Skip to main content

Full text of "Historia general de España"

See other formats


Google 


This  is  a  digital  copy  of  a  book  that  was  prcscrvod  for  gcncrations  on  library  shclvcs  bcforc  it  was  carcfully  scannod  by  Google  as  pan  of  a  projcct 

to  make  the  world's  books  discoverablc  onlinc. 

It  has  survived  long  enough  for  the  copyright  to  expire  and  the  book  to  enter  the  public  domain.  A  public  domain  book  is  one  that  was  never  subject 

to  copyright  or  whose  legal  copyright  term  has  expired.  Whether  a  book  is  in  the  public  domain  may  vary  country  to  country.  Public  domain  books 

are  our  gateways  to  the  past,  representing  a  wealth  of  history,  culture  and  knowledge  that's  often  difficult  to  discover. 

Marks,  notations  and  other  maiginalia  present  in  the  original  volume  will  appear  in  this  file  -  a  reminder  of  this  book's  long  journcy  from  the 

publisher  to  a  library  and  finally  to  you. 

Usage  guidelines 

Google  is  proud  to  partner  with  libraries  to  digitize  public  domain  materials  and  make  them  widely  accessible.  Public  domain  books  belong  to  the 
public  and  we  are  merely  their  custodians.  Nevertheless,  this  work  is  expensive,  so  in  order  to  keep  providing  this  resource,  we  have  taken  steps  to 
prcvcnt  abuse  by  commcrcial  parties,  including  placing  technical  restrictions  on  automatcd  qucrying. 
We  also  ask  that  you: 

+  Make  non-commercial  use  of  the  files  We  designed  Google  Book  Search  for  use  by  individuáis,  and  we  request  that  you  use  these  files  for 
personal,  non-commercial  purposes. 

+  Refrainfivm  automated  querying  Do  nol  send  aulomated  queries  of  any  sort  to  Google's  system:  If  you  are  conducting  research  on  machine 
translation,  optical  character  recognition  or  other  áreas  where  access  to  a  laige  amount  of  text  is  helpful,  picase  contact  us.  We  encouragc  the 
use  of  public  domain  materials  for  these  purposes  and  may  be  able  to  help. 

+  A/íJí/iííJí/i  íJíírí&Hííon  The  Google  "watermark"  you  see  on  each  file  is  essential  for  informingpcoplcabout  this  projcct  andhclping  them  find 
additional  materials  through  Google  Book  Search.  Please  do  not  remove  it. 

+  Keep  it  legal  Whatever  your  use,  remember  that  you  are  lesponsible  for  ensuring  that  what  you  are  doing  is  legal.  Do  not  assume  that  just 
because  we  believe  a  book  is  in  the  public  domain  for  users  in  the  United  States,  that  the  work  is  also  in  the  public  domain  for  users  in  other 
countries.  Whether  a  book  is  still  in  copyright  varies  from  country  to  country,  and  we  can'l  offer  guidance  on  whether  any  speciflc  use  of 
any  speciflc  book  is  allowed.  Please  do  not  assume  that  a  book's  appearance  in  Google  Book  Search  means  it  can  be  used  in  any  manner 
anywhere  in  the  world.  Copyright  infringement  liabili^  can  be  quite  seveie. 

About  Google  Book  Search 

Google's  mission  is  to  organizc  the  world's  information  and  to  make  it  univcrsally  accessible  and  uscful.   Google  Book  Search  hclps  rcadcrs 
discover  the  world's  books  while  helping  authors  and  publishers  reach  new  audiences.  You  can  search  through  the  full  icxi  of  this  book  on  the  web 

atjhttp  :  //books  .  google  .  com/| 


Google 


Acerca  de  este  libro 

Esta  es  una  copia  digital  de  un  libro  que,  durante  generaciones,  se  ha  conservado  en  las  estanterías  de  una  biblioteca,  hasta  que  Google  ha  decidido 

cscancarlo  como  parte  de  un  proyecto  que  pretende  que  sea  posible  descubrir  en  línea  libros  de  todo  el  mundo. 

Ha  sobrevivido  tantos  años  como  para  que  los  derechos  de  autor  hayan  expirado  y  el  libro  pase  a  ser  de  dominio  público.  El  que  un  libro  sea  de 

dominio  público  significa  que  nunca  ha  estado  protegido  por  derechos  de  autor,  o  bien  que  el  período  legal  de  estos  derechos  ya  ha  expirado.  Es 

posible  que  una  misma  obra  sea  de  dominio  público  en  unos  países  y,  sin  embaigo,  no  lo  sea  en  otros.  Los  libros  de  dominio  público  son  nuestras 

puertas  hacia  el  pasado,  suponen  un  patrimonio  histórico,  cultural  y  de  conocimientos  que,  a  menudo,  resulta  difícil  de  descubrir 

Todas  las  anotaciones,  marcas  y  otras  señales  en  los  márgenes  que  estén  presentes  en  el  volumen  original  aparecerán  también  en  este  archivo  como 

tesdmonio  del  laigo  viaje  que  el  libro  ha  recorrido  desde  el  editor  hasta  la  biblioteca  y,  finalmente,  hasta  usted. 

Normas  de  uso 

Google  se  enorgullece  de  poder  colaborar  con  distintas  bibliotecas  para  digitalizar  los  materiales  de  dominio  público  a  fin  de  hacerlos  accesibles 
a  todo  el  mundo.  Los  libros  de  dominio  público  son  patrimonio  de  todos,  nosotros  somos  sus  humildes  guardianes.  No  obstante,  se  trata  de  un 
trabajo  caro.  Por  este  motivo,  y  para  poder  ofrecer  este  recurso,  hemos  tomado  medidas  para  evitar  que  se  produzca  un  abuso  por  parte  de  terceros 
con  fines  comerciales,  y  hemos  incluido  restricciones  técnicas  sobre  las  solicitudes  automatizadas. 
Asimismo,  le  pedimos  que: 

+  Haga  un  uso  exclusivamente  no  comercial  de  estos  archivos  Hemos  diseñado  la  Búsqueda  de  libros  de  Google  para  el  uso  de  particulares; 
como  tal,  le  pedimos  que  utilice  estos  archivos  con  fines  personales,  y  no  comerciales. 

+  No  envíe  solicitudes  automatizadas  Por  favor,  no  envíe  solicitudes  automatizadas  de  ningún  tipo  al  sistema  de  Google.  Si  está  llevando  a 
cabo  una  investigación  sobre  traducción  automática,  reconocimiento  óptico  de  caracteres  u  otros  campos  para  los  que  resulte  útil  disfrutar 
de  acceso  a  una  gran  cantidad  de  texto,  por  favor,  envíenos  un  mensaje.  Fomentamos  el  uso  de  materiales  de  dominio  público  con  estos 
propósitos  y  seguro  que  podremos  ayudarle. 

+  Conserve  la  atribución  La  filigrana  de  Google  que  verá  en  todos  los  archivos  es  fundamental  para  informar  a  los  usuarios  sobre  este  proyecto 
y  ayudarles  a  encontrar  materiales  adicionales  en  la  Búsqueda  de  libros  de  Google.  Por  favor,  no  la  elimine. 

+  Manténgase  siempre  dentro  de  la  legalidad  Sea  cual  sea  el  uso  que  haga  de  estos  materiales,  recuerde  que  es  responsable  de  asegurarse  de 
que  todo  lo  que  hace  es  legal.  No  dé  por  sentado  que,  por  el  hecho  de  que  una  obra  se  considere  de  dominio  público  para  los  usuarios  de 
los  Estados  Unidos,  lo  será  también  para  los  usuarios  de  otros  países.  La  l^islación  sobre  derechos  de  autor  varía  de  un  país  a  otro,  y  no 
podemos  facilitar  información  sobre  si  está  permitido  un  uso  específico  de  algún  libro.  Por  favor,  no  suponga  que  la  aparición  de  un  libro  en 
nuestro  programa  significa  que  se  puede  utilizar  de  igual  manera  en  todo  el  mundo.  La  responsabilidad  ante  la  infracción  de  los  derechos  de 
autor  puede  ser  muy  grave. 

Acerca  de  la  Búsqueda  de  libros  de  Google 


El  objetivo  de  Google  consiste  en  organizar  información  procedente  de  todo  el  mundo  y  hacerla  accesible  y  útil  de  forma  universal.  El  programa  de 
Búsqueda  de  libros  de  Google  ayuda  a  los  lectores  a  descubrir  los  libros  de  todo  el  mundo  a  la  vez  que  ayuda  a  autores  y  editores  a  llegar  a  nuevas 
audiencias.  Podrá  realizar  búsquedas  en  el  texto  completo  de  este  libro  en  la  web,  en  la  página|http://books  .google  .comí 


»k 


(vy 


BIBLIOTECA  ILUSTRAb. 


■^^ 


HISTORIA  GENEML 


v^. 


DE  ESPAÑ4, 

LA  COMPUESTA  ,  ENJIENUAIIA  V  AÑADIDA 

PDR  EL  PADRE  MARIANA. 


CON  LA  CONTlNliACIüN  \\í.  MIMANA; 


CON  TODOS  LOS  SUCESOS  QUE  COMPRENDEN 

EL     (¡SCMTU   CÚSICU    SjKNK    hL    HEIDADO    ÜE   C*«LOS  III,    FOR    BL    ClMnE    DE    FLOHIDABLAnct  , 
L*    HISfORU  DE  SU  LKVA^VTAlIIENro,  GUEftlA    T    REVOLUCIÓN.     POR  BL  CONDg  RE  TOREXU, 
T   LA    COtCTEMPOBANEA 

HASTA    NUSSTR08     DÍA?. 


Adormda  «•■  «50  UmbiM. 


MAKfl^iSíilAo 


MADRID: 

IMPRENTA  V  UBREKIA  DE  KASPAH  Y  ROIG,  EDITORES, 


PROLOGO  DEL  AUTOR 


Al,  REY  CATÓLICO  DE  US  ESPANAS 
DOM  FELIPE  TEBCEItO  DEBTE 


nuKíTHO  wñoi. 


Lh  idm  paiadfM  (muy  poderoso  íei'ior),  publiqué 
ta  Hi9ToaucintK*L  us  £gPAS*  que  compuse  en  latín, 
Jebajo  del  real  nombre  y  aroparo  de  vutiilro  paire  el 
re;  nuestro  señor,  de  gloriosa  oiemjri;!.  Al  preaente 
me  atreTO  i  ofrerer  la  misma,  puesta  en  lenguaje 
caatetUno.  Como  uua  joya  podrá  ser  de  alguna  esti- 
ma para  el  reinado  dichosa  y  para  la  corona  de  Vues- 
tra Hageslad,  servicio ,  según  yo  pienso,  agradable, 
j  voeslra  beoignidad  por  la  grandeza  de  la  empresa 
1  por  el  deseo  qiie  tengo  de  aprovechar  y  servir.  Lo 
que  me  moTÍú  á  escribir  la  historia  latina,  fue  la  falta 
ijue  della  tenia  nuestra  España  (mengua  sin  duda 
notable), mas ahundaateenbazaüiique  en  escritores, 
•■nespecial  deile  jaez.  Juntamente  me  convidú  d  to- 
marla pluma  el  deseo  que  coooc!  lósanos  que  pere- 
tjríné  fuera  da  Espina ,  en  las  naciones  estraoas,  de 
'■ntoider  tas  cosas  de  la  nuestra:  los  principios  y  me^ 
■lios  por  donde  w  encaminó  i  la  grandeza  que  hoy 
(iene.  Volvfla  en  romance,  muy  fuera  de  loquea! 
principio  pensé,  por  la  instancin  continua  que  de 
>liiems  part&(  me  hicieron  sobre  ello,  y  por  el 
(toco  conocimiento  que  de  ordinirio  boy  tienen  en 
t:s{Mn&  de  ta  lengua  latina,  aun  los  que  en  otras  cien- 
cias y  profesiaies  se  aTentaiao.  His  qué  maravilla, 
pues  nlngnDo  por  este  camino  se  adelanta,  ningún 
premio  nay  en  el  reino  para  estas  letras ,  ninguna 
Iwnn,  que  et  la  madre  de  las  artes?  que  pocos  estu- 
.: 1 ng  pj^  íabtr;  ademas  del  recelo  que  tenia 


no  la  tradujese  alguno  poco  acertadaaente,  cosa  que 

me  lastimara  forzosamente,  y  deque  muchos  me  ame- 
nazaban. En  todo  el  discurso  se  tuvo  gran  cuenta  con 
la  verdad ,  que  e¿  la  primera  ley  de  la  historia.  Los 
tiempos  Tan  averiguados  con  mucho  cuidado  y  pun- 
tualidad. Los  años  de  los  moros  ajustados  con  los  de 
Cristo,  en  que  nuestros  coronislas  todos  faltaron.  A 
las  ciudades,  mooteSj  ríos  y  otros  lugares  señalamos 
los  nombres  que  tuvieron  auliguameole  en  tiempo  de 
rumanos.  Finalmente,  no  nos  contentamos  con  rela- 
tar los  hechos  de  un  remo  solo,  sino  los  de  todas  las 
partes  de  España,  mas  largo  6  mas  breve ,  según  las 
memorias  hallamos,  ni  solo  referimos  las  cosas  se- 
glares de  los  reyes,  sino  que  tocamos  asimismo  las 
eclesiásticas  que  pertenecen  í  la  religión:  todo  con 
mucha  precisión,  para  que  la  balumba  de  historia  tan 
larga  y  tan  varia,  i  ejemplo  de  las  otras  nacio- 
nes, saliese  tolerable.  Si  bien  en  los  hechos  mas  se- 
ñalados y  batallas  nos  estendemos  i  las  veces  algo 
mas,  no  de  otra  manera  que  los  grandes  rioe  por  las 
hoces  Tan  cogidos  y  por  las  vegas  salen,  cuando  s« 
hinchan  con  sus  crecientes,  de  madre.  En  la  traduc- 
ción no  procedí  como  intérprete,  sino  como  autor, 
hasta  trocar  algún  apellido,  y  tal  vez  mudar  opinini: 
que  se  tendrá  por  la  nuestra  la  aue  en  esta  q^ninta 
impresión  se  hallare:  ni  me  até  d  las  palabras  ni  i  las 
cláusulas;  quité  y  puse  con  libertad,  según  me  paré- 
ele mas  acertado,  qne  unas  cosas  son  i  propósito 


|V 


PRÓLOGO  DEL  AUTOK. 


rira  gente  docta,  y  otras  para  la  vulgar.  Darán  gusto 
los  de  nuestra  nación  á  veces  las  de  que  los  extran- 
jeros harían  poco  caso.  Cada  ralea  de  gente  tiene  sus 
gustos ,  sus  aGciones  y  sus  juícjos.  En  dar  el  Don  á 
particulares  voy  considerado  j  escaso ,  como  lo  fue- 
ron nuestros  antepasados.  Quien  hallare  alguno  que 
le  toque,  ó  se  le  deba,  sin  él,  póngasele  en  su  libro, 
que  nadie  le  irá  ala  mano.  Algunos  vocablos  antiguos 
sepagaron  de  las  corónicasde  España,  de  que  usamos 
por  ser  mas  signiGcativos  y  propios^  por  variarcl  len- 
lenguaje ,  y  por  lo  que  en  razón  de  estilo  escriben 
Cicerón  y  Quíntiliano.  Esto  por  los  romancistas.  El 
principio  desta  historia  se  toma  desdóla  población  de 
España:  continúase  hasta  la  muerte  del  rey  don  Fer- 
nando el  Católico,  tercero  abuelo  de  Vuestra  Magos- 
tad. No  me  atreví  á  pasar  mas  adelante,  y  relatar  las 
cosas  mas  modernas ,  por  no  lastimar  á  algunos  si  se 
decia  la  verdad,  ni  faltar  al  deber,  si  la  disimulaba. 
Del  fruto  desta  obra  depondrán  otros  mas  avisados. 
Por  lo  menos  el  tiempo,  como  juez  y  testigo  abonado 
y  sin  lacha  aclarará  la  verdad,  pasada  la  aGcion  de 
unos,  la  envidia  deotros,  y  sus  calumnias  sin  propósi- 
to y  su  ignorancia.  El  trabajo  puedo  yo  testincar,  ha 
sido  grande,  la  empresa  sobre  mis  fuerzas :  bien  lo 
entiendo;  mps  ¿quién  las  tiene  bastantes  para  salir  con 
esta  demanda?  Muchos  siglos  por  ventura  se  pasasen 
como  antes,  si  todo  se  cautelara.  ConGo  que ,  si  bien 
hay  faltas,  y  yo  lo  confieso,  la. grandeza  de  España 
conservará  esta  obra;  que  á  las  veces  hace  estimar  y 
durable  la  escritura  el  sugeto  deque  trata.  La  historia 
en  particular  suele  triunfar  del  tíemiK) ,  que  acaba 
todas  las  demás  memorias  y  grandezas.  De  los  ediG- 
cios  soberbios,  de  las  estatuas  y  trofeos,  de  Ciro,  de 
Alejandro,  de  César,  desús  riquezas  y  poder,  ¿qué  ha 
quedado?  ¿Qué  rastro  del  templo  de  Salomón,  de  Je- 
rusalen,  de  sus  torres  y  baluartes?  la  vejez  lo  consu- 
mió, y  el  que  hace  las  cosas  las  deshace.  El  sol  que  pro- 
duce á  la  mañana  las  flores  de  campo,  el  mismo  las 
marchita  á  la  tarde.  Las  historias  solas  se  conservan, 
y  por  ellas  la  memoria  de  personajes  y  de  cosas  tan 
grandes.  Lo  mismo  quiero  pensar  será  desta  historia, 
¿Quién  Quita  que  yo  no  favorezca  mi  esperanza?  si 
ya  no  se  despierta  por  nuestro  ejemplo  alguno  que 
con  pluma  mas  delgada  se  nos  adelante  en  escrioir 
las  grandezas  de  España,  y  con  la  luz  de  su  estilo  y 
erudición  oscurezcan  nuestro  trabajo.  Daño  que  por 
el  bien  común  llevaremos  con  facilidad,  y  mas  aína 
lo  deseamos  que  muchos  entren  en  la  liza,  y  hagan  en 


ella  piueba  de  sus  ingenios  y  de  su  erudición.  Que 
con  algunos  de  nuestros  coronistás  ni  en  la  traza,  ni 
en  el  lenguaje  no  deseo  me  compare  nadie,  bien  qae 
de  sus  trabajos  nos  hemos  aprovechado,  y  aun  por 
seguillos  habremosoiiguna  vez  tropezado :  yerro  digno 
de  perdón,  por  hollar  en  las  pisadas  de  los  que  nos 
iban  delante.  No  quiero  alabar  mí  mercaduría,  ni 
pretendo  galardón  alguno  'Je  los  hombres,  que  no  se 
podrá  igualar  al  trabajo,  como  quier  que  la  empresa 
suceda:  dado  que  los  gastos  han  sido  grandes,  y  la 
hacienda  ninguna  por  la  vida  que  profesamos,  y  que 
las  corónicas  de  los  reinos  están  por  cuenta  de  los 
reyes  y  á  su  cargo.  Solo  suplico  humildemente  reciba 
Vuestra  Magostad  este  trabajo  en  asradable^servicio; 
que  será  remuneración  muy  colmada,  si  Vuestra  Ma- 

gestad  ha  ocupado  algunos  ratos  en  la  lección  de  mi 
istoria  latina,  ahora  que  el  lenguaje  es  roas  llano  y 
la  traza  mas  apacible, la  leyere  mas  de  ordinario.  Nin- 
guno se  atreve  á  decir  á  los  reyes  la  verdad:  todos 
ponen  la  mira  en  sus  particulares:  miseria  grande,  y 
que  de  ninguna  cosa  se  padece  mayor  mengua  en  las 
casas  reales.  Aqui  la  hallará  Vuestra  Magostad  por  sí 
mismo:  reprehendidas  en  [otros  las  tachas  que  todos 
los  hombres  las  tienen:  alabadas  las  virtudes  en  los 
antepasados:  avisos  y  ejemplos  para  los  casos  parti- 
culares que  se  pueden  ofrecer;  que  los  tiempos  pa- 
sados y  los  presentes  semejables  son ;  y  como  dice  la 
Escritura:  Lo  que  fue,  eso  será.  Por  las  mismas  pi- 
sadas y  huellas  se  encaminan  ya  los  alegres,  ya  los 
tristes  remates;  y  no  hav  cosa  mas  segura  aue  poner 
los  ojos  en  Dios  y  en  lo  oueno,  recatarse  de  los  in- 
convenientes en  que  los  antiguos  tropezaron,  y  á 
guisa  de  buen  piloto  tener  todas  las  rocas  ciegas  y  los 
bajíos  peligrosos  de  un  piélago  tan  grande  como  es 
el  gobierno,  y  mas  de  tantos  reinos,  en  la  carta  de 
marear  bien  marcados.  El  año  pasado  presenté  á 
Vuestra  Magostad  un  libro  que  compase,  de  las  vir- 
tudes que  debe  tener  un  rey.  que  deseo  lean  v  entien- 
dan los  principes  con  cuidaao.  Lo  que  en  él  se  trata 
especulativamente,  los  preceptos,  avisos  y  las  reglas 
de  la  vida  real  aquí  se  ven  puestas  en  práctica,  y  con 
sus  vivos  colores  esmaltada.  No  me  quiero  alargar 
mas.  Dios  nuestro  Señor  dé  su  luz  á  Vuestra  Magostad 
para  que,  conforme  á  los  principios  de  su  bienaven- 
turado reinado,  se  adelante  en  todo  género  de  virtu- 
des y  felicidad,  como  todos  esperamos;  y  para  alean- 
zallo,  no  cesamos  de  ofrecer  á  su  Magostad  y  á  sus 
santos  contíuuamente  nuestros  votos  y  plegarias. 


HISTORIA  GUERAL  DE  ESPAlA. 


LIBRO  PRIMERO. 

CAPITULO  PRIMERO. 
DihveaidadeTnlulTdelahrtilídaddeEsinüi, 

TuuL,  hijo  de  Japbet,  fus  el  primer  hombre  que 
TCM  á  E'paña  (1).  Asi  lo  sienten  t  teilUican  autores 
mnjgnTes,  (fue  en  eita  parte  asi  mundo  pobló  bd 
difcrsoí  Id^tm,  poseyú  j  gobemA  á  Espina  cod  im- 
pario  templado  y  justo.  La  ocasión  de  au  venida  fue 
eneMa  manera.  El  año  quedespueg  det  diluvio  gene- 
ral déla  üan,  conforme  í  la  razón  de  loa  tiempos 
muaeertifb,  se  contaba  ciento  treinta  ;  uno,  loe 
deiModieotea  de 'Adán,  nuFsIro  primer  padre,  se 
esparcieron  y  derramaron  por  toda  la  redondel  de  la 
üem  y  por  todas  las  pronncias :  merced  del  atravi- 
míeolo  con  que  por  cousejog  y  mandado  del  Talienie 
eaudfllo  Neabrot  acometieroa  ú  lertntat  la  famosa 
torre  de  BaUloDÍa,  ycastiHO  muy  justo  del  deaprecio 
ileDiot.  CoDfaDdiiwe  el  lenmiaje  coman  de  que  sntM 
lodos  uttbao,  de  maiiera  taTqtw  no  podían  contratar 
tmoi  nm  otros,  ni  eotenderse  lo  que  hablaban.  Por 


..  , .         w  por  1)  tierra.  Pero  como 

ki  utDral  es  qoa  M  Gjuen  «a  loi  umpos  Jamcdiitos  I  los 
M  Snur,  DO  es  muy  probtble  que  díoÉudo  detaimondo- 
ntinÍMef  poblar  Dueilrl  pcDloiuIl,  qae  tan  ipirtají 
nU  d«  aqoelkM  piiMt.  A  qaUa  se  debí'  tu  poblicioa  oo  M 
Uól  iKngDirlo,  porqoe  lo  nos  bu  quedado'  docamenlo* 
■ottetKOs  de  sqnslloi  tieayo)  por  djada  podamoi  datermi-  j 
uito  na  ilgaai  probabilidid.  Li  Tsnidí  de  Tnbal  I  Esplín 
H  Mt  tundida  i>Do  sobre  la  iaior¡da<Ne  Finio  JoMfo,  ¡ 
iiiilaíidac  jodio,  qae  es  el  printero  que  lo  ueteriba  1  Inai 
MptiMr¿(ladelal|letia,  mu  deHOOO  iñot  deipues  del 
■Kcso,  lio  «eimae  esquíipoTisu  neraíoa.  Ademu  'a* 
^tni  de  losefo  ea  SOI  Anfí|dedadet/iiddíaM  aoa  etlis: 
•Ma  Mtalo  atiento  á  lot  ThcMiawi.  qae  al  pretenU 
MI  new.  toa  coates  mis  bien  dicen  qoeeoviú  1  poblarla 
dtoedatiiiA  alfonuMoleiieste  efecto.  No  llene  nejoreí 
bodaoKiiUM  li  TCnidí  de  Tireii,  átelo  de  Iifel.  I 


masen  por  difenas  parles.  Retuniítse  pues  el  mun- 
do (2)  entre  los  tres  niios  de  Noé  desta  suerte.  A  Som 
cupo  toda  la  Asia  allende  el  rio  Eufrates  hicia  el  Orien- 


tadaoKnloi  li  TCnidí  ( 

TOMO  I 


te,  con  la  Suría  donde  está  la  Tierra  Santa.  Los  des  - 
cendienies  de  Cham  posejeron  á  Babilonia,  las  Ara- 
bias, y  í  Egipto  con  toda  la  África.  A  U  familia 
y  descendienlos  de  iaphet,  hijo  tercero  del  Gran  Noé, 
dieron  la  parte  del  Asia  que  mira  al  Septentrión,  des- 
de los  famosas  montas  Taaro  y  Amano:  demás  aesto, 
toda  Europa, 

Hecha  la  partición  en  esta  forma,  los  demás  hijos 
de  Jahpet  asuntarun  en  otras  provincias  J  partes  del 
mundo;  pero  Tubal,  que  fue  su  quinto  hijo,  envia- 
de  á  lo  puslrero  de  ins  tierras  donde  el  sol  se  pone, 
conviene  i  saber  i  España ,  fundó  en  elh  dichosa- 
mente y  para  siempre  en  aquel  principio  del  mundo, 
grosero  y  sin  policía^  no  sin  providencia  y  favor  del 
cielo  .la  gente  española  y  sujvoleroso  imperio.  De  ' 
donde  en  todos  los  tiempos  y  ai^oe  han  salido  varo- 
nes escelentes  y  famosas  en  guerra  y  en  paz:  y  ella 
ha  siempre  goüdo  de  jabundancia  de  todos  jlas  bie- 
nes, sin  laltar  copiosa  materia  para  despertar  i  los 
buenos  ingenios,  y  por  la  grandeza  y  diversidad  de 
las  cosas  que  en  Es{uña  han  sucedido ,  convidaUes  i 
tomar  la  pluma,  emplear  y  ejercitar  en  este  campo 
SQ  elocuencia.  Verdad  es  que  siempre  ha  tenido  falta 
de  escritores,  los  ^cuales  con  su  estilo  ilustrasen  la 
grandeza  de  sus  hechos  y  proezas.  Esta  falta  á  algu- 
nos dio  streviraienlo  de  escribir  y  publicar  patrañas 
en  esta  parte,  y  fábulas  de  poetas  mas  que  verdade- 
ras historias;  y  á  mi  despertó  para  ;que  con  el  p«que- 
ño  in^nio  y  erudición  que  alcanzo ,  acometiese  i 
escribir  esta  historia,  mas  alna  con  intento  de  volver 
por  la  verdad  y  defendella,  que  con  pretensión  de 
nonra  y  esperanza  de  algún  premio:  el  cual  ni  le 

(3)  De  aiti  partición  de  la  tiem  colre  loa  hijos  de  Noé, 
Ib  Kécritara  oidi  dice,  el  Unpoco  Jostlo,  á  peiar  de  ane 
«D  eos  AittigtUiaie*  coniarrO  ilgunis  indicioBW  de  loi 


6 


BIBUOTBCA  DE  GASPAR  f  R0I6. 


Eretendo  de  los  hombres^  ni  se  puede  igualar  al  tra- 
ajo  de  esta  empresa,  de  cualquiera  manera  que  ella 
suceda. 

Conforme  á  esta  traza,  será  bien  que  emprimer 
lugar  se  pongan  y  relaten  algunas  cosas,  así  de  la 
naturaleza  y  propiedades  desta  tierra  de  España  y  de 
su  asiento ,  como  de  las  lenguas  antiguas  y  costum- 
bre de  los  moradores  della.  La  tierra  y  provincia  de 
Es^ña,  como  quier  que  se  pueda  comparar  con  las 
mejores  del  mundo  universo,  á  ninguna  reconoce 
ventaja  ni  en  el  saludable  cielo  de  que  goza ,  ni  en  la 
abundancia  de  toda  suerte  de  frutos  y  mantenimien- 
tos aue  produce,  ni  en  copia  de  metales ,  oro,  plata 
y  piedras  preciosas,  de  que  toda  ella  está  llena.  No 
es  como  África  que  sé  abrasa  con  la  violencia  del  sol, 
ni  á  la  manera  de  Francia  «s  trabajada  de  vientos, 
heladas,  humedad  del  aire  y  de  la  tienra:  antes,  por 
estar  as^tada  en  medio  de  las  dos  dichas  provincias, 
goza  de  mucha  templanza;  y  así  bien  el  calor  del  ve- 
rano, como  las  lluvias  y  heladas  del  invierno  muchas 
veces  la  sazonan  y  engrasan,  en  tanto,  grado  que  de 
España  no  solo  ios  naturales  se  proveen  de  las  cosas 
necesarias  á  la  vida,  sino  que  aun  á  las  naciones  es- 
tranjeras  y  distantes,  y  á  la  misma  Italia,  cabe  parte 
desús  bienes,  y  las  provee  de  abundancia  de  mu- 
chas cosas;  porque á  la  verdad  produce  teites  acmé- 
lias  á  las  cuales  da  estima  6  la  mceaídad  de  la  vida,  ó 
la  ambición,  pompa  y  vanidad  del  ingenio  humano. 
Los  frutos  de  los  árboles  son  grandemente  suaves, 
la  nobleza  de  las  viñas  y  del  vino  escelentes:  hay 
abundancia  de  pan,  miel,  aceite ,  ganados ,  azúcares, 
seda,  lanas  sin  número  y  sin  cuento. 

Tiene  minas  de  oro  y  de  plata,  hay  venas  de  hierro 
donde  quiera ,  piedras  trasparentes,  y  á  manera  de 
espejos:  y  no  faltan  canteras  de  marmol  de  todas 
suertes  con  maravillosa  variedad  de  colores,  con  que 
parece  quiso  jugar  y  aun  deleitarse  los  ojos  la  natu- 
raleza. No  hay  tierra  mas  abundante  de  bermellón, 
en  paticular  en  el  Almadén  se  saca  mucho  y  muy 
bueno:  pueblo  al  cual  los  antiguos  llamaron  Sisapo- 
ne,  y  le  pusieron  en  los  pueblos  ^e  llamfron  creía- 
nos. El  terreno  tiene  varias  propiedades  y  naturaleza 
diferente.  En  partes  se  dan  los  árboles,  en  partes  hay 
campos  y  montes  pelados:  por  lo  mas  ordinario,  po- 
cas fuentes  y  ríos:  el  suelo  es  recio,  y  que  [suele  dar 
veinte  y  treinta  por  uno ,  cuando  los  años  acuden; 
algunas  veces  pasa  de  ochenta,  pero  esto  es  cosa  muy 
rara.  En  grande  parte  de  España  se  ven  lugares  y 
montes  pelados,  secos  y  sin  fruto,  peñascos  escabro- 
sos y  riscos,  lo  que  es  alguna  fealdad.  Principalmen- 
te la  parte  que  de  ella  cae  hacia*  el  Septentrión  tiene 
esta  falta:  que  las  tierras  que  miran  al  Mediodía  son 
dotadas  de  escelente  fertilidad  y  hermosura.  Los  lu- 
gares marítimos  tienen  -abundancia  de  pesca,  de  que 
padecen  falta  los  que  están  la  tierra  mas  adentro,  por 
caerles  el  mar  lejos,  tener  España  pocos  ríos,  y  lagos 
no  muchos.  Sin  em)[>ar^o,  ninguna  parte  hay  en  ella 
ociosa  ni  estéril  de  todo.  Donde  no  se  coge  pan  ni 
otros  frttt08>  allí  nace  yerba  para  el  ganado,  y  copia 
de  esparto  á  propósito  para  hacer  sogas ,  gomenas  y 
maromas  para  los  navios,  pieita  para  esteras  y  para 
otros  mucnos  servicios  y  husos  déla  vida  humana. 

La  ligereza  de  los  dumllos  es  tal,  que  por  esta 
causa  las  naciones  estranjeras  creyeron,  y  los  escri- 
tores antiguos  dijeron,  que  se  engendraban  del  vien- 
to: que  fue  mentir  con  alguna  probabilidad  y  apa- 
riencia de  verdad.  En  conclusión,  aun  el  mismo 
Plinio  al  fin  de  la  historia  natural  testifica  que  por 
todas  partes  cercanas  del  mar  de  España  es  la  mejor  y 
.  mas  fértil  de  todas  las  tierras ,  sacada  Italia.  A  la  cual 
misma  hace  ventaja  en  la  aJegria  del  cielo  y  en  el 
aire  que  goza  de  onUnarío  templado  y  muy  saluda- 
ble. Y  si  de  verano  no  padeciese  algunas  veces  falta 
de  agua  y  sequedad,  haría  sin  duda  ventaja  á  todaí 
las  provincias  de  Europa  y  de  Afinca  en  todas  las 


cosas  necesarias  al  sustento  y  arreo  de  la  vida.  De- 
mas  que  en  este  tiempo,  por  el  trato  y  navegaron 
de  las  ludíais,  donde  han  á  Levante  y  á  Poniente  en 
nuestra  edad  y  en  la  de  nuestros  abuelos  penetrado 
las  armas  españolas  con  virtud  invencible,  es  nues- 
tra España  en  toda  suerte  de  riquezas  y  mercaderías 
dichosa  y  abundante ,  y  tiene  sm  falta  el  primer  lu- 
gar y  el  principado  entre  todas,  las  provincias.  De 
allí  con  las  flotas  que  cada  año  van  y  vienen,  y  cou 
el  fiívor  .del  cielo,  se  han  traído  tanto  oro  y  plata,  y 
piedras  preciosas,  y  otras  riquezas  para  particulares 
y  para  los  reyes,  que  si  se  dijese  y  sumase  lo  que  ha 
sido,  se  tendría  por  mentira.  Lo  cual  todo  demás  del 
interés  redunda  en  grande  honra  y  gloria  de  nuestra 
nación,  y  del  resulta  no  menos  provecho  á  las  estran- 
jeras, á  las  cuales  cabe  buena  parte  de  nuestras  ri- 
quezas, de  nuestra  abundancia  y  bienes. 

CAPITULO  II. 

Del  asiento  y  circuaferencía  de  España. 

La  postrera  de  las  tierras  hacía  donde  el  sol  se 
pone  en  nuestra  España.  Parte  término  con  Francia 
por  los  montes  Pirineos,  y  con  África  por  el  angosto 
estrecho  de  Gíbraltar.  Tiene  figura  y  semejanza  de 
nn  enero  de  buey  tendeo  (que  asi  lo  comparan  los 
geógrafos)  y  está  iváeada  par  todas  partes  y  ceñida 
del  mar,  sino  es  por  la  que  tiene  por  aledaño  á  los 
Pirineos,  cuyas  cordilleras  corren  del  uno  al  otro 
mar,  y  se  rematan  en  dos  cabos  6  promontorio»,  el 
uno  sobre  el  Océano,  que  se  llama  Olarso,  cerca  de 
Fuente-Rabia,  y  el  otro  cae  hacia  el  mediterráneo,  y 
autiguamenle  se  llamó  promontorio  de  Venus  de  un 
templo  que  allí  á  esta  diosa  dedicaron :  ahora ,  mu- 
dada la  religon  gentílica  y  dejada,  se  llama  cabo  de 
Cruces.  Desde  este  cabo ,  donue  se  remata  la  Gallia 
que  antiguamente  se  decía  Narbonense,  hasta  lo  pos- 
trero deiesü^echo  de  kGi|)raltar  se  estiende  y  corre 
con  riberas  muy  ^largas  entre  Mediodía  y  Poniente  el 
uno  de  los  cuatro  lados  de  España,  el  cual  va  bañado 
con  las  aguas  del  mar  Mediterráneo.  Su  lonjitud  es 
de  doscientas  y  setenta  leguas ,  lo  cual  se  estiende 
discurriendo  por  la  costa,  porque ,  si  nos  apartamos 
hacia  la  tierra  ó  hacia  la  mar,  de  las  riberas  y  pro- 
montorios y  ensañadas  que  hace,  menor  será  la  dis- 
tancia :  y  advierto  que  cada  legua  española  tiene 
como  cuatro  millas  de  las  de  Italia.  En  este  lado  de 
España  está  Colibre,  ciudad  antigua  de  la  Gallia,  al 

S rósente  mas  conocida  por  su  antigüedad  y  comodi- 
ad  del  puerto  que  tiene,  gue  por  la  muchedumbre 
de  vinos,  que  son  pocos ,  ni  arreo  de  sus  moradores, 
que  todo  es  pobreza. 

Pasado  el  cabo  de  Venus  ó  de  Cruces,  que  está 
cerca  de  GoHbre,  sígnense  dos  promontorios  o  cabos 
dichos  antiguamente  el  uno  Lunario,  el  otro  Ferraria 
ó  Tenebrio  (1),  que  ratán  [distantes  casi  igualmente 
de  la  una  y  de  la  otra  parte  de  la  boca  del  rio  Ebro. 
En  el  cual  espacio  y  distancia  se  ve  la  boca  del  rio 
Lobregat,  por  donde  descarga  sus  aguas,  que  siem- 
pre lleva  rojas,  en  la  mar;  y  así  los  antiguos  le  Ifama- 
ron  Rubrícate,  que  es  lo  mismo  que  rojo.  Están 
también  en  aquel  lado  las  ciudades  de  Barcelona, 
Tarragona,  Tortosa.  Monviedro,  que  fue  antigua- 
mente la  fiímosa  ciudad  de  Sangunto  (los  Godos  por 
sus  ruinas  la  llamare^  Murvetrum,  muro  viejo)  bien 
conocida  por  su  lealtad,  que  guardó  con  los  Romanos, 

(1)  El  Lunariúl  legaa  Ptolomeo,  estaba  eotre  Retiílon , 
qoe  hoy  etBadalooa.  pueblo  cerca  de  Barcelona ,  y  Blanda, 

Sae  era  del  pais  de  loe  Laletaooe,  y  hoy  se  llama  Blanes.— 
11  Ferraria  qoe  formaba  la  ensBaada  SaecoDense,  estaba 
situado  enfrente  de  la  isla  Ebasa,  qae  boy  es  Ibiza,  según 
Pomponio  Mela.— El  Tenebrio ,  sttun  Ptolomeo.  estaba 
situado  en  medio  de  loa  dos,  cerca  de  la  boca  del  Ebro  i  la 
parte  citerior,  en  el  pais  gue  Libio  Haoa  de  los  Ilercanes, 
Plinio  llergaones  j  Julio  César  Ilurgaaooenses. 


RlSlOftU  DE  KSPAÍIa, 


y  por  su  defiiruccfoD  y  raíaa.  Decaes  de  SaguDlo, 
se  sigoen  Yalencía,  la  boca  del  río  J6ear  y  Denia,  el 
caliQ  de  Gatas  (i),  dicho  ari  por  las  machas  piedras 
ágaUB  que  allí  se  htfllaa.  Los  Griegos  antíguameaté 
se  Uamaion  Charídemo,  que  es  tanto  como  gracioso, 
por  tener  entendido  qne  las  dichas  piedras  tenían 
YÍrtnd  para  ganar  la  g^cia  d<%  los  hombres  y  hacer 
amigos.  Mas  adelante  en  el  mismo  lado  se  fe  Alme* 
ría,  la  cual  se  fundó,  segan  algmios  lo  creen,  de  las 
ruinas  de  Abdera;  otros  sienten  ser  la  antigua  Urci 
situada  en  los  tfistetanos,  que  es  la  comarca  de 
Baia. 

Después  está  Málaga,  y  finalmente  á  la  boca  del 
estrecho  Heraclea  ó  Galpe,  dicha  así  antiguamente 
del  moDle  Galpe,  donde  está  asentada  (2)  y  puesta: 
la  cual  hoy  se  dice  Gibraltar.  Luego  se  si^e  Tartes- 
so,  ó  como  vulgarmente  la  llamamos  Tarifa,  de  don- 
de todo  el  estrecho  antigúamete  se  llamó  Tartessiaco: 
si  yjk  los  nombres  de  Tartessio  y*  Tartessiaco  no  se 
derinm  y  tomaron  de  Taráis,  que  así  se  dijo  antigua- 
mente Cartbago  ó  Tánez;  y  pudo  ser  que  se  muda- 
sen los  nombres  á  estos  lugares  por  el  mucho  trato 
Sue  aquella  gente  de  África  tuvo  en  aquellas  partes. 
1  mismo  estrecho  se  llamó  Hercúleo  á  causa  de  Hér« 
coles,  el  cual  venido  en  España,  y  hechos  á  manos 
cim  grandes  materiales  y  muelles  los  montea  dichos 
Galpe  y  Abyla  de  la  una  y  otra  parte  del  estrecho  (que 
son  las  columnas  de  Hércules)  (3)  se  dice  quiso  cer- 
rar  y  eegar  aquellas  estrechuras,  cuya  longitud  es 
de  quince  millas,  la  anchura  por  donde  mas  se  estre- 
cha el  mar  apenas  es  de  siete,  conforme  á  lo  que  So- 
lino  escribe:  dado  que  hoy  roas  de  doce  millas  tiene 
de  anchara  por  la  parte  mas  estrecha;  la  lon^tud 
pasa  de  treinta.  El  mismo  estrecho  se  llamó  Gaditano 
en  Gádiz,  en  latín  Gadeis,  que  es  una  isla  á  la  salida 
del  estrecho,  que  está  y  se  ve  á  la  mano  derecha  en 
el  Océano.  Tomó  aquel  nombre  de  una  dicción  car- 
tbaginés  que  signinca  vallado  (como  también  en  he- 
breo lo  significa  esta  palabra  Glieder),  por  ser  Gádiz 
como  valladar  de  España  contrapuesto,  y  que  hace 
rostro  á  las  hinchadas  olas  del  mar  Océano.  Estaba 


(i)  Eo  esta  descripcioo  de  la  costa  se  omite  el  cabo  de 
Pilos,  coooeido  antigiiaiDeDte  con  el  nombre  de  Scombraria^ 
por  loe  muchos  eMombros  6  alaches  que  criaba',  de  los  cuales 
se  hada  una  salsa  qoe  en  Roma  se  vendia  á  un  predo  muy 
subido.  StraboB  habla  de  una  pequafia  isla  qoe  se  llama 
Hérailei  y  Eacombria,  y  hoy  conserva  el  mismo  nombre, 
en  la  mima  boca  de  so  puerto,  sitnada  á  veinte  y  cuatro 
estadiof  de  Cartagena,  en  la  cual  se  pescaban  muchos  es- 
combros ó  alaches. 

(2)  Piiinio,  Ptolmeo  y  Pomponio  Mela  solo  hablan  de  la 
dudad  de  Carte3fa  sobre  el  monte  Calpe;  pero  en  una  meda- 
lla del  Booetarío  de  la  reina  Cristina  de  Suecia  se  ve  la  ins- 
eripdon.  C.  /.,  (Mpe,  qoe  quiere  dedr  Cekmia  Mía 
Céipe;  y  en  el  libro  de  Nicolás  Damasoeno  de  hutítutime 
AM$tuU  se  lee  Umbieo:  Ad$eciUu$  tamden  e$t  octmiut 
CdUarem  drca  utben  Calpiam.  Puede  ser.  por  lo  tanto, 
que  la  dudad  toYíera  los  dos  nombres  de  Calpe  y  Carteya, 
O  acaso  serian  dos  dndades  distintas  puestas  á  la  falda  0  al 
pie  del  mismo  monte,  aunque  nos  parece  menos  probable. 

(3)  Se  dice  que  los  primeros  fenidos  que  llegiron  al  es- 
trecho de  Gibiaiiar,  para  perpetuar  la  memoria  de  una  na- 
Tesaeion  tan  felis,  lennlanm  dos  columnas  con  la  inscrip- 
ción de  sa  propio  idioma:  «iVíim  p¡u$  ultra*  «no  se  pasa 
de  aquí;»  las  cuales,  por  una  traducción  antiquísima,  se  ban 
llamado  siempre  las  columnas  de  Hércules,  quizás  porque 
así  se  llamase  el  gefe  mercader  fenicio.  Se  dice  también  que 
con  el  tiempo  se  srruinaron  estas  columnas,  v  qoe  los  anti- 
raOB  dieron  esta  denominación  á  los  montes  AbTla  y  Galpe, 
donde  estaban  poesías,  situado  el  primero  en  la  costa  de 
Afíica^  donde  boy  está  Ceuta,  y  d  segundo  en  la  de  Espaúa, 
donde  está  Gibraltar.  Nosotros  nos  inclinamos  á  creer  que  las 
dos  coiomnas  fueron  siempre  estos  dos  montes,  que  quixás 
en  los  tiempos  mas  antiguos  estaban  mas  onídos,  y  después 
por  algon  terremoto,  ó  porque  las  mareas  (besen  socavándo- 
los, d  estrecho  canal  poco  á  poco  se  ha  ido  ensanchando, 
pues  coiata  por  el  testimonio  de  los  antiguos  que  ha  ido 
eiedeado  en  hülvd  y  kwgitod. 


esta  isla  antiguamente  apartada  setecientos  pabos  de 
las  riberas  de  España,  y  bajaba  doscientas  millas  en 
circuito,  al  presente  apenas  tiene  tres  leguas  de  lar- 
go, que  son  doce  millas,  y  della  por  una  puente  se 
pasa  á  la  tierra  firme:  tan  cerca  le  cae.  Así  se  mudan 
y  se  truecan  las  cosas  con  el  tiempo,  que  todo  lo 
altera. 

Desde  lo  postrero  del  estrecho  hasta  el  promonto- 
rio Nerío,  hoy  llamado  cabo  de  Finis-terrae,  cuentan 
los  que  navegan  doscientas  veinte  y  seis  Teguas, 
porque  el  cabo  de  San  Vicente  que  se  decia  promon- 
torio Sacado,  el  cual  está  contrapuesto  y  enfrente 
de  los  Pirineos,  que  es  la  mayor  distancia  y  longitud 
que  hay  en  España,  y  que  corre  y  se  mete  muy 
adentro  en  e^  mar,  hace  las  vueltas  de  las  riberas  al- 
go mas  larcas  que  si  por  camino  derecho  se  anduviese. 
En  estas  riberas  del  Océano  están  asentadas  primero 
Sevilla  junto  ¿Guadalquivir,  y  después  por  la  parte* 
que  el  rio  Tajo  se  descarga  y  entra  en  el  mar,  la  ciu- 
dad de  Lisboa:  las  cuales  en  grandeza,  número  de 
moradores  y  contratación  compiten  con  las  primeras 
y  mas  principales  de  Europa.  Está  cerca  de  Lisboa  el 
promotorío  Artabro:*  desde  donde  el  Océano,  que  á 
mano  siniestra  se  llamaba  Atlántico,  comienza  á  bi 
derecha  á  llamarse  Gallico  ó  Gallego,  como  (según 

Ífo  creo)  en  el  mar  Mediterráneo  los  nombres  de  Va- 
eárico  y  Ibérico,  que  tienen,  se  distinguen  por  el 
rio  Ebro  oledaño  del  un  mar  y  del  otro. 

El  lado  tercero  de  España,  que  corre  entre  los 
vientos  Cierzo  y  Cauro  ó  Gallego,  estiende  por  espa- 
cio de  ciento  treinta  y  cuatro  leguas  sus  riberas,  no 
iguales  ó  derechas  como  lo  sintió  Pompouio  Mela, 
antes  hacen  no  menos  senos  y  Galas,  ni  son  menos 
desiguales  que  los  demás  costados  desta  provincia. 
Los  puertos  mas  principales,  que  en  aquela  parte 
caen,  son  el  de  la  coruña;  que  se  decia  Brigantino, 
el  de  Laredo  y  el  de  Santander. 

Por  ventura  se  podria  decir  que  la  forma  antigua 
de  las  marinas  de  España,  asi  bien  como  en  las  de- 
más provincias,  se  na  mudado,  en  parte  por  comer 
el  mar  las  riberas,  y  en  parte  ñor  diversas  ocasiones 
y  montes  que  se  han  levantaao  de  nuevo  donde  no 
los  habla,  que  desacreditan  las  antiguas  descripcio- 
nes de  la  tierra,  y  no  dan  poco  en  qué  entender  á' 
los  que  de  nuevo  estriben:  que  tal  es  Ja  inconstancia 
de  la  natmraleza  y  de  las  cosas  que  en  la  tierra  hay. 

La  longitud  de  los  Pirineos,  que  es  el  cuarto  lado 
de  España,  doblando  algún  tanto  hacia  ella,  se  es- 
tiende con  sus  cordilleras  muy  altas,  y  corre  entre 
Septentrión  y  LevaUte  desde  el  mar  Océano  hasta  el 
Mediterráneo  por  espacio  de  ochenta  leguas.  Justino 
pone  seiscientas  millas,  en  que  sin  duda  los  números 
por  la  injuria  del  tiempo  en  esta  parte  están  muda- 
dos. Desde  el  muy  alto  monte  de  Cantabria,  llamado 
de  San  Adrián,  los  que  por  alli  pasan  dicen  se  ve  el 
uno  y  el  otro  mar:  si  ya  el  engaño  v  apariencia  no 
haee  tomar  lo  que  parece,  por  verdadero;  y  afirmar 
por  cierto  lo  que  a  los  ojos  se  les  antoja  de  los  que 
por  allí  pasan. 

GAPITTLO  ni. 

De  los  montes  y  rios  principales  de  Eiipaua. 

EifTRS  Vizcaya  y  Navarra,  desde  Roncesvalles  (lu- 
gar bien  conocido  por  la  matanza  y  destrozo  que  allí 
se  hizo  de  la  nobleza  de  Francia  cuando  Cario  Magno 
quiso  por  fuerza  de  armas  entrar  en  España)  cierto 
ramo  de  montes  que  nace  y  se  desgaja  de  los  Piri- 
neos, y  se  endereza  al  Poniente,  deia  a  la  diestra  los 
Gántanros  y  las  Asturias,  y  mas  adelante  corta  y  par« 
te  por  medio  de  la  provincia  de  Galicia,  donde  hace 
el  cabo  de  Finís-terne  en  lo  último  de  España,*  que 
corre  y  se  mete  mucho  en  la  mar.  Distinguense  por 
este  monte  en  España  los  Ultramontanos  de  los  Citra- 
montanos, ó  como  el  vulgo  habla,  los  montañeses  de 
aquende  y  de  allende.  Destos  montes  hacia  la  parte 


8 


BIBLIOTECA    liB  GASPAK   Y  ROIG. 


de  Mediodía  el  monte  Idubeda  (llamado  así  de  losaa- 
tiguos)  se  desgaja.  Tiene  su  príncíDío  cerca  de  las 
fuentes  de  Ebro,  que  están  sobre  los  Pelendones,  ; 
pueblos  antiguos  de  España:  por  mejor  decir  nace  ! 
en  las  vertientes  de  Asturias;  donde  está  un  pueblo  { 
por  nombre  Fontibre,  que  es  lo  mismo  que  Fuentes  < 
de  Ebro  (i).  Al  presente  este  monte  Idubeda  se  llama 
montes  ae  Oca,  del  nombre  de  una  ciudad  antigua 
llemada  Auca,  cu  vos  rastros  se  muestran  cerca  de 
Villafranca  cinco  leguas  sobre  Burgos.  Y  pasando  el 
dicho  monte  por  Bribiesca  y  por  los  Arevacos,  donde 
se  empinan  las  cumbres  del  monte  Orbion,  no  lejos 
de  Moncayo^  discurre  entre  Calatayud  y  Daroca  has- 
ta tanto  que  se  remata  en  el  mar  Mediterráneo  cerca 
de  Tortosa:  de  la  cual  ciudad  toman  h(^  apellido  las 

f»ostreras  partes  de  este  monte,  que  son  y  se  llaman 
os  montes  de  Tortosa. 

Este  monte  Idubeda  hace  que  el  rio  Ebro  no  corra 
hacia  Poniente,  como  los  otros  ríos  mas  nombrados  y 
mas  famosos  de  España;  antes  á  la  parte  del  Medio- 
día por  dos  bocas  entra  y  se  descarga  en  el  Mediter- 
ráneo. Del  monte  Idubeda  toma  principio  el  monte 
Orospedar  que  al  principio  se  alza  tan  poco  á  poco, 
que  apenas  se  echa  de  ver;  pero,  empinándose  des- 
pués y  discurriendo  mas  adelante,  hace  y  deja  for- 
mados, primero  los  montes  de  Molina,  después  los 
de  Cuenca,  donde  á  mano  izquierda  nace  y  tiene  sus 
fuentes  Júcar,  y  á  la  derecha  Tajo:  ríos  bien  conoci- 
dos. Desde  allí  forman  los  montes  de  Consuegra, 
cerca  de  la  cual,  en  los  campos  Laminitanos  (hoy 
campo  de  Montiel)  brotan  las  fuentes  y  tos  ojos  de 
Guadiana.  Pasa  desde  allí  á  Alcázar  y  Segura:  donde 
hacía  panes  diferentes  y  hacia  diversos  mares  nacen 
del  y  corren  los  dos  ríos,  el  de  Segura,  que  se  dijo 
antiguamente  Tader,  y  el  de  Guadalquivir  en  el  bos- 

2ue  Tigense  no  lejos 'del  lugar  de  Cazorla,  distante 
e  las  fuentes  de  Guadiana  por  mas  de  veinte  y  cinco 
leguas. 

Desde  Cazorla  este  monte  Oi'ospela  se  parte  en 
dos  brazos,  de  los  cuales  el  uno  enfrente  de  Murcia 
se  remata  en  el  mar  cabe*Muxacra  y  Murgís,  á  man- 
drecha  del  cual  caen  los  Bastetanos,  dichos  así  de  la 
ciudad  de  Basta,  que  es  hoy  Baza,  y  á  lu  siniestra 
los  Contéstanos,  pueblos  y  gentes  antiguas  de  Espa 
ña,  cuya  cabecera  hoy  es  Murcia.  La  otra  parte  se 
estíende  hacia  Málaga,  y  juntándose  con  ios  montes 
de  Granada,  pasa  mas  adelante  de  Gíbraltar  y  de  Ta- 
rifa con  tanto  denuedo,  que  parece  (pasado  el  mar 
y  cegado  el  estrecho)  pretende  diversas  veces  y  por 
diferentes  partes  abrazarse  y  juntarse  con  África.  De 
Orospeda,  cerca  de  Alcaraz,  proceden  los  montes 
Marianos,  vulgarmente  dichos  Sierramorena,  cuyas 
raices  casi  siemore  hasta  el  mar  Océano  baña  el  rio 
Gualdalquivir,  el  cual  desde  Andujar  parto  por  medio 
de  Andalucía,  pasa  por  Córdoba,  Itálica  y  Sevilla,  y 
últimamente  se  envuelve  en  el  mar  Océano  cerca  del 
luffar  que  antiguamente  llamaron  templo  del  Lucero, 
y  noy  se  dice  Sanlócar.  Entra  en  el  mar  este  rio  al 
presente  ñor  una  boca:  antiguamente  entraba  por 
dos,  pues  Nebrijay  Asta,  que  ponían  los  antiguos  en 
el  estero  de  Guadalquivir,  ahora  distan  del  y  de  su 
boca  por  espacio  de  dos  leguas. 

Volvamos  atrás.  No  lejos  del  principio  deOh)speda 
y  cerca  de  Moncayo,  en  medio  de  las  llanuras  y  la 
campiña  muy  tendida,  se  levantan  otros  montes,  los 
cuales  no  hay  duda  sino  que  son  brazos  de  los  Pin- 
neos,  como  los  demás  montes  de  España,  con  los 
cuales  toda  ella  está  entretejida  y  enlazada:  bien  que 
al  principio  apenas  se  echaría  de  ver  que  se  levanten 
sino  fuese  por  las  vertientes,  y  porque  el  rio  Duero, 

(i)  A  tres  cuarlos  de  legua  de  Reynosa,  donde  se  cree 
que  estavo  la  Joliobrica  ó  Jaliobrin  aptigua,  qae  Augosto 
fundó  después  que  subyugó  á  los  Cántabros  pare  conservar 
y  honrar  ía  nemoría  desa  Uo  Mo  César. 


que  como  nazca  en  los  Pelendones  y  hasta  Soria  cor- 
ra claramente  hacia  la  parte  del  Mediodía,  le  hacen 
desde  allí  dar  vuelta  y  seguirla  derrota  del  Poniente 
derechamente.  Destos  montes  acerca  de  los  antiguos 
escritores  ni  hallo  nombre  ni  mención  alguna:  al 
presente  tienen  muchos  apellidos,  y  siempre  dife- 
rente y  nuevos,  que  toman  por  la  mayor  parte  de 
las  ciudades  que  les  caen  cerca,  como  de  Soria,  Se- 
govia  y  Avila;  en  particular  Castilla,  la  mayor  de  las 
provincias  de  España,  se  divide  por  estos  montes  en 
Castilla  la  Nueva  y  la  Vieja.  Los  mismos  m^  adelan- 
te pasan  cerca  de  Coria  y  Plasencía,  bañados  á  la  si- 
niestra del  rio  Tajo,  y  siguiendo  aquella  derrota, 
parlen  á  Portugal  en  dos  partes  casi  iguales.  Ultima- 
mente  se  rematan  en  el  lugar  llamado  Sintra,  que 
está  puesto  sobre  el  monte  Tagro,  siete  leguas  de 
Lisboa  hacia  Setentriou,  donde  dejan  foroaado  en 
el  mar  Océano  el  promontorio  ó  cabo  que,  por  lo  me- 
nos Solino,  le  llamó  Artabro. 

CAPITULO  IV. 

De  dos  divisiones  de  Espaua,  la  antigua   y  la  moderna. 

La  antigua  España  se  dividió  en  tiempo  de  los  Ro- 
manos en  tres  Kirtes,  que  conviene  á  saber:  en 
la  Lusilania,  la  Bética,  y  lo  que  llamaban  Hispania 
Tarraconense.  Los  Lusitanos  poseían  lo  postrero  de 
España  hacia  el  Océano  occidental,  tenían  por  linde- 
ros el  río  Duero  al  Septrntrion,  y  á  la  parte  de  Medio- 
día al  rio  Guadiana;  y  desde  el  rio  Duero,  que  cae  en- 
frente de  Simancas,  una  línea  que  se  tira  hasta  la 
Puente  del  Arzobispo,  y  desde  allí  pasa  á  los  Oreta- 
nos,  que  era  donde  esta  ahora  Almagro  hasta  la  ri- 
bera de  Guadiana,  terminaba  aquella  provincia  y  la 
dividía  de  la  provincia  Tarraconenie.  De  tai  auerte, 
que  comprendía  la  Lusitania  en  su  distrito  á  Avila» 
Salamanca,  Coria,  tierra  de  Plasencía  y  Trojillo,  y 
otras  ciudades  y  lugaies  que  de  presente  pertenecen 
y  son  de  Castilla. 

Seguíase  la  Bética  ó  Andalucía,  la  cual  está  ro- 
deada por  tres  lados  del  río  Guadiana;  y  del  uno  y  del 
otro  mar  hasta  Murgís  ó  Mnxacra,  pueolo  que  estaba 
asentado  cerca  del  promontorio  Cfharidemo  ó  cabo 
de  Gatas,  desde  donde,  tirada  una  línea  hasta  los 
términos  de  Caslulon  y  hasta  los  Oretanos,  donde  es- 
tá la  rica  villa  de  Almagro;  resulta  el  otro  lado  de  la 
Bética  á  la  banda  de  Levante  donde  sale  el  sol. 

'  Todas  las  demás  tierras  ríe  Banana  se  llamaron  y 
tomaron  el  apellido  que  tenia  de  España  Tarraconen- 
se, del  nonihre  de  Tarragona,  novilísiroa  población  y 
colonia  lie  los  Scipiones;  y  que  fue  por  largo  tiempo 
la  silla  del  imperio  romano,  donde  los  pueblos  trata- 
ban sus  pleitos  y  de  donde  procedían  las  leyes  con 
que  los  vasallos  se  gobernaban,  y  los  consejos  de  la 
paz  y  de  la  guerra.  La  cual  San  Isidoro,  conforme  á 
la  división  del  gran  Constantino  que  se  hallla  en  el 
Sexto  Rufo,  dividió  en  la  Tarraconense,  en  la  Carta- 
ginense y  en  la  Galicia,  sin  señalar  los  linderos  que 
cada  una  de  estas  tres  proviocías  tenían;  y  no  es  ma- 
ravilla, por  haberse  mudado  muchas  veces,  ya  estre- 
chando estas  provincias,  ya  alargándolas,  por  volun- 
tad de  los  que  mandaban  ó  conforme  las  diferentes 
ocasiones  sucedían.  Toda  la  España  Tarraconense  com- 
prenden los  mas  debajo  del  nombre  de  España  Cite- 
rior, que  es  lo  mismo  que  de  aquende,  así  como  la 
Lusitania  y  la  Bética  entienden  debajo  del  nombre 
Ulterior:  ca  los  que  ponen  por  términos  de  estas  dos 
Españas  Citerior  y  Ulterior  al  rio  Ebro,  á  los  tales  y  á 
su  opinión  resisten  Plinio  y  los  mas  eruditos;  bien 
que  sin  duda  en  algún  tiempo  fue  así  que  se  dividían 
las  dos  Españas  sobredichas  con  aauel  rio:  de  suerte 
.  que  todo  lo  que  está  de  esta  parte  oe  Ebro  hacia  Po- 
niente, se  llamó  almín  tiempo  España  Ulterior,  y  Gi- 
•  tenor  lo  que  cae  de  la  otra  parte.  La  una  y  la  otra 
:  España  sin  duda  en  este  tiempo  tienen  naevos  y  mu- 


B18T0MA  DB  BSPAÜA.  9 

chos  nombres,  los  cuales  redacir  á  cierto  número  es  Esto  es  lo  que  contiene  de  allá  de  Ebro ,  porque 
dificultoso :  si  bien  se  pueden.todos  comprender  de-  tamicen  desta  parte  del  mismo  rio  los  reyes  de  Na- 
bajo  de  cinco  nombres  de  reinos  que  resultaron,  j  se  Tarra  por  via  de  dote  poseyeron  á  Tudela  de  Navarra 
levantaron  como  echaban  de  España  los  Moros.  con  otros  lugares  comarcanos  á  esta  provincia.  Dado 

El  reino  de  Portugal  y  su  gente  tiene  por  fundado-  que  es  estrechada  de  términos,  y  no  muy  llena  de 
res  á  los  Franceses  con  su  caudillo  don  Enrique,  que  gente,  tanto  que  en  este  tiempo  solamente  nace  cua- 
fue  del  linaje  de  los  príncipes  de  Lorena,  dado  que  renta  mil  fuegos  ó  vecinos,  pareció  ponella  entre  las 
nadó  en  Besanion,  ciudad  de  Borgoña.  Su  suegro  principales  partes  de  España;  porque  los  Vascones, 
don  Alfonso  el  VI,  rev  de  Castilla,  le  dio  con  su  hija  antiguos  moradores  della,  fueron  de  tanto  valor,  qne 
doña  Teresa  la  ciudad  de  Portu ,  asentada  á  la  boca  por  sí  sin  ayuda  de  los  demás  españoles  ganaron  de 
del  río  Duero,  y  otros  pueblos  comarcanos.  De  Portu  Moros  muy  á  los  principios  aquellas  tierras,  y  con 
y  de  Galtia,  qqe  es  la  Francia,  se  forjó  el  nombre  de  nombre  y  corona  real  las  poseyeron  y  conservaron 
Poriuj^I;  la  cual  opinión  siguen  algunos  autores.  Lo  basta  la  edad  y  memoria  de  nuestros  padres  constan- 
mas  cierto  es  lo  que  sienten  otras  personas  mas  eru-  tómente,  estendiendo  muchas  veoes^or  varios  suce- 
ditas  y  cuerdas :  oue  de  un  lugar  que  estaba  en  aquel  sos  de  la  guerra  y  ampliando  su  señorío  de  manera, 
puerto ,  que  se  dijo  Cale  y  ai  presente  Cava ,  y  de  que  en  la  ciudad  de  N^ara  se  ven  sepulcros  de  aque- 
Portu  se  compuso  este  nombre  de  Portugal.  Éstíéode-  líos  reyes,  y  en  lugares  bien  distantes  de  lo  que  noy 
se  Portugal  por  la  longitud  algo  mas  que  la  antigua  es  Navarra  se  hallan  rastros  manifiestos  de  haber  te- 
Lnsitania.  pues  pasado  el  rio  Duero,  llega  con  cam-  nido  mayor  distrito  que  hoy  les  pertenece, 
pos  muy  fértiles  nasta  el  rio  Miño;  y  sus  riberas  so-  |  Quien  deduce  esta  palabra  de  Navarra  de  otra  á 
bre  el  mar  Océano  contienen  y  se  estíenden  no  me-  ella  semejable ,  es  á  saber  navaerria ,  que  compuesta 
nos  de  dentó  y  diez  y  siete  leguas.  Pero  la  misma  \  de  las  lenguas  vizcaina  y  castellana,  es  lo  mismo  que 
provincia  es  mas  angosta  oue  la  Lnsitania,  y  su  an*  [  tierra  llana.  Los  castellanos  llaman  navas  á  las  Uanu- 
chura  es  cast  igual  hacia  el  Oriente;  porque,  comen-  |  ras,  los  cántabros  á  la  tierra  llaman  erria,  todo  junto 
zando  un  poco  sobre  Berganza,  j  pasando  por  los  [  querrá  decir  tierra  llana:  imaginación  aguda,  y  no 
nos  Duero  y  Tajo,  llega  á  Beja,  ciudad  puesta  en  la  !  muy  fuera  de  propósito,  ni  del  todo  ridicula.  Nos  en 
ribera  de  Guadiana ,  rio  con  que  re  termina  hacia  estos  nuestros  comentarios  y  en  esta  historia  llama- 
Mediodía  el  sobredicho  reino  de  Portugal.  Por  el  Sep-  ¡  mos  en  latin  Vascones  á  aquella  provincia  y  á  los  mo- 
tentrion  j  á  la  parte  de  Levante  alinda  y  está  pecado  radores  della ;  que  es  lo  mismo  que  Navarra  y  na- 
^con  el  remede  León,  que  es  la  segunda  provincia  de  varros..  Está  este  reino  dividido  en  seis  partes  ó 
las  cinco  ya  dichas.  merindades,  que  son  la  de  Pamplona ,  la  de  Estella, 

Toma  este  remo  su  apellido  de  la  ciudad  de  León,  la  de  Tudela,  la  de  Olite  y  la  de  Sangüesa.  La  sesta 
qne  fue  y  es  hoy  real  y  metrópoli  de  aquella  provin-  liamaiia  Ultrapuertos,  cuya  cabeza  es  San  Juan  de 
cía.  Contiene  en  sí  la  Calida  toda,  y  las  Asturias  de  Pie  de  Puerto,  está  y  ha  quedado  sola  en  poder  de 
Oviedo,  las  cuales  desde  el  rio  Mearo  y  desde  el  lugar    los  señcn^s  de  Bearne. 

de  Ribadeo  llegan  con  sus  riberas  estendidas  hasta  el  \  El  reino  de  Aragón  se  divide  en  Cataluña,  Valen- 
puerto  de  Llanos.  Ultra  desto  de  Castilla  la  Vieja^  cía  y  hi  parte  que  propiamente  se  llama' Aragón.  Está 
pert^ece  al  rdnode  León  todo  lo  que  está  compre-  ceñida  por  las  tres  partes  de  Mediodía,  Levante  y 
hendido  entre  el  bosque  de  Pemía  y  el  rio  Carrion  Septentrión  con  el  mar  Mediterráneo,  y  con  aquella 
hasta  oue  llega  á  Pisuer^  y  entra  en  Duero;  y  pa-  !  parta  de  los  Pirineos  donde  estaban  los  Ceretanos  y 
sado  el  rio  Duero,  otro  no  ihmado  Heva,  y  Regañón  |  noy  Cerdanía,  y  con  la  raya  de  Navarra.  Por  el  Pe- 
gue con  él  se  junta,  son  ios  aledaños  de  este  ieino:  .  nlente  tiene  por  término  el  rio  Ebro  por  la  parte  que 
finalmente  una  línea  tirada  entre  Salamanca  y  Avila,  I  toca  á  Navarra.  Desde  allí  se  tira  una  linea  con  mu- 
que toca  las  cumbres  de  aquellos  montes,  llega  á  la  chas  y  grandes  vueltas  oue  hace  por  Tarazona ,  Da« 
raya  de  Portu^.  roca  ^  Haríza,  Tiruel ,  Játiva ,  Origúela  hasta  la  boca 

Este  fne  antiguamente  el  distrito  del  reino  de  León,  del  no  Segura,  que  está  entre  Alicante  y  Cartagena, 
Júntesele  adelante,  sacada  Plasencia  y  su  diócesis,  ;  donde  la  dichadínea  toca  en  nuestro  mar,  y  divídelas 
toda  la  Estremadura :  asi  dicha  por  haber  (después  '  tierras  de  la  corona  de  Aragón  de  lo  restante  de  Es- 
que  se  comenzó  á  recobrar  España  de  los  Moros  con  paña.  Tienen  los  de  Aragón  y  usan  leyes  y  fueros 
varios  sucesos  de  las  guerras)  sido  mucho  tiempo  ,  muy  diferentes  de  los  demás  pueblos  de  España,  los 
frontera,  y  lo  estremo  y  postrero  que  por  uquella  parte  mas  á  propósito  de  conservar  la  libertad  contra  el  de- 
poedan  los  Cristianos.  Otros  traen  diferente  deriva-  masiaoo  poder  de  los  reyes;  para  que  con  la  lozanía 
cion  y  causa  de  este  nombre  de  Estremadura :  cuya  no  degenere  y  se  mude  en  tiranía:  por  tener  enten- 
opinión  se  relatará  en  otro  lugar,  y  en  este  ni  li  re-  \  dido  (como  es  la  verdad)  que  de  pequeños  principios 
probamos,  ni  la  redbimos.  Estenaieronse  otrosí  al^un  '  se  suele  perder  el  derecho  de  la  libertad.  El  nombre 
tiempo  los  términos  de  este  reino  hasta  Mérida,  ciu-  de  Aragón  se  deriva  de  Tarraco,  que  quiere  decir 
dad  de  la  Lnsitania ,  y  Badajoz,  ciudad  de  la  Bé-  Tarragona;  ó  lo  aue  es  roas  probable,  del  rio  Aragón, 
tica  (1)  como  en  sus  lugares  irá  declarando  la  histo-  ,  hoy  Arga,  el  cual  corre  por  donde  al  principio  se  co- 
ría.  El  reino  de  Navarra,  qne  contamos  en  tercer  lu-  \  menzaron  á  ganar  de  los  Moros  y  estender  los  térmí- 
ar  entre  los  reinos  de  España ,  está  sentado  en  tierra  nos  y  distrito  de  aquel  reino, 
délos  Vascones,  pueblos  antiguos  de  España.  Tiene  En  Castilla  (la  cual  creen  llamarse  asi  de  la  mu- 
por  las  espaldas  por  linderos  y  raya  á  los  Pirineos ,  y  chedumbre  de  castillos  que  en  ella  habia ;  y  la  cual 
parte  del  monte  que  dígimos  se  remata  en  el  cabo  de  sola  en  anchura  de  términos,  templanza  del  cielo, 
Finis-terrx:  por  las  demás  partes  le  dñen  el  rio  Ara-  fertilidad  de  la  tierra ,  agudeza  de  los  ingenios,  ricos , 
gon  ó  Arga  á  Mediodía,  y  por  la  banda  de  Poniente  otro  arreos,  v  particular  y  fértil  hermosura  sobrepuja  to- 
pequeño  rio  que  entra  en  Ebro  bajo  de  Calahorra,  y  una  das  las  aemás  provincias  de  España ,  y  no  da  ventaja 
parte  del  mismo  Ebro  son  sus  términos  y  mojones.        á  ninguna  de  las.  estranjeras)  comprebendemos  parte 

de  las  Asturias ,  es  á  saber  las  de  Santillana ,  y  toda 

(I)  Colonia  romana  goe  fandó  Julio  Cénr ,  y  n  llamó  la  Cantabria,  antiguamente  pequeña  región  y  que  no 
Pex  JmUa;  despoei  cAar  Aoguito  la  renovó  y  eDríqueció  tocaba  á  los  Pirineos ,  después  mas  ancha,  de  que  es 
coa  Bneyos  pri vilegioB ,  y  tomó  el  nombre  de  Fax  Áugmto;  argumento  la  dudad  que  antiguamente  se  Uamó  Can- 
PüBio,  d  limerarto  de  Antonino  y  algunas  inMripmnei  que  ^  g^a  (2) .  v  estaba  puesta,  como  se  cree,  entre  Lo- 
han  recoeido  Gratero  y  Rosendo  ponen  á  Pax  iulta  en  Lo-    *""""  v*/ 1  -  cawiua  pu^^oM,  w       iicvi«.,«*«»»v 

sítania :  de  lo  que  le  deduce  que  la  Paz  Auguiíñ  no  ea  Ba- 
dajos da  la  B&iea ,  sino  Bcja  ó  algún  otro  pueblo  de  Por-  I     (2)  Nin^n  geógrafo  ni  griego,  ni  latino  hace  meaeion  de 
tngai,  ¡  ella ;  en  tiempos  noy  postwiores  es  cuando  aparece  na  pue* 


ÍO 


BlBUOraCA  DB  CA8PAB  T  BOIC. 


groño  y  Viana  á  las  riberas  de  Ebro  en  un  collado 
empinado,  gae  hasta  hoy  se  llama  Cantabria  vulgar- 
mente; y  en  San  Eulogio  mártir  se  halla  el  rio  Canta- 
ber,  que  se  entiendk)  es  Ega  ó  Bbro,  con  el  cual  se 
junta  el  río  Aragón :  todo  lo  cual  muestra  fue  la  Can- 
tabria algún  tiempo  mayor  de  lo  que  Ptolomeo,  s^a- 
la .  y  aun  de  lo  que  hoy  llamamos  Vizcaya.  Está  el 
señorío  y  díitríto  de  Vizcaya  partido  en  Vizcaya, 
Guipúzcoa  y  Álava  y  las  Montanas.  En  Vizcaya ,  que 
por  la  mar  se  tiende  desde  Portugalete  hasta  Honoar- 
roa,  están  las  villas  de  Bilbao  y  Bermeo.  Las  marinas 
de  Guipúzcoa,  desde  las  de  Vizcaya,  Ueflnin  á  Fuente- 
Rabia  :  caen  en  su  distrito ,  demás  de  San  Sebastian 
y  el  puerto  de  Guetaria,  salinas.  Tolosa;  la  ciudad 
de  Victoria  y  Mondragon  son  pueblos  de  Álava.  Ver- 
dad es  gue  en  Castilla  todos  W  de  aquel  señorío  y 
lengua  ios  llamamos  vizcaínos^  no  de  otra  manera 
que  á  los  de  la  Gallia  Bélgica,  suieta  á  la  casa  de  Aus- 
tria, llamamos  generalmente  Flamencos,  si  bien  el 
condado  de  Flandes  es  una  pequeña  parte  de  aquellos 
Estados,  Contiene  demás  desto  el  remo  de  Castilla  no 
pocas  ciudades  de  Castilla  la  Vieja ,  y  entre  ellas  las 
de  Bur£|06,  Segovia,  Arila,  Soria  y  Osma. 

El  reino  de  Toledo  es  asimismo  parte  de  Castilla, 
el  cual  hoy  se  llama  Castilla  la  Nueva,  y  antigua- 
mente la  Carpetanía.  Corre  por  medio  del  el  rio  Tajo, 
por  sus  arenas  doradas,  suavidad  del  agua,  fertilidiBd 

Í  hermosura  de  los  campos  que  riega,  el  roas  cele- 
rado de  España ;  corre  nácia  la  parte  do  Poniente, 
mas  revuelve  algún  tanto  hacia  el  Mediodía ;  como 
también  hacen  esta  vuelta  los  rios  Duero,  Guadiana 
y  Guadalquivir.  Pasa  Tajo  en  particular  por  Toledo, 
ciudad  situada  en  medio  de  España ,  luz  y  fortaleza 
de  toda  ella,  fuerte  por  la  naturaleza  del  sitio ,  esce- 
lente  por  la  hermosura  y  ingenios  de  sus  moradores, 
señalada  por  el  culto  de  la  religión  y  estudio  de  las 
ciencias,  bienaventurada  por  el  saludable  cielo  de 
que  goza.  Y  dado  que  su  suelo  es  estéril  y  en  gran 
parte  lleno  de  peñas ,  mas  por  la  bondad  de  los  cam- 
pos comarcanos  es  abundante  de  todo  género  de  man- 
tenimientos y  de  arreos.  Cíñela  el  rio  casi  toda  alre- 
d«ior,  que  pasa  acanalado  por  entre  dos  montes 
ásperos  y  altos,  no  sin  grande  maravilla  de  la  natu- 
raleza. Queda  solamente  de  la  ciudad  por  ceñir  hacia 
el  Septentrión  una  pequeña  entrada  de  áspera  subida 
y  ágna.  Pasado  Toledo,  á  la  ribera  del  mismo  rio  está 
asentada  Talavera,  que  Ptoloroeo  llama  Libera:  villa 
grande  en  número  de  gente,  y  de  tierra  fértil  y  abun- 
dosa. Desde  allí  el  dicho  Tajo  corta  por  medio  la  Lu- 
sitania  fcnyos  términos  caian  allí  cerca)  y  aumentado 
de  roucnos  rios  que  en  él  entran,  se  roete  en  el  Océa- 
no Junto  á  la  ciudid  de  Lisboa. 

En  la  misma  parte  de  España  se  comprefaende  la 
provincia  Cartagmense,  donde  están  Cartago,  Spar- 
taria  (hoy  dicha  Cartagena)  Murcia  y  Cuenca,  y  los 
Celtiberoe,  cuya  cabeza  fue  Numancia  (1):  demás 
desto  la  Mancha  de  Aragón  en  los  Contéstanos,  Per- 
tenece otrosí  al  reino  de  Castilla  la  Bélica ,  que  es 
casi  lo  que  hoy  se  dice  Andalucía,  donde  están  Sevi- 
lla, Córdoba  y  Granada,  ciudad  que  antiguamente  se 
llamó  Illibems,por  lo  menos  estuvo  la  dicha  Illiberris 
cerca  de  donde  noy  está  Granada:  de  lo  cual ,  demás 

bk)  Uimado  Cantabria  6  Cantabtience,  Sao  Isidoro  eo  el 
libro  de  lis  Etimologioi ,  dice :  cLos  Cántabros  llamados  asi 
del  nombre  de  ana  cíodad  y  del  río  Ibero,  sobre  el  cual  estin 
sttoadot:»  pero  no  ^íre  dónde  estaba  sitoada,  ni  cómo  se  lla- 
maba, ni  se  baila  de  ella  mendon  alguna. 

(I)  Según  todos  los  eseritores  antiguos,  la  capital  de  la 
Celtiberia  era  Segobriga :  Numancia  era  la  ciudad  mas  limo- 
sa de  los  Arebacos,  una  délas  cuatro  naciones  que  compo- 
nían aquella  provincia.  Se  ignora  absolutamente  el  lugar 
donde  estaba  situada  Segobriga  ^  y  no  tenemos  ni  medallas 
ni  inscripciones  para  poderlo  determinaf :  Plolomeo  y  Stra- 
bon  dicen  qne  entre  Bílbilis  y  Numancia ,  mas  carea  de  esta 
última. 


de  otros  rastros  que  desto  quedan,  es  argumento 
muy  claro  la  puerta  de. Granada,  IkuQada  de  Elvira, 
y  un  monte  que  allí  hay ,  que  se  llama  del  mismo 
apellido. 

CAPITULO  V. 

De  las  lenguas  de  España. 

Todos  los  Españoles  tienen  en  este  tiempo,  y  usan 
de  una  lengua  común  que  llamamos  castellana,  com- 

Suesta  de  avenida  de  muchas  lenguas ,  en  particular 
e  la  latina  corrupta:  de  que  es  argumento  el  nombre 
que  tiene,  porque  también  se  llama  romance,  v  la 
afinidad  con  ella  tan  grande,  que  lo  que  no  es  uado 
aun  á  la  lengua  italiana,  juntamente  y  con  las  mis- 
mas palabras  y  contesto  se  puede  hablar  latín  y  cas- 
tellano, asi  en  prosa  como  en  verso.  Los  Portugueses 
tienen  su  particular  lengua  mezclada  de  la  mncesa 
y  castellana,  gustosa  para  el  oido  y  elegante.  Los 
valencianos  otrosí  y  catalanes  usan  de  su  lengua  que 
es  muy  semejante  á  la  de  Languedoc  en  Francia ,  ó 
lengua  narbonense,  de  donde  aquella  nación  y  gente 
tuvo  su  origen  :  y  es  asi  que  ordinariamente  de  los 
lugares  comarcanos,  y  de  los  con  quien  se  tiene  co- 
mercio se  pegan  algunos  vocablos  y  algunas  cos- 
tumbres. 

Solo  los  vizcaínos  conservan  hasta  hoy  su  lenguaje 
grosero  y  bárbaro,  y  que  no  recibe  elegancia,  y  es 
muy  diferente  de  los  demás  y  el  mas  antiguo  de  Es- 
paña, y  común  antiguamente  á  toda  ella ,  según  al- 
gunos lo  sienten ,  y  se  dice  que  toda  España  usó  de 
ia  lengua  vizcaína  antes  que  en  estas  provincias  eu- 
trasen  las  armas  de  los  Romanos ,  y  con  ellas  se 
les  pegase  su  lengua.  Añaden  que  como  era  aquella 
gente  de  suyo  grosera,  feroz  y  agreste,  la  cual  tras- 
plantada á  manera  de  árboles  con  la  bondad  de  la 
tierra  se  ablanda  y  mejora,  y  por  ser  innaccesibles  los 
montes  donde  mora,  ó  nunca  recibió  del  todo  el  yugo 
del  imperio  estraniero,  ó  le  sacudió  muy  presto.  Ni 
carece  de  probabilidad,  que  con  ia  antigua  libertad 
se  haya  allí  conservado  la  lengua  antigua  y  común  de 
toda  la  provincia  de  España. 

OtKos  sienten  de  otra  manera ,  y  al  contrario  dicen 
que  la  lengua  vizcaína  siempre  lúe  particular  de 
aquella  ¡Mirte,  y  no  común  de  toda  España.  Mueven- 
se  á  decir  esto  por  testimonio  de  autores  antiguos, 
que  dicen  los  vocablos  vizcaínos,  especialmente  de 
los  lugares  y  pueblos,  eran  mas  duros  y  bárbaros  gue 
los  demás  de  España ,  y  que  no  se  podían  reducir  á 
declinación  latina.  En  particular  Estrabon  testitica 
gue  no  un  género  de  letras  ni  una  lengua  era  común 
a  toda  España.  Confirman  esto  mismo  los  nombres 
briga^  que  es  pueblo,  cetra  escudo,  falarica  lanza, 
gurduB  gordo,  eusculia  coscoja,  latida  lanza,  vipio 
zaida ,  tnaieo  cierta  ave  de  rapiña ,  neey  por  el  dios 
Marte,  con  otras  muchas  dicciones  que  fueron  anti- 
guamente propias  de  la  lengua  de  los  Españoles ,  se- 
gún que  se  prueba  por  la  autoridad  y  testimonio  de 
autores  gravísimos,  y  aun  algunas  de  ellas  pasaron 
sin  duda  de  la  lengua  española  á  la  lengua  latina;  de 
las  cuales  dicciones  todas  no  se  halla  rastro  alguno 
en  la  lengua  vizcaína :  lo  cual  muestra  que  la  Icn^a 
vizcaína  no  fue  la  que  usaba  comunmente  España. 
No  negamos  empero  baya  sido  una  de  las  muchas 
lenguas  oue  en  Esaaña  se  usaban  antiguamente  y  te- 
nían :  solo  pretenaemos  que  no  era  común  á  toda 
ella.  La  cual  opinión  no  queremos  ni  confirmarla  mas 
á  la  larga,  ni  seria  á  propósito  del  intento  que  lleva- 
mos de  detenemos  roas  en  esto  (2). 

(2)  Cuatro  eran  las  lenguas  principales  de  los  antiguos 
pobladores  de  España  :  el  vascon,  la  celUbérifa,  el  bástulo 
y  el  tnrdetano.  De  sos  alfabetos  solo  diremos  qne  el  báslnlo 
era  casi  enteramente  fenicio,  de  lineas  sinuosas  y  formas  re- 
dondas; el  celtibero,  griego  príraiUvo  con  Hgeru  alteracio- 
nes y  algunos  caracteres  peláagioos,  eono  se  diija  eonoeer  en 
las  llneu  rectas  y  angulosas  de  sus  letras ;  el  turdetano ,  que 


mSTOIIlA  DB  ESPAÑA. 


íl 


CAPITULO  VI. 

De  las  costumbres  de  los  Españoles. 

Grosbbas,  sin  policía  ni  crianza ,  fueron  antigua- 
mente las  costumbres  de  los  Españoles.  Sus  ingenios 
mas  de  fieras  que  de  hombres.  En  guardar  secreto  se 
señalaron  estraordinaríamente:  no  eran  parte  los  tor- 
mentos,  por  rigurosos  que  fuesen,  para  habérsele 
queiM^intar.  Sus  ánimos  inquietos  y  bulliciosos:  la 
iigeraa  y  soltura  de  los  cuei^s  estraordinaria :  da- 
dos á  las  religiones  falsas  y  culto  de  los  dioses:  abor- 
recedores  del  estadio  de  las  ciencias,  bien  que  de 
grandes  ingenios.  Lo  cual  trasferidos  en  otras  provin- 
cias, mostraron  bastantemente  que  ni  en  la  claridad 
de  entendimiento  y  ni  en  escelencia  de  memoria,  ni 
aoD  en  la  elocuencia  y  hermosura  de  las  palabras  da- 
ban ventaja  á  ninguna  otra  nación.  En  la  guerra 
fueron  mas  valientes  contra  los  enemigos,  que  as- 
tutos y  sagaces :  el  arreo  de  que  usaban ,  simple  y 
grosero:  el  mantenimiento  mas  en  cantidad,  que 
esquisito  ni  regalado:  bebian  de  ordinario  a^ua,  vmo 
muy  poco:  contra  ios  malhechores  eran  rigurosos, 
con  los  estranjeros  benignos  y  amorosos  (1).  Esto 
fue  antiguamente,  porque  en  este  tiempo  mucho  se 
han  acrecentado  asi  los  vicios  como  las  virtudes.  Los 
estudios  de  la  sabiduría  florecen  cuanto  en  cualquie- 
ra parte  del  mundo:  en  ninguna  provincia  hay  ma- 
yores ni  mas  ciertos  premios  parala  virtud:  en  nin- 
guna nación  tiene  la  carrera  mas  abierta  y  patente 
el  valor  y  doctrina  para  adelantarse.  Deséase  el  orna- 
to de  las  letras  .humanas,  á  tal  empero  que  sea  sin 
daño  de  las  otras  ciencias. 

Son  muy  amigos  los  Españoles  de  justicia:  los  ma- 
gistrados, armados  de  leves  y  autoridad,  tienen  tra- 
bados los  mas  alto^  con  ios  mas  bajos,  y  con  estos  los 
medianos  con  cierta  igualdad  y  justicia;  por  cuya 
iodastria  se  han  quitado  los  robos  y  salteadores,  y  bc 
guardan  todos  de  matar  ó  hacer  agravio,  porque  á 
ninguno  es  permitido  ó  quebrantar  las  sagradas  le- 
V^,  6  agraviar  á  cualquiera  del  pueblo ,  por  bajo  que 
sea.  En  lo  que  mas  se  señalan  es  en  la  constancia  de 
la  religión  y  creencia  antigua:  con  tanta  mayor  glo- 
na,  que  en  las  naciones  comarcanas  en  el  mismo 
tiempo  todos  los  ritos  y  ceremonias  se  alteran  con 
opiniones  nuevas  y  estravagantes.  Dentro  de  España 
Horece  el  consejo,  fuera  m  armas:  sosegadas  las 
guerras  domésticas,  y  echados  los  moros  de  España, 
han  peregrinado  por  gran  parle  del  mundo  con  for- 
lalea  increíble. 

Los  cuerpos  son  por  naturaleza  sufridores  de  tra- 
bajos y  de  hambre:  virtudes  con  que  han  sufrido  to- 
das las  dificultades,  que  han  sido  en  ocasione^  muy 
grandes  por  mar  y  por  tierra.  Verdad  es  que  en  nues- 
tra edad  se  ablandan  los  naturales  v  enflaquecen  con 
la  abundancia  de  deleites  y  con  ef  aparejo  que  hay 
de  todo  gusto  y  regalo  de  todas  maneras  en  comida  y 
vestido  y  en  todo  lo  al.  El  trato  y  comunicación  de 
ias  otras  naciones  que  acuden  á  la  fama  de  nuestras 
riquezas ,  y  traen  mercaderías  que  son  á  propósito 
para  enflaquecer  los  naturales  con  su  regalo  y  blan- 
dura, son  ocasión  deste  daño.  Con  esto  debilitadas 
ias  fuerzas  y  estragadas  con  las  costumbres  estranje- 
ras,  demás  desto  por  la  disimulación  de  los  prínci- 
P^>  y  por  la  licencia  y  libertad  del  vulgo ,  muchos 
vífea  desenfrenados  siu  poner  fin  ni  tasa  ni  á  la  luju- 
ria, ni  á  los  gastos,  ni  á  los  arreos  y  galas.  Por  don- 
(ic,  com6  dando  vuelta  á  la  fortuna  desde  el  lugar 
mas  alto  do  estaba,  parece  á  lo»  prudentes  j  avisados 
que  (mal  pecado)  nos  amenazan  graves  danos  y  des- 

<e  acerca  al  celtibérico  mas  que  al  bástalo,  está  Tnrmado  casi 
del  todo  de  caracteres  griegos  y  algunos  fenicios, 
(i)  Pfimeroi  pobladores  de  Espaúa.. 


,  venturas,  principahnente  por  el  grande  odio  que  nos 
tienen  las  demás  naciones:  cierto  compañero  sin  du- 
'  da  de  la  grandeza  y  de  los  grandes  imperios^  pero 
I  ocasionado  en  parte  de  la  asjiereza  de  las  condiciones 
de  los  nuestros ,  de  la  severidad  y  arrogancia  de  al- 
gunos de  los  que  mandan  y  gobiernan. 

i  .  CAPITULO  Vil. 

De  los  reyes  fabulosos  de  España. 

I 

Averiguada  cosa  y  cierta  es,  conforme  á  lo  que  de 
!  suso  queda  dicho,  que  Tubal  vino  á  España,  mas  en 
qué  lugares  hiciese  su  asiento,  y  qué  parte  de  Bspa- 
í  ña  primeramente  comenzase  á  probar  y  cultivalla, 
I  no  lo  podemos  averiguar,  ni  hay  para  qué  adivinallo: 
dado  que  alffunos  piensan  que  en  la  Lusitania,  otros 
que  en  aquella  parte  de  los  vascones  qtie  se  llama  boy 
navarra.  Toman  para  decir  esto  argumento  los  Portu- 
I  gueses  de  Setubel ,  pueblo  de  Portugal,  los  navarros 
de  Tafalla  y  Tudela,  ios  cuales  lugares,  mas  por  la  se- 
mejanza de  los  nombres,  que  por  prueba  listante  se- 
•  ten^n  para  decillo ,  sospeclmn  fiJieron  poblaciones 
de  Tubal,  Que  pensar  y  decir  que  toda  la  provincia  se 
llamó  Setubalia  del  nombre  de  su  fundador  (lo  que 
I  algunos  afirman  sin  probabilidad  ni  apariencia,  ni  á 

Sropósito  aun  para  entremés  de  farsa)  las  orejas  eru- 
itas  lo  rehuyen  oir;  porque  ¿qué  otra  cosa  es  sino 

'  desvarío  y  desatinar  reducir  tan  grande  antigüedad 
como  la  dfe  los  principios  de  España  á  derivación  lati- 
na ,  Y,  juntamente  afear  la  venerable  antigüedad  con 
mentiras  y  sueños  desvariados  como  estos  hacen?  pues 
dicen  que  Setubalia  es  lo  mismo  que  compañía  de  Tu- 

I  bal,  como  si  se  compusiese  este  nombre  de  coetus, 
en  latín  que  quiere  decir  compañía,  y  de  Tubal. 

i  Otros  cuentan  entre  las  poblaciones  de  Tubal  á 
Tarragona  y  Sagunto ,  que  noy  es  Monviedro :  cosa 

I  que  en  este  lugar  no  queremos  refutar  ni  aprobarla. 
Lo  que  acontece  sin  duda  muchas  veces  á  los  que 
describen  regiones  no  conocidas  y  apartadas  de  nues- 
tro comercio ,  que  pintan  en  eUas  montes  inaccesi- 
bles, lagos  sin  término,  lucares  ó  por  el  hielo  ó  por 
el  gran  calor  desiertos  ó  despoblados :  demás  desto 

Sonen  y  pintan  en  aquellas  sus  cartas  ó  mapas,  para 
eleite  de  los  aue  los  miran,  varias  figuras  de  peces, 
fieras  y  aves,  hábitos  estraños  de  honibres,  rostros  y 
visajes  estravagantes,  lo  cual  hacen  coa  tanta  mayor 
seguridad  que  saben  no  hay  quien  pueda  convencer- 
los de  mentira;  lo  mismo  me  parece,  ha  acontecido  á 
muchos  historiadores  así  de  los  nuestros  como  de  los 
estraños,  que  donde  faltaba  la  luz  de  la  historia,  y  la 
ignorancia  de  la  antigüedad  ponía  uno  como  velo  á  los 
OJOS  para  no  saber  cosas  tan  viejas  y  olvidadas,  ellos 
con  aeseo  de  ilustrar  y  ennoblecer  las  gentes  cuyos 
hechos  escribían,  y  para  mayor  gracia  oe  su  escritu- 
ra, y  mas  en  particular  por  no  dejar  interpolado  como 
con  lagunas  el  cuento  ae  los  tiempos,  antes  esmálta- 
nos con  la  luz  y  lustre  de  grandes  cosas  y  hazañas, 
por  si  mismos  inventaron  muchas  hablillas  y  fábulas. 
Dirás :  concedido  es  á  todos  y  por  todos  consagrar 
los  orígenes  y  principio  de  su  gente,  y  hacellos  muy 
roas  ilustres  de  lo  que  son,  mezclando  cosas  falsas 
con  las  verdaderas:  que  si  á  alguna  gente  se  puede 
permitir  esta  libertad,  la  española  por  su  nobleza  pue- 
de tanto  como  otra  usar  dclla  por  la  grandeza  y  anti- 
güedad de  sus  cosas.  Sea  así ,  y  yo  lo  confieso ,  con 
tal  que  no  se  invienten,  ni  se  escriban  para  memoria 
de  los  venideros,  fundaciones  de  cuidados  mal  con- 
certadas, progenies  de  reyes  nunca  oidas,  nombres 
mal  forjados,  con  otros  monstruos  sin  número  deste 
género,  tomados  de  las  consejas  de  las  viejas  ó  de  las 
habhllas  del  vulgo :  ni  por  esta  manera  se  afee  con 
infinitas  mentiras  la  sencilla  hermosura  de  la  verdad, 
V  en  lugar  de  luz  se  presenten  á  los  ojos  tinieblas  y 
falsedades:  yerro  que  estamos  resueltos  de  no  imitar, 
dado  que  pudiéramos  del  esperar  algún  perdón  por 


12  BIBLIOTECA  DC 

seguir  en  ello  las  pifadas  de  tos  que  nos  fueron  d<;- 
lante;  y  mucho  peños  pretendemos  poner  en  venta  las 
opÍDÍODes  y  su«fios  del  libro  que  poco  há  salió  i  luz 
con  nombre  de  Beroso  (1),  y  fue  ocasioD  de  hacer 
tropezar  y  errur  á  muchos  i  libru,  di^o,  compuesto 
de  Tabulas  y  meulirss  por  aquel  que  ijuiso  con  divisa 
y  marca  agena,  como  el  que  descunlidba  de  su  inge- 
nio, dar  autoridaiiá  su^  pensamienUis  (á  ejemplo  y 
imitacioD  de  los  mercaderes  no  Ules,  que  para  acre- 
ditar su  mercadería  usan  de  marcas  y  sellos  ágenos) 
sin  saber  bastantemente  disimular  vi  engaño;  pues  ni 
habla  seguidamente,  ni  est^u  por  talmsnera  trabadas  y 
atadas  las  cosas  unas  con  otras,  las  primeras  con  las 
de  en  medio,  y  estas  con  las  postreras,  que  no  se  eche 


GASTAR  Y  noiG. 

de  ver  la  huella  de  la  invenciiH)  y  mentira:  mayor- 
mente sí  de  la  luz  de  los  antiguos  escritores  que  nos 
ha  quedado  (pequeña  cierto  y  esi^asa,  pero  en  ñn  al- 
guna luz)  nos  queremos  aprovechar.  Asi  que  lo  que 
nació  de  la  oñcína  y  fragua  del  nuevo  Beroso ,  que 
Noé,  después  de  largos  caminos  venido  á  Bapaña,  Tve 
el  primero  que  fundó  á  Noela  ea  Galicia  y  á  Noega 
oDlas  Asturias,  es  un»  mentira  hermosa  y  aparente 
por  su  antigüedad,  y  hacer  Pliaio,  Stralion  y  Plolo- 
tneo  mención  destos  pueblos,  y  como  tal  invención, 
la  desechamos. 

Ni  queremos  recibir  lo  que  añade  el  dicho  libro  que 
el  rio  ebro  se  llamó  Ibero  en  latin,  y  toda  España  se 
dijo  Iberia  áf  Ihcro,  hijo  de  Noé:  cerno  quier  que  sea 


'riiD«tos  poblid«i<'>  ilr  bpiRi. 


antes  verisímil  que  los  Iberos,  que  moraban  al  Ponto 
Enxino  ODtre  Oolcliós  y  las  Armenias,  cercados  de  los 
montee  Cáncasos,  rinieroQ  en  gran  número  en  Espa- 
ña, y  fondado  que  habieron  la  [.-iudad  de  Iberia  cerca 
de  donde  hoy  esti  Tortoea,  camunicaron  su  nombre 
y  te  puáeron  primero  al  rio  Ebro,  después  á  toda  la 
proTinda  de  España:  de  la  manera  que  algunos  píen- 
^n  del  rio  Ar^  ú  Araf^on  que  tomó  este  nombre  de 
otro  del  mismo  apellida  que  liay  on  acjuella  Iberia.  El 
nombre  de  Celtiberia,  con  que  también  k  llamó  Es- 


(I)  Fr.  Juan  Aatoaio  d«  ViterÍM.  puhlicó  eu  >ue<o  BeroM 
como  derriittrMdo  del  polvo  de  i\sau  ■  tiiblioieci ;  j  eu  él  m 
pone  uDi  lirga  Une  de  Im  rejes  «nliguos  de  EipaÚi.  EtU 
libro,  3tl  como  loi  Croairone*  tlribuidoi  á  Anberto,  Troupe 
dtSevitta,  Julián,  dilcono,  denarion  (¡"^Rn.  y  i  Tlcilro,  '"i 
•on  apderfros  A  de  pura  invenrion ,  ramo  lu  Ihd  demaslMiid 
dOD  McalliABlonioeQiu0fI'Jf«lr<san(iiHa,dnn  JdfíPe- 
llieer  y  don  Pedro  Feraindeí  del  Puiesf. 


paña,  de  los  Iberos  y  de  los  Cellaa  ae  derivó  y  se  com- 
pone; porque  los  Celias  pasados  los  Pirioeos,  y  veni- 
dos en  España  de  la  Gallia  comarcana  (y  también  Ap- 
piano  pone  las  Celtas  en  la  España  Citerior)  mezclan- 
do la  sangre  y  emparentando  con  los  Iberos,  hicieron 
y  fueron  causa  que  de  las  dos  naciones  se  forjarse  el 
nombre  de  Celtiberia. 

Niendemayorcréditoloquediceaqueldubedahijn 
de  Ibero  dio  su  nombre  al  monte  Idubeda ,  de  cuyos 
príncipius  y  progresos  arriba  se  diío  lo  que  basta. 
Añaden  que  Brigo,  híjodeste  Idnbeaa.porvermnllt- 
plicada  mucho  la  gente  de  España  en  númetp,  riqne- 
ZBS  y  autoridad,  envió  colonias  y  poblaciones  i  di 
versas  partes  del  mundo,  y  entre  estas  una  fue  Bríga, 
dicha  ast  de  su  nombre ,  que  después  se  llamó  Fri- 
gia en -Asia,  adonde  estaba  situada  la  ciudad  fa- 
mosa da  Troya;  y  que  en  los  montes  Alpes  uno  de 
los  capitanes  de  Brigo  fundó  á  Varobriga,  otro  en  la 
Calió  ú  Lalobrign.  ■I'nra  perpetuar,  es  i  saber,  cltos 


xn  memOTM,  rguiardeciinino  lagrucU  dcsuseíior 
fandvoo  nueras  pobhciODM  de  su  nombre. 

DÑSaecrMitoé esta  mentira  aparente,  porque  Pli- 
Dio  refiera  pisiron  de  Bnropa  los  Grígas,  y  ddlofl  cier- 
ta proTiocia  del  Agía  se  llamó  Frigia :  j  corno  en  Es- 
paña muchas  ciudades  se  llamaseu  Brigas,  como  Hi- 
robrtga  ,  Segobrisa  ,  Flaviobríaa .  imaginaron  que 
en  ella  hübm  Tirtdo  v  ríinado  algún  rey  nutar  de  los 
Brigas,  j  Tnndndor  ríe  Trova  y  de  muchas  ciudades 


E  kspiRa.  13 

que  tenian  aquel  nombre  de  Brigas  en  España :  como 
quiera  que  no  fuese  necesario  creer  que  los  Brigas 
que  pasaron  en  Asta  hobieseo  salido  de  España.  Ade- 
mas que  Coniin  eo  la  Biblioteca  do  Focídd  dice  qne 
Mida  fue  rey  de  los  Brigas  cerca  del  monte  Brimio, 
los  cuales  pasados  en  A^ia  se  llamaron  friges.  Esto 
para  lo  que  toca  á  los  Brigas,  que  pasaron  á  Frigia. 
De  los  pueblos  que  tenian  el  npellido  de  Brisasen  Es- 
paña era  fácil  entender  que  en  la  antigua  ipngua  de 


España  las  ciudades  se  llamaron  Brígas  comunmente, 
'i  lo  que  tenco  por  mas  Terosímil ,  que  hs  naciones 
septentrionales  muy  abundantes  de  gentl^  y  nn  ge- 
neración muT  fecundas,  en  aquellos  primeras  tiempns 
habiéndose  derramado  un  Españ»,  ae  Burgo,  que  pü 
lenena  alemana  quiere  decir  mipblo,  hirieron  que  hf. 
ciudades  cun  poca  mudanza  ae  li'trai  se  llamasen  ac& 
Brigas,  t  si  hay  alguna  otra  razón  de  su  nombre,  que 
DO  sabemos:  solo  se  pretende  qne  en  la  historia  no 
tengan  lurar  las  fábulas. 
Haber  oeüpaes  de  Brigo  reinado  Tago  (como  lo 


dicen  los  mismo!:)  es  á  pronrisiln  de  dar  razón  por- 
que el  rio  Tajo  se  llamó  asi;  y  en  nniíersal  preten- 
den que  ninguna  cosa  liaya  de  atpun  momento  en 
España,  de  cuyo  nombre  luego  no  se  halle  algún  rey, 
¡  y  eslo  es  para  que  se  dé  origen  cierto  de  lodo  y  se 
señale  la  derÍTacion  y  caUM  de  los  nombres  y  apelli- 
!  dos  particulares:  como  si  no  fuese  licito  parar  en  las 
'  mismas  conas  sin  bnscar  otra  razón  de  sus  apellidos, 
'  6  fuefe  vedado  pasar  adelante,  y  inquirir  la  causa  y 
i  derivación  de  los  sagrados  nombres  que  ponen  i  los 
revpí:;  y  ann  es  mas  probable  "ne  aquel  rm  por  nacer 


14 


UBLIOTECA  DE  GASPAR  T   HUIG. 


ea  la  provincia  cartagiAODse  liaya  tomado  su  nombre 
de  Cartago,  hoy  Cartagena,  como  lo  siente  Isidoro  al 
6n  del  libro  trece  de  sns  Etimologías. 

De  la  misma  forma  y  jaez  es  lo  que  añaden ,  que 
Beto,  sucesor  de  Tagodió  nombre  á  la  Bética,  que  hoy 
es  Andalucía,  dividida  antiguamente  en  Turdetanos, 
Túrdulus  y  Bástulos  y  pur  la  grande  abundancia  y 
riquezas  que  tiene,  celebrada  grandemente  de  los 
poetas  en  tanto  grado,  que  (como  dice  Strabon)  po- 
nía en  ella  los  campos  Elíseos  morada  de  los  biena- 
venturados. El  cual  testilica  otrosí  que  usaban  en  su 
tiempo  de  le^es  hechas  en  verso,  y  promulgadas  mas 
de  seis  mil  anos  antes  según  que  ellos  mismos  lo  de 
cian:  por  ventura  su  año  era  mas  breve  que  el  romano, 
y  constaba  solo  de  cuatro  meses.  Lo  que  es  (tías  pro- 
bable, y  dijeron  historiadores  mas  en  número  y  en 
autoridad  mas  graves,  es  que  la  Bética  se  dijo  del  rio 
que  pasa  por  medio  de  toda  ella  y  la  baña;  al  cual  los 
naturales  llamaron  Cirilo,  los  estranjeros  Bétis ,  pue- 
de ser  en  hebraico,  por  las  muchas  caserías ,  vil  as  y 
lugares  que  al  uno  y  otro  lado  resplandecen  á  causa 
de  la  bondad  de  los  campos  que  tiene;  porque  Bétis 
y  Beth  en  hebreo  es  lo  mismo  que  casa.  Esto  baste 
de  los  reyes  fíngidos  y  fabulosos  de  España:  de  quien 
me  atrevo  á  afirmar  no  hallarse  mención  alguna  en 
los  escritores  aprobados,  ni  de  sus  nombres  ni  de  su 
reinado.  Pero  como  es4nuy  ageno  (según  yo  pienso) 
de  la  gravedad  de  la  historia  contar  y  relatar  conse- 
jas de  viejas,  y  con  ficciones  querer  deleitar  al  lector, 
asi  no  me  atreveré  á  reprobar  lo  que  graves  autores 
testificaron  y  dijeron. 

CAPÍTULO  vm. 

De  los  fierioncs. 

El  primero  que  podemos  contar  entre  los  reyes  de 
España,  por  ser  muy  celebrado  en  los  libros  de  Grie- 
gos y  Latmos,  es  Gerion,  el  cual  vino  de  otra  parte  á 
España ,  lo  que  da  á  entender  el  nombre  de  Gerion, 
que  en  lengua  caldea  significa  peregrino  y  cstranje- 
ro.  Este,  venido  que  fue  en  España,  gustó  de  la  tier- 
ra y  riquezas  que  en  ella  vio.  Enriquecióse  con  los 
montes  de  oro,  cuyo  uso  no  era  conocido,  y  por  esta 
causa  granos  y  terrones  deste  metal  se  hallaban  por 
los  campos,  no  afinados  con  el  crisol  y  con  el  fuego, 
sino  como  nacían:  por  donde  de  los  Griegos  fue  lla- 
mada Gbrisea,  que  es  tanto  como  de  oro.  Demás  desto 
poseía  muchos  ganados ,  por  la  grande  comodidad  y 
aparejo  de  los  pastos  y  dehesas,  y  industria  que  te- 
man en  criarlos. 

Con  ocasión  de  riquezas  tan  grandes  se  entiende 
fue  el  primero  que  ejercitó  la  tiranía  sobre  los  natu- 
rales desta  provincia,  que  eran  de  ingenios  groseros, 
á  manera  de  fieras  vivían  apartados*  y  derramados  por 
los  campos  en  aldeas  sin  tener  alguno  por  goberna- 
dor cuyo  imperio  reconociesen ,  y  por  cuyo  esfuerzo 
se  defendiesen  de  la  voluntad  de  los  mas  poderosos. 
Hecho  tirano  y  apoderado  de  todo,  se  entiende  que 
edificó  un  castillo  y  fortaleza  de  su  apellido  enfrente 
de  Cádiz,  por  nombre  Geronda,  con  cuya  ayuda  pen- 
salm  mantenerse  en  el  imperio  que  había  tomado  so- 
bre la  tierra.  Edificó  asimismo  otra  ciudad  deste  ape- 
llido de  Gerunda  (si  no  engaña  la  conjetura  del  nom- 
bre) á  las  faldas  de  los  Pirineos  en  los  Ausetanos,  que 
hoy  es  la  ciudad  de  Girona. 

Pretendía,  es  á  saber,  abrazar  con  estis  dos  fuer- 
zas las  marinas  todas  de  España,  y  fortificarse  para 
todo  lo  que  sucediese.  Mas  la  seguridad  y  bonanza 
que  con  estas  mañas  se  prometía ,  le  duró  hasta 
tanto  que  Osiris,  al  cual  los  Egipcios  también  ponen 
por  el  primero  de  sus  reyes,  como  lo  siente  Dio- 
doro  Sículo^  y  por  otros  nombres  le  llamaron  Bac- 
chá  y  Dionisio,  no  el  hijo  de  Senele,  criado  en  la 
ciudad  de  Mero  (de  donde  tuvo  origen  la  fábula  que 
decía  le  crió  Júpiter  su  padre  en  su  muslo,  porque 
Meron  en  griego  significa  el  muslo)  sino  el  egipcio, 


turbó  la  paz  que  tenia  España.  Em|>rendió  Oeiris  ai 
principio  una  grandísima  peregrinación  con  que  pa- 
seó y  ennobleció  con  sus  hechos  casi  toda  la  redondez 
de  la  tierra:  comenzó  desde  la  Etiopía,  y  pasó  hasta 
la  India,  Asia  y  Europa.  En  todos  los  lucres  por  do 
pasaba  enseñó  la  manera  de  plantar  las  viñas,  y  de  la 
sementera  y  uso  del  pan:  beneficio  tan  grande,  que 
por  esta  causa  le  tuvieron  y  canonizaron  por  dios. 

Últimamente  llegado  á  España,  lo  que  en  las  demás, 
partes  ejecutara  no  por  particular  provecho  suyo,  si- 
no encendido  del  odio  que  á  la  tiranía  tenia ,  y  á  las 
demasías,  que  fue  quitar  los  tiranos  y  restituir  la  li- 
bertad á  las  gentes,  determinó  hacer  lo  mismo  en  Es- 
paña :  ca  se  decía  que  se  hallaba  reducida  en  una 
miserable  servidumbre,  y  sufrían  con  ella  toda  suer- 
te de  afrentas  y  indignidades.  No  tenía  esperanza  que 
el  tirano ,  por  estar  confiado  en  sus  riquezas  y  fuer- 
zas, hobiese  por  voluntad  de  tomar  el  mas  saludable 
partido:  vino  con  él  á  las  armas  y  trance  de  guerra: 
juntaron  sus  huestes  de  entrambas  partes,  y  ordena- 
das sus  haces,  dió¿e  (según  dicen)  la  batalla,  que 
fue  muy  herida,  en  los  campos  de  Tarifa  junto  al  es  - 
trecho  de  Gibraltar ,  con  grande  coraje  y  no  menos 
peligro  de  cada  cual  de  las  partes.  La  victoria  y  el 
campo,  muertos  y  destruidos  los  Españoles,  quedó 
por  los  Egipcios:  el  mismo  Gerion  murió  en  la  bata- 
lla, su  cuerpo  por  mandado  del  vencedor  sepultaron 
en  lo  postrero  de  la  boca  del  estrecho  en  el  lugar  don- 
de al  presente  se  ve  el  pueblo  dicho  Barbote ,  allí  se 
le  hizo  el  túmulo.  Fue  Gerion  tenido  y  consagrado 
por  Dios  como  lo  da  bastantemente  á  entender  el 
templo  que  Hércules  edificó  á  Gerion  en  las  riberas 
de  Sicilia,  y  también  el  oráculo  de  Gerion  que  estaba 
en  Pádua  famosísimo :  al  caal  los  príncipes  tenían 
costumbre  por  devoción  de  ir  á  visitar  nmchas  ve- 
ces, como  lo  testifica  Suetonío  Tranquilo. 

Reíitítuida  pues  y  fundada  la  paz  desta  manera  por 
beneficia  de  Osihs,  y  quitada  la  tiranía,  el  vencedor 
todavía  tuvo  por  cosa  áspera  y  de  mal  ejemplo  casti- 
gar en  los  hijos  los  pecados  de  los  padres ,  parecióle 
cosa  grave  desposeer,  poner  en  perpetua  servidum- 
bre ó  destierro  tres  hijos  que  de  Genon  quedaban  en 
edad  niños  y  de  grand]^  hermosura,  y  que  habían  sido 
criados  con  esperanza  de  suceder  en  el  reino  de  su 
padre:  demás  que  ordinariamente  en  los  generosos 
ánimos  de  la  victoria  se  sigue  la  benignidad  para  con 
los  caídos.  Creyendo  pues  que  no  serian  tanta  parte 
los  vicios  y  maíos  ejemplos  de  su  padre  para  hacerlos 
crueles,  cumo  su  triste  fin  para  hacerlos  avisados,  es- 
cogió personas  de  gran  prudencia  que  rigiesen  así  la 
edad  tierna  de  aquellos  mozos,  como  el  reino  por  al- 
gún tiempo;  y  habiendo  él  avisado  á  los  mozos  de  lo 
que  debían  hacer  y  huir,  púsoles  en  la  silla  y  en  el 
reino  de  su  padre.  Acabado  esto,  por  gozar  del  fruto 
de  tantos  trabajos  y  tan  larga  peregrinación,  y  de- 
seoso de  sosegar  en  su  casa,  volvióse  á  Egipto. 

Los  hermanos  Geriones  venidos  á  mayor  edad  y 
acrecentadas  las  riquezas,  luego  se  encargaron  del 
gobierno  del  reino  de  su  padre,  olvidados  del  benefi- 
cio recibibido,  y  no  déla  injuria  que  se  les  hizo,  como 
es  ordinario  que  dura  mas  Ja  memoria  del  agravio  que 
de  las  mercedes,  tomaron  resolución  de  vengar  la 
muerte  de  su  padre,  y  hacerle  las  lionras  con  la  san- 
gre del  enemigo;  cosa  muy  agradable  á  los  que  tra- 
tan de  satisfacerse;  y  los  hijos  tienen  por  grande  ha- 
zaña proseguir  la  enemiga  de  sus  padres.  Esto  daban 
á  entender ;  pero  de  secreto  otro  mayor  cuidado  les 
aquejaba,  es  á  saber  el  deseo  que  tenían  á  ejemplo  de 
su  padre  de  restituirse  en  la  tiranía  y  absoluto  se« 
ñorio  de  España,  cosa  que  en  vida  de  Osirís  no  creian 
poder  alcanzar.  Pensaban  esto,  y  no  hallaban  camino 
para  poner  en  ejecución  negocio  tan  grave:  pareció- 
les seria  bien  conquistar  para  este  efecto  ü  Trifon, 
hermano  de  Osirís,  y  concertarse  con  él:  de  quien  se 
entendía  y  tenían  aviso  ardía  en  deseo  de  reinar  y 


CUKIAA  ^B  B8P4ÜA. 


1S 


quitar  á  su  hermano  el  reino:  ambición  que  per- 
vierte todas  las  leyes  de  la  naturaleza.  Despacharon 
sus  embajadores  para  este  efecto;  los  cuales  ttcil- 
menta ,  con  presentes  que  dieron  de  parte  de  sus  se- 
ñores,  hallaron  la  entrada  que  pretendian:  pusieron 
con  él  su  amistad,  prometiéronle  toda  ayuda  para  sa« 
lir  oott  sus  intentos,  concertaron  que  los  mismos  tu- 
viesen Dor  amiffos  y  por  enemigos.  Asentado  esto,  le 
persuaden  que  habiendo  muerto  su  hermano,  acome- 
tiese por  fuerza  de  armas  y  se  apoderarse^del  reino  áS 
Egipto. 

Goneertóae  todo  esto,  y  ejecútese  la  cruel  muerte 
muy  de  secreto.  El  cuerpo  del  muerto  fíie  buscado 
con  mucha  diligencia,  y  Isis  la  reina  viuda  le  sepultó 
en  Abato,  que  es  una  isla  de  una  laguna  cercana  á 
Menfis,  que  por  esta  causa  vulgarmente  llamaron  Sti- 
^,  qoe  quiere  decir  tristeza.  Pero  tan  grande  trai- 
ción DO  pódia  estar  encubierta,  ni  hay  secreto  en  las 
disconüas  domésticas  que  entre  parientes  resultan: 
asi  Oro ,  que  en  aquel  tiempo  goli^maba  la  Scythia, 
vuelto  con  presteza  en  Egipto,  vengó  la  muerte  de  su 
padre  con  darla  á  Trífonsu  tío.  Descubrió  juntamente 
y  supo  que  los  Geriones  fueron  participantes  de  la 
impía  conspiración,  y  principales  movedores  de  aque* 
Ha  maldad.  Por  esto  encendido  en  deseo  asi  de  imitar 
la  gloria  de  su  padre,  como  de  vengar  del  todo  su 
muerte  con  otra  menor  empresa  que  tomó,  ni  menor 
conquista  que  su  padre,  confirmódiversas  naciones  por 
todo  el  mundo  en  su  obediencia,  v  ganó  de  nuevo  la 
amistad  de  otras  muchas.  Demás  de  esto  por  el  arte  de 
la  medicina,  que  le  enseñara  su  madre  vino  á  ser  te- 
nido por  Dios.  Unos  Pe  llamaron  Apolo,  otros  por  la 
valentía  y  destrsza  en  el  pelear  le  pusieron  nombre 
de  MartOi  y  todos  le  llamaron  Hércules.  No  fue  este 
Hércules  el  hijo  de  Anfitrión,  sino  el  Lybio,  de  quien 
se  dice  que  domó  los  monstruos  armado  de  una  porra 
ó  maza  y  vestido  de  una  piel  de  leen :  que  en  aquel 
tiempo  aun  no  usaban,  ni  habían  inventado  para  des- 
trucción del  género  humano  las  armas  de  acero.  ' 

Jqntado  pues  un  grande  ejército  y  lleudas  ayudas 
de  todas  partes,  espantoso  entró  en  España  contra  los 
Geriones,  y  lleRó  finalmente  á  Cádiz,  donde  ellos 


tan  aventajado  para  ellos,  que  ni  aun  por  pensa- 
miento les.  pasaría  desealle  tal  y  tan  bueno.  Este  era, 
que  lastasen  solamente  aquellos  que  erraron  y  fue- 
ron causa  de  los  daños  pasados,  perdonasen  á  la 
sangre  inocente,  y  no  fuese  ocasión  de  la  camiceria 
que  resultara  forzosamente  de  ciudadanos  y  parien- 
tes, si  la  batalla  se  diese:  que  él  estaba  determinado 
por  la  salud  común  de  aquellos  ejércitos  y  pobre  gente 
de  hacer  campo  él  solo  contra  todos  tres,  y  con  su 
riesgo  comprar  la  seguridad  de  muchos;  pero  con  tal 
condición  que  habia  de  pelear  aparte  con  cada  uno  de 
ellos.  Decia  que  se  ponía  á  esto  confiado  en  la  justicia 
de  su  querella,  y  por  esta  cansa  de  la  ayuda  de  Dios, 
ñor  cuya  providencia  todas  las  cosas  humanas  se  go- 
biernan ,  y  mas  principalmente  los  sucesos  de  la 
guerra. 

Los  Geriones  aceptaron  de  buena  gana  este  parti- 
do, que  por  ser  tan  aventajado  no  dudaban  de  la  vic- 
toria; pero  salióles  al  revés,  por^e  el  día  señalado 
como  entrasen  en  el  palenque,  y  viniesen  á  las  manos, 
los  tres  Geriones  fueron  vencidos  y  degollados  por 
Hércules.  DÍóse  á  los  cuerpos  sepultura  en  la  misma 
isla  de  Cádiz,  donde  se  hizo  el  campeo;  y  desde  aquel 
tiempo  se  entiende  que  se  llamó  Erithrea,  no  solo  la 
isla  de  Cádiz,  sino  otra  isla  que  estaba  á  ella  cercana, 
y  aun  )a  parte  de  tierra  firme  que  le  cae  enfrente.  La 
causa  de  este  apellido  fueron  ciertas  gentes  del  mar 
Erythreo,  conviene  á  saber  del  mar  Rojo,  que  veni- 
das á  la  conquista,  y  sosegada  la  provincia  con  volun- 
tad de  Oro  asentaron  en  aquellos  lugares,  poblaron  y 
hicieron  por  allí  sus  moradas.  En  conclusión ,  en  la 
l)Oca  del  estrecho  de  Cádiz,  Hércules,  después  de  esta 
victoria,  hizo  echar  en  el  mar  grandes  piedras  y  ma- 
teriales con  que  levantó  de  la  una  parte  y  de  ía  otra 
dos  montes;  de  los  cuales  el  de  la  parte  de  España  se 
llama  Galpe,  yel  otro  que  está  en  África,  Abyla:  estos 
montes  se  dijeron  las  columnas  de  Hércules,  tan  nom  • 
bradas.  Hecho  esto,  y  dado  orden  y  asiento  en  las  de-' 
más  cosas  de  España,  nombró  Hércules  á  Oro  por  go- 
bernador della  uno  de  sus  compañeros  por  nombre 
Híspalo,  de  cuya  lealtad  y  prudencia  en  paz  y  en  guer- 
ra estaba  pagado  y  tenia  mucha  satisfacción ;  y  con 


dias  antes  se  retiraran  y  fortificaran,  juntadas  en  uno    tanto  concluidas  todas  estas  cosas  dio  vuelta  y  pasó 


las  riquezas  del  reino ,  alzados  los  mantenimientos,  y 
proveídos  los  vastimeotos ,  si  por  ventura  durase  la 
guerra  muchos  dias :  demás  desto  para  valerse  en 
aquel  trance  llamaron  socorros  de  todas  partes.  La 
conciencia  de  la  maldad  cometida  los  acobardaba  y 
espantaba;  Tpor  estar  la  provincia  y  la  geote  dividida 
en  parcialidades ,  unos  por  ellos ,  otros  contra  ellos, 
y  los  ánimos  de  muchos  despertados  á  la  esperanza  de 
recobrar  la  libertad,  eradificultoso  resolverse  si  de  los 
estraños  les  convenía  mas  recatarse.  El  tener  perdida 
la  esperanza  de  la  vida,  si  los  Egipcios  venciesen ,  los 
encendía  mas,  y  les  hacia  furiosos  y  atrevidos:  pero  el 


por  mar  á  Italia; 

CAPITULO  IX. 

Del  rey  Híspalo  y  de  la  maerte  de  Hércules. 

Poa  cierta  cosa  se  tiene  haber  Hispalo  reinado  en 
España  después  de  los  Geriones,  y  Justino  afirma  que 
de  Hispalo  se  dijo  España,  en  latin  Híspania,  trocada 
solamente  una  letra.  Añaden  otros  que  por  su  indus- 
tria y  de  su  apellido  se  fundó  Sevilla,  que  én  latin  se 
dice  Hispalis:  ciudad  que  en  riqueza,  grandeza, 
concurso  de  mercaderes,  por  la  comodidad  del  río 


temor  que  tenían  era  mayor:  por  esta  causa  determí- '  Guadalquivir,  y  por  la  fertilidad  de  la  campiña  no  da 


naron  fortificarse  en  lugares  securos  y  eseusar  el  tran- 
ce de  la  batalla.  Al  contrario  Hércules  ordenadas  sus 
haces  se  presentó  delante  de  sus  enemigos.  Temia 
no  durase  mucho  la  guerra ,  y  no  tenia  confianza  que 
los  enemigos  viniesen  en  algtma  honesta  condición  de 
paz;  y  cuando  la  quisiesen,  juzgaba  no  seria  decente 
dejar  las  armas  antes  de  vengar  á  su  padre  con  la  san- 
gre de  los  Geriones. 

Combatido  pues  destos  pensamientos,  consideraba 
otrosí  que,  por  ser  tan  grandes  los  ejércitos  como 
juntaron  de  ambas  partes,  seria  grande  la  matanza, 
si  de  poder  á  poder  se  diese  la  batalla.  Por  huir  estos 
inconvenientes,  acordó  con  un  rey  de  armas  avisar  á 
los  Geriones,  que  si  confiaban  en  la  valentía  d^  sus 
cuerpos  (la  cual  era  muy  grande)  si  en  la  justicia  de 
la  causa  que  defendía ,  en  que  publicaban  y  se  que- 
jaban fueron  de  Osíris  acometidos  injustamente  y 
agraviados  primero  del  mismo;  qué  les  ofrecía  de  su 
voluntad  un  partido  para  concertar  las  diferencias, 


ventajea  ninguna  otra  de  España.  Dicen  mas,  que  por 
discurso  de  tiempo  del  nombre  de  Sevilla  ó  Hispalis  se 
llamó  toda  la  provincia  Híspanla.  San  Isidoro  atribuye 
la  fundación  de  esta  ciudad  á  Julio  César,  en  el  tiem- 
po á  saber  que  gobernó  á  España:  y  dice  que  la  lla- 
mó Julio  Rómnla  juntando  en  otro  apellido  su  nombre 
y  el  de  la  ciudad  de  Roma,  y  que  el  nomI»re  de  Hispa- 
lis  se  tomó  de  los  pelos  en  que  estribaban  sus  funaa- 
mentos,  que  hincaban  para  levantar  sobre  ellos  las 
casas  por  estar  asentada  esta  ciudad  en  un  lugar  ce- 
nagoso y  lleno  de  pantanos.  Por  ventura  entonces  la 
ensancharon  y  adornaron  de  edificios  nuevos  y  gran- 
des; diéronle  otrosí  nombre  y  privilegios  de  colonia 
romana;  pues  es  cierto  que  Plinio  la  llama  colonia 
romulense.  Mas  decir  que  entonces  se  fundó  la  prime- 
ra vez,  carece  de  crédito,  y  no  hay  argumentos  ni  au- 
tores que  tal  cosm  confirmen. 

Plutarco  escribe,  que  venido  que  bobo  el  otro  Dio- 
nysio  ó  Baco,  es  á  saber  el  hijo  de  Semele  á  España, 


■<■  USLIOTGU   DE 

dMfHíM  que  sujetó  toda  la  provincia  con  armaB  tíc- 
lonosas,  uno  de  los  compaDcros  que  él  mismo  puso 
por  Robenudor  de  lodo .  por  nombre  Pan ,  fue  cansa 
que  toda  la  provincia  prímerameiile  se  llamase  Pania, 
después  Spuia,  añadida  una  letra.  Pero  desUs  cosas 
cada  cual  podrá  libremente  juzgar  y  sentir  lo  qae  le 
pareciere.  Lo  que  algunos  dicen,  que  Híspalo  dejó  un 
hijo  por  nombre  Hiapano,  el  cual  haya  reinado  muerto 
BU  padre,  no  lo  recibimos  ni  tJeue  protMbilídad  algu- 
na antes  entendemos  que  d  un  mismo  hombre  diver- 
sos Oficrítos  llaman  cou  ambos  nombres  unos  üspalo, 
otros  Hispano;  pues  el  nombre  de  Hispuia  y  su  de- 
rivación se  atribuye  áentrsmbos,  y  loa  que  ponen  el 
uno  ninguna  mención  tacen  del  otro,  fuera  de  soto 
Beroso,  cuyas  Tábnlas  poco  antes  desechamos  no  solo 
como  tales,  sino  también  como  mal  roríadas  y  com- 
puestas. 

Las  cosas  que  hizo  este  rey,  como  quier  que  por  la 
antigüedad  del  tiempo  se  ignorasen,  nuestros  bisto- 
risdoras  para  enriquecer  y  hacer  mas  apacible  y  de- 
leitosa la  flaca  historia  de  este  tiempo  [á  la  manera 
qne  con  las  aguas  traillas  de  lejos  se  snelen  fertilizar 
los  campos  secos)  y  porque  no  bebiese  rey  á  quien 
luego  no  atribuyan  algún  hecho  ó  edificio  para  mas 
ennobiecerBe.dadoquepo  trabase  muy  bien  ni  cua- 
drase lo  qne  decían,  escribieron  que  Híspalo  fundó 
la  ciudad  de  Segovia,  y  el  acueducto  que  hay  en  ella, 
maravilloso  asi  por  su  obra,  como  por  su  altura:  como 

3uier  que  sea  averiguado  que  el  acueducto  fue  obra 
el  emperador  Trajano,  á  le  menos  hecha  por  aque- 
Hos  tiempos  qne  él  imperó.  Demás  desto  decir  como 
nrman ,  que  en  el  puerto  drcbo  antiguamente  Bri- 


gantíno,  y  boy  de  la  Corana,  el  mismo  Bispalo  le- 
vantó una  torre  con  un  espejo  en  ella,  que  se  veían  kis 


velas  que  venían  de  lejos  por  la  imagen  que  dellas  m 
representaba  en  tal  espejo,  y  se  percibían  para  el 
peligro;  procedió  sin  duda  esia  invención  de  la  pro- 


funda ignorancia  q^ue  se  tenia  así  de  la  lengua  latina, 
como  da  las  bistonss,  pues  tomann  por  lo  mismo  el 
nombre  de  specula  con  que  se  signiGcan  semejantes 
forres  y  atalayas,  y  el  de  specninm,  que  significa  es- 
pejo; y  >'S  cosa  averiguada  que  los  moradores  Brigán- 
tinos  edificaron  aquella  torre  á  honra  de  Augusto  Cé- 
sar. El  trazador  fue  Gayo  Servio  Lupo  Loailano,  cuyo 
nombre  uun  en  nuestra  edad  se  ve  eotallado  en  las 
peñasalll  cerca,  por  eatar  vedado  por  la  ley  (l>  cnal 
se  ve  entre  las  romanas  en  los  Digútos)  qne  nibuuno 
escribiese  su  nombre  en  (ri)ra  pQUica:  y  ion  Fidias 
en  Atenas  fue  muerto  porque  quelmntaaa»i(uetla  ley 
entalló  lu  imigea  j  la  de  Pericles  en  el  escado  de  Pa- 
las, bien  que  en  hábito  disfraudo;  en  lo  cuat  tam- 
bién pudo  ser  que  jmtendiesen  haber  hecho  aqnel 
nobilísimo  escultor  injuria  á  la  religión  y  ofendido 
aquella  Diosa. 

Muerto  Híspalo,  en  qué  tiempo  oo  concuerdan  los 
autores;  pero  muerto  que  fue.  Hércules  desde  Italia, 
donde  hasta  entonces  se  d^ituvo,  dejando  allí  por 
gobernador  i  Atlante,  de  cujra  grandeza  de  ánimo 
estaba  muy  satisfecho:  por  miedo  de  algún  alboroto 
volvió  i  España,  y  en  ella,  después  que  gobernó  la 
república  bien  y  prudenlomente  j  fundó  nuevas  ciu- 
dades, entre  las  cuales  cuentan  Julia  Lihyca  y  Urgel 
en  laa  aldeas  de  los  montea  Pirineos,  Barcelona  y 
Tarragona  en  la  España  Citerior  (como  algunos  aian-   , 


ten  fueron  poblaciones  de  Hércules),  ya  de  grande 
edad  pasó  desla  vida.  Los  Españoles  cou  grande  vo- 
luntad le  consegraron  por  dios  (I),  y  deLermioaroa 
se  le  hiciesen  honras  divinas;  dedicáronle  sacerdotes  . 
y  templo  donde  el  cuerpo  de  Hércules  comenzó  i  ser 
honrado  con  solenmes  sacrificios  no  solo  de  los  natu- 
rales ,  sino  también  de  las  naciones  extranjeras  que 
por  devoción  concurrían,  de  que  recogían  grande 
ganancia  los  ministros,  y  el  dicho  tem^o  se  enno- 
Blecia  de  cada  día  mas.  Gnoué  parte  de  España  aquel , 
templo  j  sepulcro  de  Hércules  haya  estado,  no  con- 
cuerdan los  autores;  y  en  cosas  tan  antiguas  mas  fácil  . 
eow  es  adivinar  por  conjeturas,  que  dar  sentencia  , 
por  la  ona  ó  por  la  otra  parte.  Unosdicenqueeo  Bar-  ¡ 
celona ,  do  junto  á  la  Iglesia  Mayor  se  ven  rastros  de 
uns  antigualla,  y  de  un  soberbio  sepulcro  de  que  se 
habla  adelante  (y  se  tiene  que  Ataúlfo  rey  godo ,  está 
allí  sepultado),  otros  sienten  que  en  Cádiz.  Has  laa 
personas  de  mayor  autoridad  y  erudición  piensan  es- 
tuvo en  Tarifa  cerca  del  estrecho,  ca  es  averigua-  . 
do  que  aquella  superstición  se  conservó  allí  por  i 

(1)  En  la  isla  de  Sioeti  Patri,  donile  primero  ■«  esUble-  j 
¿tioa  loe  Fenici'ii.  tomo  lo  demuwlnu  variM  fragmenlOG 
de  MluDiiiii  y  de  esliluas  que  se  des.:ubriercia  en  tos  aóot 
1730T  17i8que  se  retirfl  ]■  mar,  yen  riif«tro  ligio  aun  ¡ 
mat.  Ll«viiba  el  nombre  de  templo  de  Cidií,  porque  l>  isla 
estiba  i  muy  poca  diiliDcii  desta  ciudad  que  se  babii  be- 
cbo  la  nwliopoli  de  todu  las  eolgaiu  kmau  de  iqnella 


se  levanta  antiguamente  en  aquella  parte  de  Anda- 
luda  (S). 

CAPITULO  X. 
De  Hnpero  y  Alias  itjet  de  Biptüa . 

MuHiEaon  en  España  Híspalo  y  Hércules  sin  dejar 
sucesión:  por  esta  causa  Héspero  hermano  de  Atlante 
nacido  en  África,  y  uno  délos  compañeros  de  Hércu- 
'les,  fue  por  el  mismo,  al  tiempo  de  su  muerte,  nom- 
brado para  que  le  sucediese  en  lo  de  España.  Su  go- 
bierno fue  tan  agradable  á  los  naturales  como  el  de 
cualquiera  otro.  La  fama  de  sus  proezas  y  el  crédito 
de  su  virtud  le  abonaban  para  con  la  gente  de  tal 
suerte,  que,  como  lo  sienten  algunos  escritores  griegos 
y  latinos,  España  del  nombre  de  Héspero  desde  aquel 
tiempo  se  comenzó  i  llamar  Hesperia.  Verdad  es  que  ■ 

(11  Lot  KeojcLOE  que  vlainoD  1  Etpai^  trijeren  el  inHo 
de  Hércnleii,  que  eaTyro,  ea  Ep'|)to,  y  otrai  pirtet  del 
Oriente  en  adando  como  Dioa.  Su  cnllo  h  eitendié  por  ma- 
chia partea  de  Eapiúa,  eoan  lo  manifieitaii  les  noouiiWDtu 
que  anu  hoy  te  cooservaa  en  alioaas  medallas  da  Cádií,  «a 
las  rúales  m  ve  eo  la  parle  anterior  li  eabua  de  Hirenlu, 
y  en  la  posterior  un  vaso  llamado  Símpuío ,  dal  que  uaabu 
ea  loa  McriDcioi,  COD  la  inacripcion:  Ti  Cíaudiui  Ñero;  to 
que  quiíis  niJDÍBeiti  jae  Tioerio  antea  de  aer  emparldor 
ucríBcú  á  aquella  divinidad  en  el  templo  da  Cádiz,  pan  por 


HI8T0EU  DI  BSPAÜA. 


17 


Otros,  V  eDire  ellos  Macrobio  y  Isidoro^  pretende  que 
se  tomo  este  nombre  de  Hesperfadel  locerode  la  tar^ 
de,  que  en  latín  se  llama  Héspero  y  se  pone  en  Espa- 
ña, y  al  cual  miran  los  que  navegan  a  estas  partes. 
Cada  cual  podrá  seguir  la  opinión  en  esto  que  mas  le 
contentare.  Lo  cierto  esquela  buena  andanza  que  tuvo 
al  principio  este  rey,  en  breve  se  trocó  y  se  rae  todo 
en  flor:  porque  Atlante,  Hermano  de  Héspero,  desde 
Italia,  donde  Hércules  fe  dejó,  codicioso  de  lasrique- 
zas  y  anchura  de  Bspaña,  y  agraviado  de  que  su  Her- 
mano le  hobiese  sido  antepuesto  en  el  señorío  de  Es- 
paña, acudió  sin  dilación;  y  ganadas  las  voluntades 
de  loe  soldados  por  la  gran  mma  que  corria  de  su  va- 
lor y  liazañas,  fácilmente  se  apoderó  del  reino. 

Héspero  desamparado  de  los  suyos,  fue  forzado  á 
recojme  á  Italia,  donde  los  de  Toscana  movidos  de 
compasión  de  su  desastre  y  desmán,  en  que  cayera 
no  ipOT  culpa  suya,  sino  por  la  ambición  y  desleal- 
tad de  su  normano:  primeramente  le  aco>jgieron  y 
hospedaron  muy  bien,  después  por  la  esperiencia  de 
su  bondad,  y  por  la  fama  que  corria  de  su  virtud,  le 
entregaron  á  so  rey  Corito  (á  quien  otros  también 
llaman  Jano  Júpiter),  que  era  de  muy  tierna  edad, 
para  que  fuese  su  ayo,  y  como  tal  le  amaestrase  en 
lo  que  saber  le  convenia:  que  fue  una  resolución 
muy  acertada  y  muy  agradable  para  toda  aquella 
provincia.  No  fes  salió  vana  su  esneranza  ni  se 
engañaron  en  lo  que  se  prometían  de  su  bondad, 
como  lo  da  á  entender  el  nombre  de  Italia,  mudado 
asimismo  desde  aqufil  tiempo  á  ejemplo  de  España  en 
el  de  Hesperia  que  también  tiene:  que  fue  prueba 
bastante  de  la  aprobación  de  Héspero.  Llegaron  las 
nuevas  de  todo  esto  ü  España.  Atlas  con  recelo  que 
si  este  aplauso  no  se  atajaba  al  principio,  cundiría  el 
mal,  y  podría  ser  que  fortificado  su  hermano  y  pu- 
jante con  el  favor  de  la  gente,  primero  le  despojase 
del  reino  de  Italia,  y  después  le  pusiese  en  condición 
lo  de  España;  consoltado  el  negocio  con  los  suyos, 
acordó  de  hacer  grandes  levas  de  gente,  y  con  todo 
su  poder  pasar  en  Italia.  Llevó  de  España  grande  nú- 
mero de  soldadoSi  y  entre  ellos  muchos  de  los  prin- 
cipales Españoles  con  voz  y  muestra  de  honraltos  y 
ayudarse  de  sus  fuerzas  en  aquella  jomada;  mas  á  la 
verdad  pretendia  tenellos  consigo  como  en  rehenes,  y 
asegurar  que  en  su  ausencia  no  se  levantasen  algunos 
movimientos  en  la  tierra,  con  deseo  de  cosas  nuevas, 
y  de  sacudir  de  si  el  yugo  del  imperio  y  señorío  es- 
UMño. 

Hízose,  pues,  á  la  vela:  pero  como  se  levantasen 
recios  temporales,  corrió  fortuna,  derrotóse  toda  su 
armada,  y  en  lugar  de  tomar  á  Italia,  que  era  loque 
pretendia,  fue  arrebatado  y  llevado  por  los  vientos  á 
¡aisla  de  Sicilia.  Eran  grandes  lasriquezas  de  aquella 
tierra,  su  fertilidad  y  hermosura;  por  lo  cual  dicen 
dejó  allí  para  que  poblasen  una  buena  parte  de  los 
Españoles  que  llevó  consigo.  Hecho  esto,  con  lo  de- 
más de  su  ejército  últimamente  dio  la  vuelta  y  aportó 
á  Italia,  donde  halló  que  ya  su  hermano  Héspero  era 
fallecido:  con  que  le  fue  cosa  fácil  apoderarse  de  Co- 
rito rey  de  Toscana,  y  hacerse  señor  de  todo.  De  dos 
hijas  que  tenia,  la  una  llamada  Electra,  casó  con 
Corito^  cuyos  hijos  fueron  Jasio  y  Dárdano:  de  quien 
se  tornará' á  hablar  luego.  La  otra  no  se  sabe  con 
quien  casase,  solo  dicen  que  se  llamó  Rome,  y  que 
su  padre  la  heredó  en  aquella  parte  de  Italia,  por 
donde  corre  el  río  Tibre,  que  ¿  la  sazón  se  llamaba 
Albola,  donde  también  dio  asiento  á  parte  de  los  Es- 
pañoles ya  dkhos.  Añaden  demás  desto,  que  esta 
Romeen  el  monte  Palatino  puso  los  cimientos  de  la 
Ínclita  ciudad  de  Roma:  la  cual,  de  pequeños  princi- 
pios, con  el  tiempo  se  hizo  señora  del  mundo.  Alegan 
para  esto  por  testiffo  á  Fabio  Pictor,  autor  muy  anti- 
guo y  muy  grave  de  las  cofÍs  romanas;  dado  que  á 
nome,  fundadora  de  aquella  nobilísima  ciudad,  otros 
la  hacen  nieta  de  Eneas,  hija  de  Ascanio.  Otros  son 


de  parecer  que  después  de  la  destrucción  de  Troya, 
una  mujer  nobilísima  entre  las  cautivas,  que  se  decía 
Rome,  venido  que  bobo  con  Eneas  en  Italia,  que- 
mó los  navios  de  su  gente,  que  estaban  suroidos  á  la 
ribera  del  Tibre,  y  les  persuadió  edificasen  de  nuevo 
un  pueblo  que  del  nombre  de  aquella  cautiva,  llama- 
ron  Roma. 

No  hay  duda  sino  que,  por  testimonio  de  graves 
autores,  se  muestra  que  Roma  estaba  fundada  antes 
de  Rómulo;  y  es  averiguado  que  antiguamente  tuvo 
aquella  ciudad  otro  nombre,  el  cual  los  secretos  de  la 
religión  y  ceremonias  no  permitían  se  divulgase  en- 
tre todos,  y  aun  se  sabe  que  Valerio  Serano  por  que- 
brantar este  secreto,  pa^o  aquel  desacato  con  la  vida.. 
Verdad  es  que  no  se  tiene  noticia  de  tal  nombre, 
como  asimismo  es  incierto  lo  que  nuestros  historiado- 
res afirman,  que  Roma  fue  fundación  de  Españoles, 
si  bien  les  concediésemos  que  la  gente  de  Atlante  por 
mandado  de  Rome  su  hija,  lo  fundó  por  este  tiempo. 
Y  parece  mas  invención,  y  hablilla  inventada  á  pro- 
pósito de  dar  gusto  á  los  españoles,  que  cosa  examina- 
da con  diligencia  por  la  regla  de  la  verdad  y  antigüe- 
dad. Yo  estoy  determinado  de  mirar  mas  aina  loque 
es  justo  se  ponga  por  escrito,  y  lo  que  va  conforme  á 
las  leyes  de  la  historia,  que  lo  que  naya  deagradar  á 
nuestra  gente;  pues  no  es  justo  que  con  flores  de  se- 
mejantes mentiras,  fuera  de  tiempo  y  sazón,  se  ata- 
vie y  hermosee  la  narración  desta  historia,  ni  el  lus- 
tre y  grandeza  de  las  cosas  de  España,  tiene  necesidad 
de  semejantes  arreos.  Asi  que,  desechamos  como  co- 

S,  dudosa,  por  no  decir  mas  adelante  lo  que  inven- 
ron  nuestros  historiadores,  que  Roma  fue  población 
de  Españoles. 

De  la  misma  manera  no  queremos  recibir  los  que 
nuestras  historias  modernas  cuentan  entre  los  reyes 
de  España;  es  á  saber  Sicoro,  Sicano,  Siceleo  y  Luso 
pues  en  las  antiguas  historias  ningún  rastro  os  ellos 
se  halla  de  sus  hechos  ni  de  sus  nombres.  Tampoco 
aprobamos  lo  que  en  esta  parte  añaden,  que  un  hijo 
de  Atlante,  llamado  Vorgete,  después  de  lamuertede 
su  padre  reinó  en  Italia;  de  cuyo  nombre  los  Españo- 
les que  siguieron  á  Atlante  y  asentaron  en  Italia,  dice 
se  llamaron  Morgetes,  ca  todo  esto  no  estriba  en 
mejor  fundamento  que  lo  dé  mas  arriba  dicho.  Yo 
creería  mas  aina,  que  aquella  gente  tomó  el  apellido 
de'Morgetes  de  las  ciudades  donde  moraban  en  Espa- 
ña, y  dedonde  la  sacaron  para  llevarla  en  Italia;  pues 
consta  que  en  la  Bética,  hoy  Andalucía,  bobo  dos 
pueblos  llamados  Murgis,  el  uno  á  la  ribera  del  mar, 
que  hoy  se  llama  Muxacra,  y  el  otro  mas  adentro  en 
la  tierra,  al  cual  boy  llaman  Murga:  el  uno  y  el  otro 
situados  no  lejos  de  la  ciudad  muy  nombrada  de 
Murcia,  la  cual  asimismo  algunos  quieren  fuese  asiento 
de  los  Morgotes.  De  donde  se  puede  entender  que  en 
Sicilia  procedieron  y  se  fundaron  así  bien  la  ciudad 
de  Murgancio,  muy  nombrada  entre  los  antiguos, 
como  los  pueblos  Mui]gentinos,  sea  en  este  mismo 
tiempo,  sea  en  otro  diferente;  que  tampoco  esto  no 
se  puede  averiguar,  por  estribar  solamente  y  apoyar- 
se todo  en  la  semejanza  de  los  nombres  que  los  unos 
y  los  otros  tuvieron:  congetura  las  mas  veces  enga- 
ñosa, incierta  y  flaca. 

CAPITULO  XI. 

De  Slcalo  rey  de  España. 

Por  autoridad  de  Filistio  Siracusano,'sín  embargo 
de  todo  lo  dicho,  se  puede  recibir  como  cosa  verda- 
dera, que  Siculo  (i),  hijo  deAtlante,  después  que  su 
padre  partió  de  España,  como  lugarteniente  suyo  y 
por  su  orden  gobernó  esta  provincia  por  algún 
tiempo,  y  después  de  muerto  le  sucedió  en  todos  sus 

(1)  Téoffibe  preiente  que  este  Sicalo  es  oao  d^  los  reyes 
1  fibuloioi  del  Bero  de  AnaioViterbíenie. 


i8 


BIBLIOTICA  ra  6ASPAK  T  KOIG. 


reinos.  Bste  prineipe  por  el  detíeo  que  tenía  de  tomar 
b  posesión  del  reino  de  Italia,  y  oon  intento  de  am- 
parar lo  que  restaba  en  agnellas  partes  del  ejército  de 
SQ  padre,  eon  moj  escogida  gente  se  hizo  a  la  vela  y 
pasó  en  Italia.  Pnocípaimente  que  entre  lasio  y  Dár- 
dano,  sobrinos  suyos ,  babian  resucitado  deMtos  v 
diferencias,  las  cuales  pretendía  apaciguar.  Fue  asi; 
que  estos  dos  hermanos,  después  de  la  muerte  de  su 
padre  Gorito,  se  hadan  entre  sí  cruel  guerra  sobre 
fa  posesión  de  Toscana.  Deseaba,  pues,  concertar  los 
que  de  tan  cerca  le  tocaban  en  parentesco,  ademas 
que  Jasio  por  sus  cartas  le  importunaba  pojr  favor  y 
ayuda;  cuya  justicia  era  mas  fundada  pero  menores 
las  fuerzas. 

Con  este  intento  partió  de  España,  y  de  cnníno,  sea 
por  su  voluntad,  sea  arrebatado  por  la  fuerza  de  los 
vientos  Y  tormenta,  llegó  á  Sicilia,  donde  fortificó  y 
aumento  el  poder  de  los  amigos  antiguos,  hizo  otrosí 
guerra  á  los  Ciclopes  y  á  losLestrigones,  gentes  fieras 
y  bárbaras.  Esta  guerra  que  hizo,  y  la  victoria  que 
ganó  muy  señalada  de  estas  gentes  (como  algunos 
sospechan,  Tucydides  lo  apunta  al  principio  del  libro 
sesto)  fue  causa  que  aquella  Isla  llamada  antes  Trina- 
cría  ae  tres  promontorios  que  tiene,  tomase  nuevos 
apellidos,  el  del  Sicila  del  rey  Siculo,  y  el  de  Sicanía 
de  los  Españoles  que  levantó  en  aquella  parte  de 
España  por  donde  pasa  3I  rio  Sicoris  ó  Segre:  ca  no  liay 
dudasino  que  antiguamente  moró  porallí  cierta  gen- 
te llamada  Sicana,  los  cuales  dicen  quedaron  de  guar- 
nición en  aquella  isla.  Otros  dicen  y  añaden  que 
aquella  isla  se  llamó  también  Sicaria,  de  cierta  gen^e 
que  moraba  á  las  riberas  de  aquel  río  Sicoris,  que 
eran  los  mismos,  ó  diferentes  de  los  Sicanos.  Sea  li- 
cito en  cosas  tan  antiguas  y  oscuras  ir  á  las  veces  á 
tiento,  sin  poder  tomar  entera  resolución. 

Volviendo  á  Sfculo ,  los  mismos  autores  refieren 
que  pasado  en  Italia  ayudó  á  su  hermana  Rome,  y  la 
proveyó  de  nuevos  socorros  contra  los  Aborígenes, 
gente  natural  de  la  tierra, queordinaríamente  le  da- 
ban guerra,  y  la  traían  desasosegada.  Esto  dicen  por 
causa  que  en  buenos  escrítores  y  antiguos  se  hace 
mención  que  en  aquellos  lugares  de 'Italia  moraban 
pueblos  llamados  Siculos  y  Sicanos,  que  sospechan  por 
este  tiempo  hicieron  allí  su  asiento:  argumento  poco 
bastante  para,  asegurar  sea  verdad  lo  que  con  tanta 
resolución  ellos  afirman.  Lo  que  se  tiene  por  mas  ]5ro- 
bable,  es  que,  ordenadas  las  cosas  á  su  voluntad, 
prímero  en  Siciha  y  después  en  Italia,  movió  con  sus 
gentes  la  vuelta  de  Toscaoa  con  intento  de  hacer  ros- 
tro y  allanar  á  Dárdano  su  sobrino,  que  en  la  guer- 
ra que  traia  contra  su  hermano,  se  hallaba  acompa- 
ñado de  un  poderoso  ejército  de  Aborígenes.  Pero  él 
visto  que  no  podía  resistir  al  poder  de|Siculo,  de  co- 
razón ó  fingidamente  dejadas  las  armas,  se  puso  en 
sus  manos,  confiado  según  él  decía  y  daba  á  enten- 
der en  la  justicia  de  su  querella,  y  persuadido  no  per-  j 
mitiria  su  mismo  tío  lo  quitasen  por  fuerza  lo  que  | 
demás  de  ser  herencia  de  su  padre,  había  adquindo 
por  su  valentía  y  norias  armas.  Sin  embargo,  se  tomó 
asiento  entre  losaos  hermanos,  cual  á  Siculo  pareció 
roas  conveniente  para  sosegar  aquellos  bullicios:  con 
que  las  cosas  parecía  comenzaban  á  tomar  mejor  ca- 
mino. ' 

Aseguróse  con  esto  Siculo,  y  descuidóse  Jasio,  en- 
tendiendo había  llaneza  en  aquel  trato;  pero  Dár- 
dano luego  que  halló  ocasión  para  ejecutar  su  mal 
propósito,  dio  la  muerte  á  su  hermano,  que  confiado 
en  el  concierto  estahí  seguro,  y  en  ninguna  cosa  me- 
nos pensaba  que  en  semejante  traición.  Siculo  como 
era  razón  tomó  esta  injuria  por  suya,  acudió  á  las 
armas  y  en  una  batalla  famosa  que  se  dio,  venció  á 
Dániano,  y  le  puso  en  necesidad  de  desamparar  á 
Italia.  Paso  con  grande  acompañamiento  de  Aborígenes 
á  .Samothracia,  de  donde  pasado  que  bobo  el  Heles- 
ponto,  que  hoy  es  el  estrecho  de  Gallípolí,  fue  el  prí- 


mero que  en  la  provincia  de  Asia  la  Menor  y  en  la 
Frigia  fundó  la  muy  nombrada  ciudad  de  Troya.  Que- 
dó de  Jasio  un  hijo  por  nombre  Goríbanto,af  cual  en 
,  lugar  de  su  padre  hizo  Siculo  rey  de  Italia. 

Compuestas  las  cosas  desta  manera^  dio  Siculo  la 
,  vuelta  para  España,  donde  no  se  sabe  ni  el  tiempo  que 
adelante  vio,  ni  otra  cosa  ni  hazaña  suya  de  que  se 
pueda  hacer  memoría;  si  jano  queremos  en  lugar  de 
nístoria  publicar  los  sueños  y  desvarios  de  algunos 
escrítores  modernos,  que  de  nuevo  tornan  á  forjar 
otros  nuevos  nombres  de  reyes  de  España  sin  mejor 
fundamento  que  los  de  arriba.  Estos  son  Testa,  que 
le  hacen  funaador  de  cierta  población  llamada  ansí- 
,  mismo  Testa,  autor  y  principio  de  los  Contéstanos, 
gente  muy  conocida  en  España:  dicen  otros  si  fue  na- 
tural de  África,  y  llegó  no  sé  por  qué  caminos  á  ser 
rey  v  señor  de  España.  Otro  es  Romo,  al  cual  hacen 
funaador  de  Valencia,  nombre  que  en  latín  siffQÍGca 
lo  mismo  que  en  ^iego  Roma:  el  cual  nomore  (}e 
Roma  dicen  también  tuvo  aquella  ciudad  antigua- 
mente, á  la  manera  que  la  ciudad  de  Roma,  según 
que  lo  diceSolioo,  se  llamó  antiguamente  Valencia,  y 
I  Evandro  le  mudó  el  nombre  y  apellido  en  el  que  al 
presente  tiene  de  Roma. 

El  tercero  rey  que  nombran  es  Palatuo,  de  j[uíen 
¡  dicen  se  llamaron  los  pueblos  Palatuos,  y  también  la 
ciudad  de  Palencia  tomó  este  nombre  del  suyo,  dado 
que  muy  distante  de  donde  era  el  asiento  de  aquella 
Rente  dicha  Palatuos  antiguamente,  que  caía  cerca  de 
Valencia.  Añaden  que  este  Palatuo  echó  á  Caco  de  la 
posesión  y  reino  de  España:  al*mismo  en  el  monte 
Aventíno,  que  es  uno  de  los  siete  que  en  sí  contiene 
Roma,  por  la  huella  de  las  vacas  que  hurtó,  le  halló 
y  díó  muerte  Hércules  el  Thebano.  Deste  jaez  es  el 
rey  Erithro.que  fingen  vino  de  allende  el  mar  Berme- 
jo, que  se  llama  también  el  mar  Erithreo,  y  aun  quie- 
ren que  de  su  nombre  se  le  pegó  á  la  isla  de  Cádiz  el 
nombre  que  antiguamente  tuvo  de  Ervthrea.  El  pos- 
trero en  el  cuento  destos  reyes  es  Meiicola,  que  por 
otro  nombre  se  llamó  Gargons  (i);  mas  desteen  par- 
ticular hace  mención  el  historiador  Justino.  Todo  esto 
y  los  nombres  destos  reyes,  tales  cuales  ellos  se  sean, 
ni  se  debían  pasar  en  silencio,  como  quien  rodea  al- 
gún foso  ó  pantano  'que  no  se  atreve  á  pasar,  donde 
no  solo  gente  ordinaria,  sino  personas  muy  doctas 
ban  tropezado  y  caído:  ni  tampoco  era  justo  aprobar 
lo  que  siempre  hemos  puesto  en  cuentos  de  hablillas 
y  consejas.  A  Siculo  entiendo  yo  que  llama  Justino, 
Sicoro.  Esto  se  avisa,  porque  á  ninguno  engañe  la  di- 
ferencia del  nombre  para  pensar  que  Siculo  y  Sicoro 
goan  dos  reyes  diversos  y  distintos. 

CAPITULO  XII. 
De  las  diversas  gentes  qne  vinieroo  á  España. 

Dificultosa  cosa  sería  querer  puntualmente  ajus- 
tar  los  tiempos  en  que  floreciéronlos  reyes  de  España 
que  de  su  uso  quedan  nombrados,  los  anos  que  reina- 
ron y  vivieron,  y  en  particular  señalar  el  año  de  la 
creación  del  mundo  en  que  sucedió  cada  cual  de  las 
cosas  ya  dichas,  no  faltaría  diligencia  y  cuidado  para 
rastrear  y  averiguar  la  verdad,sise  descubriese  algún 
camino  seguro  para  hacello.  Contentarnos  hemos  con 
conjeturas,  por  las  cuales  sin  mas  particuiarizarias 
sospecho  que  los  Geriones  poseyeron  á  España,  y 
en  ella  reinaron  la  cuarta  ó  quinta  edad  después  del 
diluvio.  Siculo  floreció  mas  de  doscientos  años  antes 
de  la  guerra  de  Troya.  En  cuyo  tiempo,  ó  no  muchos 
años  después,  una  gruesa  flota  partió  de  Zazyntho, 

(1)  Justino,  aue  es  el  úaico  historiador  que  nos  habla  de 
Gargorís,  rey  de  los  Cúrelos,  aue  se  establecieron  en  Tarté- 
80,  y  civilizaron  nuestros  pneblos,  no  dice  dónde  ha  tomado 
esta  fábula,  qne  tal  vei  no  tenga  de  realidad  sino  que  el  con- 
ductor  de  la  colonia  fenieía  estableeida  en  aquellas  costas  se 
Vlamase  Gargorís. 


HISTORIA  DB 

isla  puesta  ep  el  mar  Jonio  al  PonieaUdel  Peloponeso  i 
y  cte  la  Morea;  y  tomado  que  bobo  tierra  eo  aquella  | 
parte  de  España  donde  ai  presente  está  asentada  la  ' 
ciudad  de  Valencia,  los  que  en  aquella  armada  venían 
ires  millas  de  la  mar  levantaron  un  pueblo,  que  del  ] 
nombre  de  sa  tierra  llamaron  Zazyntho,  y  adelante  ' 
mudado  el  apellido  algún  tanto  se  liamó  Sa^nto,  boy 


isfaíIa.  19 

cual  entiendo  yo  fue  el  mismo  oue  arriba  llamamos 
Osiris  Egipcio,  de  cuya  venida  a  España  se  trató  en 
su  higar.  El  segundo  fue  hijo  de  Proserpina  ó  Geresi 
al  cual  acostumbraban  pintar  con  cuernos  para  dar  ¿ 
entender  fue  el  primero  que  unció  los  bueyes,  y  en- 
señó por  este  modo  arar  y  sembrar  la  tierra* 
El  tercero  fue  hijo  de  Semeies,  nació  de  adulterio, 


Mñnríedro  (í).  Pretendían  que  aquel  castillo  princi-  I  crióse  en  la  ciudad  de  Mero;  nombre  que  significa  e! 
pálmenle  les  sirviese  de  fortaleza  para  contrarestar  á  '  muslo,  de  donde  tomaron  los  poetas  ocasioo  para 
ios  naturales,  sise  alborotasen  contra  ellos,  y  recoger  j  fingir  que  su  mismo  padre  iúpiter  le  encerró  y  crió 


en  él  la  gran  suma  de  oro  y  de  plata  que  por  brujerías 
d?  poco  precio  y  quinquillerías  rescataban  de  los  es- 
pañoles, gente  simple  é  ignorante  de  las  grandes  ri- 
quezas que  en  aquel  tiempo  poseía. 

Confiados  en  la  segundad  que  aquella  fuerza  les 
daba,  &e  atrevieron  á  entrar  mas  adelante  en  la  tierra 
y  calarla  v  á  descubrir  las  riberas  y  marinas  comarca- 
nas, donae  algunos  años  después  se  dice,  que  sesenta 
millas  hacia  el  Poniente,  en  un  sitio  muy  á  propósito, 
se  determinaron  á  levantar  untemploá  la  diosa  Diana; 
el  mas  fiímoso  que  bobo  en  España,  del  cual  el  pro- 
montorio Diano,  que  es  donde  al  presente  está  la  villa 
de  Denia,  tomó  aquel  nombre.  Este  templo,  conforme 
á  la  costumbre  y  superstición  de  los  Griegos,  adorna- 
ron ellos  coa  ídolos,  derramaron  en. él  mucha  i^iuigre 
de  sacrificios  que  allí  hacían  ordinariamente.  Con 
esto  los  naturales,  maravillados  de  tantas  y  tan  nu&- 
vas  ceremonias  y  de  la  magostad  de  todo  el  edificio, 
comenzaron  á  tener  á  esta  gente  por  hombres  ve- 
nidos del  cielo  y  por  superiores  á  las  demás  naciones. 
Y  es  averiguado  que  ninguna  cosa  hay  mas  poderosa 
para  mover  alpueolo  que  el  culto  de  la  religión,  guier 
verdadero,  quier  fingido,  por  el  natural  conocimiento 
que  los  hombres  tienen  de  Dios,  y  la  reverencia 
que  tienen  á  su  divinidad.  El  enmaderamiento  deste 
templo  era  de  enebro,  madera  no  menos  olorosa  que 
incorruptible,  tanto  que  Plinío  testifica  (2)  se  con- 
servaba hasta  su  tiempo  sin  alguna  corrupción  ni 
carcoma. 

Desjpues  de  la  venida  de  los  de  Zazyntho.  refieren 
que  el  otro  Dionisio  ó  Baccfaó  hijo  de  Semeies,  como 
ciento  y  cincuenta  años  antes  de  la  guerra  de  Troya, 
llegó  á  lo  postrero  de  España,  y  en  Jas  albuferas  ó  es- 
teros de  Guadalquivir,  entre  las  dos  bocas  por  donde 
en  aquel  tiempo  se  metía  y  descargaba  en  el  mar, 
fundo  á  Nebrija,  dicha  a^í  de  los  Nebridas,  que  en 
griego  significa  pieles  de  ciervo,  de  que  Dionisio  y  sus 
compañeros  se  vestían  comunmente,  y  mas  en  parti- 
cular cuando  querían  ofrecer  sacrificios.  El  sobre- 
nombre de  Veneria  que  tuvo  Nebrija,  los  tiempos 
adelante  se  dieron.  Diodoro  Sículo  escribe  que  anti- 

Í;uamente  bobo  tres  Dionisios  ó  Bacchós.  El  primero 
ué  hijo  de  Deucalion,  que  es  lo  mismo  que  Noé,  el 

(1)  kani  te  supone  la  faodacloa  deSagonto  anterior  dos* 
cieotos  dos  á  la  gaerra  de  Troya,  lo  que  es  del  todo  invero- 
slmii,  porgoe  no  coasta  qoe  toa  g riegos  europeos  eo  aquel 
tiempo  hubiesen  hecho  alguna  larga  espedicioa,  la  caal  no 
hubiera  dejado  dectlebrane  como  la  de  los  Argonautas.  Sabau 
piensa  que  los  de  la  isla  de  Zazyntho  vinieron  &  nuestras  eos* 
US  despees  de  los  Fenicios,  y  hacia  el  siglo  séptimo  ú  octavo, 
antes  de  Jesucristo.  Los  Fenicios  antes  de  este  tiempo  ya 
ocupaban  las  costas  de  la  Bélica;  y  aun  no  se  habla  nada  por  los 
historiadores  de  la  espedicion  de  los  de  Zante.  De  los  Foeenses 
consta  que  en  el  siglo  sesto  ocuparon  la  cesta  de  Valencia 
desde  la  embocadura  del  Júcar  hasta  Cartagena»  estando  ya 
los  de  Zante  establecidos  en  Sagunto:  es  evidente,  pues,  que 
debieron  establecerse  en  el  siglo  séptimo  ú  octavo. 

(2)  Este  antiguo  naturalista  solo  habla  del  templo  de  Diana 
que  los  tfe  Zazyntho  construyeron  fbera  de  Sagunto,  en  el  cual 
pusieron  U  estatna  que  trajeron  de  su  |itria,  y  que  Annibal 
por  el  respeto  que  tenia  6  esta  Clisa  deidad  la  mandó  eonser^ 
var  cnantt)  se  destruyó  la  ciudad.  Bl  eolio  de  Diana  se  esten- 
dió por  obü  gran  parte  de  la  España,  paes  en  Alcalá  deflena- 
res  había  on  monumento  consagrado  á  Diana  y  en  el  Naya 
que  pertenece  ala  España Tarraoonense,  también  se  encon- 
traron inscripciones  que  pueden  verse  en  la  Colección  de 
Lúp.  j  Medallai;  del  sabio  y  erudito  Masdeu. 


dentro  de  su  muslo.  Deste  postrero  se  dice,  que 
á  imitación  del  primer  Dionysio,  emprendió  de  oís- 
currír  y  conquistar  muchas  y  diversas  provincias: 
ennobleciólas  con  bis  victorias  que  ganó,  en  particu- 
lar venido  á  España  la  limpió  de  las  maldades  y  tira- 
nías que  de  todas  maneras  en  ella  prevalecían.  En  el 
mismo  tiempo  Milico,  hijo  de  Bliríca,  (por  ventura 
uno  de  los  descendientes  de  Sículo),  dicen  tenia  gran 
poder,  riquezas  y  autoridad  entre  los  Españoles:  y 
que  los  descendientes  deste  Milica,  no  lejos  donde  al 
presente  está  Baeza,  fundaron  á  Gastulon  en  los  Óre- 
tenos, ciudad  que  antiguamente  se  contó  entre  las 
mas  nobles  de  España,  asentada  y  puesta  donde  ai 
presente  quedan  como  rastros  de  Uk  antigüedad  los 
cortijos  de  Gazlona. 

Al  tiempo  que  DioDysio  partió  de  España,  dejó  en 
ella  dos  de  sus  compañeros^  que  fueron  el  uno  por 
nombre  Luso,  de  quien  proceaieron  losLusitanosque 
son  los  Portugueses:  el  otro  Pan,  al  cual  aqiMUos 
homtffes  groseros  y  dados  á  superstición  de  gentiles 
pusieron  eael  número  de  los  dioses,  y  del  y  de  su 
nombre  (como  testifican  Varron  y  Plutarchó)  toda 
esta  provincia  ,se  llamó  primero  Pania,  y  después 
añadida  una  letra,  Spania,  ^e  es  lo  mismo  que  Es- 
paña, iason  Thessalo  otrosí,  encendido  en  deseo  de 
adquirir  honra  y  riquezas,  poco  adelante  se  hizo 
corsario  en  el  mar:  ejercicio  ¿  la  sazón  de  mucho 
interés  por  estar  las  marinas  sin  guarnición,  y  los 
hombres  á  manera  de  pastores  en  chozas  y  cabanas 
derramados  por  los  campos.  Edificó  para  este  efecto 
una  nave  de  forma  muy  prima  y  capaz.  El  trazador  y 
carpintero  que  hi  hizo  se  llamó  Ar^os.  Hecha  ^apres- 
tada la  nave,  tomó  en  su  compañía  á  Hércules  el 
Thebano,  á  Orfeo  y  á  Lino,  á  Castor  y  Poluz  con  otro 
buen  golpe  de  gente. 

Con  este  acompañamiento  partió  de  Thessalía:  en 
el  discurso  de  su  viaje,  que  rae  muy  grande,  acabó 
cosas  mu)^  estraordinanas.  En  particular  junto  al 
promontorio  de  Troya,  llamado  Sigeo,  libró  de  la 
muerte  á  Hisione,  hija  del  rey  Laomedonte.  En  Gel- 
chos,  por  industria  de  Medea,  hurtó  la  riqueza  de 
oro  que  su  padre  tenía  muy  grande;  y  porque  acos^ 
tumbraban  con  pieles  de  carnero  coger  y  sacar  el  oro 
de  los  arroyos  que  se  derribaban  del  monte  Caucase, 
tomaron  los  poetas  ocasión  de  decir  que  había  hur-* 
tado  el  vellocino  de  oro  tan  famoso  y  nombrado  acer- 
ca de  los  antiguos.  Fué  en  su  compañía  la  dicha 
Medea:  desde  allí  pasaron  el  estrecno  Cymmerio, 
llegaron  á  la  laguna  Meotis  y  por  el  rio  Tañáis  arriba, 
por  donde  las  dos  partes  del  mundo  Asía  y  Europa 
parten  término,  llevaron  á  jorro  la  dicha  nave  todo  lo 
mas  que  pudieron.  Después  la  desenclavaron,  y  la 
madera  llevaron  en  hombros  hasta  dar  en  la  rilara 
del  mar  Sarmético,  donde  se  dice  que  de  nuevo  la 
juntaron  y  clavaron,  de  suerte  que  por  las  riberas  de 
Alemania,  Fnmcia  y  España  no  pararon  hasta  dar  en 
la  boca  del  estrecho  de  Cádiz  (3).  Allí  sobre  el  monte 
Calpe,  que  es  en  lo  postrero  del  estrecho  hacia  el  mar 
Mediterráneo,  afirman  que  Hércules  levantó  un  cas*' 

(S)  ¿Y  quién  cree  que  de  tal  manera  y  con  un  barco  tan 
frágil  navegasen  por  el  mar  Negro,  y  pasado  el  Bosforo  Ci- 
merio  V  la  lengua  Meotida  se  entrasen  en  el  Tañáis,  y  por  él 
en  el  Océano  septentrional,  v  se  viniesen  costeando  la  Euro* 

Ea  hasta  las  cofumnas  de  Hércules?  Esta  narración  solo  es 
uena  para  el  poema  de  los  Argonautas. 


20 


BIBLIOTECA    DB  QáBPAM  T   BOIG. 


tillo^  que  de  sa  mismo  nombre  se  ilamó  Heraclea  y 
hoy  es  GibralUr.  Desde  aquel  casülilo  salieron  di-* 
venas  veces  por  la  tierra  á  robar,  y  pelearon  con  los 
Españoles  que  les  salieron  al  encuentro,  cuándo  prós- 
pera cuándo  adversamente. 

Pasado  en  esto  algún  tiempo,  y  puesta  en  el  casti- 
llo buena  guarnición  y  los  despojos  ^n  las  naves,  par- 
tieron primero  para  Sagunto,  donde  benignamente 
los  reabieron  por  ser  todos  de  nación  griega  y  usar 
de  una  misma  lengua.  Desde  Sagunto  pasaron  á  la 
isla  de  Mallorca:  allí  prendieron  al  rey  de  aquellas 
islas  por  nombre  Bocoris;  pero,  por  entender  que  en 
ellas  no  se  hallaba  oro,  hecho  su  matalotaje  y  pues- 
tos en  las  naves  muy  hermosos  bueyes,  cuales  son 
los  de  aauellas  islas,  se  encaminaron  la  vuelta  de 
lulia.  Allí  Hércules  dio  la  muerte  en  la  cueva  del 
monte  Aveniíno  á  Caco  gran  salteador,  y  que  le  ha- 
bía hurtado  los  bueyes  que  llevaba:  quitó  asimismo 
la  costumbre  que  tenían  los  de  aquella  tierra  de  echar 
cada  un  año  para  aplacar  á  Saturno  en  el  Tibre  desde 
el  puente  Molle  un  hombre  vivo,  y  hizo  que  en  su 
lugar  echasen  ciertas  estatuas  de  pajas  y  de  juncos. 
Acabadas  estas  cosas,  por  la  Liguria,  que  hoy  es  el 
Genovés,  se  dice  que,  deshecha  otra  vez  la  nave,  la 
pasaron  en  hombros  primero  al  rio  Po,  y  por  él  al 
mar  Adriático  ó  golfo  de  Venecia.  Por  este  mar  á  cabo 
de  tan  largos  caminos,  y  de  tantas  vueltas  como  ¡ 
hicieron  Jason  y  Hércules  y  sus  compañeros,  sanos  | 
y  salvos  volvieron  á  su  tierra.  Pero  no  es  de  nuestro , 
intento  tratar  de  cosas  extranjeras:  pues  hay  harto  ! 
que  hacer  en  declarar  las  que  propiamente  á  España 
tocan.  * 

Un  autor  por  nombre  Hecateo  nie^  esta  venida  en 
España  de  Uéreules  el  Thebano  hijo  de  AnGtrion, 
que  por  otro  nombre  llamaron  Alceo;  mas  Diodoro  y 
todos  los  demás  autores  testifican  lo  contrario,  de-  ! 
mas  de  los  rastros  del  camino  que  en  España  y  en  los 
montes  Pirineos  y  en  la  Gallia  Narbonense  quedaron 
deste  viaje;  y  se  conservaron  por  largos  tiempos,  y 
aun  en  la  misma  entrada  de  Italia  los  Alpes  Lepon- 
cias  y  Buganeas  tomaron  estos  apellidos  de  dos  com- 
pañeros de  Hércules:  con  que  se  muestra  no  solo  que 
Hércules  vino  á  España,  smo  que  parte  de  su  gente 
pasó  en  Italia  por  tierra,  y  dejaron  en  algunos  lugares 
por  donde  pasaron  nombres  y  apellidos  griegos.  Vir- 
gilio atribuye  á  este  Hércules  la  muerte  de  los  Gerio- 
nes,  de  gne  se  trató  arriba,  con  la  libertad  que  suelen 
los  poetas;  y  por  la  semejanza  de  los  nombres  en- 
tiendo se  trocaron  los  tiempos. 

Después  de  la  venida  de  Hércules,  y  después  de  la 
muerte  de  Milko,  reinó  en  España  Gargons,  famoso 
por  la  invención  que  halló  de  coger  la  miel,  por  don- 
de asimismo  le  llamaron  Melicoia.  En  tiempo  deste 
rey  concurrió  la  guerra  muy  famosa  de  Troya,  la 
cual  concluida,  las  reliquias  de  los  ejércitos  griego 
y  troyano  se  derramaron  y  hicieron  asiento  en  diver- 
sas partes  del  mundo,  en  particular  vinieron  á  Espa- 
ña, y  poblaron  en  ella  no  pocos  capitanes  de  los 
Griegos  (i).  Tal  es  la  común  opinión  de  nuestros  his- 
toriadores y  gentOy  que  muchas  naciones  antigua- 
mente trasladadas  á  esta  región,  por  la  comodidad 
oue  hallaron,  asentaron  y  poblaron  endiversas  partes 
deBspañal 

En  este  cuento  tiene  el  primer  lugar  Teuero,  el 
cual  después  de  la  muerte  desgraciada  de  su  herma- 
no Ayaz,  porque  su  padre  Telamón  no  le  permitió 
volver  á  su  tierra  solo,  aportó  primero  ¿  la  isla  de 
Chipre,  y  en  elhi  edificó  la  ciudad  de  Salamina,  hoy 
Pamagosta,  que  llamó  así  del  nombre  de  su  patria.  De 

(1)  No  ei  menos  fiboloso.  Bomero,  que  tenia  noticia  de 
las  navegaciones  de  loe  Feoicios  á  nuestras  costas,  tejió  la 
(abala  de  loa  viajes  de  Ulises  y  lo  hizo  venir  i  nuestros  ma- 
rea; de  él  la  copiaron  los  eserítorta  grieiros  y  latinos  aua- 
diendo  algunas  circooaiancias,  como  la  faodacioo  de  varías 
dudades. 


I  Ghínre  pasó  en  España,  y  en  ella  donde  al  presente 
esta  Cartagena  dicen  edificó  otra  ciudad' que  de  su 
nombre  llamó  Tenería.  No  hay  duda  sino  que  Justino 
y  San  Isidoro  hacen  mención  desta  venida  de  Teuero 
a  España;  y  aun  Justino  en  particular  dice  que  se 
apoderó  de  aquella  parte  donde  está  situada  Cartage- 
na; pero  que  allí  haya  fundado,  y  oue  la  haya  Uamado 
Teu¿ria,  puede  ser  verdad,  mas  ellos  no  lo  dicen,  ni 
se  hallan  algunos  rastros  de  población  semejante. 
Verdad  es  otrosí  que  todos  concuerdan  en  que  Tea- 
cro  pasó  el  estrecho  de  Gibrattar,  y  vueltas  las  proas 
á  manderecha  mas  adelante  del  cabo  de  San  Vicente 
y  de  las  marinas  de  toda  la  Lusítania,  pasó  en  las  del 
Galicia,  y  en  ellas  fundó  la  ciudad  de  Hellene,  que  es 
la  que  al  presente  se  llama  Pontevedra:  y  aun  quie- 
ren que  ael  nombre  de  uno  de  sus  commiñeros  fundó 
otra  ciudad  llamada  Anfilolda,  que  los  Romanos  lla- 
maron Aguas-calientes,  y  los  Suevos  que  asentaron 
adelante  por  aquellas  partes,  la  llamaron  Auria,  nos- 
otros la  llamamos  Orense. 

Dicen  otrosí  que  Diomedes,  hijo  de  Tideo  aportó  á 
las  riberas  de  España;  pero  como  en  todas  las  partes 
los  naturales  le  niciesen  reeistencia,  rodeadas  todas 
las  riberas  del  mar  Mediterráneo  y  gran  parte  del 
Océano,  pasó  de  la  otra  parte  de  la  Lusítania,  y  allí 
fundó  del  nombre  de  su  padre  la  ciudad  de  Tuy.  que 
en  latín  se  llama  Tnde  ó  Tyde,  entre  las  bocas  ae  los 
rios  Miño  y  Limta  á  la  ribera  del  mar.  Strabon  asimis- 
mo en  el  lioro  tercero  refiere  que  Mnesteo  Ateniense 
con  su  flota  vino  á  Cádiz,  y  en  frente  de  aquella  isla 
á  la  boca  del  rio  Belon,  que  hoy  es  Guadalete,  por 
donde  desemboca  en  el  mar,  se  dice  edificó  una  ciu- 
dad de  su  mismo  apellido  y  nombre,  donde  al  presen  • 
te  está  y  se  ve  el  puerto  de  Santa  María.  Demás  que, 
entre  los  dos  brazos  de  Guadalquivir  edificó  un  tem- 
plo que  se  llamó  antiguamente  Oráculo  de  Mnesteo, 
sobre  el  mismo  mar,  que  fue  de  grande  momento 
para  acrecentar  en  España  la  superstición  de  los 
Griegos. 

Por  conclusión  Strabon  y  Solino  testifican  que  Uli- 
ses entre  los  demás  vino  á  España,  y  que  en  la  Lusí- 
tania ó  Portugal  fundó  la  ciudad  de  Lisboa:  cosa  de 
que  el  mismo  nombre  de  aquella  ciudad  da  testimo- 
nio, que,  según  algunos,  en  latín  se  escribe  Ülissipo; 
si  bien  otros  son  de  diferente  parecer,  movidos  asi 
d«l  mismo  nombre  de  aquella  ciudad,  del  cual  por 
antiguallas  se  mueUra  se  debe  escribir  Olisipo,  y  no 
Uli8>ipo,  como  también  porgue  en  las  marinas  de 
Flandes  en  diversos  lugares  se  halia  mención  de  las 
aras  ó  altares  de  Ulises,  d^do  que  no  pasó  en  aque- 
llas partes.  Por  estos  argumentos  pretenden  que  con- 
forme á  la  vanidad  de  los  Griegos  pusieron  a  Uikes 
antiguamente  en  el  número  de  sus  dioses,  y  para 
liooralle  en  diversas  partes  le  edificaron  memorias, 
lo  cual  dicen  puede  ser  sucediese  en  España,  y  que 
Lisboa  por  esta  causa  tomase  el  nombre  de  Ulises  sin 
que  él  ni  su  gente  aportasen  á  estas  partes. 

CAPITULO  Xlll. 

De  las  cosas  de  Abidea,  y  de  la  general  sequedad  de  España. 

Por  este  mismo  tiempo  el  rey  Gar^oris  tenia  su  rei- 
no de  los  Curetes,  como  lo  dice  Justino,  en  el  bosque 
de  los  Tartessios,  desde  donde  los  antiguos  fingieron 
que  los  Titanes  hicieron  guem  á  los  dioses.  Este 
rey  las  demás  virtudes  oue  se  entiende  tuvo  muy 
grandes,  afeó  con  la  crueldad  y  fiereza  de  que  usó 
con  un  su  nieto  llamado  Abides.  Nació  este  mozo  de 
su  hija  fuera  de  matrimonio:  el  abuelo  con  intento 
de  encubrir  aquelhi  mengua  de  su  casa  mandó  que 
le  echasen  á  un  monte  á  las  fieras  para  que  allí  mu- 

.  riese.  Ellas  mudada  su  naturaleza  trataron  al  infante 
con  la  humanidad  que  el  fiero  ánimo  de  su  abuelo  le 

;  negaba,  ca  le  criaron  con  su  leche,  y  le  sustentaron 


AISTOMA  DB  BSPAÍ^A. 


21 


con  ella  algan  tiempo.  No  bastó  esto  pan  amansalle, 
antas  por  su  mandado  de  nuevo  le  pusieron  en  una  es- 
trecha senda  par^  que  el  ganado  que  por  allí  pasaba 
le  tiollase.  Cardábale  el  cielo  pura  cosas  mayores:  es- 
capó deste  peligro  así  bien  como  del  pasado.  Usaron 
de  otra  Infección ,  y  fue  que  por  muchos  días  tuvieron 
sin  comer  perros  y  puercos  para  que  hiciesen  presa 
en  aquellas  tiernas  carnes :  libróle  Dios  deste  peligro 
como  de  los  dos  ya  referidos ;  las  miismas  perras  con 
cierto  sentimieuto  de  misericordia  dieron  al  infaote 
leche.  Por  conclusión  el  mismo  mar  donde  le  arroja* 
ron  la  sustentó  con  sus  olas»  y  echado  á  la  ribera, 
una  cierva  le  crió  con  su  regalo  y  con  su  leche. 

Hace  mucho  al  caso  para  mudar  las  costumbres  del 
ánimo  ▼  del  cuerpo  la  calidad  del  mantenimiento  con 
que  cada  uno  so  sustenta  y  y  mas  en  la  primera  edad: 
asi  fue  cosa  maravillosa  por  causa  de  aquella  leche  y 
sustento  cuan  suelto  salió  de  miembros.  Igualaba  en 
correr  ios  años  adelante ,  y  alcanzaba  las  fieras,  y 
confiado  de  su  ligereza ,  y  por  ser  naturalmente  atre- 
vido y  de  ingenio  muy  vivo ,  hacia  robos  y  presas 
por  todas  partes  sin  que  nadie  se  atreviese  á  luicelle 
resistencia.  Todavía  molestados  los  comarcanos  con 
sus  insultos  se  concertaron  de  armalle  un  lazó  en  que 
cayó 9  y  preso  le  llevaron  á  su  abuelo.  Kl  cual,  luego 
que  Ttó  aquel  mancebo ,  por  cierto  sentimiento  oculto 
de  la  naturaleza  (de  que  muchas  veces  sin  entendello 
somos  tocados,  y  no  sé  qué  cosa  mayor  de  lo  que  se 
veía  resplandecía  en  su  rostro)  mirándole  atentamen- 
te y  las  señales  que  siendo  niño  le  imprimieron  en  su 
cuerpo,  entendió  lo  que  era  verdad  que  aquel  mozo 
era  sa  nieto,  y  que  no  sin  providencia  mas  alta  habia 
escapado  de  peligros  tan  graves.  Con  esto  trocó  el 
odio  en  benignidad,  púsole  por  nombre  Abides ,  tú- 
vole consigo  en  tanto  que  vivió ,  con  el  tratamiento  y 
regalo  que  era  razón,  y  á  su  muerte  le  nombró  por 
sucesor  y  here4^  de  su  reino  y  de  sus  bienes  (i). 

Suele  ser  ocasión  de  vencer  grandes  dificultades 
cuando  el  cuerpo  se  acostumbra  a  trabajos  áesAt  la 
mocedad;  ademas  que  era  de  grande  ingenio,  por 
donde  en  industria  y  autoridad  se  aventajó  á  los  de- 
más reyes  sus  antepasados.  Persuadió  á  sus  vasallos, 
gente  bárbara,  y  ^ue  vivían  derramados  por  los  cam- 
pos ,  se  juntasen  en  forma  de  ciudades  y  aldeas ,  con 
mostrarles  cuánto  importa  para  la  seguridad  y  buena 
andanza  la  compañía  entre  los  hombres ,  y  el  estar 
trabados  entre  sí  con  leyes  y  estatutos.  Con  la  como- 
didad de  la  vida  política  y  sociable  ayuntó  el  ejercicio 
de  las  artes  y  de  la  industria :  con  esto  las  costumbres 
fieras  de  aquellas  gentes  se  trocaron  y  ablandaron. 
Restituyó  el  uso  del  vino,  y  la  manera  de  labrar  los 
campos  olvidada  y  dejada  de  muchos  años  atrás :  ca 
la  gente  se  sustentaba  solo  con  las  yerbas  v  con  la 
frota  que  de  suyo  por  los  compos  nacía  sin  labrallos 
ni  cuitivallos.  Ordenó  leyes,  estableció  tribunales, 
nombró  jueces  y  magistrados  para  tener  trabados  los 
mayores  con  los  menores ,  y  que  todos  viviesen  en 
paz.  Por  esta  forma  y  con  esta  industria  i^nó  las  vo- 
luntades de  los  suyos,  y  entre  los  estrenos  gran  re- 
nombre. 

Vivió  liasta  la  postrera  edad,  en  que  muy  viejo 
trocó  la  vida  con  la  muerte.  Falleció  el  cuerpo;  pero 
su  (ama  ha  durado  y  durará  por  todos  los  años  y  si- 
glos. Dicese  que  sus  sucesores  por  largos  tiempos  po- 
seyeron su  remo ,  sin  señalar  ni  los  nomhres  que  tu- 
vieron, ni  los  años  que  reinaron.  Solo  se  entiende 
que  Abides  y  sus  hazañas  concurrieron  con  el  tiempo 
de  David  rey  del  pueblo  judaico.  Justino  parece  le 
hace  del  mismo  tiempo  de  los  Geriones,  \  que  reinó 
no  en  toda  sino  en  cierta  parte  de  España.  Esto  es 
k)  que  toca  á  Abides.  El  tiempo  adelante  no  tiene 
cosa  que  de  contar  sea ,  y  que  hiaya  quedado  por  es- 


(1)   Jostíno,  qoe  esivibia  tantos  siglos  después  de  este  sn- 
Mso,  no  eiu  niegaa  eseritor  antiguo,  que  tal  reaera. 


crito ,  fuera  de  su  señalada  sequedad  de  la  tierra  y 
del  aire  (2) ,  que  se  continuó  por  espacio  de  veinte  y 
seis  años ,  comenzó  no'  mucho  después  de  lo  que 
queda  contado.  Muchos  historiadores  de  común  con- 
sentimiento testifican  y  afirman  fue  esta  sequedad  tan 
grande,  que  se  secaron  todas  las  ^fuentes  y  ríos  de 
Ebro  y  Guadalquivir,  y  que,  consumida  del  todo  la 
humedad,  con  que  el  polvo  se  junta  y  se  pe^a,  la 
misma  tierra  se  abrió ,  y  resultaron  grandes  grietas  y 
aberturas  por  donde  no  podían  escapar  ni  librarse 
los  que  querían  para  sustentar  la  vida  irse  á  otras 
tierras. 

Por  esta  manera  España  principalmente  en  los  lu- 
gares mediterráneos  quedó  desnuda  de  la  hermosura 
de  árboles  y  de  yerbas,  fuera  de  algunos  árboles  á  la 
ribera  del  (Guadalquivir ,  yerma  junto  con  esto  de  bes- 
tias y  de  hombres,  y  se  redujo  á  la  soledad,  y  fue 
puesta  en  miserable  destrucción.  El  linaje  de  los  reyes 
y  de  los  grandes  faltó  de  todo  punto:  que  la  gente 
menuda  con  la  pobreza,  y  por  no  tener  provisión 
para  muchos  días ,  se  recogieron  con  tiempo  á  las 
provincias  comarcanas  y  á  los  lugares  marítimos. 
Añaden  en  conclusión,  que  después  de  grandes  vien- 
tos que  se  siguieron  á  esta  seca  y  arrancaron  lodos  los 
árboles  de  raíz,  las  muchas  lluvias  que  sucedieron 
sazonaron  la  tierra  de  l^i  suerte  que  los  huidos  mez- 
clados con  otras  naciones  (como  luego  diremos)  vol- 
vieron á  España  á  sus  antiguos  asientos,  y  tornaron  á 
restituir  el  linaje  de  los  Españoles,  que  casi  faltara  de 
todo  punto.  Esto  dicen  los  mas. 

Otros  autores  de  grande  erudición  é  ingenio  han 
procurado  quitar  el  crédito  á  esta  narración,  que  es- 
triba en  testimonio  de  nuestras  historias  y  de  nuestra 
gente,  con  estos  argumeptos.  Dicen  que  ningún  es- 
critor griego  ni  latino ,  ni  aun  todas  nuestras  historias 
hacen  mención  de  cosa  tan  grande  y  tan  señalada, 
como  quier  que  declaren  y  cuenten  muchas  veces  co- 
sas muy  menudas.  Preguutan  si  han  quedado  rastros 
algunos  ó  de  la  ida  de  los  Españoles,  &  de  su  vuelta, 
si  letreros ,  si  antiguallas :  cosas  todas  que  por  meno- 
res ocasiones  se  suelen  levantar  y  conservar  para  per- 
petua memoria.  Añaden  ser  imposible  que  con  tan 
grande  sequedad ,  y  de  tantos  años  como  dicen  que 
fue  esta,  se  haya  conservado  alguna  parte  de  humor 
en  los  rios  del  Guadalquivir  y  fibro,  si  se  considera 
cuan  gran  parte  de  humedad  y  de  agua  en  el  discurso 
del  verano  por  la  falta  de  las  lluvias  consume  el  calor 
del  Hol.  En  el  cual  tiempo  muchas  veces  rios  muy 
caudalosos  se  secan ,  mayormente  si  la  sequedad  y  el 
calor  son  estraordinarios  por  la  fuerza  de  alguna  ma- 
ligna constelación  y  estrella.  Dicen  mas,  qpe  con  se- 
quedad tan  grande,  y  de  tanto  tiempo,  no  se  abriera 
la  tierra,  antea  se  desmenuzara  en  polvo,  pues  con 
la  humedad  se  cuajan  los  cuerpos ,  y  con  la  sequedad 
se  desliacen  v  resuelven ;  de  que  da  bastante  mues- 
tra el  suelo  de  África  y  de  Libia ,  donde  consumi- 
da la  humedad  de  la  tierra  con  el  ardor  del  cie- 
lo hay  arenales  tan  grandes  que  con  jos  vientos  á 
la  manera  del  mar  se  levantan  olas  y  montes  de 
polvo. 

Esto  es  lo  que  dicen  ellos :  á  nos  no  pareció  dejar 

la  opinión  recibida,  la  fiíma  común  y  tra<hcion  de 

nuestra  gente,  y  el  testimonio  conforme  de  nuestras 

^  historias 'Sin  razón  que  fuere  para  ello.  Puédese  en- 

,  tender  y  sospechar,  para  escusar  á  los  antiguos,  que 

•  la  fama  solamente  declara  la  suma  de  las  cosas  sin 

(2)  Perreras  supone  que  esto  sucedió  4800  años  antes  de 
Jesucrisio  eo  tiempo  del  hambre  de  Egipto;  pero  ea  lal  caso 

'.  era  oecesario  decir  que  el  mundo,  fuera  del  Egipto  donde 
babia  graoeros  bien  provistos,  hubiese  quedado  enterameate 
despoblado  eo  tan  largo  espacio  de  tieonpo.  Por  otra  parte 
»d>emo8  que  el  hambre  de  que  se  habla  en  el  Génesis  no  duré 

,  sioo  siete  años,  y  hi  de  España  el  que  menos  lo  haee  durar 

,  diei  y  siete.  Blanana  la  fija  ea  una  época  muy  posterior  pero 

i  sin  ningoo  fundamento. 


Vi 


BIBUOTBCA  DB  QáSPAtL  T  BOIG* 


guardar  el  orden  y  razón  de  ellas ,  trastrueca  las  per- 
sonas,  lugares  y  tiempos  ^  y  por  lo  menos  aumenta 
todas  las  cosas ,  y  las  hace  mayores  de  lo  que  á  la 
verdad  fueron ,  ca  es  semejante  á  los  grandes  ríos, 
los  cuales  mudadas  las  aguas ,  tanto  cuanto  mas  se 
alejan  de  su  nacimiento  y  primeras  fuentes ,  y  muda- 
do todo  lo  al,  solo  conservan  el  apellido  y  nombre 
primero;  y  es  cosa  averiguada ,  que  no  solo  el  inler- 
Talo  del  tiempo,  sino  á  distancia  de  los  lugares  no 
muy  grande  altera  á  las  veces  la  memoria.  Todo  esto 
entendemos  sucedió  en  el  negocio  presente:  que  ni 
la  seca  de  aquel  tiempo  fue  tan  grande ,  ni  tan  larga 
como  refieren ,  antes  que  llovió  algunas ,  aunque  po- 
cas  veces  y  escasamente,  de  suerte  que  bastase  para 
que  la  tierra  no  se  resolviese  en  polvo ,  y  oo  faltasen 
de  todo  punto  y  se  consumiesen  los  ríos;  pero  no  para 
que  la  tierra  pudiese  producir  y  sazonar  ios  frutos  y 
mieses ,  ni  para  cerrar  las  aberturas  y  grietas  que  al 
principio  se  hicieron.  Puédese  demás  desto  creer, 
que  lo  que  sucedió  en  tiempo  de  Faetón  en  lus  otras 
provincias^  esto  es,  que  por  el  ardor  del  sol  y  la  seca 
estraordinaria  las  tierras  se  abrasaron  (que  fue  el 
fundamento  de  la  ficción  y  fábula  de  Faetón  y  del 
sol)  la  misma  aflicción  padeció  España  en  el  mismo 
tiempo,  y  aun  mavor  por  ser  mas  sujeta  que  las  otras 
tierras  á  la  sequedad  ael  aire  y  falta  de  lluvias. 

CAPITULO  XIV. 
Cómo  los  Celtas  y  los  de  Rhodas  vinieron  á  España. 

Lk  fama  desta  desolación  de  España  movió  á  mise* 
rícordia  y  á  compasión  á  las  gentes  comarcanas,  que 
consideraban  la  mudanza  y  vuelta  de  las  cosas  hu- 
manas. Junto  con  esto,  pasado  el  trabajo,  fue  oca- 
sión que  gran  muchedumbre  de  gente  estranjera  vi- 
niese á  poUar  en  esta  provincia:  parte  de  los  que 
con  sus  ojos  en  tiempo  de  su  prosperidad  vieron  los 
campos ,  jolicía  y  riquezas  de  los  Españoles ;  parte  los 
que  por  dicho  de  otros  hablan  comenzado  á  estimar 
y  desear  esta  tierra.  Así  venida  la  ocasión ,  con  muje- 
res,  hijos  y  hacienda  vinieron  los  pueblos  enteros  á 
morar  en  ella,  y  de  la  provincia  yerma  cada  cual 
ocupó  aquella  parte  que  entendía  ser  mas  á  su  pro- 
pósito sea  para  los  ganados  que  traia ,  ó  por  ser  afifcio- 
nado  á  la  labor  de  la  tierra.  Por  la  industria  destos 
y  por  la  mucha  y  abundante  generación  que  tuvieron 
no  en  mucho  tiempo  se  restituyó  la  antigua  hermo- 
sura, policía  y  frecuencia  de  las  ciudades,  y  con  un 
nuevo  lustre  que  volvió,  cesó  la  avenida  de  tantos 
nuiles. 

Desdóla  Galia  comarcana,  pasados  los  Púineos, 
los  Celtas  se  apoderaron  (1)  para  habitación  suya  de 
todo  aquel  pedfazo  de  España  que  se  estiende  hasta  la 
ribera  del  Ebro;  y  por  la  parte  oriental  del  monte 
Idubeda,  que  goza  de  un  cielo  muy  apacible  y  alegre, 
la  ciudad  de  Tarazona ,  que  hoy  se  ve ,  Nertobriga  y 
Arcobrigaque  han  faltado,  estaban  en  aquella  parte. 
Destos  Celtas  y  de  los  Españoles  que  se  llamaban  Ibe- 
ros, habiéndose  entre  si  emparentado,  resultó  el 
noinbre  de  Celtiberia  con  que  se  llamó  gran  parte  de 
España.  Multiplicó  mucho  esta  gente ,  que  fue  la  cau- 
sa de  dilatar  grandemente  sus  términos  hacia  Medio- 
día, de  que  dan  bastante  prueba  Segobriga,  Belsino, 
Urcesia  y  otros  lugares  distantes  entre  sí ,  que  de  gra- 
ves autores  son  contados  entre  los  Celtíberos.  Lo  mis- 
mo acaeció  á  muchas  partes  y  pueblos  de  Españai 

(1)  Maiden j  Siban  prueban  qoe  los  Céltai  son  asas  ao- 
tigtx»  en  Eapana  qae  en  Francia ,  paea  los  eacritorea  griegos 
hablan  de  naestroa  oeltaa  maa  de  doscientos  años  antes  que  se 
bata  mendon  de  los  celtas  franeeaea.  ¿Pero  de  dónde  vinieron 
á  npa&a  estos  celtaií?  ¿Vinieron  de  la  Scitia?  Ninann  autor 
antlgno  ha  puesto  jamas  alíalos  Celtas.  Por  eso,  Sabau  pien- 
sa qae  sin  duda  alguna  fueron  originarios  de  España  deseen- 
dtentes  de  los  primeros  pobladores,  pues  su  origen  está  en- 
vnalto  en  lu  tiaieblas  de  la  antifúeaad  mu  renota. 


que  con  el  tiempo  tuvieron  sus  distritos  ya  aas  es- 
trechos, ya  mas  anchos,  según  y  como  sucedían  las 
cosas. 

A  la  parte  del  Septentrión  á  los  confines  de  los  Cel- 
tiberos caían  los  Arevacos ,  que  eran  donde  al  presen- 
te están  asentadas  Osma  y  Agreda,  y  con  ellos  los 
Duracos,  los  Pelendones,  los  Meritas,  los  Presamar- 
cos,  los  Cilenos,  todos  pueblos  comprendidos  en  el 
distrito  de  los  Celtiberos,  y  emparentados  con  ellos. 
Y  aun  se  entiende  que  todos  estos  pueblos  á  un  mis- 
mo tiempo  vinieron  de  la  Galia  y  se  derramaron  por 
España,  por  conjeturas  probables  que  hay  para  cree- 
11o,  pero  ninffun  argumento  que  conclusa.  Lo  que 
tiene  oías  prooabilidad,  es  que  los  de  Rhodas  por  la 
grande  esperiencia  que  tenían  en  el  marear ,  con  que 
se  hicieron  y  fueron  señores  del  mar  por  espacio  de 
veinte  y  tres  años,  así  en  las  otras  provincias,  como 
también  en  España  para  su  fortificación .  y  para  te- 
ner donde  se  recogiesen  las  flotas  cuanao  la  mar  se 
alterase ,  demás  desto  para  la  comodidad  de  la  contra- 
tación con  los  naturales  edificaron  castillos  en  mu- 
chos lugares.  Particularmente  á  las  haldas  de  los  Pi- 
rineos rondaron  á  Rhodope  ó  Rhoda,  que  hoy  es 
Roses,  Junto  aun  buen  seno  de  mar,  ciudad  que 
antiguamente  creció  tanto ,  que  en  tiempo  de  los  Go- 
dos fue  catedral  ^  tuvo  obispo  propio ;  mas  al  presen- 
te es  muy  pequeña ,  y  que  fuera  de  las  ruinas  y  ras- 
tros de  su  antigua  nobleza ,  pocas  cosas  tiene  que 
sean  de  ver. 

Los  Rhodios,  asimismo  refieren,  fueron  los  prime- 
ros que  enseñaron  á  ios  Españoles  hacer  gomenas  y 
sogas  de  esparto ,  y  tejer  la  pleita  para  diversas  co- 
modidades y  servicios  de  las  casas.  Refieren  otrosí 
que  enseñaron  á  hacer  las  atahonas  para  moler  el 
trigo  con  mayor  facilidad  que  antes :  cosa  que  por  ser 
la  gente  tan  ruda  y  por  su  poca  maña  costaba  mucho 
trabajo.  Dicen  demás  desto,  que  fueran  los  primeros 
que  trajeron  á  España  el  uso  de  la  moneda  de  cobre, 
con  gran  maravilla  y  risa  al  principio  de  los  naturales 
que  con  un  poco  de  metal  de  poco  ó  ningún  provecho 
se  proveyesen  y  comprasen  mantenimientos,  vesti- 
dos j[  otras  cosas  necesarias.  Fue  sin  duda  grande  in- 
vención la  del  dinero ,  y  semejante  á  encantamiento, 
como  lo  toca  Luciano  en  la  vida  de  Demonacte.  Fi- 
nalmente ,  á  propósito  de  dilatar  el  culto  de  sus  dio- 
ses, y  á  imitación  (te  los  saguntinos  edificaron  un 
templo  á  la  diosa  Diana,  en  que  usaban  de  estraordi- 
narias  ceremonias  y  sacrificios,  sin  declarar  qué  ma- 
nera de  sacrificios  y  ceremonias  eran  estas.  Puédese 
creer  que  conforme  á  la  costumbre  de  los  tauros  sa- 
crificanan  á  aqueUa  diosa  los  huéspedes  y  gente  es- 
tranjera. 

En  particular  dicen  que  edificaron  á  Hércules  un 
oráculo,  y  ordenaron  se  le  hiciesen  sacrificios,  los 
cuales  no  se  celebraban  con  palabras  alegres ,  ni  roga- 
tivas blandas  de  los  sacerdotes,  sino  con  maldiciones 
y  denuestos:  tanto  que  tenían  por  cierto  que  con 
ninguna  cosa  mas  se  profanaban ,  que  con  decir  (aun- 
que fuese  acaso)  entre  las  ceremonias  solemnes  y  sa- 
crificios alguna  buena  palabra.  De  que  daban  esta  ra- 
zón :  Hércules  llegado  á  Lindo,  que  es  un  pueblo  de 
Rhodas,  pidió  á  un  labrador  que  le  vendiese  uno  de 
los  bueyes  con  que  araba ,  y  como  no  quisiese  venir 
en  ello,  tómeselos  por  fuerza  entrambos:  el  labrador, 
por  no  poder  mas,  vengó  la  injuria  con  echarle  mal- 
diciones y  decirle  mil  oprobios,  los  cuales  por  enton- 
ces Héreules  estando  comiendo  oyó  con  alegría  y 
grandes  risadas :  después  de  ser  consagrado  por  Dios, 
pareció  á  los  ciudadanos  de  Lindo  efe' conservar  la 
memoria  de  este  hecho  con  perpetuos  sacrificios. 
Para  esto  edificaron  un  altar  que  llamaron  Buzigo, 
que  es  lo  mismo  que  yugo  de  bueyes;  criaron 
junto  con  esto  al  mismo  labrador  en  sacerdote,  y  or- 
denaron que  en  ciertos  tiempos  sacrifiatse  un  par  de 
bueyes,  renovando  jimtamente  los  denueslos  que 


HISTORIA  HE  ESPAÑA. 


23 


que  oonlra  Hércules  dijo.  Esta  costumbre  y  ceremo- 
nia, conservada  por  los  descendientes  destos,  se  pue- 
de entender  vino  en  este  tiempo  á  España  tomada  de 
la  vanidad  de  los  griegos,  y  que  la  trajeron  los  de 
Rhodas  con  so'venida. 

Bstá  Roses  asenteda  enfrentode  Empurias.  y  apar- 
tada deUa  por  la  nbar  espacio  de  doce  millasalas  pos- 
treras haldas  de  los  Pirineos.  Del  cual  moDte  se  dice 
oue  j^r  el  mismo  tiempo  se  encendió  todo  con  fuego 
del  cíelo:  ó  por  inadvertencia  y  descnido  de  los  pas- 
tores, ó  por  ventura  de  propósito  quemaron  los  árbo- 
les y  los  matorrales  con  intento  de  desmontar  y  rom- 
per los  campos  para  que  se  pudiesen  cultivar  y  habitar, 
y  apacentar  en  ellos  los  ganados.  Lo  cierto  es  que  esto 
monte  por  los  griegos  fne  llamado  Pirineo,  del  fuei^o 
que  en  griego  se  llama  Pir,  sea  por  el  suceso  ya  di- 
cho, sea  como  otros  quieren,  por  causa  de  los  rayos 
que  por  su  altura  muchas  veces  le  combaten  y  abra- 
san; por  lo  oue  algunos  finj^en  que  vino  este  nomt>re 
y  se  tomó  de  Pisine,  mujer  amiga  de  Hércules,  y 
falleció  en  estos  lugares,  ó  de  un  Pirro  rey  antiguo  de 
España,  los  mas  inteligentes  lo  reprueban  como  cosa 
falmiosa  y  sin  fundamento* 

Lo  que  se  tiene  por  roas  cierto  es  que  .con  la  fuerza 
del  fuego  las  venas  de  oro  y  de  pata,  de  que  así 
aquellos  montes  como  todo  lo  de  España  estaba  lleno 
tanto  que  decían  que  Pluton,  dios  de  las  riquezas, 
moraba  en  sus  entrañas,  se  derritieron  de  suerte  que 
salieron  arroyos  de  aquellos  metales,  y  corrieron  por 
diversas  partes.  Los  cuales  apagado  el  fuego  se  cua- 
jaron, y  por  su  natural  resplandor  pusieron  maravilla 
á  los  naturales;  si  bien  los  menospreciaron  por  enton- 
ces por  no  tener  noticia  de  su  valor;  mas  las  otras 
naciones,  entendido  lo  que  pasaba,  se  encendieron 
en  deseo  de  venir  á  España  con  esperanza  que  los  de 
la  tiera,  como  ignorantes  que  eran  de  tan  grandes 
bienes,  les  permitirían  de  muy  buena  gana  recoger 
todo  aquel  oro  y  píate,  por  lo  menos  les  seria  cosa 
muy  fácil  rescatadlo  por  dijes  y  mercaderías  de  muy 
poco  valor. 

CAPITULO  XV. 

De  la  venida  de  los  de  Fenicia  á  España. 

Db  los  de  Fenicia  se  dice  fueron  los  primeros  huui- 
bres  que  con  armadas  gruesas  se  atrevieron  al  mar.  y 
para  enderezar  sus  navegaciones  tomaron  las  estrellas 
por  guia,  el  carro  mayor  y  menor,  en  especial  el 
Norte,  que  es  como  el  quicioóeje  sobre  que  se  menea 
el  cielo.  Estos  después  que  quiteron  el  señoríodelmar 
á  los  de  Rhodas  y  a  los  de  Frigia,  partiendo  de  Tiro, 
plaza  nobilísima  del  Oriente,  se  dice  que  navegaron  y 
vinieron  en  busca  de  las  riquezas  de  España.  Pero  á 
qué  parte  de  España  primeramente  llegaron,  nocon- 
cuenlan  los  autores.  Aristótelesdtce  que  losde  Fenicia 
fueron  los  primeros  que  llegados  al  estrecho  de  Cádiz 
rescateron  á  precio  del  aceite  que  traian,  tanta  copla 
de  plata  de  los  de  Tartesso,  que  hoy  son  los  de  Tarifa, 
cuanta  ni  cabia  en  las  naves,  ni  la  podian  llevar:  de 
suerte  que  fueron  forzados  á  hacer  de  plata  todos  los 
mstmmenlosde  las  naves  y  lasmismasáncoras.  Pudo 
ser  qoe  el  fueg».  de  los  montes  Pirineos  se  derramó  por 
las  demás  parles  de  España,  ó  de  las  minas  de  que  la 
Bética  era  abundante,  se  sacó  tanta  copia  de  oro  y  píate. 
Lo  que  lleva  mas  camino,  es  que  losde  Fenicia  en  esta 
su  empresa,  tocaron  primero  y  acometieron  las  pri- 
meras partes  de  España,  y  que  aquella  muchedumbre 
.de  píate  la  tomaron  de  los  Pirineos,  que  los  naturales 
les  dieron  por  las  cosas 'que  traian  de  rescate. 

Puédese  también  creer  que  Sichéo,  hombre  princi- 
pal entre  aquella  gente,  vino  (como  lo  dicen  nuestros 
historiadores)  en  España  por  capitan  desU  armada,  ó 
no  mucho  después  píor  contmuar  y  hacerse  siempre 
nuevas  navegaciones  y  armadas,  y  que  dellu  llevó  los 


riquezas  que  primeramente  le  fueron  ocasión  de  casar 
con  la  hermana  del  rey  de  Tiro  llamada  Dido,  y  des- 
pués le  acarrearon  la  muerte  por  el  deseo  y  codida 
que  en  Pigmaleon  su  cuñado  entró  deloro  de  España. 
Mas  quedó  en  su  intento  burlado  á  causa  que  Dido, 
muerto  su  marido,  puestas  las  riquezas  que  ya  el  tira- 
no pensaba  ser  suyas,  en  las  naves,  se  huyó  y  fué  á 
parar  á  Tarsis,  que  hoy  se  llama  Túnez,  ciudad  con 
quien  tenían  los  de  Tiro  grande  amistad  y  contrata- 
ción. Siguiéronla  muchos,  que  por  la  compasión  de ' 
Sichéo,  y  por  el  odio  del  tirano  mudaron  de  buena 
gánala  patria  en  destierro.  Para  proveerse  de  mujeres 
de  quien  tuviesen  sucesión,  en  Chipre  donde  desem- 
barcaron, robaron  bastante  número  de  doncellas,  y 
con  ellas  fueron  á  Charchédon,  lugar  antiguamente 
edificado  por  Charcbérdon  vecino  de  Tiro,  y  qoe  estaba 
asentado  doce  millas  de  Túnez. 

Allí  concertaron  con  los  naturales  les  vendiesen 
tanta  tierra  cuanta  pudiesen  cercar  con  un  cuero  de 
buey  (1):  vinieron  los  africanos  en  lo  que  aquella 
gente  les  pedia,  sin  entender  lo  que  pretendían.  Mas 
ellos  cortada  la  piel  en  correas  muy  delgadas,  con 
ellas  cercaron  y  rodearon  tanta  tierra,  que  pudieron 
en  aquel  sitio  hacer  y  levantar  una  fortaleza,  dedonde 
la  dicha  fuerza  se  llamó  Birsa,  que  significa  cuero  de 
buey.  Esto  escribe  Justino  en  el  libro  décimo  octavo, 
dado  que  nos  parece  mas  probable  que  Birsa  en  la, 
lengua  de  los  feníces,  que  era  semejante  á  la  hebrea, 
es  lo  mismo  que  Borsa,  que  en  lengua  hebrea  signifi- 
ca fortaleza  ó  castillo,  y  que  esta  fue  la  verdadera 
causa  de  llamarse  aquella  fortaleza  Birsa;  para  juntar 
la  fortaleza  con  el  lucrar  de  Charchédon  tiraron  una 
muralla  bien  larga,  y  toda  asi  junta  se  llamó  Cartazo. 
Sucedió  esto  setenta  y  dos  años  antes  de  la  fundación 
de  Roma.  Concertaron  de  pagar  á  ¡os  africanos  co- 
marcanos ciertas  parias  y  tributo,  con  que  les  ganaron 
las  voluntades. 

Pero  dejemos  las  cosas  de  fuera  porque  la  historia 
no  se  alargue  sin  propósito,  y  volvamos  á  Pigmaleon. 
de  quien  se  dice  que  habiéndose  por  la  muerte  de 
Sichéo  dejado  algunos  años  la  navegación  susodicha, 
con  nueve  Ilotas  partió  de  Tiro  la  vuelta  de  España  (2), 
surgió  y  desembarcó  en  aauella  parte  de  los  Turdulos 
y  de  la  Andalucía,  donde  hoy  se  ve  la  villa  de  Almu- 
hecar.  Alli  ediUeóuna  ciudad  por  nombre  Axis  ó  Exis 
para  desde  ella  contratar  con  los  naturales.  Cargó  con 
tanto  la  flota  de  las  riquezas  de  España,  volvió  á  su 
tierra,  tornó  segunda  y  tercera  vez  á  continuar  la  na- 
vegación sin  parar  hasta  tanto  que  llegó  á  Cádiz:  I:i 
cual  isla  como  antes  se  llamase  Erythrea  de  los  com- 
pañeros de  Oro,  según  que  de  suso  queda  apuntado, 
desde  este  tiempo  la  llamaron  Gadira,  esto  es  vallado 
sea  por  ser  como  valladar  de  España  contrapuesto  á 
las  hinchadas  olas  del  mar  Océano,  ó  porque  el  pueblo 
primero  que  los  de  Fenicia  en  ella  fundaron,  en  lugar 
de  muros  le  forüíicaron  de  seto  y  vallado.  Levantairon 
otrosí  un  templo  en  el  dicho  pueblo  á  honra  de  Hér- 
cules enfrente  de  tierra  firme,  por  la  parle  que  aque- 
lla isla  adelgazaba  hasta  terminarse  en  lina  punta  ó 
promontorio,  que  se  dijo  Hercúleo  del  mismo  nombre 
del  templo. 

Cosas  muy  estraordinarias  se  refieren  de  la  natura- 
leza de  esta  isla:  en  particular  tenía  dos  pozos  de 
maravillosa  propiedad,  y  muy  á  propósito  para  acre- 
ditar entre  la  gente  simple  la  superstición  de  los  grie- 
gos» el  uno  de  agua  dulce  y  el  otro  de  agua  salada: 
él  de  la  dulce  crecía  y  menguaba  cada  día  dos  veces 
al  mismo  tiempo  que  el  mar:  el  de  agua  salada  tenia 
his  mismas  mudanzas  al  contrario,  que  bajaba  cuando 

(1)  Esta  época  de  la  fundación  de  CarUgo  esti  equivocada, 
según  el  parecer  de  los  críticos,  cod  su  oonqaisla  por  Dido 
con  los  tirios  y  su  easaacbe  v  fortíScacion  por  el  mismo,  qoe 
se  puede  poner  ea  el  ano  74;  aotes  de  Roma. 

(2)  Ni  la  veoida  de  Sieheo  ni  la  de  Pigmaleon  está  acredi* 
tada  por  historiadores  antiguos  dignos  de  fé. 


^  •  iiuLtoncu 

el  mar  subía,  j  «ubia  cuaiidu  él  b^aba.  Tenia  otrosí 
un  árbol  llamado  de  Garioa,  por  causa  que  cortada 
algtm  ramo  deeliliba  como  sangre  cierto  licor  bulo 
mas  rojo  cuanto  mas  cerca  de  la  raíz  cortaban  el  ra- 
mo: BU  corteut  era  como  je  pino,  los  remos  encor- 
vados liácia  la  tierra,  las  liojas  largas  un  codo  "y  an- 
chas cuatro  dedos,  y  no  había  mas  de  udo  destos 
árboles,  y  otro  que  brotó  adelante  cuando  el  primero 
se  Kcá.  Voi?amo8  á  los  de  Fenicia,  loi  cuales  funda- 
ron otros  pueblos  y  entre  ellos  á  UHmn  y  Abdera: 
con  que  M  apoderaran  de  [>arte  de  lu  Botica,  y  ricos 
i:(Hi  la  contratación  de  España  comenzaron  claramente 
i  pretender  enseñorearse  de  toda  ella.  Platón  en  ti 
Timeo  dice  que  los  Atlanlides,  entre  lus  cuales  se 
puede  contar  Cídiz  por  estar  en  el  mar  AtUalico, 


CASl-lB   T    MOIC. 

partidos  de  la  isla  Eritlirea,  aporlaronpor  mar  i  AcbA- 
ya,  donde  por  filena  se  apoderaron  de  la  ciudad  de 
Atbenas;  ritas  desputts  se  Irocú  la  fortuna  de  la  guer- 
ra de  suerte  que  todos  sin  ifallar  uno  perecieron.  Al- 
gunos atribuyen  esto  caso  á  los  de  Feuidi  por  sermay 
poderosos  en  las  partes  de  Levante  y  deponienloqae 
tendrían  Tuerzas  y  inimoe  para  acometer  empresa  tan 
grande. 

£d  este  mismo  tiempo  se  abrían  las  zanjas  y  se  po- 
nían loa  cimientos  de  la  ciudad  de  Roma  (1):  junti- 
menle  reinaba  entre  los  Judíos  el  rey  Eiecliias  des- 
pués que  el  reino  de  Israel,  que  conleaia  las  diez 
tribus  de  aquel  pueblo,  destruyó  Salmansar,  gnn 
refdelosasiríos.  Hijo  deste  grande  emperador  fue 
Sóiacherid.  Estejuntó  ungnieso  ejércitoconpeiua-  ' 


míenlo  que  llevaba  dt>  apoderarse  de  todo  el  mundo, 
destruyó  la  provincial  de  Judea.  metió  i  fuego  y  á 
sangre  tuda  li  tierra,  fínalmente  se  puso  sobre  Jeru- 
salen.  Dlb.ile  pena  entretenerse  en  aquel  cerco,  por- 
qne  coaforme  á  ^u  snbnrbia  aspiraba  á  cosas  mayores. 
Dejó  al  capitán  Ribsare  con  parte  de  su  ejército  para 

3ue  apretase  el  cerco,  que  fue  el  año  décimo  cuarto 
eirema  de  Ecechías.  Hecho  esto,  pasó  en  Egipto 
con  la  fuerza  del  ejércilo.  Cercó  la  ciudad  de  Celasio, 
que  aotisuamente  fue  Heliópolis  y  al  presente  es  Da- 
aiata.  Alli  le  sobrevino  un  grande  revés,  y  Tue  que 
Tarachon,  el  cual,  con  el  reino  de  Etiopia  juntara  el 
de  Egipto,  te  salió  al  eticuenlro,  y  en  una  famosa  J>a- 
tallaqne  le  dio,  le  desbaratrt  y  puso  en  hntda. 

Berodoto  dijo  que  la  causadeste  desmán  fueron  los 
ratones,  qne  en  aquel  cerco  le  royeron  todos  los  ins- 
trumentoe  de  guem.  Sospéchase  que  lo  que  le  suce- 
dió en  Jerusalen,  donde,  como  dice  la  Escritura,  et 
in^lenmunoche  le  mató  ciento  yochentamilcom- 
batieoles,  lo  atribuyó  esta  autor  a  Egipto;  puede  ser 
también  tfaa  en  entrambos  lugares  le  persiguió  la  di- 
vina jiuttcis,  y  quiso  contraél  tnanifestar  en  dos  luc- 


res su  fuerza.  Sosegada  aquella  tempestad  de  los  asi- 
rlos, luego  que TaracbonseTidlibredeaquei  torbellino 
refieren  que  se  revolvió  sobre  otras  provincias  y  reí- 
nos,  y  en  particolar  jasó  en  España.  Estrabon  por  lo 
menos  lestiGca  haber  pasado  en  Europa:  nuestros 
historiadores  añaden  que  no  lejos  del  rio  Ebro  en  un 
ribazo  y  collado  fundo  de  su  nombrn  la  ciudad  de 
Tarragona,  y  que  los  Scipiones  mucho  tiempo  ade- 
lante la  reedíBcaran  y  hicieron  asiento  del  imperio  ro- 
mano en  España,  y  que  esta  fue  la  causa  de  atribuí, 
lies  In  fundación  de  ¡iquella  ciudad  no  solo  la  gente 
vulgar,  sino  también  autores  muy  graves,  entre  elfos 
Plinioy  Sollno:  si  bien  el  que  la  fundó  primero  fue  el 
ya  dicho  Taracluin,  rey  de  Etiopia  y  de  Bgípto  (2). 

(1)  Par  KáfDuln  v  Remn  el  iño  753  intM  de  lleta 
Yuliir. 

(3)  Miriaüi  caotundeeDettosdotupituliii  el  lien po  de 
la  venida  de  dlfereotei  niciooei  1  Espiñi.  Loa  feaieict  fot- 
ron  loa  prineros  que  ilegaroD  i  nuestra  Peainauii  1600  thm 
inlesdelier*  Tulgir,  yiuceiiTimeote  lii  deinii  oicioiies 
en  el  orden  j  *a  lii  époeii  que  demuMln  con  toda  la  Idi 
hjatóríci  el  ublo  Hiueu  en  lu  Siptñt  Peaicii  y  Griega. 


Dbwcm  deatas  cosas,  y  después  que  la  reina  Dido 
p>»ó  desU  Tida ,  los  cartagineses  se  apercibieron  de 
•Tinadas  muf  fuertes  con  que  se  hicieron  poderosos 
pormarf  por  tierra.  Deseaban  pasaren  Europa;  en 
ella  estendersu  imperio.  Acordaron  para  esto  en  pri- 
mer tugar  aconieier  las  islas  cpie  le  caiau  cerca  del 
mar  IHediterráneo ,  para  que  suTieseii  de  escala  para 
lo  demis.  AcoractieroD  d  Sicilia  la  primera ,  después 
i  Cerdeña  y  i  Cdrceca,  donde  tuvieron  varios  encuen- 
tros con  loe  naturales ,  y  finalmente ,  en  todas  estas 
partes  llevaron  lo  peor.  Pareciúles  de  nuevo  empren- 
der primero  las  islas  menores,  porque  tendrian  menor 
resistencia.  Con  este  nuevo  acuerdo ,  pasadas  las  ri~ 
beras  de  Liguria ,  que  es  el  Genovés ,  y  las  de  la  Ga- 
lla, tomaron  la  derrota  de  España,  donde  se  apodera- 
ron de  Ibiza  ( I) .  que  es  una  isla  rodeaJa  de  peñascos, 
de  entrada  dilicultosa ,  eldo  es  por  la  parte  de  Hedio- 
dia  en  que  se  forma  y  estiende  un  buen  puerto  y  ca- 
paz. Está  opuesta  al  cabo  de  Denia,  apartada  de  Is 
tierra  firme  de  España  por  espacio  no  mas  de  cien 
millas  ;  es  estrecha  y  pei^neña ,  y  que  apenas  en  cir- 
cuito baja  veinte  millas ,  a  la  saxon  por  la  mavor  parte 
fragosa  y  llena  de  bosques  de  pino,  por  oonde  los 
griego*  la  llamaron  rilhyusa. 


BISTÜIUS  H  CKPAÍ*.  23 

la  otra  isla  per  nombre  Ofyusa  (que  es  tanto 
Capitulo  .XVI.  con»  ¡slade  culebras) ,  llena  de  animales  ponzoñosos, 

V  por  esta  CGUsa  inhabitable ,  según  que  lo  testifican 
los  cosmógrafos  antiguos  ;  juego  muy  de  considerar  y 
milagro  delanatiraleza.  Verdailes  que  en  este  tiem- 
po no  se  puede  con  certidumbre  señalar  qué  isla  sea 
esta,  ni  en  qué  parle  caya.  Unos  dicen  que  es  la  t'or- 
raentera ,  á  la  cual  opinión  ayuda  la  distancia  por  es- 
tar no  mas  de  dos  mil  pasos  de  Ibiza  :  otros  quieren 
sea  la  Dragonera ,  movidos  de  fa  semejanza  del  nom- 
bra, si  bien  está  distante  de  Ibiza ,  y  casi  pe^iái  con 
kish  de  Hallori;a.  Los  mas  doctos  son  de  parecerque 
un  monte  llamado  Colubrer,  pegado  i  U  tierra  llrme, 
y  contrapuesto  al  lugar  de  Peñíscola ;  se  llamó  anli- 
^raente  en  griego  Ofyusa ,  y  en  latín  Colubraria, 
sin  embargo ,  aue  los  antiguas  gedgrafoj  situaron  á 
Ofyusa  cerca  de  Ibizn  ;  pues  en  esto  como  en  otras 
cosas  pudieron  recibir  engaño  por  caerles  lode  Espa- 
ña tan  lejos. 

Apoderado  que  se  hobieron  los  cartagineses  de  la 
isla  de  Ibiza,  j  que  fundaron  en  ella  una  ciudad  del 
mismo  nombre  de  la  isla  para  mantenerse  en  su  se- 
ñorío, se  determinaron  da  acometer  las  islas  de  Ma- 
llorca y  Menorca  distantes  entre  sí  por  espacio  de 
treinta  millas, yde  las  riberas  de  Espaiia  sesenta.  Los 

riegos  las  llamaron  ya  Cinesias ,  por  audar  en  ellas 
la  sazón  la  gente  desnuda  ,  que  esto  significa  anuel 
nombre ,  ya  Baleares,  de  las  liondas  de  que  usaban 
para  tirar  con  gran  destreza.  En  particular  la  mayor 
delasdosselíamóClumba,  j  la  menor  Nuní ,  según 
lo  testifica  Aotonino  en  su  itinerario,  y  del  lo  tomó  y 
lo  puso  Florian  ensn  historia.  Antes  de  desembarcar 
rojearon  los  cartagineses  con  sus  naves  estas  islas, 
sus  entradas ,  y  sus  riberas  y  calas ;  mas  no  se  atre- 
vieron aechar  gente  en  tierra  espantadosde  la  fiereza 
do  aquellos  isleños ,  mayormente  que  ali:unos  mozos 
briosos ,  que  se  atrevieron  á  Iiacer  prucita  de  su  va- 
lentía ,  quedaron  los  mas  en  el  campo  tendidos,  y  los 
que  escaparon  mas  que  de  paso  se  volvieron  á  em- 
barcar. 

Perdida  1a  esperanza  de  apoderarse  por  enlonces 
destas  islas,  acudieron  á  las  riberas  de  Esp^iña  por 
ver  si  podrian  con  la  contratación  calar  los  secretos 
de  la  tierra ,  ó  por  fueria  apoderarse  de  alguua  parte 
de  ella ,  de  sus  riquezas  y  bienes.  No  salieron  con  su 
intento,  ni  les  aprovechó  esta  diligencia  pur  dos  cau- 
sas :  la  primefa  fue  que  los  saguntinos ,  para  donde 
de  aquellas  islas  muy  en  breve  se  pasa,  como  liombrcs 
de  policía  y  de  prudencia,  avisados  de  lo  que  los  car- 
tagineses pretendían ,  que  nra  quitarles  la  libertad, 
los  echaron  de  sus  riberas  con  moña  persuadiendo  á 
ios  naturales  no  tuviesen  contratación  con  lo^  carta- 
gineses. Demis  de  esto  las  necesidades  y  apretura  de 
Cartago  forzaron  i  la  armada  dar  la  vuelta,  ^  favore- 
cer i  su  ciudad  que  ardía  en  disensiones  civiles ,  y 
juntamente  los  de  África  comarcanos  le  hacian  guer- 
ra ,  fuera  de  una  cruel  peste ,  con  que  pereció  gran 
parte  de  los  moradores  de  aquella  muy  noble  ciud.id. 

Para  remedio  de  estos  males  se  dice  que  usaron  de 
diligencias  es traordinarias,  en  particular  bicicron  pa- 
ra aplacará  sus  dioses  sacrificios  sangrientos  é  innu- 
manos :  maldad  increíble.  Ca  vueltas  la't  armadas  por 
respuesta  de  un  oráculo ,  se  resolrieron  de  sacrificar 
todos  los  años  algunos  mozos  de  los  nia^  escogidos: 
rilo  traído  de  Siria,  donde  Melchfln ,  que  es  lo  mismo 
que  Saturno,  por  los  mohabitas  y  fenicios  era  apla- 
cado con  sangre  humana.  Ilacíuse  el  sacrificio  des» 
manera  :  teman  una  estatua  muy  grande  de  aquel 
dios  con  las  manos  cóncovas  y  juntas ,  en  que  pues- 
tos los  mozos,  con  cierto  artificio  calan  en  un  boyo 
que  debajo  estaba  lleno  de  fuego.  Era  grande  el  ala- 
ndo de  los  que  allí  estaban ,  el  ruido  de  los  tamboriles 

V  sonajas,  en  razón  que  los  aliullidos  de  los  misera- 
bles mozos  que  se  abrasaban  en  el  fuego ,  no  movie- 
sen á  compasión  los  ánimos  de  la  gente  y  que  pe- 


Hondero  Dullorquin. 

En  todo  tiempo  ba  sido  rica  de  salinas ,  y  dolada  de 
on  cíelo  muy  benigno  y  de  estraordinaria  propieilad- 
pues  ni  la  tierra  cria  anímales  ponzoñosos  ni  saban- 
dijas, y  sí  tos  traen  de  fuera  luego  perecen.  Es  tanto 
mas  deestimar  esta  virtud  maravillosa ,  cuanto  tiene 

(1)  ten  aúoi  después  qu«  Dido  Tunda  á  CarLa^  j  cera 
ie  80Q  3Dt»  de  la  era  vulgar :  le  dieroa  el  nombre  de  Ere  ■ 
utpie  quiere  decir  colonia  de  ininneroí  6  navegantes,  y 
1  la  isla  llamaron  EbuM ;  ]  qaiíai  ya  sales  de  los  cirtagi- 
neui  los  tenicioi  jebuseos  habiio  llenado  i  ella  y  dado  este 
nombre  para  ronservar  la  memoria  de  su  descubrí miealo. 


26 


BIBLIOTECA  DB  C ASPAR  T  BOIG. 


reciesen  sin  remedio.  Fue  cosa  maravillosa  h  que 
añaden ,  que  luc^'O  que  la  ciudad  se  obligó  y  enredó 
con  esta  superstición ,  cesaron  los  tmbajos  y  plagas, 
con  que  quedaron  mas  engañados  :  que  asi  suele 
castigar  muchas  veces  Dios  con  nuevo  y  mayor  error 
el  desprecio  de  la  luz  y  de  la  verdad ,  y  vengar  un 
yerro  con  otro  mayor. 

Esta  ceremonia  no  muy  adelante,  ni  mucho  tiem- 
po después  deste ,  pasó  primero  á  Sicilia  y  á  España 
con  tanta  fuerza ,  que  en  los  mayores  peligros  no  en- 
tendian  se  podia  bastantemente  aplacar  aquel  dios  si 
no  era  con  sacrificar  al  hijo  mayor  del  mismo  rey.  Y 
aun  las  divinas  letras  atestiguan  ^ue  el  rey  de  los 
mohabitas  hizo  esto  mismo  para  librarse  del  cerco 
que  le  tenian  puesto  los  judíos.  Por  ventura  tenían 
memoria  que  Abraham^  principe  de  la  gente  hebrea, 
por  mandado  de  Dios  quiso  degollar  sobre  el  altar  á 
su  hijo  muy  querido  Isaac  :  que  los  malos  ejemplos 
nacen  de  buenos  principios.  Y  Filón  en  la  historia  de 
los  de  Fenicia  dice  hobo  costumbre  que  en  los  muy 
graves  y  estremos  peligros  el  principe  do  la  ciudad 
ofrecióse  al  demonio  vengador  el  hijo  que  mas  quería, 
en  precio  y  para  libmr  á  los  suyos  de  aquel  pelí^: 
á  ejemplo  6  imitación  de  Saturno  (al  cual  los  femces 
llaman  Israel)  que  ofreció  un  hijo  que  tenia  de  Ano- 
bret  Nymfa ,  para  librar  la  ciudad  que  estaba  oprimi- 
da de  guerra ,  y  le  degolló  sobre  el  altar  vestido  de 
vestiduras  reales.  Esto  dice  Filón.  Yo  entiendo  que 
trastocadas  las  cosas ,  como  acontece ,  este  autor  por 
Ahraham  puso  Israel,  y  mudó  lo  demás  de  aquella 
hazaña  y  obediencia  tan  notable  en  la  forma  que  que- 
da dicha. 

CAPITULO  XVU. 

De  la  edad  de  Árgantonio. 

En  este  mismo  tiempo ,  que  fue  seiscientos  y  vein- 
te años  antes  del  nacimiento  de  Cristo  Nuestro  Se- 
ñor, y  de  la  fundación  de  Roma, corría  el  año  de 
ciento  treinta  y  dos,  concurrió  la  edad  de  Arganto- 
nio  rey  de  los  Tartessos  (i) » de  quien  Silio  Itálico  di- 
ce vivió  no  menos  de  trescientos  años.  PJinio  por 
testimonio  de  Anacreonte  le  da  ciento  y  cincuenta. 
A  este  como  tuviese  gran  destreza  en  la  guerra,  y 
por  la  larga  esperiencia  de  cosas  fuese  de  singular 
prudencia,  le  encomendaron  la  república  y  el  go- 
bierno. Tenian  los  naturales  conGanza  que  con  el  es- 
fuerzo y  buena  maña  de  Arcantonío  podrían  rebatir 
los  intentos  de  los  fenicios ,  Tos  cuales  no  ya  por  ro- 
deos y  engaños,  sino  claramente  se  enderezaban á 
enseñorearse  de  España ,  y  con  este  propósito  de  Cá- 
diz hablan  pasado  á  tierra  fírme.  Yalianse  de  sus  ma- 
ñas :  sembraban  entre  los  naturales  discordias  y  ri- 
ñas ,  con  que  se  apoderaron  de  diversos  lugares.  Los 
naturales  al  llamamiento  del  nuevo  rey  se  juntaron 
en  son  de  guerra ,  y  castigado  el  atrevimiento  de  los 
fenicios ,  mantuvieron  la  libertad  oue  de  sus  mayores 
tenian  recibida,  y  no  falta  quien  oiga  que  Arganto- 
nio  se  apoderó  ae  toda  la  Andalucía  ó  Bética  y  de  la 
misma  isla  de  Cádiz  :  cosa  hacedera  y  creíble  por  ha- 
berse muchos  de  los  fenicios  á  la  sazonpartido de 
España  en  socorro  de  la  ciudad  de  Tiro  su  tierra  y 
patria  natural  contra  Nabucodonosor  emperador  de 
Babilonia ,  que  con  un  grueso  ejército  bajó  á  la  Suria, 
y  con  gran  espanto  que  puso ,  se  apoderó  de  Jerusa- 
len ,  ciudad  en  riquezas,  muchedumbre  de  morado- 
res y  en  santidad  la  iias  principal  entre  las  ciudades 
de  Levante.  Prendió  demás  deslo  al  rey  Sedechias ,  el 

(1 )  A  pesar  de  gue  de  este  rey  yl  e  sus  virtudes,  de  su 
lar^  vida  y  de  la  lelicidad  de  su  reinado  hablan  coa  admi- 
ración Cicerón,  Appiano,  Plinioy  olroa,  se  puede  tener  por 
muy  sospechosa  toda  esU  narración ,  porque  estos  escritores  ' 
se  fundan  solo  sobre  la  autoridad  de  Iferodoto  y  la  de  Ana- 
ereoote,  el  uno  inclinade  á  contar  todo  lo  maravilloso  que 
oía,  y  el  otro,  dadoá  las  fábulas  como  poetr, 


cual  mnto  con  la  demás  gente  y  pueblo  de  lot  judíof 
envío  cautivo  á  Babiloai  i. 

Combatió  otrosí  por  jnar  y  por  tierra  la  ciudad  do 
Tiro ,  que  era  el  mas  noble  mercado  j  plaza  de  aque- 
llas partes.  Los  de  Tiro  como  se  vieron  apretados 
despacharon  sus  mensageros  para  hacer  saber  á  los 
de  tártago  j  á  los  de  Cádiz  cuan  gran  riesgo  corrían 
sus  cosas,  si  con  presteza  no  les  acudían.  IkHcian  que 
fuese  por  el  común  respeto  de  la  naturaleza,  se  ae- 
bian  mover  á  compasión  de  la  miseria  en  que  se  ha- 
llaba una  ciudad  poco  antes  tan  poderosa ,  fuese  por 
ser  madre  y  patria  común  de  donde  todos  ellos  teman 
su  origen  :  fuese  por  consideración  de  su  mismo  ín- 
teres, pues  por  medio  de  aquella  contratación  po*- 
seian  sus  riquezas,  y  ella  destruida,  se  perdería  aquel 
comercio  y  ganancia.  No  dilatasen  el  socorro  de  día 
en  día ,  pues  la  ocasión  de  obrar  bien ,  como  sea  muy 
presurosa ,  por  demás  después  de  penÜda  se  busca. 
No  les  espantasen  los  gastos  que  harían  en  aquel  so- 
corro :  que  ganada  la  victoria  los  recobrarían  muy 
aventajados.  Por  conclusión  no  les  retragese  el  trabajo 
ni  el  peligro,  pues  á  la  que  debían  todas  las  cosas  y 
la  vida ,  era  razón  aventurarlo  todo  por  ella»  Oída  esta 
embajada ,  no  se  sabe  lo  que  los  cartagineses  hicieron. 
Los  de  Cádiz  hechas  grandes  levas  de  gentes,  y  de 
españoles  que  llevaron  de  socorro ,  con  una  gruesa 
armada  se  partieron  la  vuelta  de  Levante.  Llegaron  en 
breve  á  vista  de  Tiro  y  de  los  enemigos.  Ayudóles  el 
viento ,  con  que  se  atrevieron  á  pasar  por  medio  de  la 
armada  de  los  babilonios  y  entrar  en  la  ciudad. 

Con  este  nuevo  socorro  alentados  los  de  Tiro :  que 
se  hallaban  en  estremo  peligro  y  casi  sin  esperanza, 
cobraron  un  tal  esfuerzo ,  que  casi  por  espacio  de 
cuatro  años  enteros  entretuvieron  el  cerco  con  en- 
cuentros y  rebates  ordinarios  que  se  daban  de  una  y 
de  otra  parte.  Quebrantaron  por  esta  manera  el  co- 
raje de  los  babilonios,  los  cuales  por  esto,  y  porque 
de  Egipto ,  donde  les  avisaban  se  hacían  grandles jun- 
tas de  gentes ,  les  amenazaban  nuevas  tempestaoes  y 
asonadas  de  guerra ,  acordaron  de  levantar  el  cerco. 
Parecióle  á  Nabucodonosor  debía  acudir  á  lo  de  Egíp* 
to  con  presteza  antes  que  por  su  tardanza  cobrasen 
mas  fuerza.  Esta  nueva  guerra  fue  al  principio  varía- 
ble  y  dudosa,  mas  al  fin  Egipto  y  África  quedaron 
vencidas  y  sujetas  al  rey  de  Baoilonia :  de  donde  com- 
puestas las  cosas  pasó  en  España  (2)  con  intención 
de  apoderarse  de  sus  riquezas ,  y  de  vengarse  junta- 
mente del  socorro  que  los  de  Cádiz  enviaron  á  Tiro. 
Desembarcó  con  su  gente  en  lo  postrero  de  España  á 
las  vertientes  de  los  Pirmeos :  desde  allí  sin  contraste 
discurrió  por  las  demás  riberas  y  puertos  sin  parar 
hasta  llegará  Cádiz.  Josefo  en  las  Antigüedades  dice 
que  Nabucodonosor  se  apoderó  de  España.  Apellidá- 
ronse los  naturales ,  y  apercibíanse  para  hacer  resis- 
tencia. El  babilonio  por  medio  de  algún  revés  que 
oscureciese  todas  las  demás  victorias  y  la  gloria  gana- 
da ,  y  contento  con  las  muchas  riquezas  que  juntara, 
y  haber  ensanchado  su  imperio  hasta  los  últimos 
términos  de  la  tierra ,  acordó  dar  la  vuelta ;  y  asi  lo 
hizo  el  año  que  corría  de  la  fundación  de  Roma  de 
ciento  y  setenta  y  uno. 

Esta  venida  de  Nabucodonosor  en  España  es  muy 
célebre  en  los  libros  de  los  hebreos ,  y  por  causa  que  en 
su  compañía  trajo  muchos  judíos ,  algunos  tomaron 
ocasión  para  pensar,  y  aun  decir  que  muchos  nom- 
bres hebreos  en  el  Andalucía,  y  asimismo  en  el  reino 
de  Toledo  que  fue  la  antigua  Carpetania,  quedaron 
en  diversos  pueblos  que  se  fundaron  en  aquella  sazón 
por  aquella  misma  gente.  Entre  estos  cuentan  á  To- 
ledo, Escalona,  Noves,  Maqueda,  Yepes,  y  otros 

(2)  También  es  Megtstenes  el  autor  de  esta  fábula,  de 
quien  Ja  toma  Mariana ;  Josefo  atribuye  su  invención  i  los 
caldeos  para  hacer  su  héroe  superior  al  Hércules  de  los 
griegos. 


poeblos  de  íneáol'  cuenta,  que  dicen  tomaron  estos 
apelKdos  de  los' de  Ascaton ,  Nobe ,  Magedon ,  loppe, 
ciudades  de  Palestina.  El  de  Toledo  quieren  ^ue  ven- 
ga de  Tolédfoth,  dicción  que  en  hebreo  signilica  lina- 
jes y  familias,  cuales  fueron  las  que  dicen  se  juntaron 
en  gran  dúroero  para  abrir  las  zanjas  v  fundar  aque- 
lla ciudad :  iüiagiuacion  aguda  sin  duda,  pero  que  en 
este  lugar  ni  las  preténdendos  aprobar'ni  reprobar  de 
todo  puntd.  Basta  advertir  'que  el  fundamento  es  de 
poco  momento  por  no  estribar  en  testimonio  y  auto- 
ridad de  algún'  escritor  antiguo. 

Dejado  esto ,  añaden  nuestros  escritores  á  todo  lo 
susoaicbo,  gue  después  de  reprimido  el  atrevimiento 
de  los  fenicios  como  queda  dicho,  y  vueltos  de  Espa- 
ña los  babilonios,  los  focenses,  asi  dichos  de  unacm- 
dad  de  la  Jonia  en  la 'Asia  menor  llamada  Focea,  en 
una  armada  de  galeras  (de  las  cuales  los  focenses  fue- 
ron los  primeros  maestros)  navegaron  la  vuelta  de 
Italia,  Francia  y  España,  forzador  según  se  entiende 
de  la  crueldad  de  Harpalo  (1),  capitán  del  gran  empe- 
rador Ciro ,  y  que  en  su  lugar  tenia  el  gobierno  de 
aquellas  partes.  Esta  ^entc  en  lo  postrero  déla  Luca- 
rna ,  que  boy  es  por  la  mayor  parte  la  Basüicata,  y 
enfrente  de  Sicilia  edificaron  una  ciudad  por  nombre 
Velia,  donde  pensaban  hacer  su  asiento.  Peroá  causa 
de  ser  la  (ierra  mal  sana  y  estéril,  y  que  los  naturales 
los  recibieron  muy  mal ,  parte  dellos  se  volvieron  á 
embarcar  con  intento  de  buscar  asiento  mas  á  propó- 
sito. Tocaron  de  camino  áCárciega:  desde  alli  pasaron 
á  Francia,  en  cuyas  riberas  hallaron  un  buen  puerto; 
sobre  el  cual  fundaron  la  ciudad  de  Marsella  en  un  al- 
tozano que  está  por  tres  partes  cercado  de  mar,  y  por^ 
la  cuarta  tiene  la  subida  muy  agria  á  causa  de  un  valle 
muy  hondo  que  está  de  por  medio. 

Cftra  pa^  de  aqnaelia  gente  siguió  la  derrota  de  Es- 
paña, y  pasando  áTarifa,  que  fue  antiguamente  Tar- 
tesso.  en  tiempo  del  rey  Argantonjo^  avecindados  en 
aqueíla  ciudaa  (2),  se  dice  que  cultivaron ,  labraron 
y  adornaron  de  edincios  hermosos  á  la  manera  griega 
ciertas  islas  que  caian  enfrente  de  aquellas  riberas,  y 
se  llamaban  Afrodisias  (3).  Valió  esta  diligencia  para 
que  las  que  antes  no  se  estimaban ,  sirviesen  en  lo 
adeknteáaquellos  ciudadanos  de  recreación  y  deleite; 
mas  todos  han  perecido  con  el  tiempo ,  fuera  de  una 
que  se  llamaba  Junonia.  Siguióse  tras  esto  la  muerte 
de  Argantonio  elañopocomasómenos  doscientos  de 
la  fundación  de  Roma.  Para  honrarle  dicen  le  levanta- 
ron un  solemne  sepulcro,  y  alrededor  dól  tantas  agu- 
jas y  pirámides  de  piedra  cuantos  enemigos  él  mismo 
por  su  mano  mató  en  lá  guerra.  Esto  se  dice  por  lo  que 
Aristóteles  refiere  de  la  costumbre  de  los  españoles, 
que  sepultaban  á  sus  muertos  en  esta  guisa  con  esta 
solemnidad  y  manera  de  sepulcros. 

CAPITULO  XVIII. 
Gofno  los  feoidos  trataroD  de  apoderarse  de  España. 

GhXrdbs  movimientos  se  siguieron  después  de  la 
muerte  de  Argantonio,  y  España  á  guisa  de  nave  sin 
ffobernaile  y  sin  piloto  padeció  graves  tormentas.  La 
fortuna  de  la  guerra  ul  principio  variable,  y  al  fin  con- 
traria a  ios  españoles,  les  quitó  la  libertad.  La  venida 
de  los  cartajgineses  á  España  fue  cau£a  destos  daños 
con  la  ocasión  que  se  dirá.  Los  fenicios  por  este  tiem- 
po aumentados  en  número, fuerzas  y  riquezas,  sacu- 
dieron el  Yifgo  de  los  españoles  y  recobraron  el  seño- 
río de  la  isla  de  Cádiz,  asiento  antiguo  de  sus  riquezas 

(i )  Harpago  por  los  escritores  antiguos. 

(2)  Los  fooeoses  do  se  establecieron  en  Espafia ,  según 
Sabau ,  hasta  mucho  después  que  aquí  supone  Mariana. 

(3)  Aunque  algunos  sabios  pretenden  que  es  la  isla  de 
León .  es  mas  probable  que  sea  la  de  Sancti  Petri  por  cir- 
cunstancias que  refiere  Plínio  j  que  solo  convienen  á  ella, 
donde  áe  han  descubierto  vestigios  del  antiguo  ten^^  >,  como 
hemos  dicho  eo  otra  parte. 

TOMO  U 


Dfe  BS^A^A.  fj 

I  y  de  SU  contratación ,  fortaleza  de  su  imperio,  desde 
donde  pensaban  pasar  á  tierra  firme  con  la  primera 
ocasionqueparaeílo  seles  presentase.  Pensaban  esto 
pero  no  hallaban  camino  ni  traza,  ni  ocasión  bastante 
para  emprender  cosa  tan  grande.  Parecióles  que  seria 
10  mejor  cubrirse  y  valerse  de  la  capa  de  la  religión 
velo  que  muchas  veces  engaña.  Pidieron  á  los  natura- 
les licencia  y  lugar  para  edificar  á  Hércules  un  teqiplo. 
Decian  haberles  apaiecido  en  sueikis ,  y  mandado 
hiciesen  aqueUa  obra. 
Con  este  embuste  alcanzandp  lo  que  pretendían 

con  grandespertrecliosymateriales  le  levantaron  muy 
en  breve  á  manera  de  fortaleza  (4).  Muchos  movidoí 
por  la  santidad  y  por  la  devoción  de  aquel  templo,  y 
del  aparato,  de  las  ceremonias  que  ep  él,  usaban, 'se 
fueron  ámorar  en  aquel  lugar,  por  donde  vino  enW 
co  tiempo  á  tener  grandeza  de  ciudad,  la  cual  estuvo 
según  se  entiende  donde  ahora  se  ve  Medina  Sidonia 
que  el  nombre  de  Sidon  lo  comprueba,  y  el  asiento^ 
que  está  én  frente  de  Cádiz  dieí  y  seis  millas  apartada 
de  las  marinas.  Poseían  demás  de  esto  uUas  ciudades 
y  menores  lugares,  parte  fundados  y  habitados  de  los 
suyos,  paite  quitados  por  fuerza á  los  comarcanos. 

Desde  estos  pueblos  que  poseían,  y  principalmente 
desde  el  templo  hacían  correrías,  robaban  hoinbres  y 
ganados.  Pasaron  adelante,  apoderándose  de  la  ciudad 
deTurdeto,  que  antiguamente  estaba  puesta  entre 
Jerez  y  Arcos,  no  con  mayor  derecho  del  que  consiste 
en  la  tuerza  de  armas.  De  esta  ciudad  de  Turdeto  se 
dijeron  los  turdetanos,  nación  muy  jancha  en  la  Bétí- 
óa,  y  que  llegaba  hasta  las  riberas  del  Océano,  y  hasta 
el  rio  Guadiana.  Los  bástuios  que  eran  otra  nación, 
corría  desde  Tarifa  por  las  marinas  del  mar  Mediter- 
ráneo hasta  ún  pueblo,  que  antiguamente  se  llamó 
B^rea,  y  hoy  se  cree  que  sea  Vera. 
* .  Los  turdmos  desde  el  puerto  de  Mnestéo,  que  hoy 
se  llama  de  Santa  María,  seestendian  hacía  el  oriente 
septentrión,  y  poco  abajo  de  Córdoba,  pasado  el  rio 
Guadalquivir,  tocaban  á  Sierramorena  y  ocupaban  ¡o 
iqediterráneo  hasta.lo  postrero  de  la  Bética.  Tito  Libio 
y  Poíibío  hacen  los  mismos  á  los  turdulos  y  los  tiirde- 
tano^s,  y  los  mas  confunden  los  términos  destas  gen- 
tes :  por  esto  no  será  necesario  trabajar  en  señalar 
mas  en  particular  los  linderos  y  mojones  de  cada  cual 
destos  pueblos,  como  tampoco  los  de  otros  que  en 
ellos  se  comprendían,  es  á  saberlos  massienos, selbi- 
sios,  curenses,  ügnios  y  los  demás,  Quyos  nombres 
se  hallan  en  aprobados  autores,  y  sus  asientos  en 
particular  no  se  pueden  señalar.  Lo  que  hace  á  nues- 
tro proposito,  es  que  con  tan  grandes  injurias  se  aca- 
bó la  paciencia  á  los  naturales,  que  tenían  por  sospe- 
choso el  grande  aumento  de  la  nueva  ciudad. 

Trataron  desto  entre  si ;  determinaron  de  hireer 
guerra  á  los  de  Cádiz :  tuvieron  sobre  ¿lo  y  tomaron 
su  acuerdo  en  una  junta  que  en  día  señalado  hicieron, 
donde  se  quejaron  de  las  injurias  de  los  fenicios.  Des- 
pués que  les  permitieran  edificar  el  templo  que  se  dijo 
estar  en  Medina  Sidonia ,  ha¿er  hecho  grillos  á  la  li- 
bertad, y  puesto  un  yugo  gravísimo  sobre  las  cervices 
de  la  provincia,  como  hombres  que  eran  de  avaricia 
insaciable,  de  grande  crueldad  y  íiereza,  compuestos 
de  embustes  y  de  arrogancia,  gente  impía  y  maldita, 
pues  con  capa  de  religión  pretendían  encubrir  tan 
grandes  engaños  y  maldades :  que  no  se  podían  sufh 
mas  sus  agravios :  si  en  aquella  junta  no  había  algtiK 
remedio  y  socorro,  que  serian  todos  forzados  dejadas 
sus  casas,  buscar  otras  moradas  y  asiento  apa rtadode 
aquella  gente,  pues  mas  tolerable  sería  padecer  cual- 
quier otra  cosa,  que  tantas  indignidades  y  afrentas 
como  {suñrían  ellos,  sus  mujeres,  hijos  y  parientes. 

Estas  y  semejantes  razones  en  muchos  fueron  cau- 
sa de  gemidos  y  lágrimas ;  mas  sosegado  el  sentimien- 

(4)  Ya  en  la  isleta  de  Sancti  Pelri  y  cq  otras  ciudades, 
bOmo  dyimo$  en  otra  nota ,  se  tributaba  culto  ¿  Hércules. 


28  BIBLIOTECA  D6 

tOy  y  hecho  silencio,  Saucio  Capelo,  principe  que  era 
de  los  turdetanos :  «De  ánimo  (dice)  cobarde  y  sin 
nbrio  es  llorar  las  desgracias  y  miserias,  y  fuera  délas 
«lágrimas  no  poner  algún  remedio  á  la  desventura  y 
«trabajos.  Por  veo  tura  nonos  ar^ordaremos  que  somos 
«varones,  y  tomadas  luego  las  armas  vendaremos  las 
«injurias  recibidas?  No  será  diGcuItoso  echar  de  toda 
«la  provincia  unos  pocos  de  ladrones ,  si  los  que  en 
«número,  esfuerzo  y  causa  les  hacemos  ventaja ,  juu- 
«tamofi  con  esto  la  concordia  de  los  ánimos.  Para  esto 
«hagamos  presente  y  gracia  délas  quejas  particulares 
«que  unos  contra  otros  tenemos ,  á  la  patria  común, 
«porque  las  enemistades  particulares  no  sean  parte 
«para  impedimos  el  camino  de  la  verdadera  gloria. 
«Demás  aesto  no  debéis  pensar  que  en  vengar  nues- 
«tros  agravios  no  se  ofende  Dios  ni  la  religión,  que  es 
«el  velo  de  que  eOos  se  cubren.  Ca  el  cielo  ni  suele  fa- 
«vorecer  á  la  maldad,  y  es  mas  justo  persuadirse  acu- 
«dir  á  los  que  padecen  injustamente :  ni  hay  para  que 
«temer  la  felicidad  y  buena  andanza  de  oue  tanto 
«tiempo  gozan  nuestros  enemigos,  antes  deoeis  pen- 
«sar  qiie  Dios  acostumbra  á  dar  mayor  felicidad  y  su- 
«frir  mas  largo  tiempo  sin  castigo  aquellos  de  quien 
«pretende  tomar  mas  entera  venganza  ^  y  en  quien 
«quiere  hacer  mayor  castigo,  para  que  sientan  mas  la 
«mudanza  y  miseria  en  que  caen.« 

Encendiéronse  con  este  razonamiento  los  corazones 
de  los  que  presentes  estaban ,  y  de  común  consenti- 
miento se  aecretóla  guerra  contra  los  fenicios.  Nom- 
bráronse capitanes,  mandáronles  hiciesen  las  mayo- 
res juntas  cíe  soldados  y  lo  mas  secretamente  que 
Eudiesen,  para  gue  tomasen  al  enemigo  desaperci- 
ído ,  y  la  victona  fuese  mas  fácil.  A  Baucio  enco- 
mendaron el  principal  cuidado  de  la  guerra  por  su 
mucha  prudencia  y  edad  á  propdsito  para  mandar ,  y 
por  ser  muy  amado  del  pueblo.  Con  esta  resolución 
juntaron  un  grueso  ejército:  dieron  sobre  los  fenicios 
que  estaban  descuidados :  venciéronlos,  sus  bienes  y 
sus  mercaderías  dieron  á  saco ,  tomáronles  las  ciuda- 
des y  lugares  por  fuerza  en  muy  breve  tiempo  así  los 
conquistados  por  ellos  y  usurpados,  como  los  que  ha- 
bían fundado  y  poblado  de  su  gente  y  nación.  La 
ciudad  de  Medina  Sídonia ,  donde  se  recogió  lo  res- 
tante de  los  fenicios  con  Gados  en  la  fortificación  del 
templo  con  el  mismo  ímpetu  fue  cercada  y  se  apode- 
raron della  sin  escapar  uno  de  todos  los  que  en  ella 
estaban  que  no  le  pasasen  á  cuchillo  :  tan  grande  era 
el  deseo  de  venganza  que  tenían.  Pusiéronle  asimismo 
fuego,  y  echáronla  por  tierra  sin  perdonar  al  mismo 
templo  y  porque  los  corazones  irritados  ni  daban  lugar 
á  compasión ,  ni  la  santidad  de  la  religión  y  el  escrú- 
pulo era  parte  para  enfrenallos.  En  esta  manera  se 
perdieron  las  riquezas  sanadas  en  tantos  aiíos  y  con 
tanta  diligencia,  y  los  edificios  soberbios  en  poco  tiem- 
po con  la  llamada  del  furor  enemigo  fueron  consumi- 
dos :  en  tanto  grado ,  que  á  los  fenicios  en  tierra  firme 
solo  quedaron  algunos  pocos  y  pequeños  pueblos,  mas 
por  no  ser  combatidos  que  por  otra  causa. 

Reducidos  con  esto  los  vencidos  en  la  isla  de  Cádiz, 
trataron  de  desamparar  á  España ,  donde  entendían 
ser  tan  grande  el  odio  y  malquerencia  que  les  tenian. 
Por  lo  menos  no  teniendo  esperanza  ae  ülgun  buen 
partido  de  paz ,  se  determinaron  de  enviarpor  socor- 
ros de  fuera.  Esperar  que  viniesen  desde  Tiro  en  tan 
grande  apretura,  era  cosa  muy  larga.  Resolviéronse 
de  llamar  en  su  ayuda  los  de  Óartago ,  con  quien  te- 


ron  audiencia  en  el  senado .  declararon  á  los  padres  y 
senadores  como  las  cosas  ae  Cádiz  se  hallaban  es  es- 
tremo peligro  sin  quedar  esperanza  alguna  sino  era  en 
su  solo  amparo:  que  no  trataban  ya  de  recobrar  las 
riquezas  que  en  un  punto  se  perdieron  sino  de  conser- 
var ia  libertad  y  la  vida ;  la  ocasión  que  tantas  veces 


GASl»AlÍ  T  R0t<3. 

habían  deseado  de  entrar  en  España,  ser  venida  muf 
honesta  por  la  defensa  de  sus  parientes  y  aliados ,  y 

f)ara  vengar  las  injurias  de  loe  dioses  inmortales,  y  de 
a  santísima  religión  profanada,  derribado  el  templo 
de  Hércules  y  quitados  sus  sacrificios :  d  cual  dios 
ellos  honraban  principalmente.  Anadian  que  ellos 
contentos  con  la  libertad  y  con  lo  que  antes  poseían, 
los  demás  premios  de  la  victoria,  que  serian  mayores 
que  nadie  pensaba  ni  ellos  decían ,  de  buena  gana  se 
los  dejarían. 

El  senado  de  Cartago,  oída  la  embajada  de  los  de 
Cádiz,  respondieron  que  tuviesen  buen  ánimo,  y  pro- 
metieron tener  cuidado  de  sus  cosas:  que  tenían  gran- 
de esperanza  que  los  españoles  en  breve  por  el  senti- 
miento y  esperiencia  de  sus  trabajos  penarían  fin  á  las 
injurias :  sufriesen  solamente  un  poco  de  tiempo  ^  y 
se  entretuviesen  en  tanto  que  una  armada  apercibida 
de  todo  lo  necesario  se  enviase  á  España ,  como  en  bre- 
ve se  baria.  Eran  en  aquel  tiempo  señores  del  mar  los 
cartagineses :  tenian  en  él  gruesas  armadas  quier  por 
la  contratación ,  que  es  título  con  que  por  estos  tíem- 

Sos  las  naves  de  tarsis  ó  Cartago  se  celebran  en  los 
ivinos  libros,  quier  para  estender  el  imperio  y  dilata- 
]|<* ,  pues  se  sabe  que  poseían  todas  las  marinas  de 
África,  y  estaban  apoderados  en  el  mar  Mediterráneo 
de  no  pocas  islas.  Hasta  ahora  la  entrada  en  España 
les  era  vedada  perlas  razones  que  arriba  se  apuntaron: 
por  esto  tanto  con  mayor  voluntad  la  armada  cartagi- 
nés cuyo  capitán  se  decía  Maharbal ,  partida  de  Carta- 
go por  las  islas  Baleares  y  por  la  de  Ibiza,  donde  hizo 
escala,  con  buenos  temporales,  llegó  á  Cádiz  año  de  la 
fundación  de  Roma  doscientos  y  treinta  y  seis.  Otros 
señalan  que  fue  esto  no  mucho  antes  de  la  primera 
guerra  délos  romanos  con  los  cartagineses.  Én  cual- 
quier tiempo  que  esto  haya  sucedido ,  lo  cierto  es  que 
abierta  que  tuvieron  la  entrada  para  el  señorío  de  Es- 
paña, luego  corrieron  las  marinas  comarcanas,  y  ro- 
baron las  naves  que  pudieron  de  los  españoles.  Hicie- 
ron correrías  muchas  y  muy  grandes  porsus  campos; 
y  no  contentos  con  esto,  levantaron  fortalezas  en  lu- 
gares á  propósito ,  desde  donde  pudiesen  con  mas  co- 
modidad correr  la  tierra ,  y  talar  los  campos  comar- 
canos. 

Movidos  por  estos  males  los  españoles ,  juntáronse 
en  gran  número  en  la  ciudad  de  Turdeto ,  señalaron 
de  nuevo  á  Baucio  por  general  de  aquella  guerra.  Él 
con  gente<<  que  luego  levantó,  tomó  de  noche  á  des- 
hora un  fuerte  de  los  enemigos  de  muchos  que  tenian 
el  que  esUiba  mas  cerca  de  Turdeto,  donde  pasó  á 
cucnillo  la  guarnición  fuera  de  pocos  y  del  mismo  ca- 
pitán Maharbal  que  por  una  puerta  falsa  escapó  á  uña 
de  caballo.  En  prosecución  de  esta  victoria  pasó  ade- 
lante y  lii/.o  mayores  daños  á  los  enemigos,  vencién- 
dolos y  matándolos  en  muchos  lugares.  Estas  cosas 
acabadas,  Baucio  tornó  con  su  gente  cargada  de  des- 
pojos á  la  ciudad.  Los  cartagineses,  visto  que  no  po- 
dían vencer  por  fuerza  á  los  españoles » usaron  de  en- 
§año,  propia  arte  de  aquella  gente :  mostraron  ^na 
e  partidos  y  de  concertarse ,  ca  decían  no  ser  venidos 
á  España  para  hacer  y  dar  guerra  á  los  naturales ,  sino 
para  vengar  las  injurias  de  sus  parientes  y  castigar  los 
que  profanaron  el  templo  sacrosanto  de  Hércules.  Que 
sabían  y  eran  informados  los  ciudadanos  de  Turdeto 
no  haber  cometido  cosa  alguna  ni  en  desacato  de  los 
dioses,  ni  en  daño  de  los  de  Cádiz :  por  tanto  no  les 
pretendían  ofender,  antes  maravillados  de  su  valentía 
deseaban  su  amistad ,  lo  cual  no  seria  de  poco  prove- 
cho á  la  una  nación  y  á  la  otra :  que  dejasen  las  armas 
y  se  diesen  las  manos ,  y  respondiesen  en  amor  á  los 
que  á  él  les  convidaban ;  y  para  que  entendiesen  que 
el  trato  era  llano ,  sin  engaño  ni  ficción  alguna,  quita- 
rían de  sus  fuci*zas  y  castillos  todas  las  guarniciones: 
y  no  permitirían  que  los  soldados  hiciesen  algún  daño 
a  agravio  en  su  tierra. 

A  esta  embajada  los  turdetanos  respondieron  que 


HISTORIA  DE  BSPAKa, 


29 


entonces  les  seria  agradable  loqaeles  ofrecían  cuan- 
do lasobras  se  conformasen  con  las  palabras :  la  cuer- 
ra,  que  ni  Ja  temían  ni  la  deseaban :  la  amistad  ole  ios 
carta^'nesesní  la  estimaban  en  mucho,  ni  ofrecida  la 
desecharían:  aseguraban  que  los turdetados eran  de 
tal  condición,  que  las  malas  obras  acostumbraban  á 
vencer  con  buenas,ylas  ofensas  con  hacer  loque  de- 
bían :  que  los  desmanes  pasados  no  sucedieron  por  su 
voluntad ,  sino  la  necesidad  de  defenderse  les  forzó  á 
tomar  las  armas.  En  esta  guisa  los  cartagineses  con 
cierto  género  de  treguas  sé  entretuvieron  y  repara- 
ron cerca  de  las  marinas.  Sin  embargo ,  desde  allf 
puestas  guarniciones  enlos  lugares  y  castillos,  hacían 
guerra  y  correrías  á  los  comarcanos.  Sí  se  juntaba  al- 
gún grueso  ejército  de  españoles  con  deseo  de  ven- 
ganza,echaban  laculpaá  la  insolencia  de  los  soldados, 
y  con  muestra  de  querer  nuevos  conciertos  engañaban 
i  aquellos  hombres  simples  y  amigos  de  sosiego ,  y 
se  pasaban  á  acometer  otros ,  haciendo  mal  y  daño 
en  otras  partes.  Era  esto  muy  agradable  á  los  ae  Cá- 
diz que  llamaron  aquella  gente.  A  los  españoles  por  la 
mayor  parte  no  parecía  muy  grave  de  sufrir ,  como 
ouier  que  no  hagan  caso  ordinariamente  ios  hombres 
de  los  daños  públicos,  cuando  no  se  mezclan  con  sus 
particulares  intereses.  Con  esto  el  poder  de  los  carta- 
gineses crecía  de  cadadía  por  la  negligencia  y  descui- 
do de  los  nuestros,  bien  así  como  por  la  astucia  de  ellos. 
Lo  cual  fue  menos  difícultosoporla  muerte  de  Baucio 
que  le  sobrevino  por  aquel  tiempo,  sin  que  se  sepa 
que  haya  tenido  sucesor  alguno  heredero  de  su  casa. 

CAPITULO  XIX. 
Como  los  cartagineses  se  levantaron  contra  los  de  Cádiz. 

No  se  harta  el  corazón  humano  con  lo  que  le  con- 
cede la  fortuna  ó  el  cíelo :  parecen  soeces  y  bajas  las 
cosas  que  primero  poseemos,  cuando  esperamosotras 
mavores  y  mas  altas,  grande  polilla  de  nuestra  felici- 
dad; y  no  menos  nos  inquieta  la  ambición  y  natura- 
leza del  poder  y  mando ,  que  no  puede  sufrir  compa- 
ñía. Muerto  Baucio ,  los  cartagineses,  codiciosos  del 
señorío  de  toda  España ,  acometieron  á  echar  de  la 
isla  de  Cádiz  á  los  fenicios ,  sin  mirar  que  eran  sus 
parientes  y  aliados ,  y  que  ellos  los  llamaron  y  traje- 
ron á  España:  que  iá  codicia  del  mandar  no  tiene  res- 
peto á  ley  alguna ;  y  ganada  Cádiz,  entendían  les  seria 
lücíl  enseñorearse  de  todo  lo  demás.  Tenían  necesidad 
para  salir  con  su  intento  de  valerse  de  artificio  y  em- 
bustes. Comenzaron  asombrar  discordias  entre  los  an- 
tiguos isleños  y  los  fenicios.  Decían  que  gobernaban 
con  avaricia  y  soberbia ,  que  tomaban  para  sí  todo  el 
mando  sin  dar  parte  ni  cargo  alguno  á  los  naturales; 
antes  usurpadas  las  públicas  y  particulares  riquezas, 
los  tenían  puestos  en  miserable  servidumbre  y  escla- 
vonia.  Por  esta  forma  y  con  estas  murmuraciones, 
como  ambiciosos  que  eran  y  de  malas  mañas,  hom- 
bres de  intentos  astutosymalos,ganaban  la  voluntad 
de  los  isleños ,  y  hacían  odiosos  alos fenicios.  Enten- 
dido el  artificio,  quejábanse  los  fenicios  de  los  carta- 
gineses y  de  su  deslealtad,  que  ni  el  parentesco,  ni  la 
memoria  de  los  beneficios  recibidos ,  ni  la  obligación 
que  les  tenían,  los  enfrenaban  y  detenian  para  que 
no  urdiesen  aquella  maldad  y  la  llevasen  adelante. 

No  aprovecharon  las  palabras  por  estar  los  corazo- 
nes dañados,  los  unos  llenos  de  ira ,  y  los  otros  de  am- 
bición. Fue  forzoso  venir  á  las  armas  y  encomendarse 
á  las  manos.  Los  de  Fenicia  acometieron  primero  á 
los  carta^eses ,  que  descuidados  estaban  y  no  temían 
lo  que  bien  merecían :  á  unos  mataron  sin  hallar  re- 
ustencia ,  otros  se  recogieron  á  una  ñierza  que  para 
semejantes  ocasiones  habían  levantado  y  fortificado 
en  lo  postrero  de  la  isla,  enfrente  del  promotorio 
llamado  Cronio  antiguamente.  Hecho  esto,  volvieron 
la  rabia  contra  las  casas  y  los  campos  de  los  cartagi- 
neses, que  por  todas  partes  les  pusieron  fuego ,  y  sa- 


quearon sus  riquezas.  Ellos,  aunque  alterados  con 
trabajo  tan  improviso,  alegrábanse  empero  entreaque- 
líos  males  de  tener  bastante  ocasión  y  buen  color  para 
tomar  las  armas  en  su  defensa ,  y  echar  los  fenicios 
de  la  ciudad  como  en  breve  sucedió,  que  recogidos  los 
soldados  que  tenian  en  las  guarniciones,  y  juntadas 
ayudas  de  sus  aliados ,  se  resolvieron  de  presentar  la 
batalla  y  acometer  á  aouellos,  de  los  cuales  poco  an- 
tes fueron  a(B;ravíados ,  destrozados  y  puestos  en  huida. 
No  se  atrevía  el  enemigo  á  venir  á  las  manos ,  ni  dar 
la  batalla:  ni  se  podía  esperar  que  por  su  voluntad  ven- 
drían en  algún  partido  por  estar  tan  fresco  el  agravio 
que  hicieron  á  los  de  Cartago.  Pusiéronse  los  carta- 
gineses sobre  la  ciudad,  y  con  sitio  que  duró  por  al- 
gunos meses ,  al  fin  la  entraron  por  fuerza.  En  este 
cerco  pretenden  algunos  que  Pelasmeno ,  un  artífice 
natural  de  Tiro ,  inventó  de  nuevo  para  batir  los  mu- 
ros el  ingenio  que  llamaron  ariete.  Colgaban  una  viga 
de  otra  viga  atravesada ,  para  que  puesta  como  en 
balanzas  se  moviesen  con  mayor  facilidad  y  hiciese 
mayor  golpe  en  la  muralla.  Esta  desgracia  y  daño  que 
se  hizoá  los  fenicios,  dio  ocasión  á  los  comarcanos  de 
concebir  en  sus  pechos  gran  odio  contra  los  cartagi- 
neses. Reprendían  su  deslealtad  y  felonía ,  pues  qui- 
taban la  libertad  y  los  bienes  á  los  oue  demás  de  otros 
beneficios  que  les  tenian  hechos ,  (os  llamaron  y  die- 
ron parte  en  el  señorío  de  España :  que  eran  impios  é 
ingratos ,  pues  sin  bastante  causa  habían  quebrantado 
el  derecho  del  hospedaje,  del  parentesco,  de  la  amis- 
tad y  de  la  humanidad.  Los  que  mas  en  esto  se  seña- 
laron, fueron  los  moradores  dfel  puerto  de  Mnesteo  por 
la  grande  y  antigua  amistad  oue  tenian  con  los  feni- 
cios. Echaban  maldiciones  á  ios  Cartagineses,  ame- 
nazaban que  tal  maldad  no  pasaría  sin  venganza.  De 
las  palabras  y  de  Ioa  denuestos  pasaron  á  las  armas. 
Juntáronse  grandes  gentes  de  unay  deotra  parte;  pero 
antes  de  venir  á  las  manos  intentaron  alffun  camino 
de  concierto.  Temían  los  cartagineses  de  poner  el 
resto  del  imperio  y  de  sus  cosas  en  el  trance  de  una 
batalla,  y  asi  fueron  los  primeros  que  trataron  de  paz. 

El  conciértese  hizo  sin  dificultad.  Capitularon  des- 
ta  manera :  que  de  la  una  y  de  la  otra  parte  volviesen 
ala  contratación:  que  los  cautivos  fuesen  puestos  en 
libertad,  y  de  ambas  partes  satisfaciesen  los  daños  en 
la  forma  que  los  jueces  arbitros  que  señalaron,  deter- 
minasen. Para  que  todo  esto  ñiesemas  firme,  pareció 
á  la  manera  de  los  atenienses  decretar  un  perpetuo 
olvido  de  las  injurias  pasadas:  por  donde  se  cree  que 
el  rio  Guadalete,  que  se  mete  en  el  mar  por  el  puerto 
de  Mnesteo,  se  llameen  griego  Lethes,  que  quiere 
decir  olvido.  Mas  cosas  traslado  que  creo,  por  no  ser 
fácil  ni  refutar  lo  que  otros  escriben ,  ni  tener  volun- 
tad de  confirmar  con  argumento  lo  oue  dicen  sin  mu- 
cha probabilidad.  Añaden  que  sabidas  estas  cosas  en 
Cartago  por  cartas  de  Manarbal ,  dieron  inmortales 
sracias  á  los  dioses,  y  que  fue  tanto  mayor  la  alegría 
de  toda  la  ciudad,  que  á  causa  de  tenerrevueltas  sus 
cosas  no  podían  enviar  armada  que  ayudase  á  los  su- 
yos y  les  asistiese  para  conservar  el  imperio  de  Cádiz. 
Fueasf  que  los  de  Cartago  llevaron  lopeorprímero  en 
una  guerra  que  en  Sicilia, después  en  otraq[ueenCer- 
deña  hizoMacheo  capitán  de  sus  gentes.  Siguióseun 
nuevo  temor  de  una  nueva  guerra  con  los  de  África 
(de  que  se  hablará  luego)  que  hizo  quitar  el  pensa- 
miento del  todo  al  senado  cartaginés  de  las  cosas  de 
España. 

por  esta  causa  los  cartagineses  que  residían  en  Cá- 
diz, perdida  la  esperanza  de  poder  ser  socorridos  de  su 
ciudad,  con  astucia  y  fingidos  beneficios  y  caricias  tra- 
taron (íe  ganar  las  voluntades  de  los  españoles.  Los 
que  quedaron  de  las  fenicios ,  contentos  con  la  con- 
tratación para  que  se  les  dio  libertad  (con  lo  cual  se 
adquieren  grandes  ríquc/.as)  no  trataron  mas  de  re- 
cobrar el  señorío  de  Cádiz.  En  este  tiempo  que  corría 
de  la  fundación  de  Roma  el  año  doscientos  y  cincuen- 


30 


ta  7  dos ,  España  ñie  afliprida  de  sequedad  y  de  ham- 
bre ,  falta  dé  mantenímentos,  y  de  muchos  temblores 
de  tierra ,  con  lijue  grandes  tesoros  de  plata  y  oro, 
que  con  el  fuego  de  los  Pirineos  estaban  en  fas  ce- 
nizas y  en  la  tierra  sepultados ,  salieron  á  luz  por 
causa  de  las  grandes  aberturas  de  la  tierra ,  que  fue- 
rpn  ocasión  de  venir  nuevas  gentes  á  España,  las 
cuales  no  hay  para  qué  relatallas  en  este  fugar.     ' 

Lo  que  hace  ai  propósito  es  que  desde  Cáríago  pa- 
sado algún  tiempo  se  envió  nueva  armada,  y  mr  ca- 
pitanes Asdrubal  y  Amilcar,  hijos  que  eran  del  Ma- 
gon  de  suso  nombrado  y  ya  difunto.  Estos  de  camino 
desembarca  ron  en  Cerdeña ,  donde  fu  e  Asdrubal  muer- 
to de  los  isleños  en  una  batalla :  hijos  deste  fueron 
Anibal,  Asdrubal  y  Safon.  Aroilcardejó  la  empresa 
deEspaña  n  causa  que  los  sicilianos;  sabida  la  muerte 
de  Asdrubal ,  y  habiendo  Leónidas  lacedemonio  lle- 
gado con  armada  en  Sicilia,  se  determinaron  á  mover 
con  mayor  fuerza  la  guerra  contra  los  cartagineses. 
A  esta  guerra  acudióy  en  ella  murió  Amilcar,  oue  dejó 
tres  hijos,  es  á  saber:  Himilcon,  Hannon  y  Gisgón. 
Demásdesto  Darío,  hijo  de  Histaspe  por  el  mismo  tiem- 
po tenia  puestos  en  gran  cuidado  los  cartagineses  con 
embajadores  que  les  en  vio  para  que  les  declarasen  las 
leyes  que  debian  guardar  si  querian  su  amistad,  y 
juntamente  les  pidiesen  ayuda  para  la  guerra  que  pen- 
saba hacer  en  Grecia.  Los  cartagineses  no  se  atrevían, 
estandosus  cosas  en  aquel  peligro  y  balance,  á  enojalle 
con  alguna  respuesta  desaorída,  si  bien  no  pensaban 
envialle  socorro  alguno,  rii  obedecer  á  sus  mandatos. 

Deste  Diario  fue  hijo  Jerjes ,  el  cual  el  año  tercero 
de  su  imperio,  y  de  la  fupHacion  de  Roma  dpcieñtos 
y  sesenta  y  uno ,  á  ejemplo  de  su  podre  tratóde  hacer 
guerra  en  Grecia ;  y  por  esta  causa  los  griegos  oue 
ron  Leónidas  vinieron  6  Sicilia,  fuejron  para  resistirle 
llamados  á  su  tierra.  Con  esto  el  senado  cartaginés 
comenzó  á  cobrar  aliento  después  de  tan  larga  tor- 
menta, y  cuidando  de  las  cosas  dé  España,  se  r'esolr- 
vió  de  enviar  en  ayuda  de  los  suyos  á  aquella  proyin- 
cia  en  cuatro  naves  novecientos  soldados  sacados  de 
las  guarniciones  de  Sicilia ,  con  esperanza  que  daban 
de  enviar  en  breve  infíy()res  socorros.  Estos  de  cami- 
no echaron  anclas  y  desembarcaron  en  las  islas  de 
Mallorca  y  Menorca :  acometieron  á  los  isleños ,  pero 
fueron  por  ellos  maltratados.  C«ií  tomando  eI)os  sus 
ondas,  arm^icle  que  entonces  usaban  solamente,  con 
un  granizo  de  piedras  maltrataron  á  los  enemigos, 
tanto  que  les  fqrzaron  .á  retirarse  á  la  marina ,  y  aun 
á  desancorar  y  sacar  las  naves  á  alta  mar.;  de  adonde 
arrebatados  con  la  fuerza  dé  los.vi^ntos  ilegarqn  úl- 
timamente á  Cádiz. 

Con  la  venida  deste  socorro  se  disminuyó  la  fama 
del.  daño  recebido  en  Sicilia  y  de  la  muerte  del  capi- 
tán Amilcar ,  y  se  quitó  el  poder  de  alterarse  á  los 
discordes  contra  los  cartagineses.  En  el  mismo  tiem- 
po dicen  aue  desde  Tartcsso , que  es  Tarifa,  se  envió 
cierta  popl^cion  ó  .colonia ,  y  por  su  capitán  Capion  á 
aqíiella  isls^  que, hacia  Guadalquivir  con  sus  dos  bra- 
zos y  bocas.  Lo  cierto  es  que  donde  estaba  el  oráculo 
de  Mnesteó  los  d^Tartesso  edificaron  una  npeva  ciu- 
dad llaipada  Ebora  de  los  Cartessios  á  distinción  de 
otras  muchas  ciudades  que  bobo  eii  España  de  aquel 
noml^re,  yTártesso  antiguamente  se  llamó  también 
Cartela.  Diemás  dt^sloen  la  una  boca  de  Guadalquivir 
se  edificó  una  torre  dicha  Capion :  en  qué  tiempo  no 
consta ,  pero  los  moradores  de  aquella  tierra  se  sabe 
que  se  Hamajon  c^rt^ssios  ó  tartessios,  quq  dio  oca- 
sión á  ingenios  ¿iemjisiaoamente  agudos  de  pensar  y 
aún  decir  que  desde  Tartesso  se  rnvió  aquella  pobla- 
ción ó  colonia ,  hasta  spfíalar  también  el  tiempo  y  ca- 
pitán que  llaman  asimismo  Capion ,  como  si  todo  lo 
tuvieran  averiguado  muy  en  particular. 


BIBUOTBCA  DE   6ASPÁB  T  R0I6. 

CAPITULO  XX. 

•    '      I 

Como  Safon  vino  en  España. 


Corría  por  este  mismo  tiempo  fama  qu^  toda  África 
se  conjuraba  contra  Cártago :  que  haciau  levas  y  jun- 
tas de  gentes  cada  cual  de  las  ciudades  conforme  á 
sus  fuerzas :  y  que  unas  á  otras  para  mayor  seguridad 
se  daban  rehenes  de  no  faltar  ep  lo  concertado.  El 
demasiado  poder  de  aqneíla  ciudad  les  hacia  entrar 
en  sospecha :  demás  que  no  querían  pagar  el  tributo 
que  por  asiento  y  voluntad  de  la  rema  Dido  tenian 
costumbre  de  pagar.  Dibales  otrosí  atrevimiento  lo 
que  se  decia  de  las  adversidades  y  desventuras  gue 
en  Sicilia  y  en  Cerdeña  padecieran.  Los  de  Maurita- 
nia ,si  bien  no  se  podian  quejar  de  algún  agravio  re- 
cebido por  los  de  aquella  ciudad ,  se  concertaron  con 
los  demás ,  con  tanto  furor  ^  rabia ,  que  trataban  d^ 
tirar  á  su  partido  á  los  españoles  (que  están  dividí* 
dos  de  aquella  tierra  por  el  angosto  estrecho  de  Gi- 
braItar)yapartallo8  de  la  amistadde  los  cartagineses. 
Movido  por  estas  cosas ,  el  senado  cartaginés  deter- 
mino aparejarse  á  la  resistencia,  y  juntamente  enviar 
al  gobierno  de  lo  que  en  España  tenian,  á  Safon  hijo 
de  Asdrubal  para  que  con  su  presencia  fortificase  y 
animase  á  los  suyos ,  y  sosegase  con  buenas  olntis  y 
con  prudencia  las  voluntades  délos  españoles  para  que 
no  se  alterasen.  Lo  cual,  llegado  que  fue  á  España,  ni- 
zoél  con  gran  cuidado  y  mapa :  que  llamados  los  prin- 
cipales de  los  españoles,  les  declaró  lo  que  en  África  se 
trataba,  y  loque  los,mauritanos  pretendian.  Pidióles 
por  el  derecho  de  la  amistad  antigua  que  tenian,  no  per- 
mitesenque  ellos  (S^alguno  d^,Ios  suyos  fuesen  atraí- 
dos con  aquel  engaño  á  dar  socorro  á  sus  enemigos; 
antes  con  consejo  y  con  fuerzas  ayudasen  á  Gartago. 

Movidos  los  españoles  con  estas  razones  consintie- 
ron que  pudiese  levantar  tres  mil  españoles,  no  para 
hacer  guerra  ni  acometerá  los  mauntanos,con  quien 
tenia  España  grandes  alianzas  y  prendas,  sino  para 
resistir  a  los  contrarios  de  Cartago,si  de  alguna  parte 
se  les  moviese  guerra.  Tuvo  Safon  puestasi  al  estrecho 
las  compañías  y  escuadrones  asi  de  su  gente  como  de 
los  españoles  para  ver  si  por  miedo  mudarían  parecer 
los  mauritanos ,  y  dq,mrian  de  seguir  los  intentos  de 
los  demás  africanos.  Pero  como  no.  desistiesen, pasa- 
do el  estrecho  puso  á  fuego  y  á  sangre  los  campos  y 
las  pNoblaciones ,  robando ,  saqueando  y  poniendo  en 
servidumbre  todos  los  que  por  el  trance  de  la  guerra 
venian  en  su  poder.  MoTÍd(|s  de  sus  males  los  mau- 
ritanos hicieron  junta  en  Tánger ,  que  está  (¡n  las  ri- 
beras de  África  enfrente  de  Tartcsso  ó  Tañía,  para 
determinar  lo  que  debian  hacer.  En  primer  lugar  pare- 
ció enviar  embajadores  en  España  á  quejarse  de  los 
agravios  que  recebian  de  los  suyos  (de  aquellos  que  á 
Sáfon  seguían)  y  alegar  que  los  que  les  debian  anu- 
dar, esos  les  hacian  cpntradiccion  y  perjuicio :  mira- 
sen á  los  que  dejaban,  y  con  quienes  tomaban  com- 
pania :  qué  los  cartagineses  ponían  asechanzas  á  la 
libertad  de  todos^  y  pnpr  tanto  era  mas  justo  que  jun- 
tando las  fuerzas  con  ellos ,  vengasen  las  injurias  co- 
munes, y  no  tomasen  ^  pajote  consejo  de  que  les  hobiese 
luego  de  pesar ,  quier  fuesien  tos  cartagineses  venci- 
dos, por  el  odio  en  que  incurriande  toda  África,  quier 
fuesen  vencedores,  pues  ponían  á  riesgo  su  libertad: 
que  los  cartagineses  por  su  soberbia  y  arrogancia  pen- 
saban de  muy  atrás  eqseííoreárse.de  todo,  el  mundo. 

'  Agestólos  españolas  se  escusaron de aq^ql  desorden, 
que  sucedió  sin  que  lo  supiesen :  qu^  á,  Saton  se  Te 
dio  gente  de  España  no  para  hacer,  guerr^,  sino  para 
su  aefcnsa :  que  enviaran  embajadores  á  África,  por 
cuya  autoridad  y  ailigéncia,  si  nd  secopcértasen  y 
hiciesen  paces,  volverían  los  suyos  de  África.  Como 
lo  prometieron  así  lo  cumplieron.  Con  la  ida  dp  los 
embajadores  se  dejaron  las  armas,  y  se  tomó  asiento 
eon  tal  condición  que  el  capitán  cartaginés  sacasa  sus 
gentes  de  la  Mauritania :  los  luuuritunos  lliunaseu  loi> 


sa;M  de  Ib  mmt  qw  m  bic»  contra  Cartago,  puet 
de  >«|Qella  ciudad  no  tenían  queja  alguna  particular. 
Esto  le  concertó ;  pero  como  vuelto  Sáfon  en  España, 
todavfa  kM  mauritanos -perseverasen  en  los  reales  de 
los  aíHcanos,  tomó  á  moielles  guerra,  y  les  hizo  ma- 
toresdaños,  7  apenas  se  pudo  alcanzar  por  los  espa- 
Dotes  que  entraron  de  por  medio ,  aue  turUncado  de 
nuevas  compañías  de  España  que  le  ofrecian  de  su 
voluntad ,  dejada  la  Mauritania  entrase  mas  adentro 
en  Aírica.  En  Gn  se  tomó  este  acuerdo ,  con  que  los 
ejércitos  enemigos  de  Carlago  fueron  vencidos,  ca  los 
tomaron  en  medio  por  Trente  y  por  las  espaldas  las 
gentes  que  salieron  de  Cartago  por  una  parte ,  t  por 
otra  las  qne  partieron  de  España.  Samco  Barcnino, 
asi  diclio  de  Caree  ciudad  puesta  á  le  parte  oriental 
de  Cartago  (dado  que  Silio  itálico  dice  que  de  Barce 
compañero  ueDido)  se  señalicen  sttrviren  esta  guerra 
í  los  cartagineses.  Así  le  hicieron  ciudadano  de  aque- 
lla ciudad,  j  dio  por  este  tiempo  principio  d  la  familia 
y  (nrcialidád  muy  nombrada  en  Carta^e  de  loa  Bar- 
chinos. 


H  tMftik.  31 

le  consagran»  pordiM  y  le  ediOcaron  templos,  lo 
que  antes  de  aquel  tiempo  no  aconteciera  á  persona 
alguna.  Plinio atribuye  e»te hecho  á  Hannoo ;  lalama 
á  SafoQ ,  conQrmada  y  consagrada  por  el  antiguo  pro- 
verbia latino  y  (,'riego;  es¿  saber:  Gran  diosSauía. 


Dióse  lin  áesta  guerra  año  de  la  fundación  de  Roma 
de  doiñentosy  ochenta  y  tres.  Sn fon  vuelto  en  Ksp;iña, 
y  ordenadas  las  cosas  de  la  provincia,  siete  .iños  des- 
pués fue  removido  del  cargo,  y  llamado  út^rta:;ocon 
color  de  dalle  el  gobierno  de  la  ciudad ,  y  el  cargo  y 
magistrado  mas  princip:il ,  el  cual,  como  dice  tVstó 
Pompeyo  se  llamaba  SolTetes.  La  verdad  era  que  les 
daba  pena  que  un  ciudadano  con  las  riquezas  de 
.iquella  riquísima  provincia  creciese  mas  de  lo  que 
podía  sufrir  una  ciudad  libre ,  dado  que  por  hacerle 
mas  honra  enviaron  en  su  lugar  tres  primos  suyos, 
Himilcon,  Hannoi)  y  Gísgon,  y  á  él  vuelto  á  su  tierra  le 
hicieron  grandes  honras,  conque  so  ensoberbeció  tan- 
to que ,  tenieodo  en  pooo  la  tiranía  y  señorío  de  su 
ciudad,  trató  de  hacerse  dios  en  esla  forma.  Juntó 
muchas  avecillas  de  las  que  suelen  hablar,  y  enseñó- 
les d  pronunciar  y  decir  muchas  veces  tres  palabras; 
Gran  diob  Safon.  Dejólas  ir  libremente,  y  como  re- 
pitiesen aquellas  palabras  por  los  campos ,  fue  tan 
grande  la  fama  de  Safon  por  toda  aquella  tierra,  que 
«spaoladoi  con  aquel  milagro  los  naturales,  en  vida 


CAPITULO  XXI. 
Como  Hímilcoa  j  Hannon  ücscubrieroa  nuevas  navcga- 

HiMiLcON  y  Hannon  tomado  el  cargo  de  España  ( i ) 
luego  que  pudieron,  se  liicieron  á  la  veta  con  su  ar- 
mada para  ir  á  su  gobierno.  Acometieron  de  camino  á 
losdeHallorca,  si  por  ventura  con  maña  y  dádivas  de 
peco  precio  pudiesen  alcanzar  de  aquellos  horahres 
(^oseros ,  V  que  no  sabían  semejantes  artificios,  qiio 
les  diesen  tugar  y  permitiesen  levantar  en  aquella  isla 
un  fuerte ,  que  Tuese  como  escalón  para  qititalles  la 
libertad.  Dioseleí  esta  licencia,  y  aun  Jiccse  que  en 
Menorca,  entre SeptentrionyPoDiente,  cdilicaron  un 
pueble  que  se  llamo  Jama,  y  otro  al  Levan  le  por  uom- 
breHagon.AlgUBM  añaden  el  tercero  lugar  de  aque- 
lla isla  llamado  Labon,  ypietisan  que  la  causa  dcstns 
nombres  fueron  tres  gobeniaduros  do  aquella  isla 
enviados  de  Cartago  sucesivamente.  I.0  cierto  es  que 
Hannon  Itef^do  d  Cádiz;  con  úeseo  de  gloría  y  de 
saber  nuevas  cosas  discurrió  por  las  riberas  del  mar 
Océano  liasta  el  promontorio  Sacm ,  que  hoy  es  cabo 
de  San  Vicente  en  Portugal ,  y  todo  lo  que  vio  y  notó 
en  particular  lo  escribió  al  sena<¡o.  Decía  que  tenia 
grande  esperanza  se  podían  descubrir  con  f^rande 
aprovechamiento  de  la  ciudad  las  riberas  de  los  mares 
Atlántico  y  Gdllíco,  inaccesibles  hasta  entonces  (2) 
que  corrían  por  grande  distancia.  Que  lediesen  licen- 
cia para  aderezar  dos  armadas,  y  apcrceiiillos  de  todo 
lo  necesario  paralan  largas  navegaciones  y  de  tanto 
tiempo.  Lo  cual  el  año  siguiente  por  permisión  del 
senadoschizo:  mandaron  á  Himilcon  que  descubrie- 
se las  ribems  de  Europa,  y  los  mares  lo  mas  adelante 
que  pudiese.  Hannon  lomó  cuidailo  de  descubrir  lo  de 
África.  Gísgon  por  acuerdo  de  los  hermanos  y  con 
orden  del  senado  quedó  cu  el  gohíernodc  España  (3). 

Acordado  esto,  y  apercebido  lodo  lo  necesario,  al 
principio  del  año  que  se  contaba  de  la  fundación  de 
Roma  trecientos  j  siete,  Hannon  y  Himilcon  con  sus 

(1)  NiDüna  hisloríador  (ntÍ|>uo  dirc  que  estos  doi  «rti- 

C'aeses  hijan  sido  gobernadores  de  Ef|iaü) ,  ni  que  hayan 
vastido  uD  fuerte  en  Mallorca  para  reducirla  á  obediencia 
de  Cirlago.  Lo  gnc  LWin  dice  en  que  .Maeon .  Ecnrral  carla- 
giaéí  hiEO  vela  desde  r.ádií  i  Ihiía  en  el  Otoño  del  año  H». 
y  habiendo  pasado  í  invernaren  Nallon-s,  halló  lama  reais- 
tencia  que  le  fue  preciw  pasar  i  Meoon-a ,  donde  dcsemtiar- 
có  sia  opoticion  j  Jevintó  un  fuerle  en  la  parle  superior  de 
eierlo  puerto  que  babia  en  li  isla :  qu'ijs  de  eite  fiíHieral  lo- 
tn¿  nombre  el  pucrln  de  Mahoa. 

(3)  Ya  ]irs  espaüoles,  inslniidos  por  los  renicioj  en  la 
náutica  murrho  knies  de  tle^r  lea  caríagineset  il  las  costas 
del  estrecho ,  babian  eureado  los  m.ires  y  hecho  viajes  lar^ros 
por  la«  coitig  septeairlonales  del  Océano  basta  las  Sorlingai 
i  huscar  el  ecUfio  que  traiporlaban  á  Dueslroa  puertos, 
adosde  Jo  venían  i  buscar  loa  comerciíntes  f;rieeos  y  asiáticos, 
como  lo  dicea  SLrabon,  CornelioTkilo  y  Dioiloro  £icul.i.  Se 
presume  que  hayan  padido  Uceará  la  América  anlc*  d><U  su- 
mer^on  de  li  Atlantid^  qu;  alejó  á  \o%  navegantes  y  sunier- 
g\i  i  I:  Tci  A  aquella  ep  oscuridad. 

(3)  Cuando  m  carta^neses  salierní  i  ejecutar  ¡1»  dos 
espenicionei  fimosat  al  Harte  de  la  Europa  y  al  Sud  del 
África,  encargada  ta  primera  i  ll-milcon,  y  la  segunda  i 
Hanaon,  unas  naves  salieron  rie  Cartago,  otras  de  las  co- 
lumcas  de  Hércules,  aunque  Plijiio  las  hace  salir  de  Gades, 
ettoe.!,  de  la  isla  de  SaDctiPetrí,  puertos  que  eran  del  do- 
minio de  loi  carta^neses,  donde  se  equiparon  de  lodo  lo 
necesario  pira  espedirione?  tan  largiis,  y  es  muy  verosímil 
qu;  tooiiritQ  marineras  y  pilotos  espaüoles,  que  estaban 
prictleos  en  semejantes  navegaciones.  Los  doí  generales  ea- 
cribierun  el  diano  de  sus  viajes,  pero  el  de  Himilcon  se  per' 
dio  y  solónos  ha  quedado  et  de  llannoa.quc  ealracló  Rjifo. 
Fetto  Avícnoea  su  obra  de  OrU  .Varitiinú. 


32  BIBLIOTECA  DE  GASI*AR  T   BOIG. 

armadas  se  partieron  para  diversas  partes.  Himiloon 
partió  de  Gibraltar,  que  antiguamente  se  dijo  Hera- 


dea  :  pasó  por  Jos  mesenios ,  y  por  los  selbisios  que 
estaban  en  los  Bástulos :  dobló  el  cabo  postrero  del 
estrecho,  que  se  dijo  Herma  ó  promontorio  de  Junon; 
y  vueltas  las  proaá  á  manderecha ,  llegó  á  la  boca  de 
Cilbo ,  río  que  entra  en  el  mar  entro  los  lugares  Bepel 
y  Barbattí,  como  también  en  el  rio  que  luego  se  sigue 
llamado  Bcsilio  descarga  junto  al  cabo  de  San  Pedro 
enfrente  de  Cádiz,  y  entra  en  el  mar :  quedaba  entre 
estos  dos  rios  en  una  punta  de  tierra  que  allí  se  hace, 
«".i  famoso  sepulcro  de  Gerion.  Sigúese  luego  la  isla 
Erythrea,  que  era  la  misma  de  Cádiz  según  algunos 
Jo  entienden :  otros  la  ponen  por  diferente ,  cinco  es- 
tadios apartada  de  tierra  firme,  al  presente  comida 
del  mar  en  tanto  ^rado  que  ningún  rastro  della  se  ve. 

Mas  adelante  vieron  un  monte  lleno  de  bosques  y 
espesura  :  informáronse  y  hallaron  que  se  llamaba 
Tartcssío  del  nombre  común  de  aquellas  marinas :  y 
que  de  la  cumbre  de  aguel  monte  salia  y  bajaba  un 
rio  y  el  cual  arriba  se  dijo  que  se  llamaba  Lethes ,  y 
ahora  es  Guadalete.  Seguíanse  ciertos  pueblos  de  los 
turdetanos ,  llamados  los  cibicenos ,  que  se  estendian 
liasta  la  primera  boca  de  Guadalauivir.  En  medio  de 
aquellas  sus  riberas  estaba  edifícaaa  la  torre  Gerunda, 
obra  do  Gerion.  Mas  adentro  en  la  tierra  los  lleates  el 
rio  Guadalquivir  arriba,  los  cempsios,  los  manios, 
todos  gente  de  la  Turdetania.  Entendióse  también  que 
aquel  rio  aue  de  otros  era  llamado  Tartessio,  nacia  de 
la  fuente  llamada  Ligóstica ,  que  manaba  y  se  hacia 
de  una  laguna  puesta  á  las  aldas  del  monte  Argenta- 
rio :  hoy  se  llama  monte  de  Segura.  Decían  asimismo 
que  dividido  en  cuatro  brazos  regaba  los  campos  de 
Ju  Bética,  mentira  que  tenia  apariencia,  y  por  eso  fue 
croida  :  ca  por  ventura  tenían  entendido  que  tres  ríos 
los  cuales  se  juntan  con  Guadalquivir,  eran  los  tres 
brazos  del  mismo,  ó  sea  que  por  ventura  le  sangraban 
y  hacian  acequias  en  diversas  partes  para  riego  de  los 
campos,  loque  apenas  se  puede  creer  de  ingenios  tan 
groseros  como  eran  los  de  aquel  tiempo. 

Rufo  Fcsto ,  que  escribió  estas  navegaciones,  dice 
que  Guadalquivir  entraba  en  la  mar  por  cuatro  bocas: 
los  antiguos  geógrafos  hallaban  dos  tan  solameute; 
nosotros  mudadas  con  el  tiempo  las  cosas,  y  alteradas 
las  marinas,  no  hallamos  mas  de  una.  Partido  de  allí, 
v  pasadas  las  bocas  de  Guadalquivir,  vieron  las  cum- 
bres del  monte  Cassio,  rico  de  venas  de  estaño  como 
lo  da  á  entender  el  nombre;  y  aun  guieren  decir  que 
del  nombre  de  aquel  monte  él  estaño  por  los  gric£[os 
fue  llamado  cassiteron.  La  llanura  bajo  de  aquel  mon- 
te poseían  los  albicenos,  contados  entre  los  tartcsi^ius. 
Seguíase  el  río  Ibero,  que  antiguamente  fue  término 
postrero  de  los  tartessios ,  y  al  presente  entra  en  el 
mar  entre  Palos  y  Huelma.  De  este  rio  quieren  algu- 
nos que  España  haya  tomado  el  nombre  de  Iberia ,  y 
no  del  otro  del  mismo  apellido  que  en  la  España  Cílc- 
lior  hoy  se  llama  Ebro,  y  con  su  nobleza  ha  escurcci- 
do  la  fama  desle  otro :  ¡lámase  hoy  río  de  la  Acige  por 
la  muchedun^bre  desta  tierra  que  en  aquellos  lugares 
se  saca  á  propósito  de  teñir  lanas  y  paños  de  negro. 
En  la  misma  ribera  acia  el  Poniente  vieron  la  ciudad 
de  Iberia ,  de  la  cual  hizo  mención  Tito  Livio ,  y  era 
del  mismo  nombre  de  otra  que  estuvo  asentada  en  la 
ribera  del  río  Ebro  no  lejos  de  Tortosa.  Seguíanse 
luego  los  esteros  del  mar  por  aquella  parto  que  ei 
proínontorio  dicho  de  Proserpina  (por  un  templo 
desta  diosa  que  allí  se  vía)  se  metia  el  mar  adentro. 

Doblada  esta  punta .  vieron  lo  postrero  de  los  mon- 
tes Marianos  por  donue  en  el  mar  se  terminan,  y  en- 
cima la  cumbre  del  monte  Zefirio  que  parecía  ilegur 
al  cielo ,  cubierto  de  nubes  y  de  niebla ,  aunque  el 
mar  sosegado  á  causa  de  los  pocos  vientos  que  en 
aquella  parte  soplan.  Mas  adelante  unas  riberas  llenas 
de  pedregales  y  matorrales  se  tendían  hasta  el  m<mte 
de  Saturno.  Luego  después  los  cenitas ,  por  medio  de 


los  cuales  corría  Guadiana  con  dos  islai  opuestas, 
que  la  mayor  llamaban  Agonida.  Después  doblado  el 
promontorio  Sacro  (hoy  cabo  de  San  Vicente)  por  ri- 
beras que  hacen  muchas  vueltas ,  llegaron  al  puerto 
Cenis  no  lejos  de  la  isla  dicha  entonces  Petanío  y  hoy 
Perseguero.  Caían  cerca  de  ios  Dráganos  pueblos  á% 
la  Lusitania,  incluidos  entre  dos  montes  Sefís  y  Cem« 
fis,  y  que  al  Norte  tenían  por  término  un  seno'de  mar 
puesto  enfrente  de  las  islas  dichas  Strínias  puestas 
en  alta  mar.  Tenían  los  dráganos  otra  is»la  cerca  lla- 
mada Acale,  cu  vas  aguas  eran  azules  estraordinaria- 
mente  y  de  mal  .olor.  Esta  forma  tenían  entonces 
aquellas  marinas  :  al  presente  habiéndose  el  mar  re- 
tirado, todo  está  diferente  de  lo  antiguo. 

Sobre  la  isla  Acale  en  tierra  firme  se  empinaba  ei 
monte  Cepriliano ,  y  muy  adelante  por  aquellas  ribe- 
ras hallaron  entre  Levante  y  Septentrión  á  la  isla  Pe- 
lagia  de  mucha  verdura  y  arboledas ;  pero  no  osaron 
saltar  en  ella  por  entender  de  muchos  que  era  consa- 
grada al  dios  Saturno ,  y  que  á  los  que  á  ella  aborda— 
ban  se  les  alteraba  el  mar :  tal  era  la  vanidad  y  supers- 
tición de  aquella  gente.  Seguíanse  en  tierra  firme  los 
sarios ,  gente  inhumana  y  enemiga  de  estranjeros 
por  donde  el  cabo  que  en  aquella  parte  hoy  se  dice 
Espichel,  antiguamente  por  la  fiereza  desta  gente  se 
llamó  Barbarie. 

Desde  allí  en  dos  dias  de  navegación  llegaron  á  la 
isla  Strinia ,  deshabitada  y  llena  de  malezas  á  causa 
que  los  moradores,  forzados  de  las  serpientes  y  otras 
sabandijas,  la  desamoararon  y  buscaron  otro  asiento: 
por  esto  los  griegos  la  llamaron  Ofiusa,  que  es  tnnto 
como  de  culebras.  Ofrecióse  luego  la  boca  de  Tajo, 
donde  los  sarios  se  terminaban  con  una  población  de 
griegos  que  se  entiende  no  sin  probabilidad  que  fuese 
Lisboa,  ciudad  en  el  tiempo  acidante  nobilísima. 

Hiciéronse  desde  allí  á  la  vela ,  y  tocaron  en  las 
islas  Albiano  y  Lacia :  hoy  se  cree  que  son  las  islas 
puestas  enfrente  de  Bayona  en  Galicia.  Llegaron  á 
las  riberas  de  los  neiros  ó  lernos ,  que  se  estendian 
hasta  el  promontorio  Nerio  que  llamamos  el  cabo  de 
Finísterra;:  junto  á  él  están  muchas  islas  llamadas 
anligu.'i mente  Slrenides  norque  los  moradores  de  hi 
isla  Strenia,  huidos  de  allí  á  causa  de  las  serpientes 
como  se  ha  dicho,  hicieron  su  asiento  en  aquellas 
islas.  Decíanse  también  Cassiteridos  por  el  mucho 
plomo  y  estaño  que  en  ellas  se  sacaba.  P;isado  el  pro- 
montorio Nerio,  Himilcon  y  sus  comjjañoros  vueltas 
lus  proas  al  Oriente,  por  falta  de  los  vientos  en  aque- 
llas riberas,  y  por  los  muchos  bajíos  y  con  las  muchas 
ovrs  embarazados,  padecieron  grandes  trabajos;  mas 
prosiguieron  en  correr  los  puertos ,  ciudades  y  pro- 
montorios de  los  licores,  asturianos  y  siloros  que  ¡lor 
orden  se  seguían  en  aquellas  marinas.  De  las  cuales 
cosas  no  se  escribe  nada,  ni  se  halla  memoria  alguna 
de  lo  que  pasaron  en  el  mar  di  Bretaña  y  en  el  Báltico, 
donde  es  verisímil  que  llegaron  guiados  del  deseo  de 
descubrir,  calar  y  considerar  las  riberas  de  la  Francia 
y  de  Alemana.  Ni  aun  (que  se  sepa)  hay  memoria  del 
camino  que  para  volver  á  España  hicieron  después 
que  gastaron  dos  años  entenis  en  ida  y  vuelta  de  na- 
vegación tan  larga  y  diíicullosa. 

CAPITULO  X.\1I. 

De  la  navL'gacion  de  Ilannon. 

La  navegación  do  Ilannon  fue  mas  larga ,  y  la  mas 
famosa  que  snccilió  y  se  hizo  en  los  tiempos  antiguos, 
y  que  se  puede  if^uaiar  con  las  navegaciones  moder- 
nas de  nuestro  tiempo,  ruando  la  nación  española 
con  esfuerzo  invencible  ha  penetrado  las  partes  de 
Levante  y  de  Poniente ,  y  aun  aventajarse  á  ellas  por  no 
tener  noticia  entonces  de  la  piedra  imán  y  aguja,  ni 
saber  el  uso  así  della  como  del  cuadrante  :  por  donde 
no  se  atrevían  á  meter  y  a'argarse  muy  adentro  en  el 
mar.  Juntada  pues  y  apercibida  una  armada  de  sesen*- 


BISTOlklA  PE  eSPAXA. 


31 


ta  galeras  grandes  en  que  llevaban  treinta  mil  perso- 
nas, hombres  y  mujeres ,  para  hacer  poblaciones  de 
su  gente  por  aquellas  riberas  donde  pareciese  á  propó- 
sito f  se  iiicieroo  á  la  vela  desde  Cádiz.  Pasadas  l»s 
columnas  de  Hércules,  en  dos  días  de  navegación  lle^ 
irados  que  fueron  á  una  grande  llanura,  edificaron 
una  gran  ciudad  que  dijeron  Thimiaterion :  Vueltas 
luego  las  proas  al  Poniente ,  seguíase  el  promontorio 
Ampelusio .  que  nosotros  comunmente  llamamos  cabo 
de  Esparteí;  y  aun  sospecho  es  el  que  Arriano  llamó 
Soloen ,  de  mucha  espesura  de  árboles  y  de  muy 
grande  frescura.  Sigúese  el  rio  Zilia ,  que  sospecho 
Pulibio  llamó  Anatis;  y  en  este  tiempo  junto  á  el  está 
asentado  un  lugar  por  nombre  Arcilla. 

Los  Lixios ,  gentes  que  moraban  y  tomaban  el  nom 
bre  del  rio  Líxio ,  el  cual  corre  de  la  Libia  y  descargí^ 
por  aquella  parte  en  el  Océano ,  estaban  tendidos  se- 
tecientas y  treinta  y  cinco  millas ,  conforme  á  la  me- 
dida romana,  mas  adelante  del  promontorio  Ampelu- 
sio. Allí  fingieron  antiguamente  que  Hércules  luchó 
con  el  gigante  Anteo ,  y  que  en  el  mismo  lugar  eran 
los  jardines  de  las  Hespéridos  y  el  espantoso  dragón 
que  las  guardaba.  Seguíanse  á  igual  distancia  en  es- 
pacio de  cien  millas  (ó  veinte  y  cinco  lep;uas)  otros 
dos  ríos  :  el  uno  se  llamó  Subur ,  donde  se  veía  una 
población  ñor  nombre  Bunosa ,  el  otro  Sala  con  otra 
población  ael  mismo  nombre  que  hoy  se  llama  Salen, 
en  un  buen  asiento  y  fresco ;  pero  molestado  de  las 
fieras  por  caelle  cerca  los  desiertos  de  África.  Partidos 
desde  aquellos  lugares,  llegaron  al  monte  Atlante aue 
se  termina  en  el  mar  en  el  cabo  que  los  antiguos  lia* 
marón  la  postrera  Chaunaria  :  después  por  los  mnri'^ 
ñeros  fue  comunmunte  llamado  al  cabo  Non  por  estar 
persuadidos  que  el  que  con  loco  atrevimiento  le  pasa- 
ba, para  siempre  no  volvía  :  hoy  le  llamamos  cabo  del 
Boyadur  ,si  bien  algunos  ponen  por  diferentes  el  cabo 
Non  y  el  cabo  del  Boyador:  lo  mas  cierto  es  que  tie- 
ne enfrente  la  isla  de  Palma  puesta  hacia  el  poniente, 
Tina  de  las  Canarias ,  de  la  equinoccial  distante  veinte 
y  ocho  grados  que  tiene  de  altura. 

Pasaaoeste  promontorio,  ofrecióseles  una  ribera 
muy  tendida  hasta  una  pequeña  isla  de  cinco  estadios 
en  circuito  :  la  cual  ellos,  dejando  allí  una  población, 
llamaron  Cerne.  Yo  entiendo  que  en  nuestro  tiempo 
se  llama  Argin ,  y  está  pasado  el  cabo  Blanco  astenia- 
do  veinte  y  un  grados  mas  acá  de  la  equinoccial,  y 
della  todo  aquel  golfo  se  llama  el  golfo  de  Ar^in ,  qué 
va  tendido  hasta  el  cabo  Verde  y  las  diez  islas  que 
tiene  enfrente  antiguamente  dichas  Hespérides:  entre 
las  demás  la  principal  hoy  se  llamado  Santiago ,  y  to- 
das ellas  se  dicen  las  islas  de  cabo  Verde.  Este  cabo  ó 
Bromontorio  sospecho  que  Arriano  le  llama  Cuerno 
íesperío ,  y  que  el  rio  muy  ancho  que  antes  del  entra 
en  el  mar,  es  el  que  Festo  llama  Asama ,  porque  tam» 
bien  en  este  tiempo  con  nombre  no  muy  diferente  de 
lo  antiguo  se  llama  Sanaga.  Cria  Crocodilos  y  caballos 
marinos;  crece  otrosí  v  mengua  en  el  estío  á  la  mane- 
ra del  Nílo  :  por  donne  se  entiende  que  tienen  una 
misma  origen  estos  dos  ríos  y  nacen  de  unas  mismas 
fuentes.  Los  antiguos  y  en  particular  Plinio  le  llama- 
ron Nigir.  Entra  en  el  mar  por  dos  bocas ,  la  que  he- 
mos dicho ,  y  otra  que  está  pasado  cabo  Verde ,  y  por 
su  gran  ancnura  vulgarmente  se  llama  el  rio  Grande. 

Seguíanse  las  islas  Gorgonidcs  :  así  las  llamó  Han- 
non  de  unas  mujeres  monstruosas  que  allí  vieron,  las 
cuales  los  antiguos  llamnron  Gorgonas.  Cerca  deaque- 
llas islas  vieron  un  monte  muy  empinado ,  que  llama- 
ron Carro  de  lo5  dioses ,  por  resplandecer  con  fuegos 
Y  porque  tenia  grande  ruido  de  truenos  :  los  nuestros 
le  llaman  Sierra  Leona ,  puesta  ocho  grados  antes  de 
la  equinoccial.  En  Ptolomeo  cs?á  demarcado  el  Carro 
de  los  dioses  en  cinco  grados  de  altura  y  no  mas ,  sea 
quelos  números  por  descuido  de  los  escribientes  estén 
estragados,  ó  que  él  mismo  se  engañó.  Este  monte 
por  su  altura  ordinariamente  resplandece  con  relám-^ 


pagos ,  domas  que  los  moradores  por  causa  del  calor 
que  por  allí  es  muv  escesivo,  de  día  están  encerrados 
en  cuevas  debajo  de  tierra,  y  las  noches  salen  á  tni* 
bajar  y  procurar  su  sustento  con  hachos  encendidos* 
por  donde  los  campos  cercanos  á  aquel  monte  res- 
plandecen  de  noche ,  y  parece  que  arden  en  vivas  llu* 
mns  y  en  fuego  :  cosa  que  dio  ocasión  á  Hannon  y  á 
sus  companeros  á  que  pensasen  de  veras ,  ó  que  de 

Ero  pósito  íingieseu  (como  suele  acontecer  cuando  se 
abla  de  cosas  y  lugares  tan  apartado^)  que  de  agüe* 
Has  partes  y  campiñas  corrían  en  ei  mar  ríos  de  rue- 
go ,  y  que  todas  aquellas  tierras  comarcanas  estaban 
yermas  á  causa  de  aquellas  perpetuas  llamas. 

Pasado  aquel  monte  descubrieron  una  isla  habitada 
de  hombres  cubiertos  de  vello  (así  lo  entendieron 
ellos)  y  p:ira  memoria  de  cosa  tan  señalada  de  do« 
hembras  que  prendieron ,  porque  á  los  machos  no  pu- 
dieron alcanzar  por  su  gran  ligereza ,  como  no  se 
amansasen ,  las  mataron  y  enviaron  á  Cartago  las  pie- 
les llenas  de  paja,  donde  estuvieron  mucho  tiempo 
colgadas  en  el  templo  de  Venus  para  memoria  de  tan 
grande  maravilla.  Los  doctos  ordinariamente  no  sin 
razón  creen  que  esta  isla  es  una  que  está  debajo  del 
equinoccial  frontero  de  un  cabo  de  África ,  llamada  de 
Lope  González,  sujeta  en  este  tiempo  a  los  portugue- 
ses y  que  se  llama  la  isla  de  Santo  Tliomé :  tan  rica  de 
azúcares  que  se  dan  muy  bien  en  ella,  como  mal  tana 
principalmente  á  los  nuestros ,  como  quier  que  los 
etiopes  se  hallen  allí  muy  bien  de  salud.  Los  hombres 
cubiertos  de  vello  entendemos  que  fueron  cierto 
género  de  monas  grandes ,  cuales  en  África  hay  mu- 
chas y  de  diversas  raleas ,  del  todo  en  la  figura  seme- 
jantes á  hombres ,  y  de  ingenios  y  astucias  maravi- 
llosas. 

Arriano  escribe  que  Hannon  y  sus  compañeros  des- 
de aquellos  lugares  y  desde  aquella  isla  dieron  la  vuel- 
ta á  España  forzados  de  la  falta  de  mantenimientos. 
Plinio  dice  que  Hannon  llegó  hasta  el  mar  Rojo,  pasa- 
do es  á  saber  el  cabo  de  Buena  Esperanza  :  en  el  cual 
adelgazadas  de  entrambas  partes  las  riberas ,  la  África 
interior  á  manera  de  pirámide  se  termina.  Dice  mas, 
que  desde  allí  en  vio  em  bajadores  á  Cartago  (por  tierra 
sin  duda )  con  información  de  todo  lo  sucedido.  En 
esto  concucrdan ,  que  volvió  al guinto  año  déla  parti- 
da de  España,  quede  la  fundación  de  Roma  se  conta- 
ba trecientos  y  doce«  Los  que  con  él  fueron ,  vueltos, 
á  porfía  contaban  milagros  que  les  aconteciera  en  na- 
vegación tan  larga ,  tormentas ,  fífrurasde  aves  nunca 
oídas ,  cuerpos  monstruosos  de  fieras  y  peces ,  varias 
tormas  de  hombres  y  de  animales ,  vistas  y  creídas  por 
el  miedo,  ó  ungidas  de  propósito  para  deleitar  al 
pueblo ,  que  abobado  oía  cosas  tan  estrañas  y  nuevas. 

LIBRO  SEGUNDO. 

CAPITULO  PRIMERO. 
Que  Hannon  y  sus  hermanos  volvieron  á  su  tierra. 

Haivnon  y  Himilron  después  de  tan  dificultosos  ría- 
jes  y  tan  largas  navegaciones  vueltos  en  España ,  con 
deseo  de  descansar  y  de  ver  á  su  patriu ,  sin  dilación 
se  partieron  á  Cartago,  donde  fueron  con  grande 
acompañamiento  de  los  que  salieron  á  recibíllos ,  con 
aplauso  de  todo  el  pueblo  y  solemnidad  s-^mejante  á 
triunfo  metidos  en  la  ciudad.  Todos  alababan  y  en- 
grandecían el  vigor  de  sus  ánimos ,  sus  famosos  aco- 
metimientos ,  y  el  alegre  remate  de  sus  empresas. 
Quedó  Gisgon  en  el  gobierno  de  España ,  el  cual  se  le 
dio  también  licencia  que  dejado  el  cargóse  volviese  á 
Cartago.  Lo  que  mucho  importaba  para  continuar  en 
su  poder  y  autoridad ,  hicieron  que  Aníbal  su  primo, 
que  era  hermano  de  Safon ,  junto  con  Afagon ,  pa- 
riente y  amigo  de  los  mismos ,  fuesen  nombrados  pa- 
I  ra  suceder  en  el  gobierno  de  España. 


TOMO  I. 


!•• 


3i 


BIBLIOTECA    UE  GASPAR  T  ROIG. 


Desde  Magon  se  dice  que  en  las  islas  Baleares, 
donde  se  detuvo  algunos  años ,  edificó  en  Menorcn 
una  ciudad  de  su  nombre.  No  hay  duda  sino  que  en 
aquella  isla  iiobo  antiguamente  una  ciudad  que  se 
llamó  Magon ;  pero  la  semejanza  del  nombre  no  es 
conjetura  bastante  para  asecurar  que  haya  en  parti- 
cular sido  fundada  por  este  Magon ,  como  quier  que 
no  hiyapara  comprobarlo  otro  testimonio  de  escrito- 
res antiguos.  Loque  se  tiene  por  averiguado  es,  que 
llegado  que  fue  Anibal  á  Cádiz ,  Gisgon,  cargada  la 
flota  de  las  riquezas  que  él  v  sus  hermanos  juntaran 
muy  grandes,  se  hizo  á  la  vela ;  pero  no  llegó  á  Carta- 
go,  porque  corrió  fortuna  y  se  perdió  con  todas  las 
naves  por  la  violencia  de  ciertas  tormentas ,  muchas 
y  muy  bravas,  que  por  aquellos  dias  trajeron  muy  al- 
terado el  mar,  que  rué  año  de  la  fundación  de  Roma 
de  trescientos  y  quince.  Dícese  también  que  Anibal 
en  las  riberas  del  mar  Océano  antes  de  llegar  al  cabo 
de  San  Vicente  en  un  buen  puerto  fundó  una  ciudad 
que  antiguamente  se  llamó  puerto  de  Anibal  (ahora 
se  llema  Albor)  cerca  de  Lagos ,  pueblo  antiguamente 
dicho  Lacobriga. 

Por  otra  parte  los  tartessios  á  la  postrera  boca  del 
rio  Guadalquivir  edificaron  un  castillo  con  un  templo 
consagrado  á  Venus ;  la  cual  estrella  porque  se  llama 
también  Lucífero  ó  Lucero ,  el  templo  se  dijo  Lucífe- 
ro, y  hoy  corrompida  la  voz  se  llama  Sanlucar  :  pue- 
blo en  este  tiempo  por  la  contratación  de  las  Indias,  y 
por  ser  esta  escala  de  aquella  navegación,  entre  los 
mas  nombrados  do  España.  Asi  cuentan  esta  funda- 
ción nuestras  historias^  que  afirman  también  que  por 
el  mismo  tiempo  se  encendió  una  guerra  muy  cruel 
entre  los  héticos  que  son  los  andaluces ,  y  lusitanos, 

gentes  que  moraban  de  la  una  y  de  la  otra  parte  de 
uadiana.  Dicen  que  comenzó  de  diferencias  y  riñas 
entre  los  pastores,  que  á  los  lusitanos  favorecieron  los 
cartaffineses ,  á  los  héticos  una  ciudad  principal  por 
aquellas  partes,  la  cual  algunos  sospechan  que  fuese  la 
Iberia  de  quien  arribase  hizo  mención,  y  que  las  mis- 
mas mujeres  tomaron  las  armas :  tan  grande  eran  la 
rabia  y  furia  que  tenian.  La  batalla  fue  muy  herida:  pe- 
learon por  espacio  de  un  dia  entero  sin  declararse  ni 
conocerse  la  victoria  por  ninguna  de  las  partes  :  des- 
partióles la  noche:  fueron  pasados  á  cuchillo  ochenta 
mil  hombres,  y  entre  elbs  el  principal  caudillo  de  los 
cartagineses:  que  (si  esto  es  verdad;  se  puede  con  ra- 
zón pensar  fuese  el  mismo  Anibal.  Añaaen  que  Mag- 
non,  movido  de  la  fama  de  aquella  batalla,  partió  luego 
de  las  Baleares  Mallorca  y  Menorca  en  ayuda  de  los 
suyos  y  en  busca  de  los  enemigos :  los  cuales,  por  ha- 
ber recibido  en  aquella  batalla  no  menor  da  fio  que  he- 
cho ,  fueron  forzados,  quemada  la  ciudad .  á  buscar 
otros  asientos  por  miedo  de  mayor  mal  ( i ). 

Corría  ya  el  año  de  la  fundación  de  Roma  de  tres- 
cientos y  veinte  y  uno.  En  el  cual  año  sucedió  en 
Cartago  grande  mudanza :  ca  muertos  en  aquella  ciu- 
dad casi  en  un  tiempo  Asdrubal  y  Safon  hermanos  de 
Anibal,  el  crédito  y  autoridad  de  Hannon  que  ya  Ha- 
qucaba ,  con  la  nueva  del  daño  recibido  en  España  se 
perdió  de  todo  punto :  por  brotar  como  acontece  en 
las  adversidades  el  odio  de  muchos,  que  llevaban  de 
mala  gana  se  gobernase  y  se  trastornase  toda  la  ciudad 
á  voluntad  y  antojo  de  un  ciudadano;  y  que  un  parti- 
cular pudiese  mas  que  los  que  tenian  á  cargo  el  go- 
bierno. Acordaron  criar  un  magistrado  de  cien  hom- 
bres con  cargo  v  autoridad  de  tomar  cuenta  á  los 
capitanes  que  volviesen  déla  guerra.  Forzaron  puesá 
Hannon  á  pasar  por  la  lela  deste  juicio.  Ventilóse  su 
negocio,  condenáronle  en  destierro  :  que  fue  no  me- 
nor envidia  que  ingnititud  especial,  que  ninguna  cau- 
sa .alegaban  mas  principal  para  lo  que  hicieron ,  sino 
que  era  de  ingenio  é  industria  mayor  que  pudiese  se- 

(1)  Mariana  dice  prudentemente  c(8i  esto  es  verdad)» 
porque  de  esta  guerra  no  habla  ningún  escritor  antiguo. 


guramente  sufrille  una  ciudad  libre,  pueS  había  sido 
el  primero  de  los  hombres  que  se  atrevió  á  amansar 
un  león  y  hacelle  tratable :  que  no  se  debia  fiar  la  li- 
bertad de  quien  domaba  la  nereza  de  las  bestias.  Ln 
verdad  es  que  las  ciudades  libres  suelen  concebir  odio 
y  siniestra  opinión  contra  los  ciudadanos  que  entre 
los  demás  se  señalan ,  y  con  envidia  maltratar  á  los 
principes  de  la  república ,  á  quien  muchas  veces  fue 
cosa  perjudica  I  y  acarreó  notahle  daño  aventajarse  en 
valor  industria  y  virtudes  á  los  demás. 

CAPITULO  H. 

De  las  cosas  por  los  españoles  hechas  en  Sidla. 

Algunos  anos  se  pasaron  después  desto  sin  que  su- 
cediese en  España  cosa  digna  de  memoria,  hasta  el 
año  de  la  funciacion  de  Roma  de  trecientos  y  veinte  y 
siete  :  en  el  cual  tiempo  partida  toda  la  Grecia  en  dos 
partes,  se  hacia  la  guerra  Penoponesiaca.  Juntamente 
el  segundo  añodesta  guerra  una  cruel  peste  se  derra- 
mó casi  por  toda  la  redondez  de  la  tierra ;  la  cual  como 
tuviese  su  principio  en  la  Etiopía,  de  allí  pasó<^  las 
demás  provincias,  y  por  remate  en  España  asimismo 
mató  y  consumió  nombres  y  ganados  sin  numero  y  sin 
cuento  (2).  Hicieron  mención desta  plaga  Thucídides, 
Tito  Livio  y  Dionisio  Halicarnasio ,  y  aun  nuestras 
historias  atribu.>cnla  causa  desta  mortandad  á  la  se- 
quedad del  aire.  Pero  Hippócrates  que  vivió  por  el  mis- 
mo tiempo ,  afirma  oue  para  librar  á  Thesalia  desta 
peste  hizo  él  quemar  los  montes  y  bosques  de  aquella 
tierra. 

Lo  que  á  nuestro  propósito  hace  es  que  para  la  guer- 
ra que  en  Sicila traían  los  de  Lentino  y  los  catanen- 
ses  contra  los  siracusanos,  ciudad  entonces  la  mas 
populosa  y  poderosa  de  aquellas  islas  Nicias,  y  Alcibia- 
des.  aunque  era  de  poca  edad,  fueron  de  Atenas  en- 
viados con  una  armada  de  cien  galeras  en  socorro  de 
los  Lentinos.  Esta  era  la  voz,  pero  de  secreto  llevaban 
esperanza  de  apoderarse  de  toda  la  isla.  Sucediéralcs 
como  lo  pensaban ,  si  Alcibíades,  que  se  habia  al  prin- 
cipio gobernado  bien  y  quebrantado  las  fuerzas  y  or- 
gullo de  los  siracusanos.  no  fuera  acusado  á  la  misma 
sazón  en  Atenas  al  pueblo  de  haber  descubierto  los 
misterios  de*Ceres,  en  ninguna  cosa  mas  solemnes  y 
sagrados  qué  en  el  silencio.  Citáronle  para  que  pare- 
ciese en  juicio  y  se  descargase  :  él  por  la  conciencia 
del  delito,  ó  por  miedo  délos  contrarios  se  fuó  á  La- 
cedemonia,  donde  como  fuese  recibido  benignamente 
por  su  escelente  ingenio ,  y  por  la  fama  de  lo  que  ha- 
bia hecho,  les  persuadió  por  vengarse  que  enviasen 
en  socorro  de  los  siracusanos  un  valeroso  capitán  lla- 
mado Gilippo.  (^n  cuya  llegada  se  trocaron  las  cosas 
de  tal  suerte  que  fueron  vencidos  los  atenienses  por 
mar  y  por  tierra,  y  el  mismo  Nicias  con  otros  muchos 
vino  en  poder  de  sus  enemigos  los  de  Lacedemonia. 

Poseían  los  cartagineses  por  aquel  tiempo  junto  al 
promontorio  Lilibeo,  que  ahora  es  cerca  ae  Trá- 
pana y  distaba  de  Cartago  ciento  y  ochenta  millas, 
algunos  pueblos  de  aqueliaisla.  Losagrigentinos,  aue 
ahora  se  llaman  de  Gerguntoy  eran  comarcanos,  lle- 
vaban mal  que  el  poder  de  los  cartagineses  se  conti- 
nuase y  envejeciese  tanto  tiempo  en  aquella  isla, 
fuera  de  agravios  particulares  que  les  tenian  hechos. 
Sucedió  que  los  cartagineses  salieron  á  un  bosque  no 
lejos  de  la  ciudad  de  Minoa  para  hacer  cierto  sacrifi- 
cio; acudieron  los  de  Gergento,  y  pasaron  á  cuchillo 
los  contrarios  por  haberse  salido  sin  armas  y  sin  re- 
celo, todos  los  que  no  escaparon  por  los  pies  y  se 
salvaron  por  aquellos  bosques  y  montes. 

Sabido  esto  en  Cartago,  todo  el  puéblese  alteró,  y 
se  movió  á  vengar  aquel  insulto.  Con  este  acuerdo  en- 

(2 )  Esta  peste  horrible  qne  defoló  el  Atira  y  se  estendió 
basta  la  Italia,  ningún  escritor  antigua  dii'e  que  llegase  á 
fispafia. 


HISTORIA  DE   ESPkTik. 


35 


Tiaron  á  Sicilia  dos  mil  cartagineses  y  otros  tantos 
soldados  españoles.  Juntaron  con  ellos  quinientos 
mallorquines  honderos,  nuevo  y  estraordinario  géne- 
ro de  milicia,  los  cuales  puesto  que  al  principio  fue- 
ron menospreciados  del  enemigo  porque  iban  desnu* 
dos,  Tenidos  á  las  manos  dieron  á  los  suyos  la  victoria, 
ca  con  una  perpetua  lluvia  de  piedras  maltrataron  y 
destrozaron  el  cuerno  y  costado  izquierdo  de  los  ene- 
migos. Muchos  fueron  en  la  pelea  muertos ,  y  mayor 
número  en  el  alcance:  algunos  se  escaparon  ayudadlos 
de  la  oscuridad  de  la  noche,  y  se  recogieron  á  la  ciu- 
dad; pero  r.on  oereo  que  le  tuvieron  de  dos  años,  vino 
asimismo  á  poder  de  los  cartagineses  año  de  la  funda- 
ción de  Roma  de  trescientos  y  cuarenta  y  seis. 

El  in  desta  guerra  fue  principio  de  otra  mas 
grave.  Dionisio  el  mas  viejo  estaba  apoderado  tiráni- 
camente de  Siracusa:  era  grande  su  poder,  y  sus 
fuerzas  muy  temidas.  Acudieron  á  él  los  de  Gergenlo 
secretamente.  Pidiéronle  los  recibiese  en  su  protec- 
ción, y  librase  aquella  ciudad  del  f)oder  y  mando  muy 
pesado  de  los  cartagineses.  Prometióles  lo  aue  pedían , 
por  tener  entendido  que  sus  intentos  de  nacerse  rey 
de  toda  aquella  isla  no  podrían  ir  delante  en  tanto  que 
los  cartagineses  ea  ella  tuviesen  autoridad  y  mando. 
Dióles  por  consejo  que  en  el  entretanto  que  él  se 
aprestaba ,  saliesen  todos  muy  secretamente  de  Ger- 
gento,  7  al  improviso  se  apoderasen  de  Camarina  y 
de  Geía ,  pueblos  comarcanos ,  desde  donde  podrían 
rorrer  los  campos  de  los  enemigos :  que  lo  demás  él 
lo  tomaba  á  su  cargo.  Ejecutóse  luego  esto,  hicieron- 
se  y  recibiéronse  daños  de  una  y  de  otra  parte. 

Entonces  Dionisio  interpuso  su  autoridad:  requirió 
á  los  cartagineses  por  sus  embajadores  que  se  hiciese 
satisfacción,  y  se  restituyesen  los  daños  los  unos  á  los 
otros  como  era  justo.  Principalmente  hacia  instancia 
que  á  ios  de  Gergento  se  restituye  su  ciudad ,  por  lo 
menos  que  los  desterrados  y  ahuyentados  pudiesen 
volver  á  ella ,  y  gozar  de  Ins  mismas  libertades  y  fran- 
quezas gue  los  de  Cartago.  Conclu  ¡a  que  de  otra  manera 
no  sufriría  que  susparíentes  y  aliados  fuesen  tratados 
«"omo  escinvos.  A  esto  los  cartagineses  respondieron 
ser  derecho  de  las  gentes  que  los  vencedores  manda- 
s<>n  ú  %u  voluntad  á  los  vencidos:  aue  ellos  no  comen- 
zaron la  guerra,  sino  al  contrario  los  de  Gergento  los 
'labian  á  ellos  acometido  y  a^viado,  junto  con  el 
de<:acato  que  hicieron  á  la  deidad  de  los  dioses :  que 
no  haría  bien  ni  debidamente  si  se  metiese  á  la- parte, 
y  amparase  aquella  gente  malvada  y  sin  Dios:  en  lo 
que  decia  crue  no  pasaría  por  alto  ni  disimularía  las 
injurias  de  los  de  Gergento,  y  cuando  quisiese  tomase 
In  demanda  y  las  armas,  que  entenderla  lo  que  el  po- 
der invencible  de  los  cartagineses  y  sus  soldados  en- 
vejecidos en  las  armas  harían. 

Con  este  principio,  con  estas  demanda  y  respuesta 
se  rompió  claramente  la  guerra.  Dionisio  recogió  las 
fuerzas  de  toda  aquella  isla ,  y  incitaba  contra  los  de 
Cartago  asfá  las  ciudades  gríegas,  como  á  Darío Notho, 
rey  di;  Persia,  con  embajadas  que  le  envió  en  esta  ra- 
zón. Ellos  por  el  contrario  levantaron  quince  mil  in- 
fantes, parte  de  Cartago,  parte  de  Afríca,  y  cinco  mil 
caballos.  Asimismo  juntaron  diez  mil  españoles,  y  pa- 
ra mas  ganalleslas  voluntades  y  asegr.rarse  mas  dellos, 
restituyeron  á  Cádiz  en  su  antigua  libertad ,  en  sus  le- 
yes y  sus  fueros.  Solamente  les  vedaron  el  hacer  v  te- 
ner galeras :  quitaron  las  guarniciones  de  donde  las 
tenían  puestas:  solo  conservaron  el  famoso  templo  de 
Hércules  con  algunas  pocas  atalayas  poraquellasma- 
rínas.  Hízose  la  mnsa  de  todas  estas  gentes  en  Carta- 
go, de  donde  Himilcon  Cipo  nombrado  por  general  se 
partió  con  una  armada  muy  gruesa  que  al  príncipio 
tuvo  Tientos  frescos  :  después  arreció  el  tiempo  de 
manera  que  deh^tó  las  naves,  y  surgieron  en  divcr- 
<«os  pneblos  de  Sicilia.  Eran  las  naves  españolas  roas 
fuertes ,  V  los  pilotos  mas  diestros,  y  asi  sufrieron  la 
tempestad  en  alta  mar;  y  luego  que  aflojó  el  vien- 


to ,  se  juntaron  y  tomaron  el  puerto  de  Camarina. 
Combatieron  acuella  ciudad  por  espacio  de  cuatro 
días :  al  cabo  dellos  la  tomaron ,  y  pasados  á  cuchillo 
todos  los  moradores ,  la  pusieron  á  fuego :  grande 
crueldad;  pero  que  atemorizó  á  los  de  Gela  en  tanto 
grado .  que  sin  hacer  resistencia  desampararon  la 
ciudad. 

Acudieron  las  demás  naves  á  aquellos  lugares,  don- 
de ,  refrescado  el  ejército  y  los  soldados  con  reposo 
de  algunos  dias,  se  determionron  de  presentar  la  ba- 
talla a  Dionisio,  de  quien  tenían  aviso  que  traía  gran- 
des fuerzas  por  mar  y  por  tierra.  Escusaron  la  batalla 
naval  á  causa  que  muchos  de  sus  bajeles  se  volríeran 
á  Cartago  y  á  Cádiz.  Acordaron  sena  mas  espediente 
pelear  con  los  enemigos  en  tierra.  Estaba  el  cartagi- 
nés con  esta  resolución  cuando  Dionisio  se  les  pre<- 
sentó  delante.  Juntáronse  reales  con  reales  á  pequeña 
distancia.  Ordenaron  sus  escuadrones  y  huestes  para 
dar  la  batalla,  primero  Dionisio  en  esta  manera:  puso 
en  igual  distancia  y  á  ciertos  trechos  los  socorros  que 
tenia  de  diversas  ciudades,  por  frente  y  á  entrambos 
lados  la  caballería :  los  de  Siracusa  quedaron  en  la 
retaguardia.  Himilcon  al  contrarío,  hechos  tres  es- 
cuadrones de  su  gente,  salió  al  encuentro  al  enemigo: 
en  medio  y  por  frente  los  españoles:  en  el  un  lado  y  en 
el  otro  los  cartagineses  con  cada  setecientos  honde- 
ros ;  y  los  caballos  que  fortalecían  los  dos  cuernos  y 
costados :  dos  mil  infantes  escogidos  de  todo  el  ejér- 
cito quedaron  de  respeto  y  de  socorro  para  las  nece- 
sidades. 

Dada  que  fue  la  señal  de  pelear,  arremetieron  todos 
con  grande  denuedo,  y  cerraron.  Fue  la  batalla  por 
grande  espacio  dudosa  sin  declararse  la  victoría  :  re- 
paraban, y  mezclábanse  los  escuadrones:  muchos  de 
ambas  partes  caian  sin  reconocerse  ventaja :  solo  la 
caballería  de  Dionisio  comenzaba  á  llevar  lo  mejor  y 
apretar  los  caballos  cartagineses.  Y  hobieran  salido 
con  la  victoría  y  retirado  los  contrarios ,  si  Himilcon 
no  se  adelantara  con  las  compañías  quo  tenia  de  res- 
peto, contra  la  caballería  enemiga,  que  no  pudo  sufrir 
el  nuevo  ímpetu  de  aquellos  soldados,  y  apretada  á 
un  mismo  tiempo  por  frente  y  por  las  espaldas,  muer- 
tos muchos  dellos,  todos  ios  demás  se  pusieron  en 
huida.  Los  honderos  en  particular  con  un  granizo  de 
piedras  herían  en  el  enemigo,  que  quedó  con  los 
costados  descubiertos.  Puestos  en  huida  los  caballos 
sicilianos,  revolvió  Himilcon  con  su  gente  y  con  su 
caballería  sobre  la  infantería  siciliana ,  que  todavía 
estaba  trabada  y  peleaba  valientemente,  y  con  su  lle- 
gada desbarató  los  escuadrones  sicilianos. 

Dionisio,  que  no  solo  se  había  mostrado  prudente 
capitán ,  sino  hecho  oficio  de  esforzado  soldado ,  y 
puesta  en  huida  su  caballería,  apeado  con  un  escudo 
de  hombre  dea  pié,  sustentó  por  largo  espacio  la  pe- 
lea (ca  acudía  a  todas  partes,  y  donde  quiera  que 
veía  trabados  á  los  suyos,  allí  hacia  volver  las  ban- 
deras y  acudir  los  escuadrones)  á  lo  último  perdida  la 
esperanza  se  retiró  con  los  suyos  cogidos  y  poco  á  po- 
co hacia  sus  reales,  que  por  ser  ya  noche  no  fueron 
tomados  por  el  enemigo.  Hizo  aquella  misma  noche 
junta  de  capitanes;  animó  á  los  suyos,  díjolos  que  no 
perdiesen  el  ánimo :  que  los  cartagineses  no  habían 
vencido  por  fuerza,  sino  con  artificio  y  maña;  que  si 
por  algún  tiempo  se  entretenían ,  la  caballería  que 
quedaba  entera ,  y  grandes  gentes  de  toda  la  isla  en 
breve  les  acudirían.  Hecho  esto,  mandó  á  los  solda- 
dos que  quedaron  sanos ,  se  fuesen  á  reposar,  y  á  los 
heridos  hizo  curar  con  grande  cuidado.  Juntamente 
se  aparejó  para  defender  los  reales;  pero  toda  aqiiella 
diligencia  fue  sin  provecho,  ca  luego  al  día  siguiente 
como  concurríesen  los  enemigos,  cegasen  la  cava,  y 
combatiesen  y  pasasen  las  albarradas,  entro  los  car- 
ros y  el  bagaje  se  renovóla  pelea.  En  fin  Dionisio  per- 
dida toda  esperanza,  con  algunas  herídas  que  llevaba, 
se  puso  en  huida.  Grande  fue  el  número  de  los  sici- 


llanos  j  (juc  püreciú  en  estas  dos  polcas ;  y  aun  en  los 
urUgineses  se  ilice  que  le^  cnstó  harta  sunsre  la  vic- 
toria ,  lie  los  ciwles  fueron  muerlos  ires  niif,  y  de  ios 
españoles  dos  [Hil. 

Con  ia  nupva  liesla  jornada  muclius  ciudndes  de  Si- 
Hcia  so  entreeoroii  i  los  vencedores ;  pero  ja  c\ue  es- 
taban apoderadosdc  casi  loíiíia  isla,  paranmestrade 
la  inconstancia  ne  las  cosas  humanas  les  sobrevino 
lal  pesie ,  queJos  ejércilos  fueri-n dcsliweados y  men- 
finados  con  tanto  rtoior  y  pena  de  la  ciudad  de  Carln- 
go  cuando  los  llef^ó  esta  nueva ,  que  no  de  otra  ma- 
nera nae.  si  la  misma  ciudad  fuera  tomado  ,  se  entris- 
tecieron los  cimiadanos  y  aecuiírieroiide  luto.  Volvió 
con  pocos  el  general  con  una  esclavina  suelta  sin  ce- 
ÍÜdor  á  manera  de  siervo ,  y  acó  tn  pan  ai  lo  de  los  so- 


lliiioidel  pucbioqae  leseguia,  «lirada  en  su  casa, 
sin  admitir  ú  persoDU  al^na  >;uft  le  tiaUaie,  ni  aan 
li  sus  prtipios  liijos ,  ál  mismo  se  did  la  moerle. 

Después  deslo  quierea  decir  que  Dionisio  procnrá 
por  sus  embajadores  apartarri  los  españoles  déla  «nis- 
tad  de  los  do  Cartsgo ,  y  que  al  contmrto  los  cartagi- 
neses con  todo  buen  tratamiento  y  blandura  losentre- 
tuvi^roi).  Lo  que  consta  Mquepordílígencia  yboena 
maña  de  Díon  Siracusano  se  asentó  pai  por  treinta 
años  entre  los  sicilianos  y  cartagineses  el  año  tercero 
di>laOIÍmpiade  nóvenla  y  cinco,  que  fue  de  la  Tunda- 
cion  de  Roma  de  trecientos  y  cincuenta  y  seis  :  paz 
que  no  durd  mucho.  No  fHlln  quien  diga  que  después 
lie  la  pelea  famosa  llamada  Leutrica,  Dionisio  envió 
socorros  á  los  de  Lacedemonia  catre  los  dtanas  se 


cuentan  celtas  y  españolea ,  quier  fuesen  de  las  reli- 
quias de  Himiicon ,  quier  llevados  desde  España  pnni 
este  efecto;  y  <¡uecone$toa  socorros  Archidamo,  hijo 
de  Agesilun ,  cerca  de  la  ciudad  d*-  Matinea  venció  y 
mató  á  Epamiaonda ,  señaludo  capiLin  de  los  tóbanos; 
coD  lo  cual  libró  la  antigua  ciudad  de  Lacedemoniade 
ln  destrucción  que  la  amenazaba ,  y  del  riesgo  que 
eorria. 

Por  el  mismo  tiempo  como  al(;unos  cartagineses 
partiesen  de  España  por  mar,  fea  arrebatados  contra 
su  voluntad  de  algún  rocío  temporal,  sea  con  deseo 
do  imitará  Hannon  ,tomandoladerrol8  entro  Poniente 
y  Mediodia  y  vencidnii  las  bravas  olas  del  gran  mar 
Océano,  con  iiaveRacinn de muchosdias descubrieron 
yllegaron  á  una  isla  muy  ancha, abundantedepasloj, 
de  mucha  frescura  y  arboledas ,  y  muy  rica ,  regada 
de  ríos  quede  montes  muy  empinados  se  derribaban, 
tan  anchos  y  liondables  qw.  se  pedían  iiaveear.  Por 
esto  y  porestar  yerma  demoradores  muchos  ile  aque- 
lla (¡ente  se  quedaron  alli  de  asiento  ;  los  demis  con 
su  nota  diemn  la  vuelta ,  y  llegados  á  Carlago ,  dieron 
aviso  al  seuTido  de  Indo. 

Aristóteles  dice  que  tratado  el  negocio  en  el  senado, 


acordaron  de  encubrir  esta  nueva  ,  y  para  este  efecto 
bacemorirjlosqueía  trajeron.  Temian  esa saberípie 
el  pueblo,  como  amigo  de  novedades ,  J  cansado  con 
laguerra  de  tantos  años,  no  dpjnsen  la  ciudadytrma, 

Íúe  común  acuerdo  se  fuesen  i  poblar  á  tierra  tan 
uena  :  que  era  mejor  carecer  de  aquellas  riqueías  y 
abundancia ,  que  enüaquecer  lasfuenas  Je  su  ciudad 
con  eslenderse  mucho.  Eila  isla  creycrcm  algunos 
fuese  alguna  delasCanarias;  pero  ni  la  grandeza, en 
particular  de  tos  ríos ,  ni  lu  frescura  concuerdan.  Así 
los  mas  erndilos  eslán  persuadidos  es  la  míe  hoy  lla- 
mamos deSanto  Domingo  ó  Española,  ó  alguna  parte 
delalierralirmcque  cae  en  aquella  derrota  ;  y  mas 
cuidaron  ser  isla  por  no  haberla  costeado  y  rodeado 
por  todas  parles,  ni  considerado  atentamente  sus 
riberas. 

CAPITULO  III. 

Como  la  guerra  de  Sicilia  se  movió  de  naevo. 

AaoiA!*  los  cartagineses  en  deseode  tornará  la  guerra 

lie  Sicilia ,  y  para  esto  levantaban  de  nuevu soldados 

en  AfriiM  y  en  Espiuu.  Los  españoles  no  gustaban  de 

esta  guerra  por  caer  tan  lejos ;  y  por  haberles  aucedi- 


RlSTOnrA    DK   fcSPA.^A. 


«k»  por  dos  veces  tan  mal ,  tenían  la  pérdida  por  mal 
agüero.  Representábange  los  desastres  y  reveses  pa- 
sados», y  decían  noser  cosa  justa  hacer  á  los  sicilianos 
fOierra,  de  los  cuales  ningún  agravio  recibieran. 
Viendo  esto  los  cartagineses ,  determinan  de  disimu- 
lar basta  tanto  que  con  el  tiempo  bebiesen  puesto  en 
olvido  los  males  pasados,  ó  alguna  ocbsíon  se  presen- 
Uiseque  les  pusiese  en  necesidad  de  abrazar  la  guerra 
ffue  por  entonces  tanto  aborrecían.  Esto  trataban  los 
cartagineses  sin  descuidarse  en  juntar  una  gruesa 
Hola,  cuando  muy  á  propósito  en  España  por  falta  de 
agua  sobrevino  una  gninde  hambre,  y  tras  ella  como 
es  ordinario  una  peste  ymortindad  no  menor.  De 
Sicilia  otrosí  certificaban  que  Dionisio  después  de 
estar  apoderado  en  gran  parte  de  aquella  isla,  pasado 
con  sus  armadas  en  llalla  y  tomadfo  Reoío,  ciudad 
puesta  en  lo  jnas  angosto  del  estrecho  ó  faro  de  Me* 
ciña,  tenía  puesto  sitio  sobre  Cotron  ,  ciudad  griega 
y  marítima ,  por  estar  persuadido  se  aumentarían 
mucho  sos  fuerzas,  si  se  bacía  señor  de  aquella  pla- 
za tan  principal  por  su  fortaleza  y  puerto  y  que  está 
puesta  en  lo  último  de  Italia . 

Estas  cosas  movieron  al  senado  cartaginés  á  volver 
H  ia  guerra  de  Sicilia.  A  los  españoles  á  tomar  las  ar- 
mas convidaron  los  trabajosque  padecían:  alistáronse 
en  número  de  veinte  mil  peones  y  mil  caballos;  y  aun 
de  camino  en  las  naves  de  Mallorca  á  Cartago  llevaron 
trecientos  honderos.  Estaba  nombrado  por  general 
4lesta  empresa  un  hombre  principal  llamado  Hannon, 
el  cual  con  esta  gente  y  otros  diez  mil  africanos  que 
tenían  á  ponto,  pasó  lueffo  A  Sicilia.  Tuvo  Dionisio 
aviso  de  lo  que  pasaba  y  de  la  trama  que  se  le  urdía, 
por  lo  cual  fue  forzado  á  dejará  JUlia  y  acudirá  lo  que 
mas  le  importaba.  La  Ilota  con  que  desde  Repío  pasa- 
lian  los  soldados  en  Sicilia ,  fue  desbaratada  y  ven- 
cida ñor  la  cartaginesa,  y  muchas  naves  tomadas  que 
llevaban  la  ropa  y  recámara  del  mismo  Dionisio,  Allí 
entre  los  demás  papeles  se  hallaron  cartas  de  un  car- 
taginés llamado  Sunniato,  escritas  en  griego  en  que 
iivisaba  á  Dionisio  del  intento  y  aparato  de  aquella 
guenra :  traición  y  felonía  cometida  contra  su  patría 
solo  por  envidia  y  rabia  de  que  no  le  hobiesen  enco- 
mendado á  él  aquella  guerra :  delito  que  á  él  costó  la 
vida ,  y  en  general  ñie  ocasión  de  que  se  promulgase 
un  decreto  en  que  se  proveyó  aue  ningún  cartaginés 
en  lo  de  adelante  pudiese  estuaiar  las  letras  y  lengua 
griega,  con  intento  que  no  se  pudiesen  sin  intérprete 
comunicar  con  el  enemigo  ni  de  palabra  ni  por  escrito. 

Después  des  ta  victoria  naval  muciios  pueblos  y  ciu- 
dades de  Sicilia  se  entregaron  á  Hannon :  la  guerra  se 
proseguía  con  varios  trances  y  sucesos  hasta  tanto 
que  últimamente  el  año  diez  y  seis  después  que  se  oo- 
menzó,  que  á  la  cuenta  de  Eusebio  de  la  fundación  de 
Roma  fue  el  de  trecientos  y  ochenta  y  seis,  ó  como 
otros  mejor  dicen  de  la  Olimpiade  noventa  y  nueve, 
ano  s^ndo,  de  Roma  trecientos  y  setenta  y  uno, 
Dionisio  fue  muerto  por  conjuración  de  los  suyos. 
Sucedióle  un  su  hijo  de  pequeña  edad ,  llamado  Dio- 
nisio, de  cuya  enseñanza  y  del  gobierno  de  la  repá- 
hlíca  se  encargó  so  cuñado  Díon,  casado  con  una  su 
hermana.  Eran  perversas  las  inclinaciones  que  en 
a«|uei  mozo  se  descubrían:  para  criarle  v  amacstrnrle 
hizo  venir  desde  Atenas  el  famoso  filósofo  Platón.  Con 
los  de  Cartago  asentó  treguas  y  hizo  capitulaciones; 
pero  toda  esta  diligencia  y  la  prudencia  (leste  insigne 
varón  no  fue  bastante  para  que  no  se  alterase  aquella 
isla.  Ca  entre  Dionisio  (que  con  la  edad  se  hacia  mas 
feroz  y  mas  bravo)  y  Dion  so  cuñado  resultaron  sos- 
pechas y  desabrímientos  por  donde  D»oii  fue  forzado 
á  desamparar  la  tierra :  dado  que  en  breve  se  trocaron 
las  cosas ,  y  Dion  hecho  mas  fuerte  por  alirun  tiempo 
despojó  á  Dionisio  del  reino,  y  le  forzó  á  dejará  Sici- 
lia y  andar  desterrado,  sin  amigos,  sin  hacienda  ni 
reposo.  Esto  fue  lo  que  sucedió  en  Sicilia:  volvamos 
íL  Cuntirías  cosas  de  España. 


37 


CAPITULO  IV. 
De  lo  que  hizo  Hannon. 

Ya  se  dijo  como  al  principio  de  la  guerra  de  Sicilia 
I9S  cartagmeses  restituyeron  á  los  de  Cádiz  en  gran 
parte  su  libertad.  Concluida  aquella  guerra,  enviaron 
dos  gobernadores  desde  Cartago  á  España ,  es  á  sa- 
ber Bostar  (i)  para  el  gobierno  de  las  islas  Mallorca 
y  Menorca  con  orden  que  procurase  ganarla  voluntad 
de  los  saguntinos,  y  conquistalla  con  toda  muestra  de 
amistad  y  buenas  obras,  lo  cual  él  hizo  como  le  era 
mandado;  pero  ellos  con  deseo  de*  la  libertad  tuvieron 
todas  aquellas  caricias  por  sospechas,  y  las  desecha- 
ron constantemente  sin  dalle  lugar  ae  entrar  en  su 
ciudad  con  diversas  escusas  que  alegaron  para  ello. 
A  Hannon  fue  dado  cuidado  de  gobernar  á  los  de  Cá* 
diz ;  pero  como  en  el  Andalucía  apretase  á  los  natu- 
rales, y  con  grande  codicia  metiese  la  mano  en  las 
riquezas,  así  de  particulares ,  como  del  común  (cosa 
que  le  fue  mal  contada)  puso  á  los  españoles  en  nece- 
sidad, comunicado  el  negocio  entre  sí,  de  levantarse 
contra  los  cartagineses.  Tomaron  súbitamente  las 
armas,  mataron  muchos  de  los  enemigos  en  los  puer 
l)los  donde  los  hallaron  derramados  1  y  metieron  ¿ 
saco  sus  bienes.  Hannon  ,  perdida  gran  parte  de  los 
suyos,  y  desamparado  de  los  españoles  sus  aliados, 
llamó  en  su  socorro  gente  de  África:  estos  con  corrs- 
i'ías  que  hacían  por  aquella  parte  de  España  que  hoy 
se  llama  Andalucía,  trabajaron  grandemente  Ja  tierra 
ron  estragos  y  crueldades.  Mas  sabido  que  fue  en 
Cartago,  enviaron  luego  sucesor  en  lugar  de  Hannon 
año  de  la  fundación  de  Roma  de  trecientos  y  noventa 
y  ocho ,  sin  declarar  cómo  se  llamase  el  sucesor ,  ni 
qué  cosas  hiciese  en  España ;  por  ventura  se  coofor* 
mó  con  el  tiempo ,  y  quien  quiera  que  fuese ,  rega- 
lando los  naturales,  les  ganó  las  voluntades,  y  aman- 
só el  odio  que  tenían  contra  los  de  Cartago,  sin  usar 
de  otras  armas  ni  violencia. 

En  Sicilia  allende  de  lo  dicho ,  muerto  Dion  y 
vuelto  Dionisio  del  destierro  ,  se  tornó  á  alterar  la 
paz :  ca  los  siracusanos  hicieron  rostro  al  tirano ,  y 
desde  Corinto  les  enviaron  socorro  y  Timoleon  por  su 
capitán.  Los  cartagineses,  vueltas  sus  fuerzas  ^ 
aouella  guerra ,  es  cosa  virisimil  que  dejaron  reposar 
á  España ,  por  donde  gozó  algún  tiempo  de  grande 
sosiego  y  paz.  Pero  toda  aquella  alegría  y  buena  an- 
danza en  breve  se  deshizo  y  trocó  á  causa  de  las  gran- 
des crecientes  con  que  los  ríos  salieron  de  modre ,  y 
hicieron  increíbles  daños  en  los  ganados ,  campos  y 
edificios.  Luego  el  año  siguiente  bobo  grandes  tem- 
blores de  tierra ,  con  que  muchas  ciudades  á  las  ri- 
beras del  mar  Mediterráneo  quedaron  por  esta  causa 
maltratadas,  y  entre  las  demás  Sagunto  recibió  tanto, 
mayor  daño,  cuanto  ella  sobrepujaba  en  grandeza» 
hermosura  y  ríquczas  alas  demás  ciudades  de  España. 
El  año  tercero  con  bravas  tormentas  del  mar  y  recios 
temporales  sucedieron  grandes  naufragios  en  dife- 
rentes lugares,  que  se  contaba  de  la  fundación  de 
Roma  cuatrocientos  y  cinco.  Asimismo  Hannon  con^ 
liado  en  las  grandes  riquezas  que  juntaron  en  Sicilia 
y  España,  y  indignado  por  la  afrenta  de  habelle  qui- 
tado el  gobierno  acornó  se  ha  dicho)  trató  y  acometía 
por  este  tiempo  de  hacerse  tirano  en  Cartago :  para 
t  sto  se  determinó  de  dar  yerbas  á  todo  el  senado ,  al 
pueblo  y  á  los  principalesen  un  convite  general  que 
pensaba  hacer  en  las  bodas  de  una  hija  suya. 

Tuvieron  los  cartagineses  aviso  de  lo  que  pasaba  y 
se  tramaba ;  pero  sin  pasar  á  mayor  averiguación  se 
contentaron  de  acudir  al  peligro  con  hacer  una  pragí 

( 1 )  Ni  del  gobierno  de  Bostar  ni  del  de  Hannoo ,  ni  de  ente 
levantamiento  de  los  españoles  contra  los  cartagineses  escir 
tado  por  la  avariria  y  estorsiones  de  Hannon ,  habla  nipguq 
hifrtoriador  antígtfo. 


:38 


BlbLlOTKCA  DE  GASPAR   Y   ROlG. 


fflática  en  que  se  ponía  tasa  al  gasto  de  los  convites.  ]  canzaban  gran  poder ,  y  con  grande  lealtad  sosieo* 
á^^wx  ««.«a  <i«o;m.iU/«:nn  ^t^^AA  n«nn/.«i  ^«0  »..r«.iiiAo/v  •    taban  y  avadaban  á  sos  amigos :  que  los  siraciiaanos, 

después  de  baber  vuelto  en  su  libertad»  y  después  de 
la  muerte  de  Timoleon  ^  capitán  muy  famoso,  trata- 
ban de  echar  de  aquella  isla  á  lo8  cartagineses :  demás 
destoque  Alejandro  rey  de  Macedonia,  el  que  por  sus 
grandes  bazanas  tuvo  el  nomine  de  Ifagno,  y  al  prin- 
cipio de  su  reynado  antes  de  tener  veinte  años  cum- 
plidos venciera  los  esclavones,  los  tríbalios  y  los  de 
Thracia,  y  sujetara  las  ciudades  de  Grecia  que  poco 
antes  eran  libres ,  domadas  después  la  Asia,  la  Suria 
todo  el  Egipto,  por  conclusión  vencido  y  hecho  huir 
y  después  muerto  el  gran  monarca  Daño,  se  babia 
apoderado  del  imperio  de  los  persas  sin  parar  hasta 
abrir  con  el  hierro  y  con  las  armas  camino,  y  ¿  la  ma- 
nera de  un  rayo  llegar  basta  la  India ,  donde  tenia  to- 
madas gentes  y  reinos  nunca  oidos  :  todo  en  menos 
tiempo  que  otro  lo  pudiera  pasar  de  camino. 

Con  esta  nueva  movidos  los  españoles  que  moraban 
á  las  riberas  del  mar  Mediterráneo ,  acordaron  ga- 
narle la  voluntad  con  una  emb<ijada  que  le  enviaron 
hasta  Babilonia  :  ca  pretendían  ayudarse  del  y  valerse 
de  sus  fuerzas  contra  Jos  cartagineses ,  que  abierta- 
mente trataban  de  oprimir  la  libertad  de  aquella  pro- 
vincia. El  principal  de  la  embajada  se  llamó  Mai»*inOy 
según  se  lee  en  Paulo  Orosio,  el  cual  de  camino  jun- 
tándose con  los  embajadores  de  la  Gallia  que  hacian 
el  mismo  viaje,  últímamentellegóá  Babilonia,  donde 
los  embajadores  de  Sicilia,  de  Cerdeua ,  de  las  ciuda- 
des de  toda  Italia  y  de  África ,  y  hasta  de  la  misma 
ciudad  de  Cartago  estaban  por  su  mando  aguardando 
á  Alejandro.  Él ,  luego  que  llegó,  señaló  audiencia  á 
los  embajadores. 

Los  de  España  le  declararon  la  causa  de  su  venida, 
y  lo  que  les  era  mandado.  Fue  la  fama  de  su  esfuerzo 
y  valor  esparcida  por  todo  el  mundo  era  llegada  á  lo 
postrero  de  la  tierra ,  que  es  España ,  y  por  ella  su 
nación  se  movió  para  con  aquella  embajaria,  y  por  su 
medio  saludarle  y  pedirle  su  amistad  :  cosa  que  no  le 
sería  de  poco  provecho,  si  después  de  tomado  el 
Oriente  tratase ,  como  era  razón ,  de  volver  con  sus 
armas  y  banderas  á  las  partes  de  Poniente .  pues  po- 
dría á  su  voluntad  servirse  de  las  riquezas  ae  aquella 
muy  rica  provincia :  que  los  españoles ,  trabajados  no 
menos  con  disensiones  de  dentro,  que  con  guerras 
de  fuera,  y  muy  cercanos  al  pelr^o,  tenían  necesi- 
dad de  no  menor  reparo  que  el  suyo :  que  jamás  pon- 
drían en  olvido  la  merced  que  les  hiciese ,  ni  come- 
terían por  donde  en  algún  tiempo  se  desease  en  ellos 
lealtad  y  toda  buena  correspondencia  :  la  costumbre 
de  los  españoles  ser  tal ,  que  ni  trataban  liaeramente 
amistad  con  alguno,  y  después  de  trabada  la  conser- 
vaban constantemente. 

Esta  embajada  fue  muy  agradable  á  Alejandro,  de 
tal  manera  que  entonces  le  pareció  haberse  hecho 
señor  de  todo,  como  lo  dice  Arríano,  pues  desde  lo 
postrero  del  mundo  venían  á  poner  en  sus  manos  sus 
diferencias.  Preguntóles  muchas  cosas  del  estado  de 
su  república ,  de  las  riquezas  de  la  provincia ,  de  la 
fertilidad  de  la  tierra ,  de  las  costumbres  y  manera  de 
los  naturales ,  y  de  la  contratación  que  tenían  con  ios 
estranjeros.  Demás  desto  prometió  que  por  cuanto, 
ordenadas  las  cosas  de  Asia ,  en  breve  pensaba  mover 
con  sus  gentes  la  vuelta  de  África  y  del  Occidente, 
que  en  tal  oc<ision  tendría  mcmoría  y  cuidado  de  lo 
que  le  suplicaban.  Con  esto  y  ron  muchos  dones  que 
les  dio,  los  envió  contentos  á  su  tierra. 

Ardía  Alejandro  en  deseo  do  imitar  la  gloría  de  Ins 
romanos,  y  estaba  enojado  contra  los  cartagineses, 
de  quien  tenia  aviso  que  después  que  Tiro  fue  por 
Alejandro  destruida,  y  después  que  edificó  en  la  mis- 
ma raya  de  África  la  ciudad  de  Alejandría ,  el  miedo 
que  dól  cobraron  fue  tan  grande ,  que  le  enviaron  á 
Amilcar,  por  sobrenombre  Rhodano,  para  que,  fm- 
fjMrndo  que  Inia ,  les  sirviese  de  espfa ,  y  con  lodo  se- 


€on  esta  disimulación  quedó  Hannon  mas  orgulloso : 
resolvióse  de  tomar  las  armas  al  descubierto,  y  para 
matar  los  principales  y  apoderarse  de  la  ciudad  ar- 
mó sus  esclavos ,  que  eran  valientes  y  en  gran  nú- 
mero. Fue  al  tanto  descubierta  esta  práctica  :  acu- 
dieron coiftra  él  los  ciudadanos,  y  en  un  castillo  do  se 
había  recogido  con  yeinte  mil  de  lo^  suyos ,  fue  pre- 
so :  sacáronle  los  ojos ,  quebráronle  los  brazos  y  las 
piernas ;  y  después  de  bien  azotado,  le  pusieron  en 
una  cruz.  Sus  hijos  y  parientes ,  así  los  que  tenían 
parte  en  la  conjuración ,  como  los  que  estaban  sin 
culpa ,  fueron  por  sentencia  condenados  &  muerte, 

f»ara  que  no  quedase  ninguno  de  aquella  familia  y  ra- 
ea  ^e  pudiese  imitar  aquella  maldad ,  ni  vengar  los 
jttsticíaaos  :  cosa  que  parece  arando  crueldad,  sí  la 
gravedad  del  delito  y  eí  amor  de  la  patria  no  la  escu- 
earen  en  gran  parte. 

CAPITULO  V. 

De  una  embajada  que  se  envió  á  Alejandro  rey  de 

Macedonia. 

A  un  mesmo  tiempo  por  muerte  del  gobernador  que 
enviado  en  lugar  de  Hannon  sucedió  en  Cádiz ,  Boe- 
des  desde  Carta^  vino  al  gobierno  de  España  (i)  y 
de  Sicilia  :  certificaban  que  Dionisio  forzado  por  los 
suyos  que  se  conjuraron  contra  él,  y  por  Timoleon  el 
de  Connto,  desmamparada  la  tierra,  con  sus  tesoros 
particulares  se  había  retirado  y  huido  á  la  misma  ciu- 
dad de  Corínto,  donde,  teniendo  por  mas  seguras  las 
cosas  y  ejercicios  mas  bajos,  pasó  la  vida  torpemente 
en  los  bodegones  y  casas  públicas ,  y  la  acabó  ocupa- 
do en  enseñar  á  los  niños  de  aquella  tierra  las  prime- 
ras  letras  como  maestro  de  escuela  :  que  fue  notable 
liiu danza  y  señalado  castigo  de  su  vida  desordenada. 
Echado  Dionisio  de  Sicilia^  Timoleon  se  ensoberbió 
de  tal  suerte ,  que  pretendió  echar  á  los  cartagineses 
de  toda  aquella  isla :  con  este  intentó  revolvió  sobre 
ellos,  dióles  la  batalla  junto  al  río  llamado  Crinisio. 
'Vencióles ,  y  mató  diez  mil  dellos  :  tomóles  asimis- 
mo los  reales.  La  victoria  no  costó  á  Timoleon  poca 
sangre ;  antes  por  quedar  muy  maltratado  su  ejér- 
cito, ni  pudo  salir  con  su  pretensión  de  echar  los 
•cartagineses de  la  isla,  ni  aun  tomalles  ciudad  alguna. 
En  este  medio  por  muerte  de  Boedes ,  ó  por  habelle 
absuelto  del  gobierno,  Maharbal  vino  por  gobernador 
de  España^  del  cual  no  se  sabe  alguna  cosa  que  en  ella 
biciese ,  ni  aun  tampoco  qué  gobernadores  cartagi- 
neses vinieron  después  del  en  España. 

Lo  míe  se  dice  por  cierto,  es  que  los  de  Marsella, 
por  hacerse  multiplicado  en  gran  número,  y  por 
causa  de  la  contratación ,  enviaron  en  muchas  naves 
una  población  á  España  año  de  la  ciudad  de  Roma  de 
cuatrocientos  y  diez  y  nueve,  v  que  parte  desta  flota 
Hurgió  y  hizo  asiento  en  las  haldas  de  los  Piríneos  en 
frente  de  Rosas ,  y  allí  poblaron  aquella  parte  de  la 
ciudad  de  Empurias  (en  latín  sollamó  Emporía  por  ser 
como  mercado  de  muchas  partes)  que  estaba  acia 
la  mar,  la  cual  parte,  aunque  era  de  pequeño  espacio 
pero  ei«taba  dividida  de  lo  restante  de  aquella  ciudad 
con  una  muralla  que  para  esto  se  tiró  de  una  parte  á 
otra  :  por  donde  la  dicha  ciudad  antiguamente  en 
griego  se  llamó  PalsBopolis ,  que  quiere  decir  ciudad 
vieja ,  por  lo  mas  anticuo  de  ella ,  y  también  Diospo- 
lis ,  que  significa  ciudad  doblada  ó  dos  ciudades.  La 
otra  parte  de  la  armada  de  Marsella  dicen  que  pasó 
adelante  al  cabo  de  Denia,  y  allí  edificó  un  pueblo 
iunto  al  templo  de  Diana  que'allí  se  veía,  como  arri- 
ba queda  dicho. 

Con  la  venida  desta  flota  tres  cosas  se  supieron  en 
España  memorables ,  es  á  saber  que  los  romanos  al- 

(1)  Tampofo  del  jrobierno  de  Roodeft  y  su  sucesor  Mabar- 
bal  en  España  hace  inericioii  iiin^'un  auloi  antiguo. 


■ISTOMA  M  BSPARa. 


39 


creto  avisase  délos  sucesos  y  intentos  que  Alejandro 
tQviese;  pero  todos  estos  pensamientos  y  trazas -atajó 
la  mnerte ,  que  le  sobrevino  cnando  menos  pensaba , 
ca  falleció  en  Babilonia  á  los  veinte  y  ocho  de  junio  el 
año  primero  de  la  Olimpíade  ciento  y  catorce:  el  cual 
año  de  la  fundación  de  Roma  se  contaba  cuatrocien- 
tos y  treinta.  Algunos  quitan  dos  años  deste número, 
yes  forzoso  que  la  historia  en  la  cuenta  y  razón  des- 
tos  tiempos  á  las  veces  vaya  con  poca  luz  y  casi 
á  tiento. 

EsíBL  embajada  de  los  españoles  es  verísimil  que 
desagradó  á  los  cartagineses,  contra  quien  principal- 
mente se  enderezaba.  Mas  no  les  pudieron  dar  guer- 
ra por  las  alteraciones  de  Sicilia  y  por  el  mieoo  de 
Affathocles  ^  el  cual ,  sin  embargo  oue  era  hijo  de  un 
ollero  y  nacido  en  Sicila ,  y  que  habia  pasado  la  mo- 
cedad iorpfsimamente ,  óor  ser  diestro  en  las  armas 
y  de  mucha  prudencia ,  fue  por  los  siracusanos  nom- 
brado por  su  capitán  para  que  los  acaudillase  en  la 
Snerraque  traian  contra  los  éneos,  la  cual  conclui- 
a,  como  se  sospechase  que  pretenaia  tiranizar  aque- 
lla ciudad  de  Siracusa  ^  fue  enviado  en  destierro.  Re- 
cibiéronle losmurgantinosporla  enemiga  que  con  los 
siracusanos  tenian:  hiciéronle  gobernador  primera- 
mente de  su  ciudad,  y  después  su  capitán  :  con  que 
tavo manera  para  apoderarse  de  Leotmi,  y  también 
tomó  á  Siracusa  por  traición  de  Amilcar  cartaginés, 
al  cual  ella  llamara  en  su  ayuda  contra  el  poder  de 
Agathocles :  deslealtad  y  traición  de  que  fuera  casti- 

Sáo  y  pagara  con  la  cabeza,  que  asi  estaba  deereta- 
y  acordado  por  voto  de  todo  el  senado  de  Gartago, 
si  antes  de  volver  á  su  tierra  no  falleciera  en  la  misma 
Sicilia. 

Sacedióle  otro  del  mismo  nombre,  es  á  saber 
Amilcar  hijo  de  Gisgon.  Pasó  en  Sicilia  con  nuevo 
ejército  de  África ,  y  nuevos  socorros  que  de  España 
le  acudieron  (i).  Llegado  á  la  isla ,  fue  en  busca  de 
Agathocles  :  dióle  al  principio  una  rota ,  con  que  le 
encerró  y  cercó  dentro  de  Siracusa.  El  peligro  y  el 
daño  derriba  á  los  cobardes  y  anima  á  los  valientes: 
fue  asi  que  Agathocles  en  aouella  estrechura  usó  do 
una  osadia  maravillosa ,  ca  después  que  persuadió  á 
los  suyos  á  sufrir  el  cerco  animosamente,  él  con  su 
flota  pasó  en  África :  notable  resolución,  pues  el  que 
no  tenia  fuerzas  para  una  guerra ,  ayudado  del  con- 
sejo, salió  vencedor  en  dos.  Venció  en  batalla  á  Han- 
non  ,  capitán  ^e  los  cartagineses  que  le  saliera  al  en- 
cuentro, y  le  mató.  Desoues,  destniidos  los  campos, 
las  villas,  y  los  pueblos  abrasados,  y  robado  gran  nú- 
mero de  hombres  y  de  ganados,  puso  en  gran  temor 
y  cuita  á  los  de  Gartago ,  en  cuyos  ojos  las  alquerías 
de  la  ciudad ,  sus  labranzas  y  sus  campos ,  todo  el 
regalo  y  riqueza  de  los  ciudadanos  con  cl  fuego  hu- 
meaban. 

Demás  desto  de  Sicilia,  se  supo  que  Artandro,  her- 
mano del  tirano ,  que  quedara  en  el  cerco,  con  una 
salida  qne  hizo ,  dió  una  arma  tan  brava  sobre  los 
enemigos ,  que  descuidados  estaban ,  que  mató  á  su 
capitán  y  puso  á  los  demás  en  huida.  Gon  esta  nueva 
luego  Agathocles  dió  vuelta  á  Sicilia,  y  allí  por  todas 
partes  apretó  á  los  cartagineses  de  suerte  que ,  con 
muerte  de  muchos  dellos ,  echó  á  los  demás  de  toda 
aquella  isla  (2),  y  él  quedó  en  todo  sosiego.  Fue  csla 
paz  de  poca  dura  á  causa  que  Pirro  rey  de  Epiro, 
que  hoy  es  Albania,  llamado  por  los  de  Taranto  pasó 
en  lUlia,  y  en  ella  afligió  y  trabajó  el  poder  de  los 
romanos  con  dos  rotas  que  les  dió  una  tras  otra.  De 

(1 )  DiodoroSieuIo  dice  que  fueron  á  esta  espedicion ,  ve- 
ñficada  el  año  443  de  Roma ,  310  antes  de  J.  C.  mil  honde- 
ros de  las  islas  Baleares  muy  diestros  en  tirar  las  piedras,  y 
con  tanta  violencia ,  que  ni  los  escudos  ni  las  cotas  podían 
defenderlos  de  sus  terribles  tiros. 

(3)  Justino  dice,  que,  despuss  de  una  guerra  muy  sm- 
pieota ,  Agathocles  hizo  la  paz  con  los  cartagineses,  y  estos 
se  retiraron  de  la  isla. 


Italia  Pasé  á  Sicilia  año  de  la  fundación  de  Roma  de 
cuatrocientos  y  setenta  y  seis  con  esta  ocasión.  Fa- 
lleció Agathocles  en  Siracusa  rico  y  dichoso:  su  mu- 
jer y  hijos  (como  é!  solo  dejó  mandado)  recogidos 
sus  tesoros  y  preseas,  se  fueron  á  Egipto.  Los  de 
Gartago  sabido  lo  que  pasaba ,  entraron  en  pensa- 
miento de  apoderarse  de  nuevo  de  toda  aquella  isla- 
para  lo  cnal  se  apercibieron  de  un  grueso  ejército,  y 
en  particular  nuestros  historiadores  afirman  que  de 
España  llevaron  en  una  flota  para  este  efecto  cinco 
mil  peones  y  ciento  y  cincuenta  caballos  todos  espa- 
ñoles ,  con  mas  setedentos  honderos  mallorquines; 
y  que  sacaron  otrosí  de  sus  fortalezas  los  soldadbs 
que  tenian  de  guarnición ,  para  llevarlos  á  esta  em- 
presa, y  pusieron  en  su  lugar  soldados  españoles  que 
guardasen  aqueUas  plazas. 

Los  siracusanos  al  contrario  para  contrastar  á  las 
fuerzas  y  intentos  de  Gartago  llamaron  en  su  ayuda  á 
Pirro ,  que  por  esta  causa  se  nombró  rey  de  Epiro  y 
de  Sicilia ,  llegado,  rompió  en  una  batalla  de  tierra  á 
los  cartagineses  que  aun  no  tenian  juntas  todas  sus 
fuerzas ;  pero  lleudes  los  socorros  de  España ,  ya 
que  Pirro  trataba  de  volverse  á  Italia  fue  desbaratado 
en  una  batalla  de  mar,  y  forzado  á  desamparar  á  Si- 
cilia, y  aun  pocodespues  de  Italia  pasó  á  su  tierra ,  per- 
dido el  señorío  de  Sicilia  tan  presto  como  le  había 
adouirído  :  así  lo  refiere  Justino.  Gon  la  ida  de  Pir- 
ro los  de  Siracusa  encargaron  el  gobierno  de  su  ciu- 
dad á  Hieren  :  después  le  hicieron  su  capitán  con- 
tra los  cartagineses,  y  finalmente  rey.  Fue  hijo  de 
Hieroclito  que  dencendia  del  linaje  de  Gelon  an- 
digue tirano  de  aquella  isla  :  su  madre  fue  mujer  ba- 
ja, y  una  esclava.  Era  grande  el  esfuerzo  y  las 
partes  de  Hieron ,  y  no  era  menester  menos  repa-- 
ro  contra  los  cartagineses ,  que  fortalecían  con  muy 
gruesas  guarniciones  muchas  ciudades  de  que  es— 
taban  apoderados ,  y  aspiraban  al  señorío  de  toda 
la  isla. 

GAPITULO  VI. 

De  la  primera  guerra  puniré  contra  Gartago. 

Estando  las  cosas  en  este  estado,  se  encendió  de 
repente  una  nueva  guerra  con  que  el  poder  y  buena 
andanza  de  los  cartagineses  fue  abatido  por  los  ro- 
manos ,  los  cuales  entraron  en  Sicilia  con  esta  oca- 
sión. Los  mamertiaos  (que  así  se  llamaban  del  nom- 
bre del  Dios  Harte  por  atribuirse  á  sí  la  gloria  de  las 
armas  y  tenerse  por  mas  valientes  que  los  demás) 
moraban  en  aquella  parte  de  Italia  que  sollama  cam- 
pania  ó  tierra  de  labor,  desde  donde  fueron  llamados 
por  los  ciudadanos  de  Mecina^  cuidad  puesta  sobre 
el  estrecho  de  Sicilia  con  un  muy  bueno  y  seguro 
puerto,  contra  el  poder  de  Acatocfes  que  con  ios  de- 
mas  pretendía  enseñorearse  ce  aquella  plaza. 

Los  mamertinos  llegados  á  Sicilia  hicieron  muy 
bien  su  deber:  pero  en  premio  de  su  trabajo  quita- 
ron la  libertada  los  ciudadanos  antiguos  de  aquella 
ciudad  y  se  hicieron  señores  de  todo  :  demás  desto 
dilataron  su  señorío  por  aquella  isla  :  crecieron  en 
tanta  manera  en  riquezas  y  orgullo ,  que  se  atrevie- 
ron á  tomar  las  armas  primero  contra  Pirro  rey  de 
Epiro,  y  después  de  acometer  y  hacer  agravios  á  los  de 
Siracusa^  pero  como  fuesen  vencidos  en  una  batalla 
que  se  dió  junto  al  río  dicho  Longano  por  Hieron  ca- 
pitán de  los  contrarios,  fue  tan  grande  la  rota  y  ma- 
tanza que  en  aquellos  se  hizo,  que  los  mamertinos,  re- 
ducidos dentro  de  la  ciudad,  apenas  se  podían  defen- 
der con  las  murallas  sin  confiarse  desús  fuerzas,  por 
donde  determinaron  buscar  socorro  de  otra  parte. 
Nü  fueron  todos  de  un  parecer,  ca  parle  de  aquellos 
ciudadanos  llamó  en  su  socorro  á  los  cartagineses, 
los  cuales  porque  estaban  cerca  acudieron  presto,  y 
fueron  recibidos  en  la  ciudad  y  pueblos  comarcanos. 
Otros  enviaron  embajadores  á  Roma  por  ser  grande 


la  fama  que  corrh  cíe  su  esfuerzo ,  justicia  y  buena 
andanza. 

Los  qun  fueroD  enviados ,  Reñalada  que  les  fue  au- 
dien:iíi ,  declararon  en  el  senado  á  lo  que  eran  Teni- 
dos. Tratada  el  negocio,  muchos  fueron  de  parecer 
que  no  era  lícito  bacer  guerra  á  los  cartagineses,  qne 
ninguna  causa  ni  disgusto  les  babian  dado.  Lo»  de- 
más decian  que  no  era  bien  esperar  itasta  tanto  que 
apoderados  de  Sicilia  pasasen  en  Italia :  puea  nadie  se 
Qontenta  con  lo  que  tiene,  y  todos  cuanto  son  mas 
poderosos ,  tanto  quieren  pasar  mas  adelante.  Resol- 
viéronse que  debian  acudir  á  los  mamertínos ,  prin- 
cipalmeníe  que  en  cierto  asiento  antiguo  tomado  con 
Carlago  en  el  consulado  de  Publicóla  ;  renovado  ya 
por  trea  veces,  se  liabia  puesto  por  condición  que  ni 
[osunos  ni  los  otros  se  entremetiesen  ea  UscoBas  do 
Sicilia ,  lo  que  decían  baber  quebrantado  los  de  Car- 
tago.  El  cúnsul  Appío  Claudio  fue  enviado  en  socorro 
«on  algunas  compañías  el  año  primero  de  la  Olimpia- 
de  ciento  y  veinte  y  nueve,  que  de  la  fundación  de 
Roma  se  contaba  cuatrocientos  y  noventa. 

Sabido  estoen  Hecina,  parle  de  los  ciudadanos  lo- 
maron las  armas  con  que  ecbaron  de  su  ciudad  la 
^arnicion  de  loa  cartagineses.  Por  este  agravio,  que 
fue  muy  noLible ,  irritados  los  cartagineses  se  con- 
certaron con  Hieron,  y  juntadas  con  él  sus  fuerzas* 
pusieran  por  mar  y  por  tierra  cerco  á  los  de  Mecina 
con  intenta  asi  de  apoderarse  de  la  ciudad,  como 
fiara  impedir  el  paso  del  estrccboá  los  romanos;  pera 
«líos  luego  que  llegaron,  cubiertos  de  la  escuridud 
déla  Docbe  pasaron  el  estrecho,  y  recibidos  que  fue* 
ron  dentro  de  la  ciudad ,  salieron  á  dar  la  batalla  al 
enemigo ,  en  que  vencieron  i  Hieron  y  tomaron  los 
reales  de  Jas  carlagioeaes.  Siguieron  ei  alcance  y  la 


T  n''ic. 

victoria  liasta  la  misma  cluilál  íTe  Siracusn,  donJc 
tuvieron  algún  tiempo  cercados  a  los  siclliiinos  que 
de  la  matanza  escaparon  :  asimismo  á  los  carLi^ine- 

ses  quitaron  no  pocas  ciudades  y  pueblos.  Trocadas* 
las  cosas  desta  suerte,  Hieron  también  se  apartó  de- 
llos  y  tomó  asiento  i-on  los  romanos. 

So  desmayaron  por  eslo  los  cartigineaes ,  antes 
tanto  con  mayor  diligencia  y  brío  juntaran  una  nueva 
y  gruesa  armada,  y  levanlaron  nuevas  compañits  en 
EspiiÜR  y  por  Uis  mqrinas  de  la  Gallía ,  y  por  la  Ligu- 
ria (que  boy  es  lo  de  tiénovu)  según  que  Polibio  lo 
testilica.  (^n  este  aparato  tornaron  ala  guerracontra 
los  romanos,  que  fuelorga  y  dilicuitosa;  pero  no  ha- 
ce á  nuestro  propósito  declarar  todo  loque  en  ella  su- 
cedió ,  pues  es  bastante  carsa  la  que  tomamos  de  re- 
latar las  cosas  de  Es^oa  :  de  la  cual  refieren  nues- 
tros escritures  sin  señalar  ni  lugares  ni  nombn-s,  que 
por  este  tiempo  era  trabajada  ije  una  guerra  cruel  y 
civil ,  sin  perdonar  ni  escusar  muertes ,  robos  y  gua- 
mas que  de  todas  maneras  aucedian.  En  Sicilia  la 
guerra  entre  romanos  y  cartagineses  se  proseguia: 
l(«  trances  y  sucesos  fueron  varios ,  ya  los  vencidos 
vencían,  ya  eran  vencidos  los  vencedores,  hasta  tan- 
to que  se  dio  una  batalla  naval  año  de  la  rundacion 
de  Roma  de  quinientos  ydos,  en  que  las  fu«zas  de 
los  romanos  fueron  trabajadas ,  ca  el  general  romano 
Cecilio  Metello  fue  vencido  y  puesto  en  huida  con 
pérdida ,  si  creemos  á  Ensebio,  de  noventa  naves. 

Al  contrarío  los  mallorquines  se  rebelaron  contra 
los  gobernadores  de  Cartagu,  y  muerta  la  guarnición 
de  cartagineses ,  con  un  granizo  de  piedras  forzaran 
á  la  armada  que  estaba  surta  en  el  puerto  á  salirse 
del  y  echar  áncoras  en  ulta  mur ;  y  como  la  furia  de 
aquellos  iioinbrcs  salvages  no  se  amansase ,  les  fue 


necesario  liacerseá  la  vela  la  vuelta  de  f^arlago.  Para  i  daron  en  Cartagode  enviar  para  esto  efecto  un  varón 
sosegar  aquella  revuelta  v  ganar  aquellos  isleños  era  de  conocida  prudencia  y  de  gran  fama  en  las  armas 
menester  esfuerzo,  autondad  ymana.pordondeacor- 1  por  nombre  Amilrar  Barchtno.  Este  con  la  autnridaí) 


lISTOtlA  DI  W»hñA. 


4i 


y  destreza  qnu  tenia,  jtmtd  y  se  ayudó  de  grande 
afabilidad  en  su  trato :  asi  sin  usar  de  rigor  ni  de  fuer- 
za redujo  toda  la  is]a*al  reposo  y'obediencia  de  antes. 

En  este  tiempo  en  una  isla  llamada  Ticuadra  cer- 
cana i  Mallorca  nació  á  Amllcar  un  hijo  por  nombre 
Anibal .  aquel  qae  con  la  grandeza  de  sus  hazañas  y 
con  la  fama  de  su  valor  hinchó  la  redondez  de  h  tier- 
ra. Plinio  sin  duda,  si  la  letra  no  está  errada;  hace  á 
Ticuadra  patria  de  Aníbal.  Nuestros  coronistas  aña- 
den que  nació  de  madre  española  (1)  y  que  el  gran 
Amilcar  su  padre ,  nombrado  que  fue  por  general 
para  continuar  la  guerra  contra  los  romanos  año  de 
Ja  fundación  de  Roma  de  quinientos  y  siete ,  llevó  á 
Sicilia  en  su  armada  dos  mil  españoles  y  trescien- 
tos honderos  con  intento  de  recobrar  el  señorío  de 
aquella  isla ,  que  los  suyos  habían  perdido.  Con  estas 
Kentcs  costeó  y  aun  acometió  las  riberas  de  Italia,  y 
últimamente  surgió  con  su  flota  en  aquella  parte  de 
Sicilia  donde  esa  puesta  la  ciudad  de  Palermo  con 
una  ensenada  y  cala  que  allí  tenia  no  mala  para  las 
naves. 

Está  allí  cerca  un  monte  empinado ,  que  por  todas 
las  Darles  tiene  áspera  la  subioa:  debajo  del  se  es- 
tenaia  y  estiende  una  llanura  de  doce  millas  en  cir- 
cuito ,  muy  fresca ,  hermosa  y  fértil  á  maravilla.  En 
aquel  monte  se  fortiGcó  Amilcar ,  y  en  él  puso  sus 
gentes  con  intento  oue  no  le  forzasen  á  venir  á  las 
manos  y  dar  la  batalla  de  poder  á  poder :  ca  no  que- 
ría aventurar  el  resto  de  una  pelea ^  y  solo  pretendía 
trabajar  al  enemigo  con  escaramuzas  y  rebates,  con- 
vidar á  los  pUAblos  y  ciudades  comarcanas  á  tomar 
otro  partido ,  y  junto  con  esto  hacerse  señor  de  la 
mar.  Contra  estos  ihtentos  el  cónsul  Cayo  Luctacie, 
enviado  gue  fue  de  Huma  con  una  gruesa  armada, 
llegó  y  dió  fondo  junto  al  promontorio  Lílibeo ,  donde 
está  sentada  la  ciudad  de  Trápana.  Asimismo  á  ins- 
tancia de  Amilcar  nartió  deCartagouna  nueva  arma- 
da,  y  por  general  aella  un  hombro  principal  que  se 
llamaba  Hannon. 

Vinieron  á  las  manos  las  dos  armadas  cerca  del  di- 
cho promontorio  Lílibeo  ó  cabo  de  Trápana :  la  batalla 
fue  brava  y  de  las  mas  famosas  del  mundo.  La  victo- 
ria quedó  por  los  romanos:  la  armada  cartaginesa 
destrozada ,  ca  sesenta  naves  fueron  tomadas  por  los 
romanos ,  y  otras  cincuenta  echadas  á  fondo:  el  nú- 
mero de  los  muertos  y  prisioneros  fue  conforme  al  nú- 
mero de  las  naves  y  grandeza  déla  victoria.  El  temor 
de  la  ciudad  de  Cartago  cuando  se  supo  la  rota  fue 
tan  grande ,  que  se  determinaron  y  trataron  de  tomar 
aliento  con  los  romanos.  Dióse  el  cuidado  y  comi- 
sión de  hacer  los  conciertos  y  capitular  á  Amilcar, 
capitán  de  no  menor  valor  para  sufrir  los  reveses  de 
la  fortuna ,  oue  de  esfuerzo  para  hacer  la  guerra.  Bo- 
bo vistas  de  los  dos  generales ,  en  que  se  trató  de  las 
condiciones ,  y  últimamente  se  concluyó  la  paz  en 
esta  forma  y  con  estas  capitulaciones:  los  cartagine- 
ses saquen  sus  huestes  y  soldados  de  Sicilia  y  de  las 
islas  comarcanas ;  no  hagan  algún  agravio  ó  molestia 
á  Hieron ,  ni  á  los  demás  confederados  de  los  roma- 
nos ;  paguen  á  ciertos  tiempos  y  plazos  dos  mil  y  dos- 
cientos talentos  Euboicos ;  y  esto  por  castigo  y  por 
los  gastos  hechos  en  la  fnierra ,  suelten  los  cautivos 
que  tuvieren  sin  rescate. 

Estas  condiciones  no  agradaron  al  pueblo  romano: 
por  lo  cual  diez  varones  enviados  con  autoridad  de 
corregir  y  concluir  este  tratado ,  añadieron  mil  la- 
lentos  á  la  suma  que  estaba  concertada :  demás  des- 
tu  mandaron  que  ios  cartagineses  no  solo  saliesen  de 
Sicilia,  sino  también  de  las  otras  islas  que  caen  entre 

( t )  Florian  de  Ocampo  es  sin  dada  dft  quien  Mariana  toma 
e^^Us  QOtieias  de  la  rebelión  de  los  maliorouines,  sumisión  á 
Amilcar  Barchtno  y  nacimiento  de  Aníbal  oe  madre  española 
en  la  isla  de  Ticuadra ,  de  que  no  habla  ningua  autor  aa- 
tiguo* 


Sicilia  y  Italia.  Con  tanto  se  dejaron  las  armas ,  y  so 
concluyeron  las  paces  el  año  veinte  y  dos  despucs 
que  la  guerra  se  comenzó ;  pero  de  tal  manera ,  que 
totios  entendían  no  faltaba  voluntad  á  los  cartagineses 
de  volver  á  la  guerra  y  á  las  armas ,  y  que  lo  haritin 
luego  <}ue  tuviesen  fuerzas  bastantes ,  con  mayor  brio 
y  porfía  que  antes.  Las  condiciones  que  les  pusieron 
eran  muy  pesadas;  y  por  tanto  sp  persuadi.in  no  la» 
guardarían  mas  de  cuanto  les  fuese  forzoso.  Fue  c^ie 
año  desgraciado  para  España  por  la  seca  que  padecías 
y  falta  de  agua ,  y  por  los  ordinarios  temblores  alis 
tierra,  con  que  uua  parte  de  la  isla  de  Cádiz  dicen  se 
abrió  y  se  hundió  en  el  mar. 

CAPITULO  VII. 
Como  Amilcar  vino  otra  vez  k  España. 

Nu?fCA  las  adversidades  paran  en  poco,  antes  vie- 
nen de  ordinario  enlazadas  unas  de  otras ,  como  so 
vio  en  la  ciudad  de  Cartago  que  le  sobrevinieron  nue- 
vos desastres  y  daños ,  y  fue  que  á  un  mismo  tiempo 
en  África  y  en  Cerdena  se  amotinaron  los  soldados 
cartagineses  porque  no  se  les  daban  las  pagas  auc  de 
mucho  tiempo  se  les  debían.  En  África  los  soldados 
que  salieron  de  Sicilia,  luego  que  se  amotinaron, 
nombraron  por  sus  capitanes  á  Coto  Africano,  y  ú 
Sjjendio  italiano  (2)  de  nación :  eran  como  sesenta 
mil  hombres :  la  ciudad  no  les  podía  satisfacer  por 
estar  sus  tesoros  acabados  con  los  gastos  dn  aquella 
desastrada  guerra.  Volvieron  su  rabia  contra  los  pue- 
blos y  los  campos  comarcanos ,  con  que  pusieron  en 
gran  cuidado  y  cuita  á  los  de  Cartago.  Los  de  Cerde- 
na adem?is  de  amotinarse  pasaron  tan  adelante ,  que 
sus  mismos  soldados  se  conjuraron  contra  su  capiínu 
Hannon  sin  parar  hasta  ponerle  en  una  cruz  por  ha- 
berse  con  ellos  ásperamente.  Fuera  enviado  este  ca- 
pitán para  apaciguar  el  montin  que  allí  se  había  levan- 
tado: con  su  muerte  se  juntaron  los  soldados  de 
Hannon  con  los  amotinados  de  antes ,  y  por  algún 
tiempo  tuvieron  el  señorío  y  mando  de  la  isla ,  hasta 
tanto  que  echados  por  los  naturales  de  ella ,  se  huye- 
ron y  pasaron  á  los  romanos :  de  los  cuales  de  tal  ma- 
nera fueron  recibidos  y  amparados ,  que  no  los  tor- 
naron á  enviar  á  Cerdeña,  mas  por  otra  parte  ellos 
armaron  muchas  naves  para  quitar  á  los  cartagineses, 
como  lo  hicieron ,  la  posesión  de  aquella  isla. 

Fue  este  grave  sentimiento  para  los  de  Cartago, 
que  consideraban  cuantas  fuerzas  perdían  con  haber- 
les quitado  á  Sicilia  y  al  presente  despojado  de  Cer- 
deña. Los  romanos  se  escusaban  con  el  concierto  y 
capitulaciones  pasadas ,  por  donde  pretendían  que 
los  de  Cartazo  debían  partir  mano  y  salirse  de  la  una 

Íde  la  otra  isla.  Para  mitigar  esta  pena  usaron  de 
landura  y  de  maña,  y  fue  que  sin  ser  requeridos  en- 
viaron trigo  á  Cartago  para  remedio  de  la  hambre  que 
se  padecía  gravísima  en  aquella  ciudad ,  causada  de 
la  falta  de  labor  por  los  alborotos  que  no  dieron  lugar 
á  sembrar  los  campos :  dado  que  Amilcar  Barchtno, 
nombrado  de  los  suyos  por  capitán  contra  los  amoti- 
nados de  África,  los  habia  quebrantado  y  cansado 
con  padencia  de  tres  años,  y  vencido  después  en 
una  señalada  batalla  que  les  dió.  Reparadas  las  cosas 
con  esta  victoria ,  y  disimulado  el  aolor  de  habelles 
Quitado  á  Cerdeña ,  tornaron  á  tratar  de  lo  de  España: 
donde  por  caer  tan  lejos  de  Roma  pensaban  podrían 
estender  su  señorío ,  y  con  mayores  ventajas  recom- 
pensar los  daños  pasados.  Nombraron  á  Amilcar  para 
aquel  cargo  con  autoridad  suprema  de  hacer  y  des- 
hacer ;  el  cual  al  partirse  de  Cartago ,  según  la  cos- 
tumbre ,  hizo  primero  sus  votos  )r  ofreció  sus  sacriG- 
cios :  hallóse  presente  su  hijo  Anibal  niño  de  nueve 
años  poroue  le  quería  llevar  consigo  á  España.  Hizo- 
le  tocar  al  altar » y  que  jurase  por  espresas  palabras 

(2)  Mathon  y  Spendio,  según  Polybio. 


42 


mBUOTBCA  DB  CASPA!  T  EOHS. 


qae  en  siendo  de  edad  vengaría  su  patria  contra  los 
romanos ,  y  tomaría  contra  ellos  las  armas.  Tenia 
Amílcar  otros  tres  hijos  menores  que  Anibal ,  es  á 
saber  Asdrubal ,  Magon  y  Hannon. 

Hízose  Amilcar  á  lávela .  y  luego  que  llegó  á  Cádiz, 
los  turdetaiios ,  que  sin  hacer  mudanza  se  liabian 
conservado  en  la  amistad  de  Cartago ,  enviaron  em- 
bajadores (1)  á  dalle  la  bienvenida  y  ofrecelle  sus 
gentes  y  fuerzas ,  si  las  bebiese  menester.  Con  esta 
ayuda  Amílcar  no  solo  recobró  lo  que  antiguamente 
los  suyos  poseían  en  tierra  firme ,  pero  aun  se  apode* 
ró  de  toda  la  Bética  parte  por  fuerza,  y  parle  por  vo- 
luntad de  los  naturales ;  que  fue  el  año  Je  la  runda- 
cion  de  Roma  de  quinientos  y  diez  y  seis.  Era  esta 

gente  por  aquel  tiempo  tan  rica,  que  como  dice  Stra- 
on  usaban  de  pesebres  y  de  tínaiasde  plata.  Añaden 
que ,  costeando  con  su  armada  las  riberas  del  mar 
Mediterráneo ,  se  metió  por  Ebro  arriba ,  donde  fun- 
dó un  pueblo  que  antiguamente  llamaron  Cartago  la 
vieja ,  y  hoy  se  entiende  que  sea  Cantavecha ,  pueb^o 
pequeño  de  los  caballeros  y  orden  de  San  Juan ,  dis- 
tante de  la  ciudad  de  Tortosa  entre  Poniente  y  Sejp- 
tentrion  por  espacio  de  diez  leguas ,  en  los  pueblos 
dichos  antiguamente  ilercaones ,  donde  sin  duda  la 
puso  Ptolomeo :  por  donde  claramente  se  entiende 
como  se  engañan  los  que  sienten  que  Cartago  hi  vieja 
fuese  ó  la  misma  ciudad  de  Tortosa ,  ó  tres  leguas 
hacia  el  Levante  donde  sale  el  sol  una  aldea  llamada 
Perelló  por  ciertos  paredones  que  alli  hay,  rastros 
manifiestos  de  edificio  antiguo. 

El  año  siguiente  se  apoderó  de  todas  las  marinas, 
donde  los  bastetanos  y  contéstanos  se  estendian  hasta 
el  mar :  comarcas  do  noy  están  las  ciudades  de  Baza  y 
Murcia;  y  no  dista  mucho  de  alli  la  de  Sagunto,  de 
donde  vinieron  embajadores  á  Amilcar  para  darle  el 
parabién  de  las  victorias  v  traerles  oresentes,  si  bien 
los  de  aquella  ciudad  estaban  muy  lejos  de  entregár- 
sele, aunoue  fuese  con  muy  honestos  y  aventajados 
partidos.  Despidióles  pues  benignamente  y  con  bue- 
nas palabras ;  pero  el  deseo  que  tenia  de  apoderarse 
de  aquella  ciudad  era  muy  grande.  Era  menester  bus- 
car algún  color  para  hacello ,  y  para  cubrir  su  mal 
ánimo  con  capa  de  honestidad.  Acordó  de  persuadir 
á  los  turdetanos  que  en  los  términos  de  Sagunto  edi- 
ficasen una  ciudad:  la  cual  consta  se  llamo  Turdeto, 
y  algunos  quieren  que  sea  Tiruel,  apartada  veinte  le- 
guas de  Sagunto :  esto  sienten  movidos  solo  por  la 
semejanza  del  nombre ,  conjetura  !as  mas  veces 
engañosa  y  flaca. 

Resultó  de  aquel  principio  y  por  aquella  causa  di- 
ferencia entre  aquellas  dos  naciones  4  ciudades :  oca- 
sión á  propósito  para  lo  que  pretendía  Amilcar  ^  que 
era  apoderarse  de  los  saguntmos  y  quitalles  ta  liber- 
tad :  ellos ,  por  sospechar  lo  que  era ,  se  resolvieron 
de  no  alborotarse ,  ni  tomar  las  armas  contra  los  tur- 
detanos. A  la  boca  del  río  Ebro  hicieron  los  cartagi- 
neses fiestas  y  alegrías  portodaslas  victorias  pasadas, 
junto  con  celebrarse  fas  bodas  de  Hímilce  hija  de 
Amilcar ,  con  Asdrubal  deudo  del  mismo,  el  año  que 
se  contaba  de  la  ciudad  de  Roma  quinientos  y  veinte 
y  uno.  Hacíanse  estos  regocijos ,  y  no  por  eso  el  capi- 
tán cartaginés  se  descuidaba  de  lo  que  á  la  guerra 

^1)  Segun  los  historiadores  aotigoos,  Amilcar  vino  á  Es- 
paua  coa  el  famoso  Anibal  y  con  Asdrubal,  empexando  in- 
mediatamente las  hostilidadei.  en  las  qae  venció  á  iostar- 
tessios  y  á  ios  iberos,  á  los  celtas,  los  Tetones,  y  derrotó  á 
Istolacio  qae  mandaba  nn  ejército  de  cincuenta  mil  celtas; 
cogió  prisionero  á  su  general  índortes  y  lo  mandó  ahorcar; 
fundó  la  ciudad  de  Castra-Lenca  nue  es  Castel- blanco,  y  si- 
tió la  di  Hélice.  Pero  el  ejército  de  los  españoles,  mandado 
por  Orison  •  socorre  la  plau ,  pone  en  vergonzosa  fuet  al 
cartaginés  orgulloso  con  las  victorias  pasadas,  le  persigne, 
le  obliga  á  repasar  el  Guadiana,  y  Amilcar ,  que  había  sido 
herido  gravemente  en  un  combale,  pasando  este  rio,  cayó  y 
se  a  bogó  en  él. 


tocaba ,  antes  desde  alK  envió  embigadores  á  los  prin- 
cipales de  It  Gallia  para  ganarles  las  voluntades,  por 
tener  entendido  que  su  amistad  podria  ser  muy  á  pro- 
pósito para  la  guerra ,  que  en  teniendo  á  España  suie- 
ta,  pensaba  hacer  contra  los  romanos,  ürangeóloft 
con  dádivas  y  con  oro ,  de  aue  ellos  eran  muy  codi^ 
ciosos  y  España  muy  abunaante. 

Lue^o  el  año  siguiente  movió  con  su  gente  y  ar-^ 
mada  acia  los  Pirineos :  corrió  y  sujetó  todas  aque- 
llas riberas  desde  Tortosa  hasta  el  rio  que  hoy  llama- 
mos Lobregat,  y  antiguamente  se  llamó  Rubricato. 
Poco  adelante  del  fundó  la  nobilísima  ciudad  cabeza 
de  Cataluña ,  con  nombre  de  Barcelona  por  los  Bar- 
chinos  ,  del  cual  linage  él  era.  Otros  atribuyen  la  fun- 
dación de  Barcilona  á Hércules  el  Libio,  otros  á  la 
ciudad  Barcelona  que  estaba  en  Asia  en  la  provincia 
de  Caria;  pero  autores  mas  en  número  y  ae  mayor 
antigüedad  cuentan  á  nuestra  Barcelona  entre  las 
poblaciones  cartaginesas ,  con  que  se  refutan  las  dos 
opiniones  postreras,  y  la  primera  se  comprueba. 
Trataba  destas  cosas  Amilcar ,  y  juntamente  preten- 
día apoderarse  de  Roses  y  de  Ampurías ,  ciudades  cer- 
canas ,  y  que  resistían  á  sus  intentos  por  estar  aliadas 
con  los  saguntinos,  cuando  muy  fuera  de  su  pensa- 
miento le  sobrevino  la  muerte  en  los  pueblos  edeta- 
nos,  donde  era  vuelto  por  causa  de  acudir  á  las  alte- 
raciones que  en  la  Bética  estaban  levantadas.  Fue 
muerto  en  una  batalla  que  dio  á  los  naturales  que  le 
salieron  en  gran  número  al  encuentro ,  el  noveno  aña 
poco  mas  á  menos  después  que  vino  esta  se^nda 
vez  á  España.  La  pelea  fue  tan  brava  y  sangrienta, 
que  dA  pasados  cuarenta  mil  hombres  que  llevaba 
consigo,  mas  de  las  dos  tercias  partes  murieron  á 
cuchillo.  Los  demás  muertos  su  general  se  salvaron 
por  los  pies ,  y  con  la  oscuridad  de  la  noche  se  pu- 
dieron recoger  á  las  ciudades  comarcanas  de  su  de- 
voción. Tito  Livio  dice  que  esta  batalla  se  dio  junta, 
á  un  lugar  y  puebla  que  se  llamaba  Castro  alto. 

CAPITULO  vm. 

De  lo  que  Ásdrobal  hizo. 

Las  fuerzas  y  armas  de  los  cartagineses  después- 
desta  rota  tan  memorable  refieren  que  revolvieron 
sobre  la  Bétíca  ó  Andalucía ,  donde  echaron  por  el 
suelo  una  población  de  los  focenses ,  sin  declarar  qué 
nombre  tenia :  solo  dicen  que  fue  la  primera  q^ue  se 
alborotara  en  aquellas  partes;  asi  la  que  fue  primera 
ocasión  del  daño,  fue  primeramente  castigada.  Esta 
en  España.  En  Cartago ,  sabida  la  muerte  de  Amilcar, 
se  trató  en  aquel  senado  de  enviar  sucesor  en  su  lu- 
gar para  el  gobierno  de  España.  Hobo  grande  debate 
sobre  el  caso,  y  no  se  conformaban  los  pareceres.  La 
dudad  estaba  toda  dividida  en  dos  bañaos,  los  Edos 
y  los  Barcbinos,  dos  parcialidades  y  familias  que  en 
poder ,  riquezas  y  autoridad  sobrepujaban  á  las  de- 
mas.  Los  Barchioos  querían  que  Asdrubal  fuese  ele- 
iido  para  aquel  cargo :  los  Edos  otrosí  por  envidia  que 
les  tenían ,  pretendían  enviar  de  su  linage  goberna- 
dor á  España ,  do  donde  se  recogían  granacs  riquezas. 
En  tanto  que  por  estos  debates  la  resolución  se  dila- 
taba j  estas  diferencias  andaban ,  llegó  Anibal  desde 
España  muy  á  propósito  á  Cartigo.  Con  su  llegada 
confirmólas  voluntades  y  fuerzas  de  su  bando,  y  ^e 
enflaquecieron  los  intentos  del  contrario.  En  fin  con 
sus  amigos ,  y  por  su  autoridad  y  negociación  hizo 
tanto ,  que  el  cargo  de  España  se  encomendó  á  As- 
drubal su  cuñado. 

Entróen  el  senado,  hizo  un  largo  y  estudiado  ra- 
zonamiento: relató  los  trabajos  de  su  padre ,  las  co- 
sas que  gloriosamente  habia  acabado:  como  por  su 
esfuerzo  quedaba  domada  España:  su  desgraciada 
muerte,  que  resultó  no  por  alguna  culpa  suya,  sino  por 
la  adversidad  de  la  fortuna:  que  dejaba  fundadas  nue- 
vas ciudades ,  y  en  las  antiguas  puestas  buenas  guar- 


, , ,,  , ,  ,  demás 

de  aqaeHa  provincia  era  grande,  si  por  el  mismo  ca- 
mino y  traza  se  continuaba  el  gobierno :  erraban  si 
creían  que  los  ánimos  feroces  de  los  espaiíoles  se  po- 
dían domar  por  sola  faena:  que  Asdrubal  era.de 
edad  á  propósito,  grande  su  autoridad,  su  esfuerzo  y 
valentía ,  y  no  solo  en  las  armas  era  ejercitado ,  sino 
tai(ü)ien  en  la  elocuencia;  y  en  particular  tenia  gran- 
de destreza  y  maña  para  tratar  los  ánimos  délos  na- 
turales :  que  en  él  solo  las  voluntades  así  de  los  ejér- 
citos como  de  los  confederados,  se  conformaban.  En 
señal  délo  qne  decia>  sacó  un  envoltorio  de  cartas 
que  á  su  partida  le  dieron  españoles  y  capitanes.  Mi- 
rasen una  y  otra  vez  que  con  la  itiudanza  del  gobier- 
no y  con  nuevas  trazas  no  se  enagenasen  las  volun- 
tades de  aquella  nobilísima  provincia,  la  cual  ganada 
quedarían  acrecentados  con  sus  riquezas  y  fuerzas, 
y  no  tenían  que  temer  adelante  algún  revés  ni  de- 
sastre. 

Con  aquel  rayonamíento  y  con  las  cartas  quedó 
convencido  el  senado  para  que  el  cuidado  y  gobierno 
de  España  se  encomendase  á  Asdrubal,  como  se  hizo 
año  de  la  fundación  de  Roma  de  quinientos  y  veinte 
j  cuatro.  El  cual j)asado ,  dado  que  bobo  orden  én 
las  cosas  de  España,  el  mismo  Asdrubal  acompañado 
de  los  principales  de  su  gobierno,  se  partió  para  Car- 
tago;  que  pensaba  v  aun  pretendía  gobernar  á  su  vo- 
luntad toda  la  república ,  y  que  él  solo  tendría  mas 
mano  y  poder  que  todos  los  demás  ma^strados. 
Esto  pensaba  él :  las  cosas  sucedieron  muy  al  revea, 
ca  por  maña  y  artificio  de  la  parcialidad  contraria  el 
pueblo  y  el  senado  sé  persuaoió  qué  con  ayuda  de  su 
cuñado  Anibalpretenma  hacerse  rey  y  señor  de  aqqe-; 
Ua  ciudad  libre.  Pasó  la  alteración  por  ^sta  causa  y 
las  sospechas  tan  adelante ,  que  fue  forzado  á  dar  la 
vuelta  y  embarcarse  para  España.  Halló  la  provincia 
sosegada :  por  esto  se  determinó  edificar  en ,  aquella 
parte  por  donde  los  contéstanos  se  tendían  á  la  ribe- 
ra d^l  mar  una  ciudad  que  llamaron  Gartago  la  nue- 
va, á  distinción  de' la  otra  que  Tcomo  dijimos)  Amitcar 
fundó  cerca  del  rio  Ebro.  Llamóse  asimismo  esta 
nueva  ciudad  Cartago  Spartaria,  por  el' mucho  espar- 
to que  hay  por  aquellas  comarcas.  Tiene  otrosí  uh 
buen  puerto,  seguro  de  cualquier  tormenta  de  vientos 
por  los  collados  con  que  én  rededor,  como  un  com- 
pás, está  cerrado ;  una  estrecha  entrada,  y  para  ma- 
yor seguridad  una  ísletaquele  está  puesta  poi'  frente 
como  baluarte :  los  mas  antiguos  la  llamaron  Hercú- 
lea, los  latinos  Scombraria,  de  cierto  género  de  pes- 
cado de  que  hay  en  aquellos  lugares  grande  abun- 
dancia. Púdose  est^poblacien  comparar  antiguamente 
con  cualquier  grande  ciudad  en  la  anchura  de  los 
muros,  hermosura  de  los  edificios ,  arreo ,  nobleza  y 
número  de  ciudadanos.  Al  presente ,  aunque  redu- 
cida á  pequeño  número  de  moradores ,  todavía  con- 
serva ciaros  rastros  de  su  antigua  nobleza. 

Los  romanos  avisados  de  todo  lo  que  en  España 
pasaba,  maguer  que  ardían  en  deseo  de  contrastar  á 
los  inteiftos  de  los  cartagineses  y  desbaratalles  sus 
trazas  rpero  porque  no  purecíese  eran  ellos  los  pri- 
meros ÍTóuebrantar  el  concierto  y  asiento  que  toma- 
ron pocíjinles,  acordaron  de  disimular  por  enton- 
ces, priüCipalmente  que  eran  avisados  ae  la  Gallia 
interior,  cómo  aquella  frente  se  conjuraba  con  los  de 
la  Gallia  Qsalpína ,  qiiíi  hoy  es  Lnmbardia,  en  daño 
del  pueWo  romano.  Contentáronse  pues 'con  enviar 
una  embajada  fi  Marsella  con  voz  y  son  d^*  desbaratar 
lo  que  pretendiíin  los  pilos,  mas  en  hecho  de  verdad 
con  intento  de  concertarse  por  medio  ele  los  de  Mar- 
seQa  con  los  pueblos  que  tenían  los  de  aquella  ciudad 
por  amigos  en  la^  marinas  de  España  ;  lo  que  fácil- 
mente alcanzaron,  y  se  efectuó  en  odio  de  los^car- 
tagineses,  de  quien  mucho,  todos  se  recelaban.  Los 
que  p)rime,ro  hicieron  alianza  con  los  romanos,  fue- 
ruil'los  de  Amijurias,  ciudad  contada  entre  los  pue- 


blos  que  antijiuamente  se  llamaron  Indigentes ,  que 
partían  término  con  loslaletanos  por  una  parte,  y 
por  otra  con  los  ceretanos ,  y  se  estendian  desde  d 
río  dicho  Sameroca,  hoy  Sanbuchá,  hasta  lo  postrero 
de  los  Pirineos.  Por  medio  de  los  de  Ampurias  y  á  su 
instancia ,  se  concertaron  también  los  de  Sagunto  y 
los  de  Denia;  que  fue  el  principio  y  la  ocasión  de  la 
nueva  y  gravísima  guerra  que  no  mucho  despueft 
desto  Sfi  encendió  entre  los  cartagineses  y  los  ro- 
uníanos. 

No' se  podían  encubrir  tan  gron.des  prácticas  y  ne- 
gociaciones que  no  las  entendiese  Asdrubal,  ni  tam- 
poco lo  que  los  romano^  preten(^an ;  mas  parecióle 
disimular  hasta  tanto  que  todo  estuviese  á  punto  para 
la  guerra  que  quería  ds^Iqs.  Trató  de  asegurarlas 
ciudades  de  su  devoción:  procuró  por  sus  cartas  que 
Aníbal  volviese  en  España  desde  GÍartago,  donde  has- 
ta entonces  le  entretenían  como  porrehenes  y  segu? 
ridad  de  que  Asdrubal  haría  lo  que  era  razón.  Bono 
grande  dinculta^  en  alcanzar  del  senado  la  licencia 

Sara  volver  á  Espsñ^ ,  á,  causa  que  Hannon  ,  cabeza 
el  bando  contrarip ,  hacia  grande  resistencia  di- 
ciendo convenia  que  le  acostumbrasen  á  vivir  en 
igualdad  con  los  demás  c;iudadapos,  y  como  (particu- 
lar obedecer  áj  las  leyes:  reqato  muy  á  propúisiton^ra 
conservar,  su  li^bertad.  Llegado  á España, los  solda- 
dos y  los  amigos  le  recibieron  coni  grande  mues^'a  de 
alegría:  Asdrubal  le  nombró  luego  por  sulugarte- 
ifiepte  ,  que  fue  año, de  la  fundación  de  Roma  de 
quinientos  j  veinte  y.ocho :  en  el  cual  tiempo  vinie- 
ron á  Espina  embajadores  enviados  de  Roma.,  y  lue- 
go que  les  fue  dada  audiencia ,  d^cl^aron  Ta  causa 
cíe  su  venida ,  esa  saber  que  los.de  Gartago  de  tiem- 
po atrás  e^an  confederados  y,  amigos  del  pueblo  ro- 
mano :  que  cpu  el  mismo  de  nuevo  los  españoles  de 
la  España  Citerior ,  se  habían  concertado  y  hecho 
paz.  Por  donde  para  que  el  up  concierto  no  perjudi- 
case al^  otro,  peqian  (lo  que  era  muy  justo^  quio  los 
cartagineses  en  España  tuviesen  por  término  de  su 
cpnquista  y  jurisdicción  al  río,  Ebro,  y  sin  embargo 
no  tocasen  los  términos  de  los  sagun  tinos ,  si  bien 
caían  de  la  otra  parte  del  rio :  en  oonclusicn ,  que 
los  unos  no  hiciesen  daño  ni  agravio  á  los  amigos  y 
aliados  de  los  otros;  quien  esto  quebrantase,  fuese 
visto  contravenir  á  las  leyes  del  concierto  y  alianza 
que  tenían  hecha. 

Esta  embajada ,  como  era  razón ,  dio  gran  pesa- 
dumbre á  los  cartagineses  por  adelantarse  tanto  los 
romanos  que  en  provincia,  agena  pusiesen  leyes  á 
los  venceaores.  Gon  todo  esto  por  dar  tíenipo  al 
tiempo^ entre  tanto  que  se  apercibían  délo  necesario 
para  la  guerra ,  conshiyeron  y  vinieron  en  todo  lo 

3ue  los  cpibajadores  pidieron  en  nombre  de  su  ciu- 
ad.  Tanto  mas  que  desde  Italia  avisaban  como  los 
gallos  transalpinos,  aunque  iban  juntos  con  los  de  la 
Cisalpina,  y  por  el  mismo  caso  mas  espantables,  fue- 
ron desbaratados  por  los  romanos  en  una  gran  nata- 
lia  en  que  quedaron  muertos  cuarenta  mil  dellos, 
diez  mil  presos.  Asdrubal  gastó  tres  años  enteros  en 
aparejar  lo  que  para  la  guerra  que  pensaba  hacer  en- 
tendía ser  necesario ,  como  dineros ,  pertrechos  y 
soldados  con  todo  lo  demás.  Pero  sus  pensamientos 
é  intentos  atajó  la  muerte  cuando  menos  lo  pensaba, 
que  le  sobrevino  el  año  segundo  de  la  Olímpiade  cien- 
to treinta  y  nueve,  de  la  fundación  de  Roma  quinien- 
tos y  treinta  y  dos.  Matóle  un  esclavo  en  venganza 
de  su  señor  que  le  llamaba  Tago,  y  aunque  era  de  los 
mas  principales  de  España,  Asdrubal  le  había  hecho 
morír.  Fue  (an  grande  el  gusto  que  el  esclavo  recibió 
con  haber  vengado  á  su  señor ,  y  dado  la  muerte  al 
dicho  Asdrubal  junto  al  altar  donde  estaba  sacrifi- 
cando, que  si  bien  fue  luego  preso  y  le  desmembra- 
ron y  despedazaron  con  diversos  tormentos ,  nunca 
dijo  ni  hizo  cos£f  que  mostrase  tristeza,  antes  lo  su- 
frió todo  con  rostro  hjiuy  alegre  y,regocij[ado. 


44 


BIBUdTBCA  DE 


CAPITULO  IX. 
De  la  guerra  sagantina. 

MuEBTO  que  fue  Asdruba)  de  la  manera  que  queda 
dicho,  todo  el  gobierno  de  España  se  dio  á  fu  cuñado 
Aníbal :  la  voluntad  y  juicio  de  los  soidndns  que  lo 
pedian,  confirmó  el  favor  del  pueblo  y  aprobó  ol  senado 
cartaginés.  Hallábase  en  lo  mejor  de  su  edad,  que  era 
de  veinte  y  seis  años  poco  mas  6  menos :  era  mozo  de 
grande  espíritu  y  corazón  :  tenia  naturalmente  muy 
aventajadas  partes,  dado  que  los  vicios  y  malas  incli- 
naciones no  eran  menores :  el  cuerpo  endurecido  con 
el  trabajo,  el  ánimo  generoso,  mas  codicioso  de  honra 
que  de  deleites :  su  atrevimiento  era  grande,  su  pru- 
dencia y  recato  notnbles.  Estas  virtudes  afeaba  y  es- 
curecia  con  la  desiealtad^  crueldad  y  menosprecio  de 
toda  religión ;  verdad  es  que  era  agradable  y  amado 
de  todos  asi  de  los  menudos  como  de  los  principales. 
Encargado  del  gobierno,  y  avisado  por  el  desastre  de 
Asdrubal,  temia  que  la  muerte  no  le  cortase  los  pa- 
sos :  por  donde  desde  luego  comenzó  á  revolver  en  su 
pensamiento  la  forma  que  tendría  para  hacer  guerra 
á  los  romanos.  Era  necesario  buscar  alguna  causa  y 
color  honesto  para  romper  con  ellos.  Parecióle  seria 
mejor  acometer  á  los  saguntinos ,  y  vengar  las  inju- 
rias que  habia  hecho  con  sus  aliados  y  amigos.  Antes 
que  al  descubrimiento  pusiese  la  mano  en  cosa  tan 
grande,  celebró  con  estraordinarios  regocijos  en  Car- 
tagena sus  bodas  con  Himilce  vecina  de  Castulon, 
ciudad  nobilísima,  puesta  donde  hoy  se  ven  los  cor- 
tijos de  Cazlona  no  lejos  de  la  ciudad  de  Baeza,  ras- 
tros que  quedan  de  su  grandeza  antigua. 

Era  esta  señora  del  linaje  de  Milico  antiguo  rey  de 
España:  demás  desto  se  decia  que  Cyrrheo  Fócense, 
de  cuyo  lim^e  asimismo  venia  Himilce,  habia  funda- 
do aquella  ciudad  del  nombre  y  apellido  de  su  madre 
Castulona.  El  dote  fue  muy  grande  y  conforme  á  su 
nobleza,  por  donde  el  poder  de  Aníbal  se  aumentó 
mucho  en  España ,  v  no  menos  el  favor  y  aplauso  de 
los  naturales,  que  fe  miraban  ya  como  á  ciudadano 
suyo  y  natural.  Demás  desto  en  el  tiempo  de  su  go- 
bierno y  por  su  mando  se  buscaron  y  hallaron  mine- 
ros de  oro  y  de  plata ,  los  cuales  tocios  comunmente 
se  llamaron  los  pozos  de  Aníbal.  La  riqueza  que  des- 
tos  pozos  salía,  se  puede  entender  por  lo  que  de  uno 
dellos  se  escribe,  llamado  Bebelo,  del  cual  cada  dia  se 
sacaban  trescientas  libras  de  plata  pura  y  acendrada, 
que  era  valor  de  dos  mil  y  seiscieittos  y  cuarenta  du- 
cados. AI  principio  movió  guerra  contra  los  carpeta- 
nos  ,  que  es  el  reino  de  Toledo,  gente  feroz  y  brava, 
3ue  en  muchedumbre  sobrepujaba  los  demás  pueblos 
e  España.  Los  olcades,  donde  agora  está  Ocaña(Es- 
tefano  pone  los  olcades  cerca  del  rio  Ebro)  fueron  los 
primeros  sujetados.  Luego  después  se  dió  cerca  de 
T^jo  una  brava  batalla ,  en  que  asimismo  perdieron  la 
victoria  que  los  cartagineses  ganaron. 

Por  el  mismo  tiempo  comenzaron  disensiones  y 
alteraciones  entre  los  saguntinos,  que  era  abrir  la 
puerta  y  allanar  el  camino  al  enemigo,  que  no  se  des- 
cuidaba. Los  mas  cuerdos  para  remediar  este  daño 
acudieron  á  Roma,  y  por  sus  ruegos  vinieron  dende 
embajadores,  los  cuales  con  amonestar  á  los  unos  de 
los  saguntinos  y  amenazar  á  los  otros ,  y  castigar  á 
algunos  de  los  culpados ,  sosesaron  aquellas  altera- 
ciones, de  que  se  temia  si  pasaban  adelante,  que  ve- 
nidos que  fuesen  á  las  manos,  la  parte  mas  flaca  daría 
á  Aníbal  entrada  en  la  ciudaa;  el  cual  ensoberbecido 
por  lo  que  había  hecho,  por  tener  allanada  toda  la 
provincia  de  aquella  parte  del  rio  Ebro  sin  quedar 
quien  le  hiciese  rostro ,  revolvió  su  pensamiento  á  la 
guerra  de  Sagunto .  que  era  donde  se  encaminaban 
sus  intentos.  Para  dar  color  á  esta  empresa  persuadió 
á  los  turdetanos  que  sobre  los  mojones  moviesen  plei- 
to á  los  de  Sagooto  y  les  hiciesen  guerra,  ca  tenia  por 


GA8PÁK  t  KOIQ. 

cierto  que  de  aquellas  diferencias  resoltaría  ocasión 
bastante  para  acometerlo  que  días  atrás  tanto  desea- 
ba', y  asimismo  que  de  allí  tendría  príncípio  la  guerra 
contra  los  romanos. 

Los  saguntinos  al  contrarío,  viéndose  mas  fla<M>s 
que  el  enemigo,  y  por  estar  confiados  mas  en  la  anua- 
tad  de  los  romanos  que  en  sus  fuerzas  ni  justicia, 
aunque  era  muy  clara ,  luego  despacharon  á  toda 
príesa  embajadores  á  Roma,  que  declararon  en  el  se- 
nado la  causa  de  su  venida  :  que  Aníbal  les  armaba 
asechanzas  como  enemigo  suyo  muy  declarado,  y 
que  muy  en  breve  con  todas  sus  fuerzas  se  pondría 
sobre  aquella  ciudad ;  que  ningún  reparo  les  quedaba 
para  no  perecer  ellos  y  sus  haciendas ,  sí  el  arrimo  y 
esperanza  que  tenian  en  el  senado  les  faltase.  Decían 
estar  aparejados  á  sufrir  cualquier  daño  antes  que  fal- 
tar en  la  fe  })uesta  con  aquella  ciudad :  que  el  senado 
debía  advertir  cuánto  importaba  la  presteza,  pues  solo 
el  detenerse  y  la  tardanza  sería  causa  de  su  perdi- 
ción ,  y  ocasión  para  que  todos  entendiesen  los  des- 
amparaban, y  entregaban  sus  aliados  á  los  enemisos. 
Íf  por  el  contrarío  que  su  constancia  sola  y  su  lealtad 
es  acarreaba  tanto  daño. 

Tratóse  el  negocio  en  el  senado:  los  pareceres  fue- 
ron diferentes,  y  dado  que  algunos  juzgaban  se  debía 
luego  romper  la  guerra,  siguióse  empero  y  prevaleció 
el  parecer  mas  recatado  y  mas  blando,  que  fue  enviar 

Í trímero  embajadores  á  Aníbal ,  los  cua  les  llegados  que 
üeron  á  Cartagena  en  sazón  que  el  verano  estaba 
bien  adelante.  Je  avisaron  de  la  voluntad  del  senado, 
y  le  requiríeron  de  paz  no  hiciese  molestia  y  agravio 
á  los  saguntinos,  ni  á  los  otros  sus  aliados ,  y  como 
estaba  asentado  en  el  concierto  pasado ,  no  pasase  el 
río  Ebro :  donde  no ,  que  el  pueblo  romano  miraría 
por  sus  aliados  y  amigos  que  nadie  los  agraviase.  A. 
todo  esto  respondió  Aníbal  que  los  romanos  no  guar- 
daban justicia  ni  la  hacían,  así  en  la  muerte  que  poco 
antes  en  Sagunto  dieron  á  sus  amigos,  varones  prín- 
cipales,  como  en  querer  ai  presente  se  disimulasen 
los  agravios  que  los  de  Sagunto  habían  hecho  á  los 
turdetanos  :  que  como  era  justo  defendiesen  los  ro- 
manos con  justicia  á  sus  aliados ,  así  no  parecía  con- 
tra razón  tuviese  él  también  libertad  de  mirar  [>orsu8 
amigos,  y  defendellos  de  toda  demasía  y  agravio. 

Despedidos  los  embajadores  con  esta  respuesta, 
luego  por  clames  de  setiembre,  con  intento  de  preve- 
nir á  los  romanos  y  ganar  por  la  mano,  marchó  y  se 
puso  sobre  Sagunto  con  un  campo  de  ciento  y  cin- 
cuenta mil  hombres,  que  fue  el  año  prímero  de  la 
Olimpiade  ciento  y  cuarenta,  como  lo  dice  Polibio. 
Corno  los  campos,  tomó  y  saqueó  muchos  pueblos 
comarcanos ;  solo  perdonó  a  Denia  por  dar  muestra  de 
lo  que  ningún  cuidado  tenia ,  que  era  de  la  devoción 
y  reverencia  del  templo  de  Diana  muy  famoso  que  allí 
estaba.  En  los  pueblos  llamados  antiguamente  edeta- 
nos  estaba  Sagunto  asentada  cuatro  millas  del  mar: 
sus  campos  eran  muy  fértiles  y  abundantes,  y  ella 
asaz  rica  por  el  gran  trato  que  alcanzaba  por  mar  y 

f)or  tierra,  fuerte  por  su  sitio  y  por  sus  murallas  y  ba- 
uartes.  Luego  que  Aníbal  asentó  y  fortificó  sus  rea- 
les, hizo  apercibirlos  ingenios.  Comenzaron  con  cierta 
máquina  que  llamaban  ariete,  á  batir  la  muralla  por  la 
parte  mas  baja  que  se  remataba  en  un^yaille,  y  por 
tanto  parecía  mas  flaca.  Engañólos  su  pensamiento, 
ca  la  batería  salió  mas  dificultosa  de  lo  que  pensaba, 
y  los  moradores  se  defendían  con  grande  brío  y  coraje, 
tanto  que  al  mismo  Aníbal  como  quíer  que  un  dia  se 
llegase  cerca  del  muro,  pasaron  el  muslo  con  una  lanza 
que  le  arrojaron  desde  el  adarve.  Fue  el  espanto,  que 
por  este  caso  los  suyos  recibieron,  tan  grande ,  q^e 
estuvieron  á  pique  de  desamparar  todos  los  ingenios 
que  tenian  hechos,  la  herída  tan  grave,  que  en  tanto 
que  se  curaba ,  se  dejó  la  batería  por  algunos  días. 
En  esta  sazón  los  saguntinos  despacharon  nnevos 
embajadores  á  Roma  para  protestar  en  el  senado  y  re- 


toitrolüA 

Queniles  no  desamparasen  la  ciudad  amí^a  para  ser 
asolada  por  sus  enemigos  mgrtales :  que  si  un  poco  se 
detenían ,  sin  falta  perecería ,  y  el  remedio  después 
vendría  tarde.  Hecha  cala  y  cata ,  hallal)au  que  tenían 
trigo  para  pocos  meses ;  pero  que  con  el  buen  orden  y 
repartimiento  podrían  entretenerse  algo  mas.  D 
chados  los  embajadores,  repararon  y  rortifícaroi 
gran  cuidado  los  lugares  /  que  ó  por  el  daño  rece! 
ó  de  sujo  eran  mas  flacos.  Aníbal  luego  que  san¿  dé 
la  herídíai ,  arrimó  sus  ingenios  á  la  ciudad,  con  cuyos 
golpes  derribó  por  el  suelo  ti^es  torres  con  todo  el  lien- 
zo ae  la  muralla  que  entre  ellas  estaba.  Dióse  el  asalto: 
loá  enemigos  por  la  batería  pugnaban  de  entrar  en  la 
ciudad  y  a<quejaban  á  los  do  adentro :  los  ciudadanos 
al  contrario  animados  con  el  peligro  ordenaron  sus 
haces  y  gentes  delante  de  la  muralla ,  con  que  prime- 
ro sufrieron  el  ímpetu  de  sus  contraríos ,  lue^o  porque 
fuera  de  su  esperanza  no  eran  vencidos^  hirieron  en 
ellos  con  tal  denuedo ,  que  los  hicieron  ciar  y  ios  arre- 
draron de  la  ciudad :  finalmente  los  pusieron  en  huida. 
Y  los  si£[uieron  hasta  ios  reales ;  en  que  apenas  con  el 
loso  y  trincheras  se  pudieron  defender :  tal  y  tan  gran- 
de era  el  espanto  que  cobraban. 

Este  atrevimientoy  esta  victoria  fuemuy  peiiudicial 
i  los  8a^;un tinos ,  porque  Aníbal  seembraveció  mas^  y 
determmado  de  no  reposar  antes  de  apoderarse  de  la 
ciudad  y  no  quiso  dar  audiencia  á  nuevos  embajado- 
res que  de  Roma  le  vinieron  sobre  el  caso ,  ca  los  ló- 
manos estaban  resueltos  de  intentar  cualquier  cosa 
antes  de  Teñir  á  las  armas  y  llegar  á  rompimiento.  Los 
embajadores ,  según  que  les  fuera  mandado ,  pasaron 
de  España  en  África,  y  en  el  senado  de  Gartago  se 
quejaron  de  los  agravios  y  de  todo  lo  que  sus  gentes 
intentaban  en  España.  Pidieron  que  Aníbal  les  fuese 
entregado  para  ser  castigado  como  era  razón :  que 
solo  aquella  satisfacción  quedaba  para  que  se  conser- 
vase la  paz.  Oídos  que  fueron  los  embajadores,  Han- 
non  dijo  que  los  romanos  pedían  justicia :  que  Aníbal 
sin  que  nadie  lo  pretendiese,  debía  ser  des  terrado  alo 
postrero  del  mundo ,  porque  no  perturbase  el  estado 
apacible  y  quieto  de  su  ciudad.  Pero  la  parcialidad  de 
los  Barchinos ,  que  estaba  prevenida  por  mensageros  y 
cartas  del  mismo  Aníbal ,  y  por  este  medio  corrompido 
el  senado,  desechado  el  consejo  mas  saludable ,  dio 
respuesta  en  esta  forma:  que  las  cosas  se  hallaban 
reducidas  á  aquel  estado  no  por  culj^a  de  Auibal,  sino 
que  de  los  sagnntinos  nació  el  agravio,  que  no  hacían 
el  deber  los  romanos  en  preferir  nuevas  amistades  á 
la  antigua. 

En  el  entre  tanto  Aníbal  daba  por  algunos  díns  re- 
poso á  sas  soldados,  cansndos  con  las  peleas  y  baterías 
que  se  daban,  cuando  á  la  sazón  le  nació  un  hijo  de 
Uimilce  su  mujer ,  llamado  Aspar:  causó  esto  grande 
alegría  á  su  padre  y  á  todo  el  ejército.  Hiciéronse  en 
los  reales  por  su  nacimiento  grandes  juegos  y  regoci- 
jos de  todas  maneras.  Los  saguntmos  por  tanto  no  re- 
posaban ,  antes  apercibían  todo  lo  necesario  en  su  de- 
fensa y  y  asimismo  repararon  los  muros  por  la  parte 
que  el  enemigo  abriera  entrada.  Por  demás  fue  esta 
diligencia,  ca  los  enemigos,  con  una  torre  de  madera 
que  levantaron,  se  arrimaron  á  la  muralla,  y  desde  allí 
con  lanzas  y  flechas  forzaban  á  desamparalla  los  que 
defendían  la  ciudad.  Demás desto  quinientos  africanos 
con  picos  T  con  palancas  echaron  por  tierra  una  bue- 
na parte  de  dicha  muralla  por  no  estar  edíücada  con 
cal  sino  con  barro ,  y  por  tanto  tener  menos  resisten- 
cia. Esto  hecho, los  soldados  con  esperanza  del  saco, 
que  á  voz  de  pregonero  les  fue  prometido ,  entraron  la 
ciudad  por  fuerza  de  armas.  Lossaguntinos  por  no  ser 
bastantes  para  defender  la  entrada  se  retiraron  mas 
adentro,  y  con  un  nuevo  muro  que  de  repente  á  toda 
priesa  levantaron .  jtmtaron  la  parte  de  la  ciudad  que 
les  quedatn  con  el  castillo.  Todo  esto  era  poca  defen- 
sa, y  solamente  estribaban  en  la  vana  esperanza  del 
socorro  que  do  Rom  $o  prom^tiaq. 


OB  ESl^ANA.  ii 

Dióseles  algún  espacio  para  respirar  con  la  partida 
de  Aníbal ,  que  acudió  á  los  pueblos  llamados  carpe- 
taños  y  oretanos  que  tomaron  las  armas  por  el  rigor 
que  en  levantar  gente  los  cartagineses  usaban :  que« 
dó  en  el  cercó  Maharbal  hijo  deHimílcou  comolugar^ 
teniente  de  Aníbal ;  el  cual  apretaba  los  sagnntinos 
con  reprimir  sus  correrías  y  sahdas,  y  ganar  como 
ganó  otra  parte  de  la  ciudad :  con  que  los  cercados  se 
hallaban  reducidos  á  estremo  peligro.  Sosegó  Aníbal 
las  alteraciones  de  aquellos  pueblos:  esto  hecho ,  dio 
vuelta  á  Sagunto ,  y  con  su  llegada  se  apoderó  de  una 
parte  del  mismo  castillo,  con  que  los  miserables  ciu- 
dadanos perdieron  de  todo  punto  la  esperanza  de  po* 
derse  defender.  La  obstinación  sola  los  sustentaba: 
mal  que  en  los  mayores  pehgros  no  recibe  consejo,  y 
cuando  es  sin  fuerzas  acarrea  la  perdición.  Un  ciuda- 
dano de  Sagunto ,  por  nombre  Halcón ,  se  salió  escon- 
dí damente  de  la  ciudad,  y  por  compasión  que  tenia  á 
sus  ciudadanos  (que  con  el  peso  de  los  males  vía  es- 
tar fuera  de  juicio)  comenzó  en  particular  á  tratar  de 
conciertos.  Y  como  no  alcanzase  otra  respuesta  sino 
que  los  cercados  solo  con  sus  vestidos  desamparada 
la  ciudad  fundasen  un  nuevo  pueblo  en  aquella  parte 
y  campos  que  el  vencedor  les  señalaría ,  se  quedó  en 
los  reales  por  no  tener  esperanza  que  sus  ciudadanos 
se  querrían  entregar  con  aquel  partido:  que  era  un 
miserable  estado ,  ni  tener  ni  saber  aceptar  remedio. 
Viendo  esto  un  español  llamado  Alorco,  sin  embargo 
que  era  soldado  de  Aníbal,  por  ser  aficionado  á  los 
sagnntinos  así  por  su  naturafeza,  como  por  acordarse 
del  buen  hospedage  que  en  otro  tiempo  le  habían 
hecho,  se  metió  en  la  ciudad  por  la  batería,  y  lo  pri- 
mero hizo  echar  fuera  y  apartar  la  gente  popular, 
después  avisó  en  pública  audiencia  á  Tos  pnncipales 
de  aquellas  condiciones,  injustas  por  cierto  (dijo)  y 
graves ,  pero  para  el  estrecho  en  que  se  veían,  nece- 
sarias: que  considerasen  no  lo  que  perdían,  ni  lo  que 
les  quitaban ,  sino  que  tuviesen  por  ganancia  todo  lo 
que  les  dejaban,  pues  la  vida ,  la  libertad  y  las  rique- 
zas todo  estaba  en  poder  del  vencedor. 

El  razonamiento  de  Alorco  fue  oído  con  grande  in- 
dignación y  bramido  del  pueblo,  que  poco  á  poco  se 
llegó  con  deseo  de  saberlo  que  pasaba.  Muchos,  jun- 
tando el  oro,  plata  y  alhajas  en  la  plaza,  les  pusieron 
fuego ,  y  en  la  misma  hoguera  se  echaron  ellos,  sus 
mujeres  y  hijos,  determinados  obstinadamente  de 
morir ,  antes  que  entregarse.  En  el  mismo  punte  cayó 
en  tierra  una  torre  después  de  muy  batida,  que  dio 
libre  entrada  á  ios  soldados  en  la  ciudad .  que  ardía 
toda  en  vivas  llamas  y  en  fuego  encendido  por  sus 
mismos  ciudadanos ,  y  que  el  enemigo  procuraba  de 
apagar;  que  era  igual  desventura  por  efun  respeto  y 
por  el  otro:  de  talmanera  la  guerra  muda  las  leyes 
de  la  naturaleza  en  contrario.  Los  moradores  fueron 
pasados  á  cuchillos  sin  hacer  diferencia  de  sexo,  esta- 
do^ ni  edad.  Muchos  por  no  verse  esclavos  se  metían 
por  las  espadas  enemigas :  otros  pegaban  fuego  i  sus 
casas ,  con  que  perecían  dentro  aellas  quemados  con 
la  misma  llama.  Pocos  fueron  presos;  y  este  fue  casi 
solo  el  saco  de  los  soldados ,  dado  que  muchas  preseas 
se  enviaron  á  Gartago,  muchas  fueron  robadas  por  los 
mismos,  ca  no  pudieron  los  moradores  quemallotodo. 
Duró  este  cerco  por  espacio  de  ocho  meses,  y  en  el 
de  mayo  fue  destruida  aquella  nobilísima  ciudad  (1) 
año  que  se  contaba  de  la  fundación  de  Roma  quinien- 
tos y  treinta  y  seis ;  del  cual  número Imy  quien  quite 


( 1 )  Habiendo  Aaibal  ido  al  sillo  de  Sagunto  después  de 
baber  recibido  á  los  embagadores  Romanos  en  el  invierno, 
seguQ  dice  Polibio ,  si  el  sitio  duró  ocho  meses ,  la  ciudad  fue 
tomada  en  el  mes  de  octubre ,  el  primer  año  de  la  Olimpia- 
de  140  que  corresponde  según  nuestro  cómputo  el  i^7  de  la 
fundación  de  Roma  y  216  antes  de  ia  era  cristiana,  siendo 
cónsules  M.  Livio  Salioator  y  L.  fimiüo  Paulo,  que  iofuefoq 
el  primero  y  seguodo  a&o  de  la  wmk  Oiimpiade. 


dos  añod  ,pero  coíiéuerdafa  fodofl  q'ue  fue  e\i  el  con- 
sulado de  Publío  Cornelio  y  de  Tito  Sempronio. 

CAPITULO  X. 

De)  principio  déla  segunda  guerra  púnica  contra  Cartago. 

A  un  mismo  tiempo  llegó  á  Roma  la  fama  de  la  des- 
traición  y  ruina  do  Sagunto ,  y  los  embajadores  envia- 
dos á  Aníbal  Tolvieron  de  Gartágo :  con  cuánto  dolor 
2  pena  del  senado  y  del  pueblo  no  hay  para  qué  aeci- 
0,  la  misáia  cosa  lo  da  á  entender:  quejábanse  dé  sí 
mismos .  reprendían  su  tardanza  y  sus  recatos ,  con- 
fesaban haber  desamparado  á  siis  amigos  y  entrega- 
dolos  en  las  manos  de  sus  contrarios.  Vanas  quejas 
eran  estas ,  arrepentimiento  fuera  de  sazón ,  por  estar 
ya  asolada  aquella  nobilisima  ciudad  y  sus  ciudadátios 
d^goNadós.'Lo  qhe  sobrestaba,  dclei'minar  de  toriiar 
venganza,  dado  qué  si  lU^afia  ^ue  tenia  era  grande, 
no  ei*a  nfeuor  eí  taífed'o'de  venir  á  romnimiento  y  á  las 
rtianos;  ca  él  dne'migo'era  poderoso  y  valiente,  youe 
fénía  á  áubbediencla  éjéi^Citós  dieátró's  ,'erídürecÍdos 
*  con  guen'as'Üe  laillós  años.  Era  esto  en  tanto  grado 
verdad,  (^ué ya  Ies'j|)aretíaque'At]fibarpasdtlas  \h  Al- 
pes rdmpia  por  Italia*,  y  que  ya  le  tenían  á  liifejtluértas 
rfe  'te  ciudad  'de  Rótaa.  Con 'esto  se  declatólubgo  la 
guerra cbfltra 'Cartago.  Sorteáronlos  córt^al^jias 
proVindias:  ¿  Cbrhblio  cupo  España,  á  Sempronio 
AMcacon  Sicilia.  En  Roma  y  eh  todaltiiliSi,  seTiicié- 
ron  á  toda  priesa  leVias  de  soldados:  íós  liiozds  y  de 
edad  competente,  et'an  forjados  á  ttíttiarfa's  armas, 
alistarse  y  acudir  á  las  banderak :  los  de  mas  edad ,  y 
las  mtrjeres ,  que  no  podían  ayudar  de  otra  suerte, 
discurrían  por  todos  los  templos  de  su  diudad .  y  con 
oraciones  y  rogativas,  con  votos  y  con ^plegai^ias, Can- 
saban á'los  dioses. 

Hechos  estos  bparejos,  y  armada  una  gruesa  flota, 
enviaron  primeramente  cinco  embajadores  á  Cartago 
para  mas  justificarse ,  y  pai'a  preguntar  'si  la  ciudad  de 
Sagunto  mera  destruida  por  autoridad  y  mahdado  pú^ 
blicodel  senado.  Llegaron  los  embajadores  aliohde 
iban:elprindpal  deilos  propuso  en  el  senado  carta- 
cines  lo  que  les  fuera  mandado.  Respondieron  que  no 
nabia  de  tratar  de  la  mátidra  de  plroceder ,  y  por  bu- 
ya autoHdad  la  guerra  se  hizo ,  sino  solo  si  fue  justa, 
si  cdntra  justicia  y  razón :  que  en  el  asiento  antiguo 
que  con  Liictacio'se  puso ,  uin^iia  mención  se  hizo 
üc  los  s^gtíiitinos:  ^uesi  Asdrubal  admitió  algunas 
otras  condiciones ,  no  debian  hgíir  ibas  á  su  Cenado  y 
al  pueblo,  que 'el  concierto  de  Luctácioal  senado  ro- 
mano ,  las  condicioni»  del  cualhíudardn  á  su  voluntad, 
y  con  aquel  color  las  hicieron  mas  pesadas  y  ásperas. 
Gastábase  tieihpo  en  aquellas  reyertas  sin  llegar  ál 
punto .  ni  bsfionder  á  la  pregunta.  'El  romano  recdgi- 
da  ^'ti  ropa  delante  del  pecho  á  la  manera  de  quién  eii 
la  hilda  ti-ae  algo:  Paz  (dice)  v  guerra  Weifaós  es- 
cogedio  que  qui^redes;  y  como  rékpoddiésenqUeél 
diese  lo  qrie  su  voluírtad  fUese,  soltando  la  ropa  dijo 
les  daba  la  guerra. 

Con  esto  los  romanos  confornie  al  orden  que  lleva- 
ban ,  pasaron  á  España :  en  ella  fácilmente  trajeron  á 
su  devoción  á  los  bafffUsios,  pueblos  asénthdos  en  lo 

{)ostrero  deEspeña,  do  se  tendían  Ibs  cereños.  Mas 
osvolciands'á  quien  asimismo  acudician,  los  des^n- 
diéron  con  palabras  afrentosas  y  óon  desden ,  ca  les ' 
dijeron  que  la  buena  cuenta  sin  duda  que  hablan  da- 
do'de  los  ^aguntínós ,  convidaba  á  todos  á  aliarse  con 
ellos:  que  ayudaban  i  sus  compañeros  solo  con  el 
nombre,  y  en  el  mayor  riesgo  los  desamparaban.  Te- 
nían los  volcianos  su  asiento  c«mo  se  entiende  por  allí 
cerca,  dado  que  algunos  los  ponen  donde  esta  Villa- 
dolce  no  lejos  de  las  fuentes  del  rio  Cuerva :  el  cual 

{)ueblo  dicen  que  en  memorias  antiguas  hallan  que  se 
lamo  Volee.  Lo  que  hace  al  caso  es  que ,  divulgada 
que  {ae  estatespuesta ,  todas  las  demás  ciudades  por  * 
aquella  parte  iw  despidieron  con  la  misma  libertad  y 


befe.  Asi  se  partieron  para  la  Gallta  Narboaense,  don- 
de en'unajuntaque  senizo  de  aquella  gente ,  pidieron 
en  nombre  del  senado  romano  no  diesen  á  Anibal  pa- 
so por  sus  tierras  para  Italia  como  lo  pretendía  hacer. 

Oyeron  los  congregados  esta  demanda  con  risa  y 
,  teniendo  pordesatino  hacera  voluntad  y  en  pro 
^r  rbmanos  por  donde  en  su  perjuicio  la  guerra  se 
tidiese  en  su  tierra.  Estaban  prevenidos  con  do- 
nes de  los  cartagineses:  de  los  romanos  no  habían 
recebido  ni  esperaban  cosa  alguna.  Con  este  ruin  des- 
pacho ,  sin  efectuar  cosa  alguna  de  momento,  se  vol- 
vieron por  Marsella  á  Roma.  En  cste'medío  Anibal  no 
dormía,  antes  con  todo  cuidado  se  aperccbia  pnra  la 
guerra.  Con  esta  resolución,  envió  á  invernar  los  sol- 
dadnfs  con'licenóik  de  visitar  á  los  suyos  los  que  qui- 
siesen.  coh  tsí\  que  al  abrir  la  primavera  todos  acudie- 
sen á'Óirtngenii.  El  se  partió  para  Cádiz  á  hacer  sus 
votók ,  y  ofrecer  sus  sacrificios  en  el  famoso  templo  de 
Hércules.  Hecho  esto,  y  enviados  su  mujer  y  hijo  ó  á 
Africi'i  ó  á  Castülon,  recogió  trece  mil  y  ochocientos 
'  bednés  españoles  llamados cetratos,  por  los  broqueles 
de  quü  usaban ,  ca  cetra  es  lo  mismo  que  broquel.  Es- 
tos envió  á  Cartago  con  ochocientos  mallorquines  y 
miry  ^niiíientos'oeá caballo,  para  que  allí  estuviesen 
'  como  én  rehenes:  que  por  estar  lejos  de  sus  tierras 
dn tendía  con  mayor  esfuerzo  vlealtad  servirían  en  lo 
que  se  ofreciese.  En  la  misma  nota'en'(;fue  fueron  es- 
tás gentes  ^  por  i'etorno  vinieron  á  España  once  mil 
africanos :  cóti  la  cual  ayuda,  y  con  ochocientos  otros 
soldados  de  la  Liguría  donde  está  Genova ,  encargó  á 
su  hermano  Asdrubal  la  defensa  de  España.  Dejóle 
otrosí  una  armada  bastante  de  naves,  paí*a conservar 
el  señorío  del  mar.  Demás  desto  los  reuenes  que  ha- 
bla mandado  dar  alas  ciudades ,  que  eran  hijos  de  los 
mas  principales  ciudadanos,  dejó  en  el  castillo  de  Sa- 
gunto, encomendados  áiin  cartaginés  t)ríncipal  lla- 
mado Bostar. 

Ordenado  esto  y  hecho,  él  se  puso  eh  camino  con  la 
fuerza  del  ejército  y  campo  compuesto  de  diversas 
naciones ,  en  el  cual  los  mas  cuentan  noventa  mil  peo- 
nes y  doce  mil  caballos.  Polibio  pone  muy  menor  el 
número :  lo  mas  cierto ,  que  llegado  que  bobo  con  sus 
gentes  á  la  ribera  del  rio  Ebro,  con  el  gran  cuidado 
que  tenia  del  suceso  de  aquella  empresa,  una  noche 
le  pareció  que  veia  entre  sueños  un  ínancebo  muy 
apueisto  y  de  grande  gentileza ,  que  le  decía  ser  envia- 
do de  los  dioses  para  que  le  guiase  á  Italia:  por  tanto 
que  le  siguiese  sin  volver  atnis  los  ojos;  pero  que  el, 
sin  embargo,  vuelto  el  rostro,  vio  una  serpiente  que 
derribaba  tocio  lo  qde  delante  se  lépenla  con  un  gran- 
de torbelliilo  de  agua  que  se  seguia.  Preguntado  el 
mancebo  que  era  lo  que  aquellas  cosas  significaban, 
le  responmó  ée  dejase  dé  escudriñar  los  secretos  de 
*  lóS  hados,  y  sígdiese  por  doínde  los  dioses  le  abrían 
camino.  Pasado  el  rio  £bro,  ganóla  volunlad  y  atrajo 
su  devocioh  á  Andubal,  un  señor  el  nias  principal  ae 
los  españoles  de  aquellas  comarcas,  en  cuyo pooer  de- 
jó el  bagaje  y  ropa  de  Todo  el  ejército,  por  marchar 
masa  la  ligera,  yHanndncohbuenpolpe  de  soldados^ 
encomendó  la  defensa  de  aquellas  tierras. 

Con  esto  pasó  adelante  en  su  camino ;  y  entrado  en 
los  bosques  y  aspereza  de  los  Pirineos,  como  tres  mil 
de  los  carpetanos  (es  á  saber  del  ^eino  de  Toledo)  ar- 
repentidos de  aquella  milicia  y  guerra  que  caia  tan  le- 
jos, bebiesen  desamparado  las  banderas^  recelándose 
Í[uc  si  los  castigaba,  los  demás  se  azorarían,  de  su  vo- 
untad  despidió  otros  siete  mil  españoles  que  le  pareció 
iban  también  á  aquella  empresa  de  maik  gana :  con 
esta  maña  hizo  que  se  entendiese  habla  también  dado 
licencia  á los  primeros,  y  los  ánimosdelos  demás  sol- 
dados se  apaciguaron  por  tener  confianza  que  la  mili- 
cia que  seguían  por  su  voluntad,  la  podrían  dejar  ca- 
da y  cuando  que  quisiesen.  Pasados  los  iPirÍDeos,  con 
ayuda  de^Civismaro  y  Menicato,  hombres  pode'rosos, 
en  la  entrada  de  Frañtia  hizo  ootafederácíón  con 


iniüiíA  M 


47 


aquella  gente ,  que  se  habían  puesto  en  armas.  Pasan- 
do el  río  Ródano  y  vencidos  los  volcas ,  que  moraban 
y  poseían  las  riberas  de  la  una  y  de  la  otra  parte  de 
aauel  río ,  pasó  con  sos  gentes  hasta  asentar  los  reales 
á  las  haldas  de  ios  montes  Alpes.  Fue  este  ano  en  Es- 
pana  abundante  de  mantenimientos,  pero  faitodesa^ 
lud.  Hobo  enfermedades  y  peste ,  temblores  de  tíarra, 
ordinarias  tormentas  en  la  mar,  en  el  cielo  apariencia 
de  ejércitos  que  se  encontraban  con  grande  ruido  de 
las  nubes :  pronóstico  de  los  males  que  desta  guerra 
resultaron  por  toda  la  redondez  de  la  tierra. 

CAPITULO  XI. 
€omo  Ánibi!  pasó  en  Italia. 

MooiAS  cosas  de  las  que  se  siguen  son  por  la  mayor 
parte  estranjeras ;  pero  si  no  las  tocamos ,  no  se  pue- 
den entender  las  queea  España  sucedieron.  Dará  per- 
don  el  lector ,  cemoes  razón,  á  los  que  seguimos  pisa- 
das agenas ,  yaunoonmayorbreveídad  apuntamos  lo 
que  otros  relatan  á  la  larga*  El  cónsul  pues  Pubiio 
i^ornelio ,  al  cual  por  suerte  cupo  España  como  queda 
dicho ,  se  embarcó  y  hizo  á  la  vela  para  impedir  el  ca- 
mino que  los  enemigos  hacían.  Asentó  sus  reales  ¿  la 
ribera  del  rio  Ródano ,  con  atención  oue  tenia  de  ha- 
llar alguna  ocasión  para  hacer  algún  ouen  efecto.  Su- 
cedió que  trescientos  caballos  romanos  que  salieron  á 
descubrir  el  campo  y  tomar  lengua  de  los  enemigos, 
se  encontraron  y  vencieron  en  cierto  encuentro,  á 
quinientos  ginetes  alárabes ,  que  con  el  mismo  inten- 
40  habían  salido  de  sus  reales.  Alegróse  el  cónsul  con 
^ta  victoria,  ca  por  este  principio  pronosticaba  que 
lo  demás  de  la  guerra  sucedería  oien ;  y  con  deseo  de 
dar  al  enemigo  la  batalla  de  pederá  poder,  se  adelan- 
tó hasta  donde  se  juntan  los  dos  ríos  el  Ródano  con  la 
Sona ,  al  cual  los  latinos  llamaron  Araris ;  pero  halló 
que  ya  el  enemigo  era  partido ,  y  sLu  embargo  llegó 
hasta  los  reales  de  los  cartagineses,  que  halló  vacíos. 
No  tenia  esperanza  de  alcanzar  al  enemigo :  por  esto 
vuelto  al  lugar  de  do  partió,  luego  que  despachó  á  su 
hermano  Gneio  Scipion  con  la  fuerza  del  ejército  y  con 
una  armada  de  galeras  para  acometer  á  España ,  y  de  - 
lender  en  ella  á  les  aliados  del  pueblo  romano ,  él  con 
pocos  volvió  por  mar  á  Genova ,  con  intención  que  en 
itilia  no  le  faltarían  soldados  ni  ejército  para  ir  contra 
Aníbal.  El  cual ,  por  lo  que  hoy  llamamos  Saboya ,  y 
antiguamente  fueron  los  AUobroges ,  pasó  aunque  con 
«randa  dücultad  en  espacio  de  quince  días,  las  Alpes 
de  T«]rin.  Desde  allí  rompió  por  Italia  con  su  ejército 
de  veinte  mil  peones  y  seis  mil  caballos  como  cuentan 
algunos:  otros  dicen  que  llevaba  cien  mil  peones  y 
veute  mil  caballos. 

Lo  que  consta  os  que  los  romanos  no  tenían  fuerzas 
bastantes  para  resistir,  por  ser  sus  soldados  nuevos  y 
bisónos  como  levantados  de  priesa.  Por  donde  cerca 
del  rio  Ticiuo ,  dicho  al  presente  Tesino ,  el  cónsul  en 
cierto  encuentro  que  tuvo  con  el  enemigo;  á  manera 
de  vencido  v  aun  gravemente  herído,  se  retiró  á  sus 
reales :  de  donde  la  noche  siguiente  se  partió  como 
huyendo ,  y  se  metió  en  Plasencia  con  mayor  conflan- 
za  que  tema  en  los  muros  que  en  sus  fuerzas.  Verdad 
es  que  al  otro  cónsul  llamado  Sempronio  sucedían 
mejor  las  cosas  en  Sicilia ,  ca  venció  por  mar  dos  ar- 
madas cartaginesas ,  <]ue  fue  causa  de  mandalle  volver 
contra  Aníbal  y  acudir  al  mayor  peliero;  pero  con  su 
venida  no  se  mejoró  nada  el  partido  de  Roma.  Antes 
en  una  batalla,  que  el  mismo  dio  al  enemigo  junto  al 
río  Trebia ,  se  hizo  mayor  estrago  en  ios  romanos,  por- 
que gran  número  dellos  pereció  en  la  pelea  y  en  el  al- 
cance. Invernóen  aquellos  Jugares  Aníbal,  y  el  cónsul 
Sempronio  se  partió  á  Roma  para  hallarse  á  la  elección 
délos  nuevos  cónsules.  Pasados  los  fríos,  antes  que 
llegase  el  verano  del  año  que  se  contó  quinientos  y 
treinta  y  siete  de  la  fundacioii  de  Roma,  Aníbal  mo- 
vió con  sus  gentes  y  pasó  adelante  la  vuelta  de  Roma. 


Pero  al  pasar  del  monte  Apenino  y  á  la  entrada  de  la 
Toscana  con  una  craude  tempestad  que  se  levnntó.  y 
por  la  fuerza  del  frío,  murieron  muchos  del  ejército 
cartaginés.  Volvió  por  esta  causa  Aníbal  atrás ,  y  sien- 
do asimismo  de  vuelta  el  cónsul  Sempronio ,  que  deja- 
ba en  Roma  elegidos  nuevos  cónsules,  es  á  saber  Gneio 
ServiUioyCaíoFlaminio,juiito  á  Plasencia  se  dio  una 
muy  herida  y  muy  dudosa  batalla  ¡pelearon  hasta  que 
sobrevino  la  noche,  y  casi  con  igual  daño  de  entram- 
bas pai'tes.  El  cónsul  se  quedó  en  aquella  ciudad ,  y  el 
cartaginés  se  recogió  á  la  Liguria,  que  hoy  es  lo  de 
Genova ,  para  rehacerse  por  haber  perdido  grande  par- 
te de  su  ejército. 

CAPITULO  XIL 
De  lo  que  sucedió  por  el  mismo  tiempo  en  España. 

Llegado  que  fue  Gneio  Scipion  á  España ,  sujetó 
al  nombre  y  imperio  romano  toda  aquella  parte  de 
aquella  provincia  que  corría  hacia  el  mar  oesde  los 

Kueblos  que  llamaban  lacetanos  y  el  cabo  de  Creus 
asta  el  no  Ebro ,  ca  por  el  aborrecimiento  que  tenhn 
á  los  cartagineses,  de  buena  gana  mudaban  partido  y 
alianza.  La  armada  rumana  iuvernó  cerca  de  Tarrago- 
na: debió  ser  im  elpuerto  de  Salu ,  el  cual  parece  que 
Rufo  Festo  llamó  Solorio,  distante  de  aquella  ciudad 
cuatro  millas  á  la  parte  de  Poniente.  Después  desto ,  el 
capitán  romano  trabó  pelea  con  Hannon^  al  cual  como 
queda  dicho  Aníbal  dejó  para  guarda  de  aquellas  par- 
tes. La  batalla  fue  junto  á  un  pueblo  llamado  Cysso  (1 ) , 
que  entienden  hoy  es  Sisso  ó  Saide ,  lugares  conocidos 
por  aquellas  comarcas.  El  campo  y  la  victoria  quedó 

I>or  los  romanos,  muríeron  seis  mil  de  los  enemigos, 
os  presos  llegaron  á  dos  mil,  y  entre  ellos  fueron  el 
mismo  Hannon ,  y  Andubal ,  que  como  se  dijo  seguía 
la  parte  de  Cartago :  pero  diéronle  en  la  pelea  tales  he- 
ridas,  que  dentro  ae  pocos  días  murió  dellas. 

Asdrubal,  que  avisado  venia  á  socorrer  á  Hannon, 
como  pasado  el  rio  Ebro  tuviese  noticia  de  la  rota, 
doblando  el  camino  liácia  la  mar ,  mató  á  muchos  ma- 
rmcros  y  gente  naval  de  los  romanos  que  halló  des- 
cuidados y  sin  recelo  de  su  venida ;  y  con  la  misma 
presteza  por  medio  del  capitán  romano ,  que  movido 
de  la  fama  de  aquel  hecho  se  apresuraba  para  revolver 
sobre  él ,  tornó  á  pasar  el  rio  Ebro ,  y  llevó  sus  gentes 
que  eran  ocho  mil  infantes  y  mil  caballos ,  á  lugares 
seguros.  Gneio ,  del  Ampurdan ,  donde  después  de  la 
huida  de  los  cartagineses  era  ido  ,  fue  forzado  á  dar  la 
vuelta  y  acudir  á  los  pueblos  llamados  ilergetes  donde 
está  Lérida,  á  causa  de  qiie  después  de  su  partida, 
desamparada  la  amistad  romana ,  se  habían  pasado  á 
la  de  Cartago.  Llegado  que  foe  perdonó  á  los  demás, 
V  contentóse  con  casti^r  en  dineros  á  los  de  un  pue- 
blo llamado  Atanagia  (2),  y  mandarles  dar  mayor  nú- 
mero de  rehenes  como  á  ciudad  que  tenia  mas  culpa, 
ca  fuera  la  primera  en  alborotarse. 

Desde  allí  movió  la  vuelta  de  los  pueblos  aceítanos, 
que  moraban  cerca  del  rio  Ebro ,  y  se  mantenían  en 
la  amistad  de  los  cartagineses.  Otros  dicen  que  fueron 
ios  ausetanos ,  pueblos  á  las  haldas  de  los  Pirineos, 
donde  hoy  esrán  las  ciudades  de  Vique  y  de  Girona. 
Lo  que  consta  es  que ,  puesto  que  tuvo  sitio  sobre 
Acete,  cabecera  que  era  de  aquellos  pueblos  (3), 
los  lacetanos  (donde  está  Jaca)  que  venían  en  su  so* 
«?orro ,  y  de  noche  pretendían  entrar  dentro  de  aquella 
ciudad,  cayeron  en  una  colada  que  les  pusieron,  don- 

(1)  Tito  Livio  le  Ibmfl  Stisso;  en  algunos  manuscritos 
antieuns  se  lee  Sciso ;  Pulibio  le  llama  Cissa ,  que  acaso  hoy 
es  Jijona. 

(2)  Tal  vez  es  la  ciudad  que  después  se  llamó  I.'erda,  y 
en  nuestros  tiempos  Lérida. 

(3)  Ausa,  hoy  Vich,  que  no  Acete,  era  la  capital  de  los 
aose taños  á  los  que  no  llegó  Anibal :  los  lacetanos  no  eran 
los  de  Jaca ,  sino  los  de  Cervera  en  Cataluña :  los  amigos  de 
los  cartagineses  eran  los  iiergetas. 


*^  vmmck  DE 

»lo  fueron  ronertosliAslB  doce'mil  dellw ,  y  los  demis 
fuira  salvarte  ga  posieron  en  huida.  Los  cercados, 

jwrdida  lods  csperania  ite  tnnerBB  ,  princi  pal  mente 
ipie  AmnsiloH  principal  dellosspcretamenle  se  huyó 
J  Asdrubal ,  foríosamenle  se  hohieron  de  entregare! 
día  trigésimodel cerco.  Penáronlos  en  teinte  tálenlos 
de  plalA ;  v  con  esto  el  ejército  romano  fue  enviado  á 
invernar  a  Tarragona,  j  á  los  españoles  que  le  se- 
guían asimismo  enviaron  á  sus  casas. 


que  quedó  mal  parado  da  las  retiegas  ya  dichai,  Ani- 


SolilidO  CFpifioT. 

Grandes  prodigios  cuenUn  se  vieron  en  España, 
Italia  j  África .'  por  la  cual  cEUsa  para  aplacar  la  ira 
(lelcielo  se  ofrecieron  y  renovaron  los  mavorea  y  mas 
estraordjn arios  sacrificios  que  de  caslumbre  tenían. 
En  especial  en  Cariaco  de  tal  manera  v  de  tanto  fora- 
do ,  que  acudieron  á  Ta  costumbre  de  los  de  Fenicia 
quedejaran  por  largo  tiempo;  y  conforme  á  ella  acor- 
oaron  de  aplacar  la  deidad  de  Saturno  con  la  sangre 
&;  ios  liiJo«  de  los  mas  principales ,  ca  coitEideralian 
que  en  el  suceso  de  aquella  guerra ,  buenoó  malo,  es- 
tiban en  balanzas  las  liaclenilaE  y  vidas  de  todos.  Di- 
cen asimismo  que  entro  los  demás  mozos  que  se  de- 
bían sacrificar ,  fue  por  el  senado  señalado  Aspar  hijo 
(loAnibnl,  como  el  mas  principal  ciudadano  de  su 
ciudad :  tal  erd  el  pago  que  daban  á  los  trabajos  de  su 
padre ,  6  por  mejor  decir  todo  eslo  es  fábula  compues- 
ta para  entretener  al  lector  con  la  diversidad  y  estra- 
ñeza de  estas  patrañas  inventadas  pornuestroshisto- 
ríadorci ,  que  añade  el  niño  fue  librado  de  la  muerte 
por  los  ruegosdosupaifre,  que  decía  tenia  por  mejor 
aventurar  su  vida  en  aquella  guerra,  que  por  obede- 
cerá aquella  relicioQú  superstición  de  su  patria  der- 
ramar (en  duda  de  ser  oído)  la  sangre  de  su  hijo  que 
mucho  amaba. 

CAPITULO  III. 
De  la  batalla  que  se  dio  JDnto  al  lago  TrasimcDO. 
PAiJkDOel  invierno   y  con  levas  que  el  cartaginés  1 
hizo  de  gente  en  lo  de  Genova ,  reparado  el  ejército  ' 


pású  las  cumbres  del  monte  Apeoino  con  mayor 
ladlidad  y  prosperidad  que  antes.  Dadoqueenaauel 
viaje  al  pasar  tas  laganai  que  de  \u  crecientes  del  rio 
Arno  quedaban,,  por  causa  de  la  macha  bumedad  y 
frío  perdió  uno  de  los  ojos ,  coa  que  quedó  mas  feo  y 
por  el  mismo  caso  mas  fiero  y  espantable.  Muchos 
hombres  y  bestias  perecieron,  y  casi  todos  los  elefan- 
tes que  en  tu  hueste  llevaba.  Con  todas  estas  incomo- 
didades pasó  adelante  y  llegó  al  lago  Trasiraeno,  qae 
está  en  aqnella  parte  de  Toscana  donde  la  ciudad  de 
Cortona,ynolejosde]a  ciudad  Porosa  de  la  cual  hoy 
tiene  el  apellido ,  case  llamael  lago  de  Perosa.  Corrió 
y  taló  los  caadlos  de  aquella  comarca  con  intento  de 
irritar  al  cánsul  C:iio  Flaminio  que  era  salido  contra 
él ,  y  temerariamente  se  Iba  i  despeñar  en  su  perdi- 
ción. Asentó  BUS  realesen  la  campana  rasa  dctrís  de 
un  ribazo  que  cerca  estaba:  armó  otrosí  una  celada 
ea  que  puso  á  los  mallorquines  y  soldados  ligeros: 
aslmesmo  en  la  angostura  que  hay  entre  loa  montes 
y  el  lago,  puso  la  caballería. 

Acudiii  el  cónsul  con  sus  gentes  con  resolución  de 
darla  batalla;  pero,  con  la  astucia  de  Aníbalrodeados 
por  frente  y  por  las  espaldas  y  como  metidos  en  una 
red ,  fueron  sin  '^iticultad  vencidos  y  desbaratados. 
Perecieron  quince  mil  hombres  del  ejército  romano, 
y  otros  tantos  lueron  presos,  y  el  mismo  cónsul  pa- 
sado con  una  lanza.  Poco  después  en  la  Umbría ,  don- 
de ahora  está  Espolelo,  cuatro  mil  caballoe  (que  en- 
viados por  el  cónsul  Servilio  de  socorro  por  no  saber 
lo  que  pasaba,  ibaq  sin  recelo  á  juntarse  con  los  de- 
mas  del  ejército  romano)  fueron  muertos  y  destroza- 
dos por  Aníbal.  Y  en  prosecución  de  la  victoria  se 
puso  sobre  Espoleto ,  colonia  y  población  deromanos 
pero ,  como  no  la  pudiese  entrar ,  dio  vuelta  hacia  los 
Pícenos,  que  boy  es  la  marcade  Ancona,  cuyos  cam- 
pos, que  son  muy  buenos,  corrió  y  taló  sin  piedad 
ninguna.  Después  por  los  marsos  y  marrucinos  rom- 
pió por  la  Pulla,  dondese  detuvo  cerca  de  dos  pueblos 
llamados  el  uno  Arpos  ,  el  otro  Luceria. 

En  el  entre  tanto  los  ciudadanos  deRoma,  atemori- 
zados con  pérdidas  y  rotas  tsn  grandes ,  acudieran  al 
postrer  remedio,  que  fue  nombrar  un  dictador  con 
autoridad  suprema  y  cstraordinaria  de  mandar  y  vedar 
i  BU  voluntad.  Este  fue  Quinto  Fabío  Máximo  :  él 
nombró  por  maestro  de  la  caballería ,  que  era  )a  se- 
gunda persona  en  autoridad,  á  Quinto  ilufo  Uinucio. 
Miraron  los  libros  de  las  sibilas,  y  por  su  mandado  vo- 
laron un  verano  sagrado.  Demás  deato  de  cada  nna  de 
tas  monedasque  llamaban  asses,  y  tenían  pesode  una 
libra  de  í  doce  onzas ,  batieron  seis  asses  cada  cual 
dd  mismo  valor  que  los  antiguos,  que  era  como  de 
cuatro  maravedís  de  los  nuestros:  estos  asses  meno- 
res por  esta  causa  de  ser  lasestapartede  losantiguos 
y  de  ú  cada  dos  onzas  no  mas ,  se  llamaron  sextenta- 
rto9.  Enviaron  asimismo  na  ves  en  Españacargadas  do 
vituallas ,  mas ,  como  cerca  del  puerto  Cossano ;  quo 
hoy  se  entiende  es  Ortiit^llo ,  cayesen  en  las  manos  y 
poder  de  la  armada  cartaginesa ,  se  vieron  en  necesi- 
dad de  armar  de  nuevo,  y  juntar  bajeles  de  toílns 
partes  para  la  defensa  de  las  marinas  de  Italia. 

Grandes  apreturas  eran  estas ;  pero  sin  embargo  d 
dictador,  luego  que  luvo  junto  un  buen  campo,  par- 
tió la  \'Uelta  de  la  Pulla  con  intento  v  resolución  de 
entretenerse  y  nunca  dar  al  enemigo  lugar  de  venir  á 
batalla  :.'irdíd  muy  saludable,  con  que  la  ferocidad  y 
orgullo  del  cartaginés  comenzó  á  enflaquecer,  y  jún- 
tente úsauarse  las  heridas  recebidas  por  poca  con- 
eracinn  y  demasiado  brío  de  loscandillos  pasados. 
Dado  que  lio  le  dio  mas  en  que  entender  el  enemigo, 
que  la  temeridad  de  Minucio  contra  quien  leerá  me- 
nester contrastar,  yjuntamcnic  contra  el  atrevimien- 
to de  loa  saldados  y  la  mala  voz  que  del  andaba ,  cosa 
que  muchas  veces  hizo  despeñar  ú  grandes  capita- 
nes: ca  Iodos  murmuraban  del  recalo  del  dictador,  y 


'  5ola  Btriboian  fi  cobardía ,  y  le  ponían  (como  aconte- 1 
cá)  otros  nombres  de  afrenta. 

Cn  España  Asdrubal  envió  con  una  gruesa  armada 
Himikon  (i)  para  correr  las  marinas  que  en  nnuclla 
provincia  estaban  á  devoción  de  los  romanos,  y  lue^o 
i^ue  lo  bobo  despachado ,  él  mismo  acudid  por  tierra 
c  Hi  un  ejército  de  veinte  mil  liombres.  El  capitán  ro- 
mano Gneio  Scipion ,  por  no  tener  Tuerzas  bastan- 
tes para  ambas  {ñrtes,  acordúde  conservarel  señorío 
de  h  mar;  ;  para  rato  con  treinta  naves  que  armó  en 
TairagoDa,  seapoilerú  delaflotacarlafíinesa  (lueha- 
116  en  la  boca  del  rio  Ebro  vacia  de  soldados  por  ha- 
berse desembarcado  sin  alpun  recelo  de  lo  que  suce- 
dió. Tomó  veinte  y  cinco  naves  á  la  vwta  del  mismo 
capitán  cartagíues :  las  demás  ,  parte  echú  á  fondo, 
parte  por  escapar  encallaron  en  la  ribera.  Fue  esta 
victana  tanto  mayor  que  con  la  misma  presteza  to- 
maron en  alt«  mar  catorce  naves  gruesas,  las  cuales 
por  calmarles  el  viento  no  pudieran  atener  con  las 
demás.  Asimismo  unaciudaa  por  aquellas  partes  lla- 
mada Honofica  (£)  fue  entrada  por  fuerza  ;  puesta  á 
saco.  Los  campos  cercanos  á  Cartagena  ufados,  y 


ESPAÑA.  49 

quemados  los  arrabales  de  aquella  ciudad.  Acudía 
Asdrubal  á  todas  partes,  y  hasta  Cádiz  siguió  por 
tierra  losrostros  de  la  armada  romana  (3),  como  tes- 
tigo solamente  de  los  fuegos  y  daüos  que  en  todas  las 
partes  hacia. 

Después  deesta  victoria  la  armada  romana  acome- 
tió á  la  isla  de  Ibiza ;  y  mas  de  ciento  veinte  pueblos 
en  Espsñasepasaroná  los  romanos,  y  entre  ellos  los 
celtíberos ,  gente  muy  poderosa  y  ancha,  pues  en  su 
distrito  abrazaban  las  ciud.ides  y  pueblos  que  tioyse 
llaman  Segorve,  Calatayud  y  Medmaceli :  nemas  des- 
to  Heles ,  comarca  de  Cuenca  ,  Kuetc ,  Agreda  con  la 
antigua  Numan cía  hasta  lascumhresde  Uoncayoen- 
traban  en  esta  cuenta.  Con  la  junta  destas  gentes 
qucdú  el  capitán  romano  mas  terrible  y  poderoso. 
Juntó  un  ejercito  por  tierra ,  y  con  él  rompió  por 
aquellas  tierras  adentro  hcsla  los  bosques  de  Cas- 
tulou;  pero  sin  hacer  grande  efecto  dio  la  vuelta 
hasta  pasarde  la  otra  parte  del  río  Ebro,  poravíso  que 
tenia  de  las  alteraciones  que  levantaba  Mandomo, 
homhremuy  poderosn  entre  los  ilergetos,  y  que  en- 
tre los  suyos  habia  antes  tenido  el  Principado.  Resnl- 


AeorJaFto  de  Tarrifiin 


tjí  estas  alteraciones  una  guerra  muy  formada.  As- 
drnbal  fue  llamado  por  los  bulliciosos  contra  un  es- 
cua  Iron  de  romanos,  que  enviado  á  sosegar  aquellas 
revueltas,  h:ibia  pasado  A  cuchillo  muclios  de  los 
que  estaban  levantados.  Demás  desto  los  celtiberos 
mo  idas  por  cartas  del  general  romano  acudienm 
contra  los  cartagineses,  y  les  tomaron  tres  ciudades 
que  lenian  en  otra  parte :  por  esto  Asdrubal  fue  for- 
ado á  desamparar  fi  los  ilergelcs  con  intento  de  acu- 
dir Bl  nuev«  peligro.  Vinjeron  S  las  manos ,  y  en  d« 
batallas  degollaron  los  celtiberos  quince  mil  hombres 

l\)   PoUUo  le  llama  Amilrar. 

(i)  Se  cree  u»  Valencia  :  pero  ningún  historiador  lati- 
gu}  rcDere  la  (orna  de  lia  catorce  ntvn. 


del  ejército  cartaginés  átíenijío  que  iba  muy  adelante 
el  otoño,  de  aquel  año  que  fue  muy  señalado  en  Es 
{Miña  por  la  fertilidad  de  los  campos  y  por  la  abundan- 
cia de  todos  los  bienes. 

CAPITULO  XIV. 

Comoirobiio  Scipion  vino  h  Espaiw. 

En  estos  términos  se  hallaban  las  cosas  de  Espiiñj 
cuando  Gnclo  Scipion  por  cartas  que  escribió  al  se- 


50 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  R0I6. 


nado  pidió  dos  cosas:  que  ic  enviasen  soldados  para 
rehacer  su  ejército,  y  las  mas  vituallas  y  municiones 
que  ser  pudiese.  Juzgaron  los  padres  aue  pedia  ra- 
zón; y  por  esta  causa  Publio  Cornelio  Scipion,  ha- 
biéndole prorogndo  el  imperio  después  del  consulado, 
partió  en  socorro  de  su  hermano.  Tomó  puerto  cerca 
de  Tarragona  (1)  alprinci[i¡odcl  ano  luego  simiente, 
que  se  contaba  ac  la  fundación  de  Roma  ouinientos 
y  treinta  y  ocho ;  llevó  treinta  caleras,  ocho  mil  sol- 
dados y  grandes  vituallas,  y  orden  de  hacer  la  guerra 
con  igual  poder  y  autoridad  que  su  hermano.  Después 
de  llegado;  tomado  que  hobieron  su  acuerdo,  á  rue- 
go de  los  saguntinos ,  que  andaban  desterrados  y  de- 
seaban volver  á  su  tierra,  y  para  vengar  los  agravios 
pasados,  fueron  con  sus  ejércitos  sobre  Sagunto.  En 
esla  ciudad  Bostar  su  gobernador  tenia  á  su  cargo  y 
on  su  guarda  los  rehenes  de  los  españoles  con  una 
pequeíia  guarnición ':  que  era  lo  que  dcten¡|i  muchas 
ciudades  de  España  para  no  darse  á  los  romanos,  por 
miedo  no  pagasen  los  suyos  con  las  vidas  la  culpa  de 
liaberse  ellos  rebelado.  Acedux,  hombre  noble  entre 
los  saguntinos,  y  aficionado  á  los  romanos,  deseaba 
ganar  su  cracia  con  algún  servicio  señalado:  habló  en 
secreto  al  gobernador ,  y  con  razones  bien  coloradas 
le  persuadió  enviase  los  rehenes  á  sus  casas :  que  es- 
te era  el  camino  para  ganar  las  voluntades  de  todos 
los  de  España,  pues  de  ía  confianza  nace  la  lealtad. 
'   Como  el  gobernador  se  deiase  persuadir  por  ser 
hombre  llano  y  sin  doblez ,  el  mismo  Acedux  se  en- 
cargó de  íievaf  los  rehenes  y  restituirlos  á  los  suyos. 
Para  ejecutar  lo  que  pensaba,  avisó  primero  á  los  ro- 
manos de  todo  lo  que  pensaba  hacer,  y  partiéndose  á 
media  noche  los  llevó  á  sus  mismos  reales.  Por  esta 
manera  los  romanos  con  restituir  ellos  de  su  mano  los 
rehenes  ganaron  grandemente  las  voluntades  de  los 
naturales.  Verdad  es  que  la  alegría  que  recibieron  de 
sucesos  tan  prósperos  se  enturbió  grandemente  con 
la  nueva  que  vino  de  una  rota  muy  señalada  que  se 
dio  á  los  romanos  en  un  lugar  de  la  Pulla  llamado  Can- 
nas.Fuc  así  que,  acabado  el  consulado  de  Gneio  Ser- 
vilio,  sucedieron  nuevos  cónsules,  es  á  saber  Lucio 
Emilio  de  la  nobleza,  y  del  pueblo  (cosa  no  usada  an- 
tes) Terencio  Varron,  por  cuya  imprudencia  les  vino 
aquella  desgracia,  ca  los  dos  cónsules  por  evitar  dife- 
rencias se  concertaron  de  manera  que  mandasen  á 
.  dias.  Eran  los  pareceres  y  condiciones  diferentes: 
Emilio  rehusaba  la  pelea,  Varron  un  dia  que  tocó  á  él 
el  mando,  y  halló  oportunidad,  no  dudó  de  ponerse  al 
trance  de  la  batalla.  Siguióle  su  compañero  mas  por 
no  parecer  que  le  desamparaba ,  oue  poraue  le  pare- 
ciese bien  aquel  acuerdo.  Junto  al  mar  Adriático  de- 
marcan la  ciudad  de  Gannas  en  aquella  parte  de  Italia 
que  se  llama  la  Pulla.  A  la  vista  desta  ciudad  y  en  sus 
campos  se  dio  aquella  cruel  y  sangrienta  batalla  (2), 
en  que  perecieron  de  los  romanos  cuarenta  y  dos  mil 
peones  y  tres  mil  de  á  caballo  con  el  cónsul  Emilio, 
indigno  por  cierto  deste  desastre.  Mas  él  visto  tan 

fraude  destrozo  y  daño,  no  se  quiso  salvar  en  un  ca- 
alio  que  para  ello  le  ofrecían.  Los  cautivos  fueron 
doce  mil ,  y  el  número  de  los  nobles  que  murieron  en 
aquella  jornada,  tan  grande  que  de  sus  anillos  hin- 
cheron tres  modios  y  medio ,  que  son  mas  de  meilia 
hanega  de  las  nuestras ,  que  hizo  junUur  Magon  her- 
mano de  Aníbal ,  y  los  llevó  consigo  á  Carta go  por 
muestra  de  la  matanza. 

El  temor  y  espanto  que  por  causa  de  esta  rota  cayó 
sobre  los  romanos,  fue  Um  grande,  que  los  mancebos 
mas  principales  de  Roma  trataban  entre  sí  de  desam- 
parar á  Italia.  El  haber  interpuesto  algún  tiempo ,  y 

M )  Según  Livío ,  en  el  puerto  mtsroo  de  Tarragona. 

(2)  En  estas  famosas  batallas  y  en  las  anteriores,  la  ca- 
b  allma  y  la  infantería  españolas,  que  era  el  nervio  principal 
4el  ejército  cartaginés,  hicieron  proditrios  de  valor,  y  las  vic- 
A*ias  le  debieron  principalmente  á  ellas. 


no  seguir  luego  el  enemigo  la  victoria  fue  cansa  que 
no  cayese  de  todo  punto  el  imperio  romano.  Porque 
no  pocas  ciudades  de  Italia  con  la  nueva  de  aquella 
pérdida  se  apartaron  de  su  amistad  :  muchas  en  Es- 
paña se  estuvieron  á  la  mira  sin  declararse  por  los  ro- 
manos, dado  que  por  el  buen  orden  de  los  Scipiones 
ningunas  alteraciones  se  levantaron  en  aquellas  par- 
tes ,  antes  por  el  mismo  tiempo  Tarragona  fue  con 
nuevos  edificios  arreada  y  con  nueva  muralla  ensan- 
chada, y  juntamente  le  dieron  nombre  y  autoridad  de 
colonia  romana.  En  Cartago,  dado  queHannon  hbcía 
instancia  que  pusiesen  confederación  con  los  roma* 
nos,  que  acuella  era  buena  ocasión  para  mejorar  su 
partido,  mirasen  no  se  trocase  en  breve  aquel  rego- 
cijo en  llanto;  todavía  se  resolvieron  en  el  senado  (pe 
Aníbal  y  Asdrubal  fuesen  ayudados  como  lo  pedían 
con  dineros ,  soldados  y  armada.  Hicieron  gente  de 
africanos  y  de  alárabes ,  con  que  llegaron  hasta  cua- 
renta mil  nombres.  Destos  enviaron  primeramente 
á  España,  donde  Asdrubal  estaba,  y  donde  corría 
mayor  necesidad,  cuatro  mil  de  á  pié  y  quinientos  de 
á  caballo.  Dióse  cuidado  á.liagon  que  ira  por  capitán 
deste  socorro,  de  juntaren  España  v  levantar  de  nue- 
vo mas  gente  así  de  á  pie  como  de  á  caballo  á  propó- 
sito de  mantener  y  estender  en  aquella  provincia  su 
señorío. 

CAPITULO  XV. 

Como  Asdrubal  no  pudo  entrar  en  Italia. 

Alterábanse  por  el  mismo  tiempo  hacia  el  estrecho 
de  Gíbraltar  los  tartesios  ^3),  gente  feroz  y  denmia* 
da.  Tomaron  por  su  caudillo  á  un  hombre  principal 
llamado  Galbo :  acudieron  á  la  ciudad  de  Asena,  don- 
de los  cartagineses  tenían  recojido  el  trigo  y  las  vitua- 
llas ,  y  apoderáronse  de  todo.  Sosegó  Asdrubal  estos 
movimientos  con  presteza ,  y  por  las  cartas  que  de 
Cartago  le  vinieron,  entendió  le  ordenaban  pasase  sin 
dilación  en  Italia  para  asistir  y  ayudar  á  su  hermano 
Aníbal.  Fuéle  muy  pesado  este  mandato ,  j^  ocasión 
que  muchos  en  España  se  inclinasen  al  partido  de  los 
romanos,  pero  érale  forzoso  obedecer.  Dejó  por  suce- 
sor y  en  su  lugar  áHímilcon,  hijo  de  Bomilcar:  ense- 
ñóle los  secretos  de  la  provincia,  avisóle  de  la  manera 
que  debía  tener  en  hacer  la  guerra ;  v  con  tanto  he- 
chas nuevas  levas  de  gente,  y  juntando  mucho  dinero 
de  toda  la  provincia  para  el  sueldo  de  sus  soldados, 
movió  con  sus  ejércitos  y  fardage  la  vuelta  del  río 
Ebro,  año  de  la  ciudad  de  Roma  quinientos  y  treinta 
y  nueve.  Los  Scipiones  aquejados  por  el  peligro  de  su 

f»atria,  si  Asdrubal  pasase  en  Italia  (que  temían  no 
üese  oprimida  con  dos  ejércitos,  la  que  para  des- 
hacer uno  no  tenia  fuerzas  bastantes ,  antes  había 
sido  vencida  muchas  veces)  acordaron  de  divertillo 
de  aquel  viaje,  ó  á  lo  menos  entretcnellecon  acome- 
ter los  pueblos  do  la  devoción  de  Cartago. 

Con  este  intento  encaminaron  sus  gentes  contra 
una  ciudad  llamada  Ibería  del  nombre  del  rio  Ibero 
que  es  Ebro,  del  cual  estaba  cerca.  Asdrubal  que  tu- 
vo aviso  de  estedeseño,  se  anticipó  á  fortificar  aquella 
ciudad;  y  hecho  esto,  se  puso  con  gran  presteza  so- 
bre otra  ciudad  que  por  allí  estiba  aliada  con  los  ro- 
manos: con  aue  los  contrarios  asimismo  se  divirtie- 
ron ,  en  alzaao  el  cerco  de  Iberia ,  acudieron  á  la 
defensa.  Acercáronse  los  ejércitos,  trabaron  primero 
escaramuzas,  y  últimamente  ordenadas  sus  haces  y 
dada  señal  de  pelear,  arremetieron  los  unos  y  Irrs 
otros  con  grande  denuedo.  Pelearon  no  de  otra  mane- 
ra que  si  en  el  suceso  de  aquella  batalla  estuviera 
pnesto  no  solo  el  señorío  de  Italia  y  de  España,  sino 
el  imperio  del  mundo.  En  especial  los  romanos  se  se- 
ñalaban ni  mas  ni  menos  que  sí  estuviesen  á  las  mu- 
rallas y  puertas  de  Roma :  con  que  apretaron  á  los 

( 3)  Livio  los  llama  cartesios ,  y  Masdeu  oree  que  se  nom- 
brasen calpcsios  los  moradores  del  monte  Calpe. 


