do muy pobre que era en su mocedad , levantó á
aquel cargo : llevaba doce naves gruesas , dos galeras
y una galeota.
El rey de Aragón , avisado de la venida desta ar-
mada de Genova , le salió al encuentro con catorce
naves gruesas y once jD;aleras. Embarcáronse con él
y por su ejemplo casi todos los señores con cierta
esperanza que llegaban de la victoria. Los aragone-
ses llegaron ala isla de Ponza , la armada de los ene-
migos surgió á la ribera de Terracina. Avisaron los
ginoveses con un rey de armas que enviaron al rey
ae Aragón, que su venida no era para pelear, sino
para dar socorro á sus ciudadanos y provéenos de
vituallas ; que si esto les otorgaba y les daba lugar
para hacello , no seria necesario venir á las manos.
Fue grande la risa de los aragoneses, oida esta em-
bajada, y no pocos los denuestos que sobre el caso
dijeron. Con esto tomaron las armas y ordenaron los
unos y los otros sus bajeles. Antes de comenzar la
TOSIú I.
pelea tres naves de los ginoveses apartadas de las
demás se hicieron al mar , con orden que se alarga-
sen , y cuando la batalla estuviese gravada acome-
tiesen á los contrarios por las espaldas. Los ara-
goneses por pensar que huían , sm ningún orden
acometieron a las demás naves enemigas no de otra
suerte que si la presa y la victoria tuvieran en las
manos ; solamente temían no se les escapasen por la
ligereza.
£1 rey de Aragón con su nave embistió la capitana
contraria. El general ginoyés con gran presteza dio
vuelta con su nave, y con la misma cargó por |K>pa
la real con saetas , dardos y piedras en gran número»
que por su gran peso y por el lastre estaba trastor-
nada. Con el mismo aenuedo se acometieron entre
sí las demás naves y se abordaron : trabadas con
garfios peleaban uo de otra manera que si estuviera/
en tierra. Sobrepujaban en número de aente y
naves los aragoneses, pero su muchedumbre lofi
embarazaba , y muchos por estar mareados mas eran
estorbo que ae provecho; los ginoveses por estar
acostumbrados al mar asi marineros como soldados
en destreza y pelear se, aven tajaban. Las galeras no
hicieron efecto alguno por estar las naves eotre sí
trabadas . y ser de muy mas alto borde. La pelea se
continuaba hasia muy tarde , cuando las tres naves
de los ginoveses , que al principio parecía que huían,
dando la vuelta acometieron do través las reales,
causa de ganar la victoria. Entraron los enemigos y
saltaron en la real : amonestaban á los que en ella
peleaban . se rindiesen. Era cosa miserable ver lo que
§ asaba , la vocería y alaridos de los aue mataban , y
e los que morían : ninguna cosí se nacía con órdeu
ni concierto , todo procedía acaso.
La nave del rey con los golpes del mar hacia agua:
avisado del peligro en aue estaba , dijo queserendia
á Philipo duque de Milán, bien que ausente. En la
mesma nave prendieron al príncipe de Taranto y al
duque de Sessa ; en otras doce naves que vinieron en
poder de los enemigos, otro gran número de cauti-
vos, entre ellos el rey de Navarra , al cual al princi-
pio de la pelea libró de la muerte Rodrigo Rebolledo,
que tenia á su lado. Fue preso asimismo don Enrique
de Aragón : de don Pedro uo concuerdan los autores,
unos dicen que se halló ea la batalla , y que escapó
con tres galeras cubierto de la oscuridad de la no-
che f otros que con la demás armada que traía de
Sicilia , llegó á la isla de Ischla al mismo tiempo que
se dio la batalla. Fueron demás de los dichos presos
Ramón Boíl virey que era de Ñapóles , don Diego
Gómez de Sandoval conde de Castro con dos hijos
suyos Fernando y Diego, don Juan de Sotomayor,
Iñigo Davales hijo del condestable don Ruy López
Davales .junto con un nieto del mismo, hijo de Bel-
tran su hijo, qu^ se decía Iñigo de Guevara , y desde
España acompañaron á los reyes para esta guerra de
Ñápeles.
Después de la victoria, que fue tan señalada y
memorable, los de Gaeta con una salida que hicie-
ron, ganaron los reales de Jos aragoneses, y saquea-
ron e) bagaje , que era muy rico por estar allí las
recámaras de pnocipcs tan gandes : las compañías
que quedaron allí de guarnición , y los soldados parte
fueron presos de los enemigos , otros huyeron por los
despoblados y por sendas desusadas. ¿Quién no pen-
sara que con esto el partido de Aragón y sus cosas
quedaban acabadas , perdida aquella jornada y la
victoria que parecía tenían entre las manos? enten-
dimientos ciegos de los hombres , consejos impróvi-
dos , y varias mudanzas y truecos de las cosas I Todo
fue muy al contrario, que este revés sirvió á los
vencidos de escalonpara recobrar mas fácilmente este
reino, y perder la libertad les fue ocasión do mayor
gloria : ¿quien tal creyera? ¿quién lo pensara? Desta
manera lus pensamientos de los hombres muchas
2b*
652
BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG.
yeces se mudan en contrario, gobernados y encami-
nados no por la ioca fortuna , sino por mas alto y
mas secreto consejo. Día viernes á cinco de agosto se
dio esta batalla cerca de la isla de Ponza , que fue de
las mas señaladas del mundo.
CAPITULO X.
Cómo el rey de Aragoa y sus hermanos fueron puestos
en libertad.
Dada que fue la batalla , los vencedores dieron la
vuelta á Genova : alli quedó la mayor parte de los
cautivos que se tomaron , como por premio del tra-
bajo y del gasto. Los reyes y muchos de los nobles
presos que llegaban á trecientos, llevaron á Milán:
el mismo general ginovés con ellos hizo su entrada
á manera de triunfo nobilísimo, y cual de mucho
tiempo atrás no se vio en parte alguna. Toda Italia
estaba suspensa y á la mira cómo usaría aquel duque
de aquella nobilísima victoria; y sus fuerzas oue an-
tes eran temidas de los de cerca , comenzaron a poner
espanto á los que caian mas lejos. Temian quisiese
aquel principe de condición orsuUoso acometer á
hacerse señor de toda Italia con la codicia que tenia
de mandar , y por estar ejercitado en guerras conti-
nuas. El mismo se hallaba muy dudoso de lo que en
aquel caso se debia hacer, y qué resolución seria
.bien tomar ; revolvía en su pensamiento muchas
trazas : si forzarla á los reyes que tenia en su poder
á recibir algunas condiciones pesadas : si haría que
se rescatasen á dinero, cosa que de presente trajera
provecho y contento ; pero era de temer que no ven-
gasen adelante aquella injuria con sus armas y las de
sus amigos , y después de vencidos ( como tenian de
costumbre) volviesen á las armas y á la guerra con
mayor brío. Pensaba si los recibiría y trataría con
mucha honra , y con ponellos en libertad sin rescate
haría le quedasen mas obligados : honroso acuerdo
fuera este , y que pondría admiración á todo el mun-
do. Consideraoa por otra parte que no era consejo
prudente por ganar renombre y fama perder tan
buena ocasión ue ensanchar su señorío y aventajar-
se , y jugar á resto abierto por esperanza que pocas
veces sale cierta y verdadera, en especial que los
hombres tienen costumbre, cuando los beneficios
son tan grandes que no los pueden pagar, recom-
pénsanos con alguna grave injuria y inffratitud seña-
lada. En fin prevaleció el deseode loa y de fama : trató
á aquellos príncipes en su casa con mucha honra y
regalo como si fueran sus compañeros y amigos. He-
cho esto se resolvió de soltallos y enviallos cargados
de muy grandes presentes.
Con esta resolución dio muy grata audiencia al rev
de Aragón, que un día en su presencia trató muy a
la larga , y probó con muchos ejemplos que jos fran-
ceses de su natural eran desapoderados sin poner
término al deseo de ensanchar su señorío : que mu-
chas veces trataran de derribar y deshacer A los du-
ques de Milán , y no tenian mudados los corazones:
SI se acostumbrasen á las riberas de Italia , luego que
se apoderasen del reino de Ñapóles , fácilmente se
concertarían con los ginoveses que les eran amigos
y vecinos, sin reparar ni desistir de intentar nuevas
empresas basta tanto que se viesen apoderados de
toda Italia : que su padre Juan Galeazo y sus antepa-
sados nunca se aseguraron de los intentos de france-
ses. Estas cosas se trataban en el castillo de Milán,
y estas pláticas andaban cuando madama Isabel por
mandado de su marído Renato duque de Anjou, que
como queda dicho estaba preso, pasó por mar prime-
ro á Genova , después á Gaeta, v últimamente con
8U llegada á Ñapóles, que fue á los diez y ocho de
octubre , reforzó grandemente y animó á los que se-
guían su partido. Ayudóla con gentes que le envió el
papa Eugenio, y ella por sí ganaba las voluntades
del pueblo por su gran nobleza , esceJente ingenio,
condición y trato muy apacible.
España cuidadosa y triste por el trabajo de los re-
yes revolvía varías práticas de guerra y de paz. Jun-
táronse cortes de Aragón en Zaragoza \i)fen que á
petición de la reina se trató de apercebiruna armada
para conservar las islas de Gerdeña y de Sicilia que
sospechaban serían acometidas por los vencedores;
3ue ya nadie se acordaba ni tenia esperanza del reino
e mpoles. En Soria á los confínes de Aragón y de
Castilla hobo habla entre el rey de Castilla y la reioa
de Aragón su hermana. Allí se concluyó que las tre-
guas asentadas entre los dos reinos durasen y se
prolongasen por otros cinco meses. Parecía cosa in-
justa aprovecharse del desastre ajeno; y los ánimos
de los grandes de Castilla por la desgracia de aque-
llos reyes se movían á compasión. Partiéronse de
Soria : en el camino se supo que la reina doña Leo-
nor madre de los dos revés lalleció en Medina del
Campo mediado el mes (fe diciembre : la fuerza del
dolor que recibió por el desastre de sus hijos , súbi-
tamente le arrancó el alma ; la muerte repentina
hizo se creyese era esta la causa. Fue una señora
muy principal y madre de príncipes tan grandes. Hi-
ciéronle honras en muchos lugares , y en especial el
rej don Juan se las hizo en Alcalá de Henares t la
rema su mujer en Madrigal. Fue sepultada en San
Juan de las Dueñas , en un monasterio de monjas que
ella levantó á su costa fuera de aquella villa , en que
pasaba su vida con mucha santidad.
En Milán últimamente se hizo confederación y
avenencia entre aquel duque y los principes sus pri-
sioneros, cuyas capitulaciones eran : Que dn escep-
tuar á ninguno tuviesen los mismos por amigos y
Sor enemigos : el duque para recobrar el reino de
íápoles prometió de ayudar con sus fuerzas y gen-
tes : lo mismo hizo el rey de Aragón , oue prometió
toda su ayuda para hacer la guerra á loe enemigos
del duque de Mitán. En gran cuidado puso este asien-
to así á los italianos como á las demás naciones. El
rey de Navarra fue enviado en España con poderes
muy bastantes para gobernar el reino de Aragón. Era
necesario allegar dinero , hacer nuevas levas de sol-
dados , y apercebir una gruesa armada. El principe
de Taranto y el duque de Sessa fueron á Nápofes
para animar y esforzar á los de su parcialidad , v para
que avisasen al infante don Pedro en nombre oef rey
su hermano que les acudiese con la armada que te-
m'a aprestada en Sicilia. Ejecutóse con gran presteza
lo que el rey mandaba : Helgada que fue la armada de
Sicilia á la isla de Ischia , se apoderó de la ciudad de
Gaeta por entrega que della hizo Lanciloto (2) su gth
bemaoor, natural que era de Ñápeles, á velóte y
cinco de diciembre dia de Navidad, y principio del
año i 436.
Pocos días después el rey de Aragón . puesto en
libertad por el duque como está dicho , llegó á Por^
tovenere, el cual castillo y el de Leríce entre tan
grandes tempestades, dado que están en las marinas
ae Genova , se conservaron en la fe del rey de Ara-
gón , y se tenian por él mas por miedo de la cuami-
cion aragonesa que tenian, que por voluntad de los
naturales. Algunos dicen que del desastre j libertad
del rey de Aragón se dieron divenas señales y is
vieron milagros : cada cual les dará el erédito por fi
mismo que la cosa merece; á mi no me pareció pa-
sar en silencio cosas tan públicas y tau raoebidafl
comunmente. El mismo dia que se dio la iMlalla
cerca de la isla de Ponza , en la puente que en Zara-
goza se edificaba sobre Ebro de obra muy prima y
(1) Las convocó en Zaragoza el dit ijS de octubre para
celebrarlas en Mooion en i5 de noviemlnre.
(2) Este caballero murió de muerte nataral y después se
entregó la guarnición.
HISTORIA DE EgPADiA.
C53
muy ancha, como á medio día sin bastante ocasión
para ello se cayó el arco priacipal , y con su calda
mató cinco hombres.
Dirá alguno que las cosas casuales suele el vulgo
ñiuchas Teces , cuando son pasadas , publicallas por
milagros ▼ sacar dellas misterios : sea así , ¿pero qué
diremos de lo que se sigue? Nueve leguas mas abajo
de Zaragoza á la ribera del mismo rio Cbro está un
I>ueblo llamado Vílllla^ edificado de una colonia de
os romanos que en los pueblos ilergetes se llamaba
Celsa. En este tiempo y en el de nuestros abueloii por
ninguna cosa es el dicho pueblo mas conocido que
Sor una campana que allí hay, la cual aquellos hom-
res están persuadidos que diversas veces por si
misma con una manera estraordinaria se toca, sin
que ninguno la mueva, para anunciar cosas grandes
que han de venir, buenas, ó malas. Yo no trato de
la verdad que esto tiene, ni lo tomo á mi cargo.
Consta por lo menos que autores graves lo reOeren,
y citan testigos de vista de aquel milagro. Dicen
pues que aquella campana un dia antes que los reyes
fuesen presos , se tañó por sí misma , y otra vez á
treinta de octubre, y la tercera á cinco del mes de
enero próximo siguiente, dia en que liecha la alianza
en Hilan , el rey de Aragón fue puesto en libertad.
Muchas plegarias se hicieron , y muchas misas se
dijeron piara aplacar la ira de Dios que por estas se-
ñales entendían les amenazaba : congoja y cuidado
de que se libraron los naturales con la buena nueva
que vino de la libertad dada á sus príncipes ; y la
tristeza que recibieran por aquel grave desmán, y el
miedo de algún nuevo mal que sospechaban se daba
á entender por aquellas señales, se trocó en pública
alegría de toda aquella nación , y i^un de lo demás
de España.
CAPITULO XI.
De las paces que se hicieron entre los reyes de Castilla y
de Aragón.
De las paces que se hicieron en Hilan, resultó una
nueva y pesada guerra: ios glnoveses tomaron las ar-
mas, V públicamente se revolvieron contra- el duque
de Milán. Tenían aquellos ciudadanos por cosa pesa-*
da que el fruto de la victoria ganada con su peligro y
esfuerzo otros se lo quitasen, y que Philipoauque do
Milán se llevase las gracias de las paces hechas con
los revés, y de nonelios en libertad con presentes que
les dio: liberaliaad con que quedaban cargados del
odio que por fuerza las tendrían los aragoneses y ca-
talanes, naciones con las cuales antiguamente tuvie--
ron grande enemiga. Querellábanse demás desto que
el amparo de los duques de Milán , á que forzados acu-
dieron el tiempo pasado, le mudasen en señorío y en
una dura servidumbre. Alterados con esta indigna-
ción, hecha liga en puridad con el pontífice Eugenio
y con Rdnato duque de Anjou , tomaron las armas.
Gobernaba aquella ciudad en nombre del duque Pbi-
lipo Paccino Aiciato , que fue muerto eo aquella re-
vuelta y alboroto del pueblo: á otros que estaban por
el duque, pusieron las espadas á los pechos, y algu-
nos quedaron heridos, algunos muertos; mirábanles
las palabras, los meneos que hacían y visajes, por
ver si daban alguna muestra de aborrecer lo que de
presente se hacia, y favorecerá los de Milan^ Con es-
to (lo que acontece en los alborotos del pueblo) en
breve á lo que acudió la mayor parte, se allegaron
todos los demás ; si algunos sentían lo contrario, en
lo público aprobaban y adulaban los intentos de los
alborotados.