HlTOftlA  DE  BSPASa. 


8( 


contrarios  y  salieron  con  la  victoria.  Los  primeros  á 
val  ver  las  espaldas  fuaron  los  espauoles ,  que  por  el 
aborrecimiento  que  tenian  á  los  cartagineses,  y  por 
Uevallos  por  fuerza  á  empresa  tan  lejos,  se  aficiona- 
ban á  los  romanos.  Los  cartagineses  y  africanos,  des- 
amparados de  tal  ayuda ,  fueron  muertos  y  puestos 
en  huida  :  la  caballería  y  elefantes  escaparon  por  los 
pies  :  el  mismo  Asdrubal  con  pocos  se  recogió  á  Car- 
tagena. 

La  nueva  y  aviso  desta  noble  victoria ,  luego  que  se 
supo  en  Roma  por  cartas  de  los  Scipiones ,  fue  oca- 
sión de  grande  alegría  no  tanto  por  ganar  la  jomada, 
cuanto  por  haberse  impedido  la  pasada  de  Asdrubal 
en  Italia.  Fue  este  ano  trabajoso  para  España  así  por 
falla  de  mantenimientos ,  como  por  la  peste  que  se 
emprendió ,  con  que  murió  mucha  gente ,  y  entre  los 
demás  ia  mujer  y  el  hijo  de  Aníbal:  asilo  cuentan. 
Por  esta  causa  los  padres  romanos  enviaron  vituallas 
para  los  ejércitos  que  tenian  en  España  :  para  pro- 
veer esto  tomaron  dineros  prestados  de  los  mercade- 
res á  causa  de  estar  sus  tesoros  de  todo  punto  gasta- 
dos. Ademas  que  les  era  forzoso  armar  por  la  mar 
contra  Filipo  rey  de  Macedonía,  de  quien  se  decía 
que  puesta  confederación  con  Aníbal ,  trataba  de  pa- 
.sar  en  Italia,  que  era  otro  nuevo  peligro.  Sabida  en 
Cartago  la  rota  de  Asdrubal ,  y  el  riesgo  que  corrian 
las  cosas  de  España,  dieron  orden  que  Magon  herma- 
no de  Aníbal ,  con  la  armada  que  tenia  á  punto  para 
pasar  en  Italia ,  tomase  la  derrota  do  España.  Hizolo 
asi ,  y  en  breve  surgió  en  el  puerto  de  Cartagena  con 
sesenta  galeras  y  doce  mil  hombres  en  ellas  :  donde 
se  hallaba  asimismo  Himilcon,  que  poco  antes  viniera 
en  España  con  las  naves  y  gente  de  socorro  que  tam- 
bién él  trajera  de  Cartago". 

Con  la  venida  de  Magon  bobo  grande  mudanza  en 
España;  y  los  que  después  de  vencidos  apenas  tenían 
donde  poner  el  pie ,  se  atrevieron  á  salir  de  nuevo 
en  campaña.  La  ciudad  de  llüturgo  fuera  antes  de  su 
jurisdicción,  y  porque  se  había  pasado  al  enemigo, 
le  acometieron  primeramenti* :  pusiéronse  sobre  ella 
ox>n  sesenta  mil  hombres ,  y  cercáronla  por  tres  par- 
tes. Deseaban  los  Scipiones  socorrella  ;  acudieron 
con  carros  y  bestias  á  meter  trigo  á  los  cercados,  y 
con  diez  y  seis  mil  hombres  que  llevaba  de  guaraa. 
Salieron  los  cartagineses  á  atajarles  el  paso,  üióse  la 
batalla,  que  fue  nni]r  reñida ,  en  que  fueron  vencidos 
no  solo  Asdrubal,  sino  también  Magon  y  Himilcon, 
que  de  sus  propíos  reales  acudieron  á  la  pelea.  El 
estrago  fue  mayor  y  mas  el  niiraero  de  los  muertos 
que  el  de  los  vencedores  :  prendieron  Ires  mil  hom- 
bres dea  caballo ,  tomaron  mil  caballos  ( 1 )  que  halla- 
ron en  los  reales  :  demás  dcsto  mataron  cinco  elefan- 
tes. Rehiciéronse  después  desto  los  cartagineses  de 
soldados  y  de  fuerzas  :  acometieron  un  pueblo  llama- 
do Incibile ,  siete  millas  al  Poniente  de  Torlosa  :  acu- 
dieron asimismo  los  romanos ,  con  que  de  nuevo  en 
un  encuentro  y  batalla  mataron  tres  mil  cartagineses 
y  prendieron  otros  tantos.  Quedó  otrosí  muerto  Hi- 
mncon  capitán  de  grande  esfuerzo  y  nombradla.  Al- 
gunos dicen  que  Incibile  es  la  que  hoy  se  llama  Clielva 
en  el  reino  de  Valencia.  Uliturgo  tienen  que  es  An- 
dújaren  el  Andalucía,  ó  Líetor,  pueblo  aue  no  cae 
tejos  de  la  ciudad  de  Alcaráz.  Averiguar  la  historia  de 
los  lugares  no  es  de  menor  dificultad  que  la  de  los 
liecbos  por  ser  tan  ciega  la  antigüedad,  principal- 
mente de  España. 

Esto  suceoió  en  el  otoño,  en  el  cual  una  nueva  que 
vino  de  Italia  aument()  mucho  la  alegría  de  los  roma- 
nos, es  á  saber  que  después  que  Aníbal  hobo  enfla- 
quecido y  mancado  su  ejército  con  los  deleites  y 
recalos  de  Cápua ,  teniendo  cercado  á  Ñola ,  fue  ven- 
cido en  batalla  por  el  pretor  Marco  Marcello  y  forza- 

(I)  Livio  dice  que  hicierou  mas  de  tres  mil  prisioneros  de 
iníaateria,  y  de  caballería  poco  menos  de  mil. 

TOMO  H. 


do  de  retirarse  á  la  PuUa.  ítem  que  do»  mtl  españo- 
les, desamparados  los  reales  cartagineses,  se  pasaron 
á  los  romanos  movidos  de  las  grandes  promesa^  que 
les  hicieron.  Demás  desto  se  contaba  que  Asdrubal, 
por  sobrenombre  Calvo,  partido  de  Italia  para  África 
con  una  gruesa  armada ,  de  camino  probo  de  apode- 
rarse de  Cerdeña  á  persuasión  del  mas  principal  de 
aquella  isla,  llamada  Arsicora;  pero  que  fue  desba- 
ratado y  pre^o  cerca  de  Calari  por  Nito  Manlio  Tor- 
cuato,  con  gran  matanza  así  de  los  cartagineses, 
como  de  los  sardos,  que  seguían  su  partido.  Tam- 
bién se  supo  de  Sicilia  que  por  la  muerte  de  Rieron 
sucediera  en  su  lugai*  un  su  nieto  llamado  leróni- 
n]o;  y  que  había  sido  coronado  por  rey  de  Siracusa, 
si  bien  era  mozo  de  quüice  anos ,  y  de  costumbres 
muy  diferentes  de  su  abuelo,  l^s  Scipiones  con 
aquellas  nuevas  llenos  de  buena  esperanza,  y  de- 
terminados de  volver  á  las  armas  luego  que  el  tiem- 
po diese  lugar ,  acordaron  de  enviar  los  soldados  á 
mvernar ,  y  pastrr  ellos  el  invierno  en  Tarragona :  en 
el  cual  tiempo  se  acabó  la  muralla  de  aquella  ciuaad, 
.como  se  entiende  por  el  letrero  de  una  piedra  anti- 
gua aue  se  conservaba  en  tiempo  de  D.  Alonso  el  XI 
rey  ac  Castilla,  según  que  se  refiere  en  su  historia. 
Está  la  ciudad  de  Tarragona  asentada  en  un  llano 
pequeño  que  se  hace  en  lo  mas  alto  de  un  coliado 
redondo ,  que  tiene  la  subida  no  agria  y  debajo  á  tiro 
de  piedra  la  mar,  cuyo  lado  hacía  donde  sale  el  sol 
\M}T  las  muchas  peñas  es  áspero  y  fragoso.  Al  Ponien- 
te-se  estiende  una  llanura  de  mucha  frescura  y  fer- 
tilidad por  mas  de  cuarenta  millas ,  plantada  de  oli- 
vares, viñas  y  membrillares  ^  abundante  en  ganhdo, 
do  buena  cosecha  de  pan,  tanto  que  basta  para  el 
sustento  de  los  moradores.  A  una  milla  de  la  ciudad 
por  medio  de  aquellos  campos  pasa  un  río  que  hoy  se 
dice  Francolín  y  antiguamente  Thulcis ,  cuyas  aguas 
son  mas  ^  propósito  para  cocer  el  lino  y  el  cáñamo 
de  que  hay  por  allí  aoundancia ,  que  para  beber.  Y 
como  quíer  que  aquella  ciudad  antiguamente  pade- 
ciese falta  de  agua  dulee ,  grande  incomodidad ,  des- 
pués de  los  Scipiones  los  romanos  labraron  á  su  ma- 
nera ciertos  acueductos  muy  altos ,  con  que  guiaron 
á  ¡a  ciudad  una  parte  del  rio  Gaya ,  si  bien  dista  della 
por  espacio  de  aiez  y  seis  millas.  Estos  caños  fueron 
desbaratados  á  causa  de  las  guerras  que  gentes  de 
Alemana  hicieron  en  España,  como  lo  reliere  Flo- 
rian,  el  año  de  Cristo  de  docientos  y  setenta  y  seis, 
y  se  volvió  á  la  misma  incomodidad  (2)  hasta*" tanto 
qiíe  en  tiempo  de  nuestros  abuelos  abrieron  un  pozo 
muy  hondo ,  de  dónde  bastantemente  se  proveen  de 
ngua  dulce  los  moradores.,  (pie  en  nuestro  tiempo 
llegan  hasta  número  de  setecientos  vecinos  poco  mas 
ó  menos,  como  el  circuito  de  los  muros  tenga  (á  lo 
que  parece)  capacidad  de  bastardos  mil  casas  y  no 
mas. 

CAPITULO  XVI. 

Como  ios  cartagineses  faeron  maltratados  en  muchas 

partes  de  España. 

Apbn AS  era  pasado  el  invierno  del  año  que  se  con- 
taba de  la  fundación  de  Roma  540.,  cuando  los  dos 
hermanos  Magon  y  Asdrubal,  juntado  que  tuvieron 
uñ  grueso  ejército  de  los  suyos  y  de  españoles ,  salie- 
ron con  él  en  campaña  resueltos  de  ecliar  con  las  ar- 
mas de  toda  la  España  dicha  Ulterior,  que  es  lo  mis- 
mo que  de  allende ,  á  los  romanos  aue  en  gran  parte 
estaban  della  enseñoreados.  Publio  ácipion,  para  opo- 
nerse y  contrastar  á  estos  intentos,  pasado  el  rio  Ebro 
rompió  por  cierta  parte  donde  caían  los  pueblos  lla- 
mados vectones.  Asentó  sus  reales  junto  á  un  lugar 
principal  llamado  Castro  alto,  que  era  de  mal  agüero 
para  los  cartagineses  por  liabcr  sido  allí  muerto  Amil- 

(2)  Volvieron  á  reedificarse  por  el  llustrísimo  señor  dou 
Joaquin  de  San  ti  ya  u  arzobispo  de  aquella  ciudad. 

r 


50 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


nado  pidió  dos  cosas :  que  le  enviasen  soldados  para 
rehacer  su  ejército,  y  las  mas  vituallas  y  municiones 
que  sor  puífiose.  Juzgaron  los  padres  (^ue  pedia  ra- 
zón; y  por  esta  causa  Publio  Cornelio  bcipion,  lia- 
biéndole  prorogado  el  imperio  después  del  consulado, 
partió  en  socorro  de  su  hermano.  Tomó  puerto  cerca 
de  Tarragona  (1)  al  princi[»iodcl  ano  luego  siguiente, 
que  se  contaba  (le  la  fundación  de  Roma  nuinientos 
y  treinta  y  ocho :  llevó  treinta  caleras,  ocho  mil  sol- 
dados y  grandes  vituallas,  y  orden  de  hacer  la  guerra 
con  igual  poder  y  autoridad  que,  su  hermano.  Después 
de  llefíado;  tomado  que  hobieron  su  acuerdo,  á  rue- 
go de  los  saguntinos ,  que  andaban  desterrados  y  de- 
seaban volver  á  su  tierra,  )r  para  vengar  los  agravios 
pasados,  fueron  con  sus  ejércilos  sobre  Sagunto.  En 
esta  ciudad  Hostar  su  gobernador  tenia  ú  su  cargo  y 
en  su  guarda  los  rehenes  de  los  españoles  con  una 
pequeña  guarnición :  que  era  lo  que  deten¡|i  muchas 
ciudades  de  España  para  no  darse  á  los  romanos,  por 
miedo  no  pagasen  los  suyos  con  las  vidas  la  culpa  de 
haberse  ellos  rebelado.  Acedux,  hombre  noble  entre 
ios  saguntinos ,  y  aficionado  á  los  romanos,  deseaba 
ganar  su  gracia  con  algún  servicio  señalado;  habló  en 
secreto  al  gobernador ,  y  con  razones  bien  coloradas 
le  persuadió  enviase  los  rehenes  A  sus  casas :  que  es- 
te era  el  camino  para  ganar  las  voluntades  de  todos 
los  de  España,  pues  de  la  confianza  nace  la  lealtad. 
'  Como  el  gobernador  se  dejase  persuadir  por  ser 
hombre  llano  y  sin  doblez ,  el  mismo  Acedux  se  en- 
cargó de  llevar  los  rehenes  y  restituirlos  á  los  suyos. 
Para  ejecutar  lo  que  pensaba,  avisó  primero  á  los  ro- 
manos de  todo  k)  que  pensaba  hacer,  y  partiéndose  á 
media  noche  los  llevó  á  sus  mismos  reales.  Por  esta 
manera  los  romanos  con  restituir  ellos  de  su  mano  los 
rehenes  ganaron  grandemente  las  voluntades  de  los 
naturales.  Verdad  es  que  la  alegría  que  recibieron  de 
sucesos  tan  prósperos  se  enturbió  grandemente  con 
la  nueva  que  vino  de  una  rota  muy  señalada  que  se 
dio  á  los  romanos  en  un  lugar  de  la  Pulla  llamado  Can- 
nas.Fue  así  que,  acabado  el  consulado  de  Gneio  Ser- 
vilio ,  sucedieron  nuevos  cónsules ,  es  á  saber  Lucio 
Emilio  de  la  nobleza,  y  del  pueblo  (cosa  no  usada  an- 
tes) Terencio  Varron,  por  cuya  imprudencia  les  vino 
aquella  desgracia,  ca  los  dos  cónsules  por  evitar  dife- 
rencias se  concertaron  de  manera  que  mandasen  á 
.  dias.  Eran  los  pareceres  y  condiciones  diferentes: 
Emilio  rehusaba  la  pelea,  Varron  un  dia  que  tocó  á  él 
el  mando,  y  halló  oportunidad,  no  dudó  de  ponerse  al 
trance  de  la  batalla.  Siguióle  su  compañero  mas  por 
no  parecer  que  le  desamparaba ,  oue  poraue  le  pare- 
ciese bien  aquel  acuerdo.  Junto  al  mar  Adriático  de- 
marcan la  ciudad  de  Cannas  en  aquella  parte  de  Italia 
que  se  llama  la  Pulla.  A  la  vista  desta  ciudad  y  en  sus 
campos  se  dio  aquella  cruel  y  sangrienta  batalla  (2), 
en  qiie  perecieron  de  los  romanos  cuarenta  y  dos  mil 
peones  y  tres  mil  de  á  caballo  con  el  cónsul  Emilio, 
mdigno  por  cierto  deste  desastre.  Mas  él  visto  tan 
grande  destrozo  y  daño,  no  se  quiso  salvar  en  un  ca- 
ballo que  para  ello  le  ofrccian.  Los  cautivos  fueron 
doce  mil ,  y  el  número  de  los  nobles  que  murieron  en 
aquella  jornada,  tan  grande  que  de  sus  anillos  hin- 
cheron tres  modíos  y  medio ,  que  son  mas  de  media 
hanega  de  las  nuestras ,  que  hizo  juntar  Magon  her- 
mano de  Anihal,  y  los  llevó  consigo  á  Cartago  por 
muestra  de  la  matanza. 

El  temor  y  espanto  que  por  causa  de  esta  rota  cayó 
sobre  los  romanos,  fue  tin  grande,  que  los  mancebos 
mas  principales  de  Roma  trataban  entre  sí  de  desam- 
parar á  Italia.  El  haber  interpuesto  algún  tiempo ,  y 

M )  Según  Livio ,  en  el  puerto  núsnio  de  Tarragona. 

(2)  En  estas  famosas  batallas  y  en  las  anteriores,  la  ca- 
b  allería  y  la  infantería  españolas,  que  era  el  nervio  principal 
4ei  ejército  cartaginés,  hicieron  prodigios  de  valor,  y  las  víc- 
aW^s  le  debieron  príncipalraeote  á  ellas. 


no  seguir  luego  el  enemigo  la  victoria  fue  causa  que 
no  cayese  de  todo  punto  el  imperio  romano.  Porque 
no  pocas  ciudades  de  Italia  coo  la  nueva  de  aquella 
pérdida  se  apartaron  de  su  amistad  :  muchas  en  Es- 
paña se  estuvieron  á  la  mira  sin  declararse  por  los  ro- 
manos ,  dado  que  por  el  buen  orden  de  los  Scipiones 
ningunas  alteraciones  se  levantaron  en  aquellas  par- 
tes ,  antes  por  el  mismo  tiempo  Tarragona  fue  con 
nuevos  edincios  arreada  y  con  nueva  muralla  ensan- 
chada, y  juntamente  le  dieron  nombre  y  autoridad  de 
colonia  romana.  En  Cartago,  dado  queüannon  hticia 
instancia  que  pusiesen  confederación  con  los  roma- 
nos ,  que  aq[ueUa  era  buena  ocasión  para  mejorar  su 
partido ,  mirasen  no  se  trocase  en  breve  aquel  rego- 
cijo en  llanto;  todavía  se  resolvieron  en  el  sanado  (jue 
Aníbal  y  Asdrubal  fuesen  ayudados  como  lo  pedían 
con  dineros ,  soldados  y  armada.  Hicieron  gente  de 
africanos  y  de  alárabes ,  con  que  llegaron  hasta  cua- 
renta mil  nombres.  Destos  enviaron  primeramente 
á  España,  donde  Asdrubal  estaba,  y  donde  corría 
mayor  necesidad,  cuatro  mil  de  á  pié  y  quinientos  de 
á  caballo.  Dióse  cuidado  á.liagon  que  iba  por  capitán 
deste  socorro,  de  juntar  en  España  y  levantar  de  nue- 
vo mas  gente  así  de  á  pie  como  de  á  caballo  á  propó- 
sito de  mantener  y  estender  en  aquella  provincia  su 
señorío. 

CAPITULO  XV. 

Como  Asdmbal  no  pudo  entrar  en  Italia. 

Alterábanse  por  el  mismo  tiempo  hacia  el  estrecho 
de  Gíbraitar  los  tartesios  (3),  gente  feroz  y  denoda- 
da. Tomaron  por  su  caudillo  á  un  hombre  principal 
llamado  Galbo :  acudieron  á  la  ciudad  de  Asena,  don- 
de los  cartagineses  tenían  recojido  el  trigo  y  las  vitua- 
llas ,  y  apoderáronse  de  todo.  Sosegó  Asdrubal  estos 
movimientos  con  presteza ,  y  por  las  cartas  que  de 
Cartago  le  vinieron,  entendióle  ordenaban  pasase  sin 
dilación  en  Italia  para  asistir  y  ayudar  á  su  hermano 
Aníbal.  Fuéle  muy  pesado  este  mandato,  y  ocasión 
que  muchos  en  España  se  inclinasen  al  partido  de  los 
romanos,  pero  érale  forzoso  obedecer.  Dejó  por  suce- 
sor y  en  su  lugar  áHimilcon,  hijo  de  Bomilcar:  ense- 
ñóle los  secretos  de  la  provincia,  avisóle  de  la  manera 
que  debia  tener  en  hacer  la  guerra;  y  con  tanto  he- 
chas nuevas  levas  de  gente,  y  juntando  mucho  dinero 
de  toda  la  provincia  para  el  sueldo  de  sus  soldados, 
movió  con  sus  ejércitos  y  fardage  la  vuelta  del  ríe 
Ebro,  año  de  la  ciudad  de  Roma  quinientos  y  treinta 
y  nueve.  Los  Scipiones  aquejados  por  el  peligro  de  su 
patria,  si  Asdrubal  pasase  en  Italia  (que  temían  no 
fuese  oprimida  con  dos  ejércitos ,  la  que  para  des- 
hacer uno  no  tenia  fuerzas  bastantes ,  antes  había 
sido  vencida  muchas  veces )  acordaron  de  divertillc 
de  aquel  viaje,  ó  á  lo  menos  entretenellecon  acome- 
ter los  pueblos  de  la  devoción  de  Cartago. 

Con  este  intento  encaminaron  sus  gentes  contra 
una  ciudad  llamada  Iberia  del  nombre  del  rio  Ibero 
que  es  Ebro,  del  cual  estaba  cerca.  Asdrubal  que  tu- 
vo aviso  de  este  deseño,  se  anticipó  á  fortificar  aquella 
ciudad;  y  hecho  esto,  se  puso  con  gran  presteza  so- 
bre otra  ciudad  que  por  allí  estaba  aliada  con  los  ro- 
manos: con  aue  los  contrarios  asimismo  se  divirtie- 
ron ,  ca  alzaao  el  cerco  de  Iberia ,  acudieron  á  la 
defensa.  Acercáronse  los  ejércitos,  trabaron  primero 
escaramuzas,  y  últimamente  ordenadas  sus  haces  y 
dada  señal  de  pelear,  arremetieron  los  unos  y  los 
otros  con  grande  denuedo.  Pelearon  no  de  otra  mane- 
ra que  si  en  el  suceso  de  aquella  batalla  estuviera 
puesto  no  solo  el  señorío  de  Italia  y  de  España,  sino 
el  imperio  del  mundo.  En  especial  los  romanos  se  se- 
ñalaban ni  mas  ni  menos  que  si  estuviesen  á  las  mu- 
rallas y  puertas  de  Roma  :  con  que  apretaron  á  los 

( 3)  Livio  los  llama  cartesios ,  y  Masdeu  cree  que  se  nom- 
brasen calpesios  los  moradores  del  monte  Calpe. 


B18T0R14  DE  E8PAXA* 


53 


las  cosas  d«  los  cartagineses  en  Esoaña  en  términos 
que  no  parece  podian  estar  peores,  Magon  fue  enviado 
a  la  Gaua  para  tratar  con  Menicato  y  Cívismaro,  se- 
ñores con  9[iiien  hiciera  Aníbal  confederación ,  como 
ayriba  se  dijó,  para  que  pasasen  en  España  con  sus 
gentes  y  les  ayudasen.  Lo  cual  sin  mas  dilación  ellos 
hicieron  y  ca  por  mar  Ueyaron  á  Cartagena  nueve  mil 
hombres  de  su  nación ,  donde  Asdrubal  se  apercebia 
para  la  guerra.  Gneio,  alegre  con  las  victorias  pasa- 
das ,  no  con  menor  cuidado  pasó  el  invierno  en  la 
Bética,  ^e  hoy  es  Andalucía.  Con  tanto  al  principio 
del  ano  que  se  contaka  de  Roma  54á ,  los  unos  y  ios 
otms  salieron  en  campaña.  Vinieron  á  las  manos  en 
aquellas  comarcas  de  Andalucía  con  el  mismo  coraje 
y  denuedo  que  antes :  el  suceso  fue  el  mismo ,  1^  ma- 
tanza algún  tanto  mayor,  ca  ochó  mil  hombres  del 
ojórcito  cartaginés  y  casi  todos  del  número  de  los  ga- 
llos quedaron  en  el  campo  tendidos  con  sus  capitanes 
Givismaro  y  Menicato,  que  con  deseo  de  mostrar  su 
valentía  con  gran  denuedo  y  alegría,  como  suele 
aquella  gente ,  se  metieron  muy  adelanta  en  la  pelea. 
Después  desta  victoria  los  romanos  revolvieron  so- 
bre Sagunto  y  Ir  tomaron  al  fln  por  fuerza ,  pasados 
sois  anes  después  que  fue  ganada  y  arruinada  p^r  los 
cartagineses.  Vivian  todavía  algunos  de  los  foragidos 
de  aquella  su  patria,  que  fueron  en  ella  restituidos,  y 
la  ciudad  de  Turdeto  ( la  principal  causa  de  aquellos 
danos)  echada  por  el  suelo  y  allauada.  Sud  campos 
entregaron  á  los  de  Sagunto ,  y  á  los  turdetanos  ven- 
dieron en  pública  almoneda:  que  fue  por  la  vensanza 
alguna  consolación  del  dolor ,  y  recompensa  ae  las 
injurias  que  los  de  Sagunto  por  su  ocasión  recibieran. 
Por  el  cual  tiempo  de  Italia  vinieron  nuevas  que  Ar- 
óos, ciudad  de  la  Pulla,  la  cual  después  de  la  rota  de 
Cannas  &ltó  y  se  pasó  á  Aníbal^  rué  tomada  por  el 
esfuerzo  del  cónsul  Quinto  Fabio :  j  juntamente  mil 
españoles  que  tenia  díe  guarnición ,  por  grandes  pro- 
mesas oue  les  hicieron,  mudaronpartido(l)  y  siguie- 
roD  el  de  Roma :  principio ,  aunque  pequeño,  oue  dio 
esperanza  á  los  romanos  de  desnacer  por  aquel  cami- 
no al  orgulloso  enemigo,  y  les  puso  en  pensamiento 
como  lo  hicieron  de  escribir  á  los  SciwioQes  que  lo  mas 
en  breve  que  ser  pudiese  enviasea  á  Italia  algunos  se* 
ñores  españoles  piíra  por  su  medio  granjear  los  demás 
españoles  que  andaban  en  el  campo  ue  Aníbal;  en 
cuyo  valor  entendían  consistía  la  mayor  fuerza  y  es- 
peranza délos  cartagineses  sus  enemigos. 

CAPITULO  XVIf. 

De  una  nueva  guerra  que  se  emprendió  en  AArica. 

Pon  el  mismo  tiempo  en  África  se  encendió  una 
nueva  y  larga  guerra  con  esta  ocasión.  Asdrubal  hijo 
de  Gisgon  dejoen  Cartago  una  hija  llamada  SoXonisba 
en  edad  de  casarse.  Sus  partes  y  prendas  muy  aven- 
tajadas movieron  á  Sifaz,  rey  que  era  de  los  numidas, 
á  pedilla  por  mujer.  T  como  el  senado  se  escusase  con 
la  ausencia  de  su  padre.,  entendió  el  bárbaro .  y  no  se 
engañaba,  que  aquella  reapuesta  era  despioiente.  y 
que  DO  se  la  querían  dar.  Es  el  amor  muy  sentido: 
túvose  por  agraviado ,  y  determinó  Vengarse  con  las 
armas,  la  siUa  de  su  imperio  y  señorío  era  la  ciudad 
de  Siga  puesta  en  las  marinas  de  África ,  enfrente  de 
nu(»tra  Malaga :  sus  tierras  á  la  parte  del  Poniente  se 
esiendian  hasta  Tánger  y  el  mismo  mar  Océano ,  y 
por  la  parte  que  sale  el  sol,  tenia  por  aledaños  las 
tierras  de  Cartago:  solo  quedaba  en  medio  del  reino 
de  Gala.  Con  él  ae  ordinario  tenía  Sifoz  guerra  sobre 
los  confines  y  fronteras  con  sucesos  diversos  y  dife- 

(f )  Livio  no  dice  sino  que  :  Los  Es^pafioles  también ,  que 
eno  poeo  menos  de  mil  hombres ,  despaes  de  haber  pactado 
úoÍG^meate  que  la  gtaraiciou  cariaginesa  uldria  libre  de  la 
piau  ña  que  en  esto  interviniere  engaüo  alguno ,  se  pasaron 
al  partido  del  cúnsuL 

TOMOI. 


f  rentes  trances.  Tenia  Gala  un  hijo  por  nombre  Hasi- 
nissa,  mozo  de  grandes  esperanzas»  en  fuerzas,  yalpr 
V  ingenio  aventajado. .  Pretendía  Sifaz  hacer  primeria 
la  guerra  y  cargar  sobre  Gala  que  tenia  pocas  tierras» 
y  mas  se  sustentaba  con  la  sombra  de  Cartago,  que 
con  sus  propias  fuerzas.  Parecíale  buena  coyunjtura 
para  su  empresa  por  estar  los  de  Cartago  embarazados 
a  un  tiempo  con  dos  guerras  muy  pesadas ,  la  de  Ita- . 
lia  y  la  de  España.  Estaba  con  esta  resolución,  cuan- 
do le  llegaron  tres  embajadores  aue  los  Scipiones 
desde  España  le  despacharon  para  decirle  de  su  parte 
que  haría  una  cosa  muy  agradable  al  senadp  romano» 
SI  se  aliase  con  ellos,  y  juntadas  sus  fuencas  diese  á 
Cartago  una  nueva  guerra  en  África  para  dividille  las 
fuerzas  en  muchas  partes ,  y  que  no  fuese  bastante 
para  acudir  á  todo. 

Con  esta  embajada  se  encendió  Sifoz  mas  en  el 
propósíto.que  tenia  :  razonó  con  los  embajadores ,  y 
trató  muy  á  la  larga  de  diversas  cosas  :  con  Íanto\ 
quedó  atícionado  á  la  amistad  de  los  romanos:  y  por 
entender  cuan  rudos  eran  los  de  Afríca  en  las  cosas  de 
la  guerra  comparados  con  la  milicia  romana,  pidió  por 
lo  que  debían  á  la  amistad  comenzada ,  que  volviendo 
los  dos  con  la  respuesta ,  el  tercero  quedase  en  su 
compañía  para  instruir  y  ejercitar  ia  infantería  d^^ 
aquel  reino,  parte  de  milicia  de  que  los  numidas  de' 
todo  tiempo  carecían ,  que  solo  usaban  de  gente  á 
caballo.  Otorgóse  al  rey  lo  que  pedia,  que  Quinto  Ser- 
torio  quedase  con  iél ;  pero  con  tal  condición  que  los 
Scipiones  lo  tuviesen  por  bien  ^  lo  aprobasen.  Súpose 
en  Cartago  el  intento  de  los  Scipiones;  y  para  acudir 
á  su  pretensión  y  á  la  de  Sifaz  acordaron  de  servirse 
del  rey  Gala,  su  aliado.  F^e  nombrado  por  capitán  de 
aquella  guerra  Masinissa,  mozo  como  queda  dicho  de 
grandes  prendas,  y  adelante  muy  faxnoso  por  la  amis- 
tad oue  tuvo  hasta  la  muerte  con  los  romanos,  el  cual . 
siái  (ulacíon ,  juntado  que  bobo  así  sus  gentes ,  cómo- 
las  que  los  cartacineses  le  enviaron,  salió  á  verse  con 
el  enemigo.  DióTe  la  batalla  en  que  le  mató  treinta, 
mil  hombres,  y  á  él  forzó  á  huirse  á  los  maurusion,' 
que  era  una  cmdad  ó  comarca  en  lo  postrero.de  su 
reino ,  por  ventura  donde  ahora  está  Marrqecos.  Y- 
como  juntadas  huevas  gentes  pretendiese  pasar  en 
España ,  con  otra  batalla  que  le  dio ,  le  quebrantó  de, 
lodo  punto  las  alas.  Hay  quien  diga,  que  sin  embargo 
Sifaz  pasó  en  España  para  tratar  en  presencia  condos 
Scipiones  la  manera  que  se  debía  tener  en  hacer  la. 
guerra,  y  que  dejaron  de  contar  este  viaje  Tito  Livio 
y  Plutarcho,  como  no  es  maravilla  que  en  tan  grande 
muchedumbre  de  cosas  se  olvide  algo. 

Estas  cosas  sabidas  en  España ;  cpmo  congojaron  ¿ 
los  romanosj  asi  bien  por  el  contrario  acarrearon  gnu[i 
alegría  al  general  carta^nes.  Parecióle  buena  ocasión 
de  apretar  á  los  romanos,  cuyo  partido  que  se  iba 
antes  mejorando,  tornaba  de  nuevo  á  eropeorarr>e. 
Estaba  ya  cercano  el  invierno;  por  esto  determinaron 
los  cartagineses  de  concertarse  para  el  año  siguiente 
en  los  celtiberos,  gente  feroz  y  brava,  y  convidallos 
con  ^ande  sueldo  para  que  los  ayudasen.  Fueron  los 
Scipiones  avisados  destas  pláticas :  ganaron  por  la 
mano,  y  con  ofrecerles  mayores  preinios,  como  gente 
oue  se  vendia  por  dineros ,  los  mantuvieron  en  su 
devoción,  principalmente  que  los  honraron  en  que  no 
anduviesen  en  escuadrones  aparte ,  ni  en  los  reales 
como  antes  era  de  costumbre  tuviesen  sus  alojamieor 
tos  distintos,  sino  que  anduviesen  mezclados  con  los 
romanos  debajo  de  las  mismas  banderas.  Todo  se 
enderezaba  so  color  de  honra  á  asegurarse  mas 
dellos. 

En  particular  para  que  hicieseu  que  los  demás  es- 
j>anolcs  desamparasen  á  Aníbal,  enviaron  trescientos 
dcllos  áRoma,  que  llegaron  allá  por  el  mar,  principió 
del  año  siguiente,  que  se  contó  542  án  la  fundación 
de  Roma.  En  ehle  tiempo  cuatro  naves  enviadas  de 
Roma  con  vituallas  y  dinero  suplieron  la  falta  que  sus 

13* 


^^  «ibliotm:a  iiK 

ejércitos  éii  Espai»  tenían.  Pero  lo  qaa  mas  los  animó 
y  aÍe§Tó,  fae  entender  que  Hannon  (el  cual  fuera 
enviado  desde  Cartazo  á  Italia,  v  hechas  nuevas  levas 
de  gente  en  la  Liguria  y  en  la  Galía ,  rompía  por  Ita- 
lia para  juntarse  con  Aníbal ,  que  se  hallaba  ufano 
per  haberse  apoderado  al  mismo  tiempo  de  la  ciudad 
de  Taranto)  fue  en  la  Marca  de  Ancona  con  todas  sus 
gentes  vencido  y  desbaratado.  En  Sicilia  la  ciudad  de 
Siracusa  de8i>ues  de  la  muerte  de  Rieron ,  y  de  la  que 
dieron  á  su  nieto  lerónimo  sus  mismos  vasallos^  como 
quier  que  estuviese  dividida  en  bandos  y  últimamente 
bebiese  venido  á  poder  de  los  cartamneses,  Marco 
Marcello  con  un  cerco  que  sobre  ella  tuvo  de  tres 
años ,  la  redujo  y  puso  en  la  obediencia  de  los  roma- 
nos ;  ayudóle  Merico  español ,  ^ue  con'  quinientos 
soldados  de  guarnición  la  defendió  todo  aquel  tiempo 
por  Cartago ,  y  entonces  se  determinó  de  entregalia 

51  capitán  romano,  que  la  entró  por  fuerza,  y  puesta 
saco ,  se  hizo  gran  matanza  de  los  ciudadanos. 

CAPITULO  XVIIL 

Como  los  Scipiones  fueron  muertos  en  España* 

El  premio  que  se  dio  á  Masinissa  por  la  victoria  que 
sanó  contra  Sifaz ,  su  competidor,  fue  dalle  por  mu- 
jer á  Sofonisba.  El  movido  por  el  nuevo  jparentesco, 
y  con  deseo  de  avudar  á  su  suegro ,  el  mismo  verano 
desembarcó  en  el  puerto  de  Cartagena  con  siete  mil 
africanos,  y  setecientos  caballos  numídas  ó  alárabes. 
Asimismo  Indibil ,  hermano  de  Mandonio ,  tenia  para 
el  mismo  efecto  levantados  cinco  mil  hombres  en  los 
pueblos  que  llamaron  suessetanos,  aparejado  y  presto 
para  mover  en  ayuda  de  los  mismos  luego  que  le  fue- 
se avisado.  Algunos  entienden  que  estos  pueblos  eran 
en  aquella  parte  de  Navarra  donde  hoy  está  Sangüesa 
á  la  ribera  del  rio  Aragón ,  villa  que  como  se  muestra 
por  los  privilegios  de  los  reyes  antiguos  se  llamaba 
Suessa;  y  sospechan  que  tomó  este  nombre  de  los 
'huercos,  que  en  latín  se  llaman  Suei:  ca  no  hay 
duda  sino  que  en  los  pueblos  comarcanos  que  se  lla- 
maban lácetenos ,  donde  hoy  está  Jaca ,  hoto  de  todo 
tiempo  muy  buena  cecina  desta  carne ,  y  aun  en  el 
nuestro  tienen  mucha  fama  los  pemiles  de  aquella 
comarca. 

Pues  como  los  cartagineses  se  hallasen  apercebidos 
de  tantas  ayudas ,  fueron  los  primeros  que  partidos 
de  Cartagena  salieron  en  campaña  la  vuelta  del  Anda- 
lucia  con  su  campo  dividido  en  dos  partes.  La  una 
dolías  guiaba  Asorubal  el  Barchino :  de  los  demás 
iban  por  capitanes  Magon,  Masinissa  y  el  otro  Asdm- 
bal  su  suegro.  Los  Scipiones  asimismo  con  muchos 
socorros  que  les  vinieran  de  Italia,  y  en  parricular 
confiados  en  tremta  mil  celtíberos  que  tenían  á  su 
sueldo,  partieron  de  sus  alojamientos  con  resolución 
de  pelear  con  et  enemigo  va  tantas  veces  por  ellos 
vencido.  Gneio  con  los  celtíberos  y  la  tercera  parte  de 
tos  soldados  romanos  seencarsóde  combatir  á  Asdru- 
bal ,  y  con  este  intento  asento  sus  reales  cerca  de  los 
del  enemi  go ,  y  no  lejos  de  la  ciudad  Anatorgis  y  de 
un  río  que  pasaba  por  medio  y  dividía  los  dos  campos. 
Publio  mo  viócontra  losdemas  caudillos  cartagineses, 
para  que  vencido  Asdrubal  (como  lo  tenían  por  hecho) 
no  huyesen  ellos  y  se  salvasen  por  los  bosques  cerca- 
nos y  por  las  selvas ,  antes  como  cercados  con  redes 
lodos  pereciesen  juntamente :  tanta  confianza  engen- 
dra muchas  veces  la  prosperidad  continuada ;  pero 
sucedió  todo  muy  al  revés ,  ca  por  astucia  de  Asara- 
bal  y  con  el  conocimiento  y  trato  que  tenia  con  aque- 
lla gente,  los  celtíberos  fácilmente  se  dejaron  persua- 
dff  que  desamparasen  al  capitán  romano ,  y  levanta- 
das de  repente  sus  banderas  se  volviesen  á  sus  casas. 
Para  hacello .  damas  desto  hobo  ocasión  de  una 
nueva  que  se  divulgó ,  y  fue  que  la  parte  de  aquellos 
que  favorecía  á  los  cartagineses,  tomadas  tas  armas, 
saqueaban  las  haciendas  de  los  que  seguían  á  los  ro- 


GASrAft    r    KOIG. 

manos.  Gneio,  despojado  de  aquella  parle  de  sus 
fuerzas ,  por  quedar  menos  poderoso  que  el  enemigo 
determinó  retirarse:  ¿porque  á  (|ué  profiósito  con  te- 
meridad despeñarse  en  su  perdición  manifiesta?  ni  es 
muchas  veces  de  menor  ánimo  escusar  la  palea ,  aue 
aceptalla.  Lo  que  sabiamente  tenia  acordado,  desba- 
rato otra  fuerza  mas  alta:  porque  Publio,  acosado  de 
la  caballería  de  Masinissa,  que  no  cesaba  de  escara- 
muzar delante  sus  reales ,  y  por  recelarse  que  si  In- 
dibil, de  quien  se  decía  que  venia,  se  juntaba  con  los 
demás,  no  seria  bastante  para  contrastar  á  tantas 
fuerzas ,  tomó  un  consejo  líeligltrao ,  y  fue  que  se  de- 
terminó de  salir  al  encuentro  i  Indibil .  y  atajalle  el 
camino ,  dado  que  en  lo  demás  era  liombre  no  menos 
recatado  que  valiente;  pero  la  fortuna  ó  fuerza  mas 
alta  ciega  á  I05  que  quiere  despeñar.  Dejó  pues  en  ios 
reales  una  pequeña  guarnición ,  y  él  de  ñocha  salió 
con  sus  gentes  á  hacer  lo  que  pensaba. 

No  ignoraron  esta  intento  los  enemigos.  Hablan  ya 
llegado  los  romanos  á  vista  de  los  suessetanos ,  y  ya 
tarde  se  comenzaron  á  trabar  con  ellos ,  cuando  Ma- 
sinissa con  su  venida  turbó  á  los  romanos  que  llevaban 
lo  mejor,  y  finalmente  los  venció.  Muchos  fueron 
muertos  por  la  caballerfa.  y  el  mismo  general  Publio; 
losdemas  se  pusieron  en  huida :  en  el  alcance  fue  aun 
mayor  la  matanza.  Algunos  pocos  cubiertos  de  la  os- 
curidad de  la  noche ,  parte  se  recogieron  á  las  guar- 
niciones cercanas  de  los  romanos  y  á  la  ciudad  de 
Illíturgo,  parte  á  los  reales  donde  calieron.  Los  carta- 

g 'ceses ,  alegres  con  esta  victoria ,  á  gran  priesa  se 
eron  ¿juntar  con  Asdrubal  el  Barchino.  Por  esta 
ocbsion  Gneio  comenzó  á  sospechar  que  su  hermano 
Publio  debía  Eer  muerto :  ca  tenia  por  cosa  cierta  que 
si  él  fuera  vivo  y  quedara  salvo,  no  se  hobieran  jun- 
tado todos  los  cartafríneses.  Sentía  otrosí  en  su  cora- 
zón una  estraordinaría  tristeza ,  bien  así  como  suele 
acontecer  á  los  que  ha  de  suceder  algún  mal ,  como 
pronóstico  de  su  daño :  tanto  mas  se  confirmó  en  la 
resolución  oue  tenia  de  retirarse,  y  así  de  noche  sin 
ruido  salió  ae  sus  reales.  AI  alba  conocieron  los  car- 
tagineses que  los  romanos  eran  partidos.  Enviaron 
delante  los  caballos  alárabes  para  que  picasen  la  re- 
taguardia ,  y  con  tanto  entretuviesen  al  enemigo  hasta 
tanto  que  los  capitanes  cartagineses  llegasen  con  el 
cuerpo  del  ejército. 

Gneio,  viendo  que  los  suyos,  por  e!  gran  miedo 
que  les  entrara ,  ni  se  movían  á  pelear  por  ruegos  ni 
por  amonestaciones,  ni  por  su  autoridad ,  determinó 
aventajarse  en  el  lu^^ar,  y  tomar  un  altozano  que  cerca 
se  empinaba.  La  subida  fue  fácil,  mas  no  tenían  apa- 
rejo ,  ni  materia  almina  para  hacer  foso  ni  otros  repa- 
ros por  ser  el  &uelo  duro  á  manera  de  piedra.  Hizo 
pues  poner  los  bastos  y  el  bagaje  como  por  valladar  y 
trinchera ,  reparo  lijero  para  tan  ^rave  peligro ,  pero 
que  detuvo  algún  tienpo  al  enemigo ,  maravillado  de 
los  romanos,  cuyo  estuerzo  é  inoustría  aun  en  tan 
grave  trance  no  desfallecía.  Acudieron  los  capitanes, 
y  reprendida  la  cobardía  de  sus  soldados ,  entraron 
por  luerza  los  reales.  Allí  los  pocos  rodeados  de  mu- 
chos ,  y  mas  vencidos  del  temor ,  fácilmente  fueron 
destrozados.  El  mismo  Gneio  dndoque  en  aquel  tran- 
ce hizo  oficio  de  gran  capitán  y  de  valiente  soldado, 
pereció  con  los  demás :  varón  singular  y  que  gobernó 
a  España  muchos  años,  y  fue  el  primero  de  los  roma- 
nos que  con  su  buena  traza  y  afabilidad  ganó  el  favor 
y  voluntad  de  los  naturales. 

Algunos  pocos  por  los  montas  y  espesuras  por  don- 
de á  cada  cual  guió  el  miedo  ó  la  esperanza,  fueron  ¿ 
parar  á  los  r«ües  de  Publio  Scipion ,  que  por  ventura 
sospechaban  estaba  salvo;  pero  hallaron  qua  Tito 
Fontttio ,  su  lugarteniente ,  quedaba  en  ellos  coiruna 
pequeña  guarnición.  Dióse  esta  batalla  cerca  del  rio 
Segura  y  de  un  pueblo  llamado  liorcis,  que  hoy  se 
entiende  sea  Lorquin  en  el  reino  de  Murcia.  Los  de 
Tarragona  tienen  por  averiguado  que  un  torrajon  que 


mSTOBIA 

está  puestoenfirenU  d«  aqaeUa  ciudad,  es  el  sepulcro 
de  los  Sciinones ,  donde  se  ven  dos  estatuas  de  mar- 
mol mal  entalladas ,  puestas  como  dicen  en  memoria 
de  los  Scipiones.  Pudo  ser  que  pasasen  allí  sus  ceni- 
zas,  ó  por  ventura  los  naturales  y  los  soldados  para 
maestra  del  mucho  amor  que  les  tenían ,  dado  que 
los  cuerpos  no  estuviosen  allí ,  levantaron  aquella 
menooria  cerca  de  la  ciudad  principal  donde  era  el 
asiento  del  ^biemo  romano ,  á  manera  de  cenotafio, 
qoe  es  lo  mismo  que  sepulcro  vacío ,  como  se  ven  en 
otras  partes  muchas  memorias  semejantes. 

CAPITULO  XIX. 

Como  Lacio  Marcío  reprimió  el  atrevimiento  de  Jos 

cartagineses. 

El  desastre  de  los  Scipiones  fue  ocasión  de  gran 
mudanza  en  las  cosas,  y  cayera  de  todo  punto  en  Es- 
paña el  partido  de  los  romanos,  si  no  le  sustentara  el 
principio  la  osadía  de  Lud^ecio  Marcio ,  y  después  le 
adelantara  el  valor  grande  dePublioCorneitoScipion, 
que  fueron  el  todo  para  que  no  se  perdiese  el  resto 
segon  que  amenazaban  los  grandes  torbellinos  que  se 
levantaron.  Falta  comunmente  la  lealtad,  y  desampa- 
ran los  hombres  á  los  que  ven  ser  de  adversidad  tra- 
bajados, como  sucedió  en  esta  ocasión  enE^paüa:  ca 
k»  castólonenses  fueron  los  primeros  oue  cerraron 
Us  puertas  á  los  romanos  gue  después  ae  aquel  de- 
sastre se  recogieron  á  su  ciudad.  Los  de  Illiturgo  pa- 
saron adelante,  porque  después  de  recibidos  los  ma- 
taron. Con  el  ejemplo  destas  ciudades  no  hav  duda 
sino  que  otros  muchos  pueblos  mudaron  partido:  ha- 
llábanse rodeados  de  tantos  danos  en  un  tiempo ,  asi 
los  que  con  Tito  Fonteio  quedaron  en  guardia  de  los 
reales ,  como  los  demás  que  se  acogieron  á  ellos;  por 
esto  á  grandes  jornadas  se  volvieron  de  la  otra  parte 
del  rio  Ebro.  Acorrióles  en  este  aprieto  Lucio  Marcio, 
hijo  de  SepUmio ,  caballero  romano ,  mozo  de  mucho 
valor ,  y  que  en  el  ejército  de  Gneio  Scipion  fuera 
capitán  de  una  de  las  principales  compañías ,  y  tam- 
bién tribuno:  juntó  un  grueso  escuaoron  así  de  las 
guarniciones  romanas ,  como  délos  que  á  él  se  reco- 
gieron después  de  las  rotas  ya  dichas,  y  con  él  fué  á 
dar  socorro  á  los  demás. 

La  alegría  que  con  su  venida  recibieron  los  solda- 
dos fue  tan  grande  oue ,  tratando  de  nombrar  capi- 
tán fjeneral  en  lugar  de  los  muertos,  por  voto  de  toaos 
le  eligieron  para  el  tal  cargo.  Pudiera  pretenderle  el 
mismo  Fonteio  y  agraviarse  de  los  soldados ;  pero  la 
borrasca  reprime  la  ambición ,  y  el  miedo  no  aa  lugar 
á  los  demás  afectos  desordenados  cuando  es  grande, 
antes  los  enfrena.  Verdad  es  que  toda  aquella  alegría 
en  breve  se  enturbió  y  trocó  en  mayor  tristeza  con  el 
aviso  qne  les  vino,  es  á  saber  que  Asdrubal  pasado  el 
rio  El¿o  se  apresuraba  para  cargar  sobre  ellos,  y  que 
ya  llegaba  muy  cerca  y  tras  él  Magon  que  por  las  mis- 
mas pisadas  le  seguia.  Fue  esta  nueva  para  ellos  muy 
triste:  teníanse  por  perdidos ,  parecíales  que  la  for- 
tuna aun  no  estaba  harta  do  la  sangre  romana.  Con 
esto  unos  encomendaban  sus  deudos  á  sus  amigos»  j 
hacían  testamentos  de  palabra ,  apropósitoque,  si 
ú^ano  escapase,  llevase  á  sus  casas  las  nuevas,  y 
avisase  de  su  última  voluntad,  otros  lloraban  su  mala 
suerte  y  triste  hado,  todos  renegaban  y  se  malde- 
cían. No  habia  quien  diese  oídos  alas  amonestaciones 
de  Marcio,  antes  como  atónitos  estaban  suspensos, 
los  ojos  puestos  en  tierra,  y  aun  los  mas  encerrados 
en  sus  tiendas. 

En  el  entre  tanto  el  enemigo  llegaba  á  vista  de  los 
reales,  y  se  acercaba  ¿  los  reparos  y  al  foso.  Con  la 
*^sta  de  los  estandartes  cartagineses,  mudado  el 
miedo  en  coraje ,  bravos  como  unos  leones  acuden 
los  romanos  todos  con  sus  armas  á  la  defensa  y  á  las 
trincheras:  rebaten  los  enemigos,  y  no  contentos 
con  esto,  salen  con  gran  rabia  y  furor  contra  ellos^ 


El  descuido  de  los  cartagineses,  y  la  conflanza,  hija 
de  la  prosperidad  y  4  las  veces  causa  y  madre  tiel  de- 
ta^tre ,  dió  la  vida  A  los  romanos :  ca  el  atrevimiento 
no  pensado  hizo  maravillar  y  amedrentó  á  los  vence- 
dores de  tal  suerte,  que  sin  tardanza  volvieron  las 
espaldas.  Marcio  no  quiso  seguir  el  alcance  por  mie- 
do de  alguna  celada;  antes  contento  con  haber  muer- 
to algunos  en  la  huida  y  conGrmado  el  ánimo  de  los 
suyos ,  dió  señal  de  recogerse ,  y  se  volvió  á  sus  es- 
tancias con  los  suyos ,  dado  que  mal  enojados ,  y  ({ue 
amenazaban  claramente,  pues  dejaba  tal  ocasión 
de  vengarse,  cuando  Marcio  quisiese  ellos  no  le 
acudirían. 

Los  cartagineses  otrosí  no  poco  se  maravillaron  de 
ver  recogerse  ios  romanos,  pero  como  lo  echuen  á 
temor,  no  hicieron  caso  de  barrear  sus  estancias: 
este  descuido  convidó  á  Marcio  para  probar  otra  vez 
ventura ,  y  con  alguna  encamisada  dalles  una  mala 
trasnochada.  Además  que  era  forzoso  aventurarse 
antes  que  Magon  llegase  á  juntarse  con  Asdmbai: 
.  que  juntados  los  dos,  no  les  quedara  i  los  romanos 
esperanza  de  jpoderse  salvar.  Era  menester  usar  de 
presteza :  aviso  pues  Marcio  á  los  soldados  en  pocas 
palabras  de  lo  que  pretendía  hacer ;  con  tanto  man- 
dóles que  fuesen  á  reposar ,  y  á  la  cuarta  vela  los  sacó 
animados  y  alegres,  porque  de  la  cabeza  de  Marcio, 
cuando  les  razonaba,  vieron  resplandecer  una  llama, 
cosa  que  ellos  tomaron  á  buen  agüero.  Estaba  el 
campo  de  Asdrubal ,  distante  de  los  reales  de  Magon, 
solas  seis  millas,  aue  hacen  como  seis  leguas  y  media, 
y  en  medio  un  valle  de  mucha  arboleda,  aonde  Marcio 
puso  tres  compañías  de  respeto  para  todo  lo  que  su- 
cediese, con  algunos  caballos.  Marchaban  los  demás 
soldados  sin  hacer  ruido  j  á  la  sorda:  por  esto  y  por 
estar  los  contrarios  descuidados,  sin  velas,  sin  cuer- 
po de  guarda ,  entran  en  ios  reales  de  Asdrubal  sin 
alguna  resistencia :  la  matanza  que  hicieron  fue 
grande  en  los  que  estaban  desarmados ,  desc  uidados 
y  durmiendo:  pocos  se  salvaron  por  los  pies,  muchos 
mas  pretendieron  acogerse  á  los  otros  reales  que  cer- 
ca estaban ;  pero  dieron  en  la  celada ,  donde  fueron 
los  dos  muertos;  en  fin ,  el  menosprecio  del  enemigo 
fue  causa',  como  suele ,  de  su  perdición. 

Entrados  los  reales  de  Asdrubal ,  con  el  mismo  va- 
lory  ánimo  se  dieron  priesa  para  desbaratará  Magon^ 
que  no  sabia  nada  del  dallo  de  los  suyos  ni  de  la  ma- 
tanza. El  sol  era  ya  salido  cuando  llegaron  á  las  es- 
tancias de  Magon :  arremetieron  denodados ,  y  con 
la  misma  felicidad  en  un  punto  de  tiempo,  antes  que 
los  enemigos  se  pudiesen  apercebir  á  la  defensa,  los 
entraron.  Peleóse  fuertemente  dentro  de  los  reparos 
hasta  tanto  que  vistas  en  los  pavesesy  en  las  espadas 
de  los  romanos  las  señales  de  la  matanza  pisada ,  los 
de  Magon  se  desanimaron ,  y  perdida  toda  esperanza 
de  la  victoria ,  se  pusieron  en  huida.  Degollaron  en 
loados  rebates  treinta  y  siete  mil  enemigos  (i),prcn- 
dieron  casi  dos  mil:  el  botin  y  despojo  fue  muy  gran- 
de. Los  capitanes  cartagineses  escaparon  á  uña  de 
caballo,  que  fue  lo  que  solamente  faitó  para  que  esta 
victoria  no  se  igualase  con  la  pérdida  y  daño  pasado. 
La  nueva  deste  suceso  tan  alegrO'  lle^  á  Roma  por 
principios  del  año  q[ue  se  contaba  de  su  fundación  543 
con  cartas  de  Marcio:  dondo  perqué  sin  orden  del  se- 
nado sollamaba  teniente  de  pretor  ó  gobernador  mu- 
chos se  ofendieron;  pero  respondieron  en  lo  que 
pedia  en  sus  cartas  del  trigo  y  vestidos,  que  e!  senado 

( i )  Los  historiadores  anti^os  no  convienen  ni  en  el  nú- 
mero de  muertos  ai  és  los  pnsioneros.  Mariana  parece  que 
fiffoe  la  de  Claudio,  que  tradujo  del  griego  al  latín  los  anales 
Adlíanoe.  Ea  el  eampe  cartaginés  se  encontró  un  escudo  de 
plata  con  la  imagen  de  Asdrobil  Barchioo  oue  penba  ciento 
treinta  y  ocho  libras,  el  cual  se  colgó  en  el  Capitolio  como 
un  aMmamento  de  la  victoria  qne  Marcio  habia  conseguido  de 
loa  cartagineses,  por  coya  nxon  se  llamó  escudo  Nardo,  y 
se  conservó  hasta  la  quema  de  aquel  templo. 


56 


BIBLIOTECA  DE 


tendría  cuidado ,  ain  dalle  titulo  en  las  cartas,  y  i!i 
llaimUé  teniente  de  gobernador.  Con  lo  cual  y  con 
noriibrará  Claudio  Nerón  para  que.  acabada  la  guer- 
ra de  Gapua  en  oue  estaba  ocupado ,  pasase  en  Es- 
pañacon  once  mil  peones  y  mil  y  cien  caballos  de  so- 
corro:  de  callada  reprendieron  lo  que  de  Marcio  y  los 
soldaaos  hicieran  en  dalle  y  aceptar  aquel  nombre; 
que  vicio  es  propio  de  nuestra  naturaleza  ser  benig- 
nos en  el  temor,  y  después  de  la  Tictoría  olyidarse. 

Aníbal  sm  dudui  por  aquel  suceso,  y  por  la  resolu- 
ción que  tomaron  los  romanos ,  comenzó  á  perder  la 
esperanza  de  salir  con  su  intento:  pues  vela  que 
tenían  tan  grande  ánimo,  que  se  determinaban  de 
enviar  ayuda  en  España  sm  embargo  que  llegó  el 
enemigo  tan  poderoso  á  las  puertas  de  su  ciudad. 
Porque  Aníbal ,  después  que  tomó  á  Taranto,  acudió 

Íara  hacer  alzar  el  cerco  que  los  romanos  tenían  so- 
re  Gápua;  y  echado  de  allí,  pasó  tan  adelante,  que 
asentó  ana  reales  á  tres  millas  de  Roma ,  que  fue  una 
grande  resolución.  Hizose  Nerón  á  la  vela  en  Pozol, 
«urgió  con  su  armada  junto  á  Tarragona :  de  allí  con 
su^  {lentes  y  tas  de  Marcio  y  de  Fonteio  sin  tardanza 
movió  ta  vuelta  de  Andalucía  en  busoa  de  Asdrubal, 
qne  en  los  pueblos  ausetanos  (i)  tenia  sus  aloja- 
mientos á  las  Piedras  Negras ,  nombre  de  un  bosque 
que  había  entre  Illíturgu  y  Mentísa :  entiéndese  que 
Mentísa  es  Montízon  ó  Gazorla.  Púsose  Nerón  en  las 
estrechuras  por  donde  el  enemigo  forzosamente  ha- 
bía de  pasar.  Acudió  Asdrubal  a  sus  mañas ,  y  con 
mostrar  que  quería  concierto ,  gastó  tanto  tiempo  en 
asentar  las  condiciones,  que  venida  la  noche  sus  sdl- 
4^ado8  pudieron  eaca^  por  la  fragura  ,de  aquellos 
montes:  con  que  el  general  romano  aunque  tarde 
conoció  su  engaño  y  la  astucia  cartaginesa,  y  desea- 
ba la  bataHa,  cairo  trance  los  cartagineses  hechos 
mas  recatados  huían  con  todo  cuidado. 

CAPITULO  XX. 

Como  Publlo  Scipion  tomó  á  Cartagena. 

En  eStte  medio  en  Roma  se  trataba  de  acrecentar 
el  ejército  de  España  y  de  enviarle  un  nuevo  general. 
Juntóse  el  pueblo  para  la  elección ,  como  era  de  cos- 
tumbre. Los  padres  se  hallaban  en  mran  cuidado  por 
no  salir  alguno  á  dar  su  nombre  y  a  pretender  aquel 
cargo  á  causa  de  ser  el  peligro  tan  grande.  Pero  al  fin 
Publío  Cornelio  Scipion  hijo  de  Lucio  Scipion ,  mozo 
de  veinte  y  cuatro  años,  salió  á  ia  demanda,  y  por 
voto  de  todos  fue  nombrado  para  ser  procónsul  de 
España ,  porque  Nerón  no  era  mas  que  teniente  de 
pretor ,  y  solo  hasta  tanto  que  se  proveyese  otro  para 
el  gobierno.  Tenia  grande  valor,  y  mayor  que  su  edad 
pedia,  lo  cual  mostró  bastantemente  cuando  los  man- 
cebos de  Roma  trataban  después  de  la  rota  de  Cannas 
de  desamparar  ¿  Italia :  porque  con  la  espada  desnu- 
da amenazó  en  la  junta  de  dar  la  muerte  al  que  no 
desísjtiese  de  aquel  propósito,  con  que  del  todo  se  tro- 
caron y  mudaron  de  parecer.  Era  tenido  por  hombre 
recto:  crédito  que  él  conservó  diligentemente  con  la 
devoción  que  mostraba  y  afición  al  culto  de  los  dio- 
ses. Ca  después  que  tomó  la  toga ,  que  era  vestidura 
de  varón ,  acudía  muy  de  oHinario  al  templo  de  Jú- 
piter que  estaba  en  el  Capitolio,  y  en  él  hacia  sus  ro- 
gativas y  ofrecía  sus  sacrificios  todas  las  veces  que 
quería  comenzar  algún  negocio  público  ó  particular. 

Diéronle  de  socorro  diez  mil  infantes  y  mfl  caba- 

(1)  Cenata  ooe  loa  Ausetanos  eran  pueblos  de  la  Eepaüa 
Citenor  que  habitaban  en  el  país  de  Víeh  y  Gerona :  en  esta 
sitoacion  101  ponen  Cesar,  PtoKmieo,  Plinío,  y  aune!  mis- 
mo Livío  en  el  primer  libro  de  esta  enterra.  Creemos  rae  es 
preeiao  eonregir  ia  palabra  ausetanos  y  poner  en  so  lucrar 
óretenos  ó  bastetanos ;  porque  había  doe  Mentisas  :  ím  una 
en  los  Oretanos ,  que  boy  es  Montiel ,  y  otras  mas  cerca  de 
IHitoffis  eu  los  Bástetenos.  Piedras  Negru  estaba  entre  Ilti« 
turgts  y  estas  dos  Mentisac. 


GASI'AB  T  IIOIG. 

líos.  Sílano  fué  nombrado  para  suceder  á  Nerón  con 
nombre  de  propretnr.'NomDró  Scipion  por  sus  lega- 
dos ó  tenientes  á  su  hermanó  Lucio  Scipibn  y  á  Cayo 
Lello ,  aquel  de  cuyos  consejos  se  entendió  procedían 
todas  las  hazañas  que  Scipion  acabó  en  toda  su  vida; 

S  vulgarmente  se  uecía  que  Lelio  componía  la  cóme- 
la que  Scipion  representaba.  Con  estas  ayudas  y 
con  estas  gentes  en  una  armada  que  se  juntó  en  Os- 
tia, se  hizo  á  la  vela.  Llegado  á  España  al  fin  del  año, 
dio  gracias  á  los  soldados  por  lo  hecho  con  palabras 
muy  corteses ,  en  particular  á  Marcio  hizo  mucha 
honra  como  la  razón  lo  pedia,  y  le  tuvo  siempre  á  su 
lado  en  su  compañía.  En  el  mismo  año  Marco  Mar- 
cello  entró  en  Roma  con  una  fiesta  que  llamaban  ova- 
ción ^  honra  que  le  concedieron  porque  ganó  la  ciudad 
de  Síracusa.  Llevaba  delante  de  sí  á  Meríco  Español 
con  una  corona  de  oro  en  premio  de  que  le  entregó  la 
ciudad  y  la  guarnición.  A  sus  soleados  dieron  los 
campos  de  Murgancío  en  Sicilia,  que  era  como  dicen 
nuestros  escritores  población  antigua  de  los  espa- 
ñoles. 

El  año  siguiente ,  que  se  contaba  de  la  ciudad  de 
Roma  '44,  Scipion  a)  principio  de  la  primavera  sacó 
sus  huestes  y  tas  de  sus  aliados  con  resolución  de 

{)asar  el  rio  Ebro  y  apoderarse  de  Cartagena,  ciudad 
a  mas  fuerte  de  todas  las  enemigas,  puesta  en  fren- 
te de  África ,  con  un  muy  buen  puerto ,  donde  los 
cartaoineses  tenían  los  rehenes  de  España,  el  ba- 
gage  ue  los  soldados,  las  vituallas,  municiones  y  ai- 
macen.  Acometía  esta  empresa  con  tanto  mayor 
deseo ,  que  sí  salía  con  ella ,  pensaba  echar  ¿  los  ene- 
migos de  toda  España.  No  era  su  pretensión  sin  an- 
damento por  tener  aquella  ciudad  pequeña  guarni- 
ción, y  los  capitanes  cartamneses  estar  con  sus 
gentes  mu|r  lejos,  es  á  saber.  Masón  cerca  de  Cádiz, 
Asdrubal  lujo  de  uisgon  á  la  boca  díe  Guadiana :  el  otro 
Asdrubal  se  hallaba  en  la  Carpentania ,  que  hoy  es  el 
reino  de  Toledo.  Dióse  el  cargo  de  la  armada  romana 
á  Lelio  con  orden  que  á  pequeñas  jomadas  fuese  en 
seguimiento  del  ejército  de  tierra ,  en  que  entre  ro- 
manos y  españoles  se  hallaban  alistados  veinte  y  cin- 
co mil  mfontes  y  dos  mil  y  quinientos  caballos. 

Llegó  Scipion  por  tierra  á  Cartagena  en  siete  dias, 
y  luego  el  día  siguiente  determinó  de  combatir  ia 
ciudad  á  un  mismo  tiempo  por  níftr  y  por  tierra.  El 
que  tenia  la  ciudad  por  Jos  cartagineses,  llamado 
Hagon,  no  se  descuidaba  en  armarlos  ciudadanos, 
repíartir  los  soldados  por  todas  partes ,  poner  á  punto 
los  trabucos  y  ingenios,  sin  olvidarse  de  cosa  alguna 
que  se  pudiese  desear  en  un  diestro  capitán.  Está 
aquella  ciudad  asentada  en  un  ribazo  sobre  el  puer- 
to ,  con  una  isleta  que  tiene  por  frente  y  le  hace  se- 
guro de  todos  los  vientos.  Rodéala  el  mar  por  tres 
partes,  y  la  que  mira  al  Septentrión  y  hacia  la  tierra, 
tiene  la  entrada  empinada ,  demás  que  á  la  sazón  la 
tenían  fortificada  de  una  buena  muralla.  Los  soldados 
de  Scipion  pretendieron  por  allí  efcalar  la  ciudad; 
pero  los  españoles  que  estaban  en  aquel  cuartel ,  con 
^ande  esfuerzo,  no  solo  leAidefendieron  la  entrada, 
sino  con  una  salida  que  hlcícvon ,  los  forzaron  á  reti- 
rarse mas  que  de  paso.  Cargaron  nuevas  compañías 
que  Scipion  enviaba  de  refresco,  coo  que  los  españo- 
les ñieron  forzados  á  meterse  en  la  ciudad.  El  alboro- 
to y  espanto  de  los  de  dentro  por  esta  causa  era  tan 
grande ,  que  en  muchas  partes  dejaron  la  muralla  sin 
defensa.  Con  esta  buena  ocasión  los  soldados  por  mar 
y  por  tierra  se  arrimaron  como  les  era  mandado,  con 
sus  escalas  al  muro.  Ad^ertidps  de  este  peligro  los 
cercados ,  acuden  á  la  defensa  con  gran  dfenuedo ,  y 
con  lanzar  sobre  los  enemigos  piedras  y  todo  género 
de  armas  ofensivas  los  forzaron  á  arredrarse  sin  hacer 
efecto. 

Por  la  parte  de  Poniente  estaba  pegado  con  el 
muro  un  estero:  avisaron  los  pescadores  que  cuando 
bajaba  el  mar,  le  podía  pasar  un  hombre  á  pie.  El 


uisToiuA  la  t. 


gFDBnJronuDO  manda  que  los  soldados,  sibienauD 
nn  liabian  descamado  del  todo ,  ni  eüUban  nlentarkw 
de  la  pelea  pasnda ,  acomelao  por  dos  parlen  lu  mura- 
lla para  que  eüUuido  h»  ite  la  ciudnd  orupadoa  en  dn- 
fMulRT  la  una  parle,  escalen  la  ciudad  por  la  otra,  une 
á  canaa  de  tener  aquel  estero,  estaba  por  allí  mas  Ha- 
ca y  sin  guarda.  Como  lo  manda,  asi  se  hixo,  y  su- 
eefíió  puntualmente  eomo  lo  tenia  trazado.  Entrada 
por  aquella  parte  la  riudad  ,  apoderjninsc  los  sojda- 
ítos  de  la  puerta  mas  cercana ,  y  por  ella  dieron  en- 
trada ala  demás  gente.  Por  donde  en  un  momento 
tue  la  ciudnd  puesta  en  poder  de  los  romanos,  y 
quedaron  señores  de  todo,  porque  tamhíen  Mnpnn 
entrecó  ki  fortaleM  por  no  tener  esperanza  ni  urden 
(te  pooerae  en  «lia  tenor.  El  despojo  Tur  miiv  rico,  tos 
ingenios  de  guerra  muchos ,  las  banderas  <^ue  toma- 
ron sesentavcuatro,  naves  gruesas  que  ae  hallaban 
«n  el  puerto'cargados  de  vituallas  y  mimicinnes ,  »e- 
«enta  j  tres  ( I  y.  los  presos  hasta  diez  mil  fuera  de 
los  esclavos ,  de  los  cuales  pusieron  en  libertad  á  los 
fiudadanos  de  (^rtagonn ;  y  para  que  el  bencricio  fue- 
s«  mas  colmado,  les  volvieron  todos  sus  bienes,  A  pro- 
pAaitorcon  miento  todo  de  ganarlas  vnhmtnilea  de  ku 


naturales.  Los  relíenos  otrosí  parle  entrtaaron  i  kw 
embajadores  de  sub  ciudades,  los  demás  fueron  en- 
tretenidos muy  lionrodamente ,  y  entre  estos  h  mu- 
jer de  Mandonio  y  los  hijos  de  su  liermano  Indibil. 
Asimismo  una  doncella  muylwrmosa.comDquter  míe 
fuese  entregada  á  Scipion  y  presentada  por  los  sola- 
dos ,  apenas  la  quiso  ver  y  hablar  por  quitar  la  oca- 
sión y  Bospecla ,  y  por  tener  entendido  aue  ninguna 
cosa  podia  acarrear  á  su  edad  mayor  peligro  que  loR 
deleites  deshonestos ;  antes  la  matidó  guardar  v  res- 
.tituir  á  un  principal  de  kM  Celtiberos  llamado  Luce- 
yo,con  quieneBtahadeRposBda(2).Nopar(Íenesto. 
sino  qué  le  día  para  aumenln  del  dote  el  oro  que  los 
padres  de  aq^uellii  moia  ofrecían  para  bu  rescate.  Con 
esta  benignidad  y  liberalidad  de  Ul  manera  qu«ló 
prendado  aquel  mancebo ,  que  dentro  de  pocos  dias 
vino  á  senir  á  los  romanos  con  mil  y  cuatrocientos 
cabalkts ,  y  en  ello  continuó  con  miiclio  ««fuerío  v 
lealtad. 

A  tos  soldados  que  entraran  en  la  ciudad  se  dieron 
premios  conforme  ni  valor  qiie  cada  uno  mostrara.  Y 
porijuc  entre  dos  delllos ,  es  &  saber  Sexto  Digicin  v 
Quinlo  Tiherilie  (.1)  había  diferencia  sobre  qnií'n 


dellos  merecía  la  corona  mural ,  que  se  daba  al  que 
priinero  subía  en  el  muro ,  por  estar  todo  el  ejército 
dividido  sobre  el  caso  en  dos  partes,  sentenció  que  se 
debía  á  entrambos ,  y  asi  dio  á  cada  uno  la  suya ,  de 
que  todos  quedaron  muy  pagados.  A  Lclio  en  parti- 
cular dio  una  corona  de  oro,  y  treinta  bueyes  para 
que  kM  saeríricase.  Con  esto,  y  para  que  llevase  h 
Duera  de  que  Cartagena  era  tomada,  le  envió  lucero 
iRoma  en  una  galera  de  cinco  remeros  por  barro  (4), 
en  que  iba  otros!  Habón  y  quince  senadores  de  Cai^ 


H  i  los  dos.  y  no  falla  quien  asienle  que 
a  muan  uu  i|ue  iteeA  la  iMlIfi  y  1i  Xomi ,  h)  que  do  e*  Te- 
rorinil  tiéado  una  plua  lan  importinte,  toerle  y  bien  de- 
tendida. 
(3)  Llvio  le  lliro*  Alnno  y  dice  que  en  principe  de  t< 


la  cneatoria  de  esta  ai 


tago  la  de  África.  Rehicieron  después  y  repararon  Iqs 
muros  de  aquella  ciudad  por  las  partes  que  quedaban 
maltratados.  Todo  lo  cual  concluido,  y  puesta  allí 
una  buena  guarnición  de  soldados ,  Scipion  con  ma- 
—  fama  y  reputación  que  antes  tenia ,  dio  la  vuelLn 


Lelio  llegado  que  fue  A  Roma ,  luego  que  le  dieron 
audiencia  en  el  senado ,  con  un  grande  y  elepnte  ra- 
pista del  peio  de  veinte  y  una  libns  y  se  lo  tcetió  I  Sdpion . 
auien  llevAndolo  i  Roma .  la  perdiA  en  et  HfaAdano  con  parle 
de  lu  equipa-:».  En  el  aDo  1065  unos  pescadores  lu  eauran. 

!pre»entadoalrey  lomandí  poner  en  «u  Bsbiaele.  Ñosotrw 
emos  querido  pretenlsr  la  parte  impartióte  de  >íla  pieu 
tan  nombrada  por  los  anticuario) ,  que  ei  el  grabado  qne  se 

IZ)  Libio  dice  Trebelio. 

(4)  La:i  nivel  trirremes,  caadrirrenea  etc.iellamiban 
asi  porque  tenían  tres,  cuatro  Anas  órdenes  de  remos  anas 
■obre  otros.  La  ene  presentimos  es  trirreme ,  y  estl  tacada 
del  dibnjo  esculpido  en  Is  eolnmna  de  Trejano. 


o8 


BIBLIOTECA  DB 


'/onami<into  qua  hizo,  declaró  cuan  grandes  fuerzas 
se  jes  juntaran  con  la  toma  de  aquella  ciudad ,  ade- 
niasdestü ,  examinados  io8  cautivos,  se  supo  ser  ver- 
dad lo  que  M.  Valerio  Messala  desde  Sicilia  por  sus 
carta^  avisaba;  esa  saber  que  Masinissa  tenia  en 
África  levantados  cinco  mil  caballos  numidas  y  que 
i^acia  junta  de  otras  gentes  africansts  coi)  pensa- 
miento de  volver  á  la  guerra  de  España.  Junto  con 
o!?to ,  que  Asdrubal  Barchíno  estaba  otra  vez  señala- 
do para  pasar  en  (talia  con  aquellas  gentes  de  África 
y  grandes  socorros  de  España :  nueva  que  en  aquel 
pueblo  causó  grande  espauto,  y  puso  á  todo  el  sena- 
do en  grande  cuidado ,  en  especial  que  por  aauellos 
días  en  los  Sainnites ,  parte  de  lo  que  boy  llaman 
Abruzo,  cerca  de  la  ciudad  de  Herdonia ,  Aníbal  les 
dio  una  grande  rola  :  ca  el  pretor  Gneío  Ful  vio  con 
doce  tribunos  (1 )  fueron  muertos,  y  un  grueso  ejér- 
ri-to  destrozado  :  unos  dicen  que  los  muertos  llegaran 
á  trece  mil,  otros  que  fueron  siete  mil. 

CAPITULO  XXI. 
Como  Asdrubal  Barchino  fue  vencido  por  Seipion 

Con  la  toma  de  Cartagena  el  estado  de  las  cosas  se 
mudó  en  España ,  muchos  se  inclinaron  al  partido  de 
los  romanos  :  que  tal  es  la  costumbre  de  la  gente  se- 
guir al  que  mas  puede.  Entre  los  demás  Edesco , 
hombre  de  muy  alio  lugar  entre  los  españoles,  se  pasó 
á  los  romanos  por  haoerle  restituido  mujer  y  hijos 
que  estaban  entre  los  rehenes  ya  dichos.  Manoo- 
iiioy  Indibil  príncipes  de  los  celtiberos  (2)  alcanza- 
ron perdón  de  la  falta  pasada ,  y  con  tanto  fueron 
recioidos  en  gracia.  Tenia  Asdrubal  Barchino  sus 
alojamientDs  cerca  de  Betuion  (3 ) ,  ciudad  según  se 
entiende  puesta  en  lo  que  es  hoy  Andalucía ,  donde 
esUtn  Ubeda  y  Baeza.  Scinion ,  lue^o  oue  el  tiempo 
(lió  lugar  para  elo,  año  de  H  fundación  de  Roma  54o, 
movió  de  Tarragona éCu  su  busca ,  y  en  su  compañía 
Lelio  que  era  ya  vuelto  de  Roma.  Asdrubal  avisado 
del  intento  de  Seipion,  y  desconfiando  asi  del  esfuer- 
zo de  los  suyos ,  como  de  la  voluntad  de  los  españo- 
les que  tenia  consigo,  de  noche  pasó  sus  alolamientos 
á  un  ribazo .  cuyas  raíces  y  halaa  por  la  mayor  parte 
bañaba  y  rodeaba  un  rio ,  que  se  cree  era  Guadalqui- 
vir. Tenia  en  la  cumbre  dos  llanos  :  en  el  mas  bajo 
Í)uso  á  los  numidas  ó  alárabes ,  y  á  los  africanos  y  á 
os  mallorquines ;  en  el  mas  altóse  alojó  el  mismo  ge- 
neral con  la  fuerza  del  eiército.  Ni  la  aspereza  de 
aquel  sitio ,  ni  el  peligro  de  la  si||^ida  espantó  á  Sei- 
pion para  que  no  pretendiese  venir  á  las  manos  con 
el  enemigo ,  que  atemorizado  confiaba  mas  en  la  for- 
taleza del  lugar ,  que  en  sus  gentes. 

La  dificultad  de  la  subida  fue  grande :  ninguna 
cosa  tiraban  los  enemigos  que  cayese  en  vano ;  pero 
luego  que  con  grande  trabajo  subieron  al  llano  y  ll(f- 
garon  á  las  espadas,  los  enemigos  volvieron  las  es- 
¡laidas  para  recojerse  en  la  parte  mas  alta  de  aquel 
ribazo.  Era  mas  fragosa  aquella  subida ,  y  asi  fué  ne- 
cesario ir  ladeando  el  monte^  repartidas  las  gentes  en 
líos  partes ,  Seipion  á  la  mano  izquierda  y  Lelio  á  la 
derecha  :  subido  que  hobieron,  acometieron  por  am- 
bos lados  á  los  enemigos ,  los  cuales  en  un  punto  so 
pusieron  en  huida ,  porque  ni  podían  bien  revolver 
sus  haces ,  ni  tuvieron  tiempo  para  poner  los  elefan- 
tes por  frente.  Murieron  como  ocho  mil  hombres: 
fueron  presos  diez  mil  infantes  y  dos  mil  de  á  caba- 
llo ,  y  entre  estos  un  mozo  de  poca  edad  llamado  Mas- 
sivA  sobrino  de  Masinissa ,  hyo  de  una  su  hermana, 

(1)  No  era  pretor  kíoo  procónsul,  seguo  TitoLivio. 

(2)  N«  eran,  seguu  Livio  y  Polibio,  sino  regolus  de  los 
ilergetes  y  de  los  lacetaaos,  pueblos  que  iio  estaban  com- 
prendidos en  la  Celliberia. 

(3)  Para  conocer  la  situación  de  los  pueblos  antiguos,  re- 
mitiremos  al  lector  al  vocabulario  que  ponemos  al  fln ,  pr  r 
DO  interrumpir  i  cada  momento  coa  notas  la  lectura.  | 


GASrAR  T  ROlG. 

que  poco  antes  era  vuelto  de  África.  Diéle  Scipion  an 
caballo ,  vistióle  ricamente .  y  envióle  graciosainente 
á  su  tio.  Asdrubal ,  enviado  delante  el  dinero  y  ios 
elefantes ,  con  parte  de  sufe  gentes  no  paró  hasta  lle- 
gar cen^a  de  los  Pirineos ,  donde  acudieron  también 
Asdrudal  hijo  de  Gisgon,  y  Magon.  Allí  tomado  con- 
sejo ,  acordaron  que  Asdrubal  hijo  de  Gisgon  fuese  á 
la  Lusitania ,  y  que  Masinissa  con  tres  mil  caballos 
corriese  las  tierras  de  la  España  Citerior :  con  orden 
empero  que  el  uno  y  el  otro  en  todas  maneras  escu- 
sasen  el  trance  de  la  l)atalla.  Magon  fue  enviado  á 
Mallorca  á  recojef  honderos  Me  aquellas  islas.  Final- 
mente pareció  cosa  forzosa  que  Asdrubal  el  Barchino 
pasase  en  Italia,  así  por  obedecer  al  senado  que  lo 
mandaba  como  para  que  los  soldados  españoles  que 
se  inclinaban  á  Scipion ,  con  Uevailos  tan  lejos  sose- 
gasen. Esto  los  cartagineses. 

Scipion  por  causa  que  el  estío  estaba  muy  adelan- 
te ,  por  los  bosques  de  Castulon  parte  de  Sierramo- 
rena  dró  la  vuelta  á  Tarragona ,  clonde  por  todo  el  año 
siguiente ,  que  fue  de  Roma  546 ,  por  tener  quebran- 
tadas los  fuerzas  cartaginesas  se  entretuvo  ocupado 
en  el  gobierno  sin  acometer  cosa  alguna  que  sea  dig- 
na de  memoria ,  sino  que  de  Italia  vinieron  nuevas 
que  cerca  de  Taranto  en  cierta  batalla  el  cónsul  Mar- 
cello  fué  muerto  por  Aníbal ,  y  el  otro  cónsul  Críspi- 
no  salió  mal  herido ,  de  que  aiurió  también  adelante. 
Desde  Cai'taj^o  en  lugar  de  Asdrubal  Barchíno  vino 
Hannon  enviado  para  que  le  sucediese  el  gobierno  de 
España :  él  de  camino  trajo  consigo  á  Magon  que  se 
hauia  detenido  en  Mallorca ;  y  con  él  llegó  á  España 
año  de  la  fundación  de  Roma  de  547.  Acudió  luego  á 
hacer  gente  en  los  Celtíberos.  Scipion  envió  contra  él 
á  Sillano  con  buen  golpe  de  gente.  Vino  con  los  con- 
trarios á  la  batalla ,  y  desbarató  primero  á  Magon, 
después  prendió  á  Hannon  que  desde  sus  reales  vino 
en  socorro  de  su  compañero.  Con  la  nueva  de  esta 
victoria  Scipion  se  determinó  de  ir  en  busca  de  As- 
drubal hijo  de  Gisgon ,  que  estaba  con  su  gente  alo- 
jado cerca  de  CÁáiz.  Pero  él  alisado  por  tan  graves 
pénlidas,  antes  que  Scipion  llegase  repailió  sus  gen- 
tes por  aquellas  ciudades  y  guarniciones  por  no  tener 
confianza  en  las  armas  ni  en  las  fuerzas. 

Supo  Scipion  esta  determinación  rasí  dejó  aquel 
viaje  y  se  volvió  atrás ,  solo  envió  á  Lucio  su  herma- 
no ,  para  que  se  apoderase  de  Oringe  ciudad  de  los 
melessos.  Plinio  pone  á  Oringe  en  la  Bélica' acia  don- 
de hoy  está  Jaén.  No  fue  esta  empresa  sin  provecho, 
antes  en  breve  fué  la  ciudad  entrada  por  fuerza  y 
puesta  á  saco,  Todos  los  cartagineses  y  trescientos 
ciudadanos  que  fueron  en  cerrar  las  puertas  á  los  ro- 
manos ,  quedaron  dados  por  esclavos ;  á  los  demás  se 
dio  libertad  con  todo  lo  aue  antes  tenían.  Acercábase 
el  invierno :  así  los  soldados  fueron  enviados  á  in- 
vernar ,  y  el  mismo  Lucio  por  mandado  de  su  herma- 
no se  partió  para  Roma ,  y  en  su  compañía  Hannon 
con  los  demás  cautivos  nobles ;  donae  llegado  dio 
cuenta  de  todo  lo  que  se  había  hecho.  Por  el  mismo 
tiempo  vinieron  de  ItaHa  avisos  que  Asdrubal  Bar- 
chino  después  que  en  la  pasada  de  la  Gallia  y  de  los 
Alpes  halló  mas  felicidad  que  pensaba,  como  preten- 
diese juntarse  con  Aníbal  su  hermano ,  fue  en  la 
marca  de  Ancona  á  la  pasada  del  rio  Metuuro  en  una 
batalla  muv  herida  roto  v  desbaratado  (4)  por  los 
consoles  Claudio  Nerón  y  Mar.  Livio  Salinator :  vic- 
toria muy  famosa ,  y  que  se  igualó  con  la  pérdida  de 
Cannas  asi  por  la  muerte  del  general  cartaginés,  como 
por  el  número  de  los  enemigos  que  perecieron  ,  que 

(4)  Los  españoles  y  los  romanos,  peleando  con  una  obsti- 
nación invencible ,  tuvieron  por  mucho  tiempo  indecisa  la 
victoria.  El  campo  estaba  ya  cubierto  de  muertos,  se  habia 
cesado  de  pelear  por  todas  partes;  y  los  españoles  hacían 
aun  los  mayores  esfnenos  para  arrancar  la  victoria  á  los  ro- 
manos, hasta  que  rodeados  por  todas  partes  f  y  abandonados 
délos  gallos,  fueron  hechos  pedazos  coa  su  general. 


BISTORU  DE  ESPA!U. 


59 


llegaron  á  cincuenta  y  seis  rail  hombres ,  y  fue  causa 
al  pueblo  romano  de  una  alegría  estraordmaria ,  por 
considerar  que  en  el  trance  de  aquella  batalla  se  echó 
el  resto  y  se  aventuró  todo  el  imperio  romano. 

CAPITULO  XXll. 
Como  echaron  á  los  caitagineses  de'España. 

El  año  siguiente,  que  se  contó  548  de  la  funda- 
ción de  Roma ,  el  otro  AsdrubaJ  con  toda  la  diligen- 
cia posible  formó  un  ejército,  compuesto  de  las  gentes 
que  antes  tenia ,  y  de  nuevas  compañias  que  de  es* 

Calióles  levantaron.  Con  todas  estas gent<:s  que  llega- 
an  á  cincuenta  mil  infantes  y  cuatro  mil  y  quinientos 
caballos ,  asentó  sus  reales  en  la  Bélica  ó  Andalucía 
cerca  de  la  ciududdc  Silpia.  PersuadíasequeScipion 
no  se  le  podría  igualar  en  número  de  gente ;  mas  ala 
verdad  no  vencen  los  muchos  sino  los  valientes.  Y  el 
general  romano ,  avisado  de  lo  que  pasaba ,  tomó  de 
un  señor  de  Andalucía  llamado  Coica ,  que  era  de  su 
parcialidad»  tres  miJ  peones  y  quinientos  caballos. 
Temia  juntar  mavor  número  de  españoles  por  lo  que 
sucedleraásu  padre  y  á  su  tio:  aviso  para  que  de  tal 
manera  estribase  en  los  socorros  estraños ,  que  so 
asegurase  mas  de  sus  propias  fuerzas.  Con  este  so- 
corro y  con  las  legiones  romanas  partió  en  busca  del 
enemigo.  Trabaron  por  algunos  aias  escaramuzas  : 
después  los  unos  y  los  otrosí  ordenaron  sus  haces  para 
dar  la  batalla,  pero  sin  efecto  alguno  por  no  haber 
quien  la  comenzase.  Estaba  entre  las  dos  huestes  un 
valle  aunque  fácil  de  pasar,  mas  cada  fiarte  es|)eraba 
que  los  contrarios  se  adelantasen  ásubille  con  inten- 
to de  pelear  con  mas  ventaja.  Mas  como  quier  quo  ni 
los  unos  ni  los  otros  se  atreviesen,  á  puesta  de  sol  se 
retiraron  á  sus  reales ,  primero  los  cartagineses  des- 
pués los  romanos. 

Con  este  orden  y  traza  se  pasaron  algunos  días 
hasta  tanto  que  Scipion  se  aventuró  un  ma  muy  de 
mañana  de  acometer ,  como  lo  hizo ,  las  estancias  de 
los  enemigos.  Asdrubal  alterado  con  aquel  rebate  tan 
fuera  de  lo  qne  pensaba,  echó  delante  la  caballería 
para  que  hiñesen  en  los  caballos  contrarios  que  fue- 
ron los  primeros  á  acometer  los  reales,  y  él  salió  con 
las  demás  gentes  á  la  batalla.  Los  caballos  se  trabaron 
de  tal  suerte,  que  por  largo  espacio  la  pelea  fue  muy 
dudosa.  Scipion  recogió  los  suyos  en  el  cuerpo  de  la 
batalla,  y  estendió  y  adelantó  los  dos  cuernos ,  don- 
de puso  fas  legiones  romanas.  Con  esto ,  antes  que 
los  escuadrones  de  en  medio  se  juntasen ,  hizo  volver 
las  espaldas  á  los  dos  cuernos  contrarios  por  estar 
compuestos  de  mallorquínes  y  de  soldados  nuevos 
de  España ,  gente  de  poco  valor  y  destreza ,  y  también 
porque  salieron  á  la  pelea  en  ayunas;  la  cual  los  ro- 
manos que  venían  bien  comidos ,  de  propósito  entre- 
tuvieron hasta  muy  tarde.  Con  tanto  quedó  el  cam- 
po por  los  romanos ;  y  dado  que  siguieron  al  alcance, 
no  pudieron  luego  entrar  los  reales  conlraríos  á 
causa  de  una  lluvia  que  de  repente  sobrevino ,  adon- 
de los  vencidos  se  retiraron  primero  en  ordenanza,  y 
después  huyendo  cuanto  mas  podían. 

Asdrubal ,  atemorizado  de  lo  que  pasó ,  y  poco 
confiado  de  sus  aliados ,  por  sospecha  que  lo  que 
algunos  hicieron ,  todos  no  se  le  pasaran  a  los  roma- 
nos, la  noche  siguiente  movió  á  sordas  con  su  cam- 
po con  intento  de  volver  atrás  á  las  mayores  jornadas 
que  pudiese.  Scipion  luego  ala  mañana  avisado  délo 
que  pasaba ,  que  los  enemigos  huían ,  despachó  la 
caballería  para  que  picasen  en  los  postreros ,  y  por 
pste  medio  detuviesen  al  enemigo  hasta  tanto  que 
llegadas  las  legiones,  todo  lo  pusieron  en  confusión 
y  rota.  Grande  fue  la  matanza  de  este  día ,  pues  de 
im  campo  tan  crande  apenas  se  escaparon  y  se  sal- 
varon siete  mil  hombres  con  su  goneral,  que  se  su- 
bieron en  un  secrejon  muy  agro ,  sitio  por  su  natura- 


leza muy  fuerte  :  domle ,  partidos  Asdrubal  socreta- 
mente  á  Cádiz,  y  Scipion  con  parte  de  su  gente  á 
Tarragona.  SyUano  los  tuvo  cercados.  Quedó  allí 
entre  los  nemas  cartagineses  Masiníssa ,  el  cual, 
viendo  las  cosas  de  Cartago  puestas  en  estremo  pe 
ligro  y  caídas  casi  del  todo ,  aconió  de  moverse  al 
movimiento  de  la  fortuna  y  bailar  al  son  que  ella  le 
hacia.  Habló  secretamente  con  Syllano,  y  con  él  trató 
de  pasarse  á  los  romanos,  sin  que,  á  lo  que  parece, 
sucediese  en  aquel  cerco  alguna  otra  cosa  de  mayor 
importancia.  Hizose  esta  guerra  al  principio  del  ve- 
rano ,  con  que  se  acabó  en  España  el  señorío  de  los 
cartagineses ,  y  pasó  al  poder  y  jurisdicción  de  los 
romanos,  que  lue  el  año  décimo  cuarto  (1)  después 
que  Aníbal  sujetó  á  los  saguntinos,  y  el  quinto  des- 
pués oue  á  Scipion  se  encargó  el  gobierno  y  la  guer- 
ra de  España. 

CAPITULO  XXIII. 
De  otras  cosas  que  Scipion  hizo  en  España. 

Concluida  en  gran  parte  la  guerra  larga  y  dudosa 
de  España,  Sciuiou  comenzó  á  revolver  en  su  pensa- 
miento de  apoderarse  de  África  y  de  la  misma  ciudad 
de  Cartago.  Para  poner  en  esto  la  mano  concertóse 
primero  con  Masiníssa  :  recibióle  en  su  gracia ,  y 
con  tanto  le  envió  á  África  á  negociar  sus  naturales, 
y  apartarlos  de  la  amistad  de  Cartago.  Por  otra  parte 
trató  de  concertarse  de  nuevo  con  Sifaz  rey  ae  los 
masessulos,  y  hacelle  amigo  del  pueblo  romano.  Para 
concluir  esto  despaclió  á  Lelio  por  su  embajador ,  y 
le  hizo  pasar  en  Árrica.  Respondió  el  bárbaro  á  esta 
demanaa  que  él  no  vendría  en  ningún  concierto,  si 
el  mismo  general  romano  no  se  hallaba  presente.  Sci- 
pion, avisado  de  esta  respuesta,  pasó  en  África,  y 
llegó  á  Siga,  que  era  el  asiento  y  residencia  de  aque- 
llos reyes,  y  noy  se  entiende  que  es  Aresgol,  por 
causa  que  Plinio  testifica  que  Siga  estaba  enfrente 
de  Málaga.  Acudió  á  la  misma  ciudad  y  en  la  misma 
sazón  Asdrubal  para  prevenir  aauel  rey  v  desbaraLir 
aquellas  prácticas  :  gran  gloría  ae  aquel  bárbaro,  que 
dos  poderosísimos  pueblos  y  dos  escelentisimos  capi- 
tanes pretendiesen  á  un  tiempo  grangear  á  cualquier 
precio  su  amistad.  Tanto  mas  que  los  dos  cenaron  á 
una  mesa,  y  lo  oue  es  mayor  maravilla,  reposaron 
en  un  mismo  lecno ,  á  propósito  cada  cual  de  con- 
descender con  la  voluntad  del  rey  que  así  lo  quiso ,  y 
por  este  camino  grangearle. 

Quiso  él  interponerse  para  que  se  asentasen  paces 
entre  aouellas  ciudades  :  Scipion  se  escosó  con  quo 
sin  comisión  del  senado  romano  no  se  podía  tratar 
aquel  punto,  y  mucho  menos  tomar  resolución  en 
negocio  tan  grave.  Y  sin  embargo  concluido  á  lo  que 
era  venido ,  que  era  atraer  aquel  rey  á  la  amistad 
romana,  dio  la  vuelta  Scipion  á  España, donde  lUitur* 
go  y  Castulon  en  breve  vinieron  á  su  poder  (2) :  ciu- 
daoes  que  mas  por  miedo  de  lo  que  merecían  por  su 
deslealtad,  que  de  voluntad  se  mantenían  en  la  amis- 
tad de  los  cartagineses.  lUiturgo  fue  destruida  :  á 

(1 )  Según  Livio  fue  dooe  anos  después  que  se  empezó  la 
guerra,  y  cinco  de  que  Scipion  tomase  el  mando  del  cjórcilo 
y  de  la  provincia. 

(2)  Castulon  fue  pronto,  si,  á  su  poder  por  una  traición 
pero  los  dellliturgo  pelearon  antes  con  tanto  ardor  que,  se- 
gún el  historiador  romano  Livio ,  <  el  ejército  domador  de 
toda  la  España  fne  muchas  veces  rechazado  por  ios  jóvenes 
de  una  sola  ciudad ,  y  tembló  con  poco  honor  combatiendo  al 
pie  de  sus  maros.  >  Foresta  resistencia  desesperada;  por  su 
dcsiealiad  y  por  la  inhumanidad  con  que  babia  dfgoüado  á 
los  romanos  que  se  habían  refugiado  en  ella  después  de  su 
derrota ,  Scipion  al  apoderarse  de  ella ,  hizo  degollar  bárba- 
ramente á  todos  los  que  encontraron ,  hasta  ios  nir^s  de  pe- 
cho ;  y  después  pusieron  fuego  á  ios  ediiirios  para  que  la  lla- 
ma lo  acabase  de  devorar  todo,  y  no  quedase  raslro  de  una 
ciudad  para  ellos  tan  execrable. 


00 


BIBLIOTECA  DE  GASPAft  T  ROiG. 


Castulon  perdonó ,  que  era  menor  su  culpa ,  y  por 
entregarse  de  voluntad  amansó  la  saña  de  los  vence- 
dores. Después  desto  dio  á  Marcio  orden  de  sujetar 
otras  algunas  ciudades ,  y  él  determinó  de  celeorar 
en  Cartagena  las  exequias  de  su  padre  y  de  su  tio. 
Plinio  dic^.  que  la  hoguera  donde  fueron  quemados 
los  huesos  de  los  Scipiones  estaba  en  Ilorci  (quién 
dice  que  hoy  Ilorci  es  Lorquin ,  quién  que  Lorca)  de 
la  cual  hoguera  dice  huye  el  rio  Tader,  que  es  el  rio 
de  Segura.  Lo  cierto ,  qiic  en  aquellas  exeauias  bobo 
juegos  de  diversas  maneras ,  y  en  particular  de  gla- 
diatores ó  esgremidores,  que  de  su  voluntad  se  orre- 
cieron  á  la  pelea  :  entre  los  demás  hicieron  campo 
dos  primos  hermanos ,  llamado  el  uno  Corbis  y  el 
otro  Orsua  por  cierta  diferencia  que  tenían  sobre  el 
señorío  de  la  ciudad  llamada  Iba.  Valerio  Máximo  dice 
que  eran  hermanos  :  concuerdan  que  Orsua  el  me- 
nor de  los  dos  pagó  con  la  vida  su  obstinación ,  con 
tanto  menor  compasión ,  que  conGado  en  sus  fuerzas 
nunca  se  dejó  persuadir  que  su  negocio  se  determi- 
nase por  tela  de  juicio  y  no  por  las  armas. 

En  este  medio  muchas  ciudades  se  entregaban  á 
Marcio :  solo  Astipa,  porauc muchas  veces  con  cor- 
rerías maltratara  á  los  aUaclos  de  los  romanos,  perdida 
la  esperanza  de  perdón ,  sufrió  por  largo  tiempo  con 
grande  obstinación  el  cerco.  Muchos  murieron  de 
aquella  ciudad  en  diversos  encuentros ,  muchos  en 
una  batalla  que  se  dio ,  sin  que  por  estos  daños  aflo- 
jasen en  su  propósito.  Antes  conocida  su  perdición  y 
resueltos  de  morir  antes  que  rendirse ,  acordaron  de 
degollar  mujeres  V  niños,  y  quemar  sus  preseas  y  ropa 
públicamente  en  la  plaza.  Esto  hecho,  con  sus  espadas 
se  quitaron  las  vidas  :  obstinación  digamos  ó  cons- 
tancia no  menor  que  la  de  los  saguntinos,  pero  escu- 
recida  v  casi  puesta  en  olvido  á  causa  de  no  ser  aque- 
lla ciudad  tan  nrincipal  y  famosa  como  Sagunto :  tanto 
importa  la  nobleza  del  que  hace  alguna  gran  hazaña. 
Las  ruinas  desta  ciudad  se  vena  la  ribera  del  río  Jenil 
no  lejos  de  Ecija  y  de  Antequera:  de  Astapa  se  cree  ha- 
berse fundado  Estepa,  pueblo  conforme  en  el  apelli- 
do, y  distante  de  aquellas  ruinas  dos  leguas  sola- 
mente. 

Concluidas  estas  cosas,  Lelio  y  Marcio  fueron  á  Cá- 
diz con  esperanza  de  apoderarse  por  inteligencia  y 
trato  de  ciertos  foragidos,  de  aquella  isla  y  echar  de- 
11a  á  los  cartagineses.  Engañóles  su  pensamiento,  ca 
sus  trazas  y  inteligencias  fueron  descubiertas :  con 
gne  Magon  á  cuyo  cargo  estábala  isla,  las  desbarató 
íi'tcilmente.  Además  que  Scípion  adoleció  de  una  en- 
fermedad muy  grave  y  muy  fuera  desazón,  cuya  fa- 
ma (como  acontece)  con  el  decir  de  las  gentesseau- 
mentó  de  suerte ,  que  muchos  tomaban  ocasión  de 
pensar  en  novedades,  en  particular  Mandonio  y  Indibil 
al  descubierto  mudaron  de  partido.  Dolíanse  que  les 
había  engañado  su  esperanza,  ca,  echando  los  carta- 
gineses, se  prometían  el  señorío  y  reino  de  España: 
aue  tal  es  la  común  condición  ó  falta  de  los  hombres 
e  creer  fácilmente  lo  que  desean.  Demás  desto  ocho 
mil  romanos  que  alojaban  por  las  comarcas  que  baña 
el  rio  Júcar  con  sus  aguas,  pidieron  fuera  de  tiempo 
sus  pagas,  y  purqueno  les  acudieron  se  amotinaron. 

Era  grande  la  alteración  de  las  cosas:  en  la  cual  oca- 
sión confiado  Magon  que  se  podría  mejorar  el  parti- 
do de  Cartago,  por  cartas  que  esmbió  á  aquel  sena- 
do ,  pedíale  enviasen  muchas  gentes  de  socorro ;  pero 
todos  aquellos  intentos  y  prá ticas  salieron  vanas  con 
h  mejoría  de  Scípion :  con  que  todo  aquel  alboroto  y 
motín  se  apa^óen  breve,  y  se  quitó  la  ocasión  de  ma- 
yores alteraciones.  Los  soldados  amotinados  con  in- 
tención que  les  dieron  que  alcanzarían  perdón  y  les 
darían  sus  pagas,  vinieron á  Cartagena,  donde  todos 
fueron porScipíon ásperamente repreliendidos, y  cas- 
tigadas soiumonte  las  cabezas  del  motín  como  causas 
principales  de  aquella  alteración.  Mandonio  y  Indibil 
en  los  ílcrgct<'s ,  do  andaban  alborotados,  en  una  ba- 


talla que  duró  dosdias,  quedaron  v^icidos  y  despoja- 
dos de  sus  reales ;  y  sin  embargo  de  lo  cometido  con 
rendirse  á  la  voluntad  del  vencedor  alcanzaron  per- 
don  y  paz;  solo  fueron  castigados  en  dineros  con  que 
pagar  a  los  soldados.  Masinissaera  vuelto  de  África  á 
Cádiz  con  buen  golpe  de  caballos  numidasen  socorro 
de  los  suyos ;  que  aun  no  se  declaraban  por  los  roma- 
nos, ni  se  entendía  su  voluntad.  Scípion  enviado  que 
bobo  delante  á  Marcio  con  parte  de  su  gente  ^  se  de- 
terminó ir  el  mismo  en  persona;  cuya  venida  y  llega- 
da, luego  que  Masinissa  la  supo ,  con  voz  de  correr 
los  campos  comarcanos  pasó  á  tierra  firme,  donde 
procuró  tener  habla  secreta  con  Scípion.  Resulti) 
destas  vistas  oue  puso  con  él  aquella  amistad  que 
conservó  toda  la  vida,  y  aun  fue  de  gran  momento 
para  derribar  el  poder  de  Cartago  :  á  el  acarreó  gran 
gloria  y  no  menores  riquezas. 

Magon ,  perdida  la  esperanza  de  las  cosas  de  España , 
por  orden  del  senado  se  partió  para  Cartago  en  sus  na- 
ves, en  que  embarcó  todo  el  oro  y  la  plata  así  del  pXh 
blico,  como  de  particulares  (1).  De  camino  acometió 
á  los  mallorquines  porque  se  pasaran  á  los  romanos. 
Apoderóse  sm  dificultad  de  Menorca :  dende  enviól 
Cartago  dos  mil  honderos,  y  él  por  estar  eldtoño  ade- 
lane  se  quedó  allí  á  invernar;  y  por  no  estar  ocioso 
fundó  en  aquella  isla  una  ciudad  de  su  nombre,  como 
sospechan  algunos:  otros  dicen  fue  mas  antigua,  co- 
mo queda  apuntado  en  otro  lugar,  ^ue no  es  maravi- 
lla vamos  á  tiento  en  cosas  tan  antiguas.  Lo  que  se 
averi^a  es  que  Cádiz  se  entregó  á  Scipion,  y  quepor 
este  tiempo  cerca  de  Sevilla  fundó  á  Itálica,  munici- 
pio romano,  en  un  lugar  que  antes  se  llamaba  Sánelos, 
patria  que  fue  de  tres  emperadores,  Trajano,  Adria- 
no y  del  gran  Teodosio.  Cfin  esto  el  quinto  año 
después  que  vino  á  España,  dio  la  vuelta  á  Roma  en 
una  armada  de  diez  naves.  Juntóse  el  senado  fuera 
de  la  ciudad  en  el  templo  de  la  diosa  Bellona.  Allí 
relató  por  menudo  todo  lo  ¡jue  en  España  quedaba 
hecho  (2)  con  grande  alegría  de  lospadresv  del  pue- 
blo, que  consideraban  (como  era  la  verdad)  el  gran 
riesgo  de  que  escaparon,  cuanto  su  partido  quedaba 
adelantado  y  mejorado  con  tener  sujeta  á  España.  Y 
sin  embargo  no  se  le  díó  el  triunfo,  porque  hasta  en- 
tonces ningún  procónsul,  por  grandes  cosas  que  hi- 
ciese, le  había  alcanzdo. 

CAPITULO  XXIV. 

Como  Scipion  venció  á  Cartago  en  África. 

Eff  la  primera  elección  aue  después  desto  se  hizo 
en  Roma  salieron  por  cónsules  el  mismo  Publío  Come- 
lío  Scípion  y  P.  Lícinío  Crasso,  que  era  pontífice  Máxi- 
mo. Dióse  el  cuidado  de  Scilia  á  Scipion  con  voluntad 
de  su  compañero,  y  junto  con  esto  á  su  instancia  lo 
concedieron  que,  si  juzgase  ser  así  conveniente  pudie- 
se pa-sar  con  sus  huestes  en  África;  sin  embargo  que 
Q.  Fabio Máximo  hizo  gran  resistencia,  y  con  un  lar^^o 
razonamiento  pretendió  probar  ser  aquella  empresa 
temeraria.  Corría  el  año  de  la  ciudad  de  Roma  quiníen- 

« 

( i )  Retirándose ,  se  acercó  á  Cartagena  para  ver  si  podri;i 
sorprenderla ;  pero  lof  romanos  salieron  y  hicieron  en  ellos 
una  horrible  matanza.  Ma^on  volvió  á  Cádiz  de  la  cnal  fue 
despedid'),  obh'frándole  á  pasar  al  puerto  de  Cymbis  que  es- 
taba á  poca  distancia.  Desde  allí  llamó  á  los  primeros  map-is- 
trados  de  Cádiz ,  y  luego  que  los  tuvo  en  su  poder  los  hizo 
azotar  y  poner  en  cruz.  Despnes  pasó  á  la  ifla  de  Pilbyusa 
donde  fue  muy  bion  recibido ,  proveyéndole  de  víveres ,  ar- 
mas y  hombres.  No  así  en  ia  mavor  de  las  lialeares,  donde 
pretendía  invernar,  pnes  los  mallorquínes  le  saludaron  con 
una  lluvia  de  piedras  que ,  mal  de  su  grado ,  le  obligaron  á 
retirarse  á  Mahon . 

(¿)  Consta  de  Lívio  que  Scípion  al  entrar  en  h  ciudad, 
llevaba  delante  de  si  la  plata  rocida  en  España  para  ponerla 
en  el  tesoro  público,  que  consistía  en  catorce  mil  trescientas 
cuarenta  y  dos  libras  de  plata  on  barras ,  y  una  grao  canti- 
dad en  moneda. 


tos  y  cuarenta  y  nueve ,  en  el  cual  M agón  partido  de 
Menorca ,  donde  invernó,  destruyó  en  la  Liguria  la 
DoUe  ciudad  de  Genova.  Por  otra  parte  Lelio  desde 
Sicilia  por  mandado  de  Scipion  pasó  á  AMca  para 
correr  los  campos  de  Cartago ,  ponellos  ¿  fuego  y  á 
sangre,  matar  y  robar  todo  lo  que  hallase.  En  España 
Mandonio  y  Indibil  volvieron  a  sus  maiías ;  y  con  in- 
tento de  recobrar  la  libertad,  ó  fuese  por  ambición 
de  hacerse  reyes,  se  levantaron.  Hizose  la  guerra  al 
principio  no  solo  en  los  ilergetes ,  donde  ellos  tenian 
el  principado ,  sino  también  en  los  ausetanos,  que 
estatnn  donde  ahora  la  ciudad  de  Vique ;  y  eo  otros 
lugares  comarcanos  se  encendió  también  la  llama, 
que  pasó  en  breve  á  les  sedetanos  como  dice  Livío; 
vo  mas  quisiera  que  dijera  ceretanos  los  cuales  ade- 
lante de  los  ilergetes  y  de  los  ausetonés  se  eetendian 
hasta  los  Pirineos  (1). 

Eran  los  que  habían  tomado  las  armas  en  número 
treinta  mil  peones  y  cuatro  mil  de  á  caballo.  Salié- 
ronles al  encuentro  Lucio  Lentulo  y  Lucio  Manlio 
Acídlno  procónsules ,  á  los  cuales  como  á  sus  suce- 
sores Scipion  entregó  la  provincia.  Dióse  la  batalla, 
murieron  hasta  trece  mil  hombres  de  los  levantados: 
los  demás  se  metieron  y  escaparon  por  los  bosques  y 
espesuras  que  cerca  caían.  Indibil  murió  en  la  pelea: 
á  Mandonio  entregaron  sus  mismos  soldados  para  con 
su  muerte  alcanzar  ellos  perdón,  principalmente  que 
los  procónsules  romanos  hicieron  publicar  que  no  se 
lianan  las  paces,  si  no  les  entregaban  en  su  poderlos 
moveJores  de  a^uel  alboroto.  El  ano  siguiente ,  que 
fue  de  Roma  quinientos  v  cincuenta,  pasaron  los  Es- 
pañoles en  reposo  por  hallarse  cansados  y  gastados 
con  guerras  de  tantos  años.  Para  la  ciudad  de  Car- 
tago fue  año  muy  aciago ,  ca  Scipion  con  una  pode- 
rosa armada  j  un  grueso  ejército,  pasó  en  África,  y 
en  su  compañía  por  su  qúestor  Marco  Catón,  llamado 
ei  Censorino.  Entonces  Massinisa  sin  dilación  y  al 
descubierto  se  pasó  á  los  romanos  con  un  grande  es- 
cuadrón de  numidas,  y  desamparó  á  los  cartagineses 
con  tanto  mayor  coraje .  que  el  rey  Sífaz  estaba  de- 
clarado por  ellos  por  haoerle  concedido  lo  que  tanto 
deseaba,  y  por  tanto  tiempo  pretendió,  que  era  casarse 
con  Sofonisba.  La  guerra  al  principio  fue  dudosa.  Han- 
non  hijo  de  Amilcar  fue  vencido  por  los  romanos  y 
muerto  en  una  batalla.  Por  el  contrario  Asdrubal  y 
Sífaz  forzaron  á  Scipion  á  alzar  el  cerco  que  tenía 
sobre  Utica,  sin  que  aquel  año  se  hiciese  alguna  otra 
cosa  de  momento. 

A)  principio  del  año  siguiente ,  en  que  fueron  cón- 
sules Gneio  Servilio  CepionyGneio  Servilio  Gemino, 
Scipion  con  nuevos  socorros  que  le  vinieron  de  Italia 
hecno  mas  fuerte,  salió  en  busca  de  Asdrubal  y  de 
Sífaz,  á  los  cuales  venció  en  algunos  encuentros  que 
con  eOos  tuvo,  y  despojó  desús  reales  por  dos  veces. 
En  estas  peleas  perecieron  cuarenta  mil  hombres  del 
ejército  cartagmes,  y  en  este  número  cuatro  mil  cel- 
tiberos que  traía  Slfaz  á  su  sueldo.  Con  esto  el  reino 
de  los  masessulos,  que  cala  en  las  Mauritanias  ó  cer- 
ca dellas ,  y  del  Sífaz  se  apoderara  por  fuerza ,  volvió 
á  poder  de  Masinissa. 

No  paró  en  esto  la  desgracia,  antes  el  mismo  Sífaz 
en  el  reino  de  sus  padres  y  abuelos ,  do  se  había  reti- 
rado y  hacía  gente  con  intento  de  volverá  la  guerra, 
fue  en  una  batalla  que  Lelio  y  Masinissa  le  dieron,  de 
nuevo  vencido  y  preso.  En  la  ciudad  principal  y  silla 
de  aquel  reino,  que  después  desta  victoria  vino  tam- 
bién en  poder  de  los  romanos ,  hallaron  á  Sofonisba. 
Masinissa  sin  dilación  y  sin  otras  ceremonias  5;o  casó 
y  celebró  con  ella  su  matrimonio,  como  sean  los  Moros 
muy  desordenados  en, la  lujuria.  Reprehendióle  Sci- 
pion por  esta  razón  con  palabras  muy  graves,  que  fue 

(1 )  Todas  los  ediciones  de  Lívio  dicca  sedelaaos ,  y  ellos 
pudieron  ser  muy  bien  por  estar  bastante  cercanos  á  ios  iler- 
getes, de  ouieneB  era  gefe  Indibil  que  solo  Scipion  tributa- 
ba admiración  y  respetos  de  todos  los  romanos. 


aiSTORIA  OE  ESPA.^A.  Ul 

ocasión  para  que  el  mismo  Masmissa  la  hiciese  morír 
con  yernas:  así  suelen  los  hombres  enmendar  un 
hierro  con  otro  mayor. 

Los  cartagineses  viéndose  en  esta  estrechura,  acor- 
daron de  llamar  á  Aníbal  para  (]ue  dejada  Italia,  acii* 
diese  á  la  defensa  de  su  patria.  Porque  Magon  que 
con  su  anrada  venia  la  vuelta  de  Cartago .  tenian  avi- 
so que  muriera  en  Cerdeña  de  una  herida  vieja  que 
le  dieron  en  los  Insubres ,  que  era  una  provincia  de 
Italia  donde  hoy  está  Milán.  Con  la  venida  de  Aníbal 
se  movieron  tratos  de  paz .  porque  las  cosas  de  Car- 
tago iban  muy  de  caída.  Habláronse  losdos generales, 
y  como  quier  que  no  se  concertasen ,  volvieron  de 
nuevo  á  las  armas  y  á  la  guerra.  Los  cartagineses 
fueron  vencidos  en  batalla,  y  el  mismo  Aníbal  forzado 
á  desamparar  á  África ,  j  por  salvar  la  vida  huirse 
acia  Levante  á  tierras  muy  leios  y  apartadas.  Des- 
pués desta  victoria,  y  de  la  nuida  de  Aníbal,  ó  antes, 
se  hicieron  las  paces  con  Cartago  con  estas  condi- 
ciones: que  Cartago  se  ¿[obernase  por  sus  leves :  los 
aledaños  de  su  señorío  y  jurisdicción  fuesen  los  mis- 
mos que  antes  de  la  guerra :  que  entregasen  asi  los  * 
traidores  fugitivos,  como  los  que  tenian  cautivos:  no 
tuviesen  naves  con  espolón  fuera  de  galeras,  ni  ele- 
fantes domados:  pagasen  diez  mil  talentos  de  plata  en 
cincuenta  pagas.  Para  seguridad  y  firmeza  de  lodo 
esto  se  obligaron  á  dar  cincuenta  rehenes  escogidos 
á  voluntad  de  Scipion ,  es  á  saber  de  los  principales 
de  la  ciudad. 

Graves  condiciones  eran  estas,  pero  forzoso  que  las 
aceptasen,  por  estar  apretados  aun  mismo  tiempo  con 
tantos  desastres.  Ademas  que  ciertos  cartagmeses 
presos  por  los  saguntioos  fueron  Uevados  á  Uoma  con 
el  oro  y  la  plata  que  traían  para  mover  á  los  españoles 
á  que  se  levantasen.  El  senado  alabó  la  lealtad  de  ios 
sagunatinos:  en  premio  les  volvieron  el  dinero  que 
tomaron  á  los  cartagineses ,  y  solo  detuvieron  los 
cautivos.  Todo  esto  sucedió  el  año  aue  se  contaba 
quinientos  y  cincuenta  y  dos  de  la  fundación  de  Roma. 
Este  año  pasado,  y  venido  el  siguiente,  Cornelio  Sci- 

Ínon  de  África  volvió  á  Roma  con  renombre  del  mas 
ámoso  capitán  que  se  conociese  en  el  mundo.  Otor- 
gáronle que  triunfase  de  Cartago.  Eran  á  la  süzon 
cónsules,  Gneio  Corneho  Lentulo v  P,  Elio Peto.  El 
triunfo  fue  en  todo  de  los  mas  señalados  del  mundo: 
solo  faltó  el  rey  Sífaz  para  ennoblecelie  mas  para  llevar 
en  la  pompa  encadenado  un  rey  tan  poderoso,  ca  fa- 
lleció cerca  de  Roma.  Dieron  á  Scipion  sobrenombre 
de  Africano ,  gloria  debida  á  sus  trabajos  y  hazañas. 
Por  esta  manera  se  puso  fin  á  Ja  segunda  guerra  pú- 
nica ó  cartaginesa  el  año  diez  y  siete  después  que  se 
comenzó,  la  mas  grave  y  mas  peligrosa  que  jamas  hizo 
ni  padeció  Roma:  tanto  fue  mayor  el  alegría  de  verla 
acabada  por  el  valor  y  esfuerzo  de  Scipion. 

CAPITULO  XXV. 


Como  M.  Porcio  Catón,  siendo  cónsul,  vinoá  España. 

Dicho  se  há  como  en  lugar  de  Scipion  vinieron  á 
España  dos  procónsules.  Destos  L.  Cfomelio  Lentulo 
el  año  sesto  después  de  su  llegada  volvió  á  Roma  para 
pretender  el  triunfo  por  haber  sujetado  á  los  españoles 
alborotados.  Sucedió  en  su  lugar  C.  Cornelio  Cet«igo, 
el  cual  vino  á  España  por  compañero  y  con  igual  po- 
der de  L.  Manilo  Acidíno  el  año  quinientos  v  cin- 
cuenta y  cuatro  de  la  fundación  de  Roma.  En  el  «mal 
tiempo  los  españoles,  congojados  del  estado  y  térmi- 
nos a  que  estaban  reducidos ,  cayeron  aunque  tarde 
en  la  cuenta  que  las  guerras  que  los  romanos  empren- 
dieran no  se  encaminaban  á  resti tullios  en  su  libertad, 
sino  á  ensanchar  su  señorío  y  á  su  provecho.  Conju- 
ráronse pues  entre  sí,  y  tomaron  lasarmas  en  los  pue- 
blos ceretanos  (2).  Reprimió  Cetego  con  presteza  es- 

( 2)  Según  LivIo  fue  en  el  país  de  los  sedetanos  donde  en 
pocos  dias  se  juntaron  treinta  mil  infantes  y  cerca  de  cuatro 
mil  caballos. 


02 


BIBLIOTECA  DE  GAfPAB  T  BOIG. 


tos  movimientos  con  una  batalla  en  que  mató  quince 
mi)  de  aquella  gente.  El  año  siguiente  en  lugar  de 
Cctogo  y  Acidinio  fueron  enviados  al  gobierno  de 
España  Cornelio  Lentulo  y  L.  Stertinio.  En  este  año, 
y  en  el  que  se  siguió  luego  después  del,  ninguna  cosa 
sucedió  en  España  que  de  contar  sea ,  sino  que  por 
mandado  del  senado  de  un  gobierno  de  España  sebi- 
cieron  dos  gobiernos  (i):  que  fueron  el  de  la  España 
Ulterior,  en  aue  se  compreliendian  la  Botica  y  la  Lu- 
s¡ tanja,  que  hoy  son  Andalucía  y  Portugal;  y  el  de  la 
Citerior ,  que  abrazaba  las  demás  partes  de  España. 
Mudáronse  diversas  veces  y  por  aiversas  ocasiones 
los  términos  destas  prefecturas  ó  gobiernos:  cosa  que 
es  ocasión  de  dificultad  para  entenderlas  antigüeda- 
des de  España.  Por  el  mismo  tiempo  se  hacia  en  la 
Grecia  la  guerra  contra  Filipo  rey  de  Macedonia ,  y 
M.  Porcio  Catón  gobernaba  por  los  romanos  la  isla 
de  Cerdeña. 

El  and  adelante  de  la  fundación  de  Roma  quinien- 
tos y  cincuenta  j  siete,  sorteadas  como  era  de  cos- 
lumbre  las  provmcias  en  Roma ,  á  Gneio  Sempronio 
Tuditanocupo  el  gobierno  de  la  España  Citerior,  y  el 
de  la  Ulterior  á  M.  Helvio.  Contra  estos  gobernadores 
se  levantaron  los  españoles  en  diversas  partes.  Los 
principales  caudillos  de  los  alborotados  fueron  Coica 
y  Luscinon :  la  ocasión  fue  que  se  dio  licencia  á  los 
soldados  viejos  para  dejarla  milicia,  por  donde  parecía 
que  no  quedaban  á  los  romanos  fuerzas  bastantes  para 
resistir.  Acudió  Tuditano  para  apagar  este  fuego: 
atrevióse  á  pelear  con  una  parte  de  los  levantados; 
pero  fuéle  mal  ca  recibió  grande  rota ,  su  gente  fue 
destrozada  y  61  mismo  herido ,  y  muerto  después  de 
las  heridas,  que,  con  la  pena  que  recibió  de  la  pérdida 
se  le  enconaron.  Esta  pérdida,  luego  que  se  supo  en 
Roma,  pusoen  grande  cuidado  al  senado.  Temían  no 
se  levantase  guerraen  España  mas  grave  y  diíjcultosa 
que  nunca,  por  estar  los  naturales  no  diviJidos  como 
antes  por  los  romanos,  y  contra  ellos ,  ni  pugnar  so- 
lamente por  echar  de  su  tierra  los  cartagineses,  sino 
toda  la  nación  unida  con  intento  de  recobrar  la  anti- 
f?ua  gloria  de  las  armas  y  la  libertad  quesolian  tener. 
Enviaron  pues  el  año  de  Roma  quinientos  y  cincuenta 
y  ocho  á  la  España  Ulterior  á  Q.  Fabio  Buteon  ,  á  lo 
demás  á  Q.  Minucio  Termo.  Estos  dos  partieron  de 
España  pasado  el  año  de  su  gobierno  sin  hacer  cosa 
gue  de  contar  sea,  salvo  que  doce  mil  hombres  espa- 
ñoles fueron  cerca  de  la  ciudad  de  Turba  pasados  á 
cuchillo  por  el  gobernador  Termo. 

Con  todo  esto  el  cuidado  que  el  senado  tenía  y  el 
recelo  no  aflojaba:  por  esto  se  dio  orden  que  loscónsu- 
les  df  I  año  adelante ,  que  fueron  Lucio  Valerio  Flaco 
y  M.  Porcio  Catón,  sorteasen  sobre  cuál  dellos  ú-iaá 
la  España  Citerior:  cosa  hasta  entonces  no  usada,  que 
í^ónsul  viniese  á  España.  Echadas  las  suertes,  cupo  á 
Catón  lo  de  España,  para  donde  se  partió  el  año  de 
quinientos  y  cincuenta  y  nueve  con  ios  legiones  de 
socorro  y  veintey  cinco  galeras;  y  sin  embargo  se  or- 
denó que  con  nombre  de  pretores  gobernasen  la  Es- 
paña Citerior  Publio  Manlío,  y  la  Ulterior  Appio  Clau- 
dio Nerón.  Ilízose  Catón  á  lávela  en  el  puerto  de  la 
Luna ,  que  hoy  es  Lerice  ó  Porto  Venere ,  y  pasado  el 
golfo  de  León,  llegó  á  vista  de  España .  Surgió  con  su 
armada  junto  á  Roses ,  de  donde  echó  la  guarnición 
de  españoles  que  allí  tenian.  Desde  allí  pasó  á  Am- 
purias.  La  parte  de  aquella  ciudad  que  moraban  los 
griegos  venidos  de  Focea,  y  áeiemplo  de  Marsella 
se  mantenían  en  la  devoción  de  los  romanos ,  le  re- 
cibió muy  alegremente.  Estaba  a(}uella  ciudad  divi- 
dida en  dos  partes  con  un  muro  tirado,  y  que  pasaba 

( i )  Se  i^ora  el  aoo  y  los  límites  de  esta  división,  que  se- 
^Q  dice  Lifio  en  el  libro  32,  el  senado  en  el  consulado  de 
Gneio  Corneüo  y  Q.  Hioocio  mandó  á  ios  procónsules  Tudi- 
tano y  IIcWio  bicieseQ  fijando  loi  términos  de  sus  jurisdic- 
ciones. ' 


por  medio  de  entrambas.  La  parte  que  caía  acia  el 
mar,  que  era  mas  angosta  y  apenas  tenia  en  circuito 
cuatrocientos  pasQS,  moraban  los  griegoscomo  arriba 
queda  dicho.  En  la  parte  mas  anclm  y  que  de  ruedo 
tenia  tres  millas,  moraban  los  españoles.  El  muro 
con  que  dividían ,  tenia  una  sola  puerta  para  pasar 
de  los  unos  á  los  otros ,  con  bastante  guarda  puesta 
entre  día :  de  noche  no  menos  que  la  tercera  parte 
de  los  griegos  hacían  la  centinela,  á  las  cuales  sola-* 
mente  era  hcíto  aquel  día  salh*á  negociar  á  la  marina. 
Con  este  cuidado  y  con  esta  vigilancia ,  dado  que  es- 
tos griegos  eran  tan  pocos ,  se  mantuvieron  en  li- 
bertad hasta  la  venida  de  Catón.  Los  españoles  abor- 
recían el  imperio  de  los  romanos,  y  pretendían 
hacerles  rostro  confiados  en  su  muchedumbre  yeo 
el  socorro  que  tenian  cei^a. 

Catón,  lue^o  que  asentó  sus  reales  cerca  de  aquella 
ciudad,  despidió  los  obligados  á  proveer  de  manteni- 
mientos, y  envió  las  naves  á  Marsella:  los  obligados 
porque  pretendían  que  los  soldados  se  sustentasen  de^ 
10  que  robasen  por  estar  ya  las  mieses  sazonadas;  la  ar- 
mada ,  para  que  los  soldados,  perdida  la  esperanza  de 
volver  a  sus  casas  sino  fuesen  vencedores  ,  hiciesen 
mejor  el  deber;  resolución  notable,  muestra  de  pecho 
asaz  confiado ,  ejemplo  imitado  de  algunos  faunque 
pocos)  caudillos  anmiosos  y  grandes.  Por  el  mismo 
tiempo  Helvio  desde  la  España  Ulterior  vino  ó  verse 
con  el  cónsul ,  y  de  camino  se  apoderó  de  illiturgo, 
que  de  nuevo  se  habia  rebelado ;  y  dio  la  muerte  á 
gran  número  de  celtiberos  que  le  salieron  al  encuen- 
tro. Lo  uno  y  lo  otro  hizo  con  solos  los  soldados  que 
para  su  guarda  y  seguridad  Nerón  sif  sucesor  le  dió. 
Demás  desto  Dclistages ,  hombre  principal  entre  los 
ílergetes ,  envió  sus  embajadores  al  cónsul  para  pe- 
dirle socorro  contra  los  españoles  que  andaban  ailM)* 
rotados.  Decía,  quo  apenas  talados  los  carnes,  se 
podían  defender  dentro  de  las  murallas :  que  ai  no  los^ 
íavorecía  con  presteza,  todos  perecerían  no  por  otra 
culpa ,  sino  por  mantenerse  lealmente  en  la  devoción 
de  los  romanos:  que  cinco  mil  soldados  de  socorro  se- 
rian bastantes  para  librarlos  de  aquel  peligro. 

A  esto  respondió  Catón  que  deseaba  ayudar  á  los 
confederados  del  pueblo  romano ,  y  sentía  mucho  les 
quítase  el  enemigo  lo  que  trajeron  á  su  amistad;  pero 
que  el  pequeño  número  de  soldados  le  detenia  para 

?[ue  no  les  acudiese  luego :  quo  temía ;  si  dividía  su& 
uerzas ,  no  quedaría  igual  á  las  de  los  enemigos,  ca 
tenía  aviso  que  un  gran  número  se  apresuraban ,  y 
que  llegaban  ya  cerca  para  dar  socorro  á  los  de  Am- 
purías ,  sobre  los  cuales  él  tenía  puesto  cerco:  el  pre- 
mio de  su  lealtad  era  justo  le  esperasen  acabaoa  la 
guerra :  que  les  rogaba  se  sufriesen  por  un  poco  de 
tiempo,  y  los  agravios  de  los  enemigos  ó  los  impidie- 
sen o  los  disimulasen,  pues  ganada  la  victoria  se  po- 
drían recompensar  con  mayor  ganancia.  Los  embaja- 
dores, oída  aquella  respuesta^  hacen  mayor  instancia: 
cebadóse  los  pies  del  cónsul  piden  con  lágrimas  no  des- 
ampare en  aquel  trance  á  sus  amigos  y  confederados. 
Entonces  Catón  dudoso  de  lo  que  debía  hacer,  y  enten- 
diendo que  muchas  veces  en  las  guerras  tiene  mas 
fuerza  la  maña  que  la  verdad,  usó  de  tal  astucia:  el  día 
siguiente  prometió  á  los  embajadores  el  socorro  que 
pedían ,  y  para  muestra  que  lo  quería  poner  en  ejecu- 
ción ,  hizo  luego  embarcar  la  tercera  parte  de  sus  sóida 
dos  yá  los  embajadores  mandófuesen  delante  y  anima- 
sen a  los  suyos  con  la  nueva  del  socorro  que  les  enviaba; 
pero  luego  que  partieron  los  embajadores,  hizo  des- 
embarcar los  soldados  i  causa  que  el  ejército  de  los 
españoles  llegaba  ya  á  vista  de  la  ciudad,  y  el  cón- 
sul pretendía  darles  la  batalla  lo  mas  presto  que  pu- 
diese. Con  este  intento  á  la  tercera  muda  ó  vigilia  de 
la  noche  sacó  todas  sus  gentes  desús  reales,  y  pasado 
que  las  hubo  á  sordas  de  la  otra  parte  de  donde  los 
enemigos  tenían  susTealos,  mandó  que  entre  dos  lu- 
ces tres  compañías  llamadas  cohortes  se  arrimasen  4 


HISTOUA 

(al  tríncfaeru  de  los  contrarios  y  las  combatiesen 

Los  bárbaros,  dado  (|ue  alterados  de  cosa  tan  re- 
pentina ,  j  maravillados  que  ios  romanos  se  n>ns- 
tmsen  por  las  espaldas  á  quien  el  jila  antes  habían 
tenido  por  frente,  mas  porque  el  enemigo  los  ai-o- 
melia  ydesafiabaálapelea,  siniírdenysinronclerlo 
con  el  furor  que  la  sana  les  daba,  salen  por  todas  tas 
puertas,  y  de  tropel  siguen  A  los  romanos  que  se  re- 
tvaban  seRun  les  era  mandado.  Fue  la  carga  qnc  los 
españoles  les  dieron  tan  grande,  que  sin  embargo 
del  poco  orden  que  llevaban,  rompieran  la  caballcna 
romana  y  la  pusieron  en  huida.  Allerdse  otrosí  la 
gente  de  i  pie;  pero  romo  lueeo  volviesen  i  ponerse 
en  orden,  y  se  mejorasen  de  lugar,  rompieron  el  ím- 
petu y  furia  de  los  enemigos.  La  pelea  fue  por 
al|nin 'espacio  dudosa  ^asta  tanto  que  riertasrom- 
pañias  sobresalientes  de  una  legión  que  tenían  de 
«•speto,  entraron  de  refresco»  con  'esto  el  enemipo 
(Tiie  1  mano  iiijuíerda  y  en  el  cuerpo  de  la  bütatia 
llevaba  lo  peor,  comenzó  á  ciar,  v  después puestoen 
huida  se  retiró  i  sus  estancias .  "En  la  pelea  y  en  el 
alcance  dicen  fueron  muertos  cuarenta  mil'  espa- 
ñoles (í). 

La  noche  siguiente,  después  jpic  los  soldados 
romanos  reposaron  algnn  tinto,  salieron  il  correr  los 
campos  y  heredadea  de  Ampurin :  daño  que  Tnovió  á 
los  ciudadanos,  principalmente  por  no  tener  espe- 
ranza, de  poderse  defender,  A  rendirse  aparejados  á 
hacer  lo  que  el  vencedor  les  mandase,  y  ayudalle 
con  todas  sus  fuerzas,  tteríbídlos  Catón  y  tratdlos  con 
mucha  humanidad,  tanto  que  á  la  guarnición  do  los 
soldados  comarcanos  que  allí  lialIiS,  dejó  ¡r  libremen- 
te sin  algún  castigo  ni  rescate. 

Con  esta  victoria  como  quedase  apaciguado  todo 
k)  que  hay  de  España  desde  a II i  hasta  el  rioEbro, 
el  cónsul  se  partió  para  Tarragona.  De  cuya  ausen- 
cia tomaron  los  bergistanos  ocasión  de  levantarse, 
pero  con  In  misma  presteza  fueron  apaciguados :  Tor- 
naron segunda  vezáalboratarsc:sujetJÍronlDsde  nue- 
vo, y  vendiéronlos  á  todos  por  esclavos:  hecho  cruel, 
mas  necesario  caíitigo  para  que  los  demás  quedasen 
avisados  de  no  alborotarse  tantas  vecBS.  Ll  asiento  de 
los  bergistanos,  quién  le  pone  donde  esta  la  ciudad 
de  Tiniel,  quién  sospecha  estaba  cerca  de  la  ciudad 
de  Huesca,  do  al  presente  hay  un  pueblo  llamado 
Bergua. 

Frelendia  Calón  pasar  con  su  campo  &  tos  lurdo- 
tanns,  pueblos  (como  su  ha  dÍcl]o)de  la  Délica  ó  An- 
dalucía, de  quien  tenia  aviso  que  después  que  fue- 
ran vencidos  por  el  pretor  Manlio  con  sus  ¿entes  y 
las  de  Neron, llamaban  ensnaTudaáloscelttberos  pa- 
ra volverá  la  guerra  y  A  las  armas.  Antes  que  partie- 
fe,  por  tener  seguras  tas  espalttas  se  determinó  de 
ouitar  las  armas  á  todos  los  pueblos  giie  calan  antes 
lie  pasar  el  río  Ebro:  nolal)le  resolución,  á  proposito 
de  sosegar  aquella  gente,  pero  que  las  alteró  de  tal 
manera,  que  algunos  tomaron  la  muerte  por  sus  ma- 
nos por  no  verse  despojados  de  lo  que  Icnian  masca- 
ra (iiie  las  mismas  vidas.  Por  esta  causa  el  cónsul, 
nltiil.ido  de  parecer,  despachó  embajadores  i  todas 
partes  con  orden  nue  en  un  mismo  dia  las  mu- 
rallas tlt-  todas  aquellas  ciudades  fueren  abatidas  por 
tierra.  Hizose  asi:  yjuntamcntc  llegó  aviso  que  el 

rl )  En  eaU'balliia  mucbat  veces  lo*  einaüales  hiciecm 
rcUnrl  losrDiniDOS.  tiaata  el  punlo  de  que  Ctloa,  vieuijo 
JalMo  el  «nlro  de  su  íjército,  so  arrojase  él  mismo  en  rae- 
'lio  de  la  pelea  coaio  (teí^esperaito  para  animar  á  Ins  suyos. 
La  pf  rdi^  de  kn  espinóles  sin  dudt  debió  ser  j^nde ;  pero 
rjton ,  que  teaii  laatú  intere*  en  esta  viclorii .  no  derla  en 
ll  reladoaque  biioel  HUdostnoquehabiinauedadoiODer- 
IM  en  el  ampo  niucliM  eoemi^s ,  liii  derír  el  Diinwro.  Va- 
lerio Aatio.  historiador  de  poca  Si  paif  el  misom  Livia,  es 
quita  dice  que  perdieron  <tO.IICO  uombree  auaque  el  arma 
Lbnra  produce  mas  mortandad ,  cslos  delailcs  eaormcs  mc- 
recea  ser  mirados  coa  prcvendon. 


DB  ESrifiA.  63 

pretor  HanÜD  con  no  menor  presteza  apaeignara  las 
alteraciones  de  los  turdetanos .  Por  donde  dejada 
a<mella  empresa ,  el  cónsul  Catón  entró  por  la  tierra 
adentro,  y  pasado  el  rio  Ebro,  noparóhaslaSegoncia, 
aue  hoy  es  Sigüenza,  enqueporla  fortaleza  de  aque- 
lla plaza  los  celtiberos  tenian  recojidas  sus  rique- 
zas (2). 

Era  grande  el  despojo:  la  dificultad  de  apoderarse 
de  aquella  ciudad  tanta ,  que  perdida  la  esperanza  d« 
salir  con  ello ,  pasó  &  Numancia ,  como  se  entiende 
de  Aullo  Gellio .  No  se  Iiizo  cosa  de  mayor  momento 
^raqnellas  partes.  AcialosPñ-íneos  se  le  rindieron  tos 
cCTelanos,tos  ausctanosy  los sticssctanos.  Sujetó  asi- 
mismo los  lacelanos,  que  por  caer.algo  mas  lejos  anda- 
banallcradoí.  Poreslamancra  apaciguada  España ,  y 
BumciitadaslasrentasdeRoma  por  causa  delasmlnas 
de  oro  y  de  plata  que  hizo  beneljciarcon  mas  cuidado 
queanles,  y  por  venirnuevos  pretores  de Romapara el 
gobierno  deEspaiia,  Calón  dio  la  vuelta  y  fuéáRoma. 
Allí  fue  recibido  con  unsi^ranetríunfo,  en  que  Hevaba 
(3)  de  [ilata  acuñada  y  en  barras  ciento  y  cuarcntd  y 
ocho  mil  libras,  y  del  oro  que  llamaban  oséense,  qní- 
nientas  v  cuarenta.  Hizo  d  sus  soldados  un  donativo, 
en  que  a  cada  hombre  de  í  pie  dieron  siete  asses,  y 
a|  de  d  caballo  tres  tanto.  Después  desto  por  toda  lá 
vida  tomó  y  tuvo  á  España  debajo  de  so  protección  y 
ainifaró,  y  la  defeiiilíci  de  lodo  agravio:  que  propio  es 
de  granilcs  varones,  cual  fue  Catón,  vengar  las  inju- 
rias con  buenas  obras,  y  pasada  In  contienda  usar  de 
benignidad  para  con'los  caídos.  En  Roma,  por  voto 
que  hizo  en  Anipurias,  dedicó  dos  años  adelante  una 
capilla  ron  advocación  de  Victoria  virgen,  como  se 
lee  en  Livio  y  lo  refiere  Víctor  en  un  líbrito  de  las  le- 

f:ioneg  de  la  ciudad  de  Roma.  La^ monedas,  que  se 
lallan  muchas  en  España  acuñadas  con  el  nombre  de 
Catón,  tienen  grabadas  estas  palabras  victoíix  vic- 


TMCi  (4),  ala  victoria  vencedora;  por  dondese  sospe- 
cha que  ialetra  cu  aquellos  dus  autores  está  errada. 

CAPITULO  X.\VI. 

De  dltenntes  pretores  qne  vlnltroa  i  Espala. 

Míenos  pretores  después  desto  vinieron  de  Roma 

al  goliicrno  de  España ,  cuyos  nombres  pondremos 

aquí  sin  señalar  con  mucho'  ruidado  los  tiempos,  ni 

de  todo  punto  dejarlos  (S).  Los  primeros  en  este 

,  _ )  Auaqoe  Ferrcns  y  el  P.  Floro  siguen  esta  opihioo  de 
Kirianí,  otros  ereea,  que  donde  Ins  cellllberos  dejaron  tu 
equipaje  do  seria  SieQeuta  úao  oln  piau  que  retaba  en  Aa- 
dllucia,  en  la  Turdetanía,  cerra  de  Medina  Sidonia  donde 
lioy  niá  Jj^oni ,  porque  nu  es  verosímil  que  qi' 
lo  a  mas  de  cien  lecuis  de  día' — '-  ■■ --  - 
ble  que  desde  la 
y  se  viniese  ron  lodag  las  tropas,  como  diré  Li»io.  i  sitiar  i 
Sifoienta. 

(3)  Atendiendo  i  Lirio,  bieroik  mil  euatrorientas  libras 
del  oro  y  quinienlii  cuarenta  déla  pliU,  y  i  cada  unode  los 
¡afames  diú  doscíentuí  setenta  auet. 

(4)  No  es  estriño  que  Mariini  haya  padecido  ticunas 
errores  en  la  parte  nuoiismílica ,  por  eJ  atraso  en  que  estaba 
la  ciencia  en  el  tiempo  en  nue  escribió .  que  á  lu  vez  lo  de- 
bía i  li  eieaseí  de  dalos,  tn  esta  de  Calón,  por  el  «Dverm 
nohayli  iaicri|Kion  que  dice, sino  una  representación  dota 
victoria .  y  debajo  VinTRici.  Esta  es  la  itnira  que  con  tal  íul- 
rríprion  se  ve  en  el  rico  OMnetario  de  nuestra  Academia  de 
la  Historia. 

(5)  Con  ífecto ,  i*i  el  orden  de  sucesión  de  los  pretores 
como  sus  hechos  están  al§o  confusos.  Nosotros,  en  las  tablas 
cronttióficas  de  los  difereutes  seüorrs  qtte  dominaron  cu  Es- 


té  aiBUOTCCJk 

cuento  serán  LucioOiRiciopretorde  laCiterior,  famo- 
so por  la  corona  mural  que  ganó  cuando  Cartagena 
fue  entrada;  y  con  él  vino  también  ii  la  Ulterior  Pu- 
blio  Scípion  Nasica,  hijo  que  fue  de  Grieio  Scipton,  y 
por  decrclo  del  senado  de  Homa  juz(|ado  por  el  mas 
santo  de  toda  la  ciudad!  Sucedieron  á  estos  j  gober- 
naron en  un  tiempo  laa  Espanas  Marro  Fufvio  No- 
bilior  sucesor  de  Digicio:  este  puso  á  Toledo,  ciudail 
entonces  pequeüa  pero  fuerte  por  su  sitio ,  en  poder 
de  los  romanos,  y  con  il  vino  Caio  Flaminio  en 
tugar  de  Scípion.  A  este  prarogaron  el  tiempo  del 
gobierno.  En  lugarde  Fulvio  vino  Lucio  Emilio  Pau- 
lo, el  que  adelante  ganri  renombre  de  Macedonio  por 
liabervencidoalrcyde  Macedonia  llamado  Pcrseo.  Des- 
pués destos  vino  por  pretor  de  la  España  Citerior  Lu- 
cio Plaucio  Hipseo;  y  para  la  Ulterior  snialaron  á  Lu- 
.cio  Bebió  Oivite,  en  cuvo  lugar,  porque  le  malaron 
en  la  Liguria  que  es  el  Ginoves,  vino  PuUio  Junio 
Bruto. 

Por  espacio  de  dos  años  enteros  adelante  tuvo  el 
gobierno  de  la  España  Citerior  Lucio  Manlio  Acidi- 
no ,  y  de  la  Ulterior  Caio  Catinio ,  sin  que  sucediese 
cosa  que  de  contar  sea.  Por  sucesores  de  Aciilinio  y 
Catinio  señalaron  á  Caio  Calfurnio  Pisón  y  Lucio 
Quínelo  Críspíno  el  año  de  la  fundación  de  Roma  de 
quinientos  y  sesenta  y  ocho,  en  el  cual  síio  nnles 
que  llegase'el  nuevo  Robemador  murió  Catinio  en 
la  Lusitania  en  una  baúlla  que  trabó  con  los  natura- 
les cerca  de  un  pueblo  llamado  Asta.  Pasados  dos 


DI  GurAU  T  noiG. 
años  tomó  d  gobierno  de  Ja  Citerior  Aulo  Terenci'i 

Varron ,  y  de  la  Ulterior  se  encargú  Paulo  Semproiún 
Lonco.  A  estos  sucedieron  Publio  Uanlio  en  b  Espa- 
ña Ulterior ,  aquel  que  siendo  cúnsul  Marco  Cato», 
tuvo  el  gobierno  y  fue  pretor  ile  la  misma  jvnnocia; 
y  á  la  citerior  vino  Quinto  Fulvio  Flacco ,  el  que  en 
los  Caipetanos,  qtre  es  el  reino  de  Toledo,  vencía 
gran  numero  de  celtiberos  en  una  batalla  muy  brava 
que  les  dio  junto  i  un  pueblo  llamado  Bbura,  el  cual 
entiendo  que  Ptolomeo  llama. Libora ,  y  boy  eg  Tala- 
vera,  como  se  probará  en  otra  parte.  Tuvieron  estos 
fretores  el  gobierno  ile  España  dos  años ,  y  de  Roma 
Licron  enviados  otros  nuevos,  es  d  saber  i  la  Ulterior 
Lucio  Postumio  Albino ,  y  á  la  Citerior  Tiberio  Som- 
pronio  Grocclió,  el  que  fue  padre  de  los  Graccbda,  v 
luvo  por  mujer  a  Cornelia  bija  ile  Scípion  el  mayor, 
de  quien  arriba  se  trató  en  la  segunda  guerra  pánica. 
Scípion  el  menor,  ilicho  Umbien  AA'icano ,  casó 
otros!  con  Cornelia  hija  de  Cornelia  y  de  Graccb¿,  y 
nieta  de  Scípion  el  mayor. 

Por  el  csfuerao  y  buena  maña  destepretor  GraccIíA 
se  ganaron  muchas  victorias,  y  Numancja  por  su  in- 
dustria liizo  la  primera  vez  confederación  con  los  ro- 
manos ,  cpmu  lo  dice  Plutarchil.  Ücmns  deato  donde 
boy  está  Agreda  sobre  Numancia  la  ciudad  de  Grac- 
cliurris  [omú  su  apellido  deste  Gracclid  quier  por  ha- 
berla él  ediGcado,  qui^r  sea  pnrniie  la  ensanchó  y 
ennobleció  con  nuevos  edificios.  Hálianse  monedas 
en  España  con  el  ainnbre  de  Gracchuirii  y  el  de  Al- 


bino juntamente  (I).  Año  de  la  fundación  de  Roma 
de  quinientos  y  seteuta  y  seis  Marco  Titmio  Curvo 
fue  elendo  en  pretor  de  la  España  Citerior :  de  la  Ul- 
terior Quinto  Fonteio.  Estos  tuvieron  el  cargo  por 
espacio  de  tres  años,  los  cuales  pasados,  noie  sabe 
qué  pretores  viniesen  á  España :  dado  que  hay  memo- 
ria que  al  año  quinientos  y  setenta  y  nueve  Appio 
Claudio  Centón  por  la  victoria  que  ganó  de  los  cclli- 
beros,  entró  en  Roma  con  ovación. También  se  sabe 
que  al  año  siguiente  vinieron  por  pretores  de  la  Ulte- 
rior ServiUo  Cepion ,  de  la  Citerior  Furio  Filón.  Su~ 
codiéranles  Marco  Mancieno  y  Gneio  Fabio  Buteon; 
pero  á  causa  que  Butenn  falleció  en  Marsella  del  mal 
que  la  mar  le  nizo ,  por  mandado  del  senado ,  Furio 
continuó  su  gobierno  de  la  España  Citerior  hasta 
tanto  que  al  ano  siguiente  de  quinientos  y  ochenta  y 
dea  A  Marco  Junio  cupo  por  suerte  lo  de  la  Qlerior,  y 
lo  Ulterior  al  pretor  Spurio  Lucrecio. 

Pasado  esta  año  sucedió  una  cosa  inuy  notable ,  y 
file  que  juntaron  las  dns  Españas  debajo  de  un  ^- 
bierno,  y  las  encargaron  al  pretor  Lucio  Canuleío. 
Este  en  Roma,  antes  que  se  partiese ,  fue  nombrado 

piOi  inie  pooemo)  al  Hn  d«  la  obra ,  rMlliaremoi  eitos  er- 
TOr«i  de  dCKuiílo  6  DCRligendi  de  Xaríini. 

<1)  El  Potlumia  AlbloD  de  quien  tqul  biblaHiríaní,  de- 
bió de  Mr  Aulo  y  no  Lucio :  del  primero  ei  de  qaleo  única- 
meole  it  encDeatna  lia  medilUg  que  eiU  j  que  noiolriM 
prMeDtiino)  cod  otra  de  Gnccliirrii-  Debemos  idTerlÍT  que 
el/mroneit/e  ron  que  le  espresa  el  lalor,  no  qaiere  decir 
que  sean  uní  misma  moneda. 


Er  juez  sobre  cierta  acusación  que  embajadores  de 
paTia  pusieron  contra  algunos  de  los  pretores  pasa- 
dos, que  decían  haber  robado  v  coechado  la  provin- 
cia; pero  fueron  dados  por  libres  por  arxiatumbrar 
los  senadores  romanos  de  usar  de  severidad  con  los 
demás ,  y  disimular  unos  con  otros  con  grande  senti- 
miento y  envidia  del  pueblo ,  y  en  gran  perjuicio  de 
su  buena  fama.  Terdad  es  que  para  apaciguar  las 
nuejas  de  los  naturales  se  les  otorgó  quelos  goberna- 
dores romanos  no  vendiesen  el  trigo  á  la  postura  y 
tasa  que  ellos  mismos  hacían ,  como  lo  tenían  de  cos- 
tumbre, y  que  los  españoles  no  fuesen' forzados  á 
encabezarse  y  arrendar  el  alcabala  (que  llamaban  vi- 
césima porque  se  pagaba  uno  por  veinte)  i  voluntad 
del  pretor ;  que  no  liobiesc  arrendadores  de  loa  tribu- 
tos ,  sino  que  el  cuidado  de  cobrar  y  beneliciar  aque- 
llas rentas  se  encomendase  i  los  pueblos. 

Otra  embajada  se  envió  de  España  á  Roma  para 
saber  qué  se  dchia  hacer  de  hs  bastardos,  que  llama- 
ban comunmente  híbridas,  y  eran  hijos  de  soldados 
romanos  y  madres  españolas,  y  pedian  campos  don- 
de morasen  y  labrasen.  Respondió  el  senado  que  se 
les  diesen  como  lo  pedian  i  los  que  el  pretor  Canu- 
leio  de  aquella  muchedumbre  de  nombres  que  pasa- 
ban de  cuatro  mil ,  juzgase  se  debia  dar  libertad ,  ca 
eran  tenidos  por  esclavos :  y  que  los  Uevoae  á  Carteia 
con  nombre  y  privilegio  de  cnlonía,  gue  fue  la  pri- 
mera que  hobo  de  romanos  en  Espaiia,  y  por  esta 
causa  Carteia  se  llamó  colonia  da  los  libertinos  :  en- 
tiéndese que  esta  población  el  la  que  hoy  se  llama 


HISTORIA   DE  ESPA.^A. 


Tarifa.  Ganuleio,  pasados  dos  años  de  su  gobierno, 
tuvo  por  sucesor  a  Marco  MarceUo  afu)  de  la  funda- 
ción de  Roma ,  quinientos  y  ochenta  y  cinco.  Este 
fundó  á  Córdoba,  ciudad  principal  en  la  Bética  ó  An- 
dalucía, madre  de  grandes  ingenios:  á  lo  menos 
Strabon  así  lo  dice,  que  Córdoba  íue  fundada  por 
Marco  Marcello :  á  algunos  parece  que  sucedió  en 
este  tiempo  cuando  fue  pretor,  y  no  adelante  cuan- 
do hecho  cónsul  volvió  á  España )[  á  su  gobierno.  Las 
conjeturas  que  para  decir  esto  tienen ,  ni  son  con- 
cluyentes  fiíi  del  todo  vanas ,  ni  hay  para  qué  se  re- 
laten. Lo  cierto  es  qiie  Silio  Itálico  nace  mención  de 
Córdoba  en  tiempo  de  Aníbal,  y  puédese entemler 
que  su  fundación  fue  antes  desle  tiempo ,  y  que  atri- 
buyeron á  Marco  Marcello  la  gloria  de  ser  fundador 
de  Córdoba  porque  la  ennobleció  con  edificios,  y  con 
darle  como  le  dió  titulo  y  derecho  de- municipio  ro- 
mano. 

Sucedió  á  Marcello  Fonteio  Balbo.  Después  deste 
tornaron  á  dividir  á  España  en  dos  gobiernos ,  y  asi 
Ja  ^bernaron  Gneio  Fulvio  y  Caio  Licinio  N^va  en 
el  tiempo  que  Judas  Madiábeo,  capitán  nobilísimo  de 
los  judíos,  hizo  confederación  con  los  romanos:  ác 
quien  sabía  estendian  sus  victorias  y  sus  armas  no 
solo  hasta  la  Asia ,  sino  que  tenían  asimismo  sujeti  á 
Espatña ,  y  con  las  minas  de  oro  y  plata  que  en  ella 
poseían ,  crecían  de  cada  día  mas  en  poder  y  en  gran- 
deza. Con  esto  se  acabará  la  cuenta  de  los  pretores, 
porque,  si  pasase  adelante,  daría  mas  fastidio  que 
gusto  ni  tampo(*.o  es  cosa  fácil  reeogellos  todos ,  y 
continuar  siempre  la  historia  sin  (^uieora  por  la  falta 
que  tenemos  de  las  memorias  antiguas.  Demás  que 
no  conviene  ni  es  razón  embutir  los  anales  de  la  Es- 
paña con  la  grosura  de  las  cosas  romanas ,  como  si 
de  suyo  fuesen  faltos,  y  con  ripia  y  materiales  jun- 
tados de  otra  parte  tapar  las  hendeduras  que  tienen 
nuestras  historias  en  muchos  lugares. 

UBRO  TERCEN. 

CAPITULO  L 

Del  principio  de  la  guerra  de  Nomancla. 

VvÉL  guerra  muy  larga  y  muy  brava  se  emprendió 
en  España  el  año  que  se  contaba  seiscientos  y  uno  de 
la  fundación  de  Roma ,  dudosa  por  los  varios  trances 
de  las  batallas  que  se  dieron,  y  cuyo  remate  última- 
mente fue  muy  perjudicial  para  España.  Los  prime- 
ros movedores'destas  alteraciones  fueron  los  numan- 
tinos  2, gente  asaz,  feroz  y  brava,  por  estar  cansados 
del  señorío  de  Roma ,  irritados  con  los  amvios  que 
los  romanos  les  hacían.  La  ciudad  de  ríumancia, 
temblor  que  fue  j  espanto  del  pueblo  romano ,  gloria 

}f  honra  de  España,  estuvo  antiguamente  asentada  en 
a  postrera  punta  de  la  Celtiberia  que  miraba  hacia 
Septentrión  entre  los  pueblos  llamados  arevacos. 
Has  de  una  lemia  sobre  la  ciudad  de  Soria ,  donde  al 
presente  está  la  puente  de  Caray,  no  lejos  del  naci- 
miento del  rio  Duero  se  muestran  los  rastros  de  aque- 
lla noble  ciudad.  Era  mas  fuerte  por  el  sitio  que  por 
otros  pertrechos  hechos,  á  mano.  Su  asiento  en  un 
collado  de  subida  no  muy  agria ,  pero  de  dificultosa 
entrada  á  causa  de  los  moqtes  que  la  rodeaban  por 
tres  partes.  Por  un  solo  lado  tenía  una  llanura  de 
mucha  frescura  y  fertilidad ,  que  se  tiende  por  la  ri- 
bera del  rio  Tera  espacio  de  tres  leguas  hasta  que 
mezcla  sus  aguas  con  las  del  rio  Duero.  A  la  costum- 
bre de  los  Lacedemonios ,  ni  estaba  rodeada  de  mu- 
rallas y  ni  fortificada  de  torres  ni  baluartes ,  antes  á 
propósito  de  apacentar  los  ganados  se  estendia  algo 
mas  de  lo  que  iiiera  posible  cercarla  de  muros  por  to- 
das partes.  jBien  que  tenia  un  alcázar  de  donde  podían 
hacer  resistenciaá  los  enemigos  y  en  las  asonadas  de 
guerras  solían  encen:ar  en  éltodo  lo  que  tenían,  sus 


65 

preseas  y  sus  alhajas.  El  número  de  los  ciudadanos 
era  mediano,  hasta  cuatro  mil  bohibres  de  armas  to- 
mar, dado  que  otros  doblan  este  número ,  y  dicen 
que  podían  tener  en  campo  ocho  mil  soldados.  Por  la 
manera  de  vida  qtie  tenían,  y  por  los  muchos  trabajos 
á  que  se  acostumbraban ,  endurecían  los  cuerpos  y 
aun  fortalecías  tos  ánimos.  Grande  era  la  osadía  que 
tenían  para  acometer  la  guerra,  y  mucha  la  pruden- 
cia para  continualla. 

Sempronio  Graccbó,  en  el  tiempo  que  tuvo  el  go- 
bierno de  la  España  Citerior ,  hizo  con  los  numanti- 
nos  y  con  otros  pueblos  comarcanos  asiento  v  confe- 
deración con  estas  condiciones;  oue  no  emficasen 
pueblos  ni  fortalezas ,  ni  las  fortificasen  sin  avisar 
dello  al  senado  romano :  pagasen  el  tributo  cuanto  y 
en  los  pueblos  que  les  fuese  ordenado:  siguiesen  los 
reales  de  los  romanos  cada  y  cuando  que  para  ello 
fuesen  llamados.  Estaba  otros! ,  y  se  contaba  entre 
los  pueblos  arevacos  otra  ciudad  llamada  Segeda  de 
cuarenta  estadios  en  circuito.  Appíano  la  pone  en  lo 
postrero  de  la  Celtiberia  entre  los  pueblos  llamados 
Beles ,  por  ventora  donde  al  presente  está  la  ciudad 
de  Osma.  Esta  ciudad  y  á  su  ejemplo  los  pueblos  que 
llamaban  Titbios  á  ella  comarcanos,  encendidos  en 
deseo  de  cosas  nuevas  comenzaron  en  puridad  á  con- 
federarse con  otros  pueblos  sus  Tecinos,  y  junto  con 
esto  á  fortificar  sus  murall^s ,  sin  dejar  cosa  alguna 
que  fuese  á  propósito  pera  defenderse  y  ofender,  si 
alguno  les  diese  guerra.  Como  por  el  senado  romano 
les  fuese  vedado  pasar  adelante  en  aquellas  fortífíca- 
ciones ,  les  mandasen  pasar  el  tributo  que  conforme 
á  lo  asentado  eran  obligados,  demás  desto  que  los  que 
tuviesen  edad  de  tomar  armas  ai-udíesen  ai  campo  de 
los  romanos;  con  diversas  escusas  que  alegaban  se 
entretenían  y  escusaban  de  hacer  lo  que  les  era  man- 
dado. De  aquí  nació  la  primera  ocasión  de  o(}uella 
guerra ,  en  que  se  envolvió  también  Numancia  por 
estar  á  ellos  cercana,  y  tener  otrosí  con  los  Belos 
hecho  asiento  de  juntar  con  ellos  las  armas  y  fuerzas 
contra  los  romanos.  Ellos  con  recelo  que ,  si  al  prin- 
cipio no  hacían  caso ,  podria  cundir  aquel  mal ,  de- 
terminaron de  tomar  luego  las  armas. 

Por  aquel  mismo  tiempo  se  hacía  la  guerra  en  la 
Lusitania  entre  ios  romanos  y  un  capitán  de  la  tierra 
llamado  Cessaron  (1),  el  cual  con  firande voluntad  de 
toda  la  provincia  tomóá  su  cargo  de  restituirla  en  su 
antigua  libertad,  tue  primero  lugar-teniente,  y  des- 
pués sucesor  de  otro  caudillo  de  aquella  gente  lla- 
mado Africano,  que  no  mucho  antes  se  levantara 
también  contra  los  romanos ;  pero  fue  muerto  dé  una 
pedrada  que  le  dieron  desde  una  ciudad  que  batía  y 
pretendía  forzar.  Estas  alteraciones,  luego  que  en 
Roma  se  supieron ,  pusieron  en  gran  cuidado  á  los 
del  senado  en  tanto  grado  que ,  después  que  Lucio 
Mummio  fue  señalado  por  pretor  de  la  Esfmña  inte- 
rior ,  acordaron  para  domar  los  celtíberos ,  gente 
indómita  y  feroz,  que  partiese  para  la  España  Citerior 
uno  de  los  cónsules  con  ejército  consular.  Esto  acor- 
dado ,  con  una  priesa  no  acostumbrada  hicieron  que 
los  cónsules  que  solían  ser  nombrados  por  el  fin  de 
diciembre,  y  comenzar  el  oficio  adelante  mediado  el 
mes  de  marzo,  a^el  año  se.  anticipasen  y  diesen 

Srincipio  á  su  gobierno  desde  él  primero  día  del  mes 
e  enero:  acuerdo  que  deste  principio  se  continuó 
adelante.  Fue  pues  enviado  á  España  el  cónsul  Quin- 
to Fulvio  Nobilior  con  muchas  compañías  de  so- 
corro. 

No  ignoraban  los  segedanos  que  todo  aquel  aparato 
do  guerra  se  enderezaba  á  su  daño  y  á  su  peratcion. 
No  tenían  acabadas  las  fortificaciones  de  su  ciudad; 

(1)  Appíano  en  h  edición  greco-latina  de  Amsterdan, 
1670,  que  es  la  mas  correcta ,  le  llama  Cesaras ,  y  dice  que, 
habiendo  atacado  é  Mummio  que  acababa  de  llegar  de  Roma 
con  su  ejército,  fue  derrotado  y  se  salvó  hoyendo. 


f.6 


BIBLIOTKCA   DB  GASPAR   Y   IIOIG. 


así  enviaroii  sus  mujeres  y  hijos  á  los  arevacos  para 
mayor  semirídad;  y  ellos  para  apercibirse  de  lo  nece- 
sario noimiraron  por  su  capitán  á  un  hombre  llamado 
Caro,  que  tenia  grande  ^speríencía  en  las  armas.  Es- 
te con  intento  ae  hacer  algún  efecto,  y  con  algún 
buen  principio  ganar  mayor  reputación ,  armó  una 
celada  contra  el  campo  del  cónsul  que  era  llegado ,  y 
traía  consigo  hasta  treinta  mil  hombres.  Sucedióle 
bien  su  pensamiento,  ca  mató  seis  mil  délos  contra- 
ríos, y  puso  en  huida  á  los  demás.  Pero,  como  siguie- 
sedesapoderadamente  el  alcance,  la  caballería  romana 
que  venia  en  la  retaguardia ,  revolvió  sobre  él  y  le 
quitó  la  victoria  de  las  manos  y  la  vida ;  destrozó 
otrosí  gran  número  de  los  sujos.  Dióse  esta  batalla 
á  veinte  y  nueve  de  agosto,  día  en  que  Roma  celebra- 
ba las  fiestas  de  Vulcano,  que  llamaban  Vulcanaiia. 
El  espanto  y  daño  de  ambas  partes  fue  tan  grande, 
que  los  unos  y  los  otpis  ,  si  no  eran  forzados,  rehu- 
saban por  algunos  dias  de  encontrarse.  La  misma 
noche  los  arevacos  se  juntaron  en  Numancia ,  que  la 
batalla  se  dio  por  allí  cerca,  y  en  lugar  de  Caro  nom- 
braron por  sus  capitanes  á  Haraco  (1)  y  á  Leucon,  y 
aparte  por  capitán  de  los  mumantmos  fue  nombrado 
otro  hombre  llamado  Lintevon. 

El  tercero  dia  después  de  aquella  pelea  asentó  el 
cónsul  sus  reales  á  cuatro  millas  de  Numancia:  fuera 
de  las  demás  gentes  tenia  diez  elefantes  y  quinientos 
caballos  numidas  que  Masinissa  poco  antes  desde 
África  le  enviara  de  socorro.  Desauó  el  cónsul  á  los 
enemigos ,  que  asimismo  determinaron  de  probar  ven- 
tura y  encomendarse  á  sus  manos.  Dióse  otra  batalla 
en  la  cual  ya  que  estaba  trabada,  alargadas  las  hile- 
ras de  los  romanos,  se  hicieron  adelante  loselefontes, 
con  cuya  vista  los  celtiberos  por  no  estar  acostum- 
brados se  espantaron  así  hombres  como  caballos,  y 
vueltas  las  espaldas  se  metieron  en  la  ciudad.  Iban 
los  romanos  en  pos  de  ellos ,  y  por  amonestación  del 
cónsul  pretendían  á  vueltas  ae  los  que  huían  entrar 
en  la  ciudad;  hicíéranlo  así ,  si  no  fuera  por  un  ele- 
fante que,  herido  en  la  cabeza  con  una  gran  piedra, 
con  la  furia  del  dolor,  como  acontece,  se  embraveció 
de  tal  suerte,  que  así  él  como  á  su  ejemplo  los  demás 
elefantes,  bestias  peligrosas  en  la  guerra,  vueltos 
contra  los  suyos  pusieron  en  desorden  y  confusión  á 
los  romanos ,  y  oieron  la  muerte  á  todos  los  que  se 
les  ponían  delante.  Los  numantinos ,  visto  lo  que  pa- 
saba y  la  buena  ocasión  que  se  les  presentaba,  hicie- 
ron una  salida  ,  con  que  hirieron  en  los  romanos  y 
los  forzaron  á  recojerse  á  sus  reales.  Dellos  en  dos 
encuentros  perecieron  cuatro  mil  hombres ,  y  de  los 
celtiberos  dos  mil.  Estaba  por  aquellas  partes  una 
ciudad  llamada  Azenía,  plaza  y  mercado  donde  acu- 
dían los  mercaderes  de  la  comarca  á  sus  tratos.  Oes- 
ta  ciudad,  después  de  la  batalla  susodicha,  pretendió 
el  cónsul  apoderarse,  mas  fue  rechazado  con  afrenta 
y  pérdida  de  soldados. 

Divulgadas  que  fueron  estas  cosas ,  la  ciudad  de 
Ocile,  «londe  los  romanos  tenían  recojido  su  bagaje  y 
su  i'ilmacen,  se  pasó  á  los  celtíberos:  que  muchas  ve- 
ces la  fe  y  lealtad  andan  al  paso  de  la  fortuna ,  y  la 
blanda  y  muchas  veces  engañosa  esperanza  de  liber- 
tad hace  despeñar  i  muchos.  Con  esto  espantado  el 
cónsul ,  y  temiendo  qiie  las  otras  ciudades  no  imita- 
sen este  ejemplo ,  barreado  que  lioho  los  reales  que 
tenia  cerca  de  Numancia,  invernó  allí  con  su  campo, 
donde  por  falta  de  vituallas  y  fuerza  del  frío  pereció 
gran  parte  de  los  soldados.  Esto  sucedió  en  la  España 
Citenor:  en  la  Ulterior  por  el  mismo  tiempo  Mummio 
hacia  guerra  á  los  lusitanos  con  varios  sucesos,  pero 
cuyo  remate  últimamente  le  fue  muy  favorable.  Fue 
así  que  en  la  primera  pelea  los  romanos  siguieron  con 

§rande  ímpetu  y  sin  orden  á  los  lusitanos  míe  habían 
esbaratado  y  puesto  en  huida:  cosa  que  dió  ocasión 

(i)  Appiano  llama  Amboa  al  compaiíero  de  Leucon. 


á  Cesaron,  caudillo  de  los  contrarios,  para  revoWer 
contra  los  enemigos  y  quítalles  de  las  manos  la  vic- 
toria. Diez  mil  de  ios  romanos  fueron  muertos,  v  en- 
trados ambos  ios  reales,  así  los  que  habían  perdido  los 
lusitanos ,  como  adonde  alojaban  los  romanos.  Desta 
manera  pasó  esta  pelea.  Los  despojos  que  de  los  roma- 
nos ganaron  traían  los  lusitanos  casi  por  toda  España  á 
manera  de  triunfo,  y  para  muestra  de  su  valentía.  Des- 
cuidáronse con  la  prosperidad:  que  dió  ocasión  á  Lucio 
Mummio  poco  adelante  para  que  con  los  suyos  (que 
eran  en  numero  hasta  cinco  mil,  y  con  ellos  se  ha  ota 
entretenido  en  lucres  fuertes)  cargase  sobre  los  coa - 
trarios  de  improviso  en  cierta  fiesta  que  hacían  para 
celebrar  la  victoria  que  ganaron.  Desbaratóles  fácil- 
mente, y  con  la  victoria  recobró  muchas  banderas  de 
las  que  perdiera  antes. 

En  lugar  de  Cessaron ,  que  parece  murió  en  aquel 
rebate,  sucedió  otro  que  se  llamaba  Canteno  (2).  Éste 
en  los  pueblos  llamados  ouníos ,  en  aquella  parte  de 
Andalucía  donde  hoy  está  Niebla ,  se  apoderó  de  Cu- 
nistorffis ,  ciudad  que  era  de  los  romanos ,  de  donde 
pasó  al  estrecho  de  Cádiz ,  y  desde  allí  una  parte  del 
ejército  se  fué  á  África  por  miedo  de  los  romanos  ó 
por  ser  de  aquella  tierra,  ó  por  ventura  era  su  orgullo 
tan  grande,  que  les  parecía  para  su  valor  ser  estrecha 
toda  España.  Los  demás  de  aquel  ejército  por  el  pre- 
tor Mummio,  que  se  rehizo  de  soldados  y  tenia  hasta 
nueve  mil  (hombres ,  fueron  trabajados  y  deshechos 
en  algunas  batallas  que  les  dió.  Por  conclusión  pasó  á 
cuchillo  otro  escuadrón  de  aqqella  gente ,  sin  dejar 
ni  uno  solo  que  pudiese  llevar  á  su  patria  las  tristes 
nuevas:  con  oueen  finios  de  Lusitania  se  sosegaron 
y  redujeron  á  lo  que  era  razón.  Por  estas  cosas  se  de- 
terminó el  año  siguiente  que  se  contó  seiscientos  y 
dos  de  la  fundación  de  Roma,  que  Mummio  en  Roma 
triunfase.  En  lugar  de  Fulvio,  sabido  su  desastre  y  la 
apretura  en  quese  hallaba,  enviaron  al  cónsul  M.  Clau- 
dio Marcello  con  ocho  mil  peones  y  quinientos  caba- 
llos de  socorro.  El  gobierno  de  la  España  Ulterior  se 
encargó  áMarco  Atilio.  Elcónsul  Marcello, lueffo  que 
con  toda  su  gente  aportó  á  España ,  procuró  To  mas 
presto  que  pudo  de  apoderarse  de  la  ciudad  de  Odie, 
para  que  la  que  fue  principal  en  la  culpa  fuese  la  pri- 
mera en  el  castigo;  pero  dado  que  la  tomó  y  que  su 
culpa  era  grande,  no  la  quiso  asolar:  solamente  la 
mandó  dar  rehenes  y  acudille  con  treinta  talentos 
de  oro  para  los  gastos. 

Caía  cerca  de  allí  la  ciudad  de  Nertobriga,  y  como 
se  puede  sospechar  por  las  tablas  de  Ptolomeo  no  le- 
jos de  Tarazona  y  de  donde  hoy  está  Calatavud.  De 
allí  vinieron  embajadores  al  cónsul  para  oirecer  la 
ciudad.  Mandóles  al  principio  solamente  que  le  acu- 
diesen con  cien  homores  de  á  caballo :  después  por- 
que algunos  de  aquella  ciudad  á  manera  de  salteadores 
acometieron  el  postrer  escuadrón  de  los  romanos  y  el 
carruaje ,  sin  aamitilles  la  escusa  que  daban,  es  ¿sa- 
ber que  aquel  desacato  fue  de  pocos,  y  que  el  pueble 
no  tenia  parte ,  los  cien  caballos  fueron  vendióos  (3) 
en  pública  almoneda,  y  puesto  cerco  sobre  la  ciudad, 
la  comenzaron  á  batir.  Enviaron  de  nuevo  embajado- 
res de  paz  con  una  piel  de  lobo  delante  como  por  pen- 
dón (4)  en  una  lanza ,  que  tal  era  la  costumbre  de  la 
nación,  los  cuales  en  presencia  del  cónsul  dijeron  que 
hora  el  delito  pasado  fuese  público ,  hora  particular, 
se  debía  dar  por  contento  con  lo  hecho,  pues  era  bas- 
tante castigo  ver  sus  campos  talados ,  quemadas  sus 
casas,  y  sus  ciudadanos  hechos  esclavos  y  vendidos 
por  tales:  que  los  corazones  de  los  miserables  se  sue- 

(2)  De  Appiaoo  lotocoosta  que  k»  Lusitanos  que  habita- 
ban en  la  otra  ribera  del  Tajo  tenían  por  general  i  Caofae- 
110 ;  pero  no  que  aucediese  i  Cenaron  ni  que  hubiese  muerto. 

(5)  Presos  loa  caballeros  y  vendidos  los  caballos  debe 

der.ir. 

(4)  El  mismo  Appiano  dice :  « enviaron  >I  trómpela,  quo 
en  lugar  del  caduceo  está  ycslído  df  una  piel  de  Io1m>.  > 


mSTOMA  DE  BSPA.^A. 


61 


\en  mas  enconar  con  quiUrles  del  todo  la  esperanza  1  venida  de  LucuHo,  Marcello  con  deseo  que  tenia  de 


de  perdón ,  que  suele  dar  fuerzas  y  ánimo  á  los  flacos, 
pues  ni  aun  los  animalillos  y  sabandijas  perecen  sin 
que  se  pretendan  Tensar.  Respondió  el  cónsul  que 
era  por  demás  tratar  ellos  en  particular  de  concierto  y 
de  paz ,  si  no  entrasen  en  la  misma  confederación  y 
liga  los  aroTacos ,  los  belos  y  los  tbitios ,  qne  fueron 
k»  primeros  á  lerantarse. 

No  rehusaban  aquellos  pueblos  de  concertarse,  pe- 
ro con  tal  que  fuese  el  asiento  conforme  á  las  condi- 
ciones que  se  asentaron  con  Grachó.  Inclinábase  el 
cónsul  á  esto  y  no  le  parecía  mal  partido;  mas  los 
amigos  y  confederados  le  fueron  á  la  mano,  cadecian 
no  era  justo  recibir  á  la  confederación  y  condiciones 
antiguas  á  los  que  tantas  reces  hablan  faltado  y  he- 
cho tantos  daños  así  á  los  romanos  comoá  los  comar- 
canos, no  por  otra  causa  sino  por  mantenerse  en  la 
amistad  y  devoción  del  pueblo  romano.  El  cónsul  du- 
doso sin  saber  qué  resolución  tomase,  acordó  se 
enviasen  por  ambas  partes  embajadores  á  Roma  para 
que  allá ,  oido  lo  que  los  unos  y  los  otros  alegaban,  se 
determinase  lo  que  pareciese  al  senado,  y  en  el  entre 
tanto  otor^  á  ios  contrarios  cierta  manera  de  tre* 

fns.  Fulno  Nobilior ,  que  en  este  medio  era  llegado 
Roma,  se  opuso  á  aquellos  tratos ,  y  con  encarecer 
en  el  senado  la  deslealtad  y  agravios  de  aquella  ^ente 
hizo  tanto  que  sin  concluir  cosa  alguna  aespidieron 
los  embajadores  con  orden  que  acudiesen  al  cónsul 
Marcello ,  y  que  él  les  daría  la  respuesta  de  lo  que 
pedían  :  resolución  que  quitaba  del  todo  la  esperanza 
de  la  paz ,  y  que  ponía  en  necesidad  de  volver  á  las 
armas.  Asi  se  trato  en  Roma  de  enviar  á  los  suyos 
nuevas  ayudas  con  intento  de  no  parar  hasta  tener 
sujetos  á  los  contrarios.  El  miedo  que  los  soldados  te- 
nían era  tan  grande,  y  la  guerra  tan  peligrosa ,  que 
no  se  hallaba  de  todas  las  legiones  quien  se  ofreciese 
á  emprender  aquella  jomada.  Orcienaron  pues  que 
por  una  nueva  manera  se  sorteasen  los  que  nobiesen 
de  ir  á  España. 

CAPITULO  II. 


Como  PubUo  Cornclto  Sdpion  vino  por  legado  ó  logar- 
teniente  á  España. 


ganar  el  prez  de  haber  acabado  aquella  guerra,  sacó 
lo  mas  .presto  que  piído  sus  gentes  de  los  invernade- 
ros. Anticipóse  Nertobriga,  que  juntó  para  su  defensa 
y  metió  dentro  los  muros  cinco  mil  arevacos.  Numan- 
cia  asimismo  no  se  descuidó  en  armar  su  gente,  con- 
tra la  cual  por  ser  cabeza  de  las  demás  Marcello 
enderezaba  en  primer  logar  su  pensamiento ,  y  asi  se 
adelantó  y  paso  á  cinco  millas  de  aquella  ciudad  (!}, 
que  hacen  poco  mas  de  una  legua.  Pero  á  instancia 
I  deünthevon  caudillo  de  los  numantinos  se  concluye- 
ron últimamente  las  paces  con  condición  que  los  de 
Numancia  desamparasen  á los  belos,  a  lostnitios,  v  á 
los  arevacos.  Pretendían  en  esto  el  cónsul  y  contíana 
que  aquellos  pueblos  desamparados  de  la  ayuda  de 
Numancia  no  se  lo  podrían  defender,  como  sucedió 
en  hecho  de  verdad ,  que  sin  dilación  aquellos  pue- 
blos se  rindieron  é  ios  romanos ,  y  fueron  por  ellos  re- 
cibidos en  gracia  con  tal  que  entrasen  rehenes  y 
pagasen  seiscientos  talentos,  como  !o  dice  Estrabon. 
Lleuó  Lucullo  á  suprovincia  deseoso  y  determina- 
do de  iiacer  mal  y  daño  :  por  esto  como  quier  que  la 
guerra  de  los  celtiberos  estuviese  apaciguada ,  ende- 
rezóse con  sus  gentes  á  los  cerpetanos.  ue  alli  pasó  el 
rio  Tajo  y  los  puertos  hasta  llegar  á  los  vaceos ,  que 
eran  gran  parte  de  lo  que  hoy  es  Castilla  la  Vieia.  En 
aquella  comarca  se  determinó  acometer  la  ciudad  de 
Canela ,  asentada  donde  al  presente  vemos  la  villa  de 
Coca.  £1  color  que  dio  para  esta  guerra ,  fae  vengar 
los  carnetanos ,  á  los  cuales  los  de  aquella  ciudad  de- 
cía él  haber  hecho  mal  y  daño ;  mas  á  la  verdad  la 
hambre  del  oro  le  despertaba  por  ser  hombre  de  poca 
hacienda  entre  los  romanos  :  ^ve  enfermedad  para 
gobernadores  y  capitanes.  Salieron  los  de  aquella  ciu- 
dad á  pelear  con  el  cónsul ,  pero  fueron  vencidos  y  re- 
chazados. Acordaron  de  rendirse  apartido  que  diesen 
rehenes,  y  de  socorro  cierto  número  de  nombres  á 
caballo :  demás  desto  los  penaron  en  cíen  talentos  de 
plata :  Asegurados  con  este  concierto  los  ciudadanos 
se  allanaron  para  que  entrase  en  su  ciudad  la  guarni- 
ción de  soldados  que  el  cónsul  quiso.  Ellos  hecha  se- 
ñal con  una  trompeta,  como  lo  tenían  concertado, 
pasaron  á  cuchillo  aquella  miserable  gente  que  estaba 
descuidada,  sin  perdonar  á  mujeres  ni  hombres  de 
ninguna  edad  :  deslealtad  y  fiereza  mas  que  de  bár- 


Eif  el  mismo  tiempo  Marco  Atílio  en  la  España  Ui- 
terior  maltrataba  á  los  lusitanos ,  y  se  apoderaba  por  I  baros.  Por  esto  atemorizados  los  pueblos  comarcanos 


concierto  de  muchas  ciudades  que  se  le  entregaban  á 

partido  ya  que  fe  llegaba  el  año  siguiente  en  el  cual 

cupo  por  suerte  la  España  Citerior  al  cónsul  Lucio  Li- 

cinio  Lucullo ,  y  al  gouiemode  la  Ulterior  vino  el  pre- 
tor Ser^o  Galba ,  y  por  legado  ó  lugarteniente  del 

cónsul  vino  Publio  Cornelio  Scipion  llamado  el  Menor, 

á  quien  el  cielo  reservaba  la  gloría  de  sujetar  y  des- 
truir á  la  gran  Cartazo.  Era  de  edad  de  veinte  y  cuatro 

anos ,  y  con  deseo  que  tenia  de  hacer  algún  servicio 

señalado  á  su  república ,  vino  á  aquella  guerra  que  los 

demás  soldados  tanto  aborrecían  y  temían.  Hay  quien 

diga  que  venido  que  fue  Lucullo  á  España ,  bcipion 

p^en  Afríca  enviado  á  Masinissa  en  embajada  para 

que  por  respeto  de  la  amistad  que  con  aquel  rey  te-, 
nía  su  casa ,  alcanzase  del  les  enviase  elefiíntes  dé 
socorro;  pero  yo  por  mas  cierto  tengo  lo  que  afirma 
Marco  Óceron ,  que  esto  sucedió  adelante  en  el  con- 
sulado de  Manilo.  Fue  este  Scipion  casado  con  herma- 
na de  los  Grachós,  nieta  del  Otro  Scipion  Africano, 
hija  de  Cornelia  que  hie  hija  de  Scipion.  Fue  otrosí 
este  Scipion  nieto  por  adopción  de  Scipion  el  Mayor, 

hijo  adoptivo  de  su  hijo,  ca  el  padre  natural  d'^ste    

Scipion  fue  Paido  Emilio  hermano  de  la  mujer  del  I  Solo  hicieron  algunas  salidas  y^trabaron  algunas  es- 


sin  confiarse  en  la  fortaleza  de  sus  murallas,  ni  ase- 
gurarse de  la  fé  y  palabra  de  los  romanos ,  se  retiraron 
con  los  suyos  y  con  sus  haciendas  á  los  bosques  y 
montes  ásperos  y  enriscados ,  puesto  primero  fuego  á 
lo  que  consigo  no  pudieron  llevar. 

Lucullo ,  a  quien  la  pobreza  hacia  avariento  y  la  ava- 
ricia cruel ,  perdida  la  esperanza  de  gozar  de  aquellos 
despojos ,  pasó  con  sus  gentes  para  sitiar  una  ciudad 
llamada  Intercacia,  que  estaba  antiguamente  asenta- 
da casi  á  la  mitad  del  camino  que  hay  desde  Vallado- 
lid  á  Astorga.  Asentados  sus  reales ,  requirió  á  los 
moradores  de  paz  y  quese  ríndlesen :  ellos  respondie- 
ron que  sí  lo  hacían ,  les  guardaría  la  fe  y  palabra  que 
guardó  á  los  de  Caucia.  Alteróse  el  cónsul  con  esta 
respuesta  :  ordenó  sus  haces  delante  de  sus  reales 
para  presentar  la  batalla  á  los  cercados ,  que  ellos  es- 
cusaron  con  todo  cuidado  resueltos  de  defender  su 
libertad  con  las  murallas  y  guarnición ,  y  con  las  vi- 
tuallas que  tenían  recogidas  para  mucho  tiempo ,  sin 
embargo  que  losmoradores  eran  muchos ,  y  asaz  gran 
número  de  gente  de  á  pie  y  de  á  caballo  de  los  pue- 
blos comarcanos  se  habían  acogido  á  aquella  ciudad. 


otro  Scipion;  por  donde  se  llamó  por  sobrenombre 
Emiliano  así  por  causa  de  su  padre,  como  para  dife- 
renciaAédel  ya  dicho  Scipion  el  Mayor,  el  que  como 
queda  díeho  vencióal  gran  Aníbal  y  sujetó  á  la  ciudad 
de  Cartago. 
Volviendo  al  propósito,  en  tanto  qué  se  esperaba  la 


caramuzas ,  en  que  no  sucedió  cosa  que  sea  de  con- 
tar ,  sino  fue  que  Scipion  venció  en  desafio  cierto 
español  príncipal ,  robusto  y  de  grandes  fuerzas ,  con 

( 1 )  Fortificó  mi  eampo  i  cinco  estadios  de  la  ciudad  qae 
seo  seisrientos  yeinte  y  cinco  pasos. 


«8 


BIBLIOTBCA  OB  GASPAR    T  HOIG. 


quien,  dado  quo  ordinariamente  delante  los  reales 
desafiaba  á  los  romanos,  ninguno  delios  se  atrevió 
bacer  armas. 

Padecia  el  cónsul  grande  falta  de  vituallas :  el  sus- 
tento ordinario  de  sus  soldados  era  tríffo  cocido  y 
cebada,  ademas  de  alcuna  caza ,  la  falta  de  la  sal  era 
la  que  mas  los  trabajaba.  Por  estas  incomodidades  y 
por  las  aguas  que  como  de  sierra  eran  muy  delicadas, 
muchos  soldados  comenzaron  á  enfermar  de  cámaras: 
entreteníalos  empero  la  esperanza  de  apoderarse  de 
aquella  ciudad.  Para  batirla  juntaron  madera ,  hicie^ 
ron  ingenios  á  propósito ,  con  que  gran  parte  de  la 
muralla  cebaron  por  tierra  (i}.  Los  soldaaos  por  las 
ruinas  y  |K)r la  batería  pretendían  entrar  en  la  ciudad, 
y  aun  Scipion  fue  el  primero  que  su))ió  á  lo  mas  alto; 
por  lo  cual  después  fue  públicamente  alabado ,  y  le  fue 
dada  la  corona  mural.  Mas  acudieron  los  de  dentro 
con  tanto  esfuerzo ,  que  rebatieron  á  los  romanos  sin 
que  pudiesen  pasar  adelante ;  y  la  carsa  que  les  die- 
ron fue  tan  grande ,  que  por  la  .priesa  del  retirarse  no 
Eocos  se  ahogaron  en  una  laguna  que  por  allí  estaba, 
a  noche  siguiente  ilos  cercados  repararon  la  parte 
del  muro  derribado  coa  grande  diligencia  y  cuidado. 
Yióse  el  cónsul  á  pique  de  alzar  el  cerco  sin  hacer 
efecto ,  si  la  hambre  no  forzara  á  los  de  dentro  á  en- 
trejgarse.  Tratóse  pues  de  concierto,  v  por  medio  de 
Scipion  de  quien  se  fiaban  mas  que  del  ¿kisul ,  hicie- 
ron sus  asientos.  Las  condiciones  fueron  tolerables, 
ca  solamente  se  mandó  á  los  ciadadanos  que  diesen 
diez  mil  sayos ,  y  cierto  número  de  jumentos ,  y  rehe- 
nes para  la  seguridad.  Dinero  ni  le  tenian  ni  le  desea- 
ban, por  ser  nombres  montañeses  que  vivian déla 
labranza  y  de  la  cria  de  sus  ganados. 

Movió  el  cónsul  con  sos  gentes  de  aquella  ciudad, 
revolvió  sobre  Palencia,  pero  no  pudo  sujetarla  ni 
rendirla.  Algunos  sospechan  aue  desde  Castilla  la 
Vieja  dio  la  vuelta  acia  el  Andalucia ,  y  no  paró  hasta 
el  estrecho  de  Cádiz ,  donde  como  dice  Plinio  presen- 
taron á  Luculio  la  cabeza  de  un  pulpo  de  grandeza  in- 
creible.  Añaden  c^ue  desde  allí  corrió  toda  aquella 
tierra  hasta  la  Lusitania.  Sergio  Galba ,  á  quien  como 
se  dijo  encardaron  el  gobierno  de  la  España  Ulterior, 
no  estaba  ocioso,  antes  en  el  Andalucía  hacia  rostro 
á  los  lusitanos ,  que  hacían  correrías  y  entradas  por 
aquellas  partes ,  con  que  trabajaban  á  los  confedera- 
dos del  pueblo  romano.  Pero  como  se  atreviese  en 
cierta  ocasiona  pelear  con  los  enemigos  en  sason  que 
sus  soldados  se  hallaban  cansados  del  camino,  lue 
desbaratado ,  y  muertos  siete  mil  de  los  suyos ,  forza- 
do con  los  demás  á  huir  y  meterse  en  Carmena ,  como 
lo  dice  Appiano ,  entiendo  que  á  de  decir  Carmena, 
ciudad  en  aquel  tiempo  la  mas  fuerte  de  aquellas  par- 
tes ,  y  que  estaba  asentada  cerca  de  los  pueblos  lla- 
mados Cuneos ,  donde  se  refiere  que  el  pretor  pasó  el 
invierno  sin  descuidarse  punto  en  rehacerse  de  fuer- 
zas y  juntar  gentes  :  con  que  lue^o  que  abrió  el 
tiempo  deseoso  de  satisfacerse  rompió  por  la  Lusita- 
nía  ó  Portugal,  corrió  los  campos,  mató,  quemó  y 
robó  todo  loque  topaba. 

Acudieron  embajadores  de  aquella  gente  movidos 
destos  danos.  Hízolos  el  pretor  un  razonamiento  muy 
cuerdo  y  muy  elegante ,  como  persona  queera  de  los 
mas  señalados  oradores  de  Roma ,  y  como  tal  entre 
ios  demás  le  cuenta  Cicerón.  Escusó  lo  que  habían 
liecbo  por  ser  forzados  de  la  necesidad.  Df joles  que 
pues  la  falta  y  esterilidad  de  la  tierra  los  ponía  en  se- 
mejantes ocasiones,  avisasen  á  los  suyos  de  su  volun- 
tud,  que  era  darles  muy  mejores  campos  donde  mo- 
rasen y  tuviesen  sus  labranzas  para  que  sin  agravio 

<1 )  kiti>Miacido6  en  esta  torre,  seaoembaa  los  sitiadores 
á  las  maullas  de  las  ptos  para  espugoar  á  los  defcpseres. 
Asi  debió  de  ser  la  que  usaron  los  romanos  contra  Ságunto 
y  contra  muchas  otras  poblaciones.  Está  copiada  del  modelo 
que  ofrece  el  Museo  de  Artillería. 


de  los  comarcanos  se  pudiesen  sustentar.  Señalóles 
día  en  que  viniesen  para  él  repartidos  en  tres  es- 
cuadras. EHos  persuadidos  que  les  venia  bien  aquel 
partido  sin  sospechar  mal  ni  engaño  obedecieron 
y  cumplieron  lo  que  les  era  mandado.  Engañóles  su 
pensamiento ,  y  el  pretor  no  solo  no  les  guardó  su 

Salabra,  antes  como  venían  descuidados  fueron  todos 
espoiados  de  sus  armas  y  muertos :  brava  carnicería 
y  desleatad.  Parte  de  lee  despojos  se  dló  á  los  solda- 
dos :  con  lo  demás  se  quedó  el  mismo  Galba,  con  <¡ue 
se  entiende  vino  á  ser  Melante  el  mas  rico  de  los  ciu- 
dadanos romanos. 

CAPITULO  lU. 

De  la  guerra  de  Ylrlato. 

Esta  crueldad  de  Galba  dio  ocasión  para  que  los 
naturaJes  mas  alterados  que  espiíntados,  emprendie- 
sen de  nuevo  otra  guerra  muy  nmosa  llamada  de  Vi- 
riato ;  v  es  asi  comunmente  que  unos  muJes  vienen 
asidos  de  otros ,  y  el  fin  de  un  desastre  y  daño  suele 
ser  muchas  veces  principio  de  otra  mayor  desgracia, 
y  el  remedio  convertirse  en  mayor  daño.  No  hay  dnda 
sino  que  la  guerra  de  Viriato  por  espacio  de  catorce 
anos  enteros  que  duró  (2);  con  diferentes  trances 
que  tuvo ,  trab«\jógrandeniente«l  pod¿r  de  los  roma- 
nos. Fue  Viriato  de  nación  Lusitano,  hombre  de  bajo 
suelo  y  linaje ,  y  aue  en  su  mocedad  se  ejercitó  en 
ser  pastor  de  ganados.  En  la  guerra  fue  diestro :  dio 
principio  y  muestra  sieiKlo  salteador  de  caminos  con 
un  escuadrón  de  gente  de  su  mismo  talle.  Eran  mu- 
chos los  que  le  acudían  y  se  le  llevaban,  unos  por  no 
poder  i>agar  loque  debían ,  otros  por  ser  gente  de 
mal  vivir  y  malas  mañas ;  los  mas  por  verse  consumi- 
dos y  gastados  con  guerras  tan  largas  deseaban  me- 
ter la  tierra  á  barato.  Con  esta  gente  que  ya  llegaba 
á  campo  formado,  comenzó  á  trabiyar  los  comarca- 
nos, en  especial  los  que  estaban  á  devoción  de  los 
romanos,  por  aquella  parte  por  donde  Guadiana  des- 
boca en  eimar. 

A  la  sazón  que  las  cosas  se  hallaban  en  estos  tér- 
minos ,  Galba  se  partió  de  España  acabado  su  gobier- 
no y  vino  en  su  lugar  Marco  Vitilio  año  de  la  funda- 
ción de  Roma  de  seiscientos  y  cuatro,  el  cual  puso 
todo  cuidado  en  deshacer  á  Viriato  y  apagar  aquella 
llama;  pero  él  dejadala  Lusitania,  se  pasóal  estreclio 
de  Cádiz,  y  con  resolución  de  escusar  la  batalla  se 
entretenía  en  lugares  fuertes  y  ásperos.  Acudió  q1 
pretor,  y  con  un  cerco  que  tuvo  sobre  aquella  gente 
muy  apretado ,  redujo  á  aquellos  soldados  que  ya  co- 
menzaban á  sentir  la  hambre,  á  probar  secretamente 
si  habría  esperanza  de  concertarse.  Pedían  campos 
donde  morasen,  y  prometían  de  mantenerse  en  la 
amistad  y  fé  del  pueblo  romano.  Daba  de  buena  gana 
el  pretor  oídos  á  estas  prácticas.  Supo  Viriato  lo  que 
pasaba,  y  con  un  razonamiento  que  hizo  á  sus  solda- 
dos, mudaron  de  parecer.  Púsoles  delante  con  cuanto 
peligro  poniirian  en  manos  de  los  romanos  sus  vidas 
Y  libertad,  en  quien  ninguna  cósase  conocía  de  hom- 
bres fuera  de  la  a|Miríencia  y  el  sonido  de  la  lengua 
humana :  que  sin  ningún  ejemplo  hobiera  para  mues- 
tra desto  (como  quier  que  eran  muchos  y  sin  núme- 
ro) por  lo  que  hizo  Galna  podían  entender  aue  no  les 
era  seguro  dejarse  encañar  de  buenas  palanras :  que 
les  estaría  mejor  seguirle  á  él  que  era  su  caudillo,  y 
porsuaconsejos  y  mandado  Uevar  adelao^  K^pmein- 
zado,  como  gente  esforzada  no  rendirse ^(kít-^^  á 
la  sazón  apretados,  que  los  tiempos bc  k^UCfil^;'  ^.■ 

Aprobaron  lodos  este  parecer ,  y  partí, iui^jlará 

(3)  Es  asi ,  si  se  cuenta  desde  los  primeros  mavtiiiientds 
de  los  Lusitanos,  pero  solo  duró  odioauos  coatando  desdé 
que  Vtñato  fue  elráido  general  hasta  su  muerte.  Oea^guió 
to  que  es  muy  difícil ,  que  sin  embargo  de  que  se  ediñpoiiia 
su  ejército  de  tantas  naciones  diferentes  jamás  hubo  eñ  su 
tropa  nioguna  sedición.  , 


UBTOftlA  DB  KSPAÍIa. 


los  romanos  tactron  «ut  gentes  con  muestra  de  que- 
rer pelear.  Pusieron  la  caballería  por  frente ,  v  los 
peones  entretanto  se  pusieron  en  salvo  en  los  bos- 
ques que  cerca  estaban.  Después  todos  juntos  se  fue- 
ron a  una  ciudad  Uauuuia  Tríbola ,  donde  pensaba 
Viríato  entretenerse  y  continuar  ]a  guerra.  Acudie- 
ron los  romanos  :  armóles  cerca  de  aquella  ciudad 
una  celada,  en  que  mató  mas  de  cuatro  mil  dellos,  y 
«on  ellos  al  mismo  pretor.  Los  demás  se  salvaron  por 
los  pies  y  se  recogieron  á  Tarifa  :  alli  como  los  roma- 
nos ayudados  de  nuevos  socorros  de  los  celtíberos 
tomasen  á  probar  ventura,  todos  perecieron  en  la 
pelea.  En  el  lugar  de  Vitilio  vino  al  gobierno  de  la 
España  Ulterior  el  pretor  Caio  Plaucio  año  de  la  fun- 
dación de  Roma  seiscientos  y  cinco.  Llegó  á  sazón 
en  España  que  Viriato  corría  los  campos  primero  de 
los  turdetanos ,  y  después  de  los  carpetanos. 

Llegados  los  romanos  á  vista,  dio  muestras  de 
liuir :  siguiéronle  los  contrarios  desapoderadamente, 
revuelve  sobre  ellos ,  y  pasa  á  cuchillo  cuatro  mil  que 
se  habían  adelantado  mucho.  El  pretor  con  deseo  de 
librarse  desta  infamia  mas  que  por  esperanza  que 
tuviese  de  la  victoria,  pasó  adelante  en  seguimiento 
del  enemigo  hasta  lle^  al  monte  de  Venus,  donde 
pasado  el  río  Tajo  Viriato  se  hizo  fuerte.  Allí  vinieron 
de  nuevo  á  las  manos  en  una  batalla  en  que  fue  des- 
trozado no  menor  número  de  romanos  que  antes.  De 
lo  cual  quedó  el  pretor  tan  escarmentado  v  medn>so, 
que  en  medio  del  estío  como  si  fuera  en  invierno  se 
estuvo  encerrado  cu  las  ciudades  con  mayor  con- 
fianza que  tenia  en  las  murallas  que  en  sus'fuerzas. 
Esta  batalla  creen  algunos  que  se  dio  on  la  Lusitania, 
y  cerca  de  la  ciudad  de  Ebora  por  causa  de  un  sepul- 
cro que  se  ve  hoy  en  aquella  cmdad  con  una  letra  en 
latín  que  en  romance  quiere  decir : 

Luao  sn.o?r  sabino  en  f.A  cuesra  conara  viriato,  en 

KLUSnUTO  OB  EBOEA  DE  LA  PROVINCIA  LUSITANA  ,  PASADO 
con  muchas  SAETAS  T  DARDOS ,  T  LLEVADO  EN  HOMBROS 
DC  LOS  SOLDADOS  Á  CAIO  PLAUCIO  PRETOR ,  MANDÉ  QUEDE 
»  DINBIIO  S£  ME  HICIESE  AQUÍ  ESTE  SEPULCRO  :  EN  EL 
CUAL  NO  QCSRIA  QUE  ALGUNO  FUESE  PUESTO  NI  ESCLAVO, 
NI  UBRE.  SI  DB  OTRA  MANERA  SE  HIOESB ,  QUERRÍA  QUE 
LOS  HUESOS  DE  CUALQUIERA  SE  SAQUEN  DE  Mlf  SEPULCRO, 
SI  LA  PATRIA  SERÁ  LIBRE. 

Este  letrero  es  el  mas  antiguo  de  todos  los  que  en 
España  de  romanos  se  hallan. 

En  el  entretanto  que  estas  cosas  en  España  pasa- 
ban ,  Galba  fue  en  Roma  acusado  do  haber  quebran- 
tado la  fé  y  palabra  á  los  lusitanos,  y  por  el  mismo 
caso  dado  causa  á  los  males  y  daños  que  resultaron 
en  aquella  tierra.  Valióle  para  que  le  diesen  por  li- 
bre, el  nuicho  dinero  que  llevó  de  España .  sin  em- 
bargo que  Lucio  Scrib<iiiio  Libón  tríbuno  ael  pueblo 
V  llarco  Catón  le  apretnmn  con  todas  sus  fuerzas. 
ucspues  desto  Clauaio  Uniniaiio  (1 )  con  nombre  de 
pretor  vino  de  Roma  el  año  de  seiscientos  y  seis  con- 
tra Viriato ;  mas  fue  por  él  vencido  y  muerto  con 
gran  parte  de  su  ejército  que  pcjoció  en  aquella  ba- 
talla. liOS  haces  do  varas  y  alananlas  que  eran  insig- 
nias del  magistrado ,  fueron  puestas  por  memoria  de 
aquella  victoría  y  á  manera  de  trofeo  en  los  montes 
de  la  Lusitinia,  con  tanto  espanto  de  los  romanos  en 
adelante ,  y  tanto  atrevimiento  de  los  españoles ,  que 
trescientos  lusitanos  no  dudaron  do  trabar  pelea  con 
mil  soldados  romanos ,  y  en  ella  mataron  mas  en  nú- 
mero (lue  ellos  eran.  Aconteció  otrosí  que  un  peón 
español  puso  en  huida  á  muchos  hombres  de  á  caba- 
llo de  los  romanos ,  que  espantados  y  atónitos  queda- 

(1)  El  orden  en  que  vinieron  A  Esp:)ria  los  pretores  parq 
f<ü\  y  las  demás  guerra.^  que  esUrunfusn  en  Mariana,  mas 
fb rameóte  se  ve  eo  las  tablas  cronuló^icas  de  nuestro 
Apcndiccf. 


han  de  ver  quo  aquel  hombrtdt  un  golpe  matóáon 
caballo  y  cortó  á  cercen  la  cabésa  deique  en  él  iba. 

La  batalhi  en  que  Ciando  Unhnano  quedó  desbara- 
tado, muestra  se  dio  en  el  campo  y  comarca  de  Uri* 
que  en  Portuoal  una  piedra  que  allí  está  de  his  mas 
notables  que  Yiay  en  España  de  romanos,  y  la  ponñ 
Andrés  Resendio  en  las  antigüedades  de  Portugal 
cuyas  palabras  vueltas  en  castellano  y  suplidas  al- 
gunas letras  que  faltan ,  son : 

CAIO  Mllf  CCIO  HIJO  DE  CAIO  LEMONIA  LUBATO  TRIBimO  DB 
LA  LEGiOIf  DÉCIMA  GEMDIA:  AL  CUAL  EN  LA  BATALLA  CON- 
TRA VIRIATO  ADORMECIDO  OB  LAS  MERmAS  EL  EMPERADOR 
CLADIO  l7i(IMA2«0  DESAMPARÓ  POR  MUERTO,  GUARDADO  POR 
DILKKIfCIA  DE  ECÜCIO  SOLDADO  LUSITANO  ,  T  MANDADO 
CURAR  SOBREVIVÍ  POR  ALGUNOS  DÍAS  :  MORÍ  TRISTB  POR  NO 
GRATIFICAR  Á  MANERA  DB  ROMANOS  k  QUIEN  BIEN  LO  ME- 
RECÍA. 

El  año  siguiente  que  se  contaba  de  Roma  seiscieo- 
tos  y  siete ,  Galo  Nigido  enviado  en  lugar  del  pretor 
muerto  peleó  con  no  mejor  suceso  contra  Viriato  cer- 
ca de  la  ciudad  de  Viseo  en  la  Lusitania  ó  Portugal, 
(lo  escriben  está  un  sepulcro  de  Lucio  Emilio  que 
murió  en  aquella  pelea.  Fue  este  año  memorable  y 
señalado  no  tanto  por  las  cosas  de  España ,  como  por 
el  consulado  de  Publio  Gornelio  Scipion .  de  quien  ar- 
riba liablamos,  y  al  cual  el  cielo  guaroaba  la  gloria 
de  destruir  á  Ckrtago  la  grande,  como  lo  hizo  por  esto 
mismo  tiempo ,  de  donde  fue  Ihimado  africano ,  so- 
brenombre que  pudo  heredar  de  su  abuelo.  Consta 
asimismo  que  G.  Lelio,  aquel  que  en  Roma  tuvo  so- 
brenombre de  sabio  como  lo  testificó  Cicerón ,  vino 
por  este  misino  tiempo  á  España ,  y  fue  el  primero 
que  comenzó  á  (juebrantar  las  fuerzas  y  ferocidad  de 
Yü'iato,  por  persona  ^e  ayudaba  el  esfuerzo  y  des- 
treza con  la  prudencia ,  esperíencia  y  uso  oue  tenia 
de  muchas  cosas ;  y  con  esta  empresa  se  hizo  mas 
esclarecido  y  nombrado  que  antes. 

También  es  cosaaverigaada  que  el  año  que  se  con- 
ti')  seiscientos  y  nueve  de  la  fundación  de  Roma, 
Q.  Fabio  Máximo  Emiliano  hermano  de  Scipion ,  he- 
cho cónsul  vino  á  España  contra  Viriato  por  orden  del 
senado ,  que  cuidadoso  de  aquella  guerra  mandó  que 
el  uno  de  los  cónsules  partiese  para  España;  y  para 
suplu*  la  falta  que  tenian  de  soldados  viejos  hicieron 
de  nuevo  gente  en  Roma  y  por  Italia ,  con  que  se  jun- 
taron quince  mü  infantes  y  dos  mil  caballos.  Estos  se 
embarcaron  para;España,  y  llegaron  á  una  ciudad  ña- 
mada Orsuna ,  la  cual  se  entiende  sea  la  que  hoy  se 
llama  Osuna  en  el  Andalucía.  Detúvose  allí  el  cónsul 
algún  tiempo  hasta  tanto  que  con  el  ejercicio  se  hi* 
cicson  diestros  los  soldados,  y  en  el  eiitretanto  fué  á 
Cádiz  que  cae  no  lejos  de  alli ,  y  en  el  templo  de  Hér- 
cules ofreció  sacrificios  y  liizo  sus  votos  por  ja  victo- 
ria. Al  contrarío  Viríato  avisado  de  los  apercibimien- 
tos que  hacian  ios  romanos  para  su  daño,  se  determinó 
ir  á  verse  con  ellos.  Fue  al  improviso  su  llegada ,  y  así 
mató  los  leñadores  y  forrajeros  del  ejército  romano, 
y  asimismo  los  soldados  que  llevaban  de  guarda.  £1 
cónsul  después  desto  vuelto  á  Cádiz  á  sus  reales ,  sin 
enilmrgo  que  Vu'iato  le  presentaba  la  batalla ,  acordó 
de  trabar  primero  escaramuzas ,  y  con  ellas  hacer 
prueba  asi  de  los  suyos ,  como  de  los  contraríos ,  es- 
cusando  con  todo  cuidado  la  batalla  hasta  tanto  que 
los  suyos  cobrasen  ánimo ,  y  quitado  el  espanto  en- 
tendiesen que  el  enemigo  podía  ser  vencido  y  desba- 
ratado. 

Continuó  esto  por  algunos  días ,  al  fin  dellos  se  vino 
á  batalla ,  en  que  Vhialo  fue  vencido  y  puesto  en 
huida.  El  ejército  romano ,  por  estar  ya  el  otoño  ade- 
lante, V  llegarse  el  invierno,  fué  á  Córdoba  para  pa- 
sar allí'los  fríos.  Viríato  reparó  en  lugares  fuertes  y 
ásperos ,  que  por  tener  los  soldados  curtidos  con  los 
trabajos  llevaban  meior  la  destemplanza  del  tiempo» 


IQ  BIBLIOTECA  DB 

sia  descuidarsD  de  aolicitar  soooiros  de  todas  partes, 
en  particular  envió  mensajeros  con  sus  cartas  á  los 
arevacos,  álos  Ikelos  y  á  los  Uúthios  pueblos  arriba 
nombrados,  en  que  les  hacia  instancia  que  tomasen 
las  armas  por  la  salud  común  y  por  la  bbertad  de  la 
patria  que  por  su  esfuerzo  el  tiempo  pasado  habia 
comenzado  á  revivir,  y  al  presente  corria  gran  ries- 
go ,  si  ellos  con  tiempo  no  le  ayudaban.  Daban  aque- 
llos pueblos  de  buena  gana  oidos  á  esta  reqúesta, 
que  fue  el  principio  y  la  ocasión  con  que  otra  vez  se 
despertó  la  güera  de  Numancia ,  como  se  dirá  en  su 
lugar  luego  que  se  bebieren  relatado  las  cosas  de 
Viriato.  Tuvo  el  consulado  junto  con  Fabio  Emiliano 
(por  cuyo  orden  y  valor  se  acabaron  las  cosas  ya 
luchas  en  España)  otro  hombre  principal  llamado 
Lucio  Hostilio  Mancino,  del  cual  se  podna  creer  que 
vino  también  á  Espaua  y  en  ella  venció  álos  gallegos, 
si  las  inscripciones  de  Anconitano  tuviesen  bastante 
autoridad  para  liarse  de  lo  que  relatan  en  este  caso. 
Otros  podrán  juzgar  el  crédito  que  se  debe  dar  á  este 
autor :  á  la  verdad  por  algunos  nombres  doctos  es  te- 
nido por  escelente  maestro  de  fábulas,  y  por  inventor 
de  mentiras  mal  forjadas. 

CAPITULO  IV. 
De  lo  que  Q.  Cecilio  Mctello  hizo  en  España. 

El.  ano  simiente  que  se  contó  de  la  fundación  de 
Roma  seiscientos  y  diez ,  salieron  por  cónsules  Ser- 
vilio  Sulpicio  Gaiva  y  Lucio  Aurelio  Cotta,  entre  los 
cuales  se  levantó  gran  contienda  sobre  cual  dellos  se 
debia  encargar  de  lo  de  España ,  porque  cada  cual 
pretendía  aquel  cargo  por  lo  que  en  él  se  interesaba, 
y  como  el  senado  no  se  conformase  en  un  piu'ecer, 
Scipion  j)reguntado  lo  que  le  parecia  sobre  el  caso, 
respondió  que  ni  el  uno  ni  el  otro  le  contentaba: 
«El  uno  (dice)  no  tiene  nada ,  al  o(ro  nada  le  harta :» 
teniendo  por  cosa  de  no  menor  inconveniente  para 
gobernar  la  pobreza  que  la  avaricia ;  ca  la  pobreza 
casi  pone  en  necesidad  de  hacer  agravios ,  la  codicia 
trae  consigo  voluntad  determinada  de  hacer  mal. 
Con  esto  enviaron  al  pretor  Popilio  :  del  refiere  Pu- 
nió que  Yiriato  le  entregó  las  ciudades  que  en  su  po- 
der tenia;  que  si  fue  verdad,  debió  maltratalle  en 
alguna  batalla  y  ponelle  en  grande  aprieto.  Des- 

Enes  do  Popilio  el  ano  seiscientos  y  once  vino  al  go- 
iernode  la  Espaua  Citeriqrcl  cónsul  Q.  Cecilio  Me- 
tdlo,  el  que  por  haber  sujetado  la  Macedonia  ganó 
renombre  de  macedónico.  Su  venida  fue  para  sosegar 
las  alteraciones  de  los  celtiberos  que  por  diligencia 
de  Yiriato  y  ú  sus  ruegos  se  comenzaban  á  levantar. 
De  un  cierto. Quincio  se  sabe  que  presidió  la 
guerra  contra  Yiriato ,  sin  que  se  entienda  si  como 
pretor  ó  por  mandado  y  comisión  del  cónsul ;  lo  mas 
cierto  es  que  á  las  haldas  del  monte  de  Yénus  cerca 
de  Ebora  de  Portugal  este  Quincio  venció  en  batalla  á 
Yiriato ,  pero  como  vencido  se  rehiciese  de  fuerzas, 
revolvió  sobre  los  vencedores  con  tal  brío ,  que  hecho 
en  ellos  gran  daño,  los  forzó  á  retirarse  tan  descon- 
fiados y  medrosos ,  que  en  lo  mejor  del  otoño,  como 
fii  fuera  en  invierno ,  se  barrearon  dentro  de  Córdoba 
sin  hacer  caso  ni  de  los  españoles  sus  confederados, 
ni  aun  de  los  romanos ,  que  por  estar  de  guarnición 
en  lugares  y  plazas  no  tan  fuertes  corrían  riesgo  de 
ser  dañados. 

Metello  hacia  la  guerra  en  su  provincia,  y  sosegó  los 
celtiberos ,  por  lo  menos  Plinio  dice  que  venció  á  los 
arevacos;  y  sin  embargo  el  año  siguiente  que  fue  el  de 
seiscientos  y  doce,  le  prorrogaron  á  él  el  cargo  y  go- 
bierno de  la  España  citerior ,  y  para  la  ^erra  de  Yi- 
riato vino  el  cónsul  (Quinto  Fauio  Servdio  hermano 
que  era  adoptivo  de  Fabio  Emiliano :  trajo  en  su  com- 
pañía diez  y  ocho  mü  infantes  y  quinientos  caballos 
de  socorro.  Demai  desto  «1  ref  Micipsa  hqo  do  Masi- 


«ASPAR  T  BOIG. 

nissa  le  envió  desde  África  Üiei  elefantes  y  tre- 
cientos hombres  de  á  caballo. 

Todo  este  ejército  con  los  demás  que  antes  esta- 
ban al  sueldo  de  Roma ,  no  fueron  parte  para  que  Yi- 
riatg  en  el  Andalucía  do  andaba ,  no  los  maltratase 
con  salidas  que  hacia  de  los  bosques  en  que  estaba 
escondido ,  con  tanto  esfuerzo  que  forzaba  á  los 
contrarios  á  retirarse á  sus  reales,  sin dejalles  repo- 
sar de  día  ni  de  noche  con  correrías  que  hacia ,  y 
rebates  y  alarmas  que  de  ordmarío  les  daba ,  hasta 
tanto  que  mudadas  sus  estancias  llegaron  á  (Jtica 
ciudad  antiguamente  del  Andalucía.  Desde  allí  Yiria- 
to por  la  falta  de  vituallas  se  retiró  con  los  suyos  á  la 
Lusitania.  El  cónsul,  libre  de  aquella  molestia  y  so- 
bresaltos, acudió  á  los  pueblos  llamados  cuneos ,  don- 
de venció  dos  capitanes  de  salteadores  llamados  Cu- 
rien' y  el  otro  Apuleyo ,  y  tomó  por  fuerza  algunas 
plazas  que  se  tenían  por  Yiriato  con  ^esas  guarni- 
ciones desoldados  que  en  ellas  tenia  puestas.  Los 
despojos  que  ganó  fueron  ricos,  los  cautivos  en  gran 
número ,  de  quien  hizo  morir  quinientos  que  eran  los 
mas  culpados ,  los  demás  en  número  de  diez  mil 
lúzo  vender  en  pública  almoneda  por  esclavos. 

Entre  tanto  que  todas  estas  cosas  pasaban  en  la 
España  Ulterior  aquel  «verano ,  Metello  gañó  grande 
lionra  por  sujetar  de  todo  punto  los  celtíberos  *  y 
haberse  apoderado  por  aquellas  partes  de  las  ciuda- 
des llamadas  en  aquel  tiempo  Contrebia ,  Yersobriga 
y  Ceutobriga.  De  Metello  es  aquel  dicho  muy  cele- 
brado á  esta  sazón ,  porque  como  por  engañar  y  des- 
lumhrar al  enemigo  mudase  y  trajese  el  ejército  por 
diversos  lugares  sin  orden  á  lo  que  parecía  y  sin 
concierto ,  preguntado  cerca  la  ciudad  de  Contrebia 
por  un  cepturion ,  que  era  capitán  de  una  compañía 
de  soldados ,  cuál  era  su  pretensión  en  lo  que  hacia, 
respondió  aquellas  palabras  memorables,  a  Quemaría 
»yo  mi  camisa ,  si  entendiese  aue  en  mis  secretos  te- 
)}nia  parte. »  Yaron  por  cierto  nasta  aquí  de  pruden- 
cia y  valor  aventajado ,  dado  que  por  lo  que  se  sisuc 
ninguna  las  merece;  pero  ¿quién  hay  que  no  Dalte? 
¿quién  hay  que  tenga  todas  sus  pasiones  arrendadas? 
Fue  así  que  le  vino  aviso  como  en  Roma  tenia  nom- 
brado para  sucedelle  en  aquel  cargo  Quinto  Pómpelo, 
de  que  recibió  tanta  pena,  que  se  determinó  para 
cnflaquecelle  las  fuerzas  despedir  á  los  soldados  y  ha- 
cer que  dejasen  las  armas ,  descuidarse  en  la  provi- 
sión de  los  graneros  públicos ,  quitar  el  sustento  á  los 
elefantes,  con  que  unos  muñeron,  otros  quedaron 
muy  flacos  y  sm  ser  de  provecho  :  tanto  puede  mu- 
muchas  veces  en  los  grandes  ingenios  la  envidia  y  la 
indignación.  Este  desorden  fue  causa  que  vuelto  á 
Roma  no  le  otorgaron  el  triunfo ,  por  lo  demás  muy 
debido  á  su  valor  y  á  cosas  que  hizo. 

Yino  pues  el  cónsul  Quinto  Pompeyo  ala  España 
Citerior  el  año  seiscientos  y  trece  de  la  ciudad  de  Ro- 
ma. Serviliano  por  orden  del  senado  continuó  su  go- 
bierno en  la  España  Ulterior,  donde  recibió  en  su 
gracia  á  Canoba  capitán  de  salteadores  que  se  le  en- 
trego ,  y  á  Yiriato  que  estaba  sobre  la  ciudad  de  Yacía, 
forzó  á'  alzar  el  cei^co  y  á  huir  :  ocasión  para  que 
muchos  pueblos  por  aquella  comarca  se  le  rindiesen. 
Juntaba  Serviliano  con  ladilkencia,  que  era  muy 

§rande ,  la  severidad  y  el  rigor  del  castigo ,  en  que  era 
emasiado ;  norque  cortó  las  manos  á  todos  los  com- 
pañeros de  uanooa ,  y  fuera  dellos  á  otros  quinientos 
cautivos  que  faltaran  en  la  fé  y  desampararán  sus 
reales.  Lo  mismo  con  que  pensó  amedrentar  y  poner 
espanto ,  alteró  grandemente  á  los  naturales,  y  causó 
notable  mudanza  en  las  cosas  :  que  todos  natural- 
mente abori*ecen  la  fiereza  y  la  crueldad.  Manten  lar 
se  en  la  devoción  de  Yiriato  una  ciudad  por  nombre 
Erisana  :  pusiéronse  sobre  ella  los  romanos.  De  no- 
che el  mismo  Yiriato  sin  ser  descubierto  ni  sentido 
se  metió  dentro ;  y  luego  la  mañana  siguiente  dio  tal 
rebato  sobre  los  enemigos  que  halló  descuidádoBy  que 


HIS'EORU  DE  ESPAÑA. 


con  muerte  de  muchos  puso  á  los  demás  en  huida. 
Repararon  en  un  lugar  no  muy  fuerte,  y  estaban  to- 
dos para  perecer. 

Parecióle  á  Viríato  buena  coyuntura  aquella  para 
concertarse  con  el  enemigo  á  su  ventaja,  movió  tra- 
tos de  paz :  resultó  que  se  hizo  confederación,  en  vir- 
tud i\e  la  cual  los  romanos  escaparon  con  las  vidas, 
y  él  fue  llamado  amigo  del  pueblo  romano,  á  sus  sol- 
dados y  confederados  dado  todo  lo  que  tenian  y  ha- 
bían robado  :  grande  ultraje  y  afrenta  de  la  magestad 
romana ,  la  cual  aun  encareció  mas  y^  subió  de  punto 
en  Roma  Quinto  Serviiio  Cepion  enviado  desde  Espa- 
ña por  embajador  de  su  hermano  Serviliano  :  maña 
con  que  granjeó  las  voluntades  para  que  le  diesen  el 
consulado  como  lo  hicieron ,  ca  fue  cónsul  el  año  si- 
guiente de  la  ciudad  de  Roma  seiscientos  y  catorce, 
con  orden  que  se  le  dio  se  encarcase  de  la  España 
Ulterior ,  y  lo  mas  presto  que  pudiese ,  rompiese  y 
quebrantase  aquel  concierto  oue  se  hizo  con  Yiriato, 
como  Indigno  y  vergonzoso  y  necho  sin  pública  y  bas- 
tante autoridad.  Por  donde  no  parece  llegado  á  razón 
ni  cosa  probable  lo  que  rcíiere  Appiano,  que  el  dicho 
concierto  fue  en  Roma  aprobado  por  el  senado  y  pue- 
blo romano. 

CAPITULO  V. 
Como  Tiríato  fue  muerto. 

Tuto  Quinto  Pompeyo  el  gobierno  de  la  España  Ci- 
tenor  por  espacio  de  dos  años ;  pero  por  el  mal  recau* 
do  que  hallo,  causado  de  la  envidia  de  Metello,  ni  el 
año  pasado,  ni  en  gran  parte  del  presente  pudo  hacer 
cosa  alguna  de  momento,  ademas  qixe  por  estar  su  pro- 
vincia sosegada  ni  se  ofrecía  ocasión  de  alteraciones, 
ni  de  emprender  grandes  hechos.  Por  el  contrario  el 
cónsul  Serviiio  en  el  Andalucía  puso  cerca  de  la  ciu- 
dad de  Arsa  á  Yiriato  en  huida.  Siguióle  hasta  la  Car- 
petania  que  es  el  reino  (Je  Toledo,  donde  con  cierto 
ardid  de  guerra  se  le  escapó  de  las  manos.  Dio  mues- 
tra que  quería  la  batalla ,  y  puestas  sus  gentes  en 
ordenanza  y  por  frente  la  caballería ,  entre  tanto  que 
los  romanos  se  aparejaban  para  la  pelea ,  hizo  que  su 
infantería  se  retirase  á  los  bosques  que  por  allí  cerca 
caian  :  esto  hecho,  con  la  misma  presteza  se  retiró 
la  caballería ,  de  suerte  que  el  cónsul  perdida  la  espe- 
ranza de  haber  á  las  manos  por  entonces  enemigo  tan 
astuto  Y  tan  recatado,  se  encaminó  con  sus  gentes  la 
vuelta  de  los  Yectones,  donde  hoy  está  Estreraadura. 
Desde  allí  resolvió  sin  parar  hasta  Galicia,  donde  ha 
bia  grande  soltura  y  todo  estaba  lleno  de  muertes  y 
robos.  Yiriato  cansado  de  guerra  tan  larga ,  y  poco 
confiado  en  la  lealtad  de  los  compañeros ,  ca  se  rece- 
laba no  quisiesen  algún  día  con  su  cabeza  comprar 
ellos  para  si  la  libertad  y  eLperdon ,  acordó  de  enviar 
al  cónsul  tres  embajadores  de  paz  :  muchas  veces  se 
pierden  los  hombres  por  el  mismo  camino  que  se 
pensaban  remediar.  Recibióles  el  cónsul  con  mucha 
cortesía  v  humanidad  :  regalólos  de  presente  con  do- 
nes que  íes  dio,  y  para  adelante  les  cargó  de  grandes 
promesas  que  les  nízo,  y  con  tal  que  matasen  á  su 
capitán  estando  descuidado,  y  por  este  medio  libra- 
sen á  sí  mismos  de  tantos  trabajos  y  de  una  vida  tan 
miserable ,  y  á  su  tierra  de  tantos  males  y  danos. 
Guárdanse  los  malos  entre  si  poco  la  lealtad  :  asi  fá- 
cilmente se  persuadieron  de  poner  en  ejecución  lo 
que  el  cónsul  les  rogaba. 

Concertada  la  traición ,  se  despidieron  con  buena 
respuesta  que  en  públipo  les  dio,  v  con  muestra  de 
querer  efectuar  las  paces.  Descuidóse  con  esta  espe- 
ranza Yiriato,  con  que  ellos  hallaron  comodidad  para 
cumplir  lo  que  prometieran  :  entraron  do  estaba 
durmiendo :  y  en  su  mismo  lecho  le  dieron  de  puña- 
ladas. Yaron  digno  de  mejor  fortuna  y  fín ,  y  que  de 
bajo  lugar  y  humilde,  con  la  ^andeza  de  su  corazón, 
con  su  valor  y  industria  trabajó  con  guerra  de  tantos 


años  la  grandeza  de  Roma :  no  le  quebrantaron  las 
cosas  adversas  ni  las  prósperas  le  ensoberbecieron. 
En  la  guerra  tuvo  altos  y  bajos  como  acontece :  pere- 
ció por  encaño  y  maldad  de  los  suyos  el  libertador  se 
puede  decir  casi  de  Ef^paña,  y  que  no -acometió  los 
principios  del  poder  del  pueblo  romano  como  otros, 
sino  la  grandeza  y  la  magestad  de  su  imperio,  cuan- 
do mas  florecían  sus  armas,  y  aun  no  reinaban  del 
todo  los  vicios  que  al  fín  los  derribaron.  Hiciéronle  el 
dia  siguiente  las  exequias  y  enterramiento ,  mas  so- 
iemne  por  el  amor  y  lágrimas  de  los  suyos  que  por  el 
aparato  y  ceremonias,  dado  que  entre  los  soldauos  si^ 
hicieron  fiestas  y  torneos  y  se  sacrificaro]i  muchas 
reses. 

Los  matadores  idos  á  Roma  dieron  petición  en  el 
senado,  en  que  pedían  recompensa  y  remuneración 
portan  señalado  servicio.  Fueles  respondido  que  al 
senado  y  pueblo  romano  nunca  agradaba  que  los  sol- 
dados matasen  á  su  caudillo  :  así  ios  traidores  son 
aborrecidos  por  los  mismos  á  quien  sirven ,  y  muchas 
veces,  son  castigados  en  lu^ar  de  las  mercedes  que 
pretendían.  Sucedió  á  Yiriato  un  hombre  llamado 
Tántalo,  menos  aventajado  que  él  en  autoridad ,  es- 
fuerzo y  prudencia.  Este  capitán  en  breve  se  entregó 
al  cónsul  con  todos  los  suyos ,  y  fue  recibido  en  su 
gracia  y^ amistad.  A  estos  y  a.  los  demás  lusitanos  qui- 
taron las  armas ,  y  dieron  tierras  á  propósito  que  ocu- 
pados en  la  labranza ,  y  entretenidos  con  el  trabajo 
y  con  la  pobreza  perdiesen  la  lozanía  y  la  voluntad  do 
alborotarse ,  y  no  tuviesen  fuerzas  aunque  quisiesen 
hacello. 

CAPITULO  YI. 

Como  revolvió  la  guerra  de  Numancia. 

El  año  mismo  que  por  alevosía  de  los  suyos  fue 
muerto  el  famoso  capitán  Yiriato,  que  se  contaba  de 
la  fundación  de  Roma  seiscientos  y  catorce ,  los  nu- 
mantinos  se  alborotaron  de  nuevo,  y  se  encendió  una 
nueva  y  mas  cruel  guerra  que  antes  con  esta  ocasión. 
Había  Metello  con  su  esfuerzo  y  buena  maña  sujetado 
los  celtíberos  (I)  al  imperio  romano :  solo  los  numanti- 

(1 )  Sobre  la  etimología  de  la  palabra  Celtíberos  hay  dos 
opioiones :  unos  quieren  aue  siguiflque  la  mezcla  de  ios  cel- 
tas (^upueHta  su  inTasíoo)  con  los  iberos;  y  otros  pretenden 
3U6  los  celtas  tenían  la  costumbre  de  juntar  á  su  nombre  la 
esignacion  del  lugar  que  habitaban:  así,  por  ejemplo,  se 
conocían  los  Ceüt-For  (Celtorii)  ó  eé{\A%  de  la  montana; 
CeHtac*h ,  los  celtas  del  llano ;  Ceilt-Aber ,  ios  celtas  del 
rio.  Como  quiera  que  sea,  pertenezcan  los  celtiberos  al  tron- 
co ó  algunos  de  los  celtas ,  sus  costumbres  debían  ser  seme- 
jantes. 

La  Salida  es  sin  duda  de  toda  la  costa  de  Cantabria  la 
provincia  que  mas  vestigios  presenta  en  sus  costumbres ,  en 
nombres  de  pueblos ,  de  otros  objetos  y  en  monumentos  ma- 
teriales ,  de  la  antigua  existencia  de  los  celtas  en  nuestra 
península  :  las  aldeas  de  céltigos  y  céítegos  que  todavía  se 
conservan ,  lo  atestiguan  evidentemente.  Los  que  deseen 
detalles  sobre  este  punto  importante  v  difícil,  deben  leer  las 
investigaciones  aceres  de  la  hif  tona  ae  Galicia  que  ha  hecho 
don  José  Verea  v  Aguiar  coo  tanta  erudición  y  sutil  crítica: 
nosotros  solo  haoiaremos  aquí  de  los  monumentos. 

Las  piedrai  vietorialet^  que  eran  tal  vez  los  túmulos 
erigidos  á  los  guerreros  mas  ilustres,  consistían  en  piedras 
de  veinte  pies  de  alto  y  una  filada  sobre  otra  fila  para  hacer 
pirámide.  Así  es  el  monumento  Salisburienseá  seis  millas  de 
IJitonia ,  así  es  ei  que  se  vé  en  el  primer  escalón  del  monte 
Barbanza ,  cerca  de  Noya. 

En  toda  la  Galicia  se  ven  otro  género  de  sepulcros  que  se 
llaman  vulgarmente  mamoas  y  modorr/ts,  donde  tal  vez  se 
depositaban  los  restos  de  personajes  menos  elevados  ó  céle- 
bres. Su  aspecto  esterior  es  de  un  montecito  hemisférico; 
pero  interiormente  tienen  un  espacio  formado  por  un  orden 
circular  de  grandes  piedras  cubiertas  por  otras  donde  encer- 
raban con  la  alta  cineraria  del  difunto,  los  objetos  de  su  ma- 
yor estimación ,  como  urnas  de  metal ,  armas ,  monedas  y 
basta  los  caballos ,  á  que  eran  muy  apasionados  los  celtas. 
En  Escocíase  han  descubierto  algunos  en  muy  buen  estado: 
de  los  de  Galicia  muchos  han  desaparecido  por  la  agricultu- 
ra ;  los  mas  de  los  que  existen  están  abiertos  por  la  codicia 


72  BIBUOTEC*  DB  GAEPAB  T  MIG. 

tíoajíoA  iBrmeBtinos conforme á las cipiUilacioDes y  i  bienio eu su ciodad  álos  seftedanos,  los  cíales  por 
confederación  que  antes  lenian  asentada  fueron  de-  derla  ayuda  qae  enviaron  á  Viriato,  incurrieron  en 
cioradoj  por  amigos  áe\  pueblo  romano,  que  erólo  mal  caso  :  que  fue  la  causa  (si  otra  no  hobo)  de  te- 
mismo  que  roDserrallos  en  su  libcrtnd.  Entiéndese  mer  el  casllgo,  y  por  no  tenerse  por  seguros  en  su 
que  loílermesUnoscslabau  distantes  de  Nuniancía  por    ciudad  recogerse  á  los  numanlinos  como  amipwy 


espacio  de  nueve  leouas,  do  al  présenle  eslá  una  er- 
mita que  se  llama  do  Nuestra  Señora  de  Ticrmes. 
Ouinlo  Poinpeio  por  no  estar  ocioso,  y  por  parecer 
que  bacia  algo,  pensaba  cuido  quitaría  la  libertad  á 
estas  ciudades,  trii  menester  buscar  al^n  buen  co- 
lor, pireciú  el  mas  á  propósito  aobacarles  qucreci- 


comarcanos,  ca  Segeila  se  cuenta  entre  los  belos,  y 
boy  entre  las  ciudades  de  Soria  y  Osma  hay  un  pue- 
blo llamado  Segea,  rastro  como  aiRunos  piensan  de 
aquella  ciudad.  El  delito  de  que  acusaban  A  los  no- 
mantinos,naera  cosa  lan  grave,  nue  á  todos  es  lí- 
cito usar  de  benignidad  y  humanidad  para  con  sus 


Hmnt  de  ViníHi. 


nliadoR ;  pero  sin  cmbarf!o  enviaron  sus  emKijndorcs 
á  [^>mpe¡o  para  disculparse,  que  dcspidiú  él  con 
afrenta  y  ultraje. 

Los  numanti nos  conocido  et  yerro  pasado  y  el  ries- 
¡¡f}  qu3  corrían ,  acordaron  de  alzar  la  mano  do  la  <le- 
fensa  de  los  segcdanos  y  renunciar  su  amisLid ,  toilo 
á  propdsito  de  apbcar  á  los  romanos.  Avisaron  dcüto 
i  Pompeío,  y-con  nueva  embajada  que  le  enviaron, 

de  atcretos  tesoros;  pem  aun  Iut  aleunn*  inlacloi ,  M|nin 
Verea  y  Aruiar  ea  su  Hutoria  de  Calida ,  Imbijo  Itenode 
ereducioayde  critin,  en  la  jurtedlwioa  de  Monlefi,  quese- 
ría muf  <;onvenietile  eximinar.  Don  Dmniniro  Ponían,  dir(4-. 
torqaa  fue  del  Observatorio  astronAintcn.  y  autor  déla 
uranl't  caria  ie  fíalii^i.i,  posee  una  especie  de  puiíldebron- 
«e  qu*  \\)nitb»a macara.  paiabneéltico-erieÉa.eaMinlr)- 
do  en  UM  de  esias  m»nio«íi,  y  otro  poseía  el  seHor  don  Josí 
Lireo,  maestre  que  tue  de  lalrárM  de  \i  Hbrica  de  papel  se- 
llado 

lUy  ademas  en  toda  la  Giiirii  actual  y  en  la  provinria 
portuguesa  dn  Tras-ea-nontes.  multitud  de  Otros  manunten' 
tM  dtl  Iodo  dcsi-unoriüoá  en  Kraneia  que  eran  eviiten  temen - 
le  los  lunre*  destinados  al  culto  de  su  religión.  Consislen  en 
un  eírrulo  de  tierra  y  césped  Inrmando  un  [>equem>  vallado 
ron'enlrada  t  unos  son  enlenmenle  planoii  itileríormeBle; 
pero  CQ  otras  desda  el  cordón  6  Tallado  se  eleva  mas  i  me- 
nos i  manera  de  moalecito  el  iré» ,  como  surede  en  el  de  h'i- 
cueiras  csrcí  de  SaatiaRO :  todos  estAn  mastruidos .  no  en 
los  luRireg  mas  enrunibrados  sino  en  rolladoa  aeccsibles ,  y 
alguna  hay  romo  el  de  Abuin .  juritdiecion  de  Villaunte,  ea 
un  perfecto  llano.  Estos  monuntentosantimilsímos  que  llevan 
todiTÍael  ninibre  it  ciulro,  cosa  elevad*,  y  adeaiascada 


¡raccbrt.  Pómpelo  dio  por  respuesta  que  no  lia- 
bia  que  tratar  de  paz  ní  de  conrcdorncion,  si  primero 
no  dejasen  las  armas.  Con  esto  fue  forzoso  tornar  ft 
la  guerra  para  con  las  armas  defender  la$  armas  que 
el  enemigo  junto  con  la  libertad  les  pretendía  quitar. 
Tocaron  alambor,  bicieron  levas  de  gente,  con  que 
juntaron  ocliü  mil  pcojies  y  dos  mrl  caballos :  peque- 


uno  su  apcüido  parliru'ar,  cooioet  citado  de  Pieaeiras.qne 
»e  llama  rlr  Merrmanrmí ,  snnit'ualesi  losfnrii  de  Es(wi;i. 
-Su  Eranile  núniPro ,  su  Forma  peneral  y  rifroroiía mente  eírru- 
lar,  su  eiparia  esai^amente  i|inal,  as)  romo  el  del  patio  del 
palacio  real  de  Madrid;  su  situación  cerra  de  las  pablietones. 
y  miirlios  al  pie  de  alturas  cuperinres  j  en  toda  la  estension 
del  piÍA  hacen  dr^cr liar  la  idea  de  que  hayan  sido  fortaleiis 
Óraplillox  para  preferirla  deque  usan  tos  luparci  destinados 
"'    lito.  Esla  suiHKicion  queda  plenamente  comprobada  por 


esriilpida,  el  I'     .._...      ^    .  ...  ....  , 

bien  confervada  del  monte  Oerer..  tlurlns  de  estos  monu- 
mento.' han  des.iparrrido  lamliien  por  cuanto  los  rooríliosdp 
Arles,  Tour»  y  Toledn auloriiaron  aloiobisjios  pan  destruir 
en  sus  rcspeetitas  díiiresi.'i  loilos  la:i  templos  de  la  idolatría. 
Gu  tVlu;.'al  entre  Pe;;úesy  Venta.-;  Va  va,  hay  variosmo- 
nnmentoa  ríltico»  que  sijii  dwc  [.'ranilcs  piedras  colocada* 
(ircularmeote  y  alrededor  de  otra,  siendo  por  lo  tanto  iírria- 
les  d  hw  cromlitU :  el  11.  Kinsey  hace  la  dcsrripeioa  de  romo 
que  estí  cerca  de  Arroyólos.  En  el  país  se  llaman  anfat.  y 
.Martin  de  Mendoza  escribid  acerca  de  ellos  una  memoria  qoe 
es  poco  conocida. 


RITTORU 

ño  ntlmero ,  pero  grande  en  esfuerzo ,  y  no  muy  des- 
igaalAla  muchedumbre  de  los  romanos.  La  conducta 
desta  geJte  se  encomendó  á  un  capitán  muy  esperi- 
mentado  por  nombre  Negara.  No  se  descuidó  Pom- 
peioen  lo  que  á  él  tocaba,  antes. en  breve  adelantó 
sus  reales  y  los  asentó  cerca  de  Numancia,  en  que 
tenia  treinta  mil  infantes  y  dos  mil  de  acaballo.  Dá- 
banles en  que  entender  tos  numantinos ,  y  con  cor- 
rerías que  hacian  desde  los  collados ,  y  con  los  ordi- 
narios rebates  mataban  y  prendian  á  los  que  se  des- 
inaadaban.  Solo  escusaban  el  riesgo  de  la  batalla;  y 
todas  las  Teces  que  los  romanos  mbvian  contra  ello^ 
sus  estandartes ,  se  retiraban  v  ponian  en  salvo  por  la 
noticia  que  tenian  de  aquellos  lugares ,  que  era 
consejo  muy  acertado. 

Pompeio  viendo  que  no  hacia  ¡efecto  contra  los  nu- 
mantinos » acordó  de  ponerse  sobre  la  ciudad  de  Ter- 
maocia ,  de  donde  asimismo  fue  rechazado  no  con 
menor  afrenta  que  antes ,  y  con  algo  mayor  pérdida 
de  gente.  Porque  con  tres  salidas  que  un  dia  hicieron 
los  de  Termancia,  le  forzaron  á  retirarse  á  ciertas 
barrancas ,  logares  asneros j  fuertes ,  de  donde  mu- 
chos de  los  suyos  se  despenaron  :  tan  grande  ere  el 
miedo  que  cobraron ,  que  toda  la  noche  pasaron  en 
vela  sin  dejar  las  armas.  El  dia  siguiente  volvieron  ú 
la  pelea  que  fue  muy  dudosa  sin  declarar  la  victoría 
por  ninguna  de  las  partes  hasta  tanto  (fue  sobrevino 
la  noche,  en  que  Pompeio  se  fue  á  la  ciudad  de  Man- 
lia  con  resolocion  de  escusar  otra  batalla,  que  fue 
señal  de  llevar  lo  peor ,  y  que  pretendía  rehacerse  de 
fuerzas,  y  hacer  que  eon  el  tiempo  su  gente  cobrase 
ánimo.  Tenia  la  ciudad  de  Manila  guarnición  de 
numantinos ,  y  sin  embargo  se  entregó  á  los  romanos 
por  no  poderse  tener.  AI  presente  hay  un  pueblo  en 
aquella  comarca  por  nombfe  Mallen,  por  ventura 
asiento  de  aquella  ciudad.  Apoderóse  otrosí  de  los 
termestinos  que  tomó  ¿  combatir,  y  no  se  hallaban 
con  fuerzas  bastantes  para  defenderse  por  quedar 
cansados  yffastados  de  los  encuentros  pasados. 

Restaban  los  numantinos:  antes  que  moviese  Pom- 
peio contra  ellos,  deshizo  á  Tangino  capitán  de  sal- 
teadores, y  le  mató  con  toda  su  gente  en  aquella 
parte  donoe  se  tendían  los  edetanos  y  hoy  está  la 
ciudad  de  Zaragoza.  Hecho  esto ,  revolvió  sobre  Nu- 
mancia ,  y  porque  el  céreo  iba  ¿  la  larga ,  procuró  sa- 
car de  madre  al  río  Duero  para  que  no  entrasen  bas- 
timentos á  los  cercados :  fue  forzudo  ¿  desistir  desta 
empresa  por  causa  de  los  numantinos  con  una  salida 
que  hicieron  ,  maltrataron  ¿  los  soldados  contrarios  y 
a  los  que  andaban  en  la  obra.  Demás  desto  le  degolla- 
ron un  tribuno  de  soldados  con  toda  su  gente,  que 
iba  en  guarda  de  los  que  traian  vituallas  y  de  los  for- 
rageros.  Espantado  Pompeio  por  estos  daños  detuvo 
los  soldados  dentro  de  sus  estancias  sin  dejallos  salir 
en  el  tiempo  mas  áspero  del  aíio,  que  fue  causa  de 
que  machos  pereciesen  de  enfermedad  por  no  estar 
acostumbrados  á  aquella  destemplanza  de  afre :  otros 
piorían  á  manos  de  los  numantinos,  que  con  sus  sa- 
lidas y  rebates  continuamente  los  trabajaban.  Por  esta 
causa  fue  forzado  Pompeio  á  mudar  de  parecer,  y 
dado  que  el  invierno  estaba  muy  adelante ,  desistir 
deJ  cerco  y  repartir  sus  gentes  por  las  ciudades  co- 
marcanas de  su  devoción. 

Corría  ya  el  año  de  Roma  de  seiscientos  y  qu  ínce :  en 
él  el  cónsul  Marco  Popilio  Léñate  fue  señalado  para 
el  gobierno  de  aquella  provincia  en  lugar  de  Pom- 
peio, pero  mientras  su  venida  se  esperaba  al  princi- 
pio del  verano  se  asentaron  las  paces  de  los  numanti- 
nos. Procurólo  Pompeio ,  sea  por  miedo  de  que  en 
Roma  le  achacasen  de  haber  sido  con  su  mal  gobier- 
no causa  de  aquella  guerra,  sea  por  no  querer  que 
con  su  trabajo  y  riesco  su  f^ucesor  llevase  el  prez  y  la 
hoortL  de  acabarla.  Los  oumantinos  otrosí  cansados 
de  guerra  tan  larga ,  y  por  tener  falla  de  manteni- 


OB  espaRa.  3 

campos,  dieron  de  buena  gana  oídos  á  aquellos  tra- 
tos. Conviniéronse  en  que  las  condiciones  de  la  paz, 
por  ser  desaventajadas  para  los  romanos ,  se  tratasen 
en  secreto ,  tanto  que  el  mismo  Pompeio  por  no  fir- 
mallas  se  hizo  mato.  En  io  público  la  escritura  del 
concierto  rezaba  que  los  numantinos  eran  condena- 
dos en  treinta  talentos  :  los  mas  inteligentes  sospe- 
chaban era  ficción  inventada  á  propósito  de  conservar 
el  crédito  y  autoridad  del  imperio  romano.  Lo  cierto 
es  que  con  la  venida  del  cónsul  Popilio  se  trató  de 
aquella  confederación  y  de  aquellas  paces :  Pompeio 
negaba  habellas  hecho ,  \oi  numantinos  probaban  lo 
contrarío  por  testimonio  de  los  principales  del  ejér- 
cito romano.  En  fin  los  unos  y  los  otros  fueron  por  el 
nuevo  cónsul  remitidos  al  senado  de  Roma ,  aonde 
por  tener  mas  fuerza  el  antojo  y  la  pasión  que  la  jus- 
ticia, entre  diversos  pareceres  prevaleaó  el  que 
mandaba  hacer  de 'nuevo  la  guerra  contra  Nu- 
mancia. 

CAPITULO  VIL 

De  la  confederación  que  el  cónsul  Mandno  hizo  con  los 

numantinos. 

Entre  tanto  que  esto  pasaba  en  Roma  y  con  los 
numantinos.  el  cónsul  Tonpilio  acometió  á  hacer 
guerra  á  los  lusones ,  gente  que  caia  cerca  de  los  nu- 
mantinos ,  pero  fue  en  vano  su  acometimiento ;  antes 
el  año  siguiente,  que  de  la  ciudad  de  Roma  se  contó 
seiscientos  y  diez  y  seis ,  como  le  bebiesen  alargado 
el  tiempo  de  su  gobierno,  fue  en-cierto  encuentro  que 
tuvo  con  ios  numantinos,  vencido  y  puesto  en  huida. 
En  la  España  Ulferíor,  para  cuyo  gobierno  señalaron 
el  uno  de  los  nuevos  cónsules  por  nombre  Decío  Bru- 
to, los  soldados  viejos  de  Viriato ,  á  los  cuales  dieron 
perdón  j  campos  donde  morasen,  edificaron  y  pobla- 
ron la  ciudad  de  Valencia.  Hay  grande  duda  sobre 
qué  Valencia  fue  esta:  quién  dice  que  fue  la  que  hoy 
se  llama  Valencia  de  Alcántara  por  estar  en  la  comar- 
ca donde  estos  soldados  andaban :  quién  entiende ,  y 
es  lo  que  parece  mas  probable,  que  sea  la  que  hoy  se 
llama  Valencia  de  Miño,  puesta  sobre  la  antigua  Lu- 
sitania  enfrente  de  la  ciudad  de  Tuy;  y  no  falta  quien 
piense  que  sea  Valencia  la  del  Cid ,  ciudad  poderosa 
en  gente  y  en  armas.  Pero  hace  contra  esto  que  está 
asentada  en  la  España  Citerior,  provincia  que  era  de 
gobierno  diferente. 

Dejadas  estas  opiniones ,  lo  que  hace  mas  á  nues- 
tro propósito  es  que  el  año  siguiente  de  la  ítmdacion 
de  Roma  seiscientos  diez  y  siete^á  Bruto  alargaron  el 
tiempo  del  gobierno  de  la  España  Ulteríor ,  y  para  lo 
de  la  Citerior  señalaron  el  uno  de  los  nuevos  cónsules 
por  nombre  Caio  Hostilio  Mancino.  Este  luego  que 
llegó,  asentado  su  campo  cerca  de  Numancia ,  rae  di- 
versas veces  vencido  en  batalla ;  y  de  tal  manera  se 
desaminó  con  estas  desgracias,  que  avisado  como  los 
vaceos,  que  caian  en  Castilla  la  Vieja,  y  los  canta 
bros  venían  en  ayuda  de  los  numantmos,  no  se  atre- 
vió ni  á  atajarías  el  paso,  ni  á  esperar  que  llegasen; 
antes  de  noche  á  sordas  se  retiró  y  apartó  á  otros 
lucres  que  estaban  sosegados:  en  qué  parte  de  Es-« 
pana  no  se  dice .  solo  señalan  que  fue  donde  los  años 
pasados  Ful  vio  Novilior  tuvo  mas  alojamientos.  En  la 
ciudad  de  Numancia  no  se  supo  esta  partida  de  los 
enemigos  hasta  pasados  dos  días  por  estar  los  ciuda- 
danos ocupados  en  fiestas  y  regocijos  sin  cuidado  al- 
ro  de  la  guerra.  La  manera  como  se  supo  fue  que 
mancebos  pretendían  cbsar  con  una  doncella: 
para  escusar  debates  acordaron  que  saliesen  á  los 
reales  de  los  enemigos ,  y  el  que  primero  de  los  dos 
trajese  Ja  mano  derecha  de  alguno  dellos ,  ese  alcan- 
zase por  premio  el  casamiento  oue  deseaba.  Hicieron* 
lo  asi,  Y  como  hallasen  los  reales  vacíos ,  á  mas  cor- 
rer vuelven  á)a  ciudad  para  dar  aviso  de  lo  que  pasaba. 


mientes  á  causa  de  haber  dejado  la  labranza  de  los  (  que  los  enemigos  eran  idos,  y  que  dejaban  desampa 

TUMO  1.  4 


74 

ardos  sus  reales.  Los  ciudadanos  alegres  con  esta 
BueTa  siguieron  la  liueiJa  y  rastro  de  los  romanos ,  y 
antes  de  tener  barreadas  sus  estancias  bastantemen- 
te pusieron  sitio  á  los  que  poco  antes  los  tenian  cer- 
caaos ;  que  fue  un  trueque  y  mudanza  notable.  El 
cónsul  perdida  la  esperanza  de  poder  escapar,  se  in- 
clinó á  tratar  de  concierto,  en  que  los  numantinos 
quedaron  con  su  antigua  libertad,  y  en  él  fueron  lla- 
mados compañeros  y  amigos  del  pueblo  romano: 
grande  ultraje,  y  que  después  de  tantas  injurias  pa- 
recía oscurecer  la  gloría  romana ,  pues  se  rendia  al 
esfuerzo  de  una  ciudad. 

Ayudó  para  hacer  esta  confederación,  roas  necesa- 
ria que  honesta,  Tiberio  Gnicchó  que  se  hallaba  entre 
ios  demás  romanos ,  y  por  la  memoria  que  en  Eipaña 
se  tenia  de  Sempronio  su  padre ,  era  bien  quisto ,  y 
fue  parte  para  inclinar  á  misericordia  los  ánimos  de 
los  numtntinos.  En  Roma  luego  que  recibieron  aviso 
de  lo  que  pasaba,  y  de  asiento  tan  feo,  citaron  á  Man- 
cino  para  que  compareciese  á  hacer  sus  descargos,  y 
en  su  lugar  nombraron  por  general  de  aquella  guerra 
al  otrocúnsul  llamado  Emilio  Lépidopara  que  venga- 
se aquella  afrenta.  Enviaron  asimismo  los  numanti- 
nos sus  embajadores  con  las  escrituras  del  concierto, 
y  con  orden  que  si  el  senado  no  le  aprobase ,  en  tal 
caso  pidiesen  les  fuese  entregado  el  ejército,  pues  con 
color  de  paz  y  de  confederación  escapó  de  sus  manos; 
Tratóse  el  negocio  en  el  senado ,  y  conft)  quíer  que 
ni  por  una  parte  quisiesen  pasar  por  concierto  tan 
afrentoso,  y  por  otra  juzgasen  que  los  numantinos 
pedían  razón ,  dieron  traza  que  Mancino  les  fuese  en- 
tregado ,  con  que  les  parecía  quedaban  libres  del  ps- 
crúpulo  que  tenian  en  quebrantarlo  asentado.  A  Ti- 
berio Gracchó  magt'ier  que  fue  el  que  intervino  en 
aqueHa  confederación  y  la  concluyó,  absolvieron  por- 
que lo  hizo  mandado.  El  vulgo ,  como  de  ordinarío 
se  inclina  á  pen^r  y  creer  la  peor  parte ,  decía  que 
esto  se  hizo  por  respeto  de  Scipion  su  cunado ,  que 
como  ya  se  dijo  casó  con  Cornelia  hermana  de  los 
Gracchós. 

CAPITULO  VÍII. 
Como  Caio  Mancino  fue  entregado  á  los  numantinos. 

'  Esto  era  lo  que  pasaba  en  Roma.  En  España  el 
cónsul  Marco  Lépido  antes  de  tener  aviso  de  lo  que 
el  senado  determinaba ,  acometió  á  los  vaceos  ( que 
eran  gran  parte  de  lo  que  hoy  es  Castilla  la  Vieja)  con 
achaque  que  en  la  guerra  pasada  enviaron  socorro  á 
los  numantinos  y  los  ayudaron  con  vituallas.  Corrió 
sus  muy  fértiles  campos ;  y  después  que  lo  puso  todo 
A  fuego  y  ¿  sangre ,  probó  también  de  apoderarse  de 
la  ciudad  de  Patencia ,  sin  embargo  que  de  Roma  le 
tenian  avisado  no  üicíese  guerra  á  los  españoles,  hom- 
bres que  eran  feroces  y  denodados ,  y  de  enojarlos 
muchas  veces  resultará  daño.  La  afrenta  y  mal  orden 
de  Mancino  tenia  puesto  ai  senado  en  cuidado ,  y  á 
los  españoles  daba  ánimo  para  que  no  dudasen  poner- 
se en  defensa  contra  cualquiera  que  les  pretendiese 
agraviar.  Fue  asi  que  por  el  esfuerzo  de  los  palenti- 
nos como  los  romanos  fuesen  maltratados,  y  asi- 
misnoo  tuviesen  falta  de  vituallas ,  de  noche  á  sordas 
sin  dar  la  señal  acostumbrada  para  alzar  el  bagaje, 
se  partieron  con  tanto  temor  suyo  y  tan  grande  osadía 
de  los  palentinos,  que  luego  al  día  siguiente,  sabida 
la  partida ,  salieron  en  pos  dellos  y  los  picaron  v  die- 
ron carga,  de  suerte  que  degollaron  no  menos  ae  seis 
mil  romanos.  De  lo  cual  luego  que  en  Roma  se  supo, 
recibió  tan  grande  enojo  el  senado ,  que  citaron  á 
Lépido á Roma,  donde  vestido  como  particular  fue 
acusado  en  juicio  y  condenado  de  haberse  goberna- 
do mal. 

Estos  daños  y  afrentas  en  parte  se  recompensaban 
en  la  España  Ulterior  por  el  esfuerzo  y  prudencia  de 
Decio  Bruto,  que  sosegó  las  alteraciones  de  los  galle- 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  IIOIG. 


fos  y  lusitanos,  y  forzó  á  que  se  le  rindiesen  los  la^ 
rícanos  (1),  nueblos  que  por  aquellas  partes  se  albo- 
rotaban muy  ae  ordinario.  Púsoles  por  condición  qae 
le  entregasen  los  fugitivos ,  y  ellos  dejadas  las  armas 
se  viniesen  para  él.  Lo  cual  como  ellos  cumpliesen, 
rodeados  del  ejército,  los  reprendió  con  palabras 
tan  graves  que  tuvieron  por  cierto  los  quería  matar; 

{)ero  él  se  contentó  con  penarlos  en  dinero ,  quitarles 
as  armas  y  las  demás  municiones  que  tanto  daño  á 
ellos  mismos  acarreaban.  Por  estas  cosas  Decio  Bruto 
ganó  sobrenombre  de  Galaico  ó  Gallego.  Esto  sucedió 
en  el  consulado  de  Mancino  y  Lépido. 

El  añosiguiente  seiscientos  y  diez  y  ocho,  alargaron 
á  Bruto  el  tiempo  de  su  cargo,  y  al  nueva  cónsul  Pa- 
blio  Furio  Filón  se  le  dio  cuidado  de  entregar  á  Man- 
cino á  los  numantinos,  y  se  le  encomeodó  el  gobierno 
de  la  Espüña  Citerior.  Y  porque Q.  Metelío  y  Q.  Póm- 
pelo, como  personas  las  mas  principales  en  riquezas 
y  autoridad,  pretendían  impedir  que  Furio  no  fuese 
á  esta  empresa  de  donde  tanta  gloria  y  ganancia  se 
esperaba,  él  con  una  maravillosa  osadia  como  cónsul 
que  era ,  les  mandó  que  le  siguiesen  y  fuesen  con  él 
a  ^spaña  por  legados  ó  tenientes  suyos.  Luego  que 
llegó,  puestos  sus  reales  cercado  Numancia,  hizo  que 
Mancino  desnudo  de  cuerpo  y  atadas  atrás^  las  manos 
(como  se  acostumbraba  cuando  entregaban  algún  ca- 
pitán romano  ú  los  contrarios)  fuese  puesto  muy  de 
mañana  á  las  puertas  de  Numancia ;  pero  como  quicr 
que  ni  los  enemigos  le  quisiesen ,  y  los  amigos  le  des- 
amparasen ,  pasado  todo  el  día  y  venida  ia  noche, 
guardadas  las  ceremonias  que  en  tal  caso  se  requerían, 
fue  vuelto  á  los  reales.  Con  esto  daban  á  entender  los 
romanos  que  cumplían  con  lo  que  debían.  A  los  nu- 
mantinos no  parecía  bastante  satisfacción  de  la  feljue 
quebrantaban ,  entregar  al  capitán  y  guardar  el  ejér- 
cito que  libraron  de  ser  degollado  debajo  de  plejftesía. 
Y  es  cosa  averi^ada  que  ios  romanos  en  este  negocio 
miraron  mas  por  su  provecho,  que  por  las  leyes  de  la 
honestidad  y  de  la  razón. 

Qué  otra  cosa  Furio  hiciese  en  España,  ño  se  sabe; 
sino  que  el  año  adelante ,  que  se  contó  seiscientos  y 
diez  y  nueve  de  la  fundación  de  Roma,  ¿  Bruto  alar- 
garon otra  vez  el  tiempo  de  su  gobierno  por  otro  año 
que  fue  el  tercero,  y  el  cónsul  Q.  Galpumio  pisón 
por  el  cargo  que  le  dieron  de  la  España  Citerior,  peleó 
cou  los  numantinos  mal,  ca  perdió  en  la  pelea  parte 
de  su  ejército,  y  los  demás  se  vieron  en  grandes 
apreturas.  Era  el  miedo  que  los  romanos  cobraron  tan 
grande ,  que  con  solo  la  vista  de  los*  españoles  se  es- 
pantaban :  no  de  otra  guisa  qaé  los  ciervos,  cuando 
ven  los  perros  ó  los  cazadores,  movidos  de  una  fuerza 
secreta  luego  se  ponían  en  huida.  Muchos  entendían 
que'la  causa  de  aquel  espanto  era  el  gran  tuerto  que 
les  hacían ,  y  la  fe  quebrantada ;  mas  á  la  verdad  los 
españoles  en  aquel  tiempo  ninguna  ventaja  recono- 
cían á  los  romanos  en  esfuerzo  y  atrevimiento :  no 
peleaban  como  de  antes  de  tropel  y  derramados,  sino 
por  el  lar^o  uso  que  tenian  de  las  armas,  á  imitación 
de  la  disciplina  romana  formaban  sus  escuadrones, 
hponían  sus  uestes  en  ordenanza ,  seguían  sus  ban* 
deras  y  obedecían  á  sus  capitanes.  Con  esto  tenían 
reducida  la  manera  grosera  de  que  antes  usaban ,  á 
preceptos  y  arte  con  que  siempre  en  las  guerras  y 
con  prudencia  se  gobeniasen. 

CAPITULO  IX. 

Como  Scipíon  hecho  cónsul  vino  ¿  España. 

Estas  cosas  lupgo  que  se  supieron  en  Roma,  pu- 
sieron en  grande  cuidado  ul  senado  y  pueblo  romano, 

(i)  Siendo,  sepun  las  mejores  ediciones  de  Appianosa 
ciudad  Talabnga  y  no  !.abrica ,  debe  decir  ios  taiabrifreoses 
0.1  el  raso  que  los'demás  pueblos  fuesen  del  distrito  de  Ta- 
labri|,'a»  porque  aquel  historiador  no  lo  dice. 


HiSTOfilA 


como  era  razoo.  Acudieron  al  postrer  remedio ,  que 
fue  sacar  por  cónsul  á  Publío  Scipion  (el  cual  por  La- 
ber  destruido  á  Cartago  tenia  ya  sobrenombre  de  Afri- 
cino)  con  resolución  de  en  vial  le  á  España.  Para  ha- 
cer esto  dispensaron  con  él  en  una  ley  que  mandaba 
á  ninguno  antes  de  pasados  diez  anos  se  diese  segun- 
da vez  consulado.  Sucedió  esto  el  uno  que  se  contó 
seiscientos  y  veinte  de  la  fundación  de  Roma,  en  que 
como  creemos  prorogaron  de  nuevo  á  Decio  Bruto,  y 
le  alargaron  el  tiempo  del  gobierno  que  tenia  sobre  la 
Esnaua  Ulterior.  Siguíerou  ú  Scipion  en  aquella  jor- 
uaiia  cuatro  mil  mancebo.^  de  la  nobleza  romana,  y  de 
los  que  por  diversos  reyes  habían  sido  enviados  para 
entretenerse  en  la  ciudad  de  Uoina ;  y  si  no  les  fuera 
vedado  por  decreto  del  senado ,  lo  mismo  hicieran  to- 
dos los  demás.  Tan  grande  era  el  deseo  en  que  todos 
se^reian  de  tenelle  por  su  capitán  y  aprender  del  el 
ejercicio  de  las  armas,  que  á  porfía  daban  sus  nom- 
bres y  con  grande  voluntad  se  alistaban. 

Destos  mozos  ordenó  Scipion  un  escuadrón  que 
llamó  Filonída ,  que  era  nombre  de  benevolencia  y 
amistad:  atadura  muy  fuerte  y  ayuda  entre  los  sol- 
dados para  acometer  y  salir  con  cualquier  grande 
empresal  El  ejército  de  España  por  estar  falto  de  go-^ 
biernose  hallaba  flaco,  sin  nervios  y  sin  vigor:  efecto 
propio  del  ocio  y  de  la  lujuria.  Para  remediar  este 
daño  dejó  Scipion  en  Italia  ¿  Marco  Buteon  su  legado, 
que  guiase  la  gente  que  de  socorro  llevaba ,  y  él  lo 
mas  presto  que  se  pudo  aprestar,  partió  para  España, 
y  en  ella  con  rigor ,  cuidado  y  diligencia ,  en  breve 
redujo  el  ejército  á  mejores  términos.  Porque  lo  pri- 
mero despidió  dos  mil  ríimeras  que  halló etiel  campo: 
asimismo  despidió  de  regatones ,  mercaderes  y  mo- 
chilleros otro  no  menor  número,  ni  menos  dado  á 
torpezas  y  deleites.  Por  esta  manera  limpiado  el 
ejército  de  aquel  vergonzoso  muladar ,  los  soldados 
volvieron  en  sí  y  cobraron  nuevo  aliento ;  y  los  que 
antes  eran  tenidos  en  poco,  comenzaron  a  ponerá 
sus  enemigos  espanto. 

Demás  aesto  ordenó  quecada  soldado  llevase  sobre 
sus  hombros  trigo  para  treinta  dias ,  y  cada  siete  es- 
tacas para  las  trincheras  con  que  cercaban  y  barrea- 
ban los  reales,  que  de  propósito  hacia  mudar  y  for- 
tificar á  menudo  para  que  desla  manera  los  soldados 
con  el  trabajo  tornasen  á  cobrar  las  fuerzas  que  les 
había  quitado  el  regalo.  Lo  que  hizo  mas  al  caso  para 
reprimir  los  vicios  y  insolencias  de  los  soldados,  fue 
el  ejemplo  del  general ,  por  ser  cosa  cierta  que  todos 
aborrecen  ser  mandados,  y  que  el  ejemplo  del  supe- 
rior bace  que  se  obedezca  sin  díGcultad.  Era  Scipion 
el  primero  al  trabajo,  y  el  postrero  á  retirarse  del. 
Ayudó  otrosí  para  renovar  la  disciplina  la  diligencia 
de  Caío  Mario,  aquel  que  desta  escuela  y  destos  prin- 
cipios se  hizo  con  el  tiempo ,  y  salió  uno  de  los  mas 
famosos  capitanes  del  muudq. 

Pasada  en  estas  cosas  gran  parte  del  año  y  llegado 
el  esti'>,  movió  Scipion  con  todas  sus  gentes  la  vuelta 
de  Numancia.  No  se  atrevió  por  entonces  de  ponerse 
al  riesgo  de  la  batalla ,  porque  todavia  sus  soKlados 
estaban  medrosos  por  la  memoria  que  teniai)  fresca 
de  las  cosas  pasadas.  Contentóse  con  correr  los  cam- 
pos enemigos  por  muchas  partes,  y  hacer  en  ellos 
todo  mal  vdano.  Desde  allí  j)asó  haciendo  asimismo 
correrías  hasta  los  taceos ,  enojado  principalmente 
contra  los  palentinos  por  la  rota  con  que  maltrataron 
y  el  daño  que  hicieron  ai  cónsul  Lépido.  Allí  Scipion 
se  vio  puesto  casi  en  necesidad  de  venir  á  batalla  por 
la  temeridad  de  Rutilío  i\ufo ,  el  cual  con  intento  de 
reprimir  á  los  palentinos ,  que  por  todas  partes  se 
mostraban  y  con  ordinarios  rebates  daban  pesadum- 
bre, salió  contra  ellos,  y  con  poco  recato  se  adelantó 
tanto,  que  se  iba  á  meter  en  una  emboscada  que  los 
enemigos  le  tenian  puesta :  cuando  Scipion  advertido 
el  peligro  desde  un  alto  donde  estaba ,  mandó  que  las 
demás  gentes  se  adelantasen ,  y  que  la  caballería 


DK  ESeAKA.  75 

cercase  por  todas  partes  el  lugar  donde  la  celada  es- 
taba ,  y  escaramuzando  con  el  enemigo ,  diese  lugar 
á  los  soldados  que  se  metían  en  el  peligro  para  que  se 
pusiesen  en  marcha. 

En  este  camino  y  entrada  que  Scipion  hizo,  vio  por 
sus  ojos  la  ciudad  de  Gaucia  destruida  por  engaño  de 
Lucuilo ;  y  movido  con  aquella  vista  á  compasión ,  á 
voz  de  pregonero  prometió  franqueza  de  tributos  j 
alcabalas  á  todos  ios  que  quisieran  reedíGcarla  y  bar 
cer  en  ella  su  asiento  y  morada.  Esto  fue  lo  que 
sucedió  aquel  verano  que  estaba  ya  bien  adelante.y 
casi  comenzaba  el  invierno ,  cuando  vuelto  el  ejército 
á  Numancia ,  cerca  de  aquella  ciudad  se  asentaron 
los  reales  de  los  romanos.  Dende  no  dejaron  por  todo 
el  invierno  de  salir  diferentes  cuadrillas  á  robar  j 
talar  los  campos  que  por  allí  caían.  Entre  estos  un 
escuadrón,  de  cierto  peligro  en  que  se  hallaba  de 
perecer ,  fue  librado  por  la  buena  mafia  y  vigilancia 
de  Scipion  en  esta  manera.  Estaba  allí  cerca  una  al- 
dea rodeada  en  gran  parte  de  ciertos  pantanos  que 
sospechan  sea  la  que  se  llama  al  presente  Henar  por 
estar  junto  á  tina  laguna.  Cerca  ae  aquel  tugarse  al- 
zaban unos  peñascosa  propósito  de  armar  allí  alguna 
celada.  Escondióse  alli  ciertonúmero  de  numanUnos» 
y  sin  falta  maltrataran  y  degollaran  los  soldados  ro* 
manos,  que  derramados  y  ocupados  en  robar  anda- 
ban por  aquella  parte,  si  Scipion  desde  sus  reales, 
conocido  el  peligro,  no  diera  luego  señal  de  recoger- 
se para  que  los  soldados  dejado  el  robar  acudiesen  á 
sus  banderas ,  y  para  mayor  seguridod  tres  mil  caba- 
llos que  envió  delante ,  él  mismo  se  apresuró  para 
cargar  sóbrelos  contraríos  con  lo  demás  del  ejército. 

Los  numanlinos  entre  tanto  que  con  iguales  fuer- 
zas y  número  se  peleaba ,  resistieron  é  hicieron  repa- 
rar á  un  gran  número  de  contrarios ;  pero  Inego  que 
vieron  acercarse  los  estandartes  de  las  legiones ,  se 
pusieron  en  huida  con  grande  maravilla  de  los  roma- 
nos, porque  de  largo  tiempo  nojiabian  visto  las  es- 
paldas de  ios  numantinos.  Estas  cosas  acoutecieron 
en  el  consulado  de  Scipion  en  el  tiempo  que  lugartha 
desde  África  vino  á  juntarse  con  los  romanos ,  nieto 
que  era  de  Masinissa,  nacido  fuera  de  matrimonio  de 
un  hijo  suyo  por  nombre  Maoastabal.  Envióle  el  rey 
Micipsa  su  tío  con  diez  elefantes  y  un  grueso  escua- 
drón de  caballos  y  de  peones  con  deseo  que  tenia  de 
ayudar  á  los  romanos,  y  juntamente  con  deseñode 
poner  á  peligro  aquel  mozo  brioso,  por  entender  el 
que  corrían  sus  hijos  si  la  vida  le  duraba :  consejo 
sagaz  y  prudente  que  no  tuvo  efectos,  antes  lugurtha 
ganada  mucha  honra  en  aquella  guerra ,  luego  que 
se  conculyó,  dio  vuelta  á  África  con  mayor  crédito  y 
pujanza  que  antes. 

CAPITULO  X. 
Cómo  Numancia  fnc  destruida. 

El  año  luego  adelante  que  se  contó  de  la  fundación 
de  Roma  seiscientos  y  veinte  y  uno,  siendo  cónsules 
Publio  Mucio  Scevola  y  Lucio  Calpurnio  Pisón,  á  Sci- 
pion alargaron  el  tiempo  deí  gobierno  y  del  mando 
que  en  España  tenia :  traza  con  qqe  Numancia  fue 
de  todo  punto  asolada ,  ya  pasado  el  invierno,  y  con 
varías  escaramuzas,  quitado  ya  el  miedo  que  los  sol- 
dados tenian  cobrado ,  con  intención  de  apretar  el 
cerco  de  Numancia  de  unos  reales  hizo  dos,  dividida 
la  gente  en  dos  partes.  El  regimiento  de  los  unos  en- 
comendó á  Q.  Fabio  Máximo ,  su  hermano,  los  otros 
tomó  él  á  su  cargo ,  dado  que  algunos  dicen  que  di- 
vidió los  reales  en  cuatro  partes ,  y  aun  no  concuer- 
dan  todos  en  el  número  de  le  gente  que  tenia.  Quién 
dice  que  eran  sesenta  mil  hombres,  quién  que  cua- 
renta ,  como  no  es  maravilla  que  en  semejante  cuenta 
se  halle  entre  los  autores  variedad.  Los  numantinos 
orgullosos  por  tantas  victorias  como  antes  ganaran 
aunque  eran  mucho  menos  en  número  ( porque  los 


76  BIBLIOTBGA  DE 

nue  mas  ponen,  dicon^jue  eran  ocho  mil  combatien- 
les;  ;  otros  d«ie  oúmero  quima  !s  milid)  sacadas 
■US  gentes  ruera  de  la  ciudad  v  ordenadas  sus  liace*), 
no  dudaran  de  presentar  la  natalla  al  enemigo  re- 
suellos de  vencer  ó  perecer  BDles  que  sufrir  lasinco- 
modidades  de  un  cerco  tan  largo. 

Scipion  tenia  propdsito  de  escusar  por  cuanto  pu- 
diese el  trance  de  la  batalla  como  prudente  capitán, 
7  que  consideraba  que  el  oBcio  del  buen  caudillo  no 
menos  es  fencar  y  concluir  la  guerra  con  astucia  y 
soirimiecto,  que  CDuatrevimientoy  fuerzas.  Nilepa- 


GASFkR  TaOtG. 

recia  couienlente  coDtrnpoQer  sns  cludaJanos  jr  lol- 

dados  á  aquella  ralea  de  lio mbr es  desesperados.  Con 
este  intento  determinó  cercar  ta  ciudad  con  reparos 
V  palizadas  para  reprimir ol  atrevimiento  y  acometi- 
miento de  lo¡  cercados.  Demás deslomandói lasciu- 
dadesconfcderartosenviasín  nuevos  socorros degenle 
munici'jnesy  vituallas  para  la  guerra.  Hizose  un  foso 
alrededor  de  la  ciudad ,  y  levantóse  un  valladar  de 
nueva  manera,  qne  tenia  diezpiéseo  alto  y  cinco  en 
ancPio,  armado  con  vigas  y  lleno  de  tierra,  con  sns 
torres,  troneras  y  sietíw  i  ciertos  trechos,  de  suer- 


te ,  que  representaba  sancianzn  da  nna  muralla  con- 
tinuada. Solamente  por  el  rio  Duero  se  podía  en- 
trar ea  la  ciudad'y  salir:  pero  también  esta  comodi- 
dad quitaban  A  loscercadoslas  compañías  de  soldados 
y  los  ranchos  que  en  la  una  ribera  y  en  ta  olra  tenían 
puestos  de  guarda.  Para  remedio  desto  los  huíanos 
tabulléodose  ea  el  agua,  debajo  de  ella  sin  ser  senti- 
dos pasaban  cuando  era  necesario  de  launa  partea  la 
otra:  Otros  con  barcas  por  la  ligereza  délos  remeros, 
ó  por  la  fuena  del  viento  que  daba  por  popa,  escapa- 
ban de  ser  heridos  con  lo  que  tos  soldados  ¡es  tiraban 
Ípor  esU  manera  se  podía  meter  alguna  vitualla  en 
i  ciudad.  Duróles  poco  este  remedio  y  consolación 
tal  cual  era,  porque  con  una  nueva  diligencia  levan- 
taron dos  castillos  déla  una  y  de  la  otra  parte  delrb 
con  vif^DS  aue  le  alravesabau,  y  en  ellas  unos  largos 
y  agudos  clavos  pare  que  nadie  pasase. 

LosDumantioos  sin  perder  poreslo  ánimo  nodejn- 
ban  do  acometer  los  centinelas  y  cuerpos  de  guarda 
de  los  romanos;  mas  sobreviviendo  otros,  rdciímente 
eran  rebatidos  y  encerrados  en  la  ciudad:  que  á  sa-; 
blendas  no  los  queriau  matar  jtarn  que  gastasen  mas 
preslocuantosmaa  fuesen  las vilualloi,  yforzadostje 
hi  hambre  y  estrema  necesidad  se  entrefjasen.  En  es- 
ta coyuntura  un  hambre  degrande  ínimoyosadfalla- 
mado  Relogeiies  Caravino  con  otros  cuatro  ( 1 )  por 
Nqneiln  parle  que  los  reparos  de  los  romanos  eran  mas 
flacos  y  teoiaii  menos  guarda,  escalando  el  veliadar  y 
degolladas  lua  centinelas  y  escuchas,  se  enderezó  ú 

(1)  Caríimioara  su  nombre,  sejrin  Appiaoo,  quien  dice 
quefuG  i  Pila  atrevida  emprcfacon  nuco  hijm suyos  jotres 
CTiKotompjriToi  i  quienes  Labia  ioflamado  ta  flefeosa  de 


los  pueblos  llamados  arevacos:  donde  en  nna  junta 
de  loe  principales  que  para  esto  se  convocó,  les  roeó 
y  conjuró  por  la  amistad  antigua  y  por  el  derecho  ne 
parentesco  nodesamparasen  d  Nuntancia  parascrsa- 
queada  y  asolada  por  el  enemigo;  que  encendido  en 
coraje  y  en  deseo  de  vengarse  no  tenia  olvidadas  las 
injurias  que  ellos  le  habían  hacho.  Considei^eD  qoe 
aquella  ciudad  lolia  ser  el  refugio  y  reparo  coman  de 
todos,  y  al  presente  por  la  adversidad  de  la  lorttina,  y 
por  la  astucia  de  los  que  la  cercaban,  mas  que  por 
vatnr  y  esfuerzo ,  se  hallaba  puesto  en  cslremo  riesgo 
y  cuita.  «  Por  qué  (dice)  en  (anto  que  las  fuerzas  es- 
utan  enteras,  y  ios  romanos  piir  tantas  pérdidas  reliU' 
»san  la  pelea ,  y  por  malas  mañas  y  astucias  prclen- 
iiden  apoderarse  de  aquella  nohilisima  ciudad ,  vos 
"juntadas  las  fuerzas  no  quitaréis  el  yuso  desta  ser- 
nvidumbre,  y  echaréis  de  vuestra  tierra  esta  peste  co- 
umuu?  ¿Aifuardais  por  ventura  bosta  tanto  quecuuda 
neste  mal .  y  de  unos  á  oíros  pase  y  llegue  &  vuestra 
Bciudad?  Pensad  nue  esta  llania,  consumido  todo  lo 
oque  se  le  pone  delante,  sera  fnrza'io  que  toilo  lo 
«asuele.  Par  ventura  ¿reconocéis  la  ambición  délos 
«romanos,  sns  robos  y  sus  crueldades?  los  cuales 
»mucbas  veces  habéis  visto  y  oído  que  sin  causa  al- 
piguna,  solo  con  deseo  de  esteoder  su  srñorlo  ponen 
nasechanzas  d  la  überlndy  riquezas  de  toda  España. 
«Diréis  que  tenéis  hecho  coocierln  con  ellos,  y  con 
«esto  os  asegurais.  En  que  ni  no  hubiora  muchos 
«ejemplos  frescos  y  puestos  detanic  los  ojos  de  lades- 
nlealtad,  codicia  y  nerczade  los  romanos,  ladestruc- 
ncion  poco  ha  de  Cauda,  y  alioru  liconfüderacíonde 
»los  numanlinos  coa  Mancino  quebrantada  injusta- 
nmente,  son  bastante  muestra  como  ninguna  coat 
Bliejien  por  santa  por  el  deseo  dt         ~  '   ' 


ado.  Hirad  que  si  antepomii  abo»  Tuulro  tIjmso 
Dparticular  í  li  «lud  común  ,  la  cnil  en  grin  parte 
Bdepeodeo  doltalorj  «sfiíerao  de^unuDCÍa,  noaeais 
nenalgao  tiempo  roñados  iquejiroípordeniii  (ojalá 
«JO  me  engam)  de  hober  perdido  y  desamparado  i  o 
nnno  jiootro.  Afuera  ppes  toda  laráaniaj  cobardía: 
nen  lauto  qne  hay  tiempo,  y  que  las  coias  están  en 
slérniiDo  que  le  pueden  remediar,  Tolved  vueitroi 
Mínimos  j  pensamiento  á  procurar  la  salud  de  la  pa- 
ntria.  Juntad  armas  y  fueraas  y  cargad  sobre  el  eue- 
nmigo  que  esté  descuidado;  cercándole  los  vueslro» 
«por  una  parte  y  los  nuestros  por  la  otra,  por  frenla 
n  j  por  las  espaldas.  Considerad  que  en  nuestro  peli- 
nsro  corre  rie.>go  la  talud,  la  libertad  y  las  riquezas 
«de  toda  España.B  .    ,   „    . 

Coo  esle  raionamieDto  y  cod  abundancia  de  lífiri- 
masouedeiTamabs,conecÉiarseeD  lierrayá  losples 
decwli  uno,  tenia  ablandados  loi  corasones  de  diu- 
cbos;  pero  como  qnierquei  los  desdichadns  y  caídos 
todos  les  Tallan,  prevaleeióel  voto  de  los  que  sentían 
que  no  convenia  enojar  i  los  romanos,  sotai  decían 
que  sin  taniaoia  echasen  de  toda  su  tierra  á  los  nu* 
mantinoj,  porque  no  les  ichacsMn  y  bieiesen  cargo 
At  haber  oído  en  su  junta  aquella  embajada.  Lo  que 
despaes deslo  hito  Retogeoes,  no s«  sabe:  solo  cons- 
U  que  la  gente  mou  de  Lucia,  poeblo  que  eiUba  i 


DB  eu-aHa.  77 

niu  legua  de  Nantaacia,  acudid  á  soctHTer  IOS  ce rwt' 
dos;  pero  fue  rebatida  su  osai^Ia  por  la  diligencia  de 
Scipion  ,  y  cortar  las  manos  derechas  por  mandado 
del  mismo  i  cuatrocientos  dellos,  los  demás  auodoron 
escarmentados  para  no  imilar  semejaata  desatino. 
Con  esto  los  numantinos ,  perdida  toda  esperauía  d<^ 
ser  socorridos ,  y  por  el  largo  cerco  quebrantados  de 
la  hambre  movieron  trttosde  paz.  Envianm  paraesUi 
1  Scipion  una  embajada :  al  principal  por  Hombre 
Aturo  dula  que  le  fuá  audiencia,  se  dice  habló  en  est» 
manera:  «Quiénes  sean  ios  cíudedanos  de  Numancia, 
«de  qué  lealtad ,  de  qué  constancia ,  no  hay  para  quc 
ntraello  á  la  memoria,  pues  tú  con  la  larga  esperjen- 
ncia  lo  puedes  tener  enieadido,  y  no  está  bien  á  liiü 
Bmiserattles  liacer  alarde  da  sus  alabaaias.  Solo  la 
Bdiriqueteserimuy  honroso  haber  quebrantado  Ion 
nánimos  <le  los  numantinos,  y  á  nos  no  será  M  todo 
nafrentoao ,  ya  que  así  había  de  ser,  ser  vencidos  de 
ntan  gran  capitán.  Lo  que  la  presente  fortuna  pide, 
»y  á  lo  que  nos  fuerzan  loa  males  desle  cerco ,  confe- 


por  rancidos;  pero  oon  tal  qus  te  oontetw 
otes  con  nuestra  penitencia  y  enmiende ,  y  no  pre' 
Dtendas  destruimos.  No  pedimos  del  todo  perdón, 
■dado  que  en  ninguna  parte  pudieras  mejor  emplear- 
nle:  contentámooos  con  aue  el  castiga  asa  templado. 
»Qua  si  nos  niegas  las  vioas  y  no  das  lugar  á  la  pelea 


•determinados  estamos jle  probar  cualquier  cosa  has- 
»la  morir  por  nuestras  manos,  si  fuere  necesario  an- 
nlesque  por  las  ajenas:  que  será  el  postrer  oGcio  du 
Bvarones  esforzados.  Tú  debes  considerar  una  y  otm 
nvez  lo  que  la  fama  y  el  mundo  dirá  de  t¡  asi  de  pré- 
nsente como  en  el  üempo  adelante.»  . 

Haraviltóse  Scipion  por  este  razonamiento  que  los 
corazones  de  aquella  gente  con  tantos  trabajos  no  es- 
tuviesen quebrantados. y  que  perdida  toda  esperauzíi , 
todavlaseacordaseudesudiguidady  constancia.  Con 
todo  esto  respondió  á  los  embajadoras  que  no  habla 
de  tratar  de  concierto ,  sino  fuese  entreginduse  á  lu 
voluntad  del  vencedor.  Con  esta  respuesta  lo?  uumaa- 
tiuoBComo  fuera  de  si  matan  i  los  embajadores,  los 
cuales  ¿<jué  culpa  les  teman?  pero  cuando  la  mache- 
dumbre  se  alborota,  muchas  veces  acarrea  daño  du- 
Gir  la  Verdad.  Estaban  ya  sin  ninguna  esperanza  de 


salvarse  ni  de  venir  á  balalia ,  acuerdan  de  hacer  el 
postrer  esfuerzo.  Emborráchanse  con  cierto  brebaje 
que  hacían  de  trigo,  y  le  llsmaban  celia:  con  esto 
acometen  los  reparos  de  los  romanos  ,  escalan  el  va- 
lladar, degúellaa  Lodos  los  qne  se  les  pooen  delante 
basta  que  sobreviniendo  mayor  número  de  soliíailoí, 
y  sosegada  algún  tanto  la  borrachez ,  les  fue  forzoso, 
retirarse  i  la  ciudad.  Después  desta  pelea  dicen  que 
pjralgUQOsdíus  se  sustentaron  cun  los  cucrposmuer- 
tos  de  los  suyos.  Uemás  desto  pru¡)aron  á  huir  y  sal- 
varse: como  tampoco  esto  les  sucediese,  pur  couclu  ■ 
siou  perdida  del  todo  la  esperanza  de  remudio  se  de- 
terminaron í  acuniüter  uno  memorable  liuzoíia,  eslo 
es  que  se  mataron  A  si  y  á  todus  los  suyos ,  uuos  con 
ponzoñas,  otros  metiénilose  las  espadas  por  el  cuerpo; 
algunos  pelearon  en  desalió  unos  couolruscoj  ig'jnl 
partido  y  fortuna  del  vencedor  y  vencido,  puesbn  u>:fi 


7S 

misma  boguera  que  para  esto  t«tiiD  encendida ,  echa- 
ban al  qaeeramuerto,;  luego  tni  él  k  seguís  elque 
le  guiliba  la  vida. 

Por  esta  manera  fue  deslraida  Namancia  pesados 
UD  Riio  y  tres  meses  después  que  Scipioa  tido  i  Es- 
paña. Grande  Tus  su  obslioacioa ,  pue*  los  raiitnoB 
ciudadanos  se  quitaron  las  TÍdas.  Appliiia  dic«  qne 
eatrada  la  ciudad  hallaron  algunos  viras:  contradicen 
á  esto  los  demás  autores ,  y  es  cosa  averiguada  que 
NumancJa  so  couserTÚ  por  la  concordia  de  sus  ciada- 
danos ,  que  tenían  entre  si  j  coa  sus  cotnarcanos ,  y 
pereció  por  la  discordia  de  los  mismos,  demás  deslo 

Íie  Teucidaquitó  al  vencedor  lu  palma  do  la  vicloña. 
03  edificios  A  que  perdonaron  los  ciudadanos ,  que 
na  les  pusieron  ruego,  fuerun  ¡lor  mandadoda  ScipioD 
echados  por  tierra ,  los  campos  repi^rtídaí  entre  los 
pueblos  comarcanos.  Hechas  todas  estas  cosas,  y  fun- 
dada le  pBzde  España,  se  volviúScipioniRomad  go- 
isr  el  triunfo  que  le  era  muj  debido  por  hazañas  tan 
seüiikdes;  por  las  cuales  demís  de  los  otros  títulos  y 
blasones  le  fue  dado  y  tuvo  adelanta  el  renombre  de 
Nomanlino.  Triunfa  otrosí  Decío  Bruto  poco  antea  en 
Roma  por  dejar  fencídus'  y  sujsios  los  gallegos,  con 

3 Oí  ganú  asimismo  sobrenombra  de  Galaico  conio  b« 
ijo  poco  antes  desU  lugar. 


se  entienda  qut  car^  6.  magistrado  tuviese.  Verdad 
es  que  paudos  tres  años,  siendo  cónsul  el  mismo  Ce- 

Íion,  los  lusitaoos  se  vengaron  de  los  romanos  ,ca  Irs 
icieron  mayor  daño  del  que  antes  dellos  recibieraa . 
Fue  aquel  uño,  elque  se  contó  de  la  fundación  de  Ro- 
ma seiscientos  y  cuarenta  y  ocho,  señalado  maa  qne 
por  otra  cosa  alguna,  porel  nacimiento  de  Uarco  Tu- 
llo CictfOD  que  nació  este  año  en  Arpiño,  pueblo  da 
ItaUa.  Su  madre  se  llamó  Helvia,  su  padre  fue  del  ur- 
den ecuestre  j  de  la  real  sangre  de  los  Volscos.  En- 
nobleció Cieeroa  lu  cosas  d«  Rima  no  menos  eo  naz 
y  desarmado  con  su  prudencia,  erudición,  y  elocuen- 
cia mBrBTilloea,y  ganó  DD  menor  nombradla,  que  los 
otrose8aelenlescau<Ullotdeat)UMlla  república  con  la 
armas. 

Pasadas  otros  dos  años,  que  fue  el  año  de  seiscien- 
tos y  cincuenta,  los  cimbros  mezclados  con  los  ale- 
manes rompieron  segunda  vez  porE-pjüa  (1):  pero 
fueron  de  nuevo  rebatidos  por  los  celLOeroa,  y  loru- 
dos  i  volverse  á  la  Gallia.  Las  alteraciones  de  los  lusí- 


sosegóLucioCiroeliaDolabella.quecou  .. 
'bre  de  procónsul  lenla  el  gobierno  de  aquella  provin- 
cia el  ano  de  la  ciudad  de  Roma  de  seiscientos  y  ciu- 
cumta  y  cinco.  Apaciguadasesiasaitaracianes.Jue- 
go  el  año  siguiente  se  emprendió  otra  guerra  con  los 
celtiberos,  para  la  cual  vino  en  E>paña  el  cónsul  Tito 
CAPITULO  XI.  Didio.  Acercáronse  los  dos  campos,  ordenáronse  las 

haces  y  adelantáronse :  dióse  la  batalla  con  igual  es- 
peranza y  denuedo  de  ambas  partes.  Ei  suceso  lúe  que 
los  despartió  la  noche  y  puso  Ga  á  la  pdlea  sin  decla- 
DESPumdestO  s«  siguieron  ea  España  temporales  i  rar  la  victoria  por  ninguna  délas  partes,  antes  el  da- 
paciücoa  de  grande  j  señalada  bonpnza.  I,a  forma  de)    "o  fuoiguaL  Vs'ióse  el  cónsul  de  _su  astucia  y  de  ma; 


gobierno  por  alguii  tiempo  fue  que  dÍ<'zle^dos  envii 
dos  de  Roma ,  y  mudados  á  sus  tiempos ,  (uvieron  el 
gobierno  de  España  cada  cuat  en  la  parto  que  de  toda 
ella  le  señalaban.  Los  mallorquines  hechos  cosarios 
corrían  aquellos  mares  y  las  riberas  cercanas.  Acudió 
contra  elios  el  cónsul  Quinto  Cecilio  Metello,  que  ios 
sujetó  y  puso  en  sosiego  el  año  de  la  ciudad  de  Roma 
de  seiscientos  y  treinta  y  uno ,  por  lo  cual  el  dicho 
cónsul  fue  llamado  baleárico ,  que  es  tonto  como  ma- 
llorquin.  Por  el  mismo  tiempo  CxioUaríoqueera  go- 
bernador de  ta  España  Ulterior,  ubrió  y  asesuró  los  ca- 
minos ,  quitados  los  salteadores,  de  que  liabia  gran 
número  y  graahbertuddehacermil,  merced  y  relt- 

Julas  malea  de  la«  alteraciones  y  revueltas  pasadas. 
estiluyó  asimismo  en  su  provincia  las  teyrs  y  la  paz, 
dio  Rierza  y  autoridad  á  las  jueces,  q:ie  todo  en  elm 
falUiba.  ¥  doce  años  adelante 


_ _  aquella  provincia 

se  faobiese  alterada,  primero  Calpuruiol'ison,  des- 

IiuesSulpicio  Galba,  bijodel  otroGalDaquehizoen  ,    ■ 

a  Lusitania  lu  que  arriba  queda  contado,  apaciguaron    "  1"«  mudarían  la  v:da  y  trató  humbres  acostumbra- 
aqueliosmovimientos.  Hiillau^ácadapasoeulspaña'  "'••  á  susteoUrse  de  los  sudores  ágenos  cou  robo»  y 


ña  eu  aquel  trance,  y  fue  que  luego  hizo  correr  el 
campo  y  sepultar  los  cuerpos  muertos  de  los  suyo*. 
Con  fiítto  el  dia  siguiente  los  españoles  por  entender 
queel  número  de  Gus  muertos  era  mayor  queel  de  los 
contrarios,  perdida  la  esperanza  de  la  victoria,  se 
dieron  á  partido  con  lascondicionesaue  loa  romanos 
quisieron  ponerles.  En  aquella  batalla  y  en  todo  el 
progresode  la  guerra  murieron  de  losercvacos  veinte 
milliambrcB,  que  fue  gran  número ,  si  los  autores  no 
se  encañan  ó  los  números  no  están  mudados.  Los  ter- 
meslinos  por  ser  bulliciojoi,  y  levanlarse  muchas  ve- 
ces ronfiadas  en  el  fuerte  sitio  de  su  ciudad,  fueron 
castigados  en  que  la  echasen  por  tierra,  y  ellos  se  pa- 
sases i  morar  en  lu  lleuo  divididos  eu  aldeas  sin  li- 
cencia de  rortificartas,  y  sin  lener  ftrma  y  manert  de 
ciudad.  Una  compuñia  de  salteadores  acostumbrados 
á  robarse  concertó  coa  el  cónsul.  ydetMJo  da  sa  pa-> 
labra  se  vino  para  Él  con  hijos,  mujeres  y  ropa;  nsro 
todos  fueron  (lasados  á  cuchílln,*por  no  tener coDlian- 


nuclias  inonetI.is  acuñadas  con  el  nombre  de  Pisón . 
Fuudada  pues  la  p;iz  por  la  buena  maña  y  valor  de 


salios.  Hecho  quede  tal  mauera  no  fueen Roma  apro- 
bado que  sin  embarco  otorgaron  á  Didio  que  pOr  las 
demás  co<as  que  hizo  triunfase. 

Eli  esta  guerra  fueQainto  Sertorío  tribuno  de  sol- 
dados, que  era  como  al  preseuiecoronel  ó  maestre  de 
campo,  en  que  ganó  gran  prez  y  loa  por  haber  salva- 
do la  guarijcíoo  de  rumanos  qne  estaban  enCastulon , 
de  la  muerte  que  los  do  aquella  dudad  con'-ertados 
coolos  girisenns(|]uese  entiende  eran  los  de  Jaén) 
por  el  deseo  que  siempre  tenían  do  la  libertad,  les 
pretendían  dar  cierta  noche:  cosa  que  lesparecia  fá- 


n  ydeGall<a,o(ra  Vez  se  encardó  el  gobierno  de  .  cil  de  eje'^utar  por  ser  el  tiempo  de  invieruo,  y  estar 
España  ádiez  legados  en  el  tiempo  que  los  cimbros, '  los  so' Jados  descuiítados,  muy  dados  á  los  convites  y 
gente  septentrional,  en  gran  número  amanera  de  un  ]  al  vino.  Sintió  Sertoriuel  alboroto  de  loa  casluloneii- 
reudal  arrebatado  se  derramaron  y  metieran  por  las  I  ses  que  daban  principio  á  la  matanza:  arrojóse  fuera 
provinciasdel  imperio  romano,  y  con  el  gran  cursode  |  del  ledio,dosu  posada  j  do  la  ciudad:  recogió  los 
Tíclorias  que  en  diversas  partesganaron ,  no  pararon  i 
ha!laEsn'''ia.  Maspore!  esfuerzo  de  ios  romanos  y  de  { 


los  naturales  fueron  forzados  á  dar  la  vuelta  á  laGallia  i 
y  á  llalib  año  de  la  fundación  de  Roma  de  seiscien-  I 
tos  y  cuarenta  y  cinco.  En  este  año  Quintó  Servilío  | 


Cepiim  venció  en  una  batalla  á  tos  lusitanos ,  sin  qne  I  lo-nado  Mariaai. 


(1)  Plalirro,  Floro  y  Lirio,  bablaa  de  la  irmpdoa  de  lO! 

[iibrin  en  lieuiim  del  pretor  Fulvia  que  gobernaba  la  Es- 

lEja  Citerior,  y  que  ioscellihíroii  los  derruía  rúa  yioí  crlit' 

de  Ei¡)iía'  pero  oinirun  historiador  a  nlifiu  o  haré  tncnriun 

■     ,  que  ígnortDwsde  dónde  la  hay» 


uniia  tenli 


HIÉTOAU 

qae  por  los  pies  escaoaron,  y  coilelloKiargó  sobre  los 
coDtraríos ,  y  teagó  los  que  de  sus  soldados  fueron 
muertos  eu  aquel  rebate.  Informóse,  y  supo  lo  que 
pasaba ,  y  la  conjuración  que  tenían  tramada.  Pasó 
con  presteza  6  los  girisenos ,  que  engañados  por  los 
vestidos  que  ios  sodados  llevaban  de  los  castulonen- 
ses  muertos ,  ios  salian  ¿  racebir  vdar  la  eniíorabueaa 
de  la  matanza  que  pensaban  quedar  hecha  de  los  ro- 
manos; 3ias  engañóles  su  imaginación,  ca  fuero q  pa- 
sados ácuchiUoen  gran  número  y  los  demás  vendidos 
por  esclavos.  Estas  cosas  sucedieron  en  la  España  Ci- 
terior el  800  presente  y  los  cuatro  luego  siguientes, 
que  fue  todo  el  tiempo  que  Didío  tuvo  el  gobierno  de 
aquella  provincia :  porque  ala  España  Ulterior  vino  el 
prt)CÓQ8uI  Publio  Lucinio  Grasso  el  año  de  la  fanda- 
cion  de  Roma  de  seiscientos  y  cincuenta  y  siete ;  y 
por  lo  que  en  aquella  su  provincia  hizo,  triunfó  en  Ro- 
ma al  tío  del  ano  sesto  de  su  gobierno :  donde  se  cree, 
y  non  sin  causa,  que  juntó  aquellas  riquezas  con  que 
Marco  Crasso  su  hijo  llegó  á  ser  uno  do  los  mas  seña- 
lados de  los  romanos ,  y  por  un  tiempo  el  mas  rico 
de  todos  ellos. 

Antonio  de  Nebrija  dice  como  cosa  averiguada  que 
este  Grasso  fue  el  que  abrió  j  empedró  el  camino  y 
calzada  mas  famosa  /*e  España  llamada  vulgarmente 
el  camino  de  la  piala ,  que  va  desde  Sakimanca  hasta 
Mérida ;  y  esto  por  las  columnas  en  que  dice  vio  por 
todo  aquel  camino  entallado  el  nombre  de  Grasso ;  ar- 
gumento bastante  para  probar  lo  que  pretende ,  si  en 
este  tiempo  se  hallara  en  aquellas  columnas  y  leyera 
tal  nombre.  Por  ventura  sonó  lo  queseie  antojó ,  y 
pensó  ver  lo  que  imaginaba :  engaño  que  suele  suce- 
der muy  de  ordinario  áios  anticuarios.  En  el  tiempo 
que  Grasso  estuvo  en  España ,  Fluvio  Placeo  por  su 
industria  y  bueua  maña  sosejió  ciertas  alteraciones 
nuevas  á»  ios  celtiberos  el  ano  de  seiscientos  y  se- 
senta, 00  el  cual  Italia  comenzó  á  abrasarse  en  guer- 
ras civiles.  Fue  asi,  que  Galo  Mario  y  Ginna  se  apo- 
deraron por  las  hrmas  de  la  república  romana;  y  para 
establecer  mas  su  poder  condenaban  ¿  muerte  á  la 
nobleza  que  habla  seguido  la  parcialidad  de  Silla  su 
contrario.  Entre  los  demás  mataron  al  padre  y  her- 
mano de  Marco  Grasso,  y  éi  fue  forzado  para  salvarse 
de  huir  á  lo  postrero  da  Esfwua  dótenla  muchos  alia- 
dos,  y  los  naturales  muy  atioionados  por  las  buenas 
obras  que  asi  de  su  padre,  como  del  mismo  recibieran 
ca  acompañó  ¿  su  padre  cuando  se  encargó  del  go- 
bierno de  Esimña.  Gon  todo  esto  porque  la  lealtad  de 
los  hombres  muchas  veces  cuelga  de  la  fortuna ,  y 
porquemuchasctudadesde  España  estabandeclaradas 
y  á  devoción  de  Mario ,  no  se  atrevió  ¿  parecer  en  pú- 
blico ;  antes  se  encerró  en  una  cueva  que  estaba  cerca 
del  mar  en  cierta  heredad  de  un  hombre  principal 
grande  amigo  suyo  llamado  Vivió  Pacieco.  Para  avi- 
sarle de  su  llegada  le  envió  un  esclavo  de  los  pocos 
que  tenia  consigo ,  el  cual  le  dijo  el  estado  en  que  es- 
taban las  cosas  de  so  señor ;  y  por  el  derecho  de  amis- 
tad le  pidió  no  le  desamparase  en  aquel  peligro  y 
aprieto. 

Sabido  61  lo  que  pasaba ,  se  alegró  de  tener  ocasión 
para  dar  muestra  del  amor  que  le  tenia ;  y  para  que 
el  negocio  fuese  mas  secreto,  no  quiso  61  mismo  ir  á 
verse  con  Grasso  porque  asi  lo  pedia  el  tiempo,  solo 
mandó  á  un  esclavo  suyo  que  en  un  peñasco  cerca  de 
la  coeva  pusiese  todos  los  días  la  provisión  que  le  da- 
rían en  la  ciudad,  con  orden  que  so  pena  de  muerte 
no  pasase  adelante ,  ni  quisiere  saber  para  quién  lle- 
vaba lo  que  le  manüaua,  que  si  lo  ejecutaba  coa  fide- 
lidad, le  prometió  ahorrarle.  Gon  esia  diligencia  y  cui- 
dado Grasso  se  entretuvo  algno  tiempo  hasta  uinio 
que  llegó  nueva  como  Mario  y  Ginna  fueron  desbara- 
tados y  muertos  por  Silla  su  contrario.  Gon  este  aviso 
satido  de  la  cueva  en  que  estaba,  fácilmente  atrajo  á 
su  devoción  y  parcialidad  muchas  ciudades  de  España 
que  se  le  entregaron  eoa  mucha  voluntad :  entre  IftS 

TOMO  1, 


t>E  CSHfiÁ. 


7é 


otras  la  de  Málaga  fue  saqueada  por  los  soldadoscon* 
tra  voluntad  del  mismo,  á  lo  meaos  así  quiso  que  se 
entendiese  por  toda  la  vida ,  si )  a  no  fue  que  usó  de 
disimulación ,  y  quiso  con  amo  ajeno  y  con  dalles 
aquel  saco,  como  acontece,  graojear  ia  voluntad  de 
sus  soldados.  De  España  i)a6ó  eu  África ,  donde  el 
bando  de  Silla  andaba  mas  valido  y  tenia  mas  fuerzas. 
La  cueva  en  que  Grasso  estuvo  escondido ,  se  mués* 
tra  entre  Ronda  y  Gibraltar  cerca  de  uu  lugar  llama- 
do Jimena,  en  la  cual  dicen  cuadrar  todas  las  señales 
que  de  lo  que  Plutarchó  dice  en  este  propósito ,  se 
coligen.  También  es  cosa  averiguada ,  por  lo  que  au- 
tores antiguos  escriben ,  que  en  aquel  tiempo  bobo 
en  España  linaje  de  Paciecos ;  pero  los  que  quieren 
sacar  destos  principios  y  fuente  el  que  en  nuestra 
edad  tiene  el  mismo  apellido,  en  autoridad  y  riquezas 
de  los  mas  principales  que  hay  eo  el  reino  de  Toledo, 
fundan  su  opinión  solamente  eu  la  semejanza  dul  nom- 
bre ,  argumento  que  ni  siempre  se  debe  desechar,  ni 
tenelle  tampoco  porconcluyeote,  dado  que  muchos 
acostumbran  ¿  engerir  como  árboles  unos  linajes  en 
otrosdel  mismo  nombre  masantiguos ,  no  sin  perjui* 
do  de  la  verdad  y  daño  deia  historia. 

GAPITULO  XU. 
Como  se  comenzó  la  guerra  de  Sertorio. 

Db  las  guerras  civiles  que  tuvieron  los  romanos,  re- 
sultó en  España  otra  uueva  guerra  de  pequeños  prin- 
cipios ,  y  que  por  espacio  de  nueve  anos  puso  eo 
cuentos  el  poder  de  Roma  por  los  varios  trances 
que  eu  ella  intervinieron  :  el  un  y  remate  fue  j^róspe- 
ro  para  los  mismos  romanos.  El  que  la  movió ,  fue 
Quinto  Sertorio,  italiano  de  nación,  y  nacido  de  bajo 
suelo  en  Narsio,  pueblo  cerca  de  Roma ;  pero  que  fue 
hombre  de  valor,  de  que  antes  ea  España  dio  bastante 
muestra,  como  queda  arriba  apuotado.  Después  en 
las  guerras  civiles  de  Italia  en  que  siguió  las  par  tes  de 
Mario,  perdió  el  uno  de  los  ojos;  y  por  el  vencedor 
Silla  fue  proscripto  Sertorio  con  otros  muchos,  que  es 
lo  mismo  que  condenado  á  muerte  en  ausencia  y  re- 
beldía. El  por  deseo  de  salvarse,  y  también  porque  en 
tiempos  tan  revueltos  eiitendia  que  cada  uno  se  que* 
daría  con  lo  que  primero  apañase ;  además  que  tenia 
granjeadas  las  voluntades  de  los  soldados  y  de  los  na- 
turales ,  acordó  de  venirse  á  España  y  hacerse  en  ella 
fuerte.  Tomó  los  puertos  y  entradas  de  España :  dejó 
en  los  Pirineos  un  capitán  llamado  Salinator  con  bue« 
na  guarnición  desoldados  :  él  entrando  mas  adelante 
en  la  provincia,  levantó  pendón,  tocó  atambores  para 
hacer  gente  ,  juutó  todas  las  niuaiciones ,  y  ayudas 
que  le  parecieron  á  propósito  para  euseñorearse  de 
todo ;  peí  o  sus  trazas  atajó  la  venida  y  presteza  deGain 
Annio,  ca  desbarató  la  guarnición  que  quedó  en  guarda 
de  iosPiriaeos,  y  dio  lamuerteásu  capitán  Salinator 
por  medio  de  Galpurnio  Lanario  su  grande  amigo,  que 
le  mató  alevosamente. 

Gon  esto  Sertorio  desmajó  de  manera ,  que  por  no 
liarse  en  sus  fuerzas,  ni  arriscarse  avenir  á  las  manos 
con  el  enemigo ,  desde  Gartageüa  se  pasó  á  África, 
donde  fue  asimismo  trabajado  con  diversas  olas  y 
tempestades  de  la  fortuna  que  le  era  contraria.  Sin 
embargo  se  apoderó  de  ia  isla  delbiza  con  una  arma- 
da particular  que  él  tenia ,  y  con  ayuda  de  ciertas  ga- 
leotas de  cosarios  asíanos  que  acaso  andaban  por  el 
mar.  De  allí  también  fue  echado;  y  pensando  pasar  á 
las  Gaaarias  (hay  quien  diga  que  de  hecho  pasó  allá 
por  huir  de  la  crueldad  de  que  sus  enemigos  usaban) 
fue  llamado  por  los  lusitanos  ó  portugueses,  que  can- 
sados del  imperio  de  Roma,  les  parecía  buena  oc&sion 
para  recobrar  por  medio  de  Sertorio  la  libertad  que 
tanto  deseaban,  y  tantas  veces  en  balde  procuraron. 
Sertorio  asimismo  porentender  era  bueauocasioo  esta 
para  echar  sus  enemigos  de  España ,  acordó  de  acu- 
dirles  sin  dilación.  Entendía  las  cosas  del  gobierno  y 

4'* 


id  tllBLlOTBCA  l« 

de  la  pai  no  mente  <]ue  las  de  la  guerra ,  por  donde 
con  su  afabilidad  y  trato  amigable  y  con  abajar  loa  tri- 
butos granjeaba  grandemente  las  volualades  de  todos 
Demás  desto  para  representación  de  magostad  ordenó 
un  senadode  los  españoles  mas  principales  á  la  manera 
de  Roma  con  los  mismos  nombres  de  magistrados  y 
caraos  que  allá  se  usaban.  A  todos  honraba,  y  todavía 
hacia  mas  conGanza  de  los  que  eran  de  nación  roma- 
nos, así  por  ser  de  su  tierra,  como  porgue  no  le  po* 
dian  faltar  tan  fácilmente,  ni  reconciliarse  con  sus 
contrarios. 

Derramóse  la  fama  de  todo  esto,  por  donde  no  solo 
se  hizo  señor  de  la  España  Ulterior  donde  f  ndaba,  si- 
no granjeó  también  las  voluntades  de  la  Citerior :  ca 
todos  se  daban  á  entender  que  el  poder  de  los  españo 
les  por  medio  de  Señorío  podría  oscurecer  ¡a  gloria 
de  los  romanos ,  abajar  sus  bríos  y  quitar  su  tiranía. 
Para  que  esta  ancíon  fuese  mas  fundada  usó  de  otro 
nuevo  artificio ,  y  fue  que  hizo  venir  desde  Italia  pro- 
fesores V  maestros  de  las  ciencias ,  y  fundada  uua 
unÍTFersidad  en  cierta  ciudad,  que  antiguamente  se 
llamó  Osea,  procuraba  que  los  hijos  de  los  principa^* 
les  españoles  fuesen  allí  a  estudiar,  dícienao  que  te- 
das las  naciones  no  menos  se  ennoblecían  por  estu- 
dios de  la  sabiduría,  que  por  las  armas:  que  no  era 
razón  los  que  en  todo  lo  demás  se  igualaban  á  los  ro- 
manos ,  les  reconociesen  ventaja  en  esta  parte.  Esto 
decía  en  público ,  mas  de  secreto  con  esta  mana  pre- 
tendía tener  aquellos  mozos  como  rehenes  y  escu- 
rar su  partido  sin  ofensión  alguna  de  los  naturales. 
Allegábase  á  todo  esto  el  culto  4e  la  religión ,  que  es 
el  mas  eficaz  medio  para  prender  los  corazones  del 
pueblo.  Fingía  y  publicaba  que  Diana  le  había  dado 
una  cierva  que  le  decía  á  la  oreja  todo  lo  que  debía 
hacer ;  y  era  así  que  todas  las  veces  que  le  venían  car- 
tas, ó  en  el  senado  se  trataba  algún  negocio  grave, 
la  cierva  se  le  llegaba  á  la  oreja  por  estar  acostumbrada 
aballar  allí  cosa  alguna  de  comer.  El  pueblo  en- 
tendía que  por  voluntad  divina  le  daba  aviso  de  los 
aecretos  ó  de  lo  que  estaba  por  venir,  y  aun  también 
que  le  enderezaba  en  lo  que  debía  hacer.  Hállanseen 
España  monedas  con  el  nombre  de  Sertorio  por  una 
parte,  y  por  reverso  una  cierva  (1).  Asimismo  dos 
piedras  que  están  en  Ebora  en  Portugal  con  sus  le- 
tras, muestran  como  Sertorio  residió  mucho  tiempo 
en  aquella  ciudad,  y  hizo  machos  y  grandes  beneíi- 
oíos  y  honras  á  sus  moradores. 

Fueradestode  Pliuíoyde  Ptolomeo  se  entiende  cla- 
ramente que  en  España  nobo  dos  pueblos  ambos  lla- 
mados Osea :  el  uno  en  los  ilergetes ,  que  es  parte  en 
Aragón ,  parte  en  el  principado  do  Cataluña ,  el  olro 
en  lo  que  hoy  es  Andalucía.  En  cuál  destas  dos  ciu- 
dades haya  Sertorio  fundado  la  universidad  y  puesto 
los  estudios,  no  se  sabe  con  certidumbre:  los  mas 
dan  esta  honra  á  la  de  Araaon,  que  antiguamente  se 
llamó  Osea  y  al  presente  Huesca ;  á  nosotros  todavía 
nos  parece  mejor  fuese  la  que  estaba  en  los  basteta- 
nos ,  y  hov  se  dice  también  Huesear ,  por  estar  mas 
cerca  de  donde  él  á  la  sazón  andaba.  Cfuando  prime- 
ramente vino  de  África  á  Lusitanía,  trajo  consigo  dos 
mil  y  seiscientos  hombres  de  nación  romanos ,  ade- 
más (i|e  setecientos  africanos :  fuera  destos  en  España 
se  le  llegaron  cuatro  mil  peones  y  setecientas  caba- 
llos. Con  estas  gentes  y  no  mas  venció  primeramente 
en  una  batalla  naval  á  Cota,  cap\tao  d^  los  contrarios 
á  la  entrada  del  estrecho  de  Gibraltar,  y  á  vista  de  un 
pueblo  llamado  Melaría.  Desouesa  las  riberas  del  rio 
uuadalquívir  desbarató  otrosí  al  pretor  Didio,  y  mató 
de  sus  gentes  dos  mil  hombres.  Con  esto  ganó  mucha 
reputación  y  autoridad  entre  los  suyos ,  y  á  los  ene- 

(i )  No  hemos  encontrado  esta  medalla  eo  niñean  gabinete 
namismático,  y  personas  tan  doctas  como  el  Señor  don  Ao- 
tonio  Delgado ,  anticuario  de  ia  Academia  de  la  Qistoria,  nos 
aseguran  que  no  existen* 


6Aa»Aa  T  Roid. 

migos  puso  espanta :  coniiderabaa  (¡0$  al  0oder  de 
España  ayudado  da  la  prudencia  da  tal  caudillo,  de 
que  careciera  hasta  entonces ,  podría  acarreará  os 
romanos  grandes  dificultades,  y  ser  causa  de  grandes 
pérdidas  antes  que  de  todo  punto  se  apaciguase. 

CAPITULO  xni. 

Como  MeteOo  y  Pómpelo  vinferon  á  España. 

Todo  esto  movió  á  Sílk  para  que  el  año  de  k  fon- 
dación  de  Roma  de  seiscieaU»  y  setenta  y  cuatro  en 
su  segundo  consulado  enviase  á  España  contra  Serte- 
riu'á  tí.  Meteiio  en  compañero ,  aqnel  que  tuvo  so- 
brenombre de  Piadoso  por  las  lágrimas  con  que  al- 
oauzó  aue  á  su  padre  fuese  alzado  el  deaüerro  en  que 
le  condenaran.  Envió  con  él  al  pretor  Lodo  Dom ido: 
Plutarco  le  llamó  Toranio,  queerasobrenombre  muy 
ordinario  de  los  Domicios.  l2.ste  ala  entrada  de  Espa- 
ña y  á  las  mismas  haldas  de  los  Pirineos  fue  muerto 
por  Hirtuleio  capitán  de  Sertorio ,  y  sus  gentes  (tes- 
trozadas :  desmán  que  movió  á  Manilio «  procónsul  de 
la  Gallía  Narbonecse ,  á  pasar  en  España;  pero  no  le 
fu<^  mucho  mejor ,  porque  el  mismo  capitán  de  Sar- 
torio le  desbarató  en  una  batalla ,  ai  bien  él  escapó 
<  01  la  vida  dentro  de  Lérida  donde  se  retiró  mas  que 
de  paso.  Metello  con  su  campo  rompió  la  tierra  aden- 
tro y  llegó  hasta  el  Andalucía,  do  muchas  veces  fue 
vencido  por  Sertorio ,  y  ferzado  por  no  fiarse  en  sus 
fuerzas  á  barreane  en  km  puebloa  á  propósito  da  en- 
tretener un  enemigo  tan  feroz ,  con  mayor  confianza 
3ue  hacia  de  las  murallas ,  que  del  valor  de  sus  solde- 
os. Solo  se  atrevió  á  aoometar  la  ciudad  de  Laco- 
briga  hoy  Lagoe ,  cerca  del  cabo  de  Sao  Vicente .  y 
ponerse  al  improviso  aobre  ella  ^  eslo  por  «star  las 
gentes  de  Sertorio  repartidas  en  diversas  partea.  Fue 
este  acometimiento  en  vano,  porque  asi  losespañoles 
como  los  soldados  de  África ,  movidoa  del  premio  que 
Sertorio  les  propuso ,  sin  ser  sentidos  de  las  centine- 
las enemigas  metieron  dos  mil  eoeros  de  agua  dentro 
de  la  ciudad ,  de  que  los  cercados  padecían  ^aode 
falta  á  causa  de  haberles  cortado  los  caaos  por  donde 
venia  encaminada ,  y  un  pozo  qua  dentro  tañían  no 
daba  agua  bastante  para  todos. 

Con  esta  provisión  y  también  porque  los  romanos 
no  hicieron  mochila  mas  da  para  cinco  días ,  fueron 
forzados  á  alzar  el  cerco.  Demás  desto  Sertorio  con 
alguna  gente  que  iuntó ,  les  iba  á  la  cola ,  y  les  pica- 
ba de  suerte  que  los  soldados  españoles  no  mostraban 
menos  valor  que  los  romanos,  por  estar  enseñados  á 
guardar  sus  ordenanzas ,  obedecer  al  que  regía ,  se- 
guir los  estandartes,  los  que  antes  teman  costumbre 
de  pelear  cada  cual  ó  pocos  aparte  con  grande  tropel 
al  principio,  mas  sí  los  apreUiban.  no  tenían  por 
cosa  fea  el  retirarse  y  volver  las  espaldas;  mucho  ayu- 
daron para  esto  las  armas  de  los  romanos  muertos, 
de  que  los  españoles  se  armaron,  Con  estola  fama  de 
Sertorio  volaba  no  solo  por  toda  España,  sino  que 
llegada  también  á  Asia ,  fue  ocasión  para  que  el  gran 
rey  Míthrldates  en  la  segunda  guerra  que  tuvo  con  ios 
romanos ,  convídase  á  Sertorio  con  su  amistad ,  y  le 
enviase  embajadores  que  de  su  parte  le  ofreciesen 
socorro  de  dineros  y  armada  :  en  lo  cual  pretendía 
hflcer  que  las  fuerzas  de  los  romauoe  se  dividiesen. 
Dio  Sertorio  á  estos  embiyadores  audieoek,  y  para 
mas  autorizarse  la  dio  en  presencia  del  senado ;  otor- 
góles lo  que  pedian ,  es  á  saber  que  llevasen  en  £tt 
compañía  á  Marco  Mario  con  algún  número  de  sol* 
dados ;  y  esto  á  fin  que  las  gentes  de  aquel  reiao 
fuesen  óor  este  medio  enseñadas  y  ejereiuidas  oo  k 
form.a  de  la  milicia  román:  cosa  que  á  aquel  rey  le 
parecía  muy  á  propósito  y  de  mucha  importancia 
para  la  guerra  que  tenia  éntremenos. 

En  aquella  guerra  de  Asia  Aulo  Mevio  Lacetano, 
que  quiere  decir  natural  de  Jaca  p  deb^'o  de  la  con- 
ducu  de  Lttculo  hisograndes  proana  on  aarvf  oéo  dai 


MBTOnA  DS  IBMtti. 


8i 


DMU^ronattO,  COBBO  se  Mtiande  por  una  medra  y 
leirero  q«e  está  á  noeáia  legua  de  la  ciudad  ae  Vique 
paeata  por  su  mandado  después  que  volvió  en  Espa- 
ña. Volvamos  k  Sertoríe,  cuyo  partido  comenzó  á 
empeorarse  con  la  venida  de  Lucio  Loiio  gobernador 
de  la  Gattia,  que  acudió  á  Meteilo  y  acrecentó  sus 
fuerzas  de  tal  suerte  que  Sertorio  escusaba  el  trance 
de  la  batalla  que  ante»  deseaba;  y  se  contentaba  de 
trabajar  á  los  enemigos  con  correrías  y  con  rebates 
ordinarios :  orden  y  traza  con  que  se  entretuvo  basta 
tanto  que^  pasados  dos  años ,  Gneio  Pompeio  á  ins- 
tancia ¿a  Meteilo  vino  por  su  compañero  con  igual 
poder  á  España.  El  sobrenombre  de  grande  ó  ya  le 
tenia  ganado  por  causa  (como  lo  dice  Cassiodoro  y  lo 
apuota  TertuJiaoo)  de  un  teatro  que  para  deleitar  el 
pueblo  fcevaotó  á  su  costa  en  Roma ,  que  fue  el  pri- 
mero que  de  piedra  se  edificó  en  aquella  ciudad ;  ó 
como  otros^dicsn  le  fue  dado  per  las  victorias  que  ga- 
nó de  Sertorio.  Diéroule  porsu^üestor,  que  era  como 
pagador ,  á  Lucio  Cassio  Longmo:  del  cual  hacemos 
aquí  mamoria  por  )a  que  del  mismo  se  tornará  á 
bscer  adelante. 

Grandes  fueron  las  dificultades  que  Pómpelo  pasó 
en  este  viaje  al  pasar  por  la  Gallía.  Llegado  áEspaña^ 
sin  reparar  en  ninguna  parte  se  fué  á  jnntar  coa  Me- 
teilo, resuelto  de  qo  pelear  conelenemigo  hasta  tan- 
to que  todas  las  fuerzas  estuviesen  juntas.  Estaba 
por  el  mismo  tiempo  Sertorio  sobre  la  ciudad  de  Lau- 
roña  con  sus  gentes  y  las  que  Marco  Perpenoa  de 
Cerdeña  le  trajo  después  ae  la  muerte  del  cónsul 
Emilio  Lépido :  el  cual  como  por  haberse  apartado  de 
la  autoridad  del  senado  fuese  echado  de  Italia .  se 
apoderó  de  aquella  isla,  donde  falleció  de  enfermeaad, 
y  por  su  muerte  la  gente  que  le  seguía ,  pasó  en  Es- 
paña. Pretendía  Perpenna  su  caudillo  hacerla  guerra 
por  si  y  y  apoderarse  de  lo  que  en  aquella  provincia 
pudiese :  pero  ó  porque  los  soldados  se  le  amotina- 
ron ,  6  por  mirarlo  mejor ,  de  su  voluntad  (que  Jo  uno 
y  lo  otro  dicen  los  autores )  en  fin  se  fue  á  juntar  con 
Sertorio.  Algunos  curiosos  en  rastrear  las  antigüeda- 
des sienten  que  Laurona  es  la  que  hoy  se  llama  Liria, 
pueblo  en  tierra  de  Valencia  y  á  cuatro  leguas  de 
aiiueOa  ciudad,  asentado  cerca  de  las  corrientes  def 
rio  Júcar. 

Meteilo  y  Pompeio  kiego  que  tuvieron  llegadas  sus 
fuerzas»  partieron  en  busca  del  enemigo  con  intento 
de  hacelle  levantar  el  cerco.  No  salieron  con  ello ,  an- 
tes en  una  escaramuza  y  encuentro  diez  mil  ropa- 
nos  que  se  adelantaron  para  favorecer  á  los  que  iban 
Sor  forraje ,  cayeron  en  una  celada  y  fueron  degolle- 
os, y  entre  ellos  el  legado  ó  teniente  de  Pompeio 
llamaao  Decio  Lelio^  Apretóse  con  esto  mas  el  cerco 
de  manera  que  los  cercados,  perdida  toda  esperanza 
de  tenerse ,  se  rindieron  á  condición  que  les  dejasen 
las  vidas  y  sacasen  &us  alhajas  y  rapa.  Hízose  asi ,  y 
luego  á  vista  de  los  dos  generales  romanos,  y  delante 
sus  oíos  pusieron  fuego  á  la  ciudad ;  que  fue  una 
grande  befa ,  y  naas  muestra  de  valentía  que  deseo  de 
ejecutar  amella  crueldad.  Orosio  dice  que  Pompeio 
era  partido  antes  que  Laurona  se  entregase,  y  que  los 
moradores  parte  fueron  pasados  ¿  cuchi  lio,  parte 
vendidos  por  esclavos,  y  la  ciudad  dada á  saco.  Aña- 
den demás  díestoque  en  el  campo  romano  se  contaban 
treinta  mil  infantes  y  mil  caballos ,  y  en  el  de  Sertorio 
el  número  de  los  peones  era  doblado ,  y  ocho  mil  hom- 
bres de  á  caballo.  Pasóse  este  año  sinhacer  otro  efec- 
to. Meteilo  V  Pmpoío  se  fueron  ¿  tener  el  invierno  ¿ 
la  España  Citerior  y  á  las  baldas  de  los  montes  Piri- 
neos;  Sertorio  se  recogió  áía  Lusitaaia,  donde  esta- 
ba mas  apoderado. 

Pasados  los  frios ,  luego  que  abrió  el  tiempo  del 
imo  siguiente,  que  fue  de  Roma  el  de  seiscientos  y 
setenta  y  siete,  salieron  los  unos  y  los  otros  de  sus 
aI<]j$iBÍentos.  Dividieron  los  romanos  sus  fuerzan,  y 
Pompeio  se  apoderó  por  fuerza  de  la  ciudad  de  Sege- 


da.  Meteilo ,  cerca  és  ItíMu,  ae  encontró  con  Hirtu- 
leio  capitán  de  Sartorio  :  vino  con  él  á  las  manos, 
degolló  veinte  mil  de  los  enemigos ,  el  capitán  se  salvó 
por  los  pies.  El  alegría  y  orsuilo  óue  por  esta  victo* 
ria  cobró  Metelk) ,  fue  grande  en  demasía .  tanto  que 
en  los  convites  usaba  de  vestidura  recamadía ,  y  cuan- 
do entraba  en  las  ciudades  le  ofrecían  iaciensorcoflio 
á  Dios,  hacíanse  juegos  y  pompas  muy  semejantes  á 
triunfo,  yes  asi  que  el  puebioadulaálot  que  pueden, 
y  con  sc^janteg  cebos  fomentan  stt  ninchaion  y 
vanidad.  Algunos  sienten  que  el  uno  de  los  toros  de 
GuisMido(i),  entallados  de  piedra,  se  puso  para 
memoria  desta  victoria  por  tener  esta  lolra  en  ktín: 

(1)  Entre  Toledo  y  Avila ,  á  la  izquierda  del  camino  real 
y  no  lejos  del  rio  Alberche,  se  encuentran  los  cuatro  famosos 
toros  de  Gui«uido  que  tantas  cavilaciones  han  costado  á  los 
anticuarios.  El  tiempo  ha  gastado  sus  formas  hasta  el  punto 
de  que  algunos,  como  Ambrosio  de  Morales,  contradiges«n  á 
U  tradición  gue  les  dat)a  ese  nombre  y  los  creyesen  elefantes; 
pero  la  henaidura  que  manifiestan  en  las  pezuñas  y  que  le 
falta  á  este  hipopotáoo,  rechaza  esta  opinión,  y  la  cabeza  y 
la  cola  del  cuarto,  que  es  el  mejor  conservado,  asi  como  los 
dos  agujeros  que  en  ella  tienen ,  destinados  sin  dudo  á  recibir 
los  cuernos,  y  la  postura  de  la  cola  sobre  el  lomo  tan  propia 
de  aquel  animal,  no  dejan  duda  alguna  acerca  del  objeto  que 
se  quiso  representar  en  aquellas  piedras  berroqueñas  de  vara 
y  meiia  de  altura  desde  el  plinto,  que  hoy  folo  se  ve  en  dos, 
pues  el  uno  se  asienta  en  sus  cuatro  sustentáculos  y  al  otro 
ya  le  faltan  enteramente ,  estando  adcmds  en  dos  partes 
hendido. 

La  opinión  mas  generalmente  admitida  acerca  de  su  origen 
és  que  son  romanos ;  pero  hay  una  grave  consideración  que 
oponer.  Estos  ccHiquistadores  no  se  establecieron  en  la  Car- 
petauia^  cuyo  distrito  pertenecen,  hasta  sigloy  medio  antes 
dala  er» cristiana ,  cuando  Roma  se  enriquecía  con  las  ma- 
ravillas de  la  escultura  griega  tras  las  victorias  de  Paulo 
Emilio  en  la  Persia :  á  ningún  artista  romano  de  aquella 
época  y  menos  á  una  posterior,  puede,  pues,  atrttoirse  xa 
trabajo  tan  grosero.  Las  inscripciones  rcmsMft  que  se  dieen 
tenían  grabadas  todos  elJós,  son  invención  de  Gifiaet  Aneo»* 
nitano,  segm  el  sabio  anticoario  dos  Antonio  Agustín,  «no- 
bispo  de  Tarragona :  hoy  solo  una  se  conserva  en  el  costado, 
derecho  del  segundo  toro  y  tan  profundamente  grabada  queá 
haber  existido  en  los  demás  también  ¿e  verían  hoy.  Es  está: 

lONG  INVS 

PRISCO  CALA 

ETIM  PATRIEC 

La  cual  traducen  unos:  cLongino  á  Prisco  Cesenio  priiumo: 
se  elevase,»  y  otros,  c Longmo  lo  dedica  á  Prisco  Gatecio  y 
á  la  patria» 

Pero  si  son  romanas  ¿cuál  fue  el  objeto  de  su  ei^eceJon? 
Pretenden  anos  gire  d  de  perpetuar  la  memoria  de  Is  céle- 
bre batalla  de  Mumia ;  pero  está  probado  que  este  tnnn- 
fo  trascendental  de  César  sobre  los  h^os  de  Pompeyo, 
tovo  lugar  en  la  Ifonda  Celtibera  fiastítana ,  que  se  cree 
estaba  hacia  Montiel.  Pretenden  otros  que  representiirian  la 
agricultura,  que  tanto  honraban  los  romanos,  ó  serian  térmi- 
nos déla  (uvision  territorial;  mas,  habiendo  hecho  ver  la 
imposibilidad  de  tal  origen  con  relacidh  á  la  época .  solo  di- 
remos, refntando  la  segunda  hipótesis,  que  en  Ja  misma 
provincia  y  otros  puntos  de  España ,  se  eneuentran  mona- 
mentos  semejantes  ya  de  toros,  yt  de  jabalíesw  No  hace  ma- 
cho, en  1834,  que  un  «Remador  civil  de  la  provincia  de 
Salamanca  hizo  mutilar  m  que  en  ella  había,  tal  vez  atri- 
buyéndoles diferente  origen. 

¿Podña  presumirse,  destruidas  estas  opiniones,  que  son 
de  origen  fenicio  estos  monumentos ,  cava  antigüedad  ates- 
tiguan su  grosera  fábri-^a  y  el  musgo  y  ei  liquen  que  los  cu- 
bren ,  y  qeb  representaban  alguna  divinidad  ?  Los  fenicios 
como  lo»  egiipciee  adoraban  algunas  veces  ai  sol  bajo  ia  Ugura 
do  sn  torb,  7  según  Macrobio  asi  representaban  al  dios  Ne^ 
ton,  cu^o  cuito  estaba  esparcido  en  España.  Pero  entiéndase 
que  no  pensamos  fuesen  obra  de  los  mismos  fenicios,  tam- 
bién adelantados  en  las  artes  y  cfae  nunca  penetra  al  interés 
del  país ,  sino  ¿  los  naturales  que  debieron  de  tomar  de  ellos 
su  mitología.  Acaso  la  inscripción  en  caracteres  desconocidos 

aue  dicen  se  veía  ett  une»  dé  elios ,  seria  fenicia  ó  de  alguna 
e  la  leng^ia  qae  ssbrsr  sila  se  formé  ai  reladonarse  con  los 
naturales  a<|aellol  éeaqpistadens  eoneroanteSi 


»2 


BIBLIOVia  M  OASFAft  Y  feOlG. 


A  QUINTO  CBCIUO  NBTBLLO, 
CÓNSUL  n.  VENCEDOR. 


Y  entiéBden  que  el  número  de  dos  do  se  ha  de  referir 
al  consulado ,  porqae  no  viene  bien ,  sino  á  las  victo- 
rias que  ganó,  Pompeio  después  que  tomó  á  Segeda, 
cerca  del  rio  Júcar  se  vio  con  el  enemigo.  Atrevióse 
á  darle  la  batalla  que  fue  muy  herida  y  muy  dudosa : 
y  sin  dudase  perdiera ,  si  no  sobreviniera  Metelloque 
andaba  por  allí  cerca ;  y  Pompeio  comentó  sin  él  la 
pelea  de  propósito  porque  no  tuviese  parte  en  la  hon- 
ra de  la  victoria.  Departiéronse  los  ejércitos  sin  aven- 
tajarse el  uno  al  otro,  antes  con  igual  daño  y  pérdida 
de  ambas  las  partes. 

CAPITULO  XIV. 

Cómo  Sertorio  fue  vencido  y  muerto. 

Después  desta  batalla  Sartorio  anduvo  un  tiempo 
muy  triste  sin  salir  eo  público  porgue  la  cierva  de 
que  mucho  se  ayudaba ,  no  parecía.  Sospechaba  que 
los  enemigos  se  la  liabian  robado  :  cosa  que  tenia  por 
triste  agüero  y  pronóstico  de  aue  ^Igun  gran  mal  le 
estaba  aparejado ;  pero  como  después  de  repente  pa- 
reciese ,  recobró  su  acostumbrada  alegría ;  y  puesto 
fin  al  lloro  Volvió  su  pensamiento  á  la  guerra.  Dióse 
otra  nueva  batalla  por  aquella  misma  comarca  cerca 
del  río  Turia ,  que  corre  por  los  campos  de  Valencia 
y  riega  con  sus  aguas  aquellas  hermosas  llanuras: 
llámase  al  presente  Guadalavíar.  Pelearon  de  poder  á 
poder  con  grande  coraje  y  fuerza :  la  victoria  quedó 
por  Pompeio ,  destrozado  el  ejército  deSertorío.  Hir- 
tuleio  con  un  su  hermano  del  mismo  nombre  murie- 
ron como  buenos  en  la  pelea :  asimismo  Gaio  Heren- 
cio  que  seguía  las  partes  de  Ser  torio.  La  mayor 
desgracia  fue  que  en  el  mayor  calor  de  la  pelea  ua 
soldado  de  Pompeio  mató  un  hernf ano  suyo :  que  tan 
desastradas  son  aun  en  la  misma  victoria  las  guerras 
civiles :  y  los  casos  que  en  ellas  suceden  tan  malos. 
Llegó áaespojarle,  y  quitándole  la  celada,  conoció 
su  yerro  y  aesventura :  puso  el  cuerpo  en  una  hogue- 
ra que  era  la  manera  de  enterrar  los  muertos,  pe- 
díale con  sollozos  y  gemidos  le  perdonase  aquella 
muerte  que  por  ignorancia  le  diera ,  no  eran  bastan- 
tes las  lágrimas  para  mudar  lo  que  estaba  hecho,  re- 
solvióse devengar  aquella  desgracia  con  meterse  por 
el  cuerpo  la  misma  espada  ccm  que  dio  muerte  á  su 
hermano:  hízolo  así,  y  cayó  sobre  el  cuerpo  del  di- 
funto. 

Divulgóse  este  desastrado  caso  por  todo  el  ejército: 
indignáronse  todos  y  maldijeron  aquella  cruel  y  des< 
graciada  guerra  que  tales  monstruos  uaria.  Sartorio, 
perdido  el  ejército ,  se  entretuvo  eo  Calahorra  entre 
tanto  que  con  nuevas  diligencias  se  rehacía  de  otro 
ejército.  Acudió  Pompeio  a  cercarle  dentro  de  aque- 
lla ciudad :  Sertorlo  con  una  salida  que  hizo,  escapó 
aunque  con  pérdida  de  tres  mil  de  los  suyos.  No  paró 
basta  llegar  do  los  suyos  tenían  llegado  un  ejército 
muy  grande ,  tanto  que  se  atrevió  á  ir  en  busca  de  sus 
enemigos;  y  con  presentarles  la  batalla  les  hizo  que 
se  retirasen  con  sus  ejércitos  á  invernar ,  Metelio  pa- 
sados los  Pirineos ,  Pompeio  en  los  vaceos ,  pueblos 
de  Castilla  la  Vieja.  Era  Sertorio  de  condición  mansa 
y  tratable,  si  las  sospechas  no  le  trocaran ;  que  fue 
causa  de  perder  por  una  parte  la  aíicion  de  los  ro- 
manos, que  se  le  desabrieron  porque  tomó  para  guar- 
da de  su  persona  á  los  celtiberos.  Es  el  temor  fuente 
de  la  crueldad ,  y  así  dio  también  la  muerte  á  algunos 
de  los  suyos ,  eu  que  pasó  tan  adelante ,  que  los  hijos 
do  los  españoles  que  dijimos  fueron  enviados  á  estu- 
diar á  Huesear,  unos  mató,  otros  vend'ó  por  esclavos: 
crueldad  grande,  pero  que  debió  tener  alguna  causa 
para  ella.  Lo  que  resultó,  fue  que  por  otra  parte  per- 
dió la  afición  y  voluntad  de  los  naturales ,  que  era  la 
sola  esperanza  y  ayuda  que  le  quedaba.  Es  así,  que 


la  fortuna  ó  fuerza  mas  alta  ciega  ¿  loa  qve  quiere 
derribar :  y  es  cosa  cierta  que  Sertorio,  que  estriba* 
ha  en  la  ben^^volf^ncia  de  los  su^os,  destos  principios 
se  fn«  despeñando  en  su  perdición. 

Metelio  aT  principio  de?  verano  se  aimderó  de  mu- 
chas CTudados:  ni  contrarío  Pompeio  ftie  forzado  por 
Sertorio,  qiií^  sobrevino  con  su  gente,  á  alzar  el  cerco 
qne  sobre  Pnlenc*»  tenia ,  después  con  nuevas  fuer- 
zas crue  recogió,  forzó  al  enemigo  4  que  se  retirase. 
Siguióle  hasta  lo  postrero  de  España  y  hasta  el  cabo 
de  San  Martín  qne  ene  no  lejos  de  Denla ,  y  antiima- 
mente  se  llamó  el  promontorio  Homeroscopeo,  donde 
tuvieron  cierta  escaramuza,  sin  que  sucediese  cosa 
de  msyor  momento  A  causa  que  ambas  partes  escu- 
saban  la  batalla  por  las  pocas  fuerzas  que  tenían':  en 
conclusión  las  cosas  de  Sertorio  iban  de  caída  mas 
por  la  malquerencia  de  los  suyos,  qne  por  el  esfuer- 
zo de  los  romnnos.  Acabaron  de  perderse  con  su 
muf*rte.  como  acontece  á  los  que  tropiezan  en  seme- 
iantes  desgracias,  que  nunca  paran  en  poco.  En 
Huesca  fue  muerto  j  puñaladas,  que  le  dio  Antonio, 
hombre  principal  en  un  convite  en  qne  estaba  asen- 
tado á  su  lado.  El  que  tramó  aquella  conjuración  fue 
Perpenna ,  si  bien  poco  antes  en  parte  fue  descu- 
bierta y  algunos  de  los  cnnjuoidos  pagaron  con  la 
vida:  otros  huyeron:  los  demás  que  no  fueron  des- 
cubiertos ,  porque  nó  se  supiese  toda  la  trama ,  se 
apresuraron  á  ejecutar  nguel  hecho. 

Por  esta  manera  pereció  Sertorio,  llamado  por  los 
españoles  Aníbal  romano.  No  dejó  hijo  ninguno,  dado 
que  un  inancebo  adelante  publicó  que  lo  era ,  ayu- 
dado de  la  semejanza  del  rostro  para  urdir  un  tal 
embuste.  Su  muerte  fue  á  lo  que  se  entiende ,  el 
año  de  seiscientos  y  ocbcuta  y  uno  de  la  funda- 
ción de  Roma.  Podíase  comparar  con  los  capitanes 
mas  escelentes  asi  por  sus  raras  virtudes ,  como  por 
la  destreza  en  las  armas  y  prudencia  en  el  gobier- 
no, si  los  remates  fueran  conforme  á  los  principios,  y 
no  afeara  su  escelente  nstural  con  la  crueldad  y  fie- 
reza.  Dicho  de  Sertorio  fue:  aMas  querria  un  ejército 
))de  ciervos,  y  por  capitán  un  Icón,  que  de  leones,  si 
ntuvíesen  un  ciervo  por  caudillo.»  También  aquel: 
«Propio  es  de  capitán  prudente  antes  de  entrar  en  el 
npeliffro  poner  los  ojos  en  la  salida.»  Dícese  que  de- 
claró á  los  suyos  la  fuerza  que  tiene  la  concordia,  por 
semejanza  de  la  cola  de  un  caballo,  cuyas  cerdas  una 
á  una  arrancó  fácilmente  un  soldado  por  su  manda- 
do ;  mas  para  arrancarlas  todas  juntas  no  bastan 
fuerzas  humanas.  Era  inclinado  al  sosiego :  la  nece- 
sidad y  el  peligro  le  forzaron  á  tomar  las  arroa<t.  Do- 
cía  queauísíera  mas  tener  el  postrer  logar  en  Roma, 
que  en  el  destierro  el  primero.  Su  cuerpo  se  entiende 
sepultaron  en  Ebora,  por  un  sepulcro  que  dicen  se 
halló  en  aquella  ciudaa  abriendo  los  cimientos  déla 
iglesia  de  San  Luis ,  con  una  letra  en  latín  muy  ele- 
gante: que  claramente  lo  afirma;  pero  como  no  se 
halle  autor  ni  testigo  de  <;rédito  que  tal  diga ,  ni  aun 
rastro  ni  memoríh  de  tal  piedra ,  no  lo  tenemos  por 
cierto,  dado  que  en  nuestra  historia  latina  pusimos 
aquel  letrero,  tomado  con  otros  algunos  de  Ambrosio 
de  Morales,  á  su  riesgo  y  por  su  cuenta:  persona  en 
lo  demás  docta  y  diligente  en  rastrear  las  antigñeda- 
des  de  España  (1)* 

CAPITULO  XV. 

Como  Pompeio  apaciguó  i  España. 

Sabida  la  muerte  de  Sertorio  y  los  causadores  della, 
grandes  fueron  los  sollozos  de  su  gente ,  grande  la  in- 
dignación que  se  levantó  contra  Perpenna ,  en  espe- 
cial después  que  leído  el  testamento  del  muerto ,  se 

( i )  Los  sucesos  de  esta  gnerra  de  Sertorio ,  que  doró  ocho 
años,  están  on  poco  eonfuadidosen  Mariana,  véase  la  TMa 
I  tepmda. 


HKTOBIA  DE  fiSPAXA. 


83 


6ttia]ldi6  que  Je  sedalalia  en  él  por  «no  de  «os  herede- 
ros« y  ea  ptrtícutar  Je  nombraba  por  su  sucesoren  el 
^biemo  y  en  et  mando.  Decían  con  dolor  y  gemidos 
que  había  pagado  nial  el  amor  con  deslealtad,  y  con 
malas  obras  Tas  buenas.  Apaciguólos  él  con  muchos 
halagos  y  dones  que  les  dio  de  presento .  y  mo?ores 
promesas  aue  les  hizo  paráaáelante.  El  miedo,  prínci- 

Salmenle  de  los  romanos ,  que  suele  ser  grande  ata- 
on  entre  los  que  están  desconformes ,  enfrenó  á  los 
que  estaban  encendidos  en  un  yivo  deseo  de  vengar 
la  sangre  de  su  caudillo:  tanto  mas ,  que  para  hacer 
resistencia  áPompdo,  el  cual  partido  Metelio  para 
Roma  se'apercibia  para  concluir  con  lo  que  quedaba 
de  aquella  guerra  y  parcialidad ,  tenia  necesidad  df^ 
cabeza ,  y  no  se  les  oírecia  otro  mas  á  propósito  qun 
Perpenna  por  parecer  y  voto  del  mismo  Sartorio.  En 
cargado  pues  de  los  negocios,  pomo  conOar«e  ni 
del  valor  ni  de  la  voluntad  de  los  suyos ,  rehusaba  de 
venir  á  las  manos  con  Pompeio  que  pretendía  con  to- 
do cuidado  deshacerle.  Pero  la  astucia  de  los  enemi- 
gos le  forzaron  A  hacer  lo  que  no  quería .  con  una  ce- 
lada que  le  pusieron,  en  que  fácilmente  sus  frentes 
fueron  parte  muertas,  parte  puestas  en  huida;  él  fue 
hallado  entre  ciertos  matorrales,  donde  después  de 
vencido  se  escondió:  hizo  instancia  que  le  llevasen  á 
Pompeio  con  esperanza  que  tenia  de  la  clemencia  m^ 
mana.  Sucedióle  al  revés  de  su  pensamiento ,  ca  le 
mandó  luego  que  se  le  tragaron  matar,  sea  por  estar 
arrebatado  dtf  enojo ,  sea  por  escusar  que  no  descu- 
briese los  cómplices  y  companeros  de  aquella  purcla* 
lidad,  y  asi  le  fuese  forzoso  continuar  aquella  carnl- 
corla  y  usar  de  mayor  rigor;  porque  con  estoonlsmo 
intento  echó  en  el  ruego  las  cartas  de  los  romanos,  en 
que  llamaban  á  Sartorio  para  que  volviese  á  iralia; 
cosas  hay  que  es  mejor  no  sabellas,  y  no  todo  se  debe 
aparar. 

Lo  que  importa  es quemuertoSertoriov  Perpenna, 
en  breve  se  sosegó  toda  España.  Los  de  Huesca,  los 
de  Vuleacia  y  los  termestinos  después  desta  victoria 
se  dieron  y  entregaron  al  vencedor.  A  0.«raa ,  porque 
no  quería  obedecer,  el  misma  Pompeio  la  tomó  por 
fuerza  y  la  echó  por  tierra.  Afraaío  tuvo  mucho  tiem- 
po sobre  Calahorra  un  cerco  tan  apretado,  que  loa 
moradores,  gastadas  las  vituallas  todas,  por  algún 
tiempo  se  sustentaron  con  tas  carnes  de  sus  mujeres 
y  hijos:  de  donde  en  latin  comunmente  comenzaron 
á  llamar  hambre  calagurritana  á  la  estnsma  falta  de 
roanienimíentos.  Finalmente  la  ciudad  se  entró  por 
fuerza,  ella  quedó  asolada  y  sus  moradores  pasados 
á  cuchillo.  Las  demás  ciudades  y  pueblos  avisados 

Sor  este  daño  y  ejemplo  todos  sé  redujeron  á  la  obe- 
iencla  del  nueblo  romano.  Acabada  la  guerr»  Pom- 
peio levantó  en  las  cumbres  de  los  montes  Píriaeos 
muchos  trofeos  en  memoria  de  las  ciudades  y  pueblos 
que  sujetó  en  el  discurso  de  aquella  guerra ,  que  pa.- 
aaroo  de  oehocveotos  en  sola  la  Esptiña  Ulterior  y  la 
parta  de  la  Gallia  por  do  hizo  su  camino  cuando  vino. 
En  los  valles  de  Andorra  y  Altavaca ,  que  están  en 
los  Pirineos  hacia  lo  de  Sobrarve ,  están  y  se  ven  cier- 
tas argollas  de  hierro  fijadi»  con  plomo  en  aquellas 
penas,  cada  una  de  mas  de  diez  pies  de  ruedo.  Tiéne- 
se  comunmente  que  estas  argollas  son  rastros  de  loa 
trofeos  de  Pómpelo  á  causa  que  las  «olían  peñeren 
los  arcos  triunfales  para  sustentarlos  trofeos,  como 
en  partícular  se  ve  hasta  hoy  en  la  ciudad  de  Mérida. 
En  los  pueblos  llamadosvascones^dopde  hoy  es  el 
reino  de  Navarra,  fundó  el  mismo  Pómpelo  de  su  nom- 
bre la  ciudad  de  Pamplona :  por  esto  algunos  en  latín 
la  llaman  Pompeiópoíis,  que  es  lo  mismo  que  ciudad 
de  Pompeio.  Strabon  alómenos  dice  que  se  llamó 
Pompeleon del  nombre  de  Pompeio;  ciudad  que  hoy 
es  cabeza  de  aquel  reino.  En  conclusión  vuelto  á 
Horoa  triunfó  juntamente  con  Metelio  de  España  año 
de  la  futtdaeioD  de  Roma  de  seiscientos  y  ochenta  y 
tres*  Ea  el  cual  tiempo  bobo  en  Roma  algunos  poetas 


cordobeses,  de  quien  dice  Cicerón  que  eran  grosero^ 
y  toscos ,  DO  tanto  á  lo  qií6  í^e  entiende ,  por  falta  d^ 
su  nación  y  de  los  ingenios ,  como  por  el  lenguaje  q\io 
en  aquel  tiempo  «e  usaba.  Consta  que  tenían  grande 
familiaridad  con  Metelio ,  por  donde  sospechan  aue  á 
su  partida  los  d^ió  de  llevar  en  su  compañía  desde 
España. 

CAPITULO  X^'L 

Como  Calo  Julio  César  \itio  en  España. 

El  nño  poco  mas  ó  menos  de  la  fundación  de  Roma 
de  seiscientos  V  ochenta  y  cinco  ,^  Julio  César  vino  la 
primera  vtz  á  España  con  cargo  y  nombro  deqúeslor, 
que  era  cprno  pagador ,  en  compañía  del  prector  An- 
tistio ,  al  Cual  Plotarchó  da  sobrenonihrf^  de  Tuberon, 
en  que  está  mentida  la  letra  y  ha  derir  Tnrpíon  ape- 
llido muy  común  de  los  Anífstios.  Traía  César  órdén 
de  visitar  las  Hudiencias  de  E<paña  (f)  que  eran  mu- 
chas, V  avisar  de  lo  que  pasaba :  en  prosecución  lie- 
^ó  á  Cádiz .  donde  se,  dice  que  vienao  la  estatua  de 
A'ejandro  Magno,  suspiró  por  considerar  que  en  la 
eiiadpn  que  Alejandro  sujetó  a)  mundo,  él  aun  no 
tenia  hedía  cosa  alguna  dtgnade  memoria.  Desperta- 
do con  este  despo ,  y  amonestado  por  un  sueño  que 
en  Roma  tuvo  (en  que  le  parecía  que  liusaba  deshonps  - 
tameiitecon  su  misma  madre,  y  losadovinos  por  él  le 
prometían  el  imperio  de  Roma  y  del  mundo)  se  deter- 
minó de  alcanzar  licencia  antes  que  se  cumpliese  el 
tiempo  dtíaqut>l  cargo ,  para  volver  á  Roma  como  lo 
hizo  con  intento  de  acometer  nuevas  esperanzas  y 
mayores  empresas.  Partido  César  de  España ,  Gneio 
Calpurnío  Pi<on,  que  con  cargo estraordinar.'o  gober- 
naba en  la  España  Citerior,  fue  por  algunos  caballeros 
españoles  muerto  el  año  de  la  fundación  de  Roma  de 
seiscientos  y  ochenfa  y  nueve,  quier  fuese  en  ven- 
ganza de  sus  maldades,  quier  por  respeto  de  Pom- 
peio ,  que  buscaba  toda  ocasión  y  manera  para  bace- 
llo ,  y  por  su  orden  con  color  de  honra  lie  fue  enviado 
á  aquel  gobierno.  Muchas  cosas  se  dijeron  sobre  d 
caso  ,  la  verdad  nunca  se  averiguó. 

Pasados  cuatro  años  después  desto ,  que  fue  cf  año 
seiscientos  y  noventa  y  tres,  siendo  cónsules  Marco 
Pupip  Pisón  y  Marco  Valerio  Messala ,  César  vino  la 
segunda  vez  a  España  con  cargo  de  pretor.  Llegado  á 
ella ,  lo  primero  que  hizo  fue  forzar  á  los  moradores 
de  los  montes  Herminios  que  están  entre  Miño  v  Due- 
ro', á  mudar  su  vivienda  y  sus  cusas  á  lugares  llanos , 
A  causa  que  muchas  coro  pa  nías  de  salteadores,  con- 
fiados en  la  aspereza  y  noticia  de  aquellos  lugares, 
desde  allí  se  derramaban  á  hacer  rAltos  y  dancen  las 
(ierras  de  la  Lusítanía  y  de  la  Bélica:  por  esto  fue 
forzoso  quitarles  aquellos  nidos  y  guaridas.  Movidos 
por  este  rigor  ciertos  pueblos  comarcanos  pretendían 
pasado  el  río  Duero  buscar  nuevos  asientos :  prevíno- 
los el  César ,  dio  sobre  ellos  y  rompiólos ,  con  que  se 
sujetaron  y  apaciguaron.  Muchas  ciudades  y  pueblos 
de  los  lusitanos  que  andaban  levantados ,  fueron  sa- 
queados, muchos  se  dieron  á  partido.  Los  hermíníos 
volvieron  de  nuevo  á  alterarse:  hízoles  nueva  guerra, 
y  vencidos  en  batalla,  los  que  quedaron ,  por  salvarse 
y  escapar  de  las  manos  de  los  contrarios ,  se  recogie- 
ron á  una  isla  que  estaba  cercana  de  aquellas  mari* 
ñas,  t*or  ventura  era  esta  isla  una  de  aquellas  que  por 
estaren  fren  te  de  Bayona  vu'garmente  loman  de  aquel' 
pueblo  su  apellido ,  ca  se  llaman  las  islas  de  Bayona: 

( f)  Suetonio  diré  que  trajo  dei  pretor  la  roniíston  de  que 
adffliaistrast;  justicia  por  los  conventos  de  la  España  Ulterior, 
▼  con  esta  ocasión  fue  á  visitar  el  templo  de  Hércnles  en 
Cédií  doode  vio  la  estatua  de  Alejasdro  que  le  inspiró  la 
araodeu  de  su  ambición .  para  satisfacerla  determinó  vol- 
ver á  Roma ;  pero  el  sue.'io  lo  tuvo  la  noehe  sif^niente  de  );i 
visita,  cosa  muy  natural,  no  en  Roma,  como  dice  nac&Uo 
autor. 


84 


BIBLIOTECA  DB  GASPAR  T  R0I6. 


antiguamente  86  llamaban  Ciadas  (t).  nombre  que 
también  retiene  hasta  boy  día;  y  sinemnarco,  como 
se  tocó  arriba ,  la  una  de  ellas  se  llamaba  Aibiano ,  la 
DtTíL  Lacia ,  que  el  otro  era  nombre  común,  y  estos 
Tos  propíos  7  particulares. 

Para  desbacer  aquella  gentó  envió  César  un  capi- 
tán,  cuyo  nombre  no  se  refiere:  el  becbo  cuenta 
Oion.  Este  por  Ja  creciente  y  menguante  del  mar  no 
pudo  desembarcar  toda  su  gente  y  asi  algunos  solda- 
dos que  fueron  los  primeros  ú  saltar  en  tierra ,  fácil- 
mente fueron  por  los  berminios  vencidos  y  muertos. 
Señalóse  en  este  peligro  un  soldado  llamado  Publío 
Sceva ,  el  cual  maguer  que  perdió  el  pavés  le  dieron 
mucbas  heridas,  escapó  á  nado  hista  donde  las  naves 
estaban.  César  con  de^eo  de  vengar  aquella  afrenta 
con  una  mayor  armada  que  juntó,  él  misügo  en  per- 
sona pasó  en  agüella  isla  j  en  breve  se  ai>oderó  della: 
dio  la  muerte  a  los  enemigos  que  ya  tenían  menores 
bríos,  y  por  la  falta  de  mantenimientos  estaban  traba- 
jados. Desde  allí  pasó  adelante ,  y  en  las  riberas  de 
Galicia  se  apoderó  del  puerto  Brigantino ,  que  hoy  se 
llama  la  Coruña.  Rindiéronse  los  ciudadanos  bin  di 
lacion  y  espantados  déla  grandeza  de  las  naves  roma- 
nas ,  las  velas  hinchadas  con  el  viento ,  ia  altura  de 
los  mástiles  y  de  las  gavias :  cosa  de  grande  maravi- 
lla para  aquella  gente  por  estar  acostumbrada  á  na- 
vegar con  barcas  pequeñas ,  cuya  parte  inferior  ar- 
maban de  madera  ligera,  lo  mas  alto  tejido  demimbres 
y  cubierto  de  cueros  para  que  no  lo  pasase  el  agua. 
Hechas  estas  cosas ,  y  dado  que  bobo  asiento  en  la 


provincia  y  leyes  jjue  ordenó  muy  á  propósito  (y  en 
particular  dio  á  los  de  Cádiz  .'as  qiie  ellos  mismos  pi- 
dieron) finalmente  puso  tasa  á  les  usuras  de  tal  ma- 
nera que  al  deudor  quedase  la  tercera  parte  de  los 
frutos  de  su  hacienda,  de  los  demás  sé  hiciese  pagado 
el  acreedor  y  lo  descontase  del  capital.  Con  tanto  dio 
vuelta  á  Roma  para  hallarse  al  tiempo  de  las  eleccio- 
nes, sin  esperar  sucesor  ni  querer  aceptar  la  honra 
del  triunfo  que  de  su  voluntad  le  ofrecía  el  senado 
romano ,  tan  grande  era  la  esperanza  y  el  deseo  que 
tenia  de  alcanzar  el  consulado.  Llevó  consigo  de  Es- 
paña un  potro  que  tenia  las  uñas  hendidas ,  pronóSf- 
tico  aegun  los  adevinos  afirmaban  que  le  pronsetia  el 
imperio  del  mundo,  Deste  potro  se  sirvió  él  solamente 
por  no  sufrir  que  otro  ninguno  subiese  sobre  él,  y 
aun  después  de  muerto  le  mandó  poner  una  estatua 
en  Roma  en  el  templo  de  Venus  conforme  á  la  va- 
nidad de  que  entonces  usaban. 

CAPITULO  XVU. 

Del  principio  de  la  guerra  ctvfl  en  España. 

Hizo  después  desto  César  la  guerra  muy  nombra- 
da de  GalJia,  con  que  allanó  en  gran  parte  aquella 
anchísima  provincia ;  y  para  sujetar  los  pueblos  lla- 
mados entonces  voconcíos  y  tharusates  (que  esta- 
ban en  aquella  parte  de  la  Guiena  donde  hoy  está  el 
arzobispado  de  Auz,  y  aun  al  presente  porallihay 
un  pueblo  llamado  Tursa]  envió  á  Cr&sso  con  buen 
f:;oIpe  de  gente.  Caían  estos  pueblos  cerca  de  España, 
}K>r  donde  llamaron  en  su  favor  á  ios  españoles,  que 
¡iasaron  en  gran  número  ios  Pirineos  como  gente  co- 
liíciosa  de  honra  y  presta  á  tomar  las  armas.  Orosio 
dice  que  cincuenta  mil  cántabros  que  moraban  donde 
hoy  está  Vizcaya  y  por  allí  cerca ,  pasaron  en  la  Ga- 
I  lia.  Lo  que  consta  es  que  fueron  los  principales  que 
hicieron  aquella  guerra,  y  de  entre  ellos  mismos 
nombraron  y  señalaron  sus  capitanes ,  hombres  vale- 
rosos y  amaestrados  en  la  escuela  de  Sertorio.  Con 
todo  esto  no  salieron  con  lo  oue  pretendían ,  antes 
rt^fieren  que  en  esta  demanda  murieron  treinta  y 
ocho  mil  españoles.  Strabon  añade  que  Crasso  paso 
por  mar  á  las  islas  Cassitérídes  puestas  enfrente  del 

( 1 )  Pünio  Itj  llama  Cicas  ó  Siccas. 


promontorio  Cronio .  que  boy  se  flaint  cabo  de  Fií 
terrae ,  y  que  sin  dincultad  se  apoderó  dellÉS  por  ser 
aquella  gente  muy  amiga  de  sonego,  enemiga  dala 
guerra ,  j  dada  á  las  artes  de  la  paz. 

Sucedió  el  año  de  Roma  de  seiscientos  y  noventa 
y  nueve  que  el  jiroci'wsul  Quinto  Gedlio  vino  ai  go- 
bierno de  España ,  donde  eslavo  por  espacio  de  dos 
años,  y  cerca  de  Cluniaqae  wauna  de  las  audien- 
cias de  los  romanos,  cuyas  ruinas  boy  se  muestran 
cerca  de  Osma ,  trabó  una  grande  batalla  con  los  va- 
cóos ,  en  que  fue  desbaratado :  cosa  que  dio  tan  gran- 
de cuidado  y  miedo  al  senado  romano,  que  acoraaron 
de  encargar  á  Pómpelo,  como  lo  hicieron  año  de  se- 
tecientos y  uno ,  el  gobierno  de  España  para  que  le 
tuviese  por  espacio  de  cinco  años ,  por  ser  muy  bien 
quistó;  y  por  lo  que  hizo  antes,  tenia  grande  repo- 
Ucion  entre  los  naturales.  No  vino  él  mismo  al  go* 
biernopor  la  afielen  y  regalo  de  Julia  hija  de  César, 
con  qui^  nuevamente  se  casó ;  pero  envió  tres  te- 
nientes ó  legados  suyos  para  que  en  su  lugar  admi- 
nistrasen aquel  cargo:  estos  fueron  Petreio,  Afranio 
y  Marco  Varron.  A  Afranio  encargó  el  gobierno  de  la 
España  Citerior  con  tres  legiones  de  soldados ,  á  Ver- 
rón aquella  parte  que  está  entre  Sierramorena  y  Gua- 
diana ,  y  hoy  se  llama  Estremadura;  Petreio  se  encar- 
gó de  todo  lo  demás  de  la  Bética  y  de  ia  Lusitania .  y 
"de  los  vectones  con  dos  legiones  que  para  eRo  le  die- 
ron. Por  causa  destas  guarniciones  y  gente  se  enfre- 
nó la  ferocidad  de  los  naturales,  y  las  cosas  de  España 
estuvieron  en  sosie^ ,  por  lo  menos  no  bobo  altera- 
ciones de  importancia ;  mas  que  en  Italia  se  encéndié 
una  nueva  y  cruel  guerra,  cuya  llama  cundió  hasta 
España.  La  ocasión  fue  que  ñor  muerte  dé  Julia ,  que 
era  la  atainra  entre  su  maríao  y  padre ,  resultó  entns 
ellos  ^ande  enemistad  y  contienda :  con  que  todo  el 
imperio  romano  se  dividió  en  dos  partes ,  conforme  á 
la  afición  ó  obligación  que  cada  uno  tenia  de  acudir  á 
las  cabezas  destos  dos  bandos. 

El  deseo  insaciable  de  reinar ,  y  serel  poder  y  man* 
do  por  su  naturaleza  incomunicable,  acarreó  este 
mal  y  desastre.  César  no  sufría  que  ninguno  se  le  ade- 
lantase .  Pómpelo  llevaba  mal  que  alguno  se  le  quisie- 
se i^nalar.  Parecíale  á  César  que  con  tener  sujeta  á 
la  Gallia,  y  haber  por  dos  veces  acometido  á  Inglater- 
ra ,  que  es  lo  postrero  de  las  tierras ,  estaba  puesto  en 
razón  que  en  ausencia  pudiese  pretender  el  consula- 
do sin  embargo  de  la  ley  que  disponía  lo  contrario.  El 
senado  juzgaba  ser  cosa  grave  que  un  hombre  que 
teníalas  armas,  oretendiese  un  cargo  tan  principal: 
recelábase  no  les  fuese  escalón  pare  quitarles  á  todos 
la  libertad ;  muchos  senadores  parciales  se  indinabaa 
al  partido  de  Pómpelo.  Estos  hicieron  tanto,  que  se 
recurrió  al  postrer  remedio,  y  fue  hacer  un  decreta 
desta  sustancia.  aQue  los  cónsules,  los  pretores ,  los 
ntríbunos  del  pueblo  y  ios  cónsules  que  estuviesen 
»en  la  ciudad,  pusiesen  cuidado ,  y  procurasen  que  la 
)>república  no  recibiese  algún  daño.o  Palabras  todas 
muy  graves,  de  que  nunca  se  usaba  sino  cuando  las 
cosas  llegaban  al  postrer  aprieto  y  tenían  casi  perdida 
la  esperanza  de  mejorar.  Con  este  decreto  se  rompía 
la  guerra ,  si  César ,  que  por  espacio  de  diez  «ños  ín- 
bia  gobernado  ia  Gallia,  basta  un  día  que  le  señalaron^ 
no  dejase  el  ejercito :  él  avisado  de  lo  que  pasaba,  con 
su  gente  paso  el  rio  Rubieon .  término  y  lindero  que 
era  de  su  provincia,  resuelto  oe  no  parar  hasta  Roma. 
Pómpelo  sabida  la  voluntad  de  su  enemigo,  y  con 
él  los  cónsules  Claudio  Marcelio  y  Cornelio  Léntallo 
por  no  hallarse  ot^n  fuerzas  bastantes  para  hacerla 
rostro  se  hujreron  de  la  ciudad  el  año  de  Roma  de  se-^» 
tecientos  y  cinco  sin  reparar  hasta  Rrindez,  ciudad 
puesU  en  la  postrera  punta  de  Italia :  y  perdida  la  es- 
peranza de  conservar  lo  de  Italia  y  lo  del  Occidente, 
desde  allí  pasaron  á  Macedonia  con  intento  de  defen- 
der la  común  libertad  con  las  fuerzas  de  Levante.  Ha- 
cían diversos  apercebimientos,  despachaban  mensa* 


ILSTOtlA  DE  MPAÜA. 


8SP 


jerús  á  todás  partes :  entre  los  demás  Bíbuiio  Rufo 
eorádo  por  Pompeio  vioo  á  España  para  q^ie  de  su 
parte  hiciese  <]ue  Afranio  y  Petreio  juntadas  sus  fuer- 
zas procurasen  con  toda  diligencia  que  César  no  en- 
trase en  ella.  Obedecieron  ellos  á  este  mandato,  y  de- 
jando á  Varron  encargada  toda  la  España  Uiteríor, 
Afranio  y  P^treio  con  sus  gentes  y  ochenta  compa- 
ñías que  ievantaron  de  nueTO  en  la  Celtiberia ,  esco- 
^eroQ  por  asiento  para  hacer  la  guerra  la  ciudad  de 
Lérida ,  junto  de  la  cual  desta  parte  del  río  Segre  hi- 
cieron sus  alojamientos.  Está  Lérida  puesta  en  un 
collado  empinado  con  un  padrastro  que  tiene  hacia  el 
Septentrión  y  la  hace  menos  fuerte:  por  el  lado  orien- 
tal la  baña  el  río  Segre  que  poco  mas  abajo  se  mez- 
cla con  el  río  Cioga,  y  entrambos  mas  adelante  con 
Ebro. 

César  avisado  de  la  partida  de  Pompeio  de  Italia, 
acudió  á  Roma,  y  dado  orden  en  las  cosas  de  aquella 
ciudad  á  su  voluntad,  acordó  lo  prímero  de  partir 

Eara  España.  Entretúvose  en  un  cerco  que  puso  so- 
re  Marsella  porque  no  le  quisieron  recibir  oe  paz;  y 
en  el  entretanto  envió  delante  á  Calo  Fabio  con  tres 
legiones  que  serian  mas  de  doce  mil  hombres.  Este 
vencidas  las  gentes  de  Pómpelo ,  que  tenia  tomados 
los  pasos  de  los  Pirineos,  rompió  por  España  hasta 
pNDner  sus  reales  á  vista  de  los  enemigos  pasados  el 
río  Sef{re.  Lucano  dijo  que  el  dicho  rio  estaba  en  me- 
dio. V:niéronle  después  otras  legiones  además  de  seis 
mil  peones  y  tres  mil  caballos  que  de  la  Galía  acudie- 
ron. Hacíanse  todos  estos  apercebimientos  porque 
eorna  fama  que  Pompeio  por  la  parte  de  Afríca  pre- 
tendía pasar  a  España ,  y  que  su  venida  sería  muy  en 
breve.  Decían  lo  que  sospechaban,  y  lo  que  el  nego- 
cio ^iapara  que  conservada  aquella  nobilísima  pro- 
vincia y  lo  demás  de  la  guerra  procedería  con  mayores 
fuerzas  j  esperanza  mas  cierta  y  mayor  seguridad. 

CAPITULO  xvm. 

GoiDO  lospompeiaAosftieronen  España  vencidos. 

No  pudo  Césarconcluir  con  lo  de  Marsella  tan  pres^ 
to  como  quisiera :  asi  antes  de  rendir  aquella  ciudad 
se  encaminó  para  España  y  llegó  á  Lérida.  La  guerra 
fue  varía  y  dudosa:  al  principio  bobo  muchas  esca- 
ramuzas y  encuentros  con  ventaja  de  los  del  César. 
Después  por  las  muchas  lluvias,  y  por  derretirse  las 
nieves  con  la  templanza  de  la  primavera ,  la  creciente 
se  llevó  dos  puentes  que  teman  ios  de  César  en  el 
Seffre  sobre  Lérida  por  donde  salían  al  forrage.  No  se 
podían  remediar  por  el  otro  lado  á  causa  del  rio  Cín- 
ga,  oue  llevaba  no  menor  acogida.  Halláronse  en 

fraude  apretura ,  v  trocadas  las  cosas  comenzaron 
padecer  grande  falta  de  mantenimiento.  Publicóse 
este  apríeto  por  la  fama  <|ue  siempre  vuela  y  aun  se 
adelanta,  y  los  de  Pompeio  con  sus  cartas  le  encare- 
cíon  demasiadamente :  que  fue  ocasión  para  que  en 
Roma  y  otras  partes  se  hiciesen  alegrías,  como  si  el 
enemigo  fuera  vencido,  y  muchos  que  estaban  1  la 
mira,  se  acabasen  de  declarar  y  se  fuesen  para  Pom- 
peio porque  no  pareciese  que  iban  los  postreros;  pero 
toda  esta  alegría  de  los  pompeíanos  y  todas  sus  espe- 
ranzas mal  fundadas  se  fueron  en  humo,  porque  Cé- 
sar hizo  una  puente  con  estrema  diligencia  veinte 
millas  sobre  Lérida  (I),  por  donde  se  proveyó  de 
mantenimientos:  y  nuevos  socorros  que  fe  vinieron 
de  Francia ,  fueron  por  este  medio  librados  del  peli- 
gro que  corrían  por  tener  el  río  en  medio. 

Demás  desto  muchas  ciudades  de  la  España  Cite- 
rior se  declararon  por  el  César,  y  entre  ellas  Cala- 
horra por  sobrenombre  Nasica  (á),  Huesca,  Tarra 

(!)  Solo  distaba  de  Lérida  veínle  y  dos  rail  pasos,  segon 

(2)  Bnliéadase la  Cachorra  llamada  Fibniarla  que  estaba 
cerca  de  fioeaea. 


ffona ,  los  ausetanos  donde  está  Víque ,  los  lácetenos 
donde  Juca,  y  losilur^avonenses.  Por  todo  esto,  y  por 
haber  sangrado  por  diversas  partes  y  dividido  en  mu- 
chos brazos  el  no  Sdgre  para  pasallo  por  el  vado  sin 
tanto  rodeo  como  era  menester  para  ir  á  la  puente, 
los  |»ompeíanos  se  recelaron  de  la  caballería  del  Cé- 
sar que  era  mayor  que  la  suya  y  mas  fuerte,  no  les 
atajase  los  bastimentos.  Acordaron  por  estos  incon- 
venientes de  desalojar  y  retirarse  la  tierra  adentro. 
Pasaron  el  río  Segre  por  la  puente  de  la  eludid ,  j 
mas  abajo  con  una  puente  que  echaron  sobre  el  rio 
Ebro,  le  pasaron  también  cerca  de  un  pueblo  qie' 
entonces  se  llamaba  Octogesa ,  y  hoy  á  lo  que  se  en- 
tiende Mequínenza,  cinco  leguas  mas  abajo  de  Lé- 
rída.  Era  grande  el  rodeo  queilevaban ,  acudió  César 
con  presteza ,  atajóles  el  paso,  y  tomóles  las  éstre» 
churas  de  los  montes  por  do  les  era  forzoso  pasar; 
contesto  sin  venir  á  las  manos  y  sin  sangre  redujO' 
los  enemigos  á  términos  que  necesariamente  se  rin- 
dieron. Dio  perdón  á  los  soldados  y  Ucencia  para  dejar 
las  armas  y  irse  á  sus  casas ,  por  ser  cosa  averiguada 
que  aquellas  legiones  en  provincia  tan  sosegada,  como 
a  la  sazoD  era  España ,  solo  se  sustentaban  y  entrete- 
nían contra  él  y  en  su  perjuicio. 

Demás  desto  para  que  ln  gracia  fuese  mas  oolnuda, 
cualquier  cosa  que  de  los  vencidos  se  halló  en  poder 
de  sus  soldados  ,  mandó  se  restituyese ,.  pagikndo  61 
de  su  dinero  lo  que  valia.  No  faltó  (conforme  á  la  cas* 
tambre  de  los  hombres ,  que  es  creer  siempre  lo  peor) 
quien  dijese  que  los  de  pompeio  vendieron  por  dine- 
ros á  España ,  en  tanta  manera  que  Catón ,  por  sobre- 
nombre Fáonio,  én  lo  de  Farsalia  motejó  desto  á 
Afranio  que  sin  dilación  pasó  por  mar  donde  Pompeio 
eslaba,ca  le  dijo  si  rehusaba  de  pelear  contra  el  mer- 
cader que  le  comprara  las  provincias.  De  Peiréío  no 
se  dice  nada.  Yarron ,  el  que  quedó  en  el  gobierno  de 
la  Espeña  Ulterior,  al  principiosin  declararse  del  todo 
se  mostraba  amigo  del  Cé^^ar:  después  cuando  se  dijo 
la  estrechura  en  que  estaba  cerca  de  Lérida ,  quitada 
la  máscara  comenzó  á  aparejarse  jpara  ir  contra  él, 
levantar  ffentes ,  juntar  galeras  en  Cádiz  y  en  Sevilla, 
y  para  todo  allegar  gran  dinero  de  los  naturales ,  sin 
perdonar  al  templo  de  Hércules  que  estaba  en  Cádiz, 
al  cual  despojó  de  sus  tesoros ,  dado  que  era  uno  de 
los  famosos  santuarios  de  aquellos  tiempos;  pero  des* 
pues  de  vencidos  Afranio  y  Petreio ,  Cé^ar  con  su  or- 
dinaria presteza  atajó  sus  intentos.  D^más  desto  la 
mavor  parte  de  sus  soldados  le  desampararon  cerca 
de  Sevilla  y  se  pasaron  á  César :  por  donde  le  fue  tana- 
bien  á  *él  forzoso  rendirse,  y  con  otorgalle  la  nda» 
entregó  al  vencedor  las  naves,, dinero  y  trigo  que 
tenia ,  y  todos  sus  almaoeaes. 

Tuvo  César  cortes  de  todas  las  ciudades  en  Cór- 
dova.  Hizo  restituir  al  templo  de  Cádiz  todos  los  des- 
pojos y  tesoros  oue  Yarron  le  tomó :  v  á  los  moradores 
de  aquella  isla  dio  privilegios  de  ciaoadanos  romanos 
«n  renuroeracion  de  la  mucha  voluntad  con  que  de- 
clarados por  él  echaron  de  su  ciudad  la  guarnición 
de  soldadfos  que  el  mismo  Yarron  les  puso.  Conclui- 
das estas  cosas,  y  encargado  el  gobierno  de  la  Espa- 
ña Ulterior  á  Qumto  Cassi  Longino  con  cuatro  legio- 
nes ,  el  cual  este  mismo  año  era  tributo  del  pueblo^ 
y  los  pasados  fuera  questor  en  aquella  misma  pro- 
vincia siendo  en  ella  procónsul  Gneio  Pompeio;  con 
esto  César  por  niar  pasó  á  Tarragona ,  y  de  allí  por 
tierra  á  Francia  y  á  Roma.  Desde  allí  luego  que  lle^ó» 
envió  á  Marco  Lepído  al  gobierno  de  la  España  Cite- 
rior: teníale  obligación  y  aficiona  causa  que  como 
pretor  que  era  en  Roma  Lépido,  había  nombrado  á 
César  por  dictador.  Siguióse  el  año  que  se  contó  sete- 
cientos y  seis  de  la  fundación  de  Roma ,  BMiy  seña- 
lado por  las  victoriu  que  César  en  él  ganó,  prímero 
en  los  campos  de  Farsalia  contra  Pompeio,  después 
en  Egipto  contra  el  rey  Pto'omeo ,  aquel  que  mató 
alevosamente  al  mismo  Pompeio,  que  confiado  en  la 


so  BIBLIOTECA  OS  CASPAA 

«•mistad  fue  teoSa  con  aquel  rey ,  ddspues  de  Teacído 
y  de  perdida  aquflla  famorajoniada,  se  acogió  á  aquel 
reino  y  se  metió  por  sus  puertas.  Dio  el  Cesar  la  vuel- 
ta á  Roma,  Desde  allí  pasó  eo  África  para  allanar  á 
muchos  nobles  romanos,  queá  iasombra.de  Juba 
rey  de  Mauritania ,  vencido  Pómpelo  se  recogieron  á 
aquellas  partes.  Venciólos  en  batalla:  los  principales 
caudillos  Catón,  Scipion,  el  rey  de  Juba  y  Fetreio  por 
no  venir  á  sus  manos  se  dieron  la  muerte ;  á  Afranio 
y  un  h^jo  de  Petreio  del  mismo  nombré  con  otros 
prendió  y  biao  degollar.  Ciiique  todo  lo  de  África 
■quedó  llano :  y  el  César  volvió  de  nuevo  á  Rama. 


T  BOIG. 


CAPITULO  XIX. 

De  lo  que  Longino  bizb  en  España. 

.  Poa  ei  mismo  tiempo  la  España  Ulterior  apdaha  aN 
t<»r8da  por  la  avaricia  y  crueldad  del  gobernador  Lon- 
gino, el  cual  continuaba  sua  vicios  que  ya  otra  vez 
4:uiindo  gobernaba  Pómpelo  le  pusieron  en  peligro 
lia  la  vida ,  tanto  que  en  cierto  alboroto  salió  herido. 
Ordenóle  César  que  pasase  en  África  contra  el  rey 
Juba  gran  favorecedor  áp  sus  enemigos  los  pompeia* 
lios.  Con  ocasión  desta  jornada  jumó  gran  dinero  asi 
de  las  nuevas  imposiciones  y  sacaliñas  que  inventó, 
como  de  las  licencias  que  vendía  á  los-  que  querían 
quedarse  en  España  y  no  ir  á  la  guerra  donde  les 
mandaban  ir:  robo  desvergonzado  y  manifiesto.  Al- 
terados por  ello  los  naturales ,  se  conjuraron  de  dar- 
le la  muerte :  las  cabezas  déla  conjuración  fueron 
Lucio  Recillo  y  Annio  Scapula.  Uno  que  se  llamaba 
Mínucio  Silon,  con  muestra  de  pres^ntalle  una  peti- 
ción fue  el  primero  á  herirle:  cargaron  los  demás,  y 
caido  en  tierra,  le  acudieron  con  otras  heridas.  So* 
corriéndole  loe  de  su  guarda ,  prendieron  á  Silon  y 
llevaron  en  brazos  á  Longino  á  su  lecho.  Las  heridas 
eran  ligeras ,  y  en  fin  escapó  con  la  vida.  Silon  pues- 
to ¿  cuestión  de  tormento .  vencido  del  dolor,  descu- 
brió mudios  compañeros  de  aquella  conjuración:  de* 
líos  unoH  fueron  muertos,  otros  se  huyeron;  no  pocos 
de  la  prisión  en  que  los  tenían ,  fueron  por  dineros 
dados  por  libres ,  ca  en  el  ánimo  de  Longino  ¿  todos 
los  demás  vicios ,  aunque  muy  grandes  y  malos,  so- 
brepujaba la  codicia. 

Eu  este  medio  porcartas  de  César  se  supo  la  victo- 
ria que  ganó  roiiira  Pompeio ;  y  sin  embargo,  con  co- 
lor de  Im  jornada  de  África ,  enviado  delante  el  ejército 
al  estrecho  de  Cádiz ,  ya  sano  de  las  heridas,  fte  par- 
tió para  ver  la  armada  que  tenia  junta.  Pero  llegado 
á  Sevilla ,  tuvo  aviso  que  gran  parte  del  ejército  de 
tierra,  so  había  alborotado  y  tomado  por  cabeza  á 
Tito  Thorio  natural  de  Italia,  del  cual  porque  se  en- 
tendía oue  pretendió  ir  luego  á  Córdoba ,  envió  á 
Marco  Marr ello ,  su  qüestor ,  nara  sosegar  las  volun- 
tadas y  defender  aquella  ciuaad.  Mas  él  también  en 
breve  le  falló  (oue  a  los  malos  ninguno  guarda  leal- 
tad) y  con  toda  la  ciudad  se  juntó  cou  Thorio ,  el  cual 
vino  de  buena  ^ana  en  que  Marcetlo ,  como  persona 
de  mayor  autondad ,  tomase  el  principal  cuidado  de 
aquella  guerra.  Longino,  visto  que  todos  le  eran 
contrarios,  después  de  asentar  sus  reales  á  la  vista 
de  sus  enemigos  cerca  de  Córdoba ,  y  del  río  Guadal- 
quivir,  .desconfiado  de  la  voluntad  de  los  suyos,  se 
retiró  á  un  pueblo  que  entonces  se  llamaba  Ulia  y 
ahora  es  Montemavor ,  situado  en  un  collado  y  ribazo 
á  cinco  leguas  de  Córdoba.  Al  pié  de  aquel  collado  te- 
nia puestas  sus  estancias.  Sobrevinierou  los  enemi- 
gos, y  como  rehusase  la  pelea,  le  cercaron  dentro 
dePfls  de  foso  y  valladar  por  todas  partes. 

Había  Longino  avisado  al  rey  de  la  Maurítunia  lla- 
mado Bof^ud  ^  y  d  Marco  Lépído ,  para  que  desde  la 
España  Citerior  le  socorriese  con  presteza,  si  quería 

SLO  el  partido  de  César  no  cayese  de  todo  punto, 
ogud  fue  el  primero  que  acudió ,  y  con  sus  gentes  y 
las  que  de  España  se  llegaron ,  peleó  algunas  veces  cou 


Marcello.  Los  trances  fueron  varios»  pero  no  fue  bas- 
tante para  librar  á  Longino  del  cerco  hasta  que  veni- 
do Lepido  todo  lo  allanó  sin  dificultad,  porque  Mar- 
cello  puso  en  sus  manos  todas  las  diferencias,  y  á 
Longino,  que  rehusaba  de  hacer  lo  mismo ,  ó  por  su 
mala  conciencia  ó  por  entender  qtib  Lépído  se  in- 
clinaba á  favorecer  á  Marcello,  se  le  dió  licencia 
para  irse  donde  quisiese.  C  m  esto  Marcello  y  Lépído 
se  encaminaron  á  Córdoba.  Longino ,  avisado  que 
Trebonio  era  venido  para  sucederle  en  el  cargo,  des- 
de Málaga  se  partió  para  Italia,  y  se  luzo  á  la  vela. 
Fuele  el  tiempo  contrario,  y  asi  corrió  fortuna,  y 
pereció  ahogado  en  la  mar,  uo  lejos  de  las  bocas  del 
ríoEbro.  con  todo  el  dinero  que  llevaba  robado  y 
cohechado.  El  año  siguiente,  que  fue  de  Roma  sete- 
cientos y  ocho,  Lépído  triunfó  en  Roma  por  dejar 
sosegados  los  movimientos  de  España  y  los  alborotis 
que  se  levantaron  contra  Longino.  Marcello  fue  des- 
terrado por  haberse  levantado  como  queda  dicho, 
pero  en  breve  le  alzaron  el  destierro  por  gracia  y  mer- 
ced de  César.  Fue  este  Marco  Marcello  diferente  de 
otro  del  mismo  nombre ,  en  cuyo  favor  Hnda  una  ora- 
cioa  de  Cicerón  entre  las  demás  muy  elegante.  De  la 
mesma  manera  Longino ,  de  quien  hemos  tratado, 
fue  diferente  de  otro  aue  así  se  llamó ,  cuyo  nombre 
hasta  hoy  se  ve  cortado  en  uno  de  los  toros  de  piedra 
,de  Guisando  con  estas  palabras  en  latin , 

L0XGi:t0  A  PRISCO  CESfiNIO 
PROCURÓ  SE  HlCltSe. 

CAPITULO  XX. 

Como  en  España  se  hito  la  guerra  eontra  los  h^os  de 

Pompeio; 

Estaba  todavía  España  dividida  en  bandos,  unos  to- 
maban la  voz  del  César,  otros  la  de  Pomneío:  muchas 
ciudades  despacharon  embajadores  á  Scipiojí ,  que 
en  África,  después  de  la  muerte  dePompeio ,  era  el 
mas  principal  y  cabeza  de  aqaeMa  paraiaUdad ,  para 
requerirle  que  las  recibiesen  debajo  de  su  amñaro. 
Vino  desde  África  Gneio  Pompeio  el  mayor  de  los 
hijos  del  gran  Pompeio,  y  de  caminóse  apoderó  de 
las  islas  de  Mallorca  v  Menorca ;  pero  la  enfermedad 
que  le  sobrevino  en  Ibiza,  le  forzó  á  detenerse  por  al- 
gún tiempo.  En  el  entre  tanto  Annio  Scapala ,  es  á 
saber  aquel  que  se  conjuró  contra  Longino,  y  Quinto 
Aponío,  con  las  armas  echaron  de  toda  la  provincia  al 

Srocónsul  Aulío  Trebonio,  y  mantuvieron  el  partido 
e  los  pompeianos  hasta  la  venida  de  Pompeio,  ca 
no  mucho  aespues ,  convalecido  de  su  enfermedad, 
00  solo  él  pasó  en  España,  sino  también  dado  fin  ala 
guerra  de  África  por  el  esfuerzo  de  César,  Sexto  Pom- 
peio el  otro  hijo  aelgrau  Pompeio,  Accio  Varo  y  Tito 
Lavieno  con  lo  que  les  quedó  del  ejército  y  de  la  arma- 
da, se  recogieron  á  España.  Gneio  discurriendo  por 
la  provincia ,  se  apoderó  de  muchas  ciudades  ,  de 
unas  por  fuerza ,  de  otras  de  grado ,  y  entre  ellas  de 
Córdoba  en  que  dejó  á  Sexto  su  hermano ,  y  él  pasó  á 
poner  cerco  sobre  Ulia  que  se  tenía  por  el  César. 

Acudieron  Quinto  Pedio  y  Quinto  Pablo  Miiximo 
tenientes  de  Céi^r ;  pero  retiusaban  la  pelea  y  entre- 
teníanse hasta  su  venida.  El  ocupado  en  cuatro  triun- 
fos que  celebró  en  Roma ,  y  en  asentar  la««  cosas  de 
aquella  república  alteradas,  dilató  su  venida  hasta 
el  principio  del  año  siguiente ,  que  se  contó  de  la 
fundación  de  Roma  setecientos  y  nueve:  en  el  cual 
tiempo  partidu  de  Roma ,  con  deseo  de  recompensar 
la  tardanza  se  apresuró  de  manera,  que  en  diez  y 
siete  días  llegó  á  Saguntoque  hoy  es  Monviedro ,  y 
en  otros  diez  pasó  hasta  Obulco ,  pueblo  que  hoy  se 
llama  Porcuno ,  situado  entre  Córdoba  v  Jaén ,  i  la 
suzon  que  cerca  del  estrecho  se  dió  una  batalla  naval 
entre  Didio  general  de  la  armada  de  Gó&ar ,  y  Varo 
cabeza  de  la  contraria  armada.  El  daño  y  peligro  de 


wmmn  w  M»iáA. 


W 


tmbftf  purtM  fti6  Igaal  sin  reconocerse  veotaja,  stWo 
Varo  se  metió  eo  el  puerto  de  Tarifa  ( O  >  7  ^^^^ 
la  Jioca  d«>l  dicho  puerto  con  nna  cadena ,  qne  fae 
señal  de  flagneza  y  de  gne  su  daño  (pe  algo  mayor. 
lios  de  GórdoTa  con  la  antigua  afición  (|ue  tenían  á 
Cé^ar,  y  por  mas  asegurarse ,  de  secreto  con  emba- 
jadores que  le  enviaron ,  se  causaron  de  lo  que  for- 
zados de  la  necesidad  hablan  hecho ,  que  era  seguir 
el  partido  contrarío :  juntamente  le  declararon ,  que 
podía  tomar  la  ciudad  de  noche  sin  que  las  centine- 
las de  los  enemigos  lo  sintiesen.  Los  de  Ulia  otrosf  le 
enviaron  embajadores  para  avisarle  de  la  estrechura 
en  que  se  hallaban,  y  el  peligro  si  no  eran  socorridos 
con  presteza. 

César  combatido  de  diversos  pensamientos ,  en  fin 
se  resolvió  de  enviar  á  T<ucio  Junio  Pncieco  con  seis 
cohortes  en  socorro  d^  Ulia:  él  ayudado  dn  una  noche 
tempestuosa ,  y  con  decir  que  Pómpelo  le  enviaba, 
por  medio  de  los  enemigos  se  metió  en  el  pueblo,  con 
cuya  entrada  y  con  la  esperanza  de  poderse  defen- 
der, se  encendieron  y  animaron  á  la  defensa  de  los 
cercados.  Algunos  sospechan  que  este  capitán  fue 
aquel  Junio  de  ouya  lealtad  y  valentía  se  ayudó  Cé- 
sar en  lo  de  la  Galh'a  envíáodole  algunas  veces  por  su 
embajador  para  tratar  de  paz  con  Amhioríge.  Lo  mas 
cierto  es  que  Gé^ar  dado  que  bobo  orden  á  sus  tenien- 
tes Pedio  y  Fabio  para  que  á  cierto  dia  le  acudiesen 
con  sus  gentes,  él  con  intento  de  divertir  los  que  es- 
taban sobre  Ulia ,  puso  sus  reales  cerca  de  Córdova. 
El  espanto  deSeito  fue  tan  grande,  que  determinó 
avisar  á  su  hermano  que  alzado  el  cerco  de  Uh*a  (de 
que  ya  estaba  casi  apoderado)  viniese  en  su  socorro. 
Asentó  Gneio  sus  reales  cerca  de  los  de  César,  pero 
como  rehusase  la  pelea ,  y  en  esto  se  pasase  algún 
tiempo,  tal  enfermedad  sobrevino  á  César,  que  de 
noche  á  sordas  y  sin  hacer  ruido  movió  con  sus  gen- 
tes camino  de  Attegua.  Piucharcó  dice  que  César  en 
Córdova  prímf«ramente  sintió  el  mal  caduco  de  que 
era  tocado;  y  es  cn«a  averiguada  que  en  aquella  cm- 
dad  plantó  un  plátano  muy  celebrado  por  los  anti- 
guos^, si  ya  por  ventura  lo  uno  y  lo  otro  no  sucedió 
los  años  pssados  cuando  otra  vez  estuvo  en  el  gobierno 
de  España,  como  queda  dicho. 

Attegua  estaba  asentada  cuatro  leguas  de^Córdova, 
donde  al  presente  hay  rastros  de  edificios  antiguos 
con  nombre  de  Teba  la  vieja.  Tenían  los  pompeianos 
en  aquel  pueblo  juntado  el  direro  y  gran  parte  de  las 
municiones  para  la  guerra.  César  p^r  el  mismo  caso 
pensaba  que  con  ponerse  sobre  aquel  lugar,  ó  pon- 
dría á  los  pompeianos  para  defendelle  en  necesidad 
de  venir  á  las  manos  y  á  la  batalla,  ó  si  le  desampa- 
rasen^  perderían  gran  parte  de  sus  fuerzas  y  reputa- 
ción. Gneio  al  contrarío  por  las  mismas  razones,  avi- 
sado del  camino  que  llevaba  César,  y  determinado  de 
escusar  la  pelea,  pasó  con  sus  gentes  á  dos  pueblos 
que  hoy  se  llaman  Castroelrío  y  Espegio,  y  antigua- 
mente se  llamaron  Castra  Postumiana,  lugares  Tuer- 
tes en  que  pensaba  entretenerse.  Después  desto 
asentó  sus  reales  de  la  otra  parte  del  río  Guadajoz, 
que  antiguamente  se  llamó  el  río  Salado  y  pasaba 
cerca  de  Attegua.  Desde  allí  como  en  algunas  esca- 
ramuzas hubiese  recibido  daño ,  perdidaia  esperanza 
de  poder  socorrer  á  los  cercados,  se  volvió  á  Córdo- 
va. Loa  de  Attegua  con  esto  enviaron  á  César  em- 
bajadores para  entregársele;  pero  con  tales  con- 
diciones que  eran  mas  para  vencedores  que  para 
vencidos:  así  fueron  despedidos  sin  alcanzar  cosa 
alguna.  Los  soldados  oue  tenían  de  guarnición ,  con 
esta  reapuesta ,  se  embravecieron  contra  los  ciuda- 
danos que  ae  mostraban  inclinados  á  la  parte  del 
Céaar.  '^ 

Ni  es  de  pasar  en  silencio  lo  que  Numacio  Flacco, 

(1)  SeMligad6AppiaDo,quefa«AGacieya,d<mde(eaia 
saarauula. 


á  cuyo  cargo  estaba  la  defensa  de  aquel  pueblo,  hizo 
en  esta  coyuntura,  por  ser  un  hecho  de  grande  cruel- 
dad, esto  esquedegollóátodos  los  moradores  de  aquel 
pueblo  vue  eran  aficionados  á  César,  y  muertos  loa 
echó  de  IOS  adarves  abajo:  lo  mismo  hizo  con  las  mu* 
jeres  de  los  que  estaban  en  el  campo  de  César,  y  aun 
llegó  á  tanto  su  inhumanidad,  que  hasta  los  mismos 
niños  hizo  matar ;  unos  en  los  brazos  de  sus  madres, 
otros  á  la  vista  de  sus  padres  los  mandó  enterrar  vi- 
vos ó  echar  sobre  lanzas  de  los  soldados,  fiereza  que 
apenas  se  puede  oir  por  ser  de  bestia  salvaje.  No  le 
valió  cosa  alguna  aquella  crueldad,  ca  sin  embargo, 
los  moradores  se  rindieron  á  voluntad  del  César  anda- 
dos diez  y  ocho  días  del  roes  de  febrero.  Bien  se  deia 
entender  aue  los  ciudadanos  fueron  perdonados,  y  la 
crueldad  ae  Numacio  castigada,  dado  que  los  histo- 
ríadores  no  lo  refieran.  Después  desto  César  puso 
fuego  aun  pueblo  llamado  Attubi ,  sin  otros  muchos 
lugaresde  que  por  fuerza  ó  de  grado  se  apoderó.  Pasó 
otrosi  con  sus  gentes  v  se  puso  sobre  la  ciudad  de 
Hunda  que  seguía  el  bando  de  Pómpelo,  que  está 
puesta  en  un  ribazo  cinco  leguas  de  Málaga ,  tiene 
un  fio  ()equeño  que  poco  adelante  de  la  ciudad  se 
derrama  por  una  llanura  muy  fresca  y  abundante. 
Era  á  la  sazón  pueblo  principal,  ahora  lugar  peque- 
ño; pero  que  conserva  el  nombre  y  apelliao  antfguo. 
Cerca  de  aquella  ciudad  se  vino  finalmente  á  batalla. 
César  sobrepujaba  en  número  y  valentía  de  los  suyos, 
Gneio  se  aventajaba  en  el  sitio  de  sus  reales  que  tenia 
asentados  en  otro  lugar  mas  alto. 

Ordenaron  entre  ambas  partes  sus  haces,  dióse  la 
batalla  con  la  mayor  fuerza  y  porfia  que  se  podía 
lensar:  grande  fue  el  denuedo,  grande  el  peligro  do 
os  unos  y  los  otros.  Los  cuernos  izquierdos  de  am- 
ias partes  fueron  vencidos  y  puestos  en  huida :  el 
resto  de  la  pelea  estuvo  suspensa  por  grande  espacio 
sin  declarar  la  victoria  por  ninguna  de  las  i)artes, 
mucha  sangre  derramada,  el  campo  cubierto  oe  cuer- 
pos muertos.  En  conclusión ,  César  con  su  valor  y 
esfuerzo  mejoró  el  partido  de  los  suyos,  porque  apea- 
do ,  con  un  escudo  de  hombre  de  á  pié  que  arrebató,, 
comenzó  á  pelear  entre  los  primeros  y  á  muchos  de 
los  suyos  con  su  misma  mano  detuvo  para  que  no 
huyesen.  Muríeron  de  la  parte  de  Pompeio  treinta 
mil  infantes  y  tres  mil  hombres  de  á  caoallo,  entre 
los  demás  perecieron  Varo  v  Labíeno:  trece  águilas 
de  las  legiones  fueron  tomadas ,  que  eran  los  estan- 
dartes principales.  De  la  parte  de  César  muríeron  mil 
soldados  do  los  mas  valientes  y  esforzados,  y  qui- 
nientos quedaron  heridos.  Seguíanla  parte  de  César 
dos  reyes  africaoosel  uno  por  nombre  Bochío,  y  el  otro 
Bogud.  Este  en  gran  parte  ganó  el  prez  deia  victo- 
ria, porque  al  tiempo  que  los  demás  estaban  tra- 
bados y  la  pelea  en  lo  mas  recio ,  se  apoderó  de  los 
reales  enemigos  que  quedaran  con  pequeña  guarda, 
á  cuya  delénsa  como  Labíeno  arrebatadamente  acu- 
diese, pensando  los  demás  que  huía,  perdida  la  espe- 
ranza ae  la  victoria  volvieron  las  espaldas  (2).  Diose 

(2)  De  li  derrota  qne  los  pompeianos  sufrieron  en  la  fa- 
mosa batalla  de  Hunda ,  40  aBos  antes  de  J.  C. ,  se  conserva 
testimonio  en  la  inscripción  signiente.  qae  es  una  de  las 
cinco  qae  dicen  que  había  en  los  toros  de  Guisando : 

BELLVM 

CAESARIS.  ET.  PATRliE 

EX.  MAGNA.  PARTE 

CONFECTVM.  FVIT 

S.  ET.  CN. 

M.  POMPEII.  FILIIS 

HIC.  IN.  BASTETANO 

PROFVGATIS. 

cVeacidos  iqni  en  el  campo  Bistetano  Seito  y  Gneio, 
liijos  del  Gran  Pompeio ,  se  hi  acabado  en  gran  parte  la  guer- 
ra del  César  y  de  la  patria.»  Siguen  otras  tres  líneas  que, 
sin  separación  alguna  pertenecen  i  otra  inscripción. 

La  medalla  de  córdova  que  en  el  anverso  tiene  CN.  IVLI. 


■Duonu  «  cuiM  s  «oía. 


]■  batidla  i  k»  día  7  fiBtBil»  min»,  dia  en  soe  Bo- 
ina eeleJvaba  las  fieiUi  del  (ÜM  Baccbd.  MolabiB  loa 
CBnoiOB  quecnatroaDoftBQtef  ea  tal  diacomn  aquel 
Ponipwo,  desamparada  Italia,  m  paió  ea  Grecia. 
Caando  César  bo  biaba  desta  jornada,  solía  decir  qoe 
muchas  Tcces  peleú  pur  )a  huara  y  gloria ,  pero  que 
aquel  din  peleo  por  la  vida. 

CAPITULO  XXI. 

ConuCdsarTohlóiRama. 

DEsrcts  que  Goeio  Pómpelo  perdió  la  jornada  de 
HuQdn,  hendo  como  ealiú  en  un  fiombro,  se  recogid 
á  Tarín.  Dende  por  la  poca  coaflanza  qne  tenia  en 
los  de  aquel  pueolo ,  y  con  deseño  de  pasar  á  la  Es- 
pana  Citerior,  do  tenia  aliados  asaz  y  ganadas  las 
voluntades  de  aquella  gente,  se  einbarcú  en  ana  ar- 
mada que  tenia  presta  para  todo  lo  qae  sucediese. 
Eoconáseie la  herida  cnnol  mar,  tanto  oue al  cuatro 
dfa  le  fue  forzoso  sallar  en  tierra.  Llevibanle  loa 
suyos  et  una  litera  con  intento  de  buscar  donde  es- 
conderse. Seguíanle  por  el  raslro  y  por  la  huella  por 
orden  de  César ,  Didio  por  mar  y  Cesonio  por  tierra. 
Dieron  con  élen  uua  cueva  donde  estaba  escondido, 
y  allí  le  prendieran  y  le  dieron  la  mnerte.  Floro  dice 
que  peled,  y  que  la  mataron  cerca  da  Laorona,  pue- 
blo qne  hoy  se  llama  Liria,  ó  Dauri^ ,  coma  oíros 
creen.  Lo  que  se  ayerigua  es  que  sn  armada  parte 
fuepresa,  parlequemada  por  Didio.  SeiloPompeio, 
hermano  del  muerto,  con  tan  tristes  nuevas,  perdida 
la  esperanza  de  poder  tenerse  en  Cúrdoro,  y  por  ver 
qne  en  aquella  comarca  nopodia  estar  seguro,  y  que 
comunmente  lodos  ,  como  suele  acontecer,  se  incli- 
naban á  ta  parle  mas  valida  y  tuerte,  acorad  de  par- 
tirse S  la  España  Citerior  y  dar  tiempo  al  llempo. 
Scapula,  dMpues  de  la  rota  de  Munda,  roelto  á  C6r- 
dova,  después  de  un  convite  que  hizo  ,  en  que  se 
bebió  larpimente,  mandó  y  hizo  que  sus  mismos  es- 
daros  le  diesen  ia  muerte,  que  tales  eran  las  valentía! 
de  aquel  tiempo. 

César  en  el  cerco  de  Manda,  que  todavía  «tenia, 
dejó  S  Quinto  Fabiocon  parte  del  ejército  y  él  acudió 
áCúrdova,T  lomada  por  fuerza,  pasó  á  cuchillo 
veinte  mil  de  aquellos  ciudadanos  que  segaian  el 
{lartido  contrarío.  Luego,  asentadas  las  cosas  d> 
aquella  ciudad,  partió  para  Sevilla:  en  este  cantil 
no  le  presentaron  ta  caWa  de  GiTeio,  y  61  con  ia 
misma  ftiHcidad  se  apoderó  de  equelia  ciudad;  y  por- 
quísa  tornó  de  nuevo  Salborotnr,  la  soaegósegunda 
vez  i  diez  del  mes  de  agosto,  como  se  señala  en  los 
calendarios  romanos.  A  ejemplo  de  Sevillh  se  le  en- 
tregaron otro5  pueHos  por  aquella  comarca,  en  par- 
ticular la  ciudad  de  Asta,  antiguamente  situada 
i  dos  leguas  de  Jerez  i  la  ribera  del  rfo  Gusdalete,  al 
presente  es  lugar  desierto,  pero  que  todavía  conserva 
el  apellido  antiguo.  Por  oirá  parle  Quinto  Pablo,  que 
quedó  sobre  Hunda,  al  cabo  de  algunos  meses  causó 
á  los  cercados  de  manera  que  ae  dieron.  Demis  desto 
sujetó  á  Osuna,  si  por  fuerza  ó  &  partido,  no  se  sabe 
nise  declara  por  faltar  las  memorias  de  aquellostieni- 
pos.ylosUbrosquehay,  están  corrompidos,  Conclui- 
das cosM  tan  grandes  cw  una  preste»  ¡Dcreible, 
cosa  que  en  las  guerras  civiles  es  muy  saludable, 
donde  hay  mas  necesidad  de  ejecución  que  de  coo- 

L.  F.  Q.  V  en  el  revene  COHDVBA ;  que  quieren  decir: 
Crio  Mto  Qiettor ,  tiije  de  Ludo,  y  Cirúoiia,  (al  vei 
tvt  batida  en  e^te  tieaipo  lieado  (fbeltor  del  ejército  de  Cé- 
sar eite  Goeio  JuRo.  La  neiÑti  coa  el  aombre  de  Ctrteja, 
^e  hoyeitorre  de  Cirttgem,  ea  el  reverno,  f  eaJipcrle 
iDvam  P.Iulie.  Q.,  que  quiere  decir,  Publw  Julio  Qüet- 
íor ,  taio  es  Umbien  de  esie  mismo  tiempo.  Un  qüetCoree 
•D  liempo  de  la  repúblia  hiciin  baiir  moueda  pan  U  ma- 
naleaciou  de  loa  e^dtoi  en  las  provÍDCiai ,  j  poaian  en  ella 
el  noBibre  de  la  ciudad,  dsnde  aa  acuBaba  y  el  suyo  con  el 
dictado  d«  qüttor. 


RuUas,  loaagadas  lai  altaradonei  de  ISipiJia  y  d«do 
aaiaoto  en  el  gobierno,  juutó  asimismo  gran  dinero 
de  los  tributos  que  en  público  á  todos,  y  en  parlicu- 
lar  puso  á  los  quü  eran  ricos,  y  de  los  cargo»  y  oScioa 
que  vendió,  ba^tano  perdonar  al  templo  de  Hércules 
que  estaba  en  Cádiz,  al  cual  anies  de  ahora  tuviera 
re'peto.  La  prosperidad  continuada  y  la  necesidad, 
le  hicieron  atrevido  para  que  tomase  por  fuérzalas 
ofrendas  de  oro  y  la  plata  que  alli  lemán  muchas  y 

tíonesto  pasado  el  estío,  ya  que  el  otoño  estaba 
adelante,  parliú  de  España  y  llegúá  Roma  por  elmes 
de  octubre.  Por  gobernadores  de  España ,  quedaron 
en  la  Ulterior  Asinio  Pollion,  muy  conocido  por  una 
égloga  de  Virgilio  en  quecon  versos  de  la  Sibñla  que 
liablabau  de  la  venida  deCristO  Hijo  de  Dios,  celebró 
el  insigne  poeta  el  nacimieolo  de  Salomino  bijo  deste 
Pollioc.  Del  gobierno  de  la  España  Citerior  se  encargó 
Marco  Lépioo,  que  le  Invo  juntameyíte  con  el  gobier- 
no de  la  Gallia  Sarbonense.  Por  esle  mismo  Uempo, 
comoalgunos  sospechan,  maspor  conjeturas  que  por 
raiun  que  baya  concluyenlü,áCúrdoyasodi6  titulo  de 
coIoniaPatricia,  ca  es  averiguado ,  como  so  muestra 


parlas  monedas  de  aquel  tiempo,  que  el  imperio  de 
Augusto  ya  teniaesteapelhdo.  También  es cosacierla 
que  en  gracia  del  vencedor  y  por  adularle  muchos 
puebios dejaron  susnombres  antiguos,  en  particular 
Attubis  que  se  llamó  Claritas  lulia  ,  Ebora  en  Portu- 
gal Liberalitia  luiía,  Calahorra  por  sobrenombre  Na- 
aica  tomó  también  el  nombro  de  luIia,  Sesi  asimismo 
se  llamó  Firmiun  Ilium  ,  Illiturgi  que  es  Andújar, 
Forum  lulium:  eu  conclusión  los  de  Ampurías  qui- 
tada la  diferencia  que  tenían  do  griegas  y  de  espa- 
ñoles, recibieron  las  coatnmbres,  lengua  y  leyes  ro- 
manas con  titulo  que  se  les  dio  de  colonia.  Hay  en 
España  memoria  desta  guerra  en  muchos  lugares,  y 
en  Talavera,puebloconocido  del  reino  da  Toledo, en 
la  parte  del  muro  que  está  eafreute  de  la  iglesia  de 
San  Podro,  se  ven  corladas  estas  palabras: 

Á  gubio  pompeio  hijo  vei.  gbih 


Lo  demiis  pOr  la  antigüedad  no  se  lee,  pero  entién- 
dese que  por  algún  hecho  nolable  se  la  puso  aquel 

letrero. 


El  poder  de  JuhsCésar  estaba  en  li  cumbre,y  lodo 
lo  mandaba  y  trocaba ,  cuando  en  Roma  ciertoa  chi- 
dadaooa  le  conjuraron  costra  él  coii  color  que  era  ti- 
rano y  por  fueria  se  apoderara  de  aquel»  ciudad. 
Matirome  con  veinte  y  tres  heridas  que  en  el  aesado 
le  dáeron  á  loa  quince  da  nnrao  del  aáo  sitiante  de 
setecientos  y  diei,  desde  donde  algunos  toman  la 
omirtattelw  «h»  del  inperM  d«  OstaviMO  Avgislo 
que  le  sucedióy  fue  su  heredero,  dado  que  toa-mas  Fe 


eotliieaIftQ  ^1  tño  itgQienté » cnaiido  á  veinte  y  dos 
de  setiembre,  Mgonque  lo  refiereDion,  lenombraroD 
por  cóDinl  en  lugar  de  Gaio  Vivió  Pansa  que  murió 
jnnto  á  Módene,  si  bien  no  tenia  edad  bastante  paru 
administrar  aquel  cargo;  pero  dispensaron  coa  él  en 
la  ley  que  en  Roma  en  esle  caso  se  guardaba.  En  Es- 
paña PoliioD atendía  ¿seguir  Jos  salteadoras ,  que  por 
la  revuelta  de  los  tiempos  andaban  en  gran  número 
por  lodeSierramorena.  Este  cuando  llegó  la  nueva  de 
la  muerto  de  César,  hizo  una  junta  délos  mas  princi- 
pales en  Górdova,  en  que  protestó  que  se^airia  por  su 
pártela  autoridad  y  voluntad  del  senado  de  Roma. 
Con  esto  parece  se  había  mostrado  alguna  luz  y  co« 
brado  esperanza  de  mayor  reposo ;  pero  fue  muy  ni 
revés,  porque  Sexto  Pompeio  salió  de  la  comarca  de 
Jaca  f  que  eran  antiguamente  los  iacetanos,  con  in  ten* 
to  de  aprovecharse  de  lo  que  el  tiempo  le  prometía  y 
fortíflcar  su  partido.  Levantó  estandarte,  tocó  atam- 
borae ,  acudkle  gente  de  cada  día ,  con  que  pud^  for 
maraña  legión,  y  conellaenla  comarca  de  Cartagena 
tomó  por  ftiena  un  pueblo  entonces  llamado  Vergi,  y 
boy  Vera,  ó  como  otros  sienten  Verja. 

Con  este  tan  pequeño  principio  hobogran  mudanza 
en  las  cosas;  y  el  bando  de  Pompeio  que  parecía  estar 
olvidado,  ooneQzóálevantarseytomarmavores  íuer- 
laSj  príncipafanente  que  con  Ja  misma  felicidad  se 
apoderó  de  toda  la  Botica  ó  Andalucía  después  gue  en 
una  gran  batella  rompió  á  Pollion  que  pretendía  des- 
baratar sus  intentos.  Ayudó  muchopiura  ganar  la  vic- 
tcnia  la  sobreveste  de  PolHon,  que  acaso  se  le  cayó  en 
la  pelea,  ó  él  mismo  laarroió  á  propósito  de  no  ser  co- 
nocido: muy  pequeñas  cosas  hacen  camino  para  ma- 
Íores,  prittcipalmento  en  la  guerra:  como  los  «oJdados 
)  viesen,  quetodavía  sufrían  la  carga  délos  Pompeia- 
nos,  y  corriese  la  voz  por  ios  escuadrones  que  su  ge- 
neral era  muerto,  al  punto  desmayaron  y  se  dieron 
por  vencidos.  Verdad  es  que  todas  estas  altorociones, 
y  las  voluntades  de  la  provincia  que  se  inclinaban  á 
Pómpelo,  sosegó  Marco  Lépido  con  su  venida ,  y  con 
persuadir  á  Sexto  qoe  con  el  dinero  que  tenia  recogi- 
do en  España  se  fuese  á  Roma ,  donde  por  la  ocasión 
de  quedar  libre  Roma  podría  pretender  y  alcanzar  la 
herencia,  autoridad  y  grandeza  de  su  padre.  Para  esto 
ayudaba  que  las  cosas  deltelia  andabian  no  menos  re- 
vueltos que  las  de  acá,  porque  Marco  Antonio  que  el 
año  pasado  fuera  cónsul,  pretendía  quitar  á  los  roma- 
nos la  libertad:  contra  sus  deieñv)^  el  senado  opuso  á 
Octavieno  solní  no  de  César,  nieto  de  su  hermana  J  ulia: 
resohicioD  perjudicial  y  dañosa. 

Había  Octovianoen  la  guerra  postrera  gue  hizo  con- 
tra los  hijos  de  Pompeio,  venido  á  España  eu  compa- 
ñia  de  su  tío ;  y  eo  ella  dio  las  primeras  muestras  de 
su  valor  sin  embargo  de  su  tierna  edad,  que  apenas 
tenia  diezy  ocho  años.  Acabada  aquella  guerra,  se  fue 
á  Atenas  a  los  estudios  de  las  letras:  de  allí  sabida  la 
muerte  de  César  volvió  á  Roma ,  y  ayudado  de  muchos 
que  por  la  memoria  de  César  le  siguieron,  venció  en 
una  batalla  á  Marco  Antonio,  que  tenia  dentro  de  Mó- 
deaa  coreado  á  Decio  Bruto  que  estaba  señalado  por 
eÓDsal  para  ei  año  siguiente.  Huyó  Maroo  Antonio 
después  de  vencido  á  la  GaNia,  donde  se  concertó  con 
Lépido,  y  los  dos  poco  adelante  con  Ocuviano.  Resul- 
tó deste  concierto  ei  triunvirado ,  que  fue  repartirse 
entre  los  tres  las  provincias  del  imperio  romano.  A 
Lépido  cupo  la  GalliaNarbonense  con  toda  España:  á 
Antonio  lo  demás  déla  Callia;1a  Italia ,  África,  Sicilia 
y  Cerdeña  dieron  á  Octaviano.  ^o  entraron  en  este 
repartimiento  Tasprovincias  del  Oriente  porque  las  te- 
nían eo  ta  poder ¿assío  yBrute,  las  cabezas  que  fue- 
ron y  príncipaleaenla  coi^uracíony  muerte  de  César. 
Siguióse  tras  esto  una  grande  oamíceria  de  gente 
pruMñpaly  yiiaeq[ueloaires  prosoribíeron,  que  era 
condenar  4  muarte  en  ausencia ,  muchos  ciudadanos 
y  senadoreo  romanos:  ootre  los  demás  murió  Mareo 
TuUo  caoeroB^ffan  fhÉtoáfBf  rna,'<nedadde6esenta 


feínoau  nn  isf aIa.  .       4      í 

y  tres  años  á  tñanos  de  Poptlfo  tribullódeftotdadeo ,  al 
cual  él  mismo  babia  antes  librado  de  la  maerteen  un 


juicio  en  que  le  achacaban  cierto  parricidio. 

CAPITULO  XXlfl. 
De  la  {cuente  llamada  Era. 

Poa  esta  manera  perdió  dcLuevo  su  libertad  la  ciu- 
dad de  Roma:  signiéronse  alteraciones  yguerras.una 
contra  los  matadores  de  César,  que  fueron  vencidos  y 
muertos  cerca  de  FU  ippos ,  ciudad  deMacedonia,  otra 
contra  Lucio  Antonio  hermano  de  Marco  Antonio  en 
Perusa,  ciudad  de  Toscaua.  La  cual  acabada  por  la  bue- 
na maña  y  va?or  de  Octevíano,se  hizo  otro  nuevo  re- 
parlimieuto  de  las  provincias  entre  los  triunviros  el 
año  de  la  fundación  de  Roma  de  setecientos  y  catorce, 
en  que  fueron  cónsules  en  Roma  Gneto  Domicio  Cal- 
vino  y  Caio  Asinio  Pollion  el  que  fue  gobernador  en 
Espann.  Y  porque  en  este  nuevo  repartimiento  Octe- 
viano  quedó  por  señor  de  toda  España,  tomaron  desto 
ocasión  los  españoles  para  comenzar  desde  este  prin- 
cipio el  cuento  de  sus  años,  que  acostumbran  y  acos- 
tumbramos llamar  era  del  Señor  ó  era  deCésar  así  en 
las  historias,  escrituras  públicas,  y  en  los  actos  anti- 

Í^uos  de  los  coticilios  eclesiásticos,  como  en  particu* 
ar  en  las  pláticas  y  conversaciones  ordinarias.  Otros 
sicuen  la  razón  de  los  años  y  la  comienzan  del  naci- 
miento de  Cristo :  cuenta  en  que  se  quitan  de  la  pri- 
mera manera  de  contar  treinta  vocbo  años  justamente, 
de  suerte  que  el  año  primero  de  Cristo  fue  y  se  contó 
treinta  y  nueve  de  la  era  de  César.  Porque  lo  que  dice 
don  Juan  Margarita,  obispo  de  Girona,  gue  la  era  de 
César  comienza  solamente  veinte  y  seis  anos  antes  de- 
nacimiento de  Cristo ,  mas  fácilmente  podríamos  adi- 
vinar por  conjeturas ,  que  afirmar  con  certidumbre 
que  fue  lo  que  le  movió  á  sentir  esto,  núes  todos  los 
demás  lo  contradicen.  Por  ventura  contundió  la  cuen- 
ta de  los  egipcios ,  de  que  se  hablará  luego ,  con  la 
nuestra  engañado  por  la  semejanza  del  contar,  ca 
también  aquella  gente  comenzó  á  contar  sus  años  des- 
de que  Augusto  Octaviano  se  enseñoreó  de  aquella 
tierra. 

Todo  esto  es  así;  y  todavía  no  es  cosa  fácil  declarar 
en  particular  la  causa desta  nuestra  cuenta  de  España, 
y  juntamente  dar  razón  del  nombre  que  tiene  de  era, 
por  servarlos  ios  juicios  y  pareceres.  Los  mas  autores 
y  de  mayor  autoridad  concuerdan  por  testimonio  de 
Dion,  que  en  este  mismo  año,  concluida  la  ¿uerra  de 
Perusa,  se  hizo  el  nuevo  repartimiento  de  las provin- 
cias: y  oprimida  de  todo  punto  y  derribada  la  libertad 
de  la  república  romana,  como  poco  antes  se  dijo,  el 
señorío  de  España  quedó  por  Octaviano;  y  en  trueque 
á  Marco  Lépido,  cuya  antes  era  se  dio  la  provincia  de 
África.  De  aquí  vino  que  á  imitación  de  los  antíoche- 
nos  que  habían  ya  comenzado  esta  manera  de  cuenta 
(y  lo  mismo  hicieron  los  egipcios  once  años  adelante, 
que  quitado  el  reino  á  Cleopatra,  desde  que  Augusto 
se  apoderó  de  aquella  provincia  dieron  principio  al 
cuento  de  sus  años)  lo  mismo  se  determinaron  á  ha- 
cer los  españoles  con  intento  de  ganar  por  esta  forma 
la  voluntad  7  adular  al  nuevo  principe:  vicio  muy  or- 
dinario entre  los  hombres.  Estocuanto  al  principio  de 
nuestra  cuenta  espeñola.  De  la  palabra  era  será  razón 
decir  al^o  mas.  En  Lucillio  y  en  Cicerón  se  halla  que 
las  partidas  del  libro  de  cuentas  por  donde  se  da  y 
toma  razón  de  la  liacienda ,  del  gasto  y  del  recibo  se 
llaman  eras.  De  allí  se  tomó  ocasión  para  significar 
con  esta  misma  palabra  los  capítulos  de  los  libros  y  el 
número  ó  párrafos  de  las  leyes^  como  se  puede  ver  en 
mudios  lugares  así  de  las  obras  de  San  Isidoro,  como 
de  las  leyes  góticas. 

Deste  principio  se  estendió  mas  la  palabra  era  bas- 
ta signincar  por  ella  cualquiera  razón  ó  cuenta  de 
tiempo,  y  universalmente  todo  tiempo  y  número  cual* 
qoiera^ue  fties^.  Bn  especial  lo  usaron  los  españoleí 


M 


lltBLlOtiCA  ftS  GiSÍAB  T  AOId. 


atf  en  la  len|(Qa  laliüa,  óomo  en  la  vulgar,  la  cual  sin 
dada  se  denva  de  la  romana^  como  se  enlíende  por  el 
nombre  de  Romance  con  que  la  llamamos,  y  por  las 
palabras  y  dicciones  castellanas,  que  son  en  ^Tan  par- 
te las  mismas  que  las  latinas.  También  hallamos  que 
Hiiderico ,  de  nación  francés,  y  del  mismo  tiempo  de 
San  Isidoro,  por  decir  número  de  dias  dice  eras  de  dias; 
y  aun  entre  los  astrólogos  algunos  llaman  eras  á  los 
tiempos  6  á  los  fundamentos  y  aspectos  de  las  estrellas, 
de  que  depende  la  cuenta  de  los  tiem(>08,  y  á  los  cua- 
les se  reducen  y  enderezan  los  movimientos  de  los 
cuerpos  celestes.  Según  todo  este  año  de  la  era  de  Cé- 
sar será  lo  mismo  que  año  de  la  cuenta  de  César  6  del 
tiempo  de  César,  cuyo  principio  como  se  dijo  se  toma 
desde  que  España  comenzó  el  imperio  de  César  Au- 
gusto. 

De  aquí  se  saca  que  se  engañan  todos  aquellos  que 
por  autoridad  de  San  Isidoro  (que  engañó  ¿  losdemás) 
prensaron  que  esta  palabra  era  viene  de  otra  latina  que 
significa  el  metal,  conviene  á  saber  aes ,  por  entender 
gue  aquel  año  de  donde  toma  principio  esta  cuenta, 
fue  cuando  la  primera  voz  Augusto  César  impuso  un 
nuevo  tributo  sobre  todo  el  imperio  romano ,  y  hizo 
que  todos  fuesen  erarios  y  pecheros:  lo  que  es  clara- 
mente falso,  pues  ni  la  ortografía  desta  palabra  que  se 
escribe  sin  diptongo  concuerda  con  la  tal  derivación, 
ni  hallamos  que  en  el  año  que  da  principio  á  esta 
cuenta ,  se  impusiese  algún  nuevo  tributo  sobre  las 
provincias.  Lo  cierto  es  lo  que  está  dicho,  y  asimismo 
que  esta  manera  de  contar  los  años  se  mandó  dejar  y 
trocar  con  la  que  usamos  de  los  años  de  Cristo,  en 
tiempo  del  rey  de  Castilla  don  Juan  el  Primero,  en  las 
cortes  que  se  tuvieron  en  la  ciudad  de  Segovia  año  de 
mil  y  trescientos  y  ochenta  y  tres:  lo  cual  se  hizo  á 
ejemplo  de  las  demás  provincias  de  la  cristiandad  ^  y 
conforme  á  lo  que  en  tiempo  del  emperador  Justiua- 
uo  inventó  Dionisio,  abad  romano ,  que  quitadas  las 
demás  maneras  de  contar  que  por  aquel  tiempo  se 
usaban ,  introdujo  esta  cuenta  de  los  anos  de  Cristo. 
Lo  que  se  hizo  en  las  cortes  de  Segovia,  que  fue  dejar 
la  cuenta  de  la  era  y  tomar  la  de  los  años  de  Cristo, 
imitaron  poco  después  los  portugueses ,  y  poco  antes 
los  de  Valencia  habian  hecho  lo  mismo,  como  se  irá 
notando  en  sus  lugares  y  tiempos. 

Dejado  esto ,  volvamos  al  consulado  de  Domicio 
CuIViQo  y  do  Asinio  Poilion.  En  el  cual  año  nombra- 
ron en  Roma  por  cónsul  suffecto,  que  quiere  decir 
puesto  en  lugar  de  otro ,  y  por  faltar  el  que  lo  era ,  á 
Gornelio  Balbo  Gaditano,  que  es  tanto  como  de  Cádiz; 
cosa  que  hasta  entonces  á  ningún  extranjero  se  con- 
cedió, que  fuese  cónsul  en  Roma.  Era  esto  Cornelio 
Balbo  dfeudo  de  otro  del  mismo  nombre  que  acabada 
la  guerra  de  Sertorio,  llevó  á  Roma  en  su  compañía 
Goeio  Pompeio.  También  Domicio  Culvino  cinco  años 
adelante,  que  fue  el  año  treinta  y  tres  antes  de  la  ve- 
nida de  Cristo  Nuestro  Señor ,  con  careo  de  procón- 
sul gobernó  á  España,  y  porque  venció  á  las  haldas 
de  los  Pirineos  á  los  caretanos  donde  hoy  está  Cer- 
dania ,  triunfó  dallos  en  Roma.  Resultaron  después 
desto  nuevas  diferencias  y  alteraciones  entre  los 
triunviros,  con  que  asimismo  se  enredó  España  y 
entró  á  la  parte  del  daño  con  esta  ocasión.  Por  la 
muerte  de  Julio  César  parecía  que  tornaba  á  nacer 
la  libertad  de  la  repubhca,  esperanza  con  que  Sexto 
Pompeio,  vuelto  á  cabo  de  tanto  tiempo  á  Roma,  fue 
nombrado  por  generalde  la  armada  y  naves  romanas. 
Por  esta  ocasión  luego  que  los  triunviros  de  nuevo 
quitaron  la  libertad  á  la  república  y  se  apoderaron  de 
todo,  él  se  apoderó  asimismo  por  su  parte  de  Sicilia. 
Acudieron  Octaviano  y  Lépido,  y  por  fuerza  le  des- 
pojaron, y  echaron  de  aquella  isla:  conque  se  que- 
dó Octavieno  y  aun  so  enseñoreó  de  África  por  cierta 
diferencia  que  tuvo  con  Lépido,  al  cual  desamparado 
de  los  suvos  le  despojó  de  todo  el  poder  que  tenia. 
Sintió  esto  como  era  raioo  Marco  Antonio,  el  otro 


compañero  que  tenia  las  provinoias  de  Orie&ie  •  qtte 
Octaviano  sin  darle  parte  se  apoderase  de  todo  lo 
demás. 

Destos  principios  y  con  esta  ocasión  se  encendió 
finalmente  la  guerra  entre  los  dos,  en  que  después 
de  muchos  trances,  vencido  en  una  batalla  naval 
junto  á  la  Prevesa  y  muerto  Antonio,  se  guedó  Octa- 
viano solo  con  todo  el  imperio  el  año  veinte  y  ocho 
antes  del  nacimiento  de  Cristo.  Llamóse  Octavio,  del 
nombre  de  su  padre,  y  del  nombre  de  su  tío ,  César . 
El  senado  le  dio  renombre  de  Augusto  como  á  hombre 
venido  del  cielo  y  mayor  que  los  demás  hombres  por 
haber  restituido  la  paz  al  mundo  después  de  tantas 
revueltas.  Sexto  Pacuvio ,  tribuno  del  pueblo,  consa- 

gró  su  nombre ,  gue  es  lo  mismo  que  haoelle  en  vida 
onrar  como  á  Dios:  costumbre  y  vanidad  tomada  de 
España ,  como  lo  dice  Dion.  En  el  progreso  desta  úl- 
tima guerra,  entre  Octavio  y  Antonio,  Bogud  rey  de 
la  Mauritania  pasó  en  España  en  favor  de  Antonio  j 
para  ayudar  á  su  partido ;  pero  fue  por  los  contrarios 
rechazado  con  daño.  No  mucho  después  en  el  octavo 
consulado  de  Augusto ,  veinte  y  cinco  años  antes  de 
Cristo,  abrieron  y  empedraron  en  el  Andalucía  el  ca- 
mino real  que  desde  Górdovaiba  hasta  Ecija,  y  desde 
allí  basta  el  mar  Océano,  como  se  entiende  por  la  le- 
tra de  una  columna  de  mármol  cárdeno  que  está  en 
el  claustro  del  monasterio  de  San  Francisco  de  Cor- 
dova ,  do  se  dice  que  agüella  columna  (que  debia  se  r 
una  de  las  con  que  señalaban  h  millas)  se  levantó 
en  el  octavo  consulado  de  Augusto,  y  que  desde  Gua- 
dalguivir  y  el  templo  Augusto  de  Jano  hasta  el  mar 
Océano  se  contaban  cientoy  veinte  y  una  millas.  Este 
templo  de  Jano  se  entiende  estaba  enCórdova  ó  cer- 
ca deila,  y  aun  se  sospecha  que  le  edificaron  para 
eterna  memoria  de  la  paz  que  fundara  Augusto;  pe- 
ro estas  son  conjeturas. 

Siguiéronse  alteraciones  de  los  cántabros ,  asturia- 
nos y  de  los  vaceos,  pueblos  de  Castilla  la  Vieja.  Apa- 
ciguólas con  su  buena  maña  Statilio  Tauro,  por 
ventura  por  comisión  y  como  lugarteniente  de  Gaio 
Norbano ,  de  quien  se  sabe  que  por  estos  tiempos 
triunfó  de  España:  desde  donde  toman  el  principio  de 
la  guerra  de  Cantabria  ios  que  por  autoridad  de  Pau- 
lo Osorio  sienten  que  duró  por  espacio  de  cinco  años 
enteros.  Asimismo  es  cosa  cierta  que  en  esta  sazón 
se  mudó  la  manera  y  forma  del  gobierno  de  España, 
porque  en  logar  de  pretores  y  procónsules  enviaron 
para  gobemalla  lerdos  consulares  á  la  manera  que 
en  las  demás  provincias  se  comenzó  también  á  usar. 
Muestras  son  desto  las  piedras  antiguas  donde  se  ve 
por  estos  tiempos  puesta  esta  palabra  consularis.  Re* 
partiéronse  otrosí  las  provincias  del  imperio  y  gobier- 
no dolías  entre  Augusto  y  el  senado,  por  el  cual  re- 
partimientoen  Españasola  labe  tica,  quees  Andalucía, 
quedó  á  cargo  y  gobierno  del  senado :  de  que  resultó 
otrosí  que  la  España  Ulterior  tuvo  dos  gobernadores, 
el  uno  de  la  Bética  á  provisión  dei  senado ,  y  el  otro 
déla  Lusitania  que  nombraba  Augusto.  En  conclusión 
sosegada  por  la  mayor  parte  España ,  con  la  paz  que 
se  siguió»  por  toda  ella  se  fundaron  machas  colonias 
de  romanos,  con  cuya  comunicación  y  trato  los  natu- 
rales mudaron  sus  costumbres  antiguas  y  su  lengna 
y  la  trocaron  con  las  de  los  romanos,  tegun  queStra- 
bon  lo  testifica. 

CAPITULO  XXIV. 

De  la  guerra  de  Cantabria. 

Tal  era  el  curiO  y  estado  de  las  cosas,  tales  los  vai- 
venes que  el  imperio  romano  daba.  Eo  particular  Es- 
paña reposaba,  cansada  de  tantas  y  tan  continuadas 
nuerras,  y  juntamente  florecía  en  gente,  riquezas  y 
fama  cuando  se  despertó  una  guerra  mas  cruel  y  bra- 
va de  lo  que  nadie  pensara.  Tuvo  esta  gnerra  princi- 
pio de  loe  oántabroii  gento  féros  y  iiafj|«  wta  msoq 


no  del  todo  sujeta  i  los  rominos  ni  i  su  imperio  por 
d  Tigor  defusISriiino;  mas  propio  (laquelloshombres 
y  mas  natural  que  i  las  demás  naciones  de  ^píña  ;  y 
por  morar  en  lugares  fragosos  y  Fnriícados,  y  carecer 
del  regalo  y  comodidaduB  que  tienen  los  demás  pue- 
blos de  España ,  son  grandemente  sufridores  de  tra- 
bajos. Ptotomeo señala  poraledunos  de  Jos  ciotabros 
á  los  aatrígones  por  la  parte  de  Levante,  v  por  la  de 
Poniente .  f  los  luogones,  hacia  el  Mediodía  las  lueoles 
ilel  rio  Ebro  ,  y  hicia  el  Septentrión  el  Océano  cantá- 
brico, pequeüj  región,  y  que  uose  esteodi»  hasta  las 
cumbres  y  verlieole  delosmon'.cs  Pirioeos.  Los  pue- 
blos principales  que  tenia,  eran  luloiiriga  y  Vellíca, 
sin  que  fc  averigüe  qué  noTibres  en  este  tiempo  los 
respondan.  Otros estendiendo  mas,  como  suelu acon- 
tecer, el  nombre  de  Cantabria,  cumpreuden  en  su 
Cirilo  todos  los  pueblos  cuniarcanoi  á  la  Cantabria 
de  Ptolomeo  hasta  dar  en  los  montes  Pirineos  y  en  la 
Guiena,  de  que  hay  grande*  argumentos  que  todo 
aquello  algún  tiempo  se  llamó  Cnotabria,  comoqueda 
mostrado  en  otra  parte ;  y  es  tmstante  indicio  para 
que  asi  se  entienda ,  ver  que  todos  lo;  nombres  de  loa 


9( 


hallau  en  Ucestreclio  distrito  como  arriba  quedase- 
ñilado,  como  se  !ri  notando  en  sus  lugares. 


Pusieron  con  esto  grandeespanto  no  fo'o  á  los  njtu 
rales ,  sino  también  ea  cuidado  al  mismo  emperador 
Augusto,  que  temiadeslos  principios  noseemp-en- 
diese  mayor  guerra ,  y  de  mayor  dificultad  do  loque 
nadie  cuidaba.  I'or  este  causa  sin  h  cer  caso  de  la  Rs- 
claTonia  ni  ih  la  Hun^ria ,  donde  lus  eeotes  también 
estaban  alteradas  ,  «e  resolvió  de  venir  en  persona  6 
España.  Abrió  primeramente  >as  puertas  deJttno  qut 
poco  antes  mandara  cer.-ur,  y  f je  la  t-rcera  Teiqui* 
se  cerraron:  cala  primera  veü  íe  Ii/jco  tiempo  del 
reyNumnta,  la  segunda  conctüidn  la  primera  guerra 
pánica  ó  cartaginesa,  la  última  de^puei  quee)  mismo 
Augusto  vencióá  Marco  Amorío  en  la  IihIhHe  naval; 
yestoporqueotras  tantas  veces  seliallarun  los  roma  oof 
en  paz  sin  tener  guerra  eu  parle  alguna.  Venido  Au- 
gusto enEípailH,  detodas partes  le  acudieron  gente* 
cop  que  se  fo'm^  nn  trrueso  campo.  Marcharon  los 
soldados  la  vuulta  de  Vncaya  :  asentaron  sus  reales 
cerca  de  Segisama,  pueblo  que  se  sosprrha  hnv  sea 
Beisnma ,  puesto  en  Guipúzcoa  entre  Azpeitia  y  Toto- 
sa.  Dividióse  el  raiDjioeD  tres  parles,  con  que  lodo 
aquella  connarca  en  breve  quedó  sujetada  por  ser  |rf- 
queña. 

Los  cíolabros  defconfudos  de  sus  fue  zas  pira 
contra  aquella  tempestad  quo  sobredio»  venia ,  alia- 
das sushaciendas  y  ropilla,  i'on  sus  majares  y  hljnt., 
se  recogieron  á  lugares  ásperosyfragoins, sin  querer 
con  loscontmrios  venir  á  las  manos.  Con  esto  la  puer- 
ta se  prolongaba,  y  parecia  qne  duran» mucliotiem- 
Íio.  AugQstocou  la  pesadumbre  que  recibía  por  aqiie- 
la  tardanza,  y  por  ser  los  lugares  ásperos  y  aquel  airo 
destemplado,  enfi^rmn  de  la  melancolía  se  volvió  ñ 
Tarragona.  LÍejó  el  cnrgo  de  la  guerra  ásus  capitanes 
'Calo  Aiilistioy  Publii  Firmio  (I)  tomaron  cuidadn 
de  sujetar  losgallegos;  éPublioCiirisiosedióelciirgii 
(ie  hacer  la  guerra  contra  los  asturianos,  g^nte  no 
menos  brava  que  losotntabros.  Por  generardetodo 
quedó  Merco  Agríppa  (i),  qi.c  entonces  tenia  grand-t 
cabida  con  el  empcridor,  y  despuesle  dio  por  mujer 
li  Julia  au  hija.  Para  proveerse  du  manteti miento*  di; 
que  padeci a n  grande  f^tta  porta  esterilidad  de  la  tier- 
ra, juntó  e]  diclio  Agríppa  neveide  ioglnterra  y  do 
Bretaña,  con  que  se  prove;  ó  la  necesidad:  Júntame» 
le  puso  cerco  con  aquella' armada  por  la  pane  de  la 
mar  á  los  cántabros,  gente  miserable  pues  ni  podinn 
'"""   "^proveersedobaslimentosde  fuera.  Forjados 


Eran  en  aquel  tiempo  los  cUnbibros  de  ingeoio  fe- 
r<a ,  de  costumbres  ]kico  cultivadas :  ningún  uso  de 
dinero  tenian,  el  «ro  y  la  plata  si  fue  merced  du  Dios, 
6  castigo  y  disEíivor  negárselo ,  no  se  sabe.  A'-i  bien 
las  mujere*  como  los  hombres  eran  de  cuerpos  ro- 
bustos ,  loa  locados  de  las  cabezas  á  manera  de  tur- 
bantes, formados  divertomeele,  ^nodiferenies  délos 
que  boy  uaan  las  mujeres  víicaiuas  :  ellas  labraban 
los  campo*,  después  de  haber  parido  se  levantaban, 
para  servir  4  sus  maridos  que  en  lugar  dellas  hacían 
cama  :  costumbre  que  basta  el  día  de  hoy  se  conser- 
va en  el  Brasil ,  según  seentiflndeporlafama,ypor 
lo  que  lestiGcon  los  que  en  aquellas  partes  han  esta- 
do :  en  los  bailes  se  ayudaban  del  son  de  los  dedos  y 
de  las  castañetas :  dotaban  á  las  donceMas  los  que  con 
ellas  ae  desposaban :  tenían  B[|ercibid3  ponzoña  para 
darse  la  muerte  antes  que  sufrir  se  les  hiciese  fuerza, 
como  liombrss  de  iugeuio  constante,  y  olistinailos 
coDira  los  males ,  de  que  dieron  bastantes  mueitns 
en  el  tiempo  desta  guerra. 

Lo  primero  que  los  cántabros  hicieron  para  dar 
príoctpio  á  su  levantamiento,  fue  persnadir  á  los  as- 
luríanot  y  gallego*  á  tomar  las  armu.  Luego  deipues 
hicieroB  eotnuu  oa  los  pueblos  comarcanos  de  los 
Taceos,  que  etubao  i  devocfon  del  pueblo  romano. 


estos  males  loscánUibrosy  i'Ilígidoscon  la  ipr 
bre,  se  idelerminaron  de  presentar  la  batalla  que  sit 
dio  cerca  de  Vellica  :  algunos  creen  sea  Vitorm  'iu- 
dud  de  Álava,  contradice  el  sílin  y  distancia  de  los  lu- 
gdresmarcadosen  Ptolomeo.  Vinieron  pues  i  lasm»- 
nos ,  pero  í  los  primeros  encuentros  fuc-on  desbara- 
tados j  muertos  como  ^ente  juntadasin  orden ,  que  no 
ronocia  banderas  ui  capitán ,  y  qu"!  ni  porvncer  es- 
peraba loa ,  ni  tenia  vituperio  si  era  vencida  :  cad-i 
L'ual  era  para  si  capitán  y  caudillo ,  y  mas  por  dese<- 
pt-racion  ydespecho,,queconesneranzii  delavlcto- 
lia  se  movían  á  entrar  en  In  batalla. 

Des  !e  la  ribera  del  mai  O.^éano  se  levanta  un  mon- 
lelItimadoRirmio,  loi  latinos  le  llaman  Viunio.  desu* 
bids  áspera,  cercano  á  Sigisama,  de  tnn  granas  altu- 
rn,  que  desde  BU  cumbre  redescubren  fas  riberas  de 
Cantabria  y  de  Francia.  En  eslemonto  poreslarcer- 
cano  y  por  su  aspereza  mucho'delos  vencidoisesal- 
varón.  Los  romanos  desconliados  de  poder  subir ,  y 
por  tener  que  era  cosa  ptUurosa  roiitraslar  junta- 
mente ron  la  aspereza  del  lug^r  y  ron  gente  desespe- 
rjda,  acordaron  de  cercarle  ion  guarniciones,  con  fo- 
sos y  coa  vatltido.  Con  esto  nque:la  miserable  gente 

■pedicianr»  mirMmaii, 
e  ve  por  una  ini>aain  i¡"f  oi  el  ainenn  íimie  la  ias- 
n  M.  Agrippa  t.  FU.  I'rirf.  ora  maritima:  rt  cle'- 
en  el  h.vfr.-o  i  N'ejitiiiio  nin  iij  dtllio  ,  y  ifcbají)  Li 


-92 


BIBUOTECA  DE  GASPAR  T  KOIG. 


86  rodujo  á  talesUíIo^qac  como  ni  ellos  por  estar  mas 
embravecidos  coa  los  males  quisieseo  sajelarse  á 
níDgan  partido,  y  los  romanos  seaYergoozasea  de  que 
aquella  gente  desarmada  se  burlase  de  la  magestad 
del  imperio  romano » los  mas  perecí aron  de  hambre, 
algunos  también  se  mataron  con  sus  mismas  manos^ 
•que  quisieron  mas  la  muerte  que  la  vida  deshonrada. 
Un  pueblo  cerca  de  Beisama,  entonces  llamado  Aru^ 
cil  y  ahora  Araxil,  después  de  largo  cerco  fue  tomado 
y  asolado  por  los  romanos. 

Entretanto  que  esto  pasaba  en  Cantabria,  Antistio 
y  Firmíoapretaban  la  guerra  en  Galicia,  en  particular 
cercaron  de  un  grande  foso  de  quince  millas  la  cum- 
bre deljnonte  Medulia,  donde  gran  número  degallegoi 
estaba  recocido.  Estos,  perdida  del  todo  la  esperanza 
de  la  victona  y  de  la  yloa,  con  no  menor  obstinación 
<|ue  los  de  Cantabria  unos  se  mataron  á  hierro,  otros 
|ierecieron  con  una  bebida  hecha  del  árbol  llamado 
Tejo.  No  fulla  quien  piense  que  este  monte  Medulia 
es  el  que  hoy  en  Vizcaya  se  llama  Menduria,  muy  co- 
nocido por  su  aspereza  y  altura,  si  se  puede  creer  que 
Jos  gallegos  dejada  su  propia  tierra  hicieron  la  guerra 
contra  los  romanos  en  la  ajena,  además  que  Osorio 
4iceque  el  monte  Medulio  donde  los  gallegos  sehicie 
ron  fuertes,  se  levan^ba  sobre  el  rio  Miño.  Los  astu 
ríanos  hacían  la  guerra  contra  Carisio  no  con  mas 
ventaja  que  los  otros,  ca  puestos  sus  reales  á  la  ribe- 
ra del  rio  Astura,  del  cual  tomaron  nombre  los  astu- 
rianos, como  dividido  su  ejército  en  tres  partes  pen- 
sasen tomar  de. sobresalto  á  los  romanos,  siendo 
descubiertos  por  los  tregecínos  suscompañeros  y  con- 
federados ,  trocada  la  suerte  fueron  cuando  menos  lo 
Senjiaban  oprimidos  por  Carisio  que  los  cogió  descul- 
ados. Los  oue  pudieron  escapar  de  la  matanza,  se 
recogieron  a  la  ciudad  de  Lancia  que  estaba  donde 
ahora  la  de  Oviedo,  con  intento  dtf  defenderse  dentro 
de  las  murallas .  pues  las  armas  les  hablan  sido  con- 
Iradas.  Duró  C)(  cerco  muchos  dias:  á  los  nuestros 
hacia  fuertes  y  atrevidos  la  desesperación ,  arma  po- 
derosa en  los  peligros.  Los  romanos  se  avergonzaban 
de  alzar  la  mano  de  la  guerra  antes  de  dejar  sujeta 
aquella  gente  bárbara,  kn  conclusión  vencida  la  cons- 
tanciade  aquella  gente,  rendida  laciudad,  reeibierou 
Jas  leyes  y  fcobierno  que  les  fue  dado.  Con  esto  que- 
daron reducidos  en  forma  de  provincia  del  pueblo  ru- 
mano así  los  as»turianos,  come  los  cántabros  y  los  ga- 
llegos. 

Augusto  acabada  la  guerra  volvió  á  Cantabria  don- 
do  dio  perdón  á  la  muchedumbre,  pero  porque  de  allí 
adelanto  no  se  alterasen  conGados  en  la  aspereza  de 
los  lueares  fragosos  donde  moraban,  les  mandó  pasa- 
sen alo  llano  sus  moradas,  y  diesen  cierto  número  de 
jrehenes.  Muchos  por  ser  mas  culpados  y  tener  los 
ánimosmas  endurecidos  fueron  vendidos  por  esclavof^. 
Sabidas  estas  cosas  en  Remase  hicieron  procesiones, 
V  se  ordenó  que  Augusto  triunfase  por  dejar  á  Espafiu 
de  todo  punto  sujeta,  el  año  ciento  y  noventa  y  ocho 
después  que  las  armas  de  los  romanos,  debajo  de  la  I 
«onducta  de  Gneio  Cepion  Cilvo,  vinieron  la  primera  I 
vez  á  estas  partes,  que  fue  el  mas  largo  tiempo  quesc 
gastó  en  sujetar  á  uíúguna  otra  provincia.  Ko  quiso 
Augusto  aceptar  el  triuafo  que  el  senado  le  ofrecía  d*r 
su  voluntad,  solo  en  los  reales  se  hicieron  juegos,  cu- 

Íos  mantenedores  fueron  Marco  Mircello  y  Tiberio 
íeron,  el  que  adelante  tuvo  el  imperio,  y  en  esta 
guerra  de  los  cántabros  tuvo  cargo  de  tribuno  de 
soldados.  Eo  Roma  se  cerró  la  cuarta  vez  el  templo  de 
iano  con  esperanza  que  tenia  Augusto  y  se  prometía 
de  un  largo  reposo,  uues  de  todo  punto  quedaba  suje- 
ta España.  A  los  sóida  los  que  iiabian  cumplido  coa  la 
milicia  y  traído  las  armas  los  año«que  eran  obligados 
conftrme  á  sus  leves,  mandó  se  les  diesen  campos 
donde  morasen  en  loque  hoy  llamamos  Estremaduru, 
parte  de  la  antigua  Lusitania:  en  que  fundaron  á  Ja 
ribera  de  Guadiana,  rio  muy  caudaloso,  unacoloma,  I 


2 


J6  por  esta  causa  se  llamó  Ementa  Augusta  (I) ,  y 
oy  esMérida,  ciudad  que  en  r.quezas,  vecindad  y 
autoridad  así  civil  como  eclesiástica  competía  anti- 
guamente con  las  mas  principales  de  España,  y  era 
cabeza  de  la  Lusitania ,  por  donde  la  Ilamaluin  M 6ri  Ja 
la  Grande:  Rasis,  árabe,  encarece  mucho  la  grandeza 
y  hermosura  de  aauella  ciudad  hasta  decir  cosas  della 
casi  increíbles,  aurma  empero  que  fue  destruida  por 
los  moros  cuando  se  apoderaron  de  España.  El  cuida- 
do de  guiar  aquellos  soldados  y  de  fundar  aquella 
ciudad  se  encomendó  á  Carisio,  de  que  dan  maestra 
las  monedas  de  aquel  tiempo  que  se  hallan  con  el 
nombre  de  Augusto  de  una  parte,  y  por  la  otra  los  de 
Carisio  y  de  Mérida.  Dion  siempre  le  llama  Tito  Cari- 
sio ,  que  debió  ser  descuido  de  pluma,  porque  en  las 
monedas  no  se  llama  smo  Publio  Carísio,  que  en  Es- 
paña se  hallan  muy  de  ordinario. 


^  Estas  fueron  las  memorias  mas  notables  que  que- 
daron de  la  venida  de  Augusto  y  de  la  auerra  que  en 
España  hizo.  Añádanse  otras.  A  la  ribera  de  Ebro, 
donde  antiguamente  estuvo  situado  un  pueblo  lla- 
mado Salduba^  se  fundó  una  colonia  que  llamaron 
César  Augusta  (2 )  del  nombre  de  César  Augusto ,  y 
hoy  se  llama  Zaragoza ,  ciudad  muy  conocida  y  cabe- 
za de  Aragón.  Demás  desto  á  los  linderos  de  la  Lusi*- 
tania  fundaron  otra  ciudad  que  se  llamó  Paz  Au|{us- 
ta,  y  hoy  corrompido  el  nombre  &e  llama  Badajoz, 
puesta  en  la  frontera  de  Portugal  de  la  parte  de  Es- 
tremadura,  bien  conocida  por  su  antigüedad  y  por 
ser  cabeza  de  obispado.  A  Braga  que  antiguamente 
se  dijo  Bracera ,  le  arrimaron  el  sobrenombre  de  Au- 
gusta. Otra  ciudad  se  fundó  á  esta  misma  sazón  en 
los  celtíberos  por  nombre  Augustobriga,  donde  aho- 
ra está  una  aldea  llamada  Muro  á  una  legua  de  la  villa 
de  Agreda.  Demás  desto  otra  del  mismo-  nombre  se 
edifico  no  lejos  de  Guadalupe :  hoy  se  ve  allí  el  Villar 
del  Pédroso  con  claros  rastros  de  la  antigüedad.  Por 


(1 )  Se  cooserran  coa  el  aombre  de 
dad ,  y  el  de  la  legión ,  quinti  y  décíj 
soldados  veterauos  eméritos  ó  reliradc 


de  Au^nisto,  el  d9  la  ciu- 
décima  de  donde  eran  los 
retirados  que  la  fundaron ,  me- 
dallas con  las  inscripciones  siguientes : 


AVGVSTVS  PON.  MAX.  IMP. 
COL.  AVGYSTA  EMfiRITA. 

En  el  anverso  está  la  cabeía  del  emperador ,  y  en  el  re- 
verso las  puertas  de  laciudad. 

PERM.  CAES.  AVG. 

Cl.    A.    t»m    Ltíum    V«    X. 

Oue  quiere  decir :  con  permiso  de  Augusto  César ,  Colonia 
Ao§[usta  Emérita.  Establecimiento  de  las  legiones  quinta  y 
décima. 

(2)  Entre  los  muchos  monumentos  antiguos,  especial- 
mente medallas  que  conscnran  la  memoria  de  babertído  fun- 
dación del  emperador  Augusto,  haremos  nMueioa  de  la  si- 
guiente : 

IMP.  AVG.  L.  CAESAR.  C.  CAES.  COS.  DES. 
CAESAR.  AVGYSTA. 

Ludo  César  y  Caio  eran  hyos  adoptivos  del  emperadi  r 
Augusto,  y  cuando  los  designaron  cónsules,  la  ciiMiad  de 
Zaragou  les  dedicó  esta  medalla. 


niGTOItl;l   DS 

touduiion  lai  Aras  Sextinnas  ie  las  cuRles  Helo, 
Plinio  y  Ptolotnoo  hicieron  noUble  mención ,  £  ma- 
oera  de  pirámides,  coda  uoa  consucnracoi  de  ahajo 
urríbn,  puestas  en  las  Asturias  en  una  península  ó 
pefiun,  al  cu  DOS  sienten  que  fueron  ediQcadas  por 
memoria  d esta  fiuerra,  por  decir  Mela  que  estaban 
dedicadas  ¿  Augusto  Céfar,  y  aun  entienden  estu- 
vieron cerca  de  Gijoa  y  i  cinco  leguas  de  Oviedo: 
conjeturas  que  ni  del  todo  son  Tanas,  ni  tampoco  de 
■Ducba  fuena ,  pues  otros  son  de  opiaíon  que  las 
Aras  Sextianas  levantó  Sexto  Apuleio,  de  quien  se 
refloreen  las  tablas  Cupitoliaaa  que  poraste  tiempo 
entró  en  Roma  con  iriunro  de  España. 

VoItíó  Augusto  á  Tarragona,  y  allí  le  dieron  los 
consulados  oc lavo  y  nono.  Demás  desto  le  vinieron 
embajadores  de  los  Indios  y  délos  Scitas  á  pedir  pa:e 
al  que  por  ta  fama  de  sus  hazañas  babian  comenzada 
ú  amar  y  acatar,  que  Tus  para  él  muy  grande  gloria. 
Desde  aquella  ciudad  partió  para  Roma:  Ijegó  ñ  ella 
el  quinto  ano  después  quo  aquella  cierra  so  comen- 
zaru.  rs'B  su  guarda  llovú  solduoos  españoles  de  la 
culiorle  calagurritaua,  de  cuja  lealtad  se  mostraba 
muy  salisreclio  y  pagado.  Con  su  partida  los  cinla- 
brnsy  los  asturianos  como  gentes  bullidusus,  y  que 
aun  no  quedaban  escarmentados  por  lus  males  pasa- 
dos ,  coiiterlados  entre  sí  de  nuevo  tornaron  á  las 
armas  con  no  menor  porfia  que  antes.  Vano  es  el 
atrevimiento  sin  fueruis,  asi  fue,  que  primeramente 
L.  EmilioyPublioCarisio.despuMsCttioFurnio,  ma- 
taron i  muchos  de  los  alborotados ,  con  que  sosega- 
ron í  los  demás.  Mut.'lios  ^Hir  no  sujetarse  y  por  miedo 
de  la  crueldad  délos  romanos  se  dieron 'á  ti  mismos 
la  muerte  con  tan  (¿raude  rubia  que  hasta  lus  madres 
mataron  á  sus  hijos,  y  un  moio  por  mandado'  do  su 
pudre  dio  la  muerte  á  el  y  á  su  mudro  y  á  sus  liermu- 
ut'S ,  que  presos  y  a  til  dos  ou  poder  de  los  enemigos  es- 
taban. Otro*  alegres  y  caniando  como  si  escaparan 
de  UD  t'rinde  mal  iban  á  la  horca ,  cu  tenían  por  cosa 
LonrosR  darla  vida  por  la  liherlad:  Parte  asimismo  de 
los  que  lucieron  esclavos ,  se  cnacertaron  entre  e!,  j 
muertos  sus  amos  se  acogieron  d  loa  montes ,  de 
.donde  d  manerade  salteadores  cprrian  la  tierra,  y  no 
cesaban  de  mover  i  los  puchlof  comarcanos  &  lomar 
las  armas.  Pura  sosegar  estas  alteraciones  fue  nece- 
airío  ijue  Uarco  Agríppa  ya  yerno  de  Augusto,  desde 
Francia,  donde  tema  el  gubierno  de  aquella  tierra 
posase  eo  España:  pekó  algunas  veces  con  aquella 
gcutc  obstinada  llevando  lo"  suyos  lo  peor ;  por  esto 
afrentó  nna  legión  entera  que  tenia  la  mayor  culpa 
del  dai^u  con  quilalle  el  snbrcuambre  de  Augusta 
que  antes  le  daban :  con  este  castigo  despertaron  los 
demás  soldados  y  se  b¡i:ierop  mas  recatados  y  valien- 
tes; por  conclusión  todas  aqucilasalleradnaes  so  so- 
segaron de  todo  punto ,  y  Agrippn  quedó  por  vence- 
dor. Todus  los  que  podioiitmerurmt.s  fueron  muertos: 
álademas  muchedumbre,  quitadas  asimismo  lasar- 
inai',  hicieron  que  pagasen  a  morará  lo  llano,  remedio 
ion  quo cesó  lii  ocasión  de ulliorotarse;  y  nnulmente 
auuque  con  dilicullad  se  apucifjuarou.  La  honra  dd 
iriuufo  que  por  estas  cosas  ofreció  i  A|jrippa  el  seua- 
do ,  A  ejemplo  de  fu  suegro ,  no  quiso  aceptar ;  solo, 
lueltol  Huma,  en  unpürlal>óloDj>  del  campo  Uurciu 
iiNindó  pintar  una  descripción  de  Espuña ,  bien  que 
las  medidas  de  la  Bética  o  Andalucía  oo  eslubuu  de 
todo  punto  ajusUdas,  conio  lo  lestibca  Plinio.  Eslo 
en  (¡.«patia. 

En  Roma  Comelio  Balbo  natural  de  Cádiz,  de 
quien  so  dijo  fuecóusul,  triuiifó  de  los  garamanlas 
el  uño  l6aulesdelaveoldadeCris'o;y  fucelprime- 
ro  de  los  rilrinjeros  á  quien  se  hizo  aquella  honra, 
y  juntamente  el  postrero  do  los  nnrlicutares;ca  des- 
pués que  Roma  vino  en  poder  de  un  señor,  solo  los 
eiiiptradores  y  su^  parientes  triunfaron  en  lo  de  ude- 
kintedeln«gentrsqueveucian;y¿Ia  vrrdad  el  aba- 
rato de  los  triunfos  do  buenos  y  liones'os  principios 


ESPA.1l.  >  »3 

era  ya  llegado  i  tanta  locura  y  ^lo  que  apenas  lo 
podían  llevar  Ipx  grandes  ímnenos.  A  los  demás  en 

lugar  de  aquella  boura  daban  los  ornamenlos  triunfa- 
les, que  eran  una  vestidura  rozagantp,  uua  guirnalda 
de  laurel ,  una  silla  que  llamaban  curel ,  un  báculo 
de  márGI.  Hay  quien  dizque  después  de  lodo  esto 
hobonuevos  movimientos  entre  loscáutsbros,  y  que 
los  embajadores  que  enviaron  ü  Itoma  á  dar  razón  de  . 
si  y  de  la  causa  de  aquellas  aliencioaes,  repartidos 
por  diversas  ciudades  da  Italia,  perdida  que  vieron  la 
esperania  de  volver  á  su  tierra ,  todos  lomaron  la 
muerte  con  sus  mano«.  Eiitre  ingenios  tan  groseros  y 
ftentetanfiTaalguDOseaparioles  se  señalaron  por  este 
tiempo .  y  fueron  famosos  eo  los  estudios  y  letras  de 
humanidad. Caio Julio  Higiao,  libcrto'de  Augusto,  y 
Porcio  Lairoo,  srande hombre  en  la  profesión  de  retú- 
ríca,  y  ainicn  da  Séneca  el  padre  del  oiroSéuetaqua 
Mamaron  el  Filósofo,  fueron  ilustres  en  Roma,  y  hon 
rarofi  á  Espaün,  cuvosnaturales  eran,  con  lu  fuma  de 
su  erüdieiou.  Los  libros  que  andan  en  nombre  de  Ui- 
gino,  b>smas  los  atribuyen  áotM  del  mismo  nombre 
alejandrino  di)  nación,  pero  Suelonio  parece  sentir 
lo  contrario,  porque  diceque  á  un  mismo,  unos  Ie1ii- 
cíau  alcjandnno,  otros  español ,  A  los  cuales  él  sigu' ; 
y  añade  que  tuvo  cuidadode  la  biblioteca  ó  librería  du 
Augusto,  y  fue  muy  famiiiiir  del  poeta  Ovidio  Nasou, 
demás  ilestoquo  Julio  Modesto  su  Überto  en  loseslu- 
dios  y  en  la  doctrina  siguió  las  pisadus  de  su  patrón. 

LIBRO  IV. 

CAPITULO  I. 

I>c  la  venida  del  Hijo  de  Dios  al  mundo. 

Lléganos  á  lo$  felicísimos  tiempos  en  ((Uc  el  Hijo 

de  Llios,  como  era  necesario  eo  cumplimiento  de  lo 


i  iiahi.<u  prometido  los  santos  profetas,  se  mostró 
-  hombres  en  la  carne  hecho  nombre ,  y  cuu  uuu 
a  luzquclrnjo  i  lu  tii'rra,  enseñó  si  género  hu- 


mano dcsi'jirriadü  y  perdido,  y  se  ulUn 

la  s^.lud.  Destituyó  la  jusiicia  queund^ha  duttcrrada 

dul  mundo,  y  alcuuzuüo  con  su  nmerle  el  perdón  do 


los  pecado^ ,  edificó  i  Dios  Padre  un  templo  sanio  i 
la  trnza  dd  ccksliiil ,  y  le  fundó  para  siempre  eo  li 
(ierra ,  el  cual  se  llama  la  I);iesia ,  cuyns  ciudadanos 
y  parles  somos  todos  aquellos  que  por  henFÜcío  del 
mismo  Dioslicn.us  recibido  por  lodo  el  mundftlaRe- 
ligion  Cristiana ,  y  con  fe  pura  y  firme  la  conserva- 
mos. Y  por  cuanto  &e  Isa  primeras  proriociu  del 


94  BIBUOTECA   DE 

mundo  que  alirazaron  e^te  culto  y  religión ,  y  do  las 
4]ue  mm  recio  eu  ella  tuvieron ,  fue  uuu  Espim;  sera 
uecesario  reislsr  lo  muclio  que  bizo  y  [ladeció'  en 
uquel 1 03 primeros  tiempos  deliilglesiij  por  esUcausa: 
juiítanieuie  seri  bien  poner  por  escrito  I n  nueva  fu r- 
IDB  j  traza  que  se  dio  en  et  gobierno  seglar;  las  vidas 
y  liedlos  de  los  emperadores  romaoos^omo  de  seíio- 
res  que  eran  de  España ,  las  peleas  y  luches  de  los 
primeros  cristianos,  triunlbs  y  coronas  de  los  san  tos 
mártires;  equellosque por  la  verdad  perdieron  lus  vi- 
das y  derramaron  su  snnfp-e:  dichosas  y  nobles  al- 
mas. Lt  brevedad  queseguiremos ,  seri  muy  grande: 
tocares  á  súber  mas  que  poner  á  la  larga  cada  cual 
de  estas  cosaSj  porque  no  crcica  esU  obra  mas  do  lo 
que  serla  razón.  Ayiula  y  acude  desde  el  cielo  divina 
luz,  encamina  y  endereza  nuestros  inteotos  y  pluma, 
trueca  nuestra  ¡gnoraacia  con  sabiduría  mas  alta, 
haz  que  nuestras  palabras  <ean  iguales  1  la  grandeza 
del  sujeto:  todo  por  tu  bunüad  y  por  la  iotercesíou 
de  tu  santísima  Uudre. 

El  nacimiento  deCristo,  Hijo  de  Uios ,  en  el  mundo 
fue^a  25  de  diciembre  del  añ^i  que  se  couiú  de  la  fuo- 
da^ou  do  Ftoma  setecie  >tus  ciiicuonta  y  dos,  cua- 
renta y  dos  del  imperio  de  Augusto,  en  que  l'ueron 
cdusuks  Uctaviuno  Augusto  la  trecuna  vez  y  Miirco 
IMüQcio  Silvano.  Oeste  iiÚBiero  de  aíios  algunos  qui- 
tan un  año,  otros  dos,  y  auo  nocoocuerdan  toiliis  en 
los  nombres  do  liis  cdrHules  que  Tuerou  á  la  su/on: 
variedad  que  a5Ímis:üii  en  tiempo  de  Salí  Agusliu  su- 
cedió, como  él  mismo  lo  reüore.  Nosotros  considera- 
das tu<1us  las  opinioues  y  las  razones  que  hacen  por 
cada  uua  dellas,  seguimos  lo  que  nos  parecía  mus 
'  probable,  y  á  lo  qu«  autores  mas  graves  searrimau. 
El  lector  podrá  por  tu  que  otros  escriben  .escoger  lo 
que  juzgare  ser  mas  courorme  á  la  verdad.  Dejadas 
puus  uparlo  esta  y  semejantes  cuestiones,  veitdremos 
ií  las  cosas  de  España,  dadoquo  por  este  tiempo  ape- 
nas se  otrece  cosa  que  de  contar  sea  sino  lo  que  es 
mas  principal,  que  reducidas  '.oám  las  provincias  de- 
Uiju  del  imperio  y  gobierno  do  un  monarca ,  los  espa- 
fioles  asi  bien  que  lodos  los  demás  gozaban  del  so- 
siegJ  y  de  los  bienes  de  una  bienaventurada  paz, 
cansados  de  guerras  tan  largas,  que  encadenadas 
unas  de  otras  se  continuaron  por  lautos  años.  Ala 
verdad  era  razón  qui:-el  autor  de  la  paz-  eterna  Cris- 
to Hijo  de  Dios ,  ó  lu  bailase  un  el  mundo ,  6  le  trajese 
la  paz.  Por  esta  causa  pocjs  cosas  memorables  su- 
ceilieron  en  España  en  tieinpo  de  los  emperadores 
Augusto  y  Tiberio:  sin  embargo  se  relataran  olgu- 
nas;  mas  por  continuar  la  liisloria,  que  por  ser  ellas 
muy  notables. 

Eatre  los  bistoriedoros  solo  Dion,  sin  señalar  tiem- 
po ni  lugar,  en  particular  cuenta  que  un  capitán  de 
salteadores  llamado  Corocota  (de  los  raucbos  que 
quedaron  por  toda  España  á  causa  de  las  guerras  pa- 
radas, y  por  jalibertad  y  rue.-nilsqué  habían  lomado, 
hacían  mal  y  dañó  por  todas  partes)  dice  pues  que 
«orno  le  buscasen  con  diligencia  pira  darle  la  muerte, 
él  mismo  de  su  voluntad  te  présenlo  delante  el  em- 
perador: cou  lo  cual  no  solo  le  perdonó  siuo  le  dio 
también  el  diaero  y  la  tulla  que  estaba  prometida  al 
que  le  prendieseó  matase.  Falleció  de  su  uurermedad 
Augusto  en  \ula  de  Campaña  fi  19  de  agosto  el  año 
.le  Uristo  1 S ,  en  edad  de  seteuta  y  seis  años  menoi 
treinta  y  cinco  dÍ4s.  Fu»  el  primero  de  los  empera- 
dores romanos;  y  si  niinimos  las  cosas  humanas,  el 
mas  dichoso  de  todos,  cu  vcogiS  la  muerte  de  César 
su  padre  adoptivo  y  tioiíatural,  vcnciiiá  Sexto  Pom- 

Íeio  en  SiciM ,  ú  turco  l.épido  lu  compañero  redujo 
vida  particular-,  y  do  mucho  después  desbarató  ú 
Marco  Antanio  juutn  día  Prcrusa  cu  una  balalla  na- 
val que  le  dio  :  quedó  solo  con  el  imperio  por  espacio 
decuuccala  y  cuatro  años  Uereciú  nombre  de  padre 
de  la  patria  por  las  esvelcntescosas  que  hizo  en  guerra 
y  pu.  Levantó  muclios  clilicioG ,  por  donde  soliu  de 


GASPAR  T  PDIO. 

cír  que  la  ciudad  de  Roma  era  antes  de  ladrillo,  y  »l 
tahahia  heclio  de  mármol.  Dejó  ñor  su  sucesor  á  Ti- 
l)erio  Nerón  su  entenado,  vencido  de  los  bala;;o5  de 
Liviasu  mujer,  dadoque  Uermiuico  ysusbijosleiiíau 
mejordereciiualierodarle. 


Gobernó  Ti'ier  io  N  .toii  el  imperio  de  Roma  veinte  y 
dos  años,  seis  meses  y  algunos  días.  Fue  hombre  va- 
rio, ydeingenioqueteniadebieoy  demal.  Al  pria- 
cípio  se  goberuó  bien,  ailelante  se  dio  i  la  lujuria  de 
todas  maneras ,  &  la  crueldad  yavaricia,  con  que  afeó 
la  buena  fama  que  tenia  gomada.  El  vulgo  le  llamaba 
Callipedes,  que  es  un  animal  el  cual  se  mueve  muy 
depriesa,  y  nunca  se  mueve  un  codo  adelante.  Dfé' 
roule  este  nombre  porque  todos  los  años  liacia  apres- 
tar todo  lonecesiino  para  visitar  las  provincias,  por 
otra  pattc resueltodeiio  dejir  á  Romuni  ausentarse. 
Eu  tiempo  de  este  emperador  Germánico  hacia  la  guer- 
ra eu  lo  postrero  de  Fraocia  ,  y  sabida  en  EspAna  la 
faltaque  padecía  de  cosas  necesarias,  le  enviaron  ar- 
mas y  caballos  (unto  con  cantidad  de  dineros  quo  M 
no  quiso  aceptar,  aunque  recibió  lo  de  Más ,  y  dio 
gracias  1  los  españoles  por  la  miiclia  voluntad  que  á 
la  república  de  no:na  mosirubau.  Esto  avino  eí  año 
segundo d^i  linperiodeTiberio.énquesedió  licen- 
ca  &  los  emlinjadores  de  la  España  Citerior  paní  que 
en  eiia  edilicascn  un  templo  en  memoria  de  Au- 

8 listo.  En  competencia  de  esta  adulación  la  España 
Iterior  bizo  por  sus  embajadores  instancia  con  el 
emparador  psra  que  *  ejemp  o  de  Asia  les  fuese  lici- 
to iiBcer  lo  inis(iio  en  niemorta  del  liiismo  Tiberio  j 
de  l.iviasu  madre:  cosa  que  no  se  usaba,  dedicar  á 
nÍHKun  principe  templo  anles  de  su  muerte.  Oyó  el 
em pura Jor esta  embajada,  pero  no  quiso  venir  en  |o 
que  le  pedian;  antes  mostró  pesarle  de  la  licencia 
dada  ú  los  asíanos :  lodo  era  en  ¿I  modestia  afecudo. 
Por  el  mismo  tiempo  se  alteraron  de  nuevo  los 
cdntabros,  Tcon  robos  y  correrlas  que  hacían  de  or- 
dinario, daban  pesadumbre  á  los  comarcanos.  Por 
esla  causa  los  romanos  fueron  forzados  i  repartir 
gusrniciones  por  aquella  tierra ;  prevención  con  que 
por  una  parle  se  eiil'renú  este  atreviniieulo,  y  por 
otra  con  la  comunicación  de  aquellos  soldados  roma- 
nos los  naturales  dejaron  su  lierfza  acostumbrada  y 
se  hicieron  mas  humanos.  Deraís  desto  Giieio  Cisim 
giibernador  poco  antes  do  España,  ó  por  mejor  decir 
robador,  porS'MpecharsequediólamncrleaGermf- 
nico  César  con  yerbas  en  Aittiocbia  la  del  rio  Uren- 
tes, vuelto  áltoma,  se  dio  A  si  mismo  la  muerte  sea 
porque  su  conciencia  le  acusaba  ,  sea  por  uo  poiier 


lIlSTOliiA  DB  ESPAÑA. 


05 


contrastar  á  la  rabia  del  pueblo ;  el  cual  por  el  amor 
que  tenm  á  Germánico.,  estaba  furioso,  y  se  inclina» 
ba  á  creer  de  Piüon  lo  que  se  sos()echaba.  Otra  cosa 
sucedió  muy  nueva  y  estraordiuaria,  y  fue  que  á  Vi- 
vió S«)reno  procónsul  que  fue  de  la  España  Ulterior, 
acusó  su  mismo  hijo  de  haber  cohechado  aquella  pro- 
vincia: fue  convencido  en  juicio:  y  por  ello  dester^ 
rado  á  Amorga,  que  es  una  de  las  islas  del  mar  Bigco, 
y  se  cuenta  entre  las  Cicladas.  Asimismo  Lucio  Iri- 
san ,  pretor  que  era  de  la  España  Citerior,  con  impo- 
siciooeá  nuevas  y  muy  graves  que  infonló ,  alborotó 
los  ánimos  de  los  naturales  de  suerte  que  se  conjura- 
ron y  hermanaron  contra  él.  Llegó  el  uegO'*io  á  que 
un  labrador  termestino  en  aquellos  campos  le  dio  la 
muerte.  Quiso  salvarse  después  de  tan  gran  hazaña, 
pero  fue  descubierto  por  el  caballo  que  dejó  cansado: 
bfiliado  y  puesto  á  cuestión  de  tormento  no  pudie- 
ron hacer  que  descubriese  ios  compañeros  de  aquella 
conjuración ,  dado  queno  negaba  tenerlos.  Y  sin  em- 
bargo por  recelarse  que  la  fuena  del  dolor  uo  le  hi 
cíese  blandear ,  el  dia  siguiente  sacado  para  de  nuevo 
atormentarle ,  se  escapó  de  entre  las  manoa  á  los  que 
le  llevaban  y  y  con  la  cabeza  dio  en  una  peña  tan 
^ran  golpe  que  rindió  el  alma  :  tanto  pudo  en  un  rús- 
tico la  fe  del  secreto  y  la  amistad.  Esto  sucedió  en 
España  el  año  26  de  Cristo. 

Eu  Roma  seis  años  adelante  Junio  Gallion ,  herma- 
no de  Séneca  el  Filósofo ,  por  mandudo  del  emperador 
Tiberio  fue  desterrado  de  Roma  no  por  otra  culpa, 
sino  poraue  sin  su  licencia  propuso  en  el  senado  que 
á  lossoloados  pretorianos,  cumplido  el  tiempo  de  su 
milicia ,  para  ver  los  juegos  públicos  y  para  honrarlos 
diesen  en  el  'teatro  asiento  mas  alto  de  lo  que  acos- 
tumbraba. Sexto  Mario  otrosi  hombre  de  nación  espa* 
ñol,  y  tan  rico  que  en  espacio  de  dos  dias  hizo.der'» 
ríbar  en  Roma  cierta  casa  de  un  su  vecino  que  vivia 
junto  á  las  suyas ,  y  después  mudado  parecer  la  tornó 
á  reediticar ;  este  fue  acusado  de  haberse  aprovecha- 
do de  una  hija  suya  que  tenia  de  gi¿util  parecer:  con- 
vencido del  delito ,  le  despeñaron  del  monte  Taf- 
peio  (I),  la  hija  al  tanto  fue  muerta.  Dijese  que  sus  ri- 
quezas le  acarrearon  aquel  daño  por  hacer  el  pueblo 
juicio  de  lo  que  á  otros  habia  pasado,  en  especial  que 
inego  el  emperador  se  apoderó  de  todas  ellas.  Mostrá- 
base con  la  edad  mas  inclinado  á  la  codicia ,  y  de 
¡leores  mañas  y  mas  dañadas  costumbres.  Justo  cas- 
tigo del  cielo ,  que  se  despeñase  en  tantos  males 
el  que  no  castigó  como  fuera  razón  la  muerte  que 
dieron  contra  justicia  á  Cristo  Nuestro  Señor,  cuya 
vida  fue  santísima  cual  convenia  al  que  era  hijo  de 
Dios.  Hurió  puesto  en  una  cruz  el  año  34  de  su  edad 
a  25  de  marto :  los  que  sienten  de  otra  manera ,  re- 
ciben engaño ,  como  en  particular  tratado  lo  averi- 
guamos j  tal  fue  la  paga  que  los  hombres  dieron  á  su 
inocencia,  á  su  doctrina  yá  tantos  beneficios  como 
les  hizo.  Las  mismas  piedras  como  con  un  callado  do- 
lor 86  quebrantaron ,  la  tierra  padeció  un  temblor  es- 
traordinario,  el  mismo  sol  se  obscureció  y  encogió  sus 
rayos;  bastantes  testimonios  y  muestras  de  cuan 
grave  era  esta  maldad.  Pero  sin  tardanza  como  él  mis- 
roo  lo  tenia  dicho ,  y  como  era  necesario  ,v  abierto  al 
tercero  dia  el  sepulcro  en  que  le  pusieron ,  y  espan- 
tadas con  el  gran  ruido  que  resultó,  las  guardas,  salió 
sano,  vivo  y  salvo:  milagro  nunca  oido,  manifiesta 
prueoa  de  su  santa  divinidad.  Algunos  entendieron 
que  la  ave  Fénix ,  ia  cual  fue  vista  como  lo  refieren 
Dion ,  Tácito  y  Plínio  antes  del  postrer  año  del  impe- 
rio de  Tiberio ,  dio  indicio  y  fue  pronóstico  y  muestra 
de  la  resurrección  de  Cristo  Hijo  de  Dios ^  por  suceder 


(1 )  El  delito  de  Sexto  Mario  no  era  siao  el  ser  muy  rico 
j  desear  Tiberio  apoderarse  de  sus  riquezas;  por  esta  causa 
le  acusó  de  incesto  con  su  hija  y  fue  precipitado  de  la  roca- 
Tarpeia.  Así  lo  piensa  Táctto. 


en  aquel  tiempo ,  y  ser  ella  de  tal  naturaleza  que  de 
sus  cenizas  después  de  muerda  torna  á  revivir. 

CAPITULO  II. 
De  los  emperadores  Caio  y  Claudio. 

Falleció  el  emperador  Tiberio  á  i6  Üe  marzo  el 
año  78de8uedad,que  era  el  38  del  nacimiento  d<s 
Cristo,  y  á  Ja  sazón  eran  cónsules  Gneio  Acerronio 
Próculo  y  Caio  Potio  Nigro.  Sucedió  en  el  imperio 
Caio  hijo  de  Germánico ,  el  cual  de  cierto  género  de 
calzado  de  <^e  usaban  los  soldados ,  y  en  latín  se 
llamaba  caihgffi,  tuvo  sobrenombre  de  Caligula.  Se* 
ñalósesolo  en  la'locura  que  le  duró  toda  la  vida,  y 
en  la  fea  muerte  con  que  acabó ;  porque  pasados  tres 
años  diez  meses  y  ocho  dias  que  gastó  en  maldades 
y  deshonestidades  estraordinarias ,  fue  muerto  por 
Chéreatribuno  de  una  cohorte  pretoria,  que  eslo  mis- 
mo que  capitán  de  una  co,mpanía  de  su  guarda.  Emi- 
lio Hógulo,  cordovés,  intentó  antes  io  mismo:  el  áni- 
mo fue  grande,  y  uo  menor  que  el-  de  Chérec^;  la 
fortúnale  fue  contraría,  porque  fue  descubierto  y 
P'igó  con  la  vida. 

Al  tiempo  que  murió  Tiberio,  Agrippa  (Sao  Lucas 
en  los  actos  de  los  apóstoles  le  llama  Uerodes)  se  ha- 
llaba por  su  mandado  en  prisión  en  Roma  á  causa  que 
en  cierto  convite  mostró  deseo  que  Caio  sucediese  en 
el  imperio.  Recompensóle  él  este  amor  no  sol  o  con  sa- 
catle  de  la  prisión ,  sino  con  hacerle  rey  de  Iturea  en 
lugar  de  Filípo  su  tio  que  falleció  poco  antes ,  y  era 
tetrarchá  de  aquella  provincia.  Fue  grande  la  envi- 
dia que  á  esta  causa  concibió  contra  él  otro  tio  suyo 
llamado  Heredes,  teu archa  de  Cablea ,  el  que  mató  á 
San  Juan  Bautista  y'se  halló  en  Jerusalén  á  la  muerte 
de  Cristo:  tanto  que  con  intento  de  hacerle  mal  y  da- 
ño se  partió  para  Roma.  Pero  Agrippa  su  sobrino  se 
dio  tal  maña ,  que  le  acusó  par  sus  cartas  de  cierta 
traición  que  tremaba ,  y  hizo  uinto  que  le  desterraron 
á  León  de  Francia  como  lo  sienten  ios  mas  auto- 
res por  testimonio  de  Josefo  en  las  antigüedades  ju- 
daicas ,  dado  que  en  otra  parte  dice  que  huyó  por  la 
crueldad  del  emperador  á  España.  Averiguase  que  le 
hizo  compañía  la  famosa  Herodiade ,  y  que  en  el  des- 
tierro dio  fin  á  sus  dias  con  muerte  semejante  á  la  vi- 
da, que  fue  torpe  y  sin  concierto. 

Después  de  la  muerte  del  emperador  Caio ,  Claudio 
su  tio  hermano  de  su  padre,  el  cual  por  miedo  no  le 
matasen  estaba  escondido ,  fue  de  allí  sacado  para 
ser  emperador  el  año  del  nacimiento  de  Cristo  de  cua- 
renta y  dos  (42  J.  Deseó  el  senado  romano  y  aun  aco^ 
metió  á  cobrar  la  libertad ,  mas  no  pudo  salir  con  su 
intento;  principalmente  que  el  rey  Agrippa,  á  la  sa- 
zón de  su  reino  vueílo  á  Roma,  hizo  grande  negocia- 
ción y  fue  mucha  parte  para  que  Claudio  saliese  con 
el  imperio.  El  énreuumeracion  de  este  servicio  le  acre- 
centó el  señorío  con  nuevas  tierras  que  le  dio.  Mu- 
chos vicios  reinaron  en  este  emperador,  y  sobreto- 
dos el  descuido  fue  tan  grande,  que  Messalinasu  mu- 
jer se  le  atrevió  casi  á  vista  de  sus  ojos  de  casarse 
públicamente  con  un  mancebo  principal  llamado  Sillo 
verdad  es  que  aunque  con  diOcultad  en  fin  lúe  ejecu- 
tada y  muerta  por  ello :  coa  que  el  emperador  hizo 
otro  nuevo  desorden ,  que  se  casó  con  Agrippina  so- 
brina suya^  hija  de  su  hermano  Germánico,  y  de  Agrip- 
pina bisnieta  del  emperador  Augusto.  Estaban  tales 
matrimonios  por  derecho  romano  prohibidos ;  para 
dar  color  á  su  torpeza  hizo  primero  una  ley  en  que  se 
daba  licencia  que  los  tíos  libremente  pudiesen  casar^ 
se  con  sus  sobrinas. 

Al  principio  de  su  imperio  envió  desterrado  á  Sé- 
neca á  la  isla  de  Córcega :  después  le  Tramó  á  Roma 
para  hacerle  maestro  de  su  entenado  Domiciq  Nerón 
que  á  la  sazón  era  de  cinco  años ,  y  á  perapasion  de 
su  mu^er  pretendía  nombrarte  por  su-sucesor ,  y  sl- 
teponelle  á  su  mismo  hijo  llamado  Británico  que  le 


(Hl  BI8LH)TECk   M 

qnedd  de  Hessalina.  Taro  el  (mparb  casi  citorce 
años.  Eq  este  tiempo  TuroDÍo  Gracula  español  flure- 
dóen  Roma  con  fama  de  íiomlire  erudito:  asÍDiiSDio 
Lucio  UoderntoCalufflda,  natural  de  Cádiz,  cujos 
libros  Je  agricultura  andaa  cumuQmenta  (I).  Séneca 
«n  sus  declamacioaes  liace  nieDcion  de  otro«  dos  ora- 
dores españoles  (¡ue  vivieron  por  este  tiempo  eii  Ro- 
laa:  el  uaoseliamúCornelío,  ei  otro  ClodioTuríao: 
el  mas  faniaso  Tue  Porcio  Litron ,  de  quien  se  habló 
pocoaQtes,  ^dél  dice  Quiutil taño  que  al  principio  de 
BUS  razo DB míenlos  j  oraciones  sotia  alterarse  y  tem- 
blar mas  de  lo  que  su  edad  pedia  7  ei  gran  ejercicio 
que  tenia  en  orar.  Eusebio  (tice  quQmariú  de  cuar- 
tanas. Anda  una  deciamacioQ  suja  contra  Lucio  Culi- 
lina.  Algo  mas  viejo  que  todos  estos  era  y  Ti*ia  en 
Roma  Seitilio  Heoa  natural  de  Cúrdova,  mas  cono- 
cido por  la  desigualdad  de  su  estilo  v  rudeza  de  sus 
Tersos,  queporsu  erodicion  y  poesía. 

Gobernaba  por  estos  tiempos  con  nombre  de  des- 
pensero la  Espatin  Citerior  Drusilaiio  Rotundo  liberto 
del  emperador  Claudio,  la  Bélica  uu  bombre  princi- 
pal llamado  Umbonio  Sillo.  Junto  con  esto  se  habrían 
ea  España  los  zanjas  y  se  ecliaban  los  cimieatos  de  la 


OlEPÁB  V  flOIG. 

Religión  Cristiana ;  porqae  Jaeobo  bíjo  Jel  ZebedM 
por  Eobrenombre  el  Mayurj  después  que  prediciü  en 
Judea  I  en  Samarla  como  lo  testiticaba  Isidoro,  vino 
en  España.  Publicó  la  nueva  luz  del  Evangelio  primero 
enZarasozn,  donde  por  su  amonestación  te  edificó 
no  templo  con  advocación  de  la  Vit^eu  sagrada ,  que 
lioy  se  dice  del  Püar:  asi  lo  tiene  comunmente  aque- 
lla gente  como  cosa  recebida  de  sus  antepasados  y  ve- 
nida de  unos  á  otros  do  mano  en  mano.  Nosotros  no 
tnniamos  propósito  de  alterar  opiniones  semejantes. 
Coacuerdau  eu  que  vuelto  de  España  i  JerusalHo,  U 
causa uo  se  sabe;  pereque  en  aquella  sautacíudad 
fue  martirizado  en  los  días  de  los  Ázimos  i  veíate  y 
cinco  de  marzo  por  Heredes  Agrf  ppa ,  que  prvteuditt 
por  esta  manera  dar  un  principio  ««radable  al  reino 
que  Claudio  le  babia  dado  de  los  Judiog. 

Sobre  >il  año  en  que  padeció  bav  alguna  diversidad 
mas  del  ciclb  bebreu  se  saca  que  el  arto  cuarentay  dos 
de  Cristo  los  Judias  celebraron  su  Pascua  sábado  á 
veinte  y  cuatro  de  marzo ,  y  comenzaron  los  días  de 
los  Ázimos  ó  pao  cenceño,  en  los  cuales  dice  Sao  Lu- 
cas eu  los  Actos  que  la  dieron  la  muerte.  Su  cuerpo 
fue  tomado  por  sos  discípulos;  y  puesto  en  una  nave. 


costearon  la  mayor  parte  de  España :  Gnalmenie  i 

velnteycinco  de  julio  apprtóála  ciudad  de  IriaFla- 
via,  que  en  lo  postrero  de  Galicia  hoy  se  llama  el  Pa- 
drón :  de  donde  á  treinta  dias  de  diciembre ,  aunque 
el  año  no  se  sabe ,  le  trasladaron  i  Compostella,  lugar 
consagrado  y  venerada  de  todo  el  mundo  poreslaralll 
aquel  sagrado  sepulcro.  En  toda  Espanase  hace  fiesta 
7  memoria  deste  santo  apóstol  el  día  que  llegó  á  Et- 
pifiá,  y  el  en  que  Tue  trasladado;  poro  en  e!  mes  de 
marzovuaudo  fue  muerto,  no  se  le  hace  Gesta  por 
estar  la  Igleiés  ocupada  con  el  ayuno  de  la  cuaresme, 

(t )  ¿US  doce  libros  de  isrícultara  y  un  tntarip  sobre  los 
árboles  erija  csrriins  coa  el  estiloelcKsnte  y  pnroiiel  liem- 
pa  de  Augusto,  lisian  llenos  de  precefiios  escelentes ,  y  aun 
hoy  merecen  la  olimadoa  de  loi  sAbios. 


7  con  las  lágrimas  da  la  puiiitoncin :  costumbre  muy 
guardada  antiguamente  de  do  celebrar  enaquel  tiem- 
po fiesta  de  ningún  sauto. 

Estuvo  el  cuerpo  deste  apóstol  olvidado  por  largos 
tiempos  hasta  tanto  oueen  tiempo  del  rey  D.  Alonso  el 
Casto  porlos  años  del  Señor  de  ochocientos  fuedescu- 
bierto  por  amonestación  divinal ,  y  en  el  mismo  lugar 
eailicaro.ieusunombreunmujf  famoso  templo  doodi 
ha  sido  siempre  muy  reverenciado.  Acrecentóse  asta 
devoción  cuando  el  rey  don  ttamiro ,  que  reinó  poco 

*  latrodDcidos  eo  esta  torre,  le  iceruban  los  ntiadores 
i  las  murallas  de  las  platas  pars  eipuirnar  i  los  dereosorei. 
Asi  deMd  de  ser  la  que  uuran  loa  romanos  contra  Sígalo  y 
contra  mucbas  aii'as  poblacionci.  Eaii  copiada  del  -modela 
que  ofrece  el  Musco  de  Artillería. 


BiSTOUA    D 

después  de  don  Alonso ,  en  la  bmosa  baUlIn  de  Cla- 
TJjo  con  U  ayuda  daite  gloriotn  saolQ  tqqcíú  una  in- 
nunsrabla  morisnia ,  y  por  mcdiü  desta  victoria  librÚ 
á  lo*  rristianoí  de  un  gravisiuio  tributo;  que  cada 
un  año  entregaban  á  ir»  moros  por  parias  cien  doo- 
cellu  escogidas,  que  ero  una  servidumbre  miserable. 
VoT  esU  causa  Avsáe  entonces  so  diú  principio  á  lu 
costumbre  que  tienen  los  soldudosospuriolosde  ape- 
llidar el  nombra  de  Saniiago  y  invocar  su  ayuda  si 
tiempo  del  pelear.  Asimismo  en  memoria  de  este  be- 
ueGcío  por  voto  se  obligaron  de  pagar  cada  un  año  al 
templo  de  Santiago  de  cada  yuguja  de  tierra  cierta 
meaida  de  trigo  :  costumbre,  que  por  haberse  alte- 
rado muchas  veces  los  pantiiiccs  romaaos  con  diver~ 
sas  bulas  expedidas  i  este  prupúsito  lu  han  renovado, 
y  boy  dja  en  gran  parte  de  üspuña  se  guarda. 


SoMkU  tifMtai  H  ilempo  de  la  doaliicloa  rouini. 

Tiénese  por  cierto  que  el  tiempo  que  esiuvoSan-. 
liago  en  Espada,  se  el  tiegaroa  muy  pucos  discípulos: 
los  que  mas  dicen,  cuentan  nueveescogidos  entre  los 
demás;  es  á  saber  Pedro  obispa  de  Ebora  en  Porlu- 

El ,  en  cuyo  lugar  otros  ponen  i  Tbcsiphonte  obispo 
rgitaoo,  que  íiie  una  ciudad  no  lejos  déla  que  hoy 
llamamosAlmeriarCecílIo  Eliberrilano ,  que  erauna 
ciudad  cerca  de  donde  hn^  está  Granada  :  Eurrasio 
Illiturgitano ,  secunda  obispa  de  Avila,  Indalecio  Ur- 
citano(Urci  se  entiende  era  un  puebloquehoy  se  lla- 
ma Verga  en  iosconfmes  deNavarrolTorcualoAcci- 
tano.  queeslomismo  que  obispa  de  Guadií  :ltesichio 
CartlicsananoleJosdeAstorgarporcoDclusion  Atha- 
nasio  y  Teodoro,  guarda*  que  fuerondel sepulcrosB- 
gradocomose  tiene  pOrfiimB,  y  aun  sus  sepulcros  se 
muestran  del  uno  y  del  otro  lado  del  en  que  esUi  el 

'      TOMO  [. 


apóstol.  Algunos  escritor»  piensan  que  lodos  esing 
que  llaman  discípulos  de  Santiago ,  fueron  eiivímlos 
en  España  porlos  sagrados  a  prtsto  les  San  Pudru  ySnn 
Pablo  para  predicar  en  ella  el  Evangelio  de  Cristo.  Ps- 
lagio  obispo  de  Oviedo,  que  escribió  su  tiisioria  habnt 
quinientos  años,  cuenta  por  discípulos  de  SautiaRo  ü 
loHsiguicnles  :CB(ocero,  Basilio,  Pío,  Grisogono, Teo- 
doro, A  t  ha  nasio  y  Máximo.  l.auntigüedHddestns  ce* 
sas  y  de  otras  senejanies,  junto  cou  lu  faltadelibros 
liare  que  no  nos  podamos  allegar  con  seguridad  á 
ninguna  de  estas  opiniones,  niaverigAjar  con  cerii* 
dumbre  la  verdad.  Quedará  el  Icclorlibra  del  juicio 
en  esta  parte. 

CAPITULO  III. 

Del  emperador  Domiclo  Ncroa. 

A  ClauJio  matócon  yerbasque  tedió,  uneunucchit 

nue  leservin  de  maestresalny  le  hacíala  sol  va:  oíros 
ilícen  que  AgrippinusumujerpOrvereniperedordsu 
hijo  Oomicio Nerón:  deseo  muypffjudicjal  paraeüa 
misma.  Lu  que  consta  es  que  pasú  dusta  vida  el  año 
cincuentay  cinco(SS)deCristo(l  j.Domiciosi:  ea- 
tenuday  sucesor  gobernú  el  imperio  catorce  años,  los 
cinco  primerosmuybii^,  como  lo  lestilicaba  el  mis- 
mo Trajaoo  :  después  con  fa  edad  se  despeñó  trl 
todo  género  de  torpezas  y  crueldades  (no  de  otra  ma- 
uera  que  cuando  una  bestia  fiera  se  suelta  de  donde 
está  encerrada,  que  todo  lo  asuela)  en  tanto  grado 
quedióla  muerte  Asu  misma  madre,  con  la  cual  prime- 
ro liabiii  pretendido  usar  des  hones  la  mente :  lo  mismo 
b\io  con  una  su  tia  y  dos  mujeres  que  tuvo  ;  Octavia 
y  Popea ,  sin  perdonar  i  Séneca  su  raaeütro  ( i),  ni 
al  Ínclito  Poeta  Locano  (3),  bljo  que  fue  de  Hullu 
(I)  Eoeste  tiempo  floreció  Poiaponia  Mela.  naturil  de 
Helariaen  el  reino  de  Gnnida.  autor  <le  la  obu  ^eogriUca 
Dé  Sita  Orbln,  escrili  con  tnélodoy  ímeniíada  coa  muchos 
í^DCCSOS  de  binoria ,  para  harer  mas  agradable  la  lectura. 
Hoy  ea  muy  eslimada  por  su  CMctitod ,  y  al^ioaos  rrilieos  Ji 
lian  ilustrado  coa  ñolas  crudilai  camo  Vosioy  Gronovio  y 

(3)  NacíA  en  Córdaba  el  iño  13  de  J.  C.  Estudia  la  elo- 
rueada,  y  aprendió  la  HJoRorii  estúici  en  la  escuela  de  Ale- 
jandría. Abandonó  el  foro  y  por  no  causar  celos  al  ethperador 
CahíTUla  que  se  preriaba  da  ser  el  primer  orador  de  Ctoma ,  y 
obluio  el  car^  de  queetor.  Desterrado  1  Córc^  por  la  amis- 
tad qne  tuvo  t«n  la  viuda  de  Domicio,  uno  de  sus  bien- 
becborea,  esciibiú  los  libnn  de  ContiJatione  quededlcúl 
au  madre-  Cauda  Agrlppina  con  el  emperador  Claudio,  le 
llamó  pira  encargarle  de  la  edacacion  de  Nerón  au  bija  qa« 
quería  hacer  elevar  al  imperio.  Hientrat  el  diacipulo  impe- 
rial se  gobernó  por  los  contejos  de  Séneca  fue  eslimaJo  del 


presencia  cíe  su  maestro  trató  innlrlmente  de  eavenenarlo 
y  luego  lo  envolvió  en  ia  conjuración  de  l'iaon  pi>r  ta  que  fue 
condi>nado  i  muerte  con  la  merced  de  que  se  le  quítase  la 
vida  del  modo  que  quisiese.  Se  abrió  laa  venas  pira  morir 
desangrado;  pero  romosalíÓDiny  poca  sangre,  tomú  veneno 
que  tampoco  le  produjo  efecto.  Entonces  se  entrú  en  un  ba- 
uo  caliente  donde  mariú  ahogado  del  bumo  y  del  vapor  de 
loa  licores,  habiendo  esperado  la  muerte  con  mucha  Iranqut. 
lidad  bablando  con  aiu  amigos.  Fue  uno  de  los  hombre*  mas 
albíoa  de  tu  tiempo;  pero  au  calilo  le  apartó  de  la  noble 
aencilleí  de  los  antiguos:  ei  corlado,  aeniencioso,  lleno  de 
antithesia,  y  de  Qguras  biillaatea  aunque  tal  vex  peca  de 
adornú!  escesívoa. 

(Z)  NaciO  en  Córdoba  ct  aüo  treinta  j  nueve  de  J.  C.  y 
era  bljo  de  Anneo  Hela  hermano  de  Séneca.  Luego  que  lle- 
gó í  Homa,  lodavis  júven,  se  hiio  célebre  por  iu — 

griegas  y  ■■---   -    - '-  -•     ■  ■  ■ 
qüestor  b 

la  poesía  cd  .  .      .     ,  -- 

ocasión  de  perderle.  Lucano  deieoso  de  vengarse  da  tal 
envidia  entró  en  la  conjuración  de  Pisón,  y  fue  condenado  á 
muerte.  Se  hiio  abrir  las  venas  en  un  baño  caliente .  j  mu- 
rió con  la  firmeía  de  un  filósofo  á  loa  veinte  y  seii  anos  de 
(dad.  Su  poema  de  La  Phursaüa  es  inchado  en  el  estilo; 
pero  tiene  pensamientos  esceleotes,  muchas  mliímas  de  po- 
lítica y  bastante  magcslad. 


98  BIBLIOTECA  DE 

liermano  de  Séneca ,  ni  á  otro  gttn  núanero  de  frente 
prínci pal :  cruel  carnicerSa  y  fea.  Pero  ea  lo  que  mas 
se  seualó  su  torpeza ,  fue  que  á  manera  de  mujer  to- 
mó el  velo  y  se  casó  públicamente  con  un  mozo,  como 
si  fuera  su  marido,  y  al  contrario  hizo  abrir  im  mu- 
chachea manera  do  mujer  para  casarse  con  él:  tanlo 
puede  un  apetito  desenfrenudo.  En  el  teatro  á  ma^ 
ñera  de  representante  contaba  y  tauia  delaute  de  to- 
do el  pueblo  muchas  veces. 

Pasó  tan  adelante  su  locura,  qve  para  holgarse  y 
como  por  burla  puso  fuego  á  la  ciudail  de  Roma,  con 

3ue  se  quemó  casi  toda.  Fue  grauíle  la  indignación 
el  pueblo  por  sospechar  lo  que  era:  para  remedio 
impuso  á  los  cristianos  haber  causado  aquel  daño,  y 
así  fue  el  primero  de  los  emperadores  romanos  que  los 
persiguió  y  afligió  cou  todogénero  de  tormentos.  Der- 
ramaba por  una  parte  las  riquezas ,  que  decía  solo  de- 
bían servir  de  dallas,  por  otra  codiciaba  y  to- 
maba contra  razón  las  abenas,  como  monstruo  com- 
puesto de  vicios  contrarios.  De  la  hacienda  pública 
era  pródigo ,  codicioso  de  los  bieues  particulares.  Por 
este  tiempo  el  famoso  encantador  ApollonioThyaneo 
entre  otras  provincias  por  donde  di*icurrió  viou  tam- 
bién á  España.  Lo  mismo  hizo  el  apóstol  San  Pablo 
después  qiKSe  libró  en  Roma  de  k  canel,  según  que 
en  fa  epístola  á  ios  romanos  mostró  desearlo  y  pre* 
tenderlo.  Así  lo  dicen  graves  autores ,  y  ann  se  tiene 
por  cierto  que  en  esle  viaje  puso  de  su  mano  por  obis- 
po de  Torlosa  ú  Rufo  hijo  de  Siuion  elCireueo  aquel 
que  ayudó  á  llevar  la  cruz  á  Cristo)  y  hermano  de 
Alejandro.  Asimismo  Beda  y  Usuardo  testifican  que 
dejó  por  obispo  de  Narbona  á  Sergio  Paulo,  al  cual 
de  procónsul  que  era  en  la  isla  de  Chipre,  convirtió 
en  siervo  de  Cristo ,  según  que  en  los  Actos  de  los 
apóstoles  se  refiere.  Y  aun  no  falla  quien  diga  que  lle- 
vó consigo  á  lerotlieo  por  sobrenombre  el  Divino, 
maestro  de  "Dionysio  Areopagita  ^  de  España ,  donde 
era  natural  y  tenia  cargo  del  gobierno,  comopersona 
que  era  de  grande  autoridad  y  prudencia.  Otros  con- 
tradicen todo  esto  por  razones quoaquí  no  se  refieren. 

Porque  lo  ^ue  eiMetafrasfc  afirma,  queef  apóstol 
San  Pedro  asimismo  vino  á  España ,  los  mas  eruditos 
lo  tienen  por  engaño  y  cosa  sin  fundamento :  verdad 
es  que  desde  Roma  envió  á  San  Saturnino  por  primer 
obispo  de  Tolosa  la  de  Francia,  al  cual  sucedió  Ho- 
norato ,  cántabro  de  noción,  que  envió  á  Firmiuo  níjo 
de  Firmo  á  predicar  el  Evangelio  en  lo  mas  adentro 
de  Francia.  Obedeció  él  y  predicó  primero  en  Angers 
después  en  Beoves^  y  últimamente  en  Amiens;  y  fue 
el  primer  obispo  de  aquella  ciudad  y  en  ella  derramó 
su  sangre,  y  como  á  tal  le  hacen  Gesta  y  tienen  tem- 
plo consagrado  en  su  nombre.  Honesto  sacerdote  de 
Saturnino,  enviado  por  él  áPamplona  para  enseñar  en 
aquella  ciudad  y  su  comarca  el  Evangelio,  fuepiaestro 
de  Firmiuo  y  le  enseñó  en  su  tierna  edad ,  ca  era  na- 
tural de  Pamplona:  pero  esto  sucedió  algo  adelante. 

Habia  Servio  Sulpicio  Galba  gobernado  la  España 
Citerior  por  espacio  de  ocho  años.  Era  ya  muy  viejo  y 
de  mas  de  setenta  años  cuando  le  nombraron  por  em- 
perador con  esta  ocasión :  Julio  Vindico,  á  cuyo  cargo 
estaba  la  Gallía  Narbonense ,  alterado  por  las  cruelda- 
des de  Nerón  y  por  las  demás  torpezas  suyas  convidó 
á  Galba  como  persona  de  grande  autoridad ,  y  le  re- 
quiriópor  sus  cartas  que  acudiese  al  remedio  de  tanto 
mal  con  aceptar  el  imperio.  Escusóse  Galba  de  hacer 
esto  por  su  mucha  edad  y  por  la  grandeza  del  peligro: 
por  esto  el  mismo  Vindico  se  declaró  y  tomó  las  ar- 
mes contra  Nerón.  Sabido  lo  que  pasaba  en  h  Gallia, 
Galba  asimismo  en  una  junta  de  personas  principales 
que  toda  España  tuvo  en  Cartagena  con  un  razona- 
miento muy  cuerdo  relató  las  causas  por  donde  le  pa- 
recía no  sofo  lícito,  sino  necesario  acudir  á  las  armas 
en  aquella  demanda  y  socorrer  á  la  república.  Dijo  que 
Nüroa  era  un  cruel  rnónstruo  y  fiero,  cuyos  vicios  con 
<->M«i  «^cnfifiW  so  P^diaiL  mejor  atujar  que  con  su 


CASrAA  T  ROiC. 

misma  sangre :  que  todos  ayudasen  á  la  madrecomun 
afligida  y  echada  por  tierra,  antes  que  con  el  fuego  se 
abrasasen  todas  las  provincias ,  con  el  cual  casi  toda 
la  nobleza  romana  y  muchas  otras  familias  estaban 
acabadas :  tan  grande  era  la  crueldad  y  fiereza,  de 
aquel  hombre ,  si  se  debia  llamar  hombre  y  no  antes 
bestia  fiera.  Lo  que  purlos  otros  pasaba,  podía  tam- 
bién avenir  á  los  tremas,  y  á  cada  cual  de  los  que  allí 
presentes  se  hallabiin ;  pues  ni  la  inocencia  de  la  vida 
ni  Ja  honestidad  de  las  costumbres  eran  parte  para  ti- 
biar á  ninguno  de  aquel  tirano,  que  se  gobernaba  no 
por  razón  ,sino  por  fuerza  y  antojo.  Si  su  propio  peli- 
gro no  bastaba  para  despertarlos,  mirasen  ¿lo  menos 
por  sus  hijos ,  por  salvar  á  los  cuales  las  mismas  Ims- 
tias  se  meten  por  el  hierro  y  por  las  llamas,  forzadas 
del  amor  natural  que  tienen  á  los  que  engendraron. 

Acaso  se  hallaba  preseuie  un  niño  que  sin  respeto 
de  su  tierra  edad  liabia  sido  desterrado  á  Mallorca  por 
NeroQ.  Encendidos  pues  los  que  presentes  estaban, 
con  tal  espectáculo  y  con  el  razonamiento  que  leshizo 
Galba, .con  grande  alarido  que  todos  levantaron,  le 
apellidaron  Augusto  y  Emperador,  mas  él  no  quiso 
aceptar  el  tul  nombre ,  antes  protesti^ue  seria  capi- 
tán del  pueblo  romano  y  lugarteniente  del  senado 
contra  Nerón,  que  fue  una  modestia  notable.  Mucho 
ayudópara  llevar  adelante  estos  intentos  Othon  Silvio, 
gobernador' que  á  la  sazón  era  de  Lusitauia,  y  los 
años  pasados  tuvo  grande  cabida  con  Nerón ;  oue  apro  - 
bó  el  consejo  de  Galba,  y  resuelto  de  correr  la  misma 
fortuna  c«n  él ,  acuñó  todo  el  oro  y  plata  que  tenia  en 
gran  cantidad ,  para  los  gastos  de  la  guerra  y  pagas 
de  los  soldados,  por  todo  lo  cual  fuera  digno  ae  in- 
mortal renombre,  si  acometiera  esta  empresa  en  odio 
del  tirano  y  no  pretendiera  vengar  sus  disgustos  par- 
ticulares y  la  afrenta  que  le  hizo  Nerón  en  tomarle  por 
su  combleza  á  Pepea  Sabina  su  mujer;  para  cozar  de 
la  cual  mas  á  su  voluntad  con  muestra  de  honrar  ¿ 
Othon  le  alejó  de  Roma,  y  le  hizo  gobernador  de  la 
Lusitania,que  éralo  postrero  de  España  y  del  mundo. 

Hecho  esto ,  y  después  de  la  muerte  que  dio  Nerón 
á  Octavia  su  mujer  hija  del  emperador  Claudio ,  se 
casó  con  Popea ,  que  fue  nuevo  dolor  p^ra  el  otro  ma- 
rido y  nueva  afrenta.  Tuvo  Olhonasí  por  estaayuda, 
como  por  ser  persona  de  ingenio,  el  primer  lugar 
acerca  del  nuevo  emperador,  aunque  en  competencia 
de  Tito  Junio  sv  lugar  teniente:  bien  que  se  le  adelan- 
taba en  ser  mas  amado  del  pueblo,  porquesin  mirará 
interés  daba  la  mano  á  los  necesitados,  y  Junio  acos- 
tumbraba ¿  vender  los  favores  del  nuevo  príncipe,  por 
donde  tenia  ofendida  gran  parte  de  la  gente  y  de  los 
soldados.  Julio  Vindico  en  la  Gallia  donde  se  declaró 
contra  Nerón,  vencido  en  batalla,  se  dio  así  mismo 
la  muerte.  Virginio  Rufo, que  fue  el  que  le  desbarató 
no  quiso  tomar  el  imperio  para  sí  como  pudiera,  an- 
tes Jo  remitió  todo  ala  voluntad  del  senado,  que  fue 
una  señalada  templanza  y  modestia.  Este  mandó  que 
después  desu  muerte  se  dcclaraseen  un  dlsticbócor- 
tado  en  su  sepultura  y  lucido  en  latín,  que  liace  esto 
sentido: 

^         QUIEN  VACE  AQÜI?  RUFO. 

EL  QUE  AL  TIRANO 
VINDICK  VENCISTE? SI  *, 
MAS  NO  ES  EL  SCEPTRO 

TOME,  PUES  QUIEN? 
MI  PATRIA  DE  MI  MANO. 

MucIk)  se  alteró  Gilba  con  las  nuevas  del  desastre 
de  Vindico:  parecía  que  la  fortuna  ó  fuerza  mas  alta 
era  contraria  á  sus  intentos:  recogióse  casi  perdida 
la  esperanza  á  la  ciudad  de  Clunia  ( esté  nombre  está 
corrompidoen  Plutarchó  que  pone  Colonia  porClunia, 
como  se  entiende  por  las  monedas  que  se  hallan  en 
España  de  Galba ;  por  las  cuales  se  ve  que  en  aquella 
ciudad  le  dieron  el  imperio)  pero  no  tardó  de  llegar 
otra  nueva  de  la  muerte  de  Nerón,  con  que  volvió  so- 


HISTORIA 

bre  sí  y  cobró  ánimo.  El  caso  pasó  desla  manera. 
Luego  que  el  senado  tuvo  aviso  de  lo  que  Julio  Yin- 
dice  en  la  Gallia  y  despuesGalba  en  España  liicieron, 
que  fue  levantarse  contra  Nerón  y  tomar  Im  urroas, 
entraron  en  pensamiento  que  podrian  derribar  al  ti- 
rano. Con  este  intento  bicieron  un  decreto  en  que 
declararon  á  Nerón  por  enemigo  de  la  patria.  Llegó 
el  negocio  á  que  sus  mismas  gentes  y  criados  le  des  • 
ampararon ,  como  suelen  todos  aborrecer  á  los  malos. 
Huyó  él ,  Y  escondióse  cerca  de  Roma  en  una  beredad 
de  un  su  liberto  llamado  Pbaonie:  allí,  perdida  la 
^peraozade  salvarse  y  por  no  venir  alas  manos  de  sus 
enemigos  se  dio  á  si  mismo  la  muerte  en  edad  que  te- 
nia de  treinta  y  dos  años.  Oesta  manera  acabaron  las 
maldades  deste  principe,  y  en  él  la  alcuña  de  tos  Ce- 
saros y  Claudios  que  tantos  años  tuvieron  el  imperio 
de  Roma.  Túvose  por  entendido,  principalmente  en- 
tre k»  cristianos ,  que  sanó  de  la  berida,  y  que  á  su 
tiempo  se  mostraría  al  mundo  con  oficio  de  Ante- 
Cristo. 

Lo  cierto  es  que  Galba  avisado  de  lo  que  pasaba, 
acordó  de  partir  sin  dilación  para  Roma  :  llevóeusu 
compañía  para  guariia  de  su  persona  y  para  todo  lo 
que  sucediese,  una  legión  de  soldados  escocidos  de 
todas  las  partes  de  España.  Llevó  otrosí  á  Fabio  Quin- 
tiliano  natural  de  Calaborra  (1),  que  fue  aventajado 
en  la  profesión  de  la  retórica.  Sus  instituciones  ora- 
torias estuvieren  perdidas  por  mas  de  seiscientos 
años.  Hallólas  y  sacólas  á  luz  Pogio  Florentin  en  tiem- 
po del  concilio  de  Constancia  en  cierto  monasterio  de 
aquella  ciudad.  Las  declamaciones  que  andan  al  fin 
de  aquella  obra  en  su  nombre,  por  el  mismo  estilo  se 
entiende  fueron  de  otro  autor.  A  la  sazón  aue  acabó 
Nerón,  era  cónsul  en  Roma  Silio Itálico (2),  quefue 
el  año  de  Cristo  de  sesenta  y  nueve  (69).  Los  mas 
sienten  que  este  cónsul  fue  español ;  Crinitodice  que 
larió  en  Rom4,  pero  que  su  descendencia  era  de  Es- 
iiaña :  Gregorio  Giraldo  afirma  que  ei^  lo  uno  y  en  lo 
otro  hay  engaño ,  y  que  fue  natura)  de  los  Pelignos, 
pueblos  del  reino  de  Ñapóles ,  y  nació  en  un  lugar  de 
aquella  comarca  llamado  Itálica ,  de  qpe  procedió  el 
engaño  de  los  eme  le  hicieron  de  España  por  haber  en 
ella  otra  ciudad  del  mismonombre.  Laverdadesque 
con  la  edad ;  dejado  el  gobierno  de  la  república ,  se 
retiró  en  cierta  heredad  que  tenia  camino  de  Ñipóles, 
en  que  pasaba  la  vida  y  se  entretenia  en  los  esludios 
de  poesía ;  y  en  particular  escribió  en  verso  heroico 
la  segunda  guerra  Púnica  que  hicieron  los  romanos 
contra  los  carta giueses. 

Por  el  mismo  tiempo  floreció  en  Roma  Séneca  Ha- 
nado  el  Trágico  de  las  tragedias  que  compuso  muy 
el^ntes,  a  diferencia  de  Séneca  el  Filósofo  con 
quien  no  se  sabe  si  tuvo  algún  deudo,  bien  que  mu- 
chos lo  sospechan  por  convenir  en  el  nombre  y  ser 
casi  del  mismo  tiempo.  Quintiliano  lidce  mención  de 
una  sola  tragedia  que  andaba  en  nombre  do  Séneca  el 
Filósofo ,  que  debió  perderse  con  el  tiempo.  Volva- 
mos á  Galba,  que  llegado  á  Roma  gobernó  el  imperio 

( 1 )  Se  cree  que  oació  ea  Calahorra  el  año  42  de  la  era 
▼uigar.  Estudió  la  elocuencia  y  luego  ensenó  la  retórica  en 
Roma ,  nombrado  por  el  gobierno.  Tuvo  la  cátedra  veinte 
anos  ooD  el  mayor  aplauso ,  y  cuando  la  renunció  se  aplicó  á 
componer  algunas  obras.  La  primera  que  publicó  fue  un  tr.  - 
tado  Sobre  las  camas  de  la  corrupción  de  la  elocuencia 
qoe  se  ha  perdido  y  luego  en  el  espacio  de  dos  años  arabo 
sus  célebres  Instituciones  oratorias  que  son  la  obra  mas 
completa  de  retórica  que  tenemos  de  los  antiguos,  pues  ha 
reunido  en  ella  lo  mejor  que  habia  en  los  autores  griegos  y 
latióos  que  babiaa  escrito  sobre  la  materia.  Está  escrita  con 
loacbo  método ,  con  elegancia  y  pareta ,  aunque  con  poca 
precisión  y  profundidad. 

(2)  Se  cree  fue  natural  de  nuestra  Itálica.  Escribió  su 
poema  latino  sobre  la  segunda  guerra  púnica :  es  muy  exac- 
to y  está  escrito  con  mucha  pureza,  aunque  con  poco  fuego. 
?e  suicidó  i  la  edad  d«  seteola  y  cinco  anos  al  principio  del 
reinado  de  Trajano. 


DE  ESPAÑA.  09 

por  espacio  de  siete  meses :  al  cabo  dallos  los  solda- 
dos de  su  guarda  que  llamaban  pretorianos,  en  un 
motin  que  levantaron,  le  dieron  la  muerte.  Estaban 
irritados  por  no  darles  el  donativo  de  que  les  diersn 
intención  y  aue  ellos  esperaban.  Principalmente  so 
ofendían  de  la  severidad  de  Galba,  ensaque  costum- 
bres tan  estragadas  no  llevaban  bien;  y  en  particular 
los  alteró  cierta  palabra  que  sedejódecir,  esásaher 
que  él  no  compraba,  sino  que  escogía  los  soldados. 
El  que  los  alborotó  úilimamcnte,  fue  Othon  por  ver 
que  Galbu  adopió  poco  antes  por  su  sucesor  eu  el  im- 
perio á  Pisón  ,  mancebodegrandes  prendas  y  partes. 
Dolíase  que  lo  que  á  él  se  debiapor  lo  mucho  que  lo 
ayudaría  y  sirviera,  se  hobiese  dadoá  otro  que  no  lo 
merecía.  Concertóse  con  algunos  de  aquellos  solda- 
dos ,  y  acierto  dia  señalado  se  hizo  IleviV  en  una  silla 
á  los  alojamientos  de  los  pretorianos,  donde  sin  tar- 
danza fue  saludado  por  emperador ;  desde  allí  revol- 
vió contra  Galba,  y  le  dio  la  muerte  juntamente  con 
Piso  y  Tito  Junio;  ñero  el  poder  adquirido  por  mal- 
dad no  le  duró  mucho,  ca  solamente  tuvo  el  imperio 
por  espacio  de  noventa  y  cinco  días.  Fue  así  que  las 
legiones  de  Alemana  á  ejemplo  de  loque  hiciera  el 
ejército  de  España ,  pretendieron  que  también  po- 
dían ellos  dar  emperador  á  la  república,  y  en  efecto 
nombraron  pórtala  su  general  Aulo  Vitellie.  Juntó- 
selela  Gallia  sin  diGcultad  :  España  andaba  en  balan- 
zas :  acudió  primero  Othon ,  y  por  teoellade  su  parte 
le  otorgó  que  tuviese  jurisdicción  sobre  la  Mauritania 
Tingitana;  deque  resultó  por  largos  tiemposquelos 
de  aquella  tierra  acudían  con  pleitos  á  la  audiencia  ó 
convento  que  los  romanos  tenían  en  Cádiz ,  y  aun 

3uedó  sujeta  á  los  godosel  tiempoque  fueron  señores 
e  España.  Sin  embargo  Lucio  Albino  gobernador  do 
la  Mauritania  para  asegurar  mas  el  partido  de  Othon 

f>asó  en  España ;  per»  fue  rechazado  y  forzado  ú  dar 
a  vuelta  por  Cluvio  Rufo,  al  cual  Galba  dejó  en  el 
gobierno  de  España,  y  después  de  su  muerte  estaba 
declarado  por  Vitellio. 

La  conclusión  y  el  remate  destas  diferencias  fue 
que  Othon  rodeado  de  grandes  dílicultades  salió  ah 
encuentro  á  los  enemigos  hasta  Lombardía ,  do  los 
sujos  fuerc»n  vencidos  cerca  de  un  pueblo  llamado 
Bebriaco  situado  entreVerooayCremona ;  y  él  luego 
que  llegó  la  nueva  deste  desastre,  en  Brixélo  donde 
se  habia  quedado,  se  dio  la  muerte  con  sus  mismas 
manos  en  edad  qu9  era  á  la  sazón  de  treinta  y  ocho 
años.  Parecióle  quecon  esto  se  escusaba  que  no  fuese 
delante,  aquella  guerra  cruel  y  perjudicial  para  am- 
bas las  parles  y  para  todo  el  imperio.  Con  el  aviso 
(testa  victoria  Vitellio  desde  la  Gallia  en  que  se  en- 
tretenía^ pasó  los  montes  y  se  metió  por  Italia :  llegó, 
por  sus  jornadas  á  la  ciudad  de  Roma,  en  que  hizo  su 
entrada  armado  y  rodeado  de  soldados  no  de  otra 
manera  que  si  triunfara  de  su  patrias  Esto  y  ser  el 

f progreso  de  su  gobierno  semejante  áeUos  principios 
e  hizo  muy  odioso.  Había  pasado  su  edad  en  torpe- 
zas y  con  el  poder  continuaba  la  libertad  de  los  vi- 
cios y  mayores  maldades :  por  esta  causa  comenzó 
á  ser  tenido  en  poco ,  y  las  legiones  del  Oriente  to- 
maron ocasión  para  probar  también  ellas  ventura  y 
nombrar 'emperador,  como  lo  hicieron  con  mayor 
acierto  y  prudencia  que  las  demás. 

CAPITULO  IV. 

De  los  emperadores  Flavio  Vespasiano  y  sus  hijos. 

Fl4Vio  Vespasiano ,  cabeza  que  fue  y  fundador  del 
linaje  nobilísimo  de  los  FÍavios,  en  tiempo  del  empe- 
i'ador  Claudio  y  por  su  mandado  hizo  la  guerra  en 
Inglaterra .  y  en  una  isla  hamada  Vecta,  puesta  entro 
Francia  y  la  misma  Inglaterra,  que  dejó  del  todo  su- 
jeta. Con  esto  y  con  las  muchas  victorias  que  ganó 
en  esta  empresa,  se  hizo  muy  conocido  :  pero  por 
correr  adelante  los  temporales  muy  turbiosse  retiró^ 


fOO  BIHUOTtC*   DE 

y  (efu£ÍTÍfirá  cierto  lugar  apartado,  de  do  el  año 
peDÚllimo  de  Neroo  le  llsinaron  para  eacargarle  la 
¿aerra  coDtra  los  judioH,  gente  porfiada,  y  que  coa 

f|nnde  obslJDuciotí  andaban  alborotados.  Grauitesdi- 
icullades  tuvo  gd  esta  empresa ,  mas  al  Gn  salió  cod 
lo  que  pretendía.  Tenia  sujetada  casi  toda  aquella 
profincia  cuando  sus  m i sm os  soldados  lenombraroa 
y  hicieron  emperador.  Uuciano,  gobernador  que  era 
«le  lu  Suria ,  por  una  parle ,  y  por  otra  Tiberio  Ale- 
jandro ¿cuyo  cargo  estaba  lo  aeEgipto,]ecüDvida- 
Tiu  y  ciliorlarou  a  tomar  el  imperio;  y  lomada  re- 
ikoIuuíuu  ,  liicjeron  cada  cuni  ú  sus  legiones  que  le 
jurasen  por  tal :  que  fue  abrir  camino  alas  otras  pro- 
viiicius  pura  que  con  grande  volunladse declarasen, 
fciru  necesario  lo  primero  acudir  i  Italia,  donde  Vi~ 
tellio  estaba  apoderado.  Tom  ueste  cuidado  Huela  no, 
mas  anticipóse  Antonio  Primo  que  estaba  en  Hun- 
iiooÍh  ó  Huugrfa ,  y  Tue  el  primero  que  por  parte  de 
Vespasiano  principió  por  Italia,  y  cerca  de  Verooa 
(lesburelú  uu  ejército  de  Vitellto.  Sucedieron  oíros 
muclios  trances  que  se  dpjan  :  en  conclusión  el  mis- 
mo Vitellio  el  nono  mes  da  su  imperio  fue  en  Roma 
murrio  en  edad  de  cincuenta  y  siete  años. 

Con  eilo  Vespasiano  dejando  d  lu  htji)  Tilo  para 
dar  lin  í  la  guerra  judilca,  pasó  á  Egipto,  y  desde 
AleJHiidrla  se  bizo  »  la  vela  con  buenos  temuarales: 
a|Hirlú  4  Italia  y  llcgd  el  año  setenta  y  üus  de  Cris- 


CüSPAii  r  Riic. 

lo  {72}.  EnRoma  con  grao  voluotaddel  SeDadofdet 
pueblo  entré  en  posesioD  del  imperio,  que  estaba 
para  perderse  por  ta  revuelta  de  los  tiempos  y  por  fa 
mala  traza  de  los  emperadores  pasados.  Gobernó  la 
república  por  espacio  de  diez  años  enteros  con  tanta 

Erudencia  y  viitud,  que  fuera  del  cooocimieuto  de 
rislo  cnsi  niaguna  cosa  le  faltaba.  Algunoslc  tachan 
de  codicioso;  pero  esc  ó  sale  en  gran  pártela  grande 
falla  de  los  tesoros  públicos  y  los  temporales  tan  re- 
vueltos ,  demás  de  grandes  edilicios  que  levantó  en 
Roma ,  entre  los  demás  el  templo  de  la  Paz  y  el  anfi- 
teatro, dos  obras  de  las  mas  soberbias  del  mundo. 
Fue  el  tirímcro  de  los  emperadores  romanos  que  se- 
ñaló salurios  cada  unaño  á  retóricos lat¡no«y  griegos 
para  que  enseñasen  aquel  urlu  eu  Ruma.  Acabó  su 
liijo  de  suJHlar  la  províucia  deiudea ,  entró  por  fuer- 
za y  asoló  la  santa  ciudad  de  Jerusalem  ;  trionróeii 
Roma  junlanientecon  su  padre.  Ln  pompa  y  aparato 
lúe  muy  grande:  llevaban  delante  entreoirás  cosas  el 
candelurodcorojlos  demás  vasos  y  ornamentos  muy 
rifosy  muy  preciusos  del  templa  de  Jerusalem. Grao- 
de  fue  el  iiúuiero  de  losjudioscautivos:  parle  delios 
euvíados  á  füspaña  hicieran  suasienloenlaciudadde 
ílcrida.  Asilo lestllicao  suslÍbros,si  fue  asióde  otra 
manera ,  no  lo  determinamos  en  este  lugar.  Lo  que 
consta  es  que  lesvedóinorardealll  adelante  ni  reedi- 
'icar  laciudadde  Jerusalemidemasestoquealpria- 


Aotfducio  de  Srsoyi*- 


cipiode  BU  imporio.conintetilodcgraugearúEvpaña 
y  sougarla.queeslabaindinDday  aundeclaradapor 
Vitellio,  otorgó  í  todos  los  espanolcsquegozasen  de 
los  privilegios  deLatioóIlalie,  para  que  fuesen  trata- 
dos como  si  bobiernn  nacido  en  aquellaü  parles. 

PorestctiempoLiciaioLárcioera  pretor  de  la  Ef- 
pañn  Citerior.  Ueste  se  refiere quefuetanaCcionado 
A  las  letras,  y  en  particular  porcstamismarazon  ha- 
cia tanlo  casa  del  Plinio(qiiu  al  tanto  vinodla sazón 
con  cargo  de  qñeslord  EspaiiaJ  quedeseaba  comprar 
algunos  de  sus  libros ,  como  su  historia  nalural  y 


nlrosalgunos  por  gran  sumado  dinero.  Oeste  Licioio 
se  entiende  que  cdifir^  la  puente  de  Se;;ovÍa,  obra  d^ 
maravillosa  Iraza  y  altura  lanío  que  el  vulgo  piensa 
que  fuccdilicío  del  demonio.  Otros  atribuyen  esta 
puente  ni  emperador  Trajano ,  pero  ni  los  unos  nilos 
olrosalegan  razón  concluyen  te  ((}.  Lomas  cierto  es 

( 1 )  Gsli  fTtniio»*  obra  M  acneduclo  de  Segovia  que  be 
atribuye  al  eniI>crador  Trajano,  tieoecieota  wsenU  y  un 
arcos ;  pero  Ireinl»  y  cioío  íoo  obn  moderna  qoe  en  la  api- 
rieiiria  se  difcrcDcii  iguy  poro  de  la  inltfiua :  su  loagitud  n 
de  dos  mil  quinieulos  'Cuarenta  píen.  En-  tu  mayor  alliin 


queuD  pueblo  de  Galiriü ,  (|iic  liuv  se  llama  BebaYos 
y  autiguument«  Flavio  BriguHcio,y  otro  que  se  llnni:' 
«I  Padrciu  jr  untes  sa  lianjú  lri«  Flnvia .  Uemús  deslu 
el  oiuoicipio  llamadoTlaTíoAiAtlIanoIioy  Lora,  cuu 
otfus  pueblos  de  semejaotes  apellidos  fueVoii  funda- 
do$  porpersouas  dellinjijede  Vespasrano , que  iodos 
se  llimaijaQ  FIjtíos,  por  lo  menos  en  gracia  desli' 
emperador  ó  de  alguuo  de  sus  liijosli'maron  los  apc- 
J:idi)s  sobredichos  que  anliguamenle  luvieron. 

Poco*  años  ha  que  en  los  montes  do  Vizoaya  se 
bailó  una  pied'u  con  esla  letra  : 


Juequiere  decir:  aquí  yace  el  cuerpo  de  Bitela  tiert.i 
B  Jesu-Crislo.  Y  ]^iorque  tiene  notada  la  era  ciento  y 
ctocn,a'guooíeo[ieudenque  Tulleció  por  este  líeinpii, 
V  aun  quieren  ponerla  euel  DÚmerodelossaotossin 
bástanle  fundamonlo,  iinteaen  perjuicio  de  la  autori- 
dad de  la  Iglesia,  que  no  pormile  se  forjen  libre- 
menie  nuevos  nombres  de  cBOtos,  ni  .es  razón  que 
asi  se  haga.  Vo  tengo  por  mas  probable  que  squoilj 


piedra  no  a  tan  intif^ua,  ante*  que  le  fjlleelnúme- 
n  milenario,  como  so  acostumbra  á  callarte ,  y  que 

ltea«  noTmla  j  cjaro  htrtí  Ut  parediUts  de  mimposterli. 
Umbea  obn  moderni.  En  Iti  parles  bajas,  waio  ai»ií' 
j  HÜe»,  para  niTelar  el  nirau  átl  iitua ,  litr  doa  érdenes  d.' 
arws  uoM  sobre  otros,  Ua  piliría  que  sojlieocn  el  primci 
ordeo,  unos  (¡enea  ouce  pies  y  iiieifio  de  (-rueso  y  olro~ 
dote  eon  líete  piéí  y  medio  Jp  Vrenip ;  y  oíros  solo  lien.-» 
nele  pies  j  meim  d«  gmem  pnr  ntalro  y  medio  de  frenf: 
TTíndismiouyfndonuosy  olms  i  la  a  llura  d«  diei  y  s-i- 
jnéi  basta  que  íl^ran  1  seríir  da  apoyj  ti  Ktmáo  Úrdeo  i^ 
ireos,  eoyf»  pilares  tudns  aotí  i|mal«s  del  tnieso  de  teís  pié' 
T  medio  por  ru»(ro  y  medu)  de  frente.  Lo)  ar<<09  mas  bijos 
«OD  rfe  nnco  piá»,  y  los  m«aJlos  no  i.asan  de  Ireinla  y  niií 
fe  tsU  obr»  es  de  piedra  berroquefia  de  irraiio  jrurdo.  rol.ir 
«rdCDO.  coa  pintas  blancas,  «in.nua  se  sena  'n  el  día  la 
raoier»  de  donde  se  si'-íl.  L^  sillares  no  sí  juntaron  con  ar- 
FamsMalíiini,oi»e')h=M-Ta  plomo  6  hierro  en  lo  interior 
de  esta  obra  que  reúne  la  sencilleí  con  la  eleeaneia  y  I» 
erandioíidad.  Ljs  píedraieslJn  Isn  bien  uuiíai-.nuenOBtií- 
de  entrar  entre  piedra  y  piedra  la  panli  de  nn  alBIer  En  i.> 
parte  nui  alta  hay  dt»  nicdoi ,  que  se  cree  eslarian  desüna- 
doí  á  alfunai  esUluas.  Li  obra  nuen  aÑadidi  i  la  anlJiru- 
de  ios  romanos  que  amenazaba  rnina  ú  estaba  va  caid»  poi- 
ncgria,  sehiioen  liempn  de  duna  Isabel  la  ijilAlica.  noc 
¿  encargí  i  Ff  Pedro  de  Mesa  ,  prii>r  del  monasterio  .Ir 
mra  bn  del  Parral  de  Sepotií  ,  el  euil  se  sirvifl  de  Frav 
itUB  KKobeito,  del  mumo  monaalerin  yarquileí-loescdenlr 
Pfro  dnnde  hay  dos  órdenes  de  arroi  Inda  ei  obra  romana 
"' hay  insrripci.m  que  nos  descubrí 


írq, 

«m  mas  lue  conjeturas  mis  ó  menoi  proba  bles." 


solo  serialarou  ios  demás  aíms;  y  es  cierto  que  eo 
tiempo  de  Vespasinm  no  estaba  introducida  la  cos- 
tumbre do  contar  loi  años  por  eras  :  Tuera  de  que  tu 
llnne/a  de  aquel  letrero  no  da  muestras  de  tanta  an- 
tigüedad, nj  tiene  la  elegancia  y  primor  que  enton- 
ces se  u<abo,  como  se  pudiera  mostrar  por  unaepís- 
lolft  de  A'eipasiaDO  que  pocos  años  ha  so  balld  en 
Cañete,  pueblo  que  antiguamente  se  llamó  Sabora, 
cuyas  palabras  corladas  en  una  olanclia  de  cobre  no 
me  riarecirt  poner  aqui  ni  en  lutin  porque  no  las  en- 
lenrferian  lodos ,  ni  en  romance  porque  perderían 
'bo  de  su  gracia.  En  nuestra  historia  latina  la 
hallari  quien  gustare  destas  anliguallns. 
_Llegú  el  emperador  Vespasiuno  á  edad  de  setenta 
años  :  falleció  en  Roma  de  sü  cnrermedadáTeiule  y 
cu  ilro  diasdcl  me*  d-t  junio  año  de  nuestra  salTScioii 
de  óchenla  f  «0).  Fue  dichiso  asi  bieo  en  la  muerte 

Jue  en  la  vida,  pnr  dqar  en  su  lugar  un  tal  cmpera- 
or  cfU'o  fue  Tito  su  tiijo,  ca  en  todas  las  virtudes 
Fe  iguala  d  su  padre ,  y  se  le  aventajó  muclio  en  la 
arabilidad  y  biaudura  de  condición ,  y  en  la  liberilt- 
dad  de  que  siempre  usaba ,  tanto  que  decia  no  en 
razón  que  ninguno  de  la  presencia  del  prlndpe  s¿ 
partiese  descontento.  Acordóte  cierta  nncheque  nin- 
guna merced  babia  hecho  aquel  dia: dijo átossuyos: 
amigoi,  perdido  hemos  este  dia;  y  es  asi  que  los 
príncipes  lian  de  ser  como  Dios ,  que  ni  se  cansa  de 
i_  _-j_._    ..■  jjij  pediiia  tie  hacer  á  lodos  bien. 
js  granjeA  tanto  las  voluntades  que 
\  comunmente  le  llamaban  regalo  y  deluiíe  del  género 


{0% 


DiBLIOreCA    DB    GASPiR    T   ROIG. 


humano.  Cortóle  la  muerte  los  pasos  muy  fuera  de 
sazón,  ca  no  pasabaíde cuarenta  y  dos  años  ( 1 ).  Tuvo 
el  imperio  solo  dos  años,  dos  meses  y  veinte  días. 
Falleció  á  trece  del  mes  de  setiembre  ano  de  Cristo 
de  ochenta  y  dos  (82). 

No  se  averigua  que  haya  noreste  tiempo  sucedido 
en  España  cosa  alauna  notable  :  parece  estaba  sose- 
gada, Y  con  la  paz  reparaba  y  recompensaba  los  da- 
ño^ del  tiempo  pasado.  Tenia  tres  gobernadores,  co- 
mo se  dijo'4irriba ,  el  de  la  Bélica ,  el  de  la  Lusitaniu 
y  el  de  la  España  Tarraconense :  todos  se  llamaban 
pretores ,  que  ya  se  había  tornado  á  usar  este  nom- 
ore.  En  la  Botica  se  cootaban  ocho  colonias  romanas, 
y  otros  tantos  municipios,  qiie  eran  menos  privile- 
giados que  las  colonias  á  la  manera  que  entre  nosotros 
las  villas  respecto  de  las  ciudades.  Las  audiencias  para 
ios  pleitos  eran  cuatro,  la  de  Cádiz ,  la  de  Sevilla,  Ja 
de  Ecija  y  la  de  Córdova.  La  Lusitania  tenia  cinco 
colonias ,  y  un  municipio  que  era  Lisboa ,  llamado 
por  otro  nombre  Felicitas  Julia  :  tres  audiencias,  la 
de  Mérida ,  la  de  Badajoz ,  la  de  San  taren  que  entou* 
ees  se  llamaba  Scalabis.  La  España  Citerior  ó  Tarra- 
conense tenia  catorce  colonias ,  y  aun  algunas  seña- 
lan mas  ;  trece  municipios,  siete  audiencias,  es  á 
saber  la  de  Cartagena,  la  de  Tarragona ,  la  de  Zara- 
goza ,  la  de  Clunia  que  es  Coruña,  la  de  Astorga,  la 
de  Lugo ,  la  de  Braga^  Acostumbraban  asimismo  loa 
pretores ,  acabado  el  tiempo  de  su  gobierno,  entre- 
tanto que  aguardaban  el  sucesor,  á  llamarse  legados, 
ó  tenientes,  y  no  proprctores  como  se  usaba  antigua- 
mente. 

Echóse  de  ver  y  campeó  mas  la  bondad  del  empera- 
dor Tito  con  el  sucesor  que  tuvo  y  sus  desórdenes, 
que  fue  su  hermano  Domiciano ,  persona  desorde- 
nada y  que  degeneró  mucho  de  sus  antepasados  y 
fue  mas  semejable  á  los  Nerones  que  á  los  Flavios. 
Sus  Vicios  y  torpezas  fueron  de  todas  suertes :  su  lo- 
cura tan  grande,  que  lo  que  ninguno  de  sus  prede- 
cesores hiciera ,  mandó  que  á  su  mujer  diesen  nom  - 
bre  de  Augusta ,  y  á  él  mismo  de  Señor  y  de^Dios. 
Publicó  un  edicto ,  por  el  cual  desterró  de  Roma  y  de 
toda  Italia  á  todos  los  filósofos  como  lodiceSuctonio. 
Yo  por  filósofos  entiendo  los  que  abrazaban  la  filoso- 
fía cristiana ,  por  señalarse  en  costumbres  y  bondad 
á  la  manera  que  los  filósofos  se  aventajaban  en  esto  ¿  los 
d^más  del  pueblo ;  por  lo  menos  es  cosa  averiguada 
que  Domiciano  persiguió  á  los  cristianos  de  muchas 
maneras.  A  San  Juan  Evangelista  envió  desterrado  A 
la  isla  de  Pathmos.  Dio  la  muerte  á  Marco  Acilio  Gla- 
brion  cuatro  años  después  que  fuera  cónsul.  Asimis- 
mo quitóla  vida  por  la  misma  causa  áFIavio  Clemente 
persona  otrosí  consular,  y-ásu  mujer  FlaviaDomicila 
envió  desterrada  á  la  isla  de  Ronza  sin  respeto  del 
deudo  que  tenia  con  entrambos.  Deste  destierro  fue 
edelante  esta  señora  traída  á  Terracína ,  y  por  man- 
dado del  emperador  Trajano  dentro  de  su  aposentóla 
quemaron  con  todas  las  criadas  que  \h  hacían  com- 
pañía. 

Esta  carnicería  que  hacia  Domiciano  de  cristianos, 
se  entiende  le  aceleró  la  muerte^  que  pronosticaron 
muchos  rayos  que  cayeron  por  espacio  de  ocho  meses 
continuos.  Su  codicia  al  tanto  le  hizo  muv  odioso, 
porque  luego  seapoderó  de  las  riquezas  de  ios  márti- 
res. Algunos  para  ganalle  la  voluntad  acusaron  al  ma- 
yordomo de  Domicila  por  nombre  Estefano  de  tener 
encubierta  y  usurpada  la  hacienda  de  su  señora.  Fue 
avisado  del  peligro,  acudió  al  remedio  con  ponerse  á 
otra  mayor ;  y  fue  que  se  conjuró  con  ciertas  personas 
de  dar  la  muerte  al  que  se  la  tramaba,  como  lo  puso 

(i )  Hay  de  Vespasiano  una  medalla qne  Eapaña  mandaría 
acuñar  en  Roma.  En  el  anverso  tiene  una  ñgura  de  un  hom- 
bre coa  dos  espigas  en  la  mano  derecha ,  y  en  la  siniestra  un 
escudo f  una  lanza  que  representa  á  la  nación  española ,  y 
en  el  reverso  la  iascripcion  ordinaria  de  Vespasiano  y  de 
H¡«pnnia. 


por  obra  dentro  do  su  mismo  palacio  á  18  de  setiem- 
ore  año  do  nuestra  salvación  de  07.  Era  á  la  sazón 
Domiciano  de  cuarenta  y  cinco  años :  tuvo  el  imperio 
quince  años  v  cinco  meses.  Su  muerte  dio  mucha 
pena  ú  los  soldados,  porque  para  asegurarse  les  daba 
y  permitía  cuanto  querían  :  á  todos  los  demás  fue 
tan  sgradable ,  que  entre  los  denuestos  que  le  decía 
el  pueblo ,  los  sepultureros  le  llevaron  á  sepultar  en 
unas  andas  comunes  sin  pompa  ni  honras  algunas. 

En  el  senado  que  se  juntó  luego  sabida  su  muerte, 
muchos  fueron  los  baldones  c|ue  se  dijeron  contra  él; 
y  porque  no  quedase  memoria  de  cosa  tan  mala,  y 
otros  escarmentasen  4e  seguir  sus  pisadas  mandaron 
que  en  toda  la  ciudad  borrasen  y  aerríbasen  las  ar- 
mas y  insignias  de  Domiciano  :  ejemplo  que  imitaron 
las  demás  provincias ,  como  se  da  á  entender  por  una 
letra  que  está  en  la  puente  del  río  Tamaga  cerca  de 
Chaves  pueblo  de  Galicia ,  que  antiquamente  se  llamó 
Aqus  Fiaviae ,  donde  los  nombres  de  Vespasiano  y  de 
Tito  están  enteros  y  el  de  Domiciano  picado.  Parece 
por  aquella  letra  qne  aquella  pueVite  se  hizo  en  tiem- 
po destos  tres  emperadores.  Por  lo  que  toca  á  España, 
Domiciano  publicó  un  edicto  muy  rstraordicarin: 
mandó  que  en  ella  no  se  plantasen  algunas  viñas  de 
nuevo  :  debía  pretender  que  no  se  dejase  por  esti 
causa  la  labor  ae  los  campos  y  la  sementera :  decreto 
por  veo  tura  di^no  que  en  nuestro  tiempo  se  renovase. 

Por.  estos  mismos  tiempos  Eugenio  primer  arzo- 
bispo de  Toledo  (2)  derramó  su  sangre  por  la  fe  de 
Jesu-Cristo :  su  martirio  pasódesta  manera.  San  Dio- 
nisio Areopagita ,  desde  la  Gallia  donde  predicaba  el 
Evangelio ,  envió  á  San  Eugenio ,  ccmo  se  tiene  por 
cierto,  para  que  híiiese  lo  mismo  en  España.  Obede- 
ció el  santo  discípulo  á  su  maestro :  echó  la  primera 
semilla  del  Evangelio  por  aquella  provincia  muy  an- 
cha ,  y  particularmente  en  la  ciudad  de  Toledo  hizo 
mayor  diligencia  y  fruto.  Después  ya  que  que- 
daba la  obra  bien  encaminada  con  intento  de  visitará 
su  maestro :  que  estaba  muy  adentro  de  Francia, 
partió  para  ella.  Prendiéronle- ya  aue  llegabaalfin  de 
su  viaje,  y  conocido  por  los  soldados  del  p>%fecto  Si- 
sinio,  gran  perseguidor  de  cristianos  en  aquellas 
partes ,  le  quitaron  la  vida.  Su  sagrado  cuerpo  ecba- 
yn  en  un  lago  llamado  Marcasío,  de  donde  ^n  el 
tiempo  yaque  la  Francia  era  cristiana,  Hercoldo,  hom- 
bre principal  por  divina  revelación  le  hizo  sacar  y  He** 
var  á  Diolo  que  era  una  aldea  por  allí  cerca,  y  en  ella 
edificaron  un  templo  de  su  nombre  para  mas  honrar- 
le. Desde  allí  con  ocasión  de  cierto  milagro  fue  trasla- 
dado y  puesto  en  el  famoso  templo  de  San  Dionisio, 
que  esta  á  dos  leguas  pequeñas  de  París.  Pasaron 
adelante  muchos  anos  hasta  que  en  tiempo  del  rey  de 
Castilla  don  Alonso  el  emperador,  y  por  su  interce- 
sión y  la  mucha  instancia  que  sobre  e'lo  hizo.  Ludo* 
vido  Seteno  rey  de  Francia  su  yerno  'e  dio  un  brazo 
de  San  Eugenio  para  que  se  trajese  á  Toledo.  Fué 
gran  parte  para  tono  don  Jlamqn  arzobispo  de  Toledo, 
ca  en  tiemfio  del  papa  Eugenio  Tercio  y  por  su  man- 
dado yendo  al  concilio  que  se  celebraba  en  Réms  de 
Francia ,  de  camino  en  París  tuvo  noticia  de  aquel 
cuerpo  santo,  y  acabado  el  concilio  la  dio  en  España, 
que  ae  todo  punto  estaba  puesta  en  olvido  cosa  tan 
grande. 

Esta  fue  la  primera  ocasión  de  traer  aquella  santa 
reliquia  á  Toledo.  Lo  demás  de  aquel  sagrado  cuerpo 

(2)  Aunque  Mariana  con  casi  todos  nuestros  historiadores 
dicen  gue  San  Eugenio,  enviado  por  San  Dionisio  Areopagita 
á  predicar  el  Evangelio  i  nuestra  España ,  fue  ei  primer 
obispo  de  Toledo,  no  hay  fundamentos  bastantes  para  ase- 
gurar este  hecho.  TiUemont ,  muy  al  contrario,  en  sus  Mem, 
para  servir  á  la  hist,  de  la  Igles,  Perreras  en  las  Refle- 
xiones sobre  algunas  cosas  del  siglo  primero.  Nicolás  An- 
tonio en  la  Censura  de  hisí.  fabulos,  y  el  mismo  P.  Florez 
en  au  España  Sag* ,  esponen  razones  muy  fuertes  que  ha- 
cen dudar  de  él. 


ttli^TOiUÁ  I^E  SSPAÜÁ. 


103 


á  iostiaeia  dd  ray  de  Espaoa-  don  Felipe  oí  Segundo 
di4  8tt  cuñado  Cirios  Nono  rey  de  Francia  para  que 
asimismo  se  trajese  ala  dicha  ciudad,  donde  entró 
con  grande  aparato  y  magostad  el  año  de  1565 ,  y  en 
Ja  igíesla  metropolitana  fue  puesto  en  propia  capilla 
debajo  del  altar  mayor.  No  falta  auien  sospeche  que 
un  cierto  Filipo  enviado  por  San  Clemeote  por  obispo 
en  España ,  ó  un  Marcello  que  San  Dionisio  en  Fran- 
cia le  dio  por  compañeros «  como  se  ve  en  la  vida  de 
Sau  Clemente  escrita  por  Michael  Sincello,  fue  el  que 
nosotros  llamamos  Eugenio ;  y  que  este  nombre  de 
Eugenio,  que  es  lo  mismo  que  bien  nacido,  le  dieron 

Íior  la  nobleza  de  su  linaje ,  y  el  otro  cualquiera  gue 
líese  de  las  dos,  era  su  nombre  propio  que  recibió 
de  sus  padres.  Muévense  á  sospecíiar  esto  por  no  ha- 
llarse mención  de  San  Eugenio  en  algún  autor  grave 
y  antiguo,  y  asimismo  porque  no  hay  alguna  otra  me* 
moría  de  los  sobredichos  Filipo  y  Marcello.  Pero  estas 
conjeturas  ni  son  bastantes  del  todo .  ni  del  todo  se 
deben  menospreciar :  podrá  cada  cual  sentir  como  le 
agradare.  Cosa  mas  cierta  es  que  en  tiempo  d^ste  em* 
peredor  florecieron  en  Roma  tres  poetas  españoles 
muy  conocidos  por  sus  versos  agudos  y  elegantes :  el 
primero  fue  Marco  Valerio  Marcial  ( 1 )  vecino  de  Bil- 
oili ,  pueblo  situado  cerca  de  donde  hoy  está  Cialata- 
yud ;  el  segundo  Calo  Ganio  natural  de  Cádiz ,  el  poS'<- 
rero  Deciano  nacido  en  Marida  ia  Grande. 

CAPITULO  V. 

De  ios  emperadores  Nerva,  Trajino  y  Adriano. 

Por  muerte  de  Domiciano  el  senado  nombró  por 
emperador  á  Caio  Nerva,  viejo  de  grande  autoridad; 
pero  ocasionado  á  que  por  el  mismo  caso  le  menos* 
preciasen.  Conoció  este  peligro  y  en  paite  le  esperí-- 
meutó.  Acordó  para  asegurarse  de  adoptar  por  hijo  y 
nombrar  por  compañero  suyo  y  sucesor  á  Mr.  Ülpio 
Trajano  nombre  principal,  y  muy  esclarecido  en 
guerra  y  en  paz :  era  eapañol ,  natural  de  Itálica ,  ciu- 
dad puesta  muy  cerca  de  Sevilla.  Dio  asimismo  por 
ningunos  los  decretos  y  edictos  de  Domiciano:  con 
que  muchos  vplvieron  del  destierro,  y  en  particular 
San  Juan  Evangelista  de  la  isla  de  Pathmos  á  su  igle- 
sia de  Epheso.  Algunas  otras  cosas  se  ordenaron  á 
propósito  de  concertar  la  república  y  reparar  los  da- 
nos pasados. 


sus  subditos  sin  reprehensión !  que  el  desorden  de  los 
prÍQcipesno  solo  acarrea  daño  para  ellos  mismos  sino 
también  infamia  para  sus  maestros,  á  los  cuales  fue 
á  veces  perjudicial  lu  soltura  de  sus  iuóbedieutes  dis- 
cípulos :  que  con  amoDcslaciou  pfeteudia  acudir  á 
todo,  porque  si  siguiese  su  consejo,  alcanzarla  Jo  que 
deseaba:  donde  no,  protestaba  delante  de  todo  el 
mundo  que  no  tenia  parte  en  sus  desórdenes,  si  al- 
gunos hiciese. 

Dos  puentes  levantó  Trajano  de  obra  n\aravillosa, 
la  una  en  Alemana  sobre  el  Danubio,  rio  el  mas  cau- 
daloso de  toda  Europa,  la  otra  en  aquella  parte  de  Es- 
Saña  que  llamamos  Estremadura,  y  se  llama  la  puente 
e  Alcántara  (3)  pueata  sobre  el  rio  Tajo,  y  parece  por 
un  letrero  antiguo  que  allí  está ,  que  se  hizo  reparti- 
miento para  el  gasto  entre  muchos  pueblos  de  aquellp 
comarca.  Es  asta  obra  una  de  las  priocipalaf  anti- 
guallas de  España.  En  el  Andalucía  en  un  pueblo  lla- 
mado Azagua  de  la  orden  de  Santiago  hay  dos  piedras 
ej|  aquel  Alcázar ,  basas  que  fueron  de  dos  estatuas 
puestas  en  memoria  deMatidia  y  de  Marcia  hermanas 
de  Trajano ,  como  se  entiende  pur  sus  letras.  Por  este 
mismo  tiempo  los  soldados  de  la  séptima  legión  que 
se  llamaba  Gemina,  desamparada  |a  ciudad  de  Su- 
.blancia  por  estar  pueatfa  en  un  ribazo  en  las  Asturias, 
^  dos  leguas  mas  abajo  fundaron  un  pueblo  que  d^  los 
fundadores  se  llame  Legio  (4)  y  hoy  eiS  ja  ciudad  de 
León,  de  poca  vecindad,  pero  muy  antigua,  y  que  eo 
un  tiempo  fue  asiento  de  Jos  reyes  de  León  9  cuando 
después  de  la  destrucción  de  España  las  cosas  de  los 
cristianos  comenzaron  á  levantar  cabeza. 

Gobernó  Trajano  la  república  por  espacio  de  diez  y 
nueve  años  y  medio.  Levantó  (;ontra  Jos  cristianos  el 
año  terqero  de  su  imperio  una  persecución  la  mas 
bravaque  se  pudiera  peqsar,  tanto  masque  todos  le  te- 
nían por  principe  templado  y  prudente  en  lo  que  ha- 
cia. Aplacóse  algún  tanto  cinco  años  adelante  á  causa 
que  Punió  el  mas  mozo  procónsul  á  la  sazón  de  Biihy- 
nia  le  avisó  por  una  carta  suya  que  la  superstición 
cristiana  (asi  Ja  llamaba)  se  debía  reprimir  mes  con 
maña  que  con  fuerza ,  por  estar  derramada  no  soJo 
por  las  ciudades ,  sino  también  por  Jas  aldeas .  y  no 
probarse  á  los  cristianos  delito  alguno ,  fuera  ae  cier- 


muerte 

cargó  del  imperio  por  eí  mes  de  febrero  del  año  de 
nuestra  salvación  de  noventa  y  nueve  (99).  Igualaron 
sus  muchas  virtudes  á  la  esperanza  que  dól  se  tenia. 
Ayudó  á  su  buen  natural  la  escelencia  del  maestro, 
que  el  gran  filósofo  Plutarchó  (2),  cuya  anda  una  epis- 
tola  escrita  al  mismo  Trajano  al  principio  da  su  impe- 
rio no  menos  elegante  que  g^rave  en  sentencias.  La 
suma  es  avisarle  como  se  debía  gobernar ,  oue  si  en- 
derezase sus  acciones  conforme  á  la  regla  ae  virtud, 
y  enfrenasen  sus  antojos,  fácilmente  gobernaría  á 

( i)  Era  natural  de  Bilbilis,  cerca  de  Calatayad  en  Aragón: 
fue  á  Roma  muy  joven  y  por  su  talento  se  granjeó  la  esU- 
macion  de  los  literatos  y  el  favor  da  los  emperadores,  lle- 
gando Domiciano  á  hacerle  tribuno.  Tal  vex  agradecido,  can- 
tó sos  alábanlas  mientras  vivió ;  pero  despoes  de  su  muerte 
le  trató  como  on  monstruo.  Trajano  hizo,  acaso  por  esto, 
poca  estimación  de  él ,  y  entonces  retirado  de  la  corte ,  mu- 
rió á  fines  del  siglo  primero  de  la  era  cristiana  ó  principios 
del  segundo-  Es  célebre  de  este  poeta  una  colección  de  epi- 
gramas, género  á  que  tenia  natural  inclinación,  y  <;ue  tan 
bien  .manejaba  para  las  alabanzas  como  para  la  sátira.  De 
ellos,  decia  él  mismo:  Sunt  bona,  sunt  qwgdam  medio- 
cria  ,  sutit  mala  filura.  Se  dice  que  escribió  otras  obras, 
que  no  han  llegado  hasta  nosotros, 

(2)  Como  ningún  escritor  antiguo  dice  que  Plutarchó  haya 
sido  maestro  de  Trajano  y  la  carta  que  se  supone  haberle 
escrito  no  se  halla  entre  sus  obras  ni  se  baca  mención  de  ella 
huta  el  siglo  doce,  se  debe  dadar  da  este  beebo* 

TOMO  U 


(3)  Es  una  de  las  obras  mas  magnificas  que  nos  han  que- 
dado de  los  romanos.  Tiene  de  largo  seiscientos  setenta  pies, 
Imperó  Nerva  solos  diez  y  seis  meses,  y  por  su    Y  ^  ancho,  comprendidos  los  parapetos,  veinte  y  ocho,  en 

aerte  Marco  Ulpio  Trajano  su  hijo  adoptivo  se  en-    ^^y^  «f.P*^»^  ^^^  hay  seis  arcos:  los  dos  4e  en  medio  son 
,  j.  . .*^ ?  ,    /l        '^ji    *_  ji_     maravillosos .  Dues  cada  uno  de  el  os  tipne  de  ancho  riAntn 


maravillosos ,  pues  cada  une  de  ellos  tiene  de  ancho  ciento 
y  veinte  piescastellanos ,  y  las  pilastras  donde  estriban  trein- 
ta de  circunferencia.  La  altura  es  de  do«;iento8  cuatro  pies 
y  medio :  desde  el  fondo  del  rio  hasta  ia  superficie  del  agua 
treinta  y  siete ,  hasU  los  arcos  ochenta  y  seis,  hasta  el  piso 
setenta  y  siete ,  y  ios  parapetos  cuatro  y  medio.  Hay  en  me 
dio  del  puente  un  arco  de  once  pies  de  ancho:  de  alto  sobre 
el  piso  cuarenta  y  siete,  7  en  él  se  levanta  una  torrecilla  con 
dos  inscripciones ;  y  por  la  primera  se  ve  que  el  puente  se 
a^abó  de  construir  en  ei  quinto  consulado  de  Trajano  v  el 
ano  nueve  de  su  potestad  tribunicia ,  es  decir  á  ios  106  de 
la  era  cristiana :  En  la  segunda  están  puestos  los  nombres  de 
las  ciudades  que  contribuyeron  para  su  construcción.  En  un 
estremo  del  puente  hay  un  pequeBo  templo  cuadrilongo  cu- 
yos muros  laterales  y  el  trasero  son  de  un  sqlo  peñasco :  tie- 
ne veinte  pies  de  largo  v  diez  de  ancho.  En  la  piedra  tras- 
versal del  frente  se  ven  dos  inscripciones  por  las  cuales  consta 
que  estaba  dedicado  á  todos  los  dioses  de  Roma  y  á  Triíjano: 
hoy  lo  está  á  San  Julián. 

Este  ma^ifico  puente,  que  desafiara  tantos  ríglosy  resis- 
tiera á  las  invasiones  de  ios  bárbaros,  habia  sido  destruido 
por  los  ingleses  en  mayo  de  1809  para  cortar  el  paso  á  ios 
ejércitos  franceses  que  les  perseguian.  Afortunadamente  en 
nuestros  días  un  ex-jesuita,  aunque  su  reconstrucción  se 
creía  difícil  y  costosa ,  sino  imposible ,  lo  há  logrado  con  muy 
escasos  medios. 

CÁ)  La  ciudad  de  León  estaba  ya  desde  mucho  antes  fun- 
dada ,  y  la  legión  séptima  Gemina  felix  se  hallaba  en  eiüi 
desde  el  a&o  setenta  y  nueve  de  la  era  cristiana  en  tiempo  de 
Yeipasiano.  como  se  vé  por  una  inscripción  hallada  en  ei 

puente  de  Chaves. 

5** 


m 

i  04  BlfeLIOtKCA  5B 

tas  juntas  qud  hadan  antes  del  día  para  cantar  him- 
nos en  alabanza  de  Cristo.  Respondió  Trajano  que  no 
ne  hiciese  pesquisa  coQtra  los  cristianos ,  pero  que  si 
fuesen  denunciados ,  los  castigasen.  Murieron  en  esta 
persooucion  cristianos  sin  número  y  sin  cuento.  Ni 
aun  Espafiu  quedó  libre  y  limpia  desta  sangre :  entre 
los  demás  fue  martirizado  Maocio  primer  obispo  de 
Ebora,  italiano  de  nación  y  nacido  en  la  via  Emilia, 
como  alffunos  sienten,  hasta  decir  que  fue  uno  de  los 
setenta  discípulos  de  Cristo.  Su  cuerpo  al  tiempo  que 
los  moros  se  apoderaron  de  España ,  de  Ebora  donde 
padeció,  fue  llevado  á  diversas  partes, y  últimamente 
reparó  en  las  Asturias.  Tiene  un  rico  minislerio  con 
su  advocación  á  una  legua  de  Medina  de  Rioseco  en 
un  lugar  llamado  por  esta  causa  Villanueva  de  San 
Mdncio.  Padecieron  asimismo  Macario  Justo  y  RuGno, 
no  en  Roma  como  algunos  dicen ,  sino  en  Sevilla,  co- 
mo Dextro  lo  testiGca :  ciudad  que  antiguamente  se 
llamó  también  Rómula,  como  se  halla  en  algunas  pie- 
dras que  allí  se  conservan,  y  debió  ser  la  ocasión  deste 
tropiezo. 

Falleció  Trajano  en  Cilicia  en  una  ciudad  llamada 
entonces  Selinunte,  y  adelaute  Traianópolié ,  que  es 
lo  mismo  que  ciudad  de  Trajano  en  sazón  que  volvía 
de  la  guerra  de  los  darlhos  á  Roma ,  en  que  sin  era* 
bargo  de  su  muerte  metieron  sus  cenizas  en  un  so- 
lemne triuüfo  que  le  concedieron  por  dejar  vencidos 
y  allanados  á  los  enemigos  :  cosa  que  no  se  otorgó  á 
otro  ninguno  antes  ni  adelante,  que  después  Je  muerto 
triunfase.  Tuvo  con  este  emperador  gran  cabida  Ce- 
lio Taciauo  procurador  del  Fisco.  Este  se  díó  tan  bue- 
na maña,  que  fue  buena  parte  para  que  Trajano  se- 
ñalase por  sucesor  á  Elio  Adriano ,  cuyo  ayo  era  tam- 
bién Taciauo;  pero  mas  hizo  al  caso  para  esto  el  amor 
que  la  emperatriz  le  tenia ,  y  sobre  todo  que  estaba 
casado  con  Sabina  hija  de  hermana  del  mismo  Trajano 
y  aun  también  era  deudo  suyo,  y  natural  de  Itálica 
patria  del  mismo  Trajano.  Elio  bparciano  le  hace  na- 
tural de  Roma  ,  y  dice  que  su  padre  tuvo  el  mismo 
nombre  que  él ,  y  su  madre  fue  Domicia  Paulina  ma- 
trona principal  nacida  en  Cádiz.  Sus  virtudes  y  pren- 
das muy  aventajadas,  y  el  conocimiento  que  tenia  de 
muchas  cosas,  le  ayudaron  mas  que  otra  cosa  nin* 

guna. 

Luego  que  se  encargó  del  imperio,  con  intento  de 
visitar  todas  las  provincias  partió  de  Roma  y  por  Ale- 
maña  pasó  á  Inglaterra:  de  allí  revolvió  hacia  España, 
después  á  África  y  al  Oriente.  Siempre  con  la  cabeza 
descubierta  y  las  mas  veces  á  píe.  En  e^ste  largo  viaje 
se  dice  que  en  Tarragona  corrió  gran  peligro  de  la 
vida  á  causa  que  cierto  esclavo ,  estando  descuidado, 
arremetió  á  él  con  la  espada  desnuda:  enteddióse  qué 
estaba  fuera  de  sí ,  y  sin  otro  castigo  le  entregó  á  los 
médicos  para  que  cuidasen  de  él.  Dividió  á  España, 
como  lo  testifica  Sexto  Aurelio  Víctor,  en  seis  provin- 
cias, la  Bética,  la  Lusitania,  la  Cartaginense,  la  Tar- 
raconense, la  Galicia  y  la  Mauritania  Tingítana.  Y 
aegun  se  entiende  por  algunos  letreros  deste  tiempo, 
y  algunas  leyes  del  Código  de  Justininno ,  los  gober- 
nadores de  la  Bética  y  de  la  Lusitania  á  esta  sazón 
tenían  nombre  de  legados  consulares ,  y  de  presiden- 
tes los  que  tenian cargo  délas  otras  cuatro  provincias. 

No  tuvo  este  emperador  sucesión :  por  esta  causa 
adoptó  por  hijo  y  nombró  por  emperador  después  de 
su  muerte  á  Ceionio  Commodo  Vero,  que  imperó 
adelante  juuto  con  Marco  Antonio  el  Filósíofo.  Dióle 
)uego  nombre  de  César  con  retención  para  sí  del  de 
Augusto.  Deste  principio  se  tomó  la  costumbre  que 
se  guardó  adelante ,  que  los  hijos  ó  sucesores  de  ios 
emoerudores  antes  de  heredar  se  llamasen  Césares. 
A  instancia  de  los  judíos  revocó  la  ley  de  Vespasiano 
en  que  les  vedaba  el  poblar  la  ciudad  de  Jerusalém, 
mandó  que  se  llamase  Elíu.  Con  esta  ocasión  y  alas 
que  les  üíó,  y  principalmente  por  quitarles  la  circun 
cisión»  y  por  un  templo  de  Júpiter  que  hizo  edificar 


6k»k%  t  EOld. 

junto  á  la  ciudad ,  tomaron  dé  nttevo  las  irtnu  y  i« 
rebelaron ;  pero  en  breve  fueron  sujetados  y  pereció 

gran  número  dellos  en  Bethera  ó  Bethoron,  en  que  se 
icieron  fuertes  con  su  caudillo ,  que  llamaron  ade- 
lante avisados  por  su  daño  Baroosban ,  que  es  Canto 
como  hijo  de  mentira,  ca  los  sacódejuido  con  de- 
cir que  el  era  el  Mesías  prometido ,  como  le  teslificaa 
los  libros  de  los  Hebéos. 

Ordenó  otrosí  el  onceno  año  de  su  imperio  que 
ninguno  fuese  castigado  por  ser  cristiano,  li  noleave- 
riguaban  algún  otro  delito.  Tomó  este  acuerdo  mo- 
vido por  las  apologías  que  en  favor  de  los  cristíaooe 
le  presentaron  en  Atenas  Arístides  y  Quadrato  per* 
sonasde  gran  nombre.  Asimismo  Sereno  Granio,  pro- 
cónsul de  Asia  le  escribió  una  carta  en  el  mismo  pro- 
posito. Por  todo  locual  se  aficionó  tantoá  loecrístiaDos. 
que  traló  de  poner  á  Cristo  en  el  número  de  los  dio- 
ses, y  en  las  ciudades  hizo  edíOcar  tempios  sin  imá- 
genes, es  á  saber  4e  las  que  los  gentiles  usaban. 

Demás  desto  por  entender  que  el  imperio  romano 
era  tan  grande  que  con  su  mismo  peso  seiba  á  tierra, 
determinó  ponerle  aleñados.  Hizo  para  esto  derribar 
la  puente  que  Trajano  levantó  sobre  el  Danubio,  y  á  la 
parte  de  Oriente  quiso  que  el  rio  Eufrates  fuese  el 

Sostrer  lindero  del  imperio  hasta  desamparar  lo  que 
e  la  otra  parte  de  aquel  rio  tenian  conquistado. 
Grande  fue  la  gloria  que  ganó  por  todas  estas  co- 
sas: tuvo  falta  de  salud,  tanto  que  en  Baias  por  huir 
de  las  manos  de  los  médicos  con  no  comer  se  mató. 
Gobernó  el  imperio  veinte  y  un  años  (i).  Hizo  dos 
cosas  muy  feas,  la  primera  que  quitó  los  cargos  y  re- 
dujo á  vida  particular  á  su  ayo  Taciano,  sin  embargo 
de  lo  mucho  que  le  había  servido ,  y  no  contento  con 
esto ,  después  le  hizo  morir:  para  aviso  de  cuan  pres- 
to el  favor  de  los  principes  se  muda  y  se  trueca,  j  á 
las  veces  grandes  servicios  se  pagan  con  estrema  in- 
gratitud. Fue  Taciano  español  v  natural  de  Itálica,  pa- 
tria destos  dos  emperadores,  ¿a  otra  fue  peor;  ei  á 
saber  que  por  el  contrario  le  cayó  tan  en  gracia  An* 
tinoo  mozo  con  quien  usaba  torpemente,  que  déla 
suciedad  del  retrete  lo  sacó  y  puso  en  el  número  de 
los  dioses;  ca  le  edificó  templo  y  una  ciudad  en  Egip- 
to de  su  nombre  para  eterna  memoria  de  sn  desho- 
nestidad y  soltura:  mancha  muy  fea  de  las  virtudes 
que  tuvo. 

En  este  tiempo  Basílides  en  Egipto  y  Saturnino  en 
la  Suria  despertaron  la  secta  de  ios  gnósticos ,  que 
confundía  las  personas  divinas  y  Fujetaba  el  libre  al- 
bedrlo  y  sus  acciones  á  la  fuerza  del  hado  y  de  las  es- 
trellas, ademas  que  decían  que  la  justicia  cristiana 
depende  solamente  de  la  fé.  Un  discípulo  de  Basílides 
llamado  Marco  vino  á  España,  y  en  ella  sembró  esta 
mala  semilla.  Allegáronsele  entre  otros  una  cierta 
mujer  llamada  Ágape ,  y  un  retórico  por  nombre  Del- 
pidió.  Destas  cenizas  y  rescoldo  Prisciliano  los  años 

(1)  De  este  emperador  teaemos  muchos  moa  amentos  pn- 
blicos  en  España :  coasta  por  varias  iosrripciones  que  resta- 
bleció el  camioo  dr  Certima ,  ciudad  que  estaba  eo  el  reino 
de  Toledo  cerca  de  las  fuentes  del  Júcar  y  hoy  se  llama  Cor- 
tama;  el  de  Mérida  hasta  Caparra  situada  dcode  hoy  estáolas 
ventas  de  Caparra  en  Eatremadura.  El  de  Braga  á  Astorea 
pasando  por  Acude  Flavia  ó  Chaves ,  y  uoa  medalla  de 
Roma  le  da  el  nombre  de  Hércules  Gaditano. 

Hay  de  él  varias  monedas  de  oro ,  plata  y  oobre  acuñadas 
en  Roma  coa  orden  y  á  costa  de  la  Espiua ,  para  demostrar 
le  cuánto  se  complacía  en  sus  humildes  espediciones.  fin  el 
anverso  está  la  cabeza  del  emperador  con  la  inscripción  or- 
dinaria ,  y  en  el  reverso  de  algunas  hay  una  mi^er  con  un 
r»rao  de  oliva  en  la  derecha ,  un  congo  á  loa  pies ,  y  la  pa- 
labra Hitpania, 

La  república  de  Aratispi ,  ciudad  qua  estuvo  situada  en  lo 
que  hov  se  llama  Cauche  el  Viejo,  á  ocho  millude  Aateque- 
ra ,  le  dedicaron  un  monumento. 

También  ensanché  y  adornó  la  ciudad  de  Cívilita  que  es- 
taba situada  en  la  Lusitania,  y  le  dio  el  titulo  de  Municipio 
con  los  prívilegioa  da  ciudad  romana,  dándole  el  nombre  de 
Elio  Adhtoeo  Aufvto* 


llgTOAU  01  MPAÜA* 


10 


•cl«laitt6  ecceodió  un  grande  fuego ,  como  le  tornará 
á  decir  on  su  tiempo  y  lugar. 

CAPITULO  VI. 
De  los  tres  emperadores  Antonlnos. 

Falleció  Cómmodo  Vero  poco  después  que  fue  adop- 
tado y  nombrado  por  César.  Tenía  poca  salud ,  y  no 
parece  hizo  cosa  alguna  memorable.  Entró  en  su  lu- 
gar y  cargo  Tito  Elío  Antonjno^  y  así  después  de  la 
muerte  de  Adriano  sin  contradicción  sucedió  en  el 
imperio  el  año  de  Cristo  de  ciento  y  treinta  y  nueve 
(139).  En  veinte  y  dos  años  y  siete  meses  qué  impe- 
ró, mantuvo  todas  sus  provincias  en  tanta  paz ,  que 
fue  tem*do  por  muy  semejante  ó  Numa ,  entre  los  re- 
yes de  Roma  amicísimo  de  la  paz.  Todos  holgaban 
cié  obedecer  á  príncipe  tan  bueno ,  y  él  no  se  descui- 
daba en  granjear  á  todos  con  buenas  obras.  En  lo 
que  mas  se  señaló,  fue  en  la  clemencia  y  mansedum- 
bre :  virtudes  que  le  dieron  renombre  de  Pío  y  de  Pa* 
dre  de  la  patria.  No  persiguió  á  los  cristianos,  como 
lo  hicieron  los  emperadores  pasados.  Quitó  y  refor- 
mó los  salarios  públicos  á  los  que  no  servían  sus  oG- 
cíos,  como  á  g^ntc  que  era  carga  pesada  de  la  repú- 
blica y  de  ningún  provecho.  Suya  fue  aquella  sentencia 
dicha  antes  por  Scipion.  «  Mas  quiero  salvar  un  ciu- 
dadano que  matar  cien  enpmigos. »  No  se  sabo  cosa 
alguna  que  hiciese  en  España ;  su  nombre  empero  se 
halla  en  algunos  letreros  romanos  de  aquel  tiempo  (i) 

2ue  no  se  ponen  aqui.  Murió  Antonino  Pío  cerca 
e  Roma  de  su  enfermedad ,  el  año  ciento  y  sesenta  y 
dos  (162^.  Dejó  por  sucesores  suyos  ¿  su  yerno  Mar- 
co Aureho  Antonino  por  sobrenombre  el  Filósofo,  y 
Antonino  Vero ,  hijo  del  otro  Cómmodo  Vero  que 
adoptó  Adriano. 

Fue  esta  la  primera  vez  que  se  vieron  en  Roma 
dos  emperadores  con  igual  poder  y  mando.  Falle- 
ció Vero  nueve  años  adelanta  de  su  enfermedad.  Se- 
ñalóse en  que  renovó  la  persecución  de  los  cristia- 
nos. Sosegó  en  Orioote  los  moví  mientes  que  los  persas 
habían  levantado.  Fue  el  primero .  según  se  entien- 
de,  que  dió  á  los  gobernadores  oe  las  provincias  tí- 
tulo de  condes.  Por  su  muerte  quedó  Marco  Aure- 
lio Antonino  con  todo  el  cuidado  del  imperio,  príncipe 
aventajado  en  bondad  y  virtudes :  de  sus  estudios  y 
doctrina  el  nombre  de  filósofo  dá  bastante  testimo- 
nio. Hizo  en  persona  guerra  á  ios  marcomanos,  gente 
septentrional,  que  hoy  son  los  mora  vos.  Padecía 
grande  falta  de  agua  al  tiempo  de  encontrarse  con 
los  enemigos,  y  la  gente  toda  para  perecer  de  sed. 
Iban  en  su  compañía  muchos  cristianos  alistados  en 
la  duodécima  legión ,  por  cuyas  oraciones  cayó  tanta 
agua  oue  se  remedió  la  necesidad :  la  tempestad  y 
torbellino  fue  tal  que  con  los  rayos  y  relámpagos  que 
daban  de  caréalos  enemigos,  quedó  la  victoria  por 
los  romanos.  Muchos  hacen  mención  deste  suceso 
tan  notable.  Julio  Capitolino  dice  oue  por  las  oracio- 
nes del  emperador  se  aplacaron  los  dioses  y  cayó  la 
lluvia.  A  nuestros  escritores ,  muchos  y  muy  anti- 
guos, que  refieren  la  cosa  como  está  dicho,  favorece 
Dion  V  ana  carta  del  emperador  quo  anda  en  griego 
y  en  latín  sobre  el  caso ,  además  del  nombre  de  Ful- 
minatrix  que  se  dió  á  aquella  legión ,  v  quiere  decir 
echadora  de  rayos :  cuyo  rastro  del  sobredicho  nom- 
bre queda  en  Tarragona  en  un  huerto  de  Juan  de 
Meiffosa.  donde  hay  un  epitafio  con  estas  palabras 
vueltas,  del  latin  en  romance : 

•  A  LOS  DIOSES  DB  LOS  DEFUIfTOS. 

A ICLIO  SEGUNDO  QUE  VIVIÓ  TREINTA  T  NUEVE  AKOS  DOS 

MESES  T  MÜZ  DÍAS  lULlO  lOSCHO  DE  LA  DL'ODECIHA 

LEGIÓN  LANZADORA  DE  RATOS  A  SU  LIBEHTO 

BUENO  T  LEAL  LO  HIZO. 

(I )  Por  aignnai  inscripciones  consta  que  en  larra sa ,  vi- 
lla fkmosa  de  Cataluña .  se  le  erigió  ona  estatua  y  otra  en 


Fuera  desa  inscripción  que  es  harto  notable .  hay 
en  Barcelona  en  las  casas  de  los  requesens  delante 
la  iglesia  de  los  Santos  Justo  y  Pastor  un  testamento 
deste  tiempo  cortado  en  muchas  piedras ,  la  mas  se- 
ñalada antigualla  que  deste  género  se  conserva  en 
España.  Por  él  se  entiende  que  la  usura  centísima 
de  tiempo  de  ios  romanos  era  cuando  se  acudía  cada 
un  año  al  acreedor  con  ía  octava  parte  del  principal, 
que  es  lo  mismo  que  á  razón  de  doce  por  ciento  :  de 
manera  que  en  espacio  de  cien  meses  se  doblaba  el 
caudal  de  donde  se  llamó  usura  centísima ,  ó  sea  por- 

2ue  ai  principio  de  cada  mes,  cuando  acostumbraban 
hacer  las  pagas ,  daban  al  logrero  la  centésima  par- 
te del  dinero  que  prestó.  Las  palabras  del  testamento 
DO  pongo  aquí  por  ser  largo ;  la  suma  de  lo  que  con- 
tiene es :  a  Que  Lucio  Cecilio  Centurión  de  ía  legión 
nséptima  Gemina  y  dichosa ,  y  do  la  legión  décima- 
»quinta  A^ollinar,  que  sirvió  á  los  ^emperadores  Mar- 
neo  Aurelio  Antonino  y  Aurelio  Vero  v  tuvo  otros 
»diferente8  cargos,  manda  á  la  república  de  Barcelona 
nsiete  mil  y  quinientos  denarios  con  cargo  que  do 
»las  usuras  semises  (que  era  la  mitad  Je  la  centési- 
»ma),  es  á  saber  seis  por  ciento  del  dicho  dinero ,  hi- 
))ciesen  espectáculos  de  luchadores  todos  los  años  á 
»diez  dd  JUDÍO  en  que  se  gasta' eu  doscientos  y  cin- 
)>cuenta  denarios;  y  el  mismo  dia  se  diesen  doscien- 
»tos  denarios  para  aceite  á  los  luchadores.  La  cual 
)>manda  hace  delajo  de  ciertas  condiciones :  si  no  las 
»cumplieseo,  sustituye  enladicha  mandaconlasmis- 
»mas  carcas  á  la  república  de  Tarragona  para  que 
»haya  y  lleve  el  dicho  dinero.» 

Tuvo  Marco  Aurelio  Antonino  el  imperio  diez  y 
nueve  años  y  un  mes.  Falleció  á  diez  y  sie^e  de  mar- 
zo (2^  el  üFio  de  Cristo  ciento  v  ochenta  y  uno  (iSi). 
Granaefuela  famade  sus  virtudes,  y  no  menor  la  afren- 
ta de  su  casa  á  causa  de  la  mucha  soltura  de  la  em  peratriz 
Faustinasu  mujer;  la  cual  como  quier  que  ni  la  pudiese 
remediar,  ni  se  resolviese  de  apartalla  de  sí ,  pareció 
omancillar  la  magostad  del  imperio.  Por  lo  demás  su 
memoria  y  la  de  Antonino  Pió  su  suegro  fue  en  Roma 
tan  agradable,  que  el  emperador  Séptimo  Severo 
que  tuvo  el  imperio  poco  adelante ,  hizo  una  ley  en 
que  ordenó  que  todos  los  emperadores  después  del  se 
llamasen  Antoninos ,  no  de  otra  manera  que  antes  se 
llamaban  Augustos.  Verdad  es  que  Elio  Aurelio  Cóm- 
modo Antonino  luego  oue  sucedió  á  su  padre,  con  la 
torpeza  de  sus  costumbres  escureció  en  alguna  ma« 
ñera  el  lustre  de  aquel  nombre  y  alcuña.  Fue  Au- 
gusto de  título ,  al  ánimo  esclavo  y  sujeto  á  todos  los 
vicios.  Entendióse  gue  una  concubina  suya  llamada 
Marcia  le  dió  bebedizos  con  que  le  trastornó  el  seso; 
por  lo  menos  la  misma  fue  causa  de  su  muerte  por 
naber  bailado  en  cierto  memorial  su  nombre  entre  el 
de  otros  muchos  que  Cómmodo  pretendía  matar.  Co- 
municó el  ca.so  con  un  eunucho  por  nombre  Narciso: 
concertaron  los  dos  de  darle  la  muerte ,  ejecutáronlo 

f)rimero  con  yerbas  que  le  dieron  ,  y  después  poroue 
a  fuerza  de  la  ponzoña  se  tardaba ,'  le  aiiogaron.  vi- 
vió treinta  y  dos  años  solamente :  dellos  imperó  los 
doce,  y  mas  ocho  meses  y  quince  días. 

Dicese  que  tuvo  trescientas  concubinas ,  y  otros 
tantos  mozuelos  escogidos  para  sus  deshonestidades 
entre  todos  los  que  se  aventajaban  en  hermosura. 
Fue  el  primero  de  los  emperadores  romanos  que  ven- 
dió los  oficios  y  gobiernos ,  cosa  muy  perjudicial 
V  dañosa.  Julio  Capitolino  dice  que  el  tercer  abuelo 
ae  (iómmodo  se  llamó  Annio  Vero,  y  que  fue  espa- 

(2)  En  su  tiempo  y  por  los  anos  i70  ó  71  los  morca  hi- 
cieron una  irrupción  en  la  Bétíca,  cometiendo  mil  desórde- 
nes; pero  su  gobernador  Galio  Maximiano,  les  hizo  levantar 
el  sitio  de  la  ciudad  de  Singília  que  boy  es  Antequera  la 
Vieja ;  y  Tito  Vario  Clemente ,  ^oe  habla  sido  antes  procu- 
rador de  la  Lusitania ,  los  arrojó  de  España  persiguiéndolos 
hasta  las  coatas  de  Tánger.  La  Lusitania  se  alborotó  con  esta 
ocasión ;  pero  luego  fue  reducida. 


106 


BIBLIOTECA  BB  ^kSfkK  T  II0I6. 


ñol,  natural  del  municipio  Succubinato  que  estaba 
en  la  Bélica  hoy  Andalucia.  No  falta  quien  diga  que 
por  este  tiemf)o  padecieron  los  santos  mártires  Fa* 
cundo  y  Primitivo  á  la  ribera  del  Cea,  rio  que  de  los 
montes  de  Asturias  discurre  por  lo  interior  de  Casti- 
lla. Attico,  presidente  de  Gatlcio,  convidó  á  todos  los 
soldados  de  a(¡uella  provincia  para  que  se  hallasen  á 
éiertosacriflcio :  los  dos  santos  no  quisif  ron  obedecer 
á  este  mandato ,  por  lo  cual  los  borró  de  las  listas  de 
los  soldados,  y  atormentados  en  di\ersas  maneras, 
al  fin  con  una  segur  les  cortó  las  cabezas.  Honraron 
los  cristianos  sus  sagrados  cuerpos :  edificaron  en 
aquel  mismo  lugar  un  templo  de  su  nombre.  De  nlli 
cuando  los  moros  estuvieron  apoderados  de  España, 
diversas  veces  llevados  para  mayor  seguridad  á  las 
Asturias.  Finalmente ,  en  tiempo  de  don  Alonso  el 
Magno,  Y  después  por  mandado  del  rey  de  Castilla  don 
Feruando  Primera  los  volvieron  al  mismo  lugar  y  re- 
edificaron el  sagrado  templo  con  un  monasterio  de 
mongt'S  Benilos  iunto  á  él ,  que  hoy  se  llama  Saha- 
gun,  y  es  uno  de  los  priocipales  santuarios  de  España. 

CAPITULO  VIL 
De  los  emperadores  Severo  y  Caracalla. 

El  emperador  Cómmodo  fue  muerto  año  del  Señor 
deciento  y  noventay  tres  (193).  Sucedióenel  imperio 
Hülvio  Pertinaz,  nacido  de  padrelibcrtino,  que  era  tan- 
to como  de  casta  de  esclavos.  Era  muy  viejo,  deedad  de 
setenta  años.  Tuvo  el  imperio  solos  dos  meses  y  veinte  y 
ochodias.  Los  mismos  que  mataron  á  Cómmodo,  por 
ser  su  bondad  tan  conocida  dieron  orden  para  que  le 
diesen  el  sceptro,  que  los  soldados  pretorianos  le  quita- 
ron juntamente  con  la  vida  dentro  de  su  mismo  pala- 
cio. La  libertad  y  soltura  del  tiempo  pasado  hacia  que 
llevasen  mal  la  disciplina  militar,  que  Pertinaz  preten- 
día poner  en  su  punto :  que  la  reformación  de  las  eos- 
tumores  es  á  los  malos  á  par  de  muerte.  Fue  docto 
en  las  lenguas  latina  y  griega :  estudió  en  su  menor 
edad  derechos  y  tuvo  en  ellos  por  maestro  á  Sulpicio 
Apolliuar,  aquel  cuyas  periochás  ó  argumentos  an- 
dan al  principio  de  las  comedias  de  Terencio. 

Luego  que  Pertin&z  fue  muerto,  Sulpiciano  y  Didio 
Juliano  acudieron  á  los  reules  de  los  pretorianos  para 
A  fuer  de  mercaderes  comprar  el  imperio  como  si  es- 
tuviera puesto  en  almoneda.  Salió  Juliano  con  su 
pretensión  con  promesa  que  hizo  de  dar  á  cada  uno 
de  los  soldados  veinte  y  cinco  sestercios ,  que  mon- 
tan seiscientas  y  veinte  y  cinco  coronas :  suma  que 
venia  á  ser  exorbitante  y  que  en  fin  no  la  pudo  pagar; 
por  donde  desamparado  de  los  soldados  y  aborrecido 
del  pueblo,  el  sesto mes  adelante  le  dieron  la  mueste 
por  orden  y  traza  de  Septimio  Severo,  al  cual  en  pre- 
mio desta  hazaña  hicieron  emperador  las  legiones  de 
lllirico  ó  Esclavooia. 

Nació  en  Leptfs  ciudad  de  África,  por  otro  nombre 
Trípoli  de  Berbería,  que  está  asentada  de  la  otra  parte 
de  la  Sirte  menor.  Recompensóla  fiereza  de  su  natu- 
ral con  la  valentía  que  tuvo  muy  grande,  con  ({ue  hizo 
grandes  efectos;  por  donde  vulgarmente  se  dijo  que  ó 
no  debiera  nacer,  ó  no  debiera  morir.  Mostró  su  seve- 
ridad en  el  castigo  que  dio  á  los  pretorianos  que  tu- 
vieron parte  en  la  muerte  de  Pertinaz,  ca  despojados 
de  las  armas  y  de  los  vestidos  los  desterró  de  Roma  v 
de  cien  millas  alrededor.  En  muchas  perras  salía 
vencedor :  en  el  Oriente  sujetó  á  Poscenio  Nigro  que 
&e  llamaba  emperador;  y  de  camino  destruyó  la  ciu- 
dad de  Byzancío  porque  le  cerró  las  puertas.  En  Fran- 
cia venció  á  Albino  que  estaba  levantado ,  aquel  de 
quien  se  tuvo  por  cie/to  que  á  ejemplo  de  Arístides 
compuso  las  patrañas  Milesias,  libro  lleno  de  toda  des- 
honestidad y  torpeza.  Asimismo  desbarató  por  tres 
veces  á  los  partos.  Restituyó  «I  jobterao  de  Roma 
en  su  antiguo  lustre  y  mageelad. 


Revolvió  sobre  Inf^latem,  y  después  que  sosegó 
á  los  ingleses;  pare,  impedir  las  entradas  míe  hacían 
los  escoceses  sobre  ^los,  por  la  parte  que  las  riberas 
de  aquella  isla  se  estrechan  n>as  íquee;»  por  donde  Es- 
cocia parte  térmiro  con  la  logalaterra;  acordó  tirar 
un  valladar  ó  albarradada  de  mar  á  mar.  Atájatela 
muerte  los  pasos,  que  le  tomó  en  aquello  Isla  en  la 
ciudad  de  Eboraco.  Tuvo  el  imperio  diez  y  siete  años, 
ocho  meses  y  tres  días.  Las  postreras  palabras  qae 
dijo  fueron  muy  notables,  es  á  saber :  «El  imperio 
»nue  recibí  alborotado ,  dejo  á  mis  hijos  sosegado: 
nnrme  si  fueren  buenos ,  si  malos  poco  durable.» 
Suya  fue  también  aquella  sentencia:  aTodolofuíy 
»no  presta  nada.»  ttovió  persecución  contra  los  cris- 
tianos el  no\'eno  año  de  su  imperio.  La  carnicería 
fue  muy  grande.  En  España  en  la  ciudad  de  Valen- 
cia padecieron  Feliz  presbítero,  Fortunato  y  Archí- 
loco  diácanos :  dado  que  algunos  en  lugar  de  Archi- 
loco  leen  Archileo ,  y  aun  pretenden  que  padecieron 
en  Valencia  la  del  delfinado  oe  Francia  por  estar  cerca 
de  León  de  Francia,  de  donde  es  averiguado  que  San 
Iren^o  obispo  de  aquella  ciudad  los  envió  á  predicar 
ellSirangelio. 

Dejó  Severo  dos  hijos  de  dos  mujeres  diferentes: 
el  mayor  que  se  llamó  Aurelio  Antonio  Bassiano ,  y 
que  tuvo  por  sobrenombre  Caracalla  (de  cierto  gé- 
nero de  vestidura  franceía  así  dicha,  que  dio  al  pue- 
blo luego  al  principio  de  su  imperio),  mató  á  su  her- 
mano menor  llamado  Geta,  quesu  padre  señaló  en  su 
testamento  por  emperador  y  compañero  de  su  her- 
mano. Este  hecho  tan  atroz  le  fue  asaz  mal  contado, 
y  le  hizo  muy  aborrecible  al  pueblo ;  y  mucho  mas 
otra  nueva  maldad ,  que  fue  casarse  con  Julia,  madre 
del  mismo  Ceta ,  y  su  madrastra.  Pasó  en  esta  locura 
tan  adelante ,  que  dio  la  muerte  á  todos  los  que  eran 
aficionados  é  su  hermano;  dastos  fue  uno  Sammoníco 
Sereno,  médico  muy  famoso,  y  que  escribió  muy  aven- 
tajadamente en  aquella  facultad.  Otro  fue  el  gran 
jurisconsulto  Papiniano  uo  por  otra  culpa  mas  de  por- 
que no  quiso  defender  en  el  senado  y  abonar  hi  muer- 
te de  Geta,  ca  decia:  «Mas  fácil  cosa  es  cometer  el 
parricidio ,  que  escusarle. »  Fue  demás  desto  femen 
tido  ,  en  particular  con  muestra  que  dio  de  querer 
casaree  con  una  hija  de  Artapanu  rey  de  los  parthos, 
los  cogió  descuidados  y  hizo  en  ellos  gran  matanza, 
No  le  duró  mucho  esta  alegría ,  porque  como  era 
aborrecido  de  todos ,  á  tiempo  que  se  estaba  prove- 
yendo, un  soldado  llamado  Marcial  arremetió  á  61  y 
le  dio  de  puñaladas. 

Era  á  la  sazón  de  edad  de  cuarenta  y  tres  años:  tuvo 
el  iniperie  seis  años,  dos  meses  y  cinco  días.  Su  cuer* 
po  llevaron  á  Antiocbia ,  do  estaba  Julia  su  madrastra 
y  mujer,  la  cual  por  el  gran  sentimiento  con  un  puñal 
que  se  metió  por  los  pechos ,  cayó  muerta  sobre  su 
triste  marido  y  entenado.  Tragedias  parecen  estas. 
Entra  las  otras  locuras  de  Caracalla  se  rafíere  que 
se  dio  á  contrahacer  las  cosas  de  Alejandro  Magno, 
bien  quemas  imitaba  las  faltas  que  las  virtudes:  en 
particular  para  remedalle  traía  la  cabeza  inclinada 
nácia  el  laoo  izquierdo.  Opelio  Macríno  prefecto  del 
Pretorio,  que  es  lo  mismo  que  capitán  de  la  guarda, 
á  cuya  pereuasion  fue  muerto  Caracalla ,  le  sucedió 
en  el  imperio  con  voluntad  de  Audencio  hombre  prin- 
cipal ,  á  quienes  los  soldados  querían  por  emperador. 
No  hizo  cosa  alguna  señalada  ui  antes  ni  después  des- 
te  tiempo :  por  esto  y  por  el  poco  tiempo  que  gozó 
del  imperio,  apenas  se  puede  contar  en  el  número 
de  los  emperadores.  Meáa  hermana  de  Julia  dio  orden 
que  Jos  soldados  le  matasen  én  Ch'álceáonia  junta- 
mente con  un  hijo  suyo  llamado  Díadumen'o ;  lo  cual 
sucedió  á  siete  de  junio  el  año  doscientos  y  diez  y 
nueve.  Imperó  solos  trace  m'^f^es  y  veinte  y  ocbo  dias. 


CAPITULO  VUl. 


HISTORI 


De  los  emperadores  Heliogábalo  y  Alejandro. 

AcBSLio  Aotonio  Vario ,  sacerdote  del  Sol  en  Fe- 
nicia ,  que  es  lo  que  significa  el  nombre  de  Heliogá- 
balo, fue  hijo  del  emperador  Garacalla.  Hóbole  en 
Soemis  hija  de  Mesa  y  sobrina  de  Julia.  La  hermosu- 
ra de  su  rostro  y  gentil  parecer,  muestra  muchas  ve- 
ces engañosa  de  ánimo  compuesto ,  fueron  grande 
Izarte  para  que  los  soldados  se  le  aficionasen.  Ayudó 
(I  trosfla  memoria  de  su  padre,  porque  para  asegurarse 
eo  sus  maldades  tenia  granjeada  la  gente  de  guerra  con 
darles  y  permitirles  cuanto  qiierian.  Sobre  todo  su 
abuela  Mesa  con  su  buena  mana  y  dádivas,  que  no  de- 
bieron faltar,  atrajo  á  su  parecer  las  legiones,  y  acabó 
con  ellas  que  saludasen  á  su  nieto  poremperador.  Su 
vida  y  costumbres  fueron  mny  torpes  á;maravilla:  dado 
A  fodi  suerte  de  deshonestidad,  hacia  y  padecía  lo  que 
iio  se  puede  escribir  sin  vergüenza :  llegó  su  locura  á 
Unto  que  acometió  y  intentó  con  artificio  á  mudar 
el  sexo  de  varón :  grande  afrenta  y  ultraje  del  impe- 
rio romano  y  de  todo  el  género  humano.  No  pudo  el 
mnodo  sufrir  monstruosidad  tan  grande:  los  mismos 
soldados  de  su  guarda  le  mataron  á  diez  de  marzo  el 
año  de  Cristo  de  docientos  y  veinte  y  tres(223).Era  de 
edad  de  diez  y  oche  años:  tuvo  el  imperio  tres  años, 
nueve  mesesy  cuatro  dias.  Fue  el  primero  de  losempe- 
radores  romanos  que  usó  de  vestidura  de  seda ;  que 
untes  del  solo  aforraban  de  seda  los  vestidos,  que  en 
aquel  tiempo  se  compraban  á  peso  de  oro.  También 
se  dice  que  desde  el  tiempo  de  Heliogábalo  y  por  su 
orden  se  introdujo  la  costumbre  qué  los  esclavos  en 
las  vendimias  echasen  pullas  á  sus  amos,  se  burlasen, 
con  ellos  de  palabra  (i). 

El  sucesorde  Heliogábalo  fue  su  primo  hermano  Se- 
vero Alejandro  que  ya  era  César , cuyas  virtudes  iguala- 
ron á  los  vicios  (fe  su  antecesor:  grande  y  señalado  em- 
perador,si  la  muerte  no  le  atajara.  Lo  primero  conforme 
á  la  costumbre  de  los  cristianos  á  ninguno  encargó 
gobierno  alguno  antes  que  le  publicasen ,  para  si  le 
lachaba  alguno.  No  quiso  vender  los  oficios  y  gobier- 
nos ca  decia:'«EI  que  compra,  forzosamente  ha  de 
«vender.»  Mostróse  favorable  á  loscristiaaos  en  tanto 
grado  que  en  fu  or&  torio  principal  tenia  puesta  la  ima- 
gen de  Cristo  éntrelas  de  los  dioses  de  la  gentilidad. 
Jamás  quiso  recibir  en  su  casa  ni  á  su  familiaridad, 
ui  aun  para  que  le  saludase  y  visitase  á  persona  alguna 
que  no  luese  de  muy  buena  fama;  aviso  para  princi- 
pes singular.  Para  recoger  dinero  deque  tenia  falta, 
inventó  cierto  genero  de  imposiciones  y  tributos  que 
»e  cogían  de  las  artes  curiosas  ylvanas:  invención  con 
que  se  remediaba  la  necesidad  y  se  enfrenaban  los  vi- 
f  ios.  Hizo  la  guerru  contra  tos  parthos  prósperamente, 
y  contra  Artaierjes  su  rey,  que  á  cabo  de  tantos  años 
i:omeni'>!  n  á  Jevanlar  el  poder  de  los  persas,  que  an- 
tes esl.   ;ij  sujetos  á  los  parthos. 

Concj  i  Ida  cstaguerra,  revolvió  cuusns  gentes  con- 
tra AIemania,do  fue  muerto  por  traición  de  Maximino 
muy  fuera  de  Mzon ,  porque  no  pasaba  de  veinte  y 
).ueve  anos:  dallos  los  trece  y  nueve  dias  gobernó  él 
impenasm  par  por  su  ijrande  rectitud,  prudencia, 
inaoseduinbre  y  clemencia ,  dado  que  el  castigo  que 
iróáTunnoVeiromoparecealgo  áspero.  Porque  ven- 
día humos,  es  á  saber  favores  y  provisiones  fingidas 
eu  nonabre  del  emperador,  le  hizo  ahogar  con  humo. 
Mgran  jurisconsulto  Ulpiniano,naluraldeTyro,  tuvo 
mnta  cabida  con  el  emperador  Alejandro ,  que  le  hizo 
su  canciller,  y  en  público  y  en  particular  se  goherna- 
H  por  sus  consejos,  de  mas  desto  en  cierto  alboroto 
porque  no  le  matasen  le  cubrió  con  su  púrpura.  No 
'e  SHbe  de  Cosa  alguna  memorable  que  haya  sucedido 
« n  fópana  en  tiempo  destos  emperadores. 

( I )  El  noml)rc  de  Heliogábalo  se  borró  de  todoi  loi  mo- 
üomciitoa  púbiicos  deípue*  de  su  njuerle. 


A   DE  kSPAl^A.  107' 

En  Guadix  hay  una  basa  de  estatua  puesta  en  me- 
moria de  Mammea;  madre  del  emperador  Alejandro, 
cuyas  palabras  vueltas  en  castellano  son  las  siguientes: 

A  JirUA  MAMMEA  AUGUSTA  MADRE  DEL  EMPERADOR  CESAa 

MARGO  AURELlOS£VEROALEJANORO,PtO,F£LIZ,  AUGUSTO, 

MADRE  DCl  LOSREALES,  LA  COLONIA lULlA  GEMINA  ACCITANA 

DEVOTA  k  su  DEIDAD  Y  MAGESTAD. 

Fue  esta  señora ,  como  se  entiende ,  cristiana ,  por 
lo  menos  tuvo  particular  familiaridad  y  trato  con  el 
famoso  Orígenes.  Era  hermana  de  Soemis,  y  entram- 
bas hijas  de  Mesa  y  sobrinas  de  la  emperatriz  Julia. 
De  Soemis  y  el  emperador  Garacalla  nació  fuera  de 
matrimonio  como  queda  dicho,  el  emperador  Helio- 
gábalo. Mammea  casó  con  Varío  Hdrcello,  y  deste 
matrimonio  procedió  el  emperador  Severo  Alejandro. 
Todas  estas  señoras  eran  naturales  dd  la  Suria ,  de 
donde  vinieron  á  Roma.  Por  este  tiempo  el  papa  An- 
tero  que  gobernó  la  iglesia  Romana,  escribió  una  car« 
la  á  los  obispos  del  Andalucía  v  reino  de  Toledo ,  en 
que  entre  otras  cosas  dice  que  los  obispos  no  pueden 
lícitamente  ser  promovidos  de  una  iglesia  á  otra  por 
su  particular  interés  y  comodidad. 

CAPITULO  IX. 
De  los  emperadores  Maximino,  Gordiana,  y  Fillppo. 

Julio  Maximino  natural  que  fue  deThracia,  de  mny 
büjo  suelo ,  su  padre  Mecca  godo  de  nación ,  y  su 
madre  Ababa  que  fue  de  los  alanos ,  como  lo  dice 
Symmacho,  en  ninguna  cosa  se  señaló  fuera  de  la  es- 
tatura del  cuerpo,  que  la  tuvo  muy  grande,  y  las 
fuerzas,  y  ligereza  tan  aventajada ,  que  atenía  en  cor- 
rer con  un  caballo.  Por  esto  pasó  por  todos  losgrados 
Y  cargos  de  la  milicia,  y  por  la  muerte  del  emperador 
Alejandro  Severo  se  apoaeró  por  fuerza  del  imperio  el 
año  de  Cristo  de  239.  Conservóse  en  él  [{or  espacio  de 
dos  años  y  algunos  meses.  Sosegó  al  principio  las  al- 
teraciones de  Alemana;  y  de  nuevo  se  apercebia  para 
hacer  la  goerra  contra  los  sármatas ,  que  hoy  son  los 
polonos,  cuando  en  la  ciudad  de  Sirmio  donde  á  la  sa- 
zón se  hallaba,  le  llegó  nueva  como  los  soldados  de 
África  hablan  alzado  por  emperador  á  Gordiano  presi- 
dente de  aquella  provincia,  y  que  el  senado  aprobara 
aquella  elección.  Acordó  pues  de  mudar  propósito,  y 
encendido  en  deseo  de  vengarse  revolvió  contra  Ro- 
ma. Detúvose  alcun  tiempo  sobre  Aquileya ,  ciulad 
que  á  la  entrada  de  Italia  le  cerró  las  puertas.  Estando 
ullí,  vino  otra  nueva  que  el  sobredicoo  Gordiano  con 
un  hijo  suyo  del  mismo  nombre  fueron  muertos  en 
África ,  pero  nue  el  cenado  en  su  lugar  nombró  por 
emperadores  a  Balbino  y  Pupieno  mas  por  tener  per- 
dida la  esperanza  que  los  perdonarla  Maximino,  que 
por  hallarse  con  fuerzas  bastantes  para  resistlKe. 

Hallábase  todo  en  grande  peligro,  y  sucediera  sin 
duda  algún  grande  estrago,  sino  fuera  que  los  solda- 
dos por  odio  que  tenían  al  tirano,  de  repente  le  aco- 
metieron y  dentro  de  sú  alojamiento  le  degollaron. 
Con  esto  la  ciudad  dd  Roma  guedó  puesta  en  libertad 
y  los  cristianos  libres  asimismo  oel  miedo  cpie  les 
amenazaba  por  la  persecución  que  les  movióde  nuevo 
este  emperador.  Principalmente  se  empleaba  su  rabia 
contra  los  que  presidían  en  las  iglesias,  como  eranlos 
obispos  y  sacerdotes.  En  particular  en  España  seis 
leguas  de  Tarragona  de  una  cueva  del  monte  Bufra- 
gano,  donde  estaban  escondidos  San  Máximo  y  sus 
compañeros ,  de  allí  fueron  sacados  para  darles  la 
muerte.  Adelante  se  edificó  en  su  nomoreun  templo 
eu  el  mismo  lugar  para  que  fuesen  mas  honrados. 
Algunos  sospechan  que  este  San  M-4ximo  es  el  que  en 
Tarragona  vulgar  y  comunmente  llaman  San  ftfagí". 
Dejado  esto,  los  emperadores  Balbino  y  Pupieno  en 
( ierto  alboroto  que  levantaron  los  soldados  de  la  guar- 
da, fueron  muertos  dentro  del  primer  año  de  su  im- 


lOe  BIHLIUTfcCA    Di 

perío.  Estaba  Dombrjcto  )untr>  con  ellos  por  Cé<«r  j 
HDilodo  eael  fteaixlo  por  «auadur  Gordiano,  mnio  d« 
tED  penueüa  edad,  que  apenas  tenia  quíDce  años;  j 
un  embargo  por  muerte  de  los  emperadores  snbredi- 
rhoi  fue  recebiilo  s'\a  eootradiccioD  por  emperador. 
Pdra  b1  gobierno  de  Id  república  le  ayudó  muí-lio  «u 
suegro  Hisitho.o,  persona  que  era  muy  prudente. 
PjrtiÚ  de  Boma  para  liacerla  guerra  coatra  los  persns; 
oiDcluidacomo  se  pudiera  dusear,  al  tiempai[ue  daba 
de  si  grandes  esperaaias ,  le  diú  la  muerte  á  traiciou 
Filippó  capiUo  de  bu  guarda  el  seato  aüa  de  bu  im- 

Escribíd  Gordiano  una  carta  á  su  suegra ,  qlie  se 
conierva  hasta  el  dia  de  boy,  en  que  su  duele  ifue  los 
principes  eiléii  aujetos  á  los  engaiJos  y  embustes  de 
sus  mismos  criados  que  ponen  asecbauzas  á  sus  ore- 
jas, y  por  este  medio  arman  celadas  á  liis  que  pre- 
tenden derribar  y  le?aiitaa  i  los  que  no  lo  merecen, 
tin  que  él  mismo  pueda  par  vista  ile  ojos  averiguar  la 


GASPAR    V    ni)lG. 

verdad  de  ln  que  past.  No  liiy  duda  sino  que  de  nin- 
guna cosa  los  príncipes  padecen  mayor  mengua  que 
de  la  verdad;  la  cuarqué  lugar  puede  tener  éntrelas 
contlouas  adulaciones  de  palacio,  entro  los  embustes 
yma&üs,  y  redes  que  tiaiden  los  privadas  por  todas 
partes  ?  Sin  su  ayuda ,  ó  por  mejor  'decir  coa  same- 
janlo  falUí ,  qué  maravilla  es  que  las  principes  á  cada 
paso  tropiecen ,  puei  nniIaQ  e^  tinieblas  y  por  li  ig- 
norancia Baaciegos?¿Qoién  no  sentirá  grandemente 
que  falte  luz  á  los  que  Uios  puso  en  la  cumbre  para 
que  fuesen  guins  de  los  hombres,  y  li<s  aneasen  de 
sus  Yerros  con  obra':,  consejos  y  autoridad  ? 

Va  solo  camino  se  ofrece  paro  reparar  este  daño, 
enseñadq  de  hombres  muy  graves  ,  mas  seftuido  de 
pocos  ;  esto  es  que  demás  de  los  otros  ministros,  co- 
mo mayardoin  os ,  caballerizos,  maestresa  las  con  lodo 
el  otro  atuendo  de  palacio  procuren  aunque  leal- 
cosla  grande,  tener  cerca  de  g[  alguna  persona  de 
conocida  prudencia  y  bondad ,  que  leuga  licencia  y 


orden  de  referir  al  principe  y  avisarle  Iodo  lo  que  del 
se  dijere  y  sintiere ,  sea  verdad  ó  menlira  ,  hasta  los 
mismos  rumores  vanos  y  sin  fundamento  del  vulgo. 
Los  cuales  avisos  á  Iss  veces  sin  duda  serán  pesados, 
mas  débelos  sufrir  parque  el  provecho  grande  que  de 
ellos  resultará  ,  recompensará  bastantemente  cual- 
quier modestia ;  y  es  cosa  averif|[uada  que  la  verdad 
tiene  las  raices  amargas,  pero  sus  frutos  bou  muy 
suaves,  muy  dulces  sus  dejos. 

No  podremos  alcanzar  esto,  bien  lo  veo:  los  regalos 
y  delicadezas  de  los  principes  cuan  grandes  sean, 
quiín  no  lo  sabe?  los  que  tienen  purel  principal  fruto 
de  su  grandeza ,  la  libertad  de  hacer  lo  que  se  le  an- 
toja sin  que  nadie  les  vaya  á  la  mano.  Por  el  contra- 
río las  palabras  de  los  que  les  hablan  á  su  gusto ,  les 
dan  gran  comento:  la  verdad  es  de  un  aspecto  áspero 
y  grave,  de  suerte  que  es  maravilla  cuando  les  queda 
un  pequeüo  resquicio  por  donde  les  entre  algún  rayo 
de  luz  :  tan  cercados  están  por  todas  partes  de  diu- 
cultades,  de  lisonjeros,  finalmente  de  hombres  que  ¡ 
DO  buscan  otra  cosa  sino  su  comodidad.  No  se  debe 
empero  desistir  desta  empresa ,  ni  perder  de  todo  | 
punto  la  esperanza.  Por  ventura  no.canlamos  á  los  i 
vArdos :  habrá  algunos ,  á  quien  conteste  •Me  aviso, ' 


que  vean  ysigaa  el  camino  que  se  les  muestra  muy 
saludable  asi  para  ellos,  como  para  sus  vasallos;  y  en- 
tiendan que  no  los  que  tachan  las  costumbres  y  vida 
(fe  los  que  rigen,  son  perjudiciales  ,  sino  los  que  ha- 
blan al  sabor  del  paladar,  muchos  y  sin  número,  ma- 
yormente en  los  palacios  reales ;  peste  tanto  mas  pe- 
ligrosa ,  cuanto  mas  halagüeña  y  blanda. 

Pero  haeamos  aquí  punto,  y  volvamos  á  lot  empe- 
radores. El  premio  que  se  diÚDor  la  muerte  de  Gor- 
diano, fue  que  Marco  Julio  Fítfppo  su  matador  se 
quedd  con  el  imperio :  hombre  árabe  de  nación ,  de 
bajo  suelo  y  linaje ,  pero  muy  señalado  en  las  cosas 
de  la  guerra.  Por  donde  después  de  diversos  cargos 

3ue  tuvo .  se  apoderd  últimamente  de  la  república  y 
el  imperio  el  año  de  Cristo  de  !4t  y  le  tavo  por  espa- 
cio de  mas  de  cinco  años.  Al  principio  tomó  aliento 
con  los  persas,  por  el  cual  les  dejó  k  Hesopotemia, 
en  que  pareció  escurecer  la  magestad  del  imperio 
romano.  Vuelto  á  Roma ,  celebró  el  año  secular,  que 
era  el  año  centesimo  de  la  fundación  de  Roma ,  con 
mayores  regocijos  y  juegos  roas  suntuons  que  jamii 
«e  habió  celebrado,  por  ser  el  año  milésiuM  de  sn 
fundación.  Andaban  los  godos  alborotadoB,y  corrían 
la  provincia  deTbracta.  Envió  contra  olios  á  Marino: 


BISTORU  DE  KSPA.'IA. 


0)9 


las  legiones  en  premio  de  su  trab  jjo  le  sdludsroo  por 
emperador ,  pero  sucedióle  mal «  ca  Decio  fue  coutra 
él  por  mandado  de  Filíppo .  y  le  uió  la  batalla  y  ^  eujcié 
y  malo  en  la  provincia  de  M^'Sta.  El  premio  desta  vic- 
toria fue  qae  el  ejército  le  nombró  asimismo  por  em- 
perador.  Aceptó  él  acpiel  titulo  contra  su  voluntad: 
pero  aceptado ,  le  maniuvo  con  grande  valur. 

El  emperador  Fiüppo  á  la  sazón  que  se  encaminaba 
contra  él ,  fue  muerto  en  Verona  en  cierto  alboroto 
aoe  levantaron  sus  soldados.  Dejó  en  Rama  un  bijo 
de  su  mismo  nombre,  en  edad  de  siete  años  que  tenia 
y  00  mas,  declarado  por  su  compañero  en  el  imperio* 
y  era  de  un  natural  tan  estraño,  que  nadie  jamás  le 
vio  reír.  A.  este  luego  aue  la  nnova  llegó ,  mataron 
también  porque  ño  quedase  rastro  de  raza  tan  mala. 
En  tiempo  de  San  Geróaimo  se  leía  una  carta  de  orí- 
genes p  >ra  el  emperador  Filíppo :  autores  antiguos  y 
graves  sienten  que  fue  cristiano ,  y  añaden  que  el 
ponUGce  Fabiano  no  le  quiso  recibir  á  los  misterios 
sin  que  primero  hiciese  penitencia  y  satisfacción  de 
cierto  pecado.  Algunos  asimismo  sospechan  que  la 
iglesia  Romana  se  enriqueció  con  los  tesoros  de  Fi- 
líppo; pero  sus  malas  costumbres  dan  muestra  que 
mas  fingió  que  cumplió  el  oficio  de  hombrecristiano. 
Otros  reservan  del  todo  estaloa  áConstantino  Magno, 
que  fuese, el  primer  emperador  romano  que  conoció 
la  maulad  de  Cristo  Hijo  de  Dios. 

Deoo  luego  que  se  apoderó  del  imperio ,  que  fue 
eJ  año  de  nuestra  salvación  de  250  persijguió  cruellsi- 
mameole  la  Helicón  Cristiana  por^odio  que  tenia,  á 
lo  que  se  entendió  contra  Filippo.  La  verdad  fue  que 
Dios  por  aquel  camino  pretendía  reformar  las  cos- 
tumbres y  vida  délos  cnstiapos,  y  en  particular  de 
los  eclesiásticos  de  muchas  maneras  estragadas.  En 
aquella  persecocicn  padeció  el  mártir  SaUsCrístóbal 
según  que  lo  refiere  Nicéforo.  Destruían  los  getas  ó 
godos  (que  algunos  entienden  ser  lo  mismo)  las  pro- 
vincias de  Mesia  j  de  Tbracia.  Peleó  Decio  con  ellos: 
venciólos  en  la  pnmera  batalla ,  mas  en  la  segunda 
por  traición  de  Treboniano  Gallo  fue  vencido  y  muerto 
Junto  con  un  bijo  qup  tenia  de  su  mismo  nombre, 
después  que  gobernó  el  imperio  por  espacio  de  dos 
«ños.  El  traidor  conforme  á  lo  que  en  toncos  se  acos- 
tumbraba ,  se  quedó  con  el  imperio  y  le  tnvo  por  es- 
pacio de  diei  y  ocho  meses.  Biso'  asiento  con  los  go- 
dos ,  en  qae  se  obligó  de  pagarles  parlas  cada  un  año: 
cosa  muy  fea ,  y  que  dio  ocasión  a  los  soldados  para 
que  Je  despreciasen  -,  y  á  Emiliano  su  capitán  hombre 
de  nadon  africano,  nacido  en  la  Mauritania  Tingi  ta- 
na 9  para  que  después  de  vencidos  los  godos  en  una 
srande  batalla  que  les  dio  en  la  Mesia ,  se  apoderase 
del  imperio  y  revolviese  contra  Gallo  su  señor;  por 
cnya  muerte ,  que  fue  en  cierto  encuentro ,  sequedó 
Emiliano  por  señor  de  todo.  Duróle  poco  el  mando  y 
la  vida ,  boío  por  espacio  de  cuatro  meses ,  sin  hacer 
cosa  que  de  contar  sea »  tanto  que  muchos  no  le  po- 
nen en  el  número  y  cuento  de  los  emperadores  roma- 
nos. Matáronle  sus  soldados  luego  que  se  supo  la 
elección  de  Valeriano. 

CAPITULO  X. 

Ue  Ins  emperadores  Valeriano,  GaUieno  Claudio  yjlu- 

rclfano. 

Lucimo  Valeriano  era  de  edad  de  setenta  años 
cuando  en  ia  Gallia  las  legiones  y  soldados  le  apelli- 
daron por  emperador  contra  Emiliano  el  año  de  Cristo 
de  254.  Subió  á  la  cumbre  y  msgestad  no  por  otra 
cansa  á  Ío  qOe  parace ,  sino  para  que  la  caida  como  de 
lugar  nms  alto  fuese  mas  peligrosa  y  pesada.  La  vida 
larga  es  á  las  veces  sujeta  á  desastres ,  y  trueca  la 
prosperidad  del  tiempo  pasado  en  la  advereidad  y 
desgracias.  Tal  fue  el  emperador  Valeriano,  cael  año 
seteno  de  su  imperio  en  la  guerra  que  emprendió 
contra  los  persas,  vino  en  poder  de  sus  enemigos^ 


Vivió  en  aquella^  miserable  servidumbre  por  especio 
de  jnas  de  un  uño.  Su  hijo  GaUieno,  y  compañero  ya 
nombrado  en  el  imperio ,  de  ninguna  cosa  menos 
cuidaba. que  de  librar  á  su  padre ,  y  volver  por  ia  ma- 
gostad del  ími^rio.  Y  á  la  verdad  él  fe  hallaba  por 
uoa  parte  apretado  de  los  persas,  do  los  godos  y  de 
los  alemanes,  que  andaban  alterados  y  con  las  armiis; 
y  mucho  mas  por  otra  parte  de  treinta  capitanes  ro- 
manos, que  con  la  revuelta  de  los  tiempos  en  diver-* 
sas  partes  se  llamaban  emperadores :  miserable  ave- 
nida de  males.  Relatar  los  nombres  y  hechos  de  todos 
estos  seria  cueuto  muy  largo ;  pero  entre  los  demás 
Posthumo  se  apoderó  de  la  Gallia,  y  para  asegurarse 
Uamóea  su  socorro  á  los  francos ,  gente  alemana,  que 
es  la  primera  mención  que  delios  se  halla  en  la  hiato* 
ria  rotnsaa.  Acudió  LoUiauo  por  mandadu  de  GaUieno 
al  remedio ,  venció  y  mató  altiraoo ;  pero  en  premio 
de  la  victoria  entró  en  su  lugar,  y  se  llamó  empera- 
dor junto  con  un  su  hijo  del  mismo  nombre,  por  cu- 
yas se  tienen  las  declamaciones  que  andan  impresas 
al  Gn  de  las  instituciones  de  Quintilíano  (i). 

Otro  por  nombre  Tétrico  so  apoderó  de  España  que 
asimismo  acudió  al  favor  de  los  alemanes.  Entraron 
ellos  en  España  por  la  Gallia ,  y  como  gente  feroz  por 
espacio  de  doce  años  como  con  fuego  lo  asolaron  iodo: 
en  los  campos  y  en  los  poblados  hicierouestragos  es* 
traordinarios.  En  las  provincias  de  Oriente  ^e  akó 
Ordénate  Palmerino  capitán  muy  esforzado ;  y  muer- 
to él  en  la  demanda ,  Zenobia  su  mujercoo  mas  valor 
que  de  hembra ,  y  no  menor  prudencia  llevó  adelante 
lo  comenzado  por  su  marido ,  y  se  mantuvo  hasta  el 
liémpo  del  emperador  Aureiiaoo.  Grande  era  el 
aprieto  en  que  todo  se  hallaba.  Por  diveraas  piedras 
que  en  España  se  han  hallado ,  se  entiende  que  la 
mujer  del  emperador  GaUieno  re  llamó  Cornelia  Salo- 
nina,  y  la  del  emperador  Diício  Uérennia.  Goleiuó 
por  estos  tiempos  la  Iglesia  el  pontífice  Lucio,  cuya 
epístola  (2)  dirigida  á  los  obispos  de  España  y  de  la 
Gallia  los  exhorta  que  junten  los  concilios  nmcbas 
veces :  declara  la  jurisdicción  que  tienen  los  metro- 
politanos sobre  las  iglesias  sufragáneas :  veda  Ja  con- 
versación y  trato  con  los  herejes ,  y  anima  á  sufrir 
las  calamidades  de  los  tiempos ,  gruves  y  largas.  A 
Lucio  sucedió  Stefano ,  en  cuyo  tiempo  los  obispo» 
Je  España  en  un  concilio  que  juntaron «  privaron  de 
sus  iglesias  á  Marcial  obispo  de  Mérida  >  á  Basilides. 
obispo  d«)  Astorga  como  á  libeliáticps  que  fueron ,  y 
en  lu^r  do  Jos  dos  eligieron  á  Feliz  y  Sabino.  Llama- 
ban libellátícos  á  los  que  daban  firmado  de  sos  nom- 
bres que  desamparaban  laReligion  Cristiana ;  ca  á  los. 
que  pasando  aderante,  se  ensuciaban  conadbrar  y 
sicrificará  los  Ídolos,  llamaban  sacrificatos,  según 
4ue  se  saca  de  las  epístolas  de  San  Cipriano. 

Hizo  Basilides  recurso  á  Roma  como  á  cabeza  de  la 

(1)  Los  francos  y  suevos  hicieron  una  irrapcion  en  Italia 
y  Espaíía  el  año  26^ ,  y  los  tiranos  Posthuino  y  Télhrico  los 
arrojaron  de  ella  el  08  y  09,  después  de  haberla  desolado  y 
arruinado  algunos  pueblos  y  ciudades ,  especialmente  la  de 
Tarragona. 

\2)  Isidoro  Mercalor  ó  Pecatdr,  es  quien  primeramenfcO' 
ha  publicado  en  el  sislo  ix  esta  carta  y  las  demás  que  w 
atribuyen  á  los  papas  de  los  tres  primeros  siglos  de  ia  Iglesia, 
de^eXiemente  basta  Siricio,  y  son  evidentemente  supuestas. 
Establecen  los  diversos  grados  de  jurisdicción  de  los  arzo- 
bispos primados  y  patriarcas,  como  si  hubieran  estado  en 
uso  desde  el  segundo  siglo ,  y  permiten  á  lodos  que  se  dirijan 
inmediatamente  al  papa  con  perjuicio  de  la  jurisdicción  de 
los  obispos.  En  el  aiío  SOO  publicó  Dionisio  el  PequeBo»  sa 
colección  de  k»  decretos  de  los  ponlffloes  romanos,  recogida, 
con  la  diavor  diligencia.,  y  empieu  por  ia  decretal  que  Si- 
ricio envió  al  obispo  de  larragoaa  liimerio  con  fecha  ii  de 
febrero  de  385,  sin  hablar  una  palabra  de  estas  decretales 
que  se  atribuyen  á  los  papas  anteriores.  Sin  embargo,  se 
admitieron  ciegamente  luego  que  se  publicaron  y  se  inserta- 
run  en  las  colecciones  posteriores,  sirviéndose  de  ellas  los 
teólogos,  las  escuelas,  y  los  intérpretes  del  derecho,  para 
establecer  la  nuen  disciplina,  y  ronflrmar  loe  dogmas. 


J40 


BIBLIOTECA.  DE  RASPAR   Y  ROIG. 


Iglesia  de  donde  proceden  las  leyes  sagradas,  y  con 
eaya  autoridad  le  revocan  las  sentencias  dadas  por 
los  otros  obisposcontra  razón.  Absolvió'eel  papaSle- 
fano ,  y  mandó  fuese  restituido  á  su  iglesia  y  dignidad. 
Ofendiéronse  desto  los  obispos  de  España.  Avisaron 
é  San  Cipriano  obispo  de  Gartago  de  todo  lo  que  pa- 
saba ,  con  dos  obispos  Feliz  y  Sabino  que  para  esto  le 
enviaron.  Goninnicó  él  este  negocio  con  otros  obispps 
de  África ,  y  tomada  la  resolución ,  respondió  que  los 
que  desamparaban  la  fe,  no>odian  ser  restituidos  al 
grado  que  antes  en  la  Iglesia  tenian :  que  impuéstales 
la  penitencia,  y  becha  la  satisfacción  conforme  ásus 
deir.éritos ,  podrían  empero  ser  recibidos ,  mas  sin 
volverles  la  honra  y  el  oficio  sacerdotal ,  según  que  lo 
dejó  establecido  por  decreto  el  papa  Gornelio :  que  si 
el  pontifico  Stefano  determinó  otra  cosa,  seria  por 
haberle  engañado  como  estaba  tan  lejos.  Por  esta 
causa  Sixto  Segundo  sucesor  de  Stefano  parece  que 
en  una  epístola  enderezada  á  los  obispos  de  España 
se  amonesta  que  los  decretos  de  los  padres  no  se  de- 
ben alterar ,  ni  antes  del  entero  conocimiento  de  la 
causa  deponer  ¿  los  obispos,  principalmente  sin  dar 
parte  al  romano  pontífice  que  con  razón  reponía  lo 
atentado  contra  ella.  Esta  fue  la  diferencia  que  suce- 
dió sobre  este  caso :  el  remate  no  se  sabe ,  mas  de  que 
todos  estos  tres  pontíñces  fueron  martirizados  en  la 
persecución  que  comenzó  Valeriano  antes  de  su  pri- 
sión ,  dado  ^oe  al  principio  se  mostró  bien  afecto  á  la 
Ueligion  Gristiana. 

Padeció  otrosí  en  Roma  el  valeroso  diácono  San 
Laurencio  gloría  de  España.  Fue  natural  de  Huesc/i: 
sus  padres  Orencio  y  Paciencia ,  gue  son  al  tanto  te- 
nidos por  santos  en  aquella  ciudad.  Sixto  Segundo 
antes  de  ser  pepa  vino  en  España  á  predicar  el  Evan- 
gelio, y  á  la  vuelta  llevó  en  su  compañía  á  los  dos 
diáconos  Laurencio  y  Vincencio  (i).  Era  Laurencio 
muy  noble ,  pero  mas  señalado  por  la  grande  cons- 
tancia de  su  ánimo ;  de  que  dio  bastante  muestra  en 
los  tormentos  gravísimos  que  sufrió  por  no  ol)edecer 
al  tirano ,  y  hacer  en  todo  lo  que  deoia :  en  fin  dio  la 
vida  en  la  demanda  el  año  de  Cristo  de  259  así  él  co- 
mo el  papa  Sixto.  Los  que  dicen  que  esto  sui^edió  en 
el  imperio  de  Decio,  van  fuera  de  camino:  y  no  me- 
nos los  que  por  autoridad  de  Trebellio  Rolíion  para 
concordar  las  opiniones  sueñan  no  sé  que  Decio  César 
nieto  del  emperador  Valeriano ,  por  cuya  autoridad 
se  hicieron  esto^  martirios ,  van  errados  como  gente 
menuda,  y  que  sin  examinar  bien  lo  que  dicen ,  es- 
criben lo  que  les  parece.  En  el  mismo  ano  padecieron 
<fn  Tarragona  por  la  verdad  Fructuoso  primer  obispo 
de  aquélla  ciudad.  Augurio  y  Eulogio  diáconos.  Eran 
cónsules  en  Roma  Fusco  y  Baso ,  presidente  en  Es- 
paña Emitieno;  cuya  hija  advertida  y  avisada  por  un 
soldado  vio  juntamente  con  él  las  ánimas  destos  san- 
ios que  volaban  al  cielo ,  según  que  lo  testifica  Pru- 
dencio. Las  reliquias  destos  mártires  no  se  sabe  por 
qué  causa  ni  en  qué  tiempo ,  pero  es  cierto  que  fue- 
ron llevadas  á  Italia ,  y  cerca  de  la  ciudad  de  Genova 
son  veneradas  con  gran  devoción  en  un  monasterio 
de  Benitos.  En  lugar  del  papa  Sixto  fue  puesto  el 
pontifico  Dionisio  elaño  luego  siguiente. 

Algunos  años  adelante  el  emperador  Gallíeno  tenia 
cercado  dentro  de  Milán á  Aureolo,  que  se  había  al- 
zado con  la  Esclavonia ,.  y  rompiendo  por  Italia  estaba 
apoderado  de  aquella  ciudad.  Duró  el  cerco  algún 
tiempo ;  los  soldados  cansados  de  tantas  guerras ,  y 
con  deseo  de  cosas  nuevas ,  se  coníuraron  y  dieron  la 
muerte  á  su  emperador  Galiieno  el  año  que  se  conta- 
ba de  nuestra  salvación  doscientos  j  sesenta  y  nue- 
ve (269).  Impeí  ó  por  espacio  de  quince  años :  mata- 
ron otrosí  un  su  hermano  menor  por  nom bre  Valeriano, 

(1)  Ni  la  venida  de  Sixto  i  Espaoa,  ni  oue  se  lievsse  i 
los  d(js  santos  tiene  fundamento  verídico :  oaata  para  coo- 
Vencerte.,  atender  á  Isi  ftchai  y  pontos  da  lui  martirios. 


compañero  suyo  en  el  imperio.  Estaba  ia  repábiica 
euesta  vacante  sin  cabeza,  cuando  Flavio  Claudio, 
hoipbre  prínoipal  y  valeroso  caudillo, se  llalnó empe- 
rador .  que  fue  ei  año  It^go  siguiente,  en  que  siendo 
cónsules  el  dicho  empeí  idor  y  Paterno,  el  pontífice 
Dionisio  escribió  una  epístola  á  Severo  onispo  de 
Górdova :  en  ella  le  manda  que  á  ejemplo  de  Roma 
reparta  el  pueblo  por  parroquias.  Los  principios  del 
emperador  Claudio  fueron  muy  aventajados,  ca  des- 
hizo y  mató  al  tirano  Aureolo ,  sujetó  con  las  armas 
á  los  godos  y  á  los  alemanes.  Pero  atajóle  la  muerte 
en  sazón  (fae  trataba  de  ir  en  persona  contra  Tétrico, 
que  poseía  lo  de  E<3paña  y  lo  de  la  Gallia ,  ó  contra 
Zenobia ,  la  valerosa  mujer  de'Odeoato.  Falleció  sin 
determinarse  ni  resolverse  en  estoén  Sírmio,  ciudad 
de  Hungría ,  de  enfermedad  que  le  sobrevino :  tuyo  el 
imperio  un  año ,  díAz  meses  y  quince  dias.  Fue  tío 
mayor  de  Gonstancio ,  padre  del  gran  Constantino, 
que  es  lo  mismo  que  hermano  de  abuelo ;  porque  el 
emperador  Gonstancio  fue  hijo  de  Entropio  de  ia  no- 
ble alcUña  de  los  Dárdanos,  j  de  una  sobrma  de  Glau- 
dio  hija  de  Crispo  su  hermano. 

Sabida  la  muerte  de  Claudio ,  el  senado  nombró  en 
su  lugar  á  Quintiiiano  su  hermano,  hombre  de  tan 
pequeño  corazón^  que  tomó  la  muerte  por  sus  manos 
diez  y  siete  dias  después  de  su  elección ,  parte  por 
no  sentirse  con  fuerzas  para  llevar  tan  gran  carga, 
parte  principalmente  por  la  nueva  que  vino  queías 
legiones  de  Claudio  nombraron  por  emperador  á  Lu- 
cio Domício  Aur^iano,  persona  aeseñaradas  prendas 
y  autoridad.  Pudiera  ser  contado  entre  los  mejores 
principes  si  no  afeara  sus  proezas  aue  bizo  en  k 
guerra ,  con  la  aspereza  de  su  condición  y  con  el 
aborrecimiento  que  tuvoá  la  Religión  Cristiana.  Do- 
mó los  de  Dacia ,  á  los  cuales  dio  las  dos  Mesías  para 
que  poblasen ;  y  todos  los  tiranosque  estaban  aliados 
en  las  provincias ,  sujetó  parte  por  fuei  za,  parte  por 
concierto.  En  particular  hizo  la  guerra  valerosamente 
contra  la  famosa  Zenobia ,  y  la  prendió  cerca  de  ia 
ciudad  de  Palmira,  que  se  le  iba  huyendo  á  los  per- 
sas en  camellos  de  posta  que  llamaban  dromedarios: 
cuya  persona  y  presencia  por  su  grabde  valor  hizo 
que  el  triunfo  con  que  entró  en  Roma,  fuese  mas 
agradable  y  mas  solemne;  porque  todos  los  que  la 
miraban  ,  se  maravillaban  ^  que  en  el  pecho  de  una 
mujer  cupiese  tan  grande  esfuerzo  y  valor  nunca 
vencido  por  los  males. 

*  Este  triunfo  con  que  el  emperador  Aurelíanoentró 
en  Roma, fue  el  postrero  que  á  la  manerii  antiguase 
vio  en  aouella  ciudad.  Poco  tiempo  reparó  en  Roma, 
ca  resuelto  de  dar  guerra  á  los  persas,  volvió  al  Orien- 
te ,  donde  en  la  Thracia  entre  Heraclea  V  Bizancio 
fue  muerto  por  traición  de  un  su  privado  llamado 
Mnesteo.  Tuvo  el  imperio  cuatro  años ,  once  meses  y 
siete  dias.  Hay  quien  diga  que  este  emperador  fundó 
en  la  Francia  á  Orliens ,  ciudad  puesta  sobre  el  rio 
Loire ,  y  á  Genova  ó  Ginebra  á  h  ribera  del  lago  Le- 
mano.  Has^cierto  es  que  en  Girona ,  ciudad  puesta  á 
los  confines  de  España  y  de  Francia,  martirizaron  á 
Narciso  después  nue  predicó  á  las  gentes  de  los  Al- 
pes; y  con  el  un  diácono  llamado  Félix.  Pero  no  es 
este  mártir  elcon  quien  aquella  ciudad  tiene  particu- 
lar devoción,  sino  otro  del  mismo  nombre  muerto  en 
otro  tiempo :  esto  se  advierte  para  que  nadie  se  enga- 
ñe por  la  semejanza  del  nombre.  Él  año  antes  desta 
en  que  vamos,  fue  en  Roma  martirizado  el  santo  pa- 
pa Félíi.  Sucedióle  Eutichiano ,  cuya  carta  á  Juan  y 
á  loa  demás  obispos  de  la  Bética  ó  Andalucía  tiene 
por  data  el  consulado  de  Aureliano  y  Marcelino ,  es  i 
saber  el  año  de  Cristo  de  doscientos  y  setenta  y  seis 
(276).  Trata  de  propósito  en  ella  déla  Santa  Encama- 
ción del  Hijo  de  Dios  contra  ciertos  herejes,  que  con 
nuevas  opmiones  en  España  pretendían  manchar  y 
poner  dolo  en  la  sinceridíad  de  la  Religión  Católica  y 
Cristiana. 


mSTOlUA 

CAPITULO  n. 

De  algunos  otros  emperadores 

Una  contienda  muy  nueva  S8  siguió  después  de  la 
muerte  de  Aureliano,  y  un  estraordínarío  comedi- 
miento. El  ejército  pretendía  que  el  senado  nombrase 
ducesor  y  emperador ,  los  padres  remitian  este  cuida- 
so  á  los  soldados :  en  demandas  y  respuestas  se  pasa- 
ron seis  meses ,  al  cabo  dellos  el  senado  vencido  de  la 
modestia  del  ejército  nombró  por  emperador  á  Claudio 
Tácito ,  hombre  de  muchas  partes ,  pero  muy  viejo ,  ca 
erade  sesenta  y  ocho  anos.  Así  le  cíuró  poco  la  vida  y 
el  mando :  solo  seis  meses  y  veinte  dias.  Falleció  en 
Tharso,  ciudad  de  Cílicia.  Por  su  muerte  Fioriano  su 
hermano  que  allí  se  hallaba,  se  llamó  emperador,  de 
que  se  arrepintió  m'jy  presto,  porque  á  cabo  de  tres 
meses,  de  su  voluntad  se  hizo  romperlas  venas  y  se 
desangró  y  murió.  Parecióleque  sus  fuerzas  eran  muy 
flacas  para  contrastar  á  las  legiones  de  Oriente,  que 
habían  nombrado  por  emperador  á  Marco  Aurelio 
Probo  y  aunque  esclavón  de  nación ,  persona  aventa- 
jada en  las  cosas  del  gobierno  y  de  las  armas:  de  vir 
tud  tan  conocida,  que  cuan(ío  el  nombre  de  Probo 
que  es  lo  mismo  que  bueno,  no  tuviera  de  sus  pa- 
dres ,  le  pudiera  ganar  por  sus  costumbre*  y  vida. 

Encargado  del  imperio ,  domó  los  alemanes,  que 
corrían  y  asolaban  la  Gallia.  Lo  mismo  hizo  con  los 
sármatas  ó  pelónos,  que  habían  rompido  per  lo  de  Es- 
clavouia.  A  Narseo  rey  de  los  persas  puso  condiciones 
aventajadas  para  si  y  de  mucha  reputación.  A  los 
vándalos  y  á  los  godos ,  de  los  cuales  grandes  enjam- 
bres andaban  haciendo  mal  y  daño  por  las  provincias 
del  imperio,  señalópara  sosegallos  campos  en  laThra- 
cia  en  que  poblasen.  Tuvo  dos  competidores  en  el 
imperio,  el  uno  llamado  Saturnino,  que  mataron  en 
Egipto  su*  mismos  soldados  por  miedo,  ó  eu  gracia 
del  verdad'TO  emperador;  al  otro  que  se  llamaba  Bo- 
noso,  venció  él  mismo  en  batalla  cerca  del  rio  Rhin, 
y  vencido ,  le  puso  en  tanto  aprieto ,  que  él  mismo  se 
ahorcó.  Para  ganar  las  voluntades  de  las  provincias 
entre  otras  cosas  que  hizo,  revocó  y  dio  por  ninguno 
el  edicto  de  Domiciano  en  que  vedaba  á  los  de  la  Ga- 
llia y  de  España  el  plantar  viñas  de  nuevo. 

Grandes  eran  las  muestras  que  en  todo  daba  de 
buen  emperador,  cuando  en  la  Esclavionia  fue  muer- 
to por  sus  mismos  soldados  en  un  motín  que  levanta- 
ron en  sazón  que  so  apercibía  para  revolver  contra 
les  persas  que  de  nuevo  andaban  alborotados.  Tuvo  el 
imperio  cinco  anos  y  cuatro  meses.' La  severidad  que 
guardaba  en  la  disciplina  militar,  le  hizo  odioso,  y 
porque  se  dejó  decir  que  sosegados  los  enemigos  en 
adelante  no  tendría  necesidad  de  soldados.  Entró  en 
su  lugar  por  volunUd  y  voto  del  mismo  ejército  Mar- 
coAurelio  Caro  el  año  del  Señor  de  docientos  y  ochen- 
U  y  dos  (282) :  unos  le  hacen  esclavón,  otros  natural 
de  la  Gaíiía;  sus  cartas  muestran  que  fue  romano. 
Dos  hijos  que  tenia ,  es  á  saber  Carino  y  Numeriano, 
nombró  luego  por  sus  compañeros  en  el  imperio.  Al 
primero  dejó  encargado  el  gobierno  de  la  Gallia  y  de 
la  España :  para  hacer  guerra  á  los  persas  llevó  con- 
sigo á  Numeriano.  Este  en  Aotiochia  la  de  Orantes, 
como  pretendiese  entrar  en  la  iglesia  de  los  cristianos 
ó  por  curiosidad  ca  era  dado  á  todas  las  artes  libera- 
les, ó  con  propósito  de  burlarse  de  nuestras  cosas,  y 
el  obispo  por  nombre  Babílas  no  se  le  consintiese  (que 
fue  hazaña  síq  duda  heroica)  por  el  mismo  caso  le 
mandó  matar  y  martirizar  (1). 

Hecho  esto,  pasaron  adelante,  concluyeron  laguer* 
ra  de  los  persas  á  su  voluntad;  la  cual  acabada,  el 

(i)  Aunqae  no  sea  trascendental  este  error,  debemos  de- 
cir que  S.  Babílas  habla  sido  martirizado  el  aSo  231  en  la 
persecución  de  {)ecio ;  y  en  tiempo  de  este  emperador  gober- 
uabt  aouella  iglesia  nno  llamado  Cirilo  que  murió  el  a¡ío305, 
se|Qii  el  CrtMJkoH  de  Emebio. 


DBBfiPAÜA.  Hl 

emperador  (üaro  f  ae  muerto  de  un  rayo  á  la  ribera  del 
rio  Tigris  al  principio  del  segundo  año  de  su  imperio. 
No  le  fue  mejor  a  Numeriano  su  hijo ,  antes  Arrio 
A  pro ,  su  suegro,  sin  consideración  del  deudo  por  el 
deseo  insaciable  que  tenia  de  hacerse  emperador ,  le 
hizo  matar  dentro  de  una  litera  en  que  iba  por  tener 
los  ojos  malos.  Alteróse  el  ejército  con  aquella  trai- 
ción tan  fea :  nombraron  por  emperador  á  Dioclecia- 
no,  personado  grandes  partes :  él  sin  dilación  tomó 
venffanza  de  Apro,  met:ó!e  por  el  cuerpo  la  espada, 
dijole  al  tiempo  oue  le  hería  :  «Alégrate  Apro,  la 
diestra  del  granoe  Eneas  lo  mata.»  Carino,  sin  em* 
bargo  de  lo  que  hicieron  los  soldados,  pretendía  aj^o- 
derarse  por  derecho  de  herencia  de  todo  el  imperio; 
pero  vencióle  en  batalla  y  dióle  la  muerte  Diocle- 
cieno. 

Por  este  tiempo  gobernaba  la  España  Citerior  un 
prefecto  llamado  Marco  Aurelio,  como  se  entiende 
por  las  letras  de  algunas  piedras  que  se  conservan  en 
España,  de  donde  asimismo  se  saóa  que  los  empera- 
dores no  solo  usaban  de  los  títulos  de  tribunos,  pon- 
tífices ,  cónsules  ,  sino  que  también  se  llamaban 
procónsules.  En  comprobación  desto  se  pondrá  aquí 
una  letra  de  una  picara  oue  hasta  hoy  día  está  en  la 
plaza  pública  y  mercado  de  M onviedro ,  con  estas  pa- 
labras vueltas  en  castellano : 

AL  EMPERADOR  MARCO  AURELIO  CARINÓ 

NOBILÍSIMO,  CÉSAR,  PIADOSO,  DICHOSO,  INVICTO, 

AUGUSTO  ,  PONTÍFICE  MAX.  TRIBUNO , 

PADRE  DE  LA  PATRIA,  CÓNSUL  , 

PROCÓNSUL. 

Y  aun  esta  costumbre  se  entiende  que  se  usaba  los 
tiempos  pasados ,  de  que  es  bastante  prueba  el  letre- 
ro dé  la  Rotunda  de  Roma  ,  que  da  el  mismo  título 
á  los  emperadores  Septímío  Severo  y  Antoníno  Pío. 
Demás  desto  los  gobernadores  romanos ,  como  so  co- 
menzó á  hacer  desde  el  tiempo  del  emperador  Antoníno 
el  Filósofo,  se  continuaron  á  llamar  comités  ó  condes 
asi  bien  en  España,  como  cu  las  demás  provincias.  A 
los  mismos  acabado  el  tiempo  do  su  gobierno,  en  tan- 
to que  llegaba  el  sucesor ,  los  llamaban  legados  ce? á- 
reos ;  y  en  el  uno  y  en  el  otro  tiempo  se  halla  que 
usaban  de  título  y  nombre  de  presides  ó  presidentes. 

CAPITULO  XII. 
De  los  emperadores  Diocleciano  y  Maiimiano. 

La  provincia  de  Esclavonia  engendró  á  Diocleciano 
Je  padres  libertinos,  que  es  lo  mismo  que  de  casta  de 
esclavos ;  y  sin  embargo  le  dio  por  emperador  á  Ro- 
ma, señora  del  mundo,  el  año  de  nuestra  salvación 
de  docientos  y  ochenti  y  cuatro  (284).  Púdose  por 
su  valor  y  hazañas  compurur  con  los  príncipes  mas 
aventajados  del  mundo,  si  no  afeara  su  imperio  y  en- 
suciará sus  manos  con  tanta  sangro  como  derramó 
de  cristianos ,  con  que  quedó  su  nombre  odioso  per- 
petuamente. El  año  segundo  de  su  imperio  declaró 
por  su  companero  á  Mazimiano  Hercúleo;  y  para  acu* 
dir  á  todas  partes  poco  después  nombró  por  Césares  & 
Galeno  Maximino  y  á  Constancio  Chioro.  A  Galerio 
dieron  por  mujer  una  hija  de  Diocleciano  llamada  Va- 
leria: Constancio  por  su  mandado  repudió  á  Helena 
hija  de  un  rey  de  Bretaña  ó  Inglaterra^  madre  del 
gran  Constantino ,  para  casar  como  lo  hizo  con  Teo- 
dora antenada  de  Haximíano.  Repertieron  las  provin- 
cias de  tal  manera,  que  Diocleciano  en  Egipto^  Maii- 
miano en  África ,  Constancio  en  Bretaña  apaciguaron 
los  movimientos  y  alteraciones  de  aquellas  gentes: 
los  sucesos  y  trances  fueron  varios,  los  remates  prós- 
peros. A  Galerio  enviaron  contra  los  persas,  cíocde 
porque  no  se  gobernó  bien,  Diocleciano  en  Mesopotu- 
mía,  do  le  vino  á  ver ,  le  hizo  ir  corriendo  delante  de 
su  coche  por  espacio  de  una  milla ,  que  fue  afrenta  y 


112  ^IBLlOTBGi  DB 

castigo  notable;  pero  oomo  después  volvióse  con  la 
victoria ,  le  salió  á  recebir  con  acompañamiento  y 
pompa  muy  semejante  á  triunfo.  Es  así  que  el  castigo 
y  el  premiOi  el  miedo  y  la  esperanza  soa  las  dos  pesas 
con  que  se  gobierna  el  reloj  de  la  vida  humana :  el 
miedo  no  da  lugar  á  la  cobardía ,  la  industria  y  la  di- 
ligencia son  hijas  de  la  esperanza. 

El  «ño  deceno  de  su  imperio  movió  guerra  muy 
cruel  contra  los  cristianos,  y  vuelto  á  Roma  después 
de  las  empresas  sobredicha^ ,  ocho  años  adelante 
apretó  grandemoute  y  embraveció  con  nuevos  y  muy 
crueles  edictos ,  que  fue  el  año  de  Cristo  de  trecien- 
tos y  tres  (303) ,  en  que  fueron  cónsules  Diocleciano 
la  octava  vez  y  Maximiano  la  setena,  según  que  lo  re- 
fiere San  Agustín.  En  aguellos  edictos  se  mandaba 
echar  por  tierra  los  templos  de  los  cristianos,  quemar 
los  libros  sagrados ,  que  los  cristianos  fuesen  tenidos 
por  infames  y  incapacesde  las  honras  y  oficios  públi- 
cos; añadióse  después  desto  ^ue  diesen  la  muerte 
¿  los  presidentes  de  las  iglesias.  Grande  fue  este 
aprieto:  cruelísima  carnicería ,  en  que  murieron  en 
Ronja  el  pontífice  Caio  y  su  hermano  Gabino  con  una 
&u  hija  por  nombre  Susanna.  En  Sevilla  fueron  acu- 
sadas y  muertas  las  santas  vírgenes  Justa  y  Rufina 
como  quebrantaduras  de  la  Relicion,  por  haber  derri* 
bado  por  tierra  la  estatua  de  la  diosa  Salambona,  que 
era  lo  mismo  que  Venus. 

En  Tánger  de  la  Mauritania  martirizaron  á  Harc&- 
llo  Centurión ,  natural  de  León  de  España :  lo  que  le 
achacaron  fue  oue  por  amor  de  la  Religión  Cristiana 
renunciara  el  cíngulo,  que  era  la  insignia  de  soldado. 
Agricolao,  prefecto  del  Preiorio,  fue  el  que  le  sentenció 
á  muerte,  cuyo  nombre  se  lee  no  solo  en  nuestras 
historias,  sino  también  en  los  códices  de  Theodosio  y 
Justíniano.  Grande  y  señalado  fue  este  santo  mártir, 
asi  por  lo  que  él  padeció ,  como  por  doce  hijos  que 
tuvo,  de  quien  se  dice  padecieron  muerte  todos  por 
la  verdad,  bien  que  no  en  un  mismo  tiempo  ni  lugar. 
Quién  pone  en  este  cuento  de  los  hijos  del  mártir 
Marcollo  á  Claudio,  i  Lupercio,  á  Victoriano,  á  Emi- 
terío,  á  Celedonio,  á  Servando,  á  Germano,  á  Ascis- 
cío  y  también  á  Victoria,  todos  mártires  bienaventu- 
rados :  quien  añado  ü  los  santos  Fausto ,  laouario, 
Marcial,  Demás  desto  se  entiende  que  Santa  Marina 

Sadeció  por  este  tiempo  en  Galicia  no  lejos  de  la  ciu- 
ad  de  Orense ,  donde  está  su  santo  cuerpo  en  un 
templo  de  su  nombre  ocho  millas  de  aquella  ciudad. 
Todos  estos  y  otros  muchos  santos  padecieron  en 
España  por  estos  tiempos  antes  que  el  impío  y  cruel 
Daciano  viniese  á  ella  enviado  por  Diocleciano  su  se- 
ñor á  derramar  tanta  sangre  como  derramó  de  cris- 
tianos :  este  con  gran  furor  y  rabia ,  comenzando  de 
los  Pirineos ,  atravesó  toda  esta  provincia  por  lo  an- 
cho y  ppr  lo  largo  de  Levante  á  Poniente,  y  de  Medio- 
dia  á  Septentrión.  Parece  que  Daciano  fue  presidente 
de  toda  España  por  un  mojón  de  términos  que  está 
entre  las  ciudades  Beja  y  Ebora  cerca  de  una  aldea 
llamada  Oreóla  con  estas  palabras  en  latín : 

Á  RUE8TB0S  SeftOBKS,  ETBRNOS ,  EMPERADORES  CAIO 
AURELIO  VALERIO  lOVlO  DIOCLECIANO  Y  MARCO  AURELIO 
VALERIO  ERCULEO  PIADOSOS  FELICES  Y  SIEMPRE  AUGUSTOS, 
TBRMinO  EüTRE  LOS  PACENSES  Y  LOS  EBORBNSES  ,  POR 
MANDADO  DE  PUBLIO  DACIANO  V.  P.  PRESIDENTE  DE  LAS 
E8PAÑA8  DE  SU  DEmAD  Y  MAGESNAD  DEVOTÍSIMO. 

En  el  cuento  de  los  santos  mártires  que  hizo  morir 
Dacipno,  tos  primeros  fueron  Feliz  y  Cucufato,  naci- 
dos en  África ,  pero  que  con  deseo  de  adelantar  las 
cosas  del  Cristianismo  eran  venidos  á  España.  Feliz 
fue  martirizado  en  Girona,  Cucefato  en  Barcelona: 
donde  padeció  también  Santa  Eulalia  virgen,  diferen- 
te de  oira  que  del  mismo  nombre  fue  muerta  en  Meri- 
na. En  S^ara^oza  dio  la  muerte  á  Santa  Engracia, 


OABPAE  Y  R0I4S. 

Prudencio  la  llama  Bnoratis :  desde  lo  poitraro  de  la 
Lusítania  pasaba  á  Ruiselloo  á  verse  con  sa  esposo, 
pero  antes  que  allí  llegase  le  halló  mejor  y  mas  aven- 
tajado. Padecieron  con  ella  diez  y  ocho  personas  qne 
la  acompañaban  fuera  de  otra  muchedumbre  innu* 
merable  de  aquellos  ciudadanos  que  por  la  misma 
causa  dieron  las  vidas,  y  por  el  cuchillo  pasaron  á  las 
coronas  y  gloría.  Sus  cuerpos  porque  no  viniesen  4 
poder  de  los  cristianos,  y  no  los  honrasen,  quemaron 
junto  con  los  de  otros  facinerosos.  Pero  las  cenizas 
de  los  santos  se  apartaron  de  las  otras  por  virtud  de 
Dios,  y  juntadas  entre  sí,  las  llamaron  masa  candida 
ó  masa  blanca.  Prudencio  refíere  que  sucedió  lo  mis- 
mo á  las  cenizas  de  trecientos  mártires ,  que  fueron 
muertos  en  África ,  y  echados  en  cal  viva  el  mismo 
dia  que  padeció  San  Cipriano ,  y  que  los  llamaron 
masa  candida. 

Echaron  otrosí  roano  y  prendieron  al  santo  viejo 
Valerio  obispo  de  Zaragoza ;  y  al  valeroso  diácono 
Vincencio;  y  presos  los  enviaron  á  Valencia  para  que 
allí  sexonociese  de  su  causa.  Pensaban  que  los  tra* 
bajos  del  camino  ó  el  tiempo  serian  parte  para  que 
mudasen  parecer.  Pasaron  grandes  trances :  última- 
mente Valerio  fue  condenado  en  destierro,  en  que 
pasó  lo  demás  de  la  vida  en  los  montes  cercanos  á  las 
corrientes  del  rio  Cinga.  Por  ventura  tuvieron  respe- 
to á  su  larga  edad  para  no  ponelle  en  mayores  tor- 
mentos. Con  Vincencio  procuraron  oue  mudase  pa- 
recer ,  y  entregase  los  libros  cagraaos ,  aue  era  ser 
traidor:  que  así  llamaban  los  cristianos  á los  que  los 
entregaban,  de  la  palabra  latina  traditor  que  significa 
traidor  y  entregador.  Pero  como  no  se  doblegase  ni 
viniese  en  hacer  lo  uno  ni  lo  otro,  emplearon  en  él 
todos  los  tormentos  de  hierro  y  de  fuego  que  supieron 
inventar,  con  qde  al  fin  le  quitaron  la  vida.  Su  sagra- 
do cuerpo  por  miedo  de  los  moros,  que  todo  lo  asola- 
ban y  profanaban ,  fue  los  años  adelante  llevado  al 
promontorio  sagrado,  que  por  e^ta  causa  se  llama  hoy 
cabo  de  San  Vicente :  de  donde  últimamente  en  tiem- 
po del  rey  don  Alonso  Primero  deste  nombre ,  y 
primer  rey  de  Portugal,  por  su  mandado  lo  trasla- 
daron á  Lisbona ,  ciudad  la  mas  principal  de  aquel 
reino,  según  que  en  su  lugar  se  relatará  mas  por 
menudo. 

En  Alcalá  de  Henares  padecieron  los  santos  Justo 
y  Pastor  ton  pequeños  que  apenas  habían  salido  de 
la  edad  de  la  infancia.  Matáronlos  en  el  campo  Loa- 
ble ,  en  que  el  tiempo  adelante  en  su  nombre  edifi- 
caron un  suntuoso  templo,  ilustre  al  presente  ñor  los 
muchos  y  muy  doctos  ministros  y  prebendaoos  que 
tiene.  Sus  cuerpos  en  el  tiempo  que  las  armas  de  los 
moros  volaban  por  toda  España ,  se  llevaron  á  diver- 
sos lugares  hasta  que  últimamente  el  año  de  nuestra 
salvación  de  1568  el  rey  don  Felipe  Se<3;uüdo  de  las 
Españas ,  de  Huesca ,  do  estaban ,  los  hizo  volver  á 
Alcalá ,  y  poner  en  el  mismo  lugar  en  que  derrama- 
ron su  bendita  sangre. 

Pasó  la  crueldad  adelante,  porque  llegado  Daciano 
á  Toledo  prendió  á  la  virgen  Leocadia,  la  cual  por 
miedo  de  los  tormentos  j  ei  mal  olor  de  la  cárcel,  jun- 
to con  la  pena  que  recibió  con  la  nueva  que  vino  poco 
después  del  martirio  de  Santa  Olalla  la  de  Ménda  y 
de  Julia  su  compañera,  rindió  su  pura  alma  á  Dios. 
El  oficio  mozárabe  la  llama  confesora,  el  romano  már- 
tir :  en  que  no  hay  mucho  que  reparar ,  porque  anti- 
guamente lo  mismo  significaban  y  eran  confesores 
que  mártires.  Los  mongas  Benitos  de  San  Gislen  cer- 
ca de  Mons  á  Henao  mostraban  el  sagrado  cuerpo  de 
Santa  Leocadia :  sí  de  la  española ,  ó  de  otra  del  mis- 
mo nombre ,  algunos  los  años  pasados  lo  pusieron  en 
disputa;  pero  ya  no  hay  que  tratar  desto,  porque  se 
hallaron  muy  claros  argumentos  y  muy  antiguos  d9 
la  verdad  cuando  al  mismo  tiempo  que  escribíamos 
esta  hisloria ,  de  aquel  destierro  con  increíble  con- 
curso y  aplauso  de  gentes  que  acudieron  de  toda» 


ktstoikiA  te 

parte»  á  la  fiesta,  á  20  de  abril  el  a&o  de  1587  fue 
restituida  á  su  patria  por  diligencia  y  autoridad  del 
rey  don  Felipe  segundo  de  España :  cidra  muestra  de 
su  grande  piedad  y  religión. 

CAPITULO  xni. 

En  <iué  parte  de  España  está  Elbora. 

Paktió  Daciano  de  Toledo,  y  en  un  pueblo  llamado 
Elbora  hizo  sus  diligencias  y  pesquisa  para  si  en  él  se 
hallaba  alfun  cristiano :  presentaron  delante  del  un 
mancebo  llamado  Vinceocio;  reprehendióle  áspera- 
mente ei  presidente,  pero  como  tuviese  recio  en  su 
creencia  y  no  aflojase  punto  en  su  constancia;  le  hi- 
zo poner  en  la  cárcel ,  de  do  se  huyó  á  la  ciudad  de 
Avila  y  y  allí  derramó  la  sangre  junto  con  dos  herma- 
nas suyas  Sabina  Y  Ghristeta  que  le  persuadieron  que 
huyese,  y  en  la  nuida  le  acompañaron.  Hasta  aquí 
todos  concuerdan.  Lo  que  tiene  dificultad  es  qué 
pueblo  fiíese  Elbora ,  en  qué  parte  de  España ,  qué 
nombre  al  presente  tiene:  si  destruido  ,  si  en  pié ,  si 
lejos  de  Toledo,  si  cerca:  que  son  todas  cuestiones 
tratadas  con  grande  porfía  y  contienda  entre  perso- 
nas muy  eruditas  y  diligentes.  Los  portugueses  ha- 
cen á  San  Vicente  su  natural ,  nacido  en  Elbora, 
ciudad  en  aquel  reino  muy  conocida  por  su  antigüe- 
dad ,  lustre  y  nobleza.  Otros  van  por  diferente  ca- 
mino y  ca  ponen  á  Elbora  en  los  pueblos  carpetanos 
que  al  presente  son  el  reino  de  Toledo;  y  aun  en 
particular  señalan  que  es  la  villa  de  Talavera.  pueblo 
no  menos  conocido  y  muy  principal  en  aquellas  par- 
tes. Por  los  portugueses  nace  la  semejanza  de  los 
nombres  Elbora  y  Ebora,  la  tradición  de  padres  á  hi- 
jos que  asi  lo  jiublica ,  los  rastros  de  la  antigüedad  es 
es  ksai>er  la  piedra  en  que  San  Vicente  puso  sus  pies, 
con  la  huella  que  á  la  manera  que  si  fuera  de  cera, 
dejó  en  ella  impresa:  las  casas  de  sus  padres  que  en 
aquella  ciudad  se  muestran  y  tienen  en  gran  reve- 
rencia. Que  si  estos  son  flacos  argumentos ,  negué- 
moslo todo,  quememos  las  historias^  alterémoslas 
devociones  d')  los  pueblos,  y  atropellemos  todo  lo  ai 
antes  que  trocar  el  parecer  que  tenemos. 

Estas  son  las  razones  que  hay  por  esta  parte,  muy 
darás  y  de  grande  fuerza ;  ¿qufénio  negará?  ^quién 
no  lo  echara  de  ver?  pero  por  la  parte  contraria  hace 
ja  vecindad  que  hay  entre  Toledo  de  donde  partió  el 

{irvsidence,  y  Talavera  donde  los  mártires  fueron  ha- 
lados y  Avila  hasta  donde  él  mismo  los  siguió  y  les 
hizo  darla  muerte.  Porque  ¿quién  podrá  pensar  que 
el  presidente  de  España  desde  Ebora  la  de  Portugal 
viniese  en  persona  en  seguimiento  de  un  mozo  y  de 
dos  doncellas?  ¿ó  cómo  se  puede  entender;  que  para 
ir  á  Herida,  cabeza  entonces  de  la  Lusitania,  prime- 
ro pasase  á  Ebora  que  está  tan  fuera  de  camino ,  y 
mas  de  cien  millas  ajelante?  Pero  todo  el  progreso 
del  camino  que  hizo  Daciano  y  los  lugares  porque  an- 
duvo, 60  entienden  mejor  por  la  historia  de  la  vida  y 
muerte  de  Santa  Leocadia  como  está  en  los  libros 
eclesiásticos  muyantiguos  escrita  por  Braulio  olSispo 
de  Zaragoza,  según  que  muchos  lo  sienten;  la  cual 
no  ponemos  aquí  á  larga  por  evitar  prolijidad.  Basta 
decir  en  breve  lo  gue  en  ella  se  relata  á  la  larga ,  que 
Daciano  de  la  Gallia  por  Cataluña  y  Zaragoza  llegó  á 
Alcalá  T  á  Toledo ,  desde  allf  pasó  á  Elbora  y  á  Avila, 
do  el  dicho  San  Vicente  fue  martirizado. 

Oirá  alguno  que  está  bien  *  pero  que  ¿cómo  se  po- 
drá fundar  que  Talavera  se  llamó  en  otro  tiempo  El- 
bora? Respondo  que  muchas  leyendas  de  Breviarios 
lo  dicen  asi:  el  antiguo  de  Avila ,  el  de  la  orden  de 
Santiago,  ei  de  Plasencia,  y  entre  nuestros  historia- 
dores don  Lucas  de  Tuy  atestigua  lo  mismo.  Dirás 
que  no  hay  que  hacer  caso  del  por  su  poca  diligencia 
y  jQioio :  no  quiero  detenerme  en  esto,  los  libros  que 


KáPAHÁ.  ^  ii^ 

escribió  no  dan  muestra  de  Aigenio  grosero,  ni  de 
falta  de  entendimiento.  Por  lo  menos  Ptolomeoleda 
nombre  de  Libera,  y  cerca  della  pone  á  Ilurbida,  que 
se  puede  entender  estuvo  donde  al  presente  una  de- 
hesa llamada  Lorviga ,  una  legua  de  Talavera ,  de  la 
otra  parte  de  Tajo,  y  enfrente  de  do  se  le  junta  el  rio 
Alverche,  que  se  derriba  de  los  montes  dt  Avila;  de- 
mas  desto  Tito  Livio  en  los  carpetanos  que  es  del 
reino  de  Toledo,  pone  un  pueblo  que  él  llama  Ebura, 
muy  notable  por  la  batalla  muy  memorable  que  cerca 
déi  Quinto  Fulvio  Placeo  pretor  de  la  España  Citerior 
dio  á  los  celtiberos ,  y  por  la  victoria  que  dellos  ganó: 
En  el  libro  cuarenta  de  su  Historia  cuenta  con  la  ele- 
gancia que  suele,  lo  que  pasó ,  con  tales  particulari- 
dades y  circunstancias,  que  todos  lo  que  algo  cr.* 
tienden  y  lo  consideran  atentamente,  se  persuaden 
concurren  en  los  campos  del  dicho  pueblo  cjue  tiene 
por  la  parte  de  Poniente.  Las  palabras  no  quise  poner 
aquí :  para  nuestro  propósito  basta  saber  que  el  pue- 
blo de  que  se  trata  en  Ptolomeo ,  por  la  demarcación 
y  distancia  de  los  lugares  es  Libera ,  y  que  en  tiem- 
po de  los  romanos  en  el  reino  de  Toledo  estuvo  un 
pueblo  llamado  Ebura.  Que  estos  nombres  se  hayan 
trocado  en  el  de  Elbora,  qué  maravillaos?  ¿quién  du- 
dará en  ello?  ¿quién  no  sabe  la  fuerza  que  el  tiempo  y 
la  antigüedad  tienen  en  trocar^y  alterar  los  nombres 
y  en  cuantas  maneras  se  revuelve  todo  con  el  tiempo? 
De  lo  que  en  contrario  se  alega,  no  hay  que  liacer 
mucho  caso.  Guanta  vanidad  hav  en  cosasdeste  jaez, 
cuantas  sean  las  invenciones  del  vulgo ,  con  muchos 
ejemplos  se  pudiera  mostrar.  Demás  que  Elbora  la  de 
los  carpetanos  contrapone  ouros  rastros  y  memorias 
no  menos  en  número ,  ni  menos  claras  que  destos 
sunios  tiene.  Lo  primero  las  casas  destos  santos,  don- 
de hoy  está  el  hospital  de  San  Juan  y  Santa  Lucia:  la 
plaza  de  San  Esteban  asi  dicha  de  un  templo  desta  ad- 
vocación que  allí  estaba ,  en  que  se  tiene  por  cierto 
que  San  Vicente  fue  presentado  delante  del  presiden- 
te. Demás  desto  á  cuatro  leguas  de  Talevero  en  el 
Piélago ,  monte  muy  empinado  entre  los  montes  de 
Avila,  hay  una  cueva  enriscada  y  espantosa ,  con  la 
cual  todos  los  pueblos  comarcanos  tienen  grande  de- 
voción por  tener  por  averiguado  y  fírmel  que  los  san- 
tos cuando  huyeron  de  Elbora,  estuvieron  allí  escon- 
didos; y  en  memoria  desto  allí  junto  edificaron  un 
templo  y  un  castillo  con  nombre  de  San  Vicente,  seña- 
lado antiguamente  por  la  devoción  del  lugar  y  las 
muchas  posesiones  que  tenia.  Todo  el  monte  es  muy 
fresco  y  de  un  aire  templado  en  verano ,  y  puro ,  asi- 
mismo de  mucha  arboleda.  Dícese  comunmente  que 
aquel  templo  fue  de  los  Templarios:  al  presente  no 
quedan  sino  unos  paredones  viejos,  yuna  abadía  que 
se  cuenta  entre  las  dignidades  de  Toledo  sin  em- 
barco que  el  castillo  está  puesto  en  la  diócesi  de 
Avila. 

Estas  son  las  razones  que  militan  por  la  parte  de 
Talavera:  largas  en  palabras,  si  concluyeuteSy  el 
lector  con  sosiego  y  sin  pasión  lo  juzgue  y  sentencie. 
Si  nuestro  parecer  vale  algo,  asi  lo  creemos.  Y  asi  lo 
dice  Dextro  el  año  de  Cristo  de  300  por  estas  pala- 
bras: ((S.  Cristi  Mártires  Vioceutius,  Sabina  etc- 
»Cristeta  ejus  sórores,  qui  nati  in  Eboreosi  oppido 
vCarpetaniaB.»  De  los  obispos  de  Elbora  hay  mucha 
mención  en  los  concilios  Toledanos,  y  monedas  de 
los  godos  se  hallan  acuñadas  con  el  nombre  de  El- 
bora ,  de  oro  muy  bajo  como  son  casi  todas  las  de 
aquel  tiempo.  A  cuál  de  las  dos  ciudades  se  naya  de 
atribuir  lo  uno  y  lo  oiro  no  nos  pone  en  cuidado ,  ni 
queremos  sin  argumentos  muy  claros  sentenciar  por 
ninguna  de  las  partes :  antes  de  buena  gana  dejare- 
mos á  los  portugueses  la  silla  obispal  de  Elbora  como 
sufragánea  á  la  de  Mérida ,  según  que  se  baila  por  las 
divisiones  de  las  diócesis  que  hicieron  en  España  pri- 
mero el  emperador  Constantino  Magno,  y  después  el 
'  rey  Wamba.  Ni  pretendemos  que  la  ciudad  de  Ebora 


i  14  BtBtlOt&CA 

ea  tiempo  de  los  godos  no  se  llamase  también  Elbora, 
conforme  á  la  libertad  con  que  se  mudó  el  nombre  de 
Talayera,  y  con  la  que  el  tiempo  suele  trocar  los 
nombres  y  apellidos  de  los  pueblos  y  lugares.  Pué- 
dese dudar  como  se  mudaron  los  nombres  antiguos 
deste  pueblo  en  el  que  boy  tiene  de  Talavera :  sos- 
pecbo  que  Tala  en  la  lengua  antigua  de  España  es  lo 
mismo  que  pueblo  como  Talavan ,  Talarruvia ,  Tala- 
manca,  lo  cLn  á  entender;  y  que  de  Tala  y  Ebura 
S rimero  este  pueblo  se  llamó  Talebura  ó  Talabura,  y 
e  aquí  con  pequeña  mudanza  se  forjó  el  nombre  de 
Talavera. 

CAPITULO  XIV. 

La  descripción  de  Elbora. 

De  lo  que  se  ha  dicho  se  entiende  claramente  que 
el  pueblo  de  que  tratamos ,  hov  llamado  Talavera, 
muy  abundante  en  todo  género  de  regalos  y  mante- 
nimientos, y  de  campiña  muy  apacible,  fresca  y  fér- 
til, antiguamente  tuvo  muchos  apellidos.  Ptolomeo 
le  llamó  Líbora,  Tito  Livio  Ebura,  en  tiempo  de  los 
godos  se  llamó  Elbora,  y  aun  algunos  en 'latín  le  dan 
nombre  de  Talabríca ,  engañados  sin  duda  poMa  se- 
mejanza que  tiene  este  nombre  con  el  de  Talavera. 
Nos  en  estos  comentarios ,  como  viniere  mas  á  cuen- 
to ,  le  daremos  ora  uno ,  ora  otro  destos  apellidos: 
esto  se  avisa  para  que  ninguno  se  engañe,  ni  tropie- 
ce en  la  diversidad  y  diferencia  de  los  nombres.  Está 
asentada  esta  villa  en  los  confines  de  los  vectones. 
de  loscarpetanosy  de  la  antigua  Lusitanía,  en  llano, 
y  en  un  valle  que  por  aquella  parte  tiene  una  legua 
de  anchura,  pero  mas  arriba  hacia  Levante  se  ensan- 
cha mas.  Gértanle  y  bañan  muchos  ríos,  ei  mas  prin- 
cipal y  que  recoge  todos  los  otros,  el  rio  Tajo,  muy  fa- 
moso por  sus  aguas  muy  suaves  y  blandas ,  y  por  las 
arenas  doradas  que  lleva,  con  muy  ancha  y  tendida 
corriente  pasa  por  la  parte  de  Mediodía,  y  baña  las 
mismas  murallas  de  Talavera ,  que  son  muy  antiguas 
y  de  muy  buena  estofa,  de  ruedo  pequeño ,  pero  eri- 
zadas y  fuertes  con  diez  y  siete  torres  albarranas 
puestas  á  trechos  á  manera  de  baluartes  muy  fuertes. 
Las  torres  menores  y  cubos  soif  en  mayor  número, 
coo  su  barbacanta  que  cerca  el  muro  mas  alto  por  to- 
das partes.  En  fin  nmgunas  de  las  murallas  antiguas 
de  España  se  igualan  con  eslas. 

Dádase  en  oué  tiempo  se  levantaron.  Comunmente 
se  tiene  por  obra  de  ios  romanos;  y  así  da  muestra  lo 
mas  antiguo  de  las  murallas,  conque  no  hacen  tra- 
bazón lae  torres  albarranas :  otros  las  tienen  por  mas 
modernas  á  causa  que  por  la  mayor  parte  son  de 
mam posteria ,  y  algunas  letras  romanas  que  se  ven 
en  elfss,  están  puestas  sin  orden  y  traza.  Por  tanto 
es  forzoso  confesar  que  es  obra  de  los  godos  ó  de  lOs 
moros  en  el  tiempo  que  fueron  señores  de  España;  y 
dado  que  algunos  las  atribuyen  á  los  godos,  parece 
que  dan  muestra  de  edificio  mas  nuevo,  si  se  cotejan 
aquellas  murallas,  mayormente  las  dichas  torres, 
con  la  parte  de  los  muros  de  Toledo  que  edificó  el  rey 
Wamba.  Esto  testifica  el  moro  Rasis ,  que  levantaron 
los  moros  aquella  í\ierza  á  propósito  de  impedir  las 
correrías  que  hacían  los  cristianos  por  aquella  parte. 
el  año  de  los  árabes  325,  que  concurrió  con  el  937 
del  nacimiento  de  Grísto.  Sus  palabras  son  estas: 
«En  tierra  de  Toledo ,  que  es  de  las  mas  anchas  de 
iiEspaña;  hay  muchos  pueblos  y  castillos:  entre  los 
«cuales  castillos  es  unu  Talavera,  que  edificaron  los 
«griegos  sobre  el  rio  Tajo,  y  después  ha  sido  fuerte 
»y  fronlera ,  según  que  las  cosas  de  los  moros  y  cris- 
ntianos  variaban.  El  muro  es  alto  y  fuerte,  las  torres 
«empinadas.  El  año  de  los  moros  de  3z5  el  mira* 
»mamolin  hijo  de  Mahomad,  cortado  el  pueblo  en  dos 
«partes ,  mandó  edificar  un  castillo  do  estuviesen  los 
«capitanes.» 

Este  castillo  entendemos  es  todo  aqu^  circuito  de 


DS  ÚkSPkÍL  T  noic. 
la  muralla  sobredicha:  y  dado  que  parezca  grande, 
en  Italia  y  en  Francia  nay  otros  no  mucho  menores: 
porque  el  alcázar  menor  que  est4  dentro  de  estos 
muros  á  la  parte  del  río ,  de  obra  mas  grosera ,  v  que 
por  la  mayoi*  parte  está  arruinado ,  se  edificó  aaelan- 
te  en  tiempoae  don,  Alonso  el  emperador,  como  cons- 
ta de  una  escritura  que  tiene  el  monasterio  de  mon- 
jas de  S.  Clemente  de  Toledo,  en  que  se  les  hace 
recompensa  por  ciertas  casas  que  para  el  sitio  de 
aquel  alcázar  les  tomaron.  Desde  este  alcázar  sale  y 
se  continúa  otro  muro  menos  fuerte ,  ca  por  Ja  ma- 
yor parte  es  de  tapiería ,  y  con  grandes  vueltas  abra- 
za el  primer  muro  casi  todo  sino  es  por  do  le  baña  el 
rio  Tajo.  Con  este  está  pegado  otro  tercer  muro  que 
ciñe  un  grande  arrabal  por  la  parte  de  Poniente  con 
un  arroyo  por  nombre  la  Por  tina ,  que  le  divide  de  lo 
demás  del  pueblo;  arroyo  que  suele  á  las  veces  hin- 
charse con  las  lluvias  y  grandes  avenidas  y  salir  de 
madre.  Este  muro  se  debió  edificar  depnesa  en  al- 
gún aprieto ,  pues  con  ser  el  mas  moderno ,  está  caído 
de  manera  que  quedan  pocos  rastros  del. 

Dentro  da^^te  muro  habitan  los  labradores,  dectro 
del  segundo  los  oficiales ,  mercaderes  y  la  mayor  par- 
te de  la  gente  mas  granada,  y  la  plaza  y  mercado  lle- 
no de  toda  suerte  dé  refcalos  y  abundancia.  Dentro 
del  muro  menor  y  mas  fuerte  viven  los  caballeros, 
que  son  en  mayor  número  y  de  n.as  renta  que  en 
otro  cualquiera  pueblo  de  su  tamaño.  Los  demás  ve- 
cinos tienen  pobre  pasada  por  ser  enemigos  del  tra- 
bajo y  de  los  negocios ,  y  no  quererse  aprovechar  del 
suelo  fértil  que  tienen.  En  aquella  parte  está  una 
iglesia  colegial  de  canónigos ,  y  con  ella  pegado  un 
monasterio  de  Gerónimos,  edificio  de  don  Pedro  Te- 
norio arzobispo  de  Toledo  á  propósito  de  recoger  en  él 
los  canónigos  para  que  viviesen  regularmente.  Pero 
como  esto  no  tuviese  efecto  por  la  coutradicion  de  la 
clerecía  y  del  pueblo,  llamó  y  puso  monjgesde  San  Ge- 
rónimo en  aquella  parte ,  á  ios  cuales  dio  grandes  he- 
redamientos y  renta :  otras  cosas  hay  en  este  pueblo 
dignas  de  consideración  que  se  dejan  por  brevedad. 
Volvamos  al  cuento  de  los  sagrados  mártires. 

En  esta  persecución  padecieron  enLisbona  losmár- 
tires  y  hermanos  Verisimo,  Máximo  y  Julia:  en  Bra- 
ga San  Víctor ,  en  Córdova  San  Zoylo  con  otros  diez  y 
nueve ;  cerca  de  Burgos  la  Santas  Centolla  y  Elena, 
en  Sigúenza  Santa  Liberata,  en  Melgeriza  pueblo  de 
los  montes  de  Toledo  Santa  Quíteria,  donde<lícen  que 
el  rey  Wamba  edificó  un  templo  en  su  nombre.  Fue- 
ra destos,  otros  muchos,  cuyos  nombres  y  martiríos 
si  por  menudo  se  bebiesen  de  contar^  no  bailaríamos 
fin  ni  suelo.  Tampoco  se  puede  averiguar  donde  es- 
tén los  sagrados  cuerpos  de  todos  estos  santos ,  dado 
que  de  algunos  se  tenia  noticia  bastante.  Las  diver- 
sas opiniones  que  hay  en  esta  parte,  oscurecen  la 
verdad ,  que  procedieron  á  lo  que  sospecho ,  de  que 
las  sagradas  reliquias  de  algunos  santos  se  repar- 
tieron en  muchas  partes,  y  con  el  tiempo  cada  cual 
de  los  lugares  ^ue  entraron  en  el  repartimiento,  pen- 
saron que  tenia  el  cuerpo  todo :  engaño  que  ha  en 
parte  disminuido  la  devoción  para  con  algunos  san- 
tuarios. 

Ensebio  refiere  que  vio  por  este  tiempo  á  las  bes^ 
tías  fieras  ni  por  hambre,  ni  de  otra  manera  poder 
irritarlas  para  que  acometiesen  á  los  mártires;  y  que 
la  ocasión  para  que  se  levantase  tan  brava  tempestad, 
fue  la  corrupción  de  la  disciplina  eclesiástica  rela- 
jada. También  es  cosa  cierta  que  de^s  otas  y  destos 
principios  se  despertó  en  Afríca  la  bere^jia  de  Donato. 
Fue  así  que  Donato,  numida  ó  ahirbede  nación,  ayu- 
dado de  una  mujer  llamada  Lucilla  que  vivía  en  Áfri- 
ca, y  era  española  y  muy  rica,  acusó  falsamente  á 
Ceciliano  obispo  de  Cartago,que  entregara  á  los  gen- 
tiles los  libros  sagrados:  delito  muy  ara  ve  si  fuera 
verdad.  En  esla  acusación  pasó  tan  adelante,  que  no 
paró  basta  bacelle  deponer  de  su  dignidad»  Del  mis- 


mo  delilo  acusaron  en  Españdal  ma  Osio  obispo  de 
Corcova.  En  lugar  de  Ceciliaoo  íue  primero  puesln 
Ifajoríno,  después otrii  Donato,  iiereíey  Daturíl  da 
Cartsgo.  Grandes  fueron  estas  revuellaa,  y  que  se 
continuaron  por  muclios  años,  como  se  irá  noUndo 
■delante  en  sus  luga  res, 

CAPITULO  XV. 

De  los  emperadores  Constancio  T  Galerio. 

CaMado  Diocleciano  del  gobierno ,  y  perdida  la 
esperiBU  de  salir  coa  lo  <]ue  tanto  deseaba ,  que  era 
desbacerel  nombre  y  religión  de  loa  cristianos ,  i  ca- 
bo de  TODte  años  que  tenia  y  gobernaba  el  imperio 
te  renuncíóen  Hitan  y  se  redujo  á  vida  de  particular: 
lo  tniuno  i  su  persuasión  liizo  su  compañero  Udit- 
miano  en  Nicomcdia ,  do  estaba ,  que  [ue  uno  de  los 
raros  ejeiLploa  que  en  ol  mundo  se  han  visto.  Cnn  esto 
quedaron  por  emperadores  y  señores  de  todo  Constan- 
cio y  Galerio  el  ano  de  Cristo  do  trescientos  y  cuatro 
( 304J.  Conslanrio  se  encargó  de  la  Gnllia ,  Bretaña  y 
España.  Princi^  de  singular  modestia,  tanto  que  á 
su  mesa  se  servia  de  bajillade  barro.  Fueotrosimuy 
■migo  de  cristianos,  de-quediú  muestras  barto  nota- 
bles. Galerioquedócoú  lasdemáspr  oviacíasdelímpc- 
rio.  Este  para  mas  asegurarse  nombrd  por  Césares 


Severo  lo  de  Italia  y  lo  de  África,  y  él  se  quedú  con 
la  E»clavonia  y  la  Grecia. 

Atajó  la  muerte  Ioü  pasos  i  Constancio,  que  falle- 
ció en  Eboraco,  ciudad  de  la  Dretaña  Ú  [ngataCerra  ol 
aüo  de  Cristo  de  trescientos  y  seis  (306).  (mperú  uo 
año,dieimesesyocliodÍBS.Dicbcsoporel  híjoy suce- 
sor que  dejó,  que  fué  el  gran  Constantino,  fuera  del 
cual  de Teodorasu  segunda  mujer,antenaaa  deMat i- 
miano.dejóiConstaociayáAnnibaüanopadredeDal- 
macioCésar,  yáolroConstantino,  cuyos  bijos fueron 
Gallo  y  Juliano,  ^e  asimismo  fueron  Césares  como  se 
veri  adelante.  Vivió  poresle  tiempo  Prudencio, obispo 
deTarazona,  natural  de  Arm^ncia,  puoblode  Vizcaya 
que  fue  antiguamente  obispal,  y  al  presente  le  vemos 
reducido  i  caserías  d>'spues  que  una  iglesia  colegial 
de  canónigos  que  alli  quedaoa ,  jjor  uuli  del  papa 
Alejandro  VI,  se  trasladó  á  la  ciudad  de-Victona. 
Fue  otrosí  deste  tiempo  Rufo  FestoATÍeno(l). Doblo 
escritor  de  las  cosas  y  historia  de  Roma,  y  aun  poeta 
señalado  :  asi  lo  dice  Crioilo. 

El  año  sij^ientc  después  que  el  emperador  Cons- 
tancio murió.  Maiencio  hijo  de  Unximiano  se  apo- 
dera de  Roma  vsellamúemperadtH-.  Acudió  contrae! 
Severo ,  pero  fue  roto  por  el  tirano,  v  muerto  en  una 
batalla  qñe  se  dieron.  Maiimiano  sabido  loqne  pasa- 
ba, tinoá  Roma  sea  con  inleoto  de  ayudar  &  su  tiijo, 
sea  con  deseo  de  recobrar  el  imperio  que  había  deja- 
do. No  hay  lealtad  ni  respeto  entre  los  que  pretenden 
mandar.  Echóle  su  bijo  de  Roma :  acudió  ef  ampara 
de  su  jerno  el  emperador  Constantino  queresidiaen 
Fraucia:  pero  como  se  entendiese  que  sin  respeto 
del  deudo  j  del  hospedaje  trataba  de  dar  la  muerte 
al  que  le  recibió  en  su  casa  j  trató  con  todo  regalo, 
acordó  Constantino  de  ganar  por  la  mano  y  hacerle 
matar  enHarsetladoestaba. 

Galerio  nombrado  que  bobo  en  lugar  de  Severo  á 
Ücinio  por  César,  él  mismo  pasó  en  Italia  con  deseo 

(1)  Eflte  poeta,  que  Masdeu  (ümu  entre  los  españoles, 
floreció  eo  lienipa  ds  Teodoaio  el  Grande:  pubru-ú  ilguogs 
obras  Iradneidaí  del  iniego,  coma  li  de  los  FettSmenot  de 
Áralo,  la  deitripdon  de  la  tierra ,  de  Diangrü) ,  la  Ira 
daccim  de  alguaai  fábuiat  dt  Esupo ,  ^  la  deicripcioa 
de  Uu  eattat  marfiímoi,  que  acaso  será  origiaBl  suya.  Estas 
WD  lis  DDicis  que  tenenioi  ea  el  día  de  este  poeta,  puca  kp 
dicE  que  puso  ea  renos  yambos  la  historia  ael  Li?io, 

hnbiera  sido  muy  útil  pr"     — '■-  '- '  -  -  -  " ' 

iipiel  elefaate  hisloríaoo 


DI  ESPtñ:!.  lis 

y  intento  de  deshacer  al  tirano ,  mas  por  miado  que 
el  cjúrcito  no  se  le  amoliirase,  sin  bacer  cosa  alguna' 

dio  la  vuelta  áEsclaronia.  Allí  comenzd  i  emplear  su 
rabia  contra  los  cristianos  :  atajó  ia  muerte  sus  tra- 
ías, que  le  avino  por  ocasión  deuna  postema  y  llaga 
que  so  le  lii^o  en  una  ingle  cinco  años  enteros  des- 
pués que  tomó  el  imperio  en  compañía  de Coustaocio. 
Era  á  la  sazón  pootince  de  Roma  Melcliiades ,  el  cual 
en  una  epistola  que  enderezó á  Marino,  Leoncio,  Be- 
nedicto y  á  bis  demás  obispos  de  España,  les  amones- 
ta que  con  el  ejemplo  déla  vida,  que  es  unatajomuy 
cono  y  muy  llaoopara  hacerse  obedecer,  goiiiornen 
á  sus  subditos;  que  entre  los  santos  apósioles  dado 
que  fueron  iguolescn  la  elección*  bobo  diferencia  eu 
el  poder  que  tuvo  San  Pedro  sobre  los  demás  :  trata 
otrosi  del  sacramento  de  la  conGrmacion  :  tiene  por 
data  los  cónsules  Rubrio  y  Voiusiano ,  que  lo  fuerou 
el  año  de  nuestra  vlvacion  de  trescientos  y  catorce 
(3(4). 

CAPITULO  XVI. 

Del  emperador  Constantino  Magno. 

Cansaoos  los  romanos  de  la  tiran'a  de  Haiencio,  i'e 
su  soltura  y  desórdenes,  y  desconOados  de  los  Césares 
Maximino  y  Licinio,  acordaron  llamar  en  su  ayuda  al 
emperador  Constantino  que  á  la  sazón  residia  en  la 
Gallin.  Acudió  él  sin  dilación  á  tan  juita  demanda: 
marchó  con  sus  gentes  la  vuelta  de  Hií&n.  En  aquella 
ciudad  para  asegurarse  de  Licinio  le  casó  con  su 
liermana  Constancia.  Hecho  esto,  pasó  adelanleen  su 
camino  y  en  busca  del  tirano:  ItegabacercadeRoma 
cuando  con  el  cuidado  que  le  aquejaba  mucho  por  la 
dificultad  de  aquella  empresa,  un  dia  sereno  y  claro 
vio  en  el  cíelo  la  señal  de  la  cruz  coa  esU  letra : 


BU  E^TA  StNL  TGNCIIKAS. 


fue  grande  el  ánimo  qne  cobró  con  este  milagro. 
Haudó  que  el  estandarte  real  que  llamaban  libam ,  y 


los  soldados  le  adoraban  cada  día,  sehiciese  en  forma 
de  cruz  de  la  traza  que  aquí  se  pone.  Deata  ocasión 

5  principio  como  algunos  sospechan  vino  la  coitum- 
re  de  los  españoles,  que  escriben  el  santo  nombre 
de  Cristo  con X  y  conPgríega,  qne  érala  mismafor- 
ma  del  libero.  Compruébase  esto  por  una  piedra  qne 
en  Oreto  cerca  de  Almagro  se  halló  de  tiempo  del 
emperador  Valentiniano  el  segundo,  dondese  ve  ma- 
nifiestamente cómo  el  nombre  de  Cristo  se  escribía 
con  aquellas  letras  y  abreviatura. 

Pasó  pues  Constantino  adelante ,  v  por  virtud  do  la 
cruz  junto  á  Puente  Malle  á  vista  do  Roma  veacíó  á 
su  contrarío  en  batalla,caen  cierta  puente quesobre el 
rio  Tibre  tenia  hecha  de  barcas,  ala  retirada  cayd  en 
el  rio  y  se  ahocó.  Con  tanto  la  ciudaddeRomaquedó 
libre  de  aquella  tirania  tan  pesada,  yen  ella  entró 
Constantino  en  triunfo  por  la  parte  donde  hoy  est& 
un  arco  el  mas  hermoso  que  hay  en  Roma,  levantad? 
en  memoria  desta  Tictoria.  Juntamente  se  aplacó  la 
csrnireria  cruel  que  por  mandado  de  Maxencio  se  ha- 


116  BinuOTECA  DE  G*SP*R  t  hOIC. 

ci3  en  loscristianns.  EntrttJBS  demif  3  las  Sanias  Doro-  r:is  y  fülsedad  á  p 
tM  y  SoFraniB ,  par  guardar  su  casliilad ,  y  no  coicsen-  aombre.  Verdad  es' que  poco  antes  de  su  muerte  n 
lirconlaToluDladdel  Liraao,  la  primera  Fue  degolla-  vocó  lodos  estos  edicto«notan[f)desuvolDiiltid,cumo 
da,  la  sef^unda  por  dÍTÍna  inspiracioa  se  matú  á  sí  por  miedo  de  Constantino,  :;u¡opoderdecada<liis« 
misma:  ejemplo  singular  que  un  tiempo  de  Diocle-  adelnnlaba  mas,  y  asimismo  de  Li'-ínio  <juepocoin- 
ciauo  siguió  otro  mujer  Antíochéna  ,  qiie  por  la  les  le  ?cnciera  en  derta  batalla.  Falleció  pues  este 
misma  causa  con  no  menor  fortaleza  el  pasurae  uua  emperador  ;  Licioio,dudÚ  el  propásito  que  uuteste- 
paenle  se  echo  con  dos  hijos  suyas  en  eí  rio  que  por  nía,comenziJádeclarariecautralBReligíonCristiuDa. 
debajo  pasaba.  TojndlumaooConstantiuoivinieroQábaUílIaenHuu- 

Gn  el  mismo  tiempo  Maximino  en  las  partas  Je  Le-  gria  primero,  y  después  en  Bithynía  :  entrambas  ne- 
vante derramaba  mucha  sangre  de  cristianos  en  la  ¡  ees  fue'veiicido  Licinio.y  en  la  primera á ruegos  de 
persecución  queruemuerla  Callierina  TirgenAíejan-  su  mujer  Constancia  no  solo  le  perdonó,  sino  que  le 
drina ,  y  con  ella  Porfirio  general  de  la  caualleria  ,  y  conservó  en  la  autoridad  que  tenía ;  mas  la  seguniia 
San  Pedro  obispo  de  aqoctla  oiudad.  Era  lan  grande  voz  que  le  venció ,  por  la  misma  causa  de  su  hermana 
el  deseo  queMaiimino  teniu  lie  deshacer  el  nombre  .  le  dejúla  vida,  pero  redújoleá  estado  de  hombre  par- 
cristiano,  que  por  todo  el  Imperio  mandó  enseñasen  |  ticular,  y  sin  embargo  poique  trataba  de  robelaríe 
enlasescuelnsiüuerillosniiios,  y  le^  hiciesen  apren-  i  el  tiempo  adel.tnte  se  la  hizo  quitar.  Fue  de  juicio 
der  de  memoria  cierto  hbroen  que  estaba  puesto  lo  I  lan  eslravaganie  que  deciaque  fas  letras  eranTeneoo 
que  pasó  entre  Pílalo  y  Cristo,  lleno  todp  de  mentí-  '  público;  y  no  era  maravilla,  pues  las  ignoraba  de  tal 


Li  IMUlod  tnrtngí  n 

suerte  que  aun  do  sabia  firmar  su  nombre.  En  la-  per- 

lecucion.que  levantó  contra  la  Iglesia,  entre  otros 
padecieron  en  Sebastia  los  Santüs  cuarenta  mórlircs 
muy  conocidos  par  su  valor^  y  poruña  iionúlía  que 
hizo  San  Basilio  en  su  feslividaif. 

Por  esta  manera  los  movimientos  asi  bion  los  ri¿ 
dentro ,  como  ios  do  fuera  del  Imperio,  so  sosegaron 
V  todo  el  mundo  se  redujo  á  uoa  cabeza ,  tnu  Tuvora- 
blai  nuestras  cosas,  que  la  Religión  Cristiana  década 
dia  llorecia  mas  y  se  adelatilaba.  Bautizóse  el  empe- 
rador Constantino  en  Roma  juntameole  con  su  hijo 
&ispo,  y  por  virtud  del  santo  bautismo  fue'librauo 
de  Ir  lepra  que  padecía ,  según  que  muy  graves  auto- 
res testiHcan  lo  uno  y  lo  otro.  En  parlícuTar  de  íiaber- 
se  Constuutino  bautizado  en  Roma  da  muestra  un 
hermoso  baptisterio  que  eslíen  San  Juan  de  Lolrau 
de  obra  muyprima,adornado  y  rodeado  do  columnas 
de  pórfido  asaz  grandes.  Luego  que  se  bautizó,  co- 


lilir  deloi  rnninoi. 

menzrt  con  mayor  fervora  ennoblecer  la  religión  oiio 
tomara ,  cdillcnr  tempfos  portodas  partes,  luccr  k-- 
ycs  muy  santas,  convidar  á  todi,s  para  que  srguiesL-n 
su  pjemnlo. 

Grunae  fue  el  aumento  que  con  estas  co'iiS  recibía 
la  Iglesia  cristiana;  pero  esla  luz  po<o  después  se 
anublóen  gran  parte  con  una  porlia  muy  fuera  de  sa- 
zón ,  can  que  Arrio,  presbítero  alejandrino,  preten- 
día persuadir  que  elHijodeDius,  el  Verbo  eterno,  no 
eraQÍ£[ual  á  su  Padre.Esle  fue  el  principio  yin  cuite- 
za  (te  1 1  herejía  y  secta  muy  ídmosa  de  los  arríanos. 
Tuvo  Arrio  por  maeitro,  aunque  noeiievle  disparn- 
le,  al  sautu  mártir  Luciano,  y  fue  condiscípulo  iln 
losdosEusebiosNi-^omedictiso  y  Cesariense  sus  gran- 
des allegados  y  defensores.  La  ocasión  principa)  de 
despeñarse  fue  la  ambición,  mal  casi  íocurahle.  y 
sentir  muclio  que  después  de  la  muerte  de  San  Pedro 
obispo  de  Alejandría  pusiesen  en  su  lugar!  Alejandro 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


H7 


sin  hacer  caso  del.  Deste  principio  eosi  por  todo  el 
mundo  se  dividieron  los  cristianos  en  dos  parciaiida- 
d«^ ,  y  con  la  discordia  parecia  estaba  toao  á  punto 
de  perderse ,  ca  la  nueva  opinión  agradaba  á  muchos 
varones  claros  por  erudición,  así  obispos  conro  parti- 
culares ,  oue  no  Jaban  orejas  ni  recibían  las  amones- 
taciones Qtí  los  que  mejor  sentían. 

Estas  diferencias  pusieron  en  grande  cuidado  a) 
emperador,  como  era  razón.  Acordé  para  concertar 
aquellos  debates  enviará  Alejandría  á  Oslo  obispo  de 
Córdoba ,  varón  de  los  mas  señalados  en  letras,  pru- 
dencia j  autoridad  de  aquellos  tiempos,  y  aun  en  el 
código  lie  Theodosto  hay  una  ley  de  Constantino  en- 
derezada á  Osio  sobreestás  diferencias.  Trató  él  con 
mucha  diligencia  lo  que  le  era  encomendado,  y  para 
componer  aquellas  a  Iteraciones  sedice  fue  el  primero 
que  invento  los  nombres  de  Ousia  ,'que  quiere  decir 
esencia,  y  de  Hípostasis,  que  quiere  decir  supuesto 
ó  persona.  No  bastó  ninguu  medio  para  doblegar  al 
pérfido  Arrío ,  por  donde  fuq^chado  de  Alejandría  y 
condenado  a\  destierro  en  que  breven»ente  falleció. 
Quedó  otro  de  sh  mismo  nombre  como  heredero  de 
su  impiedad  y  y  cabeza  deaquella  secta  malvada.  Cun- 
día el  mal  de  cada  dia  mas,  por  donde  se  resolvió  el 
emperador  de  acudir  al  postrer  remedio  que  era  jun- 
tar un  conciHo  ffenerah  Señaló  el  emperador  para  te- 
ner el  concilio  a  Nicea,  ciudadde  Bithynia ;  y  por  su 
mandado  concurrieron  trescientos  y  diez  y  ocíio  obis- 
pos de  todas  hs  partes  del  mundo ,  dado  que  en  este 
número  no  todos  concuerdan.  Acudieron 'asimismo 
el  segoudo  Arrio  y  sus  secuaces  paradarrazondesí. 
Todos  estos  y  sus  errores  fueron  por  el  concilio  re- 
probados. 

Depusieron  otrosíde  su  obispado  á  Melecio,  porque 
con  aemasiado  celo  reprehendía  la  facilidad  de  que 
Pedro  obispo  de  Alejandría  usaba  en  reconciliar  y  re- 
cibir á  penitencia  á  los  que  se  habían  apartado  de  la 
fé;  y  con  este  su  celo  tenia  alteradas  las  iglesias  de 
Egipto  y  puesta  división  entre  los  cristianos.  Anda- 
ban grandes  diferencias  sobre  el  dia  en  que  se  debía 
celebrar  la  Pascua  de  Resurrección :  dióseeu  esto  el 
orden  conveniente  y  traza  quese  guardase  eu  todo  el 
mundo.  Estaba  en  el  Oriente  relajada  la  disciplina 
eclesiástica,  en  particular  acerca  de  la  castidad  de 
las  personas  eclesiásticas.  Era  dificul toso  Veducillas 
á  lo  qneantiguamentese  guardaba.  Por  esta  causa  los 
padres  conforme  a)  consejo  de  Pufuucio  vinieron  en 
permitirles  que  no  dejasen  á  sus  mujeres.  Demás  des- 
to  se  mandó,  so  pena  de  muerte,  oue  ninguno  tuvie- 
se los  libros  de  Arrio,  sino  que  todos  los  quemasen. 
Hay  quien  diga  que  la  manera  de  contar  por  indicción 
nes  ^e  inventó  en  este  concilio,  y  que  se  tomó  prin- 
cipio del  año  que  se  contaba  trescientos  y  trece  de 
nuestra  salvación ,  6  causa  que  en  aquel  año  fue  al 
emperador  Constantino  mostrada  e.'i  el  cielo  la  señal 
de  la  cruz.  Hallóse  presente  en  este  concilio  el  gran 
Osio  y  quien  dicen  que  también  presidió  en  él  en  lu- 
gar de  Silvestre  papa ,  y  en  compañía  de  los  presbí- 
teros Vito  y  Yincencío,  que  para  este  efecto  fueron 
desde  Roma  enviados. 

Al  mismo  tiempo  que  esto  pasaba  en  el  Oriente  ó 

Eoco  después,  en  España  se  celebró  el  concilio  illi- 
errllauo  (i)  así  dicho  de  laciudadde  IÍIeberris,que 

(1  >  No  se  sabe  fijamente  rl  flíio  en  que  se  celebró  e%ie 
famoso  ceociiío  nacional  de  E^p^Qa ,  que  las  diversas  opinio- 
nes vienen  á  colocar  entre  el  256  y  el  350.  Asistieron  á  él 
San  Valerio ^  obispo  de  Zarapoza,  y  el  famoso  Osio  de  Cór- 
«loba ,  con  otros  de  la  provincia  rürtacrincn<e  y  de  la  Lusita- 
nia.  El  pnroero  qwe  firma  es  Félix,  obi«po  de  Acci ,  que  qui- 
zás prendía  per  ser  el  nías  antiguo,  el  secundo  Oí(io,  Sa  bino 
obispo  de  Sevilla,  Melantho  de  Toledo,  San  Valerio  de  Za- 
ragoza,  y  Lrberiu  de  Mérída  ademas  otros  veinte  y  cuatro, 
cuyos  nombres  no  bao  llegado  hasta  nosotros.  En  un  manus- 
crito Dcoy  antiguo  so- lea  qae  asistieron  cuarenta  y  tres  obis- 
pos«  Teinte  y  seis  presbíteros  que  se  sentaron  con  los  obis- 


estuvo  en  otro  tiempo  asentadaen  aquella  parle  de  I» 
Bélica  donde  hoy  está  Granada,  comose  entiende  por 
una  puerta  de  aquella  ciudad  que  se  Ñama  la  puerta 

pos ,  y  los  diáconos  y  el  pueblo  estuvieron  de  píe.  Este 
concilio,  que  ha  sido  tan  célebre  por  la  severidad  de  la  dis- 
ciplina ,  hiio  ochenta  y  un  cánones  contra  la  relajación. de  los 
cristianos  y  su  caída  en  la  idolatría.  Pondremos  aquí  los  mas 
notables  para  que  pueda  formarse  niicio  de  la  época  : 

Priva  de  la  comunión  á  los  sacerdotes  de  los  falsos  dioses 
que  convertidos  á  la  fé  y  recibido  el  bautismo ,  sacriíkan 
por  sí  ó  por  otros  á  los  ídolos,  ó  cometen  homicidio  y  adul* 
teho. 

Impone  siete  aííos  de  penitencia  á  la  mujer  que  ha  casti- 
gado á  su  sierva  con  tanto  rigor  que  muere  á  los  tres  días  si 
lo  ha  hecho  con  ánimo  de  matarla ,  y  si  no  ha  sido  con  esta 
intención  y  le  impone  solo  cinco  años  de  penitencia ;  pero  si 
la  sierva  muere  pasados  tres  días  de  haber  recibido  los  gol- 
pes ,  se  le  descarga  de  esta  penitencia. 

Ordena  que  no  se  conceda  ia  absolución ,  aun  en  el  articu- 
lo de  la  muerte ,  al  que ,  habiendo  estado  puesto  en  peniten- 
cia por  el  crimen  de  adulterio,  recae  en  él. 

Condena  á  la  misma  pena  á  las  mujeres  que,  habiendo  de 
jado  á  sus  maridos  sin  causa ,  se  casan  con  otros. 

Declara  que  la  mujer  que  ha  dejado  á  su  marido  por  causa 
de  adulterio  no  puede  casarse  con  otro,  y  que  si  lo  hace  uo 
debe  ser  admitida  á  la  comunión  hasta  la  muerte  de  su  pri- 
mer marido ,  á  no  ser  que  el  peligro  de  la  enfermedad  obli- 
gue á  concederle  la  absolución. 

Permite  bautizar  á  los  mandos  que  han  dejado  á  sus  mu- 
jeres, y  á  las  mujeres  que  han  dejado  á  sus  maridos  el  tiem- 
po del  catecumenado,  aunque  se  hayan  vuelto  á  casar  con 
otros ;  mas  si  una  mujer  fiel  se  casa  con  un  hombre  que  ha 
dejado  á  su  mujer  sin  causa,  ordena  que  no  se  le  dé  la  co- 
munión aun  en  el  articulo  de  la  muerte. 

Priva  de  la  comunión  aun  en  el  articulo  de  la  muerte  á  las 
que  prostituyen  sus  hijas. 

Condena  a  la  misma  pena  á  las  vírgenes  que ,  después  de 
haberse  consagrado  á  Dios ,  pasan  su  vida  en  el  libertinage; 
pero  las  que  hacen  penitencia  de  su  pecado ,  como  maniñes- 
tan  por  sn  arrepentimiento  que  han  caido  en  el  pecado  por 
flaqueza ,  les  concede  la  absolución  en  el  articulo  de  la 
muerte. 

Ordena  que  las  doncellas  que  han  perdido  la  virginidad, 
si  se  casan  con  el  que  las  ha  desflorado,  sean  admitidas  á  la 
comunión  al  cabo  de  un  año,  sin  obligarlas  á  hacer  peniten- 
cia, f«  d  saber  pública ;  mas  si  cometen  el  pecado  con  otros 
hombres,  se  les  impondrá  cinco  años  de  penitencia. 

Prohibe  á  los  fieles  casar  sus  bijas  con  los  paganos,  y  pri- 
va do  la  comunión  por  cinco  años  á  los  que  lo  hicieren ,  lo 
mismo  que  respecto  de  los  judíos  y  herpjes. 

Prohibe  á  los  sacerdotes,  diáconos  y  obispos  que  vayan  á 
las  ferias  para  comerciar  abandonando  sus  iglesias,  pero  se 
les  permite  que  comercien  en  su  provincia  y  que  envíen  sus 
hijos,  sus  amigos  ó  sus  criados  para  negociar  fuera  del  país. 
Priva  de  la  comunión  aun  en  el  artículo  de  la  muerte  á  los 
presbíteros,  diáconos  y  á  los  obispos  que  caen  en  el  adul- 
terio. 

Ordena  que,  sí  se  descubre  que  algún  eclesiástico  comete 
la  usura ,  sea  degradado  y  separado  del  oficio;  mas  que ,  si 
un  lego  cae  en  este  pecado,  y  promete  corregirse,  se  le  per- 
done; pero  que,  si  recae,  sea  arrojado  de  la  Iglesia. 

Permite  á  los  obispos  y  eclesiásticos  tener  en  su  compañía 
sus  hermanas  ó  vírgenes  consagradas á Dios,  con  prohihiciou 
espresa  de  tener  mujeres  estrauas. 

Prohibe  á  los  obispos  recibir  regalos  de  los  que  no  están  en 
la  comunión  de  la  Iglesia. 

Prohibe  tiar  el  subdiaconado  á  los  que  en  su  juventud  han 
cometido  adulterio  para  que  no  lleguen  á  un  grado  mas  ele- 
vado ,  y  manda  degradar  á  los  que  así  hubieron  sido  orde- 
nados. 

Manda  á  los  obispos,  presbíteros,  diáconos  y  á  todos  los 
clérigos  que  están  en  el  servicio,  que  se  abstengan  de  sus 
mujeres  so  pena  dó  ser  privados  del  honor  de  la  clericatura. 

Es  notable  el  38  que  dice  así :  «No  queremos  que  se  pon- 
«ran  pinturas  en  las  iglesias ,  porque  no  se  pinte  sobre  los 
muros  el  objeto  de  nuestro  culto  y  de  nuestras  sdoraciones.» 

Ordena  que  si  un  fiel  que  teniendo  una  mujer  legitima  ha 
cometido  muchos  adulterios,  cae  enfermo ,  y  promete  de  no 
caer  mas  en  este  pecado ,  no  se  le  niegue  la  comunión ;  mas 
que  si  después  de  haber  curado  vuelve  á  caer  en  su  pecado 
no  se  le  conceda  jamas. 

Ordena  que  los  que  reciban  el  bautismo  no  pongan  dinero 
en  los  platos  como  se  tenía  de  costumbre ,  para  que  no  pa- 
rjezca  que  el  sacerdote  da  por  dinero  lo  que  ha  recibido  gra- 


Ii8 


BIBLIOTECA  DB  GASPAR  T  ROIG. 


de  ElTíra,  y  uq  recuesto  por  allí  cerca  del  mismo 
nombre;  poraue  los  que  sienteo  que  este  coocilio  se 
juDló  á  las  haldas  de  los  Pirioeos  eo  Colibre ,  pueblo 
que  antiguamente  se  llamó  Eliberís,  no  vao  atinados, 
como  se  entiende  por  los  nombres  destas  ciudades 
que  todavía  son  diferentes ,  y  norque  ningún  obispo 
de  la  Gnllia  y  de  las  ciudades  ala  tal  ciudad  comarca- 
nas de  España  se  halló  eo  aquel  concilio.  Solo  se  nom- 
bran los  prelados  que  caían  cerca  de  Andalucía,  fue- 
ra de  Valerio  obispo  de  Zaragoza  que  firma  en  el  sesta 
lugar,  y  en  el  seteno  Melancio  obispo  de  Toledo. 

Es  este  concilio  uno  de  los  mas  antiguos ,  y  en  qué 
se  contienen  cosas  muy  notables.  Lo  primero  se  hace 
mención  de  vírgenes  consagradas  á  Dios.  Dispensan 
en  los  ayunos  de  los  meses  julio  y  agosto :  costumbre 
recibida  en  Francia ,  pero  no  en  España  en  que  los 
grandes  calores  parecía  mas  necesaria.  Vedan  á  las 
mujeres  casadas  escribir  ó  recibir  cartas  sin  que  sus 
maridos  lo  sepan.  Mandan  no  se  pinten  imágenes  en 
las  paredes  de  los  t«implos ;  y  esto  á  causa  que  no  que- 
da sen  feas  cuando  se  descostrase  la  pared.  Hay  tam- 
bién en  este  concilio  mención  de  metropolitanos,  que 
antes  se  llamaban  obispos  de  la  primera  silla.  Ultima- 
mente,  según  que  algunos  se  persuaden,  en  este 
concilio  i  por  mandado  de  Constantino  se  señalaron 
los  aledaños  á  cada  uno  de  los  obispados ,  y  por  me- 
tropolitanos á  los  prelados  de  Toledo ,  Tarragona, 
Bra^a ,  Merida  y  Sevilla,  Pero  desto  no  hay  bastante 
certidumbre;  y  sin  embargo,  la  división  de  las  dióce- 
sis que  dicen  hizo  el  emperador  Constan  tiao,  so  pon- 
drá en  otro  lugar  mas  a  propósito,  por  las  mismas 
palabras  del  moro  Rasis  historiador  anticuo  y  grave. 
Lo  mas  cierto  es  que  en  tiempo  del  rey  Wamba  y  por 
su  mandado  se  hizo  la  distribución  de  los  a rzobisp idos 
y  á  cada  uno  se  señalaron  sus  obispos  sufragáneos. 

Fuera  de  todo  esto  es  cosa  averiguada  que ,  como 
en  las  demás  provincias,  así  bien  en  España  se  truoó 
grandemente  la  manera  del  gobierno.  Fue  así  que 

tuítameote;  y  manda  que  lo^  sacerdotes  y  eclesiásticos  do 
laven  los  pies  de  ios  bautizados. 

Pronuncia  anatema  contra  los  que  publican  libelos  infa- 
ma torios. 

Quiere  que  una  persona  escomulgada ,  no  pueda  ser  reci- 
bida sino  por  el  obispo  que  la  ha  escomulgado,  y  prohibe  á 
todos  los  otros  de  recibirla  á  la  comunión  sin  su  consenti- 
miento. 

Manda  separar  de  la  comunión  de  la  Iglesia  á  los  padres 
qu3  han  violado  la  fé  de  los  esponsales ,  á  menos  que  alguno 
de  los  esposos  ó  los  dos  juntos  sean  culpables  de  algunos  crí- 
menes, porque  en  este  caso  los  padres  están  libres. 

Prohibe  honrar  como  mártires  los  que  han  si9o  muertos 
abatiendo  públicamente  los  ídolos,  porque  el  Evangelio  no 
manda  que  esto  se  haga ,  y  no  se  lee  que  baya  sido  practi- 
cado por  los  Apóstoles. 

Impone  cinco  años  ifi  penitencia  al  que,  muerta  su  mujer, 
se  case  con  alguna  hermana  de  ella ,  á  menos  que  la  estre- 
midad  de  la  enfermedad  obligue  antes  á  darle  la  paz. 

Ordena  que  si  un  carretero,  a  á  saber  de  los  que  corren 
con  los  carros  en  el  circo  ^  ó  un  cómico ,  quieren  hacerse 
cristianos,  no  se  les  reciba  sin  que  primero  renuncien  á  su 
oQcío. 

Priva  de  la  comunión  aun  en  el  articulo  de  la  muerte  á  las 
mujeres  que  en  ausencia  de  sus  maridos  han  cometido  adul- 
terio y  han  quitado  la  vida  al  fruto  de  su  crimen. 

Impone  la  misma  pena  á  las  que  han  pasado  toda  la  vida 
en  el  crimen  de  adulterio;  mas  concedo  la  comunión  después 
de  diez  aQos  de  penitencia  á  las  que  antes  de  caer  enfermas 
dejan  aquel  con  quien  pecaban. 

Priva  de  la  comunión  aun  en  el  articulo  de  la  muerte  al 
clérigo  que,  sabiendo  que  su  mujer  comete  adulterio,  no  se 
separa  de  ella ,  poraue  no  parezca  que  los  aue  deben  dar 
ejemplo  de  una  vida  honesta  y  arreglada  ensenen  á  los  otros 
el  librrlinage. 

Ordena  que  no  se  reciba  á  la  comunión  aun  en  el  artículo 
de  la  muerte  al  que  se  habrá  casado  con  su  entenada  por  el 
incesto  que  ha  cometido. 

Prohibe ,  so  pena  de  ser  separadas  de  la  comunión  de  la 
Iglesia ,  á  las  mujeres  fíeles  ó  catecúmeoas  de  tener  en  su 
nervicio  farsantes  ó  cómicos. 


Constantino  en  la  Thracia  reedlGcó  ¿  Byzancio,  ciu- 
dad que  los  anos  pasados  destruyó  el  emperador  Sep- 
timío  Severo,  como  queda  en  su  lugar  apuntado. 
Llamóla  de  su  nombre  Constaotinopla ,  y  para  mas 
autorizarla ,  trasladó  á  ella  la  silla  del  imperio  roma- 
no :  yerro  gravísimo ,  como  con  el  tiempo  se  entendió 
claramente ;  que  con  la  abundancia  de  los  regalos ,  y 
conforme  &  la  calidad  de  aquel  cielo  y  aire8,1os  em- 
peradores adelante  se  afeminaron ,  y  se  enflaqueció 
el  vigor  velicoso  de  los  romanos ,  y  al  fin  se  vinieron 
á  perder.  Para  escusar  los  escesivos  gastos  que  se 
hacían  y  aliviar  las  inmeosas  cargas  de  los  vastllos, 
reformó  quince  legiones  que  tenían  repartidas  por  las 
riberas  del  Rhin  y  del  Danubio ,  para  enfrenar  la4 
eotradas  de  aquellas  gentes  bárbaras  y  fieras.  Junto 
con  esto ;  en  lugar  de  un  prefecto,  del  Pretorio  hizo 
que  de  allí  adelante  hobiese  cuatro  con  suprema  au- 
toridad y  mando  en  guerra  ven  paz  :á  los  dos  encargó 
las  provincias  de  Levante,  los  otros  dos  gobernaban 
las  uel  Poniente :  de  tal  manera  que  lo  de  italíu  estaba 
á  cargo  del  uno ,  el  otro  gobernaba  la  Gallia  y  hi  Es- 
paña ;  pero  de  tal  forma ,  que  él  hacia  su  residencia 
en  la  Guliia,  y  en  España  tenia  puesto  un  YÍcario  su- 
yo. Todos  los  cfUe  tenían  pleitos,  podían  de  los  presi- 
dentes y  gobernadores  de  las  provmcias,  hacer  recur- 
so y  apelar  ¿  los  prefectos.  Demás  destos  había  con- 
des que  tenían  autoridad  sobre  los  soldados^  maestro 
de  escuela ,  á  cuyo  cargo  estaba  la  provisión  de  los 
mantenimieotos,  sin  otros  nombres  cíe  oficios  y  ma- 
gistrados que  se  introdujeron  de  nuevo  y  no  se  refie- 
ren en  este  lugar :  basta  avisar  que  la  forma  del  go- 
bierno se  trocó  ^n  grande  manera. 

Concluidas ,  pues ,  estas  y  otras  muchas  cosas«  fa- 
lleció el  gran  emperador  Constantino  el  año  de  nues- 
tra salvación  de  337.  Gobernó  la  república  por  espa- 
cio de  treinta  años,  nueve  meses  y  veinte  y  siete 
dfas.  Tuvo  dos  mujeres,  la  primera  se  llamó  Micsr- 
vina ,  madre  que  fue  de  Crispo,  al  cual  y  á Fausta  su 

Prescribe  que  se  dilate  el  bautismo  hast^  el  articulo  de  la 
muerte  á  una  catecúmena  que  después  de  haber  tenido  ua 
hijo  de  su  pecado  le  ha  dado  la  muerte. 

impone  cinco  años  de  penitencia  á  Iqs  cftie  solo  han  caído 
una  vez  en  el  pecado  de  adulterio,  permitiendo  reconciliar- 
les antes  si  se  ponen  en  peligro  de  muerte  por  el  rigor  de  la 
enfermedad. 

Ordena  que  si  una  mujer  comete  adulterio  de  consenti- 
miento de  su  marido,  debe  ser  este  pnvado  de  la  comunión 
aun  en  el  articulo  de  la  muerte;  mas  si  le  repudia,  se  le 
recibirá  después  de  diez  arios  de  penitencia. 

Manda  que  no  se  dé  U  comunión  aun  en  el  articulo  de  la 
muerte  á  los  que  han  cometido  el  crimen  inftime,  es  á  sa- 
ber de  Sodomía, 

Prescribe  que  si  una  viuda  cae  en  el  pecado,  y  después  se 
casa  con  aquel  con  quien  cometió  el  crimen,  será  admitida 
á  la  comunión  después  de  cinco  años  de  penitencia :  mas  si 
lo  deja  para  casarse  con  otro,  no  tendrá  la  reconcilíaciin  aun 
en  la  muerte;  y  si  aquel  con  quien  se  casa  es  fiel ,  será  pues- 
to diez  anos  en  penitenta. 

Prescribe  que  si  un  fiel  es  delator  y  hace  proscribir  ó  qui- 
tar la  vida  á  allomo ,  no  recibirá  la  comunión  aun  en  el  ar- 
ticulo de  la  muerte ;  pero  si  la  delación  es  de  poci  conse- 
cuencia hará  cinco  aúos  de  penitencia. 

Ordena  que  se  castigue  al  testigo  falso  á  proporción  de  la 
gravedad  del  delito  sobre  el  cual  ha  dado  testimonio;  si  el 
crimen  no  es  digno  de  muerle,  y  prueba  que  ha  dado  aquel 
testimonio  con  repugnancia  y  que  ha  estado  mucho  tiempo 
sin  querer  decir  nada,  hará  dos  aiios  de  penitencia;  pero 
si  no  prueba  que  ha  sido  precisado  á  dar  este  falso  testimonio, 
no  será  recibido  á  la  comunión  sino  después  de  cinco  años  de 
penitencia. 

Manda  que  se  separe  de  la  comunión  á  los  fieles  que  hacen 
profesión  de  jugar  á  les  juegos  de  azar ;  pero  que  si  dejan 
esta  costumbre ,  se  les  podrá  admitir  al  caíio  de  un  aíío. 

Prohibe  á  las  mujeres  fíeles  escribir  á  los  laicos  eo  nombre 
suyo,  ni  recibir  cartas  de  ellos  aunque  sean  cristianos. 
Véanse  en  la  Colección  general  de  los  Concilios  de  Es- 
pana  del  cardenal  Aguírre  los  demás  cánones  del  celebre 
concilio  Illiberntauo ,  mirados  cou  el  mayor  respeto  en  U 
antigüedad. 


mSTOniA  DE  ESPAÑA 

Fegaoda  mujer,  que  fue  Ijija  del  emperador  Haxí* 
roianOy  dio  la  muerte ,  al  hijo  porque  le  achacó  su 
madrastra  que  intentó  de  forzalla ,  á  ella  porque  se 
liescubrióquo  aquella  acusación  y  calumnia  fue  falsa. 
Estas  dos  muertes  dieron  ocasión  á  muchos  para 
reprehender  y  calumniarla  vida  y  costumbres  deste 
gran  monarca.  Demás  que  entre  los  cristianos  se 
tuvo. por  entendido^,  que  por  haber  al  fin  de  su  vida 
favorecido  á  Arrio  y  perseguido  al  gran  Athanasio  se 
apartó  déla  fé  católica,  tanto,  que  no  falta  quien  diga 
que  en  lo  postrero  de  su  edad  se  dejó  bautizar  en  Ni- 
comediapor  Ensebio,  obispo  de  aquella  ciudad^  gran 
favorecedor  de  los  arríanos,  y  que  dilató  tanto  lienopo 
el  bautizarse  por  deseo  que  tenia,  á  ejemplo  de  Cristo 
de  haceilo  en  el  rio  Jordán:  todo  lo  cual  es  falso,  y  la 
verdad  que  la  semejanza  de  los  nombres  Constancio 
y  Constantinoenganó  árauchos paraque atribuyesen 
^1  padre  loque  sucedióal  hijo,  el  emperador  Constan- 
cio ;  principalmente  hizo  errar  ¿  muchos  el  testimo- 
nio de  Ensebio  Cesariense,  porque  con  deseo  de 
ennoblecerla  secta  de  Arrio  con  estas  fábulas  dio  oca- 
sión á  los  demás  de  engañarse.  En  fin,  por  esta  causa 
la  Iglesia  latina  nunca  ha  querido  poner  á  Constan- 
tino en  el  número  de  los  santos,  ni  hacelle  fiesta 
como  sus  grandes  virtudes  y  méritos  lo  pedían,  y  aun 


il9 

España.  Determinó  Constancio  de  vengar  la  muerte 
de  su  hermano:  señaló  antes  del  partir  por  César  eu 
el  Oriente  á  Gallo  su  primo.  Marchaban  los  unos  y  loa 
otros  con  intento  de  venir  á  las  manos:  juntáronse 
en  Esclavonia;  vinieron  á  batalla  cerca  de  la  ciudad 
de  Murcio,  que  fue  muy  porfiada  y  dudosa ;  ca  mu- 
rieron de  los  enemigos  veinte  y  cuatro  ^il  hombres 
y  de  los  de  Constancio  treinta  mil ;  y  sin  embargo* 
ganó  la  jornada,  si  bien  las  fuerzas  del  imperio  con 
esto  carnicería  quedaron  muy  flacas.  E!  tirano,  per- 
dida la  batalla,  se  huyó  á  León  de  Francia.  Allí  él  y 
Decencio  su  h.ermano,que  habia  nombrado  por  César, 
porno  tener  esperanza  de  defenderse^se  mataron  con 
sus  manos.  Con  esta  victoria  todas  las  provincias  del 
imperio  se  redujeron  á  la  obediencia  de  un  monarca, 
ú  la  sazón  que  en  Sirmio,  ciudad  de  la  Esclavonia,  se* 
celebró  un  concilio  contra  Photino.  obispo  deaquella 
ciudad,  que  negaba  la  divinidad  de  Cristo,  Hijo  de 
Dios.  En  este  concilio  se  escribieron  dos  confesiones 
de  la  fé:  entrambas  con  intento  de  sosegar  las  dife- 
rencias, mandaron  que  no  se  usase  la  palabra  Ho- 
mousionó  consubstancial.  La  tercera  que  anda  vul- 
garnjente,  compuso  un  Marco,  obispo  de  Arelhusa, 
hombre  arriano. 


„  ,  ....     P»'í<^se  en  eateconcilio,comoen  los  pasados,  Osio, 

el  ejemplo  déla  Iglesia  griega  convidaba  áello,  que    obispode  Córdoba.  Dicesequeaprobó  aquellas  formu- 
le tiene  puesto  en  su  calendaríuá  veinte dias del  mes    '""       "    * 

de  abril  y  su  imagen  en  ios  altares. 


CAPITULO  XVU. 

De  los  hijos  del  Gran  Constantino. 

Dejó  Constantino  de  Fausta ,  su  segunda  mujer,' 
tres  hijos ,  es  á  saber  Constantino,  Constancio  y  Cons- 
tante: á  todos  tres  en  su  vida  nombró  en  diversos 
tiempos  por  Césares,  y  á  la  muerte  repartió  entre  ios 
mismo?  el  imperio  eu  esta  manera.  A  Constontino, 
que  era  el  mayor,  encargó  lo  de  Poniente  pasadas 
Jas  Alpes:  lo  de  Levante  á  Constancio,  el  hijo  media- 
no: af  mas  pequeño,  que  era  Constonte,  mandó  las 
provincias  de  Italia,  de  África  y  déla  Esclavonia.  Así 
lo  dejó  dispuesto  en  su  testomento  y  postrimera  vo- 
luntad: señaló  otrosí  por  cesar  en  el  Oriente  á  Dalma- 
cioprimo  hermano  de  los  emperadores:  pero  en  breve 
en  cierto  alboroto  de  soldados ,  le  hizo  matar  Cons- 


mas  altivo  de  lo  que  era  razón,  y  al  fin  perro  muerto 
no  muerde.  Constontino  el  mayor  de  los  tres  herma- 
nos, el  tercer  año  después  de  la  muerte  de  su  padre, 
fue  muerto  cerca  de  Aquileya  por  engaño  de  sus  ene- 
migos, hasta  do  llegó  en  busca  de  Constante  su  her- 
iiiauo  con  intento  oe  despojarte  del  imperio  por  pre- 
tender <}ue  todo  era  suyo,  y  que  en  la  partición  de 
las  provincias  le  hicieron  agravio.  Hay  quien  diga  que 
Constantino  siffuió  la  parte  de  Arrio;  pero  hace  en 
contrario  que  a  su  persuasión  principalmente  Cons- 
tancio £U  hermano,  alzó  á  Athanasio  el  destierro  á 
que  le  tenia  condenado ,  y  enviadoá  la  Galliasu  padre. 
Verdad  es  que  poco  adelante  por  la  muerte  del  empera- 
dor Constontino  y  por  miedo  deConstoncio,dc  nuevo 
se  ausentó  de  su  Iglesia.  Pero  el  concilio  Sardicenso 

2  el  papa  Julio  Primero  y  el  emperador  Constante 
icieron  tonto,  que  Athanasio  fue  restituido  ¿  Alejan- 
dría, y  Paulo  á  su  iglesia  de  CoostontinopIa,dedonde 
por  la  misma  causa  and^fba  desterrado.  Muchos  pre- 
lados de  España  se  hallaron  en  aquel  concilio  Sardl- 
cense;  y  el  principal  de  todos  Osio,  obispo  de  Cór- 
doba, y  con  él  Aniano  Castulonense,  Costo  César 
Augustono ,  Domicio  Pacense  ó  de  Beja ,  Florentino 
Emeritense ,  Prclextoto  Barcinonense. 

Grande  ayuda  era  para  los  católicos  el  emperador 
Constonte,  y  grande  falta  les  hizo  con  su  muerte, 
que  le  avino  yendo  á  España  en  la  ciudad  de  Elna, 
que  está  en  el  condado  de  Ruysellon.  Dióle  la  muerte 


las  de  fé,  y  por  esto  causa  puso  mácula  en  su  fama 
y  en  sus  venerables  canas.  Parece  le  doblegó  el  miedo 
de  los  tormentos  con  que  le  amenazaban  ios  arríanos, 
y  que  estimó  en  mas  de  lo  que  fuera  justo,  los  pocos 

anos  de  vidaque  por  sermuy  viejolequedaban.  Demás 
desto  por  mandado  de  Constancio ,  que  iba  de  camino 
para  Homa,  se  juntó  un  concilio  en  Milán:  en  él  pre- 
tendían que  Athanasio,  queandaba  desterrado  de  nue- 
vo después  de  la  muerte  de  Constante,  fuese  por  ios 
obispos  condenado.  Sintieron  esto  Paulino  obispo  de 
Tréverís,  Dionisio  obispo  de  Milán,  Eusebio  obispo 
de  Vercellis,  Lucífero  obispo  de  Caller  en  Cerdeña. 
Concertáronse  entre  sí,  y  como  eran  ton  católicos, 
desbarataron  aquel  conciliábulo:  mas  fueron  ellos 
entonces  desterrados  desús  iglesias,  y  poco  después 
en  Roma  el  mismo Constoncio  echó  ae  aquella  ciudad 
al  santo  napa  Liberio,  y  puso  en  su  lugar  otro  por 
nombre  tefiz.  Demás  desto,  á  instoncia  del  mismo 
emperador,  se  juntaron  en  Arimino,  ciudad  de  la  Ro- 


tancio  dentro  del  primer  año  de  su  imperío:  Parecia    mana,  sobre  cuatrocientos  prelados.  Fue  este  conci- 


lio muy  infame,  porque  en  él  engañados  los  obispos 
católicos  por  dos  obispos  arríanos  Valente  yürsacio, 
hombres  astutos,  de  malas  mañas,  y  que  tenían  gran 
cabida  con  Constancio,  decretaron  a  ejemplo  del  con- 
cilio Sirmiense,  que  en  adelante  nadie  usase  de  aquella 
palabra  Homousion,  ni  dijese  que  el  Rijo  es  consubs- 
tancial al  Padre.  El  color  que'  se  tomó  fue  que  con 
esto  seacabarian  y  sosegarían ,  las  diferencias  que  oca- 
sionaba aquella  palabra,  sin  que  por  esto  se  aparta- 
sen del  sentido  y  doctrina  de  la  verdad.  Descuorióse 
luego  la  trama,  porque  los  arríanos  no  quisieron  veni  r 
en  queaquellasusectafuescanatemátizada.  Sintieron 
los  católicos  el  engaño,  y  todo  el  mundo  gimió  de  ver- 
se de  repente  hecho  arriano,  que  son  las  mismas  pala - 
bras  de  San  Gerónimo:  juntarónse  poco  después  cien  to 
y  sesenta  y  seis  obispos  en  Seleucia,  ciudad  do  Isau- 
ria,  y  quitada  solamente  la  palabra  Romousion,  de- 
cretaron que  todo  lo  demás  del  concilio  Niceno  so 
guardase  y  estuviese  en  pie.  Todos  eran  medios  para 
con  tentar  á  los  herejes,  traza  que  nunca  sale  bien . 

.Volvamos  á  nuestro  Osio,  del  cual  escriben  que, 
vuelto á  España  después  de  tantos  trabajos,  supo  que 
Potamio  obispode  Lisboa,  ora  arriano:  dio  en  perse- 
guirle. Mandóle  el  emperador  poresta  causairaRalía 
á  dar  razón  de  si  al  mismo  tiempo  que  los  engaños  del 
concilio  Ariminense ,  se  tramaban,  álos  cucues  dicen 
dio  consentimiento  ó  de  miedo,  ó  por  estar  caduco. 


que  está  en  el  condado  de  Ruysellon.  Dióle  la  muerte    Tornó  A  España ,  donde  porque  Gregorio  obispo  do 
Mflgncncio,  que  estaba  alzado  con  la  Gallia  y  con  la  I  lllebcrris  le  descomulgó,  le  denunció  y  hizo  parecer 


120  BIBLIOTECA 

en  Córdoba  delante  Ctóraeirtino  Vicario.  Tratábase  el 
pleito  y  Osio  apretaba á  bh  contraríe,  cuando  en  pre- 
sencia del  juez  de  repente  se  le  torció  la  boca  y  sm 
sentido  cayó  en  tierra.  Tomáronle  los'suyos  en  bra- 
zos ,  y  llevado  á  su  casa,  en  breve  rindióel  alraa  sin 
arrepentimiento  de  su  pecado:  miserable  ejemplo  de 
la  flaqueza  humana ,  de  los  truecos  y  mudanzas  del 
mundo.  Bien  sé  que  algunos  modernos  tienen  este 
cuento  porfalso,  y  tachan  el  testimonio  deMarcellino 
Presbítero,  de  quien  San  Isidoro  en  varones  ilustres 
tomó  loque  queda  dicho;  peroá  mí  mucha  fuerza  me 
hace  lo  que  dice  San  Hilario  de  Osio,  que  amó  dema- 
siadamente su  sepulcro,  esto  es  su  vida,  para  en- 
tenderqueullindeiia  se  mostró  flaco;  y  sin  embargo, 
cada  uno  podrá  sentir  lo  que  le  pareciere  en  esta  par- 
te ,  y  escusar  si  quisiere  a  este  gran  varón. 

Grandes  eran  los^ trabajos  en  esta  sazón,  grande  la 
turbación  de  la  Iglesia.  Las  cosas  del  imperio  no  esta- 
ban en  mucho  mejor  estado:  en  particular  los  alema* 
nes  hubiau  rompido  por  Fraocia ,  y  con  las  armas 
traían  muy  alterada  aquella  provincia.  Era  el  empera- 
dor,  de  mas  de  otras  faltas  que  tenia,  naturalmente 
sospechoso:  daba  orejas  y  entrada  á  malsines ,  grande 
peste  de  las  casas  reales:  por  esta  causa  los  anos  pa- 
sados en  el  Oriente  diera  la  muerte á  su  primo  Gallo; 
*y  sin  embargo,  para  acudir  á  la  guerra  de  los  persas 
y  para  sosegar  lo  de  la  Gallia,  sacóá  Juliano  hermano 
de  Gallo  de  un  monasterio  en  que  estaba  (i ):  nom- 
bróle por  César,  y  para  mas  asegurarse  dét  casóle  con 
su  hermana  Elena.  Despachóle  para  la  Gallia,  y  él  se 
apercibió  parahacer  la  guerra  a  los  persas.  En  este 
tiempo  Atnanasio  por  miedo  que  no  le  matasen ,  se 
ausentó  de  nuevo  y  estuvo  escondido  hasta  la  muerte 
del  emperador  Constancio,  que  sucedió  en  esta  ma- 
nera. Fue  la  guerra  de  los  persas  desgraciada,  y  tuvo 
algunos  reveses  con  que  el  emperador  quedó  disgus- 
tado. A  la  misma  sazón  los  soldados  de  la  Gallia,  muy 
pagados  del  ingenio  de  Juliano,  le  saludaron  dentro 
de  París  por  emperador:  sintió  esto  mucho  Constan- 
cio, determinó  ircoutraél;  pero  atajóle  la  muerte,que 
le  sobrevino  en  Antiochía ,  donde  se  hizo  bautizar  á 
la  manera  de  los  arríanos  por  haber  hasta  entonces 
dilatado  el  bautismo  ó  por  ventura  se  rebaptízó,  cosa 

Ífue  también  acostumbraban  los  arríanos.  Hecho  esto, 
alleció  á  tres  de  noviembre  año  del  Señor  de  361. 
Tuvo  el  imperio  veinte  y  cinco  años,  cinco  meses  y 
cinco  días. 

En  España  por  este  tiempo  ciertos  pajes  al  anoche- 
cer metieron  lumbre  diciendo:  venzamos ,  venzamos; 
de  donde  se  puede  sospechar  ha  quedado  en  España 
la  costumbre  de  saludarse  cuando  de  noche  traen  luz. 
Hallóse  allí  un  romano;  entendió  que  aquellas  pala- 
bras de  los  pajes  querían  decir  otra  cosa,  puso  mano 
á  la  espada,  degolló  al  huésped  y  á  toda  su  familia: 
que  fue  cosa  notable,  referirlo  por  Amiano  Marcelli- 
Do,  sin  señalar  otras  circunstancias. 

Fue  deste  tiempo  Clemente  Prudencio, natural  de 
Calahorra:  de  lamiiieia  y  del  oGcio  de  abogado  en  que 
se  ejercitó  mas  mozo;  con  la  edad  poeta  muy  señala- 
do, y  famoso  por  los  sagrados  versos  en  que  cantó 
con  mucha  elegancia  los  loores  de  los  santos  márti- 
res (2)  Hay  quien  diga,  es  á  saber,  Máximo,  que  el 
padre  de  Prudencio  fue  de  Zaragoza,  y  su  madre  de 
Calahorra ;  que  pudo  ser  la  causa  porque  en  sus  him- 
nos á  la  una  ciudad  y  á  la  otra  la  llama  nostra,  sí  bien 
era  natural  de  Zaragoza ,  como  este  mismo  autor  y 
otros  roas  modernos  así  lo  sienten,  y  debe  ser  lo  mas 
cierto.  Juvenco,  presbítero  español  y  mas  viejo  que 
Prudencio,  escribía  en  Tersos  heroicos  la  vida  y  obras 

(1)  De  donde  lo  sacó  fue  de  Atenas,  donde  estaba  des- 
terrado, llevándole  á  MiJan  para  hacerle  César. 

(2)  En  los  poemas  de  este  aragonés  bav  alanos  himnos 
de  mucho  gusto  y  delicadeza ,  como  es  el  de  los  Santos  Ino- 
centes que  empiezan:  Sálvete  flores  Martyrum, 


DE  GASPAR  T  ROIG. 

de  Cristo,  Paciaao  obispo  de  Barcelona,  ejercitaba  el 
estilo  contra  los  novacianos;  cuyo  hijo  fue  Dextro, 
aquel  á  quien  San  Gerónimo  dedicó  el  libro  de  los  es- 
critores eclesiásticos.  Un  cronicón  anda  en  nombre 
de  Deztro ,  no  se  sabe  si  verdadero,  si  impuesto.  Bue- 
nas cosas  tiene;  otras  desdicen  (3). 


CAPITULO  xvni. 

De  los  emperadores  Juliano  y  Joviano. 

No  dejó  el  emperador  Constancio  hijo  alguno:  por 
esto  al  que  perseguía  en  vida ,  nombró  en  su  testa- 
mento por  su  sucesor,  que  fue  á  Juliano  su  primo, 
varón  ae  aventajadas  partes  y  erudición ,  ▼  que  se 
pudiera  comparar  con  los  mejores  emperadores ,  si 
basta  el  fin  de  la  vida  se  mantuviera  en  la  verdadera 
religión,  y  no  se  dejara  pervertir  de  Libanio  su 
maestro;  de  que  vino  á  tanto  daño,  que  desamparó 
la  ReligionCristiana,ycomunmen  tele  llamaron  Após- 
tata. Luego  que  se  encargó  del  imperio,  para  grao- 
gear  las  voluntades  de  todos  les  dio  libertad  de  vivir 
cemo  quisiesen  v  seguir  la  religión  que  á  cada  cual 
mas  agradase.  Alzó  el  destierro  a  los  católicos,  escep- 
to  Atlianasio,  al  cual:  porque  después  de  ía  muerte 
de  Constancio  volvió  á  su  iglesia,  mandó  prender,  y 
para  escapar  le  forzó  á  esconderse  de  nuevo.  A  los 
judíos  dio  licencia  para  reedificar  el  templo  de  Jeni- 
salen:  comenzóse  la  obra  con  grande  fervor;  pero  al 
abrir  de  las  zanjas  salió  tal  fuego ,  que  los  lorzó  á 
desistir  y  alzar  mano  de  aquella  empresa.  A  los  gen- 
tiles permitió  acudir  á  los  templos  de  los  dioses  que 
estaban  cerrados  desde  el  tiempo  del  gran  Constan- 
tino, y  hacer  en  ellos  sus  sacrificios  y  ceremonias. 

Aborrecía  de  corazón  á  los  cristianos;  pero  acordó 
de  hacelles  la  guerra  mas  con  maña  que  con  fuerza, 
ca  mandó  no  fuesen  admitidos  á  las  honras  y  magis- 
trados: que  sus  hijos  no  pudiesen  aprender,  ni  fue- 
sen enseñados  en  las  escuelas  de  los  griegos;  que  fue 
ocasión  para  despertar  ios  ingenios  de  muchos  cris- 
tianos á  escribir  obras  muy  efecanles  en  prosa  y  en 
verso,  en  especial  á  los  dos  Apolunarios  padre  y  hijo, 
personas  niuv  eruditas. 

Confjrme  a  estos  principios  fue  el  fin  deste  empe- 
rador. Emprendió  la  guerra  contra  los  persas:  suce- 
dióle bien  al  principio,  mas  pasó  tan  adelante,  que 
todo  su  ejército  estuvo  á  punto  de  perderse,  y  él  mis- 
mo fue  muerto:  quién  dice  con  una  saeta  arrojada, 
acaso  por  los  suyos  ó  por  los  contrarios,  quién  que  el 
mártir  Mercurio  le  hirió  con  una  lanza,  que  decían  á 
la  sazón  se  halló  en  su  sepulcro  bañada  en  sangre. 
Lo  cierto  es  que  murió  por  voluntad  de  Dios,  que 
quiso  desta  manera  vengar,  librar  y  alegrar  á  los  cris- 
tianos. Vivió  treinta  y  dos  años:  impero  un  año ,  siete 
meses  y  veinte  y  siete  días. 

Con  lamuertede  Juliano  todo  el  ejército  acudió  con 
elimperío  á  Flavio  Joviano ,  hombre  de  aventajadas 
partes  en  todo:  no  quiso  aceptar  al  principio,  decía  que 
era  cristiano,  yportantonoleeraficito ser  emperador 

de  los  que  no  lo  eran ;  pero  como  quier  que  todos  á 
una  voz  confesasen  ser  cristianos,  condescendió  con 
ellos.  Recibido  el  impsrio ,  hizo  asiento  con  los  per- 
sas ,  si  no  aventajado ,  á  lo  menos  necesario  para  li- 
brar á  M  y  á  su  ejército,  que  se  hallaba  en  grande 
apretura  por  la  locura  de  Juliano.  Restituyó  á  los 
cristianos  Jas  honras  y  dignidades  que  solían  tener, 
alas  iglesias  sus  rentas;  alzó  el  destierro  á  Athanasio 
y  á  los  demás  católicos  que  andaban  fuera  de  sus 
c^sus.  Con  esto  una  nueva  luz  resplandecía  en  el 
mundo  sosegadas  las  tempestades,  y  todo  se  enca- 
minaba á  mucho  bien:  felicidad  de  que  no  mereció- 

■ 

(3)  Julio  Flavio  Dextro  fue  prefecto  del  pretorio  en  tiem- 
po de  Theodosío  el  Grande,  y  tan  ilostre  por  sus  virtudes 
como  por  las  letras.  El  cronicón  qoe  se  le  atríbuve  es  su- 
puesto, según  lo  han  probado  el  marqués  de  Mondejar,  Ni- 
colás Antonio,  el  cardenal  Aguirre,  y  otros  muclios  eruditos- 


BinOUA 

roolosboiabresporMiü  pecadus  goinr  mucho  tiem- 1 
po.  pnrqae  ^dtiAo  i  Homa,  en  los  conünes  ile  Galacia 
jde  Bmifnia.  muriúaiiogada:  la  ocasjoa  Fue  ud  bra- 
uro  queladejaroaeDcendíilo  donde  darmia,  j  el 
iposeuto  qua  eslKba  blanqueado  de  auevo,  que  fue- 
roa  dos  duüos.  Teuiaedad  de  cuarisala  años: imperú 
úele  msMs  j  veinte  j  dos  dias.  Hizo  uai  ley  ea  que 
puto  peoa  de  muerte  al  que  ioientase  aaraviar  á 
'~  la  TJrgeg  consagrada  a  Dioa,  nuaque  mete  coa 
da  matrimoaio  y  de  caaerse  con  mía. 

CAPITULO  Xl\. 
De  )ds  emperadores  Valeatiaiano  i  Valenle. 

En  logar  do  Joviano  sucediú  Flavio  ValeaÜDiano, 
húngarede  Dación:  su  padre  ae  llami  Graciano.  Ejer* 
citúM  en  oricio  de  caliestrero ;  pero  psr  sus  fuerias 
T  pmdcDcik  pasd  por  todoa  las  gradÑ  de  la  miJícia  á 


■Iguoi 
wlori 


ser  prerecto  de]  pretorio.  Elifiiéronle  losaoldadoapor 
emperador:  fue  muy  aGcioaado  ila  Religión  Críatiant, 
^ximo  lo  mo^lrd  en  tiempo  del  einperajor  Juliano, 
cuaoda  por  no  consenlir  en  dejar  la  ley  de  Cristo,; 
haber  dada  ^a  su  presencia  una  bofijtadH  &  no  sacris- 
taá  gentil  porque  le  roció  con  -«I  agua  lustra!  de  los 
idoba,  dejó  el  clugulo,  que  era  tanto  como  renunciar 
el  oücio  y  honra  de  soldado.  Nombró  luego  que  la 
eliBÍeron  por  su  compañero  en  al  Oriente  i  Valenle 
su  nermoQo,  y  éi  se  partió  para  llaüa,  donde  con 
celo  de  la  religión  sosegó  la  ciudad  de  Roma  que 
estaba  alborotada  aobre  la  elección  del  pontiiica.  Fue 
asi  que  muarlo  el  papaLiberio,  los  votos  de  los  elec- 
tores Qo  se  concertaron  ;  algunos  arrebatadamente  f 
con  pasión  nombraron  en  lugar  del  difunto  d  Ursino; 
pero  la  mayor  parlo  y  mas  sana  eligió  i  Dimaso,  - 
espaholde  Dacion(l):  ^uiéa  dice  fue  naturalde  Egita, 
que  hoy  se  llama  (¡uimaranes  en  Portugal,  puesta 


ni  D>*  del  iDlieiuo 


da  Tlrrttou. 


eniTsDnerojHirio, quién  de  Tarragona,  quién  de 
Hidrid.  Lo  cierto  es  que  fue  español ,  y  persona  de 
grandes  partes.  Con  esta  dÍTÍsion  se  encendió  tan 
gnndealDoroto,quecomolocuentaAiQÍaaoHarcelli' 
Bu  bistariador  ^eotil  y  de  aquel  tiempo,  ensolo  un  dia 
denlro  déla  iglesia  ile  Siciuio  fueron  muertos  ciento 
¡rtreiata  y  siatetiombres;  y  aun  ei  mismo  autor  re- 
prebende  á  los  poaliQces  romanos  de  quo  andaban 
a  coches,  y  sus  convites  aobrepujaban  á  los  délos 
reyes. 

Sosegóstt ,  pues ,  esta  tempestad  con  que  el  empe- 
rador eoTió  A  Uníno  1  ?lápo]es  para  ser  allá  obispo. 
Pero  no  deaislióde  au  mal  intento  la  parcialidad  coo- 
iraria ,  antes  acusaron  í  Dámaso  de  adulterio  ,  y  le 
Eorzuroní  juntar  concilio  de  obispos  para  de^uargirse 
jdereodersu  inocencia.  Dio  otrosi  por  uiuguuo  el 
concilio  Ariminense  como  juntado  sin  voluctad  y 
'probación  del  ponlilice  roiQuuo.  Itepuso  á  Auieocio, 
uAispo  de  Hilan,  por  ser  arriano.  Ordenó  que  en  los 
lemplús  se  cantasen  los  Silmos  de  David  ic^rus,  y 
por  remate  el  verso' G/orwPaíri.  Demás  deslo  quti 
al  principio  de  la  mi^  se  dijese  la  confesión.  Edificó 
«aRomadoa  templos,  el  uno  de  San  Lorenzo, «loiro 
de  los  apóstoles  Sun  Pedro  y  Sao  Pablo  á  las  Caiacum- 
basealaviaArdentinn.en  que  liizosopultará  su  madre 
ybermtDa-Tuvo  mucha amistadcoD  Sm  Gerónimo, 
á  qnieo  semejaba  mucho  en  los  estudios  y  eru  Jiciou. 
Sscribióiuia  obra  copiosa  y  elegunte  dn  la» vidas  délos 
pontilices  romanos  hastasQ  tiempo.  Las  vidas  quelio; 


andan  délos  pouiüicesennombredeDamasoiianiiiia 
recopilación  de  aquella  obra, por  lodemísÍDdigiM«  de 
varón  tan  erudito  y  gravo.  Las  provincias  no  estaban  . 
sosegadas ,  ca  en  el  Oriente  un  deudo  de  Juliano 
llamado  Procopio  tomó  nombre  deemperador,  y  cob  , 
esto  alterólas  voluntades  de  mudiBS- Acudió  Vaiéuts 
contra  él  vencióle  en  batalla  en  lo  de  Pbrigia ,  y  co- 
mo al  caido  lodos  le  faltan,  su  misma  geote  le  entregó 
al  vencedor. 
Al  mismo  ü'empoValentiniaQO  hacia  prMperameD- 


que  nació  en  Espi Da,  aunque  sa 

pueblo.  Gobernó  la  Iglciis  coa  mucho  celo: 
conilínóSloiarrianos,  luciferianoi,  apolinarisUi  ymele- 
cianos;  celebrd  vanos  concilios,  j  murió  el  iSo  384 1  loi  80 
de  BU  ed«d.  EtcribíA  virios  opúsculos  en  verso,  da  tai  euleí 
se  han  otisarvado  ilgunoi  baíU  natitros  din.  Olrae  obrai 
se  dan  por  sayai ,  que  no  lo  sod  :  Lai  que  se  lieoeu  por  lu- 
tínticaí  SOD  eiudoB  cartas  á  Sao  Gerónimo ,  qneie  hallin 
enlce  las  de  eale  doctor ,  otras  dos  i  San  Aseólo  Thesa- 
lúnica .  que  se  hallan  en  la  colección  de  MslenLO,  naa  muj 
lareí  1  Paulino  de  Anliochli ,  y  otra  Ji  IM  Ofienlalea  sobre 
Timotheo ,  discípulo  ie  Apolinano ,  de  las  «naleí  Tbebdorelo 
opia  unos  Iroios  en  su  hiitoria.  Uas  de  Idí  eoneilios  de  Rdoib 
qne  se  luvierou  en  su  tiempo  limbien pueden  repulane  uyat 
y  almas  otras  de  que  hablan  los  anliguae.  Su  eslüoei  vivo, 
puro  y  eiegaute.  Aunque  Dimaso  era  muy  hlbii  en  la  Escri- 
•   - '-- -■ — ---protaD—   '""=  '■-'--'- 


1,  consultaba  tref;ienteroenle  I 


d  priucipaln  Ii 


122 


BWUOTECA   DE   GASPAR  T    AOIG. 


te  la  guerra  á  los  alemanes  y  á  los. sajones  ,  que  es 
la  primera  vez  que  dellos  se  halla  mención  en  ía  his- 
toria romana.  Demás  desio  adelante  revolTió  contra 
los  godos  y  los  echó  de  la  Tracia,  ¿  los  persas  de  la 
Sana:  enfrenó  á  los  escoceses ,  que  hacían  entradas 

J)or  la  isla  de  Bretaña ,  y  á  las  sármatas,  que  corrían 
as  Panonias.  Hizo  todas  estas  guerras  parte  por  sí 
mismo  I  parte  por  sus  capitanes.  Fue  notable  empe- 
rador, SI  no  eusuciara  su  fama  con  casarse  en  vida 
de  Severa  su  primera  mujer,  con  una  doncella  suya 
llamada  Justina;  y  lo  que  fue  peor,  gue  una  ley  que 

germitia  á  todos  casar  con  dos  mujeres  y  tenelias. 
emás  desto  dio  libertad^  según  lo  reüere  Marcellino, 
para  que  cada  cual  siguiese  la  religión  ^ue  auisiese. 
Falleció  en  Bregecion,  pueblo  de  Alemana,  ao  estaba 
'  ocupado  en  hacer  guerra  á  los  quados.  Tuvo  el  im- 
perio once  años,  ocho  meses  y  veinte  y  dos  dias. 
Cayó  su  muerte  á  diez  y  siete  de  noviembre  año 
^  de  375.  Dejó  dos  hijos,  á  Graciano  dé  Severa ,  yá 
Yalentiniano  de  Justina. 

En  esta  sazón  Valente  en  el  Oriente  trabajaba  á  los 
católicos  de  todas  maneras.  Dominica  su  mujer ,  y 
Eudozo  obispo  de  Constan tinopla,  que  le  bautizó  á  la 
manera  de  los  arríanos ,  le  sacaban  de  seso  en  tanto 
grado ,  que  en  la  ciudad  de  Edessa  estuvo  determi- 
nado de  hacer  entrar  los  soldados  en  el  templo  de 
los  católicos  para  desbaratar  las  juntas  que  allí  nacían 
á  celebrar  los  oficios  di  vinos;  pero  apar  tole  deste  pro- 
pósito Modesto,  gobernador  aé  aquella  ciudad,  ca  le 
avisó  que  á  la  fama  de  lo  que  se  decía ,  mas  gente 
que  de  ordinario  estaba  junta  en  el  templo  con  tanta 
resolución  de  padecer  la  muerte  en  la  demanda,  que 
hasta  una  mujer ,  aun  no  bien  vesUda  por  priesa, 
llevaba  de  la  mano  a  un  niño  hijo  suyo  para  que  ni 
ella  ni  él  faltasen  en  aquella  ocasión  de  aar  la  vida  y 
la  sangre  por  la  religión  católica.  Desistió  con  esto 
Yalente  de  aquel  su  iu  tentó :  desterró  muchos  sacer- 
dotes, y  entre  los  demás  á  Ensebio,  obispo  de  Ce- 
sárea la  de  Capadocia ,  /tan  conocido  por  su  valor  y 
constancia ,  como  el  de  Cesárea  de  Palestina  por  su 
erudición  y  escritos^  AtdeCapadocia  sucedió  en  aquel 
obispado  el  gran  Basilio,  que  tuvo  harto  que  hacer 
con  Valente.  Todo  esto  sucedió  los.  años  pasados. 

lambíico,  maestro  qué  fue  de  Precio ,  tenía  cabida 
con  el  emperador  Valente.  Este  le  enseñó  cierta  ma- 
nera para  escudriñar  y  saber  el  nombre  del  que  le 
habia  da  suceder  en  el  imperio,  cosa  que  el  empera- 
dor mucho  deseaba.  La  traza  era  que  escribían  en 
el  suelo  todas  las  letras  del  alfabeto  y  abecé  y  en  cada 
letra  ponían  un  grano  de  trigo:  soltaban  un  gallo,  y 
mientrasq^eel  adivino  barhotabanosé  qué  palabras, 
las  letras  primeras  de  que  el  galio  tomaba  los  granos, 
entendían  que  significaban  lo  que  pretendían  saber. 
Llamábase  esta  adevinacion por  el  gallo.  Usaban  otrosí 
en  lugar  del  galio  que  uno,  tapados  tos  ojos  con  un  pun- 
tero tocase  las  letras  para  el  mismo  efecto;  que  era  to- 
do vanidad  y  locura.  Salieron ,  pues ,  con  aquella  traza 
estas  lütrasTHEOD :  de  que  tomó  ocasión  el  emperador 
Valente  de  perseguir  y  matar  á  todos  aquellos  cuyos 
nombres  con^enzaban  por  aquellas  letras,  como  á  los 
Theodatos,  Theodoros  y  Theodulos.  Entre  los  demás 
fae  muerto  Honorio  Theodosio ,  español  y  natural  de 
Itálica ,  del  linaje  del  emperadorTrajano.  Habia  sose- 
gado este  caballero- ciertos  movimientos  de  África, 
y  por  esto  mereció  ser  maestro  de  caballería :  recibió 
el  santo  bautismo  al  fin  de  su  vida.  No  bastan  las 
fuerzas  humanas  j[)ara  contrastar  á  la  voluntad  de 
Dios:  Ale  así  que  este  notable  varón  do  su  mujer 
Tennancia  dejó  dos  hijos,  al  gran  Theodosio  y  Ho- 
norio. , 

A  la  misma  sazón  rompieron  perlas  provincias  del 
imperiograndesgentesde  godos,  yporcauditlossuyos 
Fridiegerno  y  Áthanaríco.  Nació  oiscordia  entre  los, 
dos ,  como  suele  econtecer  entre  los  que  tienen  igual 
mando:  con  esto  Valente  se  pudo  aprovechar  ae  la 


una  parte ,  y  romperlos^en  una  batalla  que  lea  dio.  A 
los  demás  que  seguían  á  Áthanaríco ,  tomado  asiento 
con  ellos ,  dio  la  Mesia  en  que  poblasen ,  con  condi- 
ción que  se  bautizaren :  híciáronlo,  mas  conforme  á 
la  manera  de  los  arriai)os,  por  el  mismo  tiempo  goe 
Ulfila  obispo  de  aquellas  gentes.  ínrentó  la  letra  gó-* 
tica  diferente  de  la  latina^  y  traaujo  en  lengua  de  los 
godos  los  libros  de  la  divina  Escritura.  No  nastó  ests 
confederación  ni  la  victoria  ya  dicha  para  que  no  ^e 
alterasen  de  nuevo,  como  gente  brava  y  acostum- 
brada á  las  armas:  metiéronse  por  la  Thracia  adelante;, 
acudió  contra  ellos  Valente ,  vinieron  4  batalla  cerca 
de  la  ciudad  de  Adrianópoli :  en  ellas  los  romanos  fue- 
ron vencidos.,  y  el  emperador  muerto  dentro  de  una 
choza  donde  se  retiró :  no  sequiso  rendir,  pusiéronle 
fuego  con  que  le  quemaron  vivo ;  que  fue  manera  y 

fénerq  de  muerte  mas  grave  que  la  misma  muerte, 
ucedló  esto  cuatro  años  después  que  falleció  su  her- 
mano el  emperador  Valentiniano.  No  dejó  Valente 
hijo  alguno  que  le  sucediese.  Tenía  bien  merecido 
este  desastre  por  lo  mucho  que  persiguió  á  los  cató- 
licos ,  y  porq^ue  con  loco  atrevimiento  no  quiso  espe- 
rar á  su  sobrino  Graciano ,  que  venia  en  su  socorro . 
El  caudillo  destos  godos  era  Fridigerno,  que  después 
de  vencido  se  rehiciera  de  gentes , con  deseo  de  ven- 
gar á  sí  y  á  los  suyos  de  las  lujurias  y  daños  pasados. 

CAPITULO  XX. 
De  los  emperadores  Gradano,  Valentiniano  y  Theodosio. 

Antes  oue  el  eniperador  Valentiniano  falleciese, 
tenia  señalado  por  César  á  su  hijoGracianOy  y  en  su 
muerte  le  dejó  por  su  heredero  y  sucesor ,  lo  cual  se 
efectuó  sin  contradicción  alguna :  sohimente  el  ejér- 
cito quiso  que  Flavio  Valentiniano  su  hermano  fuese 
su  compañero  en  elimperío,  y  así  se  hizo,  sin  embarso 
que  era  de  muy  poca  edad.  Gonla  victoria  contra  Va- 
lente quedaron  los  godos  tan  insolentes  y  altivos,  que 
todo  el  Oriente  estaba  en  condición  de  perderse. 
Para  enfrenállos  era  necesario  buscar al^un  caudillo, 
persona  señalada  en  valor  y  prudencia.  Tai  era  Theo. 
dosio ,  que  después  de  la  muerte  de  su  padre,  reti- 
rado residía  en  ItáHca  su  patria  (i)  en  la  postrero  de 
España.  De  allí,  luego  que  fue  llamado  y  se  encargó 
de  aquella  empresa ,  reprimió  la  avilanteza  de  los  go- 
dos y  abajó  su  orgullo,  que  había  pasado  tan  adelante, 
que  pusieron  cerco  ala  misma  ciudad  de  Constanti- 
nopla ,  cdbeza  entonces  del  mundo :  en  fin  los  acosó 
de  manera ,  que  á  insUncia  de  los  mismos ,  tomó  con 
ellos  asiento  y  les  dio  tierras  en  que  morasen.  Para 
seguridad  de  lo  concertado  le  entregaron  á  Atfiana- 
rico,  hijo  y  adelante  sucesor  de  Fridigerno,  pereque 
estuviese  pn  rehenes.  Grande  fue  la  nonra  que  con 
esto  ga  nó  Theodosio ,  grande  el  contento  del  emperador 
Graciano :  parecióle  que  en  premio  de  aquel  trabajo 
y  pard  mas  asegurarlas  cosas  de  Levanta  debía  nom- 
brar á  Theodosio  (2)  como  lo  hizo  por  tercer  empera- 
dor :  persona  además  poi*  su  valor  y  prendas  en  que 
no  tuvo  par,  muy  religiosa,  como  se  ve  por  la  ley  que 
estableció  sienijo  Graciano  la  quinta  vez ,  y  Theodo-  , 
sio  la  primera  cónsules  ;for  la  cual  mando  que  todos  ' 
siguiesen  la  fe  de  Dámaso .  pontífice  romano ,  y  de 
Pedro ,  obispo  de  Alejandría. 

Tres  años  adelanto,  qu^  fue  el  año  de  Cristo  de 
383 ,  en  que  fueron  cónsules  Merobaude  la  segunda 
vez  y  Saturnino  la  primera,  nombró  Theodosio  a  diez 
y  seis  de  enero  por  su  compañero  en  el  imperio  á 
Arcadio,  su  hijo  mayor.  Avino  que  Amphilochio, 
obispo  de  Iconio  en  Licaonia,  entró  á  visiuir  al  empe- 


cí) Otros,  como  Zosimo  é  Idacio ,  dicen  qne  nació  en  la 
ciudad  de  Cauca  en  Gilicía. 

(2)  Estos  saeesoi  están  dislocados  ea  la  narradon.  Gra- 
ciano nombró  emperador  á  Theodosio  el  año  379  de  la  era 
cristiana,  el  coarto  de  su  imperio ,  y  Theodosio  derrotó  á  los 
godos  el  380,  el  segundo  de  su  imperio. 


nAor  Theodoiio :  tenh  á  sq  lado  ueatado  á  su  hiio  y 
compañero  en  el  imperio .  el  obispo  de  propósito  hizo 
la  mesura  y  reverencia  deoida  áTheodosío ,  y  no  hizo 
caso  do  Arcadio.  Preguntado  la  causa  de  aquel  des- 
acato ó  descuido ,  respondió  :  «  No  te  maravilles ,  oh 
nemperador,  pues  tu  baces  lo  mismo  con  Dios :  (|ue 
I) permites  á  los  arríanos  menosprecien  á  su  iiijo.» 
Celebróse  otrosí  á  la  misma  sazón  un  concilio  en 
CoQstantinopla ,  que  entre  los  generales  es  el  segun- 
do :  en  él  Tneodosio  por  las  facciopes  del  rostro  co- 
noció á  Melecio,  obispo  de  Anliocbía  sin  haberle 
jamás  fisto  y  tolo  porque  en  sueños  le  vio  como  le 
ponía  la  corona ,  en  la  cabeza.  Estaba  la  ciudad  de 
constantinopla  alterada  y  sin  obispo  á  causa  que  Gre- 
gorio Nazianzeno ,  por  la  mala  voluntad  que  algunos 
le  tenian ,  dejara  de  su  voluntad  aquella  iglesia.  Dio 
d  emperador  orden  que  Nectario ,  que  era  senador  y 
aun  no  bautizado ,  fuese  elegido  enobiapode  aquella 
ciudad.  Demás  de  esto  condenaron  en  aquel  concilio 
todas  las  lierejías  y  en  particular  la  de  Macedonio. 

Sae  fue  obispo  de  uonstantínopla ,  y  sentía  mal  del 
spiritn  Santo  diciendo  que  era  criatura.  El  pontiGce 
Dámaso  aprobó  todas  las  acciones  y  decretos  deste 
concilio  y  en  especial  el  Símbolo  de  la  Fe,  en  que 
espresamente^  según  que  lo  halló  testificado  en  el 
concilio  Foroiuliense  declararon  que  el  Espíritu 
Santo  procede  del  Pidre  y  del  Hijo.  Este  Símbolo 
mandó  Dámaso  que  en  la  misa  ne  cantaseen  lugar  del 
Hiceno;que  falleció  el  año  siguiente  después  que  se 
celebró  el  dicho  concilio.  Pusieron  en  su  lugar  ¿  Si- 
rício :  PrÓa^iero  le  llama  Ursíuo ,  ca  debió  entender  que 
el  que  pretendióel  pontificado  en  competencia  de  Dá- 
maso los  años  pasados ,  le  sucedió  después  de  muerto. 
Estaban  levantadas  la  Gallia  y  la  España  á  causa 

aue  Clemente  Máximo ,  español  de  nación ,  después 
e  haberse  llamado  emperador  en  Bretaña  se  apoderó 
de  aquellas  provincias.  Partió  contra  él  el  emperador 
Graciano :  vinieron  á  las  manos  cerca  de  París,  auedó 
la  victoria  por  el  lírano,  v  Graciano  cerca  de  León, 
donde  se  retiró  después  de  la  rota ,  (ue  muerto  por 
engaño  de  Andragacio.  Imoeró  sieteaños ,  nueve  me- 
ses Y  nueve  dias  después  ae  la  muerte  de  su  padre. 
No  diejó  hijo  alguno ,  y  fue  el  primero  de  los  empera- 
dores romanos  que  no  quiso  aceptar  la  estola  ponti- 
fical,  que  como  á  pi>ntihce  de  la  superstición  romana 
le  ofrecían  conforme  á  lo  que  entonces  se  usaba.  Le- 
ta ,  mujer  de  Graciano ,  y  Pisamena ,  su  suegra  vivie- 
ron en  Roma ,  hasta  que  aquella  ciuilud  fuedestruida, 
ea  estado  de  reinas ,  que  sustentaban  con  las  centas 
que  el  empleador  Theodoslo  como  hombre  agradecido 
les  señaló  del  publico. 

Por  el  mismo  tiempo  España  se  alteraba  en  lo  que 
toi^abaála  religión ,  á  causa  que  Priscilianoavivabalas 
centellas  que  quedaron  de  los  gnósticos  desde  el  tiempo 
que  Marco , discípulo  de  Basilides,como8etocóensu 
iufl^ar,  s<^mbró  en  ella  aquella  mala  semilla.  Era  Pris- 
citiano  hombre  |H)deroso  y  noble,  gallego  de  nación : 
tenia  muy  buenas  partes,  velaba  ySufria  hambre  ysed; 
pero  tenia  otros  vicios  eon  que  todo  lo  afeaba:  era 
soberbio  y  inquieto ,  y  las  letras  humanas  que  tenia 
le  hacían  atrevido.  Con  estas  y  con  otras  mañas  atrajo 
á  su  partido  á  dos  obispos ,  cuyos  nombres  eran  In<- 
tincio  y  Salviano.  Hi/oli^s  rostro  idacio ,  obispo  de 
Herida  á  persuasión  de  Agidíno ,  obispo  asimismo  de 
Córdoba.  Con  la  esperanza  destos  y  de  otros  seme- 
jante«  se  encancero  la  llaga ,  aue  sí  se  tratara  con  mas 
blandura,  por  ventura  se  pudiera  saoar .  Procedióse 
al  último  remedio ,  que  fue  citar  á  los  herejes  para 
que  en  una  junta  de  obispos ,  que  se  tuvo  en  Zara- 
goza ,  fuesen  oídos  y  diesen  razón  de  sí.  No  compa- 
recieron el  dia  señalado :  por  esta  rebeldía  los  obispos 
instancio  y  Salviano ,  y  mas  Elpldio  y  Prisciliano  que 
eran  seglares ,  fueron  descomulgados ,  y  con  eílos 
Agidino  obispo  de  Córdoba ,  que  de  enemigo  de  re- 
pente se  pasara  á  su  parte. 

TOMO  I. 


BISTOMA  DS  BSPASa.  f|3 

Dieron  cuidado,  de  notificar  esta  sentencia  á  Itacio, 
obispo  sossubense,  como  se  lee  en  Severo  Sulpicío; 
pero  ha  de  decir  ossonobense ,  que  es  de  Estombar 
en  Portugal.  San  Isidoro  solo  dice  que  era  obispo  de 
las  Españas ,  y  Sigiberto  que  de  Laipego.  Lo  que  hace 
el  caso  que  era  hombre  colérico  y  hablador:  repren- 
día á  los  que  ayunaban  y  se  daban  á  la  lección  de  la 
Sagrada  Escritura.  Este  Itacio  y  el  sobredicho  Idacio 
alcanzaron  del  emperador  Graciano,  que  á  la  sazón 
era  vive ,  un  edicto  y  provisión  en  que  mandaba  que 
aquellos  uerejes  fuesen  echados  de  los  templos  y  de 
las  ciudades.  Instando  y  Salviano,  y  con  ellos  Piis- 
ciliano,  que  ya  con  el  favor  de  sus  parciales  era  obispo 
de  Avila,  acudieron  á  Homa  á  dar  ratón  de  sí;  pero 
llegados  allá  no  pudieron  alcanzar  audiencia  del  pon- 
tífice Dámaso.  Dieron  vuelta  á  Milán ,  do  hallaron  al 
emperador  Graciano.  No  los  quiso  tampoco  oír  Am- 
brosio, que  todos  se  ofendían  v  espantaban  con  la 
novedad  de  aquella  doctrina.  (Ton  todo  esto  no  des- 
mayaron, antes  sobornaron  con  dineros  á  Macedonio, 
maestrode  oficios,  y  con  su  favor  alcanzaron  de  Gra- 
ciano revocación  de  la  primera  provisión ,  y  que  las 
iglesias  fuesen  vueltas  á  Prisciliano  y  á  instancio ; 
que  Salviano  era  muerto  en  Roma. 

Con  esto  volvieron  á  E*^paña  tan  arrogantes ,  que 

B asieron  demanda  á  Itacio  y  le  acusaron  de  sedicioso, 
íandóle  prender  el  vicario  Volvencio  ;  pero  él  hizo 
recurso  á  Francia ,  dende ,  elimo  Gregorio  prefecto 
del  Pretorio  no  le  hiciese  buena  acogida ,  paso  á  Tré- 
veris  para  valerse  de  Clemente  Máximo ,  que  se  nom- 
braba emperador :  con  que  hizo  tanto,  que  el  negocio 
de  nuevo  se  cometió  á  un  concilio  de  obispos  que  por 
su  mandado  se  juntaron  én  Burdeos.  Parecieron  Pris- 
ciliano y  instancio  :  por  sentencia  de  In»  obispos  fue 
loslancie  depuesto,  PriaciliaDoapelóáMázíaM ;  fufle 
otorgada  la  apelación  ,por  donde  la  causa  de  los  here- 
jes se  devolvió  á  juicio  de  seglares  que  fue  cosa  muy 
nueva.  Tratóse  el  nleito  en  Tréverís.yá  instancia  do 
Itacio ,  Prisciliano lue  convencido  de  (lechicero ,  y  que 
con  color  de  relimen  de  noche  hacia  junUis  torpes  de 
hombres  y  mujeres;  por  donde  fue  condenado  y 
muerto^  y  juntamente  con  el  Felicísimo  y  Armenio; 
y  también  L4itroniano,el  eua I  se  cuenta  entre  loa 
poeta)}  de  aquel  tiempo.  Instancio  que  consintió  la 
sentencia  de  los  obispos,  fue  desterrado  á  una  isla 
mas  arriba  de  Ingalaterra.  Reclamaba  á  todo  esti» 
San  Martin ,  obispo  Turonense,  aue  acudió  en  per- 
sona á  estos  daños:  decía  que  los  nerejes  no  debían 
ser  muertos  principalmente  á  instancia  de  los  obis- 
pos: benignidad  que  debía  será  propósito  de  aquel 
tiempo;  pero  aue  Ib  esperlenoi»  y  mayor  conocimien- 
to de  las  cosas  na  declarado  sería  perjudicial  para  el 
nuestro. 

Muerto  Prisciliano  no  se  sosegó  aquel  mal :  traje- 
ron los  cuerpos  de  los  justiciados  á  España ,  y  aun 
sus  discípulos  los  honraban  como  si  fueran  mártires: 
tenían  por  el  juramento  mas  grave  el  que  hacían  por 
el  nombre  de  Prisciliano.  Por  el  contrarío,  Itacio 
y  Idacio  (Isid^^ro  dice  Usarcío  ^n  lugar  de  Idacio)  fue- 
ron acusados  por  lo  que  habinn  hecho,  y  condenados 
en  destierro.  Los  herejes ,  demás  de  la  torpeza  de  su 
vida,  confundíanlas  personas  liiviiias,  apartaban  los 
matrimonios,  tenÍHU  por  ilícto  el  comer  carne,  de- 
cían que  las  almas  procedían  de  lu  divina  esencia,  y 
por  siete  ríelos  y  ciertos  ángeles  bajaban  como  por 
gradas  á  la  pol»ía  desta  vida,  y  daban  ««n  poder  d*d 
príncipe  de  las  tinieblas  fabríradordel  mundo.  Suj«'l:i- 
oan  los  hombres  al  hado  y  ú  las  rstrellas,  y  rn$«*ñuh.-in 
que  sobre  los  mieiubros  del  cuerpo  limen  domiiiiti 
los  doce  signos  del  zodíaco,  Aries  sobre  la  cabe/^, 
Taurus  sobre  la  cerviz ,  Gcmínis sobre  el  pecho ,  y  asi 
de  los  demás. 

Gobernaba  la  !gles«a  despurs  de  Dámaso  el  pap;» 
Siricío  -.escribió  uua  epístola  áUiraerio  obispo  de  Tar- 
ragona, en  razón  y  respuesta  de  muchas  cosas  que 


!24 


BIBLIOTECA  DE  G\St>Att  T  ftOlC. 


letiaMdn  preguntado  (!)  acerca  del  bautismo,  del 

ratriíDOtilu,  dé  Jas  vírgenes  y  varones  consagrados 
Dios ,  ák  Kns  sagradas  ordenes.  Manda  la  comunique 
con  los  obispos  de  la  provincia  Carta^nense ,  de  la 
Bélica  y  de  ftalicia.  Tiene  por  data  los  cónsufes  Arca- 
dio  y  Bau  ton ,  que  fue  el  ano  de  385.  Debió  e^tá  carta 
de  ser  estimada  en  mucho ,  pues  en  el  concilio  Tole- 
darfó  primero ,  sin  nombrarla  usan  desús  mismas  pala- 
bras; y  Isidoro  espresamenté  hace  dellus  mención  en 
Tos  varones  ilustres  en  Siricio.  El  ano  quinto  después 
de  la  elección  del  papa  Siricio,  Theodosio  y  Máximo 
cerca  de  Aquiiéya  vinieron' á  las  manos.  Perdió  el 
tirano  la  jornada  ,'y  poco  después  fue  presó  y  muerto. 
'Con  esto Valenlipiano  el  menor, 'que  de  miedo  Irabia 
huido  á  Levante  j  vohióá restituirse  eií  el  imperio  do 
Occidente.  El  pnncipiodeí>tajgnerraTue  muy  bueno. 


y  asi  les  ayudó  Dio-;  j  'poi-qne  siendo  cónsales  Theo- 
dosio In'scgurída  vez  y^ Cvnegioia  primera,  á. catorce 
de  junio'  eii  Stobis,  ciudad  de  Macedonia  \  estable- 
cieron por  ley  que  los'hérejesno  pudiesen  hacer  jntí; 
t;i.<J  ni  celebrar  los  misterios  y  Ja  comunión  fuera  dé 
la  i^ílefiia ;  y  á  veinte  y  siete  de  agosto  el  mismo  año 
puntuaímente  ♦,  que  me  el  de  388  ,  se  ganó  aquella 
tan  señalada  y  tanimporUinte  victoria. 

íln  todo  esto  el  emperador  Theodosio  se  mostró 
muy  religioso;  pero'tisÓ  de  grande  crueldad  con  la 
ciudad  de  Thesa Iónica^  donde  porque  en  cierto  albo- 
roto íos  del  pueblo  mataron  áPuterico,  caudilldde  gen- 

.■  ■  .      '  .  ',  •         •    ' 

.  (1)  Este  papa  leyó  en  junta  de  obispos  la  carta  de  Hime^ 
río,  y  desjpues  de  uoa  madura  deliberación ,  respondió  á  todos 
¡os  artículos  por  ana  decretal  famosa ,  de  la  cual  estractare- 
1B08  los  capítulos  mas  notables. 

"  Deehira  que  debe  impedifse  euanto  sepnedlB  qtie  unadoa*- 
•eella  que  ha  recibido  la  beDdidoB  del  sacerdote  para  despo- 
jarse, eoa  vma  persoaa,  b«  despose  Qonotrt^  reputitdosepor 
,08  tieles.la  violación  de  esta  beadiciou  cooop  ua  sacriic^^io. 

Condena  á  penitencias  rí|orosasi  los  religiosos.y  religiosas 
que  nabiendo  connetído  en  serreto  impurezas  en  los  nionas- 
teríoi,  después  tienen  la  insolencia  de  vivir  como  st  •estuvjie- 
Hn  casadlas  despreciando  lirs  leyes  públicas  y  los  juicios  > 
eeldsiisttcos;  y  manda  que  se  \e$  haga  hacer  pe'niteneía  todk 
)a  vida,  áo  resta  bleciéodoles  eo  Iacoiaiuiioo  de  talgkBiia 
«iDo  en  Ja  hora  de  la  oiiierte.,  • . 

Manda  qup  los  diáconos  y  presbíteros  guarden  Jac^ntinep' 
cia,  y  que  si  en  adelante  altrun  obispo ,  presbítero  ó  diácono 
lio  guarda  el  celibato,  sea  depuesto  de  su  dignidad,  porque ' 
debe  aplicarse  el  hierro  á  las  l/agas  t|ue  no  pueden  curarse 
t^on' remedios  suaves.  (Esta  ésf  la  pfimera  ley 'géfiersd  dé  la 
Iglesia  que  prescribe  y  intnda  el  oH$bato6  los^ispoa,  fi^s- 
báieros y  diácono».  Aaitt deeata  ley  se  observoirt  fteoeral- 
mente  en  alfuna^  pruvíntias :  los  padres  y  los  obispos  celosos 
hablan  del  celibato  de  las  personas  que  e&taban  en  las  órde- 
nes sagradas  como  de  una  obiigadon;  y  sí  se.apartaban.de 
ella  algunas  de  estai  personas,  las  reprendían  como  de  un 
esc4>sp  contrario  á  su  estado.)  , 

'  Prescribe  h  vida  inocente  que  deben  llevar  los  que  desde 
fitt  infancia  se  consagran  al  servicio  de  la  Iglesia,  ó  después 
san  elegidos  por.  el  clero  y  el  pueblo  para  este  mioiüierio;; 
eseluye  ios  que  han  sido  casados  dos  veces,  ó  que  se  habrán 
casado  con  viuda,  y  quiere  que  aun  los  lectores  estén  nietos 
á  esta  ley ,  so  pena  de  deposición. 

Renueva  el  canon  del  concilio  de  Nícea,  sobre  la  cualidad 
de  las  mujeres  ^ue  pueden  vivir  r>on  los  eclesiástit^os. 

Prescribe  el  tiempo    necesario  para  efevar  /os  mónges  á  Tas 
órdenes  menores ,  al  diaconado,  presbiterado  y  episcopado,- 
mandando  que  haya  entre  cada  una  de  ellas  bástanle  distan- 
cia 6  intervalo. 

Declara  que  el  que  una  vez  ha  sido  puesto. en,  penitencia, 
debe  ser  escluido  de  la  clericatura  para  síemprp;  mandando 
que  las  reglas  contenidas  en  esta  decretal  sean  una  ley  t^e- 
nenl  para  todas  las  iglesias  del  mundo',  y  los  que  noobeJét- 
can  sean  separados  de  la  comunión  déla  Iglesia  por  sentencia 
del  Sínodo ;  y  que  si  los  prelados  superiores  de  l»s  provincias 
no  las  observan,  la  Santa  Silla  pronunciará  contra  ellos  la 
sentencia  ove  merecen.— Bata  famosa  deereiii  es  del  i  i  de 
febrero  de  3H5  del  consulado  de  Arcadio  y  de  Bauten :  es  la 

firimera  que  se  encuentra  en  las  colecciones  antiguas  de  la 
glesía  latina ,  y  la  primera  que  los  sabios  reconocen  por  ver- 
dadera ;  pues  las  que  se  hallan  en  las  colecciones  modernas 
de  los  papas  anteriores  se  tienen  por  supuestas  y  falsas. 


't(¿  de  guerra,  yotrbscría^s  del  cmperadorjehcastign 
hizonialarseismil  hombres  de  aquella  gente.  SujpoesUi 
Ambro6ib  chispo  de  Milán ,  do  á  la  sazón' s^  hallaba 
Tfieodosio  :  cerróle  las  puertas  de  la  iglesia,  desco- 
iliulgóle ,  y  reprehendióle  severaoiente  de  lo  heclio  t 
mostróle  el  camino  de  aplacar  á  Dios ,  que  era  la  pe- 
nitencia :  sufriólo  todo  Theodosio  no  con  menor  ani- 
mo que  con  el  que  Ambrosio  lo  hizo.  Volvióse  á'  sii 
casa ,  y  al  cabo  de  algunos  mes^,  á  persuasión  de 
su  priyadó  Rufino^  determinó  de  tornar  ^  probar  si 
le  recibirían  en  la  iglesia  por  ser  á'  la  sazón  la  fiesta 
de  Navidad.  Acudió  Ambrosio  á  las  puertas:  recibióle 
con  palabras  no  menos  ásperait  que  antes ;  sin  em- 
bargo, Vista  su  humildad,  sus  lágrimas  y  pacieociay 
en  fin ,  le  dejó  entrar  con  sacarle  por  cotldicion  que 
ordenase  una  ley;  en  que  estableciese  qtié  ninguna 
senleiícia  de  muerte  se  ejecutare  antes,  de  pasados 
treinta  dias  después  qué  fuese  pronunciada  r^iidenóle 
asimismo  ,.quecuandose sintiese  sañudo  ,.ñ6  hablas^ 
palabra  alguna  antes  de  pronunciar  por  st^  orden  to- 
das las  letras  del  alfabeto  ó  abecé  grief^o,  todo  á  pre- 
pósito (fue  la  ira  con  la  tardanza  perdiese  sus  aceros, 
y  prevaleciese  la  razón. 

Fueron  de  grande  momento  estos  avisos  proír  lo  que 
poco  adelante  sucedió  en  Antiochia.  Impusieron  los 
del  emperador  ciertos  tríbulos  en  aquella  ciqdad 
estraorainaríos  y  graves.  Alteróse  el  pueblo  grande- 
mente :  emplearon  su  rabia  contra  una  estátOu  de  la 
emperatriz  Pláóll1a,que  arrastraron  por  las  calles. 
Sintió  este  deisacato  Theodosio,  como  era  razoñ,  asi 
por  ser  muerta  aquella  señora  su  mujer  ,'cohio  por 
haber  sido  tan  buena  y  tan  santa ,  que  6n  los  hospi- 
tales dtíba  por  sus  manos  á  comer  á  los  enfermos ,  y 
sollH  trae^rala  niémoria  á  su  marido  lo  que  habif  i\áo 
y  lo  que  era ,  para  que  no  se  ensoberbeciese,  ni  ié 
descuidase.  Por  toda^  esta^.eausás  castigá|*a  aquella 
insoleTKÍa  grávisimamente,  sino  ayudara  para  aman- 
sar'el  pecho  del  etnperádor  la  prevención  de  Am- 
brosio junto  con  los  enibajadores  que  vl^ileron  dé 
parte  de  ^gileila  ciudad ,  y  al  tiempo' qiíe  el  ertipe- 
rádoFcdmra ,  hicieron  que  ciertos  nifips  cantasen 
tiná  cam'cion  á  propósito  en  tono  lloroso^ con  que 
lesftftaroú  las  ligrimas  y  se  movió  á  eompa^oo. 
Despees  destó,  el  emperador  Theodosio  dio  de  Italia 
layüieltaá  Levante:  con  su  asistencia  ArbogaMes  tu- 
vo comodidad  de  hacer  ahogar  en  Viena  la  de  Fran- 
cia til  mozo  emperador  Valéntiniano.  No  paró  en  esto 
el  daño ;  Eugenio  de  maestro  de' grama  ticii  que  hábia 
sido,  (5on  á^uda  de  dicho  Arbogasles ,  se  llamó  empe- 
rador el  año  3dS :' burla  grande  y  escarnio ;  pero  que 
puso  en  balanzas  el  imperio  y  magéstad ,  y  aun,  en 
tanto  cuidado  á  Théónbsio^  que  hizo  recurso  á  los 
varones  santos  del  yermo  para  (me  le  encomendasen 
á  Dios.  Juan ,  que  era  uno  de  ellos ,  le  prometió  por 
sus  cartas  la  victoria,  y  juntamente  le  avisó  que  no 
volvería  de  Ralia. 

Partióse,  pues  con  sus  gentes  én  busca  del  ene- 
migo, quedo  se  descuidaba.  A  las  baldas  dé  los 
Alpes  se  juntaron  los  ejércitos  contrarios  :  diósé  la 
batalla ,  qué  fUe  muv  herida  y  señalada.  Levantóse 
de  repente  un  torbellino  dé  vientos  y  lluvia ,  truenos 
y  relámpagos  que  daban  á  los  enemigos  de  cara,  de 
guisa  que  no  podian  pelear,  como  lo  cantó  Claudia- 
no  ^  poeta  de  aquel  tiempo  muy  famoso,  st  pagano, 
si  hel  no  scvsaue ,  lo  mas  cierto  es  que  no  iiie  cris- 
tiano. Mucho  también  ayudaron  veinte  mil  godos; 
que  después  de  la  muerte  de  Athanarico  su  caudillv», 
que  falleció  en  Constantinopla ,  por  no  tener  cabeza 
ganaban  sueldo  del  imperio.  Quedó  con  esto  el  campo 
por  Thedosio  con  grande  estrago  de  los  contrarios. 
A  Eugenio  despees  de  la  batalla  mataron  los  suyos; 
que  al  traidor  todos  le  faltan.  Ahorgastes  tomóla  muer- 
te por  sus  manos.  Dióse  esta  baUílla  á  diez  y  siete  du 
setiembre  el  año  de  394.  En  este  mismo  año  Theodo- 
sio nombró  ú  su  segundo  hijo  Honorio  por  su  compa- 


«iSToau  I>K  espaAa. 


in 


Beroen  el  Imparto.  Tras  «ato  en  breve  se  sintió  ja 
muerte  del  mieiiio  emperador  Theodosio,  que  íaUeció 
de  bidropesfa  eo  Milán  ¿  los  diez  y  siete  de  enero  del 
año  laego  siguiente.  Vivió  cincuenta  años,  imperó  los 
dies  y  seis  y  dos  dias ,  fue  casado  dos  veces :  de  Pía- 
eilla  BU  primera  mujer,  dejó  i  los em(>eradQres  Arca- 
dio  y  Honorio ,  de  Galla  bija  de  Valentiniano  y  de  Jus- 
tina, tuvo  una  hija  por  nombre  Galla  Placidia.  Los 
santos  Ambrosio  y  Agustino ,  en  particulares  sermo- 
nes que  hicieron  y  declararon  al  mundo  lap  virtudes 
y  loores  de  este  escelente  principe. 

El  nombre  de  Tbeodosio,  que  quiere  decir  dado  de 
Déo$,  cuando  no  le  tuviera  de  su  padre  que  se  le  puso 
por  divina  revebHcion^^  como  lo  dice  Aurelio  Victor. 
por  sus  grandes  hazañas  y  virtudes  le  merecía.  Del 
celo  que  tuvo  de  la  religión  fue  bastante  muestra  que 
los  t^^os  de  los  dioses  que  hizo  cerrar  el  gran 
Constantino ,  él  los  mandó  echar  por  tierra ;  en  que 
se  hallaron  grandes  engaños,  en  particular  estatuas 
por  detras  huecas  para  responder  á  los  que  pregun- 
taban y  consultaban  á  los  ídolos :  que  tales  eran  los 
oráculos  de  los  gentiles.  Lo  que  caiúó  mas  maravilla, 
fae  que  Alejanorf a  en  el  templo  de  Serapis  se  halló 
en  muchos  lugares  la  señal  de  la  cruz,  puesta  como 
letra  hierogliflca  en  signiQcacion  de  inmortalidad. 

Entra  los  varones  señalados  que  tuvo  España  por 
estos  tiempos ,  se  puede  contar  roncio  Paulmo,  aun- 
que natural  de  Burdeos ,  pero  que  con  su  mujer  Ta- 
rana  vivió  mucho  tiempo  en  Barcelona,  donde  sin  tí- 
talo  de  algún  beneficio ,  cosa  poco  usada  en  aquella 
edad ,  se  ordenó  de  presbítero,  desde  allí  pasó  á  Italia, 
y  murió  obispo  de  Ñola.  Abundio  Avito.  natural  de 
Tarragona ,  tradujo  en  lencua  latina  un  liSrito  de  Lu- 
ciano sobre  la  invención  del  cuerpo  del  protomártir 
Stebao.  Licinio  Bétieo  tuvo  mucha  amistad  con  San 
Gerónimo,  y  con  los  pobres  de  Jerusalóm  repartió  li- 
beralmente  parte  de  su  hacienda.  Demás  desto  Desi- 
derio y  Riparío ,  presbíteros  españoles  ejercitaron  la 
ploma  contra  Vigilando ,  natural  de  Pamplona  (1)  y 
presbítero  de  Barcelona ,  ^ue  ponía  len^  en  la  eos- 
tombra  que  tiene  la  Iglesia  de  reverenciar  ¿  Jos  san- 
tos que  rainan  con  Cnsto  en  el  cielo ,  según  que  lo 
testuica  en  el  libro  que  escribió  contra  él  San  Geroni- 
mo  .insigne  varón  destos  tiempos,  claro  por  sus  gran- 
des letras  y  santidad  de  su  vida  muy  seiudada. 

CAPITULO  XXI. 
De  los  emperadores  Areadio  j  Honorio. 

Los  hiios  del  gran  Theodosio  después  de  la  muerte 
de  su  padre,  se  encardaron  del  imperio  el  año  tre- 
cientos y  noventa  y  cmco  (395.)  Areadio  de  lo  de 
Oriente  9  y  Honorio  de  las  provincias  de  Occidente. 
Fueron  mas  raligiosos  y  reformados  en  sus  costum- 
bres ,  que  dichosos;  pues  en  su  tiempo  la  majgestad 
del  imperio  romano,  que  de  pequeños  principios  era 
llegado  i  la  cumbre  y  su  misma  grandeza  con  su  peso 
la  trabajaba ,  comenzó  á  despeñarse  sin  volver  mas  en 
si :  que  fue  clara  muestra  de  la  flaqueza  humana.  Y 
es  cosa  averi^ada  que  ninguna  cosa  hay  debajo  del 
cielo  que  el  tiempo  con  sus  mudanzas  no  lo  consuma 
y  desbaga  *  y  es  forzoso  que  los  edificios  muy  altos 
se  vayan  al  suelo ;  y  las  caldas  debajo  de  alguna  gran 
car^  son  mas  pesadas  y  peligrosas,  según  que  lo 
testifica  un  poeta.  Ningún  imperio  puede  permanecer 
largo  tiempo :  si  le  falta  eneinigo  de  fuera ,  dentro  de 
su  casa  le  nace ,  no  de  otra  manera  que  los  hombres 
gruesos  y  de  muchas  carnes  y  sain,  aunque  no  sean 
alterados  de  cosa  alguna,  su  misma  gordura  y  peso 
los  atierra  y  mata. 

(1)  Era  ftancés ,  nataral  de  Calagorís ,  pueblo  sitaado 
«Sua  el  itiaertrio  de  Aotoniíio  entre  Luffdmmm  y  Agua$ 
Sketu.  San  Gerónimo  asi  lo  declara,  y  un  duda  algnna  la 
senejanu  del  nombro  ha  beeho  oeer  a  algunos  qne  era  de 
CaUíomdeEapaBa. 

TOMO  I. 


Pasó  desta  vida  el  papa  Sirício  el  año  del  Señor  d^ 
trecientos  y  noventay  ocho  (398) :  gobernó  la  Iglesia 
al  pié  de  catorce  años,  suceaiólo  Anastasio,  en  cuyo 
tiempo  en  España  se  tuvo  el  primer  concilio  Toleda* 
no  (2).  Comenzóse  á  primero  de  seliembre  del  año  de 
Cristo  de  cuatrocientos  (400) :  concurrieron  áieit 
y  nueve  obispos  de  diversas  ciudades  de  España. 

rS)  Se  celebró  el  7  de  setiembre  del  aüo  400.  Asiitieron 
á  él  diez  y  nueve  obispos ,  y  despees  de  mandar  que  se  ob* 
servasen  ios  cánones  del  concilio  de  Nicea,  so  pena  de  esco* 
mnnion,  hicieron  otros  veinte  qne  vamos  á  estractar  en  parte. 
Permite  dar  el  diáconado  A  las  personas  casadas  con  tal  que 
guarden  la  continencia,  y  prohibe  que  se  eleven  al  presbite- 
rio los  diiconos,  y  al  obispado  los  presbíteros  que  no  lo  ha- 
yan guardado. 

Que  si  un  anbdiicono  se  vuelve  á  casar ,  será  puesto  en  la 
clase  de  los  porteros  ó  lectores  sin  que  se  Je  permita  leer  los 
evangelios  ni  las  epístolas ,  y  que  el  que  se  case  tercera  vez, 
dicen  kw  padres  ( cosa  que  no  debería  nombrarse),  será  se- 
parado de  la  Iglesia  dos  anos,  y  después  de  su  reconciliación, 
estará  siempre  en  la  clase  de  los  legos. 

Los  presbíteros  ó  los  demás  clérigos  que ,  estando  desti- 
nados al  servicio  de  alguna  iglesia  de  la  ciudad  ó  del  campo 
no  asistan  al  sacnflcío  que  se  hace  todos  los  dias,  serán  pri- 
vados de  la  dignidad  eclesiástica.  (Se  ve  por  este  canon  qne 
antes  del  siglo  v  se  ofrecía  todos  los  dias  el  sacrificio  de  la 
misa.) 

Prohibe  á  las  vírgenes,  qne  se  han  consagrado  á  Dios  te- 
ner familiaridad  con  los  cléngos  jóvenea  que  el  concilio  llama 
confesores,  ni  aun  con  los  legos  que  no  son  sus  parientes  in- 
mediatos ó  próximos :  Ignalmente  les  prohibe  asistir  á  los 
convites  sin  estar  acompafiadas ,  á  meaos  que  no  sea  en  an 
lugar  donde  ha][a  viejos  virtuosos  ú  honestos ,  ó  viudas  co- 
nocidas por  sn  virtud. 

Permite  á  los  clérigos  que  tienen  mujeres,  coya  conducta 
no  es  arreglada ,  encerrarlas  en  sus  casas ,  atarlas ,  y  hacer- 
las ayunar,  y  les  prohibe  comer  con  ellas  hasta  que  bajan 
hecho  penitencia. 

Prohibe  elevar  al  diáconado  á  los  que  se  han  hallado  en  la 
guerra  después  de  haber  recibido  el  bautismo  aunque  no  ha- 
yan matado  á  nadie. 

Prohibe  á  las  vírgenes  consagradas  á  Dios  y  á  las  viudas 
hacer  oraciones  de  una  manera  solemne  con  un  clérigo  ó  con 
su  criado  en  ausencia  del  obispo  6  del  presbítero :  además 
les  prohibe  cantar  el  oficio  de  la  tarde ,  si  no  es  halláadose 
presentes  el  obispo ,  un  presbítero  ó  alfun  diácono.  (Los  pa- 
dres determinan  esto,  porque  en  aquel  tiempo,  concluidas 
las  vísperas,  se  esplicaba  algún  troao  de  la  Escritora  Santa.) 
Manda  que  si  algún  poderoso  ha  quitado  los  bienes  á  un 
clérieo,  á  un  pobre,  ó  a  algún  religioso,  se  presente  para 
justificarse  delante  del  obiapo;  y  no  bacieodolo,  quesea  es- 
oomnlgado  huta  que  haya  restituido  los  bienes  que  no  la 
pertenecen. 

Que  se  eseomulgue  al  que  haya  conversado  6  comido  con 
un  lego  ó  un  clérigo  escomulgado. 
I  Impone  una  penitencia  de  diez  años  á  las  vírgenes  conta  - 
gradas  á  Dios  qae  han  caído  en  el  peeado  de  impureza :  y 
prohibe  sopeña  de  escomunion  á  todas  los  otras  mujeres  cris- 
tianas rednirlas  en  la  mesa  en  el  tiempo  de  la  penitencia,  sí 
se  casan  con  el  que  las  ha  corrompido ;  prohibe  recibirlas 
en  el  número  de  los  penitentes,  si  viviendo  ¿u  marido  ó  des- 
pués de  su  muerte,  no  han  vivido  honestamente  algún  tiempo 
considerable. 

Ordena  que  el  que  está  casado  y  además  tiene  una  concu- 
bina sea  escomulgado ;  pero  que  debe  no  esoomnlgarse  al 
qne  no  tiene  sino  una  concubina ;  de  manera  que  para  ser 
de  la  Iglesia  deben  contentarse  con  teoer  una  mujer  6  una. 
concubina.  ( En  tiempo  de  este  concilio  y  algunos  siglos  des- 
pués el  nombre  de  concubina  se  entendía  una  miyer  legiti- 
ma con  quien  se  había  contraído  un  verdadero  matrimonio; 
pero  sin  observar  algunas  solemnidades  de  la  Iglesia ,  sin  do- 
tarla ,  V  con  la  condición  espresa  de  no  tener  derecho  á  los 
bienes.) 

Prohibe  comunicar  con  la  vinda  de  un  obispo,  de  un  pres- 
bítero, ó  de  un  diácono,  que  se  ha  vuelto  á  casar;  y  manda 
que  no  sea  reconciliada  sino  en  la  hora  de  la  muerte. 

Ordena  que  se  eseomulgue  á  la  hija  de  un  obispo ,  de  un 
preri>itero,  ó  de  un  diácono  ,  que  se  casa  después  de  ha- 
oerse  consagrado  á  Dios ,  y  que  no  se  las  reciba  á  la  comu- 
nión sino  después  de  la  muerte  de  su  marido ,  coando  hayan 
cumplido  el  tiempo  de  su  penitencia.  Si  se  separan  de  él 
en  vida ,  se  les  concederá  la  gracia  de  la  reconciliación  al  fin 
de  ella. 


6 


•* 


126  BIBUOTECA  M 

Presidió  Patniioo ,  obispo  según  al jiunos  piensan 
4e  Toledo,  movidos  del  catálogo  antiguo  de  aque- 
lla iglesia  en  que  este  nombre  se  pone  entre  los 
primeros  obispos  de  Toledo.  Quién  dice  oue  fue  obis- 
po de  Braga .  por  hacerse  mención  en  las  acciones 
del  conciliu  de  Paterno  Bracarense,  y  tienen  por  mas 
probable  que  Asturio,  el  cual  firmó  en  el  sesto  lugar 
era  ¿  la  sazón  obispo  de  Toledo ,  y  que  es  aquel  de 
qufen  testifica  San  Ildefonso  en  sus  Claros  Varones 
que  halló  los  cuerpos  de  los  santos  mártires  Justo  y 
Pastor  en  Alcalá  de  Henares  do  padecieron.  Gu][a 
devoción  fue  tan  grande  que  para  honrarlos  erigió 
aquel  pueblo  en  catedral ,  y  de  Toledo  se  pasó  á  ser 
el  primer  obispo  de  Alcalá  el  que  entre  los  de  Toledo 
se  contaba  por  noveno.  Verdad  es  que  por  todo  el 
tiempo  que  vivió  los  de  Toledo  por  su  respeto  no 
quisieron  proveer  otro  en  su  lugar.  De  lo  que  escribe 
el  abad  Bielarense ,  se  entiende  que  en  tiempo  de 
Leuvigildo,  rey  de  los  godos ,  Novello  fue  obispo  de 
Alcalá ;  pero  no  sucedió  luego  después  de  Asturío  si- 
no adelante,  como  es  necesario  confesarlo  por  la  ra- 
zón de  los  tiempos ,  si  decimos  que  Asturio  prelado 
de  Toledo  vivió  en  esta  era ;  y  aun  en  San  Eulogio  se 
halla  otro  obispo  de  Alcalá;  que  vivió  mas  adelante 
después  de  la  destrucción  de  España ,  por  nombre 
Veneno.  Volvamos  á  nuestro  propósito.  Reprobaron 
los  padnss  deste  concilio  la  herejía  de  PnscUíano. 
Reconciliaron  con  la  Iglesia  á  dos  chispos,  Simphosio 
y  Dictinio,  y  un  presbítero  por  nombre  Comasio, 
que  la  abjuraron.  El  pontífice  Inocencio,  que  el  año 
luego  siguiente  sucedió  á  Anastasio,  escribió  una 
carta  muy  señalada  á  los  padres  deste  concilio.^ 

Estaba  el  gobierno  del  unperio  dividido  en  estama- 
nera :  á  Gildo  se  encargó  lo  de  África;  á  Rufino  las 

Srovincias  de  Oriente ;  lo  de  Occidente  quedó  á  cargo 
e  StUicon, persona  de  mas  autoridad  que  los  otros 
dos ,  por  estar  emparentado  con  los  emperadores. 
ca  Serena  su  mujer  era  hija  de  Honorio  hermano  del 
gran  Theodosio ,  además  que  él  mismo  era  suegro 
del  emperador  Honorio.  Hiso  este  repartimiento  el 
mismo  Theodosio ,  y  dejólo  así  ordenado  con  intento 
que  estos  tres  personajes  fuesen  como  tutores  de  sus 
hijos,  y  les  ayudasen  á  llevar  U  carga.  Ellos  olvida- 
dos déla  lealtad  que  debian,  por  la  mude  ambición 
de  sus  corazones,  acometieron  á  nacerse  señores 
de  todo :  con  que  destruyeron  de  todo  punto  el  im- 
perio. Gildo  solevantó  en  África  el  primero:  enviaron 
contra  él  ásu  mismo  hermano  llamado  Mazecel,  el  cuai 
le  deshizo  y  mató;  mas  en  premio  de  su  trabajo  y  sin 
escarmentar  en  cabeza  ajena  se  llamó  á  sí  mismo 
emperador ,  y  al  fin  paró  en  lo  mismo  que  su  herma- 
no. Rufino  dió  traza  para  que  los  godos  y  otras  na- 
ciones bárbaras  se  alterasen ,  que  era  el  camino  que 
entonces  tomaban  para  medrar  y  salir  con  su  inten- 
to, bien  que  áspero,  engañoso  y  malo.  Fue  Rufino 
de  nación  brítano  ó  franco,  capitán  de  los  mas  seña- 
lados de  aquel  ¿iempo.  Descubrióse  la  traición ,  y  pa- 
gó con  la  cabeza. 

No  paró  en  esto  la  deslealtad,  antes  parece  que 
alguna  fuerza  secreta  se  derramaba  por  todas  las  pro- 
vhicias ,  pues  por  el  mismo  camino  y  por  las  mismas 

Irisadas,  como  se  dirá  mas  larjgamente  adelante ,  Sti- 
ícon,  el  snegTO  de  Honorio,  intentó  hacer  empera- 
dor á  su  hijo  £uchério  y  quitar  el  mando  á  los  hijos 
de  Theodosio.  Díó  orden  para  salir  con  esto  como 
diversas  naciones  se  metiesen  por  las  provincias  del 
imperio ,  en  particular  se  concertó  de  secreto  con  los 
alanos ,  gente  fiera^  y  con  los  vándalos ,  de  cuva  na- 
ción él  era.  Los  primeros  á  tomar  las  armas  fueron 
los  godos ,  alterados  de  que  con  el  intento  ya  dicho 
les  quitaron  el  sueldo  que  les  solían  pagar :  corrieron 
toda  la  Tracia  y  las  orovincias  comarcanas ;  después 
desto ,  divididos  en  dos  partes,  rompieron  por  Italia. 
Radaguio ,  el  uno  de  los  caudillos ,  oue  poco  antes 
bajara  con  gran  número  de  gente  de  la  Gothia  anti- 


la 


GASPAE  T  nOIG.  ^ 

a ;  sin  hallar  resistendapasó  por  Italia  basta  llegar 
la  Toscana.  AUf ,  cerca  de  Fiesole  y  de  Florencia^ 
por  el  esfuerzo  de  Stitieon  fue  d^aratado  y  muerto 
con  todos  los  suyos.  Pudo  otrosí  deshacer  eerc^  de 
Rávena  al  otro  capitán  de  los  godos  llamado  Alaríoo; 
mas  por  tener  al  emperador  en  apríetose  contentó  de 
vencerle  en  cierta  batalla  que  le  dió.  Vinieron  á  con- 
cierto con  aquellos  bárbaros ,  en  que  les  dieron  don- 
de morasen  en  lo  postrero  de  rranda.  Pesábale  á 
Stilicon  que  dejasen  á  Italia :  envió  un  su  capitán 
llamado  Sanio,  judío  de  nación ,  para  que  diese  sobre 
ellos  de  repente.  Estaban  alojados  á  las  haldas  de  los 
Alpes  junto  á  Potencia ,  que  hoy  se  llama  Petenzaia, 
pueblo  pequeño  cerca  de  la  ciudad  de  Asta.  Dió  pues 
sobre  ellos  de  repente  el  mismo  diade  pascua  de  Re- 
surrección ,  que  fue  á  seis  de  abril  del  año  puntual- 
mente de  cuatrocientos  y  des  ( 402),  según  que  va 
todo  sacado  de  buenos  autores. 

Quisieran  los  godos  por  reverencia  de  aquella  fes- 
tividad escusar  la  pelea ;  pero  como  el  judio  los  apre- 
tase, revolvieron  sobre  él  con  tal  denuedo  que  le  hi- 
cieron retffar  y  le  mataron  con  otros  muchos;  y  ellos, 
como  gente  foroz  irritados  pw  esta  injuria,  volvieron 
sobre  Italia,  do  se  detuvieron  algunos  años.  No  pare- 
ce que  se  entendieron  luego  estas  mañas  de  Stíhcon; 
pero  al  fin  fue  descubierta  su  maldad ,  y  paj^ó  con  la 
cabeza  por  mandado  del  emperador  Honono  el  año 
que  se  contaba  cuatrocientos  y  ocho  (408)  de  nnea- 
tra  salvación  á  veinte  y  tres  de  agosto ,  y  poco  adelan- 
te fueron  también  justiciados  Serena  su  mmer  y  Eu- 
ch4rio  su  hijo ;  y  aun  el  mismo  Honorio  refuidio  á  su 
mujer ,  hija  que  era  del  mismo  Stilicon ,  en  odio  de  sa 
pacure.  Granae  fue  el  daño  que  los  godos  hicieron  en 
Italia ,  grandes  los  estragos ,  sua  parar  hasta  ponerse 
sobre  la  ciudad  de  Roma,  cabeza  y  señora  del  mundo, 
y  della  después  de  un  largo  y  apretado  cerco  al  fin  se 
apoderaron  con  tanta  fiereza  que  todo  lo  pusieron  á 
fuego  y  á  sangre :  tanto  oue  parece  pretendían  de 
una  vez  tomar  enmienda  de  las  injunas  que  aque- 
lla ciudad  tenia  hechas  á  todo  el  mundo.  Entróse 
Roma  (1)  el  año  de  cuatrocientos  y  diez  (410) 
conforme  á  la  cuenta  mas  aceptada ,  dado  que  Paulo 
Osorio  y  Próspero  Aquitánico  á  este  número  pa- 
rece añaden  dos  años.  En  aquella  ciudad  prendieron 
á  Placidia ,  hermana  de  los  emperadores  Honorio  y 
Arcadio.  Casó  con  ella  Athaulfo ,  cuñado  de  Alaríco 
y  que  le  sucedió  en  el  reino  poco  después  á  causa  que 

(1)  Alarico  volvió  á  la  Italia  el  afio  406  desde  la  Paanooia, 
donde  se  babia  retirado  con  su  ejército  después  de  las  der- 
rotas que  en  402  había  sufrido  en  Poflenza.  Se  cree  que  fue 
llamado  por  StiHeon ,  deseoso  de  poner  en  el  trono  á  n  hijo; 
mas ,  conociendo  oue  podía  aun  ejecutar  sos  designiof ,  lo 
hiso  detener  en  «  Noriee  con  varíat  preaieaas.  Aaesiaado 
enkietanio  Stilioon ,  el  bárbaro  envió  dipotados  á  Honorio 
ofreciéndole  la  pas ,  y  que  ae  retiraría  á  la  Pannonia  ai  se 
le  cumplía  io  que  se  le  había  prometido.  No  quiso  aceptar, 

2  no  tardó  Roma  en  verse  sitiada  teniendo  que  sufrir  loa 
abitantes  ¡ininitas  calamidades  por  el  hambre  y  la  peste 
hasta  oue  el  senado  pidió  la  pas  dando  rehenes  y  con  gran 
suma  (le  dinero. 

El  año  409  Alarico,  rslionado  su  ejárcito,  sitió  otra  ves  á 
Roma,  y  la  hambre  ftte  tan  emel  qie  Uesaroa  á  aliiMDtarsa 
con  carne  humana  los  defensores,  huU  que  AJarioo  al  fin 
tomó  la  ciudad  el  34  de  agosto  ayudado  de  los  traidores. 
Esta  soberbia  ciudad ,  que  nabia  estendido  su  imperio  sobre 
toda  la  tierra,  s^jetando  las  naciones  mas  belicosas»  ven- 
ciendo á  los  generales  mas  ilustres,  al  cabo  de  i  105 años 
de  gloiias ,  cae  en  manos  de  la  nación  mu  fereiy  mu  emel 
que  ae  ba  conocido.  Los  MUades  se  denaman  por  la  andad 
saqueando » robando  y  matando  á  cuantos  encoentian :  so- 
berbios palacios,  edificios  magoiflcos  que  habían  Oeaado  de 
admiración  al  mundo  fueron  devorados  por  las  Uamas,  y  asi 
no  quedó  de  Roma  sino  un  montón  de  ruinas.  No  se  per- 
dono ni  el  poder  de  lu  doncellas,  ni  de  casadas,  ni  de  vír- 
genes consagradas  á  Jssncriato :  solo  se  salvó  la  vida  por 
orden  espreaa  de  Alarico  á  las  que  se  refugiaron  á  lu  i^ 
sias  de  San  Pedro  y  de  San  Pablo ,  los  objetos  del  cnlto ,  que 
respetaron  religiosamente. 


HISTOUA  DK  ESPAÑA. 


i27 


Marico  nrajrió  en  Gosencia,  ciudad  de  los  bmcios  que 
lioy  es  Calabria :  con  que  Placidia  fue  parte  para  qne 
60  marido  Athanlfo  y  su  hermano  Honorio  se  concer- 
tasen ;  y  conforme  el  asiento  que  se  tomó ,  partieron 
los  godos  de  Italia  para  morar  en  la  parte  de  k  Gallia 
V  España  que  están  de  la  una  y  de  la  otra  parte  de 
los  Pirineos :  principio  para  apoderarse  y  hacerse  se- 
ñores de  lo  demás  oe  España ,  y  aun  de  buena  parte 
de  Francia ,  según  que  en  el  libro  siguiente  se  irá  de- 
clarando. 

LIBRO  QUINTO. 

CAPITULO  I. 
Como  diversas  nadones  Tinleroo  á  Espaua. 

UfiA  grande  avenida  de  diversas  naciones  fieras  y 
bárbaras,  que  por  estos  tiempos  vinieron  y  se  derra- 
maron por  diversas  oartes  de  fispaña ,  declarará  la  si- 
guiente narración.  Los  vándalos ,  los  alanos ,  los  sue- 
vos y  los  silingos ,  mayormente  los  godos ,  los  cuales 
dejados  sus  antiguos  asientos  y  moradas,  después 
que  Levante  á  Poniente  hincheron  todas  las  tierras  del 
miedo  de  su  nombre .  de  sus  proezas  y  de  su  fama,  y 
con  1m  armas  venoeooras  gasearpn  toda  la  Italia ,  fi- 
nalmente pararon  en  España,  y  en  ella  echadas  en 
parte^  y  en  parte  siqetas  las  otras  naciones ,  pusieron 
y  tuvieron  por  espacio  de  mas  de  trescientos  años  la 
silla  de  su  imperio.  No  hay  duda  sino  q  jie  todas  estas 
naciones  y  otras  semejantes  en  diversos  tiempos  ba- 
jaron del  Septentrión ,  y  se  derramaron  por  las  pro- 
vincias del  imperio  romano  por  dos  causas.  La  una 
fue  la  gran  fecundidad  que  tenian  aquellas  gentes  en 
multimicarse  por  el  gran  calor  de  los  cuerpos ;  que, 
además  de  ser  los  septentrionales  mas  largos  en  la 
comida  y  en  la  bebida,  se  encienden  con  el  estremo 
frío  de  aquellas  re^onesyaire:  en  especial  antes  que 
recibiesen  la  Religiott  Cristiana,  yfpor  eUa  enfrenasen 
sus  apetitos  con  la  ley  de  un  matrimonio,  la  gente 
en  ffñn  manera  se  aumentaba.  Allegábase  á  esti  la 
esterilidad  de  la  tierra  (que  era  la  segunda  causa)  por 
la  maror  parte  erizada  con  nieves  y  con  heladas,  j 
falta  de  muchas  cosas  necesarias  al  sustento  déla  vi- 
da. Por  donde  la  necesidad  de  sustentarse  forzaba  á 
ionamerables  enjambres  de  hombres  á  pasarse  y  bus- 
car asiento  en  tierras  templadas  y  mas  abundantes. 
Para  salir  con  su  intento  nacían  guerra  á  los  roma- 
nos ,  señores  del  mundo ,  destruían  y  talaban  las  tier- 
ras Y  campos ,  si  prestamente  no  se  les  hacia  resis- 
tencia. 

Como  esto  sea  cosa  averiguada ,  asi  bien  no  es  fácil 
declarar  de  qué  partes  del  Septentrión  y  de  qué  pro- 
vincias cada  una  de  estas  naciones  haya  venido ,  qué 
costumbres,  qué  ingenios  tenian,  de  qué  lengua  y 
leyes  usaban :  ni  Cetaria  por  diligencia ,  SI  entre  tantas 
tinieblas  de  opiniones  como  hay,  se  descubriese  algún 
camino  para  dar  en  el  blanco.  Será  forzoso  contentar- 
nos con  congeturas ,  pues  la  antigüedad  de  las  cosas 
y  el  descuido  de  aqueüos  tiempos  no  da  lugar  á  ma- 
yor claridad.  Plinio  pone  á  los  vándalos  en  aquella 
parte  de  Alemana  casi  do  al  presente  están  los  mel- 
burgenses  y  pomeranos:  dado  que  Dion  las  fuentes 
de  que  nace  el  río  Albis ,  j  de  donde  comienza  á  re- 
gar los  campos  de  Alemana ,  las  pone  en  los  montes 
vandálicos.  Los  burgundíones  señan  de  contar  entre 
los  vándalos  como  parte  suya :  tomaron  este  nombre 
de  burgos ,  que  quiere  decir  aldeas,  en  que  estaban 
dirididos  y  derramados:  y  como  hiciesen  asiento  en 
los  Hednos,  pueblosantiguos  fueron  causa  que  aque- 
lla parte  de  la  Gallia  se  llamase  Burgundia  o  Borgo- 
ña.  Dionisio ,  el  que  en  elegante  verso  escribió  en 
griego  el  asiento  oeks  tierras,  en  particular  pone  los 
alanos  cerca  de  los  de  Dacia  y  de  los  getas.  Marce- 
lino los  puáo  en  la  Soy  thia ,  y  se  dice  tenian  por  bien- 


aventurados á  los  que  morían  en  la  guerra :  á  los  que 
la  vejez  consumía ,  ó  morían  de  otra  suerte  los  de- 
nostaban y  decían  mal  dallos ,  como  hombres  que 
eran  de  ingenio  feroz  é  íoclínadíos  á  crueldad  por  caer 
su  tierra  muy  apartada  de  las  comodidades  y  huma- 
nidad de  bis  otras  provincias,  y  ninguna  cosa  casi 
allí  aportar  de  las  que  suelen  ablandar  la  ferocidad  de 
los  corazones  y  amansarlos. 

Los  silingos  es  cosa  averiguada  que  vinieron  á  Es- 
pana  ,  y  que  mezclados  con  los  vándalos  asentaron 
en  la  GÍetica  ó  Andalucía,  sin  que  tuviesen  rey  parti- 
cukir  de  su  nación ;  pero  de  qué  par  te  del  Septentrión 
hayan  venido ,  no  se  averigua  con  claridad.  Algunos 
ponen  á  los  silingos  en  Baviera,  donde  antiguamente 
nobp  una  ciudad  llamada  Salingostiado  (á  lo  que  pa- 
rece del  nombre  desta  gente)  á  la  ribera  del  Danubio 
tres  millas  distantes  delngolstadio.  No  hay  duda  sino 
que  los  francos,  que  por  este  tiempo  se  apoderaron 
üe  la  Gallia,  se  llamaban  asimismo  salios  del  rio  Sala 
que  riega  su  tierra  como  lo  dice  Marcellino.  Destos 
salios  se  dijo  la  muy  famosa  ley  ^lica ,  que  veda  á  las 
mcyeres  suceder  en  las  herencias  de  los  francos.  Asi 
se  puede  entender  que  los  silingos  eran  los  mismos 

2ue  los  sálicos,  francos  ó  franceses  que  todo  es  uno. 
sto  cuanto  á  los  silingos.  Los  suevos ,  según  que  lo 
testifican  autores  muy  mraves ,  antiguamente  tuvie- 
ron sus  asientos  cerca  del  rio  Alvis,  si  bien  Estrabon 
pone  también  los  suevos  á  las  fuentes  y  nacimiento 
del  Danubio  en  la  comarca  donde  al  presente  se  ve 
la  ciudad  de  Augusta.  Resta  decir  de  los  godos ;  cuya 
origen  porque  reinaron  en  España  mas  tíempo  que 
las  demás  naciones ,  y  se  les  aventajaron  en  mas 
nombre  y  fama ,  queremos  sacar  mas  de  raíz  toman- 
do el  principio  algo  de  mas  arriba. 

Algunos  pensaron  y  dijeron  que  los  Kodos  eran  los 
mismos  que  los  getas .  los  cuales  cnPlinio  y  en  Hero- 
doto  vemos  demarcados  no  lejos  de  las  riberas  y  de 
las  bocas  por  donde  el  Danubio  descarga  en  el  mar.  No 
failta  otrosí  quien  dl^a  que  los  getas  y  massagetas  son 
los  mismos  que  los  divinos  libros  llaman  Gog  y  Magog: 
opiniones  que  ni  hay  para  queaproballas  en  este  lo- 
gar, ni  sena  dificultoso  reiu tallas  por  la  autoridad  de 
Piinio,que  entre  las  ciudades  de  Cefesiria  cuenta  á  Ma- 
gog, y  aun  dice  que  por  otro  nombre  se  llama  Bambi- 
ce  y  Hierapolis.  Los  masen  número  y  de  mayor  dili- 
gencia en  rastrearla  antigüedad  son  de  parecer  que 
ios  godos  bagaron  de  una  provincia  por  nombre  Scan- 
dia ,  qjue  los  antiguos  llamaron  Basilia  ó  Baltia,  tierra 
muy  estendida  y  muy  ancha ,  y  que  está  sobre  Alema- 
ña  Y  sobre  Sarmatia  ó  Polonia,  pegada  por  la  parte , 
de  Levante  con  otra  provincia  llamada  rimmarehla, 
rodeada  por  las  otr«is  partes  del  mar  Báltico  y  Glacial. 
Tiene  Scandia  forma  de  península  muy  mas  larga 
que  ancha :  divídese  en  la  Gothla ,  la  Suecia  y  la  Nor- 
vegia,  y  con  esta  está  pegada  otra  provincia  llamada 
Lapia.  Es  así  que  por  la  parte  de  Poniente ,  por  don- 
de se  estiende  el  golCo  Codano .  que  los  naturales  lla- 
man Suconico,  y  por  la  partéele  Scandia,  por  donde 
mas  brevemente  se  pasa  á  la  Cimbrica  Cnérsoneso  y 
al  reino  de  Dinamarca,  se  forma  otra  península  menor 
peg(adacon  la  otra  mayor  que  llaman  Gothia,  y  diví- 
dese en  dos  partes:  esa  saber  en  los  ostrogodos,  que 
en  nuestra  lengua  es  lo  mismo  ^ue  ffodos  orientales, 
y  en  los  visigodos  que  quiere  decir  godos  occidentales. 
Entre  los  visigodos  los  Baltos ,  que  en  aquella  lengua 
quiere  decir  atrevidos,  y  era  apellido  de  cierto  linaje, 
y  entre  los  ostrogodos  los  Ámalos ,  llamados  así  de  un 
gran  rey  y  capitán  por  nombre  Amalo ,  se  señalaban 
entre  los  demás,  y  eran  las  famiUas  mas  ilustres  y 
reales.  Lo  demás  de  Scandia  cortan  unos  montes  con 
sus  cordilleras  continuadas,  que  dejan  alMediodia  la 
Suecia,  provincia  de  un  cielo  mas  benigno,  y  hacia  el 
Septentrión  la  Norvegia,  enque  se  padecen  cruelísi- 
mos frios,  tanto  que  el  vino  que  de  otras  partes  allí  de 
lleva,  con  la  fuerza  del  frióse  aceda  luego:  cosa  que 


ias 


BIBLIOTECA  DE  GAÜPáH  T  BOI«. 


algún  tiempo  poso  i  los  pontífices  romanos  en  gran 
Quidado  para  que  se  pudiese  en  los  pueblos  de  aqne- 
Ua  tierra  conservar  la  integridad  del  sacrificio  divino 
de  tamisa. 

Son  los  godos  ordinariamente  de  cabello  y  barba 
roja,  el  color  blanco  como  los  demás  pueblos  de  Ale- 
maña,  con  quienes  tienen  su  lengua  semejante,  y  no 
muy  oiferente  de  las  demás  gentes  que  por  este  tiem- 
po se  ha  dicho  por  fuerza  de  armas  entraron  en  Espa- 
ña. Solo  de  los  alanos  se  puede  y  suele  afirmar  que 
usaron  de  la  lengua  de  los  scythas ,  y  esto  mas  por 
conjetura  probable  que  por  razones  que  á  ello  con- 
venzan. Lo  cierto  es  que  en  la  lengua  castellana,  de 
que  arpresente  usa  España,  compuesta  de  una  aveni- 
da de  muchas  lenguas,  quedan  vocablos  tomados  de 
lalenguadelos  godos.  Entre  estos  podemos  contarlos 
siguientes:  tripas,  caza,  robar,  yelmo,  moza, bandera, 
harpa,  juglar,  albergar,  escanciar,  esgrimidor,  cangi- 
lón, camisa,  sábana.  De  los  bándafos  otrosí  se  tomaron 
otras  dicciones  y  vocablos,  como  cámara,  gozque, 
azafrán.  Lo  que  tocaá  la  religión  todas  estas  nacio- 
nes ó  en  este  tiempo  ó  poco  después  recibieron  y  abra- 
zaron la  cristiana :  que  antiguamente  eran  dados  á 
diversas  supersticiones,  mayormente  los  godos  por 
persuadirse  que  no  les  sucediera  [prósperamente  en  la 
guerra,  si  no  ofrecían  por  el  ejército  sangre  humana: 
sacrificaban  los  que  prendían  en  la  guerra  al  Dios 
Marte,  al  cual  nrincipalmente  eran  devotos;  y  asi- 
mismo acostumbrabanále  ofrecer  las  primicias  de  los 
despojos,  y  colgar  de  los  troncos  de  los  árboles  las 
pieles  de  IOS  que  mataban.  Tenían  otra  devoción  para 
el  mismo  efecto  de  sacrificar  antes  de  la  batalla  con 
solemne  aparato  caballos,  y  llevar  delante  sus  cabezas 
abiertas  las  bocas ,  y  puestas  en  unas  lanzas. 

Entre  estos  devaneos  acertaban  en  tener  por  cierto 
(opinión  recibida  de  sus  mayores)  que  las  ánimas  hu- 
manas eran  perpetuas,  y  que  después  de  la  muerte 
había  premios  y  castigos.  Cuando  tronaba ,  tiraban 
saetas  en  alte  para  con  esto  ayudará  Dios  por  pensar 
se  le  bacía  fuerza  y  que  le  echanandel  reino.  Celebra- 
ban á  la  vihuela  con  cantos  y  tonadas  los  hechos  de 
sus  madores  y  sus  proezas,  cemo  al  presente  se  hace 
en  España.  Algunos  afirman  que  las  armas  de  los  go- 
dos eran  un  león  levantado  y  vuelta  la  cabeza  en  un 
escudo  ondeado  y  de  azul  la  mitad  :  otros  que  tres 
leones  puestos  uuo  sobre  otro  á  la  manera  que  los  tie- 
nen los  reyes  de  Dacia:  mas  en  esto  no  hay  para  que 
detenernos,  mayormente  que  nuestro  principal  in- 
tento es  declarar  mas  copiosamente  (como  arriba  se 
dijo)  la  ocasión  que  á  tantas  gentes  y  tan  bárbaras 
abrió  la  puerta  para  entrar  en  España. 

En  aquella  confusión  de  cosas  y  caída  del  imperio 
romano  de  que  se  á  hecho  mención,  un  cierto  Marco 
en  Bretaña ,  hoy  Inglaterra,  fue  por  las  legiones  sa- 
ludado y  alzado  por  emperador,  y  poco  (kspues  no 
con  menor  liviandad  ellas  mismas  le  mataron.  Pusie- 
ron en  su  lugar  á  Graciano  que  también  con  la  mis- 
ma inconstancia  fue  muerto  dentro  de  cuatro  meses. 
Sucedióle  Constantinono  por  señalarse  en  valoryha- 
zanas  entre  los  demás,  sino  solo  le  dieron  el  imperio 
movidos  del  nombre  de  Constantino  que  aquellas  gen- 
tes tenían  por  bien  afortunado^  Sucedió  esto,  comose 
puede  conjeturar  de  Paulo  Orosio,  el  año  de  nues- 
tra salvación  de  4i  1,  en  que  fue  cónsul  Tbeodosío  el 
Menor  la  cuarta  vez ,  emperadordcl  Oriente  en  lugar 
de  su  padre  Arcadio  que  falleció  tres  años  antes  des- 
te.  Siguieron  á  Constantino  gran  parte  de  la  Gallia  y 
de  España  por  estar  los  ánimos  de  todos  irritados  con 
las  demasías  de  los  romanos,  y  con  los  gravteimos  tri- 
butos que  de  cada  día  les  ponían,  mayores  y  masera- 
ves;  sin  embargo  algunos  se  conservaban  en  la  obe- 
diencia de  los  emperadores  verdaderos. 

Entre  estos  Dfdimo  y  Veríníano,  parientes  de  Ho- 
norio, como  quier  que  perseverasen  en  España  en  su 
devoción,  con  un  ejército  que  arrebatadamente  jun- 


taron, pretendieron  90D  mayor  ánimo  ooe  faenas 
impedirá  Constantino  que  déla  Ckillia  sedéela  apare- 
jarse imra  pasaren  España  la  entrada  de  loa  Pirineos; 
pero  fueron  vencidos  en  batalla,  y  muertos  así  elks 
como  sus  mujeres  por  Constante,  hijo  del  tirano ,  al 
cual,  sacado  por  su  padre  de  un  monasterio  y  nom- 
brado por  César,  onvió  delante  á  España.  Theodocillo 
ÍLagodio,  hermanos  de  estos  muertos,  desconfiados 
e  sus  fuerzas,  huyeron' del  peligro,  y  se  fueron  ¿  los 
emperadores  Honorio  7  Tbeodosío.  El  ejército  de 
Constante  por  la  mayor  parte  era  compuesto  de  aque- 
llas naciones  que  bajaron  de  Alemana  en  Francia,  y 
I>or  cierto  concierto  que  con  Honorio  hicieron,  los 
lamerón  Honoriacos.  Estos  por  permisión  de  Cons- 
tante, talaban  á  España  y  todos  ios  campos  hiata  Pa- 
lencia,  ca  pretendía  él  con  la  miseria  ajena  ganar  las 
voluntadesdel  ejército  bárbaro.  A  estos  mismos,  que- 
riéndose él  volver  á  Francia,  dio  el  cuidado  de  guar- 
dar las  estrechuras  y  entradas  da  los  Pirineos. 

Llevaron  mal  esto  los  españoles,  que  los  soldados 
extranjeros  y  mercenarios,  y  por  consiguiente  poco 
seguros,  fuesen  preferidos  i  su  conocida  lealtad,  por 
donde  de  tiempo  muy  antíffuo  les  confiaban  la  guarda 
de  aquellas  entradas  de  toda  la  provincia.  Sentían  mu- 
cho esta  afrenta :  quejábanse  de  agravio  y  amenaza- 
ban que  muy  enbreveresultarían  alteracionesen  Es- 
{>aña,  y  tenaria  otros  señores  que  k  mandasen ,  con 
o  demás  que  suelen  decir  los  hombres  cuando  el  do- 
lor y  saña  les  suelta  la  lengua.  No  salieron  vanas  es- 
tas amenazas .  según  que  el  suceso  de  las  cosas  lo 
mostró  y  declaró  en  breve,  porque  ios  Honoriacos, 
conforme  á  su  natural  inclinadon,  llamaron  y  traje- 
ron á  España  á  los  vándalos ,  alanos ,  suevos  y  silin- 
gos,  con  quien  se  concertaron  secretamente  de  dalles 
la  entrada  (1)  que  hasta  entonces  tuvieron  cerrada, 
y  poco  antes  Stiiicon  los  había  hecho  entrar  en  Fran- 
cia. La  causa  oue  se  piensa  los  movió  á  desamparar 
la  Gallia ,  fue  el  miedo  de  los  godos,  contra  cuyo  va- 
lor, y  por  estar  concertados  con  Honorio,  temían  no 
tendrian  ftierzas  iguales.  Poníales  junto  con  esto  en 
cuidado  y  aquejábalos  el  poder  de  Constantino,  que 
estaba  apoderado  de  la  mayor  parte  de  la  Gallia  y  as- 
piraba á  lo  demás.  Era  rey  de  Jos  suevos  Hermeneri- 
co,  de  los  alanos  Atace,  de  los  vándalos  y  silingos 
Gunderico. 

La  entrada  de  estas  naciones  bárbaras  ftae  causada 
grandísimas  desventaras,  porque  conjfiereza  bárbara, 
sin  haeer  diferencia ,  ni  tener  cuenta  con  nadie,  se 
apoderaron  de  las  haciendas  de  ios  españoles  y  de  ios 
romanos.  Destruían  los  campos  y  los  pueblos,  por 
donde  luego  la  hambre  se  embraveció  de  tal  guisa, 
que  eran  forzados  los  naturales  i  sustentar  la  vida 
con  carne  humana :  no  solamente  los  hombres;  sino 
también  las  bestias  con  aquella  carnicería  se  bñcian 
mas  fieras,  y  á  cada  paso  acometían  á  los  hombres 
por  sustentarse.  Después  de  la  hambre  (como  aconte- 
ce) se  siguió  una  peste  gravísima  conque  murió  gente 
innumerable  en  toda  la  provincia.  Eran  los  malea  tan 
grandes,  que  los  que  escapaban  tenían  envidia  á  los 
que  morian,  por  sufrir  ellos  mas  graves  cuitas  que  la 
misma  muerte.  Pasó  el  mal  tan  adelante  que  la  pro- 
vincia quedó  en  gran  parte  yerma  de  moradores ,  y 
contentólos  bárbaros  hicieron  su  asiento  en  diversas 
partes  della.  A  los  suevos  y  á  parte  de  los  vándalos 
cupo  Galicia,  á  la  sazón  mas  ancha  de  términos  de  lo 
que  era  en  nuestra  edad ,  porque  comprehendia  en 
su  distrito  todo  lo  ^uees  Castilla  la  Vieja.  Los  alanos 
poblaron  en  la  Lusitania  y  en  la  provincia  cartagine- 
sa, fuera  de  los  carpetanos  que  es  el  reino  de  Toledo, 
y  los  celtíberos,  que  se  mantuvieron  en  la  sujeción  de 


(1)  Segnn  Idacio,  que  vivía  en  este  tiempo»  el  13  de  oc- 
tubre de  409 ,  y  fegun  oíros  el  28  de  setiembre  derrotando 
á  los  romanos  y  d^ando  todo  el  país  hasta  411 ,  que  sor- 
tearon entre  si  las  nrovioeias. 


HISTOHU.DE  IS^iPj^^A. 


129 


los  nunaoos.  La  Bélica  tomaroo  para  sí  los  vándaJo^ 
7  los  8il¡ngos. 

Hecha  e^ta  distribución ,  pusieron  concierto  con 
los  romanos ,  con  que  se  tornó  á  labrar  y  morar  h  tier- 
ra y  las  ciudades  en  gran  parte.  Los  españoles  tenían  , 
por  mejor  esta  nueva  servidumbre  que  el  imperio  de 
los  romanos  y  su  severidad,  dado  que  algunos  con- 
servándose obstinadamente  en  la  libertad  antigua,  uo 
querían  sufrir  el  yugo  de  los  bárbaros «  principal men-; 
te  en  Gatieía  ^ondeió^ suevos  imperaban,  entretanto 
que  esto  pasaba  en  Cspaiia,  Honorio  desde  Italia  en- 
vió en  la  Gatlía  contra  et  tirano  un  grueso,  ejército 
debajo  la  conducta  de  un  su  cupitan  llamado  Constan- 
cio, En  España  se  levantaron  nuevas  alteraciones. & 
causa  qué  nh  cierta  Máximo  en  la  España  Citerior  fue 
saludado  y  alzado  por  emperador.  Un  conde  llamado. 
Ccronejo  rae  el  autor  de  esta  nueva  trama ,  por  odio 
qne  tenia.al  primer  tirano  Constantino,  sin  embargo 
que  había  seguido  antes  su^  partes.  Lo  que  en  esto 

{>reteodih,  eraen  nombre  de  otrd  reinar  él  y  mandar- 
0  todo.  Con  este  intento  dejando  á  Máximo  en  Tarra- 
Sona,  él  con  ejército  pasó  en  la  Gallia,  y  apoderado 
e  la  ciudad  de  Viena ,  mató  en  ella  á  Constante  el 
César  que  le  vino  ¿  las  manos.  No  pasó  adelante  por 
entender  que  venia  contra  él  Constancio  y  por  miedo 
suyo. 

Vuelto  en  España,  ó  por  desprecio  auo  tuvieron 
del  y  ó  con  deseo  de  agradar  á  Honorío,  los  españoles 
de  noche  acometieron  su  casa ,  y  dado  que  se  defen- 
dió valientemente ,  cpn  fuego  que  pegaron  á  la  casa 
pereció  dentro  delta.  Máximo,  desamparado  delaayu- 
«la  deGeroncio,  que  era  el  que  le  conservaba,  dejadas 
las  insignias  imperiales,  huido  pasó  miserablemente 
lo  que  le  duró  la  vida ,  que  fue  hasta  el  tiempo  de 
Paulo  Orosjo,  como  é!  mismo  lo  testifica.  Gn  este 
medio  al  tiempo  que  estas  cosíís  se  hacianen  España^ 
CmstanliooeltiranQ  y  Juliano  su  hijo  fueron  por  es- 
fuerzo de  Constancio  muertos  en  Anés,  j  no  mucho 
después  Jovio  y  Sebastiano  tuvieron  el  mismo  Gn,  los 
cuales  sucesivamente  se  rebelaron  en  la  Galtia  contra 
el  imperio.  Con  esto  toda  la  Gallia  volvió  á  la  sujeción 
de  Honorio,  que  fue  el, año  de  nuestra  salvación  de 
413. 1.09  godos  para  defensa  de  la  una  y  de  la  otra 
provincia,  es  á  saber  de  Francia  y  de  Espaiía ,  con 
voluntad  de  Honorio  y  conforme  al  asiento  que  con 
él  tomaron ,  se  apoderaron  dos  años  después  de  las 
haldas  de  los  Pirineos.  Gente  tm^,  much  is  veces  an- 
tes destos  tiempos  derramada  de  sus  antiguos  asi'eri- 
tos,  y  acometiendo  las  provincias  del  imperioroinano, 
hablan  ganado  gran  crédito  por  su  valentía,  en  tanto 
grado  qne  se  tuvo  pir  cierto  que  Afe  aiwo  Magno 
rey  de  Macedonia,  huyó  de  encontrarse  con  elios^ 
Pirro ,  rey  dé  Epiro ,  los  temió.  Julio  (2ésar  rehusó  la 
pelea  con  ellos,  según  que  lo  oice  Orosio. 

No  es  de  nuestro  propósito  contar  todas  tas  en- 
tradas y  guerras  desta  gente,  ni  relatar  por  menu«1o 
sus  hazañas ,  que  seria  mas  largo  cuento  de  lo  que 
sufre  esta  obra.  Lo  /|ue  hace  al  propósito  es  que  el 
emperador  Valente  (como  de  suso  se  dijo)  dió  á  los 
visogodoa ,  que  salidos  de  sus  antiguos  asientos  y 
tierra  maltrataban  las  gentes  del  imperio ,  la  provia- 
cia  de  Mesia  donde  morasen ,  con  tal  condición  que 
estuviesen  á  soeldo  del  imperio  romano,  y  recibiesen 
la  creencia  de  Cristo  nuestro  9eñor ,  por  donde  algo 
después  la  secta  dé  Arrío  con  que  los  inficionaron  y  á 
que  Valente  era  dado ,  fue  causa  de  grandes  desven- 
turas y  alteraciones  en  España.  Las  tierras  que  les 
eotregaron ,  sustentaron  ellos  hasta  el  imperio  de 
ArcaJio  y  Honorio,  y  ensancharon  sus  términos  hast- 
ia Panonia  hoy  Hungría,  que  sucedió  poco  antes  que 
rompiesen  por  Italia,  después  de  haber  destruido  la 
Tracia. 

Fue  la  ocasión  dcsta  entrada  que  Stillcon ,  suegro 
lie  Honorio ,  con  intento  de  hacer  emperador  á  su  ni- 
jo  Euchério ,  movió  aquella  gente  de  suyo  inquieta 


y  bulliciosa  é  tooiar  lasarmos^Cstahucisado  Stilicon 
con  Sercuji ,  sobrina  de  Theodpsio  y  hija  de  Honorio 
su  herjuána:  della  tuvo  ppr  hiiqsáEuchtVio,  María  y 
Tennanciu.  Casó  cm%  Eucheria  Galla  Plácida  (1) 
lierraitnade  los  emperadores  Honorío  y  Arcadio.Derr 
mas  desto  Honorio  emperador  casó  ^sucesivamente 
con  María ,  y  después  con  Termancia.  No  ha  mij^ho 
que  en  tiempo  del  pontífice  Paulo  lll.se  halló  en  Ho-» 
ma  el  sepulcro  de  María  en  la  iglesia  de  San  Pedrea 
en  el  Vaticano ,  y  en  él  piedras  degraq  valor,,  mucho 
oro  y  plata  con  lo^  nombres  de  Houoriot  y  de  María 
esculpidos  en  un  joyel ,  según  que  en  la  descripoion« 
de  la  ciudad  de  Roma  lo  relata  M^rliaud  mas  en  par- 
ticular. .  .  .  , 
•Miu^rtas  pues  la  una  y  la  otrp  mi;y^  de  Honorio 
(dado  que  no  falta  .quien  digii  (^ue  repudió  á  Ter-i 
snancia  luego  qne  la  traición  de  Stilicon  se  descubrió) 
como  quiti^islas  prendas  y  ataduras  de  k  lealtad, 
Süíicon  se  determinó  de  poner  en  ejecución  la  mal- 
dad que .wucho  ai|te\s  en  su  perazon  tenia  forjada. 
Con  esta  de^rminucbn  hizo  que  los  vándalos»  de. 
cuyo  linaje  ólveniá,  ^rlos  alanos  con  promesa  que  lea 
hizo  de  grandes  premios,. hioiesen  entrada  en  fa.Ga- 
llia.  Ji  Iqs  godos  ne^ó  el  sueldo  oue  les  daban  con  la 
misma  astucia  :  traza  con  que  elloi  tomaron  las  aro- 
mas,-y  "en  lugar  de  Athanarjco,  saludado  que  hor 
bieron  por  rt)y  á  Alarico,.  talaron  la  Thracia  y  \si 
llalla  ;(malinente  después  de  largo  cerco  se  apodos 
raron  déla  misoMi  cabeza  del  nauudo,  liorna,  ¿  dos 
de  agosto.  Cran  cónsules  Flavio  Varare  la  primera; 
y  Tertulio  la  cuart:)  vez.  Bl  descuido  deHonorio,  cu-» 
yo  ofieio  era. acudir  á  la  necesidad,  fue  tal  que,  dir- 
ciéodole  Gom'>  Roma  era  pej^dida,  penseque  habUi- 
ban  de  un  gallo  que  él  llamaba  Roma ,  y  poco  antes 
como  solía  de  ordinario  se  habia  deleitado  en  verle 

Selear  con  otro.  Muerto.poco  después  Alarico  caudi- 
0  dolos  godo&en  lo  postrero  de  Italia ,  Athaulfo  que 
le  socedlo  ablandado  con  los  regalos  de  Gtlla  Pláci^ 
da  su  nnujer,  la  cual  en  Roma  fuera  presa  ,.se  indinó 
á  U  paz,  y  tomó  asiento  con  Honorio.:  con  que  e) 
ejército  de  los  godos  sacado  da  Italia  hizo  so  asiento 
en  los  conQnes  de  la  Galia  y  de  Elspaña.  La  silla  del 
reino  puao  esta  gente  en  Narbona  año  de  nuestra 
aalvaoiott  dé  415.  De  aquí  vino  y  procedió  que  aquer 
Ha  parte  se  llamó  GalJia  Gólhiea ,.  dado  que  mu  aieu^ 
pro  túvolos  mismos  términos,  autes se  variaban m.U; 
chas  vecea  conforme  al  vario  suceso  de  las 'guerra)» 
que  con  los  francos  comapcanos  y  con  los  romano^ 
tuvieron  los  godos;  Esta  fue  la  ocasión  que  trajo  asi 
las  demai^  gentes  ya  dichas  Qomo  los  godos  u  Bs- 
paua.  ' 


CAPITULO  11. 

Cómo  los  godos  vencieron  A  lasjdemás  naciones 
bárbaras  en  España. 

-  Estaba  España  dividida  en  mochos  reinos  diferen- 
tes entre  si  en  íejes,  costumbres  y  religión.  Los  ro- 
manos y  los  españoles  abrazaban  la  religión  católica; 
á  los  godos  tenian  inficionados  la  peste  de  los  arría- 
nos. Las  demás  naciones  bárbaras  no  habian  aun  ro^ 
cibido  la  Religión  Cristiana, antes  ^gaian  las  supers- 
ticiones de  sos  antepasados.  Todos  con  deseo  de 
Conservarse  en  la  parte  dé  que  se  apoderaran  en 
aquella' turbación  y  revueltas ,  cada  cual  por  su  par- 
te pretendían  hacer  paces  y  concertarse  con  los  ro- 
manos. Godigiaco,  rey  de  los  tendales  (al  cual  algunos 
llarfian  Gunderico ,  y  lomandes  Giseriso,1o  que sNi 
duda  es  falso),  fue  et  primerea  concertarse  con  esta^ 
condiciones  :  qne  viviesen  en  España  sin  hacer  ma 
y  daño  é  los  antiguos  moradores ,  y  no  pudiesen  por 
titilo  de  prescripción  de  treinta  ofios  valéis  en  al» 

( i )  XiQ^ua  escritor  aatiguo  habla  de  este  casamíenlo. 


4?0 


BIBUOTECA  DE  GASPAR  Y  BOIG. 


«,'n:i  lic.iipo  .  oiiira  los  romanos  para  «fecto  de  rete- 
iii-r  lo  que  violenta  é  íajusUmeate  hubiesen  usurpa- 
¿ü.  Palabras  con  que  se  daba  á  entetider  qne  aquella 
puz  uo  era  lanío  por  volüotud  como  por  fuerza,  y 
que  no  duraría  mas  de  cuanto  tufiesen  posibilidad 
para  volver  á  la  ^uerr.i  y  á  la*  manos.  De  aquel  con- 
cierto sin  duda  procemeron  entre  aquellas  gentes 
nuevas  sospechas,  y  parellaálae^o  so  oncendió  nue- 
va guerra.  Los  alanoü  como  mas  feroce^  acometieron 
i  los  vándalos  y  á  los  silingos,  y  los  p.isíeron  en  ne- 
cesidad de  desamparar  la  Bélica  y  li.ioer  recurso  á 
Galicia  para  que,  juntando  sus  fuerzas  o,on  ias  de  los 
iuevos ,  reprimiesen  el  atrevimiento  de  los  alanos,  y 
recobrasen  sus  asientos  de  que  los  habían  echado. 
Dieron  los  alanos  la  vuelta  contra  los  celtiberos  y  la 
Carpetanía:  ganaron  de  los  romanos  muchos  pueblos 
y  ciudades. 

Los  godos  eso  mismo  d  aiio  siguiente,  despaes  qne 
asentaron  en  Francia ,  pasaron  en  España ,  donde 
con  su  llegada  y  ayuda  Attalo  usurpó  el  nombre  de 
emiiorador:  titulo  vano  y  dañoso ,  pues  poco  después 
fallo  de  consejo  y  fuerzas,  como  procurase  huir  por 
¡a  mar,  fue  preso  p«ir  Constancio,  que  con  grue- 
sas annadas  p'jseia  aquellas  riberas.  Envióle  á  Hono- 
rio :  por  su  mandado  le  cortaron  el  pulgar  j  el  dedo 
segando ,  y  fue  llevado  en  destierro  á  la  isla  de  Lipa- 
ra ,  Athauf fo  rey  de  los  godos ,  ó  por  su  natural  con- 
dición cansado  de  tantas  guerras ,  ó  por  el  nuevo 
Earcntesco  que  con  el  emperador  tenia ,  aficionado  á 
H  rom  inos ,  se  inclinaba  á  dejar  las  armas  v  concer- 
tarse. Llevaba  su  gente  esto  mal  por  ser  feroces  y 
bravos.  Acordaran  de  conjurarse  eontra-él  y  darle  la 
muerte ,  como  lo  hicieron  en  Barcelona ,  do  tenia  he- 
dió su  asiento.  Ejecutd  este  caso  tan  atroz  un  hom- 
brecillo llamado  Vernulfd ,  de  nequeña  esUtura,  pero 
muy  atrevido  y  muy  privado  oel  rey.  Este,  como  ha- 
llase buena  ocasión,  con  la  espada  desnuda  le  atravesó 
Iior  el  costado.  Olympiodoru,  uno  de  los  autores  de  la 
liblioteca  de  Pliecío,  le  llama  Dobbio,  y  dice  oue  dio 
la  muerte  á  Athaulfo  en  venganza  de  la  que  él  antes 
habla  dado  á  su  amo.  El  letrero  de  la  sepultura  deste 
rey ,  cuya  parte  hoy  se  ve  en  Barcelona ,  da  i  enten- 
der que  seis  hijos  (fe  Athaulfo  perecieron  juntamen- 
te con  él :  al  cual  letrero  cuánta  fé  se  haya  de  dar 
otros  lo  podrán  juzgar,  á  nos  parece  mas  moderno 
que  conforme  á  la  antigüedad  de  aquellos  tiempos. 
Añade  Olympiodoroque  un  niño  llamado  Theodosio, 
que  tuvo  Athaulfo  en  Plactdia  y  murió  en  su  primera 
edad ,  estaba  sepultado  en  un  oratorio  cerca  de  Bar- 
celona en  una  caía  de  plata :  demás  desloque  á  otros 
hijos  de  Atiulfo  habidos  del  primer  matrimonio  mató 
Sigerio  sucesor  suyo,  sacándolos  de  las  faldas  y  re- 
gazo del  obispo  Sigesaro :  áltimamente  que  Placidia 
con  otros  cautivos  fue  forzada  á  ir  corriendo  por  lar- 
go esiMicio :  que  tales  son  las  mudanzas  de  las  cosas 
y  los  reveses  ilel  mundo. 

En  lugar  pues  de  Aüiaulfo  pusieron  á  Sigericopor 
voto  de  la  nación  por  ser  persona  de  industria  y  de 
esfuerzo  conocido  en  guerra  y  en  paz.  Fuera  desto 
era  alto  de  cuerpo  y  de  buena  apariencia ,  dado  que 
de  una  caida  de  un  caballo  renqueaba  de  la  una  pier- 
na. Este,  como  quíer  que  siguiese  las  pisadas  de 
Athaulfo  en  lo  que  era  inclinarse  á  la  paz ,  dentro  del 
primer  año  de  su  reinado  murió  también  á  manos  y 
iior  conjuración  de  los  suyos.  Sucedióle  Walia  hom- 
bre inquieto  y  belicoso.  Deste  escriben  que  al  jprinci* 
¡lio  de  su  reinado  con  una  armada  que  junto  quiso 
pasar  en  África ,  sea  perdida  la  esperanza  de  susten- 
Urse  en  España  por  el  espunto  que  Gmistiincío  de 
una  parte  y  las  naciones  bárbaras  de  olra  le  acosaban, 
8041  por  el  deseo  que  él  mismo  tenia  de  apoderarse  de 
la  Mauritania ,  provincia  en  aquellos  tiempos  sujeta 
/moviente  de  España,  sea  por  cualquier  olra  oca- 
sión. Lo  que  sucedió  es ,  que  con  la  fuerza  de  una 
tempestad  deshecha  que  le  sobrevino  en  lo  roas  an- 


gosto  del  estrecho ,  se  de;  rotó  toda  la  armada  áe  tal 
suerte  que  le  fue  forzoso  dar  la  vuelta  á  España  y  en 
ella  lomar  asiento  con  Constancifi. 

Las  condiciones  del  concierto  ( i)  fueron  que  en- 
tregase á  Placidia ,  mujer  que  fue  de  Athaulfo,  que 
por  voluntad  del  emperador  su  liermano  estaba  pro- 
metida al  dicho  CoiisUnclo;  y  que  los  godos  hiciesen 
la  guerra  en  España  ñ  las  otras  nacioues  bárbaras  eo 
pro  del  imperio  romano  para  que  todo  lo  que  se  ga- 
nase, quejase  por  suyo,  y  ellcs  se  contentasen  con 
lo  que  en  las  haldas  de  la  Gallia  y  de  la  España  antea 

f^oseian.  Hízose  esta  paz  el  año  de  418,  según  que 
ü  refiere  Paulo  Orosio ,  presbítero  Tarraconense  (2), 
muy  conocido  por  su  erudición  y  por  la  amistad  que 
tuvo  con  ios  santos  Agustino  y  Gerónimo.  Prosiauío 
este  autor  la  historia  de  las  cosas  n>manas,  y  hiio 
Un  en  el  ano  luego  siguiente  después  deste  ^  en  que 
fueron  cónsules  Flavió  Monaxio  y  Flavio  Phntl*»*  A 
Constancio,  demás  de  casalle  con  Placidia ,  hizo  Ho- 
norio su  compañero  en  el  imperio.  A  Wallia  dio  gra- 
ciosamente y  añadió  el  señorío  de  la  Guieua  en  pre- 
mio de  la  guerra  que  hizo ,  y  de  haber  sujeUdo,  como 
se  concertó ,  las  gentes  bárbaras.  Es  la  Guiena  un 
pedazo  principal  de  la  Gallia ,  que  tiene  por  aledaño» 
por  la  una  parte  los  montes  Pirineos ,  y  por  la  otra 
el  rio  Garona.  Las  ciudades  mas  principales  son  To- 
losa  dentro  en  la  tierra,  y  junto  al  mar  Océano  la 
ciudad  de  Burdeos. 

La  guerra  entre  los  godos  y  las  otras  naciones  se 
hizo  y  pasó  en  esta  manera.  Desde  la  Celtibena  hasU 
do  llegó  ConsUncio  con  cuidado  de  acudir  alas  cosas 
de  España ,  los  godos  tomado  que  hobieron  el  encargo 
de  la  nueva  guerra ,  acometieron  á  los  alanos ,  fero- 
ces por  el  buen  suceso  que  tuvieron  poco  antes,  tan- 
to que  no  contentos  con  las  primeras  tierras  y  térmi- 
nos aspiraban  al  imperio  de  toda  España.  MaUron  en 
una  batalla  á  su  rey  Atace  con  otros  muchos,  por^ 
zaron  á  los  demás  que  escaparon ,  que  dejada  m  Lu- 
sltania  se  pasasen  á  Galicia .  do  mezclados  con  lo* 
suevos  peraíeron  el  nombre  de  su  gente  y  reino.  Al- 

gunos  sospeclian  que  Alanquer,  nueblo  en  tierra  de 
lisboa ,  y  otro  que  se  llama  Alaniii  en  los  montes  de 
Sevilla,  tomaron  estos  nombres  de  los  alanos,  por- 
que Alanquer  antiguamente  se  dijo  lerabrica.  La 
conjetura  que  hay  para  decir  esto  es  sola  la  seme- 
janza de  los  nombres,  ni  cierta  ni  del  todo  vana.  Con 
el  mismo  ímpetu  desta  guerra  fueron  maltratados  loa 
silingos  y  domados  en  una  batalla  que  se  dio  cerca 
de  Tarifa.  Quedaron  con  esto  tan  oprimidos  que  les 

{>usieron  por  gobernadores  personas  de  la  nación  de 
os  godos.  Escarmentados  con  esto  los  vándalos  y  los 
suevos,  con  retención  de  lo  que  tenían,  se  sujeta- 
ron á  los  romanos  en  cuyo  nombre  se  hacia  la  guer- 
ra, aunque  con  las  armas,  trabajo  y  peligro  de  los 
godos.  Pretendían  los  suevos  otrosí  ganar  sueldo  de 
los  romanos  :  ellos  no  quisieron  venir  en  ello  porque 


(!)  Además,  sejranCasiodoro,  el  emperador  ofreció  á  Wa- 
lia que  le  daría  seisrienias  mil  medidas  de  trigo:  esta  paz 
se  hito  por  medio  de  Kupluno,  embajador  de  Hoiwno,  el 
afio 4i6,  tegua  Próspero  éldacio,  y  noel  año 418 eono «ce 

Maríioa.  jx-^j-. 

(2)  Fue  nitural  de  España,  aanqnt  no  le  •*!»  de  dóede. 
Eriuvo  un  iuo  coa  Sao  Aguitio ,  quieo  el  año  415  lo  enviO 
i  Jerusalem  á  consultar  i  San  Gerouimo  sobre  ia  ciie»lioa  del 
origen  de  ias  almaí  y  después  le  persuadió  i  que  cscnbiese 
la  historia  de  los  principales  sucesos  desde  el  prmcipio  ú« 
mando  hasU  su  tiempo  eo  defensa  de  la  religión  y  los  cns- 
tiaa«>8.  Es  esta  obra  la  que  coo  freeoencia  se  clU,  escntt 
con  buen  estilo,  pe?o  poca  crítica ,  eo  siete  libros,  y  alcana 

También  escribió  uoa  apología  del  libre  albedrio  contra 
Pelagio ,  y  una  carU  i  San  Aguátin  sobre  los  errores  de  los 
Priscilianistas  y  los  Origenistas.  San  AfusUn  en  la  carta 
de  106  hace  su  elogio  diciendo  que  « Orosio  Icnia  mocha  vi- 
•veía,  un  espirito  perspicaz,  mocha  facilidad  para  hablar  y 
»escribir,  y  uo  celo  ardiente. t 


HiSTOMA   DB  ESPAÑA. 

DO  les  quédate  eon  las  armas  poder  de  alborotarse. 
Walia  habiendo  én  breve  concluido  tan  grande  guer- 
ra ,  y  (tejando  á  España  sujeta  y  sosegada ,  como  toI- 
viesfrá  la  Gaiia,  falleció  de  su  enfermedad  año  de  4i  9. 
Reinó  solo  tres  años :  en  el  cual  tiempo  acabó  cosas 
tales  y  tan  mndes ,  que  ilustró  ^grandemente  su 
nombre  y  el  de  sn  naciou ,  ademas  de  la  fiuiena  que 
como  queda  dicho  le  dieron  de  nuevo  en  premio  de 
sos'     ^ 


capítulo  la. 

Del  reino  de  Theodoredo.  V 

DESiiJEsde  h  muerte  de  Walia  sucedieron  dos  co- 
do macha  incomodidad.  La  primera  que  el  em- 
perador Constancio  sosegadas  la  E«paña  y  la  Galla  y 
vuelto  á  Italia ,  murió  en  Rávena  año  de  nuestra  sal- 
vaeioo  de  421.  Dejó  de  su  mujer  Placídia  un  liijo  de 

Xña  edad  llamado  Vaienti4JÍano :  su  tío  el  empe- 
procuró  se  críase  como  quién  le  liabia  de  suce- 
der en  el  imperio.  La  otra  cosa  fue  que  las  uaciones 
bárbaras  comenzaron  á  levantarse  en  España,  y  á  re- 
cobrar la  jurisdicción  y  autoridad  que  antes  lenian: 
principalmente  los  vándalos ,  cuyo  esCperzo  entre  las 
demás  naciones  era  muy  conocido  y  singular  con  su 
rey  Ganderico  pensaba  apoderarse  de  toda  España. 
Con  este  intento  acometieron  á  ios  suevos:  las  causas 
lio  se  saben » solo  consta  que  los  forzaron  á  recogerse 
a  los  montes  Ervasos ,  confiados  mas  en  la  fortaleza 
de  los  lugares  que  en  su  valentía.  Algunos  piensan 
que  estos  montes  son  los  queeo  este  tiempo  se  lia- 
man  Arvas^  puestas  entre  Leoo  y  Oviedo;  conocidos 
por  uo  antiguo  monasterio  que  allí  liay ,  y  aun  di- 
cen qae  son  los  mismos  que  Ptolomeo  Mama  Nar- 
basos. 

Retirados  en  estos  montes  (bualesquiera  que  ha- 
yan sido }  los  suevos ,  como  nunca  quisiesen  pelear 
con  eI«ttemigo,  los  vándalos  perdida  la  esperanza  de 
alcanzar  victoria ,  en  una  armada  que  juntaron ,  pa- 
saron ¿  las  islas  Mallorca  y  Menorca ,  y  las  pusieron 
á  fuego  y  sangre.  Desde  allí  dieron  la  vuelta  á  tierra 
Gnne:  tacharon  por  tierra  á  Gartdgena ,  que  poco  an- 
tes babia  sido  qniti^ia  á  los  alanos,  y  volviera  al  seño- 
río de  los  romanos.  Sucedió  esto  seiscientos  años 
después  que  los  cartagineses  la  fundaron  para  que 
faese  en  España  asiento  y  fortaleza  del  imperio  car- 
tagíoea.  Después  de  esta  destruicion  sejedujo  á  co- 
serías ;  mas  en  el  tiempo  adelanfi,  por  la  comodidad 
del  buen  puerto  de  que  goza ,  se  tornó  á  habitar.  En 
nuestra  era  apenas  hay  en  eNa  seiscientos  vecinos. 
Lo  que  mas  hace  al  caso  es  entender  que  desde  aquel 
tiempo  los  privilegios  de  la  ciudad  de  Cartagena  que 
llamaban  Cartbago  la  nueva ,  se  pasaron  á  Toledo, 
^  como  lo  testifica  un  antiguo  escritor  de  las  cosas  de 
España ;  y  algunos  lo  entendían  de  la  dignidad  del 
metropolitano  cartaginés ,  otros  de  la  audiencia  en 
que  se  administraban  los  pueblos  la  justicia ,  que  di- 
cen autes  estaba  en  Cartagena  y  desde  allí  se  pa«ó  á 
Toledo.  Las  razones  por  una  y  otra  parte  no  sou  con- 
doyentes.  Qaedai;t  el  juicio  libre  al  lector  para  resol- 
verse por  lo  que  en  otros  hallare.  A  mí  mas  me  pare- 
ce que  loque  se  trasladó  fue  la  autoridad  eclesiástica 
y  k  dignidad  de  metropolitano. 

Gunoerico  roY  de  los  vándi^os,  destruida  Cartazo* 
na  y  acometida  los  silíngoa,  que  seguían  el  partido, 
délos  romanos.  Dio  la  tala  á  los  campos;  y  apode* 
ráodose  por  fuerza  do  Sevilla  que  estriba  en  poder 
desu  gente ,  puéstola  á  saco ,  como  pretendiese  con 
sobrado  atrevimiento  saquear  el  templo  de  San  Vi- 
centa ,  que  en  aquella  ciudad  en  riquezas  y  religión 
era  muy  notable,  fue  muerto  en  la  misma  puerta  del 
templo :  castigo  muy  justo  de  Dios  en  venganza  de 
aquel  desacato  cometidocontra  la  religión.  Sucedióle 
Genseríco  su  hermano  bastardo,  otros  le  llaman 


i3i 

Guntharis.  Todas  estas  cosas  (i)  acontecieron  den- 
tro del  mismo  año  que  murió  el  emperador  Constan- 
cio. En  el  mismo  tiempo  Jovino  y  Máximo  se  llamaron 
emperadores  en  España  Í2).  Estas  nuevas  alteracio- 
nes forzaron  al  emperaacr  Honorio  á  hacer  nuevas 
levas  de  gentes,  y  con  ellas  enviar  áCastino  unes- 
celente  capitán,  asi  contra  ios  tíranos  que  se  intitu- 
laban emperadores,  como  contra  los  vándalos.  Jovino 
y  Máximo  porque  tenían  pocas  fuerzas,  y  se  confiaban 
mas  en  la  revuelta  de  los  tiempos  que  en  otra  cosa, 
en  breve  fueron  presQs  y  muertos. 

La  empresa  contra  los  vándalos  era  mus  dudosa. 
Así  Castino  desconfiado  de  sus  fuerxas  llamó  á  Es- 
paña al  conde  Bonifacio ,  persona  por  lo  mucho  que 
sabía  de  la^gnerra  y  de  k  paz  no  menos  conocida ,  qoe 
por  la  amistad  que  tuvo  con  San  Agustín.  Hizo  purá 
que  viniese  desde  África,  donde  era  gobernador;  lié- 
gado  ,  nadó  entre  ios  dos  discordia  (como  es  ordina- 
rio entre  los  qupson  iguales  en  poder)  con  estremo 
peligro  y  daño  así  de  España ,  cómo  de  las  cosas  ro- 
manas. Volvióse  Bonifacio  á  África.  Castino  privado 
de  aquella  ayuda ,  sin  hacer  cosa  que  de  contar  sea 
contra  los  vándalos  (3)  fue  forzado  á  volverse  á  Italia 
el  año  de  423,  en  qübel  emperador  Honorio  pasó  desta 
vida  á  qaince  días  del  mes  de  agosto.  Tuvo  el  imperio 
veinte  y  ocho  años ,  once  meses  y  die^  días.  Señalóse 
asi  en  la  constancia  de  la  religión ,  como  por  la  caída 
é  infelicidad  del  imperio ,  que  sucedió  en  su  tiempo. 
Su  cuerpo  enterraron  en  la  iglesia  de  San  Pedro  en 
el  Vaticano.  En  su  lagar  sucedió  Valenttníano  el  ter- 
cero, hijo  que  era  de  Constancio,  y  ó  la  sazón  niño 
de  pequeña  edad  y  de  fuerzas  no  Imstantes  para  lle- 
var tan  grave  carga.  Con  esta  ocasión  Flavío  Joan 
i  ntentó  de  apoderarse  del  imperio  y  despojar  del  á  Va- 
lentiano.  Sucedieron  düíerentes  trances,  y  por  con- 
clusión pasados  dos  años  le  vencieron  los  leales  y  ma« 
taroo  en  batalla. 

Gobernaba  la  república  en  nombre  de  su  hijo  la  em- 
peratriz Placida.  Tenia  con  ella  grande  autoridad  y 
cabida  Aecio  capitán  de  mucho  nombre.  Bonifacio, 
el  que  gobernaba  á  África,  envidioso  y  celoso  desta 
privanza  (4),  y  con  deseo  parte  de  satisfacerse,  parte 
de  n^írar  por  si  concertó  con  Hdrserico  rey  do  los  ván- 
dalos que  de  España  pasase  en  África.  Pretendía  de 
mantenerse  eu  el  gobierno  de  África  con  las  fuerzas 
de  estos  bárbaros,  y  entregalles  en  recompensa  del 
trabajo  una  parte  de  aquella  provincia,  según  que  de 
común  acuerdo  la  señalaron.  En  tanta  manera  la  peste 
de  la  ambición  ciega  á  los  hombres,  que  ni  el  amor 
de  la  república ,  ni  la  lealtad  que  debía,  ni  el  celo  de 
la  religión,  á  que  singularmente  era  aficionado ,  fue- 
ron porte  para  enfrenar  á  un  hombre ,  por  lo  demás 
tan  señalado  en  bondad  para  que  no  ejecutase  su  mal ' 
propósito  y  saña.  Genserico  con  acuerdo  délos  suyos ^ 
resuelto  en  no  dejar  la  ocasión  de  apoderarse  del  im-* 
perio  de  África  ,  partió  mano  de  la  esperanza  que  se 
le  presentaba  de  apoderarse  de  toda  España ,  y  de- 
samparando la  Bética  ó  Andalucía ,  pasó  allende  el 
mar  con  ochenta  mil  combatientes ,  que  fue  el  año 
de  427  (5) ,  en  que,  fueron  cónsules  en  Roma  Hierio 
y  Ardaburio.  Los  siliugos  se  quedaron  en  España,  en 
especial  en  aquella  parte  de  lu  Bética  donde  está  Se- 


(i )  El  error  que  aqai  comete  el  aotor  en  el  orden  de  los 
tiempos  se  reetifirs  en  nuestra  tabla  cronológica. 

(2)  Jovino  tomó  la  diadema  el  ano  411  en  b  primera 
Germania ,  ea  la  eiodad  de  Mondiac ,  que  acaso  es  Mapu- 
cía ,  y  nó  ea  Espaüa. 

(5)  Después  que  se  retiró  el  conde  Bonifacio,  Casliooea 
422  dio  la  batalla  á  los  vándalos ,  y  fue  derrotado  tan  com< 
pletamenteque  se  fue  huyendo  á  Tarragona  con  muy  pocas 
tropas. 

(4)  La  privanza,  según  Procopio ,  era  de  Bonifacio,  y  la 
envidia  de  Aecio,  que  procuró  con  malas  artes  derribarle. 

(5)  El  429  según  Idacio,  y  según  Procopio  el  4S8  estaban 
ya  los  vándalos  en  África.        , 


13Í  '  ailtU.>TLCA     ut 

Tille ;  que  Tae  el  prlocipio  (por rontarse  ellos  entre 
los  fíndaloa  j  eilar  meicbdos  con  ellos)  que  ea  el 
tiompo  «delBQle  el  nombre  bdIíiíud  de  la  Bétics  se 
muiliise  en  el  de  Vandalaiio,  y  al  présenle  de  Anda- 
lucia  (I))  si  bien  los  aledaños  de&tan  provincias  Bé- 
lica y  Andalucía  no  se  corresponden  puntualmente. 
Los  TÍndalos  en  África  al  principio  juntaron  sus 
fuerzas  coD'Bonifacio ,  con  quo  sujetaroo  gran  parte 
de  Bituella  provincie:  después  por  discordias -que  re- 
sultaron (que  tal  es  la  neturaleza  del  mandar,  no  su- 
fre compañía ) '  por  no  contentarse  los  «dúdalos  con 
la  parle  de  AMca  que  les  señalaron,  y  anlielarí  cosas 
nHi  yo  res  conforme  álb  condición  de  los  hombres,  lle- 
(taron  á  rompimiento.  Pusieron  cerco  sobre  Bona,  do 
Bonifacio  esUha  y  también  San  Agustín,  obispo  de 
aquella  ciudad.  Mea  conocido  por  su  doctrina  y  san- 
tidad ,  que  murid  en  aquel  cerco.  Hoho  diversos 
encuénlros,  y  ñnaimente  los  bárbaros  Torea  ron  aquella 
ciudad :  mataron  6  Bonifacio  ,  y  con  tanto  se  apode- 
raron do  casi  todo  lo  demás  de  África.  Iban  inliciona- 
dos  da  la  berejlq  arriana ;  puede  ser  que  i  causa  de 


la  comunicación  que  en  España  ttl,vierH  con  IM  ^- 
dos ,  de  donde  las  iglesias  Hfricancs  por  esta  ocasioa 
padecieron  grandes  y  largas  miserias.  Hombres  lia 
número  fueron  muertos  por  la  constancia  y  defensa 
de  la  verdadera  Ttatúlicp  relifrion.  Entre  estos  Arca- 
dio,  Probo  PascbflCD  y  Eutyclilo,  que  seguían  la  cata 
TcdrtedeGenserico.  Demin  destofinn  moxollanu- 
do  Paulilloltermanode  Pascbtiioy  Eatychiovéndia- 
ron  por  esclavo ,  con  intento  que  ta  motáitia  dd  ser- 
vicio bajo ,  en  que  le  empleaba,  le  haria  mudar  de 
parecer.  Fueron  estos  mirtirea  ae  nacían  españoles, 
y  por  cuanto  so  puede  entender  de  Próspero  sufrie- 
ron la^uerle  el  año  de  437, 

Con  Ja  partida  de  los  víndalos  el  poder  de  los  sue- 
vos comenzA  6  poner  espanto  i  toda  España.  Teaifln 
por  rey  á  Hermenerico ,  y  este  muerto  de  una  larga 
enfermedad  año  440 ,  y  de  su  reinado  treinta  y  úvs, 
Rechila  su  hijo ,  mozo  de  ingenio  encendido  j  bravo, 
siguiéndolas  pisadas  de  su  padre,  cerca  del  río  Genil 
fe  encontró  con  Ardebota  enviudo  porel  emperadora 
España ,  vencióle  en  batalla  y  te  mató.  De  la  presa 


Trajei  de  ioi  ledoi  de  ti  flibt. 


quedó  rico  de  oro  y  ^ala,  y  proveído  para  sufrirlos 
gastos  de  la  guerra.  Después  desla  victoria  se  ense- 
íioreóde  la  Bélica,  en  que  domúlossiliogosv  se  apo- 
deró de  Sevilla,  ciudad  en  aquel  tiempo  ni  déla  an- 
chura ni  hermosura  que  antiguamente  tenia  y  abora 
tiene ,  por  causa  de  los  daños  que  las  guerras  suelen 
acarrear.  Tras  esto  dio  (a  vuelta  hácfe  la  Lusitania, 
tomó  íMérida,  couque  lo  reslaote  de  los  alanos  que- 
dó del  lodo  oprimido  y  lleno.  Para  que  los  suevos  se 
animaien  y  aventajasen  en  tanto  grado,  a  judÚ  mucho 

(I)  AiiHalm  en  frabe  »icninn  nr^dealil ,  j  como  íi 
Bílica  Pía  la  proTineia  ina<  wddcnlal  de  aii  impern,  pare- 
ce mu  probable  que  eJ  nsmbrt  de  Andaluru  tcaga  este 


hallarse  i  la  sazón  hi  tierra  sin  defensa  á  causa  que 
Sebuslían  ,  general  que  era  de  los  romanos .  se  había 
partido  de  Espa&a  para  acudir  í  las  cosas  de  África, 
do  murió  í  manos  de  los  vándalos  segnn  que  lo  refiere 
Paulo  OiácODo.  Con  esto  los  suevospasarcn  adelante: 
sujetaron  la  Cnrpetania  ^e  es  el  reino  de  Toledo,  y 
la  provincia  cartaginense ,  sf  bien  en  breve  se  con- 
certaron con  Jos  romanos  y  les  tomaron  estas  dos 
provincias.  Falleció  Hechila  el  año  de  nuestra  salva- 
ción 4*8.  Dcjúpor  sucesor  á  su  hijoRecciario:  esto 
fue  el  {rimero  de  los  reyes  suevos  que  recibió  la  fe  de 
Cristo,  y  fundó  en  España  entre  lo*  suyos  la  verdede- 
ra  religión. 

Ello  cuanto  á  los  suevos.  Los  irados  con  m  rey 
Theodoredo,  qae  fue  pariente  de  Walia  y  SD  sncesor 


HlSTCnlk  DK 

IMneifo  en  España  roof  poca  [ierra,  solameDte  )o  que 
il  présenle  etCulalDDB  rea  la  Gaília  florecía  earí- 
qoézaa  j  gl'>rie  militar.  Por  esto  quebrado  iaconrede- 
ncion  que  tenían  puesta  con  tos  romanas ,  j  por  es- 
tar acoslnmbradoaá  sembrar  y  trabar  unss  guerras 
de  otras,  comeaiaron  á  poner' espuolo  i  lodos.  Los 
machos  hijos  de  TlieodaredoBuinentaroa  su  poder, 
qDeeraiiBeis,esisaber:TurisinuDdo,  Tlieoaorico, 
l&aríco,  Frfderico,  Hicciuero,  Himeneo,  y  dos  hijas: 
la  ana  cas<i  coa  Huaerjco,  vándalo  hijo  de  Gensenco, 
bombreimplo  j  cruel,  que- maltratú  de  muchas  ma- 
neras i  los  calólicos  en  Afrícn,  y  á  su  mujer  cortadas 
Isiniricesentíódsa  padre  sin  ocasión  bastante,  solo 
por  tioa  sospeclMi  liviana  y  Talla  que  le  dio,  que  in- 
leotiba  de  darle  veneno  y  yerbas;  la  otra  casd  con 
necciarló,  rey  de  los  suevos  en'E<paña.  Hübian  por 
esla  tiempo  entradoeDliGslIiftlnsliUDnns  con  su  cau- 
dillo Altila  que  vulgarmente  llamaroo  Atóte  ileDio$; 
jesto  movidos  coa  el  deseo  decusancharel  señorío, 
úinducidos  por  los  romanos  para  enfrenar  el  poder  y 
atrevimiento  de  los  nodos,  ú  lo  que  es  mas  verosí- 
mil,ápersuasion  de  Geaserico  vándalo,  quelemia  las 
armas  de  los  godos  y  la  venganza  de  la  maldad  come- 
tida contra  su  mujer ,  como  está  dicbo. 

U  gente  de  los  hunnos  dicea  algunos  que  tenia  su 
uiectu  denim  de  los  montes  Itipbeos.  Marcelino  los 
pone  cerca  del  Océano,  y  sobre  la  laguoa  Heotide. 
Eran  hombresdeaspecio  feroz, en  tratoy  comida  gro- 
seros, tanto  que  ni  de  fuego  oí  de  guisados  solían 
usir,st  noderaicesy  de  carnes  calentadas  entre  sus 
isuilos  :  algún  as  veces  sustentábanla  vida  con  lasan- 
jjre  de  sus  caballos,  ca  les  abrian  para  esto  las  venas 


EUPAnit  133 

y  los  sangraban.  Oicwe  que  en  tiempo  d«  Valente  !• 
primero  .echa  ron  loi  gndos  de  sus  antiguos  aslentoi; 
después  destruida  la  Armenia  y  otras  provincias  d»l 
Oriente ,  se  apoderaron  de  la  una  y  de  la  otra  Pano- 
níaylasquítaronálosgodos;  y  como  hicieron  entra- 
das en  la  Gallía  y  otroslugsres  comarcanos ,  deiam 
por  todas  partes  rastros  desu  natural  liereza.  Al  pre- 
suDle  con  intento  que  llevaban  de  apoderarse  de  toda 
la  Gallie,  destruyeron,  quemaron  y  asolarou  la  ciudad 
novilisima  de  Rems,  en  que  degollaron  entre  Otros  I 
Nicfeío  obispo  de  aquella  ciudad,  varón  tan  santo 
que  cantaba  con  lus  postreras  voces  y  medio  muerto 
los  himnos  «agrados.  Después  desto  puiienm  cerco 
sol>re  Orliens :  cosa  oue  fono  i  los  godos,  á  los  fran- 
cos y  á  los  romanos  á  tratar  de  hacelles  rostro.  Para 
esto  hicieron  liga  entre  si,  y  juntadas  sus  Tuerus, 
acudieron  contraeicomunenoniigo.Theodorado, rey 
de  los  godos,  por  miedo  qaeaquel  luego  no  prendiese 
en  la  Cuiena ,  fue  el  primero  que  con  las  urma*  bc»> 
metió  elpeligro,  y  forzóaleaemif  o  que  alzada  el  cerco 
se  retirase  a  los  campos  catalannicoa,  que  otros  lla- 
mubanmurachiosómiurjcios,f  están  cercanos  á  To- 
iosa.AcudiúAecioporValentinianofaechomaestrode 
la  milicia,  que  tira  tanto  como  general.  Los  fran- 
cos asijnismo  acudieron  con  sj  rey  y  caudillo  Me- 
ro veo. 

LuegoquelasunasytasotrasgenteaestovieroDJUD- 
tas ,  prdeuaron  sus  haces  i  guisa  de  pelear.  Dime  á 
Tlieodoredo  el  gobierno  déla  mano  derecha,  Aec)o 
estuvo  á  la  izquierda  junto  con  los  francos.  Sángui- 
bsQo ,  rey  de  lot  alahos,  de  aquellos  que  tenian  su 
asiento  en  aquella  parte  de  la  Galiia  do  está  Orlieni, 


foeroD  puestfA  en  medio  por  no  fiarse  dellos ,  y  para 
que  no  pudiesen  hacer  traición.  h>r  el  contrario  Atli- 
n  repartid  sns  huestes  en  esta  firma.  Pusoá  los  reyes 
y  i  las  demás  naciones!  los  dos  la4os  con  gran  nú- 
merodegenleestendidaporaquellosanchiaimoscam 
pos.  Los  ostrogodos  ,  como  los  que  entre  los  demús 
M  señalaban  en  esfuerzo  y  valeolia ,  se  pusieron  en 
elladitfzquierdocoDtralosvisogodos.  El  mismo  Atti- 
l>  y  los  buDnos  estuvieron  en  el  escuadrón  de  en  me- 


dio y  cuerpo  da  la  batalla.  Eran  hombres  de  vista  es- 
pantosa, y  mas  morenos  y  tostndot  que  los  demás.  El 
lugar  era  cuesta  abajo  :  parecía  que  hw  qu^  primero 
se  apoderasen  de  nn  coliado,  que  se  empinaba  alU 
cerca ,  mejorarían  mocho  su  partido.  Los  uno*  y  loa, 
otros  fueron  allá  con  el  mismo  intento ;  pero  previ- 
nieron los  romanos. 

Attila,  visto  que  porestaiBconvenienteiusioIda- 
dos  se  turbaron  y  tomion  de  entrar  en  li  palea,  les 


i3t  BiBLIOTkC*  DE 

bUé  Mgo»  H  dice  da  etU  manera  :  nA-los  ven- 
scedopeí  d«l  mundo,  domadores  de  Int  gentes  uo 
»c«iwieiw  eoceoder  j  eDimar  cou  palabras ,  ni  auu 
Olí  los  oebardes  dari  esfuerzo  este  mi  razonamienlo. 
»I.o>  vakienles  soldados ,  cuales  vos  lois ,  se  recrein 
Mj  ddeüiu  ea  Ih  pelea ,  v  el  salir  cou  la  victoria  les 
<MS  C3«a  BHiy  ordinaria  y  hmilíer.  ¿Estáis  pur  veaiura 
uolTidaáfls  dS  las  Ptinoniíis ,  Mesías ,  Germauias  ,  Gu- 
MÜias  s«ijetas  y  veocidas  ptir  vuestro  esfuerzo,  y  ios 
DBicoDdrijos  de  la  laguna  Keotis,  eo  que  entraroii 
wvuestrMar[i>as?Aririans  pues  del  áuimo  que á  veo- 
vc«dotes  «en viene.  Pudisteis  sin  poneros  á  traba- 
ujo  goear  del  (rulo  de  las  victorias  ganadas  ,  mus 
ipor  De  poder  vuestros  auimosos  corazones  sufrir  la 
Oficiosidad  fuisteis  los  primeros  d  mover  la  guerra. 
oEsta  mueetra  de  mayor  esfuerzo  sirva  al  presente  de 
»esiimulD;agut>OD.  En  estedia  por  vuestra  vden tía 
nsecoMUHtari  el  imperio  del  mundo.  ¿Podrá  por  vea- 
»liira,MJBdituau>laados, aquel  i-jércitojualadocon 


curta  1  Boic. 

nloda  diligencia  de  la  avenida  i»  vari»  goiiÍe>,  v 
uaquella  cauaila  sufrir  vuestra  vista,  ojos  y  manos? 
upar  Ib  poca  conUanza  que  de  «u  esfuerzo  bacian, 
ninteutaron  mejorarse  de  lugar.  Diréis  que  tienen  ea 
'>9u  ayuda  á  los  visogodos ,  gen  te  brava.  Poco  les  ¡m- 
naorlé  ese  socorro ,  si  víeneu  i  vuestras  maeot.  Qae 
mIos  romau os  delicado!  y  ufemioados  cou  los  deleites, 
nromo  cortados  los  nervios  ,  sin  que  uiaguuo  les 
nhagafuorza,  vulverin  las  espaldas.  Acordaos  pues 
uJe  vuestra  vsleolia  ,  vertios  del  corajeacostumbrt- 
uilo,  inoslmd  vuestro  esfuerzo  ;  y  si  no  pudiéredes 
vsalir  con  lu  victoria  (lo  que  los  d:úses  no  permitan) 
«con  la  mueite  dad  muesira  dul  amor  y  lealtad  que 
»nos  teoeis.  Los  magnánimos  en  la  muerte  gauan 
ulioura,  la  victoria  les  acarres  cooleot^y  con  él  abuu- 
udaucia  de  todos  los  bienes.  De  mi  no  esperéis  sola- 
umenteelgotiemo  sino  el  ejeniplsoD  el  pelear.  ¿Que 
uotro  emperador  os  recibiri  si  no  satis  viclariosoa! 
«¿qué  reales?  ¿qué  pruviacias?  PriocipilBente  que 


Saldtdu  ii  Im  pllDilliot  t'*"*' 


BVtieitra  felicidad  tiene  irritadas  todas  las  naciones 
nporla  envidia  qae  os  tienen  muy  grande. ■ 

Dicho,  esto  dióie  la  aeüal  de  pelear  [acometieron 
In  bañóos  eoa  grande  Impeto :  recibiíroalos  los  con- 
trario* DO  COD  menor  esfuerao,  encendidos  también 
«tlof  coDjas  tmoaesUciones  de  suscapitanet.  Jún- 
taDselosescnadroDes,  eocnielécase  la  l>atalla  :  mue- 
ren abora  destos,  ahora  de  aquellos;  todos  peleen, 
f.oma  el  interés  lo  pedia ,  con  singular  denuedo  y  es- 
Tuerzo  por  el  imperto  del  mundo.  Era  UnUls  sangre 
de  los  muertos  que  según  8»dice,  un  arroyoqueitlli 
corria  salid  por  esta  cansa  de  madre.  Perecieron 


en  aqualla  sangrienta  batulla  ciento  j  óchenla  mil 
hombres:  muchedumbre  que  dio  ocacion  i  forjar  es- 
tas y  otras  mentiras.  Al  principio  do  la  pelea  murié  el 
rey  Tlieodoredo,  porsumuchaedsdplsadoy  bollado 
da  los  sujos;  dado  que  con  grande  ánimo  peleo  y 
scometiúlomas  fuerte  y  apretado  de  lOs  encmigns. 
Algunos  dicen  que  le  mató  un  ostrogodo  llamado  An- 
Jage.  Lo  que  á  otros  (lusiera  lemor,  á  los  tuyos  áÍ6 
mayor  corage  :  ca  Turismuodo  y  Tlicodorico ,  hijos 
del  muerta,  con  un  escuadrón  cerrado  turbaroa  los 
enemigos  y  con  la  ferocidad  y  cóloraqua  leacausibi  : 
el  dolor,  rompieron  y  desbarataron  los  escuadrones 


■tSrOMA  Dt  mPklHAé 


135 


ctinlyaf  te.  En  coneHnion  pusieron  en  hitldii  al  ca« 
uftaN  enemigo,  dado  que  ninguna  cosa  dejó  él  por 
tiacer  ^ne  perteneciese  ó ¿  iraen  capitán,  é  á  raleroso 
sotdado.  Los  hermanos  pasaron  hiriendo  v  matando 
raaf  adelante,  tanto  que  con  laoscuriiladaelanoehe 
llegaren  á  la  vuelta  muy  cerca  de  los  reales  de  los 
enemigos  t  corrieron  arando  peligro :  el  mismo  Tu«- 
rismundo  rae  derríhado  del  cabaUo  ▼  herido  en  la  ca- 
ben ;  pero  escapó  por  la  ayuda  y  Talentía  de  sus  sol* 
dadoa. 

Bl  enemigo  que  en  su  pensamiento  tenia  tragada 
la  reáosdex  de  la  tierra ,  y  peasaba  hacerse  se&or  de 
todo ,  por  no  haber  ganado  la  batalla,  como  Teacido  se 
retird  á  sus  reales,  determinado ,  si  el  peligro  pasaba 
adeln«te,  de  tomar  la  muerte  por  sus  manos,  y  echarse 
en  una  hoguera  que  para  este  efecto  manió  encen- 
der. Los  carros  con  que  estaban  rodeados  loa  reales 
le  dieron  la  vida  y  las  tinieblas  de  la  noehe:  cosa  que 
él  teoía  considerada,  y  jior  esto  comentó  la  pelea  des- 
pués de  medio  dia.  Aecio  no  con  menor  miedo,  hecho 
un  vaHadar  de  caballos  muertes  y  pavosos ,  pasó  toda 
la  noche  sin  dejar  las  armas.  Pero  el  siguiente  dia 
▼isto  que  el  enemigo  rehusaba  la  pelea  le  cercó  pri« 
mero  dentro  de  su«  reales :  después  como  pudiese 
deshacerle  sin  dificultad ,  le  dejo  salir  de  la  Gailia  y 
volverse  á  las  Panonias.  Muy  gran  parte  de  la  alegria 
de  la  victoria  y  del  regocijo  se  disminuyó  asi  con  Ja 
huida  de  Atttia,  como  por  el  desastre  y  muerte  del 
rey  Theodoredo :  dado  que  asi  á  los  romanos  como  á 
los  francos  se  entendía  era  agradable  que  un  rey  tan 
|io4erofM>  fiíltase.  Dicen  que  un  adevino,  consultado 
|ior  Attila  le  dijo  que  muerto  el  capitán  de  los  enemi- 
1^,  alcanxaria  la  victoria.  Asi  pensaban  los  hunnos 
que  por  una  parte  saldrían  victoriosos,  y  Aecio  seria 
muerto  en  la  batalla.  Tales  son  los  adevinos  gente 
eagaitosa  y  vana ,  tales  sus  pronósticos :  nunca  acier- 
Un ,  ó  por  maravilla ;  ÍU'ira  de  que  en  casos  somejan- 
ies  muciias  cosas  se  fingen  que  nunca  pasaron. 

En  la  vida  escrita  en  griego  de  Isidoro,  filósofo,  se 
dice  que  por  espacio  de  tres  días  después  de  la  batalla 
Sf  oyó  estruendo  ds  armas  en  el  mismo  lugar,  y 
«mude  alarido  de  los  que  pelciban  como  si  las  almas 
después  de  apartadas  desús  cuerpos  con  gran  perti^ 
nacía  perseveraran  en  la  pelea.  La  grandexa  desta 
batalla  dio  ocasión  á  estas  y  somejantes  Cábulas.  Ver- 
dad es  que  cosa  semejante  á  esta  cuenla  Maffeo  al  fin 
de  su  historia  en  el  naufragio  de  Manuel  de  Sosa  cerca 
del  cabo  de  Buena-Esperansa :  que  de  noche  se  oian 
cantos  de  los  que  en  aquella  tormenta  finaron.  Dióse 
esta  batalla  según  Cuiodoro  siendo  cónsules  Marcia* 
no  Augusto  y  ClodioAdephlo  el  año  que  corria  de 
Cristo  de  4a  I ,  y  del  reino  de  Theodoredo  treinta  y 
uno.  (i)  Algunos  sospechan  que  Recciarío  rey  dolos 
suevos  se  halló  en  esta  jomada,  por  el  deudo  que 
tenm  con  el  rey  goilo.  Lo  mas  cierto  es  que  acome- 
tido que  bobo  á  los  vascones,  que  perseveraban  en  la 
ubediciencia  de  los  romanos,  y  moraban  en  aquella 
parte  de  España  que  al  presente  se  llama  Navarra, 
doMie  allí  pasó  ú  la  Gailia  con  deseo  de  visitará  su  sue- 
gro ,  y  que  ayudado  del  socorro  de  los  godos ,  dio  la 
tala  por  todns  partes  á  la  provincia  cartaginense  y  á 
los  carpetanos.  Últimamente  ne<;ho  que  liobo  p:i2  y 
tomado  asiento  con  los  romanos,  so  volvió  á  su  tierra 

Ír  senorioque  tenia  en  la  Dética,  la  Lusitania  y  Ga- 
icia:  y  aspeaba  á  hacerseseñor  do  lo  demás  de  España. 

CAPITULO  IV. 
He  Tortsmundú  y  Thcodorico. 

IIbchas  Ins  pxéqtiias  de  Theodoredo  en  los  reales 
de  los  godos,  Turismundo,  luego  que  fue  puesto  en 

( I )  El  455  de  la  era  cristiana ,  el  29  de  Valentiniano 
Tercero,  el  4  de  Marciano,  siendo  cónsules  Opilio  y  Vineo- 
iimIo,  eu  los  llanos  de  Chalóos,  segoo  Próspero  y  Casio- 
doro. 


lugar  de  sd  podre  i  por  eonsejo  de  Aaclo  y  á  su  per<* 
suasion  dejo  de  seguv  á  Attihi  y  vengar  aquella 
muerte;  por  parecer  debia  primero  dar  orden  en  las 
cosas  del  nuevo  reino ,  y  no  dar  lugar  á  sus  lierma* 
nos  (si  por  ventura  lo  pretendían)  de  innovar  alguna 
cosa.  Lo  uuc  de  secreto  con  esto  pretendió  Aecio  erm 
que  el  poder  de  los  godos,  á  la  sazón  muy  grande, 
no  destruyese  el  de  los  romanos.  Verdad  es  que  Tu** 
rismundo ,  si  bien  siguió  el  consejo  de  Aedo ,  en  bre** 
ve ,  luego  que  díó  asienta  en  las  cosas  de  su  reÍDOy 
revolvió  en  busca  de  Attila,  y  antes  oue  saliese  de 
Francia  le  venció  en  una  batalla  muy  herida  que  aa 
dieron  cerca  del  rio  Loire ,  donde  el  bárbaro  pretea* 
dia  sujetar  cierta  parte  de  kis  alanos  que  hicieraii 
asiento  por  aquellas  comarcas.  Esta  nueva  victoria 
fue  muy  señalada ,  y  tamo  que  el  Hunno  fue  foizado 
de  desembarazar  toda  Ui  Francia.  Esta  misma  huida 
de  Attila  fue  causa  que  Aecio  perdiese  la  vida  (<) 
porque  como  viniese  nueva  que  refortado  de  nuevas 
gentes  revolvia  sobre  Oalmacia,  llüria,  y  parte  de 
Italia ,  el  emperador  Valentíniano  por  entender  que 
le  pudieron  deshacer  del  todo  en  los  campos  Catalán- 
nicos ,  y  que  de  industria  le  dsgaron  escapar  por  sus 
particulares ,  dio  la  muerte  á  Aecio  que  le  tenia  por 
culpado  en  aquel  caso ;  que  fue  ano  de  nuestra  salva* 
clon  de  464.  m  el  mismo  tiempo  después  de  Celesti- 
no y  de  Sixto  Tercero ,  de  este  nombre  gobernaba  la 
iglesia  Romana  San  Leen ,  verdaderamente  grande 

Kr  la  escelencia  de  su  sabiduría  y  de  su  elocuencia, 
ntó  con  las  demás  escelentes  virtudes  de  su  ánimo 
una  singular  destreza  en  tratar  con  los  principes^ 
con  que  persuadió  primero  á  Attila  Hunno ,  que  en« 
trado  en  Italia  iba  sobre  Roma,  que  volviese  atrás,  ca 
le  salió  al  encuentro  v  le  habló  sobre  el  caso  á  los 
vados  del  rio  Mincio.  No  mucho  después  acabó  con 
Genserieo  Vándalo  que  no  pusiese  fue^o  á  la  ciudad 
de  Roma,  de  que  estaba  para  apoderarse  como  lo 
hizo :  obedecieron  los  bárbaros  á  la  virtud  celestial; 
pero  dejemos  las  cosas  evtranjeras» 

Toribio,  obispo  de  Astorga ,  tuvo  otro  tiempo  fa-> 
mdiaridad  con  San  León  en  lUlk,  do  habia  pasado» 
y  peregrinado  por  otru  muchas  |»róvinc¡as  con  deseo 
de  súber  ó  por  devoción  que  tenia.  Por  cartas  de  To- 
ribio, ya  que  San  León  era  pontífice,  fue  avisado  que 
la  secta  de  Prisciliano  tantas  veces  abatida  tornaba 
de  nuevo  á  brotar,  principalmente  en  Galicia,  do  esta 
peste  se  habia  mas  apodTerado.  Respondióle  en  una 
carta ,  en  que  le  ordenó  que  para  remediar  este  daño 
tuviese  cuidado  de  iuntar  concilie  de  los  obispos  tar- 
raconenotes ,  cartaginenses ,  lusitanos  y  gallegos.  Ipn- 
táronse  los  obispos  comn  les  era  mandadoen  Celenis 
pueblo  de  Galicia.  Juntos  que  fueron  por  sus  votos 
condenaron  la  doctrina  de  Prisciliano ,  y  puesta  por 
escrito  una  fórmula  de  la  verdadera  fe,  la  enviaron  á 
Baleonio  prelado  de  Braga,  que  era  superior  de  todas 
las  iglesias  por  aquella  comarca  con  derecho  de  me- 
tropolitano ó  sea  de  primado.  De  esta  fórmula  se  hace 
mención  en  el  primer  concilio  Bracarense»  y  anda 
después  del  primer  concilio  Toledano  como  parte  su- 
ya y  remiendo  mal  pegado ,  por  yerro  sin  duda  del 
que  primero  juntó  los  volúmenes  de  los  concilios.  . 

Anda  también  un  pedazo  de  una  epístola  de  Toribio 
contra  la  secta  Prisciliuna ,  dirigida  á  dos  obispos  de 
España.  En  ella  después  de  saludarios  dice  dolerse 
que  la  concordia  de  la  religión  que  tenian  las  demás 
iglesias ,  se  pervierta  an  su  patria  por  culpa  de  los 
obispos  que  no  consideraban  bastantemente,  cómo 
aquel  m.il  tantas  veces  reprimido  tornaba  de  nuevo  á 
brotar.  La  vida  que  prolesaba^  y  el  haberle  sido  en- 
comendado este  cargo,  le  poma  en  necesidad  de  lia- 

(3)  Parece  que  la  causa  de  la  muerte  de  este  ^nde  hom- 
bre fueron  los  celos  y  la  envidia  del  eanuco  lleraeio  y  da 
PetronioMiximo,  porque  estaba  en  tan  gran  favor  ooe  el 
emperador,  que  este  le  habia  prometido  casar  su  hija  nayur 
Eudoxia  con  sn  bíjo  Gaudencio. 


i  86  BULIOnCA 

bkipdi^o  fuo  ea  lodo  era  el  mas  Jmijo.  Les  ubres 
■póciifos,  que  los  herejes  publicabao  por  divMioSy 
debiao  ser  desediadoa,'  en  pairtíeiilar  los  actos  del 
apasto!  Santo  Tomás,  eñgue  sea  firmaba  que  el  dieho 
santo  acostumbraba  á  bautitarno  con  agaa,  sino  coa 
aceite :  sacramento  que  por  antorídad  de  aquel  libro 
recibíanlos  mantcheos^  y  le  reprobaba  Pnsoiliano. 
Deola  tafnbien  quef debían  poner  en  la  misma  cuenta 
los  actos  de  San  Andrés ,  fingidos  á  corrompidos  por 
losmanícbeos  :  les  liechos  eCnosi  y  vida  de  San  Juan 
compuestos  por  Looe yo,  kombre  perverso  :1a. me- 
moria, de  lof  apéstoleis,  en  que  la  ley  "vieja  de  todo 
punto  ae  reprobaba ;  del  cual  Kbro  constaba  haberse 
aprobechado  los  maníeheos'  y  pnscilianistaa  pam  de- 
fensa de  sus  errores.  Dice  mas  haber  en  particular 
peleado  per  escrito  contra  las  locuras  de  aquel  libro; 
pero  esta  disputa  con  el  largo  tiempo  se  lia  perdido, 
b  cuerpo  de  Santo  Teríbíe  está  enterrado  eu  las  As« 
tnriaaen  Sen  Martin  ée  Lievana.  En  algunos  fNie-» 
Mos  unimismo  se  celebra  sü  memoria  como  de  santo 
ádlez  y  seis  del  mes'de  abril  con  fiesta  propia  que  le 
hacen. 

•  VolvameBáTufisnHitidd,  al  cual,  por  imperar  mas 
soberbia  y  cruelmente  que  hombre»  libres  y  feroces 
podian sufrir,  hicieron  dar < la  muerte  sus  dos  ber* 
manoB  Theodoríoo  y  Federico.  Ejecutóla  Asoalerno 
muy  privado  suyo:  eo  la  cama  en  que.estebaá  causa 
de  una  enfermedad ,  le  malo  á.bíerM,  pasado  un  ano 
del  principio  detiu  reinado.  El  año  lue§^  adelante  que 
fue  de  Croto  450 ,  á  diez  y  ocho  de  marzo ,  mató  en 
Roma  al  emperador  Valentiníaoo  TbrasUa,  soldado 
de  Aedo.  en  venganza  de  hi  muerte  qod  aquel  em- 
perador alera  á  su  capitán*  Asi  se  dijo ;  mas  ea  hischo 
de  verdad  Mazimo  le  sobornó  y  persuadió  tan  grave 
maldad  y  traición  con  intentoque  tenia  de  levantarse 
coh  el  imperio  como  lo<hizo ,  y  para  conservalle  con 
ta  ma^gestad  conveniente  procuró  casarle  y  rosd  con 
tudozía ,  mujer  di9  Valeotiniano.  Con  la  muerte  de 
Valentiniano  el  imperio  deOeeidente  de  todo  punto 
cayóen  tierra ,  porque  nueve  tiranos  6  emperadores 
desgraciados'  qoe  por  orden  so  siguieron  adelante 
*en  ninguna  manera  soh  tenidos  por  dignos  de  tal 
Hütabre.  Par  el  mismo  tiempo  fmr  muerte  de  Theo- 
dosio>el  menor  gobernaba  lasprtítineias  de  Oriente 
el  emperador  Marciano,  por'onya  dili^ncia  se  juntó 
tin  concilio  dé  obis^s  en  Chatcedoniat  doblada  el 
itútnero  de  padres  que  bobo  en  el  concilio  Nicano, 
Este  concillo  reprobó  las  lecas  opiniones  que  de 
€rísto ,  DIosooro  y  fiotychele  ensebaban.  • 
•/'Rabia  comenzMo  á  gobernar  la  gente  y  reino  de 
iblígodosTheodorioo,  con  pradencia  y  modestia  sin* 
Ipvtar :  escogido  principe,  si  no  afeara  lareliuioBcon 
las  opiniones  de  Arrio  ^  y  la  bondad  de  la  vida  con  la 
sangre  doe  derramó  (como 'queda-  dicho)  de  su  ber* 
^ano.  Sidonio  Apollinar,  ¿  quien  Theodorico  hizo 
conde ,  y  después  en  la  Gallia  fue  obispo  de  Averno, 
fioy  Glaramonte,  en  una  carta  que  dinie  á  Agrícola, 
declara  por  menudo  las  virtudes  de  Theodorico,  Ja 
gravedad  y  mesura  de  su  rostro  ,  sus  fuerzas  corpo- 
rales (fue  no  era  dado  á  regalos ,  sino  do  todo  punto 
varonil  y  soldado;  la  destreza  en  tirar  el  arco,  la  tem- 
'  ])lanza  en  la  comida  y  bebida ,  la  costumbre  que  tenia 
después  de  comer  de  aflojar  con  honestos  juegos  el 
ánimo  apesgado  y  flechado  con  los  cuidado»  del  rei-^ 
no ,  y  lo  que  es  muy  propio  de  los  reyes  daba  audien- 
cia á  loa  miserables  con  utia  paciencia  singular. 
Añade  que  se  deleitaba  oenandooon  las  burlas  délos 
truhanes,  pero  sin  que  mordiesen  á  nadie. 

Estaba  Avito  cerca  del  por  embajador  de  Máximo 
Augusto ,  dice  Gregnrio  Toronense ,  que  era  natural 
de  Claramonte.  A  este  Avito ,  sabida  la  muerte  de  su 
señor,  persuadió  al  rey  que  se  apoderase  del  imperio 
de  Occidente ,  y  para  esto  le  ayudó  con  su  autoridad 
y  fuerzas.  Concertaron  los  dos  que  en  recompensa  des- 
tas  ayudas  quedase  por  los  godos  todo  lo  que  cu  Es- 


M  oAsnm  T  noiG. 


pana  «¡uitasen  á  los  suevos,  queso  iban  apedoraado' 
de  las  tierras  de  I09  romanos»  y  aspiraban  al  imperio 
de  toda  España.  Era  menester  buscar  algún  color 
honeÍBto  para  hacerle» guerra ,  y  para  quebrantar  los 
vínculos  del  deudo  que  tenían  entre  sí:  parecióles 
ser  lo  mejor  con  una  emba  jada. amonestará  Recela- 
rio  no  se  olvidase  de  la  modestia  :  que  acometer  sin 
alguna  causa  á  los  comarcanos ,  y  sin  haber  recibido 
injuriado  ellos,  seria  despertar  contra  sí  el  odio  pú- 
blico y  envidia  de  las  otras  naciones :  que  los  minos 
con  justicia- se  fundan ,  y  por  ambicio^  ycrAiekiadse 
pierden :  amenazaba  que  si  no  desistía»  no. podía 
faltar  al  imperio  romano ,  que  le  había  obli^adasu  fé, 
y  desque  tenia  recibidas  muchos  beneficios*  A  esto 
Reociario  como  hombre  de  sotierbio  corazoQ,.á^uien 
las  victorias  pasadas  fainehaban  y  hencbian  de  vanas 
esperanzas ,  respondió  que  en  breve  seria  en  Tflosa 
para  probar  de  cuánta  valenlia  era  la  una  y  la  oln 
gente ,  y  determinar  aquel  pleito  por  el  trance  de  las- 
armas.  I 

Con  esta  respuesta  Theedoríco  para  prevenir,  y 
para  todo  lo  que  pudiese  auoedar.  hize  juntas  de  los 
suyos,  y  llamó  tambienaocorro  de  los4K>rgoñQues  y 
de  los  francos :  pasó  loa  montes  Pirineos  ^  y  cerca  del 
rio  Urbico,  que  corre  entre  Iberia  y  Astorgaen  Gali- 
cia, en  una  batalla  muy  trabada  venció  y  puao.ea 
ímida  á  su  enemigo.  Grande  fue  la  matnosa  que  de 
suevos  se  hizo  en  aquella  batalla»  El  ^raiamo  Reccia- 
rio  salió  llorido ,  y  no  tenién4ose  por  seguro  en  pnrte 
alguna  de  BsfKiña ,  quiso  en  ima  nave  pasar  ea  Aírica; 
pero  la  fuerza  de  la  tormenta  le  i'Clió  á  la  ciudad  de 
Portu  do  por  aqueUa  parte  el  rio  Duero  so  mete  en  el 
mar.  Allí  por  mandado  del  vencedor  .le  matarua  el 
año  de  456 ,  como  lo  dice  Adon  Vieneoae»  Braga  fue 
puesta  á  saco  pero  sin  sangro  de  los  ciudadanos.  La 
presa  fue  rica  por  estar  á  lo  que  paiMice.  en  aquelU 
ciudad  la  sílki  de  los  reyes  suevos.  Después  de  esta 
batalla  puso  Theodorico  por  gobernador  de  Galicia 
que  dejo  sujeta ,  á  Acliulplio  del  linaje  de  tos  baruos, 
no  de  la  nobleza  de  los  godo»,  y  liombre  de  «poca  leal- 
tad. Revolvió  la  guerra  contra  h  Lusitauta ,  doude 
por  amonestación  de  santo  Olalla  debajo  de  cuyo  am- 
paro estaban  Mérida  y  sus  oosas-  por  ser  cUa  su  pro* 
tectora ,  desistieron  de  saquear  aqueHa  ciudad.  Hecho 
esto ,  Ceuríla  con  parte ilel  ejército  fueenviado  contra 
la  Bélica ,  Nepociano  y  Nerioo  á. Galicia  contra  Ag1íuI<- 
pho,  que  olvidado  déla  fe  y  de  su  deber  ae  haba  apo- 
derado de  aquella  provincia  y  hecho  tirano. 

Tlieodoríco  vuelto  á-Prancia ,  ó  con  deseo  de  des- 
cansar ,  ó  por  acudir  á  otras  alteraciones ,  tomó  laa 
armas  contra  los  romanos  y  contra  Maiuriano  por  vea- 
ture  poiH^ue  habían  forzado  á  Avito  que  renunciase 
el  imperio^  como  sé  dira  luego ,  y  ya  se  dijo  que  el 
emperadorAvítoyelreyTheoioricoeran  amigos.  Taló 
puestos  campos  de  Francia  y  saqueó- los  pueblos,  y 
pasó  armado  liaste  el  rio  Rli«')dauo;  y  como  se  apo- 
derase de  León ,  la  puso  á  fuego  y  á  san^e  y  la  sa- 
queó. Esto  en  Francia.  En  España  el  capican  CeoriU 
como  hobiese  al  improviso  y  antes  que  nadie  imagi- 
nara ,  llegndu  á  la  Rótica ,  -les  na^Uitileií-coB'enib.aia- 
dores  que  le  enviaron ,  le  hii^ioron  súber  que  ellos 
ponían  ú  sí  y  á  todas  sus  cosas  en  el  poder  «le  los  go- 
dos:  que  no  hablan  consentido  con  los  demás  suevos, 
ni  conspirado  contra  los  romanos,  que  estoban  apare- 
jados á  dar  rehenes  y  hacer  loque  fes  fuese mauílado: 
recibirlos  en  los  pueblos ,  ayudarlos  con  trigo  y  cun 
todas  las  demás  cosáis.  Por  e.^ta  manera  siu  sángrela 
Bética  quedó  sujeta  al  señorío  de  tos  gOdos. 

En  Galicia  so  hacia  la  guerra  con  mayor  porfía ,  y 
últimamente  en  una  batalla  que  se  di  ó  ce  recade  Lugo, 
Aciiulpho  que  se  nombraba  rey,  á  lo  tncnos  se  habia 
apartado  de  la  obediencia  de  ios  godos,  fue  preso  y 
pagó  con  la  cabeza.  Los  suevos  enviaron  á  Theodori- 
co hombros  santos  con  los  ornamentos  de  la  iglesia  y 
cosas  sagradas  para  moverle  mas,  por  cuya  industria 


r 


«loanuron  perdón  para  toda  la  proflnda  de  Galicia, 
y  no  aoiamente  el  perdón  que  pedian,  ilno  con  increí- 
Dle  grandeza  de  ánimo  les  otorgó  que  recogiendo  las 
reliquias  del  naufiragio  pasado ,  nombrasen  de  entre 
sí  rey.  Vínose  á  la  elección ,  no  se  conformaron  las 
▼oluniadeSy  unos  nombraron  á  Franta  por  rey.  otros 
á  Masdra;  este  ^r  los  suyos  fue  muerto  á  nierro 
dentro  de  dos  anos:  Remismundo  su  hijo  y  sucesor 
ano  de  nuestra  salvación  de  400  conforme  á  la  cuenta 
de  Isidoro,  corregidos  los  números  conforme  á  la 
verdad,  se  concertó  con  Franta  y  juntadas  con  él 
BUS  fuerzas  y  entró  por  la  Lusitania  metiéndola  toda 
á  fuego  y  á  sangre;  provincia  que  en  aquella  sazón 
había  vuelto  al  señono  de  los  romanos ,  si  bien  no  se 
entiéndela  manera ,  el  tiempo,  ni  la  causa  en  que 
esto  se  hizo ;  lo  que  se  sabe  es  que  Remismundo  no 
la  pudo  del  todé  sujetar  á  su  señorío. 

En  Roma  y  en  Italia  Ricimer,  nieto  que  era  de  Wa- 
lia  rey  de  los  godos,  nacido  de  una  su  bija  y  de  padre 
suevo  de  nación ,  era  en  este  tiempo  maestro  de  la 
milicia  romana,  oue  era  el  mayor  ooder  y  cargo  des- 
pués del  emperador.  Este  hacia  y  deshacía  empera- 
dores en  aquellos  miserables  tiempos,  y  con  esto 
traía  al  retortero  la  república  romana,  porque  Mecilio 
Avito  sucesor  de  Máumo ,  renunció  el  imperio  y  fue 
hecho  obispo  de  Plasencia  en  Italia.  El  que  le  íorzó 
á  hacer  esto ,  que  fue  Julio  Valerio  Maioriano  sucesur 
suyo  pasó  en  España ,  y  sosegadas  las  alteraciones  de 
aquella  provincia .  aprestó  una  armada  en  Cartagena 
con  deseo  de  desnacer  ¿los  vándalos  en  África.  Pero 
todo  este  aparato  se  desvaneció  como  humo ,  porque 
parte  de  la  armada  quemaron  los  enemigos  parte  to- 
maron por  haber  ellos  tenido  noticia  de  loque  el  em- 
perador pretendía  j  tiempo  para  hacerle  resistencia  y 
daño.  El  mismo  Maioriano  afeado  con  la  afrenta  del 
mal  suceso,  sí  bien  en  la  Gallia  restituyó  al  imperio 
todo  lo  que  los  godos  usurparan,  dado  asientos  en  las 
cosas  de  aquella  provincia ,  y  vuelto  en  Italia,  perdió 
la  libertad  y  la  ¥iaa  en  Dertona  cerca  del  rio  Hira ,  á 
los  siete  de  agosto  año  de  461,  todo  por  engaño  y  or- 
den de  Rjcimer.  Por  su  muete  Vivió  Severo,  partícipe 
de  esta  conjuración ,  fue  puesto  en  su  lugar  ayudaao 
por  el  mismo  Ricimer. 

En  aquella  revuelta  y  confusión  de  cosas  el  rey 
Theodonco  se  tornó  á  apoderar  de  Narbona  por  en- 
trega que  de  ella  hizo  Rabenio  (1),  á  quien  con 
grandes  promesas  él  persuadió  se  apartase  de  la  obe- 
diencia del  emperador  Severo.  Huy  en  Nebriía  un  le- 
trero deste  tiempo  en  la  misma  delantera  del  templo 
sobre  la  puerta  con  estas  palabras  vueltas  en  ro- 
mance. 

ALEZAHDHÍA  CUrIsIMA  BEMBAA  VÍHÓ 
ANOS  VEINTB  T  QNCO  POCO  HAS  ó  HE- 
nos:  MURIÓ  EN  PAZ  Á  DIEZ  DE  LAS  KA- 
LERDAS  DE  ENERO  ERA  QUINIENTAS  T 
TRES.  PROBO  SU  HUO  VIVIÓ  DOS  AÑOS  T 
UN  MBS. 


Por  las  palabras  latinas  desie  letrero  que  es  muy 
llano,  se  ve  que  la  elegancia  de  la  lengua  latina  había 

Ía  en  este  tiempo  degenerado  mucho  de  lo  antiguo, 
a  Alpha  y  la  Omega  con  la  señal  de  la  Cruz  (en  aque- 
lla forma  que  se  dijo  arriba  hizo  Constantino  Magno 
la  bandera  real)  están  puestas  debajo  deste  letrero, 
conforme  á  la  costumbre  de  aquel  tiempo  en  razón 
de  diferenciarlos  sepulcros  de  los  cristianos  de  los 
demás. 

Gobernaba  por  el  mismo  tiexmío  la  iglesia  romana 
Hilario,  natural  deCalarl  en  Cerdeua,  sucesor  de 
León  el  Magno.  Hay  una  carta  de  Ascanio  obispo  de 
Tarragona  para  Hilario,  con  ocasión  de  la  cual  y  de  un 


,  (I)  Fue  el  ooade  Agrippino  qniea  entregó  i  los 
aNtrBoQt. 


ERPAfW  ^     i37 

concilio  de  obispos  que  se  juntaron  para  celebrar  el 
día  en  que  nació  el  dicho  pontífice,  se  trató  en  Roma 
cómo  Nundinario  obispo  do  Barcelona  nombró  por 
heredero  de  sus  bienes  y  señaló  por  sucesor  á  Iré- 
neo  coadjutor  suyo.  Dicen  que  la  voluntad  y  juicio 
del  obispo  fue  aprobada  por  los  votos  de  los  principa- 
les y  de  los  demás  del  pueblo.  Movido  de  este  ejemplo 
ó  de  su  voluntad  hizo  lo  mismo  Silvano  obispo  de  Ca- 
lahorra, señalando  sucesor:  pero  sin  la  voluntad  del 
pueblo  y  consentimiento  del  metropolitano.  Por  tanto 
pedían  que  aprobada  la  primera  elección  por  autori- 
dad de  Hilario ,  la  segunda  se  diese  por  ninguna. 
Respondió  Hilario  que,  por  no  poderse  en  manera 
alguna  distinguir  la  causa  de  Barcelona  de  la  de  Ca- 
lahorra, y  porque  no  pareciese  se  heredaba  lo  que 
por  benignidad  de  Cristo  se  da  conforme  á  los  mere- 
cimientos de  la  vida  de  cada  uno,  que  la  una  y  la  otra 
elección  se  tuviesen  por  de  ningún  efecto ,  y  se  tor- 
nasen á  hacer  conforme  á  las  costumbres  y  leyes  le- 
galmente.  La  data  de  esta  carta  fue  á  treinta  de  di- 
ciembre siendo  cónsules  Basilisco,  y  Hermenerico, 
que  fue  año  de  nuestra  salvación  de  465.  En  esta  carta 
Ascanio  se  llama  ipetropolitano  de  la  provincia  Tarra- 
conense. Tenia  Tarragona  por  sufragáneas  á  Calahor- 
ra, León,  Barcelona,  Ciudad-Rodrigo,  que  anticua- 
mente  se  llamó  Mirobriga,  dado  que  entre  sí  estaban 
muy  apartadas:  argumento  claro,  que  era  superior 
de  todas  las  iglesias  que  en  España  obedecían  al  im- 
perio romano ,  y  reconocían  á  la  iglesia  romana  por 
madre  y  cabeza  de  la  Religión  Cristiana,  como  lo  es. 
Por  ventura  en  España  no  se  usaba  en  aqud  tiempo 
el  nombre  de  primado,  sino  que  donde  tenía  el  go- 
bierno y  la  silla  del  imperio,  aquella  ciudad  recono- 
cían las  demás  ciudades  é  iglesias  que  pertenecían  á 
aquel  gobierno:  punto  de  que  tenemos  muchas  con- 
jeturas y  razones ,  si  no  concluyentes ,  á  lo  menos 
probables ;  pero  volvamos  á  lo  de  Galicia. 

CAPITULO  V.  / 

De  la  muerte  del  rey  Theodorico  y  del  rey  Eurico. 

Los  suevos  en  esta  misma  sazón  andaban  alterados 
á  causa  de  nuevas  guerras  aue  entre  ellos  se  levanta- 
ron. Fue  así  que  por  votos  oe  la  una  parcialidad  de  las 
dos  que  andaban  entre  aquella  senté ,  en  lugar  de 
Franta  difunto  (como  queda  dícno)  fue  puesto  Fru- 
marío.  Su  competidor  Remismundo,  antes  que  el 
nuevo  rev  cobrase  fuerzas  y  se  arraigase  en  el  reino, 
pretendió  apoderarse  por  fuerza  de  armas  de  todo  el  se- 
ñorío V  nación  de  los  suevos,  y  salió  con  ello  por  causa 
?ue  ai  mismo  tiempo  falleció  acaso  de  su  enfermedad 
rumario  su  contrario.  Dado  que  Iría  Flavia,  ciudad 
sujetaáRemismundo,  fue  destruida  por  los  contraríos, 
ca  no  quedaban  del  todo  sosegados  con  la  muerte  de 
Frumario  su  rev.  Reducida  con  tanto  la  gente  de  los 
suevos  debajo  del  imperio  de  uno ,  grandes  levas  de 
gente  se  hicieron  en  toda  aquella  provincia,  con 
que  juntado  un  grueso  ejército,  Remismundo  aco- 
metió la  Lusitania,  v  después  de  haberse  por  engaño 
apoderado  de  Coimbra,  nizo  lo  mismo  de  ia  ciudad 
de  Lisbona  por  entrega  que  de  ella  le  hizo  Lucidlo 
ciudadano  y  gobernador  de  aquella  ciudad. 

El  poder  de  los  romanos  era  menospreciado ,  te- 
míanse las  armas  de  los  godos  ^  por  esto  pareció  á 
los  suevos  conveniente  aplacar  á  Theodorico  con 
una  embajada  con  que  le  prometían  de  mantenerse 
en  su  fe,  y  estar  prestos  para  hacer  lo  que  les  fuese 
mandado. 

Dio  orejas  el  Godo  á  esta  embajada,  y  para  mayor 
firmeza  de  la  amistad  tratóse  que  los  reyes  se  con- 
federasen con  nuevo  parentesco;  y  asi  Remismundo 
casó  con  una  hija  de  Theodorico ,  que  con  voluntad 
de  su  padre  fue  enviada  á  España,  y  en  su  compañía 
Salano  hombre  principal,  que  tomó  cuidado  de  lle- 
varla. Iba  también  entre  ios  demás  Aiace  hombre 


•1 


i  38 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  BOIG. 


francés ,  y  (jue  por  ganar  la  gracia  de  su  rey  días 
antes  se  hiciera  arríano.  Todo  esto  iba  enderezado 
á  qae  por  diligencia  deste  hombre  los  suevos  se 
pervirtiesen  y  hiciesen  arrianos :  con  gue  se  prome- 
tían quitada  la  diferencia  de  la  religión  sena  mas 
firme  el  asiento  que  tomaron.  Hizo  aquel  hombre 
astuto  lo  que  se  pretendía.  En  efecto ,  la  reina  pro- 
curó introducille  en  la  gracia  de  Remismundo;  y  por 
aquel  medio  inGcionar  la  gente  de  aquella  mortal 
ponzoña. 

Salaoo  como  celebradas  las  bodas  se  volviese  á 
Francia,  halló  que  Theodoríco  era  muerto  por  en- 
gaño de  Eurico  su  hermano  que  fue  año  de  nuestra 
salvación  da  467 ,  el  año  trece  después  que  él  con 
semejante  alevosía  dio  la  muerte  á  Turismunde  su 
hermano.  El  reino  de  los  godos  sin.contradtccioB 
quedó  por  Eurico  en  premio  de  aquella  maldad.  Era 
grande  su  ferocidad  y  brio ,  solo  le  pooia  en  cuidado 
el  poder  de  los  suevos :  temía  que  Remismundo  ven- 
garía por  las  armas  la  muerte  del  rey  su  suegro: 
deseaba  juntamente  quitar  la  Lusitania  á  los  suevos, 
y  echados  !os  romanos  de  toda  España,  hacerse  uni- 
versal señor  de  ella ,  porque  en  aquella  era  estaba 
dividida  en  tres  partes.  La  Galicia  con  parte  de  la 
Lusitania  obedecía  á  los  suevos,  la  Bética  y  Cataluña 
á  los  godos :  debajo  del  imperio  de  los  romanos  per- 
manecia  la  provincia  cartaginense,  los  carpetanos 
reino  de^ Toledo,  y  casi  todas  las  demás  provincias 
de  España.  Eurico  pues ,  lo  primero  se  concertó  por 
medio  de  sus  embajadores  con  el  emperador  León, 
que  regia  las  provincias  del  Oriente:  hecho  esto  entró 
con  un  grueso  ejército ,  y  discurrió  hasta  lo  postrero 
de  España,  donde  sin  hallar  contradicción  por  mu- 
chas partes  maltrató  y  sujetó  la  provincia  de  Lusita- 
nia. Desde  allí  antes  do  dar  la  vuelta  envió  delante 
parte  de  su  ejército  para  apoderarse  de  Pamplomi  y 
tle  Zaragoza,  que  perseveraban  en  la  obediencia  de 
los  romanos.  El  también  con  lo  mas  fuerte  del  ejército 
movió  la  vuelta  de  la  España  Citerior ,  y  en  ella  des- 
pués de  largo  cerco  se  apoderó  de  Tarragona,  ciudad 
que  en  España  tenia  muy  grande  autoridad,  y  la  der- 
ribó por  el  suelo  (I),  enojado  de  que  se  pusieron  en 
defensa  y  que  el  cerco  hobiese  durado  mucho  tiempo. 
Con  esto  despojó  á  los  romanos  de  todo  el  señorío 
«}ue  tenían  en  España,  y  del  imperio  que  duró  en 
ella  casi  setecientos  años;  y  aun  fuera  de  Galicia  que 
quedó  por  los  suevos .  todo  lo  demás  de  España  por 
fuerza  de  armas  se  rindió  á  los  godos.  Estoen  España. 

En  la  Gallia  se  ensancharon  los  términos  del  señorío 
de  los  godos  con  esta  ocasión.  Las  cosas  de  Italia  iban 
de  caída  á  causa  de  las  guerras  civiles  que  andaban 
rou)[  encendidas  con  grande  y  vergonzosa  flaqueza 
ilel  imperio  romano,  de  manera  que  apenas  ya  ni 
por  sus  fuerzas ,  ni  con  socorros  de  fuera  se  podían 
entretener;  porque  muerto  el  emperador  Vibio  ^vero, 
Flavío  Aotemio  tuvo  por  algún  tiempo  el  imperio  de 
Occidente ,  sustentando  con  las  fuerzas  y  mañas  de 
Ricimer  Patricio,  que  sacó  del  barato  para  sí  por 
mujer  una  hija  del  nuevo  emperador,  bien  que  la 
amistad  no  duró  mucho,  ni  podía  ser  seguro  tan  gran 
poder  de  hombre  particular:  y  es  cosa  forzosa  que 
perezca,  ó  que  haga  perecer ,  el  que  pone  miedo  al 
príncipe,  como  acaeció  entonces.  Resultaron  dife- 
rencias entre  el  suegro  y  el  yerno,  vinieron  á  las 
armas,  y  Ricimer  se  apoderó  de  la  ciudad  de  Roma 
y  la  saqueó ,  dio  otrosí  la  muerte  al  emperador  An- 
temlo.  Con  esto  un  senador  llamado  Oliorio  sucedió 
en  el  imperio.  El  mismo  Ricimer  pocos  días  después 
murió  atormentado  de  gravísimos  dolores.  El  vulgo 
entendía  que  era  venganza  del  cielo  por  haber  me- 
nospreciado poco  antes  el  derecho  de  la  afinidad  tan 
estrecha^  y  haber  maltratado  aquella  ciudad. 

(1)  Debe  teoerw  por  supuesto  este  hecho,  porque  nin- 
gún historiador  fidedigno  lo  acredita. 


Muerto  poco  después  Olibrio ,  siguióle  Glicerio  eo 
ninguna  cosa  mas  afortunado  que  su  predecesor,  por- 
que Julio  Nepote,  á  auíen  León  emperador  de  Oriente 
diera  el  imperio  de  Occidente,  le  forzó  á  renunciarle, 
y  le  envió  a  Salona,  ciudad  deEsclavonia,  para  que 
allí  fuese  obispo  de  aquella  ciudad  á  propósito  que  no 
le  escarneciesen  y  maltratasen .  ai  quedase  en  Italia 
despojado  del  mando  como  hombre  particular,  y  para 
que  con  aquella  dignidad  ne  sustentase  y  pasase  por 
el  agravio  que  le  hadan:  dado  que  parece  vino  de  su 
voluntad  en  ello,  pues  poco  después  rae  acuella  dudad 
acogida  del  mismo  Nepote,  cuando  asimismo  le  ecbó 
de  la  silla  imperial  Momillo  Augusto.  Orestes,  maes- 
tro que  era  déla  milicia  romana  después  de  Ricimer, 
y  padre  deste  Momillo,  quitó  el  imperio  á  Nepote,  y 
en  él  puso  á  este  su  hijo,  lo  cual  sucedió  á  treinta  y 
uno  de  octubre  año  de  475.  Vulgarmette  á  este  nue- 
vo emperador  llamaron  Augustulo  por  via  de  escar- 
nio (2),  y  porque  en  él  se  acabó  de  todo  panto  el 
imperio  de  Occidente ,  que  otro  del  mismo  nombre, 
es  á  saber  Octavio  Augusto ,  había  fundado  á  lo  que 
parecía  para  siempre  y  para  que  fuese  perpetuo. 

Desta  manera  trueca  y  revuelve  la  fortuna  ó  fuerza 
mas  alta  las  cosas  humanas.  Caen  las  ciudades  y  los 
imperios ,  yérmense  los  pueblos^  y  las  provincias  se 
asuelan  ,  y  es  todo  consideración  muy  á  propósito 
para  confortarse  cada  cual,  y  llevaren  padeccia  sus 
trabajos.  Ciudades  y  reinos  muy  nobles  yacen  por 
tierra  caídos  como  cuerpos  muertos ;  y  nos,  cuyas 
vidas  estrechó  hi  naturaleza  dentro  de  pequeños  tér- 
minos ,  si  alguno  de  los  nuestros  muere  haremos 
estremos  sentimientos.  Razón  es  sin  duda  y  muy 
justo  nos  acordemos  que  somos  hombres ,  y  no  nos 
queramos  atribuir  la  inmortalidad  de  los  que  están  en 
el  cíelo.  Imperó  Augusto  nueve  meses  y  veinte  y 
cuatro  días.  Odoacre,  hombre  bárbaro,  rey  de  los 
herulos,  habiéndole  quitado  el  imperio,  se  apoderó 
de  Italia  y  de  Roma ,  y  tuvo  aquel  imperio  por  mas 
de  diez  y  seis  años.  Este  fue  el  tín  del  imperio  de  Oc- 
cidente, estos  los  emperadores  postreros  y  ^áesgrt^ 
ciados,  que  aouí  haoemos  juntado  como  las  heces 
que  fueron  del  imperio  romano  y  de  so  magostad. 
Volvamos  atrás,  y  contemos  algunas  cosas  que  en  su 
tiempo  acontederon. 

Eurico  rey  de  los  visigodos,  despaes.de  haber  do- 
mado á  España ,  acometió  las  tierras  de  la  GaUía. 
Añadióse  este  nuevo  mal  á  los  demás  con  que  las 
provincias  todas  eran  trabajadas.  La  deslealtad  que 
en  aquel  tiempo  mas  que  en  otro  se  usaba  fae  la 
principal  causa  destos  daños.  Fue  asi  que  Arvaudo 
primero .  y  después  Seronato,  que  eran  en  la  Gallia 
gobernadores  por  los  romanos,  persuadieron  á  este 
rey  que  se  apoderase  de  las  provincias  del  imperio, 
pues  le  seria  cosa  fácil  en  tiempos  tan  revueltos.  Jun- 
tóse con  esto  que  á  Genserico  vándalo  venció  en  ona 
batalla  naval  cerca  de  Sicilia  Basilisco  capitán  famoso 
del  emperador  León.  Con  esta  pérdida  maltratado  el 
vándalo  se  volvió  en  África,  y  por  miedo  ^e  tenia 
de  mayor  daño  dende  movió  por  sus  embajadores  á 
la  una  y  á  la  otra  gente  de  los  godos ,  ostrogodos  y 
visigodos  contra  los  romanos  con  grandes  esperanzas 

?[ue  les  puso  delante,  y  partidos  aventajados.  Estas 
ueron  las  causas  de  la  guerra  que  se  hizo  en  Fran- 
cia, Arvando  y  Seronato  descubierta  la  traición ,  y 
convencidos  en  juicio  pagaron  con  las  cabezas.   • 

El  intento  de  Genserico  tuvo  mejor  suceso,  porque 
Theodomiro  rey  de  los  ostrogodos  en  Panoiia  reco- 
brado que  bobo  su  hijo  Theodoríco,  que  largo  tiempo 
estuvo  en  Gonstantinopla  en  rehenos ,  j  el  délo  le 
tenia  aparejado  el  imperio  de  Italia ,  dio  cuidado  á 
Vindemiro  su  hermano  para  que  hidese  gaerra  á 
Italia,  que  de  si  misma  loa  á  caerse  y  estaba  para 

(2)  Perlas  medallas  consta  que  era  nombre  propio.  Tam- 
bién se  llamaba  Rómulo,  y  algunos  le  llamaban  Ang«<(o. 


qiSTOaiA  DE  espaÍIa. 


139 


perderse.  Pero  este  teoeido  por  los  dones  ^ue  Gli- 
ceño  Aogusto  le  dio  en  el  tiempo  que  tu?o  el  imperio» 
dejada  Italia  se  pasó  en  la  Galiia,  y  juntó  sus  fuerzas 
con  Eorice ,  que  con  gran  espanto  y  daño  de  aquella 

Í provincia  comenzaba  á  talar  los  campos  y  meter  á 
liego  y  á  sangre  las  villas  y  lugares.  Fue  esta  junta 
de  grande  efecto,  y  dado  queEpifanb  obis{)ode  Pa- 
vía,  varón  en  aquel  tiempo  de  grande  autoridad,  en- 
viado por  Nejóte  Augusto  trató  de  sosegar  estas 
fientea  ,  no  hizo  algún  efecto;  antes  partió  él ,  los 
de  Rodes ,  de  Gahors ,  de  Limoges ,  los  gabalitanos 
que^ron  sujetos  por  las  armas  de  los  ^odos.  Ar- 
«erno  otrosí  ciudad  de  la  primera  Aqoítapia ,  que 
hoy  llaman  Glaramonte ,  no  lejos  de  aquel  collado 
donde  k  antigua  Gergovia  de  Gesar  estuvo  situada, 
forzosamente  se  hobo  de  entregar  por  estar  cansados 
los  ciudadanos  de  un  cerco  que  sobre  ella  tuvieron 
muy  largo. 
Hacían  resistencia  á  los  godos  y  6  sus  intentos 

gor  una  parte  el  obisf»  de  aquella  ciudad  llamado 
idonio  con  sus  fervientes  oraciones  y  vida  muy 
santa  ^  por  otra  el  conde  Ecdicio  con  su  valor  y  con 
las  armas ,  hijo  que  era  de  Avito  uno  de  los  empera- 
doros  ya  contados.  Pero  las  orejas  de  los  santos  y 
del  cielo  estaban  sordas  para  oir  las  plesarias  de 
aquel  pueblo,  y  los  muros  de  la  ciudad  por  la  mayor 
parte  echados  por  tierra  y  allanados.  Por  esta  causa 
Ecdicio  se  resolvió  de  huir.  Llamóle  el  emperador 
Nepote  é  hízole  patricio;  que  á  la  sazón  era  nombre 
de  grao  di^idad :  premio  debido  á  su  virtud  si  bien 
tuvo  poca oícba  en  defenderla  ciudad.  En  lo  que  mas 
se  señaló  este  novilf  simo  varón  fue  en  la  liberalidad  con 
los  pobres  en  un  tiempo  que  corrió  de  una  hambre  y 
carestía  muy  grande  mavormete  en  la  Borgoña.  Acu- 
dki  á  tan  ^ve  necesidad  Ecdicio  con  sus  tesoros  y 
con  sus  riquezas.  Envió  su  gente  con  jumentos  y  car- 
ros pora  que  le  trajesen  todos  los  pobres  que  hallasen. 
Juntaron  como  cuatro  mil  dellos»  hombres  y  mujeres 
y  niños:  á  estos  todos  dio  en  su  casa  el  sustento  ne- 
cesario por  todo  el  tiempo  que  duró  aquel  azote  y 
trabajo;  y  después  por  el  mismo  orden  los  hizo  volver 
¿  sus  casas  y  a  sus  tierras.  Partidos  los  pobres ,  dice 
Gregorio  Turonense,  nue  se  oyó  una  voz  del  cielo 
que  dijo  «Ecdicio,  Ecoido,  porque  hiciste  esto,  y 
«obedeciste  á  mi  vos ,  y  sustentando  á  los  pobres, 
vhaitaste  mi  hambre ,  ni  á  ti  ni  á  tus  descendientes 
npara  siempre  faltará  pan.» 

Para  hacer  rostro  á  los  godos,  que  se  iban  apode- 
rando de  gran  parte  de  la  Galiia,  ei  emperador  Nepote 
despachó  á  Orestes  maestro  de  su  nulicia  con  bas- 
tante número  de  gente.  Era  este  capitán  godo  de 
nadon  (1),  y  conforme  á  la  poca  lealtad  que  en  aouel 
tiempo  se  osaba,  dejada  aquella  empresa,  revolvió 
coo  sos  fuerzas  contra  su  mismo  señor  y  emperador 
sin  parar  hasta  despojarle  del  imperio  y  poner  en  su 
lugar  á  su  hijo,  que  como  queda  dicho  se  llamó 
Aoftostnlo.  Gon  la  vuelta  de  Orestes  no  quedó  en  la 
Galiia  quien  hiciese  resistencia  á  los  godos :  así  es- 
tendían  sin  contradicción  en  aquella  provincia  los 
términos  de  so  imperio.  Apoderáronse  deManelIa  y 
de  otras  ciudades  por  toda  aquella  comarca ,  cuyos 
campos  riega  el  caudaloso  rio  Rhódano  con  sus  aguas. 
Finalmente  Enrice  puso  la  silla  de  su  reino  en  Arles, 

Ír  soberbio  v  arrogante  con  tantas  victorias,  como  si 
a  faltaran  de  todo  punto  los  enemigos ,  revolvió  su 
furia  contra  la  religión  católica ,  como  príncipe  ar* 
riano  que  era  muy  aficionado  á  aquella  mala  secta. 
Para  mejor  salir  con  lo  que  protendia ,  que  era  des- 
hacer loscatóí  icos,  echaba  los  obispos  de  sus  iglesias 
sin  poner  otros  en  su  lugar.  Los  demás  sacerdotes  y 
clero  por  no  tener  quien  los  acaudillase  se  derrama- 
ban por  divenas  partes ,  y  se  reducían  á  muy  peque- 

(1)  Era  originario  déla  Panoaia,  pero  rooano  de  naei- 
ffiiento. 


ño  número.  Desamparaban  los  templos, que  en  par 
te  se  caían,  en  otros  nacían  yerbas  y  matas  y  todo 

género  de  maleza ,  en  tanto  grado  que  las  mismas 
estias  y  ganados  se  entraban  dentro  á  pacer,  sin 
que  la  santidad  de  aquellos  lugares  fuese  parte  para 
reparar  este  daño  por  estar  las  puertas  caídas  y  la  en- 
trada libre  para  todos  así  hombres  como  brutos,  si 
ya  no  era  que  los  matorrales  y  zarzales  en  algunos 
templos  eran  tan  grandes  que  no  dejaban  entrar  á 
nadie.  Sidonio  Apollinar  en  muchas  cartas  lloraba  la 
calamidad  de  tiempos  tan  miserables:  del  se  ha  de  to- 
mar la  razón  destas  cosas  por  haberlas  dejado  los  his- 
toriadores de  contar.  Reinó  Eurico  por  espacio  de 
diez  y  siete  años  (2).  Falleció  en  Arles  de  su  enfer- 
medad el  año  de  nuestra  salvación  de  483. 

En  este  mismo  año  Simplicio ,  pontífice  romano  y 
sucesor  de  Hilario ,  pasó  desta  vida  á  otra  mejor.  Há- 
llase una  carta  de  Simplicio  para  Zenon  obispo  de 
Sevilla ,  do  se  ponen  estas  palabras:  «Por  relación  de 
«muchos  hemos  sabido  que  tu  caridad  con  el  favor 
»del  Espíritu  Santo  así  gobiernas  tu  iglesia,  que  con 
»la  ayuda  de  Dios  no  siente  los  daños  del  naufragio. 
i>Por  tanto  gloriándonos  con  tales  nuevas,  nos  pareció 
»conveniente  de  hacerte  vicario  de  nuestra  silla,  con 
>icuya  autoridad  y  vigor  esforzado  no  permitas  en 
«alguna  manera  que  se  traspasen  los  decretos  del 
«amaestramiento  apostólico ,  ni  los  términos  de  los 
«Santos  Padres.  Porque  justa  cosa  es  que  sea  remu- 
«nerado  con  honra  aquel  por  cuyo  medio  eñ  esas  re- 
«^ionesse  sabe  crece  el  culto  divino.»  Destos  princi- 
pios como  quier  que  les  romanos  pontífices  en  adelante 
acostumbrasen  á  hacer  sus  vicarios  á  los  obispos  de 
Sevilla ,  les  nació  aquella  autoridad  aue  algunas  veces 
tuvieron  sobre  las  demás  iglesias  de  España,  junto 
con  que  aun  por  este  tiempo  la  iglesia  de  Toledo  no 
tenia  el  derecho  y  autoridad  de  primado.  A  Simplicio 
sucedió  Feliz  ,  cuya  carta  asimismo  se  ve  para  el 
mismo  Zenon ,  en  que  na  hay  cosa  alguna  que  digna 
de  memoria  sea.    . 

CAPITULO  YI. 

Del  reino  de  Marico. 

Hechas  las  exequias  de  Eurico ,  los  principales ,  á 
los  cuales  el  padre  estando  á  la  muerte  mucho  les 
encomendó  á  Alarico  su  hijo ,  y  á  él  dio  muy  buenos 
consejos ,  le  declararon  por  sucesor  de  su  padre.  En 
tiempo  de  este  rey  las  cosas  de  los  visigodos  estuvie- 
ron pacificas  en  España.  La  Galiia  por  estar  dividida 
en  muchos  señoríos  de  ([odos,  francos  y  borgoñonos 
no  podía  sosegar  largo  tiempo.  Theodorico  en  Italia 
con  consentimiento  del  emperador  Zenon,  que  suce- 
dió á  León,  fundó  el  reino  ue  los  ostrogodos,  ca  ven- 
ció y  mató  alroy  Odoacre  año  da  nuestra  salvación 
de  493.  El  oríffen  de  los  ostrogodos  v  su  principio  se 
ha  de  tomar  del  tiempo  de  Radagasio  el  cual  como 
fuese  desecho  en  Fiesoli  por  las  gentes  de  Honorio  y 
por  el  esfuerzo  deStilícon,  los  que  quedaron  de  aquel 
ejército  destrozado  de  ostrogodos,  pasados  varios 
trances,  juntaron  sus  fuerzas  con  los  hunnos,  y  en  la 
batalla  Gatalaunica  estuvieron  de  parte  de  Attila,  co- 
mo queda  arriba  dicho.  Después  oomo  tuviesen  por 
mejor  asentar  á  sueldo  del  imperio  romano,  que  ser- 
vir á  los  otros  bárbaros ,  el  emperador  Marciano  les 
dio  tierras  en  Panonía  donde  morasen. 

Poco  después  vino  á  serroy  de  aquella  gente  Theo- 
domirO|Cuyo  hijo  fuera  de  matrimonio  habido  en 
una  muier  Uamadia  Euralieva,  por  nombre  Theodorico. 
de  edad  de  siete  años  envió  su  padre  por  rehenes  al 
emperador  de  León.  Era  mucha  su  gracia:  por  esto  y 
con  la  buena  crianza  y  su  mgenio  se  hizo  muy  ama- 

(9)  Empeló  i  reinar  según  Idado  en  los  primerog  mefles 
del  año  406;*  murió  despaes  del  eontulado  de  Theoderico, 
que  fae  ea  484;  por  eonsisuieate  rsinó  diei  y  nueve  auos* 


140  MBUOTBCi  im 

ble  al  emperabor,  tanto  que  llegado  á  mayor  edad, 
le  dio  licencia  para  voiTerse  á  su  patria.  Después  de 
la  muerte  del  ¿adre  como  hecho  rey  volviese  á  visitar 
al  emperador  zenon,  en  el  mismo  tiempo  <iue  Odoacre 
Herufo  acometió  el  imperio  de  Italia ,  alcanzó  del  fá- 
cilmente licencia  de  pasar  contra  aquel  rey,  y  ven- 
cidos y  destruidos  los  enemigos,  se  llamó  rey  de  Italia. 
Sujeto  oírosla  Roma  como  manifiestamente  se  en- 
tiende por  las  cartas  que  Gasiodoro ,  su  secretario, 
escribió  en  nombre  del  mismo  rey.  Para  cobrar  fuerzas 
y  arraigarse  muy  de  propósito  en  el  nuevo  reino  que 
conquistara,  acordó  ayudarse  de  todas  partes,  y  en 
particular  emparentar  con  los  francos,  borgonones  y 
visigodos ,  priocipes  y  naciones  en  aquel  tiempo  de 
grande  p<Kler  y  fama.  Con  este  intento  el  mismo  casó 
con  Audefleda,  hermana  de  Clodoveorey  de  los  francos, 
que  ya  en  aquella  sazón  era  cristiano.  De  dos  hijas 
suyas ,  habidas  de  una  mujer  soltera,  la  una  llamada 
Ostrogoda,  dio  por  mujer  á  Alarico  rey  de  los  visi- 
godos, la  otra  llamada.  Theudicoda,  ¿  Gundibaldo 
rey  de  los  borgonones. 

Por  esta  forma  y  por  estos  casamientos ,  se  hizo 
como  juez  y  cabeza  ae  todo  el  Occidente;  y  como  tal 

f)rocuró  concertar  cierta  diferencia  que  resultó  entre 
06  visigodos  y  los  francos .  con  cartas  y  mensajeros 
que  despachó  á  los  unos  y  a  los  otros ,  en  que  con  ios 
ruegos  mezclaba  amenazas  si  no  venian  en  loque  era 
razón.  Los  francos  por  el  amor  que  tenían  á  la  reli- 
gión católica  que  poco  antes  abrazaran,  aborrecían 
á  los  visigodos  como  gente  inficionada  de  la  secta 
arriana.  Demás  desto  llevaban  mal  que  todos  los  des- 
terrados y  enemigos  de  los  francos  hallasen  segura 
acogida  en  el  remo  de  Alarico.  Quejábase  otrosí 
Clodoveo  que  Alarico  en  cierta  habla  que  tuvieron 
concertada ,  trató  de  armarle  cierta  zalagarda  para 
quitalle  la  vida ,  lo  cual  decia  saber  muy  cierto.  La 
verdad  era  que  dos  reinos  comarcanos  como  estos  no 
podían  estar  mucho  tiempo  sosegados,  ni  faltar  oca- 
siones de  desabrimientos.  Destos  priacipios  se  temía 
alguna  grave  guerra,  y  que  encendería  algún  gran 
fuego  entre  aquellas  dos  gentes  ferocísimas. 

e\  rey  ostrogodo  avisado  de  lo  que  pasaba,  prime- 
ro por  la  fama  y  después  por  diversos  mensajeros 
que  le  vinieron ,  y  recelándose  de  los  daños  que  po- 
drían resultar,  despachó  á  cada  uno  de  los  dos  su 
embajada  con  sendas  cartas  que  les  escribió  muy 

{imdentes  y  ^aves  ¡Mura  sosegarlos  ][  concertar  aque- 
jas diferencias.  Avisóles  que  recibía  el  mayor  pesar 
que  podía  ser,  viendo  que  dos  tan  amigos  su^os  se 
armaban  el  uno  contii  el  otro,  y  aun  se  despenaban 
en  su  perdición :  desorden  de  que  sus  enemigos  se 
alegraban  por  verlos  encendidos  en  odios  tan  gran- 
des: que  por  el  mismo  caso  que  cada  uno  buscaba  la 
destrucción  del  otro ,  resultaba  el  peligro  no  solo  de 
su  vida »  sino  también  de  sus  súboitos ,  que  ordina- 
riamente lastan  los  desatinos  de  sus  reyes:  los  reinos 
se  fundan  con  prudencia  y  modestia,  la  desenfrena- 
da locura  los  deshace  y  consume:  las  guerras  que  fá- 
cilmente se  emprenden,  muchas  veces  se  rematan  en 
triste  y  miserable  fin :  que  le  parecía  cosa  justa  an- 
tes de  venir  á  las  manos  intentasen  algún  camino  y 
manera  de  coneertarso ,  pues  los  ánimos  que  hasta 
entonces  por  cesas  de  poco  momento  estaban  entre 
si  irritados,  con  facilidad  se  apaciguarían  y  tendrían 
concordia ;  pero  si  el  odio  pasaba  adelante  y  con 
muestras  mas  graves  perdían  del  todo  la  amistad ,  no 
quedaría  esperanza  de  concordarlos,  hasta  tanto  que 
consumidas  y  deshechas  la  riquezas  y  fuerzas ,  el 
uno  de  los  dos  reinos  que  en  gran  manera  florecían 
de  todo  punto ,  quedase  asolado :  ^e  temía  á  causa 
del  parentesco  que  con  ambos  tema ,  resultaría  en 
él  la  afrenta  é  infamia  de  entrambas  partas  de  cual- 

Siier  manen  que  el  negocio  sucediese :  que  si  Ala- 
co  Bo  enfrenaba  el  respeto  de  su  padre,  ni  á  Clodo- 
veo reprimía  el  amor  de  hermano  i  él  como  á  h^'e 


flASPAll  t  ROML 

amenazaba  al  uno,  y  ti  otro  spercibto  que  tendría 
por  enemigo  á  aquel  que  mostrase  mayor  odio  y  aver- 
sión á  la  paz ,  no  obedeciendo  á  los  consejos  y  amo- 
nestaciones de  un  pecho  amicísimo  y  de  un  tan  cer- 
cano pariente. 

Alarico  mas  fácilmente  daba  oidos  á  estas  amones- 
taciones. Clodoveo  por  ser  hombre  mas  feroz  des- 
hechaba  cualquier  condición  de*  ¡>az.  Dio  poes  esta 
soberbia  respuesta :  que  él  no  tenia  otro  ánimo  con 
Alarico  del  que  era  justo  y  él  gustaba :  que  él  fue  d 

Srímer  agraviado  y  ofendido ,  junto  con  que  demás 
e  dar  acogida  á  sus  enemigos  en  sus  tierras  le  había 
denunciado  la  guerra :  que  el  derocho  de  naturaleZ'* 
y  la  magostad  real  pedían  no  diese  lugar  á  estas  de- 
masías ,  sino  ^e  se  defendiese  y  desagravíase :  con- 
cluía con  decir  que  convidando  él  con  la  paz ,  y  el 
enemigo  presentando  la  guerra ,  deseábale  hobiera 
dado  la  naturaleza  dos  manos  derechas,  la  ona  para 
contraponerla  á  Alarico,  y  dar  la  otra  desarmada  al 
mismo  Theodoríco.  Esta  respuesta  de  tanta  resohicion 
hizo  míe  el  Ostrogodo  quedase  mas  inclinado  á  Ala- 
rico.  Escribió  cartas  á  todos  los  demás  reyes ,  cuyas 
copias  hoy  andan ,  en  que  reprehende  la  soberbia  y 
orgullodel  Francés,  cái^e  que  confiaba  en  sus  fuer- 
zas y  en  su  fiereza,  que  era  la  causa  de  tener  las  ore- 
jas cerradas  á  la  razón  y  justicia:  amonesta  que  todos 
acudan  á  aquel  peligro,  y  atajar  aquel  daño  que  po- 
dría resultar  en  perjuicio  de  todos :  despachasen  sus 
embajadas  á  amenazar  á  Clodoveo  y  apartalle  de  aquel 
mal  propósito:  que  la  conservación  del  estado  de  ca- 
da uno  en  particular  dependía  de  la  común  provi- 
dencia y  amistad  qne  todos  entre  sí  debían  tener,  y 
de  contrapesar  las  fuerzas  de  los  príncipes  por  esta 
forma. 

No  aprovechó  ni  la  diligencia  del  rey  Theodoríco, 
ni  su  autoridad  para  que  la  guerra  no  pasase  adelan- 
te y  viniesen  á  las  manos.  Marcharon  el  uno  contra 
el  otro.  Juntáronse  las  dos  huestes  enemigas  en  los 
campos  Vogladenses,  tierra  de  Potíere.  No  se  reco- 
nocían ventajas  los  unos  á  los  otros  ni  en  los  ánimos 
ni  en  las  armas ,  ni  en  el  arte  militar,  ni  en  el  vigor  y 
fberza  de  los  cuerpos.  Luego  pues  que  liegaron  los 
unos  y  los  otros  á  vista,  ordenaron  sus  haces  en  guisa 
de  pelear.  Fue  la  batalhi  muy  reñida  y  dudosa,  iffual 
el  peligro  y  no  menor  la  esperanza.  Alarico  no  dejó 
por  intentar  cosa  alguna  de  las  que  se  podían  espe- 
rar de  un  valeroso  capitán;  porque  como  cargasen  liis 
enemigos  con  grande  ímpetu,  y  los  godos  por  todas 
partes  fuesen  destrozados  y  muertos,  y  los  demás 
por  salvar  las  vidas  volviesen  las  espaldas:  él  eon  áni- 
mo muy  grande  acudía  á  todas  partes,  á  los  temero- 
sos esforzaba^  levantaba  los  caídos,  do  era  la  mayor 
carga,  y  do  quiera  que  se  mostraba  alguna  esperaraa, 
allí  ayudaba  con  ooras  y  con  palabras.  Señalábase 
entre  todos  los  suyos  por  el  caballo  en  que  iba ,  y  sos 
armas  resplandecientes  y  sobrevestas  reales.  Decia  á 
sus  soldados  que  no  en  la  ligereza  de  los  pies,  sino  en 
las  manos  y  su  valor  debían  poner  la  esperanza:  qae 
en  aouel  trance  lo  mas  peligroso  era  lo  mas  seguro, 
y  la  nrme  resolución  muy  poderosa  arma  en  la  ne- 
cesidad: grande  afrenta  que  los  vencedores  de  tantas 
naciones  se  dejasen  vencer  de  aquella  gente. 

Suelee!  temor  ser  mas  poderoso  oue  la  verguenia: 
así  los  soldados  no  recibían  las  palams  ni  daban  oí- 
dos á  las  amonestaciones  de  Alarico.  Vuelven  todos 
las  espaldas.  Quedaba  de  los  postreros  Alarico.  y  vis- 
to que  no  podía  mas,  pretendía  también  salvarse. 
Cuando  Clodoveo,  que  peleaba  en  el  primer  escua- 
drón ,  se  fue  para  él ,  y  de  un  encuentro  y  b»ote  de  lan- 
za le  arrancó  del  caballo.  Procuraba  AJarico  levan- 
tarse, pero  acudió  un  peón  franca  que  le  quitó  la 
vida.  Por  el  contrario  dos  caballeros  godos  movidos 
del  deseo  de  vengar  á  su  rey,  por  el  un  lade  y  por  ei 
otro,  puestas  en  el  ristre  sus  lanzas ,  se  fueron  para 
el  rey  francés.  Valióle  una  buena  loriga  que  llevaba. 


miTOlimniGttMÉir;''  r 


iU 


f  tf n  vnftéAto  miméelMii  Humado  OlodórieoqM  acudió 
A  favorecerle.  Muerto  Alarteo,  los  godos  tqueeseapa** 
ron  déla  tnatuaza  se  derraniáron  por  las  ciu<kiaes 
comarcanas  sin  que  quedase  escuadrón  alguno  de 
consideración  para  hacer  rostro  á  los  francos.  Con 
esto  la  ciudad  de  Angulema  que  se  tenia  antes  por 
los  godos,  después  desta  rota  tan  grande  Tino  en  po- 
der de  los  francos ,  mayormente  que  una  parte  de  (os 
muros  poreu  vejes  de  repente  se  cayó  y  aUapó  po^ 
tierra.  Les|;odoa  qife  no  se  hollaron  en  esta  bataJlay 
se  apellidaran  de  nuevo,  y  se  etrevi^on  i  probar 'ven* 
tura  en  la  comarca  de  Burdeos:  el  suceso  fue  el  que 
antes ,  la  maítanza  que  dellos  se  faiso  tan  ghinde,'que 
desde  aquel  tiempo  el  lugar  en  que  se  dié  la  bataHa 
tomó  BUévd  tipellfdo,  ca  vulgarmente  se  llamó  el 
CompO'Arriano  por  causa  de  la  religión  que  los  go- 
dos seguiaiy.  fin  jvrosecueimí  déstás  dos  victjoiilas  tan 
señaladas  f^e  rindieron  á  los  vencedoresmuchos  pue^ 
blos  de  fa  Francia  como  Burdeos ;  los  ^sates;  los  de 
Cahcnrs^M'RbdeS':  |for  conelosien' lee  de  Alvemia^ 
coyoc^pítsín  f  cauéilló^ttamffdo  Afpolilnar,  deudo  que 
era  de  Sidonio ,  obispo  de  Alverhiá ,  nniríó  en  la  ba- 
talla (4)  por  -diMide  quedaron  aherados  y  smedren* 
tadoe.  Ha#ta  la  raísn^a  ciudad  ide  Tólosa  be  rindió,  do 
estabalacasareal  y  silla  de  los  godos,  de  sMUteque 
apenas  enloda  Frauda  les  quedó  cosa  alguna  que  no 
viniese  en  poder  de  los  francos. 

Hrilftrótti^e  enlóatesorosyrecamara  de  las  reyes 
godos  los  vasos  y  los  demás  instrumentes  de  los  sa- 
eriíieiosdel  tempfotié  Jei*us2(1em;  deque  AlaHoo,  pri- 
raero^de-aquel  nombre  f  rey  de  aqueHa  nacfon ;  se 
apoderó  cuando  entió  y 'saqueó  á  Romoi^  y  del  vinie- 
ron  á  podl^r  de  sus  sucesores,  y  al  ptesente  al  de  Cío- 
doveo.'  ftierón  tomados  en  fos  reales  Voaladenses  ó  en 
Tolos»,  que  en  esto  los  autores  son  vanos;  y  aun  no 
falta  quien  diga  que  estos  vasos  estaban  en  Garcase- 
na  ,  y  cono  quierque  por  este  respeto  la  tuviesen 
cercada  los  francos ,  sobrevinieron  en  su  ayuda  los 
ostrogodos  que  la  libraron.  Murió  Alaríeo  año  de 
nuestra  salvación  de  506.  Bl  imperio  y  señorío  que 
su  padre  le  dejó  asaz  próspero,  él  le  continuó  con 
eogaiios  y  crueldad  por  espacio  de  veinte  y  tres  año$, 
que  fue  el  tiempo  que  reinó:  por  esta  oauf^a  se  com- 
padeció poco  la  gente  de  su  desastre,  antes  pensaban 
y  decían' que  le  tenia  merecido.  SI  bien  ftie  el  prime- 
ro de  los  reyes  godos  que  estableció  y  promulgó  le- 
ves por  escrito ,  recopiló  en  suma  v  publicó  el  código 
de  Tlieodoslo  (2)  á  tres  de  febrero  del  mismo  añoqu^ 
fue  muerto.  Porque  antes. del  en  paz  y  en  guerra 
acostambrahan  i  gobernarse  los  godos  á  fuer  de  otras 
Daciones  bárbaras  por  las  costumbres  y  usanzas  de 
sus  mayores  j  antepasados.  A  las  leyes  de  Alarico 
los  reyes  simientes  añadieron  otfas  muchas ;  y  de 
todas  se  forjó  el  volumen  aue  vulgarmente  los  espa- 
dóles llamamos  el  Fuero  Juzgo ,  de  que  tornareinus 
á  liablar  otra  vez  en  lugar  mas  á  propósito. 

CAPÍTULO  VIL 
De  los  r^yes  Gesaleyco  Thcodorico  y  Amala  rico. 

Te5ia  Alarico  en  su  mujer  Theudícoda,  que  poco 
antes  falleció,  á  Amalarico,  yeu  una  mujer  soltera  á 


(1)  Eaioeíacto  por  cnaato  después  de  la  muerte  de  Clo- 
doveo  fue  hecho  obispo  de  Alveriua. 

(3>  Se  sirvió  para  este  imporlaote  trabajo  de  León  su  pri- 
mer mioistro,  político  profundo  y  ei  mayor  juríácoosuilo  de 
su  tiempo.  Después  Alarico  Segundo,  su  hijo,  encargó  á  su 
mioistro  Aoiano,  también  célebre  jurisconsulto ,  que  redu- 
jese á  ¿offlpendio  ei  código  Tbeodosinno  para  ei  uso  de  sus 
subditos « que  habiendo  vivido  la  mayor  parte  bajo  la  domi- 
naeiOQ  romana,  miraban  con  oi  mayor  respeto  estas  Icyps. 
No  debe  cortfondirse  este  código  con  el  libro  de  ias  leyes  de 
ios  godos,  ó  de  los  jueces  llamado  comunmente  Fuero  Jiixiro, 
que  se  publicó  mocho  después  y  contiene  leyes  muy  di  re- 
ren tes. 


Gesaleyoo.-  Los  ^ucipdleade  .loa  gédos^^P^iit  foca 
edad  de  Amalanco,  queera  de  oiaeo  años  sobunenteif 
dieroii  sus  votoe  y  iiicieron  rey  á  Gosaleycov  .Llevo 
mai  el  ostrogodo  que  pop  respeto  ninguno^  deitaen  i 
su  nieto,  y  le  despojasen  del  reino  de  su  ^dre.  Era 
señor  de  Italia,  de  Sicilia ,  de  las  i»las  vecinas  á  Ita* 
lia ,  del  IlltTico  y  Daknacia ,  y  juntamente  eatreteni a 
á  su  sueldo  ejércitos  nray  ejercitados  en  las  armas* 
Envió  ocbenta  mil  combatientes  á  la  Gallia  debajo 
la  conducta  de  liba,  CQode  de  loeí  Cepidas.  con  latear 
te  así  bieu  de  teprimir  el.  orgullo  de  los  fraacoa  f- so- 
berbios-por  la  victoria  ganada ,  y  con  esto  .sustentar 
el  reino  de  los  visogodós  que  estaba  á  punto  de  perr 
der^  i  coma  de  restituir  á-  su  pieto  en  el  reíao  de 
aqueilagentequeinjustaanetele  quitaron.  Gesaiev^ 
co ,  medroso  de  tangrande aparato,' y>porqüe:Gundé^ 
b<Eildo  rey  de  Borgoñayque.coipo  suele  acontecer 
acddió  á  la^presa,  estaba  apodecado  ée  la  Ciudad  de 
Narbona ,  eeano^'auier  qne  no  sa  tuviese  por  seguro 
en  alguna  pa^tede  Francia,. se  recogió  áBaroalena^ 
fira  hombre'  eobai^ie  y  inclinado;  áonieldad,  ;puep 
een  siis  manos  déntro4l»la  easa  real  en  aqueúa  du^ 
dad  dio  la  muerte  IGoerico  hambre  prittoipal:  pasinfi 
órdinaríá  de  loa  hombrea  cobardes  y  mearasos,  que 
IKmaii  lodasaesp^arañaa  y  seguridad  eia  la  mueif*- 
te  de  kia  bombres  escelentea  y  .poderoso^  ly  .en  la 
maldadi 

liba  llegado  en  la  GaHia,  y  ayudado,  por  losque  que- 
daban délos  visogodós ,  g^aó  la  victoria  del.enemigo, 
ca  venció  á  los  franceses.:  MurieroA  en  la-batalla  vein- 
te mil  francos:  co»esto  ios  ostrogodos  setapoderaron 
déla  Provensaeomoelí  premio  de  sa  trabajo.  LaAqui- 
taniíi,  (|uees  Galena;  tornó  á  apodei^de  loa  Wsogodos.. 
Loa  ostrogodos  demás  de  io  dicho  y  seapoderarou  de 
Narbona  que  qoí^ron  a44ed(nrgoaa^  y  aiid.  trataban 
de  pasar  los  montea  Pipineoa.  GeSailéyeo^  por  esAa 
calisé ,  pei^dida4a'espera«Ea  de  sus  oosas^  y  d^conr- 
fiado  dío'kia  voluntades  de  los  itoldados  por  saber  muif 
bien  el  odioque  muclios  le  tenianpoil  su  cobardía  f 
•emeldad ,  pasó  en  África.  Trasimutidn  rey  de  loa  váu*- 
-ilalos,  daido  que  « staba  casado  con  la  heAni^a  do 
Theo(lorieo ,  quier  por  pasión  de  aquel  hombre  abu- 
yeaftado ,  quier  ^r  Novnr  nial  qae  el  poder  dé  Ihea- 
uorioo  (que  de  tiempo  atrás  se  hacia  temer)  se  au- 
nentaseeonla  junta  nlé  aquel  nuevo  reino,  h  recibió 
benignameaie  y  af  udóeondineoo^  oomoee  entiende 
por  las  cartas  di  tbeodorico,r  ea  que  se  iqueja.^e  la 
injuria  que-enr  esto  ei  vándalo  le  hacia.  Gonestaayu- 
da  le  tornó  á>«enmrá  la  Galüa^dondedéspues  detes- 
tar escondido  «tn  ano,  juntado  con. el idiaera  africaoo 
un  ejército  f  se  atrevió  á  probar  el  trance  de  la  bata- 
lla, que  se  dio  á  doce  millas  ide  BaroelOM.  Qut%d6  ve»- 
cidoen  ella  por  liba :  volvió  en  la  GaUia  huyendo^  y 
en  breV't  murió  de  enfermedad  causada  por  la  pesa*- 
dumbte  que  reeibió  de  sucednie  las  cosas  laa  mal, 
que  fue  el  cuarto  ario  de  su  reinado  y  danueslra  sal- 
«acioff  dé  510.  Goo  la  muerte  doGesaleycp  aeesou- 
áaron  grandes  alteraSciones,  y  comenzó' al  antiguo 
resplnador  á  reUovarse  eael  reino  de  los .  godos«  En 
Taíavera  en  tiempo  de  nuestros  padres  se  baHó  un 
sepulcro  de  mármol  blanco  con  este  letrero  vuelto  de 
latin  en  romance: 

LtTOaiO  SIERVO  DE  DIOS  VIVIÓ  ANOS 
SSTENTA  Y  CI?ICO  POCO  MAS  Ó  MKKOS: 
KEPOSÓ  B!f  PAZ  Á  VEINTE  T   TRES  DE  ' 

JL7IJ0  ERA  Qi;iME?I.TAS    Y    CUARETTA 
T   OCHO. 

•        ■ 

Debajo  del  letrero  estaba  y  está  hoy  una  oruz  con 
Aipha  y Ome^  para  muestra  de  que  vi  enterradoallí 
seguía  la  Religión  Cristiana.  Deste  Litorid  hncé  men- 
ción Máximo  €esaraugustano:  dice  que  niiirió  en 
Kbura  de  los  Cirpetanos  ano  quinipntos  y  nueve. 
Kbora  es  Taíavera. 


|4i  VUUOWCk  US 

lli]CÍrU^G«Mlefco»qiiieo  hayt  lido  puesto  en  su 
kigar  no  eoncuerdan  los  totores;  los  mas  afirman 
qae  el  mismo Tlieodorico,  ostrogoilo,  sollamó  de  aUi 
adelante  rey  de  los  visogodos.  Conforma  con  esto  que 
los  concilios  de  los  obispos,  que  por  este  tiempo  se 
tuvieron  en  España ,  ponen  al  principio  el  nombre  de 
Tbeodoríco  y  también  el  año  de  su  reinado.  Otros 
son  de  parecer  que  á  Gesaleyco  sucedió  Amalaríco,  y 
que  Theodorico  solamente  fue  tutor  y  gobernador  en 
logar  de  su  nieto.  Desto  por  ^bemar  el  reino  á  su 
voluntad,  y  estar  apoderado  de  todas  las  rentas  rea- 
les de  España  para  mantener  las  compañías  de  guar- 
nición asideveogodoscomode  08tro¿odos<|ueien¡a| 
procedió  la  opinión  que  hace  rey  á  Tneodorico.  Nos- 
otros no  queremos  interponer  nuestro  parecer  en  es- 
te  caso:  «J  lector  por  sí  lo  podrá  determmar,  conside- 
radas las  raaones  que  porfa  una  y  por  la  otra  parte 
militan.  Lo  que  escritores  españoles  afirman  sin  tes- 
timonio de  algún  escritor  forastero  no  nos  contenta, 
esa  saber  que  Theodorico  vino  en  España  ;  porque 
¿cómo  se  puede  creer  que  Casiodoro  y  otros  que  es- 
cribieron por  menudo  his  cosas  de  Theodorico,  hayan 
pasado  en  silencio  jomada  tan  meoiorable?  Mucho 
mas  se  debe  contar  entre  tos  consejas  de  las  viejas, 
dado  que  don  Lucas  de  Tuy  lo  atestigua ,  haberse  ca- 
aado  ep  Toledo  con  mujer  de  la  antigua  sangre  de  los 
españoles,  y  que  vencido  por  sus  ruegos  \*y&  restituyó 
en  su  antigua  libertad.  Derois  desto  añaden  queda- 
te  casamiento  nació  Severiano,  padre  de  San  Leandro 
y  San  Isidoro:  dichos  que  ni  eoncuerdan  con  la  ver- 
dad, ni  vienen  bien  con  la  razón  de  los  tiempos. 

Lo  que  se  averigua  es  que  Theudio  ^  d  como  otros 
dicen  Theudis ,  que  fue  antes  |)aje  de  lanza  4e  Theo^ 
dórico ,  al  presente  por  beneficio  del  mismo  se  encar- 
gó de  gobernar  la  tierna  edad  de  aquel  mozo,  y  sos- 
tener d  peso  del  reino  y  de  todo  el  gobierno:  escalón 
por  donde  vino  después  á  ser  rey.  Fuera  desto  Euta- 
ríoo ,  mozo  de  la  real  sangre  de  los  Ámalos  fue  desde 
España  llamado  por  Thodorico  con  esperanza  de  be- 
rodar  el  reino  de  Italia ,  por  canarle  como  le  cas4^  con 
BU  hija  Amalasuinta.  Era  Eularíco,  ostrogodo  de  na- 
ción, y  hallóse  en  la  batalla  Calalaunica  (1);  su  abue- 
lo fue  Veremundo,hyode  Turismuodo,  de  la  sangre 
y  aleuoa  de  los  Ámalos :  Turísmundo  desde  Scitiiia 
vino  á  España,  siendo  rey  Theodorico ,  sucesor  de 
Waitía:deste  fue  hijo  Witerico  y  nieto  Eutarico.  Lue- 
go  que  llegó  ¿  Italia,  Theodorico  demás  de  su  uobleza 
agradóse  oe  so  ingenio  y  condición,  y  asi  le  escogió 
por  yerno.  Lss  bodas  se  celebraron  con  aderezos  y 
tiestas  reoles  el  año  de  5  45,  el  cual  año  pasado ,  sien- 
do cónsules  Theodorico  y  Pedro ,  en  España  se  tuvo 
«n  concíKo  en  Tarragona  áseis  de  noviembre  (2).  En 
este  concilio  se  haUa  Ui  primera  vez  hecha  mención 
de  roonges  entro  las  memorias  de  España.  Mandóse 
que  to  tiesta  del  domingo  (á  fuer  y  á  la  manera  de  los 
nebreofi),  se  comenzase  desde  el  sábado  en  la  tarde. 
De  aquí  procedió  la  costumbre  de  les  españoles  que 
comunmente  tienen  la  noche  del  sábado  por  parte  de 
fiesta^  y  la  huelgan.  Firmaron  en  el  concilio  Hectnr; 
metropolitano  cartaginense,  que  aunque  irastadaíla 

(i)  No 68  verosimil .  porque,  segao  Casiodoro,  Eatarico 
se  caió  coo  la  bija  de  Theodorico  eo  ei  consulado  de  Antonio 
y  Floreocio  qoe  corresponde  il  auo  515 ,  y  ia  batalla  se  dio 
«n  451 :  tan  suponiendo  que  tuviera  entonces  catorce  ó  diez 
y  seis  anos,  resulta  que  debería  batirse  casado  á  los  setenta 
ú  ochenta. 

(i)  Se  celebró  el  auo  516  y  asistieron  á  él  diex  obispos, 
qoe  hicieron  entre  otros  cánones  los  siguientes : 

Que  se  arroje  de  la  clerecit  al  que  se  ocupa  en  comprar 
barato  y  vender  caro. 

Que  se  arrúje  de  la  Islesia  á  los  lectores  y  porteros  que  vi- 
van coo  so  mujer  sienoo  adúltera. 

Que  se  deponga  á  los  clérigos  que  siendo  jueces  reciban 
regalos  por  las  seutencias  que  dieren ,  como  sucJco  hacer  Jos 
seculares.         • 


uasí^AB  r  mna* 

aquella  dígnidodá  Toledo,  eosM^de  son»  aodlp^  to- 
davía aqueUoa  obispos  continuaban  aquel  título,  y 
antes  del  firmó  Juan  Tarraconense  y  ninlo  Empu« 
rítaao. 

El  año  que  se  siguió  luego  después,  qa»  fae  fl 
de  517  del  nacimiento  de  Cristo ,  se  celebro  el  eooci- 
lio  Geruodense  (3)  en  Girona.  En  él  conforme  ¿  la 
costumbre  de  Francia,  donde  Mamerco  obispo dir 
Yiena  porque  rabiaban  los  lobos  para  aplacar  i  Dios, 
invento  las  letanías,  ordenaron  los  padres  que  eo  Es- 
paña se  hiciese  lo  mismo  después  de  Pentecostés, 
pascua  de  Espíritu  Santo,  y  también  el  mes  de  no- 
viembre. Asimismo  Ormisa  pontífice  por  estos  tíeo- 
pos  gobernaba  k  I^Ma  romana  :  escribió  así  en 
particular  á  Juan  obispo ,  conviene  á  saber  Tarraco- 
neose*  presidente  en  estos  dos  concilios,  c^mo  tam- 
bién en  común  á  todos  los  obispos  de  España  ana 
carta  en  que  manda  que  eo  la  metrópoli  por  lo  menos 
cada  año  se  hagan  (mmicIIíos  de  obispos:  ca  los  anti- 
guos estaban  muy  persuadidos  que  consistia  la  salui 
de  las  iglesias  en  esto ,  por  ser  miiy  á  propósito  para 
apretar  la  severidad  de  la  disciplina ,  que  por  culpa 
de  los  hombres  se  suele  muchas  veces  aflojar.  Hay 
además  desto  carta  de  Hormisda  para  Salustio,  obispo 
de  Sevilla,  en  que  le  hace  su  vicario  para  concertar 
las  diferencias  que  resultaban  éntrelos  obispos  de  U 
España  citerior,  sin  perjudicar  |>or  tanto  á  los  privi- 
legios y  derechos  de  los  inetropolitaoos.  Por  esta  cau- 
sa ,  y  porque  Amalarico  puso  la  silla  real  (4)  y  por  la 
mayor  parte  residió  en  Sevilla,  los  obispos  de  aqaella 
ciudad  alcanzaron  autoridad  que  competía  con  ia  de 
los  primados,  como  queda  ya  apuntado. 

Muerto  Hormisda,  en  tiempo  de  su  sucesor  que 
fue  Juan  el  primero  de  aquel  nombre ,  que  elí^neroa 
ádoce  de  agosto  del  año  od  523,se  tuyieron  en  Espa- 
ña dos  concilios  de  obispos ,  el  uno  en  Lérida  y  el 
otro  en  Valencia  (5),  en  que  no  hay  otra  cosa  digna 

(3)  A  él  asistieron  el  metropolitano  de  Tarrairona  y  otros 
seis  obispos  de  la  provincia,  que ,  ademas  de  otras  disposi- 
ciones ,  acordaron  t 

Que  los  eclesiásticos  desde  el  obispo  hasta  los  sobdíáeonos 
no  habiten  coa  sus  mujeres,  y  si  quieren  mir  con  eltos  teH- 
dria  ca  so  compañía  uno  de  sus  hermanos  qoe  paeda  dar 
testioMBÍo  de  su  conducta . 

Que  los  clérígos  que  no  están  casados  ao  teagao  tw^er  es- 
traua  para  cuidar  de  su  casa ,  á  no  ser  que  sea  su  madre  ó  su 
hermana. 

Que  no  se  eleve  á  la  clericatn'ra  al  qoe  ha  tenido  comercio 
carnal  con  alguna  mujer,  aunque  se  haya  casado  con  ella 
después  de  muerta  su  mujer. 

(4)  Ningún  eseritortle  aqael  tiempo  trae  este  beetioqoe, 
siendo  da  tanta  cousidencton  ^  ao  hubieran  eaMado  acguia- 
mente. 

(B)  El  cardenal  Aimirre  dice  que  se  celebraron  en  510: 
de  sus  cánones  trasladaremos  al^unus,  como  lo  hemos  hecho 
ya ,  Que  dan  á  conocer  sutlcientemeote  el  estado  mural  de 
aquella  sociedad  y  en  particular  de  la  clerecía. 

Los  que  cometen  adulterio  ha^an  siete  a&i»  penitencia ,  y 
si  son  clérigos  sean  privadas  de  las  funciones  de  su  orden  para 
siempre,  y  después  de  siete  años  podrán  solamente  caula r 
en  el  coro.  Los  (¡ue  hacen  perecer  los  niuOs  concebidos  ó  ua- 
cidos  de  adultf'rio ,  y  los  que  dan  drogas  ó  (jociooes  para  co- 
meter estos  crímeues  deUstabies,  uo recitian  la  comuoiga  si 
no  en  l:i  muerte. 

Los  que  Tíven  en  el  incesto  no  estén  en  la  Igl<^ia  si  noel 
tiempo  que  están  los  catecúmenos,  y  que  ningún  cristiano 
coma  fou  ellos. 

Si  los  qoe  sirven  al  altar  caen  coa  fragilidad  fn  el  pecado 
de  incontinencia,  y  después  dan  sermles  de  arrepentimiento, 
el  obi^ipo  podrá  restablecerlos  en  su  oficio,  pero  no  promo- 
verlos á  las  órdenes  superiores ;  y  si  recaen,  que  se«a  sepa- 
rados de  la  comunión  hasta  la  muerte. 

Que  sean  escomulgados  los  que  violan  una  viuda  que  ha 
hecho  voto  de  continencia  ó  una  religiosa ;  y  si  la  reltgiusa 
no  se  separa  del  que  la  ba  violado  que  sea  esoomolgada. 

Los  clérigos  que  maltratan  á  sus  esclavos  4^  los  sacan  de 
las  iiflestas^  sean  privados  de  su  dignidad  hasta  que  hayan 
hecho  penitencia. 

Que  los  clérigos  que  tienen  familiariJad  coo  mujeres  es- 


HlSraillA  DE  ESPAftA 


i» 


4e  memoria  «bo  q[««  ea  «I  de  Lérida  m  hace  meocion 
de  Abad  y  de  Arcediano.  Algunos  piensan  se  celebró 
«n  este  tiempo  el  concilio  de  Zaragoza  qne  and^  Tdl- 
garmente  en  los  libros  de  los  cóndilos,  sin  que  haya 
para  ello  ni  argvmento  (pe  convenza ,  ni  conjetura 
bastante  por  no  tener  señalado  ni  tiempo  cuando  se 
celebró,  ni  cónsules.  Vedóse,  empero  en  él  que  nin- 
guno tomase  nombre  de  doctor  sino  conforme  at  or- 
den de  derecho  :  asimismo  se  mandó  que  no  se  diese 
el  velaá  las  vírgenes  antes  de  ser  de  cuarenta  años, 
renovando  en  esto  los  decretos  de  León  Magno  y  de 
otros  pontífices  y  concilios. 

Muñó  el  pontifíce  Juan  á  veinte  y  siete  de  mayo 
año  de  nuestra  salvación  de  -52^  en  Revena  del  mal 
olor  de  la  cAroel ,  ea  qne  Theodoríco  le  puso ;  ca  en* 
soberbectde  por  haber  sujetado  tanta»  naciones,  vol- 
vió la  guerra  y  amenazas  contra  la  Religión  Gristiaoa 
y  coi^tra  Djos«  Justino  Auguato  sucesor  de  Auasta* 
sio ,  con  celo  de  la  católica  religión  en  que  maravillo- 
sámente  se  señalaba ,  mandó  desterrar  los  arríanos 
de  todo  el  Qrieote^  Este  decreto  de  Justino  dio  tantas 
pesadumbres  á  Theodoríco  (ca  entrambas  naciones 
de  los  godos  seguian  la  secta  arriana)  que  envió  por 
sus  enmajadores  á  Juan  pontífice  romano  y  al  obispo 
de  RÉfena  y  á  algunos  principales  del  senado  para 
amenazar  ai  emperador,  que  si  no  le  revocaba ,  él  der- 
ribaría los  templos  de  fos  cristiauos  en  Italia,  y  asola- 
na la  ciudad  de  Roma  y  á  todos  los  católicos.  Hizo  su 
embajada  el  nontifíce.  Festejóle  mucho  el  empera- 
dor, V  hónrelo  magnificameate  conforme  á  lo  que 
pedia  la  razón.  Coronó  al  emperador  de  su  mano;  y 
dado  que  le  persuadió  revocase  el  edicto,  vuelto 
después  de  la  embajada ,  fue  por  Theodoríco  encar- 
^  celado  por  sospechar  que  la  honra  que  le  hicieron,  sti 
'enderezaba  á  entregará  Italia  i  los  griegos,  y  que 
era  aficionado  á  la  parte  de  los  emperadores.  Murió 
el  santo  pontífice  en  la  prisioq.  La  iglesia  le  tiene  en 
el  número  de  los  santos  mártires ,  y  le  hace  particu-* 
lar  fiesta  todos  los  años  el  mismo  dia  que  murió.  Fue- 
ren comprendidos  en  esta  misma  causa  Simacho  y 
Boecio  hombres  principales,  que  hablan  antes  idoá 
Constantinopla  con  embajada.  Túvolos  hasta  este 
tiempo  presos,  en  que  les  mandó  dar  la  muerte. 

Siguióse  en  breve  la  venganza  de  Dios ,  porque  al 
principio  del  mes  de  setiembre  próximo  el  mismo 
Theodoríco  murió  por  juicio  divino  y  en  venganza 
de  aquellas  injustas  muertes.  Dejó  por  sucesor  en  el 
reino  de  Italia  á  su  nieto  Athalarico  nacido  de  su  hi- 
ja Amaiasiúnta ;  de  cuya  flaca  edad  v  del  peso  de  Jas 
cosas  por  ser  muerto  ya  su  padre,  la  madre,  mujer 
de  ánimo  varonil,  se  encargó.  Por  la  muerte  de  Theo- 
doríco el  otro  su  nieto  Ainalarico  comenzó  libremen- 
te á  gobernar  el  reino  de  los  visogodos;  desde  el  cual 
tiempo  algunos  cuentan  los  años  de  su  reinado  (i) 
ni  liay  mucho  que  hacer  caso ,  ni  mucha  diferencia 
en  lo  uno  y  en  lo  otro ;  pues  consta  que  Theodoríco 
tn  tanto  que  él  vivió,  reinó  en  España  sea  en  su 
nombre .  sea  en  el  de  su  nieto ,  y  en  todo  se  hacia  su 
voluntad.  Luego  que  Amalaríco  se  encargó  del  reiao 
lo  primero  de  todo  asentó  paz  con  los  reyes  de  Fran- 
cia ,  casándose  él  con  una  hermana  dallos  hija  de 
Giodoveo  ya  difunto,  que  se  llamaba  Crotilde.  Dióselc 
en  dote  el  estado  de  Tolosa,  que  fue  restituirle  á  los 
godos  €0^0  antes  era.  La  paz  asentada  desta  manera 
alteró  la  locura  de  Amalaríco  por  esta  ocasión.  Era 
Crotilde  dotadade  una  virtud  singular :  su  madre  que 
el  mismo  nombre  tenia,  la  amaestrara  en  el  culto  de 
la  verdadera  religión.  Esto  fue  ocasión  de  exasperar 

traaas ,  leaa  privados  de  las  fundones  de  so  miQi£terío  si  no 
Bc  abstienen  después  de  haber  sido  amonestados  una  ó  dos 
veces. 

(t)  Suelen  contarse  ó  desde  que  Theodoríco,  rey  de  los 
ostrogodos  le  entregó  el  reino,  que  fue  el  ano 522,  ó  desde 
que,  muerto  Theodoríco,  quedo  dueño  absoluto,  que  fue 

el  sao.  'I 


en  gran  manera  el  ánimo  de  su  marido  por  ser  de 
secta  arriano.  El  vulgo  cuando  iba  ¿  los  templos  éet 
los  católicos  la  decian  afrentas,  la  ultrajaban ,  y  le  ti- 
raban cosas  sucias  :  disimulaba  el  rey  en  esto ,  y  auv 
cuando  volvía  la  recebia  con  gesto  torcido  y  «irado: 
á  los  denuestos  y  soltura  de  la  lengua  anadia  gotpes 
y  cardeuales,  tanto  que  le  hacia  muchas  veces  saltar 
lasungre. 

Sufrió  ella  esta  vida  tan  áspera  por  mucho  tiempo 
con  grande  constancia.  Coníuba  con  su  paciencia  y 
ejercicios  de  piedad  ablandar  algún  tiempo  y  ganar 
eioruel  ánimo  de  su  marido.  Mas  últimamente  per- 
dida la  esperanza  y  quebrantado  su  ánimo  oon  los 
malos  tratamientos  que  la  hacia ,  esbribíó  una  carta 
á  su  hermano  el  rey  ChUdebertci ,  y  oon  ella  le  eqvió 
juntamente  un  lieozo  bañado  en  su  misma  sangre. 
Avisábale  de  las  desventuras  que  días  y  noches  pasa» 
ha :  pedíale  que  favoreciese  á  su  hermano  que  mu^ 
cho  bmaba ,  autos  quo  de  todo  punto  le  consumiesen 
el  lloro  y  lágrímas  que  vida  tan  amarga  le  cansaba) 
con  el  largo  silencio  hasta  entonces  hania  disimulado* 
tantas  ibjurias ;  esperando  que  la  muerte  daría  fin  á 
tantos  trabajos  {lo  que  ojalá  sucediera  antes  que  ver- 
se puesta  en  aquella  necesidad  de  revolver  sus  her- 
manos con  su  marido)  á  lo  menos  esperaba  (|ue  mu- 
daría aquel  hombre  la  condición  y  se  trocana ;  pero 
que  todo  sucedía  al  revés,  ca  unas  injurias  se  traba- 
ban de  otras,  y  de  cada  dia  le  daba  mas  triste  y  des- 
venturada vida  :  los  regalos  y  caricias  reoompensaba 
con  crueldad  ^Jas  buenas  obras  con  que  muchas  ve- 
ces se  amansan  las  fieras,  trocaba  en  fiereza  :  quB 
todo  esto  le  venia  no  por  otra  causa,  sino  por  perse- 
verar constantemente  y  tener  firme  en  la  religión  de 
sus  mayores  y  que  su  madre  dulcísima  le  enseñara: 
sacudieren  aquel  yugo  tan  grave  y  tiránico  que  con 
voz  de  casamiento  pusieron  sobre  sus  espaldas ,  pu- 
siesen los  ojos  en  Dios,  que  esperaba  no  faltaría  á 
tan  justa  querella  y  tan  buena  demandiBi ':  que  Amala- 
rico  no  era  hombre,  sino  deb^o  de  figura  humana 
una  bestia  fiera,  compuesto  de  crueldud  y  soberbia 

Íf  de  todos  los  males :  sino  creían  á  sus  palabras,  por 
o  menos  les  moviese  la  vista  de  su  sangre,  que  suele 
embravecer  los  toros  y  leones  :  si  poir  el  deudo  no  só 
movian ,  el  respeto  de  la  humanidad  los  despertase, 
pues  en  ninguna  cosa  los  reyes  mas  semejan  á  Dios 

aue  en  levantar  á  los  caídos  y  injustamente  maltrata- 
os ,  mayormente  si  son  mujeres  nacidas  de  sangre 
real ,  y  desde  su  primera  edad  cria4as  con  mejores 
esperanzas. 

rA  reino  de  los  francos  estaba  en  esta  sazón  divi- 
dido entre  los  hijos  del  rey  Clodoveo  en  esta  forma: 
Chiidfebertoera  señor  de  Paris,  Clotario  de  Soessons, 
Clodomiro  de  Orliens,  á  Theodoríco  obedecían  los 
de  Metz  de  Lorena  :  todos  se  llamaban  reyes.  Estos 
como  tuviesen  compasión  de  la  desventura  de  Crotil- 
de su  hermana ,  y  encendidos  por  esta  causa  en  fu- 
ror contra  el  Visogodo  y  contra  la  injusticia  que  le 
hacia ,  juntaron  sus  fuerzas  y  movieron  en  busca  del 
enemigo.  Hallábase  Amalaríco  desapercibido ,  y  en 
el  negocio  culpado  :  la  conciencia  do  sus  maldades  le 
atemorizaba  :  determinó  ponerse  en  huida.  Pudiera 
escapar  y  salvarse,  sino  que  ciego  por  castigo  de  Dios 
con  la  codicia  de  las  piedras  preciosas  que  dejaba  en 
sus  tesoros ,  volvió  de  príesa  á  la  ciudad,  que  se  en- 
tiende fue  Barcelona.  Quita  la  divina  venganza  el  se- 
so á  los  que  quiere  derribar ;,  y  así  fue  que  como  la 
ciudad  fuese  ya  entrada,  y  estuviese  en  poder  de  los 
francos ,  Amalaríco  sin  saber  qué  hacerse ,  quiso  re- 
tirarse á  sagrado  y  valerse  de  un  templo  de  la  religión 
católica  que  él  hat>ia  violado  pon  tantas  injurias.  No 
le  valió ,  ca  en  el  mismo  camino  pereció  pasado  do 
un  bote  de  la  lanza  de  un  soldado.  San  Isidoro  escri- 
be que  Amalaríco  fue  muerto  en  Narbona,  y  que  se 
dio  allí  la  batalla.  Nosotros  tenemos  por  mas  cierta 
la  opíuion  y  autorídad  de  Gregorio  Turonense ,  qua 


|4t  MULIOTEC*  DE 

rufl  algún  taUlo  mas  antiguo ,  y  refiere  el  caso  como , 
na^li  paeito. 