El principal movedor deste motín fue Francisco
Espinula, que aanó nombre de valiente por la defensa
de Gaeta que hizo poco antes^ de que cobrara gran
soberbia: sobre todo se movía por ser enemigo de los
Fuscos y de los Fregosos, linajes que se arrimaban á
TOMO I.
los aragoneses. Muchos pueblos por aquella comarca
á ejempto de Genova y por su autoridad, despertados
con la dulzura y esperanza aue se prometían de la li-
bertad, se levantaron, y echaron de si la guarnición
que tenían por el duque de Milau. Detuvieron los es-
f>añoles que tenían cautivos , por los cuales y para
íbrallos el rey de Aragón les bobo de pagar setenta
mil escudos. Con los sicilianos se hobleron mas man-
samente por causa de la antigua amistad, buen aco-
gimiento y contratación que con aqutílla Isla tenían,
asi los soltaron sin rescate; solo tres hijos de Juan de
Veintemilla quedaron por largo tiempo en Genova :
no se sabe si por aborrecimiento que les tuviesen, sí
por pretenier dellos alguna ^raode cantidad.
El rey de Aragón á instancia del duque Philipo pro-
curaba sosegar las alteraciones de Genova con la ar-
mada que don Pedro su hermano le envió desde Gaeta,
pero desistió de la empresa por parecelle cosa lani^a
esperar hasta tanto que sosegase aquella gente tan
alborotada : para la priesa que él tenia de acudir á las
cosas y reino de Ñapóles, cualquiera tardanza le era
muy pesada: sabia muy bien que en las guerras ci-
viles un día y una hora , si no se acude con tieoipo,
suele causar grandes mudanzas v ser causa que gran-
des ocasiones se desbaraten ; ninguna cosa es mas
saludable que la presteza. Con esta resolución de Por-
tovenere envió á don Enrique su hermano á España.
Uizole merced del estado de Ampurias, y mandóle
que ayudase eñ la guerra, sí el rey de Castilla se la
hiciese por aquella parte, de que se recelaban á causa
que el tiempo de las treguas espiraba. El mismo rey
con la armada se hizo á la vela , y llegó á Gaeta á dos
de febrero: en este medio don Pedro su hermano se
apoderaba de Terracína con gran sentimiento del
pontífice Eugenio, cuya era aquella ciudad, por pen-
sar que los aragoneses eran tan arrogantes que no
contentos con el reino de Ñapóles pretendían apode-
rarse de toda Italia sin tener respeto á la magestad
sacrosanta , ni moverse por algún escrúpulo por ser
feroces, ralea de hombres fiera y mala» como él
decía»
Con la venida del rey los señores neapolitanos y
los soldados acudieron á Gaeta. Nombró por general
del ejército á Francisco Picinino (en c|ue tuvo consi-
deración á hacer placer al duque Philipo, acerca del
cual Nicolao padre de Francisco tenía en todas las
cosas el principal lugar de autoridad y mando) en
aquella sazón capitán muy señalado, de grande ejer-
cicio en las armas , y oue se podía comparar con los
caudillos antiguos. Ardía Italia en ruidos y asonadas
de guerra: unas ciudades suspensas con las sospe-
chas que tenían de una nueva guerra; otras hacían
ligas y confederaciones entre sí para echar los arago-
neses de Italia. En particular los venecianos, floren-
tinos, glnoveses á persuasión y con ayuda del pontí-
fice Eugenio quién por odio de nuestra nación quién
por amor de la francesa se ligaban para este efecto ,
y juntaban sus fuerzas.
En España por el mismo tiempo se hacia la guerra
á los moros. Entre los demás reyes estaban para con-
cluirse las paces por la eran instancia y ailigench
que en ello puso el rey de Navarra. Su intento era
volver las fuerzas de aquella nadon contra Italia sin
cuidar de las cosas de España. Dos castillos llamados
el uno Galea y el otro Castílleja se rindieron en tier-
ra de moros á Rodrigo Manrique, que andaba con gen -
te por aquellas parles. El alearla que resultó desta
buena nueva, en breve se mudó en mayor cuita por
el desaste muy triste del conde de Niebla don Enri-
?[ue de Guzman , el cual por hacer muestras de su es-
uer^o y gauar la gracia de su rey tenia puesto cerco
sobre Gibraltar, pueblo asentado sobre el estrecho.
Allí como después de cierta escaramuza se recogiese
á su armada, se ahogó con otros cuarenta compañe-
ros por dar ladoy hundirse el batel á causa de los mu-
28**
654
dios que acudieron , y estar el mar con la ordinaria
creciente alterado. Don Juan deGuzroancon el dolor
que recibió del desastre de su padre, y desconfiado
de salir con la empresa, alzado sin tardar el cerco, se
retiró á Sevilla. Este caballero fue el primer duque
de Medina Sidonia por merced que poco adelante le
híyo el rey don Juan deste título. Quiso ablandar
aquel dolor, y gratificar aquel servicio y voluntad
con esta honra necha á la familia nobilísima, y de las
man poderosas de España, de los Guzmanes.
Hallábase el rey en Toledo do era vuelto después
que visitó á Alcalá y á Madrid. La corte se ocupaba
en juegos y regocijos con poco ó ningún cuidado de
la guerra. En aquella ciudad á dos de setiembre se
concluyeron las paces entre Castilla, Aragón y Na-
varra: ocasión y materia para todos de gran ale-
gría (1). Entendieron en hacer el asiento don Alonso
de Borgia obispo de Valencia, y don Juan de Luna y
otras personas principales que vinieron de Aragón; y
con ellos el arzobispo de Toledo, el maestre de Cala-
trava y don Rodrigo conde de Benavenle , que des-
pués de muchas porfías se acordaron en estas condi-
ciones: doña Blanca hija mayor del rey de Navarra
case con don Enrique principe de Castilla : en dote
á la doncella se den Medina del Campo, Olmedo, Roa
y el estado de Villena: si deste matrimonio no queda-
re sucesión, estos pueblos vuelvan al señorío de Cas-
tilla, y en tal caso se dé cierta cantidad de dineros
(en que se concertaron) al rey de Navarra en recom-
pensa de aquellos lugares: á don Enrique de Ara-
ron se den cada un ano cinco mil florines y á su mu-
jer tres mil: los pueblos y castillos que de una y otra
parte se tomaron durante la guerra ala raya de aque-
llos reinos, se vuelvan á los señores antiguos: a ios
que de una v otra parte se pasaron, sea otorgado per-
don, fuera del conde de Castro y el maestre de Al-
cántara; demás destos sacó el de Navarra por su parte
á Jofre marqués de Cortes por ser hombre inquieto,
deseoso de novedades , y que por ser de sangre real
pretendía apoderarse del reino.
Con estas capitulaciones las tremas se mudaron
en paces, y concertaron de hacer hga contra todas
las naciones y príncipes. Solamente el rey de Casti-
lla sacó al de Portugal y al Francés. Y de parte de los
aragoneses esceptuaron al duque de Milán y Gastón
conde de Fox, cuyo padre llamado Juan falleció poco
antes desto y él heredó aquel estado en edad de quin-
ce años, y era yerno del rey de NaNarra concertado
con doña Leonor su hija menor. Divulgado este con-
cierto, en todas partes se hicieron procesiones, aie-
Í^rías y regocijos: gozábanse que quitado el miedo de
a guerra cesábanlos males, y parecía que en España
las cosas irían grandemente en mejoría. El conde de
Castro en breve alcanzó perdón, y volvió á Castilla,
y hostigado con destierro tan largo en lo de adelan-
te se mostró mas recatado que antes.
Lo que aquí se dice y en otras partes del conde de
Castro se sacó de las corónicas destos reinos: los de
su casa muestran cédulas reales en aprobación del
conde, y en que le prometen recompensa jurada por
lo que en estas revueltas le quitaron : muchas ale-
gaciones y procesos que se causaron en defensa de
su lealtad, en quehol^ramosse procediera á senten-
cia para ^ue todos nos conformáramos. Lo que se
puede decir con verdad, es que fue un gran caballe-
ro, y en todas sus obras de los mas señalados de aquel
tiempo. La notaá mi veres de poca consideración por
correr ia misma fortuna muchas de las mejores casas
de Castilla, como del almirante, conde de Benavente
y conde de Aiba, con otro gran número de nobleza que
entraron á la parte , sin que por ello hayan perdido
punto de su reputación , v en el conde fae mas es-
cusable lo que hizo , por la obligación que le cor-
(! ) Segun la Crónica fue á 22 de setiembre.
BIBLIOTECA DE GASPAR T RülG.
ría de seguir y acompañar á los hijos del con quien
se crió desde su niñez , que fue el infante don Fer^
nando que después fue rey de Aragón, demás que
los temporales corrieron tan turbios y ásperos que
apenas se puede deslindar de qué parte de las dos es-
tuviese la razón y ia justicia, y es ordinario que en
tiempos semejantes los mejores padezcan mas: ra-
zones todas de momento para no reparar en este
punto ni hacer desto mucho caso.
En el entretanto el rey de Aragón no dejaba de
atraer y ganar los corazones de los neapolitanos , y
ayudar con industria sus fuerzas. Juntósde Baltasar
Rata conde de Caserta, que era uno de los goberna-
dores nombrados por el pueblo: lo mesmo Ramón Ur-
sino conde de Ñola. Para ganalie y obligalle le pro-
metieron por mujer á doña Leonor, doncella de sangre
real, y hija del conde de Urgel que poco antes destu
falleció en Játiva. Con tanto el rey , de la ciudad de.
Capua en que se hacia la masa de la gente, salió en
campaña con intento en ocasión de combatú- á los
enemigos, y apoderarse (como en breve se apoderó)
del valle de San Severino, de la ciudad de Salecno,
y de las marinas de Amalfi. Puso guarniciones en
todos estos lugares , con que las fuerzas de Aragón
se afirmaron, y enflaquecieron las de los angevinos.
quedaba entre otras la ciudad de Ñapóles cabeza del
reino. Tenían no pequeña esperanza de ganalla por
' estar los ánimos muy inclinados al Aragonés, y por
ser grandes las fuerzas de su parcialidad. Lo que so-
bre todo'les ponia buen corazón v animaba, eran los
dos castillos que en aquella ciudad en medio de tan
grandes tempestades todavía se tenían por Araron:
cosa que parecía milagro, y era como buea agüero
para la guerra que restaba.
CAPITULO XU.
Que los portugueses fueron maltratados en África.
Fue este invierno áspero por las heladas grandes
y por las muchas nieves que cayeron en España: na-
oie se acordaba de fríos tan recios; en particular es-
tando el rey en Guadala jara siete leñadores que salie-
ron por leña á los montes comarcanos, perecieron y
se quedaron helados por la gran fuerza del fino el
mismo día de año nuevo de 1437. Sobre las nieves
cayeron heladas , y sobre lo uno y lo otro corrieron
cierzos, con que mucha gente pereció. Quería el rey
en tan recio tiempo pasar á Castilla la Vieja, y por
estar los puertos muy cubiertos de nieve fue necesa-
rio enviar delante trescientos peones , que abrieron
el camino , y apartaron la nieve á la una y á la otra
parte con montones que hacían á manera de iMlla-
dar de la altura de un nombre á caballo. Con esta düi-
g encía se pasaron los montes con que parten térmioo
is dos Castillas, la Nueva y la Vieja; y el rey acudió
á cosas que le forzaron á ponerse en aoud tral^jo.
De Roa por el mes de marzo pasó á Csmi, desde
allí envió al príncipe don Enrique su hijo á Alfaro
villa principal á la raya de Navarra. Fueron en su
compañía los mas de los grandes , entre todos el que
mas se señalaba era don Alvaro de Luna, que poco
antes sacó á la reina por pura importunidad el casti-
llo de Mental van, v le juntó con Escalona que ya po-
seía cerca de Toledo, sin acordarse que cuanto cre-
cía en poder, tanta era la envidia nuyor , contra la
cual ningunas fuerzas bastan á contrastar. Dos dias
después que el príncipe llegó á Alfaro, vino al mismo
lagar la reina de Navarra acompañada de sus hijos,
y de mucha gente de los suyos, en especial del obis-
po de Pamplona v de Pedro Peralta mayordomo ma-
yor de la casa real, y de otros señores. Hiciéronse con
Srande solemnidad los desposorios del nrfndpe j óe
[)ña Blanca en edad que tenían de cada doce anos.
Desposólos el obispo de Osma don Pedro de Castilla»
persona muy noble, y de sangre real. Gastáronse en
HISTORIA DE ESPAÑA.
6U*1
regocijos cuatro días , los cuales pasados , la reina de
NaTarra y la desposada su hija se volvieron á su
tierra.
El rey de Castilla y su hijo el principe don Enrique
fueron a Medina del Campo. En aquella villa por con-
sejo de don Alvaro de Luna y del conde de Benaven-
te fue preso el adelantado Pedro Manrique por man-
dado del rey, y enviado al castillo de ruentiduena
para que alli le guardasen. Sucedió esta prisión por
el mes de a|psto. que fue un nuevo principio de albo-
rotarse el reino, ae que grandes males resultaron. Las
causas que hobo para hacer aquella prisión, no se sa-
ben ; lo que el tiempo y por el suceso de las cosas se
entendió, fue que con otros señores tenian comuni-
cado en qué forma podrían derribar á don Alvaro de
Luna , cosa que en aquella sazón se tenia por crimen
contra la majestad , y aleve.
Fue este ano memorable y desgraciado á los por-
tugueses por el estrago muy grande que en ellos hi-
cieron los moros en África. Ardian los cinco herma-
nos del rey de Portugal en deseo de ganar nombre y
ensanchar su señorío : ¿en España cómo podían por
ser aquel reino tan pequeño, y tener hechas poco an-
tes paces con los comarcanos? Cuidaron seria mas
honrosa empresa la de África como contra senté ene-
miga de cristianos. Deteníalos la falta de dinero pa-
ra la pajsa y socorro de los soldados. Para remedio
desta dincultad por medio del conde de Oren emba-
jador de Portugal en la corte romana alcanzaron del
pontífice Eugenio indulgencia para todos aquellos
que tomasen la señal de la cruz por divisa y se alis-
tasen para aquella jomada. Fue grande la muche-
dumbre y canalla de gente que sabido esto acudió á
tomar las armas. Don Fernando maestre de Avis, co-
mo el mas ferviente que era de sus hermanos, se
ofreció para ser general en aquella empresa. Tratóse
de la manera que se debía hacer la guerra, en una
junta del reino que para esto tuvieron.
Don Juan maestre de Santiago en Portugal, uno
de los hermanos , era de ingenio mas sosegado , y mas
prudente : como tal fue de parecer (el cual puso por
escrito) que no debían acometer á África si no fuese
con todas las fuerzas del reino, por ser aquella pro-
vincia poderosa en armas , gente y caballos. Decía
que muchas veces con gran daño fuera acometida,
y al presente seria su perdición, si no se median con
sus tuerzas , y si no sabían enfrenar aquel orgullo, ó
celo desapoderado. «Ojalá jo salga mentiroso; pero
nsí no sosegáis esta gana ae pelear, y la gobernáis
»con la razón , los campos de África quedarán cu-
))biertos con nuestra sangre. ¿En esta gente y solda-
»dos confiáis? Antes de la pelea se muestran bravos,
wy venidos á las manos , en el peligro y trance cobar-
mes; pues no tienen uso de las armas, ni fortaleza,
nni vigor en sus corazones , solo número y no mas.
w¿Por ventura menospreciáis á los moros? temo que
neste menosprecio ha de acarrear algún ^an mal.
»Mirad que irritáis una gente muy determmada, sin
»námero y sin cuento, y que por su ley , por sus ca-
nsas , por sus hijos , y mujeres pelearan con mayor
»ánimo. Diréis que vais confiaaos en el ayuda de
»Dios : eso sería , si las vidas y costumbres fueran á
«propósito para aplacalle mejores de los que vemos
nen esta gente , y si con madureza y con prudencia
»8e tomaren las armas; que los santos no favorecen
«los locos atrevimientos y sandios, antes será por
«demás cansallos con plegarias y rogativas no lim-
npias. Alguna esperiencia que tengo de las cosas , y
«el amor ferviente de la patria y de la salud común
«me bacen habhr así, y temer no cueste á todos muy
«caro esta rasolucion que tenéis en vuestros ánimos
i>concebida.»
Aprobaban esto parecer todas las personas mas re-
catadas, en especial los infantes don Pedro y don
Alonso; solo don Enrique era el que fomentaba los
intentos de don Femando : tenía grande autoridad,
por ser el que era, v por sus riquezas y estudios de
letras con ^ue acreditaba todo lo demás. Sucedió lo
que es ordinario, que los mas y su parecer, aunque
peor, prevaleció contra lo que sentía la mejor parte:
de suerte que por común acuerdo se resolvieron en
pasar adelante. Apercibieron una armada, y en ella
embarcaron hasta seis mil soldados : sonaba la lama
que el número de la gente era doblado , es á saber do-
ce mil combatientes, que fue otro nuevo daño. A do-
ce de agosto se hicieron á la vela , y dentro de (¡uin-
ce días llegaron á África. En Ceuta donde surgieron,
hicieron consulta en qué manera se haría la guerra.