AdoD  Vienenie  dice  que  los  francos  díacarneroa 
por  toda  España  en  prcisccucion  de  la  Tictoria,  v  que 
echaron  por  el  soelo  después  de  lar^  cerco  í  Tole- 
do ,  ciudad  puesta  en  medio  de  Espuna ,  y  de  usieuta 
muy  fuerte.  Aüade  que  ganaron  muchos  otros  pue~ 
blof  1  ciudades  con  el  mismo  curso  de  la  victoria. 
Procopio  dice  que  quitaron  toda  la  Gallia  Gótica  á 
los  godos :  el  silencio  en  esta  parte  de  los  otros  escri- 
tom  hace  que  no  se  pueda  poner  talo  por  dierto,  y 
porque  consta  que  los  reyes  siguiHites  de  los  visogch- 
dos  ettendian  su  imperio  y  jurisdicción  en  la  Gallia 
basta  d  río  RhódBDo.CaDsla  otrosi  que  ÁmalasiunlB 
deunea  de  )a  muerta  de  Tbeodorico  su  ^adre  áiü  la 
Proeoia  á  Theodoberto  hijo  de  Theodorico,  rey  de 
Lorana  ya  difunto ,  y  esto  porque  los  francos  no  He- 
neen mal  el  poseer  los  oslrosodos  alguna  parte  en 
'  la  Gallia ;  lo  demds  deja  á  los  Tisogodo»  coolenU  con 
el  imperio  de  Italia.  Lomas  cierto  que  CliUdeberto se 


GASfÁK  1  aoiG. 

apoderó  de  los  tesoros  de  Analaríeo,  edtre  loa  cuales 
halló  tfrnamei>toB  de  la  Iglesia ,  que  eran  de  oro .  y 
que  recobrada  su  hermana,  se  volvió  áiu  tierra.  Hu- 
no Airalarico  año  del  Señor  de  531  :  reinó  cinco 
bños,  bien  que  sí  queremos  tomar  el  principio  de  su 
reinado  desde  la  muerte  de  Gesalico ,.  habremos  de 
confesar  que  tuvo  el  imperio  veinte  años.  Crotilde 
su  mujer  murió  én  el  mismo  Tiaje.  Un  cierto  autor 
dice  que  la  antigua  Abdera  fue  reedihbada  por  Ama- 
larico  con  nombre  de  Almería  (1))  que  es  apellido 
algo  semejante  as!  al  del  rey ,  como  al  antiguo  qoo 
tenia. 

También  es  averiguado  que  el  año  quinto  del  rei- 
no de  Amalerico  se  celebró  el  concilio  Toledano  se- 
Sundo  por  siete  obispos:  entre  los  demás  foeron  No- 
ridio  Bigerreose  y  Justo  Urgelitano.  Mandóse  en 
aquel  concilio  que  los  raoios  que  por  voluntad  y  to> 
to  de  sus  padres  se  racibiaa  y  entraban  en  los  cole- 
gios oclesiísticos ,  y  los  ordenaban  de  la  primera  ton- 
sura de  clérigos ,  cuando  viniesen  i  la  edad  de  diez 


Procer  j  optlntlc  (cdo. 


y  ocho  años,  en  público  les  preguntasen  s¡  querían 
guardar  castidad  :  si  consintiesen  y  yintesen  en  ello, 
que  de  allí  adelante  no  pudiesen  dejada  sti  profesión 
enlazarseen  hsatadurasdel  matrimonio;  sino  consin- 
tiesen ,  tuviesen  libertad  de  casarse :  mas  si  los  tales 
venidos  á  mayor  edad ,  con  voiuntaa  de  sus  mujeres 

Jnisiesenspartsrse  todavía  de  su  comunicación,  pu- 
iesen  ser  ordenados  de  urden  sacro.  Yerran  los  que 
por  ocasión  deste  decreto  piensan  le  que  no  fue,  que 
los  sacerdotes  españoles  por  este  tiempo  se  casaban. 
Presidid  en  este  concilio  Montano  prelado  de  Tiledo, 
y  metropolitano  de  la  primera  silla  de  la  provincia 
Cartaginense.  IldllBcse  dos  cartas  de  Montano,  la 
una  á  los  ciudadanos  de  Palencia ,  la  otra  á  Toríbio 
monge,  en  que  como  metropolitano  dice  le  incumbía 
elcuidado  déla  ciudad  de  Palencia,  y  que  por  cier- 


tas razones  quería  que  al  obispo  de  aquella  ciudad 
cütuvicseo  sujetas  Coca  y  Brilslvo. 

San  Ildefooso  en  el  libro  que  escribid  de  los  claroi 
varones  dé  España ,  hace  mención  de  estas  cartas ,  y 
dice  corría  muy  gran  fama  qqe  Mootaao  siendo  acu- 
sado de  deshonestidad ,  para  muestra  de  su  inocen- 
cia tuvo  en  el  seno  ascuas  vivasen  tanto  que  decía 
la  misa,  sin  que  las  vestiduras  se  quemasen,  ni  sin 
que  se  G^agase  el  fuepo.  Deste  principio  parece  que 
tuvo  origau  en  España  aquella  costumbre  gene- 

{))  Si  et  njevo  nombre  se  diú  con  tal  motivo,  detenios 
rcrbaiar  que  liublese  sido  destruida  ta  antigua  Attdera  [>or 
cuanto  en  el  «oacilio  Hispalense  celebrado  ea  el  año  390  asis- 
(ió  y  Brniú  el  obispo  abderilaho,  m  i  líber,  setenta  y  tres 
aúoj  (¡espne*  de  la  oiuerte  de  Amilaríco. 


nlnwnte  recdtidí  ea  otros  tiempoi ,  y  delta  dívenas 
T0CU  M  trata  en  1m  lew  de  los  godos ,  paro  contra- 
rá  á  las  ttivius,  de  la  coin|)urgaciaii  vulgar  para 
deaeargana  debiirt09,adaltanoB  j  otws  dditoi  coaa- 
do  i  algunos  se  les  imponiaD.  Hactase  desta  manera 
y  por  este  drdan.  Bl  reo  primenmante  se  confesaba 
detiiBpMados:eiKeDdiaD  no  hierro  ó  traían  un  va- 
tode  agaa  hlrtiesdo:  bendecía  el  bierro  ó  agua  un 
saewdote  después  de  dicba  su  míu:  el  que  tocado  el 
hierro  ó  bebíaael  agua,  escapaba  del  peligro,  era  da- 
do por  libre  de  la  sospecha  ó  inramia  que  le  carga- 
bia.  Usóse  esta  costumbre  no  solo  entre  los  godos, 
sil»  también  fue  esbblecida  por  leyes  de  k»  otros 
reyes  de  España  y  de  las  demás  naciones  que  tenían 
el  nombre  ctistiaoo,  basta  tanto  que  üonorico  111 
pontiBce  romano,  trescientos  y  cincuenta  años  há, 
coDona  ley  qaa  biso  en  aste  propósito,  revocó  de  to- 
do punto  este  gínera  de  compurgacioa  vulgar. 

Flofocieroa  por  estos  tiempos  en  España  cuatro 
hermanos,  daros  por  los  estudios  de  la  sabiduria  y 
por  la  dignidad  episcopal  que  bidos  tuvieron.  Estos 
laeroo  lusto  Ui^itaoo,  cuya  declaración  y  exposi- 


ción sobre  los  cdnticos  anda :  JnEtiDiano  otÑspo  Va- 
lentino, este  compuso  un  libro  on  que  declara  cinco 
cuestiones  á  él  propuestas  por  uo  cierto  llamado 
Rustico,  ea  á  saber  del  Espíritu  Santo,  de  los  bono- 
siacús.  que  por  otro  nombre  eran  ptiotinianos ,  de  la 
rriDioaa,  y  que  el  bautismo  cristiano  no  se  lia  de 
ilerar,yqae  diGere  del  bautismo  de -San  Juan:  el 
tercero  fue  Nebridio  obispo  Acátense,  vivió  en  la  Ga- 
llia  GÚthica:  el  cuarto  fue  Blpidío.del  cual  no  se  sabe 
doade  fue  obispo.  Fuera  destos  vivió  en  esta  era 
Áprigío  obispo  d«  Beja  en  Portugal ,  famoso  por  tos 
comentarios  que  escribió  sobre  el  Apocalipsi  (que 
hemos  *iito)  y  claro  por  el  testimonio  del  mumo  San 
Isidoro. 

CAPITULO  vm. 

De  los  reyes  Theudis  y  Thendiseio 

Pon  la  muerte  de  Amalarico,  como  quier  que  uo 
tuviese  hijos,  faltó  de  todo  punto  la  atcuña  de  los  re- 
yes visigodos,  y  el  reino  vino  aparar  en  Theudis  de 
nación  ostrogodo.  Los  principólos  de  los  visigodos 


HMrtt  ie  TIh'UJis. 


procuraron  que  fuese  su  rey  por  ser  escelente  en  las 
artes  de  la  guerra  y  de  la  paz,  y  por  la  esperiencia 
de  cosas  que  tenia  y  su  singular  prudencia ;  demás 
que  babia  ganada  la  voluntad  de  muchos  en  ti  tiem- 
po de  su  gobierno  aue  tuvo  en  la  meoor  edad  de 
Amalarico ,  y  mandó  sobre  ta  república  ¿  su  volun- 
tad. Su  mujer  por  ser  persona  muy  poderosa,  y  de  lo 
mas  noble  oe  España ,  le  trajo  en  dote  un  estado  de 
que  se  podían  armar  dos  mil  combatientes.  Todo  es- 
to fue  como  escalón  para  que  en  este  tiempo  alcan- 
zase el  reino.  El  rey  Theodi)r¡co  ostrogodo  con  el  cui- 
dado en  que  le  ponían  las  cosas  de  su  nieto,  trató 

TOXO   t. 


los  anos  pesados  de  bacer  que  Theudis  volviese  & 
llalla  con  muestras  de  querer  honrarle  ¡  pero  él  en- 
tendido este  artificio ,  procuró  con  todo  cuidado  di 
vertirlo.  En  el  tiempo  que  reinóTheudis  en  España, 
se  mudó  en  Roña  la  formado  gobernar  la  república, 
porque  se  quitó  oí  nombre  y  poder  de  los  cónsules  el 
uño  de  541 ,  en  que  Ela  si  lio' llamado  lunior  sin  com- 
pañero fue  el  postrero  que  tuvo  el  consulado  (<). 

(1)  Alanos  cónsules  que  después  deíl  se  encuentran  do 
se  creaban  «analmenle  sino  por  stsnna  ocasioa  estraordi- 
naria. 


Ii6 


BIBLIOTECA  DE  G\SPAR    T   ROIG, 


El  año  siguiente  Childeborlo  rey  de  los  francos  y 
Clotario  su  hermano  por  no  estar  del  todo  satisfechos 
con  la  venganza  pasada  tornaron  á  hacer  guerra  á 
España;  y  después  que  por  todas  partes  talaron  la 
provincia  Tarraconense,  pusieron  cerco  sobre  Zara- 
goza. Los  ciudadanos  en  aquel  peligro  hicieron  re- 
curso á  San  Vicente  mártir,  á  quien  tenian  por  patrón: 
los  varones  enlutados ,  las  mujeres  sueltos  los  cabe- 
llos ,  y  cubiertas  con  ceniza  andaban  en  procesión 
todos  los  dias  alrededor  de  los  muros  de  la  ciudad, 
en  que  llevaban  la  túnica  de  San  Vicente,  con  la  cual 
y  con  lágrimas  imploraban  la  ayuda  del  cielo.  Childe- 
oerto  pensó  al  principio  qae  aquel  lloro  femenil  era 
á  propósito  de  algunas  encantaciones  y  hechicerías 
que  hacian :  después  sabida  la  verdad  de  uno  ^ue 
prendieron ,  y  con  recelo  de  algún  castigo  del  cielo 
por  este  respeta  si  pasaba  adelante,  templó  su  saña  y 
cesó  de  hacerles  mas  agravio.  Diéronle  los  ciudada- 
nos á  su  instancia  la  vestidura  ó  orariode  San  Vicen- 
te :  él  como  sí  fueran  grandes  despojos  de  los  enemi 
gos  la  llevó  á  París ,  dond«)  edificó  un  templo  en  el 
arrabal  en  nombre  de  este  Santo ,  que  al  presente  se 
llama  de  San  Germán,  y  es  á  manera  de  alcázar  con 
foso  y  con  adarves,  sus  troneras  y  traviesas,  apartado 
de  los  demás  edificios.  Fuélo  esta  rica  joya  agradable, 
asf  por  la  devoción  que  él  tenia  al  mártir,  como  por 
la  venganza  que  con  esto  parecia  tomar  de  las  inju  - 
rías  pasadas,  y  porque  serviría  esta  prenda  en  ade- 
lante como  de  memoria  de  la  victoria  que  ganaron. 
Si  bien,  como  IsMoro  escribe,  los  francos  á  la  vuelta 
se  vieron  en  estremo  peligro  por  estar  apoderado 
Thcudiselo  con  parte  de  los  godos  de  las  hoces,  es- 
trechuras y  pasos  de  los  Pirineos. 

El  rey  Tlieudis  á  causa  de  tener  menos  fuerzas  ,  y 
por  estar  desapercibido  de  todas  las  cosas ,  temía  en 
lugar  abierto  presentar  la  batalla,  y  pretendía  con 
aquella  ventaja  de  lugar  por  medio  de  Theudíselo 
aprovecharse  de  sus  contrarios.  Sucedió  como  pen- 
saba, que  los  francos  fueron  en  aquellas  estrechuras 
cercados  por  todas  partes,  maltratados  y  destrozados 
en  tanto  grado,  que  compradas  las  treguas  á  dinero, 
apenas  últimamente  con  voluntad  de  Theudíselo  pu- 
dieron encumbrar  aquellos  montes  y  salir  á  campo 
raso.  A  esta  guerra  se  siguió  una  peste  con  que  innu- 
merables hombres  en  espacio  de  dos  años ,  que  fue 
el  tiempo  que  duró  este  mal,  perecieron  en  España. 
Tlieudis  con  deseo  da  satisfacerse  de  la  afrenta  rece- 
bida  ó  por  pretender  con  alguna  notable  empresa 
astender  la  fama  de  su  nombre ,  ó  lo  que  mas  creo, 
por  ayudar  á  los  vándalos ,  que  ya  de  tiempo  atrás 
corrían  peligro  de  perder  el  imperio  de  África,  pasado 
el  estrecho  puso  cerco  á  Ceuta ,  ciudad  que  está  en 
frente  de  España  á  la  entrada  del  estrectio ,  donde 
como  por  guardar  el  dia  del  domingo  cesase  el  com- 
bate ,  con  una  repentina  salida  que  los  cercados  hi- 
cieron, recibió  muy  grande  daño.  Los  que  estaban 
en  los  reales,  sin  faltar  uno  fueron  muertos:  el  rey 
con  parte  del  ejército  se  salvó  en  la  armada  oue  tenia 
en  el  mar,  y  le  fue  forzoso  volver  á  España.  Esto  su- 
cedió en  el  mismo  tiempo  que  Belísario  por  mandado 
de  Jttstiniano ,  emperador  que  era  de  las  provincias 
de  Oriente,  quitó  África  á  los  vándalos  (1),  cuyos 
señores  fueran  por  espacio  de  cien  años. 

En  la  prosecución  desta  guerra  sucedió  un  caso 
notable.  Fuscía  y  Gottrio  fueron  por  Gílimer,  rey  de 
los  vándalos,  enviados  con  embajada  á  Theudis  j^ara 
pedirle  socorro.  Tardaron  mucho  en  la  navegación, 
tanto  que  llegó  antes  que  ellos  la  nueva  de  lo  que 
pasaba,  y  los  que  venían  en  una  nave  de  África,  co> 
mo  testigos  de  vista  avisaron  de  un  gran  lloro  y  tra- 

(1)  Mariana  confunde  el  tiempo  de  los  sacesos,  porque 
Theudis  fue  á  sitiar  á  Ceuta  el  ano  548  se^n  San  Isidoro, 

5  poco  después  murió ;  y  Belísario  se  apoderó  del  África  y 
estniyó  el  imperio  de  los  vándalos  en  551. 


bajo  de  África,  que  Cartago  era  tomada,  el  rey  de  los 
vándalos  Gílimer  preso,  y  el  reino  de  los  vándalos 
acabado.  Los  embajadores  no  sabían  desto  nada: 
preguntados  po»  el  rey  Theudis  en  qué  estado  que- 
daban las  cosas  de  Gílimer,  respondieron  que  en  roujr 
bueno.  Fuéles  mandado  que  sin  tardanza  volviesen 
á  África,  y  que  allí  esperasen  la  respuesta  de  todo  lo 
que  pedían.  Ellos  sospechosos  que  el  rey  estaba  to- 
mado del  vino  por  haberlos  festejado  con  un  gran 
convite  en  que  largamente  se  bebió ,  el  día  siguiente 
tornaron  á  referir  su  embajada.  Como  les  fuese  res- 
pondido lo  mismo ,  cayeron  en  la  cuenta  del  mal  y 
daño  sucedido;  y  tuvieron  por  cierto  que  (mal  peca- 
do) el  reino  de  los  vándalos  era  destruido,  y  África 
reducida  al  poderío  del  imperio  romano.  Volvieron  á 
África,  y  presos  no  lejos  de  Cartazo  por  los  solda- 
dos romanos ,  dieron  noticia  á  Belísario  de  todo  lo 
que  pasaran. 

Después  desto  vinieron  nuevas  de  Italia  que  por  el 
esfuerzo  primeramente  de  Belisarío,  después  de  Nar- 
sete ,  que  le  sucedió  en  el  cargo  de  general  por  el 
imperio  ,  el  reino  de  los  godos  quedaba  deshecho, 
vencidos  en  batalla  y  muertos  Theodato,  Vitiges,  II- 
debaldo ,  Ardarico  ,  Totila  y  Teya  ,  todos  por  orden 
reyes  de  Italia  después  de  Theodorico.  Con  esto  la 
república  romana ,  como  juntados  en  un  cuerpo  to- 
dos sus  miembros  antes  destrozados ,  después  de 
largo  tiempo  comenzaba  á  reducirse  en  su  antigu  i 
dignidad  y  resplandor  en  tiempo  j  por  el  valor  drl 
emperador  Justiniano ;  en  cuyo  imperio  tuvieron 
fuerzas  las  armas  contra  los  estraños,  bien  asf  como 
el  consejo  y  prudencia  en  su  casa.  En  lo  que  mas  se 
señaló  fue  que  con  ayuda  principalmente  del  jure- 
consulto  Treboniano  hizo  reducir  la  muchedumbre 
de  leyes  ,  que  andaban  derramadas  casi  en  dos  mil  li- 
bros, con  buen  orden  á  pocos  volúmenes.  Lo  primero 
que  se  compuso,  fue  el  código  á  ejemplo  del  de  Theodo- 
sio:  después  la  Instítuta  y  Digestos:  diligencia  que  le 
acarreó  así  bien  como  cualquiera  otra  cosa  que  hi- 
ciese, gran  renombre  y  fama. 

Por  el  mismo  tiempo  los  arríanos  dieron  la  muerte 
en  Marsella  á  San  Laureano,  varón  admirable  ,  hún- 
garo de  nación ,  y  que  en  Milán  se  ordenó  de  sacer- 
dote. Perseguía  en  aquella  ciudad  la  secta  arriana 
con  grande  libertad.  Pretendió  darle  la  muerte  el  rey 
Totila  que  á  la  sazón  era  rey  de  Italia:  huyó  ñor  es- 
capar de  aquel  peligro  sin  parar  hasta  llegará  Sevilla: 
allí  dio  tales  muestras  de  su  virtud,  (j(ue  después  de 
la  muerte  de  Máximo  le  eligieron  enobispo  de  aquella 
ciudad.  Hacia  grandes  diligencias  Totila  para  darle 
la  muerte.  Amonestóle  en  sueños  Dios  del  peligro 

aue  corría :  embarcóse  en  una  nave  para  ir  á  Roma, 
defieren  que  eii  aquel  camino  dio  la  vista  á  un  ciego, 
V  que  llegado  á  Roma ,  el  pontífice  le  hizo  mucha 
honra.  Desde  á  poco  dio  la  vuelta  á  Marsella,  ciudad 
que  en  este  tiempo  estaba  en  poder  de  los  romanos: 
allí  finalmente  los  arríanos  le  dieron  la  muerte.  El 
obispo  de  Arles  procuró  que  bu  cuerpo  fuese  sepul- 
tado en  Besiers  de  Francia.  La  cabeza  llevaron  á  Se- 
villa, y  con  su  llegada  aquella  ciudad  quedó  luego 
libre  (fe  la  hambre  y  de  la  peste  (¡ue  padecía,  según 
que  él  mismo  á  su  partida  profetizó  que  sucedería. 

Siguióse  tras  esto  en  breve  la  muerte  de  Theudis, 
que  fue  el  año  de  Cristo  de  548 :  tuvo  el  reino  por 
espacio  de  diez  y  siete  años  y  cinco  meses.  Un  cierto 
hombre,  no  se  sabe  por  qué  causa,  se  resolvió  de  ma- 
tar al  rey  ó  morír  en  la  demanda.  Para  salir  con  esto 
fingió  y  aaba  muestras  de  estar  Joco.  Dejáronte  entrar 
do  estaba  el  rey :  embistió  con  él  y  metióle  una  es- 
pada por  el  cuerpo.  En  este  postrer  trance  conoció  el 
rey  y  confesó  ser  aquella  justa  venganza  de  Dios  por 
cierta  muerto  que  él  en  otro  tiempo  dio  á  un  su  capi- 
tán ,  debajo  cuya  bandera  en  su  mocedad  militaba  y 
le  tenia  jurada  fidelidad.  Llegó  á  tanto  su  codlricion 
que  mandó  á  los  que  presentes  estaban  no  hiciesen 


HISTORIA  DE  ESMNA. 


<i7 


ftlguu  mal  á  su  matador.  Bste  ejemplo  de  benignidad 
entre  los  otrod  males  que  luvo,  se  puede  alabar  en  4a 
vida  7  muerta  deate  principe,  janlo  ood  <¡ue  permitió 
á  los  obispo^  catóUcos ,  si  Dien  era  de  dirersa  secta, 
Qoe  se  juntasen  en  Toledo  j  hiciesen  eoacilio  para 
determmar  io  que  les  pareciese  acerca  de  ía  fe  y  de  lo 
tocante  á  la  renden. 

Gobernaba  la  iglesia  Romana  después  de  Juan  al 
Segunda  y  de  Agapito  ydeSilberioel  pontífice  Vigi- 
lio,  en  cuyo  tiempo  muerto  Tbeudís,  Tbeudiselo  por 
su  valentía  ( de  que  (tío  muestra  en  la  guerra  de  los 
francos)  y  por  la  nobleza  de  sé  linaje » que  era  hijo  de 
una  haráianffde  Totilareyde  los  ostrogodos,  por  vo* 
to  de  los  principales  snceclió  y  fue  hecho  rey  de  los 
visigodos.  Los  principios  de  su  reinado ,  y  las  espe* 
ransas  que  del  tenian  por  su  valentía  en  las  armas, 
en  breve  se  escurecieroa  y  trocaron  por  derramarse 
en  deshonestidad.  Muchos  de  los  suyos,  procurándo- 
lo él  fueron  muertos  de  secreto,  á  otrtts  levantaron 
falsos  testimonios  y  condenaron  en  juicio;  todo  á 
propósito  de  tomalles  sus  mujeres  para  hartar  su  lu- 
jaría. Por  esta  causa  fue  de  tal  manera  aborrecido,  y 
mcuiTió  en  desgracia  del  pueblo  y  de  los  principales, 
aae  se  conjurah>n  contra  él  y  le  mataron.  En  tiempo 
(te  Theudieelo  se  decía  oomonmentequeen  un  lugar 
cerca  de  Sevilla ,  que  hoy  se  Hama  Osseto ,  y  Plinio  le 
Ihuna  Osset ,  en  un  templo  de  los  romanos  y  católicos 
(asi  hasta  ios  mismos  arríanos  para  hacer  diferencia 
los  llamaban)  las  fuentes  del  bautismo^  aunque  cer- 
radas por  e^  obispo  en  presencia  del  pueblo  y  selladas 
con  diligencia^  el  jueves  de  la  semana  santa  (que  por 
traer  á  la  memoria  los  tormentos  que  padeció  Cristo, 
se  llama  también  la  semana  grande )  luego  el  sábado 
siguiente  cada  un  aík)  acostumbraban  á  henchirse  de 
Hgoa  sin  qne  nadie  supiese  de  donde  aquel  agua  pro- 
cedía ó  manaba. 

Elrey  Theudiselo ,  movido  por  la  fama  de  este  mi* 
lagro,  y  por  sospecha  que  era  engaño ,  ca  era  él  de 
secta  amano ,  como  una  y  otra  vez  pusiese  guardas, 
7  sin  embargo  las  fuentes  se  hinchesen,  mandó  que 
alderredor  del  templo,  porque  no  TÍniese  el  agua 
ocultamente  encanada ,  se  tiraae  un  foso  de  veinte  y 
cioco  pies  en  ancho  y  otros  tantos  en  alto.  En  esta 
obra  estaba  ocupado  cuando  los  suyos  se  hermana- 
ron coQtra  él  y  le  dieron  la  muerte.  Este  milagro  de 
las  fuentes,  como  lo  refiere  San  Isidoro  Pascnásío, 
obispo, en  una  carta  qiie  escribió  á  San  León  el  Mag- 
no, dice  que  acontecía  en  Sicilia*  Puede  ser  que  como 
es  ordinario,  trastrocadas  las  cosas  por  la  fama ,  h 
que  sucedía  en  una  provincia,  se  atribuyese  á  otra. 
Lo  que  en  este  caso  es  mas  jde  maravillar  que  San  Isi- 
doro uo  haya  hecho  mención  alguna  de  milagro  tan 
ílastre ,  y  que  conforme  alo  dicho  sucedió  en  España 
casi  en  su  miismo  tiempo,  mayormente  qqe  refiere  lo 
aae  liemos  dicho  del  milagro  de  Sicilia.  La  muerte 
(leste  rey  pasó  en  esta  manera :  en  Sevilla  acometie- 
roB  los  conjurados  la  casa  real ,  y  al  tiempo  que  yan- 
taba ,  le  dieron  la  muerte.  Reinó  diez  y  ocho  meses  y 
troce  días.  £1  reino  de  los  frunces,  que  por  muerte  de 
los  otros  reyes  de  Francia  se  juntara  en  Glotarío, 
muerto  él ,  se  dividió  en  esta  misma  sazón  en  cuatro 
partes  entre  cuatro  hijos  que  dejó :  lo  de  París  se 
dio  á  Chereberio  ^  lo  de  Metz  v  Lorena  i  Siglberto,  lo 
de  Soessons  á  Chílperico ,  lo  ac  Orliens  tuvo  Guotra- 
Do:  todas  estas  fueron  ciudades  reales,  y  ellos  se  Hu- 
maron reyes. 

CAPITULO  IX. 
De  los  reyes  Agtla  y  Athanagildo. 

Em  lugar  de  Tbeudiselo  por  elección  do  los  princi- 
pales sucedió  en  el  reino  Agila.  Gobernó  los  godos 
cinco  años  y  tres  meses:  fue  trabajado  de  adversos 
sucesos ,  que  se  continuaron  hasta  el  fin  de  su  vida. 
A  los  principios  puso  un  cerco  muy  apretado  y  de 

TOMO  1. 


mucho  tiempo  sobre  la  ciudad  de  Córdoba  que  no  le 
quería  obedecer.  Los  cercados  al  improvisonicieron 
una  salida .  en  uue  le  desbarataron  con  muerte  de  su 
hijo  y  péniida  de  otros  muchos  de  los  suyos  y  del  ba- 

gje.  Con  esto  alzójel  cerco  y  no  paró  hasta  Marida. 
»nocióseen  estejdesastre  el  poderío  del  mártir  Ascis- 
ck)  2  cuyo  teinplo  que  estaba  cerca  de  Córdoba ,  él 
había  profanado ,  ca  metió  en  él  sus  caballos :  asi  se 
persuadía  el  pueblo  que  era  castigo  del  cielo  y  pena 
de  aquel  desacato  por  la  devoción  que  al  mártir  te- 
nían. Y  San  Isidoro  escríbe  que  conio  por  aquella 
afrenta  j  revés  comenzase  á  ser  despreciado,  no  pa- 
ró el  daño  en  esto;  y  es  ordinario  ane  en  pos  de  la 
fortuna  va  el  favor  y  disfavor  de  los  noralnres.  Alzóse 
pnes  contra  él  Atbanagildo,  y  para  mas  fortificarse 
con  una  embajada  que  envió  al  emperador  Justinia- 
no,  prometió  que  si  le  acudiese  y  socorriese,  en  pago 
de  la  ayuda  le  entregaría  no  pequeña  parte  de  España 
para  que  volviese  á  la  obeJieucia  del  imperio  ro- 
mano. 

Fue  enviado  de  la  Gallia  Liberío  Patricio,  titulo  y 
uombre  que  antes  era  de  nobleza,  ya  en  este  tiempo 
lo  era  de  dignidad ,  inventada  por  Constantino  Mag- 
no con  niucbos  prívilegiosque  le  dio.  Entre losdemas 
uno  en  parUcuiiarera  muy  notable ,  que  tenia  mejor 
asiento  qne  los  prefectos  del  pretorio.  Con  la  venida 
de  Libenosedid  la  batalla  cerca  dé  Sevilla,  do  enten- 
demos fue  el  principio  de  aquella  rebehon.  Quedó  la 
victoria  por  Atbanagildo ,  y  con  esto  Agila  fuemuer- 
to  en  Herida  por  ¡os  mismos  principales  que  le  se- 
guían ,  ano  del  Señor  de  554.  Pesábales ,  es  á  saber, 
que  con  las  guerras  civiles  se  quebrantasen  las  fuer- 
zas y  perdiesen  laf>  riquezas  de  fosgodosque  en  tantos 
años  se  juntaran.  Temían  juntamente  á  ejemplo'y 
imitación  de  Italia  y  África,  que  por  aquel  caniino  los 
romanos  no  recobrasen  á  Empana  de  todo  punto. 

El  mismo  año  en  Gonstantmopla  por  diligencia  det 
emperador  Jnstiniano  se  tuvo  un  concilio  general  de 
ciento  y  setenta  y  cinco  obispos  contra  muchos  que 
soguian  las  coiniones  de  Orígenes,  ajenas  de  la  ver- 
dadera piedad.  En  aquel  concilío(que  entro  los  gene- 
rales es  el  quinto)  se  determinó  que  los  muertos 
podían  ser  descomulgados ;  y  ai  contrario  de  lo  qua 
Orígenes  enseñó  ,oire  ni  el  sol,  ni  las  estrellas,  ni  las 
aguas  que  están  soore  los  cielos,  son  ciertas  virtudes 
animadas  y  racionales.  Fue  también  reprobado  lo  que 
Tlieodoro  Mopsuesteno  había  dicho,  y  las  respuestas 
de  Tbeodorito,  y  una  epístola  de  Iba  Edosseno ,  que 
fueron  los  tres  capítulos  sobre  que  después  *resuUa- 
ron  grandes  debates,  tanto  que  por  esta  causa  mu- 
elles no  recebian  este  concilio.  Presidieron  en  este 
concilio  Mena ,  obispo  de  Constantinopla ,  y  muerto 
ét,  el  que  le  sucedió  que  fue  Eutycbío;  que  Vigílio 
pontífice  romano,  el  cual  presp  que  fue  en  Roma,  por 
mandado  del  emperador  le  llevaron  y  á  la  sazón  se 
hallaba  en  Constantinopla ,  nunca  se  quiso  bailar 
presente  á  las  acciones  del  concilio;  pero  confirmó 
por  sus  cartas  lo  que  los  padres  determinaron  y  de- 
cretaron, y  en  particular  se  dice  que  el  dicho  pontí- 
fice condenó  á  Orígenes.  Jornandes,  obispo  de  los 
godos,  continuó  la  historia  de  aquella  nación  hasta 
estos  tiempos,  en  que  Athana^ildo  por  la  muerte  de 
su  contrario  quedó  sin  contradicción  por  el  rey  de  los 
godos. 

Tuvoesterey  mucho  que  hacerportoda  la  vida,  y 
emprendió  guerras  muy  trabadas,  en  que  á  las  veces 
le  sucedió  prósperamente ,  á  las  veces  al  contrario; 
[lorque,  olvidado  de  lo  que  prometiera,  procuró  lue- 
go echar  á  los  romanos  de  toda  España ,  los  cuales  así 
por  el  asiento  que  poco  antes  se  tomara ,  como  por 
tuerza  de  armas  estaban  apoderados  de  una  parte  no 
pequeña  della ,  tanto  qpe  su  imperio  se  estendia  del 
un  mar  al  otro.  Tuvo  de  Gosuinda  su  mujer  dos  bi- 
jas, la  una  se  llamó  Galsuinda  ^  que  casó  con  Chilpe- 
rico  rey  de  Soessons  en  Francia,  la  otra  Brunechtlde 


iftS 


niDI.lOTECA  DE  f.  ASPAR  T  ROir.. 


gueerala  menop,  casó  con  Sigiberto  rey  de  Metz  en 
orena,  hermaDO  de  Gliilperko.  £$tas  dos  señoras 
por  diligencia  de  los  obispos  de  Francia,  y  por  medio 
de  su  doctrina^  dejada  la  secta  arriana  que  profesaran 
desde  su  tierna  edad,  fueron  instcuidasea  la  religión 
católica;  y  aun  no  falta  quien  diga  que  Atbanagildo 
de  secreto  seguia  la  religión  católica,  dado  que  por 
respeto  del  tiempo  en  púolico  profesó  la  secta  ama- 
na ,  por  miedo  (alo  que  se  entiende^  de  no  alterar  los 
ánimos  de  su  gente.  Reinó  quince  anos  y  seis  meses: 
murió  en  Toledo  de  su  enfermedad  año  de  567.  Máxi- 
mo Cesaraugustano  dice  que  este  rey  fundó  en  aque- 
lla c^iudád  el  monasterio  Agállense,  asi  dicho  de  una 
alquería  que  sollamaba  Agalia,  distantede  San  Pedro 
y  San  Pablo  PretorieoSe  docientos  y  cincuenta  pasos 
entre  Occidente  y  Septentrión.  Yo  creo  se  debe  leer 
entre  Oriente  y  Septentrión ,  por  lo  gue  adelante  se 
dirá.  En  Portugal  cuatro  leguas  deGuimaranes,  pue« 
blo  que  los  antiguos  llaman  Idania ,  á  la  ribera  del  rio 
Vicela  hay  una  aldea  con  nombre  de  AthanagUdo,  por 
▼entura  fundada  por  este  tiempo:  en  ella  su  ven  ci- 
mientos y  ruinas  de  ediGcios  que  muestran  fue  obra 
de  godos,  muy  diferente  de  la  fábrica  romana  y  de  la 
manera  y  primor  que  tenían  los  romanos  en  eaificar. 

Después  de  la  muerte  de  Atbanagildo  se  siguió  una 
vacante  de  cinco  meses;  don  Lucas  de  Tay  dice  de 
cinco  años  y  cinco  meses.  La  caui;a  fue  que  los  prin- 
cipales de  los  ^odos,  divididos  en  parcialidades  y  pa- 
siones ,  no  venían  de  conformidad  en  nombrar  lugiin 
particular  que  con  fuerzas  y  ingenio  sustentase  la 
rejjáblica  que  se  iba  á  caer.  Poco  caso  hacian  de  los 
danos  públicos  por  cumplir  con  sus  pasiones  particu* 
lares.  Gobernábala  iglesiaRomana  después  de  Vigiiio 
y  de  Peiagio  Juan  Illdeste  nombre.  Los  suevos  á  la 
misma  razón ,  señores  que  eran  de  Galicia ,  volvieron 
á  la  católica  religión  que  antes  dejaran,  renunciada 
la  secta  arriana  que  hablan  mucho  favorecido,  y  tra- 
bajado de  todas  maneras  á  los  católicos  en  aquella 
tierra  por  espacio  de  casi  cien  años.  Ayudó  mucho 
para  reducillos  la  diligencia  do  Hartino  Dumiense: 
era  húngaro  de  nación ,  y  con  grandes  peregrinacio- 
nes que  nizo,  anduvo  las  provincias  de  Oriente,  y  se 
hizo  muy  docto  y  muyaventajado  en  el  estudio  délas 
divinas  letras.  Este  insigne  varón  venido  en  España, 
dio  gran  muestra  en  Galicia  de  su  bondad  y  sabiduría; 
de  su  erudición  la  dan  bastante  los  libros  que  escri- 
bió, su  mucho  lustre  y  elegancia  de  pahibras,  las 
hermosas  sentencias  de  que  están  esmaltados.  Anda 
un  tratado  suyo  de  ira ,  otro  de  humildad  cristiana, 
otro  de  móribus ;  y  últimamente  de  la  diferencia  de 
Jas  cuatro  virtudes  cardinales :  en  los  cuales  porque 
con  las  muclias  sentencias  y  agudeza  del  estilo  se 
llega  mucho  á  la  semejanza  del  de  Séneca  ,  los  dos 
postreros  libros  andan  en  algunas  impresiones  en 
nombre  de  aquel  filósofo  puestos  entre  sus  obras. 
Edificó  desde  sus  cimientos  el  monasterio  Dumiense; 
y  mudado  después  en  obispado ,  de  abad  Dumiense 
se  llamó  obispo  del  mismo  título ,  y  mas  adelante  fue 
prelado  de  Braga  con  retención  de  la  iglesia  Dumien- 
se, que  unieron  con  el  nuevo  obispado  que  le  dieron. 
Después  de  muerto  por  la  mucha  (ama  de  su  santi- 
dad en  Galicia  y  en  parte  de  la  Lusitania ,  le  tuvieron 
y  tienen  por  santo  hasta  hacerle  fiesta  á  veinte  de 
marzo. 

Guando  los  suevos  abrazáronla  religión  católica, 
lenian  por  rey  á  Theodomiro.  Qué  reyes  después  de 
Hemismundo  (de  quien  se  habió  de  suso)  antes  de 
este  tiempo  hayan  tenido  los  suevos  no  se  sabe  ,  ca 
las  antiguas  memorias  y  historias  de  aquellos  tiempos 
han  faltado.  La  ocasión  de  reducirse  fue  esta :  acaeció 
muy  á  propósito  gue  elhiiomayordeTheodomiroque 
le  habia  de  suceaer  en  el  reino;  estaba  doliente  de 
una  grave  enfermedad.  Volaba  por  el  mundo  la  fama 
de  los  milagros  de  San  Martin  Turonense.  Envió  el 
rey  á  su  sepulcro  embajadores  en  romería  para  alcan- 


zar salud  para  su  hiio,  gue  llevaron  tanto  peso  de  oro 
ypUta  cuantoeca  el  delcuerpode  aquel  mozo.  Gomo 
mnguna  cosa  se  alcanzase  por  este  medb ,  entendió 
su  padre  que  diferenciarse  en  la  religión  y  seguir  la 
secta  de  Arrio  era  la  verdadera  causa  de  no  alcanzar 
de  Dios  lo  queUnto  deseaba  perlas  oraciones  deSan 
Martin.  Envió  nuevos  embajadores ,  qne  le  trigeron 
parte^el  manto  de  que  San  Martin  usaba  en  vida:  en 
el  entretanto  el  hijo  alcanzó  la  salud  deseada ;  y  sin 
embargo  por  voto  que  habia  hechosu  padre ,  y  coa 

2ue  se  obligara  si  alcanzase  lo  que  deseaba  y  pedia  á 
ios,  mandó  luego  edificar  en  nombre  de  San  Martin 
un  templo.  Algunos  piensan  gue  este  templo  se  hizo 
en  Orense  á  cansa  que  la  iglesia  Mayor  de  aquella 
ciudad  se  llama  del  nombre  de  San  Martin. 

No|)aróenesto  iadevocion  del  rey,antes  por  su  di- 
ligencia los  suevos  se  redujeron  públicamente  á  la 
religión  católica ;  y  para  mas  confirmarlos  en  agüella 
religton  pw  amonestación  de  San  Martin. Dumiense 
se  juntó  un  concilio  de  Braga  (i )  de  losobispos  de  Ga- 
licia el  año  tercero  del  reino  de  Theodomiro.  En  los 
actos  de  esteconcüio,  guefuéel  primero  entre  lesBra- 
carenses,  se  lee  el  nombre  del  rey  Ariamiroi  nexo  está 
la  letraerrada.  Fue  esto  el  año  deGristo  de  563.  Lu- 
crecio ,  obispo  de  Braga  sucesor  de  Profnturo ,  tuvo 
el  primer  lugaf  entre  ocho  obisposquealliseiíallaron. 
Después  del  Andrés  obispo  de  Padrón;  Martín  Du- 
miense. Lucencio  Gominorícense:  demás  desios  Co- 
to ,  Hiloerico,  Timotheo  y  Malioto  sin  declararen  qué 
iglesias  eran  obispos.  En  aquel  concilio  confirmaron 
la  religión  católica ,  y  reprobaron  la  secta  de  Prisci- 
liano.  Vedóse  conforme  a  la  costumbre  antigua  que 
los  cuerpos  de  los  difuntos  no  ,se  enterrasen  dentro 
de  los  templos.  Señaláronse  los  términos  á  cada  una 
de  las  diócesis  de  Galicia  hasta  donde  cada  cual  se  es- 
tendia ,  como  lo  dice  ítbaci  en  la  crónica  de  los  sue- 
vos ,  vándalos  y  godos. 

No  hay  duda  sinoque  por  estos  tiempos  hobodiver- 
sos  escritores  llamados  ithaciós  ó  idacios ;  y  entre 
otros  uno  que  cien  años  antesdel  en  que  vamos,  escri- 
bió una  historia  de  las  cosas  de  España  (2).  Algunos 
entienden  que  la  distinción  de  los  términos  ya  dicha 
se  hizo  ea  el  concilio  Lucense  ó  de  Lugo,  que  dicen 
se  tuvo  luego  el  siguiente  año,  movidos  por  memorias 
que  hay  desto  en  los  archivos  de  la  iglesia  de  Lugo. 
Esto  sigue  don  Lucas  de  Tuy  en  particular:  otros  se 
persuaden  por  razones  que  para  elloale^n,  que  en- 
tre estos  dos  concilios  hobo  espacio  de  seis  años;  mas 
todas  estas  opiniones  son  inciertas ,  ni  hay  para  que 
aproballas  ni  reproballas ,  cada  uno  conforme  á  su 
juicio  les  dará  el  crédito. que  le  pareciere;  yo  roe 

(1 )  En  este  codcUío  ,  que  se  tuvo  el  auo  S6S  en  el  reinado 
de  Tneodomiro ,  se  dispuso :  , 

Que  se  hagan  tres  partes  de  los  bienes  de  It  I^esu ,  una 
pan  el  obispo,  otra  para  el  clero  ,7  otra  para  la  fábrica  de 
la  iglesia,  que  estará  á  cargo  del  arcediano  con  obligación  de 
dar  cuenta  al  obispo. 

Que  no  se  ha^a  memoria  en  las  obligaciones  de  los  qne  se 
han  quitado  á  tí  mismos  la  vida ,  y  que  no  se  lleven  á  en- 
terrar sus  cuerpos  cantando  Salmos;  y  qne  observen  lo  mis- 
mo con  los  que  son  condenados  á  muerte  por  sas  crimeaes. 

Que  00  se  entierren  los  muertos  dentro  de  Jas  iffletias, 
sino  fuera  de  ellas  alrededor  de  sus  muros,  pues  si  Jas  ciu- 
dades tienen  el  privUegio  de  que  no  se  puedan  enterrar  los 
muertos  en  el  recinto  de  sus  murallas,  con  mayor  raun  debe 
observarse  lo  miso)0  en  las  iglesias  por  el  respeto  que  se  debe 
á  los  cuerpos  de  los  santos  mártires  que  están  en  elias  enoer- 
rados. 

(i)  Este  Idacio,  natural  de  Lamego,  pasó  al  Oriente  al 
ano  406  siendo  muy  joven;  vuelto  á  España,  fue  hecho 
obispo  de  la  cindad  que  entonces  se  llamaba  Áquoí  Flavia^ 
que  se  cree  que  hoy  es  Chaves ,  el  año  427.  Continuó  la  cró- 
nica de  San  Gerónimo  desde  el  fin  del  reinado  de  Tálente 
hasta  el  año  3  de  Anthemio .  que  fue  el  469  de  la  era  cris- 
tiana y  el  41  de  su  episcopado.  Escribe  con  la  mayor  exacti- 
tud las  cosas  de  sa  tiempo ,  aunque  no  deja  de  esur  ooafuso 
en  los  años ,  lo  que  tal  vez  debe  atribuirse  á  los  copistas. 


mSTORIA 


allego  á  los  qae  sospechan ,  y  es  muy  (probable ,  que 
este  decreto  se  hi¿o  primero  en  el  concilio  de  Braga, 

Í  después  confirmó  en  el  de  Lttgo.  AVeri^ase  que 
arlino  ya  que  era  prelado  de  Braga,  envió  ciertos 
capitolos  que  él  mismo  juntó  de  los  concilios  griegos, 
para  que  los  tiesen  los  padres  del  concilio  de  Lugo. 
Tammen  es  averiguado  que  aquella  iglesia  de  Lugo 
por  permisión  del  rey  y  ¿  su  instancia  se  biso  metro- 
politana, que  es  tanto  como  haeellauíníobispQly  á  su 
prelado  arzobispo ;  si  bien  se  ordenó  aue  la  tal  conce* 
sion  no  parase  penuicio  á  la  itfiesia  de  Braga,  antes 
por  esta  razón  alcanzó  autoridad  de  primado ,  pues 


DB  ESPAÑA.  \^^^ 

muerta  sin  que  dejase  algud  hijo.  £nlró  en  sü  lugar;' 
la  misma  Fredegunda.  y  llamóse  reina.  Est^,  dado  aue 
cometió  muchos  delitos  y  maldades ,  vivió  mocÍM>. 
Fue  en  aquel  tiempo  conocida  por  su  desvergüenza, 
deshonestidad ,  lujuria  y  crueldad ;  porque  habiendo, 
por  la  muerte  de  Ghéreberto  rey  de  París,  heredado 
aquel  reino  Siglberto  su  hermano ,  le  hizo  matar  por 
medio  de  dos  homicíanos ,  estando  descuidado  en  la 
dicha  ciudad.  Brunechiide  espantada  por  el  desastre 
Y  muerte  de  so  marido ,  y  cuidadosa  de  su  liijo  Gbilde- 
nerto,  envióle  á  aquellas  partes  de.Metz  .donde  tenia 
favor  en  la  gente  v  ganadas  las  voluntades  de  la-pro- 
vincia; mas  ella  vino  á.poder  de  Chilperico^  y  por  él 


porelmismocasolequedabaporsAbditoelarzobispo  .  i^.^.  «*««^:^«  «„«  o^» 

Se  Lugo ,  bien  que  en  aquel  tiempo  la  dicha  iglesia    fue  enviada  presa  á  Rúan  t  lector ,  «^«ncion  m^e  son 
no  usó^wte  nombre  de  primado.  «Hachos  los  personajes  de  que  en  este  capitulo  se 


primado 
En  este  mismo  tiempo  volaba  por  todas  partes  la  fa- 
ma de  San  Milian  déla  Ck)gulla  por  su  grande  santidad. 
Siendo  mozo  se  ejercitó  en  oficio  de  pastor,  dende  se 
pasó á  la  profesión  de  la  vida  monástica.  A  los  princi- 
pios tuvo  por  maestro  un  monge  llamado  Feliz :  des- 
pués con  deseo  de  vida  mas  perfecta  se  apartó  del  tra-^ 


traU. 


Movido  de  sn  hermosura  Meroveo,  hijo  mayor  de 
Cbliperíco,  se  casó  con  ella.  Era  aquel  casamiento 
ninguno  por  estar  vedado  por  derecho  el  casarse  cou 
la  que  Itie  mujer  de  su  Uo.  Sin  embargo,  pudiera  al- 
canzar perdón  de  su  padre  por  haber  errado  como 


\o  de  la  gente,  y  en  la  soledad  del  monte  Destercio  |  mozo ,  si  su  madmlra  Fredegunda  no  lo  impidiera: 
naso  cuM'enta  años  de  su  vida.  D^iüll  Didymío    wí  ^ue  pnmcro  hecho  fnulQ,  y  después  Umbien 


pasó  cuarenta  años  de  su  vida.  D^^ll 
obispo  de  Tarazona,  movido  de  su  grande  lama, 
le  sacó  para  ordenarle  de  presbítero,  y  darle  como  le 
dio  el  ctiidado  de  la  iglesia  Btrge^ense.  Impusiéronle 
sus  companeros  muchas  calumnias  por  no  nevar  bien 
la  severidad  de  la  disciplina ,  y  de  fa  vida  gue  hacia  y 
ejemplo  quedaba  :  ñor  esta  causa  renunciando  aquel 
cai^o ,  en  una  capida  ó  ermita  que  levantó  cerca  de 
aquel  poeblO|  pasó  lo  demás  de  su  edad  (que  vivió 
hasta  ser  de  cien  años)  ocupado  en  la  contemplación 
de  las  cosas  divinas.  En  aquel  lugar  pasó  de  esta  vida 
y  sepultaren  su  cuerpo;  y  en  el  mismo,  pasados  mas 
de  otros  cincuenta  años ,  por  su  devoción  y  respeto  se 
levantó  un  monasterio  de  su  mismo  nombre  en  rique- 


muerto.  El  mismo  fin  tuvo  Glodoveo  su  hermano  me- 
nor. Pretéxtate  obispo  de  Rúan,  fue  enviado  en  des- 
tierro ,  el  carfio  fue  hallarse  al  casamiento  de  Meroveo 
y  Brunechllcte.  A  estas  crueldades  y  impiedades  ne 
allegó  la  deshonestidad  desta  mujer :  sin  tener  respeto 
al  rey  su  marido ,  como  deshonesta ,  puso  Jos  ojos  en 
Landrioo  su  condestfible.  Vino  esto  á  noticia  de  su 
marido,  y  por  sospechar  castigaría  estas  deshonesti- 
dades mal  encubiertas  y  locos  amores,  olios  se  anti* 
ciparon  (que  fue  otra  nueva  maldad)  y  como  volviese 
de  caza,  le  procuraren  matar  junto  á  un  pueblo  lla- 
mado Gala :  hizose  asi ,  con  que  después  íue  la  vida 
mas  suelta. 
Hizo  Fredegunda  guerra  en  fa v  or  de  Clotario  su  bi  - 


CAPITULO  X. 

De  las  dos  hermanas  Galsnlnda  y  Bmnechllde. 

Dos  hijas  del  rey  Atbanagildo ,  Galsuinda  y  Bruñe- 
childe  (como  poco  ames  queda  dicho)  casaron  en 
Francia  cou  dos  reyes  de  aquella  gente .  casamientos 
que  fueron  desastrados  :  asi  lo  mostró  el  suceso  de 
las  cosas.  El  contento  de  la  una  fue  breve  ,ca  apenas 
era  'casada  cuando  desastradamente  murió :  la  vida  de 
la  otra  fue  Urga,  mas  sujeta  á  muchas  calamidades. 
El  Tulgó  á  estos  trabajos  le  añadió  la  infamia  y  mal 
noaibre  de  que  queremos  descargar  con  argumentos 
y  testimoniosconcluyentesáesta nobilísima  hembra, 
tuvo  Clotario ,  primero  de  aquel  nombre,  rey  de  los 
francos  cuatro  hijos  todos  reyes :  repartieron  entre 
si  el  imperio  de  su  padre  en  esta  forma :  Ghéreberto 
fue  rey  de  Paris,Ghilperíco  de  Soe8Son8,que  por 
quedar  apoderado  de  los  tesoros  del  padre  era  mas  po- 
deroso que  los  otros ':  Guntrano  tuvo  á  Orlíens ,  Sigi- 
berto  lo  de  Metz  de  Lorena.  Con  este  casó  primero 
Bninechtlde ,  la  menor  de  las  dos  hermanas  coa  el  me- 
nor de  los  hermanos,  moza  elegante  en  denuedo,  de 
buen  parecer ,  de  honestas  costumbres ,  prudente  en 
el  consejo  y  en  las  palabras  blanda.  Sea  licito  usar 
de  las  mismas  palabras  de  Gregorio  Turonense  prelado 
del  mismo  tiempo.  Dirás  que  puede  mucho  el  tiempo 
para  mudar  las  costumbres,  y  mas  de  los  principes: 
sea  así,  pasemos  adelante. 

Chilperico  de  su  primera  mujer  Audovera  tuvo  á 
Meroveo  y  Sigibcrto  sus  hijos :  después  casó  con  Gal- 
suioda  hermana  mayor  de  Bruoechilde.  Fredeipoda, 
amiga  desle  rey ,  v  que  tenia  con  él  gran  cabida ,  de- 
más de  atreverse  a  la  nueva  casada  y  tener  con  ella 
reyertas,  decirle  baldones  y  ultrs  jes,  fue  causa  de  su 
muerte,  porque  en  el  lecho  de  su  maridú  la  ballarou 

TOÜO  I. 


vaha  Fredegunda  por  general  de  su  gente  al  mismo 
Landrico,  que  salió  con  la  victoria  por  permisión  de 
Dios.  Siguióse  tras  esto  la  muerte  de  Childeberto  y  de 
su  mujer :  bobo  sospecha  aue  con  ponzoña  que  les 
dieron  ^  no  se  dice  quién :  solo  consta  que  de  dos  hijos 
que  deióei  muerto  xheodoberto,  el  mayor  quedó  por 
rey  deMetz.  y  Theodorico  el  menor  deBorgona  deba- 
jo la  tutela  de  Brunechildesu  abuela.  Estos  siendo  du 
edad,  hicieron  guerra  á  Clotario  (causas  de  guerra 
nunca  pueden  faltar  entre  los  comarcanos) .  las  histo- 
rias de  Francia  dicen ,  que  á  persuasión  de  Brunechll* 
de  con  intento  que  tenia  de  acrecentar  con  nuevas 
honras  á  Protadio  un  italiano  amigo  suyo ,  si  con  ver- 
dad ó  por  odio  que  la  tenían  por  ser  española ,  aun  no 
lo  determmamos.  Añaden  que  pasó  tan  adelante  en 
esto ,  que  revolvió  á  Theodorico  contra  theodoberto 
sn  hermano,  con  decir  que  el  dicho  Theodoberto  era 
hijo  de  un  hortelano ,  y  que  se  habla  apoderado  de  los 
tesoros  de  su  padre. 

No  pararon  estas  alteraciones  y  odios  hasta  t^j^to 
que  los  dos  hermanos  se  hicieron  guerra,  y  Theodo- 
berto fue  en  Colonia  muerto  á  traición  :  otros  dicen 
que  su  hermano ,  d^ues  de  vencido ,  le  dejó  con  la 
vida  y  envió  preso  á  Qiallon.  El  vencedor,  repudiada 
antes  de  esto  tlermemberga  hija  de  Witerico  (como 
se  dirá  en  otro  lugar) ,  bobo  en  su  poder  á  una  hija  de 
su  hermano  muerto  v  dos  hermanos  suyos.  A  los  in- 
fantes mató  Bf  unechude :  así  lo  dicen.  La  doncella  era 
de  escelente  hermosura ;  y  como  quier  que  su  tío  la 
quisiese  tomar  por  mujer  y  la  abuela  no  viniese  en  esta 
maldad,  dicen  que  con  la  espada  desnuda  la  qui^o 
matar .  y  lo  hiciera ,  si  no  acudieran  los  criados  de  su 
casa  y  la  libraran  del  peligro.  Dicen  mas,  que  ella  en 
venganza  de  esta  injuria  mató  al  dicho  Theodorico  su 
nieto  con  una  bebida  mortal  queledíóaisaltrdel  baño; 


1M) 


BIBLIOTECA  DK  CASPA*  t  AOIG. 


pero  amores  muy  gra? «  testificau  que  murió  de  cá- 

Gon  su  muerte,,  tú  cuaV  fue,  íecayé  ej  reiao  eu 
Clotario  hijo  de  Fredecunda,  q«eáe8to  sazón  ya  era 
muerta  de  enfermedad.  Kete  se  disgustó  eon  Bruñe- 
cliilde  porque,  ooa  nueva  injuria,  Inilw»  de  (lar  el 
reino  deTfioodoricoá  un  bijO  <^ue  eJ  difunto  dojá  por 
nirobre  Sigibertó ',  si  biéa  era  bastardo.  Pasó  ei  nego^ 
do  á  tas  armas,  y  siendo  Sigiberto  desamparado  de 
los  suyos  y  puesto  en  huida,  dos  hermanos  suyes 
imaiados  Jorbo  y  Merowo,  y  U  misma  Brune^^^^^^ 
vinieron  ai  iwder  de  CtoUtio ,  lo  que  dicen  sucedió  el 
año  de  64c!  Gorbo  faeidego  muerto, áMeroveo  qiiwo 
dar  el  venoedef  li^  vida  pot  haberie  en  el  baotiamo  sa- 
cado de  pila.  Contra  Biíunechitóe  (dieen)  usé  deía^ 
Yor  severidad,  porque  cuatro  ^«^^s  Ja  hizo  azo^^^ 
leepues  de  esto , alada  porloe eabello»¿ laooládf  «» 
cabkllo  por  domir ,  la  hicieron  peda«» ,  aia  em^^g^ 
auf  era  Ljer  degrande  edad.  Pecase «lovióel puebla 
fcompii^in.ioau^aquedioenpers^^^ 

bosies  perecieron  diez  r^l^nj^^'^^f^?^^ 
i\e\  p«eWo.  Bn  piíriiotiiar  escnben  que  i  p«^» 
obispo  de  Viena ,  y  áf  Columbano  varón  ««to»  '^;« 
destmó , y  a»  olrodiólamuerle ,  ^'^««^^^S 

se  desanidaron  A  divirtgar  patrañas  y  el  vnteo  á  re«bh 
las  :  vergonzoso  descuido,  8¡  no  eii»eiiihjru»queh 
.nentira  te  podia  descubrir;  y  s,  lo  en^^^ 


Liuva  (asísc  hallaba  escrita  el  nombre  de  este  rey  en 
las  monedas  antiguas)  hombre  muy  poderosa  y  de 
grande  esperiencia  deéosas ,  fue  declarado  por  rey  en 
Narbona ,  do  hasta  entonces  tuvo  el  gobierno  como 
virey  que  e^ a  de  la  GaDIa  Gótlilca.  Sucedió  e^  el  ano 
segundo  del  emperador  Justino  el  mas  mozo,<|ue  te^ 
nía  el  imperio  romano ,  y  fue  el  primero  que  envió  á 
Longíno  con  nombre  de  exáf  cM  para  que  en  lugar  de 
NarSte  gobernase  k  Italia.  Camenaó  Liuva  á  remar 
el  año  de  Cristo  dé  567,  No  hay  cosa  qud  <fe  contar  sea 
deste  rey,  salvo  que  el  segundo  ano  de  su  remado 
declaró  ( teuvigildo«u  hennano  ,por  fcompaflero  del 
reino  con  í«ual  ^oder.  Tomó  pw  st  el  sw^rto  de> 
Gallia  Góthica  por  haber  allí  vmdo  maso»  orOmano, 
y  aun  don  Lucas  de  Tuy  diCe,  Jtuvo  el  imperio  de  U 
Galli»  por  espacia  de  siete  anos  antes  que  fuese 
rey  de  España.  Las  demás  provincias  sujetasátos  go- 
dos encomendá  i  su  hermano ,  por  cuyo  cwdio  espe- 
raba que  la  república  en  muchas  partes  caída  voí  v eru 
en  su  antiguo  lustre*  Si  bien  Uniaa  en,tre  las  manos 
grande  guerra  contea  loa  romanos ,  ane  estaban  apo- 
derados de  gran  parte  de  aquella  anchísima  provmcia» 
y  la  defendían  no  solo  con  sos  armas,  sino  eso  mismo 
coa  d  esíuefzf  y  ayuda  de  algunos  de  loa  godos,  m 
cuales ,  por  las  parcialidades  que  entre  sí  teiúan ,  se 
recogían  i  loa  romanos  cosió  á  refugio  comM. 

TeiMa  Leuvigiido  dos  hijos  de  su  muiar  Theodosia. 
hija  que  fue  de  Séveríano  duque  y  gobernaílor  de  la 


mentira  se  podia  dese«brir ;  y  si  lo  <«««jf;^" ' '!r  i  piiovincia  Cártaflaense ,  hewnaua  de  Leandro ,  Ful- 
desvergiieniaft^itaWe.  Buenos  autore^Or^^^      i  P^^o? feidor^^^  Los  hijos  íe  Leuvigildo 

iifí  esto  es  uiw pura  tragedia  toinádaíWj«^^^  i  ^      Ermenegildo  y  Recaredo.  Muerta  Theodosia, 

mmoresyhubllIlflsdelpiieWO'. YeeoüendMue^^^^^  UnvigUdo  cmó  coi  Gosuioda  que  estaba  viuda  del 
dades  de  Fredogunda  y  el  castigo  1«fl«*^°>  *^Jr  i  rey  AthanagiWo,  efi  el  mismo  tJen^que  por  su  ber 
austrasiános  fueran  vencedei^es ,  ««tttieoio^oorao  .  i  ^^  ^^^^^  ^  j^  compañía  del  reino.  Hacho  rey, 
suele  lafema  y  trocando  ton  nwnbres,  á*  na»  «"  ^o^o  quier  que  íqese  degrande  esfuerzo,  y  señalado 
buido  á  Bmnechflde  prmcfe«j  rehgiosa  y.buena ,  oom»  _  ja  prudencia  así  eo  guerra  como  ea  pasi ,  sin  alr- 
lo  muestran  dos  cartas  de  San  Gregorio  papa ,  para  ,  i        ¿¡laeion  movió  guerra  i  los  romanos.  Juntá- 


.ü  u.uc^tl^^  uu. ^^  ™.  Gregorio  papa,  para 

ella  llenas  de  verdaderas  alabanzas,  además  de  mu- 
chos-templos magníficos  eifificados  y  sdornados  eo 
Francia  á  su  costa ,  y  gr*afi  nfimero  de  cautivaa  rescaj 
lados  con  su  dinero.  ¿Por  ventiira  negarás  qtte^sto  sea 
así  ^  Meslrareraos  mertiorias  ciertas  de  todo  eiro.  ¿  ror 
ventura  ereerd  alguno  que  laFes  cosas  hayan  srdo  na- 
chas per  mujer  impía  y  cruel?  No  fe  parece.   ' 

Alléaase  á  este  otro  argumento  maá fuente ,  y  w  n» 
liaceren  sn  historia  dé  Francia  GregoHpTuronense,  | 
que  vivió  en  aquel  tiempo ,  mención  alguna  desias 
maUkdes.  iPodfáse pensar  que  hizo  estopor  respetó 
de  Bruechilde  uncscrttoí'  francés  y  vatt)n  de  grtrtde 
autoridad?  ¿Por*  véhtuf  a  el  <}ue  decfaró todas  las  mar- 
dadcs  y  engañod  de  Fredegunda ,  y  las  miso  por  es- 
erilo  perdonará  á  una  mujer  extranjera?  No  m  creo 
yo.  D¥ás  que  el  rey  godo  por  nombre^  Sfecbnto  en  w 
vida  de  San  Desiderio  obispo  de  tieíiá  cuenta  muchas 
maldades  de  Bmnechndfe,  testifica  que  hho  móíir 
á  aquel  mártir,  y  que  últimamente  por  vettgá^  d^ 
Dml  pcrccióarrastrtldadncaballas.  Fuerte  arguihetlto 
es  este .  si  se  probase  büstantemelite  que  el  autor  dé 
aquella  vida  fue  el  rey  Ssebuto,  y  no  maé  aina  otro 
del  mismo  nombre  mas  moderno,  que  afirma  i'ecocio 
aquellos  rumores  del  v^lgo  con  menor  autondaíT  y 
dmgencia  que  sí  fuera  rey.  Quede  pues  por  cosa  cierta 
que  BrunecMIde  fue  buena  princesa  y  qtíe  sm 
embargo  en  aquellos  tiempos  muy  perdidos  la  d^m- 
ron  de  pecados  ajenos  ^seguii  el  Boccm  lo  óónéideró 
primero  que  nos ,  escritor  de  ingenio  pomo.mo 
de  grande  diligencia  y  cuidado  en  rastrear  la  ^tlgüe- 
j^  P. ..  A r..  j«  i5.,«in  iTitiíiíÁ  «TI  ftn  historia  dO 


cuna  dilación  movió  guerra  i  los  romanos.  Juntá- 
ronse las  huestes  de  la  una  parle  y  ds  k  otra.  Diíee 
la  batalla  en  los  pueblos  Bastetanos ,  que  era  donde 
hoy  está  Baza.  Perdieron  la  jornada  vencidos  los  ro- 
manos ,  con  que  fueron  echadéí  de  toda  aquella  r^ 
gion.  Demás  desto  la  comaroa  de  Málaga  fi»  pueata  a 
fuego  y  á  sangre :  Medina  Sidonía  cerca  del  estrecho, 
tomada  de  noche  pef  entrega  que  hizo  de  aquella  cío- 
dad  un  hombre  llamado  Framidanco.  La  ciudad  de 
Córdoba  eataba  levantada  ,y  no  quería  reconocer  va- 
sallaje después  que  i^eVicló  al  rey  Ag»B ,  como  queda 
dicho :  acudió  alié,  púsola  debajo rf» so  obediencia, 
y  coii  ella  muohos  pueblos  y  cittdkdes  al  derredor  y 
aldeas  con  gran  dafio  de  la  gent»;  mayormente  del 
campo  que  son  loe  que  tnas  radecen  en  el  tiempo  oe 
las  guerras.  La  comarea  de  Saberte ,  que  no  se  sabe 
en  foé  pérto  de  «apafia  cay€«« ,  fbe  asimismo  mal- 
tratada  can  robae  y  Ulas  y  ríuesia  en  sujeción. 

fiSsUba  acupado'Leuvigíldo'en  estas  cosas ,  cuando 
falleció  en  la  Gallia  Lluvasu  hermano  el  año  de  372  ( l ) : 

(4 )  Ea  esite  üeai^  se  veri&có  el  segundo  ooacUio  de  Bra- 
sra ,  en  el  cual  se  dispuso :  .         . ,  j    .u^ 

Que  los  obispos  no  pidan  mas  de  dos  sueldos  por. su  derecho 
honorario ,  y  no  exijan  It  tercera  parte  de  las  obíaciODCs, 
que  debe  emplearse  ea  las  luces  y  rcparacioaes  de  \t$ 

idesiaSi  '  .    '  .  ^ 

Qaa  no  recilMHrtegataa  por  iaa  Ofdsaasíouaí. 
Que  DO  se  don  iMa  de  Irea  sueldos  por  el  valor  del  Crwna. 

Sue  no  se  e^Ü*  «inff«  I!«!í»^íí^^  í. 


la«  i(rU>4isg'  Dero  se  íes  permite  (lue  uUQdan  reaou-  ms 


dai;7des7Ú?s  deVaulo  Emilio  en  su  historia  de    ^^^^7,^^^^^^ 

Francia.  Esto  baste  en  éste  propósito  :  vof/amos  con    ^^¡S^i¿^^  u  «anutencioa  de  los  ministros  y  de 

nuestro  cuento  á  íes  cosas  de  España.  i„  j^eos.  j: 


nuestro  cuento  á  íes  cosas  de  España. 

CAPITULO  Xf. 
De  los  reyes  Liuva  y  Lcuii^ildo. 

Después  da  la  muerte  de  Attianagilde  rey  de  los 
visigodos  que  falleció  en  Toledo  como  queda  dicho, 


Que  na  se  admiU  la  fuadaoldn  de  oaa  iglesia  eoa  la  eoodi- 
cionque  el  ftindader paria  Iaa eWacifoes  oon  loa miOi9it» 
que  la  sirven,  aqtes  bien  se  Oi^pagaa  los  obispas  par  ser  ua* 

cosa  muy  detestable.  ....       ,    ,      '-t      ««-a 

Qué  no  se  exija  nada  pior  el  bautismo  de  los  uiüos ;  pero 
permite  recibir  lo  que  voluntariamente  se  ofreiea. 


HISTOJUA  DK   ESPACIA. 


rá[ 


reinó  solos  etnco  anos,  y  aun  algunos  desle  iiá- 
iiwro  quitan  dos  años.  LcuVigíUio ,  sosegada^  tas  co- 
sa$  Hela  pática^  y  echados  losromanos  de  todas  atjue^ 
l|aspn>vineias,  dióvoelta  liácía  la  Cantabria  6  Vizcaya, 
en  qoe  tomó  por  fuerza  á  Atpaya ,  otros  la  Ham<in 
Arep;» ,  y  otros  Varegia ,  ciudad  sin  duda  sHuada'en 


éoatmihbre ;  leinl  que  fo«  firancesea  acertaron ,  7  w 
engañaron  los  de  España :  milagro  con  que  «ochas 
feces  por  estpa  tiempos,  comoloAkeOrejjorioToro- 
nense  escritor  de  esta  era ,  se  mostivS  y  éntendté  la 
ver^d  sobreesté  puHto^  eaarafniiivertiwid  de  opinio- 
nes sobre  el<lia  en  q«e  se  oebia  celebrar  ia ^aecoa, 


tre  fiurgos  y  León.  Lo  demás  de  Ya  Cantabrja  que  se  liobo  entré  estas  dos  naclwfiee  pof  no  estar  asentada 
esteodfa  hasta  AmaYa,  fue  destrozado  y  maUraCadocon  dettodoiaratondel  cómputo  eclesiástico.  Y  aun  por 
robos  y  talas ,  mucnos  revoltosos  muerto^ ,  y  en  ente  I  tas  tabtas  de  OiOnysio  abad,  míe  sen  las  mismas  de 


número  mi  sacerdote, áquienSanlIlllan  de  la  Cogulla 
antes  habia  ^enunc^do  la  muerte,  porque  en  una 
junta  de  los  principales  de  CanUbria  no  quiso  dar  fe 
á  su  profeda.  en  que  les  avisaba  de  la  destruccf en  qne 
seaparejabaa  todaaqueHa  provincia. Desde  Cantabria 

Kaso  con  las  armas  en  Aquitania ,  do  Aspidib  gue  en 
tchidad  Agerense,que  hoyesAagen,  no  quena  obe- 
decer, aprendtó  rnal  su  grado  cuan  peligroso  sea  oro- 
bar  la  fuerza  de  tos  reyes,  ca  vinieron  á  poder  def  rey 
así  fil  como  3U  muier  y  hijos  después  da  haber  per- 
dido sus  bieties.  BI  abad  Biclarense  dice  que  Aspidio 
era  én  aq^uella  comarca  sénior,  que  es  lo  mtsmo  que 
ei  mas  nejo,  dado  4ue  aquella  palabra  la  toma  en 
significación  de  tenorio  y  principado ;  y  es  cosa  ave- 
riguada que  los  mas  viejos  deben  imperar  :  de  donde 
en  to  de  adelante,  así  en  las  memorias  de  España, 
como  eñ  his  aédooes  de  los  concilios ,  principalmente 
los  que  en  tiempode  Cario  Magno  se  tuvieron  enfran- 
cia^  KM  señores  y  píncipes  se  comeuzaroiñ  4  Bamar 
séniores :  to^uáiDre  que  desde  aquel  tiempo  pasó  ft 
las  lenguas  vulgares  de  España,  Italia,  y  dePi'ancia, 
que  esto  gufere  decü-  señor. 

f!?B  €9  mismo  año  que  murió  Liuva;lffyroó  como  otros 
escriben  Aríamíro,  gobernaba  la  nación  de  lo^  suevos, 
y  era  rev  por  muerte  de  su  padre  que  sucedió  dos  años 
antes.  En  este  mismo  tiempo  se  tuvo  et  segundo  con- 
cilio Bracarense  en  Braga  :  halláronse  en  él  doce 
prelados  de  Galicia.  Tuvo  el  primer  fugar  y  mayor 
autoridad  entre  los  deibás  Martino  Dq^iense,  ya  me- 
tropolitano de  Braga.  Con  los  decretos  desté  concilio 
se  confirmaron  lossuevos  en  la  religión  recibida .  Ayu- 
dó otros!  un  milagro  que  sucedió  por  aquellos  tiem- 
pos en  estamanera.  Salió  el  re v  de  üu  templo  que  con 
advocación  dé  San  Uartin^  oolspo  de  Turs,  dijímcvs 
edificó ^su  padre ;  un  truhao  contra  la  voluntad  del  rey 
estendió  Ui  mano  para  coger  uvas  de  una  parra  muy 
liermosa  que  tenían  delante  la  puerta  del  templo; 
sécesele  sObitameptela  manó,  enojado  el  rey  mandó 
se  la  cortasen,  robóle  el  pueblo  por  él ,  y  al  un  alean- 
eól6  perdonase,  fíizootrosf  oración  al  santo,  que,  sin 
embargo  de  la  ofensa,  le  tornó  la  mano  al  ser  de  antes: 
milagro  y  merced  pdr  la  Quol  todos  gtorííicaron  á  Dios 
y  á  su  santo.  En  este  mismo  concilio  de  Btaga,  ó 
como  algunos  sienten  en  el  que  poco  desoue^se  jun- 


Xiiap  Luciéo,  se  v«  que  los  ffdñceses  acertaron.  Con- 
t^pprá^eo  de  iSregorio  fue  Dooito  un  mooge,  eiquc 
con  (jüm  setenbi  covipañérM^e  AlHoa  pasó  en  Es- 
paña, y  con  la  ayuda  y  Hqueaás  de  una  mujer  pode- 
rosa y  tica  llamada  Mmicia ,  edificó^en'láttva  (Berlín 
que  muchos  entiendo'ÜeJ  mo.n,a|3terio  servitano.  Fue 
el  primero  como  dice  San  Hdeftmso,que  introdujo  en 
España  la  forou -déla,  vida  monMica:  háse  de  enten- 
derla que  milita  debajo  de  cierta  regla  en  conventos 
V  en  comunidad,  porgue  demongesefíiasarceionesde 
m$  cOQcifíosde  España  se  ^allaneefia  mendon  antes 
dest09^iempos,  mas  ónoostaban  atados  con  alguna 
eh^cton  devotos,  ó  esparcidos  por  los  boSqücs  ha- 
<^an  vida  solitaria. 

VoYvttmóscon ROe^ro cuento  á'Letrvigido,  el  cual 
sosegada*;  Ips  «IHeracíones  de  Aq«itania,<ioyGuiena, 
dfó  )a  vuelta  á  España  con  determinación  de  echar 
ptíT  tietrael  imperio  de  los  suevos  ^ue  en  ella  durtira 
tanto  tiempo.  Ktrey  Myrotemfénme  deipoder^ielos 
gotfos^mie  ya  se  metían  haciendo  ñ»fi^  porGalieia, 
con  emboaos  que  les  envió  para  pe<iír  paz ,  alcaneó 
solamente  treguas  por  ciertoüempo.  OtorgóIaselClodo 
lo  uno  porque  no  tenia  Irastaote causa  para  Itircer  guer- 
ra i  lossuevos,  ni  otra  ocasión  mas  de  lamiKtanca  de 
la  religión  en  mejor;  lo  otro  porque  Lenvigíidoestar 
ba  encendiiló  en  deseo  de  hacer  la  guerra  y  destruir 
uncjéPcilo  de  los  romanos, ai  <^at  Justinot^uiperador 
encomendaralagueiradelasfronteras  de  Esf^aña-Ln 
primero  que  hilo  Leuvfgüdo  fue  entrar  por  los  mon- 
te? de  Orospeda,  que  ú  las  haldas  de  Moncayo  se  co- 
mienzan á  empinar,  y  pasando  por  Molina,  Cuenca  y 
Segura  y  por  la  comarca  de  Granada,  se  terminan  en 
el  estrecho  de  Cádiz.  Ciertos  montañeses,  confiados 
en  la  esperanza  de  ks  lugares  y  de  los  montes,  no  le 
querían  obedecer;  mas  él  con  las  armas  y  guerra  los 
sujetó.  Con  esto  se  hizo  mayor  ol  poder  de  los^odos, 

Íf  el  de  los  romanos  se  disminuyó,  porque  pos^eian  so* 
amenté  y  conservaban  (con  poca  esperanza  de  se  sus - 
tentary  prevalecer)un  pemieño  poitazode  tierra  hácíd 
el  mar,  como  yo  pienso  Mediterráneo.' 

Antes  qoe  Leuvigildo  comenrase  esta  guerra ,  dio 
primero  orden  en  las  cosas  de  su  reino  y  de  su  casa ; 
y  con  intento  de  quitar  á  los  grandes  lá  costumbre 
m\\f  recebida  de  elegir  por  sus  votos  los  reyes,  jun- 


tó en  Lugb,  dividieron  los  obispados  de  Galicia ,  sus  ¡  tamente,  coq  deseo  que  tenia  de  que  ei  reino  se  con- 
aledaños  v  distrítos.  División  muy  famosa ,  y  que  la  ;  tiñuase  en  su  familia  y  descertdieA  tes,  declaró  por  sus 


confirió  el  rey  Wamba  en  la  que  el  adelante  hizo  de 
todos  los  obispados  de  su  reino.  Nótase  en  la  división 
de  los  obispados  de  Galicia,  reipo  de  los  suevo^ ,  que 
al  DblspoDnmiense^  qneporeatar  aqueilaiglesiajunto 
á  fa  ciudad  de  Braga  no  ten!^  dístrUoiilguno.  señalan 
por  filigreses  solo  la  r8inilta''de1  rey.  Que  di^Sia  tener 
la  corte  V  casa  real  su  obispo  particular .'  costumbre 
que  paso  así  Qiesmo  a|  reino  de  los  godos ,  y  oJgunos 
pretenden  se  debería  recovar  en  nne^tro  tietnpo  por 
razones  que  para  ello  alagan,  nj  ñ*lvola$,  ni  de  todo 
punto  concluyentes:  asi  nos  parece.  [40$  palabras  del 
concilio  repéudas  en  laiUyision  de  Wamba  son  estas: 
i  la  sede  Dumiense  pertenezca  la  fafniUa  re^l. 

El  año  siguiente  según  que  lo  pope  Sigiberto.  los 
españoles  celebraron Tíi  fiesta  de  la  Pascua  á  los  doce 
delaskalendasdeabríl.qvcesá  veínley  uno'de  marzo: 
los  franceses  á  los  catorce  de  las  kaJenda.s  de  mayo, 
es  á  saber  á  diez  y  ocho  de  abril:  en  el  cual  dia  dice 
que  las  fuentes  del  lufar  Osseto ,  que  se  solian  por  si 
mismastodoskisaños  nenrhír,  manaron  romo  era  de 


compañei'os  en  el  reino  á  sus  b^  Ermenegildo  y 
Becaredo.  Para  esto  dividió  la  provincia  y  señorío  en 
tres  partes:  i.Ermenegifdo  enoomendó  el  gobierno 
de  Sevilla,  si  bien  Gregorio  Turonense  dice  que  de 
Mérida.  Del  nombre  de  Reoaredo  fundó  la  ciudad 
llamada  Beccopoiis ,  que  es  tanto  como  ciudad  de  Re- 
carédo.  en  aqueHa  parte  donde  Guadiela  se  junta  con 
él  rio  Tajo,  ho  lejos  de  la  vMIa  de  Pastrana,  como  lo 
atestlspa  el  inoro  Rasis.  Esta  fundación  ñie  el  año  do 
977.  Sin  embargo  otros  muchos  pretenden  que  aque- 
lla ciudad  de  Reccopolis  se  ñinaó  en  la  Celtiberia,  do 
al  presente  está  Almonacir,  vulgarmente  llamado  de 
Zorita,  de  sitio  por  su  naturaleea  muy  fuerte  y  agrio. 
Lo  mas  cierto  óue  Leuvigildo  puso  la  sHIa  de  su  reino 
en  Toledo,  por  donde  desde  aquel  tiempo  se  comenzó 
a  llamar  ciudad  réghy  y  en  el  do  adelante  foe  cabeza 
yasieoJ;odclreinodelos  godos,  como  hasta  esta  saüon 
iiobiese  estado  en  Sevilía.  Dcstos  principios  se  abrió 
puerta  para  que  aquella  ciudad  aleansase  la  dignidad 
•le  primada  sobre  lasdemús  iglesias  y  ciudades  de  V*s 


\'Ó2      .  Bim.lOTECA    DE 

paiiu,  según  que  en  sus  lugares  se  declainFá  mas 
amplamente. 

Gobernábala  iglesia  de  Roma  por  estos  tiempos  el 
pontiGce  BenedictosHcesor  de  Juan  el  Tercero :  eliqí- 
peno  romano  poseía  Tiberio  Segundo  deste  nombre, 
sucesor  de  Justino  llamado  el  mas  mozo :  por  este  mis- 
mo tíeinpo  Al  y  ro  rey  de  Itfs  suevos  hizo  guerra  á  los 
de  la  Rioja :  no  se  sabe  por  qué  causa ,  solo  se  refiere 
los  venció  y  desgojó  de  sus  bienes ,  j  por  conclusión 
los  sujetó  á  su  señorío.  Llamábase  antiguamente  aquel 
pedazo  de  tierra  Ruccones,  por  lo  menos  ^sí  la  llama 
el  arzobispo  don  Rodrigo  :  es  grande  su  fertilidad  y 
frescura  I  los  campos  tan  á  propósito  para  sembrarlo 
de  trigo  y  que  muchas  veces  acuden  veinte  por  uno* 

CAPITULO  XII. 
De  la  guerra  de  ErmenegiMo. 

Irgurdb  ,  hija  de  Sigiberto  rey  de  Lorena  y  de  Bru- 
nechUde,  casó  con  Ermenegildo  año  de  nuestra  salva- 
ción de  579.  Era  esta  señora  nieta  delareinaGosuin- 
da  y  de  Athanagildo ,  por  donde  con  este  casamiento 
emparentaban  entre  sí  aquellas  dos  familias  reales: 
traza  con  que  el  rey  Leu  vigiido  pretendía  asegurar  su 
reino  y  el  de  sus  hijos,  majormente  que  á  este  nue- 
vo parentesco  se  allegaba  juntamente  el  de  los  re- 
Íes  flrancos ,  con  quien  asimismo  emparentaba.  Vino 
ngunde  de  Francia  con  grande  acompañamiento.  Su 
abuela  Gosuinda  la  tuvo*  consigo  algún  tiempo  con 
muestras  de  amor  y  de  alegría  muy  grande:  hacíale 
todas  las  caricias  que  podía  á  proposito  de  ganarle 
la  voluntad  y  obligarla  con  estos  halagos  á  que  deja- 
da hi  religión  católica  abrazase  la  secta  de  Arrfo  y 
de  nuevo  so  bautizase  como  lo  tenían  de  costumbre 
los  arríanos.  Ingunde  ño  daba  orejas  á  esto,  ni  quiso 
venir  en  manera  akuna  en  lo  que  su  abuete  preten- 
día :  decía  que  conforme  á  la  costumbre  cristiana  ha- 
'  bia  recebído  el  santo  bautismo  debajo  la  invocación 
de  la  Santa  Trinidad ,  y  que  en  esta  fe  y  creencia 

eretendia  mantenerse  hasta  lo  postrero  de  su  vida, 
a  abuela ,  como  mujer  que  era  soberbia  y  cruel  ^  y 
no  menos  fea  en  las  costumbres  que  en  el  cuerpo,  ca 
le  faltaba  el  uno  de  los  ojos ,  no  pudo  sufrir  que  aque* 
Ha  moza  hiciese  poco  caso  de  sus  amonestaciones: 
embravecióse  en  gran  manera :  pasó  tan  adelante  que 
le  dijo  muchos  baldones,  ultrajesy  denuestos;  y  aun 
cierto  día  puso  en  ella  las  manos ,  y  asiéndola  por  los 
cabellos ,  la  arrastró  por  el  suelo  hasta  hacerla  reben- 
tar  la  sangre:  otra  vez  la  hizo  caer  en  una  piscina  ó 
estanque  a  grande  riesgo  de  la  vída^  logunde  no  se 
movía  per  estos  malos  tratamientos ,  ni  aflojó  por 
ellos  en  lo  que  debía,  antes  se  entiende  qué  por  su 
diligencia  mas  que  por  otra  causa  Ermenegildo  su 
marido  comenzó  á  tratar  de  hacerse  católico.  Alle- 
gáronse á  esto  Jas  amonestaciones  de  San  Leandro 
obispo  de  Sevilla » que  como  le  sintiese  inclinado  á  lo 
mejor ,  le  animó  j  enseñó  todo  lo  que  á  la  verdadera 
religión  pertenecía.  Tuvieron  comodidad  para  comu- 
nicarse ae  espacio  á  causa  que  el  rey  Leuvigildo  se 
era  ido  á  lo  mas  interior  de  España ,  que  es  el  reino 
de  Toledo. 

Estaba  por  este  tiempo  desposada  ron  Recaredo 
una  hija  del  rey  Ghilperico  de  Francia  y  de  Frede- 
gunde ,  llamada  Ringunde :  venia  á  verse  con  su  espo- 
so, según  lo  tenían  concertado;  llegó  hasta  Tolosa, 
donde  por  un  aviso  que  vino  de  la  muerte  de  su  pa- 
dre, que  le  mató  Landrico  su  condestable  como  arri- 
ba queda  dicho ,  de  repente  se  volvió  á  su  tierra  sin 
pasar  adelante.  Pesdida  pues  la  esperanza  de  que 
uquel  casamiento  se  bebiese  de  efectuar,  Recaredo 
casó  adelante  con  una  señora  por  nombre  Bada ,  cu- 
yo Hnaje  y  nación  no  se  sabe:  quién  dice  que  fue  de 
la  nobilísima  sangre  de  los  godos,  su  padre  Fonto, 
ronde  du  io8  Piitrímonios.  Solo  consta  que  á  la  mis- 
fim  8a/.on  que  el  rey  ^euyl^i|do  ^  pcujpaba  en  dar 


GASPAR   V   ROIG. 

orden  en  estos  casamientos,  Grmmiegjldo  su  hyo  de 
Uxio  punto  se  pasóá  la  parte  de  los  católicos.  La  mu- 
danza deste  principe  en  la  religión  dio  ocasión  á  una 
guerra  nray  pesada  y  muy  larga  entre  padre  y  íújo. 
osuinda,  que  debiera  terciar  bien  y  aplacar  el  áni- 
mo de  su  marido,  parte  por  la  braveza  de  su  corazón, 
Í^arte  por  ser  como  era  madrastra,  encendía  mas  el 
üego  y  irritabael  corazón  del  rey  yiiue  de  suyo  es- 
taba muy  apasionado  por  aquella  causa.  Antes  que 
viniesen  á  las  manos,  v  que  los  desabrimientos  llega- 
sen á  rompimiento,  intentó  el  padre  de  reducir  su 
hijo  por  buenos  medios  á  su  Voluntad. .  Despachóle 
embajadores,  y  escribióle  una  carta  desta  sustancia: 
«Mas  quisiera,  si  tu  vinieras  en  ello,  tratar  de  nues- 
otras  haciendas  y  diferencias  en  pcesencia  que  por 
»carta  porque  qué  cosa  no  alcanzara  de  tí  sí  eütuvie- 
»ras  delante,  quier  te  mandara  como  rey,  quier  te 
Dcastifiara  como  padre?  Trajérate  á  la  memoria  los  be- 
(«neficios ;[  regalos  pasados,  de  que  parece  con  tu  in- 
»¿onstanc¡a  te  burlas  y  ^aces  escarnio.  Desde  tu  oi- 
nqez  (puede  ser  con  aemasiada  blandura)  te  crié  y 
uamaestré  con  cuidado,  como  miien  esperaba  serias 
))rey  de  los  godos  en  mí  lugar.  En  tu  edad  mas  ere- 
9ciaa  antes  que  lo  pidieses,  y  aun  lo  pensases,  te  di 
»mas  de  lo  que  pudieras  esperar ,  pues  te  hice  cona- 
spañero  de  mi  reinado ,  y  te  puse  en  las  manos  el 
»sceptro  para  que  me  ayudases  á  llevar  (a  carga,  no 
Dpara  que  armases  contra  mí  las  gentes  estrañas,  con 
oquien  le  pretendes  ligar.  Fuera  de  lo  que  se  acos- 
ntumbraba  tedíiiombre  de  rey,  para  que  contento  de 
«ser  mi  compañero  en  el  poder  me  dejases  en  el  pri- 
nmer  lugar,  y  eñ  esta  misma  edad  cargada  me  sirvie- 
»ses  de  arrimo  y  me  aliviases  el  peso.  Si  demás  de 
» todo  esto  deseas  alguna  otra  cosa,  decláralo  á  tu  pa- 
«dre;  pero  si  sobre  tu  edad  contra  la  costumbre  alien- 
nde  tus  méritos  te  be  dado  todo  lo  que  podías  imagi- 
»nar,  por  qué  causa  como  ingrato  impíamente ,  ó 
))Como  malvado  fuera  de  razón ,  engañas  mis  espe-* 
nranzas  y  las  truecas  en  dolor?  Que  sí  te  era  cosa  pe- 
nsada esperar  la  muerte  deste  viejo  y  los  pocos  anos 
»qu6  naturalmente  me  pueden  qu^ar,  ósi  por  ven- 
ntura  llevaste  mal  que  se  diese  parte  del  reino  á  tu 
nhermano,  fuera  razón  que  me  declararas  su  senti«- 
»miento  primero,  y  finalmente  te  remitieras  á  mí  vo- 
nluntad.  LA  ambición  sin  duda  y  deseo  de  reinar,  te 
vdespeña,  que  suele  quebrantar  las  leyes  de  natura- 
vileza,  y  desatar  las  cosas  que  entre  sí  estaban  con 
»perpétuos  ñudos  atadas.  Escásaste  con  tu  concíen- 
»cía,  y  cúbreste  con  el  velo  déla  religión,  bien  lo  veo, 
Den  lo  cual  advierto  que  no  solamente  quebrantas  las 
nleyes  humanas ,  sino  que  provocas  soore  tu  cabeza 
ola  ira  de  Dios.  De  aquella  religión  te  apartas ,  guia- 
ndo solo  por  tu  parecer,  con  cuyo  favor  y  amparo  el 
nnombre  de  los  godos  se  ha  aumentado  en  riquezas 
))y  ensanchado  en  poderío.  ¿Por  ventura  menospre- 
ociarás  la  autorídaa  de  tus  antepasados  ^  que  deoías 
ntener  por  socro^anta,  y  por  decnado  sus  obras?  Es- 
»to  solo  pudiera  bastar  para  que  considerases  la  va- 
»nidad  de  esa  nueva  religión,  pues  aparta  e|  hijo  del 
npadre ,  y  los  nombres  de  mayor  amor  muda  en  odio 
»mas  que  mortal.  A  mi ,  hijo ,  por  la  mayor  edad  toca 
Del  aconsejarte  que  vuelvas  en  ti,  y  como  padre,  man- 
»darte  que  dejado  el  deseo  de  cosas  dañosas,  sosíe- 
»gues  tu  corazón.  Si  lo  haces  así^  fácilmente-  alcan- 
Dzarás  perdón  de  las  culpas  hasta  aquí  cometidas,  si 
nacaiso  no  condesciendes  con  mí  voluntad  y  me  fuer- 
»zas  á  tomar  las  armad,  será  por  demás  en  lo  de  ade- 
»lante  esperar  ni  implorar  la  misericordia  de  tu  padre.» 
Dio  esta  carta  mucha  pesadumbre  á  Ermenegildo 
como  era  razón ;  pero  determinado  de  no  mudar  pa-t 
recer ,  respondió  a  su  padre ,  j  le  escribió  upa  deste 
tenor:  «Con  paciencia  y  con  igual  ámmo ,  rey  y  se - 
))ñor,  he  sufrido  las  amenazas  y  baldones  de  tu  cart^, 
»dado  que  pudieras  templar  la  libertad  de  la  lengua 
vy  la  cólera ,  pues  en  ningupa  cpsa  tf  h^  erradp.  A 


HISTORU  DE  ESPAÑA. 


lo3 


ntus  beneCtios  que  yo  también  eonfieso  son  mayo- 
»res  qae  mis  merecimientos ,  deseo  en  algún  tiempo 
ncoirespender  con  el  servicio  qne  es  razon^  y  perma- 
xinecer  por  toda  la  vida  en  la  reverencia  que  yo  estoy 
nobUgado  á  tenec  á  mi  padre.  Mas  en  abrasar  la  reli- 
9gion  mas  segura ,  que  tú  para  hacerla  odiosa  llamas 
»niieva,  nos  conformábamos  con  el  juicio  de  todo  el 
»iDundO|  además  de  otras  muchas  razones  que  hay 
upara  abonaUa.  No  trato  ousi  sea  mas  verdadera:  cada 
»caai  siga  lo  que  en  esta  pdrte  le  pareciere,  á  tal  que 
»8e  nos  conceda  la  misma  libertad.  Atribuyes  la  bue* 
iim  andanza  de  nuestra  nación  ala  secta  arriana  que 
«siguen  por  no  advertir  la  costumbre  que  tiene  Dios  de 
«dar  prosperidad,  y  permitir  por  algún  tiempo  que 
wDasen  sin  castigo  los  que  pretende  de  todo  punto 
fiaerríbar ;  y  esto  para  que  sientan  mas  los  reveses  y 
»el  trocarse  su  buena  andanza  encontrarlo.  Y  que  la 
»tal  prosperidad  no  sea  constante  ni  perpetuadlo  de- 
nclnra  bastantemente  el  fin  en  que  por  semejante  ca- 
rmino han  parado  los  vándalos  y  los  ostrogodos.  Que 
«si  te  ofendes  de  haber  yo  mudado  partidcf  sin  con- 
«sultar  el  primf>ro,  séame  lícito  que  yo  también  sienta 
«que  no  me  des  lugar  y  licencia  para  que  estime  en 
«roas  mi  conciencia  que  todas  las  cosas,  por  lo  cuaisi 
«necesario  fuere,  estoy  presto  de  derramar  la  san^e 
«y  perder  la  vida;  ni  es  justo  ijue  ej  padre  pueda  con 
«SQ  hijo  mas  que  las  leyes  divinas  y  la  verdad.  Suplí- 
«co  á  nuestro  Señor  que  tus  consejos  sean  saludables 
«á  la  república ,  y  no  perjudiciales  á  nos  que  somos 
«tus  hijos;  y  que  te  abra  los  ojos  para  que  no  des  ore- 
nías  á  chismerías  y  reportes  con  que  tú  tencas  que 
«llorar  toda  la  vida,  y  a  nuestra  casa  resulte  mfamia 
«y  daño  irreparable  por  cualquiera  de  las  dos  partes 
«que  la  victoria  queaare.» 

Estaba  el  pueblo  dividido  en  dos  parcialidades:  los 
católicos ,  que  eran  en  gran  número  y  teaiaii  menos 
fuerzas ,  seguían  el  partido  de  Ermenegildo ,  quién 
en  público,  quién  de  callada.  Los  arríanos  eran  mas 
poderosos,  y  tomaron  la  voz  de  Leuvigildo.  Grej^orio 
Turonense  dice  que  Ermenegildo  cuando  le  ungieron 
en  la  frente  y  le  confirmaron  (que  era  la  mnnera  co- 
mo recebiao  en  la  iglesia  á  los  arríanos )  mudó  el  nom- 
bre antiguo  que  tenia  en  el  de  Juan.  Contra  esto  ha- 
cen las  monedas  de  oro  batidas  como  parece  en  lo 
mas  recio  de  la  guerra  para  que  sirviesen,  aloque  se 
entiende ,  como  de  insignias  y  divisas  á  los  soldados; 
que  son  de  buen  oro,  y  tienen  de  una  parte  el  nom- 
bre y  rostro  de  Ermenegildo,  y  por  reverso  una  ima- 
gen (le  la  victoria ,  con  estaspalabras  (i):  hortore hu- 


ye DEL  REY :  aludiendo  á  la  sentencia  de  San  Pablo, 
en  que  manda  que  el  hereje  después  de  una  segunda 
monición  sea  evitado. 

Buscaron  los  católicos  socorros  de  lejas  tierras  y 
para  esto  Leandro  fué  por  mar  á  Gonstantínopla  do 
estaba  Tiberio  Augusto.  Leandro  de  monge  benito 
fue  promovido  en  prelado  de  Sevilla:  era  persona  de 
singular  erudición  y  aprobación  de  costumbres  y  no 
menor  suavidad  en  su  trato,  la  elegancia  en  el  estilo 
y  en  las  palabras  era  muy  grande:  cosa  que  en  aqurjl 
tiempo  se  podía  tener  por  milagro.  Poco  efecto  y  pro- 


(i )  Las  palabras  que  se  leen  en  las  que  están  bien  con- 
s^^rvidas  son :  Reffi  á  Deo  viia,  que  qoierea  decir:  Díoii 
dé  Yída  al  rey,  ó  Dios  oonsenre  la  vida  al  rey. 


vecho  hizo  á  lo  que  parece  la  ida  de  Leandro  en  loque 
se  pretendía;  pero  bailóse  en  un  concilio  de  obispos 
en  aquella  ciudad,  y  trabó  familiaridad  grande  con 
San  Gregorio  que  tuvo  después  renombre  de  Magno, 
y  entonces  era  legado  en  Gonstantínopla  del  papa  Pe- 
íagio  Segundo.  La  semejanza  de  la  vida  y  oe  tos  es- 
tudios fue  causado  que  trabasen  la  amistad,  de  que 
dan  muestra  los  libros  de  los  Morales  que  á  persua- 
sión de  San  Leandro  y  en  su  nombre  San  Gregorio 
publicó. 

Los  principios  de  esta  guerra  concurren  con  el  afio 
580:  ano  que  fue  desgraciado  al  pueblo  cristiano  y 
aciago  porque  en  él  nació  en  Arabia  el  falso  profeta 
Maboma ,  caudillo  adelante  y  cabeza  de  una  nueva  y 
perversa  secta,  de  quien  se  hablará  otra  vez  en  su  lu- 
gar. Fortificó  Ermenegildo  á  Sevilla  y  á  Córdoba:  pro- 
veyólas de  trigo ,  de  almacén  y  de  todo  lo  necesario 
para  todo  lo  que  sucediese ,  ora  la  guerra  se  prolon- 
gase.' ora  las  apretasen  con  cercarlas.  Hizo  alianza 
con  los  capitanes  romanos.  Entrególes  para  seguri- 
dad á  su  mujer,  y  un  hijo  que  poco  antes  le  había 
nacido;  fuera  de  que  ,  si  sucediese^ algún  desastre, 
quería  estuviesen  lejos  del  peligro  delaguerra  lasdos 
cabezas  que  él  masamat^a.  Por  el  contrarío  Leuvigil- 
do, visto  que  no  podía  ganar  á  su  hijo  ni  por  miedos 
que  le  ponía,  ni  por  promesas  que  le  hizo,  acordó  de 
acudir  á  las  armas  y  á  la  fuerza.  Para  salir  mas  fácil- 
mente con  su  intento,  loprímero  que  hizo  fue  por  me- 
dio de  mucho  oro  que  dio  á  los  romanos ,  atraellos  á 
su  partido  cómo  hombres  que  se  vendían  á  quien  mas 
pujaba,  sin  tener  cuenta  con  la  fe,  y  sin  mirarlo  que 
tenían  concertado  con  su  hijo.  Inclináronse  pues  y 
abrazaron  aquella  parte  do  esperaban  sería  mas  cier- 
ta la  ganancia  y  el  interés  mas  colmado. 

Tomado  este  asiento,  trató  juntamente  aquel  rey 
de  concertar  en  cierta  forma  los  católicos  con  los  ar- 
ríanos ,  por  constarle  que  la  diferencia  de  la  religión 
era  causa  d^  aquellas  revueltas  y  daños.  Para  esto 
juntó  eu  la  ciudad  de  toledo  un  concilio  de  los  obis- 
pos arríanos,  en  que  se  decretó  lo  prímero ,  que  se 
quitase  la  costumbre  de  rebaptizar,  como  lo  tenían 
antes  en  uso ,  á  los  que  déla  religión  católica  se  pa- 
saban á  la  secta  arriana.  Decretaron  otrosí  sobre  la 
cuestión  tan  reñida  entre  católicos  y  arríanos,  que 
entre  las  personas  divinas  el  Hijo  era  igual  al  Padre : 
pero  esto  fue  solo  de  palabra,  que  la  ponzoña  y  per- 
versidad de  antes  se  les  quedaba  en  sus  corazones 
muy  arraigada.  Todavía  esta  ficción  y  engaño  fue  par- 
te para  que  mucha  gente  simple,  como  quitada  la 
causa  de  la  discordia ,  unos  claramei;ite  se  apartaron 
de  Ermenegildo ,  otros  defendían  en  lo  de  adelan- 
te su  partido  mas  tibiamente.  La  mayor  parte  de  la 
gente,  movida  del  peligro  que  amenazaba,  y  por  aco- 
modarse con  el  tiempo,  quisieron  mas  estara  la  mira 
que  entrar  á  la  parte,  y  por  la  defensión  de  la  religión 
católica  poner  á  ríesgo  sus  vidas  y  sus  haciendas. 

Pasáronse  en  estas  cosas  tres  años.  En  esle  tieni- 

£0  muerto  el  emperador  Tiberio,  otro  que  se  llamó 
[aurício  le  suceoió  en  el  imperio  romapo.  El  rey  Leu- 
vigildo nó  se  descuidaba ,  antes  en  todos  sus  estados 
hizo  grandes  levas  de  gentes  con  que  movió  contra 
su  hijo.  Marchó  con  su  ejército  hasta  lo  postrero  de 
Andalucfa,  y  puso  sitio  sobre  Sevilla,  ciudad  famosa, 

Srande  y  rica.  Tenia  poca  esperanza  que  los  cérca- 
os se  rindiesen  por  su  voluntad  por  estar  aficiona- 
dos á  su  hijo  V  prevenidos  de  su  prelado  Leandro. 
Acordó  usar  de  fuerza ,  y  juntamente  valerse  de  sus 
mañas.  Pasa  por  aquella  ciudad  Guadalquívv ,  tan 
caudaloso  y  de  tan  grandes  acogidas  de  agua ,  que 
tiene  fondo  bástanle  para  gruesas  naves.  Pare- 
cióle seria  bien  impedirles  la  navegación ,  y  que  por 
el  río  no  puiiiesen  entrar  provisiones,  y  para  esto  sa- 
calle  de  madre  y  echallo  por  otra  parte.  Era  esta  em- 
presa de  grande  trabajo  y  obra  de  muchos  días.  Por 
esto  una  legua  mas  arriba  de  Sevilla  para  hacer  sus 


ibl  umuoTbCA 

tistaocias  reedificaron  los  mtirosde  Uanti^nlUlica, 
cuya  magníficeDcii  bd  tiempo  de  ios  roiiMium  fae 
grande,  y  della  dan  bastante  muestra  las  roinaa  que 
alDse  ven,  donde  en  nuestro  tiempoestá  dmonaste- 
río  famoso  de  San  Isidro  (1). 

Myro ,  rey  de  los  suevos ,  si  bien  era  católico,  acu- 
dió con  au  gente  en  favor  de  Leuvigilrio;  mes  pagó 
tan  grande  maldad  según  se  entendió  con  la  muerte, 
ca  falleció  durante  el  cerco  de  SeTílla.  Sucedióle  Ebo- 
rícosu  hijo,  Gregorio  Turonenaa  dice  al  contrario 
deslu ,  es  i  saber  que  Myro  siguió  el  partido  de  Er- 
menegildo ,  y  que  concluida  la  guerra ,  se  concertó 
con  Leuvigitdo,  y  vuelto  á  bu  tierra  íiiJIeció  pocodei- 
pues  de  enfermedad  que  le  sobrevino  en  aquel  cerco 
por  ser  el  aire  malsano  y  las  agnaano  buenas.  Echa- 
'n  pues  el  río  por  otra  parte:  coo  qne  ¡M  cercadoG 


is  como  ignorante  que  estaba  de  que  habian 
mudado  partido  y  pasádoss  á  sus  céntranos.  Luego 
que  partió  Ennenegil^ ,  Ib  ciudad  ae  entregó  i  su 
padre,  que  fue  el  año  del  Señor  de  686, 

No  se  contentó  con  eeto  Leuvigildo ,  ni  paró  antes 
de  haber  li  lasmanosásuhtjo.  Enlamanemcomole 
prendió  no  concuerdan  los  autores:  quién  dice  qoe, 
vista  la  mala  acogida  que  le  hacían  los  romanoi  y  su 
deglealtad,  díól&vueltaá  Córdoba,  y  qne  aquellos 
ciudadanos  por  alcanzar  perdón  de  su  padre  se  lo  en- 


tregaron, que  &  los  ctid»s  todos  les  folian,  Tumoen- 
se  «a  por  otro  camiDO,  y  afirma  qwele  preBdieron  en 
et  logar  de  Osseto ,  dome  conrwnie  á  m  qoe  de  suso 
dicho .  la  pila  del  bauüsnw  todoe  k»  años  de 


queda  dicho ,  la  pila  del  bi 
suyo  se  bsnoifa  oe  agua. 


ReooffiÓBe  GnnenegiMo  en  aquel  lugarporser  muy 
fuerte  piua,  ysus  morederes  i  él  muy  aficionados: 
metió  consigo  hastt  (rescientoB  •oMados  Asoondos, 
y  las  deoiis  gentes  dejó  en  aoa  r«ales  que  (abib  por 
allí  cerca.  Pensaba,  siso  padre nsaba de  faerca,  aco- 
meterle por  frente  ypw  US  espaldas. Hacía  lacueala 
sin  parle  i  y  asi  socMié  t«do  si  owtrarío ;  por  que 
Leuvigildo  avisado  dd  intenta  de  su  hijo ,  como  es 
cosa  ordinaria  qM  en  discordias  civiles  «anca  faltan 
espías  secretas,  con  preste»  ganó  por  la  mino  y 
deshilo  aquellas  trazas.  Acudió  pnes  con  dilüenciB 
sobra  aquel  lugar,  ;  apoderado  del  pueblo ,  Cb  poto 
fuego  por  todas  partes.  Emen^ldo,  perdida  Ja  es- 
peranude  poderse  defeoderise  rocogió  al  templo,  si 
por  ventara  con  eatretenerse  algún  tanto  se  aplacase 
la  saña  db  su  padre.  Iba  eo  compañía  de  LeoTigildo 
el  otro  hijo  Recaredo,  que  si  bien  era  menor  en  h  edad 
en  la  nobleza  de  corazón  y  en  la  (MudeBcia  igualaba 
á  su  hermano.  Pidió  licencia  i  su  padre  y  locar  A  au 
hermanopara  verse  con  él.  Coacertada  lahabia,  y  en- 
trado que  hubo  en  el  templo ,  por  algún  espacio  de 
tiempo  sedetuvo  sin  poder  decir  palabra,  como  sue- 
le acontecer  cuando  el  dolor,  la  ira  y  el  mieda  son 
muy  grandes  (2). 


La  abundancia  de  las  lágrimas  y  el  sentimiento  le 
quílnhan  la  habla  ¡mas  despueí  que  sosegó  a^nintan- 
lo:  lilDeconiion,  dice,  (lacees  dolerse  por  el  dea- 
uman  de  los  suyos ,  y  no  poner  otro  remedio  sin 
nlígrimsB.  Tu  desventura  mi  es  solo  luya ,  sino  nues- 
utra ,  *  todos  nos  tora  d  daño ,  pues  entre  padre  y 
nhermanos  no  pede  haber  cosa  alguna  apartada.  No 


tin  ditnia  ie  reuptío  por 
e  podta  muy  bien  lideane 


(1  1  El  mflteatro  e>  nni  de  hiroinsa ... 

oftetv  eiie  nntifruo  emporio  de  la  domlnacioa  cartaciiKsa  j 
Je  la  itHUBTia ,  que  obtuvo  en  llempe  de  Adriano  si  título  de 
rolonia.  Siliendo  del  portan»  de  9aDlip0M«,  camino  ds 
Eílremadiira.seenrnealTB  la  gradaria  perfectamente  un- 
servadi  de  esta  mifinlBca  obra  y  lo)  snbterrtneos  de  ladrilla 
•bovedjilos,  llamidos  boj  leoneras,  qne  tal  vei  sirvieron 

tara. enri erro  de  las  Beras  míe  se  lidiibin.  Desgraciadamente 
i  ienorand»  de  nn»  autoridad  pollüpa  -"  ""•"'n»  •*"•  h» 
hecho  volar  parte  de  ( 

sejniir  la  traía  de  on ,--  ^ ,  -  . 

veinte  varas :  aquel  resto  qnedú  voiida  coom  lo  demuestra 
el  dibujo  que'  arooipiñiiDoa ,-  y  et  camino  no  m  hiio.  Muchoa 
de  eatoi  actos  de  barbarie  tiene  que  deplorar  la  arqueologia 

Habi»  también  infitpatros  en  Cldií ,  euyo»  reatos  ae  des- 
cubren cerca  déla  puerta  del  Muro,  en  Cartagena,  del  cual 
sereconofe  nerfectamenle  el  irea,  dondese  veriflcó.eldeta- 
fio  de  Corbia  y  Orwa ;  y  en  Jereí  de  la  Frontera  .  Chaveí, 
BtTMkma,  y  otras  machas  ciodadeg  notables  en  aquello* 
tiempos  loa  babia  de  lucha  y  esgrima. 

Notoria  ea  la  eipleadidei  J  migniBceoeia  de  los  romanos 
en  punto  i  diTeríiones  publicas ;  y  de  ello  aon  buea  testimo- 
nio iii  los  anfiteatros  aue  acabamos  de  mencioDSr,  como  los 
teatros  de  Tanafons,  Míridí ,  Murvtedro ,  CoruEa  del  Con- 
de ,  Callona ,  Eíija .  Sevilla  y  otros  de  que  nos  quedan  alRU- 
uns  vcíligios  6  mención  en  las  búloriat  y  las  lipidas.  El  mas 


nquiero  reprehender  tus  intentos,  hi  etcelo  de  la  re- 
nligion ,  aunque  qué  razón  pudo  ser  tan  bastante  pa- 
»ra  tomar  las  armas  contra  tu  padre?  Tampoco  me 
aquejo  de  los  que  con  sus  consejos  te  engañaron.  Lti 
ucoeas  pasadas  mas  fácilmente  se  pueden  llorar  qne 
«trocar.  Esta  es  (mal  pecado)  la  desgracia  destos 
ptíempoa,  que  por  estar  dividida  la  genle  «  reinar 
«entre  todos  una  pestilencial  discordia  la  una'parcia- 


nuesuo  poeta  nara».  Auenis  usía  lo*  etrtM  y  noaraHi- 
qviat,  aquellos  principa Imenla  para  tai  corridaí  jjueffo* 
ihnniBticM  j  esta*  para  lo*  limnlaeroa  de  combates  Davilei. 
Lo*  dreot  tenían  forma  oval  por  un  lado  y  lo*  cerraba  por 

otro  una  pared  horizontal:  en  el  centro  se  levantaba  la  lu- 
pina ,  alrededor  de  la  cual  ae  hician  !aa  corridas  1  pié ,  i 
caballo  1  en  carro  que  se  concertaban ,  y  en  ambos  eslremos 
del  Mlailia  estaban  üsmttaió  lérmuiosdeJa  carrera.  Los 
'principales  eran  los  de  Hnrviedro,  Tarragona  y  Itéridí  qne 
lenian  desde  1,900  i  1,000  pies  de  largo:  del  prinleroEe 
conservan  eo  bastante  buen  estado  las  paredes  eaterioret. — 
IjB  naomaqnias  lenian  prózitnamente  la  mlsnn  rsteosion  y 
forma  de  los  f  irco* ,  pues  se  sabe  qne  la  de  Kjridí  en  sdi 
l,iOO  pie*  de  lartni.  cooiervaba  la  misma  Bgura  oval  y  es- 
taba rodeada  de  srcoi  y  ^derlas:  en  Calahorra  se  recono- 
cen todavía  SD  área  y  los  conductos  para  el  airua, 

(2)  La  anterior  inscripción,  copiada  literalmente  de  la 
piedra  ea  que  eiiste,  trasladada  de  una  posesión  de  los  car 
tojos  en  Álcali  de  Gnadaira  al  monasterio  de  los  mismos  de 
Sevilla . ^Dode  ae  conserva  empotrada  en  la  pared  posterior 
del  saínrio  de  la  iglesia ,  prueba  la  persecución  que  suFríi 
San  ETcmenegildo  por  la  proreaion  de  la  fe  religiosa  que  ibra- 
lara.  La  Academia  de  Sevilla  pubHcA  eiacUmeote  cooformc 
esta  inscripción;  pero  no  la  presentó,  como  nofoirn*  h>hu 
remos,  con  la  misma  forpu  de  sn  letra. 


HISTORIA   DE   ESPA.MA. 


155 


olidady  ia  otraha  pretendido  tener  arrimo  en  nuestra 
»casa,.  que  es  la  causa  de  todos  estos  daños.  Resta 
»Tolfer  los  ojos  á  la  paz  para  que  nuestros  enemigos 
»DO  se  alegren  mas  con  nuestros  desastres.  Lo  <]ue 
Mójala  se  hobíera hecho  antes  de  Teñirá  rom pimicn- 
»to ;  pero  todavía  queda  el  recurso  á  la  misericordia 
iipalema :  si  de  corazón  pides  perdón  de  lo  hechO;* 
ttque  será  mejor  acuerdo  que  llevar  adelante  la  perti- 
nnacia  y  arrogancia  pasada.  Por  lo-de  presenté  y  por 
nio  que  ha  sucedido,  debes  entender  cuanto  mejor 
>i9erá  seguir  la  rozón  con  seguridad »  que  peserverar 
ncon  peligro  en  los  desconciertos  pasados.  Acuérdate 
»que  en  la  adversidad  suele  ser  muy'necesaria  la  pru- 
ndencia,  y  que  el  ímpetu  y  la  aceleración  te  será  muy 
»perjudicia].  De  mi  parte  te  puedo  prometer  que  si 
»>de  voluntad  haces  lo  que  pide  la  necesidad,  nuestro 
npadre  se  aplacará,  y  contento  con  un  pequeño  cas- 
nligo  te  dejará  las  insignias  y  apellidos  del  rey.» 

Confirmó  estas  promesas  con  juramento ,  hizo  lla- 
marla su  padre ,  y  venido  que  fue ,  Ermenegiklo  con 
un  semblante  muy  triste  se  arrojó  á  sus  pies.  Reci- 
bióle con  muestras  de  alegría:  dióle  paz  en  el  rostro 
que  fue  indicio  de  querelle  perdonar;  mas  otro  tenia 
en  el  corazón:  hablóle  algunas  palabras  blandas,  y 
con  tanto  le  mandó  llevar  á  los  reales ;  poco  después 
quitadas  las  insignias  reales,  le  envió  preso  á  Sevilla. 
Kl  abad  Bíclarense  dice  que  le  desterró  á  Valencia,  y 
que  murió  en  Tarragona.  La  verdad  es  que  en  Sevi- 
lla á  la  puerta  que  llaman  de  Córdoba,  se  muestra 
lina  torre  muy  conocida  por  la  prisión  que  en  ella 
tuvo  Ermenegildo,  espantosa  por  su  altura  y  por  ser 
muy  angosta  y  escura.  Dícesc  comunmente  que  en 
ella  estuvo  con  un  pié  de  amigo  atadas  las  manos  al 
cuello,  V  que  el  santo  mozo  no  contento  con  el  tra- 
bajo de  la  cárcel  usaba  de  grande  aspereza  en  la  co- 
mida y  vestido :  su  cama  una  manta  de  cilicio  ,  y  él 
mismo  ocupado  en  la  contemplación  de  las  cosas 
divinas  sospiraba  por  verse  con  Dios  en  el  cielo^ 
donde  esperaba  ir  muy  en  breve. 

Cn  esta  forma  de  vida  perseveró  hasta  tanto  que 
llegó  la  Gesta  de  Pascua  de  Rtisurreccion  que  aquel 
año  cayó  á  catorce  4fi  abril,  y  fue  puntualmente  el  de 
Cristo  de  586,  según  que  se  entiende  por  la  razón  del 
cómputoeclesiáslico,  si  bien  algunos  de  este  número 
quitan  dos  años.  El  arcipreste  Juliano  quita  uno,  mas 
r-l  abad  Biclarense  señala  que  Ermenegildo  murió  el 
1  creer  año  del  emperador  Mauricio ,  lo  cual  concuer- 
da con  lo  que  queda  dicho.  El  caso  sucedió  de  esta 
manera:  Leuvigildo  con  el  deseo  que  tenia  de  redu- 
cir á  su  hijo,  pasuda  la  media  noche  le  envió  un  obis- 
po arriano  para  que  conforme  á  la  costumbre  que 
tenían  los  cristianos,  le  comulgase  aquel  día  á  fuer  de 
los  arríanos.  El  preso  visto  quien  era ,  le  echó  de  sí 
con  palabras  afrentosas.  Tomó  el  padre  aquel  ultraje 
por  suyo  ,  y  de  tal  suerte  se  alteró  que  sin  dilación 
envió  un  verdugo  llamado  Sisberto  para  que  le  cor- 
tase la  cabeza :  bárbara  crueldad  y  Itereza  que  pone 
espanto  y  grima.  Era  Ermenegildo  de  condición  sim- 
ple y  llana,  cosas  que  sí  no  se  templan,  suelen acar* 
rcar  daños  y  aun  la  muerte.  La  memoria  desfe  santo 
mártir  se  celebra  en  España  de  ordinario  á  catorce 
de  obril ,  dado  que  en  algunas  iglesias  se  hace  un 
día  antes.  El  lugar  de  la  prisión  adelante  se  mudó  en 
una  capilla  con  advocación  del  santo. 

La  devoción  que  con  él  antiguamente  se  tuvo  fue 
muy  grande ,  como  se  entiende  así  por  lo  dicho,  co- 
mo de  que  muchos ,  así  varones  como  hembras ,  se 
llamaron  de  su  nombre  Ermenegildos ,  Ermesindas, 
Rrinenesindas;  y  aun  los- sobrenombres  de  Armeñgol 
Ermengando  de  que  usaron  los  españoles,  entienden 
albinos  se  tomaron  del  nombre  de  este  santo.  Lo 
mismo  se  dice  de  Ermegíldez  y  Ermildez,  que  tienen 
terminación  aun  mas  bárbara.  No  se  sabe  donde  esté 
al  presente  su  cuerpo,  ni  aun  se  averigua  bastante* 
méate  el  lugar  en  que  á  la  sazón  le  sepultaron.  Un 


hueso  suyo  dentro  do  una  estatua  de  plata  muestran 
en  capilla  particular  de  la  iglesia  Mayor  de  Zara- 
^'oza.  Gobernaba  por  estos  tiemnos  la  iglesia  Romana 
Pelagio  Segundo.  Gregorio  el  Magno  sucesor  de  Pje- 
lagío  relató  como  cosa  fresca  la  muerte  de  Ermene- 
gildo. Allí  dice  aue  junto  al  cuerpo  del  mártir  se  oyó 
música  celestial,  cierto  de  los  ángeles ,  que  celebra- 
ron su  entierro  y  sus  honras  de.  que  el  cruel  ánimo 
de  su  padre  le  privó.  Añade  que  corría  fama  y  se  de- 
cía que  en  el  mismo  lugar  de  noche  se  vieron  luces 
á  semejanza  de  antorchas.  Estas  cosas,  y  la  muerte 
del  verdugo  Sisberto  muy  fea  que  le  avino  muy  en 
breve,  aumentó  en  gran  manera  la  devoción  del  már- 
tir. Al  presente  se  ha  acrecentado  notablemente 
después  que  el  papa  Sixto  Quinto  puso  el  nombre  de 
Ermenegildo  en  el  calendario  romano  con  orden  y 
mandato  que  en  toda  España  se  le  haga  fiesta  á  los 
catorce  días  del  mes  de  abril. 

CAPITULO  XIII. 

De  la  muerte  del  rey  LeuvigHdo. 

Luego  que  logundis  tuvo  aviso  de  la  prisión  y 
muerte  de  su  marido,  pasó  en.  África  llena  de  amar- 
gura y  de  lágrimas.  Los  capitanes  romanos  que  la  te- 
nían eif  su  poder ,  acordíaron  enviarla  juntamente 
con  su  hijo  por  nombre  Theodorico ,  y  nacer  della 
presente  al  emperador  Mauricio.  Por  el  contrarío  k)s 
reyes  de  Francia  Childeberto  hermano  de  Ingundís, 
y  Guntrando  su  tío ,  príncipes  valerosos  y  bravos  se 
aparejaban  para  vengar  con  sus  armas  aquella  injuria 
y  la  muerte  de  Ermenegildo.  Recaredo,  avisado  des 
tos  apercebimientos,  para  ganar  por  la  mano  rompió 
con  sus  gentes  por  la  Francia  y  portas  tierras  de  los 
enemigos :  apoderóse  por  fuerza  de  un  castillo  muy 
fuerte  en  el  territorio  de  Arles,  que  se  llamaba  Uger- 
no.  Taló  demás  desto  y  dio  el  gasto  á  todos  los  cam- 
pos comarcanos.  Fue  grande  el  daño  que  hizo ,  y 
mayor  el  espanto  que  puso  en  toda  aquella  gente: 
por  esto  se  trató  de  hacer  paces,  y  para  efectuarlas 
despachó  Leuvígildo  sus  embajadores ;  pero  no  aca- 
baron cosa  alguna  á  causa  que  demás  de  los  agravios 
pasados  las  gentes  y  armadas  de  los  godos  de  nuevo 
tomaron  ciertas  naves  francesas  en  las  marinas  de 
Galicia  con  los  hombres  y  todo  el  haber  que  traían  v 
con  que  venían  á  sus  contrataciones.  Esto^ irritó 
tanto  á  los  franceses ,  que  sí  bien  se  despaclfó  otra 
nueva  embajada  sobre  el  caso ,  aquellos  reyes ,  ma- 
yormente Guntrando,  no  quisieron  dar  oidosá  lo  que 
los  godos  pedían. 

Quien  dice  que  Recaredo  desde  Narbona  rompió 
segunda  vez  por  las  tierras  de  los  francos,  y  de  nuevo 
dio  la  tala  á  los  campos  muy  fértiles  de  la  Francia. 
Childeberto  como  al  que  tocaba  de  mas  cerca  este 
dolor ,  y  por  el  deseo  que  tenia  de  vengar  á  su  her- 
mana y  á  su  cuñado,  y  tomar  la  enmienda  debida  de 
tantos  desaguisados,  convidó  al  emperador  Mauricio 
(cuya  amistad  poco  antes  había  él  menospreciado) 
para  juntar  sus  fuerzas  y  armas  contra  los  longobar- 
dos  y  contra  los  godos ,  que  estaban  apoderados  los 
unos  de  Italia  y  los  otros  de  España.  Tomado  este 
Msiento,  un  gran  ejército  de  franceses  pasó  en  Italia. 
Mostróse  el  enemigo  al  principio  temeroso,  no  quería 
venir  al  trance  de  la  batalla:  por  esto  los  francos,  y 
por  ser  de  su  natural  muy  confiados ,  se  descuidaron 
de  tal  suerte,  que  los  contrarios  dieron  sobre  ellos 
á  deshora  con  tal  orden  que  al  punto  los  vencieron  y 
desbarataron ;  no  refieren  el  numero  de  los  muertos, 
solo  consta  que  fue  la  mayor  matanza  que  en  aquel 
tiempo  se4iizode  los  francos.  Este  revés  sin  duda 
hizo  que  Childeberto  se  humanase  para  con  los  go- 
dos, mayormente  que  el  emperador  ocupado  en  otras 
cosas  ayudaba  mas  á  sus  compañeros  con  el  nombre 

3ue  con  las  fuerzas,  además  oe  la  muerte  de  Ingun- 
is  hermana  de  Childeberto ,  que  se  supo  enesla  sa- 


1S6  niBLIOTECA  DK 

zon,  y  era  la  causa  dostos  buUicloB  f  gperra :  quién 
dice  que  ralleció  en  Arrici ,  quien  en  Sicilia,  ca  no 
concuerdan  los  aulores,  como  tampoco  no  se  sabe  lo 
que  se  liizo  {le  su  hijo.  Solo  reüeren  que  le  Itevaron 
al  emperador:  debió  fallecer  poco  después  de  la  raa- 
lira,  mas  diclioso  en  esto  que  si  huérrauo,  desterrado 
y  pobre  y  cautivo  viviera  mucho  tiempo.  Mdiimo  dict; 
qaemuriii  en  Pnlerniola  madre,  y  el  bijo  poco  des- 
pués en  Constan  ti  nopla. 

En  este  medio  en  España  el  rey  Leuvigildoporel 
dcieo  que  tenia  de  apagar  la  catálica  relimen,  cansa 
coma  él  entendía  de  tantos  dañosy  males,  desteiraba 
los  Taronei  mas  santos  (<)  de  todo  su  runo,  como 


GASPAR  T  R(\ir.. 


los  que  conservaban  y  maoteniaa  el  culto  de  la  ver- 
dadera religión.  En  particular  datterró  lo«  dos  her- 
manos y  prelados  Leandro  de  Sevilla  y  Ful^Dcio  de 
Ecija:  estaba  contad  ellos  initido  príncipalmaiiG 


-uno  de  los  varones  mat  señalados  de  aquel  tiempo. 
HÍEole  venir  á  Toledo,  y  desde  allí  despuea  de  mu- 
chas afrentas  que  te  hizo ,  te  envid  al  destierro ,  lolu 
por  mostrarse  constante  en  la  religión  calAliá,  y 
[lorque  no  quiso  manifestar  al  rey  y  entregalle  Isvei. 
tidura  de  Sanie  Olalla  por  miedo  de  los  arrisDOs.  Pu- 
sieron en  lugar  áh  Hausona  y  nombraron  por  anobis- 


po  un  grande  arriaoo  llamado  Sunna.  Sucedió  un 
roilagru  al  partir  de  Uauscma  para  muestra  de  su 
inocencia ,  y  fue  que  el  cab:illo  en  que  le  pusieron 
para  llevarle  al  destierro ,  sin  embargo  que  era  por 
domar  y  muy  feroz,  recibid  sin  diOcultad  sobre  si  el 
santo  varón.  Muchos  otrosobJsDos  fueron  al  destierro, 
y  pusieron  otros  en  su  lugar:  de  que  se  entiende  pro- 
vediú  que  sosegada  la  Iglesia  acaecía  (contra  lo  que 
disponen  las  leyes  eclesiásticas)  haber  dos  obispos 
de  una  ciudad ,  como  se  ve  por  las  memorias  públi- 
cas de  aquel  tiempo.  Parece  Que  adelante  con  deseo 
déla  faz,  cuando  se  convirtió  Espoñn,  eeintrodujn 
esta  novedad  que  loi  unos  obispos  y  los  otros  que- 
dasen con  BUS  oficios. 

(1)  La  canta  de  la  irritación  de  Uuvi^ldo  contra  to«  ca- 
UlbiM  ñie  qne  le  declararon  por  bu  hija  Ermenesildo,  i 
quiea  st  vid  aa  la  preciaion  de  reducir  i  la  ctteAeneu  por 
laianDuhdcia  loeaSoaSSOyei. 


Ue  las  rentas  do  las  iglesias  se  apoderó  el  avariento 
rey  sin  alguna  resistencia :  derogo  los  privilegios  de 

lis  eclesiásticos :  diú  la  muerte  d  raucboe  hombres 
principales  parte  por  causas  verdaderas  ,  á  otros  por 
testimonios  que  les  levantaban  y  calumnias  que  tes 
arrimaban,  decuyos  bienes  enriqueció  el  patrimonio 
real.  Lo  que  con  esta  caruiceria  principalmente  pre- 
tendía era  que  ninguno  de  otro  linaje  pudiese  aspirar 
al  reino.  Muchos  quebrantados  con  estos  males  ,  no 
solo  del  pueblo  sino  de  los  principales  en  riquezas  y 
nobleza,  bc  sujetaron  á  Ja  voluntad  del  rey  y  pasaron 
á  la  secta  de  losarrianos.  Entre  estos  Vicencio  obispo 
de  Zaragoza ,  como  se  hieieae  arriano,  con  el  ejemplo 
de  su  inconstancia  trajo  otros  muchos  ai  despeñade- 
ro, si  bien  Severo  obispo  de  Málaga  y  Licioíano  obis- 
po de  Cartagena  sus  contemporáneos  escribieron 
contra  lo  que  hizo.  Dura  hasta  nuestra  edad  el  libro 
de  Licinínno,  de  quien  atestigua  Isidoro  que  escribió 
muchas  epislolas  á  Eutropiu  obispo  de  Valencia,  y 


qne  hlleeM  en  Constantínopla ,  i  lo  qae  m  entiende, 
beido  de  la  nbU  del  rey. 

Ea  «pella  ciudad  Juan  abad  Biclarense  natural  de 
StDtiren  en  Portugal,  gastó  porcauaade  los  eatudioB 
ea  SD  menor  edad  diez  y  siete  aSos ,  con  que  alcanzó 
conocimiftDlo  de  la  una  ;  de  la  otra  lengua  latina  y 

K'ega ,  y  m  aTenlajó  en  las  otraa  artes  j  ciencias, 
ipaee  desto.fueltoi  la  patria  de  su  larsa  peregri- 
RacMD,  anfriómuchostrabajoBconin  los  demás  cató- 
licos. DeaterrJTonleá  Barcelona,  en  el  destierro  álaa 
•ertienlea  de  los  Pirineos  ediOcú  un  monasterio  que 
M  llamó  Biclirense ,  y  hoy  se  llama  de  Yeldara ,  ape- 
lido  conr(»in4  al  antiguo.  Onlenó  que  los  monges  si- 
piiesen  la  regla  de  San  BenÍto,y  él  mismo  les  añadió 
otras  conatitucionea  y  estatutos  i  propósito  de  la  vida 
retigioaa.  Deste  monasterio,  donde  fue  abad  algún 
tiempo,  le  sacaron  en  el  remado  de  Recaredo  pora 


HISTORIA  OB  espaHa. 


hacerte  obispo  de  Gírona,  j  en  tiempo  del  rey  Suin- 
tiia  pasó  por  la  muerte  al  cielo  y  á  gozar  el  premio  de 
sus  trabajos.  Tuto  por  sucesor  i  Nonito;  de  quien 
y  de  Juan  presbítero  de  Herida  y  NotcUo  obispo  de 
Alcalá  sucesor  de  Astnrio  después  de  otros  algunos, 
todos  personas  señaladas ,  no  ae  tabe  si  con  la  tem- 
pestad qne  en  estos  tiempos  corría ,  y  con  las  olas  de 
persecuciones  fueron  tranajadoa.  A  San  Isidora  her- 
mano de  Leandro  y  Fnlgencio,  para  que  no  le  mal- 
tratasen, raliósu  pequeña  edad, sus  boerasÍDclina- 
ciones  y  su  grande  ingenio  qae  le  hacia  de  presente 
seramadode  todos,  y  para  adelante  con  sus  grandes 
letras  y  santidad  alumbró  toda  la  l^eaia.  Allegábase 
á  lo  demás  su  nobleía ,  la  modestia  de  su  rostro  y  su 
mesura .  la  suavidad  de  su  condición ,  si  bien  no  de- 
jaba de  nacer  rostro  á  los  arrianoe ,  ni  temía  irrítallos 
con  sus  disputas :  aoimáhase  i  hicello  parle  por  aer 


Traje  mithar  da  lo*  [oitot. 


muy  calcico,  parte  por  las  carias  qne  Leandro  su 
litniBDO  desue  el  destierro  le  enviaba,  en  que  le  ani- 
ñaba ád«ramar  la  sangre,  si  fuese  necesario ,  por 
la  defensa  de  la  verdad. 

El  reino  de  los  godos ,  que  por  loa  caminos  ya  di- 
(^s ,  lureda  ir  «1  aumento  y  cobrar  de  cada  día  ma-. 
yares  luenas,  por  el  mismo  tiempo  se  acrecentó  con 
ipoderarae  de  todo  lo  que  loa  auevos  en  España  jio- 
Xlio,  lo  enal  avino  en  esla  manera  y  con  esta  oca- 
sión. EIreyEborico.hijode  Uyro,  Fue  despojado  de 
*4ualTeiiioporAndeca  hombre  principal,  y  que  estaba 
cando  coo  la  madrastra  de  Eborico  Ihmada  Sisegun- 
<U.  Noiecontentópondespojalledel  reino, sino  que 
pw  asegurarse  le  fono  á  meterse  fraile  y  trocar  las 
iDiignias  reales  y  cetro  con  la  cogulla.  Era  Eborico 
«ngo  de  loa  godos  y  su  confederado :  por  esto  Len- 


vigildo  tomó  los  armas  contra  el  tirano.  Vencióle  y 
prendióle  en  batalla,  y  despojado  del  reino,  le  corló 
el  cabello ,  que  conforme  i  la  costumbre  ríe  aquellos 
tiempos  era  privalle  de  la  nobleza  y  hacello  inhábil 

Eara  ser  rey ;  linalmente ,  lo  desterró  á  Bnja  ciudad  de 
1  Lusitania.  Con  la  ocasión  destas  revueltas  se  le- 
vantó otro  por  nombre  Malárico,  y  con  el  favor  qne 
tenia  entre  aquella  gente,  se  llamó  rey.  Acudió  Leu- 
vigildo  también  á  esto ,  sosegó  estas  nuevas  alteracio- 
nes ,  con  que  toda  ia  Galicia  quedó  sin  contradicción 
por  suya,  ca  Eborico  se  debió  quedar  como  particu- 
lar en  el  monasterio ,  ni  el  rey  godo  debió  tener  mu- 
cha voluntad  de  restituirle.  Por  esta  manera  el  reino 
de  los  suevos,  que  en  algún  tiempo  floreció  mucho, 
y  poseyó  una  buena  parta  de  España  por  esp.ncio  de 
ciento  y  setenta  y  cuatro  años ,  cayó  oe  todo  punto, 


158  BIBLIOTECA    UE 

que  fae  el  aüo  Jo  Crislo  58IÍ.  Eñ  el  mismo  afio  Leu- 
vigilJo  [alleciÓ  eii  Toludo  el  diez  y  oclio  (ies|)ues  que 
Clin  su  hermuno  comeniiara  á  reinar. 

Hay  fami  y  muchos  autores  lo  atestiguan  que  al 
lin  de  la  vida  estando  en  la  cama  enfermo  sin  espe- 
ranza de  salud,  abjurú  la  impiedad  arriana,  y  volvió 
su  ánimo  á  lo  mejor  y  á  la  verdad,  y  que  en  iiarlicu- 
tar  con  Recaredo  bu  hijo  trató  cosas  en  favor  de  la 
religión  católica.  Oíjole  que  el  reino  que  adquiriJas 
y  ganadas  muchas  ciudades ,  te  dejaba  muy  grande, 
aerta  muy  mas  afortunado,  si  toda  España  y  todos  los 
godos  recibiesen  después  de  tanto  tiempo  la  antigua 
y  verdadera  religión.  Encargóle  tuviese  en  lugar  de 
pidres  á  Leandro  y  d  Fulgencio ,  á  quien  mandó  en 
su  tastaraenlo  aliar  ol  destierro.  Avisóle  que  asi  en 
las  cosas  de  au  casa  en  particular ,  como  oa  el  go- 
bierno del  reino  se  aprovechase  de  sus  consejos.  Y 
aun  Gregorio  Mngno  rcliero  que  antes  que  muriese 


de  aq-jctla  cnferinedud,  encargó  mucho  á  Leandro, 
que  debió  venir  ú  la  sason,  cuidase  mucho  de  Heca- 
redo  su  tiijo,  que  por  sus  amonestaciones  esperaba  y 
uun  deseabaen  las  costumbres,  humanidad  y  lodo  lo 
demás  semejase  á  Ernienegildo  su  hermano,  á  quien 
él  sin  biistaulB  causa  dio  Ta  muerte.  l'uÉdese  creer 
que  las  orjciones  del  santo  mártir  fueron  mas  di- 
chosas y  dicaces  después  de  muerto ,  que  en  la  vida 
Eara  alcanzar  de  Dios  que  su  pailre  se  redujese  á 
ucn  estado.  Nuestros  liistoríadores  rslieren  que 
Leuvigildo,dada  que  de  corazón  era  católico,  noali- 
juró  públicamente ,  como  era  necesario  ,  la  here)ia 
por  acomodarse  con  el  tiempo  y  por  miedo  de  sus 
vasallos.  Máximo  dice  se  halló  preseute  á  la  mncrle 
dtíste  r&y,  y  viú  las  señales  de  su  arrepentiraicnlo  y 
sus  lagrimas.  Pone  su  muerte  año  de  quinientus 
ochenta  y  siete,  dos  do  abril,  miércoles  al  amanecer. 
Este  su  desengaño  so  debió  encaminar  entre  otras 


cosas  por  m.iclios  milagros  que  se  liicͫron  en  favor 
de  ta  religión  católica.  Entre  los  demás  se  cuentan 
los  siguientes  :  en  el  tiempo  que  perseguía  con  las 
armas  i  su  hijo  inocente,  un  monasterio  que  estaba 
en  la  comarca  y  riberas  de  Cartagena  con  advocación 
de  San  Uartin ,  huido  <juc  se  hobieron  los  monges  á 
una  isla  que  poralli  caía, fue  saqueado  por  los  solda- 
dos del  rey:  uno  dellos  desnuda  la  espada  como  aco- 
metiese al  abad  que  solo  quedaba,  en  castigj  de  su 
sacrilegio  cayó  muerto  en  tierra;  el  rey  sabido  el 
suceso,  maudóque  toda  la  presa  se  restituyese  al  mn- 
naslerio.  Sucedió  otrosí  en  una  disputa  que  hubo 
sobre  la  religión,  que  un  católico  en  testimonio  de 
la  verdad  que  profesaba,  tomó  en  la  mano  sin  recibir 
alguna  lesión  ni  daño  un  anillo  del  fuego  que  estaba 


ardiendo,  sin  que  el  hereje  so  atrevióse  á  hacer  otro 
tanto  en  defensa  de  su  secta.  Con  estos  y  otros  mila- 
gros comenzabaelánimodel  rey  amoverse  y  vacilar. 
Preguntó  á  cierto  obispo  arriano  por  qué  causa  los 
arríanos  no  ilustraban  au  secta  y  ta  acreditaban  con 
semejantes  obras ,  ni  hacían  milagros  como  los  caló- 
iicos,  tales  y  tan  grandes?  A  esla  pregunta  el  obispo: 
oA  muchos  dice ,  oh  rey  ( si  es  licito  decir  verdad  y 
ublasonar  á  la  manera  de  los  contrarios  de  nuestras 
acosas)  que  eran  sordos ,  hice  qne  oyesen ,  y  aun 
uabri  l09  ojos  de  los  ciegos  para  que  pudiesen  ver. 
nPero  las  cosas  que  hasta  aqui  por  huir  ostentación 
»se  lian  tieciio  sin  testigos ,  quiero  haceítag  publica- 
umente  y  probar  cotí  las  obras  la  verdad  de  todo  lo 
»que  digo.» 


H18T0RIA  DS  ESPAÜA. 


lo» 


No  paró  en  palabras,  sino  que  se  vino  á  la  prueba. 
Pasaba  el  rey  poco  después desto  por  una  ealle:  cier- 
to arrjanoy  que  á  persuasión  del  obispo  fingió  estar 
ck^f  i  grandes  voces  pedia  aue  le  fuese  por  él  res- 
tiluida  U  vista :  representaba  la  comedia  delante  del 
mismo  que  la  ioTentara ;  tendía  las  manos ,  bacía 
otros  ademanes  en  que  mostraba  esperaba  con  bu- 
roildad  la  sanidad  por  los  ruegos  y  santidad  del  obis- 
po. Estaban  todos  suspensos,  y  esperaban  ver  al§^una 
maravilla;  y  fue  aaí^^  pero  al  .revés  de  tn  que  cuida- 
ban, porque  el  engañador  malvado  luego  que  el  obis- 
po le  tocó  los  ojos  CQn  sus  roanos,  quedó  de  todo 
panto  ciego  y  perdió  la  vista  que  antes  tenia.  Cono- 
ció el  miserable  su  daño,  y  veocida  del  dolor ,  que 
pudo  mas  que  la  vergüenza,  confesó  luego  la  verdad, 
y  descubrió  ala  hora  el  engaño  y  toda  la  trama.  Por 
estos  caminos  la  secta  arriana  (como  era  racon)  co- 
menzó en  grande  manera  á  ir  ae  caída ,  y  el  ánimo 
del  rej  á  enojarse  poco  á  poco,  mayormente  que  por 
espacio  de  cuatro  años  graii  mucnedumbre  ue  lan- 
gosta talaba  de  todo  punto  los  campos  de  España ,  y 
roas  del  reino  de  Toledo  en  que  la  templanza  del  aire 
suele  tener  mas  fuerza  esta  plaga.  El  pueblo  como 
acostumbra  decía  ser  castigo  dé  Dios  en  venganza 
de  la  muerte  de  Ermenegildo ,  y  de  Ja  persecución 
que  hacían  contra  la  verdadera  religión. 

Esta  loa  á  k)  menos  se  debe  á  Leuvigiido  por  tes- 
liraonio  del  mismo  San  Isidoro,  que  después  del  rey 
Alaríco  reformó  las  leyes  de  Jos  godos  que  con  el 
tiempo  andaban  estragadas ;  añadió  unas  y  quitó 
oirás.  Paulo  diácono  de  Mérida  refiere  otrosí  ío  que 
vio,  es  á  saiier  que  el  abad  Nuncto  varón  de  grande 
santidad  como  quíer  que  de  África  pasase  á  Mérida 
coQ  deseo  de  vísitir  el  sepulcro  dé  Santa  Olalla  des- 
de aquella  ciudad  por  huir  la  vista  de  mujeres,  poco 
después  se  apartó  al  yermo  donde  dado  que  era  cató- 
líco,  el  rey  lesustentó  á  su  costa  hasta  tanto  (rae  hs 
rústicos  comarcanos  se  conjuraron  contra  él  y  le  die- 
roo  la  muerte  :  la  causa  no  se  sabe ,  por  ventura  no 
podían  sufirir  las  repirensiones  libres  de  aquel  varón 
saoto  por  ser  homlnres  feraces  yde  rudo  ingenio.  No 
castigó  el  rey  este  caso :  Castigóle  Dios  cou  que  los 
demonios.se  apoderaron  délos  matadores  sacrilegos. 
Por  conclusión  Leuvigiido  fue  el  primero  de  los  re- 
yes godos  oue  usó  de  vestidora  niférente  de  la  del 
pueblo ,  y  el  primero  que  trajo  insignias  reales ,  y 
usó  de  aparato  y  atuendo  de  príncipe,  cetro,  y  corona 
y  vestidos  estraordinarios:  cosas  que  cada  uno  con- 
forme i  su  ingenio  podrá  reprender  ó  alabar  por  ra- 
zones que  para  lo  uno  y  para  lo  otro  se  podrían  re- 
presentar. 

CAPITULO  XIV. 

De  los  principios  del  rey  Recaredo. 

HiciÉRoivsB  las  exf^qulas  del  rev  Leuvigiido  con  la 
solemnidad  que  era  razón.  Concluidas  Recaredo  su 
hijo  y  sucesor  volvió  su  pensamiento  á  dar  orden  en 
las  cosas  de  sn  casa ,  y  consiguientemente  en  el  es- 
tado de  la  república.  Pretendía  ante  todas  cosas  apla- 
car y  ganar  á  los  reyes  de  Francia,  y  aun  el  tiempo 
adelante  para  que  la  paz  fuese  mas  firme ,  muerta 
Bada  su  primera  mujer,  trató  de  emparentar  con 
Childeherto  rey  de  Lorena  casando  Con  Clodosinda 
otra  su  hermana.  Para  alcanzar  esto  con  mayor  faci- 
lidad cnvjó  á  escusarse  que  no  tuvo  parte  en  la  muer- 
te de  Ermenegtldo ,  antes  le  dolió  en  el  alma  aquel 
ílesa«tre  de  su  hermano.  No  era  aun  llegada  la  sazón 
de  efectuar  cosa  tan  f^rande,  si  bien  estaba  ya  cerca. 
Lo  que  sobre  todo  importaba  fue,  •  que  por  con- 
sejo de  los  dos  hermanos  Leandro  y  Fulgencio, 
nomo  católico  que  ya  era  de  secreto ,  comenzó  muy 
fie  veras  á  tratar  de  restituir  en  España  la  religión 
'•atólica;  bien  que  por  entonces  le  pareció  disi- 
naular  algún  tanto,  y  nó  forzar  el  tiempo  ,  sino  aco- 
modarse con  él.  Consideraba  la  condición  del  pue- 


blo, que  se  deja  mas  fácilmente  doblegar  con  maña 
que  quebrantar  por  fuerza,  especial  en  materia  de 
mudar  la  religión  en  que  desde  su  primera  edad  se 
criaron.  Acordó  {Hita  para  salir  con  su  intento  usar 
de  artificio  y  de  industria,,  halagar  á  unos,  sobre- 
llevar á  otros,  y  con  mercedes  que  les  hacía,  ganallos 
á  todos. 

Sucedió  todo  coino  se  nodia  desear,  ca  sabida  la 
voluntad  del  rey,  bien  asi  íes  grandes  que  los  menu- 
dos sé  rindieron  á  eHa,  y  vinieron  de  bnena  gana  en 
lo  que  al  principio  pareció  tan  dificultoso.  Así  que 
los  godos  todos ,  y  entre  los  suevos  los  que  perseve- 
raban en  la  locura  del  error  antiguo,  de  común  acuer- 
do ,  le  dejaron  y  abrazaron  el  partido  de  la  Iglesia 
católica ,  y  juntamente  con  esto  pretendían  ganar  la 

fracia  de  su  señor ;  al  cual  demás  de  su  buena  con- 
icion  y  sus  costumbres  muy  suaves  ayudaba  mucho 
su  gentil  disposición  y  rostro  para  ganar  las  volun- 
tades de  todos ;  con  que  por  toda  la  vida  fue  muy 
amado  de  sus  vasallos ,  y  después  de  muerto  su  me- 
moria muy  agradable  á  los  que  le  sucedieron  adelante. 
Cosa  forzosa  es  que  en  la  mudanza  de  la  religión  re- 
sulten en  el  pueblo  alteraciones  y  alborotos:  la  buena 
traza  de  Recaredo  hizo  que  en  su  tiempo  y  jpor  esta 
causa  ni  durasen  mucha ,  ni  fuesen  muy  señalados, 
y  la  severidad  que  usé  en  castigar,  no  fue  soüameiite 
odiosa  para  ser  necesaria ,  sino  también  popular  y  á 
todos  asi  grandes  como  pequeños  agradable. 

El  primero  que  hizo  rostro  á  la  pretensión  del  rey 
fue  el  obispo  Athaloco  en  íaflallia  Narbonense  por  ser 
tan  aficionado  á  la  secta  arrían»  ,  y  en  tanto  grado 
que  vulgarmente  le  llamaban  Arria.  Allegáronsele  en 
la  misma  provincia  los  condes  Granista  y  Bildigeñio 
sea  movidos  de  sí  mismos,  sea  á  persuasión  del  obispo. 
La  verdad  es  que  tomaron  las  armas  contra  el  rey,  y 
alteraron  el  pueblo  para  que  se  rebelase;  pero  este 
torbellino  que  amenazaba  mayor  tempestad  y  daño, 
tuvo  breve  y  fácil  fin  á  causa  que  \thaloco  falleció  de 
pnro  pesar  por  ver  míe  los  suyos  llevaban  lo  peor,  y 
que  por  estar  los  del  pueblo  mcli nados  á  la  religión 
católica  no  les  podía  persuadir  que  no  hiciesen  mu- 
danza. A  los  condes  vencieron  en  batalla  las  gentes 
de  Recaredo ,  y  con  esto  vengaron  los  malos  trata- 
mientos que  de  todas  maneras  habían  hecho  á  los 
católicos:  Es  asi  que  toda  herejía  es  cruel  y  fiera ,  y 
ningunas  enemistades  hay  mayores  que  las  que  se 
foijan  con  voz  y  capa  de  religión ,  ca  los  hombres  se 
hacen  crueles  y  semejables  a  las  bestias  fieras. 

Estas  alteracionesde  la  Gallia  Narbonense  se  levan- 
taron y  sosegaron  al  principio  del  reinado  deste  prín- 
cipe en  tiempo  que  el  décimo  mes  después  que  se 
encargó  del  gobierno,  renunció  él  públicamente  la 
secta  aiíríana,  y  abrazó  la  antigua  y  católica  religión. 
Restituyó  otrosí  á  las  iglesias  los  derechos  y  posesio- 
nes que  su  padre  les  quitara,  además  de  nuevos  tem- 
plos y  monasterios  de  monges-  qne  con  real  mngnifí- 
cencia  á  su  costa  levantaba.  A  muchos  de  sus  vasallos 
volvió  las  haciendas  y  honras  de  qne  sos  padres  los 
despojara,  cuya  acedía  sobrepujaba  él  con  su  benig- 
nidad ,  y  sus  malas  obns  con  beneficios  quts  á  todos 
hacia.  Ocupábase  elrdy  en  estas  obras ,  y  la  divina 

Krovidencia  cuidaba  de  sus  cosas.  El  rey  Guntrando 
abia  enviado  un  su  capitán  por  nombre  Desiderio 
con  un  grueso  ejército  para  que  en  venganza  de 
los  daños  pasados  rompiese  -por  las  tierras  que  los 
(mdos  poseían  en  la  Gallia.  Acudieron  las  gentes  de 
Recaredo:  vinieron  con  el  Francés  á  batalle  junto  á 
la  ciudad  de  Carcasona  en  que  al  príncipio  los  godos 
llevaron  lo  peor  y  volvieron  las  espaldas.  Recogié- 
ronse dentro  de  la  ciudad  y  desde  allí  puestos  de  nuovo 
en  ordenanza  salieron  contra  los  franceses  que  sin 
concierto  seguían  la  victoria.  Cargaron  con  tal  de- 
nuedo sobre  ellos  y  con  ta!  esfuerzo,  oue  con  h  ayuda 
de  Dios  se  trocó  el  suceso  de  la  pelea ,  y  los  godos 
olvidados  de  las  heridas  y  del  trabajo  vencieron  y  des- 


160 


BIBLIOTECA   DE   GASPAR  T   BOIG. 


barataron  á  los  enemigos  y  los  pusieron  en  huida; 
que  estaban  atónitos  por  ia  osadía  y  denuedo  de  los 
godos  que  tenían  por  Toneidos  y  )a  victoria  por  suya. 
Murió  el  general  francés ,  y  de  sus  gentes  pocos  se 
salvaron  por  los  pies,  ios  mas  quedaron  tendidos  en 
el  campo. 

Todo  esto  sucedió  dentro  del  orimer  año  del  reí* 
nado  de  Recaredo,  que  fue  el  de  Cristo  de  587,  según 
que  se  entiende  por  un  letrero  de  aquel  tiempo  que 
halló  estos  años  en  una  |)iedra  en  Toledo  ,  y  le  puso 
en  el  claustro  de  la  iglesia  Mayor  el  maestro  Juan 
Bautista  Pérez  canónigo  á  la  sázon  y  obrerode  aquella 
iglesia,  7  después  por  sus  buenas  partes  de  eruaicion 
y  virtud  dado  que  de  gente  humilde ,  murió  obispo 
de  Segorbe.  Las  letras  dicen: 

IN  NOBflNE  DOMINI  CONSECRATA  ECLE- 
SIA  SAfTTiE    MARliE   IN  CATHÓUCO  DIE 
PBIMO  IDUS  APRILIS,   AflNO  FELICITEB 
PRIMO  REGNI  DOMITf  I  NOSTRI  GLORIOSIS-     . 
SIMI  FL.  RECCARBDI  REGES,  ERA  DCZXV. 

Quiere  decir:  «en  nombre  del  Señor  consagróse  la 
«iglesia  de  Santa  María  en  el  barrio  de  los  católicos 
»(ó  á  la  manera  de  los  católicos)  á  trece  de«bril  en 
)>el  año  dichosamente  primero  del  reinado  de  nuestro 
Dseñor  el  gloriosísimo  rey  Flavio  Aecaredo,  era  seis- 
))Cientos  y  yeínte  y  oioco»  es  á  saber  el  año  de  Cristo 
de  587  puntualmente.  Máximo  hace  mención  desta 
consagración,  que  él  llama  reconciliación  por  estar 
aquella  iglesia  profana  por  los  arrianos. 

Bn  el  año  siguiente  se  descubrió  una  conjuración 

3u'e  se  tramaba  contra  el  rey  por  la  misma  causa 
e  la  mudanza  en  la  religión.  Fue  así  que  Mausona 
mudadas  las  cosas  volvió  á  su  arzobispado  de  Mé- 
rida.  Sunna  arriaoo ,  que  estaba  puesto  ep  su  lugar^ 
y  su  competidor ,  llevo  mal  esta  vuelta  y  restitución 
por  ver  era  necesario  caer  él  de  un  lugar  tan  alto 
y  preeminente  como  tenia.  Comunicó  su  sentimiento 
con  algunos  de  su  parcialidad,  y  concertó  de  quitar 
la  vida  á  Mansona:  empresa  atrevida  y  loca ,  mayor- 
mente que  residia  en  aquella  ciud^id  el  duque  Claudio 
con  cargo  del  gobierno  de  toda  la  Lusitania,  y  tenia 
puesto  en  aquella  ciudad  guarnición  de  soldados: 
persona  esdarecida  per  la  constancia  de  la  religión 
católica,  seffun  que  se  entieude  por  las  cartas  gue  le 
escribieron  IOS  Santos  Gregorio  el  Magno  y  Isidoro. 
Advertidos  los  conjurados  del  peligro  que  corrían 
por  esta  causa ,  acordaron  de  dar  la  muerte  junta- 
mentei  Mausona  y  á  Claudio.  La  ejecución  de  necho 
tan  grande  encomendaron  á  Witerico  mozo  de  grande 
ánimo  y  osadía ,  y  que  se  criaba  en  la  misma  casa  de 
Claudio ,  Y  aun  con  el  tiempo  vino  á  ser  re^  de  los 
godos  y  de  España:  en  tales  tratos  se  ejercitaba  el 
que  se  criaba  para  reinar. 

Para  ejecutar  ^te  caso  es  necesario  buscar  algu- 
na ocasión.  Sunna  mostró  ouerer  visitar  á  Mausona, 
y  pidió  para  ello  le  señalase  lugar  y  tiempo.  Sospechó 
el  santo  prelado  lo  que  era  ,  y  que  en*  muestra  de 
amor  le  podrían  armar  alguna  celada.  Avisó  á  Claudio 
para  que  se  hallase  presente,  y  para  que  con  su  valor 
y  autoridad  reprimiese  la  malicia  de  su  competidor, 
si  alguna  tenia  tramada.  Pareció  i  los  conjurados  bue- 
na ocasión  esta  para  do  una  vez  ejecutar  sus  malos 
intentos.  Llegado  el  tiempo  de  la  visita,  saludáronse 
los  unos  y  los  otros  como  es  de  costumbre:  después 
de  las  primeras  razones  los  conjurados  hicieron  señal 
á  Witerico .  que  como  lo  tenia  de  costumbre  estaba 
á  las  espaldas  de  Claudio.  No  pudo  en  mañera  alguna 
arrancar  la  espada ,  dado  que  acometió  á  hacerlo, 
quier  fuese  por  cortarse  con  el  miedo  como  mozo, 
quier  por  favorecer  Dios  á  los  inoceotes,  que  debió 
ser  lo  mas  cierto,  y  comunmente  se  tuvo  por  milagro, 
si  bien  los  conjurados  no  por  eso  se  apartaron  de  su 
mal  propósito ;  antes  acordaron  en  nna  pública  pro- 


cesión  que  haciai\  á  la  iglesia  de  Santa  Olalla»  que  es- 
taban en  el  arrabal  de  aquella  ciudad,  matar  sm  dis- 
tinción alguna  al  prelado  y  á  todos  los  que  en  ella  iban. 

Para  obrar  esta  crueldad  metieron  gran  número  de 
espadas  en  ciertos  carros  que  traían  cargados  de  tri- 
go. Acudió  nuestro  Señor  á  este  peligro,  porque  Wi- 
terico ,  sea  por  causa  del  milagro  pasado ,  sea  por 
aborrecimiento  de  aquella  maldad  mudado  de  pro- 
pósito, dio  aviso  de  aquella  trama.  Adelantóse  Clau- 
dio y  ganó  por  la  mano :  acometió  con  su  gente  á 
Sunna  y  á  sus  parciales  que  eran  muchos, 'degolló  á 
todos  los  gue  se  pusieron  en  defensa  y  prendió  á  los 
demás.  Dió  aviso  al  rey  de  todo  lo  que  posaba ;  y  {Kir 
su  mandado  aplicó  al  fisco  todos  los  bienes  de  los  prin- 
cipales, y  á  ellos  despojó  de  los  oficios  y  acostamiento 
que  tenían ,  juntamente  con  desterrarlos  á  diversas 
partes.  A  Sunna,  cabeza  de  la  conjuración ,  dieron  á 
escoffer  que  dejase  á  España,  ó  renunciase  ía  herejía, 
que  fue  un  partido  mejor  y  de-mayor  clemencia  que 
él  merecía;  él  por  estar  obstinado  en  su  mal  propó- 
sito escogió  de  pasarse  en  África.  A  Witerico  por  el 
aviso  que  dió  otorgaron  enteramente  perdón.  El  cas- 
tigo de  Vacrila  uno  de  los  conjurados  fue  señalado 
entre  los  demás :  acogióse  al  templo  de  Santa  Olalla 
como  á  sagrado:  no  le  quisieron  hacer  fuerza,  solo 
)e  condenaron  en  que  perpetuamente  sirviese  de  es- 
*  clavo  en  aquel  templo  y  niciese  todo  lo  que  en  él  le 
mandasen.  Al  concíe  I^ulo  Sega  otra  cabeza  de  la 
copjuracion  (según  que  lo  refiere  el  abad  Biclarense), 
condenaron  en  ^ue  le  cortasen  las  manos  y  fuese 
desterrado  á  Galicia. 

Con  estos  castigos  se  desbarató  aquella  tempestad 
que  amenazaba  mayores  daños ;  pero  sin  emoargo 
que  todos  los  demás  debieran  queoar  avisados  y  es- 
cusar  semejantes  pretensiones  impías  y  malas,  otra 
mayor  borrasca  se  leyantó  luego.  La  r^ina  Gosuínda 
al  principio  por  respeto  del  rey  su  antenado  fingió  de 
abrazar  la  religión  católica:  el  embuste  pasó  tan  ade- 
lante, aue  acostumbraba  (cosa  que  pone  norror}  en  la 
iglesia  oe  los  católicos  escupir  secretamente  )a  hostia 
que  le  daba  el  sacerdote,  por  pareeerle  sería  gran  sa- 
crilegio y  en  grande  ofénsa'desu  secta,  si  la  pasase  al 
estómago.  Lo  mismo  hacia  un  obispo  por  nombrtj  Uldi- 
da;  que  tenia  gran  cabida  con  ella  y  ia  gobernaba  con 
sus  consejos.  Esta  ficción  no  podía  ir  á  la  larga  sin  que 
se  descubriese:  trató  con  el  dicho  obispo  de  matar  al 
rey,  y  pudiera  salir  con  ello,  si  ia  divina  providencia 
no  le  amparara  para  que  se  asentasemejoren  el  estado 
de  la  religión  católica.  Sabido  lo  qde  se  tramaba,  el 
reydesterróá  Uldida  el  obispo:  de  Gosuínda  era  dificul- 
toso determinar  lo  aue  se  debía  hacer;  acudió  nuestro 
Señor  ca  á  la  sazón  la  sacó  desta  vida,  y  con  la  muerte 
pagó  aquella  impiedad,  como  mujer  desasosegada  que 
era ,  y  toda  la  vida  enemí^  de  los  católicos. 

Por  el  mismo  tiempo  el  ano  que  se  contaba  de  nues- 
tra salvación  de  588,  los  franceses  se  apercibían  pura 
hacer  entrada  en  las  tierras  de  los  godos.  El  rey  Gun- 
trando  ardía  en  deseo  de  satisfacerse  de  la  afrenta 
que  se  hizo  á  su  general  Desiderio  el  año  pasado. 
Juntó  de  todo  su  señorío  un  ffrueso  ejército  que  lle- 
gaba á  número  de  sesenta  mil  combatientes  de  pié  y 
<le  caballo.  Nombró  por  general  destas  gentes  á  Boso: 
él  por  mandado  de  su  rey  rompió  por  las  tierras  de 
la  Gallia  Góthica.  Para  acudir  á  esta  entrada  de  los 
francos  despachó  Recaredo  al  duque  Claudio ,  de  la 
nntigua  sangre  de  los  romanos,  para  que  desde  la 
Lusitania  donde  residia,  acodiese  al  gobierno  y  cosas 
de  Francia ,  y  con  su  destreza  reprimiese  el  orgullo 
de  los  contrarios.  Movió  con  sus  gentes ,  y  pandos 
los  Pirineos^  halló  á  los  enemigos  cerca  de  Garcasona, 
Allí  alegre  por  la  memoria  de  la  rota  poco  antes  dada 
á  los  franceses,  determinó  presentalles  la  batalla,  que 
fue  muy  herida;  pero  en  fin,  la  victoria  quedó  por  él. 
Gran  número  de  los  franceses  pereció  en  la  pelea ,  y 
otros  muchos  mataron  en  el  alcance:  no  pararon  basta 


IIISTOMA  DE  ESPáSa. 


f61 


forzar  los  reaJes  de  ](m  vencidos  y  ^ftr  de  todos  los 
despojos,  que  eran  grandes.  Esta  Tietoría  .fue  la  mas 
ilustre  j  señalada*  que  los  godos  por  estos  tiempos 
ganaron,  jBegan  que  lo  testinca  San  Isidoro^  y  narece 
cosa  semejante  á  milagro  le  que  refieren ,  es  a  saber 
oae  Claudio  con  una  compañía  de  trescientos  solda- 
dos los  mas  escogidos  entre  todos  los  sutos  se  atrevió 
á  eaoontrarse  con  un  enemigo  tan  poderoso ,  y  foe 
bastante  para  desbaratar  al  que  venia  cercado  de  tan 
grandes  nuestes. 

El  año  luegoadelantase  urdió  otra  nueva  conjura» 
cien  contra  el  rey  Recaredo,  de  que  Dios  le  libró  no 
coD  menor  maraviüa  que  de  las  pasadas.  Argimundo 
SQ  camarero  pretendía  «quitarle  la  vida ,  y  por  este 
camíDo  apoderarse  del  ramo :  cosa  tan  grande  que  no 
se  pedia  efectiiar  sin  ayuda  de  otros ,  ni  comunicada 
eon  mucbos,  estar  secreta.  Echaron  mano  de  los  con- 
jorados,  pusieron  ios  compañeros  á  cuestión  de  toi^ 
mentó,  que  confesaron  llanamente  toda  la  trama  y 
pagaron  con  las  vidas.  Al  movedor  principal  y  caudillo 
para  que  la  afrenta  fuese  mayor,  y  el  castigo  mas 
riguroso ,  lo  primero  le  cortaron  el  cabello,  que  era 
tanto  como  qaitaríe  la  nobleza  HW  hacerle  pechero; 
ca  los  nobles  se  diferenciaban  oei  pueblo  en  la  cabe- 
llera que  criaban,  según  que  se  entiende  por  las  leyes 
de  los  francos ,  que  tratan  en  esta  razón  de  Jos  que 
podían  criar  garceta.  Demás  desto  cortada  la  mano, 
Je  sacaron  en  un  asne  á  la  vergñenza  por  las  calles 
de  Toledo,  que  fue  un  espectáculo  muy  agradable  á 
los  buenos  píorel  amor  que  á  su  rey  teman.  El  remate 
destas  afrentas  y  denuestos  fde  cortarle  la  cabeza, 
para  ^  pagase  su  locura  y  ftiése  escarmiento  á 
otros;  pero  esto  socedió  algún  tiempo  adelante.  Vol- 
famos  con  h  {rfnma  á  lo  qne  se  nos  queda  rezagado. 

CAPITULO  XV. 

Del  GoncOio  Toledano  tercero, 

GoBBBNABA  por  cstos  tíempos  la  iglesia  de  Toledo 
después  de  Montano ,  Juliano,  Bacauda  y  Pedro,  que 
todos  cuatro  por  este  orden  fueron  prelados  de  aque«- 
lla  iglesia  y  ciudad.  Euphimio  sucesor  de  Pedro,  varón 
señalado  en  virtuay  erudición.  Deseaba  el  rey  así  por 
ser  ya  católico»  seffun  está  dicho,  como  por  mostrarse 
agradecido  á  Dios  de  las  mercedes  recibidas  en  librarle 
tantas  veces  de  los  lazos  que  los  suyos  le  armaban,  y 
de  las  guerras  que  de  fuera  se  levantaban,  confirmar 
con  público  consentimiento  de  sus  vasallos ,  y  con 
aprobación  de  toda  la  Iglesia^  la  rafi^on  católica  oue 
abrazaba.  Procuraba  otrosí  que  la  disciplina  eclesiás- 
tica reli\iada,  como  era  forzoso,  por  la  revuelta  de  los 
tiempos  se  reformase  y  restituyese  en  su  vigor.  Comu- 
nicóse con  Leandro  arzobispo  de  Sevilla ,  por  coya 
dirección  como  era  justo  se  gobernaba  en  sus  cosas 
particulares  y  en  las  públicas.  Pareció  sería  muy  á 
propósito  convocar  de  todo  el  señorío  de  losgodos  los 
obispos  para  oue  se  tuviese  concilio  nacional  de  toda 
España  en  Toledo  ciudad  regia  :  que  asi  de  aUf  ade* 
lantesecomenzóállamarácausaque  los  reyes  godos, 
según  que  se  ba  dicho,  pusieron  en  ella  la  silla  de  su 
imperio. 

S^alóse  dia  á  los  obispos  para  juntarse :  acudie- 
ron como  setenta,  y  entre  eUos  cinco  metropolitanos, 
que  es  lo  mismo  que  arzobispos.  Abrióse  eí  concüio, 
7  túvose  la  primera  junta  al  principio  del  mes  de  mayo 
ano  del  Señor  de  589.  En  aquella  junta  hiso  el  rey  á 
)os  podres  congregados  un  breve  razonamiento  deste 
tenor  y  por  estas  (palabras :  «No  creo  ignoréis,  sacer- 
odotes  reverendísimos ,  que  para  reformar  la  discl- 
»plina  eclesiástica  á  la  presencia  de  nuestra  serení- 
«dad  os  he  llamado;  y  porque  en  los  tiempos  pasados 

(1)  Además  de  esta  pena  ,^qQe  se  imponía  por  los  delitosnuis 
prnes  hibta  otra,  y  consistía  en  qne  se  Jes  desollaba  la  fren- 
te 7  seles  inarcaba  eon  nna  eefial  quje  les  llenaba  de  intamia- 


ala  herejía  presente  no  permitía  en  toda  la  Iglesia 
Dcatólica  se  tratasen  los  negociosde  los  concilios.  Dios 
»(a1  cual  plugo  por  nuestro  medio  qirítar  el  impedí- 
amento  de  la  dicha  herejía)  nos  amonestó  pusiese^ 
«mesen  su  punto  la  costumbre  y  los  institutos  ede- 
asiástioos.  Alegraos,  pues,  y  gozaosquelaeostumbre 
ncandniea  por  ¡irovidencia  &  Dios,  y  por  el  medio 
»de  nuestra  gloria,,  se  reduce  á  los  términos  antiguos. 
i»Lo  primero  que  os  asaon^a  y  juntamente«chorto, 
ves  que  os  ocupéis  en  vigilias  y  en  oraciones  para  que 
»el  orden  canónico,  que  de  las  mientes  saderdotales 
«había  quitado  el  larg^y  profundo  olvido,  y  queques- 
atra  edad  confiesa  no  saberle, ^lor  ayuda  de  Dios  nos 
osea  de  nuevo  manifestado,  a 

Los.padres  movidos  con  este  razonamiento  del  rey, 
cada  cual  conforme  al  lugar  y  autoridad  que  tenia, 
alabaron  á  la  divina  benignidad.  Alrey  diwon  las  gra- 
cias por  la  mucha  afición  que  mostraba  á  la  religión 
catóhca.  Junto  con  esto  mandaron  se  ayunase  tres  días 
para  disponerlos  ánimos  y  conciencias.  Túvose  des- 
pués la  segunda  junta :  en  ella  el  rey  ofreció  á  los  pa- 
dres por  escrito  en  nombre  suyo  y  de  la  reina  Bada 
una  profesión  que  hacía  de  la  fe  católica  y  adjuración 
de  la  perfidia  arriana.  Recibiéronla  los  padres  con 
grande  aplauso  y  satisfacción  por  reapkndeoer  en  ella 
la  piedaddelrey,  y  estar  en  ella  compreheodüdatesuma 
de  la  verdadera  relimen»  En  particular  en  el  símbolo 
Constantinopolitano  que  alUse  pone,  por  espresas  pa- 
labras sedice  que  el  Espíritu  Santo  procede  del  Padre 
y  del  Hijo.  A  los  demás  así  obispos  como  grandes  <|ue 
se  hallaban  presentes,  y  dejada  la  secta  arriana,  que- 
rían abrazar  la  verdad  y  imitar  el  ejemplo  de  su  rey, 
les  preguntaron  si  en  aquella  profesión  y  abjuración 
lesoesconteotaba  alguna  cosa.  Dieron  por  respuesta 
que  aprobaban  y  abrazaban  todo  lo  que  la  Iglesia  cató- 
hca profesaba.  Ocho  obispos  y  cinco  grandes  fueron 
los  que  renunciadas  las  malas  opiniones,  públicamen- 
te después  de  los  reyes  dieron  de  su  mano  Qrmada 
otra  profesión  de  fe  semejable  á  la  primera. 

.Goncluido.esto ,  que  fue  la  primera  parte.del  san- 
to concilio,  en  segundo  lugar  se  promulgaron  veinte 
y  tres  cánones  (2)  á  proposito  de  reformar  las  cos- 
tumbres y  la  disciplina  eclesiástica.  En  ellos  es  de 
considerar  lo  que  en  particular  se  manda  acerca  de 
la  comunión ,  es  á  saber  qne  ninguno  del  pueblo  pu- 
diese comulgar  sin  que  públicamente  él  y  todos  los 
que  presentes  estaban ,  en  tanto  que  se  decía  la  mi- 
sa, pronunciasen  el  símbolo  de  la  fe  que  habían  re- 
cebido ,  de  la  forma  que  en  el  concilio  Constantino- 
politano se  promulgo.  Puédese  entender  que  deste 
principio  se  tomó  la  costumbre  guardada  comuna 
mente  en  España  hastajiuestro  tiempo,  queninauno 
comulgue  antes  que  en  compañíadei  sacerdote  naya 
pronunciado  todos  los  artículos  de  la  fe  y  del  sínbolo 
cristiano.  El  rey  por  un  su  edicto  confirmó  todas  las 

(2)  La  Iglesia  de  España  balria  relajado  mocho  so  disci- 
plina y  entre  loa  cánones  destinados  i  restablecerla  se  leen 
estos  otros : 

Qiielot  jodioa  no  tengan  coQcnbiaas  ni  esdans  cristianas, 
ni  ejersan  cargos  páblicos. 

(íie  si  los  esclavos  del  Fisco  construyen  y  dotan  iglesias, 
los  obispos  pidan  al  principe  qne  autorice  estas  donaciones. 

Que  IOS  jueces  seculares  presten  auxilio  á  los  eclesiásticos 
para  impedir  y  desarraigar  las  prácticas  idólatras. 

Que  hagan  k>  mismo  para  qne  se  castigue  á  los  padses  y 
madres  que  matan  á  sus  hijos. 

Que  se  celebre  todos  los  años  el  concilio  provincial ,  y  que 
conforme  á  la  orden  del  rey  los  jaeces  de  ios  pueblo*  j  los 
cobradores  de  los  tributos  asistan  á  él,  para  qne  los  obispos 
examinen  su  conducta  y  vean  si  gravan  demasiado  á  los 
pnekios. 

Que  el  obispo  determine  la  renta  qne  se  debe  dar  á  la  igle- 
sia que  s^  fnnda. 

Priva  de  la  comunión  á  los  jueces  y  recaudadores  de  las 
rentas  públicas  que  imponen  nuevas  cargas  á  los  esclavos  de 
los  obispos  y  de  los  eclesiásticos. 


{(^  BIBLIOT£C^  DE 

acciones  del  concUio,  «IQ^imIo  que  se^uardaM 
todo  lo  «n  él  doereteáo. 

Por  remate  7  oonehiaon  hno  Lemdro  á  los  fuiires 
y  al  p«eblo  un  rasoneroient»  mUY  elegante  desU 
sustancia :  «La  celebridad  -deste  éia  y  la  preaooCe 
Maleóla  ee  tan  gnoiAe  y  tan  celnnodi,  caiñta  de 
«ninguna  fiesta  jqtie  por  todo  el  disourso  deliiiboice*- 
niebramosj  lo- que  ninguna  de  tos  podrá -dejar  de 
noonresarto.  En  lasdem^  festividadea  renovamos^ 
Mmemoría  de  algún  antiguo  nisterío  y  henefiGÍo  que 
»se  nos  liize ;  el  dk  de  hoy  se  nos  preaeota  materia 
mUenueTo  y  mayor  alegría,  evModo  (gracias al  Saé«a- 
i>dop  dá  géaéro  bum^nsí,  Grisfe»)  la  gente  iloiNlísinuí 
))de  los  godos ,  que  baste  aqui  desear riedjBi  sequilaba 
«en  medio  de  unas  tinieblasauyespesaaválmBbmda 
»de  la  lúe  cele6«iai  i^a  enlraéo  por  él  caÉsino  de  la 
inmortalidad ,  7  ha  sido  recebidadttntn)  del  divino 
ny  eterno  tempid,  que  es  le  tgl^sía.  Si  lascoeai  qoe- 
nbraditfas y  tenrenas,  y  ouesote  mrtooeocti ai tfreo 
ndcil  cuerpo  y  á  so  reí;aio,«uanao  ^suceden  prósp^- 
nrpmente,  de  «ai  suerte  mldonan  los  eoraxonesque 
))á  las  veces  la  m^oiía  degria  saca  algunos  deñiicie, 
»en  cuánto  grado  debemos  alegrarnos  fior  ser  llam»- 
iMtos  y  adffiKidod  i  la  keretacm  dd  reinó  celestial? 
»Quante  por  mas  lairgo  tiempo  hemos  llorado  lace- 
Mffuedád  y  miseria  en  que  nneetros  fieitmaiiOB^sta- 
»ban ,  cuanto  menor  era  >a  esperanza  que  nos  que- 
iidaba  de  su  remedie ;  tanto  es  ate  rasson  qiie  en  «ele 
»dÍH  nos  alegremos  y  regocijemos.  A  mi  por  cierto 
»ei  mismo  sei  me  parece  qoeiía  salido  hoy  mas  res^ 
nplftodectente  que  lo  qoe  suele:  la  misma  tierm  se 
wme  figura  mnymas  alej^e  que  antes.  Gózase  el  de- 
nlo per  la  entraiia,qae  te  ha  abierto  á  tantas  gentes 
Mpara  nquellaB  sillae  bienaventuradas,  y  por  lave- 
Ddudnd  qUe  tactos  lioinbrea  ban  tomado  de  nutfo 
Dea  aquella  sania  efudad,  que  señalados  con  el 
imomlffe  cristiano  hafoiea  caldo  én  los  lazos  de  la. 
linMMrle.  L»  tierra  «e  afie^  porque  estando  antes 
Dde  ahora  sembmda  deésprnas,  a(  préñente  la  teñios 
npítttada  y  hermoseada  de  floree ,  dé  las  euales,  pa- 
Mdres ,  que  hasta  aquí  sufi^steis  grandes  molestias, 
apodéis  tejer  y  poner  en  Vuestras  cabesas  muy  faer- 
nmosas  guirnaldas  t  sembrasteis  eon  lágrimas,  ahora 
«álesres  coged  las  flores ,  y  segad  tee  ^mpos  oue  ja 
veetan  sazonados:  üeTad  aloe  fO'aneros  de  la  Iglesia 
nmamojos  de  espigas  granadas,  f. a  madesui  de  Tues- 
ntra  elegría  «o  se  encierra  dentro  de  los  términos  de 
»Bspaña :  foreosa  eosa  its  qne  pase  y  se  comunique 
MGon  lo  demias  de  la  Iglesia  uni?wsai ,  que  abraza  y 
•ttieRe  en  su  seno  toda  la  redondez  de  la  tierra,  y 
ftnereetDladá  al  presente  con  anedirsMeestnprOfin- 
>icáa  nobilisima,  mspirada  dei  Espíritu  Santo  «ngran- 
»dece  la  divina  •  benignMnd  por  tan  señalado  benefi^. 
»oio.  Porque  la  qoe  por  su  ésterflidad  era  despreciada 
uen  «el  tf empu  pasado ,  al  presente  por  ol  -don  celes- 
»tial  de  un  parto  ha  producido  muchos  hijos.  Con 
»que  las  demás  naciones ,  si  «Isunas  tod^via  perse- 
Mveran  en  los  errores  pasaídeis,  2  ejemplo  de  nuestra 
» España  podrán  esperar  su  remedio ;  y  que  se  hayan 
»de  juntar  en  brete  dentro  de  tas  cabanas  de  la  fgle- 
»sia  y  debajo  de  un  pastor  Cristo,  aquel  lo  podrá 
Dponer  en  duda  que  no  tiene  bien  conocida  la  fe  de 
))las  divinas  promesas.  Y  está  muy  puesto  en  razón, 
))que  los  que  tenemos  un  Dios  y  un  mismo  origen  y 
» padre  de  quien  procedemos  toaos ,  auitads  laaifñer- 
nsidad  de  las  lenguas  con  que  entro  en  el  mundo 
ngran  muchedumbre  de  errores,  tengamos  un  mismo 
^corazón,  y  estemos  entre  nos  atados  con  el  vínculo 
w\e  la  caridad,  que  es  Ja  cosa  que  entre  los  hombres 
»hay  mas  suave ,  mas  saludable  y  mas  honesta  para 
Dquien  pretende  honra  y,  dignidad.  Revínote  de  en- 
nvidia  y  de  dolor  el  enemigo  del  género  humano,  que 
Dsolía  gozarse  particularmente  en  nuestras  mif*erías 
nv  males :  duélase  y  Hero  que  tantas  almas  y  tan  no- 
»bles  en  un  punto  se  huyan  librado  de  fos  lazos  de  hi 


C.%SPAn   T   ROIG. 


«muerte.  Nos  por  el  contrario  á  ejemplo  de  los  ¿tigr- 
oles  cantamos  gloria  i  IMos  en  las  alturas  y  en  la 
«tierra  paz.  'Que  pues  la  tieira  ée  Ba  reconciHado  con 
«el  lóele  ^dreoios  leneresperanaa'  m  Bolod«  alean* 
»aar  el  reino  celestial  ^  sino  -eso  nnsmo  cuidado  de 
«iavocar  de  dia  y  de  noche  la  divina  IwBignídad  por 
«el  reine  terrenal  y  por  k  salud  de  :nuestro  rey,  nu- 
«eer  principal  y  oasisaáesta  grande  felksdaíd. « 

El  Di^laraise,  que  «otttinuó  el  Cfonlcon  de  «us 
tiempos  hasta  este  año ,  y  en  él  puso  fin  á  so  ésori- 
tttia.  j  testifica  que  Leaíndro  pnelado  de  SeviMa  y  Eu- 
iropio  abad  SarviÉ^nn  fueron  loií  ^ue  tthrieron  la  «la* 
yor«nino  én  «I  compitió ,  gobernaron  y  enderezaren 
todo  lo  que  «n  fé\  se  estableólo.  Don  Lucas  de  Tuy 
aiwie  que  Leandro  fue  primado  de  £spaAar ,  y  que 
«n  este  ooncilio  tovo  peder  de  legado  apostólico; 
pero  «ato  no  viene  bien  eonln  aeoicmes  del  eeiiicíKo, 

Í mes  por  ellas  se  eatsende  tuvo  el  terber  asiento  y 
uñar  nutre  les  padrea,  y  él  «ogunéo  Enphimlo  pre> 
lado  de  Toledo ,  y  en  «i  príaoler  higar  se  sentó  tnu- 
sona  el  de  üférida.  taa  nomtodo.  En  todo  esto  7  en 
distribuir  los  asientos  se  tuvo  ai  cierto  eonsiderafCion 
al  tiempo  en  qun  cada  cual  destos  prelados  ee  censa- 
gnó;  y  asi  Hausona  por  ser  «1  mas  antiguo  tuvo  el 
pnmer  lugar.  «Un^  solaoosa  puede  cansar  admira- 
ción, j  es  que  el  fey 'por  una  manera  nmeta  y  es- 
traorduarin  nnfirmé  los  deoÉeM  de«le  eóocllio  por 
^tas  paiabns :  irFltvío  Heearedo  myesta^Inlibera'- 
vete'qcedetemiÉnmbs  cmi  elaaiAo  ooncilÍD , con- 
uficnándoie,  ánino.«i'Y  es  «osa  averiguada  que  en 
k»  oonellits  gánenles  los  «emperadoras  romanos 
cuandoen  ellos  «e<1iallan» ,  cerno  lo  muestran  «us 
fincas,  eonseutíaii >en  los  decretos  ée  los  padres; 
mas  nunca  lescmifirmamn^  ni  determinaron  cosa 
alguna  por  no  passr^  es  á  saber,  los  términos  de  su 
autoridad,  que  ne  su  éstiendeá  las  cosas  eclesiásti- 
cas ,  y  mucho  menos  á  juptar  4  conficmar  los  conci- 
lios y  lo  por  ellos  decretado. 

I  *  ,■'.... 

UBBOSEnO. 

,      '    .capítulo  PRUIBRO. 

pe  la  nraerte  del  rey  Becaredo. 

UNA  nuew  y  ciafra  luz  amaneoia  sobre  España  des- 
pués ée  tantea  tiaieblas,  felicidad  oelmada  y  bienan- 
danza,  sosegados  los  torbellinos  y  ^ferencias  pasa- 
das:  nesitas ,  re^edjos ,  aledas  se  hectan  por  todas 
partee* *>Go8áíiase  que  rus  miembros' dividióos,  des« 
trosadns  y  que  pirecia  estar  mas  muertos  que  vivos 
porls'diversidaade  I»  creencia  yreüglon,  y  que  solo 
conformaban  eá  el  len^juafe  común  de  que  todos 
uaaban ,  se  •bobiesen  unido  entre  sí  j  como  herma- 
nado un  ciíerpo ;  y  juntado  en  un  aprisco  y  en  una 
majada  qué  es  la  Iglesia ,  sus  ovejas  descarriadas: 
meroed  ue  Dios  y  graein  singular,  gmn  contento  de 
frésente  y  mayores  esperanzas  para  adelante.  Los 
príncipes  extranjeros  eon  sus  embnjadas  daban  el 

Cbien  al  rey  por  beneficio  tan  señaiado :  «flireefanle 
rfía  sus  fuerzas  y  ayuda  para  llevar  adelante  tan 
müdssesjntentos  y  condkRiar  tan  buenos  principios. 
x»  articular  «1  sumo  néntlfice  ■Gregorio  Magno,  que 
per  muerte  deFsHigloiI  sucediera  en  aquella  digni- 
dad á  tren  de  setiembre  del  año  del  Semr  de  590  al 
íin  de  la  indiecisn  octava ,  como  del  registro  de  sus 
fistolas  se  saca  (en  la  historia  latina  pusimos  un 
ano  mas)  hiegs  al  principio  de  su  pontificado  escri- 
hió  á  Leandro  una  carta ,  eu  que  le  da  el  parabién  y 
se  alegra  por  la  reducción  del  rey  Recaredo  á  la  ver- 
dadera religión.  Dice  que  será  bienaventnmdn  si 
perseverase  en  aquel  propósito ,  y  los  fines  fupTon 
conformes  á  los  prhicipios  sin  dejarse  engañar  dn  las 
astucias  del  enemiga». 
Asimismo  el  rey  Recaredo,  sabida  la  elección  do 


niSTOBU  »E  EAPAÑl^. 


ii>a 


Gregorio,  acordó  envialle ,  cono  es  de  costumbre, 
su  embajada  para  visitarle  j  ofrecerle  la  debida  y  ne- 
cesaria «tohetttia*  6sci)^dr  mn  esta  personas  prin- 
cipalesj  en  partícolar  á  Probíoo  presbítero,  y  en  su 
compañía  algunos  otros  abades.  Oídles  para  este 
efecto  sus  cartas^  y  guatamente  algunos  prer&entes  de 
oro,  demás  de  trescientas  vestiduras  que  envió  para 
los  pobres  de  San  P^dro  de  Homa :  que  según  parece 
en  aquel  tiempo  de  las  rentas  eclesiásticas  se  susten- 
taban los  pobres  y  los  hospitaíes-  Todo. como  yo  en- 
tiendo/ por  consejo  y  á  persuasión,  del  arzaUspo 
Leandro,  ca  desdólos  anos  pasados  tenía  trabada 
una  estrecha  amistad  con  Gregorio  Magno  causada 
déla  semeianza  de  los  estudios ,  y  de  ía  santidad  de 
las  costumures  y  vida  que  resplandecía  en  entrambos 
igualmente.  Demás  destp  otra  causa  partiiMilar  se 
oTrecia  para  enviar  esta  embajada ,  aunque  no  se  de 
clara ;  es  á  saber  para  procurar  i^ue  el  concilio  Tole- 
dano ceíebrado.poco  axites,  sus  aj^oioaes  y  decretos 
fuesen  aprqbadoa  por  la  iglei^ia  Romana ,  á  quien  es 
necesario  hacer  recurso  en  las  cosas  eclesiásticas,  y 
de  donde  lo&  esUtutos  de  los  concilios  toman  su  vígüj* 
V  fuerza. 

Tres  cartas  soleen  de  Gregorio  Magno,  su  data  el 
noveno  año  de  su  pontiOcado ,  es  á  saber  la  indicción 
segunda,  por  donde  sesospecha  que  los  embajadores 
susodichos  Crahajados  con  la  navegación  que  les  de- 
bió salir  lai^a  y  dificultosa ,  y  forzados  por  los  tem- 
porales contrarios  á  volver  en  España,  gastaron  mu- 
cho tiempo  tn  el  camino  y  en  Roma.  La  primera 
destas  tres  cartas  se  endereza  á  Claudio  duque  de 
Mérida,  persona  la  mas  principal  después  del  rey  que 
se  conocu  en  España :  en  ella  le  encomienda  al  abad 
Giriaeo'qite  se  iNC^tiá'para  fespafia.  la  Mgcitida  cafta 
en  para  Lettwttó,  en  qfoe  de  Átele  qfue  el  mal  de  la 
gota  le  tuWese  tan  frtihaíado.  La  postnera  es  para  e( 
re? para  airitnalle como  le  animii  á fletar  adelamelit 
religiaíiy  fécébída,  jtrAtdménte  alaba  que  las  obra»  y 
frutos foeiiMi  conformes  ala  pn>fesion  que  hacia;: 
porque  como  loá  j^io^i  loiK^ieflen  acometkie^  tm 
gran  díner<^parti.  que  revocase  cierta  fey  que  cdntra 
ellos  se  promufgtira,  n(y  quide  vetm^  en  ello.  Envióle 
juntamente  con  fe  carta  tnra  crois ,  en  que  estaba  en- 
gastada parte  (|el  madero  de  la  verá  cruz,  t  juntó 
con  ella  de  los  cab«ffbs  óü  San  Matt  lautrstti  t  envióle 
eso  mismo  desHaféa  letuna  vocadaen  el  ruerpo  del> 
apóstol  San  Pie<fro  y  qufe'pof  el  irrismo  caso  tenia  vlr* 
tod  contra  las-  enfermedades »  eiv  la  otra  ^ttn  ciertas 
limaduras  áé  lad  cadenas  con  que  el  n»smo  apd9tol 
estovo  aprisieviado :  estos  presentes  eran  paríi  el  rey. 
Para  el  artro^lspo  LeandiPo  $n  premio  de  sm  grande» 
méritos  entíd  el  páiío .  ornamento  que  ñe  suele  de 
Boma  envhtí* á  los  arzobispos. 

Hav  otra  carta  del  mismt^  pontífice  Gregorio  para 
LeanJro,  eb  que  le  dice  qere  el  presbítero  Probfno 
con  su  (^tisemimíento  Wbwnt  i  España  parte  de  los 
libms  f(ue  el  mismoGreg^lo  hMh  escrito  á  instan- 
cia y  peí*  ráspelo  dd  miMie  Leandm.  Dícese  vulgar- 
meate  entre  los  españolea ,  sin  que  haya  autor  que  lo 
ateatSgílif  yaseifore,  que  los  embajadores  del  rey 
trajeréti  «na  imagen  de  nerestra  Señora  entallada  en 
madera,  preaemoda  por  el  mísiwy  Gregorio  6  Lean- 
dro, y  qnetg  la  miMaa  que  gran  tiempo  adelante  se 
«alió  en  cfertír  cueva  ¡nnirr  con  les  cuerpos  de  Safn 
Fulgencio,  oM^pe  de  Ecijii  r  Sienta  Fforentfira  ém 
üermana,  y  tútt  s«ma  dcvocien  es  reverencmda  en 
Goadahin^,  tueftftsterio  de  gerénhnos  de  los  mas 
principales  ée  España.  Los  etierpos  de  los  santos  es- 
Jáa  boy  éla  en  Bersoeana,  aldea  no  lejos  de  Guada- 
iQpe,  do  fueron  hallados.  Dieese  demás  destoqtre 
Santa  Florentina  pasó  sn  vida  en  Ecíja,  do  se  mues- 
iran  rastres  así  de  sus  casas ,  como  de  uno  y  el  mas 
pmicipaldecuarenta  monasteríoa  de  monjas  que  os- 
laban á  su  cargo  y  debajo  de  su  gobierno ,  ert  el  mis- 
ino sitie  en  que  al  presente  está  otro  monasterio  de 


gerf  nimoB  á  ia  vibHite  áá  ría  JíelBil*  Eacribié  Fulgen- 
cio de  la  tt'  da  I»  Bi^eanlaoioA.y  de  algunaa  otras 
cuBSlienes  na  libro  qunae  conserva  hasta,  nuestuo 
tiempou  Iiáfiifln»Ge8araugaflf^]H)  le  «iiibttye  los  tres 
lifaros'  de  tes  mílologias  :*obra  erudiU:,..q«e  etras 
quieten  seft  de  Fallando  obispo  ó  RuBpenseóCaffta- 
^nense  ei  Aíirka. 

Los  emiajadiffes  del  re);  ae  entretenían  en  Roma 
ea  saBMtque  aailehoBconeilioe.  de  obispos  se  teman 
en  España  poFéenreto,  aloqúese  entiende ,  y* auto- 
ridad del  cofidlia  Tdledano  pnsado ,  en  que  so  eatar^ 
bteoió  un  decreteide  los  padres  que  ios  oeacüios  prot 
vincules  en  lo»  cuales  w  entendió  sasáipre  ffinsisUa' 
la;  reformación  y  bitín  de  te  iglesia ,  se  juntasen  cada 
un  año.  Geofonne  á  esto  primero  eaSevilte  ae  junta- 
roB  con  Leandro  stete  eoiapoa  de  ia^  iglesias  sufra- 
gáneas. Lo  que  se  trató  principalmente  en  este  coB'* 
cilio  íne  na  pleito  sobre  los  esclavos  de.  la  iglesáa  de 
Eeija,caPega8Ío  obispo  de  aqnella  ciudad  pietendiu 

Sue  Gandencio  stt  fffedeceaor  contm  xteneelM  ka 
abaa  ahorrado  y  puesto  en  lijwrtad..  Otroü  tantos 
obísoM  se  jantaron  por  el  mismo  tiempo  eo  Nwbona 
ci<i«id  da  laCraUia  Góthiea ,  y. de  común  iacaerdo  es- 
teUéeieron  quince  cánones  á  prepósito  do  reformar 
las  coatnmfares  de  la  gente  eeleaiistíca  que  estaban, 
estragadas.  Demás  desto  el  metropolitano  de  Tarra- 
gona ,  bien  que  do  se  halld  en  el  ctineiUo  Totedano 
préocimo  paáadov,  juntó  en  Zaragetasusobispos  sufra- 

Í gáneos.  KM  este  concilio  ae  deoaró  en  tres  capítulos 
a  manera  con  que  se  debiaii  recibir  en  la  igleste  ca- 
lólioa  los  que  se  quisiesen  apartar  de  laseeta  arríana. 
£d  Toledo  asimismo,  en  Huesca,.;  en  Barcelona. se 
tuvieren  otros  coneilies  partioulares ,  cuyaa  tcctonea 
no  pareció  referir  aquí  «a  perticater  por'aerftMra  do 
nuestro  ^opósito,  y  parque  se  pueden  leer  en  eilibro 
muy  antigtiodecoDcilios  deSan  MiUan  de  laGogulte# 
Volvamos  á  tes  oosaa  del  rey  ^  el  cual  después  de  fa- 
lleoida  La  reina  Bada ,  con  deseo  fue  tenia  de  hacer 
las  paces  con  los  reyé^  de  Fínnete ,  puestas  en  olvide 
las  injurias  v  desabrimientos  pasados,  poe  sus  emba- 
jadores pidió  por  mujer  á  Cloooaindft  te  otra,  hermana 
de  Chüdeberto  rey  de  Lorena ,  segiin  que  arriba  qué 
da  tocado :  matrimonio  que  últimamente  alcanaó  oop 
protestar  y  oertífícar  á  aquello»  reyes  que  no  tuvo 
parte  en  la  muerto  de  Eraaenegildo ,  antes  le  cupo 
gran  parte  del  dolor  y  del  revés  de  su  hermano.  Bsk 
taba  Gtedosinda  prometida  á  Anthari  rey  de  tes  tei- 
(^obardos;  pero  fue  antepuesto  Recaredo  así  por  la 
inatancífi  que  hizo  sobre  ello,  como  porque  loa  reyes  ■ 
deFrancte  cuidaban ,  lo  qneera  veroad  ^  ^e  los  ca-** 
samientoá  entre  tes  que  son  da  diferente  religión  y 
oreencta ,  ni  son  legitíBK)»,  ni  soceden  bien.  El  Lon-» 

f Cobarde  todavte  era  gentil;  Recaredo  demás  que  toda 
a  inda  oeofesd  á  Cristo,  como  lo  hacen  todos. loa qne 
selteman  crtetiaBoa ,  últifliafliente  por  diligeneia  de 
Leandro  y  de  Fidgencte  se.  convirtiera  i  te  religión 
católica  con  todos  sus  estados  y  señorioa.  No  con« ' 
GUttrdan  los  autores' en  eltiempoqne  .catas  bodas  se 
celebranm :  la  verdndeáqiia  en  te  postrero  déla  «dad 
de  Recaredo  sé  hteo  ahaÉuá  con  los  de  Fraaete ,  jnn* 
lamente  te  que  dotes  romanos  quedaba  en  España, 
fue  trebejado  y  ellos  vencidos  por  las  annasideloB 
godos  en  algunos  encuentros  y  batallas  que  se  dieron 
de  ambas  partes :  demás  deato  que  los  vascones ,  que 
hoy  son  tes  nat^rros,  y  con  defteó  de  novedades  an- 
daoail  alterados»  fueren  .per  la  misma  manera  sujo- 
tadi^s,  y  sosegaron.  Con  estas  cosas  el  rey  ganó 
renombre  inmortal ,  y  por  todo  te  demás  que  glorio- 
samente hizo  en  tiempo  de  pdz  y  de  gncrra  después 
que  comenzó  á  reinar. 
Tuvo  una  grandeza  singular  de  ánimo ,  grande  in- 

Senio  y  prudencia ,  condición  y  preaeneia  muy  agra- 
áble :  lo  que  sobre  todo  le  ennooleció  fue  el  celo  que 
mostró  á  la  verdad'jra  y  católica  religión.  Pasó  de  esta 
vida  ano  de  nuestra  salvación  de  601.  Reinó  quince 


J 


164  BSUOTBCA  DB  GAIMK 

aBos,un  mes  y  diexdiuStD  Isidoro  dice  qna  en  To- 
ledo,  estando  a  hnouute ,  biio  públic*  peniteada  d« 
sus  pecados  ¿  )■  numera  que  enloaces  se  acostum- 
braba. 3an  GreAorio  escribe  qoe  los  mereciniieirtos  de 
^D  Enmnegüao  fneron  causa  de  la  reduccíoii  gue 
España  bizo  oe  la  secu  arríana  i  la  religioii  cltóbca. 
Dejó  Hécaredo  tresbijoi,  el  mivor se  llamó Liuva,loE 
obros  SntDtbita  y  GeÍM.  Entiíoossequeá  Liun  bobo 
en  iu  primera  mujer  pues  tenía  edad  coooenienlie 
para  BQcederá  BU  padre  coma  le  sucedió,  y  para  eo- 
calarse  del  gobierno.  Los  dos  postreros  no  se  sabe 
qué  madre  tuvieron,  si  micierendelpriraermatrinio- 
nio, ai  del  segundo.  Lo  que  consta  es  quedestasprin- 


la  linea  descienden  los  reyes  de  Esi 
M  entiende  por  memoríu  autiguas,  y  lo  tesUGcan 
tos  hiatoriadores ,  en  particular  se  saca  del  rey  don 
Alonso  el  Magno  y  leidoro  lácense  por  sobrenombre 
el  mas  mozo.  Por  lo  cual  pareciÚ  se  precedería  en  lodo 
con  ms  luz ,  st  se  ponía  aqui  el  árbol  de  este  linaje. 
Gosninda  mujer  que  Tue  del  rey  Athanasildo  tuvo 
dos  bíjos  de  aquel  matrimonio  ,  es  á  saber  Galauinda 
y  BranecbÜde.  C I udo*eo  otrosí  rey  de  los  francos  tuvo 
tres  nieles,  que  se  llamaron  Giintrando,  Cbllperico 
y  Sisiberto ,  nijos  lodos  de  Clotarío  que  tae  Ujo  de 
aodoveo.  Gatsuindi  casó  con  Chllpenco  qne  pñecló 
poraatncia  yengüo  de  Fradegunde,  como  arriba 
queda  dicho.  Sigiberlo  casó  con  Brunecbflde,  yen 
ella  luTo  á  Cbildeberlo  t  á  logunde  y  i  dodosinda. 
Leu  Tigildo  sucesor  de  Albanagudo  de  su  primera  mu- 
jur  Tbeodosia  antes  que  fuese  rey ,  bobo  á  Ermene- 
saldo  y  i  Recaredo  sus  hijos :  hecho  rey  casó  con 
Gossioda  la  reina  nuda.  Demás  desto  biio  que  Er- 
menegitdo  casase  con  Ingunde ,  y  Recaredo  casó  con 
Clodosinde ,  tas  dos  nieUs  de  sn  segunda  mujer.  Dé- 
bese lambieD  contíderar  en  la  histüia  de  Recaredo  y 
de  los  reyes  que  adelante  le  sucedieron ,  que  de  or- 
dinario se  hace  mención  de  condes  y  duques ,  nom- 
bres-que  signtAcan  los  gobernadores  y  magistrados, 
6  otros  oficios  y  dignidades  seglares.  Condeseran  los 
qiue  gobernaban  alguna  pro*i neta,  duques  los  que  en 
algona  ciudad  ó  comarca  eran  capitanes  generales; 
y  porque  en  particular  podían  batir  moneda  {()  para 
elsMldode  sus  gentes,  de  aquí  procedió  queeles- 
oodo'VttlgamKnteBellamdeiiBspaBaysellama  du. 
cada. 

Y  no  solo  los  que  tenían  los  gobiernos  se  llamaban 
condes ,  sino  asimismo  los  que  en  la  guerra  á  en  la 
'  casa  real  tenian  algún  cargo  óolieio  principal,  cu 
hallamos  en  la  guerra  condes  oataphractaríos ,  ciiba- 
narioa ,  sagitarios ,  tiupliados.  En  la  casa  real  se  baila 
conde  del  establo,  que  boy  se  llanu  condestable, 
conde  de  la  cámara ,  del  patrimonio ,  de  los  notarios, 
toda(í  la  que B«  entiende)  i  imitación  de  loque  usa- 
ban los  emperadores  romanos ,  que  como  en  este 
tiempo  los  ^os  no  daban  mucna  ventaja  en  poder  y 
valar  á  les  romaBoa ,  asi  de  buena  gana  los  imitaban 
en  las  ceremoaiasy  nombres  de  ofleiosqueellos'mo- 
deroamente  inventaran.  De  la  misma  ocasión  y  imi- 
tacMHi,  como  algunos  sospechan  y  no  mal ,  procndió 
el  proDiimbrede  Flavio,  de  que  usó  el  primero  entre 
los  gedos  RecBpedo,  y  en  lo  ne  adelante  le  usaron  tos 
deiMsreyesmuy  de  ordinario.  Por  conclusión  á  To- 
ledo dieron  título  de  ciudad  real ,  que  era  el  mismo 
coa  que  los  griegos  honraban  la  ciudad  de  Constan- 
tinopla ,  siUa  y  asiento  de  aquri  iinerio.  De  lo  dicho 
se  saca  y  consta  qoe  los  condes  y  duques  en  esta  era 
fuerou  nombres  de  Robierno  y  no  de  estado ;  pero 
despueri  por  merced  de  loa  rayes  se  dieron  los  dichos 
títulos  por  furo  de  heredad  con  jnrisdiccioa  y  estado 
limitado  ordinariamente  decaerlos  pueblosy  luAares, 
que  para  ellos  y  pan  sus  hijos  los  reyes  leudaban. 

(1)  No  coaita  que  (O  licmpade  Im  gadM  loa  caadei  y  du- 
ques [ludieran  acuüir  moneda. 


CAPITULO  II. 

Oe  los  reyes  Liava  }  Wllerico  y  Gundemaro. 

Eba  Liuva  de  edad  apenas  de  veinte  aiíoe  cuando  fa- 
lleció el  rey  Recaredo  su  padre.  Por  su  muerte  luego 
que  le  hizo  sepultar  y  laseieqnias  con  la  solemnidad 
qne  era  nion;  sin  contraiUcclan  le  sucedid  en  el  reino 
y  en  la  corona.  Su  pequera  edad  daba  ocasión  para  que 
se  le  atreviesen,  y  las  discordias  pasadas  aun  no  bien 
sosegadas  á  conjuraciones  y  engaños.  Por  esta  causa, 
bien  que  daba  muestras  degrandea  virtudes  j  depar- 
tes á  propósito  para  reinar,  y  que  por  las  pisadas  de 
BH  padre  se  encaminaba  para  gobernar  muy  bien  su 
estadoy  ganar  renombre  inmortal :  fue  muertoá  trai- 
ción por  Witeríco  persona  acostumbradai  semejantes 
mafias.  Tuvo  el  reino  Boleados  años,  eo  quenoot»^ 
cosaquede  contar  sea,  salvo  que  con  la  hermosura 
de  BU  rostro  y  con  su  gentileza  tenia  granjeadas  las 
voluntades  de  todos,  y  por  ser  muerta  en  la  flor  de 
suodad.dejúunincreibledeseodesi,ynna  lástima 
estraordmaria  en  losáiümosde  sus  vasalk».  Ballánse 
en  España  monedas  de  oro  acuñadas  con  su  nombre. 


y  en  el  reverao  estas  palabraB :  bispali  rn» ,  que  es 
io  mismo  que  ek  sevoi.*  pudobo  ;  cosa  que  da  alguna 
muestra  de  su  piedad.  Las  tales  monedas  no  se  pue- 
den ^tribuir  al  otro  Liuva  tio  mayor  que  fue  desie 
principe,  por  tener  puesta  la  corona  en  la  caben,  de 
queantes  del  tiempo  del  ray  Leuvigildo  noustron  los 
reyes  godos ,  como  arrü»  queda  mostrado. 

Loque  resultóde  esta  traición  fue  que  el  peiricida 
con  ayuda  de  su  parcialidad  se  apoderó  del  reino  de 
los  godoB ,  y  le  tuvo  por  espacio  de  seis  años  y  diez 
meses.  Fue  en  las  cosas  de  In  guerra  señalado ,  bien 
que  eu  algunos  encuentros  que  tuvo  con  loa  romanos 
que  en  España  quedaban,  llevó  lo  peor;  pero  ñor  re- 
mate cerca  de  Sígüenia  en  aquella  parle  de  España 
que  se  llamaba  Celtiberia,  parte  de  laHispania  Tarra- 
conense ,  las  gentes  de  Witeríco  vencieroná  loe  con- 
trarios en  unaliatallaque  les  dieronde  poder  ápbder. 
Rabia  á  la  saion  fallecido  en  Francia  Cnildeberto  rey 
que  era  de  Lorena :  sucediéronle  dos  bijos  sayos  en 
BUS  estados  v  señoríos.  Theodoberto  quedó  por  rey 
deLorenay  ThRodoricofuereydeBorgoüs.  Con  este 
Tbeodortco  casó  Hermemberga  hija  del  rey  Witerico, 
que  envió  él  á  Francia  con  grande  acompañamiento; 
peroeobrevedióIavueltaáEspañadoncella:  lacavsit 
no  se  sabe ,  dado  que  corrió  fama  que  el  ray  Tfaeodo- 
rico  fue  ügado  para  que  no  pudiese  tener  ayunta- 
miento coQ  aquella  doncella  por  arte  y  hediiceriai 
de  sus  concubinas  á  las  cuajes  era  dado  deoiaaiada- 
mente.  Otros  dicen  fue  astucia  de  Brunecbllde,que 
por  mandarlo  ella  sola  todo  dio  traza  para  qne  la  nuera 
sin  ulguna  culpa  suya  fuese  enviada  i  su  padre. 

Despachó  witerico  embajadores  i  Francia  sobre  el 
caao  con  únlsn  que  si  aquel  rey  no  sodeacargase  baB- 
tautemente ,  acudieseim  las  provincias  comarcanas. 


iprovín 
y  procurasen  en  vent^anza  de  aquella  alrenta  que 
aquellos  príncipes  b I ciMeu  liga  entre  si  y  tomasen  las 
armas  en  daño  del  de  Borgoña  contra  quien  estaban 
irritados  el  rey  Clotario  su  antiguo  enemigo^  y  el  rey 
de  Lorena  Theodoberto  í  causa  que  le  solía  denostar 
y  decir  que  era  hijo  bastardo  de  su  padre  y  nacido 
(te  adulterio.  Coucertárunse  pues  estoa  dos  rey^s  con 
Aguilupho  rey  de  los  longobardoa,  yjunladaEsus 


HISTORIA  DB   ESPAÑA. 


165 


faenas  y  se  aparejaiían  para  hacer  guerra  al  coman 
enemigo.  No  podía  Theodorico  resistir  á  podeves  tan 
grandes ;  por  donde  conocido  el  riesgo  que  corria ,  y 
guebnintada sa  ferocidad ,  acadió  á  loque  era  mas 
&cil,  que  fue  concertarse  con  su  mismo  hermano 
Tbeodobflorto  con  dalle  alguna  parte  dp  su  mismo  es- 
tado. Vino  Theodoberto  de  buena  gana  en  este  con- 
cierto asi  por  su  interés ,  como  por  ser  cosa  natural 
querer  componerse  con  su  hermano  antes  de  vengar 
las  ijijorias  de  los  que  no  le  tocaban.  Sucedió  como 
los  dos  deseaban^  porque  hecha  esta  alianza,  los  otros 
príncipes  dosisUeron  de  aquella  empresa ,  partieron 
roano  de  aqueUa  guerra  que  cuidaban  seria  muy  bra- 
va. Con  esto  el  rey  Witerico  comenzó  á  ser  menos- 
preciado de  los  suyos ,  y  ¿  brotar  el  odio  que  en  sus 
corazones  largo  tiempo  tenian  encerrado,  en  especial 
que  se  decía  trataba  de  restituir  en  España  la  secta 
arríana,  con  cuyas  fuerzas  y  ayuda  como  yo  pienso 
alcanzó  el  reino. 

Esta  voz  y  fama  alteró  el  pueblo  en  tanto  grado,^ 
que  tomadas  las  armu  entraron  con  grande  furia  en 
la  casa  reai,  y  mataron  al  rey  gue  hallaron  descuidado 
y  asentado  á  ayantar.  No  paró  en  esto  la  rabia ,  por- 
me  arrastraron  el  cuerpo  por  las  calles ,  y  con  gran- 
des baldones  y  denuestos  que  todo  el  pueblo  le  echa- 
ba y  sucio  y  afeado  de  todas  maneras  le  enterraron  en 
cierto  lugar  muv  bajo.  Con  este  desastre  tuvieron 
todos  por  entendido  pagó  la  muerte  que  él  mismo 
diera  a  tuerto  á  su  predecesor  el  rey  Liuva  como 
queda  dicho ,  y  claramente  se  mostró  que  lá  divina 
justicia ,  dado  que  algunas  veces  se  tarda ,  á  la  larga 
ó  á  la  corta  nunca  deía  de  ejecutarse.  P(^  la  muerte 
de  Witerico  alcanzó  á  cetro  de  los  godos  Gundemaro, 
persona  muy  señalada  en  aquella  sazón ,  sea  por  ser 
cabeza  de  aquel  motin  y  autor  de  la  muerte  que  se 
dio  al  Urano,  sea  por  voto  de  los  principales  do  aquel 
reino,  ca  estaban  muy  satisfechos  de  su  prudencia  y 
parles  aventajadas  así  para  las  cosas  de  la  guerra» 
como  para  las  de  la  paz.  Lo  que  consta  es  que  ce- 
meozó  á  veinar  el  año  del  Señor  de  610;  y  si  es  lícito 
en  cosas  tan  antiguas  ayudarse  de  c<mjeturas ,  en-r 
tiendo  que  los  franceses  con  sus  fuerzas  por  estar 
ofendidos  contra  Witerico  le  ayudaron  no  poco  para 
subir  á  aquel  grado. 

CútmU  por  lo  menos  que  acostumbró  Gundemaro 
paffar  á  los  franceses  panas,  como  se  ve  de  las  cartas 
del  conde  Bulgarano,  gobernador  á  la  sazón  por  ^1 
rey  de  la  Gallia  Góthica,  cartas  que  hasta  hoy  se  con- 
servan ^  hallan  entre  los  papeles  antiguos  y  libros  de 
la  universidad  de  Alcalá  de  Henares  y  de  la  iglesia  de 
Oviedo.  De  donde  asimismo  se  entiende  que  Tos  em- 
bajadores de  Gundemaro  que  envió  á  Francia,  fueron 
contra  el  derecho  de  las  gentes,  que  los  tienen  por 
cosa  sa^da ,  maltratados  una  vez  por  aquellos  re- 
yes, y  sui  emlMirgo  para  mas  justificar  la  queja  des- 
pacho nuevos  embajadores,  a  los  cuales  tampoco  se 
dio  lugar  para  hablar  á  aquellos  reyes.  Por  esto  alte- 
rado Bulgarano,  no  permitió  que  los  embajadores  del 
rey  Theodorico  pasasen  á  Esjúña ;  y  llegáoo  el  nego- 
cio á  rompimiento,  abrió  la  guerra  contra  Francia,  y 
con  las  armas  que  tomó,  de  repente  se  apoderó  de 
dos  fuerzas,  es  á  saber  Jubiniano  y  Corneiiaco,  y 
echó  deUas  las  guarniciones  de  franceses  que  alU  es* 
taban.  Acometió  el  conde  Bulgarano  en  particular 
esáos  dos  pueblos  de  la  Galia  Narbonense,  á  causa  que 
en  el  asiento  que  el  rey  Recaredo  tomó  con  los  fran- 
ceses ,  los  entregara  á  Brunechikie,  por  cuya  muerte 
que  se  siguió  pocoadehinte  sin  dejar  alguna  sucesión 
por  ser  ya  muertos  sus  hijos  y  sus  nietos,  se  puede 
presumir  que  los  reyes  de  Francia  no  acudieron  á 
recobrar  con  las  armas  aquellas  dos  plazas.  Esto  en 
Francia. 

En  España  el  rey  Gundemaro  hizo  guerra  próspe- 
ramente á  los  de  Navarra  que  de  nuevo  se  alteraban, 
y  asimismo  tuvo  contiendas  con  los  capitanes  y  gen- 


tes romanas  que  mantenían  en  aquella  parte  de  Es- 
paña que  todavía  se  tenia  por  el  imperio;  lo  cual  y  su 
muerte  2^  que  fue  en  Toledo  de  enfermedad ,  sucedie- 
ron el  ano  del  Señor  de  612 ;  reinó  un  año,  die^  n)e- 
ses  y  trece  dias.  La  reina  su  mujer  se  llamó  Hildua- 
ra ;  mas  no  se  sabe  haya  dejado  alguna  sucesión.  Era 
ala  sazón  en  el  Oriente  emperador  de  Roma  Heraclfa 
sucesor  de  Phocas,  y  en  la  iglesia  Romana  después  de 
Gregorio  el  Magno  v  de  Sabmianu  y  Bonifacio  III  que 
consecutivamente  le  sucedieron ,  presidia  Bonifa- 
cio IV :  en  la  iglesia  toledana  Aurasio  sucesor  de  En- 
{)himio,  de  Fonancio  y  Adelphio,  que  por  este  orden 
e  precedieron.  Fue  Aurasio  persona  así  en  las  letras 
y  erudición,  como  en  el  valor  y  virtudes  tan  señalada, 
que  se  ¡luede  comparar  con  cualquiera  de  los  pasados. 

En  tiempo  deste  prelado,  es  á  saber  el  pnmer  año 
del  reinado  de  Gundemaro,  veinte  y  cinco  obispos  de 
diversas  partes  de  España  se  juntaron  en  Toledo  para 
determinar  en  presencia  del  rey  y  por  su  mandado 
cierta  diferencia  que  resultara  entre  el  arzobispo  de 
Toledo  y  loS  obispos  de  la  provincia  cartaginense  por 
esta  razón.  Eupbimio  en  las  acciones  del  concilio  de 
Toledo  próximo  pasado  ^r  descuidó  se  firmó  y  llamó 
metropK)litano  de  la  provincia  de  Garpetanía;  y  porque 
la  provincia  cartaginense  se  estendia  mucho  mas  que 
ios  carpetanos,  que  eran  lo  ^ue  hoy  es  reino  de  Tole- 
do ,  los  demás  obispos  apellidaban  libertad  y  no  que- 
rían reconocer  sujeción  á  la  iglesia  de  Toledo.  Este 
pleito  se  debió  comenzar  desque  los  derechos  de  Car- 
tagena y  su  autoridad  se  trasladaron  á  Toledo,  y  con- 
tinuarse algunos  años  adelante.  Fueron  pues  citados 
para  dar  razón  de  sí;  y  oídas  las  partes,  asi  el  rey  como 
ios  obispos  ptoounciaron  sentencia  en  favor  del  arzo- 
bispo Aurasio.  Entre  los  obispos  que  asistieron  se 
cuenta  Isidoro  arzobispo  de  Sevilla ,  que  lo  era  por 
muerte  de  San  Leandro  su  hermano,  Inocencio  arzo- 
bispo de  Marida,  y  Ensebio  de  Tarragona;  y  demás 
destos,  si  las  firmas  deste  concilio  no  nos  engañan, 
se  halló  también  presente  Benjamín  obispo  Dumiense. 

Quince  obispos  de  la.  provincia  cartaginense  ( por 
tocarles  á  ellos  en  particular  este  negocie)  en  un  pa- 
pel á  parte  firmaron  la  dicha  sentencia  ?  sus  nombres 
nieron  estos  :  Protogenes ,  que  se  llama  prelado  de 
la  santa  iglesia  de  Sigüenza,  tbeodoro  Castulonense, 
Miniciano  Segobiense,  Stephano  Oretano,  Jaoobo 
Mentesano,  Magnencio  Valeriense,  Theodosío  Erca- 
bicense,  Martino  Valentino,  Tonancio  Palentino, 
Portarío  Segobriense,  Vincencío  Bigastriense,  Eterio 
Bastitano,  Gregorio  Oxómense.  Presidio  Compluten- 
se, Sanabilis  Elotano.  De  donde  se  entiende  que  en 
la  provincia  de  Toledo  antiguamente  se  compreben- 
dian  mas  iglesias  sufragáneas  de  las  que  tiene  al 
presente,  y  que  el  distrito  que  tenian  los  prelados  de 
Toledo  como  metropolitanos,  era  mas  ancho  que  hoy; 
porque  del  primado  que  tenia  sobre  las  demás  igle- 
sias de  España,  al  m-esente  no  tratamos,  ni  entonces 
se  trataba.  La  veroiad  es  que  desde  el  tiempo  de  Mon- 
tano, prelado  que  fue  antiguamente  de  Toledo,  en 
un  concilio  que  se  tuvo  en  la  misma  ciudad,  dieron  á 
aquella  iglesia  autoridad  sobre  todas  las  iglesias  de 
la  provincia  cartaginense^  cómelos  mismos  que  eran 
interesados  en  la  diferencia  susodicha  lo  confesaron; 
y  se  ve  manifiestamente  por  el  proceso  deste  conci- 
lio, y  por  la  determinación  y  sentencia  (¡ne  dieron 
i(is  obispos  que  en  él  se  hallaron.  Floreció  por  este 
tiempo  el  insisoe  poeta  Draconcio :  puso  en  verso  el 
principio  del  Génesis. 

CAPITULO  III. 
Del  reinado  de  Slsebnto. 
HiciÉaoif  SE  el  enterramiento  y  exequias  del  rey  Gun- 
demaro con  la  solemnidad  que  era  justo:  las  lágrimas 
que  se  derramaron  fueron  muchas  por  haber  tan  en 
breve  faltado  un  príncipe  tan  escalente ,  de  costum- 
bres y  vida  muy  aprobada,  y  que  con  la  grandeza  del 


166 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   T   ROIG. 


ánimo  jantaba  mucha  afabilidad  y  blandura;  cosa  con 
que  grandementeseffranjean  las  voluntades  del  pue* 
blo.  Concluido  esto,  los  grandes  del  reino  se  juntaron 
á  elegir  sucesor  :.por  su  voto  salió  nombrado  Sísebu- 
to,  persona  de  no  menores  partes  que  su  antecesor» 


déla 
ica,y 


seímlado  en  prudencia  en  las  cosas  de  la  paz  y 

{;uerra ,  ferviente  en  el  celo  de  la  religión  catól; 
o  que  en  aquellos  tiempos  se  tenia  por  milagro,  en^ 
senado  en  los  estudios  de  las  letras ,  y  que  tenia  co- 
nocimiento de  la  lengua  latina :  con  que  el  dolor  que 
todos  recibieran  con  la  pérdida  pasa<£a»  se  templó  en 
gran  parte.  Gonsérvanse  hasta  el  día  de  hoy  para 
muestra  de  su  ingenio  y  erudición  algunas  epístolas 
suyas,  y  la  vida  que  compuso  de  San  Desiderio  obispo 
de  Viena,  á  quien  el  r^  Theodorico  de  Borgona, 
exasperado  con  la  libertad  y  reprehensiones  de  aquel 
santo  varón;  ^izo  morir  apedreado;  si  ya  aquella  vida 
se  ha  de  tener  por  del  rey  Sisebuto,  y  no  mas  aina  por 
de  otro  del  mismo  nomnre,  á  que  yo  mas  me  inclino 
por  las  razones  que  quedan  puestas  en  otro  lugar. 

En  una  aldea  llamada  Granátula  en  tierra  de  Alma- 
gro se  ve  una  letra  en  una  piedra  berroqueña,  en  que 
se  diee  que  el  obispo  Amaaor  falleció  el  año  seiscien- 
tos y  catorce,  y  que.es  el  segundo  año  del  reinado  de 
Sisebuto;  punto  íijo  y  muy  á  propósito  para  averiguar 
el  tiempo  en  que  c^te  rey  comenzó  á  reinar.  Entién- 
dese que  aquella  piedra  se  traio  de  las  ruinas  del  an- 
tiguo Qreto,  que  estaba  de  allí  distante  solo  por  es- 
pacio de  media  legua.  No  salieron  vanas  las  esperan- 
zas que  comunmente  tenían  concebidas  de  las  virtu- 
des ae  Sisebuto,  oorque  en  breve  sosegó  y  sujetó  los 
asturianos  y  los  oe  la  Rio  ja,  ca  por  estar  tan  lejos  y 
por  la  aspereza  y  fortaleza  de  aquellos  lugares  anda- 
ban alborotados  sin  querer  reconocer  obediencia  al 
nuevo  rey.  Para  la  una  (guerra  y  para  la  otra  se  sirvió 
de  Flavio  Suinthila  hijo  del  buen  rey  Recaredo,  y 
(uozo  de  mucho  valor :  escalón  para  poco  después  su- 
bir al  reino  de  los  godos. 

Concluido  ésto ,  el  mismo  rey  con  nuevas  levas  de 
gente  que  hizo  por  todo  su  estado ,  engrosó  el  ejér- 
cito de  Stiinthila  con  intento  de  ir  en  perdona  contra 
los  romanos ,  que  todavía  en  España  conservaban  al 

guna  parte ,  como  se  entiende ,  hacia  el  estrecho  de 
ádiz,  y  á  las  riberas  del  mar  Océano  parte  de  la  An- 
dalucia ,  y  de  lo  qqe  hoy  se  llama  Portugal.  Entró 
pues  por  aquellas  tierras,  venció  y  desbarató  en  ba- 
talla nos  veces  á  los  contrarios:  con  que  les  quitó  no 
pocas  ciudades  y  las  redujo  á  su  obedienda,cle  guisa 
que  aj)enas  quedó  á  los  romanos  palmo  de  tierra  en 
España.  Lo  que  mas  es  de  loar,  fue  que  usó  déla 
victoria  con  clemencia ,  porque  dló  libertad  á  gran 
número  de  cautivos  que  prendieron  los  soldados,  te- 
niendo respeto  á  que  eran  católicos;  y  para  que  su 
gente  no  quedase  desabrida,  mandó  qiM  ue  sus  teso- 
ros se  pa^e  á  sus*  dueños  el  rescate. 

Cesarlo  Patricio  por  el  imperio  puesto  en  el  go- 
bierno de  Espaiía ,  movido  de  Ia1l)enignidad  del  rey 
Sisebuto ,  y  perdida  la  esperanza  de  poder  resistir  á 
sus  fuerzas  por  estar  tan  lejos  del  emperador  Heraclio 
que  ó  la  sazón  imperaba,  acometió  a  mover  tratos  de 
paz  con  los  godos:  ofrecióse  para  esto  una  buena 
aunque  ligera  ocasión^  y  fue  que  Cecilio  obispo  Men* 
tesano  con  deseo  de  vida  mas  sosegada ,  desampara- 
da la  administración  de  su  iglesia,  se  retiró  en  cierto 
monasterio  que  debía  estar  en  el  distrito  de  los  ro- 
manos. Citóle  el  rey  para  que  diese  razón  de  lo  que 
había  hecho,  y  estuviese  a  juicio.  Cosario  sin  em- 
bargo que  los  suyos  se  lo  contradecían  y  afeaban,  dio 
orden  que  fuese  llevado  al  rey  por  Ansemundo  su 
embajador,  al  cual  demás  desto  encargó,  si  hallase 
coyuntura,  que  moviese  tratos  de  paz. 

Escribió  con  él  sus  cartas  en  este  propósito,  en  que 
después  de  saludar  al  re^r  pretende  inclinarle  ¿  con- 
cierto, y  á  tener  compasión  de  la  sangre  inocente  de 
los  cristianos  derramada  en  tanta  abundancia  que  los 


campos  de  España  como  con  lluviae  estaban  della 
cubierlos  y  empantanados.  Dice  que  le  envía  d  obispo 
Cedüocondeseode  hacerle  en  esto  servicio  agradaJbíe; 
y  enseñalde  amor  un  areo,  dádiva  pequeña  si  se  mirase 
(Hir  sí  misma,  pero  granáe  si  consideraba  la  voluntad 
con  que  le  enviaba.  Fue  esta  embajada  agradable  á 
SLsebuto,  ea  tambieadesu  pariese  inclinabaá  la  paz; 
y  con  este  intenta  despachó  un  enbaistdor  siivo  lla- 
mado Theodorico  con  cartas  para  Cosario :  él  jauto 
c(Ai  otros  embajadores  suyos  le  envió  al  emperador 
Heraclio  para  que  oonfírmaae  las  oon<Mciones  que  en- 
tre los  dos  capitularon.  Era  este  emperador  muy  dado 
á  la  vanidad  de  k  astrolo^k  judieiaría.  Abiaabank 

3ue  su  imperio  y  loa  cristianos  corrían  gran  peligro 
e  parte  de  la  gente  circuncidada.  Lo  que  ikbiera  en- 
tender delossarracenos  y  moros,  k»  entendían  délos 
judíos :  así  dio  en  perseguir  aqnetit  nación  por  todas 
las  vías  y  maneras  ¿  él  poeibles.  Lo  pnoaero  echó  á 
todos  los  judíos  de  las  provincias  del  ini^rio :  despnes 
con  la  ocasión  desta  embajadir  qae  le  enviaron  de 
España,  desque  li&cilmente  vino  ea  todo  lo  que  tenia 
concertado,  trató  muy  de  verás  con  el  embajador 
Theodorico  hideaecon  suseñorquedesterrase  á  todos 
los  judíos  de  España  como  cente  peijudiciali  todoskie 
estados,  queél  mismo  los  alanzara  desús  tierras,  y  que 
eon  ninguna  cesa  le  podrían  mas  ganar  la  voluntad. 
Aceptó  este  consejo  Sisebuto^  y  aun  pasó  maa  ade- 
lante, porque  no  solamente  kis  judíos  fueron  echados 
de  España  y  de  todo  el  señorío  de  los  godos ,  que  era 
lo  que  pedía  el  emperador,  sino  también  con  amena- 
zas y  por  fuerza  los  apremiaron  para  que  se  bautiza- 
sen :  cosa  ilidta  y  vedada  entre  los  cristianos ,  que  i 
ninguno  se  haga  fuerza  para  que  lo  sea  contra  su  vo- 
luntad; y  aun  entonces  esta  oetermínacion  de  Sise- 
buto tan  arrojada  no  contentó  á  los  mas  prudentes, 
como  lo  téstínca  San  Isidoro.  Entre  ks  leyea-de  los 
godos  que  llaman  el  Fuero  Juzgo,  se  leen  dos  en  este 
propósito  que  promulgó  Skebuio  el  cuarto  año  de  su 
rdnado.  Andaban  las  cosas  revueltas,  y  así  no  era 
maravilla  se  errase ,  porque  el  rey  se  hizo  juez  de  k 
que  sé  debiera  determinar  por  parecer  de  los  prekdos, 
como  sea  así  que  á  los  reyes  incumba  el  cuidado  áf* 
las  leyes  y  gooierno  seglar,  lo  que  toca  á  la  religión 
y  el  gobierno  espiritual  á  los  eclesiásticos;  mas  á  k 
verdad  los  ímpetus  y  antojos  de  los  príncipes  son 
grandes,  y  muchas  veces  los  obispos  disimulan  en  k 
que  no  pueden  remediar. 

Publicado  este  decreto,  gran  número  de  judíos  se 
bautizó  algunos  de  corazón ,  los  mas  fingidamente  y 
por  acomodarse  al  tkmpo :  no  pocos  se  salieron  de 
España  y  se  pasaron  á  aquella  parte  de  la  Galia  que 
estaba  en  poder  de  los  francos,  ae  do  no  mucho  des- 
pués fueron  también  echados  con  los  demás  judíos 
naturales  de  Frauda  por  edicto  del  rey  Dagoberto,  y  á 
persuasión  del  mismo  emperador  Heraclio.  Fue  asi 

3ue  de  Francia  fueron  á  Constan  ti  nopla  dos  embaja- 
ores llamados Servacio y  Paterno, con qukn elem- 
perador  tuvo  la  misma  plática  que  tuviera  con  Theo- 
dorico, y  les  persuadió  se  hiciese  en  Francia  lo  que  en 
las  denás  provindas  ejecutaban.  Publicóse  pues  un 
edicto  en  Francia,  en  que  so  pena  de  la  vida  se  man- 
da l>a  que  dentiro  de  cierto  tiempo  ninguno  estuviese  en 
c'la  que  ne  fuese  cristiano.  Muchos  quisieron  mas  ir 
desterrados,  los  otros  ó  fingidamente  poracomodarse 
ni  tiempo,  ó  de  verdad  profesaron  la  Religión  Cristiana. 
Por  esta  manera  la  divina  justicia  con  nuevos  castigos 
por  estos  tiempos  trabajaba  y  aflig|ia aquella  nación  mal- 
vada en  pena  de  k  sangre  de  Cristo  Hijo  de  Dios  que 
tan  sin  culpa  derramaron.  Pero  dejemos  to  de  fuera. 
En  España  el  rev ,  usando  de  k  libertad  ya  dicha, 
depuso á  Busebío  obispo  de  Barcelona  (1),  y  hizo  po- 

(i)  Segua  la  carta  del  rey  publicada  por  el  P.  Fiorez, 
ro&ulu  ^oe  iorormado  Sisebulo  de  que  el  obispo  de  Dareeloou 
había  sido  acusado  injustamente  de  algunos  crímenes  ex  - 


IHSTORIA   DE   ESPAÑA. 


Í67 


ncr  otro  en  su  lugar  como  se  entiende  por  las  mismas 
carUis  suyas.  La  causa  que  se  alegaba  fue  que  en  el 
teatro  los  farsantes  representaron  algunas  cosas  to- 
madas de  la  vana  superstición  de  Tos  dioses,  que 
ofendían  las  orejas  cristianas.  Esta  pareció  por  en- 
tonces culpa  bastante ,  por  haberlo  el  obispo  permi- 
tido, para  despojarle  de  su  iglesia.  El  desorden  fue 
que  el  rey  por  su  autoridad  pasase  tan  adelante;  por 
cuya  diligencia  demás  desto  en  Sevilla  el  año  seteno 
de  SQ  reinado  se  juntaron  ocho  obispos.  Presidió  en 
este  concilio  San  Isidoro.  Los  padres  en  esta  junta 
reprobaron  la  secta  de  los  acepnalos,  herejía  conde- 
nada al  tiempo  pasado  en  el  Oriente  ,  pero  que  co- 
menzaba á  brotaren  Espina  por  los  embustes  y  enga- 
ños de  cierto  obispo  venido  de  la  Suria.  que  fue 
convencido  de  su  error  y  forzado  á  hacer  del  pública 
abjuración.  Demás  desto  en  el  mismo  concilio  seña- 
laron los  términos  y  aledaños  á  las  diócesis  de  los 
obispados  particulares  sobre  que  tenian  diferencia.  A 
las  monjas  fue  vedado  hablar  con  hombres  sin  escep- 
toar  á  la  misma  abadesa ,  á  la  cual  mandaron  no  ha- 
bíase con  alguno  de  los  monges  fuera  del  abad  y  del 
monge  que  tenía  cuidado  de  las  religiosas,  y  aun  con 
estos  no  sin  testigos,  y  solamente  de  cosas  santas  y 
espirituales.  Hallóse  en  este  concilio  junto  con  los 
obispos  el  rector  de  las  cosas  publicas  por  nombre 
Sisisclo,  que  asi  se  han  de  emendar  los  libros  ordina- 
rios,  donde  se  lee  Sisibuto ,  diferentemente  de  como 
está  en  los  códices  mas  antiguos  de  mano. 

Estaba  ol  rey  ocupado  en  estos  y  semejantes  nego- 
cios, cuando  le  sobrevino  la  muerte  año  de  nuestra 
salvación  de  621 :  reinó  ocho  años,  seis  meses  y  diez 
y  seis  días.  Muchas  cosas  se  dijeron  de  la  ocasión  de 
su  muerte,  unos  que  los  médicos  le  dieron  una  purga 
aunque  buena ,  pero  en  mayor  cantidad  de  lo  que 
debieron ;  otros  que  en  lugar  de  purga  le  dieron  de 
propósito  yerbas;  las  verdades  que  en  las  muertes  de 
graodes  príncipes  de  ordinario  se  suelen  levantar  y 
creer  muchas  mentiras  con  pequeño  fundamento, 
principalmente  de  los  que  por  su  buen  gobierno  y 
aventajadas  partes  fueron  muy  amados  de  sus  subdi- 
tos. Hízose  el  enterramiento  v  honras  como  convenia 
ápríicipe  tan  grande:  muchas  lágrimas  se  derra- 
maron, muestra  de  la  mucha  voluntad  que  todos  co- 
munmente le  tenían.  En  la  vega  de  Toledo  junto  á  la 
ribera  del  Tajo  hay  un  templo  de  Santa  Leocadia, 
muy  viejo  y  que  amenaza  ruma:  dicese  vulgarmente, 
y  asi  se  entiende  que  le  edificó  Sísebuto  de  labor  muy 
prima  y  muy  costosa.  El  arzobispo  don  Rodrigo  tes- 
tifica que  Sisebuto  edificó  en  Toledo  un  templo  con 
advocacioit  de  Santa  Leocadia,  la  fábrica  que  hoy  se 
ve,  no  es  la  que  hizo  Sisebuto ,  sino  el  arzobispo  de 
Toledo  don  Juan  el  III:  después  que  aquella  ciudad  se 
lomó  á  recobrar  de  moros  levantó  aquel  edificio. 

Demás  desto  testifican  que  por  orden  deste  rey  lo^ 
godos  usaron  de  armadas  por  la  mar»  y  esto  para  que 
pues  hasta  entonces  ganaran  gran  honra  por  tierra, 
^  enseñoreasen  del  mar :  ca  es  cosa  cierta  que  la 
tierra  se  rinde  al  que  señorea  el  mar,  que  fue  parecer 
de  Themístocles.  Por  ventura  también  preteoaian  pa- 
sar con  sus  conquistas  en  África  por  hallarse  señores 
casi  de  toda  la  Efspaña.  Algunos  historiadores  nues- 
tros dicen  que  Malioma  fundador  de  aquella  nueva  y 
perjudicial  secta ,  después  que  tuvo  sujetas  la  Asia  y 
la  África ,  pasó  últimamente  en  España .  y  que  por 
autoridady  temor  de  San  Isidoro  se  huyó  ac'CordoDa: 
cuento  mal  forjado ,  gue  ni  se  debo  creer ,  ni  con- 
cierta con  la  razón  de  los  tiempos,  ni  viene  bien  con 
loque  las  historias  extranjeras  afirman,  y  así  se  debe 
desechar  como  cosa  vana  y  fabulosa.  Lo  cierto  es  que 

bortó  á  los  obispos  de  la  proviacía,  por  medio  del  metropo- 
litano de  Tarragona ,  para  que  lo  colocaseo  ea  su  silla ;  y  no 
babiendo  estos  acebo  caso  hizo  que  lo  ejecutasen  inmediata- 
mente. 


por  la  muerte  de  Sisebuto  sucedió  en  el  reino  su  iiijo 
hecaredo,  mozo  de  poca  edad  y  de  fuerzas  no  bastan- 
tes para  peso  tan  grande.  Reinó  solos  tres  meses ,  y 
pasados,  falleció  sin  que  del  se  sepa  otra  cosa. 

CAPITULO  IV. 

*     De  los  reyes  Sqinthila  y  Rechimiro. 

Por  la  muerte  destos  dos  reyes  padre  y  hijo  los 
grandes  del  peino  nombraron  por  sucesor  á  Suinthila, 
persona  que  en  las  guerras  pasadas  había  dado  mues- 
tra de  valer  y  partes  bastantes  para  el  gobierno,  ade- 
mas que  la  memoria  de  su  paare  le  hacia  bien  quisto 
con  todos,  y  hizo  mucho  al  caso  para  que  le  tuviesen 
por  digno  de  aquella  dignidad  y  grandeza.  Era  perso- 
na de  mucho  ánimo  y  no  de  menor  prudencia:  ni  con 
los  trabajos  se  cansaoa  el  cuerpo,  ni  con  los  cuidados 
su  corazón  se  enOaquecia.  Su  liberalidad  fue  tan  gran- 
de para  con  los  necesitados ,  que  vulgarmente  le  lla- 
maoan  padre  de  los  pobres.  Los  de  Navarra ,  gente 
feroz  y  bárbara^  con  ocasión  de  la  mudanza  en  el  go- 
bierno de  nuevo  se  alborotaron,  y  tomadas  las  armas 
ponían  á  fuego  y  á  sangre  las  tierras  de  la  provincia 
Tarraconense :  acudió  el  nuevo  rey  con  presteza,  y 
con  sola  su  presencia,  por  la  memoria  de  las  victorias 
pasadas,  hizo  que  se  le  sujetasen  y  rindiesen.  Perdo- 
nólos ;  pero  con  condición  qne  á  su  costa  edificasen 
una  ciudad  llamada  Ologíto,  como  baluarte  y  fuerza 
que  los  enfrenase  y  tuviese  á  raya  para  que  no  aco- 
metiesen novedades  tantas  veces,  pues  les  estaba  me- 
jor carecer  de  la  libertad  de  que  usaban  mal.  Esta 
ciudad  piensan  algunos  sea  la  villa  que  hoy  en  Siquel 
reino  se  llama  Olite ,  mas  por  la  semejanza  del  nom- 
bre que  por  otra  razón  que  haya  para  decillo:  conje- 
tura que  suele  engañar  a  las  veces. 

Concluida  esta  guerra,  los  romanos  que  en  España 
quedaban,  y  mas  confiaban  en  el  asieuto  que  tenian 
puesto  con* los  godos,  que  en  sus  fuerzas,  última- 
mente fueron  constreñidos  á  salirse  de  toda  España, 
donde  por  mas  de  setenta  años  á  las  riberas  del  uno 
y  del  otro  mar  habían  poseído  parte  de  lo  que  hoy  es 
Portugal  y  de  la  Andalucía ,  bien  que  muchas  veces 
se  es  tendían  ó  estrechaban  sus  términos  conforme  á 
como  las  cosas  sucedían.  Algunos  entienden  que  por 
esta  causa  los  godos  fortificaron  la  ciudad  de  Ebora 
para  que  sirviese  de  frontera  contra  los  romanos. 
Dan  desto  muestra  dos  torres  fuertes  y  de  buena  es- 
tofa, que  comunmente  dicen  por  tradición  las  edificó 
el  rey  Sísebuto,  esa  saber  para  reprimir  las  entradas 
que  los  romanos  poraauella  parte  nacían  en  las  tier- 
ras de  los  ^odos.  (1)  Conserváronse  los  romanos  por 
tan  largo  tiempo  en  aquellas  partes  tan  estrechas  de 
España ,  á  lo  que  se  entiende ,  por  estar  África  tan 
cerca  para  fácilmente  ser  socorridos :  y  al  presente 
por  faltarles  esta  ayuda  á  causa  de  la  cruel  guerra 
que  el  falso  profeta  Mahoma  y  los  que  le  seguían, 
hacían  por  aquellas  partes ,  fueron  vencidos  y  echa- 
dos de  España.  Tenian  los  romanos  dividido  aquel 
gobierno  en  dos  partes,  y  puestos  en  España  dos  pa- 
tricios. Destos  al  uno  con  buena  industria  y  mana, 
granjeó  el  rey ,  al  otro  venció  con  las  armas,  y  á  en- 
tramóos los  redujo  en  su  poder. 

A  todas  estas  cosas  tan  señaladas  dio  fin  el  rey 
Suinthila  dentro  del  quinto  año  de  su  reinado,  que 
se  contaba  del  nacimiento  de  Cristo  626.  En  el  cual 
año  con  intento  de  asegurar  la  sucesión  del  reino  y  ha- 
cer que  quedase  en  su  casa^  declaró  por  su  companero 

(1)  La  ciudad  de  Evora,  capital  de  la  provincia  de  Alen- 
tejo  en  Portugal ,  ea  una  de  las  mas  ricaí  de  la  peniasula  en 
memorias  vivas  é  históricas  de  los  tiempos  antiguos.  Todos 
los  pueblos  que  dominaron  á  España  han  dejado  en  ell^  las 
huellas  de  su  existencia ,  pues  aunque  muchos  monum^utos 
hayan  desaparecido,  quedan  todavía  para  atraerla  admira- 
ción del  anticuario  y  ael  ñlósofo  preciosos  restos  de  una  civi- 
lización que  ya  no  existe. 


168  BIBLIOTBCA  SE 

á  Rechimtro  su  btio,  moio  queauaqae  ert  de  peque- 
ña ;  tierna  edad,  cou  su  buen  natural  dabs  muaslras 
míe  imitaria  las  TÍrtudes  de  su  padre  v  de  su  abuelo. 
Todo  esto  no  fue  bastante  para  que  los  ^os  no  se 
desabriesen,  ca  llevaban  muT  mal  que  con  este  arti- 
Gcio  se  heredase  la  magestaa  real  que  antes  se  acos- 
tumbraba dar  por  voto  a  los  grandes  del  reino;  y  es 
cosa  averiguada  que  desde  este  tiempo  el  que  poco 
antes  era  acatado  de  todos  y  temido,  vino  á  ser  teni- 
do eo  poco ,  de  tal  suerte  que  no  sosegaran  hasta 
tanto  que  derribaron  de  la  cumbre  del  reino  á  Suin- 
thila  y  á  su  bija ;  que  debió  de  ser  la  causa  porque 
San  Isidoro  en  la  historia  de  los  godos  con  que  Degó 
liasta  este  año,  no  pasase  adelante  con  bu  cuento, 
por  hacérsele  (como  yo  pienso)  de  mal  da  poner  por 
escrito  las  afrentas  y  desastres  de  aquel  rey  poco 
antes  muy  señalado  j  deudo  suyo ,  y  por  no  dejar 
memoria  de  las  alteracioDes ,  traiciones  y  malos  tra- 
tos que  en  este  caso  sucedieron: 


Lo  que  principalmente  enSniniIiila  se  reprehende 
fue  que  después  de  tantas  victorias  y  de  estar  España 
toda  sosegada  y  en  paz  se diú  á  vicios  y  deleites,  en 
que  se  muestra  claramente  cuánto  es  mas  dificultoso 
al  que  tiene  mando  y  Uberlad  para  hacer  lo  que  quie- 
re, vencerse  á  si  mismo  y  á  sus  pasiones  en  tiempo 
de  paz,  que  en  el  de  la  guerra  con  las  armas  sujetar . 
á  sus  enemigos.  Theodora  su  mujer  que  algunos 
sospechan  fue  hija  del  rey  Sisebuto,  y  Gevla  o  Agi- 
lano  su  hermano  á  quien  liahia  enlregada  el  gobierno 
asi  de  su  persona  como  del  reino,  con  sus  n¿loe  Ur- 
minos  fueron  ocisioa  en  gran  parte  del  odio  que 
contra  él  se  levantó ,  y  despertaron  contra  él  ^ran 
parte  de  los  enemigos  que  al  fin  te  echaron  por  tier- 
ra y  prevalecieron. 

Presidia  i  la  sazón  en  la  iglesia  de  Tcdedo  Relladio 
sucesor  de  Aurasio ,  varón  de  señalada  prudencia, 
modestia  y  enidicioo  ,  muy  libre  de  toda  avaricia, 
constante  y  para  mucho  trabajo.  Fue  los  saos  pasados 


rector  de  las  cosas  públicas ,  que  ora  en  lo  seglar  el 
mayor  cargo  de  los  oodos.  Dejo  et  oficio  con  desea  de 
seguir  vida  mas  perfecta ,  y  tomó  eo  Toledo  el  há- 
bito de  mongeenel  monasterio  Asaliense,  yenélen 
breve  llesd  aser  abad^  dende  por  orden  de)  rey  Sise- 
buto pas3  á  ser  arzobispo  de  Toledo.  Tuvo  por  dis- 
cípulo al  glorioso  San  Ildefonso,  cosa  que  le  dio  no 
menos  renombre  que  sus  mismas  virludes,  aunque 
fueron  grandes.  El  mismo  le  ordenó  de  diicono,  y 
adelántele  sucedió  asi  en  la  abadía,  comeen  el  arzo- 
bispado. Parece  que  la  alteración  de  los  tiempos  y 
pena  que  Helludío  recibid  por  las  revueltas  que  re- 
sultaron, fueroD  ocasión  ae  su  muerte,  porque  al 
mismo  tiempo  que  Suinthila  por  traicionde  Si  señando 
fue  despojado  del  reino,  pasó  desta  vida.  En  cuyo 
lugar  sucedió  Justo ,  y  por  algún  tiempo  presidió  en 
aquella  iglesia.  ■ 

La  caida  del  rey  Suinthila  fue  desta  manera.  Era 
Sisenando  hambre  de  gran  corazón ,  muy  poderoso 
por  las  riquezas  que  tenia,  diestro  y  ejercitado  en  tas 
cosas  de  la  guerra.  Parecióle  que  el  aborrecimiento 
que  comunmente  tenion  al  rey  Suintbila ,  le  presen- 
taba buena  ocasión ,  y  le  abria  camino  para  quitarle 


la  corona.  Las  fuerzas  que  tenia ,  do  eran  bastantes 

parj  cosa  tan  grande.  Acudid  al  rey  Dagoberto  de 
Francia.  Persuadíale  le  ayudase  con  sus  fuerzas,  avi- 
sóle que  las  volanlades  de  los  naturales  estaban  de 
su  parte,  solo  recelaban  comenzar  cosa  tan  grande 
sin  tener  socorros  de  otra  parte:  que  Suinthila  debaja 
de  nombre  de  rey  era  rauv  cruel  tirano ,  ejecutivo, 
sujeto  i  todos  las  vicios  y  fealdades,  m(^struo  com- 
puesto de  aficiones  v  codicias  entre  si  contrarias  y 
repugnan  tes.  Tomado  asiento  cen  el  Francés,  Abun- 
dancio y  Venerando  capitanes  franceses  con  gente 
deBorgoñase  metieron  par  España  y  Itegaroa  a  Za- 
ragoza. Los  grandosque  hasta  entonces  se  recelaban 
y  temían,  se  declararon,  y  tomadas  las  armas  no  pa- 
raron hasta  echar  del  reina  á  Suinthila  con  sn  mujer 
V  hijo  Rechimiro :  esto  se  tiene  por  mas  cierto  que 
lo  que  otros  dicen,  es  á  saber  que  el  rey  Suinthila  y 
su  hijo  fallecieran  de  enfermedad  en  Toledo,  porque 
del  concilio  IVToletano,  y  de  lo  que  en  él  se  refiere, 
parece  lo  contrario ;  y  aun  del  se  entiende  también 
que  Agilaao  hermano  del  rey  Suinthila  entre  los  de; 
más  se  arrimó  á  Sisenando  y  siguió  su  partido,  si 
bien  la  amistad  no  le  duró  mucho. 


Ito  las  historias  franresas  se  vp  que  al  rey  Daga- 
l«rtí>  (lipnm  los  iiufstnw  (por  ventura  ú  cuciito  de 
los  gastos  de  la  mierra)  diez  libras  de  oro.,  que  él  aplí- 
ró  para  acalilirTa  fábrica  de  San  Dionysio ,  templo 
muy  suntuoso  y  grande  juiíloá  París,  y  obra  del  rey 
ftagüberto.  Floreció  por  este  tiempo  Juan  obispo  deZa- 
ragout  sucesor  de  Haximo.  Fue  muyscñalado^si  bien 
en  la  bondad  de  su  vida  y  liberalidad  con  los  pobres; 
romo  en  la  erudición  y  letras ,  (te  que  da  testimonio 
un  libro  que  dejú  escrito  en  razón  de  cúuo  se  ilebia 
celebrar  la  Pascua.  Por  el  mismo  tiempo  fueron  en 
Españapersonasde  cuenta  Vincencio  y  Ramiro :  Vin- 
cencin  fue  abad  en  San  Claudio  de  León ,  do  por  de- 
feniler  k  religión  católica  fuO'mucrtopnr  los  arríanos, 
serta  que  parecía  estar  ya  acallada.  Su  cuerpo  en  la 
ilestruicion  de  Kspaña  llc'varon  á  la  ciudad  do  Oviedo. 


m:  íspaSa.  IPS 

'  Ramiro  fue  monge  en  ti  misQio  monasterio  de  Lcnn, 
j  y  al  lado  del  alt^r  mayor  en  propia  y  particular  capi- 
lla están  sus  liueaos  guanlado»  y  reverenciados  del 
pniííilo.  Reinó  Suinlliila  dtez  ano*  :  despojímnie  ilel 
re.ino  año  del  Señor  63) t 

CWITOLO  V. 
.DclrC]>  Sisénando. 
Lui:co  que  Sisénando  salió  con  lo  que  pretendií ,  y 
se  vio  lieclin  rey  dé  los  roiIos  ,  como  persona  discreta 
advirti'i  qne  por  estar  los  naturales  divididos  en  par- 
cialidideS,  y  quedar  todavía  muchos  alicionados  al ' 
partido  Contrario ,  corría  peligro  de  perder  en  breve 
lo  Bañado-,  sí  no  buscaba  alguna  traza  para  acudir  á 
este  peligro.  Parecióle  ijue  el  mejor  camino  seria  ayi»- 


anncMriJ  ie  Kiiiit- 


darse  de  la  religión  y  del  brazo  eclesiástico ,  capa  con 
que  muchas  veces  se  suelen  cubrirlos  príncipes,  j  aun 
solaparse  grandes  engaños.  Juntó  de  todo  su  senorio 
como  Aetcnta  obispos  en  Toledo  con  voi  de  reformar 
las  costumbres  de  los  pclesiísticos  por  las  revueltas 
de  Ids  tiempos  muy  estragadas ;  mas  su  principal  in- 
tento era  procurar  que  el  rey  Suinlhila  fuese  conde^ 
nado  por  los  padres  como  indigno  de  la  corona,  para 
míe  los  que  les  seguían  y  de  secreto  le  eran  aíicioun- 
<tos,  mudado  parecer  sosegasen.  Túvose  la  .primera 
junta  en  la  iglesia  de  Santa  Leocadia  á  cinco  de  di- 
ri«nbreañode634.  esAsaber  el  tercero  del  reinado 
del  mismo  Siscnanifo.  Hallóse  el  rty  en  la  junta,  V 
puesto  de  rodillas  con  muestras  de-mucha  humildad, 
con  sollozos  y  lágrimas  quede  su  pecho  y  sus  ojos  des- 
pedía en  abundancia,  pidió  á  los  padres  le  micomcn- 
da.sen  á  la  Divina  .Magestad  para  qae  ayudase  sus 
intentosiqueelflnparaquesejuntaran  era  la  reforma- 
ción de  la  disciplina  eclesiástica  y  de  lis  costumbres: 
que  era  justo  acudiesen  ¿  negocio  tan  importante. 

AnimAronselw  obispos  con  Ins  buenas  palabras  del 
rey,  pubHcarondecretos  muy  importantes,  y  en  par- 
ticular señalaron  li  forma  y  ceremonias  con  que  se 


deben  celebrar  los  concilios  provinciales,  que  manda-  ' 
ban  se  juntasen  cada  un  año.  Las  cabezas  principales 
de  los  decretos  son  estas.  Los  padres  en  los  asientos  y 
en  el  votar  guarden  laantígücdaddc  su  consagración. 
Con  su  voluntad  sean  admitidos  al  concilio  los  gran- 
des que  pareciere  se  deben  en  él  bailar.  Muy  de  ma- 
ñana«e  cierren  las  puertas  del  templo  en  quo  se  tie^ 
ncla  junta,  fuera  de  una  por  dondn  entren  ios  padres, 
con  su  guarda  de  porteros.  El  metropolitano  propon-, 

Slos  jinntos  de  que  en  el  concilio  se  hade  tratar, 
s  causas  particulares  propon^  el  arcediano.  Haya 
en  España  un  Hissal  y  un  Breviario.  (El  cuidado  do 
hacer  esto  se  encomendó  í  San  Isidoro ,  que  tuvo  el 
primer  lugar  en  este  concilio.  Re  aquí  resultó  que  co- 
munmente el  Missal  y  Breviario  de  los  mozirab^  se 
atribuyen  ti  San  Isidoro,  dado  que  San  Leandro  com- 
puso muclias  cosas  dcHo ,  y  con  el  tiempo  se  añadírnn 
mucíias  mas).  Antes  de  la  Epiphaiifa  resuelvan  los  sa- 
cerdotes entre  sí  en  qué  dia  de  aquel  año  se  ha  de  ce- 
lebrar la  Pascua ,  y  dello  los  metropolitanos  por  sus  _ 
cartas  den  aviso  A  las  iglesias  desu  provincia. 51  A;«- 
calfpsí  de  San  Juan  Evangelista  se  cuente  entre  Ior 
libros  canónicos.  T^s  iglesüs  de  Galicia  en  la  ben.ií  • 


i  70 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   T  ROIG. 


cion  del  cirio  Paséual ,  en  las  ceremonias  y  oraciones 
se  conformen  con  las  demás  de  España.  Ninguno  se 
ordene  de  obispo  ni  de  presbítero  que  no  sea  de  trein- 
ta años,  y  tenga  aprobación  del  pueblo.  Los  judíos  en 
adelante  no  sean  iorzados  á  bautizarse.  Los  que  forza- 
dos del  rey  Sisebuto  se  bautizaron ,  perseveren  en  ia 
fe  que  profesaron.  Los  judíos  y  los  que  de  ellos  decien- 
den,  no  puedan  tener  públicos  oficios  y  magistrados. 
Los  cléngos  no  corten  el  cabello,  solo  en  lo  mas  alto 
de  la  cabeza  que  deben  afeitarla  toda ,  pero  de  guisa 
que  los  cabellos  queden  en  forma  de  corona.  Ninguno 
se  apodere  del  remo ,  si  no  fuere  por  voto  de  los  gran- 
des y  prelados.  El  juramento  hecno  al  revno  sea  que- 
brantado. Los  reyes  del  poder  que  les  ha  sido  dado 
para  el  bien  común  no  abusen  para  hacerse  tiranos. 
Suinthila ,  su  mujer  y  hijos  y  su  hermano  sean  des- 
comulgados por  los  males  que  cometieron  en  el  tiem- 
po que  tuvieron  el  mando. 

Lo  que  se  pretendía  con  este  decreto,  y  á  que  todo 
lo  demás  se  enderezaba ,  era  asegurar  en  el  reino  á 
Sisenando ,  y  junto  con  esto  para  lo  de  adelante  dar 
aviso  que  ninguno  imitase ,  ni  se  atreviese  á  hacer 
locuras  semejantes.  Decreto  en  que  parece  tener  al- 
guna muestra  de  aspereza  estender  el  castigo  á  los 
hijos  del  rey ,  á  quien  debia  eseusar  la  inocencia  de 
su  edad.  Pero  fue  costumbre  de  los  antiguos  usada  de 
todas  las  naciones  que  á  veces  los  hijos  sean  castiga- 
dos por  los  padres ;  y  esto  á  propósito  aue  el  mucno 
amor  que  les  tienen  enfrene  a  los  que  de  su  particu- 
lar interés  nó  harían  caso.  Firmaron  las  acciones  y 
decretos  del  concilio  todos  los  obispos.  Los  metropo- 
litanos por  este  orden :  Isidoro  arzobispo  de  Sevula, 
Selva  de  Narbona,  Stéphano  de*  Mériaa  sucesor  de 
Mausona ,  Inocencio  y  Renovato,  que  por  este  orden 
le  precedieron  en  aquella  iglesia.  En  cuarto  lugar  fir- 
mo Justo  prelado  de  Toledo ,  en  el  quinto  Juliano  de 
Braga ,  y  en  el  postrero  Audax  de  Tarragona.  De  los 
demás  prelados  y  del  orden  que  guardaron  no  hay  que 
hacer  mención  en  este  lugar.  Solo  de  Justo  arzooispo 
de  Toledo  quieren  añadir ,  que  según  parece  era  per- 
sona suelta  de  lengua  y  maldiciente ,  tanto  que  en  to- 
das sus  pláticas  acostumbraba  á  reprehender  y  mur- 
murar (fe  todo  lo  que  Helladio  su  predecesor  había 
hecho :  la  condición  tuvo  tan  áspera ,  que  sus  mismos 
clérigos  por  esta  causa  le  ahogaron  en  su  lecho  des- 
pués que  en  aquella  iglesia  presidió  por  espacio  de 
tres  años.  Quien  dice  que  el  Justo  á  quien  mataron  sus 
clérigos  fue  diferente  del  que  fue  arzobispo  de  Toledo. 
Entre  las  firmas  de  los  otros  obispos  está  la  de  Pime- 
nio  obispo  que  se  llama  de  Assidonia ,  cuyo  nombre 
hasta  el  dia  de  hoy  se  lee  en  Medina  Sidonia  en  la  igle- 
sia de  Santiago  grabado  en  una  piedra,  y  en  otra  igle- 
sia de  San  Ambrosio ,  oue  está  á  la  ribera  del  mar  como 
media  legua  de  Bejer  ae  la  miel ;  por  dónde  se  entien- 
de que  debió  consagrar  aquellas  aos  iglesias. 

Demás  de  lo  dicho  personas  eniditas  y  diligentes 
son  de  parecer  que  el  libro  de  las  leyes  góticas ,  lla- 
mado vulgarmente  el  Fuero  Juzgo ,  sepuolicó  en  este  ' 
concilio  de  Toledo,  y  que  su  autor  prmcipal  íub  San 
Isidoro :  concuerdan  muchos  códices  antiguos  aestas 
leyes ,  que  tienen  al  principio  escrito  como  en  el  con- 
cilio Toledano  IV  que  fue  este ,  se  ordenaron  y  publi- 
caron aquellas  leyes.  Otros  pretenden  que  E^ica ,  uno 
de  los  postreros  reyes  godos ,  hizo  esta  diligencia: 
muévense  á  sentir  esto  por  las  muchas  leyes  que  hay 
en  aquel  volumen  de  los  reyes  que  adelante  vivieron 
y  r0lnaron.  Puede  ser  y  es  muy  probable  que  al  prin- 
cipio aquel  libro  fue  pequeño ,  después  con  el  tiempo 
se  le  añadieron  las  leyes  de  los  otros  reyes ,  como  se 
iban  haciendo.  Por  conclusión  una  fórmula  que  anda 
impresa  de  cómo  se  han  de  celebrar  los  concilios ,  or- 
dinariamente se  atribuye  á  San  Isidoro ;  mas  algunos 
entienden  que  adelante  alguna  persona  la  forjó  de  lo 
que  en'  esta  razón  se  determinó  en  este  concilio ,  y  de 
4>tra8  muchas  cosas  que  juntó,  tomadas  de  otros  con- 


cilios ;  y  que  para  darle  mayor  autoridad  y  crédito  la 
publicó  en  nombre  de  San  Isidoro ,  como  autor  tan 
grave ,  y  que  en  particular  tuvo  el  primer  lugar  en  este 
concilio  de  Toledo.  Todo  pudó  ser ;  el  juicio  desto 
quedará  libre  al  lector ;  el  nuestro  es  que  las  razones 
que  se  alegan  por  la  una  y  por  la  otra  parte ,  ni  con- 
cluyen que  la  dicha  fórmula  sea  de  &n  Isidoro » ni 
«tampoco  lo  contrario. 

CAPITULO  VI. 
Del  rey  Chíntila. 

Casi  por  el  mismo  tiempo  que  Justo ,  arzobispo  de 
Toledo,  falleció  de  la  manera  que  ello  haya  sido,  el 
rey  Sisenando  pasó  desta  vida:  murió  de  su  enferme- 
dad en'  Toledo  veinte  días  después  del  año  del  Señor 
de  635 :  reinó  tres  años ,  once  meses  y  diez  y  seis 
dios  {íY  Acudieron  loe  grandes  y  prelados  conforme 
á  la  óraen  que  se  dio  en  el  concilio  pasado,  para  ele- 
gir sucesor.  Regularon  los  votos,  salió  nombrado 
^Chíntila  y  elegido  por  rey.  En  lugar  del  arzobispo 
'Justo  sucedió  Eugenio,  Segundo  deste  nombre,  varón 
esclarecido  así  por  sus  virtudes  ,  como  conocido  por 
la  estrecha  amistad  que  tuvo  con  San  Isidoro ,  arzo- 
bispo de  Sevilla.  Al  cual  como  Eugenio  por  sus  cartas 
preguntase  si  el  inferior  puede  absolver  de  la  senten- 
cia y  censura  fulminada  por  el  superior,  y  si  los  após- 
toles todos  fueron  de  igual  poder,  respondió  en  una 
carta,  que  por  ser  muy  memorable  me  pareció  poner 
aquí. 

Dice  pues:  «Al  carísimo  y  escelente  en  virtudes 
»  Eugenio  obispo  Isidoro.  Recibí  la  carta  de  vuestra 
» santidad,  que  trajo  el  mensajero  Verecundo.  Dimos, 
«gracias  al  Criador  de  todas  las  cosas  porque  se  díg- 
»  na  conservar  para  bien  de  su  iglesia  en  salud  vues- 
))tro  cuerpo  y  alma.  Para  satisfacer  conforme  á  nues- 
))  tras  fuerzas  á  vuestras  preguntas  pedimos  que  por 
» los  sufragios  de  vuestras  oraciones  seamos  del  Sc- 
Ȗor  librados  de  las  miserias  que  nos  afligen.  Cuanto 
» á  las  preguntas  que  vuestra  venerable  paterni- 
»  dad  dado  que  no  ignora  la  verdad ,  quiere  que  res- 
» ponda,  digo  que  el  menor  fuera  del  artículo  de  la 
»  muerte  no  puede  desatar  el  vínculo  de  la  sentencia 
»  dada  por  el  superior;  antes  al  contrarío  el  superior 
»  conforme  á  derecho  podrá  revocar  la  del  inferior, 
))Como  los  padres  orthoaozos  por  autoridad  sin  duda 
))  del  Espíritu  Santo  lo  tienen  determinado:  que  de- 
»  cir  ó  hacer  al  contrario,  como  vuestra  prudencia  lo 
))  entiende,  sería  cosa  dBl  mal  ejemplo,  es  á  saber, 
»  gloriarse  la  segur  contra  el  que  corta  con  ella.  En 
» lo  de  la  igualdad  de  los  apóstoles,  Pedro  se  aventajó 
»  á  los  demás,  que  mereció  oir  del  Señor:  Tu  eres  Fe- 
»  drOy  etc,  y  no  de  otro  alguno  sino  del  mismo  hijo  de 
»  Dios  y  de  la  Vírsen  recibió  el  primero  la  honra  del 
)) pontificado.  A  él  también  después  de  la  resurrec- 
»  cion  del  hijo  de  Dios  fue  dicho  por  él  mismo:  Apá- 
ndenla nUs corderos:  entendiendo  por  nombre  de 
» corderos  los  prelados  de  las  iglesias:  cuya  dignidad 
»  y  poderío  dado  que  pasó  á  todos  los  obispos  católicos, 
»  especialmente  reside  para  siempre  por  singular  prí- 
»viiegio  en  el  de  Roma  como  cabeza  mas  alta  que 
» los  otros  miembros.  Cualauiera  pues  que  no  le  pres- 
» tare  con  reverencia  la  debida  obediencia,  apartado 
)>de  la  cabeza,  se  muestra  ser  caído  en  el  aceíalismo. 
V  Doctrina  que  la  Santa  Iglesia  aprueba  y  guarda  co- 
»  mo  artículo  de  fé,  lo  cual  quien  no  creyere  fiel  y 
»  firmemente,  no  podrá  ser  salvo,  como  lo  dice  San 
u  Atanasio  hablando  de  la  fé  de  la  Santa  Trinidad. 
))  Estas  cosas  brevemente  he  respondido  á  vuestra 
» dulcísima  caridad  sin  ser  mas  largo;  pues  (como 

(1 )  SaiothiU  fue  destronado  en  631  y  subió  tras  él  Siie* 
naodo ,  por  doade  se  vé  que  reinó  muy  poco  menos  de  cioco 
años  ,¿  ios  cinco  enteros ,  pues  consta  que  Chintíla  empeió 
á  reinar  en  mayo  de  636. 


nrstOHA 
»dioe  d  filósofo),  al  sabio  poco  le  baMa.  Dios  os 
Aguarde: 

Ud  pedaiode  este  carta  engíríó  Dr  Lucas  de  Tay 
poco  menos  há  de  caatrocieDtos  ano»  en  una  disputa 
docta  7  elegante  que  hizo  costra  la  secta  de  los  albi- 
genses  que  se  derramaba  y  cundía  por  España. 

VoNamosalrey  Ghintilla,  de  quien  algunos  sienten 
fne  hermano  camal  del  rey  Sisenando ,  y  padre  de 
ambos  SuíBthila.  En  contrario  desto  hace  aue  en  el 
cuarto  concilio  Toledano  se  dicen  muchos  oaldones 
contra  Suiathüa,  que  no  parece  sufriera  ninguno  de 
sus  hijos  que  en  su  presencia  maltrataran  de  aqueíU 
siMle  á  su  padre :  conjetura  á  mi  Ter  bastante.  La 
verdad  es  que  luego  que  el  rey  Ghintila  se  encargó 
del  gobierno,  sea  por  miedo  de  alguna  revueluí,  sea 
por  miitar  el  ejesaplo  de  su  predeeesor,  hizo  que  se 
juntase  un  nuefo  concilio  de  obispos  en  Toledo  á  pro- 
pósito que  por  su  voto  los  padrias  confirAiasen  su 
elección.  Es  cosa  muy  larga  esperar  que  todos  los 
prelados  de  aquel  reino  se  juntasen.  Acudieron  sin 
dilación  Teinte  y  dos  obisposcasi  todos  déla  profincia 
Cartaginense,  que  fue  el  primer  año  del  reinado  de 
Ghintila,  y  del  nacimiento  deGristo  se  contaban  636. 
Hízose  la  junta  en  la  iglesia  de  Santa  Leocadia,  en 
que  se  ordenaron  algunas  leyes  (1).  La  primera  con- 
tiene que  cada  un  año  á  trece  de  diciembre  por 
espado  de. tres  dias  se  hagan  las  letanías.  Habla 
costumbre  áe  muy  antiguo  que  antes  de  la  Ascensión 
se  hiciesen  estas  procesiones  por  los  frutosde  la  tierra. 
Mamerco,  obispo  de  Víeoa  en  cierta  plaga,  es  á  Sa- 
ber oue  los  lobos  ed  aquella  tierra  rabiaban  y  hacían 
mucno  daño,  por  estar  olvidada  la  renovó  como  dos- 
ci«it08  años  antes  desta  tiempo,  y  aun  añadió  de 
nuevo  el  ayuno  ▼  nuevas  rogativas ;  todo  lo  cual  se 
introdujo  en  las  aemás  partes  de  la  Iglesia.  Gregorio 
Magno  asimismo  los  años  pasados  por  causa  de  cierta 
peste  oue  anduvo  en  Roma  muy  grave,  ordenó  que 
el  día  de  San  Marcos  se  hidesen  las  letanías :  lo  uno 
y  lo  otro  seguardadoquíera.todos  lósanos.  En  España 
en  particular  en  el  concilio  Gerundense  se  aprobó  y 
recibió  todo  lo  que  está  ^icho;  mas  en  este  concilio 
fue  tan  grande  la  devodon  y  celo  de  ios  padres,  que 
conun  nuevo  decreto  mandáronse  hiciesen  las  dichas 
letanías  el  mes  de  diciembre  no  con  intento  de  alr 
canzar  alguna  merced,  ni  de  librarse  de  algún  mal 
temporal,  sino  para  aplacar  á  Dios,  y  alcanzar  perdón 
de  ios  peóidos  que  eran  muchos  y  muy  graves.  Verdad 
es  que  estas  letanías  se  han  dejado,  y  ya  en  ninguna 
parte  se  hacen. 

Loe  demás  decretos  deste  concilio  son  de  poca  con* 
sideración.  Bnderézanse  á  confirmar  la.eleccion  del 
rey  Ghintila  y  amparar  á  sus  h^os,  que  aun  después 
de  Ja  muerte  de  su  padre  mandan  nin^uino  se  atreva 
á  hacerles  sgratio  y  demasía.  En  particular  para  re* 
prímir  la  ainbicion  se  ordena  sopeña  de  excomunión 
que  ninguno  se  apodere  del  reino,  si  no  fuere  elegido 
por  votos  libres ;  j  que  se  dé  solamente  á  los  que 
aecendiaD  de  la  antigua  nobleaaj  alcona  de  los  godos. 
Que  ninguno  se  atroTa  á  negiKiar  los  votos  antes  de 
la  muerte  del  rey,  por  ser  lo  contrarío  ocasión  de  al- 
teradonee  y  aleves.  En  este  concilio  que  entre  los 
Toledanos  es  el  quinto,  tuvo  el  primer  lugar  Eugenio, 
arxobispo  de  Toledo,  que  firmó  los  decretos  del  con- 
dfiopor  estas  palabras :  Yo  Eugenb,  por  la  miseri- 
cordia de  Dios,  obispo  metropolitano  de  la  iglesia 
de  Toledo  dé  la  provindaGarti^neose,  consintiendo 
firmé  estos  comunes  decretos.  Despnes  del  se  sigue 
Tonando,  obispo  de  Falencia,  come  se  leo  en  ios 
códices  muy  antiguos,  y  por  su  orden  los  demás 


(i)  Ea  esU;  concilio  se  prohibió  bajo  pcna^de  aoathema 
el  trono  contra  éi  conseotirntento  de)  pueblo,  y  sin  ser  ele- 
gido por  los  grandes.  También  se  ordenó  que  los  beneficios 
que  los  príncipefi  bagan  k  los  ministros  subsistan  después  de 
su  muerte. 

TOMO   I. 


DE  BSPANib  ^171 

Paipa  que  e^tos-decretos  tuviesen  mas  fuerza  y  fue* 
sen/eceoidos'de  todo  el  reino,  el  año  luego  siguien- 
tes á' instancia  del  rey  se  juntaron  en  Toledo  pasados 
de  cineuenta  obispos,  todos  del  señorío  de  los  godos. 
Celebróse  el  concilio  que  fue^el  sesto  entre  los  de  To- 
ledo, en  Santa  Leocadia  la  pretoriense,  que  algunos 
entienden  fue  la  iglesia  desta  santa  que  está  junto  al 
alcázar,  llamado  en  latín  préterio,  y  en  su  vejez 
muestra  rastros  de  su  antiguo  esplendor  y  grandeza. 
Otros  quieren  que  la  iglesia  de  Santa  Leocadia  la 
pretoriense  fuese  la  que  está  fuera  de  la  ciudad^  por- 

Jue  también  las  casas  de  campo  se  llaman  pretoríoí^ 
smás  que  el  alcázar  entonces  no  estaba  donde  hoy. 
La  verdad  es  que  la  junta  se  tuvo  á  nueve  de  enero 
año  del  Señor  de  637 ;  en  ella  se  ordenaron  y  publi- 
caron^ diez  y  nueve  decretos  que  se  enderezan  parte 
á  reformar  ladlsciplioa  edesiástíca,  parte  á  confir- 
mar lo  que  acerca  del  rey  y  de  sus  hijos  se  decretó 
en  el  concilio  pasado.  Demás  desto  ordenaron  por 
decreto  particular  que  no  se  diese  la  posesión  del 
rdno  á  ninguno  antes  que  espresamente  jurase  que 
no  daría  favor  en  manera  alguna  á  los  judíos,  lii  aun 
permitiría  que  alguno  que  no  fuese  cristiano,  pudie- 
se vivir  en  el  remo  libremente.  Halláronse  en  este 
concilio  los  prelados  Selva  de  Narbooa,  Juliano  de 
Braga,  Eugenio  de  Tdledo,  Honorato  de  Sevilla,  su- 
cesor de  San  Isidoro,  que  ya  por  estos  tiempos  era 
fallecido.  Allende  destus  Protasio,  obispo  de  Va- 
lencia, y  los  demás  prelados  que  firmaron  por  su 
orden. 

El  que  tuvo  mas  mano  en  la  dirección  de  los  nego- 
cios Y  se  entiende  formó  los  decretos  que  en  este 
concilio  se  hicieron,  fue  Braulio,  obispo  de  Zaragoza, 
que  en  aquella  iglesia  sucedió  á  su  hermano  Juan, 
como  persona  (jiue  se  aventajaba  á  los  demás  en  el 
ingenio,  erudición  y  letras.  Demás  desto  en  nombre 
del  concilio  escribió  una  carta  Honorio,  á  la  sazón 
pontífice  romano,  para  pedirle  que  con  su  autoridad 
aprobase  lo  que  en  el  concilio  se  decretara.  Desta 
carta  dice  él  arzobispo  don  Rodrigo  era  tan  elegante 
en  las  palabras,  tan  llena  de  graves  sentencias ,  el 
estilo  tan  coacertado,  que  causó  grande  admiración 
en  Roma.  La  celebración  destos  concilios  fue  la  cosu 
mas  memorable  que  se  cuenta  del  rey  Ghintila :  debió 
ser  que  por  haber  echado  los  enemigos  de  todo  su 
señorío,  y  estar  el  reino  reposado  y  en  paz,  no  se 
ofrecieron  guerras  de  consideración,  mayormente 
que  la  buena  diligencia  del  rey  y  la  autoridad  de  los 
obispos  tenían  los  naturales  reprimidos  para  no  mo- 
ver alteraciones  y  alborotos.  Falleció  el  rey  Giiintilu 
año  de  nuestra  salvación  de  639.  Poseyó  el  reino  tres 
años,  ocho  meses  y  nueve  dias. 

CAPITULO  VIL 

De  la  vida  y  mnerte  del  bienaventurado  San  Isidoro. 

Por  el  concilio  Toledano  VI  y  por  los  obispos  que 
en  él  se  bailaron,  como  queda  apuntado,  se  entiende 
que  el  bienaventurado  San  Isidoro  á  la  sazón  era  pa- 
sado desta  presente  vida;  y  por  lo  que  del  escribió 
San  Ildefonso  en  los  Varones  ilustres,  parece  fue>u 
muerte  el  año  postrero  del  rey  Sisenando,  que  se  con- 
taban del  nacimiento  de  Cristo  seiscientos  y  treinta 
y  cinco.  Otros  son  de  opinión  que  tuvo  vida  mas  larga 
vllegóaltiempb  del  rey  Cbintuíla,  cuyo  reinado  aca- 
bamos de  tratar.  Fue  este  insigne  varón  hermano  de 
padre  y  madre  de  San  Leandro,  San  Fulgencio  y  San;  a. 
Florentina :  otros  también  le  señalan  por  hermana  á 
Theodosia,  madre  de  los  reyes  Ermenegildo  y  Ueca- 
redo.  En  los  años  y  en  la  edad  fue  el  menor  entre 
todos  sus  bermanos :  en  la  elocuencia,  ingenio  y 
doctrinase  les  aventajo  grandemente;  y  enla  grandeza 
del  ánimo  y  de  sus  virtudes  igualó  á  su  padre  Seve- 
riano,  de  quien  algunos  dicen  fue  duque  de  la  provincia 
Cartaginense.  Deiú  muchosL  libros  escritos  que  dáu 

8* 


i  72 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


bastante  muestra  de  lo  que  queda  dichp,  cuya  lista  y 
catálogo  San  Ildefonso  y  Braulio  pusieron  en  la  ?ida 
que  deste  Santo  escribieron.  Indicio  y  presagio  de  su 

nde  elocuencia  fue  loque  escriben  de  un  ejambre 
>ejas  que  volaba  alrededor  de  la  cuna  y  de  la 
boca  de  San  Isidoro  siendo  niño :  cosa  que  ni  se  cree 
ni  se  dice  sino  de  personas  de  gran  cuenta. 

Verdad  es  que  también  refieren  que  en  sus  primeros 
años  se  mostró  de  ingenio  rudo,  lo  cual  y  juntamente 
el  miedo  del  soberbio  maestro  que  le  enseñaba,  fue 
ocasión  que  se  salió  y  huyó  de  la  casa  de  su  padre. 
Andaba  aescarriado  por  los  campos,  cuando  á  la  sa- 
ion  adrirtíó  en  un  pozo  un  brocal  acanalado  por  el 
largo  uso  y  por  el  ludir  de  la  soga.  Consideró,  aunque 
pequeño,  con  aquella  vista  cuan  grandes  sean  las 
fuerzas  ae  la  costumbre,  y  como  el  arte^  perseveran- 
cia y  .trabajo  pueden  mas  que  la  naturaleza :  con  esta 
consideración  dio  la  vuelta.  Parte  deste  brocal  míe 
es  de  mármol,  se  muestra  en  San  Isidoro  de  Sevilla, 
Y  se  tiene  ordinariamente  fue  el  mismo  de  que  se  ba 
dicho.  Destos  principios  subió  la  cumbre  de  doctrina 

Lerudiccion  con  que  alumbró  y  ennobleció  toda 
ipaña;  y  al  tiempo  que  sus  hermanos  andaban  des- 
terrados por  el  rey  Leuvigildo.  hirvió  mucho  con 
su  celo  y  asadla  á  la  iglesia  católica.  Ayudóle  mucho 
para  que  se  hiciese  tan  docto  San  Leandro  su  her- 
mano, ca  vuelto  del  destierro,  y  conocidas  sus  aven- 
tajadas partes  y  las  grandes  esperanzas  que  de  si 
daba,  órnese  por  otra  causa,  le  encerró  en  un  apo- 
sento sin  dejalle  libertad  para  ir  donde  quisiese. 
Aprovechóse  él  de  aquella  clausura ,  de  Ja  edad  y 
ingenio,  que  todo  era  á  propósito,  paiia  revolver  grau 
número  de  libros:  de  que  resultó  el  de  las  Etimologías 
de  erudición  tan  varia,  que  parece  cosa  de  milagro 
para  aquellos  tiempos:  obra  que  últimamente  per- 
leccionó  y  publicó  adelante,  á  persuasión  de  Braulio 
su  grande  ami^o. 

Duró  este  recogimiento  tan  estrecho  todo  el  tiempo 
que  vivió  San  Leandro' su  hermano,  que  por  su 
muerte  fue  puesto  en  su  lugar  y  en  su  silla.  Gobernó 
aquella  iglesia  con  gran  prudencia:  hizo  leyes  y 
constituciones  muy  á  apropósito«  Mas  como  quier 
que  entendiese  que  todo  lo  demás  es  de  peco  mo- 
mento, si  los  mozos  desde  su  primera  edad  á  manera 
de  cera  no  son  amaestrados  y  enderezados  en  toda 
virtud,  fundó  en  Sevilla  ün  colegio  para  enseñar  la 
juventud  y  ejercitarla  en  virtud  y  letras.  Deste  cole- 
ro á  ffoisa  de  un  castillo  roquero  salieron  grandes 
soldados,  varones  señalados  y  excelentes,  entre  los 
demás  los  Santos  Ildefooso  y  Braulio.  Algunos  afir- 
man que  en  tiempo  de  Gregorio  Magno  fue  Isidoro  á 
Roma^  que  debió  ser  con  deseo  que  tenia  de  renovar, 
y  continuar  la  amistad  que  entre  aauel  santo  pontífice 

Lsu  hermano  desde  los  años  pasados  estaba  trabada. 
1  que  añaden,  que  en  brevísimo  espacio,  antes  la 
misma  noche  de  Navidad  hizo  aquella  jomada  y  dio 
la  vuelta :  demás  desto  que  dos  candelas  queél  mismo 
con  cierto  artificio  hizo,  se  hallaron  en  su  sepulcro 
encendidas  en  tiempo  del  rey  don  Femando  el  Pri- 
mero: ítem  que  el  lalso  profeta  Mahoma  fue  por  este 
santo  echado  de  Córdoba. 

Todas  estas  cosas  las  desechamos  como  frivolas  y 
hablillas  sin  fundamento,  pues  ni  son  á  propósito 
pin  aumentar  su  grandeza,  y  quitan  el  cródito  á 
fas  demás  que  del  con  verdad  se  cuentan.  Por  la  ver- 
dad y  templanza  se  camina  mejor :  mas  ¿qué  cosa 
puede  ser  mas  vana  oue  pretender  cen  fábulas  hon- 
rar la  vida  y  liechos  de  los  santos  de  Dios?  ó  qué  cosa 
puede  ser  mas  perjudicial  ni  mas  contraria  a  la  reli- 
gión y  honra  de  los  santos  que  la  mentira  ?  La  verdad 
es  que  la  prudencia  de  San  Isidoro  ayudó  mucho  pa- 
ra que  todo  el  reino  se  gobernase  con  muy  buenas 
leyes  y  estatutos  que  por  sa  orden  se  hicieron,  y  que 
para  reformar  las  costumbres  á  instancia  suya  y  por 
su  orden  se  tuvieron  en  Sevilla  y  en  Toledo  algunos 


I  concilios.  Fue  arzobispo  de  Sevilla  como  cuarenta 
años.  Llegado  á  lo  postrero  de  su  edad,  que  fue  niuy 
larga,  le  sobrevino  unt  mny  grave  y  mortal  fiebre. 
Visto  que  se  moria^  hízose  llevar  en  hombros  por  sus 
discípulos  á  la  ialeiia  de  San  Vicente  de  la  misma 
ciudad  de  Sevilla ,:  hiciéroole  componía  hasta  tonto 
que  rindió  el  alma  un  obispo  llamado  Juan  y  Upor- 
cio,  sus  muy  especiales  amigos.  En  ^aqneUn  iglesia 
hfize  pública  con£9sion  de  sus  pecados,  y  recibió  el 
santisimo  sacramento  de  la  Eucaristía,  con  que  por 
espacio  de  tres  dias  se  aparejó,  eomo  era  razón  pura 
partir  desta  vida.  En  aqnel  tiempo  dio  Ingar  á  todos 

Kra  que  le  viesen  y  hablasen.  Consolólos  con  pala- 
as  muy  amorosas ;  pidió  perdón  asi  como  estaba  á 
todo  el  pueblo  en  común  y  misericordia  á  Dios  con 
oración  muy  ferviente  y  ¿rande  bonildad  interior  y 
esterior.  Por  conclnsioo  entre  los  sollons  de  los  su- 
yos, y  lágrimas  muy  abundantes  que  toda  la  ciudad 
uespedia  por  su  muerte,  en  el  mismo  teoiplo  ríndicV 
el  espiritu  á  cuatro  de  aoril,  que  es  el  mismo  día  en 
que  en  España  se  le  bace  fiesta  particular. 

El  año  en  ^e  murió  no  está  puntualmente  averi- 
guado. No  hizo  testaipento,  parte  por  la  pobreta 
que  profesaba,  parte  porque  todos  los  bienes  aue  le 
quedaban  se  dieron  por  su  mandido  aquellos  dias  a 
pobres.  Reconoció  por  toda  la  vida  el  primado  de  la 
iglesia  romana,  ca  decía  era  la  fuenra  de  las  leyes  y 
decretos,  á  que  se  debe  acudir  en  todo  lo  que  con- 
cieme  alas  cosas  sagradas,  ritos  y  ceremonias.  Esto 
solía  decir  en  tod^  la  vida ;  pero  al  tiempo  de  so 
muerte  mas  en  particular  protestó  á  aquella  nación 
que  si  se  apartaban  de  los  divinos  mandamiontos  y 
doctrina  á  ellos  enseñada,  serian  castigados  de  todas 
maneras,  derribados  de  la  curnbreen  que  estaban, 
y  oprimidos  con  muy  grandes  trabajos  ;  mas  que  to- 
davía si  avisados  con  los  males  se  redujesen  ámeior 
partido,  coa  mayor  gloría  que  antes  se  adelantarían 
a  las  demás  naciones.  No  se  eogañó  en  lo  uno  ni  en 
lo  otro,  ni  salió  falsa  su  profecía,  como  se  entiende 
así  perlas  tempestades  antiguas  que  padeció  España, 
como  por  la  grandeza  de  que  al  presente  goza,  cuando 
vemos  oue  su  imperio  derribado  antigoamente  por 
los  malaades  y  desobediencia  del  rey  Witiza,  y  des- 
pués levantados  de  pequeños  principios  ha'  venido  á 
Uinta  grandeza,  que  casi  se  estiende  hasta  los  últimos 
fines  de  la  tierra. 

Por  la  muerte  de  San  Isidoro  sucedió  en  aquella  si- 
lla Theodiselo  griego  de  nación  (1) :  deste  refiwen 
alguuos  corrompió  las  obras  de  Sao  Isidoro,  y  las  en* 
tregó  á  Aviceiia  árabe  pare  que  traducidas  en  leogna 
arábiga  las  publícase  en  su  nombre  y  por  suyas.  Lo 
que' tuca  á  Yicena  (si  ya  no  fue  otro  del  mismo  nom- 
bre) es  falso,  pues  por  testimonio  de  Sorsano  con- 
temporáneo del  mismo  Avicena  y  queescríbié  su  vida, 
se  sabe  que  mas  de  trecientos  años  adelante  pasó 
toda  la  vida  en  la  casa  y  palacio  real  de  los  persas  sin 
venir  jamás  á  España;  Martino  Polono  en  su  cronicón 
.dice  que  como  el  papa  Bonifacio  Octavo  tratase  de 
nombrar  y  señalar  los  cuatro  doctores  de  la  Iglesia 
para  que  se  les  hiciese  fiesta  particular,  no  faltaron 
personas  que  juzgaron  debía  San  Isidoro  aarante- 
nuesto  á  San  AmbroMo,  á  lo  menos  era  razón  que  con 
los  cuatro  le  contasen  por  el  quinto.  Hace  para  que 
esto  se  crea  la  erodicion  deste  santo  varon  en  toda 

género  de  letras,  y  que  en  el  número  de  loe  cuatro 
octores  se  cuentan  y  ponen  dos  de  Italia,  y  ninguno 
del  Poniente,  ni  de  los  tramontanos.  Taramen  es  co- 
sa cierta  que  en  España,  bien  que  en  diferentes 
tiempos,  florederon  tres  peñones  muy  avontigadas 
deste  mismo  nombre:  Isidoro  obispo  de  Córdoba,  al 
que  por  su  antigüedad  llaman  el  mas  viejo:  el  segun- 
do Isidoro  Hispalense,  cuya  vida  acabamos  de  escri- 

(1^    En  el  concilio  sssto  de  ToMo,  asistió  y  finmó  como 
mctrofiolitano  do  Sevilla  ílononito,  no  Theodiselo. 


niSTORIA    OC   e.PA.^A. 


il^ 


oír:  el  postrero  Isidoro  Pacenise,  que  fue  adelante,  y 
por  esto  se  llama  comunmente  el  mas  mozo ;  dado 

3ae  6  las  veces  suelen  dar  este  mismo  apellido  á  hi* 
oro  el  Hispalense  cuando  le  comparan  con  el  Gordo- 
bes.  Esto  se  advierte  para  que  este  sobrenombre  ds 
lunior  ó  mas  mozo  no  engañe  á  ninguno  ni  le  des- 
lumbre. 

CAPITULO  VUI. 
De  los  reyes  Tulgra ,  Chindasuiotho  y  Recesuintho, 

Eif  lugar  del  rey  Ghiuüla  por  voto  de  los  grandes 
del  reino  fue  puesto  Tulga  mozo  en  la  edad,  pero  en 
las  virtudes  yiejo :  en  particular  se  señalaba  en  la 
justicia,,  celo  de  la  religión ,  en  la  prudencia,  en  el 
gobierno  y  destreza  en  las  cosas  de  la  guerra.  Fue 
muy  liberal  para  con  los  necesitados ,  virtud  muy 
propia  de  los  rejes ,  que  es  justo  entiendan  que  la 
abundancia  de  bienes  y  sus  riquezas  no  deben  servir 
para  su  particular  provecho  y  para  sus  deleites ,  sino 
para  ayudar  á  los  flacos  ^  para  reriiedío  de  todo  el 

Kueblo.  ibadestos  principios  en  aumento,  y  parecía 
abta  de  subir  6  la  cumbre  de  toda  virtud  y  valor, 
cuando  la  muerte  le  atajó  los  pasos ,  quade'euferme- 
dad  le  sobrevino  en  la  ciudad  de  Toledo  año  de  nues- 
tra salvación  de  641.  Tuvo  el  reino  solo  dos  años  y 
cuatro  meses.  Slf^berto  Gemblacense  dice  que  el  rey 
Tulga  fue  mozo  liviano ,  y  con  su  libertad  y  soltura 
dio  ocasión  á  los  suyos  para  que  se  levantasen  contra 
él  y  le  echasen  del  reino.  La  razón  pide  hacer  mas 
caso  en  esta  parte  de  lo  que  Sao  Ildefonso  depone  co- 
mo testigo  de  vista,  que  de  lo  que  escribió  un  extran- 
jero ó  por  odio  de  nuestra  nación ,  ó  lo  que  es  mas 
probable,  por  engaño  á  causa  de  la  distancia  del  lu- 
gar y  en  tiempo  en  que  y  cuando  escribió ,  coú  que 
lácilmente  se  suelen  trocar  las  cosas. 

La  verdad  es  que  por  la  muerte  de  Tulga,  como 
quier  que  el  reino  de  ios  godos  quedase  sin  goberna- 
lle y  sujeto á  sét  combatido  de  los  vientos,  Flavio 
Chindasuintho  por  tener  á  su  .cargo  la  gente  de  guer- 
ra, con  cuyas  fuerzas  se  habla  rebelado  contra  el  rey 
Tulga  ^qué  parece  le  despreciaba  por  su  edad)  lue^o 
que  falleció,  con  las  mismas  armas  y  con  el  favor  de 
los  godos  se  apoderó  de  todo,  y  se  quedó  con  el  reino: 
que  ios  demás  grandes  del  reino  no  se  atrevieron  á 
hacerle  contradicción ,  ni  contrastar  con  el  que  tenia 
en  su  poder  ios  soldados  viejos  y  las  huestes  del  rei^ 
no.  Verdad  es  que  aunque  se  apoderó  del  reino  tirá- 
nióuoentd ,  en  lo  de  adelante  se  gobernó  bien ;  que 
parece  pretendia  con  la  bondad  de  sus  costumbres, 
prudencia  y  valor  suplir  la  falta  pasada.  Lo  primero 
qoe  hizo  fue  poner  en  órdenias  cosas  de  la  república 
cou  buenas  leyes  y  estatutos  que  ordenó ;  y  para  que 
con  mayor  acuerdo  se  tratase  de  todo  lo  que  era  con- 
veniente ,  el  sesto  año  de  su  reíaado  hizo  juntar  en 
Toledo  los  obispos  de  todosa  señorío.  Concurrieron 
treinta  obispos  de  diversas  partes.  La  primera  junta 
se  tuvo  á  veinte  y  ocho  de  octubre,  día  de  los  apíósto- 
les  San  Simón  y  Judas.  Es  este  concilio  entre  los 
Toledanos  eí  seteno :  en  él  se  publicaron  seis  decre- 
tos (I ),  y  entre  ellos  conforme  á  lo  que  estaba  orde- 
nado en  el  concilio  Valentino,  que  se  tuvo  en  tiempo 
del  rey  Theodorico  y  del  papa  Symmachó ,  de  nuevo 
be  mandó  que  á  lá  muerte  de  cualquier  obispo  se  ha- 
llase el  que  de  los  obispos  comarcanos  fuese  para  ello 
avisado  para  asistir  en  ei  enterramiento  y  honras  del 
difunto,  y  acudir  á  lo  que  ocurriese.  Ponen  pena  de 
descomum'un  por  espacio  de  un  año  y  suspensión  de 


(1)  En  este  concilio ,  que  se  juntó  el  aSo  648  se  mandó 
<;ue  ioi  obispos  no  puedan  tomar  mas  qae  dos  sueldos  por 
auo  de  cada  iglesia  de  su  diócesi ,  esccptaados  los  monaste- 
rios; y  cuando  bañen  la  visita  (\jxe  no  lleven  en  su  compañía 
mas  ne  cinro  perso.:as ,  ni  sé  dt?te:igin  en  cada  iglesia  sino 
uu  día. 

'TJ.M'í  I. 


sií  oficio  y  dlgni  lad  al  que  no  obedeciese ,  y  avisado 
no  quisiese  acudir. 

No  falta  quien  diga  que  en  este  concilio  por  auto* 
ridod  de  los  |)adres  se  compuso  la  diferencia  que  en- 
tre los  arzobispos  de  Sevilla  y  Toledo  andaba  sobre  el 
primado.  La  verdad  es  que  en  el  postrer  capítulo  se 
mandó  que  los  obiáoos  comarcanos  por  su  tumo  ca- 
da cual  su  mes  acuaiese  á  la  cíodad  de  Toledo,  v  cou 
su  presencia  la  honrase :  decreto  que  dicen  oroenan 
teniendo  consideración  á  la  dignidad  de!  rey  y  á  hon 
rar  al  metropolitano.  Por  lo  demás  las  firmas  de  los 
obispos  muestran  claramente  que  no  pretendieron 
por  este  privilegio  dar  al  arzobispo  de  Toledo  la  au  - 
toridad  de  primado ,  pue^  después  d-)  los  arzobispos 
Oroncio  de  Mérida ,  y  Antonio  de  Sevilla  en  tercero  y 
cuarto  lugar  firmaron  Eugenio  preludo  de  Toledo  y 
Protasio  de  Tarragona.  Siguiéronse  los  otros  obispos 
por  el  orden  de  su  antigüedad  y  consagración :  des- 
pués dellos  los  vicarios  ó  procuradores  de  los  olnspos 
ausentes ;  en  cuyas  firmas  sé  debe  advertir  que  oo 
dicen  consentir  solamente,  síoo  determinar  tas  acci^ 
nes  del  concilio :  cosa  estráordmaria,  y  que  en  nues- 
tra edad  no  usaron  de  semejante  autondad  y  palabras 
los  vicarios  de  los  obispos  ausentes  en  el  concilio  de 
Trente.  • 

Era  por  este  tiempo  arzobispo  de  Sevilla  Antonio, 
como  queda  tocado,  que  sucedió  en  lugar  de  Theo- 
diselo  depuesto  pocoantes^  y  echado  de  tuda  España 
por  mandado  del  rey  Chindasuintho  á  causa  que  bou 
su  natural  liviandad  sembraba  mala  doctrina .  y  aun 
le  convencieron  que  para  dar  mayor  autoridad  á  lo 
que  enseñaba,  corrompió  las  obras  deSan  Isidoro  que 
le  vinieron  á  las  manos,  como  al  que  le  sucedió  en  su 
iglesia  y  dignidad.  Depuesto  pasó  en  África,  y  allí  se 
hizo  moro;  que  tauffrandees  la  fuerza  de  la  obstina^ 
ciOQ^  y  en  tanto  grado  se  ciegan  ios  hombres  que  una 
vez  se  apartan  del  verdadero  camino.  Desta  caida  de 
Theodiselo  refieren  los  que  pretenden  favorecer  ei 
primado  de  Toledo ,  y  en  particular  el  arzobispo  don 
Rodirigo,  que  el  rey  Chindasuiotho  tomó  ocasión  para 
pasar  á  aquella  ciudad  real  la  dignidad  de  primado,  y 
quitarla  á  la  ciudad  de  Sevilla  en  que  hasta  entonces 
estuviera ,  y  que  lo  uno  y  lo  otro  se  hizi»  por  voluntad 
y  privilegio  del  poatífice  romano.  Lo  cual  dicen  sin 
arguinento  bastante,  ni  testimonio  de  afgun  escritor 
antiguo  que  tal  diga :  así  lo  dejamos  como  cosa  síía 
fundamento.  Gobernabau  por  estos  tiempos  h  Iglesi  i 
de  Roma  Theodoro,  y  el  que  le  sucedió,  que  fue  Mar* 
tino  ei  primero. 

Tíéaose  por  cierto  y  hay  memorias  8ntig|uas,  que 
Chiodasuintho  con  deseo  que  tenia  de  enriquecer  á 
España  con  libros  y  letras,  envió  ¿  Roma  el  ooispod^ 
Zaragoza  llamado  tajo  para  que  con  voluntad  del  pa- 
pa Tbeodoro  fiuscase  en  particular  los  libros  de  San 
Gregorio  sobre  Job,  llenos  de  alegorías  y  móralidadeH 
escelentes,  para  que  los  trajese  consigo  á  kspaía,  tu 
los  que  el  dicho  Gregorio  envió  á  Leandro ,  á  quien 
los  aedicó  (si  los  envió  empero)  no  parecían  por  Im 
injuria  de  los  tiempos.  Decía  tener  gran  deseo  por 
medio  de  aquellos  libros  de  renovar  en  España  la  me7 
moría  del  uno  y  del  otro  santo,  aumentar  la  religión 
católica  y  confirmarla,  y  enriquecer  la  librería  ecle- 
siástica: que  tenia  por  cierto  coa  ningunaoosa  po- 
dria  dar  mas  lustre  á  su  reino  ( que  se  haliabir  por 
medio  de  la  paz  y  por  haber  alanzado  de  si  la  imple*- 
dad  arríana  colmado  de  bienes )  que  con  los  estudios 
de  la  sabiduría,  y  con  procurar  que  hi  religión  sh 
conservase  en  su  puridaa ,  que  para  todo  eran  muy  á 
propósito  los  jibros  de  los  padres  antiguos.  . 

Llegó  Ttfjo  á  Roma ,  propuso  su  embajada :  desea 
ba  el  papa  darle  contenió  y  complacer  al  rey ;'  pero 
liabia  sucedido  en  Roma  lo  mismo  que  en  España, 
que  casi  no  quedaba  memoria  do  aquellos  libros.  Eni 
cosa  larga  revolver  todos  los  papeles  y  arciiivos :  di* 
lallbase  el  negocio  de  día  en  din,  hora  alegaban  utiu 


i  74 


BlttL;OTkCA   D£ 


(M^ion  de  la  Urdania,  hora  otra.  Visto  el  obispo  que 
todo  era  palabras,  y  que  no  se  descabria  camioo  para 
alcanzar  lo  que  pretendía,  acudió  á  Dios  con  muy 
ferviente  oracioü  :  suplicóle  no  permitiese  que  tau 
grandes  trabajos  fuesen  en  vano,  que  ayudase  benig- 
oameute  los  piadosos  intentos  de  su  rey  :  pasó  toda 
Ja  noche  en  estas  plegarias.  Acudió  Nuestro  Sehor  ú 
su  demanda ,  señalóle  el  lugar  en  que  tenían  guarda- 
dos los  escritos  de  San  Gregorio,  con  que  se  efectuó 
todo  (o  que  deseaba.  Hobo  fama ,  y  el  mismo  Tajo  lo 
testifica  en  una  carta  que  escribió  en  esta  razón ,  que 
el  mianK)  San  Gregorio  le  apareció  y  reveló  lo  que 
tanto  deseaba  saber. 

Por  el  mismo  tiempo  comenzó  á  correr  en  España 
la  fama  de  Fructuoso.  Trocó  la  vida  de  señor  (que 
las  historias  de  aquel  tiempo  llaman  sénior)  por  ser 
de  la  real  sungre  de  Jos  goaos ,  y  su  padre  duoue ,  en 
la  flor  de  su  md  con  la  vida  de  particular  y  ae  mon- 
go, tuvo  por  muestro  al  principio  á  Tonancio  obispo 
de  Palencltt.  Llegado  6  mayor  edad  con  deseo  de  mas 
períeccíon  se  fue  á  vivir  al  desierto  en  aquella  parte 
que  hoy  llaman  el  Vierzo,  donde  de  sú  mismo  patri- 
monio adelante  editicó  un  monasterio  de  mongos  con 
itdvocasion  de  los  mártires  Justo  y  Pastor.  Cerca  de 
Complutica  á  las  fluidas  del  monte  Irago  se  ven  los 
rastros  deste  monasterio ,  y  en  la  iglesia  catedral  de 
AstOTga ,  de  do  cae  no  lejos  aquel  sitio,  entre  las  de- 
anes dignidades  se  cuenta  el  abad  Complutense  ca 
•después  que  aquel  monasterio  fue  en  el  tiempo  ade- 
J^nte  dest/uido ,  se  ordenó  que  aouella  abadía  fuese 
•iiguidad  de  As*.orga.  De  un  pTivííegío  que  dio  eJ  rey 
H»miro  el  Tercero  (i)  A  la  dich»  iglesia  de  Astorga,  se 
entiende  que  el  rey  Chíndasuiutho  ayudó  con  muchas 
posesiones  y  pr«>seas  que  dio  á  Fructuoso ,  para  la 
fundación  v  dotación  de  aquel  monasterio. 

Demás  desto  porque  en  el  primer  monasterio  no 
cabía  t»nUt  mucheduuibrH  de  religiosos  como  cada 
ilia  acudían  á  la  faina  de  Fructuoso  y  de  su  santidad, 
fundó  él  mismo  nlli  cerca  otro  monasterio  con  advo- 
cación de  San  Pedro  en  un  sitio  rodeado  por  todas 
partes  de  montes  y  arboledas  muy  frescas.  Deste  con- 
vento en  tiempo  del  rey  Wamba  fue  prelado  el  abad 
Valerio,  cuyo  libro  se  conserva  hasta  hoy  coa  titulo 
de  la  Vana  sabiduría  del  siglo,  sin  otras  algunas 
4)br}is  Kuyas  en  prosa  y  en  verso  que  dan  muestra  de 
i^a  ingenio ,  piedad  y  doctrina.  Este  monasterio  re- 
•ediücó  adelante  j  le  ensanchó  Genadio  obispo  de  As- 
tor^  aíio  del  Señor  de  novecientos  y  seis ,  como  se 
entiende  por  la  letra  de  una  piedra  que  está  en  la 
misma  puerta  del  olaustro,  por  donde  de  la  iglesia  se 
pasa  al  monasterio.  Otro  tercero  monasterio  edificó 
fructuoso  en  la  isla  de  Cádiz ,  y  el  cuarto  en  Tierra 
Firme  nueve  leguas  de  aquellas  riberas ,  sin  otros 
quo  en  diversos  lugares  fundó  asi  de  varones  como  de 
mujeres.  Éntrelas  vírgenes,  Benedicta  tuvo  el  pri- 
mer logar,  y  fue  muy  señalada,  porqae  dejado  el  es- 
poso á  quien  estaba  prometida ,  persona  rica  y  muy 
•noble ,  con  deseo  de  conservar  líi  virginidad  acudió  al 
anoparo  de  Fructuoso. 

Esto  pasaba  en  España  en  lo  postrero  de  la  edad 
del  rey  Chíodasuinliio,  cuando  él  con  intento  de  ase- 
gurar y  continuar  el  reino  en  su  familia,  de  que  se 
apoderara  por  fuerza ,  nombró  por  su  compañero  en 
•él  á  BU  hijo  Fia  vio  Recesuintho  el  año  de  Cristo  de  6  48 
después  de  haber  reinado  solo  y  sin  compañero 
por  espacio  de  seis  años,  ocho  meses  y  veinte  dias. 
Después  desto,  aunque  vivió  tres  años,  cuatro  meses 
y  once  dias;  pero  este  tiempo  se  cueiijta  en  el  reinado 
de  su  hijo  á  causa  que  ppr  su  mucha  edad  le  dejaba 

(1)  Como  BU  estilo  no  es  del  tiempo  en  que  se  supone 
daao;  como  lo  firman  la  reina  Ricíberga ,  no  constando  por 
nioi^uD  otro  docomento  qne  en  tiempo  de  los  reyes  godos 
Armasen  lia  reinas  semejantes  privilegios ;  el  obispo  de  As- 
torga Candidato,  que  consta  no  estaba  en  Toledo  cuando  le 
su¡toneespedidu^  y  otros  se  duda  de  tu  aateniicidad. 


CASPAH   Y  aOIG. 

todo  el  gobienio.  Falleció  Cbindasuintho  en  Toledo  de 
enfermedad,  ó  como  otros  dicen  con  yerbas  que  le 
dieron.  Su  cuerpo  y  el  de  la  reina  Ricíberga  su  mu- 
jer (2)  sepultaron  en  el  monasterio  de  San  Román, 
que  hoy  se  llama  de  Hormisga,  y  está  á  la  ribera  del 
rio  Duero  entre  Toro  y  Tordesillas :  fundóle  este  mis- 
mo rey  para  su  entierro ,  y  sepultarse  en  él  como  se 
hizo. 

CAPITULO  IX. 

De  tres  concilios  de  Toledo. 

Era  por  estos  tiempos  arzobispo  de  Toledo  Euge- 
nio Tercero  sucesor  ael  otro  Eugenio.  Fue  discípulo 
de  Helladío ,  como  lo  fueron  los  otros  tres  arzobispos 

3ue  le  precedieron.  Siendo  mas  mozo  con  deseo  d*^ 
arse  á  las  letras  dejó  en  la  iglesia  de  Toledo  uo  lutsar 
principal  que  tenia  entre  los  demás  ministros  de  aquel 
tenoplo,  y  tomó  el  hábito  de  monge  en  Santa  Eugraci» 
de  Zfuragozi.  Por  muerte  de  Eugenio  Segundo  lu  sa- 
caron de  aquel  uiouasterio  casi  por  fuerza  para  qu<^ 
lomase  el  gobierno  de  la  iglesia  de  Toledo.  Corrigió 
el  canto  eclesiástico  y  le  redujo  á  mejor  forma ,  c^ 
estaba  estragado  con  el  tiempo  y  mudado  de  lo  que 
solía  ser  antiguamente.  Compuso  un  libro  de  tríuita- 
le,  y  á  la  obra  de  Draconcio ,  aue  en  verso  heroico  á 
manera  de  paráfrasi  declara  el  principio  del  Géuesii^ 
y  la  creación  del  mundo ,  añadió  Eugenio  la  declara- 
ción del  día  seteno  que  faltaba.  Ddstos  versos  y  de 
otras  epigramas  suyas  que  hasta  nuestra  era  se  han 
conservado ,  se  eutieude  que  tuvo  leuras  y  ingenio  y 
erudiciou  no  pequeña  para  aquellos  tiempos.  Entré 
aquellas  epigramas  están  los  epitaflos  de  los  rey  y 
reina  Cbindasuintho  y  Ricíberga,  si  bien  son  algo 
groseros  mas  á  causa  de  lo  poco  que  en  aqueüa  edad 
se  subía ,  que  por  falta  del  mismo  Eugenio.  Algunos 
diceu  que  fue  tio  de  San  Ildefonso,  normano  de  su 
madre :  otros  lo  tienen  por  falso ,  paréceles  que  si  es- 
to fuera  así ,  ó  el  mismo  San  Ildefonso,  ó  San  Julián 
en  lo  que  añadieron  á  los  claros  varones  de  San  Isi- 
doro ,  hicieran  mención  de  cosa  tan  señalada. 

Algunos  martirologios  ponen  á  este  prelado  en  el 
número  de  los  demás  santos,  y  señalan  su  dia  á  tre- 
ce de  noviembre,  por  el  cual  omiao  van  también 
algunas  personas  eruditas.  Hace  contra  esto  que  en 
el  martirologio  de  Toledo «  en  que  parece  se  debía 
principalmente  poner  no  está :  en  Gn  este  punto  ni 
por  la  una  parte  ni  por  la  otra  está  averíguado  bastan- 
temente. Demás  desio  sospecho  yo  que  Eu^eolo  Ter* 
cero  fue  el  que  se  halló  y  hrmó  en  el  concibo  próximo 
pasado  de  Toledo.  Muéveme  á  pensar  esto  ver  que 
Antonio  arzobispo  de  Sevilla ,  que  poco  antes  fue 
elegido,  eulas  íirmas  le  precedía  para  muestra  de  que 
era  mas  antiguo  prelado.  En  tiempo  de  este  prelado 
sin  duda  á  instancia  del  rey  Recesuintho  se  juntó  eu 
Toledo  otro  nuevo  concilio,  que  entre  los  dd  aquella 
ciudad  se  cuerna  por  el  octavo.  Era  grande  el  celo 
que  e¿te  rey  tenia ,  y  la  afición  á  las  cosaseclesiásii- 
cas:  ocupábase  en  revolver  los  Ubros  sagrados,  halla 
base  en  las  disputas  que  en  materia  ae  religioa  se 
hacían:  para  adornar  los  templos  y  aumentar  el  culto 
divino  no  cesaba  de  darles  oro,  piedras  preciosas, 
brocados  y  sedas;  en  que  parece  pretendía  imitar  el 
ejemplo  de  tu  padre. 

Acudieron  cincuenta  y  dos  obispos:  juntáronse  en 
la  basílica  de  Sdn  Pe  tro  y  San  Pablo  á  diez  y  seis  dn 
diciembre  año  de  653.  Hallóse  ei  rey  aquel  dia  pre- 


(3)  Habiendo  muerto  e&la  seuora  á  los  veinte  y  dos  aluts 
y  ociio  meses  de  su  edad,  despue» de  tiaber  estado  caásd^i 
sicle  no  i:i  probjble  que  CtiíndásuitilUose  casase  á  los  (Aheu 
U  y  seis  atius  de  su  edad  con  una  muchacha  de  catorce  <• 
quince.  .Mas  verasímü  es  qoe  estuvo  casada  con  Recesuiuth» 
su  hijo,  rumo  se  lea  en  uuos  versos  del  Códice  de  las  obra^i 
(le  Eugenio  Terrero,  que  se  conserva  en  la  biblioteca  de  h 
¡  i^'lesia  de  Toledo. 


niSlORIA    M:   KSPAS'A. 


!n>nieetr:ijuiiU  y  ilos^ioes  de  li^ber  delaate  de  los 
padres  dicho  alguots  palabras,  presentó  uq  niemo- 
risl.  Eq  él  estaba  eo  primer  lagar  la  profesíoa  de  la 
r«s  católica :  después  desto  amonestaba  y  rogaba  á 
los  prelados  que  ao  solo  determinasen  lo  quo  concer* 
riia  á  las  cosas  sagradas,  sino  también  diesen  orden 
eu  el  estado  del  reino,  quier  fuese  con  reformar  lus 
leyes  antiguas,  (fuier  con  añadir  ó  quitar  las  que  tes 
pareciese :  lo  mismo  pide  también  á  los  gmuaes  del 
reioo,  aquellos  que  por  la  costumbre  recebida  se  de- 
bían hallar  en  los  concilios.  En  particular  pide  deter- 
iDÍneu  qué  se  debe  hacer  de  los  judíos,  que  recebida 
ta  Religión  Cristiana  por  la  fuerza  que  los  reyes  pasi- 
dos  los  hicieron,  todn  vía  perseveraban  en  sus  antiguos 
ritos  y  ceremonias.  Fue  asi  que  los  judíos  presenta- 
ron una  petición,  que  hasta  hoy  dia  est4  en  el  Fuero 
Juzgo  entre  las  demás  leyes  de  los  god»<;  y  contenta 
ea  sustancia  que  dado  que  el  rey  Chintila  los  forzó  á 
hacerse  cristianos,  querían  renunciar  el  sábado  y  de 
las  demás  ceremonias  de  la  ley  vieja  :  solamente  se 
les  hacia  de  mal  el  comer  carne  de  puerco  ,  y  esto 
mas  porque  su  estómago  no  lo  llevaba  por  no  estar 
acostumbrados  á  tal  vianda,  que  por  escrúpulo  de 
conciencia ;  y  toduvfa  para  muestra  de  su  intf'ncioii 
se  ufrecian  de  com  r  otro .  manjares  guisados  con 
ella. 

Este  memorial  del  rey  que  t^nia  inserta  la  dicha 
petición,  se  leyó  en  el  concilio.  Fue  grande  la  ale- 
gría de  los  obispos  por  ver  el  buen  celo  del  rey.  Tra- 
taron entre  sí  lo  que  debian  hacer,  y  por  común 
acuerdo  ordenaron  doce  cánones  en  quesatisTacierou 
bastantemente  á  todo  lo  que  el  rey  pretendía.  Demás 
desto  declararon  que  los  votos  y  juramentos  ilícitos 
DO  obligan.  En  el  tiempo  de  la  cuaresma ,  cuando 
por  anügua  costumbre  todos  ayunan,  mandaron  que 
uadie  comiese  carne  sin  evidente  necesidad.  Por  la 
revuelta  de  los  tiempos  ( cuando  se  apoderaba  del 
reiDo  no  el  que  tenia  mejor  derecho^,  sino  el  que  era 
laas  poderoso)  los  reyes  pasados  habían  impuesto  so- 
bre el  pueblo  grandes  y  pesados  tributos.  Interpusie- 
ron los  padres  su  autoridad  coofoime  á  loque  el  rey 
les  concediera,  y  reformaron  todas  estas  imposicio- 
nes y  redujeron  las  á  menor  cuantía  y  mas  tolerable, 
i'oosideraban  que  nunca  es  seguro  el  poder  cuando 
«!s  duraasiado;  que  las  cosas  moderadas  duran  y  son 
{>erpétuas,  y  que  los  príncipes  no  son  bastantes  para 
contrastar  eou  el  aborrecimiento  del  pueblo ,  si  se 
enciende  moefao  contra  ellos. 

Por  condosion  comoquier  que  muchos  estuviesen 
quejosos  deí  padre  deste  rey,  y  pretendiesen  Íes  ha- 
bía hecho  agravio  y  quitado  injustamente  sus  hacien- 
das, ordenóse  que  el  reyRecesuintho  tomase  posesión 
de  ía  hereacta  y  bienes  paternos ,  con  tal  condicioii 
que  estuviere  ajusticia  con  los  que  pretendían  estar 
agraviados  y  despojados  íniostamente ,  y  oídas  lifs 
partes,  se  les  diese  la  satisfacción  conveniente.  En 
este  concilio  se  asestaron  y  tirmaron  en  primer  lugar 
cuatro  arzobispos  por  este  orden :  Orondo  de  Méri- 
da,  Anlonio  de  Sevilla,  Eugenio  de  Toledo,  Potamio 
de  Braga.  Después  desto  los  demás  obispos  por  su 
orden  ;  entre  los  demás  fue  uno  Bacauda  obispo  de 
Egabro,  es  Jü  saber  de  Cabra,  lugar  en  que  en  el  ce* 
meaterio  de  San  loan  pe  lee  hasta  hoy  su  nombre 
grabado  en  un  mármol  blanco  :  que  debió  hallarse 
este  prelado  á  la  consagración  de  aqpel  templo  ó  de 
olroal^no  en  que  se  halló  aquella  piedra;  cuya  con- 
sagmcioa  fue  el  ano  de  seiscientos  y  cincuenta  por 
el  mes  de  mayo.  Es  taipbien  de  considerar  que  en  el 
concilio  firmáronlos  abades,  cosa  estraordiuaria,  y 
DO  muy  conforme  á  derecho  :  y  en  este  nón^ro  fue 
uno  Sen  Ildefonso  á  la  sf  zon  abad  Agállense.  Firma- 
ron asimismo  los  grandes  así  duques  como  condes,  y 
personas  que  tenían  algún  cargo  en  et  reino ,  cosu 
aun  moDOS  usada  y  contra  el  derecho  comun  ;  pero 
no  hay  que  maravillarse  porque  estos  oonoilies  de 


Toledo  fueron  coaio  cortes  generales  del  reino,  en 
que  se  trataba  no  solo  de  las  cosas  eclesiásticas,  sino' 
Umbien  del  gobierno  seglar  (i). 

Pagados  otros  dos  años,  el  de  nuestra  salvación 
de  655  porórden  del  mismo  rey  se  juntaron  en  la  mis- 
ma ciudad  de  Toledo  diez  y  seí^^ obispos  para  celebrar 
el  noveno  concilio  de  Toledo.  Fue  la  junta  á  primero 
de  noviembre  en  la  basílica  de  Sanlu  María  virgen: 
publicaron  en  ella  diez  y  siete  decretos  sobre  materias 
diferentes.  No  se  hallaron  los  demás  arzobispos  y* 
metropolitanos :  por  su  ausencia  tuvo  el  primer  lugar 
Eugenio  arzobispo  de  Toledo.  No  paró  en  esto  el  cui- 
dado del  rey,  porque  luego  el  ano  siguiente  á  pri- 
mero de  diciembre  se  juntaron  en  la  dicha  ciudad 
veinte  obispos  para  celebrar  otro  concilio,  que  fue  el 
deceno  entre  los  de  Toledo  (2).  La  cosa  de  mayor 
considerarÍQU  que  decrt^taron,  fue  que  la  Tnsta  de  la 
Anunciación  cuando  el  hj'odeOios  se  vistió  de  núes 
tra  carne  para  nuestro  remedio,  y  se  celebraba  á 
veinte  y  cinco  demarzo,  porser  ordinariamente  tiem- 
po de  cuaresma  en  que  se  hace  memoria  de  la  muer- 
te y  pasión  de  Cristo,  se  trasladase  á  diez  y  ocho  de 
diciembre,  lo  cual  desde  entonces  se  guarda  en  toda 
España,  sin  embargo  que  también  se  celebra  la  otra 
fiesta  de  marzo  al  uso  romano.  La  liesta  de  diciembre 
llama  comunmente  el  vulgo  Nuestra  Señora  de  la  O. 
y  los  libros  eclesiásticos  le  ponen  nombre  de  la  Ex- 
pectación. Lo  que  se  ha  contado  e^  la  verdad  pun- 
tualmente. 

Mandaron  otrosí  que  las  vírgenes  consagradas  á 
Dios,  que  llaman  beatas  en  el  mismo  concilio  traje- 
sen un  velo  negro  ó  rojo  como  señal  para  ser  conoci- 
das. Tratóse  asimismo  la  causa  de  Potamio  obispo  de 
Braga,  que  por  haber  caido  en  flaqueza  de  la  carne 
fue  depuesto,  dejándole  solamente  el  nombre  de  obis- 
po :  que  fue  despojarle  del  lugar  )r  no  de  la  dignidad. 
Templaron  desta  manera  el  castigo  por  confesar  él 
mismo  de  su  voluntad  su  delito,  y  por  la  penitencia 
que  hiciera  por  espacio  de  nueve  meses  en  el  vestido 
y  en  la  comida  con  deseo  de  alcanzar  misericerdia  de 
Dios.  En  su  lu^ar  fue  puesto  Fructuoso,  de  abad  de 
Compluto  el  tiempo  pasado  electo  obispo  Dumiense^ 
y  al  presente  como  arzobispo  de  Braga  firma  después 
de  los  arzobispos  Eugenio  de  Toledo  y  Fugitivo  de 
Sevilla  en  tercer  lugar  y  et  postrero.  Trató<^  del  tes- 
tamento deSan  Martín  obísuo  en  otro  I íeii^po  Dumíen- 
se,  en  que  nombró  por  aloaceas  ¿  ios  reyes  de  los 
suevos;  j  porque  los  reyes  godos  se  apoderaron  de 
aquel  reino,  esta  y  lasaemas  cargas  y  derecbo.^  de 
aquellos  principes  les  Incumbían.  Hallábase  el  rey 
perplejo  sobre  este  caso :  consultó  con  los  prelados 
del  concilio  lo  que  se  debía  hacer ;  ellos  remitieron  la 
determinación  de  todoestoá  Fructuoso  el  nuevoobís- 
po  de  Braga,  cuya  santidad  y  virtudes  fueron  tan  se- 
ñaladas en  aquel  tiempo,  que  en  España  le  tienen 
por  santo,  y  en  particular  las  diócesis  de  Braga,  de 
Ehora  y  do  Santiago  celebran  su  fiesta  á  diez  y  s^is 
dias  del  mes  de  abril.  Su  cuerpo  fue  sepultado  en  un 
monasterio  que  él  mismo  edificó  entre  Dumio  y  l|ra<- 
ga ,  ciudades  cuyo  prelado  fue.  Dende  como  quioieo- 
tos  años  adelanté  por  orden  de  don  Diego  Geictirez 
primer  arzobispo  deSantiago  le  trasladaron  á  aquella 
Iglesia.  Muchos  fueron  los  milagros  que  nuestro  Se-- 
ñor  hizo  por  su  medio  después  de  su  muerte:  dellos 
en  gran  parte  hizo  meinoría  y  Listoria  particular  Paulo 


(1)  Que  muerto  el  rey,  los  prelados  y  los  grandes  de  pa- 
lacio elijaa  su  sucesor  en  el  misrao  lugar  doode  hubiese 
I  muerto  :  prescribe  las  cualidades  que  debe  tener  la  períon:i 
I  que  debe  s^r  ele^^ida,  especialmente  la  de  eopservar  la  f^* 
I  católica  en  el  reino,  y  defenderlo  de  la  perfidia  de  los  judios 
y  de  todas  las  herejías. 

ii)  Kn  él  se  priva  de  su  dignidad  á  los  clérigos  y  mon^e< 
que  han  violada  el  jurauícnlo  de  &deUM  prestado  al  rc)  y 
al  Estado. 


ne 

diicoDO  emaritBDge  (I),  que  cd  esle  lugar  no  sería  á 
praptisito  relatarlos. 

Por  este  mismo  tiempo  flaració  Saats  Irean  Tirgea 
do  Portugal :  diúle  la  muerte  ud  hombre  llamado 
BrítaldoporqueauDca  quiso  cásame  con  él,  ni  con- 
MUtir  con  BUS  locna  amores,  y  porque  el  caso  no  se 
descubriese  I4  echó  en  el  rio  Nabaoia,  que  pasa  por 
Nabauciu  patria  de  esta  suata  virgen.  Buscaron  su 
cuerpo  coa  diligancia:  hallároale  junto  A  U  ciudad 
que  eatonces  se  llamaba  Scalabis.  Dlcese  que  por 


milagr»  se  aparlarou  las  acuas  del  rio  Tajo  e»  aqu«- 
!la  parte  por  donde  el  rio  Nabanis  se  junta  con  él ,  y 
trae  los  que  buscaboa  i  la  virgen  á  pie  enjuto,  la  ba- 
llaroueu  medio  de  aquel  rió  en  un  sepulcro  rsbrirado 
por  mano  de  los  áugeles;  que  fue  causa  que  la' de»i>- 
cioQ  deata  virgen  se  estandiú  muf  en  breve  por  todi 
aquella  rcimarca  de  tal  suerte  que  por  este  respelii 
aquel  pueblo  mudú  el  nombre  que  antes  tenia  de 
Scalabis,  y  del  nombre  de  aquella  virgen  se  llamé 
San  taren.  Nabsocia  quieren  loa  doctos  que  wu  laYÍ< 


Restps  del  l«mplo  ii«  San  Peilm ;  S; 


a  de  Tomar,  muy  conocida  en  Portugal  por  ser 
asiento  de  la  caballería  de  Cbristus  li  mai  principal 
deiquel  reino. 


De  la  vida  de  San  llderonso. 

El  año  noten*  del  reinado  de  Recesniatho,  ei 
del  nacimiento  deCristoae  contaban  eST,  Euf^óio 
Tercero  arzobispo  de  Toledo  pasó  desta  vida.  Por  so 
muerte  pusieron  en  »n  lugar  á  Ildefonso  i  la  saioi 
■bad  Agállense,  persona  de  muy  santa  vida ;  lo  cna1 
y  ras  maches  letras  y  doctrina,  j  la  grande  pruden- 
cia da  que  era  dotado,  Tueron  parte  para  que  fuese 
estimado  del  clero,  délos  príncipeles  ydel  pueblo,  y 
le  tuviesen  por  digno  para  encomendatle  el  ^biemí 
espiritual  desu  ciudad.  Fue  natural  de  Toledo,  naci- 
do de  noble  linaje :  su  padre  se  llamó  Esteban,  su 
madre  Lucia.  Tiénese  ordinariamente  por  tradición 
que  vivían  en  lo  mas  alto  de  la  ciudad  en  unas  cases 
principales,  qne  de  lance  en  lance  vinieron  con  el 
Ifempo  i  poder  de  los  condes  de  Orgaz,  y  dellos  los 
bBoi  pásanos  Ih  compraron  los  relísiosos  de  la  Com- 
paRit  de  Jtns,  y  por  devoción  de  San  Ildefonso  die- 
ron á  ellos,  y  en  particular  á  la  iglesia  la  advocación 
desle  santo:  en  goe  tos  anlepasadon  parece  faltaron, 
pnei  en  razón  faooíese  en  aquella  ciudad  alfnin  tem- 
plo con  nombre  de  Ssn  Ildefonso  su  ciudadano  y  na- 
tural. 

En  las  letras  tuvo  por  maestro  í  Eugenio  Tercero 
por  ser  como  era  persona  docta,  y  aun  algunos  sos- 
pechan ( f  arriba  se  tocé)  deudo  smo.  La  fama  de 
San  Isidoro  arzobispo  de  Sevilla  volaba  por  todas 


partes,  y  el  cuidado  que  tenia  en  ensenar  tu  juven- 
tud era^ffluy  señalado.  Por  esta  cauta  San  Ildefoniu 
fué  á  Sevilla  para  estar  en  el  colegio  fandado'  par* 
esle  efecto  por  aquel  santo.  Allí  se  entretuvo  en  «I 
estudio  de  las  letras  hasta  tanto  que  fue  bastante- 
mente instruido  en  las  artes  Überaleí :  de  cuya  eru- 
dición y  doctrina  dan  muestra  los  muchos  libras  que 
adelante  escribid.  Juliana  so  sucesor  dice  que  tí 
mismoSan  lldefopso  los  junléy  puso  en  tres  cnerpoa. 
Son  ellos  de  mucha  doctrina  y  llenos  de  senteiMias 
muy  gravea  ;  mas  el  estilo,  co'nfonne  i  la  costumbre 
de  aquellos  tiempos,  es  mas  redundante  que  preciso 
y  elegante. 

Acabados  sus  estudios  y  vuelto  á  Ttriedo,  tin  em- 
bargo que  eran  grandes  las  esperanzas  que  todos 
teniaod(!l,^Iomucho  que  seprometian  de  gu  nobleza. 
de  sn  doctrina  y  virtudes,  pospuesto  todo  lo  el ,  con 
deseo  do  mas  perfección  y  de  seguir  vida  mas  segu- 
ra se  determiné  dejar  el  regalode  sn  cosa,  y  lomar  el 
hibito  de  monge  en  el  moonsterio  Agállense.  Ño  se 
pudo  esto  negociar  tan  secretamente  que  m  fiadre 
no  lo  entendiese:  procuré  apartarle  de  aquel  propó- 
sito, y  aun  el  mismo  día  que  iba  á  tomtfr  el  hiUiito, 
fué  en  pos  del  y  entré  en  el  monasterio  en  busca  de 
su  hijo  ;  andúvole  tudo,  mas  no  pudo  encontrar  cod 
él,  porque  el  santo  como  viese  i  su  padre  de  lejos  y 
sospecnose  lo  que  era  y  su  saña,  torcié  el  camino  j 
se  metió  y  estuvo  detrás  de  un  vallada  hasta  tanto 
que  su  padre  dié  la  vuelta  i  su  casa  sin  efectuar  lo 
que  pretendía. 

El  monasterio  Agállense  estuvo  asentado  00  Ifjos 
delacitidaddeToledoá  laparledeSeptentríou.Teaia 
nombre  de  San  Julián  ,  como  todo  se  entiende  de 
Máiimo,  obispo  de  Zaragoza  que  fueporeate  tiempo. 
En  el  concilio  Toledano  undécimo  linna  Gratino  abad 
lie  San  Cosme  y  San  Damián,  y  poco  despue&  Avila 


niSTORIA  DE  ESPAÑA. 


Bbid  Af^Keoae  de  San  Julián.  Dádáie  en  qué  «tío 
estDTo  este  monaeterío  AgnileDse.  Los  pareceres  mq 
varios.  Ls  reaolocion  en  este  puBtc,  y  io  cierlo,  que 
faabo  dos  monasterios  en  Toledo .  ambo»  de  Beoitos, 
yambosá  la  ribera  de  Tejo  y  alabarle  de  Septen- 
tríM,pordondeeldioboríooorre,coiDeseTeett  la 
caída  que  liace  del  aeerradero  per  la  p«ente  de  Al- 
ciatara  de  Septentrión,  á  Mediodía.  Demás  i|iie  la 
pasóle  por  do  se  iba  á  la  liiierta  del  rey  estaba  mas 
abajo  de  la  que  hoy  se  ?e.  y  por  eonsigniente  la 
dicha baerta con elrio  le  caía á la  parte  del  Senten- 
tríoD.  El  nao  deatee  des  monasterios  as  Hamaba  de 
Saa  Julián  qne  era  sa  adfocaelen,  y  por  otro  noDÜire 
n  Uaflió  AgalieMe,  de  un  ambal,  donde  estaba, 
llamado  A^aOa.  Caia  muy  osrea  de  Toledo .  aolo  áea^ 
dantos  y  cincnenta  pasos ,  qne  hacen  mil  y  aoscieatos 
ciocQSDta  pies ,  distante  de  la  iglesia  pretoriense  de 
San  Pedro  y  San  Pablo,  (t)  Bl  otro  monasterio  se 
iatitolabe  de  San  Cosme  y  San  Damián ,  distante  de 
Toledo  do$  millas ,  que  hacen  media  legua.  Todo  esto 
dice  Máihno,  obispo  de  Zaragoxa ,  en  la»  adicdones 
á  Dextro.  San  Ildefonso  fue  abad  primero  en  San 
Cosme  y  San  Damián  siendo  diácono,  y  desta  elección 
baUB  Cixila  ,  y  aun  dice  pasó  mucho  tiempo  hasta 
qes  adelante  fue  anohispo.  Bn  este  medio  (íoe  asi* 
mismoabad  Aipiliense.  Y  desta  elección  y  cargo  habla 
Jolíaoo  ea  la  vida  desta  santo :  con  que  quedan  con- 
citadas Máximo,  CixUa  y  Jufiano.  En  la  huerta  de 
los  Chapiteles,  parte  de  la  huerta  del  rey ,  hay  claros 
rastros  deque  fue  monasterio,  que  debió  aer  n  parte 
mas  principal  del  Aaahense ,  y  pasados  loe  tejares  hay 
ana  dehiisa ,  y  en  ella  una  casa  grande  y  antigua,  que 
sospecho  JO  por  la  distancia  fue  el  otro  monasterio, 

Lann  deilo  hay  buenas  señales.  La  pretoriense  de 
n  Pedro  y  San  Pablo  creo  yo  fue  San  Pablo  á  la 
caída  de  k  alóndiga ,  donde  estuvieron  los  padrea  do- 
ininiess  per  casi  dodentos  anos.  La  paüabra  preto- 
ríenae quiere  decir  igieaia  del  campo,  y  San  Pablo 
está  fuera  de  loe  dos  muros  de  Toledo.  Ayuda  el  nom- 
bre de  San  Pablo,  que  el  de  Sen  Pedro  se  debió  con 
el  tiempo  dejar  por  abreviar.  Desta  iglesia  que  en  un 
tiemao  fae  muy  principal  y  las  ruinas  lo  muestran,  y 
«  ella  se  celebró  el  concilio  decimotercio  de  Toleno , 
hasU  hi  huerta  del  rey,  qne  debió  ser  toda  del  mo~ 
naaterío  AgaUense  por  donación  del  rey  Athanagildo 
safnadador ,  hay  loe  doeientos  cincuenta  pasos  que 
diee Máximo,  ai  bien  loe  mongos  tenian  otra  huerta 
Ptiüeuhir  cercada  de  piedra ,  con  sus  estribos  contra 
lascndentes  del  rio.  la  eual  se  ve  hoy  pegada  con 
la  cssa  que  üaman  de  loa  Ghaníteles.  Del  nombre  del 
iqonasterieó  del  arrabal  donde  estuvo .  quedó  el  que 
boy  tienen  los  paiados  de  Gaüana,  á  lo  que  parece; 
qoeloque  el  vulgo  dice  de  k  Mora  Galiana,  aon 


s<|et  y  patrafias.  Tomó  pues  San  Ildefonso  como  de- 
seaba el  hábito  de  mongo :  cuyo  intento  últimamente 
«anme  oen  dificokad  aprobó  <u  padre ,  en  especial 
por  las  amoneetaeíones  de  su  mujer  que  afinnaba 
ntber  por  oraciones  alcanxado  de  Dioa  después  de 
larga  esterilidad  aquel  hijo,  y  que  para  alcanzarle  hizo 
^roto  de  dedicarle  á  nuestro  S^or :  que  volviesen  á 
Dios  lo  que  de  su  magostad  recibieran :  que  era  mas 
saao  consejo  carecer  del  hijo  p«)r  un  poco  de  tiempo, 
que  can  hacerfe  volver  atrás  de  su  intento  incurrir 
en  ofensa  de  Dios ,  y  ser  atormentados  con  perpetuos 
escrúpulos  de  k  conciencia. 

Foe  tanto  lo  que  en  aquel  monasterio  se  adelantó 
Sea  Ildefonso  en  todo  géÍDerode  virtud,  que  dentro 
de  pocos  anos  le  encomendaron  el  gobierno  de  aque- 
llos mongos  por  muerte  de  Adeocíato,  después  de 
HeDadio,  Justo  y  Richila  abad  de  aqueLmonasterio. 

(1)  Ea  Toledo  se  maniflestan  todavía,  talen  como 
ioi  preMntaiDos,  los  rentos  del  templo  de  San  Pedro  y 
^a  Pablo,  que  hoy  ba  coaverlido  eo  su  ▼ivieada  un  bor- 
telaeo. 


i  77 

fin  el  tiempo  que  fue  abad ,  ya  muertos  ana  padres, 
fundó  de  su  patrímoikio  en  una  heredad  suya  ñamada 
Debiense  un  aaonaaterío  de  mo^u.  Este  monasterio 
dice  Juliano  el  arcipreste  estaba  vemte  y  cuatro  mi* 
Ilaa  de  Toledo,  cerca  de  illeacas.  Poco  adelante  por 
muerte  de  Eugenio  Tercero ,  conso  oueda  dicho ,  fue 
elegido  ea  arzobispo  de  Toledo ;  dignidad  y  oido 
en  que  se  aenaló  gnandetaente ,  y  parecia  á  venügarae 
asimismo,  y  ser  mu  que  hombre  mortal.  ¿Quién  será 
(an  elocuente  y  de  ingenio  tan  grande,  que  pueda 
divamente  poner  por-escrito  las  cosas  deste  Santo» 
y  de  tal  manera  cootar  sus  obras  y  grandezas,  que 
pareacan  no  cesas  fingidas ,  si  no  como  lo  fueron 
verdaderas?  ¿Quién  de  ánimo  tan  sendlia,  que  ae 
persuada  á  dar  crédito  á  cosas  tan  estraordinariaa  y 
maravillosBS?  Fue  así  que  dos  hombrea  llamadeaPela- 
gio  y  Helvidio,  por  la  parte  de  hi  (kilia  Góthica  venidos 
en  Españi ,  decían  y  enseñaban  que  la  Madre  de 
Dios  no  ^e  perpetuamente  vfrgen.  San  Ildefonso  por- 
que esta  locura  y  atrevimiento  no  flieae  en  aumento, 
acudió  á  hacerlos  resistencia  y  disputar  con  ellos  perle 
con  un  \fbro  que  composo  en  que  defiende  lo  contra^ 
rio ,  parte  con  diversas  disputas  'que  con  ellos  tuvo. 
Con  esta  diHgencia  se  reprimió  la  mala  semffia  de 
aquel  error,  y  se  desbarataron  loa  intentos  de  aque*» 
líos  dos  hombrea  malvados. 

El  premio  deste  trabajo  foe  una  vestidura  traída 
del  cielo.  La  misma  noche  antea  de  la  fiesta  de  la 
Anudciaoion,  que  poco  antes  ordenaron  los  obispos 
se  edebnuM  en  el  mes  de  diciembre,  como  fuese  á 
maitines  y  en  su  compaiUa  muchos  cíérim .  al  en« 
trar  de  la  iglesia  vieron  todos  tin  resplandor  muy 
grande  y  maravMoso.  Loaque  acompañaban  al  Sanjto 
vencidos  del  grande  espanto  huyeron  tedoa :  iolo  él 
pasó  adelante ,  y  púsoae  de  rodillas  dehmte  del  altar 
mayor.  Alli  vfó  con  susejos  en  la  cátedra  en  que  solía 
él  enseñar  al  pueblo ,  á  la  Madre  de  Dios ,  con  repre- 
sentación de  megestad  mu  que  humana.  La  cual  le 
habló  de  esta  manera :  «Bl  prónio  de  la  virginidad  que 
has  conservado  en  tu  cuerpo ,  junto  con  hi  puridad 
de  la  mente  y  el  ardor  de  la  fe ,  y  de  haber  defendido 
nuestra  virgí  nidad ,  será  este  don  traído  del  tesoro  del 
cielo.»  Esto  dijo,  y  juntamente  con  sus  sapadas  ma^ 
nos  le  vistió  una  vestidura  con  que  le  mandó  celebrase 
les  fiestas  de  su  hijo  y  suyas.  Los  que  le  acompa- 
saban, sosegado  algún  tunto  el  miedo,  vueltoaen 
si  y  animados  llegaron  do  su  prelado  estaba  á  tíenmo 
que  ya  toda  aquella  visión  era  pasada  y  deseparedda: 
halláronle  casi  sin  sentido  oue  el  miedo  y  la  admhna- 
cien  le  quitaron  con  hi  haola ,  aolos  sus  ojee  eran 
como  fbentes ,  y  se  derretían*  en  lagrimea  por  ao  pe- 
der hablar  á  la  Virgen ,  y  dalle  bs  gracias  de  tan 
señalado  beneficio.  Cixila,  aucesor  de  lldefionao,  ro^ 
fiero  todo  esto  como  oído  de  Urbano  que  fue  también 
arzobispo  de  Toledo ,  y  de  fivaacio  que  fue  aioedlano 
de  la  misma  iglesia :  personaa  que  conforme  á  hi  r»* 
son  de  los  tiempos  y  de  su  edad  se  pudieron  hallar 
presentes  al  milagro.  Las  palebru  de  la  Virgen  que 
refiere  Cixila ,  son  estu :  «Apresúrate  y  acércate  ca- 
rísimo siervo  de  Dios,  recibe  este  pequeño  don  de 
mi  mano,  que  te  traigo  del  tesoro  de  mi  bi|o.»  La 

Eiedra  en  que  la  gloriosa  Virgen  puso  los  piés  está 
oy  dia  en  la  misma  entrada  de  aquel  templo  con  una 
reja  de  hierro  para  memoria  de  cosa  tan  grande. 

Demás  desto  el  mismo  año  como  parece  lo  siente 
Cixila ,  ó  como  otros  sospechen  el  luego  siguiente ,  i 
nueve  dias  de  diciembre  dia  de  Santa  Leocadia ,  tu- 
cedió  otro  milagro  no  menos  señalado  que  el  pasado. 
Acudió  el  pueblo  á  la  iglesia  de  Santa  Leocadia,  do 
estaba  el  sepulcro  de  aquella  virgen  :  halláronse  pre- 
sentes el  rey  y  el  arzobispo.  Alzóse  de  repente  la 
Eiedra  del  sepulcro,  tan  grande  que  apenas  treinta 
lOmbresmuy  valientes  la  pudieran  mover :  salió  fuera 
la  santa  virgen,  tocó  la  mano  de  San  Ildefonso,  dijole 
estas  palabras :  « Ildefonso,  por  ti  vive  mi  señora.» 


178 


BIBLIOTECA  DE  GaSPAB  T  BOIG. 


El  pueblo  000  68teo8poctáculoeatabB  atónito  y  como 
foera  de  si.  Itderotso  no  cesaba  de  decir  alabanzas  de 
la  vfrgen  Leocadia.  Eoeometidóle  eso  mismo  la  guarda 
de  la  ciudad  y  del  rey  y  porque  la  virgen  se  retiraba 
hada  el  sepulcro,  con  descoque  quedase  para  adelante 
memoria  de  iiecuo  tan  grande ,  con  un  cucbillo  que 
para  este  efecto  le  dio  el  mismo  rey,  le  cortó  una 
parte  del  velo  que  lie?aba  sobre  la  cabeza :  el  velo 
juntamente  con  el  cuchillo  hasta  el  dia  de  hoy  se  con- 
serva en  el  sagrario  de  la  iglesia  Mayor  entre  las  de- 
más reliquias.  Desde  este  tiempo  y  por  ocasión  destos 
milagros  dicen  que  el  padre  santo  quiso  ser  canónigo 
de  Toledo.  En  señal  desto  hasta  hoy  dia  la  noche  de 
Navidad  le  penan  como  á  los  otros  prebendados  au- 
sentes. 

Grande  fue  la  autoridad  y  crédito  que  por  medio 
destos  milagros  ganó  este  santo;  que  aumentaba  él 
perpetuamente  con  aventajarse  cada  dia  mas  en  el 
ejercicio  de  todas  las  virtudes.  Principalmente  se  se- 
ñalaba en  la  caridad  con  los  pobres,  y  en  remediar 
sos  necesidades  tanto  que  se  tiene  por  cierto  dio 
principió  á  la  costumbre  que  hasta  cu  dia  de  hoy  se 
guarda  en  aquella  iglesia ,  es  á  saber  que  á  costa  del 
arzobispo  en  cierta  parte  de  las  casas  arzobispales 
cada  diaee  da  de  comer  á  treinta  pobres:  destos  treinta 
los  diez  son  mujeres  y  los  demis  varones :  el  canó- 
nigo semanero  después  de  dicha  la  misa  en  el  altar 
mayor  a<mde  á  «ichar  la  bendición  á  la  mesa  de  los 
pobres,  y  mirar  que  no  les  faite  cosa  alguna.  EstQ 
es  lo  que  en  Toledo  se  acostumbra ,  y  é  lo  que  dicen 
dio  prlnotpio  San  Ildefonso.  Lo  que  yo  sospecho  es 
que  esta  costumi)re  tuvo  origen  de  otra  mas  antigua, 
y  era  que  los  patriarcas ,  c^ue  son  lo  mismo  que  pri- 
mados, en  memoria  de  Cnsto  y  de  sus  apóstoles  cada 
dia  convidaban  á  su  mesa  doce  pobres ,  como  lo  re- 
fiere Phodo .  palriarcli  de  Ck>nstantínopla ,  en  su  bi- 
blioteca en  la  vida  de  San  Gregorio  el  Ma^o ,  y  se 
puede  comprobar  con  algunos  ejemplos  antiguos.  El 
número  de  treinta  pobres  señaló  adelante  el  arzobispo 
don  Juan,  inflmte  que. fue  de  Araron. 

Mucho  se  pudiera  decir  de  las  virtudes  y  alabanzas 
de  San  Ildefonso,  y  en  particular  como  la  suavidad 
de  su  condición  era  grande  la  gravedad  y  mesura  no 
menor :  virtudes  que  aunque  entre  sí  parecen  con- 
trarias, de  tal  guisa  las  templaba,  que  ni  la  severidad 
impecba  á  la  suavidad ,  ni  la  fadlidad  era  ocasión  que 
alguna  persona  le  despreciase.  Gobernó  aquella  igle- 
sia por  espado  de  nueve  anos  y  casi  dos  meses :  trocó 
esta  vida  mortal  con  la  eterna  al  principio  del  ano 
décimo  nono  del  reinado  de  Recesuintho :  su  cuerpo 
lo  sepultaron  en  la  iglesia  de  Santa  Leocadia  á  los 
pies  de  Eugenio  su  predecesor.  En  la  destrucción  de 
«pana  fue  dende  llevado  á  la  dudad  de  Zamora,  y 
alu  en  propio  sepulcro  y  capilla  es  acatado  en  la  iglesia 
de  San  Pedro  de  aquella  ciudad.  La  vestidura  sagrada 
que  le  dio  la  Virgen ,  por  el  mismo  tiempo  llevaron  á 
las  Asturias,  y  esté  en  la  ciudad  de  Oviedo  en  una 
arca  cerrada  que  nunca  se  ha  abierto .  ni  persona  ala- 
guna ha  visto  la  dicha  vestidura  que  aeotro  esté. 

CAPITULO  XL 
De  la  muerte  M  rey  Recesuintho. 

En  tiempo  de  San  Ildefonso  se  juntó  en  Marida  un 
concilio  á  seis  de  noviembre  ano  de  666.  Halláronse 
en  él  doce  obispos  de  la  Lusitania  que  hoy  es  Portugal: 
Ordenaron  y  publicaron  veinte  y  tres  decretos  que  no 
pareció  referir  aquí ,  casi  todos  enderezados  á  refor- 
mar y  dar  orden  en  el  oílcio  caDónico,  en  que  tenían 
gran  debate  y  grande  variedad  en  la  manera  del  re- 
zado (i ).  Por  el  mismo  tiempo  en  África  iba  en  grande 

({)  También  en  este  se  ordenó  que  se  celebre  todos  los 
b2q8  un  ooDcilio  en  el  logar  que  el  rey  señale ,  y  que  los  obis- 
|M)s  qoe  no  asistan  oueden  suspensos  del  ejercicio  de  sus  ór- 
oenes  hasta  el  sinodo  siguiente. 


aumento  el  poder  de  los  mahometanos  é  causa  que 
Abdalla ,  dugue  deMoabia ,  que  fue  el  cuarto  sucesor 
del  falso  profeta  Mahoma,  venció  en  una  gran  batalla  á 
Gregorio ,  capitán  y  gobernador  de  África  por  los  ro- 
manos, con  gue  se  hizo  señor  de  aquella  muy  ancha 
provincia.  El  estrago  del  ejérdto  romano  fue  muy 
grande ,  y  casi  ninguuomayor  en  aquelkera.  Poseian 
los  godos  de  tiempo  muy  antiguo  en  África  ^arte  de 
la  Blauritania  Tingitana,  y  en  particular  á  Ceuta  con 
el  territorio  ^comarcano.  De  toao  lo  demás  fuera  desto 
quedaron  apoderados  los  mahometanos  después  de 
aquella  victoria;  y  desde  aquel  tiempo  mujr  tifuios 
y  orgullosos  ftuidaron  en  África  un  nuevo  imperio, 
cuyos  reyes  que  conforme  á  hi  costum^bre  de  aquella 
gente  tenían  poder  no  solo  sobre  el  gobierno  seglar, 
sino  también  sol|re  las  cosas  pertenecientes  á  la  reli- 
gión, se  llamaron  miramamolines,  que  es  lo  mismo 
que  príncipes  délos  creyentes,  á  la  manera  que  en 
Asia  los  prindpes  supremos  y  emperadores  de  aquella 
nación  se  llamaban  caliphas. 

Está  África  dividida  de  lo  de  España «  y  parta  con 
ella  términos  por  el  angosto  estrecno  de  Gibraltar.  A 
muchos  parecía  que  desiós  prindpios  ameuazaba 
algún  grande  mal  á  España  por  aquella  parte ,  y  en 
particular  se  aumentó  el  miedo  por  un  edlpse  es- 
traordinarío  del  sol,  que  trocó  el  dia  en  oscurisima 
noche  en  tiempo  del  rey  Recesuintho,  como  lo  refiere 
el  arzobispo  don  Eodrígú ,  pronóstico  á  lo  que  enien* 
diandesoorados  males.  Veraíad  es  que  por  el  esfuerzo 
deste  rey  los  navarros ,  que  andaban  alborotados  y  no 
cesaban  de  hacer  cabalgadasjsn  las  tierras  comarca- 
nas, se  reporuu^n  y  sosegaron.  Demás  desto  hizo  re- 
formar las  leyes  de  los  godos^  que  estaban  muy  es* 
tragadas:  quitó  muchas  de  las  «ntiguas  y  añadió 
otras  de  nuevo,  cuyo  número,  como  se  ve  en  al  Fue- 
ro Juzgo,  no  «es  menor  que  todas  juntas  las  de  los 
otros  reyes.  Hallábase  con  esto  este  rey  nobilisiaM»,  y 
de  los  mas  señalados  en  guerra  y  en  paz  que  tuvo  en 
España,  muy  próspero  y  bien  quisto  de  los  suyos, 
cuando  le  sobrevino  la  muerte,  que  fue  á  primero  de 
setiembre  por  la  mañana  año  del  Señor  de  672.  Rei- 
nó después  que  su  padre  le  declaró  por  su  ootnpañe- 
ro,  vemte  y  tres  años,  seis  meses  y  once  dias  :  y 
después  de  la  muerte  de  su  padre  veinte  y  un  años  y 
once  meses.  Dos  le^as  de  Valladolíd(gue  algunos 
piensan  se  llamó  antiguamente  Pincia ) ,  nay  un  pue- 
blo llamado  Wamba,  que  antes  se  llamó  Gerticos;  en 
él  se  hallaba  este  rey  cuando  le  sobrevino  la.  muerte, 
porgue  desde  Toledo  había  allí  ido  por  ver  sí  con  k 
mudanza  del  cielo  y  con  tíos  abres  naturales  (que  se 
entiende,  y  así  parece  gue  h>  dice  el  arzobispo  don 
Rodrigo,  era  aguel  pueblo  del  patrimonio  de  sus  an- 
tepasados), pudiese  mejorar  y  recobrar  la  salud;  pero 
la  enfermedad  tuvo  mas  fuerza  que  todas  estas  pre- 
venciones. 

Su  cuerpo  sepultaron  en  la  iglesia  de  aquel  lugar, 
y  allí  se  muestra  su  sepulcro ;  de  allí  por  orden  del 
rey  don  Alonso  el  Sabio  le  trasladaron  á  Toledo  y  pu- 
sieron en  la  iglesia  de  Santa  Leocadia ,  que  está  á  las 
espaldas  del  alcázar  junto  al  altar  mayor  á  la  parte 
del  Evangeh'o,  se^un  ordinariamente  se  tiene  enten- 
dido en  aquella  ciudad  como  cosa  que  ha  venido  de 
mano  en  mano.  En  tiempo  que  don  Felipe  II ,  rey  de 
España,  el  año  de  mil  y  quinientos  y  setenta  y  cmco 
hizo  abrir  en  su  presencia  el  dicho  sepulcro  y  otro 
que  está  á  la  parte  de  la  Epístola ,  ningunas  letras  se 
bailaron,  solo  los  huesos  envueltos  en  telas  de  algo- 
don  y  metidos  en  cajas  de  madera ;  mas  las  personas 
eruditas  que  presentes  se  hallaron,  sospechaban  que 
el  sepulcro  de  Recesuintho,  como  de  rey  mas  anti- 
guo, era  el  que  está  á  manderecha ,  y  el  otro  es  del 
rey  Wamba ,  que  se  sabe  también  le  hizo  trasladar  á 
Toledo  el  mismo  rey  don  Alonso.  Cerca  de  Dueñas, 
que  está  mas  adelante  de  Valladolid  á  la  ribera  de  Pi- 
suerga ,  büy  un  templo  de  San  Juan  Bautista  de  obra 


HISTORIA   DG  ESPAÑA. 


179 


antigua  y  al  parecer  de  godo»:  está  adornado  de  jas- 
pes y  de  mármoles,  y  en  él  una  letra  de  seis  renglo- 
nes, por  la  cual  se  entiende  fue  edificado  por  manda- 
do y  a  costa  del  rey  Recesuintho ,  y  que  se  acabó  la 
fábrica  el  año  de  seiscientos  sesenta  y  uno.  Por  todo 
esto  personas  de  doctrina  y  erudición  dbnjeturan  que 
estos  dos  reyes  por  aquella  comarca  tenían  el  estado 
propio  y  particular  de  su  linaje. 

CAPITULO  xn.    ' 

De  la  gaerrt  narbonenso  que  se  hizo  en  tiempo  del  rey 

Wamba. 

Imperaba  por  estos  tiempos  en  el  Oriente  Constan- 
tino llamado  Pogonato.  La  Iglesia  de  Roma  goberna- 
ba el  papa  Adcodato,  que  escribió  una  epístola  á 
Graciano ,  arzobispo  en  España ,  como  se  lee  en  los 
libros  ordinarios  de  los  concilios^  dado  que  el  Gótico 
de  San  Mi  lian  de  la  Cogulla  dice  :  A  Gonlíano  obispo 
de  la  iglesia  de  España.  Es  esta  epístola  muy  señala- 
da ,  porque  en  ella  desbace  y  aparta  los  matrimonios 
de  los  que  sacaron  de  pila  á  sus  propios  bijos ,  aun- 
que fuese  por  ignorancia  ( i ).  A  esta  sazón  se  em- 
prendió una  nueva  v  muy  brava  guerra  en  aquella 
Darte  del  señorio  de  los  godos  aue  estaba  en  la  üallia 
Narbonense.  La  ambición  ,  mal  incurable ,  fue  causa 
deste  daño,  y  alteró  grandemente  el  reino  de  los  go- 
dos ,  que  vencidos  los  enemigos  de  fuera  gozaba  de 
una  grande  paz  y  prosperidad;  Fue  así  que  el  rey 
Recesuintho  no  dejó  hijos  que  le  sucediesen  :  sus 
hermanos  ó  por  su  edad  ó  por  otros  respetos  no  fue- 
ron tenidos  por  suficientes  para  suceder  en  la  coro- 
na. Por  donde  los  grandes  se  ayuntaron ,  y  por  sus 
votos  nombraron  por  sucesor  en  el  reino  a  Wam- 
ba hombre  principal ,  y  que  tenia  el  primer  lugar  en  au- 
toridad y  privanza  con  los  reyes  pasados ,  demás  que 
era  diestro  en  las  armas  y  juicio  muy  acertado ;  y  tan 
considerado  en  sus  cosas  y  modesto ,  que  en  ninguna 
manera  quería  aceptar  aquel  cargo.  Escusábase  con 
su  edad  que  era  muy  adelante :  pedia  con  lágrimas 
no  le  cargasen  sobre  sus  hombros  peso  tan  grave. 
Consideraba  con  su  gran  prudencia  que  las  aficiones 
del  pueblo  como  quier  que  son  vehementes ,  así  bien 
son  inconstantes  y  entre  sí  á  las  veces  contrarias. 
Como  no  desistiese-  ni  se  allanase,  cierto  capitán 
principal,  hombre  denodado,  con  la  espada  desnuda 
te  amenazó  de  muerte  si  no  aceptaba ,  por  estas  pala- 
bras :  «¿Por  ventura  será  justo. que  resistas  á  lo  que 
»toda  la  nación  ha  determmado ,  y  antepongas  tu  re- 
»poso  á  la  salud  y  contento  de  todos?  En  mucho  tie- 
»nes  esos  pocos  años  que  te  pueden  quedar  de  vida, 
»que  con  esta  espada ,  si  á  la  hora  no  te  allanas ,  te 
»quitaré  yo  y  haré  que  pierdas  la  vida,  por  cuyo 
íirespeto  rehuyes  de  tomar  esta  carga,  y  con  tu 
nmuerte  mostraré  al  mundo  que  ninguno  debe  con 
ncolor  de  modestia  tener  en  mas  su  reposo  particular 
»que  el  pro  común  de  todos.» 

Doblegóse  Wamba  con  estas  amenazas ;  pero  de  tal 
manera  aceptó  la  elección ,  que  no  quiso  dejarse  un- 
gir como  era  de  costumbre  antes  de  ir  á  Toledo.  Pre- 
tendía reservar  aquella  honra  para  aquella  ciudad ,  y 
con  aquel  espacio  de  tiempo  entendía  ó  que  se  muda- 
ríap  las  voluntades  de  los  que  le  eligieron ,  ó  se  gana- 
rían las  de  todos  los  demás  de  guisa  que  no  sucediese 
algún  alboroto  por  la  diversidad  de  pareceres.  Con 
esto  partió  para  Toledo,  donde  á  veinte,  y  nueve  de 
.setiembre  fué  ungido  y  coronado  en  la  iglesia  de  San 
Pedro  y  San  Pablo  que  estaba  cerca  de  la  casa  real. 
Juró  ante  todas  cosas  por  espresas  palabras  de  guar- 
dar las  leyes  del  reino  y  mirar  por  el  bien  común. 
Ouirico  arzobis[)o-de  Tt)ledo  sucesor  de  San  Ildefonso 
hizo  la  ceremonia  de  la  unción.  Juliano  asimismo  ar- 

(1 )  La  carta  que  rita  Mariana  dirigida  á  estos  obispos  la 
tiene  poc  apócrifa  el  padre  Labe. 


l^zobispo  de  Toledo  en  la  historia  aue  compuso  de  la 
guerra  Narbonense  refiere ,  que  de  la  cabeza  del  rey 
Wamba  cuando  le  coronaron  se  levantó  un  vapor  en 
forma  de  columna ,  y  que  vieron  tina  abeja  de  la  mis- 
ma cabeza  volar  á  lo  alto.  Dirá  alguno  que  muchas  ve- 
ces al  pueblo  se  la  antojan  estas  y  semejantes  cosas : 
verdad  es ;  pero  la  autoridad  del  que  esto  escribe ,  sin 
duda  es  muy  grande.  Hicieron  los  grandes  sus  home- 
nages  al  nuevo  rey ,  y  entre  los  demás  Psulo ,  deudo 
según  alfiunos  piensan  del  rey  pasado .  bien  que  el 
nombre  de  Paulo  no  usado  entre  los  godos ,  y  la  poca 
lealtad  de  que  usó  poco  adelante,  dan  muestra  (como 
otros  sienten )  que  lue  griego  y  no  godo  de  nación. 

Nació  Wamba  en  aquella  parte  de  la  Lusitania  que 
los  antiguos  llamaron  Igeditania ,  do  hoy  día  hay  un 

{)uebIo  por  nombre  Idania  la  vieja,  y  cerca  del  una 
leredad  con  una  fuente  cercada  de  sillares,  que  tie- 
ne el  nombre  de  Wamba.  Los  de  aquella  comarca, 
como  cosa  recebida  de  sus  antepasados,  están  per- 
suadidos que  aquella  heredad  fue  una  de  las  muchas 
que  este  rey  tuvo  antes  de  su  reinado.  Sucedieron  al 
principio  alteraciones,  en  particular  en  aquella  part^ 
de  España  que  hoy  se  llama  Navarra.  No  estaba  bas- 
tan teniente  asegurado  en  el  reino,  y  á  esta  causa 
muchos  le  menospreciaban ;  en  particular  los  navar- 
ros con  deseo  de  novedades  diversas  veces  por  este 
tiempo  se  alborotaron.  Acudió  el  rey  á  las  partes  de 
Cantabria  hoy  Vizcaya  á  hacer  levas  de  gentes ,  y  co- 
iho  de  cerca  atajar  aquel  alboroto  al  pnncipio  antes 
que  pasase  adelante ,  cuando  otro  nuevo  alboroto  le 
puso  en  mayor  cuidado ,  que  sucedió  en  la  Galliá  Gó- 
thica  con  esta  ocasión.  Muchos  andaban  descontentos 
del  estado  y  gobierno  y  de  aquella  elección ;  y  como 
gente  parcial  no  querían  obe4ecer  á  Wamba,  ni  re- 
cebillepor  rey.  Comunicaron  el  negocio  entre  si,  y 
acomodaron  de  rebelarse  y  tomarlas  armas.  Hilperico 
conde  de  Ni  mes  en  Francia  fue  el  primero  á  declarar- 
se confiado  en  la  distancia  de  los  lugares .  y  por  ser 
hombre  poderoso  en  riquezas  y  aliadps.  Alíegáronseje 
Gumildo  obispo  de  Mamalona  ciudad  comarcana,  y 
un  abad  llamado  Remigio.  Procuraron  atraer  á  su 
parcialidad  al  obispo  de  Nimes  llamado  Aregio,  y 
como  en  ninguna  manera  se  dejase  persuadir ,  le  des- 
pojaron de  su  dignidad  y  enviaron  en  destierro  á  lo 
mas  adentro  de  Francia,  y  pusieron  en  su  lugar  al 
abad  Remigio.  Procedíase  en  todo  arrebatadamente, 
sin  orden  de  derecho,  y  sin  tener  cuenta  con  las  le- 
yes :  en  tanto  grado  que  á  Iqs  mismos  judíos  que  de 
tiempo  atrás  cenaran  de  toda  la  jurisdicción  y  señorio 
de  los  godos ,  llamaron  de  Francia  en  su  socorro. 

Para  sosegar  estas  alteraciones  Paulo  fue  sin  dila- 
ción nombrado  por  capitán  por  su  grande  prudencia 
y  destreza  que  tenia  en  las  armas.  Diéronle  la  gente 
que  pareció  sería  bastante  para  aquella  empresa  y 
para  sosegar  los  alborotados.  Sucedió  toda  al  revés  d« 
lo  que  pensaban ,  ca  Paulo  con  aquella  ocasión  se  de- 
termino de  descubrir  la  ponzoña  y  deslealtad  que  te- 
nia encubierta  en  su  pecho.  Hizo  marchar  la  gente 
muy  de  espacio,  con  que  se  dio  lugar  al  enemigo  para 
apercebirse  y  fortificarse.  El  mismo  también  de  se- 
creto comunicaba  con  los  godos  principales  en  qué 
manera  se  podría  levantar.  Para  lo  uno  y  para  lo  otro 
era  muy  á  propósito  la  tardanza  y  el  entretenerse.  Así 
de  camino  ganó  las  voluntades  de  Ranosindo  duquo 
Tarraconense  y  de  Hildigiso ,  gardingo ,  que  era 
nombre  de  autoridad  y  de  magistrado ,  y  dignidad 
semejable  á  la  de  los  duques  y  condes,  como  si  dijé- 
semos adelantado  ó  merino.  El  uno  y  el  otro  eran  per- 
sonas muy  principales ,  con  cuya  ayuda  y  por  su  con- 
sejo se  apoderó  de  Barcelona ,  de  Girona  y  de  Vique, 
ciudades  puestas  en  la  entrada  de  España  por  la  parto 
de  Cataluña.  Acrecentáronse  con  esto  las  fuerzas 
desta  parcialidad  de  levantados.  Trataron  de  pasar  á 
Francia  con  intento  de  juntar  sus  fuerzas  con  las  do 
Hilperico ,  con  que  confiaban  serian  bastantes  [)ara 


ISO  BIULIWTECJ 

rfsislir  u  rey.  Argübauílo  arzobispo  tle  Narbona  al 
principio  preteiifÜú  cerrar  las  puorliis  do  su  tiiiduil  ú 
los  conjurados,  Antícipilronse  ellos  lanío,  que  el  ur- 
zobispo  fue  forzado  á  acaiiiodarsft  at  tiéuipo ,  y  ¿iix 
muestra  de  juntarse  con  ellos  iii;:3  por  faitu  de  animo 
que  por  aprobar  lo  que  los  alevosos  trataban. 

Entrado  Paulo  en  aquella  ciudad,  liUo  junta  de 
ciudadanos  y  soldados,  y  en  ella  reprendió  priaiera- 
iiiente  al  arzobispo  que  temerariamente  pretendió 
cerrar  las  puertas  álosque  habían  servido  uiuclioá 
lii  república,  y  no  tfatabun  de  liucerle  dguu  mal  y 
daño.  Después  destu  declaró  las  causas  por  donde 


I  entendía  que  eou  buen  lilulu  podia  tomar  las  irmai 
contra  Wainba ,  que  fuera  beclto  rey  uq  conforme  i 
las  leyes,  uicon  buen órdon  y  traza,  sinoal  anixijode 
algunos  pocos,  al  cual  cuaudo  se  da  lugar,  no  el  con- 
seolimicnto  común  prevalece,  sino  la  fuerza  y  atre- 
vimiento. Concluyó  coa  decir  seria  conTeuienle  y 
cumplidero  proceiier  á  nueva  elección,  y  conforme  a 
las  leyes  nomiuar  un  nuevo  rey  á  quien  lodos  obe- 
deoiescn,  y  con  cuyo  amparo,  menas  y  consejos  bi- 
ciesen  rostro  á  los  que  á  Wamba  fovoreciesen.  Ra- 
nosindo  á  voces  para  que  todos  le  oyesen,  dijo  que  él 
no  conocía  persona  mus  ú  propósito,  ni  mas  digno  del 


nombre  de  r.^y  que  el  mismo  Paulo;  que  fue  repre- 
tentar  en  público  la  f^rsa  que  entre  los  dos  de  secre- 
to teiiiaii  compuesta  y  trovada.  Uucbos  de  los  par- 
ciales de  prap<isito  estaban  derrüin^idos  y  mezclados 
entro  la  muchedumbre:  estos  con  grande  gritería 
acudieron  luego  á  aquel  parecer;  los  cuerdos  y  que 
mejor seatian,  callaron  y  disimularon,  ca  no  lescum- 
]>Ita  el  hacer  en  tan  gran  revuelta  y  alteración  :  con 
tanto  Paulo  fue  declarado  y  elegido  por  rey:  pusié- 
ronle en  la  cabeza  una  corona  que  el  rey  Recaredo 
ofreció  ¡i  San  Félix,  mártir  de  Girona. 

ílra  tanto  et  calor  do  aquella  retwUon  y  ton  encen- 
dido el  deseo  de  llevar  adelante  lo  comenzado,  que 
todo  lo  atropellaban;  y  no  solo  se  apoileraban  de  las 
riquezas  profanas,  oro  y  plata  del  públiuo  y  de  parti- 
culares, sino  también  estendian  sus  manos  sacrile- 
f;as  &  los  tesoros  sagrados ,  y  á  despojar  los  templos 
de  Dios  de  sus  vasos  y  preseas,  .^llegóse  í  este  pa- 


recer fácilmente  Hilperico,  conde  de  Nimei ,  el  pri- 
mero que  fue  á  levantarse .  j  con  él  se  le  juntarou 
todas  las  ciudades  de  la  Gailia  Góüiica.  Demás  desto 
no  pequeña  parte  de  la  Espaüa  Tarraconense  siguió 
í  Ranusiudo,  su  duque.  Puestas  las  cosas  eu  este 
tórmino,  Paulo  se  ensoberbeció  de  tal  manera  que 
so  resolvió  de  desaliar  al  rey  Wamba.  Envidie  una 
carta  afrentosa:  era  de  suyo  hombre  deslenguado, 
demás  que  pretendía  acreditarse  con  el  vidgo  y  con 
la  muchedumbre,  que  suele  á  las  veces  cebarse  y  ha- 
cer caso  de  semejantes  líeros  y  amenazas.  Destos 
baldones  y  destas  parcial ídodes,  según  yo  entiendo, 
procedió  la  fama  del  vulgo  que  liacc  á  Wamba  villa- 
no, y  que  subió  al  cetro  y  corona  del  arado  y  de  la 
azada:  mas  sin  falla  es  manifiesto  yerro,  que  ala 
verdad  fue  y  nació  de  la  mas  principal  nobl«ia  de  los 
fiüdos ,  y  en  la  corte  y  casa  de  los  reyes  pasados  tuvo 
el  primer  higiir  en  privanza  y  autoridad. 


msToaiA 

Luego  oua  el  rey  Wamba  fue  avisado  de  la  traición 
y  tramas  üe  Paulo,  llamó  á  consejo  los  grandes :  pre« 
guntóles  su  parecer,  si  seria  mas  á  propósito  sin  di- 
lación mardiar  con  la  gente  la  vuelta  de  Francia  para 
apagar  en  sus  principios  aquel  fue^o  antes  que  pasa- 
se 2idelante,  ó  si  sena  mas  espediente  rehacerse  en 
Toledo  de  nuevas  fuerzas  y  socorros  para  asegurar 
mas  su  partido.  Los  pareceres  fueron  (fiferentes :  los 
mas  atrevidos  tenian  y  juzgaban  por  perjucUciai  cual« 

3uiera  tardanza:  decian  que  se  daria  lugar  á  los  trai- 
ores  para  fortiücarse  y  cobrar  mas  ánimo,  y  los 
soldados  reales  que  deseaban  venir  á  las  manos  se  res- 
fríarian  en  gran  parte.  (i¿Q\ié  otra  cosa  dará  á  enten- 
»der.el  retirarse,  y  volver  atrás,  sino  que  con  color  de 
» recato  huimos  torpemente,  como  sea  averiguado 
»que  ninguna  cosa  hay  de  tanto  momento  en  las 
» guerras  como  la  fama:  f^s  varios  y  maravillosos 
u  trances  y  los  tiempos  pasados  testifican  de  cuánta 
» importancia  para  alcanzar  la  victoria  sea  el  crédito 
» acerca  de  m  hombres  y  la  reputación,  m  Otros  te-* 
niaii  por  mas  acertado  proceder  de  'espacio ,  y-  dar 
lugar  á  que  el  nuevo  rey  se  arraigase  mas.Temian  que 
desamparada  España,  no  se  les  levantase  mayor  guer- 
ra por  las  espaldas.  Que  la  traición  de  Paulo  daba 
bastante  muestra  de  no  estar  llanas  las  voluntades  de 
todos.  Demás  desto  aue  el  ejército  (}ue  tenian,  era 
flaco,  pues  aun  no  habia  sido  bastante  para  sujetar 
del  tooo  los  de  Navarra,  y  que  era  forzoso  rehacelle. 
A  los  grandes  emperadores  y  capitanes  muchas  veces 
acarreó  gran  daño  hacer  caso  del  pueblo  y  de  sus  di- 
chos y  volver  las  espaldas  al  que  dirán. 

Oídos  por  Wamba  los  pareceres,  y  pesadas  las  ra- 
zones por  la  una  y  otra  parte:  «  Por  mejor  (dice)  ten- 
»go  prevenir  los  intentos  de  los  contrarios  ,  y  acudir 
»con  el  rem^o  antes  ^ue  el  mal  pase  adelante,  y 
» que  se  nos  pase  la  ocasión  que  en  un  momento  se 
»  suele  resbalar  de  la  mano;  cosa  que  nos  daria  pena 
» doblada.  La  victoria  que  tengo  por  cierto  ganare- 
»mo$,  dará' reputación  á  nuestro  imperio:  confio  en 
ola  ayuda  de  Dios  que  húrará  por  nuestra  justicia ,  y 
»en  vuestro  esfuerzo  al  cual  ninguna  cosa  podrá  ha- 
Dcer  contraste.  Y  es  Justo  que  encendamos  mas  aina  , 
»con  la  presteza  la  indignación  concebida  contra  los 
» traidores,  y  el  fervor  de  los  soldados  que  con  la  tar- 
»  danza  entibialle;  ca  la  ira  es  de  tal  condición  ,  que 
»  con  la  priesa  se  aviva ,  y  con  el  tiempo  se  apaga.  El 
» trabajo  de  las  ciudades,  los  campos  talados,  los  bie- 
»  oes  de  nuestros  vasallos  robados ,  ¿á  quién  no  mo- 
»  verán  el  corazón?  males  que  forzosamente  se  au- 
gmentarán de  cada  dia,  SI  esta  empresa  se  dilata, 
u  ¿Quién  de  vos  (si  ya  el  ardor  de  la  noble  sangre  no 
»  está  resfriado  y  acabado  el  valor  antiguo  de  los  go-* 
nd  os),  no  tendrá  por  cosa  mas  grave  que  la  misma 
»  muerte,  dejar  los  amibos  y  deudos  á  la  discreción  y 
» crueldad  de  los  enemigos,  y  con  la  tardanza  dar 
» ánimo  á  los  qqe  asombrados  de  su  misma  concicn- 
»  cia  y  de  sus  maldades  no  podrán  sufrir  vuestra  vis- 
» ta?  Apresuremos  pues  la  partida ,  y  con  la  ayuda  de 
» Dios,  cuya  causa  principalmente  se  trata,  casti- 
»guemos esta  gente  malvada,  y  no  permitamos  se 
» persuadan  que  tenemos  miedo  de  sus  fuerzas. 
»miestro  ejército  ni  es  tan  flaco  como  algunos  han 
» apuntado,  y  la  loa  y  prez  de  la  victoria  tanto  será 
» mayor,  cuanto  con  menor  aparato  y  mas  en  breve 
» se  ganare.» 

Este  razonamiento  del  rey  avivó  de  tal  guisa  los 
corazones  de  todos>  y  fue  tan  grande  el  ardor  que  se 
despertó,  que  dentro  de  siete  días  pusieron  fin  á  la 
guerra  de  Navarra .  aue  fue  buen  pronóstico  i)ara  la 
empresa;  aue  auedaoa ,  y  buen  principio.  Ninguna 
cosa  mas  aeseaoan  los  soldados  que  verse  con  el  ene- 
migo: cualquier  tardanza  les  parecía  mil  años  ;  tan 
grande  era  la  confíanza  que  tenian  y  el  ánimo  que 
habían  cobrado.  Tomaron  luego  el  camino  de  Ca- 
lahorra y  de  Huesca.  Llegaron  á  las  fronteras  de  Ca- 


DE  ESPAMA. 


481 


I  taluña  con  una  priesa  estraordinaria.  Allí  repartieron 
I  el  ejército  en  tres  partes  ó  escuadrones,  el  uno  fué  á 
;  CastroUbya ,  cabeza  que  era  de  Cerdania ,  el  segundo 
I  tomó  el  camino  de  la  ciudad  de  Vique,  el  tercero  co- 
mo le  fue  mandado  marchó  hacia  la  marina  para  dar 
I  la  tala  á  los  campos  y  pueblos  de  aquella  comarca..  El 
I  rey  con  la  fuerza  del  ejército  seguía  las  pisadas  de  k>s 
nue  le  iban  delante.  Hizo  justicia  dé  algunos  solda- 
dos por  malos  tratamientos  que  hicieron  á  la^  gen- 
te menuda  y  fuerzas  á  doncellas  :  mandó  les  corta- 
sen los  prepucios,  que  fue  castigar  á  los  culpados  y 
escarmentar  á  los  demás.  Persuadíase  el  buen  rey 
que  no  hay  cosa  mas  eficaz  para  aplacar  á  Dios  que  el 
castigo  de  las  maldades,  y  que  ninguna  cosa  enoja 
mas  á  su  majestad  que  disimular  los  agravios  hechos 
á  la  gente  mLserable.  Llegó  por  sus  jornadas  á  Barce- 
lona: apoderóse  de  aquella  ciudad  fácilmente,  qjiie  es 
cabecera  de  Cataluña.  Los  principales  de  entre  los 
rebeldes  que  le  vinieron  á  las  manos,  fueron  puestos 
á  recado  para  ser  castigados  conforme  contra  cada 
cual  se  hallase. 

Pasó  mas  adelante  y  apoderóse  de  Girona:  rindióla 
su  obispo  por  nombre  Amador ,  á  quien  poco  antes 
Paulo  pretendió  asegurar  con  una  carta  que  le  escri- 
bió, en  que  le  amonestaba  entregase  la  ciudad  al  que 
primero  de  los  dos  con  gente  se  presentase  delante. 
Leyó  aquella  carta  el  rev  Wamba ,  y  burlándose  de 
Paulo  dijo:  en  nuestro  favor  se  escribió  esto  como 
profecía  de  nuestra  llegada.  Detúvose  en  aquella  co- 
marca dos  días  para  reparaüse:  desque  el  ejército  bo- 
bo descansado,  pasaron  las  cumbres  y  estrechuras  de 
los  Pinneos  sin  liallar  alguna  resistencia.  Ganáronse 
en  aquella  comarca  por  fuerza  tres  pueblos,  es  á  sa- 
bor:  Caucolíberis  que  hoy  es  Colibre,  Vulturaria  y 
Castrolibya  que  saauearon  los  soldados.  Demás  desto 
otro  puel)lo  asentaao  en  las  estrechuras  de  aquellos ' 
montes,  por  lo  cual  se  llamaba  Clausura ,  que  es  lo 
mismo  que  cerradura ,  fue  también  ganado  por  los 
capitanes.  Allí  prendieron  á  Ranosindo  y  Hilgidiso ,  y 
otras  cabezas  de  los  conjurados.  Witimíro  estaba  con 
guarnición  de  soldados  en  otro  pueblo  llamado  Sor- 
donía,  no  le  pareció  seria  bastante  para  defenderse: 
resolvióse  de  huir  y  llevar  la  nueva  de  lo  que  pasaba 
á  Paulo,  que  todavín  se  estaba  en  Narbona  con  inten- 
to de  entretener  á  Wamba  y  impedille  la  entrada  de 
Francia.  No  tenia'  fuerzas  bastantes,  ni  se  le  abría 
camino  para  salir  con  su  intento :  dejó  en  aquella 
ciudad  al  dicho  Witimíro,  y  él  se  retiró  á  Nimes  do 
en  breve  esperaba  le  vendrían  socorros  de  Francia  y 
de  Alemana. 

Pasó  el  rey  los  Pirineos,  asentó  en  lo  llano  sus 
reales;  entretúvose  dos  dias  hasta  tanto  que  le  acu- 
diesen las  demás  gentes  que  por  diversos  caminos 
enviara  :  desde  allí  envió  cuatro  capitanes  con  buen 
número  de  soldados  para  rendir  á  Narbona  por  fuerza 
ó  de  grüdo ,  ciudad  nobilísima  puesta  á  la  entrada  de 
Francia.  Junto  con  esto  para  el  mismo  efecto  envió 
gente  y  armada  por  mar  :  llegaron  primero  las  gentes 
que  iban  por  tierra ,  convidaron  a  los  de  la  ciudad 
con  la  paz  y  á  entregarse :  la  respuesta  fue  arrogante 
y  afrentosa,  con  que  írrítados  los  soldados  acometie- 
ron con  grande  ánimo  los  adarves  :  el  combate  fue 
muy  bravo,  pelearon  los  unos  y  los  otros  valiente- 
mente por  espacio  de  tres  horas ,  los  del  rey  por  ven- 
cer, los  otros  como  gente  desesperada,  y  que  no  es- 
poraba  perdón.  Últimamente  los  ae  dentra  se  retiraron 
de  los  muros ,  forzados  de  las  pieilras  y  saetas  que  de 
fuera  como  lluvia  les  tiraban.  Con  tanto  los  leales  por 
una  parte  pusieron  fuego  á  las  puertas  de  la  ciudad, 
y  por  otra  enderezaron  escalas  y  las  an*únaron  para 
suoir  en  el  muro  y  escalarle.  Entróse  la  ciudad 
por  ambas  partes.  Witimíro  como  vio  tomada  la  ciu- 
dad, retiróse  á  un'templo  como  á  sagrado ,  en  que 
los  vencedores  le  bailaron  y  prendieron  junto  al  altar 
de  Nuestra  Señora.  Fueron  asímismos  presos  el  arzo* 


182 


BIBLIOTECA   DB   GASPAR   T   ROIG. 


hispo  Argebaudo  y  el  deán  Galtricia,  y  aun  heridos 
y  maltratados  con  el  furor  de  los  soldaaos. 

Tomada  Narbona ,  los  rebeldes  comenzaron  á  ir  de 
caída,  ser  menospreciados  y  aborrecidos  como  gente 
que  seguía  empresa  y  partido  condenado  por  los  nom- 
bres y  por  la  fortuna  ae  la  guerra :  al  contrario  favo- 
racian  comunmente  el  partido  de  Wamba  y  su  justi- 
cia por  ser  príncipe  muy  humano  y  benigno,  y  porque 
tomó  las  armas  forzado  de  los  que  sin  razón  le  pre- 
tendían quitar  la  corona.  Siguieron  los  leales  lavicto- 
ria,  y  con  la  misma  facilidad  entraron  por  fuerza 
las  ciudades  de  Magalona,  Agatha  y  Besiers ,  en  que 
fueron  presos  algunos  de  los  principales  rebeldes ,  y 
on  particular  Remigio  obispo  de  Nimes.  El  obispo  de 
Magalbna  por  nombre  Gumildo ,  perdida  toda  espe- 
ranza de  poderse  tener  contra  pujanza  tan  grande, se 
Jiuyó  .y  retiró  á  Nimes  do  estaba  Paulo :  ciudad  en 
aquella  sazón  por  los  muchos  moradores  que  tenia, 
hermosura  de  edificios ,  pertrechos  y  murallas  muy 
firmes,  nobilísima,  y  de  las  mas  fuertes  de  la  Gallia 
Narbonense.  Quedan  en  nuestro  tiempo  claros  ras- 
tros de  su  antigua  nobleza,  en  especial  un  teatro 
muy  capaz,  obra  hermosísima,  que  por  estar  pegado 
ai  adarve  servia  de  castillo  y  fortaleza.  Envió  el  rey 
contra  esta  ciudad  cuatro  capitanes  muy  esforzados 
y  famosos ,  pero  poco  inteligentes  y  proveídos  de  los 
ingenios  y  máquinas  que  son  á  propósito  para  batir 
las  murallas.  Llevaron  treinta  mu  hombres  de  pelea: 
dieron  yista  á  la  ciudad,  rompieron  con  grande  áni- 
mo por  los  que  le  salieron  al  encuentro,  llegaron  á  los 
reparos ,  do  fue  muy  herida  la  pelea  :  ca  los  del  rey 
peWban  con  indignación  por  ver  la  porfía  de  los  des- 
leales tantas  veces  abatidos ;  á  los  contraríos  hacia 
fuertes  la  rabia  y  desesperación ,  si  eran  vencidos: 
arma  muy  poderosa  en  la  necesidad.  Duró  la  pelea 
hasta  que  cerró  la  noche  que  los  despartió  sin  decla- 
rarse la  victoria ,  dado  que  cada  cual  de  las  partes  se 
la  atribuía,  y  en  particular  los  cercados  así  pomo 
quedar  venciSos,  como  porque  los  del  rey  fueron  los 
primeros  que  tocaron  á  retirarse. 

Sucedió  que  en  lo  mas  recio  de  la  pelea  un  soldado 
dijo  á  los  del  rey  por  manera  de  amenaza  :  «gruesas 
«compañías  de  alemanes  y  franceses  serán  con  nos 
wmuy  en  breve ,  cuya  mucnedumbre  y  esfuerzo  á  to- 
»dos  os  hará  caer  en  las  redes  y  en  el  lazo.»  Pequeñas 
ocasiones  á  las  veces  suelen  en  la  guerra  hacer  gran- 
des mudanzas  :  ninguna  cosa  se  debe  menospreciar 
que  pueda  acarrear  perjuicio :  los  mas  saludables 
consejos  son  los  mas  recatados.  Alojaba  el  rey  con  lo 
demás  del  ejército  no  muy  lejos  de  allí :  díéronle  aviso 
de  lo  que  el  soldado  dijo ,  pioíéronle  enviase  soldados 
de  refresco  para  apretar  y  concluir  con  el  cerco ;  que 
la  presteza  seria  la  seguridad  :  envió  hasta  diez  mil 
debajo  de  la  conducta  de  Wandemiro.  Era  tanto  el 
deseo  que  llevaban  de  salir  con  la  empresa  oue  cami- 
naron toda  la  noche  y  llegaron  á  los  reales  el  siguien- 
te día  con  el  sol  antes  que  se  comenzase  la  batería. 
Con  la  vista  de  tanta  gente  desmayó  Paulo,  y  por  lo 
que  el  día  antes  pasó,  advirtió  el  grande  riesgo  en 
que  estaban  sus  cosas,  si  volvían  á  la  pelea  y  al  com- 
bate. Disimuló  empero  cuanto  pudo,  sacó  fuerzas  de 
flaqueza ,  hizo  un  razonamiento  á  su  gente ,  en  que 
les  amonestó  «no  desmayasen  por  el  gran  número  de 
»los  contrarios ,  ca  no  el  número  pelea ,  sino  el  es- 
wfuerzo  :  no  vencen  los  muchos,  sino  los  valientes: 
»  esta  es  toda  la  gente  que  Wamba  tiene :  vencida  no 
í)  le  quedará  mas  reparo ,  á  nos  muy  en  breve  vendrán 
»socorros  muy  grandes ;  y  cuando  otra  cosa  no  ho- 
))bíere,  con  la  fortaleza  de  los  muros  os  podréis  en- 
))tretener  largamente  y  abatir  el  orgullo  del  enemigo 
»y  de  su  ejército  compuesto  de  canalla  y  de  pueblo, 
))muy  ageno  del  valor  antiguo  de  los  godos  y  de  su 
Msangre  invencible. » 

Dicho  esto ,  comenzó  la  batería  :  pelearon  de  to- 
das partes  con  gran  coraje;  duró  el  combate  hasta 


gran  parte  del  dia,  cuando  cansados  y  enflaquecidos 
los  cercados  con  la  ¿[ran  carga  y  priesa  que  de  ñiera 
les  daban ,  dieron  lugar  á  los  del  rey  para  arrimarse 
á  las  murallas.  Entonces  unos  pusieron  fuego  á  las 
puertas,  otros  con  picos  y  palancas  arrancaoan  las 
piedras  de  los  adarves.  Hecha  bastante  entrada,  rom- 
pen con  grande  ímpetu  por  la  ciudad  matando  y  des- 
trozando cuanto  topaban.  Persuadiéronse  los  ciuda- 
danos y  los  demás  franceses  que  los  españoles  que 
dentro  estaban ,  con  intento  de  alcanzar  perdón  die- 
ran entrada  á  los  enemigos.  Encendidos  por  esto  en 
fran  rabia,  pasaron  á  cuchillo  gran  número  de  aques 
os  soldados  que  tenían  de  guarnición ,  y  entre  lo- 
demás  dieron  la  muerte  á  un  criado  del  mismo  Pau- 
lo en  su  presencia^y  aun  estando  á  su  lado.  Era  mi- 
serable espectáculo  ver  la  gente  de  Paulo  acometida 
y  apretada  por  frente  y  por  las  espaldas  de  los  suyos 
y  de  los  contrarios  con  tanto  estrago  y  matanza  que 
las  plazas  y  calles  se  cubrian  de  cuerpos  muertos  y 
estañan  alagadas  de  sangre.  Los  gemidos  de  los  que 
morían  revolcados  en  su  misma  sangre ,  los  ahullidos 
de  las  mujeres  y  niños,  la  gritería  y  estruendo  délos 
que  peleaban ,  resonaban  por  todas  partes. 

El  mismo  Paulo  causa  de  tantos  males ,  vista  su 
perdición  y  de  los  suyos':  «Confesamos  (dice) ,  haber 
»errado ;  ¿  mas  por  ventura  una  vez  ó  en  una  cosa  so- 
»la?  antes  en  todo  cuanto  hemos  puesto  mano  nos 
»hemos  gobernado  sin  prudencia  ni  cordura,  n  Junto 
con  estas  palabras  se  quitó  la  sobrevistas ,  y  acompa- 
ñado con  los  de  su  casa  y  de  su  guarda  se  retiró  al 
teatro,  confiado  que  era  muy  fuerte,  y  que  sino  se 
pudiese  tener,  se  rendiria  con  algún  partido  tolerable. 
Notaron  algunos  que  el  mismo  día ,  que  fue  primero 
de  setiembre  puntualmente ,  Paulo  se  despoió  de  las 
insignias  reales ,  en  que  el  año  antes  Wamba  fuera 
puesto  en  la  silla  real.  Quedaron  pues  los  del  rey 
apoderados  de  la  ciudad ,  fuera  del  teatro  y  al- 
guna otra  pequeña  parte.  Reposaron  aquel  dia  y 
el  siguiente  con  intento  de  aguardar  al  rey,  y  que 
se  le  atribuyese  la  gloria  de  poner  fin  á  aquella  guer- 
ra, ademas  que  por  ventura  los  vencedores  pre- 
tendían alcanzar  perdón  para  los  culpados ;  y  es  cosa 
natural  tener  compasión  ae  los  caídos,  principalmen- 
te cuando  son  deudos  y  de  una  misma  nación  como 
eran  los  vencidos  en  gran  parte.  Acordaron  para  este 
efecto  enviar  persona  á  propósito  al  rey  :  escogieron 
de  entre  los  cautivos  al  arzobispo  de  Narbona  Arge- 
baudo. Él  llegado  á  la  presencia  del  rey  como  á  cuatro 
millas  de  la  ciudad,  apeóse  del  caballo  en  que  iba, 
hízole  una  gran  mesura,  y  puesto  de  rodillas ,  con  so- 
llozos y  lágrimas  gue  despedía  de  su  pecho  y  de  sus 
ojos  en  abundancia ,  le  habló  en  esta  sustancia:  «Tus 
»vasallos ,  rey  clementísimo ,  si  cabe  este  nombre  en 
»los  que  se  desnudaron  del  amor  de  la  patria ,  y  con 
«apartarse  della  y  su  mudanza  han  perdido  el  aere- 
»cho  y  privilegio  de  ciudadanos ;  estos ,  digo ,  tienen 
upuesta  la  esperanza  de  su  remedio  y  reparo  en  sola 
»tu  clemencia.  No  piden  perdón  de  sus  yerros ,  dado 
»esta  petición  solo  para  contigo  que  eres  tan  benigno, 
uno  pareciera  del  todo  desvergonzada  :  solo  te  suplí 
))can  uses  en  el  castigo  que  merecen  de  alguna  tem-r 
))planza.  Cosa  de  mayor  dificultad  es  vencerse  á  sí 
))mísmo  en  la  victoria ,  que  sujetaron  los  enemigos 
))con  las  armas  en  la  mano;  pero  á  otros.  La  grandeza 
))del  corazón  y  el  valor  en  ninguna  cosa  mas  se  de- 
»clara  que  en  levantar  los  caíaos ,  ca  del  prez  de  la 
»yíctoría  participan  los  soldados ,  la  templanza  y  cle- 
»mencia  para  con  los  vencidos  es  propia  alabanza  de 
«grandes  reyes.  No  puedes  ver  con  los  ojos  esta  míse- 
»rable  gente  por  estar  ausentes; pero  debes  consídc- 
»rar  que  llenos  de  lágrimas  y  tristeza ,  demás  desto 
«arrojados  á  tus  pies ,  se  encomiendan  á  tu  gracia  y ' 
})á  tu  misericordia,  como  hombres  por  ceguera  de 
«sus  entendimientos  ó  por  la  común  desgracia  de  los 
«tiempos ,  ó  por  fuerza  mas  alta  del  cielo  caídos  en 


HtSTOBlA  DE  UPAÍIa. 


i  83 


««tas  müdades.  Goanto  Mn  ims  gimnei  mw  cclpas, 
uumto  SeDor  seria  mayor  tu  alaMoza  en  darles  la 
Ninaiio  y  V  Tober  á  la  vida  los  que  por  su  locura  estáo 
venredaoos  en  h»  lazas  de  la  muerte.  Vinieran  aquí 
i>6in  armas  9  con  dogms  i  los  cuellos ,  para  moverte 
»á  misericordia  con  Wsta  tan  miserable,  ó  poner  con 
sla  muerte  fin  á  tan  triste  vida  y  tan  desgraciada ;  so- 
»lo  se  reoíBlaron  si  usaban  de  semejantes  estremos, 
vno  pareciese  te  tenían  por  tan  implacable  que  fuese 
Dnecesario  hacer  tales  demostraciones.  Pocos  queda- 
smos  7  lodos  tuyos :  no  permitas  perezcan  por  tu  ma- 
Dtto  aquellos  á  quien  la  crueldad  de  la  guerra  hasta 
«ahora  bá  penlenado.  Finalmente  quiero  advertir  que 
vcon  ei  deseo  de  venganza  no  bagas  por  donde  esta 
«Bobüisima  ciudad .  fuerte  y  baluarte  de  tu  imperio, 
MDuertos  sus  duoadanos ,  quede  destruida  y  aso- 
»lada. 

Era  Wamba  muy  señalado  y  diestro  en  las  armas  y 
negocios  de  la  guerra ,  sobretodo  se  aventajaba  en  la 
benignidad,  clemencia  y  mansedumbre  :  respondió 
eo  pocas  palabras.  «Aplacado  por  tus  ruegos,  soy 
»coDtent0  de  perdonar  la  vida  a  los  culpados ;  mas 
«porque  la  falta  de  castigo  no  haga  ¿  otros  atrevidos 
»y  sea  ocasiota  de  menosprecio,  solas  las  cabezas  pa* 
Agarin  por  los  demás.»  Importunaba  el  obispo  que 
el  perdón  fue^e  general.  El  rev  con  el  rostro  algo  mas 
airado :  «¿Por  ventura  (dice} ,  no  te  basta  alcanzar 
»la  ^a  para  ios  culpados?  A  ti  Argebaudo  obispo 
Biyude,  para  que  el  perdón  te  sea  dado  enteramen- 
»le,  habert|B  apartado  de  nos  contra  tu  voluntad,  de 
vque  estamos  bastantemente  informados  :  los  demás 
olodo  lo  que  fuere  menos  de  una  muerte  afrentosa, 
»lo  deben  contar  y  poner  á  cuenta  de  ganancia ,  y 
Datribuíllo  no  á  sus  méritos,  sino  á  nuestra  l>enig- 
snidad.» 

CAPITULO  XIII. 
Del  castigo  de  los  conjarados. 

Acabadas  estas  razones ,  pasó-  el  rey  adelante  su 
camino :  Wtjgé  á  la  ciudad,  y  en  su  compañfa  la  fuer* 
n  del  ejército  y  los  soldados  puestos  en  ordenanza  y 
á  manera  de  triunfo,  que  hacían  una  vista  muy  her- 
mosa. Con  su  llegada  se  puso  fin  á  la  guerra ,  y  rin- 
dióse todo  lo  que  quedaba  de  la  ciudad,  en  cuya  parte 
masalla,  que  caia  hacia  el  reinode  Francia,  puso  guar- 
nición de  soldados ,  ca  se  decia  que  grandes  gentes 
de  Alemana  y  de  Francia  venian  en  socorro  ae  los 
cercados,  y  que  ya  llegaban  cerca.  Paulo  con  mas 
deseo  de  la  vida  aue  cuidado  del  honor,  á  la  hora 
rindió  el  teatro,* donde  estaban  en  su  compañía  el 
obispo  Gumildo ,  Witimiro  y  mas  de  otros  veinte  prin- 
ci  pales  cabezas  de  aquella  conjuradoo.  A  todos  fueron 
puestas  prisiones ,  en  particular  dos  capitanes  á  ca- 
ballo nevaron  enmedio  y  á  pié  á  Paulo  á  vista  de  to- 
do el  ejército,  asidos  de  sendas  guedejas  de  sus  cabe- 
llos por  la  una  y  hi  otra  parte.  Con  esta  representación 
T  disfrazo  llemuron  á  la  presencia  del  rey.  Paulo  soltó 
fuego  el  ceñidor,  que  era  á  fuer  de  soldados  y  según/ 
la  costumbre  antigua  despojarse  de  la  honra  y  grado 
militar :  púsole  como  dogal  al  cuello  para  muestra  de 
lo  que  merecía  y  del  miserable  estado  eo  que  se  ba- 
ilaba :  estaban  él  y  los  demás  cautivos  postrados  por 
tierra,  dio  el  rey  gracias  á  Dios  por  tan  grande  mer- 
ced ,  reprendió  en  público  la  locura  de  los  conjurados; 
y  de  tal  manera  les  hizo  grada  de  las  vidas,  queman- 
do ponerlos  á  buen  recaudo  y  guardar  hasta  tanto 
que  con  mas  maduro  consejo  se  determinase  su  cau- 
sa. Alininos  franceses  y  sajones,  parte  que  estaban 
por  rehenes  en  aquella  ciudad,  parte  que  al  principio 
juntaron  con  los  traidores  sus  fuerzas,  sin  embargo 
libremente  fueron  enviados  á  sus  tierras  con  dádivas 
que  les  dieron. 

Por  esta  forma  principios  de  cosas  muy  grandes  que 
amenazaban  mayores  males,  y  con  el  ievautamieuU» 


de  Paulo  y  de  toda  l|i  Gallia  Gótlúca  t£nian  el  reino 
puesto  en  cuidado,  fácilmente  se  atajaron.  Muchos 
tuvieron  á  juicio  de  Dios  lo  que  sucedió  á  esta  gente, 
por  los  tesoros  sagrados  que  robaron  y  por  los  tem- 
plos <^ue  despojaron ,  á  los  cuales  Wamba .  hecha 
pesquisa,  mandó  restituir  todo  lo  que  se  halló.  Las 
murallas  de  la  dudad  que  á  causa  de  los  combates 
quedaban  maltratadas,  hizo  reparar.  Los  cuerpos 
muertos  fueron  sepultados  para  que  con  el  mnl  olor 
no  infecdonasen  el  aire.  Pasáronse  tres  días  en  estas 
cosas :  luego  en  presencia  del  rey  que  estaba  senta- 
do en  su  trono,  fueron  presentados  los  rebeldes  y  se 
pronunció  sentencia  contra  ellos.  Cuanto  á  lo  prime- 
ro el  rey  puso  sus  pies  sobre  los  cuellos  de  los  mise- 
rables. Después  preguntaron  á  Paulo  si  quería  alegar 
algún  agrario  porque  se  hobiese  apartado  del  deber: 
respondió  que  no,  antes  que  recibiera  muchas  mer- 
cedes y  honras  del  rey,  y  sin  propósito  se  despeñó 
en  aquellos  males.  Después  desto  leveron  el  pleito 
homenaje  que  hizo'  Wamba  con  los  demás  grandes, 
y  juntamente  fueron  referidas  las  palabras  con  qne 
Paulo  se  hizo  jurar  por  rey.  Finalmente  leyeron  las 
leyes  de  los  concilios  en  razón  del  castigo  que  mere^ 
ceñios  que  se  levantan,  y  conforme  á  ellas  se  pronun- 
ció contra  Paulo  y  sus  consortes  sentencia  de  muerte 
afrentosa  y  confíscadonde  bienes;  añadieron  empero 
que  si  d  rey  por  su  clemencia  les  perdonase  las  vi- 
das ,  que  por  lo  menos  fuesen  privados  de  la  vista.  Era 
la  cabellera  señal  de  nobleza  antiguamente :  el  rey 
con  deseo  de  ser  tenido  por  clemente ,  y  por  esta  for- 
ma ganar  las  voluntades  de  todos,  contentóse  con 
que  los  motilasen. 

Vino  á  la  sazón  ariso  que  Chilperico,  rey  de  Fran- 
cia Segundo  deste  nombre,  venia  con  sus  huestes  muy 
á  punto.  Salió  Wamba  á  la  campaña,  donde  esperó  por 
demás  cuatro  días  á  los  contraríos.  Parecióle  con  esto 
daba  bastante  muestra  de  su  valor  y  ganaba  reputa- 
ción :  no  quiso  romper  por  las  tierras  de  Francia  por- 
que no  pareciese  el  pnmero  á  quebrantar  las  paces 
que  de  antes  tenia  sentadas.  Con  tanto  dado  orden  en 
las  cosas  de  Francia ,  se  resolvió  de  dar  la  vuelta  á 
España.  Sobrevino  nueva  que  un  capitán  francés  lla- 
mado Lope  corda  los  campos  de  Besiers,  talaba,  que- 
maba, roñaba  todo  lo  que  se  le  ponía  delante.  Salióle 
el  rey  con  su  gente  al  encuentro :  el  enemigo  descon- 
fiado de  sus  fuerzas  se  retiró  á  lo  mas  alto  de  las  mon- 
tañas vecinas.  Dejó  con  la  priesa  parte  del  bagaje,  y 
por  el  camino  otras  muchas  cosas  los  soldados ,  son 
que  dieron  muestras  mas  de  huir  que  de  retirarse.  Con 
estos  despojos  y  las  riquezas  de  Francia  quedaron  los 
soldados  del  rey  muy  alegres  y  contentos.  Dieron  vuel- 
ta á  Narbona :  gran  parte  de  los  soldados  y  del  ejército 
se  repartió  por  las  guarniciones  de  Francia.  Hiciéron- 
se  nuevos  fictos  contra  los  judíos,  con  que  fueron 
echados  de  toda  la  Gallia  Gothíca.  A  otra  parte  del 
ejército  se  dio  licencia,  en  un  pueblo  en  tierra  de  Nar- 
bona llamado  Ganaba,  para  que  volviesen  á  sus  ca- 
sas ,  y  con  el  reposo  gozasen  el  fruto  de  sus  trabajos. 

No  pocos  quedaron  en  oompania  del  rey ,  que  dio 
dendela  vuelta  hacia  España.  Llegó  por  sus  jornadas  á 
la  ciudad  de  Toledo  :  hizo  en  ella  una  hermosa  entra- 
da, y  fue  recibido  á  manera  de  triunfo  :  honra  debida 
á  su  dignidad,  y  á  cosas  tan  grandes  como  dejaba  aca- 
badas en  solos  seis  meses,  que  se  contaban  después 
que  últimamente  salió  de  aquella  ciudad.  Concertá- 
ronse Jos  escuadrones  en  esta  forma :  en  primer  lugar 
iban  los  rebeldes  en  camellos ,  rapadas  las  barbas  y  el 
cabello ,  descalzos  y  mal  vestidos  :  Paulo  por  burla 
llevaba  en  la  cabeza  una  corona  de  cuero  negro ,  se- 
guíanse los  soldados  muv  arreados  con  penachos  y  li- 
breas. Cerraba  los  escuaarones  el  re^,  cuyas  venera- 
bles canas  y  la  memoria  de  sus  hazañas  acrecentaba 
la  magestaa  de  su  rostro  y  presencia.  Salióle  al  encuen- 
tro toda  la  ciudad,  que  aleare  con  aq[uel  espectáculo, 
apellidaba  á  su  rey  salud,  victoria  y  bienaventuranza^ 


Í^A 


Duró  grande  esjMcIo  la  entr<tda :  los  culpados  faeron 
puestos  t)u  cárcel  perpetua  por  fio  y  remate  de  cosas 
lau  grandes. 

CAPITULO  XIV. 

I 

Óe  las  demás  cosas  del  jey  Wamba. 

Con  esto  comenzó  Eftpnña  con  el  esfuerzo  de  Wam- 
ba y  su  mucha  prudencia  &  florecer  dentro  con  los 
bienes  de  una  lar^a  paz ,  de  fuera  recobraba  su  lustrft 
antiguo  y  su  dignidad*  Puso  el  rey  cnidadeen  hermo- 
sear su  reino  ne  todas  maneras,  y  ea  particular  en- 
sanchó la  ciudad  real  de  Toledo,  y  para  su  fortifica- 
ción levantó  una  nuevamuralla  con  sus  torres,  almenas 
y  peirlles  continuada  por  el.arrebal  de  San  Isidoro,  y 
que  llega  de  la  una  puente  á  la  otra.  Está  Toledo  de 
cuatro  partes  por  mas  de  las  tres  ceñidas  del  rio  Tajo, 
que  acá  lanado  por  entre  barrancas  muy  altas  >  corre 
por  peñas  y  estrechuras  muy  grandes.  La  cuarta  par- 
te tiene  la  subida  áspera  y  empinada,  por  donde  la 
cercaba  un  muro  de  fábrica  romana  mas  angosto  que 
el  que  hizo  Wamba ,  cuyos  rastro»  se  ?en  á  la  plaza  de 
Zocodover  y  á  la  puerta  del  Hierro.  Wamba  con  inten- 
to de  meter  dentro  de  la  ciudad  los  arrabales,  y  para 
mayor  fortaleza  añadió  la  otra  muralla  mas  abajo. 
Trajéronse  para  la  obra  piedras  de  todas  partes,  en 
particular  á  lo  que  se  entiende,  de  una  fábrica  roma- 
na á  manera  de  circo,  que  antíguametite  levaBiarou 
a)li ,  y  tenía  mármoles  con  figuras  entalladas  en  ellos 
de  rosa  ó  de  rueda.  El  vulgo  se  persuade  ser  aquellas 
armas  de  Wamba  :  las  mesmas  piedras  muestran  lo 
contrarío,  ca  están  sin  orden  ni  traza,  si  no  comolsB 
tr9ian  asi  las  asentaban  los  oficiales.  Graves  autores 
testifican  que  para  memoria  desto  hizo  grabar  dos 
versos  en  las  torres  principales  de  esta  muraHa  en  la- 
tín grosero  y  como  de  aquella  era ,  pero  que  traduci- 
dos en  un  terceto  castellano  hacen  este  sentido : 

COI«  A  TUDA  DE  DIOS  EL  PODEROSO 

REY  WAMBA  EN  SU  CIUDAD  LEVANTÓ  EL 

MURO : 
HONRA  DE  SU  NACIÓN,  MURO  HERMOSO 

Demás  desto  en  lo  mas  alto  de  las  torres  puso  esta- 
tuas de  mármol  blanco  á  los  santos  patrones  y  prin- 
cipales abogados  de  la  ciudad.  Grabo  otrosí  al  pié  de 
las  estatuas  otros  dos  versos,  que  hacen  este  sentido: 

Santos  ,  reluce  aqvü  cita  presencia  , 
guardad  esta  ciudad  t  pueblo  todo : 
tirad,  como  podéis,  toda  dolencia. 

Habían  con  el  tiempo  caldoso  las  estatuas,  borrádose 
y  ^astádose  las  letras,  que  el  rey  don  Felipe  Segundo 
deste  nombre  con  su  acostumbrada  piedad  y  devoción 
pocos  años  ha  mandó  restituir  y  hacer  de  nuevo.  For- 
tificábase pues  la  ciudad  por  mandado  del  rey  Wam- 
ba :  y  juntament»)  por  su  providencia  se  tomaba  á  po- 
ner en  práctica  la  costumbre  de  celebrar  concilios  en 
aquella  ciudad.  Así  en  el  año  cuarto  de  su  reinado, 
que  se  contaba  del  Señor  675,  á  siete  de  noviembre  se 
juntaron  en  la  iglesia  de  Santa  María  de  la  ciudad  de 
Toledo  á  celebrar  concilio  diez  y  siete  obispos  y  casi 
todos  de  la  provincia  cartaginense ,  demás  dQ  siete 
abades,  entre  los  cuales  se  cuenta  uno  llamado  Avila 
abad  del  monasterío  Agaliense  de  San  Julián ,  ai  la  le- 
tra no  está  mentirosa,  romo  algunos  lo  sospechan  por 
conjeturas  que  hay.  Hallóse  otrosí  entre  los  padres, 
^unaue  en  elpostrer  lugar,  Gudila  arcediano  de  Santa 
María  de  la  Sede  ó  Silla ,  por  donde  se  entiende  que 
el  templo  en  que  este  concilio  se  celebró,  era  el  mayor 
y  mas  principal.  Dudan  los  curiosos  si  estuvo  entonces 
asentado  do  hoy  está  la  iglesia  catedral.  Sospéchase 
que  sí ,  por  razón  de  la  piedra  que  en  ella  se  ve ,  en 
que  la  Virgen  gloriosa  puso  sus  sagrados  pies  para 


biklioteca  iir  Gaspar  v  roi6« 


honrar  á  sa  devoto  San  Udefooso,  dado  qse  h  filbríev 
y  forma  y  traza  es  nniy  diferente  de  k  de  enUMoas. 
Este  coneilio  se  eaenla  por  el  onceno  entre  los  ée  To- 
ledo. Eo  él  se  dieron  al  ray^  gracias  por  haber 
renovado  la  costumbre  de  colmar  los  ooncÚios  inter- 
rumpida por  espacio  de  diei  y  ocho  anos.  Piara  adeianle 
mandan  los  pedfesqueloeooncüiosprovineíiikecada 
un  año  se  nmttsen  en  la  iglesia  metropotitiía,  sin  qoe 
haya  en  el  otra  cosa  digna  de  memoria.  Los  téñowm 
que  promu^ron  iveron  en  número  diez  y  seis. 

Por  el  mismo  tiempo  en  Braga  se  juntó  el  concilio 
tercero  de  les  Bracarenses.  Quitóse  en  él  la  coíIub- 
bre  de  llevar  los  obispoe  colgadas  al  csello  ks  reií- 
qutas  de  toa  mértiras,  y  á  ellos  en  andas  Um  diáeooos; 
y  ordenóse  para  adeianle  que  las  santas  rcMyriaa 
mesen  por  loS  diáconos  ilevadae  en  andas.  Ponen  pe* 
na  de  escomunion  al  sacerdote  que  para  decir  misa 
no  se  pusiese  la  estola ,  que  llaman  erario,  sofbre  ea* 
trambos  los  hombrea  y  cruzada  sobra  el  peebo :  eos* 
tumbre  que  en  algunas  partes  ae  ha  dejado ,  en  las 
mas  se  guarda.  Hallóse  en  este  ceneilio  Isidora  obispo 
de  Astorga.  Floreció  asimisnio  por  este  tiempo  Vale- 
rio abad  de  San  Pedro  de  los  Montes,  clare  por  et 
menosprecio  del  mundo  y  por  su  eruittcion  ^  deque 
dan  testimonio  sus  obras ,  y  en  eapeeial  un  libre  que 
intituló  de  la  Vana  sabiduría  del  siglo. 

No  se  hallan  otros  concilios  del  tiempo  del  rey 
Wamba  en  los  tomos  que  andan  ordiaariameDte  de  los 
concilios;  pero  no  se  duda  sino  que  se  eeleimron 
otros,  pomo  lo  da  á  entender  la  ley  de  que  ae  hiio 
mondón ,  en  que  mandaron  júntame  en  cada  un 
año ;  en  especial  que  graves  autores  afinnai  que  en 
tíempo  de  Wamba  en  un  concilio  toledano  ae  señala- 
ron IOS  aledafios  y  distritos  de  cada  cual  de  los  ofais^ 
pados  de  España :  negocio  en  que  por  aei[  tan  grave, 
y  tocar  á  todos ,  no  se  puede  creer  se  proejóse  por 
el  voto  y  parecer  de  pocos ,  sino  de  todos  los  prelados. 
Dicen  mas,  que  en  a<|uel  cencilio  se  estableció  que 
todos  los  sacerdotes  viviesen  conforme  á  la  re^a  de 
San  Isidoro.  Hiciéronse  fuera  de  esto  en  gracia  del 
rey  Wamba  y  á  su  ccmtempiaoion  nuevos  obíepidos 
en  pueblos  pequeiíos  y  aldeas ,  j  aun  en  iglesias  par* 
tículareacomo  líie  en  un  pequeño  lu^ar  en  que  estaba 
la  sepultura  y  cuerpo  de  San  Pimemo,  y  ei  la  iglesia 
de  San  Pedro  y  San  Pablo  Pretoriense  puesta  en  los 
arrabales  de  la  dudad  de  Toledo :  que  fue  todo  un  celo 
piadoso  pero  indiscreto  en  el  ray,  ven  loa  obispes  una 
disimukcion  y  deseo  demaskdo  de  agradalle,  sin  te- 
ner respeto  á  las  leyes  edesiáaticas  que  vedan  asi  bian 
hacer  dos  obispos  en  una  misma  ciudad ,  como  poner 
obispados  en  lugares  pequeños.  Desórdenes  que  en 
breve  se  reformaron  en  al  concilio  prózimo  de  Tole- 
do, que  fue  et  deceno  de  los  de  aqunk  ciudad ,  basia 
motejar  al  rey  Wamba  de  livkno  en  esta  parte :  m 
Tan  los  temporales,  y  se  truecan  ios  áivores  de  la 
gente  y  el  apkuao* 

Ordenó  Wainba  algunas  leyes  á  propósito  de  refor- 
msr  el  gobierno,  que  andam  de  muchas  maneras  es- 
trañado,  en  particular  puso  cuidado  en  lo  que  lecabH 
á  la  disciph'na  militar.  Ordenó  que  cuando  se  hiciese 
gente ,  todos  acudieaen  á  las  banderas,  fuera  de  vit* 
JOS ,  eofermos  y  mozos  de  poca  edad.  ítem  que  todos 
enviasen  á  la  guerra  por  le  menos  la  docena  parte  de 
sus  esclavos  con  las  armas ^ue  altí  se  señalan,  dife- 
rentes de  las  demás.  A  los  mismos  obispos  y  sacerdo- 
tes para  reprimir  las  entradas  y  rebatos  de  los  enemi- 
gos manda  les  saliesen  con  los  suyos  al  encuentro  por 
espacio  deckn  millas.  Con  esta  diligenck  y  por  buenn 
mana  dehrey  Wamba  ganaron  los  godos  una  victoria 
naval  muy  señalada.  Estaban  los  sarracenoe  enseño- 
reados de  toda  la  África  por  todo  lo  que  se  tiendan  las 
marinas  de  nuestro  mar  Mediterráneo,  desde  ks  bo- 
cas del  rio  Nilo  hasta  el  estrecho  de  Gibraltac  Teoiau 
d^seo  de  pasar  en  Europa ;  con  este  intento  armaroi 
una  flota  de  ciento  y  setenta  velas  con  que  poniani 


HISTOnU  DE  ESÍlfijI. 


faam  j  i  itngrelasríbenisdeEspaait.  JunUron  Joi 
COOiNi^tra  f;rue«  armada :  vÍDÍeron  d  Its  maoos  con 
lo*  coninriM  con  Unto  valor  y  denuedo ,  que  ftlCBn- 
una  «ictoTM  de  los  eoemigot,  j  parle  tomsroD, 
jMfM  qnemaroo  lu  armada.  Velaba  el  rey ,  acudía  a 
lodat  fas  partes  coa  presteza  síudescuídarse,  ni  escu- 
Mr  gasto,  inbtjo  ni  diligencia  alguna.  No  Talla  quien 
•tiga  que  la  armada  de  África  tído  i  penuasion  deEr 
^ifio,  ca  por  ser  dijo  de  Ardebaito  paríeole  de  Rece- 
rointho  pretepdia  bacerse  rey.  Tenia  mucho  poder, 
T  su  autoridad  era  grande,  sus  matius  ^  artiíicios 
(«iFiordiiMríoi.  El  eorazcm  humano  es  msaciable, 
uonca  se  Gooteota  con  lo  que  posee ,  aunque  sea  muy 
BTeotajado ;  anias  coa  el  deseo  siempre  pusa  adelaniK 
V  pratoDile  cous  marorea. 
No  teuia  Ecvigio  esperanza  de  salir  con  su  iatea:o. 


Di  en  vida  de  ^V<lnIila ,  nj  detpues  d«  su  muerte ,  A 
causa  de  Theodotredo,  lieriuano  de  Itecesulnltio,  del 

cual  eo  la  eleccíoa  pasada  no  se  biza  cuenta  ,  como 
allí  se  dijo ,  ca  era  de  pocos  años.  Roaohióse  de  va- 
lerse de  cautelas  ;  mañas,  pues  cualquier  otro  camino 
le  hallaba  cerrado.  Cou  esU  traía  hizo  como  se  cree 
venir  la  armada  de  los  sarracenos  contra  España. 
Y  como  esto  no  sucediese  conforme  í  su  deseo,  tuvo 
forma  da  hacer  que  díeseo  ai  rey  á  beber  cierta  nfiuii 
en  qne  había  estado  espsMo  eu  remojo,  que  ea  bebida 
ponzoñosa  y  mala.  Adoiesciú  luego  el  rey,  y  quedA 
pritado  de  su  sentido  súbitamente,  lamo  que  &  la 
primera  bora  de  la  noche  ju7gabaD  queria  reodír  el 
alma.  Cortáronle  el  cabello,  hiciéroule  la  barba  y  iu 
corona  i  mauera  de  sacerdoto  :  Tistiéronie  un  bíbilo 
de  mooge ,  ceremonia  que  se  usaba,  con  los  que  mo' 


riso ,  á  propósito  de  alcanzar  perdón  de  sus  pecados. 
Todo  eato  se  entiende  tramó  Er«igio  con  intento  que 
■anque  mejorase,  i>o pudiese  mas  ser  rey  conrorme 
á  lo  que  ea  el  godcÍIíO  toledano  sexto  qued6  determi- 
nado. Demiadesto,  como  estuviese  para  espirar,  ain 
aabargo  que  por  la  Tuerza  del  Tenenoestaba  Tuera  de 
si,  trñaron  ^tte  nombrase  por  sucesor  en  el  reino 
al  mismo  Emgio.  Ordenaron  de  [vesto  la  escrllarD 
de  nombramiento  j  renunciación,  y  hicieron  que 
Wamba  la  timase  de  tu  maoo. 

Ptió  todo  esto  i  tos  catorce  del  mes  de  octubre  un 
dit  de  domingo  que  era  la  décimaquíota  luna.  Por 
unto  calo  se  entiende  qne  Wamba  fne  despojado  del 
reino  el  año  de  S80,  en  que  concurren  estos  parti~ 
f-ulares;  ca  alo  embargo  que  luego  el  día  siguiente 
ntejoró  y  íoItiú  Mi  bI,  do  quiso  revocar  lo  hecho. 
IfolMbase  de  rey  poderoso  súbitamente  hecho  uiooge. 
Detrnniaó  despreciar  lo  que  otros  tanto  desean ,  •'< 


por  grandeza  de  dnimo ,  é  por  no  tener  esperanza  ■f'- 

recobrar  en  paz  lo  qne  le  qnitaran ;  mayormente  que 
Errigio  esuba  apoderado  de  todo,  que  el  mismo  dia 
se  hizo  corona.-  por  rey,  dado  que  el  ungirse,  cere- 
mooia  entiincas  usada  .  se  dilató  lisfila  el  domingo  ti- 
guíenle.  Wamba  sin  dílecíojí  se  Tue  al  monasterio  de 
Pampliega  asentado  según  algUDOS  sospecbaa  en  *l 
valle  de  Muñan.  Allí  por  espacio  de  siete  años  y  tre-' 
meses  (ú  como  otros  sienten  por  mas  largo  tiempo) 
Msó  lo  que  le  quedaba  de  vida  en  servicio  de  Dios. 
Reinó  OCHO  años,  un  mes  y  catorce  dias.  Su  cuerpo 
sepultara  en  aquel  monasterio,  y  desde  allí  por  man- 
dado del  rey  don  Alonso  el  Sabio  le  trasladaron  á  To- 
ledo. Acompañó  sus  huesos  Juan  Hartinez  obispo  de 
Huadiz  fraíV  francisco,  fusícronle  en  la  iglesia  de 
Sama  Leocadia,  Inde  juolo  al  alcázar,  en  que  eslalia 
sepultado  el  rey  Itecesuinlbo.  Juliano  arzobispo  de 
T'>ledo  fue  el  que  ungió  ni  nuevo  rey ,  por  donde  fis 


48G 


RtKLIOTi.r.A    HK  í;v»'T\I'    T   ROr.. 


«Qtíenile  que  Quirico  su  predecesor  falleció  por  el 
mí«nio  tiempo  cargado  de  años ,  ai  ya  por  ventura  do 
renunció  la  dignidad  por  ver  lo  que  pasaba,  y  la  lin- 
razon  que  se  hizo  al  buen  rey  Waroba. 

CAPITULO  XV 

lie  las  fluinbres  de  los  obispados  que  había  en  tiempo 

de  Wamba. 

No  será  fuera  de  propósito  ni  del  intento  que  lleva- 
mos poner  en  este  lugar  la  división  que  el  rey  Wam- 
ba  hixo  de  los  obispados  (i)  de  su  reino,  y  por  elía 
declarar  lo^  nombres  antiguos  que  muchas  ciudades 
y  puebIo<«  tuvieron ,  si  bien  los  mas  dellos  por  varios 
accidentes  j  sucesos  fueron  asolados,  y  después  de 
su  destruicion  reedificados  á  las  veces  con  nombres 
que  les  pusieron  diferentes  de  los  que  antes  tenían. 
Junto  con  esto  será  bien  que  se  entiendan  y  sepan  los 
sufragáneos  que  cada  cual  de  los  arzobispados  anti- 
^'uos  tenia ;  que  señalar  á  cada  diócesis  sus  aledaSos 
y  distrito  no  pareció  conveniente,  ni  aun  hacedero 
por  estar  todo  tan  mudado  y  trastrocado  con  el  tiem- 
po, ^ue  apenas  se  entendería  lo  que  en  este  propósito 
se  dijese.  Al  arzobispo  de  Toledo  estaban  sujetos  los 
obispos  siguientes :  el  de  Oreto,  ciudad  que  antigua- 
mente estuvo  puesta  no  lejos  de  donde  al  presente 
estala  villa  de  Almagro,  ca  dos  leguas  de  aquella  villa 
hay  una  ermita  llamada  de  Nuestra  Señora  de  Ore- 
to, do  se  han  hallado  piedras  y  llevádolasá  Almagro, 
ffrabado  en  ellas  el  nombre  de  Oreto.  El  segundo  su- 
fragáneo de  Toledo  era  el  obispo  de  Biacia ,  que  hoy 
es  Baeza.  El  tercero  el  de  Menteza  :  esta  ciudad  hoy 
se  llama  Montizon ,  pueblo  situado  en  la  comarca  de 
Gazorla ,  y  que  en  la  destrucción  de  España  fue  aso- 
lado por  un  capitán  moro,  como  lo  testifica  el  arzo- 
biapo  don  Rodrigo. 

Demás  destos  el  de  Acci,  ciudad  que  hoy  se  llama 
Guadix.  El  de  Bastí  que  es  Baza.  El  de  Urci,  ciudad, 
que  unos  dicen  es  la  misma  Almería ,  otros  ^e  Mur- 
cia. El  de  Bagasta :  desta  ciudad  no  quedn  rastro  nin- 
guno, solo  se  entiende  que  estaba  no  lejos  de  Origñe- 
la,  asi  por  el  orden  que  estos  obispados  llevan  entre 
sí,  como  por  una  puerta  c^ue  hay  en  aquella  ciudad 
llamada  de  Magastro.  Máximo  Gesaraugustano  dice 
oue  los  godos  á  Murcia  la  llamaron  Bigastro.  Illici  es 
hicheó  Alicante,  Setabis  Játív9.  Demás desto  Penía 
y  Valencia,  ciudades  que  caen  entre  sí  cerca  y  conser- 
van los  nombres  antiguos,  ca  Denia  se  llamó  Dianium, 
Sigúese  el  obispado  de  Valeria  :  boy  se  llama  Valera 
quemada.  El  de  Sagobríga ,  ciudad  puesta  donde  al 

8 rósente  está  la  cabeza  del  Griego,  pueblo  así  llaroa- 
0 ,  á  dos  leguas  de  Uclés.  Algunos  entendieron  que 
Segobriga  era  Se^orbe ;  pero  engañóles  la  semejanza 
de  nombre.  También  era  sufragáneo  de  Toledo  el  obis- 
po de  Arrahica,  que  estuvo  antiguamente  asentada 
entre  Segobriga  y  Compluto,  y  por  ventura  es  la  mis- 
ma que  ÍMolomeo llamó  Percabica.  Demás  destoCom* 
pluto  que  es  Alcalá ,  Sigüenza ,  Osma .  Segovia  y  Fa- 
lencia estaban  sujetas  por  la  misma  forma  al  dicho 
'  arzobispo.  Por  dond»  se  ve  aue  la  previncin  de  Tole- 
4Ío,  aun  en  tiempo  de  los  goaos ,  se  estendia  mas  que 
la  provincia  Certagineose  (cuya  cabeza  á  la  sazón  era 
Toledo )  pues  todas  las  ciudades  que  hemos  contado 
tiesta  aquí ,  le  estaban  sujetas  y  se  encerraban  en  su 
distrito. 

Las  ciudades  sufragáneas  del  arzobispado  de  Sevi- 
lla eran  :  la  primera  Itálica ,  que  hoy  es  Sevilla  la  víh- 
ja ,  legua  y  mediado  aquella  nobilísima  ciudad  cabeza 
«le  Andalucía :  la  segunda  Asídooia ,  que  fue  ó  Medina 
SIdonia  como  lo  da  á  entender  la  semejanza  del  nom 

(1)  El  docaaeoto  en  que  se  fonda  Mariana  acerca  de  esta 
4ltTtsioa  se  atribvia  al  obispo  U«cio ,  y  está  demostrado  mic 
«s  obra  de  Pelagio  obispo  de  OvíP'l)  qae  vivía  en  el  siglo  ao  • 
re ,  aator  |^biií(>so  y  <ie  ningiin  crédito. 


bre ,  ó  como  otros  pien^tan  Jerez  de  la  Frontera  por 
un  templo  que  tiene  de  Nuestra  Señora  de  Sidneña, 
y  el  moro  Rasis  llama  aquella  ciudad  Jerez  de  Sidue- 
ha.  SíKuese  Elepla  ora  sea  Niebla ,  ora  Lepe.  Malaca 
hoy  Málaga.  Illiberris ,  ciudad  puesta  antiguaroeote 
dos  leguas  sobre  Granada  en  un  recuestro  que  hoy  sh 
llama  monte  de  Elvira.  Astigi ,  hoy  Bcija.  Córdoba 
conserva  su  nombre  antiguo^  Egabro ,  noy  es  Cabra 
cerca  de  Vaena.  La  última  ciudad  era  Tucci ,  oue  hoy 
se  llama  Martes.  Este  era  el  distrito  del  arzobispado 
de  Sevilla,  y  las  ciudades  gue  del  dependían. 

El  metropolitano  ó  arzobispo  de  Mérida  compreben- 
día  debajo  de  su  jurisdicción  las  ciudades  siguientes: 
Beja  que  se  llama  Pax  lulia ,  ciudad  de  la  Lusitania. 
Lisbooa ,  ciudad  en  que  se  ferian  las  riquezas  de  la 
India  Oriental  en  nuestro  tiempo,  y  que  á  ninguna  de 
Europa  reconoce  ventaja  en  trato ,  riqnezas  y  gran- 
deza. Ebora ,  á  la  cual  los  godos  llamaron  Elbora.  Don 
Lucas  de  Tuy  sintió  que  esta  ciudad  era  la  misma  que 
en  el  reino  de  Toledo  llamamos  Talavera.  Ossonoba, 
que  se  entiende  se  llama  al  presente  Estombar ,  pue- 
blo de  Portugal  cerca  de  Silves ,  do  al  presente  está 
aquella  cátedra  y  silla,  que  se  trasladó  á  ella  cuando 
se  ganó  de  moros  aquella  ciudad,  en  que  también  hay 
un  pueblo  llamado  Idania  la  vieja  antiguamente  Ige- 
ditania,  ciudad  asimismo  contada  entre  tas  sufragá- 
neas de  Mérida.  Conímbrica,  hoy  Coimbra :  dos  leguas 
della  está  Coimbra  la  vieja.  Demás  destas  Viseo  y  La- 
meco,  ciudades  que  conservan  sus  nombres  a  ni  iguos. 
Caliabria,  que  pereció  del  todo,  dado  que  Tudense  y 
Marineo  sospechan  fue  la  que  hoy  se  llama  Montanges, 
por  conjeturas  á  nuestro  parecer  no  concluyentes. 
Salmántica ,  que  por  los  godos  fue  llamada  Salamán- 
tica,  hoy  Salamanca.  La  famosa  Numancia ,  al  presente 
Garay.  Últimamente  Avila  y  Coria ,  que  eran  los  pos-^ 
trefos  linderos  de  la  provincia  de  Mérida. 

Las  ciudades  sufragáneas  de  Braga  eran  estas :  Dn- 
mió  fue  antiguamente  un  monasterio,  que  todavía 
hoy  se  conserva  cerca  de  Braga.  Portucale  es  la  ciu- 
dad de  Portu ,  por  la  parte  que  el  rio  Duero  descanta 
en  el  mar,  y  deja  formado  un  buen  puerto :  del  puerto 
y  de  un  pueblo  que  está  allí  cerca ,  llamado  antigua- 
mente Cale  y  hoy  Caya ,  se  compuso  y  derivó  el  nom- 
bre de  Portugal.  En  el  mismo  distrito  estaban  la  ciu- 
dad de  Tuy  y'Orense ,  y  el  Padrón  que  antiguamenin 
se  llamó  Iría  Flavia.  Lucus  hoy  Lugo.  Británica  ó 
Bretonia ,  puesta  entre  Lugo  y  Astorga;  hoy  dos  le- 
guas de  Mondoñedo  hay  un  pueblo  llamado  Bretania, 
que  por  ventura  es  la  misma  Bretonia  ó  Británica. 
Fuera  de  estas  ciudades  Astorga  y  León  eran  sujetan 
al  arzobispo  de  Braga.  Con  el  arzobispo  de  Tarragonf 
iban  las  ciudades  siguientes :  Barcino,  hoy  Barcelona, 
y  en  tiempo  de  los  godos  Barcinona.  Egara  puesta 
antiguamente  entre  Barcelona  y  Gironn  ciudad  tam- 
bién sufragánea  al  mismo  arzobispo.  Allende  desto 
Empurias,  y  Ausoot  que  hoy  se  llama  Vique  de  Oso- 
na,  Urgel  y  Lérida,  ciudades  bien  conocidas.  Ricto* 
sa,cuyo  asiento  de  toiio  punto  se  ignora.  Tortosa,  que 
llamaban  Dertusa;  Zaragoza,  y  también  Pamplaoü 
que  en  latín  se  llama  Pómpelo,  v  por  loa  godos  fue 
llamada  Pampilona  :  como  Ulmbíen  Calahorra  era 
una  de  las  dichas  ciudades,  en  latin  Calagurris,  y  que 
en  tiempo  de  los  godos  k  llamaron  Cala  forra,  tara- 
zona  eso  mismo,  fue  uno  destos  obispados ,  eo  latió 
se  dijo  Turiasso,  y  por  los  godos  Tirasona.  Detak^ 
destas  Auca  era  sujeta  á  Tarragona;  cuyos  nuiros  se 
ven  mas  allá  de  Burgos,  y  de  su  nombre  tomaron  los 
montes  de  Oca  este  apellido. 

Esto  cuanto  á  la  provincia  Tarraconense.  Resta  el 
arzobispo  de  Narbona  en  la  Gallia  Góthics .  cuyas  su- 
fra gánea^  fueron  las  ciudades  siguientes :  Beterri  que 
hoy  se  llama  Besiers,  v  Plinio  la  llamó  Büterre  Sep- 
tumanorum,  Agathaal  presente  ó  es  Agpe,  ó  Mompe- 
11er :  Magalona  una  casa  de  recreación  del  obispo  de 
Mompeller ,  ó  sea  una  isleta  del  mar  allí  certa ,  tíeae 


HlsTuMIA  DK  A^SPAXA. 


187 


segnn  dioea  hoy  esto  nombre.  Nemáuso  es  Njmes.  La* 
teba,  hoy  LodeVe.  Carcasooa,  Helcua ,  boy  Enea  ea 
el  GOiidatdo  de  Raise]lon.  Alguuos  autores  diceo  que 
los  obis|N)sde  Tay ,  de  Lugo  y  de  Leoo  ó  por  (írivíiegio 
de  Wamba ,  ó  por  costumbre  antigua  eran  exentos,  y 
uu  jDcouociau  á  BÍBguBO  de  los  metropolitanos  ó  ar- 
Eobispos  susodichos  por  superior :  opinión  que  para 
segttílla  no  Ueoe  bastantes  fundamentos»  en  especial 
que  arriba  quedaron  puestos  entre  los  sufragáneos  de 
Braga,  Ea  los  concilios  antiguas  de  España  se  hallan 
otrosí  mucho?  nombres  de  obispados  que  no  estañen 
esta  dif  isioa  de  Wamba ,  si  por  haberse  mudado  las 
cosas  con  jBl  tiempo » ó  por  estar  las  memorias  y  libros 
antiguos  estragados  y  no  lo  sabría  decir,  mas  de  que 
los  obispados  son  estos:  el  Cartaginense,  el  Epagreu- 
se,elCiiStuloneu8e,el  Fiblaríense,  el  Eliocroceuse, 
el  EfiíiBieiise,  el  lumouticiense,  el  Lamibreuie,  el  Elo- 
taño,  el  Magueteose ,  el  Laberricenie ;  ios  cuales  nom- 
bres casi  ^os  no  se  conocen ,  ni  aun  de  todas  las 
ciudades  arriba  puestas  se  atinan  los  asientos  eu  que 
estaban,  ni  fait«ria  por  diligeíjcía,  si  eu  cusas  lan 
escuras  hubiese  alguu  camino  para  las  averiguar  dd 
todo  punto. 

CAPITULO  XVI. 

De  otra  división  de  obispados  que  hizo  Constancip 

Magno.' 

Loqueantes  de  ahora  prometimos,  y  hasta  aquí 
no  lo  liemos  cumplido,  quiero  poner  aquí  después 
d«s  la  división  de  Wdinba  la  que  antes  del  hizo  de  ios 
obispados  en  Españ  i  el  emperador  CoDslanliuo^  to- 
mada puotualmeuie  del  moro  Rasis  (1),  que  dice 
tiesta  manera :  «ConstantiüO  puso  obispos  cu  mu- 
«ellas  ciudades  que  no  los  teniau  ;  y  iuriirinado  que 
"en  EHoafí»  no  los  había,  dado  que* era  de  cuiiipiñu 
Minny  fértil ,  hermosa  y  urreada  en  todas  inaueriis  y 
ntnuy  lieoa  de  moradores,  hobo  su  acuerdo  «iobre 
i»lo  que  debía  hacer.  Resolvióse  seria  espediente 
Horíur  eu  España  ubispos,  que  sin  temor  alguuo  li- 
t»bremeüte  predicasen  la  fe  cristiana.  Para  esto  hizo 
HVAiiir  á  su  presencia  personas  á  propósito  :  repartió 
neotre  ellas  las  ciuiiad"s  ei  esta  guisa.  Al  primero 
»4eñaló  por  obispo  de  Narboua  y  otras  siete  ciuda- 
»Je8,  con  poder  de  gobernar  los  pueblos  en  lo  espi- 
>»ritaBl ,  y  reformar  las  costumbres.  Los  nombres  de 
uaqtteJlasciud»dessoneitos:  Besiers,  Tolosa,  Bj^uIo 
»ua ,  Nimes ,  Carcasoua.  En  esta  ciudiitl  huy  una  i;{le- 
»iia.con  advo :acion  de  Sauta  María  gloriosa ,  esceleute 
»por  siete  altares  de  plata  que  tiene ,  y  por  la  mucha 
ngeQie  que  6  ella  acude ,  en  especial  una  vez  en  el 
nano  es  mas  señalado  el  concurso;  también  en  los 
ndeais  tiempos  es  de  gran  fama  y  devoción  :  dista 
nde  Barcelona  diez  jornadas.  Demás  estas  ciüdadtis 
ndíeroa  ai  obispo  narboucuse  4  Luteba ,  y  á  Euna ,  ó 
>iReleoa  que  es  lo  mismo.  Al  segundo  obispo  fue  en- 
Mcomeodada  la  ciudad  de  Braga,  y  r.nn  ella  Dumio, 
oPortu ,  0''*'nse,  Oviedo,  Astorga ,  Brilonia,  Irla  ó 
nCompósiella,  Aliubra,  Ufa ,  Tuy.  Después  deslos  dos 
»fue  nombrado  el  obispo  de  Tarragona ,  al  cual  otrosí 
)>quedaron  sujetas  las  ciudades  siguientes :  Burcelo- 
)»aa.  Oca,  Mitrada,  (por  ventura  Gírou»)  Baria  (p)r 
»v«otura  Empuriab)  Orlóla,  ilerda  que  es  Lérida, 
itTortasa ,  Z^rago^a,  Huesca^  Pamplona ,  Caluliorrá. 

( I )  Tanto  etita  división  coaio  la  obra  que  corre  coa  el 
ftooibre  del  moro  Rasis,  aOo  sia  dttda  producto  de  al^aa 
impostor  igooraote,  aue  para  dirle  mayor  autoridad  la  pu- 
blíc6  eoa  el  nombre  ae  aquel  escritor  qu^  teuia  algaoa  cele- 
bridad. 

La  diviiiioa  que  Coast^nllno  hizo  de  la  España  fue,  según 
SestoHaTo,  en  seis  provincias,  incluyendo  la  Transfretana 
de  África ,  y  establoció  rinro  metropolitanos  en  España  en 
las  capittlei  destas  proTíncias,  es  á  saber,  Tarra^sona .  Mé- 
rida  ,  Semita  ,  Bragi  y  Cartagena  ,  <img  )o  eran  de  la  Tarru- 
oKienie,  Caria^ínenso ,  Lusvtma.  Hética  y  Galle^i. 


»E1  cuarto  obispo  fue  de  Cartagena  :  auadíéroDi'; 
«otrosí  á  Toledo,  Oreto,  Játiva,  Segobrign,  C^mplu- 
»tOy  Caraca,  que  es  Guadalajara,  valencia.  Murcia, 
»Baeza,  Castulo,  Mootojia,  Baza,  Begena,  po**  ven- 
)}tura  se  ha  de  leer  Bigastra.  Al  quinto  dióé  Méridu 
ociudad  principal,  y  con  ella  le  consiguió  Pux  lulía 
MQue  es  Beja,  Lisbona ,  Egítania ,  Coiinnra,  Lamego, 
»Eboru ,  Coria,  Lampa,  que  ó.  es  Salamanca ,  ó'uii 
ujmeblo  llamada  Lamaso  en  tierra  de  CiudadRodri- 
»go.  El  postrer  obispo  tuvo  á  Sevilla ,  y  con  ella  Itáli.- 
))ca ,  Sericio  de  Sidueñü,  que  es  Jerez ,  Niebla  en  la- 
»tíu  Eiepla,  MUaga,  lliiherris,  Astigi  que  es  Ecíju, 
nSgabro  que  es  Cabra.  J[)dSta  manera  toda  España 
»fue  por  el  emperador  Constantino  dividida  en  seis 
«obispados.  V  p¡tra  mayor  autoridad,  y  que  la  religión 
» tuviese  su  cabeza  para  gobernar  y  mandar,  él  se  pasó 
uá  Coustantinopla,  y  se  llamó  rey  de  aquella  ciudad, 
»(V)mo  quier  que  los  de  antes  ae  Roma.  Ordenó  y 
vmandó  demás  ddsto,  <^ue  todo  el  resto  de  Jos  cris- 
» tía  nos  obedeciese  al  señor  de  Roma ,  que  acostum- 
Muraban  llamar  señor  de  aquellos  que  eran  del  ór- 
))den  ^a£[rado.  Líumábaole  otrosí  santo  j>or  el  poder 
»<|ue  recibiera  de  Pedro  apóstol ,  que  Cristo  le  uabi  l 
n.iadu.» 

E'iio  dice  de  la  manera  susodicha  aquel  moro. 
Coucuerda  la  general  de  don  Alonso  el  Sabio,  rey  de 
Castilla,  en  que  la  división  de  los  obispados  en  Es - 
pa5a  fue  hecha  por  Constantino  Magno,  y  sigue  e\ 
'  orden  puesto  de  suso,  mudados  solamente  algunos 
nombres  de  ciudades.  De  donde ,  y  de  la  división  d>t 
Wamba,  y  por  conjeturas  emendamos  algnnos  nom- 
bres, que  sm  duda  en  el  moro  andan  estragados;  y 
sin  embargo  no  nos  atrevimos  á  llamar  arzobispos  ú 
los  que  el  moro  da  nombre  de  obispos  como  ignoran- 
te que  era  de  las  cosas  de  nuestra  religión ,  de  los 
grados  v  policía  que  en  ella  hay.  Quedará  ei  lector 
con  lo  dicho  avisado. 

CAPITULO  XVII. 

Del  rey  Ervigio. 

FLAvm  Ervigio  adquirió  el  reino  malamente,  como 
queda  dicho ;  gobernóle  empero  bien  y  prudeotemeu- 
te.  Cuanto  á  lo  primero  como  considerase  la  incoas- 
tancia  de  las  cosas  humanas,  que  no  perseveran  largo 
tiempo  en  un  mismo  ser,  y  en  pnrticular  que  el  poder 
adquirido  por  malas  manas  muchas  veces  por  el  abor- 
recimiento que  resulta  en  el  pueblo,  es  abatido  :  que 
su  predecesor  era  rey  muy  esclarecido  y  amado,  y  fue- 
ra por  engaño  despojado  de  su  grandeza,  y  que  esto 
¡a  gente  de  los  godos  no  lo  ignoraba  :  por  tudas  estas 
razones  se  recelaba  de  algún  revés  y  trabajo.  Pareció 
le  para  asegurar  sus  cosas  tomar  el  camiao  que  á  otros 
reyes  sus  predecesores  no  salió  mal ,  que  fue  cubrirse 
de  la  capa  de  religión.  Con  este  intento  coavocó  los 
prelados  de  todo  el  reino.  Acudieron  á  Toledo  treinta 
y  cinco  obispos.  Túvose  la  primerajuntaá  nueve  días 
de  enero  ano  del  Señor  á^  681.  Cuéatase  este  conci- 
lio por  deceno  entre  los  Toledanos.  En  él  se  estable* 
ciaron  muchas  cosas,  pero  dos  fueron  las  principa- 
les. La  primera  aprobar  la  elección  de  Ergivio;  mas 
¿cómo  se  atrevieran  á  negar  lo  que  pedia,  al  que  te 
nia  las  armas  en  la  mano?  Temeridad  fuera,  y  un 
prudencia  contrastar  á  su  voluntad.  Para  este  propó- 
sito absolvieron  á  los  grandes  del  pleito  homenaje 
que  hicieron  á  V^amba.  Alegaban  aue  por  la  renun- 
ciación que  él  mismo  hizo,  y  por  la  nueva  elección 
tenia  perdida  su  fuerza  el  juramento  y  no  obligaba. 

La  segunda  cosa  fue  dar  al  arzobispo  de  Toled» 
autoridad  para  criar  y  elegir  obispos  en  todo  el  reino, 
cuando  el  rey  á  cuyo  cargo  por  antigua  costumbre 
esto  pertenecía,  se  hallase  muy  lejoi;  y  que  cuando 
estuviese  presente,  sin  embargo  conürmase  los  quo 
por  el  rey  mesen  nombrados  :  jue  fue  una  preroga- 
tiva  y  privilegio  de  grande  importancia,  y  co.iio 


-188 


BIBLIOTECA  DE  GASPaR  Y   ROIC. 


abrir  las  zanjas  y  echar  los  cimientos  de  la  primacía 
qae  esta  iglesia  tiene  sobre  las  demás  iglesias  de  Es- 
paña. Las  palabras  del  decreto,  que  aunque  oscu- 
ras ,  son  muy  notables ,  se  pueaen  ver  en  el*  conci- 
iio  (i).  Firmaron  las  acciones  deste  concilio  cuatro 
arzobispos ,  Juliano  de  Sevilla ,  Juliano  de  Toledo, 
Liuva  de  Braga ,  Stéphano  de  Mérida ,  ca  parece  que 
no  obstante  el  privilegio  concedido  á  la  iglesia  de 
Toledo ,  el  de  Sevilla  no  quiso  dar  al  de  Toledo  el 
primer  lugar ,  sino  guardar  su  antigüedad ,  como 
quier  que  en  los  concilios  adelante  siempre  el  de 
Toledo  preceda  en  el  asiento  y  Arma  é  los  (^más  me- 
tropolitanos. Después  desta,  pasados  dos  años  ente- 
ros^ de  nuevo  por  mandado  del  mismo  rey  Grvigio  se 
juntaron  en  la  misma  ciudad  treinta  y  ocho  obispos 
y  veinte  y  seis  vicarios  de  obispos  ausentes,  y  nue- 
ve abades ,  quei  con  muchos  señores  y  grandes  que 
presentes  se  nallaron,  celebraron  en  la  iglesia  preto- 
riense  de  San  Pedro  y  San  Pablo  el  concilio  treceno 
de  Toledo  (2)  á  los  cuatro  del  mes  de  noviembre  año 
de  nuestra  salvación  de  683  :  y  del  reinado  dé  Ervigio 
el  cuarto.  Esta  iglesia  se  entiende  estuvo  donde  al 
presente  la  de  San  Pablo ,  do  los  padres  dominicos 
estuvieron  larso  tiempo.  Llámase  pretoriense  porque 
•está  fiíera  de  Tos  muros,  de  prstoríum  que  es  casa 
•de  campo. 

En  este  concilio  por  voluntad  del  rey  y  decreto  que 
'hicieron  los  prelados ,  se  dio  perdón  general  á  los  que 
siguieron  á  Paulo.  Las  imposiciones  y  tributos  se  mo- 
deraron ;  y  por  escusar  alborotos  y  por  la  gran  falta 
de  dinero  soltaron  á  los  particulares  todo  lo  que  por 
•esta  causa  debían  á  las  rentas  reales.  Todo  esto  se 
enderezaba  á  ganar  las  voluntades  con  muestra  de 
■clemencia  y  liberalidad :  virtudes  que  en  los  príncipes 
cubren  otros  muchos  males.  Pretendía  otrosí  borrar 
la  mancha  de  haberse  apoderado  del  reino  por  malas 
-manas.  Demás  desto  por  cuanto  muchos  que  no  eran 
nobles ,  con  diversos  colores  y  trazas  se  apoderaban 
•de  las  honras  ]r  oficios  públicos,  y  por  emparentar  los 
godos  nobles  con  Ips  del  pueblo  su  antigua  nobleza 
en  gran  parte  se  estragaba  y  e'scurecia :  se  proveyó 
•de  remeaio  para  este  daño.  Últimamente  en  gracia 
•del  rey  los  obispos  hicieron  una  ley  del  amparo  para 
la  reina  Liubigotona  y  sus  hijos,  dado  que  el  rey  les 
faltase  :  en  que  se  muestra  lo  mucho  oue  temían  al 
pueblo ,  que  por  el  aborrecimiento  del  padre  no  se 
vengasen  en  los  hijos  y  en  su  madre.  También  se 
mandó  á  los  obispos,  que  avisados,  acudiesen  á  Ih 
oórte  para  tener  y  celebrar  la  Pascua  juntamente  con 
<el  rev.  Por  una  carta  de  Juliano  arzobispo  de  Toledo 
á  Idalio  obispo  de  Barcelona  se  entiende  como  se  tra- 
bó amistad  entre  los  dos  por  venir  el  dicho  obispo  á 
la  corte  á  celebrar  la  Pascua ,  como  dejaron  ordena- 
do. Firman  en  este  concilio  los  arzobispos  Juliano  de 
Toledo.  Liuva  dé  Braga,  Stéphano  de  Mérida  y  FJo- 
resindo  arzobispo  de  Sevilla. 

Parece  que  este  rey  se  pretendió  señalar  en  juntar 
muchos  concilios ,  porque  el  año  luego  siguiente  por 
HU  diligencia  y  por  mandado  del  papa,  León  Segundo 
deste  nombre  en  Toledo  á  catorce  de  noviembre  se 
dio  principio  al  concilio  decimocuarto  Toledano  que 


(!)  En  uno  de  sus  cánones  eí  donde  se  concede  con  per- 
f&iso  del  rey  el  derecho  de  asilo  á  los  que  se  refugian  á  ías 
iglesias,  y  ¿treinta  pasos  alrededor  de  ellas;  y  se  entreguen 
á  los  que  los  pidan  prestando  antes  juMmento  que  no  se  les 
liará  ningún  mal. 

(2)  Bntre  sus  cánones  se  prescribe  el  modo  de  proceder 
contra  los  se&ores  de  la  corte  acusados  de  algún  crimen. 

Prohibe  casarse  con  ías  viudas  de  los  reyes^ 

Prohibe  conferir  tos  cargos  de  la  corte  á  los  esclavos  y  li- 
bertos, para  que  la^  sangre  de  la  nobleza  no  se  confunda  con 
la  de  estas  fiersonas  viles. 

Que  los  obispos  acud<in  al  llamamiento  del  rey  6  del  metro- 
politano para  celebrar  alguna  fiesta ,  consagrar  alguna  Igle- 
sia ,  ó  para  cualquiera  ro-a  so  p"na  de  psc?muftio.< . 


se  juiUó  con  intento  que  los  obispos  de  España  apro- 
basen y  recibiesen  un  concilio  que  poco  autes  se  ce* 
lebrara  en  Constan tinopla  con  asistencia  de  docientos 
y  noventa  prelados ,  y  eutre  los  concilios  generales  se 
cuenta  por  sexto.  No  pudieron  acudir  todos  los  obis- 
pos de  España  á  causa  de  los  fríos  del  inviemp ,  y  por 
quedar  mu^r  gastados  de  los  concilios  pasados.  Con- 
currieron diez  y  siete  obispos  casi  todos  de  la  provin- 
cia Cartaginense ,  y  fuera  deilos  los  procuradores  de 
los  arzobispos  de  Tarragona,  Narbona,  Mérida,  Braga 
y  Sevilla  y  de  otro$  obispos  ausentes  basta  número 
de  diez.  Estos  de  común  acuerdo  recibieron  y  apro- 
baron el  susodicho  concilio  Gonstantinopolitaiio,  que 
ellos  contaban  por  quinto,  y  le  pusieron  luego  des- 
pués del  concilio  Chálcedonense ,  ca  fue  común  en- 
gaño de  aquel  siglo  en  España ,  Afríca  y  en  ilyrico  oo 
recibir  el  quinto  concilio  general  que  se  tuvo  en 
tiempo  ie\  emperador  Justiniano  :  yerro  en  que  tro- 
pezó también  san  Isidoro ,  como  se  entiende  por  di- 
versos lugares  de  sus  libros.  Alegaban  paia  esto  que 
én  aquel  concilio  quinto  se  reprobaron  los  escritosde 
Iba  Edesseno  y  de  Theodoro  Monsuesteno  y  de  Theo- 
dorito  obispo  ae  Cyro,  que  son  los  tres  capítulos  tau 
nombrados  en  aquella  era.  Oeciau  que  el  condliq 
Chálcedonense  aprobó  y  recibió  los  dichos  autores,  y 
que  no  era  licito  condenarlos.  Todo  esto  procedia  de 
no  entender  que  puedan  las  personas  ser  aprobadas 
dado  que  sus  opiniones  se  reprueben ,  como  en  efec- 
to fue  asi  que  el  concilio  Chálcedonense  aprobó  las 
personas ,  el  quinto  concilio  condenó  sus  escritos. 

Finalmente  los  prelados  de  España  condenaron  los 
Menothelitas ,  y  Apollinaristas,  que  ponían  en  Cristo 
solo  una  voluntad ,  conforme  á  lo  decretado  en  el 
dicho  concilio  general.  Demás  desto  una  apología 
compuesta  por  Juliano  arzobispo  de  Toledo,  muy 
erudita ,  en  nombre  del  concilio  enviaron  á  Roma  por 
medio  de  Pedro,  regionario  de  la  iglesia  Romana,  eo 
que  se  contenían  los  principales  capítulos  y  cabezas 
de  nuestra  fe.  Cuando  llegó  á  Roma  por  muerte  del 
papa  León  presidia  en  su  silla  Benedicto,  el  cual  juz- 

gó  que  en  aquella  apología  se  decían  algunas  cosas  no 
ieo .  Entre  ellas  una  era  que  en  la  Santísima  Trinidad 
la  sapiencia  procede  de  la  sapiencia ,  y  la  voluntad  de 
lá  voluntad  :  manera  de  hablar  conforme  á  lo  que  en 
el  símbolo  confesamos.  Dios  de  Dios  y  lumbre  de  lum- 
bre. El  pontífice  juzgaba  quo  semejantes  maneras  de 
hablar  no  so  debían  usar,  ni  estender  mas  de  aquello 
que  la  Iglesia  usaba.  Ofendíale  asimismo  lo  quo  Ju- 
liano decía  de  Cristo,  es  á  saber  que  constaba  de  tres 
sustancias.  Andaban  estas  demandas  y  respuestas 
entre  Roma  y  España -a!  mismo  tiempo  que  Ervigio, 
sin  embargo  de  las  diligencias  hechas  para  asegurarse 
en  el  reino,  se  hallaba  en  gran  cuidado  por  parecerle 
que  el  aborrecimiento  del  pueblo  todavía  se  continua- 
ba; y  que  muerto  él ,  sus  hijos  no  serian  bastantes 
para  reparar  este  daño.  Resolvióse  de  emparentar  con 
el  linaje  de  Wamba ,  y  para  esto  casar  á  su  biju 
Cixilona  con  un  hombre  principal  de  aquel  linaje  lla- 
mado Egica.  Hízose  así  y  juntamente  le  hizo  jurar 
miraría  con  todo  cuidado  por  el  bien  de  la  reina  su 
suegra  y  de  sus  cuñados. 

Hecho  esto,  y  quitadas  algunas  leves  de  Wamba 
algo  rigurosas  para  tiempos  y  costumbres  tan  estra- 
gadas ,  y  en  particular  templada  la  ley  que  trataba 
en  razón  de  las  levas  de  soldados ,  falleció  do  su  en- 
fermedad en  Toledo  á  quiuce  días  del  mes  de  noviem- 
bre dia  viernes  año  de  687.  Reinó  siete  años  y  veinie 
y  cinco  días.  Su  memoria  y  fama  fue  grande' aunque 
ni  iigradable  ni  honrosa.  Hobo  en  tiempo  deste  rey 
en  Éfspaña  grande  hambre  :  la  puente  y  muros  de 
Mérida  fueron  reparados  con  grande  representación 
de  magostad.  £1  sobrestante  aesta  obra  y  trazador 
se  llamó  Sala ,  como  se  entiende  por  unos  versos  an- 
tiguos que  andan  enire  las  epigramas  de  Eugenio 
Tercero  arzobispo  de  Toledo. 


«ntOBiA  BE  bspaíIa. 


m 


CAPITULO  XVIII. 
Del  rey  Egica. 


6l  din  totes  <iue  moriese  Erví^ío,  nombró  |ior  so 
«ocetor  en  el  reino  á  su  yerno  Bgii^a.  Y  para  que  ios 
grandes  sin  escrúpulo  de  conciencia  la  pudiesen  iu* 
Fur  por  rey ,  aizóias  el  pleito  homenage  que  á  él  le 
tenían  *iiecho«  La  nnjcíon  conforme  á  la  costumbre  dé 
«qnelios  tiempos  se  hizo  nneve  días  adelante  en  Toledo 
nn  día  de  domingo  á  veinte  y  cuatro  de  noviembre, 
iunadecima^inta,  en  la  iglesia  pretoriense  de  San 
Pedro  y  San  Pablo.  Viese  en  este  rey  cono  la  memo* 
ría  del  agravio  dnra  roas  yes  mas  poderosa  nue  la  del 
beneficio » ca  iue^  á  los  principios  de  sa  remada  dio 
nmestra  el  rey  Egica  del  odio  que  tenia  cenoebido  en 
SQ  peciio  contra  su  suegro,  repudiando  á  su  mujer 
dxdvna  en  vengapsa  de  su  padre ,  dado  que*  tenia 
della  un  bijo  llamado  Witiza.  No  falta  quieo  diga  que 
ió  hifo  i  pennasionde  Wamba  (1),  el  cual  asimismo 
debajo  de  muestra  de  piedad  tenia  encubiertoel  deseo 
úd  vénganla  y  el  aborrecimiento  contra  Ervigio  hasta 
io  postrero  de  su  edad.  Demás  desto  castigó  á  algunos 
grandes  del  reino  que  tuvieron  parte  en  el  engaño  y 
fHÍ vacion  del  rey  Wamba.  Estas  cosas  se  reprehenden 
eépocíalmenteen  este  rey,  que  por  lo  demás  en  vir- 
tudes, justicia  y  piedad  se  puede  conDparar  con  cual* 
quiera  de  los  reyes  pasados.  Señalóse  igualmente  eo 
las  artes  de  la  paz  y  de  laguerra :  fue  colmado  y  ala* 
iiado  de  prudencia  y  de  mansedumbre. 

AHeade  desto  movido  de  §u  devocfon  por  no  dar 
Tentija  á  les  reyes  sus  predecesores  en  el  deseo  de 
aumentar  la  religión ,  dió  orden  que  se  juntase  el  de- 
cimoquinto concilio  Toledana.  Goncurrleroo  de  todas 
Dartes  sesenta  y  seis  obispos  sño  del  Señor  de  688. 
Juntáronse  á  quince  de  mayo  en  la  iglesia  pretoriense 
de  San  Pedro  y  San  Pablo.  Lo  que  príucipal mente  se 
traté,  fue  averiguar  la  fuena  qjue  tenia  el  juramento 
fue  por  respeto  del  re^  Ervigio  y  por  su  mandado  al« 
guaoaaaos  antes  hicieron  Egica  y  los  grandes  de  em- 
pelar á  la  reina  viuda  y  á  sus  hjjos.  La  causa  de  dudar 
era  que  con  larevuelta  de  los  tiempos  muchos  fueron 
despojados  de  ^us  bienes  ^  de  que  quedaban  apodera- 
dos y  loe  poseian  la  mujer  é  híjósde  Ervigio.  Pregun* 
tose  si  por  raxon  del  juramento  era  prohioido  asi  á  los  ^ 
agraviados  de  ponelles  demanda ,  como  al  rey  de  dar 
sentencia  en  sa  favor«  Fue  respondido  de  común 
eonsenlimlentede  los  prelados  y  del  concilio  que  la 
santidad  del  juramento  no  debeutvorecerá  la  maldad, 
y  que  antes  se  cumple  con  él  en  deshacer  los  agrá* 
▼ios  y  volver  por  la  justicia.  Tratóse  otros!  de  respon* 
der  á  las  tachu,  que  el  pontífice  Benedicto  puso  en 
el  Apología  queleenvió el coocíHo pasado ;  v  paráoste 
electo  Juliano  con  aprobación  de  los  demás  prelados 
compuso  un  nuevo  Apologético ,  en  que  pretende  pro- 
bar que  en  Dios  procede  voluntad  de  voluntad^  y  sa-* 
biduiia  de  sabiduría ,  y  que  Cristo  nuestro  Señor 
consta  de  tres  sustancias,  que  era  en  lo  que  reparaba 
Benedicto,  ca  la  pakbra  sustanciase  puede  tomar  eo 
significación  de  neluraleza  y  de  esencia;  y  no  hay 
duda  sino  jfue  en  Gdsto  hay  tres  naturalesas,  es  á 
saber  divinidad ,  cuerpo  y  alma.  Demás  desto  las  dic- 
ciouea  abetractas  con  que  se  significan  las  formas ,  á 
veces  se  toqian  por  las  concretas  que  significan  los 
supueetos:  de  suerteqne  tanto  es  decir  que  sabiduría 
procede  de  sabiduría ,  como  sí  dijera  el  hijo  sabio  pro^ 
cede  del  padre  sabio. 

(i)  Atendida  la  virtud  v  religioa  de  Wambs,  y  constaado 
qoe  manó  eaando  ton  oo  bada  dos  meses  qae  reinaba  Egi- 
ca,  no  es  verosímil  qce  ie  aconsejase  el  repudio  de  su  mi^er, 
ni  que  lo  hiciera  el  rey  por  oo  atraerse  el  odio  del  pueblo  y 
de  los  grandes.  La  prueba  de  que  no  se  divorció  de  Cixiiooa 
es  que  en  el  canon  siete  del  concilio  diez  y  siete  de  Toledo, 
qoe  se  celebró  el  ano  siete  de  su  reinado ,  se  mandó  que  si 
la  reina  Ciiílona  llega  á  enviudar,  nadie  se  atreva  á  moles- 
urla  |M;ua  ée  escomuuíon. 


Guando  llegó  esta  dispota  á  Roma  era  difunto  el 
papa  Benedicto  y  puesto  Segrlo  en  su  lusar ,  el  cual 
según  que  lo  testinca  el  arzobispo  don  Rodrigo  la  ala- 
bó en  grande  manera.  A  nos  parece  algo  mas  libre  de 
lo  que  sufría  la  modestia  de  Juliano ,  y  la  magestad 
del  pootiGce  romano  supremo  pastor  de  la  Iglesia; 

Sero  pocos  eo  el  ingenio  y  erudición  reconocen  á  na- 
ie  ventaja ,  y  es  dificultoso  templar  el  fervor  de  la 
díHpuói,  principalmente  los  que  se  sienten  irritados. 
£ra  Juliauo  en  aquel  tiempo  muy  aventajado  en  eru- 
dición ,  de  que  dan  bastante  muestra  sus  obras ,  en 
espeeial  la  que  intituló  Pronóstico  del  siglo  venidero, 

Íf  otra  de  lus  seis  edades ;  libros  que  duran  basta  hoy, 
as  demás  con  el  tiempo  perecieron.  Nació  de  padres 
judíos ,  fue  dicípulo  ae  Eugenio  III  su  predecesor. 
muy  amigo  de  Gudlla  arcediano  de  Tpleoo,  sucedió 
i  Quirico  arzobispo  de  aquella  ciudad ',  tuvo  ingenio 
£&cil,  copioso  y  suave,  en  bondad  y  virtud  fue  muy 
señalado^  Pasó  desta  vida  en  tiempo  del  rey  Egica  á 
ocho  de  marzo  año  de  690 :  su  cuerpo  fue  sepultado 
en  Santa  Leocadia.  Es  contado  en  el  número  de  los 
santos,  como  se  ve  por  los  martirologios  y  calenda- 
rios. Las  faltas  de  su  sucesor  le  hicieron  mas  señala- 
do,  ca  ie  sucedió  Sisberto  hombre  arrojado  y  malo, 
pues  se  atrevió  á  vestirse  la  casulla  que  del  cielo  se 
trajo  á  San  Ildefonso ,  la  cual  hasta  entonces  sus  pre- 
decesores por  reverencia  nunca  habían  tocado. 

Deste  prmcipio  se  desceñó  en  mayores  males ;  y  es 
asi  de  ordinario  que  se  ciegan  los  hombres  cuando  la 
divina  venganza  los  si^ue  y  no  quiere  se  emboten  lo» 
filos  de  su  espada.  Olvidado  pues  de  la  dignidad  que 
tenia,  con  corazón  altivo  y  revoltoso  se  rebeló  contra 
el  rey.  Era  hombre  astuto,  y  no  le  faltaba  maña  ni 
palabras  para  granjear  las  voluntades:  y  como  el 
reino  estuviese divídidoien  bandos,  mucoos  así  de  los 
nobles  como  del  pueblo  se  le  arrimaron  :  de  donde 
resultaron  alborotos  civiles  y  guerras  con  los  de  fue- 
ra ,  todo  como  se  puede  sospechar  á  persuasión  de 
SisbertQ.  Tres  veces  se  vino  á  las  manos  con  los  fran- 
ceses ,  j  otras  tantas  fueron  desbaratados  los  godos, 
dado  que  ni  el  número  do  los  aue  pelearon,  ni  de 
los  muertos,  ni  los  lugares  donde  las  batallas  se  die- 
ron se  puede  averiguar,  que  fue  un  notable  descuido 
de  aquellos  tiempos ;  solo  consta  gue  el  rey  con  su 
prudencia  atajó  los  principios  de  la  guerra  civil  que 
amenazaba  mayores  males.  El  arzobispo  Sisberto  cau- 
sa principal  de  todos  ellos  fue  condenado  á  destierro, 
primero  por  sentencia  del  re  v ,  y  después  de  los  pre- 
lados ,  que  junto  con  esto  le  descomulgaron  y  despo- 
jaron del  arzobispado.  Para  efectuar  esto  y  otras  co- 
sas se  juntaron  en  Toledo  por  mandado  del  rey  en  la 
iglesia  pretoriense  de  Sao  Pedro  y  Saíi  Pablo  ó  dos 
de  mayo  año  de  693  en  número  sesenta  y  seis  obispos 
que  se  hallaron  en  este  concilio ,  décimosesto  eulre 
los  Toledanos.  Póuese  en  él  una  ¡confesión  de  la  fe ,  y 
en  ella  en  confirmación  de  lo  que  antes  determinaron, 
dicen  por  espresas  palabras  que  en  Dios  procede  vo- 
iuntau  de  voluntad ,  sapiencia  de  sapiencia ,  esencia 
de  esencia ;  y  que  Cristo  nuestro  Señor  ab^joá  los  in- 
fiernos. Dan  por' nobles  y  horros  de  tríbulos  á  todos 
los  judíos  que  de  corazón  abrazasen  la  Religión  Cris- 
tiana. Reformáronse  las  leyes  de  los  godos.  Mandóse 
que  por  la  salud  dol  rey ,  de  sus  híj[os  y  nietos  se  hi- 
ciese oración  cada  día  en  todas  las  iglesias  con  roga- 
tiva que  para  esto  ordenaron :  deste  principio  enten- 
demos se  tomó  la  rogativa  que  hasta  noy  en  la  misa  se 
hace  en  España  mudadas  nocas  palabras.  Firmaron 
en  este  concilio  en  primer  lugar  Feliz,  que  de  arzo- 
bispo de  Sevilla  en  lugar  de  Sisberto  pasó  á  la  iglesia 
de  Toledo ,  y  con  él  firmaron  Faustino,  que  de  Braga 
pasara  á  Sevilla:  Máximo  deMérida,  Vera  de  Tarra- 
gona ,  Feliz  arzobispo  de  Braga  y  obispo  de  Portu. 

Estos  mismos  arzobispos  con  otroa  muchos  pre- 
lados, aun<|ue  el  número  no  se  sabe,  se  j'uutarun  el 
año  luego  siguiente  en  Toledo  en  la  iglesia  de  Santa 


IgO  BiBuoncA  oe 

Leocadia  del  arrabal.  AHÍ  i  siete  días  de  noTíembre 

celebraron  el  postrer  concilio  de  los  toledanos.  No  pe- 
dieron acudir  sino  muf  poetas  obispos  de  la  GiJlia 
Gdthica  ácauaade  cierta  peste  que  beria  por  este 
tiempo  en  la  tierra  j  j  de  la  cuem  que  les  aaban  los 
franceses  comarcgnos.  Tratóse  á  iostaocia  del  rey  de 
deíarrsigardetodopuntodelreiaoiosjiidtDS,  porque 
como  el  rey  testiriceba  ea  ub  memorial  que  présenlo 
al  concilio,  se  habían  comunicado  con  ios  judíos  de 
África  de  levaoUrse  y  entregar  á  Bspdm  á  los  moros. 
Que  el  mal  cundiera  mas  de  lo  que  se  podía  cr«er,  y 
secretamente  estaba  derromada  por  todas  hs  partos 
de  España,  si  bien  no  habia pasado  los  Plrioeos,  ni 
entraaoen  la  Francia.  Que  no  era  justo  disimular  y 
snrrir  tan  grave  traición :  por  tanto  i^ue  confiriesen 
entre  s( ,  y  determinasen  lo  que  se  debía  hacer.  Esto 

«propuso  el  rey :  los  prelados  acordaron  que  todos  los 
idíos  se  diesen  por  esclavos,  y  para  truecon  lapo- 
reza  sintiesen  mas  el  trabajo ,  <]ue  toaos  sus  bienes 
fuesen  confiscados:  demás  desto,  que  les  quitasen  los 
liijos  luego  que  Iterasen  á  la  edad  de  siete  años:  y  los 
entreResen  a  cristianos  que  los  criasen  y  smeestra- 
sen.  Hicieron  asimismo  ley  de  amparo  para  Is  reina 
Cliiloaa  y  para  sus  hijos ,  caso  que  el  rey  muriese, 
aunque  desde  los'  años  pasados  como  se  dijo  estaba 
repudiada :  como  también  en  un  concilio  de  Zaragoza 
que  se  tuTO  tres  años  antes  deste ,  en  general  se  hizo 
una  ley  en  que  se  mandó  que  después  de  la  muerte 
del  rey  cualquiera  reinapara  que  nadie  se  le  atreviese 
entrase  en  religión  ^  se  hiciese  monja.  Estas  cosas 
fueron  las  que  principalmente  se  decretaron  en  este 
concilio. 

Tenia  el  rey  en  su  mnjer  Ciiilona  ub  hijo  llamado 
Witíza:  determinóse  >u  padre  do  bacelle compañero 
de  su  reino.Estosucediódesjinesde  haber  Al  solo  rei- 
nado por  espacio  de  diez  anos.  Dan  desto  muestra 
algunas  monedas  que  se  hallan  acuñadas  con  los  nom- 


bres destos  dos  principes  porreinar  ambos  iuntamen- 
te.  Cerca  de  la  ciudad  de  Tuy  en  un  valle  muy  delei- 
tOio ,  de  muchas  fuentes  y  arboleda ,  basU  "hoy  se 
Ten  algunos  paredones,  rastros  de  nn  edificio  real 
que  levantó  Wltiza  para  su  recreación  en  el  tiempo 
que  hizo  residencia  en  aquella  ciudad ,  ca  su  padre 

for  evíur  alborotos  y  deaahrimienlos  le  envió  al  ro- 
iamo  de  Galicia  donde  fue  el  reino  de  los  suevos.  Fa- 
lleció el  rey  Egica  en  Toledo  de  su  enfermedad  el  año 
4]uinto  adelante,  que  se  contaba  del  Señor  70f  (t) 
por  el  mes  de  noviembre.  Acudió  su  hijo  desde  Gah- 
cía,  ysin  conlradiccion  fuerecibidopor  rey,  y  unni- 
do  á  fuer  de  los  reyes  godos  á  los  quince  del  dicno 
mea  de  noviembre. 

CAPITULO  XIX. 
Del  rejí  WiUia. 
ELrefosdo  de  Witjia  fne  desbaratado  y  torpe  de 
lodumaoeraa ,  señalsdo  principalmente  en  crueldad, 
impiedad  y  menosprecio  de  las  leyes  eclesiásticas. 
LM  grandes  pecados  y  desórdenes  de  España  la  lle- 
vabfo  da  caído,  y  á  grandes  jornadas  la  encaminaban 

(1)    Fot  1m  lúe*  de  reinada  qne  el  mimo  Mariana  le  se- 
dSíia'*""  "**  P"*'""''  1"*  '"  ""«"«  í^w  «■  año 


■íabmr  t  noic. 

ai  despeñadero.  Y  ei  cesa  natural  y  muy  usada  qne 
cuando  los  reinos  y  provinciasse  hallan  mas  encum- 
brados en  toda  prosperidad ,  entonces  perezcan  y  se 
deshagan :  todo  lo  de  aci  abajo  á  la  manera  del  tiem- 
pa ,  y  conforme  al  movimiento  de  los  cielos  tiene  sn 
periodo  y  fia,  y  alcabosetraeeaytrutoma.  ciuda- 
des, leyesj  castumbr«s.  Verdad  et  que  al  priiKipio 
WitiZB  dio  muestra  de  buen  principe ,  de  qnerer  vol- 
ver p»  la  inocencia  y  reprimir  le  maldad.  AliA  el  des- 
tierro A  los  que  bu  padre  tenia  fnera  de  sus  cesa* ;  y 
para  que  ei  benefldo  fuese  mas  colmado  los  rettitn' 

Íó  en  todas  sua  haciendas ,  bonraa  y  cargos.  Demls 
eau>  biso  quemar  los  papeles  y  procesos  para  que  no 
quedase  memoria  de  los  delitos  y  infamias  que  las 
achacaron,  y  por  loa  cuales  fueron  condenado*  en 
aquella  revuelta  de  Üempoí.  Buenos  prlufSipiM  em 
estos,  ai  continuara ,  y  aMante  noaetrocara  del  l«do 
ymudara.  Esmuy dlIcnlloBoenfrenarlaedaddeleii- 
nabia  y  el  poder  con  h  nami ,  lirai  y  templann.  El 
primer  escalón  para  desbaraUne  fue  «alregaraeá  lot 
aduladores,  que  loa  hay  de  ordinario  y  &  muchas 
manaras  en  las  casas  de  toa  príncipes:  ralea  perjudi- 
cial yabomioable.  Foreste  camino  as  despeó  en  todo 
género  de  doahoneatidades:  enfermedad  aniigun  sn- 

JB,  pero  reprimida  en  alguna  manera  los  años  posa- 
os por  respeto  de  su  padre.  Tuvo  gran  número  da 
concubinas  con  el  tratamieato  y  estado  como  si  hie- 
ran reinas  y  sus  mujeres  leglUmas. 

Para  dar  algún  color  y  escusa  á  este  desórdoi  hlio 
otra  mayor  maldad:  ordenó  unaioyea  qne  concedió 
á  todos  qne  hiciesen  lo  mismo,  yenparticulardlió  li- 
cencia a  laa  personas  eclesiásticas  y  consagradas  á 
Dios  para  qne  seeasa9en.LeTabominabley&;  pero 
que  a  muchos  yálos  mas  dio  vusto.  Hacían  detraena 
gana  lo  que  lea  pennitiao ,  asi  por  cumplir  con  sus 
apetitos  como  ^or  agradar  á  sure^ :  que  es  cierto  gé- 
nero do  swvicio  y  adulación  imitar  los  vicios  det 
principe ;  y  los  mas  ponen  su  felicidad  y  contento  en 
la  libertad  de  sus  sentidos  ygusto<>.  Rizóse  otrosfon 
ley  en  que  negaron  la  «Ciencia  al  padre  santo  que 
fue  quitar  el  freno  de)  todo  y  la  máscara,  y  el  camino 
derecho  para  que  todo  ae  acabase  y  se  destrayen  el 
reino  hasta  entonces  de  bienes  colmado  por  obedecer 


á  Roma,  y  de  toda  prosperidad  y  buena  andanu. 
Para  qaeestasleyaa  tuviesen  mas lDena,aeíunt«ron 
en  Toledo  los  obispos  á  concilio ,  que  fue  el  décimo 


octavo  de  los  Toledanos.  La  junU  lue  en  la  iglesia  de 
San  Pedro  y  Sao  Pablo  del  arrabal ,  donde  i  la  sazón 
estaba  un  monasterio  de  monjas  de  San  Benito.  Bra 
Gunderico  arzobispo  de  Toledo.  Los  decretos  dasie 
concilio  no  se  ponen  ni  andan  entre  los  demás  cooci- 
líos,  ni  era  razón  porser  del  todo  contrarios  á  las  te- 
yes  y  cánones  eclesiásticos.  Kn  particular  contra  lo 
quepor  leyes  antiguas  estaba  dispuesto,  se  dio  liber- 
tad a  los  judíos  para  que  volviesen  y  morasen  en  Es- 
paña. 

Desde  entonces  se  comen»}  á  revolver  todo  y  á 
despeñarse;  porque  dado  á  que  mncht»  daba  gusto 
el  nclo ,  casi  todos  juzgaban  maí  del ,  y  en  parlicalar 
se  desabrieron  todosaqnelloBqneeninafiajouadosá 
las  leyesy  costumbres  antiguas,  y  muchos  volvieron 
los  oíos  al  linaje  y  sucesioQ  del  rey  Chtndasuintbo 
pan  Ks  volver  la  corona  y  ponw  ramedío  por  este  ca  ■ 
minoátantoa  malea.  No  ae  le  encubrid  esto  i  Wítiu, 

Jue  fue  ocasión  deembraveoerse  contra  los  de  eque* 
acasa,  y  lo  que  comenzó  en  vida  desupadrequafUe 
ensangrentar  sus  manos  ea  aquel  linaje ,  continuarlo 
como  podía  y  llevarlo  á  cabo.  Vivían  dos  liijos  de 
Cbindasuíntiio  hermanos  del  rey  Recesuintho  que  se 
llamabanelunoTbeoderrcdd,  y  el  otro  Favila^  Tlieo- 
defredoera  duque  de  Córdoba,  doparasueotreteni- 
mieoto  edificó  un  palacio,  á  la  sazón  y  aun  después 
muy  nombrado.  Estaba  determinado  da  no  ir  á  la 
corte  por  no  asegurarse  del  rey ,  y  pasar  su  vida  on 
sus  tierras  y  estado.  Favila  era  duque  de  Cantabria 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


491 


Ó  Vizcaya ,  y  en  el  tiempo  que  Iñ^ftiza  en  vida  de  su 
padre  residía  en  Galicia,  anduvo  en  su  compañía  con 
cargo  de  capitán  de  la  guarda ,  al  cual  los  godos  en 
aouel  tiempo  llamaban  Protospatario.  Matóle  á  tuerto 
witiza  con  un  eolpe  que  le  dió  de  un  bastón ,  v  aun 
algunos  sospecnan  para  gozar  mas  libremente  ae  su 
nujer  en  quien  tema  puestos  los  ojos.  Quedó  de  Fa- 
vila un  hijo  llamado  don  Pelayo ,  el  que  adelante  co- 
menzó á  reparar  los  daños  y  caida  de  España ,  y  en- 
tonces acerca  de  Witiza  hacia  como  teniente  el  oñcio 
de  su  padre.  Mas  por  su  muerte  se  retiró  á  su  estado 
de  Cantabria ,  y  el  conde  don  Julián  casado  con  her- 
mana de  Witiza  fue  puesto  en  el  cargo  de  Protospa- 
tario. 

Estas  fueron  las  primeras  muestras  que  Witiza  en 
vida  de  su  padre  dió  de  su  fiereza ,  y  de  la  enendga 
que  tenia  contra  aquel  nobilísimo  linaje.  Hecho  rey, 
pasó  adelante ,  y  volvió  sii  rabia  contra  don  Pelayo  y 
su  tic  Theodefredo  :  el  tío  mi^er  que  retirado  en  su 
casa ,  privó  de  la  vista,  y  le  cegó :  á  don  Pelayo  no 
pudo  haber  alas  manos,  diado  que  lo  procuró  con  todo 
cuidado,  como  también  se  le  esóapó  don  Rodrigo  hijo 
de  Theodefredo,  que  después  vino  á  ser  rey.  Don  Pe- 
layo  por  no  asegurarse  en  España  dicen  se  ausentó^  y 
con  muestra  de  devoción  paso  á  Jenisalen  en  romería. 
En  confirmación  desto  por  largo  tiempo  mostraban 
en  Arratiapuebfo  de  Vizcaya  los  bordones  de  don  P» 
layo  y  su  compañero,  de  que  usaron  en  aquella  larga 
peregrinación.  Resultó  destas  crueldades  y  de  las  de- 
más torpezas  y  desórdenes  deete  rey  que  se  hizo  muy 
odioso  a  sus  vasallos.  Él  perdida  la  esperanza  de  apa- 
ciguarlos por  buenos  medios,  acordó  de  enfrenarlos 
con  temor ,  y  quitarles  la  manera  de  poderse  levantar 
y  hacer  fuertes.  Para  esto  mandó  abatir  las  fortalezas 
y  las  murallas  de  casi  todas  las  ciudades  de  España  : 
¿igo  casi  todas,  porque  algunas  fueron  exentas  deste 
mandato ,  como  Toledo ,  León  y  Astorga,  sea  por  no 
querer  aceptalle .  ó  porque  el  rey  se  fiaba  mas  deltas 
que  de  las  demás.  Ultra  desto  por  las  mismas  cau- 
sas deshizo  las  armas  del  reino ,  en  que  consiste  la 
salud  pública  y  la  libertad.  £1  color  que  daba  á  man- 
datos tan  eiorohantes ,  era  el  sosiego  del  reino  y  de- 
seo que  se  conservase  1^  paz ,  como  quier  que  los  ti- 
ranos luego  que  dellos  se  apodera  la  maldad ,  temen 
sus  mismos  reparos  y  ayudas  ^  v  los  que  ni  la  ver- 
güenza retira  oe  la  torpeza ,  ni  el  temor  de  la  cruel- 
dad ,  ni  de  la  locura  la  prudencia ,  estos. por  asegurarse 
se  suelen  enredar  y  caer  en  mayores  daños. 

Era  por  este  tiempo  arzobispo  de  Toledo  Gunderi- 
co  sucesor  de  Feliz ,  persona  de  graades  prendas  y 

Í>artes ,  si  tuviera  valor  y  ánimo  para  contrastar  á  raa- 
es  tan  grandes*  que  hay  personas  á  quien  aunque 
desplace  la  maldad,  no  tienen  bastante  ánimo  para 
hacer  rostro  al  que  la  comete.  Quedaban  otrosí  algu- 
nos sacerdotes ,  que  como  por  la  memoria  del  tiempo 
pasado  se  mantuviesen  en  su  puridad ,  no  aprobaban 
los  desórdenes  de  Witiza :  á  estos  él  persiguió  y  afligió 
de  todas  maneras  hasta  rendillos  á  su  voluntad ,  como 
lo  hizo  Sinderedo  sucesor  de  Gunderico ,  que  se  aco- 
modó con  los  tiempos  y  se  sujetó  al  rey  en  tanto  gra- 
do qne  vino  en  que  Oppas  hermano  de  Witiza ,  ó  como 
otros  dicen  hijo,  de  lá  iglesia  de  Sevilla  cuyo  arzo- 
bispo era ,  fuese  trasladado  á  Toledo.  De  aue  resultó 
otro  nuevo  desorden,  encadenado  de  los  demás,  oue 
hobiese  juntamente  dos  prelados  de  aquella  ciudad 
contra  lo  que  disponen  las  leyes  eclesiásticas. 

La  muerte  de  Witiza  fue  conforme  á  la  vida  si  bien 
ios  autores  en  la  manera  della  se  diferencian.  El  ar- 
zobispo don  Rodrigo  dice  que  fue  muerto  por  conju- 
ración de  don  Rodrigo ,  que  se  ayudó  para  esto  así  de 
los  de  su  valía  como  de  los  romanos ,  á  los  cuales  se 
recogió  cuando  cegaron  á  su  padre.  El  deseo  de  ven- 
eanza  y  el  miedo  del  peligro  en  que  andaba  .le  dieron 
ánimo  para  quitar  la  vida  al  que  así  le  trataoa.  Su  pa- 
dre lo  que  le  quedó  de  la  vida ,  pasó  en  Górdova  con- 


denado á  perpetuas  tinieblas  y  cárcel.  Otros  autores 
muy  diligentes  afirman  aue  Witiza  murió  de  enfer- 
medad en  Toledo  el  año  aoceno  de  su  reinado  que  se 
contaba  de  Cristo  Til.  Dejó  dos  hijos  llamados  el  uno 
Eba  y  el  otro  Sisebuto  :  á  estps  come  quier  que  unos 
los  favoreciesen  y  otros  al  contrario ,  se  levantaran  en 
el  reino  recios  temporales  y  torbellinos ,,  cuyo  remate 
fue  la  mas  miserable  desventura  de  cuantas  se  pu- 
dieran pensar. 

CAPITIJLO  XX. 
De  la  geaealogia  destos  reyes. 

La  misma  cosa  pide  que  pues  por  la  disensión  de 
los  godos  y  por  estar  (üvididas  las  voluntades  entre 
dos  linajes  el  uno  de  Chindasuintho ,  y  el  otro  de 
Wamba,  que  pretendían  ambos  tener  derecho  á  la 
corona,  las  cosas  de  España  se  despeñaron  por  este 
tiempo  en  su  total  perdición;  declaremos  en  breve  la 

genealofiia  de  la  una  femilia  y  de  la  otra.  Dejó  Chin- 
asuíntlio  de  su  mujer  Riciberga  estos  hijos :  Reces- 
uintho  el  mayorazgo  qne  le  sucedió  en  elreino,  Theo- 
defredo; y  Favila ,  y  una  hija  cuyo  nombre  no  se  sabe. 
Recesuintho  falleció  sin  dejar  sucesión.  Así  los  gran- 
des del  reino  pusieron  en  su  lugar  á  Wamba.  La  hija 
de  Chindasuintlio  casó  con  un  conde  llamado  Arde- 
basto  griego  de  nación ,  el  cual  aunque  desterrado 
de  Constantinopla ,  por  su  valor  y  nobleza  emparentó 
con  el  rev  y  tuvo  por  hijo  á  Hervigio ,  el  que  dió  prin- 
cipio y  fue  causa  de  grandes  males  por  apoderarse 
del  remo,  y  quitarle  coipo  le  quitó  a  Wamba,  con 
malas  mañas  y  eafiaño. 

El  rey  Ervigio  de  su  mujer  Liubigotona  tuvo  una 
hija  por  nombre  Gizilona ,  que  casó  con  el  rey  Egica 
deuclo  que  era  del  rey  Wamba,  casamiento  que  se 
enderezaba  á  quitar  enemistades  y  soldar  la  quiebra 
de  disensiones  entre  aquellas  dos  casas.  Deste  matri- 
monio nació  Witiza  el  mayorazgo,  y  Oppas ,  prelado 
de  Sevilla,  y  una  hija  que,  (como  dicen  autores  gra- 
ves) casó  con  el  concle  don  Juhau.  Hijos  de  Witiza 
fueron ,  como  poco  antes  se  dijo ,  Eba  y  Sisebuto. 
Theodefredo  el  segundo  hijo  de  Chindasuintho  bobo 
en  su  mujer  Ricilona  señora  nobilísima  á  don  Rodrigo, 
peste .  tizón ,  y  fuego  de  España.  De  Favila  hijo  tam- 
bién de  C|iindasuintho  nació  don  Pelayo ,  bien  dife- 
rente en  costumbres  de  su  primo ,  pues  por  su  es-  . 
fuerzo  Y  valor  comenzaron  adelante  á  alzar  cabeza  las 
cosas  de  los  cristianos  en  España ,  abatidas  de  todo 
punto ,  y  destruidas  por  la  locura  de  don  Rodrigo.  De 
don  Pelayo  traen  su  descendencia  los  reyes  de  Espa- 
ña sin  jamas  cortarse  la  linea  de  su  alcuña  real  hasta 
nuestro  tiempo ,  antes  siempre  los  hijos  han  heredado 
la  corona  de  sus  padres ,  ó  los  hermanos  de  sus  her- 
manos ,  que  es  cosa  muy  de  notar. 

CAPITULO  XXL 
De  los  principios  del  rey  don  Rodrigo.   . 

Tal  era  el  estado  de  las  cosas  de  España  á  la  sazón 
que  don  Rodrigo ,  escluídos  los  hijoa  de  Witiza ,  se 
encargó  del  reino  de  los  godos ,  por  voto ,  como  mu- 
chos sienten ,  de  los  grandes ;  que  ni  las  voluntades 
de  la  gente  se  podian  soldar  por  estar  entre  sí  diferen- 
ies  con  las  parcialidades  y  bandos ,  ni  tenían  fuerzas 
bastantes  para  contrastar  á  los  enemigos  de  fuera. 
Hallábanse  faltos  de  amigos  que  los  socorriesen «  y 
ellos  por  si  mismos  tenían  los  cuerpos  flacos  y  los 
ánimos  afeminados  á  causs^de  la  soltura  de  su  vida  y 
costumbres.  Todo  era  convites ,  manjares  delicados  y 
vino;  con  que  tenían  estragadas  las  fuerzas,  y  con 
las  deshonestidades  de  todo  punto  perdidas ,  y  á  ejem- 
plo de  los  principales  los  mas  del  pueblo  haciaTi  una 
vida  torpe  y  infame.  Eran  muy  á  propósito  para  levan- 
tar bullicios ,  para  hacer  fieros  y  desgarros ;  pero  muy 
inhábiles  para  acudir  á  las  armas  y  venir  á  las  puna* 


1!>2  .  BIBLIOTECA   DE 

lias  con  los  unemigos.  Finnlmentc  ul  imperib  y  ^fn- 
rlo  ganaiio  por  valor  y  esftiera»  sfi  penliú  por  la  ¡ibun- 
dnncla  y  di'lortes  que  ite  ordinario  le  acompiúiati.  Todo 
aquel  tigor  y  esFuerto  con  une  tin  grandes  cosas  en 
guerra  y  on  paz  acabaron ,  los  vicios  le  apagaron ,  y 
junlamctitR  desbarataron  loiln  la  disciplina  militar, 
Ap  Euerte  'que  no  se  pudiera  hallar  cu^a  en  aqilel 
liempo  mas  estragada  que  las  costumbres  de  España, 
ni  gente  mas  curiosa  en  buscar  lodo  gAiero  de.  re- 
galo.' 

Paréceme  i  mí  que  por  estoi  tiempos  el  Teino  y 
nacioirdclos  godos  en  grandemente  miserable ,  pues 
como  quier  que  por  sii  esfuerzo  lioliiesen  oaseado 

Sran  parte  déla  redondez  del  luujido ,  y  ganaoo  gran- 
es victórius  y  con  eUas  gran  renombre  y  riquezas; 
cou  todo  esto  no  Tallaron  quien  por  satisfacer  á  sus 
ajitojosv  pasiones  con  corazones  ehilurecidos  preten- 
diesen aestruirio  lodo  :  tan  grande  efa  la  dolencia  y 
pest«  que  estaba  apoderada  de  los  godos.  Tenia  el 
nnevo  rey  partes  aventajadas ,  y  prendus  de  cuerpo  y 
afma  que  daban  clartts  muestras  de  señaladas  Virtu- 
des, El  cuerpo  endurecido  con  los  trabajos ,  arostuni- 
bradoi  la  hambre,  frió  y  calor  y  falta  de  sueño.  Era 
de  corazón  osado  para  acometpr  ciialquiera  liaz^ña  : 
grande  íu  liberalidad,  y  cstraordínaria  la  destri'zo 
para  grangear  las  volunUdes ,  tratar  y  llevar  al  cubo 


GASPikK  T  ROIG. 

negocios  diHcultosos.  Tal  era  antes  que  le  cutrefiascn 
el  gobamalle  ¡  mas  luego  que  le  hicieron  rey ,  se  tm- 
uú ,  y  afeó  todas  las  sobredichas  virtudes  con  no  in<^ 
ñores  vicios.  En  lo  (jue  mas  se  señaló ,  fue  en  la 
memoria  de  las  injurias ,  la  soltura  en  las  desbones- 
lidudes,  y  la  imprudenoiaentodo  loqueeinprendt^. 
Finalmente  fue  mas  semejable  á  Witiza ,  que  á  su  pa- 
dre ni  á  sus  abuelos.  Hállanse  monedas  de  oroacuna- 
dascon  einomlirededonitodrigo  :  su  rostro  comode 
hombre  armado  y  feroz,  y  por  reverso  estas  palabrai: 


iGBbrTAüi*  pius,  mote  pueslo  colbo  se  entiende  mío 
por  adulación ,  que  por  él  merecerlo ,  esto  en  general. 
I.as  cosas  particulares  que  hizo  fueron  estas  :  lo 
primero  con  nuevos  pertrechos  y  fábricas  ensanclin 
y  liermoseó  el  palacio  que  su  padre  edificara  cerca  de 
Córdova,  según  que  ya  sedijo^por.ilonde  lo.s  morM 


■delante  le  llamaron  comunmente  el  palacio  de  don 
Rodrigo  :  asi  lo  testifica  Isidoro  Pacense ,  historiador 
de  mucha  autoridad  en  lo  que  toca  á  las  cosas  deste 
tiempo.  Demás  deslo  llamó  del  destierro  y  tuvo  cerca 
de  SI  á  su  primo  don  l'elayu  con  cargo  de  capitán  de 
SURuarda.que  era  el  mas  principal  en  lacórte  y  casa 
real.  Amábale  muclio  asi  por  el  neudo ,  cmno  por  Im- 
k,.  i~.  ,;.^j  [,asniJo5  corrido  la  aisma  fortuna  que  él. 


bür  los  ai 


Por  el  contrario  el  odio  que  tenia  conlm  Witiía  co- 
men»! á  mostrar  en  el  nial  tratamiento  quo  tiacia  á 

sus  hilos  en  tanto  grado  que  asi  por  esto ,  crana  por 
el  miedo  que  tenian  de  mayor  daño,  se  resolvieron  de 
ausentarse  de  la  corte  y  aun  do  toda  Esparia,  y  pasar 
en  aquella  parte  de  Berbería  que  estaba  sujÁta  á  lus 
Kodos,  y  se  llamaba  Mauritania  Tingitana.  Tenia  rl 
gobierno  á  la  sazón  de  aquella  tierra  un  conde  pnr 


MlfitORtA  U  ESPaRa. 


bombín  ffequflá  fegarténieote ,  cotno  yo  entiendo , 
d<!lcoDd6  don  latían,  persona  tan  poderosa  que  de- 
más desto  tenia  á  sa  cargo  el  ffobierno  de  la  parte  de 
España  coreana  al  estrecho  oe  Gibraltar,  paso  muy 
corto  para  África.  Asimismo  en  la  comarca  de  Con- 
suegra poseía  un  gran  estado8U}o  Y  muchos  pueblos, 
riauecas  y  poder  tan  grande  como^áe  cualquiera  otro 
del  reino,  y  de  que  el  mismo  rey  se  pudiera  recelar. 
E^os  filaron  los  primeros  principios  y  como  semi- 
lla de  fo  que  avino  adelante ,  ca  los  hijos  de  Wiiiza 
aotes  de  pasar  en  AFrica  trataron  cou  otras  personas 
priocipalesde  tomarlas  armas.  Pretendían  est£r  ma- 
lamente agraviados.  Asistíales  y  estaba  de  su  parte 
el  arzobÍ!$po  don  Oppas,  persona  dé  sangre  real  y  de 
mochos  aliados.  Otros  a'sín^ismo  lesacudjan  quién  con 
deseo  de  venjB^arse,  guien  con  esperanza  de  mejorar 
su  partido,  si  la  feria  se  revolvía  :  que  tal  es  la  cos- 
tumbre de  la  guerra,  unos  bajan  y  otros  suben.  Fuera 
jasto  acudirá  estos  principios  y  desbaratarla  semilla 
dé  tanto  mal,  pero  antes  en  lugar  desto  de  nuevo  se 
enconaron  las  voluntades  con  un  nuevo  desorden  y 
caso  que  sucedió  ydfó  ocasioad  los  bulliciosos  de  cu* 
brir  y  colorear  la  maldad  (que  hasta  entonces  teme- 
rían de  comenzar)  con  muestra  de  justa  venganza. 
Era  costumbre  en  España  que  los  hijos  de  los  nobles 
se  crínsen  en  la  casa  real.  Los  varones  acompañaban 
T  guardaban  la  persona  del  rey.  bervian  en  casa  y  á 
fa  mesa ;  los  que  tenían  edad  loan  en  su  compañía 
cnando  satiaá  caza ,  y  seguíanle  á  la  guerra  con  sus 
armas :  escuela  de  que  salían  gobernadores  pruden- 
tes, esforzados  y  valerosos  capitanes.  Las  hjjtis  ser- 
vían á  la  reina  en  su  aposento  :  allí  les  amaestraban 
en  toda  crianza ,  hacer  labor,  cantar  y  danzar  cuanto 
á  mujeres  oertenecia.  Llegadas  á  edad,  las  casaban 
conforme  a  la  calidad  de  cada  cual.  Entre  estas  una 
hija  det  conde  don  Julián  llamada  Cava  ¡^  moza^de  es- 
tremada  hermosura,  se  criaba  en  servicio  de  la  reina 
E^ilona.  Avino  oue  jugando  con  sus  iguales  descu- 
brió gran  parte  de  su  cuerpo.  Acechábalas  el  rey  de 
cierta  ventana ,  que  con  aquella  vista  fue  de  tal  ma- 
nera herido  y  prendado,  que  ninguna  otra  cosa  podía 
de  ordinario  pensar.  Avivábase  en  susentraña&aque- 
lla  deshonesta  llama,  y  cebábase  con  la  vista  ordina- 
ria de  aquella  doncella,  qie  era  ía  parte  por  do  le 
antro  el  mal.  Buscó  tiempo  y  lugar  á  propósito,  mas 
como  elk  no  se  dejase  vencer  con  halagos ,  ni  con 
amenazas  y  miedos,  llegó  su  desatino  á  tanto  que  le 
hizo  fuerza,  con  que  se  despeñó  á  sí  y  á  su  reino  en 
su  perdición  como  |>ersona  estra^^ada  con  los  vicios, 
y  desemparada  de  Díoa^ 

Hallábase  á  la  jsazoa  el  conde  don  Julián  ausente 
en  África,  ca  el  rey  le  enviara  en  embajada  sobre  ne- 
gocios muy  importantes.  Apretaba  á  su  hija  el  dolor; 
y  la  afrenta  reeebida  la  tenia  como  fuera  de  si :  no 
sabia  qué  partido  se  tomase,  si  disimular,  si  dar 
cuenta  de  su  daño.  Determinóse  de  escribir  una  carta 
á  su  Dadre  deste  tenor ;  «  Ojalá ,  padre  y  señor,  ojalá 
sla  tierra  se  me  abriera  antes  que  me  viera  puesta  en 
^condición  de  escribiros  estos  renglones ,  y  cou  tan 
«triste  nueva  poneros  en  ocasión  de  un  dolor  y  que- 
'^branlo  perpetuo.  Con  cuantas  lágrimas  escribo  esto, 
«estas  manchas  y  borrones  lo  declaran ;  pero  si  no 
*io  haffo  luego,  daré  sospecha  que  no  solo  el  cuerpo 
sha  sido  ensuciado,  sino  también  amancillada  el  alma 
«con  mancha  é  infamia  perpetua.  ¿Qué  salida  ten- 
»drán  néestros  males?  ¿quién  Sin  vos  pondrá  reparo 
ȇ  nuestra  cuita?  Esperaremos  hasta  tanto  que  el 
Bliempo  saque  á  iuz  lo  que  ahora  está  secreto,  y  de 
«naestra.  afrenta  haga  infamia  mas  pesada  que  la 
«misma  muerte?  ¡  Avergüénzeme  de  escribir  lo  que 
«no  me  os  lícito  callar,  oh  triste  y  miserable  suerte  I 
«En  una  palabra :  vuestra  hija,  vuestra  sangre,  y  de 
»Ia  alcüüa  real  de  los  godos,  por  el  rey  don  Hodr.go, 
«al  que  estaba  (mal  pecado)  encomendada  como  la 
>oveiaa)  lobo,  con  una  maldad  increible  ha  sido  afren- 

TOMO  I, 


Atada.  Vos  li  lois  Váronea  haréis  que  el  güito  que 
Dtomó  de  nuestro  daño,  se  fe  vuelva  en  ponzoña,  y 
nnó  pase  sin  castigo  la  burla  y  befiíqneliiEüánuea- 
»tro  linaje  y  á  nuestra  casa. » 

Grande  (ue  la  cuita  con  que  esta  carta  cayó  en  el 
conde  y  con  estas  nuevas  :  oo  hay  para  qué  encare- 
cello,  pues  eaida^oual  lo  podra  jiogar  por  (tí  mua» : 
revolvióen  supen^amiento  diversa»  trazas,  reaolviitee 
de  apresurar  ta  traición  que  poco  antes  tenían  trama- 
da ,  dio  orden  en  Jas  cosas  de  África ,  v  con  tanto  ain 
dilación  pasó  á  España ;  que  el  dolor  de  hi  aírentai  le 
aguijaba  y  espoleaba.  Era  hombre  mañoso,  atrevido, 
sabia  muy  bien  fingir  y  disimular.  Asi  llegado- A  la 
corte ,  con  relatar  lo  que  había  hecho  y  con  acoBM>- 
darse  con  el  tiempo,  crecía  en  gracia  y  privan»  de 
euerte  que  le  comiiaicaban  todbs  los  aecrelos  ,  y  se 
hallaba  á  los  consqos  de  los  negocios  mas  graveadel 
reino,  lo  cual  todouo  ae  borciafloló  ppr  aue  seryicina 
y  partes,  sino  mas  aína  por  amor  de  suiíija.  Pana  en- 
caminar sus  negecios  al  fin  que  deseaba ,  persuadió 
al  rey  que  pue$  fispaña  estaba  en  pa«>  y  Jos  moro»  y 
franceses  por  diversas  partee  coriiaa  las  tierrae  de 
África  y  de  Francia,  que  enviase  eentra  elJoaé  aque- 
llas fronteras  todo  lo  que  restaba  de  armas  y  cana- 
lies ;  ^ue  era  desnudar  el  reino  de  fuerzas  para  qiíe 
nojpudiese  resistir. 

Concluido  esto  como  deseaba ,  dié  á  entender  que 
su  mi^er  estaba  en  África  doliente  de  mafguve.y 
larga  eníermedad :  que  ninguna  cesa  Ja  podría  tanto 
alentar,  como  la  vista  de  su  hija  muy  amada ;  qpit 
esto  lo  avisaban  y  certificaban  ñor  sus  cartas  nsl^elia 
como  los  dO'  su  casa.  Fue  la  diligencia  qne  en  esto 
puso  tan  grande,  que  el  rey  dio  licencia  aea  loriado 
de  la  necesiaad ,  juayermente  que  premetía  leria  ia 
vuélUí  en  breve ,  sea  por  estar  ye  cansado  y  eolMado 
como  suele  acoQtecer  de  aquella  oonwersa<^.ion.  En  la 
ciudad  daMálaaa»  que  está  á  tas  riberas  del  mor  Mei^ 
diterráneo,  hay  una  puerta  llamada  de  Ja  t^ava^por 
donde  só  dice  como  cosa  reoebiéa  de. padres  I  hyw, 
que  salió  esta  senoFa  para  embarcarse.  A  Ja  misma 
sazón  eirey,  que  por  tantos  desi^denes  era  aborraeidé 
de  Dids  y  de  la»  gentes,  comeliónn  nuevo  deseonoierlp 
con  que  did  muestra  de  íkitarte  la  rason  y  pradencia.  . 

Habia  en  Toledo  nd  palacio  encantado ,  como  le 
cuenta  el  arzobispodouHodrígo,  cerrado  e0ngraeses 
cerrojos  y  fuertes  candados  puraque  nadie pnáieseeq 
61  entrar,  ca  estaban  persuadidos  así  el  pneMo^onq 
los  principales  ^ue  á  la  hoi^  que  fuese  ainefto,  seria 
destruida  España.  Sospechó  el  rey  que  ee(a  toi  era 
falsa  para  efecto  de  encubrir  Jos  grande» lesoPos  que 
pusieron  alü  los  reyes  pasados.  Demás  dpsto  movido^ 
por  curiosidad ,  sin  embargo  que  le  ponían  «grandeS' 
temores,  como  sean  las  voluntades  de  los  reyep  taiii 
determinadas  en  lo  que  una  vez  propene»,  hizo  qvi^ 
brantar  Jas  cerraduras.  Bnlródoitro  i  no  halló  algn«' 
nos  tesoros,  solo  un  arca,  yenella  un  iienzoy  en 
ól  pintados  hombres  de  rostros  y  faiábMes  eitraerdi-^ 
narios  con  un  letrero  en  latid  que  delcla  :  ron  bsta* 
GEifTB  silma  en  bbevb  destiuida  bspaHa.  Los  trsjes  y: 
gestos  pareciau  de  meros :  asi  los  que  presentes  se* 
bailaron, quedaron  persuadidos  queaquol  mal  y  dali^ 
vendría  de  África;  y  no  menos  arrepentido  el  ref 
aunque  tarde  de  haber  sin  propósito  y  á'grande  ríes* 
go  escudriñado  y  sacado  a  luz  tUisCeries  encubrer* 
tos  hasta  entonces  con  tanto  cuidado.  Algunos  tie^ 
Een  todo  esto  por  fábula,  por  invención  y  patraña : 
nos  ni  la  «^probamos  por  verdadera,  ni  la  desecha- 
mos como  fulsa:  el  lector  podrá  juzgar  libremente,  y- 
seguir  loque  le  pareciere  probable:  no  pareció  pasa* 
Ha  eu  silencio  pur  ios  muclios  y  muy  graves  autores 
que  la  relatan,  bien  que  no  todos  de  una  manera  (i). 

(1)  Los  Crodieooes  de  Isidoro,  de  Dulcidlo,  El£imlíense« 
y  el  del  rey  don  Alonso,  que  son  foi  mas  antiguos,  no  batilan 
ana  palabra  ni  de  la  Cava  ni  del  conde  don  Jáii»n; 

9 


m 


imtlOTCCA  Ott 


CAPITULO  XXIL 
De  U  priOMra  venida  de  Ic^  moros  en  Espeoa  (1). 

Las  armas  de  los  sarracenos  por  estos  tiempos  vo- 
•  Ubao  por  todo  el  mundo  coa  grande  valor  y  fama. 
Tuvo  estt  canalla  su  origen  y  principio  en  Arabia,  y 
é  Miihoma  por  caudillo,  el  cu» i  primerameule  enga- 
ñó mueha  gente  con  color  de  religión.  Después  se 

-  apoderó  de  las  partes  y  provincias  de  Levante :  desde 
allí  seéstendió  n&cia  Mediodía,  y  en  breve  espacio  de 
tiempo  llegó  hasta  las  postreras  tierrasde  Occidente. 
GoD«ideró  el  emperador  Heraclio  el  peligro  que  ame- 
nazaba ;  y  asi  después  que  venció  á  Gosroes  rey  de 

-  Persia  y  se  apoderó  de  la  Asia,  procuró  con  mana 
atajar  eíi  sus  principios  esta  peste  :  dio  sueldo  i 
cuatro  mil  sarracenos  de  los  mas  nobles  y  valientes. 
Mostró  con  esto  querer  hourallos  y  hacer  dellos  con* 
tianUí  como  qaierque  á  la  verdad  pretendiese tener- 
loscerca  desi  para  seguridad  que  no  levantasen  según 

-que  hablan  comenzado,  nuevas  alteraciones  v  guer- 

•  ras.  Sucedió  que  pidieron  cierto  vestido  debido  á  los 
soldados  por  una  ley  de  Justiuiano  que  hasta  hoy  se 
conserva.  Nególes  su  petición  ef  prefecto  del6sco, 
que  en  tiempu  tau  estragado^era  un  eunuco :  di  roles 
palabras  afrentosas ,  es  á  saber :  a  ¿qué  sobra  á  los 
soldados  romanos  que  se  pueda  dar  6  estos  canes  ?» 
irritáronse  ellos  con  aquella  respuesta  y  palabra  de 
'aquel  iiombreafcnúnado.  Levantaron  sin  dilación  sus 

•  bauderas  y  vueltos  á  su  tierra,  se  apoderaron  de  mu- 
chas ciudades  comarcanas  del  imperio  romano.  Su* 
jetaron  á  Bgipm  y  á  los  persas,  flacos  ala  sazón  y  sin 
ftienas,  por  tas  victorias  que  poco  antes  sobre  ellos 
^airt)n  los  romanos;  y  no  solo  los  sujetaron  como 

•  vencedores,  sino  también  los  compoiieron  á  que  pro- 
fesasenluiley  y  tomasen  el  nombre  de  sarracenos.  Con 
el  mlsmo^mpetu  tomaron  toda  la  Suria,  y  diversas 
veces  acometieron  iá  África,  eo  que  ios  trances  fue- 
ron diferentes,  ea  á  veces  vendan,  y  á  veces  al  con- 
trario; mas  últímaraenta  saiierou  con  la  empresa. 

Fue  «sí  que  el  rey  desta  gente  por  nombre  Abime- 
leciicoift  un  grueso  ejército  m  metió  por  África  y  se 
|Kis9  sobre  Cartago :  loadla  y  echóla  por  tierra,  pero 
ftib  embargo  fueron  vencidos  y  echados  de  toda  la 
África  por  ittaa  prefecto  del  pretorio,  gobernador  ¿ 
ia  sazón  de  aquellas  partes.  Tomibanscr  á  rehacer. 
'  para  eatrar  de  nuevo,  coa  mas  fuerzais  y  mas  bravos, 
por  este  respeto  Juaa  se  embarcó  y  pasó  á  Coustan- 
tinopla  para  pedir  ^nte  de  socorro  al  emperador 
Leoiuio.que  uie  el  ano  dol  Señor  de  setecientos  poco 
Blas  ó  meuos.  Las  legiones  romanas  que  éu  África  y 
•u  Cartago  quedaban,  cansadas  de  esperar  ó  con  de- 
seo da  novedades,  alzaron  per  emperador  á  un  Tibe- 
rio  Apsiuaro,  y  para  apoderalle  del  imperio  pasaron 
Ota  él  a  la  uiisma  ciudad  de  Gonstantinopla.  Con  esto 
quedó  África  desapercibida  y  flaca:  acometiéronla  de 
uuevoy  sujetáronia  los  sarracenos.  Pasaron  adelante, 
j  lücieroB  lo  mismo  en  ia  Numidia  y  en  las  Maurita- 
uias  flíB  parar  hasta  el  mar  Océano  y  Atlántico,  fln  y 
remate  del  mundo»  Era  señor  de  toda  aquella  geoie  y 
de  aquel  imperio  Dlit :  ilamibase  miramamoiut,  que 
era  apellido  de  supremo  emperador.  Gobernaba  en  su 
nombre  lo  de  África  Muza  hombre  feroz,  en  sus  con- 
sejo* prudente ,  y  00  ia4$jecucion  presto.  £1  conde 
don  Julíau  luego  que  alcauzo  licencia  del  rey  para 
pttsar  eu  África,  de  camino  se  vio  con  las  cabezas  de 
la  Ottnjuracion  para  mas  preudalios,  habióles  confor- 
me al  apetiio  de  cada  cuttl :  promeiia  á  unos  rique- 
zas ,  á  otros  gobiernos  ,  con  tudus  blasonaba  de  sus 
fuerras,  y  eucarecia  la  laluí  que  dtUas  el  rey  teuia. 
No  lejos  de  la  villa  de  Caosutgra  está  un  monte  lia- 

(i)  Mucho  antes  habian  intentado  invasiones  que  ftieron 
rechazadas,  quizá  por  esta  raioo  nuestro  autor  iUma  pri- 
mera asta  venida. 


GAs^iit  Y  aot4. 

mado  Calder¡iio,.ypprqu6  este  nombre  m  arábigo 
quiere  decir  monte  de  traición ,  loe  de  aquella  ce- 
luarcase  persuadan,  como  cosa  recebida  de  sisante- 
pasados,  que  en  aquel  monte  se  juntaron  el  conde  y 
los  demás- para  acordar,  como  acordaron,  da  llamar 
los  moros  a  Españo. 

L'egado  en  África ,  lo  primero  que  hizo  fue  irse  á 
ver  cou  Muza :  declaróle  el  estado  en  que  las  cosisde 
España  se  hallaban :  quejóse  de  los  agravios  qué  el 
rey  tenia  hechos  sin  causa  asi  á  él  como  á  los  hijos 
del  rey  Witiza,  que  demás  de  despojarlos  de  la  heren- 
cia de  su  padre,  los  forzaba  á  andar  desterrados,  po- 
bres y  miserables,  y  sin  refugio  alguno;  dado  que  no 
los  faltaban  las  anciónes'  de  muchos,  que  llegada  la 
ocasión  se  declararían.  Que  en  buena  sazón  para 
acometer  á  España,  y  por  este  camino  apoderarse  de 
toda  la  Europa  en  que  hasta  entonces  no  habían  po- 
dido entrar;  solo  era  necesario  usar  de  presteza  para 
que  los  contraríos  no  tuviesen  tiempo  de  aprestarse. 
Encarecíale  la  facilidad  de  la  empresa,  á  que  se  ofre* 
cía  salir  él  mismo  con  pequeña  ayuda  que  de  África 
le  diesen,  cooflado  en  sus  aliados.  Qu<e  ñor  tener  en 
su  poder  (de  la  una  y  de  la  otra  parte  del  estrecho) 
las  entradas  de  Africu  y  de  España,  nodudaria  de 
quitar  la  corona  á  su  contrario. 

No  le  nareoia  al  bárbaro  mala  ocasión  esta ;  solodu- 
daba  de  la  lealiad  del  conde  si  por  ser  cristiano  guar- 
daría lo  que  pusiese^,  l^reci^le  comunicar  el  negocio 
con  el  miramamoiin  (2).  Sulió  acordudo  que  con  poca 
gente  se  hiciese  primero  prueba  de  las  fuerzas  de  Es- 
paña, y  si  las  obras  del  conde  eran  conforme  á  sus 
palabras.  Era  Muza  hombre  recatado:  hallábase  ocu- 
pado en  el  gobierno  de  África,  empeñado  en  muchos 
y  graves  negocios.  Envió  al  príociplo  solos  ciento  de 
ácabaílo  y  cuatrocientos  dea  pié  repartidos  en  cuatro 
naves.  Estos  acometieron  las  islas  y  roarluas  cerca- 
nas al  estrecho  (3),  $ucedici*oii  fas  cosas  á  su  propó- 
sito, que  muchos  españoles  se  les  pasaron.  Coa  esto 
de  nuevo  eiivió  doce  mil  soldados,  y  por  su  capitán 
Tarif  por  sobrenombre  Abenzarca,  persona  de  gran 
cuenta,  dado  que  le  faltaba  un  ojo.  Para  que  fuese  el 
negocio  mas  secreto ,  y  no  se  entendiese  donde  sa 
encaminaban  estas  tramas,  no  se  apercibió  armada 
enel  mar,  sino  pasaron  en  naves  de  mercaderes.  Sur- 
gieron cerca  de  Esjpáoi^  y  lo  primero  se  apoderaron 
del  monte  Calpe  y  de  la  ciudad  de  Haraclea  que  en  él 
estaba ,  y  en  lo  de  adelante  se  Itainó  Gibrallar,  de 
Gebal  que  en  arábigo  quiere  decir  monte,  y  de  T^rif 
el  general^  de  cuyo  nombre  también,  como  muchos 
piensan,  otra  ciudad  alli  cerca  llamada  antiguamente 
Tartesso  tomó  nombre  de  Tarifa. 

Tuvo  el  rey  don  Rodrigo  aviso  de  lo  que  pasaba, 
de  los  intentos  de!  conde ,  y  de  las  fuerzas  de  les 
moros.  Despachó  con  presteza  un  su  primo  llamado 
Sancho  (4)  (hay  quien  se  llama  Iñigo)  para  que 
le  saliese  ul  encueiitro.  Fué  muy  desgraciado  tste 
principio ,  y  como  pronóstico  y  mal  agüero  de  lo 
de  adelante.  El  ejército  era  compuesto  de  toda  bro- 
za,  y  como  gente  allegadiza,  poco  ejercitada ;  ni  te- 
nían fuerza  en  los  cunrpos,  ni  valor  en  sus  ánimos : 
los  escuadrones  mal  formados,  las  armas  tomadas  de 
orín ,  los  caballos  ó  flacos  ó  regalados,  no  acostum- 
brados á  sufrir  el  polvo ,  el  calor,  las  tempestades. 
Asentaron  sU  real  cerca  de  Tarifa :  tuvieron  encuen- 
tros y  escarmuzas,  en  que  los  nuestros  llevaron 
siempre  lo  peor,  áttimaniente  ordenadas  las  haces, 

(2)  Fue  con  el  califa  Ultt  qve  tenia  su  corle  ea  Damaíco 
de  Siria ,  en  cuyo  nombre  Mau  hacia  la  guerra. 

(3)  Nmguu  escritor  babUi  de  tales  islas  cercanas  al  estre- 
cho. Apoderado  Tarif  del  monte  Calpe,  poiiius  ^u  tropa  es- 
taba dcscoaUnta  de  la  empreAa  y  quería  retirarse ,  qucvu^ 
las  naves  para  que  no  pudieran  pasar  el  estrecho. 

(4 )  Tampoco  escritor  antiguo  que  merexca  fe  baee  men- 
ción de  asta  primera  acción  entre  godos  y  árabes  qne  cuenta 


HISTOBU  DI  ÍBPkRk. 


16  dM  U  b:ttalla,qii6  ostuto  por  algnn  eniiaoío  ea 
paro  sin  declarar  Im  victoría^por  ninguna  de  \m  partes, 
paro  al  fin  quad^  por  los  moros  el  mnipo.  Sancho,  el 
geBeral  muerto,  y  con  él  parte  del  ejérrilo,  lo<  demás 
S8  salTsron  por  loft  pies.  Paf^aron  los  bárbaros  adelante 
engreídos  con  la  victoria  :  taláronlos  campos  d^l  An- 
dalucía y  de  la  Lusitaoir;  tomaron  muchos  pueblos 
por  aquellas  partes,  en  particular  la  ciudad  de  SeTÍlla 
por  estar  desmantecada  y  sin  fuerzas. 

Sucedió  esta  primera  desgracia  el  ano  743 ,  en  el 
cnal  Sínderedo  arzobispo  de  Toledo  por  la  revuelta  de 
los  tiempos  ó  por  la  insolencia  del  rey  se  ausentó  de 
España.  Pasó  á  Roma,  do  los  años  adelante  se  batió 
en  un  concilio  laterannnse  que  se  celebró  por  manda* 
do  del  Mpa  Gregorio  III.  Por  su  ausencia  Ioj:  canóni* 
gos  de  Toledo  trataron  deelegír  nuevo  prelado  por  no 
carecer  de  pastor  en  tiempo  tan  desgraciado.  Nohi-* 
cieroo  ca^o  de  don  Oppas  como  de  intruso  y  entroni- 
zado contra  derecho.  Dieron  sus  votos  á  Urbano  que 
era  primiclerio  de  aquella  iglesia  ,  que  era  lo  misfino 
que  chantre ,  persona  de  conocidas  partes  y  virtud ; 
pero  porque  $u  elección  fue  en  vida  de  Sínderedo ,  y 
parece  no  fue  confirmada  por  quien  de  derecho  lo  ne- 
oía  9er,  los  antiguos  no  lo  contaron  en  el  número  de 
los  prelados  de  Toledo,  como  fc  sacada  algunos  li- 
bros antiguos  en  que  se  pone  la  lista  j  catálogo  de 
lot  arxoiiispos  de  aqu^la  ciudad. 

CAPITULO  xxni. 

Be  la  muerte  del  rey  don  Hodrigo. 

Cosas  graudea  eran  estas  y  principios  de  mayores 
males;  las  cuales  acabadas  en  breve,  los  caudillos  Tii- 
rif  y  el  conde  don  Julián  dieron  vuelta  á  África  para 
hacer  instancia ,  como  lo  hicieron ,  á  Muza  que  les 
acudiese  con  nuevas  gentes  pnra  llevar  adelante  lo 
eomenttido.  Quedó  en  rehenes  y  para  seguridad  de 
todo  el  conde  Reqoiia  :  con  que  mayor  número  de 
gente  á  pié  y  de  á  caballo  vmo  á  la  misma  con- 
quista. Era  tan  grande  el  brio  9ue  con  las  victorias 
pasadas  y  con  estos  nuevos  socorros  cobraron  lus 
enemigos,  <|U9se  determinaron  á  presentar  h  hi*ínih; 
«I  mismo  rey  don  Rodrigo,  y  venir  con  él  á  las  ma- 
eos.  Bl  movido  del  peligro  y  dañó,  y  encendido  en 
deseo  de  tomar  enmienda  de  lo  pasado  y  de  vengarse, 
apellidó  lodo  el  reino.  Mandó  que  todos  los  que  fuesen 
de  edad,  acuitíesen  á  las  blindaras.  Amenaza  con  gra- 
vea castigos  á  ios  que  lo  contrario  hiciesen.  Junróse 
i  este  llamamiento  gran  número  de  gente  :  ios  que 
menos  euentan ,  dtcen  fueron  pasados  de  cien  mil 
combatleatea.  Pero  ron  la  larga  paz^  como  aconteoe, 
mostrábanse  ellos  alegres  y  bravos,  blasonaban  y  auna 
renegaban ;  mas  eran  cobardes  á  maravilla ,  sin  eS'^ 
fuerzo  j  aun  sin  fuertes  para  sufrir  ios  trabáios  y  in- 
comiMUJaideB  dala  ffuerra :  la  mavor  parte  iban  des- 
armados, con  hondas  solamente  obasiones. 

Este  ÍVie  el  ejércifo  con  que  el  rey  marchó Itivuelta 
del  Andalucía.  Llegó  pbr  sus  jornadas  cerca  de  Jores, 
donde  el  enemigo  estaba  alojado.  A<entó  sus  reales  y 
fortificélosen  un  llano  perla  parle  que  pasa  el  río  Gua- 
dátete.  Loaunos  y  los otrosdeseabaugrandetnenle ve- 
nir á  laa  manos  tos  moros  orgullosos  con  la  victoria,  los 
^odoa  por  vengarse ,  por  su  patria,  hijos .  mnjeres  y 
libertad  so  dndsbau  poner  á  riesgo  las  vida«,  sin  em- 
bargo i|oe  grao  parte  dellos  sentían  en  siis  corazones 
una  trí^u  estraórdinaríá,  y  un  silencio  cual  suele 
eaer  á  las  teces  como  presagio  del  mal  faue  ha  de  ve- 
nir sebre  algunos.  Al  t(n%m  réyv  «oi^njado  de  cuir 
dados  entre  dia,  de  noche  le  eipantaban  «ueños  y 
representaciones  muy  tristes.  Peleárovd^hb  dl*s 
eootfouos  en  uu  mismo  lugaf :  lossieie.  eíf^^ummo- 
laron,  como  yo  lo  eniiando^  á  pri^^Uiw^ti  hacer 
nnrabn  cada  cual  de  hii  partes  de  lashi^2(ié^^y^(á  4j 
de  loa  contrarios.  Del  auesM»  no  se  ei^n*!!»?:  l)e^^óBf«*r 
mrio;  piiee«l  ectai^ei  tfitlf^fesolfleron  de  dar  Ju  )>»• 


talla  campal ,  que  fue  domingo  i  nnevA  del  maa  nne 
los  moros  llaman  xavel  6  schaval » así  lo  dicedoQ  Ro^ 
drigo,que  vendría  á  ser  por  el  mes  de  junio  oonlorme 
á  la  cuenta  de  los  árabes;  pero  yomascfeofueá  once 
de  noviembre  (1)  día  de  San  Martín»  apgun  se  entieut 
de  del  cronicón  Alvendense  aüo  de  nuestra  salvaeíon 
de7i4. 

Estaban  las  haces  ordenadas  ea  guisa  de  pelear/ 
El  rey  desde  un  carro  de  marfil ,  vei^tído  de  tela  de 
oro  y  recamados,  con  forme  i  la  costumbre  que  loa 
revés  godos  tenían  cuando  entraban  en  las  batallas; 
hanló  á  los  suyos  en  esta  manera  :  «Mucho  me  aSer 
)>gro,  soldados,  que  haya  llegado  qI  tiempo  de  yw/^ 
}}gar  las  injurias  hechas  á  nosotros  y  á  nuestra  santa 
))ftt  por  esta  canalla  aborrecible  á  Dios  y  á  loa  hóipr 
abres.  ¿Qué  otra  causrf  tienen  de  movernos  giiefra* 
Dsi  no  pretender  de  quitar  la  libertad  á  vos,  á  vnos* 
»tros  hijos,  mujeres  y  patria :  s^^quear  y  echar  por 
Dlíerra  los  templos  de  Djos  :  bollar  y  profanar  los  alr 
ufares,  sacramentos  j  todas  las  rosas  sagradas, cooie 
alo  han  hecho  en  otras  partes?  Y  casi  veréis  con  los 
»ojos  Y  cou  las  orejas  oís  el  destrozo  y  ruido  de  los 
)>que  han  abatido  en  buena  parte  de  España.  Hasta 
nanora  han  hecho  guerra  codtra  eunucos :  sientan 
)>qué  cosa  es  acometer  á  Ja  invencible  sangre  délos 
ngedos.  El  auo  pasado  desbarataron  un  pequeñjo  pú: 
amero  de  los  nuestros  :  engreídos  con  aquella  vlcto<^ 
))r¡a ,  y  por  Jiaberlos  Dios  cegado  h^o  pasado  taq 
)>adeiante  que  no  podrán  volver  atnís  sin  pagar  lof 
álnsuItüScometidos^EI  ilempo pasado  dábanlos  gufim 
ȇ  los  moros  en  su  tierra ,  porrkmos  l&s  tierras  da 
»t>anci8;  al  presente  (oh  grande  mengua, y  digqa  que 
))Con  la  misma  muerte  si  fuere  meneater  se  repare) 
nsomos  acometidos  en  nuestra  tierra  :  tal  es  l|i  cour 
»dicion  de  hts  cosas  humadas ,  ta'es  los  reveses  y 
nmU'iaczüs.  £1  juego  está  entablado  de  manera  que 
)»B0  se  podrá  perder;  pero  cuando  Ja  espera naa  de 
» vencer  no  fuese  tan  cierta,  debe  aguijonarnos  y 
«encendernos  el  deseo  de  la  vengan^Ni.  Los  campos 
))están  bañados  de  la  sangre  de  los  vuestros ,  los 
» pueblos  quemados  v  sagueudes,  la  tierra  toda,  aso- 
»lada  :  ¿quién  podra  sufrir  tal  estrago?  Lo  que  bá 
»s¡do  de  mi  parte,  ya  veis  cu»n  gninde  ejército  tengb 
»juBtando,  apenas  cabe  enestoscampqs,  las  vituallas 
»y  almacén  en  abundancia,  el  lugar  es  á  propósito, 
»a  los  capitanes  tengo  avisado  lo  que  han  de  hacer, 
)) proveído  de  número  de  soldados  de  respeto,  par^ 
«acudir  á  todas  partes.  Demás  desto  hay  oirás  cosas 
aque  ahora  se  callan,  y  al  tiempo  del  pelear  veréis 
»cU(in  apercibido  está  todo.  Eu  vuestras  manos  §ol- 
«dados  consiste  lo  demás  :  tomad  ánimo  y  cura  je ,  y 
DÍleno?  de  conGaoza  acometed  Iqs  enemigos ,  acor- 
«dausde  vue&iros antepasados,  del  valor  delosgodos; 
uctcordaos  de  la  Religión  Cnsiiaua  debajo  de  cu:ío 
«amparo  y  por  cup  defensa  peleamos.»  Al  contrario 
Tarii ,  resuelto  asimismo  de  pelear ;  sacó  sus  gentes,, 
y  ordenados  :>u$  escuadrones,  les  hizo  el  siguiente 
rdzonamiento :  uPor  esta  pártese  estiende  el  Océano, 
»fiu  último  y  remate  de  las.tierTas,  por  aquella  parte 
«nos  cerca  del  mar  Mediterráneo;  nadie  podrá  escar 
«por  con  la  vida,  sino  fuere  peleando :  no  hay  lugar 
«de  huir,  en  lus  manos  y  en  el  esfuerzo  está  puesta 
«toda  la  esperanza.  Este  día  ó  nos  dura  él  imperio  de 
«Europa  ó  quitará  á  todos  la  vida.  La  muerte  es  fin 
«de  los  males,  la  victoria  causa  deaíegría:  nohaycosa 
«mHs  torpe  que  vivir  vencidos^  y  afrentados^:  los  que 
ahabeis  oomado  la  Ajsia  y  la  África ,  y  al  presente  np 
«tttuto  por  mi  respeto  y  cuanto  de  vuestra  voluntad 
«acometéis  á  haceros  señores  de  España ,  debéis  os 
«membrar  de  vuestro  antiguo  esfuerzo  y  Valor,  de 
«los  premios,  riquezas  y  renombre  nutíorlal  que  ga-^ 

(I)  La  famosa  iMtalla  en  que  (iie  derrotado  dott'Rodrí}?o 
se  dio  e)  día  S  de  ectubre  del  año  7H>  aegDn  é]  msnjaéí'de 


BIBUOTKCA  DÉ  CkfiPXfí  T  ROlC. 


bnareis.  No  os  ofrecemos  por  premio  los  desiertos  de 
»Afrioti;  sino  los  gruesos  despojos  de  toda  Europa : 
Dcá  Vdiieidos  los  godos,  demás  de  las  victorias  grandes 
»el  tiempo  pasa4o,  ¿quién  os  podrá  contrastar?  ¿Te-, 
uroereis  por  ventura  este  ejército  sin  armas ,  juntado 
»de  las  heces  del  vulgo,  sin  orden  y  sin  valor?  Que 
»no  es  el  número  el  que  pelea,  sino  el  esfuerzo: 
»jpi  vencen  los  muchos,  sino  los  denodados  :  con  su 
Diiauchedumbre  se  embarazarán ,  y  sin  armas ,  con 
Dla^  manos  desnudas  los  venceréis.  Cuando  tenian 
i»hs  fuerzas  enteras,  los  dc^sbaratasteis ;  por  ventura 
valora  perdida  gran  parte  de  sus  frentes ,  acobarda- 
vdos  con  el  miedo  alcanzarán  victoria?  La  alegría 
Dpues  y  el  denuedo  que  en  vos  veo ,  cierto  presagio 
»ae  lo^que  i«erá,  esa  llevad  á  la  pelea  confiados  en 
«vuestro  es{lierz9  y  felicidad ,  en  vuestra  fortuna  y 
fXUi  vuestros  hados.  Arremeted  con  el  ayuda  de  Dios 
))y  de  nuestro  profeta  Mahoma,  venced  los  enemigos 
toque  traen  despeños,  no  armas.  Trocad  los  ásperos 
vmontes ,  los  collados  pelados  por  el  ^an  calor,  las 
»póbres  chozas ,  de  África  cod  los  ricos  campos  y 
vcindadesde  España.  Eo  vuestras  diestras  consiste 
»y  lleváis  eliióperio^  la  salud,  el  alegría  del  tiempo 
npresenteí,  y  del  venidero  la  esperanza.  » 
-"  Encendidos  los  soldados  con  las  razones  de  sus 
capitanes,  no  esperaban  otra  cosa  que  la  señal  de 
acometer.  Los  godos  al  son  de  sus  trompetas  y  cii- 
jas  Sé  adelantaron ,  los  moros  al  son  de  los  atabales 
de  metal  á  su  manera  encenaian  la  pcleaf :  fue  gran«> 
de  Ik  gritería  de  una  parte  y  de  la  otra ,  parecía 
undihe  montes  y  valles.  Primero  con  hondas,  dardos 

Íf  todo  género  de  saetas  y  lanzas  se  comenzó  la  pe- 
ca,  después  vinieron  á  las  espades.  La  pelea  fue 
hiuy  brava ,  ca  los  unos  peleaban  como  vencedores, 
y  los  otros  por  vencer.  La  victoria  estuvo  dudosa  * 
hasta  gran  parte  del  dia  sin  declararse :  solos  los  mo* 
ros  daban  alguna  muestra  de  flaqueza ,  y  parece 
querían  claryaun  volver  las  espíelas,  cnando  don 
Oppas  (ohit)Creib|e  ncaldad!)  disimulada  hasta  enton* 
ees  la  traición,  en  lo  mas  recio  de  la  pelea  según  que 
de  secreto  lo  tenia  concertado ,  con  un  buen  golpe 
de  los  suyos  se  pasó  á  los  enemigos.  Juntóse  con 
don  Julián  que  tenia  consigo  gran  número  dé  los 

todos,  y  dé  través  por  el  costado  mas  flaco  acometió 
los  nuestros.  Ellos  atónitos  Con  traición  tan  gran- 
de,  y  por  estar  cansados  de  pelear  no  pudfcron  su- 
frir aquel  nuevo  im|>etu,  y  sin  diñeultad  fueron  ro- 
tos y  puestos  en  huida,  no<)b&taúte  que  e)  rey  con 
los  mas  esforzados  "peleaba  entre  los  prrmeros  y  acu- 
dia  á  todas  partes,  socorría  á  los  que  vela  én  peligro, 
en  lugar  de  los  heridos  y  muertos  ponia  otros  sanós^ 
detenía  á  los  que  huían  á  veces  con  su  misma  roano , 
de  suerte  que  no  solo  hacia  las  portes  de  buen  capi- 
tán ,  sino  también  de  valeroso  soldado.  Pero  ai  último 
perdida  la  esperanza  de  vencer,  y  por  np  venir  vivo 
en  poder  de  los  enemigos  saltó  del  carro  y  subió  en 
un  caballo  llamado  Orelia  que  llevaba  de  respeto 

gara  lo  que  pudiese  suceder :  con  tanto  él  se  sahó  de 
i  batalla. 

Los  godos  que  todavía  continuaban  la  pelea ,  qui- 
tadla esta  ayuda,  se  desanimaron ,  parte  quedaron  en 
el  campo  muertos ,  los  demás  se  pusieron  en  buida , 
'  los  reales  y  el  baeaje  en  un  momento  fueron  tema- 
dos. El  número  de  los  muertos  no  se  dice,  entiendo 
Vp  que  por  ser  tantos  no  se  pudieron  contar;  que 
a  la  verdad  esta  sola  batalla  despojó  á  Esjpaña  de  todo 
su  arreo  y  valor.  Dia  aciago,  jornada  triste  y  llorosa. 
Allí  pereció  el  nombre  Ínclito  de  los  godos :  allí  el 
esfuerzo  militar,  allí  la  fama  del  tiempo  pasado,  allí 
la  esperanza  del  venidero  se  acabaron ;  y  el  imperío 
que  mas  de  trescientos  años  habla  durado,  quedó 
abatido  por  esta  gente  feroz  y  cruel.  El  caballo  del 
rey  don  Rodrigo ,  su  sobreveste ,  corona  y  calzado 
sembrado  de  j^rhs  y  pedr'ería  iUeron  balados  á  la 
ribera  del  río  üaadaleta :  y  como  quier  que  no  §• 


hallasen  al^'unos  otros  rastros  del,  se  entendió  ana 
en  la  huida  murió  6  se  ahogó  á  la  pasada  del  rio.Ver- 
dad  es  que  como  docientos  años  adelante  eñ  cierta 
templode  Portucal  en  la  ciudad  de  Viseóse  halló  una 
pieclfra  con  un  ^rero  en  latín,  que  vuelto  en  ro« 
manee  dice: 

aquí  REPOSiEODEiGer  último 

RET  DE  LOS  GODOS.      '" 

Por  donde  se  entiende  que  salido  déla  batalla,  bujó 
á  las  partes  de  Portugal.  Los  soldados  que  escaparon 
como  testigos  de  tanta  desventura  tristes  y  afrenta^ 
dos  se  derramaron  por  las  ciudales  comarcanas.  Don 
Pelayo  de  quien  algunos  sospechan  se  halló  en  la 
batalla,  perdida  Cbda  esperanza ,  pai^ece  se  retiró  á 
lo  no^reco  ae  Cantabria  ó  Vizcaya  que  era  de  su  es- 
tado :  otros  dicen  que  se  fue  á  Toledo.  Los  moros  ao 
ganaron  la  victoria  sin  sangre ,  que  dallos  perecie- 
ron casi  diez  y  seis  míL  Fueron  los  años  pasados  muy 
estéríles ,  y  dejadla  la  labranza  de  los  campos  á  causa 
de  las  gt^^rras,  España  padeció  trabajos  >de  hambre 
y  peste.  Los  naturales  enfiaquecidos  con  estos  ma- 
les tomaron  las  armas  con  poco  brío;  los  vicios  prin- 
cipalmente y  la  deshonestidad  los  tenia  de  todo  punto 
estragados,  y  el  castigo  de  Dios  los  hi20  despeñar  eo 
desgracias  tan  grandes. 

CAPITULO  XXIV. 
Qae  Ipscríflianos  se  Caeron  á  lasAstftrias. 

GOasRKABA  la  iglesia  de  Roma  él  papa  GoaatantÍDO, 
el  imperio  de  Oriente  Anastasio  por  aobrerombre 
Artemto ,  rey  de  Fraucíu  era  Cbildeberto  Tercero  de 
aquel  nombre  á  Iftsazonque  España  estaba  toda Ueaa 
de  alborotó  y  de  llanto  no  solo  por  la  {^eoa  y  cuitadül 
mal  presente ,  sino  también  por  el  miedo  de  lo  qae 
para  adelante  se  aparejaba  :  no  faltaba  sigua  genera 
de  desventura,  pues  el  vencedor  con  la  licenciay  li- 
bertad que  suele,  (ifligia  todos  ios  vencidos  de  cual- 
quier edad  ó  condición  que  fuesen.  Un  í)tten  golpe 
délos  que  escanaron  de  aquella  desastrada  batalla  se 
.recogieron  á  Écija  ciudad  que  no  cata  lejoa ,  y  eu 
aquel  tiempo  bien  fortificada  de  mucos.  Con  estosa 
juntaron  los  ciudadanos  ¿  y  animados  á  tratar  del  re- 
medio ,  aunque  fuese  con  riesgo  da  sus  ^daa,  salvar 
lo  que  quedaba,  y  vengar,  si  puuiesen  iaa  ijijurias,uo 
dudaron  de  salir  al  campo  y  pelear  dé  nuevo  coa  el 
vencedor»  que  ejecutaba  el  alcance  y  perseguía  lo 

Í|ue  restaba  de  ios  godos.  El  suceso  .déoste  boiallk 
ue  el  mismo  que  el  pasado ,  de  nuevo  fueron  los 
nuestros  desbaratados  y  puestos  én  bui4a;lo8  4Q® 
escaparon  de  la  matanza ,  se  fueron  por  diversos  la- 
gares :  la  ciudad  por  estar  desnuda  de  gente  degue^ 
ra  quedó  en  poder  del  vencedor,  y  por  su  manoado 
la  echaron  por  tierra. 

~  Despueidesto  |H>r  consejo  y  á  persoAsion  del  conde 
don  Julián  ae  dividieron  los  moros  en  don  partes:  leí 
unos  debajo  de  la  conducta  de  Magued  9  renegado  de 
la  Beligion  Cristiana ,  se  eopamiaaron  i  Córdoba, 
que  por  estar  desamparada  de  sus  moradores  qoe 
]^or  miedo  del  peligro  se  fueron  á  Toledo,  íácilmeota 
fue  puesta  en  siuecion  y  tomada  por  aviso  de  un  pas- 
tor, que  en  los  muros  cerca  de  la  puente  las  moUró 
cierta  parte  por  donde  entraron ,  ayudados  asimiimo 
del  silencio  de  la  noche  y  muertas  las  oentioeJas.  El 
gobernador  d^  i^  dudad^se  hizo  fuerte  en  tm  templo 
quese  llamaiifi'San'Jiar^s»  «n  oue  ae  p^ntovo  por 
espacio ide  tre»  meses;  pero  a  cabo  deste  tiemps 
como  bulase ,  fue  preso  y  vjnc  eo  poder  de  los  nio 
ros :  el  tempJo.entraroB  úor  .fuerza ,  y  pasaron  á  cu 
chillo  todos  ios  jflue  en  él  ealsi^on.  Con  )a  otra  parta 
del  ^jén^  Taní  saqueaba. y  (niaba ,  y  metía  d  ruege 
y  á-^iuDgielofestaiiie  de  Md^pio,  y  caoria  ios  ven- 
cidos por  todaa  parles.  Mopt^is  f»)/a<|amida.for  fuer- 


HISTORIA  DS  ESPARa. 


197 


u;ilMtniida,da  la  cual  dbe  si  anobU po  dan  Ro- 
drigo cata  cerca  de  Jaea;  peroála  verdad  algo  mas 
apartada  estaba.  En  Halaga,  en  llliberriiy  en  Gra- 
Duda  pusieron  guarnición  de  soldados.  Murcia  se  ría- 
dió  á  partido  ,.que  sacó  el  gobernador  avenlajado, 
corno  buea  soldado  y  sagaz  que  era ,  ca  deipuea  que 
en  QD  encuentro  fue  Tencido  por  (os  moros:  puso  las 
roujwes  vestidas  como  hombres  en  la  muralla:  loa 
nionia  con  aquella  maña  persuadidos  que  había  deo- 
1ro  griQ  número  de  soldados ,  le  otorcnron  lo  qne  pi- 
diú.  De  Murcia  dice  el  roiamo  dui  Rodrigo  que  eo 
a^el  tiempo  se  llamaba  Oreóla.  Demls  desio  loe  ju- 
dwa  mcscladoscon  los  moros  íueron  puestos  por  ina- 


Didóres  eu  .Córdoba  v  en  Granada  i  causa  que  los 
cristianos  se  habian  ido  á  diversas  partea ,  j  dejédolaa 
vacias . 

Restaba  Toledo  ciudad  puestn  en  el  riñon  de  Es-, 
paña ,  de  asiento  inespuguable.  Kl  arzobispo  Urbano, 
sin  embargo  de  su  forlaleza,  se  liabia  retirado  á  las 
Asturias,  y  llevado  consigo  las  sigrádas  reliquiss 
porque  no-fuesen  profanadas  por  loa  enemigos  del 
Dombie  cristiano,  eo  particular  Uevd  la  TesCtdora 
traída  d  San  Ildefonso  del  cielo,  j  Qn  arca  llena  de 
reliquias,  que  por  diversos  caaos  Tijera  llevada  i  Je- 
rusalén,  y  después  parara  en  Toledo.  Llevó  ssimisnio 
\Q=  libros  sagrados  de  la  Biblia,  y  tas  obrat  d«lM 


BiliH*  út   Giudiltle. 


saDlnsvaroDefi  Isidoro,  Ildefonso,  Juliano  (muestras 
de  tu  erudición  y  santidíd,  tesoroa  mas  preciosos 
qoeel  oro  y  lat  perlas)  porque  no  fuesen  abrasados 
con  «I  fuego  ^e  deUruia  todo  lo  demás.  Eo  compa- 
ñía de  Urbaiw  pira  mayor  seguridad  fue  don  Pele  yo, 
comoM  baila  escrito  en  graves  autores.  V  para  que 
eatos  tesoros  celestiales  estuviesen  maslibres  de  pe- 
ligro ,  en  lo  postrero  de  España  los  pusieron  en  una 
coeva  debajo  de  tierra,  distante  dos  leguas  de  donde 
después  se  edificó  la  ciudad  de  Oviedo.  Decide  el  cual 
tiempo  se  llamó  a^uel  lugar  el  Monte  Santo ,  y  de 
muy  antiguo  es  tenido  eo  gran  devoción  por  los  pue- 
blas comarcanos  de  donde  lodos  los  años  acude  allí 
Kran  muchedumbre ,  principalmente  la  Gesta  de  la 
líagdalena.  Hicieron  asimismo  compañía  á  Urbano  y 
á  don  Pelayo  los  mas  nobles  y  ricos  ciudadanos  de 
Toledo  por  estar  mas  lejos  del  peligra,  seguir  el 
ejemplo  de  su  prelado ,  y  conservarse  para  mejor 
tiempo. 

Tono  I. 


Jumáronse  los  moros  de  diversas  partes ,  va  que 
todo  les  sucedía  prósperamente ,  para  poner  cerco  A 
Toledo.  Llevaron  por  su  caudillo  ¿  Tqrif ,  y  por  lu 
causas  ya  dichas  rtcílmenie  se  apoderaron  de  toda 
aquella  ciudad ,  silla  de  lo*  reyes  godo*  y  lumbre  da 
toda  España.  En  la  manera  cómo  se  toraú  hay  opinio- 
nes diferentes.  El  arzobispo' don  Rodrigo  dice  qne  los 
jndios  que  quedaron  en  la  ciudad,  y  estaban  á  la  mira 
sin  poner  a  riesgo  sos  cosas  ora  venciesen,  ora  . 
fuesen  vencidos  los  españoles,  y  también  por  el  odio 
del-nombre  cristiano  sin  dilación  abrieron  las  puertas 
á  los  vencedores ,  y  á  ejemplo  de  lo  que  se  hiio  en 
Córdoba  y  eo  Granada ,  los  judíos  y  moros  fueron  en 
ella  'puestos  por  moradores.  Don  Lucas  de  Tur  al 
contrario  afirma  que  los  cristianos  de  Toledo  confia- 
dos en  la  fortaloEs  del  sitio,  maguer  que  eran  en  pe- 
queño número ,  sin  (uenas  y  sin  esfuerzo ,  sufrieron 
el  cerco  algunos  meses  hasta  tanto  que  últimamente 
el  domingo  -de  Ramos ,  día  en  que  ae  celebra  le  pa- 


198  Bim^IOTECA   !►£ 

síoo  del  Señor,  como  era  de  costambre  saHerolk  los 
cristianos  en  procesión  ¿  Santa  Leocadia  la  del  arra- 
bal :  entre  tanto  los  enemigos  fueron  por  los  judíos 
recebídos  dentro  de  la  ciudad,  y  por  ellos  los  cinda- 
danos  todos  muertos  ó  presos.  Ed  cosas  tan  inciertas 
seria  alreVimiento  sentenciar  por  la  uoa  ó  por  la  otra 
parte;  todavía  yo  mas  me  allego  á  los  quedijerocque 
la  ciudad  después  de  un  largo  cerco  entregarou  á 
partido  sus  mismos  ciudadanos.  Las  condiciones  que 
se  aseuturon,  dicen  fueron  estas :  los  que  quisiesen 
partirse  de  la  ciudad,  sacasen  libremente  sus  hacien- 


OASPAA   T  KOIC. 


CAPITULO  XXV. 


Como  Maza  vino  ñ  España  (3). 


parun    .  ,  _  „ 

das;  los  que  quedar,  pudiesen  seguir  la  religión  de 
sus  padres,  para  cuyo  ejercicio  íes-señalaron  siete 
templos,  es  á  saber  de  los  santos  Justa,  Torcuato, 
Lucas,  Miirco,  Eulalia,  Sebastian  y  el  de  Nuestra 
,     Señora  del  Arrabal.  Los  tributos  fuesenlos  mismos 
que  acostumbraban  pagará  los  reyes  godos ,  sin  que 
les  pudiesen  poner  otros  de  nuevo.  Que  los  goberna- 
sen por  sus  leyes,  y  para  este  efecto  se  nombrasen 
jueces  de  entre  ellos  que  les  hiciesen,  justicia.  Por 
esta  manera  fue  Toledo  puesta  en  poder  de  los  moros. 
Las  demás  ciudades  de  España  unas  se  rendían  de 
voluntad,  otras  tomaban  por  fuerza; que  la  llama  de 
)a  guerra  se  emprendía  por. todas  partes.  Los  morar 
dores  se  derramaban  por  diversos  lugares,  como  á 
cada  uno  guiaba  el  miedo  ó  la  esperanza.  Lcoa  for- 
zada del  hambre  y  por  falta  de  mantenimiento  se  rin- 
dió. Guadalajara  eu  los  carpetanos  fue  tomada.  Eu 
los  celtiberos  en  un  pueblo  que  en  nuestro  tiempo  se 
llama  Medioaceli ,  y  antiguamente  dice  don  Rodrigo 
se  llamó  Segoncia,  hallaron  una  mesa  de  esme- 
ralda (1),  como  yo  lo  entiendo  de  mármol  verde ,  de 
'grandor,  estima  y  precio  estraordinario:  ^e  donde 
los  moros  llamaron  aquel  pueblo  Medina  Talmeyda, 
que  significa  ciudad  ae  mesa.  En  Castilla  la  Vieja  se 
iiiitrego  Amaya  forzada  de  la  hambre  que  cadu  día  se 
embravecíanlas,  c'Uyos  tiospojos  sobrepujaron  las  ri- 
quezas de  las  demás  á  causa  que  muchos  confiados 
un  su  fortaleza  se  recogieron  á  ella,  con  todo  lo  mejor 
de  sus  casas.  Llamábase  aquella  parte  de  Castilla  en 
<aquel  tiempo  Campos  délos  godos:  de  allí  quedó  que 
iiusta  hoy  se  llama  tierra  de  Campos.  En  Galicia  que- 
marón  á  Asteria ;  los  muros  por  ser  de  buena  estofa 
quedaron  en  pié.  En  las  Asturias  Gijon,  pueblo  por  la 
parte  de  tierra  y  de  la  mar  mu^  fuerte «  vino  asimis- 
«no  en  poder  de  los  moros.  Pusieron  guarniciones  de 
soldados  en  Jugares  á  propósito  para  que  los  naturales 
no  pudiesen  rebullirse,  ai  sacudir  aquel  yugo  tan 
pesado  de  sus  cervices. 

Eljejército  de  los  moros  rico  con  lo^  despojos  de 
España ,  y  su  general  Tarif  debajo  cuya  conducta  ga- 
nart)n  tantas  victorias,  dieron  vuelta  á  Toledo  para 
con  el  reposo  gozar  el  fruto  de  tantos  trabajos ,  y 
desde  allí  como  desde  una  Htalaya  muy  alta  á  proveer 
y  acudir  á  las  demás  partes.  Todo  esto  pasó  el  año 
de  7Í5,  en  que  hallo  también  se  apoderaron  de  Nar- 
bonfi  (2) ,  ca  diversos  ejércitos  de  África  á  la  fama  de 
victoria  tan  señalada  como  enjambres  se  derramaban 
por  todo  el  señorío  de  los  godos.  Los  naturales  parte 
huidos; parte  amedrentados  no  hallaban  traza  para 
ayudar  á  su  patria,  ningún  ejército  en  número  y  en 
fuerzas  bastante  se  juntaba^  solo  cada  cual  de  las 
ciudades  proveía  en  particular  lo  que  le  tocaba ;  así 
nomJ>raron  diversos  gobernadores  ,   y  porque  en 
guerra  y  ea  paz  eran  soberanos ,  sin  recouocer  supe- 
rior, algunos  historiadores  les  dan  nombres  de  reyes. 

(1)  De  las  mismas  palabras  do  don  Rodrigo ,  que  fa  pnnc 
«junto  al  monte  que  a'in  hasta  hoy  se  llama  Gibel  ZiUema 
ó  la  cuesta  de  la  Zulema ,  á  cuya  ñilda  está  el  B^irga  de  San 
Josto,»  89  dedace  que  esta  ciudad  llamada  de  la  Mesa ,  por 
este  motivo,  fue  la  antigua  Compluto  ó  Álcali  la  Vieja. 


(2)  No  cntraTon  en  la  GalHa  Gólhici  hasta  el  aíio  751 
6  24 


Es  tanto  que  esto  pasaba  en  E^pniia ,  de  África  $e 
sonaba  que  Muza^ra  cumbalido  de  diversas  olas  de 
pensamientos.  Poruña  parte  se  holgaba  que  aquella 
nobilísimn  provincia  fuese  vencida,  y  eJ  señorío  de 
los  moros  hobiese  pasado  á  Europa ;  por  otra  leeRco 
cia  que  por  su  desoui.lo  hobiese  Tarif  ganado  nu  sr»lo 
los  despojos  de  Empana ,  sino  también  la  hoora  de  to- 
do. AguijoueáOaaie  Igualmanie  la  avaricia  y  Ja  envi- 
dia, malos  consejeros  eu.guerra  y  paz.  Acordó  de 
pasar  en  España,  como  lo  hizo,  con  un  nuevo  ejér- 
cito en  que  dicen  se  contaban  doce  mil  soldados :  pe- 
queño número  para  emj)resas  tan  grandes,  si  ius 
españoles  no  estuvieran  de  lodo  punto  apretados  v 
caídos ,  porque  lo  que  suele  acontecer  cuando  los  nr- 
gocios  están  perdidos,  todos  daban  buen  consejo  que 
se  acudiese  á  las  armas  y  á  la  defeusi ,  pero  cada  uüo 
rehusaba  de  acometer  el  peligm. 
'  Venido  el  nuevo  caudillo  de  los  moros ,  se  mudó  la 
manera  de  hacer  la  guerra:  que  si'hi^n  algunos  le 
aconsejaban  juntase  las  fuerzas  con  Taríf,  y  de  con- 
suno acometiesen  las  demás  ciudades  que  aun  no 
estaban  rendidas;  prevaleció  empero  el  parecer  de 
aquellos  que  aunque  ^ran  cristianos,  teniendo  roas 
cuenta  con  el  tiempo  que  con  la  conciencia^  prome- 
tían su  ayuda  á  Muza  para  acabar  lo  que  restaña,  con 
la  cual  y  con  sus  fuerzas  podría  sujetar  las  ciudades 
comarcanas :  cosa  que  al  bárbaro  parecía  ser  de  mn- 
yor  reputación.  Acudió  también  el  conde  don  Julián 
seacou  deseo  de  ganar  la  gracia  del  nuevo  espitan  y 
esperar  dól  mayores  mercedes ,  sea  por  odio  de  Taríf 
y  disensión  que  resultó  entre  los  dos :  que  suelen  los 
traidores  como  son  bulliciosos  y  inconstantes ,  des- 
pués de  haber  servido  perder  primero  la  gracia ,  y 
adelante  ser  aborrecidos  así  por  la  memoria  de  la 
maldad ,  como  porque  los  miran  como  acreedopes. 

D^  Algecira,  do  desembarcaron  estos  balitaros, 
fueron  primeramente  á  ponerse  sobré  Medina  Sido- 
nía  ,  sitio  que  los  niorudores sufrieron  por  algún  tiem- 
po ,  y  aun  liados  de  su  valentía  diversas  veces  hicie- 
ron salidas  sobre  losenemigos,  mas  fueron  rebatidos 
y  al  fin  tomados  por  fuerza.  Pusieron  con  el  mismo 
Ímpetu  sitio  sobre  Carmooa,  ciudad  antiguamente 
la  inas  fuerte  del  Andalucía.  Gastáronse  algunos  días 
en  el  cerco, jorque  los  moradores  se  defeudiao  va- 
Hentemente.  Usó  el  conde  don  Julián  de  cierto  enga- 
ño :  fingió  en  cierta  cuestión  que  se  huía  de  los  me- 
ros ,  los  ciudadanos  engañados  recibiéronle  dentro  de 
los  muros  por  la  puerta  qus  entonces  se  llamaba  de 
Córdoba  ,  y  con  este  embuste  se  tomó.  Esto  dice  eJ 
arzobispo  don  Rodrigo.  Él  moro  Rasís  discrepa  en  el 
tiempo  y  en  la  manera ,  ca  dice  fue  tomada  después 
que  Muza  y  Taríf  se  vieron  en  Toledo,  y  que  ios  sol- 
dados de  don  Julián  no  con  muestra.de  huir,  sino  en 
trnjede  mercaderes  metieron  en  ella  das  anuas  con 
que  la  ganaron  por  fuerza.  Acudió  á  Sevilla  como  á 
ciudad  tan  prin^^ipal  gran  muchedumbre  de  godos; 
pero  como  lu  morisma  que  iba  sobre  ella  fuese  grau- 
ae ,  perdida  la  esperanza  de  poderse  tener  los  de  den- 
tro,  secretamenie  se  huyeron,  y  los  moros  apodera- 
dos della  la  entregaron  á  los  judíos  para  que  junto 
con  los  moros  morasen  en  ella.  Beja  la  de  Lusitania  ó 
Portuga  I ,  que  se  decía  Pax  lulia ,  do  se  recogieroo  los 
ciudadanos  de  Sevilla:  corrió  la  misma  fortuna,  dado 
que  no  se  sabe  si  la  entraron  por  fuerza,  si  se  rindió 
á  partido ;  solo  consta  que  adelante  vivió  en  ella  gran 
numero  de  cristianos.  No  lejos  della  cae  Mérida  coio- 
nía  antiguamente  de  romanos ,  y  entonces  la  mas 
principal  ciudad  de  Lusítanía;  y  que  conservaba  to- 

(2)  No  se  sabe  de  donde  tomó  Mariana  la  mayor  parte  de 
las  notii  ias  de  este  capitulo,  que  no  se  hallan  en  ningún  Cr^h 
nicon  anlii^^ijo. 


tfWTORlA  BB 

dtvb  duros  rastros  do  su  «nUgaa  oiMosUd,  ti  biea 
de  las  muchas  guerras  pasadas  quedomaltratada;  y 
últimaoieote  ea  ]a  balalJa  que  so  perdió  el  rey  doa 
Rodrigo  y  con  ól  España ,  muchos  de  sus  cindadaaos 
perecieroQ  comoboeoos. 

Todo  esto  DO  fue  parte  para  que  pordioseo  el  óoi- 
mo ,  aoles  salieroa  contra  el  enemigo  que  sobro  ellos 
venia.  La  pelea  fue  sin  orden ,  muchos  de  ambas  par- 
tes perecieron :  los  moros  eran  mas  en  número,  y  asi 
los  cristianos  fueron  forzados  á  retirarse  dentro  délos 
muros.  A  la  hora  Muza  acompañado  áe  cuatro  perso- 
nas solamente,  mirado  el  sitio  y  magostad  de  la  ciu- 
dad y  dijo :  parece  que  de  todo  el  mundo  se  motaron 
lientos  ü  fundar  este  pueblo :  dichoso  quien  fuese  se- 
ñor del.  Eucendido  en  este  deseo  buscaba  traza  para 
salir  con  su  intento.  Estaba  cerca  de  la  ciudad  una 
cantera  antigua  la  cual  por  ser  honda  pareció  á  pro- 
pósito para  armar  uoa  colada  :  puso  pues  en  aquellas 
barraocas  de  parle  de  noche  buen  uúmero  de  caba- 
llos. Dio  vista  á  la  ciudad :  los  cercados  salieron  á  la 
pelea,  adetantironse  sin  orden,  tanto  que  cayeron 
en  la  celada  :  coa  que  por  frente  y  por  las  espaldas 
fueron  apretados  de  tal  suerte  que,  con  pérdidi  de 
muchos,  pocos  cerrado  su  escuadrón  y  apretados  pu- 
dieron volverá  la  ciudad. Con  esto  daño  reprimieron 
su  atreTimíeto,  acordaron  de  no  hacer  salidas,  sino 
defender  solamente  sus  murallas.  £1  cerco  iba  ade- 
lante, dilación  que  daba  mucha  pena  i  Muza;  aperci- 
bió todas  las  suertes  de  ingenios  que  en  aquel  tiempo 
se  usaban ;  levantó  torres  ae  madera,  hizo  trabucos  y 
mantas  con  que  los  soldados  arrimados  al  muro  pro- 
curaban con  picos  abrir  entrada.  Acudian  los  cerca- 
dos á  todas  partes,  y  con  esfuerzo  y  diligencia  reba- 
tían $stos  intentos;  pero  eran  pocos  en  uúmero  y 
comenzaban  i  sentir  taita  de  vituallas  y  municiooes : 
trataron  de  rendirse,  mas  con  tales  condiciones  que 
Muza  las  rechazó  con  desden  y  saña :  volvieron  los 
medianeros  sin  hacer  algún  efecto,  solo  con  esperan- 
za que  aquel  genera)  lei  pareció  tan  vieio  y  flaco  que 
apenas  podria  vivir  hastaque  la  ciudad  fuese  tomada: 
no  se  le  encubrió  esto  al  bárbaro :  usó  de  astucia, 
que  á  las  veces  mas  vale  maña  que  fuerza  :  to/naron 
los  embajadores  á  tratar  del  mismo  negocio ,  maravi- 
lláronse de  hallarle  sin  canas,  que  se  habia  teñido  la 
barba  y  cabello ;  mas  como  quier  que  no  entendiesen 
el  artilicio,  juzgaron  que  era  milagro .  persuadieron 
á  lossogros  so  rindiesen  al  que  juzgaban  vencia  las 
mismasieyes  de  la  naturaleza.  Lds  partidos  fueron : 
qne  los  bíepes  de  los  ciudadanos  m  uertos  eu  las  peleas 
y  en  el  cerco  fuesen  conGscados :  lo  mismo  las  rentas 
délas  iglesias,  sus  preseas,  vasos  y  ornamentos  de  oro 
y  de  plata  :  los  que  qnisieaen .quedar  en  la  ciudad, 
retuvitscu : us  haciendas :  los  que  irse,  lo  pudiesen 
hacer  libreiüente  adonde  quisiesen.  No  se  averigua 
ha&tanlemeute  el  tiempo  eu  aue  Mérida  se  rindió :  el 
arzobispo  don  Rodrigo  dice  fue  en  el  mismo  mes  que 
Muzavuio  á  España,  pero  no  declara  si  el  roi^mo 
año,  ó  el  siguiente.  Coocuerdan  que  los  de  Beja  y 
los  de  nípula  con  intento  de  hacer  rostro  á  los  moros 
antes  que  ¿el  todo  se  arraigasen  en  la  tierra  con  las 
armas  se  apoderaron  de  Sevilla ,  y  pasaron  á  cuchillo 
gran  parte  de  Ja  guariiicion  que  allí  quedó  por  los 
moros.  Poco  aprovechó  este  esfuerzo ,  ca  los  moros 
n»volvieron  sobre  ellos,  y  con  su  daño  loa  forzaron  á 
sujelarso  como  de  an  tes  por  est^  Orden . 

Vino  á  España  con  Muza  un  su  hijo  llamado  Abda- 
lasis.  Este  en  cierta  ocasión  se  quejó  á  su  padre  de 
no  haberle  puesto  eñ  cosa  en  que  pudiese  mostrar 
esfuerzo.  Parecióle  al  padre  tenia  razón  :  dióle  un 

Srueso  escuajron  de  moros  con  que  entró  por  tierra 
e  Valencia,  peleó  diversas  veces  con  la  gente  de 
aquella  tierra :  rindíósele  aquella  ciudad,  las  de  De- 
nla, Alicante  y  Huerta  á  partido  que  no  violase  los 
templos,  que  pudiesen  vivir  como  cristianos,  qne  a 
cada  uno  quedase  su  hacienda  con  pa^ar  cierto  tri- 

TOMO  I 


fiSPANAr  M9 

buto  que  se  les  ponía  asas  tolerable.  Acabadas  estas 
cosas  por  todo  el  año  de  setecientos  y  diez  y  boíf, 
revolvió  con  sus  gentes  hacia  Sevilla  que  estaba  le- 
vantada, como  queda  dicho;  sujetóla  con  facilidad, 
dio  la  muerte  á  los  aue  fueroa  causa  del  alboroto  y  de 
la  matanza  que  se  hizo  de  los  soldados  moros.  Pasó 
adelante :  tomó  á  llipubi,enque  hizograudeestrogOi 
y  aun  se  puede  entender  que  Ja  hizo  abatir  por  tier- 
ra«  pues  de  ciudad  muy  fuerte  que  era  entoncest 
hoy  es  un  pueblo  pequeño  llamada  Peña  flor,  puesto 
entre  Córooba  y  Sevilla.  El  moro  Rasis  dice  que  la 
guarnición  de  Mérida  fue  la  que  mataron  los  nues- 
tros; y  que  para  hacer  esto  los  de  Sevilla  se  juntaron 
con  ios  de  Beja  y  con  los  de  Ilipula  :  cosa  bien  difc-» 
rente  de  lo  que  queda  dicho. 

Lo  cierto  es  que  de  Mérida  se  partió  Muza  para 
Toledo.  Salióle  al  encuentro  Tarif,  y  para  mas  lion« 
rarle  pasó  adelante  deTalavera.  Juntáronse  cerca  del 
rio  Tietar  que  riega  los  campos  do  Arañuelo*  Las 
muestras  de  amor  y  contento' fueron  grandes  »  ios 
corazones  no  estaban  conformes,  la  eovidia  aquejaba 
áMuza,  á  Tarif  el  miedo;  que  tal  es  la  fruta  del 
mundo.  Recelábase  Tarif  no  le  descompusiesen,  por -r 
que  le  achacaba  Muza  que  no  habia  obedecido  a  sus 
mandatos  ni  seguido  su  orden ,  que  Ja  victoria  fue 
acaso,  y  no  conforme  á  buen  gobierno  la  guerra : 
achaques  y  cargos  que  al  vulgo  y  gente  de  guerra  no 
parecía  bien,  por  estar  acostumbrada  á  juzgar  de  los 
consejos  de  sus  capitanes  no  tanto  por  lo  que  son, 
como  por  el  fin  que  tienen  y  por  lo  que  sucede,  de« 
másquetodojsabianel  maltaiaute  y  áuiíiiodoMuza* 
Uontiuuároase  los  desabriinieotos  liai»tu  que  llegaron 
á  Toledo.  Alli  tomaron  cuentas  á  Tarif  asi  de  lo  que 
gastara  en  la  guerra,  como  de  los  despojos  y. tesoros 
ganados  en  ella.  Disimulaba  él  teda  esta  acedía  |  mal 
tratamiento ,  y  con  servir  y  regalar  á  su  contrario 
procuraba  aplacar  el  ánimo  y  la  saña  de  aquel  viejo* 
En  fin  I  reconciliados  entre  si,  caminaron  hacia 
Zaragoza  con  ioteato  de  opoderarse,  como  lo  hicie- 
ron,  de  aquella  ciudad  poderosa  en  armas  y  en  gen- 
te. Por  abreviar»  lo  mismo  hicieron  de  otras  muchas 
ciudades  de  la  Celtiberia  y  de  la  Carpeiauia,  que  hoy 
es  el  reino  de  Toledo ;  que  se  áp'iderarou  delias  y  de 
las  demás  sin  sangre,  ca  se  dierou  á  partido»  Con 
esto  parecía  que  toda  España  quedaba  sujeta  y  JlansK 
que  uie  en  monos  de  tres  unos  después  que  vino  la 
primera  vez  el  ejército  de  moros  de  África  á  estas 
partes.  Verdad  es  que  lo  de  mas  adentro  no  sepodíSi 
allanar  sin  grande  dificultad  por  estar  España  por 
muchas  partes  rodeada  de  riscos  y  montes  y  espesu* 
ras  muy  bravas.  Sapoel  miramainolinUiitasilas  vic- 
torias como  las  diferencias  que  andaban  entre  sus 
capitanes ;  y  porque  no  parasen  perjuicio  les  mandó 
á  entrambos  ir  á  so  presencia.  Muza  resuelto  de  par**- 
tirse,  porque  no  sucedieren  ea  lo  ganado  algunas  al- 
teraciones, nombró  en  su  lugar  por  gobernador  á  su 
hijo  Abdalasis,  de  cuyo  esfuerzo  y  valor  había  mues- 
tras frescas  y  bastantes.  Juraron lodosderbodecello^ 
y  coa  tanto  Muza  y  Tarif  antes  grandes  y  lamosos 
caudillo»,  y  en  lo  de  adelante  mas  esclarecidos  por 
cosas  tan  grandes  como  acabaron,  se  aprestaron  para: 
embarcarse,  y  consigo  los  tesoros ,  preseas,  rique- 
zas, oro  y  plata  que  los  godos  en  tantos  años  con  to- 
do su  poder  pudieron  juntar. 

CAPITULO  XXVI. 
De  los  años  de  los  árabes. 
Con  la  mudanza  del  gobierno  y  señorío ,  las  cos- 
tumbres, ritos  y  leyís  de  España  se  trocaron  y  cllc- 
raron  grandemente.  Reía  tallo  lodo  seria  largo  cuento: 
lo  qne  al  projente  hace  al  propósito,  y  servirá  para 
entender  la  historia  de  los  Uempos  adelante ,  defada 
la  cuenta  de  los  años  de  que  ordinariamente  los  espa- 
ñoles usaban  en  los  contratos ,  pleitos  y  en  las  histo- 


to« 


■IBLlOTfeCA  DB 


rías ,  cuyo  príncipio  se  tomaba  del  nacimiento  de 
Cristo  (1)  ó  era  de  César,  se  introdujo  casi  por  toda 
ella  otra  nueva  manera  de  contar  los  tiempos;  deque 
los  moros  usau  en  todas  las  provincias  en  que  se  han 
estendído  largamente.  Fundador  de  aquella  malvada 
superstición  fue  Malioma  árabe  de  nación ,  el  cual 
por  la  mucha  prosperidad  que  tuvo  en  las  guerras  y 
por  descuido  del  emperador  Heraclio  so  llamó  v  co- 
ronó rey  de  su  nación  en  Damasco  (2) ,  nobilísima 
dudad  de  la  Siria.  Demás  desto  para  que  su  autori- 
dad fuese  mayor,  promulgó  á  sus  gentes  leyes  como 
dadas  d'jt  cielo  por  divina  revelación.  No  hay  cosa 
mas  engañosa  aue  la  máscara  de  la  mala  y  perversa 
religión,  cuaoao  se  toma  para  cubrir  con  ella  como 
con  velo  las  maldades  y  libertad ,  no  hay  cosa  mas 
poderosa  para  trastornar  los  ánimos  del  pueblo  y  He- 
valle  donde  quiera. 

Desde  este  tiempo  cuando  Mahoma  se  llamó  rey, 
comienzan  los  árabes  á  contar  los  años  de  la  Egira , 
que  es  tanto  como  jornada  ó  espedicion.  Esto  como 
quier  que  sea  cierto ,  es  muy  dificultoso  averiguar 
con  que  año  de  nuestra  salvación  concurrió.  Los  au- 
tores anddu  varios,  y  no  concucrdan  en  el  cuentode 
lósanos  adelante :  vergonzosa  ignorancia  de  historia 

Í[  de  antigüedad  :  grandes  tinieblas  de  donde  serádi- 
icultoso  sacar  á  luz  la  verdad ;  procurarómoslo  em- 
pero por  cnanto  las  fuerzas  y  diligencia  alcanzare.  El 
principio  desta  disputa  se  tomará  un  poco  mas  arriba 
en  esU  manera.  Él  año  resulta  del  movimiento  del 
sol  que  corre  por  ios  signos  del  zodiaco  en  trescientos 
y  sesenta  y  cmco  dias  y  un  cuarto  de  dia.  Del  movi- 
miento de  la  luna  y  de  sus  variedades  resultan  los 
meses,  ca  discurre  por  el  mismo  circulo  en  dias 
veinte  y  nueve  y  doce  horas.  Todo  el  tiempo  se  divide 
en  años  y  el  año  en  meses  :  costumbre  universal  de 
todas  las  naciones ,  de  que  procede  toda  la  dificultad 
por  no  ser  cosa  fácil  igualar  y  a  justar  en  número  de 
dias  lo^  movimientos  del  sol  y  de  (a  luna  tan  diferen- 
tes entre  sí,  dado  que  por  muchas  veces  grandes  in- 
genios se  han  en  esto  desvelado. 

Los  mas  ontiguos  romanos  gobernaron  el  año  por 
el  movimiento  del  sol ,  que  dividieron  en  solos  diez 
meses :  cuenta  varia  é  iuconstaute.  Destos  meses  los 
seis  eran  de  á  treinta  diiis,  los  cuadro  de  fi  treinta  y 
uno,  es  á  saber  marzo,  mayo,  julio,  octubre. Todo 
el  año  tenia  trescientos  y  cuatro  días:  comenzábase 
por  el  mes  de  marzo,  como  los  nombres  de  setiem- 
bre, qneesel  sépiimo  mes,  de  octubre  y  de  noviem- 
bre !o  declaran.  Eu  tiempo  tan  grosero  falto  de  eru- 
dición y  doctrina  no  advcrliun  los  inconvenientes, 
3ue  las  fiestas  del  estío  veuian  á  caer  eu  invierno,  las 
el  verano  en  el  otoño  :  grande  desorden  y  descon- 
cierto. Los  árabes  de  quien  lomaron  los  muros,  para 
formar  el  año  solo  miraron  al  movimientodolalunai 
componiéndolo  de  doce  vuelus  que  da  por  el  zodiaco, 

3ue  son  doce  meses  •,  los  seis  de  ú  veinte  y  nueve 
tas ,  y  los  otros  seis  de  treinta ;  todo  su  ano  tenia 
dias  trescientos  ^cincuenta  y  cuatro :  manera  que  en* 
tre  los  romanos  imitó  Numa  Pompiiio,  ca  añadió  á  la 
cuenla  antigua  del  año  cincuenta  dias  repartidos  en 
Im  meses  de  enero  y  de  febrero,  que  también  añadió 
á  los  demás;  pero  sucedía  sin  duda,  aunque  en  mas 
largo  tiempo,  que  el  frío  venia  en  los  meses  del  vera- 
no ,  y  el  calor  al  contrario :  inconveniente  enquefor- 
zosameute  incurren  los  moros  por  manttinerse  obsti- . 
nadamenle  baste  el  día  de  boy  en  la  costumbre  que 
antiguamente  teoiao,  que  Jot damas  naciones  tu vie- 

( i )  Batre  nosotros  do  se  empezaron  á  coatar  los  años  desde 
el  ntcimiento  de  Cristo  hasta  el  siglo  trere,  como  liemos  di- 
cho en  otra  nota.  Antes  de  este  tiempo  siempre  se  usé  de  la 
era  llamada  de  España,  qie  empezó 38  anos  antea  de  la 
valorar. 

(2)  Ni  MahoBUi  lomó  jamás  ol  titulo  de  rey  sino  de  pro- 
feta  de  Dios ,  nt  couquúló  á  Daiuiísco  c'ondc  su$  acciari03  ao 
eatraron  sino  cuatro  aúoa  4iespues  de  su  muerte. 


CASPA»  T  E0I6. 

ron  cuidado  y  pusieron  toda  diligencia  enajnstar  los 
movimientos  de  la  luna  y  del  sol  para  corregir  toda  la 
variedad  é  inconstancia  que  entre  ellos  hay.  Grande 
fue  el  trabajo  que  en  esto  pasaron ,  y  los  caminos  que 
temaron  diferentes. 

Los  griegos  cada  ocho  años  intercalaban  noventa 
dias  reportidos  en  tres  meses :  lo  mismo  hicieron  los 
romanos  mas  modernos  por  su  ejemplo ,  mudadas 
solamente  algunas  pocas  cosas,  líos  oebreos  y  los 
egipcios,  como  gentes  mas  entendidas  de  los  movi- 
mientos del  cielo ,  hallaron  mas  prudentemente  esta 
manera  de  enmienda,  que  lo.»  latmos  llamaron  inter- 
calación. Porque  en  diez  y  nueve  años  ,  espacio  en 
que  se  acaba  toda  !a  variedad  del  movimiento  de  la 
luna,  intercalaron  siete  meses  á  ciertas  distancias. 
Lo  mismo  hizo  Julio  César  después  que  se  apoderó  de 
Romo ,  por  entender  pertenecía  á  su  providencia  y 
gobierno  emeudar  la  razón  de  los  tiempos,  que  entre 
los  romanos  andaba  revuelta  y  confusa.  Ayudóse  del 
consejo  de  So«igenes  grande  matemático  y  astrólogo, 
y  de  Marco  Fuvio  escribano  de  Roma,  con  cuya  ayuda 
redujo  el  año  solar  á  trescientos  ysesentay  cinco  dias^ 
^un  cuorto  de  dia;  por  donde  cada  cuatro  años  se 
intercala  un  dia  á  veinte  y  cuatro  de  febrero  que  es 
seslo  de  las  kalendas  de  marzo ,  y  el  día  intercalado 
se  Huma  también sesto  de  las  mismas  kalendas;  por 
donde  el  uño  se  llama  bisesto ,  que  es  lo  mismo  que 
dos  veces'se^lo. 

La  razón  de  la  luna ,  y  de  toda  su  inconstancia 
y  cuenta  del  año  lunar  comprendieron  con  el  Áureo 
námero ,  que  procede  de  uno  hasta  diez  y  nueve ,  y 
fue  puesto  en  el  calendario  romano.  Intercalaban  en 
diez  y  nueve  años  siete  lunas :  manera  que  por  enton- 
ces pareció  muy  á  propósito  para  oue  la  cuenta  de  los 
tiempos  fuese  ordenada,  y  ajustHuoii  los  aoñs  solar  y 
lunar;  pero  con  el  progreso  del  tiempo  por  ciertas 
menudencias  que  no  se  consideraron  en  la  cuenta 
de  uño ,  se  hailó  que  ni  la  una  ni  la  otra  cuenta  con- 
cordaban con  los  movimientos  de  aquellos  planetas, 
ni  entre  sf.  Ih)r  donde  los  cristianos,  que  á  imitación 
de  César  cuanto  á  las  tiésias  idmovioles  siguen  el  ayo 
solar,  y  cuanto  á  las  movibles  el  lunar,  bailaron  ha- 
berse  alegado  mucho  de  lo  que  se  pretendió  que  ni  el 

Srincipío  del  oño  cain  en  el  mismo  dia  que  en  tiempo 
e  César,  ni  con  el  Áureo  número  como  se  pretendía, 
se  mostraban  las  conjunciones  de  la  luna. 

Por  lo  uno  y  por  lootro  el  papa  Gregorio  xm  el  año 
de  mil  y  quinientos  y  ochenta  y  dos ,  cuando  esto  es- 
cribimos, emendó  todo  esto :  quitó  del  calendario  el 
Aurüo  número ;  en  cuyo  !ugnr  puso  otro  mayor  que 
llamaron  Epaclás.  Demás  desto encl  principio  de  oc- 
tubre de  aquel  año  se  dejaron  de  contar  diez  dfas 
para  efecto  que  el  príncipio  del  año  solar  volviese  el 
asiento  conveniente  señalado  por  los  antiguos.  Y 
para  que  no  hiciese  dende  mudanza  ctú  lo  de  adelan- 
te ,  proveyó  que  á  ciertas  distancias  nó  se  intercalase 
el  bisesto,  con  que  se  acudió  á  todos  los  inconve* 
nionles.  Disputar  de  todo  esto  mas  á  la  larga  y  mas 
sutilmente  pertenece  á  los  astrólogos;  lo  qnees  deste 
lugar  y  aprovecha  para  la  histdriii  es  que  los  moros, 
como  poco  antes  se  ha  dicho,  hacen  el  tiío  menor 
que  el  nuestro  once  dias  y  un  cnaffo.  Lo  cual  por  no 
considerar  muchos  autores  señalaron  en  diversos  lu- 
gares el  príncipio  de  aquella  cuenta  de  los  moros  y  de 
aquellos  año^  de  la  Egira  con  tan  estrafta  variedad; 
(jue  desde  el  ano  de  quinientos  y  noventa  j  dos  basta 
el  de  seiscientos  y  veinte  y  siete  casi  no  hay  año  nin- 
guno^ en  que  alguno  ó  algunos  autores  no  pongan  el 
príncipiode  ladtchacuentá:  varíodadydiscoraaDcla 
vergonzosa.  Discordancia,  de  que  pienso  fue  la  cansa 
i]ue  diversos  escritores  en  diversos  tiempos  como  se 
informasen  cuantos  años  corrían  en  aquella  sazón  de 
los  árabes,  por  no  saber  qü3  eran  menores  que 
los  nuestro?,  volviendo  á  contarbácia  atrás  y  á  restar 
uqud  uúmeto  de  tinos  de  ios  de  Cristo,  señalaron  di* 


versos  prineipioi,  los  postreros ,  como  contaban  mas 
aSos.inas  arriba. 

£q  tanta  variedad  mucho  tiempo  nos  bailamos  sus- 
pensos y  dudosos  en  lo  que  debíamos  seguir.  Lo  que 
mas  verisímil  nos  parece  es  que  la  computación  de 
los  árabes .  de  los  morss  y  de  la  Egira ,  que  todo  es 
uno ,  se  dene  comenzar  el  ano  de  Cristo  seiscientos  y 
veinte  v  dos  á  auince  de  jolio»  seeun que  lo  testiGcan 
los  anafes  toledanos  que  se  escribieron  pasados  tre* 
cieutosañosba.  Lo  mismo  comprueban  loa  letreros 
do  las  piedras  y  las  memorias  antiguas :  concuerdan 
losjudíosy  moros,  con  quien  para  mayor  seguridad 
lo  comunicamos  y.  según  qne  en  un  libríto  á  parle 
bastantemente  lo  tenemos  todo  deducido.  Sin  embar- 
go el  arzobispo  don  Rodrij;o  y  Isidoro  Pacense  se 
apartan  destu .  porque  señalan  el  principio  desta 
cuenta  el  año  de  Cristo  de  seiscientos  y  diez  y  ocho, 
es  á  saber  el  año  seteno  dal  imperio  de  Heraclio. 
Oíros  muchos  y  casi  los  mas^  en  que  hay  mayor  da- 
ño, igualaron  los  años  de  los  moros  con  los  nuestros : 
cosa  que  no  debieran  hacer,  como  queda  bastante- 
mente advertído. 

CAPITULO  xxvn. 


De  lo  que  bizo  Abdalasis. 

GoBEsrvó  algún  tiempo  Abdalasis  la  provincia  que 
su  padre  le  encomendó ,  sabia  y  prudentemente.  De 
África  vinieron  á  España  grandes  gentíos  para  arrai- 
garse mas  los  moros  en  ella  para  cultivar  y  poblar 
aquella  anchísima  tierra ,  á  causa  de  las  guerras  pa- 
sadas íáltá  de  moradores  y  yerma.  Diéronles  campos 
y  asientos  :  señalaron  á  Sevilla  por  cabeza ,  en  oue 
estuviese  la  silla  del  nuevo  imperio,  como  ciudad 

Srande  y  ñierte ,  ó  cómoda  para  dende  acudir  i  lo 
emás.  Egilona  mujer  del  rey  don  Rodrigo  estaba 
cautiva  con  otros  muchos.  El  moro  gobernador  con 
son  que  por  derecho  de  la  guerra  le  tocaba  aauella 
presa ,  la  hizo  traer  ante  si.  Era  de  bueaa  edad ,  su 
hermosura  y  apostura  muy  grande.  Asi  á  la  primera 
vista  el  bárbairo  quedó  herido  y  preso.  Preguntóle  con 
blandas  palabras  como  estaba.  E!la  lastimada  de  la 
memoria  de  ^ú  prosperidad  antigua ,  y  renovada  con 
esta  su  pena,  comenzó  á  derramar  lágrimas,  despedir 
sollozos  y  gemidos :  o  Que  quieres  (dijo  con  voz  flaca) 
»saber  de  mí ,  cuja  desventura  ha  sonado  y  se  sabe 
spor  todo  el  munao,  tanto  mas  grave  cuanto  de  todos 
Des  mas  conocida?  La  que  poco  antes  era  reina  di- 
»cbosB,  cuyo  señorío  se  estendia  fuera  de  España, al 
«presente  (ó  triste  fortuna)  despojada  de  todo,  me 
Dnallóenel  número  de  los  eisclavoi  y  cautivos.  La 
•caída  tanto  es  mas  dolorosa  cuanto  el  lugar  de  que 
»se  cae  es  mas  alto :  lo  que  es  de  tal  suerte,  que  los 
«españoles,  olvidados  de  su  afán ,  lloran  mí  desastrd 
»v  fes  es  ocasión  de  mayor  pena.  Tú  si  como  es  justo 
»lo  bagan  los  ánimos  generosos,  te  mueves  por  el  de- 
«sastre  de  los  reyes,  gózate  en  esta  bienandanza  te- 
)>ner  ocasión  de  hacer  bien  á  la  sangre  real.  Ningún 
»mayor  favor  me  puedes  hacer  que  volver  por  mi  no- 
»nestidad  como  de  reina  y  de  matrona,  y  no  permitir 
»Que  ninguno  de  mi  se  burle.  Por  lo  demás  tuya  soy: 
»ae  mí  como  de  tu  esclava  hazlo  que  por  bien  tuvie- 
nres.  Con  las  obras,  por  hallarme  en  e&te  estado,  no 
»te  podré  gratificar  lo  que  hicieres  :  la  memoria  y 
vrecottocimiento  serán  perpetuos,  y  la  voluntad  de 
«agradarte  y  obedecerte  muy  grande. » 

Coa  esta  razonamiento  y  palabras  quedó  aquel 
bárbaro  maa  {ireBdadj.  Usó  con  ella  de  bálagos  y  de 
blandora ,  resuelto  de  tomarla  por  mujer,  como  lo 
hiz^,  sin  qaitalle  la  libertad  de  ser  cristiana.  Túvola 
en  su  compañía  con  grande  honra  toda  la  vida,  ca 
demás  de  su  hermosura  y  de  su  edad  que  era  muy  flo- 
rida, fue  dotada  de  sijgular  prudencia,  tanto  que  por 
sus  consejos  príncipaliiiente  enderezaba  su  gobierno, 


HfSToau  oa  «SPAiU.  204 

y  á  su  persuasión  por  tener  masautoridadi  y  quena- 

die  le  menospreciase,  usó  de  repuesto,  aparato  y  corte 
real,  y  se  puso  corona  en  la  cabeza.  En  tierra  de  An« 
tequera  por  la  parte  que  toca  los  mojones  y  los  aleda- 
ños de  Málaga,  bay  un  monte  llamado  Abdalasis^  por 
ventura  del  nombre  dcste  príncipe ;  como  también 
algunos  sospechan  que  Almaguer  pueblo  de  la  orden 
de  Santiago  se  llamó  así  de  Magued  capitán  moro,  de 
quien  dicen  solía  beber  del  agua  de  una  fuente  que 
está  allí  cerca;  y  porque  el  agua  en  lengua  arábiga  se 
dice  Alma,  pretenden  que  de  Alma  y  Magued  se 
,  compuso  el  nombre  de  Almagued.  Hoy  en  aquel  pue- 
blo no  hay  fuentes,  todos  beben  de  pozos.  No  hay 
duda  síuo  que  con  la  mudanza  que  bobo  en  las. demás 
cosas,  se  mudaron  los  apellidos  á  muchos  pueblos, 
montes,  ríos,  fuentes:  de  que  resulta  grande  coníu- 
sion  en  la  memoria  y  nombres  antiguos,  ca  los  capi- 
tanes bárbaros  parece  pretendieron  para  perpetuar 
su  memoria  y  para  mayor  honra  suya  fundar  nuevos 
pueblos,  ó  mudar  á  otros  sus  apellidos  que  tenian  de 
tiempo  antiguo. 

Qué  se  baya  hecho  del  conde  don  Julián  no  se  sabe, 
ni  se  averigua  :  la  grandeza  de  su  maldad  hace  se  en- 
tienda  que  vivo  y  muerto  fue  condenado  á  eternos 
tormentos.  Es  opinión,  empero  sin  autor  que  la  com- 
pruebe bastantemente ,  que  la  mujer  del  conde  mu- 
rió apedreada ,  y  un  hijo  suyo  despeñado  de  una  torre 
de  Ceuta ;  y  que  á  él  mismo  condenaron  á  cárcel  per- 
petua por  mandado  y  sentencia  de  los  moros  á  quien 
tanto  quiso  agradar.  En  un  castillo  llamado  Loarri , 
distrito  de  la  ciudad  de  Huesca,  se  muestra  un  sepul- 
cro de  piedra  fuera  de  la  iglesia  del  castillo ,  do  dicen 
comunmeute  estuvo  sepultado.  Don  Rodrigo  y  don 
Lucas  de  Tuy  testiGcan  haber  sido  muerto  y  despo- 
jado de  todos  sus  bienes  así  él  como  ios  hijos  del  rey 
Wiliza.  Lo  que  se  puede  asegurar,  es  oue  el  estado 
de  las  cosas  era  de  todo  punto  miserable.  Casi  toda 
España  estaba  á  los  moros  sujeta  á  esta  sazón :  no  se 
puede  pensar  género  de  mal  que  los  cristianos  no  pa- 
deciesen ,  quitaban  las  mujeres  á  sus  maridos,  saca- 
ban los  hijos  del  regazo  do  sus  madres ,  robaban  los 
)años  y  ricas  preseas  libremente  y  sin  castigo.  Las 
leredades  y  los  campos  no  rendían  los  frutos  que  so- 
ian ,  por  estar  airado  el  cielo  y  por  la  falta  de  labran- 
za. Proranaban  las  casas  y  templos  consagrados,  t 
aun  los  abrasaban  y  abatían  :  los  cuerpos  muertos  a 
cada  paso  se  hallaban  tendidos  por  las  calles  y  cami- 
nos :  no  se  oia  por  todas  partes  smo  llantos  y  gemidos. 
Finalmente  no  se  puede  pensar  género  de  mal  con 
que  España  no  fuese  aflígfda  :  claro  castigo  de  Dios, 
que  por  tal  manera  tomaba  venganza  no  solo  de  los 
malos ,  sino  también  de  los  inocentes  por  el  menos- 
precio de  la  religión  y  de  sus  leyes.  Todavía  en  lo  de 
Vizcaya  y  en  parte  de  los  Pirineos  hacia  lo  de  Navarra 
y  Arafjon,  en  lo  de  Asturias  y  parte  de  Galicia  se  en- 
tretenían los  cristianos,  confiados  masen  la  aspereza 
de  los  lugares  y  por  no  acudir  contra  ellos  les  moros, 
que  en  fuerzas  o  ánimo  que  tuviesen  para  hacer  re* 
sistencia.  Los  que  estaban  sujetos  á  los  moros  y  mez- 
clados con  ellos ,  entonces  se  comenzaron  á  llamar 
M'xli- Árabes,  es  á  saber  mezclados  árabes,  después 
mudada  algún  tanto  la  palabra,  los  mismos  se  llama* 
ron  mozárabes.  Dábanles  libertad  de  profesar  sureli- 

Sion,  tenian  templos  á  fuer  de  cristianos,  monasterios 
e  hombres  y  mujeres  como  antes.  Los  obispos  por 
miedo  que  su  dignidad  no  fuese  escarnecida  entre 
aquellos  bárbaros,  se  recogieron  á  Galicia  junto  con 
gran  parte  laclerería  :  y  aun  el  obispo  don  IriaFlavia 
que  es  el  padrón  á  mucnos  prelados  que  acudieron  á 
su  obispaao,  señaló  rentas  y  diezmos  con  que  se  sus- 
tentasen en  aquel  destierro,  como  se  entiende  por  la 
narrativa  de  un  privilegio  que  el  rey  don  Ordeño  el 
Secundo  dio  á  la  iglesia  de  Santiago  de  Galicia  año  dé 
Cristo  dt  novecientos  y  trece. 


1M  BIBUOTECA  DK  (ÍAsMft  T  ÉOlG. 

De^la  tnftnefá  cayóEsqaña;  tal  fae  él  findélnolú- 
)himo  reino  de  los  godos.  Con  el  cielo  sin  duda  se  re- 
Tuolven  las  cosas  dé  acá :  lo  que  luvo  prÍDcipio  *  es 
necesario  se  acabe ;  ]o  gue  nace  muere,  y  lo  que  crece 
se  envejece.  Gayó  pues  eí  reino  y  gente  de  los  godos 
no  sin  providencia  y  consejo  del  cielo ,  como  á  mí  me 
parece ,  para  que  después  de  tal  castigo  délas  cenizas 
y  de  la  sepultura  de  aquella  gente  naciese  y  solevan- 
tase ana  nueva  y  santa  España ,  de  mayores  fuerzas 
y  señorío  que  antes  era  :  refugio  en  este  tiempo,  am- 
paro y  columna  de  la  religión  católica^  que  compuesta 
de  todos  sus  partes  y  como  de  sus  miembros  termina 
su  muy  ancho  imperio^  y  le  estiende  como  boy  lo  ve- 
mos basta  los  últimos  unes  de  Levante  y  Poniente. 
Por  que  en  el  mismo  tiempo  que  esto  se  escribia  en 
latín,  don  Felipe  II  rey  católico  de  España ,  venciilos 
por  dos  y  mas  veces  en  biitalla  los  rebeldes ,  juntó 
Con  los  demás  estados  el  reino  de  Portngal  con  atadu- 
ra como  lo  esperamos  dichosa  y  perpetua  :  con  que 
esta  anchísima  provincia  de  España  reducida  después 
de  tanto  tiempo  debajo  de  un  sceptro  y  señorío,  co- 
mienza á  poner  muy  mayor  espanto  que  solia  á  los 
mulos  y  á  Jos  enemigos  de  Cristo. 


LIBRO  SÉPTIMO. 

CAPITULO  L 
Come  el  infante  don  Pelap  se  levantó  contra  los  moros. 

No  pasaron  dos  años  enteros  (\)  después  que  el 
furor  africano  hizo  á  España  aquella  guerra  cruel  y 
desgraciada,  cuando  un  gran  campo' de  moros  pasó 
his  cumbres  de  los  Pirineos  por  donde  parten  término 
España  y  Francia,  y  por  fuerza  de  armas  rompió  por 
aquella  provincia  con  intento  de  rendir  con  la»  nrmas 
vencedoras  aquella  parte  de  Francia  que  solia  ser  de 
los  godos.  A^kmás  que  se  les  presentaba  buena  oca- 
sión conformé  al  deseño  que  llevaban ,  de  acometer 
y  apoderarse  do  toda  aquella  provincia  por  estar  alte- 
rada con  discordias  civiles  ^  y  muy  cerca  de  caer  por 
el  suelo  á  causa  de  la  ociosidad  y  descuido  muy  gran* 
de  de  aquellos  reyes ,  conque  las  fuerzas  se  enfla- 
quecian  y  m/irchilaban ,  no  de  otra  guisa  ipie  poco 
antes  aconteciera  en  España.  Pipino  el  mas  viejo ,  y 
Carlos  so  hijo  bien  que  habido  fuera  de  matrimonio, 
por  su  valor  y  esfuerzo  en  las  armas  llamado  por  so- 
nrenombre  Murtetlo,  señores  de  lo  que  entonces 
Austrasia  y  al  presente  se  dice  Lorena  ,  eran  meyor- 
domos  de  la  casa  real  de  Francia,  y  como  taléis  go- 
bernaban en  paz  y  en  guerra  la  república  á  su  volun- 
tad: camino  que  claramente  se  hacían  y  escalón  para 
apoderarse  del  reino  y  de  la  corona,  cuyo  nombre 
quedaba  solamente  á  los  que  eran  verdaderos  reyes  y 
naturales  por  ser  del  linaje  y  alcuñade  Pharamundo 
primero  rey  de  los  francos.  Grande  era  el  odio  que 
resultaba  y  el  di^^gusto  que  por  ésta  causa  muchos 
recebian :  llevaban  mal  que  una  casa  en  Francia  y  un 
Hnaje  estuviose  tan  apoderado  de  todo  lo  que  pudiese 
ínas  que  las  leyes  y  que  los  reyes  y  toda  la  demás 
nobleza.  Eodon  duque  de  Aquitania  ^  hoy  Guicna, 
era  el  principal  que  hacia  rostro  y  contrastaba  á  los 
intentos  de  los  austrasiaoos.  Cada  parte  tenia  sus 
valedores  y  allegados,  con  que  toda  aquella  nación  y 
provincia  estaba  dividida  en  parcialidades  y  bandos. 

Lo  que  hace  á  nuestro  propósito  es  que  con  la  oca- 
sión de  estar  los  bárbaros  ocupados  en  la  guerra  de 
Francia,  las  reliquias  de  los  godos'que  oscaparon  de 
aquel  miserable  naufragio  de  España ,  y  reducidos  á 
las  Asturias ,  Galicia  y  Vizcaya  tenían  mas  confranza 

(1)  La  primera  entrada  délos  mahometanos  en  Francia, 
legun  sas  liistoriadoras ,  fue  el  año  731 ;  en  España  hemos 
4icho  que  eotraron  el  711  ó  712  :  por  consiguiente  tardaron 
Due?e  ó  diez  años  en  iavadíf  la  Francia. 


en  la  aspereza  de  aquellas  fraguras  de  montesque  en 
las  fuerzas,  tuvieron  lu^ar  para  tratar  entre  si  cómo 
podrían  recobrar  su  antigua  libertad.  Quejábanse  en 
secreto  que  sus  hijos  y  mujeres  hechos  esclavos  ser- 
vían á  la  deshonestidad  de  sus  señores.  Que  ellos 
mismos  lleeados  á  lo  último  de  la  desventura,  no  solo 
padecían  el  público  vasallaje,  sino  cada  cual  una  mi- 
serable servidumbre.  Todos  los  santuarios  de  España 
profanados :  los  templos  de  los  santos  unos  con  el 
furor  de  la  (guerra  quemados  y  abatidos ,  otros  des- 
pués de  la  victoria  servian  á  la  torpeza  de  la  supers- 
tición mahometana,  saqueados  los  ornamentos  y 
preseas  de  las  iglesias :  rastros  do  quiera  de  una  bár- 
bara crueldad  y  fiereza.  En  Muouzaque  era  goberna- 
dor de  Gijon  (i)  aunque  puesto  por  los  moros .  de 
profesión  cristiauo  en  quien  fuera  justo  hallar  afgun 
reparo^  no  se  veía  cosa  de  hombre  fuera  de  la  figura  y 
apariencia,  ni  de  cristiano  mas  del  nombre  y  hábito 
esteríor :  que  los  seria  mejor  partido  morir  de  una 
vez ,  que  sufrir  cosas  tan  indignas  y  vida  tan  desgra- 
ciada. Ya  no  trataban  de  recobrar  la  antigua  gloria 
en  un  punto  escurecida^  ni  el  imperio  de  au  gente 
que  por  permisión  de  Dios  era  acaoado ;  solo  desea- 
ban alguna  manera  de  servidumbre  tolerable ,  y  de 
vi  Ja  no  tan  amarga  como  era  la  que  padecian. 

Los  que  desto  trataban  tenían  mas  falta  de  caudi- 
llo que  de  fuerzas,  el  cual  con  el  riesgo  de  su  vida  y 
COA  su  ejemplo  despertase  á  los  demás  cristianos  de 
E<:paña,  y  los  animase  para  acometer  cosa  tan  grao- 
do,  porque  como  suele  el  pueblo  todos  blasonaoany 
hablaban  atrevidamente^  pero  todos  también  rehusa- 
bün  de  entrar  en  el  ()eIigro  y  en  la  liza :  el  vigor  y 
valor  de  los  ánimos  cuido ,  la  nobleza  de  los  godos  con 
las  guerras  por  la  mayor  parte  acabada.  Solo  el  iofan* 
te  don  Pelayo  como  el  que  venia  do  la  alcuña  y  san- 
gre real  de  ios  godos ,  sin  embargo  de  los  trabajos 
que  había  padecido ,  resplandecía  y  se  señalaba  en 
valor  y  grandeza  de  ánimo ,  cosa  que  sabían  muy 
bien  los  naturales ;  y  aun  los  mismos  que  no  le  cono- 
cían ,  por  la  fama  de  sus  proezas  y  de  su  esfilerzo , 
como  suele  acontecer,  le  imaj^ioaban  hombre  de 
graikle  cuerpo  y  gentil  presencia.  Sucedió  muy  á 
propósito  que  desde  Vizcaya  do  estajea  recogido  des- 
pués del  dt'sastre  de  Esj^a ,  viniese  á  las  Asturias, 
no  se  sabe  si  llamado ,  si  de  su  voluntad  por  no  faltar 
á  la  ocasión  sí  alguna  se  presentase  de  ayudar  á  la 
patria  común.  Pur  ventura  tenían  diferencias  sobre 
el  señorío  de  Vizcaya  ,  ca  tres  duques  de  Vizcaya , 
hallo  en  las  memorias  de  aquel  tiempo,  Eudon,  Pe- 
dro ,  y  don  í'elayo  (3). 

A  la  verdad  luego  que  llegó  á  las  Asturias  todos 

Susieron  en  él  los  ojos  y  la  esperanza  que  se  podría 
ar  algún  corte  en  tantos  males  y  hallar  algún  reme- 
dio, si  Je  pudiesen  persuadir  que  sebicíese  cabeza,  y 
como  tal  se  encargase  del  amparo  y  protección  de  los 
demás.  A  muchos  atemorizaba  la  grandeza  del  peli- 
gro y  hazaña  que  acometían  uon  fuerzas  tan  flacas : 
parecía  desatino  sin  mayor  seguridad  aventurarse  de 
nuevo,  y  exasperar  las  armas  y  los  ánimos  de  los 
bárbaros;  pero  lo  qiie  rehusaban  de  hacer  por  miedo, 
cierto  accidente  lo  trocó  en  uece.<-idad.  Tenia  don 
Pe'ayo  una  hermana  en  edad  muy  Oorida,  de  hernio- 
sura  estraordinaria.  Deseaba  grandemente  Muouza 
gobernador  de  Gijon  casar  con  aquella  doncella,  por- 

(2)  Cuanto  aquí  refiere  Mariana  de  Munuza  es  apócrifo, 
porque  loa  CroHtcones  mas  aniigaos  no  hablan  ana  palabra 
sobre  el  particular ;  por  el  contrario  se  ve  me  en  este  liein- 
po  los  moros  aun  oo  hablan  penetrado  tao  aaelante. 

(3)  Lo  probable  es  que  don  Pelayo,  si  f»  bailó  ea  la  ba- 
talla de  Guada lete ,  después  se  retiraría  á  su  gobteroo  de  Ja 
Cantabria  que  comprendía  las  montaiías  de  Burgos,  las  As- 
turias de  Santilíana,  y  parte  de  las  de  Oviedo,  pero  no  la 
Guipúzcoa  ni  la  Vizcaya.  Don  Pelayo  no  fue  duque  de  Vii- 
caya ,  ni  tampoco  Endon ,  porque  los  historiadores  antiguos 

I  solo  le  Bombrao  duque  de  Aquitania. 


OiSTOKU   DR  ESPAMA. 


203 


qtit*  coipo  suelen  los.  hombres  bajos  y  q^ne  ile  presto 
Mibeo,  DO Mbia  vencerse  en  la  prosperidad,  dí  en-- 
fn-narel  deseo  deshoDesto  con  la  razo»  y  virtud.  No 
teaia- alguna  esperanza  que  don  Peiuyo  vendriaen  lo 
qu«  él  tanto  deseaba.  Acordó  con  muestra  de  amistad 
enviarle  é  Córdoba  sobre  ciertos  negocios  ul  capitán 
Tarif  qneaun  no  era  pasado  en  África.  Con  ia  auaen« 
ciii  de  don  Pelavo  fácumente^salió  con  su  intento. 

Vuelto  el  hermano  de  la  embajada ,  y  subida  la 
nfreóta  desn  ea.«a ,  cuan  grave  dolor  recUúese,  y  con 
coistas  llainAf^de  ira  se  abrasase  dentro  de  si ,  cual- 
qoiéra  lo  podrá  entender  por  sí  mi^mo.  Dábale  pena 
asi  ia  afrentare  su  hermnna ,  como  b  deshonra  de  sa 
casa,  mes  lo>que  sobre  todo  se  sentía  era  ver  que  en 
tiempo  tun  revuelto  no  podía  satHfacersede  itomfore 
tan  poderoso^  á  cuyo  cargo  estaban  hts  armas  y  soli- 
dados. Revolvía  en  su  peosamiento  diversas  trazas, 
parecióle  que  S3ria  la  mejor  en  tuuto  que  se  ofrecía 
alguna  buena  ocasión  de  vciígarse ,  callar  y  disimular 
<<l  dolor,  y  con  mostrar  que  holgaba  de  lo  hecho, 
borlbr  nn  engaño  con  otro  engaño.  Cuu  esta  traza  ha- 
lló ocasión  de  recobrar  su  iiermaoa ,  con  que  seliuyó 
á  les  puebioB  de  Asturias  comarcanos ;  en  que  tt;nia 
gentes  aficionadas  y  ganadas  las  voluntades  de  toda 
aqnelia  oomarca.  Espantóse  Munuza  con  la  novedad 
de  aquel  caso ,  recelábase  que  de  pequeños  príuci- 
pios  se  podría  encender  grande  llama ;  acordó  de  avi- 
^  ^ar  á  Tarif  lo  que  ptisaba.  Despachó  él  sin  dilación 
deade  Córdoba  soldados  que  fácilmente  hobieran  á 
las  macos  á  don  Pela  yo  por  no  estar  bieu  apercebido 
(le  fuerzas,  si  avisa<)o  del  peligro  no  escapara  con 
presteza  ,  y  puestü&«las  espueius  al  caballo  le  hiciera 
pasar  un  rio  qu»  por  allí  pasanu  llamado  Piona ,  á  la 
sazoü  muy  crecido  y  arrebatado,  cosa  que  ledióla 
villa,  porque  los  coutrarios  que  le  seguían  por  la 
buelia ,  se  quedaron  burlados  pur  uo^itreverse  á  hacer 
lo  mismo ,  ni  estimar  en  tanto  el  pnndellei  como  el 
poner  á  riesgo  tao  mauilieslo  sus  vidas. 

Ep  el  valh  que  hoy  se  llama  Cangas  y  entonces 
Canica,  tocó  tambor  y  levantó  estandarte.  Acudió  de 
todas  parles  gente  pelare  y  desterrada  cou  esperanza 
de  cobrar  la  libertad :  tenían  entendido  que  en  breve 
vendría  mayoc  golpe  de  soldados  para  al»JHr  aquella 
rebelión,  lluches  de  su  voluntad  tomaran  las  armas 
por  el  gran  ({eseo  que  tedian  de  hacer  la  guerra  deba- 
jo de  la  conducta  de  don  Pelayo  por  la  salud  de  la 
patría  y  por  el  remedio  de  tantos  male«> :  algunos  por 
miedo  que  tenían  á  los  enemigos ,  y  por  otra  parte 
movidos  de  las  amenazas  de  los  suyos ;  y  por  el  peli- 
gro que  corrían  de  ambas  partes  (hora  venciesen  los 
cristianos ,  hora  fuesen  veucidos )  de  ser  saqueados  y 
líialtralüdos  por  ios  que  qnedasen  con  la  victoria,  for- 
zados acudieron  á  don  l^eiayo,  en  particular  los  astu- 
rianos casi  todos  siguieron  esto  partido.  Juntó  los 
principales  de  aquella  nación:  amonestóles  que  con 
graojie  ánimo  entrasen  en  aquella  demanda  a  ules  que 
el  stsnorio  de  los  moros  con  la  tardanza  de  todo  punto 
se  arraigase,  que  con  la  novedad  andaba  en  balan- 
zas. i«  Ciiuviene  (dice)  usar  de  presteza  y  de  valor  para 
nquelos  que  tenemos  la  justicia  de  nuestra  parto, 
»)übrepujemos  ¿  ios  contraríos  con  cl  esfuerzo.  Cada 
»cual  de  las  cindades  tiene  una  pequefrí  guarnición 
»de  moros:  los  moradores  y  ciudadanos  son  nuestros, 
*iy  todos  los  hombres  valientes  de  España  desean 
^emplearse  en  nuestra  ayuda.  No  Itübra  alguno  que 
Kioerezca  nombre  de  cristiano,  que  no  se  venga  lúe** 
»¿o  á  nuestro  campo.  Solo  entretongamos  L  los  ene- 
wmigos  un  poco  y  con  corazones  atrevidos  avivemos 
»la  esperanza  de  recobrar  la  libertad ,  y  la  engeudre- 
»iDos  en  los  ánimos  de  nuestros  bermauos.  El  ejército 
»de  los  enemigos  derramado  por  muchas  partes,  y  ia 
«fuerza  de  su  campo  está  embarazada  en  Francia. 
» Acudamos  pues  con  esfuerzo  vxorazon,  que  esto  es 
•buena  ocasión  para  pelear  por  la  antigua  ffloria  de 
"la  guerra ,  por  los  altares  y  religión ,  por  Tos  hijos, 


«mujeres,  paríanles  y  amados  que  están  p^cstosen 

»una  indigna  y  gravísima  servidumbre.  Pecada  cosa 
v^  relatar  sus  ultrajes,  nuestras  miserias  y  peligros; 

»y  cosa  muy  vaua  eacarecellas  con  palabras,  dcrru- 
»mar  lágrimas,  despedir  sospiros.  Lo  aue  hace  al  caso 
»es  aplicar  algún  remedio  á  lacnfermcaad,  dar  mués- 
tftra  de  vuestra  nobleza,  v  acordaos  que  sois  nacidos 
»de  la  nobilísima  sangre  ae  los  godos.  La  prosperidad 
)»y  regalos  nos  euflaquecieron  y  hicieron  caer  en  1  an- 
otes males;  las  adversidades  y  trabajos  pos  aviven  y 
»nos  despierten.  Diréis  que  es  cosa  pesada  acometer' 
»los  peligros  de  Ja  guerra :  ¿cuánto  mas  pesado  es 
»que  ios  hijos  y  muieres  hechos  esclavos  üirvuo  á 
nía  deshonestidad  de  los  enemigos  f  ¡Oh  ^ra^de  y  en- 
ntrañable  4o¡or,  fortuna  trabajosa  y    áspera,  que 
))yosotro5  mismos  seáis  despojados  de  vuestras  vidas 
»y  haciendas  I  todo  lo  cual  es  forzoso  que  padezci^u 
«los  veucidos.  El  amor  demuestras  uosas  particulares, 
i>ye[  deseo  del  sosiego  por  ventura  os  entretiene.  En- 
(igañais  os  ó  si  pensáis  que  los  particulares  ise  pueueu 
Mcouservar  destruida  y  asolada  la  república:  la  fuerxa 
ndesta  llama  á  ia  manera  que  el  f  ui'go  de  unas  casas 
»pasa  á  otras ,  lo  consuuurá  todo  sin  dejar  cosa  algu- 
una  en  pió.  ¿Penéis  la  cooíiaoza  en  ia  forUíeza  y  as- 
»pereza  desU  comarca  ?  A  los.  cobardes  y  ociosos 
uoinguna  cosa  puede  asegurar ;  y  cuando  Jos  enemi- 
»gos  no  'nos  acometiesen  ,  ¿  cómo  podrá  esta  tierra 
ues^éril  y  menguada  de  todo  sustentar  tonto  gente 
ueomo  se  ha  recogido  á  estos  montañas?  El  pequeño 
wnúmero  de  nuestros  soldados  os  Irace  dudar ;  pero 
)> debéis  os  acordar  de  los  tiempos  pasados  y  de  los 
utrances  variables  de  las  guerras ,  por  donde  podéis 
)ientender  que  no  vencen  los  muchos,  sino  h)s  esfor- 
uzaidos.  A  Djos  al  cual  tenemos  irritado  autesde  ahora , 
))y  al  presenté  creemos  está  aplacado,  fácil  cosa  es  y. 
)jaun  muy  usada  deshacer  gruesos  ejércitos  con  Iks 
Murmas  de  pocos.  ¿Tenéis  por  mejor  conformaros  con 
»et estado  presento ,  y  por  acertodo  servir  al  ej}eni¡gt> 
»coo  condiciones  tolerables?  como  si  esto  canalla  iu- 
»nel  y  desleal  hiciese  caso  de  conciertos,  ó  de  gente 
»bárbara  se  pueda  esperar  que  será  constonto  «u  hus 
nproraesas.  ¿Pensáis  por  ventura  que  tratomos  cou- 
))hombres  crueles,  v  no  antos  pon  bestias  lleras  y  sal- 
Mvajes?  Por  lo  que  á  mí  toca ,  estoy  determinado  coii' 
» vuestra  ayuda  de  acometer  e^to  empresa  y  pelign» 
))bien  que  muy  grande  por  el  bien  común  muy  de 
»buena  gana ;  y  en  tanto  que  yo  viviere,  mostrarme 
))enemigo  no  mas  á estos  bárbaros,  oue  á  cpalquiera 
»de  los  nuestros  que  rehusare  tomarlas  armas  y  ayu* 
ndaroos  ea  esta  guerra  sagrada ,  y  no  se  deterniinare 
»de  vencer  ó  morir  como  oueno  antes  que  sufrir  vida 
utun  miserable,  tan  estrema  afrenta  y  desventura.  La 
»graodeza  de  los  castigos  para  entender  ó  los  cobar- 
»des  que  no  son  los  enemigos  los  que  mas  deben 
Mieraer.» 

Cutre  tanto  que  don  Pelayo  decía  estos  palabras, 
los  sollozos  y  gen^idos  de  los  que  allí  estaban ,  eran 
ton  grandes  qíie  á  las  veoesno  le  dejaban  pa<;ar  ade- 
lante. Poniansele  delante  los  ojos  las  imágenes  de  los 
males  presentes  V  de  los  que  les  tfmeoiizubau:  el  mie- 
do era  Igual  al  dolor.  Pero  después  que  ulgun  tonto 
respiraron  y  concibieron  dentro  de  si  alguna  espe- 
ranza de  mejor  partido ,  todos  se  jurameaiarcn  y  con 
grandes  fuerzas  se  obligaron  de  hücer  guerra  á  los 
moros,  y  f\n  escusar  algún  peligro  ó  trnb»jo  ser  los 

e rimeros  ó  lomar  las  armas.  Tratóse  do  nembrar  ca- 
ezé  (t),  y  por  voto  de  todos  señalaron  al  mismo  don 


(!)  El  Pacense  es  él  eacritor  mas  antiguo  íjue  oos  ha  que 
dadojde  aquellos  inrelices  tiempos,  pues  acaba  su  crónira  cl 
aI;o  733  6  754  de  la  era  cristiana,  y  no  habla  nada  de  don 
Pefayo  «i  de  su  erección  al  reino,  aonque  hace  mención  de 
los  principes  godos  Theodimero  y  Athana^ríldo ,  que  fueroa 
loa  dos  primeros  caudillos  do  los  crisiiaoos.  Eso  no  obstante, 
todos  tienen  por  cierto  este  hecho,  áh\  que  todos  los  Croni- 
cones posteriores  hablan  como  cosa  cierta  y  saUiia. 


304  BiBLi;/r?c«  di 

^eltjopor  ta  capitán,  *  la  aliaroD  por  rey  de  EspRoa 
'I  ano  queie  contaba  da  nuestra  laltacioD  de  716; 
■IguQOS  á  esta  número  añaden  dos  años.  Deste  prin- 
cipio al  mismo  tiempo  quela  impiedad  armada  andaba 
aaelupor  toda  España,  j  el  furor  7  atrevimieoto  por 
todas  (Mrleí  tolaban  c£si  sin  alguna  esperanza  de  re- 
medio, un  nuevo  reino  dicbosamenta  tpara  siempre 
te  tundo  en  España,  7  se  levantó  bandera  pan  que 
los  naturales  alligldos  J  miserableí  tuviesen  alguna 
eaperaaza  de  remedio:  tanto  importa -á  las  voces  no 
fa'tar  ¿  la  ocasión  j  aprovecharte  con  prudencia  de 
lo  que  sucede  acaso. 

Los  gallegos;  ios  vizcaínos,  cujras  tierras  baña  el 
mar  Océano  por  la  parte  del  septeutríon,  y  í  ejemplo 
de  los  asturianos  eu  «ran  parte  conserrabao  ta  liber- 
tad, fueron  convidados  á  entrar  onesta  demanda.  Lo 
mismo  se  hizo  de  secreto  con  las  ciudades  que  eela- 
bui  en  poder  de  moros ,  qae  enviaron  i  requerillas  y 
coDJnralias  no  Tallasen  i  Ib  causa  común,  antes  coa 
obras  j  con  consejo  ayudasen  i  sus  intentos.  Algu- 
nos de  los  Itigares  comárcenos  acudieron  al  campo 
da  don  Pdajo,  determinados  de  aventurarse  de  nue- 
vo, y  ponerse  al  riesgo  y  al  trabajo;  pero  los  mas  por 
menoaprecio  det  nuevo  rey,  j  por  mieJo  de  mayor 
mal  se  quedaron  en  sus  casas:  queriaa  mas  estar  i  la 
mira  y  aconsejarse  con  el  tiempo,  que  liacerse  parte 


ctffJia  r  BoiG. 

en  negocio  tan  dudoso.  Bien  entendía  don  Pdayo  de 
Gutnta  ímportantía  para  todo  serian  los  principios  de 
su  reinado.  Asi  con  deseo  de  ecreditvse  corría  lai 
fronteras  de  Iqs  moros,  acudia  á  todas  parles,  roba- 
tn ,  cautivaba  y  mataba :  por  otra  parte  visitaba  los 

Cueblos  de  las  Asturias;  yconsu  presencia  y  iiali- 
raa  levantaba  í  los  dudosos,  aniniau  £  los  Ñloru- 
dos.  Demáa  desto  con  grande  diligencia  se  apercebii 
de  todo  lo  necesario,  y  lo  juntaba  de  todas  partes  lio 
perdonará  trabajo  alguno  i  trueque  de  aaiarliaria 
nuevo  reino  entre  los  suyos,  y  atemorizar  é  los  bir- 
baroa,ca  sabia  acudírianluegol  apagar  aquel  fuego. 
Tenia  vigor  y  valor ,  la  edad  era  4  propósito  para  n- 
Trir  trabajos,  la  presencia  j  traía  del  cuerpo  no  por 
el  arreo  vistosa ,  sino  por  11  misma  varonil  verdade- 
ramente y  de  soldado. 

CAPITULO  U. 

Comolosraorosftieroiipordoii  f^fayo veaddes- 

Enjaa  los  demás  capitanes  que  vinieron  conTaríf 
d  la  conquista  de  España ,  uno  de  loa  mas  señilidos 
fue  Alcama  maestro  de  la  milieia  moriaca  ,-que  era 
como  al  presente  coronel  6  maestre  de  campo.  Esla 
sabidas  las  alteracloneg  de  ias  Asturias,  acuoíA  prea- 
I  tameníe  desde  Córdoba  para  reprimir  los  principins. 


de  aqael  levanlamienlo ,  con  recelo  que  con  la  tar-  i 
danza  no  tomate  fuem  aquel  atrevimiento,  7  el  re- 
medio le  hiciese  mas  dificultoao.  Seguia  í  Alcama 
un  grueso  ejército  compuestodemorosydecrísüanos: 
llevó  en  au  compañía  i  don  Oppas  prelado  de  Sevilla 
para  ayudarse  de  au  autoridad,  y  de  la  amistad  y 
deudo  que  tenia  con  don  Pelayo,  para  reducirle  a 
mejor  partido;  y  para  qne  con  au  prudencia  7  buena 
maña  dieae  á  entender  i  los  ^ue  locamente  andaban 
laltérados,  que  Iodo  atrevimiento  es  vano  cuando  le 


faltan  las  fnerkas:  que  los  desvarios  en  materia  se- 
mejante son  perjudiciales ;  y  loa  varones  pmdeaiei 
cuando  acometen  alguna  empresa  deben  poner  pri- 
mero los  ojos  en  la  salida  v  en  el  remate:  si  Muouu 
ú  algún  otro  gobernador  tos  tenia  agraviados,  n)» 
acertado  era  alegar  de  sa  justicia  delante  de  los  mo- 
ros, que  nunca  dejaban  de  hacer  razan  i  quien  Ib 
KBiua:  tomar  las  armas,  7  fuera  de  propdsito  usar  de 
lerza,  el  intentarlo  era  locura,  j  el  remate  seria 
sin  dada  para  todos  miserable. 


-Ton  ^1  niio  de  (]ue  venta  Alcamt,  loi  loldtdoi- 
cristMiKiSM  tLaiDoniiroQ -grandemente  ;  corad  sue- 
lo teoutecer,  los  que  mu  blaaonuí  antea  del  peligro , 
y  mM  deapm»  docUn ,  il  tiempo  del  roeneiter  le 
iDMtnlNM  nu  cobardes.'U  meiDOria  da  lu  cotas 
patadu  j  Ib  perpéUii  reliciJad  (le  loa  barbaros  los 
■nwdroDtabio ,  y  i  nuiera  de  eaclaToi  pirecii  ijae 
aptata  |MMlrían  «ilhr  la  vista  de  los  unemigos.  Grúa* 
de  era  el  p«liRn>eD  que  todas  lu  cosas  se  hallubau. 


DE  tSPAl*.  iOS 

Et  socorro  de  Dios  y  de  los  santos  abcgBdos  de  Espa- 
ña, el  esfuerio  y  prudeucia  de  douPeluyucmpararou  ' 
á  los  que  estaban  faltas  de  ayuda ,  fuerzíis  y  consejo. 
Fuera  locura  hacer  ro&tro  y  contrastar  con  aqQella 
g«nle  desarmada  y  ciscada  de  miedo  al  enemigo  h- 
roi  y  espantable  por  tantas  victorias  como  lenin 
gaosdas.Wri  esto  don  Pelayo  repartid  los  demíis sol- 
dados por  los  lugares  cooiarcauos,  y  ¿I  con  mil  quu 
esco^iú  de  toda  la  mesa,  se  encerrú  en  una  catve 


ancha  y  espadOM  del  monle  AuMra .  qae  boyse  lia-    cibíóse  de  provisión  para  machos  dtas:  proveyósada 
ina  la  coeva  de  Santa  María  de  Covadooga  (I).  Aper-    armas  ofensivas  y  defensivas  con  intente  da  defea- 


(1}  Este  DMHUslería  de  Santa  Maris  de  Covidongiaa  ha- 
Ui  eJíBcado  al  pií  de  li  rinou  cneva.  El  «nligao  lemplo 
otaba  constraido  de  nni  minera  eitraSi  con  nadRai  enci- 
jonadas  eo  peña  tan  escarpada  que  solo  permitía  el  iccMO 


por  ID  escalen,  ün  incendio  rorloito  lo  destrayfi  en  ITT5,  y 
la  reeooilnicdOD  emprendida  por  Carlos  III  en  1T81 ,  bajo 
lo*  planos  de  Ventura  Rodríguei,  no  eiticoadnida.  A  tnvis 
de  una  reja  se  lee  eita  ínampcion  relativa  á  do*  ttoioi  pira- 


235 


BiuLioiLCA  i)£  Gaspar  y  noin. 


derse  si  le  cercasen  ,  y  aun  si  se  ofreciese  ocasión, 
iiiicer  ttlffuna  salida  contra  los  enemigos.  Los  inoros 
ioforínados  de  lo  que  pretendía  don  t'elayo ,  por  la 
liueÜa  fueron  en  sn  busca ,  y  tp  breve  llegaron  ú  h 
puertay  entrada  de  la  cueva.  Deseaban  escusar  la 
pelea  y  el  combate ;  que  no  podia  ser  sin  recibir  db- 
lio  en  aquellas  estrechuras  :  por  esto  acordaron  de 
intentar  si  con  buenas  razones  podrían  rendir  aquella 
gente  desesperada^ 

Encargóse  destodon  Oppas ;  pidió  habla  á  don  Pe- 
la) o,  y  alcanzada  -,  desde  uu  macho  en  que  iba,  como 
se  llegase  cerca  de  la  cueva  le  habló  desta  manca: 
«iCuánta  haya  sido  la  gloría  de  oue&tra  nación  ni  tú  lo 
MJgnoras,  ni  hay  para  que  relat^irlo  al  presente.  Por 
»grande  parte  del  mundo  estendimos  nuestras  armas. 
»A  los  romanos  señores  del  mundo  quitamos  á  Espa- 
»hu  :  sujetamos  y  vencinios  con  nuestro  esfuerzo 
»naciones  fieras  y  bárbaras;  pero  últimamente  he- 
»mos  ^ido  vencidos  por  Iqs  moros,  y  para  ejemplo  de 
»ta  inconstancia  de  la  felicidad  humana  de  la  cum- 
-»)bre  de  la  bienandanza ,  donde  poco  antes  nos  hallá- 
'  »bamos,  hemos  caído  en  grandes  y  esiremos  trabajos. 
»Sí  cuando  nuestras  fuerzas  las  teníamos  enteras,  no 
))fuimos  bastantes  á  resistir,  por  ventura  ahora  que 
»estdn  por  el  suelo,  pensamos  prevalecer?  por  ven- 
»tura  e¿a  cueva  en  que  pocos  á  manera  de  ladrones 
«estáis  encerrados,  y  como  Q^ras  cercados  dé  redes, ^ 
»serii  parte  para  libraros  de  ua  grueso  ejército «  que 
»es  de  no  menos  que  de  sesenta  mil  hombres?  Los 
Mpecudos  sin  duda  de  España ,  con  que  tenemos  irri- 
))tadus  á  Dios,  que  aun  no  parece  asta  harto  de  nu«8* 
»tra  sangre ,  os  ciegan  ios  ojos  para  que  no  veáis  lo 
»que  os  conviene.  Lo  que  si  por  el  suceso  de  las 
«guerras  á  ellos  prosperóla  nosotros  contrario,  no  se 
»oatendiera  bastantemente,  estos  intentos  tan  des- 
Mvariados  lo  mostrarán.  Porqué  no  os  apartáis  de  ese 
«propósito,  y  en  tanto  que  hay  esperanza  de  perdón 
«y  de  clemencia ,  dejadas  luego  las  armas  y  rendi- 
)>das ,  no  trocáis  las  afrentas,  ultrajes,  servidumbre 
«y  muerte  (que  será  el  pago  muy  cierto  desta  locura, 
»si  la  lleváis  adelante)  con  las  honras  y  premios  que 
»os  puedo  prometer  muy  grandes,  y  segujs  el  juicio 
»y  ejemplo  de  toda  España  mas  aina  que  el  ímpetu 
vaesénfrenado  de  vuestro  corazón  y  el  desatino  co- 
nmenzado  ?  » 

A  estas  palabras  don  P«layo  :  a  Tú  f  dice  j  Wítiza 
»tu  iiermano  y  sus  hijos  debéis  temer  la, divina  ven- 
»ganza,  dado  que  por  breve  espacio  de  tiempo  las 
«cosas  se  encaminen  conforme  á  vuestra  voluntad, 
«Vuestras  maldades  son  ias'que  tienen  áDios  airado: 
Dtodos  ios  lugares  sagrados  están  por  vuestra  causa 
«profanados  en  toda  la  provincia :  las  leyes  por  su 
«antigüedad  sacrosantas  abrogadas.  Por  estos  escalo- 
«nes  pasastes  á  tanta  locara ,  que  metistes  los  moros 
«en  España,  (ente  fiera  y  cruel,  de  que  han  resulta- 
ndo tantos  danos  y  tanta  sangre  cristiana  se  ha  der- 
«remado.  Por  las  cuales  maldades,  si  entendemos  que 
«Dios  cuida  de  las  cosas  humanas  ,  vivos  y  muertos 
«seréis  gravísimamente  atormentados.  Tú  mas  que 
«todos^  pues  olvidado  del  oficio  v  dignidad  que  tenias, 
»bas  sido  el  principal  atizador  destos  males ;  y  ahora 
«coapalabras  desvergonzadas  te  has  atrevido  á  amo- 
«nestamos  que  de  nuevo  bajemos  las  cervices  al 
«yugo  de  la  servidumbre  mas  duro  que  la  misma 
«muerte :  esto  es,  como  yo  lo  entiendo,  que  de  nuevo 
«padezcamos  los  males  y  deaventuras,  pasadas ,  con 

mídales  que  allí  te  ven  y  qoe  son  á  decir  del  vul^o  las  cajas 
«úenrias  de  don  Pelayo  y  Hormesioda : 

aquí  yace  £L  s.  rey  d.  pelayo 

elleto  el  ano  de  716  que  en 

esta  milagrosa  cueda  come 

nzo  la  restauración  de  espa 

na  benzidos  los  moros  falleció 

anwo  '737  y  acopaña  ss  mvser  y  eymana. 


«que  hemos  sido  hasta  aquí  trahu jados  Estos,  esto« 
»son  aquellos  premios  magníficos ,  «sta«  las  honras 
«con  que  convidas  á  nuestros  soldados?  Nos don^ up- 
upas ni  entendemos  que  las  orejas  de  Dios  nos  están 
«tan  cerradas,  ni  el  corazón  tan  apartado  de  ayudar* 
«nos,  que  hayamos  de  confiaren  tus  promesas;  aa* 
«les  tenemos  por  cierto  aue  su  Magestad  sin  tardanza 
«trocará  la  grandeza  del  castigo  pasado  an  lienigui- 
«dad.  Que  si  no  estamos  bastantemente  castigados,  y 
«aunque  afligidos  y  faltos,  no  nos  quisiere  acorrer, 
«determinados  estamos  con  la  muerte  de  poner  fin  á 
u  tantos  males,  y  trocar  como  esperamos  esta  vida 
«desgraciada  con  la  eterna  felicidad.  « 

Por  la  respuesta  y  palabras  de  don  Pelayo  se  enten- 
dió la  resolucíoq  que  todo<  tenían  de  vencer  ó  morir 
en  la  demanda ,  pues  apretados  do  tantas  maneras, 
d'^másdesto  convidados  con  el  perdón  no  S€^  querían 
eulr^'gar  ni  daban  oido  á  ningún  partido.  Fue  pues 
forzoso  venir  á  las  manos  y  hacer  fuerza  á  los  cerca- 
dos. Combalieroa  con  todo  género  de  armas  y  con 
un  mnizo  de  piedras  la  entrada  de  la  cueva ;  en  qu»; 
se  oescubrió  el  poder  de  Dios  favorable  á  los  nuestros 
y  á  los  moros  contrarío ,  ca  las  piedras,  saetas  y  dar- 
dos que  tírabun,  revolviun  contra  los  que  los  arroja- 
ban ,  coa  grande  estrago  que  hacían  en  sus  mismos 
dueños.  Quedaron  los  enemigos  atónitos  con  tan  gran 
milagro :  los  cristianos  animados  y  encendidos  con  la 
esperanza  de  la  victoria  salen  de  su  escondrijo  á  pe- 
lear, poces  en  número  ,  sucios  y  de  imal  talle :  la 
pelea  fue  de  tropel  y  sin  orden ,  cargaron  sobre  ios 
enemigos  con  gran  denuedo ,  que  enflaquecidos  y 
palmados  con  el  espanto  aue  tenían  cobrado,  al  mo- 
mento volvieron  las  espaldas.  Murieron  hasta  veinte 
mil  dellos  en  la  batalla  y  en  el  alcance :  los  demás  des 
de  la  cumbre  del  monte  Auseva,  donde  al  principio 
se  recogieron,  huyendo  pasaron  al  campo  Libaneuse 

fror  do  corre  el  río  Deva.  Allí  sucedió  otro  milagro,  y 
ue  que  cerca  de  una  heredad,  que  déste  suceso  (co- 
mo yo  pienso)  se  llamó  Causegadia ,  una  parte  de  un 
monte  cercano  con  todos  los  que  en  él  estabaD,  de  sí 
mismo  se  cayó  en  el  río  y  fue  causa  que  gran  número 
de  aquellos  bárbaros  pereciesen.  Duró  porlargo  tiem- 
po que  se  cavalian  y  descubrían  en  aquellos  lugares 
pedazos  áe  armas  y  huesos  (en  especial  cuando  con 
las  crecientes  del  invierno  las  aguas  comen  las  ribe- 
ras) para  muestra  de  aquella  grande  matanza.  Poi'^os 
escaparon.  Alcama  pereció  en  la  pelea,  el  obispo  don 
Oppas  fue  preso;  entiéndese,  aunque  los  historiado- 
res lo  callan,  que  conforme  á  las  leyes  de  la  guerra 
pagó  cotí  la  vida:  cosa  muy  verisímil  por  la  grandeza 
ae  sus  maldades,  y  por  no*  hallarse  mas  mención  dk:l 
en  la  historia  adelante. 

Muouza  atónito  con  la  nueva  de  lo  que  pasaba ,  y 
no  teniéndose  por  seguro  dentro  de  Gijon  por  el  odio 
que  les  tenían  los  naturales,  acqmetió  á  paitarse  por 
los  pies;  pero  cerca  de  una  aldea  llamada  Olalie  la 
gente  de  aquella  comarca  le  dio  la  muerte,  con  que. 
no  solo  quedaron  vengadas  las  injurias  públicas,  sino 
también  aplacado  el  particular  dolor  que  tenia  don 
Pelayo,  por  la  afrenta  de  su  casa ;  y  con  tanto  ningu* 
na  cosa  faltó  para  que  la  alearla  de  la  victoria  no  fuese 
rolmada  como  fuera  necesario  si  se  lesescapara  aquel 
hombre  por  cuya  crueldad  y  dembsías,  forzados  toma- 
ron las  armas.  Sucedió  esta  pelea  el  año  de'nuestr» 
salvación  de  718  al  mismo  tiempo  que  en  África  Ma- 
za fue  acusado  delante  del  miramaiuolia  por  Taríf  su 
contrario.  Tomáronle  cuentas  del  gasto  y  recibo  en 
la  guerra  de  España  :  no  se  descargó  bien,  y  asi  fue 
condenado  en  grande  suma  de  dineros,  y  él  de  pesar 
de  la  afrenta  falleció  poco  después.  Su  hijo  Abdalasis 
*1espues  que  gobernó  á  España  por  espacio  de  tres 
años,  incurrió  en  odio  de  los  naturales  y  de  los  de  su 
nación  á  causa  que  forzó  miíchas  bijas  de  los  princi- 
pales :  por  esto  en  la  misma  mezquita  en  ^ue  confor- 
me á  la  costumbre  de  aquella  gente  hacia  oracioo , 


i 


HftTOIIU   ¡^  ÜSPA'IA. 


tOf 


he  muerto  á  meaos  de  ios  rayoís  el  silo  719.  Díjoso 
que  su  miftiua  mujer  Egilona  le  procuró  la  muerte  por 
▼ersé  despreciada  de  su  marido  por  otras  gue  él  mas 
amaba.  Qoien  dice  que  su  soberbia  y  altivez  le  fue 
Oa  aídfi  deste  desastre,  y  el  usar  de  insignias  reales  á 
persuasión  asimismo  y  por  consejo  desa  rahma  mu- 
jer. El  principal  eu  mataría  fue  un  deudo  suyo  por 
nombro  Aiub,  que  se  encargó  y  tuto  el  gobierno  de 
E<pana  por  espacíode  un  mes;  y  dé!  dice  el  arzobispo 
don  Rodrigo  que  fundó  á  Culatayud,  pueblo  principal 
poco  adelante  de  la  raya  de  Aragón. 

Eu  el  imperio  de  ios  moros  por  muerte  de  Ulit  ha- 
bía sucediao  su  hermano  2uleyman,  por  el  cual  eu 
)U{<ar  de  Abdalasis  fae  pro?eido  del  gobierno  de  £s«* 
pana  Alahor,  hombre  íiero  y  cruel  no  menos  contra 
los  moros,  que  contra  los  cristiano!^,  porque  despojó 
de  sus  bienes  á  los  moradores  de  Córdoba  sin  otra 
causa  bastante  mas  del  de^eo  que  teoia  de  r<d)ar:  hi- 
zo pesquisa  y  proceso  contra  los  moros  que  fueron 
k>s  primeros  en  venir  á  España,  ca  pretendia  taníao 
usurpados  los  despojos  de  los  venciflos  y  de  toda  Bs-^ 
paña.  Deste  dicen  que  desde  Sevilla  trasladó  la  silla 
del  imperio  de  los  moros  ¿  Córdoba,  y  por  entender 
oue  el  diño  recebido  en  las  Asturias  fue  por  engaSo 
del  conde  don  iuhan  y  de  los  hijos  de  Witiza  los  des- 
pojó de  todos  sus  bienes  y  les  dio  la  muerte:  justo 
castigo  de  Diosqoe  los  tmidores  á  su  patrm  fuesen 
tratados  desta  manera  por  los  mismos  á  quién  sirvie- 
ron y  ñamaron  en  su  ayuda  desde  África. 

CAPITULO  III. 

Lo  demás  qae  hlzQ  don  Pelayo, 

Tal  era  el  estado  de  la  cristiandad  en  España,  pora 
bueno  no  tal ,  para  tantas  tinieblas  y  tempestades  no 
del  todo  malo.  Luego  que  don  Peiayo  ganó  aquella 
fflorlosa  victoria,  no  solo  se  arraigó  y  forlífi:ó  en  las 
Asturias,  do  dio  principio  á  su  remado,  sino  que 
también  bajó  cou  su  gente  á  lo  llano;  t  allí  trabajaba 
á  los  pueblos  sujetos  á  los  moros,  talaba  los  campos, 
robaba  y  ponía  á  fuego  y  á  sangre  todo  lo  que  se  le 
ponía  delante.  Acudíanle  á  la  fama  de  sus  hazañas  de 
cada  dia  nqevas  fuerzas  y  gentes:  con  que  tomó  por 
fuerza  á  la  ciudad  de  Leen,  puesta  á  las  haldas  de  los 
montes  con  qoe  Galicia  y  his  Astnnas  parten  término, 
lo  cual  sucedió  el  año  de  722.  Algunos  piensan  que 
desde  este  tiempo  don  Pelayo  se  llamó  rey  de  León: 
otros  lo  contradicen  (personas  de  mayor  conocimiento 
de  la  antigüedad)  movidos  por  los  privilegios  y  memo 
rías  de  los  reyes  antiguos,  de  donde  se  saca  clara- 
mente que  los  sucesores  de  dor.  Pelayo  no  les  llamaron 
reyes  de  León,  sínodo  Oviedo  solamente.  A  este 
Diismo  propósito  hacen  los  sepulcros  de  aquellos  pri- 
meros reyes,  que  se  sepultaron  en  Oviedo  y  otros 
Sueblos  de  las  Asturias  hasta  el  tiempo  del  rey  don 
frdoño  el  Segundo,  que  como  fue  el  primero  que  se 
llamó  rey  de  León,  asi  bien  se  mandó  enterraren  la 
iglesia  de  Santa  Marra  la  Mayor  que  ól  mismo  desde 
los  cimientos  levantó  en  aquella  ciudad.  Y  sin  embar- 
go se  puede  creer  que  lueco  que  la  ciudad  de  León 
fue^  conquistada  ,  mudaron  las  armas 
antiguas  de  los  reyes  godos  en  un  león 
rojo  rapante  en  campo  plateado:  insig- 
nias que  sin  duda,  cualquier  principio 
que  ellas  hayan  tenido,  se  han  conser- 
vado y  continuado  hasta  nuestra  edad. 
La  ocasión  de  tomar  estas  armas  fue  que 
en  lengua  española  con  la  misma  palabra  se  significa 
el  león  y  se  llama  aquella  chidad;  por  donde  como  los 
de  aauel  tiempo,  gente  mas  dada  á  las  armas  que  ejer- 
citada en  las  letras,  no  advirtiesen  la  causa  porque 
aquella  ciudad  se  llamó  León  (que  se  derivó  de  Le- 
gio  palabra  latina  que  significa  cierta  compañía  de 
«i>ldado5}.  por  esta  ignorancia  inventaron  aqnella 
manera  de  dívisi  y  de  armas. 


A]fQdó  mucho  para  llevar  édelanlolas  cosai  de  los 
cristianos  el  esfuerzo  de  don  Alonso ,  el  que  después 
que  alcanzó  el  reino,  se  llamó  ei  Católico,  era  h^o  do 
don  Pedro  duque  de  Vizcaya.  Decendta  de  la  nebí-* 
lisíma  sangre  del  rey  Recaredo,  y  siendo  mas  mozo, 
en  tiempo  de  los  reyes  Egíca  y  Witiza  tuvo  prinoipa^t 
les  cargos  en  í a  guerra,  y  «I  presente  por  el  deseo 
que  tenia  de  ayudar  á  la  república,  dejó  su  patria  y 
so  padre.  Traía  en  su  eom^ñía  un  buen  número  de 
vizcaínos,  con  que  los  cristianos  se  animaron  graih* 
demente ,  y  sus  fuerzas  se  aumentaron.  Para  obtig»-* 
lie ,  mas  y  tenelle  mas  prendado ,  lo  casaron  con 
Ormisiuda  bija  de  don  Pelayo.  Los  reyes  que  iuce« 
dieron  en  España,  destoj  principes  tienen  el  oH^a 
de  su  linaje  y  su  continua  propagación.  Con  la  venida 
de  don  Alouso  y  con  su  ayuda  Gijon  lugar  muy  fnerto 
por  sn  asiento  y  fortiücacion,  Astorga,  Mansilia,  Ti« 
neo  y  otros  pueblos  dalas  Asturias  y  en  Galicia  fueron 
tomados  á  los  moros.  Puédese  sospecharque  don  Pe^ 
layo  y  los  que  le  sucedieron,  ganados  estos  pueblo^ 
se* intitularon  reyes  de  Gijon  (i)  y  que  esto  dio  oca** 
sion  á  algunos  para  pensar  que  se  llamaron  reyes  de 
León  por  ser  los  nombres  latinos  destosdoi  pueblos* 
es  á  saber  Gegio  y  Legio»  muy  semejantes.  Bru  fácil 
echar  los  moros  de  los  pueblos  á  causa  que  los  mora- 
dores como  eran  cristianos,  mataban  las  guarniciones 
de  tos  moros,  y  con  esperanza  de  recobrar  la  libertad 
con  gran  volmitad  reidian  á  don  Pelayo  lasciudadeft 
y  plazas.  Además  que  los  moros  se  naUahan  en  laa^ 
otras  partes  de  Espada  embarazados  con  grandes  al- 
teraciones de  guerras  enlazadas  unas  de  oiras^  de  tñi 
suerte  que  no  podían  juntar  ejército,  ni  resistir  á  los 
intentos  do  ios  cri^^tiauos. 

Fue  así  qoe  por  muerte  de  Zuleyman  miramamolin 
de  Asia,  Arrica  y  España  sucedieron  en  aquel  impe- 
rio muy  ancho  dos  iiíjos  de  ILit,  Homar  y  izit  (2)^- 
por  adopción  de  sn  tío;  cosa  nueva  entre  los  moros, 
y  no  sé  cuan  acertada,  quedos  con  igual  poder  jun** 
taménte  reinasen.  Homar  faiíeoió  de  su  enfermedad 
dentro  del  primer  año  de  su  imperio»  Con  esto  izit 
quedó  solo  por  señor  de  todo.  Este  probeyó  por  go-^ 
bernador  de  España  ú  Zama  hombre  de  grande  iogé* 
nio ,  y  de  pande  ejercido  eu  Jas  armas,  y  no  de  roe* 
ñor  codicia  que  los  pasados,  ca  inventó  nuevos 
tributos  y  los  impuso  sobre  las  dudados  que  le  eran 
sujetas.  En  Narbona  puso  goarnícion  de  soldados,  y 
cerco  sobre  Tolosa,  silla  y  asiento  antiguamente  en* 
aquella  prorincia  del  imperio  de  los  reyes  godos.  So-^ 
brevino  Eudon  duque  de  Aquilania  en  socorro  de  ios 
cercados.  Vino  á  las  manos  con  el  bárliaro  en  que  lo 
vf<nció  y  mató  con  la  mayor  parte  de  su  ejéroito  en  la 
pelea  y  en  el  alcance.  Los  que  escaparon  de  la  voñ^ 
tanza ,  en  tanto  que  de  África  se  proveía  nuevo  go- 
bernador, eligieron  en  lugar  del  capitán  muerto 
Abderrahman,  hombre  señalado  en  paz  y  en  guerra, 
para  que  con  su  esfuerzo  y  prudencia  entretuviese 
m  cosas  de  los  moros  que  estaban  á  punto  de  per- 
darse. 

Con  el  aviso  do  aquella  desgracia  fue  de  África  en* 
viadoAza,á  quien  otros  llaman  Adham,  para  quo 
gobernase  en  España  lo  quo  quedaba  de  los  moros, 
en  lugar  y  eu  nombre  del  miramamolin  Izit.  Este  fue 
ocasión  que  Ja  provincia  cansada  con  tantos  males 
padeciese  nuevos  trabajos,  por  inventar  como  inven- 
tó tributos  muy  mayores  que  antes,  con .  intento  do 
empobrecer  los  pueblos  para  qoe  no  tuviesen  brío  ni 
foeraas  los  que  tenían  ánimo  y  deseo  de  levantarse. 
Pasó  en  esto  tan  adelante  que  nuindó  á  los  pueblos  y 
ciudades  que  se  tomaron  por  fuerza,  pagasen  al  fiseo 
y  tesoro  real  la  quinta  parte  de  todasana  rentas  y 


(i)  Este  error  provieoe  de  qoe  en  un  privil^io  antiguo 
Morales  leyó  en  lugar  de  ReaU  SilanU  Reeis  Gijonis. 

(2)  No  eran  sino  primo  el  primero  y  sobrino  el  segando, 
y  reiaaron  no  juatosy  sino  uno  después  de  otro. 


■IBLIOTtCA  m 

profttitoi,  7  á  lo8  pueblos  «joe  senndieron  á  partido, 
ordenó  pecasen  la  décima  parte.  Coa  esta  condición 
se  permitió  á  los  cristianos  qae  poseyesen  sus  here- 
dades 7  haciendas  como  por  Y¡a  de  feudo  ó  arrenda- 
miento. El  moro  Rasis  dice  que  hizo  pagar  á  los  mo- 
ros hi  quinta  parte  de  todos  sus  bienes  con  voz  y 
color  de  ayudar  á  los  pobres  que  eran  sin  número  en 
toda  hi provincia,  como  á  la  verdad  fuese  su  intento 
que  enflaquecidos  no  tuviesen  fuerzas  ni  brio  para 
alborotarse.  Procuró  se  edificase  la  puente  de  Córdo- 
ba sobre  el  rio  Guadalquivir*  Sujetó  algunas  ciudades 
y  pueblos  á  las  haldas  de  Moncayo,  que  todavía  se 
mantenían  en  libertad,  y  entre  ellaa  tomó  por  fuerza 
á  Tarazona  y  la  echó  por  tierra.  Concluidas  cosas  tan 

grandes  dentro  de  do»  años  y  medio  que  duró  su  go- 
ierno,  los  suyos  que  le  aborreeian  grandemente,  se 
conjuraron  cootra  él  y  le  mataron  dentro  de  Tortosa. 
SuoMiiéronle  Arobiza,  Odre  y  iahea,  como  lo  dice  el 
arzobispo  don  Rodrigo:  yo  entiendo  que  gobernaron 
por  algún  tiempo  á  España,  dividida  en  tres  partos 
por  00  concertarlas  voluntades  de  todos,  ni  venir  en 
uno;  ó  por  ventura  el  gobierno  de  cada  cual  destos 
tres  fue  de  pocos  meses. 

En  Asia,  sin  duda  por  muerto  del  emperador  Izit^ 
sucedió  en  aquel  imperio  su  hermano  Iscam,  que  asi 
lo  dejó  dispuesto  el  dicho  Isit  con  condición  ^e 
adoptase  por  hijo  y  sucesor  como  lo  hizo  á  su  hijo 
Aluiit.  Encargóse  Iscam  de  aquel  imperio  el  año  que 
se  contó  724  de  nuestra  salvación^  y  de  los  moros 
ciento  y  siete,  como  lo  dice  el  arzobispo  don  Rodrigo 
en  la  historia  de  los  árabes,  que  iguala  los  unos  anos 
á  l(»s  otros;  cosa  que  no  debiera  hacer,  como  en  otro 
lugar  so  ha  mostrado.  Tuvo  aquel  imperio  por  espa- 
cio de  diez  y  nueve  años.  Fue  muy  esclarecido  prin- 
cipe por  las  cosas  que  hizo  y  su  perpetua  prosperidad, 
si  no  amancilkra  las  demás  virtudes  con  una  insacia- 
ble codiciado  juntar  de  todas  partes  tesoros,  por  don- 
de si  bien  en  riquezas  sobrepujó  á  sus  antepasados, 
incurrió  en  grande  aborrecimiento  de  sus  vasallos. 
En  tiempo  oeste  emperador  gobernaron  por  orden  á 
España  {i)  los  siguientes:  Odayfa,  Himen,  Autuma, 
Atbaytany  Mahomad.  La  aprobación  y  aplauso  de  to« 
dos  no  fue  el  mismo;  el  gobierno  de  cada  cual  apenas 
duró  un  año  entero,  y  en  particular  Mahomad  tu- 
vo el  cargo  por  espacio  de  solo  dos  meses,  porque  se 
lialktoueelañode  Cristo  de  731  después  de  todos 
estos  fue  proveido  en  el  gobierno  de  España  Adder- 
rahman.  que  debió  ser  el  mismo  que  nombramos 
arriba.  Las  cosas  deste  gobernador  fueron  mdy  famo- 
sas, y  el  remate  que  tuvieron,  muy  alegre  para  los 
c.  istianos.  Esto  pide  que  se  haga  relación  y  memoria 
por  menudo  de  todas  ellas. 

Aventajóse  grandemente  en  la  guerra,  demás  de 
las  otras  partes  en  que  ninguno  de  los  de  su  nación 
60  le  adelantó  eñ  aquel  tiempo.  Solo  fue  cruel  de  su 
condición  y  áspero  no  mas  con  los  españoles  que  con 
loa  moros,  que  por  la  libertad  del  tiempo  estañan  es- 
tragados en  muchas  maneras.  De  aquí  muchos  toma- 
ron ocasión  de  aborrecerle,  en  particular  Muñiz 
hombre  principal,  poderoso  y  animoso  entre  los  mo* 
ros.  determinó  de  declararae  contra  él  y  alborotar  la 
Gaília  Góihica,  que  eon  ocasión  de  estar  lejos  y  por 
el  mal  tratamiento  de  los  que  la  gobernaban ,  le  si- 
guió con  Iteilidad.  En  España  otrosí  so  le  juntó  lo  de 
Gerdanfa,  que  está  (mesto  entre  los  montes  Pirineos. 
Euden  duque  de  Aquilania  por  valerse  del  contra  k» 
franceses  y  moros  que  le  molestaban,  hizo  con  él 
lifla.  Fue  Eudon  ea  aquellos  tiempos  hombre  grave, 
diestro  y  sabio,  como  se  saca  de  las  memorias  anti- 
guas; pero  todo  lo  afeó  con  casar  á  este  Muñiz  con 

(i)  Hay  que  acudir  i  la  tabhi  cronológica  para  saber  el 
órdea  de  los  vireyea  árabes  qoe  geberoaroo  la  Espafia  por 
esie  tiempo,  pues  Mariana  omite  algunos  y  sustituye  otros 
deaconocidOB. 


«Asraa  r  aoio. 

una  bija  soya  eon  inleato  de  oUlgaNe  mas  coa  aquel 

pareniesco.  Era  aquel  casamiento  ilícito,  y  siempre 
fue  vedado  en  las  íejes  de  los  crialianos;  así  no  solo 
le  fue  mal  contado,  sino  también  le  saüó  desgraciado, 
porque  Abderrahman  avisado  de  lo  que  Muñiz  pre- 
tendía, y  de  las  alteraciones  de  aquellas  gentes, 
marchó  con  su  campo  á  lo  postrero  de  España.  Poso 
cerco  sobre  la  ciudad  de  Cerdania;  Muniz  perdida  la 
esperanza  de  derenderse  cootra  enemigo  tan  pode- 
roso y  de  huir  si  lo  intentaba  y  mas  de  perdón  si  se 
entregaba,  acordó  de  despeñarse.  Su  mujer  que  dejó 
en  edad  florida,  y  era  de  notable  hermosura,  junto 
con  la  cabeza  de  su  marido  fue  enviada  á  África  en 
presente  muy  agradable  al  supremo  emperador  dejos 
moros.  Muchos  presumían  que  el  desastre  de  Muñiz 
fue  en  venganza  do  las  injurias  que  él  había  lieclio  á 
la  Religión  Cristiana,  y  de  la  mucha  sangre  de  cris- 
tianos que  con  fiereza  de  bárbaro  derramara.  En 
particular  hizo  morir  á  fuego  al  obispo  Aoabado  va- 
rón muy  santo,  y  que  en  la  edad  do  mozo  que  tenia, 
representaba  costumbres  de  viejo. 

Ensoberbecido  Abderrahman  con  esta  iñctoría, 
rompió  por  la  Francia  con  gran  espanto  de  los  fran 
ce^es  y  godos  qué  por  aquella  provincia  moraban. 
Pasó  por  donde  se  tienden  las  riñeras  del  mar  Medi- 
terráneo hasta  el  rioRódano  sin  hallarquienlebiciese 
resistencia.  Puso  cercp  sobre  Arles  ciudad  principal 
en  aquella  comarca.  Allí  acudió  Eudon  con  su  gente 
y  vino  á  las  manos  con  los  bárbaros,  pero  perdió  la 
jornada  con  tan  erando  estrago  de  los  suyos  cuanto 
ninguno  en  aquella  edad  fue  mayor ,  de  que  por  largo 
tiempo  dieron  bastante  muestra  los  montones  de 
huesos  que  quedaron  cerca  de  aquella  ciudad  en  el 
sitio  do  se  dio  la  batalla.  Revolvió  después  desto  á 
mano  izquierda,  y  paseada  con  sus  afmas  vencedoras 

{^ran  parte  de  lo  mas  adentro  de  Francia,  cargó  sobre 
a  Aquiumia  y  pasado  el  rio  Garona,  á  las  riberas  del 
mar  Océano  asoló  la  ínclita  ciudad  de  Burdeos,  y  ta- 
lóle los  campos,  allanóle  los  templos  sin  otros  infinitos 
daños  que  hizo.  En  aquella  parte  con  gento  que  de 
nuevo  recogió  Eudon,  tornó  á  probar  ventura .  y 
presentó  la  batalla  al  común  enemigo  del  nombre 
cristiano.  El  suceso  fue  el  mismo  que  antes,  contra- 
rio á  los  nuestros,  próspero  á  los  moros.  Los  de  An- 
gulema, los  de  Perígueux,  los  de  Xantoñev  los  de 
Poitíers  fueron  asimifmo  trabajados  con  la  lUma 
desta  guerra.  En  grande  aprieto  se  hallaban  las  cosas 
de  losxrístianos,  porque  ¿quién  pudiera  hacer  ros- 
tro á  los  vencedores  de  Asia  y  de  África,  y  que  poco 
antes  hablan  deshecho  el  imperio  de  los  godos? 
¿quién  se  atreviera  á  ponerse  al  riesgo  de  la  batalla? 
¿pelear  con  las  invencibles  fuerzas  de  aquellos  paga- 
nos? La  misma  fama  y  la  nombradla  tenia  puesto  es- 
pante á  las  demls  naciones,  y  las  tenia  acobardadas 
y  cpsi  vencidas. 

Era  á  la  sazón  mayordomo  mayor  de  la  casa  real 
de  Francia,  Carlos  Martello,  el  cual  movido  del  peli- 
gro común  con  grandes  levas  de  gente  que  hizo  de 
Francia,  Alemana  y  Austrasia,  que  es  hoy  Lorena, 
formó  un  grueso  ejercito.  Muchos  le  acudieron  de  su 
voluntad  y  como  aventureros  por  el  deseo  que  tenían 
de  apagar  aquel  fuego  perjuaicial.  Con  estas  gentes 
partió  en  busca  del  enemigo  determinado  de  darle  la 
batalla.  Llegó  por  sus  Jornadas  á  Tours,  ciudad  muy 
conocida  por  el  templo  v  sepulcro  de  San  Martin  obis- 
po de  aquülla  ciudad,  de  asienlo  muy  apaeibte,  cam- 
po fértil,  cíelo  sahidable,  do  soplan  orainariamente 
los  vieutos  de  Poniente  y  Mediodía,  y  entonces  esta- 
ba sujeta  y  pertenecía  á  la  Aquitania.  Fortificó  sus 
estancias  de  la  parte  otra  del  rio  Loire,  sobre  que 
está  edificada  aquella  ciudad,  y  esto  para  tener  se- 
curas las  espaldas,  que  los  enemigos  por  ser  casi 
innumerables  no  los  pudiesen  cercar.  Eudon  olvidado 
de  la  enemistad  y  diferencias  que  con  Martello  tenia, 
por  el  peligro  común  que  todos  corrían ,  juntó  con 


ItlSrORIA  ÜE  E8PAKA. 


él  sasfaerzas :  cosa  qtie  fae  de  grande  importancia 
para  la  Tidoria.  Los  historiadores  franceses  dicea 
que  los  moros  entraron  y  pasaron  tan  adelante  en  la 
Francia  llamados  de  Eiidoo ,  qae  pretendía  con  el 
daño  común  satislaccrse  de  sus  pnrliculares  agravios; 
que  tal  es  la  costumbre  de  los  nombres  mal  conside- 
rados. Dicen  mas  que  al  presente  mndó  de  parecer  á 
causa  qne  los  moros  sin  tenerle  algún  respeto  cor- 
rieron liM  campos  de  lu  Aquitunia  ó  Guíena.  Los  his* 
toriadores  espaik>les  callan  esto,  y  es  forzoso  que  lo 
UBO  7  lo  otro  se  liaya  hecho  en  gracia  ó  por  odio  de  la 
aacion  española ,  ca  Eudou  era  señor  de  Vizcajfa  (i), 
y  lo  de  Aquitanía  le  dieron  en  dote  con  su  mujer.  En 
negocio  dudoso  parece  lo  mas  cierto  que  loa  moros 
úo  fueroD  lltmaaos  por  EnJon ,  y  que  la  fama  en 
coDtrario  no  es  verdadera ,  pues  pekó  antes  desto  por 
dos  veces  con  ellos  á  gran  nesgo  de  su  vida  y  estado. 
Iban  los  báríbaros  en  busca  de  los  nuestros  con 
laiito  orgullo  que  les  parecía  nadie  se  les  pondría 
delante:  llegaron  donde  los  nuestros  alojaban.  Dióee. 
la  batalla  de  poder  á  poder,  que  fue  de  las  mes  du- 
dosas y  señaladas  del  mundo.  Eran  los  moros  cuatro- 
cientos mil  f  que  convidados  de  la  fertilidad  de  Fran- 
cia y  por  sargento  vagamundaj  con  sus  hijos,  mujeres 
y  ropa  hablan  pasado  la  mar  para  hacer  en  ella  su 
asiento.  El  número  de  los  cristianos  era  muy  menor, 
pero  aventajábanse  en  el  esfuerzo  y  destreza  del  pe- 
lear y  io  que  era  mas  principal ,  tenían  4  Dios  y  la 
justicia  de  su  parle.  La  esperanza  por  ambas  partea 
era  grande,  y  el  miedo  no  menor.  Acométense  entre 
sí  las  haces,  cierran  ytrábanse  los  escuadrones,  em- 
bravécese la  bnlalln  por  todas  partes ,  que  por  gran 
espado  estuvo  suspensa  sin  declarar  la  victoria  por 
tos  moros  ni  por  los  cristhinos ;  pero  en  tin  la  valentía 
y  valer  prevaleció  contra  aquella  gran  canalla.  Gran- 
de y  casi  ioereible  fue  lu  matanza :  murieron  tres- 
cientos y  setenta  míh moros,  y  lo  que  hizo  mucho  al 
caso  para  qué  la  victoria  fuese  mas  alegre,  el  mismo 
Abderrahman  quedó  tendido  entre  losdemfls  cuerpos 
muertos.  De  los  vencedores  faltaron  hasta  mil  y  qut« 
nientos,  pequeño  número  para  victoria  tan  grande, 
si  bien  eran  de  los  mas  señalados,  unos  en  valor  y 
hazañas,  otros  en  la  nobleza  de  sus  linajes. 

La  alegría  por  causa  desta  victoria  fue  colmada  pa- 
ra lodo  el  Cristianismo  no  solo  p>r  si  misma  que  fue 
muy  señalada ,  sino  por  la  muestra  que  se  dio ,  y  es- 
perauza  que  todos  cobraron  de  que  aquella  gente  hast  i 
entoncfss  iuveacible  podría  por  el  esfuerzo  de  los 
crislianos  iter  Tencida.  Entre  tolos  se  señaló  en  esta 
batalla  á  dicho  del  mismo  M arletlocl  duque  dé  Ecrdon, 
que  en  to  mae  recio  de  la  pelea ,  como  lo  tenían  antes 
concertado ,  con  los  cabuAos  ligeros  y  gente  mas 
soella  rodeó  los  escuadronss  con  tanta  presteza,  que 
antes  que  mirasen  en  ello,  car^'ó  sobre  los  enemigos 
por  las  espaldas  y  los  puso  eo  confusión.  Dióse  er ta 
dichosa  batalla  el  año  de  nuestra  salvación  de  734  (2), 
que  era  el  veíjte  y  uno  después  de  la  pérdida  de  Es- 
paña. En  esle  tiempo  tema  el  imperio  de  Oriente 
Constantino  Ñamado  Coprooyiuo,  de  ias  cartas  de 
Eodoo  alpontllice  romano  Gregorio  se  aupo  en  Roma 
y  se  tuvo  aviso  de  la  victoria  y  del  número  de  los 
muertos:  de  que  se  entiende  f  simfsmo  que  el  papa 
las  envió  tres  espongias  bendítuü,  es  á  saber  á  la  ma- 
nera que  se  bieodíceu  los  Agtms  Dei ,  y  que  lodos  los 
que  alcanzaron  alguna  partecica  dellus,  salieron  de  la 
batalla  sio  tesíon  alguna;  cosa  maravillosa,  cpmo 
verdadera.  Los  mas  cuentan  á  este  pontiflce  Gregorio 
por  el  Segundo  de  aquel  nombre ,  la  razón  de  los 
tiemjHM  convence  que  no  fue  sino  el  Tercero. 

(i)  Ya  hemos  dicho  qae  Euáoa  no  era  señor  de  Vlseaya; 
wsQo  el  CfvnioMi  Ma¿M  Bügicó  fue  hijo  de  Bartrando 
dnqae  de  Aquitaoia  y  tenia  en  propiedad  el  ducado,  no  por 
iwneflciodel  principe  Hiideríco. 

(2)  todes-m  htttoiiftdores  la  ponen  ef  791 ,  die»  aííós 
twapaes  quoles  moras  ealraroa  en  Espafia. 


Abdeimelich  sucedió  en  el  lugtir  de  AbderrabinaDi 
y  tuvo  el  gobierno  de  los  moros  en  España^y  eo  todo 
lo  que  della  dependía ,  por  espacio  de  cuatro  años 
siguientes  sin  señalarse  en  cosa  alguna,  sino  eli 
crueldad  y  en  cohechar  la  gente  que  volvía  en  si 
después  de  tantos  trabajos:  tacha  que  no  solo  afeaá 
los  priticipes  y  amancilla  á  los  crue  gobiernan  el  pne* 
blo ,  sino  es  muy  grave  delito.  Gomo  él  era,  asi  le  su* 
cedieron  las  empresas.  Tuvo  comisión  y  órdiu  de 
acometer  la  Francio;  pero  perdida  mucha  de  su  gente 
á  la  pasada  délos  montes  Pirineos,  fue  forzado  do  vol- 
ver atrás.  En  el  mismo  tieinpo  es  á  saber  en  el  año  737 
don  Peiayo  primero  rey  de  España  cargado  de  años  y 
esclarecido  por  sus  proezas  pu«ó  desta  vida  eo  Cangas. 
Su  cuerpo  sepultaron  en  santa  Olalla  Yalaniensoy 
iglesia  que  él  misnao  había  fundado  en  tierra  de  Can- 
gas. Alli  lambien  sepultaron  su  mujer  la  reina  Gau- 
diosa.  Sucedió  en  el  roino  sin  contradicción  don 
Favila  su  hijo ,  y  le  gobernó  por  espacio  de  dos  años 
p.  íncipe  mas  conocido  por  su  desastrada  muerte  y  por 
la  liviandad  desús  costumbres,  que  por  otra  cosa  al- 
guna; pues  sin  embargo  de  lasmucnas  guerras  quo 
tenia  entre  las  !naat>s ,  y  quo  su  nuevo  reino  es* 
taba  en  balanzas ,  y  mas  se  conservaba  por  la  llaque* 
za  de  los  moros  y  revuelta  de  los  tiempos  que  por  Its 
fuenasde  los  cristianes,  mostraba  cuidar  poco  del 
gobierno ,  y  tener  mas  oueau  eon  sus  particulares 
guatos  que  con  el  bien  coroun ,  en  especial  era  dema- 
siadamente aficionado  ¿  k  caza ,  y  en  ella  un  oso  qno 
seguía  desapoderadamente,  ie  mató  sin  que  dejaso 
ninguna  loa  ni  en  vida  ni  en  muerte.  Fue  sepultado 
en  la  iglesia  de  Santa  Cruz ,  que  él  mismo  edificó  eo 
tierra  de  Cangas^  en  que  se  veia  otrosí  antiguamente 
el  sepulcro  y  lucillo  de  Proleva  su  mujer. 

üu  cieno  didcono  llamado  iuliano,  griego  do  oa-* 
clon  (3),  docto  en  las  dos  lenguas  griega  y  latina, 
por  estos  tiempos  escribía  en  Toledo  las  antigüedad- 
des  de  España  y  las  cosas  que  hizo  don  Peiayo.  Dfceio 
cierto  autor.  Hay  quien  diga  que  fde  tbesalonieeneo 

Í  arcediano  de  Toledo:  ítem  que  se  llamaba  Juliano 
ocas:  Ítem  que  comenzó  su  historia  deide  el  aAo 
cuatrocientos  y  cincuenta  y  cinco,  urbano  prelado 
de  Toledo  en  lo  postrero  de  su  edad,  Bvánoio  arce- 
diano de  aquella  iglesia,  Fredoario  obispo  de  GoadíX) 
varones  esceienlespor  la  santidad  de  sos  costumbres 
y  por  su  doctrina,  resplandecia  en  aquella  escvri^ 
dad  de  toJas  tas  cosas  de  hi  manera  que  las  estr^Noi 
entre  las  tinieblas  de  la  noche.  Gontemporioeo  delloo 
fue  Juan  prelado  de  Sevilla,  qoe  tradujo  la  Biblia  eO' 
lengua  arábiga  con  intento  de  ayudar  á  los  eristf anos* 
y  é  los  moros  á  causa  que  la  lengoa  arábiga  se  osaba 
mocho  y  comunmente  entré  todos,  la  latina  ordina- 
riamente ni  se  usaba  ni  se  sabia.  Hay  algunos  trasia* 
dos  desta  traducción,  que  se  han  conservedo  basta 
noestra  edad  y  se  ven  ea  algunos  logares  de  Ba^-' 
paña, 

CAPITULO  IV. 

Del  rey  don  Alonso  llamado  el  Católico. 

FALLEaó  don  Favila  sin  sucesión:  don  AJooso  por 
tanto  y  Ormisinda  su  mujer ,  según  que  estaba  dís^ 
puesto  en  el  testamento  do  don  Pehryo  (4>,  feeron 
recebidos  y  declarado  por  reyes  con  ¿rande  alegriar 
del  pueblo,  y  en  gran  pro  de  todo  el  remo.  Corrían  eft 
don  Alonso  á  fas  parejas  las  artes  de  la  guerra  y  dé  la 
paz,  maraviltosojior  la  constancia  que  mostró  en  las 
adversidades,  señalado  por  la  felicidad  que  tuvo  or* 


>i<io 


S)  Ambrosio  de  Morales  dada  mudM  de  qae 


ha4 

bido  tal  escritor  ni  tal  libre. 

(4)  Niogun  escritor  antigo)  hace  maneion  dtl  téatanento 
da  don  Peí»yo ,  y  Ambrosio  de  Morales  ha  feínostnulo  que  la 
«4>roQa  no  era  entonces  tiereditaria  sino  electiva.  A  la  muerta 
de  don  Favila  los  cristianos  elineroa  i  don  Alonso,  comoí 
capitán  esperhnentado  y  de  mucho  valor. 


filio  BIBLIOTECA  Mi 

dioariusieDta  ea  sus  emprcsaSi  Un  dado  al  cuito  de 
ía  religión,  que  por  esta  causa  le  dieroo  renombre  de 
Católico :  apellido  que  antiguamente  en  el  co&cílio 
Toledano  tercero,  en  el  tiempo  que  se  redujo  á  la 
Iglesia  católica  tooa  la  nación  de  los  godos  deshecha- 
fias  las  herejías  át  Arrio,  con  mucha  raza  so  dio  ul 
rey  Recaredo.  Desusóse  después  por  muchos  siglos 
hasta  que  Alejandro  VI  8unu>  pontilice  le  renovó  eu 
don  Fernando  de  Aragón  rey  católico  de  España,  y 
hizo  que  se  perpetuase  en  los  reyes  sus  sucesores. 
Florecía  en  aquel  tiempo  España  con  los  bienes  de 
una  muy  larga  paz,  África  y  Francia  ardían  en  guer- 
ras civiles.  Garios  Martelio  por  la  muerte  de  Eudon 
su  competidor  se  apoderó  del  grande  estado  que  te^ 
nía  en  Francia» 

Tres  hijos  que  quedaron  del  difunto ,  Aznar,  Hun- 
soldó  y  Vayfero ,  como  herederos  de  la  enemistad  de 
su  padre,  y  con  intento  de  satisfacerse  de  su  contra- 
rio acudieron  á  las  armas.  Aznar  en  aquella  parte  de 
España  Cjue  cae  cerca  de  Navarra,  tomó  á  los  moros 
h  ciudadde  Jaca  con  otros  muchos  castillos  y  plazas, 
por  donde. fue  tronco  y  fundador  del  reioo  y  geate  de 
Aragón:  nombre  que  se  tomó  del  río  Aragón,  que 
pasa  por  aquella  comarca,  yiunto  con  el  rio  Éga 
mezcla  sus  agiua  con  las  de  Ebro,  como  en  otro  lu- 

gar  se  declara.  Huonoldo  y  Vayfero  acudieron  á  lo  de 
rancia:  rompieron  con  su  gente  por  toda  aquella 
provincia,  que  corrieron  iiasta  pasar  el  rio  Ródano. 
En  todas  partes  pusieron  grande  espanto :  no  perdo- 
naron á  varones  ni  á  mujeres,  á  niños  ni  á  viejos, 
como  acontece  que  las  pasiones  do  los  príncipes 
descargan  de  ordinario  sot)re  la  gente  menuda.  Gar-^ 
gó  principalmente  este  daño  sobre  los  Aliebróos, 
que  son  las  partes  de  Saboya  y  del  Delfinado.  Vjena 
can  grande  difícultad  í^b  pudo  defender.  Dende  revol- 
vieron contra  lo  de  mas  adentro  de  Francia  que  cae 
deata  parte  del  Ródano.  Los  moros  movidosdei  des^o 
que  tenían  de  sajjsíacerse  de  la  afrenta  pagada,  de^ 
m&s  desto  IkqttaUos  por  Mauricio  conde  de  Marsella  y 
de  Hunnioldo  y  Vayfero,  que  pret<?iidian  por  este 
camino  apretar  á  MarleUo  y  ¿  los  franceses»  tornaron 
á  hacer  gu^mfik  en  la  Francia. 
-  Gobernaba  p^r  estQ  tiempo,  los  moros  de  Espnña 
Aucupai  eisbe  tooióá  su  llegada  residencia  á  Abdel«- 
melicn»  y  con  color  que  no  descargaba  basUrntemen* 
te  da  lo. que  le  achacaban,.  Je, puso  en  prisioi^s.  Fue 
Aueupa  muy  noble  entre  los  suyps ,  ^ran  colador  de 
su  supoRitifiion,  de  tal.  guisa  que  ningunos  delitos 
oasti^ban  con  (snUí  severidad  como  los  comalidos 
contni  eUa.Goncertóse  pues  con  Mauricio  conde^de . 
Marsella  y  con  los  hijos  de  Eij^oo,  y  con  su  avuda  y 
las  gente»  que  nOQtió  en  Francia^  paLÓ  tan  adelante 
que  80  apodeió  dn  Aviñon,  ciudad  pubsta  sobre  el . 
lio  Ródano,  ipuy  «nelia  y  ipuy  noble.  Los  pueblos 
comarcanos. padecieron  quemas,  talas  y  robos^  Todo, 
esto  sucedió  cíoco  años  después  que  se  dio  la  batalla 
muy  famosa  de  Tours,  es  á  saber  el  año  de  739^  que 
fue  el  primero  del  reinado  de  don  Alonso.  Hiseraole 
el  estado  en  quo  los  cosas  estaban,  grande  la  avenida 
de  male.«i  pero  el  valor  de  Marlelfo  sustentó  lo  de 
Francia,  porque  echó  los  enemigos  de  aquella  pro- 
vincia, y  Jos  ari^edró  desta  parte  de  los  Pirineo?. 
Apoderóse  de  Ayíuóíy,  y  de  Narbona,  de  suerte  que 
casi  no  quedó  por  los  ¿odos  ni  por  los  moros  cosa  al- 
guna en  toda  la  Francia.    . 
,  La  guerra  de  Afripa  se  hacia  y  continuaba  con 
mayor  calor  y  pertinacia.  Fue  os(  que  Belgio  Aben- 
lío,  capiti)n  do  gran  nombre  enU'e  los  moros,  le^ 
vantó  los  del  pueblo  contra  su  señor  y  miramamolin 
Uean,  no  sedeolarfi  la  causa :  i  muchos  les  parece 
bastante  para  acometer  cua'qiiier  maldad  el  deseo  de 
feínar .  Diéronse  mvohnsJbatñllaa  eo  África,  los  tran- 
ces fueron  variables,  Ja  victoria  de  ordinario  quedó 
por  los  levantados:  con  que  finalmente  Beldase  d6« 
lermiúó  de  pasar  en  España.  Abdelmelicb  a  la  sa2on 


era  vuelto  al  gobierno  que  antes  tuvo^  por  óiden  da 
Aucqpa  que  falleció,  y  por  su  muerte  á^iá  dispuesto 
le  sacasen  de  la  prisión  do  él  le  teoia,  y  le  restituye- 
sen el  cargo.  Lo  cual  fue  para  su  mal  á  causa  que 
Abderrahman  enviado  delante  por  Belgio  con  nu 
grueso  ejército  para  que  le  allanase  la  tierra,  le 
prendió  dentro  de  Córdoba ,  y  !e  hizo  morir  con  todo 
género  de  tormentos  el  año  743,  en  que  murió  eso 
mismo  el  miramamolin  Isoam.  Sucedió  en  aquel 
grande  imperio  Alulit  hijo  de  Izit,  según  que  lo  te- 
nían antes  asentado.  Tuvo  sobrenombre  de  Hermoso; 
las  esperanzas  que  al  principio  dio,  fueron  grandes, 
el  suceso  diferente.  Ponía  ule  en  cuidado  la  guerra 
gue  Belgio  bada  en  África,  ca  volvió  según  parece 
de  Espuna,  y  las  alteraciones  que  doran  por  parle  de 
los  levantados  continuaba  en  España. 

Los  movimientos  de  África  no  hacen  á  nuestro 
propósito ,  ni  h;iy  para  que  relatallos :  basta  saber 
que  el  emperador  Alulit  al  principio  de  su  imperio 
proveyó  para  el  gobierno  de  España  un  hombre  prin- 
cipal y  prudente  llamado  Albuicatar,  que  con  su  bue- 
na maña,  y.con  enviar  los  reboltosos  á  África  para 
que  ayudasen  en  la  guerra  quo  allá  se  hacia,  sosegó 
las  alteraciones  de  E^^paña;  pero  poco  después  fue 
muerto  por  conjuración  de  Zimael:  con  que  Roba 
compañero  de  Zimael,  y  el  principal  atizador  de 
aquella  conjuración,  se  apoderó  del  gobierno  y  auu 
del  reino  de  España  sin  que  nadie  le  pudiese  ir  á  la 
mano,  porque  el  emperador  Alalit  falleció  el  segando 
año  de  su  imperio ,  que  fue  el  de  744.  C^edo  por 
sucesor  suyo  Ibrahem  su  hermano,  que  no  tuvo  me* 
jor  suceso,  ni  le  duró  el  señorío  mas  tiempo  queá 
su  predecesor.  Fue  asi  que  Maroan  sin  embargo  que 
era  de  su  misma  parentela»  y  de  la  nobilísima  alcuña 
entre  los  moros  de  ¡08  Uumeyas,  con  el  ayuda  de 
oquelJa  parcialidad  degolló,  á  (braem  dentro  da  su 
palacio  el  año  segundo  de  su  imperio;  y  íh^u  tanto 
quedó  por  s^ñor  de  todo.  En  tiempo  deste  emperador 
por  muerto  de  Roba,  que  Je  mataron  en  cterita  bata« 
lia,  tavo  el  gobierno.de  España  Tova,  y  muerto  este 
dentro  de  un  año.  Juzeph  nombre  de  grandes  partes 
fue  proveído  y  enviado  de  África  en  lugar  de  tos  dos. 
Era  de  grande  edad  y  sin  embargo  muy  dado  á  mu- 
jeres; pero  recompensaba  en  parte  esta  falta  la  des- 
treza qg^t^niía  en  las  «irmas  y  la  ft^rpa  de^s  proejias. 
En  tiempo  deste  ¡gobernador  de  España  en  Asia  Ab- 
dáilla  qu<^  era  do  los  A^Y^Pínos,  casa  y  linaje  nobili- 
simo  eotre  los  moroá,  se  conjuró  .con  los  desta 
purcjalidad,y  dio  la  muerto  á  Maroan  el  ano  del  Señor 
de  750.  Pareció  justa.su  pretensión  para  ia  venganza 
que  tomó  de  la  muerte  que  dieron  a  su  señor;  pero 
en  premio  de  su  trabajo  se  quedó  con  el  imperio,  y 
con  intento  de  asegurarse  en  él  procuró  destruir  de 
todo  punto  y  acabar  la  parcialidad  de  ios  Humeyas, 
linaje  y  casta  do  los  emperadores  pasados.  Como  lo 
intentó,  así  en  gran  parte  lo  puso  en  efecto. 
.  En  Espina  el  año  de  753  en  Córdoba  se  vieron  tres 
soles  (1),  co»a  que  causó  grande  espanto  por  ser  la 
gente  tan  grosera  y  ruda ,  que  no  alcanzaba  cómoeo 
una  nube  de  i^ual  grosMra  y  densidad,  á  la  manera 
que  en  espejo,  se  pueden  representar  nmcboe  soles 
sin  algún  otro  núsierio.  Como  estaban  azarados  con 
el  miedo,  le)  parecían  y  se  les  rejpreséntaban  otras 
visiones  diferentes  como  de  hombres  que  iban  en 
procesión  con  antorchas  de  fuego.  Aumentóse  la  ma- 
ravilla y  el  espanto  por  causa  d^  una  muy  grande 
liambre  que  por  el  mismo  tiempo  se  siguió«n  ¿ipaiU 
por  la  sequedad  que  á  veces  padece  y  falta  da  ^gua. 
En  el  entretanto  $1  rey  don  Alonso  con  intento  de 
aprovecharse  de  la  buena  ocasión  que  se  le  representa- 
ba para  ensanchar  los  términos  de  su  reino,  que  eran 
muy  angostos^  por  ia  diseordia  deles  nnrot  y  sns  re- 

(i)  Aparedó-este  fenómeno  celeste  cooio  refieie  Isidoio 
obispo  de  Beja ,  la  e^v  7B4 » qqe  c^^^^spoode  |il  año  74& 


■ISTOHIA  DE  ESPAÍIa. 

TUKltas  ten  greodes ,  además  qne  los  cristiaoos  esta» 
ban  cansados  de  so  seoorfo,  juntó' las  mas  gen  tes  que 
pudo  para  hacer  entrada  en  lá$  tierras  comarcanas. 
Sacediófe  mny  bien  su  pretensiony  la  jornada  porque 
en  Galicia  recobró  á  Lugo,  Tuy,  Astorna ;  en  la  Lu- 
sitania  la  ciodad  de  Portu ,  asentada  sobre  un  puerto 
por  In  parte  que  el  rio  Duero  d«9sagua  en  el  miir,  y  las 
de  Beja,  Braga ,  Viseo»  Flavia ,  y  mas  adestró ¿  Bre- 
tísa  y  Sentica,  pueblos  que  hoy  se  llaman  LeHesmu  y 
Zároom.  Tomó  otrosí  por  aquella  comarca  4  Siman^ 
cas,  Dueñas,  Miranda  y  las  ciudades  de  Se^^oviay 
Avila ,  y  ú  SepáWeda  puesta  á  las  haldas  del  monte 
Orospeda  á  la  ribera  del  rio  Dnraton,  asentada  en  un 
sitio  muy  fuerte,  y  que  antiguamente  se  llamó  St^go- 
briga  y  mas  adelante  Sepúlveda ,  como  consta  de  sus 
mismos  fueros  de  que  antiguamente  usaba ,  y  que 
era  pueblo  muy  grande  y  de  muy  graode  autorídbd. 
Demás  desta  con  las  armas  vencedoras,  y  en  pro* 
secucion  d«:  victorias  tan  nobles ,  revolvió  subre^ias 
comarcas  de  Briviescay  de  la  Rioja,  pueblos  que 
antiguamente  se  contaban  entre  los  várdulos ,  y  se 
apoderó  de  aquellos  distritüs.  La  Rioja  está  en  uu  la- 
do del  monte  idubeda  por  la  parte  que  el  rio  Ogiaque 
se  derriba  de  aquel  monte ,  pasa  y  se  mezcla  con  el 
rio  Ebro  :  es  tierra  muy  apacible  y  muy  fértil.  Lo 
mismo  hizo  de  Pamplona  en  Navarra,  vdelo  que  hoy 
se  llama  Álava,  parte  de  Vizcaya,  verdad  es  que 
muchos  destos  pueblos  por  el  vario  suceso  do  las 
guerras  tornaron  ó  perderse  á  causa  que  el  poder  de 
los  rjsyes  moros  de  Córdoba  en  gran  perjuicio  de  los 
cristianos  comenzó  á  levantarse  por  este  tiempo ,  se- 
gún que  piico  después  se  dirá ,  y  creció  adelante 
mucho  en  autoridad  y  fuerzas.  Procuró  el  rey  don 
Alonso,  y  hizo  que  en  las  ciudades  catedrales  que  se 

{ganaron,  fuesen  puestos  obisjios\  que  refórmbban 
as  costumbres  de  aquellos  cristianos,  y  las  limpia- 
ban de  la  maleza  que  de  \s  conversación  de  los  moros 
se  les  habia  pegaílo.  Cgltíyabap  los  pueblos  con  el 
buen  ejemplo ,  con  nuevas  leyes  f)ne  hacian ,  con 
declaralles  y  predicallesla  palabra  de  Dios.  Reedili- 
cábanse  les  templos  do  estqban  caídos,  y  lus  profana- 
dos con  la  superstición  de  I  js  moros  los  reconciliaban 
¿  consagraban  de  nuevo.  Reparaban  los  ornamentos 
(le  las  iglesias  por  cuanto  lo  sufrin  la  pobreza  de  la 
gen!ey  las  rentas  reales  que  eran  muy  tenues.  Final- 
mente una  nueva  luz  se  mostraba  por  todas  partes , 
muy  gran  materia  al  presente  de  alegría,  y  de  mayor 
e^pi^ranza  para  lo  de  adelante. 

Los  antiguos  geógrafos  situaron  los  várdulos  en  la 
Cintabria  por  aquella  parte  que  es  bañada  del  mar 
Océ;ino :  los  antiguos  historiadores  de  España,  como 
hombres  de  corto  ingenio  y  pequeña  erudición ,  los 
pudieron  en  aquella  parte  de  Castilla  la  Vieja  que  an- 
tiguamente llamaron  los  vaceos..Desta  opinión  pro*- 
oeílió  otro  nuevo  engaño,  y  fue  que  comodón  Alunso 
ganase  gran  parte  de  Castilla  la  Vieja,  lu  cual  nues- 
tros historiadores  llamaron  várdulos,  olros.se  per- 
fuadíeruu  qpe  desta  hecha  quitó  á  los  moros  teda  la 
Cuntabríao  Vizcaya;  pero  por  b&stantes  testimonios 
Si;  puede  mostrar  que  los  .moros  eu  ningún  tiempo 


2U 

y  aui)  esclava,  tuvo  fuera  de  matrimonio  á  Maure^u- 
to.  Hiciéronle  exequias  y  enterraim'euto  muy  solem- 
ne no  tanto  por  el  aparato  y  gasto,  cuanto  por  las 
verdaderas  lágrimas  y  sentimiento  de  todos  sus  va- 
sallos, y  por  las  voces  del  cielo  querdicen  ge  oyenmen 
el  enterramiento ,  de  ángeles  ooe  cantabarf  aque- 
llas palabras  de  la  divina  Escritura :  «  El  justo  es 
»quiiado,  y  nadie  ponie  mientes  en  ello :  ei  quitado 
))porcau«a  de  la  maldad,  y  será  en  paz  su  memoria.» 
Sepultaron  esto»  rey  y  reina  en  Cangas  en  el  monas- 
terio de  Saeta  María.  Tuvo  don  Alonsaun  hermano 
por  nombre  Froyla,  mas  conocido  por  dos  hijos  su- 
yos Aurelio  y  Vt;remUDdo,  ó  Bermudo,  que  por  otra 
causa  que  del  se  sepa.  Volvamos  A  las  cosas  de  los 
mor)» ,  que  por  estar  mezcladas  con  la^  nuestras  no 
se  pueüeu  olvidar  del  todo.  En  partir^uiar  será  bi^n 
declarar  la  of^asion ,  los  principios  y  aumento  de  la 
discordia  muy  grande  que  entre  aquella  geute  se  en- 
cendió por  este  tiempo ,  y  los  cimientos  que  con  esto 
se  echaron  de  un  nuevo  y  muy  poderoso  reino  de 
moro^  que  se  levantó  en  España. 

CAPITULO  V. 
Do  (los  linajes  los  mas  principales  entre  los  morjLO, 

Por  las  armas  de  los  sarracenos  y  por  el  vergonzo 
descuido  de  los  nuestros  la  mayor  y  mas  noble  parto 
de  la  redondez  de  la  tierra  quedó  vencida  y  sujeta  á 
los  enemigos  del  nombre  cristianó  crueles  y  fieros , 
los  cuales  tienen  por  abominable  y  por  ilícito  todo  lo 
que  nosotros  tenemos  por  santo.  A|  principio  obede- 
cía n  todos  á  una  cabeza  y  á  un  principe  que  cuidaba 
de  todo ,  de  la  guerra  y  del  gobierno ,  hacia  y  desha- 
da leyes,  administraba  justicia ,  hasU  las  miomas 
cosas  sagradas  y  pertenecientes  al  quitó  de  Dios 
estaban  á  su  cargo.  En  las  historias  de  los  árabes  á 
veces  le  llaman  califa,  que  en  romance  quiere  decjr 
sucesor  (2)  á  veces  miramamolin ,  que  es  lo  mismo 
que  príncipe  de  los  que^  creen.  En  amor  de  la  nueva 
superstición  hizo  que  al  principio  las  cosas  estuvie- 
sen quietas :  adelante  con  ^1  grande  aumento  que 
tuvieron ,  y  por  sus  muchas  riquezas  resultí(ron  al- 
borotos ,  y  de  unos  se  hicieron  muchos  imperios.  Las 
causas  destas  discordias  y  los  suceso  4  no  hacen  á 
nuestro  propósito ,  solo  por  lo  que  loca  a  huestro 
cuento ,  me  pareció  necesario  decjarar  el  origen  y 
progreso  de  dos  familias  y  casas  las  mas  nobles  que 
bobo  entre  los  moros,  y  por  cuyas  diferencias  resul- 
taron en  este  tiempo  grandes  alteraciones.  Mahoma 
fundador  de  aquel  a  secta  y  maestro  de  la  nueva  su- 
perstición dio  á  muchas  provincias  guerras,  en  que- 
siempre  le  sucedió  prósperamente.  Fue  hombre  de 
ingenio  despierto,  astuto  y  malo  :  usaba  de  una  pro- 
funda ficción  y  apariencia  de  santidad,  cosa  muy  á 
propósito  para  engañar  á  la  gente ;  y  no  hay  cosa  mas 
poden  sa  para  ganar  las  voluntades  de  la  muchedum- 
bre ,  que  la  máscara  de  la  religión  :  asi  fueron  innu- 
merables los  que  engañó  en  toda  su  vida.  A  lu  niuerle 
de  muchas  mujeres  con  quien  ilícita  y  torpemente 


pasaron  de  un  lugar  que  en  Vizcaya  vul^urmente  ^e  :  se  casó,  dqjó  solamente  tres  bijas  (3)  y  ninguii  hijo 
Uama  la  Peña  Horadada.  El  rey  despuesquecoricluyó  ]  varón ,  ca  uno  que  tuvo  se  le  murió  de  doce  ai^os.  La 
cosos  tau  grandes,  falleció  eu  Cnngas  de  edad  de  i>e-  '  mayor  de  las  hijas  se  llamó  Fátima  :  las  otras  Zeyne- 
^tiuta  y  cuatro  años  el  año  que  se  coutuba  757  de  bis  y  Imicultis  quedaron  casadas  con  hombres  prin- 
nuestra  salvación.  Fue  principe  esclarecido  y  señala*  cípales  y  todavía  por  la  muerte  de  Mahoma  los  sue- 
do  eatre  lodos.  Reinó  por  espacio  de  diez  y  nueve  ^grosdél  se  encargaron  del  gobierno,  primero  Abu- 
aaos  y  quien  dice  de  diez  y  ocho.  Dejó  cinco  hijos,  los  ,  bacar  y  después  Homar  en  lugar  dé  sus  hijas  y  nietos 


«cuatro  de  Ormisinda  su  mujer ,  que  fueron  Froyla, 
Bimarano,  Aurelio  (I)  y  lironda;  de  otra  mujer  baja, 

( 1)  E^  Cronicón  de  don  Aloaso  el  Magno  dice  así :  «des- 
T'tjcs  de  la  muerte  de  Froyla ,  Aurelio  sa  primo. en  primer 

^rado,  hijo  de  Froyla  y  hermano  de  Alfonso  el  Grande,  le    .«^  ^^  «,»|,.v.v...  .»»..>,...«. 

Micedióen  el  reino.»  El  mismo  Mariana  pocodespqes  dice  (3)  Ea  freneral  ios  escritores  árabes  dicen  que  Mahoma 
esto  mismo :  por  consiguiente  debe  tenerse  por  desoeido  de  tuvo  siete  hijos,  tres  varones  y  cuatro  hembras :  otros  diceu 
Mariana  6  del  amanuense  el  llamar  aquí  hijo  á  Aurelio.         .'  que  fueron  ocho,  cuatro  varones  y'cuatro  hembras. 


Después  destos  Atuman  marido  de  Fétima  tuvo  el 
imperio ;  que  por  ser  la  mayor  tenia  mejor  derecho 

(2)  Según  los  árabes  quiere  decir  vicario  ó  lugartenien- 
te de  su  profeta  Mahoma. 


para  snceileri  lapidre  (f).  Deile  tuvo  origen  el 
lioaje  da  los  Alavecinos ,  geate  maf  poderou  en  ri- 
qufii9S7enseDario(2).  A  Aluibaa  no  sin  coatradic- 
ciDD  de  muchos  ,  y  grande  alLeradon  (iet  pueblo,  su- 
cedió Uoabia  marida  de  la  segunda  hija  de  Halioma 
llamada' Ceyuehís ,  fundador  que  rii&  del  otro  ÜDaje 
muy  valÍ<io  de  los  Benhumejas.  La  cansa  deslos 
noaihresjrapellido^uoaesabe,  ni  lo  que  8¡(;uJflcBo. 
Lo  cierto  es  que  Hoabia  sucedieron  por  órdea  su  hijo 
Izit  y  Uaula  su  nietd ,  que  perdooó  i  aua  lasalios  y 
les  descargó  de  la  tercera  parto  de  los  tributos  con 
que  acostumbraban  á  servir.  Huerto  Maula,  los  mo- 
IV9  divididos  en  dos  parcialidades,  los  unos  siguieron 
i  Uaroao  y  loa  otros  i  Ábdalla,  que  era  segua  ^o 
pienv  del  lioaje  6  alcuña  de  los  Alavecinos.  Sea  licito 
usar  de  conjeturas  en  coiai  tan  escuras  como  ion  las 


de  ai^uella  naeioo.  Por  lo  menú  m  tiempo  del  rey 
Hoabia  fue  maestro  de  la  milicia ,  que  es  como  entra ' 
Dosotroa  condestable :  con  que  tuvo  ocasión  de  grift- 
I  jear  muchas  riquezas  y  aliados,  vde  presenta  tuvo 
manera  para  echar  al  contrarío  del  reino  y  quedar 
soto  por  señor  de  todo.  Mus  coa  su  muerte  la  corona 
y  cetro  volvieron  á  Abdelmelích  hijo  de  Maula,  igae 
gandgran  renombre  por  conqubtar  como  cooquistA 
toda  la  África,  con  que  él  y  sus  BncesoreiM  faicieron 
mas  poderosos'que  antes.  Las  discordias  de  los  em- 
peradores romanos  dieron  lugar  A  este  daño,  qne  fuá 
una  miserable  ceguera  y  una  locura  de  loa  hombrsi 
muy  grande ;  pero  mejor  seri  apartar  el  pensamiento 
destaa  cosas,  cuya  memoria  A  manera  da  cierto  agui- 
jón paniay  duele. 
Falleció  Abdelmelích  de  su  enfermedad ,  ;  en  tu 


Patiu  it  Cdrdsht. 


lugar  suceilió  su  híjij  Ulit,  aa'uel  por  cuyo  mandado  | 
TarifpafóenEspafia,y  venciuaómuerloel  rey  don 
'  Bodrigo,  senpadcródelreinodelosBodos.  Enlncar 
de  riii  sucedió  priraer.>  su  hermano  Zuleyman  :  oes- 
pues  Homar  y  Izit  lii)ns  de'  Ülil  por  adonpinn  de  su 
tío  para  oue  juntamente  y  con  igual  poder  f>nberna- 
sen  aquel  imperio.  A  estos  dos  sucedió  otro  hermano 
tercero  llamado  Iscam.  A  Iscain ,  Aluiit  hijo  de  Izit. 
Después  de  AluHt  con  grao  voluntad  de  toda  aquella 

(1)  Ala  aiuerte  da  Ha  boma  rus  electo  uliCa  Abu-Becro, 
i  quien  wiediA  Uiifuir ,  todoa  por  elertíoQ  j  no  por  juccsion 
Di  otro  Ululo  ilKuno. 

(3)  El  linaje  de  los  Ommiadac,  lue  lavo  prínrlpio  de 
MMiinh.  aestoealifa.  Yelde  losAbhitidas  quereconocie- 
roa  i'nrsu  rtbni  1  Abul-Abtasaffah  t»)ÍS»,  yconservamn  el 
trotiu  tiasiii  el  íüo  «i5  de  la  Egir»  que  empeió  el  18  ie 
enero  de  t£i7,  en  qije  li>s  tirtane  destniveron  su  imperio, 
j  se  apridenron  de  B3f-dad,9iiíúrte,  son  los  doi  que  luvie- 
TOO  casi  MisniRlas  el  iuiperii)  árabe.  Marrana  si;m¡endoal 
arzobispo  don  IlodriiHi  llama  1  los  Ommiadas  llenbumcyas, 
jí  los  Abha5idis,  nenalabasin.  y  se  Ciiuivoca  en  el  origen 
que  atribuye  i  esta  segunda  fainiilt. 


nación  Ihrahem  su  hermano  Lomó  el  gobierno.  A  esle 
dio  la  muerte  Marcan,  dado  que  era  del  mismo  tina- 
ja de  ios  Humeyfl4,  y  por  fuena  de  armas  como  que- 
da dichose  apoderó  de  lodo.  Las  discordias  deslos 
principes  dieron  ocasión  á  los  Alaveciuos  que  eran 
liel  lioajede  Fdtima,  para  levantar  cubezü  y  preva-' 
lecer  como  los  que  tenian  sus  fuerzas  eoleras  y  uni- 
das, y  los  contrarios  al  r«vés  divididas  y  (lacas. 

Abdolla  pues  hombre  de  grande  industria  y  no 
menor  corazón ,  muerto  une  bobo  á  Haroan,  que  á 
causa  de  aquellas  revueltas  se  hallaba  con  pocas 
fuerzas;  restituyó  últimamente  á  los  qne  descendian 
de  Fitim.i,  el  imperio  de  los  moros  ,  como  queda  ya 
tocado,  y  para  aseguralle  mas  y])erpeiualle  en  su*, 
descendieu  tes  hizo  gran  carnicería  en  el  linaje  de  los' 
Humeyas  por  ningún  otro  delito  sínupor  sospechar 
pretendían  el  imperio  ^ue  ya  tuvieron  ;  camino  por 
donde  de  presente  se  hjzo  odioso,  y  para  adelante  su 
nombre  fue  tenido  por  infame  como  de  cruel  y  lira- 
no.  Fuera  destoAbuerrahman  que  ei-a  de  losBenhu- 
meyas,- fue  puesto  en. necesidad  por  escapar  de 
aquella  camiceria ,  de  pasar  &  España  -para  intentar 


» '  ■» 


cosas  iiüa?ai ,  por  entender  que  los  moros  comun- 
meote  que  aqueila  proiinda  eran  aOcionados  á  los 
emperadores  pagados ,  y  al  linaje  de  los  Benbnineyas 
á  causa  de  las  machas  mercedes  que  de  ellos  teman 
recebidas ;  con  la  ayuda  de  los  cuales  y  el  esfuerzo  y 
buena  inaxla  de  Abderrahman  se  fundó  un  riuevb 
reino  de  moros  en  aj^uella  provincia  >  ezeoto  y  libre 
áú  señorío  de  ios  miramamotfnes  de  i^frica  y  de  los 
califés  de  Asia,  su  asiento  en  la  ciudad  de  Córdoba^ 
do  las  demás  ciudades  acudían  como  á  su  cabeza  7 
metrópoK,  según  que  adelante  se  entenderá  mejor. 

CAPITULO  TI. 
Be  loe  reyes  Proyla,  Aurelio  y  Sllon. 

Pon  h  muerte  de  don  Alonso  el  Católico  su  hijo 
mayor  llamado  Froyla  ó  Ffeula  se  encargó  del  go- 
bierno y  del  reino  de  los  cristianos  en  España,  como 
era  razón  y  derecho ,  el  año  de  757.  Tuto  el  reino 
once  años  y  tres  meses  :  su  ^bierno  y  fama  tuvo 
mezcla  de  malo  y  de  bueno.  Fue  áspero  de  condi- 
ción, indinando  é  severidad,  y  aun  mas  aficionado  á 
crueldad  que  á  misericordia.  Los  principes  con  la 
grande  libertad  que  tienen,  pocas  veces  se  van  á  la 
mano,  y  de  ordinario  siguen  sus  inclinaciones  y  pa- 
siones :  los  aduladores,  de  que  hay  gran  número  en 
las  casas  de  los  reyes,  nacen  que  el  mal  pase  adelan- 
te; nue  ne  hay  quien  sé  atreva  á  decir  la  verdad :  á 
los  vicios  dan  nombres  délas  virtudes  á  ellos  seme- 
jantes, y  hacen  creer  oqe  ta  crueldad  es  justicia ,  y 
que  la  maíicia  es  pruciencta ,  y  asi  de  lo  demás ,  con 
que  todo  se  pervierte.  Verdad  es  que  tuvo  algunas 
oosai^debuen  princlne. porque  lo  primero  fundó  y 
ediicó  á  OvfeJo  ciudad  principal  y  noble  en  las  As- 
turias, si  bien  algunos  atribuye^  esta  iündaclon  á  su 
padre  el  rey  don  Alonso^  pero  sin  bastantes  bmda- 
mentos.  Dió  á  la  nueva  ciudad  derecho  y  bonra  de 
obispado :  demás  desto  apartó  los  casamientos  de  los 
sacerdotes ,  costumbre  antiguamente  recebida  por 
ley  de  Witita ,  y  después  muy  arraigcda  por  el  ejem- 
plo de  los  griegos,  con  que  se  encendió  la  ira  de 
Dios  contra  España  y  incurrfó  en  tan  graves  desas-^ 
tres  y  castigos ,  como  lo  entendía  ia  gente  mas 
cuerda. 

Con  esta'resolucion  cuanto  fue  clamor  y  benevo- 
lencia que  gaoó  con  los  buenos,  tanto  se  desabrid 
gran  parte  oel  pueblo  y  de  los  sacerdotes,  porque  lo^ 
nombres  ordinaríaménte  quieren  que  lo  antiguo  y 
lo  usado  vaya  adelante ;  y  fa  libertad  de  pecar  es 
muy  agradable  á  la  muchedumbre.  Desta  severidad 

f procedió  gran  parle  del  odio  que  en  su  vida  muchos 
e  tuvieron ,  y  después  de  su  muerte  suuómbre  que- 
dd  acerca  de  los  doscendíentes  amancillado  y  afren- 
tado mas  de  lo  que  merecía.  Asi  se  puede  sospechar, 
imes  fuera  de  las  demás  virtudes  en  lo  que  toca  á  la 
guerra,  procuró  seguir  las  pisadas  de  su  padre.  En 
particulaf  el  segundo  año  de  su  reinado  en  una  gran 
batalla  desbarató  á  Juzeph  gobernador  de  España  por 
los  moros,  viejo  capitán ,  y  que  con  un  grueso  ejér- 
cito talaba  y  destruía  las  tierras  de  Galicia.  Ninguna 
victoria  hubo  en  aquella  era  ni  mas  esclarecida,  ni 
de  mayor  provecho  para  los  cristianos,  ca  quedaron 
muertos  cmcuenta  v  cuatro  mil  moros  Esta  pérdida 
fue  causa  que  iokepn .  que  por  espacio  de  cuatro  años 
hacia  resistencia  á  Abderrahman  para  que  no  se  apo- 
derase de  España  como  prcteuaia,  se  acabase  de 
Serder ;  porque  como  se  viese  trabajado  por  el  linaje 
e  los  Humeyas,  huyó  de  Córdoba ;  mas  por  diligeu- 
da  de  sus  enemigos  fue  preso  en  Granada ,  de  donde 
escapó  y  se  huyó  á  Toledo  confiado  en  la  fortaleza  de 
aquella  ciudad,  y  con  esperanza  que  aquellos  ciudu- 
danoa  le  aqudiriau.  Sucedióle  al  revés,  que  como  á 
caído  todos  le  faltaron ,  y  los  mismos  én  quienes 
mas  coáiiaba ,  fe  dieron  ta  fauerte  coa  intento  de 


taíA^íA.  9iS 

ganar  I  su  costa  la  ffrucia  del  vencedor.  D0sde  este 
tiempo  que  fue  el  año  de  nuestra  salvación  7S9,  y 
conforme  á  ht  cuenta  de  los  árabes  ciento  y  cuarenta 
y  dos ,  todos  los  moros  de  España  se  tornaron  á  unir 
debajo  de  una  cabeza  y  gobierno;  y  Abderrahman 
Abenhumeya  que  tuvo  adelante  sobrenombre  de 
Adahil ,  fundó  un  nuevo  reino  de  su  nación  mas  po* 
deroao  que  antes,  exento  de  la  jurisprudencia  de  los 
moros  de  África  y  de  Asia  como  poco  antes  queda 
apuntado. 

Sola  Valencia ,  ciudad  de  los  edetanos  parte  de  la 
España  tarraconense,  se  mantuvo  por  algún  tiempo 
en  la  devoción  antigua;  pero  últimamente  Abderran- 
man  con  un  largo  y  apretado  sitio  que  sobre  ella  puso, 
la  forzó  por  las  armas  á  seguir  el  partido  de  las  demás. 
Era  grande  el  odio  que  este  príncipe  mostraba  centra 
nuestra  religión ,  tanto  que  los  cristianos  de  aquella 
ciudad  se  salieron  della  y  llevaron  consigo  á  lo  pos- 
trero déla  Lusitanfa  por  la  parte  que  el  promontorio 
Sacro  se  alarga  mucho  en  el  mar,  los  sagrados  (luesos 
del  mártir  San  Vicent<^,  qué  en  tiempos  pasados, 
como  queda  dicho ,  padeció  en  aquella  ciudad ,  al 
cual  elfos  adoraban  como  á  Bios ,  y  era  célebre  por  la 
fama  de  los  milagros :  tales  son  las  palabras  del  moro 
Rasis ,  que  me  pareció  poner  aqui.  Sucedió  adebinte 
que  tm  moro  natural  de  Fez  llamado  AUiboliaces 
andando  por  alU  á  caza,  halló  estos  hombres,  y  como 
los  matase,  llevó  consigo  á  África  por  esclavos  sus 
hiios,  niños  de  pequeña  edad ;  por  cuya  información 
adelante  se  supo  el  lugar  en  que  quedaron  escondí-* 
dos  Tos  sagrados  huesos ,  que  fue  ocasión  de  mudar 
el  nombre  á  {|quel  promontorio,  y  llamarse  adelante 
el  cabo  de  San  Vicente  :  pero  desto  se  tornará  á  ha<« 
blar  en  otro  lugar. 

El  rey  bárbaro  ensoberbecido  con  tantas  victorias, 
y  por  sucederle  todo  á  sü  voluntad  acometió  á  hacer 

guerra  á  los  gallegos.  Por  otria  parte  puso  cerco  sobre 
eja  ciudad  de  Portugal ,  que  antig-.ian^ent6  era  P4Z 
luüf».  Déla  una  y  de  la  otra  parte  rae  rechazado  po^ 
el  esfuerzoj  armas  del  rey  don  Fruela,  el  cual  con 
su  buena  dicha  ydiligenciu  no  solo  defendió  las  tier- 
ras. deJos  cristianos  á^  las  indolencias  de  los  bárba- 
ros, sino  también  acudió  á  sosegar  las  alteraciones 
de  los  naturales;  eñ  especial  de  l^s  gallegos  .  que 
sospechó  andabau  alterados  por  haber  quitado  las 
,  mujeres  á  los  sacerdotes.  Asimismo  los  de  Navarra 
que  andaban  levantados ,  se  redujeron  á  obediencia 
el  año  de  761.  En  esta  jornada  se  casó  el  rey  don 
Fruela  con  Menina ,  otros  la  llaman  Momerana,  hija 
de  Eudon  (I)  duque  de  Gulena,  y  hermana  de  Aznar 
que  de  buena«gana  vino  en  este  casamiento  por  es- 
tarles á  todos  muy  á  cuento.  Desta  señora  nacieron 
don  Alonso,  que  adelante  tuvo  el  reino,  y  renombre 
de  Gasto,  y  doña  Jimena,  muy  conocida  por  ser  ma* 
dre  de  Bernardo  del  Carpió  y  por  su  poca  hones-' 
tidadm. 

Pudiera  el  rey  don  Fruela  ser  contado  eptre  los 
grandes  príncipes  si  no  amancillara  su  fama  y  sus 
virtudes  con  la  muerte  que  dió  por  sus  propias  ma- 
nos á  su  hermano  Bimarano :  necho  grandemente 
inhumano,  y  que  le  hizo  muy  odioso.  Era  Bimarano 
de  gentil  disposición,  y  con  su  mucha  afabilidad  ga- 
naba las  voluntades  del  pueblo :  sospechó  su  herma- 
no que  procuraba  hacerse  rey ;  y  por  ventura  como 

(i)  Don  Alonso  el  Magno  en  su  CraniCM  la  Uama  Muoia 

Jdice  que  era  muy  joven :, la  Croaica  aeoerat  Muoioa,  y 
ice  que  era  del  linaje  de  los  reyes  de  Navarra.  De  todos 
modos  se  ve  que  no  podía  ser  hga  de  Eudon  que  hacia  2tf 
aiios  que  babia  tnuerto  el  73S. 

(2)  Los  eruditos  desechan  coao  fábulas  los  amores  d^ 
dona  Jimena  con  el  conde  de  Saldaua ,  el  haber  sido  madre  de 
Beroardo  del  Carpió,  y' Tas  proezas  que  á  este  se  te  atriboveo, 
porque  Cronicpnei  Je  Oulddio,  el  Emilianense ó.de  Albel- 
da,  y  el  dé  ion  Alólisb  el  Magno  que  son  los  mas  iájoadíAtos 
á  este  tisopo,  so  hacen  manooo  da  nada  de  esto^ 


« 

íi(  BmUOT|Gi  M 

•uel0  acoi  letzTf  los  que  esUban  desconteDtos  ie  h 
tfBveridad  de]  rey»  pretendían  tomarle  qun  su  cabeza 
y  debajo  de  su  sombra  alterar  á  los  demás ,  porqa'^ 
DO  so  puede  eulcnder  por  don  Fru^a  sin  propósiu)  > 
Y  síQ  teuer  alguna  causa  para  ello  hiciese  cosa  tun 
fea,  dado  que  ninguna  pudo  ser  bastante  para  escu- 
sr.r  esceso  tan  grave ;  y  el  mismo  para  aplacar  el  odio 
quede  aquella  muerte  resultó,  prohijó  y  nomt>rópor 
su  sucesor  en  el  reino  á  don  Bermudo  (i)  hijo  del 
mu^tD ;  pero  no  sirvió  de  nada  porque  los  suyos  j 
en  particular  doo  Aurelio  su  hermano  se  c<)njurafoa 
contra  él  y  le  dieron  la  muerte  en  Gangas.  Sepultaron 
al  rey. don  Fruda  y  su  mujer  Menina  en  la  iglesia 
Bfa]¡or  de  Oviedo.  £ñ  este  tiempo  Yero  arzobispo  de 
Sevilla  resplaudecia  por  su  santa  vida  ,  erudición  y 
libros  que  escribió.  Asimismo  Pedro  prelado  dé  Tole- 
do sucesor  de  Urbano,  por  sobrenombre  el  Hermoso, 
compuso  un  libro  de  como  se  debia  celebrar  la  Pas- 
cua, muy  alabado  en  aquel  tiempo,  enderezado  álos 
de  Sevilla  que  en  esta  cuenta  andaban  errados. 

A  Pedro  sucedió  Clxila,  que  escrib'ó  la  vida  de  San 
Udefonso,  Adriano  pontÍGce  romano  enderezó  uua. 
carta  á  este  prelado  (dado  que  le  llama  Egila]  en  que 
reprehéndela  costumbre  que  teniap  en  E^^paim,  creo 
tomada  de  Grecia ,  de  comer  carne  los  sanados.  Yo 
ontiendaquo  de  aquella  costumbre  por  cierta  mane- 
ra de  concordia  se  lomó  Ja  que  al  presente  se  guar- 
dia, de  comer  aquéllos  diaslos  menudos  y  estremi- 
dad  delosaninuiles:  quién  dice  que  esto  se  introdujo 
el  año  de  Gristo  de  mil  y  dbcieutos  y  dooe ,  cuando 
los  nuestros  en  el  puerto  del  Huiadár  ganaron  aque- 
lla batalla  contra  los  moros  tan  señalada  y  famosa , 
pero  no  hay  para  asegurar  esto  uittor  iji  arjgumento 
bastante.  Todavía  el  despensero  de  la  reina  doña 
Leouor  mujor  del  rey  don  Juan-el  Primero  así  lo  dice, 
y  la  Valeriana  como  se  refiere  adelante  en  el  lib.  XI 
cap*  XXIY.  Las  listas  antiguas  de  los  arzobispos  de 
Toledo  no  solo  no  ponen  ¿Urbano  en  aquel  número 
sino  tampoco  á  Pedro,  en  lugar  de  ios  cuales  cuen- 
tan por  predecesores  de  Cixila  ¿  Suñiéredo  yConcdr- 
dio.  La  oscuridad  de  aquéllos  tiempos  es  tan  grando, 
que  á  las  veces  nos  fVierza  á  reparar,  no  de  otra  ma- 
nera que  ;quien  no  sabe  el  camino,  llegado  á  alguna 
encrucijada  do  se  divide  en  muchas  partes,  coma 
ninguno  de  aquellos  caminos  le  descontente,  ningu- 
no le  agrada. 

.  El  matador  del  rey  don  Fruela,  vengador  de  Bima- 
rauo  y  hermano  de  entrambos ,  dado  que  otros  le  ha- 
cen primo ,  hijo  de  don  Fruela  que  fue  bermauo  del 
rey  aou  Alonso  .  entró  en  el  reino  y  tomó  la  corona 

SI  año  de  768.  No  hicieron  caso  de  don  Alonso  hijo 
el  rey  don  Fruela  para  que  heredase  ¿  su  padre ,  así 
por  S14  pcquéña.edad  como  por  el  odio  que  todos  á  su 
|)adre  teman.  Reinó  don  Aurelio  seis  años  y  medio 
no  hizo  cosa  en  paz  y  en  guerra  que  sea  digíia  de 
memoria  por  lo  menos  que  por  ella  merezca  ser  ala- 
bado. Vendad  es  que  apaciguó  una  guerra  civil  que 
encendieron  los  esclavos ,  ca  con  deseo  de  libertad  y 
cúñ  ia  ocasión  que  le  daba  la  revuelta  ^e  los  tiempos, 
se  apellidaron  en  gran  úúmero  y  tomaron  las  armas ; 
pero  la  loa  que  por  esta  causa  gauó ,  la  oscureció  del 
tocto  y  amancilló  con  un  asiento  muv  feo  que  hi/.o 
con  los  moros ,  en  que  se  obligó  de  darles  c&da  un 
tfio  cierto  número  de  doncellas  nobles  como  por  pa- 
rias ^2).  La  prosperidad  de  Abderrahman  ponia  á  los 
nue^lros  espante.  Temían  con  razón  que  las  armas 
de  aquel  nuevo  reino  y  sus  fuerzas  muy  grandes  no 

(I)  Queda  dicho  qne  dea  AoreKo  no  era  hermano  del  rey 
don  Fraela ,  sino  prjoio ,  h^o  de  don  Fruela  hermano  de  doo 
Alonso,  y  aquel  no  Bimarano,  fhe  quien  le  sucedij)  por  elec- 
don  pues  no  hablan  nada  de  adopcioa  los  Cronicones  el- 
tadof. 

())  A  ser  ¿ierto  creemos  que  no  le  hubiera  pasado  por  al- 
to á  lót  autores  de  los  Groniconeg  este  hecho ,  que  00  am- 
pieu  4  nenttne  hasta  el  siglo  Xlll. 


4A1PAR  T  aoi6. .... 
oprimiesen  las  de  los  cristianos  j  que  de  suyo  eraa 
flacus,  y  por  la  discordia  de  los  parciales  á  punto  de 
perderse. 

Procuró  el  rey  doa  Aurelio  üeprevenirse  de  ÍMrua 
contra  aquella  tempestad  que  amenazaba,  y  por  esta 
causa  caló  su  hermana  Adosinda  qon  Süoa  hambre 
poderoso  y  principal  con  esperanza  y  deseno  que  en 
vida  le  ayudaría,  si  fueae  necesario,  y  después  de 
muerto  Je  sucedería,  en  el  reino  por  no  tener  él  hijos, 
ni  aun  se  sab')  bastantemente  que  haya  sido  casado. 
Bl  cronicón  del  rey  don  Alonso  el  Magtio  dice  que  el 
rey  don  Aurelio  fue  sepultado  en  el  valle  de  lagueya 
en  ia  iglesia  de  San  Martin  :  don  Lucas  de  Tuy  dice 
que  le  enterraron  an  Cangas.  Dificultoso  en  concor- 
dar estas  opiniones,  ni  como  jaez  sentenciar  por  la 
verdad.  Quién  dice  que  lagueya  y  Caagu  es  lo  mis- 
mo, quien  que  lagueya  es  la  villa  de  Yanguas  :  por 
esta  opinión  hace  la  semejanza  de  los  nombres  mo« 
derno  y  antiguo,  y  que  en  aquelU  villa  en  ia  iglesia 
de  San  Miguel  hay  una  cueva  con  advocación  de  San 
Andrés ,  y  en  ella  dos  senulcros  ó  lucillos  juntos  el 
uno  del  ¿tro^  los  cuales  el  pueblo  como  cosa  reeeiii- 
da  de  sus  antepasados,  tiene  por  de  los  dos  reyea 
don  Favila  y  don  Aurelio ;  que  si  esto  ae^recibe  será 
necesario  confesar  que  el  nombre  de  aquella  iglesia 
con  el  tiempo  se  ha  mudado,  por  lo  menos  que  lea 
huesos  de  aquellos  reyes  de  do  primera  estahian  en- 
terrados  se  trasladaron  á  aquel  Jugar :  cosa  que  en  el 
rey  don  Favila  no  tiene  duda  haber  primero  sido  se* 
pultado  en  otro  lugar  como  queda  8¡rriba,s^alado,es 
a  saber  en  tierra  de  Cangas. 

Por  ia  muerte  pues  de  don  Aurelio,  Sllon  su  cufiado 
fue  alzado  por  rey  en  Previa  juntamente  con  Odosia- 
da  su  niujer.  Reinó  por  espacio  de  nueve. años,  un 
mes  y  un  día. -Enfrenó  al  principio  de  su  reinado  y 
sosegó  los  galleaos  que  andaban  alborotados  cerca 
deifícale  Ciperio,  que  hoy  se  llama  Cabreros.  Los 
motivos  y  ocasiones  desta  guerra  no  se  escriben :  solo 
refieren  que  por  ser  Silon  de  grande  edad;  ó  porque 
naturalmente  era  enemigo  de  cuidados ,  y  no  se  ha- 
UaJba  con  fuerzas  para  llevar  aquel  peso,  se  resolvió 
de  partir  mano  no  solo, del  cuidado  de  la  guerra  ^  si- 
no también  del  gobierno ;  y  pa/a  esto  por  amonesta* 
cion  de  su  mujer  nombró  por  su  compaiíero  en  el 
reine  con  plena  autoridad  en  guerra  y  en  paz  á  don 
Alonso  hijo  del  rey  don  Fruela:  La^  miseria  y  mengua 
destos  tiempos  fue  tal,  que  cuando  \a  república  esta* 
hn  mus  revuelta  con  las  olas  de  una  cruel  tempestad, 
y  touia  necesidad  de  un  gobernador  varonil»  enton- 
ces por  la  mavor  parte  le  cabían  en  suerte  reyes  sin 
provecho  y  cobaraes. 

Desde  este  tiempo  parece  que  don  Alonso  tuvo 
nombre  de  rey,  como  se  puede  mostrar  ppr  un  prívi- 
legio  el  más  antiguo  de  cuantos  en  £spana  se  bailan 
en  los  archivos,  dado  á  Santa  María  de  Yalpuesta, 
que  hoy  es  iglesia  colegial  y  antiguamente  era  mo* 
ua^tério  de  monjas :  en  él  por  lu  liberalidad  del  rey 
don  Alüuso  se  hace  donación  á  aquél  templo  de  mu- 
chas heredades  era  de  ochocientos  y  doce,  que  con- 
curie  con  el  aüo  de  Cristo  de  774 ,  que  fue  el  príme- 
ro  del  reinado  de  Silon,  si  y  a  por  v^n'ura  los  números 
no  e-^tán  errados.  Porque  la  opíuion  de  los  qaeatri* 
buyeii  este  prrvüegio  á  doa  Alonso  el  Católico  ,  no 
vienc.bten  pur  la  razón  de  los  tiempos.  T  sea  lo  que 
fuere  en  esta  parte,  la  maldición  que  en  aquellas  le* 
tras  se  contiene,  es  muy  digna  de  ser  considerada. 
Dice  que  el  que  quebrantare  aquella' do  pación,  sea 
anatema ,  marrano  (3)  y  descomulgado  ;  de  las  cua- 
les palabras  se  entiende  que  esta  palabra  marrano  no 
se  deriba  de  la  palabra  moro,  como  si  dijésemos 
Maurauo ,  como  ulguuos  sospechan  que  resultó  ea 

(3)  VoK  ¿e  desprecio  coo  que  habiin  adaquado  é  Abder^ 
rahman  por  miramamolin  6  califa  de  Espafia  deoosiabaai 
los  que  seguían  el  partido  de  hts  Abbasldu  Mtmatittas. 


Italia  en  tiempo  del  empendor  Federico  BarbaiT(^a  por 
ocasión  oue  muchos  morosque  est-ibanisu  gualdo 
después  qe  coovertjdo&á^la  ley  de  Cristo  la  renegaron : 
sino  que  antes  viene  de  la  palabra*  siríaca  Muranata, 
con  que  en  l^^s  divinas  letras  se  signitica  la  descpínu- 
nion  y  maldición,  como  también  significan  lo  mismo 
las  otras  dos  palabras  griega  y  latina  aualema  y  ex« 
comnnicatuSy  de  que  usa  aquel  privilegio  escrito  en 
lengna  latina. 

Por  este  tiempo  Cario  Magno  deshizo  el  reino  de 
los  loDgobardos ,  que  duró  en  Italia  pasador,  doscien* 
tosaqos.  con  prender  en  Pavía  á  Desiderio  su  rey. 
Confirmo  otrosí  á  instaocia  del  papa  Adriano  la  do- 
nación que  Pipino  su  padre  luciera  á  aquella  iglesia 
del  Exárch^do  y  otras  ciudades  de  Italia ,  en  que 
entraban  Botona ,  Rábena .  Ferrara  y  lu  Emilia  que 
era  la  Lombardiu  allende  el  Po ,  Parma  y  PLisencia 
sin  otru  niuchas  ciudad&s  y  tierras.  Do  ík  sepultura 
del  rey  Silon  hay  diferentes  opiniones  :  quién  dice 
qtre  le  enterraron  en  Oviedo^  por  un  letrero  muy 
urffo  que  está  á  la  entrada  de  la  iglesia  de  San  Sal- 
vador, donde  en  cierta  manera  de  cifra  se  lee  su 
norotoe .  y  se  dice  y  repite  doscientas  v  setenta  veces 
que  hizo  aquella  iglesia :  demás  que  debajo  de  aquel 
letrero  hay  ocho  letras  que  significan : 

'  AOui  TACE  SlLONy  S¿ÁLE  U  TlEBllA 
UV(ANA. 

Otros'dicen  que  le  sepultaron  en  Pravia  én  la  iglesia 
de  San  loan  Evangelista  que  él  levantó  deáde  los.ci- 
mfentos,  do  dn  duda  fuá  puesto  el  cuerpo  de  su 
mujer  la  reina  Adosínda. 

CAPITULÓ  VIL 
De  k»  reyes  dbn.Mon^p,  Manregato  y  don  Bermodo. 

Hechas  las  honras  ^  enterramiento  del  rey  Silon , 
don  Alonso  su  companero  con  gran  voluntad  de  la 
noblexa  quedó  solo  con  el  reino  el  año  78^.  El  odio 
qce  tenían  á  sa  padre^  estaba  olvidado,  y  con  la 
maestra  que  había  dado  do  sus  virtudes,  teñiagran- 
jeadas  lasvolontades  de  todos  sus  vasallos.  SoloMau- 
regato  su  tío ,  aunque  qo  era  legitimo  pretendía  se^ 
le  oizoagiUvio^o  anteponerle  á  don  Alonso.  Alegaba 
que  tenía  mas  estrecho,  parentesco  con  los  reyes  pa- 
sados ,  y  que  todos  sos  hermanos  sucesivamente 
íuenm  reyes.  No  faltaban  hombres  bulliciosos ,  qué 
eos  deseado  cosas  nuevas  daban  oídos  y  favor  ¿sus 
inteotof ,  personan  de  mábs  pensamientos  y  costum- 
bres y  enales  son  por  la  mayor  parte  los  que  siguen  la 
corte  y  casas  reales.  A  persuasión  destos  por  hallar 
poco  arrimo  en  los  cristianos  hizo  recorso  á  los  moros: 
pidióles  fesayQdaseOyyalcanzóIocon  asentar  de  dalles 
cada  «r  año  por  parias  cincuenta  doncellas  nobles  y 
otras  tantas  del  pueblo :  infame  concierto:  pero  tanto 
poede  el  desenfrenado  deseo  de  reinar.  Son  los  moros 
mas  qoé  ninguna  oira  nación  inclinados  á  deshones- 
tidad. Con  el  cebo  úut»  destos  deleites  v  por  mandado 
de  so  rey  Abderranmanliuen  número  de  aquella  gen- 
te sígoíóálfaiipegato.  Allegábase  para  inclinarlos  mas 
la  honra  que  les  resultaba  de  tehor  á  los  cristianos  por 
tríbaurios,  y  ásu  rey  ñor  sujeto  y  obligado. 

No  se  hallaba  don  Alonso  apercibido  de  fuerzas 
bastautespara  hacer  resistencia  y. contrastar  á  tanto 
poder.  Acorde  de  dar  tiempo  al  tiempo ,  y  mientras 
dnratian  aquellos  recios  temporales  se  retiró  á  la 
Cantabria  6  Vhmaya ,  doOde  tenia  muchos  aliado^;,  y 
parieotes  y  ainlg^s  de  Eudon ,  de  quien  venía  por 
parte  de  madre.  Era  de  veinte  y  cinco  años  cuando 
ai prinvipiode soreínado fue  despojado.  Reinó  Mau- 
regato  por  espado  decinco  años  y  seis  meses  sin  se- 
ftalarse  en  eosa  alguna  sino  en  cobardía ,  torpeza ,  y 
en  la  grave  maldad  que  cometía  por  la  traición  que 
*-"-'  ésa  patria,  SepoKéronle  ^fx  Previa  ^tt  h  iglesia 


de  San  Juan,  come  lo  diesel  cronicón  f  i^e  anda  en 

nombre  del  rey  don  Alonso  el  Magno ,  por  lo.  menos 
en  el  ejemplar  de  Oviedo.  Murió  en  el,  año  del  Señor 
de  788.  En  el  mismo  año  Abderra liman  reydelos  mo- 
ros de.^  pues  que  reinara  por  espacio  de  veinte  y  nueve  ' 
anos,  pasó  desta  vida  en  Córduna  do  hacia  su  residen- 
cia ;  y  la  cual  ciudad  adornó  con  diversas  obras  mag- 
nilica«  y  reules,  como  fue  un  castillo  aüe  Itivantó  en 
eüa ,  y  imos  jardines  que  plantó  muy  rtelci lusos,  que 
eLtonces  sé  llamaban  de  nizapha,  y  ál  ¡;re¿euie.se 
llamaban  de  Arriza fa. 

Demás  Jestos  dos  años  antes  oue  muriese ,  de  lo 
que  ganó ¿11  la  guerra,  comenzó  6  labricar  la  mezqu¡« 
ta  mayor,  que  boy  es  la  iglesia  catedral  de  Córdo- 
ba (i),  por  la  macera  del  editicio,  gran  número  y 
hermosura  de  columnas  sobre  (fué  car^a  la  bóveda » 
una  de  las  obras  mas  señaladas  de  España.  Dejó  nueve 
hijas  y  once  hijos :  nombró  en  su  testamento  por  * 
sucesor  á  Zuleman  el  mayor  de  tolos ,  que  tenia 
puesto  en  el  gobierno  de  Toledo.  Esta  su  ausencia  dio 
ocasión  á  Issem  que  era  el  hijo  segundo,. de  apode-^ 
rarse  del  reino  sin  embargo  de  lo  quo  su  padre  dejó 
dispuesto.  Tenia  muy  de  su  pártelas  voluutadcs  del 
pueblo ,  con  cuya  ayuda  venció  en  batalla  á  su  her- 
mano y  le  hizo  retirar  al  reino  do  Murcia ,  desde 
donde  por  sesenta  mil  escudos  que  le  dio,  renunciado 
su  dereóh(^ ,  pasó  en  África.  Después  desto  Abdalla 
que  era  otro  hermano,  con  deseo  de  eosas  nuevas 
andaba  alborotado ;  mas  hizo  asiento  con  ¿1«  con  (]ue 
asimismo  desan^paró  á  España.  Tuvo  Issém  el  remo 
siete  años ,  siete  meses  y  siete  dias. 

A  Mauregato  sucedió  don  Bermudo  llamado  el  Dlá- 
conOé  porque  en  su  menor  ecfaíl  recibiera  aquel  or- 
den oe  la  maiíera  tme  se  usa  entre  los  cristianos^ 
Cuyo  hijo  fuese  don  Bermudo  no  concuerdan  los  his- 
toriadores,  ni  será  fácil  preferir  la  una  opinión  á  la 
otra,  ñi  los  que  dicen  lo  uno  á  los.que  siéntenlo  con* 
trario.  Entiendo  que  por  la  semejanza  de  los  nombres 
las  memorias  de 'aquel  tiempo  están  varias.  Quién 
•ólce  que  fue  hijo  de  Biiparano^  á  quien  el  rey  don 
FruelaBU  hermaúo  mató  por  sus  manos :  quién  que 
fue  hijo  del  jotro  don  Fruela  hermano  del  rey  don 
Alonso  el  Católico :  opinión  que  la  siguen  autores  de 
crédito  y  antiguos ,  en  particular  el  cronicón  del  rey 
don  Alonso  el  Magno.  Reinó  Ires  años  y  medio :  tuvo 
dos  hijos,  don  Ramiro  y  don  García,  en  su  mi^ei' 
Nunilon  ó  Ursenda  con. quien  áe.casó  ilícitamente, 
pero  después  con  mejor  consejo  se  apartó,  della  y 
perseveró  en  castidad  toda  la  vida.  Bn  lo  demás  fue 
hombre  templado  y  modesto;  nías  amigo  del  sosiego 
que  sufría  el  estado  de  his  cosas.  Locamente  se  encar- 
ga en  semejante  tiempo  del  gobierno  ()uien  no  tiene 
bastante  ánimo ,  destreza  en  las  armas ,  esfuerzo  y 
valor,  y  aún  fuerzas  corporales.  Verdad  es  que  hizo 
una  cosa  muy  loable,  y  que  dio  mucho  contento,  es 
á  saber  que  en.gran  pro  de  la  república  tornó  á  hacer 
compañero  de  su  reino  á  don  AÍonso  huo  de  su  pri- 
mo hermano  el  rey  don  Fruela  j  al  que  despojó  Man- 
regato y  le  forzó  recogerse  á  Vizcaya. 

Esto  fue  el  año  de  791  á  veinte  y  uno  de  julio, 
como  lo  dice  Isidoro  Pacense  escntor  desta  mismo 
tiempo.  Reinó  desde  aqui  adelante  por  espacio  da, 

(1)  Nada  mas  asombfeso  que  el  interior  de  esta  mezquita' 
segan  las  descripcioaes  de  los  áiabss.  Teoia  19  nivea  á  lo 
largo,  38  á  lo  ancho,  estabui  sosléoidas  por  i093  oolumnas' 
de  mármuies  diversos ,  muchas  de  ailas  rontaas.  Oatkín  en- 
trada á  su  alquihla  i9  puertas  cbapeadas  de  planchas  de  co-. 
bre  de  Diaravillosa  labor  siendo  la  principal  de  oro.  Del  culto 
que  se  tributaba  en  este  templo  para  hacerse  idea  diciendo' 
que  en  las  plegarías  de  lá  noche  io  alambraban  4700  lámpa« 
ras  que  gastaban  al  aBo  S4.000  libras  de  aceite  v  4)0  de  - 
ámbar  y  aloe.  —Esta  maanioca  meiquita  convertida  koy  ea 
ealedral  conserva  todavía  ea  baen  estado  se  parte  piiacipal, . 
en  especial  el  mihrat  ó  lugar  de  mé4ilacioo  y  Jas  aieates^ii 
Ibluoioa* 


»    k  f 


«le 


itiLtatccTA  áilBrAil»Ait  t  noTt. 


^fncnéntl  i  ^9  tiún  dnco  me^  ;  trece  áas.  Fue 
principe  muy  señalado  en  la  prosperidad  cotitinua 
que  tuto  en  sus  cosas,  diestro  en  las  armas,  cl^men- 
te,  liberal ,  anieble  á  los  suyos,  y  espantoso  á  los  es- 
trenos :  en  la  piedad  y  relfgion  ninguno  se  la  ganara. 
Con  su  esfuerzo  principalmente  se  mantuvieron  las 
cosas  de  Espuña  (]ue  esUban  para  caerse.  Ganó 
grande  reputación  y  autoridad,  y  no  menos  granjeó 
las  voluntades  de  sus  vasallos  con  una  victoria  muy 
señalada  que  tuvo  ei  tercer  año  de  su  reinado  de  un 
capitán  moro  llamado  Mugayo.  Tenia  por  cosa  afren- 
tosa al  nombre  cristiano  entregar  aquellos  bárbaros 
las  doncellas  (¡ue  torpemente  concertó  Mauregato. 
Nb  quiso  acudiiles  con  aquel  tributo  :  por  esta  causa 
un  grueso  ejército  de  enemigos  rompió  y  corrió  pol* 
todas  partes  sin  parar  hasia  llegar  á  las  Asturias. 
Recoció  don  Alonso  sus  gentes :  salió  en  busca  del 
enemigo,  dióse  la  batalla  cerca  de  un  pueblo  llamado 
Ledos,  quedó  la  victoria  por  los  nuestros,  que  fue 
de  las  mas  señaladas  que  jamás  kobo  en  España ,  ca 
murieron  setenta  miil  moros :  con  que  los  cristianos 
comenzaron  á  respirar  y  alzar  cabeza  por  verse  libres 
de  una  servidumbre  tan  grave  y  los  moros  enflaque- 
cidas sus  fuerzas  y  embarazados  en  otras  gperras  no 
pudieron  satisfacerse  de  aquella  mengua  y  daño;  y 
es  cosa  averiguada  qu^  en  aquel  tiempo  en  lo  postrer 
reí  de  España  per  la  parte  que  los  montes  Pirineos  se 
estiénden  de  mar  á  mar,  muchas  ciudades  y  pueblos 
se  ganaron  de  los  moros  por  las  armas  de  los  reyes  de 
Navarra  y  por  el  esfuerzo  de  Cario  Magno  rey  de 
Francia ,  principe  de  autoridad  aventajada  entre  los 
reyes  crisnanos  y  por  sus  grandes  proezas  muv  co- 
nociÜo  por  la  fama.  Esto  puso  en  necesidad  á  issem 
rey  de  Córdoba  de  enviar  un  capitán  de  gran  nombre 
llamado  Abdelmelfdi  con  ejército  bastante  para  re- 
primir las  entradas  por  aquella  parte  y  intentos  de 
los  crístianos. 

Lo  que  resultó  I  fue  que  fos  moros  tornaron  á  apo- 
derarse de  Girona  en  lo  postrero  de  España ,  y  de 
Narbóna  en  la  éntrade  de  Francia.  De  allí  dice  e|  ar- 
zobispo don  Rodrigo  que  para  acabar  el  edificio  déla 
mezquita  de  Córdoba  hicieron  traer  la  tierra  en  hom^ 
bros  cristianos,  que  fue  insolencia  de  bárbaros ,  ol- 
vidados déla  modfcstia  y  templanza  con  la  prosperidad. 
Esta  tierra  entiendo  yo  debió  scralguna  suerte  de  are- 
na con  que  hace  maybr  presa  fa  cal.  Edificó  admismo 
este  rey  ot^  pnepte  en  Córdoba  cerca  del  alcázar,  y 
fúñ  el  primero  ¿ntre  los  reyes  jinoros  que  para  su 
guarda  tomó  soldados  estrenos,  es  á  saber  tres  mi! 
cristianos  renegados.  Fuera  destos  para  los  oficios  y 
servido  de  la  casa  real  tenia  dos  mil  eunucos.  Falle- 
ció el  año  de  795 :  reinó  por  espacio  de  veinte  y  seis 
años  diez  meses  y  quince  días.  Dejó  fiama  de  principe 
prudente,  justo  y  Jiberal  como  entre  aquella  gente, 
y  por  sucesor  tf  su  hijo  Albaca*. 

CArtTüLo  vm. 

De  Elipando  arzobispo  de  Toledo. 

A  ios  trabaios  de  la  cautiviilad,  que  cuando  fueran 
^  iolos  eran  muy- graves,  se  allegó  una  grande  discor- 
'  dia  en  materia  de  religión.  Los  principales  movedores 

Jf  eabesas  deste  ami  faeron  Felu  obispo  de  Urgel  en 
o  poetrero  de  &spaoa»  y  su  discipulo  Elipando  arto* 
bispode  Toledo  f  faommres  de  ingenios  no  groseros^ 
Di  faltos  de  erndicioh  para  las  tinieblas  y  grandes 
revueltas  y  males  de  aquel  tiempo,  entre  los  cuales 
no  tropezar  ni  ensuciarse  fuera  cosa  semejable  á  mi- 
lagro. Porque  qué  lugar  podían  tener  las  letras  en 
medio  de  servidumbre  tau  grave ,  cuando  cargadoe 
de  triJbotoB,  y  trabajados  de  todas  maneras  eran  mrzi« 
dos  á  Iniscar  coa  el  Mdor  de  tu  rostro  el  sustente  co- 
tidiano ?¿oó(no  se  podían  jontar  los  concilios  ecfe- 


sanar  las  heridas  en  la  doctrina  v  reformar  las  coi* 
tumbres  de  los  eclesffisticos  y  segures?  Los  nobles  y 
el  pueblo  como  á  cada  uno  se  le  antojaba  asi  ordena- 
ban sos  vidas,  y  de  las  cosas  divinas  sin  que  nadie  les 
fuese  á  la  mano,  cada  cual  sentía  y  hablaoa  lo  que  le 
parecía :  cosa  muy  perjudicial.  Demás  desto  áti  trato 
y  /conversación  con  ios  moros  era  forzoso  se  pegasen 
a  los  crístianos  malas  opiniones  y  dañadas;  en  parti- 
cular estos  dos  prelados  despertaron  y  publicai'un  los 
errores  de  Nestorio ,  que  én  el  tiempo  pasado  por  di- 
ligenciadel  concilio Epbesino  fueron  sepu I touos, co- 
mo quien  aviva  las  contellas  de  fuego  y  quema  pasa- 
da. Decían  de  Cristo  que  en  cuanto  homore  era  hijo 
adoptivo  de  Dios :  doctrina  falsa  y  contra  razoo^  con- 
tra  todas  las  divinas  y,  humanas  letras  v  religiones. 
Porque  cómo  puede  uno  mismo  ser  h{jo  natural  y 
adoptiv(^?  pues  consta  que  el  hijo  adoptivo  graciosa- 
mente  por  sola  benignidad  de  su  padre,  sin  que  baya 
Cosa  alguna  que  obligue  y  fuerce,  es  admitido  ala  he- 
rencia y  derechos  ajenos;  lo  que  quien  dijese  de  Cris- 
to, seria  forzado  á  reconocer  en  él  y  couíesar  dos  hi- 
postasis  ó  sqpuestos,que  seria  oUrodcsatino  más  «rave. 

Feliz  por  estar  su  obispado  cerca  de  Francia,  y 
porque  los  años  pasados  los  francesas  hicieron  diver- 
sas entradas  por  aquellas  comarcas ,  sospechan  algu* 
nos  que  fue  de  aquella  nación ;  Elipando  como  el 
nombre  lo  inuestra  venia  de  la  antigua  sangre  de  los 
godos.  Hacia  por  ellos  su  dignidad  y  autoridad  obispal, 
la  fama  de  sus  nombres  y  letras :  alegaban  otrosí  ea 
favol*  de  sú  error  á  los  Santos  Eugenio ,  Ildefonso, 
Juliaiio.  Ayudábanse ,  aunque  mal ,  de  algunos  loo* 
res  de  las  divinas  letras ,  en  que  Cristo  por  la  parte 
que  es  homJbre,  se  dice  ser  menor  que  su  padre.  Erta 
de  ingenios  bulliciosos  y  ardientes :  asi  con  cartas  y 
libros  que. enviaban  á  todas  partes ,  pretendían  coa 
palabras  afeitadas  persuadirá  los  demis  lo  que  ellos 
sentían.  En  particular  Elipando  por  la  autoridad  <¡U6 
tenia  muy  grande  sobre  las  aemas  iglesias »  escriDió 
á  los  obispos  de  Asturias  y  Galicia,  en  especial  pre- 
tendió enlazaren  aquel  error  á  la  reina  Aoosiada  mu- 
jer que  fuera  del  reySilon.  Ellacomoprudeutisimay 
.mu  Y  santa  respondió  que  no  le  tocaba  Juzgar  de  aque- 
lla diferencia,  y  que  se  remitía  en  tedo  a  lo  que  los 
obispos  y  sacerdotes  determinasen.  En  el  numero  de 
los  coales  que  se  señalaron  principalmente  Beato 
presbítero  y  Heterip  obispo  de  Osma,  cuy-a  disputa 
contra  Elipando  erudita  y  grave  se  conserva  hasta  el 
día  de  boy :  obra  lar^a  y  de  mucho  trabajo,  pero  qua 
el  lector  tendrá  por  bi^n  empleado  el  tiempo  que  gas- 
tare ett  leerla ,  por  convencer  la  mentira  con  fuertes 
argumentos. 

Pasaba  la  revuelta  adelanto,  y  porque  las  cosas  oo 
sucedían  como  los  noveleros  pensaban ,  Elipando  se 
partió  de  Toledo  para  ias  Asturias  y  Galicia,  provin- 
cias eti  qué  inficionó  á  muchos  con  aquella  mala 
ponzoña,  malo  y  pestilencial  olor  de  su  noca.  Fdlii 
acometió  primero  á  los  de  Castilla  la  Vieja  ¡  después 
en  la  entrada  de  Francia  á  la  Soptima«ia  que  ei  la 
.Gascuña,  desde  aJlí  corrió  lo  demás  de  Francia  y  Ale- 
maña  sin  hacer  algún  efecto  á  causa  que  toda  suerte 
de  gentes,  los  grandes,  los  medíanos  y  los  pequeños, 
se  espaotabfin  con  la  nueva  manera  de  hablar,  y  sa 
público  y  en  secreto  condenaban  aquella  opioioa  y 
los  que  la  enseñaban.  En  aquellas  partes  se  podiaa 
juntar  concilios  de  obispos ;  y  asi  halló  que  en  Regiao 
ciudad  de  Ba viera,  que  hoy  dice  es  Raüsbooa ,  ea 
presen^^ía  de  Cario  Magno  rey  de  Francia  por  un  con* 
cilio  de  obispos  que  alii  se  luntó  sobre  el  caso,  fuá 
condenado  Feliz  el  año  de  Cristo  de  792.  De  dooda 
enviado  á  Roma  se  retrató  delante  del  papa  Adriano 
fingidumeiiíe  por  lo  que  adelante  se  vid,  pues  fueoe* 
cosario  que  se  juntase  de  nuevo  concilio  en  Praacfo^ 
día  ciudad  de  Alemana  ei  ano  794,  oo  que  se  hiíiá 
nresente  Cario  Magno  y  dos  obispos  Tiieopbílacto  y 


tiáfticos,  medicina  con  que  de  muy  antiguo  se  solían  |  Stéphano  enviados  de  Rome  porlegadot,  j  de  E^nim 


msTüiiiA  os 
Por  Un  católicos  Beato  presbítero  y  el  obispo  He- 
dería (1). 

NopwdieroD  poreDdeeUniniolos  Doveleros,  an- 
tee presenUroD  ud  memorial  iCaiío  Magno  en  que  le 
supIicabaD  se  bailase  presente  en  aqueijuicjo,  y  qui- 
siese seguir  antes  el  parecer  de  muchos  que  dejarse 
engañar  de  pocos.  Tratóse  el  aeaocio ,  y  ventilúse 
aqitelb  mala  optaiou.  CondeDÍronla,  y  jantamente  á 
los  que  la  seguían,  sino  desistiesen  della ;  en  particu- 
lar a Feliiy  Elipando  pusieroD pena  de  desconiuaiun. 
Felii,  como  lo  dice  Adoa  Vieneose ,  fue  por  los  obis- 
poe  condenado  y  enviado  en  destierro  y  en  León  de 
Fnncla  Meció  sin  desistir  jtmif  de  su  error  :  en 


ESPAÑA.  21 7 

tanto  grado  es  diflcullAso  mudar  de  opinian ,  y  mas 
en  materia  de  religión  ,  y  reportar  un  entendimiento 
pervertido  para  que  vuelva  al  camino  de  la  verdad. 
Qué  se  haya  hecho  de  Elipando  no  se  sabe ,  y  creo 
mas  aína,  antes  es  cierto,  que  se  reconoció,  y  que 
obedeció  á  la  seatencia  de  los  obispos,  y  se  apartó  de 
su  primer  parecer.  Tengo  asimismo  por  cierto  que  no 
salió  de  España  ni  compareció  en  Regtao,  ni  en  Bo- 
ma, ni  en  Francrordia.  A.  ios  antiguos  santos  que  ale- 
gaban por  sí  errados,  jde  cuyos  dichón  se  valiao, 
Eugenio  ,  Ildefiuiso ,  y  Juliano  carga  Cirio  Hagao  en 
la  carta  que  escribió  á  Elipando  y  á  los  demis  sacer- 
dotes de  España:  dice  quenoesmaraviUa  los  hijos  se 


PinoH  ptw  dt  Roncetfillti. 


parezcan  i  los  padres.  Heterío  niega  que  coaa  seme- 
jante se  bailase  en  los  escrito»  de  aquellos  santos. 
Conita  otrosí  míe  de  la  escuda  de  Feliz  pasados 
algunes  años  salió  Claudio  de  nación  español,  obispo 


de  Turin,  {leraona  que  con  opinirai  de  erudito  andu- 
vo algún  tiempo  y  conversó  en  la  casa  y  curte  del 
emperador  Luaovico  Pió.  Ksle  á  las  mentiru  de  loa 

pasadosdemásdeotras  cosas  añadió  un  nuevo  dislate, 
que  las  imágenes  sagradas  se  debían  quitar  de  los 
templos ;  escribid  empero  contra  ¿I  aguda  y  docta- 
mente Joñas  Aureliauense  su  centemporáneo. 


218 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR    Y  KOlC. 


CAPITULO  IX. 


De  los  principios  de  don  Alonso  el  Casto. 


Falleció  por  este  tiempo  el  rey  don  Bermudo:  se 

f)oltó^e  en  Oviedo  (t),  do  antiguamente  se  velan  los 
ucillos  suyo  y  de  su  mujer;  con  tanto  quedó  solo  don 
Alonso  (2)  en  el  gobierno.  Tiénese  por  cierto  que  con 
deseo  de  vida  mas  pura  y  santa  por  todo  el  tiempo  de 
su  vida  DO  tocó  á  la  reina  Berta  se  mujer,  que  me  la 
causa  de  ponelle  el  sobrenombre  de  Casto.  Para  au- 
mento deículto  divino  levantó  desde  los  cimientos  la 
iglesia  Mayor  de  Oviedo  que  se  llama  de  San  Salva- 
dor (3).  Quién  dice  que  el  rev  don  Bermudo  fue  el  que 
dio  principio  á  esta  noble  fáorica;  y  aun  el  letrero  que 
está  á  la  entrada  de  aquel  templo,  como  queda  arriba 
apuntado  atribuye  aquella  obra  al  rey  Silon.  Pudo 
ser  que  todos  tres  entendieron  en  ella;  y  que  el  que 
la  acabó,  se  llevó  como  acontece  toda  la  fama.  Lo  que 
consta  es  que  el  rey  don  Alonso  fue  el  que  le  ador- 
Dó  de  muchas  preseas,  y  en  particular  reGeren  que 
dos  ángeles  en  figura  de  plateros  le  hicieron  una  cruz 
de  oro  sembrada  de  pedrena  de  obra  muy  prima,  va- 
ciaba y  cincelada.  Persuadióse  el  pueblo  que  eran  án- 
geles, poraue  acabada  la  cruz,  no  se  vieron  más.  El 
arzobispo  don  Rodrigo  dice  que  el  rey  alcanzó  del 
pnpu  (que  por  la  razón  de  los  tiempos  fue  León  el 
Tercero)  ^ue  aquel  su  templo  se  hiciese  arzobispal; 
pero  engañóse,  porque  esto  sucedió  en  tiempo  del 
rey  don  Alonso  el  Magno. 

Los  gloriosos  princi|)i08  del  reinado  deste  príncipe 
tan  señtthido  se  amancillaron  y  escurecieron  con  un 
desastro  y  afrenta  que  aconteció  en  sU  casa  real;  y 
fue  que  su  hermana  la  infanta  doña  Jimena  olvidada 
del  respeto  que  debia  á  su  hermano  y  de  su  honesti- 
dad, puso  los  ojos  en  Sandia  ó  Sancho  conde  de  Sal- 
dañu  (4)  sin  reparar  hasta  casarse  con  él.  Fue  el 
matrimonio  clandestino,  y  del  nació  el  infante  Ber- 
nardo Carpense  ó  del  Carpió^  muy  famoso  y  esclare- 
cido por  sus  proezas  y  hazañas  en  las  armas,  según 
que  le  alaban  y  engrandecen  las  historias  de  España. 
El  rey  Fabido  lo  que  pasaba,  puso  en  prisiones  al 
conde  que  vino  para  hallarse  en  las  cortes.  Acusáronle 
de  traición ,  y  de  haber  cometido  ofensa  contra  la 
magestad:  convencido,  fue  privado  de  la  vista  y  con- 
denado á  cárcel  perpetua;  señalaron  para  su  guarda 
el  castillo  de  Luna,  en  que  pasó  lo  demás  de  la  vida 
en  tinieblas  y  miseria ;  que  tal  es  la  paga  de  la  mal- 
dad y  su  dejo. Xa  hermana  del  rey  fue  puesta  en  un 
monasterio  de  monjas.  Sin  embargo  el  rey  hizo  criar 
el  ¡ufante  como  si  él  mismo  le  hobiera  engendrado  y 
bebiera  salido  de  sus  entrañas ;  verdad  es  que  no  se 
crió  en  la  corte,  sino  en  las  Asturias.  La  buena 
crianza  fue  parte  para  que  f  u  buen  natural  se  aumen- 
tase y  aun  mejorase. 

Las  armas  de  los  moros  por  estos  tiempos  no  sose- 
gaban; antes  Zulemá  y  Abdalla.tios  del  nuevo  rey 
moro,  que  hasta  aquí  se  entretuvieran  en  África  para 
prevenir  que  el  rey  Albaca  su  sobrino  nosefortiuca- 
se  en  el  reino,  pasaron  en  España  con  presteza. 
Abdalla  como  nombre  mas  atrevido  fue  el  primero 
quQ  sejpoderó  de  Valencia  ca  los  ciudadanos  lerin- 

• 

( 1 )  No  coDsta  donde  se  sepultó  por  mnguno  de  los  escri- 
tores anteriores  al  siglo  KIII.  Solo  hay  un  epitafio  de  «a  rey 
Bermudo  enterrado  en  Ciella  de  Asturias,  á  dos  leguas  de 
Tineo ,  y  después  trasladado  al  monasterio  de  San  Juan  de 
Coriai ;  pero  no  tiene  fecha  y  no  se  puede  saber  de  qué  Ber- 
mudo habla. 

(9)  De  un  privilegio  original  que  le  conserva  en  el  mo- 
nasterio de  San  Vicente  de  Oviedo,  consta  que  don  Alonso 
fna  nogido  rey  la  ara  829,  el  18  de  las  kalendas  de  octubre, 
que  corresponde  al  14  de  setiembre  de  TtH. 

(3 )  Lo  habia  hecho  construir  don  Fruela ;  destruido  por 
los  moros ,  fue  fundado  de  nuevo  por  don  Alonso ,  el  que 
puso  allí  su  corte  Y  tomó  el  título  de  rey  de  Oviedo. 

(4)  Ya  hemos  dicho  en  qué  concepto  tienen  estas  cosas  k» 
eruditos. 


dieron  la  ciudad.  Zulema  después  acudió  al  llamado 
de  su  hermano  para  socorrelle  y  ayudalle  en  sus  in> 
tontos.  Hicieron  entradas  por  los  pueblos  y  ciudades 
comarcanas,  corrieron  los  campos  por  muchas  par- 
tes, pasaron  tan  adelante  que  se  atrevieron  á  presen- 
tar la  batalla  al  rey  Albaca,  la  cual  foe  muy  herida  y 
dudosa:  derramóse  en  ella  mucha  sangre,  pero  en 
On  Zulema  con  otros  muchos  fue  muerto.  Abaallase 
huyó  á  Valencia;  y  como  viese  que  tantas  veces  la 
fortuna  le  era  contraria,  acordó  seguir  otro  partido  y 
tomar  asiento  con  el  rey  á  condición  que  le  señalase 
rentas  en  cada  un  año  conque  sustentase  en  aquella 
ciudad  la  vida  y  estado  de  hombre  principal.  Para 
seguridad  que  cumpliría  lo  asentado  y  sosegaría ,  d  ó 
en  rehenes  á  sus  mismos  hijos,  que  el  rey  moro  reci- 
bió y  tuvo  cerca  de  sí  con  aquel  tratamiento  que  con- 
venía tuviesen  sus  primos  hermanos,  tanto  que  á 
uno  de  ellos  dio  por  mujer  una  hermana  suya.  Todo 
esto  sucedió  el  año  de  los  árabes  ciento  y  ochfinta  y 
cuatro  conforme  á  la  cuenta  del  arzobispo  don  Rodri- 
go, que  era  el  año  quinto  después  que  Albaca  comen- 
tó á  reinar. 

Las  discordias  qiie  los  moros  tenian  entre  sí,  parece 
dieron  buena  ocasión  al  rey  don  Alonso  para  adehin- 
tar  su  partido,  pues  muchos  autores  extranjeros  (que 
los  nuestros  no  dicen  palabra)  atestiguan  que  por  el 
esfuerzo  del  rey  don  Alonso  se  ganó  de  los  moros  la 
ciudad  de  Lisbona  cabeza  de  Portugal ,  y  que  envió 
á  Cario  Magno  una  solemne  embaiada,  en  que  los 

f principales  Fruela  y  Basilico  de  los  oíespojos  de  aque- 
ta ciudad  le  llevaron  por  mandado  de  su  rey  un  ríco 
presente  de  caballos,  armas  y  cautivos,  demás  desto 
una  tienda  morisca  de  obra  y  grandeza  maravillosa. 
Siguiéronse  después  desto  algunos  alborotos  en  el 
remo  y  alteraciones  civiles  tan  graves,  que  pusieron 
al  rey  en  necesidad  de  retirarse  al  monasterío  Abe- 
líense  muy  conocido  á  la  sazón,  y  asentado  en  ciertos 
lugares  ásperos  y  breñas  de  Galicia.  Dende  con  el 
ayuda  de  Theudio  hombre  principal  y  poderoso  se 
restituyó  en  su  reino  con  mayor  honra  después  da 
aquel  trabajo.  Pero  á  mi  ver  en  ninguna  cosa  se  se- 
ñaló mase!  reinado  de  don  Alonso  ni  fue  mas  dichoso 
que  por  hallarse  en  su  tiempo  en  Compostelía  como 
se  halló  el  sagrado  cuerpo  del  apóstol  Santiago :  pro- 
nóstico y  anuncio  de  la  prosperidad  qué  tendrían 
mayor  que  nunca  los  crístianos.  Lo  cual  será  bien 
declarar  cómo  sucedió,  y  tomar  el  agua  y  corrida  de 
algo  mas  arriba. 

CAPITULO  X. 

Cómo  se  bailó  el  cuerpo  del  apóstol  Santiago. 

Floreció  el  culto  de  la  Religión  Cristiana  antigua- 
mente en  lo  postrero  de  Galicia  y  en  aquella  parte  do 
está  situada  iría  Flavia,  que  es  el  Padrón,  cuanto  en 
cualquier  otra  parte  de  España.  La  cruel  tempestad 
que  se  despertó  contra  los  siervos  de  Cristo  en  el 
tiempo  que  prevalecía  la  vanidad  de  los  muchos  dio- 
ses, y  por  mandado  de  los  emperadores  romanos  to- 
do genero  de  tormentos  se  empleaba  en  los  cuerpos 
de  los  que  á  Cristo  reverenciaban ,  hizo  que  de  todo 
punto  se  acabase  en  aquellos  lugares  la  cristiandad. 
Por  donde  ni  en  lo  restante  del  imperio  romano,  ni 
en  el  tiempo  que  los  godos  fueron  señores  de  España, 
se  tenia  noticia  del  sepulcro  sagrado  del  apóstol  San- 
tiago. Con  el  largo  tiempo  y  con  este  olvido  tan  gran- 
de el  lugar  en  c^ue  estaba  se  hinchó  de  maleza,  espinas 
y  matorrales  sm  que  nadie  cayese  en  la  cuenta  de 
tan  ^an  tesoro  hasta  el  tiempo  do  Theodomiro  obis- 
po inense.  Myro  rey  de  los  suevos,  de  auien  arriba 
se  hizo  mención,  conforme  á  la  costumore  y  obser- 
vancia de  Roma  dejó  señalados  los  términos  por  todo 
su  reino  á  cada  uno  de  los  obispados,  y  por  obispó  de 
Iría  quedó  Andrés :  sucediéronle  por  orden  Doroini* 
co,  Samuel  Golhomaro,  Vincibil,  Feliz,  Hindulpho, 


mSTORlA  DB  BflPA^A. 


2i9 


5)elva,  Leosindoó^TheosindOy  Enula,  Romano,  Ao> 
festino,  Honorato ,  Hindutpho.  De  los  euaies  todos 
fuM*a  de  los  nombres  no  ha  quedado  noticia  alguní^^ 
y  atm  ia  misma  escoridad de  ignorancia  y  olvido  qae* 
(taran  sepultados  todos  los  demás  one  les  sucedieron, 
si  la  luz  del  apóstol  Santiago  no  abriera  losojos,  y  su 
resplandor  ^ue  en  breve  pasó  por  todo  el  mando ,  nú 
\úi  esciareciera. 

Fue  aquel  sagrado  tesoro  hallado  pordiligenciade 
Thodomiro  sucesor  de  Hindulpbo,  y  ppr  voluntad 
de  Dios  en  esta  manera.  Personas  de  grande  autori- 
dad y  crédito  afirmaban  que  en  ud  boá^ue  cercano 
se  Teian  y  resplandecían  muchas  veces  lumbreras 
entre  las  tinieblas  de  la  noche.  Becetíibase  el  santo 
prelado  no  fuesen  trampantojo»;  mas  óon  deseo  de 
averiguar  la  verdad  fue  aHá  en  persona ,  y  con  sus 
mismos  ojos  vró  que  todo  aquel  lugar  resplandecía 
con  lumbres  que  se  veían  por  todas  partes.  Híice  des- 
montar el  bosque ,  y  cavando  en  un  montón  de  tier- 
ra, hallaron  debajo  una.  casita  de  mirmol,  y  dentro 
el  sagrado  sepulcro.-  Las  razones  con  qun  se  persuá^ 
dieron  ser  aquel  sepulcro  y  aquel  cuerpo  el  del 
sagrado  Apóstol ,  no  se  refieren ;  pero  no  hay  duda 
sino  que  cosa  tan  grande  no  ss  recibió  sin  pruebas 
bastantes.  Buscaron  los  papeles  qUe  quedaron  de  la 
antigüedad,  memoria»,  letreros  y  rastros,  iraun  has- 
ta hoy  se  conserva*  muchos  y  notables^  Aquí,  diceni 
oró  el  Apóstol,  allí  4Üjo  misa ,  acullá  se  eseondió  de 
los  que  para  darte  la  muerte  le  buscaban.  Los  ángeles 
que  á  cada  pnso ,  dicen ,  se  apárecian ,  dieron  iesti- 
moniode  la  verdad  como  testij^saboriados  y  sin  tacha; 

1^  obispo  con  dedeo  dé  avisar  al'  rey  de  lo  que  pa* 
saba .  sin  dilación  se  partió  para,  la  corte.  Era  el  rey 
muy  pió  y  religioso,  deseoso  de  aumentar  el  cultodi^- 
viobyáemásde  bis  otras- tirtudes  en  que  era  muy 
acatwde.  Acudió  en  persona ,  y  con  sus  mismos  oijos 
vio  todo  lo  qo»  le. decían :  la  alegría  que  reqibiófue 
estraordinaria.  H»zo  que  en  aquel  mismo  lugar  se 
edificase  un  teapla  eon  nombre  de  Santiago ,  bien 
que  grosero  y  00  muj  fuerte  por  ser  de  tapiería.  Or- 
denó beseficios  y  senalórentas  de  que  los  ministros 
se  sfistentasen^,  conforme  é  la  posibilidad  de  los  te- 
soros reales.  Derramóse  esta  fama  primero  por  Espa- 
ña ,  después  por  todo  el  orbe  cristiano  :  con  quei  la 
devoción  del  a|póAtol  Santiago^e  aumenta  y  dilató  en 
grande  manen.  Concurrió  g^te  innumerable  de  to- 
das partas,  tantO'fM  en  ningún  tiempo  se  vióaru  lir 
á  España ,  aun  cuando  gozaba  de  su  prosperidad, 
tantos  extranjeros.  De  Italia ,  Francia  y  Alemana  ve* 
nidn  los  de  lejos  y  los  de  «erca  movidos  de  la  fama 
qtm  volaba.  Aumentábase  la  devoción  con  los  muchos 
y  f^randes  milagros  qtíecadadíase  hacían  al  sepulcro 
ilel  santo  Apóstol  V  que  daba»  testimonio  bastante  de 
que  no  era  «io  propósito  lo  que  se  habla  creído  y  se 
di  migaba.  , 

Gofcíernabaé  esta  aazon  la  iglesia  Romanad  pontí- 
fice LeoB  iO  deste  mmibre :  hicieron  recurso  a  él  el 
rey  don  Alooso  y  á  su  instancia  y  en  su  favor  Garlo 
Maguo,  que  á  esto  «ntiendo  yo  se  enderezaba  prin- 
crfialDiénte  la  embajada  que  dijimos.  Pidieron  que  el 
obispo  Irieuse  sin  mudar  por  entonces  ei  nombre  que 
antes  tenia ,  trasladase  su  silla  á  Comppstella  para 
mas  auLurizaraouel  santo  higar.  Venían  en  ello  los 
pandos  y  prelapos  de  Eipaoá.  Gondecendió  el  pou-> 
tifioe  a  tan- justíi  demanda  con  talque  el  arzobispo^la 
Braga^  cuyo  «ulragáofio  era  aquel  obispado ,  na  fue* 
se  perjudicado  en  alguna  manera;  daao  que  Braga 

Cor  aquel  tiempo  no  se  liabitaba ,  ca  la  destruyeron 
)8  morOH.  De  la  una  y  de  la  otra  condición  la  iglesia 
de  Compostelfa  quedó  exenta  docientos  y  setenta  y 
cinco  años  adelante ,  cuando  por  concesión  de  los 
pontífices  romanos  y  á  instancia  de  los  reyes  de  Es- 
pana  se  trasladaron  i  Santiago  h»  privilegios  y  auto- 
ridad de  Herida,  iglesia  en  ofero  tiempo  metropolitano, 
como  se  declara  en  otro  lugar. 

TOMO  1. 


En  los  archivos  y  Becerro  da  Gompistella  se  halla 
un  privilegio  deste  rey  don  Alonso ,  en  que  hace  do- 
nación á  aqueUa  iglesia  de  aquella  nueva  pobkicion 
con  tres  millas  <ie  tierra  por  toJas  parles  en  derredor 
que  le  señaló  de  territorio:  en  él  en  particular  se  ha- 
ce tienoion  de  h  Invención  que  sucedió  en  aquel 
tiempo  del  sepulcro  y  cuerpodel  Apóstol  sagrado.  No 
dejaré  de  avisar  antes  de  pasar  adelante  qu^  algunas 
personas  doctas  y  graves  estos  anos  han  puesto  difi- 
cultad en  ia  venida  del  apóstol  Santiago  á  G^pai^: 
otros,  si  no  los  mismis ,  en  la  invención  de  su  sagra^ 
do  ou'irpo  por  razones  y  teiios  qUeáello  les  mueven. 
Sería  largo  cuento  tratir  esto  de  propósito ;  y  no  en- 
tiendo sea*  espediente  con  semejantes  dispulas  y 
pleitos  «Iterar  las  devociones  del  pueblo ,  en  especial 
tan  asentadas  y  firmes  como  esta  es.  Ni  las  razones 
deque  se  valen  nos  parecían  tancenduyentes^  que 
por  la  verdad  no  militen  mas  en  número  y  mas  Aier- 
tes  testimonios  de  papas,  reyes  y  autores  antiguos  y 
santos  shi  eseepcion  y  sin  taclia.  Finalmente  visto  lil 
qae  hace  por  la  una  y  por  la  otra  parte ,  aseguro  que 
hay  pocos  santuarios  en  Étíropa  que  tengan  mas 
certidumbre  q  i  mas  abonos  en  todo  que  el  nuestro  de 
Gompostella.  Tal  era  y  ei  nuestro  juicio  enceste  caso 
y  en  esUs  dificultades^ 

CAPITULO  XI. 

Cómo  Cario  Magno  vino  en  España . 

QüB  Garlo  Magno  rey  p  >ddrosode  Prant^ia  liaya ve- 
nido, y  aun  mas  de  nna  veza  Bspaña,  U  fara.i^ene- 
mi  <|ue  delio  bay ,  lo  maestra ,  fundada  en  lo  quelurt 
esentnres  antiguos  dejaron  escrito  con  mucha  (;oo« 
íorraid&d.  Priiperamente  al  principio  de  su  relucido 
después  de  la  muerte  de  su  padre  vino  á  España  con 
esperanza  de  echiir  los  moros  de  toda  ella.  Ibnabala 
moro  le  hizo  instancia  que  emprendiese  este  viaje  eo 
su  favor.  Pasó  Jos  montes  Pirineos  por  la  parle  de 
Navarra.  Púsose  sobre  Pamplona,  oue  se  le  rindió 
fácilmente.  D)jó  á  Ibnabhta  por  rey  ae  Ziragoza  con 
orden  que  aquella  ciudad  le  acudiese  á-éi  con  eiertu 
tribu t07  parias  cada  un  ano.  Hdclio  esto ,  dio  la  vuel- 
ta y  de  camino  hizo  itesmantelar  la  ciudad  de  Paui* 
piona  á  causa  que  no  se  podía  mantener,  y  con  las 
guerras  ordinarias  muchas  veces  mud;iba  señorío, 
ya  era  de  moros ,  ya  de  cri<$tianos.  Tenían  los  navar- 
riis,  tomados  los  puertos  y  estrechuras  de  io^  Pirluco*. 
Dieron  sobre  el  fardaje  y  sobre  los.tesoroa  de  Fraocia: 
saqueáronlo  todo ,  con  que  Garlo  Magno  sin  poder 
tomar  enmienda  del  daño ,  fue  forzado  -de  V4>lver  á 
Alemana  eon  poco  conten  to.f  honra.  Pocos  aiV^s  ade- 
lante en  la  parte  de  Cataluña  se  le  entregaron  las 
•ciudades de  Girona  y  de  Bircelona^  üú  domie  con- 
viene tomar  principios  d<e  los  condes  de  Bincelona  y 
de  los  catalánes,  namhrados  asrdelos  pueb(«)«GaU- 
lannos  puertos  en  la  Galíía  Ndrboneuse  cerca  d^'la 
ciudad  de  Tolasa ,  que  contra  los  moros  hicieron  en- 
trada y  asíanlo  por  aquelU  pirte  de  España.  Es:a 
derivación  es  mas  á  propósito  que  la  que  compone 
esta  palabra  de  gotos  y  alanos ,  y  laque  otros  siguen 
do  cierto  catalán  gobernador  de  Aquitania  en  el  líem  - 
po  que  Garios  Martello,  com  i  queda  arriba  tocado,  so 
apoderó  por  fuerza  dd  aquel  ducailo  y  le  quitó  á  los 
hijos  de  Eudon. 

Tomich  historiador  eaUbn  dice  que  C.<,rfo  Magno 
después  de  algún  tiempo ,  gao;ido  que  hobo  de  lus 
moros.á  Narbona ,  rompió  de  nuevo  por  aquella  parte 
en  España ,  y  opn  las  armas  sujetó á  su  corona  á  Ca- 
taluña la  viaja,  que  estabd  asimismo  en  poder  de 
moros ,  en  la  parte  en  que  antiguamenie  estuvieron 
los  cerelanos  y  por  allí  :  dcmis  deslo  que  peleó  con 
los  moros,  y  los  venció  en  el  valle  aue  desla  batalLi 
tomó  el  nombre  de  Carlos.  Otros  ^tñaden  alo  dicho 
que  con  la  ocasión  de  haberse  hallado  el  cuerpo  de 
Santiago  volvió  á  España  de  nuevo  para  car tificar^e  y 


320 


BIBUOTBCA  OB    GASPiOl  T  ROIC. 


ver  con  sos  ojos  lo  gao  pubKcabn  In  fama ,  y  aumen- 
tar con  su  autoridad  y  presencia  Ja  devoción  de  aquel 
santuario,  üicen  mas  queá  instancia  suya  luegoque 
se  enteró  de  la  verdad ,  se  dio  al  prelado  de  Compos- 
tella  derecho  y  autoridad  de  primado  sobre  todas  las 
iglesias  de  España.  Pero  lo  desta  veiiida  se  debe  te- 
ner por  falso  y  por  invención  mal  compuesta  por 
muchas  razones  que  no  es  necesario  non^r  aquí,  pues 
la  mentira  por  si  misma  se  muestra.  Lo  que  se  averi« 
gua  es  que  vuelto  de  España  Cario  Magno,  se  partió 
para  Roma  con  intento  de  amparar  y  restituir  en  su 
silla  al  sumo  pontífice  León  III  el  cual  como  él  sospe- 
chaba ,  y  era  la  verdaa ,  á  tuerto  hablan  depuesto 
sus  enemigos.  Llegado  á  aquella  ciudad ,  se  ausentó 
para  conocer  de  aquel  pleito,  cuando  gran  número 
de  obispos  que  allí  se  hallaban  fHresentes  por  su  lla- 
mado, dijeron  á  voces  no  ser  licito  que  alguno  juzga- 
se al  sumo  pontiúce.  Con  estoel  mismo  acosado  desde 
un  pulpito  conjuramentóse  purgó  de  loseargosque 
le  hacían ;  y  sus  acusadores  fueron  primero  condena- 
dos á  muerte ,  después  á  ruego  del  pontificase  trocó 
aquella  sentienoia  en  destierro.  En  ningún  tiempo  It 
iffiesia  de  Roma  se  vio  mas  autorizada ,  ni  la  penona 
del  pontífice  mas  acatada. 

Rabian  los  ciudadanos  de  Roma  y  el  pana  enviado 
á  Cario  Magno  antes  que  allá  llegase ,  las  llaves  de  la 
confesión  de  San  Pedro ,  y  el  estandarte  de  la  ciudad 
de  Roma  en  señal  que  se  ponían  en  sus  manos ,  y 
debajo  de  sus  alas  se  amparaban ,  á  causa  que  por  la 
revuelta  de  los  tiempos  losemperádores  griegos  poco 
les  poditt»  ayudar ,  el  poder  toe  los  franceses  se  au- 
mentaba y  se  fortificaba  mas  de  cada  dia.  Hicieron 
pues  en  presencia  lo  que  en  su  ausencia  tenían  acor- 
dado ,  que  fue  entregatle  el  imperio  de  h  dudad  de 
Roma.  Corría  el  año  de  nuestra  sahnacioB  de  801 » 
cuando  el  papa  León  celebrado  que  bobo  la  misa  en 
k  iffiesia  de  San  Pedro  víspera  de  Navidad,  dio  á 
Cario  Magno  el  nombre  der  Augusto ,  y  le  adornó  de 
las  insignias  imperiales.  El  pueblo  romano  en  señal 
de  mucna  alegría  aclamó ;  á  garlos  augusto  ,  gmaii de 
V  PAcn^ico  vmA  t  victoria.  Después  que  fue  empera- 
dor, desde  Alemana,  do  eslaoa  retirado  en  lo  pos- 
trero de  so  edad,  vino  á  España  según  que  lo  afirman 
casi  todos  los  historiadores  ,1x)n  esta  ocasión  :  el  rey 
don  Alofnso  cansado  (i)  por  sus  muchos  años  ¿  y  con 
las  goerras  que  de  ordinario  traía  con  los  moros  con 
mayor  esfuerzo  y  valor  que  prosperidad ,  pensó  sena 
bien  valerse  de  Cario  Magno  para  echar  con  sus  ar- 
mas los  moros  de  toda  España.  No  tenia  hijos :  <kfre- 
cióle  en  premio  de  su  trabejo  la  sncesion  en  el  rainn 
por  vía  oe  adopción.  No  menospreció  este  partido 
el  buen  emperador;  pero^por  ser  de  larga  edad  y  no 
menos  viejo  que  el  rev  don  Alonso  i  y  por  tener  deba- 
jo de  su  señorío  mñcnas  provincias ,  le  pareció  que 
aquel  reino  seria  bueno  para  Bernardo  su  nieto  de 
parte  de  su  hijo  Pipino  ya  muerto  y  que  él  habia  h&- 
Cho  rey  de  Italia. 

C<m  esta  resolución  emprendió  el  viaje  de  España: 
segniale  un  ejército  invencible.  BstaBa  todo  para 
concluirse  cuando  se  sunieron  estas  prácticas;  por- 
que las  cosas  de  los  granaos  prindpes  y  sus  confede- 
raciones por  interveoir  otros  en  ellas  no  pueden  estar 
mucho  tiempo  secretas.  Llevaba  de  mahí  gana  la  no- 
bleza d^  España  quedar  sujeta  al  imperio  de  los  fran- 
ceses, gente  insolente,  como  ellos  decían;  y  fiera: 
que  no  era  esto  líbrallos  de  los  moros, sino  trocar 
aquella  servidumbre  en  otra  mas  grave.  Destose 
quejaba  cada  cual  en  particular  y  todos  en  püiblieo 
los  menores,  medianos  y  mas  grandes.  Todavía  nin- 

• 

(i)  Doo  Alonso  el  Católico  babia  muerto  en  757 ;  el  Casto 
00  subió  al  trono  basla  el  79i  y  murió  en  842,  y  Cario  Mag- 
no había  muerto  el  814:  por  lo  tanto  debe  tenerse  por  fabu  • 
losa  toda  esta  narración,  que  idemis  no  se  apoya  en  ninguno 
de  los  Croníeooes  antiguos. 


guno  en  particular  se  atrevía  á  resisür  á  la  volontad 
del  rey  y  deshará Ur  aauellos  imentos.  Solo  Bernardo 
del  Carpió,  feroz  por  la  juventud  y  por  la  esperanza 
que  tenia  de  la  corona ,  soplaba  este  fuego  yseofre- 
cía  per  caudillo  á  los  qne  le  quisiesen  seguir.  Kl 
mismo  rey  don  Alonso  estaba  arrepentido  de  lo  que 
tenia  tratado  :  tan  inciertas  son  tas  voluntades  de 
los  príncipes.  Allegóse  á  lo  demás  liarsilio  rey  moro 
de  ZaDago2a,  con  quien  el^mperador  estaba  eaojado 
por  haber  despojado  de  aquel  estado  á  Ibnabalaaa 
oonféderado. 

De  los  unos  y  de  los  otros  se  formó  un^nen  ejér- 
cito, aunque  no  bastante  para  reaistir  en  campo  lia* 
no.  La  caballería  de  Francia  es  aventajada :  acordaran 
tomar  los  pasos  de  los  Pirineos ,  y  impedir  á  los  fran- 
ceses  la  entrada  eñ  España.  Losescritores  extranjeros 
dicen  que  Carlos  pasó  adelante  ,y  queantesquedieae 
la  vuelta ,  venció  en  batalJa  á  los  enemigos  y  les  cor- 
rió los  campos  y  la  provincia^ por  todas  partes,  v  que 
Analmente  cuando  se  volvía  peleó  en  las  estrechuras 
de  los  Pirineos.  A  otros  parece  mas  verdadero  loque 
nuestros  escritores  afirman  que  Cario  Magno  no  en- 
tró desta  ves  en  España ,  sino  que  é  lamismaentrada 
en  RoncesvaUes  que  es  parte  de  Navarra,  se  dio 
aquella  femoea  batalla.  Venían  en  la  vanguardia  Rol- 
don  conde  deBrataña,  Anseimo  y  E^norde  hombres 
principales :  el  lugar  no  era  ájuropósito  para  ponerse 
en  ordfenania ,  aoopneüeron  los  nuestros  desde  lo  alto 
i  los  enemigos,  dieren  lamuerte  á  mnchoeantesque 
se  pudiesen  aparejar  para  la  polea  y  ordenar  sus  ha- 
ces ;  fue  muerto  el  mismo  Roldan ,  de  cayo  esfueno 
y  proesaa  sé  cuentan  vulf^armente  en  ambas  las  na- 
ciones de  Francia  y  de  España  muchos  fábulas  y  pa- 
trañas. 

Cario  Magno  visto  el  temor  de  Jos  suyos  v  la  matanza 
que  en  ellos  se  ejecntaba ,  con  deseo  de  reparar  j 
animar  su  gepte  que  desmayaba  en  aquel  apneio,  di- 
jo á  sus  soldados  estas  pafatnras :  a  Cuan  fea  cosa  sea 
«que  tasarmaa  francesas  muyaeñaladaenorsiis  trino- 
nmj  trofeos  sean  vencidas  por  los  puebks  mendigos 
»de  España ,  envilecidos  por  larga  servidumbre,  aon- 
»que  vo  lo  calle ,  la  Misma  eosa  la  deelari.  El  noin- 
«bre  de  nuestro  imperio ,  la  fuerte  de  vneelros  pechos 
»os  debeanimar.  Acordaos  de  vuestras  «randes  basa- 
Ȗas,  de  vuestra  nobleza,  de  la  honra  de  nuestros 
«antepasados;  y  los  que  vencidas  taat» provincias 
«disteis  leyea  á  gran  parledeloMiaidO;  tened  por  eosa 
amas  grave  que  la  nnsma  mUarta  dejaros  vencer  da 
ngente  desarmada  y  vil  qae  á  manera  d«  ladrones  no 
»se  atrevieron  á  pelearen  campo  raso.  La  estrechura 
ade  los  lugares  en  qae  estamos,  no  da  lugar  para 
ahufr:  ni  seria  justo  poner  la  esperania  en  los  píes 
ales  que  tenéis  fas  amna  en  las  manos.  No  nermita 
iDios  tan  grande  afrenta  :  no  sufráis  soldados  que 
atan  grande  baldón  se  dé  al  nombre  francés ,  con  es- 
Dfuerto  y  ánimo  habéis  de  salir  átíifíñ  lugares;  en 
nfueraS)  arma^,  nobleza  en  ántrao,  núoiero  y  todo 
alo  demás  os  aventajáis.  Los  enemigos  por  la  pobre- 
Bza,  miseria'  y  mal  tratamiento  están  flacos  y  sin 
nfuerzas :  el  ejército  ae  ha  juntado  de  moros  y  cris- 
atíanos  que  no  concnerdan  en  nada ,  antes  se  diíe- 
nrencian  en  costumbres,  leyes,  estatutoayrelígioD. 
aVos  teneÍB  un  mismo  corazón ,  una  mían»  voluntad 
^necesidad  de  pelear  por  la  vida ,  por  la  patria ,  por 
anuestrá  gloria.  Con  el  mismo  ánimo  pues  con  que 
ntantas  veces  sobrepujasteisínnomerableshoestesde 
nenemigos ,  y  salisteis  con  victoria  de  semejantes 
«aprietos  (si  ya  soldados  mios  no  estáis  olvidados  de 
avuestro  antiguo  esfuerzo )  venced  ahora  las  dificol- 
atados  menores  que  se  os  ponen  delante,  a 

lyicho  esto,  con  la  bocina  biso  señal  como  lo  acos- 
tumbraba. Renuévase  la  pelea  con  grande  coraje: 
derrámase  mucha  sangre ,  mueren  los  mas  valientes 
y  atrevidos  de  los  franceses,  los  españoles  por  los 
muchos  trabajos  endurecidos  peleaban  como  leones; 


H II  TOMA   D 

j  la  «pinionqmaohgiarn  puede  mucha,  quebran- 
ta l«a  énimM  di  iM  contrariof ,  ca  en  lo  mas  recio  de 
la  (wlea  *e  diralg6  por  k»  escoidroiei  qae  loi  morM 
coBM  gente  que  Vaih  mücís  de  loe  pasos ,  se  apre- 
sunbui  pan  dar  sobre  elloapoT  tas  eapahku.NíngDn 
lugu  bobo  ni  naa  señalado  púr  el  oestroia  de  loa 
baiweces ,  ni  maa  conocido  pcv  la  hma.  Los  muertoa 
fuaton  seMilUdoo  en  la  capilla  del  Espíritu  Santo  de 
RoBceenlles.  Siguióse  poco  detpuet  la  iniieru  de 
Cario  Manoo.  que  falleció  T  fue  leputtado  eaAquí^ 
gran  el  ano  ae  Cristo  de  SI  4 ,  que  fue  la  causa  como 
JO  entiendo  de  no  ven§ar  aqaefla  iojuría.  Don  Rodrí- 

Kdiee  que  el  re;  don  Alonso  se  baltú  en  la  batalla, 
I  4a  Navarra  que  Forlun  García  re;  de  Sobrarre 
ta*o  gran  parte  en  aquella  tícIotíb  ,  las  biatMias  de 
Francia  que  m  por  elesfuerzode  los  nuestros  fueron 
loa  trancáieB  Toncidoi,  sino  por  traición  de  un  cierto 
Galalon.  Entiendo  que  la  memoria  destta  cosas  está 
cooftiaa  por  la  afición  ;  fÁbalas  quo  Mielen  resultar 
«n  casoa  semejantes ,  en  tanto  grado  que  algunos  e>« 
eritoña  franoeaea  no  hacen  mencimí  datta  pelea  tan 
MñalKla;  silencio  que  se  pudiera  atribuir  ¿  malicia. 
■i  no  consideran  que  h>  mismo  biio  don  Alonso  el 
Hagno  roT  de  León  en  el  Cronicón  que  dedicó  i  Se- 
InMian  owpo  de  Salamanca  poco  deipoee  de  este 


tierapo,  donde  no  sahaHa  mención  alguna deria  tan 
noble  jornada.  Esto  baste  de  la  empresa  f  desastre 
del  emperador  CstIq  Magno.  Bl  lector  por  lo  que  otros 
escribieron ,  podri  hacer  libremente  juicio  de  la  ver- 
dad. Volvamos  á  lo  que  nos  queda  atrj^  ( t ). 

CAPITULO  MI. 

De  lo  demts  qne  hlioet  rej  don  AIoii*d> 

PaÓHPEitvntTB  T  casi  sin  ningún  Iropieio  proce- 
dían en  tiempo  defrej  dan  Alonso  tas  cosas  de  los 
cristianos  con  una  perpetua ,  constante ,  ¡goal  j  ina- 
ravitloca  bonansa.  No  solo  cuidaba  el  buen  rey  de  la 
guerra  sino  eso  mismo  de  las  artes  de  la  paz,  }  en 
particular  procuraba  que  el  euHr)  divino  en  tiMasma- 
nerai  se  aumentase.  Luego  que  se  acabó  de  todo 
punto  el  tem^ ,  que  con  nombre  del  Salvador  s« 
comensó  los  anos  pasados  en  Oviedo  el  mayor  y  mas 
principal  de  aquella  ciudad  para  quela  devocion'fae«e 
mavor  hito  que  siete  obispos  le  eonsagrasea  con 
las  ceremonias  acostumbradla  el  sñode  ocbocientoa 
;  dos.  Sin  esto  en  la  misma  ciudad  levantó  otra  i^- 
aia  con  advocación  da  Nuestra  Sebora , ;  junto  eon 
ella  un  clluatro  ó  casa  é  propósito  de  enterrar  fto  ella 


k«  cueqxie  da  los  nyes  ( 3) ,  c«  dentro  de  la  isIeBia 
no  so  acosUinifaraba :  otra  tercera  iglesia  ediücú  San 


fl)  L , , . 

lajoraada  deRoncesvalles,  qneieguD  todM  los  CronicciMS, 
■oeedió  el  aih)  778  Consta  que  Cario  Ha|iio  vino  i  EiptBa 
i  protón  i  tos  rebeldes  que  se  habían  apodendo  de  Zin- 
ROS*  ;  dealpuBi  elr»  dudada;  desmantelA  á  Pamploai 
qM  Bo en  dstaaoroe.Hqaeó  todos  hwpuebku sin  dislin- 
rn>'  ■>  enn  de  crWiaaot  6  de  ■orw,  voltiíadoK  por  Ron- 


Tirso  mártir  mu;  hermosa ,  la  cnarta  de  Sun  JuKan 
demás  desto  un  palacio  real  con  todos  loe  wnaaMi- 

Kiv»U«  donde  rueraa  entenmeDle  derrotidM  por  los  navar- 
ros. BMannenlidos  j  mUerlos  de  oprobio  por  esta  derrota. 
DO  *e  atrevieron  á  volver  msi  I  EípsBi.    ,.^  .    . 

(S)  Fnndnla  por  Aloau  et  Cirto  li  tapUk  da  Sanb  Hi- 

ria ,  bise  (MWtmlr  en  ella  na  píate»  pira  tf  ;  m*  sweso- 

res.  Tinto  eatoEomo  iqiiella  (Uetoa  reparados  €n  tietapo  de 

Felipe  V:  t  en  la  letuiUdid  n conserva  el  pinteoncaalN 

10" 


222 


BIBLIOTECA  DE   GASPAR  T  ROlC 


tos ,  apartamientos  y  requisitos  necesarios.  Tal  era 
¡a  grandeza  de  ánimo  en  el  rey  don  Alonso,  ^ue  con- 
tentándose él  en  particular  con  regalo  y  vestido  ordi- 
nario, empleaba  todas  sus  fuerzas  en  procurar  el 
.arreo  y  hermosura  de  la  república,  ennoblecer  y 
adornar  aquella  ciudad ,  que  él  primero  de  los  reyes 
hizo  asienlo  y  cabecera  de  su  remo ,  como  lo  refiere 
don  Alonso  el  Magno. 

A  la  misma  sazón  los  moros  andaban  alborotados, 
en  particular  los  de  Toledo  se  alzaron  contra  su  rey. 
Las  riquezas  y  el  ocio  fuente  de  todos  los  males  eran 
la  causa ,  y  ninguna  ciudad  puede  tener  sosiego  lar- 
go tiempo :  si  fuera  le  faltan  enemigos ,  le  nacen  en 
casa.  El  rev  Albaca  como  astuto  que  era ,  acostum- 
brado á  callar,  disimular,  fingir  y  engañar,  llamó  á 
Arobroz  gobernador  de  Huesca,  nombre  á  propósito 
para  el  embuste  que  tramaba  ,  por  ser  amigo  de  los 
de  Toledo.  Envióle  con  cartas  halagüeñas  en  que 
echaba  la  culpa  del  alboroto  á  los  que  tenian  el  go- 
bierno Y  rogaba  á  los  ciudadanos  se  sosegasen.  Es  la 
gente  ae  Toledo  de  su  natural  sencilla  y  no  nada 
maliciosa :  sin  recelarse  déla  celada,  abiertas  las  puer- 
tas ,  le  recibieron  en  la  ciudad.  Pasado  algún  tiempo 
finge  estar  agraviado  del  rey ,  persuádeles  pasen  aae- 
lante  en  sus  primeros  intentos ,  y  para  mayor  segu- 
ridad hace  edificar  un  castillo  do  al  presente  está  la 
iglesia  de  San  Cristóbal ;  y  para  que  estuviesen  en 
guarnición ,  puso  en  él  buen  golpe  de  soldados. 

Para  sose^r  estas  alteraciones  acudió  Abderrab- 
man  hijo  del  rey  moro,  mozo  de  Teinte  y  cuatro 
años,  el  cual  con  semejante  ensaño  al  primero  hizo 
asiento  con  los  de  dentro,  y  le  aejaron  entrar.  Para 
ejecutar  lo  que  tenian  tramado,  convidaron  los  ciu- 
dadanos principales  á  cierto  convite  que  ordenaron 
dentro  del  castillo,  en  que  sobre  seguro  fueron  ale- 
vosamente muertos  por  los  soldados  los  del  pueblo 
hasta  número  de  cinco  mil ,  que  fue  el  año  de  nues- 
tra salvación  de  ochocientos  y  cinco.  Este  castigo 
tan  grande  hizo  que  el  pueblo  de  Toledo  se  allanase, 
pero  no  bastó  para  que  ios  que  moraban  en  el  arra- 
bal de  Córdoba ,  no  se  levantasen  :  la  crueldad  antes 
altera  que  sana.  Fue  enviado  contra  ellos  Abdelcarin 
capitán  de  gran  nombre  que  ganó  en  el  cerco  que 

Soco  antes  tuvo  sobre  Calahorra,  y  por  los  grandes 
años  Gue  hizo  en  aquella  comarca.  Este  lo  sosegó 
todo :  el  castigo  de  los  culpados  fue  menor  que  el  de 
Toledo  :  ahorcó  trecientos  dellos  á  la  ribera  del  rio. 
Esto  pasaba  en  tierra  de  moros ;  en  la  de  cristianos 
dos  ejércitos  de  moros  que  hicieron  entrada  en  Gali- 
cia y  pusieron  grande  espanto  en  la  tierra ,  fueren 

vé  por  el  adjunto  diseño  en  el  gne  se  distingue  confasamente 
la  siguiente  inscripción  esculpida,  en  una  piedra  de  mármol 
con  letras  mayúsculas  de  uso  corriente.  Dice  asi : 

ffEn  este  real  panteón  yacen  los  cuerpos  de  ios  señores 
reyes  y  reinas  siguientes:  El  señor  rey  don  Fruela  I  de  este 
nombre,  hijo  del  señor  rey  don  Alonso  el  Católico  I  de  este 
nombre,  quien  pobló  esta  ciudad  y  trasladó  esta  santa  Igle- 
sia al  sitio  que  hoy  tiene. 

El  señor  rey  don  Bermodo,  llamado  el  Diácono,  sobrino  del 
señor  rey  don  Fruela. 

El  señor  rey  don  Alonso  el  Casto ,  hijo  del  dicho  señor  rey 
don  Fruela  que  fundó  esta  real  capilla  para  su  real  sepulcro 
y  de  sus  progenitores. 

f\  señor  rey  don  Ramiro  I,  de  éste  nombre,  hijo  del  señor 
rey  don  Bermudo. 

El  señor  rey  don  Ordoño  I,  de  este  nombre,  hijo  del  señor 
reydon  Ramiro. 

El  señor  rey  don  Alfonso  el  Magno  I ,  de  esté  nombre,  hijo 
del  señor  rey  don  Ordeño. 

El  señor  rey  don  García  I,  hijo  del  señor  rey  don  Alfonso 
el  Magno. 

La  señora  reisa  doña  Gilvira ,  mujer  del  señor  rey  don 
Bermudo. 

La  señora  reina  doña  Urraca  ,.mujer  del  señor  rey  don  Ra- 
miro I  y  oCros  muchos  cuerpos  de  tenores  principes,  infantes 
é  infantas.  Reedificóse  en  el  año  de  1712  reinando  la  mages- 
tad  católica  del  señor  rey  don  Felipe  V  de  este  nombre. 


destrozados  y  forzados  con  daño  á  retirarse  el  ano  de 
ochocientos  y  diez.  Ores  gobernador  de  Mérída  puso 
sitio  sobre  la  villa  de  Benavente.  pero  con  la  venida 
disl  rey  don  Alonso  fue  forzado  á  alzarle  y  retirarse. 
De  la  misma  manera  Alcama  moro  gobernador  de 
Badajoz  fue  rechazado  de  la  ciudad  de  Mérida  sobre 
la  cual  estaba,  y  de  toda  aquella  comarca.  No  mocho 
después  uno  llamado  Mahomad  hombre  nMe  entre 
los  moros ,  ciudadano  antiguamente  de  Mérída  por 
miedo  que  tenía  de  Abderranman  no  le  hiciese  algu- 
na fuerza  y  agravio  (bien  que  lo  particular  no  se  sa- 
be) ,  con  número  de  gente  se  retiró  al  amparo  del 
rey  don  Alonso.  Dióle  el  rey  en  Galicia  lugar  en  que 
morase  :  pretendia  el  moro  volver  en  gracia  con  los 
de  su  nación  y  tomar  por  medio  alguna  empresa  con- 
tra los  cristianos ;  asi  ocho  años  después  de  su  veni- 
da con  las  armas  se  apoderó  de  un  pueblo  llamado 
Santa  Cristina  :  este  castillo  se  ve  hoy  dos  leguas  de 
Lugo.  Acudió  prestamente  el  rey  para  cortalle  lo^ 
pasos  :  vim'eron  á  las  manos .  y  pelearon  con  una 

{)orfia  estraordinaria,  pero  al  nn  el  campo  quedó  por 
os  nuestros  con  muerte  de  cincuenta  mil  moros ,  y 
entre  ellos  el  mismo  Mahomad ;  que  fue  un  notable 
aviso  para  no  fiarse  de  traidores ,  en  especial  de  di- 
versa creencia  y  religión.  En  tanto  que  esto  pasaba 
falleció  Albaca  rey  de  Córdoba  el  año  de  Cristo 
de  821 ,  de  los  árabes  docientos  y  seis ,  de  su  reino 
veintej  siete.  Dejó  diez  ][  nueve  hijos ,  y  veinte  j  una 
hnas.  Sucedióle  en  el  remo  Abderrabman  su  hijo  en 
edad  de  cuarenta  y  un  años ,  reinó  treinta  y  uno.  Por 
este  tiempo  los  moros  de  España  pasaron  á  la  isla 
de  Candia,  y  hicieron  en  ella  su  asiento.  Dícelo  Zo- 


naras. 


El  esfuerzo  de  Bernardo  del  Carpió  se  mostró  mu- 
cho en  todas  las  ffuerras  que  por  este  tiempo  se 
hicieron  :  él  grandemente  se  agraviaba  que  ni  sus 
servicios,  ni  los  ruegos  de  la  reina  fuesen  parte  para 
que  el  rey  su  tio  se  doliese  de  su  padre  y  le  librase  de 
acuella  larga  y  dura  prisión.  Pidió  claramente  licen- 
cia, y  retiróse  á  Salaaña  que  era  de  su  patrimonio, 
con  intento  de  satisfacerse  de  aquel  agravio  en  las 
ocasiones  que  se  ofreciesen.  Dende  hacia  robos  y 
entradas  en  las  tierras  del  rey  sin  que  nadie  le  fuese 
á  la  mano.  El  rey  no  era  bastante  por  su  larga  edad, 
los  nobles  favorecian'  la  pretensión  de  Bernsurdo  y  su 
demanda  tan  justa.  Ofendido  el  rey  por  este  levanta- 
miento ,  Y  lleudo  el  fin  de  su  vida ,  ae  vejez  y  de  una 
enfermedad  mortal  que  le  sobrevino ,  señaló  por  su- 
cesor suyo  á  don  Ramiro  hijo  de  don  Bermudo.  Hecho 
esto ,  acabó  el  curso  de  su  vida  en  edad  de  ochenta 
y  cinco  años.  Reinó  los  cincuenta  y  dos ,  cinco  meses 
y  trece  dias.  Otros  á  este  número  ae  años  aiíaden  los 
que  reinaron  Mauregato  y  don  Bermudo  por  no  hal^er 
sido  verdaderos  reyes.  Falleció  en  Oviedo,  y  fue  se* 
pultado  en  la  iglesia  de  Santa  María  de  aquella  ciudad. 
Sucedió  su  muerte  el  año  de  nuestra  salvación  de  843, 
cuenta  en  (j[ue  nos  apartamos  algún  tanto  de  la  que 
lleva  el  catalogo  Compostellano ,  pero  arrimados  al 
Cronicón  del  rey  don  Alonso  el  Magno,  muy  confor- 
me en  esto  á  las  demás  memorias  que  quedan  y  tene- 
mos de  la  antigüedad. 

CAPITULO  XIII. 
Del  rey  don  Ramiro. 

El  reinado  del  rej  don  Ramiro  en  tiempo  fue  bre- 
ve ^  en  gloria  y  hazañas  muy  señalado  por  quUar  como 
qúitÁ  de  las  cervices  de  los  cristianos  el  yugo  graví- 
simo que  les  tenian  puesto  los  moros,  y  reprimir  las  in- 
solencias y  demasías  de  aquella  gente  bárbara.  A  la 
verdad ,  el  haber  España  levantado  cabeza ,  y  vuelto  á 
su  antigua  dignidad ,  después  de  Dios  se  debe  al  es- 
fuerzo y  perpetua  felicidad  de  este  gran  principe. 
En  los  negocios  que  tuvo  con  los  de  fuera ,  fue  esté- 
lenle ,  en  IOS  de  dentro  de  su  reino  admirable;  y  aun 


HISTORIA    DE    ESPAÑA. 


223 


que  Be  señaló  mucho  en  las  cosas  de  la  paz ,  pero  en 
la  gloría  militar  fue  mas  aventajado.  A  los  nigromán- 
ticos y  hechiceros  castigó  con  pena  de  fuego :  á  los 
ladrones ,  en  que  andaba  gran  desorden ,  hacia  sacar 
los  ojos  :  pena  cortada  á  la  medida  de  su  delito ,  qui- 
tarles la  ocasión  de  codiciar  lo  ajeno ,  y  hacerles  que 
no  pudiesen  mas  pecar.  Ala  sazón  que  falleció  el  rey 
don  Alonso ,  don  Ramiro  se  hallaba  ocupado  en  los 
várdulos ,  que  eran  parte  de  Castilla  la  Vieja  ó  de 
Vizcaya.  La  distancia  de  los  lugares  y  la  mudanza 
del  principe  dieron  ocasión  al  conde  Nepociano  para 
apoderarse  por  fuerza  de  armas  de  las  Asturias  y  lla- 
marse rey.  Era  hombre  muy  poderoio  :  los  que  le 
seguían  muchos ,  su  autoridad  y  riquezas  muy  gran- 
des. Las  voluntades  y  pareceres  de  los  naturales  no  se 
conformaban ,  ca  los  malos  y  revoltosos  le  favorecían, 
los  mas  cuerdos  que  sentían  diversamente ,  callaban 
y  no  se  atrevían  a  declararse  por  miedo  del  tirano  y 
por  estar  las  cosas  tan  alteradas. 

Acudió  el  rey  don  Ramiro  á  sosegar  estos  movi- 
mientos. Juntáronse  de  una  parte  y  de  otra  muchas 
gentes  :  dióse  la  batalla  en  Galicia  a  la  ribera  del  rio 
Narcoya :  en  ella  Nepociano  fue  desamparado  de  los 
suyos ,  vencido  y  puesto  en  huida.  Es  muy  justa  re*- 
compensa  de  la  deslealtad  que  sea  reprimida  con  otra 
alevosía :  demás  que  ordinariamente  á  quien  la  forta- 
luna  se  muestra  contraria ,  en  el  tiempo  de  la  adver- 
sidad le  desamparan  también  los  hombres.  Fue  así 
que  dos  hombres  principales  de  los  que  seguian  al 
tirano  y  llamados  el  unoaomna  y  el  otro  Scipion ,  con 
intento  de  alcanzar  perdón  del  vencedor  le  prendieron 
en  la  comarca  premaríense ,  y  se  le  entregaron.  En  la 
prisión  por  mandado  del  rey  le  fueron  sacados  los 
ojos ,  y  encerrado  en  cierto  monasterio  pasó  en  mise- 
ria y  tinieblas  lo  que  de  la  vida  le  quedaba.  Después 
destos  movimientos  y  alteraciones  se  siguió  la  guerra 
contra  los  moros  que  al  principio.fue  espantosa,  mas 
su  remate  v  conclusión  me  muy  alegre  para  los  cris- 
tianos ,  y  ella  de  las  mas  señaladas  que  se  hicieron  en 
España. 

Tenia  el  imperio  de  los  moros  Abderrahman  Segun- 
do deste  nomore,  príncipe  de  suyo  feroz,  y  que  la 
prosperidad  le  hacia  aun  mas  bravo ;  porque  al  prin- 
cij)io  de  su  reinado,  como  queda  arriba  apuntado, 
hizo  huir  á  Abdalla  su  tio ,  que  con  esperanza  de  rei- 
nar tomó  las  armas  y  se  apoderara  de  la  ciudad  de 
Valencia.  Demás  desto  se  apoderó  de  la  ciudad  de 
Barcelona  por  medio  de  un  espitan  suyo  de  gran  nom- 
bre llamado  Abdelcarin.  Con  esto  quedó  tan  orgulloso, 
que  resuelto  de  revolver  contra  el  rey  don  Ramiro,  le 
envió  una  embajada  para  requerirle  le  pagase  las  cien 
doncellas  que  conforme  al  asiento  hecho  conMaure- 
gato  se  ledebian  en  nombre  de  parias;  que  era  llana- 
mente amennzalle  con  la  guerra  y  declararse  por 
enemiga,  si  no  le  obedecía  en  lo  que  demandaba. 
Grande  era  el  espanto  de  la  gente ,  mayor  el  afrenta 

?[ae  desta  embajada  resultaba;  así  los  embajadores 
ueron  luego  despedidos :  valióles  el  derecho  de  las 
gentes  para  que  no  fuesen  castigados  como  merecía 
su  loco  atrevimiento  y  demanda  tan  indigna  é  intole- 
rable. Tras  esto  todos  los  gue  eran  de  edad  á  propósito 
en  todo  el  reino,  fueron  forzados  á  alistarse  y  tomar 
las  armas ,  fuera  de  algunos  pocos  que  quedaron  para 
labor  de  los  campos  por  miedo  que  si  la  dejaban ,  se- 
rían afligidos  no  menos  de  la  hambre,  que  de  la  guer- 
ra. Los  mismos  obispos  y  varones  consagrados  á  Dios 
siguieron  el  campo  de  los  cristianos.  Grande  era  el 
celo  de  todos ,  si  bien  la  querella  era  tan  justa ,  que 
tenían  alguna  esperanza  de  salir  conía  victoria. 

Para  sanar  reputación ,  y  mostrar  que  hacían  de 
voluntad  lo  que  les  era  forzoso ,  acordaron  de  romper 
primero  y  correr  las  tierras  délos  enemigos',  en  par- 
ticular se  metieron  por  la  Rioj[a  que  á  la  sazón  editaba 
en  peder  de  moro5.  Al  contrario  Abderrahman  junta- 
ba grandes  gentes  de  sus  estados ,  aparejaba  armas, 


caballos  y  provisiones  con  todo  lo  demás  que  entendía 
ser  necesario  para  la  guerra  y  para  salir  al  encuentro 
á  los  nuestros.  Juntáronse  los  dos  campos  de  moros 
y  de  cristianos ,  cerca  de  Alvelda  ó  Alveída  pueblo  en 
aquel  tiempo  fuerte ,  y  después  muy  conocido  por  un 
monasterio  que  ediGco  allí  don  Sancho  rey  de  Navar- 
ra con  advocación  de  San  Martin  :  al  presente  está 
casi  despoblado.  La  renta  del  monasterio  y  la  libretia 

2ue  tenia  muy  famosa,  trasladaron  el  tiempo  adelante 
la  iglesia  de  Santa  María  la  Redonda  de  la  ciudad 
de  Logroño ,  de  la  cual  Alvelda  dista  por  espacio  de 
dos  leguas.  En  aquella  comarca  se  dió  la  batalla'dé 
poder  á  poder,  que  fue  de  las  mas  sangrientas  y  se- 
ñaladas que  se  dieron  en  aquel  tiempo.  Nuestro  ejér- 
cito como  luntado  de  priesa  no  era  í^al  en  fuerzas  y 
destreza  a  los  soldados  viejos  y  eiercitados  que  traían 
los  enemigos.  Perdiérase  de  todo  punto  la  jornada, 
si  no  fuera  por  diligencia  de  los  capitanes ,  que  ^cu* 
dían  á  todas  partes  y  animaban  á  sus  soldados  con 
palabras  y  con  ejemplo.  Cerró  la  noche,  y  con  las  ti- 
nieblas y  oscuridad  se  puso  fín  al  combate.  No  hay 
cosa  tan  pequeña  en  la  guerra  oue  á  las  veces  no  sea 
ocasión  de  ¿randes  bienes  ó  males ;  y  asi  fue  que  en 
aquella  nocne  estuvo  el  remedio  de  los  cristianos. 

Retiróse  el  rey  don  Ramiro  á  un  recuesto  que  allí 
cerca  está,  con  sus  gentes  destrozadas  y  grandemen- 
te enflaquecidas  por  el  daño  presente  y  mayor  mal 
que  esperaban.  El  mejorarse  en  el  lugar  dió  muestra 
que  quedaba  vencido, pero  sin  embargóse  fortificó  lo 
mejor  que  según  el  tiempo  pudo;  hizo  curar  los  heri- 
dos, los  cuales  y  la  demás  cente ,  perdida  casi  toda 
esperanza  de  salvarse ,  con  lágrimas  y  suspiros  hacían 
votos  y  plegarias  para  aplacar  la  ira  de  Dios.  El  rey 
oprimido  de  tristeza  y  de  cuidados  por  el  aprieto  en 
que  se  hallaba ,  se  quedó  adormecido.  Entre  sueños 
le  apareció  el  apóstol  Santiago  con  representación  de 
magostad  grandeza  mayor  que  humana.  Mándale  que 
tenga  buen  ánimo,  que  con  la  a3[uda  de  Dios  no  dude 
de  la  victoria,  que  el  día  siguiente  la  tuviese  por 
cierta.  Despertó  el  rey  con  esta  visión ,  y  regocijado 
con  nueva  tan  alegre  saltó  hiego  de  la  cama.  Mandó 
juntarlos  prelados  y  grandes,  y  como  los  tuvo  juntos 
les  hizo  un  razonamiento  desta  sustancia :  «Bien  sé, 
Dvarones  escelentes^  que  todos  conocéis  tan  bien 
»como  yo  en  qué  término  y  apretura  están  nuestras 
)>cosas.  En  la  pelea  de  ayer  llevamos  lo  peor ,  y  si  no 
«quedamos  del  todo  vencidos  mas  fue  ¿or  beneficio 
»de  la  noche  que  por  nuestro  esfuerzo.  Muchos  de  los 
» nuestros  quedaron  en  el  campo ,  los  demás  están 
odesanimados  y  amedrentados.  El  ejército  enemigo 
))que  era  antes  fuerte ,  con  nuestro  daño  queda  con 
»mayor  osadía.  Bien  veis  que  no  hay  fuerzas  para  tor- 
»nar  á  la  pelea,  ni  lugar  para  huir.  Estar  en  estos  lu- 
»carés  mas  tiempo,  aunque. lo  pretendiésemos,  la 
»ialta  de  pan  y  otras  cosas  necesarias  no  lo  permiti- 
»rían.  La  dura  y  peligrosa  necesidad  de  nuestra 
»suerte,  el  desamparo  de  la  ayuda  y  fuerzas  humanas 
nsuplbrá  el  socorro  del  cielo ,  y  aliviará  sin  ninguna 
»duda  el  peso  de  tantos  males ,  lo  que  os  puedo  con 
«seguridad  prometer.  Afuera  el  cobarde  miedo ,  no 
))tape  las  orejas  de  vuestro  entendimiento  la  descon- 
))Ganza  y  falta  de  fe.  Arrojarse  en  afirmar  y  creer  es 
))Cosa  perjudicial,  mayormente  cuando  se  trata  de  las 
))COsas  divinas  y  de  la  religión ,  porque  si  las  menos- 
«preciamos ,  hay  peligro  de  caer  en  impiedad ,  y  si 
»las  recebimos  hgeramente,  en  superstición'.  Elapós- 
))tol  Santiago  me  apareció  entre  sueños  y  me  certificó 
))de  la  victoria.  Levantad  vuestros  corazones ,  y  dc- 
usechad  dellostoda  tristeza  y  desconfianza.  El  suceso 
»de  la  pelea  os  dará  á  entender  la  verdad  de  lo  que 
«tratamos.  Ea  pues,  amigos  míos ,  llenos  de esperan- 
«za  arremeted  á  los  enemigos ,  pelead  por  la  patria  y 
»por  la  común  salud.  Bien  pudíérades  con  estrema 
«afrenta  y  mengua  servir  á  los  moros :  por  pareceres 
«esto  intolerable  tomasteis  las  armas.  Rechazad  con 


%u 


BIBLIOTECA*  DE   GASPAR  Y   ROIG. 


»el  fiiYor  de  Dios  y  del  apdstol  Santiago  ]a  afrenta  de 
»la  lUIigion  Crietiaiía,  la  deabooia  de  vuestra  nación: 
»ab8iid  hI  orgullo  des lagente  pagana.  Acordaos  de  lo 
»que  nretenmatoís  cuando  tomasteis  las  arvas,  de 
Mvuesiro  antiguo  yálor ,  y  de  las  empresas  que  habéis 
oacabado.» 

Dicho  esto  9  mandó  onienar  las  haces  y  dar  señal 
dé  pelear.  Los  nuestros  con  gran  denuedo  acometen 
á  los  enemigos ,  y  cierran  apellidando  á  grandes  voces 
el  nombre  ae  Santiago :  principio  de  la  costumbre 
que  basta  hoy  tienen  Tos  soldados  españoles ,  de  in- 
vocar so  ayuda  al  tiempo  que  quieren  aoometer.  Los 
bárbaros  alterados  por  el  atrevimiento  de  los  nues- 
tros ,  cosa  muy  fuera  de  su  pensamiento  por  tenerlos 
ya  por  vencidos,  y  con  el  espanto  que  de  repente  les 
sobrevino  del  cielo ,  no  pudieron  sufrir  aquel  impeta 
y  carga  que  les  dieron.  El  apdstol  Santiago,  según 
que  lo  prometiera  al  rey,  fue  visto  ^n  un  caballo 
blanco,  y  con  una  bandera  blanca  y  en  medio  della 
una  cruz  roja,  que  capitaneaba  nuestra  gente.  Om 
su  vista  crecieron  á  los  nuestros  las  fuerzas ;  los  bár- 
baros de  todo  punto  desmayados  se  pusieron  en  hui* 
da,  ejecutaron  los  cristianos  el  alcance ,  decollaron 
sesenta  mil  moros.  Apoderáronse  de&pues  de  Ta  victo- 
ría  de  muchos  lugares ,  en  particular  de  Qav^ ,  do 
se  dio  esta  famosa  batalla  ( i  K  de  que  dan  muestras 
los  pedazos  de  las  anuas  que  hasta  hoy  por  allí  se  ha- 
llan. Asimismo  Alvelda  y  Calahorra  volvieron  á  poder 
de  cristianos.  Sucedió  esta  memorable  jornada  el 
año  de  Cristo  de  844 ,  que  ñie  el  segundo  del  reinado 
de  don  Ramiro. 

El  ejército  vencedor ,  después  de  dar  gracias  á 
Dios  por  tan  grande  merced ,  por  voto  que  nicieron 
obligaron  á  toda  España  sin  embargo  que  la  mayor 
parte  della  estaba  en  poder  de  moros ,  á  pagar  desde 
entonces  para  siempre  jamás  de  cada  yugada  de 
tierras  ó  de  viñ^  cierta  medida  de  tri^oó  de  vino  en 
cada  un  año  á  la  iffiesia  del  apóstol  Santiago,  con  cuyo 
favor  alcanzáronla  victoria :  voto  que  algunos  roma- 
nos pontífices  aprobaron  adelante,  como  se  ve  (»or 
sus  letras  apostólicas.  Asimismo  el  rey  don  Ramiro 
espidió  sobre  el  mismo  caso  su  privilegio » su  data  en 
Calahorra  á  veinte  y  cinco  de  mayo  era  ochocientos 
setenta  y  dos  :  yo  mas  quisiera  que  dijera  ochocien- 
tos y  QcQenta  y  dos  para  que  concertara  con  la  razón 
del  tiempo  que  llevamos  muy  puntual  y  ajustada. 
Puédese  sospechar  que  en  el  copiar  el  privilegio  se 
quedó  un  diez  en  el  tintero ;  que  el  origmal  no  pare- 
ce. Añadieron  otrosí  en  este  voto  que  para  siempre 
cuando  los  doj^ojoe  de  los  enemigos  se  repartiesen, 
Santiago  se  contase  por  un  soldado  á  caballo  y  llevase 
su  parte ;  pero  esto  con  el  tiempo  se  ha  desusado ;  lo 
que  toca  al  vino ,  y  trigo  algunos  pueblos  lo  pagan. 
ve  ios  despojos  diesta  guerra  hizo  el  rey  edificar  á 
media  legua  de  Oviedo  una  iglesia  de  obra  maravillosa 
con  advocación  de  Nuestra  Señora ,  que  hasta  hoy  se 
ve  puesta  á  ks  haldas  del  monte  Naurancio,  y  allí 
cerca  se  edificó  otra  iglesia  con  nombre  de  San  Mi- 
guel. La  reina  que  unos  llaman  Urraca ,  otros  Pater- 
na ,  madre  de  don  Ordeño  y  de  don  García  proveyó  las 
dichas  iglesias  y  las  adorno  de  todo  lo  necesario ,  ca 

(1)  De  esta  tiataHa  que  Uariana  cuenta  tan  deUHadamea- 
teniDnm  escritor  baee  mención  basta  don  Hodrigo  Jiménez, 
que  vivió  eostro  siglos  áespnes.  A  ler  verdadera  ¿ia  faubie- 
Tan  callado  loi  que  eseríbieron  ood  tanta  particularidad  el 
reinado  de  don  Bamiro,  osano^on  Alono  al  MafipM) ,  que  era 
su  niele ,  v  cneotí  muy  per  SHier  Jos  levanUsneatos  y 
guerras  civues  que  bubo ,  los  autofss  y  abeías  desUs  sedi* 
clones,  y  las  dos  victorias  que  consiguió  oootni  los  moros? 
El  diploma  de  don  Ramiro  que  reCere  este  suceso  <'od  la  ma- 
yor indiyiduandad  es  evidentemente  fatso.  y  probablemente 
obra  de  algún  fapotter  ignorante  del  siglo  Aiil :  en  los  coa- 
tro  siglos  anteriores  nadie  lo  eoneció.  El  que  desee  adquMr 
evideneía  completa  acerca  de  k  felsedsd  ¿e  este  hecho  dehe 
leer  las  discnejeoes  de  las  e6rtes  de  Cádtx  sobre  el  tuto  4e 
SQntíügo  y  que  ellas  aauiaron  por  vea  priqíera. 


tenia  por  costumbre  de  emplear  todo  lo  que  pedia 
ahorrar  del  gasto  de  su  casa  y  del  arreo  de  su  perso- 
na, en  omamentoe  para  las  iglesias  y  en  partioular 
de  ia  del  apóstol  Santiago.  El  fruto  deste  victotía  ao 
fue  tan  grande  como  se  pensaba  y  fuera  raion  á  causa 
de  otra  guerra  que  al  improviso  se  levantó  oantra  Es* 
pana. 

CAPITULO  XIY. 

Cómo  los  noranndos  vinieron  é  EspaBa. 

Aun  no  estaba  quitado  el  yuco  de  la  servidumbre 
que  los  moros ,  gente  venida  de  la  parte  del  Mediodía 
tenia  puesto  sobre  nuestra  nación,  cuando  una  mievn 

£este  por  la  parte  de  Septentrión  oomeasó  á  trabajar^ 
i  grandemente.  Fue  así  que  los  normandos,  gaste 
fiera  y  bárbara,  y  por  no  haber  aun  recefeido  la  fede 
Cristo  impla  y  infiel,  salidos  de  Dacia  y  de  Norvegia, 
como  el  mismo  nombre  lo  declara  que  fueron  gentes 
septentrionales  f  ca  normando  quiere  decir  hombre 
del  norte)  forzaoos  de  la  necesidad,  ó  lo  que  es  ñas 
cierto,  con  deseo  de  hacer  mal ,  se  nicieron  coarios 
por  el  mar  debiyo  la  conducta  de  su  capitán  Rbohm. 
Lo  primero  acometieron  las  marinas  de  Frísia  :  des* 
pues  corrieron  las  de  Francia,  en  particular  por  la 
parte  que  el  rio  Secuana  desagua  en  el  mar  Océano, 
nicieron  mas  graves  y  mas  orainarios  dañes  que  de 
ningún  otro  enemigo  se  pudiera  temeri  Después 
desto  talaron  las  tierras  de  Nantes  por  do  el  rio  Loire 
descarga  en  el  mar ,  las  comarcas  de  Tura  y  de  Foi- 
tiers ,  en  que  vaacido  que  bobieron  e»  batalla  á  Ro- 
berto conde  de  Aojou ,  pusieron  espanto  en  tedas 
aquellas  tierras :  últimamente  hicíeiM»  su  asiento  en 
aquella  parte  de  Francia  que  antiguamenta  se  llamó 
Neustria,  y  hoy  del  nombre  desta  gente  seilaouNor- 
mandia;  y  esto  por  concesión  de  loa  emperadores 
Ludovico  el  Segundo  y  Carolo  Grasso,  q«e  les  dieron 
aqueUas  tierras  i  condición  que  pues  no  se  qaerian 
del  todo  sujetar  á  su  señorío ,  fuesen  para  siempre 
feudatarios  y  movientes  de  la  carona  de  Francia. 

Los  mismos  por  este  tiempo  con  mesas  flotas  que 
juntaron  en  Francia ,  dieron  mucho  trabigo  á  los 
cristianos  de  Espwa.  Primeramente  apretaron  y  hüa- 
ron  todas  las  marinas  de  Galicia;  pero  llegados  á  la 
Goruña ,  como  acudiese  contra  ellos  d  rey  ám  Ra- 
miro, los  que  dallos  saltaron  en  tierra,  quedaron 
vencidos  en  batalla  y  forzados  á  embarearae :  demás 
desto  les  dieron  una  batalla  naval  en  qua  setenta  de 
sus  naves  parte  fueron  tomadas  por  los  nuestros, 
parte  echadas  á  fondo.  Así  fc)  refiere  el  anobispo  don 
Rodrigo ,  dado  que  el  número  de  las  naves  parece  muy 
grande ,  principalmente  que  los  que  escaparon  de  hi 
rota,  doblado  el  cabo  de  Fínie-terne,  llegaron  á  k 
boca  del  rio  Tajo ,  y  pusieron  en  mucho  afán  á  Liabo- 
na  que  había  por  este  tiempo  vuelto  á  poder  da  mo- 
ros ;  y  el  añoluego  siguiente  que  se  contaba  de  Cristo 
oclM)cientos  y  cuarenta  y  siete,  con  gentes  y  naves 
que  de  nuevo  recogieron ,  pusieron  cerco  sobra  Sevi- 
lla ,  y  talaron  los  campos  de  Cádiz  y  de  Medina  Sido- 
nía,  en  que  hicieron  presas  de  hombrea  y  ganados, 
y  pasaron  á  cuchillo  ^n  número  de  mores ;  al  fin 
después  que  se  detuvieron  mucho  tiempoen  aquellas 
comarcas ,  por  un  aviso  que  les  vino  que  el  luy  Ab- 
derrahman  armaba  contra  ellos  y  aprestaba  ima  grue- 
sa armada ,  se  partieron  de  España  con  mucha  honra 
y  despojos  que  consigo  llevaron. 

Siguiéronse  otras  alteraciones  driles  entre  los  cris- 
tianos. El  conde  Al  deredo  y  Finiólo,  hombres  en  ri- 
quezas y  aliados  poderosos ,  uno  en  pos  de  otro  seal- 
borotaron  y  tomaron  las  armas  contra  el  rey  don 
Ramiro.  Las  causas  destas  alteraciones  no  se  refie* 
ren;  nunca  faltan  disgustos  y  desalH'imienteSp  solo 
se  dice  que  en  breve  y  fácilmente  se  apaciguaron. 
Alderedo  fue  privado  de  la  vista :  Finiólo  y'síetehijos 
suyos  muertos  por  mandado  del  rey  den  Ramiro  el 


«ño  quíBlo  de  «u  remado.  Falfoció  poco  adehnte  el 
iiiisiiKi  en  Oviedo  diMipne*  qoe  reiné  neteunos  ente«- 
ro8 ;  roeren  sepultados  él  y  PaleriiM  su  mujer  en  la 
iglesia  de  SenUí  Mqrlii  de  aquella  ciudad,  eti  que  se 
ve  UD  lueillo  deste  rey  cou  una  letra  que  vuelta  en 
ruinance  dice  asi : 

IftIIIÓ  hk  mmk  HEMORU  BCC  AKV  RA- 

NiMiao  Á  paimsiio  db  raiiRsao  :  rubco 

Á  TODOS  UM  QUE  ESTO  LKTÉREDES ,   NO 
DEJÉIS   DE   ROGAR   l*OR  SQ   REPOSO. 

Entiéndese  que  fue  atli  tambíisn  sepultado  don  Gar- 
cía bermano  del  rey,  sin  que  haya  memoria  de  alguna 
otra  cosa  que  biciese  en  vida  ni  en  muerte,  salvo  que 
se  halló  en  la  baialia  de  Clavijo,  y  míe  el  rey  le  trata- 
bj  como  siaaiiera  de8useii|raiae<  fin  tiempo  del  rey 
don  Ramiro  falleció  TlModomiro  oMspo  de  Iria .  en 
cuyo  lugar  sucedíé  Athaulfo.  átennos  toman  ueste 
tiempo  el  principio  de  -la  caballería  y  orden  de  &in- 
iiago,  muy  famosa  por  sus  lasañas;  pero  sin  autor 
alguno  ni  argumento  bastante ,  porque  losprivilemos 
;intigiios ,  qué  con  deseo  de  hoíirar  est»religion  aJgu* 
nos  sin  propósito  inventaron ,  nlngun  bemiire  dele* 
tras  los  aprueba  m  tlone  ñor  ciertos.  A  éon  Ramiro 
swoedió  su  hijo  don  druoio  en  él  abo  del  Señor 
(le  ^50. 


CAPITULO  XVi 

De  muchos  mártires  qucjiadecieron  ca  Córdoba. 

Cruel  camioeHa ,  y  una  de  las  mas  bravas  y  san- 
grientas que  jamávhdbo»  se  ejefottoba  en  Córdoba  por 
estes  tiempos  y  se  imbraveea  contra  los  siervos  de 
Cristo.  FuegoSy  pbincha^  ardiendo  con  todos  los  de- 
mis  tormentes  se  empleaban  enaiormeotar  sus  cuer- 
pos. Bi  mayor  delito  qoe  en  oNoeoe  hallaba,  era  la 
perseverancia  en  \/l  le  .de  Cristo ,  y  maotenersd  en  el 
culto  de  la  Religión  Cristiana ,  dado  que  se  buscaban 
y  alegaban  otvosaebaques  y  colore^  á  propósito  de  no 
dar  maestra  que  los  wetsndiaií  quitar  Ir  liberta  de 
ser  cristiaiKM  contra  lo  qoe  teiÜRn  concertado.  Ab^ 
derrahman  Segundo  deste  nombre  y  Mahomad  su  «hijo 
reyes  de  Córdoba ,  como  hombtes  asiólos  y  sagaces, 
pensaban  que  barían  eesa  auradable  á  Dios  y  á  sus 
vasaNoB  si  de  todo  posto  desarraloaseii  el  nombre 
cnstiano;  además  que  para  se^rídíid  de  su  estado 
les  parecía  conveniente  que  qwtada  la  diferencia  de 
la  reügioo  ^  todos  sus  subditos  estuviesen  eqtre  sí  li- 
gados coD  una  mísina  oreetoeía.  Al  tiempo  que  se 
perdió  Espraa,  kis  vencedores  otornron  a  los  nues- 
tros libertad  de  mantenerse  en  la  refilón  de  sus  an- 
tepasados: coo  esto,  sacerdotes,  monjas  y  mongos  con 
su  veatido  diferente  de  los  demás ,  rapadas  las  bar- 
bas y  con  sus  coronaa  y  tonsoms  á  la  manera  antigua 
se  veian  en  públioo  aéí  en  otras  partes  como  princi- 
palmente en  Córdoba,  donde  por  la  grandesa  oeaque- 
lia  ciudad ,  y  por  estar  alH  la  silla  ae  los  reyes  moros 
coneurría*  mayor  número  de  cristianos. 

Había  mucnos  así  monasterios  como  templos  con- 
sagrados i  fuer  de  cristianos :  uno  de  San  Acisclo 
Hibrtir ,  otro  de  San  Zoilo ;  el  tercero  de  los  santos 
Fausto,  Unuario  y  Marcial :  demás  desto  otras  tres 
iglesias  de  San  Cipriano,  San  Gínés  y  Santa  Olalla, 
sendas  de  cada  uno :  estos  dentro  de  la  ciudad.  Fuera 
de  loe  muros  se  contaban  ocho  monosterbs ,  uno  de 
San  Cristóbal  de  k  otra  parte  del  rio :  el  segundo  en 
los  naontes  comarcanos  con  advocación  de  Nuestra 
Señora,  y  llamado  vulgarmente Cuteclarense :  el  ter- 
cero Tbbanense :  el  cuarto  Pilemelaríensecon  advo- 
cación de  San  Salvador :  el  qoinlo  Armilatense  de 
San  Zoilo;  demás  desto  otros  tres  de  San  Feliz,  de  San 
Martin,  y  de  los  santos  Juste  y  Pastor,  fin  todos  estos 
iogares  tocaban  sus  campanas  para  convocar  al  pue- 
blo, que  acudia  públicamente  á  los  oficios  divinos  sin 


HlSTOaU  DE  EÜPA^A.  225 

que  persona  alguna  les  filíese  á  la  mano :  solamente 
tenian  puesta  pena  de  muerte  á  cualquier  cristiano 
que  en  públioo  ó  en  particular  ée  atreviese  á  decir 
mnl  de  MalMna  fundador  de  aquella  secta;  vedában-i 
les  olrosi  la  entrada  en  las  mezquitas  de  los  moros. 
Como  esto  guardasen  los  nuestros ,  en  lo  demás  le» 
era  permitido  vivir  conforme  á  sus  leyes,  y  casi  con- 
servarse en  su  antigua  libertad. 

Tolerable  manera  de  servidumbre  era  esta ,  ^es 
sAin  le  halla  que  entre  los  cristianos  había  dignidad 
de  condes,  si  per  elcontrarío  no  se  aumentaran  de 
cada  día  y  crecieran  las  miserias  y  agravios.  Cuanto  á 
lo  primerolos  pechos  y  tributos  que  al  principio  eran 
tempbidos,  de  cada  día  se  acrecentaban  y  hacían  mas 
graves.  Lios  nuestros  apretados  con  estos  gravámenes 
pretendían  se  debían  quitar  las  nuevas  imposiciones 
y  derramas ;  y  como  no  lo  alcanzasen ,  pasaban  una 
vida  man  dura  que  la  misma  muerte.  Destos  principios 
las  semillas  deJos  odios  antiguos  vinieron  á  madurar- 
se, y  á  reventar  la  postema.  Los  fíeles  trataban  de 
saciidir  de  sí  aquel  yugo  muy  pesado,  los  moros  abo- 
minaban  del  nombre  cristiano,  y  con  solo  tocar  la 
vestidura  de  los  nuestros  se  tenian  por  contaminados 
y  sucios :  miraban  sus  palabras,  notaban  sus  rostros 
y  sus  meneos;  con  afrentas  y  denuestos  que  les  de- 
dan,  buscaban  ocasión  de  reñir  y  venir  alas  manos. 
Los  cristianos  iitilados  con  tantas  injurias  no  duda- 
ban en  público  de  blasfemar  de  la  ley  y  costumbres 
de  los  moros. 

pe  aqui  tomaron  ocasión  aquellos  reyes  y  sus  go- 
bernaderes  de 'perseguir  la  nación  de  los  cristianos 
con  tanta  mavor  crueldad ,  que  no  pocos  de  los  nues- 
tros estaban  ole  parte  de  los  moros,  y  rejirebendian  el 
atrevimiento  de  ios  cristianos  hasta  decir  claramente 
que  los  que  muriesen  en  la  demanda  no  debían  eu 
manera  alauna  ser  tenidos  por  mártires ,  ni  como  ta- 
les honrados,  pues  no  hacían  algunos  milagros;  y 
sin  ser  necesario  pora  defender  su  rell^on ,  sino  le- 
merariámente  y  sin  propósito,  se  ofrecían  al  pelí^o 
y  decían  denuestos  ales  contraríos  que  no  les  hacían 
alguna  fuerza,  antes  les  dejaban  libertad  de  mante- 
nerse en  la  religión  de  sus  padres.  Últimamente  ale- 
gaban que  los  cuerpos  de  los  que  morían  no  se 
conservaban  incorrupCos ,  como  se*solian  conservar 
antiguamente  los  de  los  verdaderos  mártires  para 
nuestra  muy  clara  de  la  virtud  divinal  que  eneNos  roo 
raba.  Asi  deciaq  ellos :  cuauá  propósito,  no  hay  para 

3 ué  tratarlo.  BtobispoRecaphrodoy  el  conde  Servan- 
o  eran  los  principales  capitanes ,  y  que  mas  se  se- 
ñalaban en  perseguir  á  los  mártires  v  reprimir  sui» 
santos  intentos.  Personas  muy  honradas ,  sin  hacer 
diferencia  de  edad  ni  de  sexo ,  eran  puestos  en  hier- 
ros y  aprisionados  en  muy  duras  cárceles. 
Procuró  Abdtfrahman  j  hizo  que  en  Córdoba  se 

Sntase  un  ooncilio  de  obispos  sobre  el  caso :  en  él 
eron  poreentdnoia  ooiídenados  como  malhecliores 
todos  kis  que  quebrantasen  las  condiciones  de  la  con- 
federación puesta  antiguamente  cou  los  moros.  Esta- 
do miserable,  triste  espectácnlo  y  leo,  burlarse  por 
una  parte  del  nombre  cristiano,  y  por  otra  los  que 
acuoian  á  la  defensa ,  ser  en  un  mismo  tieinpo  com- 
batidos por  firente  de  los  bárbaros ,  y  por  las  espaldas 
de  aquellos  que  estiban  obligados  á  favorecerlos  y 
animarios.  Cosa  Intolerable  que  fuesen  trabajados  cou^ 
calumnias  y  denuestcte  no  menos  de  los  de  su  nación^ 
que  de  los  contrarios.  ¿Qué  debían  pues  hacer?'' 
¿adonde  se  podían  volver?  muchos  sin  duda  era  ne- 
cesario se  enfla<|[ueciesen  en  sus  ánimos  y  cayesen: 
otros  llenos  de  Dios  y  de  su  fortaleza  perseveraron  en 
la  demanda.  Muchos  por  espacio  de  diez- años  ^  que- 
fue  el  tiempo  que  duró  esta  persecución ,  perdieron. 
sus  vidas  y  derramaron  su  sangre  por  la  Relígiou 
Cristiana.  Elprímer  año  padecieron  Prefecto  pnisbí- 
tero  de  Córdoba,  y  del  pueblo  uno  llnanido  Juan.  El 
segundo  año  Isaac  monge,  Sanclio  de  nación  francos 


BIBLlOTBCil  DS  GASfAB  T  R016. 


Podr«  presbUerode  Ecija.  Wulftüoii^o  diácono  ilipu* 
ieime ;  tos  inonges  Sabiuiano ,  Wistremuildo ,  Hatien* 
cío,  iereiRÚs,  Sisenando diácono Pacenm  ó  de  Beja, 
Puuh>  cordobés,  y  Alaria  IJipulente  liermana  ^ue  era 
del  márlir  \Valab(»iiso.  En  este  ano  principalmente  se 
embraveció  contra  los  mártires  el  obispo  Recaphredo 
y  á  muclios  puso  en  prisiones :  entre  elloa  lúe  uno 
Eulogio  abad  de  San  Zoilo  aue  escribió  todas  estas 
cosas ,  varón  «n  aquella  edau  claro  por  so  erudición, 
y  por  la  santidad  de  bu  vida  muy  estimado.  El  año 
tercero  murieron  Gumesindo  préRbiiero  de  Toledo,  y 
Deiservo  monge,  asimismo  Amelio  y  Feliz  con  sus 
mujeres  Sabigotuna  y  Liiiosa  :  Jorge  monge  siró  de 
nación  ;  Emilia  y  Jeremías  ciudadanos  de  G6rdoba: 
tres  mondes  Cristóbal  coidobés,  Leuvigi|do  y  Ro- 
^'elo  de  Granada ,  fuera  destos  Serviodeo  monge  de 
Siria.  '  . 

En  esle  mif  roo  año,  es  á  saber  de  832  lalleció  de 
repente  Abderrahman.  Los  cristianos 'decían  que  era 
venganza  del  cielo  por  la  mucha  satif^e  que  derran.ó 
de  los  mártires.  Confirm^jbe  esta  opinión  y  fama  por 
cuanto  en  el  mismo  punto  que  desde  una  galeria  de 
iü  palacio,  de  donde  miraba  los  cuerpos  diBlos  márti- 
res que  estaban  en  Jas  bóreas  ^lodridos,  como  los  man- 
dase quemar ,  cayó  de  repente  de  su  estado  y  sin  po- 
der hablar  palabra  espiró  aquella  misma  noche  al 
principio  del  auo  treinta  y  dos  de  su  reinado.  Dejó 
cuarenta  y  cuotro  hijos  y  cuarenta  y  dos  hijas.  En 
tiemfodesterey  se  empedraron  las  calles  de  Córdoba, 
y  por  canos  de  plomo  se  trajo  mucha  agua  de  los 
montes  ala  ciudad.  Fue  el  primero  tm  aquelkis  reyes 
que  hizo  ley  ((ue  sin  tener  cudnia  con  los  deinás  pa- 
rientes, Jos  hijos  sucediesen  y  heredaren  ó  sus  pacbres: 
cosa  que  hasta  entonces  no  la  tenían  bien  asentada. 
A.<í  en  su  lu^Kr  sucedió  su  hijo  Mahomad :  tuvo  aquel 
reino  por  e£[)acio.de  tieinta  y  cinco  años  y  medio. 
Este  ai  principio  de  su  gobierno  echóá  todos  los  cris- 
tianos de  su  palacio ;  y  como  quier  que  por  esto  no 
aflojasen  en  su  intento,  el  año  siguiente  Uxvó  á  em- 
bravecerse la  crueldad  y  renovarse  las  muertes.  Mar- 
tirizaron á  Fnndita  presbíttro  y  mongo  de  Guadií, 
Anobfasio-monge  y>  presbítero.  I*  eliz  mongede  Alca- 
lá, Digna  virgen  cozívagrcda,  fienilde  matrona,  Co- 
lumba y  Pomposa  vírgenes.  £1  año  adelante  tuvo  un 
solo  n  ártir,  que  fue  Abundio  pn  sbítero.  El  siguiente 
estos  cuatro :  Amador  mancebo  natural  de  Marios, 
Pedro  monge  cordobés,  Luis  ciudadano  de  Córdoba, 
XVitefindo  natural  de  Cabra.  En  el  año  seteno  desla 
pérsecuci9n  fueron  muertos  Elias  presbítero  portu- 
gués, tres  monges Paulo,  Isidoro,  Argemiro,,Aurea 
virgen  dedlct^dli  á  Dios,  hermana  de  loa  mártires 
Adulfo  y  Juan.  En  el  año  octavo  padecieron  Rodrigo 
y  Salcmon.  El  noveno  pesó  sin  sangre. 

En  el  año  postrero  y.doceno  ce  la  persecución  pa 
deció  muerte  el  mifmo  Eulogio  que  animaba  ákMiae- 
más  cuü  palabras  y  con  (u  ejemplo.  Su  muerte  fue«n 
i^ábado  á  once  dias  del  mes  de  marzo ;  y  cuatro  días 
adeliiute  derramó  su  saigre  Leocricia,  doncella  ée 
Córooba.  Escribió  la  vida  de  Eulogio  Alvaro  cordobés 
su  familiar  y  conocido.  Allí  di(e  que  poco  antes  de 
su  muerte  fte  elegido  en  arzobispo  de  Toledo  con 
grau  voluntad  del  clero  y  del  pueblo  de  aquella  ciu- 
dad por  muerte  de  Westrcmiio.  Hay  una  efiístola  del 
mi.<mo  Eulogio  escrita  el  a  ño  ochocientos  y  cincuenta 
y  uno  á  Weíesindo  obispo  de  Pamplona  y  en  ella  uu 
dogio  muy  hermoso  de  We^ tremiro  por  estas  pala- 
bras :  «Dirspues,  dice,  del  quinto  dia  volví  á  Toledo 
vdu  bai'é  todavía  vivoá  nuestro  viejo santÍ6Ímo,.antor- 
»clia  del  Esphitu  Sanio  y  lumbrera  de  toda  España  el 
»obi^po  Westremiro,  cuya  santidad  de  vida  alumbra 
»todo  el  mundo  hasta  ühorfi :  con  lionestidad  ilie  eobr 
utumbres  y  subidos  merecimientos  refocila  el  rebaño 
acatólico.  Vivinioscon  él  muchos  dias,  y  nosdetovi^ 
nmos  en  su  angélica  compañía.»  Este  hospedaje  fue . 
ocasión  que  los  ciudadanos  de  Toledo  al  que  por  la 


foma  de  sus  virtudes  disseaban  oonocer  ^  visto  le  co* 
meuEaron  á  estimar  y  amarle  mas,  y  señalarle  por 
tucesor  en  lugar  de  Westremiro^  si  le  venciese  de 
días.  £n  Córdoba  en  lugar  de  Eulogio  pusieron  los 
años  siguientes  á  Sansón  y  le  hicieron  abad  deSau 
Zoilo ,  nombre  docto  y  de  ingenio  agudo,  como  lo 
muestra  el  Apologético  que  hizo  contra  Hosti^esio 
obispo  de  Málaga  por  ocasMii  qna  en  no  concilio  de 
Córüoba  lo  ultrajó  y  llamó-  ber«t|e. 

s 

CAPITULO  XVI.  * 
Del  rey  don  Ordoño. 

Hechas  que  fuercrn  las  exequias  coi  grande  solem- 
nidad del  rey  don  Ramiro,  su  hijo  don  Ordoño  tunié 
las  úisiguias  reales  y  con  ellas  el  nombre ,  poder  y 
pensamientos  de  rey»  Fue  deooudkion  manso  y  tra- 
table, sus  costumbres  muy  suaves,  y  por  toda  la 
vida  en  todas  sus  acciones  usó  de  singular  modestia, 
con  4)ue  ganó  las  voluntades  de  la  noblexa,  dd  pue- 
blo, y  los  ánimos  de  todos  se  los  aflcionó  de  manen 
que  ningOD^  de  los  reyes  fue  mas  agradable  en  a<jue- 
ha  edad  y  en  los  años  siguientes.  Gran  celadoi  de  U 
justicia :  virtud  necesaria ,  pero  sujeta  á  engaño  en 
ios  grandes  principes ,  si  no  rigen  con  prudencia  el 
ímpetu  del  ánimo ,  y  procuran  no  ser  engañados  por 
las  astucias  de  hombres  malos  ^  de  que  hay  gran  mu- 
chedumbre en  las  casas  y  palacios  reales ,  ^ue  suelea 
armar  lazos  S  sus  orejas ,  y  dar  tr^spifá  la  inocencia 
de  los  buenos ;  ca  para  engordar  á  si  y  á  los  suyos  oo'i 
la  sangre  de  los  otros  se  a{xt)vecbBn  délo  que  ven  qoe 
con  el  príncipe  tiene  mas  fiieíza,  oara  daño  de  mu- 
chos, como  sucedió  en  el  rey  don  Ordoño. 

Cuatro  esclavos  de  la.iglesiii  Gompostelana  acusa- 
ron delante  del  te}¡  de  un  caso  muy  feo  á  su  ^ispo 
Athaulfo ,.  persona  de  grande  y  conocida  santidad.  U 
historia  Con»po6telana  dice  que  le  acusaron  del  peca- 
do nefando.  Fue  citado  y  hecho  venir  á  la*córte  para 
responder  por  sí.  Antes  que  fuese  al  palacio  real,  dijo 
misa ,  y  vestidode  pontilical  como  estaba  se  fué  á  ver 
con  el  rey,  Lo;que  le  debiera  reprimir  y  poneUe.  te- 
mor,  le  alteró  mas  ó  por  baberdado  crédiU»  á  ios  aco- 
sadores ,  Ó  por  ^star  disgustado  por  no  venir  luego  el 
obispo  i  su  presencia,  y  por  el  hábito  y  traje  que 
traia :  mandó  soltar  un  to]<>  bravo,  acorado  con  per- 
ros y  con  garrochas  contra  el  dicho  pr^elado ;  lo  cual 
era  injusto ,  condenar  á  ningvuo  sin  oir  primero  sus 
descargos.  En  tan  gran  peligro  Athaulfo  armóse  de  la 
señal  de  la  cruz :  cosa  maravillosa ,  el  toro  dejada  la 
braveza ,  allegóse  ¿  él  con  la  cabeza  baja ,  dejóse  lo- 
car los  cuernos ,  que  con  grande  espauto  de  los  que 
lo  velan,  se  le  quedaron  ea  las  manos.  El  rey  y  nobhr^ 
desengañados  por  aquel  milagro,  y  enterados  de  su 
inocencia ,  echároiibele  á  los  pies  para  pedirle  per- 
dón :  dióle  él  de  buena  gana  ^  diciendo  que  nunca 
Dios  quisiese  que  pues  hainia  recobrado  su  dignidad, 
y  librádose  de  la  afrenta,  y  pues  el  buen  nombre  que 
mji'stamente  le  liablan  quitado,  le  era  restituido, 
que  él  hiciese  enalguu  tiempo  por  donde  se  mostrase 
olvidado  del  cíicio  de  cristiano  y  de  la  virtud  del  áni- 
mo y  de  la  paciencia  que  nunca  perdiera.  Quién  dice 
que  desc4/mulcó  á  los  que  le  acusaron :  lo  que  se  ave- 
rigua es  que  librado  de  aqu^l  peligro ,  renunció  el 
obispado  y  se  retiró  á  las  Asturias,  en  que  vivió  eu 
soledad  largo  ;ti«n^  santísimamente.  Los  cuernos 
del  loro  colgaron  del  techo  de  la  iglesia  de  Oviedo,  do 
estuvieron  roiii  hos  años  para  memoria  y  testimonio 
de  aquel  ca^  tan  señalado.  Esto  sucedió  al  principio 
dd  leinado  de  don  Ordoño.  (1). 

(1)  £]  andbísp<^  don  Rodrigo  y  algtmol  otros  histo- 
riadoras eolocaa  esta  vuéeétM  ei  tiempo  del  rey  don  liei^ 
mudo. 


IllSlülUA    DE   bSPANA. 


•227 


E\  aúo  se^uiidu  uno  llamado  Muza,  que  era  del  li- 
naje de  los  godos,  pero  de  profesión  moro,  persona 
muy  ejercitada  en  las  cosas  de  la  guerra,  despertó 
contra  si  las  armas  de  cristianos  y  moros  i  causa  que 
púbiicameate  se  levantó  contra  el  rey  de  Córdoba  su 
señor,  y  con  una  presteza  increibie  se  apoderó  de  To- 
ledo, Zaragoza,  Huesca,  Valencia  y  Tudela.  Tras 
esto  corrió  Tas  tierras  de  Francia ,  en  que  cautivó  dos 
capitanes  franceses  que  lesalierou  al  encuentro.  Con 
esto  puso  tan  gninde  espanto  en  aquella  tierra ,  que 
el  rey  de  Francia  Carlos  Calvo  acordó  de  granjearle 
con  presentes  que  le  envió.  Ensorberbecido  él  con 
esta  prosperidad,  y  olvidado  de  la  inconstancia  de  las 
rosas  humanas ,  revolvió  contra  el  rey  don  Ordoíio, 
cou  quien  y  con  el  de  Córdoba  se  contaba  y  publica- 
ba por  el  tercero  rey  de  España.  Rompió  por  la  Rícja, 
donde  quitó  á  los  cristianos  á  Aveloa,  y  la  fortificó 
muy  bien.  El  Cronicou  del  rey  don  Alonso  dice  que 
la  edificó  y  la  llamó  Albayda.  Don  Ordoño  movido  por 
este  atrevimiento  juntó  sus  huestes :  una  p«arte  puso 
sobre  aquella  plaza,  con  los  demás  fué  en  busca  del 
enemigo,  de  quien  tenia  aviso  que  estaba  alojado  en 
el  monte  Laturso.  Llegados  que  fueron  á  verse,  ar- 
remetieron los  unos  y  los  otros  con  gran  denuedo  y 
gritería.  Tirados  los  dardos  y  saetas,  vinieron  á  las 
espadas.  Los  fíeles  con  su  acostumbrado  esfuerzo  pe- 
learon valientemente  por  la  patria  y  por  la  religión. 
Duró  macho  el  combate,  pero  al  fin  quedó  el  campo 
por  los  cristianos  :  murieron  diez  mil  moros ,  y  entre 
ellos  los  mas  señalados  por  sus  hazañas  y  nobleza ,  en 
particular  un  yerno  del  mismo  tirano  llamado  García. 
Muza  apenas  se  escapó  con  muchas  heridas,  de  las 
coales  entiendo  murió.  Los  despojos  muy  ricos  de 
los  moros  y  sus  reales  vinieron  en  poder  de  los  nues- 
tros. 

En  el  mismo  tiempo  Maliomad  rey  de  Córdoba  asi- 
mismo se  apercibía  contra  el  eneml^zo  común.  Pare- 
cióle acometer  eu  primer  lugar  la  ciudad  de  Toledo 
por  ser  su  sitio  muy  fuerte,  y  porque  con  ser  la  pri- 
mera al  levantarse  dio  ejemplo  y  ocasión  á  las  otras 
ciudades  para  que  hiciesen  Jo  mismo.  Hallábase  en 
aquella  ciudad  Lobo  hijo  de  Muza  por  mandado  de  su 
padre,  el  cual  avisado  del  estrago  que  los  suyos  reci- 
bieron cerca  de  Alvelda,  y  con  miedo  de  mayor  daño 
hizo  confederación  con  el  rev  don  Ordoño  para  valer- 
se de  sus  fuerzas.  Envióle  el  rey  muchos  asturianos 
y  mvarros  en  socorro ,  y  por  caudillo  á  don  García  su 
hernaano.  Alahomad  desconfiado  de  las  fuerzas  acordó 
usar  de  maña.  Tenia  sus  reales  no  lejos  de  la  ciudad: 
paró  una  celada  en  Guadalete ,  que  es  un  arroyo 
cerca  de  Villammaya ,  j  era  á  propósito  para  su  in- 
tento, flecho  esto,  él  mismo  coa  pequeño  número  de 
soldados  dio  vista  á  la  ciudad  de  Toledo.  Los  de  dec- 
tro  engañados  por  el  pequeño  número  de  los  contra- 
rios, salieron  contra  ellos  á  gran  priesa  sin  orden  y  j 
sin  recato,  como  si  fueran  a  la  presa  y  no  á  pelear. 
Con  aquel  ímpetu  cayeron  eo  la  celada,  con  que 
apretados  por  frente  v  por  las  espaldas,  con  pérdida 
de  mucha  gente ,  los  demás  cerrados  abrieron  camino 
para  la  ciudad  por  medio  de  los  enemigos.  Doce  mil 
moros  y  ocho  mil  cristianos  perecieron  en  aquel  en- 
cuentro. La  fortaleza  del  sitio  valió  para  que  la  ciu- 
dad atemorizada  por  aquella  desgracia  no  viniese  en 
poder  del  vencedor. 

El  año  siguiente  y  el  tercero  talaron  los  campos  de 
Toledo  con  entradas  que  los  enemigos  hicieron ,  que- 
maron las  míeses  y  frutos  todos.  Los  de  Toledo  con 
deseo  de  vengane  pasaron  hasta  Tdlavera;  pero  fue-, 
ron  maltratados  por  el  que  tenia  el  gobierno  de  aquel 
pueblo,  y  forzados  con  daño  á  dar  Ja  vuelta.  En  lio, 
cansados  con  tantas  desgracias  se  rindieron  ú  Maho- 
mad  el  año  de  nuestra  salvación  de  8ó7.  En  el  cual 
año  los  normandos  conforme  á  su  costumbre  cou  una 
armada  de  sesenta  naves  corrieron  todas  tus  marinas 
de  España ,  por  cuauto  se  estienden  al  uuo  y  al  otro 


mar  ( f ).  En  particular  pusieron  á  fuego  y  ú  sangre  las 
islas  de  Mallorca  y  Menorca  enojados  principalmente 
contra  los  moros ,  porque  con  el  trato  que  ellos  tenían 
con  los  cristianos ,  estaban  aficionados  á  nuestra  reli- 
gión. Las  casas,  templos ,  campos  fueron  con  ordina- 
rios robos  saqueados  :  pasaron  asimismo  á  África,  en 
que  hicieron  no  menores  daños.  En  España  Malio- 
mad hizo  entrada  contra  los  navarros  por  la  |)arte  do 
está  situada  Pamplona,  y  contra  aquella  provincia  de 
Vizcaya  que  se  llama  Álava  :  no  sucedió  cosa  que  de 
contar  sea.  En  Estremadura  Marida  se  rebeló  contra 
el  mismo  rey  de  Córdoba,  y  en  castigo  fue  por  su 
mandado  desmantelada. 

Entretanto  que  esto  pasaba,  don  Ordoño,  vuelto 
su  ánimo  á  las  artes  de  la  paz,  reedificaba  las  ciuda- 
des por  la  injuria  de  los  tiempos  pasados  y  de  las 
guerras  desiertas  y  asoladas,  sm  perdonar  i  ningún 
gasto  ni  cuidado.  Estas  fueron  Tuy,  Astorga,  León, 
Amaya,  que  el  Cronicón  del  rey  don  Alonso  llama 
Amagia  Patricia.  La  gente  de  los  moros,  después* de 
las  alteraciones  pasadas  y  guerras  civiles ,  comenzaba 
á  estar  dividida  en  bandos,  tanto  que  algunos  gober- 
nadores de  las  ciudades  queriendo  mas  gobernar  en 
su  nombre  como  señores,  que  en  el  ajeno  como  vire- 
yes  ,  tomaban  ocasión  de  rebelarse ,  y  á  cada  paso  se 
llamaban  reyes  (2).  Era  esto  muy  á  propósito  para  los 
cristianos,  porque  los  contraríos  enflaquecidas  sus 
fuerzas  y  divididos  entre  sí,  por  partes  se  podían  so- 
brepujar :  que  si  estuvieran  uníaos,  se  defendieran 
de  cualouíer  agravio.  Reith  estaba  apoderado  de  Co- 
ria- de  Talamanca  (otros  dicen  Salamanca)  Mozaro: 
ambos  fueron  vencidos  por  don  Ordoño  y  sus  ciuda- 
des ganadas,  los  soldados  que  dentro  hallaron,  to- 
dos muertos;  los  demás,  varones,  mujeres  y  mozos 
vendidos  por  esclavos. 

Estos  principias  y  medios  de  cosas  tan  grandes 
desbarató  la  muerte  del  rey,  que  le  sobrevino  el  ano 
onceno  de  su  reinado  (3) :  ouíén  añade  á  este  número 
seis  años.  Falleció  en  Ovieao  de  eota,  mal  á  que  era 
sujeto.  Fue  allí  sepultado  en  la  iglesia  de  Santa  María , 
enterramiento  en  aquel  tiempo  de  los  reyes.  Grande 
prosperidad  tuvo  este  rey  en  sus  cosas ;  solo  se  le 
aguó  con  la  rota  que  ios  su  vos  recibieron  en  Toledo, 
que  parece  fue  en  castigo  ael  pecado  que  cometió  en 
perseguir  sin  firopósito  al  santo  varón  Athaulfo.  De 
su  mujer  Muñía ,  hembra  de  alto  linaje,  dejó  á  don 
Alonso,  que  fue  su  hijo  mayor,  y  á  don  Bermudo, 


( 1 )  Hicieron  su  desembarro  eo  Galicia ;  pero  como  fueron 
derrotados  por  el  coode  Pedro ,  cootiauaroo  iafeslaado  las 
demás  costas  de  Espaua,  y  otras  por  espacio  de  Iresauo», 
segua  refiere  el  rey  doo  AIooso. 

(2)  Fenecida  la  dinastía  de  los  Üenhumeyas  en  Córdoba 
el  año  355  de  la  Egira,  4016  de  la  era  crislíaua ,  empezaron 
á  reinar  Jos  Almorávides  á  quienes  no  quisieron  sujetarse  los 

2 ue  gobernaban  eu  nombre  de  los  Benhnmeyas,  dando  lugar 
la  división  y  á  que  los  gobernadores  se  traaformasen  en 
otros,  tantos  reyes.  Desde  principios  basta  cerca  de  la  mitid 
del  siglo  XI»  toniaroa  el  titulo  de  reyes  los  gobernadores  de 
Balaguer,  Monzón,  Fraga.  Balbastro,  Zaragoza,  A Ibarracin, 
Mallorca,  Tudela,  Denla ,  Murcia,  Huesca,  Toledo,  Badajoz, 
Almería,  Granada,  Sevilla ,  Portugal,  l^érída  y  Valencia :  los 
mas  poderosos  fueron  Granada ,  Sevilla,  Córdoba,  Toledo  y 
Zaragoza.  Mariana,  pues,  se  equivoca  poniendo  e3te  acon- 
tecimiento de  los  moros  ISO  anos  antes. 


(3)  Por  las  inseripcioaes  de  los  sepulcros  de  don  Ramiro 
y  de  don  Ordoño  en  la  iglesia  de  Oviedo,  se  vé  «{ue  murió  don 
Ramiro  el  dia  de  las  kalendas  de  febrero  la  era  888,  que  es 
el  primero  de  febrero  de  850,  y  su  bijo  don  Ordoño  a  6  de  las 
kalendas  de  junio  era  004 :  por  consiguiente  reinó  16  aüo^, 
tres  meses  y  veinte  y  seis  dias ,  pues  sucedió  á  su  padre 
inmediatamente  en  el  trono.  Mariana  y  otros  escritores  han 
trastornado  la  cronología  de  los  reinados  de  don  Orduño  I ,  y 
don  Alonso  iü  hijo  por  no  atender  á  que  el  rey  don  AIüqs(», 
contaba  los  años  de  su  reinado  cu  los  privilegios  y  monu- 
mentos públicos  desde  el  tiempo  en  que  fue  asociado  al  ;n 
perio  en  vida  de  su  padre,  y  tomó  el  titulo  de  rey.  que  fu 
año  862. 


228  BIBLIOTECA  DE 

don  NuñOydoB  Odoarioydon  Fruela.  Algunos  dicen 
que  falleció  á  veinte  y  siete  de  mayo;  en  el  año  no 
hay  duda  sino  que  fue  el  de  862,  como  se  muestra 
por  el  letrero  de  una  cruz  que  presentó  el  rey  don 
Aionso  su  hijo  dd  grande  primor  y  hermosura  al  tem- 
plo de  Oviedo,  que  vuelto  de  latm  en  romance  dice 
así : 

RECEBIDO  SEA  ESTE  DON  CON  AGRADO 
EN  HONRA  DS  DIOS ,  QUE  HICIERON  EL 
PRÍNCIPE  ALONSO  SIERVO  DE  CHRI8T0  Y 
su  MUJER  XIMENA.  QUALQUIERA  QUE 
PRESUmbRE  QUITAR  ESTOS  NUESTROS  DO- 
NES, PEREZCA  CON  EL  RATO  DE  DIOS. 
CON  ESTA  SEÑAL  ES  DEFENDIDO  EL  PIADO- 
SO ,  CON  ESTA  SEÑAL  SE  VENCE  EL  ENEMI- 
GO. ESTA  OBRA  SE  ACABÓ  T  ENTREGÓ  Á 
SAN  -SALVADOR  DE  LA  CATHEDRAL  DE  O* 
VIEDO.  BÍZOSE  EN  EL  CASTILLO  GAUZON. 
EL  AÑO  DE  NUESTRO  REINO  DIEZ  T  SIE- 
TE ,  CORRIENDO  LA  ERA  NOVECIENTOS 
T  DIEZ  Y  SEIS. 

Desto  se  ve  que  el  año  ochocientos  y  setenta  y  ocho 
era  el  diez  y  siete  después  de  la  muerte  del  rey  don 
Ordoño.  El  mismo  don  Alonso  estando  en  Gompos- 
tella  confirmó  un  privilegio  de  su  padre  con  otro  en 

2tte  estiende  el  territorio  de  Santiago  que  antes  era 
e  tres  imillas  en  ruedo,  á  seis.  Su  data  en  la  era  de 
novecientos;  que  fue  el  año  de  Cristo  de  ochocientos 
y  sesenta  y  dos ;  pero  pasemos  á  las  cosas  del  rey  don 
Alonso. 


CAPITULO  XVII. 
De  los  príBOipios  del  rey  don  Alonso  et  Magno. 

Don  Alonso,  á  quien  por  las  grandes  partes  y 
prendas  que  tenia  de  cuerpo  y  de  ánima ,  y  los  escla- 
recidos triunfos  que  ganó  de  sus  enmigos^  dieron 
sobrenombre  de  Magno,  luego  que  tuvo  aviso  de  la 
muerte  de  su  padre,  ca  no  se  halló  á  ella  presente, 
sin  poner  dilación  se  partió  para  Oviedo ,  ciudad  real 
en  aquel  tiempo ,  con  intento  de  hacer  las  honras  al 
difunto ,  y  tomar  la  posesión  del  reino ,  que  demás  de 
pertenecerle  por  derecho  por  ser  el  mayor  de  sus 
normanos  (I),  todos  los^estados  y  brazos  se  le  ofre- 
cían con  gran  voluntad  sin  embargo  de  su  pequeña 
edad,  que  apenas  tenia  catorce  años,  número  de  que 
otros  quitan  no  menos  gue  cuatro  años.  Yo  sospe- 
chaba, por'lo  que  sucedió  adelante,  aue  en  lo  uno  y 
en  lo  otro  hay  engaño,  y  que  era  ae  mayor  edad 
cuando  entró  en  el  reino.  En  el  buen  natural  que  tu- 
vo, se  igualó  á  sus  antepasados,  y  aun  se  la  ganó  á 
los  mas :  era  alto  de  cuerpo,  de  muy  buen  rostro  y 
apostura,  la  suavidad  de  sus  costumbres  muy  gran- 
de. Su  clemencia ,  su  valor ,  su  mansedumbre  sin  par. 
Señalóse  en  las  cosas  de  la  guerra ,  y  no  menos  fue 
liberal  con  los  pobres,  y  que  estaban  apretados  de 
alguna  necesidad.  Ca  los  tesoros  así  los  que  él  ganó, 
como  los  que  le  dejó  su  padre,  no  los  empleaba  en 
sus  gustos,  sino  en  ayudar  las  necesidades :  virtud 
que  nace  á  los  principes  muy  amables,  y  su  fama 
vuela  por  todas  partes.  Aumentó  otrosí  el  culto  divi- 
no, en  particular  la  iglesia  de  Santiago  que  era  de 
tapiería,  la  ediüoó  desde  los  cimientos  de  sillares 
con  columnas  de  mármol:  cosa  en  aquellos  tiempos 
rara  y  maravillosa,  por  su  poco  primor  y  mucha  gro- 
sería y  por  la  falta  de  dineros.  Reinó  cuarenta  y  ocho 
años,  como  lo  dice  Sampiro  Asturicense. 


(i)  La  corona  fue  electiva  basta  el  tiempo  de  don  Ramiro 
el  Primero,  quien  para  hacerla  hereditaria  discurrió  el  medio 
de  hacer  eleirir  y  proclamar  al  primo;?énito  viviendo  el  pa- 
dre ,  como  lo  siguieron  haciendo  sas  sucesores.  De  esta  ma- 
nera ,  sin  conten timiento  de  los  pueblos ,  se  estableció  entre 
nosotros  la  monarquía  hereditaria. 


GASPAR   T  ROIG. 

En  el  principio  padeció  algunas  tormentas.  Don 
Fruela  hijo  del  rey  don  Bermudo  ^2)  era  conde  de 
Galicid,  poderoso  en  riquezas  y  aliaaos :  y  como  per- 
sona de  sangre  real  por  ventura  pretendía  pertene- 
cerle la  corona,  ó  por  menosprecio  que  tenia  del 
nuevo  rey ,  se  llamó  rey  en  Gahcia.  Don  Alonso,  por 
hallarse  flaco  de  fuerzas  y  desapercibido,  acordó  de 
dar  lugar  al  tiempo ,  y  retirarse  á  aquella  parte  de 
Vizcaya  que  así  ahora  como  entonces  se  llamaba 
Álava ,  dado  que  era  mas  ancha  que  al  presente.  Pe- 
ro como  el  tirano  no  enderezase  el  poder  que  tomara, 
al  pro  y  bien  común ,  «ino  pretendiese  oprimir  á  sus 
vasallos ,  fue  muerto  por  conjuración  de  los  ciudada- 
nos de  Oviedo.  Acudió  luego  don  Alonso  á  las  Asto* 
rías,  donde  fue  recebido  con  gran  voluntad  de  los 
naturales.  Sosegó  y  ordenó  las  cosas  del  reino ,  y  cas- 
tigó á  los  culpados.  La  parte  de  Vizcaya ,  que  en  aquel 
tiempo  se  llamaba  Álava,  estaba  sujeta  a  los  reyes  de 
Ovieao,  lo  demás  tenia  por  señor  a  Zenon ,  príoci- 
pe  (3)  del  linaje  de  Eudon  duque  oue  fue  de  Aqoita- 
nia.  Eylon  pariente  de  Zenon ,  tenia  por  el  rey  el  go- 
bierno de  Álava  :  este  confiado  en  la  revuelta  del 
reino ,  ó  en  la  ayuda  de  Zenon ,  se  levantó  contra  el 
rey ,  que  en  persona  acudió  á  sosegar  aquellas  altera- 
ciones desde  León.  Apaciguó  enoreve  v  sin  sangre 
agüella  provincia  :  prendió  al  mismo  Eylon,  y  le  en- 
vió á  Oviedo  y  le  tuvo  basta  que  falleció  en  la  cárcel. 
No  mucho  después  venció  en  batalla  al  mismo  Zenon 
señor  de  Vizcaya ,  y  preso  Je  puso  en  la  misma  cár- 
cel, porque  con  desee  de  novedades  también  se  al- 
terara. De  este  Zenon  refieren  que  quedaron  dos  hi- 
jas, la  una  se  llamó  Toda,  que  fue  mujer  de  Iñigo 
Arista  rey  de  Navarra;  la  otra  Iñiga,  dicen  que  casó 
con  Zuria  que  adelante  fue  señor  de  Vizcaya,  de 
cuja  sangre  algunos  pretenden  que  decendian  los 
señores  de  aquella  tierra  antes  que  Vizcaya  se  incor- 
porase en  la  corona  real  de  Castilla.  Con  el  castigo 
tiestos  dos,  los  demás  tomaron  aviso  qae  no  debían 
menospreciar  al  rey  ni  su  saña ,  y  que  la  traición  es 
dañosa  á  los  mismos  que  la  bacen.  Después  desto 
Álava  fue  dada  á  un  nombre-  príncipaJ  llamado  el 
conde  Vigila  ó  Vela.  El  señorío  de  Castilla  poseia  el 
conde  don  Die^  Porcellos.  Todo  este  sucedió  el  pri- 
mer  año  del  remado  de  don  Alonso. 

En  el  siguiente  cargó  mas  el  temporal,  porque 
Imuodaro  y  Alcama  capitanes  moros  (4)  se  pusieron 
sobre  la  ciudad  de  León,  pero  ei  rey  les  forzóla  alzar 
el  cerco  y  dar  la  vuelta  con  granae  estrago  que  en 
sus  gentes  hizo.  Juntamente  con  deseode  fortificarse 
y  de  vengarte  délos  moros  hizo  liga  con  los  navarros 
y  franceses  (5)  y  para  que  el  asiento  fuese  mas  firme, 

(2)  Los  historiadores  antiguos,  cuando  hablan  de  los  hijos 
de  don  Bermudo ,  nombran  solo  á  don  Ramiro  y  don  García 
habidos  antes  que  reounáase  la  corona  á  (kvor  Je  don  Akm* 
so  II  el  Casto :  es  evidente  que  el  rebelde  don  Fmela  ao  fne 
hijo  del  rey  don  Bermudo ,  ni  de  sangre  real. 

(3)  Ningún  escritor  de  aquellos  tiempos  habla  de  este 
Zenon.Los  reyes  de  Asturias  dominaban  la  Vixcaya,  Navarra, 
y  la  parte  de  Aragón  que  no  ocupaban  ios  moros,  y  enviatea 
condes  para  su  gobierno.  La  batalla,  pues,  que  dice  Mariau 
le  dio  el  rey  don  Alonso  para  sujetarie ,  es  fabulosa,  y  lo 
mismo  debe  decirse  de  Zuna  ,  que  supone  sucesor  de 
Zenon. 

(Á)  Se  llamaban  Albueancen  y  Almandarí ;  y  la  batalla  se 
dio  el  año  872 ,  el  quinto  ó  sesto  del  reinado  de  don  Alonso, 
y  no  el  segundo  como  dice  nuestro  autor. 

(&)  Como  los  navarros «  que  estaban  sujetos  á  los  reyes 
de  Asturias-,  causaban  cuidados  al  rey  don  Alonso  con  su 
rebeliones  y  le  apartaban  de  la  guerra  de  loa  moros,  le  pare- 
ció conveniente  acabar  estas  disensiones  cediendo  este  país 
en  titulo  de  feudo  al  conde  de  Bígorra  don  Sancho  liíigo,  que 
era  pariente  de  los  reyes  de  Francia,  con  la  condidoo  de  que 
le  habian  de  dar  en  matrimonio  á  do2a  Sumdia  ó  JimeDa 
que  era  de  la  misma  familia  real.  Llevaba  en  ello  por  mira 
que  el  tratado  fuera  mas  firme,  y  con  la  ayuda  de  los  frao* 
ceses  y  OAvarros  resistir  mejor,  y  vengarse  de  los  moras. 
Muerk)  el  conde,  los  navarros,  con  la  ayuda  de  los  liraDre- 


HISTOniA  DE  tSPAN*. 


Cifó  con  nni  señora  del  lioaje  de  toi  rejes  de  Fran- 
cia llamada  entonces  Amelina,  y  dupnes  doña  Ji- 
nwu.  Deite  malrírooaio  nacieron  don  Garda ,  don 
Ordoño  y  don  Fraels  que  fneron  consecutiTsmente 
reyes ;  y  también  don  Gonzalo  ((ue  al  tanto  fue  arce- 
<)iaiio  ¿a  Oviedo.  Las  allereciunea  que  entre  silos 
moro*  tenian,  daban  buena  ocasión  á  los  nuestros 
para  mejorar  sa  partido.  Los  de  Toledo  confiados  en 
la  fortaleza  de  su  ciudad,  y  irritados  por  la  aereridad 
y  crueldad  de  los  rayes  de  Córdoba ,  de  nueTO  toma- 
roD  lis  armas.  Las  pretensioDes  del  pueblo  son  vanan 
cuando  no  son  enderezadas  por  la  pradencii  y  Talor 
á*  alfiuQ  buen  capitán.  Por  eato  Mabomad  Abenlope, 
qn«  debid  ser  nieto  de  Huía ,  con  nombre  de  rey  se 
encarKó  del  gobierno.  La  guerra  fae  de  mayor  ruido 

Íue  importancia ,  í  cansa  que  los  de  Toledo  en  breve 
leroD  tojetados  por  el  rey  de  Córdoba.  Abenlope  y 


sus  hermanos  escaparon  y  acudieron  al  amparo  del 
rey  don  Alonso  :  éfpor  entender  serían  de  provecho 
para  la  guerra  de  los  moros  los  amparó  y  les  niio  mu- 
chas caricias.  Luego  después  destoajudado  así  des- 
loe como  de  Traoceses,  navarros  y  vizcsinos  entró 
por  las  tierras  de  los  moros ,  corrió  los  campos,  des- 
truya los  pueblos,  hizo  presas  por  todas  partes  :  con 
que  sin  hacer  otro  efecto ,  despidiú  y  desnizo  el  ejér- 
to  ,  rico  y  caroado  de  los  despojos  moriscos. 

El  año  siguiente  que  se  contal»  874 ,  los  de  1'oledo 
coa  deseo  t  lo  oue  se  puede  creer ,  de  agradar  i  los 
reyes  de  CÚrdoDa ,  entraron  por  tierra  de  cristianos 
sin  parar  hasta  el  rio  Duero.  Sobrevino  el  rey  al  im- 

Sroviso  cercado  an  pueblo  llamado  Pulveraria,  por 
opasael  rio  Urvico,  ahora  Orvigo.  En  aquella  parte 
dio  tal  carga  sobre  los  enemigos,  oue  degolló  nista 
doce  mil  dellos ;  y  poco  después  desbarató  otro  ejér- 


ilciliil  de  C6tJiilM 


cito  de  cordobeses  que  venia  en  pos  de  los  primeros. 
La  matanza  qne  hizo  fue  mayor,  ce  parecieron  todos 
Fuera  de  diez  que  hallaron  títos  entre  los  cuerpos 
muertos.  Sefniianse  con  la  fuerza  del  ejército  morisco 
Almundar  hijo  del  rey  de  Córdoba ,  y  con  él  Ibengu- 
oimo  espitan  de  gran  nombre.  Estos  avisadas  de  la 
mst»Dza  de  los  suyos  se  recelaron  de  llegar  á  Sublan- 
cia .  pueblo  en  que  el  rcT  estaba ,  y  de  noche  mas 
que  de  paso  dieron  la  vuelta  £  grandes  jornadas.  Sin 
embargóse  tralódeconcieit^  por  medio  de  Abuhalit, 
que  en  las  guerras  pasadas  fue  preso  por  los  nuestros 
cu  Galicia,  y  con  rehenes  que  dio  le  soltaron;  por 
donde  tenia  afición  á  los  cristianos.  Negoció  tan  bien. 


que  por  sa  medio  se  concertaron  tresnas  de  tres  años, 
en  el  cual  tiempo  hobososiego;  y  después  de  pujado 
don  Alonso  con  sus  genles  que  juntó ,  entró  por 
tierra  de  moros,  y  pasado  Tajo,  llegó  hasta  Herid» 
con  grandes  muertes  yroboaque  hizo  por  todas  par- 
tes. Desde  allí  sin  que  ninmín  ejército  de  moros  sa- 
liese contra  él ,  dio  vudta,  alegre  por  los  muchos  des- 
pojos que  llevabs. 

En  Indas  estas  guerras  se  señaló  sobre  todos  el  es  • 
fuerzo  y  valor  de  Bernardo  del  Carpió,  que  fue  cause 
que  la  cristinndad  en  la  edad  del  rey  que  no  era  mu- 
cha ,  no  recibiese  algún  daño.  Concluidas  pues  tan- 
tas cosas,  como  hubiese  acompañado  al  rey  hasta 
Oviedo,  tomó  de  nuevo  á  hacer  instancias  sobre  In 
libertad  de  su  padre  :  que  debia  bastar  prisión  de 
tantos  años,  yera  justo  que  el  rey  se  inclinase  á  tu 


.[tuticMO  ,sJiio  púrli  idImhu  Un  larKa  y  mal  traU- 
iiiieiKo  de  aquel  desventurado  viejo,  ú  lo  menos  per- 
donase la  culpa  del  podre  por  los  Mrvi'ciot  del  hijo: 
uue  si  ni  el  respeto  del  deudo,  ni  sus  leales  servicios 
le  movían,  por  dem&a  esperaría  mayores  mercedes 
■de  quien  no  hacia  caao  de  sus  ruegos  y  lágrimHíi  en 
demanda  tan  justificada.  Parecía  á  los  mas  que  Ber- 
Diardo  teoia  raion ;  pero  prevalecíú ,  según  yo  pienso, 
«I  parecer  de  los  contrarios ,  que  decían  ser  conve- 
flíente  á  la  dignidad  del  rey  vengar  la  nfrenU  hecha 
contraía  magestad,  y  do  mudar  la  sentencia  de  loa 
antecaaiH«8  por  respeto  de  ningún  particular.  Alte~ 
rose  con  esta  respuesta  Bernardo ,  siliúse  de  la  oórte 
«on  grande  aconipañamieolo  demuchoique  se  lear- 
rinuron.  Edifica  cuatro  leguas  de  Salamaoca ,  donde 
ahora  está  la  villa  de  Alba ,  el  castillo  del  Carpió,  del 
Fual  él  mismo  tomd  elapellido :  desde  este  castillo  de 
tirdiaarío  bacía  cabalgadas  en  las  tierras  del  rey,  ro- 
baba, saqueaba,  y  talaba  ganados  y  campos.  Por 
otra  parte  los  maros  á  su  instancia  trabajaban  g" 
demente  la  tierras  de  crisUaDos. 

El  rey  movido  destos  daños  hizo  junta  de  grandes 
en  Salamanca,  que  mudados  de  parecer  acordaron 
se  hiciese  lo  que  Bernardo  pedia ,  á  tal  empero  que 
primeramente  entregase  el  castillo :  no  se  sabía  á  lo 
<)Ue  parece ,  que  el  padre  de  Bernardo  era  ya  muerto 
en  la  cárcel.  Pues  como  le  hobieseo  despojado  del 
castillo,  y  no  le  restituyesen  i  su  padre ,  despechado 
se  pasó  á  Francia  yPíaTarra.  En  aquellas  partes  pe- 
regrinando de  uuBS  tierras  6  otras ,  acabó  la  vida  en 
lloro  y  tristeza,  como  dicen  muchos.  Otros  lo  contra 
dicen,  y -persuadidos  por  un  sepulcro  que  hoy  se 
muestra  en  Aguilar  del  Campo  con  nombre  de  Ber- 
nardo ,  sienten  que  surríó  coa  grande  ánimo  loa  r«ve- 
sesdelí  fortuna,  yen  tanto  que  vivió,  sirvíúá  su  rey 
con  el  esFueno  y  diligencia  que  solia.  A  la  desgracia 
de  Bernardo  se  siguió  otro  nuevo  desastra,  j  fue 
que  don  Frnela,  no  se  sabe  porqué  causa  ni  porqué 
agravios,  se  conjuró  de  dar  la  muerte  al  rey  su  her- 
mane {!).  Descubrióse  el  trato;  y  preso,  le  privaron 
de  la  nstay  condenaron  i  cárcel  pvpá'ua.  La  misma 
■enteiKÍa  por  mandado  del  rey  se  ejecutó  en  don  Ñu- 
ño, don  Banurdo  ydon  Odoarío;  Umbien  hermanos 
sujM,  porque  se  juntaron  con  don  Fruela:  castigo 
cruel ,  de  que  resultaron  nuevasslteraciones,  cadou 
Bermndo  escapó  de  la  cárcel ,  y  con  ayuda  de  su  par- 
cialidad se  apoderó  de  Astorga ,  y  en  ella  se  forUficú 
por  algnn  tiempo,  sin  reparar  tiasta  venir  á  las  ma- 
nos con  el  mismo  rey  que  iba  en  su  busca ;  pero  fue 
vencKlO,  y  después  de  la  rota  se  huyó  á  tierra  de  mo- 
r»s.  El  rey  don  Alonso  por  esto  tomé  ocasión  para 
nac«r  mavores  estragos  en  las  tierras  enemiRas,  en 
espeaial  ftw  Un  molesto  á  los  de  tierra  de  Toledo, 
que  pasados  algunos  anos  por  gran  suma  de  dinero 
que  dieron ,  compraron  del  rey  treguas  de  tres  aBos: 
cosa  rony  honrosa  para  los  fieles,  y  afrentosa  para  los 
bárbaros.  "^ 

CAPITULO  XVUI. 

De  UD  cóndilo  qoe  se  celebró  en  Santiago  j  en  Oviedo. 

Por  esta  tiempo  Atbaulfo  obispo  de  Compostella 
dió  fin  á  BU  muy  larga  vida  en  la  soledad  donde  se  re- 
tiró. Sac«dióle  Slsenando,  hombre  de  grandes  par- 
tes,  esclarecido  por  sus  muchas  virturleg,  en  parti- 
cular persuadió  al  rey  que  los  deudos  de  los  que 
acusaron  á  Athaulfo,  fuesen  á  manera  de  esclavos 
entregadosal  templo  de  Santiago;  que  fue  un  ejem- 
plo muy  nuevo ,  y  ann  cruel ,  castigar  á  unos  por  los 

(I)  Da  ett*  rebelión  no  da  li  menor  noticia  el  Cronicón 
it  Albelda,  qns  escribió  entoores,  j  Simpjn),  de  <iuieo 
se  ba  tomado,  lo  di  cono  tiabllIlM  del  pnablo.  Ademia  ■« 
dice  que  loa  rebeldes  eru  berounos  de  doo  Alonso  qne  te 
stb  e  lue  hijo  ánico  de  don  OrdoSo. 


pecados  de  otros,  si  la  ^rundczii  de  la  maldad uo  ex- 
cusase en  pane  la  acedía  quecon  eHo^  usaran.  Tras- 
ladó el  cuerpo  del  difunto  á  Compostella ,  y  con  cue- 
vas obras' y  fábricas  aumenté  aquel  edificio  dé  (t 
iglesia  de  Santiago  :  demás  desto  á  su  coeta  fundó  en 
a(]oelia  ciudad  un  monasterio  de  benitos  coiydioca- 
ciondeSan  Martin,  y  un  colegio  que  llamé  de  Sau 
Feliz  que  en  los  sacerdotes  y  ministros  de  Santiago 
por  su  larga  vejez  exentos  y  juvUados ,  habida  ucen- 
cia^ fuesen  proveídos  y  stnteutados  de  lodo  lo  nece- 
sario. En  tiempo  deate  prelado  la  iglesia  de  Otiedt 
fue  becba  arzobispal.  Asimismo  el  templo  de  Santia- 

Dque  con  grandes  pertrechos  y  gastus  estxilta  aca- 
0,  consagraron  ciertos  obispos  que  se  juntaron 
en  un  concillo,  con  grande  solemnidad.  No  era  licito 
conforme  á  las  leyes  eclesiásticas  convocar  los  obít- 
pos  á  concilio  sino  fuese  con  licencia  del  pana(2).  Por 
"    "    io  presbíteros  oespacba- 
„  laron  del  papa  Jnan  Vl|] 
brebe,  en  que  hace  metropolitana  la  iglesia  <le 


esta  causa  Severo  y  Desiderio  pi 

dos  sobre  el  caso  á  Roma  ganaron  del  papa  Joan  VIII 


»rey  cristianísimo  y  á  los  venerables  obispos  y  abi- 
»des  y  ortbodoios  cristianos.  Pues  que  en  el  cuidado 
«de  toda  la  cristiandad  la  sempiterna  providencia  nos 
uhizo  sucesores  de  Pedro  principe  de  los  apóstoles, 
upor  la  amonestación  de  nuestro  Señor  Jesucristo 
usemos  apretados,  con  la  cual  con  cierta  voi  de  prí- 
nvilegío  amonestó  d  San  Pedro  diciendo :  Tu  eres  Pe- 
»dro ,  y  sobre  esta  piedra  edificaré  mi  Iglesia ,  y  á  M 
»te  dejaré  las  llaves  del  reino  de  los  cielos,  etc.  Al 
iiraesmo  otra  vez ,  acercándose  al  articula  de  la  glo- 
uriosa  pasión  de  Nuetetro  Señor,  dijo  :  Yo  rogué  por 
uli  para  que  no  falte  tu  fe  y  tú  convertido  alguna  vet 
aconfirma  tus  hermanos.  Por  tanto  pues  la  fama  de 
«vuestra  noticia  por  estos  hermanos  que  viaicroe  i 
nvÍEÍtar  los  umbrales  de  los  apóstoles ,  por  Severo  f 

í  'i)  Ya  bemos  liito  que  en  loi  ocho  primeros  sigku  if  I' 
Ig-líBiase  celebnron concilios  nicionalea,  provi u cíales  ]  dio- 
cesanos, por  la  sola  autoridad  de  los  prímades,  metrapolil)- 
ooi  y  obispos.  Después  de  la  eonveraioo  de  loa  godos  i  ¡'  '(< 
inlerreaii  la  érden  y  aprobación  de  los  soberanos;  no  ui  I' 
licencia  del  papa  que  no  se  vé  por  ningún  documento  se  pi- 
diera para  esto,  ni  que  ntagua  canon  lo  proscribiese  butt 
intoflcea. 


De  isa  dos  monedas  árabes  que  aqnl  presenta  mi»,  la  prr 

lera  e>  de  cobre  ¿inediia,  j  la  mas  anilina  que  seeDcui>nl>  < 
1  España,  puea  eítá  acuñad:i  en  Andalucía,  el  año  de  irSii 
.•  Eg¡ra.  que  rorreipoade  al  7Í7  de  J.  C.  sitnda  p.beruaii" 
Abderrahmaa  por  el  ralifa  Hewbim.  — La  segunda  e"!' 
plata  T  fue  aruúada  lanibien  en  Andalurii  pnr  el  ntifa  i1 
Córdoba  Abderrahman  í,  el  100  de  la  Egira  {776  de  J.  r ) 
Entre  la  una  y  la  otra ,  en  el  periodo  de  4»  lüos,  no  se  hi 
cneoDtrado  basta  el  día  nineuna  otra. 


BIBTOIHDB 

»rH»klem  presbHeroSj  á  Miotroe  con  imnitilloio 
)>oforde  bondad  nos  es  BMnifesUda;  con amoneata- 
DCion  fratermí  os  eibcnto  que  con  la  gcada  delMospor. 
))gaia  perseveréis  en  buenas  obras  para  que  laaban« 
ndante  bendición  de  S4  Pedro  nuesUrq  protecter  y  la 
nnaestra  os  ampare.  Y  todas  las  veces  hijos  carim- 
vmos,  que  qaieierealgnnodo  res  venir  ó  enviar  á  sos 
vcon  toda  alegría  de  corazón  v  «no  espírHnal  idelas 
náltinias  portes  de  Galkia;  de  la  cual  Dios  fuera  de 
»mi  os  hizo  rectores,  como  le|;itimos  h^os nuestros 
nos  recibironos^  y  á  la  iglesia  de  Oviedo ,  ^e  con 
Dvuestro  eonsentimiento  y  á  vuestra  instancia  bace^ 
vinos  metropolitana  y  mandamos  y  concedemos  que 
Diodos  vosotros  seáis  sujetos.  Asimittnó  mandamos 
iique  loáo  lo  que  á  la  dicba  silla  los  reyes  éotroACua-^ 
wlesqaier'fieles  justamente  han  ofrecido,  ó  para  ade- 
btanie  con  el  ayuda  de  Dios  le  dieren,  sea  estable  y 
nv^ledero  perpetuamente.  Eihorto  otrosí á  todosque 
Atengáis  por  encomeudades  los  portadores  destas 
nnuestras  letras.  Dios  os  guarde.» 

Con  los  dos  embajadores  del  rey  envió  juntamente 
el  pontiGee  á  España  un  tercero  por  nombre  Reinal- 
do, al  cual  dio  otra  carta  para  el  rey  lacha  por  jolio 
con  palabras  muy  regaladas  y  blandas  del  tenor  si- 
gaiente :  «Juan  obispe  siervo  de  k».  siervos  de  Dios 
»»!  amado  hijo  Alonso  glorioso  rey  de  las  Galicias. 
sHabíendo  recebido  vuestras  cartas^  porque  conoci- 
»nies  que  sois  devoto  para  con  nuestra  Santa  Iglesia^ 
nosdamoR  muchas  gracias,  rogando  á  Dios  que  crezca 
»el  vigor  de  vuestro  reino ,  y  os  conceda  victoria  de 
vmestros  enemigos.  Porque  como  vos  hijo  carisimo 
vpedistes,  rogamos  á  Dios  ordinftrismentov  c<m  ins- 
Dtnncia  que  gebieme  vuestro  reino,  y  os  salve,  guar- 
»de  y  ampare,  y  levante  sobre  todos  vuestros  enemi- 
9gu8.  Haced  que  le  iglesia  de  Santiago  apóstol  sea 
noon^agrada  por  los  obispos  españoles ,  y  con  ellos 
Dcelebrar  concilio^  Nos  asimismo  glorioso  rey  como 
Dvos  somos  apretados  por  los  paganos,  pero  el  omni- 
npotenie  Dios  nos  concede  deIJos  triunfo.  Por  tanto 
Drogamos  á  vuestra  candad  no  dejéis  de  isviarnos  al- 
DgUDos  provechosos  y  buenos  moriscos  con  sus  ar*- 
ninas  y  caballos,  á  ios  cuales  los  españoles  llaman 
Maballos  alféreces,  pera  que  recebidos ,  akbemos  á 
»Dius  y  os  demos  las  gracias,  y  por  el  gue  loe  tru- 
njere,  os  remuneraremos  de  las  bendiciones  de  San 
»Pedro.  Dios  os  guarde  carísimo  hijo  y  esclarecido 
»rey.i)  Dada  elmes  de  julio  ano  del  Seuorde  874  (I). 

Leídas  las  cartas  del  papa,  los  obispos  de  todo  el 
reino  fueron  convocados  para  que  a  día  señalado 
acudiesenen  cumplimiento  de  lo  que  seles  mandaba. 
Juntáronse  primeramente  en  Goropostella  buen  nú- 
mero de  obispos ,  no  meóos  que  catorce,  parte  de 
las  ciudades  que  estaban  en  poder  del  rey,  (os  demás 
de  las  que  tenias  los  moros  como,  obispos  de  anillo, 
y  poco  roas  que  de  solo  nombre.  La  cpstumbre  de 
aquel  tiempo  era  tal  que  las  unas  ciudades  y  Isa 
otras  tenían  obispos,  principalmente  las  que.  hablan 
ganado  de  los  moros  y  poco  después  eran  vueltas  á 
su  poder,  y  aun  de  las  que  pretendían  ganar  en  breve 
y  redttcillas  al  señorío  de  cristianos.  Gon  esta  traza 
y  confianza  en  lugar  de  los  que  morían ,  señalaban  y 
consagraban  otros  que  les  sucediesen.  £1  templo 
pues  de  Gomposlella  ó  de  Santiago  fue  porafueAos 
obispos  con  grande  solemnidad  eonsagraao  á  siete  de 
mayo  día  Junes,  luna  undécima,  j  tres  de  áureo 
número^  como  lo  dioe  Sampiro  Asturícense  (2):  pun- 

«  , 

(I)  No  se  hallan  ea  loa  Cronieenet  antiguos  tales  cartas, 
y  ei  el  Sam^yro,  áoieo  que  laa  ttcne,  están  sin  fecha.  Una 
circnnstancia  prueba  su  falsedad>  En  algunos  códices  de  este 
se  dice  que  de  este  Cronicón  antes  de  las  cartas  se  lee  la 
DoU  siguiente:  «la  carta  fue  tjraida  de  la  ciudad  de  Rosaa 
por  los  presbíteros  Severo  y  Desiderio  el  mes  de  julio  de  la 
era  (X)9.»  que  corresponde  al  971 ,  en  cuyo  tiempo  aun  no  era 
P^pa  Joan  Vllt,  p«ea  fae  eleeido  el  15  de  diciembre  de  872. 

(¿)  Consta  por  el  privilegio  que  eoaoedié  á  esta  snlsma 


WBPiAAé  >  231 

tosyso&aleoQttottdascoDeufrenon  el  a&oS76,y 
10  antea  ni  después  por  largo  tiempo.  El  altar  mayor. 
dedicaroB  al  Salvador,  dos  eolaterale»,  el  uno  en 
non^re  de  San  Pedro  y  Son  Pablo ,  el  otro  de  San 
Juan  Evaogelista :  el  que  cubría  los  huesos  del  após- 
tol Sftttiiafis,  no  pareció  consagrar  de  nuevo  por  te- 
ner entendido  que  sus  sietodiscípnlos  le  consagraron: 
solo  se  dijo  misa  sobre  él.  En  un  monte  alli  cerca 
conssgraron  asimismo  un  templo  en  nombre  del  mar* 
tir  San  Sebastian :  con  que  la  devoción  df  la  iglesia 
de  Santiago ,  que  de  antes  «a  muy  grande,  se  au- 
mentó mucho  mas. 

Once  meses  adelante  por  mandado  del  rey  los  míft- 
mos  obispos  se  juntaron  en  Oviedo  :  allí  en  cumpli** 
miento  oe  lo  que  el  napa  coneedia,  resolvieron  que 
el  obispo  de  Oviedo  fuese  arzobispo,  y  para  aquella 
dignidad  |>or  voto  de  todos  nombraron  á  Efmenegil- 
do.  Pareció  otros!  nombrar  arcedianos,  personas  de 
buena  vida ,  que  dos  voces  cada  un  año  juntasen  sí- 
nodos y  diesen,  órdc»  en  todo,  como  quien  hablada 
dar  cuenta  á  Dios  de  su  cargo ,  y  juntamente  visita- 
sen las  diócesis,  los  monasterios  y  parroquias.  Aiía- 
dieron  demás  desto  que  los  obispos  que  no  tenian 
diócesis  sirviesen  ftl  de  Oviedo  de  vicarios  para  que 
se  repartiesen  la  carga  entre  muchos,  y  él  de  su  renta 
los  susténtese;  y  que  asi  estos,  como  á  los  demás 
obispos,  señalasen  sendas  iglesias  en  la  ciudad  y  dió- 
cesi deOviedo^  coa  cuya  renta  se  entretuviesen 
cuando  se  celebrasen  concilios, y  tuviesen  donde 
acogwse  á  causa  de  las  ordinarias  entradas  que  lo» 
moros,  hacían.  En  cumplimiento  desté  decreto  á  diei 
y  seis  obispos,,  unos  que  tenian  diócesi  y  otros  que 
careian  della ,  señalaron  doce  templos,  al  de  León, 
de  Astorga.  delria,  al  Uicense^al  Britoniense,  sido 
Orense,  al  oe  Braga  (este*era  arzobispo)  al  Dumiense, 
al  Tndeaseí  alColumbríense»  al  Portocalense ,  al 
Sahnatíeense,  al  CauriensOí  al  Cesar-augustsnOf  al 
CHiagurrítano,  al  Turiaásonense,  al  Oséense.  Todos 
estos  nombres  y  el  número  sesacaron  de  los  mismos 
actos.del  concilio  en  gracia  dé  los  que  son  aficiona- 
dos «á  la  antigüedad,  que  Jos  coronistas  no  eseribea 
palabra.  De  aquí  sin  duda  procedió  que  Oviedo  en 
aquel  tiempo  se  llamó  ciudad  de  obispos,  como  lo  re- 
fieren* autores  muy  graves.  Los  akoaros  de  aqneUa 
diócesi  do  Oviedo  señalaron  los  mismos  obispos  y 
el  rey  la  acrecentó  en  rentas  y  posesiones  según  lo 
que  so  podia  llevar,  conforme  á  la  apretura  en  que 
estid>an  lascoaas  y  los  tiempos.  HaOáronse  presentes 
en  la  una  ciudad  y  en  la  otra  el  rey  y  la  reina' dona 
jimena,  los  hijos  del  rey  y  los  grandes ;  y  dada  con» 
ciusion.á  todas  estas  cosas,  despidieran  el  concilio. 


CAPITULO  XIX. 
De  lo  demás  que  sucedió  en  el  reinado  de  don  AÍodso. 

En  tanto  que  estas  cosas. pasaban  los  moros  esta- 
ban sosegados:  el  largo  oció  y  la  abundancia  de  Es* 
paña  tenia  apagado  el  brio  con  que  vinieron,  y  ablan* 
dado  su  natunl  belicoso;  <pie  ino  causa  de  pasarbo 
algunos  años  sin  quo  sucediese  cosa  algnna  digna  do 
memoria.  Solo  el  año  de  88  i  en  toda  España  bobo 
temblores  de  tierra  con  daño  y  destroso  de  muchos 
edificios.  El  rey  Mahomad  asistia  á  los  oficios  á  su 
modo»  cuando  un  rayo  que  cayó  de  repente  en  1» 
misma  mezquita,  mató  á  dos  que  estaban,  cerca  del, 
con  grande  espanto  de  todos  los  demás.  El  año  si- 
guiente Abdalla  bho  de  Lope,aquel  oue  huyó  de  To- 
ledo, olvidado  de  m  mercedes  que  del  rey  teoia  re- 
cebidas»  como  hombre  desleal  y  fementido  comenzó 
á  tratar  de  hacerle  guerra.  Para  esto  se  reconcilió  y 
hizo  su  asiento  con  el  rey  de  Córdoba,  La  envidia  que 
tenia  á  sus  tios,  le  llevaba  al  despeñadero  :  de  quien 

ifilesis ,  oue  lá  coasagraeioii  se  biso  el  año  880  que  ftie  el  Sfí 
del  reinado  de  Alonso  el  Magno. 


23Sfc  BIBLIOTECA  DE 

hacia  tanta  confianza  el  rey  áaa  AlomOy^o  toa  «n- 
treffó  á  8U  hijo  doo  Ordodo  oooo  por  prendas  de  la 
amistad  para  que  le  criasen  y  amaestrasen.  Gran 
mengua  de  su  padre^  pero  en  tanto  sejestimaba  en 
aqoei  tiempo  ta  araistM  4e  ios  moros. 

Oeste  pnneipio  aunque  peaoeno  se  sigoieroB  eosu 
mas  graves,  per  que  Abdalla  recogidas  sus  «entes 
rompió  por  las  tierras  de  crísliaoos :  las  talas  fueron 
muy  grandes,  los  temores  y  eepcransas  no  menores. 
Acudió  el  rey  y  venció  al  moro  cerca  de  Oüiorfco  en 
una  batalla  que  leí  dié,  asimismo  le  rechaaó  cen  daño 
de  Pancorvo,  de  que  pretendía  el  moro  apederam. 
Ne  acometieron  la  ciudad  de  León ,  dado  que  revol- 
vieron contra  ella,  á  causa  de  una  gruesa  guarnioioa 
de  soldados  que  dentr»  estaba.  Desta  manera  sin  ha- 
cer otro  efecto  aue  de  contar  sea ,  pa^do  el  río  As- 
tura  (ho^  Estola)  que  riega  aquellas  campiñas  y  pasa 
por  la  misma  ciudad  de  León,  el  ejército  eneaugo  por 
las  tierras  de  la  Luaitanía  volvió  á  Córdoba.  Iba  entre 
los  demás  moros  Abubalft :  hizo  instancia  con  el  rey 
don  Alonso  para  qfue  le  restituyese  su  hijo  Abúlcen, 
oue  dejara  como  en  rehenes  cuando  (como  se  dijo)  le 
dieron  liberlad.  La  negociación  fue  tan  grande ,  que 
al  fin  alcanzó  lo  que  pretendía.  Esto  sucedió  al  fin 
del  otoño,  el  cnatj^asado.  y  entrado  el  invierno, 
Abdalla  venció  en  cierta  pelea  ó  eneuentvo  á  ios  dos 
Zimaeles  lio  y  hermano  «nyes,  en  ciertos  lugares  ás- 
peros y  fragosos:  no  se  dice  en  qué  parte  de  España, 
sospecho  íue  en  él  reino  de  Toledo^  lo  me  consta  es 

2ue  los  nrendió,  y  ehenüjados  los  ewnó  -ai'castfile 
e^fiecaria.  Re  volvió  sobre  Zantfoza  jroen  el  mismo 
ímpetu  la  spjetó.  Esto  fue  ooasion'que  lis  lüértasde 
moros  y  decrístianos  se  volviesen  contra  él  dade  que 
con  una  embajada  envió  á  eseusarae  áb  loheehe  con 
el  rey  de  Córdoba :  y  porque  noreoebía  sus  escusas, 
cea  trato  doMe  r  embajadores  que  de  <ordi«ario  des* 
pochaha  al  rey  don  Alonso  pahí  asegursrse,  procu- 
raba su  amistad. 

fin  el  mismo  tiempo  los  cenées  den  Vela  y  den 
Diego  hicieron  liga  contra  élcomoeontra enemigo 
eomun.  Por  otra  parte  Almundar  hijo  del  rey  deOír* 
doba  y  Albuhalit  fueron  enviados  de  Córdoba  pan 
cercará  Zaragoza:  acometwiiento  que  fue  pordeniás 
á  cansa  de  la  fortaleza  de  auuella  ciudad  y  la  mucha 

{(ente  que  en  ella  hallaran,  además  que  AbdsHz  por 
as  eosss  que  habla  oomeódo  y  acabado,  se  hallaba 
muy  fuerte,  rico  y  feroz.  Dieron  los  de  Córdoba  inael* 
la  sobre  las  tierras  de  ¥izesya  y<ieCasliltai,  hieieron 
Islas  y  dafios:  acudieron  los  dos  condes  semdiehes^ 

Í  forzaron  ales  mores  á  salir  de  teda  la  Horra.  No  se 
escuidaba  el  rey  de  León,  'antes  tenia  juntas  sus 
gentes  en  Sublancia  con  iutentode  no  faltar  á  cual- 
quiera ocasión  que  se  4e  preséntase  de  dar  á  los  mo« 
IOS  si  aH3«es(er  {ueseJabatsU^  >  peso  i#)s  la  escusa^ 
rou  y  se  volvieron  á  h\x  tierra;  solo  destruyeron  el 
monasterio  de  Sahágun,  que  en  CasiMí  la  Vieja  era 
yes  muy  célebre.  ¥  sin  embargo  Abuhalit envió  algu- 
nos aaorosdesecrelo  al  rey  don  Alonso  para  tratar  de 
Imcer  paees ;  'y  sobre  lo  mismo  Dulcidlo  presbitero 
de  Toledo  fue  per  eirey  envind^áCórdobaen  fiadel 

aHO  ooS. 

En  tanto  que  estoa  trates  andaban,  una  armada  de 
moros  fue  se  juntó  en  Córdoba  y  en  SeviNai  por  mar 
acometió  las  riberas  de  Galicia  por  estar  muchos 
•pueblos  sin  murallas,  y  que  po(íhan  ftoilmoBte  ser 
ssgueades.  No  hizo  algún  efecto  la  dicha  armada  á 
causa  de  los  recios  temporales  que  la  desbarattfon  j 
eoliwon  á  fondo :  pocos  con  el  general  Abdelbamit 
escaparon  del  naufragio  y  de  la  tormento.  Al  mismo 
tiempo  por  díKgenoia  de  Dulcidío  se  asentaron  tre- 
guas de  seisenos  con  los  moros^  y  los  caernos  de  los 
máitiras  finlogio  y  Leeoridaeon  voluntad  áe  los  erís- 
tiunos  cucuyo  poder  estaban,  de  Córdoba  tos  trasla- 
daron á  Oviedo«  Siguióse  la  muerte  de  Mahomad  año 
de  los  árabes  doscientos  y  setenta  y  tres,  de  nuestra 


GA8P4B   T  ROIG, 

sidvacion  88d :  dejé  trdnta  h^os  y  vemts  hipis.  Fue 
hombre  de  innenio  no  grasoso  ;  para  musstra  se  re- 
Aere  que  un  oia  como  se  pasease  en  sus  jardines,  y 
cierto  soldado  le  diieae  :  ¡  Qué  hermoso  jardín,  qué 
día  tan  chiro,  quésigle  tan  alefjre,  si  todo  esto  tese 
perpetuo'!  respondió  t  Antes  sino  hoéien  muerte, 
yo  no  fuera  rey«  Sucedióle  Almundar  su  hijo^  prín- 
cipe manso»  de  condición  y  Hberal  ca  al  principie  de 
su  remado  perdonó  á  los  de  Córdoba  derla  imposi- 
ción en  que  acostumbraban  pagar  dediez  uno.  EUos 
olvidadas  desta  beneficio  se  aJbiirotaron  contra  él. 
Aparejábase  para  sosegar  estas  alteraciones,  cuando 
le  sobrevino  ia  muerte  afttes  de  hsber  reinado  dos 
años  enteros^  Dejó  seis  hijos  y  siete  liijas.  Sucedióle 
por  voto  de  los  soldados  Abdalla  su  hermaiio  el  ano 
888  :  reíQÓ  por  espacio  de  veinte  y  cinco  años.  Les 
principio^  fueron  revueltos  á  causa  oue  Homar  prln- 
cipül  entre  ios  mores  y  de  ingenio  bnmcioBO  se  levan* 
tó  contra  él.  Ualbom ,  Astspa  ó  Eslepona ,  Sevitta  y 
otros  pueblos  se  le  aüeguron.  Estas  grandes  alteracio- 
nes tuvieron  ftcii  salida,  porque  Homar,  uMidadopro* 
pósito,  aícsv^  perdón  yserecoDcthócon  d  rey.  Es- 
ta facilidad  del  perdón  le  fue  ocasión  y  le  dio  ánimo 
para  tornar  en  brsve  á  alborotarse. 

Andaban  los  meros  de  muy  antiguo  divididos  en 
dos  parcialidades  de  Homeyas  y  At»vecinos,como 
quena  arríbn  dicho.  Con  esta  dlvisiett,DO  podía  fitltar 
a  los  amigos  ds^  novedades  geqte  y  pueble  que  los  si- 
guiese. A1»dalla  siguió  por  todss  parles  á  Homar  y  le 
redujo  á  tal  eprelura ,  que  se  huyóá  tierra  de  cris- 
tianos, deode  dejada  la  supsfstidon  de  sus  padres, 
se4l»autisó:nóeesi  sinceridad  y  de  veras,  sino  con  en- 
mAo,  COMBO  se  entendió  con  el  tiempo,  que  lodo  lo 
ueelara.'Contra  den  Alonan sesfHeraron  los  vizcaínos: 
la  cabeza  y  candiMo  fiíe  Zuría,  yerno  de  Zenon,  hom- 
bre principal  ei»tre  aquella  gente.  Acudió  don  Qrdo- 
fto  enviado  por  el  rey  su  psdre  para  sosegar  aquella 
gente;  pero  íiie  vencido  por  los  eontranos  en  una 
Eailalla  que  se  dio  cerca,  de  Arríogorriaga,  ydella 
aquel  pueblo  tomó  este  nombre  que  significa  ^como 
lo'  drcen  los  que  saben  la  lengua  vizcaína)  piedras 
sangríenUis,  como  quier  que  antes  se  llamase  Pado- 
ra.  En  premio  desu  victoria  hicieron  á  Zuría  señor 
de  Vizcaya  que  dicen  era  de  la  sangre  de  los  reyesde 
Escocia.  ¿(íuién  podrá  bastantemente  averiguar  la 
verdad  en  esta  parle?  La  aspereza  de  aquellos  luga- 
res, según  yo  entiendo,  fue  causa  que  el  rey  no 
vengase  aqueHa  afrenta,  demás  de  su  edad  que  esta- 
ba adelante,  y  por  el  mismo  tiempo,  vuelto  el  peo- 
saraientoáías  artes  de  la  paz,  se  oqupaba.enedfticar 
igtesiasen  nomlÑre  de  los  santos,  y  castillos  y  pueblos 
para  senurldod  y  cossodídad  de  sus  vasallos. 

En  «principio  de  su  reinado  reedificó  áSubfamcia 

ÍáCea  cerca  de  León,  el  castillo  de  Gauzon  á  la  od- 
a  del  mar,  puesto  sobre  un  peñol  entre  Oviedo  y 
Oijon  después  las  ciudades  de  Braga,  Porlu  y  Yiseo, 
OMves  ^eaeilamaba  antiguamente  Aquai  Flavir, 
y  también  la  ciudad  de  Oca :  todos  pueblos  que  ha- 
bian  estado  largo  tiempo  destruidos  y  deshabitados. 
El  mismo  año  nadeció  Sentica,  y  con  la  misma  libe- 
ralidad y  cttidaoo  fue  reparada  con  nombre  de  Zamora 
Kr  las  muchas  piedras  turquesas  que  por  alli  se  ha- 
n  que  se  Ñaman  asi  en  lengua  morisca.  A  doa 
Gwpcia  su  hijo  aló  el  rey  cuidado  de  edificar  á  Toro, 
que  ios  antiguos  INimaron  Sarabis.  Asimismo  gana- 
ron de  los  moros  á  Coimbra  en  Lnsitania.  en  Castilla 
la  Vieja  Simancas  y  Dueñas  con  toda  ía  tierra  de 
Campos:  comarca  que  á  ejemplo  de  Italia  v  de  Fran- 
cia se  puede  en  latm  Hamar  oomJMñia.  El  grande  y 
real  monasterio  deSahagun  míe  los  moros  asotaron, 
fue  de  nuevo  reparado  y  vuelto  á  los  mongos  de  San 
Benito ;  al  cual  ninguno*  en  grandeza ,  magostad  y 
riqueza  se  aventajó  antiguamente  en  Espaiía ,  y  aun 
hoy  es  de  los  mas  nombrados  que  en  eUíii  se  hallaQ. 
Para  tan  grandes  y  tantas  obras  no  bastaban  los 


lilSTOlUA  DB  KSPAIIA. 


233 


tesaros  reales  m  sus  haberes;  impuso  nuevos  peehos 
y  derramas :  cosa  que  se  debe  siempre  escusar ,  sino 
es  cuando  la  repúbliea  se  halla  en  tal  aprieto  que  to- 
dos «BUeaden  es  forzoso  sajetarse  á  ia  necesiaad,  si 
se  quieren  salvar.  Bsla  verdad  se  entiende  mejor  por 
lo  que  nesoltó.  Estaban  los  vasallos  por  esta  causa 
desgraciados :  la  reina  doda  Jimena ,  que  también 
aadaba  desatada  con  sn  marido ,  persuadió  á  don 
Gsfck  BU  hijo  (i)  que  se  aprovechase  de  aquella ooa* 
sien  V  tofloase  las  armas  contra  su  padre,  no  se  des- 
cuido el  rey  aunoue  viejo  y  flaco  :  acudió  luego  á 
Zamora ,  prendió  a  su  hijo ,  y  mandóle  guardar  en  el 
castillo  Gauzon.  No  pararon  en  esto  los  desabrimien- 
tos y  malas.  Era  suegro  de  don  Garefa  Ñuño  Hernan- 
dos osnde  de  Castilla,  principe  poderoso  en  riquezas 
Y  en  vasallos.  Este  con  ia  ayuda  de  la  reina  y  de  los 
oermanos  del  preso  hizo  brava  guerra  al  ray  que  du- 
ró dos  anos.  Al  cal»  dallos  ios  cunjurados  salieron 
coB  su  intente,  y  el  pebre  rey  cansado  del  trabajo,  ó 
con  deseo  de  vida  mu  reposada ,  renunció  el  reino,  y 
le  dio  á  su  hijo  don  García.  A  don  Onioño  el  otro  hiío 
dio  el  señorío  de  Galicia  (2).  Lo  uno  y  lo  otro  sucedió 
el  añe  9iO.  El  cual  ano  pasado  como  don  Alonso  ho«- 
biese  ido  en  Romería  á  Santiago  por  su  devoción;  con 
voluntad  de  su  hijo  hecho  de  nuevo  una  buena  en- 
trada en  tierra  de  moros  falleció  en  ia  ciudad  de  Za- 
mora. Su  cuerpo  y  el  de  su  mujer  sepultaron  prime- 
ro en  Astoijia ,  después  fueron  trasladados  á  Oviedo. 
En  el  mismo  tiempo  Abdalla  rey  de'  Córdoba »  en 
edad  de  setenta  y  dos  años  murió  en  Córdoba,  dejó 
doce  hijos  y  trece  hijas.  De  Abdalla  hijo  de  Lope  no 
se  sabe  lo  que  se  hizo :  no  faltara  la  diligencia  si  se 
descabríera  camino  para  averiguar  esta  y  semejantes 
faltas.  Habremos  de  usar  de  conjeturas.  Entiendo 
que  con  ayuda  de  los  reyes  de  Oviedo  se  mantuvo  en 
el  señorío  de  Zaragoza,  y  que  del  descendieron  los 
reyes  que  fueron  adelante  de  aauella  noble  ciudad. 
El  reino  de  Córdoba  bobo  Abderrahman  nieto  de 
Abdalla,  hijo  de  Mahomad:  cosa  nueva  entre  los  mo- 
ros, que  fuese  el  nieto  antepuesto  á  los  hijos  del  di- 
funto •  tíos  que  eran  del  nuevo  rey.  Tenia  veinte  y 
tres  años  cuando  tomó  la  corona ,  y  gozóla  por  espa- 
cio de  cincuenta  años.  Llamáronle  por  sobrenomore 
Almanzor  Ledin  Alia ,  es  á  saber  defensor  de  la  ley 
de  Dios;  y  también  miramamunin.  que  quiere  decir 
príncipe  de  los  que  creen.  Tal  es  la  costumbre  que 
cuando  los  imperios  se  van  á  caer,  entonces  los  que 
ios  tienen ,  para  disimular  su  cobardía  y  flaqueza  se 
arman  y  afeitan  con  apellidos  magníficos,  \erdad  es 
que  Abderrahman  se  puede  contar  entre  los  grandes 
reyes  asi  en  el  gobierno,  como  en  las  cosas  de  la 
guerra  por  todo  el  tiempo  de  su  vida  tuvo  atención  á 
componer  las  discordias  de  su  nación ,  y  sosegar  las 
parcialidades  ^e  amenazaban  mayores  daños:  admi- 
nistraba justicia  con  mucha  rectitud,  edificó  un  cas- 
tillo junto  á  Córdoba,  en  África  tomó  la  ciudad  de 
Ceuta  :  demás  desto  con  real  magnificencia  aumentó 
y  mejoró  las  ciudades  y  pueblos  de  todosu  reino:  co- 
menzó á  reinar  el  año  trecientos  de  los  árabes ,  coa- 
forme  á  la  cuenta  del  arzobispo  don  Rodrigo  que  ei| 
este  lugar  no  se  aparta  de  la  verdadera. 

CAPITULO  XX. 
De  los  reyes  don  Garda  y  don  OrdoSo  el  Segando. 

El  poder  adquirido  malamente  no  suele  ser  dura- 
dero. Así  don  uarcla  el  reino  que  tomó  por  fuerza  á 

(1)  Los  escritores  eoDtemporáoaos  que  refieren  eftta  con- 
juración de  ]a8  hijos  contra  su  padre  no  acusan  de  este  delito 
¿  la  esposa,  ni  hacen  mencioQ  se  ella. 

(2)  Don  Alonso  no  hizo  mas  que  abdicar,  y  las  cortes  que 
»e  tuvieron  en  Leoh  eligieron  por  sucesor  á  dea  tiarcia ,  que 
jiQso  allí  su  corte.  Hito  gobernador  de  Galicia  á  su  hermano 
don  Ordoiío ,  y  de  Asturias  á  don  Froela :  pero  sujetos  á  sus 
órdenes  como  subditos. 


su  padre,  tuvo  solo  tres  años.  En  esta  tiempo  hizo  de 
nuevo  guerra  á  los  moros :  entró  por  sus  tierras ,  ta- 
lóle los  campos,  saqueóles  los  lugares,  y  á  un  señor 
moro  llamaao  Ayola  que  le  salió  al  encuentro ,  ven- 
ció en  batalla  y  le  cautivó ;  pero  á  k  vuelta  por  culpa 
de  los  guardas  se  les  escapé  cerca  dis  un  lugar  llama- 
do Trémulo.  El  rey  falleció  en  Zamora  año  de  nues- 
tra salvación  de  9 i  3.  No  deió  sucesión :  por  esto  don 
Ordoño  su  hermano,  sabida  su  moerte,  de  Galicia 
donde  tenia  el  señorío,  sin  dilación  vinoá  tomar  la 
corona.  Fue  buen  principe  y  templado,  si  lo  (Matrero 
fuera  conforme  á  los  pnncipios ,  y  no  ensuciará  sus 
manos  con  la  sangre  inocente  de  los  condes  de  Cas- 
tilla. Reinó  por  espacio  de  nueve  años  y  medio.  Lo 
primero  para  ganar  reputación  v  quebrantar  ia  so- 
berbia de  ios  moros ,  con  gente  de  ios  suyos  que 
iunté,  rompió  por  el  reino  de  Toledo.  Puso  sitio  so- 
bre Talavera  villa  principal  y  de  muy  alegre  suelo  y 
cielo .  noble  por  ios  muchos  moradores,  ^  íúerte  por 
sus  muros  en  gran  parte  de  silleria.  Envió  el  rey  de 
Córdoba  buen  golpe  de  gente  para  socorrer  los  cer- 
cados; mas  fue  vencida  en  batalla  y  d  pueblo  entra- 
do por  fuersa  :  puesto  á  saco ,  le  quemaron  á  causa 
que  no  se  podia  conservar  por  estarde  todas  partes 
rodeado  de  moros.  Eiflobernadordel  pueblo  con  otros 
muchos  fue  preso  :  el  ejército  cargado  de  despojos 
moriscos  V  alegre  volvió  á  su  tierra. 

El  rev  de  Córdoba  dudoso  por  aquel  principio  de  lo 
que poaria  suceder,  y  temiendo  las  fuerzas  oe  aquel 
rey  brioso,  envió  á  ro^r  con  humildad  al  rey  de  la 
Mauritania  oue  de  Afinca  le  proveyese  de  socorros  y 
de  gentes.  Vino  el  Africano  en  ello ,  movido  por  el 
peligro  de  su  nación,  con  deseo  de  rebatir  el  orgullo 
de  los  cristianos  que  de  cada  dia  mas  y  mas  mejora- 
ban su  partido.  Despachó  buen  número  de  gente 
africana  y  por  su  capitán  á  Almotaraf.  Juntóse  con 
estos  el  eíércite  de  los  moros  de  España ,  y  por  gene- 
ral de  toaos  un  moro  llamado  Avolalpaz.  Entraron 
por  tierra  de  cristianos  hasta  llegar  a  la  ribera  de 
Duero.  Salióles  el  rey  al  encuentro  :  dióse  ia  batalla 
cerca  de  Santisteban  de  Gormaz,  que  fue  muy  reñida 
y  por  ^raade  espacio  estuvo  suspensa  sin  declarar  la 
victoria  :  últimamente  muertos  los  dos  capitanes  mo- 
ros y  ^ran  número  de  su  jj^ente,  los  demás  se  pusieron 
en  huida.  Con  esto  los  cristianas  quedaron  libres  de 
un  gran  cuidado  y  conseja ,  por  considerar  el  peligro 
en  que  las  gentes  de  África  pondrían  á  los  que  ape- 
nas podrían  contrastar  al  poder  de  los  moros  de  Cór- 
doba. Para  que  el  fruto  de  la  victoria  fuese  mayor, 
pareció  apretar  á  ios  moros  que  vencidos  y  medrosos 
estaban,  y  en  seguimiento  de  la  victoria  dar  el  gasto 
á  los  campos  y  pueblos  de  la  Lusítania  basta  llegar  á 
Guadiana ;  en  particular  las  tierras  de  Marida  y  de 
Badajoz  padecieron  mayores  daños.  El  espanto  de  los 
naturales  fue  tan  grande ,  que  procuraron  tomar  al- 
«un  asiento  con  el  vencedor  hasta  comprar  por  gran 
ainero  la  paz.  Esto  sucedió  el  año  auinto  del  reinado 
de  don  Ordoño,  que  se  contaba  cíe  918  de  nuestra 
salvación. 

El  rey  concluidas  tan  grandes  cosas,  dio  la  vuelta, 
y  con  recibimiento  á  manera  de  triunfo  entró  en  la 
ciudad  de  León ,  que  por  la  comodidad  de  su  tio  pen- 
saba hacella  real  y  asiento  de  aquellos  reyes.  Con 
este  intento  procuró  ensanchalla  y  adornalla  de  nue- 
vos edificios.  En  primer  lugar  trasladó  á  su  real  pala- 
cio el  templo  de  San  Pedro  y  San' Pablo  en  que  estaba 
la  silla  del  obispo,  por  estar  fuera  de  los  muros  y 
correr  peligro  :  palacio  gue  los  moros  antiguamente 
edificaron  para  que  sirviese  de  baños ,  obra  de  gran- 
de anchura  y  magostad.  Puso  nombre  al  dicho  tem- 
Slo  de  Santa  María  Virgen,  dado  que  otras  dos  partes 
el  mismo  fueron  consagradas,  la  una  en  nombre  del 
Salvador,  y  la  otra  de  San  Juan  Bautista.  Después 
desto  para  acrecentar  la  magostad  del  nuevo  templo 
se  l)izo  el  rey  coronar  en  él  por  mano  del  mismo  obis- 


23+ 

po  :  COM  DO  usada  antes  deste  tiempo  y  priocipio 
de  donde  Iob  reyea  que  antes  he  decían  de  Oviedo,  se 
comenzaron á  ioütular  reysB de  León  (I). 

Desta  ocasioa  la  ciudaa  de  Oviedo  vino  pocoá  poco 
en  tan  grande  diminución,  que  con  el  progreso  del 
tiempo  perdió  el  nombre  de  arzobispado,  y  aun  en 
nuestra  era  no  tiene  voto  en  las  cortes  del  reino:  da- 
ño que  entiendo  ba  sucedido  par  dracuido  de  sus 
«iudadanoB  mas  que  por  mala  voluntad  de  los  reyes. 
Conforme  á  esto  entre  ¡as  memorias  j  privilegios 
dwte  tiempo  advierten  los  aOcionados  a  la  antigüe- 
dad, que  en  algunos  don  Ordoño  se  intitula  rey  de 
Oviedo ,  y  en  uno  dellos  dice  que  roíoa  en  Leon.be- 
fuiB  deáto añaden  que  este  rey  trasladó  la  dignidad 
de  obispado  i  la  ciudad  de  Hondoñedo,  queauleses- 
taba  en  Ribadeo ,  dado  que  á  otrn  les  parece  que  los 
obispos  de  Hondoñedo  antiguamente  se  llamaron  Va- 
llibríenses. 

Entre  tanto  el  rey  de  Córdoba  Abderrahman  Al- 
mauEor  encendido  en  deseo  de  satisfacerse  de  los 
daños  pasados,  y  volver  por  su  honra,  con  las  fuer- 
zas y  gentes  de  su  reino  por  la  parte  de  -Lusitania 
entró  en  Galicia  hasta  llegar  á  un  pueblo  llamado 
Rondoflia ;  Sampiro  lo  llama  Hindonia.  En  aquel  lu- 
gar se  juntaron  los  reales  de  las  moros  y  de  crislia- 
itos :  pelearon  con  grande  denuedo  y  porGa,  cayeron 

(I)  Si  ateodeoies  al  nioDge  de  SíIm  luego  que  muñó  el 
rey  don  Garda  «a  bermano,  que  fue  el  año  9t  J,  mandó  jun- 
tir  cortes  de  Itis  mitmoa  preladot ,  y  que  en  ellu  fuese  pro- 
clamada j  coronado. 


GASPAR  r  auic. 

mucbosde  ambas  partes,  duró  la  batalla  hasUqne 
cerró  la  noche  sin  quedür  la  victoria  declarada,  bien 
que  cada  cual  de  las  parles  se  la  atrihuia ,  los  nues- 
tros por  baber  forzado  al  enemigo  á  salir  de  Galicia, 
los  barbaros  porque  vencidos  tantas  veces,  conlinaa- 
ron  la  pelea  basU  que  faltó  la  luz.  Dióseesta  batalla 
año  de  919.  No  mucho  después  el  rey  da  Córdoba  con 
nuevas  levos  degenteque  nizoj  nuevos socorrosqiM 
le  vinieron  de  África,  corrió  las  tierras  de  cristianos, 
ven  particular  las  de  Navarra  y  Vficaya,  El  rey  don 
Ordeno  movido  por  el  peligro  que  corría  don  Sancba 
Garcia  por  sobrenombre  Abarca  rey  de  Navarra,  y á 
sus  ruegos  marchó  con  su  campo  contra  los  moros. 
Dióse  ia  batalla  en  e)  valle  de  Juncaria,  que  hoy  se 
dice  Junquera ,  el  año  921 ,  que  fue  no  menos  herkia 
y  porfiada  que  la  que  poco  antea  se  diera  eñ  Galicia. 
Lot  de  Leen  y  de  Navarra  peleaban  con  grande  íni- 
mo  como  vencedores  por  la  patria  y  por  la  religión: 
los  moros  no  les  reconocían  en  nada  ventaja ,  antes 
lleváronlo  mejor,  porque  el  conde  de  Aragón, qu 
llaman  García  Aznar  (mejor  viniera  Fortun  Jimenn 
su  hijo)  murió  en  aquella  pefea;  y  después  delta 
aquella  parte  de  Vizcaya  que  se  llama  Álava,  quedó 
por  los  moros  ( 2 ). 

(!)  Despuea  deaU  baUlla  losmonM  panron  los  PirÍDm 
T  llegiron  biita  Tokaa  bacieLdo  mucbcf  eetrain»;  pero  Isa 
vuelta  gufrieroii  una  derrota ,  con  qae  d  rey  (^  Navim  re- 
cobró lo  que  iDtei  babia  perdido ,  y  de  Im  deapojos  y  el  bo- 
tín de  los  enemigoa  biao  construir  a  monasteno  de  Albeldi 
el  abo  mi. 


EfU  Qwneda  ei  de  Abderrahman  III,  acuSada  en  Zabara ,  junto  i  Córdoba ,  abo  de  la  Kgjta  336,  (Ul  de  J.  C.) 


Lstaa  fflouedas  árabes  uos  conducen  i  liaWar  de  I*  paleojrralla  cAphita  b  africana  que  iutrcdiijo  (n  Eapai'ia  eu  inhíiib. 
.Lan  cuatro  lineaa  que  Irigciibireaos  i  continuación  aon  IrauLeuloade  tanas  iusrripcionea  que  hin  ropiado slgunoa  aulurn 


La  primera  fue  tomada  de  unaa  raja»  de  yeaeria  que  adornan  la  cuniiBa  ó  eeoelí  del  naÜo  principal  del  eoleaio ,  inio 
lj:a  Pnrfesa  de  lacnmpania  da  Jeaúide  Toudo,  que  dice: 

Alcaiem  Almaleii  Aidaíen 

CoutoRa  Domioúlor  Perprlmt. 

La  sexuada  et  otrogínero  dccsnilura  pfrfl  lambtFncilpbira  ;  fue  lomado  de  la  miin;»  cenefa  jdire- 
Befm  AJahcpa  Allah. 

¡n  nominf  fíei  nntlti  Hevi. 

Lailineu  tercera  y  marta  aun  de  dos  inacripciouea  aepulcralesefl  p¡«lra,  de  letra  rcali;.da;  una  grOEera  y  loara ,  y  oui 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


235 


Quedaron  olrosi  presos  en  la  batalla  dos  obispos 
Duicídío  de  Salamanca  y  Hermogio  de  Tuy ,  que  con- 
certaroQ  su  rescate ,  y  en  tanto  que  le  pagaban ,  die- 
ron rehenes  en  su  In^ar ,  en  particular  por  Hermogio 
entregaron  un  sobrino  suyo  hijo  de  su  hermana, 
áoncei  en  la  flor  de  su  edad  por  nombre  Pelayo.  Su 
hermosura  y  modestia  corrían  á  las  parejas.  Por  lo 
uno  y  por  lo  otro  el  rey  bárbaro  de  suyo  inclinado  á 
deshonestidad  se  encendió  grandemente  en  su  amor. 
Aumentábase  con  la  vista  ordinaria  la  llama  delamor^ 
torpe  y  nefando.  El  mozo  de  su  natural  muy  modes- 
to,  y  criado  en  casa  llena  de  sabiduría  y  santidad, 
resueltode  defender  el  homenaie  de  su  limpieza,  dado 
que  diversas  veces  fue  requeriuo ,  resistió  constante* 
mente.  Después  como  el  rey  le  hiciese  fuerza,  dióle 
con  los  puños  en  la  cara.  Esta  constancia  y  celo  de  la 
Gtstidaa  le  acarreó  la  muerte :  por  mandado  de  aquel 
bárbaro  impío  y  cruel  fue  atenazado  y  hecho  pedazos, 
los  miembros  echaron  en  Guadalquivir  :  el  amor 
cuanto  es  mayor,  tanto  se  suele  mudar  en  mayor  ra- 
bia. Sucedió  esto  domingo  á  veinte  y  seis  de  junio  del 
ano  925.  Diósele  honra  como  á  mártir  y  fue  puesto 
en  el  número  de  los  santos.  Recogieron  las  partes  de 
su  cuerpo  y  sepultáronlas  en  San  Ginés  de  Córdoba,  la 
cabeza  en  el  cimenterio  de  San  Cipriano.  Débese 
tanto  mas  e9t¡mar  la  gloria  desta  hazaña ,  oue  no  te- 
nia mas  de  trece  años  y  medio  cuando  dio  tal  muestra 
de  su  virtud.  Rosvitha ,  doncella  de  Sajonia ,  por  este 
misrou  tiempo  cantó  en  verso  heroico ,  aunque  algo 
diferentemente ,  la  muerte  del  mártir  Pelagío.  ' 

Siendo  rey  de  León  don  Ordoño  y  de  Francia  Car- 
los el  Simple ,  un  presbítero  llamado  Zanelo  vino  á 
España  enviado  por  empapa  Juan  Décimo  deste  nom- 
bre con  esta  ocasión.  Volaba  la  fama  de  la  devoción 
y  milagros  del  apóstol  Santiago  por  todas  partes.  Era 
ooy  rólebreel  nombre  de  Sisnando  obispo  de  Gom- 
postella.  El  pontiflce  por  cierto  hombre  que  le  envió 
con  sus  cartas  ,  pidió  le  hiciese  participante  de  sus 
oraciones  para  que  por  medio  y  intercesión  del  após- 
tol Santiago  en  vida  y  en  muerte  fuese  ayudado.  Sis- 
oaodo  despachó  á  Zanelo  para  dar  la  obediencia  al 
pontífice  :  dióle  otrosí  el  rey  cartas  para  el  mismo  con 
sos  presimtes.  Zanelo  cumplido  lo  que  le  mandaron, 
pasado  un  año  entero ,  volvió  á  España  cargado  de 
muchos  libros ,  demás  desto  con  autoridad  de  nuncio 
del  papa  (quién  dice  fue  cardenal)  y  comisión  de 
informarse  de  todo  lo  que  pertenecía  ala  religión.  Es- 
taban los  rómaDOs  de  muy  antiguo  persuadidos  que 
el  oficio  divino  góthico  tenia  muchas  cosas  erradas, 
que  asaban  de  ceremonias  en  lamisaestraordinarias, 
7  enseñaban  opiniones  contrarias  á  la  verdadera  reli- 

§ion.  Zanelo  en  cumplimiento  de  lo  que  le  era  or- 
eoado,  revolvió  con  diligencia  loslibros  eclesiásticos 
que  pudo  haber,  y  aunque  las  ceremonias  oran  dife- 
rentes, halló  al  revés  de  lo  que  se  sospechaba,  que 
todas  las  cosas  concordaban  con  la  verdad.  Vuelto  á 
Roma,  en  una  gran  junta  de  padres  relató  al  pontí- 
fice loque  llevaba  averiguado.  Ellos  dieron  gracias  á 
Dios  por  aquella  merced,  y  juntamente  aprobaron 
aquellos  libros.  Solamente  mandaron  que  la  secreta  de 
la  misa  usasen  de  las  palabras  que  usaba  el  oficio  roma* 
no.  Porque  ala  verdad  las  palabras  de  la  consagración , 
aunque  la  sustancia  era  una,  las  tenia  mucmdas  eú 
esta  forma  :  Este  es  mí  cuerpo ,  que  por  vosotros 
será  entregado.  Este  es  el  cáliz  del  nuevo  testamento 


en  mi  sangre^  ^e  por  vos  y  por  muchos  será  derra- 
mado en  remisión  de  los  pecados.»  Palabras  de  que 
aun  en  nuestra  era  no  usan  los  que  con  beneplácito 
de  los  pontífices  dicen  misa  mozárabe  este  un  tuvo 
entonces  aquella  controversia ,  á  que  empero  otras 
muchas  veces  se  volvió  ¿asta  tanto  que  vencida  la 
constancia  ó  porfía  de  los  españoles ,  trocaron  el  ofi- 
cio mozárabe  con  el  romano,  como  se  dirá  en  su 
lugar. 

Volviendo  á  las  cosas  del  rey ,  desde  el  tiempo  que 
se  dio  la  batalla  en  Junquera,  pareció  haberse  muda- 
do la  fortuna  de  la  guerra.  Todavía  el  rey  don  Ordo- 
ño  con  deseo  de  honra  y  en  su  compañía  el  mismo 
rey  de  Navarra  entraron  por  tierra  de  moros .  y  en 
particular  trabajaron  los  cainpos  y  pueblos  de  la  Río- 
ja  :  con  esto  el  rey  don  Ordono  dio  vuelta  á  Zamora. 
No  hay  en  las  cosas  humanas  entero  gozo  y  contento: 
toda  aquella  alegría  se  trocó  en  tristeza  con  la  muer- 
te de  la  reina  Munina  Elvira  señora  de  grandes  preu* 
das  :  dejó  estos  hijos ,  don  Sancho ,  don  Alonso ,  don 
Ramiro,  don  García,  y  doña  Jimena.  Casó  el  rey  se- 
gunda vez  con  Argonta  hembra  de  alto  linaje  en  Ga- 
licia, y  no  mucho  después  por  sospechas  la  repudió 
á  tuerto  y  sin  razón ,  como  se  entendió  por  el  suceso 
de  las  cosas  y  arrepentimiento  del  re|[.  En  su  lugar 
puso  á  SancUva  hija  de  don  Garci  Iníguoz  rey  de 
Navarra,  con  voluntad  del  rey  don  Sancho  su  herma- 
no. Juntaron  los  dos  sus  fuerzas ,  y  en  una  entrada 
?|ue  hicieron  de  nuevo  en  la  Rioja  se  apoderaron  por 
uerza  de  Najara  que  los  antí^os  llamaron  Tricio ,  y 
de  otro  pueblo  llamado  ^ana,  en  donde  en  tiempo 
de  los  godos  se  entiende  bobo  una  cbancíUería,  como 
lo  dice  don  Rodrigo ,  y  por  esta  causa  le  dieron  este 
tiombre.  Hasta  aquí  las  cosas  del  rev  don  Ordoño 
procedían  de  manera  que  muchas  dellas  se  podían 
alabar  y  pocas  reprender  cuales  se  disimulan  con  los 
reyes.  Es  muy  dificultoso  enfrenarse  con  la  tem- 
planza los  que  tienen  suprema  potestad  y  nunca  tro- 
pezar en  tanta  diversidad  de  cosas  casi  imposibles.  La 
muerte  que  este  rey  dio  mujr  fuera  de  sazón  y  sin 
propósito  á  los  condes  de  Castilla ,  pareció  afear  toda 
la  gloria  pasada.  Este  desorden  en  qué  manera  haya 
sucedido ,  y  por  qué  causas  el  re^r  estuviese  dellos 
ofendido,  se  oirá  tomando  el  negocio  un  poco  de  mas 
arriba  con  una  nueva  narración  que  declare  los  prin- 
cipios y  progresos  que  algunos  señoríos  los  mas  piin- 
cipales  tuvieron  antiguamente  en  Espima. 

LIBRO  OCTAVO. 

CAPITULO  I. 

De  los  principios  del  reino  de  Navarra. 

Después  de  aquel  memorable  y  triste  estrago  con 
que  casi  toda  España  quedó  asolada  v  sujeta  por  los 
moros ,  gente  feroz  y  desapiadada ,  de  las  ruinas  defc 
imperio  gótico  no  de  otra  manera  aue  de  los  materia- 
les y  pertrechos  de  algún  grande  edificio  cuando  cae^ 
muchos  señoríos  se  levantaron ,  pequeños  al  princí-r 
pió,  de  estrechos  términos  y  flacas  fuerzas,  mas  el 
tiempo  adelante  reparadores  de  la  libertad  de  la  pa- 
tria ,  y  escelentes  restauradores  de  la  república  tra- 
bajada y  caída.  Poner  por  escrito  el  origen  y  progreso 
de  todos  estos  estados  y  señoríos  sería  cosa  dificulto- 
sa ,  y  mas  largo  cuento  de  lo  que  sufre  la  medida  y 


primorosamente  labrada.  La  tercera  se  halla  en  ooa  piedra  llana ,  embutida  en  las  paredes  del  pórtieo  de  Santa  Leocadia, 
estramaros  de  Toledo  y  dice : 

Befm  Allah  Alrahman  Alrahim. 

In  nomine  Dei  Miserieordii  miserentis. 

La  cuarta  está  ese.u\^iáa  en  una  columna  grande  de  mármol  de  la  puerta  del  convento  de  S.  Francisco  de  Paula,  fuera 
w  la  misma  ciudad.  Se  copió  Ja  segunda  linea  de  la  inscripción  que  dice : 

Jaaiha  Alnas  An  Vaad 

¡Oh!  vos  Hor tales  {9>cMoi€ }  qudd  promUsa. 

Allah  Hac  Fala  Joaad. 

Dei  vera  {iuni)  nonenim  PromitlUur  ^  etc. 


236 


BIBLIOTECA   DE  r.A9PAR    T  ROIG. 


Inza  de  la  presente  obra.  Declarar  en  brerek»  prín-* 
cipios ,  aumentos  ^  aaceaoe  que  tuvieron  los  mas 
principales  y  mas  señalados  entre  los  demás ,  tángelo 
por  cosa  necesaria  por  andar  de  aqui  adelante  mez- 
dadss  sus  cosas  con  las  de  los  reyes  de  León.  En 
partícukir  será  neceaRrío  tratar  de  los  principados  de 
Navarra ,  de  Aragón ,  de  Barcelona  y  de  los  condes  de 
Castilla. 

Las  reliquias  de  los  españoles  que  escaparon  de 
aquel  fuego  y  de  aquel  naufregio  común  y  miserable, 
echadas  &  sus  moradas  antiguas  pártese  recogieron 
á  las  Asturias ,  de  que  resultó  el  reino  de  León  de 
que  basta  aquf  se  ba  hablado.  Otra  parte  se  encerró 
en  los  montes  Pirineos  en  sus  cumbres  y  aspereza, 
do  moran  y  tienea  su  asiento  loe  vizcaínos  y  navarro8| 
los  lácetenos,  urgelitanos  y  los  ceretanos,  que  son 
al  presente  Bibagorza,  Sobrarve,  ürgel  y  Gerdania. 
Estos  confiados  en  la  fortaleza  j  fragura  de  aquellos 
lugares  nosob  defendieron  su  libertad,  sino  trataron 
y  acometieron  también  de  ayudar  á  lo  demás  de  Es- 
paña :  varones  sin  duds  escelentesy  de  mayor  ánimo 
que  fuerau.  Los  tales  creo  yo  pusieron  su  confianza 
en  la  ayuda  de  Dios ,  pues  contra  tantas  dificultades 
ninguna  prudencia  era  bastante.  La  ocasión  para 
intentarlo  no  fue  muy  grande.  Un  cierto  hombre  re* 
lijoso  y  ennitañOi  por  nombre  Joan,  con  deseo  de 
vida  mas  sosegada  nizo  su  morada  en  el  monte  de 
Uruelano  lejos  de  la  ciudad  de  Jaca,  y  para  los  ofi- 
cios divinos  levantó  en  un  peñol  una  capilla  con  advo- 
cación de  San  Juan  Bautista.  La  fama  de  la  santidad 
deste  hombre  comenzó  á  vdar  por  todas  partes.  Jun* 
ti^sele  cuatro  com{Mmeros  deseosos  ae  Imitar  y 
seguir  la  vida  que  hacia.  Asimismo  muchas  gentes 
de  los  lugares  comarcanos  acudían  á  visitarle  con  in« 
tentó  de  aplacar  á  Dios  por  medio  de  tas  oraciones 
deste  santo  varón ;  al  cual  mientras  que  vivió  ayuda- 
ron con  muchas  buenas  obras  y  Iiraosnais  que  le 
hadan,  y  despueade  muerto  se  juntaron  los  de  aque- 
lla comarca  á  hacerle  las  honras.  Acudió  oran  nume- 
ro de  gente :  entre  estos  seiscientos  botnores  nobles 
de  propósito  se  juntaron ,  6  convidados  de  la  Mrieded 
del  lugar  «unensaron  á  tratar  y  consultar  entre  si 
del  remedio  de  la  república  y  de  sacudir  la  pesada 
servidunrtire  de  los  moros.  La  fortaleza  de  los  higares 
y  sitio  les  ponía  ánimo,  y  confiaban  que  si  intentaban 
cosa  tan  gloriosa*  no  lesfiütaria  socorros  de  Francia: 
.  convidábales  el  ejemplo  de  los  astuarianoa,  que  con 
lomar  al  infante  aon  Peláyo  por  rey  y  por  caudillo  no 
dudaron  de  tratar  cómo  ayudarían á  la  patria,  ni  de 
irritar  las  armas  de  los  moros  :  cosa  que  aunque  al 
principio  pareció  temeridad ,  el  efecto  y  remate  fue 
muy  saluaable. 

Habiendo  tratado  mucho  v  consultado  sobre  esto, 
pareció  seria  lo  mas  acertaoo  escoger  de  entre  si  al- 
guna cabeza,  con  cuya  obediencia  y  autoridad  atados 
mejor  pudiesen  acometer  empresa  tan  grande.  Con 
esta  lesolucion  nombraron  á  Garci  Jiménez  por  acuer- 
do común  de  todos  para  esto;  porque  sí  bien  no  era 
de  la  sangre  de  ios  godos  ,  lo  que  se  entiende  por  el 
nombre  que  parece  mas  de  españoles  que  de  godos, 
pero  sinauda  ííie  muy  noble;  de  grande  y  antiguo 
solar  y  linaje,  señor  de  Amescua  y  Abarsusa.  Su  mu- 
jer era  dona  Iniga  de  igual  nobleza.  En  el  tiempo 
que  sucedió  esto,  no  coneuerdan  los  autores ,  ni  aun 
consta  qué  nombre  tuviese  el  reino  para  que  le  nom- 
braron ,  ni  qué  apellido  le  dieron.  Algunos  dicen  que 
se  llamó  rey  de  Sobrarve  otros  que  de  Navarra,  los 
unos  y  los  otros  sin  arj^mentos  bastantes  *  y  es  toda 
antigüedad  escura,  principalmente  la  de  España,  á 
la  manera  que  las  corrientes  de  los  rios  son  conocidas, 
les  nacimientos  y  las  fuentes  de  que  proceden  y  sa- 
len ,  no  tanto.  Las  armas  y  insif^nias  del  nuevo  rey 
un  escudo  rojo  sin  alguna  otra  pintura  .Ganó  algunos 
pueblos  de  los  moros ,  y  entre  ellos  á  losa  principal 
villa  de  Sobrarve. 


La  capilla  del  hermitaño  Juan  aumentada  y  ensan- 
chada con  nuevos  edificios  que  le  arrimaron ,  poco  i 
poco  vino  á  ser  semejable  á  un  edificio  real :  señalada 
y  noble  por  los  sepulcros  de  los  reyes  antignos  «n 
alli  se  enterraron.  Por  los  mUagros  y  antigñedao  y 
mucha  devoción  de  aquella  casa  de  San  Joan  dala 
Peña  el  rey  Garci  Jiménez  y  sus  sucesores  la  esco- 

Sieron  para  su  sepultura.  Murió  este  rey  el  aoo 
e  758.  Sucedióle  Gard  Iñiguez,  dicho  así  de  loe 
nombres  de  so  padre  y  de  su  madre ,  principe  verda- 
deramente nrande  y  de  felicidad  señuada ,  pues  par 
elesfoerzodeste  rey,  Navarra  que  entre  las  armas  y 
imperio  de  los  franceses  y  moros  andaba  en  balanzas, 
fue  sujetada  y  quedó  en  perpetua  poeesion  destos  r^ 
yes.  Pasó  con  las  armas  hasta  aouella  partede  Viscaya 
que  sollama  Álava.  En  tiempo  oeste  rey  otrosí  tatie* 
ron  principio  los  condados  ae  Aragón  j  Barcelona.  El 
de  Aragón  con  esta  ocasión.  Aznar  hijo  de  Eudon  el 
Grande,  venido  gue  fue  á  aouellos  lugares  que  bañan 
los  rios  Aragón  ó  Arga ,  y  Suborden ,  y  ganado  qne 
bobo  algunos  pueblos  de  los  moros  cen  voluntad  del 
rey  don  García  se  llamó  conde  de  Aragón ,  comarca 
por  entonces  sujeta  á  los  reyes  de  Navarra^  despuei 
exenta  como  en  su  lujarse  declarará.  Su  hijo  se  dijo 
también  Aznar,  su  nieto  Galindo,  de  cujoa  becbos 
no  hay  cosa  que  de  contar  sea.  Muerto  Galindo ,  suce- 
dió en  aquel  condado  Jimeno  Aznar. 

Lo  de  Barcelona  sucedió  desta  manera.  Ganóee 
Barcelona  por  las  armas  de  Ludovieo  Pío  que  adelan- 
te fud  emperador ,  y  á  la  sazón  era  vivo  Cario  Magno 
so  padre.  Dejó  por  gobernador  de  aqueUa  enidad» 
Bernardo  de  nadon  francés  el  año  de  801.  De  aquí 
tuvo  principio  el  señorio  de  Barcelona  y  los  conde», 
que  en  aquella  parte  de  España  alcanzaron  graspo^ 
der.  Este  año  pasado,  y  venido  el  nguiente,  íallee»') 
el  rey  de  Navarra  Garci  Tñiguez.  Sucedióle  Portan 
García  su  hijo,  de  cuyas  hazañas  loa  bistoríaderes 
navarros  cuentan  grandes  cosas  y  casi  increíbles.  Lo 
que  se  tiene  por  cierto ,  es  que  se  halló  en  aquelb 
batalU  memorable  de  Roncesvalles ,  do  la  noblsza  df 
Francia  pereció  á  manos  de  los  nuestros,  y  qitáS 
vencido  en  la  pelea  Garlo  Magno  emperador  y  geasnl 
en  aquella  jornada.  De  la  alegria  de  aquella  viotoria 
no  poco  se  quitó  por  la  muerte  de  Jimeno  Aznar  con- 
de de  Aragón,  que  en  aquella  batalla  pereció  por  ha- 
berse adelantado ,  y  con  deseo  de  mostrar  su  ealber- 
zo  meUdosemny  sdelante  éntrelos  enemlffosshi  hacer 

caso  de  la  nraerte.  Fue  tanto  mayor  el  lloro  que  n 
hermana  Teuda  estaba  casada  con  el  rey  Fortua. 

Al  conde  Jmieno  Aznar  sucoM  Jimeno  García  ^ 
Garcés  su  tio  sin  hacer  cuenta  de  Endregoto  herma- 
no del  difunto ,  que  parece  tenia  mejor  derecho  qu<> 
el  tio  para  heredar  aquel  estado :  la  causa  no  ae  ai3» 
por  ventura  la  edad  no  era  á  propósito  para  encargark* 
el  gobierno.  Murió  el  rey  Forton  el  año  815 ;  dejó 
por  sucesor  suyo  á  Sancho  Garda  su  hijo  que  teniü 
en  su  mujer.  En  tiempo  deste  rey  los  Je  Yatderron- 
cal  por  lo  mucho  que  trabajaron  en  la  guerra  de  lo» 
moros,  ftieron  libertados  de  tributos,  como  se vepor 

un  privilegio  que  muestran  deste  tiempo  y  deste  rer. 
Bernardo  conde  de  Bareekma ,  á  quien  algunos  lla- 
man marqnéa ,  como  fuese  acusado  por  aouellos  qw 
eiran  tutores  de  Bernardo  nieto  de  Garlo  Maano,  hijo 
de  su  hijo  Pipino,  decometeradulteríocon  la  empe* 
ratriz  mujer  del  emperador  Ludovieo ,  y  por  tanto  ha- 
ber caído  en  alevosía^  movido  del  dolor  desta  calumnia, 
de  Francia ,  do  era  ido ,  se  volvió  en  España  do  tenia 
grande  autoridad  y  muchos  aliados  que  en  el  tiempo 
pasado  ganara.  Falleció  el  año  839;  y  por  su  muerte 
wifredo ,  primero  deste  nombre  entre  los  condes  de 
Barcelona ,  bobo  aquel  principado  por  merced  de  Ln- 
dovico  Pío,  no  por  juro  de  nereoad  por  entonces, 
sino  á  voluntad  ael  emperador  y  por  tiempo  determi- 
nado, ó  mientras  que  viviese ,  como  se  usaba  en  los 
demás  gobiernos. 


HISTORU  DE 

Era  soüar  de  Aragón  ñor  el  DHíf  mo  Udmpo  Ganda 
Azuar  sucesor  de  su  padre  Jinaeno  García  ó  Gar cés 
qne  por  este  liempo  liabia  fálleeído^alamisaiasazon 
que  ees  las  arma&del  rey  Sancbo  García  los  navarros 
<}ue  de  la  olm  parte  de  los  Pirlueos  estaban  sujetos  al 
imperio  frasees,  fueron  trabajados,  y  no  lo»  dejó  an- 
tes sosegar  que  juraseo  de  guardar  t  tener  perpetua 
amistad  con  los  reyes  de  Soorarve.  Dlcese  quelema- 
taroQ  eala  guerra  de  Muxa,  aguel  de  quien  arriba  se 
dijo  haberse  rebelado  contra  IfabouMid  rey  de  Córdo- 
ba, que  fue  por  los  aBos  del  Seoor  de  853. 

DMoues  del  rey  don  Sancho  cierto  autor  nombra  á 
don  Jimeno  García  su  hijo.  Bn  los  arehiTOs  del  mo- 
nasterio de  San  Salvador  de  Leyre,  que  está  en  Nsr- 
varra  metido  y  situado  dentro  en  los  montes  Pirineos, 
se  dice  que  está  allí  sepultado  con  su  m^jer  Munin, 
sin  decir  otra  cosa.  A  estos  papeles  como  quier  que 
careacan  de  mayor  luz  de  historia  t  seguridad,  cuán- 
U  fó  se  baya  do  dar  cada  uno  por  sí  mismo  lo  juague; 
que  no  nos  pareció  determinamos  por  k  una  m  por 
la  otra  parte. 

Muertos  estos  reyes,  faltó  la  linea  de  la  familia 
real,  por  donde  se  sigoió  una  tacante  de  cuatro 
años;  en  el  cual  tiempo  antes  que  las  Tohintades  de 
k»  naturales  viniesen  y  se  conformasen  en  uno  á 
quién  nombrasen  por  rey  y  le  pusiesen  por  goberna- 
dor de  larepübüca.  los  mus  escritores  navarros  dicen 
que  comunicado  el  neoocio  con  el  pontífice  romano, 
que  parece  fue  León  1 Y  deste  nombre ,  con  los  fran- 
ceses y  los  lombardos,  por  su  consejo  tomaron  de  las 
leyes  de  aqueliaa  naciones  lo  que  juzgaron  ser  á  Oro- 
pósito  para  mantenerse  en  libertad.  EÍmaror  cuidado 
era  qae  en  ningún  tiempo  los  reyes  podiesea  usar 
mal  del  poder  que  les  dañan,  para  oprimir  lus  vasi- 
llos. Escribiéronse  las  leyes  que  vulgarmente  se  lla- 
man los  fueros  de  Sobrarve,  cuya.fuerza  principal" 
mente  está  y  se  endereza  á  que  pues  eüos  pensaoau 
dar  al  nuevo  rey  lo  que  de  moros  se  g»nara,  que  to- 
mado él  poder  y  mando  ninguna  cosa  de  mayor  mo- 
mento pensase  que  la  era  lícito  determinar  sin  consejo 
y  voluntad  de  doce  bombres  nobles  que  nara  este 
propósito  se  nombraron,  ni  disminuyese  el  derecho 
de  la  libertad  y  que  lo  que  se  ganase  de  les  moroís, 
fielmente  lo  dividiese  con  la  nobleu.  Para  que  todo 
esto  fuese  mas  firme  pareció  criar  nn  magistrado  á 
la  manera  de  los  tribunos  de  IV>ma,  que  en  este 
tiempo  se  llama  vulRarmente  el  justicia  de  Aragón: 
cnrgo  que  armado  de  las  leyes,  autoridad  y  afición 
del  pueblo  hasta  ahora  ha  tenido  el  poder  del  rey 
cerrado  dentro  de  ciertos  limites  para  que  no  viniese 
en  demasía;  y  á  los  nobles  principalmente  se  dio  por 
entonces  que  no  les  fuese  imputado  á  mal  si  alguna 
vez  hiciesen  entre  sí  juntas  para  detoder  su  líber* 
tad  sm  qiieel  rey  lo  supiese.  Mas  este  y  otros  privi- 
legios del  rey  don  Alonso  el  lU  en  este  propósito  fue- 
ron por  cortes  generales  revocados  en  tiempodel  rey 
don  Pedro  el  postrero  de  Aragón. 

Ordenadas  las  cosas  en  esta  forma,  inigo  Sánchez 
conde  de  Bigorra,  señorío  que  está  enla  Aqnitania  ó 
Guicna,  llamado  por  su  ligereza  por  sobrenombre 
Arista,  fue  nombrado  por  rey  por  voto  de  trescientos 
nobles  qae  se  juntaron;  y  como  hobiese  en  Pamplona 
en  Ja  iglesia  de  San  Yictorian  jurado  ios  derechos, 
leyes  y  libertad  de  sus  vasallos  fe  fhe  dado  el  gobier- 
no y  el  mando.  Añaden  que  dio  pederá  sus  vasallos 
qne  si  quebrántaselo  que  tenia  prometido,  pudiesen 
llamar  y  llamasen  en  defensa  de  su  libertad  al  rey 
qne  quisiesen,  moro  ó  cristiano :  pero  que  el  pueblo 
lo  que  tocaba  llamar  á  los  moros,  por  ser  cosa  torpe 
no  lo  aceptó.  Todas  estas  cosas  que  no  solo  el  vulgo, 
sino  algunos  hombres  eruditas  las  tienen  por  averia, 
guadas,  otros  las  tienen  por  fábulas,  y  piensan  antes 
qne  el  rey  Arista  sucedió  á  s^u padre  el  rey  pasado, 
porque  ¿qué  causa  bastante  hooo  para  hacer  nuevas 
leyes  y  establecer  aquel  nuevo  magistrado?  ¿ó  cómo 


espAÜA.  237 

podieroa  comunicar  oslo  con  los  tombardos,  cuya 
nación  mm  antes  sqjeté  y  oprimió  el  poder  de  Cario 
lla^M?  No  hay  para  que  adivinar  en  cosa  tan  dudo- 
sa :  imr  ventora  lo  que  sucedió  en  k  elección  de  don 
Garci  Jiménez  primer  ley  de  Sebrarve ,  el  vulgo  de 
los  Instoriadore?  por  ignorancia  de  los  tiempos  lo 
aplicó  ai  rey  Iñigo  Arista^  que  pensaban  sorel  pri- 
mero de  aquellos  reyes. 

Esto  consta  qne  el  ray  don  Iñigo  Arista  por  este 
tiempo  tuvo  el  remo  *en  ios  monles  Pirineos,  y  por 
mujer  á  doña  Kiaa  hija  del  conde  Gonzalo  de  la  san- 
gra de  losn^yes  de  Oviedo.  También  se  casó  con  Teu- 
da  bija  de  Zenoa  duque  de  Vizcaya  como  se  tocé  en 
otro  iufjar.  Tuvo  un  solo  hijo  (no  se  sidie  de  qué  ma- 
trimonio) pena  Uamése  Garci  iñígnez,  y  sucedióle  en 
el  reino« 

El  monasterm  de  San  Salvador  de  Leyre  asentado 
entre  los  montea  Pirineos,  y  que  por  su  devoción, 
magostad  de  edificio ,  y  por  sus  gruesaa  rentas  es 
muy  principal,  se  tiene  por  obra  y  iundadon  del  rey 
Arista.  En  aquel  monasterio  están  los  cuerpos  de  bs 
virgines  I^nilon  y  Alodiaque  no  muchos  años  des- 
pués deste  tiempo  fueron  nwertas  por  La  fe  en  un 
bigav  llamado  Bosca  cerca  de  Najara;  otros  dicen  en 
Huesear,  la  que  está  cerca  de  Baza.  Verdad  es  que 
te  eiudad  de  Boloña  en  la  Lombardia  se  atribuye  la 
poseaion  de  satas  santas  reliquias,  pero  hace  contra 
eato  un  privilt»gfio  ooe  se  guarda  en  los  archivos  de 
aquel  monasterio;  y  la  vecindad  de  los  lugares  donde 
fueron  muertas  ayuda  á  eala  opinión ,  y  á  creer  que 
sus  reUqiiias  están  en  aquel  convento,  átemenos 
grande  parle* 

Estendió  el  rey  Arista  los  términos  de  su  reino: 
anadió  á  k)  que  antes  tenia  y  ganó  lo  Oaao  de  Navar- 
ra ,  como  quier  que  los  reyes  pasados  se  hobiesen 
estado  hasta  este  tiempo  dentro  los  montes.  Pamplo- 
na y  Álava  que  con  la  revuelta  dé  los  tiempos  volvie- 
ran á  poder  de  loa  moros^por  sus  simas  se  recobra- 
ron. Asi  se  llamó  rey  de  Pamplona,  como  se  muestra 
por  los  privilegioo  desles  reyi^.  En  el  n^mo  tiempo 
VVifredo  llamado  el  VeNoso,  hijo  del  otro  Wifi'edo, 
alcansóel  condado  de  Barcelona  por  juro  de  heredad 
por  ihereed  de  Garios  emperador  llamado  el  Grasso 
con  detención  sólemnemeiite  para  sf  del  derecho  de 
las  apelaeíenei,  que  fue  el  año  de  884,  después  que 

n  mandado  del  enMKR«dor  Ludovico  II  á  causa  de 
íema  edad  deate  Wifredo  Salomón  conde  de  Ger- 
dánk  gobernó  aqdella  ciudad  yestado  por  espacio  de 
diez  y  nueve  años.  Hijos  deste  Wifredo  (I)  ftieron 
Myro  conde  de  Barcelona,  Seniofrédo  conde  de  Ur- 
gel.  que  adelante  en  estos  esüides  sucedieron  á  su 
paore.  Por  el  mismo  tiempo  falleció  García  Aznar  * 
conde  de  Aragón.  Sucedióle  so  hijo  Ji'meno  Garda. 
Del  aio  en  que  murió  el  rey  Iñigo  Arista,  hay  dife- 
rencia entre  ios  autores,  sin  que  se  pueda  averiguar 
la  verdad  coq  seguridad.  Sospechamos  empero  lo  que 
parece  pedir  la  razón  de  los  tiempos ,  que  falleció  en 
el  que  reinó  en  las  Asturias  don  Alonso  rey  de  Orle- 
do  llamado  el  Magno,  cérea  délos  años  del  Señor 
de  ^88. 

Sucedióle  su  hijo  don  Garci  Jiménez  que  era  me- 
nor de  edad,  y  tenia  á  la  sazón  solos  diez  y  siete 
anos  pero  en  grandeza  de  ánimo  y  en  las  cosas  que 
hizo  el  tiempo  de  paz  y  de  guerra,  no  reconoció 
ventaja  á  ninguno  de  los  reyes  sus  antepasados-  por- 
que llegado  á  mayor  edad  ganó  grande  reputación,  y 
la  conservó  con  muchas  rictorias  que  ganó  de  loa 
enemigos  del  nombre  criatiano,  y  batallas  que  dio, 
que  la  hrevedad  quaüevamos  nosufire  que  se  relaten 
por  menudo.  Su  mujer  se  llamó  Urraca,  hija  ó  her- 
mana de  Fortun  Jiménez  conde  de  Aragón.  Digo  esto 
porque  los  áutorea  asimismo  no  van  conformes  en 
esto,  en  tanto  grado  que  algunos  la  hacen  solo  pa- 

(4)  Este  carácter  de  letra  pertenece  al  aiío  875:  está  to- 


23S  BIIILIOraQ&  DB 

rienta  de  F'ortan,  nieta  de  Gatindo  y  hija  de  Endi»- 
goto,  aquel  degaien  se  dije  qne  su  lioJiaieDO  Garcia 
le  usurpó  el  señorío  de  Aragón.  Lo  que  sé  aferigua 
es  que  este  rey  de  Navarra  tuvo  en  su  mujer  dos  hi- 
jos, que  se  llamaron  el  uno  Fortun,  y  el  otro  Sancho 
por  sobrenombre  Abarca,  y  una  hija  itamsda  Sancli- 
va,  que  casó  con  don  Ordeño  rey  de  León  siendo  ya. 
viejo ,  y  que  estuvo  antes  casado  otras  dos  veces,  oo- 
ino  queda  dicho  en  el  libro  pasado. 

Este  rey  do  Navarra  murió  á  manos  de  los  moros  en 
un  encuentro  que  con  ellos  tuvo  en  el  valle  deÁyvar 
(el  araobispo  don  Rodrigo  le  llama  Lammbe)  ca  nubo 
muchas  veces  entradas  en  tierra  de  moros  con  inten- 
to de  ensani^ar  su  remo,  y  deseo  muy  encendido 
que  tenia  doestirpar  toda  la  morisma  de  España.  Fue 
su  muerte  el  año  de  905,  como  se  entiende  del  Cro- 
nicón AWeldense.  Sucediéronle  en  el  teinosusdos 
hijos,  primero  Fortun  y  después  don  Sancho,  en 
cuyo  tiempo,  según  que  se  dijo  ai  fin  del  libro  pasa- 
do, los  nuestros  peraíeron  aquella  famosa  jomada 
del  valle  doiunquera.  El  monasterio  de  San  Salvador 
de  Leyre  pretende  que  el  rey  dou  Garci  Iñigues  est¿ 
alli  sepultado :  contradicen  los  de  San  Joan  de  ta  Pe- 
ña por  causa  de  un  sepulcro  ó  InciNo  queallfseve 
entre  los  otros  sepulcros  de  los  reyes  pasados  con 
nombre  del  rey  Garci  Iñiguez.  Para  determinar  este 
pleito  ni  tenemos  tiempo  ni  lugar ,  ni  creo  yo  que 
nsdie  podría  averiguar  la  verdad.  Sospecho  que  la 
ocasión  desta  y  semejantes  diversidades  se  tomó  de 
diíerentes  sepulcros  ¿ue  pusieron  á  estos  reyes  por 
memoria -en  diversos  lugares,  sin  tener  állt  sus  cuer- 
pos, squellos  que  á  hacello  se  tenian  por  obligados 
por  alguna  merced  deilos  recibida,  como  se  acos- 
tumbra también  en  nuestro  tiempo.  Bslo  baste  por  el 
presente  de  los  principios  del  reino  de  Navarra. 


CASPAR  T  aoiG. 

¿e  cada  dia  ensanchar  mas  so  señorío.  Llamábanse 
condes  por  permisión .  á  lo  que  se  entiende^  de  \m 


CAPITULO  tt. 
De  les  condes  de  Castilla. 

Los  romanos  antiguamente  llamaban  vaceos  por 
la  mayor  parte á aquelfai  comarcada  España,  que 
llamamos  Castilla  la  Vieja ,  y  parte  t&rmwos  oon  el 
reino  de  León  por  los  rioa  Camón»  Pisuerga»  Beva  y 
Regamon,  por  otra  parte  tooaias  tieirasde  Aeturias, 
Vizcaya  y  Rioja,  hécia  mediodía  tiene  por  aledaños 
los  montes  de  Segovia  y  Avila  da  casi  por  estos  tiem- 
ptís  se  remataba  el  señorío  de  los  mores  por  una  parte 
y  por  la  otra  el  de  los  cristianos.  Los  campos  son  fér- 
tiles de  pan  llevar,  producen  vino  muy  bueno ,  son  á 
propósito  para  los  fpinados;  pero  por  la  mayor  parte 
tienen  falta  de  aceite,  alguna  mas  abundancia  de 
agua  que  en  lo  demás  de  España,  asi  de  Ihivjas,  co- 
mo de  fuentes  y  ríos.  La  géiUe  de  mansos  y  grandes 
Ingenios,  buenos  y  sin  dobles,  4e  cuerpos  sanos,  de 
rostros  uemosos  :  demás  desto  son  sufridores  de 
trabajo.  En  aquella  provincia  (dado  que  al  príncipio 
no  U  poseyeron  toda)  algunos  señores  poderosos  en 
riquezas  y  vasallos  comenzaron  á  defender  sus  fron- 
teras de  los  moros  con  eafuerao  y  con  las  armas ,  y 


gobierno.  Por  fo  menos  tenian  obl¡gac¡< 
acudir  á  los  dichos  reyes,  si  se  levantaba  alguna 
guerra,,  con  sus  armas  v  vasallos ;  y  si  se  junta- 
ban cortes  del  reino,  de  nalhirse  en  ellas  presentes. 
Eo  loa  tiempotiantiguos  se  acostumbró  llaniar  con- 
des á  los  gobernadores  de  las  provincias ,  y  aun  les 
señalaban  al  número  de  los  anos  que  les  hania  de  du- 
rar el  mando.  El  tiempo  adelante  por  merced  ó  fran- 
queza de  los  reyes  comencé  aquella  honra  y  mandó  á 
continuarse  per  toda  la  vida  del  que  gobernaba, 
y  últimamente  á  pasar  á  sus  descendientes  por  jum 
de  heredad.  Algún  rastro  desta  antigüedad  queda  en 
España  en  que  los  señores  titulados  después  de  la 
muerte  de  sus  padres  no  toman  los  apellidos  de  sos 
casas,  ni  se  firman  duques ,  marqueses  ócond»  an- 
tes que  el  rey  se  lo  llame  y  venga  en  ello,  fuera  de 
pocas  casas  que  por  especial  privilegio  iiacen  lo  con- 
trarío desto.  Como  quier  que  todo  esto  sea  averigua- 
do, asi  bien  no  se  sabe  en  qué  forma  ni  por  cuánto 
tiempo  los  condes  de  Castilla  al  príncipio  tuviesen  H 
señorioy  mas  es  verosfmtl  que  su  principado  tuvo  los 
mismos  príncSpios,  progresos  y  aumentos  que  los  de 
más  sus  semejantes  tuvieron  por  todas  las  proríneits 
de  cristianos,  á  los  cuales  no  reconocía  ventaja  ni  en 
grandeza,  ni  aun  casi  en  antigüedad,  porque  liay 
muy  antigua  mención  de  condes  de  Castilla ;  v  en 
este  número  por  los  privilegios  de  los  reyes  antiguos 
so  puede  contar  por  príroero  el  conde  don  Rodrigo 
que  floreció  en  el  tiempo  del  rey  don  Alonso  elCiisto. 
En  el  número  de  los  anos  y  de  fas  datas  no  hay  p^ra 
qué  cansarse ,  porque  tengo  por  averiguado  está  es- 
tragado en  los  mas  de  los  privilegios  antiguos. 

Después  de  don  Rodrigo  las  personas  mas  diligeo 
tes  en  rastrear  las  antigüedades  de  España  ponen  á 
don  Diego  Porcellos  hijo  que  fue  del  pasado,  como  lo 
señala  en  particular  el  Cronicón  Alveldense.  &;te  vi 
vio  en  tiempo  de  don  Alonso  el  Magno  rey  de  Oviedo, 
por  cuanto  se  puede  conjeturar  de  memorías  anti- 
guas. Dio  jior  mujer  una  hija  suya  llam«ida  Solía 
Bella  6  Nuno  Belchides  que  era  de  nación  alemán ;  y 
Dor  su  devoción  era  venido  en  romería  á  España  y  á 
Santiaso.  Este  caballero  con  deseo  de  adelantar  las 
cosas  de  los  crístianos ,  habiéndose  emparentado  con 
el  conde  don  Diego,  junto  con  él  fundo  la  nobilísima 
ciudad  de  Burgos  para  que  la  gente  que  estaba  espar- 
cida y  derramada  por  aldeas ,  hiciese  un  cuerpo  y 
forma  de  ciudad,  de  que  lomó  el  nombre  de  Burgos, 
porque  los  alemanes  llaman  Burgos  ú  las  ald«as . 
Habht  demás  de  don  Diego  Porcellos  en  el  mismo 
-pos  sanos,  de  tiempo  otros  condes  de  Castilla  por  esUr .  á  loque 
son  sitfridores  de  parece,  aquella  provincia  dividida  en  muchos  seno- 
res,  como  fueron  Fernando  Anzoles ,  Almondar  ña- 
mado el  Blanco,  y  su  hfjo  deste  llamado  don  Diego. 
Mas  entre  todos  el  de  mayor  autoridad  y  poder  era 
Núño  Pernandes^  en  tanto  grado  que  vino  á  tener 


mado  de  ana  ««rítora  de  donacioo  hecha  por  el  conde  Wi> 
fredaal  aiODasteríodeSaa  Juan  Baatista  eu  él  mes  de  julio 


de)  primer  año  de  reinado  del  emperador  Garios  del  coodjdu 
de  Ausona. 


AirtY^o'4:  Kt^<nirf  ü^a  ^0  K  impela. 


nif^TORIA  DE  ESPAÑA. 


por  yerno  al  bermaDo  de  don  Ordoño  ei  Segundo  rey 
de  Lean ,  por  nombre  don  García  ,  que  fue  también 
rey.  Por  esto  y  porque  por  las  armas  forzó  á  don 
Alonso  el  Magoo  su  consuegro  á  renuocíar  el  reiuo, 
tenía  mas  presunción  que  don  Ordoño  pudiese  sufrir, 
como  enemigo  que  era  de  toda  insolencia  j  altivez. 
Fuera  desto  malsines  atizaban  el  fuego  y  avivaban  el 
disgusto  y  cuales  hay  muchos  en  las  casas  de  los 
principes ,  que  tienen  costumbre  de  subir  á  los  mas 
altos  grados  no  por  alguna  virtud  suya ,  sino  derri- 
bando los  que  les  están  delante :  maña  muy  mala, 
pero  bollada  j  seguida  por  los  prósperos  sucesos  que 
por  este  camino  muchos  han  tenido.  Con  los  aguijo- 
nes deste  odio  movido  el  rey  llamó  les  condes  á  su 
corte.  Fingió  que  quería  con  ellos  comunicar  los  ne- 
gocios mas  graves  del  reyno.  Señalóse  para  la  junta 
UD  pueblo  llamado  Regular,  situado  en  medio  del  ca- 
mino y  á  los  confínes  de  los  señoríos  de  Castilla  y  de 
León.  Acudieron  el  día  señalado  los  condes  sin  guar- 
da bastante  de  soldados  por  venir  sobre  seguro  y 
confiados  en  la  buena  conciencia  que  tenian.  Echá- 
ronles deslealmente  mano  por  mandado  del  rey  y 
fueron  enviados  en  prisiones  á  la  ciudad  de  León.  El 
dolor  que  las  ciudades  y  lugares  de  Castilla  concibie- 
ron gravísimo  por  esta  causa ,  se  acrecentó  grande- 
mente con  el  aviso  que  dentro  de  pocos  dias  sobrevi- 
no de  la  muerte  impía  y  cruei  dada  á  los  condes. 

Temia  el  rey  don  Ordoño  nuevas  alteraciones ,  y 
que  aquellas  gentes  se  resolverían  de  acudirá  las  ar- 
mas para  tomar  enmienda  de  aquel  agravio  :  aperce- 
biase  para  la  guerra,  juntaba  soldados,  armas  y 
caballos  cuando  sobrevino  su  Gn.  Falleció  en  Zamora 
de  so  enfermedad  año  de  nuestra  salvación  de  923; 
foe  sepultado  en  León  en  la  iglesia  de  nuestra  Señora 
que  él  mismo  hfeiera  consagrar,  como  queda  arriba 
apuntado.  luciéronle  las  exequias  como  á  rey  con 
grande  solemnidad  y  aparato.  En  este  tiempo  por 
muerte  de  Sisenando  obispo  de  Compostella  sucedió 
en  aquella  iglesia  Gundesindo,  hombre  principal  hijo 
de  cierto  conde ,  pero  que  escurecia  con  sus  malas 
costumbres  y  afeaba  la  nobleza  de  9U  linaje.  Muerto 
este,  fue  puesto  en  su  lugar  Ermigildo  igual  en  la 
nobleza  al  pasado,  j  muy  semejable  en  las  costum- 
bres y  vida  :  De  Nuno  Belchidesy  de  Sulla  Bella  su 
mujer  nacieron  dos  hijos  Ñuño  Rasura  y  Gustio  Gon- 
zález. Ñuño  Rasura  fue  abuelo  del  conde  Fernán 
González,  á  quien  nuestras  historías  suben  hasta  las 
nubes  por  sus  muchas  hazañas  y  valor  muy  conocido: 
de  Gustio  fueron  nietos  los  infantes  de  Lara ;  con  que 
la  sangre  de  don  Diego  Porcellos  mezclada  con  la 
riml ,  como  se  dirá  en  su  lugar  >  anda  asimismo  enge- 
rida en  muchas  casas  y  linajes  principales  de  España 
y  de  fuera  della ,  sin  que  haya  faltado  sucesión  y  li- 
nea de  sus  nietos  y  decendientes  hasta  nuestra  era. 

CAPITULO  in. 

De  don  Fmela  el  Segundo  rey  de  Leen. 

M LEBTO  que  fue  el  rey  don  Ordoño ,  su  hermano 
don  Fruela,  Segundo  deste  nombre,  sucedió  en  el 
reino  de  León  no  por  alguna  virtud  que  en  él  bebie- 
se, ni  por  voluntad  de  los  grandes,  o  conforme  á  las 
leyes ,  sino  por  las  armas  en  que  muchos  ponen  el 
derecho  de  reinar.  Conforme  á  los  principios  fueron 
los  medios  y  los  acabos :  no  le  duró  mucho  el  poder, 
reinó  solos  catorce  meses.  Señalóse  solamente  en 
afrentas,  torpeza  y  crueldad ,  por  lo  cual  le  pusieron 
nombre  de  Cruel.  Forzosa  cosa  es  tema  á  muchos  á 
quien  muchos  temen.  La  seguridad  de  los  reyes  está 
en  el  amor  de  sus  vasallos,  y  en  el  odio  su  perdición. 
Dio  la  muerte  á  los  hijos  oe  un  hombre  principal  lla- 
mado Olmundo ,  cuyo  hermana  llamado  Fruminio 
obispo  de  León  fue  forzado  á  salir  en  destierro ;  que 
por  ser  persona  eclesiástica  no  quiso  el  rey  poner  en 
él  las  manos ,  dado  que  no  era  nada  escrupuloso  ni 


23» 

templado.  Tuvo  en  su  mujer  Munia  á  don  Alons»,  don 
Ordoño,  don  Ramiro;  y  fuera  de  matrímonio  á  don 
Fruela,  padre  de  don  Pelayo  llamado  el  Diácono,  coi> 
quien  casó  el  tiempo  adelante  doña  Aldonza  ó  Alfon- 
sa  nieta  del  rey  don  Bermudo  llamado  el  Gotoso.  Se- 
pultóse don  Fruela  en  León.  Su  memoria  y  fam» 
quedó  afeuda  no  mas  por  la  enfermedad  de  lepra  de 
que  murió,  que  por  la  cobardia  de  toda  su  viáa,  y 
por  la  rebelión  y  enajenamiento  de  Castilla  que  en  su 
tiempo  sucedió. 

Había  alterado  las  voluntades  de  los  naturales  la 
muerte  indigna  de  los  condes  que  el  rey  don  Ordoño 
mandó  hacer.  Esta  pena  se  acrecentaba  de  cada  día 
con  nuevos  agravios  que  les  baeian.ca  les  forzaban  á 
ir  á  pedir  justicia  y  seffuir  sus  pleitos  delante  los 
jueces  de  León,  y  cuando  se  tenían  cortes  generales 
acudirá  ellas.  Asi  lo  que  trataban  en  sus  ánimos  y 
no  era  fácil  ponello  en  ejecución ,  que  era  levantarse, 
tuvieron  buena  ocasión  de  apresurarlo  por  la  poque- 
dad del  rey  don  Fruela :  quitáronle  públicamente  la 
obediencia  y  se  le  rebelaron.  Para  dTar  orden  en  las 
cosas  y  para  el  gobierno  escogieron  dos  personas  de 
entre  toda  la  nobleza  que  turiesen  cargo  de  lodo  con 
suprema  autoridad.  Diéronles  nombre  de  jueces ,  y 
no  título  de  otros  principados  mas  grandes,  porque 
no  tomasen  ocasión  del  apellido  para  oprimir  la  liber- 
tad. Fueron  nombrados  para  esto  Ñuño  Rasura  y 
Lain  Calvo,  dos  varones  en  aquel  tiempo  muy  nobles 
y  poderosos.  Lain  era  de  menos  edad ,  y  casado  con 
Nuña  Bella  hija  de  su  compañero.  A  este  se  dio  cui- 
dado de  la  guerra  por  su  mucho  esfuerzo.  A  Ñuño 
Rasura,  que  era  persona  de  grande  esperíencia  y  de 

f prudencia  aventajada,  encargaron  principalmente 
as  cosas  del  gobierno  y  de  la  justicia ,  que  adminis- 
traba estando  en  Burgos  ciudad  principal,  las  mas 
veces  solo ,  y  también  en  otros  pueblos  de  la  prorin- 
cia.  Dos  leguas  de  Medina  de  Pomar  hay  un  pueblo 
llamado  Bijudico,  y  en  él  un  tribunal  de  obra  muy 
vieja  en  que  los  naturales  por  tradición  antigua  dicen 
que  estos  jueces  acostumbraban  á  publicar  sus  leyes 
y  determinar  sus  pleitos.  Gobernábanse,  esa  saber, 
por  un  antiguolibroy  fuero  que  contenía  las  antiguas 
leyes  de  Castilla  ( i )  cuya  mención  se  halla  muy  or- 
dinaríaen  los  papeles  j  memorias  deste  tiempo;  y  que 
tuvo  fuerza  hasta  el  tiempo  del  rey  don  Alonso  el  Sa- 
bio que  le  derogó ,  y  en  su  lugar  ordenó  las  leyes  de 
las  Partidas. 

Cuánto  tiempo  havan  vivido  estos  jueces  no  se  sa- 
be, ni  aun  se  tiene  bastante  noticia  de  sus  hechos. 
Del  linaje  destos  dos  jueces  sin  duda  sucedieron 
hombres  muy  nobles ,  muv  valientes  y  señalados, 

Eorque  Lain  Calvo  fue  qumto  abuelo  del  Cid  Ruy 
)íaz;  hijo  de  Ñuño  Rasura  fue  Gonzalo  I^uño,  que 
tuvo  el  cargo  de  su  padre  no  con  menor  gloría  que 
él ,  por  ser  de  ingenio  fácil ,  de  suavidad  de  costum- 
bres y  afabilidad  singular ,  en  todas  sus  cosas  muy 
curioso.  Demás  desto  acordó  y  hizo  qiié  los  hijos  de 
los  nobles  se  críasen  y  amaestrasen  en  su  p^ilacio,  que 
era  como  un  seminario  y  plantel  de  varones  señala- 
dos en  paz  y  en  guerra;' por  la  cual  liberalidad  ganó 
grandemente  las  voluntades  de  toda  la  provincia.  Su 
mujer  se  llamó  doña  Jimena  hija  del  conde  Ñuño  Fer- 
nandez ,  que  fue  con  los  demás  condes  de  CastiHa 
muerto  por  el  rey  don  Ordoño.  Deste  matrímonio  na- 
ció el  conde  Fernán  González  por  la  gloria  de  sus  vir- 
tudes y  proezas ,  y  en  particular  por  la  grande  cons- 
tancia que  mostró  en  tanta  varíedad  de  cosas  como 
por  él  pasaron,  igual  á  cualquiera  de  los  antiguos 
caudillos  y  príncipes.  Pero  del  conde  Fernán  Gonzá- 
lez se  trataníluego  en  su  lugar.  Volvamos  al  cuento 
de  los  reyes. 

(1)  Era  el  Fuero  Juzgo  de  los  visigodos,  por  el  coal  se 
gobernaban  todos  los  estados  de  los  reyes  de  León ,  entre  los 
que  estaba  en  este  tiempo  Castilla. 


De  don  Sancbo  Abarca  rey  de  Navarra. 

Co8*  averíguadH  y  cierta  es  que  las  historias  de 
Navarra  estJn  llenas  de  mucJias  fábulas  y  nonsejas, 
en  tanto  grado  que  ninguna  persona  to  podrá  negar 
que  tenga  alguna  noticia  de  la  antigüedad.  Parécema 
á  mi  que  losliiEtoriadores  de  aquella  nación  siguie- 
ron el  afecto  y  inclinación  vulgar  que  muchos  tienen 
dehennosear  su  narración  con  monstruosas  mentiras 
de  cDsasincreibles  y  con  patrañas.  Pordonde  la  hislo- 
ria,  cuya  principal  virtud  consiste  en  la  verdad  viene 
á  hacerse  y  ser  semejante  á  loa  libros  de  caballerías 
compuestos  de  fábulas  y  mentiras,  en  que  hombres 
ociosos  y  vanos  se  entretienen  y  en  ellos  gastan  su 
tiempo  :  falta  que  en  todo  lo  demias  de  la  historiase 
echa  dever  mas  en  loque  toca  ueste  tiempo,  sonlas 
invenciones  mas  evidentes  y  claras,  cuando  muerto 
por  loa  moros  en  un  rebate  el  rey  Garcí  Iñiguez ,  un- 
gen que  sucediú  lo  mismo  á  su  mujer  dona  Urraca 
que  estaba  preñada,  v  dicen  quedú  en  el  campo  muer- 
ta ,6  en  el  mismo ,  o  en  diferente  trance  y  tiempo; 
3ue  es  cosa  mas  fácil  maravillarse  que  los  autores  se 
iferencien  en  la  mentira,  que  entender  y  averiguar 
la  verdad.  Concuerdan  empero  en  que  un  caballero 
por  nombre  Sancho  de  Guevara  como  sobreviniese  y 
mirase  lo  que  pasara,  viú  al  infante  que  sacaba  el 
brazo  por  una  de  las  heridas  de  la  madre  que  muerta 
quedó :  acordd  de  abrir  el  vientre  de  la  madre  v  sa- 
car dél  al  niño :  criúle  secretamente  en  su  casa  basta 
tanto  que  tuvo  buena  edad.  No  sé  que  espantajos  se 
temía,  pues  para  mayor  secreto  dicen  que  le  traía 
vestiuo  de  aldeano  y  por  calzado  unas  abarcas,  de 
donde  le  dieron  el  sobrenombre  de  Abarca. 

Añaden  últimamente  qi^a  pasados  diez  y  nueve 
años  de  vacant« ,  como  la  gente  tratase  de  nombrar 
rey  le  trajo  á  las  cártes.  Allí  averiguado  el  caso  y  sa- 
bida la  verdad,  con  grande  voluntad  de  todos  le  fue 
dado  el  reino  y  la  corona,  teniendo  ledos  por  muy 
ali-gre  agüero  j  pronúslíco  para  adelante  que  Dios  le 


bobiese  guardado  de  tantos  peligros ,  j  persuadién- 
dose que  conforme  £  tan  maravillosos  principios  serian 
los  medios  j  fines.  Pero  estoque  muy  hermosamenle 
se  dice,  muchos  lo  tienen  por  falso,  personas  de  ma- 
yor prudencia  y  erudición ,  y  no  concuerdan  las 
memorias  y  privilegios  antiguos ;  ni  aun  la  razón  de 
los  tiempos  da  lugar  i  que  don  Sancho  Abarca  aacie- 
se  después  de  la  muerte  de  su  .padre ,  pues  tuvo  por 
yernos  á  don  Alonso  y  don  Ramiro  reyes  de  Leen  que 
vivieron  y  reinaron  poco  adelante,  antes  entiendo 
que  era  ya  de  buena  edad  cuando  muriú  su  padre,  y 
que  tomó  luego  la  corona;  dado  que  de  los  arcttí IOS  y 
papeles  del  monasterio  de  San  Salvador  de  Leyre 
aquellos  monges  sacan  que  Portun  hermano  mayor 
deste  rey  don  Sancho,  tuvo  primero  que  él  aquel  rei- 
no por  algún  poco  de  tiempo.  Siea  verdad  ómenliía, 
no  lo  sabría  decir ;  pero  anrman  que  dejado  el  reino 
creo  porestarcansado  de  las  cosasdcl mundo,  IoidA 
el  hábito  de  monge  en  aquel  monasterio.  L.a  verdad 
03 que  este  don  Saocbo  tuvo  en  su  mujer  Tendal 
Garci  Sánchez  el  mayorazgo  y  después  del  í  Bamin 
y  á  Gonzalo  y  á  Fernando  :  demás  desto  cinco  bijas, 
que  fueron  sus  nombres  Urraca.  Teresa,  MaHí, 
Sancha  y  Blanca.  Esta  postrera  alcen  algunos  que 
casó  con  don  Ñuño  señor  de  Vizcaya :  Otros  lo  cao- 
tradicen  movidos  de  que  por  aquel  tiempo  no  se  htlla 
gue  ninguno  de  aquel  nombre  naya  tenido  aquel  se- 
ñorío y  estado. 

Fue  este  principe  dichoso  no  solo  por  los  mucbm 
hijos  que  tuvo ,  sino  esclarecido  por  las  armas  porque 
consu  valor  y  esfuerzo  todo  lo  que  por  la  revuelta  de 
tos  tiempos  se  perdió  en  Sobrarve  y  Ribagorza,  se 
recobró  de  los  moros;  y  no  solo  hizo  esto,  mas  en- 
sanchó mucbo  los  antjguos  términos  de  aquef  señorío 
hasta  ganar  y  sujetará  su  coronalaVizcajaóClaDla- 
bria  j  todo  lo  que  se  estiende  por  las  riberas  del  rio 
Duerohasta  su  nacimiento  y  los  montes  Doca,  y  hacia 
Mediodia  hasta  Tudela  y  Huesca.  Demás  deíto  du 
muestras  que  llegó  con  el  discurso  de  sus  viclnrías  i 
Zaragoza,  un  castillo  que  está  situado  cerca  de  aque- 
lla dudad  con  nombre  de  Sanctia  Abarca ;  y  ann  no 


co, liento  con  los  términos  de  España ,  pasados  los  Pi- 
rineos ,  en  Francia  sujetó  aquella  parte  de  los  vasco- 
nea  y  Navarra  que  largo  tiempo  poseyeron  aquellos 
reyes ,  y  hoy  es  la  Cierra  de  vascos.  Estaba  el  re; em- 
barazado en  esta  guerra  de  la  otra  parte  de  los  montes: 
los  moros  por  pensar  que  por  los  fríos  del  invierno  no 
podría  venir  el  socorro ,  se  pusieran  sobre  Pamplona. 
Don  Sancho  avisado  del  peligro  hizo  pasar  losmontes 
á  los  soldados  con  abarcas  por  causa  del  Irío ;  y  esta 


fue  la  verdadera  cansa  de  faaberte  llamado  Abarca,  j 
la  manera  que  sucedió  en  los  nombres  de  Callgula  a 
Caracalla  enperadoros  romanos  por  semejanle  oca- 
sión. Fue  cosa  fácil  al  que  venció  le  naturaleza  y  el 
tiempo ,  vencer  también  en  batalla  á  loa  enemigos,  y 
forzallos  á  que  alzasen  el  cerco,  como  lo  hito.  En 
todas  estas  guerríisse  alaba  sobre  todos  la  valentiade 
un  capitán  llamado  Centullo,  hombre  sagaz,  animoso 
y  denodado.  Había  con  esto  ü  rey  don  Sancno  gana- 


HISTOUlA    DK   ESPAÑA. 


do  gran  g?or¡a ,  úüo  afeara  en  gran  parte  su  nombre 
con  volver  las  armas  contra  Ga^stiila :  cosa  qae  demás 
de  la  nota  á  61  acarreó  mal  y  daño,  como  se  verá  poco 
adelante. 

CAPITULO  V. 