Tomaron resolución de cercar & Tánger , ciudad de
romanos antiguamente muy noble , á la sazón peque-
ña. Está puesta al estrecho en frente de Tarifa : al
derredor tiene grandes arenales , por donde el campo
no se puede sembrar y es estéril, íbera de algunos
bajos y valles que hay, que por regañe con las ai^uss
de cierta fuente que cerca tienen , son de gran fres-
cura y fertilidad.
Los cercados , puesto que por espacio de treinta y
siete días fueron combatidos gallardamente , nunca
perdieron el ánimo , antes por la esperanza que te-
nian de ser presto socorridos, se animaban á defen-
der la ciudad. Acudieron ásocorrella los reyes de Fez
y de Marmecos y otros señores africanos con seis-
cientos mil hombres que traían de á pié , y setenta
mil de á caballo, maravilloso número, si verdadero:
la famayelruidosuele ser masque la verdad. ¿A tan-
ta gente cómo podían resistirlos portugueses? Pelea-
ron al priacipio fuertemente , después cercados por
todas partes de muchedumbre tan grande, se hicie-
ron fuertes en sus reales, pero tristes . fijados los ojos
en tierra ni respondían , ni preguntaban , antes todo
el tiempo que podían , se estaban dentro de las tien-
das : la misma luz y trato por la aflicción les era pe-
sada. Trataron de huir ; ¿ pero á dónde, ó por qué par-
te, estando todo el campo cubierto de sus contrarios?
mayormente que las piedras se levantan contra el
que huye. Forzados de necesidad enviaron mensaje-
ros de paz. Los bárbaros respondieron que se despi-
diesen de ningún concierto, si no fuese que, entregada
Ceuta , saliesen de toda África. Era cosa muy pesa-
da lo que pedían, y que no estaba en su mano pro-
metello : todavía por el deseo que tenian de salvarae,
otorgaron , y por rehenes el general don Fernando y
otras personas principales : los demás rotos , sucios
y maltratados se fueron primero á> Ceuta , v de alli
pasaron á Portugal al cabo del año.
Tratóse en Ebora en una junta de señores del
asiento que tomaron , y del cumplimiento del. De co-
mún acuerdo salió decretado que aquellas condicio-
nes, como otorgadas sin voluntad del rey , eran en si
ningunas, y que no se debian cumplir : que la fe da-
da y la jura se cumplía bastantemente con dejuiles los
rehenes que en África quedaran , para que con sus
cabezas pagasen lo que necia y locamente asentaron.
Por ventura si con la misma soberbia los necesitaran
los bárbaros á prometer que entregarían todo Portu-
gal, era de cumplir la tal promesa, y sufrir que de
nuevo los moros pusiesen el pié y el yugo de su im-
perio y señorío en España? ¿Que si prometieran otras
muchas cosas muy indignas , cómo pudiera ser , es-
tuvieran por ventura obligados los portugueses á pa-
sar por ellas? El cautiverio pues de don Femando fue
perpetuo, padeció menguas v prisiones muy graves.
Su sepulcro se muestra en la ciudad de Fez puesto
en un lugar alto como trofeo que levantaron de nues-
tra nación y por memoria de la victoria que ganaron:
así el que fue principal en la culpa, acaso, ó por la
voluntad de Dios fue mas gravemente que los demás
castigado.
C¿Í6
BIBLIOTECA DC O ASPAR T UÜIG.
CAPITULO XIU.
Cómo el iurante don l^edro fae tnuerlo eu el cerco de
Ñapóles.
Eiv Espiiña rev(^vian sospeclias de nuevos alboroc
tos p()r estar j<ran parte d^ lo$ grandes aversos de sa
»*ey por hi prisión injusta (cmto eilo^ de<^ian) que se
hizo en la persoua de Pedro Manrique. Asimistno se
veian por todas partes entre las personas eclesiásticas
grandes contiendas y debates^ á causa que el pontí-
nce Eugenio, por tener desde el principio de su pon-
tificado por sospechoso el concilio de Basilea , pro-^
curaba disolvelfe; que era un eanaíno inventado á
propósito para hacer burla y enflaquecer las fuerzas
de los concilios, que enfrenaban y ponian algún es-
panto á los pontífices romanos ; pero desistió deste
intento por entonces por cartas que en esta razón le
vinieron muy graves del etnperador Sigismundo, y
del cardenal Cesarino su legado. Los padres de Basi-
lea lomando mas autoridad y mane de lo oue por ven-
tura fuera justo, y irritados por lo que el papa inten-
tara le hicieron intimar que si no venia en persona
al concilio , pronunciarían contra él lo que se acos-
tumbra (irontra ios que desamparan su oGcio , y no
cumplen con lo qne son (aligados y con el deber en
caso Semejante. No quiso obedecer : amenazaban de
deponelle y quitalle la autoridad pontifical que tenia.
Este era el intento de los obispos : los prhicipes
cristianos no se conformaban en un parecer, algunos
resistían á aquel intento como arrojado y temerario,
por la memoria que tenían de laís llagas que en el
scisma pasado recibió lo. Iglesia cristiana, que upe*
ñas se habían encorado y «manado ; en particular hizo
resistencia el emperador Sigismundo , dado que no
era loada amigo del pontífice. Poco presiló su autori*
dad á causa que en et mismo tiempo oue estas pláti-
cas se comenzaron , pasó desta vida a *iuevy> de di-
ciemfbre , mas señalado por la paz de la Iglesia que
fundó , y por habdla ahora defendido , que por los mu-
chos años que imperó. Sucedió en su lugar su yerno
Alberto duque de Austria ; que ya era rey de roma-
nos. Coronóse primer dia de enero principio del
año 1438 , en tiempo que en un lugar que tenia don
Alvaro de Luna en Castilla la Vieja llamado Maderue*
lo, cayeron piedras tan grandes cromo almohadas pe-
queñas, que no hadan daño por serla nmteria liviana.
Para averiguar el caso y informarsB de todo en-
viaron á Juan de Agreda adalid del rey , que trajo
á Roa do halló al rey de Castilla , íilgunais de aqiieilas
piedras. Dudábase si era buen agüero ó mallo , pero ni
aun del suceso de la guerra de los moros se entendió
bastantemente que era lo que aquellas piedras pro-
nosticaban , ca por una parte Hueíma (pueblo que los
antiguos llamaron Onova {{), dado que estaba fortifi-
cado con número de soldados y con murallas bien
fuertes, fue ganada de los moros por la buena indus-
tria y esfuerzo de Iñigo López de Mendoza señor de
Rita, de cuyo cuidado estaba la frontera de laen : por
otra parte el alegría no duró mucho á causa que Ro-
drigo Perea adelantado de Cazorla en una entrada
que hizo en tierra de moros , fue muerto por mucho
mayor número de enemigos que cargó sobre él, y de
mfl y cuatrocientos soldaaos que llevaba, solos Tein-
te escaparon por los pies. Tampoco los moros gana-
ron la victoria sin sangre, que el mismo capitán que
era de los Bencerrajes , y gobernador de Granada , pe-
redó en el encuentro con otros muchos , que fue al-
gún alivio del desastre.
Glrey de Aragón por estar ataviado y sentido del
pótotifíce Eugenio parecía ayudar los intentos de los
de Basilea, en especial que demás de los desaguisados
pasados al presente Juan Vitelesco patriarca de Ale-
jandría con gente del pontífice y por su orden hizo
(I) Vea PC el apéndice.
entrada por las fronteras del reino de Ñápeles, y con
su venida se alteraron y trocaron mucho los auimos
de los naturales , tanto que el príncipe de Taranto y
el conde de Casertá se pasaron á la parte del papa,
como personas que eran poco constantes en la fe, de
ingenio mudable y vario. Al contrario Antonio Colo-
na se reconcilió con el rey de Aragón con esperanza
que se le dio de recobrar el principado de Salerno
que antes le quitaran. El patriarca ruó en breve des-
baratado por los de Aragón , y forzado á salirse del
reino de Ñapóles, si bie» venia armado de censuras y
con valientes soldados. Los otros señores se reduje-
ron ai deber en el mismo tiempo que Renato duque
de Anjou, rescatado de la prisión en que le tenían,
oón su armada llegó á Ñapóles á diez y nueve de ma-
yo. Su venida fue de poco momento por no traer di-
iiero alguno para los gastos de la guerra , solo los áni-
mos de muchos se despertaron ala esperanza y deseo
de novedades.
En muchas partes se emprendió la llama de la
ffuerm. La mayor fuerza della andaba eu las tierras
uel Abruzo : Jacobo Caldera , capitán muy esperi-
mentado , sustentaba en aquella comarca el partido
de Renato : él mismo desque supo su venida , le acu-
dió luego en persona , maguer que no muy confiado
de Ja victorh á cansa que el partido de Aragón de
cada dia mas se adelantaba, y muchos pueblos y cas-
tillos por aquella comarca venían en poder de los
aragoneses. Reoato para ganar reputación y entrete-
ner acordó desafiar al enemigo á nacer campo , y en
señal del ríepte le envió una manopla , si de coraaon
no se sabe. Lo que consta es que el Aragonés aceptó,
y todo aquel acometimiento se fue en humo , por las
diferencias que resultaron , como era forzoso , sobre
el dia y el lugar y otras circunstancias del combate.
En Surges el rey de Francia en unaiuntaque hizo
de todos los estados de su reino , aprooólos decretos
de Basilea por una ley que vulgarmente se llama
Pragmática Sanction , por la cual mandó se senten-
ciasen los pleitos. Dio gran pesadumbre al papa Eu-
genio aquella ley , porque cor ella parecía se quitaba
casi toda la autoridad al sumo pontificado en Francia
sea en conferir los beneficios , sea en sentenciar los
pleitos. Asi con mayor resolución se determinó de
disolver el concilio de Basilea, de do procedían tales
efectos , demás de otros nuevos miedos que se mos-
traban. Hizo pues un nuevo edicto, en oue pronun-
ció trasladaba el concilio á Ferrara ciudad de la lUriia.
El legado Cesarino , sabida la voluntad del pontífice,
y con él de siete cardenales que eran , los cinco se
pasaron á Ferrara : los otros dos se quedaron en Ba-
silea.
La causa aue se alefi;aba para mudar el lugar , era
la venida del emperador Juan Paleólogo , y del pa-
triarca de Constantinopla, que pasaron á Italia con
intento de unir las iglesias de Oriente, con las de Oc-
cidente , y hacer la paz que todos tanto deseaban.
Llegados que fueron á Ferrara, les hicieron mucha
honra. Sobrevino peste , que forzó de nuevo á pasar
el concilio á Florencia cabeza de Toscana. En aquella
ciudad con trabajo de muchos días se disputaron las
controversias que entre los latinos y los griegos hay,
con mayor ruido y esperanza de presente que prove-
cho para adelante. Los padres de Basilea al priocipio
pretendieron y trataron que los griegos fuesen allá:
no salieron con ello. Por esto y por la disolución del
concilio mas irritados contra el pontífice Eugenio que
amedrentados, nombraron por presidente en lugar
de Cesarino á Ludovico cardenal arelatense. Demá^:
desto trataban de cosas á la república y é la Iglesia
perjudiciales y malas. AmenazabaB que quitarían á
Eugenio el pontificado , y él depuesto, nombrarían
otro papa en su lugar.
En Italia á la sazón que Renato duque de Anjou se
ocupaba en combatir los castillos que en el Abruzo
aiSTORU DR ESPAN4.
037
86 tenían por sus enemigos, el rey de Aragón anima-
do con la prosperidad de sus cosas se determinó mar-
char la vuelta de Ñapóles , ciudad j[ue era cabeza de
la guerra y del reino , y por seguir la j;ente moza á
Renato se hallaba sin bastante guarnición , ni aun
tenia vituallas para muchos días. En el campo arago-
nés pasaron alarde hasta quince mil hombres, y en la
armada se contaban cuatro galeras, siete naves grue-
sas^ y otro mayor número de bajeles pequeños a pro-
pósito que por la mar no entrasen en la ciudad basti-
mentos. Con este aparejo cercaron por mar y por
tierra á Veinte y dos de setiembre aquella ciudaa, que
es de las mas señaladas que tiene Italia ^ en número
de ciudadanos y arreo, magestad de edificios, y en
todo lo al. Hallábanse presentes con el rey y en su
ejército y campo fifateo Aquaviva, duque de Atri, el
conde do Ñola, Juan Veintemilla , Pedro Cardona.
Luego que hobieron barreado y fortificado los rea-
les , comenzaron á aparejar escalas y otros ingenios
f)ara la batería. Repartiéronse los escuadrones por
ugares á propósito para apretar los cercados. Esta-
ban ya para dar el asalto, cnando la fortuna, que
tiene por costumbre dejugar y burlarse en las cosas
humanas, y mezclar las cosas adversas con las prós-
peras , trastornó todos los intentos del rey de Aragón
con un muy triste desastre. Fue asi que el infante
don Pedro de Aragón á veinte y tres de octubre, por
la mañana salido de los reales , se adelantó un poco
para atalayar la ciudad. En esto dispararon una pe-^
Iota de un tiro de artillería desde la iglesia de nuestra
Señora de los Carmelitas , con que le hirieron y ma-
taron (I). Tres veces saltó la bala, y con el cuarto
salto que dio, le quebró la cabeza : el cuerpo muerto
fue llevado á la Madalena. Acudió á la triste nueva el
rey don Alonso su hermano, y besado el pecho del
difunto : « Diferente alegría (dice) esperaba de tí , ó
«hermano, eterna honra de nuestra patria y participe
»de nuestra gloria. Dios haya tu alma. » Junto con esto
con sollozos y lágrimas á los que presentes se halla-
ren. «Este día (dijo^ soldados , hemos perdido la flor
Mde la caballería y oe toda la gala : ¡ con cuánto dolor
»dígo estas palabras I » Murió en lo mas florido de su
mocedad, en edad de veinte y siete anos, sin casar-
se. Rallóse en muchas guerras , y en ellas ganó prez
v honra de valeroso : depositáronle en el castillo del
Ovo.
Los soldados vulgarmente y también la muche-
dumbre del pueblo tuvo por mal agüero la muerte de
don Pedro en especial que con las muchas aguas no
se podia batir la ciudad, ni dar el asalto : por esto al-
zado el cerco , se retiraron á Cápua. EF marqués de
Girachí Juan Veintemilla en este medio enviado al
encuentro contra Renato, que acudía con gentes
para socorrer á los cercados , se encontró con él en
el valle de Gardano. Prendió con su llegada al impro-
viso algunos de los enemigos, con que Tos demás Tue*
ron forzados á doblar el camino , y por otra parte pa-
sar á tierra de Ñola. Esto hecho, el Veintemilla con
su escuadrón en ordenanza se volvió al cerco de Ñá-
peles. El rey don Alonso con intento que tenia de
volver á la guerra lue^o que el tiempo dí»<!se lugar y
se abriese , se determinó de llamar desde España los
otros dos sus hermanos.
El deseo que tenia de ganar el reino de Ñapóles,
era tal que mostraba no hacer caso de los reinos que
su padre le dejó, si bien comenzaban á ser trabijados
por un buen numero de gente francesa , que por es-
tar acostumbrada á robar, debajo de la conducta de
Alejandro Borbon hijo bastardo de Juan duque de
Borbon rompió por aquellas partes. Llevaban otrosí
por capitán á Rodrigo Villandrando , persona que
aunque era español y natural de Vaíladolid, sirvió'
muy bien al rey de Francia en las guerras contra los
(I) Sucedió según Zurita el dia i 7.
ingleses , y de soldado particular líe^ó á iser capitán,
Y alguna vez tuvo debajo de su regimiento diez mil
lionibres. Era robusto de cuerpo , muy colérico. Es-
taba aquella ^ente acostumbrada debajo de aquellos
capitanes á vivir de rapiña ^ talar y saquear pueblos
y campos como los que teman el robo por sueldo, y
la codicia por gobernalle : hicieron entrada por el
condado de Ru) sellen. Fue grande el cuidado en que
pusieron á los naturales , á la reina de Aragón y al
rey de Navarra. Mas fue el miedo que el daño : en
breve aquella tempestad se sosegó á causa que los
franceses por la aspereza del tiempo dieron la vuelta
hacia otra parte , y se retiraron sin hacer en aquel
estado algún daño notable.