De  doo  Alonso  el  Cuarto  y  don  Ramiro  el  Segando  reyes 

de  .León. 

Don  Alonso  Cuarto  desde  nombre,  llamado  el  Mon- 
go, el  reino  que  don  Frueta  á  tuerto  le  quitara,  des* 
Sue^  de  su  muerte  le  recobró  año  de  924.  Don  Lucas 
e  Tuy  dice  que  doo  AloOso  fue  hijo  del  mismo  rey 
don  Fraela ,  contra  lo  que  sienten  otras  personas  de 
mayor  diligencia  v  autoridad  que  dicen  fue  hijo  del 
rey  don  Ordeño  ef  Segundo.  En  tiempo  deste  rey  pnr- 
tío  desta  vida  Juan  prelado  de  Toledo  año  del  S^ñor 
de  926,  sucesor  que  fue  de  Wistremiro  y  de  Boúlto, 
y  él  por  si  ¡lustre  ejemplo  de  la  santidad  antigua.  En 
80  lugar  no  sucedió  algún  oiro  por  vedar,  cómo  se 

eutiende,  los  bárbaros  queat* 
guno  en  aquellas  revueltas 
fuese  elegido  y  puesto  en  lu- 
gar que  pudiese  «[obernar  y 
ayudar  las  casas  de  los  cris- 
tianos. Solo  los  demás  sacer- 
dotes con  desea  de  tener  paz 
entre  sí  por  una  manera  de 
concordia  daban  el  primer 
lugar  al  cura  de  Santa  Justa. 
y  obedecían  á  sus  mandatos: 
estado  en  qud  se  conservaren 
hasta  tanto  que  Toledo  volvió 
á  poder  de  cristianos. 

En  el  m*smo  tiempo  vola- 
ba por  el  mundo  la  fama  de 
Fernán  González  conde  de 
Castilla.  El  nombre  y  título 
de  conde  (porque  su  padre 
solamente  tuvo  el  nombre  d* 
juez)  no  se  sabe  si  lo  tomó 
con  consentimiento  de  los  re- 
yes de  León ,  ó  lo  que  parece 
mas  verosímil ,  por  voluntad 
de  sus  vasallos ,  que  le  qui- 
sieron honrar  por  esta  maae- 
ra  maravillados  de  las  esce- 
lentes^  virtudes  de  tan  gran 
varón.  Señalóse  en  la  justicia 
y  mansedumbre,  celo  déla 
religión ,  y  en  el  gran  ejerci- 
cio que  tuvo  y  larga  esperien- 
cia  en  las  cosas  de  la  guerra: 
virtudes  con  que  no  solo 
defendió  los  antiguos  térmi- 
nos de  su  señorío  sino  demás 
desto  hizo  que  los  del  reino  de 
León  se  estrechasen  y  reti- 
rasen de  la  otr-i  parte  del  rio 
de  Pisuerga.  Ganó  de  los  mo- 
ros ciudades  y  pueblos,  cas- 
tigó la  irf^oleocía  de  ios  na- 
varros con  la  muerte  de  su 
rey  don  Sancho  Abarca.  Te- 
nían los  navarros  costumbre 
de  hacer  mal  y  daño  en  las 
tierras  de  Castilla :  no  coo- 
tentos  con  esto  maltrataron 
de  palabra  con  ameauzas  y 
denuestos  á  los  embajadores 
.queles  envió  á  pedíreumieuda 

España  de  FenunGonialeí  <ie  lo  hecho.  Pasaroa  en  esto 

tan  adelante,  y  las  demasías 
fueron  tales  que  se  tuvo  por 
abierta  la  guerra. 

TOMO   I. 


El  conde  que  no  sufría  insolencias  ni  demasías» 
hizo  con  sus  gentes  entrada ,  y  rompiópor  las  tierras 
del  Navarro :  las  talas  y  presas  eran  grandes.  Acudió 
el  enemigo  á  la  defensa:  juotáronse  las  fuerzas  y 
gentes  de  ambas  partes  cerca  de  un  lugar  llamado 
Gollanda.  Dióse  la  batalla  de  poder  á  poder ,  en  que 
perecieron  muchos  de  los  unos  y  de  los  otros  sin  de- 
clararse la  victoria  por  gran  espacio.  Finalmente  en 
lo  mas  recio  de  la  pelea  los  generales  se  desafiaron  y 
combatteron  entre  si.  Encontráronse  con  las  lanzas: 
los  golpes  fueron  tan  grandes  gue  ambos  cayeron  en 
tierra,  el  rey  con  una  mortal  fierida,  el  conde  aun- 
que gravemente  herido,  pero  sin  peligro  de  la  vida. 
Animáronse  con  esto  los  soldados  de  Castilla ,  y  con 
tal  denuedo  cargaron  sobre  los  enemigos ,  que  en 
breve  quedó  por  ellos  el  campo.  Sobrevino  á  lasaron 
el  conde  de  Tolosa  con  sus  gentes  en  socorro  de  los 
navarros.  Recogió  á  los  que  huían ,  y  vueltos  á  las 
puñadas ,  tornóse  á  encender  la  batalla  (1).  Sucedió 
lo  mismo  que  aiítes  que  los  condes  $e  encontraron 
entre  sí  de  persona  á  persona :  cayó  de  un  bote  de 
lanza  en  aquel  combate  muerto  el  de  Tolosa,  conque 
los  navarros  quedaron  de  todo  punto  vencidos  y  pues- 
tos en  huida.  Los  cuerpos  del  rey  y  del  conde  con  li- 
cencia del  vencedor  fueron  ílevanoi  á  sus  tierras,  y 
honradamente  sepultados.  Sobre  li  sepultura  de  don 
Sancho  Abarca  hay  pleito  entre  los  mongos  de  San 
Juan  de  la  Peña  y  los  de  San  Salvador  de  Ley  re,  que 
cada  Cual  de  las  dos  parles  pretenda  le  sepultaron 
en  su  monasterio:  el  cual  no  hay  para  aue  determinar 
en  este  lugar.  Solo  entiendo  que  don  Stnoho  Abarca 
murió  al  princíoio  del  reinado  del  rey  don  Alonso  el 
Magno  (2)  año  de  nuestra  salvación  de  926  después 

aue  reinó  por  espacio  de  veíate  años  enteros.  Suce- 
ió  en  el  reino  dpn  Garci  Sánchez  su  hijo  de  quien 
hallo  que  se  llamaba  rey  de  Pamplona  y  de  Náiara. 
Reinó  cñarenta  años :  su  mujer  se  llamó  doña  Tere^ 
sa.  Esto  en  Navarra. 

El  rey  don  Alonso  de  L'son  fue  en  sus  costumbre^ 
mas  semejante  á  don  Fruélaqueá  su  padre.  Ningttihi 
virtud  se  cuenta  del,  ninguna  empresa ,  ninguna  pro- 
vincia sujetatla  por  guerra  y  allegada  á  su  senorió.  El 
odio  de  ios  suyos  por  esta  misma  causa  se  encendió 
contra  él  de  tal  suerte,  que  cansado  con  el  pcs5  del 
gobierno  se  determinó  de  renunciar  el  reino  é.  su 
hermano  don  Ramiro.  Llamóle  con  este  intento  á 
Zamora  el  año  del  Señor  de  93 1  ,y  de  su  reinado  seis 
y  medio.  Dióie  el  cetro  de  su  mano  resuelto  de  dos- 
cargarse  de  cuidador ,  y  de  mhdar  la  vida  de  principe 
con  la  de  particular  y  de  roonge.  En  el  monasterio  de 
Sahagun  puesto  á  la  ribera  del  rio  Cea  tomó  et  hábito 
sin  cuidar  ni  de  lo  que  las  gentes  podian  pensar  de 
aqnel  hecho,  ni  de  su  hijo  don  Ordoño  habido  endo- 
na Urraca  Jiménez  (3)  hija  de  don  Sancho  Abarca  rey 
de  Navarra,  que  quedaba  en  su  tierna  edad  desam- 
parado de  ayuda  y  á  propósito  pura  que  le  hiciesen 
cualquier  agravio,  b^l  principio  bueno  fue:. el  tierripo 
que  aclara  los  intentos,  dio  á  entender  que  mis  fte 
movió  por  liviandad  que  por  otro  buen  respeto.  Doña 
Teresa,  hermana  de  la  reina  doña  Urraca,  casó  con 
el  nuevo  rey  don  Ramiro :  della  nacieron d()n  Bsrmu- 
do ,  don  Ordoño ,  don  Sancho  y  doña  Elvira. 

Don  Ramiro encargudoque se hobo  de! réíno;lue- 
go  tornó  á  renovar  la  guerra  de  los  m*)ros.  Entendía 
como  varón  prudente  que  con  ninguna  co.4a  ma-t  po- 
día ganar  las  voluntades  de  los  suyos,  ni  hacer  ma- 
yor servicio  á  Dios ;  que  en  perseguir  á  lo^  enemigos 
del  nombre  cristiano  pero  la  inconstaacia  de  don 


( 1 )  Se  tiene  por  fabulosa  esta  batalU. 

(2)  Sin  duda  por  eqoi vocación  dice  el  Migno  en  vez  del 
Monge,  pues  aquel  queda  dicho  que  murió  eu  uuevecieatoá 
y  diei. 

(3)  Sa  dos  escrituras  firmidas  de  su  propia  minóse  llami 
(bña  Oa>3ca  ó  áóhi  Iniga. 

il 


242 


BtBLIuTECA  DB  GAÜPAR   Y   BOIG. 


Alonso  puso  impedimento  á  tan  santos  intentos: 

Sorque  con  la  misma  ligereza  con  que  lahabia  toma* 
o ,  dejó  aquella  manera  de  vida  y  se  cqmenzó  á  llamar 
rey.  Para  atajar  los  males  que  podiao  resultar  destos 
principios  y  don  Ramiro  á  la  hora  revolvió  contra  León 
do  su  hermano  estaba.  Allí  le  cercó ,  y  vencido  de  la 
hambre  y  de  la  faltado  todas  las  cosas,  le  forzó  á 
rendirse.  En  aquella  ciudad  fue  puesto  en  prisión  sin 
por  entonces  liac^r  en  él  mayor  castigo  á  causa  que 
]o8  hijos  del  rev  don  Fruela  Secundo  deste  nombre 
andaban  alterados  en  las  Asturias,  y  forzaban á  don 
Ramiro  á  ir  allá.  La  ocasión  de  alterarse  no  era  la 
misma  á  los  capitanes  Y  al  pueblo.  Los  hijos  de  don 
Fruelasequejaoan  de  haber  sido  despreciados  por  el 
rey ,  pues  no  los  llamó  á  las  cortes  en  que  don  Alon- 
so renunció  el  reino.  Los  asturianos  se  alteraron  por 
afición  oue  tenian  á  don  Alonso,  y  llevar  mal  que  ira- 
tase  de  nejar  el  gobierno. 

Eran  muchos  los  levantados ;  y  mas  por  miedo  del 
castigo  que  por  voluntad  ó  esperanza  ae  salir  con  la 
victoria,  tomaron  por  cabezas  á  los  hijos  de  don 
rYuela;  pero  conocido  el  peligro  que  corrían,  acor* 
daron  de  enviar  embajadores  a  don  Ramiro  paraavi- 
salle  que  estaban  aparejados  á  hacer  lo  que  les  fuese 
mandado ,  receblrie  en  las  ciudades  y  pueblos,  ser- 
Tille  con  todas  sus  fuerzas  con  tal  que  se  determinase 
de  venir  sin  ejército,  de  paz  y  sin  nacer  mal  á  nadie; 
que  esto  tomarían  por  señal  que  so  ánimo  estaba 
aplacado.  El  sospechando  algún  engaño ,  ó  teniendo 
por  cosa  indiana  que  sus  vasallos  para  ghedecelle  le 

Susiesen  copouciones,  entró  con  grueso  ejército  y 
ornó  á  sus  enemigos.  Perdonó  á  la  muchedumbre, 
tomó  castigo  de  los  mas  culpados.  A  los  hijos  de  don 
Fruela  luego  que  los  tuvo  en  su  poder,  los  privó  de  la 
vista.  El  niismo  castigo  se  díó  á  don  Alonso  húrmano 
del  rey.  No  lejos  de  la  ciudad  de  Ldon  estaba  un  mo« 
uasteno  con  nombre  de  San  Julián  edificado  á  costa 
deste  rey  don  Ramiro :  en  él  fueron  guardados  por 
toda  la  vida ,  y  después  de  muertos  sepultados  asi  to- 
dos estos  como  doña  Urraca  mujer  ae  don  Alonso. 
Con  esto  aquellas  grandes  alteraciones  que  tenian 
suspensos  los  ánimos  de  los  naturales ,  hubieron  mas 
fácil  salida  que  se  pensaba. 

Concluidas  estas  revueltas,  el  rey  como  antes  lo 
pretendió  volvió  las  armas  contra  los  moros.  Entró 
por  el  reino  de  Toledo ,  tomó  por  fuerza  en  aquella 
comarca ,  saqueó  y  quemó  á  Madrid  (i),  pueblo  prin- 
cipal, derribóle  los  muros.  En  el  entre  tanto  los  moros 
encendidos  en  deseo  de  vengarse  juntas  sus  gentes 
entraron  por  tierra  de  cristianos.  Lo  primero  se  me- 
tieron por  los  eamposdeCastilla.  El  conde  comoquier 
fue  por  la  guerra  pasada  de  Navarra  se  hallase  fiaco 
ae  fuerzas  movido  por  el  peligro  que  lascosascorrían, 
envió  embajadores  al  rey  don  Ramiro  para  rogarle  no 
permitiese  que  el  nombre  cristiano  recibiese  afrenta, 
ni  que  los  bárbaros  se  fuesen  sin  castigo :  que  él  for- 
zado tomó  las  armas  contra  el  rey  su  suegro,  y  oue  el 
suceso  de  las  guerras  no  está  en  manos  de  los  nom- 
bres: si  algún  agravio  ó  enojo  recibió  por  lo  hecho, 
que  era  justo  perdonarle  por  respeto  de  la  patria:  que 
le  aseguraba  no  pondría  en  olvido  el  beneficio  y  cor- 
tesía oue  le  hiciese  en  este  trance  El  peUgro  común 
«blaoJó  el  áauno  del  rey.  Acudió  luego  con  sus  gen- 
tes deseoeo  de  ayudar  afcon Je.  Juntáronse  las  hues- 
tes v  los  campos.  Dióse  la  batalla  cerca  de  la  ciudad 
de  Oima ,  en  que  gran  número  de  los  bárbaros  fueron 
muertos,  los  demás  pue«tos  en  huida.  Los  soldados 
cristianos  cargados  de  oro  y  de  preseas  volvieron  á 
sus  casas.  Algunos  sospechun  que  desdo  este  tiempo 
volvieron  los  condes  de  Castilla  á  estar  á  devoción  y 
ser  feudatarios  y  vasallos  de  \%s  reyes  de  León,  por- 

( I )  Prínera  vez  qne  »e  baee  meacieo  de  Madrid  en  la 
hiaioríji  coa  e«te  Mooibre :  «ii  las  escritaras  de  Toledo  se 
1  taina  MaiorUum  y  Mitigar Uum. 


d( 


ue  les  parece  que  un  rey  t|in  amigo  de  honra  como 
on  Ramiro  no  juntara  de  otra  manera  sus  fuerzas, 
ni  perdonara  las  injurias  y  desacatos  qu9  lebabioo 
hecho,  sin  que  primero  se  le  allanasen. 

Siguióse  una  nueva  guerra  contra  los  moros.  El  rey 
don  Ramiro  encendido  en  deseo  de  oprimirlos  con 
sus  gentes  movió  la  vuelta  de  Zaragosa.  Tenia  el 

Íirincipado  de  aquella  ciudad  Abenaya  señorde  pocas 
uerzas,  feudatario  de  Abderrahinan  rey  de  Córdobi. 
Acompañó  á  don  Ramiro  en  esta  jornada  el  coade 
Fernán  González.  El  moro  pareciéndole  que  no  po- 
dría resistirá  dos  enemigos  tan  fuertes,  tomó. por 
partido  sujetarse  al  rey  don  Ramiro  y  pagalle  parias. 
Con  este  concierto  se  nicieron  paces  y  cesó  la  guerra. 
No  guardan  los  moros  la  fe  mas  de  cuanto  les  es  for- 
zoso. Asi  partidos  ios  nuestros ,  y  también  por  medio 
de  Abderrahman  gue  tenia  aviso  se  aprestaba  contra 
él,  mudado  partido,  y  tomado  nuevo  asiento,  de 
consuno  acometieron  los  dos  las  tierras  de  los  cristia- 
nos. Llegaron  á  Simancas :  llevaban  loa  moros  mal 
que  los  cristianos  les  pusiesen  leyes  y  forzasen  á  pa- 
gar parias  los  á  quien  tenian  antes  por  sus  tribútanos. 
Acudió  luego  el  rey  y  salló  al  encuentro  á  los  enemi- 
gos. Dióse  la  batalla,  que  fue  muy  brava  y  de  las  mas 
señaladas  y  reñidas  de  aquel  tiempo:  murieron  trelo- 
ta  mil  moros,  otros  dicen  setenu  rail.  Los  despojos 
fueron  muctioá  y  ricos,  grande  el  número  de  los  cau- 
tivos. El  mi^o  Abenaya  también  fue  preso :  Abder- 
rahman con  veinte  de  á  caballo  escapó  por  los  pies. 

El  conde  Fernán  González  por  no  haberse  hallado 
en  la  batalla  (el  por  qué  no  se  sabe)  pero  habiéadose 
encontrado  con  ios  que  huian,  hizo  en  ellos  no  menor 
matanza.  Da  muestra  desto  un  privilegio  del  monas- 
terio de  Sanliillan  de  la  Cogulla  puesto  en  los  mon- 
tes de  Oca  (que  se  llamó  antiguamente  de  San  Feliz) 
que  concedió  el  conde  por  memoría  del  beneficio  re* 
cebido  y  desta  victoria  que  ganó  de  los  moros.  Eo 
aquel  privilegio  se  manda  que  muchas  Tillas  y  pue- 
blos de  Castilla  contribuyan  por  casas  cada  uno  para 
los  gastos  y  servicioade  aquel  monasterio ,  bueyes, 
carneros,  trigo,  vino,  lienzo  ,  conforme  á  lo  que  ea 
cada  tierra  se  daba,  por  voto  que  el  conde  hizo  cuan- 
do iba  á  esta  guerra :  de  donde  también  se  entiende 
?[ue  de  aquella  parte  de  Vizcaya  que  se  llama  Álava, 
ueron  gentes  de  socorro  al  rey;  y  que  todos  estuvie- 
ron persuadidos  que  dosingelesen  doscaballos  blan- 
cos pelearon  en  la  vanguardia,  y  que  por  su  ayuda  sa 
ganó  la  victoria ,  cosa  que  no  suele  acontecer,  ni  ano 
inventarse  sino  en  victorias  muy  señaladas  cual  foo 
esta.  El  alfaquí  mayor *de  los  moros,  que  es  como 
obispo  entre  ellos,  vino  en  poder  del  conde.  Con  esto 
la  provincia  y  la  gente  pareció  alentarse  del  grande 
espanto  causado  del  aparato  que  los  contrarios  hicie- 
ron para  aquella  guerra,  además  de  muchas  señales 
que  en  el  cielo  se  vieron  y  muchos  prodigios;  porque 
en  el  mismo  aña  que  fue  la  pelea ,  es  á  sat»er  el  de  934 
(otros  á  este  número  añaden  cuatro  años)  siendo  re- 
yes don  Ramiro  en  León  y  don  Girci  Sánchez  en 
Pamplona ,  hobo  un  eclipse  del  sol  á  los  diez  y  nueve 
de  julio  (mas  quisiera  á  ios  diez  y  ocho  porque  dicen 
fue  viernes)  por  espacio  de  una  hora  entera  á  las  dos 
de  la  larde ,  tan  grande  y  cerrado,  que  se  mudó  el 
día  en  muy  espesas  tinieblas.  Secunda  vez  á  quince 
de  octubre ,  que  fue  miércoles ,  la  luz  del  sol  se  vol- 
vió amaríliu:  en  el  cielo  apareció  una  abertura ,  co- 
metas de  estraordinaria  forma,  que  caian  á  la  parte 
del  mediodía,  las  tierras  fueron  abrasadas  por  oculta 
fuerza  de  las  estrellas,  sin  otras  cosas  que  daban  a 
entender  la  ira  de  Dios  y  su  sana.  Todo  esto  se  con- 
tiene eu  el  privilegio  del  conde  Fernaü  González: 
otros  dicen  que  en  el  mismo  diade  la  batalla  se  eclip- 
só el  sol  á  seis  de  agosto  dia  de  los  Santos  Justo  y 
Pastor,  qutt  fue  lunes.  Estas  semiies  tenían  á  todoi 
muy  congojados ;  pero  ganada  la  victona ,  se  trocó  el 
temor  en  alegría  ,  y  se  entendió  que  no  amenazaban 


BIMORIA   DE  ESPAÑA. 


343 


A  los  fieles  sino  á  sus  eoeroigos.  Falleció  por  este 
tiempo  Mirón  (i)  conde  de  Barcelona ,  dejó  tres  hijos 
menores  de  edad :  estos  fueron  Seniofredo ,  oiie  le 
sucedió  en  el  estado  :  Oliva  por  sobrenombre  Cabreta, 
al  cual  mandó  el  seftorio  de  Besalú  y  de  Gerdanía ;  y 
Mirón  que  en  los  años  adelante  fue  obispo  y  conde  de 
Girona. 

El  gobiemo^por  la  tierna  edad  del  nuevo  príncipe 
estuve  mucho  tiempo  en  poder  de  Seniofredo  su  tto 
conde  de  Urgel »  que  fue  escalón  para  que  sus  des- 
cendfeatef  poco  adelante  se  apoderasen  de  iodo.  A 
la  saaoo  que  gobernaba  este  Seniofredo  aquel  estado, 
se  tuvo  uo  concilio  de  obispos  en  un  pueblo  llamado 
FoeDteeubierta  tierra  de  Narbona.  En  este  concilio 
se  determinó  un  pleito  que  andaba  entre  los  obispos 
Antigisode  Urgel  y  Adulfo  ParaHiense  sobre  los  tér- 
minos y  mojones  de  los  obispados ;  ó  por  mejor  decir 
sobre  toda  la  diócesi  del  niralliense  que  el  de  Ur- 
gel pretendía  ser  toda  suya.  Asi  fue  determinado  por 
los  obispos  que  en  pasando  de  esta  vida  Adulfo,  la 
dudad  os  Pallas  quedase  sujeta  al  obispo  de  Urgel, 
porque  se  probaba  por  instrumentos  muy  ciertos  que 
antiguamente  lo  fue.  Presidió  en  el  concilio  Amusto 
prelado  Narbonense ,  per  estar  á  la  sazón  Tarragona 
en  poder 'de  moros ,  á  cuyo  obispo  perreuecia  concer- 
tar los  pleitos  entre  los  obispos  comarcanos  y  sufra- 
gáneos suyos. 

Por  muerte  de  Seniofredo  conde  de  Barcelona,  que 
falleció  adelante  sin  dejar  hijos ,  bien  que  estuvo  ca- 
cado cOB  doña  María  bija  del  rey  don  Sancho  Abarca, 
Boreilo  conde  de  Urgel  v  hijo  del  otro  Seniofredo  se 
apoderó  del  señorío  de  Barcelona.  La  fuerza  prevale- 
ció contra  la  razón ;  que  de  olra  suerte  ¿qué  derecho 
podía  tener  ni  alegar  para  escluir  á  Oliva  hermduo 
del  difunto?  Tuvo  Boreilo  un  hermano  llamado  Ar- 
mengaudo  ó  Armengol .  do  grande  santidad  do  vida, 
y  por  esto  puesto  en  el  númerp  de  los  santos  y  en  los 
calendarlos :  pero  esto  fue  algún  tiempo  adelante.  El 
rey  don  Ramiro  llegado  á  mayor  edad ,  y  vuelto  su 
pensamiento  á  las  artes  de  la  paz  y  al  culto  de  la  reli- 
gión 9  de  los  despojos  de  los  moros  edificó  en  León 
un  monasterio  de  monjas  con  advocación  de  San  Sal- 
vador ,  do  hizo  que  doña  Elvira  su  hija  única  tomase 
el  hábito  y  el  velo  como  se  acostumbra  :  otro  monas- 
terio hizo  con  nombre  de  San  Andrés :  el  tercero  de 
San  Cristóbal  á  la  ribera  del  río  Gea  cerca  de  Duero: 
el  cuarto  con  nombre  de  Santa  María  Virgen;  en 
conclusión  en  el  valle  Órnense  levantó  otro  monaste- 
rio con  advocación  del  arcángel  San  Miguel. 

Estaba  el  rey  ocupado  en  estas  cosas  cuando  nue- 
vas y  domésticas  alteraciones  le  hicieron  volver  á  las 
armas.  Fernán  González  y  Diego  Nuñez  hombres 
principales  con  deseo  de  novedades ,  ó  por  alguna 
causa  agraviados  del  rey ,  se  rebelaron  contra  él.  No 
tenían  basiantes  fuerzas  :  llamaron  á  los  moros  y  á 
feu  capitán  Acclpha.  Destruyeron  el  territorio  de 
Salamanca  que  baña  el  rio  Termes.  En  olra  parte  por 
las  armas  de  don  Rodrigo ,  que  entiendo  era  uno.de 
los  conjurados  ó  aliado  con  ellos,  las  tierras  de  Ama- 
ya  y  parte  de  les  Asturias  eran  maltratadas.  No  era 
ulcit  determioarse  h  qué  parta  primeramente  se  be- 
biese de  acudir.  En  igual  peligip  pareció  que  debían 
de  hacer  guerra  á  los  moros  per  ser  enemigos  públi- 
cos :  asi  se  hizo ,  y  los  echaron  de  toda  la  tierra  con 
gran  estrago  que  en  ellos  se  hizo.  Demás  deslo  los 
üUtores  y  uiovedores  del  alboroto  vinieron  en  poder 
del  rey ;  pero  no^mucho  después  fueron  sin  otro  cas- 
tigo sueltos  de  la  prísion  en  que  los  tenían  en  León 
encerrados ,  solamente  les  hicieron  jurar  de  nuevo  la 

(1)  La  croDolo^ria  de  los  condos  de  Barcelona  está  también 

trastornada  por  Mariana,  y  no  es  estraño  por  cuanto  esta 

liarir^  óe  nne^tra  historia  lo  Ka  sitio  generalmente  hasta  que 

el  «efior  Bofariill  dio  á  loz  su  obra  dé  Los  condes  de  Darce- 

ona  vindicados. 


obediencia  al  rey  y  prestalle  í  us  homenajes :  muestra 
que  el  delito  oo'fue  tan  grave ,  ó  que  el  rey  usó  de  la 
victoria  con  mucha  templanza.  Concluida  esta  guer- 
ra ,  entiendo  que  de  suyo  se  sosegaron  las  alteracio- 
nes de  las  Asturias ,  en  especial  que  la  clemencia  del 
rey  les  convidó  á  que  se  redujesen.  El  conde  de  Gas- 
tilla' Fernán  González  tenia  en  doña  Urraca  su  muj4>r 
una  bija  del  mismo  nombre.  Importaba  mucho  para 
el  buen  suceso  de  las  cosas  que  entre  las  dos  provin- 
cias y  señoríos  de  Castilla  y  oe  León  bebiese  coofede- 
ración  y  avenencia ,  lo  cual  don  Ramiro  no  ignoraba. 
Con  deseo  pues  que  la  paz  se  asegurase ,  trató  con  el 
Conde ,  y  hizo  que  su  hijo  don  Ordoño  que  le  debia 
suceder  en  el  reino ,  casase  con  la  dicha  dona  Urraca. 
Concluido  todo  esto ,  el  rey  como  f  nemigo  que  era 
de  la  ociosidad,  á  lo  postrero  de  su  edad  hizo  una 
nueva  entrada  en  tierra  de  moros :  metióse  por  el 
reino  de  Toledo  y  llegó  hasta  Talavera.  Venció  en 
batalla  á  los  que  venían  á  socorrer  A  los  suyos ,  ?n 
que  murieron  doce  mil  moros,  los  presos  llegaron  á 
siete  mil :  con  esta  victoria  hizo  que  su  autoridad  y 
reputación  se  mantuviese,  q*ie  junto  con  la  edad  se 
suele  envejecer  y  menguar.  Vuelto  á  sus  tierras,  en- 
vió á  sus  casas  el  ejército  cargado  de  despojos  de 
moros,  y  él  se  fue  en  romería  a  Oviedo  á  honrar  los 
cuerpos  de  los  muchos  santos  que  allí  estaban ,  y  dar 
á  Dios  gracias  por  tantas  mercedes.  En  aquella  cin-^ 
dad  por  ser  la  tierra  mal  sana  adoleció  de  una  enfer- 
medad mortal.  Sin  embargo  dio  vuelta  á  León ,  y  or- 
denadas las  cosas  de  su  casa ,  renunció  el  reino  y  le 
dio  de  su  mano  á  su  hijo.  Hecho  esto,  tomados  los 
sacramentos  de  la  penitencia  y  de  la  Eucaristía  de 
mano  de  los  obispos  y  abades  que  á  su  muerte  se  ha- 
llaron ,  falleció  en  el  año  de  nuestra  salvación  de  950 
¿  cinco  dias  del  mes  de  enero.  Sepultáronle  en  el  mo- 
nasterío  de  Snn  Salvador,  edificio  y  fundación  suya. 
Fue  este  año  muy  señalado  por  muchos  pueblos  que 
en  él  ó  se  edificaron  de  nuevo,  ó  se  repararon,  con- 
viene á  saber  Osroa ,  Roa ,  Riaza ,  Glunia  en  los  kre- 
vacos,  que  hoy  es  Coruña.  A  Sepúlveda  también  en 
un  sitio  fuerte  edificó  por  este  tiempo  el  conde  Fer- 
nán González ,  por  cuyo  esfuerzo  en  particular  el 
partido  de  los  fieles  en  aquel  tiempo  se  conservaba 
y  aun  mejoraba. 

CAPITULO  VI. 
De  don  Ordeño  Tercero  deste  nombre  rey  de  León. 

MoEaTO  el  rey  don  Ramiro ,  don  Ordoño  su  hijo 
heredó  el  reino  de  IjCOu.  Era  hombre  de  gran  cora- 
zón ,  tenia  gran  ejercicio  en  las  armas ,  prudencia 
singular  en  el  gobierno.  La  brevedad  de  la  vida ,  ca 
solumente  reinó  cinco  años  y  siete  meses,  hizo  que 
no  pudiese  ejercitar  por  largo  tiempo  las  virtudes  de 
que  su  buen  natural  daba  muestras.  Al  principio  don 
Sancho  su  hermano  (2)  ó  por  deseo  de  reinar  ó  irri- 
tado por  algún  agravio  como  es  mas  verosímil ,  fue 
causa  que  las  armas  deGarcí  Sánchez  rey  de  Navarra 
su  tio  y  las  del  conde  Fernán  González  á  su  per^iua- 
sion  se  moviese  en  daño  de  don  Ordoño,  sin  tener 
ninguna  cuenta  con  el  amor  que  á  <)u  hermanó  debia. 
El  deseo  de  reinar  y  el  dolor  del  agravio ,  amims  mr- 
les  tienen  gran  fuerza.  Juntas  \bh  gentes  de  Navarra 
y  de  Castilla  entraron  por  las  tierras  del  rey  de  León, 
que  por  estar  desapercebido  y  poco  conlíado  de  la 
voluntad  de  l<»s  suyos  en  aquefla  discordia  civil ,  de- 
terminó  de  fortificarse  en  a'gunas  plazas  fueríes  [)or 
su  sitio  ó  por  lüs  murallas ,  fin  venir  á  la  batalla.  Los 
enemigos,  sosegado  el  furor  con  que  entraron,  y 
juzgando  que  era  sin  propósito  hacer  la  guerra  (ante 

(9)  Este  don  Sancho  oo  era  hermano  de  don  Ordouo, 
sino  de  dr>n  Alonso  el  Monge  y  de  don  Ramiro  11,  y  hijo  del 
rey  don  Ordoño  II,  que  por  osla  razón  seilamaba  don  Sancho 
Ordoúez. 


2H 


BIBLIOTECA  DK   GASPAR   T  ROIG. 


Uaoipo  eo  provecho  ajeno  y  con  su  peligro,  sin  hacer  i  nmejor ,  que  también  yo  no  rehu.«aré  de  ponerme  á 
efecto  de  momenlo  se  volvieron  á  «es  tierras.  Don  |  )>cualquier  trance  por  tu  mandado;  pero  de  mi  pare* 
Ordouo con  deseo  de  satisfacerse  del  conde,  que  sin  ''"         ^       "  *         »  -  ' 


tener  respeto  al  deudo  hubia  juntado  sus  fuerzas  con 
BU  hermano  y  tío  phra  su  daño,  sin  dilación  repudió 
á  doña  Urraca  hija  del  conde,  y  casó  con  doña  Elvi- 
ra; que  tales  eran  las  costumbres  de  aquella  era. 
Deste  nyevo  matrimonio  ubciódon  Bcrmudo,  el  que 
algunos.años  antes  edeíantH  mudadas  las  cosas  y  tro: 
cadas ,  finalmente  alcanzó  el  feino  de  su  padre. 

Las  alteraciones  de  ios  gallegos ,  movidos  á  lo  que 
se  entiende  por  afícion  que  tenianá  don  Sancho  (i), 
fueron  en  breve  por  las  armas  y  diligencia  de  don 
Ordoño  sosegadas.  Y  para  que  el  provecho  fuese  ma- 
yor ,  con  sus  gentes  enfró  datido  por  todas  parles  el 
gasto  á  los  campos  en  aquella  parte  de  la  Lusitania 

3ue  estaba  sujeta  á  los  moros  :  llegó  hasta  Lisboa, 
onde  se  volvió  á  su  tierra.  Por  el  mismo  tiempo  Fer- 
nán González  conde  de  Castilla  con  una  entrada  que 
hizo  por  tierra  de  moros ,  se  apoderó  del  castillo  de 
Carranzo,  echada  de  allí  la  guarnición  morisca  que 
tenia.  No  con  menor  diligencia  Abderrahnian  rey  de 
Córdoba  aunque  de  grande  edad ,  enemigo  de  toda 
insolencia,  juntado  un  grueso  ejército  en  que  se  con- 
taban ochenta  mil  combatientes,  mandó  á  Almanzor 
Álagib  (que  es  tanto  como  vírey)  capitán  de  grao 
nombre  acometiese  con  gran  furia  las  tierras  de  cris- 
tianos. Recelóse  el  conde  de  aparejos  tan  grandes: 
llamó  la  gente  de  todo  su  estado  á  la  guerra ,  y  alistó 
todos  los  que  tenian  edad  á  propósito  para  lomar  ar- 
mas ;  y  como  quier  que  todavia  el  ejército  fuese  me^ 
ñor  que  el  peligro  que  amenazaba ,  cuidadoso  del  su- 
ceso de  la  guerra  en  uua  junta  de  capitanes  que  tuvo 
en  el  pueblo  de  Muñón,  consultó  lo  que  se  debía 
hacer.  Los  pareceres  fueron  varios,  como  acontece, 
que  en  grande  peligro  y  miedo  ordinariamente  cada 
uno  habla  conforme  A  quien  es.  Los  mas  atrevidos 
querían  que  se  hiciese  ia  guerra ,  otros  que  recogi- 
das las  provisiones  y  alzadas  en  lugares  seguros  se 
entretuviesen  hasta  tanto  que  las  fuerzas  de  los  bár- 
baros ,  que  tienen  grande  Ímpetu ,  con  la  tardanza  se 
enflaqueciesen. 

Gonzalo  Díaz  hombre  principal  pretendía  que  avn 
seria  bien  comprar  de  los  moros  las  treguas  por  dine- 
ro sin  cuidar  de  ia  honra  como  suele  acontecer  cuan- 
do prevalece  el  miedo,  que  la  sabía  cobardía  puede 
mas  que  la  honrada  vergüenza  :  «Por  ventura  (dice) 
Má  tan  grande  ejército  y  tan  esperimenlado  opondre- 
vmos  el  pequeño  número  de  los  nuestros,  y  loca- 
umente  ños  despeñaremos  en  tan  grande  perdición? 
i>No  mhras  que  en  el  suceso  y  trance  de  una  batalla 
»con8Íste  el  peligro  de  toda  la  cristiandad ,  pues  en 
»>tu  tierra  se  hace  la  guerra?  Si  venciéramos ,  él  pro- 
uvecho  será  poco;  sí  fuéremos  vencidos,  será  forzoso 
uque  la  provincia  desnuda  de  fuerzas  y  vencida  del 
umiedo  venga  (lo  que  Dios  no  ouiera)  en  poder  de 
ulos  enemigos.  Mira  no  sea  peroer  en  un  punto  y  en 
imn  momento  las  ciudades  y  pueblos  ganados  en 
utantos  siglos,  y  con  tanta  sangre  de  cristianos;  lo 
»<fue  los  venideros  digan  no  fue  esfuerzo,  sino  locu-* 
»ra :  como  ordinariamente  los  consejos  atrevidos  tie* 
unen  la  fama  según  lo  que  dellos  resulta,  y  conforme 
»á  sus  remales  se  juzga  dellos.  Considera  otrosí  que 
^muchas  veces  es  de  mayor  esfuerzo  refrenar  el  áoí- 
»>mo  con  la  razón ,  que  con  las  armas  vencer  á  los 
»enemígos.  En  esto  tiene  gran  parte  la  fortuna ,  el 
«recato  es  oficio  muy  propio  de  grandes  varones.  Y 
»quécosa  puede  ser  mas  lemeraria,  que  por  un  vano 
«deseo  de  alabanza  y  honra  jpooer  en  cierto  y  grave 
apeligro  las  cosas  sogradas .  la  patria ,  las  mujeres  y 
»Dijos,  y  toda  la  religión?  Tú  haz  lo  que  juzgares  ser 

(1)  El  levaDlamiento  de  Galicia  sucedió  después  de  iü 
muerte  de  don  Stncbo  y  oipguu  autor  manifiesta  por  qué 
cau$a. 


)>cer  nunca  con  tan  grande  peligro  v  riesgo  de  todo 
))t6  pondrás.  Señor,  al  trance  de  la  oatalla.» 

El  conde  no  ignoraba  que  el  parecer  de  Gooz&lo 
Díaz  era  de  otros  muchos  que  hablaban  por  la  boca 
de  uno;  pero  prevaleció  el  deseo  de  la  honra  y  repu- 
tación. Asi,  como  razonase  largamente  de  las  fuer- 
zas de  los  suyos ,  de  la  ayuda  divina ,  de  la  gloria 
ganada,  que  tenía  por  mas  grave  que  la  muerte^  aman- 
cillarla  con  algun^  muestra  de  cobardía,  y  los  demás 
quién  de  verdad,  quién  fingidamente  alabasen  su 
parecer  y  se  conformasen  con  él,  hechos  sus  votos  y 
plegarias ,  movieron  contra  el  enemigo ,  que  tenia 
sus  reales  cerca  de  la  villa  de  Lara.  No  vinieron  luego 
á  las  manos  :  el  conde  cierto  día  salió  por  su  recrea- 
ción á  caza ,  y  en  seguimiento  de  un  ja  valí  se  apartó 
de  la  gente  que  le  acompañaba.  En  el  monte  cerca  de 
alli  uña  ermita  de  obra  antigua  se  veía  cubierta  de 
yedra ,  y  un  altar  con  nombre  del  apóstol  San  Pedro. 
Un  hombre  santo  llamado  Pelsgio  ó  Peiavo  con  dos 
compañeros ,  deseoso  de  vida  sosegada ,  había  esco- 
gido aquel  lugar  para  su  morada.  La  subida  era 
agria )  el  camino  estrecho ,  la  fiera  acosada  como  á 
sagrado  se  recogió  á  la  ermita.  El  conde  movido  de 
la  devoción  del  lugar  üo  la  quiso  herir,  y  puesto  de 
rodillas  pedía  con  grande  humildad  el  ayuda  de  Díoí:. 
Vino  luego  Pelado,  hizo  su  mesura  al  conde,  él  por 
ser  ya  tarde  hizo  allí  noche ,  y  cenado  que  bobo  io 
poco  que  le  dieron ,  la  pasó  en  oración  y  lágrimas. 
Con  el  sol  le  avisó  Pelayo  su  huésped  del  suceso  de 
la  guerra  :  que  saldría  con  ia  victoria ,  y  en  señal 
desto  antes  de  la  pelea  se  vería  un  estraño  caso.  Vol- 
vió con  tanto  alegre  á  los  suyos  que  estaban  cuidadoso*; 
de  su  salud  :  declaró  todo  lo  que  pasaba.  Enceodié- 
ronse  los  ánimos  de  los  soldados  á  la  pelea  queeslH- 
ban  atemorizados.  Ordenaron  sus  haces  para  pelear: 
al  punto  queriau  acometer,  un  caballero,  que  algu- 
nos llaman  Pero,  González  de  la  Puente  de  Filero, 
dio  de  espuelas  al  caballo  para  adelantarse.  Abrióle 
la  tierra  y  tragóle  sin  que  pareciese  mas.  Alborotóse 
la  gente  espautada  de  aquel  milagro.  Avisóles  el  coode 
que  aquella  era  la  señal  de  la  victoria  que  le  diera  el 
ermitaño,  que  si  la  tierra  no  los  sufría,  menos  lo  su- 
frirían los  contrarios. 

Con  estas  palabras  volvieron  todos  en  sí.  Dióse 
luego  la  batalla  de  poder  á  poder,  en  aue  por  peque- 
ño número  de  cristianos  fue, destrozada  aquella  graa 
muchedumbre  de  enemigos.  El  general  con  los  que 
pudípron  escapar ,  salió  huyendo  de  la  matanza.  Con 
esta  victoria  las  cosas  de  los  cristianos  que  estaban 
para  caer,  se  repararon.  Los  nuestros  alegres  y  car- 
gados de  despojos  de  moros  se  volvieron  á  sus  casas. 
Dióse  parte  de  la  presa  al  santo  varón  Pelayo,  y  con 
el  tiempo  á  costa  del  conde  se  edificó  de  los  despojos 
de  la  guerra  un  magnífico  monasterio  á  la  ribera  del 
río  Arlanzacon  advocación  de  San  Pedro  (2),  en  que 
fueron  puestos  los  huesos  de  don  Gonzalo  padre  del 
conde.  En  nuestra  edad  se  muestra  la  ermita  de  Pe- 
layo  en  una  peña  que  está  cerca  de  aquel  monaste- 
rio. El  cuerpo  de  San  Vicente  mártir,  menos  sola- 
mente la  cabeza ,  y  los  do  las  santas  Sabina  y  Cristeía 
sus  hermanas  dicen  los  mongos  de  San  Benito  de 
aquel  monasterio  de  San  Pedro  de  Arlanza  que  los 
tienen  allí,  otros  que  están  en  otras  partas.  Üii  se- 
pulcro sin  duda  se  muestra  en  aquel  lugar  de  Gan  ía 
abad  que  fue  antiguamente  de  aquel  convento,  que 
pooen  en  el  número  de  los  santos. 

Los  moros  sin  perder  en  alguna  manera  el  áaircA 
por  aquel  destrozo  y  desmán  trataban  de  acometer  á 

(2)  Su  rundacioD,  según  la  escritura  publicada  por  t] 
M.  Ycpes  es  muy  anterior  á  este  suceso,  y  «e  alrib»!«a 
otro  conde  del  mismo  nombre  que  vivía  en  W*  Vi  batiU' 
la  pone  Perreras  en  el  año  951, 


BUTOWA  M  SSPkkk. 


CuIíHb  ,  7  por  otn  ^rte  el  re;  doa  OrJoDO  deapuee 
da  li  entredi  que  hiio  ea  Ji  Liuituie,  cacandído 
loderie  en  deceo  de  Tengirw  del  cOQdew  aparejtbe 
pan  le  bacer  cruel  gtiern.  Uellilnoee  lu  coeu  ea 
griB  peligro :  el  íhIido  del  re;  don  Ordoño  como  de 
Diincipa  iDodeito  HcUmeato  te  Bmeoió  coa  una  em- 
boada del  conde  ea  qae  te  pedia  perdón  con  toda 
hnmfldad,  qve  no  por  ea  vonotad  m  halm  errado, 
súM  antee  por  engifio  de  aqaelloB  que  oavea  mal  du 
■a  facilidad ;  qne  ealibe  aparejado  por  hacer  lo  qua 
le  Budaie  j  recompenaar  con  Doeroa  •arriclot  la 
olewa  patada,  AtíbóIo  olnni  qae  graadei  gente*  da 
rooroa  ae  apareiabaa  para  diito  da  crIitiantK  :  do  era 
imto  utapoefeae  ini  particularea  afectoa  j  dolor  i 
n  canea  comandel  nombre  rReÜgioaCriRtiana.  Con 
eaU  «abajada  no  tolo  el  rey  M  apÍBcd,tiDO  le  envió 
tanta  «nía  de  locorro  cuanta  era  meneiler  para  re- 
batir ía  (iiirí*  dé  kw  non»,  qoe  eran  llegados  áSao- 
ttelsfin  de  Cormai  baciendo  mal  y  daño.  Düroase 
viata  loa  campot,  y  trat  etto  la  batalla  que  fue  berida 
y  bren.  La  nctona  qnedd  pvr  tot  ntiestn»  :  el  w- 
tragndeloabérbarotraegnDde.  El  rey  don  Ordoño 
COR  la  noe*a  alegre  de  tan  grande  victarla ,  y  Ueao 


245 


de  nuBTai  eaperanzai  h  aparejaba  p&ra  bacer  otra 
Tez  fuerra  a  loa  moro»,  cuando  en  ZwDiwa  marMde 
tu  enfermedad  el  año  de  B55.  Su  cubtm  fu»  «epiil> 
tado  UQ  r«alee  eieqniaB  y  aparato  en  León  en  San 
Salvador  do  «alaba  enterrado  gu  padre. 

CAPITULO  Vil. 

De  don  Sanclu  el^Gordo  ttj  de  L«on. 

En  vida  del  rey  don  Ordtiñü  no  te  aabe  en  qué 

parte  baya  estido  don  Sanclio  su  liernlaDO,  y  ai  lo- 

vieae  alguna  mano  en  el  gobierno  del  reino;  ni  aun 

hay  noticia  ai  loados  bermuot bJcieron  amistad aD< 


tra  il,  ú  ti  durd  siempre  la  «lemiga  que  al  princEplo 
taviaron.  El  vergonzoso  deicuido  de  loa  cronif"** 
dettoi  tiempos  fuerxa  á  que  la  biitoría  muchas  vi 


Tiya  sin  claridad  ¡  concuerdau  empero  que  deapnes 
de  la  muerte  de  don  Ordoño ,  don  Sancbo  ain  coatra- 
diccioo  fne  hecfao  rey  de  León.  Tavo  siibrenombra 
de  Gordo  porque  lo  era  en  dentaiia ,  y  por  la  misma 
razón  de  cuerpo  inúLíl  para  el  trabajo.  Verdad  ea  qué 
tavo  muy  buen  natural  y  admirable  constancia  ea 
laa  adversidades ,  no  nada  malícioto ,  antes  muy  no> 


!■  I  ilD  Je  conde  F    mt  Guau 


ble  en  BUS  cosu  y  condición.  Gl  legundo  año  de  su 
rrinado  qne  aa  eontá  de  Cristo  9S6 ,  por  alterarte  el 
ejército  i  causa  de  las  parcialidades  que  aun  no  sose- 
gaban de  todo  punto,  fue  foraadoá  recogerte  y  ba- 
cer recuno  i  tn  tío  el  rey  de  Navarra  y  desamparar 
al  reino  por  dudar  de  lu  tatdnladés  da  IM  amigos,  y 


estar caalTHÍI declarados  Ihuclios enemigos, queseé 
incltoaban  en  favor  de  don  Ordoño  hijo  del  rey  don 
Alonso  llamado  el  Honge;  el  cual  am  la  idea  da  dou 
Sanclio  su  competidor  se  apoderd  ftcilmenlede  todo, 
y  para  tener  mas  autoridad  casó  con  doña  Urraca  re- 
pudiada del  rey  don  Ordoño  su  primo:  casemienlo  eU 


246 


Biblioteca  úe  gasfab  t  boig. 


ouevino^  conde  padre  delli.  Era  este  doo  Ordoño 
(le  malo  y  perverso  natural,  tanto  que  le  llamaron  el 
Malo ,  y  como  soltase  las  riendas  á  sas  inclinaciones 
malas  (cosa  siempre  muy  perjudiciaU  los  que  tienen 
gran  poder  y  mando)  cayo  en  odio  de  la  gente  y  por 
el  odio  en  menosprecio. 

No  dejaba  don  Sancho  de  advertir  la  ocasión  que 
se  presentaba  por  este  respeto  para  recobrar  el  reino, 
sino  que  primero  para  adelgazar  el  cuerpo  por  con- 
sejo del  rey  de  Navarra  su  tío  fue  á  Córdoba ,  do  se 
decía  por  la  fama  habia  grandes  médicos ,  en  parti- 
cular a  propósito  para  curar  aquella  enfermedaa.  Ab- 
derrahman  le  recibió  benignamente,  púsose  en  cura 
V  por  virtud  de  cierta  yerba  cuyo  nombre  no  se  re- 
fiere ,  deshecha  )a  gordura ,  quedó  el  cuerpo  en  un 
medio  conveniente.  Para  que  el  beneticio  fuese  mas 
colmado,  le  dio  á  la  partida  buenas  ayudas  de  moros, 
para  que  recobrase  su  reino.  Era  al  rey  bárbaro  cosa 
muy  hermosa  que  se  entendiese  tenia  en  su  mano  la 

Saz  y  la  guerra,  hacer  y  deshacer  reyes.  Venido  don 
ancho,  su  contrario  don  Ordoño  sin  tratar  dedefen- 
derse  se  fué  á  las  Asturias :  tan  grande  era  el  temor 
que  le  vino  repentinamente.  De  alK  con  la  misma 
desconfianza  pasó  á  las  tierras  del  conde  su  suegro. 
A  los  miserables  todos  los  desamparan,  y  las  piedras 
se  levantan  contra  el  que  huye.  Donde  pensaba  ha- 
llar refugio,  Bllf  quitándole  la  mujer  por  su  cobardía, 
fue  desnecnado.  Recogióse  á  los  moros ,  en  cuya 
tierra  pasó  su  triste  vida  pobre  y  desterraao ,  y  ultí- 
mente falleció  cerca  de  Córdoba. 
.     En  el  mismo  tiempo  las  armas  de  Castilla  se  altera- 
ron con  guerras  domésticas.  Don  Vela ,  uno  de  los 
nieto^  y  descendientes  del  otro  Vela  que  dijimos  tuvo 
el  señorío  de  Álava,  allí  ^  en  la  parte  comarcana  de 
Castilla  tenía  grande  jundic^ion.  Este  feroz  por  la 
^ad ,  y  conGado  por  los  parientes,  riquezas  v  alia- 
dlos que  tenia  muchos ,  tomó  las  armas  contra  el  con* 
•de  Fernán  González.  El  conde  no  sufría  ninguna  de- 
»masia ,  acudió  asimismo  á  las  armas.  Venció  á  Vela 
y  á  sus  aliados  y  consortes,  y  siguiólos  por  todas  par- 
atas sin  dejallos  reposar  en  ninguna  hasta  tanto  que 
los  puso  en  necesidad  de  hacer  recurso  á  los  moros, 
«^dejada  la  patria ;  gue  fue  ocasión  de  grandes  movi- 
^mientos  y  desgracias.  El  Alha^íb  Almanzor  ó  á  rué- 
.^os  y  persuasión  destos  forajidos;  ó  con  deseo  de 
satisfacerse  de  la  afrenta  pasada,  juntado  que  tuvo 
un  grueso  ejército,  entró  por  tierras  de  Castilla  (i), 
'  espantoso  v  airado  contra  los  nuestros.  El  conde  con 
los  suyos  fe  salió  al  encuentro;  pero  primero  que  se 
viese  con  los  enemigos ,  con  deseo  de  visitar  á  Pelayo 
su  huésped  de  camioo  pasó  por  su  ermita :  halló  que 
era  ya  muerto.  Aquejaao  con  el  cuidado  de  lo  que  le 
sucedería,  entre  sueños  le  apareció  Pelayo,  y  le  cer- 
tilicó  que  sería  vencedor  conGado  por  ende  en  la 
ayuda  de  Dios  fuese  á  la  guerra  sin  recelo,  y  en  pu- 
rdiendo  diese  á  los  moros  la  batalla. 

.  La  pelea  se  trabó  cerca  de  Píedrahita  con  tan  gran- 
ule denuedo  v  porüa  de  las  partes  cuando  nunca  an- 
les  mayor::  fus  bárbaros  conGaban  en  su  muchedum- 
bre, los  nuestros  «u  la  justicia,  esfuerzo  y  buen 
talante  de  la  gente,  sobre  todo  en  la  ayuda  de  Dios, 
dado  que  eran  pocas  para  tan  grande  morisma,  con- 
viene a  saber  cuatrocientos  y  cincuenta  de  á  caballo, 
quince  mil  infantes,  pero  muy  valientes  en  el  pelear 
y  arriscados.  Dicen  que  duró  la  pelea  por  espacio  de 
tres  días  sin  cesar  hasta  que  cerraba  la  noctie,  lo  que 
era  menester  para  reposar.  El  día  postrero  el  apóstol 
Santiago  fue  visto  entre  las  haces  dar  la  victoria  á  los 
Geles.  De  los  euemlgos  en  la  pelea  y  huida  j)erecieron 
mayor  número  que  jamás  :  por  espacio  ac  dos  díus 
siguieron  los  nuestros  e!  alcance  y  ejecutaron  la  vic- 
ioria  en  los  que  huian.  Acabada  esta  guerra ,  vinie- 

(1)    Los  híj^loriadorec  contemporáneos  no  tiablan  de  nin- 
¡nina  batalla  habida  ron  \oíi  moros  en  e$te  tiempo. 


ronde  toda  Castilla  embajadores  los  príncipales  de 
las  ciudades ,  eso  mismo.de  las  otras  naciones  á  dar 
el  parabién  al  conde  por  beneficio  tan  señalado,  con- 
fesando que  por  su  esfuerzo  los  cristianos  eran  libra- 
dos de  presente  de  un  grave  peligro  y  para  adelanta 
de  no  menos  miedo.  En  particulardon  Sancho  rey  da 
León  con  una  muy  noble  embigada  que  Je  envió; 
después  de  alegrarse  con  él  le  pedia  que  por  cuanto 
trataba  de  juntar  cortes  de  todo  su  reino  para  con- 
sultar cosas  muy  graves  no  se  escusase  de  veolr  á 
León  y  hallarse  en  ellas.  Fue  esta  demanda  pesada 
al  conde  por  temer  asechanzas  en  aquella  muestra  de 
amistad,  y  que  con  color  de  las  cortes  no  fuese  en-> 
ganado  de  aouel  rey  astuto,  que  sospechaba  no  debía 
estar  olvidado  de  las  diferencias  pasadas;  mas  no  s« 
ofrecía  alguna  bastante  causa  para  rehusar  lo  que  le 
era  mandado.  Prometió  de  ir  allá ,  y  cumpliólo  el  dia 
señalado  acompañado  de  gran  número  de  susgi^* 
des.  Supo  el  rey  su  venida,  y  para  mu  honnule  le 
salió  á  recibir. 

Taviéronse  estas  cortes  el  año  958,  en  las  cuales 
no  se  sabe  qué  cosas- se  tratasen*  Solo  refieren  qoe 
el  conde  vendió  al  rey  por  gran  precio  un  caballo  y 
un  azor  de  grande  escelencia,  por  no  querer  r«cebi- 
llos  de  gracia  como  se  los  ofrecia ;  y  que  se  puso  una 
condición  en  la  venta  que  caso  que  no  se  pagase  el 
dinero  el  día  señalado ,  por  cada  día  que  pasase ,  se 
doblase  la  paga.  Demás  desto  por  astucia  de  la  reina 
viuda  doña  Teresa  que  deseaba  vengar  la  muerte  de 
su  padre ,  se  concertó  que  doña  Sancha  su  hermana 
casase  con  el  conde;  la  cual  estaba  en  poder  de  don 
García  hermano  de  ias  dos ,  fey  de  Navarra;  era  ya 
doña  Urraca  muerta ,  la  primera  mujer  del  conde. 
Entendía  que  por  fuerza  no  aprovecharía  nada,  y  el 
rey  don  Sancho  no  quería  abiertamente  faltar  en  su 
fe  :  determinaron  de  poner  asechanzas  al  conde  y 
usar  en  lug^r  de  armas  de  la  desleaüad  de  los  navar- 
ros. No  sabía  estos  meneos  y  tramas  el  rey  Gard  Sán- 
chez ;  y  así  con  deseo  de  vengar  las  injurías  pasadas 
no  cesaba  de  hacercabalgadas,  talar  y  maltratar  las 
tierras  de  Castilla.  El  conde  vuelto  á  su  tierra ,  le 
amonestó  por  sus  eml^jadorea  hiciese  emienda  de  los 
daños  hechos;  que  de  otra  guisa  no  podrí*  escusarse 
de  mirar  por  los  suyos  y  satisfacelles  sus  agravios 

Con  esta  embajada  parece  se  abría  la  guerra :  de 
lance  en  lance  vinieron  á  las  armas :  juntaron  sus 
huestes :  dióse  en  breve  la  batalla ,  en  que  el  coode 
sallo  vencedor.  En  esta  guerra  Lope  Díaz  señor  de 


mente  senór  de  Vizcaya.  Después  desta  victoría  lie- 
chas  las  paces,  el  conde  Fernán  González  conforme 
á  lo  que  capituló,  fue  á  Navarra  con  acompaña- 
miento de  gente  desarmada  como  para  bodas  y  fies- 
tas. La  cosa  daba  muestras  de  alegría  y  segurídad 
mas  que  de  miedo :  con  todo  eso  fue  preso  por  el  rey 
desleal ,  que  se  halló  en  el  lugar  aplazado  con  gente 
y  con  armas.  Desta  prisión  fue  librado  por  astucia  de 
doña  Sancha  por  cuyo  amor  cayera  en  aquel  trabajo, 
y  con  ella  huyó  á  su. tierra.  Encontraron  con  él  los 
soldados  castellanos  en  la  frontera  da  Castilla  y  en 
aquella  parte  de  la  Rio|a  do  después  se  edificó  el  pue- 
blo de  Villorado ,  que  iban  juramentados  de  no  vol- 
ver á  sus  casas  antes  que  él  conde  recobrase  su  li- 
bertad. Fueron  grandes  las  muestras  de  alegría  y 
regocijo  de  ambas  las  partes,  del  conde  y  de  sus  bue- 
nos vasallos. 

Llegados  á  Bur|;os,  se  celebraron  las  bodas.  El  rey 
de  Navarra,  engañado  por  la  astucia  de  su  hermana , 
se  apercibía  para  la  guerra.  El  conde  no  rehusó  la 
batalla,  que  se  dio  á  las  fronteras  de  Castilla  y  de 
Navarra.  Fue  el  rey  vencido ,  y  vino  en  poder  de  su 
enemigo  el  año  959.  El  mismo  año  que  Aie  el  de  los 
árabes  trescientos  y  cincuenta.  Abderrahman  rejí^^* 


tllfiTOftU  AB  ÉSBlJlk» 


Córcíoiía  murió  siendo  muy  viejo  :  poco  antes  que 
muriese  le  envió  una  magnifica  embajada  el  rey  don 
Sancho  de  León.  El  principal  de  los  embajadores , 
que  era  Velasco  obispo  de  León ,  le  pidió  por  el  dere* 
cho  de  ia  amistad  que  antes  tenia  asentada  entre  los 
dos,  le  enviase  el  cuerpo  del  mártir  Pelagio,  que  lo 
tendría  por  singul&r  beneficio ,  Abderrahman  no  qui- 
so venir  en  lo  que  se  le  pedia ,  pero  no  mucbo  des- 
pués lo  concedió  Albaca  su  hijo  sucesor,  el  cual 
por  la  muerte  de  su  padre  r^nó  diez  y  siete  anos  y 
dos  meses ,  y  con  deseo  de  la  paz  á  que  era  inclinado, 
pretendía  hacer  placer  y  cortesía  á  los  príncipes  co- 
marcanos. 
Don  García  rey  de  Navarra  después  que  estuvo 

f^reso  en  Burdos  trece  meses ,  fue  restituido  en  su 
ibertad.  Las  lágrimas  de  dona  Sancha ,  y  los  ruegos 
de  los  otros  príncipes  aplacaron  el  ánimo  airado  del 
conde.  La  reina  doña  Teresa ,  mujer  de  ánimo  feroje, 
por  no  habclle  sucedido  como  pretendía  el  engaño 
que  tenia  urdido  contra  el  conde  de  Castilla,  sede- 
terminó  armalle  nuevos  lazos.  Persuadió  á  don  San- 
cho su  hijo  rey  de  León  llamase  al  conde  á  las  cortes 
generales  del  reino  con  voz  que  quería  en  ellas  tratar 
de  los  negocios  mas  graves  de  su  Estado.  Fue  él  con- 
tra su  voluntad  porque  sospechaba  engaño :  el  rey  no 
le  salió  á  recebir  como  antes,  y  puesto  de  rodillas 
para  besar  como  era  de  costumbre  su  real  mano,  con 
palabras  afrentosas  desechándole  de  sí ,  mando  po: 
nerJe  en  prisión.  Por  esta  causa  gran  tristeza  y  lloro 
entró  en  los  ánimos  de  ios  buenos  vasallos  del  conde^ 
Doña  Sancha  hembra  varonil,  y  de  genio  astuto,  con 
deseo  de  librar  á  su  marido  se  aprovechó  desta  maña. 
Finge  que  quiere  ir  en  romería  á  Santiago ;  era  el 
eamino  por  León  donde  tenían  el  conde  preso  j  el  rey 
avisado  de  su  venida ,  como  á  tan  noble  dueña  y  tia 
suya ,  la  salió  á  recebir  y  la  hospedó  amorosamente. 
Ella  con  grandes  ruegos  pidió  licencia  para  visitar  á 
su  marido :  no  podía  ser  cosa  roas  honesta  ni  mas 
jnstaqueel  deseo  que  mostraba  de  consolarie.  Per- 
mitió el  rey  que  aquella  noche  se  quedase  con  él :  á 
la  mañana  antes  que  fuese  bien  claro ,  el  conde  ves- 
tido de  las  ropas  oe  su  muicr  como  si  ella  fuera  salió 
de  la  cárcel^  y  en  un  caballo  que  para  esto  tenían 
aprestado ,  se  fue  á  su  tierra.  Doña  Sancha  desde  la 
cárcel  en  que  se  quedó  en  vez  de  su  marido ,  avisó  al 
rey  como  el  conde  era  huido :  que*  perdonase  á  ella 
como  á  persona  de  sangre  real  y  deuda  suya  :  que  no 
era  justo  rehusar  akun  peligro  por  causa  de  su  ma- 
rido y  por  salvalle :  lo  que  por  esta  causa  había  be- 
cho  y  era  di^no  sino  de  loa,  á  lo  menos  de  perdón : 
que  ia  principal  virtud  de  los  reyes  consiste  en  levan- 
tar á  los  miserables  y  caídos.  El  rey  dolióse  al  prin- 
cipio del  engaño ,  después  sosegada  la  saña  con  la 
razón ,  alabó  la  piedad  y  el  valor  de  aquella  señora , 
so  astucia  y  la  constancia  de  su  ánimo :  en  conclu- 
aion  honrándola  con  muchas  palabras ,  mandó  fuese 
llevada  á  su  marido  coa  grande  acompañamiento. 

El  conde  alegre  por  lo  sucedido,  dado  que  pudiera 
romper  la  guerra  contra  a(|uel  rey  como  contra  ene- 
migo,  contentóse  con  pedirle  lo  que  por  el  cabulio  y 
el  azor  se  le  debía.  Había  crecido  grandemente  la 
deuda  por  la  dilación.  Gomo  no  le  pagasen,  talaba  los 
campos  de  los  leoneses  sin  desistir  de  hacer  mal  y 
daño  hasta  tanto  que  el  rey  envió  sus  contadores  para 
hacer  la  paga  enteramente.  Llegados  á  cuenta ,  ha* 
liaron  que  no  bastaban  los  tesoros  reales  para  pagar. 
Concertóse  que  en  recompensa  do  la  denda,  Cíistilla 
quedase  libre  sin  reconocer  adelante  vasallaje  á  los 
reyes  de  León.  Este  asiento  dicen  que  se  tomó  año  de 
nuestra  salvación  de  965.  En  el  mismo  año  un  grue- 
so ejército  de  moros  rompió  por  el  reino  y  puso  cerco 
á  León ;  mas  fueron  por  el  esfuerzo  de  la  izuaruicion 
y  ciudadanos  rechazados  con  grave  daño.  Del  Océano 


sobre  las  tierras  Cercanas ,  y  hasta  Zamora  (tanto 
cundieron )  abrasaron  mucho»  pueblos  y  campos : 
anuncios  de  mayores  males,  según  que  el  pueblo  lo 
pronosticaba.  Don  Garci  Sánchez  rey  de  Navarra  falle- 
ció  el  año  siguiente  966 :  dejó  de  su  mujer  doña  Teresa 
á  don  Sanciio  y  don  Ramiro ,  asimismo  tres  hijas  á 
doña  Urraca,  doña  Ermenesilda  y  doña  Teresa.  En  qué 
parte  haya  sido  enterrado,  no  se  sabe :  algunos  sos- 
pechan que  en  el  monasterio  de  San  Salvador  de  Ley- 
re.  El  Cronicón  Alveidcnse  dice  que  en  el  castillo  de 
Santistevan ;  lo  cual  tenido  por  mas  cierto. 

£1  reino  se  dio  á  don  Sancho  García  hijo  del  difun- 
to ,  y  junto  con  él  á  don  Ramiro  su  hermano ;  sí  divi- 
dido, ó  como  á  compañeros  y  de  igual  poder,  no  se 
declara  :  lo  que  sa  averigua  por  el  dicho  Cronicón  Al- 
beldense  (que  se  escribió  por  este  mismo  tiempo)  es 

?[ue  reinó  don  Ramiro  mas  de  diez  años :  no  parece 
ae  casado^  por  lo  menos  que  murió  sin  sucesión  hay 
grandes  conjeturas,  cerlldumbre  ninguna.  Don  San- 
cho que  se  intitulaba,  como  se  vé  por  los  privilegios 
antiguos,  rey  de  Pamplona,  Najara  y  AJava,  tuvo  el 
reino  veinte  y  siete  anos ,  sin  saberse  del  otra  cosa 
digna  de  memoria  por  descuido  de  los  escritores  de 
aquel  tie[i)po  solo  consta  que  añadió  á  su  reino  el  se- 
ñorío de  Vizcaya  y  á  Najara  que  en  aquel  tiempo  era 
la  ciudad  principal  y  sillade  aquel  estado.  Dá muestra 
que  fue  amigo  de  aumentar  el  culto  divino,  la  grande 
liberalidad  con  que  dio  diversos  campos  y  pueblos  al 
monasterio  de  San  Salvador  de  Leyre,  al  de  San  Mi- 
lian  en  Najara ,  y  al  de  San  Juan  de  la  Peña.  Su  mujer 
sollamó  doña  Urraca  de  quien  tuvo  á  don  Garci  Sán- 
chez su  hijo  llamado  Trémulo,  porque  solía  al  princi- 
pio de  la  pelea  temblar  mas  que  parece  sufría  el  gran- 
de ejercicio  que  tenia  de  las  armas  y  la  dignidad 
real ,  vicio  y  faltado  su  natural  que  solía  recompen- 
sar con  notables  hazañas :  luego  que  entraba  en  la 
pelea  y  en  calor,  cumplía  con  lo  que  debía  á  buen 
soldado  y  prudente  capitán. 

En  Galicia  bobo  nuevos  bullicios  por  estar  aauella 
provincia  dividida  en  parcialidades  muy  fuera  de  sa- 
zón pues  tenia  tanto  que  hacer  en  la  goerra  de  los 
moros.  La  causa  destos  alborotos  no  se  refiere ,  solo 
dicen  que  por  diligencia  del  rey  fueron  en  brevo  so- 
segados estos  movimientos :  castigó  alguno  de  los  al- 
borotados, otros  fueron  echados  y  aesterrados  á 
aquella  parte  de  la  Lusitania  que  estaba  en  poder  del 
rey,  como  á  frontera.  Tenia  el  gobierno  de  aquella 
tierra  un  cierto  coode  llamado  Gonzalo,  hombre  mal 
intencionado.  Este  en  defensa  de  los  desteirados. 
por  ser  de  su  parcialidad ,  tomó  las  armas  contra  el 
rey  y  llegó  con  ellas  hasta  la  ribera  djS  Duero  :^allf 
desconfiado  de  las  fuerzas  acordó  valerse  de  engaño ; 
alcanzó  perdón  de  lo  hecho  por  ruegos  muygrandes. 
Había  sido  mu  y  familiar  del  rey  en  otro  tiempo :  reci- 
viole  en  el  mismo  lugar  y  gri^(lo  que  entes ;  conque- 
tuvo  comodidad  de  dar  al  rey  una  ;naazann  empon- 
zoñada con  yerbas  mortales  :  la  fuerza  del  veneno 
luego  que  ia  comió,  se  derj-amó  por  las  venas  y  co- 
menzó á  apoderarse  de  las  partes  vitales.  Mandóse 
llevar  á  León ,  pero  desauciado  délos  médicos  rindió 
el  alma  antes  de  llegar,  cerca  de  aquella  ciudad,  tres 
días  después  que  le  emponzoñaron  ^  el  año  de  967« 
Su  cuerpo  enterraron  en  la  iglesia  de  San  Salvador 
de  León.  Reinó  por  espacio  de  doce  añoi*. 

CAPITULO  VIH. 

De  don  Ramiro  Tercero,  rey  de  León. 

Averiguado  es  que  el  rey  don  Sancho  casó  Con 
doña  Teresa :  asimismo  que  don  Ramiro  era  de  cinco 
años  cuando  su  padre  murió.  Ti^vo  el  reino  por  espa- 
cio de  quince  anos ,  pero  por  su  tierna  edad  el  go« 
bierno  estuvo  en  poder  de  la  reina  su  madre  y  de 


grandes  llamas,  causadas  á  lo  que  se  entiende  de  al-    doña  Elvira  su  tia  que  otros  llaman  Geloyra,  hembras 
gun  upecto  matígno  de  las  estrellas ,  se  derramaron  I  muy  señaladas  y  de  singular  prudencia,  si  bien  por 


TOMO  I, 


141 

ser  el  rey  pequeño  y  ellas  mujeres  se  levantaron 

grandes  alteraciones.  El  sucesor  de  Ermígíldo  prela- 
o  de  Gompostella^  que  se  llamaba  Sisnando^  y  era 
hijo  del  conde  Menendo ,  porque  conGado  en  su  no- 
ble^ gastaba  torpemente  Jas  rentas  eclesiásticas  y  la 
ftacienda^  el  re?  don  Sancho  le  removió  y  puso  en 
prisión  f  eli^enao  en  su  lugar  á  Rodesindo,  que  fue 

g rimero  obisfK)  Dumíense,  y  después  monge  de  San 
enito  en  el  monasterio  de  Gelanova.  Era  desangre 
real^  y  hijo  del  conde  Gutierre  Arias  y  de  Aldara  su 
mujer.  Sisnando  por  la  muerte  del  rey  don  Sancho 
fue  puesto  en  libertad,  y  salido  que  hobo  de  la  cárcel, 
ge  apoderó  por  este  tiempo  de  )a  iglesia  Gompostella- 
na,  y  forzó  á  su  sucesor  por  miedo  de  la  muerte  á 
que  renunciase  y  se  Tolviese  á  su  monasterio,  en  que 
pasó  lo  mas  de  su  edad  muy  contento  de  verse  libre. 
Allí  acabó  santísimamente;  y  en  diversas  partes  ce- 
lebran lu  fiesta  á  primero  de  marzo ,  que  es  el  dia 
que  falleció  año  de  novecientos  y  setenta  y  seis. 

Tenían  los  de  León  puesta  amistad  con  el  rey  de 
Córdoba ,  y  de  nuevo  se  confirmó,  por  causa  que  el 
rey  de  Górdoba  Albaca  en  gracia  del  nuevo  rey  don 
Ramiro  le  concedió  el  cuerpo  del  mártir  Pelagio.  Pu- 
siéronle en  el  monasterio  que  á  sus  espensas  en  León 
edificara  el  rey  don  Sancho^  y  deseaba  aumentar  la 
devoción  de  aquella  iglesia  con  las  sagradas  reliquias 
deste  mártir.  Éste  monasterio  se  llamó  antiguamente 
de  San  Juan  Bautista,  después  de  San  Pelagio  ó  Pe- 
layo^  al  presente  tiene  la  advocación  de  San  Isidoro. 
La  causa  de  mudar  los  apellidos  fue  la  traslación  que 
á  él  en  diversos  tiempos  se  hizo  de  los  cuerdos  de 
aquellos  dos  santos.  Alteróse  la  paz  y  avenencia  con 
esta  ocasión :  á  persuasión  de  don  Vela  el  cual  dijimos 
haber  buido  á  Górdoba  y  p6r  su  importunidad  los  mo- 
ros deseaban  hacer  guerra  contra  el  conde  de  Gasti- 
lia,  y  satisfacerse  de  tantos  agravios  como  del  tenian 
recibidos.  El  rey  Albaca  dado  que  ora  mas  inclinado 
á  Ja  paz  que  á  la  guerra^  movido  por  la  instancia  que 
en  esta  razón  le  nicieron  los  suyos  con  un  grueso 
ejército  que  juntó,  rompió  por  las  tierras  de  Castilla; 
apoderóse  de  Sepulveda^  Gormaz ,  Simancas  y  Due- 
ñas;  y  animado  con  el  buen  suceso  menosprecia- 
da la  confederación  que  tenia  con  el  rey  de  León,  se 
metió  y  rompió  por  su  reino :  tomó  en  aqueJlas  par- 
tes por  fuerza  á  Zamora  y  la  echó  por  tierra. 

La  molestia  que  el  conde  Fernán  González  recibió 
destas  cosas ,  le  acarreó  su  fin  el  año  siguiente  que 
se  contó  de  nuestra  salvación  968  (i).  Falleció  en 
Burgos^  fue  sepultado  á  la  ribera  de  Arhuza.  En 
aquel  monasterio  de  San  Pedro  junto  al  altar  mayor 
se  ven  las  sepulturas  del  y  de  su  mujer  doña  Sancha 
con  sus  letreros  que  declaran  suyos  son.  Las  exequias 
«ueron  célebres  no  mas  por  el  aparato ,  quebranto  y 
lutos  de  los  SUYOS,  que  por  las  lágrimas  de  toda  la 

{provincia  que  floraba  la  muerte  de  tan  bueno  y  tan 
iierte  principe,  por  cuyo  esfuerzo  las  cosas  de  los 
cristianos  se  conservaron  por  tanto  tiempo.  Tuvo  de 
dos  mujeres  estos  hijos:  Gonzalo ,  Sancho^  Garci 
Fernandez,  otros  añaden  á  Pedro  yá  Balduino.  Lo 
que  consta  es  que  Garci  Fernandez  sucedió  ásu  padre 
por  ser  los  demás  muertos  en  tierna  edad,  ó  si  eran 
▼ítos  ,  le  antepusieron  en  la  sucesión  á  causa  de  su 
buen  natural  y  principios  que  mostraba  de  grandes 
virtudes,  que  en  breve  se  aumentaron  y  dieron  col- 
mado fruto.  Dejó  asimismo  una  hija  llamada  dona 
Urraca,  de  quien  poco  antes  diversas  veces  se  ha  he- 
cho mención. 

Por  el  mismo  tiempo  los  normandos,  que  tenian 
hecho  su  asiento  en  aouella  parte  de  Francia  que  an- 
tiguamente se  llamó  Neustria,  ahora  Normandía ,  y 
por  diligencia  de  Herveo  obispo  de  Rems  algunos 
años  antes  deste  se  hicieron  cristianos »  como  estu- 

^  Ui^^.^^'^  ^®  snceder,  mgtm  los  mejores  datos,  ó  á  fines 
dtOTO  ó  príDcipios  del  iigoiente  año. 


«iBLIOtfeCÁ  DI  dASt>ál  t  kOíOé 


viesen  acostumbrados  á  robarlas  riberas  de  fisptia, 
juntaron  este  año  una  gruesa  armada  con  que  mal- 
trataron las  tierras  de  Galicia,  quemaron  aldeas,  cas- 
tillos y  lugares,  cautivaron  muchos  hombres,  robanm 
asimismo  todo  lo  que  hallaban  :  duró  dos  anos  esta 
plaga.  El  rey  por  su  tierna  edad  no  podia  acudir  á  la 
defensa.  Sisnando  prelado  de  Compostella ,  hombre 
mas  para  soldado  que  para  obispo,  juntado  qaehabo 
en  numero  de  los  naturales ,  en  un  rebate  qne  dio 
al  enemigo  cerca  de  un  pueblo  llamado  Fomellosfde 
muerto  con  una  saeta  que  le  tiraron :  sucedió  esto  i 
veinte  y  nuere  de  marzo  año  979 :  el  fin  fue  confor- 
me á  la  vida.  Lo  que  con  razón  se  puede  en  él  alabar, 
es  que  procuró  diligentemente  de  cercar  á  Santiago 
de  murallas  á  proposito  de  poner  en  defensa  aquel 
tan  santo  lugar,  que  no  le  pudiesen  forzar  los  enemi- 
gos. El  conde  Gonzalo  Sánchez  nombrado  por  capitaa 
para  aquella  guerra  se  gobernó  mejor.  Acometió  de 
sobresalto  cerca  de  la  mar  á  los  tformandos,  que  car- 
gados de  despojos  marchaban  sin  orden  y  sm  recelo, 
y  hizo  en  ellos  gran  matanza.  Pereció  en  la  refriega 
el  mismo  general  de  aquella  gente  llamado  Gundere- 
do  :  quitóles  la  presa  y  los  cautivos ,  las  naves  otrosí 
sin  faltar  una  les  fueron  unas  tomadas ,  quemadas 
otras ,  con  que  quedó  libre  España  de  gran  peligro  y 
cuidado. 

En  Córdoba  por  el  mismo  tiempo  falleció  el  rey 
Albaca  el  año  de  novecientos  y  setenta  y  seis,  de  los 
árabes  trescientos  y  sesenta  y  seis.  Este  año  el  moro 
Rasis  envió  sus  Comentarios  que  escribió  en  arábigo 
de  las  cosas  de  España,  á  Balbarab  miramamolin  Be 
África  á  cuya  persuasión  y  por  cuyo  mandado  los 
compuso.  Dejó  Albaca  ocho  hijos,  todos  de  pequeña 
edad  y  muy  niños.  Los  moros  no  se  concertaban  ea 
el  que  debia  suceder:  remitiéronsealmiramamolinde 
África  por  cuyo  orden  Hissem  fue  antepuesto  á  sus 
hermanos,  aunque  no  tenia  mas  que  diez  años  y  cua- 
tro meses.  Reinó  treinta  años  y  cuatro  meses  solo  de 
nombre,  porque  el  gobierno  v  poder  tenia  Mahomad 
hombre  sagaz  que  se  llamó  Arhacib,que  <][uiere  decir 
virey,  por  voluntad  de  los  grandes,  y  tenia  mano  en 
todo.  El  mismo  después  se  llamó  Almanzor  que  quie- 
re decir  vencedor,  por  las  muchas  victorias  que  ganó 
délos  enemigos.  De  aqui  nacieron  entre  aquella  gen- 
te alteraciones  civiles ,  como  es  ordinario  cuando  el 
rey  pasa  la  vida  en  ociosidad ,  y  en  deleites  y  depor- 
tes, y  reinan  otros  en  su  nombre  :  además  que  coa 
la  abundancia  de  España ,  templanza  del  cielo,  blan-* 
dura  de  los  naturales  ya  la  ferocidad  de  los  ánimos 
con  que  aquella  gente  vino  á  España,  se  habla  meo- 
guado  y  quitado  mucho  de  las  fuerzas  del  cut^rpo.  No 
pararon  estas  discordias  hasta  que  Hissem  fue  despo- 
jado del  reino  paterno. 

Ei  estado  de  nuestras  cosas  no  mejor  á  cansa  que 
por  haberse  el  rey  criado  en  regalo  y  entre  mujeres 
tenia  las  costumbres  estregadas,  y  en  el  ánimo  poco 
valor.  Demás  desto  la  reina  doña  Urraca,  con  quien 
el  rey  don  Ramiro  casó  el  año  981  estaba  apoderada 
de  su  marido.  Menospreciaba  los  consejos  de  su  ma- 
dre, y  de  su  tia  dona  Elvira,  virgen  consagrada á 
Dios,  por  cuyo  respeto  algún  tanto  al  principio  se  so- 
lia  enfrenar.  Daba  audiencia  de  mala  gana,  las  res- 
puestas ásperas :  con  esto  irritó  los  nobles  de  Galicia, 
nombres  dfe  feroz  natural.  Destos  principios  cayó  en 
menosprecio  de  Jos  suyos ,  y  se  dió  ocasión  á  los  re- 
voltosos de  alterar  el  reino.  Los  primeros  que  se  alte- 
raron fueron  los  galletgos  como  los  mas  desabridos. 
Don  Bermudo  primo  del  rey,  y  hijo  del  rey  don  Or- 
deño Tercero  ueste  nombre,  se  hizo  capitán  y  cabeza 
de  los  alterados  con  esperanza  de  recobrar  por  las 
armas  el  reino  de  su  padre,  que  pretendía  le  quitaran 
á  gran  tuerto.  El  rey  don  Ramu-o  por  este  peligro  al 
cabo  despierto  del  sueño  acudió  á  la  necesidad.  Hizo- 
se  la  guerra  dos  años  con  diferentes  sucesos  y  trances. 
Estaban  dividida  las  voluntades  del  reino  entre  los 


HtfTOIlA  M 


doi.  Uitiiiiameiito  m  dio  la  batalla  carca  de  un  lugar 
llamado  Pórtela  Arenaria  no  lejos  de  Monterroso : 
murferon  machos  de  ambas  partes  sin  que  la  victoria 
ae  declarase.  Después  desta  oatalla  de  tal  manera  se 
dejaron  las  armas,  que  Galicia  quedó  por  don  Bermu- 
do  y  que  puso  en  Gompostella  el  asiento  y  silla  de  su 
nuevo  remo.  Fue  becno  obispo  de  aauelfa  ciudad  por 
voluntad  de  don  Bormudo  Pelayo  obispo  que  era  de 
Lugo,  hijo  del  conde  Rodrigo ,  nombre  de  malas  cos- 
tumbres f  por  donde  adelante  le  quitaron  el  obispado 
y  pusieron  en  su  lugar  á  Pedro  Munsorio  monge  y 
abad  de  conocida  virtud.  En  tiempo  deste  buen  pre- 
lado volvieron  á  la  iglesia  Gompostellana  todas  las  co- 
sas y  heredades  que  por  las  revueltas  de  los  tiempos 
pasados  le  quitaron. 

El  conde  don  Rodrigo  con  deseo  de  restituir  á  su 
hiío  en  aquella  dignidad  llamó  los  moros  en  su  ayuda. 
Miserable  era  el  estado  de  las  cosas ;  y  grande  la 
afrenta  de  la  Religión  Cristiana.  Con  el  Ímpetu  y  ar- 
mas de  los  bárbaros  fue  Galicia  muy  maltratada  :  la 
misma  ciudadde  Compostella  fue  tomada  y  una  pared 
del  templo  de  Santiago  echada  por  tierra.  No  tocaron 
en  el  sepulcro  del  Apóstol:  no  se  sabe  la  causa :  solo 
consta  que  Santiago  volvió  por  su  silla  y  su  templo,  y 
castigó  gravemente  aquel  desacato ,  porque  con  una 
enfermedad  de  cámaras  que  anduvo  per  todo  el  ejér- 
cito, pereció  coa  muchos  dolores  gran  parte  de  aque- 
lla morisma.El  mismo  Almanzor(i)como  preguntase 
la  causado  tan  grande  estrago,  y  cierto  hombre  le 
respondiese  que  uno  de  los  discípulos  del  hijo  de  Ma- 
ría tenían  alJi  sepultado,  determinó  dejar  aquella  em- 
presa. No  pudo  llegar  á  su  tierra,  ca  murió  de  la 
misma  enfermedad  en  Medínaeeli ,  paeblo  conocí io 
en  los  celtiberos  á  la  raya  de  Aragón.  Por  otra  parte 
con  nuevas  entradas  que  hicieron  los  moros,  ganaron 
muchos  lugares  de  los  nuestros,  esto  es  á  Gormaz 
cerca  de  Osma  y  á  Atieoza :  en  Castilla  la  Vieja  Si- 
mancas después  de  un  largo  cerco  fue  tomada,  ven- 
cido el  rey  don  Ramiro  ^e  vino  á  socorrer  los  cerca- 
dos. Nunca  se  vio  España  en  mayor  peligro  después 
3 ne  comenzó  á  levantar  cabeza  :  los  nuestros  dividi- 
os entre  sí,  grave  daño ;  el  Alhagib  capitán  de  gran 
nombre,  y  que  lo  gobernaba  todo  por  los  reyes  de 
Córdoba ,  ardía  en  odio  implacable  del  nombre  cris- 
tiano. Partidos  los  moros,  la  pared  déla  iglesia  de 
Santiago  se  reediflcó  por  diligencia  del  rey  don  Ber- 
mudo  y  de  su  prelado  Pedro  Mansorio ;  y  fue  el  tem- 
plo reconciliado  con  solemne  ceremonia ,  como  se 
acostumbra  ,  por  quedar  profanado  con  la  suciedad 
de  la  superstición  morisca. 

A  Pearo  sucedió  en  aquella  iglesia  Pelayo  Díaz,  de 
juez  seglar  repentinamente  mudado  en  obispo  por 
malas  mañas  y  fuerza  deque  usó.  Fue  pues  depuesto 
este  prelado,  porque  era  de  costumbres  insolentes  y 
no  daba  orejas  anadie.  En  su  lugar  sucedió  su  her- 
mano Viroara  de  vida  isemejante ,  que  ó  acaso,  ó  por 
traición  de  alguno  murió  ahogado  en  el  rio  Miño. 
Eran  aquellos  tiempos  muy  estragados :  las  costum- 
bres de  los  sacerdotes  muy  livianas  no  solo  en  Es- 
¡Miña,  sino  al  tanto  en  las  otras  partes  del  orbe  cris- 
tiano ;  la  misma  Roma  cabeza  de  la  Iglesia  y  albergue 
de  la  santidad  padecía  un  grave  scisma.  Bonifacio  y 
Bendicto  y  Juan  pleiteaban  sobre  el  pontificado : 
cada  cual  tenía  sus  valederos  y  razones  que  en  su  fa- 
vor alegaba.  Cuánta  fuese  la  corrupción  de  las  cos- 
tumbres de  Luithprando  diácono  Ticinense,  que  es- 
cribió como  testigo  lo  que  veía  y  pasaba ,  se  puede 
entender.  A  Vímara  sucedió  otro  del  mismo  Imaje, 
cuyo  nombre  no  se  refiere  :  algunos  códices  le  llaman 
Isquaría ;  sospecho  que  la  letra  está  erradu.  Este 


(f )  Esta  gnerra  de  los  moros  y  demás  saeesos  qae  aqui 
refiera  Mariana,  son  del  tiempo  de  doa  Bormudo  y  no  de 
don  Ramiro. 


MPAÍ  A.  Mf 

como  no  fuese  nada  mejor  que  sus  dos  parientes , 
por  mandado  del  rey  fue  preso. 

Volvamos  á  don  Ramiro  que  jnsaba  en  ociosidad  y 
descuido  toda  la  vida  :  gran  perjuicio  en  los  prínci- 

f)es,  cuyo  oficio  principal  es  por  sí  mismo- acudir  á 
as  armas ;  en  este  estado  le  tomó  la  muerte ;  falleció 
en  León  el  año  982.  Sepultaron  su  cuerpo  en  el  mo- 
nasterio de  Destriana ,  que  (como  se  dijo  arriba)  le 
edificó  el  rey  don  Ramiro  su  abuelo  en  el  valle  Or- 
neóse con  advocación  y  en  nombre  de  San  Miguel. 
Do  allí  por  mandado  del  rey  don  Fernando  Segundo 
deste  nombre ,  como  doscientos  años  adelante ,  le 
trasladaren  á  la  iglesia  Mayor  de  Astorga ,  Sampíro 
obispo  de  Astorffa,  de  quien  hemos  tomado  muchas 
cosas  en  lo  pasado,  hizo  fin  á  su  escritura  y  historia 
en  este  lugar.  Pasa  adelante  Pelagio  obispo  de  Ovie- 
do ,  que  vivió  en  tiempo  de  don  Alonso  el  emperador. 
El  crédito  de  entrambos  por  haberse  hallado  en  mu- 
chas de  las  cosas  que  cuentan ,  es  mude ,  aunque 
el  de  Sampiro  se  tiene  por  mayor,  y  el  mismo  por  au- 
tor mas  grave. 

CAPITULO  IX. 
De  don  Bermudo  el  Gotoso ,  rey  de  León. 

Por  la  muerte  de  tlon  Ramiro  la  sucesión  tomó  y 
recayó  en  don  Bermudo  Segundo  deste  nombre ,  así 
por  derecho  de  consanguinidad ,  que  era  primo  her- 
mano del  rey  muerto,  como  por  estar  por  fuerza  apo- 
derado de  parte  del  reino.  Tuvo  el  reino  diez  y  siete 
años,  fue  enfermo  y  sujeto  á  la  gota,  por  la  cual  cau- 
sa fue  llamado  el  Gotoso.  Confirmó  con  nuevo  edicto 
que  publicó,  las  leyes  antiguas  de  los  godos,  y  man- 
dó que  los  cdnones  de  los  pontífices  romanos  tuviesen 
vigor  (2)  y  fuerza  en  los  juicios  y  pleitos  seglares;  que 
fue  una  ordenación  santísima.  Pero  antes  de  comen- 
zar las  cosas  deste  rey  conviene  tratar  de  Garcí  Fer- 
nandez conde  de  Castilla,  del  cual  consta  que  al  prin- 
cipio que  tomó  el  gobierno,  peleó  con  los  moros  cerca 
deSantistevan  de  Gormaz  á  la  ribera  del  río  Duero 
murió  gran  número  de  moros,  los  demás  se  salvaron 
por  los  pies.  Aconteció  en  aquella  batalla  una  cosa 
digna  de  memoria.  Fernán  Antolinez,  hombre  noble 
y  muy  devoto,  oía  misa  al  tiempo  que  se  dio  señal  de 
acometer,  costumbre  ordinaria  suya  antes  de  la  pe- 
lea :  por  no  dejarla  comenzada  se  quedó  en  el  templo 
cuando  se  tocó  al  arma :  esta  piedad  cuan  agradable 
fuese  á  Dios ,  se  entendió  por  un  milagro.  Estábase 
primero  en  la  iglesia,  después  escondido  en  su  casa 
tomia  no  ie  afrentasen  como  á  cobarde.  En  t<into 
otro  á  él  semejante,  es  á  saber  su  ángel  bueno,  pe- 
leaba entre  los  primeros  tan  valientemente ,  que  la 
victoria  de  aquel  dia  se  atribuyó  en  gran  parte  el  va- 
lor del  dicho  Aalolinez.  Confirmaron  el  milagro  las 
señales  de  los  golpes  y  las  manchas  de  la  sangre  que 
se  hallaron  frescas  en  sus  armas  y  caballo :  así  pu- 
blicado el  cnso,  y  sabido  lo  que  pasaba ,  (|uedó  mas 
conocida  la  inocencia  y  esfuerzo  de  Antolinez. 

El  conde  Garci  Fernandez  después  desta  guerra  y 
jornada  se  dice  casó  con  dos  mujeres :  la  una  sollamo 
Argentina,  de  cuya  apostura  se  enamoró  al  tiempo 
que  su  padre ,  hombre  noble  y  francés  de  nación ,  la 
traía  en  romería  juntamente  con  su  madre  á  Santia- 

Í^o.  Seis  años  después  estando  el  conde  su  marido  en- 
ermo  en  la  cama,  ó  por  aborrecimiento  ^e  le  tenía, 
ó  con  dé^eo  de  la  patria  se  volvió  á  Francia  con  cierto 
francés  que  tornaba  de  la  misma  romería :  asi  lo  di- 
cen nuestras  historias.  El  conde  recobraba  la  salud. 
y  dejando  en  el  gobierno  de  su  estado  á  Egidio  y  a 
Fernando  hombres  principales,  en  traje  disfrazado 
se  fué  á  aquella  parle  de  Francia  donde  entendía  que 


(2)  Consta  de  los  mejores  testimonios  que  no  fueron  estos 
d  nones  sino  los  de  la  Iglesia  antigua  de  España  los  qae  mao- 
I  dó  observar. 


SttO 


BIBLIOTECA  MS  GXBÍAB  T  BOIG. 


Argentina  moraba.  Tenia  Argentina  una  antenada 
llamada  Sanciía,  que  como  suele  acontecer  estaba 
mal  con  su  madrastra,  esta  con  esperanza  que  le  die- 
ron de  casar  con  el  conde,  ó  por  liviandad  como  mu- 
jer, ledió  entrada  en  la  casa,  mató  el  conde  en  la  cuma 
á  ArKenliiia  y  al  adúltero,  y  con  tentó  I!e?ó  á  la  dicha 
Siincíia  consigo  á  España  :  hiciéronse  las  bodas 
de  los  dos  con  grande  aparato  y  regocijo  en  Burgos. 
Muchos  tienen  todo  esto  por  falso ,  y  afirman  que  la 
mujer  deste  conde  se  llamó  Oña,  movidos  por  el  mo- 
nasterio de  San  Salvador  de  Oña,  que  dicen  el  conde 
Garci  Fernandez  edificó  en  Castilla  del  nombre  de  su 
mujer  :  otros  afirman  que  se  llamó  Alba ,  como  lo 
muestran  los  letreros  antiguos  de  los  sepulcros  destos 
condes  que  hay  en  Arlanza  y  en  Cárdena :  ¿  la  verdad 
quién  la  averiguará?  mas  podemos  sin  duda  maravi- 
llarnos de  tanta  variedad  que  determinar  lo  que  se 
debe  ^guir. 

No  tiene  mejor  fundamento  lo  que  se  dice,  que  en 
una  entrada  que  hicieron  los  moros  en  el  tiempo  que 
el  conde  se  ausentó,  llegaron  hasta  Burfsos  y  destru- 
yeron el  monasterio  de  San  Pedro  de  Cárdena  con 
muerte  de  los  monges :  otros  dicen  que  esto  sucedió 
cien  años  antes  deste  tiempo,  si  por  ventura  no  se 
padeció  este  daño  dos  veces.  En  la  Rioja ,  y  en  un 
pueblo  llamado  Bosca,  Nunilon  y  Alodia  hermanas 
fueron  muertas  por  la  fe.  Sus  cuerpos  dicen  algunos 
que  fueron  llevados  á  Boloña  ciudad  Je  Lombardía , 
otros  lo  contradicen,  como  queda  arriba  dicho.  De- 
más desto  Víctor  natural  del  lugar  del  Cereso  tierra 
de  Burgos,  y  Eurosia  virgen  padecieron  por  la  misma 
causa.  El  cuerpo  de  Eurosia  está  en  la  ciudad  de 
Jaca  :  el  sepulcro  de  San  Víctor  en  el  lugar  de  Vilo- 
rado  es  honrado  con  fiesta  que  cada  año  le  hacen. 
Los  bárbaros  en  este  tiempo  no  solo  con  los  hombres 
purccía  que  traían  guerra ,  sino  que  peleaban  »simis- 
nio  coa  el  ciclo  y  con  la  santidad  cristiana  no  faltaron 
hombres  y  mujeres  de  ánimos  escelentes  y  grandes 
que  se  ofreciesen  á  la  pelea  por  la  religión  de  sus  pa- 
dres ,  y  con  su  sanare  diesen  escelente  testimonio  de 
la  veraad  de  la  fe  de  Cristo.  Dios  asimismo  á  veces 
castigaba  severísimamente  la  crueldad  y  arrogancia 
de  aquella  gente  fiera :  ordinariamente  con  la  impie- 
dad se  acompañaba  la  severidad  en  la  venganza  para 
espantar  á  los  malos  y  animar  á  los  buenos,  como  por 
elmismo  tiempo  aconteció  á  Alcorregi  rey  de  Sevilla. 
En  tiempo  del  rey  don  Bermudo  con  una  entrada  que 
hizo  por  la  parte  de  Lusitania  en  Galicia,  forzó  y 
destruyó  la  ciudad  de  Compostella ,  que  es  la  mas 
principal  de  aquella  tierra,  venerable  por  la  santidad 
del  lugar  y  su  devoción.  Este  impío  atrevimiento  fue 
luego  castigado  por  Dios,  porque  una  peste  repenti- 
namente se  levantó  y  estenaió  por  los  moros  demane- 
ra  tal  que  consumió  todo  el  ejército  :  muy  pocos  vol- 
vieron salvos  á  sus  tierras  para  ser  pregoneros  de  la 
divina  venganza  y  verdaderos  testigos  del  estrago 
miserable. 

Pasado  este  peligro,  bobo  en  España  nuevos  tra- 
bajos, tanto  que  ningunos  mayores  después  que  ella 
comenzó  á  volver  en  sí.  La  causa  destos  males  fue  la 
discordia  obstinada  de  los  dos  príncipes,  el  rey  don 
Bermudo  y  el  conde  don  García,  que  fuera  mas  justo 
Fe  acordaran  en  ayudar  á  la  república.  Gobernaba 
en  Córdoba  las  cosas  de  los  moros  á  su  voluntad  en 
nombre  del  rey  Rissem,  el  AlhagibMahomad,  capi- 
Um  de  gran  nombre ,  de  singular  prudencia  en  guer- 
ra y  en  paz.  Tenia  este  moro  gran  deseo  de  destruir : 
los  cristianos :  llevaba  muy  mal  que  su  imperio  en 
Espcña  se  dilatase,  y  que  se  envejeciesen  las  fuerzas 
de  lus  moros ,  y  su  nación  se  menoscabase,  su  cré- 
dito y  sus  fuerzas.  Ponía  leña  ul  fuego  y  atizábale  don 
Vela ,  aquel  de  quien  se  dijo  que  en  tiempo  del  conde 
Fernán  González  se  huyó  á  tierra  de  mdros.  No  tenia 
algún  respeto  á  la  religión  de  sus  padres  por  deseo 
de  su  provecho  particular  y  de  vengarse.  Juntadas 


pues  las  gentes  de  loa  moros,  con  un  escuadrón  ds 
cristianos  que  acompañaban  á  don  Vela ,  acometió 
las  tierras  ae  cristianos ,  y  pasado  el  rio  Duero ,  qi¿e 
por  largo  tiempo  fue  frontera  entre  las  dos  naciones 
(de  que  se  dijo  aquella  parte  Estremadura,  apellido 
que  adelante  se  trasladó  y  transfirió  á  otra  co- 
marca, si  bien  está  lejos  del  río  Duero,  del  cual 
al  principio  se  forjó  el  nombre  de  Estremadura) 
asentó  sus  reales  á  la  ribera  del  rio  Astura  ó  Estola 
que  pasa  por  León. 

El  rey  don  Bermudo  dado  que  en  fuerzas  era  mas 
flaco .  juntado  arrebatadamente  su  ejército,  acometió 
de  sobresalto  á  los  enemigos  que  estaban  sin  centine- 
las, y  de  ninguna  cosa  menos  cuidaban  que  de  la  ve- 
nida de  los  nuestros,  que  entraron  los  reales  enemi- 
gos. La  pelea  fue  sin  orden  oí  concierto  á  manera  de 
rebato :  muchos  por  estar  sin  armas  fueron  muertos; 
los  demás  moros ,  como  acaso  cada  uno  se  juntaba, 
peleaban  ó  delante  de  los  reales  ó  entre  el  mismo  ba- 
gaje :  unos  huían ,  otros  tomaban  las  armas,  gran 
parte  fueron  heridos  y  muertos.  En  este  estado  y  en 
este  peligro  el  capitán  moro  reparó  el  daño  con  su 
prudencia :  recogió  los  que  pudo ,  púsolos  en  otra 
parte  en  ordenanza,  y  con  ellos  cargó  contra  los  cris- 
tianos, que  no  fueron  bastantes  á  resistir  ea  aquel 
trance  por  ser  pocos  en  LÚmero ,  estar  desparcidos 
por  todos  los  reales ,  y  cansados  con  el  largo  trabajo 
de  la  nelea.  Finaln^ente  en  un  instante  se  trocó  k  for- 
tuna ae  la  batalla  :  los  quo  parecía  h'aber  vencido,  se 
pusieron  en  huida :  siguicroulos  los  bárbaros  y  eje- 
cutaron el  alcance  de  guisa  que  pocosde  ios  nuestros 
sanos,  gran  parte  malTieriJos  volvieron  á  León.  Fue- 
ra aquella  ciudad  tomada  por  los  enemigos,  si  no  les 
forzara  el  invierno  y  el  trauajo  del  frío  y  de  las  lluvias 
á  partirse  del  cerco  con  gran  honra  que  ganaron  en 
esta  jornada,  y  cargado  de  despojos  y  presa,  determi- 
nados otrosí  de  volver  á  la  guerra  luego  que  el  tiem- 
po abriese  y  les  diese  lugar. 

El  rey  don  Bermudo  por  el  peligro  gue  amenazaba 
y  por  la  poca  fortaleza  de  la  ciudad  hizo  trasladar  á 
Oviedo  las  reliquias  de  los  santos  y  los  cuerpos  de  les 
reyes  que  allí  yacían ,  porque  no  fuesen  escarneciJos 
de  los  enemigos  si  la  tomaban.  El  mismo  se  fueá 
aquella  ciudaa  :  el  cuidado  de  fortíficnr  y  defender  á 
León  dejó  encargado  al  conde  Guillen  González.  Coo- 
currió  esta  batalla  de  Asturias  con  el  año  984,  en  el 
cual  Mirón  obispo  de  Girona,  hijo  de  Mirón  conde  de 
Barcelona,  falleció.  Demás  desto  un  grueso  ejército 
de  moros  que  andub.a  por  aquella  comarca  (tan  gran- 
de era  el  coraje  que  tenían)  vencieron  en  batalla  cer- 
ca del  castillo  de  Moneada  óBorello  primo  del  obispo 
Mirón :  mas  de  quinientos  de  los  líeles  p6rec¡eron , 
los  demás  con  el  conde  Borello  se  retiraron  huyendo 
á  Barcelona. 

El  año  siguiente  de  985  fue  señalado  por  el  desas- 
tre que  avino  á  dos  principales  ciudades,  León  y  Bar- 
celona. A  Barcelona  sitiaron  los  moros  primero  día  de 
julio  que  fue  miércoles,  indicción  tercera ,  aquellos 
mismos  que  en  baUílla  vencieron  áBorelto :  tomáronla 
á  seis  de  aquel  mes ,  muchos  de  ios  ciudadaiK>s  ñie- 
ron  llevados  á  Córdoba  por  esclavos ;  mas  en  breve  la 
ciudad  volvió  al  señorío  de  los  cristianos.  Salióse  Bo- 
rello antes  que  la  lomasen,  para  juntar  gente  de  so- 
corro; levantó  gentes  en  Manresa  y  en  los  lugares 
comarcanos,  con  que  formó  un  buen  ejército  y  con  él 
recobróla  ciudad.  Murió  el  buen  coade  Borello  ocho 
años  adelante :  dejó  de  dos  mujeres  llamadas  Led- 
gardi  y  Aymerudí  dos  hijos,  que  fueron  Raimuodoy 
Armeogaudo;  el  mayor  queídó  con  el  principado  de 
Barcelona,  Armengaudo  nombró  y  hizo  por  su  tes- 
tamento couile  lie  Ur^el ,  y  fue  principio  de  la  Timilia 
nobilísima  en  Cataluña  de  los  Armengaudos  ó  Ar- 
mengoles  que  el  tiempo  adeiante  dio  muchos  y  esce- 
lentes capitanes  pdra  la  guerra. 

Por  otra  parle  el  Alhagib  Mahomad  juntado  que 


nisTORU  DE  e»pa(Ia. 


251 


bobo  un  grooso  e(i6reito  do  nue^o;  hecho  mas  íqso- 
lente  y  feroz  por  lo  qxxt  tuoedió  eo  la  guerra  paudi, 
volvió  sobre  León  con  TohiaUd  determinada  de  to- 
marla. Casi  un  año  eslavo  aquella  ciudad  cercada: 
batían  ordinariamente  los  muros  con  las  máquinas  y 
ingenios;  lucieron  entradas  por  la  parte  de  Poniente 
y  Mediodía.  Qe  cuánto  momentosea  el  esfuerzo  de  un 
valeroso  caudillo  se  echó  bien  de  ver  porlo  que  el 
conde  Goflíen  González  que  era  el  capitán,  hizo.  Por 
el  continuo  trabigo  de  tantos  meses  quebrantadas  las 
fuerzas,  yacía  en  su  lecho  enfermo:  avisáronle  del  pe- 
ligro en  que  en  cierto  aprieto  se  bailaban:  hizose  lle- 
var en  una  silla  á  aquella  oarte  del  muro  donde  era 
mayor  el  trabajo  y  el  combate  mas  recio:  amonesta 
á  los  suyos  que  resisten  con  grande  ánimo,  que  logar 
de  huir  no  quedaba,  ni  aun  para  los  cobardes;  por 
tanto  con  las  armas  defendiesen  las  vidas ,  patria, 
relian ,  libertad,  mujeres  y  hijos:  que  de  otra  suer* 
te  ninguna  esperanza  les  restaba  por  estar  los  ene- 
migos irritados  con  tan  larso  traiiajo,  y  ellos  sin 
acogida  ninguna:  muchas  veces  gran  muchedumbre 
de  moros  en  batalla  ouedaron  vencidos  por  pocos 
cristianos;  llamasen  el  ayiida  de  los  santos,  que  á  su 
tiempo  sin  duda  no  faltarla. 

Con  estas  palabras  animados  los  soldados  tres  días 
impidieron  la  entrada  á  los  enem^os:  estos  posados, 
como  el  capitán  viese  entrada  la  ciudad  y  que  él  con 
|iocos  no  podia  resistir,  no  olvidado  de  su  esfuerzo 
pasado  y  de  lo  qbe  debía  á  buen  cristiano,  se  metió 
en  lo  mas  recio  oe  la  pelea  y  murió  con  las  armas  en 
la  mano.  Los  bárbaros  irritados  por  la  muerte  de  los 
suyos,  y  largura  de  aquel  cerco,  sin  tener  cuenta  ni 
liacer  diferencia  entre  hombres^  niños  y  mujeres, 
Indos  los  pasaron  á  cuchillo;  la  ciudad  fue  saqueada, 
abatidas  las  murallas,  y  todas  las  fortificaciones  y  ba- 
luartes echados  por  tierra.  El  mismo  desastre  pade- 
cieron Astorgo,  Valencia  del  Campo ,  el  monasterio 
de  Saliagun,  Gordon,  Alba,  Luna,  y  otros  logares  y 
aldeu  que  fueron  unos  quemados  y  destruidos,  parte 
tomados  por  fuerza  y  saqueados.  Revolvieron  contra 
Castilla ,  y  eo  ella  asimismo  tomaron,  quemaron  y 
saquearon  á  Osma,  Berlanga,  Atíenza:  no  se  podia 
resistir  en  parte  alguna.  Sin  embargo  era  tan  grande 
el  furor  y  locura  que  se  apoderara  de  los  ánimos  de 
los  cristianos,  que  sin  respeto  de  tan  gran  guerra 
como  tenían  de  fuera,  vueltas  contra  si  las  armas 
como  locos  y  sandios  no  miraban  el  peligro  ^ue  todo 
corría  por  causa  de  sus  desgustos  y  diferencias. 

Fue  así  que  luego  el  siguiente  año  siete  nobilísimos 
hermanos,  que  vulgarmente  llaman  los  infantes  de 
Lara,  ftierou  muertos  por  hlevosía  de  Ruy  Yelazquez 
su  lio  sin  tener  cuenta  con  el  parentesto ;  que  eran 
liijos  de  su  hermana  doña  Sancha,  y  de  parte  de  pa- 
dre venían  de  los  condes  de  Castilla  y  del  conde  aou 
Diego  Porcellos^  de  cu^a  bija  como  de  suso  queda 
dicho,  y  de  Nuno  Belchides  nacieron  Ñoño  Rasura 
bisabuelo  del  conde  Garci  Fernandez,  y  otro  hijo  lla- 
mado Gustio  González.  Este  caballero  fue  padre  de 
Gouzalo  Gustio  señor  de  Salas  de  Lara,  y  sus  hijos 
estos  siete  bturmanos  conocidos  en  la  historia  de  Es- 
paña no  mas  por  la  fama  de  sus  proezas,  que  por  la 
desastrada  muerte  que  tuvieron.  En  un  mismo  día  los 
armó  caballeros  el  conde  don  García  conforme  á  la 
costumbre  en  aquellos  tiempos  recebida,  en  particu- 
lar en  España.  Aconteció  que  Ruy  Yelazquez  señor 
de  Yillaren  celebraba  sus  bodas  en  Burgos  con  doña 
Lambra  natural  de  tierra  de  Briviesca,  mujer  prlu- 
cipal,  y  aun  príma  carnal  del  conde  Garci  Fernan- 
dez. Las  liestas  fueron  grandes  y  el  concurso  á  ellas 
de  ^eute  principal.  HaJIáronse  presentes  el  Qonde 
Garci  Fernandez  y  los  siete  hermanos  con  su  padre 
Gonzalo  Gustio;  encendióse  una  cuestión  por  peaue- 
fia  ocasión  entre  Gonzalo  el  menor  de  los  siete  her- 
manos y  un  pariente  de  doña  Lambra  que  se  decía 
Albor  Sánchez,  sin  que  sucediese  algún  daño  nota*  | 


ble.  salvó  que  Lambra  como  la  que  se  tenia  por  agra- 
viada con  aquella  riña  para  venrár  su  saña  en  el  lugar 
de  Barbadillo,  basta  donde  los  normanos  por  honra- 
lia  la  acompañaron,  mandó  á  un  esclavo  que  tirase  á 
Gonzalo  un  cohombro  mojado  ó  lleno  de  sangre:  ora- 
ve  injuria  y  ultraje  conforme  á  la  costumbre  de  Es- 
paña: el  esclavo  se  quiso  valer  de  su  señora  doña 
Lambra:  no  le  presm,  que  en  su  mismo  regazo  le 
quitaron  la  vida. 

Ruy  Yelazquez  aue  á  la  sazón  se  hallaba  aumente 
ocupado  ancosas  ae importancia,  luego  que  volvió, 
alterado  por  aquella  injuria,  y  agraviado  por  la  afrenta 
de  su  mujer,  comenzó  á  tratar  de  vengarse  de  los 
hermanos.  Parecióle  conveniente  con  muestra  de  paz 
y  benevolencia  (cosa  la  mas  perjudicial)  armar  sus  la* 
zosálosque  pretendía  matar.  Primeramente  dio  orden 
que  Gonzalo  Gustio  fuese  á  Córdoba;  la  voz  era  para 
cobrar  ciertos  dineros  que  el  rey  bárbaro  habla  pro- 
metido, la  verdad  para  que  fuese  muerto  lejos  de  su 
patria  como  Ruy  Yelazquez  ro^ba  al  rey  que  hi- 
ciese, con  cartas  que  le  escribió  en  esta  razón  en 
arábigo.  El  moro  ó  por  compasión  que  tuvo  á  las  ca- 
nas de  hombre  tan  principal,  ó  por  dar  muestra  de 
su  benignidad  no  le  quiso  matar,  contentóse  con  po- 
nerle en  la  cárcel.  Era  la  prisión  algo  libre  con  que 
cierta  hermana  del  rey  tuvo  entrada  para  comunica- 
lie.  D^ta  conversación  dicen  que  nació  Mudarra 
González,  principio  y  fundador  del  linaje  nobilísimo 
en  España  de  los  Manriques. 

No  se  contentó  el  feroz  ánimo  de  Ruy  Yelazquez 
con  el  trabajo  de  Gonzalo  Gustio:  llevó  adelante  su 
rabia.  Cerca  de  Almenara  en  los  campos  de  Araviana 
á  las  haldas  de  Moncayo  metió  con  muestra  de  hacer 
entrada  en  la  tierra  de  los  moros  en  una  celada  á  los 
siete  liermanos,  bien  descuidados  de  semejante  trai- 
ción. Bien  que  Ñuño  Salido  su  ayo  por  sospechar  el 
engaño  procuró  apartallos  para  que  no  corriesen  á  su 
perdición,  pero  fue  en  vanO|  porque  asi  lo  aniso  ó  lo 
permitió  Dios.  Iban  con  ellos  ooscieatos  de  á  caballo, 

Socos  para  el  gran  númerodelos  morosque cardaron, 
escubierta  la  celada,  los  siete  hermanos  pelearon 
como  buenos,  dieron  la  muerte  á  muchos,  pretendían 
vencer  si  pudiesen,  ó  por  lo  menos  vender  sus  vidas 
muy  caro  y  dejar  á  los  enemigos  la  victoria  á  costado 
muclia  sangre,  resueltos  de  no  dejarse  prender,  ni 
afear  con  el  cautiverio  la  gloria  y  nobleza  de  su  linaje 
y  sus  hazañas  pasadas.  Murieron  todos  siete  y  junta- 
mente Salido  su  ayo.  Las  cabezas  enviaron  á  Córdoba 
en  presente  agradable  para  aquel  rey,  pero  muy  triste 
para  su  padre  viejo,  ca  se  las  hicieron  mirar  y  reco- 
nocer sin  embargo  que  llegaron  podridas  y  desfigura- 
das. Yerdad  es  que  sucedió  en  provecho  suyo  en  al- 
guna manera,  ca  el  rey  por  compasión  que  le  tuvo, 
le  dejó  ir  libre  á  su  tierra. 

Mudarra  habido  en  la  hermana  del  rey  fuera  de 
matrimonio,  ya  que  era  de  catorce  años,  por  persua- 
sión de  su  madre  se  fue  para  su  padre,  y  adelante 
vengó  las  muertes  do  sus  neTmanos  con  dalla  á  Ruy 
Yelazquez  causa  de  aquel  daño.  Doña  Lambra  fú 
mujer,  ocasión  de  todos  estos  males,  fue  apedreada 
y  quemada.  Con  esta  venganza  que  tomó  de  las  muer- 
tes de  sus  hermanos,  ganó  las  voluntades  de  su  ma- 
drastra doña  Sancha  y  de  todo  su  linaje  de  tal  guisa 
3ue  heredó  el  señorío  de  su  padre.  Prohijóle  otros! 
oña  Sancha  su  madrastra  la  adopción  se  hizo  en 
esta  manera,  aunque  grosera,  pero  memorable.  Ei 
mismo  día  que  se  bautizó  y  fue  armado  caballero  por 
el  conde  de  Castilla  Garci  Fernandez,  eu  madra*  tra 
resuelta  de  tomalle  por  hijo  usó  desta  ceremonia: 
metióle  por  la  manga  de  una  muy  ancba  camisa ,  y 
sacóle  la  cabeza  por  el  cabezón;  díóle  paz  en  el  ros- 
tro; con  que  le  pasó  á  su  familia  y  recibió  por  su  hijo. 
Desta  costumbre  salió  el  refrán  vulgar:  Entra  por  la 
manga  y  sale  por  el  cabezón;  dicese  del  que  siendo 
recebido  á  trato  familiar,  cada  día  se  ensancha  mas« 


ISi  atBLlOtICi   DE 

Hiio  de  Hudarra  lúe  Ordoño ,  y  aieto  Diego  Ordo- 
óeíoe  Lira,  aquel  con  quien  iogltiios  de  Arias  Gon^ 
zalo  para  librar  á  su  patria  de  la  inramia  de  traidoD 
que  re  cargaban  por  la  muerte  del  rey  don  &uic1k>, 
tfaa  le  mató  con  un  venablo  Vellido  Doiro ,  pelearon 
ea  dauño  t  bicieron  con  él  campo.  Deite  Diego  Or- 
dráai  fue  rujo  el  coiide  don  Pedro ,  conocido  por  lot 
amores  j  afición  que  la  reina  doña  Urraca  l«  raotlró. 
Sn  nieto  rueAmalarico  de  Lara,  señor  de  Molina,  de 
quien  procedió  el  linaje  de  los  Manriques,  y  aun  de 
los  rejet  de  Portugal  de  parte  de  madre ,  por  haber 
casado  Malfáda ,  hila  de  Amaiarico  con  don  Alonso 
Primero  deste  nomtire  j  primer  nj  de  Portugal ,  si 
bi«n  hay  quien  diga  que  Malfada  fue  de  la  casa  de 
Soboya;  pera  desta»  cosas  se  tomeri  i  hablar  ade- 
lante. Eo  el  claustro  del  monasterio  de  San  Pedro  da 
Arlanza  se  muestra  el  lepulcro  de  Mndarra.  Sobre 
el  lugar  en  que  los  siete  normanos  Fueren  oepulta- 


lum  en  que  los  siete  hermanos  Fueren  oepi 
I,  nay  contienda  entre  los  nionges  de  aquel 

masterio  y  de  Sm  Hillao  de  la  Cogulla :  ^qué  jues  los 

podri  poner  en  paz? 


^ISfAH  I  KOlt. 

Estaba  sosegada  Eapaüa  cañada  de  tanUs  Ma, 

¿mas  faltaban  fuerzas  qne  Toluntail  de  aHeiane. 
urd  este  sosiego  basta  tanto  que  el  sépdmo  iñu 
deipties  que  fueron  muertos  los  infantes  da  Lari, 
quafueefaño&93de  nuestra  salTicion ,  los  more*, 
tomadu  de  nuevo  lasarmu.destmjeronlaatiems 
de  la  Lusttania ,  y  por  aquella  comarca  entrados  ea 
Galicia,  tomaron  de  nuevo  por  fuena  y  pasierui 
fuego  i  la  ciudad  ds  Composlela.  fiíande  «a  la  «na* 
miga  que  tenían  con  aquefianto  lugar.  No  pardouii 
aquella  maJToda  gente  al  sepulcro  del  apostel  Santii- 
go.  si  un  resplandor  que  de  repente  fue  visto  ao  n- 
pnmiera  por  voluntad  de  Dios  susdsñadoa  iuleoloi. 
Verdodesquelu  campanas  para  que  fuesen  como  tro* 
feo  y  memoria  de  aquella  victoria,  fueron  en  bombros 
de  crístianoB  llevadas  í  Córdoba,  do  (mr  largo  tiempo 
sirvieron  de  Idmparas  en  Is  moquita  mayw  de  loi 
moros.  Siguióse  luego  la  divina  venganiatnncboi 
perecieren ,  parte  por  enfermedad  de  cimeras,  parle 
con  peste  que  les  sobrevino,  parte  también  poique  el 
rey  aon  Berroudo  tomadas  las  armas  les  iba  picando 


Pkmbub  t  Conulii  Giiüo  I»  «ibriu4c  hh  >kic  o^i,  ioi  iofiBlti  dr  Lira. 


Sor  las  espaldas,  y  por  todag  parl/ís  los  trabajaba  t  los 
años  fueron  de  suerte  qne  pocos  vqlvieron  salvos  á 
su  tierra.  El  capitán  de  toda  esta  jornada  Uahomad 
Alhagib ,  que  tantas  veces  libremente  acometió  las 

tierras delus  cristiaiios,  fue  —  ""'  ' 

paron. 


o  de  los  q^e  esca- 


Ü  niisrao  año  fallcciú  el  rey  de  Navarra  don  Garda.' 
Sucedió  en  su  lugar  su  hijo  Garci  Sánchez^,  llamado 
<bI  Trémulo ,  cómo  y  por  la  causa  que  arriba  queda 
tocado.  Reinó  por  espacio  de  siete  años ,  muy  escla- 
recido por  las  vicloriaa  que  ganó  en  las  gucjTas :  fue 
liberal  ó  por  mejor  decir  pródigo  en  dar,  en  que  si  no 
hay  templanza,  suele  acarrear  daño,  por  BKOtar  la 
((lenlede  la  misma  liberalidad  que  son  loslesóros  pú- 


blicos ,  como  sucedió  í  esle  rey,  y  entrar  en  necesi- 
dad de  inventar  nuevas  imposiciones  para  suplir  esta 
falla.  En  los  archivas  de  San  Hí lian  hay  privilegio) 
deste  rey ;  mas  cuínlo  crédito  se  les  fasva  de  dir  ca- 
da uno  porslmísmolopodrd  jumr.  Alllsedicequa 
tuvo  un  hermano  llamado  Gonzalo ,  y  que  jnnlo  coa 
su  madre  doña  Urraca  tuvo  el  reino  ne  Araoon;  )o 
que  si  Fue  verdad ,  ó  aquel  estado  y  príDcipaoo  dar4 
poco  tiempo,  ú  por  morir  él  sia  hijos  recayó  al  seño- 
río en  su  hermano  j  descendientes, 

Alegre  don  Bermudo,  rey  de  León ,  y  ufano  por  el 
destrozo  que  hizo  de  losmoros,  entró  en  peasaiqieo- 
to  que  si  los  cristiauoa ,  de  cuyas  discoraiss  tantea 
males  resultaban ,  se  cpnfederasen  y  juntasen  en  uno 


mtfatflUiJiodrHaiprovecbBnedfllosmQrocydet- ; 
htaf  m  pMer.  Daaiwcbú  ea  eila  primúsilo  sus  em- 
hajiilom  ■!  ra  j  de  Navarra  ;  al  conde  oe  Castilla  don 
Guciapara  anonasUlles  hiciaMD  liga  con  Al.  Decla- 
lasfna  dabiao  oiOTerM  por  el  comuD  peligro  de  los 
-^'"-1,  jai  en  particular  teaian  algunos  disgus- 
*~~"o«  por  el  bien  de  la  patria;  queceoias 

ijuntostodos  fengaseii  y  eafrenauD 

IninleBlo*  iinpio*  de  aquella  bárbara  geate.  A  estos 
i>tlisilai ;  jiutUrnti  deauuida*  fácilmeDlese  acor- 
dare* aquelloa  principei.  Cod  eito  de  todas  las  tres 
Mciinas forraarM  un  «i^dta  mujgi:ueEa.  El  rey  de 
ItiTUTa  DO  ae  ballti  présenle  por  estar  ocupado ,  i  lo 
qMsantiaDda,eDGO0certarlas  cosas  de  su  qucto 
reieo.  El  rey  doá  Bemndo,  dado  que  eurermó  de 
gota ,  an  una  litera  j  con  Al  el  ouide  dou  García  mo- 
mfWicoBlra  loe  moros;  de  quleo  Knian  aviso  que 
cea  deseo  da  retucane  del  daño  pasado  levaataSan 
BiMvaa^lM  y  eran  salidos  de  Córdoba,  j  que  la- 
Isilo  que  bebieron  los  campos  de  Galicia  y  saqueados 
las  pusblos,  re*o)vÍaD  bicia  Castilla.  Cerca  de  un 
MMolo  Uanúdo  Calacanaior,  situado  en  la  frontera 
de  Castilla  1  de  Lsoo ,  se  dieron  vista  j  juntaron  las 
hiMstes.  DÍMe  la  batalla ,  que  1^  muy  rugida,  basta 
qoecerróla  Docheicayeroanmchosdelaunaparte 


>K  ESFANA  '  333 

y  de  la  otra  sin  quedar  declarada  la  victoria ;  lolo  por 
partirse  los  moros  aquella  noche  A  cencerros  atapa- 
dos  dieron  muestra  que  llevaroalo  peor,  j  que  ruernu 
veo^idos  por  el  enlueno  de  los  nuestros,  especial 
que  la  partida  fue  A  manera  de  buida ,  como  se  eo- 
tendió  por  los  despojos  que  dejaron  en  los  reales ,  y 
cosas  que  por  el  camino  con  deseo  de  apresurarse  orr 

El  peaar  que  desta  revés  recibid  el  Albagib  general 
de  los  moros  fue  tal  i]ue  de  coraje  se  dice  murróenet 
valle  deBegalcorsi  sin  querer  comer  bocado  ¡locual' 
sucedió  el  SDD  998  (1).  Gubernúesle  cspilao  las  co- 
sas de  los  moros  por  especio  da  veinte  y  cinco  año* 
por  su  rey,  que  nna  ocioso  sin  cuidar  mas  que  de 
sus  depoi  tes.  Fue  bombre  auimoso ,  euemigo  del 
ocio :  Bcometjú  Isi  tierral  de  los  crístiaoosciocneata 
y  dos  veces,  y  mucbasdellasqnedd  vencedor.  EIdia 
mismo  que  eo  Calacanaior  se  dió  la  batalla,  un»  en 
traje  de  pescador  en  Córdoba  A  la  ribera  del  Gua- 
dalquivir, coa  ser  tan  grande  la  distancia  de  los  lu- 
gares, se  dice  q^ua  cantó  eo  voi  llorosa  algunas  veces 
en  metros  aríbigos,  otros  en  españoles :  en  Calaca- 
nazorAlmaozor  perdió  el  tambor;  pordoude  sospe- 
charon ^ue  el  demonio  en  Ggara  da  bombre,  publicó 
la  victoria ,  en  e°pe«ial  que  como  preieodiesen  los  de 


mam', 


CAMoha  echarle  maDO,  se  desapareció  J  sft  les  fué 
toipQ  sombra  [i).  El  cuerpo  dej  general  difunto  lle- 
larao  É  Hedisaceli. 

Sucedió  en  el  gobienio  de  aquel  reino  sn  hijo  Ab- 
<Mme)fcb  el  mismo  aíio  que  murió  sn  padre,  que  se 
«■ntaba  da  loi  árabes  trescientos  y  noventa  y  tret : 
tuvo  aquel  cargo  t  mandó  por  especio  de  reis  años  y 
ocho  metes.  Dewie  este  tiempo  el  reino  de  los  moros 


que  por  esfuerzo  ds  MalrGmnd  se  conservara  [de  [an 
grande  momeólo  es  muclia$  veces  una  buena  cabe- 
za) comenzó  mnniliestameiileádeclinary  ir  de  calda. 
Las  discordia!  domésticas,  peste  de  los  grandes  im- 
perios ,  y  el  poco  gobierno  fueron  causa  desle  mal. 

aetiembre  de  1003  A>i  «ate  saceso  muDonble  debe  pooene 
en  el  reioido  de[  i«Bor  doo  AIooki  V  de  Lron,  eo  el  Je  San- 
cho el  Mavor  de  Nsrarra,  y  en  lieaipo  de  dtm  Sincbo  Gireéi 
coDde  de  CaítíUa. 

(3)    Este  cucnlo  ridiculo  solo  puede  pasar  ca  udi  aovela, 
pero  desluce  U  fravcdid  de  la  biitoria. 


tu 


8IBL10Y6CA  be  GASfAR  t  ROIG. 


Abdelmellcli  maá  amigo  de  ocio  que  de  guerra , 
mostró  no  hacer  caso  de  las  semillas  y  príncipios  de 
aqifelia  discordia  que  debiera  al  momento  atajar. 
Verdad  es  que  luego  c|ne  murió  su  padre,  acometió  á 
hacer  guerra  á  los  cristianos  y  puso  grande  espanto ; 
mayormente  en  la  ciudad  de  León  todo  lo  que  que- 
daba entero  de  la  destruicion  pasada  ó  de  nuevo  se 
reedíGcara  >  lo  echó  Abdelmelicli  por  tierra  y  lo  aba* 
tió.  Todavía  lo&  principios  desta  guerra  fueron  para 
los  moros  mas  alegres  que  el  remate,  porque  acudió 
al  conde  don  García,  y  con  su  venida  forzó  los  moros 
á  volver  las  espaldas,  y  muertos  muchos  detlos.  tor- 
nar en  pequeño  námero  á  su  tierra.  La  desconuanza 
y  miedo  qqe  les  entró  después  deste  daño ,  fue  tan 
grande  que  no  trataron  mas  de  hacer  guerra  en  tanto 
que  Abdelmelich  tuvo  aquel  cargo. 

La  alegría  deste  buen  suceso  nq  fue  pura,  antease 
aguó  y  destempló  con  la  carestía  de  mantenimientos 
que  causó  la  falta  délas  lluvias.  Gudesteo  obispo  de 
Oviedo  estaba  preso  por  mandado  del  rey,  iba  en  tres 
años.  Acostumbraba  este  príncipe  á  dar  oidos  á  los 
chismes  de  hombres  malos.  Esto  se  persuadía  el  pue- 
blo era  la  causa  del  daño ,  y  los  hombres  santos  de- 
cían ser  la  hambre  castigo  del  eielo  por  el  agravio  ^ue 
»e  hacia  al  obispo  inocente,  y  anunciaban  que  si  no 
había  emienda,  se  seguiría  alguna  grave  peste.  Te- 
miase  algún  alboroto,  |)orque  la  muchedumbre  cuan- 
tío se  mueve  por  escrúpulo  y  opinión  de  religión,  mas 
fácilmente  obedece  á  los  sacerdotes  que  á  los  reyes: 
fue  pues  Gudesteo  sacado  de  la  cárcel.  Evte  mismo 
•  año  que  se  contó  del  nacimiento  de  Cristo  999,  y  fue 
apretado  por  la  dicha  carestía  grande  y  falta  estraor- 
dmaria,  se  hizo  también  señalado  por  la  muerte  que 
sucedió  en  él  del  rey  don  Bermudo.  En  un  pueblo 
llamado  Beritio  falleció  de  los  dolores  de  la  gota  que 
mucho  tiempo  le  trabajaron.  Fue  sepultado  en  Villa- 
buena  ó  Valbuena :  dende  pasados  veinte  y  tres  años 
le  trasladaron  á  la  iglesia  de  San  luán  Baptista  de  la 
ciudad  de  León. 

Tuvo  dos  mujeres  llamadas  la  una  Veiasquijta,  la 
otra  doña  Elvira.  A  la  primera  repudió  mas  por  la  li- 
bertad de  aquellos  tiempos,  que  por  loque  permitiese 
la  ley  cristiana:  tuvo  en  ella  una  hija  liamada Cristi- 
na. De  doña  Elvira  tuvo  dos  hijos  que  fueron  don 
Alonso  y  doña  Teresa.  Demás  de  esto  de  dos  herma- 
nas con  quien  mas  mozo  tuvoconversac|on,  dejó  fue- 
ra do  matrimonio  á  don  Ordoño  y  á  dona  Elvira  y  á 
'  doña  Sancha.  Crístina  la  hija  mayor  del  rey  don  Ber- 
mudo casó  con  otro  don  Ordoño  llamado  el  Ciego , 
que  era  de  sangre  real.  Deste  matrimonio  nacieron 
don  Alonso ;  don  Ordoño,  don  Pelayo,  y  fuera  destos 
doña  Aldonza  oue  casó  con  don  Pelayo  llamado  el 
Diácono  nieto  de!  rey  don  Fruela  Segundo  deste  nom- 
bre, hijo  de  don  Fruela  su  hijo  bastardo.  De  don  Pe- 
layo  y  de  doña  Aldonza  nacieron  Pedro,  Ordoño, 
Pelayo,  Ñuño  y  Teresa :  destos  procedieron  los  con- 
des de Carrion.  varones  señalados  en  la  guerra,  de 
valor  y  de  prudencia  como  se  declara  en  otro  lugar. 
Volvamos á  la  razón  de  lus  tiempos.  Pelagío  Ovetense 
y  don  Lucas  deTuy  atribuyen  a  este  rey  don  Bermu* 
do  lo  que  arriba  queda  dicho  de  Ataúlfo  obispo  de 
Gompostella,  del  toro  feroz  y  bravo  que  soltaron  con- 
tra, él  sin  que  le  hiciese  daño  alguno.  Nos  damos.mas 
crédito  en  esta  parte  á  la  historia  Cumpostellana'que 
dice  lo  que  de  suso  relatamos ;  yes  bastante  muestra 
de  estar  mudados  los  tiempos  en  los  que  esto  dicen, 
y  del  engaño  no  hallarse  por  estos  años  algún  obispo 
de  Gompostella  que  se  llamase  Athaulfo. 

CAPITULO  X. 

De  don  Alonso  el  Quinto  rey  de  Leos. 

Ayos  del  rey  don  Alonso  en  su  menor  edad  por 
mandado  del  rey  don  Bermudo  su  padre  fueron  ífe- 
lendo  González  conde  de  Galicia  y  su  mujer  llamada  j 
doña  Mayor.  Los  mismos  por  quedar  don  Alonso  de  | 


cinco  años  gobernaron  asimismo' el  reino  con  graode 
fidelidad  y  prudencia  conforme  á'lo  que  se  dejó  eu 
teftamento  del  rey  muerto  mandado,  enquevinieroQ 
todos  los  estados  del  reino.  Llegado  el  nuevo  rey  é 
mavor  edad ,  para  que  los  ayos  tuviesen  mas  antorí- 
dad^,  y  en  recompensa  de  lo  que  en  su  crianza  y  eo 
el  gobierno  del  reino  trabajaron ,  le  csaaron  con  uaa 
hila  que  tenían  llamada  doña  Elvira.  Tuvo  deste  ma^ 
tnmonio  dos  hilos.  Don  Bermudo  y  doña  Sancha. 
Reinó  por  espacio  de  veinte  y  nueve  años.  El  secun- 
do año  de  su  reinado  que  fue  de  Cristo  el  iOOO  jus- 
tamente ,  por  muerte  del  rey  de  Navarra  don  Garei 
Sánchez  el  Trémulo  ó  Temblador,  sucedió  en  aqnei 
esttfdo  un  hijo  que  tenia  en  doña  limeña  su  mujer 
(no  aciertan  los  que  la  llaman  Elvira  ó  Constancia  ó 
Estephania)  por  nombre  don  Sancho.  Este  principo 
eu  su  menor  edad  tuvo  por  maestro  á  Sancbo  abad 
de  San  Salvador  de  Leyre,  que  le  enseñó  todo  lo 
que  un  príncipe  debe  saber,  y  amaestró  en*  todas 
buenas  costumbres :  reinó  treinta  y  cuatro  años:  fue 
tan  señalado  en  todo  género  do  virtudes,  que  le  die- 
ron sobrenombre  de  Mayor,  y  alcanzó  tan  buena 
suerte ,  que  todo  lo  que  en  España  poseían  los  cris- 
tianos,  casi  16  redujo  debajo  de  su  imperio  j  mando, 
bien  que  no  acertó  ni  fue  buen  consejo  dividido  y 
repartillo  entre  sus  hijos  como  lo  hizo,  menguando 
las  fuerzas  y  magostad  del  reino. 

Cuan  quietos  estaban  los  dos  reinos  cristianos  por 
la  buena  maña  de  los  que  los  gobernaban,  no  menos 
se  alteraron  por  este  tiempo  las  armas  de  Castilla 
primero,  después  las  de  los  moros.  Los  unos  y  los 
otros  por  las  diferencias  domésticas  se  iban  despe- 
ñündo  en  su  perdición.  Don  Sancho  García  se  apartó 
de  la  autoridad  del  conde  Garci  Fernandez  su  padre 
y  de  su  obediencia  :  no  se  sabe  por  cual  causa,  sino 
q\xo,  nunca  faltan  en  las  casas  reales  mayormente, 
hombres  de  dañada  intención  que  con  chismes  y  re- 
portes enciendan  la  llama  de  la  discordia  entre  hijos 
y  padres.  Puede  ser  que  don  Sancho  cansado  de  lo 
mucho  que  vivía  su  padre,  acometió  tau  grave  mal- 
dad, por  serle  cosa  pesada  esperar  los  pocos  años  que 
conforme  á  la  edad  que  tenia  le  podrían  quedar.  Vi- 
nieron á  las  armas  y  divididas  las  voluntades  de  los 
vasallos  entre  el  padre  y  el  hijo,  las  fuerzas  de  aquel 
estado  se  enflaquecieron  :  no  estuvo  esto  encubierto 
á  los  moros,  que  la  provincia  estaba  eu  armas  dividi- 
da la  nobleza,  alborotado  el  pueblo  con  sus  valedo* 
res  de  la  una  y  de  la  otra  parte.  Acordaron  aprove- 
charse de  la  ocasión  que  la  dicha  discordia  les  pre- 
sentaba. Con  esta  venida  de  los  moros  y  entrada  que 
hicieron ,  la  ciudad  de  Avila  que  poco  á  poco  se  iba 
reparando,  de  nuevo  fue  destruida;  y  la  Coruña  y 
Santisteban  de  Gormaz  en  el  territorio  de  Gima  pa- 
decieron el  mismo  estrago. 

Grande  era  el  peligro  en  que  lae  cosas  estaban ,  y 
aun  con  el  miedo  de  fuera  no  se  sosegaban  las  altera- 
ciones y  parcialidades:  si  bien  se  entretuvieron  para 
no  llegar'del  lodo  á  rompimiento  y  á  las  puñadas.  El 
conde  Garci  Fernandez  movido  por  el  daño  que  los 
moros  hacian  con  los  que  pudo  juntar,  salió  al  ene- 
migo al  encuentro.  Alcanzólos. por  aquellas  comarcas 
y  presentóles  la  batalla.  Fue  brava  la  pelea  :  el  con- 
de que  llevaba  poca  gente ,  quedó  vencido  y  preso 
con  tales  heridas  que  deltas  en  breve  murió.  Tuvo  el 
señorío  de  Castilla  como  treinta  y  ocho  años ,  quién 
dice  cuarenta  y  nueve.  No  fue  desigual  ásu  padre  en 
la  grandeza  y  gloria  de  sus  hazañas.  Los  enemigos  le 
Quitaron  la  vida ;  la  fama  de  su  valor  dura  y  durará. 
&u  cuerpo  rescatado  por  gran  dinero  le  sepultaroaeu 
el  convento  de  Sun  Pedro  de  Cárdena.  Uióse  osU 
desgraciada  batalla  el  año  de  1006.  £1  año  luego  si* 
guíente  mil  y  siete  en  Toledo  una  grande  creciente 
abatió  el  famoso  monasterio  Agalieuse  :  los  mou^e^i 
se  pasaron  al  de  San  Pedro  de  Sahelices.  Asi  lo  dice 
el  arcipreste  Juliano.  Dejó  el  conde  una  hija  llamada 


BüTOftii  m  ibpaÍU. 


M8 


éo&i  Urraca ,  i|iie  fae  monja  en  el  mOBasterlo  de  San 
Cosme  7  San  Damián  del  lagar  de  Govarrubias.  Este 
monasterio  edificó  el  conde  su  |)adre  desde  los  ci- 
mientos ,  y  le  dotó  de  grandes  heredades  y  gruesas 
rentas  j  dióle  muchas  alhajas  y  preseas.  Puso  por 
condición  que  si  alguna  doncella  de  su  descenden- 
cia no  quisiese  casarse  sustentase  la  vida  con  las 
rentas  de  aquel  monasterio. 

Sucedió  en  el  señorío  y  condado  de  Castilla  al  pa- 
dre muerto  su  hijo  don  Sancho ,  afeado  y  amancilla- 
do por  haberse  levantado  contra  su  padre ,  y  por  el 
consiguiente  dado  ocasión  á  aquel  aesustre ,  por  lo 
demás  fue  piadoso,  dotado  de  grandes  virtudes  y 
partes  de  cuerpo  y  de  ánima.  Falleció  por  el  mismo 
tiempo  en  Córdoba  el  Alhagib  Abdelmeiich :  suce- 
dióle en  el  cargo  Abderrahman  hombre  malo  y  co- 
barde ;  por  afrenta  le  llamaban  vulgarmente  Sanciolo. 
Muerto  este  dentro  de  cinco  meses ,  Mahomad  Al- 
mahadlo,  que  debia  ser  del  linaje  de  los  Abenhume- 
yflSy  tomadas  las  armas,  se  apoderó  del  rey  Uissem, 
que  con  el  ocio  y  con  los  deleites  estaba  sin  fuerzas  y 
sm  prudencia ,  y  no  se  conservaba  por  su  esfuerzo , 
sino  con  la  ayuda  de  otros.  Publicó  que  le  quitara  la 
▼ida,  degollando  otro  que  le  era  muy  semejante  ma- 
ña con  que  Almahadio  quedó  apoderado  del  reino  de 
Córdoba  y  Hissem  vivo ;  aue  le  pareció  guardarle  para 
lo  que  tiniese.  Esto  paso  el  ano  que  se  cootaba  de 
los  árabes  cuatrocientos  justamente.  Acudió  desde 
África  un  pariente  de  Hissem  llamado  Zulema :  este 
oon  los  de  su  valia  y  gente  que  se  le  arrimó,  además 
de  las  fuerzas  de  don  Sancho  conde  de  Castilla  que 
le  asistió  en  esta  empresa,  y  con  él  hizo  liga,  en  una 
batalla  muy  herida  que  se  dió  cerca  deCórdoba,  ven- 
dó al  tirano  Almahadio.  Murieron  cuesta  pelea  trein- 
ta y  cinco  mil  moros,  qrue  era  toda  la  fuerza  y  niervo 
del  ejército  morisco  y  ae  aquel  reino ;  por  donde  ade- 
hnte  comenzaron  los  moros  á  ir  claramente  decaída. 
Señalóse  sobre  todos  el  conde  don  Sancho ,  su  valor, 
esfuerzo  y  industria;  y  fue  la  principal  causa  que  se 
ganase  la  jomsda. 

Almahadio  después  desta  rota  se  retiró  y  encerró 
dentro  de  la  ciudad ;  y  lo  que  tenia  apercebido  para 
los  mayores  peligros,  sacó  á  Hissem  de  donde  le  tenia 
escooitido  y  preso.  Puesto  á  los  ojos  de  todos  y  en 
pábKoo,  amoneíAÓ  ai  pueblo  antepusiesen  á  su  señor 
oatural  al  extranjero  y  enemigo.  Los  ciudadanos  tur- 
bados con  el  temor  que  tenian  del  vencedor,  no  ha- 
cían caso  de  sus  palabras  y  amonestaciones :  en  oca- 
siones semejantes  cada  cual  cuida  mas  de  asegurarse 
que  de  otros  respetos.  Así  le  fue  forzoso^  dejada  la 
ciudad  á  su  contrario,  retirarse  á  Toledo.  Llevó  con- 
sigo á  h)  que  se  entiende  á  Hissem ,  ó  sea  que  le  es- 
condió segunda  vez.  Era  Alhagib  de  Almahadio ,  y 
como  vtrey  suyo,  otro  moro  llamado  Almahario.  Este 
con  deseo  de  fortificarse  contra  las  fuerzas  y  intentos 
de  los  contraríos  y  para  ayudarse  de  socorros,  de 
t^stianos  pasó  á  Cataluña  para  con  toda  humildad 
rogar  á  aquellos  señores  le  acudiesen  con  sus  gen  tes. 
Propúsok»  grandes  intereses,  ofrecióles  partidos 
aventajados.  Los  condes  don  Ramón  de  Barcelona  y 
Armangoi  de  Urgel ,  persuadidos  de  aquel  bárbaro, 
con  buen  número  de  los  suyos  se  juntaron  con  las 
gentes  que  en  aquel  intermedio  el  tirano  Almahadio 
tenia  levantadas  en  Toledo  y  su  comarca,  que  eran 
en  gran  número  j  fuertes.  Contábanse  en  aquel  ejér- 
cito nueve  mil  cnstianos  y  treinta  y  cuatro  mil  moros. 

Juntáronse  las  huestes  de  una  parle  y  de  otra  en 
Acanatalhacar,  que  era  un  lugar  cuarenta  millas  de 
Córdoba,  al  presente  un  pueblollamado  Albacaresiá 
á  cuatro  leguas  de  aq^jella  ciudad.  Trabóse  la  batalla 
qae  fue  muy  reñida  y  dudosa,  ca  los  cuernos  y  cos- 
tados izquierdos  de  ambas  partes  vencieron ;  los  de 
mandereclia  al  contrario  (1).  Zulema  y  el  conde  don 

fl)  Ella  tataOá  que  los  historiadores  moros  Utman  de 


Sancho  al  principio  mataron  gran  número  de  los  con- 
trarios. Entre  estos  á  los  primeros  golpes  y  encuen- 
tros murieron  los  obispos  Arnulpho  de  Vique,  Aecio 
de  Barcelona ,  Othon  ae  Girona :  cosa  torpe  y  afren* 
tosa  que  tales  varones  tomasen  las  armas  en  favor  de 
infieles.  El  mismo  conde  de  Urgel  fue  asimismo 
muerto.  Almahadio  con  su  esfuerzo  reparó  la  pelea ; 
y  animando  á  Jos  suyos  quitó  á  los  enemigos  la  victoria 
de  las  manos.  Zulema  como  se  vio  vencido  y  desbara- 
tados los  ^uyos ,  se  huyó  primero  á  Azafra ,  después 
desconfiado  de  la  fortaleza  de  aquel  lugar  determinó 
irse  mas  lejos ;  que  fue  todo  el  año  de  ios  árabes  de 
cuatrocientos  y  cuatro,  de  Cristo  1010.  Quedó  el 
reino  por  Almahadio ,  si  bien  Almahario  su  Alhamb 
lo  gobernaba  todo  á  su  voluntad  conforme  á  la  cala- 
midad de  aquellos  tiempos  aciagos ;  en  que  pasó  tan 
adelante  que  después  ae  la  partida  de  don  Ramón 
conde  de  Barcelona  sin  ningún  temor  ni  respeto  ale- 
vosamente dió  la  muerte  á  su  señor :  una  traición 
contra  otra.  Con  esto  Hissem  el  verdadero  rey  fue 
restituido  en  su  reino.  La  cabeza  de  Almahadio  el  ti- 
rano enviaron  á  Zulema  su  competidor,  que  en  un 
lugar  llamado  Citava  se  entretenía  por  ver  en  qué  pa- 
rarían aquellas  revoluciones  tan  grandes. 

Pretendían  y  deseaban  los  moros  que  el  dicho  Zu- 
lema se  sujetase  á  Hissem  como  á  verdadero  rey  y  deu- 
do suyo ,  por  quien  al  principio  mostró  tomar  las  ar« 
mas.  El  encendido  en  deseo  de  reinar,  euya  dulzura 
es  grande  aunque  engañosa ,  y  que  con  muestra  dé 
blandura  encubre  grandes  males,  juntaba  fuerzas  de 
todas  partes ,  y  hacia  de  ordinario  correrías  en  las 
tierras  comarcanas.  La  parcialidad  de  los  Abenhu* 
meyas ,  de  que  todavía  quedaban  rastros  en  CórdobSi 
era  aficionada  á  Zulema ,  y  por  su  respeto  trataba  de 
darla  muerte  á  Hissem.  No  salieron  con  su  intento  á 
causa  aue  el  dicho  rey  avisado  del  peligro  usó  en  lo 
de  adelante  de  mas  recato  ^  vigilancia.  Zulema  per- 
dida esta  esperanza,  solicitó  al  conde  don  Sancho 
para  que  por  respeto  de  la  amistad  pasada  de  nuevo 
le  ayudase.  El  conde  después  de  haberlo  todo  consi* 
dorado ,  se  resolvió  de  confederarse  con  Hissem,  óñ 
quien  esperaba  mayor  ganancia ;  y  en  particular 
asentó  que  le  restituyese  seis  castillos  que  el  Alhagib 
Mahomad  por  fuerzas  de  armas  los  años  pasados 
quitara  á  los  cristianos ;  lo  cual  él  hizo  forzado  de  la 
necesidad  por  no  fallar  á  tales  esperanzas  de  ser  so- 
corrido en  aquella  apretura  y  privar  á  su  contrario  de 
aquel  arrimo.  En  el  entretanto.  Obeydalla  hijo  de 
Almahadio  con  ayuda  de  sus  parciales  se  hizo  rey  de 
Toledo.  Otros  le  llaman  Abdaila ,  y  afirman  que  tuvo 
por  mujer  á  doña  Teresa  con  voluntad  de  don  Alonso 
su  hermano  rey  de  León  (2)  gran  desorden  y  mengua 
notable.  Lo  que  pretendía  con  aquel  casamiento  era 
que  las  fuerzas  del  uno  y  del  otro  reino  quedasen 
mas  firmes  con  aquella  alianza ,  demás  que  se  pre- 
sentaba ocasión  de  ensanchar  la  Religión  Cristiana,  si 
el  moro  se  bautizaba  según  lo  mostraba  querer  hacer. 

Con  esto  engañada  la  doncella,  fue  llevada  á  To- 
ledo :  celebráronse  las  bodas  con  gran  aparato  con 
juegos  y  regocijos ,  y  convite  que  duró  hasta  gran 
parte  de  Ja  noche.  Quitadas  las  mesas  ,  la  doncella 
fue  llevada  á  reposar.  Vino  el  moro  encendido  en  su 

Achat-Albacar,  do  debe  coafundirse  con  la  que  se  dió  ua 
año  antes  cerca  de  un  monte  que  los  moros  llamaban  Cantos, 
y  ahora  se  llama  Cantiebe.  No  consta  porningim  testimouio 
antiguo  que  ayudasen  á  Solimán  en  esta  batalla  (os  leoneses 
ó  castellanos,  Dues  teaiéndosc  este  por  seguro  después  de 
haber  derrotaao  completamente  á  Mahomad  en  Caottche,no 
tenia  necesidad  de  pedir  socorros  :  no  hubo  pues  lucha  entre 
cristianos  y  cristiaboscomo  dice  Mariana. 

{fí  Don  Pelap  obispo  de  Oviedo  y  autor  muy  crédulo , 
que  na  introducido  muchas  fábulas  en  su  Crónica,  es  quien 
habla  de  este  casamiento  de  dona  Teresa  con  Abdalla  de  To- 
ledo ,  que  no  siendo  rey,  sino  un  alcalde  ó  gobernador  de 
esta  ciudad  no  es  probable  obtuviese  en  aquellos  tiempos  la, 
hermana  de  an  rey  de  Leoo. 


m 


BlftUOniBÁ  M 


apetito  carnal.  «Ella  afuera  (dice)  tan  grave  maldad. 
»(aDta  torpeza.  Una  de  dos  cosas  tías  de  hacer,  ó  tu 
ucon  los  tuyos  te  bautiza  y  con  tanto  goza  de  núes- 
»tro  amor ;  si  esto  no  haces,  no  me  toques.  De  otra 
uroanera  time  la  venganza  de  los  hombres,  que  no 
Ddisimu'arán  nuestra  afrenta  j  tu  engaño,  y  la  de 
dDíos  que  vuelve  por  la  honestidad  sin  duda  y  casti- 
»dad  de  los  cristianos.  De  la  una  y  de  la  otra  parte  te 
»arercibo  serás  castigado.  Mira  que  la  lujuria ,  peste 
nblanda  no  te  lleve  á  despeñar. »  Esto  dijo  ella.  Las 
orejas  del  moro  con  la  fuerza  del  apetito  desenfrenado 
estaban  cerradas :  hízole  fuerza  contra  su  voluntad. 
Siguióse  la  divina  venganza,  que  de  repente  le  sobre- 
vino una  grave  dolencia :  entendió  lo  que  era ,  y  la 
causa  de  su  mal.  Envió  á  doña  Teresa  en  casa  de  su 
hermano  con  grandes  dones  que  le  dio.  Ella  se  hizo 
monja  en  el  monasterio  de  San  Pelagio  de  León ,  en 
que  pasó  lo  restante  de  la  vida  en  obras  pías  y  de  de- 
voción ,  con  que  se  consolaba  de  la  afrenta  recebida. 
A  Obeydalla  no  le  duró  mucho  el  reino ,  venciéronle 
las  gentes  del  rey  Hlssem ,  y  preso  fue  puesto  en  su 
poder. 

Continuaban  las  revueltas  entre  los  moros ,  y  las 
alteraciones  en  todas  las  partes  de  aquel  reino.  A  los 
cristianos  se  ofrecía  muy  hermosa  ocasión  para  des- 
hacer toda  aquella  gente ,  si  juntadas  las  fuerzas 
quisieran  antes  mirar  por  la  religión ,  que  servir  á 
las  pasiones  de  los  moros  y  ayudallos.  Mas  esta  fue 
la  desgracia  de  todos  los  tiempos :  siempre  las  aficio- 
nes particulares  se  anteponen  al  bien  común ,  y  nin- 
guna cosa  de  ordinario  menos  mueve  que  el  celo  de 
la  Religión  Cristiana.  Las  tierras  de  los  moros  no  solo 
eran  trabajadas  con  la  llama  de  la  guerra,  sino  tam- 
bién de  gravísima  hambre  por  haberse  tacto  tiempo 
dejado  la  labor  de  los  campos.  Zulema  viste  que  el 
conde  don  Sancho  no  le  ayudaba ,  hizo  sus  avenen- 
cias con  los  reyes  moros  deZuragoza  y  Guadalajara. 
Con  estas  ayudas  se  apoderó  de  Córdooa  por  fuerza ; 
y  como  Hissem  se  huyese  ¿  África ,  tornó  Zulema  á 
recobrar  todo  aquel  reino  de  nuevo.  Entre  los  que 
seguían  á  Hissem,  uno  llamado  Haytt&i  tenia  el  pri- 
mer lugar  en  autoridad  y  poder.  Este  se  apoderó  de 
Orihuela,  ciudad  asentada  ú  la  ribera  del  mar  Medi- 
terráneo, y  por  la  comodidad  de  ac[uel  lugar  hizo  venir 
á  España  con  intención  (}ue  le  dió  de  hacerle  rey,  á 
Hali  Abenhamit  que  tenuí  por  Hissem  el  gobierno 
de  Ceuta.  Zulema  no  era  igual  en  fuerzas  á  los  dos 
enemigos.  Así  fue  en  batalla  vencido  cerca  do  Cór- 
doba ,  y  por  Jos  ciudadanos  entregado  al  vencedor,  y 
muerto  por  mane  del  mismo  Helicón  palabras  afren- 
tosas y  ultrajes  qoe  le  dijo ,  ca  le  dió  en  cara  haber 
sido  el  primero  que  contra  el  rey  Hissem  su  legitimo 
señor  tomó  las  armas. 

No  hay  lidelidad  entre  los  compañeros  del  reino : 
Quejábanse  HaytanqueHalíel  nuevo  rey  no  guardaba 
lo  capitulado  con  él,  hizo  conjuración  y  liga  con  Mun- 
dar  hijo  de  Hiaya  rey  de  Zaragoza ,  juntaron  de  cada 
parle  sus  huestes,  dióse  la  batalla  cerca  de  Córdoba, 
en  que  Haytiin  fue  vencido.  Tras  esto  por  ocasión  de 
la  muerte  de  Hali  quería  Haytan  hacer  rey  á  Abder- 
rahman  Almortada.  La  muerte  de  Hali  fue  desta  ma- 
nera :  salió  de  Córdoba  en  seguimiento  de  Haytan, 
llegó  á  Guadix,  y  allí  sus  mismos  eunucos  le  mataron 
en  un  baño  en  que  se  lavaba ,  año  de  los  árabes  cua- 
trocientos y  ocho.  Sucedió  por  voto  de  los  soldados 
en  aquella  parte  del  reino  y  en  Córdoba  un  hermano 
de  Hali  llamado  Cazin ,  aue  hicieron  los  de  aquella 
parcialidad  venir  de  Sevnla  do  en  aquella  sazón  mo- 
raba. Tuvo  el  reino  por  espacio  de  tres  años ,  cuatro 
meses,  veinte  y  seis  dias con  desasosiego,  á  causa 
que  el  Almortada  ya  dicho  con  asistencia  de  Haytan 
y  de  Mundar  se  apoderó  de  Murcia  y  toda  aquella 
comarca,  y  se  llamó  ray  ^^^  hombre  soberbio  Al- 
mortada ,  y  que  ni  daba  grata  audiencia ,  ni  recebia 
bien  á  los  que  venían  á  negociar;  y  á  los  que  le  die- 


ñMáü  f  ftOIfl. 

ron  el  reino ,  como  si  fderan  lui  ioreedeies,loinl* 
raba  con  ojos  torcidos  y  eobrecejo ,  que  fue  cansí  di 
su  perdición.  En  Granada  ^or  conjuradon  de  lonu* 
yos ,  y  con  voluntad  del  señor  de  aquella  ciudad  foe 
muerto. 

Cazin  con  la  muerte  de  Almortada  le  pareció  que- 
daba de  todo  punto  por  rey,  en  especial  míe  con  de- 
seo de  ganalle  la  voluntad  los  de  Granada  le  enviaros 
los  despojos  del  enemigo  muerto.  En  breve  empero 
aquella  alegría  le  salió  vana ,  se  regaló  y  se  mudó  en 
nuevo  cuidado.  Los  ánimos  de  la  muchedumbre  alte- 
rada nunca  paran  en  poco  :  así  los  ciudadanos  de 
Córdoba  con  ocasión  deque  Cazin  se  partió  á  Sevilla, 
alzaron  por  rey  á  Hiaya  sobrino  del  mismo,  hijo  de 
su  hermano  Hali ,  hombre  manso  y  liberal ,  de  que 
mucho  se  paga  la  muchedumbre  y  el  pueblo.  Pero 
como  este  se  fuese  y  partiese  á  Malaga  de  que  anjei 
era  señor  Cazin  tomó  por  las  armas  á  hacerse  señor 
de  Córdoba  año  de  los  árabes  cuatrocientos  y  catorce. 
Este  nuevo  señorío  que  tuvo  de  aquella  ciudad ,  le 
duró  poco ,  solos  siete  meses  y  tres  dias.  Por  caun 
de  un  tilboroto  que  ocasionó  en  la  ciudad  la  insolen- 
cia de  los  soldaaos  que  maltrataban  á  los  ciudadanos, 
fue  forzado  á  huir  de  Sevilla,  en  que  asimismo  no 
pudo  detenerse  mucho  tiempo  por  tener  su  contrarío 

Sanadas  las  voluntades  de  aqruella  ciudad.  Despaes 
esto  anduvo  vagamundo  y  descarnado  hasta  tanto 
que  al  fin  vino  apoder  de  Hiaya,  y  fue  puesto  por  él 
en  prisión. 

Eran  los  mas  destos  reyes  del  linaje  de  los  Alaveei- 
nos,  bando  muyjpoderoso  en  aquel  tiempo  en  fueras 
y  en  autoridad.  Los  ciudadanos  del  bando  contrario, 
es  á  saber  délos  Abenhumeyas,  se  juntaron,  y  hechos 
mas  fuertes ,  alzaron  por  rey  á  Abderrahman  bermi- 
no  de  Mahomad  (creo  de  aquel  Mahomad  Almahadlo, 
que  fue  el  primero  que  tomó  las  armas  contra  His^ 
sem)  pero  con  la  misma  liviandad  fue  muerto  dentro 
de  dos  meses.  La  severidad  que  él  mostraba,  y  li 
inconstancia  de  aquella  gente  fueron  causa  de  su 
perdición.  Con  tanto  un  cierto  Mahomad  fue  puesto 
en  su  lugar :  tuvo  el  reino  un  año ,  cuatro  meses  y 
veinte  y  dos  dias :  este  al  tanto  murió  á  manos  de 
los  ciuaadaoos.  Lo  mismo  sucedió  al  hyo  de  Hali 
llamado  Hiaya,  que  era  del  bando  contrario , y  ^ 
tiempo  pasado  fue  alzado  por  rey ;  ca  con  la  mismi 
deslealtad  del  pueblo  la  mataron  en  Málaga ,  en  W 
como  queda  dicho ,  estaba  retirado.  Reinó  en  Cór- 
doba solos  tres  meses  y  veinte  dias.  Por  su  muerte 
Idricio ,  hermano  de  Hali  y  lio  de  Hiaya,  fue  llamado 
para  ser  rey  desde  África  do  era  señor  de  Ceuta. 

Este  llegado  que  fue  á  España,  por  el  derecho  pe 
tenía  del  parentesco  con  los  dos  principes  susodi- 
chos y  por  las  armas  se  apoder.5  del  reino  de  Granada, 
de  Sevilla ,  de  Almería  y  de  otras  ciudades  comarca* 
ñas.  Lo  mediterráneo  quedó  por  Hissem ,  ca  después 
de  la  muerte  de  Hiaya  los  de  Córdoba  le  habían  vuel- 
to al  reino,  ó  era  otro  del  mismo  nombre,  que  aque- 
llos ciudadanos  de  nuevo  levantaron  por  rey,  que  en 
todo  esto  hay  poca  claridad.  Los  desiórdenes  de  los 
gue  gobiernan,  suelen  redundar  en  daño  de  sus  so- 
noros, como  sucedió  á  Hissem:  que  su  Alhagib,  que 
era  como  virey  que  lo  gobernaba  todo ,  por  ser  cruel 
y  apoderarse  délos  bienes  públicos  y  particulares, 
acostumbrado  á  sacar  ganancia  de  los  daños  ajenos 
y  desgracias ,  fue  causa  que  la  ciudad  se  alborotó  de 
suerte  que  el  Alhagib  fue  muerto  y  el  rey  echado  del 
reino.  En  aquella  revuelta  un  cierto  Humeya,  ayu- 
dado de  una  cuadrilla  de  mozos  desbaratados  y  re^ 
voltosos ,  entró  en  el  alcázar  y  pidió  á  los  soldados 
que  le  alzasen  por  rey.  Escusáoanse  ellos  por  la  des- 
lealtad de  los  ciudadanos ,  revuelta  y  desgracia  de  los 
tiempos.  Decíanle  que  escarmentase  en  cabeza  aje- 
na ,  y  por  ejemplo  de  los  otros  entiéndese  claramen- 
te que  semejantes  intentos  no  salían  bien.  A  esto : 
Hoy  (dijo  el)  me  llamad  rey^  ma^dIne  pumaai: 


nuTOBíá  te 

táQ  poroso  68  6l  deseo  de  mandar,  tao  grande  la 
diil«in  de  ser  señores.  Todavía  por  orden  de  los 
ciudadanos  fueron  echados  de  la  ciudad  á  un  mismo 
tiempo  este  Humeya,  y  el  Hissero  ya  dicho ,  y  con 
ellos  todos  los  Abenhúmeyas  como  causa  de  tan  gra- 
ves danos. 

Hissem  trabajado  con  tanta  variedad  de  cosas  co- 
mo por  él  pasaron ,  últimamente  paró  en  Zaragoza: 
redoíóle  benignamente  el  rey  de  aquella  ciudad  lla- 
mado Zulema  Abenhut.  Dióle  un  castillo  llamado  Al- 
zuela,  en  oue  pasó  como  particular  lo  restante  de  su 
vida.  De  laricio  no  dice  en  qué  parase  el  arzobispo 
don  Rodrigo ,  aue  refiere  esta  cuenta  de  los  postreros 
reyes  de  Górdooa  con  alguna  mayor  obscuridad  de  la 
que  aqui  llevamos;  mas  ¿cómo  se  puede  relatar  con 
claridad  revuelta  tan  confusa  y  tan  grande?  Resta 
decir  que  desde  este  tiempo  el  señorío  de  los  moros, 
que  por  tantos  años  tuvo  tan  gran  poder  en  España, 
se  enflaqueció  de  guisa  que  se  dividió  en  muchos 
señoríos :  cada  cual  de  los  que  tenian  el  gobierno ,  se 
llams>ron  reyes  ( 1 )  de  las  ciudades  que  tenian  á  su 
cargo ,  sin  que  nadie  en  aauellas  revueltas  les  fuese 
á  las  manos.  Así  en  lo  de  aaelante  se  cuentan  muchos 
reyes  en  diversas  partes:  en  Córdoba  Jahuar,  en 
Sevilla  Albucazín  y  su  hijo  Habeth .  en  Toledo  Hay- 
tan  ,  el  que  ayudó  á  Hali  rey  de  Córdoba  al  principio: 
y  deápues  fue  su  contrario. 

Hijo  deste  rey  de  Toledo  fue  otro  Hissem ,  nieto 
Almenon,  bien  que  algunos  dan  mas  antiguo  prin- 
cipio que  este  á  los  revés  moros  de  Toledo.  La  verdad 
es  que  aquella  ciudad  con  sus  reyes  que  tenia  ó  to- 
maba, muchas  veces  se  rebeló  contra  los  reyes  de 
Córdoba.  Los  moradores  della  se  atribulan  el  primer 
higar  entre  las  ciudades  de  España ,  y  por  esta  causa 
no  podían  llevar  que  les  hiciesen  demasías.  En  otras 
ciudades  remanecieron  otrosí  nuevos  reyes ,  mas  no 
hay  para  ané  contallos  aguí,  ni  aun  se  podría  hacer 
con  certidumbre  y  claridad.  Basta  saber  que  estos 
señoríos  se  conservaron  y  permanecieron  hasta  tanto 
oue  los  Almorávides,  linaje  y  gente  muy  poderosa, 
de  África  pasaron  en  Es^a  con  su  rey  y  caudillo 
Theaephin,  que  fue  el  ano  de  los  árabes  ae  cuatro- 
cientos y  ocmnta  y  cuatro ,  año  que  concurre  con  el 
de  mil  y  noventa  y  uno  de  Crísto ;  y  en  otro  lugar 
mas  á  propósito  se  relatará.  Al  presente  volvamos 
atrás  ai  cuento  de  las  cosas  que  los  cristianos,  el 
conde  don  Sancho  y  el  rey  don  Alonso  obraron. 

CAPITULO  XI. 

De  lo  demás  que  sucedió  en  tiempo  del  rey  don  Alonso. 

Do!«  Sancho  conde  de  Castilla  deseoso  de  vengar 
la  muerte  de  su  padre  con  ayuda  de  los  leoneses  y 
navarros ,  con  quien  el  año  pasado  puso  confedera- 
clon  ,  entró  por  tierra  de  Toledo  metiendo  é  fuego  y 
á  sangre  todo  lo  que  topaba.  El  mismo  estrago  hizo 
en  tierra  de  Córdoba,  hasta  donde  los  nuestros  en- 
traron animados  con  el  buen  suceso :  en  ambas  partes 
hicieron  presas  de  hombres  y  de  ganados.  Si  los  da- 
ños fueron  grandes ,  mayor  era  el  miedo  y  quebranto 
de  los  moros ,  que  divididos  en  bandos  y  por  Jas  dis- 
cordias civiles  apenas  se  conservaban ,  tanto  que  los 
oue  poco  antes  ponían  espanto  al  nombre  cristiano, 
fueron  forzados  de  comprar  por  gran  dinero  la  paz. 
Sepúlveda  asentada  en  la  frontera  se  ganó  de  moros, 
y  con  ella  Osma,  Santistevan  de  Gormaz;  y  otros 
pueblos  por  aquella  coronrca ,  que  en  la  guerra  pasa- 
da se  perdieran,  volvieron  á  poder  de  cristianos. 
Desde  este  tiempo  se  otorgó  á  la  nobleza  de  Castilla^ 

(i)  Los  principales  fueron  los  de  Sevilla ,  Córdoba ,  Al- 
salla.  Granada.  Málaga,  Almería,  Cazlona,  fluescar,  Mur- 
cia, Lorea,  Valencia.  Denía,  Zaragoza,  Huesca,  Tudela, 
Toledo,  Mérida,  Badajos,  Beja,  y  loa  de  laa  Islas  Ba- 
leares, 


bsHSa*  íil 

como  dicen  muchos  autores,  aue  no  fuesen  forzados 
á  hacer  la  guerra  á  su  costa  solo  con  esperanza  de  la 

f^resa ,  según  acostumbraban  á  hacer  antes ,  sino  que 
es  señalasen  sueldo  á  la  manera  que  en  las  otras 
naciones  estaba  recebido  de  todo  tiempo  (2).  La  re- 
putación y  gloria  que  el  conde  don  Sancho  ganó  por 
este  camino ,  escureció  grandemente  la  muerte  que 
dio  á  su  madre  con  esta  ocasión.  AGcionóse  ella  é 
cieno  moro  principal,  hombre  muy  dado  á  deshones- 
tidades y  membrudo.  Dudaba  de  casarse  coa  él  no 
tanto  por  el  escrúpulo  como  por  miedo  de  su  hijo: 
recelábase  de  la  sana  que  el  dolor  y  afrenta  le  ( ausa- 
rian ;  determinó  con  darle  la  muerto  hacer  lugar  y 
camino  á  aquellas  bodas  malvadas ;  aparejábale  cier- 
tos bebedizos  y  ponzoña  mortal. 

El  conde  avisado  de  todo  forzó  á  su  madre  con 
muestra  de  honrarla,  aunque  lo  rehusaba  y  contra- 
decía ,  de  hacerle  la  salva  y  gustar  la  bebida  que  le 
daba.  Prinolpio  de  que  algunos  sospechan  nació  la 
costumbre  recebida  y  muy  usada  en  algunas  partes 
de  España ,  que  las  mujeres  beban  antes  que  los  va- 
rones. Otros  refieren  que  una  camarera  de  la  conde- 
sa; ^ue  vio  destemplar  las  yerbas,  dio  aviso  á  su 
marido  (no  falta  quien  le  llame  Sancho  del  Valle  de 
Esj)inosa)  y  él  al  conde,  y  que  por  este  servicio  tan 
señalado  desde  entonces  gano  el  privilegio  que  hasta 
hoy  tienen  los  de  su  tierra .  los  Monteros  de  Espino- 
sa, de  guardar  de  noche  la  persona  y  la  casa  real. 
Verdad  es  que  para  dar  este  cuento  por  cierto  yo  no 
hallo  fundamentos  bastantes  (3 ) ,  y  todavía  la  Vale- 
riana lo  refiere  en  el  líb.  vni.  tit.  i.  cap.  v.  y  los  na- 
turales de  aquella  villa  lo  tienen  y  afirman  así  como 
cosa  sin  duda.  Dicen  mas  que  el  conde  con  deseo  de 
satisfacer  esto  mal  caso ,  y  por  amansar  el  odio  que 
contra  él  acerca  del  pueblo  resultara  por  un  delito 
tan  feo 9  edificó  un  monasterio  de  monjas,  y  del 
nombre  de  su  madre  le  llamó  de  Oña ,  que  el  tiempo 
adelante  don  Sancho  rey  de  Navarra  llamado  el  lAayor 
Jió  é  los  moages  de  Cluñi ,  y  en  nuestra  era  tiene  el 
primer  lugar  entre  los  demás  monasterios  de  aquella 
comarca. 

Hobo  don  Sancho  en  su  mujer  doña  Urraca  á  su 
hijo  don  García,  j  tres  biias,  que  fueron  doña  Nuña, 
doña  Teresa,  dona  Tigrida :  las  dos  primeras  fueron 
casadas  con  grandes  señores,  Tigriaa  abadesa  en  el 
monasterio  de  Oña.  Por  el  mismo  tiempo  se  abrió  y 
allanó  á  costa  del  conde  don  Sancho  nuevo  camino 
para  que  los  eztranieros  pasasen  á  la  ciudad  y  iglesia 
de  Santiago,  es  á  saW  por  Navarra,  la  Rioja,  Brivies- 
ca  y  tierra  de  Burgos  ^  como  quier  que  antes  por  ser 
el  señorío  de  los  cristianos  mas  estrecho  los  ¡íeregrí- 
nos  de  Francia  acostumbrasen  á  hacer  su  camino  con 

f;rande  trabajo  por  Vizcava  y  los  montes  de  Asturias, 
ugares  fallos  de  todo,  ásperos  y  montuosos.  El  rey 
don  Alonso  eso  mesmo  por  beneficio  de  la  larga  paz 
que  resulteba  así  de  las  discordias  de  los  moros,  co* 
mo  de  la  confederación  hecha  entre  los  príncipes 
cristianos ,  vuelto  su  cuidado  á  las  artes  de  la  paz  y 
al  ^obiemOj  hacia  cortos  generales  de  su  reino  en 
Oviedo  el  ano  de  nuestra  salvación  de  1020.  En  estas 
cortes  se  reformaron  las  antiguas  leyes  de  los  godos. 
Asimismo  la  ciudad  de  León  que  por  las  entradas 
de  los  moros  quedó  asolada  y  hecha  caserías,  por  di- 
ligeücia  del  rey  y  á  su  costo  se  reparó ,  y  en  ella  le- 
vantó un  templo  con  advocación  de  San  Juan  Bautisto, 
obra  de  barro  y  de  ladrillo  (4):  allí  trasladaron  los 

(?)  Entonces  príiicipió  también  á  crearse  la  nobleza  do 
Castilla . 

(3)  Ningún  historiador  de  aaoel  tiempo  hace  mebdon  de 
este  hecho  que  no  debía  manchar  las  páginas  de  una  his- 
toria. 

(4)  Fue  en  León  y  no  en  Oviedo .  donde  se  celebraron  las 
cortes,  para  que  la  consagración  de  la  iglesia  catedral  se 
hiciese  con  mayor  pompa  y  solemnidad ,  y  se  estableciosen 
lu  reglas  convenientes  para  la  disoiplina  de  la  Iglesia  y  baea 


huesos  de  su  padre  don  Bermado  y  de  los  otros  reyes 
(le  LeoD ,  que  por  miedo  de  los  moros  andaban  mu 
dando  lugares :  con  que  quedaron  puestos  en  sepul- 
cros ciertos  y  estables.  El  monasterio  otrosí  de  San 
Pelagio  se  reedificó ,  en  que  doña  Constanza  herma- 
na del  rey^  virgen  consagrada  á  Dios,  vivió  mucho 
tiempo. 

Los  intentos  y  acometimientos  de  don  Vela  contra 
los  condes  de  Castilla,  de  quien  por  particulares  in- 
tereses y  agravios  se  tenia  por  iniuriado,  cuan  gran- 
des hayan  sido  arriba  queda  declarado.  A  tres  hijos 
deste  caballero ,  es  á  saber  Rodrigo ,  Diego  y  Iñigo, 
el  conde  don  Sancho  no  solo  los  perdonó ,  sino  les 
volvió  las  honras  y  cargos  de  su  padre ;  mas  ellos  sin 
embargo  desto  tornaron  en  breve  á  sus  mañas  y  á  lo 
acostumbrado.  Y  aun  sobre  las  desórdenes  pasadas 
añadieron  una  nueva  deslealtad,  que  dejado  el  conde 
don  Sancho,  se  pasaron  á  don  Alonso  rey  de  León: 
de  los  moros  poca  ayuda  podían  esperar  por  estar  tan 
revueltas  sus  cosas,  v  por  Ir  mudanza  de  tantos  prín- 
cipes como  queda  dicho.  Recibiólos  benignamente 
don  Alonso ,  alóles  á  la  halda  de  las  montañas  estado 
no  pequeño ,  con  que  se  sustentasen  como  señores: 
pareció  por  algún  poco  tiempo  estar  sosegados,  como 
quier  que  á  la  verdad  esperaban  ocasión  de  mostrar 
nueva  deslealtad ,  según  se  entendió  por  lo  que  en 
breve  pasó  de  la  suerte  que  poco  después  se  oirá. 

El  rey  don  Alonso  deseoso  de  ensanchar  su  estado 
rompió  por  la  Lusitania ;  púsose  sobre  la  ciudad  de 
Viseo  que  pretendía  ganar  de  los  moros.  Avino  que 
cierto  dia  desarmado  y  con  poco  recato  se  llegó  mu- 
cho á  la  ciudad.  Tiráronle  de  los  adarves  una  saeta 
con  que  le  mataron.  Los  suyos  por  esta  desgracia  al- 
zaron luego  el  cerco;  y  el  cuerpo  del  difunto  los 
obispos  que  fueran  á  aquella  guerra ,  le  acompañaron 
hasta  León ,  y  le  enterraron  en  la  iglesia  de  San  Juan 

aue  él  n^ismo  ediGcara  para  poner  allí  los  sepulcros 
e  sus  padres.  Sucedió  esto  el  año  de  nuestra  salva- 
ción de  4028.  Dejó  un  hijo  y  una  hija,  don  Bermudo 
gue  le  sucedió  en  el  reino ,  y  doña  Sancha  de  peque- 
ña edad.  En  aquel  tiempo  florecieron  por  santidad  de 
vida  dos  obispos  Froylano  do  León  y  Atilano  de  Za- 
mora. Froylano  fue  natural  de  Lugo ,  Atilano  de 
Tarragona.  De  monges  de  San  Benito,  que  lo  eran  en 
el  monasterio  de  Moreruela  no  lejos  ae  León ,  los 
sacaron  para  obispos  y  los  consagraron  en  un  dia. 
Fue  Atilano  de  menos  edad ,  discípulo  de  Froylano, 
roas  igualóle  en  virtud,  vida  y  milagros.  Algunos  á 
estos  varones  santos  los  ponen  mas  de  cien  añoi  an- 
tes deste  tiempo,  nosotros  seguimos  lo  que  nos  pare* 
ció  mas  probable. 

Tenia  el  principado  de  Barcelona  de  tiempo  atrás 
un  hijo  de  don  Ramón ,  que  se  decia  don  Berenguel, 
y  del  nombre  de  su  abuelo  le  llamaron  por  soore- 
nombre  Borello,  mas  conocido  por  su  ociosidad  y 
poco  valor ,  que  por  alguna  virtud.  La  falta  deste 
príncipe ,  con  que  las  cosas  de  los  cristianos  amena- 
zaban ruina ,  reparó  eu  gran  parte  Bernardo  Talla- 
ferro  conde  de  Besaiú ,  que  hacia  rostro  con  valor  á 
los  moros.  Y  muerto  él ,  que  se  ahogó  ea  el  Rhódano 
en  ocasión  que  pasaba  á  Francia ,  suplió  sus  veces 
Wifredo  conde  de  Cerdada  hasta  alanzar  los  moros 
de  aquella  comarca ,  que  no  cesaban  de  hacer  corre- 
rlas y  cabalgadas  en  las  tierras  de  cristianos.  A  la 
muerte  4e  don  Berenguel  le  quedaron  tres  hijos  don 

gobierno  del  estado.  Concarrieron  á  ellas  todos  los  obispos, 
abades  y  principales  señores  de  sa  reino,  el  día  i  de  agosto 
en  la  iglesia  de  Santa  María,  y  con  asistencia  de  los  reyes, 
después  de  una  madura  deliberación  se  hicieron  48  decretos 


ó  leyes  asi  sobre  asuntos 
sobre  el  gobierno  civil  y  po 
tableció  el  fuero  municipa 
tendieron  después  i  todos 


)erteneciente8  á  la  Iglesia  como 
ítico  del  estado.  También  se  es- 
de  la  ciudad  de  Leoo  que  se  es- 
os pueblos  de  aquel  reino  con  el 

nombre  de  Fuero  de  León ,  sin  «nolir  por  ese  en  cuanto  no 

tOAlndecia  el  Fuero  Juzgo. 


cas^ak  t  ióit. 

Ramón  conde  de  Barcelona,  don  éofllen  conde  de 
Manresa  por  testamento  de  su  padre,  y  don  Sancho 
monge  que  fue  benito. 

CAPITULO  Xü. 
De  don  Bermudo  el  Tercero  rey  de  León. 

Don  Bermudo  Tercero  deste  nombre ,  aunqoeera 
de  posos  años  cuando  su  padre  le  faitó ,  fue  alzado  y 
coronado  por  rey  presentes  los  grandes  del  reino  y 
los  obispos  el  año  de  4028  en  que  falleció  otrosí  doa 
Suncho  conde  de  Castilla  después  que  tuvo  el  gobier- 
no de  Castilla  por  espacio  de  veinte  y  4o8  años,  fia  el 
monasterio  de  Oña  que  edificó  á  su  coita ,  como  que- 
da arriba  diclio ,  cerca  del  altar  mayor  á  mano  ii- 
quiorda  se  muestran  tres  sepulcros  con  sos  letreros, 
el  uno  del  conde  don  Sancho ,  el  otro  de  su  mojar 
doña  Urraca ,  y  el  tercero  de  don  Gírela  su  hijo ,  el 
cual  muorto  su  padre  sucedió  en  aquel  estibo.  Daba 
de  sí  grandes  esperanzas  por  las  muestras  de  sus 
virtudes ,  mas  todo  se  fué  en  flor  por  su  muerte  que 
le  dieron  alevosamente  dentro  del  primer  año  de  su 
gobierno  los  que  menos  fuera  razón .  y  lo  qcees  mas 
notable,  en  la  misma  alegría  de  sus  bodas.  Tenia  don 
García  dos  liermanas ,  doña  Nuña  j  doña  Teresa. 
Doña  Nuña  ( á  quien  otros  llaman  Elvira  y  otros  Ma- 
yor, creo  por  la  edad )  casó  sin  duda  con  don  Sancho 
rey  de  Navarra ,  y  del  tenia  ya  por  este  tiempo  estos 
hijos:  don  García,  don  Fernando  y  don  Gonzalo. 
Doña  Teresa  ó  en  vida  de  su  padre ,  ó  laego  después 
de  su  muerte  casó  con  don  Bermudo  rey  de  Leos: 
deste  matrimonio  tuvieron  un  hijo  llamado  don  Al<»- 
so  que  murió  muy  niño.  Don  García  conde  de  Casti- 
lla, aunque  de  poca  edad  ca  no  tenia  mas  do  trece 
años,  se  desposo  á  trueco  con  doña  Sancha  hermana 
del  rey  don  Bermudo. 

Procurábase  con  estos  parentescos  que  el  concierto 
fuese  adelante,  que  pocos  años  antes  se  asentara 
entre  los  príncipe»  cristianos ,  con  que  parecía  las 
cosas  comunes  y  particulares  alzaban  cabeza,  y  no  se 
turbase  la  paz.  Señalaron  la  ciudad  de  León  para  ce- 
lebrar estas  bodas  ó  desposorios.  Llevaba  el  conde 
don  García  grande  atuendo  y  acoropañamieoto  de 
gente  principal  así  de  sus  vasallos,  como  del  reino 
de  Navarra.  El  mismo  rey  don  Sancho  con  sus  hijos 
don  García  y  don  Femando  para  honralle  mas  le 
acompañaron ,  y  coa  ellos  mucnedumbre  de  soldados 
que  representaban  un  ejército  entero.  Estos  soldados 
ganaron  de  camino  ¿  Monzón^  castillo  asentado  no 
lejos  de  Falencia;  al  tanto  hicieron  de  otros  pueblos 
por  aquella  comarca,  que  los  quitaron  al  conde  Fer- 
nán Gutiérrez,  que  por  desprecio  del  nuevo  y  mozo 
príncipe  se  levantara  con  ellos;  sin  embarco  por  ren- 
dirse de  su  voluntad,  y  sin  dificultad  sujetarse  ala 
obediencia,  le  fue  dado  perdón.  Hacían  las  jornadas 
peoueñas,  como  era  necesario  por  ser  tanta  la  multi* 
tUQ  de  gente  que  llevaban.  Don  Garete  con  deseo  de 
apresurarse  por  ver  á  su  esposa  dejó  al  rey  don  San- 
cho en  Sahagun,  y  él  con  pocos  é  la  ligera  se  ade- 
lantó sin  algún  recelo  de  lo  que  sucedió,  como  quien 
iba  á  fiestas  y  regocyos  sin  sospechas  de  trama  seme- 
jante. 

A  los  hijos  de  don  Vela  por  el  mismo  caso  pareció 
aquella  buena  coyuntura  para  satisfacerse  de  los 
agravios  que  pretendíanles  hiciera  el  conde  don  Sac- 
cbo  á  sin  razón.  Eran  hombres  por  la  larga  esperieo- 
cía  de  cosas  arteros  y  sagaces :  comunicaron  su  lo- 
tea to  con  los  que  les  parecieron  mas  á  propósito  para 
ayudallesá  ejecutar  la  traición,  homores  homicia* 
nos ,  de  malas  mañas.  Las  asechanzas  que  se  paran 
eo  muestra  de  amistad ,  son  mas  perjudiciales.  Sa- 
lieron á  recebir  entre  los  demás  al  príncipe  su  señor 
que  venía  bien  descuidado.  Puestos  los  ninojos  en 
tierra,  y  pedida  la  mano ,  le  hicieron  la  salva  y  reve- 
reucia  entre  loa  españolaa  acostumbrada.  JuntanMo- 


HISTORIA  UC  ESPAÑA. 


259 


te  con  miiAítra  de  atrrepeolStnieDto  lepidieron  perdón. 
Otro  tenian  «a  sa  pecho  desleal,  como  eo  breve  lo 
mostnron.  ¿Qaiéa  sospechara  debido  de  aquella  re* 
presentación  malicia  y  engaño?  ¿qñiéa  creyera  que 
alcanzado  el  perdón ,  no  ^pretendieran  recomoensar 
las  culpas  pasadas  con  mayores  servicios?  No  fae 
asi,  antes  se  apresuraron  enfjecntar  la  maldad  y 
dar  la  mnerle  á  aquel  príncipe,  por  su  edad  de  sen- 
cillo ooraiony  y  que  por  todos  respetos  no  se  recata- 
ba de  nadie:  el  tiempo  las  alegrías,  el  hospednje,  el 
acompañamiento,  toda  le  aseguraba. 

Salió  i  oir  misaá  la  iglesia  de  San  Salvador,  cuan- 
do ¿  la  misma  puerta  de  la  iglesia  de  los  traidores  le 
S3bresaltaron  y  acometieron  con  las  espadas  desnu- 
das. Rodrigo  ¿\  mayor  de  los  hermanos,  sin  embargo 
que  le  sacara  de  pila  cuando  le  bautizaron,  le  dióla 
primera  herida  como  traidor  y  parricida  malvado.  Los 
demás  acudieron  y  segundaron  con  sus  golpes  hasta 
acabarle.  Doña  Sancha  antes  viuda  que  casada,  per- 
dió el  sentido  y  se  desmayó  con  la  nueva  cruel  de 
aquel  caso.  Luego  que  volvió  en  sí,  acudió  á  aquel 
triste  espectáculo,  abrazóse  con  el  muerto»  henchía 
ol  cielo  y  la  tierra  de  alaridos  (como  se  deja  enten- 
der) de  sollozos  y  de  lágrimas:  miserable  mudanza 
de  tas  cosas,  pues  la  mayor  alegría  se  trocó  repenti- 
oamente  en  gravísimo  quebranto.  Apenas  la  pudieron 
teoer  que  no  se  hiciese  enterrar  juntamente  con  su 
esposo.  Depositaron  el  cuerpo  en  la  iglesia  de  San 
Jñan :  después  Le  trasladaron  al  n^onasterio  de 
oña  (1)  y  hoy  en  ambos  lugares  se  ve  su  sepulcro. 
Mudóse  con  esto  el  estado  de  las  cosas,  y  trocóse  to- 
da España.  Don  Sancho  rey  de  Navarra,  que  en  los 
arraiMiIes  de  León  se  estaba  con  sus  tiendas  que  tenia 
iefantadas  á  manera  de  reales,  heredó  el  principado 
de  Castilla,  cu^o  título  y  armas  de  conde  mudó  él  en 
uombre  y  insignias  reales,  por  donde  su  poder  co- 
menzó á  ser  sospechoso  y  poner  espanto  al  rey  de 
León.  Los  traidores  se  huyeron  y  se  metieron  en 
Monzón,  por  ventura  con  esperanza  que  Fernán  Gu- 
tiérrez, ofendido  céntralos  príncipes  don  García  y  el 
rey  don  Sancho  por  las  plazas  que  le  quitaron,  fácil- 
mente se  juntaría  con  ellos  y  aprobarla  lo  hecho; 
pero  ó  que  él  los  entregase,  ó  por  diligencia  del  rey 
don  Sancho  que  los  siguió  por  todas  partes,  fueron 
presos  y  quemados:  justicia  con  que  castigaron  su 
detito  y  quedaron  escarmentados  los  demás,  y  mués- 
tra  que  los  atrevimientos  desleales  no  quedan  sin  cas- 
tigo. 

El  rey  don  Bermudo  escarmentado  por  la  muerte 
desa  padre  se  mostraba  amigo  de  la  quietud;  y  por 
el  nuevo  desastre  del  príncipe  don  Garda  avisado  de 
la  inconstancia  de  las  cosas,  volvió  su  ánimo  y  pen- 
samiento al  culto  de  la  religión  y  á  las  artes  de  la 
paz.  Primeramente  con  deseo  de  reiormar  lalscostum 
ores  del  pueblo,  que  la  libertad  de  los  tiempos  estra- 
gara j  por  la  malicia  de  los  hombres,  dio  orden  cómo 
se  hiciese  justicia  á  todos,  promulgó  leyes  á  propósito 
destOy  y  no  con  menos  diligencia  quitó  de  todo  su 
reino  los  robos  y  salteadores,  y  con  la  grandeza  de 
castigos  hizo  que  ninguno  se  atreviese  pecar.  Con 
estas  obras  ganó  las  voluntades  de  los  naturales,  y  su 
reino  parecía  florecer  con  ios  bienes  de  una  grande 
laz.  Xu  es  duradera  la  prosperidad:  don  Sancho  r^y 
íe  Navarra  con  ambiciou  fuera  de  tiempo  la  alteró 


I 


(I)  Este  monasterio  de  San  Salvador  de  Oña,  lo  fundó 
Sancho  García  en  1002  como  dice  Mariana;  pero  la  iglesia  y 
claustros  actaales  son  mas  moderoofl  que  la  fondacion  ,del 
mooasierio;  que  sin  duda  por  ruina  del  antiguo  se  edittcó  en 
el  sigio  XV.  ue  aquí  el  contraste  que  se  advierte  á  primera 
vista  entre  la  elegante^  rica  y  esbelta  construcción  del  cer- 
ramieato  lateral  de  la  capilla  con  sus  lindísimos  nichos,  y  los 
sepulcros  severos  del  infaotc  don  García ,  la  reina  esposa  de 
doQ  Sancho  de  Navarra,  el  mismo  monarca  de  Navarra  y  el 
rey  don  Sancho  de  Castilla,  cuyss  urnas  puede  decirse  que 
son  las  primitivas. 


1  por  esta  causa.  Don  Bermudo  no  tenia  hijos;  y  eu- 
¡  tendíase  que  la  sucesión  del  reino  conforme  á  las  le^- 

Íes  forzosamente  recaía  en  doña  Sancha  su  hermana, 
lecelábanse  los  de  León  que  por  esta  via ,  como 
suele  acontecer  cuando  las  hembras  heredan,  no 
entrase  á  reinar  algún  principe  forastero.  Deseaba  el 
rey,  deseaban  los  naturales  acudir  á  este  daño  y  pe* 
ligro  que  amanazaba.  Sintió  esto  don  Sancho  rey  de 
Navarra,  como  era  fácil.  Atreviéndose,  engañando, 
moviendo  v  enlazando  unas  guerras  de  otras  :*ielen 
los  revés  nacerse  grandes.  Una  y  la  mas  principal 
causa  de  mover  guerra  es  la  mala  codicia  de  mando, 
poder  y  riquezas.  Juntó  pues  un  grueso  ejército  de 
sus  dos  estados,  con  oue  entró  haciendo  daño  por  el 
reino  de  don  Bermudo.  Tomóle  todo  lo  que  poseía 
pasado  el  rio  Cea ,  y  parecía  que  con  el  progreso 
próspero  de  las  victorias  sojuzgaría  toda  la  provincia 
y  tierras  de  León. 

Don  Bermudo  kvisado  por  estos  daños,  y  á  persua- 
sión de  los  grandes,  que  querían  mas  la  paz  que  la 
guerra,  se  inclinó  á  concierto  y  pleitesía.  Las  condi- 
ciones fueron  estas:  doña  Sancha  case  con  don  Fer- 
nando hijo  segundo  del  rey  de  Navarra:  désele  en 
dote  de  presente  todo  lo  que  en  aquella  guerra  que- 
daba ganado;  paraadelante  quede  suesposa  nombrada 
Í>or  sucesora  en  el  reino.  Partido  desventajado  para 
os  leoneses,  pero  de  que  en  toda  España  resultó  una 
Íiaz  muy  firme  entre  todos  los  cristianos,  y  casi  todo 
o  que  en  ella  poseían,  vino  á  poder  y  señorío  de  una 
fitmílía.  Demás  desto  (cosa  notable)  en  un  mismo 
tiempo  los  dos  [señoríos  el  de  Castilla  y  el  de  León  re- 
cayeron en  hembras,  y  por  el  mismo  caso  en  mando 
y  gobierno  de  estrenos:  accidente  y  cosa  que  to^os 
suelen  aborrecer  asaz,  pero  diversas  veces  antes  des- 
te  tiempo  vista  y  usaoa  en  el  reino  de  León;  sí  daño- 
sa ,  si  saludable ,  no  es  deste  )ugar  disputallo  ni 
determinallo.  A  la  verdad  muchas  naciones  del  mun- 
do fuera  de  España  nunca  la  recibieron  ni  aprobaron 
de  todo  punto. 

CAPITULO  XIIL 
De  don  Sancho  el  Mayor  rey  de  Navarra. 

EaA  don  Sancho  hombre  de  buenos  años,  cuando 
bobo  para  si  el  señorío  de  Castilla,  y  á  su  hijo  don 
Fernando  abrió  camino  p&ra  suceder  en  el  reino  de 
León.  Las  cosas  que  hizo  en  toda  su  vida  muy  escla- 
recidas ^  no  solo  le  dieron  renombre  de  don  Sancho  el 
Mayor,  sino  también  vulgarmente  le  llamaron  empe- 
rador de  España,  como  acostumbra  elpueblosin  muy 
grande  ocasión  adular  á  sus  príncipes,  y  dalles  títu- 
los soberanos.  Puso  su  asiento  y  morada  en  la  ciudad 
de  Najara  por  estar  á  las  fronteras  y  rayas  de  Castilla 
y  de  Navarra.  Cuidaba  del  gobierno  de  sus  estados  y 
de  las  cosas  de  la  paz,  mas  de  manera  que  nunca  se 
olvidaba  de  la  guerra.  Lo  primero  moviócon  sus  gen- 
tes contra  los  moros,  que  por  estar  alborotados  con 
discordias  entre  sí  podían  mas  fácilmente  recibir  da- 
ño. Tenia  soldados  viejos  y  provisiones  apercebidas 
de  antes.  Las  talas  y  daños  que  hizo,  fueron   muy 

grandes  sin  parar  hasta  llegar  á  Córdoba,  ninguno 
e  los  moros  se  atrevió  á  salirle  al  encuentro.  Pero  al 
mismo  tiempo  que  el  rey  ponia  con  la  guerra  espan- 
to, destruía  y  saqueaba  pueblos,  campos  y  castillos; 
una  desgracia  que  sucedió  en  su  casa,  le  hizo  dejar 
la  empresa. 
El  caso  pasó  desta  manera  (2).  Guando  se  iba  d  la 

Suerra  encomendó  á  la  reina  grandemente  un  catm- 
0 ,  el  mejor  y  mas  castizo  que  tenia ;  que  en  aquel 
tiempo  ninguna  cosa  mas  estimaban  ios  españoles 
que  sus  caballos  y  armas.  Don  García  hijo  mayor  del 
rey  pidió  á  su  madre  la  reina  le  diese  aquel  caballo. 

(2)  Se  tiene  esto  entre  los  eruditos  por  un  cuento  ri- 
dículo. 


UILinrtCjt  DI  GUPAR  T  UIG. 


EsUbn  |Kira  coDleDUllc,  ni  do  que  le  tvitó  Pedro 
'  SesH,  hombre  noble  y  CKballerizo  iDijor,  que  el  ray 
recibiría  dello  peeadumbra.  Dan  Gircfa  como  fuera 
daii  por  haberle  negado  lo  que  pedia,  su  por  creer 
de  Tena  que  no  sin  causa  las  palabras  de  Pedro  Sel- 
la podiaa  toes  god  la  reina  que  su  demioda,  6  falsa- 
meóle  j  con  d^sM  de  Tengarae  delerminfi  acniar  á 
in  madre  de  adulterio.  La  proMcucion  deito  no  la 
trató  coa  idiota  de  oíozo,  auies  pare  dar  maiiKtler 
•I  iieebo  roanowrDeate  convidó  y  atrajo  á  don  Fer- 
nando w  liermaoo  pan  que  le  ayudase  en  aquella 


empresa.  ParecMIe  i  don  Femando  al  principie  in- 
pío  aquelintenio  y  desatinado:  deipneíoe  tal  na«n 
disimald  COR  aquel  enredo,  qn*  eon  jonmeolo pro- 
metió de  estar  i  la  mira  sin  alimaña  á  nisgoM  de 
las  partes. 

La  acusación  de  don  Garda  alteró  gnndemeotasl 
ánimo  del  rey  tueito  que  cupo  lo  qoe  peiebi.  AcudM 
á  10  reino.  Estrañaba  macM  le  qne  «rf^abín  á  It 
reina.  HoTÍale  por  una  parte  su  conocida  bonettidMl, 
y  ta  buena  fama  que  siempre  tom:  por  otra  parte  ao 
podia  pensar  que  so  b^  sin  Uuer  grandes  fnndi> 


EiMtnnicDto  J«l  caa4c  doa  Glrcii  d«  CiiilUí )  ilganai  pjrlDiilii. 


meatos  se  Itobiese  empeñado  en  acuella  demanda. 
Don  Pemendo  preguntado  de  lo  que  sentía,  cod  sn 
respuesta  dndmilepuw  en  mayor  cuidada.  Llegó  el 
neRocio  i  ((De  la  reina  rae  puesla  en  prisión  en  el 
castillo  de  m^ra.  Pareció  que  se  IraUse  aquel  ne- 
gocio por  ser  tan  grave  en  una  junU  de  la  nobleza  y 
díelos  ^ndes.  Salió  por  decreto  qne  si  no  háblese 
llguQO  qne  por  las  armas  biciew  campo  en  defensa 
de  l|  honestidad  dfl  la  reina^  pasase  ella  por  la  peoa 
del  fuego  y  Ta  quemesen.  Tenia  el  rey  un  m]o  bastnr- 
do  Mimado  don  Ramiro,  habido  en  una  mqjer  noble 
de  Navarra,  qneuDiillimaQtJrracaí  otros  Gaya.  Este 
porcompasioD  que  tenia  i  la  reina,  y  pOr  liab-jr  olido 
la  malicia  de  don  García,  rieptó  que  se  usalia  entoa- 
cei  entre  los  españoles,  y  salió  i  hacer  campo  coa 
don  Garcia  pira  volver  por  la  honra  de  li  reina  contra 
lo  calumnia  que  i  u)  inocencia  se  nrdia.  Gran  mil 


para  el  rey  por  cualquiera  de  las  parles  qne  quedase 
la  victoria.  Acudió  üios  i  la  mayor  necesidad,  qoe 
un  hombre  santo  con  sn  diligencia  y  buena  miña 
atajd  el  daño  y  deshizo  la  maraña  con  sus  amoDcsti- 
cionei  COD  qne  puso  ea  rszon  1  los  doi  herminiK. 
Dedales  que  la  afrenta  de  la  reina  no  solo  tacaba  i 
ella,  sino  al  rey,  í  ellos,  y  á  toda  España:  roinsoí 
qne  en  acusar  a  m  madre  (la  cual  cuando  «ituvi«n 
culpada,  debieran  defender  y  cubrir)  no  incurriera 
en  la  ira  de  Dios  y  provocasen  contra  si  los  gravísi- 
mos castigos  quesemejantesimpíededes  mereceD. 

Con  esta  y  otras  razones  los  trajo  á  tal  estado,  qDf 
primera  confesáronla  maraña,  después  postrtdMí 
los  plés  de  su  padre  le  pldieroa  perdón.  Respondió  el 
rey  que  tan  grande  delito  no  era  de  perdonar,  si  pri- 
mero no  aplacasea  á  la  reina.  >  Asi  (dice)  ¿tan  gm 
nraaldad  contra  nos  y  tal  afrenta  contra  nues'Ji  ciu 


BISTOBIA    DK 

nreal  Os  aftrevUleis  á  concebir  en  vuestros  ánimos  y 
niatentar  ,  roclos  hijos  j  perversos?  si  sois  dignos 
»deste  nombre  los  que  amaocillastes  con  tan  gran 
xmaocha  nuestro  linaje  y  casa.  Fuera  justo  defender 
m  vuestra  madre,  aunque  estuviera  culpada,  y  cu- 
»brir  la  torpeza  aunque  manifiesta ,  con  vuestra  vida 
»y  sangre;  pues  que  será,  cuan  grave  maldad  im- 
»putar  á  la  inocente  un  delito  tan  torpe?  Perdonad 
»santos  del  ci^lo  tan  grande  locura.  En  este  pecado- 
ose  encierran  todas  las  maldades,  impiedad,  cruel- 
ud^d ,  y  traición  :  contentaos  con  algún  castigo  tole- 
»rable.  Perdonen  los  hombres  :  en  un  delito  todos, 
»grandes ,  pequeños  y  medianos  han  sido  ofendidos. 
)>Las  naciones  estranas  do  llegare  la  fama  desta  men- 
Agua,  DO  iuzguen  de  nuestras  costumbres  por  un 
ficaso  tan' feo  y  atroz.  Perdonad  compañía  muy  santa 
DQO  roas  á  loa  hijos  que  al  padre.  No  puedo  tener  las 
))lágrimaSy  y  apenas  irme  á  la  mano  para  no  daros  la 
Bmuerte ,  y  con  ella  mostrar  al  mundo  cómo  se  de- 
»ben  honrar  los  padres.  Mas  en  mienojo  y  saña  quiero 
otener  mas  cuenta  con  lo  que  es  razón  que  yo  haga, 
nque  con  lot  que  vos  merecéis ,  y  no  cometer  por 
Bdonde  el  primer  llanto  sea  ocasión  de  nuevas  légri- 
»nM8  y  danos.  Dése  esto  á  la  edad,  dése  á  vuestra 
nlocura.  El  mucho  regalo  don  García  te  ba  estragado 
»para  que  siendo  el  primero  en  la  traición ,  metieses 
ȇ  tu  hermano  en  el  mismo  lazo.  No  quiero  al  presen- 
»te  castigaros,  ni  para  adelante  os  perdono.  Todo  lo 
«remito  al  juicio  y  parecer  de  vuestra  madre.  Lo  que 
»fuere  su  voluntad  y  merced ,  eso  se  haga  y  no  al; 
uyo  mismo  de  mi  facilidad  y  credulidad  le  pediré  per- 
»lion  con  todo  cuidado.» 

Desta  manera  fueron  los  hijos  despedidos  del  pa- 
dre. La  reina  vencida  por  los  ruegos  de  los  grandes, 
y  ablandada  por  las  lágrimas  de  sus  hijos  se  dice  les 
dio  el  pordon  á  tal  que  á  don  Ramiro  en  premio  de 
su  trabajo  y  de  su  lealtad  y  valor  le  diesen  el  reino  de 
Aragón ;  en  quien  la  falta  del  nacimiento  suplía  la 
ventilada  virtud  y  su  piedad.  Don  García  que  fue  la 
principal  causa  y  atizador  desta  tragedia,  fuese  to 
privado  del  señorío  materno  que  por  leyes  y  juro  de 
heredad  se  le  debia.  Vico  en  lo  uno  y  en  lo  otro  el 
rey  don  Sancho  su  padre ,  para  que  se  hiciese  todo 
como  la  reina  lo  deseaba.  Algunos  ponen  en  duda 
esta  narración,  y  creen  antes  que  la  división  de  los 
estados  se  hizo  por  testamento  y  voluntad  del  rey 
don  Sancho  :  ejemplo  que  don  Fernando  su  hijo  asi- 
mismo imitó  adelante ,  que  repartió  entre  sus  hijos 
sus  reinos.  A  la  verdad  ni  lo  uno  ni  lo  otro  se  puede 
bastantemente  averiguar ,  si  bien  nos  parece  tiene 
color  de  invención.  Sea  lo  que  fuere ,  á  lo  menos  si 
asi  fue,  sucedió  algunos  años  antes  deste  en  que  va- 
mos. De  don  García  otrosí  se  reüere  que  sea  por 
alcanzar  perdón  de  su  pecado ,  ó  por  voto  que  tenia 
becboy  se  partió  para  Roma,  á  visitar  los  Lugares 
Santos. 

CAPITULO  XIV. 
De  la  muerte  del  rey  don  Sancho. 

CsTABAfi  las  cosas  en  el  estado  que  queda  dicho;  y 
concluido  el  desasosiego  de  que  se  ha  tratado,  el 
rey  don  Sancho  en  el  tiempo  siguiente  volvió  su  áni- 
mo al  celo  de  la  religión ,  y  deseo  que  fuese  su  culto 
aumentado.  Era  en  aquella  ^azon  famoso  el  monas- 
terio de  los  monges  de  Cluñí  que  está  situado  en 
Borgoña ,  como  en  el  que  se  reformara  con  leyes  mas 
severas  la  religión  de  San  Benito  que  por  causa  de 
los  tiempos  se  habia  rebajado.  Para  que  el  fruto  fuese 
mayor,  desde  alH  enviaban  colonias  y  poblaciones  á 
diversas  partes  de  Francia  y  de  España ,  en  que  edi- 
ficaban diversos  con  ven  to9.  £1  rey  don  Sancho  movido 
por  Ja  fama  desta  gente  los  hizo  venir  al  monasterio 
de  San  Salvador  de  Leyre,  antiguamente  edificado 
por  la  liberalidad  de  sus  predecesores  los  reyes  de 


E&PA.XA.  tñí 

Navarra.  Lo  mismo  hizo  en  el  monasterio  Je  Oña,  c» 
las  monjas  que  en  él  vivían,  pasó  al  pueblo  do  Bailen, 
y  en  su  lugar  puso  monges  ae  Cluñi.  El  .primer  abad 
deste  monasterio  fue  uno  llamado  García ,  que  con 
los  otros  monges  vino  de  Francia.  Después  de  García 
Iñigo  de  la  vida  solitaria,  que  hacia  en  los  montes  de 
Aragón ,  el  rey  le  sacó  y  torzó  á  tomar  el  cargo  de 
aquel  nuevo  monasterio.  Su  virtud  fue  tal  que  des- 
pués de  muerto  aquellos  monges  de  Oña  le  honraron 
con  fiesta  cada  año,  y  le  hicieron  poner  en  el  núme- 
ro de  los  santos.  El  monasterio  de  San  Juan  de  la 
Peña,  que  dijimos  está  cerca  de  Jaca,  famoso  por  los 
sepulcros  de  los  antiguos  reyes  de  Sobrarve,  fue 
también  entregado  á  los  mismos  monges  de  Cluñi 
para  que  morasen  en  él ;  y  porque  no  fuese  necesario 
nacer  venir  de  Francia  tanta  muchedumbre  de  noon- 
ges  como  era  menester  para  poblar  tantos  monas- 
terios ,  el  rey  con  su  providencia  envió  á  Francia 
á  Paterno  sacerdote  y  doce  compañeros  para  que 
acostumbrados  y  amaestrados  á  la  manera  de  vida 
del  monasterio  de  Cluñi ,  y  cultivados  con  aquellas 
leyes;  trajesen  á  España  aquella  forma  de  ins- 
tituto. 

No  pararon  en  esto  los  pensamientos  deste  buen 
principe ,  antes  considerando  que  por  la  revuelta  de 
los  tiempos  hombres  seglares  por  ser  poderosos  se 
entraron  en  los  derechos  y  posesiones  de  las  iglesias, 
las  puso  en  su  libertad.  Hállase  un  privilegio  del  rey 
don  Sancho  en  que  con  aulorídad  de  Juan  XiX  pon- 
tífice romano  dio  poder  á  los  monges  de  Leyre  el  año 
de  nuestra  salvación  (i)  de  i 032  para  elegir  en  aquel 
monasterio  el  obispo  de  Pamplona.  Las  ordinarias 
correrías  de  los  moros  y  el  peligro  forzaron  á^ue  los 
obispos  de  Pamplona  pasasen  su  silla  al  dicho  monas- 
terio de  Leyre  por  estar  puesto  entre  las  cumbres 
de  los  Pirineos,  y  por  el  consiguiente  ser  mas  segura 
morada  que  la  de  la  ciudad.  Al  presente  con  la  paz 
de  que  gozaban  por  el  esfuerzo  y  buena  dicha  del 
rey  don  Sancho  se  tuvo  en  Pamplona  un  concilio  de 
obispos  sobre  el  caso.  Juntáronse  estos  prelados, 
Poncio  arzobispo  de  Oviedo ,  los  obispos  García  de 
Najara,  Ñuño  de  Álava,  Arnulpho  de  Ribagorza, 
Sancho  de  Aragón,  es  ó  saber  de  Jaca ,  Juliano  dt> 
Castilla,  es  á  saber  de  Auca.  En  este  concilio  lo  pri- 
mero de  que  se  trató ,  fue  de  la  pretensión  de  don 
fray  Sancho ,  abad  que  era  de  Leire  y  juntamenie 
obispo  de  Pamplona ,  que  por  tener  gran  cabida  con 
el  rey  causada  de  que  fue  su  maestro,  procuraba  se 
restituyese  la  antigua  silla  al  obispo  de  Pamplona,  y 
volviese  á  residir  en  la  ciudad.  Dilatóse  por  entonces 
su  pretensión:  que  ordinariamente  los  hombres  quie- 
ren perseverar  en  las  costumbres  antiguas ,  y  las 
nuevas  como  se  desechan  de  todos  dificultosamente 
se  reciben  y  mal  se  pueden  encaminar;  mos  en  tiempo 
de  su  sucesor  don  Pedro  de  Roda  se  puso  esto  que 
se  pretendía  en  ejecución. 

A  lo  último  de  su  vida  hizo  el* rey  que  se  reedifi- 
case la  ciudad  de  Palencia  por  una  ocasión  no  muy 
f grande.  Estaba  de  años  atrás  por  tierra  á  causa  de 
as  guerras :  solo  quedaban  algunos  paredones,  mon- 
tones de  piedras  y  rastros  de  los  edificios  que  allí  bo- 
bo antiguamente ,  demás  desto  un  templo  muy  viejo 
y  grosero  con  advocación  de  San  Antolin.  El  rey  don 
Sancho  cuando  no  teuiaen  qué  entender,  acostum- 
braba ocuparse  en  la  caza  por  no  parecer  que  co 
hacia  nuda ,  demás  que  el  ejercicio  de  montería  es  ú 
propósito  para  la  salud  y  para  hacerse  los  hombres 
diestros  en  las  armas.  Sucedió  cierto  día  que  en 
aquellos  lugares  fue  en  seguimiento  de  un  javali, 
tanto  que  llegó  hasta  el  mismo  templo  á  que  la  fiera 

( 1 )  Tal  vez  el  3  está  por  equivocación  antepuesto  al  2, 
pues  ef  te  privilegio  corresponde  al  ano  iC23.  Por  el  se  ve 
que  el  rey  elegía  el  obispo  de  Pamplona ,  y  ios  obispos  apro- 
baban la  elección. 


262 


BIBLIOTECA   DB  GASPAR    T   ROtG. 


se  recogió  por  servir  ea  acuella  soJedad  de  albergo  y 
morada  de  fieras.  El  rey  sin  tener  respeto  á  la  santi- 
dad y  devoción  del  higar  pretendía  con  el  venablo 
heriiie  sin  mirar  que  estaba  cerca  del  altar,  cuando 
acaso  echó  de  ver  que  el  brazo  de  repente  se  le  había 
entumecido  j  faltádole  las  fuerzas.  Entendió  que  era 
castigo  de  Dios  por  el  poco  respeto  que  tuvo  al  lugar 
santo ,  y  movido  deste  escrúpulo  y  temor  invocó  con 
humildad  la  ayuda  de  San  Antolin:  pidió  perdón  de 
la  culpa  que  por  ignorancia  cometieni.  Oyó  el  Santo 
sus  clamores ,  sintió  á  la  hora  gue  el  brazo  volvió  .en 
su  primera  fuerza  y  vigor,  movido  otrosí  del  milagro 
acordó  desmontar  el  bosque  y  los  matonales  á  pro- 
pósito de  edificar  de  nuevo  la  ciudad ,  levantar  las 
murallas  y  las  casas  particulares.  Lo  mismo  se  hizo 
del  templo  que  le  fabricaron  magníficamente,  con  su 
obispo  para  el  gobierno  y  cuidado  de  aquella  nueva 
ciudfad,  parece  que  escribo  tragedias  j  fábulas:  á  la 
verdad  en  las  mismas  historias  y  corónicas  de  España 
se  cuentan  muchas  cosas  deste  jaez  no  como  fingidas, 
sino  como  verdaderas;  de  las  cuales  no  hay  para  que 
disputar ,  ni  aproballas  ni  desechallas ,  el  lector  por 
sí  mismo  las  podrá  quílatar  y  dar  el  crédito  que  me- 
rece cada  cual. 

Concluyamos  con  este  rey  con  decir  que  acabadas 
tantas  cosas  en  guerra  y  en  paz ,  ganó  para  sí  gran 
renombre  para  sus  descendientes  estados  muy  gran- 
des. Sus  hechos  ilustran  grandemente  su  nombre ,  y 
mucho  mas  la  gravedad  eu  sus  acciones ,  la  constan- 
cia y  grandeza  de  áaimo ,  la  bondad  y  escelencia  en 
todo  género  de  virtudes.  El  fin  de  la  vida  fue  desgra- 
ciado y  trisle ;  camino  de  Oviedo  donde  iba  con  deseo 
de  visitar  los  sagrados  cuerpos  de  los  santos,  por  cu- 
>o  respeto  y  con  cuya  posesión  aquella  ciudad  siem- 
pre se  ha  tenido  por  muy  devota  y  llena  de  magostad, 
fue  muerto  con  asechanzas  queje  pararon  en  el  ca- 
mino (I) :  quien  fuese  el  matador  ni  se  refiere  en  las 
historias,  ni  aun  por  ventura  entonces  se  pudo  saber, 
ni  averiguar.  Sospéchase  que  algún  príncipe  de  los 
machos  que  envidiaban  su  felicidad,  le  hizo  poner  la 
celada.  Su  cuerpo  enterraron  en  Oviedo,  las  exequias 
le  hicieron  según  la  costumbre  magníficamente.  Pa- 
sados algunos  años  por  mandado  de  su  hijo  don  Fer- 
nando rey  de  Castilla  le  trasladaron  á  León  y  sepul- 
taron en  la  iglesia  de  San  Isidoro.  La  letra  de  su 
sepulcro  dice: 

AQUr  TACE  «AÜCHO  RET  DB  LOS  H0!f  TES 
PIRINEOS  T  DB.TOLOSA,  VARÓN   CATÓLI- 
CO T  POR  LA  IGLESIA. 

Letra  harto  notable.  Fue  muerto  á  diez  y  ocho  de 
octubre  año  de  nuestra  salvación  de  i  035.  Dejó  á  sus 
hijos  grandes  contiendas  y  al  reino  materia  ae  gran- 
des males  por  la  división  sin  propósito  que  entre  ellos 
hizo  de  sus  estados,  como  ordinariamente  los  peca- 
dos y  desórdenes  de  los  principes  suelen  redundar 
en  perjuicio  del  pueblo  y  pagarse  con  daño  de  sus 
vasallos. 

LIBRO  NONO. 

CAPITULO  I. 
pcl  estado  de  las  cosas  de  España. 

Los  temporales  que  se  siguieron  turbios  y  alboro- 
tados, sus  calamidades  y  desgracias ,  y  las  guerras 
crueles  que  se  emprendieron  entre  los,que  eran  deu- 
dos y  hermanos ,  serán  bastante  aviso  para  los  que 

(i I  Asila  peregrinacioQ  de  don  Sancho  para  visitar  el 
templo  de  Oviedo  como  su  muerte  á  traición  se  tiene  por  ana 
fábula  mas  digna  de  ser  despreciada  que  refutada ,  pues  nin- 
gún escritor  anticuo  habla  de  ella.  Todos  convienen  en  que 
murió  lleno  de  auos  y  de  paz. 


I  vinieren  delante  cuánto  importa  que  el  reino,  enfs^ 
I  pecial  cuando  es  pequeño  y  su  distrito  no  es  ancho, 
no  se  divida  en  muchas  'partes  ni  entre  divnsos 
herederos.  Buen  recuerdo  y  doctrina  saludable  se 
que  la  naturaleza  del  señorío  y  del  mando  no  sufre 
compañía,  y  que  la  ambiciones  un  vicio  desapode- 
rado ,  cruel,  sospechoso ,  desasosegado,. que  ni  por 
respeto  de  amistad  ni  de  parentesco  por  estrecho 
que  sea,  se  enfrena  para  no  revolver  y  trastornar  lo 
alto  con  lo  bajo.  No  hay  gente  en  el  mando  ol  tan 
avisada  y  política ,  ni  tan  fiera  y  áalvaje,.  <|ae  no  eo- 
tienda  y  confiese  ser  verdad  lo  que  se  ha  dicho :  y  sb 
embargo  vemos  que  muchos  olvidados  desto  y  venei- 
dos  del  amor  de  padres ,  ó  movidos  de  otras  coasíde- 
raciones  y  recatos  sin  propósito  ,  dividieron  á  sa 
muerte  entre  muchos  sus  estados ;  en  lo  caal  haber 
errado  grandemente  los  tristes  y  desastrados  soeesos 
que  por  ésta  causa  resultaron ,  Jo  roostranm  bastan- 
temente ;  y  todavía  los  que  adelante  sucedieroo  no 
dudaron  de  imitar  en  este  yerro  á  sus  antepasados. 
Cs  así  que  muchas  veces  las  opiniones  caídas  y  olvi- 
dadas se  levantan  y  prevalecen ,  y  los  hombres  de 
oi'dinario  tienen  esta  mala  condición  de  juzgar  y  te- 
ner por  mejor  lo  pasado  que  lo  presente ,  adonás  que 
cada  cual  demasiadamente  se  fia  de  sus  esperanzas, 
y  halla  razones  para  aprobar  lo  que  desea.  Esto  le 
aconteció  al  rey  don  Sancho,  cuya  vida  y  hechos 
quedan  relatados  en  el  libro  pasado. 

Estaba  la  cristiandad  cuan  anchamente  se  estendía 
en  España  casi  toda  reducida  y  puesta  de  bajo  del  man- 
do de  un  príncipe :  merced  grande  y  providencia  del 
cielo  para  que  el  señorío  délos  moros  que  de  sf  mis- 
mo se  despeñaba  en  su  perdición ,  con  las  fuerzas  de 
todos  los  cristianos  juntas  en  uno  se  desarraigase  de 
todo  punto  en  España.  Pero  desbarató  estos  inten- 
tos la  división  que  este  rey  hizo  entre  sus  biios  y 
herederos  de  todos  sus  estados  :  acuerdo  perjudicial 
y  errado.  Entramos  en  una  nueva  selva  oe  cosas;  y 
la  narración  de  aquí  adelante  irá  algo  mas  esteodidd 
que  hasta  aqui.  Por  esto  será  bien  en  primer  lugar 
relatar  el  estado  en  que  Esnaña  y  sus  cosas  se  halla- 
ban después  de  la  muerte  oel  ya  dicho  rey  don  San- 
cho. Dividió  sus  reinos  entre  sus  hijos  en  esta  forma: 
don  García  el  hijo  mayor  llevó  lo  de  Navarra ,  y  el 
ducado  de  Vizcaya  con  todo  lo  que  hay  desde  la  ciu- 
dad de  Najara  hasta  los  montes  Doca :  á  don  Fernan- 
do (lijo  segundo  dieron  en  vida  su  padre  y  madre 
doña  Nuña  á  Castilla ,  trocado  el  nombre  de  conde 
que  antes  solia  tener  aquel  estado ,  en  apellido  de 
rey :  á  don  Gonzalo  el  menor  de  los  tres  hermanos- 
legítimos  cupieron  Sobrarvey  Ribagorza  con  Im 
castillos  de  Loharrí  y  San  Emeterio  :  á  don  Ramiro 
hijo  fuera  de  matrimonio ,  aunque  de  madre  princi- 
pal y  noble;  dio  su  padre  el  reino  de  Aragón  fuera  de 
algunos  castilbs  que  quedaron  en  aquella  parte  en 
poder  de  don  García ;  y  se  le  adjudicaron  en  la  parti- 
ción :  traza  enderezada  á  que  los  hermanos  estuvie- 
sen trabados  entre  sí ,  y  por  esta  forma  se  conserva- 
sen en  paz.  .Todos  se  llamaron  reyes ,  y  usaban  de 
corte  y  aparato  real ,  de  que  resultaron  guerras  per- 
judiciales y  sangrientas.  Cada  cual  ponía  los  ojos  en 
la  grandeza  de  su  padre ,  v  pretendían  en  todo  igua- 
larle. Llevaban  otrosí  mal  quo  lo$  términos  de  sus 
estados  fuesen  tRn  cortos  y  limitados. 

En  León  reinaba  á  la  misma  $azon  don  Bermodo, 
Tercero  deste  nombre ,  cuñado  de  don  Fernando  ^  ya 
rey  de  Castilla.  En  el  reino  de  León  se  comprendían 
las  provincias  de  Galicia  y  de  Portugal,  y  parte  de 
Castilla  la  Vieja  basta  el  río  de  Pisuerga.  Conde  tln 
Barcelona  era  don  Ramón  por  sobrenombre  el  Viejo, 
falleció  el  mismo  año  que  el  rey  don  Sancho ,  que  se 
contaba  de  nuestra  salvación  i 035.  Sucedióle  don 
Berenguel  Borello  su  hijo  sunque  per^ueno  de  cuer- 
po ,  eu  ánimo  y  esfuerzo  no  menos  señalado  que  su< 
antepasados.  A  lu  verdad  ganó  por  las  armas  á  Miíl- 


MláTOaiA    DF.  ESPAÑA.    ' 


!263 


raüi  y  otro  pueblo  ipie  Uaman  Prados  del  rey  Galafre: 
ganó  otrosí  y  hizo  que  volviesen  á  poder  de  cristia- 
uos  Tarragona  y  Cervera ,  demás  de  otros  pueblos 
comarcanos ,  que  por  negligencia  de  su  padre ,  ó  por 
DO  poder  mas  se  perdieron  los  años  pasados.  Machos 
señores  moros  que  tenían  sus  estados  por  aquellas 
partes ,  los  sujetó  con  las  arinos  y  forzó  á  que  le  pa- 
gasen parías.  Casó  con  dos  mujeres :  la  una  se  llamó 
Radalmurí.  la  otra  Almodi.  Déla  primera  tuvo  dos  ! 
hips,  don  Pedro  y  tlou  Bereoguel:  la  segunda  parió  í 
á  don  Ramón  Bereoguel:  que  se  llamó  co^e^sa  it  esr 
topa  por  causa  de  los  cabellos  espesos ,  blandos  y  ru- 
bios que  tenia.  Este  era  el  estado  y  disposición  en 
que  se  hallaban  por  este  tiempo  las  cosas  de  los  cris- 
tíaooft  en  España. 

Los  reinos  de  los  moros  ( como  de  suso  se  dijo ) 
erap  tantos  en  número  cuantas  Ihs  ciudades  princi- 
pies que  poseían.  El  reino  de  Córdoba  todavía  se 
adelantaba  á  los  deicás  eo  autoridad  y  fuerzas  por 
ser  el  mas  antiguo  y  mas  estendido ,  si  bien  los  ban- 
dos domésticos  y  alborotos  le  traían  puesto  eo  ba- 
lanzas. El  segundo  lugar  tenia  el  de  Sevilla :  luego 
Toledo  y  Zaragoza  9  Huesca  sin  otros  reyezuelos  mo- 
ros ,  eo  fuerzas ,  riquezas  y  valor  de  menor  cuenta 
que  los  demás,  y  que  fácilmente  los  pudieran  atre- 
pellar y  derribar ,  si  los  nuestros  se  juntaran  para 
«cometellos  y  cooquistailos.  Las  discordias  que  de 
repente  y  sin  propósito  resultaron  entre  los  prínci- 
pes» dado  que  eran  hermanos  y  deudos ,  estorbaron 
que  DO  se  tcnase  esUi  empresa  tan  santa.  Don  Gar- 
cía ,  rey  de  Navarra ,  por  voto  que  tenia  hecho  dello, 
ó  sea  por  alcanzar  perdón  del  pecado  que  cometió  en 
Hcosar  falsamente  (como  está  dicho)  á  su  madre ,  era 
ido  á  Roma  á  la  sazón  aaesu  padre  falleció,  á  visitar 
las  iglesias  de  San  Pedro  y  San  Pablo,  según  que  lo 
acostumbraban  los  cristianos  de  aquel  tiempo.  I)im 
Ramiro  su  hermano  quiso  aprovecharse  de  aquella 
ocasión  de  la  ausencia -de  don  García  para  acrecentar 
»u  estado,  que  en  materia  de  reinar  ningún  paren- 
tesco ,  ni  ley  divina  ni  humana  puede  bastantemente 
asegurar.  Para  salir  con  su  intento  puso  liga  y  amis- 
tad coo  los  reyes  de  Zaragoza ,  Huesca ,  Tüdela ,  si 
bien  eran  moros :  juntó  con  ellos  sus  fuerzas ;  rom- 
pió por  las  tierras  de  Navarra ,  y  en  ella  puso  sitio 
sobre  Tafalla.,  villa  principal  en  aquellas  partes.  Su- 
eodió  que  el  rey  don  García  volvió  á  la  sazón  de  su 
romería  y  y  avisado  de  lo  que  pasaba ,  con  golpe  de 
gente  que  juntó  arrebaudamente  do  los  suyos, -dio 
•te  sobresalto  sobre  su  hermano  y  su  hueste  con  tal 
ímpetu  y  furia  que  le  hizo  huir  de  todo  su  reino  de 
Aragón  sin  parar  hasta  Sobrarve  y  Ribagorza.  El  so- 
bresalto fue  tal ,  y  la  priesa  de  huir  tan  arrebatada, 
que  le  fue  forzado  saltar  en  un  caballo  que  halló  á 
mano  sin  freno  y  sin  silla  ,  por  escapar  de  la  muerte 
y  salvarse.  Principios  fueron  estos  de  grandes  revuel- 
tas y  desmanes  que  se  siguieror^  adelante. 

1^4  del  reino  de  León  oo  estaban  bien  c  jn  el  rey 
de  Castilla  don  Peruando.  Los  cortesanos ,  falsos  y 
engañosos  aduladores,  aue  ni  son  buenos  para  la  paz 
ni  para  la  guerra ,  atizaban  contra  ¿1  al  rey  don  Ber- 
mudo.  El  de  suyo  se  mostraba  lastimado ,  así  bien 
por  la  mengua  de  haberle  tomado  su  hermana  por 
majer  contra  su  voluntad ,  como  por  el  menoscabo 
de  «u  reino  por  la  partd  que  conquistaron  los  revés 
don  Saacho  y  don  Fernando  padre  y  hijo  ,  y  los  de- 
saguisados que  en  aquella  guerra  le  hicieron  ,  seg[un 
queda  arriba  declarado.  Ofrecíase  buena  ocasión 
para  satisfacerse  destos  agravios  por  la  discordia  que 
comenzaba  entre  los  hermanos ,  en  especial  por  ser 
flacas  las  fuerzas  del  rey  don  Fernando  y  su  estado 
no  muy  grande:  acordó  pues  de  juntar  su  gente ,  sa- 
Ké  é  k  fFoerra,  y  acometió  las  fronteras  de  Gastl- 
Ua.  Don  Fernando  avisado  del  peligro  que  sus  cosas 
corrían,  llamó  en  su  socorro  á  su  hermano  don  Gar- 
cía ,  rey  mas  poderoso  que  los  demás  por  el  grande 


estado  que  alcanzaba ,  y  que  de  nuevo  estaba  ufano 
y  pujante  por  la  victoríu  que  ganó  contra  don  Ramiro 
su  hermano ;  vino  por  ende  de  bueña  gana  en  lo  que 
don  Fernando  le  pedía.  Juntaron  las  fuerzas,  mar- 
charon con  sus  huestes  en  busca  del  enemigo ,  y  á 
vista  suya  asentaron  «us  reales  á  la  ribera  del  rio 
Carrion  en  el  valle  de  Tamaron ,  y  cerca  de  un  pue- 
blo llamado  Lantada.  Tenían  grande  gana  de  pelear; 
ordenaron  las  haces  por  la  una  y  por  la  otra  parte ,  la 
batalla  fue  reñida  y  sangrieota ,  muchos  de  los  unos 
y  de  los  otros  quedaron  tendidos  en  el  campo. 

En  lo  mas  recio  de  la  pelea  don  Bermudo  conGddo 
en  su  edad ,  que  era  mozo ,  y  en  la  destreza  que  tenía 
en  las  armas  grande,  y  en  su  caballo  que  era  muy 
castizo ,  y  le  llamaban,  por  nombre  Pela  vuelo ,  con 
grande  denuedo  rompió  p'^r  los  escuadrones  de  ios 
contrarios  en  busca  de  dod  Fernanio  con  intento  de 
pelear  coo  él ,  sin  miedo  alguno  del  peligro  tan  claro 
en  que  se  ponía ;  en  esta  demanda  le  hirieron  de  un 
bote  de  lanza  de  que  cayó  muerto  del  caballo.  Con  su 
muerte  se  puso  6n  á  so  reino,  y  juntamenteá  la  guer- 
ra á  causa  que  don  Fernando ,  ganada  la  victoria, 
se  entró  por  el  reino  de  León  que  por  derecho  le 
venia ,  para  apoderarse  de  él ,  de  sus  oastillosy  ciu- 
dades: cosa  muy  fácil  por  estar  los  ánimos  de  aque-^ 
l!a  gente  amedrentados  y  cobardes  por  la  muerte  de 
m  rey  v  la  pérdida  tan  fresca ,  si  bien  por  el  común 
afecto  de  todas  las  naciones  iiborrecian  el  gobierno  y 
mando  e;ctraojero ,  por  donde  y  mas  por  obedecer  á 
su  rey  tomaran  primero  la^  armas  y  de  presente  pre- 
tendían hacer  resistencia  á  los  vencedores.  La  osadía 
y  ánimo  sin  fuerzas  poco  presta.  Cerraron  pues  los 
de  León  al  principio  las  puertas  de  su  ciudad  al  ejér- 
cito victorioso  que  acudió  sin  tardanza ;  mas  como 
quier  «que  no  estuviese  reparada  después  aue  los  mo- 
ros abatieron  sus  murallas,  ni  tuvfpse  soMados,  mu- 
niciones,  almacén  y  bastimentos  para  sufrir  el  cerco 
á  la  larga ,  mudados  luego  de  parecer  acordaron  de 
rendirse.  Llevaron  los  ciudadanos  al  rey  con  mues- 
tra de  grande  alegría  á  la  iglesia  de  Santa  Haría  de 
Regla,  donde  á  voz  de  pregonero  alzaron  los  estan- 
dartes por  él  y  le  coronaron  por  su  rey.  Hizo  la  cere- 
monia don  Servando  ,  obispo  de  León ,  que  fue  el 
año  de  Cristo  de  1038.  Reioó  don  Femando  eo  León 
veinte  y  ocho  años ,  seis  meses  y  doce  días;  en  Cas- 
tilla otros  doce  años  mas,  parte  dallos  en  vfida  de  su 
padre  ,  parte  después  de  sus  dias.  Era  entonces  Cas- 
tilla de  estrechos  términos ,  fiero  de  cielo  sano ,  tem- 
plado y  agradable:  la  campiña  fresca ,  y  en  todo  gé- 
nero de  esquilmos  abundante. 

CAPITULO  n. 

De  las  gaerras  que  hizo  el  rey  don  Fernando  contra  los 

moros. 

Cok  el  nuevo  reino  que  se  juntó  al  rey  don  Fernan- 
do ,  se  hizo  el  mas  poderoso  rey  da  los  que  á  la  sazón 
eran  en  España.  Con  la  grandeza  y  poder  igualaba  el 
grande  celo  que  este  prinoípe  tenia  de  aumentar  la 
Religión  Cristiana ,  demás  de  los  muchas  y  muy  gran- 
des virtudes  en  que  fue'muy  acabado ;  y  en  la  gloria 
militar  tan  señalado ,  que  por  está  causa  cerca  del 
pueblo  ganó  renombre  de  Grande ,  como  se  ve  por 
las  historias  y  memorias  antiguas  de  aquel  tiempo, 
en  que  el  favor ,  ó  sea  adulación  de  la  |(eute  pasó  tan 
adelante  que  le  llamaron  emperador  ó  igual  á  empe- 
rador. Fue  otrosí  dichoso  por  la  sucesión  que  tuvo  de 
muchos  hijos  y  hijas.  La  primera  que  le  nació  antes 
de  ser  rey ,  fue  dona  Urraca,  después  della  don  San- 
cho que  le  sucedió  en  sus  reinos ,  luego  doña  El- 
vira que  casó  adelante  con  el  conde  de  Cabra ,  demás 
destos  don  Alonso  en  quien  después  vino  á  parar  to- 
do ,  y  don  García  el  menor  de  sus  hermanos ,  todos 
nacidos  de  un  matrimonio.  De  cuya  crianza  tuvo  el 
cuidado  que  era  razón .  que  los  hijos  en  su  tierna 


94 1  BIBLIOTECA  DE 

edad  fueun  amustridas  j  anwñidos  eo  todo  e^aero 
de  virtud,  bueaa  critnia  y  apostura,  las  hijas  »e 
críusea  en  toda  cristiandad  y  en  ios  demás  ejercicios 
que  á  mujeres  pertenecen.  Gozaba  en  su  reino  de 
una  paz  muy  sosegada ,  las  cosas  del  gobierno  lag  te- 
nia muy  asentadas;  mas  por  no  estar- ocioso  acordó 
faacer  guerra  á  los  moros.  Parecíale  que  por  ningún 
camino  se  podía  mas  acreditar  con  la  geute  Di  agra- 
dar mas  i  Dios  que  coo  volver  sos  Tuerzas  á  aquella 
guerra  sagrada. 

Los  moros  que  liabitabaa  bácia  aquella  parte  que 
hoy  llamamos  Portugal ,  se  tendían  faraameate  á  las 
riberas  del  rio  Duero;  por  donde  aquella  comarca  se 
llamó  entonces  gstremadura,  y  de  allí  con  el  tiempo 
pasú  aquel  apellido  i  aquella  parle  de  la  antigua  Lu- 
sitania  que  cae  entre  tos  ríos  Guadiana  y  Tajo,  y 
hasta  hoy  conserva  aquel  nombre.  Caíanle  aquellos 
moros  mas  cerca  que  los  demás,  y  por  esta  causa  au- 
roeotado  que  bobo  su  ejército  coa  nuevas  levas  de 
soldados ,  marchó  contra  los  que  acostumbraban  á 
faacer  cabalgadas  y  grande  estrago  en  las  lierras  de 
los  cristianos ,  y  á  la  sazón  con  una  grande  entrada 
que  hicieron,  robaron  muchos  hombres  ygauados. 
Diese  el  rey  tan  buena  maña  ,  y  siguió  los  contrarios 
con  tanta  diligencia,  que  vencidos  y  maltratados  les 
quitó  lo  primero  la  presa  que  llevaban,  después  alen- 
tado coo  tan  buen  principio  pasó  adelante.  Dio  al 
gasto  á  los  campos  de  Uírida  y  Badajoz  sin  perdonar 


á  cosa  alguna  que  se  le  pusiese  adelante :  los  ganados 
y  cautivos  que  tomó,  fueron  muchos;  ganJ  otrosí 
dos  pueblos  llamados  el  uno  Sena,  y  el  otro  Gani. 
Dentro  de  lo  que  hoy  es  Portugal ,  rindió  la  ciudad 
de  Viseo  con  cerco  muy  apretado  que  le  puso ,  si  bien 
los  moros  que  dentro  tenia ,  pelearon  valerosa  y  es- 
forzadamente como  los  que  en  el  último  aprieto  y 
peligro  se  hallaban.  La  toma  desta  ciudad  dio  mocho 
contento  al  rey  no  solo  por  lo  que  en  ella  se  interesa- 
ba ,  que  era  pueblo  tan  principal ,  sino  porqtM  btíbo 
á  las  manos  el  moro,  de  quien  se  dijo  arriba  que  mató 
al  rey  don  Alonso  su  suegro  con  una  saeta  que  lo  tiró 
desde  el  adarve ;  la  cual  muorle  el  rey  vengó  vm  du- 
la al  matador  después  que  le  cacaron  loa  ojos ,  y  le 
cortaron  las  manos  y  un  pié ,  que  fue  género  de 
castigo  muy  ejemplar. 

En  la  prosecución  desta  guerra  sexauartMi  asimis- 
mo de  los  moros  los  castillos  de  San  Hartia  y  de  Ta- 
rauzo.  Cae  curca  de  aquella  comarca  la  iglesia  del 
apóstol  Santiago ,  patrón  y  amparo  de  España ,  cayo 
favor  muchas  veces  es peri mentaran  los-nuestros  on 
las  batallas.  Acordó  el  rey  de  ir  á  visitalla  para  hacer 
en  ella  sos  rogativas  ,  cumplir  los  votos  que  tenia  he- 
chos ,  y  hacer  otrod  de  nuevo  para  suplicarle  do  alzase 
la  roano  del  socorro  coo  que  la  asistía ,  y  no  se  le  tro- 
cee aquella  prosperidad  y  buena  andanut,  ni  si  le  . 
añublase,  ca  tenia  delerftiioado  de  no  parar  v  repo 
sar  hasta  tanto  que  desterrase  en  Eipaña  aquella  ser 


ti  malvada  de  los  moros.  Esto  pasaba  el  año  segunda 
después  que  se  apoderó  del  reino  de  León.  El  siguien- 
te que  se  cantaba  da  Cristo  1010,  tornó  de  nuevo 
con  maynr  ánimo  y  brío  á  la  guerra.  Puso  cerco  sobre 
la  ciudad  de  Coimbra,  y  aunque  condilicült^id,  al  Tm 
la  ganó  por  entrega  que  los  moros  leijicieron  cou  tal 
solameute  que  Ijs  concediese  las  vidas.  Los  trabajos 
hrgos  del  cerco ,  falta  de  viluallas  y  almacén  les  forzó 
á  tomar  este  acuerdo.  Algunos  dicen  que  el  cerco 
duró  por  espacio  de  siete  años;  pero  es  yerro ,  que 
00  fueron  sino  siete  meses ,  y  por  descuida  mudaron 
en  años  et  número  de  los  meses.  Era  en  aquel  tiempo 
aquella  ciudad  de  las  mas  nobles  y  señaladas  que  te- 
nia Portugal ;  al  presente  tui  nuestros  tiempos  !a 
ennoblecen  muciio  mas  los  estudios  de  todas  las  artes 
y  ciencias  que  con  muy  gruesos  salarios  fundó  el  rey 
don  Juau  el  III  de  forto^I  para  que  fuese  uaa  de  Us 
universidades  mas  priocipales  de  España.  Los  mon- 
ees de  un  monasterio  que  se  decía  LormiQo,  se  re- 
fiere ayudaron  mucho  al  rey  don  Fernando  pura  pro- 
seguir este  cerco  cou  vítuallus  que  le  dieron ,  lus  que 
con  el  tfabajo  de  sus  manos  teman  recogiilas  en  can- 
tidad sin  que  los  moros  eo  cuyo  distrito  moraban  ,  lo 


supiesen:  no  se  sabe  que  gratificación  (I)  les  hizo  el 
rey  por  este  servicio,  pero  sin  duda  debió  de  ser 

grande. 

Con  la  toma  desta  ciudad  los  términos  del  reino  de 
León  se  estendieron  hasta  el  río  Uond^gi ,  que  pasa 
por  ella  y  riega  sus  campos,  y  en  latín  se  llama  Hon- 
da. Puso  el  rey  por  gobernador  de  Coimbra ,  de  los 
pueblos  y  castillos  que  se  ganaron  en  aquella  comar 
ca,  un  varón  principal  por  nombre  Sisnando.  que 
era  muy  ¡ntdigente  de  lus  cosas  de  los  moros  de  sus 
fuerzas  y  maueru  de  pelear  i  causa  que  en  otro  tiem- 
po sirvió  i  Bjnabel  rey  de  Sivüla  en  la  guerra  que 
Itacía  á  los  cristianos  que  moraban  en  Portugal :  tales 
eran  las  costumbres  de  aquellos  tiempos.  Hieatras 
duraba  el  cerco  de  Coimbra .  uo  obispo  griego  por 
nombre  Eíteban,  según  en  el  libro  del  papa  Calislo  II 
se  refiere,  que  viniera  á  visitar  la  iglesia  de  Santiago, 


(i)  Por  una  eacrilnn  de  donación  de  It  en  tlOl.  (lOM 
de  J.  C.  )coii>U  quael  rer,  fara  recooopeanreíios  terviríM 
lea  díA  ana  ÍRletii  dcalro  de  Caimbra,  roDSrmá  laa  ddurio- 
ne>  de  lut  pn:de<^ewreí ,  y  les  diá  diet  mirroi  dt  piala  ccn 
ileilinoi  iiaa  rnii  pin  e\  senidudcla  ifilesu. 


uredo  lia 


--  <heirqMiiiBChu*6cu«l  ApAitslenlo 
da  lu  lurtaltai  m  imtocís  j  ayudaba  i  lo« 
críttiaaotdljo.'Statiígaiio  faatoUada  tiiwpwoi- 
dor.  BM»di|o  il:-la  oactoaiRuiMiteniaiitrotaaaoi 
cano  d  mitme  apóstol  ayMlalw  á  lo*  crUtiasot  que 
aaUbaa  lobi»  Coñahra  para  oue  tomasea  aquella 
.ciodad.  Aferiguéae  ouejiJa  luaina  hora  que  uptí 
riiiapo  vio  aquella  viuao  se  toBÓ  li  ciudad  de  Coim- 
bn:eoiiqtiee(0leMif  loideináaquedarafl  satisfe- 
dios  qna  el  m&o  fue  racdadero  ;  do  raiio.  El  ray 
dado  que  bobo  aaiealo  en  tudas  lu  cosía,  acudid  de 
Duero  i  núUr  la  igleaiu  de  Sflotiago ,  j  dalle  parle 
da  Isa  rifueaia  j  preaa  que  od  la  guerra  se  gautroii, 
en  reoonodmieolo  de  hú  atsrMdes  reoehidas,  y  por 
prenda  de  ki  que  pan  adelaute  esperaba  por  au  uioi 
,  alcaniar. 

Cuocluído  con  esta  tisíU,  y  derocioü ,  dio  la  ToeJU 
pan  visitar  i  manera  de  triuoladúr  las  ""i^ifWii  de 
sua  NJBos  de  (dSliUa  y  de  Uao.  Daba  an  lodaa  partas 


¡  isPAft«.        f  2Mí 

ssiaBb>eiila»Msa»Astg«Uiraf^>.TÍafMMao,T«- 
cogb  de  ine  Tasallos  sutuidioe  y  ayudaí  para  la 
guerra  que  el  año  lisiúeate  preiendiabacercoo  ma- 
yor diligonda  coairalos  monw  qu»  morsbia  detcui- 
dadosálas  ríberaadel  rio  Ebro,  y  lübU  eran  ricos  da 
mucho  ganado  que  robaran  í  los  criitjsuos.  Tocaba 
esta  oooaulita  y  perteneúa  mas  prapiamenie  i  los 
reyes  de  Nnfarra  j  Aragiu^mu  la  guerra  qua  entre 
il  se  baciau  au|y  brava,  n«  lea  daba  lugar  A  cuidar 
de  otra  cota  alguaa.  Dan  Ramiro  acreceiUd  por  este 
tiempo  su  reino  con  los  eatadoa  dej^brarva  y  Rib»- 
gorza  en  qua  sucediú  por  muerte  du  su  liermano  don 
Geoialo.  AJguuos  por  escrituras  BDtúuai  aue  para 
ellD  cuta,  preLeudea  que  don  Gooialotelleciú  en  vida 
de  su  gadre  ti),  «trafique  uoolleaudoRamanetode 
Gascuña  en  una  lalagarda  aua  la  arma  Junto  i  la 
puanlfi  de  Montclus,  te  dio  la  muerta  volviendo  de 
casa;  lo  cierto  e«  que  enterraron  su  cuerpo  en  Ifi 
iglesia  ia  Sao  Viooriaoo, 


•CidiiTe  prMulosil  tn  Sis  NS>*ee csrtn»: 


El  r^  don  Ramiro  aamenUda  que  bobo  por 

manera  an  reino ,  daba  guerra  í  los  navarros  que  le 
(eoian  usurpado  parte  de  su  reiao  de  Aragón.  No  le 
'es  igualaba  ea  las  íuerus  ni  an  el  número  de  la 
gente  por  lec  estrecha  sa  estado ;  pero  demás  de  ser 
por  sJ  miio»  muy  diaslro  ao  las  armas  y  de  mucbo 
nlor ,  tenia  socorros  de  Praocia  que  le  acudían  por 
eaUr  cassdo  con  G¡sberga,¿como  otros  la  Jlamao 
Hermesenda,  bija  defiemarao  Rogerio  conde  fie  Bi- 
sarra  y  de  su  miyer  Gersenda.  En  ella  tuvo  í  don 
Ramiro  (2),  á  don  SanchOi,  á  don  García  y  i  doña 
Sancha,  qua  casó  cm  el  conde  de  Tolosa ,  y  á  doña 
Teresa  míe  fbe  mujer  de  Beltran,  conde  de  la  Proeuza. 
Fuera  ae  matrimonio  Imo  asimismo  otro  hijo  por 


(1)  CoDtU  por  Tiríu  eicríturaa  que  m  1038  mu  «¡vi» 
áM  Gonulo ,  y  el  rey  don  Saocho  tn  padre  íibia  mnetto  el 
}  ana103fl:quediIo  43  j  43  don  Rimiro  jt  pOKii  toa  es- 
iad<M  de  aaa  Goaitlo,  y  reinaba  ea  Sobnr*e  y  Ritii^or». 
Por  esta  nioa  li  muerte  de  doa  Goauto  debe  pon crse  entre 
ef  aBa  Sa  y  n,  leuo  i  floes  de  me. 

(S)  Zniita  y  Abam  no  dicea  que  doO  Raaiini  tavitra  aa 
hijo  de  *a  Dombre,  y  en  el  testamento  que  publieú  Hrii  del 


nombre  don  Sancho ,  1  quien  liizo  donDcIod  dto  Af- 
var,  lavier,  Latres  y  Ribsgons  con  Iftula  de  ce^tde; 
no  dejíi  sucesión:  yasl  volvld  este  estaco  i  lacorÍMia 
de  los  reyes  de  Aragón.  Las  armas  de  don  Ramiro 
fueron  una  cruide  plata  eH  campo  aint,  que  ade- 
lante mudaron  sus  descendientes ,  y,  tas  trocaron 
comoseapuntarSensu  lugar.  ' 

Volvamos  al  rey  don  Fernando,  me  don  fotcato 
de  Itacer  guerra  á  los  moros  ya  dicoo» ,  y'rewlver 
contra  los  del  reino  de  Toledo  que  con  cabaladas  or^ 
diñarías  hacían  mucho  da?io  en  tierra  de  cristianos, 
tomadas  las  armas  suietfld  Snnfi'levan  deGomwí,  Va- 
dorefrio,  Aguilar,  ValeríDíea,  que  al  presente  so  dice 
Berlanga.  Pssfl adelante, pusoí íuegoy  á sangre etter^ 
rílorio  de  Turazona ,  corrifl  toda  la  tierra  hasta  Medí' 
naceli ,  en  míe  abatid  todas  las  nUlayas,  que  habi< 
muchas  en  España,  y  dallas  hacian  los  moros  seBatf 
con  ahumadas  para  que  los  tuyos  "se  apercibiesen 

rey  don  Ramiro  tampoco  se  lee  aue  dejase  1  so  hijo  nalaral 
dM  Sincbo  masque  lospeaMM de  AyvSr,  Jantrrey  Liiiv* 
""  kablar  de  RiTa^arza  ni  del  tiiulo  de  rondado. 


cóniré  iifÁ  crfiliasio^.  Désá^  áfil  pasador  ios  puertos, 
fVonlem  á  la^azoooofre  moros  y  crístiános/ revolvió 
^obré  él  reino  de  Toledo.  Talé  los  ^mpo«  de  Tala- 
nUaH<!^'T'Ucedac  lo  mismo  hi7.o'en  los  de  Guadalajara 
y  Alcalá  cfíie  esfán  puestas  á  la  ribeni  del  rio  Heoa- 
res ,  8ÍD  (Mirar  liasta  dar  vista  á  Madrid. 

ei  rey  Almeúon  de  Toledo  molido  oor  estos  daños, 
"y  con  reéelo  deque  seríau  mayores  adelanteyOompro 
á  costa  de  gran  cantidad  de  oro  y  piala  que  ofreció. 
Tas  t)tlices  y  amistad  que  puso  coa  el  rey  don  Feruan- 
do.  Lo  mismo  hicieron  los  reyes  de  Zaragoza,  Portu- 
'^1  y  Setilla,  demás  que  prometieron  acudiría  cdo^ 
paKas  rada  un  año.  Lo  cual  todo  no  menos  honra 

3 carreaba  á  Jos  cristianos  y  reputación,  que  mengua 
los  moros,  que  de  tanto^ poder  y  pujaoKa  como  poco 
^anieS  tenían ,  ^e  velan  de  repente  lao  flacos  j  abatía 
dos,  que  ni  sos  fuerzas  les  prestaban,  ni  las  de  Afriea 
'itjuis  Uiú'  cerca  les  caiá;  y  eran  forzados  á  guardar 
las  levas  de  los  que  antes  tenion  por  subditos,  y  los 
mandaban.  Mudanza  que  no  se  debe  tanto  atribuir  á 
la  prudencia  y  fuerzas  humanas ,  cuanto  al  favor  de 
Dios  que  quiso  ayudar  y  dar  la  mano  á  la  cristiandad 
que  muv  abatida  estaba.  Mayormente  quiso  gratificar 
la  grande  devoción  que  en  toda  la  eente  se  via  asi 
grandes  como  menores ,  con  que  todos  movidos  del 
ejemplo  de  su  rey  se  ejercitaban  en  todo  género  de 
virtudes  y  obras  de  piedad.  Tal  era  la  virtud  y  vida 
de  los  cristianos  que  muchos  de  su  voluntad  se  les 
aficionaban ,  y  dejada  la  secta  de  Mahoma,  se  bauti- 
zaban y  se  hachin  cristianos:  otros  si  bien  eran  rao- 
ros,  estimaban  en  tanto  los  cuerpos  de  los  santos  que 
tenian  en  su  tierra ,  por  Ter  que  los  cristianos  los 
honraban .  y  estar  persuadidos  que  su  ayuda  para 
todo  era  ae  grande  importancia ,  que  ningún  oro  ni 
plata  ni  joyas  preciosas  tenian  en  tanto,  según  que 
por  el  capitulo  siguiente  se  entenderá. 

CAPITULO  IIL 

Cómo  trasladaron  los  huesos  de  San  Isidoro  de  Sevilla 

i  L.eon. 

E:<v  la  ciudad  de  León  tenían  una  iglesia  muy  prin- 
cipal sepultura  délos  reyes  antiguos  de  aquel  reino, 
su  advocación  de  San  Juan  Bautista.  Estaba  maltra- 
tada :  que  las  guerras,  y  cuando  estas  faitan,  el  tiem- 
po'ylaantigúedadtodologastan.  I^reinadona  Sancha 
era  una  muy  devota  señora:  persuadió  al  rey  su  ma- 
rido la  reparase,  y  para  mas  ennoblecelia  la  escogiese 
para  su  sepultura  y  de  sus  descendientes;  que  antes 
tenia  pensado  de  enterrarse  en  el  monasterio  de  Sa- 
hagun.  El  rey  que  no  era  menos  pió  y  devoto  que  la 
reina ,  y  mas  ama  la  escedia  en  fervor,  fácümeata 
otorgó  con  su  voluntad.  Para  dar  principio  á  lo  aue 
tapia  acordado  y  ya  que  el  edificio  iba  muy  alto ,  ni- 
cíeroDÍ  tra^  de  uviedo  (1)  donde  yac1a,n  Tos  huesos 
^li^l  xey  don  Sancho  de  Navarra  padre  del  rey;  y  para 
^mentar  la  devoción  del  pueblo  trataron  de  juntar 
eu  aquai  tempto  diversas  reliquias  de  santos  de  los 
muchos  que,  en  Espaua  se  hallaban ,  en  especial  en 
Sevilla  ciudad  la  mas  principal  de  Andalucía,  que  si 
bíBQjestal^a  en  poder  de  los  moros,  todavía  se  conser- 
vabaja  en  ella  muchos  cuerpos  do  los  santos  que  anti- 
guamente murieron  en  aquella  ciudad.  Era  cosa  difi- 
cultosa alcanzar  lo  que  pretendían.  Acordó  el  rey 
valerse  de  las  armas  y  hacer  guerra  á  Benabet ,  rey 
de  Sevilla.  Parecióle  que  por  este  camino  saldría  con 
su  pretensión.  Corrióle  la  tierra;  muchos  pueblos  de 
la  Andalucía  y  de  la  Lusitania  que  eran  oeste  prin- 
ctfíe^  á  unos  taló  los  campos,  otros  tomó  por  fuerza 
i  de  grado. 

;  £1  rey  moro  acosado  destos  dafios  tan  graves  de- 
seaba tomar  asiento  con  los  cristianos.  Ofrecía  caiiti- 


sinuoTKCA  OB  fiASTAa  v  Rorr,. 


One 


(I)  Fue  eoierrado  eo  el  oMwaslerío  de  Oüa  y  no  en 
nedo. 


dad  de  oro  y  j^ta  áe  presante ,  j  (wra  adatante  acu- 
dir cada  un  ano  con  caertas  púias.  El  rey  áon  Fer- 
nando aceptó  aquellos  paijUdot  y  la  amistad  del  moro, 
á  tal  empero  que  sin  ddaeion  le  enviase  el  cuerpo  vie 
Santa  Justa,  que  fue  la  ocasión  de  eipprenderiqaella 
gueroi.  Otorgó  fácllpíiente  el  Éioro  con  lo  que  se  le 
pedia.  Hicieron  sus  juras  y  homenamde  cumplir  lo. 
que  ponian ,  bonque  ae  alsó  mano  cw  las  armas.  Pira 
traer  el  santo  cuerpo  despachó  el  rey  p|  obisp  de 
León  Al  vito,  j  al  dé  Aatórga  por  nombre  Ordono,y 
en  su  compañía  por  sus  embajadores  al  conde  don 
Nuno,  don  Fernanda  yrdon  Gonzalo,  personas  prin- 
cipales de  su  reino:  diólés etrosí'para su  sogurídsd 
soldados  y  gente  de  guarda.  Los  cóludadanos  de  Se- 
villa avissídqsds  lo  que  se  pretendía,  sea  movidos  de 
si  mismos  por  entender  cuánto  importan  á  los  pne^ 
blos  h  asistencia  y  ayiida  de  los  sántoa  por  medio  de 
sus  sanias  relh|«ia6|  ó  lo  que  mas  creo,  á  persuasión 
de  los  cristianos  que  en  Sevilla  moraban,  se  pusieron 
en  armas  resueltos  de  no  permitir  les  llevasen  de  su 
ciudad  aquellos  huesos  sagrados.  Los  embajadores 
se  hallaban  confusos  sin  saber  qué  partido  tomasen. 
Por  una  parte  les  parecía  peligroso  apretar  al  rey 
muro :  por  otra  tenian  que  sería  mengua  suya  y  de  la 
cristiandad ,  si  volviesen  sin  la  santa  reliquia. 

Acudióles  Nuestro  Señor  en  este  aprieto:  San  Isi- 
doro arzobispo  que  fue  de  aquella  ciudad ,  apareció 
en  sueños  al  obispo  Alvito  principal  de  aquella  em- 
bajada ,  y  coú  rostro  ledo  y  semblante  de  gran  mages- 
tadle^amonestólleyaseiisu  cuerpo  álaciimaddeLeon 
¿  trueco  del  dé  Santa  Justa  que  ellos  pretendían.  Avi- 
sóle el  lugar  en  que  le  hallaría ,  cx)n  señas  ciertas 
que  le  dio ;  y  que  en  confirmación  de  aquella  visión, 
y  para  certiíicallos  de  la  voluntad  de  Dios  él  niismo 
dentro  de  pocos  dias  pasarla  destavida  mortal.  Gum- 
plióéie  puntualmente  id  uno  y  lo  otro  con  ^raade  ad- 
miración de  todos.  Hallóse  el  cuerpo  de  San  Isidoro 
en  Sevilla  la  vieja,  según  que  el  santo  lo  avisara ;  y  el 
obispo  Alvito  enfermo  luego  de  una  dolencia  mortal 
que  sin  poderle  acorrer  los  médicos  ni  medicinas  le 
acabó  al  seteno.  Despidiéronse  con  tanto  los  demás 
embajadores  del  rey  moro.  Llevaron -el  cuerpo  da  Sao 
Isidoro  y  del  obispo  Alvito  con  el  acompañamiento  y 
magostad  que  era  razón.  El  rey  don  Fernando  avisa- 
do de  todo  lo  que  pasaba,  como  ile^ban  cerca, 
acompañado  de  sus  hijos  salió  hasta  el  rio  Duero  con 
mucha  devoción  á  recebir  y  festejar  la  santa  reUquia. 
Salió  asimismo  todo  el  pueblo,  y  el  clero  en  proce- 
sión, grandes  y  pequeños  con  mucho  gozo,  aplauso 
y  alegría.  Fue  tanta  la  devoción  del  rey  que  el  mis- 
mo y  sus  hijos  á  pies  descalzos  tomaron  las  andas 
sobre  sus  hombros ,  y  la  llevaron  hasta  entrar  en  la 
iglesia  de  San  Juan  de  León. 

En  Sevilla,  antes  que  saliese  el  cuerpo,  y  por  todo 
el  camino  fnzo  Dios  nara  honrajle  muchos  mSlagros: 
los  ciegos  cobraron  m  vista ,  los  sordos  el  oído,  y  los 
cojos  y  contrechos  se  soltaron  para  andar :  maravi-- 
lioso  Dlosy  grande  én  sus  santos.  El  cuerpo  del  obís* 
po  Alvito  sepultaron  en  la  i^esfa  Mayor  de  aquélla 
ciudad  (2) :  el  de  San  Isidoro  fue  caloeado  (3)  en  la 
de'fian  luau  en  un  sepulcro  nihiy  costoso,  y  de  obra 
muy  prima,  que  para  éste  efecto  le  teniatí  aparejado 
y  presto ;  que  fue  ocasión  de  qtie  aquella  iflesfa  que 
de  tiempo  antiguo  tenia  advocación  de  San  luán 
Biiptista ,  en  adelante  se  Niimasé  como  lioy  se  llama 
de  San  Isidoro.  Refieren  otros!  que  el  jumento  que 
traía  la  caja  de  San  Isidoro,  dnque  naaie  le  guiase, 
tomó  el  camino  deaqueHa  iglesia  del  señor  San  Jnau, 

(Z)  El  monga  de  Silos  dióe,  tque  Alvito  tieoe  sa  sepul- 
cro en  la  ídesiá  de  Sania  María  donde  había  presidido.*  La 
antigua  iglesia  catedral,  aue  había  sido  destruida  por  los 
moros ,  aun  no  se  había  podido  reedificar. 

(3)  Resulla  de  las  actas  de  esta  traslación  que  pid>licó  el 
Mitro.  Flores,  que  se  bizo  en  la  era  1101 ,  que  es  el  1063 
dcJ.C. 


BISTOülA  M  es»A.\A^  267 

y  el  en  que  yenia  eHeaerjto  del  obispo  ^  8e  eoderezó  |  brea  se  hacen,  y  fruto  de  la  mlsetícordfa  suele  ser  el 
ia  iglesia  Mayor;  que  si  es  Tardad,  ne  otro  nuevo  y  conocimiento  de  la  yerdad.  Padecía  esta  doncella 
mayor  milagro.  Bien  veowque  esta  no  concuerda  del  flujode  sangre :  aVlsáronla  (fuese  por  revelación  ó  de 
todo  con  lo  que  queda  dicho ,  y  que  cosas  semejantes  ¡  otra  manera)  que  si  qujeria  sanar  Je  aquella  dk>lencla 
se  toman  en  diversas  maneras :  pero  pues  no  referí-^  tan  grande,  se  bañase  en  el  lago  de  San  Vicente  que 
mos  cosas  nuevas,  sino  lo  que  otros  testi&can ,  que-  ^-"  -  *' —  "-  "'  ' —  " — " 
dará  á  su  cuenta  el  abonaUas  y  hacer  fe  dellas ,  en 
especial  don  Lucas  de  Tuy,  que  compuso  un  libro  de 
todo  esto  bien  Arando,  y  de  los  míMgros  que  Dios 
obr^  por  virtucl  deste  santo,  muchos  y  notables. 
Nuestro  oficio  no  es  poner  en  disputa  lo  que  los  anti- 
guos afirm8ron,sinorelatailo  coa  entera  verdad^  Por 
el  mismo  tiempo,  como  lo  escribe  don  Pelajo  obispo 
de  Oviedo,  trasladaron  de  la  ciudad  da  Avila  (1)  loa 
cuerpos  de  lus  santos  Vicente,  Sabina  y  Christeta 
SUS  hermanas^  Ei  de  San  Vicente  fUe  llevado  á  León, 
el  de  Santa  Sabina  á  Palencia,  y  el  de  Santa  Christeta 
iil  monasterio  de  San  Pedro  de  Arlanza. 

En  Goyanza  que  al  presente  se  llama  Valencia ,  en 
tierra  de  Pviodo ,  se  celebra  un  concilio  (2)  en  pre- 
sencia deste  rey  don  Fernando  y  de  la  reina  su  mu- 
jer. Eq  él  se  juntaron  los  grandes  del  reino  y  nueve 
obispos  que  fue  ano  del  Señor  de  Í6i50.  En  los  decre- 
tos deste  concilio'  se  mand6  al  pueblo  que  asistiese  á 
las  horas  canónicas  que  ae  cantan  en  la  iglesia  de 
día  y  de  noche,  y  que  todos  los  viernes  del  año  se 
ayunase  de  la  manera  que  en  otros  tiempos  y  dias  de 
ajano  que  obligan  por  discurso  del  aso.  Por  este 
tiempo  asimismo  dos  hijas  de  dos  reyes  moros  se  tor- 
naron cristianas  y  se  bautizaron :  la  una  fue  Casilda 
hija  de  Almenón,  rey  de  Toledo;  la  otra^iidáhya 
del  rey  Beoabét  de  Sevilla.  La  ocasión  de  hacerse 
cristianas  fuedestá  manera  :  Casilda  era  muy  piado- 
sa y  compasiva  de  los  cautivos  cristianos  que  tenían 
aherrojaoos  en  casa  de  su  padre,  de  su  gran  necesi- 
dad y  roisfría :  acudíales  secretamente  con  el  regalo 
y  sosteLto  que  podia.  Su  padre  avisado  de  loque  p- 
sal»a ,  y  mal  enojado  por  el  caso  ^  acechó  á  su  luja.. 
Encontróla  una  vea  que  llevaba  la  comida  para  aque- 
llos potrea  :  alterado  preguntóla  lo  que  llevaba,  res^ 
pendió  ella  que  rosas ;  y  abierta  la  laida  las  mostró  á 
su  padre ,  por  haberse  en  ellas  convertido  la  vianda* 

Bsia  milagro  tan  olaro  fue  ocasión  que  la  doncella 
se  «luísiese  tornar  ciistiana;  y  que  desta  manera 
saeíe  Dios  pagar  las  obras  de  piedad  que  con  los  po- 


(i)  S^oo'hi  ioaerípcion  ({ua  se  halla  en  la  entraba  de  la 
eapiJia  de  Sao  Isidoro  de  Leba,  ia  traalacioo  de  Jas  reliquias 
de  estos  santos  fue  en  la  era  1103,  que  corresponde  áj  año 
de  Jesucristo  1065,  Pero  como  SandovaJ,  hablando  del  mo- 
nasterio de  arianza  en  sus  dncoebispog^  asegura  que  están 
en  la  casa  de  San  Peoro  de  Arlanxa  acaso  debe  suponerse 
que  ilespues  las  llevaron  alH  de  León. 

(2)  Este  concilio  se  juntó  por  el  rey  don  Femando  y  en 
él  se  hieiefiDa  treee  eánones  entre  los  cuales  se  lee : 

Que  los  dériaoB  estén  sujetos  á  la  jurisdicion  de  ios  obis- 
pos, y  no  ala  de  los  seculares :  que  los  eclesiásticos  no  usen 
de  armas :  que  traigan  abierta  la  corona  y  raída  Ja  barba  : 
que  DO  se  ha^a  viajes  los  días  de  fiesta ,  como  no  sea  por 
alguna  romería,  ó  por  servicio  del  rey  ó  por  alguna  obra  de 
piedad.  ^  . 

Que  los  condes  6  msriaos  gobiernen  con  justicia,  v  no  opri- 
man i  los  pobres  iojustaaseate  :  que  se  castigue  á  Jos  testi- 
gos falsos  conforme  ai  Fuero  in^. 

Que  se  i^zgue en  León ,  Galleta,  Asturias  y  Portugal  por 
las  leyes  ael  rey  don  Alonso,  y  en  Castilla  por  los  fueros  y 
leyes  átl  conde  don  Sancho. 

Que  las  iglesias  no  pierdan  sus  posesiones  por  el  trascurso 
de  tres  a2os,  sino  que  las  puedan  recobrar  siempre. 

Que  el  que  cultíTe  tierra  ó  viñas  que  están  en  litigio  coja 
loa  frutos,  y  Jos  restituya  i  su  verdadero  duefio  si  fliere  con- 
denado. 

Que  ningoD  deUnenente  sea  extraído  de  la  iglesia  donde 
se  ba  refugiado,  ni  se  le  haga  ningún  dafio,  y  ouese  observe 
lo  oue  previenen  sobre  esto  las  leyes  de  los  godos. 

Que  todos  Jos  subditos  sirvan,  obedezcan  y  sean  fieles  al 
rey,  y  el  que  no  lo  haga*  sea  escomuleado. 

El  rey  confirmó  ios  fueros  i  los  oís  Castilla  y  León  antes 
de  cerrarse  el  concilio. 

TOMO  I. 


está  en  tierra  de  Briviesca.  Su  padre  que  era  amigo 
délos  cristianos,  por  el  deseo  que  teoia  de  ver  sana 
4  su  hija  Je  envió  al  rey  don  Fernando  para  que  la 
hiciese  curar.  Cobró' ella  en  breve  la  salud  con  ba- 
ñarse en  aquel  lago :  después  recibió  el  bautismo  se* 
{i;un  que  lo  tenia  pensado  ;^  y  en  reconocimiento  de  ta- 
es  mercedes  olvidada  de  su  patria  en  una  ermita  que 
hizo  edificar  junto  al  lago ,  pasó  muchosaños  santa- 
mente. En  vida  y  en  muerte  fue  esclarecida  con  mi-« 
lagros  que  Dios  obró  por  su  intercesión  :  la  [glesia  la 
pone  en  el  número  de  los  santos  que  reluan  con  Cris- 
to en  el  cielo,  y  en  muchas  iglesias  de  España  ae  le 
hace  la  fiesta  A  quince  de  abril. 

La  Zaida  quier  fuese  por  el  ejemplo  de  Santa  Ca* 
silda,  ói>or  otra  ocasión  se  movió  á  hacerse  cristiana, 
en  esDecial  que  en  sueños  le  apareció  San  Isidoro  ^  y 
con  dulces  y  amorosas  palabras  la  persuadió  pusiese 
en  ejecución  con  brevedad  aquel  santo  propósito.  Dio 
eMa  parte  desle  negocio  al  rey  su  j^dre  :  él  estabn^ 
perplejo  sin  saber  qué  parüdo  debería  tomar^  Poruña 
parte  no  podia  resistir  ¿  los  ruegos  de  su  hija ,  por 
otra  temia  la  indignación  de  los  suyos ,  si  le  daba  li- 
cencia para  que  se  bautizase.  Acordó  finalmente  co-^ 
munlcar  el  negocio  con  don  Alonso  hijo  del  rey  don 
Fernando  :  concertaron  que  con  muestra  de  dar 

Suerra  á  los  moros  hiciese  con  golpe  de  gente  entra* 
a  en  tierra  de  Sevilla ,  y  con  esto  cautívase  á  la  Zai- 
da ,  que  estaría  de  propósito  puesta  en  cierto  pueblo 
que  para  este  efectasenalaron.  Sucedió  todo  como  lo 
teoian  trazado  :  qpñ  los  moros  naentendieron  la  tran- 
za y  y  la  %ida  llevada  á  León  fue  instruida  en  las  co- 
sas que  pertenece  saber  i  un  buen  cristiano.  Bauti- 
zada se  llamó  doña  Isabel,  si  bien  el  araobisgo  don 
Hodrigo  dice  que  se  llam&doña  Maria.  Los  mas  testi* 
ficen  (yie  esta  señora  adelante  casó  con  el  mismo  don 
Alonso  en  sa^M)  que  era  ya  rey  de  CiistiKa  como  se 
apuntará  en  otro  lugar.  Don  PeJayo  el  de  Oviedo  dice 
que  no  fue  su  mmer,  sino  su  amiga.,  ¿La  verdad 
quién  la  podra  averiguar? ¿ni quié'i  resolver  las  mu^ 
chas  dificultades  que  en  esta  historia  se  ofrecen  á 
cada  paso?'  Lo  que  consta  es  (yie  esta  conversión  de 
Zaida  sucedió  algunos  años  adelante. 

CAPITULO  IV, 
Cómo  don  Qarcit  i^  r^  de  Navarra  fue  muerto,* 

El.  mismo  año  que  el  rey  don  Fernando  hizo  tras-< 
ladar  á  León  el  cuerpo  de  San  Isidoro,  que  fue  el  de 
i053|  don  García  rey  de  Navarra  murió  en  la  guerra. 
Fue  hombre  de  ¿niíno  feroz ,  diestro  en  las  armas,  y 
no  solo  era  capitán  prudente,  sioo  soldado  valeroso. 
Los  principios  de  discordias  entre  los  hermanos ,  que 
los  años  pasddos  se  comenzaron,  en  este  tiempo  vi- 
nieron de  todo  punto  ¿madurarse  (como  suele  acon- 
tecer), en  grave  daño  de  don  García.  Don  Fernando 
decía  que  era  suya  la  comarca  de  Briviesca  y  parte 
de  la  RioJa  por  antiguas  escrituras  que  asi  lo  decla- 
raban. Al  contrario  se  quejaba  don  García  haber  re- 
bebido notable  agravio  y  injuria  en  la  división  del 
reino ;  y  en  aquel  particular  defendía  su  derecho  con 
el  uso  y  nueva  costumbre  y  testamento  de  su  padre. 
La  demasiada  codicia  de  mandar  despeñaba  estos 
liermanos ,  por  pensar  cada  uno  que  era  poca  cosa  lo 
que  tenia  para  la  grandes  del  reino  que  deseaba  en 
su  imaginación.  Está  es  una  gran  miseria  que  mucho 
agua  la  felicidad  humana. 

.Enlermó  don  García  en  Najara,  visitóle  don  Fer- 
nando su  hermano  como  la  razón  lo  pedia  :  quísole 
Ssnder  basta  tanto  que  le  satisfaciese  en  aquella  su 
manda.  Entendió  la  zalagarda  donFernando,  hoyó 

12»  ■ 


218 


BIBLIOTECA  06  GASPAR  Y  ROlG. 


y  púsose  en  cobra.  Moslró  doo  García  mucha  pesa- 
dumbne  de  aquella  mala  sospecha  que  del  se  tuyo: 
procuraba  remediar  el  odio  y  malquerencia  que  por 
aquella  causa  resultó  contra  él.  Supo  que  su  nerma- 
no  estaba  doüente  en  Barbos ,  fuese  para  allá  en  son 
de  yisitalle  y  pagalle  la  visita  pasada.  No  se  aplacó  él 
rey  don  Fernando  con  aquella  cortesía  y  máscara  de 
'amistad.  Echó  mano  de  su  hermano ,  y  preso,  le  en- 
vió con  buena  guarda  al  castillo  de  Ceya.  Sobornó  él 
las  guardas  que  le  tenían  puestas,  y  huyóse  á  Navar- 
ra resuelto  de  vengar  por  las  armas  aquella  íojuria  y 
agravio.  Juntó  la  gente  de  su  reino,  llamó  ayudas  de 
los  moros  sus  aliados,  y  formado  un  buen  ejército, 
rompió  por  las  tierras  de  Castilla,  y  pasados  los  mon- 
tes Doca ,  hizo  mucho  estrago  por  todas  aquellas  co- 
marcas. 

El  rey  don  Fernando ,  que  no  era  lerdo  ni  descui- 
dado, por  el  contrario  juntó  su  ejército  que  era  muy 
bueno  de  soldados  viejos ,  ejercitados  en  todas  las 
guerras  pasadas.  Marchó  con  estas  gentes  la  vuelta 
de  su  hermano  resuelto  de  hacelle  todo  aquel  mal  y 
daño  á  que  el  dolor  y  odio  le  estimulaban.  Diéronse 
vista  los  unos  á  los  otros  como  cuatro  leguas  de  la 
» ciudad  de  Burgos  cerca  de  un  pueblo  que  se  llama 
Atapuerta.  Asentaron  sus  reales  y  barreáronse  según 
el  tiempo  les  daba:  ordenaron  tras  esto  sus  haces  en 
guisa  oe  pelear.  Las  condiciones  destos  dos  herma- 
nos eran  muy  diferentes :  la  de  don  Fernando  blan- 
da, afable,  cortés,  además  uue  en  las  armas  y  des- 
treza del  pelear  ninguno  se  fe  igualaba.  DonGarcía 
era  hombre  feroz,  arrebatado,  hablador,  por  la  cual 
causa  los  soldados  estaban  con  éí  desabríaos;  y  por- 

3ue  á  muchos  de  sus  reinos  con  achaques  ya  verda- 
eros,  ya  falsos,  tenia  despejados  de  sus  haciendas, 
suplicáronle  al  tiempo  que  se  quería  dar  la  batalla, 
maa^ase  satisfacer  a  los  agraviados.  No  cniiso  dar 
oídos  atan  justa  demanda:  nareciale  fuera  oe  sazon^ 
y  que  tomaban  aquel  torceaor  y  ocasión  para  salir 
conlo  que  deseaban.  Muchos  temían  no  le  empeciese 
aquella  aspereza  y  el  desabrimiento  de  los  suyos:  y 
se  recelaban  no  quisiese  Dios  castigar  aquellas  sus 
arrogancias  y  injusticias. 

En  especial  uniíombre  noble  v  principal  (cuyo 
nombre  no  se  sabe,  mas  en  el  hecho  todos  concuer- 
dan) ,  viejo ,  anciano,  prudente,  y  que  tenía  cabida 
con  aguef  príncipe  porque  fue  sue^o  en  su  niñez, 
visto  el  grande  riesgo  uue  corría,  movió  tratos  de  pa¿ 
coa  deseo  que  no  se  aiese  la  batalla.  Don  Fernando 
se  mostraba  fácil  y  venia  bien  en  ello :  acudió  á  don 
García,  púsole  delante  los  varios  sucesos  de  la  guer- 
ra, y  el  riesgo  á  que  se  ponía:  suplicóle  se  concer- 
tase con  su  hermano,  y  fe  perdonase  los  yerros  pasa- 
dos, pues  no  hay  persona  míe  no  falle  ó  peque  en 
algo:  que  se  moviese  por  el  nien  comuit:  que  no  era 
justo  vengar  su  particular  sentimiento  con  daño  de 
toda  la  cristiandad,  j  á  costa  de  la  sangre  de  aquellos 
que  en  nada  le  haoian  errado :  ofrecíale  de  parte  de 
su  hermanóle  haría  la  satisfacción  que  los  jueces  se- 
ñalados por  las  partes  en  esta  diferencia  mandasen: 
que  aunque  como  hermano  menor  era  el  primero  que 
movía  tratos  de  paz;  pero  que  se  guardase  de pasalle 
por  el  pensamiento  lo  hacia 'por  cobardía  ó  falta  de 
ánimo:  que  le  ceftiGcaba  le  seria  muy  dañDsa  aque- 
lla imaginación,  pues  como  él  sabia  tenia  don  Fer- 
nando escogidos  y  diestros  soldados  en  su  campo: 
solo  con  «sta  embajada  quería  justiGcar  su  catisa  con 
todo  el  mundo,  vencer  en  modestia,  y  que  todos  en- 
tendiesen eran  muy  fuera  de  su  voluntad  las  muer- 
tes, destrulcion  y  pérdidas  que  se  aparejaban.  Con 
estas  buenas  razones  se  juntaron  los  ruegos  y  lágri- 
mas del  ayo. 

No  se  movió  don  García,  sus  pecados  le  llevaban  ala 
muerte :  ni  la  privanza  delque  le  rogaba,  ni  su  autori- 
dad, ni  el  peligro  presente  fueron  parte  para  ablandar- 
te. Diese  pues  de  ambas  partes  la  señal  para  la  batalla: 


encontráronse  los  dos  ejércitos  con  gran  furia.  El  ayo 
de  don  García  vista  la  flaqueza  do  los  soldados  de  su 
parte,  cuan  pocos  eran ,  cuan  desabridos,  sin  espe- 
ranza de  victoria,  por  no  ver  la  perdición  de  su  patria 
consola  su  espada  y  lanzase  metió  entre  ios  enemigos 
do  era  la  mavor  carga,  y  asi  murió  cómo  bueno.  Coi 
demás  no  puaieron  sufrir  el  ímpetu  que  traía  don  Fer- 
nando: la  turbación  y  el  miedo  grande  y  la  sospecha 
de  aquel  gran  daño  trabajaba  á  los  navarros;  dos  sol- 
dados que  poco  antes  se  habían  pasado  al  ejército 
contrario,  hendiendo  y  jasando  por  el  escuadrón  de 
su  guarda  con'  mucha  violencia,  llegaron  hasta  dou 
García  y  le  mataron  á  lanzadas :  caído  el  rey ,  todos 
los  suyos  huyeron. 

El  rey  don  Fernando  alegre  con  la  victoria,  y  por 
otra  parte  triste  por  la  muerte  de  su  hermano,  mandó 
á  los  soldados  que  reparasen,  no  diesen  la  muerte  á 
los  cristianos  que  quedaban.  Hizose  asi ;  solo  en  el 
alcance  á  los  moros  que  iban  desbaratados  ^  huyendo 
por  los  campos,  unos  mataron,  otros  cautivaron.  El 
cuerpo  de  don  García  con  voluntad  del  vencedor  lle- 
varon sus  soldados  á  Najara,  y  allí  le  enterraron  en  la 
iglesia  de  Santa  María  qué  éí  mismo  había  levantado 
desde  sus  cimientos.  De  doña  Eslephanía  su  tD'jjer, 
francesa  de  nación,  con  quien  casó  en  vida  de  su  pa- 
dre, dejó  cuatro'  hijos  y  otras  tantas  hijas,  que  fueron: 
don  Sancho  el  mayorazgo,  que  le  sucedió  en  la  coro- 
na, y  don  Ramiro,  á  quidn  había  dado  el  señorío  de 
Calahorra  como  ganada  de  los  moros  por  las  armas: 
los  demás  hijos  se  llamaron  don  Fernando  y  don  Ra- 
món: las  hijas  Ermesenda,  Jimena,  Mayor  y  doña 
Urraca.  Esta  casó  con  el  conde  don  García  de  quien 
se  tratará  después. 

Con  la  muerte  de  don  García  su  estado  fue  por  sus 
hermanos  destrozado  y  menoscabado.  El  rey  don 
Femando  tomó  para  sí  los  pueblos  y  ciudades  sobre 
que  era  el  pleito,  sin  que  nadie  le  fuese  á  la  mano, 
Di  se  lo  osase  estorbar;  que  son  Briviesca,  Montes 
Doca,  y  parte  de  la  Rioja  que  es  la  parte  por  do  pasa 
el  rio  Ója  que  da  el  nombre  á  la  tierra :  nace  este  rio 
de  los  montes  en  que  está  Santo  Domingo  de  la  Cal- 
zada, y  junto  á  la  villa  de  Raro  entra  en  Ébro.  La  otra 
Sarte  de  la  Rioja,  Navarra,  y  el  ducado  de  Vizcaya, 
ajara,  Logroño  y  otros  pueblos  y  ciudades  quedaron 
en  poder  de  don  Sancho  hijo  de  Don  Garda.  Por  causa 
desta  guerra  y  con  esta  ocasión  cobró  don  Ranüro  á 
Aragón  por  las  armas,  y  aun  entró  en  esperanza  de 
hacerse  también  señor  de  lo  demás  del  reino  de  Na- 
varra que  era  de  su  hermano  muerto;  porque  en  este 
tiempo,  como  se  ve  por  escrituras  antiguas,  seüa- 
maba  rey  de  Aragón,  de  Sobrarve,  de  Ríbagorza  y 
Pamplona.  Demás  que  animado  con  estos  principios 
quitó  á  los  moros  que  habían  quedado  en  Rivagona  y 
su  tierra  un  pueblo  llamado  Benavarrio.  Porcondo'- 
sion,  entre  don  Ramiro  y  don  Sancho  el  nuevo  rey 
de  Navarra  después  de  algunos  debates  y  refriegas  se 
hicieron  paces  con  tal  condición  que  el  uno  ai  otro 
para  seguridad  se  diesen  dertos  castillos  en  rehe- 
nes,  (1).  Ruesta  y  Pitilla  dieron  á  don  Sancho;  San- 
güesa, Lerda.  Gondusio  dieron  ádon  Ramiro.  Rece- 
lábanse los  aos  tío  y  sobrino  que  en  tanto  que  en 
aquellas  revueltas  andaban^  don  Femando  euyas  ar- 
mas eran  temidas ,  ño  los  maltratase  con  guerra:  por 
esta  causa  se  juntaron  y  hicieron  pacto  y  concierto 
de  tener  los  mismos  por  amigos  y  por  enemigos,  va* 
lerse  el  uno  al  otro,  y  ayudarse  en  todas  las  ocurreo- 
cías. 

CAPITULO  V. 
Que  España  quedó  libre  del  imperio  de  Alemana. 

En  tiempo  quo  España  ardía  en  guerras  civiles,  te- 
nia el  imperio  de  Alemana,  do  ios  años  pasados  se 

(1)  Esla  desavenencia  por  algunas  preiensioflos  de  don 
Raniiro ,  se  terminaron  sin  venir  á  las  armas  por  transan- 


HiíTORtÁ  M  tSPAlU* 


2M 


lniiia<)ara  de  ^ncia,  Enríeme  1!  deste  nombre.  La 
Iglesia  unioersal  gobernaba  el  papa  León  IX.  A  León 
sucedió  Víctor  K  que  con  intento  de  reformar  el  es- 
tado eclesiástico,  relajado  por  la  licencia  y  anchara 
de  los  lierrpos ,  juntó  concilio  en  Florencia  ciuJad  y 
cabeza  de  la  Toscaoa  el  uño  de  1055.  Despachó  deude 
áHildebrando  (aue  de  mooge  cluniacense  erasub- 
diacono  cardenal,  grado  á  que  subió  por  su  virtud, 
letras  y  talento  pare  negocios)  para  que  fuese  á  Fran- 
cia y  Alemana  á  tratar  por  una  pirte  con  el  empera- 
dor de  renovar  y  poner  en  su  punto  la  antigua  díci- 
Slina  eclesiástica ,  por  otra  para  apaciguar  en  Turón 
e  Francia  las  revueltas  y  alteraciones  que  causaban 
ciertas  opiniones  nuevas,  que  contra  la  fe  enseñaba 
Berengario  diácono  de  aquella  iglesia.  Añaden  nues- 
tras historias  (i)  que  en  aquel  concilio  se  hallaron 
embajadores  de  parte  del  emperador  susodicho ,  y 
que  en  su  nombre  propusieron  á  los  obispos  ciertas 
querellas  y  demandas.  En  especial  estrañaron  que  el 
rey  don  Fernando  de  Castilla  contra  lo  establecido 
por  las  leyes  y  guardado  por  la  costumbre  inmemo- 
rial .  se  tenia  por  ejemplo  del  imperio  de  Alemana,  y 
aun  llegaba  ¿  tanto  sa  liviandad  y  arrogancia,  que  se 
llamaba  emperador. 

«Yo  (decía  él)  si  no  mirara  el  procomún  y  bien 
ade  todos,  fácilmente  pasara  por  el  agravio  que  á  mi 
«dignidad  se  hace ;  pero  en  este  negocio  es  necesario 
«poner  los  ojos  en  toda  la  cristiandad,  cuan  ancha- 
«mente  se  entiende  por  todo  el  mundo ,  la  cual  nin- 
«guna  seguridad  puede  tener,  si  todos  no  reconocen 
»y  respetan  y  se  sujetan  á  una  cabeza  que  los  acau- 
«dille  y  gobierne.  La  autoridad  otrosí  de  los  sumos 
«pontífices,  y  su  mando  será  muy  flaco,  si  les  falta  el 
«brazo  y  asistencia  délos  emperadores,  que  por  esta 
«causa  tienen  el  se^ndo  lugar  en  mando  y  autori- 
«dad  en  toda  la  Iglesia  cristiana.  Reprimid  pues  esta 
«arrogúela  v  soberbia  en  sus  principios  ,  y  no  per- 
«mitaisqueeldaño  pase  adelante,  ni  que  este  mal 
«ejemplo  por  mi  descuido  y  vuestra  disimulación  se 
«estíeuda  á  las  otras  naciones  y  provincias ;  ca  con 
«el  dulce  y  engañoso  color  de  libertad  fá«  ilmente  se 
«dejarán  engañar,  y  la  sacra  magostad  de!  imperio  y 
«pontiGcado  vendrán  á  ser  una  sombra  vana  y  nombre 
«solo  sin  sustancia  de  autoridad.  Poned  entre  dicho 
«á  Empana  descomulgad  al  rey  soberbio  y.saudío.  Si 
«así  lo  hacéis,  yo  me  ofrezco  no  faltar  á  la  honra  y 
«pro  de  la  Igle>ia,  y  juntar  con  vos  f  is fuerzas  para 
«mirar  por  el  bieu  común ;  que  si  por  algunos  respe 
«tosd  simuláis,  yo  estoy  resuelto  ae  volver  por  el  no- 
«ñor  del  imperio  y  por  mi  particular. « 

A  este  razonamiento  respondieron  los  pidres  del 
concilio  que  tendrían  cuidado  de  lo  que  el  emperador 
pedia.  Hicieron  sus  consultas,  y  considerado  el ne- 

gocio,  el  papa  Victor  pronunció  en  favor  del  empera- 
or  que  pedia  ra¿on  y  justicia  Era  el  papa  alemán  de 
nación, natural  de  Suevia,  por  donde  naturalmente 
8A  inclinaba  á  bvorecer  mas  Ja  causa  de  aquel  impe- 
rio. Despacharon  embajadores  al  rey  don  Fernando 
para  que  le  dijesen  de  parte  del  papa  y  del  concilio 
que  en  adelante  se  allanase  y  reconociese  al  imperio, 
y  no  se  intitulase  mas  emperador,  pues  por  ninguna 
razón  le  pertenecía.  Llevaban  orden  de  ponelle  pena 
de  descomunión ,  si  no  obediese  á  lo  que  se  le  man* 
daba.  El  rey,  oída  esta  embajada,  se  halló  perplejo 
sin  resolverse  en  lo  que  debía  hacer.  De  la  una  parte 
y  de  la  otra  se  le  representaban  grandes  inconve- 
nientes,* no  menores  en  obedecer  que  en  hacer  re* 
iistencia.  Acordó  juntar  cortes  del  reino  paratratar 

don  como  resulta  de  una  escritura  de  San  Juan  de  la  Peña 
que  cita  Moret  cediendo  los  castillos  que  aqui  supone  Mariana 
en  rehenes. 

(i)  El  erudito  Perreras  dice  en  este  pnnto:  cesta  pre* 
teasion  no  es  mas  que  cuento  j  porque  vo  no  he  hallado ,  ni 
en  los  eacritoi  germánicos,  ni  en  otros  de  aquella  edad  rastro 
^Uüinlento.» 


en  ellas  cofno  era  raaon  ün  negocio  tan  grave  y  que  á 
todos  tocaba.  Los  pareceres  no  se  conformaron.  Los 
qne  eran  de  mejor  conciencia,  aconsejaban  que  luego 
obedeciese,  porque  no  indignase  al  papa  y  se  revol- 
viese España  v  alterase  como  era  forzoso ;  que  las 
guerras  se  debian  evitar  con  cuidado  por  estar  Es* 
paña  dívidi  Ja  en  muchos  reinos ,  y  estos  gastados 
ron  guerras  civiles ,  y  quedar  dentro  de  la  provincia 
tantos  moros  eqemigos  de  la  cristiandad.  Otros  mas 
arriscados  v  de  mayor  ánimo  decían  que  si  obedecía, 
se  ponía  sobre  España  un  gravísimo^ugo  que  jamás 
se  podría  quitar  :  que  era  mejor  morir  con  Jas  armas 
en  la  mano  que  suirir  tal  desaguisado  en  su  repúbli^ 
ca,  y  tal  mengua  en  su  dignidad. 

Rodrigo  Díaz  de  Vivar,  que  adelante  llamaron  el 
Cid,  estaba  á  la  sazón  en  la  flor  de  su  edad ,  que  no 
pasaba  de  treinta  años,  estimado  en  mucho  por  su 
gran  esfuerzo ,  destreza  en  Jas  armas ,  viveza  de  in- 

Seoio ,  muy  acertado  en  sus  consejos.  Hibía  pocos 
las  antes  hecho  campo  con  don  Gómez  conde  de 
Gormaz:  vencióle  y  diole  la  muerte.  Lo  que  resultó 
deste  caso  fue  que  casó  con  doña  Jimena  hija  y  he- 
redera del  mismo  conde.  Ella  misma  requirió  al  re" 
3ue  se  le  diese  por  marido,  ca  estaba  muy  prendad» 
e  sus  partes,  o  le  castigase  conforme  á  las  leyes  por 
la  muerte  que  dio  á  su  padre,  flizose  el  casamiento^ 

3ue  á  todos  estaba  á  cuento  :  con  que  por  el  grande 
ote  de  su  esposa,  que  se  allegó  al  estado  que  él  te- 
nia de  su  padre,  se  aumentó  en  poder  y  en  riquezas  de 
tal  suerte,  que  con  sus  gentes  se  atrevia  á  correr  las 
tierras  comarcan&s  de  los  moros,  en  especial  venció 
en  batalla  cinco  reyes  moros  que  pasados  los  montes 
Doca  hacían  daño  por  las  tierras  ae  la  Hioja.  Quitóles 
la  presa  que  llevaban,  y  á  ellos  mismos  los  bobo  á  las 
manos;  soltóles  empero  sobre  pleitesía  que  le  hicie- 
ron de  acudir  cada  un  año  con  ciertas  parias  que 
concertaron.  El  rey  don  Fernando  en  esta  sazón  se 
ocupaba  en  reparar  la  ciudad  de  Zamora,  que  después 
que  los  moros  la  destruyeron  en  tiempo  del  rey  don 
Ramiro,  no  la  habían  reediíicado.  Otorgó  á  los  mora- 
dores que  quisiesen  en  ella  poblar,  que  se  goberna- 
sen conforme  á  las  leyes  antiguas  de  aquella  ciudad, 
que  eran  las  mismas  de  ios  godos. 

Sucedió  que  en  aquella  coyuntura  los  mensajeros 
de  los  moros  trujeron  á  Rodrigo  Diaz  las  parias  que 
concertaron;  llamáronle  Cid,  que  en  lengua  arábiga 
quiere  decir  señor :  lo  uno  y  lo  otro  en  presencia  dei 
rey  v  de  sus  cortesanos,  ae  que  tomaron  ocasión 
muchos  para  envidíalie  y  aborrecelle ,  como  quiera 
que  sea  cusa  muy  natural  llevar  de  mala  gana  la  pros- 
peridad (le  los  otros  :  mayormente  si  es  extraordina- 
ria; y  ninguno  se  debe  mas  recatar  en  el  subir,  que 
el  que  poco  antes  se  igualaba  ó  era  menos  que  los  de< 
más.  Sin  embargo  el  rey  maravillado  de  su  valor 
mandó  que  de  allí  adelante  le  llamasen  el  Cid ;  y  así 
fue ,  que  casi  olvidado  el  propio  nombre  que  tema  de 
pila  y  de  su  linaje,  toda  la  vida  le  dieron  aquel  nuevo 
y  honroso  apellido.  Algunos  añaden  que  en  cierta  di- 
ferencia que  resultó  entre  los  reyes  don  Fernando  de 
Castilla  y  don  Ramiro  de  Aragón  sobre  cuya  fuesen 
ciudad  de  Calahorra  puesta  á  la  ribera  del  ría  Ebro  ^ 
acordaron  que  dos  caballeros  uno  de  cjida^parte  hi- 
ciesen campo  sobre  aquel  caso,  y  qüo  por  quien  que* 
dase  la  victoria,  su  rey  hobiesf.  ti  ciudad  sobre  que 
se  pleiteaba.  Dicen  otrosí  a;.t$  don  Ramiro  señaló  por 
su  parte  á  Martín  Gómez, 'y  por  don  Fernando  tomó 
la  demanda  el  Cid ,  \¡ue  venció  y  mató  á  su  contrario 
Martin  Gómez ,  que  quieren  que  sea  cabeza  y  tronco 
de!  linaje  y  casa  de  Luna,  muy  antiguo  y  noble  solar 
en  España.  Pero  los  mas  destos  tienen  todo  esto  por 
falso ,  á  causa  que  el  rey  don  García  de  Navarra  ganó 
de  los  moros  aquella  ciudad,  como  arriba  se  dijo:  y 
así  no  pudo  el  rey  de  Aragón  pretender  sobre  ella 
derecho  alguno. 

Estaba  el  Cid  entreteiiido  con  el  nuevo  casamiento. 

ir 


27Ó  feí^LlOTBCÁ  DK 

y  ocupado  en  negocios  tocantes  á  su  easa ;  por  esto 
DO  se  halló  en  las  cortes  cuando  se  trató  de  lo  que  el 
emperador  pedia  y  el  papa  mandubu  tocante  al  reco- 
Docimieuto  que  prelendifin  d(>bÍH  hacer  al  imperio  de 
AlediBña.  El  rey  de  su  condición  y  por  su  edad  se  iu- 
clinaba  masa  la  paz  y  no  quisiera  la  guerra,  si  bien 
entendía  que  de  aquel  principio,  si  disimulaba,  se 
podria  menoscabar  en  gran  parte  la  libertad  de  Espa- 
ña. Pero  antes  que  en  negocio  tan  grave  se  tomase 
resolución^  bizo  llamar  al  Cid  para  consultalle  y  que 
dijese  su  parecer.  Yioo  ai  llamado  del  rey,  y  pregun- 
tado sobre  el  caso  respondió  que  no  era  negoció  de 
consulta,  sino  que  por  las  armas  defendiesen  la  li- 
bertad que  con  las  armas  gana  roo  ;  que  no  erar^zon 
pretendiese  nadie  gozar  d^  lo  que  en  el  tiempo  del 
aprieto  no  ayudó  á  ganar  en  manera  alguna  :  aNo 
»será  mejor  y  mas  acertado  merir  como  buenos,  que 
Dperder  la  libertad  que  nuestros  mayores  con  tanto 
»ufan  nos  dejaron ,  y  que  estos  bárbaros  bagan  burla 
»y  escarnio  de  nuestra  nación  ?  gente  queen  su  com- 
»paracion  no  estiman  á  nadie.  Sus  palabras  afrento- 
»sas,  sus  soberbias  y  arrogancias ,  sus  desdenes  con 
))los  que  los  tratan ,  sus  embriagueces  y  demasías  no 
»se  pueden  sufrir.  Apenas  babcmos sacudido  el  yugo 
Dde  la  sujeción  que  los  moros  tenian  puesto  sobre 
Duuestras  cervices  :  ¿será  bien  que  nos  dejemos  ava- 
DSallar  y  bacer  esclavos  de  oíros  cristianos?  Hacen 
»sin  duda  burla  de  nuestras  cosas ,  como  si  todo  el 
Dmundo  y  tuda  la  cristiandad  prestase  obediencia  y 
«reconociese  vasallaje  ú  los  emperadoresde  Alemana. 
«Tuda  la  autoridad ,  poder,  honra ,  riquezas  que  se 
«ganaron  con  la  sangre  de  nuestros  mayores ,  serán 
VbUyas;  ¿  y  para  nos  quedarán  solo  trabajos,  peligros, 
«cautiverios  y  pobreza?  El  yugo  pesauo  del  imperio 
«romano  que  sacudieron  de  sí  nuestros  antepasados, 
«¿nos  le  tornarán  á  poner  ahora  los  alemane»?  ¿Seré- 
«mos  por  ventura  como  canalla  sin  Juicio  y  sin  pru- 
«dencia ,  sin  autoridad  y  señorío ,  sujetos  á  los  que , 
«si  tuviéramos  ánimo  ,  temblaran  en  pensallo?  recia 
«cosa  es  (dirá  alguno)  hacer  resistencia  á  IdS  fuerzas 
«y  poder  del  emperador  bravo ,  y  dura  no  obedecer  al 
«mandato  del  papa.  De  ánimos  cobardes  y  viles  es 
«por  temor  de  una  guerra  incierta  sujetarse  á  daños 
«mauíhestos  y  grandes.  El  valor  y  brío  vence  muchas 
«veces  las  diücultades  que  hacen  desmayar  a  los  pe- 
«rezosos  y  flojos.  Muchos  á  lo  que  veo  se  dejan  llevar 
«desta  pusilanimidad,  que  ni  se  mueven  por  honra, 
«ni  ios  eufi  ena  el  miedo  de  la  afrenta ;  que  parece 
«tienen  por  bastante  libertad  no  ser  azotados  y  prín- 
«gados  como  esclavos.  No  creo  yo  que  el  sumo  pontí- 
«hce  nos  tenga  tan  cerradas  lají  orejas  que  no  dé  lu- 
«gar  á  nuesti  os  justísimos  ruegos,  y  le  mueva  la  ra- 
nzón y  Justicia  que  hace  por  nuestra  parte.  Envíense 
«personas  que  con  valor  defleudan  nuestra  libertad 
«en  su  presencia ,  y  declaren  cuan  fuera  de  camino 
«va  lo  que  pretenden  los  alemanes.  Cuanto  á  mi ,  re- 
«suelto  estoy  de  defender  con  la  espada  en  el  puno 
«contra  todo  el  inundo  la  honra,  ¡a  linertad,  que  mis 
«mayores  me  dejaron,  y  todo  lo  al.  Con  esta  e>pada 
^bure  bueno  que  cometen  traición  contra  su  patria 
«todo&auuellusque  por  escrúpulo  de  conciencia,  ó 
«por  cuai4uiera  otra  consideración  v  recato  se  apar- 
«taren  ueste  mí  parecer,  y  no  descebaren  con  mayor 
«cuidado  que  ellos  la  pretenden ,  la  sujeción  y  servi- 
«dumbre  de  España.  Cuanto  cada  cual  se  mostrare  en 
«defensa  de  la  Jlberlad,  en  tT  rnismo  grado  le  tendré 
«por  amigo  ó  por  enemigo  capital. » 

Este  parecer  del  Cid  Ruy  Díaz  dio  á  todos  conten- 
to :  iídsiu  ios  mismos  que  al  principio  (laqueaban ,  le 
aprobarbii ,  y  conforme  á  esto  se  dio  la  respuesta  al 
papa,  l'ara  hacer  rostro  á  ios  intentos  del  emperador 
levantaron  gente  por  todo  el  reino  hasta  número  de 
diez  mil  homures,  demás  de  los  socorros  que  acudie- 
ron de  los  moros  que  les  pagaban  parias  y  les  eran 
trihutarlQs.  Nombraron  por  general  de  toda  esta  gente 


GASPiR  t  acta. 

al  mismo  Cid  para  que  el  que  ái6  principio  i  la  em« 
presa,  la  llevase  adelante  y  la  acabase.  Acordó  para 
dar  muestra  de  las  fuerzas  y  valor  de  E-npaña  de  pasar 
lo<:  montes  Pirineos :  entró  por  Francia  hasta  llegar 
áTiilosa  ciudad  que  (se^un  yo  entiendo)  en  aquel 
tiempo  estaba  á  devoción  ó  era  sujeta  á  España:  por 
lo  cual  hdce  la  letra  y  lucillo  del  rey  don  Sancho  el 
Mayor  puesta  de  suso.  Deste  allí  despacharoo  una 
embiijiula  muy  principal  al  papa,  en  que  le  saplíca- 
ban  enviase  personas  á  propósito  que  oyesen  las  ra- 
zones que  por  parte  de  Esptna  militaban.*  Los  princi- 
pales y  cabezas  desta  embalada ,  que  fueron  el  conde 
don  Rodrigo  diferente  del  Cid ,  y  don  Alvar  Yañez 
Minaya,  alcanzaron  del  pontífice  que  enviase  á  Espa- 
ña sobre  el  caso  por  su  legado  á  Ruperto  cardenal  sa- 
binense ,  y  que  juntamente  viniesen  embajadores  del 
emperador  para  que  el  pleito  oídas  las  parles  se  ven- 
tilase y  concluyese.  En  el  entretanto  eí  rey  don  Fer- 
nando de  Francia  dio  ía  vuelta  á  España.  El  legado 
y  los  embajadores  repararon  en  Tolosa :  allí  se.  trató 
el  negocio ,  y  finalmente  sustanciado  el  proceso  con 
lo  que  de  la  una  parte  y  de  la  otra  se  alegó ,  y  cerra- 
do ,  vinieron  á  sentencia  que  fue  en  favor  de  España, 
y  que  para  adelante  los  emperadores  de  Alemana  no 
pretendiesen  tener  algún  derecho  sobre  aquellos 
reinos. 

Deste  principio  quedó  muy  asentado ,  lo  que  se 
confirmó  por  la  costumbre  del  pueblo,  por  la  aproba- 
ción de  las  o'.ras  naciones,  por  el  parecer  y  común 
opinión  de  los  juristas  que  adelante  florecieron ,  que 
España  no  era  sujeta  al  imperio,  ni  le  reconocía  ni 
reconoce  algún  vasallaje  :  tanto  importa  para  seme- 
jantes negocios  el  valor  de  un  hombre  prudente  y  ar- 
riscado, verdad  es  que  los  papas  asimismo  pretendie- 
ron que  España  les  pagare  tributo ,  como  parece  por 
una  bula  de  Gregorio  Vil  (1)  que  está  eutrc  las  de  su 
registro  enderezada  á  los  reyes,  condes  y  los  demás 
príncipes  de  España ,  en  que  dice  que  el  tal  tributo 
se  solía  pagar  antes  que  los  moros  della  se  apodera- 
sen. Pero  no  salió  con  esta  pretensión :  debieron  to- 
dos hacer  rostro  á  esta  demanda ;  y  la  costumbre  in-* 
memorial  muestra  claramente  que  España  ha  sido 
siempre  tenida  por  liore,  y  nunca  ha  pagado  tributo 
á  ningún  príncipe  extran)ero.  El  linaje  y  dtcendcocia 
del  Cid  se  debe  tomar  de  Lain  Calvo,  juez  que  fue  de 
Castilla,  como  arriba  queda  dicho,  porque  este  juez 
tuvo  en  doña  Elvira  Nuñri  Bella  á  Fernán  Ñuño :  des- 
te  y  de  su  mujer  doña  Egilona  fue  hijo  Lain  Ñuño ; 
cuyo  hijo  fue  Diego  Laynez  marido  quefue  de  Teresa 
Nuña ,  y  padre  de  Rodrigo  Díaz  por  sobrenombre  el 
Cid.  Del  Cid  y  su  mujer  doña  Jimena  (2)  nació  Die^o 
Rodríguez  de  Vivar,  que  en  vida  de  su  padre  murió 
en  la  f;uerra  contra  moros.  Tuvo  asimismo  el  Cid  dos 
bijas,  doña  Elvira  y  doña  Sol,  de  quien  se  hará  men- 
ción adelante. 


(i )  En  dos  cartas  principalmente  demostró  este  papa  se* 
mejHiite  pretensiuu.  En  uaa  de  1073  dice  que  el  reíoo  de 
Cspaüa  desde  muy  antiguo  pertenecía  á  la  silia  apostólica, 
y  que  bahía  concedido  el  permiso  de  conquistarlo  al  conde 
lóbulo  de  Ruceyo,  con  pacto  y  condíciun  de  pagar  el  tributo 
debido  a  San  Pedro  por  sus  derechas.  En  otra  de  1077,  diri- 
gida á  los  principes  de  España,  esplica  que  por  antigou 
constívuciones  que  se  han  perdido  el  reino  de  España  fue 
entregado  á  San  Pedro  y  por  esta  razón  era  tributario  de  la 
silla  apostólica.  Los  reyes  de  Castilla,  Navarra  y  Aragonf 
por  evitar  disputan  de  esta  naturaleza ,  queen  aquellos  tiem- 
pos eran  muy  peligrosas,  tomaron  el  partido  de  uo  contestar, 
estando  resueltos  á  defender  sus  estados  coutra  cualquiera 
«jue  se  atraviese  á  atacarlos. 

(¿)  Comunmente  se  dan  al  Cid  dos  mujeres,  doña  Jimeoa 
Gómez,  hija  del  conde  de  Gormaz,  y  doña  Jimeoa  Dial, 
hija  del  ronde  Diego  de  Asturias;  pero  es  muy  probable  qoe 
uo  estuvo  casado  sino  con  esta  porque  en  bu  escritura  de 
arras  que  Saudoval  publicó  en  los  Cinco  Reyes,  no  so  hace 
mención  de  la  primera  j  ni  hay  memoria  de  ella  en  aJfon  do* 
cumento  antiguo. 


HlflTORU 

Algunos  Concilios  de  obispos  so  tuvieron  en  este 
tiempo.  El  primero  en  Compostella  año  d*)  i056.  Pre- 
sidió en  él  Cresconio ,  obispo  cornpo^telianu ,  que  se 
llama  obispo  de  la  sede  apostólica.  Halláronse  con  él 
Suero,  obispo  lum¡eQse,Vistrarío  electo  metropoli- 
tano de  Lugo,  demás  de  otros  sacerdotes,  diáconos 
7  clérigos  y  abades.  Ordenáronse  en  este  concilio 
muchas  cosas  muy  buenas  :  que  los  obispos  y  los 
prestes  dijesen  misa  cada  día  :  que  los  canónigos  tu- 
yiesen  un  cilicio ,  y  se  Je  pudiesen  los  dias  de  ayuno, 
y  todas  las  veces  que  se  hiciesen  letanías  por  alguna 
necesidad:  En  Jaca ,  tierra  del  rey  don  Ramiro ;  se 
hizo  otro  concilio  año  de  1060.  Halláronse  en  él  los 
obispos  Sancho  de  A-agon,  Paterno  de  Zuragoza,  Ar- 
«ulfo  Retente,  Guillermo  de  Urael,  Kruclio  de  los 
Bígerrones,  Estevan  Olorenre,  Gomecio  de  Calu bor- 
ra, Juan  Lectorense.  Presidió  Austiudo,  arzobispo 
Auxitano  en  Francia.  Reformáronse  las  ceremonias 
de  la  misa  (1)  que  se  habían  estragado  con  el  tiempo, 
y  también  las  costumbres  de  los  clérigos ;  y  mandóse 
que  ios  oGcíos  divinos  se  hiciesen  conforme  al  uso 
romano.  Ordenóse  otrosí  que  en  Jaca  estuviese  la  silla 
obispal  que  solía  estar  en  Huesca,  perocon  condición 
^ue  ganada  Huesca  de  los  moros ,  se  le  volviese  la 
silla ,  quedando  en  su  diócesi  la  misma  ciudad  de 
Jaca,  y  así  se  hizo  adelante.  Dos  años  después  (2)  des- 
tos  se  celebró  concilio  en  San  Juan  de  la  Peña  pre- 
sente el  rey  rJon  Ramiro  á  veinte  y  uno  de  julio.  Ha- 
lláronse en  él  los  obispos  don  Suncho  de  Aragón , 
don  Sancho  de  Pamplona ,  don  García  de  Najara  , 
AruQlfode  Ribagorza,  Julián  Gastellense  ,  y  otros 
muchos  obisDOS,  Poncio,  arzobispo  de  Oviedo ,  que 
sospecho  yo  íue  el  presidente,  aunque  se  nombra  el 
postrero.  En  este  concilio  se  ordtjnó  por  común 
acuerdo  de  los  padres ,  que  un  decreto  que  los  años 
pasados  se  hizo  por  el  rev  don  Suncho,  el  Mayor,  es 
á  saber  que  los  obispos  de  Aragón  fuesen  elegidos 
por  los  mongos  de  aquel  monasterio ,  se  guardase 
como  en  él  ^e  contenia. 

Por  el  mismo  tiempo,  si  bien  en  el  año  no  concier- 
tan los  autores  sin  que  se  pueda  averiguar  la  verdad 
puntualmente,  elcarden»!  Hugo  legado  que  era  del 
papa  en  España ,  en  cierta  junta  de  obispos  y  caba- 
lleros que  se  tuvo  en  Barcelona  por  orden  y  con  vo- 
luntad del  conde  don  Ramón  ,  revocó  y  dio  por  uin- 
ffuoas  las  leyes  de  los  godo6,  de  que  los  catalanes 
nasta  entonces  usaban ,  y  ordenó  otras  nuevas  que 
se  guardan  hasta  nuestros  tiempos.  Este  enti-ndo  yo 
es  aquel  Hugo  (3)  cardenal  llamado  por  sobrenom- 

(1)  Las  actas  de  este  concilio  no  hablan  de  reformar  las 
ceremonias  de  la  misa,  ni  de  la  introducción  del  Breviario  y 
Misal  romauo,  ni  de  la  reforma  de  las  costumbres  de  los 
eclesiásticos ;  tal  vez  se  funda  Mariana  en  lo  que  don  Ramiro 
dijo  á  los  padres:  c  Hacemos  saber  á  vuestra  caridai ,  que  en 
el  concilio  que  hemos  juntado  en  la  ciudad  de  Jaca  por  el 
dictamen  y  juicio  de  los  obispos,  y  aprobación  y  consenti- 
miento de  los  grandes,  restaolecemos  en  su  visor  y  conlir- 
mamos  muchos  de  los  santos  cánones ,  para  corregir  y  reno- 
Ttr  el  estado  de  la  santa  igl^ía  en  nuestros  estados ,  y  que 
por  nuestro  descuido  y  el  de  nuestros  mayores  está  corrom- 
pido.» 

(2)  Los  documentos  antiguos  no  lo  espresan  con  toda  cla- 
ridad, y  ia  fecha  de  las  actas  parece  que  está  errada.  El  car- 
denal Atruirre  juzga  que  se  cdebró  en  ia  era  1072,  que  cor- 
responde al  año  1(*34  de  J.  C.  Tampoco  lo  presidió  Poncio  ó 
Poace  arzobispo  de  Oviedo,  como  dice  Mariana,  sino  Sancho 
obispo  (íe  Aragón,  cuyo  nombre  se  halla  al  frente  de  ios  de- 
más. Este  concilio  sin  duda  fue  provincial ,  pues  asistieron  á 
¿1  todos  los  prelados  de  los  esta aos  del  rey  don  Ramiro  para 
la  elección  aei  obispo  de  Aragón ,  que  parece  era  una  regalía 
de  aquella  corona. 

(3)  Por  el  mismo  proemio  de  los  u5Jt':rcsd»3  CatnUma  se 
vé  que  no  intervino  en  su  for.i  ación  el  cardenal  Hugo  Cán- 
dido, ni  se  derow'aron  por  ellas  las  leyes  j^oJas  que  hasta 
entonces  habían  regioo»  La  historia  de  esta  pretensión 
muestra  á  la  vez  toda  la  tendencia  dominadora  de  ia  corte 
romana  al  abr<^  el  o&oio  y  Iltur^i  aotigaa  española,  y  la 


DS  ESPAt^Á. 


in 


bre  Cándido,  que  el  ano  de  mil  y  setenta  y  cuatro 
vino  de  Roma  por  legado  á  España  en  tiempo  que  so- 
bre oí  poDtifí^ado  contendían  dos  que  ambo^  se  lla- 
maban papas,  y  cada  mal  pretendía  ser  lr»(?ífimo 
poútífice  :  el  uno  se  llamó  A'ejaodro  II;  el  otro  Ho- 
norio IL  Los  revés  de  España  seguinn  la  obediencia 
del  papa  Alejanaro ,  cuyo  le^^ado  era  este  cardenal 
por  tener  mas  fundado  su  derecho  que  el  competidor 
y  contrario.  Procuró  este  legado,  demás  de  lo  ya  di- 
cho ,  que  en  España  se  dejase  el  ofício  gótico  6  mo- 
zárabe, mas  no  pudo  por  entonces  salir  con  ello; 
antes  tres  obispos  d»)  España  fueron  enviados  á  Man- 
tua ,  ciudad  de  Id  Galla  Cisalpina  ó  Lombardín  ,  para 
donde  tenian  convocado  concilio  con  intento  de  sose- 
gar aquel  cisma  tan  perjudicÍHl  :  llevaron  asimismo 
consigo  los  libros  góticos,  y  hicieron  que  el  concilio 
y  los  demás  obispos  los  aprobasen  y  die^sen  por  buenos 
y  católicos.  Esto»  obispos  eran  Munio  de  Calahorra, 
Eximio  de  Auca,  Fortunio  de  Aluva,  que  debieron  ser 
en  aquella  sazón  de  los  mas  principales  y  doctos  de 
estas  partes. 

CAPITULO  VI. 

De  lo  restante  dei  rey  don  Fernando* 

De  los  movimientos  y  diferencias  que  resultaron 
por  la  pretensión  de  los  emperadores  de  Alemana , 

resistencia  constante  de  nuestros  mayores :  así  la  traza  en 
breves  lineas  el  erudito  Saban : 

A  mediados  del  siglo  V  se  hallaba  casi  generalmente  esta- 
blecido el  rito  godo  en  toda  ia  España,  que  esei  mas  antiguo 
de  los  que  hubo  en  el  Occidente. 

En  el  sif^ln  VI  se  introdujo  a líruna  diversidad  enlasi^Iesias 
en  el  modo  de  celebrar  lo'>  divinos  oficios  pues  en  el  año  638 
la  provincia  Bra^arense  seguía  la  liturgia  romana;  en  el  539 
se  cantaba  geiicralmente  el  Símbolo  en  ia  misa ;  y  este  uso 
pasó  á  las  iglesias  de  Oecidente. 

El  633  no  se  usaba  en  toda  la  península  sino  el  rito  godo; 
y  consta  que  en  el  siglo  VIH  no  se  habían  introducido  en  él 
nin;?unos  errores. 

El  923  vino  á  España  un  legado  del  papa,  llamado  Janelo, 
ú  reroGOC('r  la  liturgia  ,  y  no  hallando  en  ello  ningún  error 
fue  aprobada  en  Roma  en  9^i,  mudando  únicamente  algu- 
nas palabras  en  la  forma  de  la  consagración. 

En  el  concilio  que  se  celebró  en  Jaca  ei  año  de  1063  nada 
se  mudó  en  el  rito  antiguo ,  como  algunos  se  lían  imaginado. 

En  1064  el  legado  Hugo  Cándido ,  que  vino  á  España  con 
el  fin  de  mudar  Ja  liturgia  ó  el  rito,  no  se  atrevió  á  hacerlo 
porque  estaba  aprobado  por  el  papa.  El  año  1066  ó  67,  ha- 
biendo pasado  algunos  ooispos  de  España  al  concilio  de  Man- 
tua, fue  de  nuevo  el  oficio  examinado  y  aprobado.  Al  fin  del 
año  1067  volvió  el  legado  Hugo  con  este  mismo  fin ,  pero  no 
pasó  de  Aragón.  En  las  corles  que  se  tuvieron  en  Barcelona 
ei  año  1068  sobre  la  mutación  de  las  leyes  de  los  godos  nada 
se  trató  sobre  la  liturgia ,  pues  no  asistieron  los  obispos.  En 
ei  de  1071  fc  introdujo  en  Aragón  el  oficio  romano ,  y  el 
abad  de  Cluñi  escribió  al  rey  d«>n  AKonso  el  VI  sobre  este 
asunto,  y  en  este  mismo  año  mudaron  en  Barcelona  el  rito 
antiíTuo.  En  el  de  1072  Giraldo  j  Rembaldo,  legados  del 
papa,  pasaron  de  Francia  á  España,  y  causaron  en  ella  al- 
gunas alteraciones :  pero  no  pudieron  conseguir  que  se  mu- 
dase el  rito  en  los  reinos  de  León  y  Castilla.  En  el  de  1074, 
habiendo  asistido  algunos  obispos  de  España  al  concilio  de 
Roma,  ofrecieron  al  papa  que  por  su  parte  rontribuirian  á 
que  se  mudase  el. oficio.  El  papa  San  Gregorio  VII  escribió 
este  mismo  año  á  los  reyes  de  Castilla  y  Navarra  sobre  la 
abrogación  del  rezo  toledano :  el  de  76  escribió  al  obispo  de 
Burgos  sobre  el  mismo  asunto  :  el  de  77  se  desafianm  ios 
soldados  el  domingo  d<*  Ramos  sobre  lo  mismo:  el  de  78  el  le- 
gado Ricardo  consiguió  introducir  el  oficio  romano  en  los  do- 
minios de  don  Alfonso  el  VI.  El  de  79  este  legado  fué  á  Roma, 
y  el  papa  le  volvió  á  enviar  á  España  con  este  mismo  fin,  y 
estando  en  ella  fue  elegido  y  confirmado  abad  de  iMarselia.  En 
el  de  85  se  confirmó  la  abrogación  del  oficio  mozárabe.  Bn  el 
de  90  se  abrogó  el  uso  de  la  letra  goda  en  un  concilio  de 
León. 

En  1436  el  obispo  de  Segovia  restableció  en  Aniaque  el 
oficio  mozárabe;  y  en  1500  se  hizo  lo  mismo  en  Toledo: 
en  1517  se  introdujo  en  Salamanca  :  y  en  1567  se  hizo  una 
fundación  en  Valladolid  con  la  condición  precisa  que  se  ob- 
servase en  la  misma  iglesia  este  rito,  taii  yenerable  por  sa 
antigüedad» 


ili  BIBLIOTECA  DI 

tomaron  los  moros  ocasión  y  avilanteza  para  sacudir 
el  yuf^o  que  los  años  pasados  les  pusiera  el  rey  don 
Fernando.  A  un  mismo  tiempo  casi  como  de  común 
acuerdo  de  todos  en  diversos  lugfl»-es  tomaron  Ins  ar- 
mas ,  en  especial  en  el  reino  de  Toledo  y  en  los  Cel- 
tíberos, que  es  parte  de  Arapon.  El  rey  esUiba  ya 
pesado  por  los  años ,  cansado  do  guerras  tantas  y  tan 
molestas  como  por  toda  la  vida  tuvo;  por  el  misíjío 
caso  las  rentaos  reales  consumidas,  los  vasallos  cansa- 
dos con  ios  muchos  tributos  que  pagHban.  La  reina 
doña  Sancha  como  hf^mbra  que  era  de  ánimo  varo- 
nil ,  deseosa  que  la  cristiandad  fu?se  adelante ,  ofre- 
ció de  su  voluntad  para  ayuda  de  los  gastos  de  la 
guerra  que  no  se  escusa  ba ,  todo  el  oro  y  joyas  de  su 
persona  y  recámara.  Alentado  el  rey  con  esta  ayuda 
juntó  un  Duen  ejército  con  que  acometió  á  los  moros 
por  la  parte  que  corre  el  rio  Ebro  :  hizo  gran  estrago 

Íf  matanza  en  ellos.  Pasó  mas  adelante  hasta  llegará 
os  catalanes  y  valencianos ,  de  donde  vino  cargado 
de  buenos  despojos.  Con  la  misma  prosperidad  iiízo 

f guerra  á  los  del  reino  de  Toledo,  y  á  todos  ellos  puso 
eycs ,  y  hizo  jurar  pagarían  siempre  los  tributos 
acostumbrados. 

Esto  hecho  con  aparato  y  gloria  del  triunfador  se 
volvió  á  su  casa.  Quien  dice  que  cerca  de  Valencia 
se  le  apareció  San  Isidro,  cuyo  devoto  fue  siempre ; 
y  le  dijo  morirla  presto ;  por  tanto  que  se  confesase  y 
ordenase  con  brevedad  las  cosas  de  su  alma.  La  en 
fermedad  que  luego  sobrevino  al  rey,  confirmó  esto 
ser  verdad;  por  lo  cual  hecho  concierto  con  los  mo- 
ros, y  recobrados  los  cautivos  que  tenían  cristianos,  y 
¡recogidos  los  despojos  que  les  ganara ,  sujetes  aque- 
llas comarcas  y  alzador  los  reales,  marrl>ó  con  su 
genio  pura  León :  llevábanle  en  una  litera  militar 
como  silla  de  mano;  mudábanse  por  su  orden  los  sol- 
dados y  gente  principal  á  porfia  quien  se  aventojaria 
en  el  trabajo  :  tanto  era  el  amor  que  le  teniun  chicos 
y  grandes.  El  año  de  1065  á  veinte  y  cuatro  de  di- 
ciembre dia  sábado  entró  en  León ,  y  como  lo  tenia 
de  costumbre  visitó  los  cuerpos  de  los  santos  postra- 
do por  el  suelo  con  muchas  lágrimas;  pidióles  «on  su 
intercesión  le  alcanzasen  buena  muerte;  y  aunque 
parecía  que  la  enfermddad  iba  en  aumento,  todavía 
estuvo  presente  á  los  maitines  de  Navidad ;  el  dia  si- 
guiente oyó  misa  y  comulgó. 

Otro  dia  en  la  iglesia  de  San  Isidro  puesto  delante 
de  su  sepulcro  á  grandes  voces  que  todos  le  oían,  dijo 
á  nuestro  Señor  :  a  Vuestro  es  el  poder,  vuestro  es  el 
))mando.  Señor :  vos  sois  spbre  todos  los  reyes,  y  todo 
»está  sujeto  á  vuestra  merced.  El  reino  que  recibí  de 
«vuestra  mano ,  vos  restituyo ;  solo  pido  á  vuestra 
Dclemencia  que  mi  ánima  se  halle  en  vuestra  eterna 
»]uz. »  Dicho  esto  se  quitó  la  corona ,  ropa  y  reales 
insignias  con  que  viniera :  recibió  el  olio  de  mano  de 
los  obispos  muchos  que  allí  asistían,  y  vestido  de  ci- 
licio, y  cubierto  de  ceniza  dia  tercero  de  Pascua  fiesta 
de  San  Juan  Evangelista  á  hora  de  sesta  finó.  Pu- 
sieron su  cuerpo  en  la  misma  iglesia  junto  á  la  sepul- 
tura de  su  padre.  Las  exequias  fueron  mas  señaladas 
Í)or  las  lágrimas  del  pueblo  que  por  el  aparato  y  so- 
emnidad,  aunque  tampoco  falló  esta  como  era  rozón 
en  la  muerte  de  tan  gran  príncipe.  Esto  dicen  don 
Rodrigo  y  Lucas  de  Tuy,  dado  que  hay  quien  diga 
que  murió  en  Cabezón  pueblo  junto  á  Valladolld^  y 
ni  aun  en  el  tiempo  de  su  tránsito  conciertan  los  au- 
tores. Nos  seguimos  lo  que  pareció  mas  probable, 
sin  atrevernos  á  interponer  nuestro  parecer  y  juicio 
en  cosas  semejantes  y  de  tanta  oscuridad. 

La  vida  del  rey  don  Fernando  fue  señalada  en  cris- 
tiandad y  toda  virtud  en  tanto  grado  que  en  la  ciudad 
de  León  cada  año  se  le  hace  fiesta  como  á  los  demás 
qu3  están  puestos  en  el  número  de  los  sautos.  Muchas 
iglesias  (1)  de  su  i'eino  hizo  de  nuevo,  otras  reparó 

(1)  Tanto  Saa  IiidorO  de  León  como  I9ant«  l|aria  de 


CÁSFÁl  Y  HOIO. 

con  mucha  liberalidad  y  franqueza,  especialmente 
en  León  fundó  las  iglesias  do  San  Isidoro  y  de  Santa 
Maria  de  Regla ,  y  el  monasterio  de  Sabaguo  en  Cüs- 
lülu ,  donde  ya  que  era  viejo ,  cuaudo  mus  se  dió  á  la 
oración  y  devoción,  residía  muy  de  ordinario,  y  can- 
taba muchas  veces  en  el  coro  y  comia  en  el  refitorio 
con  los  frailes  lo  que  estaba  aderezado  para  ellos. 
Una  vez  se  le  cayó  de  las  manos  un  vidrio  que  el  abad 
le  daba  ^como  cuenta  don  Rodrigo)  y  luego  se  le 
restituyó  de  oro.  Dice  mas ,  que  como  viese  audar 
descalzos  los  que  serví>in  en  la  iglesia  Mayor  de 
León  por  la  mu>ha  pobreza  (tan  men^undos  eran 
aquellos  tiempos  y  la  pobreza  tan  apretada)  mandó 
se  le  señnlase  renta  para  calzado.  ítem  que  señaló  de 
sus  rentas  á  los  monges  deCiuñí  mil  ducados  en  cada 
un  año.  La  reina  duna  Sancha  no  fue  de  meniir  cris- 
tiandad que  su  marido,  murió  dos  años  adelante ;  en 
teda  la  vida  y  mas  en  su  viudez  se  ejercitó  en  toda 
virtud  y  devoción.  Su  muerte  lúe  a  quince  de  di- 
ciembre :  su  cuerpo  sepultaron  junto  ai  del  rey  en  la 
iglesia  ya  dicha  de  San  Isidoro. 

CAPITULO  VIL 
Que  murió  don  Ramiro  rey  de  Aragón. 

El  rey  don  Fernando  por  su  testamento  entre  sus 
tres  hijos  dividió  el  reino  (2)  en  otras  tantas  partes: 
á  don  Sancho  el  mayor  señaló  el  reino  de  Castilla  co- 
mo se  estiende  desde  el  rio  Ebro  hasta  el  de  Pisuer- 
ga,  ca  iodo  lo  que  se  qintó  á  Navarra  por  muerte  de 
don  García,  se  aña>1íó  a  Costilla:  el  reino  de  León 
quedó  á  don  Alonso  con  tierra  do  Camp^^s  y  parte  de 
Asturias  que  llega  hasta  el  rio  Deva  que  pRsa  por 
Oviedo,  demás  de  algunas  ciududes  ái  Galicia  que 
le  cupieron  en  su  parle  :  á  don  García  el  meuor  dió 
lo  demás  del  reino  do  Galicia,  y  la  p&rle  del  reino  de 
Portugal  que  dejó  ganada  de  los  moros.  Todos  tres  se 
llamaron  reyes.  A  doña  Urraca  dejó  la  ciudad  de  Za- 
mora, á  doñi  Elvira  la  de  Toro.  Estas  ciudades  se 
llamaron  el  Infantado  (3) ,  vocablo  usado  á  la  sazón 
para  significar  la  hacienoa  que  señalaban  para  sus- 
tento de  los  infantes  hijos  menores  de  los  reyes.  No 
era  posible  haber  paz,  dividido  el  reino  en  tantas  par- 
tes. Estaba  suspensa  España  :  temian  que  con  la 
muerte  de  don  Fernando  resultarian  nuevos  inten-' 
tos ,  grandes  revueltas  y  alteraciones.  Para  prevenir 
y  poner  remedio  á  esto  algunos  grandes  del  reino  ro- 
gaban al  rey  don  Fernando,  y  le  procuraron  persua- 
dir algunas  veces  no  dividiese  su  reino  en  tantas  par- 
tes, y  desto  mismo  trataron  en  la*-  cortes.  Et  que  mas 
trabajó  en  esto ,  fue  Arias  Gonzalo  ,  hombre  viejo  y 
de  esperíencla  ,  y  que  había  tenido  con  los  reyes 
grande  autoridad  y  cabida  por  su  valor  en  las  armas, 
prudencia  y  fidelidad ,  en  que  no  tenia  par.  El  amor 

Regla,  y  el  moDasterío  de  Saha;rua ,  son  fundaciones  ante- 
riores al  rey  don  Fernando.  De  él  son  las  de  otras  iglesias,  á 
las  que  en  general  enriqueció  con  muctios  privilegios  y  dona- 
tivos. 

(2)  El  P.  Florez  prueba  que  están  erradas  Jas  fechas  en 
el  epitafio  de  su  sepulcro,  pues  consta  que  murió  el  8  de  no- 
viembre de  10(57.  Don  Fernando  juntó  los  principales  señores 
y  prelados  del  reino  el  ano  1061,  y  les  hizo  presente  su  de* 
terminación  de  dividir  entre  sus  tres  hijos  tüuos  sns  estados, 
haciéndoles  reyes:  los  mas  aprobaron  su  proyecto:  pero  algu- 
nos le  manirestaron  con  mucha  libertad  los  inconvenientes 

Sue  esto  tenia ,  distinguiéndose  entre  ellos  el  conde  Arias 
onnlo. 

(3)  Esto  no  consta,  ni  los  historiadores  antiguos  convie- 
nen en  asignar  la  herencia  que  don  Fernando  les  dejó;  pero 
por  el  epitafio  de  doña  Urraca  consta  que  se  apellidaba  reioo 
de  Zamora ,  tal  vez  porque  su  hermano  don  Alonso  después 
de  su  exaltación  segunda  á  los  tronos  de  Castilla  y  León  le 
dió  el  título  de  reina.  Lo  cierto  es  que  nadie  determina  en 
que  consistía  este  infantado,  y  se  ve  por  lo  que  dice  el  Sí- 
tense t  que  sin  embarcro  de  haber  cedido  don  Alonso  A  do2a 
Urraca  la  ciudad  de  Zamora ,  sus  habitantes  no  reconocienu 
por  BU  ^uor  srno  &  don  Alíbn^. 


niSTOmA   DE  E8PA.^A. 


273 


OcfMtlre  para  coa  los  hijos,  la  fortuna  6  fuena  mas 
aka  uo dieron  lugar  ¿sus  buenos  consejos. 

Asentábale  bren  la  corona  á  don  Sancho  por  ser  de 
buena  presencia,  y  gentil  hombre,  da  machas  fuer- 
zas, roas  diestro  en  los  negocios  de  guerra  quede 
paz.  Por  estose  llamó  don  Sancho  el  Fuerte.  Pelagio 
Of  ótense  dice  que  era  muy  bello  y  muy  diestro  en  la 
guerra.  Era  de  buenacondícion,  manso  y  tratable, 
sino  le  irritaban  con  algún  enojo,  y  si  falsos  amigos 
iiO  color  de  ^ien  no  le  estragan.  Muerto  el  padre,  se 
querellaba  que  en  la  dÍTision  del  reino  se  le  hizo  co- 
nocido ogravio:  que  todo  el  reino  se  le  debía  á  él  por 
ser  el  mayor,  y  que  le  enflaqueciéronlas  fuerzas  con- 
dividirle  en  tantas  partes:  trataba  esto  en  secreto 
con  sus  amigos,  jen  su  mismo  semblante  lo  mostra- 
ba. La  madre  mientras  vivió  le  detuvo  con  su  auto- 
ridad que  luego  no  hiciese  guerra  ¿  sus  hermanos, 
mayormente  que  por  la  muerte  del  rey  don  Fernando 
lo  de  Leca  (como  doté  suya)  quedaba  á  su  dis|)osi- 
don  y  gobierno.  Beioó  don  Sancho  por  espacio  de 
sais  aúos,  ocho  meses  y  veinte  y  cinco  dias.  Al  prin« 
cipio  que  comenzó  ¿  reinar,  se  le  ofreció  una  guerra 
contra  los  moros,  y  luego  tras  aquella  otra  con  el  rey 
da  Aragón:  asi  suelen  las  guerras  trabarse  y  eslabo'* 
nar  unas  de  otras,  y  los  alt)orotos  y  revueltas  nunca 
paran  an  poco. 

El  rey  don  Ramiro  de  Aragón  con  deseo  üe  ensan- 
char su  reino  con  las  armas  vencedoras  perseguía  y 
achalNi  de  Araron  las  reliauias  de  moros  que  queda- 
ban: á  AlmogJadir  ,  rey  de  Zaragoza  y  Almudafar. 
rey  de  Lérida  forzó  le  diesen  parías  cada  un  año;  al 
rayde  Huesca  venció  en  ^guuos  encuentros.  Con  los 
carpaianos  confinan  los  celtiberos,  y  con  estos  ios 
edetauos,  distrito  en  oue  está  Zaragoza:  ú  estos  ven- 
ció el  rey  don  FdrijaQdo  en  otro  tiempo,  y  le  pagaban 
<*ada  ano  cierto  tributo;  al  presente  conüaaos  en  la 
4nudaoza  da  los  reyes  y  en  la  ayuda  de  don  Ramiro 
detarminaron  do  no  pagalle  las  parias.  El  rey  don 
Sancho  visto  lo  que  pasaba,  acordó  de  ir  contra  ellos 
con  un  buen  ejército;  que  la  presteza  en  revueltas 
samajabies,  suele  ser  muy  importante.  Los  carpeta- 
Aús,  qua  es  el  reino  de  Toledo,  con  la  venida  del  rey 
y  luego  sosegaron  y  se  pusieron  en  razón.  Los  celti>> 
iMsros  ó  aragoneses  dieron  mas  en  que  entender,  co- 
mo gente  que  era  mas  brava:  corrióles  los  campos, 
saqueó'es  fas  aldeas  y*  pueblos  por  toda  aquella  co- 
marca: finalmente  se  puso  sobre  Zaragoza  cabeza 
del  reino,  y  de  tal  manera  apretó  el  cerco ,  que  la 
rindió  á  partido  que  pues  por  el  mismo  caso  que  le 
prestaba  obediencia,  se  apartaba  de  la  amistad  que 
tenia  con  el  rey  de  -Aragón,  fuese  él  tenido  á  defen- 
derlos da  cualquiera  que  los  molestase  con  guerra 
qoier  fuese  cristiano  quier  moro:  concierto  con  que 
se  abria  la  guerra  claramente  contra  el  rey  de 
Aragón. 

Estrenaba  el  rey  don  Sancho  qua  el  de  Aragón  se 
juntara  con  los  navarros  sus  enetaigos,  que  de  ordi- 
nario hacían  entradas  y  cabalgadas  en  las  tierras  de 
Castilla:  demás  que  á  ios  celtiberos  que  caían  en  la 
conquista  de  Gastilia,  los  tenia  por  sus  tributarios. 
Estaba  d  aragonés  puesto  sobre  el  castillo  de  Grados, 
qua  edificaron  los  moros  ribera  del  río  Esera  para 
que  les  sirviese  de  baluarte  muy  fuerte  contra  ios  in- 
tentos v  fuerzas  de  ios  crístianos.  El  rey  don  Sancho 
ao  conformidad  de  lo  que  concertara  con  los  moros, 
acudió  á  dar  favor  á  los  careados  y  hacer  que  se  le- 
vantase aquel  cerco.  Los  aragoneses  alterados  con 
aquella  venida  tan  repentüía,  y  apretados  de  los  cas- 
tellanos por  frente  v  de  los  moros  que  salieron  del 
castillo  por  las  espaldas,  en  breve  quedaron  vencidos 
y  desbaratados:  unos  se  salvaron  por  los  pies,  otros 
que  acudieron  á  la  palea,  quedaron  tendidos  en  el 
campo,  el  mismo  rey  da  Aragón  murió  en  «quelia 
pel^a  que  sucedió  el  ano  poco  mas  ó  menos  de  1067: 
tuvo  la  corona  por  espacio  de  treinta  y  un  anof :  se- 


pultaron su  cuerpo  en  San  Juan  dala  Peña,  iglesia 
principal  y  entierro  de  otros  muchos  reyes  qua  alli 
yacían  sepultados. 

Esta  victoria  fue  triste  y, desabrida  para  los  crístia- 
nos y  de  mal  pronóstico  para  lo  de  adelante  por  dar 
al  rey  don  Sancho  principio  á  sus  hazañas  con  la 
muerte,  de  su  mismo  tio.  Del  papa  Gregorio  Vil  que 
gobernó  la  Iglesia  por  estos  tiempos,  se  halla  una 
bula  (1)  en  que  alaba  al  rey  don  Ramiro,  y  dice  fue 
el  primero  de  los  revés  de  España  que  dio  díe  mano  á 
la  superstición  de  Toledo  f  que  asi  Jlamaba  él  al  Btt^ 
viario  y  Misal  de  los  godos)  la  cual  superstición  tenia 
con  una  persuasión  muy  necia  deslumhrados  los  en- 
tendimientos ,  y  que  pon  la  luz  de  las  ceremonias 
romanas  dio  un  muy  grande  lustre  á  España.  A  la 
verdad  este  principa  fue  muy  devoto  dala  sede  apos- 
tólica ,  en  tanto  grado  que  estableció  por  ley  perpé-* 
tua  para  él  y  sus  descendientes  (2)  que  mesen  siempre 
tríbutarios  al  sumo  pontifica:  grande  resolución  y 
muestra  de  piedad. 

Sucedióle  en  el  reino  don  Sancho  Ramírez, (3)  el 
mayor  de  sus  hijos,  que  era  de  edad  de  diez  y  ocho 
años,  muy  semejable  en  la  virtud  i  su  padre  en  tiem- 
po des  te  principe  el  año  que  se  contaba  de  i  068, 
Guinardo  conde  de  Ruysallon  edificó  y  pobló  la  vil'a 
de  PerpiTian  (4)  en  los  confines  de  Francia,  carca  de 
donde  estuvo  asentada  la  antigua  ciudad  de  Ruyse- 
Uon  cabeza  de  aquel  estado.  El  nombre  de  Perpiñau 
se  tomó  de  dos  mesones  que  en  aquel, si  tio  poseia  pn 
hombre  llamado  Bernardo  de  Perpiñon.  Dícese  otrosí 
desde  rey  don  Sancho  que  abrogó  las  leyes  góti*- 
cas  (o)  á  imitación  de  la  ciudad  de  Barcelona  qua 
hizo  lo  mismo,  como  queda  dicho,  y  mandó  se  si- 
guiesen las  imperiales,  y  conforme  á  ellas  se  admi- 
nistrase justicia  y  sentenciasen  los  pleitos.  Casó  con 
doña  Felicia  hija  de  Armengol  conde  de  Urgél  en 
quien  tuvo  tres  hijos,  don  Pedro,  don  Alonso,  y  don 
Ramiro,  que  todos  consecutivamente  fueron  reyes 
de  Aragón.  Otro  su  hijo  bastardo  por  nombre  don 
García  (6)  fue  adelante  obispo  de  Jaca. 

Por  este  tiempo  era  obispo  de  Compostella,  ó  de 
Santiago,  Cresconio  prelado  de  mucha  virtud  y  co- 
nocida prudencia.  Sucedióle  en  aquella  iglesia  otro 
de  sü  mismo  linaje  llamado  Gudesteo:  á  este  á  cabo 
de  dos  años  que  gobernaba  su  iglesia,  de  noche  eu 
su  lecho  mató  un  tio  suyo  llamado  Froyla,  uo  por 
otra  causa  sino  porque  pretendía  recobrar  los  pue- 
blos de  su  diócesi  de  que  malamente  y  contra  razón 
él  se  apoderara:  tanto  puede  la  codicia  demasiada  do 
mandar^  teneir.  A  este  prelado  sucedió  otro  llamado 
Pelayo,  en  cuyo  tiempo  se  recibió  la  ley  Toledana  y 
Romana,  que  asi  lo  dice  la  historia  Compostellana. 
Por  ley-  Toledana  entiendo  yo  el  orden  de  decir  la 
misa  y  las  horas  canónicas,  que  de  Francia  vino  ¿ 
Toledo,  y  de  alli  se  estendíó  por  las  otras  partes,  qui  • 

(1)  Seguramente  es  apócrifa ,  yá  porque  no  se  balU  en 
los  registros  de  sus  cartas,  ya  porque  don  Ramiro  murió  el 
ano  1063,  y  este  papa  no  subió  al  pontificado  hasta  el  4675. 

{^)  No  bay  ningún  autor  antiguo  que  lo  diga.  Los  donati- 
vos que  algunos  reyes  haa  hecho  á  los  pontífices ,  no  tienen 
otro  origen  que  su  piedad  personal.  Por  otra  parte  semejante 
obligación  no  podía  pasar  á  sus  descendientes,  no  estando 
autorizada  por  las  leyes  del  reino. 

(3)  Se  tituid  rey  algunos  meses  antes  de  la  muerte  de  so 
pacire,  pues  en  una  escritura  del  mes  de  febrero  de  1065  se 
dice  que  don  Sancho  reinaba  en  Aragón ,  su  padre  don  Ra- 
miro no  murió  hasta  el  mes  de  mayo. 

(4)  Se  cree  que  este  conde  no  hixo  mas  que  aumentarla , 
y  quizá  fortificarla. 

(5)  No  es  cierto,  pues ,  consta  por  una  escritura  deaquel 
tiempo  que  cita  Briz  aue  este  rey  se  obligó  con  los  nobles  y 
barones  de  Aragón  y  Navarra,  i  gobernarles  según  las  leyes 
y  fueros  que  estaban  en  uso,  y  estas  no  eran  las  romanas  ó 
imperiales. 

(6)  Parece  aue  no  fue  bastardo,  sino  hijo  de  don  Ramiro^ 
V  hermano  de  non  Saiirbo. 


274  BIBLlOiUCA   D8  C 

lado  d  oficio  de  los  godos  como  se  dirá  en  su  logar. 
La  ley  RomaDa  era  la  de  cODtioencia  de  los  clérigos, 

3ue  teniao  muy  estragada  y  mudada  de  lo  antiguo  la 
isciplina  eclesiástica  en  esta  parte,  y  los  romanos 
pontífices  pugnaban  por  todas  las  Tias  posibles  que 
en  Alemana,  Francia  y  España  en  partlcnlar  se  re- 
parase este  daño. 

CAPITULO  Vfll. 

Cómo  don  Sancho  rey  de  Castilla  háio  gneira  á  sus 

hermanos. 

Ey  un  mismo  tiempo  reinaban  en  España  tres  re- 
yes primos  hermanos  que  tenían  un  mismo  nombre, 
aunque  no  igual  poder  y  fuerzas:  hasta  en  la  manera 
(le  muerte  fueron  todos  ,tres  muy  semejables.  Don 
Sancho  rey  de  Castilla  que  era  oí  nns  poderoso,  de- 
más de  la  muerte  que  dio  ^  su  tioel  rey  don  Ramiro, 
con  que  mucho  amancilló  el  principio  de  su  reinado 
hecho  mas  feroz  de  cada  dia  se  iba  á  despeñar  en  ma- 
yores males,  si  bien  por  su  mucho  poder  y  destreza 
ponía  miedo  á  los  demás.  Don  Sancho  rey  de  Navarra 
el  pequeñci  estado  y  reino  que  alcanzaba  y  sus  pocas 
fuerzas  ayudaba  con  la  confederación  que  tenia 
puesta  con  el  otro  don  Sancho  rey  de  Aragón:  traza 
para  asegurarse  los  dos  contra  el  poder  de  Castilla, 
y  proseguir  contra  él  la  enemiga  (jue  heredaron  de 
sus  padres.  No  ígoorabü  el  de  Castilla  estos  intentos 
y  artps:  acordó  g&nar  por  la  mano  y  anticiparse, 
rompió  con  su  gente  por  las  tierras  de  Navarra  hasta 
dar  vista  á  la  v¡ll<i  de  Viana  (I).  Acudieron  los  dos 
reyes;  y  en  aquel  lugar  se  vino  á  batalla ,  en  que  el 
(le  Castilla  fue  roto ,  y  con  pérdida  de  mucha  gente 
dio  vuelta  á  su  casa.  Los  vencedores,  determinados 
de  seguir  y  ejecutar  la  victoria ,  rompieron  por  la 
Rioja  y  por  la  comarca  de  Brlviesca,  do  cobraron  por 
las  armas  todo  lo  que  el  rey  don  Fernando  ganara  por 
aqúeilas  partes.  Por  esta  manera  se  trabaron  con 
guerras  entre  si  aquellos  tres  principes  sin  acordarse 
de  la  que  restaba  contra  moros. 

El  rey  don  Sancho  de  Castilla  no  pudo  por  enton- 
ces satisfacerse  de  los  dos  reyes  sus  primos  á  causa 
lie  otra  nueva  guerra  que  emprendió  en  esUi  misma 
coyuntura  coitra  sus  hermanos.  Era  codicioso  de 
estados,  arrojado,  atrevido  y  ejecntivo,  feroz  por  las 
fuerzas  y  poder  que  alcanzaba.  Pretendía  que  todo 
lo  que  fue  de  su  padre  le  pertenecia ,  demás  de  otras 

3uerellas  particulares  que  nunca  faltan.  La  flaqueza 
e  s&s  hermanos  le  animaba ,  su  poca  concordia  y 
recato,  poes  no  se  hacisn  á  una  para  acudir  con  las 
fuerzas  ile  amlo«(  al  peligro  que  al  uno  y  al  otro 
ttmenazabaf  Hizo  levas  de  gente:  juntó  un  ejército  el 
mayor  que  pudo,  resuelto  de  llevar  aquella  empresa 
hasta  ei  cabo.  Don  Alonso  que  era  el  primero  á  quien 
aquella  tempestad  amenezaba,  si  bien  despachó  emh 
bajadoVcs  á  su  hermano  don  García  y  á  sus  primos 
de  Aragón  y  Navarra  para  que  le  acudiesen  con  sus 
fuerzas,  y  ayudasen  á  rebaUr  el  orgullo  del  enemigo 
común ,  y  perseguir  aquella  bestia  fiera  y  salvaie; 
por  Ja  apretura  del  tiempo  juntó  sus  soldadus  que  los 
tenia  muchos  y  buenos,  y  fue  en  busca  del  enemigo. 
Diéronse  vista  junio  á  un  pueblo  que  se  llamaba 
IMsniaca:  ordenaron  sus  haces,  dióse  la  batalla  con 
g-an  coraje  y  esfuerzo.  La  victoria  quedó  por  los 
i-astellauos,  y  ei  rey  don  Alonso >  vencida  y  destro<> 
%ada  su  hueste ,  «e  retiró^á  la  eiud&d  de  León.  Des- 
pucs  procuró  reparar  y  rehacer  su  ejército,  y  tornóse 
ú  encontrar  oon  el  enemiffo  cabe  el  pueblo  que  se 
llamaba  Gotpelara  (como  dice  don  Pelayo  obispo  de 
Oviedo,  ó  como  dice  el  arzobispo  don  Rodrigo  Yul- 
pecularia)  pueblo  asentado  en  la  ribera  del  no  Car- 

(I)  No  80  fundó  h88ta  ei  aSo  1319  en  el  reinido  de  don 
snchc  el  Fuerte,  y  se  cree  que  esta  derrota  qoe  padederoo 
K)S  catlellanos  fue  en  el  año  1067. 


ASPAR  T  BOIG. 

rion  trocóse  la  fortuna  v  fue  vencido  el  rey  de  Gas* 
tilla.  Con  la  prosperidad  suelen  descuidarse  los 
yencedores. 

El  Cid  iba  en  compañía  del  rey  don  Sancho  en  to- 
das las  ffuerras.  como  la  razón  lo  pedia:  era  conx> 
está  dicho  hombre  de  grande  esfuerzo,  sagaz  y  may 
diestro  en  el  pelear.  Sospechó  logúeme.  Recogiólo» 
soldados  huidos,  y  muy  de  mañana  con  el  ¡sol  acó- 
metió  los  reales  de  los  enemigos,  que  cargados  de 
sueño  y  vino  se  hallaban  muy  lejos  de  pensar  cosa 
semejante.  Eu  el  miedo  y  peligro  repentino  cada 
cual  muestra  quien  es ,  unos  huían ,  otros  tomaban 
las  armas,  todos  mandaban  y  ninguno  obedecía,  ni 
hacia  lo  que  era  menester,  así  en  breve  es{Nicío  que> 
daron  vencidos.  Don  Alonso  se  retiró  í  la  iglesia  de 
Carríon  en  que  tenia  puestos  soldados  de  guarnición. 
Allí  le  prendieron  y  enviaron  á  Burgos  para  que  es- 
tuviese en  buena  guarda  dentro  delcastiMo  de  aque- 
lla ciudad.  Pusiéronse  de  por  medio  la  Infanta  doña 
Urraca  hermaua  de  los  reyes,  que  quería  mucho  á 
don  Alonso  por  su  buena  condición ,  y  el  conde  don 
Peranzules  que  en  toda  aquella  adversidad  nanea  le 
desamparó.  Dieron  traza  qjie  con  licencia  del  rey  don 
Sancho  fuese  al  monasterio  de  Sahagun  que  está  ri- 
bera del  rio  Cea,  y  que  allí  tomase  el  hábito  de 
monge ,  renunciado  el  estado  de  seglar.  Esperaban 
que  fas  cosas  se  trocarían,  y  no  faltaría  alguna  bue- 
na ocasión  j^ra  que  aquel  príncipe  despojado  vol- 
viese á  su  remo.  Tomó  el  háoito  el  ano  que  secon- 
taba  de  Cristo  i07l.  Pasó  algún  tiempo  en  aquella 
vida  que  tomó  por  fuerza.  Los  mismos  exhortaron  á 
don  Alonso  que  renunciada  el  hábito  se  fuese  á  To- 
ledo y  se  pusiese  debajo  el  amparo  del  rey  moro  Al- 
menon ,  que  fue  grande  amigo  de  su  padre. 

Rizóse  así ,  huyó  como  le  aconsejaban ,  y  entróse 
por  las  puertas  de  aquel  rey.  Pidióle  audiencia ,  Y  en 
día  señalado  le  habló  en  esta  sustancia:  aCnanU» 
«quisiera ,  rey  Almenen ,  ya  que  no  se  me  escusaba 
nesta  necesidad  de  acudir  á  tu  socorro  y  amparo,  yo 
»que  poco  antes  era  rey  poderoso,  y  al  présenle  me 
ohallo  desterrado,  pobre  y  cercado  de  miseria,  te- 
nner  con  algún  servicio  sepalado  granjeada  tu  amis- 
»tad  V  tu  erada.  Pero  ni  mi  edad  que  no  es  mucha, 
»ni  la  diferente  religión  oue  profesamos ,  me  lian 
«dado  á  ello  lugar ;  y  paira  los  príncipes  magnánimos 
Dcual  tú  eres,  bastante  cansa  debe  ser  para  dar  la 
nmano  y  levantar  á  los  caídos  su  graodeía  y  beni^- 
DUidad ;  que  como  yo  en  mis  males  huelgo  de  acudir 
ná  tus  puertas  antes  que  á  las  de  otro^  movido  de  la 
«fama  de  tus  virtudes,  así  te  debe  dar  contento  se 
»haya  ofrecido  ocasien  para  hacer  bien  á  un  h^o  del 
»gran  rey  don  Femanan.  Mas  que  podía  yo  hacer?  á 
nquíén  acogerme  en  mis  cuitas?  Todas  mis  avudas 
nme  faltan,  de  mis  bienes  y  de  mi  reino  estoj  despo- 
))jado  por  mi  mismo  hermano  don  Sancho»  si  herma* 
DÚO  se  debe  llamar  el  que  no  guarda  lealtad  y  |>aren- 
ntesco,  y  que  tiene  por  bastante  causa  el  apetito  de 
nmandár  para  atrepellar  los  hijos  de  su  padre.  Mis 
))deudos  qué  me  podían  prestar  ?  pues  pretende 
«también  embestir  con  mi  nermano  don  Garcia ,  y 
»los  reyes  nuestros  primos  están  poco  sabrosos  con 
nnuestra  casa.  Finalmente  no  me  quedó  otro  remedio 
«sino  desterrarme,  ni  hallé  otro  amparo  sino  en  tu 
«sombra.  No  pretendo  que  por  mi  causa  ni  para  res- 
«tituirme  en  mi  reino  emprendas  alnuna  guerra ,  si 
«bien  los  grandes  príncipes  se  sueien  encar^nar  de 
«deshacer  semejantes  agravios^  solo  te  suplico  me 
«des  lugar  en  tu  casa  ym  pasar  mi  destierro,  que 
«será  algún  alivio  de  cuita  tan  grande,  y  de  entrete- 
«nerme  en  tu  reino  solo  con  la  esperanza  de  que  el 
«causador  destos  daños,  feroz  al  presente  v  ufano, 
«trocadas  las  cosas  será  en  breve  castigado  de  la 
«crueldad  que  ha  usado  contra  sns  hermanos  y  con- 
»tra  sus  deudos :  cosa  que  sí  sucedfere,  y  Dloa  otor- 
«gare  con  mi  deseo  y  me  sacare  desloa  males,  pue- 


»d096|lir  «ierb<|iM  nunca  fiMilfé  tu  olvnioel  acó** 
•gñnkilto  y  gracia  que  me  bieierea.» 

El  rey  AtraanoD  cono'  cfoier  que'  tenia  á  mucha 
honra  que  aquel  poco^^antes  rey  poderoso  acudiese  á 
su  amparo  eou  unta  bamiidad ,  y  oonflado  qne  en 
algutt  tiempo  le  podria  ser  de  provecho  aqoelhi  su 
venida;  respondió  con  «semblante  alegt'e  y  en  nocas 
palabras  á  este  raaonamíento.  Dijo  que  le  pesaba  de 
su  desgracia^  pero  qne  deUa  llemr  aquel  retéacon 
bueo  talante ,  -pueH  su  «oncieocta ,  no  le  acusaba  de 
culpa  alguna.  Qne  las  cosas  desta  vida  son  sujetas  á 
mudanzas;  por  lauto  de  preseutie  se  sufriese ,  y  p:u*a 
adelanta  se  entretuviese  coa  aquella  buena  esperan^ 
za  que  decía.  Bo  so  reino  podria  eatar  todo  el  tiempo 
que  le  pluguiese  :  que  nmguua  cosa  le  faMaria  para 
el  sustento  de  su  casa ,  y  que  fuera  de  su  reino  y  da 
su  patrii(  ninguna  otra  cosa  fcharía  monos;  íina^ 
mentó  que  le  tendría  como  6  hijo  y*  le  trataría  como 
á  tal.  SeiÍHlóie  casa  para  su  morada  junto  á  su  pala*, 
cío»  que  estaba  donde  ahora  el  monasterio  de  la  Con- 
cepción ,  y  cala  cerca  un  templo  de  cristianos ,  que 
se  entiende  era  el  que- hoy  tienen  los  carmelitas.  C(>n 
esto  tenia  aparejo  para  oír  misa  y  los  oficios  divinos, 
y  para  hablar  al  rey  cuando  le  parecía.  Hizo  su  pleito 
mMuenaje  que  guardaría  lealtad  al  moro»  y  acudiría 
á  su  servicio  como  era  razón. 

Era  don  Alonso  muy  apuesto  y  agraciado»  modes- 
tOy  prudente .  liberal ,  y  de  costumbres  muy  suaves, 
con  que  en  breve  ganó  las  voluntades  de '  aquella 
gente,  y  todos  se  le  aficionaban.  Su  hermana  dopa 
Urraca  cuidaba  de  sus  cosas.  Pidió  licencia  al  rey 
don  Sancho,  y  con  ella  le  envió  para  que*le  hiciesen 
compañfa,  ai  conde  Poranzules  y  otros  dos  hermanos 
suyos  Gonzalo  y  Hernando  para  que  Je  sirviesen  y  él 
se  aconsejase  con  ellos.  En  caropauía  de  los  tres  vi- 
nieron otros  muchos :  todos  quiso  el  rey  moro  gana- 
sen su  sueldo  porque  tuviesen  con  qué  sustentarse, 
y  cuando  fuese  menester  le  sirviesen  en  la  guerra 
que  de  ordinario  tenia  contra  otro^  moros  comarca- 
nos. En  esto  pasaba  aquel  príucipe  desterrado  su  vi- 
da :  cuando  cesaba  la  guerra ,  dábase  á  la  caza  y  á  la 
montería ;  y  para  mayor  comodidad,  de  sus  monteros 
edificó  un  alquería  que  después  creció  en  vecindad, 
y  hoy  se  Ihima  Brihuega  (1),  pueblo  conocido  en  el 
reino  de  Toledo.  Su  ordinaria  residencia  era  en  To- 
ledo :  trataba  mucho  coa  el  rey ,  y  de  cada  día  coa  su 
buen  término  le  ganaba  mas  la  voluntad ,  y  el  moro 
gustaba  mucho  de  su  conversación  y  compañía. 
Aconteció  que  cierto  día  fueron  á  tomar  deporto  y 
recreación  en  una  huerta  cerca  de  la  ciudad  por  do 
pasa  el  río  Tajo,  con  cuyo  riego  y  agua  que  del  sacan 
muchas  azudas ,  se  hace  muy  fértil  y  de  muclio  pro- 
vecho; V  hoy  se  llama  la  huerta  del  rey.  Adormecióse 
con  la  frescura  don  Alonso.  El  rey  y  sus  cortesanos 
que  cerca  estaban  recostados  á  la  sombra  de  un  ár- 
bol ,  comenzaron  ¿  tratar  del  sitio  inespugaable  de 
Toledo,  de  sus  murallas  y  fortaleza  :  uno  dallos  el 
mas  aTÍsa<b  replicó,  por  solo  un  camino  se  podría 
esta  ciudad  conquistar ;  si  por  espacio  de  siete  auos 
continuados  le  pusieren  cerco,  y  cada  un  año  pira 
quitalle  el  mantenimiento  le  talasen  los  campos  )  que- 
masen las  miases  sin  duda  se  perdería. 

Don  Alonso  que  del  todo  no  dormía ,  ó  á  caso  des- 
pertó, oyó  con  mucho  gusto  aquella  plática,  y  le  en- 
comendó á  la  memoria.  Añaden  á  esto  algunos  que 
el  rey  moro ,  advertido  del  peligro  y  del  descuido, 
para  ver  si  dormia  le  mandó  ecnar  plomo  derretido 
eo  la  mano,  y  que  por  esta  causa  le  llamaroa  don 
Alonso  el  de  la  mano  horadada.  Invención  y  hablilla 
de  vv^a»!  pprqui)  cómo  podían  tener  tan  á  muño 

{domo  derretido ,  ni  el  que  mostraba  dormir ,  dísimu- 
ar  tan  grave  dolor  y  peligro  ?  la  verdad ,  que  le  lia- 

(1)  Estaba  cerca  de- Toledo,  y  no  debe  cou£ttadiK&  cao  la 
villa  del  misoio  oombre  que  está  cerca  de  Guadalaj^ra. 


maroo  asi  norattlnaquauby  Ail»Qr«|idad^triierdiAfll'< 
ría.  Otro  dia.iefiereii  quo.esUiAflQ'4jn  p^es^oAíde)! 
rey,  se  levantó  el  cabelio  y  solé  erizó  di»  maoeri^  euo 
aunque  el  rey  por  dos  ó  tres  vocea  ao  loi  allanó^  |x>aa^ 
vía  se  torna»  á  levantar.  Ltí$  moros  oofDo  gente  qi^é» 
miran  mucho  en^átos  aguaros ,  |i visaron  quo  aquálio 
era  pronóstico  de  (prande  mal ,  aue  se  apoderaría,  dei 
aquel  reino,  si  no  ganaban  por  la  mano  con  darle  iat 
muerte  para  aserrarse.  ¿  Quién  podrá  desbaratar 
los  consejos  de  Dios  Y  E|  rey  era.dp  suyo  muy  huma- 
no, y  tenia  buena  Yolontad  á  don  Alonso;  por  esto 
no  se  dejó  porfii,u^dir  de  Iqs  agüeros.*  ni.  vmq^eo  que- 
brantar por  su  causa  las  leyes  del  hospedaje  :  con- 
tenióse eon  que  don  AIodso^Io  hideftode-nuevO'pMto 
homeqaje  que  le  seria  amigo  verdadero  y  ImL  fiatoi 
pasaba  en  Toledo  c  por  otra-  pqrte  el  oey  don*  SáBdio. 
iwpí  y  ttfhoo  por  la  Tíctoiíia  que  ^anó»  toAiaba  povK: 
sion  del  reino  do  l.eon,  en  que  unat-diudaaAea  s^>in 
rendían  de  yoluatad .  de/^mu  sef  padnró  por  fuetaf 
de  armas.  En  particular  la  ciudad  de  León  al  princir 
pío  le  cerró  las  puertas ;  pero  al  fín.oon  un  cerco  que 
tuvo  sobre  ella  muy  apretado,  á  ejemplo  de  las  de- 
más ciudades  se  allanó.  Concluido  esto  á  su  volun- 
tad ,  revolvió  contra  Galicia ,  do  el  'otro  hermano 
reinaba  oon  pocas  fuerzas  por  tañer  el  feino  dividido 
en  bandos,  y  estar  disgustados  contra  él  los  naturales 
á  causa  de  los  muchos  tríbutos  que  les  imponía ,  de 
cada  día  mayores  y  mas  graves  :  el  mayor  daño,  que 
se  dejaba  gobernar  á  sí  y  á  todas  sus  cosas  públicas 
y  particulares  de  un  criado  que  tenia  con  él  ^ran  ca- 
bida, que.  suele  ser  un  grave  daño  en  los  principes. 
Do  ordinario  las  mercedes  que  los  principes  hacen  se ' 
atribuyen  á  ellos  mismos ;  y  si  en  alguna  cosa  se 
yerra  ^  cargan  á  ios  ministros  y  á  los  que  tienen  á  su 
fado  que  suelen  pagar  con  la  vida  la  demasiada  pri- 
vanza, como  sucedió  en  esta  caso,  ca  los  caballeros 
indignados  por  aquella  causa  dieron  la  muerte  á 
aquel  su  criado  en  su  misma  presencia ,  y  aun  pasa- 
ron tan  adelante  que  por  sospecharse  de  muchos 
eran  participantes  en  aquel  deuto,  para  asegurarse 
tomaron  las  armas  y  alborotaron  el  reino  :  meuuspre- 
ciaban  es  á  saber  al  que  vían  dejarse  gobernar  por 
hombre  semejanta ;  y  sin  duda  es  señal  que  el  prín- 
cipe uo  es  grande  cuando  sus  criados  son  muy  pode- 
rosos. 

En  esto  estado  se  hallaba  Galicia  al  tiempo  que  el 
rey  don  Sancho  acometió  á  lomalla.  Don  García  visto 
que  por  estar  los  suyos  alboroUidos  no' podria  con- 
trastar i  las  fuerzas  de  su  hermano,  con  solo  tre- 
cientos soldados  que  le  siguieron ,  desamparada  la 
tierra ,  acudió  á  los  moros  de  Portugal.  Persuadíales 
lo  ayudasen  con  sus  fuerzas,  que  si  bieu  andaba 
fnera  de  su  casa ,  todavía  le  acudirían  sus  vasallos. 
Que  se  apiadasen  de  su  trabaj[o,  y  hiciesen  rostro  á 
la  ambición  de  su  hermano ,  siquiera  para  asegurar 
sus  coses  y  y  no  tener  por  vecino  enemigo  thn  pode- 
roso, que  si  salía  con  aquella  pretensión ,  no  parariu 
hasta  ensenorearse.de  todo.  Representábales  los  ín- 
tereses  que  podía  esperar  de  aquella  guerra ,  que  lo- 
dos serian  para  ellos  mismos ,  y  él.se  contentaría  cou 
recobrar  su  estado  y  vengar  aquel  agravio.  A  estas 
razones  respondieron  los  moros  que  les  pesaba  de  su 
mal ,  pero  que  uo  les  venia  á  cuento  meter  en  peligro 
sus  cosas  por  ayudarle ,  y  mucho  menos  fiar  de  pro- 
mesas de  hombre  que  no  se  supo  conservar  en  lo  que 
tenia.  Despedido  destc  socorro,  todavía  quiso  probar 
ventura  alentado  con  otros  muchos  que  le  acudieron, 
unos  por  odio  del  rey  don  Sancho ,  otros  por  tener 
parta  en  la  presa ,  parta  moros » parte  trislialiosiConí 
esta  geule  rompió  por  las  tierras  de  su  reino  •:  10% 

Sueblos  y  ciudades  de  Portugal  fácilmente  se  le  nen- 
ian. Acudió  el  rey  don  Sancho,  para  dtajar  ésta 
!2ama  :  llegó  con  su  ^eate  hasta  Sautaren.qua  aá-: 
liguamente  fue  Scutabio.  Juntáronse,  los  dos  campois! 
dlóse  la  batalla  de  pod¿r  á  poder,  el  cásnpoqued^  pó' 


ai» 

ti-nj  d*  UnUtla,  el  Mtngoy  DMlaniadelMcoD- 
tnrlMfbe grande,  snMbospnsloiiero*,  f  entre  Im 
itemá«  e)  mismo  don  Garoiaiiua  llavaroD  al  castilla 
de  Luna  en  Galicia  UK  decae  pasó  en  príiiones  lo 
que  reató  de  Ib  vida ,  pol>re  y  despojida  de  BueiUdo. 
Era  de  mya  hombre  deacuidado  j  Rojo,  sadto-de 
lengua,  y  oo  bastante  para  taograndea  olas  y  lor- 
meiita  como  centra  él  se  levantaron. 

CAPITULO  IX. 

CAmQ  el ref  don  Sancho  mnrlósobre  Kamora. 

CoflCuiiDa  4]Qe  hobo  el  rey  don  Sandio  con  lee  dos 
bennanos ,  luego  ipn  se  tío  aeñor  de  todo  lo  que  so 
padFO  pos¿8,  quedó  mas  toberbio  qne  antea  y  mas 
w^lloao.N»sSBConlaba  da- la  justicia  da  Dios,  que 
ásele  mgardeDusfasaeraejBnles,  y  Tolierpor  k» 
que  kjastanmU  padecen ;  ni  consideral»  cuanta 


sea  la  InconstaDCiadeBnealra  felicidad,  ea  «paeial 
la  que  por  malos  medios  se  aicants.  Pmmetkw  osa 
larga  nda,  mnoboa  y  alegres  aoM  sin  recelo  algnao 
de  la  muerte  que  muy  preste  por  uuel  miamo  ca- 
mino se  le  aparefaba.  Düpojadoa  loa  hirmadoa ,  solo 
3 ue daban  las  dos  bermaoBS  qoe  pretendía  tambiea 
espoieer  de  loa  estadas  que  su  padre  las  dejó.  El 
color  que  psra  esto  temitba  era  el  mismo  del  agravio 
quepreleDdiasalehiiioeo  dividir  el  reino  eBleniss 
partes :  la  fadlidid  era  mayor  á  causa  de  tener  ya  él 
majorea  tuerzas,  y  aquellas  señoras  ser  mujeres  y 
flacas.  La  ciudad  de  Zamora  estaba  muy  pertrechada 
de  muros,  muDÍciones,  vituallas  y  suldadoa  que  le- 
niao  apercebidos  para  iodo  lo  que  pudiese  saceder. 
Los  moradores  era  gente  muy  esrorzada  j  may  leal, 
y  Bpare|edoeipoae^seicuslq^uie^^iei^po^ie(aa- 
dergadécual9ui•requelosq^lsieseacomete^.  Acau- 
dillábalos Arus  Gonzalo,  caballera  muy  ancUno.  de 
mucho  valory  [vudencta ,  y  de  cuyos  conaejos  se  fa- 


lla la  infanta  doña  Urraca  para  las  a 
y  de  la  guerra. 


is  del  gobierno 


(1)  Caiodo  (toa  Saacbo  liiio  prísioaero  1  don  GsrrU ,  le 
soltd  inmediiumetilfi  nobrehameMgeque  le  biio  que  «n 
toda  an  ndt  faeie  «u  muUo  i  gegun  uaa  crAoíci  minusrrKt 
M  Süwriil ;  pero  ínego  cnindo  d¿ii  Aloami  lubiA  al  trono 
íue  pr«Dder  i  doB  Gírela  eon  eariBo  el   K  de  febrero 


Bl  rey  visto  que  por  rolonlad  BO  vendrim  en  nin- 
gún partido,  ni  se  le  querían  entregar,  neeTdAnssr 

de  1073,  y  lo  pu9o  en  el  casltllo  de  Un  que  erti  en  tierra 
de  Le<n  i  siete  lefraii  de  arta  eÍDdtd  donde  piiA  lo  mUatt 
de  Ri  Tidi  ttorisado  de  neerte  natmsl  deqpon  dt  17  sím 

de  priBkM. 


HtfTOUt 

i»  temí  Janló  m  ímoHm  ,  jmq  etlu  h  pau  so- 
bre iqaelU  cuidad ,  resuelta  de  dq  ilur  la  auno 
hutsMlircaniqDellBéinpreuiel  cercoie  apreubi, 
eonb>litDlftciddaáeoQliidaiuerledeÍDgeDioi.  Los 
ciudadiDOS  coinMub'iii  4  sentir  los  diootilsl  cerco; 
>  «I  rÍMgo  qiw  todos  coirisa  los  espuitabs  j  hacia 
blsDdear  pan  trüar  de  partidos.  Ea  esta  esiiido  se 
halbbao  ctuodo  un  hombre  astuto  lUmado  Vellido 
DoHbs,  si  coatiiQÍc«do.el  negocio  con  otros ,  ü  de  su 
woh  iddUto  bo  seube,  )o  cierto  eaque  salió  deis 
cíoÍImI  c(hi  determiucioa  de  dar  la  muerte  al  rey,  y 
por  astacamino  destnretar  aquel  cerco.Nefocid  que 
le  diesen  eolnda  pira  hablar  al  rey:  decíale  quería 
dñclmr  los  secrfltosjialeiiloi  délos  ciudadanos,  j 
«ID  inostrtrlt  parte  nws  flaca  del  muro  j  mas  i  pro- 
posita para  dan*  ej  asalto  y  forulls.  Creen  los  hom- 
bm  DtcibnaBts  kt  que  desato :  salió  el  rey  acompa- 
iMo  da  lole  aquel  sombra  pira  mirar  si  era  verdad 
lo quft prometía.  Biio  áH  matcoarisaza  de  loque 
fuera  raa»,  ^ue  fue  causa  de  su  moerie,  porque 
estando  descuidado  y  sin  recelo  <l£  semejaiue  trair 
don,  VoUida  Uolftn  la  tir¿  un  venablo  que  traiu  en 
ta  maao,  con  qae  le  pasú  el  cuerpo  de  pirle  1  parte: 
eatraño  Btre*iniiaolo  y  desgraciada  muerta,  mas  que 
•e  le  empleaba  bien  ^r  t.uit  abras  y'Tida  descuQ- 
cert^da. 


i.l7 

,_-  _,-„^^ __       niJ6* 

k»  piís  con  iDtSDto  de  recogerse  á  la  ciudad.  Lo» 
soldadosque  oyeron  las  vocea  y  gemidos  iJet  rey  quti 
se  riibolcajis  ea  au  sangra,  Tueron  en  pos  del  male- 
dor ,  y  entre  los  demás  el  Cid  que  Se  hallaba  en  uquel 
cerco.  La  distancia  era  grande  ^-do  le  pudieron  al- 
canzar; que  las  guardas  le  abrieron  la  puerUlnas 
cercana,  y  por  ella  se  entró  ea  la  eludan.  Esto  dio 
ocasión  para  que  los  de  la  parte  del  rey  sé  persuadie- 
sen fue  aquel  caso  pansadu ,  y  que  los  demás  ciuda- 
danos 6  muchos  dellos  emú  en  íl  perticipautes.  Lpe 
soldodosdeLeony  deGaüdanoseaÜanuendelrey 
muerto,  ui  les  agradaban  sus  empresas,  y  asi  sin 
detancfie  mas  tiempo  desampararon  los  banderas  y 
se  fueron  &  ana  casas.  Loada  Castilla,,c«Hu>  ma» 
obligados  y  mas  anttgup»  vasallo*,  paila  dalloa  mü 
grao  sentiinieDlo  Uenron  el  cuerpo mDerloal'mo^ 
naslarñde  Oña,  do  laaepuKanHi  y  bicíafcuau  lion^ 
ras ,  que  no  fneron  io  mucba  aolamnldad  y  aparato; 
la  mtiyor  parlé  ae  quedaron  sobre  Zaaan  ^resa^tvK 
de  vengar  eqaeHa  traición.  Amanaiaban  de  asolar  la 
ciudad ,  y  dar  la  muerte  i  todos  los  nwradorea  coaw 
i  traidores  y  putidpaate*  en  aiMel  trato  y  ihn.  , 
Ea  particular  don  Die^Ordonei  (1 )  da  la casa^ tía 


Reiloi  ii\  piliDlo  de  iloAt  tlfti 


Id  ic  xtíaitA 


armnsy  en  su  cahello^y  desde  nn  lugar  alto  para 
que  lo  pudiesen  oír ,  hencliia  los  tires  de  voces  v  Ge- 
ras,  amensia  de  destruir  y  asolar  los  hnmbres, 
las  sve<,  las  bestias,  los  peces,  las  yerbas  y  losdr- 
boles  sin  perdouar  á  cosa  alguna.  Los  ciudadanos 
entre  el  miedo  oue  se  les  representaba,  ^  la  vergüen- 
za de  lo  que  defloc  dirían ,  no  se  atrevían  i  chistar:  ■ 
>-l  miedo  podía  mss  qne  la  mengua  y  quiebra  de  la 
honra.  Solo  Arias  Gontalo.  si  bien  KUlarga  edad  le 
pndíera  escusar,  determiao  de  salir  i  la  demanda,  y 
nf recio  á  si  y  í  sus  bijos  para  hacer  campo  con  aquet 
mballero  por  el  bien  de  su  patria.  Tenian  en  Castilla 
rosiumbre  qneel  que  retese  de  aleve  alguna  ciudad, 
fuese  obligado  para  probar  sn  intendon  nacer  campo 
cim  cinto  cada  uno  de  por  si.  Salieron  al  palenque  y 


Ala  IfiB  tres  hijos  líe  Arias Gcnialo  por M  Arden  Pe- 
dro. Diego  y  Rodrigo.  Tiidos  Ir^  metrleron  I  msMs. 
dedon  Diego  Ordonez  qfie  peleaba  edoesheraomuy 
grande.  Sglo  el  tercero  bien  que  herfdode  miwrie. 
alz<5  la  espada,  con  quetiorhenril  contrarío  lalilHó  ■ 
el  caballo  y  le  corld W  riendas  :  espantado  elcebaltn 
se  alborotó  de  manera  que  sin  poderla  detener  saM 

5  suco  a  don  Diego  de  h  Minada ,  to  qoa  so  se  pne- 
e  hacer  coníorme  á  las  leyes  del  dasnBo,  y  el  que 
sálese  tienepor  vencido.  Acudieron  í  los iueeesqDa< 
tenían  seflalsdos ;  hw  de  Zamora  alegHbnttla  costuí»-. 
brc  reeeblda,el  retador  sederendiaconqueaqmUo^ 

il^un  lihro  de  mMtlc- 


278  BIBLIOTECA   OB 

sucedió  acaso,  y  qud  saMó  dol  palenque  contra  su 
vo)n[nad.,Los  jueces  no  se  resolvían,  j  con'aquel 
silencio  páretela  fayorecisn  á  los  ciudadanos.  Desta 
manera  se  acabó  aquel  debate ,  que  sin  duda  fue  muy 
señalado ,  como  se  entiende  por  las  corónicas  de  Es- 
paña, y  lo  dan  á  entender  los  romances  viejos  que 
andan*  en  este  propósito  y  se  suefen  cantar  á  la  vi- 
huela eit  Cspafa ,  ae  sonada  apacible  y  agradable. 

CARTOLOX. 
Cómo  volvlé  el  rey  don  Alonso  á  sil  reino* 

Esto  pasaba  en  Zamora;  doña  Urraca  cuidadosa 
áe  ÍQ  qiM  podría  rasotüir  en  el  reino  despees  de  la 
muerte  de  su  faennano,  y  por  el  amor  aue  tenia  á 
don  Alonso ,  que  deseaba  sucediese  en  su  logar  y  re* 
cobmsesu  rdnoy  acordó  despaclialle  un  measajaro 
á  Toledo  para  avistlle  de  todo  y  en  fiarticular.de  ia 
desastrada  moerte  da  su  bennano.  Dio  al  mensaiero 
senas  secretaa^para  que  se  cerilflcase  que  elia  misma 
te  enviaba  las  earlas  en  ci^  por  lo  que  pudiese  su- 
ceder, que  nadie  laa  entendiese  dado  caso  qué  se  tos 
tomasen.  Lo  que  contenían  en  suma  era:  Que  no 
hay  en  el  mundo  alegrfa  pura  que  no  vaya  destem-» 
piada  con  tríateza :  que  el  rey  don  Sancho  era  muerto 
por  traición  de  Vellido  Dolfos :  que  si  bien  tenia  me- 
recida la  muerte  y  los  tenia  á  todos  agraviados ,  en 
tin  era  hijo  de  sus  padres ,  y  fuerza  se  doliesen  de  su 
triste  suerte:  que  muy  presto  se  alzaría  el  cerco  de 
Zamora,  si  bien  don -Diego  Ordoñez  cargaba  ¿  los 
ciudadanos  de  traidores  como  participantea  en  aquel 
caso ,  y  los  retaba  resuelto  de  probaltea  en  campo  y 
por  las  armas  aquel  aleve;  lo  que  hacia  al  caso,  y 
ella  siempre  deseara  y  lo  suplicara  á  Dios ,  era  que 
él  como  deudo  mas  cercano  era  llamado  á  la  corona 
pura  que  recobrase  su  reino  y  sucediese  en  lo  de- 
más ;  por  tanto  que  abreviase  para  prevenir  los  in- 
tentos de  ffonte  no  bien  Intencionada,  granjear  y 
conquistar  las  voluntades  de  todos  los  vasallos;  final- 
mente que  se  guardase  de  gastar  el  tiempo  en  de- 
mandas y  respuestas ,  coaauttas  y  dudas  fuera  de 
sazón ,  pues  en  casos  semejantes  no  hay  cosa  mas 
SNlodable  que  la  presteza.  Eato  contenia  la  carta. 
Mucbaa  escuchas  de  moros  qse  andaban  mezclados 
entre  los  crístíanos »  avisaron  primero  al  rey  moro 
de  lo  que  pasaba ,  y  la  fama  que  en  casos  semejantes 
siempre  se  adelanta  y  vuela. 

Peranzules  que  por  conjeturas  que  para  ello  tenia, 
cada  dia  esperaba  algún  trueco  v  mudanza  salía  cada 
día  en  son  de  caza  de  la  ciudad  díe  Toledo  por  espacio 
de  una  legua  para  informarse  de  los  caminantes  .y 
saber  lo  que  pasaba.  Con  este  cuidado  bobo  á  las 
manos  una  ó  dos  espías  de  los  moros  que  venian  con 
aquel  aviso «  v  sacados  del  camino,  por  encubrir  las 
nuevas  si  pudiera ,  les  dio  la  muerte :  finalmente  en- 
contró con  el  mensajero  de  la  infanta,  informóse  en 
particular  de  todo,  y  con  tanto  dio  vuelta  para  la 
ciudad ,  y  avisó  á  don  Alonso  de  lo  que  venia  en  las 
cartas  y  el  mensajero  decia.  Aconsejábale  que  con 
todo  el  secreto  posible'  sin  dar  parte  al  rey  moro  se 
iwliese  prestaquente;  á  la  verdad  parecía  recia  cosa 
fiarse  de  loa  moros ,  que  como  tales  poca  lealtad  sue- 
len guardar,  además  de  otros  inconvenientes  que  po- 
dían resultar,  que  el  miedo  y  el  amor  suelen  hacer 
mayores  de  lo  que  son.  Don  Alonso  estaba  perplejo 
mñ  saber  cuál  partido  debia  seguir  y  qué  consejo  to- 
GNur.  Parecíale  bien  lo  que  aquel  caballero.  le  decia, 
mas  por  otra  parte  se  le  hacia  de  mal  mostrarse  des- 
cortés con  quien,  le  tenia  tan  obligado.  Resolvióse 
fioilmente  d¡a  seguir  k>  que  parecía  mas  seguro  y  mas 
honesto.  Habló  con  el  rey  Álmenon:  avisóle  de  todo 
lo  que  ya  él  mismo  sabia ,  aunaue  disimulaba :  pidióle 
licencia  para  tomar  posesión  del  reino  á  que  los  6u« 
yos  le  convidaban ,  que  no  le  pareció  justo  partirse  I 


CASPAB  Y  aoiG. 

I  sin  su  voluntad,  y  sin  quelo'Siripleaede^ieBttales 
I  regalos  tenia  reoebidos. 

El  bárbaro  vencido  con  esta  eortesía  j  lealtad  res- 
pondió se  holgaba  macho  que  leofracieaea^  et  reino, 
y  mucho  mas  quo  conaqueMacorteafa  le  quitase  la 
ocasión  de  trocar  las  buenas  obras  que  le  hiciera, 
menores  que  él  merecía  y  él  misnao  díeaaaba^  en  al- 
gún desabrimiento ,  ai  se  pretendiera  ir  sío  que  él  lo 
súplese ,  y  sin  dalle  parte  de  lo  que  por  otra  vía  muy 
bien  sabia ;  y  aun  le  tenia  tomadas  los  pasos  y  en  loa 
caminos  puestas  guardas  para  que  no  ae  la  plidieae 
esoapar,  si  por  ventara  lo  intentase :  que  muy  en 
buen  liora  fnese  á  tomar  la  corona  tfm  lejofireciui; 
solo  quería  ^ue  para  seguridad  de  la  amlatad  que  te- 
nían puesta*,  le  hiciese  de  nuevo  el.JQnimaiit»que  le 
tenia  hecho  de  ser  verdadero  amigo  así  suyo  como  de 
su  hijo  Hissem ,  para  no  faltar  jamás  en  la  fe  y  pala- 
bra que  se  daban ,  pues  ponian  á  Dios  p#r  jnei  y  por 
testigo  de  aquella  confederación  y  amÍBtad^  Uízose 
todo  como  el  moro  lo  pedia ;  avudóie,c«n  dineros 
para  el  camino ,  y  aun  para  mas  nonrarle  al  partúae 
le  aeompañó  pcir  algún  boen  ^^apado :  ejemplo  singa- 
lar  de  fidelidad  y  templanza  en  un  rey  bárbaro  como 
aquel.  Lo  qu^  se  ha  dicho  teago  por  mas  cierto  que 
lo  que  reíéte  don  Lucas  de  Tay,  ea  á  saber,  que  sin 
que  el  rey  lo  supiese,  se  descolgó  por  los  adarvea ,  y 
se  huyó  en  postas  que  le  tenían  aprestadas. 

De  cualquier  manera  que  ello  fueae ,  él  enderezó 
su  camino  á  Zamora ,  donde  la  infanta  le  esperaba,  y 
á  quien  siempre  tuvo  en  lugar  de  madre :  consultó 
con  ella  lo  que  debia  hacer,  despachó  sus  correos 
por  todas  partes  para  avisar  de  su  venida.  Loa  de  León 
no  mostraron  dificultad  alguna ,  antes  con  gran  vo- 
luntad le  recibieron  y  alzaron  por  su  rey.  Lo  de  Ga- 
licia andaba  en  balanzas  áeausaque  su  hermano  don 
García  por  la  mudanza  de  Ios-tiempos  escapó  de  la 
prísioh ,  y  pretendía  restituirse  en  el  reino  que  antes 
tenia.  Acordó  don  Alonso  por  escusar  alteraciones 
enviaUe  personas  nobles  y  principales  que  le  requi- 
riesen de  paz ,  los  cuales  por  ser  él  de  buena  condi- 
ción y  sencillo  fácilmente  le  persuadieron  lo  que  de- 
seaban ;  antes  sin  recelarse  de  alguna  celada ,  ni  ne- 
dír  otra  seguridad  se  vino  para  su  hermano ,  confia- 
do alcanzaría  del  por  bien  lo  que  pretendía.  Enga- 
ñóle su  esperanza,  ca  luego  le  echaron  las  manos,  y 
le  quitaron  la  libertad  y  volvieron  á  la  prisión  que  le 
duró  todo  el  tiempo  de  la  vida.  El  recelo  que  de  su 
condición  se  tenia ,  no  muy  sosegada  que  seria  oca- 
sión de  alborotos  y  alteracíones,.escusanen  párteoste 
desaguisfido  que  se  le  hizo,  demás  del  buen  trata- 
miento que  tuvo  en  Ja  nrision,  si  la  falta  de  la  libertad 
y  el  reino  que  le  quitaban ,  se  pudieran  recompensar 
con  alguna  otra  comodidad  y  regalo.  Con  esto  quedó 
llano  Jo  de  Galicia. . 

Los  caballeros  de  Castilla  se  juntaron  en  la  ciudad 
de  Burdos  para  acordar  lo  que  se  debia  hacer :  la 
resolución  lue  de  recebir  á  don  Alonso  por  rey  de 
Castilla  á  tal  que  jurase  por  espresas  palabras  no 
tuvo  parte  ni  arte  en  la  mnertede  au  hermaob.  Don 
Alonso  avisado  desto  se  partió-  para  aquella  ciudad : 
los  mas  de  los  presentes  se  .recelaban  de  tomarle  la 
íura  por  pensar  lo  tendría  por  desacato ,  y  para  ade- 
lanta se  satisfaría  de  cualquiera  que  lo  ínteutose;  solo 
oí  Cid  como  era  de  grande  ánimo  se  atrevió  i  tomar 
aquel  cargo  y  ponerse  al  riesgo  de  cualquier  desa- 
brimianV). 

En  la  iglesia  de  Santa  Gadea  de  Burgos  le  tomó  el 
juramento ,  que  en  suma  era  no  tuvo  parte  en  la 
muerte  de  su  hermano,  ni  fue  della  sabidor  :  sí  no 
era  así^  viniesen  sobre  su  cabeza  gran  número  de 
maldiciones  que  allí  se  espresaroa.  Acal>ada  esta 
ceremonia,  á  voz  de  pref^onero  alzaron  por  dou  Alan- 
so  los  pendones  de  Castilla,  y  le  declararon  por  rey 
con  grande  muestra  de  alegría  y  muclias  fiestas  que 
por  aquella  causase  hicieron.  Disimuló  el  rey  por 


HISTORU   DE  ESPAÑA. 


279 


enUmc^s  el  desacato :  mostróse  alegre  y  cortas  coa  , 
todos  cómo  el  tiempo  lo  pedia;  pero  quedó  eo  so 
pecho  ofendido  gravemente  contra  el  Cid,  como  los 
efectos  adelante  claramente  lo  mostraron;  además 
que  algunos  cortesanos,  que. suelen  coa  su  mal  tér* 
nMHo«€iiar  los* disgustos  de  los  príncipes,  y  mirar 
con  maioeojos  ta  prosperidad  de  los  que  les  van  de- 
lante, DO  cesaban  con  chisiioes  y  reportes  de  aumen- 
tar la  «idígnaciou  del  rey  ( i ). 

Tenia  den  Alonso  treinta  ▼  siete  años  cuando  T0I-7 
vté  al  reino.  Pne  diestro  en  la  guerra^  por  esta  can* 
sa  le  Remaren  don  Alonso  el  Bravo.  Era  prudente  y 
templado  en  el  gobierno ,  de  noble  condición  y  mo- 
desto y  virtudes  &  que  de  suyo  era  inclinado ,  y  las 
adversidades  y  trabajos  que  padeció ,  mucho  le  afi- 
naron mas.  Sttfranqneaa  y  liberalidad  fue  estremada, 
tanto  que  parecii  en  hacer  mercedes  consumir  las 
riquezas  y  tesoros  reales.  La  muerte  del  rey  don  San- 
cho y  la  restitución  de  don  Alonso  sucedió  el  año 
que  se  contaba  de  Cristo  de  i073.  Eo  el  mismo  el 
cardenal  Hildehrando  entró  en  el  pontiQcado  por 
muerte  de  Alejandro  Sesudo ,  y  se  llamó  Gregorio 
Séptimo :  persona  de  singular  virtud ,  grandeza  de 
ánimo  y  constancia ,  como  lo  mostró  en  la  enemiga 
que  por  toda  la  vid»  tuvS  con  el  emperador  Enrique 
Tercero  desre  nombre  sobre  defender  la  libertad  de 
la  Iglesia  que  aquel  príncipe  pretendía  atrepellan 

En  España  este  mismo  año  Santo  Domingo  de  Si- 
los moof<e  Clnniacense ,  varón  de  conocida  santidad, 
finó  á'  veinte  de  diciembre  día  viernes ;  su  fiesta  se 
celebra  cada  ano  en  España.  Nació  este  santo  en  la 
Rioja  en  un  pueblo  llamado  Canas :  de  pastor  que 
fue  entró  monge  en  San  Millan  de  la  Gogalla  :  con 
el  lírmpo  vino  á  ser  allí  abad,  mandó  desterrar  el 
rey  don  Garda  de  Navarra  porque  defendía  con  mu? 
cha  fuerza  las  eiempcíones  de  sus  monges  y  sus  pri- 
vilegios; de  donde  tomó  el  nombre  en  latín  (como  yo 
creo)  que  se  dijo  Eiiliensis,  Silos  en  romance.  El 
monaKterío  que  á  la  sazón  se  llamaba  de  San  Sebas- 
tian .  le  reparó  este  santo  los  anos  pasados  con  ayu- 
da del  rey  don  Fernando;  y  adelante  mudó  el  nom- 
bre y  se  llamó  de  Santo  Doicingo  de  Silos  no  solo  el 
monasterio ,  sino  el  pueblo  que  está  junto  á  él  en  el 
vdlle  de  Tbblatelio  diez  leguas  de  Burgos,  en  unos 
íi^peros  riscos ,  camino  derecho  de  Santisteban  de 
Gormaz.  No  quise  dejar  esto  por  la  noticia  de  la  an- 
tigüedad, y  por  ser  este  monasterio  muy  nombrado. 
Volvamos  i  ios  hechos  de  los  reyes ,  y  al  orden  de  la 
hítoría  como  Iba  antes. 

CAPITULO  xi: 

De  los  principios  del  rej  doo  Alonso  el  Seslo. 

ETf  los  principios  del  reinado  del  rey  don  Alonso 
no  faltaron  turbaciones  y  revueltas,  que  con  el  tiem- 
po se  apacií¿uaron  y  tuvieron  buen  suceso  y  alegre. 
El  ano  siguiente  después  que  entró  en  su  reino  que 
fue  el  de  1074,  los  reyes  de  Córdoba  y  de  Toledo, 
traían  guerra  sobre  los  términos  de  sus  reinos.  Don 
AIonM)  por  lo  mucho  que  debía  al  de  Toledo ,  juntó 
nn  buen  ejercito  con  intento  de  ayudarle  y  acudirle. 
Ttjmtó  el  rey  Alraenóo  de  primera  instancia  que  ve- 
nia contra  él ;  pero  luego  se  desengañó  y  supo  el 
buen  intento  que  traía  en  su  favor.  Juntaron  los  dos 
sus  campos ,  y  hicieron  muy  gran  daño  eo  las  tierras 
del  reino  de  Córdoba :  destruyeron  los  sembrados, 
aldcasycortijos.  y  quemaron  Jos  pueblos,  hicieron 
grandes  presns  de  hombres  cautivos  y  de  ganados. 
No  se  vino  á  las  manos  porque  el  de  Córdoba  esqui- 
vaba entrar  en  bntalla  con  AlraeDÓo  y  con  los  demás 
que  d»í  su  parte  venían.  Los  soldados  volvieron  ale- 

(Ij  P»recc  que  lo  que  ofendió  á  don  Aionso  fue  eJ  haberle 
hcfho  repetir  tres  veces  cljuramcnlüdescoafiandodcsusiu- 
ceridad. 


gres  con  las  victorias ,  ricos  j  cargados  de  despojos. 
Por  este  tiempo  falleció  la  primera  mujer  del  rey  don 
Alonso  por  nombre  doña  Inés :  casó  después  coa 
otra  señora  llamada  Constancia  natural  de  Francia. 
Deste  segundo  matrimonio  tuvo  una  hija  sola  ^  que 
se  lianió  doña  Urraca ,  y  adelante  heredó  el  reino  y 
todos  los  estados  de  su  padre ,  como  se  vei¿  en  otro 
lugar.  A  Instanciade  esta  reina  (segou  yo  pienso)  des- 
pacharon una  embajada  á  Roma  para  suplicar  al  papa 
enviase  un  legado  á  España  con  plena  potestad  para 
reparar  y  reformar  por  todas  las  vías  posibles  las 
costumbres  de  los  eclenásticos ,  que  por  la  soltura  dei 
los  tiempos  andaban  muy  estragadas  y  perdidas.  Pa- 
recióle al  papa  Gregorio  vn  ser  muy  justa  esta  de- 
manda :  despachó  para  este  efecto  á  Ricardo  carde- 
nal y  abad  dts  San  Víctor  de  Marsella. 

Este  legado  llegado  é  España  juntó  en  Burgos  du- 
dad cabeza  de  Castilla  el  ano  de  1076  un  concilio  de 
obispos  de  todo  el  reino  (2),  en  el  por  conformarse 
con  la  voluntad  del  rey  y  con  lo  que  era  razón ,  con- 
firmó en'  todo  su  reino  el  ministerio  romano ;  que 
son  las  mismas  palabras  de  don  Pelayo  obispo  de 
Oviedo.  Yo  entiendo  que  mandó  eiecotar  y  poner  en 
práctica  las  leyes  antiguas  de  la  Iglesia  olvidadas  ▼ 
desusadas  en  gran  parte ,  señaladamente  que  los  clé- 
rigos de  orden  sacro  no  se  casasen  ni  tuviesen  muj^ 
res ,  según  que  lo  mismo  se  hiciera  en  Alemana^ 
aunque  con  mucho  alboroto  y  revueltas  que  sobreef 
caso  se  levantaron,  tanto  que  públicamente  8edi|e- 
ron  muchas  cosas  contra  la  honra  y  reputación  del 
pontífice  Gregorio ,  libelos  famosos ,  cantarciMee  j 
versos  muy  descomedidos  en  este  propósito :  tan  pen- 
sada cosa  es  dejar  las  costumbres  viejas  y  reformar 
las  vidas  estragadas.  A  la  verdad  los  mas  de  los  clé- 
rigos olvidados  de  lo  que  pedia  la  antigua  disciplina 
eclesiástica ,  y  vencidos  del  deleite  se  hallaban  enla- 
zados en  el  casamiento,  cargados  do  mujeroi  y  de 
hijos  Demávdesto  á  ejemplo  de  Aragón  abrogaron 
en  aquella  junta  el  Breviario  y  Misal  gótico  de  que^ 
usaban  en  España ,  y  se  mandó  introducir  el  roma- 
no. Esto  cuanto  á  lo  eclesiástico. 

El  Cid  asimismo  por  mandado  del  rey  partió  pan» 
la  Andalucía  é  poner  en  razón  á  los  reyes  moros-de 
Sevilla  y  de  Córdoba ,  que  no  querían  acudir  eon  las 
parias  y  con  los  tributos  acostumbrados.  Traian  entre 
si  guerra  muy  reñida  los  reyes  de  Granada  y  de  Sevi- 
Jla  :  el  de  Gratiada  estaba  mas  orgulloso  á  cansa  que 
algunos  cristííipos  seguían  sus  banderas  y  ganatian 
del  sueldo ;  pOsose  el  Cid  de  por  medio  para  concer- 
tallos  y  ponellos  en  paz ,  y  porque  el  de  Granada  no 
quería'  venir  en  ningún  partido,  lé  hizo  guerra ¿  y 
vencido,  le  forzó  á  tomar  el  asiento  que  primero 
desechaba.  Hiciéronse  unes  las  paces  entre  aquellos 
moros,  y  el  Cid  volvió  con  los  tributos  cobrados,  y 
sus  soldados  ricos  con  las  presas  que  en  aquella  guer- 
ra hrcieron ;  los  cuales  y  toda  la  demás  gente  por  las 
victorias  que  ganó  en  esta  jomada,  le  dieron  un  no<»  * 
vo  apellido  y  muy  honroso,  ca  le  llamaron  el  Cid 
Campeador ;  en  que  se  muestra  el  grande  amor  que 
le  tenían ,  y  gran  crédito  que  había  ganado.  Por  el 
mismo  camino  los  nobles  y  caballeros  seencendieron 
contra  él  en  una  nueva  envidia :  procuraban  abatir 
al  oue  mas  aína  debieran  imitar,  armábanse  para  es- 
to Je  calumnias  y  cargos  falsos  qne  te  hacían,  ter- 
cian sus  servicios  y  sus  palabras.  No  era  dinculloso 
salir  con  su  intento  por  estar  el  rey  de  tiempo  afás 
desgustado ,  demás  que  de  nuevo  se  les  ofreció  otm 
ocasión  muy  á  propósito  para  llevar  adelante  esta 

trama.  ^  ^     ^ 

Ljs  moros  de  Andalucía  no  acababan  desosegiry 

(2)  Oíros  ponen  en  i085  este  concilio,  cuyas  acias  le 
han  perdido.  Su  delermioacioa  de  que  se  dejase  el  oGciti 
gótico,  y  se  usase  d  romano  alteró  mucho  á  los-caslc- 
llanos. 


280 


BIBLIOTECA   DE  GASPAR  T  BÚIG. 


alJHuarse  :  determioó  el  rey  Iiacelles  guerra  en  per- 
sona. Bn  esta  sazón  un  buen  gojpe  de  muros  de  los 
3ue  en  Aragón  moraban ,  sea  ¿  persuasión  de  los  an* 
aluces,,  sea  por  no  perder  aquella  oeasion,  por 
Medioaceli  hicieron  entrada  en  las  tierras  de  Gasti- 
Ua.  Corrieron  y  talaron  los  campos  de  Santistevande 
Gormaz.  El  Cid  se  hallaba  retirado  en  su  casa  con 
adiaqite  de  su  poca  salud,,  como  á  la  verdad  preten* 
diese  con  ausentarse  ajplacar  la  envidia  de  sus  émulos 
para  que  no  le  empeciesen;  pero  avisado  de  lo  que 
pasuba,  y  visto  que  el  rey  estaba  ausente,  con  las 
gentes  que  pudo  recoger  pesUmente  acudió  al  peli- 
gro. Su  valor  y  dilisencia  corrían  á  las  parejas  :  así 
muy  en  breve  forzó  a  los  moros  á  retirarse  y  desem- 
bnrazar  la  tierra.  No  contento  con  esto,  por  aprove- 
charse de  la  ocasión  y  aprovechar  sus  soldados, 
revolvió  á  manderecha  sotire  las  tierras  dbl  reino  de 
Toledo  sin  parar  hasta  dar  vista  á  la  misma  ciudad: 
en  el  camiqo  saqueó  los  p>ueblos ,  taló  los  campos, 
ganó  gran  presa  y  siete  mil  esclavos  entre  homores 
y  mujeres.  Los  que  le  aborrecían  acudieron  ul  rey 
para  cargalle  de  haber  quebrantado  el  asiento  puesto 
con  aquél  rey  de  Toledo,  Decían  no  con  venia  disimu- 
lar ni  dar  rienda  á  un  hombre  loco  y  sandio  para  ha- 
cer semejantes  desatinos  :  que  erfi  bien  castigalle  y 
hacer  que  no  se  tuviese  en  mas  que  los  otros  caba- 
lleros, ni  pretendiese  saUr  con  lo  que  se  le  an- 
tojase. 

Tratóse  el  negocio  en  una  iunta  de  graodes  y  ricos 
hombres:  acoroaron  saliese  desterrado  del  reinó,  sio 
dalle  mas  término  de  nueve  dias  para  cumplir  el  des- 
tierro. No  se  atrevió  el  Cid  á  contrastar  con  aquella 
tempestad :  encomendó  su  mujer  y  hijos  al  abad  de 
San  Pedro  de  Cárdena,  monasterio  con  que  tuvo 
toda  su  vida  mucha  devoción ,  y  él  se  fué  i  cumplir 
su  destierro  acompañado  de  muy  bueoa  y  lucida 
gente.  Iba  resuelto  de  no  pasar  el  tiempo  en  ociosi- 
dad ,  antes  hacer  de  allí  adelante  con  mas  brío  guerra 
k  los  moros ,  y  con  el  resplandor  de  sus  virtudes  des- 
hacer las  tinieblas  de  las  calumnias  que  le  armaban. 
Los  moros  por  este  tiempo,  con  las  comidas  y  regalos 
d«)  España^  y  con  la  abundancia,  fruto  de  la  victoria, 
habían  perdido  en  gran  parle  las  fuerzas  y  valor  con 
que  vinieron  de  África.  Salió  el  Cid  con  poca  gente 
aunque  escogida,  y  otros  muchos  deudos  y  Iríjosdftl- 
go  que  se  le  allegaroá;  que  todos  deseabaa  tenelle 
por  caudillo ,  y  mnilar  debajo  de  su  conducta.  Rom- 
pió lo  primero  por  el  reino  de  Toledo ;  y  el  rio  de  He- 
nares arriba  no  paró  hasta  llegar  d  aquella  parte  de 
Aragón  en  que  está  Alhama  y  el  rio  Xalon ,  que  riega 
con  diversas  acequias  que  dé!  sacan ,  gran  parte  de 
aquellos  campos ;  en  particular  combatió  y  ganó  de 
lo» moros  el  castillo  de  Alcocer  muy  fuerte  por  su  si- 
tio, puesto  en  lugar  alto  y  enriscado.  Desde  este  cas- 
tíNo  hacia  salidas  y  cabagaldas  por  todas  aquellas 
tierras  comarcanas,  y  aun  desbarató  dos  capitanes 
que  el  rey  de  Valencia  envió  con  (^ente  para  impedir 
aquellos  daños.  La  presa  que  hizo  en  todos  estos 
encuentros  y  jomada,  fue  muy  rica :  acordó  enviar 
en  presente  al  rey  don  Alonso  treinta  caballos  esco- 
gidos con  otros  tantos  alfanjes,  liados  de  los  arzones 
Y  treinta  cautivos  moros  vestidos  ricamente  que  los 
llevasen  á^  diestro.    , 

Recibió  el  rey  esta  embajada  y  presente  con  muy 
buen  talante  y  toda  muestra  de  contento  y  alegría.  El 
pueblo  no  cesaba  de  engrandecer  al  Cid  y  subir  sus 
liizañas  hasta  las  nubes :  llamábaule  libertador  de  la 
patria,  terror  y  espanto  de  los  moros,  defensor  y 
amparador  de  la  cristiandad :  decían  que  era  tanta 
sú  grandeza  que  con  buenas  obras  pretendía  vencer 
los  agravios  que  le  hacían ,  y  su  mansedumbre  y  gen- 
tileza se  aventajaba  á  las  injusticias  y  injurias  de  sus 
contrarios ;  que  no  debía  nada  á  los  caballeros  anti- 
guas, antes  se  les  adelantaba  en  todo  género  de  vir- 
tud. Despidió  el  rey  los  embajadores  muycortesmente 


pero  no  alzó  por  entonces  el  destierro  á  su  s^r  por 
no  alterar  á  los  moros ,  si  tan  en  breve  le  perdonaba; 
solo  dio  licencia  á  todos  los  que  quisiesen ,  para  se- 
guiUe  y  militar  debajo  de  sus  banderas :  en  lo  cual 
se  tuvo  respeto  no  solo.á  honrar  al  Cid ,  sino  á  des- 
cargar el  reino  de  muchos  hombres  bulliciosos,  qo» 
apaciguada  el  Andalucía ,  por  estar  criados  en  las  ar- 
mas ,  llevaban  mal  la  ociosidad.  Estas  cosas  si  bieu 
pasaron  en  muchos  años  las  juntamos  en  este  lugar 
pomo  perturbarla  memoria,  si  se  dividieran  en 
muchas  partes.  Advertido  esto  volveremos  con  nues- 
tro cuento  atráa,  y  á  referir  lo  que  pasó  en  España 
el  año  que  se  contaba  de  Cristo  1076. 

CAPITULO  XII. 

Cómo  el  rey  don  dancho  de  Navarra  fue  muerto  por  sa 

hermano. 

J£l  rey  don  Sancho  de  Navarra  tenia  un  hermano 
llamado  don  Ramón  :  los  dos ,  aunque  eran  hijos  de 
un  padre  y  de  una  madre ,  en  las  condiciones  y  cos- 
tumbres mucho  diferenciaban.  Don  Ramón  era  de 
suyo  bullicioso ,  amigo  d«  contiendas  y  de  novedadef^: 
ninguna  cuenta  tenia  con  lo  que  era  bueno  y  hones- 
to é  trueque  de  ejecutar  sus  anteojos.  Arríroábansele 
otros  muchos  de  su  misma  ralea,  gente  perdida,  y 
que  consumidas  sus  haciendas ,  uo  les  quedaba  espe- 
ranza de  alzar  cabeza ,  sino  era  con  levantar  alboro- 
tos y  revueltas.  Con  la  ayuda  destos  pretendía  don 
Ramón  apoderarse  del  reino  :  ambición  mala»  y  que 
le  traía  desasosegado.  El  rey  era  amigo  de  sosiego, 
muy  dado  á  la  virtud  y  devociou ,  con^o  consta  de 
escrituras  anticuas  en  que  á  diversos  monasterios  de 
su  reino  hizo  donaciones  de  campos ,  dehesas  y  pue< 
blos.  Tenia  en  su  mujer  doña  Placenoia  un  hijo  por 
nombre  don  Ramiro,  de  poca  edad  auele  haoia  de 
suceder  en  el  reino ;  y  no  falta  quien  oiga  tuvo  otros 
dos  hijos ,  hasUi  llamar  al  uno  don  García ,  y  al  me- 
nor de  todos  no  le  señalan  nombre. 

De  lo  uno  y  de  lo  otro  tomó  ocasión  don  Ramou 
para  alzai:se  contra  el  rey :  decía  c|ue  con  su  mucbn 
liberalidad ,  que  él  llamaba  prodigalidad  y  demasía, 
diminuía  4hs  rentas  reales  y  enflaquecía  las  fuerzas 
del  reino ,  como  de  ordinario  los  mulos  á  las  virtudes 
ponen  nombres  de  los  vicios  á  ellas  semejantes:  gran 
perversidad.  Demás  desto  el  rey  era  viejo,  los  hijos 
que  tenia ,  de  poca  edad :  esto  dio  ánimo  al  que  ya 
estaba  determinado  de  declararse ,  y  con  la  ayuda  de 
sus  aliados  se  alzó  con  algunos  castillos,  principios 
de  mayores  males.  Acudió  el  rey  á  ponelíe  en  razón; 
mas  visto  que  por  bien  no  se  podía  acabar  cosa  nin- 
guna ,  l^  pusieron  acusación .  y  en  ausencia  por  los 
cargos  que  contra  él  resultaban,  le  declararon' por 
enemigo  público ,  y  le  condenaron  á  muerte.  Con  es- 
to quedaron  por  enemigos  declarados ,  y  cada  cual 
de  los  dos  procuraba  dar  la  muerte  al  contrario.  Los 
malos  de  ordinario  son  mas  diligentes  y  recatados  por 
no  fiarse  en  otra  cosa  sino  en  sus  mañas;  por  el  con- 
trario los  buenos  confiados  en  su  buena' conciencia 
se  suelen  descuidar. 

El  rey  estaba  en  la  villa  de  Roda :  el  traidor  secre- 
tamenCe  se  fue  allá  bien  acompañado;  y  hallado  el 
aparejo  que  buscaba,  alevosamente  le  dio  la  muerte. 
El  arzobispo  don  Rodrigo  no  hace  mención  de  todo 
esto ,  puede  ser  que  por  no  manchar  su  nación  y  pa- 
tria con  la  memoria  de  caso  tan  feo.  Los  hijos  del 
muerto  acudieron  á  favorecerse,  don  Ramiro  el  ma- 
yor al  Cid ,  y  los  dos  menores  al  rey  de  Castilla  don 
Alonso.  Su  edad  y  fuerzas  no  eran  bastantes  para 
contrastar  á  las  del  tirano,  que  quedó  muy  pertre- 
chado i  y  luego  con  el  favor  de  sus  valedores  se  llamó 
rey.  Por  esto  los  principales  del  reino  se  juntaron 

f»ara  acordar  lo  que  convenia.  No  los  pareció dísimu- 
ar  ni  recebir  porseñoral  que  tales  muestras  daba  de 
lo  que  seria  adelante.  Los  infantes  eran  flacos,  y  es- 


instoftu 

Ubtm  aoiéiites.  tlesolTiéronse  de  conyidar  con  aquel 
reino  y  corona  á  don  Sancho  rey  de  Aragón  primo 
hermano  del  maerto,  y  valerse  de  sus  fuerzas  contra 
las  del  tirftno.  Acudió  él  sin  tardanza  :  encargóse  <lel 
reino  que  le  ofreciao ,  y  apoderóse  de  la  ma>or  parle 
del ;  oirn  parle,  que  fue  lo  de  Briviesca  y  la  Riojn,se 
entregó  h1  rey  doo  AIoq<ío,  que  pretendía  tener  mejor 
dereclio  á  lo  de  Navarra  por  causa  de  la  bastardía  de 
don  Rumiro  padre  del  rey  de  Aragou ,  en  particular 
se  entngó  la  ciudad  de  Najara,  do  en  la  iglesia  de 
Santa  María  la  Real  sepultaron  los  cuerpos  del  rey 
muerto  y  de  la  reina  su  mujer.  Vino  otrosí  el  Amgo- 
nes  en  acudir  cada  un  ano  al  de  Castilla  por  lo  de 
Navarra,  por  no  venir  con  él  á  rompimiento,  con 
cierto  tributo  (1) :  este  reconocimiento  se  halla  por 
escrituras  antiguas  que  pagaron  los  reyes  doa  San- 
cho y  don  Pedro.  El  tirano homiciano  vista  la  voluntad 
con  que  la  gente  recebia  al  nuevo  rey,  v  perdida  la 
esperanza  de  poder  contrastar  así  á  sus  fuerzas  como 
al-  odio  que  todos  como  á  malo  y  aleve  le  tenían , 
acordó  ausentarse.  Huyó  á  Zaragoza,  donde  el  rey 
moro  le  dio  casa  en  que  morase ,  y  le  heredó  en  cier- 
tos campos  y  tierras  con  que  pasase  su  pobre  y  lace- 
rada vloiBi.  Esta  herencia  ae  mano  en  mano  recayó  en 
una  su  nieta  llamada  Marquesa,  que  casó  con  Aznar 
López,  y  afirman  que  en  su  testamento  la  dejó  á  la 
iglesia  Mayor  de  Santa  María  de  Zaragoza  en  Uempo 
oe  don  Alonso  rey  de  Aragón  Primero  deste  nombre. 

CAPITULO  xni. 

Que  Almenon  rey  de  Toledo  y  don  Ramiro  conde  de 

Barcelona  fallecieron. 

El  año  luego  siguiente  que  se  contó  de  i 077,  pa* 
saron  desta  vida  dos  príncipes  muy  señalados,  Alme- 
non  rey  de  Toledo  y  don  Ramón  conde  de  Bi^rceltma 
por  sobrenombre  el  Viejo ;  en  que  el  dicho  aiío  fue 
mas  Señalado  que  en  otra  cosa  que  en  él  sucediese. 
En  el  reino  de  Toledo  sucedió  Hissem  hijo  mayor  del 
rey  difunto.  Todo  el  tiempo  que  reinó,  que  fue  por 
espacio  de  un  año,  se  conservó  con  todo  cuidado  en 
la  amistad  del  rey  don  Alonso  á  ejemplo  de  su  padre 
y  por  su  mandado,  que  se  lo  dejó  muy  encomendado. 
Muerto  His<em,  lesacedió  su  hermano  menor  (2^  por 
nombre  Hiaya  Aidirbil»  muy  diferenle  de  su  padre  y 
hermano.  Era  cobarde  en  la  guerra ,  en  el  gobierno 
desconcertado,  de  vida  muy  torpe,  dado  á  comidas  y 
deshonestidades,  sin  perdonar  a  las  hijas  y  muiere;) 
de  sus  vasallos :  con  que  se  hizo  muy  aborrecible  asr 
i  los  moros  como  á  los  cristia  jos  que  moraban  en 
Toledo.  Era  inhumano  y  cruel ,  propia  condición  de 
medrosos  j  cobardes.  Por  la  muerte  de  Hissem  que- 
dó el  rey  don  Alonso  libre  del  homenaje  que  hizo  en 
Toledo  los  años  pasados  de  guardar  amistad  ¿  aque- 
llos prínci(»es  padre  y  hijo. 

Los  cristianos  y  moros  de  aquella  ciudad  cansados 
con  Ja  tiranía  que  padecían,  y  no  pudiendo  llevar  los 
vicios  de  aquel  principe,  hacían  grande  instancia 

Sor  sus  cartas  al  rey  don  A'onso  para  que  los  librase 
e  aquella  opresión  tan  grande,  y  se  apoderase  de 
aquella  ciudad  tan  principal,  que  era  como  uü  ba* 
Inarte  muy  fuerte  de  casi  todo  el  señorío  de  los 
moros.  Decíanle  no  perdiese  aquella  ocasión  tan  bue- 
na como  se  le  preseolBba  por  estar  desabridos  los 
ciudadanos ,  y  la  poca  iodustria  del  rey  que.no  ten- 
dría ánimo  ni  fuerzas  para  hacer  resistencia  á  los 
cristianos.  Estos  fueron  los  primeros  principios,  y 
como  las  primeras  zanjas  que  se  abrían  paraempreu- 

(i)  No  lo  declara  ningún  documento  antiguo;  y  de  ma- 
cha ^  escrituras  de  aquel  tieoipo  que  se  baJJaa  en  Jos  archivos 
de  las  iglej(¡as  de  San  Millan,  de  Najara  y  Calahorra ,  consta 
crae  fue  el  rey  de  CaBlilla  yno  el  de  Aragón  quien  poseyó  la 
Rioia  y  Najara. 

(21  fliaya ,  llamido  Jaia*AIdapher}  fae  h^o  d«  Bissem  se- 
gnn  K»  escríMni  Iním. 


der  la  conquista  de  anuella  nobiUsima  dudad  cabeza 
de  todo  aquel  reino.  El  conde  don  Ramón  fallecióen 
Barcelona  (3) ,  en  cuya  iglesia  Mayor  le  sepultaron, 
que  él  mismo  desde  los  cimientos  levantó  los  anos 
püsadus.  El  entierro  y  las  honras  fueron  cuales  se 
puede  pensar  con  toda  muestra  de  magestad  y  solem« 
uiddd.  Dejó  dividido  su  estailo entre  dos  tiijos suyos, 
el  mayor  se  llamó  duu  Berenguel,  el  segundo  donUa- 
mou  cabeza  de  Estopa :  la  causa  de  tal  apellido  de 
suso  queda  ileciarada ;  su  gentileza  y  apostura ,  y  las 
costumbres  muy  compuestas  y  agradables  fueron 
ocasión  de  ganar  las  voluntades  así  del  pueblo  como 
de  su  padre  en  tanto  grado  que  sin  embargo  que  era 
hijo  menor,  quedó  nombrado  por  conde  de  Barcelo*- 
na :  mejoría  que  le  fue  perjudicial  y  le  acarreó  la 
muerte,  como  luego  se  dirá. 

Este  príncipe  casó  con  una  señora,  hembra  de 
mucha  virtud,  y  que  fue  hija  de  Roberto  Guiscardo 
normando  de  nación  y  gran  señor  en  Italia ,  según 
que  lo  reGere  cierto  autor.  Esta  gente  de  las  norman- 
dos en  aquel  tiempo  era  muy  nombrada :  la  fama  de 
su  valor  volaba  por  todas  partes,  y  eslaban  apoderados 
de  lo  postrero  de  Italia  y  de  Sicilia.  Fundó  esta  con- 
desa dos  monasterios,  el  uno  con  advocación  de  San 
Daniel  en  el  valle  de  Santa  María  tierra  de  Cabrera ; 
el  otro  cerca  de  Girooa,  donde  después  de  la  muerte 
de  su  marido,  renunciado  el  siglo  y  sus  comodida- 
des, pasó  muy  santamente  lo  restante  de  su  vida.  En 
el  un  monasterio  y  en  el  otro  puso  reügiosas  de  San 
Benito.  Hijo  desta  señora  fue  don  Ramón  Arnaldo  ó 
Berenguel ,  que  sucedió  á  su  padre  en  el  condado  de 
Barcelona.  Por  este  mismo  tiempo  Armengol  conde 
deUrgel  harria  guerra  á  los  moros  que  quedaban  por 
aquellas  comarcas,  y  Guillen  Jordán  conde  de  Cerda- 
ña  perseguía  á  les  ¿orejes  arríanos ,  que  á  cabo  de 
tantos  años  tornaban  á  brotar  por  aquellas  partes.  Es- 
te Cdstiguba  aquella  mala  gente  con  destierros,  con- 
fiscación de  bienes ,  con  infamia  y  con  muertes  que 
daba  á  los  pertinaces.  Por  el  esfuerzo  do  Armeogol 
se  ganaron  muchos  pueblos  ribe>*adel  rio  Severo,  en 
especial  la  ciudad  de  Balaguer  cabeza  del  condado  de 
Urgel  volvió  á  poder  de  cristianos. 

CAPITULO  XIV. 
Como  los  normandos  fueron  á  Italia. 

El  nombro  de  los  normandos  fue  muy  conocido 
los  años  pasados  por  los  grandes  danos  que  hicieron 
en  las  costas  de  España  y  de  Francia ;  mas  por  estos 
tiempos  se  hicieron  mas  famosos  cuando  estendieron 
la  gloria  de  su  esfuerzo  en  las  partes  de  Italia ,  y  por 
fuerza  de  arnas  fundaron  en  ella  un  nuevo  reino  y 
señorío  que  dura  hasita  nuestros  tiempos ,  aunque 
mudada  diversas  veces  la  sucesión  de  los  príncipes 
que  le  han  poseído  y  poseen.  Dará  mucha  luz  á  esta 
historia  saber  la  origen  desta  gecte ,  y  la  ocasión  que 
tuvieron  para  pasar  en  Italia,  á  causa  de  estar  sus 
cosas  en  lo  de  adelante  muy  mezcladas  con  las  de 
España.  Normandos ,  que  es  lo  mismo  que  hombres 
setentriouales ,  se  llamaron  en  particular  todos  aque- 
llos que  entre  la  provincia  de  Dania  y  la  Címbrica 
CUcrsoneso  se  estendian  por  todas  aquellas  marinas 
del  mar  Germánico ,  y  poseían  hs  islas  que  por  allí 
caen :  hombres  fieros  y  bárbaros ,  en  el  vestido  y  ma- 
nera lie  Vida  salvajes,  de  costumbres  estruordiaarius; 
pero  muy  diestros  en  el  arte  de  navegar  por  el  ejerci- 
cio ordinario  que  tenían  de  ser  co<;arios.  Luythpraudo 
que  floreció  por  estos  tiempos,  dice  que  los  normun'* 
dos  eran  los  mismos  que  los  rusos  ó  rutenos.  La 
verdad  es  que  en  un  mismo  tiempo  estas  gentes  se 
derramaron  como  dos  ríos  arrebatados,  los  rusos  por 


(3)  Pone  su  muerte  el  Monge  de  Ripoll  el  de  1076,  y 
según  Diago  bu  hijo  don  RaoiOQ  Bercnguer  |  cabeza  de  Estopa 
fue  el  prbnogéQltOt 


IM  BlBUOTBCi  01 

tas  provinciaf  de  Oriente,  de  donde  vienen  los  de 
Polonia ;  los  normandos  por  las  de  Occidente,  en  que 
hicieron  grandes  efectos,  en  particular  en  tiempo  de 
Garios  el  Simple  rey  de  Francia  asentaron  en  aquella 
parte  de  aquel  reino,  que  anliguameute  llamaron 
Neustria ,  y  después  del  apellido  desta  frente  se  lla- 
mó y  se  llama  Normandía ,  como  se  dijo  en  otro  lu- 
gar .  Traian  ¡)or  capitán  á  uno  llamado  Rolon  :  nat:i- 
raímente  tenian  grande  apetito  do  mandar ,  eran 
acostumbrados  á  ungir  y  disimular,  dados  al  estudio 
de  la  elocuencia  y  ejercicio  de  la  caza ,  fuertes  para 
sufrir  todo  trabajo,  hambre,  calor  y  frió  :  preciában- 
se de  andar  bien  restidos  y  arread  )s ;  en  lo  demás 
eran  de  condición  soberbia  y  desapoderada.  Estas 
eran  las  virtudes  y  vicios  de  los  normandos  y  su  na- 
tural :  coa  la  comunicación  de  los  franceses  cuya 
condición  es  mansa ,  se  mitigó  en  parte  su  fiereza  y 
se  amansaron  sus  costumbres.  Del  linaje  de  Rolon 
hobo  uno  llamado  Guillermo  Notho,  séptimo  duque 
de  Neustria  ó  Normandía :  este  por  testamento  del 
rey  Eduardo  el  Santo  juntó  al  ducado  de  Normandía 
el  reino  de  In^alaterra  en  el  tiempo  que  se  hacia  la 
guerra  de  la  Tierra  Santa.  Para  apoderarse  de  aquel 
reino  pasó  en  una  flota  á  Ingalaterra.  y  en  la  primera 
batalla  venció  á  HaroMo  su  competidor,  y  le  quitó  la 
vida  y  el  reino.  De  allí  por  tener  aquellos  reyes  buena 
parte  de  la  Francia  resultaron  perpetuas  guerras  en- 
tre franceses  y  ingleses,  que  comenzaron  poco  antes 
de  los  tiempos  en  que  va  nuestra  histor  a. 

De  Francia  pasó  á  Italia  un  ejército  délos  norman- 
dos con  esta  ocasión.  Hay  en  N  »rmaudía  una  ciudad 
que  se  llamó  en  otro  tiempo  Constancia  Castra :  en  su 
comarca  poseía  un  pueblo  que  se  llama  Altavilla,  uno 
llamado  Tancredo  príncipe  denoble  y  antiguo  linaje , 
dichoso  en  sucesión ,  porgue  de  dos  matrimouios 
tuvo  no  menos  aue  doce  hijos.  Guillermo  por  sobre- 
nombre Brazos  de  Hierro,  Drogo,  Wifredo,  Gaufre 
do,  Serlo  nacieron  déla  primera  mujer,  cuyo  nombre 
no  se  sabe :  la  segunda  mujer  llamada  Franseodis 
tuvo  estos :  Roberto  Guiscardo,  Malegerio,  Guiller- 
mo, Alveredo,  Humberto,  Tancredo  y  el  menor  de 
todos  Rogerio,  que  hizo  á  todos  ventaja  en  hazañas 
y  en  mayor  poder  y  señorío.  La  madre  cuidaba  de  los 
alnados  como  de  ios  hijos  propios,  y  así  tilos  se  que- 
rían bien  sin  que  tuviesen  entre  sí  diferencias  ni  en- 
vidias. Et  padre  los  crió  y  amaestró  en  las  armas  y  en 
las  otras  artes  que  pertenecían  á  gente  noble.  Eran 
denodados,  de  buen  consejo,  con  que  enfrenaban 
la  temeridad ;  la  osadía  no  los  dejaba  ser  cobardes. 
Lo  que  el  padre  tenia ,  era  poco  :  temian  que  si  lo 
dividían  no  resultasen  dellos  riñas  y  contiendas ;  de- 
terminaron irse  á  otra  parte  á  vivir  y  heredarse. 

Italia  estaba  dividida  en  muehos  seño  río  3,  ardía  en 
bandos  y  guerras.  Los  moros  tenian  á  Sicilia  y  las 
otras  islas  del  mar  Mediterráneo :  por  la  una  causa  y 
la  otra  se  les  ofrecía  buena  ocasión  para  mostrar  su 
valor  y  esfuerzo.  Los  hermanos  mjiyores  pasaron  en 
Italia :  siguióles  un  buen  golpe  de  gente ;  ejercitá- 
ronse en  las  armas,  y  ganaron  houra  primero  en  las 
guerras  de  Lombardia  y  de  Toscana ,  después  pasa- 
ron á  tierra  de  Lavor  parte  del  reino  de  Nápoies,  do 
los  príncipes  el  de  Salerno  y  el  de  Capua  se  hacían 
guerra  muy  reñida  por  diferencias  que  tenian  entre 
sí.  Asentaron  primero  con  el  capuano ,  después  si- 
guieron al  salernitano  que  les  liizo  mas  aventajado 
partido,  y  con  esta  ayuda  quedó  con  la  victoria.  Con- 
cluida esta  guerra,  á  ínstuncia  de  Maniaco,  goberna- 
dor de  la  Pulla  y  de  Calabria  por  oí  em[)erador  de 
Grecia ,  emprendieron  la  conquista  de  Sicilia  contra 
los  moros  qua  della  estaban  apoderados.  Hicieron  en 
breve  buen  efecto,  ca  muchas  ciudades  volvieron  á 
poder  do  cristianos,  y  en  diversos  encuentros  desba- 
rataron los  moros,  y  los  corrieron  por  toda  la  tierra 
hasta  lanzarlos  de  aquella  isla.  Tras  esto  como  es  or- 
dinario resaltaron  sospechad  y  disgustos  entre  los 


GASPAR  t  ROIG. 

griegos  qne  pretendían  quedar  señores  de  aquella 
isla ,  y  los  normandos  que  aspiraban  á  lo  mismo.  Ds 
las  palabras  vinieron  a  las  manos  :  quedaron  los 
griegos  vencidos  y  privados  de  aquella  su  preten* 
sion. 

Ddstos  principios  comenzaron  los  vencedores  á 
fundar  y  poner  los  cimientos  de  un  nuevo  estado  en 
Italia  y  en  Sicilia ,  que  en  breve  llegó  á  ser  muy  po- 
deroso y  rico ,  porque  á  la  fama  de  lo  que  pasaba,  ioi 
hermanos  menores  que  quedaban  en  Francia  fuera 
de  solos  dos  que  perseveraron  en  casa  de  su  padre, 
cuyos  nombres  no  se  saben ,  acudieron  con  nuevos 
socorros  de  gente  en  ayuda  de  sus  hermanos  mayo- 
res ,  con  que  mucho  se  adelantaron  en  poder  y  se- 
ñorío. Todo  lo  que  se  ganó  por  aquellas  partes ,  se 
dividió  entre  los  mismos  que  lo  conquistaron ,  pero 
muertos  los  demás,  Gnalniente  quedaron  por  señores 
de  lodo  Roberto  Guiscardo  y  Rogerio.  Roberto  se  lla- 
mó duque  de  Calabria  y  de  la  Pulla,  Rogerio  fue  coa- 
de  de  Sicilia,  estado  ganado  de  los  moros  y  griegos 
por  las  armas  suyas  y  de  su  hermano.  Roberto  de  dos 
mujeres  que  tuvo ,  Alborada  y  Si{<elgayta  hija  del 
príncipe  de  Salerno,  dejó  estos  hijos:  Boamundo, 
Rogerio  y  una  hija  (si  es  verdad  lo  que  dicen  los  ca« 
talanes)  que  casó  con  don  Ramón  conde  de  Barcelona, 
como  ya  dijimos.  De  Rogerio  conde  de  Sicilia  nado 
otro  Rogerio  que  mudó  el  apellido  de  conde  en  el  de 
rey,  y  acabados  los  demás  deudos ,  parte  que  falle* 
cieron ,  parte  por  haberles  él  quitado  lo  que  tenían, 
quedó  solo  con  todo  lo  que  los  normandos  en  Italia  y 
en  Sicilia  poseían ;  demás  desto  África  y  Grecia  le 
pagaban  tributo ,  tan  grande  era  su  poder.  Esto  se 
tomó  de  Gaufredo  monge  que  escribió  los  hechos  de 
los  normandos  en  Italia  á  instancia  del  mismo  conde 
Rogerio  en  historia  particular  que  della  compuso; 
pero  dejada  Italia ,  volvamos  a  España  ¿  nuestro 
cuento. 

CAPITULO  XV. 

Que  se  emprendió  la  guerra  contra  Toledo. 

Dbstá  manera  procedían  las  cosas  de  los  norman- 
dos prósperamente  en  Italia.  En  España  los  ciudada- 
nos de  Toledo  no  cesaban  con  cartas  y  mensajeros 
de  solicitar  á  los  nuestros  para  que  emprendiesen 
aquella  conquista  y  se  pusiesen  sobre  aquella  ciudad : 
que  el  rey  Hiaya  ni  se  mejoraba  con  el  tiempo,  ni  por 
el  riesgo  que  corría ,  enfrenaba  sus  apetitos ,  antes 
por  no  irle  nadie  á  la  mano  de  cada  día  crecía  en 
atrevimiento  y  crueldad;  finalmente  que  pasaban 
una  vida  muy  desgraciada ,  rodeada  de  miserias  y  de 
angustias  ,  y  que  solo  se  entretenían  con  la  esperan- 
za de  vengarse  :  que  si  los  cristianos  no  les  acudían, 
se  determinaban  de  pedir  á  los  moros  que  los  acor- 
riesen, pues  cualquiera  sujeción  era  tolerable á  true- 
que de  ubrarse  de  aquella  tiranía :  toda  servidumbre 
es  miserable ,  pero  intolerable  servir  á  un  loco  y 
desatinado.  El  rey  don  Alonso  andaba  perplejo  sin 
saber  qaé  partido  debía  tomar :  combatíanle  por  una 
parte  el  recelo  de  lo  que  se  podría  pensar  y  decir,  por 
otra  la  esperanza  del  gran  provecho  si  ganaba  aquella 
ciudad.  Acordó  tratar  cl  negocio  en  una  junta  de  ca- 
balleros ,  gente  principal  y  grave :  los  pareceres 
fueron  diferentes  como  suele  acontecer  en  semejan- 
tes consultas.  Los  mas  osados  y  valientes  eran  de 
parecer  se  emprendiese  luego  la  guerra,  que  decían 
seria  de  mucho  interés  y  honra  así  para  los  parücu* 
lares ,  como  en  comnn  para  toda  la  cristiandad.  En- 
carecían la  grande  presa  y  los  despojos  con  que  se 
animarían  los  soldados,  la  importancia  de  quitar  ana 
ciudad  tan  principal  á  los  moros,  la  buena  ocasión 
que  se  les  presentaba  de  salir  fácilmente  con  la  em- 
presa ,  que  si  se  pasaba  por  ventura  no  volvería  tan 
presto  :  que  en  el  suceso  de  aquella  guerra  so 
ponía  en  balanzas  todo  el  poder  ue  los  moros  en 
España. 


feíltOlUi 

Los  mal  recatados  oslrañaban  esto  :  decían  que 
en  ningana  manera  se  debía  emprender  aquella  con- 
quista y  pues  era  contra  conciencia  y  razón  quebran- 
tar la  confederación  y  amistad  aue  teniau  asentada 
con  aquellos  reyes.  En  conformiaad  Jesto  uno  de  los 
caballeros  que  segaian  este  parecer,  hombre  ancia- 
no y  de  mucha  prudencia ,  habló  en  esta  manera : 
«¿Con  qué  justicia,  oh  rey,  ó  con  qué  cara  haréis 
«guerra  auna  ciudad  que  en  el  tiempo  de  vuestro 
naestierro ,  cuando  os  hallastes  pobre,  desamparado 
sy  sia.remedio ,  os  recibió  cortésmeote  y  trató  con 
«mucho  regalo?  principio  que  fue  y  escalón  para  su- 
sblr  al  reino  que  ahora  tenéis.  ¿Que razón  sufre  dar 
scuerra  al  hijo » sea  cuan  malo  U  quisiéredes  pintar, 
Boei  que  con  su  hacienda  y  con  su  poder  os  ayudó  á 
svolTer  al  reino  que  os  quitó  vuestro  hermano  ?  Hos- 
Bpedóos  amorosam<>nte,  y  tratóos  no  de  otra  manera 
»que  sí  fuérades  su  hijo,  para  obligaros  al  cierto  que 
Bá  sus  sucesores  los  tuvié^edes  en  lugar  de  herma- 
snos ;  que  no  debe  ser  menor  la  unión  que  resulta  del 
^agradecimiento  y  amor,  que  la  que  causa  la  natu- 
Draleza  y  parentesco.  DiGcuItosa  cosa  es  persuadir  á 
Bun  principe  lo  que  conviene :  adulación  y  confor- 
Bmarse  con  su  voluntad  carece  de  dificultad  y  peli- 
Bgro.  Si  va  á  decir  la  verdad ,  cuanto  uno  es  mas 
Bcobarde ,  tanto  es  mas  libre  en  el  blasonar  de  guer* 
Bras  y  de  armas.  A  las  veces  por  parecer  de  los  mas 
Bcobardes  se  emprende  la  guerra ,  que  se  prosigue 
Bdespues  con  el  esfuerzo  y  riesgo  de  los  esforzados. 
«¿Quién  no  sabe  cuánta  sea  la  fortaleza  de  aquella 
Bcittdadque  queréis  acometer?  ¿cuan  grandes  sus 
«pertrechos,  sus  municiones,  sus  reparos  ?  Diréis : 
bLos  ciudadanos  nos  llaman  y  convidan  :  como  si 
Bhobieseque  fiar  de  una  comunidad  liviana  y  incons* 
Btante^  y  que  volverá  la  proa  á  la  parte  de  donde  so- 
Bolare  el  viento  mas  favorable.  Destruir  la  tiranía  ^ 
Blibrar  los  oprimidos  es  cosa  mujf  honrosa :  es  así,  si 
Bjuntamente  y  por  el  mi^mo  camino  no  se  quebranta- 
Bsen  Ids  leyes  de  la  piedad  y  agradecimiento,  y  de 
Btoda  humanidad.  Dirá  otro  :  No  hay  que  hacer  caso 
«del  íurameoto,  pues  su  obligación  ceso  con  la  muer- 
Ble  de  los  reyes  pasados  :  verdad  es ,  ¿  pero  quien 
«podrá  engañar  á  Dios,  testigo  de  la  intención  y  de 
«Ja  perpetua  amistad  que  asentastes?  mas  aína  se 
«puede  temer  no  quiera  vengar  semejante  desacato 
Bv  fraude.  Nodecimos  esto  oh  rey  por  esquivar  el  tra- 
Boajo  ni  el  peligro  :  con  el  mismo  ánimo  que  otras 
«veces  estamos  aparejados ,  y  prestos  para  seguiro') 
«si  fuere  menester  desarmados ,  desnudos  y  flacos ; 
«pero  para  tomar  consejo  es  justo  que  nuestras  len- 
Bguas  tengan  libertad,  y  vuestras  orejas  se  muestren 
«á  todo  lo  que  se  dijere  favorables,  b 

Movieron  estas  razoies  al  rey  tanto  mas  que  por 
boca  de  uno  le  parecia  hablaba  gran  parte  de  los  que 
alU  estaban ;  finalmente  venció  el  deseo  que  tenía  de 
hacer  aquella  guerra ,  y  conquistar  aquella  nobilísi- 
ma ciudad  en  que  tantas  comodidades  se  le  represen- 
taban. Con  esta  determinación  les  habló  en  esta 
sustancia :  a  Bien  sé  nobles  varones  las  muchas  difí- 
BcultaJes  que  en  esta  guerra  se  ofrecen,  y  que  estos 
«días  se  han  dicho  muchas  cosas  á  propósito  de  po- 
«neros  espanto  y  miedo;  mas  quién  no  sabe  cuantas 
«mentiras  y  cuan  vanas  se  suelen  sembrar  en  ocasio- 
Boes  semejantes?  La  cobardía  y  el  miedo  todo  lo 
«acrecientan  y  hacen  mayor  de  lo  que  es  en  hecho 
«de  verdod.  No  diré  nada  del  cargo  de  conciencia  que 
Bnos  hacen,  ni  del  juramento  y  nota  de  ingratitud 
«que  nos  acusan :  las  maldades  df  Híaya  nos  dascar- 
«caráD bastantemente;  al  que  su  misnio  padre,  si 
«fuera  vivo,  castigara  con  todo  rigor,  será  razón  que 
«{>or  su  respeto  le  dejemos  continuar  en  ellas  y  on  su 
«tiranía  tan  grave?  Alegan  con  la  fortaleza  de  aquella 
Bciudad  eignin  número  de  sus  ciudadanos  :  la  verdad 
«es  que  al  esfuerzo  y  valor  nioffuna  cosa  habrá  diü- 

9CttItos«i>  (i09  que  debajo  la  conaucta  de  ipi  hermano 


ti  ks^A^Aé  jSiaS 

«don  Sancho  y  mia  allanastes  ^rañ  parte  de  España, 
))y  ganastes  de  los  moros  muchas  batallas  campales, 
))por  ventura  serán  parte  estas  hablillas  para  espan- 
otaros?  Que  si  los  enemigos  son  muchos,  no  será 
I)  esta  «la  primera  vez  que  peleáis  con  semejante  ca« 
«nalla,  gente  allegadiza,  sin  concierto  y  sin  orden, 
oy  que  cuanto  son  mas  en  número,  tanto  se  embara- 
ozarán  mas  ni  tiempo  del  menester.  Gente  flaca  es  la 
«que  acometemos,  y  por  la  larga  ociosidad  y  el  mu- 
ocho  H'galo  DO  podrán  sufrir  el  trabajo  y  el  peso  de 
olas  armas.  Ganado  Toledo,  mis  soldados,  ¿quién 
osera  parte ,  quién  os  irá  á  la  mano  para  qur>  con  las 
omanos  victoriosas  no  lleguéis  á  los  últimos  términos 
ode  España?  remate  de  todos  vuestros  trabajos,  pre- 
omio  y  gloria  inmortal ,  que  con  poco  trabajo  alcau- 
ozareis  para  vo?,  para  nuestros  reinos  y  para  toda  la 
ocristiandad.  Parad  mientes  no  se  nos  pase  el  tiempo 
oen  consultas  y  recatos;  y  lo  que  suele  acontecer 
ocuando  los  buenos  intentos  se  dilatan ,  no  nos  pa« 
orezca  mejor  consejo  aquel  cuya  sazón  fue  ya  pa« 
osada,  o 

Estas  razones  tan  concertadas  encendieron  los 
ánimos  de  todos  los  presentes  para  que  con  toda  vo- 
luntad se  decretase  la  guerra  contra  los  mjros.  El 
rey,  tomada  esta  resolución  ,  se  encargó  de  juntar 
armas ,  caballos  ,  vituallas,  diñaros,  municiones  y 
todo  lo  demás  necesario.  Mandó  levantar  banderas  y 
hacer  gente  por  todas  partes,  en  particular  llamó  y 
convidó  con  nuevos  premios  y  ventajas  los  soldados 
viejos  que  estaban  derramados  por  el  reino.  En  todo 
esto  se  ponía  mayor  diligencia  por  entender  que  los 
moros  avisados  de  todo  lo  que  pasaba,  llamaban  en 
su  ayuda  al  rey  moro  de  Badajoz,  que  á  toda  furia  se 
aprestaba  para  acudillescon  toda  brevedad.  La  prie- 
sa fue  de  manera  que  las  unas  gentes  y  las  otras,  los 
moros  y  los  cristianos,  llegaron  á  un  mismo  tiempo  á 
Toledo ;  pero  visto  que  el  rey  don  Alonso  iba  acompa- 
ñado de  un  campo  muy  lucido,  soldados tií estros  y 
muy  bravos ,  los  moros  dieron  la  vuelta  sin  pasar 
adelante  en  aquella  demanda.  Sin  embargo  no  sepu* 
do  por  entonces  ganar  aquella  ciudad  á  causa  que  el 
rev  moro  de  Toledo  se  hallaba  á  la  sazón  muy  aperci- 
bido y  pertrechado  de  todo  lo  necesario,  demás  déla 
fortaleza  grande  de  la  ciudad,  que  ponía  á  todos  es- 
panto por  ser  muy  enriscada.  Talaron  los  campos  , 
quemaron  las  mieses ,  hicieron  presas  de  hombres  y 
de  ganados,  y  con  tanto  se  volvieron  á  sus  cases. 

Comenzóse  látala  el  año  que  se  contaba  de  1079 ; 
continuóse  el  año  siguiente ,  el  tercero  y  el  cuarto , 
sin  alzar  mano  algunos  otros  años  adelante.  Tomaron 
á  los  moros  los  pueblos  de  Canales  y  de  Olmos ,  que 
caian  cerca  de  aquella  ciudad ,  y  en  ellos  deiaron 
f(uarnicion  de  soldados  que  nunca  cesaban  de  nacer 
correrfas  y  cabalgadas  por  toda  aquella  comarca.  Con 
estos  daños  comenzaron  los  de  Toledo  á  padecer  fal-« 
ta  de  trigo  y  de  otras  cosas  necesarias  para  la  vida. 
Susténtase  la  ciudad  de  Toledo  comunmcyie  de 
acarreo  á  causa  que  la  tierra  de  su  contorno  es  muy 
falta  por  ser  de  suyo  delgada  y  arenisca .  y  por  las 
muchas  piedras  y  peñas  que  en  ella  hay :  las  mentes 
fon  pocas ,  y  sus  manantiales  cortos ,  llueve  pocas 
veces  por  caerle  lejos  la  mar  y  ser  la  tierra  la  mas 
filta  de  España  :  solo  por  la  vega  por  do  pasa  el  rio 
Tajo  hay  una  llanura  y  valle  no  muy  ancho,  pero 
muy  fértil  y  alegre. 

En  el  mismo  tiempo  que  se  dio  principio  á  la  con- 
quista de  Toledo ,  el  Cid  continuaba  la  guerra  en 
Aragón  con  mucha  prosperidad  :  ganó  de  los  moros 
(iiversos  castillos  y  pueblos  por  toda  aquella  tierra; 
«olo  para  ser  colmada  su  felicidad  le  faltaba  la  gracia 
(ie  su  rey  que  él  mucho  deseaba.  Sucedió  muy  á  pro- 
pósito quHel  año  de  1080  se  levantaron  cieñas  re- 
vueltas entre  los  moro:»  del  Andalucía  á  causa  que 
un  hombre  priucipal  de  aquella  nación  por  nomore 
Almofala,  tomó  por  faerza  el  castillo  d^  Crudos,  B) 


284  iifeLioTUi  im 

moro  cuyo  era,  acudió  al  rey  don  Alonso  para  yaler- 
66  de  su  ayuda  y  recobrar  aquella  plaza :  llamábase 
este  moro  Adofír.  Al  rey  le  pareció  condescender  con 
esta  demanda ,  y  aprovecharse  de  aquella  ocasión 
que  para  adelantar  su  partido  se  le  presentaba :  envió 
golpe  de  geute  adelante,  y  él  poco  después  con  ma- 
yor número  acudió  en  persona ;  el  moro  cootrarlo  era 
astuto  y  mañoso,  la  guerra  iba  á  la  larga.  Temia  el 
rey  no  se  le  pasase  la  sazón  de  volver  como  lo  tenia 
comenzado  á  la  conquista  de  Toledo  :  acordó  llamar 
al  Cid  que  en  Aragón  se  hallaba,  y  encargalle  aque- 
lla empresa  por  ser  caudillo  de  tauto  nombre  y  en 
todo  aventajado  y  sin  par.  Venido ,  le  acogió  muy 
bien  y  trató  muy  amorosamente  como  príncipe  que 
de  suyo  era  afable ,  y  que  sabia  con  buenas  palabras 
granjear  las  voluntades.  Alzóle  el  destierro ,  y  para 
mas  muestra  de  amor  á  su  instancia  estableció  una 
ley  perpetua  en  que  se  mandó  que  todas  las  veces  que 
condenasen  en  destierro  algún  hijodalgo ,  no  fuese 
tenido  d  cumplir  la  sentencia  antes  de  pasados  trein- 
ta dias ,  como  quier  que  antes  no  les  señalasen  de 
término  mas  que  nueve  dias. 

Volvió  el  rey  á  su  empresa,  y  el  Cid  concluyó 
aquella  guerra  del  Andalucía  á  mucho  contento,  ca 
recobró  el  castillo  de  Grados  sobre  que  era  el  débete, 
y  prendió  al  moro  que  le  tomara ,  que  envió  al  rey 
para  que  hiciese  del  lo  que  su  voluntad  fuese  y  por 
bíeu  tuviese.  Esto  pasó  en  el  Andalucía  aauel  ano: 
el  siguiente  de  mil  ochenta  y  uno  don  García  herma- 
no del  rey  pasó  dosta  vida.  H  izóse  desangrar  rompi- 
das las  venas  en  la  prisión  en  que  le  tenían :  tan 
Srande  era  su  disgusto  y  su  rabia  por  verse  privado 
el  reino  y  de  la  libertad.  Temia  el  rey  don  Alonso 
que  como  era  bullicioso  y  de  no  mucha  capacidad  no 
alterase  los  naturales  y  el  reino.  Esta  entiendo  yo  fue 
la  causa  de  no  querelle  soltar  en  tanto  tiempo,  mas 

3ue  la  ambición  y  deseo  de  reinar;  verdad  es  que 
espues  de  la  muerte  del  rey  don  Sancho  tuvo  la  pri- 
sión mas  libre  y  toda  abundancia  de  comodidades  y 
regalos,  y  aun  no  falta  quien  dice  poco  antes  de  su 
muerte  le  convid&ron  con  la  linertad,  y  no  la  aceptó 
sea  por  estar  cansado  de  vivir,  sea  por  aplacar  a 
Dios  con  aquella  penitencia  y  afán ;  de  que  da  mues- 
tra no  querer  le  quitasen  los  grillos  en  toda  su  vida 
antes  mandó  le  enterrasen  con  ellos,  y  así  se  hizo. 
Llevaron  su  cuerpo  ¿  la  ciudad  de  León ,  y  allí  lese- 

{lultaron  muy  honoríücamente  en  la  iglesia  de  San 
sidro.  Halláronse  presentes  en  el  enterramiento  y 
exequias  sus  dos  hermabas  las  infantas,  muchos  obis 
pos,  y  otros  grandes  del  reino.  Su  muerte  fue  á  los 
diez  años  de  su  prisión,  y  álos  quince  después  que 
comenzó  á  reinar. 

El  Cid  sosegadas  las  revueltas  de  la  Andalucía  , 
tornó  ala  guerra  de  Aragón,  donde  en  una  batalla 
venció  al  rey  moro  de  Denía  por  nombre  Alfagio ,  y 
junto  con  él  al  rey  de  Araron  don  Sancho  que  vinie 
ra  en  su  favor.  Esta  victoria  fue  muy  señalada,  tanto 
que  el  rey  don  Alonso  le  llamó  para  honrarle  y  ha- 
cerle mercedes  según  que  sus  trabajos  y  virtudes  lo 
merecían.  Venido  que  fue,  le  hizo  donación  perjuro 
de  heredad  de  tres  villas,  es  á  saber  Briviesca ,  Ber- 
Janea,  Arcejona.  Por  otra  parte  el  moro  Alfagio  se 
rehizo  de  gente,  y  con  deseo  de  satisfacerse  corrió 
las  tierras  de  Castilla  hasla  dar  vista  á  Consuegra, 
villa  principal  de  la  Mancha.  El  rey  si  bien  estaba 
ocupado  en  la  conquista  de  Toledo,  acudió  contra 
esta  tempestad  para  rebatir  el  orgullo  de  aquel  moro. 
Juntáronse  los  campos,  adelantáronse  las  haces  de 
una  parte  y  de  otra ,  dióse  la  batalla ,  en  que  pereció 
mucha  morisma,  y  el  rey  moro  se  salvó  por  los  pies  y 
se  retiró  á  cierto  castillo.  La  alegría  desta  victoria  se 
aguó  mucho  á  los  cristianos  con  la  muerte  lastimosa, 

gue  sucedió  en  la  pelea,  de  Diego  Rodríguez  de  Vivar 
ijo  del  Cid,  mozo  de  grandes  esperanzas ,  y  que  eo- 
peozaba  ja  á  seguir  la  huella  y  las  virtudes  de  su  pa- 


CkSM  t  ROíé. 

dre.  Su  cuerpo  enterraron  en  San  Pedro  de  Cárdena, 
y  allí  se  muestra  su  lucillo.  Alfagioel  moro,  «UDqiie 
vencido  en  las  dos  batallas  susodichas,  no  acababa  de 
sosegar;  antes  recogida  mas  geute,  rompió  otra  vez 
por  lit^rras  de  Castilla  ?in  reparar  basta  Medina  del 
Ctmpo,  pueblo  bien  conocido  y  princiohl.  Salióensu 
busca  Alvar  Yañez  Mlnaya  deudo  del  Cid,  personada 
viiior ;  y  llegado  á  aquellas  part*)s  tuvo  con  él  un  en- 
cuentro en  que  tercera  vez  quedó  vencido  y  desbara- 
tada su  gente. 

Esto  pasó  el  añode  Cristo  i982 ,  en  el  cual  ano  don 
Ramón  cabeza  de  Estopa  conde  de  Barcelona  cerca 
de  un  pueblo  llamado  Percha,  puesto  entre  Ostarlito 
y  Girona,  fue  muerto  alevosamente.  Su  mismo  her- 
mano don  Berenguel  le  paró  aquella  calada  yendo  ca« 
mino  de  Gírona  y  le  hizo  matar  (i).  Estaba  mal  eno- 
jado contra  él  después  que  su  padre ,  sin  embargo 
que  era  menor,  se  le  antepuso  en  el  estado  de  Barce- 
lona.  Disimulólo  al  principio ,  y  mostró  sentimiento 
por  la  muerte  de  su  hermano ;  pero  como  quier  que 
semejantes  maldades  pocas  veces  se  encubran,  sabi- 
do efcaso,  cayó  en  aborreciihiento  de  la  centetan 
grande  que  no  solo  no  alcanzólo  que  pretenaia,  antes 

f»or  fuerza  le  privaron  de  lo  que  era  suyo.  Lo  que 
e  quedó  de  la  vida,  pasó  miserablemente  ,  p^bre- 
desterrado  y  vagabundo ;  y  aun  se  dice  que  de  repen- 
te perdió  la  habla  eu  Jerusalen,  do  los  años  adelante 
fué  á  In  conquista  de  la  Tierra  Santa ,  y  aJIf  le  sobrt- 
vino  la  Muerte.  Rl  cuerpo  de  don  Ramón  sepultaron 
en  la  iglesia  Mayor  de  Girona. 

Sucedióle  don  Ramón  Amaldo  su  hijo,  de  tan  poca 
edad  que  aun  no  tenia  año  cumplido  *  pero  fue  muy 
señalado  por  el  largo  tiempo  que  gozo  de  aquel  esta- 
do,  igual  á  cualquiera  de  sus  antepesados  por  la 
grandeza  y  gloria  de  sus  hazañas,  demás  queeosan- 
chó  mucho  su  señorío  no  solo  con  la  parte  que  qui- 
taron al  matador  de  su  padre,  sino  porque  en  su  tiem- 
po faltaron  legítimos  oescendientes  á  los  condes  de 
Urgdl  y  de  Bésala,  por  donde  aquellos  estados  reca- 
yeron en  él  como  movientes  del  condado  de  Barcelo- 
üH  y  feudos  suyos.  Y  aun  en  la  parte  de  Francia  que 
se  llamó  la  Gtlía  Narbonense,  se  le  juntü  los  anos 
adelante  el  condado  de  la  Proenza  por  via  de  casa- 
miento y  en  dote,  porque  casó  con  doña  Aldonza, 
que  otros  llaman  dona  Dulce,  hija  de  Giliberto  conde 
de  la  Proenza.  Deste  matrimonio  nacieron  dos  h  jos, 
don  Ramón  y  don  B^^renguel,  y  tres  hijas,  la  una  de- 
Has  se  llamo  doña  Berenguela,  que  casó  con  don 
Alonso  el  Emperador;  los  nombres  de  las  otras  dos  no 
se  sabe ,  mas  es  cieno  que  casaron  en  Francia  muy 
principalmente.  Tuvo  e^te  príncipe  contienda  y  aun 
guerra  muy  reñida  con  Alonso  conde  de  Tolosa  señor 
muy  principal  y  muy  vecino  á  su  estado ;  pero  des- 
pués de  largos  debates  se  concertaron  en  que  reci- 
procamente se  prohijasen  el  uno  al  otro  de  tal  guisa 
que  en  cualquier  tiempo  que  á  cualquiera  de  aque- 
llas casas  falUse  sucesión ,  hobiese  aquel  estado  el 
otro  ó  sus  descendientes;  pero  esto  pasó  mucho 
tiempo  adelante :  volvamos  a  la  guerra  ae  Toledo  ea 
que  estábamos. 

CAPITULO  XVI. 
Cómo  se  ganó  la  dadad  de  Toledo. 

Las  continuas  cerrerías  y  entradas  que  los  fieles 
hacían  por  las  tierras  de  Toledo ,  las  talas,  las  que* 
mas .  los  robos  traían  tan  cansados  á  los  moros  de 
aquella  ciudad ,  que  no  sabían  qué  partido  tomar  ni 

( 1 )  Está  admitido  que  don  Ramón  fae  moerto  á  traídoa. 
pero  no  por  su  hermano  don  Bereofnicl.  Su  embarfo ,  a 
maestro  Diego ,  que  refristró  los  archivos  para  escribir  la  liis* 
toria  de  los  condes  de  Barcelooa ,  observa  que  en  ona  escri- 
tora del  año  1160 ,  hablándose  de  la  maerie  de  este  coode« 
se  dice  obUt,  lo  que  signiflca  qaa  morió  de  muerte  natural, 


HISTORIA  DE  ESPAMA. 


SB5 


donde  aeadir.  Los  crístíanos  míe  allí  moraban,  alen- 
tados con  la  esperent^a  de  la  nbertad  no  cesaoan  de 
solicitar  al  rey  don  Alonso  para  oue  juntadas  todas 
sus  fuerzas,  se  pusiese  sobre  aquella  ciudad.  Prome- 
tían si  Ip  hiciese ,  de  abrille  luego  las  puertas  y  en- 
tregársela. Las  fuerzas  de  los  nuestros  y  las  hacien- 
das estaban  gastadas ,  los  ánimos  cansados  de  guerra 
tan  larga :  estas  dificultades  y  otras  muchas  que  se 
representaban ,  grandes  trabajos  y  peligros,  venció  y 
allanó  la  constancia  del  rey ,  y  el  deseo  que  todos  te-^ 
nian  de  Uefaral  cabo  aquella  conquista :  hicíéronse 
nuevas  y  grandes  levas  de  gente ,  juntaron  los  per- 
trechos y  municiones  necesarias  con  determinación 
de  no  desistir  ni  alzar  la  mano  hasta  tanto  que  se 
apoderasen  de  aquélla  ciudad.  Su  asiento  y  aspereza 
es  de  tal  suerte  que  para  cercarla  por  todas  partes 
era  fuerza  dividir  el  ejército  en  diversas  escuadras  y 
estancias ,  y  que  para  esto  el  número  de  los  soldados 
fuese  muy  crecido. 

Es  muy  Importante  la  amistad  y  buena  correspon- 
dencia entre  los  príncipes  comarcanos  :  grandes 
efectos  se  háben  cuando  se  ligan  entre  sí  y  se  ayu* 
dan ,  cosa  que  pocas  veces  sucede ,  como  se  vio  en 
esta  guerra.  Demás  de  los  castellanos ,  leoneses ,  viz- 
caínos, gallegos,  asturianos,  todos  vasallos  del  rey 
don  Alonso,  acudieron  en  primer  lugar  el  rey  don 
Siucho  de  Aragón  y  Navarra  con  golge  de  gente:  asi- 
mismo socorros  de  Italla7  de  Alemana,  movidos  de 
la  fama  desta  empresa  que  volaba  por  todo  el  mun- 
do. De  los  franceses  por  estar  mas  cerca  vino  mayor 
número :  gente  muy  alegre  y  animosa  para  tomar  las 
armas,  no  tan  sufridora  de  trabajos ;  mas  porque  en 
estaf  y  otras  guarios  contra  los  moros  sirvieron  muy 
bien,  á  los  que  dello.s  se  quedaron  en  España  para 
avecindarse  y  poblar  en  ella,  los  reyes  les  otorgaron 
machas  exenciones  y  franquezas :  ocasión  según  yo 
pienso  de  que  procedió  llamar  en  la  lengua  castella- 
na comunmente  francos  así  á  ios  hombres  genero- 
sos ,  como  á  los  hidalgos  y  que  no  pagan  peclios ;  lo 
cual  todo  se  saca  de  escrituras  antiguas  y  privilegios 
que  por  estos  tlem'po)  se  concedieroa  á  los  ciudada- 
nos da  Toledo.  De  todas  estai  gentes  y  naciones  se 
(orm^  un  campo  muy  grueso,  que  sin  dilación  mar- 
chó la  via  de  Toíedo  muy  alegre  y  cbn  grandes  espe- 
ranzas de  dar  fin  á  aquella  demanda. 

El  rey  moro  avisado  del  intento  de  los  enemigos, 
de  sus  apercibimientos  yaparato,  y  movido  del  peli- 
gro qoe  le  amenazaba;  se  apresuiba  para  hacer  re- 
sistencia. Tenia  soldados ,  vituallas  y  municiones: 
faltábale  el  mas  fuerte  baluarte ,  gue  es  el  amor  de 
los  vasallos.  Todavía,  aunque  no  ignoraba  estp,  te- 
nia confianza  de  poderse  defender  por  la  fortaleza  y 
sitio  natural  de  aquella  ciudad ,  que  es  en  demasía 
alto  y  enriscado.  De  todas  las  partes  le  cercan  peñas 
roay  altas  y  barrancas,  por  medio  de  las  cuales  con 
grande  maravilla  de  la  naturaleza  rompe  el  rio  Tajo 
y  da  vuelta  á  toda  la  ciudad  de  tal  «uerte ,  que  por 
tierra  deja  sola  una  entrada  para  ella  á  la  parte  del 
Setentrion  y  del  Norte  de  subida  empinada  y  agria, 
y  que  está  fortificada  con  dos  murallas,  una  por  lo 
hito  y  otra  tirada  por  lo  mas  bajo.  Para  cercar  la  ciu- 
dad por  todas  partes  fue  necesario  dividir  la  gente 
en  ftíete  escuadrones  con  otras  tantas  estancias  que 
fortlficarou  á  ciertos  espacios  á  propósito  de  cortar 
todos  los  pasos ,  que  ni  los  de  dentro  sifliesen ,  ni  les 
entrasen  de  fuera  socorros  ni  vituallas.  El  rey  con  la 
mayor  parte  de  la  gente  asentó  sus  reales ,  y  los  for- 
tificó y  barreó  por  todas  partes  en  la  vega  que  se 
tiende  á  las  haldas  del  monte  sobre  que  está  asentada 
la  ciudad. 

Todos  así  moros  como  cristianos  mostraban  gran- 
de ánimo  y  deseo  de  venir  á  las  manos :  cerca  de  los 
muros  se  traiiaron  algunas  escaramuzas  en  que  no 
sucedió  cosa  señalada  que  sea  de  contar;  solo  se 
echaba  de  ver  que  los  moros  en  la  pelea  de  á  pié  no 


igualaban  á  los  cristianos  en  la  ligereza,  fuerzas  y 
ánimo;  mas  en  las  escaramuzas  á  caballo  les  hacíau 
ventaja  en  la  destreza  que  tenían  por  larga  costum- 
bre de  acometer  y  retirarse ,  volver  y  revolver  sus 
caballos  para  desordenar  los  contraríos.  Levantaron 
los  nuestros  torres  de  madera,  hicieron  ^trabucos, 
otras  máquinas  y  ingenios  para  batir  y  arrimarse  á 
la  muralla ,  y  con  picos  y  palancas  abrir  entrada.  La 
diligencia  era  grande,  los  ingenios  dado  que  ponían 
espanto,  y  hacían  maravílkr  á  ios  moros  por  no  estar 
acostumbrados  á  ver  semejantes  máquinas,  no  eran 
de  provecho  alguno ;  porque  si  bien  derribaron  algu- 
na parte  del  muro ,  la  subida  era  muy  agria ,  Jas  ca- 
lles estrechas ,  los  edificios  altos  y  muchos  que  la 
defendían.  El  cerco  con  tanto  iba  á  la  larga ,  y  por  el 
poco  progreso  que  se  hacia,  se  cansaban  los  cristia- 
nos de  suerte  que  deseaban  tomar  al^n  asiento  para 
tevantar  el  cerco  sin  perder  reputación.  Apretábalos 
la  falta  que  padecían  de  todo  ^  que  por  estar  la  tierra 
talada  y  alzados  los  mantenimientos  eran  forzados 
á  proveerse  de  muy  lejos  de  vítuallaspara  los  hombres 
y  forraje' para  los  caballos.  Los  calores  del  verano 
comenzaban :  por  esto  y  por  el  mucho  trabajo  y  poco 
mantenimiento,  como  es  ordinario,  picaban  enfer- 
medades de  que  moría  mucha  gente. 

Hallábanse  en  este  aprieto ,  cuando  San  Isidoro  se 
apareció  entre  sueños  á  Cipriano  obispo  de  León ,  y 
con  semblante  ledo  y  grave  y  lleno  de  majestad  le 
avisó  no  alzasen  el  cerco  ,  que  dentro  de  ouiuce  días 
saldrían  con  la  empresa,  porque  Dios  tenia  escogida 
aquella  ciudad  para  que  fuese  asiento  y  silla  de  su 
gloria  y  desu  servicio.  Acudió  el  obispo  al  rey ,  dióle 
parte  de  aquella  visión  tan  señalada :  con  que  los  sol- 
dados se  animaron  para  posar  cualquier  mengua  y 
trabajo  por  esperanza^  tan  ciertas  que  les  dabuA  oe 
la  victoria.  Era  asi  que  los  cercados  padecían  á  la 
misma  sazón  mayor  necesidad  y  falta  de  todo ,  tanto 
que  se  sustentaban  de  jumentos  y  otras  cosas  sucias 
por  tener  consumidas  fas  vituallas ;  hallábanse. final- 
mente en  ¡o  último  de  la  miseria  y  necesidad  :  ellos 
flacos  y  cansados ,  los  enemigos  pujantes,  que  ni  es- 
cusaban  trabajo  ni  temían  de  ponerse  á  cualquier 
rídsgo.  Acordaron  persuadir  al  rey  moro  tratase  de 
conciertos.  Apellidáronse  los  ciudadanos  unos  á  otros 
y  de  tropel  entraron  por  la  casa  real ,  y  con  grandes 
alaridos  requieren  al  rey  moro  ponga  fio  á  trabajos  y 
cuitas  tan  grandes  antes  que  toHos  juntos  pereciesen 
y  se  consumiesen  de  pena ,  tristeza  y  necesidad. 

Alteróse  el  rey  moro  con  aquella  demanda  y  vocería 
de  los  suyos,  que  mas  paracia  motín  y  fuerza ;  sose- 
góse empero ,  y  hablóles  en  esta  sustancia :  c  Bueno 
aesel  nombre  ae  la  paz,  scs  frutos  gustosos  y  salu- 
Ddables ;  pero  advertid  so  col^  de  paz  no  nos  haga- 
»mos  esclavos.  A.  la  paz  acompañan  el  reposo  y  la  li- 
abertad ;  la  servidumbre  es  el  mayor  de  los  males ,  y 
oque  se  debe  rechazar  con  todo  cuidado  con  las  ar- 
omas y  con  la  vida ,  si  fuere  necesario.  Gran  mengua 
]>y  muestra  de  flaqueza  no  poder  sufrir  la  necesidad 
ay  falta  por  un  poco  tiempo.  Mas  fácil  cosa  es  hallar 
squien  se  ofrezca  á  la  muerte  v  á  perder  la  libertad, 
»que  quien  sufra  la  hambre.  Yo  os  aseguro  que  si  os 
Dentreteñeis  pocpocos  días  y  no  desmayáis,  que  sal- 
ndreis  deste  aprieto;  ca  (os  enemigos  lorzosfimente 
»se  irán ,  pues  padecen  no  menos  necesidad  que  vos,^ 
»y  por  ella  y  otras  incomodidades  cada  día  seles  des- 
sbandan  los  soldados  y  se  les  van ;  además  que  muy 
sen  breve  nos  acudirán  socorros  de  los  nuestros,  que 
ncuidan  grandemente  de  nuestro  trabajo,  n 

No  se  quietaron  los  moros  con  aquellas  razones :  el 
semblante  no  se  conformaba  con  las  esperaozas  que 
daba.  Parecía  usarían  de  fuerza ,  y  que  todos  juntos 
sino  otorgaba  con  ellos ,  irían  á  abrir  al  enemigo  las 
puertas  de  la  ciudad :  grande  aprieto  y  congoja  ;  asi 
forzado  el  moro  vino  en  aue  se  tratase  de  conciertos, 
como  lo  pedían  sus  vasallos.  Salieron  comisarios  de 


280  ■llUOTCtU  DB 

Ié  dodad ,  qiH  dado  qae  aQigtdM  y  humildes  en  pre- 


i"' 


MDcia  del  ray  don  Alonso  le  represaataron  bus  qiie- 

I'u :  acasfrsnle  al  jurailMiito  que  leí  hizo  ,  la  pala- 
traque  les  dfó,  la  amiaUd  que  asenta  coa  ellos,  j  lu 
hueDUObras  qae  aa  tiempo  de  "SU  necesidad  recibid 
de  aquella  ciudad  y  de  bus  moradores:  después  desto 
la  di]eroa  que  li  bteneniandiaQ  no  era  menor  la  fal- 
ta que  padecían  en  iM  reales  que  dentro  de  la  ciudad, 
'i>da*ia  vendrían  en  hacer  algua  concierto,  como 
faese  tolerable ,  basta  pagar  las  períaa  y  tributo  que 
se  ■seaUsa. 

A  esto  respoadid  el  rey  que  fue  tiempo  en  que  se 
pudiera  tratar  de  medios ;  que  il  presente  las  cosas 
ettabsD  en  terroioo  que  i  menos  de  eotregarlela  ciu- 
dad ,  no  daría  oidos  i  concierta  ninguno.  Sobre  esto 
fueron  y  TÍaieroo  dÍTarsas  veces ,  eo  oue  se  gaslaroo 
■(guDosdiat.  Laraltacreciaealaciudnd,  y  la  ham- 
bre ,  que  de  cada  diaera  mayor.  Lasnueilroa  estaban 
aairnados  de  antes ,  y  do  nuevo  mas  porque  los  eoe- 
iniíioi  fueron  los  primeroaá  tratar  decoocierto. 

Finalmente  los  moros  vinieron  en  raodir  la  ciu- 


GASPAa  T  aoiG. 

dad,conlagcDndicíonessiguíenles:El  alcjiar,  les 
puertas  de  la  cindad ,  h»  puentes,  la  huerta  del  rey 
(Heredad  muy  fresca  ala  ribera  del  rio  Tajo)  se  en- 


misroa  libertad  tengan  loi  moros  que  le  quiaioren 
acompañar ,  y  lleven  cousigo  sus  baciendas  ;  mena- 
ja :  í  ios  que  »e  quedaron  en  la  ciudad ,  no  les  quiíao 
suB  haciendes  y  heredades;  y  la  maiquita  mayorqne- 
de  en  su  poder  para  hacer  en  ella  sus  ceremonias:  an 
les  puedan  poner  mas  tributos  de  los  que  pegkbau 
antes  á  sus  reyes :  los  jueces  para  que  los  gobiemau 
conforme  i  sus  fueros  y  leyea,  sean  de  su  miaou  na- 
ción ,  y  no  de  otra.  Híciáronse  loe  júramelas  da  la 
una  porte  y  da  la  otra  como  se  acostumbra  ea  usos 
semejantes ,  y  para  seguridad  s«  eniragaron  por  re- 
henes personas  principales  moros  y  cristianos. 

BecDO  esto ,  y  tomajo  este  asiento  en  la  forma  su- 
sodicha, el  rey  don  Alonso  alegre  cuaa to  te  puedv  pen- 
sar por  ver  concluida  aquella  emproaa,  y  gaoadaciu- 
dad  Un  principal,  acompañado  de  los  suyos  á  mine- 


ra  de  trlnofudorhiio^u  entrada  (i),jmlaa  á apear 
el  alcizar  i  veinte  y  cinco  de  mayo  día  de  San  Urban 
papa  y  míriir  el  año  que  se  contaba  de  Dueatra  sal- 
vación de  tOB5.  Algunos  desle  cuento  quitan  dos 
aiioí  por  eicritunts  antiguos  y  priTÍlegios  reales,  en 
que  por  aquel  tiempo  el  rey  don  Alonso  se  llamaba 
rey  de  Toledo.  Lo  cierto  es  que  aijuella  ciudad  estu- 
vo en  poder  de  moros  por  espacio  como  de  trecien- 
tos yseteota  ]r nueve  años  (Juliano  dice  trecientos 
y  BwentiyseiB,  yi]uelos  moros  la  tomaron  año  de 
netocíenlos  y  diez  y  nueve  el  mismo  dia  da  San  (Jr- 
.  hano)en  que  ^raerlos  moros  poco  curiosos  en  su 
maneradeedibcar,  y  en  todo  género  de  primor,  per- 
dió mucho  de  su  lustre  y  hermosura  ontigua.  Las  ca- 
lles angostas  y  torcidas,  los  edificios  y  casas  mal  tra- 
zudus,  liasia  el  mismo  palacio  real  era  de  tapiarla, 
que  estaba  situado  en  la  parte  en  ^ue  al  presenta  un 
hospitul  muv  principal  que  los  anos  pasados  se  lé- 
vame y  fundo  á  costa  de  don  Pedro  Gonzaleí  de  Hen- 

(I)  E)  nieinorable  en  Toledo  la  puerta  de  Vísagn  por 
donde  don  AIihiso  búa  ni  entrada  y  qae  m  eooserva  tapiada 
tonio  se  ve  ea  mey  boen  ettado- 


doia,  cardenal  de  España  arzobitpa  de  Toledo.  La 
meiquita  mayor  se  levantaba  en  medie  de  la  cru  lad 
en  un  sitio  que  va  un  poco  cuesta  abajo ,  d<)  ediHcio 
por  entonces  ni  grande  ni  bermMo:  poco  adelante 
Ib  cons^raron- oo  iglesia,  y  después  desde  los  ci 
mientot  la  labraron  mujr  hvmosa  y  muy  ancha. 

La  fama  desta  victona  se  derramó  luego  por  todo 
el  mnodo,  qoe  fus  muy  alegre  para  todos  loa  cristia- 
nos por  hiber  quitado  á  les  moros  aquella  plaia ,  que 
era  como  uo  baiuarte  muy  fuerte  de  tedo  lo  que  po- 
seian  en  España,  Acudieron  embajadereí  de  todas 
prtes  a  dar  el  parabién  y  alegrarse  con  el  rey  oa!  por 
lo  hecho ,  cobio  por  la  esperanza  que  M  anünba  de 
concluir  con  todo  lo  demls  que  quedaba  por  ganar, 
t^rtióse  el  rey  moro  coafonce  il  asiento  qne  ee  to- 
md ,  acompañado  de  soldidos  pira  Valencia  que  en 
suya ,  en  que  conservó  el  uomtire  de  rey.  Pur  otra 
parte  diversas  compañías  de  soldados  por  orden  de 
su  rer  se  derramaron  por  teda  U  comarca  y  reino  de 
Toledo  para  idUuar  lo  que  müiba ,  qae  les  tee  muy 
Hcil  por  estar  lotmoros  amedranudoi,  y  por  ver  que 
perdida  aquella  ciudad  lan  principd,  no  se  podisn 
coaiervar.  Ganaron  pues  muchas  viilaa  y  lugares:  los 


flitrotu  01  »8PA^A. 


m 


de  iBMCiiMiUifiiorQalligaeda,  Etoalona^,  Ittesoat» 
Talafisrt,  QQtéalajtni,Mefa,  CpOMegra ,  Madrid, 
Berlangu ,  Bidtrago » M Müntceli ,  Coria,  pneblof  hki- 
cIm»s  dellOf  antigaos ,  y^joeeaiaa  oeróa  de  Toledo, 
fuertes  y  de  eamploa  freftaá,enqiiñs6danmaybíeQ 
toda  suerte  de  miesea  y  fnttalea. 

Lo#  meroade  ToMo  anea  acempaDaroa  á  aa  rey, 
los  mas  ae  qoedaroi  ea  sos  casas»  El  aámero  era 
grande,  y  por  consígtdeote  él  peligro  de  qae  een  al- 

gnna  ocasión  sé  teTaotasen,  queftiera  nnevo  y  nóta- 
le daBo.  Pura  evitar  este  inconveniente  acordó  el 
rey  hacer  aifi  su  asiente  de  propósito ,  sin  mudar  la 
corte  liasta  tanto  qoeae  poMasé  bien  de  cristianos, 
V  que  con  nuevos  reparos  quedase  bastantemente 
tortífienda  y  segura.  Convidó  poreus  eüetos  á  todos 
los  <fue  quisiesen  veniri  poblar,  i»n  casas  y  pose- 
siones: con  esto  acudió  gran  gents  para  bacer  asien- 
to en  aquella  cfndad.  Bntre  103  demás  nuevos  «aera- 
dores cuentan  {i)  A  don  Pedro  griego  de  nación,  'de 
la easay sangre qp los  Paleólogos, famüia  imperial, 
en  Constantinopla ,  de  quien  refieren  se  alió  en  osle 
cerco  i  y  que  el  rey  en  recompensa  de  sns  servicios 
después  die  naoada  la  ciudad  le  heredó  en  ella,  y  dio 
casasyhereuadescon  que  pasase.  De  este  carallero 
se  preelitt  descender  los  de  la  casa  de  Toledo,  gente 
muy  noble  y  poderosa  en  estados  y  aKados.  Hijo  des* 
te  don  Pedro  fué  Ulan  Pérez ,  nieto  Pedro  Ulan,  biz- 
nieto Biitevan  Ulan ,  cuyo  retrato  á  caballo  se  ve  pin* 
tado  en  lo  alto  de  la  bóveda  déla  idesia  Mayor  detrás 
de  la  ^piHa  y  altar  man  principal.  Don  Estovan  fue 
padre  de  don  Juan  y  abuelo  de  don  Gonzalo ,  aquel 
cuyo  sepulcro  muy  señalado  y  conocido  se  ve  en  la 
parroquia  de  San  Román. 

Añaden  que  desde  este  tiempo  se  comenzó  á  lla- 
mar asi  el  Iwrrío  del  rey  en  Toledo  á  causa  que  á  los 
nuevos  moradores  que  acudían  á  poblar,  señaló  el  rey 
amella  parte  de  la  ciudad  para  su  morada.  Divise  otro- 
sí principio  á  la  fiLbrica  deun  nuevo  alcázar  en  lo  mas 
alto  de  la  ciudad,  todo  á  propósito  de  enfrenará  los 
moros  que  no  se  desmandasen.  Demás  desto  se  halla 
que  el  rey  don  Alonso  tú  adelántese  comenzó  á  inti- 
tular emperador :  si  con  razón  ó  sin  eüa^no  hay  para 
qué  disputallo.  Hallábase  sin  jduda  muy  ufano  con 
aquel  nuevo  reino  que  conquistara ,  y  como  se  vela 
señor  de  la  mayor  parte  de  España ,  y  el  rey  de  Ara- 
gón y  otros  revea-moros  tributarios ,  ningún  título  le 
parecia  demasiado.  Destemplósele  aquel  contento  por 
la  muertedela  infanta  dona-Urraca  que  finó  por  este 
tiemfK)  (2),  y  él  la  tenia  en  lugar  de  madre  porqué 
sus  virtudes  y  jprudencia  lo  merecía,  demás  que  su 
padre  se  la  dejó  mucbo  encomendada.  Quedaba  la 
otra  liermana  doña  Elfiüa ,  que  él  mismo  casó  con  el 
conde  de  Cabra  (3)«  La  causa  deste  casamiento  fue 
cierta  palabra  áspera  que  le  dijo ,  y  para  aplacalla ,  y 
que  no  se  levantase  algún  alboroto,  acordó  casarle 
con  su  misinlá  hermana.  Aai  k)  cuenta  la  Historia  ge- 
neral que  anda  ña  nombre  del  rey  don  Alonso  el 
Sabio. 

CAPITULO  XVIL 

Cómo  don  bernardo  fue  elegido  por  artobispo  de 

Toledo. 

Ninguna  cosa  mas  deseaba  el  rey  que  volver  en  su 
antiguo  lustre  y  resplandor,  y  honrar  de  todas  mane- 
ras aquella  nobilísima  ciuaad ,  columna  que  era  de 
España ,  y  alcázar  en  otf  o  tiempo  de  saotiaad,  y  silla 
del  impeno  de  losgodos.  Comenzó  luego  á  dar  mués- 

<  4 )  Este  origen  de  la  eua  de  Toledo  es  uo  hablilla  de 

(2)  Por  el  epitafio  que  publicó  Sandoval,  se  ve  su  muerte 
fae  ea  la  era  lt39,  que  corresponde  a!  año  ItOf  de  la  vulgar. 

(5)  Nunca  se  flraid  condesa  según  la  costumbre  de  aque- 
llos tiempos.  E»  mas  probable  qne  le  conservó  soltera  y  acaso 
se  retiró  del  mando,  virio  y  murió  ea  el  monasteno  de  San 
Pelaje  de  Ovieda. 


UTbs  que  quena  poner  arzobiqiooneUa,aii|^el  cual 
estuvo  tantos  años  por  la  turbación  de  los  tiempos. 
Al  principio  no  puso  mufiha  fuerza,  porque  los  moros 
aún  no  píeá  domados  lo  contradeciaD.  Pasado  mas 
de  un  año,  ya  que  muchos  cristianos  moraba  e'o  la 
ciudad,  y  de  los  moros  se  tenia  mas  noticia  de  cuáles 
sé  debían  temer,  y  de  cuáles  se  podían  fiar;  para,  faa- 
cerioa  con  mas  autoridad ,  y  que  los  moros  tuviesen 
menos  lugar  do  alborotarse,  procuró  ae  celebrase  coü- 
cüio;  los  grandes  y  los  obispos  se  juntaron  á  diez  y 
ocho  de  diciembre  aiío  de  1086^  En  aquella  junta  lo 
prioiero  dieron  gracias  á  la  divina  bondad ,  por  cuyo 
favor,  la  cristiandad  recobró  tap  principal  ciudad:  ca- 
da uno  según  el  caudal  que  teoia,  autoridad  y  elor. 
cuencia ,  lo  encarecia  con  las  mayores  palabras  qué 
podÁa.  Luego  se  trató  de  elegir  arzobispo  de  Toledo: 
salió  por  voto  de  todos  nombrado  don  Beroardo  abad 
que  era  de  Sabagun ,  hombre  de  muy  buenas  costuip- 
bres  y  suaves ,  de  muy  buen  ingenio  ^  de  doctrina 
avenüuftda;  entere^ui  y  rectitud  probada  en  mucbasf 
Qosas,.  y  en  quien  respiandeeia  un  ^iemplo  y  decha- 
do de  la  virtud  antigua,  ¿sto  fuecausa  de  ganar  las 
voluntades  de  todos  para  que  quisiesen  por  su  prela- 
do á  un  hombre  exiraiyero ,  nacido  en  Francia. 

Pasa  el  rio  Carona  por  la  ciudad  de  Aajgan  en  Aquí.* 
tania  hoy  Guieoa:  cerca -desta  chi4adestá  uo  püeblp 
llamado  Salvitat.  Deste  pueblo  fue  natural  am  Ber^ 
nardo ,  nacido  de  noble  linaje:  su  padre  se  llamaba. 
Guillermo,  su  madre  Noy  miro,  personas  taiji  pías  qué 
ambos ,  según  que  se  saca  de  memorias  de  la  iglesia 
de  Toledo ,  acabaron  sus  días  en  religión.  B!  hijó  ép 
su  mocedad  anduvo  en  la  guerra»  y^  que  era  de  mas 
edad,  entró  en  el  monasterio  de  San  Aucancio  áu- 
xitano  ó  de.Aui;alií  tomó  el  hábito  vcogiiUacoa  gran 
deaeo  ^ue  tedia  do  la  perfección^  Parece  quo  aqu^l 
monasterio  era  de  duniacen^es,  porque  dé  alllle  Ha- 
mo Hugo  ^ad  duniacense.  y  por  el  mis^iofue  en- 
viado á  España  al  rey  don  Alonso  para  que  reformase 
con  nuevos  estatutos  y  leyes  el  monasterio  de  Saha- 
gun ,  que  pretendía  el-rey  hacer  cabeza  dís  Ior  ¿emás 
monasterios  de  benitos  de  sus  reinos :  por  esta  cau-, 
sa  pidió  á  Hugo  le  enviase  un  varón  á  propósito  des- 
de Francia;  y  como  fuese  enviado  don  Bercardo,  to- 
mó cargo  de  aíquel  monasterio ,  y  fue  en  él  abad  algún 
tiempo.  Dende  subió  á  la  digoiaad  amplísima  de  ur* 
zobispo  de  Toledo ;  y  para  que  tuviese  mas  autoridad, 
porque  tanto  es  uno  honraao  y  tenido  cuanto  tieuc 
de  mando  y  hacienda /la  digoioad  y  oficio  sin  ftierza^ 
se  suele  tener  en  poco)  hizo  el  rey  donación  á  Ja  igle- 
sia de  Toledo  de  castillos,  villas,  y  aldeas  eneran 
número,  que  fue  el  postrero  acto  del  cooqÜío  ya 
dicho. 

Dlóle  la  villa  de  Brihuega,  que  fue  de)  rey  don 
Alonso  en  el  tiempo  de  su  destierro  por  dotación  que 
el  rey  moro  le  hizo  della,  á  Rodíios,  Canales,  Cava- 
ñas,  Covaja ,  Barciles .  Alcolea,  Melgar ,  Almooaoir: 
Alpobrega.  Así  lo  escribe  don  Rodrigo  :  labístbria  de¡ 
rey  don  Alonso  el  Sabio  añade  á  Alcally  Tala  vera,  las 
cuales  dice  que  dio  con  lo  demás  al  arzobispo ;  pero 
los  mas  doctos  tienen  esto  por  falso.  Déstos  puenlos 
algunos  son  conocidos,  de  otros  ni  aun  Jos  nombres 

Suedan :  todo  lo  consume  y  hace  olvidar  la  aotigQ^- 
ad.  Yo  no  quise  ponerme  á  adivinar  los  sitiosy  ras* 
tros  de  cada  uno  deatos  pueblos,  ni  tenía  esoacio  pa-^ 
ra  averigualio.  Hizo  otrosí  doaacioo  el  rey  a  la  igle-^ 
sia  de  Toledo  de  muchas  huertas,  molinos,  casas  en 

Sran  número  y  tiendas  para  que  con  la  recta  que 
estas  posesiones  se  sacase ,  se  sustentasen  Jos  sa- 
cerdotes y  ministros  de  la  iglesia  Mayor:  asi  por  me- 
moria de  todo  esto  le  hacen  en  ella  al  rey  don  AIoq- 
so  cada  un  año  un  aniversario  por  el  mes  de  junio. 
Hecho  esto,  se  acabó  y  despidió  el  concilio... 

El  rey  dado  que  bobo  ordenen  las,  cosas  de  (i  ciu- 
dad, se  partió  para  León  por  respetos  que  á  ello  le 
forzaban.  La  rema  douaConstaoza  y  einuevp  ario* 


tss 


ilBLIOTBCA  mS 


bíspo  de  Toledo  q[aedaroii  en  la  ciadad  <;oii  gente  de 
guarnición.  Los  crietianos  eran  inoy  poco^  en  com- 
¡paracion  de  tos  moros ,  si  bien  para  el  poco  tiempo 
eran  hartos.  Parecía  que  estos  apercebimientos  y  re- 
eado  quedaba  la  ciudad  se^ra  para  ledo  lo  oue  podia 
eupeder.  Lo  que  prudentemente  quedaba  dispuesto, 
ta  temeridad  oigamos  del  nuevo  prelado  ó  impruden- 
cia f  ó  lo  uno  y  10  otro  >  por  16  menos  su  demasiada 
Sriesa  lo  desconcertó ,  y  puso  Fa  ciudad  en  eondieion 
e  perderse.  La  silla  del  anobfspo  por  entonces  os- 
laba en  la  klesia  de  Nuestra  Señora  que  agora  es  mo* 
ttaisteriodefCáfrmeny  como  banatenguaoo  pereoiitts 
curiosas.  Los  moros  tenían  la  iglesia  mayor  y  en  ella 
líacian  fas  ceremonias  de  su  ley.Pinrecia  mengua  y 
afrentoso  para  los  cristianos  y  cosa^  fea  que  en  una 
cit^ad  ganada  de  moros  los  enemigos  poseyesen  la 
m^or  iglesia  y  de  mas  autoridad ,  y  les  cristianos  )a 
peor.  Lo  que  alguna  buena  ocasión  hiciera  fácil  /  por 
la  priesa  de  don  Bernardo  se  hobiera  de  desbaratar. 
Comunicado  el  negocio  con  la  reina,  detíerminaeon 
un  escuadrón  de  soldados  tomarles  una  noche  tu 
mezquita.  Los  carpinteros  que  iban  con  los  soldados, 
abatieron  las  puertas:  después  los  peones  limpiaron 
el. templo,  t  quitaron  todo  lo  que  alK  habia  de  los 
nioros ;  hieiéroose  altares  á  la  manera  de  los  crístía- 
nó$ ,  en  la  torf  e  pusieron  una  campana ,  con  el  son 
Uamaron  al jpueblo,  y  le  conwcarOn para'que  se  ba- 
ñase á  los  oncios  divinos. 

Alborotáronse  los  bárbaros  con  esta  novedad,  y  por 
!a  mengua  de  su  religión  y  ritos  de  su  teeta  funosos 
apenas  se  pudieron  enfrenar  de  no  tomar  las  armas 
y  cOn  ellas  vengar  aquel  agravio  tan  grande.  Dia  fue- 
:fa  aquel^  triste  y  aciago ,  si  nuestro  Señor  üim»  no  es- 
brbura  et  daño  que  los  moros  pudierao  hacer,  porque 
erinn  muchos  mas  que  los  fieles.  Entretuviéronse  por 
pencar  que  aquello  se  habla  hecho  sin  que  el  rey  lo 
supiese ;' esto  te»  era  algún  consuelo  y  alivio,  unos  se 
refrenaron  con  esperanta  que  serían  vengados,  otros 
por  no  ponerse  á  riesgo  si  venían  á  las  manos.  Al  rey 
fuego quesupoelcaso,  le  pesó  fñuchoque  el  arzobispo 
con  su  demasiada  priesa  hubiese  quebrantado  el  asien- 
to puesto  con  los  moros,  j  hecho  poco  caso  de  su  fe  y 
palabra  rea).  Representábase  cuanto  peligro  podían 
correr  las  cosas  por  estar  tan  enojados  tos  moros: 
temía  no  sucediese  a!([un  daño  á  la  ciudad;  poniasele 
delante  la  incon$tanqia  de  las  cosas  del  mundo,  cuan 

f  resto  se  mundan  en  contrarío.  Vino  muy  de  príesa  á 
oledo ,  y  con  tanta  velocidad  que  desde  el  monas- 
ríb  de  Sahagun  do  estaba ,  y  donde  recibió  la  nueva 
de  lo  qne  pasaba ,  se  puso  en  tres  días  en  Toledo  mal 
enojado  en  gran  manera:  batía  grandes  amenasás 
contra  el  arzobispo  y  contra  la  reinan  no  admitía  rue- 
gos de  nadie  con  ninguna  diligencia  se  aplacaba  su 
muy  encendida  saña ,  venia  con  determinación  de 
hacer  un  señalado  castigo  por  tal  osadía ,  con  que  loa 
moros  quedasen  satísfectios  y  todos  escarmentasen. 
Los  príncípales  de  Toledo,  sabida  la  venida  del  rey  y 
stí  intento  Je  salieron  al  encuentro  cnbiertos  dé  luto, 
el  clero  en  forma  de  procesión :  llegados  á  su  presen- 
cia, con  lágrimas  que  derramaban ,  le  suplicaron  por 
el  perdón ;  ningún  efecto  hicieron  por  venir  muy  in- 
agnado  y  resuelM  de  castigar  aquel  desacato. 