Aciago año y des^aciado fue este para Portugal
así bien por la pérdida tan grande que hicieron en
África , como por la peste que se derramó casi por
todo aquel reino con muerte de gran número de gen-
te. El mismo rey don Duarte en el convento de Tomar
en que por miedo se retiró , de una fiebre que le so-
brevino, finó á los nueve de setiembre martes. Así lo
hallo en las coróuicas; mas por cuanto añaden que
bobo aquel dia un grande eclipse del sol , es forzoso
digamos que finó viernes á los diez y nueve de aquel
mes en que fue la conjunción, j por consiguiente el
eclipse. Príncipe que en su reinado no hizo cosas
muy notables a causa del poco tiempo que le duró,
ca reinó solos cinco años y treinta y siete días. Fue
aficionado á las letras. Dejó escrito un libro de la
forma cómo se debe gobernar un reino. Ordenó que
el hijo mayor de aquellos reyes en adelante se llamase
príncipe, como se hacia en Castilla. Sus hijos fueron
don Alonso el mayor, que le sucedió en el reino, bien
que no pasaba de seis años : don Fernando duque de
Viseo, maestre de Christus y de Santiago ^ y condes-
table de Portugal , cuyos hijos fueron doña Leonor
reina de Portugal, y doña Isabel duquesa de Bergan-
za; y fuera de otros h^os aue tuvo muchos, don
Diego á quien dio la muerte el rey don Juan su cuña-
do, y don Manuel, que llegó finalmente á ser rey de
Portugal.
Fue asimismo hija del rey don Dunrte la empera-
triz doña Leonor mujer de Federico Tercero , y ma-
dre de Maximiliano : doña Catalina , que estuvo con-
certada con diversos príncipes y con ninguno casó:
finalmente doña Juana mujer de don Enrique el
Cuarto rey de Castilla. El gobierno del reino por la
poca edad del nuevo rey quedó encomendado á la
reina doña Leonor su madre: así lo dejó dispuesto el
rey difunto en su testamento , cláusula de que resul-
taron grandes debates per estrenar los naturales ser
gobernados de mujer, en especial extranjera. Bien
es verdad que algunos tenían por ella , ohliaados por
algunas mercedes recebidas antes, ó movidos de al>'
gun particular interés. Corrían peligro de venir á las
manos y ensangrentarse : finalmente prevalecieron
ios que eran mas número y mas fuertes. Juntáronse
para tomar acuerdo sobre el caso. Salió nombrado
Cor gobernador el infante don Pedro duque do Coim-
ra , y tio del nuevo rey. El sentimieuto de la reina
por esta causa fue cual se puede pensar. Despachó
sus cartas y embajadores para ^erellarse del agravio
á sus hermanos, y tambieaal rey de Castilla su cu-
ñado y primo, diligencias que poco prestaron.
CAPITULO XIV.
De las alteraciones de Castilla.
Por el mes de agosto pasado huyó el adelantado
Pedro Manrique, su mujer y dos hijas que con él es-*
taban , del castillo de Fuontidueña en que le tenían
preso: descolgóse con cuerdas que echaron por una
ventana ; fueron participantes y le ayudaron algunos
criados del alcaide Gómez Carrillo, de que resultaron
nuevas alteraciones. El almirante don Fadriquo y don
658
BIBLIOTECA DE GASPAR T HOHS.
Pedro de Zúniga conde de Ledesma se aliaron con el
adelantado, y se concertaron para abatir ádon Alva-
ro de Luna. Juntáronse con ellos para el mismo efecto
Juan Ramirez de Arellano señor de los Cameros, y
Pedro de Mendoza señor de Almazan , y don Luís de
la Cerda conde de Medinaceli : aUesáronseles poco
después el de Benavente, Juan de Tovar señor de
Bcrtanga , y los dos hermanos Pedro y Suero Quiño-
nes; fuera destos el obispo de Osma don Pedro de
Castilla, que en aquella revuelta de los tiempos es-
taba apoderado de muchos castillos ; cosa que era de
grande importancia para llevar adelante estos inten-
tos. No era fácil ejecutar lo (¡ue pretendían , por la
gran privanza, poder y autoridad dedon Alvaro. Jun-
taron en Medina de Ruyseco caballos , armas, solda-
dos y todo lo al que era á propósito para la guerra.
El rey de Castilla para prevenir estos intentos y
práticas con presteza desde Madrigal por el mes de
febrero , principio del año i 439 , se partió para Roa.
Iban en su compañía el principe don Enrique su hijo,
el mismo don Alvaro, los condes de Haro y de Castro,
el maestre de Calatrava. los prelados, el de Toledo y
el de Palencia además aestos fray Lope de Barrien-
tos, que poco antes subió á ser obispo de Segovia
en premio de las primeras letras que enseñó al prín-
cipe don Enrique. Enviaron los conjurados sus car-
tas al rey con mucha muestra de humildad : conte-
ni:in en suma que ellos estaban aparejados para hacer
lo que les fuess mandado como vasallos leales, hijos
de tales y tan nobles padres, con tal que él mismo ó
su hijo el príncipe los mandasen: que no sufrían que
el reino fuese gobernado á voluntad de ningún par-
ticular , ni que cualquiera que fuese, estuviese apo-
derado del rey, cosa que ni las lejes de la provincia
lo pnrmitian, ni ellos debían disimular afrenta y
mengua tan grande. Si pHor ventura era justo que ni
la autoridad de los magistrados, ni la nobleza, ni
las leyes se pudiesen defender de un hombre solo, ni
enfrenalle? Que si en esto se pusiese remedio , y se
diese traza, á la hora dejarían las armas que forzados
por su defensa tomaran.
A esta carta no dio el rey alguna respuesta ; á la
sizon había llegado Rodrigode villandrandode Fran-
cia con cuatro mil caballos que traía para servir al
rey , con promesa que le darían en premio de su tra-
bajo el condado de Hrbadeo. El de Navarra y su her-
mano el infante don Enrique determinados de ayu-
darse de la ocasión que las revueltas de Castilla les
{)rcsentaban, y con deseo de recobrar los estados que
os años pasados les quitaran , con quinientos de á
caballo se metieron por las tierras de Castilla. No so
sabia al principio lo que pretendían: por esto en un
mismo tiempo los convidaron á seguir su partido per
una parte el rey , y por otra los conjurados. Ellos to-
mado su acuerdo ] se resolvieron que el de Navarra
fuese á CueHar, do se hallaba el rey de Castilla, y don
Enrique á Peñafiel , pueblo que fue suyo antes. Era
su intento estar á la mira , y aguardar como se dis-<
ponían aquellas alteraciones, y en qué paraban, y
seguir el partido que pareciese mejor y mas á pro-
pósito p^ra recobrar sus estidos.
Entretanto que esto pasaba, Iñigo de Zúñign her-
mano del conde de Ledesma con quinientos de á ca-
ballo que traía, se a[)oderóde Valladolid, villa grande
y rica de muchas vituallas. Luego aue esto vino á
noticia de los conjurados, acudieron allí gran número
dellos. El rey de Castilla alterlido con esta nueva , y
por miedo que aquella rebelión de los suvos no fuese
rausa de algún grande inconveniente y daño , pasé á
Olmedo para desde cerca sosegar aquelkis alteracio-
nes , sobre todo para traer á su servicio al infonte
don Enrique. Con este intento en diversas partes bo-
bo hablas del rey y del ínrante, primero en Renedo,
después en Tudela , y áltimamente en Tordesillas :
pláticas todas por demás , porque el infante después
que bobo entretenido hi una y ta otra parte, al úú
se llegó á aquellos señores conjurados ; entendióse
que con acuerdo del rey de Navarra , que pretendí»
para todo lo que pudiese suceder en aqueHa revuelta
dejar entrada y teoella para reconciliarse con la una
I con la otra parte. Además que muchos de los se-
ñores que seguían al rey, y poseían los pueblos que
quitaron á los infantes , con diferentes mañas entre-
tenían el efectuarse las paces, por tener entendido
que no podrían cuajar, si no se restituían en primer
lugar aouellos pueblos.
Andaba la gente congojada y sospensa con sospe-
chas de nueva guerra. Personas religiosas y muy
graves , por su santa vida ó por sus letras y erudi-
ción venerableSj^ se pusieron de por medio. Hablaron
con aquellos señores, y representáronles el peligro
que todos corrían si inauietaban el reino con aque-
llas diferencias fuera de tiempo ; aunque Oaseu de
sus fuerzas , que no era cordura trocar lo cierto con
lo dudoso , y aventurallo: el comenzar la guerra era
cosa muy fácil , el remate sin duda sería perjudicial,
por lo menos á una de las partes : por tanto que mi-
rasen por si y por el reino , y con su porfia sio |>ro-
pósíto no ei^hnsen á perder las casas que tan floridas
estaban : que todavía se podrían hacer las paces y
amistades, pues aun no se habían ensangrentado
entre sí ; mas si las espadas se teñían una vez en
sangre de hermanos j deudos, con diflcultad se po-
drían limpiar ni venir á ningún buen m^io.
La instancia que hicieron fue tal, que los prínci-
pes acordaron de juntarse en Castro Ñuño con los del
rey para tratar allí de las condiciones y medios de
paz. Por el mismo tiempo vino aviso de Italia que
Castelnovo en Ñapóles sin embargo de la guamicioD
que tenia de aragoneses, y que el rey de Aragón con
todo cuidado procuró dalle socorro , apretado con un
l.irgo cerco por falta de vituallas se entregó á los
enemigos á veinte y cuatro de agosto; todavía que
aquel daño bastantemente recompensó el de Aragón
con recobrar como recobró la ciudad de Salerno y
aanar otros muchos lugares y plazas. Entre los gran-
des de Castilla y el rey se hizo confederación en Cas-
tro Ñuño con estas cendiciones : don Alvaro de Luna
se ausente do la corte por espacio de seis meses, sin
que pueda escribir ninguna carta al rey : á los her-
manos rey de Navarra y el infante les vuelvan sus
estados y lugares y dignidades, por lo menos cada ano
tanta renta cuanto los jueces arbitros determinaren:
las compañías de soldados y las gentes y campos se
derramen: los conjurados quiten las guarniciones de
los castillos, y pueblos que tomaron; ninguno sea
castigado por haber seguido antes eljrártidode Ara-
gón y al presente á los conjurados. Con esto al in-
mute de Aragón don Enrique fue restituido el mae»-
trazgo de Santiago, ai de Navarra la villa de Cnellar;
á don Alvaro de Luna en recompensa della dieron a
Sepúlvcda.
El rey de Castilla, hecho esto, se fue á la ciudad de
Toro : allí le vino nueva que la infanta doña Catalioa
mujer del infante de Aragón don Enrique falleció de
parlo en Zaragoza á diez y nueve de octubre sin de-
jar sucesión alguna. Fu^^roná dar el pésame al infan-
te de parte del rey de Castilla el obispo de Segovia y
don Juan de Luna prior de San Juan. Don Alvaro de
Luna en cumplimiento de lo concertado se partió á
los veinte y nueve de octubre á Sepñlveda con mayor
sentimiento de lo que fuera razoo, tanto que con ser
persona de tanto valer , ni podía enfrenar la saña ni
templar la lengua; solo le entretenía la esperanza
que presto se mudarían las cosas y se trocanan. Hi-
ciéronle compañía á su partida Juan de Silva alferes
'mayor del rey, Pedro de Acuña v Gómez Carrillo con
otros caballeros nobles que se fueron con él , quien
por haber recebido dól mercedes , quién por espe-
ranza que sus cosas se mejitrarian. Esto en España
HISTORIA DK ESPAÑA.
fiSÍ)
En e! conciiiu Basilense últimamente condenaron
al papa Euffeirio , y en su lugar nombraron y adora-
ron á Amadeo á cinco de noviembre con nombre de
Félix Quinto. Por espacio de cuarenta año^ fue pri-
mero condedeSaboya y después duque, últimamente
renuciado el estado y los regalos de su corte , vivía
retirado en una soledad con deseo ardiente de vida
mas perfecta , acompañado de otros seis viejos oue
llevó consigo, escogidos de entre sus nobles caballe-
ros. Sucedió muy á cuenta del papa Eugenio que los
{>ríncipes cristianos hicieron muy poco caso de aque-
la nueva elección , hasta el mismo Philipo duque de
Milán, bien qoe era yerno de Amadeo, y enemigo de
venecianos y del papa Eugenio , no se morió á hon-
rar, acatar y dar la obediencia al nuevo pontífice: lo
mismo el rey de Aragón, no obstante que se tenía .
por ofendido del mismo papa Eugenio, á causa que fa- '
vorecia con todas sus fuerzas á Renato su enemigo, j
Todos creo yo se entretenían por la fresca memoria !
del scisma pasado y de los graves daños que del re-
sultaron ; además que la autoridad de los padres de
Basilea iba de caida , y sus decretos que al principio
fueron estimados, ya tenian poca fuerza, dado que
no se partieron del concilio hasta el año cuarenta y
siete (testa centuria y siglo, en el cual tiempo ame-
drentados por las armas de Ludo vico delphin de
Francia que acudió á desbaratallos , y forzados del
mandato del emperador Federico que sucedió á Al-
berto, despedido arrebatadamente el concilio, volvie-
ron á sus tierras. El mismo Félix , nuevo pontífice,
poco después con mejor seso dejadas las insignias de
pontífice , fue por el papa Nicolao sucesor de Euge-
nio hecho cardenal y legado de Saboyu. Este tin,
aunque no en un mismo tiempo , tuvieron las dife-
rencias de Castilla y las revueltas de la Iglesia: prin-
cipio de otras nuevas reyertas , como se declarará en
el capitulo siguiente.
CAPITULO XV.
De: Giras nuevas alieraciones que hubo en Castiild.
Parecía estar sosegada Castilla y las guárriU civiles
no de otra suerte que si todo el reino con el destierro
tie don Alvaro de Luna quedara libre y desfnrgarfo
de malos humores, cuando repentinamente y contra
lo que todos pensaban , se despertaron nuevos albo-
rotos. La causa fue la ambición , enfermedad incu-
rable, qne cunde mucho y con nada se contenta:
si'.'mpre pretende pasar adelante sin hacer diferencia
entre lo que es licito, y lo que no lo os. El rey era
de entendimiento poco capaz, y no bastante pura los
cuidados del gobierno «sino era ayudado de consejo
y prudenciadeot.ro . Por entender los grandes esto,
con varias y diversas mañas y por dileren tes caminos
cada cual pretendía para si el primer lugar acerca
del en privanza y autoridad : sobre todo se señalaba
el almirante don Fadrique, hombre de ingenio sagaz,
vario , atrevido, al cual don Alvaro pretendió con to-
do cuidado dejar en su lugar , y para esto hizo , todo
buen oficio con el rey antes de su partida. Los infan-
tes de Aragón llevaban mal ver burlados sus intentos,
y que el frulo de su industria en ecbar á don Alvaro
se le llevase el que menos que nadie quisieran; poca
lealtad hay entre los que siguen la corte y acompañan
á los reyes.
Sucedió que sobre repartir en Toro les aposentos
riñeron los criados y allegados de la una parte y de la
otra, y parecia que de las palabras prctendian llegar
á las manos y á las puñadas. El rey tenía poca traza
para reprimir á los grandes : asi por consejo de ios
que á don Alvaro favorecían , se salió de Mediua del
Campo , y con muestra que quería ir a caza , arreba-
tadamente se fué á meter en Salamanca, ciudad gran-
de y bien conocida, por principio del año í HO. Fue-
ron en pos dól los inhintes de Aragón , los condes de
Benavente, de Lede^ma, de Haro, de Castañeda y de
Valencia demás destos Iñigo López de Mendoza. To-
dos salieron de Madrigal acompañados de seiscientos
de á caballo con intento si les hacían resistencia, de
usar de fuerza y de violencia, que era todo un mise-
rable y vergonzoso estado del reino.
Apenas se bobo el rey de Castilla recogido ^^n Sa-
lamanca(i) cuando avisado como venían los grandes,
á toda priesa partió para Bonilla . pueblo fuerte en
aquellas comarcas asi por la lealtad ae los moradores,
como por sus buenas murallas. Desde allí envióel rey
embajadores á los infantes de Aragón : ellos con se-
guridad que les dieron- fueron primero á Salamanca,
y poco después á Avila , do eran idos los grandes con-
jurados con intento de apoderarse de aquella ciudad.
El principal que andaba de por medio entre los unos
y los otros , fue don Gutierre de Toledo arzobispo á
la s&zon de Sevilla , que en aquel tiempo se señaló
tanto como el quemas en la lealtad y constancia que
guardó para con el rey ; escalón para subir á mayor
dignidad. De poco momento fue aquella diligencia.
Solamente los grandes, con la buena ocasión de hom-
bre tan principal , y tan á propósito , escribieron al
rey una carta aunque comedida , pero llena de con-
sejos muy graves sacados de la filosofía moral y polí-
tica. Lo principal á que se enderezaba , era cargar á
don Alvaro de Luna : decían estar acostumbrado á
tiranizar el reino, apoderarse de los bienes públicos
y particulares, corromper los jueces , sin tener res-
peto nÍTeverencia alguna ni á los hombres, ni á Dios.