Proveyó  Dios  á  tanto^mal  como  se  temía  por  otro 
camUio  no  pensado.  Los  principales  de  los  moros, 
mitigado  alffun  tanto  el  dolor  y  saña  que  les  causó 
aquel  agravio ,  caveron  en  la  cuenta  que  no  les  venia 
bien  sí  el  rey  llevaoa  adelante  su  saña.  Advertían  que 
el  podía  faltar ,  y  el  odio  contra  ellos  quedaría  |rara 
siempre  fijado  enlos  pechos  de  los  cristianos.  Acor- 
daron salir  al  encuentro  al  rey  y  supliealle  diese  per^ 
don  á  los  ctilpados  en  aquel  caso.  Llegaron  á  Magan^ 
que  es  una  aldea  cérea  de  la  ciudad ,  con  semblantes 
tristes  y  los  ojos  puestos  en  el  suelo.  Combatíanlos 
di  venas  olu  de  pensamientos  contrarios ,  e\  dolor  de 
la  ittjuría  presente,  el  miedo  pare  adekmCe.  Arredi- 


OASfMR  Y  ROK. 

liáronse  luego  que  h\  rey  Uegó  ccmínMiitod*  aalaear- 
lecon  sus  razones  y  ruegos;  roas  ellos  previno:  di- 
joles que  aqueHa  injuria  no  era  dallos  aióo  desacato 
do'su  real  pefsooa,  que  por  el  castigo  eutenderiaii 
ellos  y  ios  veníderoa  que  la  palabra  real  ae  debe  guar- 
dar ,  y  ninguno  ser  tan  osado  que  por  su  antojo  ia 
quebrante.  A  esto  los  moros  eanlta  voi  cosienaaren 
a  pedir  perdón » que  ellos  de  «oraaon  pordiMiaiNA  á 
los  que  los  agraviaron.  Bepanó  el  rey  aigUD  tanto  por 
ser  aquella  demanda  tan  fuera  de  i6  que  pensaba,  fia- 
tonoes  oí  que  ere  de  mas  autoridad  eatte  aquella 
gente ,  le  habló  en  esta  manera : «  Cuáa  grande  rey  y 
naeñor ,  haya  sido  el  dolor  que  recibimos  por  Ja  mei- 
)>qutta  que  por  fuem  nos  quitaron  contra  lo  qúele- 
»nJamos  capitulado ,  cada  uno  lo  podrá  por  sí  mismo 
»Bensar ;  uo  será  necesario  detenerme  eq  declarallo. 
»La  devoción  del  lugar  y  su  estinna  nos  movía ,  pero 
»fflQcÍK>  mas  el  recelo  que  deste  principio  no  naenos- 
ncabasen  ia  libertad  y  nos  qnebrantaien  lo  que  con 
nnos  tenéis  asentado,  ¿Qiuéq  aos^  podrá  aaogursr 
»qiM  lo  que  hicieran  con  naestra'mezquita.  no  lo 
uejecnieii  en  nuestras  casas  parücuilaresj  y  las  sa- 
»quéen  con  loda^imaslras  baoieoiidas  T  ¿Quó  coBcien- 
»cJa  ni  escrúpulo  enfrenará  á  Jos  que  no  enfrenó  el 
«juramento  y.  la  palabra  real,  y-  los  que  tíioea  por 
»cierto'que  en  tratarnos  maJ  hacea  ua  agradable  ser- 
)>vi*do  á  Dios?  fisto  cojí  viene  asegurar  pare  adelante 
»qtte  no  nos  maltrateD  ni  nos  qnebranteo  nuestros 
»prívHegio8.  Por  lo  demás  de  b^eiía  voluntad  perdo- 
snamos  á  la  reina  y  al  arzobispo  el  agravie  que  nos 
liban  hecho :  lo  miamo  es  auplicamos  ini^ai^ ,  porque 


*■:•;*  -..  .•■•:'•':.";•  J.ftorif]*:^ 


Air«qa{  de  Toledo. 


»el  castigo  que  tomáredes ,  uo  nos  acarree  roayoreí 
«daños,  ca  les  que  vioieron  adelante  de^iues  <fe  vos 
«muerto^  oo  sufrirán  que  tales  personajef,  si  les 
«sucede  algún  daño,  queden  ain  veagaisa.  Por  la 
sfloano  reaTj  palabra  quenas  distes,  os  pedimes  tra* 
»qneis  la  sana  qne  por  nuestra  causa  tenéis  concebí* 


HisruntA  u 
«dn ,  en  clemencia ;  que  demás  que  nos  duoios  por 
oconteatos  ^  os  certilicanios  la  teadremoa  por  mer- 
MCed  muy  singulíii",  sino  otorgáis  con  nuestra  petí- 
nrinn,  resueltos  estamos  de  no  volver  i  la  ciudad, 
liantes  de  buscar  otras  tierras  en  que  sin  peligro  tí- 
•Tnmos.  No  es  razón  que  por  darlugar  al  sentimiento 
><T  por  Imcemos  Tufor  j  vengamos ,  acarréis  á  nos 
«mayores danos, d  vos^rpélua  tríst^zar  llanto, í 
iivuestra  ley  mengoa  y  afrenta  tan  señalada,» 

Gn  tanto  que  el  moro  {i)  decia  estas  ratones,  los 
demás  arrodillados,  puestas  las  manos,  y  con  lágri- 
mas q»e  de  los  oíos  vertían ,  con  el  semblante  y  me- 
neos suplicaban  lo  mismo.  En  e!  pecho  del  rey  com- 
batían diversos  sentimientos  y  contrarios  ,  como  se 
echaba  de  ver  en  el  rostro  demudado,  yn  triste ,  ya 


alegre.  Finalmente  la  razan  venció  ei  Ímpetu  de  su 
únimo:  consideraba  que  Dioses  el  que  rige  los  con- 
sejos de  los  hombres  j  los  endereza;  que  muchas 
veces  de  los  males  que  permite,  resulten  bienes  muy 
grandes.  Vencida  pues  de  los  ruegos  de  loe  !Qoroa, 
[es  agradeció  aquella  voluntad ,  y  prometió  que  para 
siempretendria  memoria  de  aquel  día.  Pasó  adelante 
en  su  camino,  llegó  d  la  ciudad,  h:illód  la  reina  j  al 
arzobispo  alegres  por  la  esperanza  que  tenían  de  al- 
canzar perdón,  conqueaqne]  día  de  turbio  y  desgra- 
ciado se  trocú  en  mucha  serenidad.  La  ciudad  hizo  de 
presente  regociios  y  Gestas  por  ten  señalada  mer- 
ced ;  y  para  adelante  se  ordenó  que  en  memoria  della 
se  hiciese  Gesta  particular  cada  ua  ano  i  veintey  cua- 
tro de  enero  con  nombre  de  Nuestra  Señora  de  hi 


■aHiietlodaSinla»  avIiPcBí. 


iTdia  todos  recibieron;  ai  bien  no  solo  aquel  dia 
u  liac«  fiesta  y  memoria  desto,  sino  esa  mismo  de  ta 
c-tsnUa  que  i  San  Ildefonso  trajo  del  cielo  la  sagrada 
Virgen. 

CAPITULO  XVIIL 
Cdmo  se  qolUI  el  Breviario  raoiirabe. 
AniiBt  se  dijo  cómo  Ricardo,  abad  de  Marsella  fue 
enviado  del  papa  Gregorio  VU  por  su  legado  en  ES' 
paña,  y  que  en  Burgos  junl'l  coneiliode  obispos,  y 
en  él  ordenó  las  sagradas  cwemoniai  y  modo  de  rezar 
que  BU  debía  tener  y  guardar.  Hacia  on  lo  demás  mn- 
chaicMaBiíDórdan;  y  usaba  mal  de  la  potestad  am- 
plisiinaque  tenía,  y  endersuba  sus  coM*á«ii  parti- 
cular ganancia.  La  mnte  andaba  revuelta,  y  aun 
escanoáliíada  con  el  desorden  del  legado  basta  mur- 
murar del  poder  j  autoridad  del  papa.  El  arzobispo 
don  Baniardo  recibía  congoja  desto  por  el  oficio  que 
t^nia ,  mu  por  ser  tanta  ta  autoridad  del  legado  no  le 
podía  iri  ia  mano.  Habia  entonces  costumbre  intro- 
(lucidi ,  i  lo  que  yo  creo ,  en  España  desde  el  conci- 

'  1 )  Afradecidos  los  erislíapos  i  li  magniaiaiidad  de  los 
moros,  erifieniD  deipoei  I  au  alftqni  ana  esltluí  que  M 
ccoserví  en  la  catedral  de  Toledo. 


lio  octavo  general  que  fue  e1  postritro  Cun^lantino- 
polilano ,  y  por  la  ley  estaba  mandado  oue  Intes  de 
serconsa^dos  los  metropolita  eos  seaiese  noticia, 
al  papa  déla  elección  para  nverÍRuar  queera  legitima 
y  bueoa,  yno  tenia  falla  alguna,  para  que  ia  confir- 
mase con  su  autoridad  (i).  Antes  que  esto  se  bicie- 
se ,  no  era  licito  al  arzobispo  electo  ai  consagrarse, 
ni  nacer  cosa  alguna  de  su  oficio.  Era  otrosí  costum- 
bre que  impetrasen  del  papa  el pálio(de  que  suelen 
usar  cuíndo  dicen  misa)  en  señal  de  su  consenti- 
miento y  aprobación.  Esta  ordenación  recebida  des- 
de  este  prínciptocon  el  tiemposeeatendlód  loa  obis- 
pos inferiores :  no  hay  para  qué  i^os  detengamos  en 
decir  las  cauMsdesto.De  aquí  nació  que  al  preaenle 
ninguna  elección  deobtspos  se  tiene  por  válida  si  no 
es  confirmada  por  el  pB(W. 

Per  estas  dos  cautas  don^  Bernardo  Aíersánó  de 
ir  i  Roma.  El  camina  era  largo,  y  d<  muúho  trabaje 
y  peligro :  antes  de  ponerse  en  camino  con  t>eDepla- 
cilo  del  rey  conngró'la  iglesia  Hiyor ,  que  se  qiütó 
i  los  moros  como  qneda  dicho.  Juntáronse  á  concilio 

(S)  ^ila  c'Ktiiinbre  era  muy  rerienle  en  Eipiña,  y  muy 
pMlerior  al  Coneilio  Vltl  fen«r»l,  qire  se  celebró  en  Con>- 
laetimplí  «1  iTIn  S6S;  quiíi  el  arzobispo  de  Toledo  don 
B«i«iida  Ji'iiniMruria  de  Fraaria ,  irmdt  n>RÍ)  inurho  tieio- 


290 


BIBLIOTECA    DE  GASPAB  T  ROIG. 


los  obispos  que  eran  aecesarios  para  esto,  y  hfzose  la 
cefeiQonía  día  de  San  Críspin  y  San  Críspiniano  á 
veinte  y  cinco  de  octubre  año  Se  nuestra  salvación 
de  1087.  Dedicóse  la  iglesia  en  nombre  de  Santa  Ma- 
ría, de  San  Pedro  y  San  Pablo,  de  San  Esteban  y 
Santa  Cruz.  En  el  altar  mayor  pusieron  muchas 
reliquias  de  santos.  Don  Rodrigo  dice  que  esto  se 
liizo  después  que  volvió  de  Roma  don  Bernardo. 
LocierUies  que  muertos  ya  los  papas  Gregorio  y  Víc- 
tor Tercero  deste  nombre,  oue  le  sucedió,  siendo 
sumo  pontiGce  Urbano  II  que%e  elegido  á  cuatro  de 
marzo  de  4088;  llegado  á  Roma  Bernardo,  alcanzó 
todo  aquello  que  á  pretender  habla  ido ,  conviene  á 
saber  que  el  legado  fuese  absuelto  de  aquel  cargo ,  y 
volviese  á  Roma;  que  él  usase  del  palio ;  y  mas ,  que 
fuese  primado  en  España  y  en  la  parte  de  Francia 
que  ilamíiban  la  Gallia  góthica.  Por  causa  desta  po- 
testad á  In  vuelta  de  Roma  en  Tolosa  juntó  concilio 
de  los  obispos  cercanos :  con  que ,  y  con  su  buend 
maña  y  us«i  de  la  lengua  francesa  en  que  desde  niño 
se  criara  por  ser  natural  de  la  tierra ,  como  la  gente 
es  buena  y  sin  doblez ,  fácilmente  los  persuadió  que 
le  reconociesen  por  superior.  Asentó  qae  irían  á  To- 
ledo cada  y  cuando  que  fuesen  llamados  á  conpilio. 
Llegado  á  Toledo,  antes  que  el  legado  desistiese  de 
su  oGcio,  de  común  consentimiento  se  trató  de  qui- 
tar el  misal  y  breviario  gótico,  de  que  vulgarmente 
usaban  en  España  desde  muy  antiguos  tiempos  por 
autoridad  de  los  santos  Isidoro ,  Ildefonso,  y  Juliano. 
Habíase  procurado  muchas  veces  este  mismo ,  pero 
no  tuvo  efecto  porque  la  gente  mas  gusuba  de  lo  an- 
tiguo ,  y  no  hay  cosa  que  con  mas  firmeza  se  defien- 
da, que  lo  que  tiene  color  de  religión.  En  este  tiempo 
pusieron  tanta  fuerza  el  primado  y  el  legado,  y  la 
reina  que  se  juntó  con  ellos ,  que  dado  que  resistían 
los  naturales , en  fin  vencieron  y  salieron  con  su  ore 
tensión.  Vertuid  es  que  antes  gue  el  pueblo  se  alla- 
nase ,  como  gente  guerrera  quisieron  esta  diferencia 
se  determínase  por  lasarmas.  El  dia  señalado  dos  sol- 
dados escogidos  de  ambas  partes  lidiaron  sobre  esta 
querella  en  un  palenque  y  hicieron  campo :  venció  el 
que  defendía  el  breviario  antiguo  llamado  Juan  Ruiz, 
del  linaje  de  los  Motanzas  que  moraban  cercailel  rio 
Pisuerga,  cuyos  descendientes  viven  hasta  el  dia  de 
hoy ,  nobles  y  señalados  por  la  memoria  deste  desa- 
fío. Sin  embargo  come  quier  (fue  los  do  la  parte  con- 
traria no  se  ríndieseu,  ni  vencidos  se  dejasen  vencer, 
parecióles  que  por  el  fuego  se  averiguare  esta  con- 
tienda :  que  echasen  en  él  los  dos  brevitrios,  y  el  que 
quedase  sin  lesión,  se  tuviese  y  usase:  tales  eran  las 
costumbres  de  aquellos  tiempos  «roseros  y  salvajes, 
y  no  muy  medidos  con  la  regla  de  piedad  cristiana, 
encendióse  una  hoguera  en  la  plaza ,  y  el  breviario 
romano  y  gótico  se  echaron  en  el  í\xefiñ :  el  remano 
palló  del  fuego,  pero  chamuscado.  Apellidaba  el  pue- 
blo victoria  a  causa  que  el  otro,  aunaue  estuvo  por 
gran  espacio  en  el  luego,  aalíó  sin  lesión  alguna, 
principalmente  que  el  arzobispo  don  Rodrigo  dice 
que  saltó  el  romano ,  pero  chamuscado.  Advierto  que 
en  el  testodel  arzobispo  los  puntos  se  deben  reformar 
conforme  á  este  sentido.  Tadavia  el  rev  como  juez 

fironuncíó  sentencia  en  <rue  se  declaraba  que  ei  un 
>reviárío  y  el  otro  a^rudaMu  á  Dios ,  pues  ambos  sa- 
lieron sanos  y  sin  dnno  de  la  hoguera ;  lo  cual  el  pue- 
blo se  dejó;  persuadir.  GoMduyósé'el  pleito,  y  con- 
certaron que  en  las  iglesias  antiguas  que  llamaban 
mozárabes  se  conservase  el  breviario  aritigue:  con- 
cordia que  se  guarda  hoy  día  en  ciertas  iiestas  del 
año;  ^e  se  hacen  en  los  dichos  templos  los  oficios 
á  la  manera  de  los  mozárabe^.  También  hay  una 
capilla  dentro  de  la  iglesia  Mayor ,  en  la  cual  hay 
cierto  número  de  capellanes  mozárabes  que  dotó 
de  su  hacienda  el  cardenal  Fr.  Francisco  Jiménez 
porque  no  se  perdiese  la  memoria  de  cosa  tan  señarr^ 
latía  y  de  rezo  tan  antiguo.  Estos  rezan  y  dicen  misa 


conforme  al  misal  y  breviario  antiguo.  En  los  demás 
templos  hechosde  nuevo  en  Toledo  se  ordenóserezase 
y  dijese  misa  conforme  al  uso  romano.  De  aquí  nació 
en  España  aquel  refrán  muy  usado :  Allá  van  leyes 
do  quieren  reyes. 

Acabóse  esta  contienda,  y  Toledo  volvía  en  su  an- 
tiguo lustre  y  hermosura:  levantáronse  nuevos  edi- 
ficios ,  y  gran  número  de  cristianos  acudían  de  cada 
dia.  Los  moros  se  iban  á  menudo  unos  á  uua  parte  y 
otros  á  otra ,  y  en  su  lugar  sucedían  otros  moradores, 
á  los  cuales  se  les  concedía  toda  franqueza  de  tribu- 
tos y  otros  privilegios ,  como  parece  por  Jas  pcovisio- 
nes  reales  que  hasta  hoy  dia  se  guardan  en  R»  arclii- 
vos  de  Toledo.  La  diligencia  y  celo  que  tenia  disl  bien 

Íf  pro  de  todos  don  Bernardo ,  no  cesaba ,  ni  sosegó 
lasta  que  fue  con  él  rey  á  Castilla  la  Vieja^y  en  León 
principal  ciudad  juntó  concilio  de  obispos  anode  1091 , 
como  dice  don  Lucas  de  Tuy.  Hallóse  en  él  Raynerío, 
^e  de  fraile  cluniacense  le  crió  cardenal  el  papa 
Urbano,  y  después  le  envió  por  su  legado  á  España 
para  que  sucediese  en  lugar  de  Ricardo ,  cardenal 
asimismo  y  abad  de  Marsella.  En  aquel  concillo  se 
establecieron  nuevos,  decretos  á  propósito  de  refor^ 
mar  las  costumbres  de  los  eclesiásticos  á  la  sazón 
muy  relajadas.  Mandaron  otrosí  que  en  las  escrituras 
públicas  de  allí  adelante  no  usasen  de  letras  góticas, 
sino  de  las  francesas.  [Jlfilas,  obispo  de  los  godos  an- 
tes que  ellos  viniesen  á  España,  inventó  ks  letras 
góticas  de  que  usaron  por  largo  tiempo  los  godos  así 
bien  como  los  longobardos ,  los  vándalos ,  los  escla- 
vones, los  franceses :  cada  nación  destas  tenian  sus 
letras  y  caracteres  propios,  diferentes  entre  sí  y  de 
los  latinos.  Los  franceses  y  los  ascUivones  hasta  el  dii 
de  hoy  se  conservan  en  su  manera  antigua  de  escri- 
bir: las  otras  naciones  con  el  tiempo  han  dejado  sus 
letras  y  su  manera ,  y  trocádola  en  la  que  hoy  tienen 
y  usan-,  que  es  la  común  y  latina,  por  acomodarse 
con  las  otras  naciones ,  y  para  mayor  comodidad  del 
comercio  y  trato  que  tienen  con  los  demás. 

CAPITULO  XIX. 
De  lo  j  principios  del  primado  de  Toledo. 

El  lugar  pide  que  tratemos  de  los  principios  que 
tuvo  el  primado  que  los  arzobispos  de  Toledo  preten- 
den tener  y  tienen  sobre  las  demás  iglesias  de  Espa- 
ña, y  por  qué  camino  esta  dignidad  de  pegueña  llegó 
á  la  grandeza  que  hoy  tiene.  Los  principios  de  las 
cosas,  especialmente  grandes, son  oscuros;  todos 
los  hombres  pretenden  llegarse  lo  manque  pueden  á 
la  antigüedad :  como  la  que  tiene  al^n  sahor  de 
cierta  divinidad,  y  se  llega  mas  á  los  primeros  y  me- 
jores tiempos  del  mundo.  Así  los  mas  toman  la  origen 
de  su  nación  lo  mas  alto  que  pueden ,  sin  mirar  á  las 
veces  si  va  bien  fundado  lo  que  dicen.  Esto  mismo 
sucedió  en  el  caso  presente,  qne  muchos  quieren 
tomar  el  principio  del  primado  de  Toledo  desde  el 
mismo  tiempo  de  los  apóstoles.  Alegan  para  esto  que 
San  Eugenio  mártir  fue  el  primero  que  vino  á  España 
para  predicar  el  Evangelio,  y  que  fue  e(  primer  arzo- 
ki^po  de  aquella  cíudíad.' Añaden  que  los  primeros 
que  se  tornaron  cristianos  en  España,  y  los  primeros 
que  tuvieron  obispo ,  fueron  los  de  Toledo,  y  qw^ 

1)or  estas  eausas  se  les  debe  esta  preeminencia.  Pero 
o  que  con  tanta  seguridad  afirman  acerca  del  prima- 
do ,  no  tienen  escritor  alguno  mas  antiguodeste  tiem- 
po que  testifique  la  venida  de  San  Eugenio  á  España. 
El  mismo  Gref^o  Turonense  que  escribió  la  historia 
de  Francia,  de  donde  vino  San  Eugenio,  y  donde 
padeció  por  la  fe  como  se  tiene  por  cierto  ninguna 
mención  hace  desto.  Esto  decimos  no  para  poner  en 
disputa  la  venida  de  San  Eugenio  que  es  cierta ,  sino 
para  que  en  lo  que  toca  á  fundar  el  primado  nadie 
reciba  lo  que  es  dudoso ,  por  averiguado  y  sin  duda. 
Porque  ¿qué  harán  los  tales,  si  los  de  Compostelia 


msToiu 

para  apoderarse  del  primado  se  quieren  valer  de  se- 
mejante argumento?  pues  es  cierto  y  se  comprueba 
por  escrituras  muy  antiguas,  que  el  npó3tol  Saotiago 
fue  el  primero  que  trajo  á  España  la  luz  del  Evange- 
lio ,  y  que  sepultaron  su  santo  cuerpo  traído  en  un 
navio ,  y  rodeadas  las  marinas  del  uno  y  del  otro  mar, 
en  aquella  ciudad. 

Bien  holgara  de  poder  ilustrar  la  dignidad  de  es- 
ta ciudad  en  que  esta  historia  se  escnbe  de  las  co- 
sas de  España ,  en  el  medio  y  centro  della,  y  cerca  de 
la  cual  ciudad  nací  y  aprendí  las  primeras  letras; 
pero  las  leyes  de  la  historia  nos  fuerzan  á  no  seguir 
los  dichos  y  opiniones  del  vulgo,  y  ni  es  justo  que 
por  ningún  respeto  tropecemos  en  lo  que  reprende-' 
mos  en  otros  escritores.  Prueba  bastante  que  el  pri- 
mado de  Toledo  no  es  tan  antiguo  como  algunos  pre- 
tenden ,  liacen  los  concilios  de  los  obispos  que  se 
celebraron  en  España  en  tiempo,  piimero  de  los 
romanos  y  después  de  los  godos;  en  los  cuales  se  ha- 
llará que  el  prelado  de  Toledo  ni  en  el  asiento  ni  en 
las  firmas  tenia  el  primer  lugar  entre  los  demás.  En 
particular  en  el  concilio  elibertino  antiuuisimo,  des- 
pués de  seis  obispos  fírma  M elancío  prelado  de  Tole- 
do en  el  seteno  lugar:  de  donde  se  saca  que  en  aquella 
sazón  Toledo  no  era  arzobispado,  y  mus  claramente 
de  la  división  de  los  obispados  hecha  por  Gonstuntí- 
no ,  en  que  pone  á  Toledo  por  sufragánea  de  Cartage- 
na. En  los  mismos  concilios  toledanos  en  que  mas  se 
debia  mirar  por  la  autoridad  de  la  iglesia  de  Toledo 
por  tener  de  su  parte  el  favor  del  pueblo  y  de  los  re- 
yes, no  pocas  veces  se  pone  el  postrero  entre  los 
metropobtanos.  Para  sacar  pues  la  autoridad  del 
primado  de  Toledo  de  los  tiempos  mas  antiguos  di- 
go desta  manera. 

En  España  bobo  antiguamente  cinco  arzobispos, 
que  unas  veces  se  llamaban  metropolitanos ,  y  otras 
primados  con  diverso  nombre ,  pero  el  sentido  es  el 
mismo.  Estos  son  el  Tarraconense,  el  Bracarense, 
el  de  Herida ,  el  de  Sevilla  y  el  de  Toledo.  Allende 
destos  se  contaba  con  los  demás  el  arzobispo  Narbo- 
nense  en  la  GaJlia  Góthica,  que  en  tiempo  de  los  go- 
dos era  sujeta  á  España.  Todos  estos  eran  iguales,  y 
á  ningún  superior  reconocían ,  sacado  el  papa :  en 
los  concilios  tenían  el  lugar  que  les  daba  su  antigüe- 
dad y  consagración.  La  causa  de  ser  tantos  ios  me- 
tropolitanos fue  la  antigua  división  de  España,  que 
se  dividió  en  cinco  provincias,  que  eran  estas :  An« 
daincía ,  Portugal ,  Tarragona ,  Cartagena ,  Galicia  y 
otras  tantas  audiencias  y  chancillerías  supremas  en 
que  se  hacia  justicia;  o  como  yo  pienso  las  gentes 
bárbaras  fueron  causa  desto,  porque  luego  que  en- 
traron en  España,  divididas  las  provincias  deüa, 
fundaron  muchos  imperios  y  estados.  El  metropoli- 
tano Narbonense  presidia  en  Francia.  El  de  Tarrago- 
na en  la  parte  de  España ,  que  en  aquella  turbación 
estuvo  mucho  tiempo  sujeta  á  los  romanos.  Los  ván- 
dalos tuvieron  á  Sevilla :  ios  alanos  y  suevos  la  Lusi- 
tania  y  Galicia,  do  están  Mérida  y  Braga :  los  godos 
tenían  á  Toledo^  la  cual  gente  venció  y  se  adelantó  á 
las  otras  naciones  bárbaras  en  multitud  y  mando. 

De  aqui  comenzó  la  autoridad  de  Toledo  á  ser  ma- 
yor que  la  de  las  diemás ;  en  especial  cuando  mudado 
el  estado  de  la  república,  los  godos  se  hicieron  seño- 
res de  toda  España,  y  mudadas  las  leyes  y  fueros. 
pusieron  la  silla  de  su  imperio  en  Toledo,  poco  a 
poco  trocadas  las  cosas  comenzaron  á  crecer  y  mejo- 
rarse en  autoridad  los  prelados  de  Toledo.  En  el  con- 
cilio Toledano  séptimo  se  pusieron  ciaros  fundamen- 
tos ( i )  de  la  autoridad  que  adelante  tuvo ,  cuyo  canon 

( t )  Bajo  la  dominación  de  los  romanos  en  España,  ningún 
•bíspo  tenia  en  las  provineias  mas  preeminencia  que  la  que 
le  daba  la  aotii^deoad  de  ¿u  ordenacioo  ó  consagración  :  el 
obispo  mas  aotigno  oonvoeaba  á  k»  demás  obispos,  presidia 
el  coaetUo,  Armaba  el  primero,  y  hacia  lodo  lo  qve  después 
hiqeroQ  los  metropelilanos.  Esta  disciplina  de  la  iglesia  de 


último  es  este :  Que  los  obispos  vecinos  desta  ciudad* 
avisados  del  metropolitano  vensan  á  Toledo  cada  uno 
su  mes ,  si  no  fuere  en  tiempo  cíe  agosto  y  vendimias: 
decreto  que  dicen  se  concedió  por  respeto  del  rey,  y 
por  honra  de  la  ciudad  en  que  el  moraoa,  y  por  con- 
suelo del  metropolitano.  Destos  principios  comenzó 
á  crecer  la  autoridad  de  los  arzobispos  de  Toledo  de 
tal  manera  que  los  padres  que  s$  hallaron  en  el  con- 
cilio Toledano  duodécimo  en  el  tiempo  del  rey  Ervi- 
gio,  determmaron  en  el  canon  sesto  que  las  elecciones 
de  los  obispos  de  España  que  solía  anrobar  el  rey,  se 
conGrmasen  coii  la  voluntad  y  aprobación  del  arzo- 
bispo de  Toledo.  Desde  este  tiempo  los  otros  obispos 
reconocieron  al  de  Toledo,  y  le  daban  el  primer  lu- 
gar en  todo ,  y  se  tenia  por  mas  principafautoridad 
la  suya  que  la  de  los  dem&s,  en  particular  en  el  asien- 
to y  tirmar  los  concilios  era  el  primero.  Estos  fueron 
los  principios  de  esta  autoridad  y  como  cimientos,  sití 
pasar  por  entonces  mas  adelante,  porque  no  tuvo  por 
entonces  los  otros  derechos  de  pnmados  que  son  los 
mismos  que  patriarcas,  y  solo  difieren  en  el  nombre, 
como  parece  en  los  cánoúes  y  leyes  de  la  Iglesia ,  ni 
tenían  especiales  insignias  de  dignidad,  ni  poder  ma- 
yor sobre  los  obispos  i)aracorregillos,pai:a  visitaNos, 
para  por  vía  de  apelación  alterar  sus  sentencias. 

Después  que  se  mudaron  las  cosas,  y  España  pa- 
deció aquella  tan  grande  plaga,  y  todo  lo  mandaron 
los  moros,  cesó  la  digaidad  y  magostad  toda  que  te- 
nían estos  prelados;  y  He^ó  á  tanto  la  turbación  en 
aque)  tiempo,  que  aun  obispos  consagrados  como  se 
acostumbra  por  muchos  años  faltaron  en  Toledo.  En 
fin ,  vuelta  aquella  ciudad  á  poder  de  cristianos ,  el 
arzobispo  de  Toledo  no  solo  alcanzó  la  honra  y  grado 
de  melropoKtaoo,  sino  asimismo  de  primado.  Procu- 
rólo don  Bernardo  primer  arzobispo,  y  concedióselo 
el  papa  Urbano  Se^ndo  no  sin  queja  de  los  ot^s 
obispos  y  contradicción ,  que  pretendían  por  preferir 
á  uno  hacerse  injuria  á  todos  los  demás.  La  bula  de 
Urbano  que  habla  desto  se  pondrá  en  otro  lugar.  El 
primero  que  puso  pleito  sobre  esta  dignidad  de  pri«- 
mado,  fue  don  Berencario,  á  guien  el  mismo  don. 
Bernardo  había  trasladado  de  Vique,  donde  era  obis- 
pó, á  Tarragona ,  paro  fue  vencido  en  el  pleito  por- 
que el  papa  Urbano  quiso  que  la  autoridad  una  vez 
dada  al  arzobispo  de  Toledo  fuese  cierta  y  para  siem- 
pre se  conservase.  Esta  determinación  de  Urbano 
confirmaron  con  sus  bulas  el  papa  Pascual  y  el  papa 
Gelasio  sus  sucesores. 

Calixto  Segundo  pareció  disminuir  esta  autoridad 
con  dar  como  dio  por  su  bula  á  don  Diego  GelmireK 
obispo  de  Compostella  los  derechos  de  metropolitano 
trasladados  de  la  ciudad  de  Mérida,  si  bien  estaba 
en  poder  de  moros.  Otorgóle  otrosí  autoridad  de  le- 
gado del  papa  sobre  las  provincias  dé  Mérida  y  Bra- 
ga ,  y  señaladamente  le  nizo  exento  de  )a  obediencia 
y  poder  de  don  Bernardo  arzobispo  de  Toledo:  todo 
a  propósito  de  honrar  á  don  ái^mon  su  hermano  que 
estaba  enterrado  en  Compostella,  yj)or  la  mucha  de- 
voción que  siempre  mostró  con  la  iglesia  y  sepulcro 

España  era  muy  conforme  ala  primüiTa  ene  estabieeieroa 
los  Apóstoles.  En  el  concilio  Toledam»  Xli ,  qw  se  oelebió 
el  aíío  681 ,  y  fue  general  de  todo  el  imperio  d^  los  godos, 
se  empezó  á  reaiiar  la  autoridad  de  kw  metropolitanos  ¿ 
Toledo  sobre  todos  los  otros,  concediéndoles  una  paeeminea- 
cía  y  prerogativas  especiales  por  ser  obispos  de  la  corte,  y 
condescender  coa  loa  deseos  oel  rey  Erngio;  y  todés  los  pa- 
drea del  concilio  lo  aprobaron  por  un  decreto  en  el  que  ade- 
más se  ve  que  los  reyes  de  Btpa&a  nombaaban  los  obispos 
pera  las  sillas  vacantes.  Estos  privilem  de  primacía  de 
Toledo  estuvieren  sin  uso  el  tiempo  qi^  m  moros  ocuparon 
esta  ciudad ;  mas  luego  que  fueron  eclú^oa  de  ella  por  don  . 
Alonso  VI,  y  se  restableció  esta  silla,  aquellos  obispos  los 
recobraron ,  renovándolos  la  silla  apostólica ,  aunque  no  coa 
la  oiisma  estenslon,  pues  la  confirmadoof  de  los  obispos  es- 
taba ya  raiervada  al  papa  coim  prfaoadb  de  toda  la  igieiia 
universal, 

ir 


292.  «BlBUOTBCA  Dft 

de  Santiago.  Itas  siendo  arzobispo  don  Raimundo, 
sucesor  de  don  Bernardo ,  los  papas  Honorio ,  Celes- 
tino ^  Inocencio ,  Lucio,  Eugenio  Tercero ,  determi- 
naron y  ratificaron  lo  que  hallaron  estar  antes  conce- 
dido, que  el  arzobispo  de  Toledo  fuese  primado  de 
España.  A  don  Raimundo  ó  Ramón  sucedió  don  Jaan, 
en  cuyo  tiempo  lo  primero  Adriano  Cuarto,  confirmó 
el  primado  de  Toledo  con  nueva  bula  que  espidió  en 
que  revoca  el  privilegio  de  Compostella ;  lo  segundo 
don  Juan  obispo  de  Braga,  que  había  puesto  pleito 
sobre  el  titulo  de  primado ,  vmo  á  la  ciudad  de  Tole- 
do ,  y  fue  forzado  á  jurar  de  obedecer  al  que  no  que- 
ría reconocer  ventaja ,  don  Cerebruno  sucedió  á  don 
Juan ,  en  cuyo  tiempo  Alejandro  Tercero  revocó  un 
privilegio  de  Anastasio  concedido  en  esta  razón  á 
Pelagio  obispo  de  Conopostella.  Esto  fue  á  la  sazón 
que  el  cardenal  Jacinto  Bobo,  muy  nombrado,  vino 
a  Espaiía  con  autoridad  de  legado ,  y  entre  otras  co- 
sas que  sapientisimamente  ordenó,  puso  fin  en  este 
pleito  según  parece  en  las  escrituras  de  te  iglesia  de 
Toledo ,  ca  dió  sentencia  por  Cerebruno  contra  el  de 
Santiago  que  le  inquietaba. 
Bien  será  aqui  poner  la  bula  de  Alejandro  Tercero, 

Sorque  confirmaDa  en  ella  loque  de  sus  predecesores 
eterminaron.  La  bula  dice  asi :  «Alejandro  obispo, 
))síervo  de  los  siervos  de  Dios .  al  venerable  hermano 
BGerebruno .  arzobispo  de  Toledo ,  salud  y  bendi- 
»cion  apostólica.  Como  nos  enviásedesun  mensajero 
vpor  causa  de  los  negocios  que  tenéis  d  cargo  do 
«vuestra  iglesia,  á  la  sede  apostólica,  oue  suele 
DSiempre  admitir  los  deseos  de  los  que  piden  cosas 
«justas ,  nos  suplicastes  con  humildad  con  el  mismo 
Dmensajero ,  que  renovásemos  las  bulas  de  nuestros 
«antecesores  Pascual,  Calixto,  Honorio  y  Eugenio, 
«en  que  conceden  la  primacía  de  las  Españas  á  la 
«iglesia  de  Toledo.  Nos  porque  sinceramente  os  ama- 
«mos  en  el  Señor,  y  tenemos  propósito  de  honrar 
«vuestra  persona  de  todas  las  maneras  que  conven^, 
«por  ser  estable  fundamento  y  columna  de  la  cns- 
«tiandad,  juzgamos  convenía  admitir  vuestra  deman- 
«da,  y  que  vuestro  deseo  no  fuese  defraudado.  Y 
«comunicado  este  negocio  con  nuestros  hermanos^  á 
«imitación  de  nuestro  predecesor  de  buena  memoria, 
«Adriano  papa  por  la  autoridad  de  la  sede  apostólica, 
«determinamos  quedebiamos  renovar  el  privilegio  jun  ■ 
»to  con  aquel  breve  conforme  á  vuestra  petición: Que 
«así  como  vuestra  iglesia  de  tiempo  antiguo  ha  tenido 
«el  primado  en  toda  la  región  de  España,  asi  vos  y  la 
«iglesia  de  Toledo  que  gobernáis  porla  ordenación  de 
«Dios  tengáis  el  mismo  primado  sobre  todos  para 
«siempre  :  añadiendo  que  al  privilegio  que  Pelagio 
«arzobispo  en  tiempos  pasados  dicen  que  impetró  de 
«nuestro  predecesor  de  buena  memoria  Anastasio 
«papa,  que  por  derecho  de  primado  no  debia  estar 
«sujeto  a  vuestra  iglesia ;  declaramos  que  el  privilegio 
«de  dicho  nuestro  antecesor  de  santa  memoria  Euge- 
«nio  papa  concedido  á  vuestro  predecesor  sobre  la 
«concesión  del  primado,  juzgamos,  que  le  perjudica 
«totalmente,  en  especial  ^ue  lo  concedido  por  Anas- 
«lasio  no  fue  concedido  ni  por  la  mayor,  ni  mas  sana 
«parte  de  nuestros  hermanos.  Determinamos  pues 
«que  el  ariobispo  compostellano  con  los  demás  ohls- 
«pos  de  España  os  tengan  sujeción  y  obediencia  de 
«aqui  adelante  como  á  su  primado ,  y  á  vuestros  su- 
«oesores ;  y  la  dignidad  misma  sea  firme  y  inviolable 
«para  vos  y  vuestros  sucesores.  Para  siempre  jamás. 
«Ninguno  pues  de  todos  los  hombres  ose  quebrantar  ó 
«contradecir  de  algurji  manera  esta  bula  de  nuestra 
«confirmación  y  concesión  con  temeraria  osadía.  Y  si 
«alguno  presumiere  intentarío,  sepa  que  incurrirá  la 
«mdignacion  de  Dios  todopoderoso  y  de  los  bien  aven- 
«tarados  apóstoles  San  Pedro  y  San  Pablo.  Dada  en 
«Benevento  por  mano  de  Gerardo  notario  de  la  santa 
«iglesia  Romana  á  veinte  v  cuatro  de  noviembre  en  la 
«indicción  tercera  año  de  la  Enoanuicion  del  Señor  de 


«ASPAR  T  ROIO. 

«mil  y  ciento  y  sesenta ,  del  pontificado  de  A^jandro, 
«papa  Tercero ,  año  onceno.» 

Larga  cosa  seria  referir  en  este  propósito  todo  lo 
que  se  pudiera  alegar.  El  papa  Urbano  Tercero  con- 
firmó la  misma  autoridad  de  primado  á  don  Gonzalo. 
sucesor  de  don  Cerebruno.  A  don  Gonzalo  sueedio 
don  Pedro  de  Cardona.  A  est3  don  Martin;  el  cual 
Celestino  Tercero  por  el  parentesco  y  amistad  que 
habia  entre  él  y  nuestros  reyes ,  al  tiempo  qtie  fue 
legado  y  se  llamaba  el  cardenal  Jacinto  Bono,  conce- 
dió que  las  dignidades  de  la  iglesia  de  Toledo  usasen 
de  njitras  como  obispos  mientras  la  misa  se  celebra- 
se, y  acrecentó  aquel  previlegio  después  que  fue  ele- 
gido papa.  Siguióse  en  la  iglesia  de  Toledo  don  Ro- 
drigo Jiménez  varón  de  grande  ánimo  y  siogular 
doctrina,  cosa  en  aquel  tiempo  semejable  á  milagro: 
trató  en  el  concilio  Lateranense  primero  delante  de 
los  cardenales  y  de  Inocencio  Tercero  la  causa  de  su 
iglesia  en  este  punto  como  orador  elocuente,  y  ven- 
ció á  los  demás  metropolitanos  de  España;  y  porque 
el  arzobispo  de  Bra^a  pretendía  no  estarle  sujeto, 
Honorio  Tercero  le  hizo  legado  suvo.  Gregorio  Nono 
sucesor  de  Honorio  revocó  cierta  ley  que  sepromul» 
gó  en  Tarragona  contra  la  dignidad  del  arzooispo  de 
Toledo,  en  que  establecieran  no  usasen  los  tales  ar- 
zobispos de  las  prero^aüvas  de  primado  en  aoueila  su 
Srovincia,  en  especial  no  llevasen  cruz  delante.  A 
on  Rodrigo  sucedió  don  Juan ,  luego  don  Gutierre, 
y  dos  don  Saiiphos,  ambos  de  linaje  real ,  casi  el  uno 
tras  el  otro.  Después  de  los  dichos  fue  arzobispo  don 
Juan  de  Contreras  en  tiempo  de  Martioo  Quinto, 
y  se  halló  en  el  concilio  Basileense.  ítem  don  Juan  do 
berezuela  hermano  del  maestre  don  Alvaro  de  Luna, 
y  sucesor  de  don  Juan  de  Contreras.  Todos  alcanza- 
ron bulas  de  los  papas  en  que  confirmaban  lo  mismo: 
cuyas  copias  están  guardados  con  loda  fidelidad  en  el 
archivo  ae  la  iglesia  de  Toledo,  y  recogidas  en  un 
libro  de  pergamino. 

El  tiempo  adelante  por  agraviarse  don  Alonso  de 
Cartaffena  obispo  de  Burgos  que  el  arzobispo  de  To- 
ledo don  Alonso  Carrillo  llevase  guión  levantado  en 
su  obispado,  que  era  señal  de  superioridad  v  de  ser 
primadío ,  don  Juan  el  Segundo ,  rey  de  Castilla  tomó 
aquel  negocio  por  suyo ,  v  por  sus  provisiones  (en  que 
da  á  Toledo  titulo  de  ciudad  impenal)  determina  y  es^ 
tablece  que  se  guarde  el  privilegio  y  autoridad  que  To- 
ledo tenia  sobre  las  otras  ciudades  de  su  señorío, 
por  entender ,  como  era  verdad ,  que  la  autoridad  del 
arzobispos  de  Toledo  da  mucho  lustre  á  todo  el  reino 
y  aun  á  toda  España.  Muchos  otros  arzobispos  antes 
y  después  de  don  Alonso  Carrillo  hicieron  lo  mismo, 
y  por  toda  España  llevaron  siempre  su  cruz  levanta- 
da. Entre  estos  se  cuentan  los  cardenales  arzobispos 
don  Pedro  González  Mendoza ,  y  fray  Francisco  Ji- 
ménez; que  es  argumento  de  la  primacía  que  los  ar- 
zobispos de  Toledo  han  tenido  después  queToledo  se 
recobró  de  los  moros,  puesto  que  nunca  ha  faltado 
quien  contradiffa  y  nu  quería  estarles  sujeto.  Al 
presente  fuera  del  nombre  y  asiento  que  se  fes  da  el 
primero,  ninguna  otra  cosa  ejercita  sobre  las  otras 
provincias  de  España  tocante  ala  primada,  por  lo 
menos  ni  para  ellos  se  apela  en  los  pleitos ,  ni  castigan 
delitos ,  ni  promulgan  leyes  fuera  de  la  provincia 
que  como  metropolitanos  les  está  sujeta. 

CAPITULO  XX. 
De  las  mojeres  y  hijos  del  rey  don  Alonso. 

Arriba  queda  dicho  como  el  rev  don  Alonso  tuvo 
dos  mujeres,  doña  Inés  y  doña  Constanza,  y  que 
desta  segunda  iiobo  á  su  hija  la  infanta  doña  Urraca. 
Doña  Constancia  murió  desoues  de  ganado  Toledo, 
V  al  mismo  tiempo  su  cuñada  la  infanta  doña  Ehnra 
hermana  de  rey  falleció :  enterráronla  en  León  coa 
doña  Urraca  su  hermana.  Después  de  doña  Constan- 


U1STUNI* 

»  casd  don  Alonso  con  la  hija  ile  Benabct ,  re;  moro 
de  Sevilla,  que  se  voItíú  cristiana,  mudado  el  nom- 
bre de  Zayda  que  tenia ,  en  doña  Mnria :  otros  dicen 
se  llamó  doña  Isabel.  Desle  casamieoto  nació  don 
Sancho:  créese  Tuera  un  gran  principe  si  se  lograra, 
j  qae  igualara ,  la  gloría  de  bu  padre  como  lo  moa- 
traMm  na  seBales  de  lirtud  que  daba  en  su  tierna 
edad:  parece  que  noquisoUiosgoiase  España  de  tan 
aventajadas  pules.  El  rey  adelante  cuarta  y  qoiiita 
ysesta  lai  cano  con  doña  Berta  traida  de  Toscana, 
con  doña  Isabel  de  Francia ,  y  con  dona  Beatriz,  que 
no  se  sabe  de  qué  nación  fuese.  De  doña  Isabel  tuvo 
dos  bijas,  á  doña  Sancha  que  fue  mujer  del  conde 
don  RodriBo  ,ydoña  Elvira  que  cas6  con  Roseriorey 
de  Siciba  Dijo  de  Rogerío  conde  de  Sicilia:  della  na- 
cid  Rogerio  el  liijo  mayor  duque  de  Pulla,  y  Anfuso 

ancipe  de  Capua ,  llamado  asi  á  lo  que  se  entiende, 
nombre  de  ^u  aijuelo  materno :  item  á  Guillermo 
que  por  muerte  de  sus  hermanos  fue  rey  de  Sicilia, 
;  á  Constanza  que  caaó  coa  el  emperador  Enrique  VI: 
asi  lo  refiere  el  abad  Alejandro  Celesino  que  cscríbiú 
la  vidí  y  los  hechos  del  dicho  rey  Rogerio  su  contem- 
porineo ,  y  Hugo  Falcando. 

TuTo<lon  Alonso  de  una  manceba  llamada  iimena 
otras  dos  hijas,  doña  Elvira  y  doña  Teresa:  doña 
Elvira  caiácon  Ramón  oondedeTolosa  que  tuvo  dos 
hijos ,  en  esla  señora ;  estos  fueron  Bel  traoo  y  Alonso 
Jordán.  Doña  Teresa  casó  con  Enrioue  de  Lorena, 
cepa  que  fue  y  cabeza  de  do  proceoieron  los  reyes 
de  Portugal.  De  otra  cencubína  cuyo  nombre  no  se 
sabe,canquienelre;don  Alonso  tuvo  trato,  noav- 
gendnJ  hijo  alguno.  A  doña  Urraca  la  hija  cnayor  casd 
con  Ramón  ú  Raimundo  hermano  del  conde  de  Bor- 
gODQ  y  de  Guido  arzobispo  de  Viena,  quefue  adelao- 
le  papa  ,  y  se  llamÚ  Cafistn  II.  De  Ramón  y  doña  Ur- 
raca nació  doña  Sancha  primero ,  y  luego  don  Alonso, 
el  queporlosmuchosreinosque  juntó,  tuvo  nombre 
de  emperador. 


Todo  esto  se  ha  recogido  de  pavísimos  autores. 
Pero  mejor  seri  oír  á  Pelagio  obispo  de  Oriedo«er- 
cano  de  aquellos  tiempos ,  que  concluye  su  historia 


utespA>*.  293 

desta  manera:  nEslereydun  Alonso  tuvo  cinco  mu- 
njeres  legitimas,  la  primera  Inés,  la  sesunda  l'.on$- 

nUnza  ,  de  la  cual  tuvo  i  la  reina  doña  Urraca  mujer 
«iel  conde  Ramón ;  deila  tuvo  el  conde  A  doña  San- 
Bcha  ¥  al  rey  don  Alonso:  la  tercera  doña  Berta 
nvenída  de  Toscana  r  la  cuarta  doña  Isabel ;  desla  tu- 
Dvoá  doña  Sandia  mujer  del  conde  donRodrico, 
»v  á  Geloira  que  casó  con  Rogerio  duque  de  Sicilia: 
»la  quinta  se  llamó  doña  Beatriz  :  la  cual  muerto  el 
«marido,  se  volvió  á  kü  patria.  Tuvo  dos  mancebas 
»muy  nobles,  la  primera  Jimona  Huñon  ,  de  quien 
«nació  doña  Geloira  mujer  del  conde  de  Tolosa  Ra- 
wmon ,  que  tuvo  por  hijo  i  Alonso  Jordán.  En  la  rais- 
iima  Jimena  bobo  el  rey  don  Alonso  i  doña  Teresa 
umujer  jue  fue  del  conde  don  Enrique ,  y  desle  ma- 
wtrimonio  nacieron  Urraca  y  Geloira  y  Alonso,  La 
»otra  concubina  se  llamó  Zayda,  hija  de  Benabet 
nrey  de  Sevilla ,  que  se  bautizó  y  se  llamó  Isabel ,  y 
ndella  nació  don  Sancho,  quemurióeulabatallade 
«Uclés.» 

Todo  lo  susodicho  es  de  Pelagio.  Estas  fueron  las 
mujeres  de)  rey  don  Alonso ,  estos  sus  hijos :  princi- 
pe mas  venturoso  en  la  guerra,  que  en  el  tiempo  de 
fa  paz  y  en  sucesión :  no  menos  admirable  en  las 
borrascas ,  que  cuando  soplaba  el  viento  favorable  y 
lodo  se  le  hacia  ¿  su  voluntad.  Bien  es  verdad  que  la 
fortuna  ó  fuerza  mas  alta,  conforme  ásusordinarias 
mudanzas  y  vueltas,  en  lo  de  adelante  se  le  mostró 
contraria ,  t  acdrreú  así  á  él  como  í  sus  reinos  gran 
muchedumore  de  trabajos  y  reveses :  según  que  por 
lo  que  se  sigue  se  podra  claramente  entender. 

UBBO  DÉCIMO. 

CAPITULO  I. 
De  iiDevaí  gucrrasqaebobo  enEspaáijeolaSaria. 

Los  reinos  de  Levante  y  de  Poniente  casi  en  un 
mismo  tiempo  se  alteraron  con  nuevas  asonadas  y 
tempestades  de  jjuerras.  De  las  estrañas  bc  dirá  lue- 
go: las  da  España  sucedieron  con  esta  ocasión.  Los 
Ahnoravides ,  gente  mahometana,  habiendo  sobrepu- 
jado á  los  Alavecioos  que  hasta  este  tiempo  tuvieron 
el  imperío  de  África ,  fundaron  primeramente  su  im- 
perio en  aquella  parte  de  la  Maurítania  que  al  estre- 
cho de  Gibraltar  se  tiende  por  las.  riberas  del  uno  y 
del  otro  mar :  es  á  saber  del  Mediterráneo  y  del  Océa- 
no :  después  en  gran  parle  de  España  se  metieron  y 
derramaron  á  manera  de  raudal  arrebatado  y  espan- 
toso. La  ocasión  de  pasar  en  España  fue  eata.  El  rey 
don  Alonso  tenia  por  mujer  una  hija  del  rey  moro  de 
Sevilla,  como  poco  ha  queda  dicho.  Entró  aquel  rey 
en  esperanza  de  apoderarse  de  lodo  lo  que  su  genle 
en  España  tenia,  si  fuese  de  África  ayudado  con 
nuevas  gentes  y  fuerzas :  pidió  á  su  yerno  por  lo  que 
al  parentesco  debía,  le  ayudase  con  sus  cartas  para 
llamar  á  JuiephTepbinrey  de  los  Almorávides,  pode- 
roso en  fuerzasy  gentes ,  y  espantoso  por  la  [ferpétua 
prosperidad  que  había  tenido  en  sus  cosas ,  y  ronvi- 
darle  á  pasar  en  Elspaña.  Pretendía  d  riesgo  ajeno  y 
con  sn  trabajo,  conforme  á  la  ambición  que  le  bj;uí- 
jabB,ensaacharélsuBeñorio:talerasu  pensamien- 
to y  sus  trazas.  Escribiódon  Alonso  las  cartas  que  le 
pidió ,  por  estar  con  la  edad  aficionado  y  sujeto  á  su 
mujer :  consejo  errado ,  perjudicial  y  que  &  ninguno 
fue  mas  dañoso  que  al  mismo  que  lo  inventaba. 

A  Juzepli  no  le  parecía  dejar  aquella  ocasión  de 
volver  las  armas  contra  España:  consideraba  quo  de 

Sequeños  principios  suelen  resultar  cosas  muy  gran- 
es :  que  la  guerra  se  podía  comenzar  en  nombre  de 
otro  ]'  con  su  infamia ,  y  acabarse  en  su  pro.  El  mis- 
mo ó  DO  quiso  ó  no  pudo  venir  por  entonces ;  envió 
empero  áHali  Abenajacapitan  de  gran  nombre,  es- 
clarecido por  su  esfuerzo  y  hazañas ,  hombre  de  con- 


294 


BIBLIOTECA   DK   GASPAR    Y    IIÜIG. 


sejOy  astuto,  atrevido  para  comenzar,  y  constante 
para  llevar  al  cabo,  y  concluir  prósperamente  sus 
intentos:  dióle  un  buen  ejército  que  le  acompañase. 
Con  estas  gentes  como  le  era  inandado  se  juntó  con 
el  rey  de  Sevilla:  no  duró  mucho  la  amistad,  ni  es 
muy  seguro  el  poder  cuando  es  demasiado.  Por  ligera 
ocasión  y  de  repente  se  levantó  diferencia  y  debate 
entre  las  dos  naciones  y  caudillos  moros :  pasaron  ú 
las  armas  y  á  las  manos ,  pelearon  moros  con  moros; 
los  españoles  no  eran  iguales  6  los  africanos  por  estar 
debilitados  con  el  largo  ocio  y  con  el  cebo  de  los  de- 
leites. El  rey  de  Sevilla  suegro  de  don  Alonso  fue 
vencido  y  muerto  en  la  batalla ,  coa  tanto  menor 
compasión  y  pena  de  los  suyos  y  menor  odio  de  su 
enemigo,  que  se  entendía  de  secreto  favorecía  á  nues- 
tra reli^on .  y  era  cristiano.  Llamábase  el  que  le 
mató,  Abdalla.  Con  su  muerte  sin  dilación  todo  su 
estado  quedó  por  los  vencedores. 

Fue  esto  el  ano  de  los  moros  cuatrocientos  y 
ochenta  y  cuatro,  como  lo  dice  don  Rodrigo  en  la 
Historia  oe  los  Árabes  ,  que  se  contaba  de  Cristo  el 
de  1091 .  Todas  las  ¿entes  y  ciudades  de  los  moros  que 
quedaban  en  España,  movidos  de  nuevas  esperanzas 
ó  de  miedo  se  pusieron  debajo  de  su  mando  algunas 
por  fuerza,  las  mas  de  grado  por  entender  que  las 
cosas  délos  moros  que  estaban  para  caer,  podrían 
sustentarse  y  mejorarse  con  el  esfuerzo  y  ayuda  de 
Hall.  Ninguna  fe  nay  en  los  bárbaros,  en  especial  si 
tienen  armas  y  fuerzas.  Asi  el  capitán  africano  con- 
fiado en  las  fuerzas  de  un  señorío  tan  grande  como 
era  el  de  los  moros  de  España,  quiso  mas  ser  aeñor 
en  su  nombre  y  alzarse  con  todo ,  que  gobernar  en  el 
de  otro  y  como  teniente.  Tenia  ganadas  las  volunta- 
des  de  la  gente ;  y  si  ayunos  sentían  lo  contrario, 
guardaban  secreto  el  odio .  y  en  publico  le  adulaban; 
que  tal  es  la  condición  de  tos  hombres.  Con  esto  lla- 
móse miramamolin  de  España ,  nombre  entre  los 
moros  y  apellido  de  autoridad  real.  Demás  desto  los 
reyes  moros,  que  por  toda  España  eran  tributarios 
del  rey  don  Alonso ,  confiados  en  el  nuevo  rey,  como 
quitada  la  servidumbre  y  la  máscara,  y  despertados 
con  la  esperanza  que  se  les  presentaba  de  ia  libertad, 
no  querían  pagar  las  parias  como  acostumbraban 
cada  un  ano.  Este  era  el  estado  de  las  cosas  de  Es- 
paña. 

En  la  Suria  por  el  esfuerzo  de  los  cristianos  se  co- 
menzó la  ffaerra  sagrada ,  famosísima  por  la  gloría  y 
grandeza  de  las  cosas  que  sucedieron ,  y  por  la  cons- 
piración de  todas  las  naciones  de  Europa  contra  los 
muy  belicosos  reyes  y  emperadores  del  Oriente.  Je- 
rusaléin ,  ciudad  famosa  por  su  antigua  nobleza ,  y 
muy  santa  por  el  nacimiento ,  vida  y  muerte  de  Cris- 
to hijo  de  Dioe ,  estaba  en  poder  de  gente  bárbara, 
fiera  y  cruel ;  padecía  por  esta  causa  una  servidumbre 
de  cada  dia  mas  grave.  Un  hombre  llamado  Pedro,  de 
noble  linaje,  natural  de  Amieiis  en  Francia ,  y  que  en 
8tt  menor  eídad  con  el  eiwcicio  de  las  armas  habla 
endurecido  el  cuerpo,  llegado  á  edad  de  varón ,  por 
despredo  de  las  cosas  humanas  pasaba  su  vida  en  el 
yermo.  Este  fue  por  devoción  á  Jerusatém  para  risitar 
aquellos  lugares,  y  asegurado «ntre  los  bariMros  poj: 
au  pobreza,  mal  vestido ,  su  rostro  contentible  y  pe- 
queña estatura ,  tuvo  lugar  de  mirallo  todo  y  calar 
los  secretos  de  la  tierra;  consideró  cuan  atroces ,  y 
cuan  crueles  trabajos  los  nuestros  en  aauellas  partes 
nadecian.  Era  en  aquella  sazón  obispo  de  ieru<ialém 
Simón:  trataron  el  negocio  entre  los  dos,  y  con  car- 
tas yoB  le  dié  para  el  sumo  pontífice  y  amplísima  co- 
misión ,  dio  la  vuelta  para  Efurops. 

El  pana  Urbano  oído  que  hobo  á  Pedro ,  y  leído  las 
cartas  del  patriarca,  afligióse  gravemente.  Abrasá- 
bale la  afrenta  de  la  Religión  Cristtana;  que  aquel>a 
tierra  en  qae  quedaron  impresas  las  pisadas  del  hijo 
de  Dios,  origen  de  la  religión ,  y  en  otro  tiempo  al- 
bergo ae  la  santidad,  estuviese  yerma  de  morado- 


res, falta  de  sacerdotes  y  de  todo  lo  al.  Que  los  bár- 
baros no  solo  contra  los  hombres,  sino  contra  la 
santidad  de  los  lugares  sagrados  hiciesen  la  guerra 
coQ  odio  perpetuo  y  gravísimo  á  la  Cristiana  Religión 
sin  que  nadie  les  fuese  á  la  mano.  Ei^ia  mengua  le 
aquejaba  y  le  parecía  intolerable.  Los  emperiulores 
griegos  que  le  debieran  ayudar  por  caerles  esto  maí« 
cerca,  y  por  el  miedo  y  jpeiigro  que  corrían  á  causa 
de  los  turcos  que  ios  tenían  a  lus  puertea,  gente  bár- 
bara y  cruel ,  con  el  cuidailode  sus  cosas  y  otros  em- 
barazos poco  se  cura  han  de  las  ajenas  y  comunes. 
Los  reinos  de  Occidente  por  estar  lejos  sin  lospeclM 
y  sin  recelo ,  no  hacían  caso  del  dallo  común ,  y  de 
ninguna  cosa  menos  cuidaban  que  de  la  injuria  y 
afrenta  de  la  religión  y  del  Cristianismo. 

El  pontífice  Urbano,  aunque  congojado  con  estos 
cuidados  y  difículLades ,  en  nmguna  manera  se  desa- 
nimó, determinóse  intentar  una  cosa  dificultosa  en 
la  apariencia ,  pero  en  efecto  saludable.  Convocó  á 
los  señores  y  prelados  de  todo  el  Occidente  para  ha- 
cer concilio  y  tratar  en  él  lo  que  á  la  religión  y  á  la 
cristiandad  tocaba.  Dendecomo  con  trompeta  pensa- 
ba tocar  al  arma ,  despertar  y  inflamar  los  ánimos  de 
todos  los  cristianos  á  la  guerra  sagrada  confiado  que 
á  tan  buena  empresa  no  faltaría  el  ayuda  de  Dios. 
Señaló  para  el  concilio  á  Claramente ,  ciudad  princi- 
pal en  Alvernia  y  en  Francia  entretanto  que  estas 
cosas  se  movían  en  Italia  y  en  Francia ,  y  con  emba- 
jadas que  el  pontífice  enviaba  á  todas  las  nacione^i, 
las  convidaba  para  juntar  sus  fuerzas ,  ayudar  á  la 
querella  común  con  consejo  y  .con  lo  demás ,  y  que 
con  el  aparato  desta  guerra  ardían  las  demás  pro- 
vincias. En  España  las  cosas  de  los  cristianos  em- 
f>eoraban ,  y  parece  andaban  cercanas  á  la  caída  por 
a  veoida  y  armas  de  los  Almorávides.*  Nunca  ni  coa 
mayor  ímpetu  se  hizo  la  guerra,  ni  con  mayor  pe- 
ligro de  España. 

Ensoberbecida  aquella  gente  fiera  y  bárbara  con  el 
progreso  de  las  victorias  y  próspero  suceso  de  sus 
empresas ,  y  por  el  imperio  que  se  les  juntara ,  forti- 
ficados y  arraigados  en  España ,  volvieron  contra  los 
nuestros  las  armus.  Entrao  por  el  reino  do  Toledo: 
meten  á  fuego  y  á  sangre  toda  aquella  comarca,  ro- 
bando y  saifueando  toJo  lo  que  se  les  ponía  delante; 
en  particular  se  apoderaron  délas  ciudades  y  pueblos 

2ue  en  aquella  parte  y  en  los  celtíberos  había  dado 
Zayda  su  padre  en  oote,  es  á  saber  Cuenca,  Uclés, 
Huete.  EnvuS  el  rey  don  Alonso  á  hacer  rostro  á  los 
moros,  dos  condes,  que  fueron  don  García  su  cuñado, 
casado  con  su  hermana,  y  don  Rodrigo  con  un  buen 
ejército  que  les  dio.  Vinieron  á  las  manos  con  los 
moros:  fueron  los  nuestros  vencidos  en  batalla  y 
desbaratados  cerca  de  un  pueblo  llamado  Roda  (I), 
que  se  entiende  llama  Plínio  Yirgao,  puesto  entre  el 
no  Guadalquivir  y  el  mar  Océano.  El  rey  don  Alonso 
movido  de  tantos  daños ,  y  por  el  recelo  del  peligro 
mayor  que  amenazaba ,  entendió  finalmente  el  mve 
yerro  aue  hizo  en  llamar  á  los  moros.  Acudió  con 
nueva  diligencia  á  reparar  el  mal  pasado  y  los  malea: 
hizo  en  todo  su  reino  levantar  mucha  gente,  y  jun- 
tados socorros  de  todas  partes,  Térlhlir'nn  grueso 
ejército.  Muchos  de  su  voluntad  vinieron  de  las  pro- 
vincias comarcanas  á  ayudar,  movidos  por  el  peligro 
que  las  cosas  de  los  cristianos  corrían. 

Cerca  de  Cazalla ,  pueblo  nue  cae  no  lejos  de  Ba- 
dajoz y  se  dio  de  nuevo  la  batalla  dd  poder  á  poder: 
los  cristianos  quedaron  asimismo  vencidos  (grand>> 
lástima  y  mengua)  y  muchos  de  ellos  muertos  en  el 
campo.  Sin  embargo  don  Alonso  no  perdió  en  manera 
blguna  el  ánimo  como  el  que  ni  por  las  cosas  próspe- 
ras se  ensoberbecía ,  ni  por  las  adversas  se  es  • 

(!)  La  batalla  de  Roda  se  dio  el  afio  1084,  antea  ('e  en- 
trar loa  Almeravidesea  España ;  y  les  esrhlarea  antigües  ao 
hablan  de  esta  rebelión  de  Hali. 


niSTOltlA  DE  ESPAÑA 


20 


a 


paoUba.  Cun  gran  preslexa  se  rehizo  de  fuereai,  y 
coD  Doevos  socorros  aumentado  su  ejército  rompió 

V  entró  por  fuerza  hasta  Córdoba,  hizo  estragos  de 
hombres  y  ganados,  sin  perdonar  á  los  edificios  ni  á 
los  campos.  El  tirano  desconfiado  de  sus  fnex2as  por 
habérselas  desbandado  el  ejército  que  tenia,  fortificó- 
se dentro  de  Córdoba,  ciudad  grande  y  muy  fuerte: 
solo  bobo  algunas  escaramuzas  y  rebates.  Aconteció 
(fue  Abdalla  de  noche  con  número  de  soldados  hizo 
contra  los  nuestros  una  encamisada ;  mas  los  moros 
fueron  rechazados  y  muertos ,  preso  el  capitán ,  y  el 
día  siguiente  en  presencia  de  los  moros  que  desde  los 
adarves  miraba  lo  que  pasaba ,  fue  hecho  pedazos 
y  queiftado  vivo,  y  con  él  otros  sus  compañeros: 
castigo  cruel ;  pero  la  descracia  de  su  suegro  Bena* 
bet,  y  la  pena  que  della  eírey  tomó ,  escusa  y  alivia 
aquella  crueldad,  y  aun  hizo  que  fuese  la  alegría  de 
la  victoria  mas  colmada.  El  moro  Hali  cansado  del 

largo  cerco  se  rindió  presto  á  tode  lo  que  le  fuese 
mandado.  De  presente  le  condenaron  en  gran  suma 
de  dinero,  y  que  para  adelante  en  cada  un  año  paga- 
se cierto  tributo  y  parias.  Con  esto  le  dejaron  lo  que 
le  tomaran,  como  á  feudatario  de  ios  revés  de  Casti- 
lla. Principio  muy  honroso  para  el  re}  oon  Alonso,  y 
muy  saludable  para  la  provincia  por  entenderse  con 
tanto ,  que  las  armas  j  fuerzas  de  aquellos  bárbaros 
podían  ser  vencidas,  domados  sus  bnos. 

Ordenadas  las  cosas  de  Andalucía,  la  guerra  re- 
volvió contra  la  Celtiberia,  parte  de  Aragón.  Cercaron 
¿  Zaragoza,  y  con  grandes  ingenios  la  combatieron. 
Los  ciudadanos  no  rehusaban  de  pagar  cada  un  año 
algunas  parias,  á  tal  empero  que  el  rev  los  recibiese 
debajo  de  su  amparo,  y  que  luego  sin  nacer  daño  se 
partiese  de  aquella  comarca.  Era  honroso  este  aslen- 
ti»  para  el  rey,  mas  para  no  alzar  el  cerco  prevaleció 
el  deseo  y  esperanza  de  apoderarse  de  aquella  ciudad, 
dado  que  por  pretender  cosas  grandes  y  no  conten- 
laree  con  lo  razonable  se  perdió  To  uno  y  lo  otro.  P(Nr- 
queiuzeph  apereebido  de  nuevo  ejéreito  de  Almorá- 
vides ,  dinero ,  infantería ,  caballería  y  de  todo  lo  al 
para  la  guerra  necesario ,  de  África  pasó  ¿  España 
espantoso  v  feroz  con  intento  de  repnmir  los  oese* 
ños  de  Hall ,  y  castigar  su  deslealtad,  y  de  camino 
rebatir  las  fuerzas  de  los  cristianos.  Su  venida  se  su* 
|io  en  un  mismo  tiempo  en  la  ciudad  y  en  los  reales: 
á  los  moros  con  esperanza  de  mejor  fortuna  puso 
ánimo,  al  rey  don  Atonso  forzó  por  miedo  del  peligro 

V  de  mayor  mal  alzado  el  cerco  volver  atrás.  Las  ar- 
mas de  Juzeph  procedían  prósperamente,  porque  de 
primera  llegada  se  apoderó  ae  Sevilla  ao  el  tirano 
Hali  estaba,  al  cual  cortó  la  cabeza;  tras  esto  luego 
Córdoba  se  le  rindió.  A  eiemplo  de  estas  dos  ciudaoes 
todas  las  demás  del  Andalucía,  t aun  todas  lasque 
en  España  restaban  en  poder  de  los  moros ,  en  breve 
se  pusieron  debajo  de  su  obediencia ,  y  tomaron  su 
voz  unas  de  voluntad,  otras  por  fuerza.  Algunas  asi- 
mismo, confiadas  en  el  esruerzo  y  prosperidad  del 
nuevo  rey,  sacudían  de  si  el  yugo  del  imperio  cris- 
tiano, y  no  querían  iiacer  los  homenajes  acostum- 
brados. 

No  parecía  el  rey  don  Alonso  debía  disimular 
aquellos  desaguisados,  ni  descuidarse  en  el  peligro 
que  amenazaba ,  por  jnntaree  de  duoto  á  cabo  de 
tanto  tieaapo  las  fuerzas  de  los  moros  de  Afríca  con 
las  de  los  de  España  en  perjuicio  de  los  cristianos. 
Acordó  pues  ganar  por  la  mano  y  dalles  guerra  con 
todas  sus  fuerzas.  Mandó  hacer  todos  los  apereibi- 
inientos  necesarios :  juntar  armas ,  caballos ,  vitua- 
llas ,  dineros  :  acudir  á  la  guerra  no  solo  los  legos, 
sino  los  eclesiásticos  :  alistar  soldados  nuevos  y  vie- 
jos :  procurar  socorros  de  fuera.  Muchos  extranjeros 
movidos  por  el  peligro  de  España ,  y  encendidos  en 
I  leseo  de  ayudar  en  aquella  guerra,  de  su  voluntad 
vinieron ,  en  especial  de  Francia  :  entre  estos  Rai- 
mundo ó  Ramón  hermano  del  conde  de  Borgoña,  y 


su  deudo  Enrique,  el  cual  dado  que  efa  natural  de 
Besanzon  ciudad  antiguamente  la  mayor  de  los  sc- 
cnanos  en  Borgoña^  de  donde  le  llamaron  Enrique  de 
Besanzon  ó  B^santino^,  pero  era  de  la  casa  y  linaje 
de  L«irena,  y  adelante  fundó  la  gente  y  reino  de  Por- 
tugal. Vino  asimismo  otro  pariente  de  Enrique  llama- 
do Raimundo,  conde  de  Tolosa  y  de  San  Egidio.  Se- 
guía á  estori  seiíores  buen  golpe  de  gente  francesa: 
soldados  valientes ,  de  grande  y  increíble  prontitua 

gira  acometer  la  guerra.  Acudió  demás  destns  don 
ancho  rey  de  Aragón,  el  cual  bien  que  era  de  gran- 
de edad,  tenia  brío  y  ánimo  de  mozo  j  muy  aventa- 
jada destreza  adquirida  con  el  contmno  oso  de  las 
guerras  que  hizo  contra  los  moros. 

De  todas  esas  gentes  se  juntó  y  formó  un  ejército 
muy  lucido  y  grande  tanto,  gue  no  dudaron  acome- 
ter las  fronteras  de  los  enemigos  :  entraron  adentro 
en  el  Andalucía ,  hicieron  estragos  sacos  y  rol)os  en 
todos  los  lugares.  No  se  descuidaron  los  moros  de 
hacer  sus  diligencias.  Cerca  de  un  lugar  llamado 
Alagueto  (I)  se  juntaron  los  reales ,  y  se  dieron  vista 
los  unos  á  los  otros.  Juzeph  por  no  ser  igual  en  fuer- 
zas, como  caudillo  recatado  y  prudente ,  escusó  la 
batalla :  su  partida  fue  semejante  á  huida,  lo  que  dio 
á  entender  la  priesa  en  el  retirarse  y  desamparar  gran 
parta  del  fardaje.  Pareció  al  rey  <íon  Alonso  que  con 
la  huida  del  moro  se  debía  contentar,  y  no  aventurar 
la  reputación  que  con  esto  se  ganara;  además  que  su 
ejército,  como  compuesto  de  tantas  gentes  diferentes 
en  lenguas ,  costumbres  y  leyes,  no  se  podía  entre- 
tener largo  tiempo.  Acordó  dar  la  vuelta  á  la  patria 
con  sus  soldados  cargados  de  despojos,  y  alegres  por 
el  buen  principio.  Las  armas  de  los  Almorávides  des- 
pués desta  afrenta  y  desmán  sosegaron  por  algún 
tiempo,  demás  que á  Juzeph  fue  forzoso  acudir  á 
África  y  ocuparse  en  asentar  el  estado  de  su  nuevo 
reino. 

El  rey  don  Alonso  no  se  descuidaba  en  el  entretanto 
de  aparejarse,  por  tener  entendido  que  muy  presto 
volvería  la  guerra  con  mayor  fberza  que  antes.  De- 
t«rmhió  hacer  nuevas  alianzas,  y  ganar  con  esto  y 
obliffarse  las  voluntades  de  los  príncipes  estraños;  en 
particular  con  aquellos  tres  señores  que  vinieron  de 
Pranda.  para  mas  prendallos,  y  en  premio  de  la  ayu- 
da que  le  dieron  y  de  sus  servicios,  casó  otras  tantas 
hijas  suyas.  Con  Rsmon  conde  de  Tolosa  casó  doña 
Elvira ,  con  Enríque  de  Lorena  doña  Teresa ,  ambas 
habidas  fuera  de  matrimonio,  como  arriba  se  ha  di- 
cho, pero  criadas  con  regalo  y  con  aparato  real,  y  con 
esperanza  de  gran  estado.  A  liamon  el  de  Boro- 
na dio  por  mujer  á  doña  Urraca  su  legitima  hija: 
deste  principe  se  dice  que  se  reedificó  y  pobló  la  ciu- 
dad de  Salamanca  p»r  mandado  del  rey  su  sue- 
gro. Demás  desto  con  el  conde  don  Rodrigo  casó 
doña  Sancha  hija  del  rey  j  de  doña  Isabel  su  mu- 

Í'er  :  deste  dicen  que  decienden  los  Girones ,  se- 
iores  de  grande  y  antigua  nobleza  en  España.  A  don 
Enríque  señaló  en  dote  todo  lo  que  en  Portugal  te- 
nia ganado  de  los  moros  con  título  de  conde,  y  con 
conaicion  oue  fuese  yasallo  de  los  reyes  de  Castilla, 
y  riniese  á  las  cortes  del  reino  y  á  la  guerra  con  sus 
armas  y  gentes  todas  las  Teces  que  fuese  avisado. 

Estos  fueron  los  principios  y  las  zanjas  de  aquel 
nuevo  reino  de  Portugal :  apellido  que  tomó  poco 
adelante  deste  tiempo,  y  le  conservó  por  mas  de  cua- 
trocientos años,  en  que  tuvo  reyes  propios  descen- 
dientes deste  príncipe  v  primer  (uodaaorsoyo.  A  don 
Ramón  de  Borgoña  dio  el  gobierno  de  Galicia  con  tí- 
tulo de  conde,  nombre  de  que  solían  usar  los  gober- 
nadores de  las  provincias,  y  en  dote  la  esperanza  de 

( 1 )  Asi  se  llanaba  no  un  pueblo  sino  un  dístríto  ó  región 
j{ne  comprendía  parte  de  la  Estremadnra  y  de  Portugal,  en 
la  caal  se  hallaban  la?  rhidades  dr  Eb^a ,  Dadajdl ,  Jaric», 
Mérida  ,  Saniarasaír,  que  hoy  es  Alcántara  y  Coria. 


296 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   Y   ROIG. 


suceder  en  el  reino,  si  faltase  acaso  el  infante  don 
Sancho  hijo  del  rey.  Al  conde  de  ToloAa  dieron  en 
dote  muchas  preseas  y  joyas ,  gran  cantidad  de  oro  y 
de  plata,  ningún  estado  en  Espaiía  por  tratar  de  yol- 
verse  á  Francia,  do  poseia  grandes  tierras  y  gran  di- 
tado.  Puédese  sospechar  que  la  misma  Tolosa  se  le 
dio  en  dote  como  sujetad  estos  reyes,  según  de  suso 
dosyeces  queda  apuntado.  Quién  dice  que  por  ias  ar- 
mas de  don  Alonso  el  año  1093  se  gano  la  ciudad  de 
Lisbona.  Si  fue  asi  ó  de  otra  manera,  no  lo  sabria  de- 
terminar. A  la  yerdad  no  pocas  veces  aquella  ciudad 
se  ganó  y  se  perdió  como  prevalecíanlas  armas  ya  de 
moros,  ya  de  cristianos,  y  últimamente  se  ganó  de 
los  moros  pocos  años  adelante,  dende  el  cual  tiempo 
permaneció  perpetuamente  en  la  posesión  y  señorío 
de  los  cristinos. 

CAPITULO  II. 

Cómo  don  Sancho  Ramirez  rey  de  Aragón  fue  muerto. 

El  año  siguiente  que  se  contaba  del  nacimiento  de 
Cristo  1094,  fue  señalado  por  nacer  en  él  don  Alonso 
hijo  de  don  Enrique  el  de  Lorena  y  de  su  mujer  dona 
Teresa,  el  cual  con  sus  armas  y  valor  dio  lustre  al 
nombre  de  Portugal.  Esteodió  su  señorío,  y  fue  el 
primero  de  aquellos  principes  que  tomó  nombre  de 
rey  por  permisión  de  tos  pontlGces  romanos,  en  que 
se  mantuvo  contra  la  voluntad  de  los  reyes  ae  Casti- 
lla. Pero  el  mismo  añe  fue  desgraciado  por  la  desas- 
trada muerte  que  sobrevino  á  don  Sancho  rey  de 
Aragón ,  á  quien  asimismo  deben  los  aragoneses  la 
loa  no  solo  de  haber  bien  gobernado  y  conservado 
aquel  reino  como  lo  hicieron  sus  antepasados,  sino 
de  le  deiar  acrecentado  y  colmado  de  todos  los-  bie- 
nes. El  me  el  primero  que  de  los  montes  ásperos  y 
encumbrados,  do  los  reyes  pasados  defendían  suim- 

f)erio  y  señorío  no  menos  confiados  en  la  nialeza  de 
08  lugares,  que  en  las  armas,  abajó  á  los  campos 
rasos  y  á  la  llanura,  y  ganó  por  las  armas  gran  nú- 
mero de  ciudades  y  lugares.  Dio  guerra  continua  á 
los  reyes  moros  de  Balaguer,  de  Lérida,  de  Monzón, 
de  Barbastro  y  de  Fraga ;  y  vencidos,  los  forzó  pri- 
meramente que  le  pagasen  parías ,  después  con  un 
largo  y  trabajoso  cerco  tomó  a  Barbastro,  noble  ciu- 
dad puesta  Junto  al  río  Vero,  de  gran  frescura  y  de- 
leitosos campos.  La  fortaleza  de  las  murallas  espan- 
taba; mas  la  constancia  del  rey  y  de  los  suyos  venció 
todas  ias  dificultades :  como  de  todaspartes  arreme- 
tiesen, y  la  furia  no  amansase  ni  aflojase  de  los  que 
olvidados  de  las  heridos ,  y  menospreciada  la  muerte, 
pretendían  apoderarse  de  aquella  plaza,  fue  entrada 
por  fuerza  y  puesta  á  saco. 

Salomón  era  á  la  sazón  obispo  de  Roda ,  otros  le 
llaman  Arnulpho;  lo  mas  cierto  que  á  los  tales  ol>Í8- 
pos  de  Roda  quedó  desde  entonces  sujeta  la  iglesia 
(le  Barbastro:  ítem  que  en  aquel  cerco  murió  Armen- 
izando  ó  Armengol,  conde  de  Urgél,  por  donde  le 
llamaron  Arroengol,  de  Barbastro;que  fue  la  causa  por 
el  deseo  de  \engar  afluel  desastre  y  satisfacerse  (ca 
era  suegro  del  rey  padre  de  la  reina  doña  Felicia)  de 
maltratar  los  moraaores  de  aquella  ciudad  al  tomarla, 
y  que  la  matanza  fuese  grande.  Bolea ,  que  es  un 
pueblo  á  la  raya  de  Navarra  en  los  llergetes  á  iaríbe- 
ra  del  rio  Cínga ,  do  duró  mucho  la  guerra,  se  ganó 
de  los  moros.  Al  tanto  Monzón,  villa  fuerte  en  aque- 
lla comarca  por  su  asiento  y  por  el  alcázar  que  tenia 
con  otros  pueblos  y  castillos  oue  seria  largo  conta- 
llos. Funaóse  y  poblóse  Estella  por  este  tiemjyo  en 
Navarra,  pequeño  lugar  entonces,  al  presente  ciudad 
noble  en  8q[uel  reino ;  y  porque  el  rey  don  Sancho 
trataba  de  ir  sobre  Zaragoza ,  cinco  leguas  mas  arri- 
ba de  aquella  ciudad  á  la  ríbera  de  Ebro  edificó  un 
castillo  llamado  Castellar  para  efecto  de  reprimir  las^ 
correrían  de  los  moros ,  demás  desto  para  con  ordí-' 
narias  salidas  y  cabalgadas  que  donde  quería  se  hi- 


ciesen, tener  todos  los  alderredores  trabajados;  en 
que  pasaron  tan  adelante  los  soldados  que  puso  en 
aquella  plaza,  que  quitados  los  bastimentóse  la  mis- 
ma ciudad,  muchas  veces  parecía  tenerla  cercadi. 
En  los  pueblos  dichos  antiguamente  vascetanos  se 
edificó  la  villa  de  Luna,  en  ninguna  cosa  mas  señala- 
da que  en  dar  principio  al  linaje  y  familia  de  los  Lo- 
nas, muy  ilustre  ó  muy  antiguo  en  Aragón.  La  ca- 
beza y  fundador  deste  linaje  fue  BacaUa,  hombre 
principal,  á  quien  don  Sancho  hizo  donación  de 
aquel  pueblo  :  rey  que  fue  verdaderamente  grande, 
y  con  el  lustre  de  todas  las  virtudes  esclarecido,  y 
sobre  todo  señalado  en  piedad  y  devoción.  Alcanzó 
de  Alejandro  Segundo  sumo  pontífice  que  el  monas- 
terio de  San  Juan  de  fa  Peña  con  los  demás  de  su 
reino  fuesen  exentos  de  la  jurisdicción  de  los  obis- 
pos. Alegaban  por  causa  díesta  exención  y  para  al- 
canzaliaTa  codicia  de  los  obispos ,  que  se  entregaban 
lilH^mente  en  ios  bienes  de  los  monasteríos.  Ala  ver- 
dad las  costumbres  de  los  monges  en  aquel  tiempo 
(de  que  San  Bernardo  se  queja)  j  sus  deseos  se  in- 
clinaDan  demasiado  á  pretender  libertad,  tanto  que 
de  ordinarío  sus  abades  impetraban  privilegio  para 
usar  de  las  insignias  de  los  obispos,  mitra ,  báculo, 
rauceta  en  señal  que  tenían  autoridad  obispal :  ca- 
mino inventado  y  traza  para  ser  exentos  de  ios  ordi- 
narios. 

El  pecado  de  codicia  oue  se  imputaba  á  los  obis- 
pos, también  alcanzaba  al  rey :  esto  fue  lo  que  prín- 
eipalmente  en  sus  costumbres  se  nota^  que  libre- 
mente metió  la  mano  en  los  bienes  eclesiásticos  y 
preseas  de  los  templos.  Parecía  escusarle  en  parte  la 
falta  de  dinero  que  tenía ,  la  pobreza ,  y  los  grandes 
gastos  de  la  guerra,  además  de  una  bula  que  ^anóde 
Gregorio  Vil  sumo  pontífice,  en  que  le  concedió  fa- 
cultad para  que  á  su  voluntad  trocase,  mudase  y 
diese  á  auien  por  bien  tuviese  los  diezmos  y  rentas 
de  las  mesias  que  ó  de  nuevo  fuesen  edificadas  óga- 
nadas  oe  los  moros.  Sin  embargo  él  con  ilustre  ejem- 
plo de  modestia  y  santidad  algunos  años  antes  deste, 
afligido  del  escrúpulo  que  de  aquel  hecho  le  resultó, 
y  para  sosegar  la  murmuración  del  pueblo  causada 
por  aquella  libertad,  en  Roda  en  la  iglesia  de  San 
Victorian  delante  el  altar  de  san  Vicente  con  grande 
humildad,  gemidos  y  lágrimas  pidió  de  k)  hecho  pú- 
blicamente perdón,  aparejado  á  emendarse.  Hallóse 
§  rásente  Raimundo  Dalmacio  obispo  de  aquella  ciu- 
ad,  al  cual  mandó  restituir  enteramente  todo  lo  que 
le  fuera  quitado. 

Los  principes  que  en  nuestra  edad  siguen  las  pi- 
sadas deste  rey  en  apoderarse  de  los  bienes  eclesiás- 
ticos, debrian  imitar  su  penitencia,  por  lo  menos 
temer  su  fin,  que  fue  de  la  manera  que  se  dirá.  Con- 
tinuaba en  su  costumbre  de  trabajar  con  guerra  con- 
tinua á  los  moros^  en  particular  á  Abderrahmán  rey 
dé  Huesca:  habiase  apoderado  por  las  armas  de  todos 
los  lugares  de  aquella  comarca,  y  tomado  que  hoho 
también  á  Montaragón,  pueblo  que  está  una  legua  de 
aquella  ciudad,  procuraba  fortíficalle  con  grandes 
pertrechos  para  oesde  allí  molestar  continuamente 
aquellos  ciudadanos  de  Huesca,  ^e  paró  aqui ,  shio 
que  últimamente  juntadas  sus  mentes,  puso  sitio  so- 
bre aquella  ciudad.  En  los  colla£>s  alrededor  repartió 
sus  guarniciones  cou  intento  que  nadie  pudiese  salir 
ni  entrar.  Los  reale?  principales  puso  en  unmonteei- 
llo  ó  recuesto  que  desde  aquel  tiempo  del  nombrr 
del  rey  llamaron  Poyo  de  Sancho.  Era  la  ciudad  muy 
fuerte ,  v  como  reparo  por  aquella  parte  de  todo  el 
señorío  de  los  moros,  no  de  otra  manera  que  lo  fue 
en  tiempo  de  los  romanos,  cuando  por  muestra  de 
su  fortaleza  la  llamaron  antiguamente  ciudad  vence- 
dora. El  cerco  iba  á  la  larga,  y  no  se  podía  ganar  por 
fuerza. 

Los  de  Huesca  Irdtaron  con  don  Alonso  rey  deOis- 
tilla  que  los  socorriese.  Acostumbran  los  reyes,  cuan- 


BlSftMlti 

do  9b  moestn  espmnsa  da  proTecho,  procurar  mas 
aus  particulares  intereses  que  tener  cuenta  con  el 
deber,  con  la  religión  y  con  la  fama :  otorgó  con  su 
petición.  Era  cosa  afrentosa  ayudar  á  los  moros  al 
ileacubierto :  parecióle  buen  consejo  acometer  por  la 
parte  de  YizcaTa  las  tierras  de  Navarra ,  ▼  con  esto 
oiTortir  las  fuerzas  de  Aragón,  y  hacer  que  no  fuesen 
bastantes  para  la  una  y  para  Ja  otra  guerra,  envió 
para  este  efecto  al  conde  don  Sancho.  Saliéronle  a! 
encuentro  los  infantes  de  Aragón  don  Pedro  y  don 
Alonso  por  mandado  de  su  padre  el  rey  don  Sancho, 
que  forzaron  á  los  enemigos  sin  hacer  algún  efecto 
volver  atrás ,  y  dejar  lo  comenzado.  El  rey  don  San- 
cho cansado  del  largo  cerco  andaba  mirando  los  mu- 
ros'de  la  ciudad;  y  como  advirtiese  un  lugar  á  propó- 
sito por  do  le  apareció  se  podría  acometer  y  entrar, 
estendió  el  brazo  para  le  mostrar  á  los  que  le  acom- 
pañaban: flecharon  una  saeta  del  adarve  al  mismo 
Íiunto,  que  le  hirió  debHJo  del  mismo  brazo;  la  herida 
de  mortal ,  los  naturales  declan  ser  castigo  y  venganza 
de  Dios  por  los  bienes  de  las  iglesias  en  que  puso  en  otro 
tiempo  la  mono.  Murió  á  cuatro  del  mes  de  junio:  su 
cuerpo  llevaron  á  Montaragon,  y  le  depositaron  en  el 
monasterio  de  Jesús  Nazareno  que  ól  mismo  edificó. 
Desde  allf,  ganada  la  ciudad,  fue  trasladado  á  San 
Juan  de  la  Peña ,  donde  por  lo  menos  se  muestra  el 
sepulcro  de  doña  Felicia  su  mujor  con  su  letrero,  que 
falleció  los  años  pasados. 

Sin  embargo  los  hijos  como  les  fue  mandado  por  su 
padre  llevaron  adelante  el  cerco ,  determinados  de  no 
partirse  de  allí  antes  de  vengar  aquel  desastre  y  des- 
truir aquella  ciudad.  Don  Pedro  en  vida  de  su  padre 
se  llamalm  rey  de  Ribagorza  y  Sobrarve .  y  de  Berta 
tu  mujer  á  quien  otros  llaman  doña  laés,  tenia  un 
hijo  de  su  mismo  nombre ,  otros  le  dan  nombre  de 
don  Sancho.  AI  presente  ól  mismo  por  la  muerte  de  su 
padre  heredó  todos  los  demás  estados :  á  don  Alonso 
quedaron  alffunos  pueblos.  El  menor  de  sus  herma- 
nos croe  se  llamó  don  Ramiro ,  en  el  monasterio  de 
San  Ponce  de  Tomer ,  puesto  en  el  territorio  de  Nar- 
bona  á  las  riberas  del  no  Jauro,  tomara  el  hábito  de 
monge  con  menosprecio  de  las  cosas  humanas  y  por 
mandado  de  su  padre,  como  se  entiende  por  un  pri- 
vilegio  que  el  ano  pasado  el  mismo  rey  dio  al  abad  de 
aquel  convento  llamado  Frotardo,  en  qae  le  hace 
donación  por  este  respeto  para  sustento  de  los  mon- 
gas de  grandes  posesiones,  dehesas  y  heredades. 

El  cerco  de  Huesca  duró  mucho,  no  menos  que 
seis  meses  como  dicen  algunos,  otros  pretenden  que 
pasó  de  dos  años.  Los  cercados  cansados  de  tantos 
males ,  y  reducidos  á  estrema  falta  de  mantenimien- 
tos, llamaron  en  su  ayuda  á  Almozabén  rey  de  Zara- 
goza ,  y  á  don  García  conde  de  Cabra ,  y  á  otro  señor 
principal  que  se  decia  don  Gonzalo  ca  en  aquella  re- 
vuelta de  tiempos  y  estrado  de  costumbres  no  se  te- 
nia por  escrúpulo  que  cristianos  ayudasen  á  los  roo- 
ros  contra  otros  cnstianos.  Don  Gonzalo  no  fue  allá. 
pero  en  buen  número  do  los  suyos  que  envió,  y  el 
conde  don  García  so  juntaron  con  el  rey  moro,  que 
con  grande  diligencia  tenia  levantada  un»  grande  mo- 
risma, y  partieron  con  e^tas  gentes  de  Zaragoza.  Es- 
taba el  negocio  en  grande  riesgo  y  casi  estremo.  El 
mismo  don  García  quier  con  buen  ánimo ,  ó  con 
muestra  fingida  de  amistad  amonestó  al  nuevo  rey 
don  Pedro ,  y  le  avisó  que  si  no  quería  perderse ,  al- 
zado el  cerco,  diese  luego  vuelta  á  su  tierra.  Preva- 
leció contra  el  miedo  el  deseo  de  la  honra ,  y  el  ho- 
menaje con  que  los  hermanos  se  oblignron  á  su  padre 
á  la  hora  do  su  muerte ,  de  no  desistir  antes  de  tornar 
la  ciudad. 

Estiéndese  junto  á  la  ciudad  una  llanura  llamada 
Alcoraz,  muy  conocida  por  el  suceso  desta  batalla. 
En  aquel  llano  se  determinaron  los  cristianos  de  en- 
comendarse á  sus  brazos  v  á  Dios,  y  para  le  tener 
mas  favorable  por  miedo  áa  sus  santos  trajeron  &  los 


M  bspaSa. 


sw 


reales  el  cuerpo  de  San  Victorian.  Demás  destola  no- 
che antes  se  le  apareció  al  rey  una  visión  de  persona 
mas  que  humana ,  que  le  amonestaba  con  grande 
ánimo  diese  la  batalla  seguro  de  la  victoria.  En  la 
vanguardia  iba  el  infante  don  Alonso,  en  la  retaguar- 
dia el  mismo  rey ,  el  cuerpo  de  la  batalla  encomendó 
á  Lisana  y  Bacalla,  hombres  muy  nobles  y  valientes: 
la  caballería  puso  por  frente.  Estos  comenzaron  la 
pelea  :  siguiéronles  los  estandartes  de  la  infantería. 
Los  bárbaros  con  su  muchedu*nbre  henchían  los  cam-* 
pes  y  valles  comarcanos.  Cerraron  los  escuadrones: 
la  pelea  fue  muy  brava :  ninguna  en  aquel  tiempo  ni 
de  mayor  peligro,  ni  de  mas  dichoso  fin.  No  se  oia 
por  todo  el  campo  sino  gemidor  de  los  que  caían,  vo- 
cería de  los  que  peleaban ,  estruendo  y  ruido  de  laa 
armas.  Era  cosa  digna  de  ver  los  hombres  y  las  mu- 
jeres que  desde  los  adarves  miraban  la  pelea,  y  co* 
mo  iban  las  cosas  de  los  moros  á  veces  se  mostraban 
alegres ,  á  veces  medrosos. 

Duró  la  pelea  basta  que  cerró  la  noche  sin  enten- 
derse  del  todo,  ni  declararse  la  victoria  por  ninguna 
de  las  partes.  Los  nuestros  sobrepujaban  en  la  causa 
esfuerzo  y  destreza  del  pelear :  el  número  de  los  ene- 
migos era  mayor.  Estuvieron  armados  hasta  que  ama- 
neció el  día  siguiente :  tan  grande  era  el  deseo  de 
volver  á  la  pelea ,  y  aun  el  miedo  no  menor  que  en- 
trara en  el  ánimo  de  los  cristianos.  Con  el  sol  »e  supo 
que  los  moros ,  desamparados  los  reales,  con  su  rej 
Almozabén  á  toda  priesa  se  retiraban  á  Zaragoza.  Si- 
guieron el  alcance  por  la  huella,  sin  cesar  de  matar 
y  prender  á  todos  los  que  hallaban:  en  la  pelea  y  en 
el  alcance  llegaron  los  muertos  á  cuarenta  mil.  De  los 
nuestros  apenas  faltaron  mil,  pocos  en  número  para 
tan  señalada  victoria,  y  personas  no  de  mucha  cuen- 
ta ni  por  su  linaje  ni  nazañas.  El  conde  don  García 
fue  preso:  después  de  la  pelea  recogieron  los  despo- 
jos :  los  campos  cubiertos  de  cuerpos  muertos ,  ar- 
mas, ropa,  caballos,  miembros  cortados,  pechos 
atravesados  con  hierro,  la  tierra  teñida  y  bañada  de 
sangre. 

Algunos  dicen  qneSan  Jorge  fue  visto  andar  entre 
las  haces ,  y  que  con  su  ayuda  se  ganó  aquella  victo- 
ria; otros  que  un  cierto  del  linaje  de  losMonbadis. 
que  habia  estado  el  mismo  día  en  la  Suria  y  ciudad 
de  Antíoquia ,  anduvo  en  un  caballo  en  esta  batalla. 
El  vulgo  amigo  de  milagros,  y  para  hacer  mas  alegre 
k>  que  se  cuenta,  suele  añadir  fábulas  á  la  victoria^ 
bastará  á  nuestro  cuento  que  lo  que  es  verosímil  so 
reciba  por  verdad.  Concuerdan  los  autores  en  que  en 
adelante  las  armas  de  los  reyes  de  Aragón  fueron  una 
cruz  en  campo  plateado,  en  los  cuartetes  del  escudo 
cuatro  'cabezas  rojas  con  la  sangre  de 
otros  tantos  reyes  y  capitanes  que  mu- 
rieron en  esta  batalla,  que  se  dio  á  diez 
y  ocho  de  noviembre,  y  el  noveno  día 
adelante  acuella  muy  noble  ciudad» 
perdida  toda  esperanza  de  defenderse, 
se  rindió.  El  siguiente  mes  4diez  y  sie- 
te de  diciembre  consagraron  la  mezquita  mayor  en  la 
iclesia.  Halláronse  ú  esta  consagración  los  obispos 
Yerengario,  el  que  Bernardo  arzobispo  de  Toledo  de 
Vique  le  pasó  á  Tarragona,  como  se  dirá  luego: 
Amato  prelado  de  Burdeos,  Folch  de  Barcelona ,  Pe- 
dro de  Pamplona,  Sancho  de  Lascar,  y  con  los  de- 
más otro  Pedro  que  se  intitulaba  obispo  de  Aragón  y 
de  Jaca ,  y  tomada  esta  ciudad  se  llamó  obispo  de 
Huesca.  En  el  lugar  de  la  batalla  mandó  el  rev  edifi- 
car una  iglesia  de  San  Jorge  patrón  de  la  eaoallería 
cristiana. 

Por  el  mismo  tiempo  se  dio  principio  en  Pamplona 
á  la  nueva  fábrica  de  la  iglesia  Mayor,  cuyos  rastros 
todavía  se  ven.  Mandóse  que  los  canónigos  viviesen 
como  religiosos  conforme  á  la  regla  de  San  Agustín: 
estatuto  que  de  aquel  principio  se  guarda  también  el 
día  de  hoy,  que  son  canónigos  reglaresy  siguen  vida 


eomuD.  Eb  el  mimo  tiempo  qoe  Pedro  era  obispo  de 
l^amplooai  fue  tambieu  Gomesano  obispo  de  Burgos 
jiucesor  de  JimenOy  acmel  en  cuyo  tiempo  la  silla 
obispal  desde  Oca,  do  nasta  entonces  de  muy  anti- 
guo tiempo  estuvo,  se  trasladó  á Burdos.  Los  arzo- 
¿ispos  de  Tarragona  y  Toledo  pretendían  cada  cual 

2ue  la  iglesia  de  Burgos  le  era  sufragánea  :  el  pleito 
uro  tiempo :  y  fue  ocasión  que  los  pontífices  roma<^ 
nos  por  no  po&IIos  conformar  ni  concertar  mandasen 
que  aquel  obispado  quedase  esento  sin  reconocer  á  la 
una  iglesia  ni  a  la  otra  por  metropolitana ,  lo  cual  se 
guardó  por  largos  años  basta  que  poco  ha  le  erigieron 
en  arzonispal. 

CAPITULO  lU. 

Cómo  don  Bernardo  arzobispo  de  Toledo  se  partió  para 
la  guerra  de  la  Tierra  Santa. 

En  el  tiempe  que  estas  cosas  que  se  han  dicho, 
sucedieron  en  Aragón  y  en  otras  partes  de  España, 
las  demás  provincias  de  cristianos  sudaban  ocupadas 
en  los  aparejos  que  se  hacian  para  la  guerra  de  la 
Tierra  Santa,  caballos,  armas,  libreas,  ruido  de 
Btambores,  y  sonidos  de  trompetas,  asonadas  de 
guerra  por  todas  partes.  Lofr  mares,  tierras,  cam- 
pos ,  pueblos  con  mezcla  y  revolución  de  todas  las 
gentes  y  rumores  de  la  guerra  andaban  alborotados. 
El  mismo  pontífice  Urbano  en  Giaramonte ,  ciudad 
queSidonio  y  los  antiguos  llamaron  Averno,  cele* 
braba  concilio  general  de  prelados  y  señores  seglares, 
que  de  todas  las  provincias  acudieron  á  su  llamado  el 
año  de  1096.  Desde  allí  despertó  como  con  trompeta 
á  todas  las  naciones  cuan  anchamente  se  estendian 
los  términos  del  imperio  cristiano.  Leyéronse  en  el 
concilio  las  cartas deSimon  obispo  de  Jerusaléa :  re- 
firióse la  embajada  y  comisión  que  Pedro  natural  de 
Amieas  traía.  Muchos  ciudadanos  de  Jerusalén  y  de 
Antioquia,  hombres  santos  y  nobles,  burdos  desús 
casas ,  con  lágrimas ,  gemidos  y  mal  tratamiento  que 
representaban  en  su  traje,  movían  á  compasión  ios 
ánimos  de  todos  los  que  presentes  estaban. 

El  ppntifice  con  esta  ocasión  amanera  de  orador 
en  la  junta  hizo  un  razonamiento  deste  tenor:  «Oido 
nhabeis,  hijos  carísimos,  los  males  que  vuestros 
vhermaoos  padecen  en  Asia,  sus  desastres  son  afren^ 
nta  nuestra,  mengua  y  deshonra  de  la  Religión  Gris- 
«tiana,  digna  sí  fuésemos  hombres,  de  que  sa  reme- 
adiase  con  la  vida  y  con  la  sangre.  Nioguno  puede 
«escanar  de  la  muerte  por  ser  cosa  natural.  El  ma-> 
»yor  ae  los  males  es  con  deseo  de  la  vida  sufrir  tor- 
»pezas  y  fealdades ,  y  disimularlas.  Justo  es  que  res* 
i^tituyamos  el  espíritu ,  salud  y  vida  á  Cristo  que  nos 
»la  dió:  la  virtud  ^  valor,  propia  escelencia  del  nom- 
»bre  y  linaje  cristianó,  suele  rechazar  la  afrenta.  Las 
«)fuerzaa  y  ejércitos  que  hasta  aquí  (mal  pecado)  ha- 
»bei8  gastado  en  las  guerras  civiles ,  empleadlas  por 
jiDíos  en  empresa  tan  honrosa  y  de  tanta  gloria. 
ttVengad  las  afrentas  de  Cristo  hijo  de  Dios ,  que 
jacada  día,  y  tantas  veces  es  herido,  azotado  y  muer* 
oto  de  la  impía  y  bárbara  gente  cuantas  sus  siervos 
»8oa  oprimidos,  afligidos  y  ultrajados;  y  promoan 
naquella.  tierra  y  la  ensucian,  que  Cristo  consagró 
9C0D  sos  pisadas.  Por  ventura  puede  haber  causa 
smas  justa  de  hacer  la  guerra  que  volver  por  la  reli- 
»giOiO,  librar  los  cristianos  de  servidui^bre.  cuales 
vDios  inmortal  quiso  fuesen  señorea  dk  towlas  gen- 
ptes?  sí  de  las  guerras  se  pretende  y  desea  interés, 
8»¿de  dojode  le  podéis  esperar  mayor  que  en  hacella  á 
»una  gente  sin  fuerzas,  y  que  mas  ^ae  á  la  guerra 
sdespojos  que  armas?  Nunca  Asia  fue  íffual  en  fuer- 
»zaf  á  Europa:  allí  I4S  riquezas,  oro ,  plat{\ ,  piedras 
Dpreciosas  de  que  los  hombres  hacen  tanta  'estuna'.  Si 
Dse  busca  la  gloria ,  ¿por  vcntura(>uédese  pensar  co- 
i>sa  mas  honrosa  que  dejar  á  los  nijoii  y  desceodien- 
ates  tal  ejemplo  de  virtud»  ser  llamadQs  ID^rtadores 
^dei  mundo,  couqui^tjdor^  ^el Oriente /yengado- 


»res  de  las  afirentas  de  1^  Religión  CrUtiana?  Riquesu 
)Hio  faltan  para  los  gastos,  gente  y  soldados  escelen- 
Dtes  en  la  edad,  fuerza,  consejo,  ejercitados  en  las  ar- 
omas. Por  ventura  apercebídos  de  tantas  ayudas  de- 
x>j iremos  que  la  gente  malvada  y  sucia  haga  burla  de 
»la  magostad  de  la  Religión  Cristiana?  Cristo  ser  el 
»capítan,  el  estandarte ,  la  cruz,  ninguna  cosa  hará 
)>contraste  á  la  virtud  y  piedad.  Sola  vuestra  vístales 
»pondrá  espanto;  no  la  podrán  sufrir.  To  á  lo  menos 
»¡o  que  debo  á  Dios»  lo  que  ala  Religión  Cristiana, 
))por  la  cual  puesto  como  en  atalaya  y  centinela  es- 
)>toy  determinado  de  velar  días  y  noches,  cuanto  pu- 
»diere  con  cuidado ,  trabajo,  vigilias,  autoridad  y 
nconsujo,  todo  lo  emplearé  en  esta  demanda.  Que  si 
»otros  no  me  siguieren ,  estoy  determinado  meterme 
»por  las  espadas  de  los  enemigos;  y  procurar  con 
«nuestra  sangre  el  remedio  de  tan  grandes  cuitas, 
» desventuras  y  desastres  como  padecen  nuestros 
vhermanos.  Nm^un  trabajo  en  tanto  oue  viviere, 
Moingun  afán ,  ningún  riesgo  rehusaré  ae  acometer 
»por  el  bien  Je  la  república  v  honra  de  la  religión.» 
Con  este  razonamiento  del  pontífice  inflamados 
todos  los  presentes ,  los  mayores,  medíanos  y  meno- 
res se  encendieron  á  tomar  Jas  armas:  toda  tardanza 
les  era  pesada.  Ademare  obispo  de  Anicio  de  los  Ye- 
llaunos ,  de  Puis  por  otro  nombre ,  y  Guillermo  obis- 

f)QS  de  Orouges  fueron  los  primeros  que  postrados  á 
os  pies  del  pontífice  tomaren  la  seiial  de  la  cruz, 
oue  era  la  divisa  y.blaaon  de  la  guerra :  después  de- 
líos  hicieron  lo  mismo  nobilísimos  príncipes  de  Fran- 
cia, Italia  y  España,  y  por  su  ejemplo  un  infinito 
número  de  gente  menuda.  Hugón  hermano  deFeli(>e 
rey  de  Francia  fue  el  mas  principal ,  tras  del  Goti- 
fredo  ó  Jofre,  hijo  de  Euslacio  conde  de  Boloña  ,y 
duque  de  Lorena ,  al  cual  tomado  que  hubieron  la 
ciudad  de  Jerusalén ,  porque  fue  el  primero  á  la  en- 
trada ,  por  votos  libres  de  todos  nombraron  por  rey 
de  Jerusalén:  honra  perpetua  de  Francia  y  de  Boloña 
su  patria,  ciudad  puesta  en  la  Guilla  Bélgica  cerca 
del  mar  Océano.  Demás  destos  se  ofrecieron  para 
aquella  empresa  los  hermanos  del  Gotifrcdo  ó  Jofre, 
Euslacio  Y  Balduino ,  los  condes  Roberto  de  Flandes, 
Esteban  de  Bles,  Alpino  deBurges.  Ramón  de  To- 
losa,  en  cuya  compañía  fue  doña  Teresa  su  mujer, 
y  parió  en  la  Suna  el  segundo  hijo  que  se  llamó 
Alonso  Jordán  por  haber  sido  baptizado  en  el  río  Jor- 
dán. De  España  otrosí  acudieron  á  la  empresa  ios 
condes  Guillen  de  Cerdauia,  que  murió  en  aquella 
jornada  de  una  saeta  con  que  le  hirieron  en  la  ciudad 
de  Trípol  de*  la  Suria,  por  donde  asimismo  le  llama- 
ron por  sobrenombre  Jordán,  Guitardo  de  Ruysellon. 
y  Guillen  conde  Canetense.  Cn  Italia  Boamundo 
príncipe  de  la  Pulla,  dejado  á  su  hermano  Rogerío 
su  estado  sobre  oue  trian  diferencias ,  acompañado 
de  doce  mil  comnatíentes,  siguió  é  los  demás  prín- 
cipes en  aquella  sagrada  jornaJu. 

Bernardo  arzobispo  de  Toledo  como  quier  que  era 
de  gran  corazón ,  dado  que  bobo  asiento  en  las  cosas 
de  aquella  su  diócesi ,  y  puesto  en  la  iglesia  Mayor 
de  Toledo  para  su  servicio  treinta  canónicos  y  otros 
tantos  racioneros ,  tomada  la  señal  y  divisa  de  la 
cruz,  se  partió  para  esta  guerra.  De  su  partida  re- 
sultó un  gran  desorden :  apenas  era  salido  de  la  ciu- 
dad y  cuando  los  canónigos  que  dejj ,  sea  por  odio 
que  le  tuviesen  por  ser  extranjeros ,  ó  entender  que 
no  volvería,  arrebatadamente  se  juntaron  y  nombra- 
ron nuevo  prelado  en  lugar  de  Bernardo.  Defendían 
algunos  la  razón ,  pero  los  mas  votos,  ^omo  muchas 
veces  acontece  prevalecieron  contra  lus  menos  aun- 
que sintiesen  mejor,  y  los  echaron  de  la  ciudad.  Ber- 
nardo avi-^ado  de  lo  que  pasaba,  con  aquella  mala 
nueva  tornó  á  Toledo  y  allanó  la  revuelta :  ecliados 
aquellos  sacerdotes  que  fueran  autores  y  ejecutores 
de  aquel  mal  consejo»  puso  cn  su  lugar  mongcsdei 
monasterio  de  Sahagun  en  que  él  fuera  antes  abad; 


UISTOIU  DE  ESPAÑA. 


500 


ocasión  según  dicen  algunos  qae  machas  maneras 
de  hablar  y  vocablos  propios  de  monges  y  ceremonias 
se  pegaron  á  la  iglesia  Mayor  de  Toledo ,  que  de 
mano  en  mano  se  nan  conservado  y  usado  hasta  el 
día  da  hoy. 

Hecho  esto ,  se  puso  de  nnevo  en  camino :  llegado 
i  Roma ,  fne  forzado  por  el  pontífice  Urbano  á  volver 
atrás  por  quedar  en  España  tanta  guerra ,  y  porque 
Toledo  por  ser  de  nuevo  ganada  pareda  tener  nece- 
sidad de  la  ayuda ,  presencia  y  diligencia  de  auíen  la 
gobernase.  Absolvióle  del  voto  que  tenia  hecho  de  ir 
a  la  Tierra  Santa  á  tal  que  los  gastos  y  dinero  que 
tenia  apercebido  para  aquella  guerra ,  emplease  en 
reedificar  ¿  Tarragona,  ciudad  que  por  el  esfuerzo  j 
armas  del  conde  de  Barcelona  en  esta  sazón  era  vuel- 
ta i  poder  de  cristianos.  Era  muy  noble  antigua- 
mente, y  poderosa  por  su  antigüedad  y  ser  silla  del 
imperio  romano  en  España ;  mas  en  aquel  tiempo  se 
hallaba  reducida  ¿  caserías  y  era  un  pueblo  pequeño. 
Reparóla  pues  don  Bernardo ,  y  en  eHa  puso  por  ar- 
zobispo á  Berencarío  obispo  de  Vique ,  ciudad  que 
quiso  asimismo  fuese  sufragánea  de  Tarragona  para 
mas  autorizarla :  la  verdad  es  que  el  nuevo  arzobispo 
Berengarío  olvidado  deste  beneficio  puso  después 
pleito  á  Bernardo  que  le  habia  entronizado,  sobre  el 
derecho  de  la  primacía  por  antiguas  historias ,  ejem- 
plos y  escrituras  desusadas  de  que  se  valia  para  de- 
íeoder  los  derechos  y  libertad  de  su  iglesia ,  como 
quier  que  el  de  Toledo  por  concesión  muy  fresca  del 
pontífice  Urbano  no  solo  alcanzó  para  sí  y  para  siem- 
pre el  primado  de  toda  España,  sino  de  presente 
como  legado  del  pontífice  romano  tenia  superioridad 
sobre  todas  las  iglesias,  y  poder  de  ordenar  sus  co- 
sas y  enderezallas ,  dalles  prelados  y  reformallas. 

Con  este  intento  de  ejecutar  lo  que  le  ordenó  el 
papa ,  de  Francia  cuando  por  aquella  provincia  volvía 
á  España ,  trajo  consigo  á  Toledo  algunas  personas 
de  grande  erudición  y  bondad ,  honrólos  de  presente 
ooo  cargos  y  gruesos  beneficios  que  les  dio ,  y  su  vir- 
tud el  tiempo  adelante  los  promovió  á  mayores  cosas. 
Estos  fueron  Gerardo  de  Mosiaco,  que  luego  le  hizo 
primiclerío  ó  chantre  de  Toledo ,  después  arzobispo 
de  Braga;  Pedro  natural  de  Burgos  oe  arcediano  de 
Toledo  pasó  á  ser  obispo  de  Osma :  al  uno  y  al  otro  la 
santidad  de  la  vida  y  escelente  virtud  puso  en  el  nú- 
mero de  los  santos.  Fuera  destos  vinieron  Bernardo 
y  Pedro  naturales  de  Aagen  :  Bernardo  de  primicle- 
rio de  Toledo  fne  obispo  de  Sig ñenza  y  después  de 
Santiago .  Pedro  de  arcediano  <te  Toledo  subió  á  ser 
prelado  de  Segovia :  otro  Pedro  obispo  de  Palencia: 
Gerónimo  natural  de  Perigueux ,  que  á  instancia  del 
Cid  tuvo  cuidado  de  la  iglesia  de  valencia  luego  que 
la  ^nó  de  los  moros :  y  después  que  se  perdió  ,  hizo 
oficio  de  vicario  de  ooispo  en  Zamora  :  muerto  este, 
otro  Bernardo,  del  mismo  número,  fue  el  primer 
obispo  de  aaualla  ciudad.  En  este  mismo  rebaño, 
bien  que  de  diferentes  costumbres  entre  sí^  se  cuen- 
tan Raimundo  y  Burdino  :  Raimundo  natural  de  la 
misma  patr|a  del  arzobispo  Bernardo,  después  de 
Pedro  de  suso  nombrado  fue  obispo  de  Osma ,  v  ade- 
lante prelado  de  Toledo  por  muerte  y  en  lugar  áe  di- 
cho Bernardo;  Burdino  natural  de  Limoges  de  arce- 
diano .de  Toledo  pasó  á  ser  obispo  de  Coimbra  y  de 
Braga :  Últimamente  se  hizo  falso  pontífice  romano/ 
tie  oue  resultó  discordia  sin  pro()ósíto  y  scísma  en  el 
pueblo  cristiano ,  y  él  por  el  mismo  caso  se  mostró 
ser  indigno  del  número  y  compañía  de  los  varones 
escelentes  que  de  Francia  vinieron  en  cotñpañía  de 
Bernardo ,  como  en  otro  lugar  mas  á  propósito  se  do- 
clarará. 

CAPITULO  IV. 
Como  el  Cid  ganó  á  Valencia. 

En  este  medio  no  estaban  en  ocio  las  armas  de  Ro- 
drigo de  Vivar  por  sobrenombre  el  Cid:  varón  grande 


en'obras ,  consejo ,  esfuerzo,  y  rn  el  deseo  incrcible 
que  siempre  tuvo  de  adelantar  las  cosas  de  los  cris- 
tianos, y  á  cualquiera  parte  que  se  volviese,  por 
aquellos  tiempos  el  mas  iitbrtunado  de  todos.  No  podía 
tener  sosiego  ;  antes  con  licencia  del  rev  don  Alonso 
en  el  tiempo  que  él  andaba  ocunado  en  la  guerra  del 
Andalucía  (como  de  suso  quena  dicho)  con  particu- 
lar compañía  de  los  suyos  revolvió  sobre  los  celtíbe- 
ros ,  que  eran  donde  ahora  los  confines  de  Aracon  y 
Castilla,  con  esperanza  de  hacer  allí  algún  ouen 
efecto  por  estar  aquella  gente  con  la  fama  <1e  su  valor 
amedrentada.  Toaos  los  señorón  moros  de  aquella 
tierra,  sabida  su  venida ,  deseaban  á  porfía  su  amis- 
tad. El  señor  de  Albarracin ,  ciudad  que  los  antiguos 
llamaron  quien  dice  Lobeto,  quien  Turia,  fue  elpri- 
mero  á  quien  el  Cid  admitió  á  vistas  y  lucpo  á  con- 
ciertos :  después  el  de  Zaragoza ,  al  cual  por  la  gran- 
deza de  la  ciudad  fue  el  Cid  en  persona  á  visitar. 
Recibióle  el  moro  muy  bien;  como  quier  que  tenia 
grande  esperanza  do  hacerse  señor  de  Valencii  cotí 
ayuda  suya  y. de  los  cristianos  que  llevaba.  La  ciudad 
de  Valencia  está  situada  en  los  pueblos  llamados  en- 
tiguamente  edetanos  á  la  ribera  del  mar  en  lugares 
de  resadio,  y  muy  frescos  y  fértiles,  y  por  el  mismo 
caso  de  sitio  muy  alci;re.  Demás  desto  así  en  nuestra 
era  como  en  aquel  tiempo  era  muy  conocida  por  el 
trato  de  naciones  forasteras  que  allí  acudían  á  feriar 
sus  mercadurías,  y  por  la  muchedumbre,  arreo  y 
apostura  de  ^us  ciudadanos.  Hiaya ,  que  dijimos  fue 
rey  de  Toledo ,  tenia  el  señorío  de  aquella  ciudad  por 
herencia  y  derecho  de  su  padre*,  ca  fue  sujeta  á  Al- 
menen. El  rey  don  Alonso  otrosí  como  se  concertó 
en  el  tiempo  que  Toledo  se  eutregó ,  le  ayudó  con  sus 
armas  para  mantenerse  en  aquel  estado. 

El  señor  de  Denia ,  que  *o  era  tambieu  de  Játiva  y 
de  Tortosa,  quier  por  particulares  disgustos,  quier 
con  deseo  de  mamiar  era  enemigo  de  Hiava ,  y  traba- 
jaba con  cerco  aquella  ciudad.  El  rey  de  Ziragoza 
pretendía  del  trabajo  ajeno  y  discordia  sacar  ganan- 
cia. Los  de  Valencia  le  llamaron  en  su  ayuda,  y  él 
deseaba  luego  ir,  j>or  entender  se  le  presentaría  por 
aquel  camino ocesiou  de  apoderarse  do  los  unos  v  de 
los  otros.  Concertóse  con  el^Cid ,  y  juntadas  sus  fuer- 
zas con  él ,  fue  allá.  El  señor  de  Lienia  por  no  ser 
igual  á  tanto  poder  luego  que  le  vino  el  aviso  de 
aquel  apercibimiento,  alzó  el  cerco  concertándose 
con  los  de  Valencia.  Quisiera  el  de  Zara^'oza  apode- 
rarse de  Vulenciii;  que  al  que  quiere  hacer  mal, 
nunca  le  falta  ocasión.  El  Cid  nunca  quiso  dar  guer- 
ra al  rev  de  Valencia  :  escusóse  con  que  estaba  do- 
bajo  del  amparo  del  rey  don  Alonso  su  señor ,  y  le 
seria  mal  contado  si  combatiese  aquella  ciudad  sin 
licencia,  ó  le  hiciese  cualquier  desaguisado.  Con  es- 
to el  de  Zaragoza  se  volvió  á  su  tierra.  El  Cid  con  voz 
de  defender  el  partido  del  rey  de  Valencia  sacó  p  ira 
sí  hacer  como  hizo  sus  tributarios  á  todos  los  señores 
moros  de  aquella  comarca ,  y  forzar  á  los  lugares  y 
rastillos  que  le  pagasen  parias  cada  un  año.  Con  esta 
ayuda  y  con  las  presas  que  por  ser  los  campos  férti- 
les eran  grandes ,  sustentó  -por  algún  tiempo  les  gas- 
tos de  la  guerra. 

El  rey  Hiaya  como  fuese  (ules  aborrecido ,  de  nue- 
vo por  la  amistad  de  los  cristianos  lo  fue  mas:  y  el 
odio  se  aumentó  co  bnto  grado,  que  los  ciudadanos 
llamaron  á  los  Almorávides  que  á  Ya  sazón  habian  es- 
tendido mucho  su  imperio;  y  con  su  venida  fue  el 
rey  muerto,  la  ciudad  tomada.  El  movedor  dcste 
consejo  y  trato  llamado  Abenjafa  como  por  premio  se 
quedó  por  señor  de  Valencia.  El  Cid  deseoso  de  ven- 
gar la  traición ,  y  alegre  per  tener  ocasión  }r  justa 
causa  de  apoderarse  de  aquella  ciudad  nobilisima, 
con  todo  su  po^er  se  determinó  de  combatir  á  los 
contraríos.  Tenía  aquella  ciudad  grande  abundancia 
de  todo  lo  que  era  á  propósito  nan^  la  guerra ,  guar- 
nición de  soldados ,  gran  mncnedumbre  de  ciudada- 


ana  tauoiecA  OK 

uos,  muiite  ijmicnují  para  muclioi  meseí,  almacén 
de  srmss  y  otraa  miinicioDei,  cabulloB  lUZ :  li  coni- 
tancia  del  Cid  y  la  grandaza  de  su  áDÍmo  lo  TeiicJÓ 
todo.  Acometíó  coa  pande  determinación  aquella 
empreiu  :  durd  el  silio  muchos  dias.  Los  de  dentro 
eaugbdof  con  el  lar^o  cerco,  ;  reducidos  á  eatreíaa 
necesidad  da  inante  ni  míenlos ,  demia  que  no  tenían 
alguna  esperanza  de  locorro  ,  finalmente  se  le  entre- 
garon (I).  El  Cid  con  el  mismo  esruerzo  quecomea- 
aó  aquella  dem«uda,  pretendió  pasar  adelante  :  lo 
que  pjrecia  locura,  ae  resolvió  de  conservar  aquella 
ciudad ;  h  izaña  atrevida ,  7  que  pusiera  espanto  aun 
ti  los  grandei  royec  por  eslsr  codeada  de  tanta  mo- 
risma. Determiiiudo  pues  en  esto,  lo  primero  llamA 
á  Gcrúnimo,  uno  de  los  compañeros  del  arzobispo 
don  Bernardo ,  desde  Toledo  para  que  fuese  ol)J<po 


UASPAR    T    ROM. 

de  aquella  ciudad.  Demás  dealo  liizo  venir  á  su  mo 
jer  y  dos  hijas,  que  como  arriba  le  dijo  las  dejú  cd 
poder  del  abad  de  San  Pedro  de  Cárdena.  Ai  rey  por 
naber  couseotido  beaignamente  con  ana  desaoi,  j 
en  especial  dado  licencia  que  su  mujer  y  hijuieliie- 
sen  para  él ,  envió  del  botín  j  presa  de  loa  moroi  do- 
cientos  caballos  eacogidos  y  otros  tantos  alCinjn 
moriscos  colgados  de  los  arzones,  que  Tue  un  pre- 
sente real. 

En  este  estado  estaban  las  cosas  del  Cid.  Loa  ia- 
fnntes  de  Carríon,  Diego  y  Keroando  ,  persoaai  en 
aquella  sazón  en  España  por  sangre  y  rjqueui  nobi- 
lísimos ,  l>iea  sue  de  corazones  cobardes ,  por  pare- 
cerles  que  con  las  riquezas  y  haberes  del  Cid  podriio 
hartar  su  codicia  por  no  tener  bijó  varan  que  le  he- 
redase, acudieron  al  rey  j  le  suplicaron  ksliicíoe 


PrettaittiMdala  tmh*ji4iltl  ler'c  Ptiili  dCid. 


incrciid  do  |iroi:urar  y  mandar  les  dieseu  por  mujeres 
las  bijas  del  Cid  doña  Elvira  y  doña  Sol.  Vino  el  rey 
en  ello,  y  ú  su  instancia  y  por  su  mandadose  junla- 
ioni  vístasdol  Cid  y  los  ínCinlescnRequena,  pueblo 

no  lejos  de  Valencia:  hicieron  lai' capitulaciones;  con 

( I )  Loi  híatoríailorct  iritKi  dicta  que  gobernó  al  prúnln 
ti  Ciil  ron  lemplania  Ja  ciuitad,  dejando  en  ui  deatino  al 
tadl  suprtnHi  Ahmed ;  pero  qne  al  rabo  de  un  alia  lo  prendió 
roa  el  afaa  de  descubrir  aai  Icaorw.  Añaden  qat  do  ama- 
clndole  el  ae^Tito  de  lu  paradero  niegoi  ni  amenataa ,  biso 
abrir  un  hoyosa  l>  pUu  ,  donde  Jo  anlerró  hatti  la  cintura 
y  luegí)  lo  tucn4  vivo.  Este  suceso  que  colocan  ta  jueves  de 


que  los  inruutes  de  Can-ion  en  compariia  iM  Cid  {*• 
saron  í  Valencia  para  efectuar  lo  que  deceabaa.  Iti 
bodas  se  bicieron  con  grandes  regocijos  y  aparato 
res).  Los  prineipios  alegres  tuvieron  diferentes  ¡t- 
males.  Los  mozos  como  quicr  que  eran  mas  apuesto* 
y  galanes  que  fuertes  y  guerreros,  no  contentaban 

djumada-el-awil  de  Áf»  (mayo  í  jna)«  de  l0O5)debeHr 
puetto  en  duda,  i  Id  meaoa  ei  ainti'o  que  tt  le  alntev- 
porqve  el  Cid  babia  dado  Diucbaaprnehaidedtspreidiíatmo 
y  raballeroaidad  ron  sai  miimo*  advertariM,anDqne<'B' 
piritu  de  la  época  la  hicieBe  aer  aleo  ven^livo  tt»  loa  f' 
aiigos  de  au  relipion. 


eit  sus  costumbres  i  lu  suegro  y  cortesanos  criados 
y  curiidos  en  tas  annus.  Una  vez  afiflo  que  un  león 
li  icaso  si  de  propósito  do  se  sabe,  pero  en  fin  como 
s«  soltase  de  la  leonera ,  ctlos  de  miedo  se  escondie- 
ron en  un  lugar  poco  decente.  Otro  dia  en  una  enca- 
nimuza  que  se  trabó  con  los  moros  que  eren  venidos 
de  África,  dieron  muestra  de  rehusarla  pelea  j  vol- 
?er  las  espaldas  como  medrosos  y  cobanles.  EsUs 
afrentas  y  meoguas  que  debieran  remediar  con  ea- 
tuerzo,  trataron  de  vengallaa  torpemente;  fes  asi 
que  ordinariamente  la  cobardía  ea  bermana  de  la 
cmeldud.  Suero  lio  de  los  mozos ,  en  quien  por  la 
edad  era  justo  hobiera  algo  mas  de  consejo  y  de  pru- 
dencia ,  atizaba  el  fuego  en  sus  íuimos  enconados. 
Concertado  lo  que  pretendían  bacer,  dieron  muestra 
«le  desear  volver  á  la  patria.  Diúleí  el  suegro Jice acta 
para  fancello. 

Coocertad'i  la  partida,  acompaúado  que  hobo  á  sus 
■lijas  y  yernos  por  nlgun  espacio,  se  despidió  triste 
■Iv  las  qtie  inuclias  Ligrimas  derramalNin ,  y  como  de 
i'ullada  utlivinaban  lo  que  aparejado  les  esperaba. 


Con  buen  acompañamiento  lUgaron  á  las  fronteras 
de  Castilla,  y  pasada  el  rio  Duero  ,  en  tierra  de  Ber- 
langa  les  parecieron  d  propósito  para  ejecutar  su  mal 
intento  los  robledales  llamados  Corpesios ,  que  esta- 
ban en  aquella  comarca.  Eaviaron  los  que  les  acom- 
pañaban .  coa  achaques  diferonles  d  unas  y  á  otras 
parles:  á  sus  mujeres  sacaron  del  camino  real,  y 
dentro  del  bosque  donde  Us  metieron,  desnudas,  las 
azotaron  cruelmente  sin  que  les  valiesen  los  alandos 
V  voces  con  que  invocaban  le  fe  y  ayuda  de  los  hom- 
ores  y  de  los  santos.  No  cesaran  de  herirlas  hasta 
tanto  que  cansados  las  dejaran  por  muertas ,  desma- 

Íidaa  y  revolcadas  en  su  misma  sangre.  Desta  suerte 
a  bailó  Ordoño,  el  cual  por  mandado  del  Cid  que  se 
recelaba  d^  algún  en^no,  en  trije  |disimuludo  los 
siguiú.  Llevólas  de  allí,  y  en  el  aldeii  que  bailó  mas 
cerca ,  las  hizo  curar  y  regalar  con  medicinas  y  co- 
mida; La  iajuriaera  atroz,  la  inhumanidad  intole- 
rable; y  divulgada  el  cuso,  tos  infantes  de  Carrioii 
cayeron  comunmente  en  grao  flesgracia.  Todos  juz- 
gaban por  cosa  indigna  que  hobiesen  trocado  be- 


neGcios  tan  grandes  cao  ton  señalada  afrenta  y 
deslealtad.  Tinalinenle  los  que  antea  sabian  \wco, 
comenisron  á  ser  en  adelante  tenidos  por  de  seso 
menguado  y  sandios.  El  Cid  con  deseo  de  satisfacerse 
de  aquel  caso ,  y  volver  por  su  lionra ,  fue  á  verse 
con  el  rey.  Teníanse  á  la  sazón  en  Toledo  curtes  ge- 
nerales, y  hallábanse  j>resentes  ios  infantes  deCar- 
ríon.  bien  que  afeados  y  infames  por  liectio  tan  malo. 
Tratóse  el  caso ,  y  á  pedimento  del  Cid  señülú  el  rey 
jueces  para  determinar  lo  aue  (e  debia  bacer.  Entre 
los  demjs  era  el  principal  don  Ramón  Borgoñón  yer- 
no del  rey.  Veolilóse  el  negocio:  oidas  las  partes',  se 
cerró  el  proceso.  Fue  la  sentencia  primera  mente  que 
loe  infantes  volviesen  al  Cid  enteramente  lodo  lo  que 
del  tenían  recibido  en  dote,  piedras  preciosas,  vasos 
■te  oro  y  de  plata,  y  todas  las  demás  preseas  de  gran- 
de valor  Acordaron  otros!  que  para  descargo  del 
agravio  coml>atíeseii  y  bicíesen  armas  y  campo,  co- 
mo era  la  costumbre  de  aquol  tiempo,  los  dos  iiifan- 
(es  y  el  principal  movedor  de  aquella  trama  Suero  su 
tio.  Ofreciéronse  al  combate  de  parte  del  Cid  tres 


soldados  suyos  hombres  p'incipali's,  ílünnudo,  An- 
tolin  y  Guslio.  Los  infantes  ncoíados  di' su  mala  con- 
ciencia no  se  atrevinn  á  lo  que  no  podian  escusar : 
dijeron  noestar  por  entonces  apercenidoa,  y  pidieron 
se  alarfiase  el  plazo.  El  Cid  se  fue  á  Valencia ,  ellos 
á  sus  tierras.  No  paró  el  rey  hasta  tanto  que  hizo  que 
la  estacada  y  pelea  se  hiciese  en  Carrion ,  y  esto  por 
tener  entendido  que  no  volverían  á  Toledo.  Fueron 
todos  en  el  pa'enque  vencidos,  y  por  los  armasquedó 
averiguado  haber  cometido  mal  caso.  Hecho  esto, 
los  vencedores  se  volvieron  para  su  señora  Valencia. 
Las  hijas  del  Cid  casaron ,  doña  Elvira  con  don 
Ramiro  hijo  del  rey  don  ¡^nclio  García  do  Navarra, 
al  quemalú  su  hermano  don  Elnmon,  como  queda 
arriba  dicho ;  y  doña  Sol  con  don  Pedro  hijo  del  rey 
de  Aragnn  llamado  también  don  Pedro ,  que  por  sus 
embnj'idares  las  pidieron  y  alcanzaron  de  su  padre. 
De  don  Bimiro  y  doña  Elvira  nació  Garci  Ramireí 
rey  queme  adelante  de  Navarro.  Don  Pedro  falleció 
en  vida  de  su  padre  sin  dejar  sucesión.  Con  estas  bo- 
das y  can  su  alegría  se  olvidóla  memoria  de  la  afren- 


302 


BIBLIOTECA  DB  GA{(PAR   Y   ttOlG, 


ta  y  injuria  pasada ,  y  se  aumentó  en  gran  manera  el 
contento  que  recibiera  el  Cid  muy  grande  por  la  ven- 
ganza que  tomó  de  sus  primeros  yernos. 

La  fama  de  las  hazañas  del  Cid,  derramad»  por 
todo  el  mundo ,  movió  en  esta  sazón  al  rey  de  Persia 
á  enviarle  sus  embajadores.  Esto  liizo  mayor  y  mas 
colmado  el  regocijo  de  las  fiestas;  que  un  rey  tan 
poderoso  de  su  voluntad  desde  tan  lejos  pretendiese 
confederarse  y  tener  por  amigo  un  caballero  particu- 
lar. A  vista  de  Valencia  por  dos  veces  en  diversos 
tiempos  se  dio  batalla  al  rey  Bucar  que  de  África  pa- 
sara en  España,  y  por  el  esfuerzo  del  Cid  y  su  buena 
dicha  fueron  vencidos  los  bárbaros,  y  se  conservó  la 
jfKwesion  de  aquella  ciudad  por  toda  su  vida,  que 
fueron  cinco  años  después  que  la  gauó.  Llegó  la  hora 
de  su  muerte  en  sazón  que  estaba  el  mismo  Bucar 
con  un  nuevo  ejército  de  moros  sobre  la,  ciudad.  Vis- 
to el  Cid ,  que  muerto  él ,  no  quedaban  bastantes 
fuerzas  para  defendella,  mandó  en  su  testamento 
que  todos  hechos  un^escuadron  se  saliesen  de  Valen- 
cia y  volviesen  á  Castilla.  Hízose  asf :  salieron  varo- 
nes ,  mujeres ,  niños  y  gran  carruaje  y  los  estandar- 
tes enarbolados.  Entendieron  los  moros  que  era  un 
grueso  ejército  que  salla  á  darles  la  batalla:  temieron 
<Iel  suceso  y  volvieron  las  espaldas.  Debíase  á  la  bue- 
na dicha  de  varón  tan  señalado  que  á  los  que  tantas 
veces  en  vida  venció ,  después  de  finado  también  les 
pusiese  espanto  y  los  sobrepujase. 

Los  crisiianos  continuaron  su  camino  sin  reparar 
liasta  llegar  á  la  raya  de  Castilla.  Con  tanto  Valencia 
por  auedar  sin  alguna  guarnición  volvió  al  momento 
a  poder  de  moros.  Al  partirse  llevaron  consigo  los  que 
:se retiraban,  el  cuerpo  del  Cid,  que  enterraron  en 
San  Pedro  de  Cárdena ,  monasterio  que  está  cerca  de 
Burgos  (i).  Las  exequias  fueron  reales :  halláronse 
•en  ellas  el  rey  don  Alonso  y  los  dos  yernos  del  Cid: 
cosa  muy  honrosa  pero  debida  á  tan  grandes  mere- 
•cimientos  y  hazañas.  Algunos  tienen  por  fabulosa 
:gran  p jrte  desta  narración :  yo  también  muchas  mas 
•cosas  traslado  que  creo,  porque  ni  me  atrevo  á  pasar 
^n  silencio  lo  que  otros  afirman ,  ni  quiero  poner  por 
cierto  en  lo  que  teoffo  duda ,  por  razones  queá  ello 
•me  mueven  y  otros  Tas  ponen.  En  el  templo  de  San 
Pedro  de  Cárdena  se  muestran  cinco  lucillos  del 
•Cid  (2),  de  doña  Jimena  su  mujer,  de  sus  hijos  don 
Diego,  doña  Elvira,  y  doña  Sol.  Si  por  ventura  no 
«on  sepulcros  vacies  que  en  griego  se  llaman  cenota- 
tios ,  á  los  menos  algunos  delios ,  que  adelante  los 
hayan  puesto  en  señal  de  amor  y  para  perpetuar  sus 
memorias  como  suele  acontecer  muchas  veces ,  que 
levantan  algunos  sepulcros  en  nombre  de  los  que 
alli  no  están  pnterraaos. 

CAPITULO  V. 

Cómo  fallecieron  el  papa  Urbano,  el  rey  Jazéph  y  el 

infante  don  Sancho. 

Gra?i  daño  recibieron  con  la  muerte  del  Cid  las 
cosas  de  los  cristianos  por  faltar  aquel  noble  caudillo, 
con  cuyo  esfuerzo  se  conservaron  eu  tiempo  tan  tra- 
bajoso y  en  tan  grande  revuelta  de  temporales.  La 
virtud  del  difunto,  la  gravedad,  la  constancia,  la  fe, 
el  cui^laJo  de  defender  la  Religión  Cristiana  y  ensan- 
challa  ponen  admiración  á  todo  el  mundo.  Del  año 
en  que  murió,  no  concuerdan  los  autores,  ni  es  fá- 

M )  Según  el  Cronicón  de  Durffo»^  los  Analen  compo»- 
tetlano»  y  toifdanoi  el  Cid  murió  ea  el  año  1099,  día  de 
Penlerostés. 

(2)  La  grande  imporUDcU  tradicional ,  en  mucbo  fabulo- 
sa ,  de  este  personaje  nos  interesa  en  presentar  aqui  el  se- 
pulcro de  San  Pedro  de  Cárdena  en  que  se  supone  sin  funda- 
mento existen  sus  restos.  La  piexa  que  ahora  nace  ée  cornisa 
en  gue  está  la  inscripción  es  parte  de  la  obra  de  Alonso  el 
Sabio;  el  cuerpo  del  enterramiento  de  Carlos  V;  la  estátaa 
y  el  basamento  de  Felipe  V.' 


cil  anteponer  los  unos,  ni  la  una  opinión  á  la  otra: 
parece  mas  probable  que  su  muerto  cayó  en  el  año 
del  Señor  de  1098.  En  el  mismo  año  el  pontífice  Ur- 
bano trabajado  con  olas  de  diferentes  cuidados  por  el 
scisma  que  Giberto,  falso  pontífice  levantó  en  tan 
mala  sazón,  para  llegar  ayudas  de  todas  partes  fue  i 
Salomo  con  deseo  de  versé  con  Rogerio  conde  de 
Sicilia,  y  valerse  del ;  cuya  piedad  y  reverencia  para 
con  los  romanos  pontífices  se  alaba  mucho  por  aquel 
tiemiA ,  demás  que  por  sus  hazañas  era  muy  escla- 
recido. Por  estas  obras  y  servicios  que  á  la  Iglesia 
hhso,  le  concedió  á  él  y  á  sus  hereder«>8  que  en  Sici- 
lia tuviesen*  las  veces  de  legado  apostólico  y  toda  ta 
autoridad  que  hoy  llaman  monarquía.  Desta  bula 
porque  es  muy  notable,  y  provechoso  oae  pública- 
mente «e  sepa ,  y  porque  sobre  este  aerecho  Inn 
resultado  grandes  controversias  á  los  reyes  de  Es- 
paña ,  pondremos  aqui  un  traslado  en  lengua  caste- 
llana ,  que  dice  así :  «  Urbano  obispo  siervo  de  los 
nsiervos  de  Dios  al  carísimo  hijo  Rof^río  conde  de 
aCalabria  y  de  Sicilia  salud  y  apostólica  bendición. 
»Porque  la  dignación  de  la  Magostad  Soberana  te  ha 
«exaltado  con  muchos  triunfos  y  honras,  y  tu  bon- 
»dad  en  las  tierras  de  los  sarracenos  ha  dilatado  mu- 
»cho  la  Iglesia  de  Dios,  y  á  la  Santa  Silla  Apostólica 
»se  ha  mostrado  siempre  ea  muchas  maneras  devota, 
})te  hemos  recebido  por  especial  y  carísimo  hijo  de  la 
«misma  universal  Iglesia.  Por  tanto  confiados  de  h 
.  «sinceridad  de  tu  bondad ,  como  lo  prometimos  de 
npalabrq  así  bien  lo  confirmamos  con  autoridad  des- 
atas letras ,  que  por  todo  el  tiempo  de  tu  vida  ó  de  tu 
•hijo  Simón  ó  de  otro  que  fuere  tu  legítimo  herede- 
»ro  no  pondremos  en  la  tierra  de  vuestro  señorío  sin 
«vuestra  voluntad  y  consejo  legado  de  la  iglesia  Ro- 
»mana ;  antes  lo  que  hobíeremos  de  hacer  por  lega- 
ndo, queremos  que  por  vuestra  industria  en  lugar 
«de  legado  se  haga  todas  las  veces  que  os  enviaremos 
»de  nuestro  lado,  para  salud  es  á  saber  de  las  iglesias 
«qué  estuvieren  debajo  de  vuestro  señorío  •  á  honra 
«de  San  Pedro  y  de  su  Santa  Sede  Apostólica,  á la 
«cual  devotamente  hasta  aquí  has  obedecido,  y  á  la 
«cual  en  sus  necesidades  has  fuerte  y  fielmente 
«acorrido.  Si  se  celebrare  otrosí  concilio,  y  te  man- 
«daré  que  envíes  los  obispos  y  abades  de  tu  tierra, 
«queremos  envíes  cuaotos  y  cuales  quisieren,  los  de- 
«más  retengas  para  servicio  y  defensa  de  las  iglesias. 
«El  omnipotente  Dios  enderece  tus  obrasen  su  bene- 
«plácito,  y  perdonados  tus  pecados,  te  lleve  á  la  vida 
«eterna.  Dado  en  Salerno  por  mano  de  Juan  diácono 
«de  la  llanta  iglesia  Romana  á  tres  de  las  nonas  de 
«julio,  indicción  siete  del  pontificado  del  señor  Ur- 
«baño  Segundo  año  onceno. «  Gaufredo  monge  que 
trae  esta  bula,  escribió  su  historia  á  petición  del  mis- 
mo conde  Rogerio.  La  indicción  ha  de  ser  seis  para 
que  concierte  con  el  año  que  pone  del  pontificado  y 
con  el  de  Cristo  que  señalamos.  Esto  ed  Italia. 

En  España  por  concesión  del  mismo  pontífice  la 
silla  y  nombre  episcopal  de  Iría  (que  es  el  Padrón) 
se  mudó  en  el  nombre  y  cátedra  compestellana  ó  de 
Santiago,  y  en  particular  la  eximió  de  la  jurisdicción 
del  arzobispo  de  Braga.  Lo  uno  y  'lo  otro  se  impetró 
por  düigoncia  de  Dalmachio  obispo  de  aquella  ciii* 
dad  •  que  por  esta  causa  es  contado  por  primero  en 
el  número  de  los  obispos  de  Compostella.  Cl  rey  don 
Alonso,  aunque  agravado  coo  la  edad,  de  tal  manara 
se  ocupaba  en  el  gobierno  que  nunca  se  olvidaba  del 
cuídaao  de  la  guerra :  antes  por  estos  tiempos  afgu* 
ñas  veces  hizo  entradÍB&en  tierras  de  moros  y  corre- 
rías por  los  campos  de  Andalucía ,  mayormente  que 
Juzéph  dado  que  bobo  orden  en  his  cosas  del  nuevo 
imperio  de  España,  se  volvió  á  África,  y  con  su  au- 
sencia pareció  que  los  cristianos  por  algún  espacio 
coliraron  aliento.  Deste  sosiego  se  aprovechó  el  rey 
para  hermosear  y  ensanchar  el  culto  de  la  religión  en 
diversos  logares  y  de  muclias  manera«.  En  Toledo 


jniTMtfíi  m  MMlá» 


idified  á  kM  auwgM  de StnBaiiilo im  monaatorio 
con  título  de  los  gantoi  Serviodo  y  Germano  en  un 
montecillo  ó  ribazo  de  piedra  que  eatá  enfrente  de  la 
ciudad  y  no  lejos  de  do  al  presente  se  ve  el  edificio  de 
UQ  castillo  viejo  del  mismo  nombre:  otros  dicen  que 
le  reparó,  j  que  en  tiempo  de  los  godos  fue  primero 
edificado:  la  verdad  es  que  le  sujetó  al  mooasterio  de 
San  Víctor  de  Marsella  de  do  vino  por  moraile  en- 
tonces aquella  nueva  colonia  y  población  de  roonges. 

Dentro  de  la  ciudad  á  costa  del  rey  se  ediQcarop 
dos  monasterios  de  monjas ,  uno  con  nombre  de  Sui 
Pedro  en  el  sitio  en  que  al  presente  está  el  bospital 
del  cardenal  don  Pero  González  de  Mendoza,  el  otro 
con  advocación  de  Santo  Domingo  de  Silos ,  que  en 
este  tiempo  se  llama  Santo  Domingo  el  antiguo.  En 
k  ciudad  de  Burgos  edificó  fuera  de  los  muros  otro 
monasterio  con  nombre  de  San  Juan :  hoy  se  llama 
San  Juan  de  Burgos*  Dio  asimismo  licencia  á  Fortun 
abad  de  otro  nuevo  monasterio  (que  por  aquel  tiem* 
po  se  llamaba  de  San  Sebastian,  y  era  muy  principal 
en  Castilla  la  Vieja  (i) :  después  se  llamó  de  Santo 
Domingo  de  Silos  por  haber  este  santo  en  él  vivido  y 
muerto  santísimamente)  de  edificar  on  pueblo  cerca 
del  dicho  monasterio ,  que  en  nuestro  tiempo  es  de 
ciento  y  setenta  vecinos,  aunque  los  muros  tienen 
anchura  y  capacidad  para  mas,  yes  del  ^uquede 
Frías  hoy  concestable  de  Castilla.  £1  año  siguiente 
de  1099  fue  señalado  por  la  muerte  del  ponti&e  Ur* 
baño ,  y  por  la  toma  de  la  ciudad  de  JíeruMlén  que  la 
ganáronlos  soldados  cristianos.  Sucedió  por  la  muer- 
te de  Urbano  el  cardenal  Raynerio  persona  de  grande 
bondad  y  esperiencia,  que  por  su  predecesor  lue  en- 
viado ñor  legado  en  España.  Tomó  nombre  de  Pas- 
cual Segundo.  Este  en  el  tiempo  de  su  pontificado 
concedió  á  la  iglesia  de  Santiago  que  á  imitación  de 
la  magostad  romana  tuviese  siete  canónigos  cardena- 
les, y  ios  obispos  de  aquella  iglesia  usasen  del  naüo, 
insignia  de  mayor  autoridad  que  la  ordinaria  de  los 
otros  obispos. 

£1  año  que  luego  se  siguió ,  es  &  saber  el  de  1  i  00 
fue  no  meóos  alegre  para  los  cristianoe  por  la  muer- 
te de  Juzepb  que  por  espacio  de  doce  años  tuvo  el 
imperio  de  los  moros  en  España,  y  el  de  Aírica  co* 
mo  treinta  y  dos,  que  aciago  v  desgraciado  por  la 
muerte  que  en  él  sucedió  del  infante  aon  Sancho  (2). 
Era  su  ayo  por  mandado  del  re^  don  Alonso  su  padre 
don  Garcia  conde  de  Cabra;  criábale  como  á  sucesor 
que  habia  de  ser  de  reino  tan  principal.  La  desgracia 
sucedió  desta  manera.  Ali  sucesor  de  Juxepn  de- 
seando comenzar  el  nuevo  imperio  y  ganar  autoridad 
con  alguna  escelente  hazaña  y  empresa,  pasado  el 
mar  con  un  grueso  ejército  de  moros  que  juntó  en 
Aírica,  demás  de  otros  que  en  España  se  le  allega- 
ron ,  entró  por  el  reino  de  Toleao  y  llegó  haciendo 
nial  y  daño  nasta  la  misma  ciudad :  metió  á  fuego  y 

(sangre  sembrados,  árboles,  lugares,  cautivó  homa- 
res y  ganados. 

El  rey  don  Alonso  por  su  gran  veiez  y  por  estar 
indispuesto,  demás  desto  cansado  ¿e  tantas  cosas 
como  habia  hecho ,  no  pudo  salir  al  encuentro  al 
enemigo  bravo  y  feroz.  Eqvíó  en  su  lugar  sus  gentes 
7  por  general  aleonde  don  García,  y  para  que  tuviese 
mas  autoridad;  quiso  fuese  en  su  comproia  el  infan* 
te  don  Sancho  su  hijo,  dado  que  era  de  pequeña 
edad.  El  se  quedó  en  Toledo,  <K>ude  en  lo  postrero 
de  su  edad  residía  muy  de  ordinario.  Cerca  de  Uclés 
se  dieron  vista  y  junUron  los  dos  campos:  ordenaron 

(1)  ^1  de  San  Juan  estaba  fundado  desde  1085  y  el  otor- 
gado á  Fortun  desde  1676. 

(2)  Jozeph  murió  á  príBcipíos  de  mQharram,  que  era  el 
primer  mes  de  la  Egira  500,  que  comeo2Ó  en  phmero  de  se- 
tiembre del  ano  de  Cristo  1106;  y  el  infante  don  Sancho 
murió  en  la  batalla  de  Uclés,  que  se  dio  en  la  era  1146,  de 
Cristo  108,  mandada  por  Ali,  hijo  de  Jnieph.  que  no  entró 
i  reinar  hasta  después  de  la  ouierte  de  #tt  ptQie« 


aba  dikcion  laahaoee:  dMaekbataUa  de  poder  á  pcH 
der  i  que  fue  graademente  desgraciada.  Derribaron 
los  moros  al  infante.  Amparábale  el  conde  don  García 
con  su  escudOj  y  coa  k  espada  arredraba  y  aun  de- 
tuvo por  buen  espacio  los  moros  me  Jo  rodeaban  y 
acometían  por  todas  partes.  Su  esfuerzo  era  tat  que 
los  contrarios  desde  lejos  le  combatian,  mas  ninguno 
se  atrevía  á  llegársele.  £1  amor  amgular  que  tenia  al 
infante,  y  el  despecho  (grande  arma  en  la  necesidad) 
le  animanan..  Finalmente  enflaquecido  con  ka  mu«- 
cbas  heridas  que  le  dieron  los  enemiffos  par  ser  tan- 
tos ,  cayó  muerto  sobre  el  que  defencua.  Este^misera- 
ble  desastre  y  muerte  desgraciada  dio  luego  á  loa 
bárbaros  la  victoria. 

Cuánto  haya  sido  el  dolor  del  rey  por  tan  gran 
pérdida,  no  nay  para  oué  reletarlo :  no  le  afligía 
mas  la  desgracia  y  pérdiaa  del  hijo,  que  el  daño  de  la 
república  cristiana  por  faltar  el  heredero  de  imneiio 
tan  grande,  que  era  un  retrato  de  las  virtudes  de  su 
padre,  y  parecía  haber  nacido  para  liacer  cosas  honra- 
das. Preguntó  el  rey  cuál  fnese  la  causa  de  tantos 
daños  como  de  los  moros  tenían  recebídot:  fuóle  res- 
pondido por  cierto  persona  sabia  que  el  esfueinEode 
los  corazones  estaba  en  los  soldados  apaji^ado  con  la 
abundancia  de  los  regalos,  holguras  y  ociosidad,  loa 
cuerpos  enflaquecidos  con  el  ocio  y  los  ánimos  con  la 
deshonestidad,  fruto  ordinario  dfe  la  prosperidad» 
Mandó  pues  quitar  los  instrumentos  de  los  deleites, 
en  particular  derribar  los  baños,  que  eran  muy  usa^ 
dos  á  la  sazón  en  España  á  imitación  y  conforme  á  la 
costumbre  de  los  moros.  Alguna  eeperanza  quedaba 
en  don  Alonso  nieto  del  rey,  que  en  doña  Urraca  hija 
del  mismo  rey  dejó  don  Ramón  su  marido,  mas  era 
pequeño  alivio  del  dolor,  por  la  flaqueza  de  la  madre 
y  la  edad  deleznable  del  niño  en  ninguna  manera 
bastantes  para  acudir  á  cosas  tan  grandes.  Con  estos 
cuidados  se  hallaba  suspenso  el  ánimo  del  rey ,  de  día 
y  de  noche  le  aquejaba  el  dolor  y  el  deseo  de  poner 
remedio  en  tantos  daños. 

CAPITULO  YI. 
De  don  Diego  Gelmirez  obispo  de  Santiago. 

La  iglesia  de  Santiago  anduvo  trabaiada  por  este 
tiempo:  grandes  tempestades  la  combatían  no  de 
otra  manera  que  h  nave  sin  piloto  ni  gobernalle; 
llegó  últimamente  al  p  \erto  y  á  salvamento  con  la 
elección  que  se  hizo  de  un  nuevo  prelado  por  nombre 
don  Diego  Gehnirez,  hombre  en  atjuella  era  pruden- 
te en  gran  manera,  de  grande  ánimo  y  de  aiogular 
destreza.  Don  Diego Pelayo  en  tiempo  del  rey  don  SaiH 
cho  de  Castilla  fue  elegido  por  prelado  de  la  iglesia  de 
Compostella,  como  queda  dicho  en  otro  lagar:  era  per* 
sona  muy  noble,  mas  bullicioso,  inquieto  y  amigo 
de  parcialidades.  Hízole  prender  el  rey  don  Alonso; 
que  fue  grande  resolución  y  notable,  poner  las  nía* 
nos  en  hombre  consagrado.  Deseaba  demás  desto 
privarle  del  obispado:  era  menester  auien  para  esto 
tuviese  autoridad  y  el  c^^denal  Ricardo,  que  dijimos 
haberle  el  pontífice  enví^'lo  á  España  por  su  legado, 
llamó  los  obispos  para  *  ler  concilio  en  Santiago  con 
intento  que  en  preflenci".  de  todos  se  determinase 
aquel  negocio.  Presentado  que  fue  Pelayo  en  el  con* 
cilio,  por  miedo  ó  de  grado  renunció  aquella  digBÍ« 
dad;  y  para  mueaU^  que  aquella  era  su  determinada 
voluntad,  hizo  entrega  en  presencia  del  cardenal  del 
anillo  y  báculo  pontifical.  Con  esto  fus  puesto  en  su 
lugar  Pedro  abad  Cardinense : 

El  pontífice  Urbano,  avisado  de  lo  gue  pasaba,  lu* 
vo  á  mal  la  demasiada  temeridad  v  priesa  cea  que  en 
aquel  hecho  procedieron.  Al  legado  cardenal  escribió 
y  reprehendió  con  gravísimas  palabras.  Para  el  rey 
despachó  un  breve  y  carta  deste  Umor :  e  Urbano 
sobispe  siervo  de  los  siervos  d»  Diesel  rey  Ahmso  de 


304 

«Gftlioii.  Dol  eoiAs  hay,  rey  don  Alonio ,  iu>q  one 
spríadpaimeate  et  te  mitodo  se  gobíeraa,  ]a  dianidad 
Dsacerdotal  j  la  potestad  real.  Pero  la  dignidad  sa- 
»cerdotal,  hiio  carísimo,  en  tanto  grado  precede  á  la 
«potestad  real  míe  de  los  mismos  reyes  hemos  de  dar 
«raioD  al  Rey  de  todos.  Por  ende  el  cuidado  pastoral 
»nos  compele  no  solo  ¿  tener  cuenta  con  la  salud  de 
líos  menores  sino  también  de  los  mayores  en  cuanto 
«pudiéramos,  para  que  podamos  restituir  al  Sefior 
nsia  daño  y  cuanto  en  nosotros  fuere,  su  rebaño  que 
»ói  mismo  nos  ha  encomendado;  principalmente  de- 
Dbemos  mirar  por  tu  bien ,  pues  Cristo  te  ha  hecho 
«defensor  de  la  fe  cristiana  y  propagador  de  su  igle- 
»s¡a.  Acuérdate  pues,  acuérdate  hijo  mió  muy  ama- 
»do ,  cninta  gloría  te  ha  dado  la  gracia  de  la  divina 
sMagestad;  y  cómo  Dios  ha  ennoblecido  tu  reino  so- 
ubre  los  otros  y  así  tu  has  de  procurar  serviríe  entre 
«todos  mas  devota  y  familiarmente ,  pues  el  mismo 
vSeitor  dice  por  el  ¡Profeta:  A  ios  que  me  honran, 
«honraré,  los  que  me  desprecian  serán  abatidos; 
«Gracias  pues  damos  ú  Dios  que  por  tus  trabajos  la 
«iglesia  toledana  ha  sido  librada  del  poder  de  los 
«i  irracenos ;  y  á  nuestro  hermano  el  venerable  Ber- 
«nardo,  prelado  de  la  mi^ma  ciudad,  convidado  por 
«tus  amonestaciones  recibimos  digna  y  honradamen- 
«te^  y  dándole  el  palio,  le  concedimos  también  el 
«pnviiegio  de  la  antigua  magestod  de  la  iglesia  tole- 
«dana ,  porque  ordenamos  que  fuese  primado  en  to- 
«dos  los  reinos  de  las  Españas :  y  todo  lo  que  la  iglesia 
«de  Toledo  se  sabe  haber  tenido  antiguamente,  ahora 
«también  piM*  liberalidad  de  la  sede  apostólica  hemos 
«determinado  que  pare  adelante  lo  tenga.  Tú  le  oirás 
«como  á  padre  carísimo,  y  procura  obedecer  á  todo 
«lo  que  te  dijere  de  parte  de  Dios ;  y  no  dejarás  de 
«exaltar  su  iglesia  con  ayuda  y  beneficios  tempo- 
«rales.  Pero  entre  los  demás  pregones  de  tus  alaban- 
«zas  ha  venido  á  nuestras  orejas  lo  que  sin  grave  do* 
«lor  co  hemos  podido  oir ,  esto  es  que  el  obispo  de 
«Santiago  ha  sido  por  ti  preso ,  y  en  la  prisión  de* 
«puesto  de  la  dignidad  episcopal:  desorden  que  por 
«ser  de  todo  punto  contrario  á  los  cánones,  y  que  las 
«orejas  católicas  no  lo  sufren,  tanto  mas  nos  ha  con- 
«tristado  cuanto  es  mayor  la  afición  que  tenemos. 
«Pues ,  rey  gloríosfsimo  don  Alonso,  en  lugar  de  Dios 
•y  de  los  apóstoles  rogándotelo  mandamos  que  res- 
»ti tuyas  enteramente  por  el  arzobispo  de  Toledo  al 
«mismo  obispo  en  su  dignidad,  y  no  te  escuses  con 
«que  por  Ricardo  cardenal  de  la  sede  apostólica  se 
«hizo  la  deposición,  porque  es  contrario  de  todo 
«punto  á  los  cánones,  y  Ricardo  por  entonces  no  te- 
«niaautorídad  de  legado  de  la  sede  apostólica:  lo 
«que  él  pues  hizo  entonces  que  Yictor  papa  de  sana 
«memoría  Tercero  le  tenia  prívado  de  la  legacia  nos 
«lo  damos  por  de  ningún  valor.  En  remisión  pues  de 
«los  pecados .  7  obediencia  de  la  sede  apostólica  res- 
«titoye  el  obispo  á  su  dignidad:  venga  él  con  tus 
«embajadores  á  nuestra  presencia  para  ser  ¡uzgado 
«canónicamente,  que  de  otra  manera  nos  forzarás 
ȇ  hacer  con  tu  candad  lo  que  no  querriamos.  Acuer- 
«date  del  religioso  princij¿  Constantino,  que  ni  aun 
«oir  quiso  el  juicio  de  los  sacerdotes ,  teniendo  por 
«cosa  indigna  que  los  dioses  fueren  juzgados  de  los 
«hombres.  Oje  pues  en  nosotros  á  Dios  y  ásus  após- 
«toles,  si  quieres  ser  oído  dellos  y  de  nos  en  lo  que 
«pidieres.  El  Rey  do  los  reyes,  señor,  alumbre  tu  co- 
«razón  con  el  resplandor  de  su  gracia,  te  dé  victorias 
«ensalze  tu  reino,  y  de  tal  madera  conceda  que  siem- 
«ore  vivas,  y  de  tal  suerte  del  reino  temporal  gozes 
«íelizmente,  que  en  el  eterno  para  siempre  te  alegres, 
»amen.«  Sucedió  todo  esto  el  a&o  primero  del  ponti- 
ficado de  Urbano  II  que  cayó  en  el  año  del  Seiiur  de 
mil  y  ochenta  y  ocho. 

En  lugar  de  Ricardo  vino  el  cardenal  Raynerío  por 
legado  en  fispei^a,  este  juntó  un  concilio  en  León, 
en  que  depuso  é  Pedro  de  la  dignidad  en  que  fue 


«IBUOna  M  ^kMHA  Y  Mte. 


puesto  contra  las  lefee  y  por  mal  Srden;  peronose 
pudo  alcanzar  cpie  Pelayo  fuese  restituido  en  tu  U* 
nertad  y  en  su  iglesia :  solamente  por  medio  de  don 
Ramón  yerno  del  rey;  que  á  la  sazón  vlvia ,  se  dio 
traza  que  á  Dalmachio  monge  de  Cluñi,  y  por  el  mis- 
mo caso  grato  al  pontifico  que  era  de  la  misma  orden, 
se  diese  el  obispado  de  la  iglesia  de  Gompostella.  Este 
prelado  fue  al  concilio  general  que  se  celebró  en 
Glaramonte  en  razón  de  emprender  la  guerra  de  la 
Tierra  Santa.  Allf  alcanzó  que  la  iglesia  de  Gompos- 
tella fuese  exenta  de  la  de  Braga ,  y  quedase  sujeta 
solamente  á  k  Romana :  en  señal  del  prívilegio  se 
ordenó  que  los  obispos  de  Santiago  no  por  otro  que 
por  el  romano  pontífice  fuesen  consagrados.  No  se 
pudo  alcanzar  por  entonces  del  papa  que  le  diese  el 
palio,  aunque  para  salir  con  esto  ei  dicho  Dalmachio 
usó  de  tridas  las  diligencias  posibles.  La  luz  y  alegría 
que  con  esto  comenzó  á  resplandecer  en  aquella  igle- 
sia ,  en  breve  se  oscureció,  porque  con  la  muerte  de 
Dalmachio  bobo  nuevos  debates. 

Pelayo  suelto  de  la  prisión  se  fde  á  Roma  para  pe» 
dir  en  juicio  la  dignidad  de  oue  injustamente  como 
éi  decía  fuera  despojado,  (i)  Duró  este  pleito  cuatre 
años  hasta  tanto  que  Pascual  romano  pontífice  pro- 
nunció sentencia  contra  Pelayo.  Con  esto  los  canó- 
nigos de  Santiago  trataron  de  nacer  nueva  elección. 
Vínose  á  votos.  Diego  Gelmirez  en  sede  vacante  hizo 
el  oficio  de  yicario :  en  él  dio  tal  muestra  de  sus 
virtudes,  que  ninguno  dudaba  sino  que  si  vivia,  ere 
á  propósito  para  hacelle  obispo.  Fue  así  oue  sin  tener 
cuenta  con  los  demás  canónigos,  por  voluntad  de  to- 
dos salió  electo  el  prímer  dia  de  julio.  Alcanzó  otrosí 
del  papa  que  á  causa  de  las  alteraciones  de  la  guerra 
y  de  los  trabajos  pasados  y  que  amenauban  por  cau- 
sa de  los  moros,  se  consagrase  en  España.  Demás 
desto  con  nueva  bula  concedió  que  en  Santiago  be- 
biese ^  como  arriba  se  dijo,  siete  canónigoe  caíga- 
les á  imitación  de  la  iffiesia  Romana :  estos  sotos  pu- 
diesen decir  misa  en  el  altar  mayor ,  y  acompañar  al 
prelado  en  las  procesiones  y  misa  con  mitras.  Don 
Diego  Gelmhrez  animado  con  este  príacipio  coo  deseo 
de  acrecentar  con  nuevas  honras  la  iglesia  que  leba* 
bian  encargado,  fue  á  Roma  y  aunque  muchos  lo 
contradijeron ,  últimamente  alcanzó  del  pontífice  el 
uso  del  palio:  escalón  para  impetrar  la  dlc^idad. 
nombre  y  honra  de  arzobispo,  que  le  concedió  á  él 
y  á  su  iglesia  Calixto  pontífice  romano  algunos  anos 
adelante  como  se  verá  en  otro  lugar.  Estas  cosas  dado 
que  sucedieron  en  muchos  años  me  pareció  juntallas 
en  uno,  tomadas  todas  de  la  historia  Gompostellana. 

CAPITULO  vn. 

I>e  la  muerte  de  los  reyes  don  Pedro  el  Primero  de  Ara- 
gón, y  don  Alonso  el  Sesto  de  Castilla. 

La  perpetua  felicidad  del  rey  de  Aragón  y  su  valor 
hizo  que  los  moros  no  se  pudiesen  mucho  por  aoue- 
llas  partes  alegrar  con  la  fama  del  estrago  que  se  nizo 
de  cristianos  en  Castilla.  A  la  verdad  las  armas  délos 
aragoneses  en  aquella  parte  de  España  prevalecían, 
y  los  moros  no  les  eren  Iffuales.  Habíanles  quitado 
un  castillo  cerca  de  Bolea  Hamado  Galasanz ,  y  á  Per 
tusa  muy  antiguo  pueblo  en  los  Ilergetes  á  la  ribera 
del  río  Ganadre.  Demás  dest«)  recobraron  la  ciudad 
de  Barbastro,  que  ere  vuelta  á  poder  de  moros.  Pon- 
do obispo  de  Roda  enviado  por  el  rey  á  Roma  alcanzó 

(i)  Se  acusaba  á  este  obispo  de  qne  tenia  tratos  aeeretoi 
para  entre^r  el  reino  de  Galida  al  rey  de  Iiiglatena,  duque 
de  Normandia.  De  paao  diremos  que  en  estat  oeasiooet  <le 
varaste  de  los  obispados  de  Espafia  el  rey  nombraba  persoau 
seelares  que  admioiatraran  lasrentua  de  los  obispados,  coa 
apíicacioB  de  ellas  al  Asco,  porque  babieado  salido  de  la  co- 
rona estas  rentas  para  mantener  ¿  los  obispos,  en  sa  muerte 
usaba  la  coroaa  del  derecho  de  reversión,  para  aprovecbane 
de  ellas  por  el  tieaipo  de  la  vacante. 


RisTOniA  I 
del  pontífice  quo  él  t  sds  sucesarcs ,  mudado  el  ape- 
llido y  la  silla  obispal,  con  retención  de  loque  antea 
lenia,  se  inlitulaaen  obispos  ile  Barbastro.  Lu  princi- 
pal fuerza  de  los  crislianos  y  de  la  i^^rra  se  endere- 
zaba contra  loi  de  Zaragoza,  la  cual  ciudad  quitada  á 
los  descendientes  de  Toa  rejes  antiguos,  era  venida  i 
poder  de  los  Almorarídes.  Los  reyes  que  en  aquella 
ciudad  antes  deato  reinaron ,  eran  estos :  el  pnmero 
Mudir,  después  Hiaya,  el  tercero  Almudafar;  y  de 
otro  linaje  Zuleiia,  Hamas ,  Juzppti,  Almaznciu,  Ab- 
delmelicli  y  su  liijo  Hamas  por  solirenombrc  Almuza- 
caylo,  á  quien  los  almorávides  quitaron  el  reino.  Esto 
en  España. 


En  la  Francia  Albo,  que  después  de  la  muerte  de 
don  Ramón  condt  de  Barcelona  padre  de  Arnaldo  se 
fiabia  apoderado  como  desleal  déla  ciudad  de  T^arca- 
sona,  cuyo  gobierno  tenia,  sin  reconocer  a  I  verdadero 
señor,  fue  por  coiiiurncion  di^  ion  ciudadanos  lanzado 
de  la  ciudad ,  y  ella  reducida  i  \i  obediencia  de  sus 
señores  antiguos  el  añn  de  1(03.  En  el  mismo  año 
Armengnl  conde  Urf  él  fue  por  los  moros  mnerto  en 
Mallorca,  do  pasó  con  deseo  de  mostrar  su  valor: 
por  donde  le  dieron  renumbre  de  Baleárico  que  es 
en  castellano  mallorquín.  Era  señnr  en  Castilla  la 
Vieja  <te  Valladolid  (pueblo  que  se  cree  losanliguos 
romanos  llamaron  Píniia)  Pn^niules ,  persona  en 
riunezas,  aliados  y  linaje  muy  principal  aunque  va- 
sallo del  rey  don  Alonso:  su  muiíT  se  Ilnmú  E}ú.  Cn- 
s/)  Armengnl  ron  doña  María  luja  de  Pernnzules;  y 
delln  dejA  un  hijo ,  cuya  tierna  edad  y  su  estado  go- 


bernó su  abuelo  Peranzales,  y  d  su  tiempo  le  casó 
con  una  señora  principal  llamada  Arsenda. 

El  ario  cuarto  dksle  siglo  v  centuria,  de  (^is- 
lo  1104,  fue  desgraciado  por  la  muerte  de  tres  per- 
sonajes muy  grandes.  Don  Pedro  hijo  del  rey  de  Ara- 
gón y  su  hermana  doña  Isabel  murieran  en  un  mismo 
día  á  diez  y  ocho  de  agosto  :  el  mismo  rey  sea  por  lii 
pena  que  recibió  y  dolor  de  la  muerte  de  sus  hijos,  ó 
por  otra  enTürroedad  y  accidente  que  le  sobrevino, 
talleció  el  meü  siguiente  á  veinte  7  ocbo  de  setiem- 
bre. Fue  sepultado  en  San  Juan  de  la  Peña.  El  ponli- 
fice  Urbano  concedió  á  este  rey  don  Pedro  y  d  sus 
sucesores  y  grandeideJ  reino  al  principio  de  la  guer- 
ra de  la  Tierra  Santa,  que  llevasen  ms  diezmos  y 
rentas  de  las  iglesias  que  de  nuevo  se  edificasen  ó 
quitasen  á  los  moros,  sacadas  solamente  aquellas 
iglesias  en  que  estuviesen  las  sillas  de  los  obispes: 
tan  Brande  era  el  deseo  de  desarraipr  aquella  gente 
imnla ,  que  no  parece  consideraban  bastantemente 
cuántos  inconvenientes  para  adelante  podría  traer 
aquella  liberalidad.  La  tristeza  que  en  Aragón  por 
aquellas  tr«s  muertes  toda  la  provincia  recibió  muy 
grande  y  casi  sin  par,  en  gran  parte  la  alivió  la  espe* 
nu>za  que  de  don  Alonso  hermano  del  rey  difunto 
tenían  concebida  en  sus  ánimos,  que  luego  le  suce- 
dió en  el  reino  y  en  la  corona.  Su  reinado  Fue  largo, 
la  fama  de  las  cosas  que  hizo  grande ,  su  buena  an- 
danza, gravedad^  constancia,  fe,  destreza  en  la 
guerra ,  y  el  señorío  quealcanzo  muy  mas  ancho  que 
el  de  sus  pasados ;  en  particular  el  segundo  ano  ifi 
su  reinado  casó  con  dona  Urraca  hija  del  rey  don 
Alonso  de  Castilla.  Hizo  el  rey  este  casamiento  en 
desgracia  de'  los  grandes  del  reino  que  lo  llevaban 
mal,  y  pretendieron  desbaratarle  yjwrauadir  al  rey, 
que  se  hallaba  flaco  por  la  vejez  y  enfermedades  y 
penas  podia  vivir,  que  ería  mas  acertado  ía 
por  mujer  á  don  Gómez  conde  de  Candespina, 


Todos  estrañeban  mucho,  como  es  ordinario,  lla- 
mar algún  principe  extranjero.  Esln  deseaban  y  tra-  ' 
taban  entre  si ,  mas  cada  uno  temía  de  decirlo  al  rey 
y  llevajie  este  mensaje  por  no  caer  en  su  desgracia. 
Encomendáronse  fi  un  cierto  médica  judio ,  de  quien 
el  rey  se  servia  mucho  7  fímiliurmente  con  ocasión 
que  le  curaba  sus  enfermedades.  Mandáronle  que  es- 
perase buena  coyuntura ,  y  que  propusie:íe  esta  de- 
manda con  las  mejores  palabras  que  supÍMe.  1^1  rey 
pam  desenfadarse  se  salió  á  la  sazón  de  Toledo .  y  se 
entretenía  en  Hagan,  aldea  cerca  deaque'la  ciudad: 
otros  dicen  aneen  Hascaraque.  El  judío  hallada  bue- 
na ocasión ,  hizo  lo  que  te  era  mandado :  alteróse  el 
rey  en  gran  manera  que  los  grandes  lomasen  tauta 
autoridad  y  mano  que  pretendiese  casar  á  su  liija  á 
su  albedrio.  Fue  en  tanto  ^ado  eate  disgusto  que- 
mando al  módico  que  para  siempre  no  entrase  en  su 
casa  ni  le  viese  mas,  y  luego  por  amonestación  del 
arzobispo  don  Bernardo  que  no  se  apartaba  de  su  In- 
do ,  dio  priesa  A  las  bodas  de  su  hija  y  de  don  Akioso 
rey  de  Aragón,  que  se  hicieron  en  Toledo  con  aparato 
real  y  maravillosa  pompa  el  año  de  1 100. 

Et  rey  un  poco  recreado  con  esta  alegría ,  y  con 
deseo  de  vengar  el  dolor  que  recibió  por  la  muerte  de 
su  hijo ,  demás  desto  porque  no  quedase  aquella 
afrenta  y  mengua  del  ejercitocristiaoo  sin  enmienda, 
maguer  que  era  de  aquella  edad ,  toma  de  nuevo  Ixs 
armas.  Entró  por  las  tierras  de  Andalucía  matando 
hombres  y  animales  sin  perdonar  á  las  casas,  sem- 
brados y  arboledas.  Toda  la  provincia  fue  trabajada  y 
Ktdeció  todos  los  daños  que  la  guerra  suele  causar, 
echo  esto,  loque  le  quedó  de  la  vida, se  estuvo  en 
renosn  sin  tratar  de  otras  empresas ,  á  i)uc  le  convi- 
duDa  su  Jarga  edad ,  la  grandeza  del  reino  y  la  gloria 
de  sus  hazañas,  iictirúsc  no  solo  de  las  cosas  de  la 
guerra ,  sino  asimismo  del  gobierno  por  cuanto  le 


3')6 


mniunLCA  tot: 


era  lícito  en  tan  gran  peso  de  cuidados :  procuraba 
empero  que  la  ciudad  ae  Salamanca  y  ae  Segovia, 
como  lo  dice  dou  Lucas  de  Tuy ,  maltratadas  por  las 
guerras  pasadas  y  yermas  de  moradores  fuesen  repa^ 
radas ,  fortificadas  y  adornadas.  Peranzuies  que  en 
aquella  edad  fue  persona  muy  grave  y  muy  sabia,  fue 
ayo  de  doña  Urraca  en  su  menor  edad ,  y  al  presente 
tenia  el  primer  lugar  en  autoridad  y  priyan/a  con  el 
rey  :  era  el  que  gobernaba  los  consejos  de  la  paz  y  de 
la  guerra;  y  solo  entre  todos  parecía  que  con  virtud 
y  prudencia  sustentaba  el  peso  de  todo  el  gobierno  en 
el  mismo  tiempo  que  al  rey  cargado  de  años  (ca  vivió 
setenta  y  nueve)  le  «npretó  una  enfermedad  que  le 
duró  un  año  y  siete  meses ,  puesto  que  para  mejorar 
cada  dia  por  orden  de  los  médicos  salia  á  caballo  á 
ejercitar  el  cuerpo  y  avivar  el  calor  que  faltaba.  No 
prestó  al^un  remedio  por  estar  la  virtud  tan  caida  y 
la  dolencia  tan  arraigada  que  vencía  todo  lo  al ,  sin 
bastar  medicinas  algunas  para  darle  salud.  Agravóse- 
le  finalmente  de  suerte  que  falleció  eu  Toledo  jueves 
primerodejuliodelaño  áe  nuestra  salvación  de  1109, 
como  lo  testifica  Peladlo  Ovetense  que  pudo  deponer 
de  vista  conforme  al  tiempo  en  aue  él  vivió.  Reinó 
después  de  la  muerte  de  su  padre  por  espacio  de 
cuarenta  y  tres  años :  fue  modesto  en  las  cosas  prós- 
peras ,  en  las  adversidades  constante.  Sufrió  fuerte  y 
pacientemente  los  ímpetus  de  la  fortuna :  grande  loa, 
y  la  mayor  de  todas  llevar  lo  que  no  se  puede  escusar, 
y  estar  apercebido  para  todo  loque  á  un  hombre  pue- 
de acontecer.  Prudencia  es  proveer  que  no  suceda: 
de  ánimo  constante  sufrir  fuertemente  las  mudanzas 
de  las  cosas  humanas.  La  muchedumbre  en  especial 
popular  se  suele  amedrentar  fácilmente ,  y  no  son 
mayores  los  principios  del  temor  que  los  remedius. 

Muerto  pues  efrey  don  Alonso,  con  cuya  vida  pa- 
rece se  conservaba  todo ,  los  ciudadanos  de  Toledo, 
que  por  la  mayor  parte  constaban  de  avenida  de  mu- 
chas gentes ,  trataron  de  desamparar  la  ciudad.  En- 
tretanto que  este  miedo  se  pasaoa .  y  para  asegurar 
los  ánimos  entretuvieron  el  cuerpo  ael  rey  veinte  dias 
en  la  ciudad.  Sosegado  el  alboroto ,  y  perdido  el  mie- 
do en  parte ,  le  llevaroii  á  sepultar  al  monasterio  de 
Sabagun  junto  al  rio  Cea.  Acompañáronle  Bernardo 
arzobispo  de  Toledo  v  otros  señores. principales.  El 
aparato  del  entierro  fue  magnífico  por  si  mismo ,  y 
mas  por  las  muy  verdaderas  lagrimas  de  lodo  el  reino, 
que  lloraban  no  mas  la  muerte  del  rey  que  so  pérdida 
tan  grauife.  Éstas  lágrimas  y  los  desastres  que  se  si- 
guieron por  la  muerte  de  tan  gran  rey .  las  mismas 
piedras  en  León  parece  dieron  á  entender  y  las  pro- 
nosticaron. Junto  al  altar  de  San  Isidro  en  Ja  peana, 
donde  el  sacerdote  suele  poner  ios  pies  cuando  dice 
misa ,  las  piedras  no  por  las  junturas  sino  por  el  me- 
dio manaron  de  suvo  agua  en  espacio  de  ocho  dias 
antes  de  la  muerte  del  rey ,  los  tres  dellos  es  á  saber 
interpolado  mente  cou  grande  maravilla  de  todos  los 
que  presentes  estaban.  Pelagio  dice  aconteció  en  tres 
(lias  continuos,  jueves,  viernes  y  sábado,  y  que  los 
obispos  y  sacerdotes  hicieron  procesión  para  aplacar 
á  Dios;  y  que  se  significó  por  aquel  milagro  el  lloro 
de  toda  España,  y  las  lágrimas  que  todos  despedían 
en  abundancia  por  la  muerte  de  tan  buen  prínci* 
pe  (1).  En  tiempo  desle  rey  vivió  en  Burgos  con  gran 
crédito  de  santidad  Lesmes  de  nación  francés,  hom- 
bre de  grande  caridad,  en  particular  se  ejercitaba  ep 
hospedar  los  peregrinos  :  su  memoria  se  celebra  en 
aquella  ciudad  con  fiesta  que  se  le  hace  cada  un  año, 
y  templo  que  hay  en  su  nombre. 

A  cuatro  leffuas  de  Najara  hacia  vida  muy  santa 
un  cierto  homnre  llamado  Domingo,  español  de  na-> 
cien,  ó  como  otros  quieren  italiano :  ocupábase  en  el 

(1)  Don  Pelagio  era  demasiado  crédulo  para  los  sucesos 
estraordinaríos ;  y  así  no  basta  su  autoridadpara  que  creamos 
osle  milagro,  como  otros  que  nos  ha  contado  Mariana. 


r. ASPAR  r  Rnir.. 

mismo  oficio  de  piedad,  y  nías  especialmente  en  abrir 
caminos  y  hacer  calz<idas  por  las  partes  que  los  ro- 
meros iban  á  Santiago :  así  vulgarmente  le  llaman 
Santo  fiomingo  de  la  Calzada.  De  la  indnstría  deste 
varón  entiendo  yo  que  se  ayudó '  el  rey  don  Alonso 
para  fabricar  las  puentes,  que  como  arriba  se  dijo 
procuró  se  levantasen  desde  Logroñohasta  Santiago. 
Hay  un  templo  edificado  en nombredeste  santo  varón 
muy  ancho,  hermoso  y  magnífico,  con  una  población 
allí  junto  que  después  vinoá  hacerse-ciudad,  que  si 
principio  fue  de  los  obispos  de  Calahorra,  después  de 
los  reyes  de  España ;  hay  un  privilegio  en  esta  razón 
del  rey  don  Fernando  ef  Santo.  Demás  desto  cierto 
i  judto  llamado  Moisés,  de  mucha  erudición,  y  que 
sabia  muchas  lenguas ,  en  lo  postrero  del  reinado  de 
don  AloDso ,  abjurada  la  supesticion  de  sus  padres, 
se  hizo  cristiano.  El  rey  mismo  fue  su  padrino  en  el 
bautismo,  que  fue  ocasión  de  Ilamalle  Pero  Alonso: 
impugnó  por  escrito  las  sectas  de  los  judíos  y  de  los 
moros;  j  muchos  de  la  una  y  de  la  otra  nación  por  so 
diligencia  se  redujeron  á  la  verdad .  Famosa  deoió  de 
ser  y  notable  la  conversión  deste  judió ,  pues  los  his- 
toriadores de  Aragón  la  atribuyen  á  don  Alonso  rey 
de  Aragón  :  dicen  que  en  Huesca  á  veiute-y  nueve  dé 
junio  se  bautizó  el  año  de  mil  y  ciento  y  seis ,  que 
don  Esteban  obispo  de  aquella  ciudad  hizo  la  cere- 
monia ,  y  el  padrino  fue  efrey  mismo  de  Aragón.  En 
este  debate  no  queremos,  ni  aun  podríamos aar  sen- 
tencia por  ninguna  de  las  partes :  cada  cnal  por  sí 
mismo  siga  lo  que  le  pareciere  mas  probable. 

CAPITULO  VIH. 
Del  reinado  de  doña  Urraca. 

• 

A  la  sazón  que  falleció  don  Alonso  rey  de  Castilla, 
doña  Urraca  su  hija  á  quien  porderecho  venia  el  reino 
estaba  ausente  en  compaña  de  su  marido,  que  no  se 
fiaba  de  todo  punto  de  las  voluntades  de  los  grandes 
de  Castilla ;  sabia  bien  le  fueron  contraríos  y  procu- 
raron desbaratar  aquel  casamiento :  no  quena  me- 
terse entre  ellos,  sino  era  acompañado  de  buen  nú- 
mero de  los  suyos  para  todo  lo  que  pudiese  suceder, 
además  que  diversos  negocios  de  su  reino  le  entrete- 
nían para  que  no  tomase  posesión  del  nuevo  y  muy 
ancho  reino  que  heredaba.  Todas  las  cosas  empero 
se  enderezaban  á  la  magestad  del  nuevo  señorío, 
templábanse  en  los  deleites ,  las  deshonestidades  de 
la  reina  con  disimulación  se  tapaban  y  cubrían :  en 
que  no  sin  grave  mengua  suya  y  de  su  marido  andaba 
mas  suelta  de  lo  que  sufría  el  estado  de  su  persona. 
Pusiéronse  en  las  ciudades  y  castillos  guarniciones 
de  aragoneses ,  todo  con  intento  que  los  castellanos 
no  se  pudiesen  mover  ni  intentar  cosas  nuevas;  ver- 
dad es  que  á  Peranzuies ,  por  tener  grandes  alianzas 
con  entrambas  naciones,  en  el  entretanto  te  le  enco- 
mendó el  gobierno  de  Caslilla.  El  tenia  todo  el  cui- 
dado universal,  y  gobernaba  todas  las  cosas  así  las  de 
la  guerra  como  las  de  la  paz  :  por  sus  consejos  y  pru- 
dencia parecía  que  todose  encaminaba  bien.  Ú  po- 
der no  le  duró  mucho :  la  rfina ,  mujer  recia  de  con- 
dición y  brava ,  luego  que  llegó  á  Castilla  (que  su 
marido  la  envió  delante)  al  aue  fuera  razón  tener  en 
lugar  de  padre,  le  maltrato  á  sin  razón,  quitóle  el 
gobierno ,  y  juntamente  le  despojó  de  su  estado  pro- 
pio. No  hay  cosa  mas  deleznable  que  la  gracia  de  los 
príncipes :  mas  presto  acuden  á  satisbcerse  de  sos* 
desgustos  que  a  pagar  los  servicies  que  les  han 
hecno. 

La  ocasión  que  tomó  para  hacer  este  desaguisado, 
no  fue  mas  de  que  en  sus  letras  daba  á  don  Alonso 
su  marido  título  del  rey  de  Castilla.  Esto  se  decia  en 

Eüblico  :  la  verdad  era  que  á  la  reina  pesaba  de  ha- 
erse  casado,  porque  el  casamiento  enfrenaba  sus 
apetitos  desapoderados  y  sin  término;  y  como  yo  sos- 
I  pecho  no  podía  sufrir  las  reprehensiones  que  aquel 


HISTORIA   DK   ESPAÑA. 


307 


varón  ^ravísuQo  le  daba  por  sus  mal  encubiertas  dt$s- 
honestida  les.  Esto  dolía,  aunque  se  lomó  otra  capa. 
Pesóle  al  rey  que  varón  tan  seualado  fnese  maltrata- 
do :  que  su  inocencia  y  servicios  y  virtudes,  porque 
se  le  debía  antes  galardón,  fuesen  tan  mal  recom- 
pensadas :  restituv6le  el  estado  que  le  babía  sido 
quitado,  y  sus  pueblos  y  hacienda.  El  por  temer  k 
ira  de  la  reina  se  retiró  hl  condado  de  ürgél,  cuyo 
gobierno  como  queda  dicho  tenia  á  su  cargo.  Estos 
fueron  principios  de  grandes  alteraciones,  y  no  po- 
dían las  cosas  estar  sosegadas  eu  tanta  diversidad  de 
voluntades  y  deseos,  en  especial  estando  la  reina  tan 
desabrida,  y  viviendo  con  tanta  libertad. 

Üel  Andalucía  se  movió  nueva  guerra,,  y  nuevo 
peligro  sobrevino.  Fue  así  Hali  rey  moro  avisado  de 
la  muerte  del  rey  don  Alonso ,  como  quitado  el  freno 
entró  por  tierras  de  cristianos  feroz  y  espantoso :  lie 
gó  hasta  Toledo,  y  cerca  del  en  los  ojos  y  á  vista  de 
ios  ciudadanos  abatió  el  cantillo  de  Azoca  y  el  monas- 
terio de  Sao  Servando.  Los  campos  y  alquerías  hu- 
meaban C041  ef  fuego  que  todo  lo  abrasaba.  Pasó  tan 
adelante  que  puso  sitio  sobre  ia  misma  ciudad « y  por 
espacio  de  ocho  dias  la  combatió  con  toda  suerte  do 
ingenios.  Libróla  de  aquel  peligro  su  sitio  fuerte,  > 
una  nueva  muralla  que  el  rey  don  Alonso  é  Jo  mas 
bajo  de  h  ciudad  dejó  levantada  :  doinis  desto  el  es- 
fuerzo de  Alvar  Fanez,  varón  en  aquel  tiempo  muy 
poderoso  y  muy  diestro  en  las  armas,  cuyo  sepulcro 
sd  ve  hov  dia  en  el  campo  Sícuendense,  que  es  parte 
de  la  Celtiberia,  en  que  tenia  el  señorío  de  muchos 
pueblos.  Los  moros  perdida  la  esperanza  de  apode- 
rarse de  aquella  ciudad,  á  la  vuelta  que  dieron  i  sus 
tierras ,  saquearon  á  Madrid  y  á  Talavera ,  y  les  aba- 
tieron loa  muros  :  de  todas  partes  llevaron  grande 
presa  y  despojos.  El  rey  de  Aragón  hacia  próspera- 
mente en  sus  tierras  la  guerra  a  los  moros :  sanó  á 
Ejea  pueblo  principal  de  Navarra  el  año  11 10.  Demás 
desto  cerca  de  Valterra  venció  en  batalla  á  Abuh  isa- 
lem  que  se  llamaba  rey  de  Zaragoza. 

Hechas  estas  cosas,  don  Alonso  á  ejemplo  de  su 
suegro  se  llamó  emperador  de  España  :  título  que  si 
^e  mira  la  anchura  del  señorío  que  tenia ,  no  parece 
fuera  de  propósito  por  ser  á  la  sazón  el  mas  poderoso 
de  los  reyes  que  España  después  de  su  destruicion 
había  tenido ;  peroimprodeoteoente,  por  tomar  oca* 
sion  para  aquel  dictado  del  señorío  ajeno  y  poco 
durable  :  én  un ,  ordenadas  las  cosas  de  Araron ,  vi- 
no á  Castilla  el  año  siguiente,  en  que  cou  afabilidad 
y  demencia  procuraba  conquistar  las  voluntades  de 
los  naturales.  El  por  sí  mismo  oía  los  pleitos  y  hacia 
justicia  ,  amparaba  las  viudas,  huórlanos  y  pobres 
para  que  los  mas  poderosos  no  les  hiciese  agravio. 
Honraba á  los  señores,  y  acrecentábalos  cooformeá 
los  oiériUM  de  cada  cual ,  adornaba  y  enriquecía  el 
reino  de  todas  las  maneras  que  él  podía.  Por  este  ca- 
mino los  vasallos  se  le  aficionaban ;  solo  el  endureci- 
do corazón  de  la  reina  no  se  domeñaba.  Dio  orden 
como  se  poblasen  Viilorado,  Berlanga,  Soria,  Aima- 
zau,  pueblos  yermos  y  abatidos  por  causa  de  las 
guerraa.  Dio  la  vuelta  á  Aragón  con  intento,  pues 
todo  le  sucedía  prót^peramente ,  de  hacer  la  guerra  de 
nuevo  Y  con  mayor  atuendo  á  los  moros.  Sabía  biea 
que  debemos  ayudarnos  déla  fama  y  de  las  ocasiones 
que  se  presentan,  y  que  conforme  á  los  nríncipios 
sucede  lo  demás ,  cuando  las  cosas  en  GasCiJla  se  alte- 
raron en  muy  mala  sazón. 

Don  Alonso  era  pariente  de  doña  Urraca  su  mujer 
en  tercero  grado  de  parte  de  padres ,  ca  fue  bisabue- 
lo de  ambos  don  Sancho  el  Mayor  rey  de  Navarra.  No 
estaba  aun  por  este  tiempo  introducida  la  costumbre 
que  por  dispensación  de  los  papas  se  pudiesen  casar 
los  deudos;  y  así  consideramos  que  diversos  casa- 
mientos de  príncipes  se  apartaron  muchas  veces  co- 
rno ilegítimos  y  ilícitos  por  este  solo  respeto.  Esta 
causa  pienso  yo  hizo  que  este  rey  don  Alonso  no  se 


contase  en  el  número  de  los  reyes  de  Castilla  acerca 
de  ios  escritores  antiguos;  que  no  es  justo  con  nue- 
vas opiniones  alterar  lo  que  antiguamente  tenían  re- 
cebido  y  asentado ,  como  lo  hacen  los  que  cuentan  á 
este  rey  por  seteno  deste  nombre  entre  los  de  Casti- 
lla ,  como  quier  que  ningún  deredio  ni  título  pudo 
tener  sobre  aquelreino  por  quedar  legítimo  heredero 
del  primer  matrimonio ,  y  ser  el  segundo  ninguno 
contra  las  layes  edesiásticas.  Los  des^ustos  pasaron 
tan  adelante  que  iarema  por  su  m^la  vida  y  torpe  fue 
puesta  en  prisión  en  el  castillo  llamado  Castellar ,  de 
qrue  con  avuda  de  los  suyos  salió  y  se  volvió  i.Casti- 
lia  :  no  halló  la  acogida  que  cuidaba ,  antes  de  nuevo 
loa  grandes  ia  enviaron  a  su  marido ,  y  él  la  tornó  á 
poner  en  la  cárcel. 

En  este  medio  los  señores  de  Calida ,  do  se  criaba 
don  Alonso  hijo  de  doña  Urraca ,  y  por  el  testamento 
de  su  abuelo  tenia  d  mando,  hacían  juntas  y  liga» 
entre  si  para  desbaratar  lo  óue  los  aragoneses  pre- 
tendían. Hol^ban  en  particular  haber  hü  liado  oca- 
sión de  apartar  y  dirimir  aquel  casamiehto  desgracia- 
do .que  contra  la  voluntad  de  la  nobleza  injustamente 
se  hizo.  Ponían  iK>r  esta  causa  escrúpulos  al  pueblo: 
decían  no  ser  lídto  obedecer  al  que  no  era  legítimo 
rey.  Enviaron  una  embajada  á  Pascual  Segundo  pon- 
tiuce  romano ,  en  que  le  daban  cuenta  de  todo  lo  que 
pasaba.  Ganaron  del  un  brebe  (l)i  en  que  cometió 
el  conocimiento  da  la  causa  á  Don  Diego  Gelmirez 
obispo  de  Santiago ;  un  pedazo  del  cual  pareció  se 
podía  en^erir  en  este  lugar  :  «Pascual,  siervo  de  los 
«siervos  de  Dios,  al  venerable  hermano  Diego  obispo 
»Composlellano salud  y  apostólica  bendición.  Paraes- 
»to  onlenó  el  omnipotente  Dios  que  presidieses  á  su 
opueblo,  para  aue  corrías  sus  pecados,  y  anuncies 
))ia  voluntad  del  Señor.  Procura  pues  según  las  fuer- 
»zas  que  Dios  te  da.  corregir  con  conveniente  casti- 
»go  tan  grande  malaad  de  inccito  que  ha  comido  la 
»nija  delrey,  para  que  desista  de  tan  gran  presun- 
»don ,  ó  sea  privada  de  la  comunión  de  la  iglesia  y 
«>del  señorío  seglar.» 

Que  hayan  establecido  los  jueces  señalados  para 
remediar .  ó  por  decir  mejor  para  castigar  aquel  es- 
ceso no  iiay  dello  memuría,  solo  consta  que  desdo 
a^uel  tiempo  el  rey  don  Alonso  comenzó  á  tener  ace- 
día v  embravecerse  contra  los  obispos.  El  de  Burgos 
V  el  de  León  fueron  echados  de  sus  iglesias ,  el  df. 
Palencia  preso,  d  abad  de  Sahagun  aespojado  de 
aquella  dignidad ,  y  en  su  lugar  puesto  fray  Bamiro 
hermano  dd  rey  por  su  nombramiento  y  con  su  ayu- 
da. Don  Bernardo  arzobispo  de  Toledo  Tue  forzado  ú 
andar  desterrado  dos  años  fuera  de  su  diócesi ,  no 
obstante  la  magostad  sacrosanta  y  autoridad  que  re- 
presentaba de  legado  apostólico  y  de  primado  de  Es- 
paña. En  d  cual  tiempo  juntó  y  tuvo  el  concilio  Pa- 
lentino, cuya  copia  se  conserva  hasta  hoy,  y  el 
Legionense  con  otros  obispos  y  grandes ,  en  particu- 
lar se  halló  en  estas  juntas  presente  don  Diego  Gel- 
mirez  d  de  Santiago.  Todos  andaban  con  cuioado  do 
sosegar  y  pacificar  la  provincia ,  porque  las  armas  de 
Aragón  y  de  Navarra  se  movían  contra  los  gallegos, 
en  aue  tomaron  por  fuerza  el  castillo  de  Monterroso. 
Verdad  es  que  á  instandu  y  persuasión  de  varones 
santos  que  se  interpusieron,  se  apartó  d  rey  de  Ara- 
gón desta  demanda  y  desistió  de  las  armas.  Todo  pro- 
cedía arrebatada  y  tumultuariamente  sin  coi^siderar 
lo  que  las  leyes  permitían  :  los  unos  y  los  otros  bus- 
caban ayudas  para  salir  cou  su  intento.  A  los  caste- 
llanos y  gallegos  se  les  hacia  de  mal  ser  gobernados 
por  ios  aragoneses.  El  rey  de  Aragón  pretendía  á  de- 

(1)  Parece  que  no  fue  para  la  disolución  del  mairimooio 
de  los  reyes  don  Alonso  y  do&a  Urraca ,  sino  de  dofia  Teresa 
su  hermaaa,  eondesa  de  Portugal,  que  después  de  casada 
alguB  tiempo  con  don  Bermudo  Pérez  de  TrastamAra ,  se 
separó  para  casarse  coa  don  Feí-nando  su  hortnano  sin  cs^ie- 
rar  la  licencia  del  papa. 


308 


BIBLIOTECA   Db  GAbPAR   T  ftOlfi. 


recho  ó  á  tuerto  conservar  el  reino  de  que  se  apode- 
rara. Los  que  hacían  resistencia  eran  echados  de  sus 
dignidades ,  despojados  de  sus  bienes. 

Los  gallegos  y  pasado  aquel  primer  miedo ,  hicieron 
liga  con  don  Enrique  conde  de  Portugal.  Pasaron  con 
esto  tan  adelante ,  que  si  bien  el  infante  don  Alonso 
ora  de  pequeña  edan ,  le  alzaron  por  rey.  En  Compos- 
tclla'cn  la  iglesia  Mayor  se  hizo  el  auto  :  ungióle  con 
el  olio  sagrado  el  prelado  don  Diego  Gelmirez  :  cere- 
monia desusada  en  aquel  reino ,  pero  ¿  propósito  de 
dar  mas  autoridad  á  lo  que  hicieron.  Pedro ,  conde  de 
Trava ,  ayo  de  don  Alonso ,  fue  el  principal  movedor 
de  todas  Was  tramas.' Alteró  mucho  esta  nueva  y 
este  hecho  al  rey  de  Aragón  :  hizo  divorcio  con  la 
reina  y  con  tanto  la  dejó  libre  y  la  soltó  de  Soria  en 
cuyo  castillo  la  tenia  arrestada.  Sin  embargo  atraído 
de  la  dulzura  del  mandar  no  dejaba  el  señorío  que  en 
dote  tenia  :  demasía  que  á  todos  parecía  mal.  Los 
gobemadores'de  las  ciudades  y  castillos  como  no  les 
soltase  el  hon^enaié  que  le  teman  hecho ,  quitado  el 
escrúpulo  y  la  obligación ,  á  cada  paso  se  pasaban  á 
la  reina ,  y  le  juraban  tidelidad.  Lo  mismo  hizo  Pe- 
ranzules  varón  de  aprobadas  costumbres ,  y  no  obs- 
tante que  todos  aprobaban  lo  que  hizo,  cuidadoso  de 
la  fe  que  antes  dió  al  rey  de  Aragón ,  se  fue  para  él 
con  un  dogal  al  cuello  para  que  puesto  que  impru- 
dentemente se  había  obligado  á  quien  no  debiera ,  le 
castígase  por  el  homenaje  que  le  quebrantara  en  en- 
tregar los  castillos  que  del  tenia  en  guarda. 

Alteróse  al  principio  el  rey  con  aquel  espectáculo: 
después  amonestado  de  los  suyos  que  en  lo  uno  y  lo 
otro-aquel  caballero  cumplía  muy  bien  con  lo  quede- 
bia ,  y  qae  no  le  debía  empecer  su  lealtad ,  al  nn  con 
mucKa  numanidadque  le  mostró ,  y  con  palabras  muy 
honradas  le  perdonó  aquella  ofensa.  Los  demás  gran  • 
des  de  toda  Castilla  se  comunaban  y  ligaban  por  hi 
salud  y  libertad  de  la  patria ,  aparejados  á  padecer 
antes  cualquier  afán  y  menoscabo  ,  que  sufrir  el  se- 
ñorío y  gobierno  aragonés.  Don  Gómez  conde  de  Can- 
despína,  el  que  antes  pretendió  casar  con  la  reina,  y 
entonces  por  estaren  la  flor  de  su  edad  tenia  mas  ca- 
bida con  ella  de  lo  que  sufría  la  majestad  real  y  la 
honestidad  de  mujer ,  se  ofrecía  el  primero  de  todos  á 
defender  la  tierra ,  y  hacer  la  guerra  á  los  de  Aragón: 
blasonaba  antes  del  peligro.  Don  Pedro  conde  de  La- 
ra ,  su  competidor  en  los  amores  de  la  reina ,  tenia  el 
segundo  lugar  en  autoridad  y  poderío.  Discordes  los 
capitanes,  ni  la  paz  pública  se  podía  conservar,  ni 
hacerse  la  guerra  como  convenia.  Don  Alonso  rey  de 
Aragón  con  un  grueso  ejército  que  juntó  de  los  su- 
yos ,  se  metió  en  Castilla  por  la  parte  de  Soria  y  de 
Osma ,  do  se  tendian  antiguamente  losarevacos.  Acu- 
dieron á  la  defensa  los  grandes  y  ricos  hombres,  y  el 
ejército  de  Castilla.  Asentáronlos  unos  y  los  otros  sus 
reales  cerca  de  Sepúlveda. 

Resueltos  de  encontrarse ,  ordenaron  las  haces  en 
esta  forma  :  la  vanguardia  de  los  castellanos  regía  el 
conde  de  Lara ,  la  retaguardia  el  conde  don  Gómez: 
el  cuerpo  de  la  batalla  gobernaban  otros  grandes.  El 
rey  de  Aragón  formó  un  escuadrón  cuadrado  de  toda 
su  gente,  uióse  la  señal  de  arremeter  y  cerrar.  En  el 
campo  llamado  de  la  Espina  se  trabó  la  pelea ,  que  fue 
de  las  mas  nombradas  de  aquel  tiempo.  El  conde  de 
Lara  como  quier  que  no  pudiese  sufrir  el  primer  ím- 
petu y  carga  de  los  contraríos ,  volvió  las  espaldas  y 
se  huyó  á  Burgos ,  do  la  reina  se  hallaba  con  cuidado 
de]  suceso  ;  hombre  no  menos  afeminado  que  cobar- 
de. Don  Gómez  con  algo  mayor  ánimo  sufrió  solo  la 
fuerza  de  los  enemigos  y  peso  de  la  batalla ;  y  desba- 
ratados los  suyos ,  murió  él  mismo  noblemente  sin 
volver  las  espaldas  :  esta  postrera  muestra  dió  de  su 
esfuerzo.  Ni  fue  de  menor  constancia  un  caballero  de 
la  casa  de  Olea ,  alférez  de  don  Gómez ,  que  cerno  lo 
hobiesen  muerto  el  caballo  y  cortado  las  manos,  abra- 
z  ido  el  estandarte  con  los  brazos,  y  á  voces  repitien- 


do muchas  veces  el  nombre  de  Olea ,  cayó  muerto  de 
muchas  heridas  que  le  dieron.  Don  Enrique  conde  du 
Portugal  mas  por  odio  de  la  torpeza  de  la  reina  q  ue 
por  aprobar  la  causa  del  rey  don  Alonso ,  desampara- 
do el  partido  de  Castilla ,  se  juntara  con  los  aragone- 
ses :  ayuda  que  fue  de  gran  momento  para  alcanzar 
la  victoria.  La  confianza  que  destos  principios  \w; 
aragoneses  cobraron ,  fue  tan  grande  que  pasado  oí 
rio  Duero ,  por  tierra  de  Patencia  llegaron  hasta  Leou. 
Los  campos ,  pueblos ,  aldeas ,  eran  maltratados  con 
todo  el  mal  y  aaño  que  hacer  podían. 

Los  príncipales  de  Galicia  se  rehicieron  de  faerzas, 
determinados  de  probar  otra  vez  la  suerte  de  la  ba- 
talla. Pelearan  con  todo  su  poder  en  un  lugar  entro 
León  y  Astorga  llamado  Fuente  de  Culebras.  Sucediú 
la  batalla  de  la  misma  manera  que  la  pasada,  prós- 

f loramente  á  ios  aragoneses ,  al  cootrano  á  los  caste- 
lanos.  Fue  preso  en  la  pelea  don  Pedro  conde  de 
Trava ,  persona  de  grande  autoridad  y  poder ,  v  quo 
estaba  casado  con  una  hija  de  Armengol  conde  de 
Urgél  llamada  dona  Mavor.  El  mozo  rey  don  Alons^t 
no  se  halló  en  esta  pelea :  que  el  obispo  don  Dieg» 
Gelmirez  le  sacó  de  aquel  peligro  y  puso  en  parte 
segura  :  perdida  la  jornada ,  se  fue  al  castillo  de  Or- 
silon ,  do  estaba  la  reina  su  madre.  Ninguna  iiatalla 
en  aquella  era  fue  mas  señalada  ni  mas  memorable 
que  esta,  por  el  daño  y  estrago  que  della  resultó  á 
Castilla.  Las  ciudades  de  Najara,  Burgos,  Patencia, 
León  se  rindieron  al  vencedor*  sin  embargo  por  no 
tener  dinero  para  pagar  los  soldados ,  por  consejo  del 
conde  de  Portugal,  metió  la  mano  en  los  tesoros  de 
los  templos;  que  fue  grave  escoso ,  y  aun  le  fae  muy 
mal  contado.  San  Isidro  y  otros  santos  con  graves 
castigos  gue  dél  tomaron  adelante,  vengaron  aquella 
injuria ;  juntóse  el  odio  del  pueblo ,  j  palabras  con 
que  murmuraban  de  aquella  libertad  :  decían  qae 
merecían  ser  severamente  castigados  los  aue  metie- 
ron mano  en  los  vasos  sagrados  y  tesoros  de  las  igle- 
sias. La  verdad  es  que  desde  este  tiempo  de  «úpenle 
se  trocó  la  fortuna  de  la  guerra. 

Trabajaron  los  aragoneses  primero  el  reino  de 
Toledo ,  después  pasaron  á  cercar  la  ciudad  de  As- 
torga  ,  porque  fueron  avisados  que  la  reina  con  toda 
st^  gente  se  aparejaba  para  hacer  la  guerra  por  aquella 
parte.  Traía  Martin  Muñón  al  rey  de  Aragón  trecien- 
tos caballos  aragoneses  de  socorro  :  cayó  en  una 
emboscada  de  enemísos,  que  le- pararon,  en  que 
muertos  y  huidos  los  oemás,  él  mesmo  fue  preso.  El 
rey  movido  por  este  daño ,  y  con  miedo  de  mayor 
peligro  por  el  ñoco  número  de  gente <iue  tenia  á  cau- 
sa de  ios  mucnos  que  eran  muertos,  y  por  estar  los 
demás  repartidos  en  las  guarniciones  de  los  pueblos 
que  ganara ,  se  retiró  á  Carrion  confiado  en  la  fortifi- 
cación de  aquella  plaza.  Allí  fue  cercado  de  los  ene 
migos  por  algún  tiempo  hasta  tanto  que  el  abad 
Clusense,  enviado  por  el  pontífice  para  componer 
aquellas  diferencias ,  con  su  venida  alcanzó  de  los  de 
la  reina  treguas  de  algunos  días ,  y  no  mucho  des- 
pués que  se  levantase  el  cerco.  Los  soldados  de  Cas- 
tilla asimismo ,  como  levantados  y  juntados  arrebata- 
damente ,  y  sin  concierto  y  capitán  á  quien  todo:; 
reconociesen ,  ni  sabían  las  cosas  de  la  milicia ,  ni  los 
podían  detener  en  ios  reales  largo  tiempo. 

Pasado  este  peligro,  las  armas  de  Aragón  revolvie- 
ron contra  la  casa  de  Lara ,  contra  sus  pueblos  y 
castillos.  Por  otra  parte  las  gentes  de  la  reina  con  uo 
largo  cerco  que  tuvieron  sobre  el  castillo  de  Burgos, 
se  apoderaron  del ,  y  odiaron  dende  la  guarnición 
que  tenia  de  aragoneses.  El  conde  don  Pe^  ée  Lara 
como  pretendiese  casar  coa  la  reina ,  t  se  tratase  no 
de  otra  suerte  que  si  fuera  res[,  con  la  soberbia  d<* 
sus  costumbres  y  su  arrogancia  tenia  alterados  los 
corazones  de  muchos ,  que  públicamente  le  odiaban. 
Andaban  su  nombre  y  el  de  la  reina  puestos  afrento, 
sanoente  en  cantares  y  coplas.  Pasó  tan  adelante  esio 


wíÉtékik  M  fef^AÍU* 


dM 


qQe  anal  eutillo  de  ttansfllit  ftie  dimo  y  puesto  á 
recado  fw  Gnlierre  Fernandez  de  Castro.  Soltóse  de 
la  prisión ;  pero  fuéle  forzoso  por  no  asegurarse  de 
los  de  Casulla  que  tanto  Je  aborrecían,  huirse  muy 
lejos  y  no  parar  liasta  Barcelona.  Fue  hijo  de  don 
Die(;o  Ordoñez ,  el  que  retó  á  Zamora  sobre  la  muer- 
te del  rey  don  Sancho  (1 ) ,  y  sobre  el  caso  hizo  cam- 
po con  los  tres  hijos  de  Arias  Gonzalo. 

Después  desto  el  infante  don  Alonso  ya  rey  de 
Galicia  con  gran  voluntad  de  todos  los  estados  fue 
alzado  por  rey  de  Castilla.  Érale  necesario  recobrar 
por  las  armase!  reino  que  halló  dividido  en  tres  par- 
cialidades y  bandos :  no  menos  tenia  que  hacer  con- 
tra su  madre  que  contra  el  padrastro,  ni  menos  dolor 
ella  recibió  que  su  marido ,  de  que  su  hijo  hobiese 
sido  alzado  por  rey,  por  tener  entendido  que  en  su 
acrecentamiento  consislia  la  caída  de  ambos;  juicio 
en  que  no  se  enjaSaban.  Doña  Urraca  por  miedo  de 
k  indignación  de  su  hijo ,  y  por  verse  aborrecida  de 
los  suyos ,  determinó  fortificarse  en  el  castillo  de 
León,  confiada  que  por  ser  muy  fuerte  podría  en  él 
mantener  el  nombre  de  la  reina  y  la  dignidad  real, 
sin  embargo  del  odio  grande  que  el  pueblo  la  tenia. 
Pero  como  quier  que  el  hijo  se  pusiese  sobre  aquel 
castillo,  se  concertaron  que  la  reina  (2)  dejase  a  su 
hijo  el  reino ,  dádoie  con  gran  voluntad  de  los  gran- 
de y  del  pueblo ,  y  á  ella  señalasen  rentas  con  que 
pudiese  pasar. 

La  razón  de  los  tiempos  no  se  puede  fácilmente 
señalar  á  cada  cual  destas  cosas  por  la  diversidad 
que  hay  de  opiniones :  es  maravilla  en  cosas  no  muy 
antiguas  cuan  á  tienta  paredes  andan  los  escritores, 
que  hace  ser  dificultoso  determinar  la  verdad, 
tanto  que  aun  no  se  sabe  en  qué  año  murió  la  reina 
doña  Urraca ;  los  mas  dicen  que  como  diez  y  siete 
años  después  de  la  muerte  de  su  padre :  la  verdad  es 
que  en  tanto  que  vivió,  tuvo  poca  cuenta  con  la  ho- 
UMtidad.  Algunos  afirman  que  en  el  castillo  dé  Sal- 
daña  follecio  de  parto:  gran  mengua  y  afrenta  de 
España.  Otros  dicen  que  en  León,  tomado  que  bobo 
los  tesoros  de  San  Isidro  que  no  era  licito  tocarlos, 
reventó  en  el  mismo  umbral  del  templo  f  manifiesto 
castigo  de  Dios.  Menos  probabilidad  tiene  cierta  ha- 
blilla que  anda  entre  gente  vul^r ,  es  á  saber  que  de 
la  reina  y  del  conde  de  Candespioa  nació  un  hijo  por 
nombre  don  Fernando ,  al  cual  por  su  nacimiento  y 
ser  bastardo  llamaron  Hurtado.  Añaden  otrosi  que 
fue  principio  del  linaje  que  en  España  usa  desle  ape- 
llido, en  nobleza  muy  ilustre,  poderoso  en  rentas  y 
en  vasallos. 

CAPITULO  IX. 

De  la  guerra  de  Mallorca. 

Dbsta  manera  procedían  las  cosas  en  Castilla  en  el 
tiempo  que  á  ios  moros  de  Mallorca  y  de  Zaragoza 
acometieron  las  armas  de  muchas  naciones  que  con- 
tra ellos  se  juntaron.  Habia  fallecido  Giberto  conde 
de  la  Proenza  y  de  Aymillan  en  Francia :  dejó  á  doña 
Dulce  su  hija  por  heredera,  Don  Ramón  Berengucl 
conde  de  Barcelona  marido  de  doña  Dulce,  príncipe 
poderoso  y  de  grande  señorío  por  lo  que  antes  tenia 

Lpor  aquel  estado  de  su  sue^j^ro  que  [por  su  muerte 
^redótan  principal,  determinó  con  las  fuerzas  de 
amims  naciones  apoderarse  de  las  islas  Baleares,  que 
son  Mallorca  y  Menorca,  desde  donde  los  moros 
ejercitados  en  ser  cosarios  hacían  robos  y  correrías 
en  las  riberas  de  España  que  está  cercana,  y  también 
de  Francia.  Para  llevar  adelante  este  intento  tenia 

(i)  Esti  probado  qoe  don  Pedro  de  Lara  fue  bgo  de  don 
Gonzalo  Noñex. 

(3)  Seana  la  bistería  Compostellana ,  fue  un  reparto  de 
territorio  el  conveoio,  y  asi  es  que  en  .algunos  documentos 
dofia  Urraca  se  tituH  reina  de  beon,  y  so  büo  doa  Aloaso, 
rey  deMeda. 


necesidad  de  una  gruesa  y  grande  armada.  Juntó  en 
sus  rilaras  la  que  pudo :  principiode  donde  his  armas 
de  los  catalanes  comenzaron  á  ser  famosas  por  la 
mar ,  cuyos  señores  por  algún  tiempo  fueron  con  gran 
interés  y  fama.  Pero  como  su  armada  no  fuese  ñas* 
tanle,  éf  mismo  pasó  en  persona  á  Genova  y  á  Piso, 
ciudades  en  aquella  sazón  poderosas  por  la  mar.  Con- 
vidóles á  hacerle  compañía  en  aquella  guerra  que 
trataba :  púsoles  delante  los  premios  de  la  victoria,  la 
inmortalidad  del  nombre,  si  por  su  esfuerzo  los  bár- 
baros fuesen  echados  de  aquellas  islas,  de  do  como 
de  un  castillo  roquero  amenazaban  y  hadan  daño  á 
las  tierras  de  los  cristianos.  Prometiéronle  soldados 
y  naves ,  y  enviáronlos  al,  tiempo  señalado. 

Juntados  estos  socorros  con  el  ejército  de  los  cata- 
lanes, pasaron  á  las  islas.  Fue  la  guerra  brava ,  y 
dificultosa  y  larga ,  porgue  los  moros  desconfiados  de 
sus  fuerzas,  con  astucia  alzadas  Iss  vituallas,  y  to- 
mados los  pasos ,  parte  se  fortificaron  en  los  pueblos 
y  castillos,  parte  se  enriscaron  en  los  montea  sin 
querer  meterse  al  peligro  de  la  batalla.  Gonaideraban 
los  varios  y  dudosos  trances  que  traen  consigo  las 
guerras ,  y  que  los  enemigos  se  podrían  quebruutar 
con  la  falta  de  lo  necesario ,  con  enfermedades  y-con 
la  tardanza ;  cosas  que  de  ordinario  suelen  sobnsve- 
nir  á  los  soldados.  La  constancia  de  los  nuestros  ven- 
ció todas  las  dificultades;  y  la  ciudad  drincipal  por 
fuerza,  y  á  escala  vista  se  entró  en  la  isla  de  Mallor- 
ca el  año  1  i  15.  Murió  en  aquella  jornada  Raimundo 
ó  Ramón  prelado  de  Barcelona.  Sucedió  en  su  lugar 
Oldegario,  al  cual  poco  después  por  muerte  de  Be- 
rengario  arzobispo  de  Tarragona  pasaron  á  aquella 
iglesia.  Ganada  la  ciudad,  parecía  seria  fácil  lo  que 
restaba  de  conquistar.  En  esto  vino  aviso  que  Jos 
moros  en  tierra  firme  quier  con  intento  de  robar, 
quier  por  forzar  al  conde  se  retirase  de  las  islas,  con 

gente  que  echaron  en  tierra  de  Barcelona,  habían 
enchido  toda  aquella  comarca  de  miedo,  temblor  y 
lloro,  tanto  que  sitiaron  la  misma  ciudad. 

Esta  nueva  puso  en  grande  cuidado  al  conde  sobre 
lo  que  debía  hacer,  y  en  muclia  duda:  por  una  parte 
el  temor  de  perder  lo  suyo,  por  otra  el  deseo  de 
concluir  aquella  guerra  le  aquejaban  y  traían  en  ba- 
lanzas; venció  empero  el  miedo  del  peligro  y  los 
ruegos  de  los  suyos.  Dejó  encargadas  las  islas  á  ios 
gínoveses,  y  él  pasó  á  tierra  firme.  Los  birbsroe  sin 
dilación  alzaron  el  cerco:  siguiéronlos,  venciéronlos 

Í  desbaratáronlos  cerca  de  Martorel:  fue  la  pelea  mas 
manera  de  escaramuza  y  de  tropel  que  ordenadas 
las  haces.  La  alegría  de  esta  victoria  hicieron  que  fue- 
se menor  dos  incomodidades:  la  una  que  los  ginove- 
ses  con  el  oro  que  les  dieron  los  moros,  se  partieron 
de  las  islas  y  se  las  dejaron,  como  afirman  los  escri- 
tores catalanes^  que  en  las  historias  de  los  ginove&os 
ninguna  mención  hay  dosta  jornada:  k  otra  que  en 
la  Gallia  Narbonense  se  perdió  la  ciudad  de  Carease* 
na.  Poco  antes  deste  tiempo  Atbon  se  apoderó  de 
aquella  ciudad  sin  otro  derecho  mas  de  la  fuerza.  Era 
en  su  gobierno  cruel  y  feroz.  Movidos  desto  los  ciu- 
dadanos se  conjuraron  contra  él ,  y  echado,  restitu- 
yeron el  señorío  de  la  ciudad  al  conde  de  Barcelona 
cuya  era  de  tiempo  antiguo,  como  antes  queda  mos- 
trado. Athon  con  el  ayuda  de  Guillen  conde  de 
Potiers  forzó  á  los  ciudadanos  que  se  le  rindiesen. 
Rugerío  hijo  mayor  de  Athon  entrado  que  bobo  en  la 
ciudad,  hizo  que  todos  rindíeseu  las  armas:  corno^ 
obedeciesen  y  las  dejasen,  mandólos  á  todos  matar. 
La  crueldad  que  en  los  miserables  se  ejercitó ,  fue 
estraordínaría  con  toda  muestra  de  fiereza,  yaolw- 
bia  inhumana.  Muchos  que  pudieron  salvarse ,  se 
fueron  á  Barcelona.  A  ruego  dcUos  el  conde  Ramón 
Arnaldo  Berenguel  con  ejército  se  metió  por  la  Fran- 
cia. Pusiéronse  de  por  medio  varones  buenos  y  san- 
tos :  pesábales  que  las  fuerzas  deste  buen  principe 

cou  aquella  guerra  oivilae  diTbIiimda  iaguam 


9lft 


ftlBLIOTEilA  tk 


saflradtf.  Gonoertltee  fa  paz  de  esto  maiiftr& :  que  lo  que 
Atnon  había  prometido  á  Guillen  conde  de  Potiers  de 
serle  él  y  sos  descendientes  sus  feudatarios,  mudado 
el  concierto,  poseyesen  aouella  ciudad ,  pero  como 
en  feudo  de  los  condes  de  Barcelona.  Fue  este  Gui- 
llen conde  de  Potiers  hombre  que  procuraba  ocasión 
de  aumentar  su  señorío,  trabar  unas  guerras  de  otras, 
aunque  fuesen  con  daño  ajeno ,  sin  ningún  cuidado 
de  lo  que  era  honesto  y  de  la  fama.  Así  después  que 
Ramón  conde  de  Tolosa  partió  á  la  guerra  de  la  Tier- 
ra Santa,  como  arriba  queda  dicho ,  se  apoderó  con 
las  armas  de  todo'  lo  que  aquel  príncipe  tenia  en 
Francia :  hombre  desapoderado ,  y  que  no  temía  á 
Dios  ni  los  juicios  de  los  hombres. 
'  Beltran  hijo  de  don  Ramo  por  este  tiempo  después 
de  gastados  timtos  años  en  1  guerra^  desde  la  Tierra 
Santa  en  que  tenia  el  señor 'o  de  Tnpol ,  y  en  cuto 
cerco  le  mataron  á  su  padr  j  con  una  saeta  que  del 
adarbe  le  tiraron,  dio  la  vuelta  á  su.  patria.  No  tenia 
esperanza  que  el  de  Potiers  vendría  en  lo  que  era  ra- 
zón. Comenzó  á  tratar  con  los  príncipes  comarcanos 
cómo  podría  recobrar  el  antiguo  estaao  de  su  padre. 
En  lo  demás  no  halló  ayuda  bastante.  Acordó  acudir 
¿  don  Alonso  rey  de  Aragón  de  cuyas  proezas  y  vir- 
tudes se  decían  grandes  cosas :  demás  qué  la  amistad 
trabada  de  tiempo  atrás  entre  aquellas  dos  casas  y  el 
deudo  le  obligaba  á  no  desamparalle.  ¡Qué  grande 
maldad  1  El  que  perdido  su  padre  y  la  flor  de  su  edad 
en  la  guerra  sagrada ,  tan  lejos  de  su  patria  se  pusie- 
ra á  tantos  trabajos  y  peligros,  sin  embargo  despojado 
de  su  tierra  y  de  su  estado  fue  forzado  á  pedir  ayuda, 
y  acudir  y  hacer  recurso  á  la  miserícordia  de  otros. 
Recibióle  aquel  rev  benignamente  en  Barbastro.  Allí 
tuvieron  su  acuerao ;  y  el  conde  se  hizo  feudatarío 
de  Aragón  por  los  estados  de  Rodas,  de  Agde  ó  Aga- 
thense ,  de  Gahors ,  de  Albi ,  de  Narbona  y  de  Tolosa 
y  otras  ciudades  comarcanas  á  las  sobredichas ,  á  tal 
empero  que  portas  armas  de  Aragón  él  y  sus  descen- 
dientes fuesen  restituidos  y  amparados  en  los  estados 
de  que  estaban  despojados. 

Hisose  esta  avenencia  el  año  del  Señor  de  i  116, 
bien  une  don  Beltran  no  fue  restituido  á  causa  que 
el  poaer  de  los  condes  de  Potiers  era  grande,  y  las 
fuerzas  de  Aragón  estaban  divididas  parte  en  la  guer- 
ra civil  contra  Castilla ,  parte  en  la  que  con  mejor 
acuerdo  se  hada  contra  los  moros.  Verdad  es  -que 
pasados  algunos  años  don  Alonso  Jordán  hermano  de 
don  Beltran .  del  Castillo  de  Tolosa  en  que  le  tenia 
preso  el  conde  de  Potiers,  fue  por  aquellos  ciudada- 
nos saeado  para  hacerle  señor  de  aquella  ciudad,  y 
echado  della  por  fuerza  Guillen  Morello,  que  tenia 
aquel  gobierno  por  el  dicho  conde  de  Potiers.  Los 
decendientes  de  don  Alonso  fueron  su  hijo  Raimun- 
do ó  Ramón ,  su  nieto  Raimundo,  y  su  bisnieto,  y 
tatarañeto ,  que  se  llamaron  también  Raimundos ,  y 
tuvieron  el  señorío  de  aquella  ciudad  hasta  tanto  que 
Juana  hija  del  postrer  Raimundo  por  falta  de  hijos 
varones  casó  con  Alonso  conde  de  Potiers.  Deste  ca- 
samiento no  quedó  sucesión  alguna :  por  donde  San 
Luis  rey  de  Francia  hermano  del  dicho  conde  de  Po- 
tiers por  su  muerte  juntó  con  lo  demás  desu  reino 
los  estados  y  condados  de  Potiers  y  da  Tolosa,  según 

Í|ue  en  el  casamiento  de  aquella  señora  lo  capitu- 
aran. 

CAPITULO  X. 

De  la  guerra  de  Zaragosa. 

CoNPiNiaAN  con  el  señorío  de  don  Alonso  rey  de 
Aragón  las  tierras  de  Zaragoza,  muy  poderosa  y 
fuerte  ciudad  porsunobleza,  riqueza  y  grandeza.  Los 
moradores  della  liacían  ordinarias  correrías  y  cabal- 
gadas en  los  campos  comarcanos  de  los  cristianos, 
fin  idejar  de  hacer  todo  el  mal  y  daño  que  de  hom- 
bre» «iilMiros  y  enemigos  del  nombre  cristiano  se 


üMfAtL  t  noto. 

podía  esperar.  El  rey  de  Aragón  movido  por  estos 
males,  sm  embargo  que  la  guerra  de  Gasnila  no  la 
tenia  del  todo  acanada ,  se  aeterminó  con  todas  sus 
fuerzas  y  gente  de  combatir  aquella  ciudad.  Repre- 
sentábanse grandes  dificultades,  trabajos  y  peligros, 
que  la  constancia  del  invencible  rey  fácilmente  me- 
nospreciaba. Tahuste,  villa  principal  á  la  ribera  del 
rio  Ebro,  se  ganó  á  esta  sazón  por  el  valor  y  industria 
de  un  caballero  principal  llamado  Bacalla.  Asimismo 
ganaron  á  Borgia  á  la  raya  de  Navarra,  Magalona  y 
otros  pueblos  y  castillos  por  aquella  comarca.  A  los 
almogáraves  (i)  (así  se  llamalran  los  soldados  viejos 
de  gran  espenencia  y  valor)  se  dio  orden  de  que  estu- 
viesen de  guarnición  en  el  Castellar,  plaza  fuerte 
fundada  como  de  suso  queda  dicho  sobre  Zaragoza 
en  un  altozano.  Proveyéronles  de  mantenimientos, 
armas  y  municiones  á  propósito  de  hacer  salidas  y 
correrías  por  los  lugares  al  derredor,  y  que  si  nece- 
sario fuese,  pudiesen  sufrir  un  largo  cerco. 

Este  fue  el  principio  que  se  dio  á  la  guerra  y  con* 
quistas  de  Zaragoza :  á  fa  fama  acudieron  de  diversas 
partes  grandes  personajes,  entre  otros  vinieron  los 
condes  Gastón  de  Bearne,  Rotron  de  Alporche.y 
Centullode  los  Bigerrones.  Formaron  un  grueso  ejér- 
cito de  diversas  gentes  y  naciones,  con  que  se  pu- 
sieron sobre  aquella  ciudad  el  año  que  se  contatm 
de  nuestra  salvación  i1í8 ,  por  el  mes  Je  mayo.  AI 
octavo  día  ganaron  el  arrabal  que  está  de  la  otra  par- 
te del  río.  Rotron  conde  de  Alperche  en  el  mismo 
tiempo  que  se  continuaba  el  cerco,  con  seiscientos 
caballos  que  le  dieron,  se  apoderó  de  Tudela,  ciudad 
principal  en  el  roino  de  Navdrra,  puesta  en  tin  sitio 
tuerte  á  la  ribera  del  rio  Ebro ;  con  la  cual  se  quedó 
en  premio  de  su  trabajo.  Los  moros  de  España  como 
quier  que  conociesen  bien  de  cuánta  inmortancia  era 
para  sus  cosas  y  intentos  la  ciudad  de  Zaraj^oza,  y  el 
riesgo  que  corna  todo  lo  demás  sí  se  perdiese,  acu- 
dieron en  gran  número  para  socorrer  á  los  cercados. 
Vino  otrosfde  África  un  famoso  caudillo  por  nombre 
Temin  con  un  grueso  ejército  de  moros  íierverescos: 
tenia  puestos  sus  reales  en  un  lugar  aventajado  á  la 
ribera  de  Güerba  mas  arriba  de  Zaragoza,  y  junto  ai 
castillo  de  María  que  se  tenia  por  los  moros.  Pero  vis- 
to que  los  nuestros  le  hacían  ventaja  en  muchedum- 
bre y  esfuerzo,  dio  la  vuelta  á  lo  mas  adentro  déla 
Celtiberia, 

Los  cercados  padecían  falta  de  vituallas ,  y  no  te- 
nían esperanza  de  socorro,  oue  era  el  mayor  de  los 
males.  A  los  crístianos  cansaba  la  tardanza.  Apresta- 
ban nuevos  ingenios  para  batir  las  murailaa  y  entrar 
por  fuerza  la  ciudad,  cuando  fueron  avisados  que  un 
sobríno  de  Temin,  otros  dicen  era  hijo  del  rey  de 
Córdoba ,  venia  y  llegaba  ya  carea  eon  nsolucion  de 
meterse  en  la  ciudad  como  por  su  tío  le  era  manda- 
do. Alteróse  el  rey  don  Alonso  con  este  aviso :  tuvo 
su  acuerdo ,  y  determinó  salir  al  encuenU*o  á  los  que 
venían  de  socorro ,  ca  bien  entendía  que  si  entrasen 
en  la  ciudad ,  á  él  sería  forzoso  partirse  del  cerco  coa 
poca  reputación  y  mengua.  Marchó  pues  con  sus 
gentes,  dio  vista  á  los  enemigos,  juntáronse  las  hues- 
tes no  lejos  de  Daroca  en  un  lugar  llamado  Cutanda: 
dióse  la  batalla,  en  que  los  moros  fueron  vencidos  y 
muertos,  y  preso  su  general.  Los  de  Zaragoza  avisa- 
dos de  aquella  desgracia,  por  no  quedarles  esperaora 

(1)  Eran  una  tropa  de  montañeses  de  Aragón,  NaTinra  y 
Cataluña,  gente  robusta  y  feroz  que  á  las  órdenes  de  algunos 
nobles  haciin  perpetuaínente  correrias  ea  las  tierras  de  los 
moros  cuando  no  servían  á  sus  reyes.  Estabaa  vestidos  de 
pieles;  llevaban  abarcas  y  antiparras  de  lo  mismo;  es  la 
cabeza  una  red  de  hierro  en  forma  de  casco;  tenían  «aa  es- 
pada ,  un  chuzo  y  tres  ó  cuatro  dardos  arrobadizos;  y  lien- 
ban  consigo  sus  mujeres  y  sus  hgospara  que  ftieran  testigos 
de  su  gloría  ó  de  su  afrenta.  I^a  espedidon  de  Catalana  y 
Aragón  del  conde  de  Osoni  asi  hace  mandón  de  esta  tropa 
slngalar. 


algttoa  de  poderse  defender,  después  de  ocho  meses 
da  céreo  á  diez  j  ocho  de  diciembre  rindieron  sobre 
pleylesít  la  ciudad. 

Fue  aquel  dia  muy  alegre  para  los  cristianos  no  so- 
lo por  d  provecho  presente,  puesto  que  era  moy^^ 
grande ,  sino  mucho  masjXM*  la  esperanza  que  cobra-* 
riMi  de  desarraigar  el  señorío  de  los  moros -de  todo 
punto  y  qoitádoles  aquel  fortísiroo  baluarte.  JIstaban 
los  nuestros  tan  ciertos  que  tomarían  la  ciudad ,  que 
tenian  antes  de  tomalla  consamdo  en  obispo  della  á 
Pedro  Librana ,  que  consagró  la  iglesia  y  se  encargó 
del  gobierno  espiritual.  A  loscondes  Gastón  de  Bear- 
ne  y  Rotron  de  Alpeche  en  premio  de  su  trabajo  dio 
el  rey  por  juro  de  heredad  sendos  barrios  en  aquella 
ciudad  :  tales  eran  las  costumbres  de  aquel  tiempo: 
no  tenian  por  inconveniente  poner  muchos  señores 
en  un  pueblo  y  en  una  cindao.  A  la  ribera  del  Ebro 
nueve  leguas  de  Zaragoza  estubo  antiguamente  una 
noble  colonia  de  romanos  llamada  Julia  Celsa ,  ahora 
es  un  higar  desierto ,  y  á  una  legua  tiene  un  pueblo 
que  el  día  de  hoy  llaman  Jelsa,  que  es  el  solo  rastro 
que  queda  de  aquella  antigüedad. 

A  esta  comarca  pasó  el  rey  con  sus  gentes  luego 
que  la  sazón  del  tiempo  díó  para  ello  lugar.  Por  allí 
hicieron  cerrerías  en  los  campos  de  los  moros  al  der- 
redor. Deode  pasaron  á  la  Geltíbería , provincia  por  la 
aspereza  de  los  lugares  y  esfuerzo  de  ios  naturales  de 
todo  tiempo  muy  poderosa  y  fuerte ;  cuyos  linderos 
antiguamente  unas  veces  se  ensanchaban  y  otras  se 
estrechaban  como  sucedían  las  cosas.  Pero  propia- 
mente los  celtíberos  corrían  de  Oeste  al  Este  desde 
las  fuentes  del  rio  Jalón  que  tienen  su  nacimiento 
en  Medinaceli,  que  algunos  tienen  aunque  con  en* 
gano  fue  la  antigua  EcelesU,  hasta  Nertobriga,  que 
hoy  es  Rícin.  Por  la  bftnda  de  Setentrion  tenia  por 
aledaño  á  Moncayo ,  y  á  la  parte  de  Mediodía  las 
fuentes  de  Tajo  cerca  de  Albarracin,  ciuda<l  que  ou 
otro  tiempo  se  llamó  Lobato :  en  aquella  comarca  en 
la  guerra  sucedida  los  nuestros  como  suelea  los  ven- 
cedores ;  todos  se  les  rendía  y  allanaba.  Ganaron  des- 
ta  veza  Tarazona,  á  Alavona,  y  á  Epila ,  que  se  tiene 
llamaron  antiguamente  Segoncia.  Asimismo  Calata- 
vud  vino  4  poder  de  cristianos,  población  que  fue  de 
moros  y  de  su  capitán  Alud,  que  la  fundó  no  lejos  de 
In  antigua  y  famosa  Bübílis:  de  que  queda  rastro  en 
un  monte  que  cerca  de  aqueHa  ciudad  se  empina ,  y 
liasU  el  dia  de  hoy  sollama  Bombóla.  Hariza  Umbien 
y  l>aroca  corrieron  la  misma  fortuna;  adelante  de  la 
cunl  villa  el  rey  hizo  edíflcar  un  pueblo  que  llamó 
Monreaiy  en  un  sitio  muy  á  propósito  para  enfre- 
nar las  correrías  y  los  intentos  de  los  moros  de  Va- 
lencia. 

Los  mongos  cartujos  y  los  del  Gistel,  nuevamente 
fundados ,  tenian  gran  fama  y  crédito  por  todas  las 
partes  déla  cristiandad.  Demás destas  órdenes  en  Je* 
rusalén  ios  caballeros  Templarios  y  ios  Hospiuüarioj, 
conforme  á  su  santo  y  religioso  instituto  inventado 
por  el  mismo  tiempo,  se  empleaban  con  todas  sus 
fuerzas  en  adelantar  por  aquellas  partes  el  partido  de 
los  cristianos.  Los  Templarios  en  vestidura  blanca 
traían  cruz  roja  á  la  manera  de  la  de  Garavaca  con 
dos  traviesas.  Los  Hospitalarios  que  también  se  lla- 
maban de  San  Juan,  en  capa  negra  cruz  blanca.  San 
Bernardo,  principal  fundador  de  la  orden  dei  Gistel, 
que  vivía  por  estos  tiempos  y  aun  se  sabe  vino  á  Es- 

Íiaña  (4) ,  persuadió  al  rey  entregase  aquel  pueblo  á 
os  Templarios.  Bfzose  asi ,  edificáronles  allí  un  con- 
vento, díéronles  asimismo  otras  rentas,  en  particular 
se  les  señaló  Ut  quinta  pj^te  de  los  despojos  que  se 
gmnasen  en  la  guerra  :  todo  á  propósito  que  tuviesen 
coD  que  sustentar  los  gastos,  y  por  aquella  parte 
fuesen  fronteros  de  los  moros.  Guillen ,  prelado  de 


mSTOMA  DE  ESFANA.  311 

Aux  en  la  Guiena,  y  los  demás  obispos  de  Aragen 
con  sus  sermones  encendían  los  corazooes  de  la  gen- 
te á  tomar  la  cruz,  y  ayudar  con  sus  personas  y  na- 
ciendas  los  intentos  de  aquellos  caballeros.  Esta  fue 
la  primera  eotrada  que  los  Templarios  tuvieron  en 
España ,  este  el  principio  de  las  grandes  rentas  que 
adelante  poseyeron ,  y  aun ,  como  se  tuvo  por  cierto, 
últimamente  fueron  causa  de  su  total  ruma  (2). 


GAPITULO  XI. 
Del  scisma  de  Burdino  natural  de  Limoges. 

Gobernaba  por  este  tiempo  la  iglesia  de  Roma  Ge- 
lasio  II  deste  nombre ,  al  cual  poco  antes  pusieron  en 
la  silla  de  San  Pedro  por  la  muerte  del  pontífice  Pas- 
cual. Fue  persona  de  gran  corazón,  pues  no  dudó 
proseguir  las  enemistaues  de  sus  antecesores  contra 
el  emperador  Enrique  IV  deste  nombre,  en  defensa 
de  la  libertad  de  la  Iglesia  y  de  la  magostad  pontifi- 
cia .  en  que  pasó  tan  adelante ,  que  como  el  emperador 
viniese  a  Roma,  y  él  no  se  hallase  con_ fuerzas  para 
reprimir  sus  intentos ,  en  una  barca  por  el  Tiber  se 
fue  primero  á  Gaeta  de  donde  era  natural,  y  de  allí 

§  aso  en  Francia  con  iutento  de  celebrar  un  concilio 
e  obispos ,  que  tenia  convocado  para  la  ciudad  de 
Rems.  La  muerte  atajó  sus  intentos ,  que  le  tomó  en 
el  camino  en  el  monastario  de  Gluñí.  Tuvo  el  ponti- 
cado  pocos  días  mas  de  un  año.  En  este  tiempo  dejó 
concedida  una  indulgencia  á  los  soldados  que  estaban 
sobre  Zaragoza,  y  á  todos  los  demás  que  acudiesen 
con  alguna  ayuda  para  edificar  el  templo  de  aquella 
ciudad.  La  bula  por  ser  muy  señalada,  j  porque  por 
ella  se  entiende  como  se  concedían  las  raduigencías 
antiguamente ,  pondrá  aquí  vuelta  en  romance  :  «Gc- 
»Jasio  obispo,  siervo  de  los  siervos  de  Dios ,  al  ejér- 
Dcito  de  los  cristianos  que  tieoe  cercada  la  ciudad  de 
»Zaragoza ,  y  á  todos  los  que  tienen  la  fe  cristiana 
»salud  y  apostólica  bendición.  Hemos  visto  las  letras 
nde  vuestra  devoción,  y  de  buena  gana  dimos  favor 
ná  la  petición  que  enviastes  á  la  Sede  Apostólica  por 
»el  electo  de  Zaragoza.  Tornando  pues  a  enviar  al  di- 
»cho  electo,  consagrado  por  la  gracia  de  Dios  por 
«nuestras  manos  como  si  por  las  del  apóstol  Sun  Pe- 
ndro lo  fuera,  os  damod  la  bendición  de  in  visitación 
napóstóñca,  implorando  la  justa  misericordia  del 
»omnipotente  Dios  para  que  los  ruegos  y  merecí- 
«mientos  de  los  santos  os  ímga  obrar  su  obra  á  honra 
nsuya  y  dilatación  de  su  Iglesia.  Y  porque  habéis  de- 
»termínado  de  poner  á  vos  y  á  vuestas  cosas  á  estre- 
omos  peligros ;  si  alguno  de  Vos  recibida  la  penitencia' 
»de  sus  pecados  muriere  en  jornada.  Nos  pNor  los  me- 
»recimient08  de  todos  y  ruegos  de  la  iglesia  católira 
»le  absolvemos  de  las  ataduras  de  sus  pecados.  Demás 
»desto  los  que  por  el  mismo  servicio  de  Dios  ó  traba- 
»jaren  ó  han  trabajado,  y  los  que  donan  alguna  cosa 
»ó  hobieren  donado  á  la  iglesia  de  la  dicha  ciudad 
«destruida  por  los  sarracenos  y  moabitas  para  ayuda 
»á  su  reparo,  y  á  los  clérigos  que  allí  sirven  á  Dios, 
npara  su  sustento,  conforme  á  la  cantidad  de  suit 
«trabajos  ó  buenas  obras  que  hicieren  á  la  Iglesia ,  y 
ȇ  juicio  de  los  obispos  en  cuyas  parroquias  viven, 
«alcancen  remisión  oesus  penitencias  y  indulgencia. 
«Dado  en  Alaste  á  cuatro  de  los  idus  de  diciembre.  Yo 
«Bernardo arzobispo  déla  silla  toledana  bago  y  con- 
«tírmo  esta  absolución.  Yo  el  obispo  de  Huesca  hago 
«y  confirmo  esta  absolución.  Yo  Sancho  obispo  de 

(2)  Bn  este  tiempo  no  solamente  no  se  establecieron  los 
Templarios  en  Bspiííaf  pero  ni  aun  se  tendría  noticia  de 
ellos,  pues  acababan  de  ecbar  los  ruadamentoa  de  esta  orden 
en  Palestina  y  no  se  aprobó  basta  el  año  ittt  por  el  concilio 
de  Troyes.  La  mayor  antigüedad  aue  puede  darse  á  los  Tem« 
planos  en  Espafia  es  del  a&o  1130 ,  en  que  el  conde  de  Bar- 
celona don  Ramón  Berenguel  hizo  profesión  solemne  de  Ja 
(I)  El  monge  Gaufredo,  que  fue  dlscipulo  de  San  Bcrnar-  I  caballería  dei  Templo,  y  entregó  á  Hugo  RímWo,  que  era  su 
do ,  dice  qae  el  ranto  vino  á  España.  '  maestre ,  la  fortaleza  de  Franeya  frontera  de  los  moros. 


i)Calaliorra  llago  y  coaürmo esta absalucion.  Ve  Gui 
»ito  obispo Lascurrens'í  hagoyconfirmoesta  abaolu- 
ocion.  Vo  Boso  cardenal  de  la  Santa  Iglesin  Román;: 
»liago  y  coalirmo  esta  absolución.» 


En  lugar  del  papa  Gelasio  por  voto  de  los  cárdeno- 
les  que  í  su  oiuerle  ae  hallaron,  el  año  de  HI9  i 
lirimero  de  febrero  fue  elegido  Guido  de  nacían  bor- 
l^oñon ,  liermano  de  don  Ramiro  y  tio  de  don  AJonao 
tey  de  Castilla.  Era  á  la  rozím  anobispo  de  Viena  de 
Francia  :  llamóse  en  el  pontiGcado  Csíiito  Segundo, 
dado  que  no  aceptd  la  elección  hecha  por  los  carde- 
nales en  BU  persona  hasta  Unto  que  el  clero  de  Roma 
viniese  en  lo  mismo;  y  asi  do  se  coronó  hasta  los 
quince  de  octubre.  En  el  concilio  Remense,  en  que 
se  halló  preitente,  promuigú  sentencia  de  descomu- 
nión contra  el  emperador  :  estableció  otrosí  nuevas 
leyes  contra  el  pecado  de  la  simonía ,  que  era  muy 
oñtinario,  tanto  que  ni  bautizaban  los  niños  ni  en- 
terraban los  muertos  sino  por  dineros.  Procuró  que 
los  presbíteros , diáconos  y  subdiiconos  se  apartasen 
de  las  concubinas,  las  cuales  en  tiempos  tan  revuel- 
tos ellos  tenían  con  el  repuesto  y  libertad  como  si 
fueran  sus  mujeres ;  en  España  en  particular  todavía 
se  continuaba  la  mala  costumbre  que  íntrudojo  el 
perverso  rey  Witiía,  en  especial  en  Galicia,  sin  po- 
derla estirpar  del  todo,  bien  que  se  ponía  en  ello 
-  diligencia  :  de  que  da  muestra  un  breve  oue  pocos 
Años  antes  deste  tiempo  envió  el  papa  Pascual  ú  don 
Diego  Gelmirez  obispo  de  Santiago,  cuyo  lonor  es  ei 


que  se  sigue :  «Pascual  obispo  siervo  de  k»  siervos 
nde  Dios ,  al  venerable  Die^  obispo  de  Composlelb, 
iisnlud  y  upostólica  bendición.  La  Iglesia  que  por  vo- 
nluntad  de  Dios  has  recebido  para  gobernar ,  mucho 
oha  que  aun  pareciendo  que  tenia  pastor ,  carece 
lidet  consuelo  de  pastor.  Por  enile  con  mayor  cuida- 
ndo debes  procurar  que  todas  las  cosas  en  ella  se 
iidisponejín  legnlmente  confonneá  la  regla  de  la  Sede 
uApostúIics.  Pon  en  tu  igledia  tales  cardenales,  pres- 
ubiteros  ú  diáconos,  que  puedan  dignamente  auslen- 
Mtar  las  careas  cometidas  á  ellos  del  gobierno  ecle- 
usiástico.  Allende  desto  lo  oue  toca  i  los  presbíteros, 
use  encomiende  á  los  presbíteros;  lo  que  es  de  loe 
udiáconos ,  á  los  diáconos  se  ercargue .  para  que  nin- 
Mguno  se  entremeta  en  oficio  ajeno.  Sí  algunos  cier- 
nlamente  antes  que  fuese  recebida  la  ley  romana, 
nsegun  la  común  costumbre  de  la  tierra ,  contrajeron 
umatrimonios ,  los  hijos  nacidos  dellos  no  los  esclui- 
»mos  ni  de  la  dignidad  seglar  ni  de  la  eclesüstica. 
"Aquello  de  todo  punto  es  indecente  que  en  vnestr* 
iiproviucía ,  según  somos  informados ,  moran-  junta- 
Dmentelos  monges  y  lasmonjas.Locual  debe  procurar 
Destorbsr  tu  esperiencía ,  paraquelos  que  al  presente 
)ie»tán  juntos,  sean  apartados  en  moradas  muy  di- 
Hvorsas  conformeal  juicio  de  personas  religiosas;  j 
upara  ailelante  no  se  use  desemejante  libertad.  Dado 
lien  el  Lateraao  año  de  la  Encarnación  del  lieñor  mil 
iiy  ciento  y  tres ,  de  nuestro  pontilicado  el  cuorlo.v 
La  ley  romana  de  que  se  hace  mención  en  este  breve, 
según  yo  entiendo ,  era  la- ley  de  la  continencia  im— 
puasta  i  los  del  clero. 

La  causa  de  descomulgar  al  emperador  en  el  con- 
cilto  Remense  fue  que  luego  que  el  papa  Gelasio  se 
salió  de  Roma,  como  queda  dicho,  el  emperador 
procuró  y  hizo  que  en  su  lugar  fucaa  nombrado  p<>r 
romano  pontífice  el  obispo  de  Braga ,  llamado  Burdi- 
no,  con  nombre  de  Gregorio  Octava.  Principio  y 
ocasión  con  que  por  la  discordia  de  dos  oue  se  llama- 
ban pontiGces,  se  alteró  la  paz  de  le  Iglesia  en  muy 
mala  sazón.  Cada  cual  de  loe  dos  pretendía  ser  el  ver- 
dadero papa ,  y  ponía  dolo  en  la  elección  de  su  cw- 
Irario ,  como  es  ordinario  en  semejantes  casos.  Era 
Burdino  natural  de  Límoges,  en  Francia  :  vino  á  Es- 
paña en  compañía  de  Bernardo  arzobispo  de  Toledo, 
como  queda  dicho  de  ¡usa.  Después  con  ayuda  del 
mismo  alcanzó  el  obispado  de  Cwmbra.  En  él  udcA 
el  nombre  de  Burüino  y  se  llamó  Haurido;  pero  no 
se  despajó  de  sbs  maiss  mañas  y  dañadas  costum- 
bres. De  Coimbra  con  la  misma  ayuda  de  Bernafdo 
fue  promovido  al  anohispado  de  Braga.  A  lodos  esto^ 
beneficios  no  cfKrespondiú  con  el  igraderimiento 
debido ;  antes  con  dineros  que  de  todas  partes  juntó, 
en  que  llevaba  maa  confianza  que  en  la  justicia  de  lo 
que  pretendía,  se  partió  para  Roma  con  intento  de 
alcanzar  del  pontiGce  Pascual  absolvitseá  BerDtrdo, 
y  le  quitase  la  dignidad  qUe  tenia ,  con  color  que  por 
su  vejez  no  era  bastante  para  el  gobierno  de  aquella 
iglesia,  y  esto  faecbo,le  puaieseíélen  su  lugar,  y 
le  hiciese  arzt^ispo  de  Toledo. 

Acometió  el  n^ocio  p^r  todos  los  medios  que  su- 
po ;  pero  perdida  u  espwanzs  que  el  pontífice  vendria 
en  cosa  tan  fuera  da  raasn ,  como  era  sagax  y  dobla- 
do, acordó  tomar  otro  camino  para  lu  acrecenta- 
miento. Supo  la  discordia  y  diferencias  qiie  tenían  el 
emperador j  el  papa  :  fnese  para  el  emperador,  y 
con  sus  manas  le  ganó  la  voluntad  de  tal  suerte,  fae 
con  BU  ayuda  se  apoderó  de  la  iglesia  de  Roma  y  se 
hizo  falso  pontífice.  Hay  un  breve  del  papa  Getaño 
para  Bernardo  arzobispo  de  Toledo ,  en  que  le  avisa 
que  Burdino  por  sus  escesos  fue  analematixado  por 
el  pontiBce  Pascual ,  y  le  ordena  que  en  su  lugar  ba- 
'--  poner  otro  prelado  en  la  iglesia  de  Braga.  Grandes 
¡ron  las  alteraciones  que  por  cama  oeste  scisma 
de  Burdino  se  siguieron.  Remediólo  Dios :  que  el 
verdadero  papa  usó  de  diligencia,  y-  el  falso  pontífice 


tinroaiA  os  espida.  31:i 

tras  iftoadwpueB  que  uMrpó  aquel  apellido,  fue  en  I  aquel  mairimonio  era  ninguno  y  como  lal  estaba 
Satrío  preso,  7  en  Roma  traído  como  e a  [riunroen  I  apartado,  y  por  otra  don  Alonso  era  ya  re?  y  señor 
un  camello  por  las  calles  y  por  las  plnias ;  última-  |  de  todo  con  henepIÑcllo  de  su  madre  y  voluntad  de 
meule  le  desterraron  á  lo  postrero  de  Italia,  y  en  el  ¡  todo  el  reino  :  que  por  sola  fuerza  sin  raiouni  dere- 
^estierro  murió  en  el  monasterio  de  la  Cafa  llamado  |  cho  tener  oprimido  el  reino  sjeno ,  sus  amigOB  y 
de  U  Trinidad,  en  que  piir  seo  le  tic  ra  v  en  pago  de  .  deudos,  era  cosa  de  mala  sonaiia,  y  que  no  se  podria 
Eus  desméritos  le  tenían  recluso.  Este  fue  el  premio  [  tolerar :  finalmente  le  advirtieron  que  loa  sucesos  ár 
de  la  ambición  de  aquel  hombre  sin  mesura:  este  el    la  xuerra  suelen  ser  desgraciados,  pnr  lo  menos  muy 


ña  de  grandes  movimieotos ,  sospecbas  y  miedos  que 
tenían  snspenso  y  con  cuidado  a  todo  el  mundo. 

CAPITULO  XII. 
De  las  paces  que  se  asentaron  t^olre  Aragón  y'CaMItia. 
La  elección  del  papú  Gallito  di6  mucho  contente  li  \ 
so  sobrino  d  rey  de  Castilla ,  y  para  toda  España  Tue 
muy  laludable ,  ca  todos  en  tendiaa  favoreciu  BUS  co- 
sas c«n  muchas  veras,  mayormente  las  de  Castilla, 
por  et  lleudo  que  eu  ella  tenia ,  donde  ú  la  saznn  las  1 
principales  cindades  y  castillos  mas  fuertes  se  lenian  ' 
por  Angón  con  guarniciones  que  en  ellas  poi.ian, ; 
sin  otro  mejor  derecho  qno  e.\  que  los  reyes  suelen  : 
ptHltf  en  las  armas  y  en  la  fuer/a.  Los  castellanos  , 
comunmeate  unos  por  la  larga  costumbre  áo  servir  y  ! 
obedecer ,  otros  por  diversos  respetos  y  obligaciones  ', 
que  tenían  A  los  aragoneses ,  poco  caso  hacían  del 
menoscabo  y  afrenU  de  todo  el  reino ;  y  muy  poco  ] 
leí  moría  e)  deseo  de  la  libertad.  Era  el  rey  de  Casti-  ' 
Ha,  aunque  de  pocos  aüos,  igual  en  grandeza  de  I 
Animo  á  cualquiera  Je  sus  antepasadoí :  no  podía  | 
sufrir  los  agravios  que  su  padrastro  le  hacia,  y  la 
mengua  de  su  reino.  Enviáronse  de  una  parte  A  utra 
embajadas  sobre  el  caso.  El  de  Aragón  ni  claramente 
rehusaba  de  hacer  lo  que  se  lepeilin,  ni  venia  luegn  . 
en  ello.  Solo  de  día  en  día  con  varins  ea';ua¡is  q<ie  ule-  ' 
gaba,  dilataba  la  ejecuuion  y  entretenía  ú  su  anlt'iia-  I 
do.  Úegdee  A  los  postreros  plazos  y  términos ,  que 
'  ■  e  enviar  reyes  ile  armas  ¡tara  pedir  los  castill<n  y 


dudoso  su  remate,  mayormente  que  está  í  cuenta  df< 
Dios  el  amparar  la  inocencia  y  li<  justicia  contra  lo* 
que  á  tuerto  in  atrope1l;in. 


plasas;  ▼  caso  que  no  se  híi^iese  asi,  denunciar  y 
•«nnper  la  guerra  A  los  contrarios. 

Elde  Aragón  por  la  continua  prosperidad  que  en 


SDS  cosas  tenía,  y  por  la  pequeña  edad  de  su  antena- 
do,  faaci:!  poco  caso  destas  amenazas,  y  parecía  eülar 
olvidado  de  la  poca  firme/a  qu«  tienen  las  cosas  de 
la  líerra.  Vinieron  A  las  armas:  juntaron  gran  les 
huestes  por  la  una  v  porla  otra  parle.  El  rey  de  Ara- 
gen  como  se  hallaba  mas  apercebido  de  todas  laS 
cosas  necesarias  fue  el  primero  que  salió  en  campo:  ¡ 
rompió  por  la  parte  de  Navarra ,  y  entró  por  los  cara- 
pos  de  la  Rioja:  dicen  que  el  que  acomete  vence. 
Parecíale  otrosí  mas  i  propósito  para  ganar  repula- 
cioD  7  salir  con  la  victoria  ofender  que  defenderse,  y 
forzar  ú  los  oneraigo«  en  sus  mismas  tierras  A  poner 
i  riesgo  sus  haciendas,  sus  cusas,  liíjos  y  mujeres, 

Í  todas  las  demAs  cosas  que  suelen  estimar  los  linm- 
res  uiaa  que  la  misma  vida.  Grandes  males  y  estra- 
gos amenazaban  A  España  por  cualquiera  délas  piir- 
les  que  la  victoria  quedase. 

Acudieron  personas  de  buena  vida ,  y  prelados  del 
uno  j  del  otro  reino :  pasiéronse  de  por  medio  d  mo- 
ver tnitos  de  paz,  bien  que  poca  espieranzateni.m  de 
salir  con  ello  por  las  muchas  veces  que  en  balde  se 
intentara.  Has  como  quter  que  los  corazones  de  ios 
principes  están  en  loa  manos  de  Dios,  todo  sucediú 
mejor  que  pensaban ,  porque  el  rey  de  Aragón  diú 
oíaos  A  estus  pláticas,  y  se  d«jú  persuadir  de  las  ra- 
zones que  le  puiíeroo  delante.  Estas  eran  que  el  de 
Caslílla  pedia  justicia  en  sas  pretensiones;  ofrecían 
tendría  al  Aragonés  en  lugar  de  padre  sin  le  enojar 
en  cosa  alguna;  per  el  contrario  los  aragoneses  no 
barían  bien  ni  razun ,  si  mas  tiempo  detuviesen  los 
castillos  y  ciudades  de  Castilla,  pues  la  escusa  que 
alegaban  de  Is  pequeña  edad  del  rey,  j  el  dereclio 
que  preiendían  por  el  casamientD  de  dona  UMca  su 
madre,  de  lodo  punto  cesaban ,  pues  por  nna  parte 


Uoóa  Diicpsuclt. 

Vinieron  pues  A  concierto :  las  condiciones  fueron 
que  por  lúsaragonesea  quedase  lodo  lo  que  hay  desde 
Villorado  A  Calahorra ,  A  que  pretendían  tener  dere- 
cho por  razonosy  escrituras  que  declaraban  pertene- 
cía aquella  comarca  á  los  reyes  de  Navarri:  demils 
desto  que  en  Vizcaya  quedase  pnr  los  mismos  lo  que 
se  llama  Guipúzcoa  y  Aluva ,  provincias  que  pocos 
años  ñutes  et  rey  don  Alonso  el  Sesti  quitara  por 
fuerza  á  los  navarros :  cuanto  á  las  demás  ciudades  v 
fuerzas  de  Castilla  acordaron  se  quitasen  las  guaruí- 
cÍDues  que  tenían  de  aragoneses,  j  nombrudanienle 
de  Toledo.  Bien  entiendo  que  en  Iodo  cslo  se  luvn 
respeto  A  dar  conlenlo  al  ponlilii:e  Calixto ;  7  tod;ivia 
no  sabría  determinar  á  cuhI  destos  dos  printípes  srt 
debí  mayor  loa  y  prez  eu  esto  caso.  Parece  que  cada 
cual  de  los  dos  s  1  señaló  y  se  la  ganó  al  otro  en  mo~ 
deslía  y  en  blandura:  el  Aragonés  se  moslió  muy  li- 
beral por  dejar  lo  que  tenía,  sin  embarco  de  razones 
aparentes  que  para  continuar  no  [altaban  como  es 
ordinario :  el  de  Castilla  se  señaló  en  paciencia  y  en 


314 


BIBLIOTECA  DB  GAflPAB  f  BOIG. 


prudoncia  mas  que  llevaba  su  edad,  puea  con  parte 
de  su  reino  quiso  comprar  la  paz  tan  deseada  de 
t^dos. 

Concertadas  estas  diferencias,  que  avino  el  año  de 
GrisU)  ii22  (si  bien  algunos  añaden  á  este  cuento 
mas  años)  en  adelante  estos  dos  reyes ,  como  si  fu^ 
ran  dos  hermanos,  ó  padre  y  bijo  se  mantuvieron  en 
grande  concordia,  y  se  gobernaron  con  gran  pruden- 
cia: defendieron  üus  reinos  de  las  tormentas  y  guer- 
ras que  amenazaban  de  diversas  partes.  Lo  pnmero 
sin  dilación  revolvieron  contra  los  moros.  £1  de  Ara- 

f;on  rompió  por  aquella  parte  que  bañan  y  abrazan 
os  ríos  Ginca  y  Segre,  donde  el  pueblo  de  Alcolea, 
que  era  vuelto  á  poder  de  moros,  se  recobró.  Pasaron 
al  reino  de  Valencia,  y  de  la  otra  parte  del  rio  Jucar 
entraron  asimismo  por  la  comarca  de  Murcia.  Revol- 
vieron sobre  la  ciudad  de  Alcaráz,  pero  aunque  la 
combatieron,  no  pudieron  salir  con  ella  por  la  forta- 
leza de  su  sitio.  De  allí  pasaron  á  lo  mas  adentro  de 
Andalucía ,  en  que  los  pueblos  y  ciudades  á  porfía  se 
les  rendian,  y  se  ofrecian  á  pagar  cierto  tributx)  cada 
un  año  porque  no  les  talasen  los  campos,  ni  les  roba- 
sen ni  quemasen  la  tierra.  Vinieron  á  batalla  con  el 
rey  de  Córdoba  y  otros  diez  señores  moros ,  que  se 
.lió  junto  á  un  pueblo  llamado  Arenzol  el  año  1 1 23  (i ). 
La  victoria  v  el  campo  quedó  por  los  nuestros.  Por 
otra  parte  el  año  luego  siguiente  ganaron  por  fuerza 
de  los  moros  á  Medinaceli ,  villa  puesta  en  un  collado 
enipinado  en  aquella  parte  por  do  partían  términos 
la  Celtiberia  y  la  Carpetania.  Desta  manera  procedían 
les  cesas  de  Aragón. 

El  rey  de  Castilla  con  el  mismo  deseo  de  hacer  mal 
á  los  moros,  y  huir  la  ociosidad  con  que  las  fuerzas 
^e  enflaquecen  f  marchitan ,  acometió  las  tierras  de 
Estremadura.  Alli  recobró  la  ciudad  de  Coria  (2), 
que  después  de  la  muerte  del  rey  don  Alonso  su 
abuelo  volviera  á  poder  de  moros.  Dio  el  rey  orden  y 
asiento  en  las  ooias  de  aquella  ciudad :  don  Bernardo 
por  la  autoridad  que  tenia  de  primado  y  legado  apos- 
tólico, concertó  lo  que  tocaba  á  la  religión  y  culto 
divino.  Dende  corrieron  todas  las  tierras  que  se  es- 
tienden  largamente  entre  los  dos  ríos  Guadiana  y 
Tajo,  y  son  parte  de  la  antigua  Lusitania.  Las  talas 
de  los  campos  y  las  presas  de  los  hombres  y  ganados 
fueron  muy  grandes :  con  que  el  ejército,  alegre  por 
el  buen  suceso ,  rico  y  cargado  de  despojos ,  dio  la 
vuelta  y  se  fueron  los  soldados  á  descansar  á  sus 
casas.  Con  estos  principios  ganó  el  rey  reputación :  y 
dio  bastante  prueba  de  aquellas  virtudes,  fe,  libera- 
lidad, constancia,  culto  muy  puro  de  la  religión  en 
que  apenas  tuvo  par. 

Era  muy  devoto  de  Bernardo,  abad  á  la  sazón  de 
Claravalle ,  al  cual  la  conocida  bondad  de  su  vida  y 
los  grandes  trabajos  que  sufrió  por  la  religión ,  puso 
adelante  en  el  numero  de  los  santos.  Era  de  nación 
Borffoñon ,  como  el  rey  lo  era  de  parte  de  su  padre, 
y  asi  por  su  consejo  hizo  ediílcar  muchos  monasterios 
de  Cistercienses,  que  sen  casi  los  mismos  que  en 
este  tiempo  en  toda  aquella  parte  de  España  se  ven 
fundados  con  magníficos  edificios,  v  heredados  de 
gruesas  rentas  y  posesiones.  Contentábanse  con  poco 
al  principio  aquellos  religiosos  por  el  menosprecio 
que  profesaban  de  las  cosas  humanas:  después  en 
poco  tiempo  por  U  ayuda  que  muchos  á  porfia  les 
dieron ,  persuadidos  que  con  esto  servían  mucho  á 
Dios,  juntaron  grandes  riquezas.  Que  San  Bernardo 
viniese  á  España  á  lo  postrero  de  su  vida ,  se  entien- 
de por  una  carta  suya  á  Pedro  abad  de  Cluñi.  Au- 
mentó otrosí  el  rey  con  gran  liberalidad  los  demás 

(1)  Habiéndole  dado  esta  batalla  nn  ano  después  del  sitio 
de  Bayona ,  que  se  sabe  de  cierto  ftie  el  ano  1130  debe  po- 
nerw  el  alo  1151. 

(2)  teun  los  ÁmaUi  Toleáanoi  en  la  era  1180,  ano  de 
Cnstn  1141,  la  iglesia  de  Santiago  se  erigió  en  metrópoli  el 
año  1230  y  no  en  1125  como  dice  Mariana. 


templos  7  monasterios  que  por  todo  su  seoorín  esta- 
ban fundados ,  como  lo  muestran  escríturas  ant^juas 
y  privilegios,  que  por  toda  España  fiehnente  segaa^ 
dan  en  los  archivos  antiguos  de  Santo  Domingo  de  la 
Cabcada ,  de  San  MtUan  de  la  CoffuUa,  de  San  Miguel 
del  Pedroflo,  de  Santo  Domingo  de  Silos:  templos  eo 
aquella  saaon  muy  célebres  por  su  devoción  y  por  el 
concurso  déla  gente  que  á  ellos  acudía.  Alcanzó  del 
pontífice  su  tío  que  la  ciudad  de  Zamora  y  su  iglesia 
fuese  catedral. 

Bernardo  arcediano  de  Toledo,  de  nación  francés 
como  arriba  queda  declarado,  fue  puesto  por  prelado 
el  primero  en  aquella  ciudad.  Sucedióle  Esteban ,  en 
cuyo  tiempo  por  dicho  de  un  pastor  que  tuvo  de  ello 
revelación,  se  descubrió  y  conoció  ellumr  en  que  el 
cuerpo  de  San  Ildefonso  arzobispo  de  Toledo  yada 
del  todo  olvidado  por  la  perturbación  de  los  tiempos. 
Verdad  es  que  sus  palabras  por  entoucei^  fueron  me- 
nospreciadas por  ser  él  persona  tan  higa;  ntis  en 
tiempo  del  rey  don  Alonso  Octavo  se  averigoó  la  ver- 
dad de  aquella  revelación,  y  queel  pastor  no  andaba 
deslumhrado,  cuando  en  tiempo  de  don  Severo  obis- 
po de  aquella  ciudad  la  iglesia  de  San  Pedro  que  se 
caía  y  estaba  maltratada,  se  comenzó  á  reedificar;  en 
cuyos  cimientos  al  abrirlos  hallaron  un  sepulcro  de 
mármol  con  el  nombre  de  San  Ildefonso,  de  que  saUó 
un  olor  de  maravillosa  fragancia.  Averiguado  todo  el 
negocio  los  sagrados  huesos  fueron  puestos  &k  una 
caja  junto  al  mismo  altar  de  San  Pedro.  La  iglesia 
otrosí  de  Santiaeo  á  la  misma  sazón  por  concesión 
del  mismo  pontíuce  y  á  instancia  del  rey  fue  hecha 
arzobispal :  y  para  este  efecto  y  para  que  tuviese  ma- 
yor autoridad  trasladaron  á  ella  los  derechos  y  privi- 
legios de  la  iglesia  de  Mérida  que  estaba  lodavia  en 
f»oder  de  moros,  como  consta  todo  esto  por  un  privi- 
egio  que  el  rey  otorgó  en  esta  razón. 
Señalaron  doce  obispos  que  fuesen  sufragáneos 
del  nuevo  arzobispo :  los  de  Salamanca ,  Avila ,  Za- 
mora ,  Ciudad  Rodrigo ,  Coria ,  Badigoz ,  Lugo,  As- 
torga  ,  Orense,  M ondoñedo,  Tuy ;  el  tiempo  adelante 
añadieron  el  de  Plasencia.  El  arcediano  de  Ronda 
dice  que  los  obispos  de  Zamora,  Avila  y  Salamanca 
en  tiempo  del  arzobispo  don  Bernardo  eran  sufragá- 
neos de  Toledo,  y  que  al  presente  los  pasaron  á  San- 
tiag[0 :  no  sé  cuánta  verdad  tenga  esto.  El  nuevo  ar- 
zobispo don  Diego  Gelmirez  fue  nombrado  por  Ic^o 
apostólico  en  las  provincias  de  Braga  y  oe  Mérida: 
de  que  hay  breve  deste  papa  en  el  líD.  ii  de  la  Histo- 
ria Compostellana,  su  oata  á  uthi  de  febrero 
año  M.  c.  zx  indicción  xiii  año  segundo  de  su  pontifi- 
cado, cosa  aue  sintió  mucho  el  arzobispo  de  Toledo 
don  Bernardo:  hizole  contradicción,  pero  salió  con 
el  pleito  su  contrario,  y  por  el  poder  que  tenia,  ce- 
lebró un  concilio  en  la  ciudad  de  Santiago :  acudie- 
ron á  su  llamado  los  obispos  y  abades  de  las  dos  pro- 
vincias Eraeritense  y  Bracarense.  Por  esta  manera  y 
con  estos  principios  se  echaban  ios  cimientos  de  la 
grandeza  que  hoy  tiene  la  Iglesia  de  Santiago:  en 
todo  esto  se  tuvo  respeto  á  la  grandeza  de  aqv^  san- 
tuario, y  que  á^on  Ramón  de  Borgoña  padre  del  rey 
y  hermano  del  pontífice  estaba  allí  sepultado.  Suce- 
dió esto  por  los  años  del  Señor  de  i  124.  En  el  mismo 
ano  por  el  mes  de  diciembre  pasó  desta  vida  el  mismo 
apa  Calixto:  sucediólo  en  el  pontificado  Honorio 
egundo  deste  nombre. 

El  año  siguiente  bobo  guerras  civiles  en  Francia 
por  causa  que  Alonso  conde  de  Tolosa»  prime  her- 
mano que  era  del  rey  de  Castilla ,  y  su  mujer  la  con- 
desa Faidlda  pretendían  tener  derecho  al  condado  de 
la  Proenza  y  apoderarse  del  por  las  armas.  El  condf 
de  Barcelona  defendía  con  todas  sus  fuerzas  aquel 
estado  como  dote  que  era  de  dona  Dulce  su  mujer. 
Resultó  que  después  de  grandes  diferencias  y  deba- 
tes se  vino  á  concierto :  acordaron  que  Argencia  > 
Belicadro,  pueblos  sobre  que  la  duda  era  mayor 


t 


HISTORIA    DL    C-^PANA. 


di:í 


á  caal  de  las  parte»  pertenecían ,  y  aquella  parte  de 
la  Proenza  que  está  entre  los  ríos  Druencía  y  Isara, 
quedasen  per  el  conde  de  Tolosa  :  los  demás  pueblos 
y  ciudades,  y  la  mayor  parte  de  Aviñon  ciudad  pues- 
ta á  la  otra  parte  del  rio  Ródano ,  populosa  y  rica,  se 
adjudicaron  á  los  condes  de  Barcelona.  Concertaron 
otrosí  que  así  ellos  como  sus  descendientes  á  trueco 
se  prohijasen  unod  á  otros  para  efecto  de  sucederse 
caso  que  alguna  de  las  partes  muriese  sin  dejar 

JMJOS. 

CAPITULO  XIU. 
De  los  principios  del  reino  de  Porlugal. 

En  la  parte  de  Bspana  que  hoy  se  llama  Portugal, 
y  casi  es  la  misma  que  la  antigua  Lusitania,  un  nue- 
yo  reino  se  fundaba  por  estos  tiempos  en  su  distrito 
no  muy  ancho ,  en  el  tiempo  postrero  entre  los  rei- 
nos de  España ,  en  hazañas  y  valor  muy  noble  y  muy 
dichoso ;  pues  no  solo  antiguameote  pudo  echar  de 
toda  aquella  tierra  los  moros  enemigos  de  cristianos 
sino  los  años  adelante  en  tiempo  de  nuestros  abuelos 
y  de  nuestros  padres  mostraron  tanto  valor  los  por- 
tugueses ,  que  cen  increíble  esfuerzo  y  buena  aicha 
abrieron  camino  para  pasar  á  todas  las  partes  del 
mundo ,  y  sujetar  en  la  África  y  en  la  Asia  muchos 
reyes  y  provincias ,  y  hacelias  tributarias  á  su  impe- 
rio. La  luz  de  la  verdadera  religión  y  del  Evangelio  la 
llevaron  y  la  mostraron  entre  naciones  y  gentes  muy 
apartadas  y  bárbaras :  gran  gloría  de  su  nación  y 
acrecentamiento  de  la  Religión  Cristiana.  Tiéndese 
la  provincia  de  Portugal  largamente  por  las  riberas 
del  mar  Océano  occidental  en  lo  postrero  de  España: 
tiene  por  sus  aledaños  á  Mediodía  y  á  Setentrion  los 
ríos  Guadiana  y  Miño,  es  larga  mas  de  cien  leguas, 
la  anchura  es  mucho  menor ;  por  la  parte  que  se 
tiende  mas,  pasa  de  treinta  y  cinco  leguas,  por  la 
que  mas  se  estrecha  tiene  mas  de  veinte.  Divídese  en 
tres  partes ,  los  de  aquende  y  allende  Tajo,  y  la  co- 
marca que  eslá  entre  Duero  y  Miño,  que  es  la  mas 
fértil  y  aipRre ,  do  está  situada  la  antigua  ciudad  de 
Braga  :  de  la  una  parte  de  Tajo  está  Lisbona ,  de  la 
otra  Ebora ,  todas  tres  ciudades  arzobispales.  El  ter- 
reno por  la  mayor  parte  es  estéril  y  delgado ,  tanto 
que  de  ordinario  se  sustentan  de  acarreo ,  ó  por  la 
mar.  La  gente  es  muy  deseosa  de  honra ,  y  muy  va- 
liente entre  todas  hs  de  España :  señalada  en  la  ten- 
plan2a  del  comer  y^ del  vestido,  dada á  la  piedad  y  á 
ios  estadios  de  sabiduría ,  de  toda  humanidad  y  po- 
licía. 

Una  parte  pequeña  desta  provincia ,  aue  los  reyes 
de  Gasiília  tenían  ganada  de  moros ,  se  oió  á  don  En- 
rique de  Lorena ,  como  queda  dicho  de  suso ,  con 
nombre  de  conde  v  en  dote  con  doña  Teresa  su  mu- 
jer ,  que  fue  hija  (bien  que  fuera  de  matrimonio)  del 
rey  don  Alonso  el  Sesto.  Sus  hijos  dou  Alonso ,  doña 
Elvira  y  doña  Sancha.  Don  Enrique  su  padre  tenien- 
do ya  estos  hijos ,  después  de  la  muerte  de  Jofre  rey 
de  Jerasa'én  encendido  en  deseo  de  ayudar  á  Bal- 
duino  hermano  del  difunto,  que  era  de  su  nación,  y 
aun  su  deudo  como  algunos  piensan ,  pasó  por  mar  á 
la  Tierra  Santa  :  consejo  y  acuerdo ,  si  se  miran  lus 
razones  humanas,  ni  prudfente  ni  recatado,  por  de- 
jar á  su  mujer  y  hijos  en  peligro  y  tener  tanto  que 
hacer  en  su  tierra  contra  los  moros.  Su  ida  no  fue  de 
algún  efecto  notable  en  Levante :  así  dio  la*  vuelta  á 
España.  Vuelto ,  trató  con  el  arzobispo  de  Toledo  don 
BHmardo ,  á  cuyo  cargo  por  ser  primado  estaba  el 
estado  de  las  cosas  eclesiásticas ,  que  las  ciudades  de 
Braga ,  Coimbra,  Viseo,  Lamego  y  Porto,  que  calan 
todas  en  su  distrito,  t^olviesen  a  su  antigua  dlgoidad 
y  puciiesen  en  ellas  obispos. 

La  reparación  de  Brega ,  y  qdé  ciudades  tenia  su  - 
jetas ,  mejor  se  entenderá  por  una  bula  de  Calixto  II, 
cuyo  fragmentóme  pareció  engerir  en  este  lugar  que 

TOMO   I. 


dice  asi :  «Que  la  ifflesia  de  Braga  ha][a  antiguamen- 
Dte  sido  insigne  en  los  reinos  de  España,  por  muchos 
» títulos  de  dignidad  y  gloria  «sclareoida ,  «sí  los  in- 
»dicios  de  su  antigua  nobleza ,  como  los  teátimonios 
»de  antiguas  escrituras  lo  comprueban;  pero  porque 
»quiso  Dios  castigar  los  pecados  del  pueblo  que  en 
«ella  vivía ,  con  la  entrada  de  los  moros  ó  moabitas, 
»así  la  dignidad  arzobispal  fue  diminuida,  como  con* 
«fundidos  los  términos  de  sus  parroquias.  Mas  des- 
«pues  de  largos  espacios  de  tiempos  la  divina  mise- 
«ricordia  de  nuevo  se  ha  dignado  restituir  la  metrópoli , 
»y  librar  en  gran  parte  las  parroquias  de  la  tiranía  do 
«los  infieles.  Por  donde  nuestro  predecesor  de  santa 
«memoria  el  papa  Pascual  la  restituyó  enteramentt^ 
«en  su  antigua  dignidad ,  y  la  tornó  á  juntar  todos 
«sus  miembros  por  el  privilegio  de  la  sede  apostólica, 
«Nosotros  pues  siguiendo  sus  pisadas  ,  hermano  ca- 
«rísimo ,  y  coepíscopo  nuestro  de  la  iglesia  de  Braga 
«Peladlo,  do  por  voluntad  de  Dios  presides  por  la 
«escritura  de  este  presente  privilegio  confirmamos» 
«la  misma  ciudad  de  Braga  toda  con  el  coto  ó  términu 
«entero  que  á  la  misma  iglesia  dieron  el  conde  don 
«Enrique  y  doña  Teresa  su  mujer  como  se  contiene 
«en  la  descripción  del  sobredicno  señor.  Y  á  la  mis- 
uma  metrópoli  de  Braga  restituimos  la  provincia  de 
«Galicia ,  y  en  ella  las  ciudades  catedrales :  ítem  As- 
«torga,  Lugo,  Tuy,  Mondoñedo,  Orense,  Portu 
«Columbria,  y  los  pueblos  que  hoy  tienen  nombre  de 
«obispales ,  que  son  Viseo ,  Lamego ,  Egitania ,  Bri- 
^tania  con  todas  sus  parroquias.  «Hjsta  aquí  son  pa- 
labras de  Calixto. 

Catorce  años  antes  deste  tiempo  en  que  vamos, 
pasó  desta  vida  don  Enrique  en  Astorga  ciudad  de 
Galicia ,  donde  era  ido  para  sosegar  las  guerras  civi- 
les de  Castilla  y  Aragón.  Su  cuerpo  sepultaron  en 
Braga  en  una  capilla  numílde ;  que  la  ^andeza  ó  lo- 
cura de  los  sepulcros  que  hoy  se  usan  y  de  los  gastos 
intolerables  que  en  esto  se  hacen,  no  se  había  intro- 
ducido en  aquella  edad.  La  condesa  doña  Teresa  su 
mujer  después  de  muerto  su  marido  no  tuvo  mucha 
mas  cuanta  cen  la  honestidad  que  su  hermana  doña 
Urraca,  porque  casó  con  el  conde  de  Trastamara 
Fernán  Paez :  casamiento  por  lo.  menos  humilde,  sí 
ya  no  fue  del  todo  ilícito  por  ser  clandestino.  Dicen 
otrosí  que  tuvo  conversación  con  uu  hermano  del 
mismo  llamado  Bermudo,  que  sin  embargo  le  dio 
por  mujer  á  doña  Elvira  su  bija,  y  la  otra  hija  llamada 
doña  Sancha  casó  con  Fernando  de  Meneses.  Pudo 
ser  que  por  odio  se  impusiesen  falsamente  algunas 
cosas  de  las  sobredichas  contra  la  honestidad  de&la 
señora.  La  verdad  es  que  Fernán  Pérez  alcanzó  mu- 
cha cabida  con  la  condesa,  y  gobernaba  lo  mas  alio 
V  lo  mas  bajo,  y  lo  trastrocaba  todo  á  su  voluntad. 
E!  hacia  la  guerra,  él  gobernaba  en  tiempo  de  paz, 
sin  hacer  caso  de  su  antenado.  Sufrió  él  con  pacien- 
cia este  desaguisado  y  la  mengua  de  su  casa  por  tu 
poca  edad  que  tenia;  pero  adelante  como  quier  q€e 
por  el  odio  y  torpeza  de  su  madre  se  le  arrimase  mu- 
cha gente,  determinó  de  tomar  las  armas. 

No  se  descuidó  su  padrastro  :  hicieron  levas  de 
ffente ,  díéronse  vista  y  juntáronse  los  campos.  Dióse 
la  batalla  en  la  vega  de  Santivauez  cerca  de  Guimara- 
nes,  que  se  entiende  fue  antigua  Araduca ,  asentada 
do  se  juntan  los  ríos  Avo  y  Viscella.  Quedó  la  victo  - 
ría  por  don  Alonso ,  y  con  ella  hobo  en  su  po Jer  a 
Fernán  Paez  y  á  doña  Teresa  su  madre.  Al  padrastm 
soltó  sobre  pleitesía  que  saldría  de  toda  Portugal,  á 
su  madre  puso  en  una  estrecha  prisiuu.  Ella  embra- 
vecida por  aquel  desacato,  envió  á  convidar  y  ro^ar 
al  rey  de  Castilla  su  sobrino  le  ayudase  coutra  los  lu- 
teutós  crueles  de  su  hijo.  Prometió  de  darleel  conda- 
do de  Portugal ,  que  era  muy  justo'  quitar  á  su  hijo 
por  su  inobediencia.  Condescendió  el  de  Castilla  alus 
ruedos  de  su  tía,  sea  por  compasión  y  lástima  que  la 
tenia,  ó  con  deseo  de  ensanchar  su  señorío.  Juntó 


316 

un  buen  ejército  con  que  se  metió  por  las  tierras  de 
Portugal :  acudió  su  prinoo  :  diósela  batalla,  que  fue 
muy  herida ,  en  la  vega  de  Valdeves  puesta  entre 
Monzón  y  la  puente  de  Limia.  Fueron  los  caslellaoos 
vencidos  y  forzadps  á  retirarse  á  Leou.  El  orgullo  que 

ͻor  causa  desla  victoria  cobraron  los  portugueses, 
ue  tan  grande  que  sin  mirar  lo  de  adelante  y  sin  te- 
ner cuenta  con  sus  pocas  fuerzas  se  tenían  ypubli* 
caban  por  libres  y  exentos  del  señorío  de  Castilla. 

El  rey  don  Alonso  con  deseo  de  satisfacer  y  repri- 
mir la  lozanía  de  los  contrarios,  jumado  que  hobo 
mes  fuerzas  revolvió  sobre  Portugal  con  noayor  furia 
que  antes.  Los  portugueses  por  no  tener  fuerzus  bas- 
tantes se  encerraron  dentro  de  Gui marañes  para  con 
la  fortaleza  de  aquella  plaza  defenderse  del  enemigo 
poderoso  y  bravo.  Pusiéronse  los  castellanos  sobre 
ella ,  determinados  de  no  partirse  de  allí  antes  de  to- 
malla  y  vengar  la  afrenta  pasada.  Estaba  dentro  con 
el  infante,  que  otros  llaman  duque  de  Portugal,  Egas 
Nuyez  su  ayo,  persona  do  mucaa  prudencia,  y  que 
con  su  buena  crianza  cautivó  maravillosamente  el 
buen  natural  de  aquel  príneipe,  y  fue  causa  que  sus 
buenas  inclinaciones  se  mejorasen  y  diesen  el  fruto 
de  virtudes  aventajadas.  Este  caballero,  habida  licen- 
cia ,  salió  á  verse  y  hablar  con  el  rey  :  díjole  tales.ra- 
zone.s,  que  le  ablandó  y  inclinó  á  que  se  hiciesen 
paces.  Las  condiciones  fueron  las  que  el  mismo  Egas 
quiso  otorgar :  con  tanto  se  alzó  el  cerco.  Añaden  los 
historiadores  de  Portugal ,  á  cuya  cuenta  se  pon^n 
csLis  cosas,  que  pasados  algunos  años  como  don 
Alonso  el  de  Portugal  mostrase  estar  olvidado  y  no 
querer  cumplir  lo  que  su  ayo  en  su  nombre  asenta* 
ra,  QUe  sé  partió  para  Toledo,  y  llegado  á  la  presen- 
cia del  rey ,  con  un  dogal  al  cuello  se  le  presentó  de- 
lunte.  Díjole  :  tomad  señor  con  mi  muerte  emienda 
de  la  pulttbra  y  liomenuje  que  contra  mi  voluntad  os 
han  quebrantado.  Reparó  el  rey  con  espectáculo  tan 
estraordinario  :  movióse  á  misericordia  por  las  lágri- 
mas y  aquel  traje  de  persona  tan  venerable :  perdo- 
nóle lo  hecho ,  dado  que  no  le  quiso  honrar,  por  sos- 
pechar algunos  que  debajo  de  aquella  apariencia  podia 
haber  algún  trato  doble  y  engaño. 

CAPiTl'LO  XIV. 

l*e  las  guerras  que  el  rey  de  Castilla  hiio  contra  los 

inor4>s. 

Este  fue  el  fin  que  tuvo  por  entonces  la  guerra  de 
Portugal :  los  que  tienen  mayor  cuidado  en  rastrear 
y  ajustar  los  tiempos ,  piensan  que  concurrió  con  el 
tafiode  nuestra  salvación  de  1126:  en.  el  cual  año  la 
reina  doña  Urraca  y  el  arzobispo  ue  Toledo  don  Ber- 
nardo fallecieron  casi  en  un  mismo  tiempo.  La  rein  i 
en  el  castillo  de  Saldaña  ó  en  León  ( como  antes  se 
dijo)  rebentó  en  la  iglesia  de  San  Isidro.  Concuerdan 
Ids  historias  con  el  día  de  su  muerte  que  fue  á  siete 
de  marzo  :  la  Historia  Compostellana  dice  á  diez, 
sesto  de  los  idus ,  y  que  fmó  en  tierra  de  Campo$.  Su 
cuerpo  sepultaron  magníficamente  en  León.  Don 
Bernardo  J como  se  saca  de  diversos  papeles  de  la 
iglesia  de  Toledo,  si  bien  señalan  un  ano  antes  des- 
te  )  falleció  en  Tuledo  á  los  tres  de  abril  cargado  de 
años  y  de  edad ,  asaz  esclarecido  por  las  cosas  que 
hixo  y  por  él  pas  iron.  Sepultáronle  en  la  misma  cm- 
dad  en  la  iglesia  Mayor  con  una  letra ,  conforme  al 
tiempo  algo  grosera ,  qut)  comenzaba  por  estas  pala- 
bras : 

PRIMERO  BERNARDO  FUE  AQUÍ  PRIMADO  VE- 
NERANDO. 

Verdad  es  que  el  arcediano  de  Alcor  dice  que  está 
enterrado  en  el  monasterio  de  Saliagun  junto  al  lu- 
cillo del  rey  don  Alonso  el  Sesto.  Fue  arzobispo  por 
espacio  de  cuarenta  años.  Doce  años  antes  que  falle- 


BIBLIOTECA    DE   ClSPAR    T    ROin. 


cíese  ( los  Anales  de  iSevílla  dicen  ocbo)^  cpn  ios  gen- 
,tes  y  sus  espensas  ganó  de  moros  la  villa  de  Alcalá, 
en  aquella  sazón  puesta  de  la  otra  parte  del  río  de 
Henares  en  un  recuesto  áspero  que  se  levanta  sobre 
la  misma  ribera.  Los  reales  del  arzobispo  se  asenta- 
ron en  un  collado  mas  alto  y  como  padrastro ,  que  al 
{iresente  se  llama  de  la  Vera  Cruz.  Desde  allí  los  fie* 
es  apretaron  á  los  moros ,  y  los  trabajaron  de  tal 
guisa  que  fueron  forzados  á  desamparar  el  luflar,  ma- 
guen que  era  muy  fuerte.  Por  esta  causa  desde  aquel 
tiempo  quedó  cuanto  á  lo  temporal  y  espiritual  por 
los  arzobispos  de  Toledo. 

Sucedió  á  don  Bernardo  don  Raimundo  ó  Ramón 
obispo  á  la  sazón  de  Osma  :  vinief  on  en  su  elección 
primero  el  clero  de  Toledo  que  la  votó,  después  el 
papa  Honorio ;  en  cuyo  tiempo  los  obispos  ^  abades  y 
señores  del  reino  se  juntaron  en  Patencia,  y  con 
ellos  el  nuevo  prelado  de  Toledo,  que  se  llamaba  pri- 
mado y  aun  legado  de  la  sede  apostólica,  según  qoe 
se  halla  en  la  Historia. Compostellana:  debió  de  ser 
de  solo  nombre ,  porque  el  que  presidió,  y  por  caya 
autoridad  se  juntó  este  concilio ,  fue  don  Diego  Gel- 
mirez  arzobispo  de  Santiago  por  título  de  legado ,  ca 
la  legacía  que  tuvo  don  Bernardo ,  como  lo  nota  el 
arcediano  de  Ronda ,  no  se  dio  á  su  sucesor ,  sino  á 
este  don  Diego  Gelmirez ,  y  después  del  á  Juan  arzo- 
bispo de  Braga ,  el  cual  muerto ,  dice  no  se  dióáoUo 
ninguno.  En  Palencia  se  hallaron  presentes  el  rey  y 
la  reina.  Abrióse  el  concilio  al  principio  de  la  cuares- 
ma del  año  1129.  En  él  demás  de  otras  cosas  halló 
que  se  establecieron  dos  muy  notables  :  la  primera 
que  no  se  recibiesen  ofrendas  de  diezmos  de  los  des- 
comulgados :  la  segunda  que  no  se  diesen  las  iglesias 
á  los  legos  quier  fuese  con  color  de  prestimonio, 
quierde  vilicacíon;  de  donde  se  puede  entender  el 
principio  y  origen  que  los  beneficios  llamados  prés- 
tamos tuvieron  en  España ,  que  eran  como  mayordo- 
mos de  las  iglesias  ( i ).  Espidió  eso  mismo  el  rey  un 
privilejgio,  en  que  á  ejemplo  de  su  tío  el  pontífice  Ca- 
nxto  dice  que  traslada  de  Mérida  luego  que  fuere  re- 
cobrada de  moros ,  los  derechos  reales  á  la  ciudad  de 
Santiago. 

Poco  después  el  cardenal  Humberto  que  vino  á  Es- 
paña por  legado,  juntó  en  Lieon  otro  concilio  de  obis- 
pos para  tratar  del  matrimonio  del  rey ,  que  algunos 
pretendían  era  inválido.  Casóse  el  rey  don  Alonso  el 
segundo  año  después  de  la  muerte  de  su  madre  con 
dona  Berenguela  hija  de  don  Ramón  Berenguel  con- 
de de  Barcelona.  Celebráronse  las  bodas  en  Saldañl 
por  el  mes  de  noviembre  :  tuvo  en  ella  los  años  si- 
guientes á  sus  hijos  don  Sancho,  don  Femando, 
doña  Isabel  y  doña  Sancha.  Constaba  que  dona  Be- 
renguela tenia  deudo  con  su  marido  por  la  linea  de 
los  reyes  de  Castilla,  y  asimismo  por  la  de  los  condes 
de  Barcelona.  Tratóse  el  negocio ,  y  hiciéronse  los 
autos  acostumbrados :  venidos  á  sentencia,  los  obis- 
pos pronunciaron  que  aauel  pjrentesco  no  era  en  al- 
ffuno  de  los  grados  prohibidos  p  ir  la  Iglesia  y  por 
derecho.  El  emperador  don  Alonso  era  bisnieto  de 
don  Femando  rev  de  Castilla.  Doña  Berenguela  ter- 
cera nieta  de  su  normano  don  Ramiro  rey  de  Aragón 
por  vía  de  su  liiía  doña  Teresa .  que  casó  en  la  Proep- 
za  y  fue  madre  del  conde  de  Gilberto ,  padre  de  doña 

(1)  Además  se  lee  ^ntre  sus  i 7  ráoones: 

Qoe  no  s^  arrienden  las  iglesias  á  los  legos,  ni  se  las  dea 
por  empréstito. 

Que  nio^unoembarace  eo  los  caminos  i  los  peregrinos  qos 
van  á  Santiago*  so  pena  de  reclusión  eo  un  aMoasterio,  4 
destierro  del  reino, 

Que  todos  obedezcan  fielmente  al  rey ,  y  el  qoe  no  lo  baga 
sea  escoffiulgado. 

Que  nadie  obligue  i  los  eclesiásticos  á  ir  á  la  guerra ,  ai 
llevar  armas,  ni  hacer  alguna  cosa  que  sea  coiflra  loici- 
oooes. 

Que  los  legos  no  llevan  las  tercias  y  ofireodas  de  Iss 
iglesias  >  y  que  los  obispos  solos  puedan  disposer  di  ellai. 


RnTOMA  DB  mPASik. 


317 


Doice,  que  casó  con  Ramón  Berenguel  conde  de 
Barcelona  ya  diclio.  Conforme  á  esto  el  deudo  era  en 
cuarto  Y  guiato  grado ,  y  no  mas. 

Concluido  este  pleito ,  las  fuerzas  del  reino  se  en- 
dereaaron  contra  moros.  Hizo  el  rey  entrada  en  las 
tierras  de  los  infieles  por  la  parte  del  rdno  de  Toledo. 
Púsose  sobre  CaJatraTa,  cuyos  moradores  hacían 
grandes  daños  en  los  campos  comarcanos:  apretóle 
el  cerco,  que  fue  largo;  en  fin  se  ganó ,  y  el  rej  la 
entregó  al  anobispado  de  Toledo  para  que  fuese  señor 
deila  ▼  la  tuviese  á  su  cargo.  El  crédito  y  fama  de  los 
caballeros  Templarios ,  de  su  valor  y  esfuerzo,  no  te- 
nia par:  por  esta  causa  el  arzobispo  les  entregó  aque- 
lla plaza.  Así  lo  afirman  los  mas  autores,  puesto  que 
algunos  piensan  que  estos  caballeros  no  fueron  los 
Témplanos,  sino  otros  que,  tomada  la  señal  de  la  cruz 
¿  imitación  de  la  guerra  que  se  hacia  en  la  Tierra 
Santa,  seguían  á  sus  espensas  los  reales  de  kw  cris- 
tianos con  celo  de  hacer  daño  á  los  moros ,  y  intento 
de  ganar  la  indulgencia  á  los  tales  concedími  por  los 
papas.  Ganáronse  dosta  vez  por  aquella  comarca 
Atareos, Garacuel,  que  Antonino  en  su  Itinerario 
llama  CarcuYÍo ,  Mestansa ,  Alcudia ,  Almodovar  del 
Campo,  y  en  la  misma Sierramorena ganaron  el  lugar 
de  Pedrocfae.  Lo  demás  parecía  seria  fácil  de  con- 

E'  tar  por  el  gran  miedo  que  se  apoderara  de  aqué- 
jente infiel;  pero  la  sazón  del  tiempo  que  era  tar^ 
de,  reprimió  los  intentos  del  rey.  Pasadoel  invierno, 
sacó  las  gentes  de  sus  alojamientos;  con  que  por  los 
desiertos  de  Caslona,  que  es  parte  de  Sierramorena, 
rompió  por  el  Andalucía  talando ,  saqueando,  y  ro- 
bando por  todas  partes.  Cercaron  á  Jaén,  mas  no  la 
pudieron  tomar:  dado  que  por  todo  el  tiempo  del 
raYíemo  estuvieron  sobre  aquella  ciudad ,  la  fortale- 
za de  los  murüs  y  esfuerzo  de  los  cercados  hizo  que 
no  se  pudiese  entrar. 

Tema  por  aquella  sazón  el  imperio  de  los  Almorá- 
vides en  AÍHca  y  en  España  Albohali  hijo  de  Hali 
nieto  de  Juzeph,  príncipe  de  menor  poder  y  fuerzas 
que  sus  antepasados  por  causa  de  las  guerras  civiles 
que  andaban  encendidas  entre  los  moros.  Era  esta 
buena  ocasión  para  dañarle  y  hacerle  guerra.  El  sue- 
gro del  rey  don  Alonso  conde  de  Barcelona  falleció 
d  año  i  131 ;  dejó  por  señor  de  Barcelona  y  de  Car- 
casona  y  de  Bodes,  ciudades  de  Francia  que  eran 
de  su  señorío .  á  su  hijo  mayor  don  Ramón.  A  don 
Berenguel  su  «yo  segundo  mandó  los  condados  de  la 
Proenza  y  de  Aymillan.  Doña  Cecilia  su  hija  casó  con 
don  Bernardo,  conde  de  Fox :  con  Ayraerico  conde 
de  Narbona  casó  otra  su  hija ,  cuyo  nombre  no  se  sa- 
be. Las  demás  bijas  que  tenia,  quedaron  encomen- 
dadas á  don  Berenguel  su  hermano ,  que  casaron  en 
Francia  con  otros  grandes  personajes. 

El  año  que  se  siguió ,  no  tuvo  cosa  de  que  contar 
sea ,  salvo  que  el  rey  don  Alonso  volvió  de  la  guerra 
de  Andahiciay  alzado  el  cerco  de  Jaén;  y  don  Sancho 
hijo  del  rey  fue  armado  caballero  el  mismo  dia  (1) 
del  apóstol  San  Matia  en  Valladolid  con  la  ceremo- 
nia muv  solemne  que  en  aquellos  tiempos  se  acos- 
tumbraba. Su  mismo  padre  le  armó  de  todas  armas, 
y  le  dñó  la  espada,  que  era  muestra  de  darle  por  m  a- 
yor  de  edad  y  emanciparle**  servia  otrosi  de  espuelas 
para  que  con  grande  ánimo  remedase  las  virtudes  y 
valor  de  sus  antepasados,  y  á  su  ejemplo  pretendiese 
sanar  honra,  prez  y  renombre  inmortal  en  servicio 
de  Dios  y  de  su  patria. 

CAPITULO  XV. 
Cómo  don  Alonso  rey  de  Aragón  fue  muerto. 

Esn  era  el  estado  de  las  cosas  en  Castilla  y  en 
Portugal.  En  Aragón,  como  habían  comenzado ,  te- 

(1)  Apena  tendría  tres  afios,  Poes  el  rey  se  casó  el 
M  1128,  y  á  esa  edad  ntagnno  se  armaba  caballero.  Ser- 


ano 


TOMO  I. 


nian  buen  progreso.  Los  pueblos  y  castillos  cercanos 
de  los  moros  se  ganaban,  y  el  señorío  de  aquella  gen- 
te infiel  iba  cuesta  aba|o.  Toda  la  Celtilberia  quedó 
por  los  nuestros:  asimismo  Molina  en  la  misma  co- 
marca ,  que  ya  era  tributaria  á  los  cristianos,  fue  for- 
zada á  rendirse.  A  la  ciudad  de  pamplona  se  añadió 
el  arrabal  llamado  de  San  Saturnino,  en  que  pusieron 
franceses  con  derecho  que  se  les  dio  de  naturales  y 
ciudadanos.  Concedióseies  otrosi  que  tuviesen  por 
leyes  el  fuero  de  Jaca ,  y  conforme  á  él  en  particular 
y  en  común  se  gobemasjen  y  sentenciasen  los  pleitos. 
Estaban  los  moros  muy  éstendidos  y  enseñoreados  de 
las  riberas  del  mar  noria  parte  que  en  ella  desagua  el 
rio  Ebro:  desde  allí  hacia  daños  con  cerrerías  y  ca- 
balgadas en  ios  pueblos  y  campos  comarcanos.  Para 
reprimillos  tenian  necesidad  de  flota,  y  así  el  rey 
mandó  hacer  muchas  barcas  y  bajeles  en  Zaragoza; 
y  consta  que  antiguamente  en  el  imperio  de  Vespa- 
siano  y  de  sus  hijos,  reparadas  y  enderezadas  y  acá- 
naladas  las  riberas  de  Ebro ,  se  navegaba  aquel  rio 
hasta  un  pueblo  llamado  Vario,  que  demarca  no  lejos 
de  do  al  presente  está  la  ciudad  da  Logroño ,  sesenta 
y  cinco  leguas  de  la  mar:  grande  comodidad  para  los 
tratos  y  comercio.  Mequinencia,  que  se  entiende  en 
la  ^ue  César  llamó  Octogesa ,  pueblo  fuerte  por  su 
sitio  y  por  las  murallas ,  está  asentado  en  la  parte  en 
que  los  ríos  Ginga  y  Segre  se  juntan  en  una  madre. 
Deste  pueblo  al  presente  se  apoderó  el  rev  de  Aragón, 
echada  del  la  guarnición  de  moros  que  dentro  tenia. 

Toda  esta  prosperidad  y  alegría  se  trocó  en  lloro  y 
se  anubló  por  una  desgracia,  que  sucedió  sin  pensar, 
muy  grande.  Es  asi  que  de  ordinario  las  cosas  de  la 
tierra  tienen  poca  firmeza,  y  el  alegría  muchas  veces 
se  nos  agua ,  poraue  de  la  prosperidad  unos  toman 
ocasión  de  descuidarse,  otros  de  atreverse  demasiado: 
lo  uno  y  lo  otro  hace  que  se  trueque  la  buenandan- 
za en  contrario.  El  caso  pasó  desta  manera.  Fraga 
{meblo  de  loa  ilergetes  (á  la  cual  Ptolomeo  llama  (á- 
licia  Flavia),  mas  conocido  por  el  desastro  desta 
guerra  que  por  otra  cosa  alguna  que  en  él  baya,  está 
asentado  en  un  altozano  y  monte  de  tierra,  que  por 
delante  comido  eon  las  corrientes  v  creciente  del 
rio  Cinga,  hace  que  la  entrada  sea  áspera  de  guisa 
que  pocos  se  la  pueden  á  muchos  defender.  Por  las 
espaldas  se  levantan  unos  collados  no  ásperos  y  to- 
dos cultivados;  pero  tan  pegados  con  el  pueblo,  que 
impiden  no  se  pueda  batir  con  los  ingenios  ni  apro- 
vechane  de  la  artillería.  El  rey  después  que  tomó  á 
Meauínencia,  animado  coa  aquel  suceso,  con  inten- 
to <k  pasar  adelante  con  sus  conquistas  se  metió  por 
la  tierra  de  los  ilergetes  el  río  de  Segre  arriba,  en 
que  entra  el  rio  Cinga:  quedaba  por  aquellas  partes 
lo  mas  dificultoso  de  la  guerra  por  ser  los  pueblos 
muy  fuertes ,  y  porque  los  moros  en  gran  número  se 
retiraran  á  aquellos  lugares  para  salvarse. 

Los  reyes  oe  Lérida  y  de  Fraga  con  tan  gran  con- 
curso de  gente  cobraron  por  esta  causa  muchas  fuer- 
zas ,  y  comenzaban  á  poner  espanto  á  los  cristianos. 
Los  reales  del  ra v  se  asentaron  sobre  Fraga  el  mes  de 
agosto  del  año  de  Cristo  de  4113.  La  esperanza  y 
aparato  fue  mayor  que  el  provecho:  el  tiempo  del 
ano ,  que  comenzaba  el  invierno^  y  por  tanto  las  or- 
dinarias lluvias  forzaron  á  despedir  el  ejército,  y  en- 
vialle  á  invernar  con  orden  que  de  nuevo  se  juntasen 
al  principio  del  verano,  volvieron  al  cerco  por  el  mes 
de  febrero  no  con  menor  esfuerzo  ni  con  menor  ejér- 
cito que  antes.  Gastáronse  en  él  los  meses  de  mano 
y  abril. sin  hacer  efecto  que  de  contar  sea,  por  estar 
los  moradores  apercebidos  de  todas  las  cosas,  alma- 
cén V  municiones  contra  la  tempestad  que  les  ame- 
nazaba; y  con  la  esperanza  que  tenian  de  ser  socor-  . 
ridos,  Úevaban  en  paciencia  los  daños  de  la  guerra  y 

ffanza  y  Sandovál  bao  deoostratlo'  que  se  armó  caballero  eo 
Valladoüd  el  afio  tí53. 

i  A** 


318 


BIBUOTBCA   OB  GASPAR  T  ROIG. 


los  trabajos  del  cerco.  AbeDgami ,  rey  de  Lérida, 
con  gentes  que  juntó  de  todas  partes,  vino  al  socorro 
de  los  cercados.  Dióse  la  batalla  cerca  de  Fraga  el  dia 
de  las  santas  Justa  y  Rufina.  Los  fieles  se  bailaban 
cansados  con  la  guerra,  y  eran  en  pequeño  número 
por  quedar  buena  parte  en  guarda  délos  reales,  ca 
temian  no  fuesen  de  los  de  dentro  acometidos  por  las 
espaldas:  los  moros  entraban  en  la  pelea  de  refresco 
y  muy  feroces.  Perecieron  muchos  cristianos  en 
aquella  batalla.  Esta  pérdida  no  fue  parte  para  que 
el  cerco  se  alzase  á  causa  que  el  daño  de  los  moros 
no  fue  mucho  menor. 

El  rey  todavía  temeroso  de  mayor  peligro  se  partió 
á  la  raya  de  Castilla  para  juntar  nuevas  gentes  en 
Soria  y  su  comarca.  Con  esta  traza  y  socorro  corrió 
los  campos  de  los  enemigos  sin  parar  hasta  dar  vista 
á  Monzón.  Iba  en  pos  de  los  demás  no  muy  lejos  el 
mismo  rey  con  una  compañía  de  trecientos  de  á 
caballo.  Este  escuadrón  encontró  acaso  con  un 
gran  número  de  la  caballería  enemiga  que  le  rodeó 
por  todas  parles.  El  rey  visto  el  peligro  en  que  se  ha- 
llaba con  pocas  palabras  que  dijo,  animó  á  los  suyos 
á  hacer  el  deber: 

aQue  se  acordasen  que  eran  cristianos ,  y  con  su 
«acostumbrado  esfuerzo  acometiesen  á  los  enemigos. 
sQue  el  atrevimiento  les  serviría  de  reparo,  y  en  el 
Draiedo  estaría  su  perdición.  Con  el  hierro  (dice)  y 
»con  la  fortaleza  saldréis  deste  aprieto ,  no  pongáis 
ven  el  vuestra  esperanza ;  y  si  á  vuestra  valentía  la 
Dfortuna  no  ayuaare  y  Dios  que  lo  puede  todo  y 
vacorre  á  los  suyos  en  semejantes  aprietos,  procurad 
Dá  lo  menos  de  vender  caras  vuestras  vidas,  y  no  ha- 
»gais  con  rendiros  afrenta  á  vuestro  valor  y  fama; 
tfaotcs  con  las  armas  en  las  manos  y  con  el  esfuerzo 
i>que  conviene,  morid  como  buenos,  si  fuere  nece- 
«sario. 

Vínose  luego  á  las  manos.  Los  fieles  conforme  al 
aprieto  en  que  estaban ,  peleaban  valientemente.  El 
rey  andaba  entre  los  primeros.  Señaláb.ise  por  su  es- 
fuerzo, por  la  sobreveste  y  lucidas  armas  que  lle^t- 
ba:  así  los  golpes  y  tiros  de  los  moros  se  endereza- 
ban contra  él.  Diéronle  tanta  priesa,  que  en  fin  le 
mataron.  Los  demás,  perdido  su  caudillo,  parte  como 
buenos  murieron  en  la  demanda,  parte  se  salvaron 

Serlos  pies.  Desta  manera  pasó  aquel  encuentro  tan 
esgraciado ,  si  bien  de  la  muerte  del  rey  se  levanta- 
ron después  diversos  rumores.  El  vulgo  en  casos  se- 
mejantes suele  trovar  y  invertar  varias  consejas:  los 
unos  de  buena  gana  creen  lo  que  desean ,  los  otros  á 
lo  que  oyen ,  añaden  siempre  algo  para  que  las  nue- 
vas sean  mas  alegres  ó  menos  pesadas.  Alsunos  de- 
cían que  cansados  de  vivir ,  perdida  aquella  batalla, 
se  ftíe  á  Jerusalén :  otros  escribieron  que  el  cuerpo 
comprado  por  dineros  fue  sepultado  en  el  monaste- 
rio ae  Montaragón.  El  mas  acertado  parecer,  que 
cayó  en  aquel  desastre  por  poner  las  manos  con  co- 
dicia en  ios  tesoros  de  las  iglesias ,  dado  que  el  arzo- 
bispo don  Rodrigo  y  las  historias  de  Aragón  alaban  á 
este  rey  de  religioso,  pió  j  manso.  Lo  que  yo  en- 
tiendo ,  y  tiene  mas  probabilidad ,  es  que  su  cuerpo 
no  se  pudo  hallar  por  ser  grande  el  número  de  los 
muertos,  y  que  esta  fue  la  causa  de  las  varias  opinio- 
nes que  resultaron.  Lo  cierto  que  aquella  desgracia 
sucedió  cerca  del  lugar  de  Sariñena  á  siete  de  se- 
tiembre del  año  <jue  se  contó  1  i34. 

Fue  este  príncipe  gran  capital ,  en  ánimo ,  valor, 
fortaleza  sin  par,  gran  gloria  y  honra  de  España, 
trabó  batalla  con  sus  enemigos  por  veinte  y  nueve 
veces,  como  lo  afirma  un  autor  antiguo,  y  las  mas 
salió  vencedor:  reinó  por  espacio  de  treinta  años. 
Otorgó  su  testamento  treá  anos  antes  de  su  muerte 
en  sazón  que  tenia  sitio  sobre  Bayona  de  Francia,  que 
dicen  nuestras  historias  la  tomó,  y  que  en  aquel  cer- 
co el  conde  don  Pedro  de  Lara ,  nizo  campo  con 
Alonso  Jordán  conde  de  Tolosa,  y  que  el  de  Lara 


quedó  allí  muerto.  Aquel  testamento  fuo  muy  nota- 
ble ,  y  que  dio  mucho  que  decir  ,  y  aun  ocasión  á 
muchas  revueltas  y  debates.  Hizo  en  él  mandas  de 
muchos  pueblos  y  castillos  á  los  templos  y  monaste- 
rios de  casi  toda  España :  porque  no  tenia  hijos  dejó 
por  herederos  de  todos  sus  estados  á  los  Templarios  y 
á  los  Hospitalarios,  y  también  á  los  que  guardaban  el 
Santo  Sepulcro  de  Jerusalén,  para  que  aquellas  tres 
órdenes  de  caballería  los  repartiesen  entre  si :  ejem- 
plo de  liberalidad  murmurada  mucho  de  los  presen- 
tes,  y  de  que  no  menos  se  maravillaron  los  de  ade- 
lante. Era  tan  grande  el  deseo  que  todos  tenían  de 
ayudar  á  la  guerra  que  se  hacia  en  la  Tierra  Santa 
para  que  se  conservase  y  aumentase  lo  ganado,  que 
a  portía  varones  y  mujeres ,  príncipes  y  particulares 
daban  para  este  efecto  pueblos,  castillos,  here- 
dades. 

Remata  el  dicho  testamento  con  graves  maldicio- 
nes que  echa  contra  los  que  intentasen  Innovar  algo 
en  lo  que  dejaba  mandado;  pero  sin  embargo  los  ara- 
goneses y  navarros  se  juntaron  en  Borgia,  puesta  á 
la  raya  de  Navarra  para  nombrar  rey.  Era  señor  de 
aquella  ciudad  por  merced  del  rey  muerto  don  Pedro 
de  Atares,  varun  muy  ilustre,  y  como  algunos  sos- 
pechan mas  que  prueban ,  deceodia  de  la  casa  real. 
Sus  partes  sin  duda  eran  muy  aventajadas,  y  muy 
grande  la  voluntad  que  el  pueblo  le  tenia.  Parecía 
que  sin  con  tradición  le  alzarian  por  rey ,  y  fuera  así 
si  no  se  desabriera,  con  la  soberbia  y  arrogancia  de 
que  comenzó  á  usar,  gran  parte  de  los  señores  y  ri- 
cos hombres :  el  apresurarse  es  á  muchos  ocasión 
de  perder  lo  que  teniau  en  la  mano.  Los  varones 
prudentes  consideraban  cuál  seria,  hecho  rey,  el  que 
siendo  particular,  era  intolerable.  Atizaba  á  los  de- 
más en  esta  razón  un  hombre  muy  noble  y  de  grande 
ingenio  por  nombre  Pedro  Tizón ,  cuya  autoridad  y 
consejos  como  siguiesen  los  otros,  y  en  este  parecer 
se  conformasen,  sin  concluir  se  partieron  de  las  cor- 
tes. Los  navarros  aborrecían  el  señorío  de  los  arafzo- 
iieses,  y  juzgaban  que  siempre  á  los  despojados  fue 
licito  recobrar  de  los  tiranos  ó  de  sus  sucesores  lo 
que  injustamente  les  tomaron.  Por  esto  hicieroa  sus 
juntas  á  parte  y  á  persuasión  de  Sancho  Rosa,  obispo 
de  Pamplona  alzaron  por  su  rey  á  don  García  que  ve- 
nia de  sus  antiguos  reyes,  ca  era  hijo  de  don  Riimi- 
ro,  nieto  del  rey  don  Sancho,  que  dijimos  fue  muer- 
to por  su  hermano  don  Ramón:  así  por  voto  coman 
de  la  gente  fue  nombrado  por  rey  en  Pamplona. 

Al  contrario  los  aragoneses  en  Monzón  do  se  jun- 
taron ,  declararon  por  rey  á  don  Ramiro  hermano  del 
rey  muerto,  aunque  monge,  y  de  abad  de  Saha- 
gun  (1)  electo  obispo  primero  de  Burgos,  después 
de  Pamplona,  y  últimamente  de  Roda  y  Barbastro: 
la  corona  que  le  dieron  en  Huesca ,  juntó  con  la  co- 
gulla, y  con  la  mitra  la  púrpura  real :  cosa  en  todo 
tiempo  de  grande  maravilla.  Conformáronse  en  este 
acuerdo  (á  lo  que  sospecho)  por  no  poderlo  escusar 
no  solo  por  ser  el  mas  cercano  en  deudo  á  que  el 
pueblo  se  inclinaba,  sino  por  evitar  la  guerra  que 
amenazaba,  si  contrastaran  al  que  desque  supo  la 
muerte  de  su  hermano ,  se  llamó  luego  rey.  Hay  es- 
critura y  instrumento  original  en  que  se  baila  que 
luego  por  el  mes  de  octubre  se  llama  rey  y  sacerdote, 
su  data  en  Barbastro.  No  pararon  en  esto  las  aflicio- 
nes  del  pueblo:  maguer  que  era  de  mucha  ^ad. 
tanto  que  mas  de  cuarenta  anos  eran  pasados  después 
que  tomó  el  hábito  en  el  monasterio  de  Tomer ,  le 
forzaron  para  tener  sucesión  á  casarse  con  dispensa- 
ción (como  se  debe  creer  y  lo  dicen  autores)  del  ro- 
mano pontífice  Inocencio  'Sef;undo.  De  donde  resultó 
otra  maravilla,  ser  uno  mismo  monge,  sacerdote-, 

( 1 )  So'o  fac  mnniye  proreso  del  monasterio  de  San  Poiif  Je 
Tomiers,  en  la  piovinna  de  Narbona. 


HISTORIA  DE   ESPAÑA. 


Ii9 


oIiLspo,  casado  y  rey.  Casó  con  doña  Inés  hermana 
de  Guillen,  conde  de  Potiers  y  de  Goiena,  el  .cual 
dos  anos  aaelante  murió  en  Santiago  de  Galicia ,  do 
vino  por  su  devoción  en  romería.  Su  hija  mayor  por 
nombre  Leonor  casó  por  mandado  de  su  padre  con 
Luis  rey  de  Francia  llamado  el  mas  mozo.  Desta 
señora ,  después  de  tener  dos  hijas  se  apartó  por  de- 
creto del  papa  Eugenio  Tercero  á  causa  que  eran 
parientes.  Hecho  este  divorcio .  casó  de  nuevo  el 
Francés  con  dona  Isabel  hija  de  aon  Alonso  el  Sete- 
no, emperador  y  rey  de  Castilla.  Doña  Leonor  casó 
con  Enrique  duque  de  Anjou  y  Normandia,  que  ade- 
lante fue  rey  de  Ingalaterra ,  v  juntó  lo  de  Potiers  y 
Guiena  ó  Aquitania  con  aquel  reino :  ocasión  de  que 
resultaron  largas  y  crueles  guerras  que  se  hicieron 
aquellas  dos  naciones,  para  toda  la  Francia  perjudi* 
cíales,  feas  y  malas  para  toda  la  cristiandad. 

CAPITULO  XVI. 

Te  nuevas  guerras  que  hobo  en  España  entre  los  prin- 
cipes cristianos. 

Por  la  elección  de  los  reyes  don  García  y  don  Ra- 
miro resultaron  grandes  alteraciones:  levantóse 
cruel  tormenta  de  guerras,  y  los  reinos  de  Navarra  y 
Aragón,  como  la  nave  en  el  mar  alterado,  cuando 
mayor  necesidad  tenian  de  piloto  y  gobernalle,  enton- 
ces se  hallaban  mas  desamparados  y  faltos  de  toda 
ayuda  á  causa  de  las  pocas  fuerzas  que  tenia  don 
García,  y  por  la  mucha  edad  y  vejez  de  don  Ramiro, 
lü  rey  de  Castilla  pretendía  y  publicaba  que  el  uno  y 
el  otro  reino  pertenecían  á  su  corona.  El  derecho 

3ue  para  esto  alegaba,  se  tomaba  de  su  tercer  abuelo 
on  Sancho  rey  de  Navarra  por  sobrenombre  el  Ma- 
yor: pretensión  ^o  muy  fuera  de  -camino,  que  las  ór- 
denes militares,  á  las  cuales  don  Alonso  rev  de  Ara-  \ 
gon  nombró  por  sus  herederos,  de  toaos  eran 
esclaidas ,  pues  no  era  razón  ni  conforme  á  las  leyes 

?[ue  alguno  subiese  á  la  cumbre  del  reino ,  que  no 
aese  de  la  alcuña  y  sangre  de  ios  reyes  antiguos. 

Estas  razones  y  otras  semejantes  ventilaban  los 
legistas  en  sus  rincones  y  por  las  plazas:  los,  mejores 
y  mas  fuertes  derechos  de  reinar,  que  son  de  ordi- 
dinario  las  fuerzas  y  poder,  estaban  claramente  por  el 
rey  de  Castilla,  sin  que  le  faltasen  aficionados  en  el  un 
reino  y  en  el  otro  en  tiempo  tan  revuelto  y  tanta  di- 
versidad de  pareceres.  Pues  porque  no  pareciese 
faltaba  á  la  ocasión,  con  todas  sus  gentes  rompió  por 
la  Rioja,  y  por  aquella  parte  se  apoderó  de  las  plazas 
y  castillos  que  don  Alonso  su  padrastro  desde  Villo- 
rado  hasta  Calahorra,  primero  por  fuerza  y  después 
por  virtud  del  asiento  que  últimamente  tomaron^  le 
ieoia  usurpados:  estos  fueron  las  ciudades  de  Naja- 
ra y  Logroño,  Arnedo  y  Yiguera  sin  otros  lugares  de 
menor  cuantía.  Demás  desto  en  Vizcaya,  y  en  aque- 
lla parte  que  se  llama  Álava ,  puso  sitio  sobre  Vito- 
ria, que  le  defendieron  valientemente  los  naturales 
de  manera  que  no  la  pudo  entrar,  si  bien  alrededor 
della  se  apoderó  de  otros  pueblos :  con  esto  el  rio 
Ebro  quedó  desta  vez  por  raya  entre  los  dos  reinos 
de  Castilla  y  de  Navarra.  Grande  era  la  alteración  de 
las  cosas:  muchos  asi  señores  seglares  como  obispos 
seguían  el  campo  del  rey,  en  este  número  se  conta- 
ban Bernardo ,  obispo  de  Sigücnza ;  Sancho,  de  Na- 
jara; Beltran,  de  Osma.  Ayudaban  otrosí  con  sus 
gentes  don  Ramón,  conde  de  Bitrcelona ;  Armengol, 
conde  de  ürgel;  Alonso  Jordán,  de  Tolosa;  Rogerio, 
de  Fox ,  Miro,  de  Pallas;  sin  otro  gran  número  de  se- 
ñores estraños,  que  todos  estaban  á  su  devoción. 

Con  tantas  ayudas  que  de  todas  partes  acudían,  el 
rey,  concluido  lo  de  la  Rioja  y  Vizcaya,  revolvió  lue- 
go sobre  Aragón  con  tanto  denuedo  y  presteza,  que 
el  próximo  mes  de  diciembre  estaba  apoderado  de 
todo  lo  que  de  aquel  reino  está  desta  parte  de  Ebro. 
£1  rey  don  Ramiro  no  se  hallaba  aperoebído  para 


contrastar  á  tan  grande  poder ,  y  no  menos  se  rece- 
laba de  sus  pocas  fuerzas  que  de  las  voluntades  de 
algunos  de  sus  vasallos.  Acordó  retirarse  á  lo  de  So- 
brarve  para  con  la  fragura  y  maleza  de  aquellos  luga- 
res entretenerse ,  y  esperar  mejores  temporales  ó 
que  se  viniese  á  concierto ,  á  que  él  mucho  se  incli- 
naba, á  tal  que  fuese  honesto  y  tolerable.  Andaba  de 
por  medio  para  concertar  estas  diferencias  Oldegario 
arzobispo  ae  Tarragona,  persona  de  grandes  prendas 
y  mucha  autoridad.  El  trabajo  era  grande ,  pequeña 
la  esperanza  de  hacer  efecto  por  las  grandes  diíicul- 
tades  que  se  ofrecían,  y  la  mayor,  que  ninguno  se 
contentaba  con  la  parte  por  la  codicia  y  esperanza 
que  tenia  de  salir  con  el  todo. 

El  de  Navarra  resi|eIto  de  concertarse  y  tomar  al- 
gún asieoto  por  lo  que  le  tocaba ,  sobre  seguro  vino 
á  Castilla.  En  una  junta  y  cortes  muy  grandes  que 
se  tuvieron  en  la  ciudad  de  León ,  se  hallaron  pre- 
sentes el  rey  don  Alonso  de  Castilla,  doña  Beren^uela 
su  mujer ,  y  doña  Sancha  su  hermana ,  y  el  mismo 
don  García  rey  de  Navarra  sin  otros  grandes  señores 
y  personas  de  cuenta.  En  estas  cortes  se  acordó  que 
el  de  Castilla  tomase  título  y  armas  de  emperador. 
Parecíales ,  pues  tenia  por  sujetos  y  feudatirios  los 
aragoneses ,  ios  navarros,  los  catalanes  con  parte  de 
la  Francia ,  que  bien  le  cuadraba  aquella  corona  y 
magestad.  Coronóle  el  arzobispo  de  Toledo.  Tenia  á 
manderecha  al  rey  de  Navarra  y  al  otro  lado  el  obis- 
po de  Leoo  llamado  Arriano. 

Dio  su  consentimiento  el  papa  según  que  lo  testi- 
fican nuestras  historias,  es  a  saber  Inocenco  Segun- 
do ,  que  en  aquella  sazón  tenia  el  gobierno  de  la 
Iglesia,  dado  que  apenas  se  puede  creer  quisiese  ha- 
cer tan  grande  befa  á  Alemana;  si  ya  no  lue  que  con 
noi-nbrar  nuevo  emperador  en  España  quiso  castigar 
y  satisfacer  de  las  insolencias  y  desacatos  muy  ^n- 
des  y  ordinarios  de  aquellos  emperadores.  Hizose 
este  auto  tan  solemne  en  Santa  María  de  León  el 
mismo  dia  de  la  Pascua  de  Espíritu  Santo  del  año 
de  11 3o,  como  lo  testifica  un  escritor  de  aquel  tiem-. 
po ,  y  se  entiende  por  los  actos  de  aquellas  córtes- 

Despues  desto  el  nuevo  emperador  se  tornó  á  coro 
nar  en  Toledo,  bien  que  no  se  sabe  en  qué  dia  ni 
año.  Destas  dos  coronaciones  resultó  á  lo  que  se  en- 
tiende, la  diversidad  de  opiniones,  y  que  unos  escri- 
biesen que  se  coronó  en  Toledo,  otros  que  en  León. 
En  los  archivos  de  Toledo  hay  un  privilegio  que 
concedió  el  rey  don  Alonso  á  esta  ciudad:  allí  dice 
que  tomó  la  primera  corona  del  imperio  en  León: 

fialabras  de  aue  con  razón  se  saca  que  á  imitación  de. 
os  emperaaores  de  Alemana,  que  se  coronan  por 
tres  veces ,  quiso  el  nuevo  emperador  coronarse  pri- 
mera y  segunda  vez  en  diversas  partes.  Autor  de 
aquel  tiempo  dice  que  se  coronó  tres  veces  (1) » la 
primera  en  Toledo  dia  de  Navidad ,  la  segunda  en 
León ;  y  que  la  corona  de  oro  la  tomó  en  Composte- 
lia:  todo  á  imitación  de  los  emperadores  de  Alemana. 
Lo  cierto  es  que  si  bien  algunos  otros  reyes  de  Es- 
paña acometieron  antes  deste  tiempo  á  tomar  apelli- 
do de  emperador,  este  principe  entre  todos  ellos  con- 
serva este  sobrenombre ,  que  vulgarmente  le  lla- 
mamos don  Alonso  el  emperador. 

Asimismo  se  tiene  por  cosa  averiguada  que  la  ciu 
dad  de  Toledo  desde  este  tiempo  comenzó  á  usar  da 
las  armas  que  hoy  tiene ,  que  es  un  emperador  asen- 
tado en  su  trono  con  vestidura  rozagante ,  el  globo 
del  mundo  en  la  mano  siniestra,  y  en  la  derecha  una 
espada  desnuda.  Antes  desto  tenia  dos  estrellas  por 
armas,  y  después  un  león  rapante.  Comenzóse  otrosí 
á  llamar  ciuoad  imperial  como  se  tiene  comunmente 
por  tradición,  demás  que  del  rey  don  Juan  el  Segun- 

(1)  Solo  consta  que  tomó  el  titalo  de  emperador  antes  de 
8tt  corooacioa;  y  los  padres  del  coacilio  de  PaJencia  ea  i  tS9' 
se  le  dieron. 


BIBLKITECA   DE 

a  escritura  ó  cédula  real  eti  qne  le  da  ese 


Amu  de  TjIuJo 


iafaiita  Joña  Sanclu ,  la  llsraa  hermana  del  empera- 
dor de  España,  fue  cíta  señora  muy  pia :  murió  sin 
casarse ,  llamábase  reina  porque  su  hermaDo  le  Ai6 
este  apellido  desde  el  priacipiü  de  su  reiaado.  Demiifl 
desto  Pedro  abad  cliiniacen«e  en  una  caria  que  es- 
uribió  al  mismo  papa  Inocencio  Sej;undo,usa  desti 

Srincipio:  uEI  emperador  de  España,  t^an  principe 
el  pueblo  cristiano ,  devoto  hijo  de  vuestra  niages- 
tad.etc.»  Ruégale  en  aquella  carta  venga  en  que  el 
obispo  de  Salamanca  se  traslade  á  Santiago  de  Gali- 
cia ,  j  que  condescienda  en  esto  con  el  deseo  del 
clero  ;  pueblo  de  aquella  ciudad  que  lo  pedia.  Esle 
obispo  era  Beren^io,  que  cuatro  años  adelante  por 
muerte  de  don  Diego  Gelmirez  fue  elegido  en  segun- 
do arzobispo  de  la  iglesia  de  Saolago. 

Volvamos  al  emperador.  Luego  que  tomú  aquel  tí- 
tulo, nombró  i  sus  hijos  pnr  reyes  (i),  ádon  Sancho 
el  dijo  mayor  señaid  el  reino  de  Castilla,  y  á  don  Per- 
iianuo  el  menor  el  de  León ,  con  que  dejó  divididos 
sus  B8tadot:reBolucÍoo  poco  acertada,  que  siempre 
se  tacbaré,  y  sin  embarg»  se  usará  muchas  Veces 
por  tener  los  padres  mas  cnenta  con  la  comodidad  de 
■US  hijos  quedel  bien  comon.  No  sa  descuidaban  los 
prelados  y  señores  que  tomaran  h  mano  en  concer- 
tar las  difereocias  susodicbas,  de  apretar  y  llevar 
adelante  estas  prácticas.  Lo  de  Aragón annnoeetaba 
sazonado:  concertaron  después  de  mucho  trabajo 

re  los  reyes  don  Alonso  y  don  García  se  juntasen 
nuevo  pñia  tratar  de  sus  haciendas  en  el  lugar  de 
Paradina  puesto  á  la  ribera  del  río  Ebro.  Alli  se  vie- 
ron el  dia  señalado,  que  fue  á  veinte  y  siete  de  «»• 
tiembre.  Hallóse  presente  la  reina  doña  fiereuguela 
ya  emperatriz.  Concertilse  la  paz  coneata  condición: 

3ae  prá*  don  García  quedase  el  reino  de  Ravarra ,  y 
emaa  dd  todo  lo  que  el  emperador  tenia  conquista- 
do del  reino  de  Ara^n ,  á  tal  que  tuviese  todo  su 
estado  como  feudatario  y  moviente  de  Castilla.  De- 
más de  esto  m  asentó  que  los  dos  juntasen  su  fuer- 
zas contra  don  Ramiro  para  qnitalle  el  reino  que  te- 
nia á  tuerto  usurpado  como  eflos  decían. 

Con  este  concierto  los  aragoneses  j  navarros  Re- 
daron revueltos  entre  sf,  y  se  hicieron  gravea  danos. 
Acudieron  á  atajar  estas  diferaiciaa  los  señores  y 
obispos  de  aquellas  doi  naciones.  Acordaron  se  nom- 
brasen tres  jueces  por  cada  una  de  las  partes  para 
componer  estos  debates.  JunUronse  en  una  aldea 
llamada  Vadoluengo  por  Aragón  don  Caial,  y  Ferriz 


CAi^PAR   V   SOIG. 

de  Huesca  y  don  Pedro  de  Atares;  por  Nararradon 
Ladran ,  don  Guillen  Amar  y  don  Jimeno  Amar. 
CtHicertaroD  que  se  dejasen  tes  armas;  (jaelostír- 
minos  de  Aragón  y  Kavarra  fuesen  los  mismos  qut  el 
rey  don  Sancho  el  Hayor  dejó  señalados ,  es  á  saber 
los  ríos  Sarazaso ,  Ida  y  Aragón  haata  que  meiclui 
sus  aguas  con  las  de  Ebro.  Lode  ValdemracalvBío- 
zal  con  otrosluftares  comarcanos,  dado  que  cuan  «D 
la  parte  que  adjudicaban  á  los  aragoneses,  auedanm 
en  poder  de  don  Garda  por  todo  eltiempo  de  su  vi- 
da^ que  tendría  empero  todo  sureinoj  estado  Goau 
sujeto  y  feudatario  de  Aragón, que  era  lo  mismo  qua 
tenia  concertado  y  prometido  al  de  Castilla:  tan  poa 
firmeza  tenia  lo  que  por  estos  tiempos  se  concertibi. 
Para  que  todo  esto  fuese  mas  firme,  se  juntaron  los 
dos  reyes  en  Pamplona.  Con  esto  parácit  que  lai  co- 
sas se  encaminarían  como  se  deseaba,  cuudo  <m 
caso  no  pensado  lo  desbarató  todo.  Iñigo  Ayvar  quier 
por  ser  así  verdad ,  quier  portpie  le  pesaba  de  lu 
paces ,  avisó  al  rey  don  Ramuo  que  loa  navarros  tn- 
lalmn  de  secreto  de  matalle.  Como  el  rey  diese  cré- 
dito al  reporte,  disfrazado;  de  nucbeseaaliódePim- 
plonn  sin  parar  basta  llegar  al  monasterio  de  Sin 
Salvador  de  Leyre:  de  allí  so  partió  mas  ofenditlo 
que  vino,  y  quitada  (mal  pecado)  todaeaperaniade 
concierto,  de  nuevo  volvieron  á  rompimiento. 

Don  Ramiro  por  su  edad  no  solo  de  los  principes 
sino  también  del  pueblo  parece  era  meoo^ecinlo, 
en  tanto  grado  que  vulgarmente  le  llamaban  el  rey 
Cogulla,  yleponisnoiros  nombres  de  desprecio.  Es 
el  vulgo  una  be»tia  indómita,  y  que  ni  con  beneficies 
ni  ifor  miedo  enfrena  las  lenguas.  A  ejemplo  pnes  de 
Periandra  tirano  de  Curiólo,  yde  Tarqumio  última 
rey  de  los  romanos,  se  dice  acometió  una  hazaña 
digna  de  memoria  para  la  posteridad  pero  cruel  y 
fea  para  una  persona  consagrada.  Llamoí  cortes  los 
grandes  del  reino  para  Huesca  el  año  1136:  la  voi 
era  que  queda  alli  tratar  negocios  muy  graves.  Acu- 
dieron á  su  llamado  muchos,  de  loa  cuaJea  hizo  pu- 
tar lue^  quince  señores  que  parecían  serle  mas 
contrarios,  los  cinco  de  la  casa  de  Luna,  tos  demás 
de  la  principal  nobleza  del  reino ,  cuyos  nombres  no 
me  pareció  era  necesario  relatarlos  en  parlicnlar.  El 
abad  del  monasterio  de  Tomer  con  quien  comunicó 
todo  esto,  reüoren  le  dió  este  consejo,  ca  preguntado 
por  los  embajadores  que  el  rey  le  despachó  en  esU 
razón ,  lo  que  debía  hacer  en  tan  grande  revuelta 
como  le  en  que  las  cosas  andaban ,  en  presencia 
delloe  con  una  hoz  derribó  lo  mas  alto  de  las  coles 
que  en  su  huerta  planUra ,  sin  dar  otra  respncsU 
mas  que  esta,  que  fue  avisalle  de  lo  que  bízo. 

Lo  que  se  dice  de  don  Ramiro  y  de  su  «tamienlo  y 
poca  muña,  no  psreco  creíble:  que  era  tan  para  po- 
co y  de  tan  poca  habilidad  que  en  la  guerra  por  llevar 
el  escudo  eñibarazado  «i  la  izquierda  y  en  la  derecha 
la  lanza  regia  el  caballo  y  las  riendas  coo  los  dientes: 

Sarece  fábula  sin  propósito.  Lo  qne  consta  ea  que 
le-tenidopor  hombre  poco  i  propósito  para  él  go- 
bierno, 7  de  menos  valor  que  pedia  peso  tan  grande: 
de  que  se  tomó  ocasión  para  tramar  estas  consejas. 
Por  conclusión  como  ni  asimismo  satisfaciese  nía  los 
otros,  enfadado  del  gobierno,  determinado  dedejarle 

nue  ya  tenia  una  nija  que  se  llamó  áañt  Petroni- 
,  a  aquellas  cortes  de  Huesca  dió  intención  de  lo 
que  pretendía  hacer,  y  amonestó  álrvpresenlesqoe 
pospuesto  lodo  lo  al,  debian  con  mucha  instancia 

Krocurar  la  amistad  del  emperador  don  Alonso,  sin 
acer  mención  alguna  de  vengar  las  injurias  de  loi 
navarros,  quier  fuese  por  deseode  la  pai,  quier  pw 
haberse  ellos  purgado  bastantemente  de  lo  que  les 
levantaron,  haber  puesto  asechanzas  í  sd  vida. 
Üon  Ramón  conde  de  Barcelma  fue  el  que  prínci- 

S límente  se  puso  de  por  medio  psra  concertarlas 
ferencias  entre  Castilla  ;  Aragón,  como  poraona 
que  tenia  gnndes  alianzas  con  el  tin  príncipe  7  con 


«I  otro,  demia  queje  dieron  intencioD  por  atedio  de 
don  CuuJ  boml»vpríiicip>l  de cattrle con  ta Infanta 
doDaPetroniiii  jnacerleref  de  Aragón.  A  la  ribera 
de  Ebra  treí  le^tiu  arriba  de  Zaragoza  está  Alagon: 
este  pueblo  señalaron  para  one  los  doa  reyes  >e  *ie- 
HD ;  icadieraa  el  dia  «eñalado ,  que  Tue  á  teinte  j 
cuatro  del  mes  de  agoato.  Acordüse  qne  la  ciudad  de 
Zaragoia  ruase  restituida  al  se5or{o  de  Aragón :  que- 
daron por  Castilla  Calata  jud  y  Alagon  con  los  demás 
pollón  que  estío  desta  parte  de  Ebro.  Para  mayor 
«e^urídad  deste  concierto  el  rey  don  Ramiro  dio  hd 
bija  en  retienes,  dado  que  noae  pudo  alcBuzarc8sa<;e 
cim  don  Sancho  hijo  mayor  del  emperador  por  estar 
prometida  al  conde  de  Barcelona ,  aue  lea  venia  mas 
a  cusdU  por  ser  gran  señor  y  caerles  lo  de  Catalana 
rony  cerca :  además  que  se  enreudio  alcaniaria  del 
enoendor  todo  lo  que  quisiese,  porel  estrecho  deu- 
do j  amistad  que  con  fl  tenia. 

KB  lodo  esto  DO  solo  no  se  blio  caso  de  la  coofede- 
ración  que  por  entrambas  partes  tenían  puesta  con 
el  rey  de  Nanrra,  antes  uno  de  loa  principaleii  capi- 
tulas desU  nueva  avenencia  fue  que  jnntarian  las 
-  amas  de  Castilla  ;  Aragoa  para  hacer  la  guerra  al 
Navarro ;  nui  <l  «visado  de  lo  que  pasaba ,  se  aperce- 
bia  de  todo  lo  necesario  :  principe  de  gran  corazón  y 
hrío ,  pues  contra  las  armas  de  los  dos  reyes  tan  p»- 


derosos  se  atrevió  no  solo  á  mantenerse  en  su  reino 
sinoá  procurar  de  ensancballa.  Casó  con  doña  Herge- 
liua  6  Margarita ,  hija  de  Rotron  conde  de  Alpercne, 
y  con  ella  bobo  en  dote  la  ciudad  de  Tudela.  Loa 
privilegios  y  escrituras  de  aquel  tiempo  reun  i^ue 
reinaba  en  Pamplona ,  en  Najara ,  en  Álava ,  en  Viz- 
caya y  Guipúzcoa.  Ayudáronle  mucho  loa  franceses 
cun  sus  fuerzas ,  porque  Luis  rey  de  Francia  tuvo  por 
cosa  honrosa  tomar  debajo  su  amparo  y  favorecer 
este  nuevo  y  flaco  rey :  ayuda  con  que  el  Navarro 
prevaleció,  si  bien  aégun  lo  tenían  concertada  sin 
dilación  de  todas  partea  aua  contrarios  acudieron  á 
lar  armas.  Los  campos  de  Casulla  y  de  Navarra  se 
asentaron  cerca  de  los  pueblos  Gallur  y  Cortes :  no 
se  vino  á  batalla  por  rehusar  los  unos  y  los  otros  de 
ponerse  i  seoMijante  peligro.  Esto  es  mas  verisímil 
que  lo  que  se  publicó  por  la  fam^  es  i  saber  que  por 
reverencia  de  la  pascua  de  Resurrección  que  cayó 
en  aquellos  dias ,  dejaron  de  pelear. 

Concertóse  el  casamiento  entre  don  Ramón  conde 
de  Barcelona  y  la  infanta  doña  Petronila  i  once  del 
mes  de  agosto  del  miamo  año ,  que  se  contaba  de 
1137.  Hecnoesto.el  reydon  Ramiro,  renunciada  el 
cuidado  y  sobierno  del  reino  se  recogió  en  la  iglesia 
de  San  Pedro  de  Buesca  deseoso  de  vida  mas  sose- 
gada (1).  Reservóse  solamenteel  nombre  de  rey,  y  el 


prider  usar  de  su  autoridad  cada  y  cuando  que  qui- 
siese. A  los  alcaldes  délos  castillos  y  pueblos  de  todo 
el  reina  nnvió  orden  para  que  hiciesen  de  «uev«  hn- 
menajn  al  conde  de  Barcelona.  Y  porque  en  aquellas 
revneitai  y  alborotas ,  como  es  ordinario,  loa  señores 
vendieran  el  swvicio  que  ttacian  al  viejo  rey  lu  mas 
caro  que  podian ,  por  pueblos  y  casUlloa  que  les  dio 
en  tan  gran  número,  que  divididas  las  fuerzas  del 
reina  y  IbanoscabadaR,  parecía  que  al  rey  no  le  que- 
lUlia  mas  que  ta  vana  sombra  da  aquel  nombre;  se 
hizo  una  ley  en  que  todas  aquellas  dnnaciooes  como 
ganadas  fuera  de  tiempo  se  revocaron  y  dieren  ni>r 
ningnnsnyde  ningún  valor,  mayormente  aquellas 
qae  se  impetraron  después  que  aquel  rey  tomú^ior 
veroo  al  coode  de  Barcelona.  En  lo  tocante  ú  Navar-  I 
n  se  determinó  que  los  linriprtis  de  loa  dos  reirros  | 
fiiMen  los  que  señnlnron  en  Pamplona  y  en  Vado- 
luengo  en  la  üon federación  quealli  se  hizo. 

DunRfmon  luego  que  se  encargó  del  gobierno  de 
aquel  remo ,  y  dio  dsieatu  en  las  casis  del ,  se  fué  & 
ver  cou  elemparador  don  Alonso: con  ct  en  Carrion, 
pueblo  de  Castilla  &  Vieja,  trato  reformar  tas  con- 
diciuiifi  di!  la  pai  que  poco  antes  eníre  Castilla  y 
Arsgi>o  sií  atentaron.  Hizo  grande  efecto  su  venida: 
otoffiironle  que  todas  las  tierras  de  Aragón  que  ea- 
lln  desla  parte  del  rio  Ehro  ,  quedasen  por  aquellos 
reyes  como  antes  isa  tenían,  mas  que  porellas  fue- 
sen feudatarios  de  Castilla.  Con  esto  porel  mes  proii- 


mo  de  octubre  don  Ramón  hito  su  entrada  en  Zarago- 
za, fueron  grandes  los  regocijos  y  el  aplauso  del  pue- 
blo ,  que  le  llamaba  padre  de  la  patria ,  autor  de  la 
paz  y  felicidad  del  reino.  Dio  asiento  ea  las  cosas  de 
aquella  ciudad  y  de  todo  lo  demás ,  con  que  fundó  ei 
sosiego  tan  deítcado  de  todos.  En  acabar  todas  estas 
rosas  se  señaló  mucho  Guillen  Ramón  senescal  de 
Cataluña,  que  era  lo  que  ahora  llamamos  mayordomo 
mayor, ycoraotalleiiia  gran  cabida  j  privanza  con  - 
el  rey  dqn  Ramiro.  Por  aus. servicios  el  conde  de 
Barcelona  le  hizo  merced  en  Cataluña  de  la  vílln  de 
Moneada  :  principio  de  donde  coiiiO  de  tronco  salió 
y  se  fundó  en  aquella  provincia  la  muy  noble  cosa  y 
linaje  de  loa  Uoncadas. 

CAPITULO  XVII. 

Que  don  Alonso  principe  de  Portugal  se  llamó  rey. 

.  Ds  la  alteración  ajena  tomaron  los  portugueses 
ocasión  de  aumentar  su  señorío  y  cañar  mayor  re- 
nombre. Don  Alonso  ,  quién  dice  infaute  ó  principe, 

[1 )  ksn  muerle  ariecid)  en  esta  i^lesii  ítie  enterrado  en 
el  dlustro  de  la  nian» ,  rolocaiido  ín  su  sepulcro  una  llpida 
de  mirmol  qaí ,  ranio  revelí  lu  dibitio ,  rio  duda  ea  de  e»- 
cullura  rdmini  i>  Fue  de  otro  enterramiento,  perqué  la  rudeía 
del  arle  no  pennilia  entonces  labrarle  otra  «orreapaadieDte  i 


3>2 


MBLIOTLCA   DE  GASPAR   T    RUIG. 


quién  duque  de  Portugal,  por  ser  como  era  no  menos 
ilustre  en  la  guerra  que  en  la  paz,  no  cesaba  de 
«ennoblecer  su  estado ,  acrecentalle  y  bermosealle  de 
todas  las  maneras  que  podia.  En  la  ciudad  de  Coim- 
bra  fundó  el  monasterio  de  Santa  Cruz  ,  obra  muy 
principal,  que  escogió  para  su  sepultura.  Hizole  do- 
nación de  Leyra,  pueblo  que  por  este  tiempo  se  ganó 
de  moros.  Principios  fueron  estos  de  grandes  cosas, 
porque  el.  ano  de  nuestra  salvación  de  1139  con  mu- 
cbas  gentes  x¡úe  juntó  de  todosu  estado,  hizo  entrada 
en  tierra  de  moros ,  y  pasado  el  rio  Tajo,  movió  guer- 
ra á  Ismar  rey  moro ,  que  tenia  el  señorío  de  aquellas 
comarcas.  En  esta  jornada  antes  que  se  viniese  á  las 
manos,  falleció  Egas  Ñoñez  ayo  del  mismo  don  Alon- 
so, por  cuyos  consejos  hasta  entonces  se  conserva- 
ron y  gobernaron  aquel  príncipe  y  sus  cosas.  En  la 
ciudaa  de  Portuha)run  monasterio  de  benitos  llama- 
do vulgarmente  de  Sosa ,  fundación  del  mismo  don 
Egas ,  en  que  se  ven  las  sepultadas  deste  caballero  y 
de  sus  hijos.  La  de  doña  Teresa  su  mujer  está  en  el 
monasterio  de  Cereceda  de  la  orden  del  Gystel ,  que 
asimismo  ella  fundó  á  dos  leguas  de  Lámelo ,  á  lo 
que  yo  entiendo  el  uno  y  el  otro  de  los  despojos  de  la 
guerra. 

Ismar  avisado  del  intento  gue  don  Alonso  llevaba, 
á  toda  diligencia  levantó  y  alistó  gente  en  su  tierra. 
Acudiéronle  otros  cuatro  revés  ó  señores  moros  con 
que  formaron  un  grueso  ejército.  Llegaron  á  vista 
unos  de  otros  cerca  de  Castroverde  en  una  llanura 
que  á  la  sazón  se  llamaba  iJríchio,  y  al  presente  Ca- 
bezas de  Reyes,  y  pareció  á  propósito  para  dar  la 
batalla.  Riega  aquellos  campos rl  no  de  Palma  llama- 
do otro  tiempo  Ghálybs  :  por  tierra  de  Beja  do  tiene 
su  nacimiento ,  lleva  poca  agua,  pero  con  otros  ríos 
que  se  le  juntan ,  poco  á  poco  se  engruesa  de  tal 
suerte  que  cuando  uega  al  mar  y  al  golfo  Salaciense 
cerca  de  Alcázar  de  Sal ,  tienen  hondo  bastante  para 
navegarse.  Don  Alonso,  vista  la  muchedumbre  de 
los  enemigos,  al  principio  estuvo  congojado: poruña 
parte  se  le  representaba  el  riesgo  á  que  ponía  todo 
su  estado ,  por  otra  la  afrenta  y  mengua  su  va  y  de  los 
suyos ,  81  volvía  atrás ,  mas  pesada  que  la  misma 
muerte.  Venció  el  deseo  de  la  hoDra  el  recate  cobar- 
de ,  en  especial  que  sus  soldados  dos  días  antes  que 
la  batalla  se  diese ,  que  fue  á  veinte  y  cinco  de  julio 
dia  del  apóstol  Santiago  de  aquel  mismo  año ,  con 
grande  resolución  y  regocijo  ( tan  animados  estaban) 
en  los  reales  dieron  al  príncipe  don  Alonso  nombre 
de  rey.  Esto  le  hizo  de  todo  punto  resolverse ,  y  pro* 
baria  suerte  de  la  batalla ,  por  no  parecer  si  ía  escu- 
saba,  que  amancillaba  aquella  nueva  dignidad  y 
ditado. 

Llegado  pues  el  dia,  ordenadas  sus  haces  en  guisa 
de  pelear ,  les  habló  en  esta  sustancia  :  a  Las  pala- 
nbras ,  amigos  míos ,  no  hacen  á  los  hombres  valien- 
»tes.  Los  corazones  que  se  avivan  con  el  razonamiento 
»del  capitán ,  luego  que  se  viene  á  las  manos ,  vuelven 
ȇ  su  natural.  El  esfuerzo  de  cada  cual  en  el  peligro 
»1e  descubre.  El  estado  en  que  todos  nos  hallamos, 
»bien  así  como  yo  lo  veis  todos.  La  muchedumbre  de 
»lo8  enemigos,  ^  el  sitio  en  que  estamos,  no  da  lu- 
i»gar  para  que  ninguno  pueda  volver  atrás.  Vuestro 
^esfuerzo ,  valientes  soldados ,  os  servirá  de  reparo. 
9¿Qué  cosa  hay  mas  torpe  que  poner  en  los  piés  la 
^esperanza  quien  tiene  empuñadas  las  armas  ?  que 
Mvolver  las  espaldas  á  los  que  no  se  atreverán  á  mirar 
n vuestros  rostros  y  denuedo?  afuera  el  miedo  y  co- 
nbardia.  La  alegría  que  veo  en  vos ,  da  bastante 
nmuestra  de  vuestro  esfuerzo  y  valor.  Yo  determina- 
ndo estoy  de  cumplir  con  lo  que  debo,  sea  con  la 
«muerte  ,  sea  con  la  victoria  :  ío  primero  no  lo  per- 
nmitirá  Dios ,  ni  sus  Santos :  lo  al  en  vuestras  manos 
nestá.  Contra  esta  canalla  que  tantas  veces  vencistes, 
»al  presente  habéis  de  pelear.  Los  ánimos  pues  de 
»los  enemigos  y  vuestros  será  como  de  vencidos  á 


»  vencedores :  el  de  ellos  bajo ,  medroso  y  cobarde;  el 
» vuestro  alegre  y  denodado.  De  mí  no  esperéis  sota- 
»mente  el  goolerno ,  sino  el  ejemplo  en  eipelear.  Pa- 
)>rad  mientes  no  parezca  me  oistes  el  apellido  de  rey 
»para  afrentarme  en  este  trance,  d 

«Dichas  estas  palabras,  díó  señal  de  acometer, 
mandó  que  los  estandartes  se  adelantasen,  lo  mismo 
hicieron  los  enemigos.  Trabóse  una  brava  pelea  como 
de  los  que  contendían  por  la  honra,  por  la  vida,  v 
por  el  imperio ,  de  todo  Portugal.  Ultimameuté  la 
muchedumbre  de  los  moros  fue  vencida  por  la  forta- 
leza de  los  cristianos:  muchos  quedaron  muertos  y 
no  pocos  presos.  Los  cinco  estandartes  de  los  reyes 
vinieron  en  poder  de  los  vencedores.  Principio  y 
ocasión  de  las  armas  de  que  usaron  en  adelante  los 
reyes  de  Portugal,  en  escudo  y  campo  azul  cinco 
menores  escudos.  Otros  dan  diversa  interpretación, 
V  pretenden  que  significan  las  cinco  llagas  de  Cristo 
hijo  de  Dios ;  pero  no  sé  sí  con  fundamento  bastante. 
En  tiempo  de  doíi  Sancho  Segundo  deste  nombre, 
rey  de  Portugal ,  á  las  armas  antiguas  añidieron  cas* 
tillos  por  oría ,  no  siempre  en  un  mismo  número,  al 
presente  ponen  siete.  Esta  fue  agüella  batalla  tan 
celebrada  con  razón  por.  los  historíadores  portugue- 
ses ^  de  laif  mas  memorables  que  se  vieron  en  aquella 
era ,  después  de  la  «ual:  en  breve  el  poder  y  fuerza  de 
Portugal  se  aumentaron  en  grande  manera.  Verdad 
es  que  todo  lo  escurecia  y  afeaba  la  prisión  tan  larga 
de  su  madre. 

Avisado  desto  el  pontífice  Inocencio  II  que  todavía 
lo  era  por  estos  tiempos,  procuró  apartalle  de  aquel 
propósito,  y  hacer  que  se  reconciliasen  :  con  estp. 
intento  envió  desde  Roma  con  muy  grandes  poderes 
al  obispo  de  Coimbra ,  cuyo  nombre  no  se  dice :  él  no 
cesó  de  amonestar  al  rey  que  hiciese  oficio  de  hijo 
para  con  su  madre,  esquivase  la  mala  voz  que  corría 
•de  aquel  hecho  :  que  era  cosa  de  muy  mala  sonada 
tenclla  no  solo  despojada  de  su  estado  y  dote ,  sino 
prívadá  de  la  libertad :  ninguna  causa  bastante  se 
podía  alegar  para  hacer  tan  grande  injuria^  y  tal 
desacato  a  la  que  le  engendró.  Las  orejas  del  rey  es- 
taban sordas  á  estas  palabras  :  tanta  vez  tiene  la 
indignación  concebida  contra  lo  á  q^ue  obligaba  la 
ley  natural.  El  obispo ,  puesto  entredicho  en  aquella 
su  ciudad,  se  salió  ae  Portugal.  Por  esta  misma  cau- 
sa vino  de  Roma  cierto  cardenal ,  mas  no  hizo  efecto 
alguno ;  antes  forzado  por  las  amenazas  del  rey  alzo 
el  entredicho  que  en  todo  el  reino  tenia  puerto. 

Era  en  aquella  sazón  don  Manrique  ó  Amalarico 
de  Lara  muy  principal  en  ríquezas  y  en  nobleza,  y 
por  merced  de  los  reyes  de  Castilla  era  señor  de  Mo- 
lina. Don  Alonso  rey  de  Portugal  procuró  casarse 
con  una  hija  deste  caballero  ,  que  se  llamaba  Malfa- 
da.  Quien  hace  á  doña  Malfada  hija  ó  hermana  de 
Amadeo  conde  de  Mauríena  y  de  Saboya;  y  aun  debe 
ser  lo  mas  cierto,  atento  que  el  arzobispo  dbn  Rodri- 
go dice  que  casó  con  Malfada  hija  del  conde  de  Mau- 
ríena. Nacieron  deste  matrimonio  don  Sancho ,  doña 
Ikraca  y  doña  Teresa,  aquella  que  casó  adelante  con 
Phiiipe  conde  de  Flandes.  Demás  destos  hijos  tuvo 
este  rey  otro  hijo  bastardo  llamado  don  Pedro.  He- 
chos los  regocijos  destas  bodas ,  volvieron  los  portu- 
gjlieses  á  la  guerra.  Sentaren  villa  princinaj  de  aquel 
reino  está  á  la  ribera  de  Tajo.  Llegaron  ae  improviso 
los  nuestros ,  y  antes  de  amanecer  sin  ser  sentidos 
la  escalaron ,  y  echaron  della  los  moros.  De  los  des- 
pojos desta  guerra  fundó  aquel  rey  el  monasterio  de 
Alcobaza  de  mongos  bemardos  por  voto  que  hizo  al 
pasar  por  donde  está ,  de  hacelfb  asi,  caso  que  gana- 
se aquella  plaza.  Sobre  el  imperio  de  África  conten- 
dían con  gran  porfia  Albohalí ,  que  era  del  linaje  de 
los  Almorávides ,  y  Abdelmon  de  los  Almohades, 
nuevo  linaje  y  secta  que  entre  los  moros  se  levan- 
taba. 

Estas  diferencias  dieron  ocasión  que  los  moros  de 


HISTORIA  PK   ESP.INA. 


323 


España  fuesen  por  ios  nuestros  maltratados  :  á  la 
verdad  en  esta  sazón  mas  se  conservaban  por  estar 
los  cristianos  ocupados  en  gserras  civiles  que  por  so 
mismo  esfuerzo.  Y  aun  por  este  tiempo  en  algunas 
partes  gozaban  los  moros  de  tanto  sosiego ,  que  teq- 
uian lugar  para  darse  muy  de  propósito  ai  estudio  de 
las  letras  (I)»  en  especial  en  Córdoba,  madre  que 
siempre  fue  da  buenos  ingeoios ,  bobo  en  esta  sazón 
varones  esclarecidos  y  escelentes  en  todo  género  de 
fítosoQa.  Avicena  fue  uno,  al  cual  algunos  tienen  por 
hombre  principal  j.hgo  de  rey :  otros  pretenden  que 
no  fue  español ,  ni  jáinas  aportó  en  España.  Averroes 
fue  otro  nbbflisimo  comentador  de  Aristóteles  :  él 
mismo  dice  de  sí ,  que  escribía  loscomentarios  sobre 
los  libros  de  CobIo  de  Aristóteles  el  año  quinientos  y 
treinta  de  los  tobes  que  concurre  cen  el  de  Cristo 
mU  7  ciento  y  treinta  y  cinco.  Avenzoar  asimismo 
fue  señalado  en  aquella  ciudad  en  los  estudios  de 
matemáticas  y  astrología.  Esto  en  Córdoba.  En  Por- 
tugal con  gentes  que  juntaron ,  ganáronlos  cristianos 
por  fuersa  de  armas  la  villa  de  Sintra ,  asentada  jun  - 
to  al  promontorio  que  los  antiguos  llamaron  Artabro, 
V  no  lejos  de  aquella  parte  por  donde  el  rio  Tajo 
desagua  en  el  mar.  Era  el  lugar  muy  á  propósito  para 
llamar  socorros  estrenos.  Por  esta  causa  á  persnasion 
del  rey  vinieron  gruesas  amadas  de  Francia ,  Inga- 
kiterra  j  Flandes.  Las  ayudas  fueron  tales,  que  se 
determinó  de  poner  cerco  sobre  Lisbona ,  ciuaad  en 
aquella  comarca  muy  populosa  y  la  mas  principal  de 
Portugal.  Pero  antes  que  declaremos  el  iin  qne  tuvo 
este  cerco  mny  famoso ,  volveremos  la  pluma  á  lo  que 
se  queda  atrás. 

CAPITULO  XVIIL 

Cómo  los  Heles  ganaron  á  Almería. 

EHTftSTAiiTO  que  estas  cosas  pasaban  en  Portugal, 
los  navarros  v  aragoneses  traian  guerras  entre  si. 
Don  Alonso  el  emperador  tenia  en  su  manó  la  guerra 
y  la  paz :  el  que  de  los  dos  reyes  fuese  el  primero  á 
ganar  su  amistad,  se  prometía  seguramente  la  vic- 
toria de  su  contrario :  asi  á  porfía  los  unos  y  los  otros 
la  nretendian.  El  primero  don  Ramón  conde  de  Bar- 
celona encargado  que  se  vio  del  nuevo  reino  de  Ara- 
gón, j  por  el  mismo  caso  envuelto  en  graves  difi* 
cnltaaes ,  con  intento  de  granjearie  la  voluntad  y 
atraeile  á  su  parecer  fue  á  Carrion  villa  de  Castilla, 

(1)  Ea  los  dos  primeros  siglos  de  la  conquista ,  los  árabes 
á  pesar  de  U  ilostradoa  de  sos  califas  no  se  dedicaron  con 
ahineo  á  las  letras.  Pero  desde  que  Al-Hakem  II  subió  al  tro- 
no á  mitad  del  siglo  X,  empieían  á  verse  escuelas,  y  colenos 
en  Córdoba  y  hs  eindades  príacipales  de  sus  estados.  Al-Ha- 
kem, hijo  de  Abdsrrabman,  funda  en  Cérdoba  una  academia 
que  se  hace  muy  ftimosa  por  el  ^ran  número  de  literatos  gue 
salen  de  ella:  haee  venir  á  su  remo  k»  hombres  mas  sabios: 
leu  honra  y  premia,  dándoles  á  unos  Um  empleos  mts  distin- 
guidos, á  otros  les  encarga  escribir  los  anales  de  la  nación,  y 
otras  obru:  recoge  por  todas  parles  Km  libros  mas  esqutsitos 
de  los  «riegos  y  romanos ,  y  forma  una  biblioteca  en  su  pala- 
cio realde  seiscientos  mil  volúmenes:  manda  que  se  establei- 
can  en  todas  fats  ciudades  principales  bibliotecas  públicas  de 
los  libros  de  toda  especie  de  literatura  para  iustruccion  gene- 
ral. El  regente  Almtnxor,  y  los  reyes  que  le  sucedieron  si- 
guieron estableciendo  por  todas  partes  escuelas  para  la  ilus- 
tración de  los  pueblos;  y  asi  las  ciencias  y  las  artes  desde 
mitad  del  siglo  X  basta  el  xlll  hicieron  tales  progresos  en  esta 
nación ,  que  no  solamente  era  mas  culta  que  las  demás  de  la 
Europa,  sino  que  podia  compararse  á  los  griegos  y  romanos 
eo  el  tiempo  de  su  mayor  esplendor.  TuTieron  un  sin  número 
de  escritores  en  todas  las  ciencias  y  en  la  literatura.  Se  cuen- 
tan dentó  y  dncneota  autores  cordobeses ,  setenta  y  un 
murcianos ,  dncuentQ  y  tres  de  Málaga,  cincuenta  y  dos  de 
Almería,  veinte  y  cinco  de  Lusitania,  y  otros  muchos  de  Se- 
vilta ,  Giíinada  y  Valenda  Mariana  cuenta  entre  estos  á  Avi- 
cena ;  mu  este  no  fae  español ,  y  vivió  siato  y  medio  antes. 
Gen  sHoafante  astaás  de  dvilizaaoa  no  se  justifica  muy  bien 
el  dietaio  de  cgenle  ases  y  foros»  coa  qne  Mañana  califica 
deoMaiado  fireeaÍBateBMBte  á  los  árabes. 


como  queda  dicho.  La  ida  no  fue  en  vano,  porcrue 
alcanzo  que  Zaragoza ,  Tarazona ,  Calutayua  y  los 
demás  pueblos  de  la  corona  de  Araron  que  están 
desta  parte  de  Ebro ,  y  á  la  sazón  teniao  guarnición 
de  castellanos,  se  le  estregasen  como  á  feudatario 
de  los  reyes  de  Castilla.  De  don  García  rey  de  Na- 
varra, dado  que  con  ordinarias  entmdas  que  hacia, 
molestaba  los  aragoneres  por  toda  la  comarca  que 
hay  desde  Tudela  á  Zaragoza ,  por  entonces  no  se 
hizo  mención  alguna;  pero  dos  años  adelante,  que 
fue  el  de  i  140 ,  don  Rtmon  movido  por  aquellos  des- 
aguisados,  v  confiado  en  la  amistad  de  don  Alonso, 
vino  segunaa  vez  á  verse  con  él  en  el  mismo  lugar  du 
Carrion ,  donde  entre  aragoneses  y  castellanos  se 
hizo  liga  contra  el  de  Navarra,  y  se  concertó  que  los 
pueblos  de  la  corona  de  Aracon  que  teuian  usurpa- 
dos los  navarros .  volviesen  a  los  araeoneses :  asimis- 
mo que  Iw  que  del  señorío  de  Castilla  noseian  desta 
parte  de  Ebro,  luego  que  fuesen  ganados  del  común 
enemigo ,  se  restituyesen  fielmente  á  Castilla.  To- 
cante al  reino  mismo  de  Navarra  y  acordaron  que  la 
tercera  parte  quedase  por  el  emperador ,  las  otras  dos 
partes  se  adjudicaron  á  don  Ramón  con  nombre 
otrosí  por  ellas  de  feudatario  de  Castilla  :  repartían 
los  despojos  antes  de  matar  la  caza. 

Despedidas  estas  visitas ,  como  si  bebieran  tocado 
al  arma,  acudieron  por  amb'as  partes  á  la  guerra.  A 
don  Ramón  entretenían  otros  cuidados  :  así  don 
Alonso  el  emperador  fue  el  primero  que  ido  á  Bur-* 
gos ,  con  un  grueso  ejército  que  levantó  y  juntó  de 
todas  partes ,  pasados  los  montes  Doca,  rompió  por 
tierras  de  navarros.  El  ruido  y  el  espanto  fue  mayor 
que  el  efecto  que  se  hizo :  con  embajadas  que  dcima 
y  otra  parte  se  enviaron ,  y  por  medio  de  los  nrelados 
que  acompañaban  álos  reyes,  finalmente  se  nicSeron 
paces  entre  aquellas  dos  naciones.  Para  concluir 
acordaron  que  los  dos  príncipes  se  hablasen:  las  vis- 
tas fueron  a  la  ribera  de  Ebro  entre  Calahorra  y  Al- 
faro.  Hallóse  presente  en  esta  junta  doña  Bercnguela 
mujer  del  emperador:  allí  no  solo  se  concertáronlas 
paces ,  sino  también  para  mayor  firmeza  acordaron 

3ue  don  Sancho  hijo  mayor  del  emperador  casase 
OQ  doña  Blanca  hija  del  Navarro.  La  infanta  ,  bien 
que  de  muy  poca  edad ,  para  que  estuviese  como  en 
rehenes  fue  desde  luego  entregada  á  su  suegro.  Ri- 
zóse esta  confederación  á  veinte  y  cuatro  del  mes  de 
octubre  del  año  susodicho. 

Desta  mudanza  tan  repentina  del  emperador  don 
Alonso  no  hallo  bastante  causa  ni  que  satisfaga  del 
todo,  si  bien  entiendo  que  no  fue  inconstancia  ni 
liviandad;  porque  ^qué  príncipe hoboen  aquel  tiem- 

Íio  ni  mas  grave ,  ni  mas  santo?  A  la  verdad  era  muy 
uera  de  propósito,  que  los  aragoneses  ocupados  en 
otros  negocios ,  y  que  poco  le  podían  ayudar ,  se  lle- 
vasen el  fruto  del  (ieligro  ajeno  y  de  su  trabajo :  así 
determinó  en  particular  mirar  por  lo  que  le  estaba 
bien ,  ca  gravísimos  cuidados  dentro  y  fuera  de  su 
estado  apartaban  á  don  Ramón  y  le  impedían  de  la 
guerra  de  Navarra.  Primeramente  tenia  mucho  en 
que  entender  con  los  moros  de  su  distrito,  de  quien 
en  esta  sazón  los  capitanes  y  fronteros  de  Aragón 
ganaron  á  las  riberas  del  rio  Cínsa  los  pueblos  de  Ca- 
lamerayAlcolea.  Demás  desto  los  caballeros  Jero- 
solymitanos  por  el  testamento  de  don  Alonso  rey  de 
Aragón ,  que  fue  muerto  los  años  pasados ,  todavía 
pretendían  tener  derecho  al  reino ;  y  era  razón  con- 
téntanos en  alguna  manera  y  dar  algún  corte  en 
esto ,  mayormente  que  Raimundo  maestre  de  la  ca- 
ballería de  San  Juan  era  venido  por  este  respeto  á 
España.  Por  cuya  diligencia,  después  de  largos  de- 
bates sobre  el  caso ,  últimamente  se  asentó  que  los 
caballeros  Jerosolymitanos  en  Zaragoza,  Calatayud^ 
Huesca,  Barbastro  y  Daroca  con  todos  los  demás 
pueblos  que  se  ganasen  de  moros ,  tuviesen  de  cada 
una  de  las  tres  naciones  cristianos,  moros  y  judíos 


Jt  UE  c«sp*n  T  11019 . 


un  vecino  por  fasallo ,  (jue  les  acudieseucoa  sustrí-  i  coDde  que  fue  de  Ajmilhn  y  déla  Pro«nza,herinaDí 


butos  yá  su  llamado  7  de!>BJode5acoDducta,uuan- 


LiH  y  heretlamientos  muv  sran'les  con  tjaa  austenU' 
léala  TidayloB  gastos  de  la  guerra,  si  bien  Tuesen 
muy  graDdes.  Ed  Jaca  y  eo  oiroa  lugares  les  dieron 
«itios  para  hacer  sus  conventos.  Púsose  olra  condi- 
ción muy  principal ,  que  si  don  Ramón  muriese  fia 
liijos ,  el  reina  volviese  á  los  caballeros. 

Cn  estas  prdticas  y  en  asentar  rslos  conciertos 
pasaron  algunas  afios.  El  asiento  Guillermo  patriarca 
lie  JerusMéR  y  li>s  demás  caballeros  de  San  Juan  in- 
teresados «probürun  en  Jerusalén  á  veinte  y  nueve 
de  agosto  de  año  de  II 41,  y  de  todo  otorgaron  escri- 
tura pública.  Vino  también  en  dio  y  diú  su  consea- 
timiento  Fulcon  rey  de  Jerusalén;  y  úliimamente 
aprobó  todo  esto  el  papa  Adriano  IV  que  algunos 
unos  adelante  comenzó  á  gobernar  la  igresia  de  Ro- 
m».  En  esta  avenencia  compre  hendieron  eso  mismo 
las  oirás  dos  órdenes  militares ,  y  en  particular  los 
Templarios ,  á  los  cuales  don  Ramón  tenia  mas  devo- 
ción por  causa  que  su  padre  don  Ramón  Bereusuel 
lomóei  biíbito  de  aquella  religión  y  la  profesó  los 
aüos  pasados.  Por  eslo  fueron  aventajados  á  los  de- 
más; ca  les  consiauidá  Honion  y  ntrooran  aúmero 
de  pueblos  y  castillo»,  la  décima  parte  de  las  rentas 
reales ,  v  la  quinta  d>;  todo  lo  que  se  ganase  en  la 
guerra  aolss  moros.  Finalmente  lodos  los  caballeros 
■juedaron  cíenlos  de  tributos  y  de  la  jurisdicción 
real ,  en  particular  se  concertó  y  Juró  por  espreaas 
pilabras  que  sin  su  con  sen  li  míen  tu  no  se  bañan  en 
tiempo  alauao  paces  con  los  morón.  Estos  conciertas 
KB  hicieron  en  Girona,  presente  el  cardenal  Guidon 
legado  del  poatilico  romano ,  que  interpuso  su  auto- 
ridad en  ello  y  fue  á  veinte  y  siete  de  noviembre  año 
lid  1143. 

Sijíuióic  una  nueva  guerra  eu  Francia  contra  los 
liauuios,  linaje  on  aquel  tiempo  muy  poderoso  en  ri- 
quezas y  ali^doa.  La  causa  fue  ^ue  Ratmundo  Baucio 


de  doña  DulcemidrededonRamonydedonBeren- 
lel ,  como  arriba  se  he  mostrado.  Este  pues  por 
derecho  de  su  mujer  pretendía  apoderarse  denna 
parte  de  la  Proeaza ,  ai  no  pudiese  por  bien  y  por  vía 
jurídica,  á  lo  menos  por  las  armas.  No  le  faltaban 
entre  aquella  gente  aficionados ,  por  la  aversión  qae 
tenían  a  don  Berenguel  como  á  príncipe  extranjera; 
ademis  que  la  genle  popular  como  suele  pensaba 
que  las  cosas  nuevas  serian  mejores  que  las  présen- 
les. Esta  guerra  se  comenzó  en  tiempo  del  susodicho 
don  Bereiignel ,  j  por  su  muerte  se  encendió  mas 
contra  su  hijo  que  se  llamú  don  Ramón  Berencuel 
La  edaddestn  prinripeerapoca:  las  fuerzas  noljiea 
asecuradas,  en  tanto  gradó  que  don  Bamon  conde 
de  Barcelona  se  determmó ,  pospuesto  todo  lo  il,  to- 
mar el  amparo  de  aquel  moio  su  sobrino ;  y  aun  á  lo 
queyocreo,  para  tener  mayor  autoridad  se  llamó 
marqués  de  la  Proenta.  La  guerra  se  comenió ,  que 
fue  brava  :  con  ellaloscontrarios  se  vieron  apretadas 
de  manera  que  Raimundo  Rancio,  despojado  de  casi 
todo  su  estado  parterno  ,  de  su  voluntad  vino  i  Bar- 
celona parn  entregar  i  &í  y  á  sus  cosas  á  la  volunlad 
y  merced  de  aquelprincipe.  Hicíéronse  las  paces  en- 
tre estas  das  casas  con  buenas  condiciones  :  con  que 
Baucio  fue  rrslituido  en  todo  lo  que  le  quitaron  en 
el  discurso  de  la  guerra.  Demís  desto  le  díeroná 
Trencalayo,  que  es  un  pueblo  principal  en  aquelli 
comarca,  á  talquefuese  porél  fendalariode  los  con- 
des de  la  Proenza. 

Estas  fueron  las  diGcnllades  y  negocios  qu"leni.in 
embarazado  i  don  Ramón  :  con  que  don  Gurcia  rey 
de  Navarra  tuvo  comodidad  y  espacio  de  reforzarse; 
y  en  particular  con  intento  de  granjear  al  emperador 
ilon  Alonso ,  que  tenia  el  mando  de  lodo  y  mayor  po- 
der que  loa  demás ,  por  ser  muerta  dona  Hergenn» 
su  primera  mui^  casó  el  Navarro  con  doña  Urraca, 
liíja  bastarda  del  emperador.  El  año  1 144  i  veinte  t 
cuntro  de  junio  se  celebraron  Isa  bodas  con  real 

,  ,  ..       magnificencia  en  la  ciudad  de  León  :  Holio  justas  y 

;laba  casada  con  doña  Estefanía  hija  de  Gilberto     torueos  -  corriéronse  loros    Entre  los  otros  juegK 


que  hicieron .  era  uno  de  mucho  gusto  :  en  un  lupar 
cerrado  soltaDan  un  puerco,  seguíanle  por  el  gruñi- 
do dos  ciegos  armados  con  sendos  bastones ,  y  sus 
■celadas  en  las  cabezas  :  el  que  le  mataba  ,  era  snyo. 
Avenía  que  por  herirle  muchas  veces  el  polpe  del  un 
ciego  por  yerro  descargaba  sobre  el  otro  ron  grande 


risa  de  los  que  se  hallaban  presentes.  La  madre  de 
dona  Urraca  se  llamó  Gonlroda ,  mujer  muy  noble 
en  las  Aslurias,  cuyo  sepulcro  con  su  letrero  eali  en 
Oviedo  en  un  monasterio  de  monjas  llamado  de  Ve- 
gua  que  ella  edificó  i  sus  espensas ,  y  en  que  pfi 
lo  mas  de  la  vido  :  del  rey  don  Garcfiy  «le  *»» 


UmcaTue  hija  doCa  Sancha,  que  casó  doi  veces ,  la 
lirínera  con  GbsIod  TÍiconde  ie  Bearne ,  la  segUDda 
muerto  este  sin  hijos  casó  con  don  Pedro ,  conde  de 
Uobna:  desle  matrimonio  nació  Aymerico  que  el 
tiempo  ndelante  fue  señor  de  .Narbons. 

Eti  esta  sazón  África  andabn  alborotada  con  guer- 
ra! üiTÍles.  En  España  ssimi'imo  se  levantaron  entre 
l<)S  moros  grandes  alteraciones  jior  estardivididos  en 
tTM  parcialidades.  ZcTadola ,  señor  de  Rota ,  pueblo 
isi-ntado  á  la  boca  del  rio  Gnadaliuirir  ( 1 )  -  s"i  em- 
bargo qua  era  de  la  antif^ua  sangre  de  los  reyes  mo- 
ros ,  fayorecia  A  los  cristianos  por  sus  respetos ,  que 
ilebnjo'de  su  conducta  hicieron  entrada  hasta  dar 
lisia  d  Sevilla.  Azuel,  ftobernador  de  Córdoba  j 
Abengamia ,  gobernador  de  Valencia  tenian  entre  si 
ilifcrencias ,  pero  Abengnmia  era  mas  poderoso  en 
rjerzaa.  y  no  panS  hasta  echor  de  Córdoba  &  su  con- 
Irano.  Entre  los  cristianos  parece  había  mas  sosiego; 
*n\n  don  Ramón  y  el  re»  don  Garcia  no  tenian  del 
intlo  compuestas  sus  diferencias.  Tocabiin  ambos  al 
empcrailor  don  AlonMi  en  estrecho  parentesco,  de- 
más de  la  aliansa  que  con  ellos  tenia  puesta.  Porque 
no  se  pasase  tan  buena  ocasión  de  hacer  la  guerra  i 
los  moros,  que  estaban  muy  apoderados  del  Andalu- 
cía ,  los  convidó  y  rogó  por  sus  letras  y  embajadores 
nara  que  se  viesen  con  él  en  Sanlisteban  de  Gormaz. 
Iliciéroose  estas  vistas  el  año  1 1 46  por  el  mes  de  no- 
viembre: en  ellas  si  bien  no  se  pudieron  concertar 
paces  perpetuas ,  negocióse  qne  entre  las  dos  nacio- 
nes aragoneses  y  navarros  se  hiciesen  treguas :  aña- 
ilicronqueporcuanloel  emperador  don  Alonso  pre- 
tendía hacer  puerra  d  los  moros,  j  para  este  efecto 
tenia  apercibEdu  un  ejército  muy  escocido,  don  Gar- 
cia por  tierra  Y  don  Ramón  por  mar  con  una  gruesa 
iirmada  suya  de  ginoveses  ayudasen  sus  intentos- 

A  la  primavera  del  año  siguiente  los  tres  reyes  hi- 
■■ieron  guerra  en  el  Andalucía:  saquearon  y  quema- 
ron los  pueblos,  talaron  los  campus,  pasaron  hasta 
<:ónlob:r,  ciudad  muy  principal  y  muy  grande  a  la 
ribera  lie  Guadalquivir,  nsenUda  en  un  Ibno,  pode- 
rosa en  armas  y  nquezss,  demis  desto  muy  senal.ida  ; 
pitr  haber  tenido  no  mucho  tiempo  antes  el  imperio 
lie  casi  toda  España  cuanto  se  estendia  el  aeñorln  de 
los  moros.  Los  campos  son  mny  fértiles  en  lodo  gé- 
nero de  esquilmos  cuanto  los  mejore*  de  España.  ' 
Tenia  e!  gobierno  desta  ciudad  Abengamia  en  nom-  | 
brc  del  rey  de  Marruecos.  Esle,  espantado  de  tan  | 
grande  aj>aratode  guerra,  entregó  luego  la  ciudad  I 
ofreciénoose  i  obedecer  y  ayudará  los  cristianos  con  , 
mantenimientos  y  dinero.  Raimundo  arzobispo  de  ; 
Toledo  por  mandado  del  rey  cons:igró  con  las  cere- ! 
monias  acostumbradas  la  meiquila  mayor ,  que  era  [ 
la  mas  rica  y  vistosa  de  España,  resolución  apresu-  I 
rada  yantes  de  tiempo,  pues  se  partieron  sin  dejar  \ 
en  la  ciudad'alguna  guarnición  de  soldados.  Recelé-  i 
hanse  que  si  divMiiin  el  eíército  se  disminuiriun  las 
Aierzas,  y  no  les  quedarían  gentes  bastantes  para 
guerra  tan  grande  como  pretendían  hacer :  ni  la  ciu- 
dad por  sn  grandeza  se  podia  guarnecer  ^in  mucha 
gente ,  ni  era  tanta  la  que  tenian ,  que  se  pitdiese 
acuilir  A  todo ,  mayormente  que  la  geate  de  la  tierra 
se  apellidaba  para  hacellcs  rostro. 

Acordaron  pues  de  dejar  aquella  ciudad  sin  guar- 
da :  solo  hicieron  que  Abengamia  tocado  eí  Alcorán, 
que  es  la  ceremonia  mas  grave  que  los  moros  usan 
en  su«  juras ,  hiciese  homenaje  que  tendría  aquella 
ciudad  por  el  emperador,  y  en  su  nombre  la  gober- 
narla con  toda  lealtad :  el  miedo  no  es  maestro  dura- 
dero de  virtud,  ni  es  acertado  hacer  conlianza  de  los 

(1)  Cansía  por  un  monumento  de  aquellos  lien  pos  que 
diitiba  poro  de  los  eDtidw  del  rey  de  >i»»rra ;  y  m  parece 
wuy  verosímil ,  que  toe  el  pueblo  qae  hiiy  se  llami  Rueda, 
'•tinado  t  la  ribera  del  Jiloa  ,  cerca  de  Epila ,  v  «o  feros  de 
Ztfiswa.  "^       '         ' 


DE  Esr«H*.  S23 

desleales  á  Dios.  Apenas  loe  nuestros  se  partieron  de 
aquella  ciudad  cuando  el  gobernedla  moro  faltó  en 
la  fe  y  palabra. 

Pasó  el  campo  de  los  cristianos  á  Baeza  donde  te- 
nían los  moros  juntadas  laa  fuerzas  de  tadx  ti  tierra 
con  determinación  de  venir  á  butalla:  el  peligro  era 

Srande ,  aquejaba  el  cuidado  y  recelo  ai  emperador 
on  Alonso.  Aparecióle  San  Isidoro  entre  sueños  con 
muestra  de  magestad  mas  que  humana  (asi  se  tuvo 
por  cierto)  y  le  animó  y  quitó  la  duda  y  el  miedo.  El 
suceso  dio  á  entender  que  ia  revelación  no  fue  vana. 
El  dia  siguiente  con  el  sol  se  trabó  la  pelea,  en  que 
los  moros  fueron  destrozados  y  puestas  en  huida:  la 
ciudad  se  rindió,  v  en  ella  mudado  parecer  dejaron 
guarnición  de  soldados ,  porque  á  ejemplo  de  los  de 
Córdoba  no  se  rebelasen ,  además  que  no  convenia 
dejar  á  las  espaldas  algún  pueblo  enemigo.  En  la 
toma  y  cerco  desta  ciudad  se  señaló  entre  todos  el 
esfuerzo  y  diligencia  de  Rodrigo  de  Azagra  señor 
que  era  de  Sstella  de  Navarra,  Pedro  Rodríguez  de 
Azagra  fue  hijo :  y  entre  los  de  aquel  liiuje  de  /an- 
gra» el  primer  señor  de  li  ciudad  de  Albarracin. 


CibiUrre  é»  Suiiiia. 

En  aquella  sazón  Almería  era  tenida  por  ciudad 
muy  fuerte.  Esti  asentada  á  la  ribera  del  marUedi- 
terráneo  i  los  confines  del  Andalucía  y  del  reino  de 
Murcia  :  llamóse  antigujmente  Abdera  ó  Puerto 
grande  (3).  Bella  se  derramaban  muchas  fustas  á  ro- 
bar. Esti  ciudad  pretendieron  ganar  Ins  nuestros,  y 
con  este  intento  se  adelantaron  con  todas  sus  gentes 
en  el  mismo  tiempo  que  los  de  Genova  y  los  do  Bar- 
celona ,  conforme  al  orden  que  llevaban  que  coslea- 
sea  aquellas  riberas  poco  á  poco  con  sa  armada,  do- 

( 2)  Véase  tn  el  vocabolario  id  Apéndice  que  sod  dos  |iue- 


3-26 

blado  ei  cabo  de  Gatas,  dieron  vista  á  la  ciudad. 
Asentados  los  reales,  combatieron  los  muros  por  mar 
y  por  tierra ;  y  después  de  algunas  salidas  y  escara- 
muzas que  se  hicieron ,  con  la  batería  abrieron  en- 
trada y  forjaron  algunas  torres :  dende  lo  demás  de 
la  ciudad  se  ganó  por  fuerza  á  diez  y  siete  de  octubre 
de)  año  1147. 

Veinte  mil  moros  que  tomada  la  ciudad  se  retira- 
ron al  castillo ,  fueron  forzados  á  comprar  sus  vidas 
por  dineros.  Desta  manera  se  quitó  aquel  nido  de  co- 
sarios queponia  espanto  á  las  riberas  cercanas  y  dis- 
tantes de  España ,  Francia  y  Italia ;  qne  fue  la  causa 
principal  de  apresurar  esta  empresa.  Los  despojos 
se  repartieron  entre  los  soldados.  A  los  ginoveses  se 
dio  en  premio  un  plato  de  esmeralda  muy  grande» 
que  ellos  entonces  juzgaron  debían  preferir  á  toda  la 
demás  presa ,  y  al  presente  le  guarnan  entre  sus  te- 
soros: otros  escriben  se  halló  en  la  Suria  cuando  por 
fuerza  se  tomó  Cesárea.  El  vulgo  dice  que  Cristo  hijo 
lie  Dios  cenó  en  él  la  postrera  vez  con  sus  discípulos: 
opinión  sin  autor  ni  fundamento.  Clemente  Alejan- 
drino por  lo  menos  dice  que  Crfito  cenó  en  un  plato 
de  poca  estima.  La  sazón  del  tiempo  se  acercaba  af 
invierno :  los  soldudos  por  ende  dieron  vuelta  á  sus 
tierras  no  menos  alegres  por  la  venganza  que  toma- 
ron de  los  moros,  que  por  el  interés  que  de  la  Victo- 
ria sacaron. 

Con  ocasión  de  aquella  armada  gruesa  que  traje- 
ron los  ginoveses ,  en  aquel  tiempo  muy  poderosos 
por  el  mar,  don  Ramón ,  príncipe  de  Barcelona ,  se 
concertó  con  ellos  gue  á  la  vuelta  le  ayudasen  contra 
los  moros  que  teman  parte  de  Aragón  con  las  islas 
Baleares,  noy  Mallorca  y  Menorca.  Prometió  para 
mas  auimallos  de  darles  la  tercera  parte  de  lo  que  en 
la  guerra  se  ganase :  demás  que  en  todos  los  pueblos 
que  se  tomasen  de  los  moros ,  tendrían  los  ginoveses 
templo  y  juzgado  á  parte :  lo  qne  era  mas ,  que  todos 
los  mercaderes  de  aquella  nación  serían  libres  de  tri- 
butos. Eran  estas  condiciones  aventajadas  :  acorda- 
ron de  aceptallas;  revolvieron  sobre  las  marinas  de 
Cataluña,  y  con  su  buena  maña  ganaron  de  consuno 
á  Tortosa  ciudad  muy  noble,  y  que  por  estar  asen- 
tada á  la  boca  del  rio  Ebro  era  muy  á  propósito  para 
las  contrataciones  y  comercio  del  mar.  Estas  cosas 
sucedieron  el  año  siguiente,  v  luego  el  año  adelante 
Lérida  y  Fra((a  vinieron  á  poder  de  cristianos :  pue- 
blos muy  conocidos ,  el  primero  por  la  victoria  que 
antiguamente  cerca  del  ganó  Juiio  César ,  y  por  el 
cerco  que  sobre  él  tuvo ;  el  otro  por  el  desastre  fresco 

L muerte  desgraciada  de  don  Alonso  rey  de  Aragón, 
írida  se  dio  al  conde  dé  Urgél  en  premio  de  lo  mu- 
cho que  en.  aquella  guerra  hizo  y  trabujó.  A  Guillen 
Pérez  obispo  de  Rooa  nombraron  por  obispo  de  Lé- 
rida con  ref  encino  de  las  ciudades  Roda  y  Barbastro, 
que  ordenaron  se  comprehendiesen  en  aquella  dió- 
cesi: Y  aun  se  halla  que  algunos  obispos  de  Lérida 
en  el  tiempo  adelante  se  intitulaban  obispos  de  Roda 
y  de  Barbastro. 

CAPITULO  XIX. 

Cómo  la  dudad  de  Lisbona  se  gacó  de  los  moros. 

Las  cosas  de  los  moros  iban  de  caída ,  la  de  los 
cristianos  en  pujanza ,  y  su  nación  en  España  flore- 
cía en  riquezas,  caballos,  armas  y  toda  prosperidad. 
A  cada  jpaao  se  apoderaban  de  nuevos  castillos,  pue- 
blos j  ciudades.  Casi  en  medio  de  Portugal  á  la  boca 
del  no  Tajo ,  por  do  descarga  con  sus  corrientes  en 
el  mar  Océano ,  está  nn  puerto  contrapuesto  al  vien- 
to de  Poniente :  la  barra  tiene  angosta  y  peligrosa, 
dentro  es  muv  ancho  y  capaz.  A  la  ribera  oeste  puer- 
to á  la  parte  del  Norte  se  estiende  pandemente  Lis- 
hona ,  ciudad  la  mas  noble  y  mas  cica  de  Portugal.  A 
las  espaldas  se  levantan  poco  6  poco  unos  collados 
que  tienen  la  subida  fácil,  y  están  cubiertos  de  los 


BIOLIOTEC.V   DE   GASPAR   Y   AOK?. 


edi  Ocios  de  la  ciudad.  Su  anchura  es  menor  que  c*ii* 
forme  á  su  longura :  el  ruedo  de  los  muros  antigios 
no  es  muy  grande,  la  población  de  los  arrabales  es 
mucho  mayor ,  en  e&pecial  en  este  tiempo ,  en  ]ue 
por  la  mucha  gente  que  acude  al  trato  de  las  Indias 
Orientales  y  á  feriar  la  especiería  que  de  Levante . 
viene  Codos  los  años ,  se  La  mucho  acrecentado.  Los 
barrios  y  las  calles  en  gran  parte  son  mal  trazadas, 
angostas ,  y  no  tiradas  á  cordel ,  sea  por  la  desigual- 
dad del  sitio  que  tiene  altos  y  bajos,  sea  por  el  des- 
cuido en  edificar ,  mayormente  en  el  tiempo  que  es- 
tuvo en  poder  de  moros ,  gente  poco  curiosa  en  esta 
parte :  los  edíGcios  nuevos  y  las  calles  son  'mucho 
mas  hermosas.  Los  ciudadanos,  gente  principal  y 
honrada ,  ios  mercaderes  ricos ,  las  ganancias  grao- 
des  ,  el  sustento  y  arreo  de  los  naturales  muy  tem- 
plado. Goza  de  campos  muy  buenos,  aldeas  y  alque- 
rías que  tiene  por  todas  partes ,  muchas  quialas  ó 
casas  de  recreación  que  parecen  edificios  reales. 

Don  Alonso  rey  de  Portugal  deseaba  por  ttidas  es- 
tas causas  apoderarse  de  aquella  ciudad  v  en  especial 
por  ser  como  castillo  y  reparo  del  señorío  de  los  roo- 
ros  de  aquella  comarca.  No  tenia  fuerzas  bastantes 
para  salir  con  su  intento :  los  demás  reyes  de  Cspawi 
no  le  podían  acudir  por  estar  ocupados  unos  eu  unas 

guerras  y  otros  en  otras :  convínole  buscar  ayudas 
e  fuera.  Por  esto  luego  que  ganó  la  villa  de  Sintra 
(como  poco  antes  se  tocó  J  movido  por  la  comodidad 
de  aquel  lugar  convidó  á  los  de  Alemana,  ingalaterra 
y  Flandes  con  grandes  partidos  que  les  hÍ7.o ,  para 

2ue  en  aquella  guerra  le  acudiesen  con  sus  armadas, 
rande  es  la  ayuda  que  consiste  para  Uxio  en  la 
amistad  de  los  principes,  y  alianza  de  las  provincias 
cristianas  entre  si ,  como  se  vio  en  este  caso,  ca  por 
el  esfuerzo  de  don  Alonso  y  con  las  ayudas  de  fuera 
aquella  muy  poderosa  ciudad  el  mismo  mes  puntual- 
mente se  gtfuó  que  Almería  en  Andalucía. 

Las  armadas  se  pusieron  á  la  boca  del  puerto  para 
que  no  pudiesen  por  el  mar  entrar  vituallas  ni  socor- 
ros á  los  cercados.  Los  reales  de  los  naturales  barrea- 
ron do  al  presente  está  el  convento  de  San  Vicente 
en  los  de  los  extranjeros  después  se  edificó  el  monas- 
terio de  San  Francisco  :  sitios  que  en  nuestra  edad 
están  el  uno  y  el  otro  comprebendidos  dentro  de  la 
ciudad.  Hobo  muchos  encuentros  y  varios  trances. 
Los  nuestros  peleaban  fuertemente  por  estender  sn 
imperio ,  los  enemigos  por  las  vidas.  Batieron  los 
muros  de  la  ciudad  por  muchas  partes :  alargábase  el 
cerco,  últimamente  el  día  de  San  Crispin  y  Cris- 
piniano  resueltos  de  dar  asalto  general  con  craade 
esperanza  de  forzar  aquella  ciudad ,  ordenadas  las 
haces ,  habló  ei  rey  don  Alonso  á  los  suyos  desta  ma- 
nera :  «  No  penséis  amigos  que  esta  empresa  se  en- 
udereza  á  combatir  una  sola  ciudad ;  antes  os  per- 
nsuadid  que  en  una  plaza  tomáis  á  todo  Portngal. 
»Aqui  está  el  dinero  de  los  enemigos ,  que  nos  será 
»de  grande  importancia  para  la  guerra ;  aquí  los  tra- 
»buco8 ,  ingenios  y  toda  suerte  de  armas.  EsU  es  so 
))fortaleza ,  su  granero ,  su  tesoro,  en  aue  tienen  re- 
»cogidas  todas  sus  preseas  y  almacén.  Los  enemigos 
»son  1os  mismos  que  tantas  veces  vencistes  en  las 
Mguerras  pasadas ,  del  misino  esfuerzo  y  industria. 
»sino  que  las  compañías  de  ciudadanos  son  mas  á 
«propósito  para  los  ejercicios  de  la  paz  y  para  sus 
«granjerias ,  que  para  menear  las  armas ;  ellos  mis- 
»mos  se  embarazaran  en  la  pelea :  soldados  en  la  cio- 
»dad  hay  pocos ,  y  esos  con  el  cerco  continuo  de 
Dcinco  meses  muy  cansados  y  en  pequeño  número. 
«Atreveos  pues  á  vencer,  y  coa  el  denuedo  y  esfuerzo 
«á  vos  acostumbrado  acometed  los  muros  de  la  cía- 
))dad  derribados  por  tantas  partes.  Entrad  por  las 
«ruinas  y  piedras:  ninguno  podrá  hacer  contraste á 
«vuestro  valor. » 

Dicho  esto ,  todos  á  una  voz  pidieron  la  señal  dp 
acometer :  dada ,  arremetieron  a  la  ciudad  y  á  las 


HISTOKIA    DK  ESPAÑA. 


327 


munliM :  lo  que  hacia  mocho  al  caso  para  iaflamar 
los  soldados,  el  mismo  rey  estaba  preseote  como  tes- 
tigo y  juez  del  esfuerzo  de  cada  cual.  Ei  combate  fue 
bravo  y  sangríeoto :  los  nuestros  pretendiau  arrimar- 
se i  los  muros  y  forzaUos ,  los  cercados  tiraban  todo 
género  de  armas  y  piedras,  sin  que  alguna  cayese  en 
alde  por  estar  tan  cerrados  los  soldados.  Por  con- 
clusión quebrantada  la  puerta  que  se  llama  de  la  Al- 
bania, entraron  eo  la  ciudad ::  la  matanza  fue  grande, 
yhsimgre  que  se  derramó;  los  que  íe  rindieron,  to» 
roaron  por  esclavos :  el  saco  se  dio  á  los  soldados, 
que  fue  mayor  de  lo  que  se  pensaba.  Consagraron  la 
mezquita  mayor  según  que  era  de  costumbre,  y 
nombraron  por  obispo  á  Gilberto  hombre  aunque  ÍOt 
rastero  pero  de  jnucba  erudición  y  conocid^virtud. 
Tomóse  la  ciudad  de  Lisbona  á  vomte  y  cinco  de  oc-< 
tabre;  oíros  dicen  á  veinte  y  uno. 

Eo  el  lugar  mismo  en  que  tenian  los  reales ,  el  rey 
á  sus  espensas  edificó  un  monasterio  de  canónigos 
reglares  dé  San  Agustín  con  nombre  de  San 'Vicente, 
por  tener  particular  devoción  á  este  santo ,  y  para 
que  juntamente  por  el  nombre  fuese  memoria  a  los 
venideros  de  aquella  tan  señalada  Tíctoria.  Gran  nú- 
mero de  soldados  estraños  se  aficionaron  á  la 
abundancia  de  Portugal ,  y  á  la  hermosura ,  templan- 
za del  aire,  oue  tiene  el  invierno  templado:  y  el  estio 
por  los  continuos  embaten  del  mar  no  muy  caloroso. 
Estos  determinados  de  hacer  su  morada  en  aquella 
provincia,  y  trocar  sus  patrias  con  Portugal,  se  dice 
que  por  permisión  del  rey  don  Alonso  edificaron  á 
Almada,  Villaverde,  Arruda,  Zambu^^a,  Castañeda 
con  otros  pueblos.  £1  rey  en  prosecución  desta  vic- 
toria con  increíble  felicidad  ganó  de  los  moros  á 
Alanqoer ,  Obidos ,  Ebora ,  Yelves ,  Mura ,  Serpa, 
Beja ,  y  otros  pueblos  y  villas  por  toda  aquella  co- 
marca :  todo  se  allanaba  y  aparecía  ser  fácil  á  su  es- 
fuerzo y  valor ;  verdad  es  que  la  mayor  parte  destas 
cosas  sucedieron  algnnos  ano^  adelante.  Volvamos  á 
nuestro  camino  y  al  orden  de  la  historia  que  lle- 
vamos. 

CAPITULO  XX. 
Cómo  se  haUÓ  el  cuerpo  de  San  Eugenio. 

Esü  tiempo  oue  estas  cosas  se  hacían  en  España, 
Eugenio  pontífice ,  Tercero  deste  nombre ,  sucesor 
de  Lucio  Segundo ,  natural  de  Pisa  y  de  la  orden  del 
Cistel,  gobernaba  bien  v  prudentemente  la  iglesia 
Romana.  Las  cosas  de  ios  crístianus  en  la  Tierra 
Santa  parecían  empeoraree.  Estaba  en  gran  parte 
apagada  y  menguaaa  la  fortaleza  militar  de  los  de 
Lorena :  como  algunos  animales  y  semillas,  así  bien 
los  ingenios  de  los  hombres  con  el  cielo  y  tierjn  di- 
ferentes ,  y  en  particular  con  la  longura  del  tiempo 
degeneran  v  se  estragan.  Los  bárbaros,  que  por  to- 
das partes  los  cercaban ,  tenian  puestas  las  cosas  de 
los  cristianos  en  gran  aprieto  y  peligro.  Balduiuo 
Tercero  deste  nombre,  hijo  de  Fulcon  rey  de  Jerusa- 
lén,  por  sus  pocas  fuerzas  y  por  la  flaqueza  de  su 
edad  no  era  suficiente  para  tan  ^ande  carga.  El  pon- 
tífice Euffenio  movido  deste  peligro,  y  encendido  del 
amor  de  Ta  Cristiana  Religión,  en  Francia  donde  para 
esto  fue  en  penona  no  cesaba  de  animar  á  los  prin- 
cipes cristianos  y  exortallos  acudiesen  con  sus  fuer- 
zas á  la  guerra  sagrada.  Movió  al  emperador  Conrado 
y  á  Luis  rey  de  Francia  para  que  con  muy  buenas 
gentes  partiesen  camino  déla  Tierra  Santa. 

Para  salir  mejor  con  su  intento  y  adelantar  estas 
prácticas  convoco  concilio  de  todos  los  obispos  del 
mundo  para  Rems  ciudad  principal  de  Francia  el  año 
de  H48.  A  este  concilio  partió  don  Ramón  arzobispo 
de  Toledo  desde  España.  Llegado  que  fue  á  París, 
que  caía  en  el  mismo  camino,  por  devoción  quiso  vi- 
Mtar  la  iglesia  de  San  Dionisio ,  que  está  dos  le^'uas 
francesas  de  aquella  ciudad  en  un  pueblo  del  mismo 


apellido  del  santo,  y  por  estar  en  ella  las  reliquias  de 
San  Dionisio  es  de  no  menor  devoción  que  célebre 
con  las  sepulturas  de  los  reyes  de  Francia ,  y  asaz 
embarazada.  Allí  como  miraf^e  con  curiosidad  al  edi¿  • 
fício  del  templo  y  su  hermosura,  y  con  atención  pu- 
siese la  vista  en  cada  una  de  las  cosas  que  se  ofre- 
cían, acaso,  ó  advertido  de  los  que  le  acompañaban, 
consideró  en  cierta  capilla  estas  palabras  grabadas 
en  un  mármol : 

aquí  tace  G^GEiriO  MÁRTia  PBUIEB 
ARZOBBPO  DE  TOLEDO. 

Maravillóse  primero  deste  letrero ,  por  estar  en 
España  perdida  del  todo  la  memoria  de  San  Eugenio, 
y  no  quedar  rastro  de  cosa  tan  grande :  revolvió  dili- 
gentemente los  libros  de  aquella  iglesia  y  memorias 
antiguas :  halló  que  todo  concordaba  con>  la  vordad. 

Hecho  esto,  muy  alegre  con  nueva  tan  buena  pasó 
al  concilio  de  Rems ,  el  cual  despedido,  j  acabadas  á 
su  voluntad  todas  las  cosas  míe  pretendían ,  volvió  á 
España  con  la  alegre  nueva  ¿e  cosa  tan  importante* 
Gue  hinchó  de  muy  grande  gozo  los  ánimos  del  rey  y 
de  los  grandes  y  de  toda  la  muchedumbre  del  pueblo. 
Desta  manera  sucedió  entonces  este  negocio :  el  mo- 
nasterio Broniense ,  que  está  en  los  estados  de  Flan- 
des  en  tierra  de  Namur,  y  tiene  advocación  de  San 
Pedro,  pretende  tener  el  cuerpo  de  San  Eugenio: 
refieren  aquellos  mongos  benitos  que  fue*  llevado  el 
año  novecientos  y  veinte,  á  diez  y  ochode  agosto  por 
engaño  ó  á  ruegos  de  Geralrdo  su  fundador  desde 
San  Dionisio  áBronío,  do  está  aquel  monasterio.  Lo 
que  se  entiende  es  que  le  dieron  una  parte  del  sa- 
grado cuerpo,  aue  fue  causa  de  pereuaairee  le  tenian 
en  su  poder  toao  entero ,  como  es  muy  ordinario  en 
cosas  semejantes.  Comenzóse  por  entoncesá  procu- 
rar que  las  sagradas  cenizas  de  San  Eugenio  volvie- 
sen á  Toledo ,  pero  estas  prácticas  se  estorbaron  por 
las  muertes  que  casi  en  un  mismo  tiempo  sobrevi- 
nieron de  la  reina  doña  Berenguela  y  del  arzobispo. 
La  reina  falleció  el  año  siguiente  de  í  i49*,  y  fue  se- 
pultada en  la  iglesia  de  Santiago,  con  quien  en  vida 
tuvo  particular  devoción. 

Este  año,  desgraciado  por  la  muerte  de  la  reina , 
fue  mas  señalado  por  una  lluvia  de  sangre  que  cayó 
en  parte  de  Portugal  y  en  el  señorío  de  los  moros.  El 
año  adelante  de  i  1 50  miércoles  á  nueve  días  de 
agosto  pasó  de«ta  vida  el  arzobispo  Raimundo ,  que- 
brantado ,  con  la  edad  y  con  los  trabajos  de  camino 
tan  lar^to.  Créese  tnas  por  conjeturan  que  por  cierta 
memoria  que  liaya ,  le  enterraren  en  la  mí^^ma  Igle- 
sia Mayor  de  Toledo.  Sucedió  en  el  arzobispado  don 
Juan  Primero  deste  nombre,  obispo  á  la  sazón  de  Se- 
govia,  varón  de  gran'le  ánimo  y  de  conocida  bondad. 
Desta  manera  procedían  las  cosas  de  Castilla.  Por 
otra  parte  el  pontífice  Eugenio  confirmó  el  nombre  y 
autoridad  de  rey  á  don  Alonso  que  ya  se  intitulaba 
rey  de  Portugal  (1),  y  á  su  ejemplo  pasados  algunos 
años  Aleiandro  Tercero  deste  nombre  hizo  lo  mismo 
por  una  bula  que  promulgó' Alberto  cardenal  y  chan- 
ciller de  la  santa  iglesia  Romana :  ambos  pontífices 
por  esta  gracia  le  mandaron  pagar  cierto  tributo  á 
los  papas  en  cada  un  año ,  Eugenio  cuatro  libras  de 
oro ,  Alejandro  dos  marcos  :  tributo  que  no  se  sabe 
si  en  los  primeros  tiempos  le  pagó  Portugal;  en 
nuestra  era  y  de  nuestros  antepasaoos  siempre  aquel 
reino  se  ha  tenido  por  libre  de  todo  punto,  y  ezento 
de  semejante  carga  y  pensión. 

LIBRO  UNDÉCIMO. 

CAPITULO  I. 
Como  los  Almohades  vinieron  á  España. 

Una  nueva  entrada  que  los  Almohades  hicieron  en 
España ,  gente  bárb^ira  y  fiera,  hemos  de  contar :  un 

(1)  No  consiguió  este  Ululo  hasla  el  pootificaéo  áe  Ale- 


328 


BIBLIOTECA  DE  GASPAB  Y  ROIG. 


nuevo  reino  que  en  África  y  en  España  se  fundó  por 
estos  tiempos,  nuevas  asonadas  de  guerras  sangrien- 
tas, con  cuvas  olas  la  república  cristiana  fue  trabaja- 
da :  maravillosos  y  estraordinaríos  juegos  déla  fortu- 
na mudable  hasta  tanto  que  ganada  una  victoria 
señalada ,  y  la  mas  ilustro  que  en  aquella  sazón  bobo 
en  el  mundo,  las  fuerzas  de  los  moros  mucho  se  en- 
flaquecieron y  quebrantaron .  Tenia  el  imperio  de  los 
moros  en  África  y  en  España  Albohali,  príncipe  del 
liuaje  de  los  Almorávides  como  ^rriba  queda  declara- 
do ,  en  el  cual  tiempo  un  cierto  hombre  llamado  Tu- 
merto  en  África,  muy  docto  asi  bien  en  las  demás 
partes  de  astrología  como  señalado  en  pronosticar 
por  el  nacimiento  de  cada  uno  la  vida,  ingenio,  cos- 
tumbres y  accidentes  que  habia  de  tener  (que  es  una 
ciencia  vanísima)  considerado  el  rostro  ae  un  mozo 
llamado  Abdelraon ,  de  cuerpo  membrudo ,  y  muy 
animoso, y  por  el  aspecto  de  las  estrellas,  sm  em- 
bargo que  era  de  mu;|r  bajo  suelo  tanto  que  su  padre 
era  ollero ,  le  pronosticó  seria  rey  de  su  nación  :  que 
así  lo  mostraba  el  cielo ,  y  tales  eran  sus  hados  ^cu>a 
fuerza  no  poderse  quebrantar,  la  gente  y  nación  de 
los  moros  está  muy  persuadida. 

Abríanse  las  zanjas  de  una  fábrica  muy  grande. 
Sucedió  muy  á  propósito  para  sus  intentos  que  un 
gran  predicador  de  U  ley  mahometana  en  aquella  sa- 
zón tenido  por  hombre  de  santa  vida  j  de  doctrina 
singular,  llamado  Almohades,  introduciendo  y  publi- 
cando nuevas  declaraciones  de  la  ley  despertaba  y 
alborotaba  los  ánimos  de  la  muchedumbre ,  mudable 
de  ingenio,  príncipalmenie  en  África,  y  deseosa 
grandemente  de  novedades.  A  este  como  quier  oue 
Tumerto  persuadiese  su  pronóstico,  y  él  ó  de  verdad 
lo  creyese  asi,  ó  lo  mostrase,  trataron  entre  sí  de 
mudar  el  estado  de  aquel  reino.  No  hay  trama  mas 
engañosa  en  la  apariencia  que  el  pretesto  y  capa  de 
la  mala  religión,  cuando  se  usa  delfapara  dar  cubier- 
ta á  otras  maldades;  ni  hay  cosa  mas  perjudicial  en 
la  república  que  alterar  la  fe  y  religión  guelos  mayo 
rei  abrazaron.  Así  de  lodo  tiempo  consideramos  ha- 
Irerse  destruido  grandes  imperios  por  la  diferencia 
on  la  religión ,  porque  dividido  el  pueblo  en  parciali- 
dades ,  de  la  .contienda  y  de  las  palabras  se  pasa  á 
enemistades  descubiertas,  y  la 'una  parte  y  la  otra 
defiende  sus  opiniones  con  las  armas  sin  parar  hasta 
arruinailo  titdo ;  lo  que  sucedió  al  presente ,  ca  Al- 
mohades por  U  mucna  autoridad  que  tenia, -persua- 
dió á  los  que  le  seguían,  tomasen  las  armas  debajo  la 
conducta  de  Abdeimon,  atrepellasen  y  destruyesen 
el  reino  de  los  Almorávides ,  pues  era  ilegítimo  el  se^ 
ñorío  que  se  fundara  por  fuerza  destruyendo  á  los 
Atavecinos ,  linaje  que  descendía  de  Fátinia  hija  ma- 
yor de  M ahoma  su  profeta.  Demás  desto  que  sino  sa- 
cudían de  sí  al  imperiode  los  Almorávides,  no  podrían 
las  opiniones  que  de  la  religión  tenían  abrazadas, 
pasar  adelante:  que  los  intentos  impíos  y  iiisullos  de 
aquella  ralea  de  ¿ente  era  justo  fues(*n  castigados  y 
vendados  con  toda  diligencia. 

Movidos  por  estas  razones  los  del  pueblo  se  deter- 
minaron á  tomar  las  armas;  pero  como  no  fuesen 
diestros  en  la  uuerra  al  principio  quedaron  venci.os 
en  bata  la  por  las  armas  v  poder  del  rev  Albohaii :  so- 
brepujó el  esfuerzo  á  la  muchedumbre  y  canalla; 
mas  en  breve  juntadas  nuevas  fuerzas ,  volvieron  á 
jamierra  y  no  pararon  hasta  que,  vencidos  los  Almorá- 
vides ,  dieron  la  muerte  al  rey  Albohaii :  Abdelmon 
sucedió  en  su  lugar.  En  tiempo  deste  rey  los  que  se- 
guían á  Almohades,  de  quien  se  tomó  el  nombre  de 
10%  Almohades  ,  se  apodersfroo  de  aquel  reino  y  mu- 
daron en  él  las  leyes  y  costumbres  antiguas  :  clemás 
desto ,  dado  asiento  en  las  cosas  de  África ,  volvieron 

jandro  III ,  es  decir  entre  1159  y  1181 ,  pero  no  se  sabe  pre- 
risamente  en  qué  ano:  lo  gne  consta  es,  que  los  soberanos  de 
fispana  tardaron  mucho  tiempo  eo  reconocerle  por  Ul. 


sus  pensamientob'  á  España.  Tumerto  se  queJó  en 
África  con  intento  que  sus  enemigos  no  tañesen 
lugar  de  alterarse  :  el  nuevo  rey  Abdelmon  y  ci  pro- 
feta Almohades  con  mucha  y  muy  buena  gen  te  pasa- 
ron á  España  al  principio  sin  hacer  daño ,  porque  no 
desconfiaban  que  los  de  su  nación  voluntariamente 
se  los  rendirían ;  que  si  entretenían  su  esperanza ,  y 
tomaban  consejo  diferente ,  venían  determinados  no 
escusar  ninguna  cosa  de  las  que  se  pudiesen  padecer 
ó  temer,  en  fin  usar  de  fuerza.  Sucedióles  como  de- 
seaban que  sin  dificultad  se  persuadieron  todos  los 
moros  que  quedaban  en  España ,  de  acomodarse  con 
el  tiempo  ,  y  recebir  públicamente  las  nuevas  opinio- 
nes y  ritos  que  aquella  gente  abrazaba ,  esto  con  tan- 
ta ahci^  y  con  tanto  odio  así  de  su  antigua  supers- 
tición como  de  la  Religión  Cristiana ,  que  todas  las 
cosas  ordenadas  por  los  reyes  moros  pasadon  las 
trastrocaban  y  forzaban  á  las  reliquias  ae  los  cris- 
tianos, que  mezclados  con  los  moros  como  las  estre- 
llas en  las  tinieblas  de  la  noche  resplandecían,  y  vul- 
garmente los  llamaban  mozárabes,  con  tormentos 
que  les  daban  de  todas  maneras  para  que  dejasen  ^a 
religión  de  sus  padres. , 

Muchos  por  este  miedo  se  huyeron  á  tierras  de 
cristanos :  entre  los  demás  Clemente  prelado  de  Se- 
villa ,  llegado  á  Talavera ,  falleció  algunos  años  ade- 
lante por  este  tiempo  en  aquel  iurar ,  persona  santa 
y  muy  ejercitado  en  la  lengua  arábiga :  otros  machos 
oprimidos  con  el  peso  de  los  males  obedecíoron  á  los 
vencedores ,  de  tal  suerte  que  desde  este  tiempo  po- 
cos quedaron  entre  los  moros  que  da  nombre  y  de 
profesión  fuesen  cristianos.  Los  Almohades ,  conten- 
tos de  sujetar  á  su  imperio  á  los  moros  de  España,  no 
les  pareció  por  entonces  hacer  guerra  á  los  cnstianos, 
que  eran  poderosos  por  tierra  y  por  mar;  antes  acor- 
daron dar  la  vuelta  a  Afri'*a  donde  tenían  las  princi- 
pales fuerzas  de  aquella  secta  y  parcialidad.  Falleció 
el  profeta  Almohades  en  breve  después  que  volvieron 
y  cerca  de  Marruecos  silla  de  aquel  reino  por  manda- 
do del  rey  le  edificaron  un  magnifico  sepulcro :  la 
muchedumbre  engañada  con  la  muestra  fingida  de 
santidad ,  y  con  la  .fama ,  comenzó  á  le  honrar  y  hacer 
romerías  á  él  pordovocion.  Vinieron  á  España  los  Al- 
mohades año  de  nuestra  salvación  de  1150 ,  del  im- 
perio de  los  árabes  quinientos  y  cuarenta  y  cinco.  (I) 
El  arzobispo  don  Rodrigo  pone  seis  años  menos  al  fio 
de  la  historia  de  los  árabes,  pero  sin  duda  lleva  la  ra- 
zón de  los  años  errada  en  esta  parte. 

CAPÍTULO  ü. 
Cómo  murió  don  García  rey  de  Navarra. 

En  el  mismo  año  que  salió  el  emperador  don  Alon- 
so al  encuentro  de  los  Almohades ,  y  talados  los  cam- 
pos de  Andalucía ,  puso  cerco  á  Córdoba  después  que 
Abdelmon  era  vuelto  á  África ,  como  ya  sospecfic, 
don  García  rey  de  Navarra  cerca  de  Lorca  pueblo  de 
su  señoríode  una  caída  de  un  caballo  que  üióen  la  caza 
sobre>una  pena,  murió  á  los  veinte  y  uno  de  noviem- 
bre, víspera  de  Santa  Cecilia.  Iba  á  la  sazón  de  Este- 
lia  á  Pamplona  mal  enojado  con  no  muy  grande  causa 
contra  aquellos  cíuda(Íanos,  y  con  resolución  de  cas* 
tigarlos ;  mas  este  accidente  le  atajó  los  pasos  y  pen- 
sainíontos.  Reinó  diez  y  seis  años;  los  hijos  que  aejó, 
fueron  estos :  don  Sancho ,  que  luego  ie  sncedió  en 
el  reino ,  y  se  coronó  en  la  iglesia  Mayor  de  Pamplp* 
na ,  do  hizo  enterrar  á  su  padre ,  doña  Blanca  nuera 
del  emperador,  y  doña  Marcarita  que  casó  coo  Gui- 
llermo rey  de  Sicilia  por  sobrenomore  el  Malo.  Rijos 
otrosí  legítimos  del  rey  don  García  fueron  don  Alonso 
Ramírez  señor  de  Castro  el  viejo ,  y  doña  Sancha  que 

(1)  Loa  historiadores  árabes  ponen  esta  entrada  el  134e 
mayo  del  año  Íi46  de  Cristo;  que  es  el  mismo  eu  que  te 
'criatianos  se  apoderaron  de  Córdoba. 


HI8T0RU  OB  ESPAMA. 


329 


casó  primero  con  Gastón  vizconde  de  Bearne ,  des- 
pués coa  don  Gonzalo  conde  de  Molina.  La  maerte  de 
don  García  dio  ocasión  á  ios  otros  principes  de  nue- 
vas alteraciones ,  en  especial  á  don  Ramón  príncipe 
de  Barcelona,  y  al  emperador  don  Alonso,  no  obs- 
tante los  muchos  vínculos  de  afinidad  que  con  el 
muerto  j  con  sus  hijos  tenia.  Es  asi  que  los  reyes  en 
mas  ssbman  ensanchar  su  señorío  que  ser  alaba- 
dos de  humanos  y  de  modestos:  no  hacen  caso  con 
el  deseo  de  mandar  de  lo  que  la  Tama  puede  hablar 
delios  y  pensar  los  venideros ,  como  si  con  el  poder 
(ireseote  se  pudiese  también  apagar  la  memoria  del 
tiempo  adelante. 

Estos  dos  principes  se  juntaron  en  Tudelin  pueblo 
de  Natarra  cerca  ae  los  baños  que  allí  hay :  hallóse 
asimismo  presente  don  Sancho,  ya  dias  antes  decla- 
rado rey  de  Castilla  por  el  emperador  su  padre.  Hicie- 
ron sus  acuerdos  y  conveniencia  con  estas  condicio- 
nes: qne  todo  lo  que  de  nuevo  se  quitara  á  Castilla, 
te  restituvese  enteramente  á  don  Alonso ;  io  que  de 
Aragón,  a  don  Ramón ;  y  que  el  antiguo  señorío  de 
Navarra,  luego  que  juntadas  las  fuerzas,  le  hobiese n 
qailado  al  nuevo  rey,  le  dividiesen  entre  sí  por  par- 
tes iguales,  á  cada  cual  lo  que  mas  le  estuviese á 
cuenta,  en  particular  que  Pamplona  quedase  por  don 
Ramón,  Estella  por  el  emperador,  Tudela  fuese  de 
ambos,  y  cada  uno  pusiese  en  su  parte  quien  la  go- 
bernase: ^ue  don  Ramón  por  los  pueblos  y  ciudades 
que  adquiriese  en  Navarra,  fuese  feudatario  de  Cas- 
tilla ,  renovando  en  esto  la  confederación  de  don 
Sancho  y  don  Pedro  reyes  de  Aragón.  Añadióse  de- 
más desto  que  pues  el  prhicipal  cuidado  era  de  hacer 
guerra  á  los  moros ,  luego  que  Valencia  con  tudo  lo 
que  hay  desde  Tortosa  hasta  iucar ,  y  también  Mur- 
ciase ganase  de  moros,  quedase  por  los  aragoneses^ 
como  obligados  eso  mismo  y  feudatarios  á  los  revés 
de  Castilla.  Juraron  los  reyes  estas  condiciones,  dié- 
roose  las  manos  entre  sí,  que  conforme  á  la  costum- 
bres de  España  es  una  ^nde  atadura  déla  fe  dada  y 
recebida:  púsose  término  y  señalóse  tiempo  para  co- 
menzar la  guerra  de  Navarra  pasado  el  mes  de  se- 
tiembre. 

La  liga  se  hizo  á  veinte  y  siete  de  enero,  que  tuvo 
no  buen  principio,  y  fue  adelante  de  ningún  efecto, 
porque  el  nuevo  rey  avisado  de  lo  que  pasaba ,  se 
apercibió  con  mucha  diligencia,  y  aunque  era  de  pe- 
queña edad,  estaba  muy  fortalecido  no  mas  de  so- 
corros de  fuera ,  que  de  ui  benevoleocia  de  los  suyos; 
en  que  sobrepujó  ¿  su  padre ,  principe  que  fue  á  sus 
vasallos  pesaao  y  comunmente  de  los  mismos  aborre- 
cido. Entre  los  señores  de  Navarra  don  Ladrón  de 
Guevara  de  antigua  nobleza  y  señor  de  Ayvar  tenia 
muy  grande  autoridad ,  tanto  que  por  pasar  á  los 
otros  muy  adelante  en  riquezas  y  poder  le  llamaron 
príncipe  de  Navarra.  Al  emperador  y  ¿  don  Ramón 
entretuvieron  otros  cuidados  para  que  no  pudiesen 
con  todas  sus  fuerzas  acudir  á  la  nueva  guerra ,  si 
bien  los  aragoneses  con  entradas  que  hicieron  y  cor- 
rerlas ,  comenzaron  á  trabajar  lo  de  Valderroocal,  las 
Rentes  de  Castilüi  á  lo  que  de  Navarra  les  caia  cerca; 
los  unos  y  los  otros  sin  hacer  cosa  notable ,  mayor- 
mente que  don  Ramón  se  partió  para  Narbona  con- 
tra Trencavello  vizconde  de  Carcasona ,  con  quien 
finalmente  se  concertó  por  el  mes  de  noviembre  tu- 
viese en  feudo  á  Carcasona  y  Rodes.  El  emperador 
don  Alonso  se  hallaba  ocupado  en  concertar  nuevos 
parentescos  y  casamientos,  ca  Luis  rey  de  Francia 
repudiado  que  hobo  á  Leonor  condesa  de  Potiers; 
en  quien  tenia  dos  bijas,  en  su  lugar  se  casó  con  hija 
del  emperador  don  Alonso,  que  unos  llaman  dona 
Isabel  y  otros  doña  Constanza,  y  pudo  tener  entram- 
bos nombres.  El  emperador  por  el  mismo  tiempo  casó 
con  Rica  hija  de  Uladislao  duque  de  Polonia  (que  es 
psrte  de  la  antigua  Sannaeia)  habida  en  Berta  her- 
mana de  Otbon  obispo  frisíngense,  como  lo  dice  Ra- 1 


devico  en  lo  que  añadió  á  la  historia  que  escribió 
el  mismo  Othon. 

Entre  tan  grandes  regocijos  y  aparatos  de  bodas 
como  se  hicieron ,  no  podían  las  armas  tener  logar, 
fuera  de  que  ios  navarros  estaban  confederados  con 
los  franceses,  por  lo  cual  pensamos  que  el  emperador 
se  amansó  mas,  y  comenzó  á  divertir  su  ánimo  de 
aquella  empresa  que  condenaban  las  leyes  de  la  amis- 
tad y  los  juicios  de  los  hombres:  además  que  á  don 
Sancho  rey  de  Navarra  favorecían  todos  ordinaria- 
mente por  el  esceleote  natural  que  en  su  pequeña 
edad  mostraba,  y  el  mismo  don  Alonso  era  muy  ami- 
go de  justicia ,  ahorrecedor  de  toda  insolencia  y  de- 
masía, virtud  que  por  este  tiempo  mostró  con  un 
ejemplo  digno  de  memoria.  Un  cierto  soldado  de  san- 
gre noble,  y  del  número  de  los  que  vulgarmente  en 
España  llaman  infanzones,  en  Galicia  confiado  en  que 
aquella  tierra  caia  lejos,  y  en  hi  revuelta  de  los  tiem- 
pos, despojó  á  un  lat^ador  de  todos  sus  bienes.  Amo- 
nestado por  el  rey  y  flobernado  de  la  provincia  hi- 
ciese Satisfacción  de  To  que  tomara  injustamente, 
no  quiso  obedecer.  Disimuló  el  rey  por  entonces,  y 
pospuestas  todas  las  demás  cosas,  en  hábito  desfra- 
zado  oara  que  la  cosa  fuese  mas  secreta,  desde  la  ciu- 
dad de  Toledo  fue  por  la  dicha  causa  á  lo  postrero  de 
Galicia.  Llegado,  cercó  de  sobresalto  las  casas  del 
soldado,  que  huyó  por  miedo  del  castigo,  mas  él  le 
mandó  prender  y  ahorcar  delante  de  las  mismas  ca^ 
sas.  Con  este  hecho  el  rey  ganó  autoridad,  y  la  ino- 
cencia quedó  valida,  y  aquel  liombre  castigado  como 
su  desatino  y  soberbia  merecía.  Valeroso  príncipe, 
que  ni  en  paz  ni  en  guerra  estaba  ocioso  ,  antes 
vuelto  á  la  guerra  contra  los  moros  este  año  puso 
cerco  á  Jaén ,  el  siguiente  de  H82  á  Guadíz,  ciudad 
de  Andalucía  que  los  antiguos  llamaron  Acci,  pero 
no  parece  salió  con  estas  empresas. 

Doña  Petronila  reina  de  Aragón  parió  un  hijo  que 
en  vida  de  su  padre  se  llamó  don  Ramón ,  y  después 
dól  muerto  don  Alonso.  Es  cosa  notable  que  estando 
para  parir,  á  cuatro  dias  del  mes  deabnl  otorgó  su 
testamento,  en  que  dejaba  el  reino  paterno  al  preña- 
do, si  naciese  varón ;  pero  si  fuese  hembra ,  nombra- 
ba por  heredero  á  su  marido  don  Ramón  ,  que  fue 
ejemplo  bien  eztraordlnario.  Nombró  por  sus  albaceas 
á  tres  obispos,  Guillermo  de  Barcelona,  Bernardo  de 
Zaragoza,  Dado  de  Huesca ,  y  junto  con  ellos  otros 
hombres  principales.  Dice  en  él  en  particular  que 
deja  el  reino  i  sus  herederos  libre  como  su  tio  aon 
Alonso  le  tuvo,  es  á  saber  pospuesta  la  confederación 
y  asiento  que  poco  antea  se  tomó  con  Castilla.  Por  el 
mismo  tiempo  falleció  don  Pedro  de  Atares  señor  de 
Borgia :  sepultáronle  en  él  monasterio  de  Veruela, 
que  no  lejos  de  Zaragoza  él  mismo  fundara.  Borgia 
quedó  por  el  rey:  á  los  Templarios  á  quien  el  difunto 
la  dejó  en  su  testamento ,  dio  en  trueque  y  recom- 
pensa á  Ambela  y  otros  pueblos.  ítem  lo  que  los  mo- 
ros poseían  á  las  riberas  de  Segre  y  Cinga ,  ó  por 
fuerza  ó  por  voluntad  se  ganó  por  ios  aragoneses. 
Demás  destos  ciertos  castillos  que  caían  entre  Tarra- 
gona y  Tortosa  en  bosques  y  lugares  altos,  y  por  tan- 
to era  difícil  conquístanos,  en  nn  se  venció  la  difi- 
cultad y  vinieron  á  poder  del  rey.  Lo  mismo  Mirábate 
á  la  ríbiera  de  Ebro ,  pueblo  muy  Alerte  que  se  dio  á 
los  Templarios  para  que  le  poseyesen  y  tuviesen  en 
él  guarnición. 

En  estas  guerras  se  señalaron  entre  los  demás  en 
esfuerzo  y  diligencia  el  conde  de  Urgél,  y  Ramón  de 
Moneada,  y  Poncio  Hugon  conde  de  Ampurias,  que 
falleció  elmismo  año.  La  tercera  parte  de  Tortosa 
que  conforme  á  lo  asentado  cuando  se  ganó,  era  de 
los  ginoveses,  el  rey  al  preséntela  compró aellos,  y 
la  rescató  con  dinero.  Con  estas  cosas  el  nombre  de 
don  Ramón  comenzó  en  toda  España  y  también  acer- 
ca de  las  naciones  estrañasá  ser  muy  célebre,  si  bien 
él  por  su  modestia,  ó  porque  el  reino  de  Aragón  ie 


330 


BIBLIOTECA  DB  GAfiPAft  T  ROIG. 


tenia  en  dote,  nunca  en  toda  bu  vida  se  quiso  llamar 
rey ;  solamente  se  intitulaba  príncipe  do  Aragón ,  y 
contento  con  este  apellido  lo  gobernaba  todo  él  solo  á 
su  voluntad  en  guerra  y  en  paz.  Es  cierto  que  desde 
este  tiempo  las  armas  antiguas  de  los  reyes  de  Ara- 
gón, se  trocaron  en  las  de  ios  condes  de  Barcelona, 
que  eran  cuatro  fajas  ó  bandas  rojas, 
que  á  iguales  espacios  de  arriba  ¿  bajo 
dividen  un  campo  ó  escudo  dorado.  Don 
Sancho ,  el  que  adelante  sucedió  en  el 
reino  de  Portugal  á  don  Alonso  su  pa- 
dre, nació  á  once  de  noviembre  del 
año  i  154  en  Cotmbra, donde  la  reinado  buena  gana 
moraba:  hermanas  de. don  Sancho  doña  Urraca  que 
casó  en  León ,  y  doña  Teresa  en  Flandes.  El  naci- 
miento deste  infante  don  Sancho  fue  la  cosa  mas  se- 
ñalada que  sucedió  este  año,  y  juntamente  la  venida 
de  Luis  rey  de  Francia  á  España ,  de  que  se  hablará 
luego. 

CAPITULO  HL 
De  la  venida  ¿  España  de  Luis  rey  de  Franda. 

Tenia  Luis  rey  de  Francia  llamado  el  mas  Mozo 
gran  deseo  de  ver  á  España,  y  visitar  á  su  suegro. 
Era  menester  buscar  algún  color  para  tan  larga  jor- 
nada :  pareció  el  mas  á  propósito  ir  en  romería  á 
Santiago  por  voto  que  el  tiempo  pasado  habia  hecho. 
Esta  era  la  voz  que  se  decia  en  público:  de  secreto 
otru  puridad  le  aguijonaba  mas,  como  lo  dice  el  ar- 
zobispo don  Rodri^'o,  que  los  escritores  franceses 
no  hablan  deslo :  esta  era  informarse  y  saber  en  pre- 
sencia si  su  mujer  era  nacida  de  legítimo  matrimonio, 
porque  algunos  malsines,  hombres  malos,  cuales 
tienen  muchos  los  palacios  de  los  principes ,  que  to- 
do lo  tuercen,  afirmaban  al  rey  que  la  reina  su  mu- 
jer era  bastarda ,  y  por  el  mismo  caso  con  aquel  ca- 
samiento se  disminuía  y  afeaba  la  magéstaa  real  de 
Francia.  No  dejaba  él  de  dar  oidos  á  estos  chismes, 
porque  á  ejemplo  de  madama  Leonor  su  primera  mu- 
jer parece  buscaba  ocasión  de  repudia! la ,  por  haber 
también  ella  parido  dos  hijas,  y  ningún  hijo  varón; 
que  Felipe  pur  sobrenombre  Augusto ,  hijo  deste  rey 
Luis,  nació  de  Alisa,  hija  que  fue  del  señor  de  Bies, 
con  quien  este  rey  se  casó  últimamente  después  de 
la  muerte  de  doña*  Isabel. 

El  emperador  su  suegro  sin  saber  lo  que  pasaba, 
acompañado  de  sus  dos  hijos ,  y  de  don  Sancho  rey 
de  Navarra,  salió  al  encuentro  á  su  yerno  hasta  Bur- 
gos. Acudieron  de  toda  España  de  las  partes  comar- 
canas ,  de  las  que  caían  lejos ,  v  de  las  postreras  así 
señores  como  gran  muchedumbre  de  hombres  á  ver 
tantos  reyes  en  unas  mismas  casas  y  morada.  Saca- 
ban arreos ,  galas,  libreas,  finalmente  todo  lo  que  en 
España  era  hermoso  y  magnífico,  como  para  nacer 
alarde  y  muestra  de  su  grandeza  acerca  de  los  fran- 
ceses ,  que  tenian  por  pobreza  todo  lo  de  acá.  Con 
este  aparato  llegaron  desde  Burgos  á  Santiago ,  y 
cumplidos  enteramente  sus  votos,  volvieron  ala  ciu- 
dad de  Toledo ,  para  donde  de  las  dos  naciones  moros 
y  cristianos  que  obedecían  al  emperador,  tenia  con- 
vocadas cortes  con  intento  de  hacer  ostentación  de 
mayor  grandeza  y  poderío.  Vino  entre  otros  á  la  fa- 
ma y  al  llamado  don  Ramón  príncipe  de  Aragón  con 
muy  lucido  acompañamiento.  El  rey  Luis  considera- 
do el  arreo ,  atuendo  y  atavio  así  de  los  grandes  como 
del  pueblo,  que  acudió  en  tan  gran  número  cuanto 
nunca  en  la  ciudad  real  se  vio  antes ,  demás  desto 
sabida  la  verdad  del  negocio  porque  era  venido ,  dijo 
no  haber  en  Europa  ni  en  Asia  visto  corte  mas  luci- 
da ,  ni  arreada :  provincias  en  que  se  hallara  en  el 
tiempo  que  fue  á  la  guerra  de  la  Tierra  Santa  ;  que 
daba  gracias  á  Dios  por  tener  por  mujer  hija  del  em- 
perador don  Alonso,  sobrina  de  don  Kamon  príncipe 
de  Aragón.  Hiciéronse  juegos  con  gran  magnificeo- 


cia,  y  presentes  al  rey  huéspotl  de  gran  estima;  mas 
no  quiso  tomar  cosa  alguna  fuera  de  un  carbunco 
muy  grande  y  de  gran  valor,  y  con  tanto  se  volvió 
alegre  á  su  tierra.  Acompañóle  don  Ramón  basta 
Jaca,  en  que  los  recibieron  con  aparato  real  y  toda 
muestra  de  alegría  como  testifican  las  historias  de 
Aragón. 

Falleció  el  conde  de  Urge!  á  veinte  y  ocho  días  del 
mes  de  agosto :  fue  nieto  de  don  Peranzules ;  y  del 
lu^r  donde  se  prió,  y  para  diferencialle  de  otros  del 
mismo  nombre,  le  llamaron  Armengol  de  Castilla.  El 
año  siguiente  í  155  once  de  noviembre,  viernes  co- 
mo dicen  los  anales  toledanos ,  nació  á  don  Sancho 
rey  de  Castilla  de  doña  Blanca  su  mujer  un  hijo  lla- 
mado don  Alonso,  heredero  que  fue  adelante  del 
reino  de  su  padre  y  abuelo.  Habíase  tratado  en  la 
alianza  que  se  hizo  en  Tudelin ,  de  repudiará  esta 
doña  Blanca  por  no  ser  aun  de  edad  para  casarse; 
pero  las  leyes  de  la  equidad ,  el  amor  del  marido  y  la 
inocencia  de  aquella  señora  prevalecieron  para  que 
no  se  le  hiciese  tal  agravio,  siguióse  una  guerra  en 
aquella  parte  de  la  Gallía  Narbonense  que  se  llámala 
Proenza,  por  esta  ocasión:  Hugon  Baucio  y  sus  her- 
manos ,  hijos  que  eran  de  Raimundo  Baucio  j  nietos 
de  Gilberto,  ganaron  el  tiempo  pasado  un  privilegio 
de  los  emperadores  alemanes  Conrado  y  Federico ,  en 
que  les  concedían  todo  lo  que  el  conde  Gilberto  su 
abuelo  habia  poseído.  Fundados  en  este  privile^no, 
pretendÍHu  toda  la  Proenza;  y  fortificándose  en  el 
pueblo  Trencatayo ,  trabajaban  todos  los  lugares  co- 
marcanos. Don  Ramón  con  el  cuidado  que  tenia  de 
su  sobrioo ,  marchó  para  allá  con  un  grueso  ejército, 
con  que  abatió  el  atrevimiento  y  orgullo  de  los  bau- 
cios ,  y  en  breve  los  redujo  á  obediencia. 

En  el  mismo  tiempo  el  cardenal  Jacinto  legado  en 
España  sosegaba  las  contiendas,  y  daba  asiento  en 
el  estado  de  las  i^lMsias;  en  particular  á  instancia  de 
Juan  arzobispo  de  Toledo  pronunció  sentencia  en  Na- 
jara en  favor  de!  primado  de  Toledo  contra  los  arzo- 
bis[>os  de  Santiago  y  de  Braga.  Fue  esta  legacía  de 
Jacinto  muy  señalada  y  famosa  en  esta  era.  Envióle 
Anastasio  IV,  pero  llegó  á  España  en  tiempo  que  era 
ya  pontlíice  el  que  le  sucedió,  que  fue  Adriano  IV.  Ea 
el  tiempo  que  í.uís  rey  de  Francia  estaba  en  Toled's 
sucedió  haoi'rse  mención  de  San  Eugenio  primer  ar- 
zobispo dd  Toledo,  cuyas  reliquias  poco  antes  se  liijo 
tenian  en  la  iglesia  de  San  Dionisio  cerca  de  París: 
pedían  que  los  sagrados  huesos  se  trasladasen  á  Espa- 
ña, llevaban  mal  los  franceses  esta  demanda,  alcan- 
zóse solamente  que  les  enviase  una  parte.  El  rey  Luis 
vuelto  á  su  patria  hizo  esto  y  lo  cumplo  enteramente, 
que  envió  el  abad  de  aquel  monasterio  á  su  suegro 
con  el  brazo  derecho  del  mártir.  Ya  que  llegaba  cerca 
de  Toledo,  salieron  en  procesión  á  recibirle  el  empe- 
rador don  Alonso,  los  dos  reyes  sus  bijos,  ios  grandes, 
el  pueblo  v  varones  sagrados.  La  sagrada  arca  fue  en 
hombros  del  emperador  y  de  sos  dos  bijos  llevada  á 
la  iglesia  Mayor,  y  puesta  en  el  sagrario  della  á  doce 
dias  de  febrero  el  ano  de  nuestra  salud  de  \  156.  Los 
demás  huesos  del  sagrado  cuerpo  se  trujeron  á  Tole- 
do á  instancia  de  dop  Felipe  Segundo  rey  de  las  Es- 
pañas,  y  por  diligencia  de  don  Pedro  Manriquecanó- 
nigode  Toledo ,  que  para  este  efecto  fue  enviado  por 
embajador  á  Carlos  Nono  rey  de  Francia  cuatrocien- 
tos y  nueve  años,  nueve  meses,  y  seis  días  mas  ade- 
lante, con  igual  ej»>mplo  de  piedad,  pompa  y  aparato 
el  mayor  que  se  vio  en  España;  y  se  pusieron  en  el 
mismo  templo  debajo  del  altar  mayor  en  capilla  par- 
ticular y  devota. 

CAPITULO  IV. 

De  la  muerte  del  emperador  don  Alonso . 

Con  las  vistas  destos  príncipes  parecía  ser  ac4iha- 
das  las  guerras  civiles  entre  cristianos;  pero  el  ba- 


HISTORIA  DI  ESPA?(A. 


331 


ber!%  apartado  y  desmembrado  el  reino  de  Navarra 
del  de  Aragón ,  como  se  hizo  los  años  pasados,  tenia 
puesto  en  mayor  cuidado  ádon  Ramón  principe  de 
Aragón ,  que  fácilmente  lo  pudiese  olvidar.  Solicitó 
al  emperador  para  que  renovado  el  asiento  y  liga  be- 
cha  en  Tudelin,  juntas  las  fuerzas  acometan  á  don 
Saocho  rey  de  Navarra  enemigo  común.  Como  pren- 
das deste  concierto  y  para  mayor  seguridad  se  con- 
certó casamiento  entre  doña  Sancha  hija  del  empe- 
rador habida  en  Rica  su  mujer ,  y  el  hijo  de  don 
Ramón ,  acordóse  esto  por  entonces  sin  pasar  ade- 
lante á  causa  de  la  poca  edad  de  los  dos.  En  esta  con- 
federación comprehendieroa  á  los  hijos  del  empera- 
dor don  Sancho  y  don  Fernando;  verdad  es  que  don 
Alonso  el  emperador  deseaba  mas  ser  medianero  en 
la  paz  oue  movedor  de  la  guerra ,  y  aun  estaba  mas 
inclinado  al  rey  de  Navarra ,  de  do  se  mostraba  igual 
esperanza  j  partido,  esto  es  de  casar  con  él  otra  hija 
llamada  dona  Beatriz,  habida  en  su  mujer  doña  Be- 
rengaría  á  Berengueia ,  lo  cual  se  efectuó  adelante, 
y  entonces  se  movió  este  tratado  que  no  era  de  me- 
nospreciar: por  esto  con  diferentes  escusas  se  entre- 
tenía de  dia  en  dia,  y  alegaba  ya  gna  ]fa  otra  causa  de 
la  tardanza  para  no  juntar,  como  lo  tenian  concertado, 
sos  armas  con  los  aragoneses:  decía  que  se  debia 
primero  de  acudir  á  la  guerra  sagrada,  y  atajar  las 
pretensiones  de  los  moros  antes  que  el  imperio  de 
los  Almohades  con  el  tiempo  se  arraigase  mas  en  Es- 
paña, en  especial  que  por  muerte  de  Abdelmon,  su 
hijo  y  sucesor  Jacob,  que  otros  llaman  Juzeph,  hom- 
bre muy  soberbio  y  de  grande  esperiencia  en  las  co- 
sas de  la  guerra,  asentadas  las  cosas  de  África,  con 
sesenta  mil  de  á  caballo  y  mucho  mayor  número  de 
iorantes  era  pasado  con  grande  espanto  de  los  fieles 
en  España,  llamado  de  los  moros  que  en  ella  esta- 
ban, para  ayudar  á  su  gente  y  vengalla. 

Aquejábale  este  cuidado  y  riesgo:  rogó  grande- 
mente á  don  Ramón  príncipe  de  Aragón  que  juntado 
un  grueso  ejército  se  aparejaba  para  entrar  por  tier- 
ras de  Navarra,  que  no  comenzase  la  guerra  antes  de 
la  tiesta  de  San  Martin.  Hízose  asi,  que  se  dilató  aque- 
lla empresa:  solamentepor  entonces  se  confirmó  con 
naevos  hoaienajes  en  Toledo  la  confederación  pasa- 
da por  el  mes  de  febrero  el  año  1 157.  Llevó  esta  tar- 
danza don  Ramón  con  ánimo  mas  igual,  á  causa  que 
en  el  mismo  tiempo  los  movimieutos  de  Fraucia  le 
forzaron  á  ir  de  nuevo  á  Narbona  con  esta  ocasión: 
Hermengarda,  vizcondesa  de  aquella  ciudad,  tralm- 
jada  por  las  armas  de  los  comarcanos  fue  forzada  á 
entregarse  á  si  j  á  su  señorío  en  la  fe  y  amparo  de 
don  Ramón  su  tío.  El  que  dio  este  consejo,  Beren- 
gario  arzobispo  de  Narbona,  dejada  la  Francia,  la 
acompañó  basta  Perpinan,  donde  todas  estas  prácti- 
cas se  trataron  y  concluyeron.  El  emperador  don 
Alonso  determinado  de  hacer  guerra  á  los  moros  con- 
vocó á  sus  dos  hijos,  á  los  prelados  y  señores  de  todo 
su  estado,  v  formado  un  grueso  campo,  rompió  por 
el  Andalucía,  taló  los  campos,  y  quemó  los  lugares, 
robólos  y  saqueólos  por  todas  parles.  Era  miserable 
aquella  parte  de  España  en  este  tiempo  por  ser  tra- 
bajada y  afligida  de  la  una  gente  y  de  la  otra ,  moros 
y  cristiunos.  Ganóse  la  ciudad  de  Baeza ,  que  habia 
vuelto  á  poder  de  moros ,  Andujar  y  Quesada;  y  por- 
que los  calores  del  estio  eran  grandes  y  los  lugares 
mal  sanos ,  determinado  el  emperador  de  volver  á 
Castilla,  dejó  en  el  gobierno  de  aquellas  ciudades  al 
rey  don  Sancho  su  hijo,  porque  bi  quedaban  sin  tal 
amparo ,  no  volviesen  á  poder  de  moros  como  otras 
raucliHS  veces:  la  mayor  parle  del  ejército  quedó  con 
don  Sancho.  El  con  don  Fernando  su  hijo  y  con  los 
demás  volvieron  atrás. 

En  este  camino  en  el  mismo  bosque  de  Cazlona  y 
S¡(»iTan)orena  el  emperador  cayó  enfermo,  y  como  no 
pudiese  sufrir  ni  disimular  mas  tiempo  la  fuerza  de 
la  dolencia  por  tener  el  cuerpo  quebrantado  con  tan- 


tos trabajos  mas  que  por  su  edad ,  cerca  del  lugar  de 
Fresneda  mandó  debajo  de  una  encina  le  armasen 
una  tienda :  hacíal^compañia  don  Juan  arzobispo  de 
Toledo  que  le  confesó  y  comulgó :  dio  la  postrera  bo- 
queada á  veinte  y  uno  del  mes  de  agosto :  vivió  cin- 
cuenta y  un  años  ,  cinco  meses,  veinte  y  un  días: 
dignísimo  príncipe  de  mas  larga  vida :  no  bobo  per- 
sona mas  santa  que  él  siendo  mozo ,  ni  vio  España 
cosa  mas  justa,  ruerte  y  modesta  siendo  varón:  rei- 
nó treinta  y  cinco  años  poco  mas  ó  menos  (1) :  tuvo 
título  y  magestad  de  emperador  veinte  y  dos  años  y 
seis  meses:  fue  príncipe  colmado  de  todo  género  de 
virtudes ,  y  su  memoria  fue  muy  agradable  á  la  pos- 
teridad por  la  voluntad  que  mostró  perpetuamente  de 
ayudar  á  la  Religión  Cristiana.  Tuvo  tres  mujeres  do- 
ña Berengueia,  doña  Beatriz  y  doña  Rica:  en  doña 
Beatriz  no  parece  tuvo  hijos  i  de  doña  Rica  hobo  á 
doña  Sancha ,  doña  Berengueia  parió  á  don  Sancho 
y  don  Fernando  que  sucedieron  á  su  padre ,  y  á  doña 
Isabel  j  doña  Beatriz :  demás  destos  á  don  Alonso  y 
don  Fernando  como  parece  por  un  privilegio  de  la 
iglesia  Mayor  de  Toleao ;  este  don  Fernando  murió 
niño,  y  su  padre  le  hizo  sepultar  en  el  monasterio 
de  San  Clemente  que  hay  de  monjas  en  aquella  ciu- 
dad, que  él  edificó;  el  letrero  de  ia  sepultura  de^ia: 


su 


AQUÍ  ESTÁ  EL  MUT  ILUSTRE  DON  FER- 
NANDO HIJO   DEL  EMPERADOR  D.   ALONSO 
QUE  HIZO  ESTE  MONASTERIO;    PÚSOLE 
AQUÍ  POR  HONRALLE. 

CAPITULO  V. 

Cómo  don  Sancho  y  don  Fernando  sucedieron  á 

padre. 

Don  Sancho  y  don  Fernando  hijos  del  difunto  em- 
perador, mozos  el  uno  y  el  otro  muy  escogidos  y 
aventajados ,  como  su  padre  lo  dejó  señalado  y  dis- 

fiuesto  así  dividieron  sus  estados.  El  reino  de  León  y 
os  gallegos  quedaron  por  don  Fernando :  don  San- 
cho que  era  el  hermano  mayor,  poseyó  á  Castilla  y  á 
las  demás  provincias  que  andaban  con  ella:  ambos 
fueron  buenos  príncipes  en  tiempo  de  paz,  y  diestro» 
en  la  guerra :  de  tal  manera  que  parece  querían  imi- 
tar á  porfíalas  virtudes  de  sn  padre.  Don  Sancho  era 
mas  amado  del  pueblo  por  ser  de  condición  blanda  y 
benigna :  por  esto  y  porque  murió  antes  de  tiempo 
le  llamaron  don  Sancho  el  Deseado :  don  Fernanda 
daba  orejas  á  los  malsines,  que  tienen  por  costumbre 
torcer  las  palabras  y  los  servicios  de  otros  ,  con  que 
se  enajeno  las  voluntades  de  los  grandes.  Era  otrosí 
sospechoso  naturalmente ,  enfermedad  que  si  no  se 
reprime  con  la  razón  acarrea  mal  y  daño.  Por  esta 
causa  como  no  se  fiase  de  su  hermano ,  antes  que 
hiciese  las  honras  á  su  padre,  y  antes  que  le  sepulta- 
sen, acudió  á  León  para  tomar  la  posesión  de  aquel 
reino. 

Al  contrario  don  Sancho ,  sabida  la  muerte  de  su 
padre,  á  grandes  jornadas  llegó  á*  Fresneda,  donde 
acompañado  de  ios  prelados  y  grandes  llevó  el  cuerpo 
de  sn  padre  difunto  á  Toledo,  do  le  sepultaron  con 
aparato  real ,  v  muy  célebre  por  las  lágrimas  de  todo 
el  pueblo ,  en  la  iglesia  Mayor  de  aquella  ciudad.  A 
esta  sazón  don  Sancho  rey  de  Navarra ,  á  quien  con 
la  edad  por  la  grandeza  de  las  cosas  que  hizo  y  por  la 
erudición  de  su  ingenio  dieron  sobrenombre  de  Sa- 
bio, por  parecerlé  tenia  buena  ocasión  de  vengar  las 

(1)  Contando  desde  que  fue  reconncido  rey  en  Santiago 
el  2o  de  setiembre  de  1110,  reinó  47  años  menos  al)?un<w 
días;  si  se  empieza  á  cootar  desde  que  muño  su  madre  doria 
Urraca  en  10  de  marzo  de  11:26,  solo  reinó  30  años  ,  cinco 
meses  y  quince  días :  y  habiendo  sido  coronado  emperador  en 
las  cortes  celebradas  el  26  de  mayo  del  año  1135,  su  iiniicrio 
duró  22  años,  dos  meses  y  veinte  y  cinco  días;  y  vivió  en 
todo  52  años,  cinco  meses  y  veinte  y  tantos  dias. 


332 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIC. 


iujurías  pasadas,  juntado  el  ejército  de  los  suyos, 
que  teoia  apercebidos  para  defenderse,  pasó  hasta 
Burgos  hacieudo  mal  y  oaño.  Parecia  haber  con  esto 
lieciió  lo  que  bastaba  para  sustentar  el  crédito  y  opi- 
nión, pues  acometía  a  sus  contrarios  el  que  apenas 
se  entendía  seria  bastante  para  defenderse  de  los  in- 
tentos de  tan  grandes  reyes  que  le  pretendían  derri- 
bar. Para  muestra  de  lo  cual  traía  este  rey  por  blasón 
en  campo  rojo  una  banda  dorada  con  dos  leones 

aue  por  una  parte  y  otra  la  despedazaban  ¿  porfia. 
echa  pues  esta  entrada,  con  la  misma  presteza  dio 
la  vuelta  para  su  tierra.  Los  moros  de  Andalucía  por 
quedar  Jas  plazas  que  en  la  guerra  pasada  les  habían 
sido  tomadas,  desamparadas  de  la  ayuda  de  don  San- 
cho ,  sin  dilación  las  tomaron  á  recobrar. 

Era  necesario  acudir  á  entrambas  partes:  pareció 
reprimir  primero  el  atrevimiento  del  rey  de  Navarra, 
porque  disimulando  la  injuria,  no  se  disminuyese  la 
autoridad  y  magestad  del  nuevo  rey,  dado  que  de  su 
i;ondicion  se  inclinaba  roas  ala  paz  que  á  la  guerra. 
Hacia  sus  apercibimientos  de  armas,  dinero  y  solda- 
dos. Sucedió  muy  á  propósito  que  Ponce  conde  de 
la  Minerva,  el  mas  principal  de  los  señores  leoneses, 
y  que  fue  paje  de  armas  del  emperador  don  Alonso, 
agraviado  por  el  rey  don  Fernando  que  le  despojó  de 
su  estado,  dejado  León,  se  pasó á  Castilla.  £ra  gran- 
de el  crédito  de  su  esluerzo,  y  muy  aventajado  en  el 
ejercicio  que  en  las  armas  teuia.  Por  esto,  y  porque 
don  Sancho  estaba  ocupado  en  dar  asiento  enlas  co- 
sas del  reyno ,  recebido  que  hobo  benignamente  al 
conde  y  dádole  esperanza  de  alcanzarle  perdón  de  su 
señor,  le  hizo  general,  y  le  dio  cuidado  de  la  guerra 
de  Navarra.  Aceptó  el  cargo,  j  con  un  gueso  ejército 
que  llevaba ,  por  tierra  de  Briviesca  llegó  á  la  Rioja 
en  busca  del  enemigo.  Hay  una  llanura  no  lejos  del 
iuffar  de  Bañares  llamado  Valpiedra ,  en  que  se  dio 
la  batalla.  Los  navarros  ordenaron  las  huestes  desta 
manera:  don  Lope  de  Haro  iba  eu  la  vanffuardia, 
don  Ladrón  de  Guevara  en  la  retaguardia,  el  mismo 
rev  don  Sancho  en  el  cuerpo  de  la  batalla. 

Las  gen  tes  de  Castilla  como  en  número  así  en  va- 
lor sobrepujaban:  ordenaron  también  ellos  sus  haces, 
y  presentaron  la  batalla  al  enemigo:  cerraron  tos 
escuadrones  con  igual  denuedo.  Los  castellanos  al 
principio  fueron  echados  de  su  lugar ,  después  mu- 
dindose  la  fortuna  de  la  pelea,  quedaron  con  la  vic- 
toria. Los  navarros  volvieron  las  espaldas  desapode- 
radamente: la  matanza  fue  menor  que  conforme  á 
la  victoria ,  muchos  se  acogieron  y  salvaron  en  los 
pueblos  j  castillos  comarcanos  que  eran  suyos  :hí- 
zoles  daño  no  esperar  los  socorros  que  de  los  france- 
ses les  venían.  Sin  embargo  luego  que  llegaron,  oo-* 
brado  el  rey  ánimo  de  nuevo ,  no  temió  ponerse  al 
trance  de  la  batalla.  En  el  mismo  lugar  y  en  el  mismo 
llano  tornaron  á pelear.  La  batalla  fue  muy  brava, ca 
ios  unos  peleaban  como  vencedores ,  los  otros  por 
vencer.  Finalmente  los  navarros,  atemorizados  con 
ia  matanza  pasada,  y  daño  recebido,  auedaroo  ven- 
cidos ,  T  el  campo  por  los  contrarios.  Muchos  de  los 
mas  nooles  queoaron  presos,  que  trató  don  Ponce 
benitamente.  Decía  no  era  venido  á  hacer  guerra 
con  Tos  prisioneros  v  con  su  miseria ,  sino  á  vengar 
solamente  la  temeridad  del  rev.  Soltólos  demás  desto 
y  dejólos  ir  libres:  humanidad  que  fue  entonces  muy 
alabada,  en  especial  que  no  solo  dio  libertad  á  los 
navarros,  sino  también  á  los  franceses.  Ganada  esta 
victoria,  yoIvíó  á  Burgos:  el  rey  después  de  alabar 
el  esfuerzo  de  los  soldados ,  y  hacerles  mercedes  se- 
gún los  méritos  de  cada  cual,  mas  que  á  todos  honró 
con  todo  género  de  cortesía  al  general  Ponce.  El 
agrado  llegó  á  tanto,  que  con  deseo  de  restituirle  en 
su  patria  y  en  su  estado  como  lo  tenia  prometido, 
revolvió  contra  las  tierras  de  León ,  y  llegó  con  su 
ejército  y  con  sus  gentes  hasta  Sahagnn,  determina- 
do hacer  la  guerra  á  don  Femando  su  hermano  si  no 


Tenía  en  lo  que  parecia  justo,  y  él  quería.  El  rey  don 
Femando  visto  el  peligró  oue  corría,  vino  desarmado 
á  verse  con  su  hermano  ei  rey  dun  Sancho:  con  es- 
tas vistas  (i)  se  acabaron  los  desabrimientos ,  ma- 
y^ormente  que  don  Femando  no  solo  profbetia  dem- 
tituir  al  conde  don  Ponce  so  estado  y  perdonaQe,siuo 
de  hacelle  mucho  mayores  honras  y  mercedes.  Ofre- 
cía otrosí  para  mayor  muestra  de  humildad  de  ha- 
cer pleito  homenaje  á  su  hermano,  y  ponerse  en  sa 
poder  V  en  sus  manos :  cortesía  que  don  Sancho,  tro- 
cado el  enojo  en  humildad  como  acontece  sosegada 
la  contienda,  dijo  que  no  sufriría  que  el  hijo  del  em- 
perador fuese  sujeto  ni  reconociese  homenaje  á  im- 
perio de  ningún  príncipe  ni  monarca. 

CAPITULO  VI. 

De  los  principios  de  la  caballerfe  de  Calatnva. 

El  lugar  de  Galatrava  está  puesto  en  los  Oretanos 
cerca  de  Almagro  en  un  sitio  fuerte  y  á  la  ribera  de 
Guadiana.  En  el  tiempo  que  se  ganó  de  los  oaoros,  le 
entregaron  para  fortificarle  y  guardarle  á  los  Tem-* 
plarios,  soldados  de  cuyo  esfuerzo  j  valentía  se  teoia 
ffrande  crédito:  pretendían  que  sirviese  como  de 
tuerte  para  reprimir  las  correrías  de  los  bárbaros; 
pero  elfos  por  aviso  que  tuvieron  que  los  moros  con 
grande  esfuerzo  en  muy  gran  número  le  querían 
poner  cerco,  perdida  la  esperanza  de  podelle  defen- 
der, le  volYíeron  al  rey.  No  se  hallaba  entre  los  gran- 
des alguno ,  que  de  su  yoluntad  ó  conridado  por  el 
rey  se  ofreciese  v  atreviese  á  ponerse  al  peKgro  de 
la  defensa :  solo  dos  monges  del  Cistel,  que  reñidos 
por  otras  causas  á  la  corte,  se  hallaban  á  la  sazón  en 
Toledo  se  atrevieron  á  esta  empresa:  estos  eran  fray 
Raimundo  abad  de  Fitero  junto  al  rio  de  Pisuerga 
(yerran  los  que  atribuven  (2)  esta  loa  á  otro  monas- 
terio de  Fitero  que  esta  en  Navarra  cerca  de  Tudela, 
pues  consta  que  no  estaba  edificado  en  este  tiempo) 
y  el  compañero  que  traía,  llanEíado  fray  Diego  Vebz* 

3uez :  este  había  sido  soldado  viejo  del  emperador 
on  Alonso,  afamado  por  muchas  cosas  que  en  la 
guerra  hiciera :  después  cansado ,  y  por  menosimcio 
de  las  cosas  humanas  se  metió  monge,  y  ai  presente, 
como  era  de  gran  corazón ,  con  muchas  v  buenas 
razones  pereuadió  alabad  se  encargase  de  la  defensa 
de  aquella  plaza:  consejo  al  parecer  temerario,  pero 
en  efecto  inspirado  de  Dios,  como  yo  pienso,  porque 
contra  tantas  dificultades  come  se  presentaban,  nin* 
guna  razón  ni  prudencia  era  bastante. 

Fue  esta  oferta  muy  a^dable  primero  al  rey, 
después  á  don  Juan  arzobispo  de  Toledo,  que  esta- 
ban antes  tristes  y  faltos  de  consejo  en  aquel  aprieto 
tan  grande.  El  dicho  arzobispo  deruás  desto  porque 
Calatrava  era  de  su  diócesi  ayudó  con  sus  dineros,  j 
desde  el  pulpito  perauadíó  asi  á  los  nobles,  como  a 
los  del  pueblo ,  que  debajo  de  la  conducta  del  abad 
se  ofreciesen  al  peligro  y  á  la  defensa ,  porque  no 
pareciese  oue  desamparaban  en  aquel  trance,  y  fal- 
taban al  deber  y  á  las  cosas  de  los  cristianos:  cuanto 
menos  perdonasen  á  sí  yá  sus  haciendas,  tanto  esta- 
rían y  serían  mas  seguros :  perdido  aquel  pueblo 
que  era  como  baluarte^  la  llama  y  el  fuego  pasaría  i 

(1)  En  el  tratado  de  paz  que  híderon  el  25  de  naj» 
de  1158,  convinieron  adema»  que  se  ayudarían  mátuameotc 
contra  sus  enemigos:  que  no  podrían  hacer  la  pax  con  el  nj 
de  Portugal  sin  consentimiento  mutuo:  que  se  saeederíaa  re- 
ciprocamente si  morían  lin  socesioB  legitima:  que  se  restHui' 
rían  Isa  plaiu  conquistadas;  y  que  lo  oooquistado  al  rey  de 
Portugal  y  á  ios  reyes  moros  se  partiría  ea  ia  fonna  que  se 
estíDuuba. 

(2)  Muy  al  contrarío  Horet  ha  demostrado  con  toda  evi- 
dencia que  San  Raimundo ,  fundador  del  orden  nulitar  de 
CaJatrava ,  fue  abad  del  famoso  monasterio  de  Filero  de 
Navarra  y  no  del  de  Castilla. 


IIISTOkIA   DE   ESPAÑA. 


333 


las  haciendas  particulares  y  tierras  de  cada  cual.  Su- 
cedíeroB  estas  cosas  al  principio  del  ano  H58. 

El  rey  hizo  donación  del  señorío  de  Galatrava  y  de 
sa  tierra  á  Santa  María  de  la  orden  del  Cistel,  y  en  su 
nombre  al  abad  Raimundo  y  compañeros  para  siem- 
pre. Es  de  grande  momento  la  fama  para  cualquier 
iiemio;  que  las  mas  Teces  es  mayor  que  la  verdad. 
Asi  como  se  divulgase  el  ruido  de  esteapercebimionto 
que  se  hacia  para  defender  aquel  pueblo ,  los  moros 
perdida  la  esperanza  de  gaualle  ó  embaraxados  en 
ülras  cosas ,  no  vinieron  sobre  Gatrava. 

EsUs  fue  el  principio  dichoso  y  bienaventurado  do 
aquelld  milicia  V  orden ,  porque  muchos  soldados  si- 
guieron al  abad  y  tomaron  el  hábito  que  él  les  dio, 
señalado  y  á  propósito  para  no  impedir  el  uso  de  las 
armas ;  y  luego  vuelto  á  Toledo ,  hinchó  al  rey  y  á 
los  ciudadanos  y  corte  de  alegría  por  lo  que  acome- 
tiera y  hiciera  :  juntamente  de  su  monasterio  da  era 
P'elado,  trajo  gran  copia  de  ganado,  y  de  los  lugares 
comarcanos  hasta  veinte  mil  personas ,  á  quiep  re- 
part  ó  los  campos  v  pueblos  cercanos  i  Galatráva 
para  que  en  ellos  poblasen  y  viviesen  por  estar  yer- 
mos de  moradores  :  con  esta  diligencia  el  pueblo  de 
Calatrava  quedó  muy  bien  fortificado  para  cualquier 
cosa  gue  sucediese.  £1  abad  Raimundo  falleció  algu- 
nos anob  después  en  Ciruelos ,  aldea  en  que  también 
estuvo  sepultado.  La  «ente  de  aquel  lugar  por  la  dili- 
gencia que  usó  en  defender  á  Calatrava,  le  nace  tanta 
honra  que  se  persuade  haber  hecho  milagros ,  v  le 
ponen  en  el  número  de  los  santos.  Dende  fue  trasla- 
dado el  año  mil  y  cuatrocientos  y  sesenta  y  uno  á 
Nuestra  Señora  de  Monte  Sion ,  monasterio  de  ber- 
nardos junto  á  Toledo ,  por  bula  de  Paulo  II  espedida 
á  instancia  del  doctor.Luis  Nuñez  de  Toledo ,  arce- 
diano de  Madrid  y  canónigo  de  Toledo.  Diego  Velaz- 
quez  después  que  vivió  muchos  años  adelante  falleció 
en  Gomiel  en  el  monasterio  de  San  Pedro  en  que 
está  enterrado. 

Destos  principios  la  sagrada  milicia  y  orden  de 
Calatrava  na  llegado  al  lustre  que  hoy  tiene  y  vemos. 
Alejandro  ill  la  confirmó  con  su  bula ,  siendo  un  ca- 
ballero llamado  don  García  el  primer  maestre  de 
aquella  orden ,  que  fue  el  año  mil  y  ciento  y  sesenta 
y  cuatro  :  ¿  don  García  sucedió  Fernando  Efscaza ,  y 
este  don  Martin  Pérez ,  á  don  Martin  Ñuño ,  Pérez  de 
Quiñones  \  á  estos  otros.  El  convento  que  la  primera 
vez  fue  puesto  en  Calatrava,  después  le  pasaron  á 
Ciruelos ,  y  mas  adelante  á  Buzeda .  y  de  allí  á  Cor- 
coles  y  á  Salvatierra ,  últimamente  á  Govos  en  tiem- 
po de  Ñuño  Fernandez  el  maestre  duodécimo  de 
aquella  orden.  Hay  otros  menores  conventos  de  aque- 
lla orden  fundados  en  otros  lugares ,  pero  este  es  el 
principal. 

Esta  milicia  adquirió  adelante  riquezas ,  autoridad 
7  señorío  de  muchos  lugares  por  sus  servicios  y  por 
la  gran  liberalidad  de  los  reyes.  Estos  lugares  y  en- 
comiendas se  daban  antiguamente  á  los  soldados  vie- 
jos de  aquella  orden  para  que  con  aquellas,  rentas 
sustentasen  honestamente  la  vida,  sin  que  los  pudie- 
sen dejar  en  su  testamento  á  los  nerederos ;  al  pre- 
sente con  la  paz  mudadas  de  lo  antiguo  las  cosas, 
sirven  por  voluntad  de  los  reyes  á  los  deleites,  estado 
y  regalo  de  los  cortesanos  :  así  ordinariamente  las 
cosas  de  la  tierra  de  buenos  principios  suelen  trocar- 
se con  el  tiempo  y  alterarse. 

CAPITULO  Vil . 
Cómo  el  rey  don  Sancho  de  Castilla  falleció. 

A  este  tiem|[K>  don  Ramón  principe  de  Aragón  por 
entender  que  con  Ja  muerte  del  emperador  espiro  la 
confederación  pasada ,  en  cuya  virtud  tenia  como  en 
feudo  la  parte  de  Aragón  que  cae  desta  parle  del  rio 
Eb'o ,  acordó  de  ver«e  con  el  rey  don  Sancho.  Seña 
laron  para  estas  vistas  un  pueblo  llamado  Najama: 


allí  en  pres  encia  de  los  Rrandes  y  de  don  Juan  prima- 
do de  Toledo  se  trató  aes*a  diferencia.  El  Aragonés 
pretendía  que  Zaragoza,  Calatayud  y  otros  pueblos  y 
ciudades  qued:iban  libres  de  toda  jurisdicción  de 
Castilla;  Aias  conño  quíerque  no  pudiese  alcanzar 
esto ,  por  conclusión  se  concertaron  que  el  de  Casti- 
lla no  poseyese  en  aquella  comarca  algunos  castillos 
ó  lugares ,  y  sin  embargo  los  reares  de  Aragón  l.^s 
hiciesen  homenaje  por  aquellas  ciudades ,.  y  fuesen 
obligados  cuando  ios  llamasen  de  venir  á  las  cortes 
del  reinade  Casti'ia  :  demás  desto  la  liga  que  tantas 
veces  s<  hiciera  contra  el  rey  de  Navarra ,  se  renovó 
y  confirmó,  sin  que  fuese  de  mayor  efecto  que  antes, 
liado  que  la  fresca  memoria  de  la  guerra  pasada  esti- 
mulaba á  don  Sancho,  á  don  Ramón  el  (i'ilor  de  ha* 
belle  quitado  á  sinrazón  aquel  reino. 

Acaoadas  e«t  is  vistus  que  fueron  por  el  mes  de 
febrero,  los  aragoneses  movieron  guerra  contra  el 
rey  de  Navarra.  Las  armas  de  Castilla  no  pudieron 
acudir,  coma  ^uedó  conceftaüo,á  causado  las  muer- 
tes que  sucedieron  casi  aun  mismo  tiempo  del  rey  y 
de  la  reina.  La  reina  falleció  (1 )  á  veinte  y  cuatro  de 
junio  el  año  1158  de  Cristo.  Fue  sepultada  en  Najara 
en  el  monasterio  real  de  Santa  María,  en  que  estaban 
los  senuloros  de  los  reyes  de  Navarra;  v  ella  poco 
antes  le  había  hecho  donación  de  un  pueolo  llamado 
P«(iestar ,  por  la  cual  causa  todos  los  años  le  hacen  allí 
un  aniversario  el  dia  de  su  muerte.  El  rey  aquejado 
del  dolor  que  recibió  mu j  grande  por  la  muerte  de  su 
mujer ,  ó  de  otra  dolencia  que  le  sobrevino ,  falleció 
en  Toledo  postrero  de  agosto  luego  siguiente  en  sa- 
zón que  se  apercebia  para  la  guerra  sagrada ,  que 
juntados  socorros  y  gentes  de  todas  partes,  con  todo 
su  poder  pensaba  nacer  contra  los  moros.  Sepultá- 
ronle junto  al  sepulcro  (2)  de  su  padre  en  la  iclesia 
Mayor  de  la  misma  ciudad,  á  la  cual  iglesia  dejóá 
üescas  V  Hazaña.  Reinó  un  año  y  once  días  :  fue  es- 
clarecido en  la  guerra  y  en  la  paz ,  y  que  se  igualara 
con  la  gloria  de  sus  antepasados ,  si  tuviera  mas  lar- 
ga vida. 

Dejó  sin  duda  increíble  deseo  de  si ,  que  paree*) 
encendieron  mas  las  desventuras  y  alteraciones  del 
reino  que  por  su  muerte  resultaron  y  se  siguieron; 
con  todo  esto  las  gentes  que  tenia  apercebloas,  eon 
la  divisa  que  cada  uno  llevaba  de  la  cruz ,  y  por  tan- 
to espantosas  álos  enemigos  de  la  Religión  Cristiana, 
aunque  el  rey  era  fallecido ,  luego  que  entraron  por 
el  Andalucía ,  vencieron  en  una  grande  batalla  á  Ja- 
cob miramamolin  que  iba  la  vuelta  de  Sevilla.  Fue 
grande  el  destrozo  de  la  morisma :  el  moro  pasado 
este  peligro,  rehaciéndose  de  fuerzas,  acometió  á 
otros  reyes  moros  que  no  le  querían  obedecer ,  y 
dando  la  vuelta,  hizo  guerra  al  rey  de  Valencia  y  de 
Murcia;  mas  no  pudo  salir  con  su  intentn  porque  le 
defendió  don  Ramón  príncipe  de  Aragón  y  Barcelo- 
na ,  á  cuya  devoción  estaba.  Desde  allí  vueltas  sus 
fuerzas  contra  Alhajo  rey  de  Mérída ,  le  puso  en  tér- 
mino que  se  le  rindió,  aparejado  á  hacer  lo  que  se  le 
mandase ,  y  ayudar  y  servirle  en  todas  las  cosas.  Pu- 
sieron sus  asientos  :  con  que  dos  hijos  de  Alhagio 
rey  de  Mérida ,  llamados  Fadala  y  Omar  ayudados  de 
la  gente  de  Jacob  en  una  entrada  que  hicieron  por 
tierra  de  cristianos,  se  metieron  por'las  comarcas  de 
Plasencia  y  de  Avila ;  y  dada  la  vuelta  hacia  tierra  de 
Talavera,  como  por  todas  partes  bebiesen  puesto 
espanto,  cargados  de  despojos  se  volvían á  Mérida. 
En  esto  las  gentes  de  Avila  y  sus  capitanes  Sancho  y 
Gómez  hijos  de  don  iimeno,  que  eran  de  la  mas  prin- 
cipal nobleza  de  Avila,  los  alcanzaron,  y  en  una  ba- 

(1 )  Segua  la  iascripcion  de  bu  sepulcro,  murió  el  12  de 
agosto  de  la  era  i  194,  y  el  rev  don  Alpuso  el  Noble  nació 
CD  10  de  noviembre  de  la  era  1195. 

(2)  Al  lado  de  la  epístola  se  colocaron  en  1507  los  de  don 
Sancno  11 .  el  Bravo  y  el  infante  don  Pedro ;  y  al  lado  del 
Evangelio  los  de  don  Alonso  Vil,  ñon  Sancho  el  Deseado  y  el 


331  BIBLIOTECA  DE 

U]laqu«  les  dieroa  en  un  lagar  que  sa  llama  Sieteva- 
dos,  los  vencieroD  j  deibarataroo :  quitáronles  otro- 
sí toda  la  presa  j  cautiros  que  lieTabaa. 

Diestros  y  erandeg  capitanes  en  este  tiempo  Tue- 
,  ron  los  ja  áiclios  Sancho  ;  Gómez,  pues  cdatro  años 
■delante  con  una  entrada  que  tiicieron  por  aquella 
sirte  de  Estremadura  en  que  están  los  campos  de  la 
Serena,  tierra  de  abundosos  pastos,  robaron  muchos 
ganados  y  fencieron  en  un  encuentro  los  moros  que 
salieron  contra  ellos  :  con  que  trujeron  á  sus  casas 
mu;  grandes  despojos.  Del  linaje  destos  capitanes 


CASPAK  T  BOIG. 

Tienen  los  señorea  de  Villatoro ,  y  los  marqueta  de 
Velada .  caballeros  en  riquezas ,  aliados  -j  deudos, 
demás  ae^to  en  lapríTaniade  los  principes,  eschn- 
cídos  y  señalados ,  «n  especial  en  nuestra  era  7  li  de 
nuestros  padres. 

El  rev  don  Sancho  cuando  estaba  á  la  muerte ,  ea- 
comenaó  su  hijo  don  Alonso  que  era  de  cuatro  añoi, 
i  don  Gutierre  Femandei  de  Castro  qne  otro  tienpo 
fue  su  ayo  :  los  demás  señorea  mando  que  tnvieMa 
en  su  poder  las  cindidei  y  castillos  que  i  su  cargo 
estaban,  basta  tanto  que  el  rey  fuese  de  quince  um 


!^«palcr«a  es  Tol(4a. 


cumplidos :  acuerdo  y  consejo  en  lo  une  y  en  lo  otro  | 
puco  acertado;  pero  Ift  prudencia  humana  es  corta 
para  nreTenir  los  inconvenientes  todos .  y  muchas 
mees  lo  que  parecía  eslar  salodaMemente  determi- 
nado, reveses  qtM  suceden  lo  desbaratan.  Didse  sin 
duda  con  esto  ocaiion  y  ñienas  para  refoker  el  bato 
á  los  que  mal  pensaban.  Los  demás  señores  no  me- 
nos nobles  que  don  Gotierre ,  Iteraron  nnl  qoe  el 
peso  del  ftobierno  fuese  puesto  en  los  hombros  de 
uno  solo  y  qne  en  BU  poder  quedase  el  rey  en  aque- 
lla edad  flaca  y  deleinaAle. 

CAPITULO  VIH. 

se  kTanUroo  en  CsKilltaJ 


Krtrk  los  grandes  y  ricos  liombres  de  Castilla  por 
Pite  tiempo  dos  casas  se  aventajaban  i  las  otras,  las 

iiifjDlt  don  SiDcbo,  hijo  de  don  Jiime  el  Cooqiiiglidor.  Lo* 
ee  lot  lohotei  te  difereiiriía  priacipitmenti)  da  loi  reales  eo 
que  no  idomi  li  calwia  de  lus  eitltuii  \t  carooi  quo  lieneo 
¡o*  de  ■qnello),  aegno  se  obieru  en  jU  que  iqui  pruenti- 
iDíw.queíonde  doo  AIoom  Vil  y  don  Smclioel  Üeseídu. 


mas  principales  en  estados ,  ríijaeías  y  aliadei,  loi 
Castros^  los  de  Lara.  Estos  tañeron  por  largo  lien- 
pola  pnmerRTOi  y  TOtoen  laBÓrdenesdel  reÍDJ. En 
tre  los  Castras  don  Gutierre,  á  quien  se  encomsndi 
la  criansa  del  rey ,  alcaniaba  grande  autoridad ,  qoe 
le  daba  su  largs  edad  y  la  grandeía  de  las  coeas  qne 
por  él  pasaron.  Carecía  de  hijos  y  sacesion  :  su  her- 
mano menor  por  nombre  don  Rodrigo  lenia  cuatro, 
queeran  don  Fernando,  don  Alvaro, don  Podro,* 


Gotierre ;  y  una  hija  por  nombre  doña  Sanclii, 

3ue  casó  con  don  Alvaro  de  Guzman  ,  por  donde  en 
e  poco  menos  autoridad  T  poder  qoe  su  hermano. 
Loa  de  Lara  eran  tres  hermanos  don  Enrique,  doo 
Alvaroydon  Ñuño:  ilas  riberas  del  rio  Duero  leniín 
grandes  beredamieiitos  y  luanres.  Fue  padre  de  to- 
dos estos  el  conde  Pedro  de  Lara ,  dd  quien  arriba  1* 
ha  hecho  mención,  y  ilijimoa  fue  muerto  en  el  cerco 
de  Bayona  :  niadre.de  los  mismos  era  ana  señor* 
llamada  doña  Aba,  que  estuvo  casada  la  primen  vf: 
con  doD  Garcia  conde  de  Cabra ;  y  por  haber  naei>l» 
desle  matrimonio  don  García  Acia ,  lierederoile  aqor' 
estado,  era  ocasión  qoe  el  poder  de  los  tres  hem»- 
nos  se  aumcniftse  mucho  mas. 


iiisTmiíA  m  fsPASík, 


335 


Estos  mostraron  llevar  mal  que  sléniioies  unte- 
pacato  por  juicio  del  rey  don  Sancho  don  Gutierre 
de  Castro,  se  hobiese  escurecido  el  lustre  y  resplan- 
dor de  su  casa.  Bstrañábanlo  en  público  y  en  secreto: 
decian  qne  los  Castros  quedaban  por  reyes :  que  es- 
tos solamente  entre  las  cosas  que  el  rey  don  Sancho 
mandó,  no  se  debia  ejecutar;  oi  sufrirían  ellos  que 
al  albedrfo  de  uno  se  resolviese  el  estado  del  reino, 
ni  otro  alguno  reinase  fuera  de  aauel  que  era  rey 
natural.  Esto  decian  con  tanta  porfía,  que  mostraban 
deseo  de  llevar  el  negocio  por  las  armas  y  llegar  ¿ 
las  puñadas.  Don  Gutierre  con  deseo  del  bien  común, 
y  con  ejemplo  señalado  de  modestia  mas  q«e  de 
prudencia ,  lácllmenle  se  dejó  persuadir  que  entre- 
gase el  rey  en  poder  de  don  García  Acia,  hombre  sin 
duda  templado,  pero  de  mas  sencilk)  ánimo  que  |ia- 
rece  requería  el  estado  de  las  cosas ,  en  tanto  erado 
que  con  escusa  de  los  gastos  que  le  era  forzoso  nacer 
en  la  críanra  del  rey ,  por  no  estar  las  rentas  reales 
del  todo  desembarazadas ,  entregó  el  rey  niño  á  don 
Manrique  de  Lara  su  hermano  de  madre  para  que  él 
le  criase;  que  era  concederle  todo  lo  que  en  esta 
porfía  pretendía  y  deseaba.  Quejábase  don  Gutierre 
que  con  esto  le  quebrantaban  la  palabra ;  y  por  el 
teslameato  del  rey  don  Sancho  pretendía  tornarse  á 
encargar  de  la  crianza  del  rey.  Burlábanse  los  con- 
traríos; y  claramente  por  esta  vía  se  tramaban  alte- 
mciones  y  bullicios  de  guerra. 

DúD  Femandorey  de  León  movido  por  esta  discor- 
dia, con  oue  todo  el  reino  se  dividía  en  parehiídades, 
y  pretendiendo  se  le  bizo  injuria  en  no  le  nombrar 
para  el  gobierno  del  reino  y  crianza  de  su  sobrino, 
tonaadas  las  armas  entró  por  las  tierras  de  Castilla 
may  pujante,  principalmente  bacía  m&l  v  daño  en 
aqaella  parte  por  do  corre  Duero,  y  donde  la  casa  de 
Lara  tenia  muy  grande  señorío.  Don  Manrique  y  sus 
hermanos  por  nuedo  de  don  Fernando  llevaron  el  rey 
á  Soria,  para  aue  estuviese  muy  lejos  y  mas  seguro 
del  peligro  de  la  guerra.  Falleció  á  la  sazón  don  Gu- 
tierre de  Castro :  sepultáronle  en  el  monasterio  de 
Eneas,  que  tiene  nombre  de  San  Cristóbal.  Dun 
Manrique  de  Lara  hecho  mas  insolente  con  el  poder 
requirió  á  los  herederos  del  difunto ,  sobrinos  suyos, 
le  entregasen  his  ciudades  y  castillos  que  tenian  en- 
comendadas. Escusábanse  ellos  con  el  testamento 
del  rey  don  Sancho :  decian  que  antes  de  la  legítima 
edad  del  rey  niño  no  podían  licitamente  hacer  lo  que 
les  demandaban.  Con  esto  el  cuerpo  de  don  Gutierre 
por  mandado  de  don  Manrique  fue  desenterrado, 
coipo  de  traidor,  y  que  había  cometido  crimen  con- 
tra la  magestad.  Nombráronse  jueces  sobre  esta  di- 
ferencia ,  que  dieron  sentencia  en  favor  de  don  Gu- 
tierre, por  ser  cosa  inhumana  embravecerse  y  mos- 
trar saiia  contra  los  muertos :  así  por  su  mandado  fue 
vuelto  á  la  sepultura  y  á  enterrar. 

Entretanto  que  esto  pasaba ,  las  armas  de  don  Fer- 
nando rey  de  León  vanban  libremente  por  toda  la 
proidncia,  sin  quo  se  juntase  para  resistir  alguu  ejér- 
cito señalado  en  número  ó  en  esfuerzo ,  por  no  tener 
capitán  y  estar  el  reino  dividido  en  bandos.  No  se 
puede  pensar  género  de  trabajo  que  los  naturales  no 
padeciesen,  cansados  no  mas  con  el  sentimiento  de 
los  males  presentes  que  con  el  miedo  de  hs  que  ame- 
nazalxin.  en  tanto  grado  que  el  mismo  don  Manrique, 
perdida  la  esperanza  de  ix>derse  defender .  y  movido 
por  el  peügro  que  sus  cosas  corrían,  fue  forzado  ha- 
cer homenaje  al  rey  don  Fernando  que  le  entregaría 
el  gobierno  del  reino,  y  las  rentas  reales,  que  las  tu- 
yiese  por  espacio  de  doce  años  juntamente  con  la 
crianza  del  rey*  Para  que  esto  se  confirmase  con  co- 
mún consentimiento  del  reino ,  llamaron  cortes  para 
la  ciudad  de  Soria  do  guardaban  el  rey  niño.  En  este 
peligro  que  amenazaba  mayores  males,  la  resolución 
y  esfuerzo  de  un  hombre  noble  llamado  Ñuño  Almejir 
sustentó  y  defemlió  el  partiilo  de  Casiillu.  Esio  vien- 


do llevar  d  niño  á  su  tío ,  le  arrebató  á  loa  que  íe  lle- 
vaban ,  y  cubierto  con  su  manto  le  llevó  ai  castillo  de 
San  Esteban  de  Gormaz ,  con  la  cual  diligencia  que- 
daron burlados  los  intentos  del  rey  don  Femando, 
porque  los  tres  hermanos  de  Lara,  con  muestra  de 

Suerer  seguir  y  alcanzar  al  niño  rey  despedklos  do 
on  Femando,  hicieron  para  mayor  seguridad  fuese 
el  niño  llevado  á  Atienza  phiza  muy  fuerte.  Según 
esto  arrepentidos  del  consejo  y  asiento  que  tomaran, 
últimamente  andando  con  él  huyendo  por  diversas 
partes,  pararon  en  Avila  ciudad  muy  fuerte.  Allí  con 
grande  lealtad  Jos  ciudadanos  le  defendieron  hasta  el 
año  onceno  de  su  edad.  Por  este  hecho  los  de  Avila 
se  comenzaron  á  llamar  vulgarmente  los  fieles.  * 
El  rey  don  Femando ,  burlada  su  esperanza  con 
que  se  prometía  el  reino  de  Castilla,  y  por  esta  razón 
movido  á  furor  acusó  primero  á  don  Ñuño  de  Lara, 
después  ádon  Manrique  su  hermano  de  hahelle  que- 
brantado la  fe  y  palacra :  envió  para  esto  reyes  de 
armas  para  desafiallos;  pero  la  revuelta  de  los  tiem- 
pos no  dio  lo^ar  á  que  aefendiesen  por  las  armas  su 
mocencia ,  ni  se  purgasen  en  el  pafenque  de  lo  que 
les  era  impuesto,  como  era  de  costumore.  Receiá- 
banse  que  si  les  sucedía  alguna  desgracia,  se  pondría 
en  cuentos  y  peligro  todo  d  reino ;  sulamente respon- 
dieron á  don  Femando  que  la  concienda  de  lo  hecho, 
y  lealtad  oue  guardaran  con  el  rey  niño ,  si  no  á  ios 
otros ,  á  lo  menos  á  sí  mismos  daban  saUsbccion 
bastante.  Era  orando  el  regocijo  qfue  tenía  todo  el 
reino  por  ver  el  rey  niño  eseapado  de  las  asechanzas 
de  su  tío ;  pero  en  breve  toda  aquella  aleóla  se  des* 
vaneció ,  porque  toda  Castilla  rué  trabiuaJa  con  las 
armas  del  rey  don  Fernando.  Las  ciudades  y  los  lu- 
gares, ó  por  fuerza  ó  de  grado,  á  cada  pasóse  ponían 
en  su  poder  y  le  hacían  homenaje,  en  tanto  grado 
que  fuera  de  una  pe<{ueña  parte  del  reino  que  perse- 
veró en  la  fe  del  niño ,  todo  lo  demás  quedó  por  el 
vencedor.  Toledo  también  ciudad  real,  y  don  Juan' 
su  prelado  siguieron  las  partes  de  don  Femando, 
creo  por  algún  desabrimiento  que  tenían,  ó  por  aco- 
modarse al  tiempo.  Hay  un  privilegio  oel  rey  don 
Femando,  dado  en  Atienza  primero  de  febrero  año 
mil  y  ciento  y  sesenta  y  dos ,  en  que  entre  los  otros 
grandes  y  ricos  hombres  y  obispos  firma  también  el 
arzobispo  don  Juan :  demás  desto  consta  de  los  ana- 
les de  Toledo  que  el  rey  don  Femando  entró  en  To- 
ledo á  nueve  del  mes  de  agosto  luego  siguiente. 

Allegóse  á  estas  desgracias  una  nueva  guerra  que 
hicieron  los  navarros ,  porqne  el  nj  don  Sancho  de 
Navarra  después  de  grandes  alteraciones  se  concertó 
con  el  Aragonés.  Hecho  esto,  por  entender  que  era 
buena  ocasión  para  vengar  las  injurias  pasadas,  y 
recobrar  por  las  armas  lo  que  los  reyes  de  Cutilla  le 
tomaron  en  la  Riojn  y  en  lo  de  Bureva  cen  un  grueso 
ejército  que  de  los  su  ros  juntó,  se  apoderó  de  Lo- 
groño, de  Entrena ,  de  Bríviesca  y  de  otros  lugares 
por  aquellas  partes.  Tenia  soldados  muy  buenos ,  y 
ejercitados  en  muchas  guerras.  Los  señores  de  Na- 
varra eran  personas  muy  escogidas:  entre  los  demás 
se  cuentan  los  Davales,  casa  muy  noble  j  poderosa, 
como  lo  muestran  las  escrituras  j  memorias  de  aquel 
tiempo.  Con  eúo  no  tenian  fin  ni  término  las  gnei^ 
ras  ni  los  males ,  todo  andaba  muy  revuelto  y  al- 
terado. 

CAPITULO  DL 

De  la  muerte  de  don  Ramón  príncipe  de  Aragón. 

Estaba  Castilla  encendida  con  alteraciones  cm\e^ 
en  un  tiempo  muy  fuera  de  propósito  por  quedar  en 
la  provincia  gran  número  de  geote  bárbara,  solo  con 
las  armas  de  Portugal  y  de  Aragón  eran  los  moros 
apretados;  mas  en  el  Andalucía,  donde  tenian  mayor 
señorío,  vivían  con  todo  sosiego,  y  el  poder  de  aque- 
lla nueva  gente  de  los  Almohades  con  el  tiempo  se 


330  BISUCnSCA  DB 

Amigaba  mu  de  lo  qne  fuera  rauín.  Ed  este  tiempo 
Italia  era  trabajada  con  no  meaoreB  males  j  discor- 
dias que  lo  de  España.  Dos  se  tenían  en  Roma  por 
nonllnces,  ;  cada  cual  preteudia  que  él  era  el  verda- 
dero, y  el  contrarío  no  tenia  razón  ni  derecho  alguno. 
Estos  eran  Alejandro  III  natural  de  Sena,  j  Víctor  IV 
ciudadano  romano :  á  este  ayudaba  mucho  el  empe- 
rador Federica  Barbaroia  por  la  grande  amistad  que 
con  él  tenia  :  á  Alejanitro  nombrú  por  pontífice  la 
mayor  y  maa  sana  parte  de  los  cardenales ;  pero  carao 
no  tuviese  bastonteB  Tuerzas  para  resistir  al  empera- 
dor, que  se  apoderaba  de  las  ciudades  y  lugares  de 
la  Iglesia,  en  una  armada  de  Guillermo  rey  de  Sicilia 
se  huyó  á  Francia ,  y  en  ella  para  sosegar  estas  dis- 
c<H^Ías  y  ebte  scisma  juntú  en  Turs  el  año  mil  y 
ciento  y  sesenta  y  tres  un  concilio  muy  principal. 
Acudieron  á  su  llamado  ciento  y  cincuenta  obispos, 
y  entre  ellos  don  Juan  primado  de  Toledo. 

Por  el  mismo  tiempo  don  Ramón  Aragonés  era 
muy  nombrado  por  ta  faaia  de  las  cosas  que  acabé  y 
su  perpetua  felicidad ,  tanto  que  tenia  por  aujelo  ~~ 
España  á  Lope  rey  moro  de  Murcia  ;  y  á  los  bunc 
en  Francia,  que  movían  guerra  en  la  Proenza,  los 
trabajaba  con  muchos  daños  que  les  hacia ,  porque 
no  solamente  defendió  la  Proeilza  sobre  que  conten- 
dían ,  sino  también  les  quilo  de  su  estado  antiguo 
treiula  castillos ;  y  la  villa  de  Trencalayo  que  era 
muy  fuerte,  tomado  que  la  hobo  por  fuerza,  la  allanó 
y  arrasó  el  año  4161.  Con  aquella  victoria  quedaron 
de  todo  punto  qn^rantadas  las  fuerzas  de  los  bau- 
cios.  El  emperador  Federico  que  parecía  favorecer  á 
los  enemigos  y  contrarios ,  con  nueva  confederación 
que  con  él  hizo,  quedó  muy  su  amigo.  Trigo  don  Ra- 
món de  Castilla  á  Aragón  á  Rica  viuda  del  emperador 
don  Alonso,  y  í  su  hija  doña  Sancha,  queestaba  des- 
posada con  ei  hijo  del  mismo  don  Ramón.  A  instancia 
pues  del  emperador  Federico  te  concertó  que  Rica, 
'que  era  deuda  suya,  casase  con  don  Hamon  Beren- 
gario  ó  Berenguel ,  conde  de  lu  Proenza,  y  que  los 
aragMMses  y  proenzales  jurasen  por  pontiuce  y  die- 
sen la  obeaiencie  al  que  él  ayudaba:  con  esto  les 
hacia  merced  que  no  solo  quedasen  con  el  principado 
de  la  Proenza ,  que  sa  comprendía  y  estendia  desde 
el  río  Dnienza  hasta  el  mar ,  y  desde  el  rio  Ródano 
hasta  los  Alpes,  sino  demns  desto  de  la  ciudad  de 
Arles  con  toda  su  tierra.  Para  que  todo  esto  fuese 
mas  flrow,  se  decretó  y  concertó  que  ambos  loa  don 
Ramones ,  et  aragODát  y  el  proenzal ,  fuesen  á  Turin 
ciudad  de  Italia  á  verse  con  ñ\  emperador.  Seña- 
lóse el  primer  dia  de  agosto  para  estas  vistas  del 
añones. 