El rey no ignoraba que parte destas cosas eran ver-
daderas, parte levantadas por el odio que le tenian;
pero como si con bebedizos tuviera el juicio perdido,
se hacia sordo á los que le amonestaban lo que le
convenia. No dio repuesta á la carta. Los gran-,
des enviaron de nuevo por sus embajadores á los
condes de Haro y de Benuvente : ellos hicieron
tanto que el rey vino en que se tuviesen cortes
del reino en Valladolid. Querían se tratase en ellas
entro el rey y los grandes de todo el estado de la re-
pública ; y eíi lo que hobiesc diferencias, acordaron
se estuviese por loque los dichos condes como jueces
arbitros determinasen. Sucedió que ni se restituye-
ron las ciudades de que los señores antes desto se
apoderaran , y de nuevo se apoderaron de otras, cu-
yos nombres son estos : León, Segovía. Zamora,
Salamanca, Valladolid, Avila, Burgos, Plasencia,
Guadalajara ; fuera desto poco antes se enseñoreó el
infante don Enrique de Toledo por entrega que tlella
le hizo Pero López de Ayala , que por el rey era al-
caide del alcázar y gobernador de la ciudad , y como
tal tenia en ella el primer lugaren poder y autoridad.
En las cortes de Valladolid que se comenzaron por
el mes de abril , lo primero que se trató, fue dar se-
guridad á don Alvaro de Luna y hacelle volver á la
corte. Estaba este deseo fijado eñ el pecho del rey, á
cuya voluntad era cosa no menos peligrosa hacer re-
sistencia , i|ue torpe condescemler con ella : tuvo
mas fuerzas el miedo que el doi)er, y así por consen-
timiento de todos los estados so escribieron cartas en
aquella sustancia. Cada cual procuraba adelantai'se
en ganar la gracia de don Alvaro, y pocos cuidaban
de la razón ; la vuelta ái^ don Alvaro sin embarazo no
se efectuó luego. Después desto las ciudades levanta-
das Volvieron á poder del rey , en particular Toledo.
Tratóse que se hiciese justicia á todos y dar traza
para que los jueces tuviesen fuerza y autoridad. A la
verdad era tan grande la libertad y soltura de aque-
llos tiempos, que ninguna seguritlad tenía la inocen-
cia; la fuerza y robos prcvalecian por la flaqueza de
los magistrados. Toda esta diligencia fue por demás,
I antes resultaron nuevas dificultades á causa que el
I principe de (bastilla din Enrique se alteró contra su
i ílj S-;:iiu 1.1 ('rúnica no fue irruriíji en c la riihiaJ.
tito I<ltlLtUTE<,A IIL ¡
padre j apartd <Jesu obeüieacia. Tenia mala valu uiatt
á doD Alvaro , j pesábale que volviese á palacio: sos-
peclioque pnr'ti Tuerza de alguna uialignacoiistela-
iñuD sucediii por estos tiempos que los privados de
lüs princÍDes tuviesen la principnf autoridad y miiodo
enlodas Encasas, de quedan bstaute muestra es-
tas dos principes padre y liijo.ca por l,i llaqueza de
su enteudiuiiento , y m mucha prudencia , se deja-
ron siempre Roberuar por su; criados. Juun Pacheco
Itíjo de Alonso Girón señor de Belmente se criú desde
sus priiueroe aüus con el príncipe don Enrique, y
por Íh semejaiua de las costumbres , ó por la sa(;a-
«idad de su ingenio acerca del alcanzú eran privanza
y cabida. Parecia que con derribar á don Alvnro de
Lunuque le asentó con el príncipe, pretendia (uo-
luo lii iiizo) alcanzar el mas alto lugar en poder y ri-
queíaa. Este fue el pago que dio ai que debia lo que
era : poca lealtad se usa en lus corles, y menos agrá-
decirniento. Las sospechas que nacieron entre el rey
y su hijo en esta sazón, llegaron á que el príncipe don
Enrique un dia se salió de palacio rdecia que notoi-
veria , si no se despedían ciertos consejeros del rey,
de quien él se lema por o rendida; verdad es que yi
muy noche i instancia del rey de Navarra su su«i;n>
volvió i palacio y á su padre.
Para mas sosegalle dieron orden de cetelarar sus
l)odas con mayor prestuza que pensaban. A doña
Blanca su espnsa trajo la reina su madre i la raya de
Navarra, doude don Alonso de Cartasena obispo de
Iturgos , el conde de Haro y el señor de Hita, que en-
viaron para este efecto , la acompañaron hasta Valla-
dolid. Alli & veinte y cinco de setiembre se cele-
braroh las bodas con (,'randes bestas. En una justa 6
turneo fue mantenedor Rodri;») de Mendoza nuvor-
domo de la casa real : rcfiocijo muy pesado ; murie-.
ron en él algunos nobles á causa que pelearon con
lanzas de hierros acerados á punta de dinmante, co-
mo se bacc en la ^erra. Sacaron todos los señores
liras libreas y traje? á porfía, hicieron grandes con-
vites y saraos , cu a la sazón los nobles no menos se
•iaban á estas cngas que i las de la guerra y á las ar-
mas. Agud la fiesta que la nueva rasada se quedó
ilnncella , cosa que al principio estuvo escrelo i des-
pués como por la fama sedivulaase, destempló gran-
demente la alegría pública de toda la gente.
Por el mismo tiempo en Francia se tralí de hacer
las paces entra los ¡npleses y franceses. Púsose de
por medio el duqiiede Borgoña , que encomendó este
cuidado 6 doña Isabel su mujer persona de sanare
real , tia del rey de Portugal , conforme á la costum-
bre recebida entre los franceses que por medio de las
mujeres se concluyan neaocios muy jn-aves. A la ra-
ya de Flandes fué doña Isabel , y vinieron los emba-
jadores ingleses , comenzóse á tratar de las paces,
empresa d-" gran dificultad, v queco se podía acibsr
en breve. Dlóse libertad , á Carlos duque de Orlieos:
vinieron en ello el rey de Inpalaterra en cuyo podw
estaba , \ el duque de Borgoña , tamoien interesado
á causa 3e la muerte de su padre , que los años pasa-
dos se cometió en Paris. Para concluir esta querfl»
el Borcoñon por su rescate pagó al Inglés cuatrocien-
tos mil ducados , y se puso por condición que enlrv
los borgoneses y los de Orliens hobiese perpetuo ol-
vido de los disgustos pasados , y que por estar aquel
príní'ipe cautivo si Q mujer para roas seguridad casaw
coD Margarita hija del duque de Cleves , y de benw-
na del duque de Borgoña. Desta manera veiot» !
cinco años después que el duque de Orlieos w» las
guerras pasadas fue preso cerca de un pueblo llima-
do Blangio , volvió i su patria y í su estado , y en K'
HtSTOUá
de adelante Kuirdó lo que puso con bus contrarios
con. mucha lealtad: elcaiauieiilo asimiiino que con-
certaron como prendas de la araisbd, se efectuó.
CAPITULO XVI.
- Cómo el wj de Castilla fue preso.
Ei^el misDiotiempoqucsKliacian los regocijos por
las bodas del príncipe don Enrique coa duna Blanca,
ralleció el adelantado Pedro Ma arique , persona de
pequeño cuerpo , do gran ánimo , astuto , atrevido,
pero buen cristiano, ydcgran industria en cualquier
negocio que tomaba en lai manos. Sucediú en el ade-
lantamiento y eatado su hijo Diego Manrique, que
fue también conde de Trevioo. Don Alvaro dado que
ausente, y residís de ordinario en Escalona, todavía
|)or sus consejos gobernaba el reino, cosa que lleva-
ban mal losaltenidoH, ymas quo todos el príncipe
don Enrique, tanto que al lindesle año dejado su pu-
dre se j»rtió para SegOTÍa> mostrándoee aficionads
iil parUdo de los infantes de Arsgon. Ayudaba para
esto Juan Pacbeco como su mayor privado que era y
soplaba el Tuego de su ánimo anaaionado. La ciudad
du Toledo tom6 otra vez á poder de don Enrique de
Aragón , ca Pero Lopeí de Ayah le dio en ella entra-
da contra el drden espreso que tenia del rey; añadie-
ron i eijto los de Toledo un nuevo desacato , qna
prendieron los mensajeros que el rey enviaba i¡ que-
jarse de su poca lealtad.
Alterado pues el rey , como era raion, i grandes
jornadas se partió para allaoarla: iba acompañado de
pocos, asegurado que no perderían respeto i su ma-
Beatad real; pero como quier one no le diesen entra-
da en la ciudad, repari*! en el hospital de San Lluro,
((ue esli en el mismo camino real por donde se va i
Madrid. Salió don Enrique de Aragón fuera de la
Euerla de la ciudad acompañado de docientos de a ca-
allo : los del rey en aquel peligro bien que tenían
alguna esperanzado prevalecer, el miedo eramajor,
por ser en pequeño número para bacer rostro á gen-
te armada: con todo esto lomaron las armas , y for-
UGcáronse como de repente pudieron con trincbeai
yi^Hi reparos. Fuera muy grande la desventura
aquel dia, si el infunte don Enrique por no hncerse
mas odioso si hacia algún desacato á la mngestad
real, sin lletrar ñ las manos no se volviera á meler en
la ciudad. Est" fue día de la Circuncisión, entrante
el uño 1441. Mostróse muy valeroso en defender al
rey.f forlincar ni boapilalen que estaba, el capitán
Bodngo de Villnndnindo; en premio y pnra memo-
ria de loque bizo aquel dia, le fue dado un prívi-
leftio plomado, en que se roiicedrúpara siempre d los
condes de tlivadco que todos los primeros días del
año comiesen i la mesa del rey , y les diesen el vesti-
do Que vistiesen aquel día.
El rey partió para Torrij'os : dejó para guarda de
agucl lugar áPeíavo de Ribera !>eñor de Malpica con
ciento de i caballo: de»de allí pa!i6 á Avila ; acudió
don Alvaro á I» mLima ciudad para Iriitar sobre la
(luerraque tenían éntrelas manus. Con su venida se
írriiaron y desnbrieron mas las voiunlndrs de los prin-
cipes conjurados; la niayor parle dellos atojaba en
Arévalo: hasta la misma reina deCaslilfa daba orejss
i las cosas que se deciun contra el rey poreítarmas
incliiiada y tener mas amor A su hijo y i sus herma-
nos. Fueron de partedel rey á aquel lugar los ubispi^S
de Burgos y de Avila para ver üí se podría hallar hI-
gun camino de concordar aquellas diferencias. Hñto
Eoco fruto aquella embijad*. Oiei;o de Valera , un
¡dalgo que andaba en servicio del principe don En-
rique, escribió al reyuna carta desta sustancia: «La
ndebida lealtad de siibdito no me consiente callar,
Mcomoquiera que bien cono7.co no i>er pequeña oía-
"rtia hacer esto. Cuantos trabajos haya padecido el
nreíno por la discordia de los grandes, no hay para
»que relatallo : seria cosa pesada y por demjs tocar
ucon In pluma las menguas de nuestra nación y nues-
ntras llagas. Las cosas pasadas fácilmente se pueden
iireprebender y tHchar, lo que Iwce al caso es poner
nen ellas algún remedio para adelanle. Tratar de lis
Hcausas v movedores deslos males, ¿qué presta? sea
iide quien se fuere Inculpa, pues estáis pueslo por
uDios por gobernador del género humano , deheis
«principalmente imitar ta clemencia divina y su be-
nnignidad en perdonar las ofensas de vuestros vasa-
nllos : enloncPí> la clemencia merece mayor loa curd-
»do la causa del enojo es mas justificada, [.lamamos
»á vueslri alrpza padre déla pairia: nombrequedehe
«servir de aviso, y traeros o la memoria f I amor d»
«pudre, que es prcslo para perdonar y tardío para
6SS BtBLMTBU DB
Bcssligir. Dirá alguno: ¿cómo se padráo di8Í^lutl^
ll■f a castigo desacBlos bn grandes? Por veotura ¿no
nserá mejor forzar por mal aquellos que no se deja-
uron vencer por buenas obras? Verdad es esto, toda-
dtíb cuando en lo que se hace, hay buena Totuntad,
wno deseo de oruniter, el yerro no se debe llamar in-
ujuria. EnninDunt cosa se conoce mas la grandeza de
Hinimo (virtud propia de los grandes principes) que
,1)60 perdonar las injurias de los hombres; y es jusio
'nhuir los trances varios y dudosos déla guerra, yau-
xteponer h paz cierta á la victom dudosa, la cual si
iibieii estuviese muy cierta , la desgracia de cual-
oquien de las partes que sen vencida, redundará en
vuestro daño; que por vuestros debéis contar señor
caspJtR V Riitr..
nios desastres de vuestros vasallos. Ruego a DlO^
aque dé perpetuidad i Iss mercedes que nos ba he-
ndió , conserve y auotente la prosperidad de noestn
«nación, incline sus orejas j nuestras plegarias, y las
nvuestras á los que os amonestan cosas saludables.
«E\ sea de vos muy servido, y vos de los vuestio!^
«amado y temido.»
1 Leída esta carta delante del rey y después en con-
sejo, diversamente fue recebida confonne al bninor
¡ de cada cual. Todos los demos rallaban, solo el ano
I bispodonGutierrode Toledo con soberbia ysrrogan-
' cia. DénoE(djce) Valera ayuda, que conseja no nos
I (alta. Fue este Valen persona de gran ingenio, dado
á lus letras , diestro en kis armas, decnaa-de otra»
gracias de que ninguna persona (conforme á su poca
liacienda) fue mas dolado. Rn Ao» em1i-ij»ilns en que
fus enviado á Alemania , seseñnló mucho: compuso
una breve histfiría de las co«»s de España, que de su
nombre se llama lu historia Valeriana : bien qne hav
nlra Valeriana de un arcipreste do Murcia cual se ci-
ta en estos papeles.
Kl príncipe don Knriqne llamado por su padre fur^
á Avila para tratar de .nlí,-un acuerdo de paz: en es-
tas vísUis no se hizo nada. El principe vueltoá Sego-
via . suplicó i los dos reinas su madre y su suegra (la
i-nnl & Im sazón so hallaba enCnslilla) se llegaseuá
Snnln Haría de Nieva para ver *i por medio suyo Fe
pudiesen sosegar aquellas parcialidades. En aquella
villa fallerió la reina de Kavarra doña Itlnnra primer
día do abril : sepultáronla en el muy devoto y muy
afamado templo de aquella villa: asi re tiene comun-
mente y grandes autores io dicen , dado que ningún
rnslro hoy .<ic halla de su sepultura , ni allí ni en San-
ia Marin de üzue , donde mandó en su testamento
r|ue la llevascn;que hace in-traviUar haberse perdido
lii memoria de cosa tan Ire^ca. Los frailes de Sanio
Domingo de aquel monasterio de Nieva aliriianuuc
los hueü os fueron deiillí trasladados, inas no decla-
ran cuAndo ni i (pié lugar.
Sucedió en el reino don Curios prircipe de Viana
•-u hijo romo Ite redero de sn madre: no se llamó rey
•"■a por cnnlemplacion do su ¡mdre , sea por confor-
iiiarfc con la voluitbd de hU madre , que así lo Ip-
I nian antes conf^ertado. L'sle principe don Carlos fu^
dado á los estudios y á Ins letras , en qne se ejercitó
¡ no para vivir en ocio, sino para que ayudado de los
consejos y avisos de la sabiduría, se hiciese mas idó-
I neo para gobernar. Andan algunas obras suyas, cn-
1 nio son las Etílicas de A/islóteles que tradujo cu
lengua castellana , una breve bisloria de los reyes de
¡ Navarra, demás destos elegantes versos, trovas y
¡ composiciones, que él mismo solía cantar í la víhue-
I la , mozo dignísimo de mejor fortuna y de padre mas
I manso : era de edad de veinte y un años cuando su
¡ madre Uñó. Con la muerte desLi señora cesaron hs
I práticas de la paz , y la reina de Castilla se volvió á
I Arévnio do antes se tenia.
I La llama de laguerra se emprendió en muclioslu-
j gares. Los principales capitanes y cabezas de l<rs a1-
1 terados eran don Enrique de Arngon , y el almiraiili'
del mar y el conde de Benavente. Haciese la guerra
en particular en las comarcas de Toledo : don Alvar»
, do Luna desde Escalona ron sus fuerzas y las <!e fu
< hermano el arzobispo de Toledo defendía su partid"
' con gran esfuerzo: los sucesos eran difurenles.
j cuándo prósperos, cudndodespaciado!. Iñigo Lupe/
I de Mendoza cerca de Álcali, villa de que se apodera
ra , y se le habla quitado ni arzobispo de Toledo. <'ii
I una zslagar<Ja que Je paró Juan Carrillo adelantado
I de Cazorla , se vio en gran peligro de ser muerlo.
tanio quedfgiillados losquR con él iban, él mismn,
herido c.sciipócou al^Uüus pocos. Por el mismo lirin
ttlStOKlA DE ESPAJfA.
po junio á un luga^ llaroado Gresmonda un escuadrón tas
de los tnal coatentos fue desbaratado por la gente de
don Alvaro. Pereció en la refriega Lorenzo Dá?alos,
nieto del condestable don Roy López Dávalos, cuyo
desastre desgraciado cantó el poeta cordobés Juan ae
Mena con versos llorosos j elegantes; persona en
este tiempo de mucha erudición , y muy famoso por
sus poesías y rimas que compuso en lengua vul§^:
el metro es grosero como de aquella era, el ingenio
elegante , apacible y acomodado á las orejas y custo
de aquella edad. Su sepulcro se ve hoy en Tordelagu-
na villa del reino de Toledo : su memoria dura y du-
rará en España.
Por el mismo tiempo el rey de Navarra pasó con
buen número de gente á Castilla la Nueva en ayuda
de ios desabridos á cau«a que los enemigos eran mas
/uertes , y llevaban lo mejor : los unos j los otros
derramados por los campos y pueblos hacian robos^
estragos, fuerza á las doncellas y á las casadas : es-
tido miserable. En Castilla la Vieja el rey se apoderó
de Medina del Campo y de Arévalo, villas que quitó al
rey de Navarra^ cuyas eran. En aouella comarca en
una aldea llamada Kabarro tuvo el rey habla con la
reina viuda doña Leonor, que venia de Portugal.
Tuvieron diversas pláticas secretas : no se pudo con-
cluir nada en lo que tocaba á la paz con los alterados,
por estar el rey muy ofendido de tantos desacatos
como le hacian cada día ; solo resultó que para com-
poner las diferencias de Portugal se enviaron emba-
jadores que amonestasen y requiriesen á don Pedro
duque de Coimbra hiciese lo que era razón. Lo mis-
mo hizo el rey don Alonso de Aragón , que despachó
sobre el caso una embajada desde Italia hasta Portu-
gal. Todas estas diligencias salieron en vano á causa
que don Pedro gustaba de la dulzura del mandar, y
los portugueses^ persistían en no querer recebir ni su-
frir gobierno extranjero. Las guerras que el^uno y el
otro príncipe tenian entre las manos, no daban lugar
á valerse de las armas y de la fuerza. Visto esto, la
reina doña Leonor perdido el marido, apartada de sus
liijos, despojada del gobierno, hasta el fm de la vida
se quedó en Ci^stira.
Los infantes de Aragón movidos del peligro que
corrían , del reino de Toledo se fueron apriesa á Cas^
tilla la Vieja para volver por lo que les tocaba : Aré-
valo por la a lición que los moradores les tenian, sin
tardanza les abrió las puertas, pasaron á Medina del
Campo do el rey estaba , pusieron sobre ellas sus es-
tancias, hiciéronse algunas escaramuzas ligeras, mas
sin que sucediese alguna cosa memorable. No duró
niurno el cerco á causa que algunos de la villa dieron
de noche entrada en ella á los conjurados, con que
la tomaron sin sangre. £1 rey de Castilla , sabido el
peligro . tenía puesta gente de á caballo en las plazas
y ¿ las bocas de las calles. Los del pueblo eslábaDse
quedos en sus casas, sin querer acudir á las armas
por miedo del peligro, ó por el aborrecimiento de
aquella guerra civil. Don Alvaro deLuna v su berma-
no el arzobispo, y con ellos el maestre de Alcántara
por la puerta contraria sin ser conocidos , bien que
pasaron por medio de los escuadrones de los contra-
ríos , se salieron disfrazados : el rey les avisó corrían
peligro sus vidas , si con diligencia no se ausenta-
nan, por estar contra ellos los alterados mal eno-
jados.
Llegaron los conjurados á besar la mano al rey así
como fe hallaron armado, y con muestra de humildad
y comedimiento poco agradable le acompañaron has-
ta palacio. Entonces los vencidos y los vencedores
se saludaron , y abrazaron entre sí, alegría mezclada
con tristeza : maldecían todos aquella guerra, en que
ninguna cosa se interesaba , y las muertes y lloros
i^ran ciertos por cualquiera parte que la victoria que-
dase. Acudieron las reinas y el principe don Enrique
con la nueva desle caso, y (lespurs de largas y secre-
663
i pláticas que con el rey tuvieron . mudaron en
odio de don Alvaro los oficiales y criados de )a casa
real. Juntamente hicieron salir de la villa á don Gu-
tierre Gómez de Toledo arzobispo de Sevilla, y á don
Fernando de Toledo conde de Alba, y á don Lope de
Barríentos obispo de Segovia. La mayor culpa que
todos tenian, era la lealtad que con el rey guardaron,
dado que les achacaban que tenian amistad con don
Alvaro, y que podían ser impedimento para sosegar
aquellas alteraciones.
Tratóse de hacer conciertos , sin que nadie con-
trastase : el rey estaba detenido como en prisión y
en poder de sus contrarios. Nombráronse jueces ar-
bitros con poderes muy bastantes : estos fueron la
reina de Castilla y su hijo el príncipe don Enríque,
el almirante don Fadrique y el oonae de Alba, que
por respeto le hicieron volver á la corte. En la sen-
tencia que pronunciaron , condenaron á don Alvaro
que por espacio de seis años no saliese de los lugares
desu estado que leseñalasen; en especial le mandaron
no escribiese al rey si no fuesen mostradas primero
las copias de las cartas á la reina y al principe don
Enríque : demás de esto que no hiciese nuevas ligas,
ni tuviese soldados á sus gajes; finalmente que para
cumplimiento de todo esto diese en rehenes y por
prenda á su hijo don Juan , y pusiese en tercería nue-
ve castillos suyos dentro de treinta dias.
Sabidtts estas cosas por don Alvaro, fue grande su
sentimiento, tanto que no podía reprimir las lágri-
mas, ni se sabia medir en las palabras ni templarse:
lo cual unos etvbaban á ambición, otros lo escusaban:
decían que por su nobleza y gran coraron no podía
sufrir afrenta tan grande. Sin embargo deste su sen-
timiento y caída , no dejaba de pensar nuevas trazas
para tornar á levantarse; mas al caído pocos guardan
lealtad, y todas Ins puertas le tenían cerradas, en.
especial que ios alterados se fortalecían con nue-
vos parentescos y matrimonios. Concertaron á doña
Juana hijd del almirante don Fadrique con el rey de
Navarra : con don Enrique su hermano á doña Bea-
triz hermana del conde de Benavente. El que movió
y concluyó estos desposorios, fue don Diego Gómez
de Sandoval conde de Castro, que en aquélla sazón
andaba en la corte del príncipe don Enrique y le
acompañaba, persona de grandes inteligencias y tra-
zas ; y en este particular pretendía que unidos entre
sí estos príncipes , y asegurados unos de otros , con
mayor cuidado tratasen como lo hicieron , y procu-
rasen la caída del condestable don Alvaro de Luna.
CAPITULO XVII.
Que el rey de Aragón se apoderó de Ñápeles.
CoNCLumA la ^erra civil, parece comenzaba en
España algún sosiego; por todas partes hacian lícstas
y se regocijaba el pueblo; al contrario Italia se abra-
saba con h guerra de Ñapóles. Las fuerzas de Renato
con la tardanza y dilación se enOaquecian : su mu-
jer y hijos eran idos á Marsella, muestra de tener
muy poca esperanza de salir con aquella empresa;
asi lo entendía el vulgo, que á nadie perdona, y sue-
le siempre echar las cosas á la peor parle. Es de gran
momento la opinión y fama en la guerra : así desde
aquel tiempo bobo gran mudanza en los ánimos, ma-
yormente por la falta que les hizo Jacobo Caldera, en
quien estaña el amparo muy grande de aquella par-
cialidad , ca era grande la esperíencia que tenia de la
guerra y ejercicio de las armas. Su muerte fue de re-
pente, yueria saquear el logar de Circello que es de
la jurisdícion del papa , cuando cayó sin sentido en
tierra, y llevado á su alojamiento , en breve rindió el
alma ; los demás de su bnaje , que era muy poderoso
y grande , se pasaron por su muerte á la parte arago-
nesa que cada día se mejoraba. Ganaron la ciudad de
A versa, rindieron la de Calabria, desbarataron la
®^^ BIBLIOTECA DE GlSPAa t
Senté de Francisco Esforcia cerca de Troya, ciudad
e la Pulla : todos efectos de importancia. Sin embar-
go el pontífice Eugenio hizo luego liga con ios vene-
cianos y florentines y ginoveses con mtento de ecliar
los aragoneses de toda Italia.
Con este acuerdo el cardenal de Trento con diez
mü soldados se metió por las tierras de Ñapóles: hizo
poco efecto toda aquella gente como levantada anríe-
^9 y que tenia diversas costumbres, voluntades y
deseos , antes por el mismo tiempo la gente aragone-
sa marchó la vuelta de Ñapóles : dentro de la ciudad
se estuvo Renato con pretensión que tenia de defen-
della, visto que perdida aquella ciudad, se arriscaba
todo lo demás. No salió á oar la batalla , creo por no
asegurarse de la constancia de los naturales , ó des-
connado de sus fuerzas si se viniese á las manos. Los
de Genova trajeron algunas pocas vituallas á los cer-
cados, y algún socorro de soldarlos : pequeño alivio
por la gran muchedumbre que se hallaba en la cíu*
dad , que fue causa de encarecerse los mantenimien-
tos, y que el moyo de trigo costase mucho dinero.
Hobo personas que en junta pública con el atrevi-
miento que la hambre les daba, persuadieron á Re-
nato que de cualquiera manera se concertase con los
contrarios.
El cerco iba adelante, y juntamente crecia la falta
de lo necesario : por esto uno por nombre Anello con
otro su hermano de [urofesion albañires, huidos de la
ciudad, dieron ariso se podria tomar sin ^n peli-
gro, si les gratificasen su trabajo y industria. La en-
trada era por un acueducto ó canos debajo de tierra,
por donde para comodidad de la ciudad el agua de
una fuente que cerca caia, se encaminaba á los po-
zos. Pretendían meter gente secretamente por estos
caños. Escogieron doscientos soldados , hombres va-
lientes , con orden que todos obedeciesen á los dos
hermanos. La subida era difícil , la entrada y paso
estrecho, los mas se quedaron atrás, espantados del
peligro , ó por ser pesados de cuerpo , solos cuarenta
pasaron adelante. Arrancaban piedras conpalancas y
picos do impedían el paso , j 4 los que temían por ser
el camino tan estraorainario, animaban los dos her-
manos con palabras y con ejemplo, y algunas veces
les ayudaban á subir con dalles la mano. La porfía y
esfuerzo fue tal ^ que llegaron al pozo de una casa
particular : una mujercilla (cuya era la casa) visto
los soldados, dio luego gritos, con que se descubrie-
ra la celada^ si prestamente no le taparan la boca.
Gastóse tiempo en la entrada, era salido el sol, y
ninguna cosa avisaban, ni daban muestra de ser en-
trados, no se sabe si por miedo ó por descuido. Sos-
pechal)an que todos eran degollados , y todavía las
compañías que tenían apercebidas, acometieron á
escalar la muralla : aflojaoa la pelea por no sentirse
en la ciudad ruido alguno. Los cuarenta soldados,
movidos y animados por la vocería de los que pelea-
ban , ó forzados de la necesidad y darse por perdidos
si los sentían , se apoderaron de una torre , del adar-
ve que cerca caia, y no tenia guarda, llamada So-
Shía. Acudió el rey de Aragón para socorrellos : acu-
ió al tanto Renato al |)eligro. Fuera fácil recobrarla
torre , y lanzar della á los aragoneses , mas los de
fuera acudieron muy de priesa y pusieron temor á
los contrarios : lo que á los de dentro causó espanto,
á los aragoneses que estaban en la torre, hizo cobrar
ánimo. Dióse el asalto por muchas partes, finalmente
quebrantadas algunas puertas entraron los de Aragón
en la ciudad.
Renato sin saber á qué parte debía acudir (bien
que se mostró no solo prudente capitán , sino valien-
te soldado j tanto que por su mano mató muchos de
los contrarios) perdida al fin la esperanza de preva-
lecer , se recogió al castillo : algunas casas fueron
saqueadas, pero no mataron á nadie. Luego que en-
tro el rey, se puso también fin al saco : ciesta ma-
ñera k» araooneses se apoderaron de Ñapóles dia
sábado á dos de junio año del Señor de i 442. Los sol-
dados fueron porel reven público alabadosypreiniados
magníficamente conforme á como cida uno se seña-
lara : don Jimeno de Urrea, don Ramón Boyl y don
Pedro de Cardona, que eran los principales capita-
nes en el ejército; fue también premiado Pedro Mar-
tínez capitán de los soldados que entraron por ios
caños. Con los dos hermanos albañires se cumplió lo
prometido bastantemente, promesas y pa^a mayores
2ue llevaba su estado : con la cual fiucia tuvieron
nimo para acometer aqueUa hazaña. Notaban ios
hombres curiosos que casi por la misma forma ganó
aquella ciudad de los godos el capiUn Belisario.
Renato por no queoalle alguna esperanza de repa-
rarse , perdida aquella noble ciudad, poco después se
concertó con el contrario que le dejase ir libre á él y
á los SUJOS , y entregaría k) que le quedaba. Tomado
este asiento, partíopara rlorencia á verse con el
papa Eugenio, desde allf pasó á Francia : su partida
allanó todo lo demás. El Abruzo y la Pulla con todos
los demás pueblos que hasta entonces rehusaron e)
señorío de Aragón , y se tenían por Francia , preten-
dían recompensar las culpas pasadas con mayores
servicios , y se daban priesa á rendirse , ca no querían
con la tardanza irritar la saña del vencedor. Por este
orden quedó apaciguada Italia en gran parte.
España dado que se hallaba cansada de males tan
^^9> y ^tie éntrelos príncipes se habían concerta-
do las paces , aun no sosegaba de todo punto : los ca-
balleros antes desavenidos entre sí, al presente me-
nos se enfrenaban por el poco caso que nacían de los
que gobernaban. Seria cosa larga relatallo todo por
menudo. Las principales diferencias y alteraciones
fueron estas : estaba don Luis de Guzman maestre
de Calatrava enfermo y sin esperanza de salud : dos
caballeros de aquella orden , los mas principales entre
los demás , con ambición fuera de tiempo pretendían
aquella dignidad ; estos eran Juan Ramírez de Guz-
man comendador mavor de aquella orden, y eldave^
ro Fernando de Padilla. Este tenia ganadas y nego-
ciadas las voluntades de los comendadores : don Juan
por entender que ninguna esperanza le quedaba de
alcanzar aquella dignidad, si no se arriscaba con atre-
vimiento y temeridad, se determinó con mano ar-
mada apoderarse de los pueblos de aquella orden de
Calatrava. El clavero sabido este intento, fue á verse
con él acompañado de cuatrocientos de á caballo:
vinieron á las manos en el campo de Rangas : que-
dó el comendador mayor venciao y presó, y junta-
mente Ramiro y Fernando sus hermanos, y Juan so
hiio: murieron otros muchos caballeros, y entre
ellos cuatro sobrinos del mismo comendador ma-
yor.
En premio desta victoria que ganó de su contrarío,
fue dado á Padilla lo que pretendía, que sucediese
en lugar del maestre , nonra de que gozó poco tiem-
po. La ocasión fue que el rey hacia resistencia á aque-
lla elección, y pretendía á aquella dianidad para
don Alonso hijo bastardo del rey de Navarra. Pa-
sóie tan adelante en esta pretensión , que vinie-
ron á las manos. Puso don Alonso cerco con su
gente sobre Calatrava : el nuevo maestre fue he-
rido con una piedra que uuo de los suyos inadverti-
damente quena tirar á los contraríos. Con su muerta
quedó su competidor don Alonso por maestre. Por
otra parte los vizcaínos , gente valiente y indómita,
se alteraron por dos causas : tenían entre si hechas
ciertas hermandades confirmadas por el rey; estas
acometieron á los castillos de* los nobles, y sus '
das. Entre los demás Pedro de Ayala Merino
yor de Guipúzcoa . como le tuviese cercado en ana
su villa llamada Salvatierra , fue librado por el conde
de Haro su primo , que usó en esto de una señalada
grandeza de ánimo : esto fue , que leída la carta ea
HISTORIA DE CSPAISA.
665
que le pedia socorro y avisaba del peligro, en el
campo ao acaso se la dieron, mandó armar una
tienda con jurameuto que hizo de no entrar debajo
de tejado hasta tanto que Pedro de Ayala fuese li-
bre de aquella afrenta.
£sta era la primera ocasión de las alteraciones de
Vizcaya; la segunda, que se levantó cierta herejía
de los fratricellos deshonesta y mala , y se despertó
de nuevo en Durango. Hízose inquisición de los que
hallaron inficionados con aquel error: muchos fue-
ron puestos á cuestión de tormento y los mas quema-
dos vivos. Era el capitán de todos un fraile de San
Francisco por nombre fray Alonso Mela : este por
miedo del castigo se huyó i Granada con muchas mo-
zueias que llevó consigo, que pasaron la vida torpe-
mente entre los bárbaros: él mismo no se sabe por qué
causa, pero fue acañavereado por los moros, muerte
conforme á la vida y secta que siguió. Gste tuvo un
hermano que se llamó Juan Mela , que á la sazón era
obispo de Zamora su patria y natural, v adelante fue
cardenal. En Portugal por fin del mes ae octubre fa-
lleció don Juan tío del rey de Portugal en Alcázar
de Sai, en edad de cuarenta y tres años. Era condes-
table en aquel reino . y juntamente maestre de San-
tiago : de doña Isabel su mujer , hija de don Alonso
su hermano duque de Ber^anza , dejó un hijo lla-
mado don Diego , oue sucedió en los caraos y honras
de su padre : tres nijas doña Isabel , dona Beatriz y
doña Philipa , y dellas adelante procedieron principes
muy grandes.
CAPITULO XVIIl.
De los varones señalados que bobo en España.
La residencia de Don Alvaro después que se vio des-
^raduado, era en Escalona: la esperanza de recobrar
la autoridad que le quitaron , ni del todo la tenia per-
dida, ni tampoco era grande; no le faltaba ingenio
y diligencia, mas desbarataba sus trazas la fortuna,
ó fuerza mas alta. Su hermano el arzobispo de Toledo
falleció en Talavera á cuatro de febrero : gran des-
gracia, faltalle de repente ayuda tan grande. Quedá-
bale don Rodrigo de Luna , á quién por ser hijo de un
[>rimo suyo en el tiempo adelante , vuelto á su pros-
|)eridad , hizo proveer el arzobispado de Santiago en
lugar de don Alvaro de Isoma, como en otra pártese
dirá, maguer que no tenia edad bastante para digni-
dad tan grande ; mas poco le podia prestar en aquel
tabajo, en especial que era mozo de mal natural y de
costumbres estragadas.
Por otra parte los grandes y caballeros por enten-
der que aquella revuelta de tiempos era á propósito
para quedarse con todo lo que apañasen , cada cual
se apoderaba de lo que podia. Pedro Juárez hijo de
Fernán Alvarez de Toleao señor de Oropesa por muer-
te del arzobispo se apoderó de Talavera : llegó su osa-
día á que apenas dio entrada en ella al mismo rey de
Castilla que acudió á aquella villa para atajar aquellos
bullicios. El cuerpo del arzobispo fiie enterrado en la
capilla de la iglesia Mayor de Toledo, que á su costa
don Alvaro edificó muy suntuosa. Sobrenombrar su-
cesor no se concertaban los votos. Pretendían don
Lope de Mendoza arzobispo de Santiago, y don Pedro
de Castilla obispo de Palencia : dos competidores te-
nían mayor negocio y favor que los demás , el uno era
don Garcia Osorio obispo de Oviedo , dábale la mano,
su tío el almirante ; el otro don Gutierre de Toledo
arzobispo de Sevilla , al cual favorecían los infantes
de Aragón, que comenzaban á tener en todo gran ma-
no. Con esta ayuda don Gutierre sobrepujó á su con-
trario, y salió con el arzobispado de Toledo. Era per-
sona de gran ánimo, de estatura mediana , de buen
rostro , blanco y rubio , dotado de letras , de ánimo
sencillo j sin doblez, algo mas severo en el gobierno
que podían llevar las costumbres do. aquella era, que
fue causa que algunos le aborreciesen : poco tiempo
tuvo el arzobispado de Toledo, y como solos tres años.
Su padre Fernán Alvarez de Toledo señor de Valde-
coroeja y mariscal de Castilla, su madre dona María
de Ayala, su hermano Garci Alvarez de Toledo. Nom-
bró por adelantado de Cazorla á su sobrino , hijo de
su hermano don Fernando Alvarez de Toledo conde
de Alba. Don García competidor de don Gutierre fue
hecho arzobispo de Sevilla, don Diego obispo de Oren-
se pasó al obispado de Oviedo; en conclusión la igle-
sia de Orense dieron en encomienda á Juan de Tor-
quemada , de fraile Dominico cardenal de San Sisto,
{lersona de mucha erudición , como se entiende por
os muchos libros que sacó á luz, digno de inmortal
alabanza por la defensa que puso por escrito en tiem-
pos tan estragados y revueltos de la magestad de la
Iglesia Romana.
Contemporáneo de Turrecremata , aunque de me
ñor edad , fue Alonso Tostado natural de la villa de
Madrigal , persona esclarecida por lo mucho quer de-
jó escrito, y por el conocimiento de la antigüedad,
y su varia erudición que parecía milagro. Faltóle el
estilo elegante , alguna mengua para que no se com-
pare con cualquiera de los padres antiguos. Los años
adelante fue obispo de Avila; y mas mozo en Sena
de Toscana , do á la sazón estaba el papa Eugenio,
propuso gran número de conclusiones tomadas de lo
mas secreto de la teología para defendellas pública-
mente á la manera escolástica. Entre ellas le califi-
caron algunas como de mala sonada, y sobre ello es-
pidió una bula el pontífice Eugenio. Atizaba el negocio
el cardenal Turrecrementa, que escribió contra él en
el mismo propósito cierto opúsculo. Respondió átodo
el Tostado en un libro que llamó el Defensorio : obra
docta, si bien á la misma autoridad de los pontífices
no perdona por el deseo que tenia de defender su par-
tido. Las proposiciones que le calificaron, fueron es-
tas: la primera. Cristo Nuestro Señor fue muerto al
principio del año treinta y tres de su edad , y no á
veinte y cinco de marzo (como ordinariamente sienten
los antiguos) sino á tres de abril: la segunda, puesto
que á ningún pecado se niega el perdón por grave
que sea,todaYiade]apena y de la culpa Dios no ab-
suelve , y mucho menos los sacerdotes por el poder
de las llaves: palabra que él esplicaba con cierta sutili-
dad : nueva y estravagante manera de hablar , que á
los indoctos alteraba , y á los sabios no agradaba. Fa-
lleció á tres de setiembre año mil y cuatrocientos y
cincuenta y cinco.
FIN DEL TOMO PRIMERO.
■■DICE
DE LOS capítulos QUE CONTIENE ESTE TOMO.
CAP.
PAG. CAP.
PAG.
LIBRO PFUBIERO.
5
6
7
I. De la veoida de Tubal y de la fertilidad de
España
n. Del asiento y circunfereocia de España. . .
III De los montes y ríos principales de &paaa..
IV. De dos divisiones de España , la antigua y
la moderna 8
V. De las lenguas de España iO
VI. De las costumbres de los españoles ii
Vil. De los reyes fabulosos de España Id.
VIH. De los Geriones i4
IX. Del rey Híspalo» y de la muert» de Hércules, i 5
X. De Héspero y Atlas reyes de España i6
XI. DeSiculo rey de España 17
XII. De diversas gentes que vinieron á España. 18
XIII. De las cosas de Abides, y de la general se-
auedad de España 20
XIV. Cómo los Celtas y los de Rbodas vinieron
á España 22
XV. De la venida de los de Fenicia á España. . 23
XVI. Cómo los cartagineses tomaron á loiza , y
acometieron á los mallorquines 25
XVH. De la edad de Argantonio 26
XVIII. Cómo los fenicios trataron de apoderarse
de España 27
XIX. Cómo los cartagineses se levantaron con-
tra los de Cádiz 29
XX. Cómo Safon vino en España 30
XXI. Cómo HImilcon y Hannon descubrieron
nuevas navegaciones 31
XXH. De la navegación de Hannon 32
LIBRO SEGUNDO.
I. Que Hannon y sus hermanos volvieron á su
tierra 33
U. De las cosas por los españoles hechas en Si-
ciüa 34
III. Cómo laguerra de Sicilia se movió de nuevo. 36
IV. De lo que hizo Hannon • . 37
V. De una embajada que se envió á Alejandro
rey de Macedonia 38
VI. De la primera guerra púnica contra Car-
tago 39
VIL Cómo Amücar vino otra vez á España. .' . 4 i
VIH De lo que Asdrubal hizo 42
IX. De la guerra Saguntina # . . 44
X. Del principio de la segunda guerra púnica
contra Cartazo 46
Xf.Cómo Aníbal pasó en Italia 47
XII. De lo que sucedió por el mismo tiempo en
España id.
Xin. De la batalla quese dio junto al lagoTra-
simeno 48
XIV. Cómo PublioScipion vino á España. ... 49
XV. Cómo Asdrubal no pudo entrar en Italia. . SO
XVI. Cómo los cartagineses fueron maltratados
en muchas partes de España 51
XVII. De una nueva guerra que se emprendió
en África 53
XVIU. Cómo los Scipiones fueron muertos en
España 54
XIX. Cómo Lucio Harcio reprimió el atrevimien-
to de los cartagineses 55
XX. Cómo Pubiio Scipion tomó á Cartagena.. . 56
XXI. Cómo Asdrubal Barchino fue vencido por
Scipion 58
XXII. Cómo echaron á los cartagineses de Es-
paña 59
XXUI. De otras cosas que Scipion hizo en Es-
paña id.
XXIV. Cómo Scipion venció á Cartago en Áfri-
ca 60
XXV. Cómo M. Porcio Catón , siendo cónsul vi-
no á España 61
XXVI. De diferentes pretores que vinieron á
España 6i
LIBRO TERCERO.
I. Del principio de la guerra de Numancia.. . . 64
H. Cómo Punlio Cornelio Scipion vino por lega-
do ó lugarteniente á España 67
III. De la guerra de Viriato 68
IV. De lo que Q. Cecilio Metello hizo en España. 70
V. Cómo Viriato fue muerto 7i
VI. Cómo revolvió la jB[uerra de Numancia.. . . id.
Vil. De la confederación que el cónsul Mancino
hizo con los numantinos 73
VIH. Cómo Cayo Mancino fue entregado á los
numantinos 74
IX. Cómo Scipion hecho cónsul vino á España, id.
X. Cómo Numancia fue destruida 75
XI. De lo que sucedió en España después de la
?[uerra de Numancia 78
. Cómo se comenzó la guerra de Sertorio. . 79
XIII. Cómo Metello y Pompeio vinieron á Es-
paña
XIV. Cómo fue Sertorio vencido y muerto. . .
XV. Cómo Pompeio apaciguó á España
XVI. Cómo Caio Julio César vino en España. .
XVII. Del principio de la guerra civil en Es-
paña
xVlIl. Cómo los Pompeianos fueron en España
vencidos 83
80
82
id.
83
84
CAP.
PAti. CAP.
PAf..
XIX. De lo que Laugino hizo en España. ... 86
XX. Cómo eu Espaua se hizo la guerra contra
los hijos de Pompeio iii.
XXI. Cómo César volvió á Roma 88
XXII. Cómo después de la muerte del Césiir se
levantaron nuevas alteraciones en España. . id.
XXIII. De la cuenta llamada Era 89
XXIV. De la guerra de Cantabria 90
LIBRO CUARTO.
I. De la venida del Hijo de Dios al mundo. ... 93
II. De los emperadores Caio y Claudio 95
III. Del emperador Domicio Nerón 97
IV. De los emperadores Flavio Vespasiano y sus
hijos 99
V. De los emperadores Nerva ,Trajano y Adriano, i 03
VI. De los tres emperadores Antonínos. ... 105
Vil. De los emperadores Severo y Caracalla. . 106
VIH. De los emperadores Heliogábalo y Alejan-
dro 107
IX. De los emperadores Maximino, Gordiano y
Filipo id.
X. De los emperadores Valeriano, Galieno
Claudio y Aureliano 109
XI. De algunos otros emperadores 111
XII. De Ips emperadores Diocleciano y Maxi-
miano id.
XIII. En qué parte de España está Eibora. ... 113
XIV. La descripción de Eibora 114
XV. Délos emperadores Constancio y Galerio. 115
XVI. Del emperador Constancio Magno id.
XVII. De los hijos del gran Constantino. ... 119
XVIIL Délos emperadores Juliano y Joviano. . 120
XIX. De los emperadores Valentiniano y Valen-
te 121
XX. De los emperadores Graciano, Valentiniano
y Theodosio 122
XXI. De los emperadores Arcadio y Honorio. 125
LIBRO QUINTO.
I. Cómo diversas naciones vinieron á España. 127
II. Cómo los godos vencieron á las demás na-
ciones bárbaras en España 129
III. Del reino de Theedoredo 131
IV. De Turismundo y Theodorico 135
V. De la muerte del rey Theodorico y del rey
Eurico 137
VI. Del reino de Alarico 139
VII. Délos reyes Gesaleyco, Theodorico y Ama-
larico 141
VIH. Délos reyes Theudisy Theudiselo. ... 145
IX. De los reyes de Agíla y Athaoagildo. ... 147
X. De las dos hermanas Galsuinda y Bruñe «
childe 149
XI. De los reyes Liuva y Leuvigildo 150
XH. Déla guerra de Ermenegildo 152
XIII. Le la muerte del rey Leuvigildo 155
XIV. De los principios del rey Recaredo. ... 159
XV. Del concilio toledano tercero 161
LIBRO SEXTO.
I. De la muerte del rey Recaredo 162
II. De los reyes Liuva y Witerico y Gundemaro. 164
IH. Del reinado de Sisebuto 165
IV. De los reyes Suinthlla y Rechimiro 167
V. Del rey Sisenaiido 169
VI. Del rey Cliintila. 170
VII. De la vida y muerte del bienaventurado
San Isidoro 171
VIH. De los reyes Tulga, Chindasvinto y Rece-
suintho 173
IX. De tres concilios de Toledo 174
X. De la vida de San Ildefonso 176
XI. De la muerte del rey Recesuintho 178
XII. De la guerra Narbonense que se hizo eu
tiempo del rey Wamba ' 179
XIH. Del castigo de los conjurados 183
XIV. De las demás cosas del rey Wamba. ... 184
XV. De los nombres de los obispados que habia
en tiempo de Wamba 186
XVI. De otra división de obispados que hizo
Constantino Magno 187
XVH. Del rey Ervigio »«!.
XVUí. Del rey Egíca 189
XIX. Del rey Witiza 190
XX. De la genealogía destos reyes lOi
XXI. De los principios del rey dou Rodrigo. . . id.
XXII. De la primera venida de los moros eu Es-
paña 194
XXIH. De la muerte del rey don Rodrigo. ... 195
XXIV. Que los cristianos se fueron á las Astu-
rias 196
XXV. Cómo Muza vino á España 198
XXVL De los años de los árabes 199
XXVH. De lo que hizo Abdalasís 201
LIBRO SÉPTIMO.
1. Cómo el infante don Pclayo se levantó contra
los moros 202
H. Cómo los moros fueron por don Pelayo ven-
cidos 204
III. Lo demás que hizo don Pelayo 207
IV. Del rey don Alonso llamado el Católico. . 209
V. De dos linajes los mas principales entre los
moros 211
VI. De los reyes Froila, Aurelio y Silon. ... 213
Vil. De los reyes don Alonso, Mauregato y don
Bermudo 215
VIH. De Elipando arzobispo de Toledo 216
IX. De los principios de don Alonso el Casto. .218
X. Cómo se halló el cuerpo del apóstol Santiago, id.
XI. Cómo Cario Magno vino en España. ... 219
XII. De lo demás que hizo el rey don Alonso. . 221
XUI. Del rey don Ramiro 222
XIV. Cómo los normandos vinieron á España. 224
XV. De muchos mártires que padecieron en
Córdoba. 225
XVI. Del rey don Ordeño 226
XVH. De lús principios del rey don Alonso el
Magno 228
XVHl. De un concilio que se celebró en San-
tiago y en Oviedo 230
XIX. De lo demás que sucedió en el reinado de
don Alonso 231
XX. De los reyes don García y don Ordouo el
Segundo 233
LIBRO OCTAVO.
I. De los principios del reino de Navarra. . 235
U. De los condes de Castilla 238
UI. De don Fruela el Segundo , rey de León.. . 239
IV. De don Sancho Abarca rey de Navarra. . . 240
V. De don Alonso el Cuarto y dou Ramiro el Se-
gundo reyes de León 241
VI. De don Ordoño Tercero deste nombre rey
de León 243
VH. De don Sancho el Gordo rey de León. . . 245
VIH. De don Ramiro el Tercero rev de León. 247
IX. De don Bermudo el Gotoso rey ae León. . 249
X. De don Alonso el Quinto rey de León. . . . 254
XI. De lo demás que sucedió en tiempo del rey
CAP. I»AG. CAP. p^i;
don Alonso 2S7 IV. De la muerte del empenidor don Alonso.. . 330
XII. De don Bermudo el Tercero rey de León. 258 V. Cómo don Sancho y don Femando sucedieron
XIII. De don Sancho el Mayor rey de Navarra. . 259 á su padre 33^
XiV. De la muerte del rey don Sancho 261 VI. Délos principios de la caballería de Cala-^
-trava 332
LIBRO NONO. íí*- ^™® ®^ ^^y ^^^ Sancho de GasUIJa falleció*. 333
Vin. De nuevos movimientqs que se levantaron
I. Del estado de las cosas de España 262 en Castilla 334
II. De las guerras quo biso el rey don Fernán- I^- De la muerte de don Ramón príncipe de
do contra los moros 263 Aragón 335
in. Cómo trasladaron bs huesos de San Isidoro ^ Cómo donAlonsoreyde Castilla visitóel reino. 337
de Sevilla á León 260 XI. De las bodas de don Alonso rey de Castilla. 339
IV. Cómo don García rey de Navarra fue muerto. 267 XII. De la confederación que se hizo contra don
V. Que España quedó libre del imperio de Ale- Pedro Rui9 de Azagra 34^
maña 268 XIII. Del principio de la caballería de Santiago. 34i
VI. De lo restante del rey don Fernando. . . .271 XIV. Cómo los de Castilla ganaron la ciudad de
VII. Que murió don Ramiro rey de Aragón. . 272 Cuenca 343
VIH. Cómo don Sancho rey de Castilla hizo guer- XV. Cómo don Alonso rey de Portugal fue preso
ra á sus hermanos 274 por el de León 344
IX. Cómo el rey don Sancho murió fiobre Za- XVI. Cómo murieron los reyes de Portugal y de
mora ♦. . 276 León 345
X. Cómo volvió el rey don Alonso á su reino. . 278 XVII. De varias confederaciones que se hicieron
XI. De los principios del rey don Alonso el VL . 279 éntrelos reyes 347
XII. Cómo el rey don Sancho de Navarra fue XVIII. Cómo se perdió la jornada de Alarcos. . 349
muerto por su hermano 280 XIX. De lo que sucedió en Portugal eso
XIII. Que Almenen rey de Toledo y don Ramón XX. De la guerra gue se hizo contra Navarra. . 351
conde deTBarcelona fallecieron ¿ 28i XXI. Cómo el rey de Aragón fue á Roma. . . v 352
Xrv. Cómo los normandos fueron á Italia. ... id. XXII. De las paces que se hicieron entre los
XV. Que se emprendió la guerra contra Toledo. 282 reyes 354
XVI. Cómo se ganó la ciudad de Toledo 284 XXÍIi. Cómo se comenzóla guerra contra los
XVII. Cómo don Remardo fue elegido por arzo- moros 355
luspo de Toledo 287 XXIV. Cómo la victoria quedó por los cristianos. 356
XVm. Cómo se quitó el breviario mozárabe. . . 289 XXV. Del fin desta guerra 358
XIX. De los principios del primado de Toledo. . 290
XX. De las mujeres y hijos del rey don Alonso. . 292 LIBRO DUODÉCIMO.
LIBRO DÉCIMO. I. Cómo los Albigenses alteraron á Francia. . . 359
I. De nuevas guerras que bobo en España y en H. Cómo murió el rev de Aragón 304
la Suria 293 IH. Que el rey don Alonso de Castilla falleció. . 362
II. Comodón Sancho Ramírez rey de Aragón fue IV. Cómo en Castilla y Aragón Iiobo revueltas y
muerto 296 guerras 354
III. Cómo don Bernardo arzobispo de Toledo se V. Cómo los de la casa de Lara se apoderaron
partió para la guerra de la Tierra Santa. . . 298 del gobierno de Castilla 36¿
IV. Cómo el Cid ganó á Valencia 299 VI. De lo restante hasta la muerte del rey don
V. Cómo fallecieron el para Urbano, el rey Ju- Enrique de Castilla . 368
zeph y el infante don Sancho 302 VII. Cómo alzaron por rey de Castilla á don Fer-
VI. De don Diego Gelmirez obispo de Santiaffo. 303 nando llamado elSanto .369
Vil. De la muerte de los reyes aon Pedro el Pri- VIII. En España se fundaron monasterios de di-
merodeAragon^ydouAIonsoelSestodeCas- versas religiones. .' 37I
tilla 304 IX. Cómo se casaron los dos reyes don Feman-
VIli. Del reinado de doña Urraca 306 do de Castilla y don Jaime de Aragón 373
IX. De la guerra de Mallorca. 309 X. El rey don Fernando apaciguó otras nuevas
X. De la guerra de Zaragoza 3i0 alteraciones 374
XI. Del scisma de Burdino natural de Limoges. 311 XI. De la guerra que se hizo á los moros .... 375
XII. De las paces que se asentaron entre Aragón XII. Que el rey don Fernando volvió á la guerra
V Castilla 313 del Andalucía 377
X II. De los principios del reino de Portugal. .315 XIII. Que se volvió de nuevo á la guerra de los
XIV. De las guerras que el rey de Castilla hizo moros 57g
contra los moros 316 XIV. Que el rey de Aragón ganó la isla de Ma-
XV. Cómo donAlonsoreyde Aragón fue muerto. 317 Horca 379
XVI. De nuevas guerras que bobo en España XV. Que el reino de León se unió con el de Cas-
entre los principes cristianos 319 tilla ZSÍ
XVII. Que don Alonso principe de Portugal se XVI. De algunas vistas que díversosreyes tuvie«
llamó rey 321 ron entre sí 3g3
XVnL Cómo los fieles ganaron áAlmeria. ... 323 X VIL El principio que tuvieron las conquistas
XIX. Cómo la ciudad oe Usbona se ganó de los de Córdoba y Valencia 385
moros 326 XV IlL Cómo la ciudadde Córdoba se ganó délos
XX. Cómo se halló el cuerpo de San Eugenio. . 327 moros 386
LIBRO UNDÉCIMO. ^^''' ^^"' '' «'"^ '' ""^^'"^ ^' '''^''''^' " ' ^^'
L Cómo los Almohades vinieron á España. ... id. LIBRO DECIMOTERCIO.
II. Cómo murió don García rey de Navarra. . . 328 I. Cómo mdchos pueblos fueron ganados por los
III. DelavenidaáEspañadeLuisreydeFrancia. 330 nuestros. . ^ 390
CAP. PAG. CAP. PAG.
H. Cómo el reino de Miúrcia se enti-e^. .... 392 hizo 9a el Gam[>Ulo. . . . . . . 158
III. Cómo el rey don Fernando partió para el VIII. Clemente Quinto pontifice Máximo 459
Andalucía id. IX. Que laguerra de Granada se renovó 460
IV. Que don Sancho rey de Portugal fue echado X. Cómo estinguieron los caballeros Templa-
del reino. 394 rios 463
V. Principio de la guerra de Sevilla 395 XI. De la muerte de don Fernando el Cuarto rey
VJ. Que en Aragón se puso entredicho general. 397 de Castilla. . 463
Vil. Que Sevilla se ganó 398 XII. De los principios del reinado de don Alonso
VIII. De la muerte oel rey don Fernando. ... 400 el Onceno rey de Castilla 466
IX. De los principios de don Alonso el Décimo XUI. Del principio que tuvieron los turcos. ... 467
rey de Castilla 402 XIV. Que los catalanes acometieron el imperio'
X. El rey don Alonso fue elegido por empera- de Grecia. 46^
dor 404 XV. Del pontífice Juan Viffesíino segundo. . . . 471
XI. Los grandes de Castilla, se alteraron contra XVI. Los infantes don Pedro y don Juan murie-
el rey don Alonso 405 ron en la guerra de Granada 472
XII. Que se puso entrediaho en Portugal. . . . 406 XVII. De la muerte de la reina doña Marta. . . . 474
XIII. Cómo los reyes de Aragón y de Sicila em- XVIII. Que el rey don Alonso el Onceno de Cas-
parentaron 407 tilla se encargó del gobierno de su reino. . . 476
XI V. Que los Merinos se apoderaron de África. . 408 XIX. De la muerte del rey de Aragón 477
XV. Que se renovó la ^erra de los moros. . . . 410 XX. Nuevos casamientos de reyes 478
XVI. Que la emperatriz de Grecia vino á Es- XXI. Que la guerra contra los moros se renovó. 480
paña 412
XVII. Que don Jaime rey de Aragón vivo á To- LIBRO DÉCIMOSESTO.
ledo • 413
XVIII. Que el jQy de Aragón partió para la Tier- I. Que el rey de Granada pasó en África 482
ra Santa 414 IL Que Abomélique vino a España 483
XIX. San Luis rey de Francia falleció 415 IlL De las muertes de algunos príncipes. ... 484
XX. De la conjuración que hicieron los grandes IV. De algunos movimientos de navarros y por-
contra el rey don Alonso de Castilla id. tugúeses 486
XXI. De nuevas alteraciones que sucedieron en. V. Concédense treguas á los portugueses. ... 487
Aragón 416 VL Cómo mataron á Abomélique 488
XXII. El rey don Alonso partió para tomar pose- VIL Que los moros fueron vencidos junto á Ta-
sion del imperio. 417 rifa. 490
VIII. De lo restante desta guerra 493
LIBRO DECIMOCUARTO. ^^- ^«* principio de las alcabalas 49 1
X. Del cerco de Algecira 495
I. Cómo el rey de Marruecos pasó en España. . 420 XI. De la toma de Algecira 496
II. De la muerte del rey don Jaime de Aragón. . 422 XII. De la guerra de Mallorca 498
III. Que las discordias de Navarra se apacigua- XUI. De las revueltas que hobo en el reino de
ron 424 Aragón 499
IV. De diversas hablas que tuvieron Iqs reyes. . 425 XIV. Que seapaciguaron las discordias éntrelos
V. Cómo don Sancho se rebeló contra su padre. 427 caballeros de Calatra va 501
VI. De la conjuración que hizo Juan Prochita XV. De la muerte del rey don Alonso de Casti-
contra los franceses en Sicilia 428 lia 502
VIL De la muerte de don Alonso rey de Castilla. 430 XVI. Cómo mataron ádoña Leonor de Guzman. 503
VIII. De los principios del rey don Sancho. . . 432 XVII. Del casamiento del rey don Pedro. ... 506
IX. De la muerte de tres reyes 434 XVUI. Que el rey deCastíila dejó ala reina doña
X. De cierta habla que hobo entre los reyes de Blanca 508
Francia y Castilla. 437 XIX. De la guerra de Cerdeña 510
XI. Que se trató de librar los hermanos Cerdas, XX. De los alborotos y revueltas de Castilla. . . 511
L Carlos príncipe de Salomo fue puesto en li- XXI. De muchas muertes que se hicieron en
jrtad 439 Castilla 513
XII. De nuevas alteraciones que se levantaron
XIII. De algunas habías* qué tuvieron los reyis! 441 ^^^^ DECIMOSÉTIMO.
XIV. Que don Juan de Lara se pasó á Aragón. . 442
XV. Cómelos tres reyes de España emparenta- I. Del principio de la guerra de Aragón 5U
ron entre sí 444 IL De las muertes de algunos señores de Cas ti-
XVI. De la muerte del rey don Sancho 446 Ha 518
XVII. Cómo alzaron á don Fadrique por rey de III. Que la armada de Castilla hizo guerra en hi
Sicilia 447 costa de Aragón 320
IV. De la muerte de la reina doña Blanca. ... 521
LIBRO DECIMOQUINTO. ^- De la muerte del rey Bermejo de Granada. . 523
VI. Renuévase la guerra de Aragón 523
I. De nuevos alborotos quesucedieron en Casti- VIL Que don Enrique fue alzado por rey de Cas-
lla 448 tilla 527
IL Quo el rey don Femando de Castilla se des- VIH. Que el rey don Pedro fue echado de Es-
posó 451 paña 531
IIL Del año del Jubileo 452 IX. De ias guerras de Navarra 5i3
IV. Dé Raimundo Lulio 453 X. Queden Enrique fue vencido junto á Najara. 534
V. De las bodas del rey don Femando 455 XI. Del maestre de San Bernardo 536
,VL De la muerte del pontífice Bonifacio. ... 450 XII. Que don Enrique volvió á España. ... id.
VIL De la paz que entre los reyes de España se XIII. Que el rey don Pedro fue muerto. ... 538
CAP. ' l'AG-
\IV. Que don Enrique se apoderó de Castilla. . 539
XV. Cómo murió don Tello 543
XVL De las bodas del rey de Portugal 544
XVII. De otras confederaciones que se hicieron
entre los reyes 546
XVIII. De las paces que se hicieron con el rey de
Aragón 547
XIX. Algunos casamieutos de príncipe 550
LIBRO DECIMO-OCTAVO.
I. Del scima que hobo en la Iglesia 551
Jl. De la muerte del rey don Enrique 554
III. De cómo comenzó á reinar el rey don Juan. 55^
IV. Que Castilla dio la obediencia al papa Cle-
mente 557
V. De la guerra de Portugal : . 558
VI. De la muerte del rey de Portugal 559
Vil. Que el rey de Castilla entró en Portugal. . 560
VIH. Del cerco de Lisboa 5G2
IX. De la famosa batalla de AIjubarrota 563
X. Que los portugueses hicieron entrada en Cas-
tilla 567
XI. Cojno fallecieron tres reyes 568
XI I. De la paz que se hizo con los ingleses. . . 570
XI! I. La muerte del rey don Juan 571
XIV. De las cosas de Aragón 573
XV. De los principios de don Enrique rey de
Castilla 574
XVI. Que se mudaron las condiciones deste con-
cierto 578
XVII. De las treguas que se asentaron entre
Castilla y Portugal 580
XVIII. De la prísion del arzobispo de Toledo. . id.
LIBRO DECIMONOiNO.
I. Cómo eJ rey don Earique se encargó del go-
bierno 582
II. De las cortes de Madrid 583
III. De la muerte del maestre de Alcántara. . . 584
IV. De nuevos alborotos que se levantaron en
Castilla 585
V. De la elección del papa Benedicto Decimoter-
cio 586
VI. Como la reina doña Leonor volvió á Navar-
ra • 587
Vil. Que de nuevo se encendió la guerra en Por-
tugal 589
VIH. Como se renovaron las treguas entre Cas-
lilla y Portugal . 591
IX. De las cosas de Aragón 593
X. Del año del Jubileo 594
XI. Del gran Tamorlan Scytha de nación. . . . 595
XII. Que nació un hijo al rey de Castilla. . . . 596
XUL De la guerra que se hizo cootra moros. . 597
XIV. De la muerte del rey don Enrique. . . . 598
XV. Que alzaron por rey de Castilla á don Juan
elSegundo 601
XVI. De la guerra de Granada 602
XVII. pue se hicieron treguas con los moros. . 604
CAP.
PAG.
XVIU. Que el papa Benedicto vino á España. . 605
XIX. De la muerte del rey don Martín de Sicilia, id.
XX. De una disputa que se hizo sobre el dere-
cho de la sucesión en la corona de Aragón. . 607
XXI. De la muerte de don Martin rey de Aragón. 608
XXII. De la Peña de los Enamorados 609
LIBRO VIGÉSIMO.
I. Del estado de las provincias 610
II. Que en Aragón nombraron nuevos jueces. .611
III. Del derecho para suceder en el reino. . . . 612
IV. Que el infante don Fernando fue nombrado
por rey de Aragón 615
V. Que el conde de Urgel fue preso 616
VI. Que se convocó el concilio Constanciense. . 617
Vil. Que los tres príncipes se vieron en Perpi-
ñan 618
VIH. De la muerte del rey don Fernando. . . . 620
IX. De la elección del papa Martino Quinto. . . id.
X. Otros casamientos de príncipes. ...... 621
XL De las alteraciones de Castilla 522
XII. Cómo fue preso don Enrique infante de Ara-
gón 625
XIII. Cómo falleció el rey moro de Granada. . . 626
XIV. Cómo don Enrique de Aragón fue puesto
en libertad 628.
XV. Que don Alvaro de Luna fue echado de la
corte 631
XVI. Cómo don Alvaro de Luua volvió á palacio. 633
LIBRO VIGESÍMOPRIMO.
1. De la guerra de Aragón 635
IL Del fin de esta guerra 638
in. De la guerra de Granada 640
IV. De las paces que se hicieron entre los reyes
de Castilla y de Portugal 642
V. De la guerra de Ñapóles 644
Vi. Del concilio de Basüea 645
Vil. Que Ludovico duque de Anjou falleció. . . 646
VIH. De la guerra de los moros 649
IX. Cómo el rey de Aragón y sus hermanos fue-
ron presos 650
X. Cómo el rey de Aragón y sus hermanos fueron
puestos en libertad. 652
XI. De las paces que se hicieron entre los reyes
de Castilla* y de Aragón 653
XII. Que los portugueses fueron maltratados en
África 654
XIIL Cómo el infante don Pedro fue muerto en
)sl cerco de Ñapóles 656
XIV. De las alteraciones de Castilla 657
XV. De otras nuevas alteraciones que hobo en
Castilla 659
XVI. Cómo el rey de Castilla fue preso 661
XVII. Que el rey de Aragón se apoderó de Ña-
póles 663
XVIII. De los varones señalados que hobo en
España 665
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