En  este  camino  en  San  Dalmacio ,  que  es  un  pue- 
blo d  las  raices  de  los  Alpes  hacia  Italu,  adoleció  don 
Ramón  principe  de  Aragón,  y  falleció  de  aquella  en- 
fermedad (1)  á  seis  días  de  aquel  mismo  mes.  Parecía 
qne  aquella  muertesucediaenmuy  mala  sazón,  dado 
que  don  Ramón  conde  de  la  Proenis  fácilmente  al- 
canzó del  emperador  todas  las  cosas  porque  eran 
idos,  luego  que  se  vi't  con  él  en  Turin  como  tenían 
coDcertaoo ;  y  aun  d  emperador  dice  en  sus  letras, 
que  se  espidieron  sobre  el  caso ,  gratíGcar  al  difunto 
porque  bahía  tratado  muy  bonradamente  á  la  reina 
Rica,  y  mirado  por  la  honra  de  aquella  maCrona  viu- 
da. De  aquí  tomaron  ocasión  los  escritores  catalanes 
de  fingir  que  don  Ramón  principe  de  Aragón  en  Ale- 
maña  defendid  en  un  desaQo  y  campo  que  hizo,  la 
fama  de  una  reina  vinda  que  la  acusaban  haber  he- 


(1)  La  crooologta  it  lot  condes  de  Barceloni  esli  muy 
errada  tu  Hirint  y  mí  lodos  loi  autoree,  wgua  lo  ba  dg- 
■DMtrada  recíanleoieDta  en  ns  CmuUt  pindtcadat  el  ilua- 
Iradu  biblioteearia  Sr.  Bofinill. 


CUSPA»  t  Boír» 
historia  cuntamos  la  cosa  como  pasó.  El  cuerpo  drl 

difunto  traído  á  su  tierra  sepultaron  en  el  monasteno 
de  Ripol,  como  él  minmo  á  la  muerte  lo  dejó  ordena- 
do. Hiciéronse  cortes  del  reino  en  Huesca,  j  nMisr 
el  testamento  do  aquel  principe ,  que  hizo  á  la  bori 
de  su  muerte  solo  de  palabra,  en  que  nombró  por  su 
heredero  d  don  Ramón  su  hijo,  que  trocado  ule 
nombre  en  el  de  don  Alonso,  entró  en  posesión  del  ' 
principado  de  su  padre:  á  don  Pedro  hijo  setnindo 
mandó  á  Cerdni)ta ,  Corcueona  y  Narbona  con  «i  aiii- 
rao  derecho  que  éí  las  teni.-t  ¡  don  Sancho  que  era  <il 
menor  de  Iodos ,  quedó  nombrado  en  lugar  de  doa 
Pedro  para  que  le  sucediese  si  muriese  sin  liijos:  de 
doña  tiulce  su  hija  que  adelante  fue  reina  de  Porlu- 
-"'  10  hizo  mención  alguna,  tampoco  de  don  B.Ten- 
ó  Berenguel ,  que  fue  abí^o  de  Tarazona  •  de 
ida,  y  abiid  de  hontaragon,  al  cual  el  priucí|ie 
bobo  fuera  de  matrimonio, 


La  edad  del  nnevo  rey  don  Alonso  no  era  baslaní' 
para  el  gobierno,  porque  openas  tenia  once  añoí. 
Esto  ,  y  la  naque7:a  y  pocas  fuerzas  de  la  reina  m 
madre,  parecida  propósito  á  los  amigos  de  noveda- 
des para  revolver  el  reino:  un  cierto  embaydor  sf 
hizo  caudillo  de  los  que  mal  pensaban,  con  arinuar 
públicamente  era  el  rey  don  Alonso,  aquel  aue  veinir 
y  ocbo  años  antes  desle  fue  muerto  en  la  nlalla  df 


Frua,  como  de  suso  queda  dicbo.  DeciaquecahiB- 
do  de  las  cous  .huminai  estuvo  por  tanto  tiempo 
dúfrioada  en  Asia ,  y  se  balld  en  muchas  guerras 
que  los  criBÜanos  hicieron  contra  los  moros  en  la 
Tierra  Santa.  Sn  larga  edad  hacia  que  muchos  le  cre- 

nn ,  y  las  facciones  del  rostro  do  de  todo  punto 
mejafale  :  el  vulgo  amigo  de  Tabulas  acrecentaba 
estas  mismas  cosas,  por  donde  el  gobierna  de  la  rei- 
na como  de  mujer  era  de  muchos  menospreciado. 
Grandes  males  se  aparejaban  por  esta  causa,  si  el 
embaydor  no  fuera  preso  en  ZiragoEa ,  v  no  le  dieran 
la  muerte  en  ka  mismsi  principios  del  alboroto,  este 
fue  el  pago  de  la  invención  y  &n  de  toda  esta  trajgadir 
mal  traiada. 

El  año  proiinM  de  1163  se  tuTíeron  otrosí  c6rte9 
del  reino  de  Aragón  en  Barcelona.  En  ellas  la  reina 


DR   >SPAÍÍ4.  337 

miento  de  su  hija  (una  sola  que  tenia)  con  el  hijo  de 
aquelcondeipráticasaneseim  pidieron  por  sumuerte 
que  sucedió  elaík)  de  1166.  El  re^  de  Aragan ,  que  se 
ballsha  á  la  saxon  en  Girona ,  avisado  que  su  primo 
era  muerta,  i  ejemplo  de  su  padre  y  á  persuasión  de 
los  grandes  se  llamó  marqués  de  la  Proeou.  Asi  pre- 
tendían estar  decretado  por  el  privilegio  del  empera- 
dor Federico ,  que  aquel  principado  no  solo  se  daba 
al  conde  de  la  Proenza,  smo  asimismo  i  don  Ramón 
príncipe  de  Aragón  y  sus  descendientes :  ocasión  de 
nuevos  movimientos  y  alteraciones  que  sucedieron 
en  Francia. 

CAPITULO  X. 
CAmo  don  Alfonso  rey  de  Castilla  vlsltú  el  reino. 


doitaPeUonilaápersuision  de  los  grandes  did  y  re- 
unDciA  el  reino  i  su  hijo,  aae  andaba  ya  en  trece 
años.  Don  Ramón  conde  ae  la  Proenia,  que  un  poco 
detiempogobemaraáCataluoaparelreysQ  primo, 
dejado  el  gobierno,  se  volvió  á  su  tierra  que  andaba 
alborotada  otra  vea ,  y  trabajada  por  las  armas  de  los 
Baacios.  ParaforiiGcarsecontrnaquella familia  yli- 
naje,  y  apercebirse  de  socorros  de  fuera  procuró 
íiacer  liga  con  el  conde  de  Tolosa ,  y  concertar  casa- 


Gbar  mudanza  de  las  cosas  se  hizo  en  Casulla, 
trece  porque  los  naturales  cansados  del  gobierno  del  rey 
de  León,  y  aScionados  al  mozo  rey  don  Alonso  como 
es  Gosanaturalylo  merecía  la  memoria  agradable  del 
rey  doQ Sancho  su  padre;  noceeabanderoovellecon 
cartas  y  embajadores  para  que  tomase  el  ceptro  y 
mando  del  reino  paterno.  Ofrecfcnle  que  no  le  falta- 
rían las  voluntades  de  los  suyos,  ni  sus  fuerzas,  que 
siempre  de  secreto  estuvieron  por  él,  dado  que  por 


acomodarae  el  tiempo  y  foRados  suportaban  e)  seño- 
río forastero.  El  rey  i  la  saion  andaba  en  el  año  undé- 
cimo de  sn  edad  :  á  los  grandes  que  le  tenían  en  su 
poder ,  parecía  aquella  edad  bastante  especial  que  les 
movía  el  ejemplo  fresco  de  los  aragoneses ,  que  en- 
tregaron el  gobierno  á  sn  rey  que  tenía  poca  mas 
edad.  A  persuasión  pues  dellos  y  por  su  consejo  de< 


o  alguao 


dicen: 


nosotros  de  la  ratón  des  tos  años  y  deste  número  qui- 
tamos dos  años  con  fundamento  bastante  y  cierto, 
pues  cuando  murió  su  padre  se  sabe  era  este  rey  de 
cuatro  afios ,  y  abora  tenia  ODcenocumpIidos.  No  le 
engañó  su  esperanza:  muchsscindadea  y  pueblos  en 
tooa  la  provinoia,  como  lo  tenían  ofrecido,  abrian 
con  gran  volnntad  les  pnertas  al  rey,  y  le  ayudaban 
con  dinero ,  provisión  y  todas  las  demis  cosu.  Al 
principio  pocos  eran  los  que  acompañaban  al  rey, 
que  fueron  algunos  grandes  de  Castilla  que  perscve- 

15 


338 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   Y   ROIG. 


raran  con  éi,  ó  de  nuevo  so  ie  junlaron  :  demás  des- 
tos  una  compañia  de  guarda  de  ciento  y  cincuenta  de 
ú  caballo^  que  los  de  Avila  le  dieron  para  que  le 
acompañase :  poca  gente  para  acabar  cosas  tan  gran- 
des y  para  recobrar  el  reino,  parte  del  cual  tenían  los 
grandes^  parte  estaba  en  poder  de  los  leoneses  con 
guarniciones  que  tenían  puestas  por  todas  partes. 

No  hay  cosa  mas  segura  en  las  revueltas  civiles 
que  apresurarse :  al  rey  parecía  que  todas  las  cosas 
le  serian  fáciles,  y  así  determinaron  de  probar  á  To- 
ledo cabeza  del  reino,  v  esperímentar  cuanta  lealtad 
liobiese  en  sus  ciudadanos.  Poca  esperanza  tenían 
que  don  Fernando  Ruíz  de  Castro  que  la  tenia  en  su 
poder,  la  entregase  de  su  voluntan :  el  color  que  to- 
maba era  no  ser  licito  ,  como  él  decía  ,  entregar 
aquella  ciudad  á  alguno  antes  de  la  edad  que  por  el 
rey  difunto  quedó  señalada.  Lo  que  principalmente 
le  movia ,  era  que  tenia  penado  que  le  bebiesen  qui- 
tado la  tutela  del  rey,  y  sus  contrarios  estuviesen 
apoderados  del  gobierno  del  reino.  Don  Esteban  Ulan, 
ciudadano  principal  de  aquella  ciudad ,  en  la  parte 
mas  alta  della  á  sus  espensas  edificara  la  iglesia  de 
San  Román ,  y  á  ella  pegada  una  torre  que  servia  de 
ornato  y  fortaleza.  Era  este  caballero  contrario  por 
particulares  disgustos  de  don  Fernando  y  de  sus  in- 
tentos salió  secretamente  de  la  ciudad,  y  trajo  al  rey 
en  hábito  disfrazado  con  cierta  esperanza  de  apode- 
ralle  de  todo;  para  esto  le  metió  en  la  torre  susodicha 
de  San  Román  j[l)  campearon  los  estandartes  reales 
en  aquella  torre,  y  avisaron  al  pueblo  que  el  rey  es- 
taba presente. 

Los  moradores  alterados  con  cosa  tan  repentina 
corren  á  las  armas,  unos  en  favor  de  don  Fernando^ 
los  mas  acudían  á  la  maffestad  real :  parecía  que  si 
con  presteza  no  se  apagaba  aquella  discordia,  que  se 
encendería  una  grande  llama  y  revuelta  en  la  ciudad; 
pero  como  suele  suceder  en  los  alborotos  y  ruidos 
semejantes,  á  quienes  acudían  los  mas ,  casi  todos 
los  otros  siguieron  la  autoridad  real.  Don  Fernando 
perdida  la  esperanza  de  defender  la  ciudad  por  ver 
los  ánimos  tan  inclinados  al  rey ,  salido  della,  se  fué 
á  Huete ,  ciudad  en  aquel  tiempo  por  ser  frontera  de 
moros,  y  raya  del  reino,  muy  fuerte  asi  por  el  sitio 
como  por  los  muros  y  baluartes. 

Los  de  Toledo ,  librados  del  peligro ,  á  voces  y  por 
muestra  de  amor  decían :  viva  el  rey.  Esto  hacían  no 
mas  los  que  habían  estado  por  él,  que  la  parcialidad 
contraria  entraban  donde  estaba  á  besarle  la  mano, 
y  cuanto  mas  Gngido  era  lo  que  algunos  hacían,  tan- 
to daban  mayores  muestras  de  voluntad,  y  le  adula- 
ban con  mas  cuidado. 

A  don  Esteban  en  gratificación  de  aquel  servicio 
le  hizo  el  rey  mucha'  liohra ,  y  le  encomendó  el  cui- 
dado de  la  ciudad.  Después  de  su  muerte  los  ciuda- 
danos para  memoria  de  tan  gran  varón  en  la  iglesia 
catedral  en  lo  mas  alto  de  la  bóveda  detrás  del  altar 
mayor,  hicieron  pintar  su  imagen  á  caballo  como 
esta  hoy. 

Entro  el  rey  en  Toledo  á  veíntey  seisde  agosto  día 
viernes  :  luego  el  día  de  San  Miguel  don  Juan  arzo- 
bispo de  Toledo  falleció  cansado  de  la  pesadumbre 
de  tantos  males,  ó  por  su  larga  edad.  La  letra  domi- 
nical muestra  que  la  entrada  del  rey  no  pudo  ser  sino 
el  año  mil  y  cieoto  y  sesenta  y  seis.  Conforman  los 
anales  de  Toledo  y  el  letrero  ael  sagrario  de  aquella 
iglesia ,  que  señalan  la  muerte  del  arzobispo  era  rail 
y  doscientos  y  cuatro ,  que  es  el  año  dicho  puntual- 
mente ,  y  asi  se  debe  tener.  Gobernó  aquella  iglesia 
loablemente  como  diez  y  seis  años  :  su  cuerpo  se  en- 
tiende fue  allí  mismo  sepultado.  Algunos  dicen  que 
renunció ,  y  que  de  su  voluntad  dejo  el  arzobispado; 


(1)  Esta  lorre ,  célebre  por  el  pasaje  que  describe  Mariana, 
es  obra  probablemente  del  mismo  Esteban  Ulan,  como  lo  es 


y  déf  esplican  la  ley  pontificia  y  canon  promulgado 
por  Alejandro  IH.  pontífice  romano,  que  es  el prí- 
mer  capitulo  en  el  título  de  las  órdenes  hechas  oes- 
pues  de  renunciado  el  obispado,  enderezado  al  ano- 
bispo  de  Toledo  ,  como  se  contiene  en  su  titulo;  la 
yerdad  es  que  en  las  decretales  de  manos  antigots 
no  reza  aquel  título  al  arzobispo  de  Toledo,  sino  al 
Coloníense :  así  lo  de  la  renunciación  no  se  debe  te- 
ner por  verdadero. 

Sucedió  don  Cei:ebruno  ó  Cenebruno,  persona  de 
igual  ánimo  y  prudencia,  agradable  al  rey  don  Alon- 
so ,  ca  fue  su  maestro  y  le  enseñó  las  primeras  letras. 
Fue  arcediano  de  Toledo  antes,  y  obispo  de  Siguen- 
za ,  y  aun  se  sospecha  era  francés  de  nación.  A  este 
prelado  parece  se  enderezó  sin  duda  la  epístola  de- 
cretal del  mismo  Alejandro  111,  que  es  el  capítaio 
once  en  el  título  de  Simonía,  sobre  la  quesecometió 
en  la  elección  del  obispo  de  Osma.  Coníormeconeslo 
lo  que  ordenó  el  mismo  rey  don  Alonso  en  su  tesu- 
mento  su  fecha  en  Fuentidueña  á  octio  de  diciembre 
era  mil  y  docíentos  y  cuarenta  y  dos :  dice  quesos 
tutores  el  conde  don  Ñuño  y  don  Pedro  por  elegir  al 
obispo  de  Osma  recibieron  cinco  mil  .maravedís; 
manda  que  se  restituyan.  Era  por  el  mismo  tiempo 
prelado  oe  Tarragona  Hugo  Cervellon,  que  sucedió  i 
Bernardo  Torte. 

El  rey  de  Castilla  sosegado  que  tuvo  á  Toledo  á 
persuasión  del  conde  don  Manrique  sahó  contra  don 
Fernando  de  Castro ,  ca  ayudado  de  las  gentes  de 
Huete  que  le  eran  aficionadas  y  muy  leales,  salió  al 
encuentro  al  ejército  del  rey.  Dióse  la  batalla  (2)  dos 
leguas  de  aquel  pueblo  junto  á  Garcínaharro  :  era 
grande  la  fama  del  esfuerzo  de  don  Manrique,  era 
tenido  por  gran  defensor  de  la  autoridad  real :  tales 
eran  las  muestras ,  sí  bien  muchos  pensaban  que  ea 
nombre  ajeno  quería  mandallo  todo ,  por  ser  como 
era  atrevido,  astuto,  presto,  y  conforme  á  los  nego- 
cios y  ocurrencias ,  cuándo  seguía  la  virtud ,  cuándo 
lo  malo.  Don  Fernando  por  recelarse  en  la  pelea  de 
sus  fuerzas  entró  en  la  batalla ,  quita  las  his  sobrevis- 
tas y  disfrazado.  Don  Manrique  por  yerro  con  todas 
sus  fuerzas  embistió  y  mató  a  un  caballero  ordinario, 
el  cual  porque  llevaba  vestidura  de  general ,  creyó 
era  su  contrarío.  Quedó  cansado  de  aquella  pelea,  y 
á  propósito  para  ser  agraviado  i  asi  fue  él  mismo 
muerto ;  uno  de  los  que  acompañaban  á  don  Fernan- 
do ,  le  metió  por  el  cuerpo  la  espada.  Con  la  muerte 
del  general  los  del  rey  parte  se  pusieron  en  huida, 
parte  fueron  muertos  en  la  pelea.  Sabido  el  engaño  y 
astucia,  don  Ñuño  hermano  de  don  Manrique  acusaba 
á  don  Fernando  de  aleve.  No  paró  en  esto,  sino  que 
le  desafió  á  pelear  de  persona  á  persona  y  hacer  cam- 
po como  se  acostumbraba  en  casos  semejantes,  in- 
tervinieron varones  santos  y  personas  graves,  por 
cuyo  medio  por  entonces  la  dírerencia  se  sosegó  al- 
cun  tanto,  pero  el  odio  entre  aquellas  dos  casas  que- 
dó muy  mas  arraigado  que  antes  con  grande  daño 
muchas  veces  de  las  cosas  y  del  reino,  por  anteponer 
cada  cual  de  las  partes  sus  particulares  pasiones  y 
debates  al  bien  común. 

Verdades  que  la  guerra  que  hizo  el  rey  por  enton- 
ces ,  no  fue  muy  grande  ni  continuada ,  y  muchas 
ciudades  y  castillos  por  estar  obligados  con  benefi- 
cios que  recibieran ,  quedaron  en  poder  de  áim  Fer- 
nando de  Castro,  con  que  el  rey  desistió  del  intento 
y  esperanza  de  atropellarte,  y  vuelto  hacia  otras  par- 
tes no  dejaba  de  sujetar  á  su  señorío ,  las  ciudades  y 
castillos  que  hallaba  sin  guarnición.  Demás  desto  pa- 
reció por  la  comodidad  del  lugar  probar  el  castillo  de 
Zurita  (3) ,  que  está  puesto  en  un  collado  empinado, 
cuyas  raices  y  haldas  baña  el  rio  Tajo.  Tenía  la  guar- 


{i)  Sedióel9de  jolíodel46i. 

(3)  Asi  la  rendición  de  este  castillo  como  las  eórtes  áe 


la  restauración  de  la  iglesia ,  que  era  de  fundación  arábiga.    {  Toledo  son  del  año  í  109,  según  el  marqués  de  Mondfjar 


HISTOUtA  OE  ESPAÑA. 


339 


da  éesU  fuerza  Lope  de  Arenas  como  teniente  de 
don  Fernando  de  Castro.  Convidado  á  que  se  rindie- 
se ,  se  escasó  con  la  edad  del  rey  como  otros  mu- 
chos: ^06  éi  no  era  señor  sino  lugarteniente,  y  como 
tal  tenia  ^vínáo  á  don  Fernando :  aue  si  no  fuese  con 
su  licencia,  no  entregaría  el  castillo  á  persona  algu- 
na :  qne  no  sufriría  que  con  color  y  voz  de  la  autori- 
dad real  se  burlasen  de  los  demás  aquellos  que  por 
la  flaca  edad  del  rey  le  tenian  en  su  poder  y  le  acon- 
sejaban k)  que  les  parecía.  Como  los  del  rey  perdie- 
sen la  esperanza  que  el  alcaide  liaría  por  su  voluntad 
lo  que  pretendían ,  determinaron  de  usar  de  fuerza, 
y  apretar  el  cerco  de  aquel  castillo :  convocaron  para 
este  efecto  socorros  de  todas  partes. 

Don  Lope  de  Maro  avisado  de  lo  que  el  rey  preten- 
día ,  de  lo  postrero  de  Vizcaya  en  que  tema  grande 
estado ,  sin  ser  llamado ,  á  causa  que  él  y  el  conde 
don  Ñuño  tenian  diferencias  particulares  y  andaban 
torcidos ,  de  su  voluntad  vino  á  servir  en  aquel  cer- 
co. Llegado  miró  el  sitio  del  castillo,  y  sd  encargó  de 
acometerle  por  aquella  parte  que  parecía  mas  á^ria, 
y  de  qve  mayor  peligro  se  mostraba  :  cosa  propia  de 
la  nicíon  vizcaína,  loa  adelante  el  cerco :  los  del  rey 
no  teman  esperanza  de  salir  con  su  intento ;  los  cer- 
cados padecían  falta  de  mantenimientos  :  por  esta 
causa  usaron  de  engaño,  y  con  dar  esperanza  de  ren- 
dirse, convidado  que  hobieron  y  recibido  dentro  para 
tratar  de«to  á  los  condes  don  Ñuño  y  don  Suero ,  los 
prendieron  á  traición  por  entender  que  el  rey  movido 
de  su  peligro  se  apartaría  del  propósito  que  tenia  de 
combatir  el  castillo ,  por  lo  menos  vendría  en  algún 
buen  partido :  en  lo  que  pensaron  consistía  su  reme- 
dio ,  estuvo  su  destrutcíon. 

Hallábase  en  los  reales  del  rey  un  cierto  hombre 
llaniado  Domingo,  que  salió  del  castillo  no  se  dice 
per  qué  causa :  este  si  le  diesen  algún  premio ,  pro- 
metió liaría  entregar  aquella  fuerza.  Aceptado  el  par- 
tido ,  en  cierto  ruido  hechizo  dio  una  herida  á  Pedro 
Ruiz  ciudadano  (le  l\)ledo:  él  mismo  vino  en  ello ,  y 
con  voluntad  del  rey :  hecho  esto ,  Domingo  se  puso 
en  huida;  con  esta  fíccion  las  guardas  le  recibieron 
en  el  castillo.  Era  criado  del  alcaide ,  mañoso ,  ser- 
vicial ,  y  por  aquella  nueva  hazaña  le  ganó  mas  la  vo- 
luotad :  trataba  con  ÓLinuy  familiarmente  sin  recelo 
de  loque  le  sobrevino.  El  traidor,  hallaba  ocasión  á 
pro^sito  para  ejecutar  su  intento ,  á  tiempo  que  el 
alcaide  se  afeitaba  la  barba,  le  mató:  tras  esto  se  hu- 
yó á  los  reales.  El  pcieblo  sin  dilación ,  muerto  su 
caudillo,  sin  grande  diGcultad  vino  en  poder  del  rey, 
V  se  ríndió  luego :  perdonó  el  rey  á  los  soldados,  y  el 
fugar  00  foe  puesto  asaco,  solo  á  Domingo  hizo  sacar 
los  ojos:  que  fue  ejemplo  señalado  de  castigo  contra 
los  traidores:  dado  que  le  señalaron  sustento  bastan- 
te para  pasar  la  vida  porque  no  pareciese  que  el  rey 
quebrantaba  su  palabra.  Este  sustento  no  mucho 
después  ñor  mandado  del  mismo  le  quitaron  junto 
con  la  vida,  porque  maguer  que  ciego  y  castigado  se 
alababa  de  aquella  maldad  :  doblada  alevosía  aue  co- 
metió en  matar  á  su  señor  y  hacer  traición  á  ios  cer- 
cados. Esto  del  traidor. 

Los  soldados  alegres  con  la  victoria  se  partieron 
para  sus  casas:  don  Lene  de  Haro  que  entre  todos  se 
señaló  de  animoso ,  alaoado  con  palabras  muy  hon- 
rosas se  volvió  á  su  tierra  sin  querer  aceptarlos  dones 
que  le  ofrecían ,  por  saber  muy  bien  cuánta  falta  y 
polireza  padecía  el  tesoro  real.  Este  caballero  dicen 
ediGcó  en  la  Rioja  en  la  villa  de  Haro  no  lejos  del  rio 
Ebro,  y  que  de  aquel  pueblo  y  de  su  nombre  asi  él 
como  sus  descendientes  tomaron  este  apellido.  El 
rey  se  fue  á  Toledo  á  las  cortes  del  reino  para  donde 
tenía  convocados  ios  grandes  y  ciudades  de  toda  la 
proTincia.  Tratóse  en  ellas  de  componer  el  estado  del 
reino ,  que  por  la  revuelta  de  los  tiempos  andaba  muy 
alterado,  y  de  recobrar  las  ciudades  y  pueblos  que 
aun  no  se  querían  entregar.  Fue  este  ano  memornble 

TOMO  I. 


por  las  muchas  lluvias  y  grandes  crecientes,  en  par- 
ticular en  Toledo  el  rio  Tajo  salió  de  madre ,  y  llegó 
hasta  la  iglesia  de  San  Isidro  á  veinte  de  febrero  :  d 
año  luego  siguiente  de  1 169  á  ocho  de  febrero  tembló 
la  tié:ra  en  aquella  ciudad;  cosa  que  sucede  pocas 
veces,  y  que  puso  en  cuidado  á  los  ciudadanos  por 
pensar  que  aquel  temblor  era  pronóstico  de  algunos 
nuevos  y  mayores  trabajos. 

CAPITULO  XI. 
De  las  bodas  de  doo  Alonso  rey  de  Castilla. 

Do:<<  Fernando  rey  de  León  los  años  pasados  casó 
con  doña  Urraca  hija  de  don  Alonso  rey  ae  Portugal : 
deste  casamiento  nació  don  Alonso,  el  que  sucedió  á 
su  padre  en  el  reino  de  Lean,  dado  (jue  la  misma 
doña  Urraca  por  el  parentesco  que  tenia  con  su  ma- 
rido ,  fue  del  repudiada  y  apartada.  Este  camino  ha- 
llaban para  deshacer  los  casamientos  cuando  nacían 
,  desabrimientos  entre  los  casados- que  aun  no  estaba 
introílucída  la  costumbre  de  dispensar  en  las  leyes 
matrimoniales,  ni  los  pontíGces  comenzaban  á  usar 
de  semejantes  dispensaciones.  Deste  repudio  resulta- 
ron grandes  enemislndes  entre  el  suegro  y  el  yerno, 
y  dellas  muchos  daños  que  se  hicieron  y  recibieron 
de  una  parte  y  de  otra.  Don  Fernando  andaba  ocupa- 
do en  reedificar  las  ciudades  y  pueblos  que  por  la 
i^vuetta  de  los  tiempos  pasados  estaban  destruidas, 
otros  edificaba  de  nuevo.  Cerca  de  Salamanca  reparó 
la  antigua  Bletisa  con  nombre  de  Ledesma,  á  Grana- 
da cerca  de  Coria:  demás  desto  Benavente,  Valen- 
cia de  Oviedo ,  Villalpando ,  Mansílla,  Mayorga.  Fue- 
ra destas  poblaciones  por  consejo  de  un  roragido 
portugués  edificó  en  los  confínes  del  reino,  por  do  se 
divide  de  Portugal  á  Ciudad-Rodrigo .  que  antigua- 
mente se  llamó  Mirobriga ,  para  que  fuese  como  fir- 
me baluarte  en  que  se  quebrantasen  los  ímpetus  de 
los  portugueses ,  y  para  hacer  dcnde  correrías  y  ca- 
balgadas por  los  lugares  comarcanos.  El  desabri- 
miento que  comenzó  destos  principios  entre  leoneses 
y  portugueses,  se  encendió  después  y  paró  en  graves 
enemistades.  Era  don  Fernando  principe  de  grande 
corazón  y  bravo  j*  y  aunque  de  costumbres  muy  sua- 
ves, condición  simple,  liberal  y  manso,  no  dudaba 
hacer  rostro  á  las  armas  y  poder  de  los  dos  reyes  de 
Castilla  y  de  Portugal. 

Don  Alonso  rey  de  Castilla  al  principio  del  año  de 
nuestra  salvación  de  1170  fueá  Burgos  para  tener 
cortes  del  reino ,  en  las  cuales  poroue  el  rey  era  en- 
trado en  los  quince  años  de  sit  edad,  que  era  el  tiem- 
po señalado  por  el  testamento  de  su  padre ,  y  legal 
para  que  le  entregasen  las  ciudades ,  se  trató  de  que 
SQ  ejecutase  así;  y  con  grande  voluntad  de  los  grandes 
y  de  todos  salió  decretado  se  hiciese  guerra  así  á  los 
señores,  si  no* obedeciesen  á  la  voluntad  del  rey, 
como  al  rey  don  Fernando  su  tío,  que  tenia  todavía 
con  guarniciones  ocupada  una  parte  no  pequeña  del 
reino ;  pero  esta  (guerra  á  causa  de  otras  dificultades 
se  dilató  mucho.  Los  grandes  interesados  por  no  áer 
acusados  de  traidores,  y  porque  no  les  quedaba  es- 
cusa alguna  para  no  hacello ,  entregaron  al  rey  los 
castillos  fuerzas  y  lugares  que  tenian  en  su  poder. 
Entre  lo*  primeros  hizo  esto  don  Fernando  de  Cas- 
tro :  dado  que  desconfiado  de  la  voluntad  del  rey  por 
estar  muchos  grandes  irritados  contra  él,  y  la  parcia- 
lidad contraria  apoderada  del  gobierno ,  determinó 
dejar  la  tierra;  y  públicamente  renunciada  la  patria 
conforme  á  lo  que  entonces  los  españoles  usaban ,  se 
retiró  á  tierra  ae  moros,  ca  decia  que  el  destierro  se- 
ria tolerable ,  principalmente  al  que  se  hallaba  ino- 
cente ,  y  no  había  hecho  vileza  alguna ,  pero  que  él 
baria  que  al  que  no  querían  por  amiso  esperimenta- 
sen  serles  enemigo  muy  grave  :  mucnas  veces  la  pa- 
ciencia ofendida  se  muda  en  furor;  así  don  Fernando 
agraviado  con  muchas  injurias ,  como  él  se  quejaba, 

!5' 


BlliLIOTtCA  HE  G 


tener  todos  grande  cüiiUdo  de  que  quedan  del  suce- 
sión. tCiirique  II  deste  nombre ,  rey  de  [n^talaterm, 
muy  poderoso  í  la  sazón ,  abrazaba  dehiijo  de  su  se- 
ñorío lo  de  Angers  y  Normandia  en  Francia  y  toda 
Ingaiaterra;  y  rd  mujer  doña  Leonor  en  dute  le  ayun- 
tó i  los  demás  oslados  lo  de  Guiena  y  Potiers ,  como 
arriba  queda  dicho.  Parecíales  á  los  grandes  que  se- 
ria á  propósito  Leonor  liijn  destos  prínci;)ss,  doncella 
muT  escogida ,  para  casalla  con  su  rey ,  si  su  padre 
viniese  en  ello.  Don  Alonso  rey  de  Aragón  con  deseo 
de  Terse  con  el  rey  de  Castilla  su  primo,  y  que.era 
casi  de  la  misma  edad ,  vino  á  Sahiigun  :  allí  se  puso 
confederación  entre  aquellas  dos  naciones.  Hecho 
esto,  los  doí  reyes  mediado  el  mes  de  julio  fueron  á 
Zaragoza :  desde  alli  se  envió  una  embajada  muy 
principal  á  Francia  para  tratar  lo  del  casamiento  de] 
rey.  La  cabera  desta  embajada  era  don  Cerehruno 
arzobispo  de  Telado  :  acompañábale  don  Ramón 
obispo  de  Palencia  con  otros  prelados  y  caballeros  en 
gran  número.  Llegados  i  Burdeos  ,  do  estaba  la  rei- 
na de  liigalaterra  con  su  hija ,  rúoiUiiente  alcanzaron 
loque  preteódian.  Concertáronse  las  bwlas :  la  don- 
cella vmo  á  España,  y  en  su  compañía  no  solo  li>s 
que  envió  el  rey  don  Alonso,  sÍnh  también  se  juntri- 
ron  con  ellos  don  Bernardo  prelailo  de  Burdeos  y 
«tros  señores  de  Francia. 


Entreunto  que  esto  pasaba  en  Francia,  en  Eipa- 
ña  entre  los  dos  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  se 
hizo  liga  y  avenencia  en  que  se  juntaban  las  fuerzas 
de  los  dosreinns  contra  todos  los  príncipes,  sacado 
solo  el  de  Ingalalerra ,  en  que  se  tuvo  respeto  al  nue- 


vo parentesco.  Para  conürmar  este  concierto  y  pilr 
bras  de  una  parte  y  otra  se  dieron  algunos  [HieUn 
para  que  en  poder  del  otro  estuviesen  como  en  rehe- 
nes y  en  te  rceriu  :  al  de  Aragón  dieron  i  NájarayBi- 
guera,  á  don  Alonso  rey  de  Castilla  Haríza  y  Dirooi, 
que  por  aquel  tiempo  también  como  abora  pertene- 
cían ai  reino  de  Aragón.  La  doncella  esposa  del  nj 
de  Castilla  llegó  Gnalmenleá  Taraiona:  allí  con»  aq- 
tes  lenian  concertado  se  hicieron  los  desposertaicoo 
grandes  regocijos  por  el  mes  de  setiembre.  El  rej  de 
Aragón  fue  el  padrino  :  las  arras  que  dieron  á  la  u- 
posa,  fue  gran  parte  de  Castilla,  Burgos,  Mediaadtl 
Campo  con  otros  lugares  eu  gran  número :  faen 
'  stoleconsignaiOnlamitaddelodoloqQesegaDa- 

de  ios  moros.  El  rey  alicionado  á  la  bermosan  de 
__  esposa,  que  era  apuesta  y  agraciada,  como  era. 
de  poca  edad  parecia  querer  en  hberalidad  demisi»-' 
da  aventajarse  ¿  los  reyes  pasados.  I^pe  rey  moro  de 
Murcia  tenia  confederación  y  amistad  con  el  wy  de 
Castilla,  parque  halló  también  que  por  estos  anos 
vino  á  Toledo.  Estaba  el  rey  de  Aragón  ofendido  del 
mismo ,  y  pretendía  hacelle  guerra  porque  rehiuabí 
de  pagar  las  parias  que  acostumbraba  dar  á  don  Ra- 
món su  padre.  Concertóse  que  aijuel  rey  bárbaro  li 
quedase  sujeto  á  tal  que  él  desisüeae  de  favorecer  i 
los  macemules,  bando  entre  los  moros  coatraría  al 
rey  Lope.  Ibase  por  estos  tiempos  despeñando  el  im- 
perio lie  los  moros  en  España  por  estar  dividido  en 
parcialidades ,  en  especial  la  ciudad  de  Murcia  mo- 
chas veces  andaba  alborotada  con  discordias  civiles. 

Despedidos  entre  si  los  dos  reyes,  y  concluid»  lis 
fiestas  de  Tarazona ,  las  bodas  se  celeoraron  en  Bar- 
gos  con  aparato  increíble ,  y  concurso  de  gentes  do 
menor.  Acabadas  las  fíeslas,  so  dio  licencia  i  la  com- 
pañía de  á  caballo  de  los  de  Avila  que  hasta  entonen 
acompañaron  y  guardaroa  al  rey :  á  la  ciudad  de  Ati' 
la  por  la  fidelidad  que  guardó  muy  grande  en  tiempo; 
tan  ásperos ,  otorgó  el  rey  grandes  y  señalados  pnvi- 
legiüs.  Concluidas  estas  cosas,  el  rey  y  reina  se  par- 
tieron para  Toledo.  En  el  mismo  tiempo  el  reyde 
Aragón  procuró  y  hizo  qUe  la  cabeza  d«l  mírtir  Sia 
Valerio  obispo  que  fue  de  Zaragoza  desde  Roda  do 
estaba  fuesellevada  i  Zaragoza.  Vino  en  ello  por  dar 
contento  al  rey  don  Guillen  Ptireí  obispo  de  Lérida  y 
de  Roda.  Doña  Garsendis  princesa  de  Bearne,  muer- 
tos su  padre  y  hermano,  á  ejemplode  sus  anlepasidaí 
hizo  9u  homenaje  al  rey  de  Aragón ;  y  en  particulir 
renovó  la  confederación  hecha  antes,  en  que  se  man- 
daba na  se  pudiese  casar  sin  voluntad  del  rey.  I» 
obispos  Bernardo  de  Oloron,  yGuillelmo  de  Le«ar 
fueron  los  que  hicieron  los  CMiciortos  en  su  oombre- 
AlgunOB  piensan  que  casó  y  fue  mujer  de  Guillen  de 
Moneada  hombre  principal  en  CaUluño ,  y  senescal^ 
cosa  que  no  fe  puede  probar  con  bastantes  funda- 
mentos ,  y  que  uos  pareció  seria  mejor  dejalla  sin  re- 
solver que  poner  por  cierto  eu  lo  que  dudamos. 

CAPITULO.  XII. 

adonPedraRnii 

EíTRK  las  ocupaciones  y  ejercicios  de  la  pal  nn  m 
dejaba  el  cuidado  de  la  guerra ,  en  especial  las  reli- 
quias de  los  meros  eran  trabajadas  p»r  las  anoasde 
los  ar.igoneses  de  tal  guisa  que  apenas  les  quedaba 
por  aquella  parte  lugar  en  que  pudiesen  estar  segu- 
ros. EnEdetaoiala  vieja  á  IhS  riberas  del  rio  Alga  Ijs 
pueblos  Favara,  Uaella,  Fresneda  y  otros  muchos 
fueron  con  el  próspero  suceso  de  las  guerras  quitados 
á  los  moros,  deiiiAs  desto  Caspe  villa  muy  fuerte  jun- 
to al  rio  Ebro.  Quedaba  por  i;onqu¡6lar  uoa  parte  AH 
monteldubeda  en  los  confines  de  la  EdeUnia  y  de  la 
Celtiberia ,  porque  gran  número  de  meros  coñfiadíB 
en  h  furUleza  y  fragura  de  los  lugares  se  btltian  re- 
tirado i  aqocHo  parle.  A  bs  fieles  por  h  upereu  « 


HlSTOBIA  DE  ESPAÑA. 


341 


los  monles  era  difícaltosa  la  empresa  y  la  entrada: 
con  el  esfuerzo  vencieron  todas  las  dificultades ,  y 
echaron  de  aouellos  lugares  á  los  enemigos ;  junta- 
mente se  apoderaron  de  la  ciudad  de  Teruel,  que  es 
lo  postrero  de  Aragón  :  así  el  señorío  de  los  moros 
por  a({uella  parte  desde  allí  adelante  tuvo  por  térmi- 
no y  Imdcro  la  tierra  y  reino  de  Valencia.  Cn  el  mis- 
mo tiempo  Pero  Ruiz  Azagra ,  hijo  de  Rodrigo  Azagra 
seuor  que  era  de  Esteiia,  como  arriba  queda  dicho, 
por  cierta  ayuda  que  dio  á  Lope  rey  de  Murcia,  les 
obligó  de  tal  suerte  que  alcanzó  del  que  le  hiciese  do- 
nación de  Albarracín,  ciudad  puesta  en  un  monte 
áspero  y  fragoso  á  las  fuentes  del  rio  Tajo.  Poco  des- 
pués para  que  aquella  ciudad  tuviese  mas  autoridad, 
Jacinto  cardenal  y  legado  del  papa,  y  por  su  orden 
Cerebruno  prelado  de  Toledo,  pusieron  el  aiío  1171 
en  ella  por  obispo  á  uno  llamado  don  Martin ,  con  or- 
den que  la  nueva  iglesia  fuese  sufragánea  de  Tole- 
do :  llamaron  el  nuevo  obispo  Arcabícense.  A  este 
obispado  después,  por  voluntad  de  Inocencio  Cuarto 
•  pontífice  máximo,  y  de  Alejandro  Cuarto  su  sucesor, 
aplicaron  la  ciudad  de  Segorve  en  el  tiempo  que 
volvió  á  poder  de  cristianos ,  y  la  hicieron  cabeza  de 
aquella  diócesi. 

Estaban  los  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  ofendí- 
dos  contra  Pedro  de  Azagra  por  causa  que  el  rey  de 
Aragón  pretendía  que  la  ciudad  de  Albarracin  le  per- 
tenecía como  de  su  conquista  :  don  Pedro ,  como  se 
tuviese  por  libre  y  exento ,  no  quería  hacer  homena- 
je á  ningún  príncipe.  Quejábase  el  rey  de  Castilla 
que  en  sus  tierras  el  dicho  don  Pedro  se  apoderara  de 
algunos  castillos  :  decía  era  justo  coa  las  armas  de 
los  dos ,  y  por  voluntad  de  entrambos  domar  la  sober- 
bia y  insolencia  de  aquel  hombre  y  sus  demasías. 
Para  confirmar  este  concierto  se  dieron  los  dos  reyes 
en  rehenes  algunos  lugares  de  ambas  partes  :  al  rey 
de  Aragón  entregaron  á  Agreda,  Cervera  y  Aguí- 
lar  ,  al  rey  de  Castilla ,  Aranda ,  Borgia  y  Argueda. 
Concertaron  otrosí  que  Hariza  con  su  castillo  fuese 
entregada  af  rey  de  Castilla,  según  que  en  la  confe- 
deración pasada  quedó  concertado.  Él  ánimo  era  di* 
ferente,  y  no  eran  llanos  estos  tratos,  porque  como 
fuese  entregada  por  industria  de  Ñuño  Sánchez  sin 
que  el  rey  de  Aragón  en  particular  lo  mandase,  fue 
ocasión  de  grandes  discordias.  Verdad  es  que  sola- 
mente se  alteraron  los  ánimos ,  y  no  se  pasó  á  mas 
que  palabras.  Esta  discordia  fue  ocasión  de  confir- 
mar las  fuerzas  de  Pedro  de  Azagra ,  ca  ninguno  de 
los  dos  le  hizo  guerra,  y  el  rey  de  Aragón ,  menos- 
preciada la  afinidad  de  Castilla,  y  casamiento  que  su 
padre  dejó  concertado ,  comenzó  á  tratar  de  hacer  un 
nuevo  casamiento  de  que  se  agradaba  mas.  Envió 
sus  embajadores  á  Emunuel  Comneno  emperador  de 
Constantinopla  para  pedirle  á  su  hija  por  mujer. 

Bailábase  demás  desto  alterada  Aragou  por  la  muer- 
te de  Hugo  Cer vellón  prelado  de  Tarragona,  al  cual 
porque  defendía  los  derechos  de  su  iglesia ,  dio  la 
muerte  Guillen  Aguilon.  Era  este  Guillen  hijo  de 
Roberto  persona  noble,  y  que  por  donación  de  On- 
degario  prelado  de  aquella  ciudad,  alcanzó  el  señorío 
de  Tarragona ,  y  á  causa  de  tener  pocas  fuerzas  la 
entregara  á  don  Ramón  conde  de  Barcelona  y  padre 
del  rey  de  Aragón  con  retención  para  sí  de  parte  de 
las  rentas.  Su  hijo  Guillen,  ensorberbido  por  esta 
causa  mas  de  lo  que  pedia  el  estado  y  fuerzas  que  te- 
nía, se  atrevió  á  hacer  tan  gran  maldad.  Por  la  muer- 
te de  Hugo  sucedió  Pedro  Tarrogio ,  que  era  obispo 
de  Zaragoza.  La  muerte  de  Hugo  fue  á  veinte  ^  dos 
de  abril  del  año  ya  dicho ,  que  fue  otrosí  año  señala- 
do por  la  muerte  de  Santo  Tomás  Cantuariense ,  que 
por  la  misma  causa  mataron  ciertos  sacomanos  ma- 
lamente en  Ingalaterra  dentro  de  su  iglesia :  canoni- 
zóle y  púsole  en  el  námero  de  santos  Alejandro  IH 
como  a  mártir  muerto  injustamente.  Y  parece  que  en 
España  se  le  comenzó  á  hacer  luego  honra  como  á 

TOMO  1. 


santo,  pues  consta  de  antiguas  memorias  que  en  la 
iglesia  Mayor  de  Toledo  no  mas  de  seis  años  adelante 
bobo  altar  con  nombre  de  Santo  Tomás ,  que  el  con- 
de don  Ñuño  y  su  mujer  doña  Teresa  dotaron  de  ios 
heredamientos  que  tenían  en  Alcabon :  devoción  que 
yo  entiendo  se  hizo  por  respeto  de  la  santidad  del 
mártir,  v  por  agradar  de  camino  á  la  reina  que  era 
natural  de  aquella  tierra ,  y  hermana  del  rey  Enrique 
Tcpe^fero  que  le  hizo  matar.  Hay  grandes  razones  para 
entender  que  aquel  altar  estuvo  donde  al  presente  se 
ve  la  capilla  de  Santiago ,  en  que  está  magníficamen- 
te sepultado  el  condestable  don  Alvaro  de  Luna. 

Lope  rey  de  Murcia  falleció  el  año  1 172.  Su  muer- 
te dio  ocasión  y  despertó  al  rey  de  Aragón  para  que 
se  hiciese  guerra  á  los  moros  de  aquella  comarca. 
Pensaba  que  por  faltarles  aquel  príncipe  tan  señalado 
podría  fácilmente  destruir  á  los  demás.  Comenzó  pri- 
mero por  Valencia ,  cuyo  rey  por  temer  las  fuerzas 
del  Aragonés  su  contrario  fue  forzado  á  comprar  la 
paz  por  dineros,  y  prometer  que  las  parias  que  acos- 
tumbraba antes  pagar,  las  daña  para  adelante  dobla-^ 
das.  Desde  allí  paso  la  guerra  á  Murcia ,  y  se  puso  so- 
bre la  ciudad  de  Játiva  que  era  principal ,  en  aquel 
tiempo.  Estaba  casi  para  tomalia ,  cuanao  fue  forzado 
á  dar  la  vuelta  á  su  tierra  :  porque  los  de  Navarra  le 
movían  guerra  en  muy  mala  sazón ,  pues  le  aparta-^ 
han  de  una  empresa  tan  santa;  pero  los  hombres  sue- 
len tener  mas  cuenta  con  su  interés  particular  que 
con  la  religión  ni  con  hacer  lo  que  deben  :  solamente 
se  hicieron  treguas  con  el  nuevo  rey  de  Murcia  á  tal 
qiie  pagase  el  tributo  que  su  padre  acostumbraba 
á  pagar.  Hecho  esto ,  el  rey  de  Araron  dio  la  vuelta 
hacia  Navarra  sañudo  asaz :  no  se  vmo  á  las  manos  y 
al  trance  de  la  batalla,  porque  cada  una  de  las  partes 
rehusaba  de  aventurar  todo  lo  que  era ,  en  el  suceso 
de  uoa  pelea;  solo  el  rey  de  Aragón  por  la  parte  de 
Tudela  entró  en  Navarra  talando  los  campos  y  roban- 
do lo  que  bailaba ,  y  redujo  á  su  poder  la  villa  de  Ar- 
gueda. Esto  se  hizo  al  fin  deste  año ,  el  cual  pasado  y 
venido  el  siguiente,  que  se  contaba  de  Cristo  1173^ 
de  nuevo  volvieron  á  las  armas  y  á  la  guerra ,  en  que 
los  aragoneses  destruyeron  y  abatieron  ia  villa  de 
Milagro  puesta  entre  Calahorra  y  Al  faro ,  porque  des- 
de allí  como  desde  frontera  se  hacían  muchos  danos 
en  tierra  de  Aragoo.  Debió  adelante  este  pueblo  ree- 
dificarse, pues  el  día  de  hoy  vemos  que  está  en  pié. 
Falleció  doña  Petronila  madre  del  rey  de  Aragón  en 
Barcelona  á  trece  días  del  mes  de  octubre. 

Al  principio  del  siguiente  año,  diez  y  ocho  días 
andados  del  mes  de  enero,  en  Zaragoza  se  hicieron 
en  fin  las  bodas  del  rev  de  Aragón  y  de  doña  Sancha^ 
que  el  padre  del  rey  dejó  concertadas ;  v  aunque  el 
esposo  estaba  arrepentido  y  mudado,  todavía  muda-' 
da  de  nuevo  la  voluntad ,  antepuso  la  afioidad  y  deudo 
de  los  reyes  de  Castilla ,  en  que  se  contenían  muchos 
parentescos  de  otros  reyes  y  comodidades ,  al  casa- 
miento y  parentesco  forastero  del  emperador ,  de  don-* 
de  poca  ayuda  se  podía  esperar.  Efectuó  como  yo  creo 
todo  esto  Jacinto  legado  del  papa,  ca  no  hay  duda 
sino  que  se  halló  presente  en  la  solemnidad  de  las 
bodas.  La  hija  del  emperador  griego,  casi  en  este 
mismo  tiempo  y  sazón ,  llegó  á  Mompeller  ciudad  de 
¡a  Gallia  Narbouense :  allí  por  hallarse  burlada ,  y  por 
no  poder  mas  casó  con  el  señor  de  aquella  ciudad; 
que  fue  un  trueco  muy  desigual  de  rema  en  en  par-' 
tecular. 

CAPITULO  XlU. 
Del  principio  de  la  caballería  de  Santiago. 

Por  estos  tiempos  comenzaron  á  ser  nombrados  los 
caballeros  que  tienen  el  apellido  de  Santiago  (1), 

(1)  Fue,  según  Perreras,  lüo  1116  el  origen  de  estos 
caballeros  en  el  reino  de  León ,  y  aprobada  por  el  papa 

15** 


S^jwA^ 


J}0 


342 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  HOIG. 


que  nos  da  ocasión  para  tratar  brevemante  de  los 

Srincipios  desta  milicia  y  orden ,  y  en  qué  manera 
e  baios  principios  ha  crecido  y  llegado  ala  grandeza 
^e  noy  tiene,  poco  menos  que  real,  y  ^ue  algún 
tiempo  se  hizo  temer  de  los  reyes.  En  el  tiempo  que 
se  descubrió  el  sepulcro  del  apóstol  Santiago ,  co- 
menzó la  devoción  de  aquel  lugar  á  estenderse ,  no 
solamente  por  toda  España  sino  también  acerca  de 
las  naciones  estrañas  :  muchos  de  lodas  partes  del 
mundo  concurrían  á  visitarle ,  á  otros  mucnos  espan- 
taba la  dificultad  del  camino  por  la  aspereza  y  esteri- 
lidad de  aquellos  lugares ,  y  las  correrías  de  los  moros 
que  se  decia  cautivaban  á  muchos  de  los  peregrinos. 
Los  canónigos  de  San  Elo^  (no  se  sabe  puntualmente 
en  qué  tiempo)  los  años  siguientes  con  deseo  de  re- 
mediar estos  males  edificaron  en  muchas  partes  por 
todo  aquel  camino  que  llega  husta  Fiancia,  hospi- 
les  para  recibir  á  los  peregrinos.  Entre  estos  el  que 
se  edificó  en  el  arrabal  de  León  con  nombre  de  San 
Marcos ,  fue  el  de  mas  cuenta ,  y  tu  vo  el  mas  princi- 
pal lugar. 

Con  este  oficio  de  piedad  no  solo  ganaron  los  áni- 
mos del  pueblo ,  sino  también  las  voluntades  de  los 
principales ,  tanto  que  les  dieron  por  entonces  gran- 
des riquezas  y  rentas ;  y  adelante  por  su  ejemplo  al- 
gunos en  Castilla  ejercitados  en  la  guerra ,  personas 
nobles  y  ricas,  con  el  celo  que  tenían  de  ensanchar 
el  señorío  de  cristianos ,  juntaron  en  común  los  bie- 
nes particulares  de  cada  uno  á  mnnera  de  relif<iosos. 
Estos  por  industria  del  cardenal  Jacinto ,  y  á  su  per- 
suasión ,  por  estos  tiempos  determinaron  de  unirse  y 
juntar  «us  fuerzas  con  los  canónigos  de  Suq  Eloy, 
que  tienen  su  convento  fuera  de  Santiago. 

Con  este  acuerdo  se  partieron  para  Boma  para  al- 
canzar aprobación  del  pontífice  Alejandro  de  su  ins- 
tituto y  manera  de  vida ,  que  querían  ordenar  con- 
forme á  la  regla  de  San  Agustín,  que  abrazaban  los 
dichos  canónigos.  Pero  Fernandez  de  Puente  t'nca- 
lada,  que  fue  el  principal  en  esta  embajada,  6  per- 
suasión de  Cerebruno  arzobispo  de  Toledo  ganó  una 
bula  del  pontífice ,  so  data  á  cinco  de  julio  año  de  1  i  75 
en  ^e  se  señala  á  los  í^oldados  la  manera  de  vivir, 
poniéndoles  leyes  muy  buenas ;  A  la  cual  manera  de 
vida  se  reciben  también  mujeres,  con  tai  que  no 
se  puedan  casar  sino  fuere  con  consentimiento  del 
maestre. 

Mandóse  que  de  todo  el  número  de  los  caballeros 
señalasen  trece  que  nunca  se  apartasen  del  lado  del 
maestre,  y  juntamente  con  él  todos  los  años  en  un 
lugar  señalado  hiciesen  su  capítulo  general.  Demás 
desto  otras  muchas  cosas  se  ordenaron  que  seria  lar- 
go relatarlas.  El  mismo  Pero  Fernandez  fue  criado 
por  maestre  de  aquella  milicia  y  orden ,  y  asi  fue  el 
primero  de  los  maestres :  las  insignias  de  los  soldados 
en  manto  blanco  una  cruz  roja  hecha  á  manera  de  es- 

8ada.  Señalóseles  por  convento  el  hospital  De  San 
(arcos  que  estnba  en  León.  Tenian  por  este  mismo 
tiempo  en  Castilla  y  en  León  grandes  heredamientos; 
no  pocos  castillos  y  lugares,  entre  los  demás  se 
cuentan  Uclés ,  Mora ,  Estriana,  Almodovar ,  Larun- 
da ,  Santa  Cruz  de  la  Zarza ,  que  así  se  llama  en  la 
bula  del  papa  un  lugar  nue  antiguamente  se  llamó 
Vicus  cuminarius  cerca  ae  Ocaña . 

Sucedió  el  año  siguiente  de  1176  que  don  Alonso 
rey  de  Castilla  siendo  de  mayor  edad ,  y  estando  de- 
terminado de  vengar  los  ag^ravios  que  los  navarros  y 
leoneses  le  hicieron  los  anos  pasados ,  se  aparejaba 

Mejandro  III  en  el  añal  175.  Pero  el  padre  Risco  prueba  con 
irgumeotos  bastante  fuertes ,  que  esta  orden  tuvo  principio 
en  Caceras  el  ano  1170 ,  por  cu  va  razón  se  llamaron  al  prin- 
cipio estos  caballeros  Fraíei  de  Cacera ,  Congregaúo  de 
Céeerei,  Sánlores  de  Cdcere$;  y  que  el  rey  don  Fernando 
de  León  no  los  arrojó  de  sus  estados ,  ni  tuvo  con  ellos  nin- 
^0  desabrimiento;  ant^ts  bien  les  hizo  muctias  donaciones, 
y  llenó  de  privilegios. 


para  la  guerra.  Hizo  bus  votos  en  Toledo  antf^s  qw  so 
pusiese  en  camino  y  saliese  en  campaña  :  hizu  duna- 
cion  de  Illescas ,  que  parece  había  vuelto  á  ser  del 
rey,  y  de  Hazaña  á  la  iglesia  Mayor  de  Toledo  por  el 
mes  de  julio  para  alcanzar  dolos  santos  patrones  de 
aquella  ciudad  que  la  guerra  que  trataba  de  hacer, 
tuviese  próspero  fin.  Hecho  esto,  entró  por  la  Rioja 
con  grandes  gentes  hasta  la  ribera  de  Ebro.  Lo  demás 
que  sucedió  en  esta  guerra ,  no  se  sabe  (i) ,  sino  que 
después  de  maltratados  los  navarros,  consta  dio  ía 
vuelta  contra  el  reino  de  León ,  taló  los  campos,  to- 
mó, saqueó  y  abrasó  los  lugares;  y  esto  á  causa  que 
el  rey  su  tio  era  de  menores  fuerzas,  y  rehusaba  de 
venir  á  las  manos  con  aquel  bravo  y  mozo  príncipe. 
Pero  la  ira  del  rey  de  León  se  volvió  contra  los  nue- 
vos soldados  de  Santiago,  por  sospechar  favorecían  al 
rey  de  Castilla  como  á  su  antiguo  señor ,  tanto  que 
los  eché  á  todos  del  reino ,  y  los  forzó  á  retirarse  á 
Castilla.  Arrepintióse  presto  el  rey  don  Fernando  de 
lo  que  hizo ,  por  despojar  sin  bastante  causa  su  reino 
de  uua  ayuda  tan  erando  como  era  la  destos  caballe- 
ros; mas  no  lo  pudo  remediar ,  dado  que  por  interce- 
sión de  prelados  y  crandes  y  otras  buenas  personas 
con  cierta  manera  de  tremas  por  entonces  se  deja- 
ron las  armas ,  y  se  apaciguaron  estos  bullicios. 

Esro  nos  pareció  referir  y  poner  por  escrito  de  los 
principios  de  aquella  orden ,  que  parecerá  corto  si  se 
mira  á  su  dignidad ,  si  la  brevedad  que  llevamos  en 
esta  obra,  lo  que  basta.  No  ignoramos  que  algunos 
les  señalan  mas  alto  principio,  unos  de  don  Alor.- 
so  el  Casto ,  otros  del  rey  don  Ramiro  :  engañó  sin 
duda  á  los  unos  y  á  los  otros  el  deseo  de  ilustrar 
aquella  miücm,  y  un  privilegio  que  alegan  en  esta 
razón ,  de  don  Fernanoo  el  Magno  primer  i  ey  de  Cas 
tilla .  con  data  y  antigüedad  de  mas  de  cien  años  an- 
tes deste  tiempo ,  que  dicen  concedió  al  monasterio 
de  monjas  de  salamanca  que  se  llama  de  Sancti  Spi- 
ritus;  pero  los  mas  eruditos  le  tienen  por  falso  :  tas 
razones  que  les  mueven ,  no  hay  pura  qué  declara- 
llas,  la  misma  cosa  se  da  á  entender  ora  se  consi- 
dere el  estilo  diferente  del  que  en  aquellos  tiempos 
tan  groseros  se  usaba,  ora  la  cuenta  que  sigue  de 
los  anos  por  el  nacimiento  de  Cristo  cuenta  por  es- 
tos tiempos  aun  no  recibida  en  España. 

Dejado  esto  á  parte,  en  Francia  entre  el  rey  de 
Aragón  y  el  conde  de  Tolosa  después  de  grandes  al- 
teraciones se  hicieron  paces.  Estaba  efde  Tolosa 
sentido  que  el  matrimonio  de  su  hijo  (que  dejó  antes 
de  su  muerte  concertado  el  conde  de  la  Proenza  don 
Ramón  Berenguel ,  que  falleció  di^z  años  antes  deste 
con  su  hija  y  heredera  habida  en  Rica  la  emperatriz) 
el  rey  de  Aragón  le  hobiese  impedido.  Pretendía  cou 
las  armas  el  condado  déla  Proenza  asi  por  el  derecho 
antiguo  que  mostraba  tener,  como  nuevamente  par 
tocar  á  su  hijo  como  dote  de  aquella  doncella.  Con- 
certó el  rey  y  prometió  de  dalle  tres  mil  marcos  de 
pinta,  porque  se  apartase  de  aquella  querella.  Con 
esto  una  hermana  (le  Trencavello  vizconde  de  Carca- 
sona  llamada  doña  Beatriz  casó  con  el  hijo  del  conde 
de  Tolosa :  que  no  se  pudo  alcanzar  del  rey  de  Aragón 
le  diese  (como  él  lo  pretendía)  por  mui'er  la  hija  del 
conde  de  la  Proenza.  Hizose  esta  confederación  prin- 
cipalmente por  diligencia  y  autoridad  de  Hugo  lofre 
maestre  de  los  Templarios,  que  intervino  en  todo 
esto. 


(1)  Nombraron  arbitro  á  Enrique,  rey  de  lof^h térra,  ^ 
año  1176;  y  oídos  los  plenipotenciarios  en  una  mnfa  de  ka 
hombres  mas  sabios  y  prudentes ,  decidió  que  el  rey  de  Na- 
varra debía  restituir  al  de  Castilla  Jas  pJaaas  de  Lofroóo, 
Navarrete ,  Entrena ,  Aulol  y.Ausejo;  y  el  de  Castilla  at  Na- 
varro, Portilla,  Leguia  y  el  castillo  de  Godin,  y  además  treí; 
mil  maravedís  anuales  por  espacio  de  dtex  aííos.  Níusuoo  de 
los  dos  reyes  se  conformó  ron  esta  sentencia ,  pero  sin  volver 
á  las  armas  terminaron  sus  diferencias  amiga blemeete. 


HISTORIA  DE    ESPAXA. 


CAPITULO  XIV. 
Cómo  los  de  rastilla  ganaron  la  ciudad  de  Cuenca. 


343 


Comenzaba  Castilla  después  de  largas  miserias  é 
alzar  cabeza  por  el  esfuerzo  del  rey  don  Alonso,  y 
como  de  unas  tinieblas  muy  profundas  á  mirar  la  luz. 
Las  fuerzas  de  los  moros  se  iban  enflaqueciendo  y 
envejeciendo.  Los  Almohades ,  ocupados  con  los  mo- 
vimientos de  África,  no  podian  cuidar  de  las  cosas 
de  España  :  tanto  masquepormuertedeAbdelmon 
fundador  de  aauel  nuevo  imperio  su  hijo  Aben- Jacob 
los  años  pasados  se  encargó  del  imperio  de  aquella 
gente, puesto  que  hombre  animoso,  pero  ni  de  igual 
esfuerzo,  ni  de  igual  felicidad  á  su  padre.  Por  lo  uno 
y  por  lo  otro  se  ofrecia  buena  ocasión  de  volver  con 
mayor  esfuerzo  á  la  guerra  sagradri.  Los  fieles  basta 
hora  impedidos  ópor  \h  flaca  edad  de  los  reyes,  ó  por 
los  movimientos  civiles  de  la  provincia,  no  parece 
miraban  bastantemente  por  la  dignidad  tfel  nombre 
cristiano. 

Don  Alonso  rey  de  Castilla  venido  á  mayor  edad 
fue  el  primero  á  tomar  aquel  cuidado ,  y  después  que 
en  la  guerra  pasada  se  satisüzo  de  los  navarros  y  de 
los  leoneses,  se  determinó  de  tratar  con  el  rey  de 
Araron  de  acometer  la  guerra  contra  los  moros.  Jun- 
táronse para  e^to  á  vistas  :  trataron  en  ellas  porqué 
parte  sería  bien  hacer  la  guerra  á  los  moros.  Ofre- 
cióse la  ciudad  de  Cuenca  puesta  en  los  fines  de  la 
Celtiberia,  edificada  por  los  moros(que  en  el  imperio 
romano,  ni  en  la  historia  de  los  godos  no  hay  men- 
rion  alguna  de  aquella  ciudad)  y  asentada  en  un  co- 
itado áspero  y  empinado,  queá  manderecha  v  á  mano 
izquierda  estrecha  los  ríos  Júcar  vHuecarcon  las  ri- 
beras y  hoces  muy  altas,  de  tal  guisa  que  es  inexpug- 
nable por  ia  naturaleza  del  lugar.  La  subida  dificul- 
lM8,  las  calles  estrechas,  y  tan  agrias  quf  muchas 
veces  no  se  pueden  andará  caballo,  yápenos  se  an- 
dan á  pié.  IVo  tenian  en  aquel  tiempo  fuentes  ni  po- 
zos dentro  de  la  ciudad;  mas  en  nuestra  era  han  trai- 
go de  los  montes  cercanos  fuente,  y  caños  perpetuos 
que  corren  por  todas  las  partes ;  asi  que  podian  le 
quitar  el  agua,  mas  no  la  podian  ceñir  con  cerco  por 
U  aspereza  de  los  lugares  y  sitios. 

Pareció  á  los  reyes  de  combatir  primero  esta  ciu- 
dad, poraue  era  como  un  fortisimo  baluarte  de  los 
maros  y  de  su  señorío.  Hiciéronse  grandes  juntas  de 
gentes  en  la  una  provincia  y  en  la  otra  :  capitanes 
muy  señalados  en  sangre  y  en  hazañas ,  prelados  y 
grandes  en  buen  número  acompañaban  á  los  reyes, 
como  fueron  Pedro  obispo  de  Burgos,  Jocelin  de  Si- 
guenza,  Sancho  de  Avilla,  Raimundo  de  Palencia, 
sin  estos  Pedro  arcediano  de  Toledo,  y  Gonzalo  ar- 
cediano de  Talayera,  don  Gonzalo  Marañon  paje  de 
armas  del  rey  de  Castilla ,  Ordoño  Garcés  y  Garcí 
Garcés  entre  todos  don  Pedro  de  Azagra  ya  recon- 
ciliado con  los  dos  reyes  fue  el  primero  de  lodos  que 
con  su  particular  escuadrón  se  presentó  delante  de 
agüella  ciudad.  Comenzóse  el  cerco  al  principio  del 
ano  :  el  sitio  del  lugar  no  sufría  que  acometiesen  la  I 
ciudad  ni  se  aprovechasen  de  los  ingenios;  y  los 
moros  asi  por  su  esfuerzo ,  como  con  la  esperanza 
qne  tenian  de  ser  socorridos  de  África ,  se  defendían 
valientemente:  doraba  el  cerco  mucho  tiempo,  y  no 
Padecían  mucho  menor  fjita  de  mantenimientos  en 
los  reales  que  dentro  de  la  ciudad.  Erales  forzoso  sus- 
tentarse con  lo  que  robaban  y  de  las  presas,  de  que 
tenian  poca  comodidad  por  la  esteritioad  délos  luga- 
res: faltaba  el  dinero  para  pagar  el  sueldo,  que  es  lo 
que  convida  á  los  obligados ,  y  hace  á  los  regalones 
traer  provisiones  á  los  reales. 

Movido  el  rey  de  Castilla  por  estas.díficultades  se 
partió  para  Burgos  con  intento  de  juntar  dineros.  H¡- 
ciéronse  cortes  del  reino ,  y  procuróse  que  no  solo 
los  pecheros  y  genle  popular  sino  también  los  fran- 
<^,  que  en  España  llamamos  hidalgos,  cada  año  pa- 


gasen al  rey  cinco  maravedises  ííe  oro,  y  esto  á  causa 
que  el  pueblo  gasUdo  con  tantas  imposiciones  no 
podía  llevar  los  gastos  de  la  «uerra;  que  era  justo 
moviese  á  los  demás  el  amor  de  la  patria ,  y  la  falla 
del  tesoro  real,  para  que  cediesen  en  parteó  .su  de- 
recho y  á  su  antigua  libertad:  daño  que  se  podía  re- 
compensar adelante  con  mayores  provechos.  Daba 
este  ccmsejri  don  Diego  de  Haro ,  señor  de  Vizcaya, 
hombre  poderoso  por  sus  fuerzas,  y  por  el  parentes- 
co del  rey  de  León  de  grande  presunción  y  ánimo; 
porque  don  Fernando  rey  de  León  repoaiado  que 
liobo  I9  reina  doña  Urraca  como  arriba  queda  dicho, 
casó  con  doña  Teresa  hija  de  don  Ñuño  donde  de  La* 
ra,  por  cuva  muerte  (que  fue  en  breve)  casó  de 
nuevo  con  doña  Urraca  hija  de  don  Lope  de  Haro ,  y 
hermana  desle  don  Diego :  desle  casamiento  nacie- 
ron don  Sancho  y  don  Garda. 

Opúsole  á  los  intentos  de  don  Diego  don  Pedro 
conde  de  Lara  :  arrimósele  gran  número  de  nobles, 
que  arrebatadanjente  se  salieron  de  las  cortes  deter- 
minados de  defender  perlas  armas  la  franquera ga- 
nada por  las  armas  y  esfuerzos  de  los  antepasados. 
Decía  que  en  ninguna  manera  sufriría  que  en  su 
vida  se  abriese  aquella  puerta  ,  y  se  hiciese  aquel 
principio  para  oprimir  la  nobleza  y  trabajalla  con 
nuevas  imposiciones,  bien  que  fuese  necesario  dejar 
el  cerco  de  Cuenca.  El  rey  movido  por  el  peligro  de- 
sistió de  aquel  pensamiento.  A  don  Pedro  por  lo  que 
hizo,  y  por  el  valor  que  mostró,  acordaron  ios  nobles 
entre  sí  que  cada  año  á  él  y  á  sus  sucesores  le  hicie- 
sen un  gran  convite  para  ^ue  quedase  memoria  de 
aquel  hecho,  y  los  descendientes  fuesen  |>or  aquella 
manera  amonestados  á  no  sufrir  por  cualquiera  oca- 
sión que  se  presente,  les  sea  menoscabado  el  dere- 
cho de  ia  antigua  libertad. 

Entretanto  que  estas  cosas  pasaban  en  Burgos,  pa- 
sados nueve  meses  que  duraba  el  cerco,  fue  Cuenca 
por  ei  esfuerzo  de  los  líeles  ganada  por  el  mes  de  se- 
tiembre el  mismo  dia  de  San  Mateo  año  de  iHl.  El 
cual  año  no  solamente  fue  señalado  por  la  memoria 
desla  jornada  j  empresa,  sino  eso  mismo  dichoso  por 
la  virtud  V  felicidad  del  pontífice  Alejandro,  y  haber- 
se acabado  ki  discordia  y  scisma  que  en  Roma  dura- 
ba ,  á  causa  que  Inocencio  sucesor  de  Víctor  de  su 
voluntad  renunció  el  pontificado.  Fue  también  alegre 
á  los  navarros  por  el  nacimiento  de  don  Fernando, 
que  le  parió  la  reina  doña  Beatriz,  abundante  en  su< 
cesión,  porque  antes  desto  tuvoestos  hijos:  don  San- 
cho, doif  Ramón ,  doña  Berenguela ,  doña  Teresa  y 
doña  Blanca.  Los  veocedores ,  concluida  aquella  em- 
presa, con  intento  de  ennoblecer  la  ciudad  do  Cuen- 
ca ganada  de  nuevo  trataron  de  haeella  catedral,  y 
trasladar  á  ella  los  derechos  de  Valora,  en  que  bobo 
silla  obispal  en  tiempo  de  los  godos.  Vino  en  esto  el 
pontíGce  romano  y  en  que  su  primero  obispo  fuese 
un  varón  señalado  por  nombre  Juan.  A  los  ciudada- 
nos fue  concedido  que  tuviesen  voto  en  las  cortes  del 
reino.  A  los  aragoneses  en  premio  de  su  esfuerzo  al- 
zaron la  suiecion ,  con  que  solían  obedecer  y  hacer 
homenaje  á  los  reyes  de  Castilla  como  sus  feudata- 
rios, y  que  eran  forzados  á  juralles  fidelidad.  Rizóse 
confederacioix  entre  los  dos  reyes  contra  todos  los 
príncipes  escepto  solamente  el  rey  de  León:  hízosele 
aquella  honra  para  ser  pariente  tan  cercano. 

Ganada  que  fue  Cuenca ,  la  villa  de  Aiarcon  de 
asiento  y  sitio  ño  menos  fuerte  se  ganó,  ca  conti- 
nuaron la  guerra  contra  los  moros  por  aquella  parte 
los  años  siguientes.  Demás  desto  la  villa  de  Iniesta 
vino  á  poder  de  cristianos,  pueblo  en  aquella  comar- 
ca mas  conocido  por  las  minas  que  tiene  de  sal  á  ma- 
nera de  piedra  trasparente  y  espejadas ,  que  por  la 
fertilidad  de  los  campos.  A  los  caballeros  de  Santiago 
se  ordenó  que  para  que  mejor  pudiesen  hacer  la 
guerra  á  los  moros,  pusiesen  su  asiento  y  convento 
en  Uciés,  de  donde  como  don  Femando  rey  de  León 


844 

arrepentido  de  lo  hecho  pretendiese  toItoHos  á  su 
antigua  morada ,  después  de  muchos  debates  sobre 
el  caso  se  hizo  concierto  que  cuatro  sacerdotes  de 
aquella  orden  se  enviasen  ¿  León  con  tal  condición 
que  quedasen  sujetos  al  convento  de  Uclés:  sujeción 
que  ellos  adelante  por  ser  diferentes  los  reyes  rehu- 
saron constantemente  de  sufrir.  Tratóse  mucho 
tiempo  el  pleito  hasta  tanto  que  las  diferencias  se  so- 
segaron por  autoridad  de  Urbano  Quinto,  que  mandó 
ambos  conventos  fuesen  exentos  el  uno  de  otro,  y 
que  obedeciesen  solamente  al  maestre  de  la  orden. 
No  mucho  después  recibieron  ¿  estos  caballeros  en 
Portugal  y  en  él  les  dieron  riquezas  y  lugares  :  obe  - 
decieron  largo  tiempo  al  maestre  de  toda  la  orden 
hasta  tanto  que  don  Dionisio  rey  de  Portugal,  pues- 
toles  diferente  cabeza,  los  eximió  de  la  sujeción  y  la 
obediencia  de  Castilla.  Estas  cosas  aunque  sucedue* 
ron  en  muchos  y  diferentes  años ,  las  juntamos  aouí 
para  ayudar  la  memoria.  Volvamos  al  orden  de  ios 
tiempos. 

Guando  el  rey  don  Alonso  hizo  donación  de  diver- 
sas rentas  á  estos  caballeros,  á  los  principios  de  su 
orden  les  dio  á  Ocaña  y  al  Colmenar  de  Oreja  que 
está  á  la  ribera  de  Tajo,  con  otros  pueblos.  Maqueda, 
Azeca,  Cogolludo,  Zorita  asimismo  fueron  por  el 
mismo  rey  dados  á  los  caballeros  de  Calatrava.  Edi- 
flcó  él  mismo  á  la  frontera  del  reino  la  ciudad  de  Pla- 
sencia  (1),  y  quiso  que  fuese  obispal^  donde  antes 
se  veia  una  aldea  llamada  Ambroz:  este  nombre  quiso 
mudar  en  el  de  Plasencia  para  pronosticar  que  seria 
agradable  y  daria  placer  á  los  santos  y  á  los  hombres, 
y  también  por  la  frescura  del  sitio,  bien  que  el  cielo 
que  tiene  no  es  muy  saludable.  Reparáronse  los  mu- 
ros de  Toledo,  y  el  pueblo  de  Alarcos  se  edificó  y 
pobló  en  los  Oretanos  no  lejos  de  Almagro  en  un  sitio 
alto.  E^tas  cosas  se  hacian  en  el  ano  del  Señor 
de  1178,  eu  el  tiempo  que  don  Alonso  rey  de  Aragón, 
se  apoderó  del  condado  de  Ruísellon  por  muerte  de 
conde  Giraido  que  no  dejó  sucesión.  Asi  comenzó á 
iutiiularse  en  escrituras  públicas  rey  de  Aragón, 
conde  de  Barcelona  y  Ruisellon ,  y  marqués  de  la 
Proenza. 

£1  año  siguiente  de  1  i  79  á  veinte  del  mes  de  mar- 
zo partió  de  Perpiñan,  y  fue  al  lugar  de  Cazóla,  don- 
de tenían  señaladas  vistas  entre  él  y  el  rey  de  Casti- 
lla. En  .esta  habla  porque  tenian  diferencias  sobre  la 
manera  como  se  debía  hacer  la  guerra  á  los  moros, 
y  qué  parte  de  aquella  conquista  á  cada  cual  de  los 
dos  tocaba,  se  acordó  que  a  la  conquista  de  Aragón 
perteneciesen  Valencia ,  Játiva,  Denia  con  todas  sus 
tierras :  los  demás  pueblos  y  ciudades  que  se  conte- 
nían en  los  contéstanos,  que  eran  el  reino  de  Mur- 
cia, fuesen  de  la  conquista  de  Castilla.  Hicieron  liga 
contra  don  Sancho  rey  de  Navarra  en  gran  perjuicio 
suyo,  por  que  con  las  armas  de  Castilla  fueron  gana- 
dos y  ([uedaron  por  aquellos  reyes  Briviesca,  Cerezo, 
Logroño  Y  los  demás  pueblos  que  hay  desde  los  mon- 
tes Doca  nasta  Calahorra.  El  arzobispo  don  Rodrigo 
pone  también  en  este  cuento  á  Navarrete,  pueblo 
que  otros  dicen  aun  no  era  edificado  en  aquel  tiem- 
j>o;  pero  mas  caso  se  debe  hacer  de  la  autoridad  y 
testimonio  de  don  Rodrigo.  Desde  allí  revolvieron  las 
armas  de  Castilla  contra  los  leoneses,  talaron  los 
campos,  tomaron  y  saquearon  los  lugares,  y  robaron 
todo  lo  que  pudieron. 

El  rey  de  León  como  quier  que  no  tuviese  fuerzas 
bastantes ,  no  desistia  de  mover  al  rey  de  Aragón ,  y 
con  cartas  y  mensajeros  avísalle  gue  el  rey  de  Casti- 
lla habría  quebrudo  la  confederación  hecha  en  Cuen- 
ca :  que  pertenecía  á  su  dignidad  quebrantar  la  so- 
berbia de  aquel  fiero  mozo,  porque  aumentado  su 

(1)  Fue,  segna  Perreras,  ea  1489  y  eo  eJ  de  1190  se 
puso  silla  obispal ,  como  consta  de  la  bula  de  Clemente  U¡, 
y  $e  consagró  por  primer  obispo  á  don  Bricio. 


BIBLIOTECA   DK  GASPAR   Y  ROIG. 


poder,  no  destruyese  á  los  demás;  que  siempre  es 
bien  contrapesar  las  potencias.  Daba  el  de  Aragón 
oídos  á  esto ,  mas  era  menester  algún  color  nuevo 
para  romper.  Envió á  don  Berenguel  obispo  de  Lérida 
y  don  Ramón  de  Moneada  al  de  Castilla  para  pedir  el 
pueblo  de  Hariza  y  su  castillo,  que  por  los  conciertos 
pasados  quedó  como  en  tercería,  con  orden  que  si  no 
alcanzasen  por  bien  lo  que  pretendían ,  le  denuncia- 
sen la  guerra.  Grande  espanto  y  muestra  de  una 
grande  guerra  se  representaba  á  toda  España,  por 
revulverse  entre  sí  en  un  mismo  tiempo  tantos  reyes. 
La  modestia  del  rey  de  Castilla  lo  hallanó  todo,  ca  en» 
tregóá  Hariza  á  los  aragoneses  y  se  la  restituyó.  Dejó 
otrosí  y  alzó  mano  de  la  guerra  de  León  (2),  pare- 
ciéndole  con  lo  hecho  dejaba  vengadas  bastantemen- 
te las  injurias  y  escesos  pasados. 

CAPITULO  XV. 

Cómo  don  Alonso  rey  de  Portugal  fae  preso  por  el 

de  León. 

Losánimos  de  los  leoneses  estaban  aversos  de  don 
Femando  su  rey,  y  parece  que  si  se  ofrecía  ocasión, 
mostrarían  el  odio  que  tanto  tiempo  tenia p  en  sos 
pechos  encubierto.  Cansados  con  nuevas  imposicio- 
nes que  les  cargaba,  llevaban  mal  la  aspereza  del 
rey  v  su  condición:  á  otros  movían  otras  causas  par- 
ticulares, en  particular  los  de  Salamanca  sentían  que 
habiendo  el  rey  reedificado  ¿  Ledesma ,  les  hohiese 
para  dalle  término  uuitudo  parte  de  su  tierra:  asi  en 
sazón  que  el  rey  se  liallaba  embarazado  en  la  guerra 
sobredicha,  fueron  los  primeros  á  declararse,  y  se 
levantaron  contra  él.  El  principal  movedor  deste  al- 
boroto llamado  Ñuño  Ravia  fue  elegido  por  capitán: 
don  Lucas  de  Tuy  dice  que  le  llamaron  rej.  Los  de 
Avila  con  quien  tenian  antigua  amistad,  avilados  de 
todo  el  negocio  les  enviaron  ayudas:  el  rey  don  Fer- 
nando porque  el  mal  no  cundiese,  acudió  luego  á  so- 
segar estos  alborotos.  Juntáronse  los  campos :  dióse 
la  bauUa  junto  á  Valdemusa,eo  que  fueron  vencidos 
y  desbaratados  los  rebeldes,  forzáronles  asimismo  y 
ganáronles  los  reales.  El  mismo  capitán  Ñuño  Ravia 
fre  preso  y  justiciado  conforme  a  las  leyes  de  la 
guerra.  Los  demás  de  feroces  aue  poco  antes  eran: 
luego  quedaron  humildes  y  obedientes;  que  ninguna 
cosa  hay  en  el  vulgo  templada  y  mediana,  ó  espantan 
ó  temen:  la  misma  ciudad  de  Salamanca  volvió  ala 
obediencia.  Desde  allí  partió  el  rey  para  Zamora,  por- 
que le  avisaban  que  también  aquella  ciudad  con  de- 
seo de  novedades  andaba  alterada ,  pero  ella  fácil- 
mente se  sosegó :  el  ejemplo  y  trabajo  ajeno  la  híio 
mas  recatada.  En  esta  sazón  el  cuerpo  del  rey  don 
Ramiro  Tercero  de  este  nombre  fue  trasladado  dd 
lugar  de  Destriana  á  Astorga,  y  puesto  en  la  iglesia 
Mayor  en  un  sepulcro  mas  cómodo  que  antes. 

Sosegados  estos  movimientos,  al  rey  aquejaba  el 
cuidado  de  defender  á  Ciudad-Rodrigo ,  que  la  tenia 
cercada  don  Fernando  de  Castro  con  gran  número  de 
moros.  La  ayuda  de  San  Isidro  ai  cual  los  leoneses 
tenían  por  patrón  particular ,  les  asistió  para  que  los 
bárbaros  quedasen  por  el  rey  don  Fernando  vencidos 
en  batalla,  muertos  y  desbaratados.  Con  esta  victo- 
ria cobraron  los  leoneses  orgullo,  pasaron  adelante, 
y  trabajaron  las  tierras  de  Portugal  comarcanas  con 
talas  y  con  robos.  Lo  que  mas  era  á  propósito,  y  mo- 
chos grandemente  deseaban,  el  mismo  don  Fernan- 
do de  Castro  por  düifiencia  deste  rey  se  reduio  á  me- 
jor consejo ,  ca  le  exhortó  que  le  ayudase  á  él  contra 

(2)  Ambos  reyes  se  vieron  en  Tordesillas,  y  por  It  me- 
diación de  ios  prelados  y  se&ores  principales  se  ajustó  la  pax 
en  1180  con  mucha  alegría  y  satisfacción  de  todos  sos  subdi- 
tos ,  que  estaban  causados  dé  la  guerra.  Castilla  recobra  por 
ella  el  Infantazgo,  que  ya  hemos  dicho  se  ignora  qué  esUdo 
era ,  porque  ios  autores  antiguos  siendo  esta  ▼os  en  su  tíeopo 
clara  y  conocida  de  todo^no  nan  esplicado  lo  que  signifiab^. 


mSTOKU 

el  rey  de  Castilla  antes  que  á  los  enemigos  del  nom- 
bre cristiano.  Aceptó  él  este  partido  que  le  ofrecían, 
7  coiDo  era  de  gran  corazón ,  y  en  las  cosas  de  la 
guerra  señalado  entre  pocos,  con  deseo  de  mostrarse 
entró  luego  por  las  tierras  ae  Castilla  con  gente  de 
León.  En  tierra  de  Campos,  junto  á  un  lugar  llamado 
Lubríoal,  venció  en  una  batalla  las  gentes  contrarias 
que  le  salieron  al  encuentro.  Muchos  señores  queda- 
ron presos,  y  entre  ellos  el  mismo  don  Ñuño  de  Lara 
so  eneinígo  capital ;  mas  él  los  trató  benigna  v  cor- 
tesmente ,  y  con  grande  loa  de  modestia  y  de  huma- 
nidad los  dejó  ir  libres  á  sus  tierras ,  solamente  les 
hizo  jurar  que  les  serian  amigos  fieles.  El  mismo  re- 

E adiada  su  primera  mujer ,  casó  con  doña  Estafan  ía 
ermana  del  rey  don  Fernando ;  y  el  que  por  sanare 
y  hazañas  era  esclarecido;  quedo  mas  ennoblecido 
por  el  parentesco  real.  Deste  matrimonio  nació  don 
Pedro  de  Castro,  de  quien  adelante  se  hará  men(:ion. 
Siguióse  otra  guerra  que  se  hizo  contra  Portugal 
por  esta  ocasión :  don  Alonso  rey  de  PortugRl  puesto 
que  de  grande  edad  y  muy  viejo ,  nunca  aflojaba  en 
el  cuidado  de  la  guerra ;  tenia  el  ánimo  muy  fuerte, 
si  bien  el  cuerpo  era  flaco.  Llevaba  mal  due  el  rey 
don  Fernando  con  haber  reedificado  á  Ciudad-Rodri- 
go ¿  la  raya  de  su  reino ,  bebiese  por  el  mismo  caso 
puesto  como  grillos  á  Portugal,  y  edificado  una  fuer- 
za ,  de  donde  los  campos  de  aquella  provincia  pudie- 
sen libremente ,  como  poco  antes  lo  hicieran ,  ser 
maltratados.  Juntó  un  grueso  ejército,  y  mandó  á 
don  Sancho  su  hijo  que  con  aquellas  gentes  se  pu- 
siese sobre  aquella  ciudad.  Prometíase  seguramente 
la  victoria,  á  causa  que  el  rey  de  León  en  el  mismo 
tiempo  se  hallaba  apretado  con  la  guerra  de  Castilla 
como  poco  antes  se  ha  dicho,  y  los  suyos  alborota- 
dos. El  rey  don  Fernando  en  aquel  peligro  no  se  ol- 
vidó de  la  honra  y  reputación ,  además  que  no  igno- 
raba cuanto  se  disminuirían  sus  fuerzas,  si  perdiese 
'  aquella  ciudad :  salió  pues  con  parte  de  sus  gentes  al 
encuentro  á  los  portugueses  :  pelearon  cerca  del  lu- 
gar llamado  Arraganal,  los  portugueses  fueron  ven- 
cidos, unos  muertos  y  desbaratados,  otros  presos, 
que  dejó  todos  ir  libres  á  sus  tierras. 

Don  Alonso  rey  de  Portugal  avisado  de  aquella  pér- 
dida, juntadas  sus  gentes,  entró  por  las  tierras  de 
Galicia ,  apoderóse  de  Limia ,  de  Turonia  y  otros  lu- 
gares por  aquella  comarca.  Después  desto  rehacién- 
nose  de  nuevas  sentes,  con  deseo  de  vergarse  deter- 
minó acometer  a  Badajoz,  ciudad  que  aunque  era  de 
moros ,  estaba  á  devoción  del  rey  aon  Fernando.  Por 
esto  juzgando  él  que  pertenecia  á  su  autoridad  no 
desamparalla  en  aquel  peligro,  acudida  socorrella.  El 
portugués  tenia  ya  tomada  eran  parte  de  la  ciudad; 
mas  como  se  atreviese  á  dar  la  batalla  á  los  leoneses, 
fue  en  ella  vencido  y  forzado  á  retirarse  á  la  misma 
ciudad  de  do  saliera.  No  era  la  recogida  segura: 
apretaban  al  vencido  de  una  parte  los  moros  que  te- 
man en  su  poder  lo  mas  alto  del  pueblo ,  y  de  la  otra 
los  leoneses  :  intentó  de  salvarse  por  los  pies  y  huir, 
al  salir  se  hirió  malamente  en  el  cerrojo  de  la  puerta 
de  la  ciudad ,  y  cayó  del  caballo;  así  preso  de  los  ene- 
migos ,  vino  en  poder  del  rey  don  Fernando ,  que  le 
trató  humanísimamente,  y  le  hizo  curar  la  hnrida  no 
con  menos  cuidado  que  si  fuera  su  padre.  Fuera  des- 
to luego  que  estuvo  sano ,  le  deió  ir  á  su,  tierra,  si 
bien  el  Portugués  movido  desta  humanidad  se  mos- 
traba aparejado  aponer  en  su  poder  todo  su  reino,  y 
obedecelle  como  a  señor;  mas  no  quiso  aceptar  el 
rey  don  Fernando ,  contento  solo  con  recobrar  los 
lugares  que  poco  antes  le  tomara  en  Galicia;  tenia 
otrosí  por  bastante  fruto  de' la  victoría  usar  de  tem- 
planza y  humanidad. 

En  Cuenca  por  la  muerte  de  Juan  Primero  obispo 
de  aquella  ciudad  fue  puesto  en  su  lugar  Julián  hom- 
bre santo,  maravilloso  por  la  vida  y  la  erudición. 
Era  natural  de  Burgos,  y  aun  se  halla  en  los  papeles 


De  ESPAÑA.  34» 

de  la  iglesia  de  Toledo  que  fue  arcediano  de  Toledo: 
con  sus  predicaciones «n  la  mnyor  parte  de  Castilla 
tenia  hecho  gran  provecho  en  los  moros  y  cristianos, 
y  ganano  gran  nombre  y  fama  en  el  oficio  de  predi- 
car^ que  tue  el  escalón  por  donde  subió  al  obispado, 
y  después  en  el  número  de  los  santos  le  pusieron 
esta  Y  otras  virtudes.  Doña  Urraca  reina  de  Navarra 
hija  del  emperador  después  de  la  muerte  del  primer 
marido  casó  los  años  pasados  con  don  Alvaro  Rodri- 
sgez  persona  principal  en  Castilla ,  y  sin  tener  hijos 
oeste  matrimonio  falleció  este  año  por  el  mes  de 
agosto.  Su  cuerpo  yace  en  Palencia  en  la  iglesia  Ma- 
yor con  este  letrero. 

AQUÍ  BEPOSA  DONA  ORRACA  REINA  DE 
NAVARRA ,  IIUGER  DE  DON  GARCI  RA- 
MÍREZ :  LA  CUAL  FUE  HIJA  DEL  SERENÍ- 
SIMO DON  ALONSO  EMPERADOR  DE  ESPAr 
NA  QLE  GANÓ  Á  ALMERÍA  .'  FALLECIÓ  Á 
DOCE  DE  OGTUBRE  ANQ  DEL  ShNOR  DE 
MIL  T  CIENTO  T  OCHENTA  T  NUEVE. 

Asi  dice  él  letrero.  Nos  en  la  r&zon  de  los  tiempos 
seguimos  los  anales  de  Toledo ,  y  por  ellos  quitamos 
diez  años  desta  cuenta. 

El  año  luego  siguiente  de  i  180  á  cinco  de  octubre 
Luis  rey  de  Francia  Seteno  deste  nombré  falleció  en 
París  :  dejó  por  su  sucesor  á  su  hijo  Philipe  por  so^ 
brenombre  Augusto.  Por  el  mismo  tiempo  en  aquella 
parte  de  Vizcaya  que  se  llama  Álava,  edificaron  por 
mandado  de  don  Sancho  rey  de  Navarra,  la  ciudad  de 
Vitoria  (l)f  cabeza  de  aquella  provincia,  do  antes  es- 
taba una  aldea  llamada.  Gasteiso.  La  causa  de  muda- 
lle  el  nombre  antiguo  y  ponelle  este  no  se  sabe,  aun- 
que no  debió  faltar.  En  Tarragona  otrosí  se  tuvo  un 
concilio  de  obispos  en  gue  se  trató  así  de  otras  mu- 
chas cosas,  como  también  se  estableció  por  ley  que 
en  adelante  mudada  la  antigua  costumbre  que  los 
catalanes  guardaban,  se  dejase,  y  no  escribiesen  en 
las  escrituras  públicas  el  nombre  de  los  reyes  de 
Francia,  ni  pusiesen  en  ellas  el  año  de  su  reinado 
como  lo  acostumbraban.  Siguióse  el  año  1181 ,  y  en 
él  la  muerte  de  don  Cerubruno  arzobispo  de  Toledo  á 
doce  de  mavo.  Sepultáronle  en  su  iglesia  en  la  capilla 
de  San  Andrés.  Sucedióle  don  Gonzalo  Primero  oeste 
nombre,  varón  de  grande  y  escelente  virtud.  Quién 
pone  antes  de  don  Gonzalo  á  Pedro  de  Cardona, 

Suién  después  del:  debió  ser  electo,  y  no  consagra- 
o;  y  aun  hay  memoria  en  Toledo  que  le  hace  car- 
denaV,  los  mas  le  pasan  en  silencio  en' este  cuenta 
de  los  prelados  de  Toledo. 

CAPITULO  XVI. 
Cómo  murieron  los  reyes  de  Portugal  y  de  León. 

La  jornada  que  don  Alonso  rey  de  Portugal  hizo 
contra  los  moros ,  dado  que  le  sucedió  mal ,  fue  oca- 
sión que  los  nuestros  entendiesen  se  podrían  apode- 
rar de  Badajoz  :  por  esto  don  Fernando  rey  de  León 
á  cuya  conquista  pertenecia ,  juzgó  que  no  se  debía 
dejar  pasar  agüella  ocasión ,  como  príncipe  que  era 
de  suyo  enemigo  de  ocio,  y  de  condición  oullíciosa, 
y  mas  aventajado  en  la  disciplina  milittr  que  en  las 
artes  de  la  paz.  De  Zamora  donde  se  retiró  después 
que  soltó  al  rey  de  Portugal ,  apercebido  de  nuevas 
gentes,  marcho  para  aquella  guerra  y  ganó  la  dicha 
ciudad  de  Badajoz.  Era  habitada  de  maros,  y  no  po- 
día por  entonces  llevar  nueva  población  de  cristia- 
nos, ni  poner  en  ella  guarnición  bastante  de  solda- 
dos. Acordó  dejar  por  gobernador  á  un  moro  llamado 
Abenabe).  Los  bárbaros  no  guardan  la  fe,  la  palabra 

(1)  Fue  el  ano  1181,  segua  la  escritura  de  fundación 
pan  asegurar  su  frontera ,  y  contener  las  incursiones  de  los 
casteflanos. 


346 

ni  juramento,  sino  cuando  no  pueden  mas.  En  breve 
pues  s6  rebeló  contra  don  Fernando ,  y  llamó  en  so- 
corro suyo  á  los  Almohades.  Pasó  adelante,  que  no 
contento  con  la  posesión  de  aquella  ciudad ,  formado 
un  buen  ejército,  acometió  primeramente  his  tierras 
de  León  ,  en  que  taló,  saaueó  y  robó  todo  lo  que  por 
aquella  parte  se  le  puso  delante ;  luego  dio  la  vuelta 
á  Portugal:  cercó  al  rey  don  Alonso  dentro  de  Santa- 
rén  que  halíó  descuidado  y  desapercebido  de  todo  lo 
necesario. 

Don  Fernando  re^  de  León ,  encendido  en  deseo 
de  vengar  sus  injurias ,  y  movido  por  el  peligro  del 
rey  su  suegro.,  de  cuya  defensa  ya  una  vez  se  encar- 
gó juntadas  de  presto  sus  gentes,  salió  al  encuentro 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  Y  ROIG. 


su  hijo  don  Sancho  envió  de  la  otra  parte  de  Tajo 
para  que  tuviese  cuidado  de  la  frontera  y  hiciese 
rostro  á  los  moros.  El  como  mozo  y  fervoroso  por  la 
edad ,  y  con  deseo  de  ganar  honra  con  buen  numero 
de  los  suyos  entró  en  el  Andalucía,  y  taló  las  tierras 
de  los  muros  por  todas  partes  basta  llegar  á  Sevilla. 
Asimismo  los  sevillanos,  que  con  intento  de  vengar 
aquella  «irenta  le  salieron  al  encuentro,  los  desba- 
rató en  batalla  :  puso  cerco  sobre  Hipa ,  que  boy  se 
llama  Niebla  (í),  pero  no  la  nudo  ganar  porque  vino 
nueva  que  grandes  gentes  ce  moros  t«nian  puesto 
cerco  sobre  Beja  en  los  confines  de  Portugal.  Así  don 
Sancho  movido  por  el  peligro  de  los  suyos  y  porque 
no  pareciese  que  por  pretender  lo  ajeno  dejaba  per- 
á  los  moros  qué  estaban  feroces  por  lo  hecho;  pero    der  lo  que  era  suyo ,  y  cayese  en  reprehensión  Je  lo 
ellos  luego  se  pusieron  en  huida  por  no  sentirse  igua-  ,  que  pretendia  honrarse,  alzado  el  cerco  de  Niebla, 
les  á  las  Tuerzas  de  ambas  naciones.  El  rey  de  Portu-  <  acudió  á  Portugal :  con  su  venida  los  bárbaros  fueron 


gal  como  al  principio  sospechase  que  don  Fernando 
veniu  mudado  de  voluntad  y  contra  él ,  y  no  menos 
se  recelase  de  su  poder  que  de  las  armas  de  los  mo- 
ros ,  sabida  la  verdad  ,  se  alegró  y  cobró  ánimo.  Don 
Fernando  ganada  muy  gran  gloria ,  y  cargado  de  los 
despojos  de  moros,  volvió á  su  tierra  el  mismo  año, 
que  fue  el  de  nuestra  salud  de  mil  y  ciento  y  ochenta 

Luno,  en  que  comenzó  á  gobernar  la  iglesia  de  Roma 
ucio  Tercero  deste  nombre ,  natural  de  Luca  suce- 
sor de  Alejandro  lll.  Deste  poniíGce  dicen  que  envió 
cierto  cardenal  cuyo  nombre  no  se  refiere,  por  su 


vencidos  y  forzados  á  partirse  de  aquella  ciudad. 

Don  Sancho  esclarecido  con  tantas  victorias  entró 
en  Sautarén  á  manera  de  triunfante.  Al  mismo  tiem- 
po vino  aviso  que  los  Almohades  con  su  caudillo  el 
rey  Abenjacob  apercebian  grandes  gentes  contra 
Portugal.  La  diligencia  de  que  usaron  fue  grande: 
mas  presto  que  se  pensabn ,  pusieron  cerco  sobre 
aquella  villa  de  Santarén.  Don  Alonso  rey  de  Portu- 
gal dado  que  se  hallaba  muy  pesado  por  la  edad,  y 
por  haber  quedado  cojo  de  una  pierna  después  que 
en  Badajoz  se  le  quebró  (de  tai  manera  que  usaba  de 


legado ,  y  con  grandes  poderes  á  España  para  asentar  '  coche  por  no  poder  andar  á  caballo )  convocados  sol 
las  paces  entre  los  reyes  cristianos,  que  divididos  en  dados  de  lodo  su  reino ,  se  apresuró  para  ir  á  Santa- 
gran  daño  del  común  contendían  entre  si  con  odios  rén.  Dióse  la  batalla  en  que  los  moros  no  fueron 
muy  grandes,  muchas  veces  sin  muy  grande  ocasión;  '  iguales  á  los  portugueses,  porque  el  padre  por  freo- 
por  donde  dejaban  pasar  grandes  ocasiones  que  se  te,  y  el  hijo  que  salió  dp  la  villa,  por  las  espaldas  kis 
ofrecían ,  y  comodidades  para  oprimir  la  morisma,  apretaron:  fue  grande  la  matanza,  y  muchos  los  q«e 
gente  bárbara.  *      '  se  pusieron  en  huida,  al  mismo  rey  bárbaro  dieron 

El  rey  de  Aragón ,  por  estar  determinado  de  ir  en  en  la  batalla  una  herida  mortal ;  y  fiomo  quier  que 
romería  á  Santiago,  nizo  compañía  al  legado  hasta  pretendiese  para  escapar  pasar  á  Tajo ,  que  por  aque-» 
Castilla,  en  particular  por  el  deseo  que  tenia  de  in-  lia  parte  va  muy  arrebatado  y  lleva  mocha  agua ,  se 
terponer  su  autoridad  para  que  se  hiciesen  las  paces.  ;  ahogó  en  el  rio,  que  fue  el  año  de  1184.  Sucedióle 
Parecíale  cosa  muy  honrosa  que  por  su  medio  se  es-  '  en  los  dos  imperios  de  África  y  de  España  Abenjuzeph 
tableciese  la  concordia  deseada  entre  los  reyes,  y  se    su  hermano. 

dejasen  las  armas.  Sucedió  como  lo  pensaba,  que  á  '  Esta  victoria  se  tuvo  por  muy  señalada  y  por  ella 
su  instancia  se  concertó  la  paz,  y  á  cada  uno  de  los  '  se  hicieron  grandes  regocijos  en  toda  España.  Ver- 
reyes  señalaron  los  términos  hasta  donde  llegasen  sus  !  dad  es  que  la  muerte  de  Armengaudo  ó  Armengol 
estados.  De  lo  que  quedaba  en  poder  de  moros ,  al  conde  de  Urgel  aguó  algún  tanto  esta  alegría  :  era 
tanto  determinaron  las  ciudades ,  lugares  y  castillos  hijo  de  Armengaudo  Castilla  conde  de  Barcelona» 
que  pertenecían  á  la  conquista  de  cada  cual  destos  :  y  tenia  por  mujer  una  hermana  del  rey  de  Aragón; 


príncipes ,  sobre  lo  cual  tenían  antes  desto  no  pe- 
oueño  debate.  En  estas  pláticas  no  solo  ganó  el  rey 
oe  Aragón  loa  de  pacificador ,  sino  también  de  mo- 


y  no  solo  poseía  gran  estado  en  Cataluña  y  Aragón, 
sino  también  en  Castilla  era  señor  de  Valladolid,  por 
ser  bisnieto  de  don  Peranzules  ( de  quien  en  su  lugar 


destia ,  ca  se  contentó  con  lo  que  le  señalaron  para  ¡  se  hizo  mención )  que  fue  un  gran  personaje.  Este 
su  conquista  que  fue  sola  aquella  comarca  que  desde  ¡  príncipe  con  de<«eo  de  «delautar  el  partido  de  los 
Aragón  llega  hasta  Valencia,  dado  que  por  agraviarse  {  cristianos,  con  sus  gentes  particulares  rompió  |»or  la 
el  rey  don  Pedro  su  hijo  que  en  esta  confederación  ,  tierra  de  Vblencia;  pero  después  de  algunos  buenos 
y  concordia  se  le  hizo  sinrazón ,  alcanzó  que  los  tér-  sucesos  que  tuvo ,  fue  muerto  por  los  nwros  junto  i 
minos  de  la  conquistado  Aragón  llegasen  y  se  estén-  la  villa  de  Reguena  en  una  celada  que  le  pararon ,  y 
diesen  hasta  Alicante.  Los  demás  reyes  con  los  tér-  '  con  engaño.  Otros  dicen  que  los  castellanos  le  dieron 
minos  y  rayas  que  se  les  señalaron ,  terminaron  de  i  la  muerte:  la  pública  voz  y  fama  fue  que  los  moros  le 
buena  gana  su  señorío.  Solamente  el  rey  de  Navarra  '  mataron ,  que  parece  mas  probable ,  y  es  mas  justo 
quedaba  sentido,  y  estrañaba  los  grandes  agravios  '  que  se  tenga  por  verdad;  lo  cierto  es  une  este  desas- 
que  le  tenia  hechos  don  Alonso  rey  de  Castilla  :  por  |  tre  sucedió  á  once  dias  de  agosto.  Dejó  un  hijo  de  su 
esta  causa  no  se  pudo  persuadirá  venir  en  aquella  co-  ,  mismo  nonibre  por  heredero  de  sus  estados.  En  otra 


mun  confederación  v  corte  que  se  dio  entre  los  demás. 
Todavía  después  deste  asiento  duró  algún  tiempo 
la  paz  entre  los  cristianos ,  por  lo  menos  bobo  pocas 
revueltas  y  de  poca  consideración.  Hacíase  la  guerra 
á  los  moros,  mayormente  el  rey  de  Portugal  se  seña- 
laba en  esto :  demás  que  entre  los  alborotos  de  la 


parte  don  Sancho  revde  Navarra  se  metió  por  tierras 
de  Castilla,  y  llegado  hasta  el  jugar  de  Atapuerca, 
como  llevase  gran  presa  robada  por  aquellos  lugares, 
el  abad  de  San  Pedro  de  Cárdena  movido  por  el  tra*- 
bajo  y  lágrimas  de  los  comarcanos  fue  apresurada- 
mente en  busca  del  rey  que  se  volvía  a  su  tierra: 


guerra,  cuidadoso  de  acrecentar  la  piedad  cristiana  !  alcnnzóle  y  pidióle  restituyese  la  presa  á  los  que 


y  culto  divino,  él  mismo  desde  el  promontorio  Sacro 
ique  por  este  respeto  y  para  con  su  presencia  consi- 
I  erar  el  lugar  fué  allá  por  dos  veces)  procuró  y  hizo 

?ue  I9S  huesos  de  San  Vicente  mártir  se  trasladasen 
la  iglesia  Mayor  de  Lisboa,  que  fue  el  año  i  183.  El    , 
^e  ocupaba  en  esta  y  semejantes  obras  de  piedad.  A    casteilauós. 


padecieron  el  daño,  pue^  parecía  cosa  injusta  que  los 
agravios  hechos  por  los  reyes  los  pagase  la  gentA  mi- 

(i)  Fue  el  año  ii81 ,  segoa  la  escritora  de  Andadoa, 
para  asegurar  su  frontera,  y  coitener  las  incursioaes  de  los 


HISTORIA  DE  KSPAMA. 


3i7 


serabie,  y  sobre  ellos  descargase  la  saúa.  Condescou- 
dió  el  rey  á  los  rueaos  del  abad  por  ser  tan  justificado 
lo  qae  le  pedia ,  demás  del  particular  respeto  que 
tu?o  al  estandarte  del  Cid ,  que  el  abad  y  los  monees 
del  templo  do  le  tenían ,  le  tomaron  y  le  llevaban  de- 
lante para  movelle  mas ;  lo  cual  hizo  tal  impresión  en 
su  ánimo  y  en  tanto  gnido  que  él  mismo  acompañó 
el  dicho  estandarte  hasta  dejalle  en  el  lugar  en  que 
antes  le  tenían. 

Sucedieron  estas  cosas  el  año  li85.  En  este  año 
los  reyes  de  Portugal  |)adre  y  hijo  fueron  primero  á 
Coimbra,  dende  se  partieron  para  la  ciudad  de  Portu. 
Allí  celebraron  las  bodas  entre  Philipe  conde  de 
Flandes  y  doña  Teresa  hija  del  mismo  rey  don  Alón* 
so,  á  quien  los  flamencos  llaman  Matilde.  Concluidas 
las  fiestas ,  volvieron  á  Goimbra  :  allí  el  rey  agravado 
de  enfermedad  v  de  los  años  falleció  á  seis  del  mes  de 
diciembre  en  edad  de  noventa  y  un  años.  Su  cuerpo 
según  que  él  lo  ordenó  en  su  testamento,  sepultaron 
en  la  iglesia  de  Santa  Cruz  que  él  mismo  fundó ,  en 
una  sepultura  humilde ;  de  donde  por  mandado  del 
rey  don  Manuel  en  tiempo  de  nuestros  abuelos  le  pa- 
saron á  otro  sepulcro  de  mármol  blanco  de  labor  muy 
prima.  Fue  varón  admirable,  acabado  en  todo  género 
de  virtudes,  del  reino  de  Portugal  no  solo  fundador 
sino  conquistador  en  gran  parte.  Pasó  su  larga  edad 
y  reinada  casi  sin  ningún  tropiezo.  En  las  cosas  de  la 
guerra  y  en  l^s  artes  de  la  paz  se  señaló  iffualmente, 
juoto  con  el  celo  que  tenia  á  la  religión ,  de  que  dan 
muestra  muchos  templos  que  en  Lisbona  y  en  Ebora 
y  en  otros  lucres  ¿diíicó.  Corría  á  Ihs  parejas  en 
piedad  y  devoción  su  mujer  doña  Malfada :  hacia  en 
todo  el  reino  ediflcaí'  á  sus  espensas  muchos  monas* 
teños  y  iglesias:  señales  muy  manifiestas  de  la  virtud 
qoeamb^  tenían. 

Hallábase  España  en  sosiego  después  que  entre 
los  reyes  se  concertaron  las  paces,  y  por  la  muerte 
del  rey  Jacob  de  los  Almohades.  Solo  comenzaba  por 
otra  parte  una  nueva  guerra,  y  un  nuevo  miedo  que 
ponía  á  muchos  en  cuidado.  Era  cosa  muy  honrosa  á 
don  Pedro  Ruiz  de  Ázagra  que  los  ojos  de  tan  gran* 
des  reyes  conservase  un  tan  pequeño  estado  como  el 
(fue  tenia,  sin  reconocer  á  nadie  vasallaje.  Acudía  él 
de  buena  gana  á  ayudar  á  los  reyes  en  la  guerra  con- 
tra los  moros  y  y  arriba  queda  dicho  lo  mucho  que 
hizo  cuando  se  ganó  la  ciudad  de  Cuenca,  pero  no  se 
podía  persuadir  á  hacer  homenaje  á  ninguno ;  y  para 
mostrar  su  exención  se  llamaba  vasallo  de  Santa  Ma- 
ría j  que  era  el  nombre  de  la  iglesia  Mayor  de  Albur- 
racm. 

La  cauda  do  conservarse  tanto  tiempo  cuanto  no  sé 
sí  algupo  de  los  capit;>nes  antiguos,  entiendo  fue  la 
fortaleza  del  sitio,  y  la  emulación  y  contienda  que 
los  reyes  tenían  entre  si  por  desear  cada  cual  la  pre- 
sa, hacerle  su  vasallo ,  y  que  no  lo  fuese  del  otro.  El 
año  pues  luego  siguiente  de  i  186  por  el  mes  de  enero 
los  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  se  juntaron  para 
tomar  acuerdo  sobre  este  caso  en  Agredía.  En  las  vistas 
de  común  consentimiento  hicieron  una  ley  en  que 
desterraban  de  los  dos  reinos  á  todos  los  deudos  y 
aliados  del  dicho  don  Pedro  que  siguiesen  su  partido: 
con  este  principio  de  rompimiento  se  contentaron  por 
entonces.  En  el  principio  del  aña  siguiente  Gastón 
vizconde  de  Bearne  á  ej^emplo  de  sus  majrores  hizo 
eo  Huesca  homenaje  al  rey  de  Aragoo :  ano  desgra- 
ciado por  la  prisión  de  Guidon  roy  do  Jerusalém.  Sa- 
ladÍDO  grande  enemigo  de  cristianos  le  prendió  á  él  y 
al  maestre  de  los  Templarios  en  la  ciudad  de  Ti  hería- 
de;  y  se  apoderó  por  concierto  de  la  misma  ciudad  de 
ienisalém  á  dos  (lias  del  mes  de  octubre;  que  fue  un 
daño  y  menffua  notable  y  sin  reparo. 

En  Castilla  el  rey  don  Alonso,  vuelto  el  pensa- 
miento á  las  cosas  de  la  paz,  con  muy  buenas  leyes 
y  estatuios  ordenaba  y  enderezaba  la  milicia  y  orden 
de  Galatrava  en  el  mismo  tiempo  que  don  Fernando 


su  tío  rey  de  León  falleció  en  Benavente  el  año  que 
se  contó  de  i  i 88 :  reinó  por  espacio  de  treinta  y  un 
años.  Sepultáronle  en  Santiago  en  la  capilla  real.  Fue 
tenido  por  mas  aventajado,  y  mas  á  propósito  para  la 
guerra  que  para  él  gobierno.  Las  señaladas  partes 
que  tuvo  de  cuerpo  y  ánimo ,  pareció  estragar  la  in- 
saciable sed  de  reinar  que  mostró ,  mayormente  no 
la  menor  edad  del  rey  ue  Castilla  su  sobrino.  Por  lo 
al  sufría  mucho  los  tralNiíos,  su  ingenio  agudo,  pru- 
dente y  próvido ,  y  en  los  peligros  tuvo  corazón  ani- 
moso y  grande.  Martin  presbítero  de  León  por  estos 
tiempos  florecía  por  la  erudición  y  por  la  su  vida  muy 
santa  que  hacia.  Ocupábase  en  escribir  muchos  li<- 
bros ,  SI  bien  era  persona  idiota  y  sin  letras ;  mas  de 
repente  le  hizo  muy  aventajado  en  letras  una  estraor* 
diñaría  visión  en  que  San  Isidro,  en  cuyo  monasterio 
vivía,  entre  sueños  le  dio  á  comer  un  libro  en  señal 
de  la  mucha  doctrioa  que  por  aquel  medio  le  comu- 
nicaba :  desde  entonces  comenzó  á  señalarse  en  el 
conocimiento  de  las  divinas  letras  y  escritura  sagra- 
da. A  nuestras  manos  no  ha  venido  cosa  alguna  de 
aquellos  sus  libros.  Dícese  que  los  canónigos  de  aque- 
lla iglesia  y  convento  los  guardan  con  grande  cuidado 
como  un  precioso  tesoro,  y  para  testimonio  muy 
claro  de  lo  que  sucedió  y  de  aquel  milagro. 

CAPITULO  XVIL 

De  varías  confederaciones  que  se  hicieron  entro  los 

reyes. 

Los  hijos  sucedieron  á  sus  padres,  don  Sancho  á 
doh  Alonso  rey  de  Portugal ,  á  don  Fernando  rey  de 
León  don  Alonso  Noveno  des  te  nombre ,  que  se  vol- 
vió con  la  nueva  de  la  muerte  de  su  padre  del  camino 
que  llevaba,  porque  se  quería  ausentar,  y  se  iba  para 
su  tio  el  nuevo  rey  de  Portugal  por  miedo  del  odio  y 
asechanzas  de  su  madrastra.  Llevaba  ella  mal  queden 
Alonso  hijo  bastardo  (como  ella  decía)  solo  por  ser 
de  mas  edad  y  porque  se  le  antoiaba  á  su  padre,  fue- 
se preferido  a  sus  hijos ,  y  tratado  como  quien  había 
de  suceder  en  aquella  corona.  De  aquí  resultaron 
desabrimientos  perpetuos^  de  que  avino  que  dado 
que  el  rey  su  antenado  al  principio  le  dejó  los  lugares 
de  su  doté  por  respeto  y  contemplación  de  su  padre, 
pero  en  fin  la  puso  en  necesidad  de  retirarse  á  Naja- 
ra ,  do  pasó  lo  restante  de  su  vida.  En  el  monasterio 
de  Santa  María  el  real  de  aquella  ciudad  están  en  uoa 
canilla ,  que  se  llama  de  Santa  Cruz ,  dentro  del 
claustro  las  sepulturas  desta  señora  y  de  sus  herma- 
nos ,  que  fueron  don  Lope  obispo  de  Segovía ,  y  don 
Martin  de  Haro.  Don  Alonso  rey  de  León  fue  casado 
dos  veces :  la  prímera  con  doña  Teresa  hija  de  don 
Sancho  rey  de  Portugal ,  en  quien  tuvo  tres  hijos ,  á 
doña  Sancna,  á  don  Fernando  que  vivió  poco,  y  á 
doña  Dulce :  después  por  mandado  de  los  pontífices 
se  apartó  de  doña  Teresa,  á  causa  que  era  su  parien- 
ta,  y  casó  con  doña  Berenguela  hija  de  don  Alonso 
su  primo  rey  de  Castilla. 

Don  Sancho  rey  de  Portugal  Primero  deste  nom- 
bre, que  llamaron  el  Poblador  y  el  Gordo,  casó  los 
años  pajBados  con  doña  Aldonza  Dulce  hermana  del 
rey  de  Aragón.  Deste  matrimonio  tuvo  muchos  hijos, 
es  á  saber ,  á  don  Alonso  el  Mayorazgo,  á  don  Fer- 
nando, don  Pedro,  don  Enrique  que  murió  mozo: 
cinco  hijas ,  doña  Teresa,  doña  Malfada ,  doña  San- 
cita,  dona  Blanca,  doña  Berenguela.  Y  muerta  la 
mujer ,  tuvo  en  otras  dos  concubinas  seis  hijos  parte 
varones ,  parte  hembras :  de  la  primera  por  nombre 
Juana  á  doña  Urraca  y  á  don  Martín  ^  de  lar  otra  que 
se  llamó  María,  á  doña  Teresa,  don  Egidio,  doña 
Constanza ,  y  don  Rodrigo. 

Doña  Teresa  casó  con  Alfonso  Tello ,  el  que  fundó 
y  pobló  la  villa  de  Alburquerqne  :  tales  eran  las  cos- 
tumbres de  aquel  siglo,  que  no  tcnian  por  torpe 
cualquier  antojo  de  los  reyes,  en  que  don  Monso  rey 


348  BwuuTECA  DI 

de  CuUlla  fue  raní  mai  nwdido  r  juntinteiite  dicho- 
■o  en  nicsiioQ,  porque  de  un  tolo  mtlrimonio  tuvo 
once  hijos :  entre  loa  demis  doña  Blanca  fue  la  maa 
dicboaa,  porque  casada  con  Luis  re;  de  Francia, 
Ocian)  deite nombre,  coa  dichoso'parlodiú  a)  man- 
do un  bijO  del  mismo  nombre  de  su  padre ,  el  que 
pw  Id  conocida  bondad  de  au  vida  y  por  su  piedad 
mny  se&alada  alcanió  renombre  de  tanto,  j  ao  llamó 
San  Luis.  Después  de  doña  Blanca  se  siguieron  doña 
Berengueln  (l),  don  Sancbo,  doña  Urraca ,  ;  don 
Femando  que  consta  haber  nacido  el  aña  1189  á 
veinte  ;  nueve  de  noviembre  dii  miércoles.  Deipues 
del  te  signferon  doña  Halbda  j  doña  Constanza ,  y 
Inego  adelante  dos  d  tres  hermanas ,  cuyos  nombres 
no  se  saben :  demis  deshu  doña  Leonor  y  el  menor 
de  todos  don  Enrique,  que  con  maravillosa  variedad 
de  las  cosas  vino  a  suceder  en  el  reino  &  su  padre, 
como  se  moslrsrá  en  otro  lugar. 


GASPAJI  r  RUIG. 

Fuera  de  loa  muchos  hijos  que  el  rey  de  Castilla 
tuvo,  se  aventajaba  i  kn  demás  príncipes  sus  vecinos 
en  la  grandeza  del  señoffo ,  muy  mayor  qoe  el  de  los 
otros ,  por  do  ponía  espanto  i  todas  las  provincias 
de  España.  El  aunque  se  veia  rodeado  de  tantas  ri' 
quedas  y  ayuda*  no  se  dalia  al  ocio ,  ni  la  flojedad, 
antes  estendia  con  las  armas  los  términos  de  su 
señorío,  y  los  dilataba :  en  que  asimismo  sobrepujaba 
á  loi  demás  rejea  de  su  tiempo ;  y  en  ingenio  y  ma- 
ña,  y  en  riqueías ,  gracia  y  destreza  igualaba  i  bu» 
antepasados  :  con  esto  sustentaba  á  la  autoridad  real 
y  se  nacía  temer.  Nunca  el  poder  de  los  príncipes  es 
seguro  á  los  comarcanos ,  por  sar  cosa  natural  boS' 
car  cada  uno  ocasión  de  acrecentar  sus  estados ,  sea 
justa ,  sea  injustamente.  Por  eeta  causa  los  demás 
rryes  de  España  se  hermanaban  cuntra  el  rey  de 
Castilla,  y  te  confederaban  y  prometian  que  tendrían 
toa  mismos  por  amigos  y  por  enemigas.  Procuraban 


■onMierio  it  PoUm. 


raer  i  esta  confederación  al  rey  de  León ,  ai  bien 

Eareció  estar  mas  aBcionado  y  obligado  al  rey  de 
astilla  don  Alonso  au  primo.  Y  es  asi  que  luego  que 
tomó  la  posesión  del  reino  paterno ,  con  deseo  de 

Snar  su  amistad  de  sn  voluntad  fue  i  las  rúrtes  de 
sUUa ,  que  s«  tenían  en  Carrion  el  año  mil  y  ciento 
y  ochenta  y  ocho.  Armóle  all!  caballero  á  la  manera 
que  entonces  se  usaba ;  y  para  mnestn  de  darle  la 
obediencia  lebes<}  la  mano:  cortesía  en  que  pareció 
disminuir  la  magestad  de  su  reino ,  y  reconocer  á  su 
primo  por  mas  principal  como  lo  era.  Halláronse  en 
aquellas  cortes  Conrado  hijo  del  emperador  Federico 
lUmado  Barbarroja,  que  aportó  á  España' en  peresri- 
nacion ,  y  Raimundo  FUcada  conde  de  Tolosa :  el 
uno  y  el  otro  tuvieron  por  cosa  honrosa  que  el  rey 
loa  armase  caballeros  con  las  ceremonias  que  en  Es- 
paña se  usaban. 

Fnera  desto  ae  concertó  casamiento  entre  Conrado 
y  doña  Berengnela  hija  del  rey ,  pero  no  riño  á  efec- 
to {!J  por  eaquivar  la  doncella  de  ir  á  Alemana  sea 
por  atiorrecer  la  cnsiumbre  de  aquella  nación ,  sea 
por  el  largo  y  trabajoso  canino,  porquera  qué  pro- 


,.,  .  _.   isdeaqee]  tieaipo  se  dedoce  qae  ii  ie- 

Onta  d(A*  Berengaela,  qne  cuA  con  el  rey  da  León  en  11S7, 
Am  mayor  qne  doEa  Btiari  que  cató  coa  Loii  VIII ,  rey  de 
Fraada. 

(%)  El  caMmianto  te  ttteiai,  tegna  «I  araobiipo  don 
Rodhgoj  pero  •«  diaolviA  lin  conanmarM  por  el  ptrenleico 
qse  habta  entre  ConndD  y  doña  Berengudí,  i  por  olnrmM 
^e  se  ignora. 


pósito  mudar  la  templanza  de  España  y  el  arreo  de 
9u  patria,  y  trocalle  por  el  cíelo  áspero  de  Alemana 

Í  otras  condiciones  asaz  diferentes  de  tus  naturales? 
inahnente  este  desposorio  se  apartó  por  aulorídail 
de  don  Gonzalo  primado  de  Toledo,  y  de  (Gregorio 
cardenal  de  Santangel.  Los  demás  reyes  entretanlo 
que  esto  pasaba .  consultaban  entre  si  por  sus  emba- 
jadores que  era  lo  que  debían  hacer,  en  especial  el 
de  Aragón,  que  llevaba  mal  qoe  todas  las  cosas 
esturiesen  en  el  albedrio  de  su  cuñado  el  rey  de 
Castilla ,  y  don  Sancho  rey  de  Navarra  que  pretrádia 
recobrar  por  las  armas  lo  que  por  fuerza  le  quitaron 
toa  años  pasados.  Con  este  intento  el  añn  de  Cris- 
to 1 190  ae  juntaron  de  propósito  en  Borgia  por  el 
mes  de  setiembre:  en  esta  habla  hicieron  entre  si 
confederación  y  asientocontra  las  fuerzas  de  Castilla. 
Los  leoneses  otrosí  y  los  portugueses  entraron  en 
esla  liga  atraídos  á  ella  por  industria  de  los  dos  reyes. 
En  Huesca  se  hallaron  los  embajadores  de  los  otros 
reyes.  Tratóse  del  negocio  con  el  rey  de  Aragón,  que 
bacía  sus  veces  y  tas  del  navarro.  Allí  no  solo  so  con- 
certó paz  eotre  loa  cuatro  reyes  y  se  ligaron  para  las 
guerras ,  sino  demás  desto  se  afiadió  espresamenle 
que  ninguno  en  particular  sin  que  los  otros  le  supie- 
sen y  rínieaen  en  ello,  por  sus  particulares  intereses 
hiciese  paz  6  tregua  con  el  enemigo ,  ni  nun  tuviese 
licencia  sin  el  lal  consentimiento  de  hacer  guerra  á 
nadie  ni  comenzalla. 

Estas  cosas  se  concluyeron  por  el  mes  de  mayo 
año  de  t  {9Í,  en  que  fullccíó  en  Roma  Clemente  Ter- 


HBTUHIjt    DE   ESVAN*. 

''.ero  detU  Boabn  i  veinte  j  ciaco  de  marzo.  Sucedió 
en  iQ  logar  coatro  dias  después  Celeiüoo  Tercero, 
(bunadoanlesqne  fuese  gapa,  Jacinto  Bobo:  fue  na- 
toral  de  Roma,  jr  en  España  macho  tiempo  le^do  de 


Toledo  pasó  asrmisDiodesla  *ida  á  veintey  nueve  del 
mes  de  agosto  lu(«o  siguiente.  En  au  tiempo  el  re; 
don  Alonso  di6  á  «  y  d  au  Iglesia  de  Toledo  d  Tola- 
manca  ;  EsquÍTias.  En  an  logar  fue  pueeto  don  Mar- 
tin Lopes ,  que  por  la  grandeza  de  su  ánimo,  y  por 
lai  «scdenteacofas  que  hizo,  turo  porscbrenomore 
j  ae  llamó  el  Grande :  tuvo  antea  el  obispado  de  Si~ 

^Dia:  su  patriase  llamó  l^soríca:  sus  Tírtudes, 
Rodrigo  que  le  sucedió  en  la  dignidad,  las  cele- 
bMycontómuyen  particular.  Este  mismo  ano  el  rio 
Tajo  se  bdó  en  Toledo :  cosa  que  por  la  templanza 
ite  la  región  j  del  aire  suele  acontecer  muy  pocas 
veces. 

CAPITULO  XVlll. 

Cdmo  se  perdlú  la  Jornada  de  ¿larcoi. 

En  el  mismo  tiempo  del  arzobispo  don  Martin  vivin 

Diego  López  deHaru  señor  de  Vizcaya:  en  riquezas, 

Sradeacia  y  autoridad  sobrepujaba  claramente  i  los 
emts  ^ades  de  Castilla.  Tenia  en  nombre  del  rey 
de  Castilla  y  por  su  mandado  el  gobierno  de  Briries- 
ca ,  Najara  y  Soria ,  como  se  muestra  por  las  pscrítu- 
ras  de  aquellos  tiempos.  Este  perauadiú  al  rey  que  se 
bicíeeen  corle*  de  lodo  el  reinode  Castilla  en  Carrion 
el  año  de  nuestra  saJTacíon  de  1 192  para  resolverse 
en  bacer  guerra  i  los  moros,  que  por  la  flojedad  de 
loe  nuestros  confirmaban  sus  fuerzas  y  eran  espan- 
tosoailoscristiaoos.  Impedía  estos  escelenteaínten. 
106,' y  empecía  la  discordia  y  enemiga  que  andaba 
entre  el  rey  de  Castilla  y  los  leoneses  y  navarros: 
temían  qoe  ai  por  aqiiellas  partes  acoroetían  i  Casti- 
lla CODO  por  las  espaldas ,  forzarían  á  dejar  las  armas 
contra  loe  moros  y  volver  atrás ,  parecía  seria  lo  mas 
acertado  prinMramente  asentar  amistad  con  aquellos 
reye« :  cea  embajadas  que  de  una  parte  y  de  otra  se 
enviaron ,  al  fin  se  hizo,  y  se  concluyeron  las  paces. 
Despoea  a«  mandú  á  don  Martin  arzobispo  de  Toledo 
qne  coa  buen  número  de  geldado«  hiciese  guerra  en 
elAndalacfa,qDe  fue  el  principio  de  otra  mas  gran- 
de gnerrt ,  qae  se  siguió  y  emprendió  por  aquella 
parta. 

Entretanto qoe  se  tenían  las  cortasen  Carrion,  se 
tiene  por  fama,  ronBrmada  por  el  testimoníode  mu- 
chos, que  el  rey  de  Castilla  a  la  raya  de  so  reino  edi- 
ficó á  Navarrete  pueblo  bien  conocido.  Yo  entiendo  ; 
¡me  le  reedificó  ú  aumentó  ,  porque  el  arzobispo  don  : 
Rodrigo  bace  mención  de  aquel  lugar  antes  decte  : 
tiempo.  EpAragon  el  conde  de  t]rgel,quedespoes  de  I 
la  moerte  de  au  padre  anduvo  fuera  de  aquel  reino  | 

Cenemistadparticular  quítenla  con  Pance  de  Ca-  i 
ra  hambre  poderoso ,  en  fin  en  e?te  tiempo  volvió  i 
i  la  obediencia  de  su  rey  y  d  sosegarse.  Con  don  Gas-  i 
too  conde  de  Bearnecasó  iina  bija  de  Bernardo  conde 
deComingea;  vconella  hoboen  dote  el  señorío  de 
B^nra  como  feudatario  y  vasallo  del  rey  de  Aragón: 
■smiisme  don  Berengarío  ó  Berenguel  arzobis^  de 
Tarragona  fue  iDOerlo  ¡i  diez  y  seis  de  febrero  anode 
nuestra  salvación  de  H94.  Dicese  que  le  mató  don 
Guillen  de  Moneada,  dado  que  nose  saben  las  causas 
de  aquellas  enemistades.  En  Pamplona  también  don 
Sancho  Séptimo  deste  nombre  rey  de  Navarra  siendo 
ya  de  larga  edad  y  muy  esclarecido  por  sus  hazañas 
ygrandepnidencia(porlocualy  porseren  las  le- 
iras  maa  que  medianamente  ejercitado  tuvo  nombre 
de  Sabio )  falleciú  d  veinte  y  siete  del  mes  de  junio. 
Su  cuerpé  lepulUron  enlla  iglesia  mayor  de  aquella 
noble  ciudad  con  enterramiento  y  honras  y  aparato 
real.  Beinó  por  tiempo  de  cuarenta  y  tres  aña«,  siete 
ineies  y  seis  dias. 


De  su  mujer  doña  Sandia  tía  míe  era  del  rey  da 
Castilla ,  dejó  ddon  Fernanda,  doo  Ramiro,  doña 
Berengueta ,  dona  Teresa,  doña  Blanca  sus  hijos,  y 
sin  estos  el  mayor  de  todos  que  le  sucedió  en  el  rei- 
no, conviene  d  aaber:  don  Sancho  rey  de  Navarra 
Octavo  deste  nombre ,  el  que  por  la  gnndeza  de  su 
animo  y  por  susesceientesliaieñasen  la  guerra  tuvo 
sobrenombre  de  Fuerte.  También  le  llunaros  don 
Sancho  el  Encerrado,  porooe  en  lo  último  de  sn  vida 
por  cansa  de  ona  cruel  dolencia  qoe  padecía  de  cán- 
cer ,  se  estovo  retirado  en  el  castillo  de  Tndela  del 
irato  y  eonverucion  de  los  hombres  sin  dar  lugar  i 
que  ninguno  le  visitase  ó  hablase.  Hay  grandes  ras- 
tros y  muestras  de  su  magnificencia  y  nberalidad,  en 
psrticolar  sacó  á  Bhro  de  so  madre  antigua  para  que 
pasase  porTudela,  y  edificó  sobre  él  un  puente  para 
comodidad  de  los  moradores.  Funda  á  su  costa  dos 
BlonaBteríos  del  Cislel,  llamadas  de  Fitero  y  de  la  Oli- 
va: demás  desto  en  Roncesvalles  uoa  i^^a  con 
nombre  de  Santa  Maria ,  donde  él  t  sus  descendien- 
tes se  enterrasen.  Casó  con  doña  Clemencia  hija  de 
Raimundo  conde  de  Tolosa  Cuarto  dcsle  nombre.  En 
ella  tuvo  á  don  Femando,  que  en  vida  de  su  padre 
murió  de  una  calda  que  dio  de  un  caballo  andando  ú 
caza :  au  cuerpo  enterraran  en  Tudela  en  la  Iglesia 
de  Santa  Maris. 


Cibancro  de  AlclDUn. 


En  el  tiempo  que  este  don  Sancltocomenzódrei- 
nar ,  toda  España  estaba  suspensa  por  el  temor  de 
una  grande  guerra  que  la  amenazaba.  Don  Martin 
arzobispo  de  Toledo,  como  le  era  mandado,  rompiú 
por  los  campos  de  Andalucía,  destruyó  por  todas 

E artes  todo  lo  ^e  se  le  puso  delante :  muchos  tiom- 
res  gnuados  y  otras  cosas  fueron  robadas,  quemados 
los  edificios ,  los  lugares  y  tos  campos  destrozados;  y 
por  no  selirle  al  encuentro  algún  ejército  de  moros 
se  volvió  con  el  suyo  á  su  tierra  sano  y  salvo  y  rico, 


350 


BIBLIOTECA  DB  GASPAR  T  ROIG. 


Los  moros  movidos  por  el  dolor  de  esta  afrenta  y  da- 
ño hicieron  grandes  juntas  de  soldados  en  toda  la 
provincia.  El  mismo  m^amamolin  Albenjuzeph  Maze« 
muto  avisado  de  lo  que  pasaba,  con  gran  numero  de 
gentes  y  con  deseo  de  venganza  pasó  en  España  (1): 
no  solo  los  almohades  sino  tamoien  los  etbiopes  y 
alárabes  con  la  esperanza  de  la  presa  de  España  se- 
guían sus  reales.  Con  esta  muchedumbre  pasaron  ¿ 
Sierra  Morena ,  y  llegaron  al  lugar  de  Alarcos  que 
poco  antes  los  nuestros  edificaran. 

Don  Alenio  rey  de  Castilla  avisado  del  apercibi- 
miento de  ios  moros ,  y  del  peligro  de  los  suyos,  en 
ninguna  manera  perdió  el  ánimo :  antes  avisado  aue 
hobo  á  los  reyes  de  Navarra  y  de  León  que  le  acudie- 
sen ,  con  los  cuales  poco  antes  se  concertó,  el  prime- 
ro que  nadie,  con  su  ejército  particular  acudió  á 
Alarcos,  y  puso  sus  reaies  cerca  de  los  enemigos, 
cuya  muchedumbre  era  tan  grande  que  con  sus 
tiendas  ocupaban  todos  aquellos  campos  y  collados: 
por  esto  algunos  juzgaban  que  se  debían  reportar ,  y 
con  astucia  y  mana  entretener  al  enemigo  basta  tan- 
to que  los  otros  reyesviniesen,  que  se  decía  Hedían 
muy  presto :  otros  eran  de  parecer  que  se  viniese 
luego  á  las  manos ,  porque  los  navarros  y  leoneses 
no  tuviesen  parte  en  la  victoria  y  en  la  presa ,  que 
arrojada  y  temerariamente  al  cierto  se  prometían. 
Este  parecer  prevaleció  como  el  que  era  el  mas  hon- 
rado, dado  que  el  rey  no  ignoraba  que  aquellos  con- 
sejos en  la  guerra  son  mas  saludables  que  mas  segu- 
ros; y  que  menospreciar  al  enemi^  y  confiar  en  si 
mismos  es  daño  igualmente  periudiclal  á  los  grandes 
reyes ,  como  el  suceso  desta  Batalla  lo  dio  á  en- 
tender. 

Ordenaron  los  reyes  sus  gentes.  Dióse  la  batalla 
junto  á  Alarcos  á  diez  y  nueve  de  julio ,  qíie  fue  miér- 
coles, el  año  de  i  195.  Fue  grande  el  coraje  y  denuedo 
de  entrambas  las  partes;  pero  el  esfuerzo  délos  nues- 
tros fue  vencido  por  lamuchedumbredelos  enemigos, 
porque  mereciéndolo  así  los  pecados  del  pueblo,  y 
por  voluntad  de  Dios  amedrentados  los  nuestros,  íes 
faltó  el  ánimo  y  corazón  en  la  pelea.  Muchos  así  en 
la  batalla  como  en  la  huida  fueron  muertos ,  entro 
ellos  Martin  Martínez  maestre  de  Calatraba  :  ouien 
dice  que  don  Martin  arzobispo  de  Toledo  se  halló  en 
esta  batalla;  de  don  Diego  de  Haro,  que  fuera  el 
principal  movedor  desta  guerra ,  se  decía  mostró 
cobardía  ca  se  retiró  de  la  pelea  y  volvió  á  Alarcos  al 
principio  de  la  batalla  sea  por  no  tener  confianza  de 
salir  con  la  victoria,  sea  como  hobo  fama ,  por  estar 
agraviado  del  rey ,  que  en  cierta  ocasión  igualó  los 
caballeros  del  Andalucía  con  los  nobles  de  Castilla  en 
esfuerzo  y  destreza  del  pelear.  Los  moros ,  ensober- 
becidos con  tan  «rande  victoria,  no  solóse  apodera- 
ron de  Alarcos  qiie  luego  se  les  rindió,  sino  pasaron 
adelante ,  y  metiéronse  por  las  tierras  del  reino  de 
Toledo.  Llegaron  hasta  Yévenes  que  está  seis  leguas 
de  ajiuella  ciudad ,  desde  allí  hechos  muchos  daños 
volvieron  atrás.  En  nuestra  edad  solamente  restan 
algunos  paredones  de  Alarcos ,  y  un  templo  bien  an- 
tiguo con  nombre  deSanta  María  con  aue  los  comar- 
canos tienen  mucha  devoción:  entiéndese  que  el  rey 
bárbaro  hizo  hechar  por  tierra  aquel  pueblo  y  abatir 
sus  murallas. 

Távoso  por  cierto  que  con  aquel  de%astretan  gran- 
de castigó  Dios  en  particular  un  pecado  del  rey  ,  y 
fue  aue  en'Toledo,  menospreciada  su  mujer,  se  ena 
moro  de  cierta  judía  que  fuera  de  la  hermosura  niti* 
guna  otra  cosa  tenia  de  estimar.  Era  este  trato  no 
solo  deshonesto  sino  también  afrentoso  á  la  cristian- 
dad :  los  grandes  movidos  por  tan  grande  indignidad , 
y  porque  no  se  esperaba  emienda ,  hicieron  matar 

(1)  Con  fien  mil  caballos  y  trescientos  mil  peones,  que 
se  aumentaron  con  las  fuerzas  de  los  moros ,  y  las  que  tenia 
Pedro  Hemandet  de  Castro. 


aquella  mujer,  Andaba  el  rey  furioso  por  el  amor  v 
deseo.  Un  ángel  que  de  noche  le  apareció  en  lllescas 
le  apartó  de  aquel  mal  propósito:  mostrósele  en  aque- 
lla forma  que  tenia  en  una  pintura  y  imagen  del 
mismo  rey  ,  á  manera  de  mancebo ,  con  rostro  her- 
moso, mas  grave,  que  le. amenazaba  sino  volviese  en 
sí ,  y  le  apercebia  esperase  el  premio  de  la  castidad, 
si  la  guardase ,  y  temiese  el  castigo ,  si  la  menospre- 
ciase. En  la  Iglesia  de  lllescas  á  la  mano  derecha  del 
altar  mayor  hay  una  capilla  llamada  del  Ángel ,  con 
un  letrero  aue  declara  ser  aauet  el  lugar  en  que  se 
apareció  el  ángel  al  rey  don  Alonso  el  Bueno;  que  así 
le  llaman.  La  verdad  es  que  sabido  el  desastre  de 
Alarcos ,  los  reyes  de  León  y  de  Navarra  desistieron 
del  propósito  de  ayudar  en  aquella  empresa.  El  rey 
de  León  acudió  á  visitar  al  rey  don  Alonso  sea  con 
ánimo  llano ,  sea  fingidamente:  don  Sancho  rey  de 
Navarra  sin  saludar  al  rey  se  volvió  á  su  tierra.  La 
memoria  desta  descortesía  quedó  en  el  pecho  del  rey 
de  Castilla  fijada  mas  altamente  que  nin^no  pudie- 
ra pensar ;  y  desde  aquel  tiempo  congojado  con  la 
saña  y  con  el  miedo  comenzó  a  tratar  y  aparejarse 
para  vengar  el  agravio,  v  satisfacer  aquel  su  consen- 
timiento no  solo  contra  los  moros,  sino  también  con- 
tra los  navarros. 

CAPITULO  XIX. 
De  lo  que  sucedió  en  Portugal. 

El  año  luego  simiente  que  se  contaba  de  Cristo 
1196 ,  fue  desgraciado  en  España  por  la  muerte  del 
rey  don  Alonso  de  Aragón,  que  entre  los  reyes  de 
España  tenia  el  segundo  lugar  en  autoridad  y  señorío, 
y  en  esfuerzo  no  daba  ventaja  á  nmguno.  Falleció  en 
Perpiñan  á  veinte  y  cinco  de  abril  en  tiempo  que 
todo  su  señorío  gozaba  de  ^an  paz;  y  el  reino  de 
Araffon  florecía  en  gente ,  riquezas  y  fama.  Nombre 

§or  heredero  á  don  Pedro,  su  hijo  mayor.  Siendo 
este  nombre,  á  don  Alonso  mandó  en  su  testameiito 
el  condado  de  la  Proenza  y  los  demás  estados  que 
del  dependen.  A  don  Fernando  el  menor  de  todos 
mandó  que  en  el  monasterio  de  Poblóte  del  Gistel, 
que  su  padre  comenzó  y  él  le  dejó  acabado,  y  está 
puesto  entre  tarragona  y  Lérida ,  en  que  píecsaba 
nacer  el  enterramiento  suyo  y  de  sus  sucesores,  to- 
mado el  hábito,  se  ocupase  en  rogar  á  Dios  por  las 
ánimas  de  sus  antepasados.  Las  tres  hijas  infantas 
doña  Constanza,  doña  Leonor,  jáom  Dulce  nombró 
y  sustituyó  á  la  sucesión  del  reino ;  si  sus  hermanos 
muriesen  sin  herederos ,  mudada  en  esta  parte  y 
corregida  la  voluntad  de  doña  Petronila  su  madre, 
que  escluyó  las  hembras  de  la  herencia  de  aquellos 
estados,  como  arriba  queda  señalado. 

Este  año  en  que  sucedió  la  muerte  del  rey  de  Ara- 
gón ,  fue  también  desgraciado  por  la  hambre  y  peste, 
males  que  Cataluña  principalmente  padeció.  Demás 
desto  con  una  nueva  entrada  que  hizo  el  rey  bárbaro, 
Cáceresy  Plasencía  fueron  tomadas, talados  los  cam- 
pos de  Talavera .  y  puesto  fuego  á  los  olivares ,  que 
se  dan  allí  muy  buenos.  La  vilK  no  pudo  ser  entrada 
por  la  fortaleza  délos  adarves  y  esfuerzo  de  los  mora- 
dores; echó  por  tierra  empero  los  lugares  de  Santo- 
lalla  y  Escalona  que  están  mas  adelante.  La  misma 
ciudad  de  Toledo  estuvo  cercada  espacio  de  diez 
dias.  En  Castilla  la  silla  obispal  deNáieraen  gue  has- 
ta entonces  estuvo ,  se  trasladó  á  la  iglesia  oe  Santo 
Domingo  de  la  Calzada ,  la  cual  de  una  escalente  fa- 
brica se  comenzara  diez  y  seis  años  antes,  y  á  la 
sazón  se  acabó,  de  tanta  grandeza  j  anchura  que 
compite  con  las  principales  de  España.  Lo  uno  y  lo 
otro  se  hizo  por  diligencia  de  don  Rodrigo  obispo  de 
Calahorra. 

Eiaño  siguiente  de  1197  hobo  nuevos  movimientos 
en  Cataluñapor  estar  la  provincia  dividida  en  parcia- 
lidades :  unos  seguían  á  Armeogaudo  conde  de  Ur- 


HISTORIA  DE    ESPAÑA. 


35  i 


ge),  otros  favorecían  é  Raimundo  Rogerio  conde  de 
Fox ;  por  la  cual  parcialidad  )a  ciudad  de  Urgel  fue 
cercada  y  tomada  por  fuerza.  El  moro  Abenjuzeph, 
soberbio  por  la  victoria  pasada  y  la  prueba  que  hizo 
de  sus  fuerzas  y  fortuna ,  con  orgullo  se  prometía  en 
su  pensamiento  el  señorío  de  toda  España.  Rehacién- 
dose pues  de  fuerzas  y  juntadas  mas  gentes ,  volvió 
otra  vez  á  Toledo  :  no  tenia  esperanza  de  apoderarse 
de  la  ciudad  por  la  fortaleza  del  sitio :  taló  los  cam-> 
pos ,  saqueó  los  lugares  comarcanos .  hizo  grandes 
robos,  llegó  con  las  talas  hasta  Madrid  y  Alcalá,  y  á 
mano  izquierda  hasta  Ocnña ,  Uclés ,  Huete  y  Cuenca 
destrozando  todo  lo  que  encontraba.  Los  nuestros 
por  los  daños  del  año  pasado  y  por  el  miedo  presente 
estaban  sin  consejo ,  y  sin  saber  que  parliao  toma- 
rían para  defender  la  patria.  Era  estremo  el  peligro 
en  que  las  cosas  ile  los  cristianos  se  bailaban,  poroue 
el  moro,  efectuadds  tan  grandes  cosas,  se  volvió  ul 
Andalucía  con  su  ejército  sano  y  salvo,  determinado 
de  tornar  á  la  guerra  el  ano  siguiente  con  mayor 
furia. 

Don  Alonso  rey  de  Castilla,  rodeado  de  tantos  ma* 
les,  por  no  tener  fuerzas  iguales  al  enemigo  trataba 
de  buscar  socorros  y  ayudas  do  fuera.  Poca  esperan- 
za tenia  que  los  leoneses  y  navarros  hiciesen  cosa  de 
provecho,  pues  demás  del  desacato  pasado  en  tiempo 
tan  trabajoso  acometían  por  diversas  parles  las  tier- 
ras de  Castilla ,  sin  tener  cuenta  con  la  cristiandad, 
ni  coni^iderar  lo  que  la  fama  diría  dellos.  Fue  asi  que 
el  rey  de  Navarra  trabajó  las  tierras  de  Soria  y  Alma- 
zan  por  do  entró  á  robar  con  sus  soldados :  el  rey  de 
León  puesta  confederación  y  alianza  con  los  bárbaros 
que  moraban  en  Estremadura  en  las  tierras  aue  caen 
entre  Tajo  y  Guadiana,  se  metió  por  tierra  de  Cam- 
pos en  que  taló  toda  la  campaña.  En  solo  don  Pedro 
rey  de  Aragón  llamado  el  Católico  quedaba  alguna 
esperanza  :  convidóle  el  rey  de  Castilla  para  hacer 
confederación  y  juntar  las  fuerzas  contra  los  enemi- 
gos comunes.  Vino  el  Aragonés  en  ello.  Hecho  este 
concierto ,  pareció  primero  vengar  las  injurias  del 
rey  de  León  ,  después  los  agravios  que  hicieron  los 
navarros  :  con  esto  de  primera  instancia  fueron  to- 
mados del  rey  de  León  los  pueblos  de  Bolaños ,  Cas- 
troverde,  Valencia  y  el  Carpió. 

Contra  los  navarros  no  se  pudo  hacer  la  guerra 
como  lo  tenían  acordado,  á  causa  que  Abenjuzeph 
se  apercehiá  para  hacer  nueva  guerra  como  aquel 
que  estaba  acostumbrado  demasiadamente  á  hacer 
entradas  por  nuestras  tierras  :  con  todo  esto  los  cas- 
tellanos y  aragoneses  con  la  gente  que  fuera  justo 
acometer  á  los  bárbaros ,  sin  ningún  cuidado  de  la 
cristiandad  revolvieron  contra  el  rey  de  León  causa 
de  todos  los  males,  como  ellos  decían :  tornaron  á 
entrar  por  sus  tierras  el  año  de  i  i 98,  y  llegaron  has- 
ta Astorga :  destrozaron  la  tierra  de  Salamanca,  apo- 
*  doráronse  de  la  una  y  de  la  otra  Alba ,  y  do  Monterey 
con  otros  lugares,  después  desto  tornaron  á  tratar 
de  vengarse  del  rey  de  Navarra  (i),  que  no  menos 
agravios  tenía  hechos;  y  esto  con  tanta  voluntad  de 
los  reyes  de  Castilla  y  Aragón ,  aue  olvidados  de  f  u 
reputación  ,  y  sin  moverse  por  el  peligro  de  la  cris- 
tiandad, se  determinaron  hacer  concierto  con  Abeu- 
juzeph  común  enemigo  de  cristianos ,  y  no  tuvieron 

Íior  cosa  fea  ser  los  primeros  á  con  vida  lie  con  la  con* 
éderacion.  £1  bárbaro  no  dejaba  de  dar  orejas  á  esta 

(1 )  Don  Sancho,  rey  de  Navarra ,  desconriando  de  ios  de 
AraROQ  y  Castilla ,  trató  de  hacer  alianza  con  el  emperador 
de  Marruecos;  y  para  que  fuese  mas  firme  resolvió  casarse 
con  una  bija  de  este  príncipe  que  se  la  había  ofrecido ,  con 
la  promesa  de  darle  en  dote  todos  los  estados  que  tenia  en 
España  ,  y  una  bnena  suma  de  dinero.  Pasó  á  África  con  este 
intento  el  año  09;  pero  entre  tanto  sus  contrarios  entraron 
en  8U6  estados  causando  muchos  males ,  y  apoderAndoae  de 
alonas  fortalezas.  Nuestro  autor  pone  estos  sucesos  el 
ano  1900  en  el  capitulo  siguiente. 


plática ,  por  tener  gran  deseo  de  volver  sus  fuerza» 
contra  el  rey  de  Portugal ,  que  tenia  hecho  en  los 
bárbaros  grande  estrago ,  fuera  de  que  estaba  coa 
cuidado  de  las  cosas  de  África. 

Asentáronse  treguas  con  los  moros  por  diez  años. 
En  este  tiempo  don  Sancho  rey  de  Portugal  parte  de 
su  cuidado  y  pensamiento  ocupaba  en  reparar  ó  edi- 
ficar de  nuevo  diferentes  pueblos ,  de  donde  ganó  el 
renombre  y  fue  llamado  don  Sancho  el  Poblador :  en 
este  número  se  cuentan  Valencia  de  Miño,  Montema- 
yor  el  Nuevo,  Vállelas,  Peñamacor,  Sortella  y  Pene- 
lia  con  otros ,  parte  de  los  cuales  por  donación  del 
rey  se  dieron  a  los  caballeros  de  Santiago ,  parte  á 
los  de  A  vis,  que  por  este  tiempo  comenzaron  en 
Portugal  á  tener  fama.  El  mayor  cuidado  que  tenia, 
era  de  echar  los  moros  de  toda  aquella  provincia;  y 
asi  se  apoderó  de  la  ciudad  de  Silves,  que  está  al 
promontorio  Sacro  ó  cabo  de  San  Vicente ,  ayudado 
de  una  gruesa  armada  aue  vino' de  Francia  y  íngala- 
terra.  En  particular  el  conde  Philipe,  cuñado  del 
rey ,  envió  en  su  ayuda  veinte  y  siete  naves,  y  en 
ellas  muy  escogidos  soldados  deFlandes.  En  la  razón 
del  tiempo  en  que  esto  sucedió,  no  concuerdan  loa 
escritores :  algunos  señalan  el  año  de  i  í  99 ,  otros  lo 
ponen  diez  años  antes ,  que  fue  en  el  tiempo  que  los 
reyes  Enrique  de  Ingalaterra  y  Philipe  de  Francia 
con  deseo  de  promover  y  sustentar  la  cristiandad  que 
estaba  para  perderse ,  se  determinaron  de  pasar  por 
mar  á  la  Tierra  Santa,  después  que  tuvíeroü  primero 
vistas  en  los  Vellocases ,  donde  está  la  villa  de  Gisors, 
cabeza  que  es  de  los  pueblos  que  llaman  Vergassins; 
pero  el  Inglé^i  mudada  la  noluntad ,  sa  quedó  en  su 
tierra ,  y  envió  en  su  lugar  á  su  hijo  Ricarde. 

Hizo  compañía  á  los  reyes  Enrique  á  la  sazón  con* 
de  de  Campaña  en  Francia :  después  por  casar  con 
doña  Isabel  hija  del  rey  Amalahco,  fue  rey  de'JeriKi 
salen,  Hijo  deste  Enrique,  de  la  primera  mujer,  fue 
Theobaldo  conde  de  Campaña ,  con  quien  por  estoa 
tiemnos  casó  doña  Blanca  hermana  de  don  Sanchoi 
rey  ae  Navarra  ,  madre  de  otro  Theobaldo  que  el 
tiempo  adelante  vino  á  ser  rey  de  Navarra.  Los  cora-*, 
zones  de  los  mortales  trabajados  con  tantos  males,  y 
aquejados  de  miedos  tenían  otrosí  atemorizados  mu~ 
chos  prodigios  que  se  veían  como  anuncios  de  gran-, 
des  males.  En  Portugal  hobo  peste  y  hambre  gravísi- 
ma,  y  en  el  cielo  se  vieron  otras  señales :  el  vulgo 
inclinado  á  pensar  lo  peor  y  dado  á  supersticiones 
decía  ser  venganza  del  cielo  y  ira  de  Dios ,  porque  el 
matrimonio  de  don  Alonso  rey  de  León  y  de  doña 
Teresa  infanta  de  Portugal ,  si  bien  era  üegitimo  y 
por  las  leyes  ninguno^  no  se  apartaba ;  dado  que  Ino- 
cencio, pontifico.  Tercero  deste  nombre ,  sucesor  de 
Celestino,  que  había  comenzado  á  gobernar  la  iglesia 
Romana,  lo  procuraba  con  todo  cuidado,  de  talsuer- 
te  que  puso  entredicho  en  todo  Portugal ,  y  pena  de 
excomunión  á  lodos  los  que  no  obedeciesen  á  su 
mandato.  Acrecentóse  este  miedo  por  perderse  como 
se  perdió  á  la  sazón  la  ciudad  de  Silves ,  destruidos  y 
talados  los  lugares  y  campos  de  aquella  comarca  :  lo. 
uno  y  lo  otro  por  las  armas  y  esfuerzo  de  Abenjuze|)h, 
que  pretendía  por  esta  manera  satisfacerse  de  las  in-» 
jurias  y  daños  aue  el  rey  de  Portugal  le  tenia  hechan 
el  tiempo  pasado. 

CAPITULO  XX. 
De  la  guerra  que  se  hizo  contra  Navarra. 

Apartóse  aquel  matrimonio  del  rey  de  León  por 
causa  del  parentesco  que  tenían  él  y  su  muier ,  coa 
dificultad  y  tarde;  pero  en  fin  se  apartó  el  año  de 
nuestra  salvación  oe  í200,  y  luego  se  comenzó  á 
poner  en  plática  de  pedir  á  la  infanta  doiía  Beren- 
guela  hija  de  don  Alonso  rey  de  Castilla,  de  la  cual 
se  dijo  poco  antes  que  estaba  concertada  de  casar  con 
Conrado  duque  de  Suevia;  mas  ella  se  escusaba  por 


352 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


las  costumbres  de  los  alemanes  y  por  el  largo  cami- 
no ,  puesto  que  do  menos  aborrecia  el  matrimonio  de 
León  por  el  parentesco  que  con  él  tenia,  causa  que 
€l  primero  se  apartase:  pero  los  reyes  muchas  veces 
posponen  la  honestidad  y  religión  á  sus  particulares. 
Los  halagos  de  la  madre  ablandaron  el  corazón  de  la 
doncella ,  y  á  su  padre  parecía  que  los  casamientos 
de  diversas  naciones  muchas  veces  suelen  ser  des- 
agraciados ,  y  que  no  se  debia  dejar  la  ocasión  de  ga- 
nar al  rey  de  León  que  les  hacia  tantos  daños ,  demás 
de  apartalle  de  la  amistad  del  rey  de  Navarra ,  de 
quien  principalmente  deseaba  satisfacerse  y  vengar- 
se ,  y  entendía  que  desamparado  del  rey  de  León  no 
tendría  fuerzas  bastantes  para  resistir.  Por  una  epís- 
tola de  Inocencio  III  enderezada  al  de  Gompostella  se 
ve  que  el  de  Toledo  fue  á  Roma  el  año  pasado  para 
alcanzar  dispensación  del  papa  sobre  este  matrimonio 
que  se  trataba ,  y  no  lo  quiso  dar. 

Entretanto  pues  que  esras  cosas  se  trataban  y  ma- 
duraban ,  el  rey  de  Castilla  don  Alonso  con  grande 
deseo  de  vengarse  se  apercebia  con  todo  cuidado  para 
aquella  guerra :  á  don  Pedro  rey  de  Aragón  para  no 
poder  venir  luego ,  como  en  la  confederación  quedó 
asentado,  Impinié  la  discordia  que  tenia  con  su  ma- 
dre la  reina  doña  Sancha,  ca  teniéndola  por  sospe- 
chosa y  creyendo  que  trataba  de  volverse  á  Castilla, 
procuró  quitalle  (os  lugares  de  su  dote.  Pero  á  instan- 
cia del  rey  de  Castilla  se  asentó  la  concordia  entre  la 
madre  y  el  hijo :  juntáronse  los  dos  reyes  en  Haríza, 
pueblo  asentado  á  la  raya  de  los  dos  reinos ,  donde 
por  medio  y  diligencia  del  rey  don  Alonso  y  por  su 
voluntad  se  determinó  que  á  trueco  de  Tortosa  y  de 
Azcona  y  de  otros  pueblos  la  reina  diese  al  rey  de 
Aragón  los  de  Haríza,  Epila y  Embite  que  le  pertene- 
cían á  ella;  en  que  pretendía  el  Aragonés  quitar  la 
entrada  por  aquella  parte  al  rey  de  Castilla  ,  si  en 
algún  tiempo  quisiese  acometer  las  tierras  de  Ara- 
gón :  consideraba  que  fais  voluntades  de  los  hombres 
y  mas  las  de  los  reyes  son  varias  y  mudables,  y  por 
ningún  re<:peto  de  parentesco  se  mueven  cuando  se 
les  muestra  esperanza  de  ensanchar  su  estado.  Don 
Pedro  Ruiz  de  Azagra  señor  de  Albarracin  se  halló  en 
aquellas  vistas  de  los  reyes  por  estar,  es  á  saber,  ya 
reconciliado  con  ambos!  Hízose  esta  confederación  á 
treinta  de  noviembre.  En  el  mismo  año  doña  Beren- 
guela  hermana  del  rey  don  Sancho  de  Navarra  casó 
con  Ricardo  rey  de  Ingalaterra  :  así  lo  dicen  las  his- 
torias de  España.  Los  escritores  ingleses  refieren 
?[ue  sucedió  esto  el  año  pasado,  y  afirman  que  on  est^ 
alleció  el  mismo  Ricardo. 

El  rey  don  Alonso  con  la  comodidad  de  las  treguas 
que  tenía  con  los  moros,  deseaba  reparar  los  daños 
que  el  tiempo  pasado  se  recibieran ,  y  para  esto  pro- 
curaba reparar  á  Plasencía  y  á  Bejar ,  y  á  Mirabel  y  á 
Segura  eu  el  monte  Argentario:  á  Monfredo,  y  á 
Moya  en  la  Mancha  do  Aragón,. á  Aguilar  en  tierra 
de  Campos.  Estas  cosas  hacia,  y  no  aflojaba  con  eso 
el  cuidado  de  la  guerra  que  pensaba  hacer  á  los  na- 
varros ,  ni  cesaba  do  amonestar  al  rey  de  Aragón  que 
juntase  con  él  las  fuerzas  y  las  armas :  así' en  un 
tiempo  las  gentes  de  Aragón  y  Castilla  se  movieron 
contra  los  navarros.  El  rey  don  Sancho  vista  la  tem- 
pestad que  cargaba  sobre  él ,  y  que  no  tenia  fuerzas 
bastantes,  como  quier  que  esperase  poca  aj[uda  de 
los  príncipes  cristianos  que  sen  lia  estar  enajenados 
por  industria  y  maña  del  rey  de  Castilla ,  tanto  que  se 
comenzaba  á  tratar  del  casamiento  entre  Luis  hijo  de 
Phílipe  rey  de  Francia  y  la  infanta  doña  Blanca  hija 
de  don  Alonso  rey  de  Castilla;  determinó  por  el  mar 
pasarse  á  África  para  pedir  ayuda  al  míramamolin 
Abenjuzeph  :  grande  arrenta  y  notable  maldad ,  ma- 

Íormente  que  se  entendía  no  dejaría  él  como  era  so- 
erbio  pasar  la  ocasión  que  la  discordia  de  los  nuestros 
le  presentaba ,  do  acometer  de  nuevo  á  España.  Los 
historiadores  navarros  no  conforman  con  lo  que  de 


verdad  pasó ,  sino  -con  deseo  de  escusar  a<¡uel1a  jor« 
nada  finjen  que  don  Sancho  pasó  en  Afríca  con  in- 
tento de  socorrer  al  rey  moro  de  Tremezen  contra  el 
de  Túnez :  la  invención  por  si  misma  se  manifiesta, 
por  no  haber  entonces  reyes  en  África  de  aquellas 
ciudades  :  así  no  me  pareció  era  menester  reiutalla 
con  mas  palabras. 

La  verdad  es  que  pasado  el  rey  don  Sancho  en 
África ;  los  reyes  de  Castilla  y  de  Aragou  se  metieron 
por  Navarra  como  por  tierra  sin  dueño  y  sin  valedor. 
Ayvar  y  lo  de  Valderroncal  tomó  el  rey  de  Aragón. 
Los  pueblos  de  Miranda  y  Inzuía  se  dieron  al  rey  de 
Castilla ,  que  puso  también  cerco  sobre  Victoria  ca- 
beza de  Álava;  y  porque  se  defendían  los  ciudadanos 
valientemente  y  el  cerco  se  dilataba,  dejando  en  su 
lugar  á  (Ion  Diego  de  Raro  para  apretallos,  el  rey  se 
partió á  Guipúzcoa  una  de  las  tres  provincias  de  Viz- 
caya, la  cual  irritada  por  los  agnivios  de  los  navarros 
estaba  aparejada  á  entregársele  como  lo  hicieron  lue- 
go ,  ca  rindieron  al  rey  todas  las  fuerzas  de  la  provin- 
cia ;  lo  que  también  al  fin  hizo  Victoria  perdida  la  es- 
peranza de  poderse  defender ,  y  por  su  autoridad  to- 
das las  demás  villas  de  Álava.  Solamente  sacaron  por 
condición  que  no  les  pudiese  el  rey  dar  leyes  ni  poner 
gobernadores,  escepto  en  Victoria  solamente  y  Tre- 
víño ,  lugares  y  plazas  en  que  se  permitía  que  el  rey 
pusiese  quien  los  gobernase. 

Todo  era  fácil  á  los  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón 
por  estar  toda  la  provincia  de  Navarra  desamparaili 
de  todo  socorro  y  sin  fuerzas ,  fuera  de  que  de  nuevo 
se  divulgó  por  la  fama  que  el  rey  don  Sancho  comen- 
zara á  estar  enfermo  de  cáncer,  que  le  nació  en  una 
pierna ,  sin  esperanza  de  poder  sanar.  La  melancolía 
que  por  la  poca  esperanza  que  tenia  de  remedio,  se  le 
engendró,  fue  causa  de  aquella  mala  dolencia.  Las 
marinas  de  Vizcaya ,  que  importaba  mucho  para  con- 
servar el  señorío  de  aquella  provincia ,  fueron  fortiü- 
cadas.  reparados  los  lugares  de  San  Sebastian.  Fuen- 
te-Raoía,  Guetaria  y  Motríco:  los  lugar(>sdeLaredo,  ' 
Santander  y  San  Vicente  de  nuevo  se  fundaron  en 
las  riberas  cercanas.  Entre  tanto  que  el  rey  don 
Alonso  de  Castilla  se  ocupaba  en  hacer  estas  cosas, 
don  Sancho  rev  de  Navarra  sin  hacer  ningún  efecto 
volvió  afrentado  á  su  patria  y  reino,  que  halló  dismi- 
nuido y  falto  en  muchas  partes,  muchos  pueblos 
enajenados.  Envió  sobre  estos  agravios  .á  los  dos  re- 
yes embajadores  con  toda  humildad,  pero  no  alcan- 
zaron cosa  alguna  fuera  de  buenas  palabras ,  por  no 
poderse  persuadir  á  restituir  lo  que  tenían  adquirido 
por  el  derecho  de  la  guerra ;  ni  les  podían  faltar  ra- 
zones y  títulos  con  que  colorear  su  codicia  y  paliarla. 

CAPITULO  ;xxi. 

Cómo  el  rey  de  Aragón  fué  á  Roma. 

Estas  cosas  sucedieron  en  España  en  el  tiempo 
que  Ricardo  rey  de  Ingalaterra  en  prosecución  de  !a 
guerra  quo  emprendió  en  Francia ,  con  que  mucho 
tiempo  trabajó  aquella  provincia,  en  el  cerco  que  te- 
nia sobre  Limoges  ciudad  muy  fuerte  fue  muerto  con 
una  saela  que  le  tiraron  desde  los  adarves.  Sucedió 
en  el  reino  su  hermano  de  padre  y  madre  llamado 
Juan.  Phílipe  por  sobrenombre  Augusto ,  rey  de 
Francia,  con  intento  de  derribar  al  nuevo  rey,  y 
desbaratar  sus  intentos  antes  que  cobrase  fuerzas, 
hizo  grandes  juntas  de  gentes.  Acometió  á  la  Ñor- 
mandía ,  á  la  Bretaña ,  y  á  los  de  Anjou ,  estados  qué 
eran  de  los  ingleses  en  Francia.  Apoderóse  de  las 
ciudades,  de  unas  por  fuerza,  de  otras  de  grado. 
Contra  su  poder  no  tenia  el  nuevo  rey  ni  le  quedaba 
alguna  esperanza  por  ser  desigual  en  fuerzas ,  y  no 
hallar  camino  para  defendersede contrarío  tan  bmvoy 
ejecutivo.  Enviáronse  el  uno  al  otro  embajadas,  y  por 
este  medio  para  que  los  reyes  se  viesen ,  señalaron  á 
Butavento  pueblo  de  Normandla.  Hízose  allí  confcde- 


HISTORIA  DE    ESPAÑA. 


353 


ración  y  alianza, mas  necesaria  que  honrosa  para  los 
ingleses,  en  que  dejaban  al  Francés  las  ciudades  de 
que  se  apoderara,  solo  con  una  condición  y  gravamen 
que  una  hija  del  rey  de  Cnslilla  casase  con  Luis  hijo 
(le  Phílipe  rey  de  Francia  sin  llevar  otra  dote  alguna. 
Esle  color  se  tomó  y  esta  capa  por  ser  sobrina  del 
Inglés ,  hija  de  su  hermana.  Solo  lo  de  Anjou  se  res- 
tituyó á  los  ingleses. 

Enviáronse  embajadores  al  rey  de  Castilla  de  todo 
lo  que  pasaba  :  él  alegre  con  la  nueva ,  y  con  el  con- 
cierto ,  que  demás  del  bien  común  le  traía  á  él  tanto 
provecho,  vino  en  lo  que  pedian.  Tenia  el  rey  don 
Alonso  cuatro  hijas ,  las  tres  en  edad  de  casarse :  es- 
tas eran  doña  Berenguela ,  doña  Urraca,  doña  Blan- 
ca. Doña  Berenguela  por  este  mismo  tiempo  casó  con 
el  rey  de  León.  A  los  embajadores  que  de  Francia 
vinieron  sobre  el  caso ,  dieron  á  escoger  entre  las  dos 
que  restaban.  Doña  Urraca  era  mas  apuesta  y  de  mas 
edad;  sin  embargo  ellos  ofendidos  del  nombre  doña 
Urraca  escogieron  á  doña  Blanca.  En  Burgos  se  hi- 
cieron los  desposorios :  dende  acompañada  del  padre 
fue  la  doncella  llevada  á  la  Guiena  por  estar  en  poder 
de  los  ingleses  :  de  allí  con  acompañamiento  de  gran- 
des de  Francia  pasó  á  donde  estaba  su  esposo.  Los 
ingleses  quedaron  muy  sentidos  de  que  con  aquella 
confederación  se  hobiese  oscurecido  la  magostad  de 
aquel  reino  ,•  eu  tanto  grado  que  pasado  el  rey  á  Inga- 
laterra ,  le  miraban  de  mala  gana  y  con  malos  ojos, 
y  ai  entrar  en  las  ciudades  no  le  hacían  las  aclama- 
ciones que  suelen  y  acostumbran.  Sucedieron  estas 
cosas  el  año  "ISOi.  En  el  mismo  año  falleció  Theobal- 
do  conde  de  Campaña  :  dejó  por  heredero  el  preñado 
de  su  mujer  doña  Blanca  :  parió  después  de  la  muer- 
te de  su  marido  un  hijo  del  mismo  nombre.  Doña  Be- 
renguela hija  de  don  Alonso  rey  de  Castilla  última- 
mente casó  con  don  Alonso  rey  de  León. 

Era  cosa  muy  honrosa  para  don  Alonso  rey  de  Cas- 
tilla casar  dos  bijas  casi  en  un  mismo  tiempo  con  dos 
reyes  sin  dote  ninguna,  porque  á  doña  Berenguela 
dio  solamente  los  lugares  que  por  las  armas  quitó 
poco  antes  á  su  mando ,  restituyéndoselos  por  las 
condiciones  del  casamiento.  Celebráronse  las  bodas 
en  Valladolid ,  do  los  reyes  se  juntaron ,  con  grandes 
fiestas  y  muestras  de  alegría.  Entre  don  Alonso  conde 
de  la  Proenza  en  Francia  y  don  Guillen  conde  de  Fo- 
calquer,  aunque  ora  tío  de  doña  Garsenda  muier  del 
mismo  don  Alonso ,  se  levantó  guerra  que  forzó  á  don 
Pedro  rey  de  Aragón  para  ponellos  en  paz  de  pasar 
en  Francia.  En  Aguas  Muertas,  pueblo  en  las  mari- 
nas de  la  Gallia  Narbonense  que  los  antiguos  llama- 
ron Fossas  Marianas ,  por  la  aiiigencia  del  rey  se  tra- 
tó de  la  concordia,  y  hechas  sus  avenencias,  se 
apartaron  de  las  armas. 

Deseaba  el  rey  de  Aragón  con  cuidado  de  hacer  la 
guerra  á  los  mallorquines  por  estar  aquellas  islas  en 
poder  de  moros.  Para  este  efecto  era  menester  ganar 
la  voluntad  de  ios  ginoveses  y  písanos ,  que  en  aaue- 
lia  sazón  eran  poderosos  por  el  mar.  La  auloridRcl  de 
Inocencio  111  frantífice  máximo  era  muy  grande,  y  no 
menor  el  deseo  de  ayudar  á  los  aragoneses ,  como  lo 
mostraba  en  muchas  ocasiones.  Partido  pues  el  rey 
de  la  Proenza  en  una  flota  se  fué  á  Roma  á  verse  con 
el  pontífice :  recibióle  él  con  grande  aparato,  y  para 
honralle  mas  en  la  iglesia  (le  San  Pancracio ,  que 
está  de  la  otra  parte  del  Tiber ,  el  año  de  nuestra  sal- 
vación de  4204  á  veinte  y  uno  de  noviembre  fue  un- 
gido por  Pedro  obispo  portuense ,  y  por  la  misma 
mano  del  pontífice  con  solemne  ceremonia  recibió  la 
corona  y  Jas  demás  ínsignas  reales.  Concedió  otrosí 
para  adelante  que  los  reyes  de  Araron  pudiesen  ser 
coronados  en  sus  tierras;  y  que  hiciese  el  oficio  y 
toda  la  ceremonia  el  arzobispo  de  Tarragona  como 
vicario  del  pontífice  romano.  Hay  bula  de  todo  esto, 
mas  no  pareció  poneüa  en  este  lugar.  Aun  no  se  acos- 
tumbraba en  aquel  tiempo  que  ios  reyes  de  Aragón 


luego  después  de  h  muerte  de  sus  padres  tomasen 
las  insignias  reales ,  sino  cuando  á  la  manera  usada 
entre  los  españoles  los  armaban  caballeros  ó  se  casa- 
ban :  entonces  finalmente  usaban  del  nombre  é  in- 
signias reales. 

Por  esta  merced  une  hizo  á  Aragón  el  papa ,  el  rey 
de  Aragón  hizo  su  ^ino  feudatario  (I)  á  los  pontifi-  T\y 
ees  romanos  .  concertó  y  prometió  de  pagar  cada  año 
cierta  cantidad  de  oro :  cosa  que  llevaron  á  mal  los 
naturales,  que  se  menoscabase  con  aquel  color  y 
capa  el  derecho  de  la  libertad,  y  se  diese  á  los  pontí- 
fices poder  y  ocasión  y  entrada  con  esto  i>ara  inten- 
tar mayores  cosas  en  Aragón.  Este  sentimiento  se 
aumentó  por  un  tributo  que  el  año  siguiente  el  rey 
impuso  sobre  el  reino  muy  pesado  que  vulgarmente 
se  llama  monetal.  En  Huesca  al  fin  del  mes  de  no- 
viembre se  promulgaron  los  tales  edictos ,  en  que  no 
solamente  el  vulgo  sino  también  todos  los  nonles  y 
hidalgos  se  comprehendian  sin  sacar  ¿  nadie.  Repre- 
hendían al  rey ,  y  estrañaban  que  en  particular  fuese 
pródigo  y  en  público  codicioso  para  suplir  con  tales 
imposiciones  públicas  y  comunes  lo  que  derramaba 
sin  propósito.  No  se  había  el  rey  casado  por  este 
tiempo ,  y  estaban  con  cuidado  que  dejase  sucesión 

fiara  heredar  el  reino.  Procuró  el  pontífice  romano 
nocencío  que  madama  María  hija  ae  Isabel  reina  de 
Jesusalém «  que  venia  á  suceder  en  aquel  reino ,  ca- 
sase con  el  rey  de  Aragón.  Tenían  este  negocio  para 
concluirse  cuando  el  rey  á  persuasión  desús  grandes 
casó  con  madama  Mana  hija  y  heredera  de  Guillen 
señor  de  Mompeller ,  por  la  comodidad  de  aquel  es- 
tado. 

Con  esto  los  deseos  piadosos  del  pontífice  quedaron 
burlados;  que  con  aquel  casamiento  pretendía  hacer 
que  las  fuerzas  de  Araron  se  empleasen  en  la  guerra 
de  la  Tierra  Santa.  Dona  Urraca  tercera  hija  de  don 
Alonso  rey  de  Castilla,  que  pretendía  antes  casar  con 
el  Aragonés,  perdida  esta  esperanza,  casó  el  año  1206 
con  don  Alonso  hijo  primogénito  de  don  Sancho  rey 
de  Portugal.  Este  año  postrero  de  febrero  hobo  gran- 
de eclipse  del  sol,  tanto  que  por  espacio  de  seis  ho- 
ras el  oía  se  mudó  en  escura  noche.  A  primero  de 
julio  dio  el  rey  al  arzobispo  de  Toledo  don  Martin  el 
oficio  de  canciller  mayor  de  Castilla.  Los  ríos  con  las 
continuas  lluvias  crecieron  tanto,  que  Tajo  en  Tole- 
do á  veinte  y  siete  de  diciembre  principio  del  año  si- 
guiente sobrepujó  la  puerta  de  la  Almofala  un  esta- 
do de  hombre.  Esto  dicen  los  anales  de  Toledo.  La 
Euerla  de  la  Almofala  puede  ser  que  fuese  la  que 
oy  se  llamada  San  Isidoro.  El  rey  de  Navarra ,  per- 
dida la  esperanza  de  rehacerse ,  vino  á  verse  con  el 
rey  de  Castlllaá  Guadalajara,  donde  hicieron  treguas 
por  cinco  años.  Para  mayor  seguridad  se  dieron  como 
en  rehenes  algunos  pueblos  de  la  una  parte  y  de  la 
otra ;  y  en  particular  se  concertó  que  el  rey  don 
Alonso  procurase  que  el  de  Aragón  entrase  en  la 
misma  confederación  . 

£1  año  adelante  de  1208  fue  señalado  por  la  muerte 
de  muchos  príncipes  y  señores  :  á  veinte  y  ocho  de 
agosto  murió  don  Martin  arzobispo  de  Toleao :  suce- 
dióle algo  adelante  don  Rodrigo  Jiménez  navarro  de 
nación  natural  de  Puente  de  Rada ,  su  padre  Jimeno 
Pérez  de  Rada,  su  madre  doña  Eva.  Tuvo  por  herma- 
na á  doña  Guiomar  de  Rada ,  por  sobrino  á  don  Gil 
de  Rada,  á  quien  él  mismo  dio  la  tenencia  de  algu- 
nos castillos.  Todo  consta  de  papeles  de  la  su  iglesia 
de  Toledo,  y  fue  primero  obispo  de  Osma  :  de  allí  le 
trasladaron  á  Toledo.  Las  raras  virtudes  y  buena  vida 

(1 )  Ya  hemoi  dicho  que  el  reioo  de  Aragón  nunca  ha  sido 
feudatario  de  la  silla  apostóli^^a  si  no  se  quieren  interpretar 
asi  algunos  obsequios  á  los  papas  en  testimonio  de  estima- 
ción y  respeto  á  la  cabeza  de  la  Iglesia.  El  tributo  del  mone- 
dage  que  impuso  al  año  síguieute ,  escitó  grandes  alborotos 
en  los  aragoneses,  persuadidos  de  que  se  violaban  sus  fueros 
y  privilegios. 


334 


ftlRLIOTECA  DE  GASPAR  T  BOIG. 


y  la  erudición  singular  para  en  aquellos  tiempos  lii- 
cieron  que  sin  embargo  que  era  extranjero,  subi(*sc 
á  aquel  grado  de  honra  y  á  aquella  dignidad  tan  gran- 
de; y  porque  las  treguas  entre  los  reyes  se  conclu- 
Íreron  en  gran  parte  por  su  diligencÍH,  tenia  ganada 
a  gracia  de  los  principes ,  y  las  Toluatades  de  ia  una 
y  cíe  la  otra  nación.  Por  el  m«sde  noviembre  falleció 
doña  Sancha  madre  del  rey  de  Aragón  en  el  monas- 
tetio  de  Jíiena ,  que  era  de  monjas ,  y  ella  le  fundó  á 
su  costa  debajo  de  la  obediencia  y  gobierno  de  los 
comendadores  de  San  Juan  ,  y  en  el  mismo  cansada 
de  las  cosas  del  mundo,  y  con  deseo  de  vida  mas  per- 
fecta ,  habia  tomado  aquel  hábito. 

En  Toledo  el  mismo  dia  de  San  Martin  falleció  don 
Esteban  Ulan  :  fue  enterrado  en  la  iglesia  de  San  Ro- 
mán :  persona  señalada  en  todo  género  de  virtud  ,  y 
que  tenia  el  gobierno  de  ia  ciudad  y  la  tenencia  de 
los  alcázares  en  premio  del  servicio  que  hizo  los 
años  pasados  al  rey  cuando  se  apoderó  de  Toledo. 
Fue  piadoso  para  con  Dios ,  de  ánimo  liberal  con  los 
[lobres;  las  riquezas  que  alcanzó,  igualaron  á  su 
animo.  Demás  desto  falleció  el  conde  de  ürgel :  de 
su  mujer  doña  Elvira  dejó  una  sola  hija  llamada  Au- 
rembiassis.  Esta  doncella  Gerardo  de  Cabrera  hijo  de 
Ponce,  despertadas  diferencias  y  pleitos  pasados, 
como  quier  que  por  ser  mujer  la  tm  bajase  y  tratase 
de  despejarla ,  por  voluntad  de  doña  Elvira  su  madre 
dio  el  estado  de  Urgel  y  le  entregó  al  rey ,  y  ellas  se 
pusieron  debaio  de  su  amparo.  Con  esto  la  sucesión 
del  gran  Borello ,  antiguamente  conde  de  Barce'ona 
y  de  Urgel .  cayó  del  señorío  de  aquella  ciudad ,  si 
bien  su  padre  mandó  y  dejó  en  su  testamento  la  mi- 
tad de  su  villa  de  Valladohd  al  pontifíce  Inocencio  (i) 
con  intento  que  amparase  6  su  hija  en  lo  demás; 
pero  no  entiendo  que  el  papa  entró  en  posesiun  de 
aquella  manda  y  legado. 

CAPITULO  XXII. 
De  las  paces  que  se  hicieron  entre  los  reyes. 

Espiraba  el  tiempo  de  las  treguas  asentiidas  con  ' 
los  moros  y  el  deseo  de  volver  á  hacerles  guerra  tenia 
á  todos  puestos  en  cuidado ,  roas  que  á  todos  al  rey 
de  Castilla,  como  el  que  caia  mas  cercano  al  peligro. 
Era  menester  sosegar  las  diferencias  entre  los  cris- 
tianos y  los  movimientos,  y  concertarlos  reyes  en- 
tre sf  para  que  de  buena  gana  hiciesen  liga  contra  el 
común  enemigo,  poderoso  con  la  junta  de  tantos  rei- 
nos ,  feroz  con  tantas  victorias ,  y  que  amenazaba  á 
nuestras  tierras.  Los  reinos  comarcanos,  mayormen- 
te si  los  reyes  son  bulliciosos ,  no  pueden  largamente 
estar  sosegados,  por  nacer  cada  aia  entre  ellos  nue- 
vas causas  de  guerras  y  pleitos  tra vados  unas  de 
otras.  Don  Alonso  rey  de  León  fue  el  primero  que  por 
acometer  los  lugares  que  tenia  en  dote  su  madras- 
tra ,  turbó  el  reposo  común.  Reprehendía  á  su  padre 
y  quejábase  que  por  ser  liberal  con  sus  mujeres  dis- 
minuyó la  magestad  del  reino  y  enflaqueció  las  fuer- 
zas. Don  Diego  de  Haro,  por  ser  hermano  de  la  reina 
viuda ,  como  hiciese  rostro  á  los  intentos  del  rev, 
despertó  contra  si  las  armas  de  León  y  de  Castilla  Je 
tal  guisa  que  ni  nudo  defender  el  estado  y  derecho  de 
su  hermana,  y  él  ofendidas  las  voluntades  de  los  dos 
reyes,  fue  forzado á  retirarse  á  Navarra,  Hacia  desde 
allí  ordinariamente  correrías  en  los  campos  de  Casti- 
lla :  sobrermíeron  los  reyes ,  que  le  vencieron  cerca 
de  la  ciudad  de  Estella,  y  le  forzaron  á  meterse  den- 
tro de  aquel  pueblo ,  que  era  muy  fuerte  por  las  mu- 
rallas y  baluartes  :  así  no  trataron  de  combatille. 

Todavía  los  cuatro  reyes  de  Castilla,  León ,  Navar- 
ra y  Aragón  con  seguridad  que  entre  si  se  dieron, 
se  juntaron  á  vistas  en  Alfaro,  en  que  hicieron  entra 

(i)  No  hay  testimonio  de  tal  manda  al  papa  Inocencio,  ni 
hay  ningún  escritor  fidedigno  que  lo  diga. 


si  las  paces  :  don  Diego  de  Haro  desamparado  de  to- 
dos y  desconfíado  de  sus  fuerzas,  se  fue  á  Valencia  á 
valerse  de  Jos  moros.  Avino  que  el  rey  de  Aragón  con 
el  cuidado  que  tenia  de  la  guerra  contra  ¡oh  moros, 
y  porque  asi  quedó  en  la  habla  concertado,  entró  p4)r 
las  tierras  de  Valencia.  Matáronle  el  caballo  en  cierto 
encuentro,  y  sin  duda  viniera  en  poder  de  los  moros 
si  don  Diego  de  Haro ,  que  se  halló  con  ellos,  movido 
de  su  humanidad ,  y  olvidado  de  las  injurias ,  no  le 
diera  un  caballo  con  que  se  libró  del  peligro :  cosa 
que  á  él  fue  causa  de  grande  odio,  y  le  fue  mal  con- 
tado entre  los  bárbaros,  tanto  que  ova  purgarse  y 
aplacailos  le  fue  necesario  pasar  á  África  y  dar  razón 
de  si  al  miramamoiin ,  y  defender  por  derecho  y  por 
las  leyes  su  inocencia/  Concluido  el  pleito  por  una 
parte,  y  por  otra  aplacados  los  reyes  cristianos,  vol- 
vió dende  á  Castilla  el  año  como  yo  pienso  de  4209. 
Sea  lícito  en  la  razón  de  los  tiempos  á  veces  andar  i 
tiento ,  porque  otros  dicen  que  la  confedcraciou  de 
los  reyes  en  Alfaro  se  hizo  dos  años  antes  deste  á 
instancia  y  por  grande  diligencia  de  doña  Sancha 
madre  del  rey  de  Aragón  :  que  aun  no  era  difunta  á 
la  sazón  según  dicen. 

La  verdad  es  que  los  dos  reyes  don  Sancho  de  Na- 
varra y  don  Pedro  de  Aragón  que  tenian  entteai  ma- 
yores diferencias ,  se  juntaron  á  vistas  y  habla  este 
mismo  año  en  una  llanura  cerca  del  lugar  llamado 
Mallén.  En  aquel  lugar  á  cuatro  del  mes  de  junio  se 
hicieron  las  paces ,  y  por  muestra  de  amistad  don 
Sancho  presto  al  rey  de  Aragón  veinte  mil  ducados 
con  prendas  de  cuatro  leguas  que  consiguió  el  Arago- 
nés para  que  los  tuviese  en  tercería  don  Jimeno  áf 
Rada,  que  sospecho  era  pariente  de  don  Rodrigo  ar- 
zobispo de  Toledo  que  tenia  el  mismo  sobrenombre, 
ca  se  llamó  don  Rodrigo  Jiménez  de  Rada.  Pusieron 

f)or  condición  que  si  al  tiempo  señalado  no  se  pagase 
a  deuda ,  él  entregase  aquellos  lugares  en  poder  del 
rey  de  Navarra.  Don  Alonso  rey  de  Castilla  fue  el 
pnncipal  muvedor  y  causa  destas  paces  que  se  asen- 
taron entre  los  reyes  por  el  miedo  que  de  fuera  ame- 
nazaba ,  que  suele  entre  ciudadanos  y  parientes  mu- 
chas vectfS  quitar  grandes  diferencias.  Procuraba 
también  hacer  venir  socorros  de  Francia ;  pero  Impi- 
dió estos  intentos  y  prácticas  la  guerra  que  entre  m- 
gleses  y  franceses  mas  brava  que  antes,  andaba  de 
nuevo  encendida ,  dado  que  con  deseo  de  pacificar 
aquellos  reyes  entró  armado  en  la  Guiena  con  inten 
to  de  emplear  sus  fuerzas  contra  la  parfe  y  Dación 
que  no  quisiese  venir  en  las  paces.  Su  trabajo  fue  en 
valde,  porque  toda  la  Francia  ardía  en  guerras  y 
discordias  sin  mostrarse  alguna  esperanza  de  paz; 
además  que  los  apercibimientos  que  hacían  los  mo- 
ros para  la  guerra ,  le  pusieron  en  necesidad  de  dar 
la  vuelta  para  España. 

En  el  tiempo  (]ue  las  treguas  duraron  con  1r« 
moros,  á  persuasión  del  arzobispo  don  Rodrigóse 
fundo  una  universidad  en  Palencia  (2)  por  mandad» 
del  rey  á  sus  expensas  para  la  enseñanza  de  la  juven- 
tud eu  letras  y  humanidad  :  ayuda  y  ornamento  de 
que  solo  hasta  entonces  España  carecía  á  causa  de 
las  muchas  guerras  que  los  tenian  ocupados.  De  Ita- 
lia y  de  Francia  con  grandes  premios  y  salarios  que 
les  prometieron ,  trajeron  catedráticos  para  ensenar 
las  facultades  y  ciencias.  En  las  Huelgas  otro&í  cerca 
de  la  ciudad  de  Burgos  se  edificó  á  costa  del  rey  un 
monaeterio  (3)  muy  grande  de  monjas  con  nombre 
de  Santa  María  para  que  fuese  enterramiento  de  lo^ 
reyes,  y  junto  con  él  un  hospital.  Doña  Constanza 
hermana  del  rey  de  Aragón  que  quedara  viuda  de 
Eymerico  rey  de  Hungría  del  cual  parió  un  hijo  lla- 
mado Ladislao  y  á  persuasión  del  pontífice  Inocencio 

(9)  Seftindóen  1908;  el  pontífice  lá  aorobóelUde  mayo 
de  i^i;  Y  después  se  trasladó  i  Vtlladolid. 

(5)  Ea  1 187,  y  el  ray  lo  eatregóal  abad  j  orden  del  Cist<l 
eu1190. 


HISTORIA  DE   ESPAÑA. 


3ri5 


Tercero  casó  con  don  Fadrique  rey  de  Sicilia ,  y  este 
mismo  año  en  una  íloU  la  llevaron  á  su  marido.  Fes- 
tejaroQ  los  sicilianos  asaz  estas  bodas,  si  bien  fueron 
desgraciadas  por  la  muerte  del  conde  de  la  Proenza 
▼  de  otros  grandes  que  acompañaroo  la  casada  hasta 
éicilta,  que  fallecieron  en  Palormo.  El  cielo  y  aire  de 
España  y  Francia  son  muy  sanos:  aquellos  lugares 
de  Sicilia  uo  tan  saludables ,  á  lo  menos  paní  estra*- 
ños :  esta  mudanza  les  acarreó  este  daño. 

CAPITULO  XXIII. 

Cómo  se  comenzó  la  gaerra  contra  los  moros. 

Este  era  el  estado  de  las  cosas  en  España.  Las  pa- 
ces hechas  entre  los  príncipes  cristianos  después  de 
tantas  discordias  henchían  los  ánimos  de  los  naturales 
de  esperanza  muy  grande  y  alegría :  que  todos  con- 
sideraban cuanta  ayuda  y  fuerzas  hay  en  la  agradable 
compañía  y  alianza  entre  los  príncipes  comarcanos, 
dado  que  don  Alonso  rey  de  León  en  sazón  por  cier- 
to may  mala  repudió  ¿  doña  Berengiiela  su  mujer 
por  caasa  del  parentesco  y  por  mandudo  del  pontili* 
ce  Inocencio ,  y  la  enviara  á  su  padre.  Hay  una  carta 
del  mismo  Inocencio  sobre  esto  á  don  Alonso  rey  de 
Castilla  que  hacia  contradicción  al  divorcio,  grave  y 
llena  de  amenazas.  Por  otra  del  mismo  se  entiende 
puso  entredicho  en  el  reino  de  León  porque  no  se 
apartaba  aquel  matrimonio,  y  tuvo  descomulgado 
aquel  rey  sobre  el  caso.  Los  moros  con  su  rey  Maho- 
mad,  el  cual  los  años  pasados  sucediera  en  lugar  de 
Abeujuzeph  su  hermano  (i) ,  entraron  ^n  grande 
esperanza  de  apodierarse  de  toda  España ,  que  deter- 
ñamaban  de  seguir  basta  el  cabo  y  deshacer  el  nom- 
bre cristiano  y  desarraigalle  de  toda  ella.  A  los  fieles 
no  les  faltaba  ánimo  ni  brio  para  defender  lo  que  te- 
nían gaoa'do ,  ni  voluntad  de  echar  los  moros  de  la 
tierra.  Los  anos  y  los  otros  con  grande  resotucíou  y 
igual  esperanza  se  movieron  á  las  armas  y  entraron 
en  este  debate.  Los  cristianos  se  aventajaban  en  es- 
fuerzo y  en  la  prudencia  del  capitán ;  los  moros  so- 
brepujaban en  muchedumbre ,  Y  con  grande  diligen* 
cía  juntaban  en  uno  para  aquella  guerra  las  fuerzas 
de  África  y  de  España. 

En  el  mismo  tiempo  las  armas  de  Castilla  y  de 
Aragón  se  movieron  contra  los  moros.  En  el  reino  de 
Valencia  se  apoderó  el  rey  don  Pedro  de  Aragón  de 
Adamuz  y  de  otros  lugares :  hizo  donación  de  Tcrto- 
sa  á  los  Templarios  en  premb  de  lo  que  trabajaron  y 
sirvieron  en  la^  guerras  pasadas :  entrególa  al  maes- 
tre de  aquella  orden  que  se  llamaba  aou  Pedro  de 
Montagudo.  Don  Fernando  hijo  de  don  Alonso  rey  de 
Casulla  por  mandudo  de  su  padre  acometió  las  tierras 
de  Andalucía,  taló  las  campañas  de  Baeza,  de  Andu- 
jar  y  de  Jaén  por  todas  partes :  cautivó  hombres,  hizo 
robos  de  ganados  en  el  mismo  tiempo  que  Mahomad 
rey  de  los  moros,  que  llamaron  el  Verde,  del  turbante 
ó  bonete  que  acostumbraba  á  traer  deste  color,  se 
apoderó  por  fuerza  del  lugar  de  Salvatierra :  los  mo- 
radores parte  fueron  pasados  á  cuchillo ,  parte  toma- 
dos por  esclavos.  Por  el  mes  de  junio  del  año  de 
Cristo  de  12^0  sitiaron  el  lugar,  y  el  mes  de  setiem- 
bre le  tomaron ;  iba  don  Alonso  rey  de  Castilla  con 
gente  escogida  de  los  suyo^  á  socorrer  á  los  cercados, 
nías  llegado  gue  bobo  á  Talavera ,  don  Fernando  su 
hijo  que  volvía  de  la  empresa  del  Andalucía ,  le  hizo 
tornar  del  camino  dándole  á  entender  el  peligro  en 
que  se  ponia,  y  que  era  menester  mayor  ejercito  para 
hacer  rustro  á  ios  enemigos. 

Los  intentos  del  rey  que  tenia  concebidos  en  favor 
de  la  Religión  Cristiana ,  no  poco  alteró  y  entretuvo 
la  muerte  del  mismo  infante  don  Fernando  que  se 

(1)  No  hermano,  sino  padre  de  Mabomad-Alnaser,  dicen 
los  esf  ritores  árabes. 


siguió  el  año  luego  adelante  dia  viernes  á  catorce  del 
mes  de  octubre.  Fue  tanto  mayor  el  sentimiento  de 
su  padre  y  el  lloro  de  toda  la  provincia ,  que  daba  ya 
asaz  claras  maestras  de  un  grande  y  valeroso  princi' 
pe.  Su  cuerpo  llevaron  desde  Madrid  donde  falleció, 
á  las  Huelgas :  acompañóle  el  arzobispo  don  Rodrigo 
y  su  hermana  la  reina  doña  BereBguela  para  lionra- 
lle  mas.  Esta  fue  la  causa  porque  Ta  empresa  contra 
los  moros  se  dilató  hasta  el  año  siguiente.  Solamente 
se  hicieron  por  entonces  cortes  del  reino  en  la  ciudad 
de  Toledo  para  aprestarlas  cosas  que  eran  necesarias 
para  la  guerra.  En  estas  cortes  se  hicieron  preniáti- 
cas  contra  los  demasiados  gastos  porque  las  costum- 
bres se  iban  estra^ndo  con  los  deleites.  Mandóse 
que  en  todo  el  remo  se  hiciesen  procesiones  para 
aplacar  á  Dios.  A  los  reyes  despacharon  embajadores 
para  requerilles  no  faltasen  de  acudir  con  sus  gentes 
al  peligro  común.  Don  Rodrigo  arzobispo  de  Toledo 
fue  á  Roma  por  mandado  de  su  rey  para  alcanzar  in^ 
dulgencia  y  cruzada  para  todos  los  que  conforme  á  la 
costumbre  de  aquellos  tiempos,  tomada  la  señal  de 
la  cruz ,  acudiesen  á  sus  espensas  á  la  guerra  sagra- 
da. El  mismo  con  grande  cuidado  se  aperccbia  de 
caballos ,  armas ,  dineros  y  vituallas. 

Los  moros  al  contrario  avisadoH  de  tan  grandes 
apercebimientos  y  de  la  determinación  de  los  cristia- 
nos, fortificaban  con  muros  y  baluartes  cuanto  el 
tiempo  daba  lugar,  y  ponían  guarniciones  en  los  lU'- 
gares  de  su  señorío,  que  tenían  en  el  reino  de  Toie-- 
do  y  en  el  Andalucía  y  hacia  el  cabo  de  San  Vicente,, 
por  tener  entendido  que  el  primer  golpe  de  la  guerra* 
descargaría  sobre  aquellas  partes :  demás  desto  lia*- 
maban  nuevas  gentes  de  socorro  desde  África.  Doa 
Alonso  rey  de  Castilla  en  tanto  que  se  juntaban  todas 
las  gentes ,  con  deseo  de  poner  espanto  ai  enemigo 
rompió  por  las  tierras  de  los  moros ,  y  á  la  ribera  de 
Jucar  les  ganó  algunas  plazas.  Con  tanta  dio  la  vuelta 
á  la  ciudad  de  Cuenca  que  cae  por  aquellas  partes : 
allí  se  vio  con  el  rey  de  Aragón,  y  comunico  con  él 
sus  haciendas ,  todo  lo  que  á  la  guerra  tocaba.  Don» 
Sancho  rey  de  Navarra  por  sus  embajadores  que  en- 
vió ,  avisó  que  no  faltaría  de  hallarse  en  la  jornada. 
El  arzobispo  don  Rodrigo  dejó  en  su  tugar  para  et 
gobierno  ael  arzobispado  y  igleciia  de  Toledo  á  don 
Adam  obispo  de  Palencia ;  y  él  en  Italia  y  en  Francia 
con  esperanza  de  la  indulgencia  que  alcanzó  del 
pontífice  Inocencio  Tercero,  y  mostrando  el  peligro 
si  no  socorrían  á  España,  no  cesaba  de  despertará  ios 
grandes  y  prelados  para  la  empresa  sagraaa ,  asimis- 
mo á  la  gente  popular.  Decía  ser  tan  grande  la  sober- 
bia del  bárbaro ,  que  á  todos  los  que  adoraban  lacrnz 
por  todo  el  muudo,  amenazaba  guerra,  muerte  y 
destruicion :  afrenta  del  nombre  cristiano  intolerable 
y  que  no  se  debía  disimular.  Hizose  gran  fruto  con 
esta  diligencia.  Tan  grande  era  el  deseo  de  pelear 
contra  los  enemigos  de  la  ReHgion  Cristiana ,  y  en 
tanto  grado  que  dicen  se  juntaron  de  kts  nacioues 
extranjeras  cien  mil  infontes  y  diez  mil  caballos  gran 
número  y  que  apenas  se  puede  creer :  ¿  la  verdad 
quién  la  podrá  averiguar?  como  auier  que  en  otra 
parte  halle  aue  fueron  doce  mil  canallos ,  cincuenta 
mil  peones  los  que  de  fuera  vinieron. 

A  todos  estos  porque  con  la  junta  y  avenida  de 
tantas  naciones  no  se  alterase  Toledo  donde  se  hacia 
la  masa ,  señalaron  la  huerta  del  rey  que  es  de  muy 

{grande  frescura :  y  con  ello  otros  lugares  cerca  de 
a  ciudad  á  la  ribera  de  Tajo  para  sus  alojamientos. 
Comenzaron  estas  gentes  á  venir  á  Toledo  por  el  me& 
de  febrero  año  de  nuestra  salvación  de  121:!.  Levan- 
tóse un  alboroto  de  los  soldados  y  pueblo  en  aquella 
ciudad  contra  los  judíos.  Todos  pensaban  hacían  ser- 
vicio á  Dios  en  maltratalKis.  Estaba  la  ciudad  para 
ensangrentarse,  y  corrieran  gran  peligro,  si  no  resis- 
tieran los  nobles  á  la  canalla ,  y  ampararon  con  laa 
armas  y  autoridad  aquella  miserable  gente.  Don  Pe-» 


3S6 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR    T  ROIG. 


dro  Tüj  de  Aragón  acudió,  y  fue  recebido  en  Ja  ciu-> 
dad  con  pública  alegría  de  todos  y  con  procesión  la 
misma  fiesta  de  la  Trinidad.  Venían  con  éi  desde 
Aragón  veinte  mil  infantes ,  tres  mil  y  quinientos 
caballos. 

Don  Sancho  rey  de  Portugal  no  pudo  hallarse  en  la 
guerra  sagrada ,  porgue  falleció  en  este  mismo  tiem* 
po  en  Coimbra :  hizose  allí  el  enterramiento  en  el 
monasterio  de  Santa  Cruz  en  un  humilde  sepulcro, 
de  donde  en  tiempo  del  rey  don  Manuel  le  traslada- 
ron  á  otro  mas  magnifico.  Sucedióle  don  Alonso  su 
hijo ,  Segundo  deste  nombre ,  que  va  tenía  dos  hijos 
infantes  en  su  mujer  doña  Urraca,  llamados  don  San- 
cho y  don  Alonso.  Don  Fernando  tío  del  nuevo  rey, 
hermano  del  difunto  don  Sancho,  el  año  pasado  casó 
con  madama  Juana  condesa  de  Fiandes  hija  y  here- 
dera de  Balduino  emperador  de  Constantinopla.  To- 
davía de  Portugal  vmo  un  buen  golpe  de  soldados 
movidos  de  sí  mismos ,  ó  enviados  de  socorro  jpor  su 
rey.  A  toda  la  muchedumbre  de  soldados  señaló  el 
rey  de  Castilla  sueldo  para  cada  día ,  á  cada  uno  de 
los  infantes  cinco  sueldos,  á  los  hombres  de  á  caba- 
llo veinte :  á  los  príncipes  conforme  á  cada  cual  era  y 
á  su  dignidad  se  hicieron  presentes  muy  grandes. 
Tenían  apercebidas  vituallas  en  abundancia  y  al- 
macén para  que  no  faltase  alguna  cosa  necesaria  á 
tan  grande  ejército ,  en  tanto  grado  que  solo  para 
llevar  el  ba^ge  tenían  juntados  sesenta  mil  carros, 
como  lo  testifica  el  arzobispo  doii  Rodrigo ,  que  fue 
testigo  de  vista  en  toda  la  empresa ,  y  puso  por  es- 
crito para  memoria  de  los  venideros  todo  lo  que  en 
ella  pasó:  otros  dicen  que  fueron  bestias  de  carga 
hasta  aquel  número.  Lo  uno  y  lo  otro  fue  cosa  de 
gran  maravilla  en  tan  grande  apretura  de  tiempos  y 
pobreza  de  los  tesoros  reales ;  pero  no  hay  cosa  tan 
dificultosa ,  que  con  diligencia  no  se  alcance,  y  las 
naciones  y  priocipes  extranjeros  á  porfía  enviaban 
caballos,  mulos  y  dinero. 

Partieron  de  Toledo  á  veinte  y  uno  de  junio.  Regía 
la  a  vanguardia  don  Dicuzo  de  Haro ,  en  que  iban  las 
naciones  extranjeras.  En  el  segundo  escuadrón  el 
rey  de  Araron ;  y  por  caudillo  de  la  retaguardia  el 
rey  de  Castilla  don  Alonso,  en  que  se  contaban  ca- 
torce rail  de  á  caballo.  La  infantería  apenas  se  podía 
contar,  porque  de  toda  Castilla  los  que  eran  de  edad 
á  propósito  eran  forzados  todos  á  tomar  las  armas. 
El  tercero  día  llegaron  á  Malagon ,  lugar  que  tenia 
guarnición  de  moros ,  y  está  distante  de  Toledo  ca- 
torce leguas.  Los  bárbaros  por  miedo  de  tan  grande 
muchedumbre  fueron  forzados  á  desamparar  el  lugar 
y  recogerse  á  la  fortaleza  que  tenían  en  un  cerro 
agrio;  pero  por. el  esfuerzo  v  ímpetu  de  las  naciones 
extranjeras  tomado  el  castillo  por  fuerza  á  veinte  y 
tres  días  de  junio ,  todos  sin  faltar  ninguno  fueron 
degollados  :  tan  grande  era  el  deseo  que  tenían  de 
destruir  aquella  nación  impía.  A  primero  de  junio 
Calatrava^  lugar  muy  fuerte  puesto  de  la  otra  parte 
del  río  Guadiana,  se  ganó  por  entrega  que  del  hi- 
cieron los  moradores  y  vecinos,  que  consideraban  el 
estremo  peligro  cnie  sus  cosas  corrían ,  y  que  no  te- 
nían esperanza  alguna  de  socorro.  Los  soldados  ex- 
tranjeros conforme  á  su  condición  querían  pasar  á 
cuchillo  los  rendidos,  y  apenas  se  pudo  alcanzar  que 
se  amansasen  por  intercesión  de  los  nuestros ,  que 
decían  cuan  justo  era  y  razonable  se  guardase  la  fé  y 
seguridad  dada  á  aquella  gente ,  bien  que  infiel ;  y 
que  no  era  razón  con  la  desesperación,  que  suele  ser 
la  mas  fuerte  arma  de  todas ,  exasperar  mas  y  em- 
bravecer los  ánimos  de  todos. 

£1  pueblo  se  restituyó  á  los  caballeros  de  Calatrava 
á  quien  los  moros  la  habían  tomado :  los  despojos  se 
dieron  á  los  aragoneses  y  á  los  soldados  extraños ,  á 
los  cuales  los  desacostumbrados  calores ,  cíelo  mal 
sano,  y  falta  de  todas  las  cosas,  según  ellos  decían, 
íorzaiNin  dejada  aquella  empresa  á  volverse  á  sus 


tierras  (I).  Arnaldo  obispo  de  Narbona,  y  Tlieobaldn 
Blazon  natural  de  Poliers ,  como  mas  aficionado  i 
nuestras  cosas  por  ser  castellano  de  nación  de  parte 
de  su  madre ,  el  uno  y  ei  otro  con  sus  compañías 
particulares  perseveraron  en  los  reales.  Acusaban  la 
cobardía  de  su  nación,  determinados  de  ponerse á 
cualquier  peligro  antes  de  faltar  al  deber.  La  partida 
de  los  extraños  puesto  gue  causó  miedo  y  tristeza  en 
los  ánimos  del  resto ,  Aie  provechosa  por  dos  razo- 
nes ,  la  una  porque  los  extranjeros  no  tuviesen  parte 
en  la  honra  y  prez  de  tan  grande  victoria,  la  otra  qao 
con  aquella  ocasión  Mahomad  que  estaba  en  Jaén  en 
balanzas ,  y  aun  sin  voluntad  de  pelear,  se  deterroioó 
á  dar  la  batalla.  Así  que  los  nuestros  con  sus  reales 
llegaron  á  Alafcos,  el  cual  lugar  porque  pocos  años 
antes  fue  destruido  y  desmantelado  por  los  moros, 
desampararon  los  moradores  que  quedaban,  y  vino  á 
poder  de  los  cristianos. 

En  este  lugar  don  Sancho  rey  de  Navarra  con  on 
buen  escuadrón  de  los  suyos  alcanzó  á  los  reyes,  y 
se  juntó  con  los  demás.  Fue  su  venida  muy  aleare': 
con  ella  la  tristeza  que  por  el  suceso  pasado  de  la 
partida  de  los  extranjeros  recibieran ,  se  trocó  en 
regocijo.  Algunos  castillos  en  aquella  comarca  se 
entraron  por  fuerza.  En  tierra  de  Salvatierra  se  hizo 
reseña  :  pasaron  alarde  gran  número  de  á  pié  y  dea 
caballo.  Esto  hecho ,  con  todas  las  gentes  llegaron  al 
pié  de  Sierramorena.  El  moro  avisado  de  lo  que  pa- 
saba ,  marchó  para  Baeza ,  determinado  de  alzadas 
las  vituallas  atajar  el  paso  de  aquellos  montes,  j 

Sarticularmente  guardar  el  pueblo  de  la  Losa  por 
onde  era  forzoso  pasasen  los  nuestros.  Si  pasaban 
adelante ,  prometíase  el  moro  la  victoria :  si  se  dete- 
nían ,  se  persuadía  por  cierto  perecerían  todos  por 
falta  de  bastimentos ;  si  volviesen  atrás,  seria  grande 
la  mengua,  y  la  pérdida  de  reputación  forzosa  :  sos 
tU)nsejos,  aunque  prudentes,  desbarató  otro  mas 
alto  poder.  Hizose  junta  de  capitanes  para  resolver 

Eor  qué  parte  pasarían  los  montes ,  y  lo  que  debian 
acer.  Los  mas  eran  de  parecer  volviesen  atrás:  de- 
cían que  rodeando  algo  mas ,  por  camino  mas  llano 
se  |M)drían  meter  en  los  campos  del  Andalucía ;  que 
debian  escusar  aquellas  estrechuras  de  que  el  ene- 
migo estaba  apoderado. 

Por  el  contrario  el  rey  de  Castilla  don  Alonso  tenia 
por  grande  inconveniente  la  vuelta,  por  ser  la  fama  de 
tan  gran  momento  en  semejantes  empresas :  que  con- 
forme á  los  principios  seria  lo  demás :  con  volver  los 
reyes  atrás  se  daría  muestra  de  huir  torpemente,  con 
que  á  los  enemigos  crecería  el  ánimo ,  los  sayos  se 
acobardarian,  que  de  suyo  parecía  estar  ÍDclinados  á 
desamparar  los  reales,  como  poco  antes  por  la  partida 
de  los  extranjeros  se  entendió :  contra  las  dificultades 
que  se  representaban,  invocasen  el  auxilio  y  socorro 
de  Dios,  cuyo  negocio  trataban ,  que  les  asistiría  sin 
duda,  si  ellos  no  faltaban  á  sí  mismos :  muchas  vecesá 
los  valerosos  se  hacen  fáciles  las  cosas  que  á  los  co- 
bardes parecían  imposibles.  Esta  resolución  se  tomó  y 
este  consejo.  Con  esto  don  Lope  hijo  de  don  Diego 
de  Haro,  enviado  por  su  padre  con  buen  número  de 
gente .  en  lo  mas  alto  de  los  montes  se  apoderó  del 
lugar  de  Ferral,  y  hizo  con  escaramuzas  arredrar  algún 
tanto  á  los  moros.  No  se  atrevió  á  pasar  el  puerto  de  la 
Losa  ni  acometerle ,  por  parecelte  cosa  áspera  y  te- 
meraria pelear  juntamente  con  la  estrechura  y  fra- 
gura del  lugar  y  paso,  y  con  los  enemigos  que  le 
guardaban. 

CAPITULO  XXIV. 

Cómo  la  victoria  quedó  por  los  cristianos. 

Toda  muchedumbre,  especial  de  soldados ,  se  rige 
por  ímpetu,  y  mas  por  la  opinión  se  mueve,  que  por 

(1 )  Los  Cruzados  solo  servían  49  días  en  la  p»em  contra 
los  infieles,  aunque  fuesen  muy  necesarios;  y  como  esto  era 


HISTORIA  OB  ESPAÑA. 


357 


fas  mismas  co>as  y  por  la  verdad ,  coma  sucedió  en 
e$le  negocio  y  trance;  que  los  mas  de  los  soldados, 
perdida  la  esperanza  de  Sülir  con  la  demanda ,  trata- 
ban de  desamparar  los  reales.  Parecíales  corrían 
igual  peligro  hura  los  reyes  pasasen  adelante ,  hora 
yol?iesen  atrás :  lo  uno  daria  muestra  de  temeridad, 
lo  otro  seria  cosa  afrentosa.  Ponían  mala  voz  en  la 
empresa :  cundía  el  miedo  por  todo  el  campo.  La 
ayuda  de  \)k^  y  de  los  santos  valió  para  que  se  sus- 
tentasen en  pié  las  cosas  casi  perdidas  de  todo  punto. 
Un  cierto  villano,  que  tenia  grande  noticia  de  aque- 
llos lugares  por  haber  en  ellos  largo  tiempo  pastorea- 
do sus  ganados  (algunos  creyeron  ser  áugel,  movi"- 
dos  de  que  mostrado  que  bobo  el  camino ,  no  se  víó 
mas)  prometió  á  los  reyes  que  si  del  se  fiasen,  por 
senderos  que  él  sabía ,  todo  el  ejército  y  gente  llega- 
rían sin  peligro  á  encumbrar  lo  mas  alto  de  los  mon- 
tes. Dar  crédito  en  cosa  tan  grande  á  un  hombre 
que  no  conocían,  no  «ra  seguro,  ni  de  personas 
prudentes  no  hacer  de  todo  punto  caso  en  aquella 
apretura  de  lo  que  ofrecía.  Pareció  que  don  Diego  de 
Haro  y  Garci  Romero  como  adalides  viesen  por  los 
ojos  lo  que  decia  aquel  pastor.  Era  el  camino  al  revés 
de  lo  que  pretendían ,  y  parecía  iban  á  otra  parte  di- 
ferente ,  tanto  que  los  moros  considerada  la  vuelta 
que  los  nuestros  hacían ,  pensaron  que  por  falta  de 
vituallas  huían  y  se  retiraban  á  lo  mas  adentro  de  la 
proviucia.  Conveníales  subir  por  la  ladera  del  mon- 
te :  pasar  valles  en  muchos  lugares ,  peñascos  empi- 
nados que  embarazaban  el  camino.  Pero  no  rehusa- 
ban al^un  trabajo  con  la  esperanza  cierta  que  tenían 
tie  la  victoria ,  si  llegasen  á  las  cumbres  de  los  mon- 
tes y  á  lo  mas  alto ;  el  mayor  cuidado  que  tenían, 
era  de  apresurarse  por  recelo  que  los  enemigos  no 
se  apoderasen  antes  del  camino  y  les  atajasen  la  su- 
bida. 

Pasadas  pue<(  aquellas  fraguras ,  los  reyes  en  un 
llaoo  que  nallaron ,  fortificaron  sos  reales.  Aperci- 
bióse el  enemigo  á  la  pelea,  y  ordenó  sus  haces  re- 
partidas en  cuatro  escuadrones :  quedóse  el  rey  mis- 
mo en  el  collado  mas  alto  rodeado  de  la  gente  de  su 
Suarda.  Los  fieles,  por  estar  cansados  con  el  trabajo 
e  tan  largo  y  mal  cainino  asi  hombres  como  jumen- 
tos, determinaron  de  esquivarla  pelea :  lo  mismo  el 
día  siguiente ,  con  tan  ^nde  alegría  de  los  moros 
que  entendían  era  por  miedo ,  que  el  miramamolin 
con  embajadores  que  envió  y  despachó  á  todas  partes 
y  muy  arrogantes  palabras  prometía  que  dentro  de 
tres  pondría  en  su  poder  los  tres  reyes  que  tenia  cer- 
cados como  con  redes.  La  fama  iba  en  aumento  como 
suele :  cada  uno  anadia  algo  á  lo  que  oía ,  para  que 
la  cosa  fuese  mas  agradable.  E!  día  tercero  que  fue 
lunes  á  diez  y  seis  del  mes  de  julio,  los  nuestros  re- 
sueltos de  presentar  la  batalla ,  al  amanecer  confesa- 
dos y  comulgados  ordenaron  sus  batallas,  en  guisa 
de  pelear.  En  la  vanguardia  iba  por  capitán  don  Die- 

§0  de  Haro.  Del  escuadrón  de  en  medio  tenia  cuidado 
on  Gonzalo  Nuúez,  y  conél'otros  caballeros  Templa- 
rios y  de  las  demás  órdenes  y  nülícias  sagradas.  En 
la  retiguardi»  quedaban  el  rey  don  Alonso,  y  el  ar- 
zobispo don  Rodrigo  y  otros  prelados.  Los  reyes  de 
Aragón  y  de  Navarra  con  sus  gentes  fortificaron  los 
lados ,  el  Navarro  á  la  derecha ,  á  la  izquierda  el  Ara- 
gonés. 

El  Moro  al  contrarío  con  el  mismo  orden  que  antes 
puso  sus  gentes  en  ordenanza.  La  parte  de  los  reales 
en  que  armaron  la  tienda xeal ,  cerraron  con  cadenas 
de  hierro .  y  por  guarda  los  mas  fuertes  moros  y  mas 
esclarecíaos  en  linaje  y  en  hazañas ;  los  demás  eran 
en  tan  gran  número  que  parecía  cubrían  los  valles  y 
los  collados.  Exhortaron  los  unos  v  los  otros,  y  anima- 
ban los  suyos  á  la  pelea.  Los  obispos  andaban  de 

muy  vergoozoso .  procuraban  cohonestar  su  retirada  con  al- 
gaa  pretesto,  cooio  en  esta  ocasión. 


compahía  en  compañía,  y  con  la  esperanza  de  ganar 
la  indulgencia  animaban  á  los  nuestros.  El  rey  don 
Alonso  desde  un  lugar  alto  para  que  le  pudieren  oír, 
dijo  en  sustancia  estas  razones :  «Los  moros ,  saltea- 
)>dores,  y  rebeldes  al  emperador  Cristo,  antiguamente 
«ocuparon  á  España  sin  ningún  derecho ,  ahora  á 
«manera  de  ladrones  la  maltratan.  Muchas  «veces 
Dgran  número  dellos  fueron  vencidos  de  pocos ,  gran 
»parte  de  su  señorío  les  hemos  quitado ,  y  apenas  les 
»queda  donde  poner  el  pié  en  España.  Si  en  esta  ba- 
«talla  fueren  vencidos,  lo  que  promete  el  ayuda  de 
))Díos,  y  se  puede  pronosticar  por  la  alegría  v  buen 
otalante  que  todos  tenéis ,  habremos  acabado  con 
»esta  gente  malvada.  Nosotros  peleamos  por  la  razón 
»y  por  la  justicia  :  ellos  por  ninguna  república ,  por- 
»que  no  están  entre  si  atados  con  algunas  leyes.  No 
»uay  á  do  se  recojan  los  vencidos ,  ni  queda  alguna 
Desperanza  salvo  en  los  brazos.  Comenzad  pues  la 
»pelea  con  grande  ánimo.  Confiados  en  Dios  tomas- 
Dteis  las  armas,  confiados  en  el  mismo  arremeted  á 
)>lo8  enemigos  y  cerrad.» 

Ei  Moro  al  contrario  avisó  á  los  suyos  y  les  dijo: 
oQue  aquel  día  debían  pelear  con  estremo  esfuerzo, 
»aue  sería  el  fin  de  la  guerra ,  quier  venciesen,  quier 
»fuesen  vencidos.  Si  venciesen ,  toda  España  sería  el 
»premío  de  la  victoria,  por  tener  juntadas  los  ene- 
nmigos  para  aquella  batalla  con  suma  diligencia  to* 
»das  las  fuerzas  della ;  si  fuesen  vencidos,  el  imperio 
»de  los  moros  quedaba  acabado  en  España :  no  era 
Djusto  que  en  aquel  peligro  perdonasen  á  sf  ó  sus  co- 
Dsas.  Su  ejército  conitaba  ae  una  nación ,  el  de  los 
«cristianos  de  una  avenida  de  muchas  gentes ,  dife- 
«rentes  en  leyes,  lengua  y  costumbres;  la  mayor 
«parte  había  desamparado  las  banderas,  los  demás 
«no  pelearían  constantemente  por  ser  de  unos  el  pe- 
«ligro,  el  provecho  y  premio  particular  de  otros.» 
Dichas  estas  razones  por  una  y  por  otra  parte  se  co- 
menzó la  pelea  coa  grande  ánimo  y  coraje.  La  victo- 
ria porlargo  espacio  estuvo  dudosa  de  ambas  partes: 
peleaban  todos  conforme  al  peligro  con  grande  es- 
fuerzo. La  vista  de  los  capitanes  y  su  presencia  no 
sufria  que  la  cobardía  ni  el  valor  se  ocultasen,  y  en- 
cendía á  todos  á  pelear.  Los  del  escuadrón  de  en  me- 
dio y  cuerpo  de  la  batalla  fueron  los  primeros  á  aco- 
meter; siguiéronles  lo5  navarros  y  aragoneses  sin 
mejorarse  al  principio,  dado  que  por  tres  veces  die- 
ron carga  á  los  contrarios ,  antes  al  contrarío  nues- 
tros escuadrones  algún  poco  desalojados  parece  cia- 
ban y  se  querían  poner  en  huida. 

En  esto  el  rey  don  Alonso  movido  juntamente  del 
peligro  y  de  la  afrenta  se  quería  meter  por  lo  mas 
espeso  de  ios  enemigos ;  si  no  le  detuviera  el  arzo- 
bispo don  Rodrigo  que  tenía  á  su  lado :  advirtióle 
que  en  su  vida  consistía  la  suma  de  la  victoria  y  es- 
peranza de  los  cristianos :  que  perseverase  ( como 
comenzara)  á  confiar  del  favor  de  Dios ,  y  no  se  me- 
tiese en  el  peligro.  Con  esto  el  postrer  escuadrón  se 
adelantó ,  y  por  su  esfuerzo  y  el  de  los  demás  se  me- 
joró la  pelea.  Los  que  parecía  titubeaban ,  por  no 
quedar  afrentados  vueltos  á  la  ordenanza ,  tomaron  á 
la  batalla  con  la  mayor  ferocidad.  Los  moros  cansa- 
dos con  el  continuo  trabajo  de  todo  el  día  no  pudieron 
sufrir  la  carga  de  los  que  estaban  de  respeto  los  pos- 
treros y  de  nuevo  entraban  en  la  pelea.  Fue  muy 
grande  h  huida,  la  matanza  no  menor  que  tan  gran- 
de victoria  pedia.  Perecieron  en  aquella  batalla  do- 
cientos  mil  moros,  y  entre  ellos  la  mitad  fueron  hom- 
bres de  á  caballo :  otros  quitan  k  mitad  deste  número. 
La  mayor  maravilla,  que  de  los  fieles  no  perecieron 
mas  de  veinte  y  cinco,  como  lo  testifica  el  arzobispo 
Rodrigo :  otros  afirman  que  fueron  ciento  y  quince; 
pequeño  número  el  uno  y  el  otro  para  tan  ilustre  vic- 
toria. Otra  maravilla ,  que  con  quedar  muerta  tan 
grande  muchedumbre  de  moros,  que  no  se  aceda- 
ban de  mayor,  en  todo  el  campo  uo  se  vio  rastro  de 


3B8 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   T  lROtG. 


sangre,  según  que  lo  atestigua  el  mismo  don  Bo^ 
drigo. 

El  rey  moro  por  amonestación  de  Zeit  su  hermano 
se  salvó  en  un  mulo  con  que  huyó  basta  Baeza;  desde 
alh  mudada  la  cabalgadura  no  paró  hasta  llegar  aque- 
lla misma  noche  á  Jaén.  A  puesta  del  sol  fueron 
tomados  los  reales  de  los  enemigos ,  que  robaron  los 
aragoneses ,  porque  los  demás  siguieron  y  ejecutaron 
el  alcance.  Las  presas  del  rey  moro  y  sus  alhajas, 

3ue  solas  quedaron  enteras ,  fueron  por  don  Diego 
e  Haro  dadas  por  iguales  partes  á  los  reyes  de  Na« 
Yarra  y  de  Aragón.  En  particular  la  tieada  de  seda 
roja  y  carmesí  en  que  alojaba  el  rey  bárbaro ,  se  dio 
al  rey  de  Aragón  por  orden  de  don  Alonso  rey  de  Cas- 
tilla; el  cual  como  quier  que  deseoso  solamente  de 
honra  se  quedase  cou  la  mayor  loa  de  la  guerra  y  con 
el  prez  de  la  victoria ,  de  buena  gana  dejó  lo  demás 
á  sus  compañeros.  Lo  restante  de  la  presa  y  despojos 
no  pareció  sacalle  en  público  y  repartillo  como  era 
razón ,  conforme  á  los  méritos  de  cada  cual ;  antes 
dej'tron  que  cada  uno  se  quedase  con  lo  que  tomó, 
porque  tenían  recelo  de  algún  alboroto .  y  entendían 
que  á  los  particulares  seria  mas  agradable  lo  que  por 
su  mano  tomaron ,  que  si  de  la  presa  común  se  lo 
restituyesen  mejorado  y  multiplicado. 

Algunos  escriben  que  ayudó  mucho  para  la  victo- 
ria la  señal  de  la  cruz  que  de  varios  colores  se  vio  en 
el  aire  ya  que  querían  pelear  :  otros  refutan  esto  por 
no  hacer  el  arzobispo  don  Rodrigo  mención  de  cosa 
tan  grande ,  ni  aun  el  rey  en  la  carta  que  escribió  del 
suceso  y  pr<3f ecucion  desta  guerra  ai  pontíQce  Ino- 
cencio. Verdad  es  que  todos  concuerdan  que  Pas- 
cual á  la  sazón  canónigo  de  Toledo ,  y  que  después 
íue  deán  y  aun  arzobispo  (cuya  sepultura  está  en  la 
capilla  de  Siinta  Lucia  de  la  iglesia  Mayor  de  Toledo) 
eoii  la  cruz  y  guión  que  llevaba  como  es  de  costum- 
bre delante  el  arzobispo  don  Rodrigo  :  pasó  por  los 
escuadrones  de  los  enemigos  dos»  veces  sin  receblr 
algUQ  daño ,  dado  aue  todos  le  pretendían  herir  coa 
sus  durdos ;  y  muchas  saetas  que  le  tiraban ,  queda- 
ron hincadas  en  el  asta  de  la  cruz  :  cosa  que  á  los 
nuestros  dio  mucho  ánimo  v  puso  grande  espanto  en 
los  moros.  Fue  tan  grande  la  muchedumbre  que  ha- 
llaron de  lanzas  y  saetas  de  los  enemigos ,  que  en 
dos  días  enteros  que  allí  se  detuvieron  los  nuestros, 
«ofique  para  los  fuegos  no  usaban  de  otra  leña ,  y  de 
proposito  procuraban  acabarlas,  nolo  pudieron  hacer. 
La  victoria  se  divulgó  por  todas  partes  primero  per 
la  fama ,  después  por  mensajeros  qua> venían  unos  en 
pos  de  otros.  Fue  grande  el  lloro  y  sentimiento  de  los 
morqs  no  solo  por  el  mal  y  daño  presente ,  sino  por- 
que temían  para  adelante  mayores  inconvenientes  y 
peligros.  Entre  los  cristianos  se  hacían  grandes  fies- 
tas ,  juegos ,  convites  con  toda  magnificencia  y  rego- 
cijos y  alegrías  no  solo  en  España ,  sino  también  las 
naciones  entrañas,  con  tanta  mayor  voluntad  cuanto 
el  miedo  fue  (nayor.  Nunca  la  gloria  del  nombre  cris- 
tiano pareció  mayor,  ni  fas  naciones  cristianas  estu- 
vieNMi  en  algún  tiempo  mas  gloriosamente  aliadas. 
Los  españoles  asimismo  parecía  igualar  en  valor  la 
gloria  de  los  antiguos  :  el  mismo  rey  don  Alonso  co- 
BienBóá  ser  tenido  como  príncipe  venido  del  cielo  y 
mas  que  hombre  mortal.  El  rey  de  Navarra  para  me- 
moria de  tan  grande  victoria  al  escudo 
bermejo  de  que  usaban  sus  antepasa- 
dos, anadió  por  orla  unas  cadenas,  y  en 
medio  del  escudo  una  esmeralda  por 
señal  que  fue  el  primero  á  romper  las 
cadenas  con  que  tenían  los  enemigos 
fortificada  aquella  parte  de  los  reales ,  en  que  el  rey 
bárbaro  estaba.  El  mismo  don  Alonso  á  las  insignias 
antiguas  de  los  reyes  de  Castilla ,  añadió  un  castillo 
dorado  en  escudo  rojo,  como  lo  afirman  aleunos  va- 
rones de  emdieion  y  dilígeocía  muy  grana»  :  otros 
lo  niegan  movidos  de  los  privilegios  antiguos^  en  cu- 


yos sellos  se  ve  puesta  antes  d^istos  tiempos  en  la« 
insignias  y  armas  de  los  reyes  de  Castilla  la  figura  de 
torre  ó  castillo^ 

De  algo  mas  crédito  es  lo  que  hallo  de  algunos 
afirmado  por  testimonio  de  cieito  historiador,  que 
desde  este  tiempo  se  introdujo  en  España  la  costum- 
bre que  se  guarda  de  no  bomer  carne  ios  sábados, 
sino  solamente  los  menudos  de  los  animales ,  y  qu«í 
se  mudó  es  á  saber  por  esta  manera  y  templó  lo  que 
antiguamente  se  usaba ,  que  era  comer  los  tales  días 
carne  :  costumbre  que  los  godos  sin  duda  trajeron 
de  Grecia ,  y  la  tomaron  cuando  fte  hicieron  cristia- 
nos. La  verdad  es  que  esta  victoria  nobilísima  y  la 
mas  ilustre. que  hobo  en  España ,  se  alcanzó  no  por 
fuerzas  humanas ,  sino  por  la  ayuda  de  Dios  y  de  los 
santos.  Las  plegarias  y  oraciones  con  que  los  procu* 
raron  aplacar  por  todo  el  mundo ,  fueron  muchas, 
principalmente  en  Roma  donde  se  hicieron  procesio- 
nes y  rogativas  asaz  :  en  que  se  debe  notar  que  para 
aumento  de  la  devoción  y  para  que  no  hobíese  con- 
fusión y  otros  desórdenes ,  se'ordenó  fuesen  á  diver- 
sas iglesias  los  varones,  las  mujeres,  el  clero  y  los  de> 
más  del  pueblo.  Hallábase  presente  el  pontífice  que 
movía  á  los  demás  con  su  ejemplo.  De  todo  hay  una 
carta  suya  al  rey  don  Alonso  muy  srave  y  muy  ele- 
gante ,  la  respuesta  otrosí  del  rey  al  papa  en  que  re- 
fiere todo  el  aiscurso  desta  empresa  y  batalla ,  pero 
muy  larga  para  ponella  en  este  lugar. 

CAPITULO  XXV. 
Del  fin  desta  guerra. 

Hallárorse  en  esta  guerra  los  obispos  Tello  de  Pa* ' 
lencia,  Rodrigo  de  Sigüenza,  Menendo  de  Osma, 
Pedro  de  Avila,  Domingo  de  Plasencia,  García  Fron- 
tino de  Tarazona,  Berengario  de  Barcelona  :  el  nú- 
mero de  los  grandes  no  se  podía  contar,  los  maestres 
de  las  órdenes.  Arias  de  Santiago ,  Rodrigo  Díaz  de 
Calatrava,  Gómez  Ramírez  de  los  Templarios;  demás 
destos  Juan  Gelmirez  prior  de  San  Junn.  De  Castilla 
Gómez  Manrique ,  Alonso  de  Meneses, .Gonzalo  Girón, 
Iñigo  de  Mendoza  caballero  vizcaíno ,  y  pariente  de 
don  Diego  de  Haro,  que  es  la  primera  vez  que  en  la 
historia  de  España  se  hace  mencioa  de  la  casa  de 
Mendoza;  fuera  destos  se  halló  con  los  demás  el 
conde  don  Fernando  de  Lara,  de  alto  linaje,  y  él 
por  su  persona  señalado ,  poderoso  en  grande  estado 
y  muchos  aliados  :  estos  fueron  de  Castilla.  De  Ara- 
gón Garci  Romero,  Jímeno  Coronel,  Aznar  Pdrdo, 
Guillen  de  Peralta  y  otras  personas  principales  que 
•iban  en  compañía  de  su  rey :  ante  todos  se  señaló 
Dalmacio  Cressel  natural  de  las  Ampurias,  de  quien 
dicen  los  historiadores  de  Aragón  que  por  el  grande 
conocimiento  que  tenia  de  las  cosas  ce  la  guerra  y 
singular  prudencia  ordenó  las  haces  para  la  batalla. 
Entre  los  navarros  G arces  Agoncílfo,  Garcia  Almorá- 
vides ,  Pedro  Leet ,  Pedro  Arroniz  ,  Fernando  de 
Monta^udo ,  Jimeno  Ayvar  fueron  los  mas  señalados 
que  en  esfuerzo,  industria  y  ejercicio  de  guerra  vi- 
nieron á  esta  empresa. 

En  conclusión  el  tercero  día  después  de  la  victoria 
se  movieron  tos  reales  de  los  fieles :  ganaron  de  los 
moros  el  lugar  de  Ferral ,  que  había  vuelto  á  poder 
de  moros,  Bilche,  Baños  j  Tolosa,  de  la  cual  tomó 
nombre  esta  batalla  que  vulgarmente  se  llama  de  las 
Navas  de  Tolosa.  Todo  era  fácil  á  los  vencedores ,  y 
por  el  contrarío  á  los  vencidos.  La  ciudad  de  Baeza 
desamparada  de  sus  ciudadanos ,  que  perdida  la  es- 
peranza de  tenerse ,  se  recogieron  á  Ubeda  riño  en 
poder  de  los  vencedores.  Algunos  pocos  que  confiados 
en  la  fortaleza  de  la  mezquita  mayor  no  se  querían 
rendir ,  con  fuego  oue  los  pusieron  los  quemaron 
dentro  della  misma.  El  octavo  día  después  de  la  vic- 
toria la  ciudad  do  Ubeda  fue  entrada  por  fuerza ,  ca 
sin  embargo  que  los  ciudadanos  ofrecían  á  los  reyes 


HISTORIA   DE   ESPAÑA. 


cantídad  de  oro  porque  los  dejasen  en  paz ,  lo¿  obis- 
pos fueroD  de  parecer  que  no  era  justo  perdonar 
aquella  gente  malvada.  Conforme  á  este  parecer  se  hi- 
zo grande  matanza  sin  distinción  de  personas  de 
aquella  miserable  gente.  Una  parte  de  los  vecinos  fue 
tomada  por  esclavos  :  toda  la  presa  se  dejó  á  los  sol- 
dados ,  con  que  se  pu30  miedo  á  los  moros  y  se  gana- 
ron las  voluntades  del  ejército  que  estaba  cansado 
con  el  largo  trabajo.  Las  enfermedades  los  afligían  y 
no  podían  sufrir  la  destemplanza  del  cielo :  por  esto 
los  reyes  fueron  forzados  en  un  tiempo  muy  fuera  de 
propósito  volver  con  sus  gentes  á  tierras  mas  tem- 
pladas. 

A  la  vuelta  cerca  de  Gaíatrava ,  llegó  el  duque  de 
Austria  con  docientos  de  á  caballo,  que  para  muestra 
de  su  esfuerzo  j  ayudar  en  aquella  santa  guerra  traia 
en  su  compañía.  El  rey  de  Aragón  por  ser  su  parien- 
te á  la  vuelta  para  su  tierra  le  acompañó  hasta  lo  pos- 
trero de  España.  Ai  rey  de  Navarra  restituyó  el  de 
Castilla  catorce  lugares  sobre  que  tenian  diferencia, 
y  porque  poco  antes  se  ganaron  por  los  de  Castilla,  la 
memoria  de  sus  antiguos  señores  hacia  que  no  se 
asegurasen  de  su  lealtad :  este  fue  el  principal  pre- 
mio de  su  trabajo.  Don  Alonso  rey  de  Castilla ,  des- 
pedidos los  dos  reyes ,  entró  en  Toledo  á  manera  de 
triunfador  con  grande  aplauso ,  aclamaciones  y  rego- 
cijo de  los  ciucuidanos  y  del  pueblo.  Lo  primero  que 
hizo  fue  dar  gracias  á  Dios  por  la  merced  recebida: 
después  se  mandó  y  estableció  que  para  siempre  se 
renovase  la  memoria  de  aquella  victoria  :  y  se  cele- 
brase por  toda  España  á  diez  y  seis  de  julio ;  en  Tole- 
do mas  en  particular  sacan  aquel  dia  las  banderas 
de  los  moros ,  y  con  toda  muestra  de  alegría  festejan 
aquella  solemnidad ,  ca  se  ordenó  fuese  de  guai^ 
dar  aquella  tiesta  con  nombre  del  triunfo  de  la  Santa 
Cruz. 

El  rey  por  ser  enemigo  del  ocio ,  y  con  el  deseo  gue 
teuia  de  seguir  la  victoria  y  ejecutalla,  al  principio 
del  año  siguiente  de  nuevo  se  metió  por  tierra  de 
moros.  Gan6  el  lugar  de  Dueñas  délos  moros,  que 
dio  á  la  orden  de  Calatrava,á  la  de  Santiago  el  castillo 
de  Eznavexor.  Alcaráz ,  pequeña  ciudad ,  y  que  está 
metida  dentro  de  los  montes  Marianos  y  asentada  en 
un  collado  áspero  y  empinado ,  con  cerco  de  dos  me- 
ses se  ffanó  por  el  rey ,  y  se  entró  por  fuerza  á  veinte 
y  dos  de  mayo  dia  miércoles  viguia  y  víspera  de  la 
Ascensión  :  demás  desto  algunos  otros  lugares  de 
menos  cuenta  se  tomaron  por  aquella  comarca ,  en- 
tre los  demás ,  Lezuza ,  que  se  tiene  por  la  antigua 
Libisosa.  Concluidas  estas  cosas,  el  rey  don  Alonso 
ganada  mayor  fama  que  ninguno  de  los  principes  de 
Europa ,  dio  vuelta  á  Toledo ,  donde  las  reinas  doña 
Leonor  su  mujer,  doña  Bereoguela  su  bija,  y  su  hijo 
don  Enrique  que  le  sucedió  en  sus  estados ,  y  á  la  sa- 
zón era  de  diez  años ,  aguardaban  su  venida.  Toda  la 
ciudad  llena  de  juegos  y  de  regocijos  j  tiestas ,  dado 

3ue  el  ano  fue  muy  falto  de  mantenimientos  á  causa 
e  la  sequedad ,  en  especial  en  el  reino  de  Toledo  di- 
cen que  en  nueve  meses  continuos  nunca  llovió,  tan- 
to que  los  labradores  cuyo  era  el  daño  principal,  eran 
forzados  á  desamparar  las  tierras ,  dejallas  yermas,  y 
irse  á  otras  partes  para  sustentarse :  gravísima  mise- 
ría  y  trabajo  memorable. 

LIBRO  DUODÉCIMO. 

CAPITULO  I. 
Cómo  los  albigenses  alteraron  á  Francia. 

Ganada  aquella  noble  victoria  de  los  moros ,  las  co- 
sas de  España  procedían  bien  v  prósperamente  á 
causa  que  ios  Almohades  trabajados  con  una  pérdida 
tan  grande  no  serebullian ,  y  los  nuestros  se  hallaban 
con  grande  ánimo  de  sujetar  todo  lo  que  de  aquella 


359 

nación  restaba  en  España ,  cuando  por  el  mismo  tiem- 
po  los  reinos  de  Francia  y  de  Aragón  se  alteraron 
grandemente  y  recibieron  graves  danos.  Estas  altera- 
ciones tuvieron  principio  en  la  ciudad  de  Tolosa,  muy 
principal  entre  las  de  Francia ,  y  que  cae  no  lejos  de 
la  raya  de  España.  La  ocasión  fueron  ciertas  opinio- 
nes nuevas  que  en  materia  de  religión  se  levantaron 
en  aquellas  partes ,  con  que  los  de  Aragón  y  los  de 
Francia  se  revolvieron  entre  sí ,  y  se  ensangrentaron. 
En  los  tiempos  pasados  todas  las  naciones  del  Cristia- 
nismo se  conformaban  en  un  mismo  parecer  en  las 
cosas  de  la  fe  :  todos  seguían  y  profesaban  en  una 
misma  doctrina.  No  se  oiferenciaban  el  alemán  del 
español,  no  el  francés  del  italiano,  ni  el  inglés  del  si- 
ciliano en  lo  aue  debian  creer  de  Dios,  y  de  la  inmor- 
talidad ,  y  de  los  demás  misterios :  en  todos  se  veía  un 
mismo  corazón  y  uo  mismo  lenguaje.  Los  waldenses 
gente  perversa  y  abominable  comenzaron  ios  años 
pasados  á  inquietar  la  paz  déla  Iglesia  con  opiniones 
nuevas  y  estravagantes  que  ensenaron ;  y  al  presente 
los  albigenses  ó  albienses  secta  no  menos  aoorreci- 
ble,  apellido  y  nombre  odioso  acerca  de  los  antiguos, 
siguieron  las  mismas  pisadas  v  camino ,  con  que 
grandemente  alteraron  el  pueblo  cristiano. 

Enseñaban  que  los  sacerdotes  ministros  de  Dios  y 
de  la  Iglesia  no  tenian  poder  para  perdonar  los  peca- 
dos :  que  el  verdadero  cuerpo  de  Jesucristo  no  está 
en  el  santo  Sacramento  del  altar  :  que  el  agua  del 
bautismo  no  tiene  fuerza  para  lavar  el  alma  de  los 

flecados  :  que  las  oraciones'  que  se  acostumbran  á 
lacer  por  los  muertos ,  no  les  prestaban ;  todas  opi- 
niones nuevas  y  malas,  y  acerca  de  los  antiguos 
nunca  oídas.  Decian  otrosí  contra  la  Virgen  madre 
de  Dios  blasfemias  y  denuestos ,  que  no  se  reGeren 
por  no  ofender  al  piadoso  lector :  dejólas  escritas 
Guillermo  Nangiaco  francés  de  nación ,  y  que  vivió 
poco  adelante.  Llegaba  su  desatino  á  poner  lengua 
en  la  familiaridad  de  Cristo  con  la  Madalena :  asi  lo 
refiere  Pedro  monge  del  Ciltel  en  una  historia  que 
escribió  de  los  albigenses  intitulada  al  papa  Inocen- 
cio Tercero ,  en  que  depone  como  testigo  de  vista  do 
las  cosas  en  aue  él  mismo  se  halló. 

Sería  muy  largo  cuento  declarar  por  menudo  todos 
los  desvarios  destos  herejes  y  secta ;  y  es  así  que  la 
mentira  es  de  muchas  maneras ,  la  verdad  una  y  sen- 
cilla. La  verdad  es  que  en  aquella  parte  de  Francia 
donde  está  sentada  la  ciudaa  de  Cahors  muy  nom- 
brada ,  se  ve  otra  ciudad  llamada  Albis ,  que  en  otro 
tiempo  tuvo  nombre  de  Alba  Augusta,  y  aun  se  en- 
tiende que  César  en  los  Comentarios  do  la  guerra  de 
Francia  llamó  helvios  los  moradores  de  aquella  co- 
marca. Riega  sus  campos  el  rio  Tamis .  que  son  de 
los  mas  fértiles  de  Francia ,  de  granaos  cosechas 
y  esaullmos  de  trigo ,  vino  ,  pastel  y  azafrán, 
por  donde  el  obispo  de  aquella  ciudad  tiene  mas 
gruesas  rentas  que  algún  otro  obispo  en  toda  la 
Francia.  La  iglesia  catedral  arando  y  hermosa  está 
pegada  con  el  muro  de  la  ciuaad  :  su  advocación  de 
Santa  Cecilia.  Los  moradores  de  la  ciudad  y  de  la 
tierra  son  gente  llana ,  de  condición  apacible  y  mansa: 
virtudes  que  pueden  acarrear  perimcio ,  sino  hay  el 
recato  conveniente  para  no  dar  lugar  á  gente  mala 
que  las  pervierta  y  estrague.  Los  mas  se  sustentan 
de  sus  labranzas  y  de  los  frutos  de  la  tierra :  el  co- 
mercio y  trato  de  mercaderes  es  pequeño  por  estar 
en  medio  de  Francia  y  caer  lejos  el  mar. 

Desta  ciudad ,  en  que  tuvo  su  primer  principio  esta 
nueva  locura  y  secta ,  tomó  el  nombre  de  albigense, 
y  desde  allí  se  derramó  por  toda  la  Francia  y  aun 
por  parte  de  España ,  puesto  que  el  fuego  emprendió 
en  Tolosa  mas  que  en  otra  parte  alguna,  y  aun  de 
aquí  procedió  que  algunos  atribuyeron  la  primera 
origen  deste  error  y  secta  á  aquella  ciudad.  Otros  di- 
cen que  nació  primeramente  en  la  Proenza ,  parte  de 
la  Gal  lia  Narbonense.  Don  Lucns  de  Tuy  ,queporsu 


devocioD  y  por  hacerse  mas  erudito  pasú  á  Roma ,  y 
de  alli  i  CodsUd  tino  pía  y  á  Jeruaaléra ,  vaelto  á  su 
patria;  entre  otras  cosas  que  escribió  no  meaos  doc- 
ta que  piameate  ,  publico  una  larga  disputa  contra 
todos  estos  errores,  en  que  como  te9lii;o  de  vista  ~ 
lata  la  que  pasd  ea  LeoD,  ciudad  muy  conocida 
España  y  cabeza  ite  aquel  reino;  cuvas  palabras  será 
bien  poner  aquí  para  mayor  Claridad,  y  para  que  rae 
]or  se  entionaa  la  condición  de  loa  herejes,  sus  in- 
venciones  y  traías. 

aDespues  de  la  muerte  del  reverendo  don  Rodriga 
Mobispo  de  León  no  se  conformaron  los  votos  del 
DClero  en  la  elección  del  sucesor:  ocasión  que  toma- 
uron  los  iieicjes ,  enemigos  de  la  verdad  y  que  gustan 
ude  semejantes  discordias,  paro  entrar  en  uquella 
Dciudad  que  se  hallaba  sin  pastor,  y  acometer  las 
Movejas  do  Cristo.  Para  salir  con  esto  se  armaron  co- 
»mo  suelen  de  invenciones.  Publicaron  que  en  cierto 
»lugar  muy  sucio,  j  que  servia  de  muladar,  se  ha- 
HCÍan  míla¿roB  y  señales.  Estaban  alli  sepultados  dos 
«hombres  facinerosos,  uno  hereje,  otro  que  por  la 
iimuerte  que  did  alevosamente  á  un  su  tio,  le  man- 
ndaronenterrar  vivo.  Manaba  también  en  aquel  lugar 
»una  fuente,  que  los  herejes  ensuciaron  con  san- 
ngre,  i  pcopúsito  que  las  gentes  tuviesen  aquella 
uconversioD  por  milagro.  Cundió  la  fama  como  suele 
Mpor  ligeras  ocasiones  :  acndian  gentes  de  muchas 
oparles,  tenian  algunos  sobornsdos  de  secreto  con 
udinero  que  les  daban,  para  que  se  fingiesen  ciegos, 
«cojos,  endemoniados  y  trabajados  de  diversas  eo- 
nferraedades.y  que  bebida  aquel  agua  publicasen 
nque  quedaban  sanos. 

nDestos  principios  pasd  el  embuste  á  que  desenter- 
nraron  los  nuesos  de  aquel  hereje,  que  se  llamaba 
uArnaldo,  yhabiadíez  y  seis  años  que  le  enterraron 
nen  aquel  lugar:  decían  y  publicaban  (pie  eran  de 
■un  santísimo  mártir.  Muchos  de  los  clérigos  simples 
ucon  color  de  devoción  ayudaban  en  esto  á  la  gente 
useglar.  Llegó  la  invención  i  levantar  sobre  la  fuente 
»una  muy  raerte  casa ,  j  querer  colocar  los  huesos 
»del  traidor  homiciano  en  lugar  alto  para  que  ei 
upueblo  tos  acatase,' con  voz  que  fue  un  abad  en 
»un  tiempo  muy  santo.  No  es  menester  mas  sino 
»que  los  herejes  después  que  pusieron  las  cosas  en 
»estos  términos, entre  los  suyos  declaraban  la  inven- 
HcionypoT  ella  burlaban  de  la  Iglesia,  como  si  los 
ndemás  milagros  que  en  ella  se  hacen  por  virtud  de 
nios  cuerpos  santos,  fuesen  semejantes  invenciones, 
»y  aun  no  faltaba  quien  en  esto  diese  crédito  á  sus 
«palabras ,  y  se  apartase  de  la  verdadera  creencia. 

Hpinalmente  el  embuste  vino  á  noticia  de  los  frai- 
nies  de  la  santa  predicación  (que  son  los  dominicos) 
»y  en  sus  sermones  procuraoan  desengañar  el  pue- 
■blo.  Acudieron  á  lo  mismo  los  frailes  menores  y  los 
nclérigos  que  no  se  dejaron  engañar  ni  enredar  en 
oaquella  sucia  adoración.  Pero  los  ánimos  del  pueblo 
ntanto  mas  se  encendian  para  llevar  adelante  aquel 
oculto  del  demonio,  basta  llamar  herejes  á  los  frailes 
upredicadores  y  menores  porque  los  contradecían  y 
ules  iban  i  la  mano.  Gozábanse  los  enemigos  de  la 
«verdad  y  triunfaban :  decían  públicamente  que  los 
nmllagros  que  en  aquel  lodo  se  hacían ,  eran  mas 
uciertos  que  todos  los  que  en  lo  restante  de  la  Iglesia 
nhacenlos  cuerpos  santos  que  veneran  los  cristianos. 
»Los  obispos  comarcanos  publicaban  cartas  de  des- 
neomunion  contra  los  qne  acndian  á  a<]uella  venera- 
ncion  maldita :  no  aprovechaba  su  diligencia,  por 
nealar  apoderado  el  demonio  de  tos  corazones  de 
"muchos,  y  tener  aprisionados  los  hijos  de  Inobe- 
Miliencia. 

"Un  diácono  qne  aborrecía  mucha  la  herejía ,  en 
HÍtoma  do  estaba ,  supo  lo  que  pasaba  en  León  ,  de 
nque  tuvo  gran  sentimiento ,  y  se  resolvió  con  pres- 
Dleza  de  dar  la  vuelta  á  su  tierra  para  hacer  rostro  á 
uaquella  maldad  tan  grave.  Llegado  á  León  se  infor- 


umó  mas  enteramente  del  caso ,  f  como  fuera  ds  ij 
ncnmenzóen  público  y  en  secreto  a  afear  negocio  tu 
umalo:  reprehendía  j  sus  ciudadanos, car^belcsde 
«ser  fautores  de  herejes.  No  se  podía  ir  á  li  dudo, 
xdadoque  sus  amigos  le  avisaban  se  templase,  por 
nparecelle  que  aquella  ciudad  se  apartaba  de  la  Isy  de 
ubios.  Entró  en  el  ayuntamiento,  dijoles  que  aquel 
ocaso  tenía  afrentada  á  toda  España  :  que  dedoole 
nsalian  en  otro  tiempo  leyes  justas  por  ser  caben 
«del  reino,  allí  se  fuñaban  herejías  y  maldades  Dun- 
iicaoidas.  Avisóles  que  no  les  daría  Dios  agua,  ni  I» 
nacudíria  con  los  frdtoa  de  la  tierra  basta  tanto  qai 
«echasen  por  el  suelo  aquella  iglesia,  y  aquellot 
uhuesos  que  honraban  ,  los  arrojasen.  Era  asi  «¡ae 
udesde  el  tiempo  que  se  dio  principio  i  aquel  embai- 
óte ^  veneración,  por  espacio  de  diei  meses  nano 
ullovió ,  y  todos  los  campos  estaban  secos.  PregantÓ 
nel  juez  al  dicho  diácono  en  presencia  de  todos :  De^ 
•iribada  la  iglesia  ,jasegnráisnas  que  lloveriynM 
odará  Dios  agua  ?  El  diácono  lleno  de  fe :  Dadme  dijo 
DÜcencia  para  abatir  por  tierra  aquella  casa,  que  yo 
nprometo  en  el  nombre  de  nuestroSeñorJesDcrísto 
n so  pena  de  la  vida  y  perdimiento  de  bienes  qoedea- 
'itro  de  ocho  días  acudirá  nuestro  Señor  con  el  i^t 
y  abundante. 


Diii4íni  fie  u  emoBlriroi  cd  li  baUll)  de  lll  Vnu- 

«Dieron  los  presenten  crédito  á  sus  palabras :  sni- 
ndíó  con  gente  nne  le  dieron ,  y  ayuda  de  roochiw 
nciudadanus  :  allanó  prestamente  fa  iglesia ,  j  echd 
iipor  los  muladares  aquellos  huesos.  Acaeció  m 
"grande  maravilla  de  todos  que  al  tiempo  qne  deni- 
"baban  la  iglesia,  entre  la  madera  se  oyó  un  so- 
HUido  como  de  trompeta  para  muestra  de  que  el 
«demonio  desamparaba  aquel  lugar.  El  dia  siguicii- 
nle  se  quemó  una  gran  parte  de  la  ciudad  á  ña- 
usa que  el  fuego  por  el  gran  viento  que  hacia,  o" 
nse  pudo  atajar  que  nose  estendiese  mucho.  Alteróte 
«el  pueblo,  acudieran  i  buscar  el  diácono  para  mi- 
Mtatle  :  decían  que  en  lugar  del  agaa  fue  causa  de 
jiaquel  fuego  tan  grande.  Acudían  kw  herejes, qo* 
use  burlaban  de  loa  clérigos ,  y  decían  que  «I  dütai» 
nraerecia  la  muerte ,  j  que  no  se  cumpliría  lo  qne 
nprometíó;  mas  el  Señor  todopoderoso  ae  apiadó  de 
nsu  pueblo .  ca  á  los  ocho  diaa  señalados  envió  igoi 
iimuv  abunuaute ,  de  tal  suerte  qne  los  frutos  se  re- 
Hmediaroa.ylacosecbadeaquelañorueaTenlajadi. 
iiAnimado  con  esto  el  diácono  pasó  adelante  en  per- 
nseguir  á  los  herejes ,  hasta  tauto  que  los  bizodestni- 
abarazar  la  ciudad.» 

Hasta  aqm'son  palabras  de9teautor|  pwlascualís 
se  entiende  que  fa  pestilencia  desta  herejía  cundü 
por  España  ,  si  bien  la  mayor  fueru  deale  buI  ca^ 


sobre  It  eindad  de  ToloM ,  de  qne  le  resulUroD  gra- 
ves áiños ,  T  b(  rey  de  Kngon  que  la  ^so  ajudur, 
ta  deSAStraoB  muerte  como  luego  se  dirá. 


CÚmo  motló  el  re;  de  Aragón. 

L*  secta  délos  albigeases  sa  hada  temer  y  cobra- 
ba mayores  fbenaa  do  cada  día  no  lolo  perlas  que  el 
pueblo  le  dalM,  que  mncbo  se  le  arrimaba ,  bído  mal 


principalmente  por  loa  principeB  j  crandes  persona- 
let  que  con  mi  fovor  le  acudían,  ain  nncer  caso  ni  de 
Ib  autoridad  del  papa,  ni  ríe  lo  que  por  el  mundo  dellos 
se  diris.  Bstos  eran  los  condes,  el  de Tnloía,  el  de 
í'oz,  el  de  Besiers  y  el  de  Cnminges.  Acudíales  aii- 
mismo  el  rey  de  Aragón  i  causa  que  estas  ciudades 
estaban  á  su  devoción,  y  aun  eran  feudos  suyos,  co- 
mo en  otro  lugar  queda  apuntado:  además  que  tenia 
deudo  en  particular  con  et  conde  de  Tolosa,iiue  cbi4 
tercera  Tez  condona  Leonorht:rnianadelreyde  Ara* 
gon;  y  aun  el  mismo  bijo  y  lieredero  del  conde  que 


laetlcrlor  de  la  oil 


se  llamaba  don  Ramón  como  su  padre ,  tenia  por 
mujer  otra  hermana  del  mismo  rey  por  nombre  doña 
Saocba.  Eita  Tue  ia  verdadera  causa  de  declararse 
por  los  albigenies  y  tomar  las  armas  en  su  favor:  que 
por  lo  demás  Tne  principe  muy  católico,  «hdo  se 
puede  fácilmente  entender  en  que  entregó  su  biio 
don  Jaime  á  Simón  conde  de  Honrorteparaquele 
criase  y  amaestrase ,  el  que  por  este  tiempo  acaudi- 
llaba los  católicos  y  era  duro  martirio  contra  los 
he  rejes. 

El  negocio  era  de  tal  condición  qne  tenia  puestos 
en  cu  idado  los  católicos  de  Francia ,  y  mas  en  parti- 

TDIIO  I. 


alar  al  papa ,  que  se  recelabii  no  su  arrnígüse  de. 
cada  dia  mas  aquel  mal,  y  con  tantas  ayudas  cobra- 
sen mayores  lueraas ,  especial  que  el  vulgo  como 
amigo  de  novedades ,  engañado  con  los  embustes  de 
aquellos  berejes,  lácilmente  se  aparUba  de  la  creen- 
cia de  sus  mayores  y  abrazaba  aquellas  opiniones 
es trava gantes.  Buscaban  algún  medio  para  atajar 
aquel  daño.  Pareció  intentar  el  camino  de  la  paz,  y 
blandura,  si  con  diligencia  y  buenos  ministros  que 
predicasen  la  verdad,  se  podrian  reducir  los  desca- 
minados. Don  Diepo  obispo  de  Osma  camino  de  Ro- 
ma, dondeiba  enviado  por  el  rev  de  Castilla,  pasó  por 


2(J2 

aquella  parte  de  Frauda;  y  visto  lo  que  pasaba,  y  el 
riesgo  que  corrían  aquellos  pueblos  sí  no  se  acudía 
en  breve  con  remedio ,  hizo  al  papa  relación  ¿e  todo 
aquel  daño,  y  del  peligro  que  se  mostraba  mayor.  Lle- 
vaba en  su  compañía  al  glorioso  padre  Santo  Domingo 
entonces  canónigo  reglar  de  San  Agustín,  v  adelante 
destos  principios  fundador  de  la  órdeo  de  los  predi- 
cadores: era  natural  de  Galeruega  tierra  deOsma, 
nacido  de  noble  linaje.  Avisado  el  papa  de  lo  que  pa- 
saba ,  acordó  acudir  al  remedio  de  aquellos  daños. 
Despachó  al  obispo  y  á  su  compañero  con  poderes 
bastantes  para  aue  apagasen  aquel  fuego.  Nombró 
también  un  legado  de  entre  los  cardenales  con  toda 
la  autoridad  necesaria. 

Llegados  á  Francia,  juntaron  consigo  doce  abades 
de  la  orden  de  San  Bernardo,  naturales  de  la  tierra, 
para  que  con  sus  predicaciones  y  ejemplo  redujeseo 
á  los  descaminados.  Pero  cuanto  provecho  se  hacia 
con  esso  por  convertirse  muchos  ae  su  error,  espe- 
cialmente con  la  predicación  de  Santo  Domiugo  y 
milagros  que  en  muchas  partes  obró ,  tanto  por  otra 
parte  crecían  en  número  los  pervertidos  de  los  here- 
jes. Porque  ¿quién  poodrá  en  razón  un  vulgo  incita- 
do á  mal?  ¿quién  bastará  á  hacer  que  tengan  seso  los 
hombres  perdidos  y  obstinados  en  su  error?  Débese 
cortar  con  hierro  lo  que  con  medicinas  no  se  puede 
curar ,  y  no  hay  medio  mas  saludable  que  usar  de  ri- 
gor con  tiempo  en  semejantes  males.  Mudado  pues 
el  parecer  y  la  paz  en  guerra ,  acordaron  de  usar  de 
rigor  y  miedo:  juntóse  ^ran  multitud  de  soldados  de 
Italia ,  Alemana ,  Francia  con  la  esperanza  de  la  in- 
dulgencia de  la  Sede  Apostólica  concedida  por  Ino- 
cencio Tercero  á  los  que  tomasen  la  insignia  y  divisa 
de  la  cruz  como  era  de  costumbre  en  casos  semejan- 
tes ,  y  acudiesen  á  la  guerra.  Estos  soldados  lomaron 
primeramente  á  Besiers,  ciudad  antigua  de  los  Volcas 
cabe  el  rio  Obris.  Pasaron  en  ella  siete  mil  hombres 
de  los  alborotados  á  cuchillo.  Algunos  decían  era 
castigo  del  cíelo  por  lu  muerte  que  cuarenta  y  dos 
años  antes  ellos  dieron  á  Trencavelo  señor  de  aquella 
ciudad,  y  con  él  hirieron  al  mismo  obispo.  Ck)n  el 
miedo  destc  rigor  la  ciudad  de  Garcasona ,  que  era 
de  herejes,  se  entregó  á  los  católicos,  y  los  culpados 
fueron  muertos. 

Estos  principios  daban  alguna  esperanza  que  fe 
podrían  reparar  aquellos  daños.  No  tenían  los  católi- 
cos Ibpítbn  que  ios  acaudillase  y  á  quien  todos  obe- 
deciesen. Acordaron  de  elegir  para  este  cargo  á  Si- 
món conde  de  Monforte  (pueblo  conocido  en  el  distrito 
de  la  ciudad  de  Chartres)  por  ser  aventajado  en  las 
cosas  dé  la  guerra ,  y  señalarse  mucho  en  la  piedad  y 
amor  de  la  religión  católica.  Aceptó  aquel  oucio  por 
servir  á  Dios  y  á  la  Iglesia.  Juntó  las  gentes  que  pudo, 
con  quepanó  de  los  herejes  el  castillo  de  Minerva ,  la 
ciudad  de  A  Ibis,  y  otro  pueblo  llamado  Vauro  cerca 
.de  Tolosa,  demás  de  otros  muchos  lugares.  Pasaron 
adelante,  pusieron  cerco  sobre  Tolosa ,  no  la  pudie- 
ron tomar  á  causa  que  los  condes  el  de  Tolosa  v  el  de 
Fox  y  el  de  Gominges  se  hallaban  dentro  y  se  la  de- 
fendieron con  mucho  valor.  Desde  allf  revolvieron 
sobre  el  condado  de  Fox  y  hicieron  la  guerra  por 
aquella  comarca.  El  rey  de  Aragón  cuidaba  del  peligro 

2ue  estos  príncipes  corrían,  sus  amigos  y  confedera- 
os. Recelábase  otrosí  de  Síioon  de  Monforte ,  que 
80  color  de  piedad ,  que  es  un  engaño  muy  perjudi- 
cial, no  pretendiese  para  sí  y  para  los  suyos  adquirir 
nuevos  estados. 

Movido  destas  razones,  luego  oue  se  ganó  aquella 
memorable  jornada  de  las  Navas  de  Tolosa  en  que  se 
halló  presente ,  volvió  su  pensamiento  á  las  cosas  de 
la  Francia ,  tanto  que  se  nallaba  que  por  el  mes  de 
enero  principio  deiaño  de  121 3  estaba  en  Tolosa  ciu- 
dad de  Francia  para  tomar  acuerdo,  es  á  saber  de  lo 
que  debía  hacer ,  y  el  mes  siguiente  de  mayo  hacía 
gente  en  Lérida  y  otras  partes  para  volver  a  aquella 


BIBLIOTECA   DE   GASPAR   Y    ROIG. 


guerra.  Luego  que  allá  llegó ,  le  acudieron  aquellos 
príncipes  parciales:  con  sus 'gentes  y  con  su  venida 
se  formó  un  ejército  tan  grande ,  que  llegaba  á  cien 
mil  hombres  de  pelea:  gran  número  y  que  apenas  se 
puede  creer.  Simón  de  Monforte  por  el  contrario  se 
apercebia  para  resistir  contra  fuerzas  tan  grandes. 
Acordó  ribera  de  la  Garona  fortificar  el  castillo  de 
Murello ,  plaza  muy  importante ,  para  reprimir  el  or- 
gullo de  los  enemigos.  Acudieron  aquellos  principes 
confederados  con  sus  gentes  con  intento  de  apode- 
rarse de  aquella  fuerza.  Acudió  asimismo  k  la  defen- 
sa de  Simón  Monforte  con  poca  ^ente ,  pero  escogida 
y  arriscada.  Iban  en  su  compañía  siete  obispos,  el 
padre  Santo  Domingo  y  tres  abades ,  estos  varones 
intentaron -al  principio  medios  de  paz  porque  no  se 
llegase  á  rompimiento  ^  de  que  se  temían  ^vcs  da- 
ños ;  en  especial  avisaron  al  rey  y  le  requirieron  de 
parte  de  Dios  no  se  juntase  con  los  herejes,  gente 
maldita  y  descomulgada  por  el  padre  santo :  que  te 
míese  el  castigo  de  Dios  a  quien  ofendía,  por  lo  me- 
nos escusase  la  infamia  con  que  acerca  de  todo  el 
mundo  quedaría  su  buen  nombre  amancillado ,  y  el 
odio  que  contra  su  persona  resultaría.  El  rey  se  hizo 
sordo  á  consejos  tan  saludables  y  buenos.  Diéronse 
vista  los  dos> campos,  y  los  dos  caudillos  adelantaron 
sus  haces  con  resolución  de  venir  á  las  manos.  En  el 
ejército  de  los  católicos  no  pasaban  de  ochocientos 
caballos  y  mil  infantes:  pequeño  número  para  la  mu- 
chedumbre de  los  contrarios.  Sin  embargo  fiados  en 
la  buena  querella  que  seguían,  se  determinaron  de 
probar  ventura.  Embistieron  de  ambas  partes  y  cer- 
raron: trabóse  la  pelea,  gue  fue  muj  brava  y  san- 
grienta. Los  calólicos  se  ámon  tal  mana  y  mostraron 
tal  esfuerzo,  que  los  herejes  no  pudieron  sufrir  so 
ímpetu,  y  en  un  punto  se  desbarataron  y  pusieron 
en  nuida.  Los  condes  se  salvaron  por  los  píes.  El  nj 
quedó  tendido  en  el  campo  con  otros  muchos  de  los 
suyos,  caballeros  de  cuenta,  en  particular  Azoar 
Pardo  y  su  hijo  Pedro  Pardo,  don  Gómez  de  Luna, 
don  Miguel  de  Luesia ,  gente  toda  de  la  principal  de 
Aragón.  El  número  de  los  otros  muertos  no  fue  gran- 
de para  victoria  tan  señalada. 

Todos  comunmente  juzgaban  al  rey  por  merece- 
dor de  aquel  desastre  así  por  el  favor  que  dio  á  los 
herejes,  si  bien  de  corazón  era  y  de  apellido  católico, 
ca  entre  los  reyes  de  Aragón  sollamó  don  Pedro ei 
Católico,  como  por  la  soltura  que  tuvo  en  materia  de 
honestidad ,  con  que  amancilló  las  demás  virtudes  y 
partes  en  que  fue  muy  aventajado.  Pasé  en  esto  tan 
adelate  que  repudió  á  la  reina  su  mujer ,  hembra  de 
mucha  bondad :  el  color  que  tomó  fue  que  era  deuda 
suya,  y  que  estuvo  antes  casada  con  el  conde  de  Go- 
minges ,  matrimonio  que  no  fue  valido,  antes  contra 
derecho ,  según  que  por  su  sentencia  lo  pronuncia- 
ron los  jueces  nombrados  sobre  esta  dilerencia  por 
el  p'Hpa  Inocencio  Tercero.  Verdad  es  que  de  aquel 
matrimonio  nacieron  dos  hijas ,  Matilde  y  Petrona, 
como  parece  por  el  testamento  de  Ja  misma  reina. 
Hallábase  esta  señora  en  Roma  do  era  ida  á:  seguir 
este  pleito ,  y  sustanciado  el  proceso,  se  esperaba  en 
breve  sentencia ,  cuando  liego  la  nueva  de  aquella 
jornada ,  y  de  la  muerte  del  rey,  que  fue  viernes  á 
los  trece  áe  setiembre  desle  año.  Su  cuerpo  entrega- 
ron á  los  caballeros  de  San  Juan  que  le  hicieron  en- 
terrar en  el  monasterio  de  Jijona  en  que  su  madre  la 
reina  doña  Sancha  estaba  asimismo  sepultada. 

CAPITULO  IIL 
Que  el  rey  don  Alonso  de  Castilla  falledó. 

Dejó  el  rey  de  Aragón  un  solo  hijo  habido  en  sn 
mujer ,  fue  se  llamó  don  Jaime ,  en  edad  de  solos 
cuatro  anos.  Quedaron  otrosí  dos  tíos  del  niño,  don 
Fernando  hermano  del  muerto,  y  abad  deMontaragon 
y  por  el  mismo  caso  mongo  profeso,  y  don  Sancho 


HISTORIA  DE  KSPANA. 


303 


ooode  de  Raiselloo  peraont  de  mucha  edad »  ca  era 
tía  del  muerto  hermano  de  su  padre.  Esto»  dos  seño- 
res sin  embargo  el  uno  de  su  edad  y  el  otro  de  su 
profesión  entraron  eo  pensamiento  de  apoderarse  del  ! 
reino.  Para  salir  con  esto  cada  cual  por  sú  parte  1 
procuraban  ganar  las  voluntades  del  pueblo ,  y  con-  | 
quistar  por  todas  las  vías  posibles  á  la  gente  princi- 
pal. Alegaban  para  esto  que  don  Jaime  era  hijo  bas- 
tardo; y  que  escluido  el  niño  como  tal,  entraban 
ellos  en  el  derecho  de  la  corona  como  deudos  mas 
cercanos ,  por  razonas  que  cada  cual  proponia  en  su 
favor  y  para  escluir  al  otro  competidor.  Los  prelados, 
los  señores  y  ricos  hombres  del  reino  llevaban  mal  la 
ambición  destos  dos  personiges  y  sus  prácticas.  En 
especial  Pedro  Fernandez  de  Azagra  señor  de  Albar- 
racin  sentia  mucho  que  se  tratase*  de  escluir  aauel 
niño  de  la  sucesión ,  y  privarle  del  reino  de  su  padre; 
y  mucho  mas  que  en  tal  coyuntura  estuviese  como 
cautivo  en  poder  de  Simón  de  Monforte.  Comunicóse 
con  los  demás :  acordaron  despachar  una  embajada 
al  papa  Inocencio ,  en  que  le  suplicaban  interpusiese 
su  autoridad  j  mandase  á  Simón  de  Monforte  les  res* 
tíiuyese  el  niño  para  ponelle  en  lugar  de  su  padre  y 
aJzaile  por  su  rey ,  que  tal  era  la  voluntad  de  los  de 
aquel  reino  grandes  y  menores. 

Oyó  el  pontífice  benignamente  esta  embuada: 
parecióle  la  demanda  muy  justíficada :  despacho  sus 
oreves  enderezados  á  su  legado  el  cardenal  Pedro  Be- 
neventano ,  que  en  su  nombre  asistía  á  la  guerra 
contra  los  herejes.  Encargábale  diese  todo  contento 
á  los  de  Aragón,  si  juzgase  todavía  que  pedian  razón. 
Entretanto  que  se  trataba  desto ,  Simón  de  Mon- 
forte se  apoderó  de  la  ciudad  de  Tolosa,  nido  y 
guarida  principal  de  los  alborotados  y  rebeldes. 
Juntó  el  legado  un  concilio  en  Mompeller  para  resol- 
ver lo  que  se  debia  hacer.  Acordaron  los  padres  entre 
otras  cosas  de  nombrar  por  príncipe  y  señor  de  todo 
lo  conquistado  al  mismo  conde  de  Monforte  en  pre- 
mio de  sus  trabajos.  Para  que  el  papa  confirmase 
este  su  decreto  le  enviaron  por  embajadora!  obispo 
ebredunense  ó  de  Arobrun.  En  este  término  se  ha- 
llaban las  cosas  de  Francia.  En  España  se  padecía 
f^rande  hambre  por  causa  de  la  sequedad.  Tras  la 
hambre  como  es  ordinario  se  siguió  gran  mortandad 
ocasionada  de  los  malos  manjares  de  que  la  gente  se 
sustentaba.  Pur  la  una  y  por  la  otra  causa  muchos 

Íueblos  y  aldeas  se  yermaron  y  mas  en  el  reino  de 
'oiedo ,  como  mas  sujeto  á  esta  calamidad  por  ser  lo 
mas  alto  de  España.  Acudió  al  remedio  don  Rodrigo 
Jiménez  arzobispo  de  Toledo  repartió  gruesas  limos* 
ñas  de  su  hacienda,  y  con  sus  sermones  animó 
al  pueblo  para  que  todos  ayudasen ,  cada  cual  oon- 
fonne  á  so  posibilidad. 

s  Esta  diligencia  y  el  fruto  que  della  se  siguió ,  que 
fue  notable,  agradó  tanto  al  rey  don  Alonso .  que  en 
lo  postrero  de  su  edad  estando  en  Burgos ,  nizo  do- 
nación á  la  iglesia  de  Toledo  de  muchos  pueblos  has- 
ta en  número  de  veinte  aldeas ,  por  parecerle  se  em-; 
pleabui  muy  bien  las  riquezas  y  mando  en  quien 
usaba  bien  dellas,  y  que  era  ponellas  c^mo  en  un 
depósito  común  para  acorrer  a  las  necesidades.  En 
paiticnlar  concedió  al  arzobispo  de  Toledo  que  por 
tiempo  fuese ,  el  oficio  y  preemmencia  de  chanciller 
mayor  de  Castilla ,  que  en  las  cosas  del  sobíenio  era 
la  mayor  dignidad  y  autoridad  después  de  la  del  rey: 
priviiegio  que  siete  años  antes  se  dio  al  arzobispo 

don  Martín  pero  por  tiempo  limitado  :  al  presente 
para  siempre  á  don  Rodrigo  y  sus  sucesores.  Este 

oficio  ejercían  los  arzobispos  (1)  en  lo  adelante  cuan- 


do andaban  eo  la  corte :  si  se  ausentaban ,  nombra- 
ban con  d  beneplácito  del  rey  un  teniente  que  su- 
pliese sus  veces  y  despachase  los  negocios :  esto  se 
contínuó  hasta  el  tiempo  del  arzobispo  don  Gil  de 
Albornoz ,  cuando  por  su  ausencia  y  por  ia  revuelta 
de  les  tíempos  se  comenzó  á  dar  aquel  oficio  á  dife- 
rentes personas  sin  consentímiento  de  los  arzobispos 
que  sin  embargo  todavía  se  intítulaban  ciíancilier  y « 
mayores  de  Castilla;  por  lo  demás  ninguna  otra 
preeminencia  de  aauel  oficio  les  quedaba ,  ni  tienen 
en  su  poderlos  sellos  reales,  ni  acuden  á  ellos  los 
negociantes. 

Bailábase  el  rey  en  Burgos :  deseaba  reconciliarse 
con  su  primo  el  rey  de  León ,  de  quien  se  mostraba 
muy  sentido  después  que  repudió  a  su  hija  doñaBe- 
renguela,  y  todavía  duraba  la  enemiga.  Concertaron 
vistas  para  Valladolid.  y  allí  asentaron  sus  haciendas; 
en  particular  se  acornó  echasen  por  tierra  y  despo- 
blasen al  Carpió  y  Monterrev  sobre  que  teman  dife*- 
rancias,  y  los  de  Castilla  ios  tomaran  á  los  de  León* 
Tomado  este  asiento ,  se  partió  el  rev  de  León  para 
su  tíerra,  y  con  licencia  del  rey  de  Castilla  llevó  en 
su  compañía  á  don  Diego  López  de  Haro  para  ocu- 
parle en  la  guerra  que  por  aquellas  partes  hacia  con- 
tra moros.  Era  don  Die^o  lamoso  capitán  en  aquel 
tiempo,  amado  de  los  prmcipes ,  agroaable  á  los  sol- 
dados :  asi  demás  de  su  hijo  don  Lope  le  siguió  un 
buen  golpe  de  los  soldados  castellanos  por  el  deseo 
que  todos  tenían  de  ejercitarse  en  aquella  guerra  de- 
bajo de  la  conducta  de  caudillo  tan  principal.  El  rey 
de  Castilla  aunque  viejo  y  muy  cansado ,  no  tenia 
menos  deseo  de  proseguir  por  su  parte  la  guerra 
contra  moros ,  que  quedaron  amedrentados  por  la 

Sórdida  pasada,  y  á  pique  de  perderse  por  estar  divi« 
¡dos  entre  sí  y  alborotados  con  bandos  y  parciaiida'^ 
des.  Adelantóse  el  rey  de  León :  rompió  por  aquella 
parte  de  la  antigua  Lusitaoia  que  confinaba  con  su 
reino  y  hoy  se  llama  Estremadura.  Talóles  los  cam* 
pos,  quemóles  y  saqueóles  los  pueblos  y  las  alileas, 
mzo  grandes  presas  de  hombres  y  de  aanados.  En 
particular  á  la  ribera  del  rio  Tajo  ganó  ne  los  inoios 
una  villa  antigua  y  fuerte  que  se  llama  Alcántara. 

Para  que  la  defendiesen .  hizo  della  gracia  á  los  ca- 
balleros de  la  orden  de  Caíatrava  ( 2) ,  que  pusieron 
allí  buena  guarnición  de  soldados  que  de  ordinario 
salían  á  correr  la  tierra  de  los  moros  y  hacer  sus  ca-^ 
balgadas. 

Este  fue  el  principio  que  tuvo  la  caballería  de  Al- 
cántara ,  pequeño  y  flaco  como  suele  ser  en  las  cosas 
icrandes,  que  se  levantan  de  pequeños  principios. 
De  aqui  vino  que  esta  nueva  caballería  al  principio 
fue  sujeta  á  la  de  Caíatrava ;  al  presente  se  tiene  por 
eienta ,  en  especial  después  aue  estos  caballeros  ¿a-» 
naron  una  bula  en  este  propósito  del  papa  Julio  lien 
ninguna  cosa  quieren  reconocer  esta  mayoría.  El  liá« 
hito  de  Caíatrava  antiguamente  fue  un  escapulario 
con  una  capilla  que  M  salia,  sobre  el  vestido  á  la 
manera  de  los  frailes;  mas  por  concesión  del  papa 
que  en  tiempo  del  scisma  se  llamó  Benedicto  Xlll  el 
año  de  mil  y  trecientos  y  noventa  y  siete  dejaron  la 
capilla  y  tomaron  la  cruz  roja  florlisada  de  la  forma 
que  hoy  la  usan ,  que  se  remata  en  cuatro  flores  de 
lis.  Los  de  Alcántara  en  sus  principios  usaron  por 
hábito  de  un  capirote  y  una  chía  roía ,  ancha  cuatro 
dedos  y  larga  una  tercia ;  pero  el  mismo  papa  les 
concedió  por  su  bula  trocasen  aquellas  insignias  en 
la  cruz  verde  florlisada  de  que  usan  en  manto  blanco 
de  la  misma  forma  y  remates  que  la  de  Caíatrava;  que 
fue  el  año  adelante  de  mil  y  cuatrocientos  y  once. 


(!)  Esla  dignidad,  que  era  la  mas  preemi Dente  del  reioo, 
siempre  se  dara  á  las  personas  mas  distinguidas  por  las  letras 
6  por  su  estado.  Bn  Aragón  parece  aue  se  instituyó  mas 
tarde ,  pues  no  se  bace  meocíoo  de  ella  basta  entrado  el 
stffú  Xlll  en  tieaipo  de  don  Jaime  1. 

TOMOl. 


(2)  Se  di6  á  los  caballeros  de  San  Julián  dePereiio,  que 
por  su  instituto  badán  fruerra  perpetua  á  los  moros,  bsta 
orden  foe  aprobada  por  Alejandro  111  ea  1177,  y  en  i  i  78  se 
agregó  A  la  de  Caíatrava. 

10' 


364  BIBLIOTECA  D£  GASPAB  Y  ROIG. 

Los  unos  y  los  otros  militan  debajo  de  la  regla  de  San 
Bernardo  y  son  sujetos  á  la  orden  del  CistieY. 

Este  fin  tuvo  y  este  efecto  hizo  la  guerra  que  el 
rey  de  León  moyió  contra  los  moros  por  este  tiempo, 
ateo  mas  próspero  que  la  que  se  hizo  de  parte  de  Cas- 
tilla. Fue  asi  que  el  rey  don  Alonso  de  Castilla  dio 
vuelta  al  reino  de  Toledo :  seguíale  mucha  gente  que 
iiizo  levantar  en  todas  partes ,  con  que  ll^ó  hasta 
Consuegra  y  hasta  Calatrava ,  que  eran  las  fronteras 
por  aquella  parle  de  su  reino.  Pasó  adelante,  rompió 
por  las  tierras  de  los  moros  hasta  llegar  á  Baeza,  que 
era  vuelta  á  poder  de  moros.  Hizo  grandes  talas  por 
aquélla  comarca .  robos  y  sacomanos :  finalmente  se 
puso  sobre  aqueUa  ciudad  con  intento  de  rendirla. 
Acudió  á  servirle  en  este  cerco  entre  otros  Diego  Ló- 
pez de  Haro  después  que  se  dio  fin  á  la  guerra  de  Es- 
tremadura.  Hicieron  todo  el  esfuerzo  posible,  mas  no 
pudieron  salir  con  su  intento  ¿  causa  que  el  año  era 
muy  falto  de  mantenimiento  y  no  se  podian  proveer 
de  vituallas.  Hicieron  treguas  con  los  moros ,  y  con 
tanto  dieron  la  vuelta  para  proveerse  de  lo  necesario 
y  poderse  sustentar:  por  lo  aemás  se  presentaba  bue- 
na ocasión  de  sujetar  los  moros  por  estur  divididos  y 
tener  entre  sí  guerras  civiles. 

La  cosa  pasó  desta  manera.  El  rey  Muhoroad  por 


sobrenombre  el  Verde ,  después  que  perdió  aquella 
memorable  jomada  de  las  Navas  ae  Tolosa ,  acordó 
para  reiíacerse  de  fuerzas  pasar  en  África.  Entre  los 
moros  mas  que  entre  otras  gentes ,  ningún  respeto 
se  guardan  oe  lealtad  y  parentesco.  ZeytAbenzeyt  su 
hermano  tomó  ocasión  ae  aquella  ausencia  para  apo- 
derarse de  la  ciudad  de  Valencia  y  de  Monviedro  con 
toda  aquella  comarca.  Lo  mismo  hizo  un  su  primo  por 
nombre  Mahomad  Zeyt  en  las  ciudades  de  Córdooa, 
y  de  Baeza ,  que  se  alzó  con  ellas  con  color  oue  eru 
nieto  de  Abdelmon  de  parte  de  un  hijo  suyo  líamado 
Abdalla,  y  por  esta  causa  le  pertenecían  los  reinos 
de  África  y  de  España  que  frieron  de  su  abuelo.  De- 
más desto  otro  moro  por  nombre  Albullali,  muy  prin- 
cipal en  riquezas  y  en  vasallos,  movido  por  el  ejemplo 
de  los  moros  ya  dichos,  y  convidado  de  la  ocasión 

3ue  se  le  presentaba ,  sin  otro  mejor  derecho  se  apo» 
eró  de  Sevilla ,  de  ÍEcija  y  de  Jerez.  Desta  manera 
las  fuerzas  de  los  moros  que  de  suyo  no  eran  muy 
grandes,  se  dividieron  en  muchas  partes  y  por  el 
mismo  caso  se  enflaquecieron. 

Buena  ocasión  era  esta ;  mas  el  rey  don  Alonso  que 
era  el  mas  poderoso  principe  de  España ,  no  pudo 
acudir  á  esta  guerra  no  solo  por  la  falta  de  vituallas, 
sino  por  dar  socorro  ¿  los  ingleses  con  quien  tenia 
deudo  y  amistad ,  y  cuyo  partido  en  las  partes  de 
Francia  andaba  muy  de  caida  á  causa  que  los  fran- 
ceses contra  lo  que  tenían  asentado,  de  repente  les 
movieron  una  guerra  muy  cruel  y  sangrienta.  Por 
el  mismo  tiempo  el  rey  de  Portugal  don  Alonso  el  Se- 
gundo por  sobrenombre  el  Gordo  andaba  ocupado  en 
recobrar  por  las  armas  los  estedos  que  en  aquel  reino 
su  padre  dejó  en  su  testamento  a  sus  hermanas: 
cansas  que  alegar  para  lo  que  quieren ,  nunca  á  los 
príncipes  faltan.  Acudieron  aquellas  señoras  al  am- 
paro del  rey  de  León  que  era  su  deudo ,  y  les  caía 
mas  cerca  para  valerse  de  sus  fuerzas :  no  fiíe  él 
mismo  en  persona;  pero  envió  á  su  hijo  don  Fernan- 
do ,  el  cual  con  las  armas  ganó  de  los  portugueses 
algunos  pueblos ,  que  adelántese  volvieron  por  man- 
dado del  papa  Inocencio,  que  interpuso  su  autoridad 
Í>ara  sosegar  estos  bullicios  y  componer  todas  aque- 
tas diferencias. 

El  rey  de  Castilla  &  la  misma  sazón  deseaba  verse 
con  el  rey  de  Portugal  su  )[erno  para  comunicar  con 
él  cosas  muy  graves.  Convidóle  por  sus  embajadores 
que  se  llegase  4  Plasencia ;  y  porque  entendió  que  la 
venida  del  Portugués  se  dilataría  algún  liempo,  pasó 
á  Burgos  con  intento  de  acudir  á  lo  de  Francia,  y 
enviar  en  favor  de  los  ingleses  gente  de  socorro.  La 


muerte  atajó  todas  estas  trazas.  Daha  la  vneltadesde 
Burgos  por  el  deseo  que  tenia  de  Terse  con  el  rey  de 
Portugal,  cuando  en  Garcimunoz  pueblo  conocido  k 
sobrevino  una  dolencia  mortal ,  que  se  le  aumentó 
con  cierto  aviso  que  le  llegó  de  que  aqud  rey  sees- 
cusaba  de  llegar  baste  Plasencia,  y  solo  veaia  en  que 
si  aquellas  vistas  imporUban  tanto,  se  hiciesen  á  la 
raya  de  ios  dos  reinos.  Este  es  la  condición  de  mo- 
chos príncipes,  que  por  no  reconocer  ni  dar  ventaja 
¿  nadie ,  sea  deudo,  sea  superior,  sea  mas  anciano, 
dejan  pasar  muchas  ocasiones  de  concluir  negocios 
muy  importantes.  Puédese  también  sospeiabar  que 
aquel  principe  no  se  fió  mudio  del  de  Castilla,  si  biea 
era  su  suegro ,  por  ser  astuto  y  mañoso,  y  muy  aten- 
to á  sus  particulares.  Agravóse  la  dolencia  teatoqoe 
los  médicos  le  deshauciaron.  Asistióle  en  aquel  óm* 
mo  trance  el  arzobispo  de  Toledo,  que  desde  CUlatra- 
va  donde  residió  algún  tiempo  para  remediar  la  ham- 
bre como  queda  dicho ,  concniido  aquel  negocio, 
acudió  á  Burgos  y  hacia  compañía  al  rey.  El  misaio 
le  confesó  y  hizo  que  recibiese  los  demás  sacramea- 
tos  como  suelen  los  cristianos ,  ordenase  y  otei^gase 
su  testamento.  Esto  hecho,  rindió  el  alma  lunes á 
seis  de  octubre  día  de  Santa  Fides  vii^en  del  año  que 
se  contaba  de  1214.  Conforme  á  esto  se  ha  de  corre- 
jir  la  letra  del  arzobispo  don  Bodríco ,  que  muchas 
veces  por  culpa  de  los  impresores  y  de  k¿  eseribieo- 
tes  está  muy  estragada. 

Este  üu  tuvo  el  rey  don  Alonso,  el  mas  esclarecido, 
principe  en  guerra  y  en  paz  de  cuantos  en  aquel  si- 
glo florecieron.  El  solo  acabó  muchas  cosas  y  salió 
con  grandes  empresas:  los  otros  reyes  de  España  sin 
él  y  sin  su  ayuda  apenas  lucieron  cosa  alguna  que 
fuese  de  mucha  consideración.  Falleció  en  edad  de 
cincuenta  y  siete  años  y  mas  veinte  y  dos  días:  dallos 
remó  por  espacio  de  los  cincuenta  y  cinco.  S^ta* 
ron  su  cuerpo  en  las  Huelgu  de  Burgos :  acompaoi- 
ronle  la  reina  doña  Leonor,  su  hija  doña  Berenguelí, 
el  arzobispo  don  Bodrigo  con  otros  principales  del  rei- 
no. Fallecieron  así  mismo  este  año  la  reina  de  Casti- 
lla viuda  doña  Leonor ,  y  don  Femando,  d  hijo  ma- 
vor  del  rey  de  León  habido  en  su  primera  mi^er;  y 
aemás  destos  don  Diego  López  de  Haro,  don  Peora  de 
Castro  hijo  de  Femando  de  Castro,  todos  persona- 
jes muy  principales.  La  muerte  de  la  reina  fue  eo 
Burffos  viernes  último  dia  de  octubre.  El  dolor  que 
recíoió  por  ver  muerto  su  marido  que  le  quería  mo* 
cho ,  le  aceleró  su  fin :  como  fueron  moy  confiannes 
en  la  vida,  así  sepultaron  su  cuerpo  junto  al  de  so 
marido.  Don  Femando  hijo  del  rey  de  León  y  de  «o 
mujer  doña  Teresa ,  era  mozo  de  aventajadas  partes 
y  que  daba  muy  buenas  muestras,  si  ia  muerte  anti» 
de  tiempo  no  le  atajara  los  pasos ,  y  cortara  las  espe- 
ranzas goe  tales  virtudes  y  la  apostura  de  m  cuerpo 
prometían :  enterráronle  en  «I  templo  de  Santiago  de 
balicia.  Quedó  otro  hermano  suyo  de  su  mismo  nom- 
bre, pero  nacido  de  otra  madre,  que  fue  doña  Beran- 
gueía,  y  que  adelante  sucedió  en  el  reino  de  Casti- 
lla, y  también  á  su  padre,  como  se  veM  en  sus  lugares. 
Don  Pedro  de  Castro  ayudó  y  sirvió  muy  bien  al  rey 
de  León  en  las  guerras  que  hizo  contra  moros :  su 
muerte  fue  en  Marruecos  ciudad  de  Iferbería.  Lacao- 
sa  poroue  pasó  en  África,  no  se  sabe :  por  ventan 
algún  aesgusto ,  ó  la  amistad  que  tenia  trabada  con 
los  moros  desde  el  tiempo  de  su  padre.  Falleció  á 
diez  y  ocho  de  agosto  deste  mismo  año  en  que  vamos. 

CAPITULO  IV. 
Cómo  en  Castilla  y  Aragón  bobo  revueltas  y  quenas^ 

Después  de  la  muerte  de  don  Pedro  rey  de  Angón 
y  de  don  Alonso  rey  de  Castilla  resultaron  en  el  un 
reino  y  en  el  otro  bullicios  v  alteraciones  muv graves 
á  causa  de  la  poca  edad  de  los  nuevos  rayes  don  Ed- 
riquc  y  don  Jaime  que  sucedieron  á  sus  padres.  Los 


IIISTOHIA  DE   ESPA.NA. 


365 

el  nuevo  rey,  hista  tanto  quo  las  parcialidades  se 
compusiesen ,  y  que  él  tuviese  edad  para  encargarse 
del  gobierno.  Entre  los  ciudadanos  ae  Zaragoza  y  la 
genle  de  Navarra  se  abrió  la  contratación,  que  según 
parece  tenían  impedida  por  caus:i  de  las  ajleraciones 
de  Aragón ,  ó  por  otras  difereucias  que  siempre  re- 
sultan entre  los  reinos  comarcanos,  mayormente  que 
el  rey  don  Sancho  de  Nivarra  por  su  edad  y  poca 
salud  poco  podía  acudir  al  gübierno  y  al  amparo  de 
sus  vasallos,  antes  vivía  retira  Jo  en  el  castillo  de  Tu- 
dela  sin  atender  á  las  cosas  de  la  guerra  ni  á  las  del 
gobierno. 

Esto  pasaba  al  ün  deste  año ,  en  que  cerca  de  la 
ciudad  de  Tornay  principal  en  los  estados  dePiandes, 
y  puesta  á  la  ribera  (\d  rio  Escalda ,  el  emperador 
Otnon  y  Felipe  rey  de  Francia  tuvieron  una  sangrien- 
ta batalla.  Estaba  de  parte  del  emperador  don  Fer- 
nando infante  de  Portugal  casado  con  la  condesa 
propietaria  de  Fiandes ,  que  vencidos  y  desbaratados 
los  de  su  parte  y  los  imperiales,  quedó  preso  por  lar- 
go, tiempo  en  poder  de  los  f 'auceses.  Esta  fue  la  fa- 
mosa batalla  de  Bovinas,  así  dicha  de  un  puente  jun- 
to al  cual  se  dio.  En  Aragón  todavía  continuaban  en 
procurar  algún  medio  de  paz ;  parecióle  sería  con  ve*- 
niente  para  contentar  á  don  Sancho  conde  deUuise- 
lloQ  encargarle  el  gobierno  del  reino  de  Aragón,  co- 
mo se  hizo  el  año  siguiente  de  i  21 5.  Lo  que  pensaban 
seria  ocasión  de  sosiego,  sucedió  muy  al  re^'és;  que 
como  persona  deseosa  de  mandar ,  con  la  mano  que 
le  dieron ,  se  encendió  en  mayor  deseo  de  coronarse 

f»or  rey,  de  que  resultaron  mayores  revueltas  y  bu- 
liciob  como  se  verá  adelante. 

Las  cosas  de  Castilla  no  estaban  en  mejor  estado. 
Era  el  nuevo  rey  don  Enrique  de  once  anos  cuando 
por  muerte  de  su  padre  y  por  haber  faltado  sus  her- 
manos mayores  sucedió  en  aquella  corona.  Encargóse 
su  madre  del  gobierno  como  era  razoni-que  duró  po- 
co por  la  muerte  que  muy  en  breve  le  sobrevino.  En 
su  testamento  nombró  para  el  gobierno  en  su  lugar 
y  para  la  tutela  del  rey  á  doña  Berenguela  su  bija 
reina  de  León ,  aunque  apartada  de  su  marido.  Esta 
señora  por  ser  de  ánimo  varonil  y  muy  poderosa  en 
vasallos ,  ca  tenia  por  suyas  las  villas  de  Valladolid, 
Mou'in,  Guriel  y  Santisteban  de  Gormaz  por  merceti 
y  donación  que  delias  le  hizo  el  rey  su  padre  cuando 
volvió  á  Castilla ,  sustentaba  el  peso  de  todo ,  y  aun 
ayudaba  con  su  hacienda  á  los  gastos  que  forsosa- 
mente  en  el  gobierno  se  hacían.  ¿Quién  podrá  bas-* 
tantemente  encarecer  las  virtudes  desta  señora ;  su 
prudencia  en  lo»  negocios,  su  piedad  y  devoción  para 
con  Dios,  el  favor  que  daba  á  \oñ  virtuosos  y  letrados, 
el  celo  de  la  justicia  con  que  enfrenaba  á  los  malos» 
el  cuidado  en  sosegar  algunos  señores  que  gustaban 
de  bullicios,  y  que  el  rey  su  hermano  se  criase  en 


S8noresácuyo  cargo  estdba  mirar  por  el  bien  y  pro 
común,  todos  tenían  mas  atención  á  sus  particulares. 
Muchos  encastilla  pretendían  apoderarse  del  gobier- 
no,  y  en  nombre  de  otro  ,  que  era  el  rey ,  mandallo 
ellos  todo ,  quitar  y  poner  á  su  volantad.  Algunos  en 
Aragón  pasaban  mas  adelante,  ca  pretcndiun  coro- 
narse y  gobernar  en  su  nombre  todo  aquel  reino.  ¡Guán 
desapoderado  y  perjudicial  es  el  apetito  de  reinar  y  la 
ambición!  todo  lorevuelve  y  lotrueca  sin  tener  cuenta 
con  la  infamia  ni  lo  que  la  modestia  y  templanza  pi- 
den. Entre  estas  tempestades  el  gobierno  y  la  gente 
andaba  como  nave  sin  gobernalle  azotada  de  los  vien- 
tos y  de  las  olas  del  mar ,  especialmente  en  Aragón 
se  veían  estos  daños  por  la  ambición  perjudicial  de 
don  Sancho  y  de  don  Fernando  tíos  de  aquel  rey, 
que  según  queda  dicho  pretendía  cada  cual  para  sí 
aquella  corona.  No  les  faltaba  brío  para  salir  con  su 
ÍDtento ,  ñi  maña  para  granjear  las  voluntades  del 
pueblo.  Alegaban  que  el  rey  don  Jaime  no  podía  he- 
redar á  su  padre  por  no  ser  de  legitimo  matrimonio. 
Demás  desto  don  Sancho  contra  su  competidor  se 
valia  de  que  era  monge  profeso ,  y  por  el  mismo  caso 
incapaz  de  la  corona :  don  Fernando  del  ejemplo  del 
rey  ood  Ramiro,  que  sin  embarco  que  era  monge  y 
de  mucha  edad  sucedió  en  a(}ucl  reino  a  su  hermano; 
y  que  quitado  este  impedimento ,.  él  era  el  de  los 
transversales  el  pariente  roas  cercano. 

Con  esto  el  remo  se  dividió  en  tres  parcialidades: 
pocos ,  pero  los  mejores  y  mas  poderosos  seguían  el 
partido  del  verdadero  rey.  El  pueblo  sin  cuidar  mu- 
cho de  loque  era  justo  ,  se  arrimaba  á  los  que  de 
presente  con  dádivas  y  con  promesas  los  granjeaban. 
Enviáronse  sobre  el  caso  embajadores  al  papa  Ino- 
cencio ,  como  arriba  oueda  dicho ,  para  pedir  á  su 
rey,  el  cual  en  compañía  del  obispo  ebredunensecon 
muy  buenas  palabras  los  remitió  á  Francia  endereza- 
dos al  cardenal  Beneventano  su  legado,  con  orden 
que  al  conde  de  Mon  forte  entregase  loque  tenían  ga- 
nado eo  Francia  contra  los  herejes,  á  tal  que  el  mis- 
mo pusiese  en  libertud  al  niño  rey  de  Aragón  y  le  en- 
tregase á  sus  vasallos.  Sabida  la  voluntad  del  papa, 
el  legado  y  ei  conde  de  Monforte  obedecieron  sin  di- 
ficultad. Hallábanse  en  Carcasona,  desde  donde 
acompañaron  al  rey,  que  tenia  solo  Sfisaños  y  cua- 
tro meses,  hasta  la  ciudad  de  Narbona  ;  en  su  com- 
pañía don  Hamon  conde  de  la  Proenza  su  primo  her- 
mano, y  de  la  misma  edad  del  rey,  para  que  se  críase 
en  Aragón  entre  tanto  que  las  guerras  de  Francia  se 
apaciguaban.  Acudieron  á  aquella  ciudad  por  estar  á 
la  raya  de  los  reinos  muchos  señores  de  la  corona  de 
Aragón  para  recebír,  servir  y  acompañar  á  su  rey, 
todos  con  ^an  muestra  de  alegría  y  grandes  regoci- 
jos y  recebimientos ,  que  todos  los  pueblos  por  do 
f tasaba  y  le  hacían  procesiones  y  rogativas  por  su  sa- 
ud  y  larga  vida.  Tenia  el  niño  para  aquella  edad    las  costumbres  *que  pertenecen  á  estado  tan  alto? 


huesa  presencia,  j  la  estatura  del  cuerpo  mayor  que 
pedían  aquellos  anos :  muestra  de  loque  fue  adelante 
de  su  valor  y  grandeza. 

El  conde  oe  Monforte  se  quedó  para  proseguir  la 
guerra.  El  legado  ,  que  en  todo  tenia  mano,  hizo 
convocar  cortes  para  la  ciudad  de  Lérida  con  aten- 
ción á  dar  asiento-  en  todas  las  cosas.  Juntáronse  á 
su  llamada  los  señores  ,  ricos  hombres ,  los  prelados 

Íj  procuradores  para  el  día  que  les  señalarqn.  Los  in- 
ántes  don  Sandio  y  don  Fernando  no  quisieron  acu- 
dir per  ver  el  pleito  mal  parado.  En  aquellas  cortes 
todos  los  que  presentes  se  hallaron  de  los  tres  brazos 
del  reino ,  juraron  al  nuevo  rey :  cosa  nueva  en  Ara- 
gón, pero  que  deste  principio  quedó  asentado  para 
adelante ,  y  así  se  acostumbra  de  jurar  aquellos  re- 
yes. Nombraron  por  ayo  del  niño  para  que  le  amaes- 
trase á  don  Guillen  Monredon  maestre  y  superior  de. 
los  Templarios  de  aquel  reino ,  y  el  principal  de  los. 
embajaaores  que  de  enviaron  al  papa.  Señalaron 
otrosí  la  fortaleza  de  Monzón  para  que  allí  se  criase 

TOMO   I. 


Solo  lo  aquejaba  la  muchedumbre  de  los  negocios  y . 
el  deseo  que  tenía  de  su  reoogimiento  y  quietud. 
Olieron  esto  algunos  que  tienen  por  constumbre  de 
calar  lasaliciones  y  desvíos  de  los  príncipes  para  por 
aquel  medio  encaminar  sus  particulares;  ene*»pecíal 
los  de  la  ca&a  de  Lara,  como  acostuaibrados  á  man- 
dar, procuraron  aprovecharse  do  aquella  ocasión  para 
apoderarse  ellos  el  gobierno. 

Eran  tres  hermanos,  Alvaro,  Fernando  y  Gonzalo, 
lujos  de  don  Ñuño  conde  de  Lara  poderosa  en  rique- 
zas y  en  aliados.  Estos  hacían  poco  caso  del  rey  por 
ser  niño,. y  de  su  hermana  por  ser  mujer.  Pretendían 
salir  con  su  intento  quier  fuese  con  buenos  medioH, 
quier  con  malos.  Ofreciéronse  dos  ocasiones  muy  á 
propósito :  la  una  que  un  hombre  particular  ilamaído 
Garci  Lorenzo  natural  de  Falencia,  tenía  muolia  ca- 
bida con  doña  Berenguela.  De  la  industria  deste 
hombre  y  de  su  maña  que  era  muy  grande,  se  pre- 
tendieron valer,  y  para  esto  le  prometieron,  si  ter- 
ciaba bien  y  les  acudía  conforme  á  su  deseo,  de  dalle 

Ifi** 


36D 


BIBLIOTECA   DC  GASPAR    Y   ROIG. 


en  premio  la  villa  de  Tablada  que  él  mucho  deseaba. 
Esta  fue  la  primera  ocasión.  La  segunda  y  de  menos 
íroporiancia  fue  la  ausencia  que  á  la  sazón  hizo  don 
Rodrigo  arzobispo  de  Toledo,  que  solo  por  su  mucha 
autoridad  y  prudencia  pudiera  descubrir  y  desbaratar 
estas  trazas.  Partióse  para  Roma  para  hallarse  con 
los  demás  prelados  en  el  concilio  Laterano  que  por 
sus  edictos  teuia  convocado  el  papa  Inocencio.  Jun- 
táronse ¿  su  llamado  cuatrocientos  y  doce  prelados, 
y  entre  olJos  los  setenta  y  uno  eran  arzobispos  ,  el 
patriarca  de  Jerusalén  y  el  de  Constantinopla.  El 
Alejandrino  y  el  Antiochene  no  acudieron  ,pero  en- 
viaron sus  tenientes  que  supliesen  sus  veces.  Los 
demás  sacerdotes  que  acudieron ,  apenas  se  podían 
contar.  Los  negocios  que  en  este  concilio  se  trataron, 
fueron  muchos  y  muv  graves.  Sobre  todo  pretendían 
renovar  la  guerra  de  la  Tierra  Santa,  y  apaciguar  las 
alteraciones  de  Francia  que  los  herejes  traían  re- 
vueltas. 

Abrióse  el  concilio  por  el  mes  de  noviembre  en  la 
ig/esía  de  San  Juan  dcLelran.  Éntrelos  demás  padres 
se  señaló  mucho  el  arzobispo  don  Rodrigo :  hizo  una 
o  raciona  los  del  coucilio  en  lengua  latina,  pero  mez- 
cladas sentencias  y  como  flores  de  las  otras  lenguas, 
italiaua,  alemana,  luglesa,  francesa, como  el  que  bien 
las  sabia,  que  puso  admiración  á  los  padres  hasta  decir 
que  desde  el  tiempo  de  los  apóstoles  nunca  se  vio  cosa 
semejante.  En  particularsetratóde  la  primacía  de  To- 
ledo a  causa  que  los  arzobispos  de  Tarragona,  Braga, 
Santiago  y  Narbona  no  le  querían  reconocer  ventaja 
por  razones  que  cada  cual  en  su  defensa  alegaba.  Pre- 
sen tárense  por  la  iglesia  de  Toledo  las  bulas  de  los  pon- 
tífices romanos  mas  antiguos,  sus  sentencias  y  deter- 
minaciones, los  decretos  délos  concilios, argumentos 
Y  probanzas  tomadas  de  la  ao  tí guedad ,  que  en  los  hom- 
bres es  venerable,  y  en  las  ciudades  se  tiene  por  cosa 
sagrada.  Salieron  á  la  causa  el  arzobispo  de  Bra^a  y 
el  de  Santiago  aue  presentes  se  hallaron,  y  el  obispo 
de  Vique  como  lugarteniente  del  de  Tarragona.  Pre* 
tendian  alegar,  y  alegaron  de  su* derecho,  y  respon- 
der á  los  argumentos  y  razones  que  por  el  de  Toledo 
militaban. 

No  se  procedió  á  sentencia  á  causa  que  algunos  de 
los  interesados  se  hallaban  ausentes  y  era  necesario 
oírlos.  Solo  concedió  el  pa[>a  al  arzobispo  don  Rodrigo 
que  por  espacio  de  diez  anos  tuviese  autoridad  de  le- 
gado en  toda  Espaiía;  j  que  si  la  ciudad  de  Sevilla 
viniese  á  poder  de  cristianos  (i)  comeespernban  que 
sería  en  breve  por  la  Anqueza  de  los  Almohades,  que 
en  tal  caso  quedase  sujeta  al  arzobispo  de  Toledo 
comoá  primado,  sin  que  pudiese  contradecir  ni  ape- 
lar deste  decreto.  Conceaióle  demás  desto  facultad 
de  dispensar  y  de  legitimar  trecientos  hijos  bastar- 
d05$,  y  que  en  todas  las  iglesias  de  Espatía  en  las  ciu- 
dades que  fse  ganasen  de  moros  ,  pudiese  nombrar  y 
goner  I06  obispos  v  sacerdotes  que  en  ellas  faltasen, 
randefae  el  crédito  que  el  dicho  arzobispo  ganó 
en  aquel  concilio  no  solo  perlas  muchas  lenguas  que 
sabía ,  sino  por  sus  muchas  letras  y  erudición ,  que 
para  aquel  tiempo  fue  grande.  Dejó  dos  libros  escri- 
tos, uno  de  la  historia  cíe  España,  el  otro  de  las  cosas 
de  los  moros,  fuera  de  otro  tratado  que  anda  suyo  en 
defensa  de  la  primacía  de  su  iglesia  de  Toledo. . 

Tocante  á  la  guerra  de  la  Tierra  Santa  se  acordó  y 
decretó  en  ei  mismo  concilio  que  todos  los  ecJasiásti- 
008  ajrudasen  para  los  gastos  y  para  Jlevalla  adelante 
concierta  parte  de  sus  rentas.  Con  este  subsidio  en- 
viaron gente  de  socorro,  y  por  su  general  á  Pelagio 
cardenti  y  obispo  albanense  de  nación  español ,  se- 
gonqoe  lo  testifica  don  Lucas  de  Tuy,  ▼  que  con  este 
socorro  se  ganó  la  muy  famosa  ciudad  de  Damíeta 
puesta  en  lo  postrero  de  Egipto.  Cuanto  á  las  revuel- 
tas de  Francia,  los  dos  Raimundos  ó  Ramones  padre 

( I )  Fue  por  bula  de  nonorío  IIV,  y  no  de  Inocencio  III. 


y  hijo,  conde  de  Tolosa^  acudieron  al  concilio  para 
pleítar  contra  Simón  de  Monforte  que  los  tenia  des- 
pojados de  su  estado.  La  resoluciou  fue  que  los  con- 
denaron como  á  herejes,  y  adjudicaron  á  Simón  dn 
Monforte  la  ciudad  de  Tolosa  con  todo  aquel  con- 
dado ,  y  los  demás  pueblos  y  ciudades  que  había 
ganado  á  los  herejes  con  su  valor  y  buena  mana. 
En  virtud  de  lo  cual  fue  á  verse  con  eJ  rey  de 
Francia  para  hacerle  sus  homenajes  como  feudatario 
suyo  por  aquellos  estados,  como  lo  hizo,  y  juntamen- 
te a.sentó  con  aquel  rey  confederación  y  perpetua 
amistad.  Pero  como  quier  que  no  se  fiase  de  los  vasa- 
llos^  oue  toda  víase  inclinaban  á  sos  señores  antiguos, 
hizo  desmantelar  las  ciudades  de  Tolosa,  Carcasona  y 
Narbona ,  por  donde  y  por  les  tributos  muy  graves 
que  derramó  sobre  aquellos  estados,  incurrió  en  gra- 
ve odio  de  los  vasallos,  de  tal  manera  que  muchos 
pueblos  á  la  ribera  del  rio  Ródano  se  le  rebelaron  y 
se  entregaron  á  Raimundo  el  mas  mozo,  hijo  del  des- 
pojado, y  aun  poco  adelante  se  perdió  U  misma 
ciudad  de  Tolosa :  para  todo  ayudó  mucho  que  di- 
versos señores  de  Francia  y  de  Cataluña  sin  embargo 
de  lo  decretado  por  el  papa  y  por  el  concilio  acudie- 
ron con  sus  fuerzas  á  aquellos  príncipes  despojados 
y  pebres. 

El  de  Monforte  pretendía  con  sus  gentes  recobrar 
aquella  ciudad  de  Tolosa,  y  se  puso  con  esle  intento 
soore  ella,  y  aun  saliera  con  la  empresa,  sí  no  le  mo- 
taran con  una  piedra  que  dispararon  los  cercados  de 
un  trabuco :  hombre  dignísimo  de  mas  larga  vida  y 
de  mejor  fin  por  sus  muchas  virtudes  y  valor;  y  qué 
á  la  destreza  de  las  armas  igualaba  su  piedad  y  amor 
de  la  religión  católica.  Dejó  dos  hijos  de  edad  muy 
florida,  el  uno  se  llamó  Aymerico  el  otro  Simón.  El 
Aymerico  luego  que  mataron  á  su  padre,  alzó  el  cer- 
co, V  perdida  grande  parte  de  aquellos  estados,  desis- 
tió, de  la  guerra.  No  se  igualaba  á  su  padre  en  gran* 
deza  de  ánimo,  én  hazañas  y  valor :  así  desconfiado 
de  poder  sosegar  aquellos  vasallos  y  contrastar  con 
tantos  príncipes  como  le  hacían  resistencia, se  resol- 
vió de  renunciar  aquellos  pueblos  y  entregallos  al 
rey  de  Francia ,  que  en  recompensa  le  nombró  por 
bu  condestable,  trueco  muy  de$íi(ual :  esto  pa«o  tres 
años  adelante,  volvamos  á  la  orden  de  los  tiempis 
que  poco  arriba  dejamos. 

CAPITULO  V. 

Cómo  los  de  la  casa  de  Lara  se  apoderaron  del  gobierno 

de  Castilla. 

Los  de  la  casa  de  Lara  todavía  continuaban  en  su 

Í)retension  y  solicitaban  á  Garbi  Lorenzo  para  qne 
es  ayudase:  él  engolosinado  con  las  promesas  que  le 
hacían ,  y  porque  no  se  le  pasase  aquella  ocasión  de 
adelantarse ,  se  ofreció  de  hacer  todo  lo  que  le  pe- 
dían. Solo  esperaba  alguna  buena  coyuntura ;  y  ha- 
llada, dijo  un  dia  á  la  reina  gobernadora ,  que  muy 
descuidada  estaba  de  aquellas  tramas  ,  aue  la  carga 
de  aquel  gobierno  era  muy  pesada,  y  sobre  las  fuer- 
zas mayormente  de  mujer:  encareció  mucho  las  difi- 
cultades, los  peligros  ,  la  diversidad  de  aficiones  y 
parcialidades  que  entre  los  señores  v  entre  los  del 
pueblo  andaban.  La  reina  que  mucho  deseaba  so 
quietud  ,  fácilmente  se  dejo  persuadir  v  Uevar  de 
aquellas  engañosas  palabras.  «¿Quién  (di{o)  me  podrá 
«descargar  deste  cuidado?  ¿outéo  os  paicce  á  propó- 
»síto  para  encargalle  el  gooierno  y  la  crianza  del 
Drey?»  Respondió:  Ninguno  en  el  reino  en  poder  y 
en  riquezas  se  iguala  i  los  de  la  casa  de  Lara  ,  qué 
podrán  acudir  á  todo  y  reprimir  los  intentos  de  ios 
mal  intencionados. 

Parecióle  bien  este  consejo  á  la  reina  y  está  traza. 
Acordó  juntar  los  obispos,  los  ricos  hombres  y  los 
señores  para  consultar  el  negocio.  Los  mas,  pregun- 
tado su  parecer,  se  allegaron  al  de  Garci  Lorenzo,  y 


UIÜTURU  I 

M  confOTnftrorf  can  U  voluüUd  de  I»  reina  unos  por 
DO  entender  el  engaño,  otros  por  esta c negociados, 
otros  por  aliorrecer  el  gobierno  presente  como  de 
mujer,  y  ser  cosa  ustural  de  nuestra  naturaleza  per- 
tersa  creer  de  ordinario  que  lo  Tenidero  será  mejor 
que  lo  firesente.  Saiiú  por  resolución  tjue  ia  reina  de- 

Cei  aobiwoo  del  ramo  y  ie  renunciase  en  los  tres 
iSQOt  j  señores  de  Lara.  VoWiÚ  en  esta  sazón  de 
HonH  el  ■raobispo  don  itodrigo  con  poder  y  aulori- 
dtó  ri«  tesado  del  papa  :  QO  le  plugo  nada  que  la 
reina  mntinHnw ,  ppro  el  negocio  le  tenían  tan  ade- 
lante ,  que  ihi  tiB  alreviú  á  contradecir. 

Sok)  tiiio  que  aquellos  señores  de  Lara  en  sus  ina- 
DOS  hicieMH  inniniento  que  mirarían  por  el  bien 
coiODD  y  por  el  pro  de  todo  el  reino,  en  particular 
que  no  (uritn  ni  quitarían  tenencias  y  gobiernos  de 
poeblos  y  casüllos  sin  consulta  de  la  reina  y  sin  su 
Tolantad  :  que  no  harían  guerra  á  los  comarcanos, 
ni  derramanan  nuetos  pecTwe  sobre  los  vasallos  :  fi- 
nalmente que  á  la  reina  doña  Berenguela  lendrisn 
el  respeto  qne  se  debía  y  era  razón  lenerle  á  la  que 
era  hermana,  hija  y  mujer  de  rejes. 

Con  este  homenaje  les  parecí»  se  cautelaban  y 
aseguraban  qae  todo  procedería  bien  y  á  contento, 
como  «  pudiese  cosa  alguna  enfrenar  a  los  ambicio- 
sos,  y  si  el  poder  adquirido  por  malos  medios  Límese 
de  ordinario  mejores  ios  remales.  Pue  así  qae  luego 
que  den  Alraro  el  mayor  de  los  hermanos  se  apoderó 
del  mUemo ,  partió  de  Burgos ,  do  se  hizo  la  renun- 
ciacioa  y  tom»  estos  conciertos.  Lo  primero  desterró 
del  reino  á  ciertos  señores  por  causas  ya  terdarieraa 
ya  bisas.  Apoderóse  de  los  bienes  públicos  y  particu- 
lares sin  perdonar  i  las  mismas  rentas  de  las  iglesias. 

A  los  patrones  legos,  que  tenían  derecho  y  cos- 
tumbre de  presentar  para  loí  beneUcio»  de  las  iglesias, 

loerandeúnier 


quitó  aquella  libertad  c« 


orriu( 


,  y  de  repurar  el  culto  diímo  que  en  muchaí 
nMfleras  andaba  menoscabado.  Eti  todo  procedía  por 
vta  de  fuena  sin  cuidar  de  las  leyes ,  ni  de  la  rerael- 
ta  que  los  tiempos  amenazaban.  Pasó  tan  adelante 
en  esta  rotura  que  puso  en  necesidad  i  don  Rodrigo, 
deán  de  Toledo  y  vicario  del  arzobispo ,  de  pronun- 
ciar sentencia  de  descomunión  contra  el  diclio  don 
Alvaro  gobernador.  Enrrenóse  algún  tanto  por  este 
castigo,  y  bizo  alguna  restitución  y  satisfacción  de 
los  daiios  pssadoH ;  pero  no  se  mudó  del  todo  su  coq- 
dicion  y  mal  inimo.  Junld  cortes  en  Valladoiid.  Acu- 
dieron il  sn  llamado  y  á  su  persuasión  por  la  mayor 
Sirte  los  de  su  parcialidad  y  de  sn  valia,  que  so  color 
el  bien  público  y  con  voz  de  todo  el  reino  ayudaron 
sas  intentos  de  ami^rse  en  el  gobierno ,  y  perlre- 
chane  con  todo  cuidado  para  todo  lo  que  pudiese 
resaltar  Este  Tne  el  principal  efecto  de  aquellas 
cortes. 

A  gran  parte  de  la  nobleza  pesaba^ mucho  que  don 
Alvaro  con  aquellas  trazas  se  apode'raae  de  todo  sin 
que  nadie  le  pudiese  ír  á  la  mano ,  y  que  uno  snlo  tu- 
viese mas  fuerza  y  autoridad  que  lodos  los  demás.  Gn 
especial  don  Lope  de  Raro  hijo  de  don  Diego  de  Ha- 
ro  (  I  ),  y  don  Chántalo  Ruiz  Girón  mayordomo  de  la 
casa  real  y  sus  hermanos ,  que  todos  eran  de  los  mas 
principales.  Rumian  mucho  el  desorden.  Comunica- 
ron entra  si  el  negocio :  acordaron  hacer  recurso  í 
doña  Berenguela  ,  y  querellarse  de  la  rcnunciacidn 
que  hizo  del  gobierno.  Pusiéronle  delante  el  peligro 
que  todo  coma ,  si  prestamente  no  se  acudia  con  re- 
medio :  que  bien  estaban  satisfechos  del  buen  ánimo 
é  intencion'que  tovo  en  renunciar  el  gobierno;  mas 
pues  las  cosas  sucedían  al  revés  de  lo  que  se  pensó, 
era  forzoso  mudar  propósito  y  volver  al  oricio  y  cui- 
dado qae  dejó,  pnra  que  aquellos  hombres  locos  y 
sin  término  noacabisen  de  hundíllo  todo :  a  ¿  Por  ven- 
"tura  serí  razón  qoo  antepongáis  vuestro  descanso  y 

(1)  La  tfipt  át  eüQ  Taro.i  tan  notable  de  aquellos  liem- 


t,  ESpi.ÑA.  3fl7 

nquíetud  al  bien  común  y  pro  de  todo  el  reino,  per- 
«mitir  que  lodos  nos  despeñemos  y  nos  perdamos? 
» ¿Por  qué  no  quitareis  el  olício  y  cargo  que  sin  dar- 
iinoB  parte  rcnunciastcs ,  á  un  hombre  sin  juicio  y 
udesatínado?  Librad  puesú  n<>sy  alreinodelas  tem- 
Dpeatades  que  á  todus  amenazan  ;  que  sí  en  este 
«trance  no  ñus  acudís ,  será  forzoso  remediar  ios  da- 
nfios  con  las  arma^.  Mirad  fiewra  no  se  dign  que  por 
Del  deseo  de  vuestro  particular  descanso  fuistes  cau- 
nsa  que  el  reino  se  revolviese  y  alterase ,  como  será 


Movían  estas  razones  A  la  reina :  conocía  el  yerro 
que  hizo ;  todavía  como  era  mujer  y  llaca  no  se  atre- 
vía á  contrastar  con  los  que  tenían  en  su  poder  las 
fuerzas  y  las  armns  del  remo.  Temía  que  si  intentaba 
de  dcspojallos  del  gobierno,  resultarían  mayores  ma- 
les :  tomú  por  espediente  avisar  á  los  de  tara  de  la 
jur*  que  hicieron  de  gobernar  el  reino  con  todo  cui- 
dado sin  hacer  agravios  ni  demandas ,  en  que  parecía 
haberse  desmannado.  Sirvió  este  aviso  muy  poco,  an- 
tes irritado  don  Akaro  se  apoderó  del  estado  y  pue- 
blos de  la  misma  reina ,  y  no  contento  con  esto ,  la 
mandó  salir  de  todo  el  reino  :  grande  atrevimiento  y 
afrenta  notable,  bien  fuera  délo  que  sus  obras  mere- 
cían ,  V  de  lo  que  la  nobleza  y  agradecimiento  pedia. 
La  reina  por  escnsar  mayores  incunvenienles  en 
compañía  de  su  hermana  la  infanta  doña  Leonor  se 
retiró  al  castillo  de  Otella  cerca  de  Palencia  por  ser 
una  plaza  muy  fuerte  :  muchos  de  los  grandes  toma- 
ron su  voz ,  en  que  perseveraron  hasta  la  muerte  del 
rey  su  hermano.  Todo  era  principio  de  nlgun  gran 
rompimiento,  mayormente  que  í  don  Gonzalo  Girón 


.1G8 


BIBLIOTECA   DE 


removieron  del  oficio  de  mayordomo  mayor ,  y  se  dio 
ú  don  Fernando  de  Lera  hermano  de  don  jívaro.  AI 
rey  aunque  de  poca  edad ,  no  contentaban  estas  tra- 
mas :  deseaba  nallnr  ocasión  para  librarse  de  los  que 
en  su  poler  le  tenian ,  y  irse  para  su  hermana.  Era 
por  dí'más  tratar  desto ,  Dorque  don  Alvaro  le  (enia 
puestas  guardas  y  tómanos  los  pasos  :  demás  desto 
por.:  segurarse  mas ,  y  gaialle  la  voluntad  con  delei- 
tes fuera  de  tiempo  trató  de  casarle.  Despachf^  em- 
bajadores nara  pedir  por  mujer  del  rey  á  doña  Malfada 
hermana  ael  rey  de  Portugal  don  Alonso.  Concertóse 
el  casamiento,  y  trajeron  la  novia  á  Falencia,  do  se 
celebraron  las  bodas. 

Recibió  desto  mucha  pesadumbre  doña  Berengue- 
la  por  los  daños  que  podían  resultar  á  causa  de  la 
edad  del  rey,  que  era  muy  poca.  Escribió  sobre  el 
caso  al  papa  Inocencio :  avisóle  del  deudo  que  tenian 
entro  si  los  desposados.  El  papa,  informado  de  todo, 
por  un  breve  suyo  remiHó  el  negocio  á  los  obispos 
don  Teilo  de  Falencia  y  don  Mauricio  de  Burgos  para 
que  examinasen  lo  que  la  reina  decia,  y  si  se  averi- 
guase el  impedimento,  apartasen  aquel  casamiento 
so  graves  penas  y  censuras  sino  obedeciesen  á  sus 
mandatos.  Los  obispos  luego  que  recibieron  el  breve, 
procedieron  en  el  caso  como  les  era  mandado ,  y 
averiguado  el  parentesco  que  se  alegaba ,  dieron  sen- 
tencia de  divorcio  :  con  que  la  desposada  ,^  á  lo  que 
se  cree,  doncella  y  sin  perjuicio  de  su  virginidad  dio 
la  vuelta  á  Portugal.  Allí  fundó  el  monasterio  de  Bu- 
cha  ,  y  en  él  pasó  lo  que  le  restó  de  Ri  vida ,  santa  y 
religiosamente,  aunque  muy  sentida  no  solo  de  aque- 
lla mengua  sino  en  especial  contra  don  Alvaro  que 
no  contento  de  haberle  sido  causa  Je  aquel  daño  tra- 
tó de  casarse  con  ella ;  que  fuera  un  trueco  muy  de- 
sigual y  de  reina  sujetarse  á  su  mismo  vasallo. 

Todo  esto  pasaba  en  Castilla  el  año  que  se  contó 
de  Cristo  1 210 ,  en  que  á  diez  y  seis  de  julio  falleció 
en  Roma  el  papa  Inocencio  II!  persona  de  aventajadas 
prendas  y  virtudes,  y  que  pocos  en  el  número  de  los 
pontífices  se  lo  igualaron,  en  particular  fue  muy  elo- 
cuente y  muy  sabio  en  letras  divinas  y  humanas.  Su- 
cedió en  su  lugar  Honorio  IH  natural  de  Roma,  eñ 
cuyo  tiempo  y  pontificado  falleció  en  aquella  ciudad 
ia  reina  de  Aragón  (1)-,  doña  María  madre  del  rey 
don  Jaime  :  sepultaron  su  cuerpo  en  el  Vaticano 
cerca  del  sepulcro  de  Santa  Petronilla.  Allí  reposaron 
sus  huesos  de  los  muchos  trabajos  que  padeció  por 
toda  su  vida^  desterrada  de  su  reino  y  de  su  patria, 
pobre  y  apartada  de  su  marido.  En  su  testamento 
dejó  encomendado  su  hijo  y  el  reino  de  Aragón  al 
pontífice  para  que  como  padre  universal  los  recibiese 
tlebfjo  de  su  protección  y  amparo.  La  edad  del  rey 
tenia  necesidad  de  semejante  favor;  y  por  estar  los 
del  reino  divididos  en  parcialidades ,  de  que  se  temían 
revueltas  y  guerras ,  era  menester  que  la  prudencia 
del  pontífice  los  enfrenase,  lo  que  él  hizo  con  todo 
cuidado  por  cuanto  le  duró  la  vida. 

En  esta  sazón  don  Ramón  conde  de  la  Proenza  por 
cartas  que  sus  vasallos  le  enviaban ,  se  determinó  de 
huirse  secretamente  de  Monzón  do  le  tenian  como 

Ereso  en  compañía  del  rey  de  Aragón  su  primo.  Em- 
arcósc  en  una  galera  que  en  el  puerto  de  Salu  cerca 
de  Tarragona  le  tenían  aprestada.  Con  su  llegada  á 
su  estado  se  apaciguaron  graves  diferencias  que  an- 
daban entre  los  principales  de  aquella  tierra,  como 
los  que  estaban  sin  cabeza ,  y  cada  cual  pretendía 
poner  maneen  el  gobierno.  Tomás  conde  da  Maurie- 
na ,  cepa  de  los  duques  de  Saboya,  tenia  una  hija  por 
nombre  Beatriz ,  oue  casó  con  este  don  Ramón  con- 
de de  la  Proenza.  Desle  matrimonio  nacieron  cuatro 
hijas,  que  casaron  las  tres  con  otros  tantos  reyes ,  y 
la  cuarta  con  el  emperador^  rara  felicidad  y  notable. 

(1)  Zurita  en  sii%  Anales  de  Aragón  pone  la  muerte  de 
esta  reina  eJ  año  1319. 


GASPAR   V    BOlG. 

La  huida  de  don  Ramón  fue  ocasión  de  poner  en  li- 
bertad al  rey  de  Aragón.  Don  Guillen  Monredon  maes- 
tre del  Temple  comenzó  á  recelarse  por  este  ejemplo 
no  le  sacasen  con  semejante  maña  de  su  poder  al  rey, 
que  seria  ganar  otros  las  gracias  de  ponelle  en  liber- 
tad ,  y  quedar  él  cargado  de  habelle  tenido  tanto 
tiempo  como  preso.  Con  este  cuidado ,  y  para  dar 
corte  en  lo  que  se  debía  hacer ,  se  comunicó  con 
don  Pedro  de  Azagra  señor  de  Aibarracin ,  y  con  don 
Pedro  Abones,  ambos  personajes  de  mucho  poder  y 
nobleza.  Acornaron  de  llamar  á  Monzón  á  don  Aspar- 
go  que  de  obispo  de  Pamplona  k)  era  á  la  sazón  de 
Tarragona ,  y  á  don  Gui4en  obispo  de  Tarazona.  Jun- 
tos que  fueron ,  de  común  acuerdo  se  resolvieron  de 
poner  al  rey  en  libertad  y  entregaile  el  gobierno  del 
reino,  si  bien  no  pasaba  de  nueve  años.  Tomaron  este 
acuerdo  por  el  mes  de  setiembre ,  y  se  juramentaron 
entre  si  de  llevar  adelante  esta  resolución. 

No  hay  cosa  secreta  en  las  casas  reales ,  mayor- 
mente en  tiempo  ^ue  reinan  pasiones  y  parcialida- 
des. Don  Sancho  tío  del  rey ,  que  tenia  el  gobierno 
del  reino ,  sabido  lo  que  pasaba ,  con  intento  de  con- 
servarse en  el  mando  llevaba  muy  mal  aquel  acuerdo. 
Desmandábase  en  palabras  y  fieros  en  tanto  grado 
que  llegó  á  amenazar  cubriría  de  grana  el  camino  pw 
do  el  rey  pasase ,  que  era  tanto  como  decir  le  regarla 
con  sangre  de  los  que  le  acompañasen.  Su  soberbia 
era  tan  grande  que  nunca  pensó  se  atrevieran  i  lo 
que  hicieron ;  y  todavía  se  fue  con  buen  gol|>e  de 
gente  á  Selga ,  que  es  un  pueblo  puesto  en  el  mismo 
camino  por  do  habían  de  pasar.  El  rey  cuando  esto 
supo,  tuvo  miedo,  tanto  que  sin  embargo  de  su  poca 
edad  se  puso  una  cota  de  malla  con  intento  de  pe- 
lear ,  si  fuese  necesario.  Valió  que  don  Sancho  aun- 
que tenia  en  las  manos  la  victoria  por  ser  muy  pocos 
los  que  acompañaban  al  rey ,  bien  que  de  ios  mas 
ilustres  y  principales,  no  se  determinó  á  acomete* 
I  ios :  la  causa  nu  se  sabe,  parece  que  le  cegó  Dios 
para  que  no  viese  la  caída  que  desle  principio  muy 
en  breve  le  esperaba. 

El  rey  libre  deste  peligro  pasó  á  Huesca ,  de  allíá 
Zaragoza.  Allí  y  por  todo  el  camiao  se  hicieron  gran- 
des fiestas  y  alegrías  y  recibimientos  por  velle  puesto 
en  libertad,  ca  todos  esperaban  y  tenian  por  cierto 
que  para  adelante  el  gooierno  procedería  mejor  que 
hasta  allí ,  y  los  daños  del  reino  se  remediarían.  Coo- 
veoia  dar  asiento  en  negocios  rouv  graves  que  tenían 
represados ,  sosegar  las  voluntades  y  parcialidades, 
alentar  á  les  buenos  y  cortar  los  pasos  a  los  no  tales. 
Para  todo  tenían  necesidad  de  recoger  dineros,  de 
que  se  padecía  gran  falta  á  causa  de  los  gastos  que 
los  años  pasados  se  hicieran,  y  de  los  bandos  y  pasio- 
nes que  continuaban  y  todo  lo  tenían  consumido.  Los 
catalanes  acudieron  á  esta  necesidad  con  mucha  vo- 
luntad :  otorgaron  que  se  cobrase  el  tributo,  que 
vulgarmente  llltman  bovatíco  por  repartirse  por  las 
yuntas  de  bueyes  y  las  demás  cabezas  de  ganados. 
Este  tributo  :>e  concede  pocas  veces  y  solo  en  tiempo 
de  graves  necesidades  ;  y  sin  embargo  de  que  le 
otorgaron  al  rey  don  Pedro  los  años  pasados  por  tres 
veces ,  al  presente  se  le  concedieron  al  rey  don  Jaime 
su  hijo,  que  fue  el  año  mil  y  docientos  y  diez  y  sie- 
te. Fue  esta  concesión  de  grande  momento  :  de  qoe 
se  recogió  tanto  dinero  cuanto  era  menester  para  el 
sustento  de  la  casa  real,  y  para  apercebirse de  gente 
que  enfrenase  las  demasías  de  cualquiera  que  ^é  des- 
mandase. 

CAPITULO  VI. 

De  lo  restante  l)asta  la  muerte  del  rey  don  Enrique  de 

Castilla. 

La  división  y  enemiga  entre  don  Alvaro  de  Lara 
y  la  reina  doña  Bercnguela  traía  alborotado  el  reino, 
pequeños  y  grandes :  unos  acudían  á  una  |ttrli% 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


36d 


Otros  á  la  coQlraría  do  qne  resuitaban  maeries  y 
robos  j  etros  fféneros  de  maldades.  Stcedió  un  naevo 
embosle  de  don  AWaro ,  con  que  echó  el  sello  ¿  los 
demás  desórdenes  y  trazas.  Pasó  el  re  y  al  reino  de 
Toledo,  y  entreteníase  en  Maqueda,  vula  poeo  dis- 
tante de  aquella  ciudad.  Doña  Berenguela  su  herma- 
na euictedosa  de  su  salud  le  despacho  un  hombre  para 
que  de  secreto .  le  ytsitase  de  su  parte ,  y  le  Uetase 
nuevas  de  todo  lo  que  pasaba.  Tuto  don  Alvaro  desto 
aviso :  prendió  al  hombre  coa  achaque  que  traía  car- 
tas, que  él  mismo  contrahizo  con  el  sello  de  la  reina. 
en  que  persuadía  á  los  de  palacio  diesen  yerbas  al 
rey  su  señor.  Para  dar  mavor  calor  á  esta  invenetoa, 
y  para  hacer  sospechosa  a  la  reina ,  j  que  el  rey  se 
recatase  de  la  que  era  su  amparo,  hizo  dar  garrote 
al  mensajero ,  «roe  sin  culpa  alguna  estaba. 

Con  esto  hecno  tan  atroz  se  enconaron  mas  las  vo« 
Iwitades:  los  mismos  vecinos  de  Maqueda ,  sabidoel 
embaste,  con  mano  armada  pretendieron  dar  la 
muerte  á  hombre  tan  malo ;  y  salieran  cone'lo  si  con 
tiempo  no  se  retnnra  y  en  compañía  del  rey  se  par- 
tiera camino  de  Huete.  A  aouella  ciudad  envió  de 
nuevo  la  reina  doña  Berenguela  ¿  inslnncia  del  mismo 
rey  otro  hombre,  que  se  llamaba  Rodrigo  González 
de  Valverde ,  para  comunicar  con  61  la  manera  que 
tendría  para  retirarse  donde  la  reina  estaba.  A  este 
también  prendieron  y  enviaron  á  Aiarcon  para  que 
iilli  le  ^rdasen  :  no  se  atrevieron  á  darle  la  muerte 
por  no  indignar  mas  la  gente;  la  tempestad  empero 
que  con  estas  nubes  se  armaba .  revolvió  sobre  los 
señores  que  seguían  el  partido  oe  la  reina.  Tuvo  el 
rey  fai  cuaresma  en  Valladolid :  desde  allí  envió  don 
Alvaro  buen  golpe  de  ffente  para  cercar  á  Móntale- 
gre,  en  que  se  tenia  don  Suero  Tellez  Girón  caba- 
llero de  muy  antiguo  y  noble  linaje,  ybienapercebido 
de  soldados  para  defender  aquella  plaza;  demás  que 
tenia  dos  hermanos  el  uno  don  Fernando  Ruiz  y  el 
otro  don  Alonso  Tellez  que  le  pudieran  acudir,  y  no 
lo  hicieron  por  respeto  del  rey ,  antes  don  Suero 
luego  que  en  nombre  del  rey  le  requirieron  entre- 
gase aquella  teerza,  lo  hizo ,  si  bien  se  pudiera  en- 
tretener largamente;  mas  los  nobles  antiguamente 
en  Bspaña  sobre  todo  se  esmeraban  en  guardar  ¿  sus 
principes  el  respeto  y  la  debida  lealtad.  Después  des- 
to corrieron  los  campos  comarcanos ;  y  el  rey  mismo 
con  su  gente  se  puso  sobre  Carrion.  Desde  ó  poco 
pasó  sobre  Villalva ,  dentro  de  la  cual  fuerza  se  ha- 
llaba Akmso  de  Meneses,  no  menos  ilustre  que  los 
Girones ,  pero  no  tan  comedido  como  ellos. 

La  venida  del  rey  fue  de  sobresalto,  y  don  Alonso 
á  la  sazón  se  hallaba  fuera  del  pueblo :  para  entrar 
dentro  le  fue  foneeso  hacerse  camino  con  la  espada, 
en  qne  estuvo  á  punto  de  perderse ,  y  quedó  herido 
7  maertos  muchos  desús  criados,  y  algunos  caba- 
llos que  le  tomaron  en  Ul  refriega  sin  embargo  de- 
fendió aquella  plasa  obstinadamente  hasta  tanto  que 
el  rey  perdida  la  esperanza  de  salir  con  la  empresa, 
dio  lá  vuelta  para  la  ciudad  de  Palencia  en  sazón  que 
por  otra  pártese  hacia  la  guerra  contra  donRodriso 
▼  don  Alvaro  de  los  Cameros ,  en  cuyo  poder  estaba 
Ja  ciudad  de  Calahorra.  Acudió  el  rey  á  esta  empresa: 
con  qne  fácilmente  se  apoderó  de  aquella  ciudad  por 
eDlrega  que  Garci  Zapata  le  hizo  del  Castillo»  cuyo 
alcalde  era,  sea  por  acomodane  al  tiempo,  ó  por 
juzgar  le  sería  mal  contado  si  hacia  resistencia  á  su 
rey  que  se  hallaba  presente.  Tomada  agüella ciuiiad,  I 
niar<:  harón  contra  oon  Lope  de  Haro  señor  de  Vizca- 
ya. La  tierra  es  áspera  y  la  gente  muy  aficionada  4 
sos  señores ,  míe  fue  causa  que  la  guerra  se  alargase 
y  el  rey  diese  la  vuelta  :  esto  dio  animo  á  don  Lope 
nara  con  la  gente  que  tenia  junta  para  su  defensa, 
hacer  entrada  por  las  tierrasoel  roy  y  correrlos  cam- 
pos sin  reparar  hasta  la  villa  de  Miranda  de  Ebro. 
Salióle  al  encuentro  don  Gonzalo  hermano  del  go- 
bernador don  Alvaro :  asentaron  sus  reales  los  unos 


ú  vista  de  los  oíros  con  intento  de  pelear.  Escusóse 
la  batalla  por  la  diligencia  de  varones  graves  y  roli- 

Siosos  que  se  pusieron  de  por  uumIío  ,  y  les  pej^ua- 
ieron  aesistiesen  de  aquel  intento,  de  que  resultarían 
ffraves  daños  por  cualquiera  de  las  partes  que  que- 
dase la  victoria. 

Con  esto  don  Gonzalo  se  partió  para  do  el  rey  esta- 
ba,  y  don  Lope  se  fue  á  Otella  para  verse  con  la 
reina  dona  Beronguela,  y  asistilla,  ca  se  temia  nn  la 
cercasen  dentro  de  aquel  eastiUo,  y  aun  refieren  que 
el  roy  con  su  gente  mas  por  engaño  de  don  Alvaro 
que  por  su  voluntad ,  lo  intentó ;  sin  hacer  empero 
efecto  dio  la  vuelta  áPalenda.  Añaden  cnie  se  trató 
de  casar  de  nuevo  el  rey  con  doiía  Sancha  bija  del 
rey  don  Alonso  de  León,  y  de  su  primera  mujer ,  y 
que  estuvieron  muy  adelante  los  conciertos,  con  tal 
que  la  infanta  heredase  el  reino  de  su  padre ,  sin  em- 
bargo que  tenia  en  doña  Berenguela  ¿  su  hijo  don 
Fernando  ¿la  verdad  quióo  la  podrá  averiguar?  que 
la  historia  deste  tiempo  no  meóos  revueltas  y  perple- 
jidades tiene  que  las  mismas  cosas  del  reino.  Con- 
cuerdan  en  que  como  el  rey  estuviese  aposentado 
en  bs  casas  del  obispo ,  y  jugase  con  otros  sus  igua- 
les en  el  patio ,  fue  muerto  por  un  caso  repentino  y 
desmracia  estraordisaria :  una  teja  que  cayó  le  des- 
calabró la  cabeza,  de  que  desde  á  once  dias  murió 
martes  á  seis  de  iunío  año  de  1217.  Gran  burla  de 
las  cosas  del  mundo ,  grande  lo  miseria ,  pues  muere 
un  rey  joven  en  la  flor  de  su  edad ,  en  la  entrada  del 
reino ,  que  apenas  habia  probado  qué  cosa  es  vivir  y 
reinar.  Éav  fama  aunque  sin  autores  bastantes ,  qne. 
un  manceno  del  linaje  de  los  mancebos  tiró  una  pie- 
dra desde  una  torre  que  estaba  cerca ,  y  con  ella 
quebró  la  teja  que  cayo  sobre  la  cabeza  del  rey  y  le 
mató.  El  cuerpo  el  tiempo  adelante  enterraron  junto 
á  la  sepultura  de  su  hermano  don  Fernando  en  las 
Huelgas  de  Burgos,  en  que  cada  año  el  dia  de  su 
muerte  le  hacen  anivenano  en  aquel  mismo  tiempo. 
Vivió  menos  de  catorce  años  :  detlos  reinó  los  dos  y 
mas  nueve  meses. 

Este  mismo  año  en  Portugal  se  ganó  de  los  moros 
un  pueblo  principal  que  se  llama  alcázar  de  Sal,  y 
antiguamente  se  llamo  Salacia ,  y  era  colonia  de  ro- 
manos. El  autor  y  movedor  principal  desta  empressi 
fue  Hateo  obispo  de  Lisboa  :  él  juntó  para  ello  mu- 
cha gente  de  Portugal,  y  persuadió ,  á  los  caballeros 
Templarios  que  avudasen :  y  lo  que  mas  hizo  al  ca- 
so ,  una  armada  de  mas  ae  cien  velas  en  que  gran 
número  de  ingleses,  flamencos  y  franceses ,  tomada 
la  señal  de  te  cruz  por  lo  que  se  trató  en  el  concilio 
Lateranense ,  pretendían  rodeado  el  mar  Océano  y 
Mediterráneo,  pasar  á  las  partes  de  Levante  y  á la 
Suria  en  defensa  de  la  Tierra  Santa  y  para  dar  calor 
á  aquella  guerra  sagrada ,  aportó  á  Lisboa  y  echó  an- 
clas en  aquel  puerto :  estos  á  pereuasion  de  aqud 
prelado  se  juntaron  con  los  demás  para  combatir 
aquel  pueblo.  Acudió  á  la  defensa  y  á  dar  socorro  á 
los  cercados  gran  morisma  de  Sevilla,  Córdoba  y 
otras  partes.  Vinieron  á  batalla,  en  que  murieron 
mas  de  sesenta  mil  moros  :  gran  matanza.  Diosé  la 
batalla  á  los  veinte  y  cinco  de  setiembre,  y  á  los 
diez  y  ocho  de  octubre  se  ganó  la  plaza. 

CAPITULO  VIL 

Cómo  airaron  por  rey  de  Castilla  á  don  Fernando  llama- 
do el  Santo. 

El  rey  don  Enrique  tenia  dos  hermanas  mayores 
que  él ,  doña  Blanca  y  doña  Berenguela.  Doña  Blanca 
casó  con  Luis  hijo  mayor  de  Philípe  Augusto  rey  de 
Francia ,  doña  Berenguela  á  su  marido  don  Alonso 
roy  de  León  durante  el  matrimonio  le  parió  cuatro 
hijos  que  fueron  don  Fernando,  don  AJonso ,  doíia 
Constanza  y  doña  Berenguela.  Doña  Blanca  se  aven- 


370 


BIBUOTBCA  DE  GASPAR  Y  ROfG. 


tajaba  en  la  edad  ca  era  mayor  que  su  hermana  (I), 
y  parecía  jasto  sucediese  en  el  reino  de  su  liermano 
difunto,  81  eJ  derecho  de  reinar  se  gobernara  por  las 
leyes  y  por  los  libros  de  juristas ,  y  no  mas  aína  por 
la  ?oluntad  del  pueblo ,  por  las  fuerzas,  diligencia  y 
felicidad  de  los  pretensores ,  como  sucedió  en  este 
caso.  Juntáronse  muchos  donde  la  reina  estaba  con 
toda  brevedad  para  consultar  este  punto.  Salió  por 
resolución  de  común  acuerdo  sin  hacer  mención  de 
dona  Blanca  que  el  reino  y  la  corona  se  diesen  á  su 
hermana  doña  Berenguela.  Aborrecían  como  es  or^ 
dinarío  el  gobierno  de  eitranjeros,  y  recelábanse  que 
si  Castilla  se  juntaba  con  Francia,  podrían  dello  re- 
sultar alteraciones  y  daños. 

Antes  que  esta  resolución  se  tomase,  la  reina 
doña  Berenguela  para  evitar  inconvenientes  despachó 
á  don  Lope  de  Haro  v  á  Gonzalo  Euiz  Girón  para  oue 
alcanzasen  del  rey  oe  León  le  enviase  á  su  hijo  aon 
Femando  para  que  la  asistiese  contra  las  fuerzas  y 
embustes  de  don  Alvaro  Nuñez  de  Lara  el  ffobema- 
dor,  que  á  la  sazón  la  tenia  cercada  dentro  de  Otella, 
como  queda  dicho.  Desistió  por  entonces  de  preten- 
der contra  los  de  Lara,  pori^tte  alzaron  el  cerco;  al 
presente  sabida  la  desgracia  del  rey  su  hermano, 
volvió  á  su  primera  demanda.  Era  menester  usar  de 
presteza  antes  que  la  muerte  del  rev  llegase  á  noticia 
del  rey  de  León ,  del  cual  se  recelaoan  no  intentase 
de  apoderarse  del  reino  de  Castilla  cerno  dote  de  su 
"mujer,  si  bien  el  matrimonio  estaba  apartado:  el 
recelo  por  lo  que  se  vio  adelante ,  no  era  sin  propó- 
sito. Los  embajadores  se  dieron  tal  priesa ;  |  usaron 
de  tal  diligencia  que  antes  que  el  rey  de  León  supie- 
se nada  de  lo  que  pasaba ,  alcanzaron  del  lo  que  pre- 
tendían. Fue  cosa  fácil  encubrir  la  muerte  del  rey 
por  causa  que  el  conde  don  Alvaro  ponía  en  esto  gran 
cuidado;  el  cual  aunque  de  repente  se  víó  apeado 
del  gran  poder  que  tenia,  no  se  olvidó  de  sus  mañas, 
antes  llevó  el  cuerpo  del  difunto  á  Tarrago.  Dende 
echaba  fama  oue  vivía ,  y  despachaba  en  su  nombre 
muchos  recaaos  y  negocios ,  dando  diversas  causas 

Sorque  no  salía  en  publico,  ni  comunicaba  con  na- 
ie.  Bien  vía  él  que  semejante  invención  no  podía  ir 
á  la  larga;  mas  procuraba  en  este  medio  pertrecharse 
y  asegurarse  lo  mas  que  podía. 

Llegó  pues  el  infante  don  Femando  á  Otella  donde 
estaba  su  madre  >  bien  ignorante  de  lo  que  pasaba  j 
ella  pretendía ,  que  fue  renuncialle  luego  como  lo  hi- 
zo el  reino  y  la  corona.  La  ceremonia  que  se  acos- 
tumbra i  hacer  cuando  alzan  á  alguno  por  rey,  se 
hizo  en  la  ciudad  de  Najara  debajo  de  un  gran  olmo: 
tal  era  la  llaneza  de  aquellos  tiempos.  Alzaron  los 
estandartes  por  el  nuevo  rey ,  y  hiciéronse  las  demás 
solemnidades.  De  Najara  volvieron  á  Falencia  con  in- 
tento de  visitar  el  reino:  recibiéronlos  ios  ciudadanos 
con  muestra  de  mucha  voluntad  y  alegría  á  persua- 
sión de  su  obispo  don  Tello,  que  con  su  autoridad  y 
diligencia  los  allanó,  y  quitó  todas  Jas  dificultades. 
Pasaron  adelante ;  llegaron  á  la  vüla  de  Dueñas ,  que 
les  cerró  las  puertas; pero  como  quier  que  el  pueblo 
no  es  grande  ni  muy  fuerte,  fácilmente  le  entraron 
por  faerza.  Allí  comenzaron  algunos  de  los  grandes  y 
ricos  hombres  á  mover  tratos  de  paz  con  los  de  la 
casa  de  Lara  y  los  demás  de  su  vaJía.  El  conde  don 
Alvaro  de  buena  gana  daba  oídos  á  los  que  desto  tra- 
taban ;  todavía  como  el  que  estaba  acostumbrado  á 
mandar,  pretendía  llevallo  adelante,  y  para  esto 
quería  le  encargasen  la  tutela  del  nuevo  rey  :  gran 
mbethiü  y  temeridad. 

Tenia  aon  Fernando  á  la  sazón  diez  y  ocho  años, 
si  bien  otros  dioen  que  no  eran  mas  de  diez  y  seis; 
«sdad  no  muy  fuera  de  propósito  para  encargarse  del 
gobierno.  Lascosas  amenazaban  rompimiento  y  guer* 

(1)  Por  serlo  contrarío,  doña  Berenguela  fue  declarada 
ÍUrcspnt  de  don  Alonso  el  Noble  y  jurada  como  tal. 


ra.  Los  reyes  pasaron  á  Valladolíd  pueblo  grande  j 
abundante  en  Castilla.  Juntáronse  en  aquella  villa 
cortes  generales  del  reino ,  en  que  por  voto  de  todos 
los  que  en  ella  se  hallaron ,  se  decretó  que  la  reina 
doña  Berenguela  era  la  legítima  heredera  de  los  rei- 
nes de  su  hermano ,  según  que  por  dos  veces  lo  te- 
nían ya  determinado  en  vida  del  rey  su  padre.  Asi  lo 
refiere  el  arzobispo  don  Rodrigo  :  añaoe  luego  qoe 
era  la  mayor  de  sus  hermanas ,  que  lo  tengo  por  mas 
verisímil ,  si  bien  algunos  otros  autores  aon  de  otro 
parecer.  Lo  cierto  es  ^e  la  reina  por  el  deseo  que 
siempre  tuvo  de  su  quietud ,  tomó  segunda  vez  con 
la  aprobación  de  las  cortes  a  renunciar  el  reino  á  su 
hijo ;  y  en  esta  conformidad  le  alzaron  de  nuevo  por 
rey  en  una  plaza  grande  que  está  en  el  arrabal  de 
aquella  villa.  Desde  allí  con  gran  acompañamiento  le 
llevaron  á  la  iglesia  Mayor  para  que  él  jurase  los 
privilegios  del  reino,  y  los  demás  le  hiciesen  sus 
homenajes  acostumbrados  en  semejantes  solemni- 
dades. 

Por  otra  parte  el  rey  de  León  sn  padra  lue^  qne 
supo  lo  que  pasaba,  y  como  la  reina  le  engañó,  se 
dolía  grandemente  de  verse  burlado.  No  le  pareció 
que  podría  por  bien  alcanzar  lo  que  deseaba .  quetra 
entregarse  del  nuevo  reino  de  Castilla:  acordó  acudir 
á  la  fuerza ,  envió  delante  á  su  hermano  don  Sancho 
para  que  rompiese  por  las  fronteras ,  y  él  mismo  con 
otro  grueso  eiército  entró  por  tierra  de  Campos  ba- 
Gíendo  todo  el  mal  y  daño  que  pudo.  La  reina  aqoe* 
jada  del  temor  que  le  causaba  aquella  nueva  tempes- 
tad, envió  dos  obispos,  Mauricio  de  Burgos  y  Domin- 
go de  Avila ,  para  que  con  su  prudencia  y  buenas  ra- 
zones amansasen  al  rey,  y  le  persuadíieaen  aliase 
mano  de  aquella  su  pretensión  tan  fuera  de  camino  y 
de  sazón.  Esta  diligencia  no  fue  de  provecho  algoDo, 
antes  el  pecho  del  rey  se  encendió  en  mayor  sana, 
mayormente  une  el  conde  don  Alvaro  y  sus  parciales 
le  daban  granaos  esperanzas  que  saldría  con  su  inteD- 
to;  y  á  la  verdad  la  guerra  para  ellos  ere  de  provecho, 
y  la  paz  les  acarreara  mal  y  daño :  Despedidos  los 
obispos ,  prosiguió  el  rey  con  su  gente  en  las  talas 
que  hacía,  en  las  presas  y  quemas  muy  grandes,  lo- 
tentó  apodernne  de  Burgos ,  ciudad  real  y  eabeaa  de 
Castilla ;  mas  don  Lope  de  Raro  y  otros  caballeros  le 
salieron  al  encuentro  y  Je  forzarou  á  dar  la  vnelu 
mas  de  priesa  que  viniera. 

Las  ciudades  de  Segovia  y  Avila,  que  por  estar 
prevenidas  del  conde  don  Alvaro  no  vinieron  eo  ti 
elección  del  nuevo  rey ,  al  presente  mudado  parecer 
enviaron  sus  embajadores  a  la  reina  para  descoliwse 
de  lo  pasado,  y  para  adelanta  ofrecerse  á  su  servicio, 
que  cumplieron  muy  enteramente,  y  nadie  les  hño 
ventaja  en  obedecer  al  nuevo  rey  y  en  hacer  resia- 
tencia  á  los  alborotados.  Por  otra  parte  el  conde  doa 
Alvaro  visto  lo  poco  que  le  prestaban  sus  mañas,  vino 
en  que  el  cuerpo  difunto  del  rey  don  Enríoue,  (f^ 
todavía  le  tenia  en  Tariego  sin  dalle  sepultura,  le 
llevasen  á  enterrar.  Acudieron  á  esto  dos  obispos,  el 
de  Burgos  y  el  de  Falencia,  que  acompañaron  el 
cuerpo  nasta  la  ciudad  de  Falencia.  La  reina  doña 
Berenguela  que  los  esperaba,  desde  aJll  junio  con 
los  obispos  acompañó  el  cuerpo  y  le  hizo  enterraren 
las  Huelgas  de  Burgos ,  como  arriba  se  tocó.  No  acu- 
dió el  rey  don  Femando  por  tener  cercado  á  MoñoB, 
fmeblo  fuerte  y  que  no  quería  obedecer :  pero  en  fin 
e  ganó  por  fuerza,  prendió  dentro  del  los  soldarlos 
que  tema  de  guarnición  en  sazón  que  la  reina  so 
madre,  concluidas  las  honras  y  enterramiento,  díóia 
vuelta  para  vene  con  su  hijo.  De  allí  fueron  á  Bmff» 
para  asistir  en  las  cortes  que  tenian  aplazadas  pan 
aquella  ciudad.  Tras  esto  se  apoderaron  de  las  v^ 
Has  de  Lerma  y  de  Lara,  y  se  las  quitaron  á  don 
Alvaro. 

Vueltos  á  Burgos ,  hicieron  su  entrada  con  repr^ 
sentacion  de  magostad  á  manera  de  triunfo,  paaroo 


HISTORU   DE  ESPAÑA. 


37  í 


á  la  Rioja ,  do  sujetaron  á  Villorado,  Najara  y  á  Na* 
varrele:  todo  se  le  allanaba  al  nuevo  rey,  porgue 
demás  que  tenia  de  su  parte  la  justicia  y  por  el  mis- 
mo caso  el  Tavor  del  cielo ,  con  su  noble  condición  y 
con  la  apostura  de  su  cuerpo  granjeaba  las  volunta- 
des) y  lodo  el  mundo  se  te  aficionaba.  Solo  los  seño* 
res  de  Lara  y  sus  aliados  no  acababan  de  sosegar,  ni 
los  daños  y  males  rendían  sus  corazones  obstinados, 
en  que  pasaron  tan  adelante  que  con  golpe  de  gente 
que  juntaron  de  todas  partes,  se  pusieron  en  un  lu- 
gar llamado  Barreruela  puesto  en  el  mismo  camino 
por  do  el  rey  habla  de  pasar  á  Falencia.  La  mayor 
parle  de  los  soldados  aloiaban  dentro  del  pueblo:  don 
Alvaro  en  un  cortijo  allí  cerca  acompañado  de  poca 
gente.  Este  descuido  ó  sea  menosprecio  de  sus  con- 
trarios fue  causa  de  su  perdición  ,  porque  avisados 
los  del  rey ,  dieron  sobre  él  de  repente  ,  y  aunque 
pretendió  defenderse ,  y  apeado  del  caballo ,  y  aun 
después  caido  en  tierra  se  cubria  con  el  escudo  de 
los  guipes  que  sobre  él  cargaban ,  al  fin  le  rindieron 
y  quedó  preso :  con  que  se  pudiera  poder  fin  á  los 
mates  y  revueltas  del  reino ,  si  no  se  aseguraran  de- 
masiadamente. 

Fue  asi  que  don  Alvaro  como  se  vio  preso ,  rindió 
al  rey  luego  todos  los  pueblos  y  castillos  que  de  la 
corona  le  quedaban  en  su  poder :  estos  fueron  Alar- 
con,  Amaya,  Tariego,  Villafranca,  Villorado,  Najara, 
Pancorvo.  Esto  hecho,  no  solo  te  dieron  libertad,  si- 
no que  el  rey  le  recibió  en  su  gracia  y  amistad.  La 
misma  fiícililiad  usó  con  don  Fernamlo  hermano  de 
don  Aivuro,  que  tenía  en  su  poder  á  Castrojeriz  y 
Orejón;  y  como  no  los  quisiese  rendir  confiado  en  los 
muchos  soldados  y  provisión  que  dentro  dellos  tenia, 
por  escosar  la  guerra  finalmente  se  concertaron  que 
los  dichos  pueblos  quedasen  en  su  podtsr,  pero  que 
los  tuviese  en  nombre  y  como  teniente  dei  rey ,  y 
para  esto  hiciese  los  homenajes  acostumbrados.  La 
revuelta  de  los  tiempos  forzaba  á  venir  en  semejan- 
tes conciertos ,  puesto  que  parecia  menoscabo  de  la 
magostad  real  y  no  fultaou  quien  murmurase  de  tan- 
ta  facilidad.  A  la  verdid  la  paz  no  fue  duradera ,  ni 
los  que  estaban  acostumbrados  á  gobernar  y  mandar, 
se  podian  contar  de  vida  particular  y  retirada ;  an- 
tes en  breve  se  declararon 'en  deservicio  del  rey ,  y 
con  gente  que  juntaron ,  corrieron  la  tierra  de  Cam- 
pos naciendo  todo  el  mal  y  dañoque  podiaii.  Armóse 
el  rey  contra  ellos,  y  apretólos  de  manera  que  fueron 
forzados  á  desembarazar  la  tierra.  Recogiéronse  á  lo 
del  rey  de  León,  que  se  mostraba  sentido  por  el  reino 
y  corona  que  no  le  daban,  á  él  debida  según  su  pare- 
cer, y  se  aprestaba  para  de  nuevo  con  mayor  fuerza 
que  antes  hacer  guerra  en  las  tierras  de  Castilla ,  á 
que  le  incitaban  con  mayor  calor  los  de  la  casa  de 
Lara  luego  que  se  retiraron  á  su  reino. 

Algunos  caballeros  de  Castilla  quisieron  ganar  por 
la  mano,  y  con  golpe  de  gente  se  metieron  por  las 
tierras  del  reino  de  León:  no  eran  tan  fuertes  que 
pudiesen  contrastar  á  las  fuerzas  de  los  contrarios, 
uí  su  entrada  fue  muy  considerada.  Sobrevino  el  rey 
de  León  do  rebato:  dio  sobre  ellos ,  y  cercólos  en  un 

ͻueblo  en  que  se  hicieron  fuertes,  llamado  Caste- 
Ion ,  puestu  <>ntre  Medina  del  Campo,  y  Salamanca. 
Acudieron  gentes  de  ambas  partes,  unos  á  socorrer 
los  cercados,  otros  para  apre tallos:  tratóse  de  me- 
dios de  paz,  y  finalmente  se  asentaron  treguas  entre 
los  dos  reyes  padre  y  hijo.  Hallábase  presente  el  con- 
de don  Alvar  Nuñez  de  Lara ,  á  la  sazón  enfermo  de 
una  dolencia  oue  se  le  agravó  mucho  con  la  pena  que 
tomó  por  ver  los  reyes  concertados:  que  á  los  revol- 
tosos la  paz  y  el  sosiego  suele  ser  odioso  y  contrario 
á  sus  intentos.  Hízose  llevar  en  hombros  á  la  ciudad 
de  Toro :  con  el  camino  se  le  agravó  mas  la  enferme- 
dad de  suerte  que  en  breve  pasó  desta  vida ;  cuya 
muerte  fue  muy  saludable  para  todo  el  reino  asi  bien 
que  su  vida  fue  inquieta  y  perjudicial.  Al  tiempo  de 


la  muerte  tomó  el  hábito  de  la  caballería  de  Santi.— 
go:  que  asi  se  acostumbraba  en  aquel  tiempo  para 
con  aquella  ceremonia  y  tas  indulgencias  concedidas 
á  los  que  tomaban  la  cruz ,  aplacar  á  Dios  en  aquel 
trance  y  alcanzar  perdón  de  sus  pecados.  El  cuerpo 
enterraron  en  Uclés,  convento  el  mas  principal  de 
aquella  orden. 

Su  hermano  don  Femando,  quede  su  voluntad  se 
había  desterrado  en  África,  con  licencia  del  mira- 
mamolin  hacia  su  roFidencia  en  Elbora,  población  de 
cristianos  cerca  de  la  ciudad  de  Marruecos.  Allí  em- 
fermó  de  una  dolencia  mortal,  y  á  ejemplo  de  su 
hermano  poco  antes  de  espirar  se  hizo  vestir  el  há- 
bito de  San  Juan.  Su  mujer  doña  Mayor  y  sus  hijos 
don  Fernaodo  y  don  Alvaro  procuraron  que  su  cuerpo 
se  trajese  á  Castilla  y  le  hicieron  enterrar  enlaPuen- 
te  de  Fi  tero,  con  vento  y  casa  de  aquella  orden  en 
tierra  de  Falencia.  Comenzó  con  esto  á  mostrarse 
una  nueva  luz  en  Castilla,  muertos  los  que  alborota- 
ban, y  una  grande  esperanza  que  las  treguas  puestas 
con  León  se  trocarían  en  una  paz  perpetua ,  como 
tocios  lo  deseaban.  En  particular  pretendían  volver 
las  fuerzas  contra  los  moros:  concedió  el  papa  sus 
indulgencias  para  los  que  armados  de  la  señal  de  la 
cruz  se  hallasen  en  aquella  guerra.  Juntóse  gran  gen- 
tío mas  por  deseo  de  robar  que  por  alcanzar  perdón 
de  sus  pecados.  Dieron  sobre  Estremadura ,  talaron 
los  campos,  quemaron  los  pueblos  ,  hicieron  presa 
de  hombres  y  de  f?anados,  finalmente  se  pusieron 
sobre  la  vila  de  Cáceres  con  intento  de  forzalla  ó 
rendilla.  Engañóles  su  esperanza  á  causa  de  las  mu- 
chas aguas  que  sobrevinieron,  y  el  tiempo  contrario 
que  les  forzó  sin  pasar  adelante  dar  la  vuelta  para 
sus  casas  el  fin  del  año  que  se  contaba  de  nuestra 
salvación  de  1218. 

CAPITULO  VIH. 

Eo  España  se  fundaron  monasterios  de  diversas 

rcligioues. 

En  este  estado  se  hallaban  las  cosas  de  España: 
los  reinos  comarcanos  eso  mismo  tenían  guerras  ci- 
viles. De  las  guerras  siempre  suelen  venir  otrcs  ma- 
les y  pérdidas  grandes ,  muchos  vicios  v  maldades. 
La  licencia  y  costumbre  de  pecar  casi  había  apagado 
la  luz  de  la  razón:  los  vicios  eran  tenidus  por  virtu- 
des, las  virtudes  por  vicios:  gravísimo  mal  y  daño. 
En  tantas  tinieblas  y  tan  espesas  de  ignorancia  des- 
pertó Dios  hombres  (como  siempre  ha  liecho)  señala- 
dos en  santidad  y  admirables,  los  cuales  no  dejaban 
de  encaminar  los  hombres  á  la  vida  eterna  y  mostra- 
lles  el  sendero  que  Cristo  enseñd  y  abrió,  que  habían 
cegado  en  gran  parte  los  vicios.  Allegáronse  á  estos 
santos  varones  otros  muchos  que  con  deseo  de  imitar 
su  virtud  renunciaban  las  cosas  del  mundo:  con  que 
por  este  tiempo  muchas  familias  y  congregaciones 
santas  se  levantaron.  Entre  todos  tuvo  muy  principal 
lugar  el  padre  Santo  Domingo.  Nació  en  tierra  de 
Osma  en  un  lugar  llamado  Caleruega,  entre  Osiiin  y 
Arando.  Siendo  mozo,  fue  canónigo  reglar  de  San 
Agustín.  Llegado  á  innyor  edad ,  trabajó  mucho  en 
desarraigar  la  herejía  de  los  alüigenses  en  Francia, 
como  de  suso  se  dijo. 

Ocupado  en  esto ,  como  viese  cuan  pocos  predica- 
dores se  hallaban  de  la  palabra  de  Dios ,  que  con  buen 
celo  y  ejemplo  de  vida  y  buena  doctrina  enseñasen  ú 
los  hombres  engañados  la  verdad  y  santidad ;  pensó 
y  trazó  en  su  pensamiento,  y  comunicó  con  otros  un 
modo  de  vida,  cuyos  seguidores  se  ocupasen  en  pre- 
dicar el  santo  Evangelio  por  todo  el  mundo.  Ofreció 
este  modo  de  vivir  y  regla  al  papa  Flonorio,  y  su  san- 
tidad la  aprobó  el  año  primero  de  su  pontificado.  De 
allí  á  dos  años  se  vioo  á  España ,  y  publicó  la  bula 
que  traía  de  su  aprobación,  á  los  reyes  y  principes, 
con  cuya  licencia  y  beneplácito  fundó  algunos  nic- 


3T2  UIBLIUTECA    DK 

nasterios  en  ciudades  principales.  El  primero  fue 
en  Segoria,  úlro  en  Madrid,  el  tercero  en  Zarano- 
la.  Hecho  esto  en  España ,  ;  vuelto  i  Italia  ,  finó 
en  Boloña  ciudad  de  la  Lombardia:  ilustre  varón  en 
virtud  j  santidad  de  vida ,  fundador  de  su  Urden 
mu;  principal,  de  donde  como  de  un  alcázar  de  sa- 
Itiduria  han  salido  y  saleo  muchos  varones  admira- 
bles ea  toda  virtua  y  tetras. 

El  mismo  aGo  que  Santo  Dominao  vino  á  España 
se  ordenó  otra  religión  en  Barcelona  llamada  de  Nues- 
tra Señora  de  la  Merced.  La  ocasión  fue  que  muchos 
rrísLianos  por  mar  y  por  tierra  venían  en  poder  de 


infieles  hechos  esclavos ,  y  para  librarse  de  la  maU 
vida  que  les  daban  sus  amos, renegaban,  y  w  apar- 
taban de  Jesucristo  y  de  su  fe  con  grande  afrenta 
de  la  Religión  Cristiana.  Para  procurar  el  remedio 
y  rescate  acatos  cautivos  se  ordenó  esta  religión, ca- 
yos frailes  con  limosnas  allegadas  de  todas  partes 
rescatasen  los  cautivos  antes  gue  apostataseu  de  li 
fe.  Don  Jaime,  rey  de  Araron  fue  el  primer  inventor 
desta  orden  y  manera  de  vivir  por  voto ,  como  algu- 
nos escriben,  que  hizo  á  Nuestra  Señora  dé  iustiluir 
esta  orden  cuando  estuvo  en  Honion  encenadojí 
modo  de  cautivo,  y  probó  en  si  cudoto  mal  es  cart- 


Priilon  te  D.  Alnro. 


cerd«  líbeitad.  El  primero  después  del  rey  que 
ofreció  á  ser  guia  de  los  que  le  r|uisieroo  imitar ,  fue 
UD  Pedro  Nolasco,  francés  de  nación.  Este  biio  muy 
buenas  reglas  y  constitución  para  que  los  religiosos 
se  Robernascn  por  ellas.  Tienen  por  insignias  sobre 
el  hábito  blanco  y  capilla  las  armas  del  rey  de  Ara- 
con  con  una  cruz  encima  en  campocolorado.  El  mis- 
mo Nolasco  de  mano  de  San  Raimundo  de  Pefiafuer- 
te ,  que  fue  después  general  de  la  .urden  de  Santo 
Domingo .  tomó  con  mucha  solemnidad  el  liábilo  en 
la  iglesia  de  Sania  Crux  en  presencia  del  rey  y  de  mu- 
chos caballeros  del  reino. 

Siguióse  Lras  estos  dos  San  Francisco,  ciudadano 
de  Asís  en  la  Umbria  ó  condado  de  Espoleto,  parte  de 
Italia:  varón  de  singular  inocencia,  virtud  y  santidad. 
Aprobó  BU  instituto  y  modo  de  vivir  el  papa  Honorio. 
El  mismo  después  de  aprobado  su  instituto  y  re- 
gla vino  á  España,  donde  llegó  hasta  Portugal  y 
C'iniposlella .  En  poco  tiempo  se  fundaron  en  estos 
reinos  muchos  monasterios  de  su  orden  ^  como  en 
Barcelona ,  Zaragoza  j  otras  ciudades  y  villas  de  Es- 
paña. Movian  estos  religiosos  á  devoción  y  símenos- 
precio  del  mundo  con  la  aspereza  de  su  vida  ,  y  con  I 
el  vestido  pobre  y  humilde  de  quensaban.  En  Portu- 
gal se  juntócon  San  Francisco, San  Antoniode  PaduB, 
esc«lente  predicador  ndelante  y  muy  sanio.  Para  to- 
mar el  báliito  de  los  menores  dejó  el  de  los  canónigos  ' 


reglares  de  San  Agustín,  cuyo  inititutosbriuni  da- 
de  niño ,  y  entró  en  aquel  orden  en  la  cindad  de  Lis- 
boa ,  de  donde  era  natunü ,  en  el  convento  de  San 
Vicente  que  es  de  canónigos  reglares :  allí  pasó  sign- 
óos años ,  después  en  el  convento  de  la  misma  órdco 
de  Santa  Cruz  de  Coimbra ,  en  que  vivia  cuando  se 
pasó  á  la  religión  de  San  Francisco.  Junto  coa  la  mu- 
danza de  vida  trocó  el  nombre  de  Fernando  qao  recibió 
en  el  bautismo,  en  el  de  Antonio  del  apellido  y  nom- 
bre del  monasterio  en  que  lomó  aquel  nuevo  habite. 
Muclint  ciudades  de  Italia  por  sus  predicacíonen 
santcsy  fervorosas  se  refwmaron,  gran  numero  de 
gente  por  su  medio  dejaron  la  mala  vida  y  se  trocaron 
en  nuevos  hombres.  Finalmente  después  que  padeció 
muchos  trabajos  por  Dios ,  falleció  en  Padua  lleno  de 
virtudes  y  de  milagros.  Su  santocuerpo  es  allí  acata- 
do en  propia  iglesia,  que  por  mucha  devodon  dd 
Eneblo  fundaron  en  su  nombra:  que  tal  honn  aede- 
e  d  la  virtud ,  y  el  autor  y  fuente  de  toda  santidad 
de  Dios ,  que  es  el  que  hace  los  santos.  A  San  Fran- 
cisco y  á  Santo  Domingo  alpunos  años  después ,  de 
su  muerte  canonizó  el  papa  Gregorio  Nono,  y  puso 
BUS  nombres  en  el  número  do  los  santos.  En  Castilla 
d  instancia  del  arzobispo  don  Rodrigo;  prelado  fer- 
viente y  enemigo  de  estar  ocioso ,  se  hizo  nueva  jor- 
nada contra  los  moros.  Junlironse  con  la  divisada 
la  cruidocícnlos  mil  hombres,  los  mas  número,  con 


los  caales  le  hizo  la  guerra  por  el  mei  de  agosto  del 
año  de  ISJS  en  la  Uancba  vea  tierra  de  Murcia. Ga- 
nironsa  atpuaoi  pueblos  ae  poca  cuenta.  Pusieron 
sitio  sobre  Requena ,  mas  do  la  pudieron  forzar  ni 
rendir,  como  quiera  que  liicieren  todo  el  esfuerzo 
posible.  El  cercóse  puso  á  veinte  y  nuevede  octubre, 
j  se  alzó  í  los  once  de  noyiembre  :  finalmente  el  su- 
ceso desta  empresa  do  fue  como  se  esperaba  y  coq- 
forme  al  grande  aparato  que  se  hiza;  solamente  se 
Kanania  mucbos  despojos  de  moros ,  con  que  los  sol' 
nados  dieron  ruelta  a  sua  casai. 

CAPITULO  IX. 

PoB  el  mismo  tiempo  trataba  et  rey  d«  Aragón  doD 
Jaime  de  quitar  el  gobierno  á  don  Sancho  su  tio ,  y 
porque  se  enmendanay  prometía  proceder  de  otra 
manera  te  tomd  á  recibir  en  su  gracia  y  perdonslle. 
Esto  era  el  año  de  mil  7  docientos  y  diez  y  nueve, 
cuando  en  España  se  padeció  una  muy  grande  ham- 
bre y  mortandad.  El  rey  aunque  niño,  que  apenas 
tenia  once  años,  comenzaba á dar  claras  muestras 
de  valor ,  y  ensayarse  en  los  ejercicios  de  las  armas  y 
de  la  guerra.  Sucediú  que  don  Rodrigo  de  Liíana 
hombre  poderoso  tenia  diferencias  con  un  deudo 
suyo,  que  se  llamaba  don  Lope  Albero,  y  de  grandes 
amigos  que  eran ,  faabia  resultado  entre  ellos  grande 
enemistad.  Esperú  buena  ocasión ,  y  &  tiempo  que  el 
'  contrarío  esLRoadescuidado, le  prendió  y  llevóal  css- 
tillo  de  Líiana.  Afisúle  el  rey  no  pasase  adelante  en 
aquella  Via  de  Tuerza,  V  que  se  contentase  con  el  mal 
hecho  á  su  contrarío.  Íio  quiso  apaciguarse  ni  obede- 
cer á  este  mandato:  como  el  rev  era  de  poca  edad, 
DO  le  estimaban,  antes  cada  cual  con  tanto  se  quería 
sulir  cnanto  era  su  poder  j  fuenas. 

Desdeñóse  poresta  causa:  tomó  las  armas  con  de- 
seo de  defender  al  prego  y  pouello  en  libertad ,  y  para 
conservar  por  el  mismo  camino  su  autoridad  y  hacer- 
se respetar.  Juntó  en  Huesca  buen  número  de  gente, 
Jcon  ella  se  encaminó  la  vuelu  de  Albero ,  pueblo 
e  qne  se  habia  apoderado  el  Rodrigo  Liíana,  y  den- 
trode  dea  diis  hiio  que  los  de  dentro  ae  le  rin- 
diesen. Revslvtó  sobre  el  castillo  de  Lizana ,  pa- 
trimonio de  aquel  caballero  aliado  :  y  porque  los 
soldados  y  moradives  no  querían  hacer  virtud,  dio 
^en  que  de  Huesca  le  trajesen  una  miquina  ó 
Iraboco ,  en  aquel  tiempo  mny  hmosn  por  tirar  en- 
tre día  V  noche  m3  v  quinientas  piedras,  con  que 
aportillo  los  moros  j  Lacia  grande  estrago  en  loa  sol- 
dados que  los  defendían;  Ihimaban  esta  mdouina 
fundibulo.  RindiíroDse  los  cercados ,  y  Lope  Albero 
fue  restituido  en  su  libertad:  >u  contrario  perdido  el 
castillo ,  por  entender  que  en  ninguna  parte  de  Ara- 
gón estaría  securn,  ce  fue  í  guarecer  í  Aibarracin 
por  tener  con  don  PedroFemandezdeAzam'a,  señor 
de  aquella  ciudad  amistad  de  años  atrjs.  Desde  alli 
según  la  costumbre  de  aquellos  tiempos  renunció  por 
escrito  la  naturaleza  de  Aragón  y  la  obediencia  que 
debía  al  rey  como  su  vasallo :  con  que  comenzó  á 
hacer  cabalgadas  en  las  tierras  comarcanas  de  aquel 
reino. 

No  aniso  disimnlar  el  rey  estas  insolencias ,  antes 
animada  con  el  buen  principio  que  tuvo  en  esta  guer- 
ra, revolvió  sobre  Albsrracín,  ciudad  puesta  en  aque- 
lla parte  por  do  antiguamente  partían  mojones  los 
contestanoit  (1)  y  los  celtiberos  :  de  poca  vecindad, 
pero  por  su  sitio  muy  fuerte,  que  eslá  por  todas  par- 
tes cercada  de  penas  y  riscos  muy  altos,  y  al  derre- 
dor casi  por  todas  partes  la  rodea  el  rio  tuna  ,  que 
vulgarmente  se  llama  Guadalavíar.  Púsose  elrey  so- 
bre ella:  levantó  sus  máquinas  y  ingenios ,  que  como 

(1)  Debe  decir  tos  edeliDot. 


BISTOUA  DBESPlíl*. 


373 


no  podian  llegar  al  muro  por  ser  el  sitio  tan  áspero, 
no  nacían  efecto  alguno ,  ni  tos  soldados  se  podían 
iirrímará  la  muralla  por  las  saetas  y  dardos  que  por 
las  troneras  y  travesías  y  desde  las  almenas  les  tira- 
ban- Lo  que  hizo  mas  ai  caso,  que  como  suele  acon- 
tecer en  guerrascivileSjde  todos  los  intentos  del  rey 
teuian  avrso  los  cercados  y  tiempo  para  apercibirse. 
Dos  meses  se  gastaron  en  el  cerco  en  lo  mas  recio 
del  estío  basta  t^nto  que  el  rey  perdió  la  esperanza 
de  salir  con  la  empresa,  á  causa  que  cierta  noche  los 
de  dentro  dieron  al  improviso  soore  las  máquinas  y 
quemaronelmejer  trabuco.  Hallábaseotrasi  poco  guar- 
necido de  gente ,  y  restaban  en  el  cerco  pocos  solda- 
dos en  tanto  grado  que  los  de  á  caballo  no  llegaban  & 
ciento  y  cincuenta :  el  número  délos  peones  noseña- 


lau,  pero  no  debía  ser  grande.  Alzaron  pues  el  cer- 
co, y  sin  embargo  en  breve  don  Pedro  Fernandez  de 
Azagra  volviú  en  gracia  del  rey.  Loa  caballeros  del 
reino,  con  quien  tenia  grande  amistad,  bieieron 
mucha  instancia  sobre  ello,  y  sus  servicios  de  tíempo 
atrás  eran  muy  notables ,  por  donde  tenia  oficio  de 
mayordomo  de  la  casa  real,  además  que  elrey  enten- 
día muy  bien  cuánto  le  importaba  tener  por  amigo  y 
en  su  servicio  un  personaje  tan  valeroso  y  principal. 
Esto  pasaba  en  Aragón  el  año  que  se  contaba  de 
1220.  En  el  mismo  en  Castilla  se  celebraron  hs  bodas 
dia  de  San  Andrés  apóstol  del  rey  don  Fernando  con 
doña  Beatriz  li ¡ja  de  Felipe  emperadorquefuede  Ale- 
maña.  La  edad  del  rey  era  bastante,  y  la  iiiwlre  se 
recelaba  no  se  eslrauase  con  deleites  dañosos  y  malos: 
acordó  despachar  á  Mauricio  obispo  de  Burgos ,  y  á 
fray  Pedro  abad  de  San  Pedro  de  Arlanzo  para  que 
concertasen  el  casamiedto  con  elomperadoi  Fudcri- 


374 


BIBLIOTECA  DB  GASPAR  T   ROIG. 


co  Secundo,  primo  de  la  doncella:  tardóse  mas  tiem- 
po de  lo  que  pensaron ;  en  fin  con  sufrimiento  de  cua- 
tro meses  que  residieron  en  agüella  corte,  acabaron 
todo  lo  que  deseaban.  Encamináronse  por  la  vía  de 
Francia :  en  París  el  rey  Felipe  de  Francia  festejó 
Ja  novia  y  la  trató  con  mucha  lioeralidad.  Salió  otrosf 
para  recebilla  doña  Berenguela  hasta  la  raya  de  Viz- 
caya ,  y  acabo  de  un  año  que  gastaron  en  ida  y  vuel- 
ta, llegaron  á  Burgos,  ciudad  quetenian  señalada 
para  las  bodas.  Veló  á  los  reyes  el  obispo  Mauricio 
de  auuella  ciudad  en  la  iglesia  Mayor  con  las  solem- 
nidades y  ceremonias  acostumbradas ;  y  el  día  antes 
él  mismo  celebró  misa  de  pontifical  en  el  monasterio 
de  las  Huelgas,  en  que  el  rey  se  armó  á  sí  caballero, 
por  no  hallarse  otro  roas  digno  que  hiciese  aquella 
ceremonia ,  conforme  á  lo  que  en  aquellos  tiempos 
se  usaba.  Este  casamiento  lue  en  generación  abun- 
dante; del  nacieron  siete  hijos  por  el  Orden  que  aquí 
se  ponen:  don  Alonso,  don  Fadrique,  don  Felipe, 
don  Saocho ,  don  Manuel ,  doña  Leonor ,  que  murió 
niña ,  y  doña  Berenguela ,  que  en  las  Huelgas  de  Bur- 
gos tomó  el  hábito. 

A  los  aragoneses  por  el  mismo  tiempo  aquejaba  e! 
deseo  de  tener  sucesión  de  su  rey  don  Jaime.  Parecía- 
les que  por  este  medio  se  aplacarían  los  bandos  aue 
todavía  continuaban  entre  los  dos  tíos  del  rey  don 
Saocho  y  don  Fernando  por  la  esperanza  que  cada  cual 
tenia  de  la  corona ,  si  el  que  la  tenia  faltase.  De  todo 
resultaban  males  y  daños.  La  edad  del  rey  era  poca, 
en  que  mucho  reparaban  para  casarle ;  mas  prevale- 
ció el  deseo  grande  que  de  hacello  tenían.  Tomado 
este  acuerdo,  y  puesto  todo  lo  al ,  despacharon  em- 
bajadores á  la  reina  doña  Berenguela  para  pedir  á  su 
hermana  la  infanta  doña  Leonor.  No  se  podía  ofrecer 
mejor  casamiento  para  aquella  doncella:  así  liechns 
las  capitulaciones ,  señalaron  la  villa  de  Agreda,  gue 
es  de  Castilla  á  la  ra^a  de  Araron ,  para  que  allí  se 
hiciesen  los  desposorios.  Acudió  primero  dona  Be- 
renguela en  compañía  de  su  hermana :  después  vino 
el  rey  don  Jaime  con  lucido  acompañamiento  de  los 
suyos.  Los  desposorios  se  hicieron  allí  á  seis  de  febre- 
ro del  año  de  Cristo  de  i  221 :  las  bodas  poco  después 
en  Tarazona  en  la  iglesia  de  Santa  María  de  la  Vega 
si  bien  por  la  poca  edad  del  ras  la  desposada  se  estu- 
vo doncella  por  espacio  de  sMl  y  medio ,  según  él 
mismo  lo  relata  en  la  historia  que  dejó  escrita  de  sus 
cosas  V  de  su  vida. 

En  la  ciudad  de  Toledo  el  arzobi.spo  don  Rodrigo 
consagró  la  iglesia  de  Sen  Román  puesta  á  guisa  de 
atalaya  en  lo  mas  alto  de  la  ciudad ,  día  domingo  á 
veinte  de  junio.  Por  el  mes  de  noviembre  á  los  veinte 
y  tres,  martes  día  de  San  Clemente,  nació  allí  mis- 
mo el  hijo  mayor  del  rey  don  Fernando  por  nombre 
don  Alonso.  Luego  por  principio  de  diciembre  un 
gran  temblor  de  tierra  maltrató  gran  parte  de  los  edi- 
ficios,  y  con  las  muchas  aguas  y  vientos  que  se  simule- 
ron,  en  gran  parle  rayeron  por  tierra  los  adarves  y 
casas  particulares.  El  miedo  por  esta  causa  fue  tanto 
mayor  cuanto  mas  segura  está  aquella  ciudad  de  ac- 
cidentes semejantes  por  su  sitio  que  es  muy  empi- 
nado y  sol)re  peñas,  y  lo  que  hace  tnucho  al  "caso  pa- 
ra no  padecer  temblores  de  tierra ,  que  le  cae  muy 
lejos  el  mar. 

CAPITULO.  X. 
El  rey  don  Fernando  apaciguó  otras  nuevas  alteraciones. 

QüiKTos  estaban  y  pacíficos  por  una  parte  los  na- 
varros y  por  otra  l.is  portugueses  y  Ic-s  leoneses.  Los 
moros  se  abrasaban  entre  si  en  guprras  civiles.  En 
Castilla  y  en  Aragón  continuaban  las  alteraciones, 
bien  que  no  eran  de  mucha  consideración.  Don  Ro- 
drigo señor  de  los  Cameros,  de  antiguo  linaje,  y  que 
tenia  muchn  autoridad  entre  los  principales  de  Cas- 
tilla por  su  estado  y  las  tenencias  de  diversas  villas  y 
castillos  del  patrimonio  real,  confiado  en  sus  fuerzas 


y  poder  y  mas  en  la  revuelta  de  los  tiempos  se  atrevió 
á  nacer  mal  y  daño  en  las  tierras  comarcanas.  Citóle 
el  rey  para  que  en  presencia  se  descargase  de  lo  que 
le  acusaban.  Respondió  c^ue  había  tomado  la  cruz  pa- 
ra ir  á  la  guerra  de  la  Tierra  Santa :  escusa  de  qw 
muchos  se  valían  para  declinar  jurisdicción  y  no  po- 
der ser  convenidos  delante  los  jueces  ordinarios,  por 
los  muchos  privilegios  y  exenciones  que  el  papa  con- 
cedía á  los  tales ;  en  particular  les  otorgaba  no  los 
pudiesen  citar  delante  jueces  seglares ,  sino  que  sus 
causas  solamente  se  ventilasen  en  los  tribunales  ecle- 
siásticos. No  le  valió  este  recurso,  hiciéronle  compa- 
recer en  Valladolid ,  do  la  corte  de  Burgos  se  hama 
pasado ;  hiciéronle  cargos  graves  y  feo»,  acordó  de 
ausentarse  y  huir,  condenáronle  en  rebeldía  en  pri- 
vación de  todo  su  estado:  él  que  era  hombre  determi- 
nado, se  hizo  fuerte  dentro  de  los  pueblos  y  casiülos 
que  tenia  mas  fortalecidos  con  resolución  de  hacer 
resistencia ;  mas  porque  de  aquellos  principios  no  re- 
sultasen guerras  mas  graves,  acordaron  tomar  asiento 
con  él,  y  demás  del  perdón  dalle  catorce  mil  ducados 
porque  alzase  mano  de  los  pueblos  y  castillos  cuya 
tenencia  por  el  rey  tenía  á  su  cargo. 

Sosegada  esta  alteración,  resultó  otra  nueva.  Don 
Gonzalo  Nuñez  de  Lara,  que  era  el  que  solo  quedaba 
de  los  tres  hermanos ,  conforme  á  la  costumhre  que 
tenia  este  linaje  de  gustar  de  alborotos  ,  persuadió  á 
don  Gonzalo  Pérez ,  señor  de  Molina  que  hiciese  mal 
y  daño  á  las  tierras  comarcanas.  Nunca  á  semeiantes 
personajes  faltan  quejas  y  causas  para  tomar  fas  ar- 
mas. En  particular  don  Gonzalo  de  Lara ,  por  medio 
destas  revueltas  pretendía  y  esperaba  restituirse  en 
su  patría  ca  después  de  la  muerte  de  su  hermano  don 
Fernando  se  quedó  en  Berbería  donde  era  ido  juuta- 
mente  con  él.  Vinieron  á  las  manos  y  á  rompimiento: 
la  guerra  no  fue  de  mucha  consideración  á  causa  que 
el  señor  de  Molina ,  conocido  el  engaño  y  el  riesgoqoe 
sus  cosas  corrían ,  pidió  perdón  y  le  alcanzó  por  me- 
dio de  la  reina  doña  Berenguela.  Con  esto  don  Gon- 
zalo de  Lara  desconfiado  de  poder  salir  con  sus  inten- 
tos ,  se  pasó  á  los  moros  de  Andalucía ,  y  en  Baeza 
dio  fin  á  lo  restante  de  su  vida  ni  muy  santa ,  ni  muy 
honradamente.  Tal  fin  tuvieron  estos  tres  hermanos 
bien  conforme  á  sus  obras ,  de  quien  desciende  el  li- 
naje de  los  Manriques  bien  <M>nocido  en  España. 

Corría  en  esta  sazón  el  año  de  Cristo  de  1222,  en 
que  el  rey  de  león  juntó  un  grueso  ejército,  parte  de 
los  aue  levantó  á  sueldo ,  v  en  especial  de  los  que  to- 
mada la  señal  de  la  cruz,  a  su  costa  se  querían  haliar 
en  aquella  empresa.  Con  estas  gentes  corrió  las  tier 
ras  de  Extremadura,  y  se  puso  sobre  la  villa  de  Cace- . 
res  :  los  moros  por  librarse  del  cerco  concertaron  de 
dar  cierta  cnntiaadde  dineros  que  esperaban  en  Áfri- 
ca; alzado  el  cerco,  no  cumplieron  lo  asentado,  ni 
los  nuestros  pudieron  por  entonces  revolver  sobre 
ellos.  Por  este  mismo  tiempo  Mauricio  obispo  de  Bur- 
gos, inglés  que  era  de  nación  (I ),  abrió  los  cimientos 
de  la  iglesia  Mayor  que  hoy  se  ve  en  aquella  ciudad, 
y  no  solo  la  comenzó  á  edificar ,  sino  la  acabó;  antes 
deste  tiempo  la  iglesia  de  San  Lorenzo  era  la  catedral, 
y  junto  á  ella  las  casas  del  obispo  y  su  habitación. 
No  solo  en  Burgos :  sino  en  otras  muchas  partos  del 
reinóse  levantaban  fábricas  suntuosas  y  templos;  que 
parece  los  prelados  á  porfia  pretendían  señalarse  en 
aumentar  el  culto  divino. 

En  particular  once  años  antes  deste  en  que  vamos, 
se  dio  principio  á  la  iglesia  Mavor  de  Tala  vera,  villa 
bien  conocida  en  el  reino  de  Toledo.  Su  fundador  don 
Rodrígo  Giménez  arzobispo  de  Toledo  puso  en  ella 


(i)  La  catedral  de  Burgos  se  empezó  á  coni^trutr  eo  1221 
y  San  Feroando  puso  la  primera  piedra  el  20  de  julio,  doo 
Mauricio  no  era  inglés  sino  español ,  como  lo  demuestrao  los 
nombres  de  sus  padres  Rodrigo  y  Orosabia ,  moy  oomoiei 
en  Castilla  en  estos  tiempos. 


HI8T0B1A    DE    BSPAÍIa. 


275 


doce  canóniflos  y  cuatro  dignidades,  que  mandó  fue- 
sen sujetos  a  los  de  Toledo,  y  en  señal  deste  recono<- 
cimiento  cada  un  año  el  día  de  la  Asunción  de  Nues- 
tra Señora  les  acudiesen  con  cinco  maraTedis  de 
tributo.  Don  Juan  chanciller  del  rey  edificó  á  su  cos- 
ta dos  iglesias .  primero  la  Mayor  de  Valladolid,y 
después  sienoo  obispo  de  O^nia  levantó  la  que  hoy 
se  Té  en  aouella  ciudad.  Don  Ñuño  obispo  de  Astorga 
sus  casas  ooispales  y  el  claustro  de  aquella  su  iglesia. 
Don  Lorenzo ,  jurista  que  fue  muy  nombrado  ,  en 
Orense  donde  era  obispo,  ediflcóla  puente  sobre  el  rio 
Miño  qfue  por  allí  pasa,  la  iglesia  Mayor  y  las  casas 
obispales.  Finalmente  don  Esteban ,  obispo  de  Tuy, 
y  don.  Martin  abispo  de  Zamora  se  esmeraban  y  gas- 
taban sus  rentas  en  semejantes  ediOcios.  La  piíHlad 
del  rey  y  de  su  madre ,  y  la  liberalidad  grande  con 
que  acudían  á  estas  obras ,  y  á  proveer  de  omameo- 
tos  y  todo  lo  necesario  por  cuanto  la  estrechura  de 
los  tiempos  daba  lu([ar,  despertaba  á  todos  los  prela- 
dos para  que  los  imitasen  en  gastar  bien  sus  hacien- 
das. Volvamos  ai  orden  de  la  historia. 

Por  el  mes  de  iuiio  falleció  Rogerio,  conde  de  Fox: 
el  que  le  sucedió  en  el  estado ,  fue  su  hijo  Rogerio 
Bernardo ,  y  luego  por  el  mes  de  agosto  falleció  Ra- 
món conde  de  Tolosa:  el  uno  y  el  otro  por  el  favor 
que  dierou  á  los  albigenses,  incurrieron  en  mal  caso 
en  las  censuras  que  el  papa  fulminó  contra  ellos;  por 
esto  el  hijo  sucesor  del  conde  de  Tolosa,  que  se  Ha- 
mo también  lUtmon ,  nunca  pudo  alcanzar  licencia 
para  enterrar  en  sagrado  el  cuerpo.de  su  padre :  tal 
era  la  fuerza  de  los  eclesiásticos  en  aquellos  tiempos, 
y  la  constancia  y  severidad  de  que  usaban  contra  los 
malos.  En  Aragón  el  rev  á  veinte  y  uno  de  diciembre 
otorgó  perdón  y  recibió  en  su  gracia  á  Gerardo  viz- 
conde ae  Cabrera ,  hombre  poderoso  en  rentas  y  va- 
sallos :  teníale  ofendido  por  causa  que  en  tiempo  de 
la  vacante  del  reino  con  mano  armada  se  apoderó  del 
condado  de  Urgel,  y  despojó  á  Aurembíasse  del  estado 
que  su  padre  el  conde  Armengol  le  dejara ;  púrole 
por  condición  estuviese  á  juicio  con  aquella  señora, 
y  pasase  por  lo  que  los  jueces  determinasen. 

En  esta  sazón  vivia  todavía  don  Sancho  conde  de 
Ruvsellon  y  tio  del  rey..Gobemaba  aquel  estado  don 
Nuho  su  hijo,  contra  el  cual  don  Guillen  de  Moneada, 
señor  de  Beame,  como  ^uier  gue  antes  fuesen  muy 
.imigos,  por  ligmt  ocasión  semdignóen  tanto  grado 
que  con  su  gente  entró  por  las  tierras  de  Ruvsellon 
haciendo  todo  mal  y  daño.  Don  Ñuño  se  hallaba  con 
pocas  fuerzas  para  resistir  á  las  de  su  contrario,  que 
demts  de  lo  de  Beame  tenia  en  Cataluña  un  grande 
estado :  acordó  valerse  de  las  fuerzas  del  rey  y  de  su 
sombra;  ofrecía  de  estará  derecho  y  satisfacer  cual- 
quier cargo  que  contra  él  resultase.*  Amonestó  el  rey 
al  Moneada  que  siguiese  su  derecho  y  dejase  las  ar- 
mas ,  y  porque  no  quiso  obedecer,  antes  pasaba  ade- 
lante en  los  daños  que  hacia ,  revolvió  contra  él  con 
tal  furia,  que  le  despojó  á  él  y  á  sus  aliados  de  ciento 
7  treinta,  parte  torres  parte  castillos  de  que  se  apode- 
ró ,  de  unos  por  fuerza ,  y  de  otros  que  se  rindieron 
por  su  voluntad,  en  particular  el  pueblo  de  Gervellon 
cerca  de  Barcelona  :  con  que  se  entendió  cuan  peli- 
grosa cosa  es  enojar  á  los  que  pueden  mas  yá  los  re- 
yes. No  pudo  hacer  lo  mismo  del  castillo  de  Moneada 
á  causa  de  estar  muy  fortalecido ,  y  dentro  con  bue- 
na guarnición  el  mismo  Guillen  de  Moneada.  Ponerle 
cerco  fuera  cosa  larga,  mayormente  oue  muchos  de 
los  que  serian  al  rey,  favorecían  y  aaban  aviso ,  y 
aon  proveían  á  los  que  guardaban  aquella  plaza. 

Esto  pasaba  el  año  que  se  contó  de  Cristo  de  1223, 
en  que  á  los  quince  de  julio  en  Medun  falleció  de  cuar- 
tanas Felipe,  rey  de  Francia.  Sucedióle  en  el  reino 
su  hijo  Ludovico  VIII deste  nombre,  marido  de  doña 
Blanca,  y  padre  déLudoviCd,  al  que  por  sus  muchas 
virtudes  y  piedad  llamaron  el  Santo.  En  Coimbra  asi- 
mismo el  ano  adelante  pasó  desta  vida  el  rey  de  Por- 


tugal don  Alonso  el  Segundo ,  por  sobrenombre  el 
Gordo.  Sepultáronle  en  el  monasterio  de  Alcobaza 
junto  á  su  mujer  la  reina  doña  Urraca  en  una  sepul- 
tura llana  y  grosera  cuales  en  aquel  tiempo  se  usa- 
ban. Dejó  tres  hijos,  los  infantes  don  Sancho  que  le 
sucedió  en  el  reino,  llamado  vulgarmente  Capelo,  don 
Alonso,  que  casó  con  Matilde ,  condesa  de  Boloña  en 
los  Merinos ,  pueblo  de  la  picardía  cerca  del  mar  de 
Bretaña  en  Francia,  don  Fernando  señor  de  Serpa, 
que  casó  con  doña  Sancha,  hija  de  don  Femando  de 
Lara,  finalmente  dejó  una  hija  por  nombre  doña  Leo- 
nor, que  casó  con  el  rey  de  Dacia  según  que  lo  refie- 
ren las  historias  de  Portugal :  si  con  verdad ,  ó  de 
otra  manera,  aquí  no  lo  averiguamos. 

CAPITULO  XI. 
De  la  guerra  que  se  hizo  i  los  moros. 

Reprihidas  las  parcialidades  de  Castilla  y  las  alte- 
raciones, el  rey  don  Femando  para  que  la  paz  fuese 
durable,  dio  perdón  general  á  los  que  le  habían  de- 
servido, y  mandó  que  los  demás  hiciesen  lo  mismo  y 
pusiesen  en  olvido  los  desabrimientos  que  entre  sí 
tenían  y  los  agravios.  Para  el  gobierno  de  las  ciuda- 
des nombraba  á  los  que  en  virtud  y  pradencia  se 
adelantaban  á  los  demás ,  v  los  que  entendían  serian 
mas  ajopradables  á  los  vasallos.  De  los  herejes  era  tan 
enemigo  que  no  contento  con  hacellos  castigar  á  sus 
ministros,  él  mismo  con  su  propia  mano  les  arrima- 
ba la  leña  y  les  pegaba  fuego  (1):  ya  se  dijo  que  por 
estos  tiempos  la  secta  de  los  albigenses  andaba  vali- 
da, y  que  vinieron  y  entraron  en  España.  Con  estas 
virtudes  tenia  tan  ganados  á  los  naturales  cuanto 
ningún  otro  príncipe.  Mas  por  aprovecharse  dcsta 
buena  voluntad,  v  porque  no  se  estragasen  los  solda- 
dos con  la  ociosidiad  y  con  los  vicios  que  della  resul- 
tan ,  acordó  renovar  Ja  guerra  contra  moros.  Mandó 
arbolar  banderas  y  tocar  tambores  por  todas  partes 
para  juntar  un  grueso  campo . 

Los  de  Cuenca ,  Huete ,  Moya  y  Alarcon  con  los 
demás  de  aquella  comarca ,  entendida  la  voluntad 
del  rey ,  se  apellidaron  unos  á  otros ;  y  juntó  buen 
golpe  de  gente,  rompieron  por  el  reino  de  Valencia, 
talaron  los  campos ,  quemaron  y  saquearon  los  pue- 
blos ,  y  con  una  grande  cabalgada ,  volvieron  ricos  y 
contentes  á  sus  casas.  Por  otra  parte  el  rey  alegre 
con  tan  buen  principio ,  que  era  como  pronóstico  de 
lo  restante  de  aquella  guerra;  con  un  graeso  ejército 
que  juntó,  se  enderezó  contra  los  moros  del  Andaluz 
cía.  Hacíanle  compañía  entre  los  mas  principales 
el  arzobispo  don  Rodrigo,  persona  de  gran  valor  y 
^  brio ,  V  que  no  podía  estar  ocioso ;  los  maestres  de 
las  órdenes ,  don  Lope  de  Haro ,  don  Rodrigo  Girón, 
don  Alonso  de  Meneses  sin  otros  ricos  hombres  y 
caballeros  de  menor  cuenta.  Luego  que  pasaron  la 
Sierramorena,  vinieron  embajadores  de  parte  de  Ma- 
homed  rey  deBaeza  para  ofrecer  la  obeaiencia:  que 
estaba  presto  de  rendirla  ciudad  y  avudar  con  dine- 
ros y  vituallas.  El  miedo  hacia  cobardes  á  los  moros, 
los  deleites  los  tenían  estragados ,  y  por  las  discor- 
dias que  entre  sí  tenían ,  á  punto  de  perderse. 

Hiciéronse  los  asientos  y  capitulaciones  en  Guada- 
limar:  desde  allí  pasaron  nuestras  gentes  sobre  Que- 
sada ,  villa  principal  en  lo  que  hoy  es  adelantamiento 
de  Cazorla.  Los  moradores  fiados  en  la  fortaleza  de 
sus  murallas ,  y  en  que  eran  muchos,  al  principio  se 
pusieron  en  defensa ;  pero  al  fin  el  lugar  se  entró 
por  fuerza.  Pasaron  á  cuchillo  todos  los  que  podían 
tomar  armas ,  los  demás  tomaron  por  esclavos  en 
número  de  siete  mil.  Con  el  castigo  y  destrozo  deste 

( 1 )  Coando  llegó  á  Toledo ,  dicen  los  Anales  de  Toledo 
que  enforcó  á  muchos  homes ,  i  coció  ó  muchos  en  cal- 
deras, Estaa  atrocidades  folo  pueden  disculparse  diciendo 
que  todos  loo  fanatismos  las  cometen. 


376 


BniLIOTECA  ME  GASPAR  T  ROIG. 


puebio  SO  dio  aviso  á  los  demás  para  que  no  se  atre- 
viesen á  hacer  resistencia.  Sería  largo  cuento  relatar 
por  menudo  todo  lo  que  sucedió  en  esta  jornada.  La 
suma  de  todo  es' que  muchos  pueblos  por  aauella  co* 
marca  quedaron  yermos  de  gentes ,  huidos  los  mora- 
dores, otros  se  rindieron  por  no  desamparar  sus  ca- 
sas: algunos  quedaron  destruidos  del  todo,  y  en 
otros  pusieron  guarniciones  de  soldados  con  intento 
de  conservallos.  Don  Lope  de  Haro  y  los  maestres 
de  las  órdenes  militares  con  parte  de  la  gente  aco- 
metieron un  pueblo  llamado  Viboras,  de  que  se  apo- 
deraron sin  embargo  que  tenian  dentro  mil  y  qui- 
nientos árabes ,  de  los  cuales  unos  mataron  y  otros 
se  huyeron. 

En  estas  empresas  pasaron  los  meses  del  estio  y 
parte  del  otoño ;  y  porque  cargaba  el  tiempo ,  por  el 
mes  de  noviembre  del  año  i  224  dieron  la  vuelta  á 
Toledo ,  donde  las  reinas  madre  y  nuera  esperaban 
la  venida  del  rey.  Gastáronse  algunos  dias  en  fiestas 
y  regocijos  que  se  hicieron  en  aquella  ciudad  para 
alegar  la  gente,  procesiones  y  rogativas  pari  dar 
gracias  á  Dios  por  mercedes  tan  grandes.  Hecho  esto 
luego  que  el  tiempo  dio  lugar  á  las  fiestas ,  mandó  el 
rey  á  la  aente  se  enderezase  la  vuelta  de  Cuenca  con 
intento  de  acometer  por  aquella  parte  á  los  moros 
del  reino  de  Valencia:  mas  aquei  rey  por  nombre 
Zey  t  acordó  ganar  por  la  mano.  Los  daños  que  lo  hi- 
cieron la  vez  pasada ,  y  el  miedo  de  mayores  males 
le  aquejaban  de  suerte  que  vino  á  la  ciudad  de  Cuen- 
ca á  ponerse  en  las. manos  del  rey  don  Fernando ,  y 
concertarse  con  él  como  fuese  su  voluntad  y  mere- 
ced. Los  aragoneses  se  quejaron  de  aquellos  tratos, 
por  pretender  que  el  remo  de  Valencia  era  de  su 
conquista,  y  que  los  castellanos  no  tenian  en  él  par- 
te ni  derecho  alguno.  Despacharon  embajadores  para 
querellarse  de  aquel  agravio,  y  juntamente  para 
mostrar  sus  fuerzas  y  valor  hicieron  entrada  en  las 
tierras  de  Castilla  por  la  parte  de  Soria.  No  pudieron 
llevar  adelante  esta  demanda  por  entonces  i  causa 
de  nuevas  alteraciones  que  en  Aragón  resultaron. 

Fue  asi  que  don  Guillen  de  Moneada  y  don  Pedro 
Abones  se  juntaron  con  el  infante  don  Femando, 
tio  del  rey.  La  junta  fue  en  Tahuste ,  cuya  tenencia 
estaba  á  cargo  del  dicho  don  Pedro.  Tomaron  su 
acuerdo,  y  quedó  resuelto  que  se  apoderasen  de  la 
persona  del  rey.  La  voz  era  ser  así  necesario  y  cum- 
plidero para  el  bien  del  reino,  que  decian  se  estra- 
gaba á  causa  de  los  malos  conseieros  aue  tenia  al 
lado  y  á  las  orejas  el  rey ;  mas  á  la  verdad  cada  cual 
de  los  tres  tenia  sus  pretensiones  particulares.  El 
Moneada  estaba  sentido  del  estado  oue  le  quitaron: 
don  Fernando  (aunque  monge  y  abaa  del  monasterio 
de  Montaragon)  no  tenía  perdida  la  esperanza  ni  el 
deseo  de  la  corona ;  que  la  dolencia  de  ambición  es 
mala  de  sanar :  á  don  Pedro  Abones  daba  pesadum- 
bre verse  descaído  de  la  privanza  que  solia  tener, 
con  que  todo  lo  gobernaba  á  su  voluntad ,  y  preten- 
<lia  convertir  la  gracia  en  fuerza  y  por  aquel  camino 
conservarse.  Para  mas  fortificar  su  partido  acorda- 
ron por  medio  de  Lope  Jiménez  de  Luesia  ganar  á 
don  Ñuño  hijo  del  infante  don  Sancho  conde  de  Ruy- 
sellen ,  para  que  olvidadas  las  enemistades  que  ya 
tocamos,  les  asistiese  en  aquella  demanda. 

Tomado  este  acuerdo ,  se  enderezaron  la  vuelta 
de  Alagon,  en  que  á  la  sazón  se  hallaba  el  rey  des- 
cuidado de  aquellos  tratos.  Entraron  de  tropel ,  y 
con  buenas  palabras  le  persuadieron  se  fuese  á  Za- 
ragoza para  tomar  en  aquella  ciudad  acuerdo  sobre 
algunos  puntos  de  importancia  que  pertenecian  á  su 
iwrvicio  y  al  bien  del  reino.  El  rey ,  si  bien  los  sem- 
blantes eran  buenos,  como  quier<7ue  la  mentira  sea 
mas  artificiosa  que  la  verdad ,  todavía  echó  de  ver 
que  procedían  con  engaño  ,  y  que  su  pretensión  era 
mala.  No  hay  arma  mas  fuerte  que  la  necesidad: 
otorgó  con  !o  que  le  pedían,  demás  que  para  todo  lo 


ou 
dai 


ue  resultase,  le  venia  mejor  estar  en  aquella  ciu- 
ad ,  que  en  algún  otro  pueblo  pequeño:  acompaña- 
ron al  rey  hasta  Zaragoza ,  aposentáronle  en  su  casa 
real  que  íluman  Suda.  Pusiéronle  guardas  para  qae 
no  se  pudiese  comunicar  con  nadie  ni  de  palabra  ni 
por  escrito.  Los  capitanes  destas  guardas  eran  Gol* 
lien  Boy  y  Pero  Sánchez  Martel,  que  para  mayor  re- 
cato de  noche  dormían  muy  junto  al  lecho  del  rev: 
gran  infamia  y  mengua  de  la  gente  aragonesa  y  de 
su  acostumbrada  lealtad.  Por  espacio  de  vdinie  disT 
tuvieron  al  rey  encerrado  sin  dalle  libertad  alguna 
hasta  tanto  que  condescendió  con  muchas  demandas 
que  le  hicieron,  en  particular  á  don  Guillen  de  Mon- 
eada hizo  restituir  los  lugares  y  castillos  aue  le  qui- 
tó en  Cataluña,  demás  de  veinte  mil  ducados  que  por 
los  daños  prometió  de  dalle. 

Tomado  esto  asiento  todavía  el  infante  don  Fer- 
nando continuaba  en  el  gobierno  del  reino ,  de  qne 
Eor  fuerza  con  aquella  ocasión  se  apoderara.  Escusa- 
ase  con  la  poca  edad  del  rey  y  otras  diversas  causas 
que  para  ello  alesaba.  Para  vencer  tan  graves  difi* 
cuitados  no  bastaba  prudencia  humana ;  solo  ponía 
el  rey  su  fiucia  en  Dios,  que  con  paciencia  ^  dtoimn- 
lacion  le  libraría  de  aquelfa  apretura  y  trabajo,  y  que 
las  cosas  se  trocarían  de  manera  que  alcanzase  su 
libertad.  Las  cosas  de  Castilla  por  el  contrarío  con- 
forme á  los  buenos  principios  iban  en  prosperidad  y 
en  aumento.  El  rey  don  Fernando  porque  los  moros 
no  se  rehiciesen  de  fuerzas  si  los  dejaba  descansar, 
entrado  el  verano  del  año  de  1225,  salió  con  sus  gen- 
tes encampana,  y  con  nuevas  compañías  que  levantó 
de  soldados,  reforzó  su  ejército,  y  con  él  se  encami- 
nó la  vuelta  del  Andalucía.  Llevo  en  su  compañía  á 
don  Rodrigo ,  arzobispo  de  Toledo ,  sin  el  cual  veo 

3ue  ninguna  cosa  de  importancia  acometían.  Acu- 
lóles el  rey  moro  de  Baeza .  ayudóles  con  basti- 
mentos y  recibiólos  dentro  de  su  ciudad :  lealtad 
poco  acostumbrada  entre  aquella  gente.  Desta  vez 

Sanaron  á  Andujar  y  á  Martes  pueblos  principales, 
[artos  quedó  por  los  caballeros  de  Galatrava ,  para 
que  desde  allí  niciesen  frontera  á  los  moros  y  corre- 
rías en  sus  tierras.  Si  en  estos  ganaron  las  villas  de 
Jodar  y  otros  muchos  pueblos  de  menor  cuenta ,  de- 
más de  las  talas  que  dieron  á  los  campos ,  y  de  las 
grandes  presas  que  hicieron  de  hombres  y  ganados, 
con  que  los  soldados  ricos  y  alejes  volvieron  á  sus 
tierras  pasado  el  verano.  Esto  mismo  se  continuó  los 
años  adelante ,  por  el  deseo  y  esperanza  qoe  todos 
tenian  de  acabar  por  aquel  camino  con  lo  restante 
de  la  morisma  de  España. 

Las  cosas  de  Aragón  asimismo  comenzaron  á  me- 
jorarse ,  y  los  parciales  y  alborotados  aflojarcm  algún 
tanto:  con  que  el  rey  partió  de  Zaragoza  la  via  de 
Tortosa ,  ciudad  puesta  á  la  marina  por  la  parte  que 
el  río  Ebro  desagua  en  el  mar,  y  no  lejos  de  loa  pue- 
blos llamados  antiguamente  llergaones,  que  se  esten- 
dian  largamente  por  las  riberas. de  aquel  río.  Iban 
en  su  compañía  aquellos  caballeros  conjurados  con 
muestra  de  querelle  servir ,  como  quier  que  á  la  ver- 
dad pretendiesen  continuar  éo  lo  comenzado.  Para 
este  intento  Se  le  juntaron  otros  muchos  de  los  ríeos 
hombres  y  príncipales ,  en  particular  don  Sancho 
obispo  de  Zaragoza  por  respeto  de  su  hermano  don 
Pedro  Abones  y  para  asislilie,  y  con  él  don  Eríl  obis- 
po de  Lérida,  que  todos  asi  oclesiásticos  como  segla- 
res se  mezclaban  en  esta  trama.  Deseaba  el  rey  li- 
brarse dtfsta  opresión  á  si  y  á  su  rpíno,  y  satisfacerse 
del  agravio  que  le  hacían ,  y  de  aquel  tan  notable 
desacato ;  mas  hada  poca  confianza  de  los  que  tenia 
á  su  lado ,  de  sus  cortesanos  y  criados  por  ser  mo- 
chos dellos  parciales.  Acordó  partirse  sin  dalles  par- 
te ,  y  recogerse  en  Huerta  pueblo  de  los  caballeros 
Templarios.  Desde  allí  despachó  sus  cartas,  en  que 
mandaba  á  los  señores  y  á  la  demás  gente  que  ron 
sus  armns  acudiesen  á  la  ciudad  do  Teruel  para  ha- 


cer  guerra  en  e)  reíoo  de  Valencia ,  empresa  que  los 
de  Ara^n  oiucbo  deseaban :  con  que  de  un  camino 
pensaba  ganar  las  voluntades  de  la  genle  y  acredi- 
tarse ,  si  como  confiaba  saliese  con  acuella  deman- 
da. Los  señores  y  gente  principal  hacían  burla  deste 
acontecimiento.  Parecíales  era  juego  de  niños ,  si 
bien  al  llamado  del  rey  paro  el  dia  que  señaló  en 
sus  cartas ,  se  juntaron  en  aquella  ciudad  algunos 
pocos  aragoneses  y  algo  mayor  número  de  los  cata* 
ianes. 

Con  esta  gente ,  aunque  era  poca,  rompió  por 
aquella  parle  donde  se  tendían  los  Ilergaones,  y  ne- 
cno  roucbo  daño  en  aquella  comarca ,  se  puso  sobre 
Peñiscola,  plaza  fuerte,  y  que  tomó  a^uel  nombre 
por  estar  asentada  sobre  un  peñol  empinado  á  modo 
de  pirámide ,  cercado  del  mar  casi  por  todas  partes, 
y  que  tiene  por  frente  la  isla  de  Mallorca.  En  io  bajo 
del  peñasco  hay  mpchas  cavernas  y  calas  con  una 
fuente  de  agua  dulce  que  luego  entra  en  el  mar:  el 
circuito  es  oe  una  milla ,  la  subida  agria  en  demasía, 
y  muy  áspera  si  no  es  por  la  parte  que  están  ediüca- 
das  las  casas.  £1  rey  Zeyt  con  la  nueva  que  le  vino 
desia  entrada,  cobró  grande  miedo ,  y  los  de  Valen- 
cia se  turbaron  de  suerte  que  ya  les  parecía  tener  á 
los  enemigos  á  las  puertas  de  aquella  ciudad.  Despa- 
charon sus  embajadores  para  requerir  de  paz  al  rey 
de  Aragón :  él  se  la  otorgó  de  buena  voluntad  á  tai 
que  cada  un  año  le  pagasen  la  quinta  parle  de  las  ren- 
tas reales  (}ue  se  recogían  dé  los  reinos  de  Valencia 
y  de  Murcia.  Tomado  este  asiento ,  sin  pasar  adelan- 
te dieron  los  araf^oneses  la  vuelta  para  Teruel,  desde 
allí  so  fueron  á  Zaragoza. 

En  el  camino  encontraron  junto  á  una  aldea  lla- 
mada Calamocha  á  don  Pedro  Abones,  aueá  su  cos- 
ta 7  del  obispo  su  hermano  llevaba  golpe  de  frente 
para  hacer  entrada  en  el  reino  de  Valencia.  Quisiera 
el  rey  estorballe  aquella  entrada,  por  guarJar  la  pa- 
labra que  díó  y  concierto  que  hizo  con  aquella  gente: 
coDio  él  se  escusase  con  la  mucha  costa  que  hiciera 
en  las  pagas  y  suslento  de  su  gente,  y  porque  le  que- 
rían echar  mano,  se  huyese,  los  soldados  que  en 
compañía  del  mismo  rey  le  seguían,  sin  poder  irles  á 
la  mano  le  mataron:  indigno  de  tal  suerte  por  su 
mucho  valor  y  maha ,  si  los  servicios  que  tenia  he- 
chos, y  su  privanza  que  alcanzó  otro  tiempo  muy 
grande ,  no  la  trocara  en  deslealtad  y  en  conjurarse 
con  los  demás;  sin  embargo  todo  el  mundo  sintió  su 
muerte  de  suerte  que  escepto  Calatayud  que  se  con- 
servó por  el  rey ,  todas  Jas  otras  ciudades  tomaron  la 
voz  de  su  tío  don  Fernando:  cosa  que  al  rey  puso  en 
mucho  cuidado,  que  por  una  parte  deseaba  apaci- 
guar la  gente  por  bien ,  y  por  otra  le  parecía  qjue  sí 
no  era  por  fuerza  y  con  las  armas  en  puno ,  no  po- 
dría sujetar  á  sus  contrarios. 

Vinieron  pues  á  las  manos ,  y  la  guerra  se  conti- 
nuaba con  varios  sucesos  y  trances  el  año  que  se 
contó  de  Cristo  do  4226 ,  en  el  cual  ano  el  rey  Luis 
Octavo  de  Francia  hacia  la  guerra  céntralos  albigen- 
ses  y  en  el  discurso  dellu  tomó  por  fuerza  Ja  ciudad 
de  Aviñon ,  y  le  abatió  las  murallMS  porque  los  here- 
jes no  se  tornasen  á  afirmar  en  ella.  Cortó  la  muerte 
sus  buenos  intentos,  que  le  sobrevino  en  Mompeller 
á  los  trece  de  novíenbre.  Dejó  entre  otros  su  hijo  ma- 
yor de  su  mismo  nombre ,  que  le  sucedió  en  la  coro- 
na,  y  por  su  gran  piedad  y  sus  obras  muy  santas 
alcanzó  adelante  renombre  de  Santo.  Su  hermano 
Alonso  conde  de  Potíers  casó  con  la  hija  y  heredera 
de  Ramón  el  postrero  conde  de  Tolosa,  que  fue  esca- 
lón para  que  n(pv*.\  estido  los  años  adelunte  recayóse 
por  Jos  conciertos  que  hicieron  y  capitulaciones 
nupciales  en  la  corona  de  Francia.  Tuvo  otrosí  oíros 
dos  hermanos:  el  uno  se  llamó  Roberto,  y  fue  con- 
de de  Arras  y  de  Picardía  estados  que  confinan  con 
Flandes  y  son  partes  de  la  Gallia  Rélgica ;  el  otro  se 
llamó  Caos,  que  fue  duque  de  Anjou  y  conde  de  la 


HISTORIA  DE  ESPAÑA.  377 

Proenza ,  después  rey  de  Sicilia  y  de  Ñapóles  como 
se  dirá  en  su  lugar^ 

CAPITULO  XII. 


Que  el  rey  don  Fernando  volvió  á  la  guerra  del 

Andalucía. 

El  señorío  de  los  moros  y  su  poder  iba  muy  de  caí- 
da en  España,  lo  cual  sabia  muy  bien  el  rey  don  Fer- 
nando. El  arzobispo  de  Toledo ,  que  tenia  la  mayor 
autoridad  entre  todos  como  él  lo  merecía ,  persuadió 
al  rey  hiciese  de  nuevo  jornada  contra  moros,  aun- 
que no  le  pudo  acompañar  como  solía  en  las  guerras, 
porque  cayó  enfermo  de  una  dolencia  que  le  puso  en 
aprieto  en  Guadalajara  donde  se  quedó.  Euvió  en  su 
lugar  á  don  Domingo  obispo  de  Palencia.  Tomaron 
los  nuestros  desta  vez  algunos  pueblos  de  poca  suer- 
te :  pusieron  cerco  á  la  ciudad  de  Jaén  que  tenia  bue- 
na guarnición  de  soldados  y  buenos  pertrechos,  por 
donde  no  se  pudo  tomar,  y  porque  allende  de  su 
fortaleza  don  Alvar  Pérez  de  Castro  que  algunos  días 
antes  renunciada  su  patria  se  pasara  á  los  moros ,  y 
estaba  dentro,  con  otros  ciento  y  setenta  que  le  si» 
guieron,  animaron  á  los  cercados  para  que  no  se 
diesen.  Éste  don  Alvaro  era  hijo  de  (fon  Fernando  de 
Castro,  de  quien  dijimos  murió  en  la  ciudad  de 
Marruecos:  a  la  verdad  muchos  de  los  Castres  por 
estos  tiempos  con  facilidad  se  pasaban  á  la  parte  de 
los  moros;  no  les  faltaban  ocasiones  y  escusas  con 
que  colorear  su  poca  lealtad ,  si  alguna  causa  fuese 
bastante  para  escusar  tal  inconstancia. 

Revolvió  el  rey  sobre  Priego,  pueblo  tan  fuerte 
que  los  moros  tenían  en  él  recogidas  sus  haciendas 
para  mayor  seguridad.  Todavía  le  entraron  por  fuer- 
za con  muerte  de  muchosde  los  que  dentro  hallaron, 
y  prisión  de  los  den.ás ;  fuera  do  los  que  se  retiraron 
al  castillo,  que  se  rindieron  á  partido  y  condición 
que  los  dejasen  ir  libres.  Desde  allí  pasaron  á  la  ciu- 
dad deLoja  queloniarou  al  lauto  por  fuerza .  si  bien 
los  ciudadanos  se  recogieron  al  castillo  y  se  nicieron 
fuertes  en  él;  y  poraue  parecía  que  con  buenas  pa- 
labras y  esperanza  Je  rendirse  se  pretendían  eutre- 
ttner,  los  combatieron  de  suerte  que  á  escala  vista 
entraron  en  el  castillo  y  pasados  á  cuchillo  los  que 
en  él  hallaron, le  abatieron  Jas  murallas :  aviso  para 
los  demás  (]uc  no  esperímentasen  la  saña  de  los  ven- 
cedores, ni  se  pusiesen  en  defensa.  Así  los  de  Alham- 
bra ,  pueblo  fuerte  y  asentado  sobre  peñas  no  muy 
lejos  de  Granada,  por  miedo  Je  desampararon,  y  aun 
dejando  buena  parte  de  sus  bastimentos  y  menaje, 
se  fueron  á  Ja  ciudad  de  Granada.  Eii  ella  para  su 
habitación  Jes  señalaron  lo  alto  de  aquella  ciudad, 
que  por  esta  causa  según  se  entiende,  se  llamó  y  se 
llama  el  Alhambra ;  si  bien  algunos  son  de  parecer 
que  aquel  nombre  se  tomó  de  la  tierra  roja  que  hay 
en  aquella  parte,  y  la  signi(ic;i  en  arábigo  aquella 
palabra  Alhambra  (1).  Siguiéronlos  nueslros  á  los 
que  huiau ,  sin  parar  hasta  dar  vist^  á  la  misma  ciu- 
dad, en  cuya  vega  que  es  muy  deleitosa,  quemaron 
y  asolaron  los  jardines  y  campos. 

Los  ciudadadanos  cobraron  lauto  miedo  que  acor- 
daron requerir  al  rey  de  paz.  Entre  los  embajadores 
que  para  esto  despacharon ,  fue  uno  el  ya  nombrado 
don  Alvar  Pérez  de  Cas  lio.  Tenía  el  rey  deseo  de 
ganaile  y  reducilJe  á  su  servicio  por  Ja  fama  que  te- 
nía de  valor  y  prudencia ,  demás  que  le  ofrecían  de 
dar  libertad  á  mil  y  Irescientos  cautivos  cristianos. 
Pur  esto  lomado  asiento  con  Jos  de  Granada,  y  redu- 
cido don  Alvaro  á  su  servicio,  revolvió  sobre  Monlejo, 
y  del  se  apoderó  y  le  echó  por  tierra  por  estar  tan 

(1)  La  Alhambra,  que  aun  hoy  conserva  seiíales  de  so 
antigua  magnificencia,  fue  construido  porMahomad  Alhamir, 
llamado  asi  porque  tenia  el  cabello  rojo,  y  por  esta  razón  se 
dio  el  nombre  de  Aliíambra  á  este  palacio. 


378 

adentro  que  no  se  pudiera  conservar.  Demás  desto 
se  halla  que  por  este  tiempo  en  1||S  parles  de  Estre- 
madura  se  ganó  Capilla ,  pueblo  que  antiguamente 
se  llamó  Merobríga,  como  se  averigua  por  los  letre- 
ros de  mármoles  que  en  él  se  han  hallado:  verdad  es, 
que  en  breve  volvió  á  poder  de  moros ,  ó  sea  que  le 
entregaron  al  rey  de  Baeza. 

En  estas  cosas  se  pasaron  los  calores  del  eslío,  y 
el  tiempo  comenzaba  á  cargar;  el  rey  por  este  respe- 
to acordó  que  el  maestre  de  Galatrava  quedase  en 
Suarda  de  Anduiar  y  de  Hartos ,  y  en  su  compañía 
on  Alvar  Pérez  de  Castro,  y  por  la  mucha  noticia  qu^e 
tenia  de  aquella  tierra  y  de  las  cosas  de  los  moros; 
que  de  su  lealtad  y  constancia  no  dudaban ,  antes 
confiaban  que  pretendería  con  su  esfuerzo  y  valor 
recompensar  la  falta  pasada :  con  tanto  dio  la  vuelta 
para  Toledo,  do  la  reina  le  esperaba ,  sin  descuidarse 
en  apercibirse  de  todo  lo  necesario  para  llevar  ade- 
lante la  guerra  comenzada.  Asimismo  ios  soldados 
que  quedaron  de  guarnición  en  el  Andalucía,  por 
no  estar  ociosos  acordaron  de  correr  la  campiña  de 
Sevilla,  ciudad  de  las  mas  principales  de  España.  In- 
tlignados  los  ciudadanos  por  ver  delante  sus  ojos 
abrasarse  sus  cortijos  y  olivares ,  salieron  con  su  rey 
Abulali  contra  los  cristianos :  el  numero  era  grande, 
la  destreza  y  valentía  de  los  moros  no  tanto.  Vinie- 
ron á  las  manos,  en  que  murieron  de  los  moros  en  la 
pelea  y  en  el  alcance  hasta  en  número  de  veinte  mil, 
que  fue  un  destrozo  muy  grande ;  sin  embargo,  por 
otra  parte  los  moros  se  pusieron  sobre  el  castillo  de 
Garcés ,  y  le  apretaron  con  tal  rabia  que  ni  por  el 
mucho  daño  que  los  de  dentro  les  hicieron ,  ni  por 
entender  que  el  rey  don  Fernando  pasado  el  invíei^no 
volvía  con  gente  á  continuar  la  guerra ,  desistieron 
de  su  intento  hasta  tanto  que  forzaron  aquella  pla- 
za ,  que  fue  alguna  mengua  para  los  nuestros  :  la 
pérdida  no  fue  muy  grande ,  mayormente  que  se  re- 
compensó bastantemente  aquel  daño  con  lo  que  de 
nuevo  se  hizo  en  el  Andalucía. 

Luego  que  llegó  el  rey  don  Fernando ,  le  salió  á 
recebir  el  rey  moro  de  Baeza,  y  en  su  compañía  tres 
mil  de  á  caballo  y  gran  gente  de  á  pié  con  miento  no 
solo  de  hacer  alarde  de  sus  fuerzas,  sino  de  serville 
en  la  guerra,  si  fuese  necesario.  Dio  este  ofrecimien- 
to mucho  contento :  rogáronle  llevase  adelante  su 
buena  voluntad ,  y  en  particular  concertaron  viniese 
en  que  en  Salvatierra  y  en  Capilla  y  en  Burgalhimar, 
tres  plazas  importantes,  residiesen  soldados  de  guar- 
nición para  seguridad ,  demás  que  como  en  rehenes 
para  cumplimiento  de  lo  concertado  entregó  la  for- 
taleza déla  misma  ciudad  de  Baeza  para  que  el  maes- 
tre de  Galatrava  la  tuviese  en  fieldad.  Los  moros  de 
Capilla  por  ser  aquella  ])laza  muy  fuerte ,  su  sitio 
áspero  y  empinado  no  quisieron  pasar  por  este  con- 
cierto ,  ni  recebir  los  soldados  que  les  enviaban  de 
guarnición ;  de  que  resultó  que  el  castillo  de  Baeza 
quedó  en  propiedad  por  los  cristianos,  y  sin  embargo 
el  rey  con  todo  su  campo  se  fue  á  poner  sobre  Capi- 
lla con  Intento  de  renoilla  ó  forzalla.  Era  esta  buena 
ocasión  para  adelantarse  los  nuestros  y  mejorar  su 
partido ;  pero  era  necesario ,  porque  la  gente  era 
poca,  aíirinalla  con  nuevas  compañías. 

Por  esta  causa  acordó  el  rev  dejar  su  gente  en  el 
cerco,  y  volver  él  atrás,  muy  audoso  en  lo  que  debía 
hacer,  sí  continuar  la  guerra  del  Andalucía,  si  acu- 
dir á  Francia  al  socorro  de  su  tía  la  reina  doña  Blan- 
ca, que  por  sus  cartas  y  embajadas  le  hacia  instan- 
cia lé  ayudase  para  apaciguar  las  alteraciones  de 
aquel  reino  y  sujetar  a  los  señores,  que  por  ser  el 
rey  de  pocos  años  (que  no  pasaba  de  doce)  y  ella  mu- 
jer y  extranjera  se  les  atrevían  y  los  desestimaban. 
Parecióle  al  rey  cosa  fea  desamparar  aquellos  reyes 
sus  deudos,  mayormente  en  aouel  aprieto  y  trance; 
pero  sucedieron  dos  cosas  aue  te  impidieron  aquella 
empresa,  la  una  que  los  soldados  que  quedaron  sobre 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   T  ROIG. 


Capilla,  sin  embargo  de  su  ausencia  tomaron  aque- 
lla plaza,' á  que  era  necesario  acudir  pira  que  no  se 
tornase  á  perder :  la  segunda  que  camino  de  Alroo- 
dovar  su  misma  geote  dio  la  muerte  al  rey  de  Baeza, 
que  se^  huía  por  miedo  de  los  suyos  que  tenia  muy 
irrítadós  por  la  amistad  y  asiento  que  puso  con  los 
cristianos :  con  que  la  guarnición  del  castillo  de 
Baeza  quedaba  á  mucho  riesgo ,  si  con  presteza  no 
le  acorrían. 

Por  estas  dos  causas  el  rey  se  determinó  de  sobre- 
seer en  lo  de  Francia ,  y  proseguir  la  empresa  del 
Andalucía,  pues  era  no  menos  justo  y  honroso  ven- 
gar la  muerte  de  aquel  rey  su  amigo  y  confederado, 
que  ayudar  á  sose^r  las  pasiones  de  Francia  en  es- 
pecial que  con  aquella  ocasión  pretendía  si  pudiese 
lanzar  toda  la  morisma  de  toda  España.  A  la  verdad 
la  reina  doña  Blanca  con  la  ayuda  de  Dios  y  su  bue- 
na maña  y  prudencia  sin  socorro  de  su  sobrino  sose- 
gó los  alborotos  de  su  reino,  de  que  se  temían  graves 
daños.  Todo  esto  pasaba  ei  año  de  nuestra  salvación 
de  1227:  en  él  se  abrieron  los  cimientos  de  la  iglesia 
Mayorde  Toledo (t)  tan  célebre  ediflcio  y  de  tanta 
magostad  como  hoy  se  ve,  en  el  mismo  sitio  en  que 
estaba  la  antigua,  aunque  mudada  la  traza.  El  rey  y 
el  arzobispo  se  hallaron  á  poner  la  piedra,  debajo  de 
la  cual  echaron  medallas  de  oro  y  plata  conforme  á 
la  costumbre  antigua  de  los  romanos.  Otros  templos 
se  podrán  aventajar  á  este  en  la  hermosura  y  primor 
de  la  traza,  en  la  grandeza  y  capacidad  ;  mas  en  la 
muchedumbre  y  riqueza  de  sus  preseas  y  de  su  or- 
nato, en  la  grandeza  de  las  rentas,  en  el  número  de 
los  ministros,  en  la  magestad  de  ceremouías  j  culto 
divino,  ninguno  en  toda  la  cristiandad  se  le  iguala: 
muestra  muy  ilustre  de  la  cristiandad  y  pieoaJ  de 
España,  en  especial  de  la  dicha  ciudad. 

Falleció  á  los  diez  y  ocho  de  julio  el  pipa  Honorío 
Terceror:  sucedióle  en  el  pontitícado  Gregorio  Nono 
natural  de  la  ciudad  de  Anacni.  Floreció  otrosí  en 
España  don  Lucas  Primero,  diácono  de  León  y  des- 
pués obispo  de  Tuy.  Deseoso  de  adelantarse  en  vir- 
tud y  letras ,  y  por  visitar  los  Lugares  Santos  cuando 
era  mas  mozo  pasó  á  Italia  y  á  Roma ,  y  dende  á  las 
partes.de  Levante.  Fue  contemporáneo  de  don  Rodri- 
go arzobispo  de  Toledo,  y  ejercitóse  en  los  mismos 
estudios ,  porque  compuso  una  historia  de  las  cosas 
de  España,  en  cuyo- principio  engirió  el  cronicón  de 
San  Isidoro ,  que  dio  ocasión  á  algunos  de  tener  y  ci- 
tar la  primera  parte  de  aouella  historia  por  del  mis- 
mo santo.  Escribió  demás  de  la  historia  la  vidadel 
dicho  San  Isidoro ,  y  otro  libro  grande  de  sus  mila- 
gros :  obra  en  que  de  la  mitad  adelante  confuta  la 
secta  de  los  albígenses  y  sus  errores ,  que  son  los 
mismos  de  los  luteranos.  De  la  confutación  consta 
que  estos  herejes  entraron  en  España ,  según  que 
arriba  se  mostró  por  un  pedazo  que  deste  libro  toma- 
mos. Escribió  estas  obras  como  él  mismo  lo  testifica 
por  mandado  de  la  reina  doña  Berenguela,  señora 
muy  devota  y  favorecedora  de  los  hombres  virtuosos 
y  letrados. 

CAPITULO  XIII. 

Que  se  volvió  de  nuevo  á  la  guerira  de  los  moros. 

Los  moros  de  Baeza  tenían  apretado  oí  castillo  de 
aquella  ciudad  que  como  se  dijo  quedó  en  poder  de 
cristianos:  que  si  bien  eran  en  pequeño  número,  por 
estar  proveídos  de  vituallas  se  aefendteron  y  entretu- 
vieron husta  tanto  que  el  rey  don  Femando  sobrevino 
con  un  grueso  ejército.  Con  su  venida  los  mores 
visto  que  no  tenían  fuerzas  bastantes  para  resistir, 
no  solo  desistieron  del  cerco  sino  desamparada  la 
ciudad  se  retiraron  á  lo  mas  dentro  del  Andalucía. 

• 

(1)  Los  Ánaleit  de  Toledo  dicen  que  pusípron  la  primera 
piedra  en  la  era  ii6i,  qac  corresponde  ai  alio  i336. 


HISTORU 

Quedó  por  galieniidor  de  aquella  ciudad  nuevamen- 
te ganadir  don  Lope  de  Haro ,  merced  debida  á  sus 
^rvicioa,  pues  en  todas  las  empresas  de  importan- 
cia se  hallaba.  El  cuidado  de  Hartos  se  encargó  á 
AWar  Pepes  de  Castro  y  á  Tello  de  Meneses.  No  se 
hizo  algHoa  otra  cesa  que  sea  digna  de  memoria  en 
esta  jornada,  salvo  que  después  que  el  rey  dio  la 
fuelta á  Toledo,  don  Tello  con  sus  soldados  entró  á 
correr  los  campos  de  Baeua  y  de  Lucena  sin  parar 
hasta  dar  vista  á  la  campiña  de  Sevilla ,  y  hacer  por 
todas  partes  grandes  talas  y  presas. 

Por  el  contrario  el  rey  de  Sevilla  para  divertille 
con  su  gente  llegó  á  la  ciudad  de  Baeza  y  le  corrió 
sus  campos.Xos  moros  que  se  ausentaron  de  aque- 
.  Ha  ciudad,  por  ser  restituidos  en  su  [>atría  le  incita- 
ron á  emprender  esta  jornada ,  pero  visto  que  no  te- 
nia fuerzas  bastantes  para  salir  con  la  empresa,  trató 
de  hacer  paces  con  los  cristianos ,  y  se  concertó  de 

Sagar  cada  un  ano  de  tributo  trecientos  mil  maráve- 
is,  en  especial  que  de  su  misma  gente  se  le  armaba 
otra  mayor  tempestad;  y  fue  que  los  moros  de  Murcia 
por  este  tiempo  alzaron  por  rey  un  moro  por  nombre 
Abenhot,  que  venia  de  linaje  de  los  reyes  de  Zara- 
goza, y  era  grande  enemigo  de  los  Almohades.  Decía 
públicamente  que  la  causa  de  ios  males  y  calamida- 
des pasadas,  y  de  hallarse  su  nación  en  a<piel  térmi- 
no y  tan  sin  faerzas,  eran  las  novedades  queaauella 
secta  iatrodujo  en  España.  No  hay  cosa  mas  podero- 
sa para  mover  aJ  pueblo  que  la  capa  de  religión ,  de- 
bajo de  la  cual  se  suelen  encubrir  grandes  engaños. 
Arrimósele  pues  gran  morisma  por  esta  causa ,  gran 
muchedumbre  de  gentes,  en  especial  en  \§l  comarca 
de  Granada  y  en  lo  restante  de  Andalucía ,  con  es- 
peranza en  que  todos  entraban,  que  por  medio  deste 
moro  se  mejoraría  y  adelantaría  su  partido  que  iba 
<may  de  caída.  Los  demás  de  aquella  nación ,  y  aun 
ios  príncipes  cristianos  estaban  con  cuidado  no  re- 
saltase de  aquella  centella  y  de  aquel  principio  algun 
fuego  con  que  todo  se  abrasase. 

Esto  pasaba  en  España  el  año  que  se  contó  de 
Cristo  i  229.  En  Francia  ei  mismo  ano  (lamon  postrer 
conde  de  Tolosa  apretado  con  la  guerra  que  el  rey 
Lnis  le  hacia  por  causa  de  su  herejía ,  se  redujo  y 
se  reconcilié  con  la  iglesia.  Las  condiciones  y  cargas 
qae  el  mismo  rey  y  romano  cardenal  de  San  Ángel 
como  legado  del  papa  le  impusieron,  fueron  las  si- 
guientes :  que  el  conde  con  todo  cuidado  procurase 
desterrar  de  su  tierra  la  secta  de  los  albigenses:  que 
su  bija  y  heredera  por  norabre  luana  casase  con  uno 
de  los  heraaBoe  de  aquel  rey  el  que  mas  le  agradase: 
si  deste  matrimonio  no  qu^ase  sucesión ,  el  conda- 
do de  Tolesa  se  juntase  con  la  corona  de  Francia.  La 
ignorancia  suele  acarrear  grandes  daños :  para  la  en- 
señanza del  pueblo  mandaron  que  en  la  ciudad  de 
Tolosa  asalariase  á  su  costa  cuatro  lectores  de  teolo- 
gía ,  dos  juristas,  seis  maestros  de  las  artes  liberales 
ydosgranátjcos.  Para  seguridad  que  cumpliría  todo 
esto,  puso  en  poder  del  rey  y  le  entregó' cinco  casti- 
llos y  su  misma  hija.  Tomóse  este  asiento  en  la  ciu- 
dad de  París;  y  hechas  las  capitulaciones,  por  el  mes 
de  abrü  coniparecíé  en  la  iglesia  Mayor  de  aquella 
dudad  desnudo,  fuera  de  la  camisa :  allí  le  absolvió 
el  legado  de  he  censuraa  incurridas  por  los  escesos 
pasados ,  juntamente  le  dio  la  divisa  de  la  cruz,  como 
se  acostumbraba,  para  que  dentro  de  cierto  tiempo 
pasase  á  la  guerra  de  la  Tierra  Santa,  y  en  ella'  resi- 
diese por  espacio  y  término  de  cinco  años ,  que  era 
una  de  las  condicionos  que  se  capitularon :  tan  gran- 
de autoridad  tenían  por  estos  tiempos  los  papas,  tan- 
ta fuerza  la  Iglesia^  ayudada  del  favor  y  asistencia  de 
ios  reyes  para  castigar  los  rebeldes  y  malos,  y  escar- 
mentar á  loe  demás.  Fallecieron  otrosí  en  España  al- 
gunos grandes  personajes,  y  entre  ellos  don  Ramiro 
obispo  de  Pamplona ,  de  la  nobilísima  alcuña  de  los 
reyes  de  Navarra.  Sucedióle  en  el  obispado  don  Pedro 


DE  ESPAÑA. 


379 


Ramírez,  en  cuyo  tiempo  el  papa  Gregorio  Nono  to- 
mó debajo  de  su  protección  aquella  iglesia  y  sus  pre- 
lados, que  era  eximilla  de  la  jurisdicción  de  los  me- 
tropolitanos de  España. 

En  Aragón  el  rey  con  su  buena  maña  conquistaba 
aquellos  caballeros  parciales  para  que  se  le  riodfe*! 
sen :  recibió  en  su  gracia  á  su  tío  el  infante  don  Fer- 
nando, sin  embargo  de  las  revueltas  pasadas,  y  pú- 
sole por  condición  diese  orden  como  los  conjurados 
se  alzasen  entre  sí  unos  á  otros  los  homenajes  y  la 
palabra  que  se  tenían  dada.  Don  Sancho  obispo  de 
Zaragoza  pretendía  le  restituyeselos  pueblos 'que 
eran  de  su  hermano  don  Pedro  Abones ,  de  que  el 
rey  se  apoderó  luego  que  le  mataron :  otorgóle  que 
estuviese  á  derecho ,  y  que  pasasen  por  lo  que  los 
jueces  determinasen ;  hizo^  así  y  ciclas  las  partes, 
pronunciaron  que  los  pueblos  que  tenían  en  tenen- 
cia, quedasen  por  el  rey;  los  demás  heredados  desús 
padires  se  restituyesen  al  obispo,  pues  no  era  justo 
que  po/  la  falta  de  uno  padeciese  todo  el  linaje:  pa- 
recía con  esto  quedar  ei  reino  sosegado,  ios  de  la  casa 
de  Cabrera  no  acababan  de  apaciguarse.  AureuiJiías- 
se  hija  de  Armengol  conde  de  Urgel ,  se^un  que  se 
concertara,  pretendía  en  juicio  que  le  restituyesen  el 
estado  de  su  padre,  de  que  los  Cabreras  se  apodera- 
ron por  fuerza.  Ellos  no  solo  no  hacían  caso  de  aque^ 
Ha  demanda,  mas  aun  mostraban  burlarse  de  la  auto- 
ridad real ,  y  no  querían  dejar  el  estado  que  poseían 
de  años  atrás.  Yinieroná  rompimiento  y  á  las  manos: 
el  rey  que  hacia  las  partes  de  aquella  señora ,  quitó 
á  los  Cabreras  muchos  de  aquellos  pueblos,  imos  por 
fuerza,  otros  que  se  rindieron  de  su  voluntad .  en  es* 
pecíal  la  ciudad  de  Balaguer  cabeza  de  aquel  estado 
de  Urgel. 

Hecho  esto,  acordó^casar  aquella  doncella  Aurem- 
biasse  para  que  nadie*se  le  atreviese,  condón  Pedro 
infante  de  Portugal  tío  suyo,  primo  hermano  de  su 
padre,  que  á  la  sazón  andaba  iiuido  en  la  corte  de 
Aragón.  Gerardo  Cabrera  el  desposeído  tomó  el' há- 
bito áe  los  Templarios,  quien  sabe  si  por  devoción,  si 
por  otro  respeto;  lo  cierto  es  que  los  anos  adelante 
don  Ponce  su  liijo  por  el  derecho  que  su  padre  pre- 
tendía ,  alcanzó  el  condado  de  Urgel  á  causa  que  Au- 
rembiasse  no  dejó  sucesión  alguna  de  su  marido  el 
infante  don  Pedro ,  como  se  dirá  en  otro  lugar:  con 
tanto  tuvieron  fin  aquellos  debates.  El  deudo  del  rey 
y  del  infante  era  desta  manera:  el  infante  don  Pe- 
dro fue  hijo  de  don  Sancho  rey  de  Portugal,  habido 
en  la  reina  doña  Aldonza  hermana  que  fue  de  don 
Alonso  rey  de  Aragón ,  abuelo  del  rey  don  Jaime:  de 
suerte  que  el  infante  era  tie  del  rey,  primo  hermano 
de  su  padre  el  rey  don  Pedro  que  mataron  en  Francia. 

• 

CAPITULO  XIV. 
Qae  el  rey  dé  Aragón  ganó  á  la  is!a  de  Bfallorca. 

En  un  mismo  tiempo  en  Castilla  y  en  Aragón  se 
hacia  guerra  contra  los  moros.  Los  aragoneses  ade- 
lantaron mucho  sus  cosas,  los  de  Castilld  no  hicie- 
ron de  presente  grande  progreso.  El  nuevo  rey  Xüen- 
hut  tenia  puesto  %n  cuidado  al  rey  don  Fernando  por 
verle  de  nuevo  apoderado  de  Granada,  ciudad  popu- 
losa y  principal.  Juntó  sus  huestes,  y  llegó  con  ellas, 
hasta  dar  vista  á  aquella  ciudad ,  y  pasó  adelante 
hasta  Almería;  mas  no  hizo  otro  efecto  de  importan- 
cia á  cansa  que  el  enemigo  escarmentado  en  cabeza 
ajenase  escusóde  venir  á -las  manos.  Con  estose 
pasó  lo  restante  deste  año  y  del  luego  siguiente  1229; 
en  el  cual  tiempo  se  tuvo  aviso  de  Alemana  que  los 
caballeros  Teutónicos ,  que  por  espacio  de  muchos 
años  mostraron  mucho  valor  en  las  guerras  de  la 
Tierra  Santa  con  la  cruz  negra  que  traían  por  divisa 
sobre  manto  blanco,  luego  que  se  perdió  la  ciu- 
dad de  Ptolemayde,  se  volvieron  á  su  patria,  que 
eran  naturales  de  Alemana,  y  con  licencia  del  em- 


380 


BIBLIOTECA  DB  GASPAR   Y  BOIG. 


perador  Federico  Segundo  hicieron  su  asiento  en 
la  Prusia,  provincia*  áspera  é  inculta  puesta  entre 
Sajonia  y  Polonia ,  cuyos  moradores  aun  no  eran 
cristianos.  Aumentáronse  poco  adelante  estos  ca- 
balleros en  poder  y  fuerzas  con  apoderarse  y  con- 


bispo  de  Toledo  y  Aspargo  arzobispo  de  Tarragona 
con  otros  muchos  obispos  de  Castilla  y  áh  Aragón 
para  hallarse  á  la  determinación  de  aquel  negocio 
tan  grave,  y  que  á  todos  tocaba.  Alegaron  las  partes 
de  su  justicia ,  formóse  el  proceso ,  y  por  conclusión 


qufttar  la  provincia  de  Livónia,  que  se  cuenta  entre    se  pronunció  que  el  casamiento  era  ninguno  ,  y  que* 


los  Sarmatas  y  cae  sobre  el  reino  de  Polonia.  Mantu- 
viéronse por  muchos  años  y  hicieron  buenos  efectos, 
hasta  tanto  gue  Alberto  último  maestre  de  aquella 
caballería  se  inGcionó  con  la  herejía  luterana ,  y  con 
la  lil^ertad  de  aquella  secta  dejó  el  hábito,  y  renunció 
por  casarse  aquellas  provincias,  y  las  entregó  al  rey 
de  Polonia. 

Volvamos  al  rey  don  Jayme  de  Aragón.  Luego  que 
vid  apaciguado  su  reino  ^  comenzó  á  tratar  de  qué 
manera  podría  emplear  sus  fuerzas  contra  los  ene- 
migos de  Cristo.  Acaeció  que  cierto  dia  un  hombre 
principal  de  Tarragona  por  nombre  Pedro  Martello  le 
conviaó  á  comer  en  su  casa :  las  ventanas  de  la  sala 
en  que  era  el  convite,  caian  sobre  la  mar,  y  por  fren- 
te la  isla  de  Mallorca.  Con  esta  ocasión  de  una  pláti- 
ca en  otra  vinieron  á  tratar  de  la  fertilidad,  frescura 
y  riqueza  de  aquella  isla  y  de  las  demás  que  caen  en 
aquel  paraje.  Tomó  la  mano  de  Pedro  Martello  como 
el  que  tenia  larga  esperiencia  de  todo  lo  que  pasaba 
en  este  caso:  encareció  con  muchas  palabras  las  es- 
celencias  de  Mallorca,  su  fertilidad  y  abundancia,  los 

grandes  daños  que  desde  alli  se  hacian  en  las  costas 
e  Cataluña  y  las  otras  comarcanas  de  España.  Suce- 
dió muy  á  propósito  que  pocos  dias  antes  aquellos 
moros  tomaron  ciertas  naves  catalanas;  y  al  embaja- 
dor que  enviaron  para  requerir  que  las  restituyesen 
como  hiciese  su  demanda  en  nombre  del  rey  don  Jai- 
me de  Aragón ,  respondió  el  rey  moro ,  que  se  llama- 
ba Retabohihes ,  con  grande  arrogancia :  ¿  Qué  rey 
me  nombráis  aquí?  El  embajador:  Al  hijo  (dijo)  del 
rey  de  Aragón  que  en  las  Navas  de  Tolosa  desbarató 
y  destrozó  un  grande  ejército  de  vuestra  nación.  In- 
digiióse  el  moro  de  suerte  con  esta  respuesta  tan  re« 
soluta,  que  poco  faltó  no  pusiesen  la  mano  en  el  em- 
bajador; mas  en  fin  prevaleció  el  derecho  de  las  gentes, 
solo  le  hicieron  luego  salir  de  la  isla. 

Alteróse  el  rey  de  Aragón  oidas  estas  cosas ,  y  re- 
solvióse de  emprender  aquella  guerra,  en  que  tantas 
comodidades  se  representaban ,  para  apercibirse  do 
todo  lo  necesario  juntó  cortes  en  Barcelona ,  dio 
cuenta  de  la  empresa  que  pensaba  tomar:  de  que  los 
presentes  recibieron  tanto  gusto ,  que  con  grande 
voluntad  para  este  efecto  le  otorgaron  segunda  vez  el 
bovatico ,  tributo  que  se  solía  dar  á  los  reyes  una  vez 
solamente.  Con  esto  despachó  sus  cartas  en  que 
mandó  que  para  mediado  el  mes  de  mayo  los  sol- 
dados y  las  compañías  se  juntasen  en  el  puerto  de 
Salu  cerca  de  Tarragona,  do  se  aprestaba  la  armada 
Y  se  hacia  toda  la  masa  de  la  gente  para  pasar  á  Ma- 
llorca. En  este  medio  vino  de  Roma  á  Aragón  por  le- 
gado del  papa  Juan  mongede  Cluñi  y  cardenal  Sabi- 
nenso  sobre  negocios  muy  graves.  Acudió  el  rey  á 
Calatayud  para  verse  con  el  legado.  Vino  asimismo  á 
aqiftlla  ciudad  Zeyt  rey  de  Valencia,  despojado  de 
aquel  reino  y  de  aquella  ciudad  por  btro  moro  llama- 
do Zaen.  La  amistad  que  tenia  con  los  cristianos  le 
acarreó  este  daño  y  este  revés  tan  grande;  demás 
que  se  rugia  quería  hacerse  cristiano.  Por  esto  el  rey 
don  Jaime  se  resolvió  de  recibille  debajo  de  su  pro* 
teccion  no  solo  á  él,  sino  también  á  su  hijo  Abahomat; 
y  para  restituiilos  en  su  estado  hacer  guerra  á  aquel 
tirano ,  como  lo  cumplió  adelante. 

El  negocio  principal  sobre  que  vino  el  legado,  era 
el  casamiento  del  rey  que  pretendía  apartarse  de  la 
reina ,  y  para  ello  alegaba  el  impedimento  de  consan- 
guinidad, si  bien  -tenia  ya  un  hijo ,  por  nombre  don 
Alonso ,  para  suceder  en  la  corona  y  estados  de  su 
padre.  Para  averiguar  este  pleito  el  rey  y  el  legado 
pasaron  á  Tarazona.  Acudieron  allí  don  Rodrigo  ar- 


el rey  y  la  reina  quedaban  Ubres  para  disponer  de  sí; 
y  sin  embargo  determinaron  oue  el  hijo  como  legiti- 
mo heredase  el  reino  de  su  padre.  Dada  la  sentencia, 
la  reina  doña  Leonor  ya  ni  viuda  ni  casada  se  partió 
de  buena  gana  para  hacer  compañía  á  su  hermana 
doña  Berenguela,  y  consolarse  con  ella  en  aquella  su 
soledad.  Dejáronle  los  pueblos  que  tonia  en  Aragón, 
como  en  arras  y  parte  de  dote:  lleVó  otras  muchas 
preseas  de  paños  ricos,  oro,  plata  y  pedrerías. 

Despedida  la  junta ,  el  rey  acudió  á  Tarragona, 
para  hallarse  al  tiempo  señalado.  Lo  restante  del  estío 
gastó  en  aprestar  la  flota  y  én  juntar  los  soldados, 
que  cada  día  le  v.enian  en  gran  número  con  gran  vo- 
luntad de  tener  parte  en  aquella  empresa.  Luego  que 
todo  estuvo  á .  punto ,  se  embarcó  la  gente,  y  por  el 
mes  de  setiembre  con  buen  tiempo  se  hicieron  á  la 
vela  y  se  alargaron  á  la  mar.  El  número  de  la  gente 
quince  mil  infantes  y  mil  y  quinientos  calibos: 
ciento  y  treintay  cinco  velas  entre  naves  de  alto  bor- 
do que  eran  veinte  y  cinco,  doce  galeras,  y  los  demás 
bergantines  y  vasos  pequeños ;  man  otrosí  algunos 
bajeles  que  servían  para  llevar  loa  caballos.  La  nave- 
gocion  es  corta :  así  en  breve  llegaron  á  vista  de  Ma- 
llorca. Alli  de  súbito  le  sobrevino  tal  tempestad,  y  les 
cargó  el  tiempo  de  suerte  que  la  armada  se  derrotó 
en  gran  parte,  y  estuvieron  á  riesgo  de  no  pasar  ade- 
lante. Fue  Dios  servido  que  á  puesta  de  sol  el  vieato 
Leste  y  Levante  que  traía  desasosegado  el  mar,  y 
sopla  de  ordinario  por  aquellas  partes ,  calmó  y  se 
trocó  en  cierzo,  muy  á  propósito  para  seguir  su  na- 
vegación y  acabaJla.  En  todo  este  peligro  mostró  el 
rey  grande  constancia  y  ánimo,  con  que  todos  se 
animaron  y  se  remediaron  los  daños. 

La  figura  de  Mallorca  es  cuadrada  con  cuatro  ca- 
bos y  remates  que  miran  á  las  cuatro  partes  del  mun- 
do. A  la  parte  de  Poniente  tiene  el  puerto  de  Palum- 
baria ,  y  por.  frente  la  isla  llamada  Dragonera:  el  cabo 
ó  promontorio  délas  Salinas  caeá  Mediodía,  y  en 
medio  del  puerto  y  deste  cabo  casi  á  i^ual  distancia 
está  sentada  la  principal  ciudad  aue  tiene  el  mismo 
nombre  de  la  isla ,  ca  se  llama  Mallorca :  los  cabos  da 
la  Piedra  y  de  San  Vincente  miran  á  las  partes  de  Le- 
vante y  de  Setentrion.  Cerca  del  cabo  de  la  Piedra 
está  situado  un  pequeño  lugar ,  pero  que  tiene  bu«i 
puerto  y  abrigo  para  las  naves :  llámase  Polencia  y 
antiguamente  fue  colonia  de  romanos.  Quisiera  el  rey 
tomar  este  puerto ,  pero  el  viento  contrarío  le  forzó  i 
surgir  en  el  de  Palumbaria  distante  de  la  ciadad 
treinta  millas.  La  galera  capitana  en  que  el  rey  iba, 
fue  la  primera  á  entrar  en  el  puerto,  y  tras  ella  lo  res- 
tante de  la  armada  sin  que  faltase  bajel  alguno  de 
toda  ella.  Acudió  gran  morísma  para  impedir  que  no 
saltasen  en  tierra :  por  esto  le  fue  forzoso  pasarse  al 
puerto  de  Sauta  Poncia,  queestá  mas  adelante eolre 
Poniente  y  Mediodía.  Allí  eciiaron  anclas,  y  á  pesar 
de  los  moros  saltaron  eu  tierra:  bobo  algunas  esca- 
ramuzas al  desembarcar,  en  que  siempre  los  cristia- 
nos llevaron  lo  mejor.  El  intento  era  enderezarse  la 
vuelta  de  la  ciudad  de  Mallorca,  porque  ella  tomada, 
lo  deAaás  de  la  isla  se  rendiría  con  mucha  facilUiad. 
No  ignoraba  esto  el  rey  moro,  antes  para  su  defen* 
sa  tenia  hechas  sus  estancias  en  el  monte  Portopi. 
que  está  á  vista  de  la  ciudad.  La  gente  que  tenía  era 
mas  en  número  que  en  fuerzas  señalada.  Acordó  va- 
lerse de  maña  y  parar  una  celada  en  el  camino  entre 
unas  quebradas  y  bosques  para  tomará  los  enemigos 
descuidados  y  de  sobresalto.  Sucedióle  como  lo  pen- 
saba ,  que  los  cristianos  se  descuidaran  como  sí  ca- 
minaran por  tierra  segura.  Visto  el  desorden,  los  mo- 


BISTORU  DE  ESPAÑA. 


381 


ros  cargaroQ  con  tal  deoaedo  que  los  purieroD  en 
grande  aprieto.  Morieron  en  la  refriega  entre  otros 
muchos  don  Guillen  de  Moneada  vizconde  de  Beame, 
y  don  Ramón  de  Moneada ,  personajes  de  gran  cuen- 
ta ,  y  que  iban  en  la  avanguardia ,  y  fueren  los  pri- 
meros á  hacer  rostro  en  aquel  trance;  oue  fue  una 
pérdida  muy  grande  y  notable  desgracia.  Bajaban  del 
monte,  oue  cerca  está,  ios  moros  en  gran  número 
para  ayudar  á  los  suyos ,  de  suerte  que  de  una  parte 
y  de  otra  se  trabó  una  reñida  batalla ,  y  los  fieles  se 
vieron  en  gran  peligro  y  cercados  de  todas  partes.  El 
esfuerzo  y  valor  del  rey  y  su  buena  dicha  venció  estas 
diCeultailes  y  ca  sin  saber  el  daño  que  los  suyos  reci- 
bieron al  principio  peleó  valientemente  y  forzó  á  los 
moros  primero  a  retirarse  poco  á  poco,  después  de 
huir  y  recogerse  en  sos  reales.  La  pelea  fue  con  poco 
orden  á  fuer  de  África ,  de  tropel ,  y  que  ya  acome- 
ten, ya  vuelven  las  espaldas,  aquí  se  retiran,  allí 
cargan. 

Los  cristianos  siguieron  el  alcance ,  subieron  al 
monte  al  son  de  sus  cajas,  y  entraron  los  reales  de 
los  moros,  con  que  la  victoria  y  el  campo  quedó  de 
todo  punto  por  ellos.  No  pasaron  adelante ,  ni  se  cu- 
raron de  ejecutar  la  victoria  y  de  seguir  á  los  venci- 
dos, porque  teniao  la  guarida  cerca  y  mas  noticia  de 
toda  aquella  tierra.  Contentáronse  con  lo  hecho ,  y 
con  asentar  sus  reales  á  vista  de  la  ciudad  para  com- ' 
batilla,  por  entender  que  los  de  dentro  estaban  muy 
proveídos,  y  de  su  voluntad  no  se  rendirian.  Los  días 
adelante  pusieron  diligencia  en  levantar  todo  género 
de  máquinas,  trabucos,  torres  y  mantas  para  batir  v 
arrimarse  á  las  murallas.  Cegaron  el  foso  de  la  ciudad 
que  era  ancho  y  hondo,  con  noroija  y  otros  materia- 
les. Salían  los  moros  de  rebato  para  desbaratar  é  im- 
pedir estos  iuflenios;  pero  las  mas  veces  volvian  con 
las  manos  en  la  cabeza.  Finalmente  los  soldados  se 
arrimaron  al  muro  y  con  picos  arrancaron  las  piedras 
de  los  cimientos  de  cuatro  torres,  que  apuntalaron 
con  vigas  y  después  les  pegaron  fuego ,  con  oue  las 
dichas  cuatro  torres  dieron  en  tierra ,  y  en  el  muro 
quedó  abierta  una  grande  entraba. 

Los  moros  visto  el  peliffro  que  corrían,  si  la  ciudad 
se  entraba  por  fuerza,  de  ser  muertos  y  saqueadas 
sus  casas ,  vinieron  en  pedir  concierto.  Pretendían 
les  dejasen  las  vidas  y  las  haciendas,  y  oue  con  su 
rey  se  pudiesen  pasar  en  África.  A  muchos  parecía 
bueno  este  partido ,  y  que  se  debía  venir  en  lo  que 
pedían.  Deste  parecer  era  don  Nono  conde  de  Boise- 
llon,  que  era  el  medianero  en  estos  tratos :  los  ami- 
gos y  deudos  del  príncipe  de  Beame  con  deseo  de 
vengarse  pretendían  que  era  afrenta  é  infamia  aca- 
bar la  guerra  antes  de  tomar  venganza  de  tantos  y 
tan  buenos  caballeros  como  aquellos  bárbaros  mata- 
ron. Los  cercados,  perdida  la  esperanza  de  concierto, 
tornaron  con  furia  rabiosa  á  la  pelea,  y  con  mayor 
ímpetu  que  antes  á  defender  la  ciudad.  La  desespe- 
ración es  una  fuerte  arma :  hicieron  mucho  daño  en 
los  nuestros,  tanto  que  ya  se  arrepentían  los  que  es- 
torbaron el  concierto,  y  holgaran  se  admitiera  de 
nuevo.  Finalmente ,  derribada  gran  parte  del  muro, 
era  forzoso  á  los  nuestros  que  por  las  piedras  y  rui- 
nas procurasen  hacer  camino.  Algunos  decían  conve- 
nia acometer  la  ciudad  de  noche  cuando  las  centine- 
las están  cansadas  :  el  rejr  por  escusar  la  libertad  y 
des^denes  que  trae  consigo  la  noche ,  mandó  que  se 
guardasen  las  puertas  y  portillos  cop  todo  cuidado 
poroue  no  huyesen  los  enemigos. 

Al  alba  concertó  y  poso  en  orden  los  suyos  para  dar 
el  asalto ;  y  de  parte  que  pudo  ser  oído ,  les  habló  de 
esta  manera :  u  Bien  conozco  amigos  que  para  pre- 
>imiar  vuestros  trabajos  y  vuestro  valor  no  tengo 
nfuerzas  bastantes :  el  reconocimiento  y  estima  será 
nperpétua  por  cuanto  la  vida  durare.  La  ocasión  que 
»de  presente  se  ofrece  de  hacer  un  nuevo  servicio  á 
«Dios,  á  vuestra  patria  y  á  mi  corona,  y  para  vos 


aganar  prez  y  lionra  iii mortal ,  es  cual  veis  la  mejor 
»que  se  pudiera  pensar.  Con  la  toma  desta  ciudad  y 
i»con  sus  despojos  quedareis  ricos  y  bien  parados, 
»con  su  sangre  vengareis  la  de  vuestros  (feudos  y 
»hermanos;  y  yo  por  vuestro  trabajo  conquistaré  un 
vnuevu  reíoo  y  estado.  Los  de  dentro  son  pocos  en 
«número,  sin  aliento  por  la  hambre  que  padecen, 
«enfermedades,  trabajos.  ¿  Quién  será  tan  de  tan 
«poco  ánimo,  que  no  arremeta  y  cierre  con  los  ene- 
«migos ,  y  por  aquellos  muros  aportillados  no  se  liaga 
«camino  con  la  espada  para  entrar  en  la  ciudad?  A 
«Dios  tenéis  favorable,  por  cuyo  nombre  peleáis: 
«este  será  el  remate  de  vuestros  largos  trabajos  y  fa- 
«tigas ,  princi[»o  de  alegría  y  de  descanso.  Los  flacos 
«y  temerosos,  si  alguno  hobiese,  correrán  mas  peli- 
«gro  :  en  el  ánimo  y  osidfa  consiste  la  seguridad  de 
«tos  que  valientemente  pelearon. » 

Dichas  estas  razones,  mandó  dar  señal  de  aco- 
meter y  cerrar  por  una,  dos  y  tres  veces.  Los  sol- 
dados se  detenían ,  no  sé  que  miedo  y  es[)anto  los 
tenia  casi  pasmados.  €1  rey :  <(¿Qué  esperáis  (dice) 
«soldados?  ¿qué  hacéis?  acometed  y  embestid  con 
«vuestro  ánimo  acostumbrado :  los  enemigos  son  los 
«mismos  que  hasta  aquí ;  ¿qué  dudáis?»  Despertados 
con  estas  palabras  como  de  un  sueño  arremeten  de 
golpe  y  de  tropel  con  gran  grita  y  alarido :  los  moros 
acuden  á  todas  partes  con  gran  coraje  para  defender 
la  entrada :  hacen  el  último  esfuerzo.  Encendióse  la 
batalla  y  la  refriega  en  diversos  lusares :  por  conclu- 
sión ,  muertos  y  heridos  muchos  oe  los  enemigos,  se 
entró  la  ciudad,  que  saquearon  los  soldados  á  toda  su 
voluntad,  en  que  los  unos  y  los  otros  se  ensangrenta- 
ron. El  rey  moro  perdida  toda  esperanza ,  se  escon- 
dió en  cierto  logar  secreto :  de  allí  le  sacaron :  el  rey 
don  Jaime,  como  lo  tenía  jurado ,  para  mayor  afrenta 
le  tomó  por  la  barba ,  sí  bien  con  palabras  corteses 
le  animó  y  prometió  que  todo  se  haría  bien.  Tomada 
la  ciudad,  sm  dilación  se  entregó  la  fortaleza,  en  que 
hallaron  un  hijo  de  aquel  rey  en  edad  de  trece  años, 
que  adelante  bautizaron ,  y  se  llamó  don  Jaime.  He- 
redóle el  rey  en  tierra  de  Valencia ,  y  dióle  por  juro 
de  heredad  la  villa  de  Gotor ,  de  que  toman  su  apelli- 
do sus  descendientes  caballeros  principales  de  aquel 
reino ,  asi  bien  como  de  otro  caballero  por  nombre 
Carrocio,  natural  de  Alemana ,  noble  y  que  sirvió 
muy  bien  en  esta  guerra,  f  en  recompensa  de  sus 
trabajos  le  dieron  el  iusar  de  Rebolledo ,  decienden 
losCarrocios  gente  nome  y  principal,  y  que  duru 
hasta  nuestros  tiempos  en  el  mismo  reino  de  Va- 
lencia. 

Ganóse  la  ciudad  de  Malloroa  postrero  día  de  di- 
ciembre entrante  el  año  de  Cristo  de  1230.  Acordó  el 
rey  hacella  catedral  y  poner  en  ella  obispo,  si  bien 
los  canónigos  de  Barcelona  pretendían  perteneceries 
aquel  obispado  por  escrituras  que  alegaban,  del  todo 
olvidadas  y  desusadas :  asi  no  salieron  con  su  preten- 
sión. Los  demás  castillos  y  pueblos  de  toda  la  isla  con 
facilidad  vinieron  á  poder  oe  cristianos ;  ¿  mas  cómo 
pudieran  sustentarse  perdida  la  ciudad  principal? 
Apaciguada  la  tierra,  y  dado  asiento  en  las  cosas  del 
nuevo  reino ,  los  mas  soldados  dieron  vuelta  para  sus 
casas,  y  el  rey  pasó  á  Cataluña.  En  este  mismo  año 
la  religión  de  Nuestra  Señora  de  la  Merced  que  se 
instituyó  pocos  años  antes,  según  que  de  susogueda 
apuntado,  su  modo  de  vivir  y  la  regla  que  prowsan, 
fue  aprobada  por  el  papa  Gregorio  Nono,  como  pare- 
ce por  su  bula  dada  en  Perosa ,  ciudad  de  Toscana  á 
diez  y  siete  de  enero  deste  mismo  año,  se^n  qoe 
rezan  las  constituciones  desta  orden  al  principio. 

CAPITULO  XV. 

Qoe  el  reino  de  Leoo  se  unió  con  el  de  Castilla. 

En  el  mismo  tiempo  oue  los  de  Aragón  emprendie- 
ron la  conquista  de  Mallorca,  y  la  ganaron,  el  rey  don 


382 


BfflLIOTECA  DB  GASPAR  Y  ROIG. 


Alonso  de  León  coa  sus  huestes  y  las  de  su  hijo  hizo 
una  nueva  entrada  en  tierra  de  moros.  Púsose  con 
sus  gentes  sobre  Gáceres ,  villa  principal  de  Estrema- 
dura,  Y  que  otras  veces  habia  intentado  de  tomalia  y 
no  pudo  salir  con  ello.  Era  principe  brioso  y  denoda- 
do :  las  fuerzas  que  llevaba  eran  mayores  que  antes, 
y  asi  pudo  salir  con  la  empresa ,  y  aun  pasó  adelante 
animado  con  este  principio  á  poner  sitio  sobre  la 
ciudad  de  Mérida  que  en  otro  tiempo  fue  la  mas  prin- 
cipal de  aquellas  partes ,  y  de  presente  era  populosa 
Y  grande.  El  rey  moro  At)ienbut,  sabido  lo  que  pasa- 
ba ,  por  ganar  reputación  entre  su  gente  acordó  de 
ir  con  su  nueste  en  socorro  de  los  cercados.  Su  veni- 
da y  determinación  puso  en  cuidado  al  rey  don  Alon- 
so :  por  una  parte  se  recelaba  de  ponerse  al  trance 
de  una  batalla  por  la  poca  gente  que  tenia ,  por  otra 
el  miedo  de  la  mfamia,  si  se  retiraba,  le  aquejaba 
mucho  mas;  que  ¿  tales  personajes  la  afrenta  suele 
ser  mas  pesada  que  la  misma  muerte.  Para  resolverse 
juntó  á  consejo  los  capitanes :  los  pareceres  fueron 
diferentes  como  es  ordinario.  Los  mas  en  número  y 
de  mayor  prudencia  querían  se  escusase  la  batalla 
con  aquel  enemigo  que  venia  poderoso  y  bravo :  mas 
el  rey  todavía  se  arrimó  al  parecer  contrario  de  los 
que  se  mostraban  mas  animosos  y  honrados. 

Tomada  esta  resolución ,  ordeno  sus  haces  en  guisa 
de  pelear :  lo  mismo  hicieron  los  moros ;  que  ya  te- 
nían allí  cerca  sus  estancias.  Dióse  la  señal  de  aco- 
meter ,  resonaban  las  trompetas ,  las  cajas ,  los  ata- 
bales por  todas  partes.  Cerraron  con  grande  ánimo 
los  unos  y  ios  otros :  la  batalla  por  algún  espacio  fue 
muy  herida  y  sangrienta ,  pero  en  fin  el  valor  de  los 
cristianos  sobrepujó  la  muchedumbre  de  los  paganos. 
La  victoria  fue  tan  señalada ,  y  el  destrozo  de  los  ene- 
migos de  Cristo  tan  grande,  que  de  miedo  muchos 
pueblos  de  aquella  comarca  quedaron  yermos  por 
suirse  sus  moradores  por  diversas  partes.  Díjose  por 
cosa  cierta  que  el  apóstol  Santiago  y  en  su  compañía 
otros  santos  con  ropas  blancas  en  jo  mas  recio  de  la 
batalla  esforzaron  átos  nuestros  y  amedrentaron  á  los 
contrarios ;  y  aun  en  Zamora  no  faltaron  personas 
que  publicaron  haber  visto  á  San  Isidoro ,  que  con 
otros  santos  se  apresuraba  para  hallarse  en  aquella 
batalla  en  favor  de  los  cristianos.  ¿La  verdad  quién 
la  podrá  averiguar?  la  alegría  de  victorias  semejan- 
tes suele  dar  ocasión  á  que  se  tengan  por  ciertos 
cualquier  suerte  de  milagros.  Después  desta  rota  los 
de  Mérida,  por  no  tener  esperanza  les  vendría  otro 
socorro,  abrieron  las  puertas  á  loe  vencedores,  que 
fue  el  fruto  principal  de  la  victoria ;  demás  que  desta 
vez  se  ganó  y  vino  á  poder  de  cristianos  la  ciudad  de 
Badajoz ,  puesta  en  aquella  parte  por  do  parten  tér- 
minos Estremadura,  Andalucía  y  Portugal. 

El  rey  don  Alonso ,  que  en  el  cuento  de  los  reyes 
de  Castilla  y  de  León  se  pone  por  Noveno  de  aquel 
nombre ,  acabadas  cosas  tan  grandes  y  porque  el 
tiempo  cargaba»  despidió  su  gente  para  que  se  fuese 
á  invernar,  resuelto  de  volver  con  mayores  fuerzas 
sobre  los  moros,  luego  que  el  tiempo  diese  lugar. 
Atajó  la  muerte  sus  buenos  intentos ,  que  le  sobrevi- 
no en  Villanueva  de  Sarria  d^  una  dolencia  aguda 
que  allí  le  acabó  al  fin  deste  año ,  yendo  á  visitar  el 
sepulcro  del  apóstol  Santiago  para  en  él  cumplir  sus 
votos  y  dar  gracias  á  Dios  por  mercedes  tan  señala- 
das :  su  cuerpo  sepultaron  en  aquella  iglesia  de  San- 
tiago. De  dona  Teresa  su  primera  mujer  dejó  dos  hi- 
jas doña  Sancha  y  doña  Dulce :  de  la  reina  doña 
Berenguela  quedaron  don  Fernando  que  ya  era  rey  de 
CastUhi,  y  don  Alonso  que  fue  señor  de  Molina,  y 
doña  Berenguela  que  casó  con  Juan  de  Breña  rey  de 
Jerusalén.  Tuvo  otro  hijo  fuera  de  matrimonio  que 
se  llamó  don  Rodrigo  de  León.  Reinó  por  espacio  de 
cuarenta  y  dos  años,  fue  valeroso  y  esforzado  en  la 
guerra :  tan  amigo  de  justicia  que  a  los  jueces  por- 
que no  recibiesen  de  las  partes ,  ni  se  dejasen  nego- 


ciar, señaló  salarios  públicos,  y  ios  castigaba  con 
todo  rigor  si  en  esto  escedian.  Verdad  es  oue  oscure- 
ció y  amancilló  las  demás  virtudes  de  que  rae  dolado, 
con  dar  orejas  á  chismes  y  reportes  de  los  que  anda- 
ban á  su  lado :  falta  muy  perjudicial  en  los  grandes 
príncipes.  El  odio  que  tuvo  á  su  i^jo  don  Femando, 
de  cuya  virtud  y  santidad  se  debiera  honrar  mas  que 
de  otra  cosa ,  fue  grande ,  y  le  duró  por  toda  la  vida, 
tanto  que  en  su  testamento  nombró  por  sus  herede- 
ras á  las  dos  infantas  sus  hijas  mayores. 

Por  esta  causa  para  prevenir  inconvenientes  y  pri- 
siones era  forzoso  que  el  rey  don  Femando,  pos- 
puesto todo  lo  al ,  se  apresurase  para  tomar  posesión 
de  aquel  reino ,  si  bien  á  la  sazón  se  hallaba  ocupado 
en  hi  guerra  que  hacia  en  Andalucía :  principe  esfor- 
zado y  valeroso  y  que  no  sabia  reposar,  ni  miraba 
por  su  salud  á  trueque  de  adelantar  el  partido  de  loi 
cristianos.  Puso  cerco  sobre  Jaén  pero  aunque  le 
apretó  con  todo  su  poder,  teníanla  tan  pertrechada 
de  gente  y  de  todo  lo  demás,  oue  no  pudo  ganalla. 
Pasó  con  su  campo  sobre  Darainerza.  En  este  cerco 
estaba  ocupado  cuando  le  vinieron  nuevas  de  la  mua- 
te  de  su  padre.  Aconsejábanle  los  que  con  él  estaban, 
Y  entre  ellos  don  Rodrigo  arzobispo  de  Toledo,  diese 
la  vuelta :  solicitábales  sobre  todos  su  madre,  y  cada 
dia  cargaban  mensajes  de  todas  partes  en  esta  misma 
razón.  Bien  entendía  él  que  le  aconsejaban  lo  que  era 
bueno ,  y  que  la  dilación  le  podría  empecer  mas  que 
todo :  pero  aquejábale  en  contrarío  el  aeseo  de  llevar 
adelante  la  empresa  del  Andalucía.  Su  madre  con  el 
cuidado  que  el  amor  de  hijo  le  daba,  y  por  loa  mié- 
do!t  que  el  mismo  le  ocasionaba,  acordó  partirse  para 
hablalle.  En  Orgaz  que  está  cinco  leguas  de  Toledo 
camino  del  Andalucía  se  encontraron  madre  y  hijo, 
allí  tomaron  su  acuerdo,  aue  fue  sin  mas  dilación 
apresurar  el  camino  para  el  reino  de  León  sin  dete- 
nerse ni  en  Toledo  ni  en  otra  parte  aiffuna.  Hizose 
así ,  y  el  rey  luego  que  llegó  al  reino  de  León ,  le  halló 
mas  llano  de  lo  que  se  pensaba :  los  pueblos  le  abrían 
las  puertas  y  le  festejaban  :  llamábanle  rey  pío  y 
bienaventurado,  con  otros  muchos  títulos  y  renom- 
bres que  le  daban.  Coronóse  en  Toro ,  honra  debida 
á  aquella  ciudad  por  ser  la  primera  aue  le  ofreció  la 
obediencia  por  sus  cartas.  Los  ricos  nombres  no  es- 
taban del  todo  llanos ,  antes  algunos  seguían  la  yoz 
de  las  infantas  con  algunos  pueblos  que  se  les  arri- 
maban. 

Pudiera  resultar  desta  división  algún  grande  in- 
conveniente ,  si  los  prelados  de  aquelreino  no  gana- 
ran por  la  mano ,  cuyo  oficio  es  no  solo  predicar  al 
pueblo  y  administralle  las  cosas  sagradas,  aino  mirar 

Eor  el  bien  y  pro  común ;  y  así  visto  por  quien  esla- 
a  la  justicia,  enfrenaron  sus  particulares  afidones 
con  la  razón,  y  dieron  de  su  mano  el  reino  á  qoieo 
venia  de  derecho.  Los  principales  en  este  núniero 
fueron  Juan  obispo  de  Oviedo ,  Ñuño  de  Astorga.  Ro- 
drigo de  León ,  luguel  de  Luffo ,  Martin  de  Mondone- 
do,  Miguel  de  Giudad-Rodngo,  Sancho  de  Coria. 
Doña  Teresa  madre  de  las  infantas  acudió  de  Portu- 
gal para  dalles  como  á  hijas  el  ayuda  y  consejo  nece- 
sario. Parecióle  sería  mas  acertada  concertarse  eon 
su  antenado ,  y  para  esto  se  vio  con  dona  Berenguela 
madre  del  rey  en  Valencia  la  de  Galicia :  En  esta  vis- 
ta Y  habla  se  acordaron  que  las  infantas  cediesen  á 
su  hermano  el  derecho  que  pretendían  tener  aJ  reino 
y  que  él  les  acudiese  cada  un  año  con  treinta  mil 
ducados  para  sus  alimentos.  Tomado  esta  asiento,  et 
rey  de  León  do  estaba  partió  para  Valencia,  las  infan- 
tas fueron  á  Benavente  para  visitalle  y  verse  con  ¿I. 
Al  arzobispo  don  Rodrigo  en  premio  del  trabajo  que 
tomó  en  todos  estos  tratos  y  caminos  tan  lar^  v  tan 
continuos  que  hacia  sin  cansarse  jamás,  dió  el  rey 
en  aquella  tierra  la  villa  de  Gascata.  Por  esta  manera 
el  remo  de  León  tomó  á  juntarse  con  el  de  Castilla  á 
cabo  de  setenta  y  tres  anos  que  andaba  dividido  no 


HISTORIA  DB  ESPAJifA. 


383 


sin  perjuicio  y  daño  de  todos.  I^a  unión  y  atadura 
que  en  el  rey  don  Fernando  y  sus  descendientes  se 
hizo  y  se  lia  continuado  hasta  nuestros  tiempos ,  fue 
principio  y  como  pronóstico  de  la  grandeza  que  hoy 
tienen  los  reyes  de  España. 

CAPITULO  XVI. 

De  alganas  vistas  que  diversos  reyes  tuvieron  entre  si. 

Don  Sancho  rej  de  Navarra  por  sobrenombre  lla- 
mado el  Fuerte ,  titulo  one  en  su  mocedad  le  dieron 
sus  hazañas ,  mudado  el  modo  de  vivir  y  la  traza » en 
esta  sazón  á  causa  de  su  mucha  grosura  y  de  la  poca 
salud  que  tenia ,  se  estaba  retirado  en  el  castillo  de 
Tudela  sin  cnidar  mucho  del  gobierno.  Oeste  retira- 
miento los  vasallos  tomaron  ocasión  de  atreverse  y 
de  alterarse,  en  especial  en  Pamplona,  que  diversas 
veces  se  alborotó  por  este  tiempo.  La  falta  del  casti- 
go hace  á  los  hombres  osados ,  y  la  dolencia  de  la  ca- 
beza redunda  en  los  demás  miembros.  Asimismo  don 
Lope  Diaz  de  Haro  señor  de  Vizcaya  con  golpe  de 
gente  por  la  parte  de  la  Rioja  hizo  entrada  en  las 
tierras  de  Navarra ,  y  en  ella  se  apoderó  de  algunos 
pueblos  y  castillos  :  sospechóse  que  el  rey  don  Fer- 
nando tenia  en  esto  parte,  y  que  por  su  concejo  y 
con  sus  fuerzas  se  encaminaban  estas  tramas.  Lo  que 
hada  mas  al  caso,  que  Teobaldo  conde  de  Campaña 
en  Francia,  sobrino  de  aauel  rey  por  ser  hija  de  su 
hermana  doña  Blanca  inuinta  de  Navarra ,  y  que  si 
tuviera  paciencia,  habia  de  heredar  aauella  corona 
por  nr)  tener  el  rey  hijos,  con  demasiaaa priesa  traia 
sus  inteligencias  con  los  señores  de  aquel  reino  para 
desposeer  á  su  tio:  grande  crueldad,  y  que  le  puso 
en  condición  de  perder  loque  tenia  en  la  mano ,  por- 
que el  rey  don  Sancho  avisado  de  lo  que  pasaba ,  y 
pnnzado  del  dolor  que  estos  desórdenes  le  acarrea- 
ban, visto  que  por  sí  no  tenia  fuerzas  bastantes  para 
contrastar  con  los  suyos  y  con  los  estraños  acordó 
buscar  socorros  de  fuera ,  y  de  camino  vengarse  de 
aquellos  ultrajes  y  deslealtad. 

El  rey  don  Jaime  acabada  la  empresa  de  Mallorca 
ganara  renombre  de  esforzado  y  valeroso  en  tanto 
grado  aue  los  demás  príncipes  á  porfía  pretendían  su 
amistaay  buena  gracia:  acordó  envialle  sus  emba- 
jadores para  rosalle  se  fuese  á  ver  con  él  en  Tudela 
para  comunicalle  algunos  negocios  muy  graves ,  y 
que  no  se  podian  tratar  en  ausencia  por  terceros. 
Hallábase  el  rey  don  Jaime  en  Ziiragoza,  donde  por 
la  via  de  Poblóte  y  de  Lérida  era  venido  después  de 
la  conquista  de  Mallorca.  No  le  pareció  dejar  pasar 
aquella  ocasión,  que  según  él  imaginaba  se  le  pre- 
sentaba en  acrecentar  su  estado :  así  sin  pedir  otra 
seguridad  se  vino  para  el  rey  ddn  Sancho.  Mostrá- 
ronse mucho  amor  de  la  una  parte  y  de  la  otra :  aca- 
bados los  comedimientos  y  cortesías .  entraron  en 
materia ,  v  trataron  de  lo  que  importaba.  Querellóse 
don  Sancho  de  su  sobrino  el  conde  Teobaldo  que  sin 
respeto  al  deudo  ni  tener  paciencia  para  esperar  su 
muerte  con  sus  malas  mañas  le  alteraba  los  vasallos: 
ilel  rey  don  Femando  dijo  que  sin  embargo  que  tenia 
tantas  provincias ,  era  sa  ambición  tan  grande  que 
con  los  nuevos  ditados  le  crecía  el  apetito  de  mandar, 
mal  desasosegado  y  incurable:  que  tenia  pensado 
valerse  de  sus  fuerzas ,  de  su  dich.i  y  de  su  maña , 
recobrar  lo  de  Vizcaya  que  le  tenían  contra  derecho 
usurpado,  y  reprimir  los  insultos  y  intentos  de  Fran- 
cia, y  juntamente  sosegar  los  naturales  para  que  no 
se  atreviesen :  en  recompensa  de  su  trabajo  le  que- 
ría dejar  aquel  reino  para  después  de  sus  días ,  y  para 
mas  aseguralle  desde  luego  nombralle  por  su  suce- 
sor y  adoptalle  por  hijo ,  como  lo  hizo  por  estas  pala- 
bras: Yo  os  nombro  por  mi  heredero  por  via  de  adop- 
ción para  que  hayáis  y  poseáis  esta  corona :  prospere 
Dios  Nuestro  Señor  y  ayude  esta  nuestra  voluntad; 
que  bien  entiendo  después  de  mis  días  mirareis  por 


mis  vasallos,  y  mientras  viviere  haréis  lo  que  de  un 
buen  hijo  puede  su  padre  esperar. 

Aceptó  el  rey  don  Jaime  esta  adopción ,  y  la  buena 
suerte  que  se  le  presentaba.  Para  dar  mejor  color  6 
todo  concertaron  que  la  adopción  fuese  recíproca, 
de  suerte  que  cualquiera  de  los  dos  que  faltase ,  el 
otro  le  sucediese  en  el  reino.  Era  cosa  ridicula  y  jue- 
go que  un  mozo  y  que  se  hallaba  en  lo  mejor  de  su- 
edad ,  además  que  tenia  hijo  y  heredero ,  prohijase 
un  viejo  doliente ,  y  que  estaba  en  lo  postrero  de  su 
vida :  puédese  sospecliar  que  el  Navarro  por  su  edad 
y  dolencia  no  estuviese  muy  entero.  A  los  cuatro  de 
abril  se  otorgaron  las  escrituras  desto  concierto,  que 
confirmaron  los  señores  que  de  Aragón  y  Navarra  se 
hallaron  presentes.  Demás  desto  el  Navarro  dio  al  de 
Aragón  prestados  para  los  gastos  de  la  guerrra  cien 
mil  sueldos,  y  en  prendas  recibió  para  seguridad  de 
la  deuda  ciertos  pueblos  de  Aragón.  En  esto  vino 
nueva  que  el  rey  ne  Túnez  aprestaba  una  gruesa  ar- 
mada para  recobrar  la  isla  de  Mallorca ,  que  hizo  des- 
pedir las  vistas  y  abreviar,  y  forzó  al  rey  don  Jaime 
a  dar  la  vuelta  á  Zaragoza  para  acudir  á  la  defensa, 
si  necesario  fuese. 

En  este  tiempo  falleció  Aurembiasse ;  dejó  en  su 
teiitamento  el  condado  de  Urgel,  y  Valladolid  en  Cas- 
tilla al  infante  don  Pedro  su  marido  por  no  tener  hi- 
jos; deque  resultaron  nuevos  inconvenientes  á  causa 
que  don  Ponce  de  Cabrera  acudió  á  los  derechos  y 
pretensiones  antiguas  de  su  casa ,  resuelto  sino  le 
nacían  razón;  de  valerse  de  las  armas  y  de  la  fuerza. 
Atajó  el  rey  con  su  prudencia  la  tempestad  que  se 
armaba :  concertó  que  al  nuevo  pretensor  se  diese 
aquel  condado ,  fuera  de  la  ciudad  de  Bala^uer  que 
retuvo  para  sí,  y  al  infante  mientras  que  viviese,  en- 
tregó la  isla  de  Mallorca  para  que  la  gobernase  en  su 
lugar  y  como  teniente  suyo.  Tomado  este  acuerdo, 
el  rey  del  puerto  de  Salu  se  hizo  á  la  vela ,  y  aportó 
á  Mallorca.  Supo  que  el  rey  de  Túnez  por  aquel  eñe 
no  venia ;  por  esto  sin  hacer  otra  cosa  dio  la  vueltr. 
para  su  casa. 

El  rey  don  Femando  se  ocupaba  en  visitar  el  nue- 
vo reino  de  León  á  propósito  de  granjear  las  volunta- 
des de  la  gente  con  todo  género  de  buenas  obras  y 
mercedes  que  les  hacia.  En  el  entretanto  encargó  el 
cuidado  de  la  guerra  contra  moros  al  arzobispo  don 
Rodrigo ;  y  en  recompensa  le  hizo  merced  de  la  villa 
de  Quesada  á  tal  que  echase  della  los  moros,  á  cuyo 
poder  era  vuelta.  Venido  pues  el  verano  ,  el  arzobispo 
con  gente  rompió  por  aquella  parte:  corrió  los  cam- 
pos ,  hizo  presas,  quemo  las  míeses  que  ya  estaban 
sazonadas;  y  no  solo  ganó  de  les  moros  á  Quesada  y 
á  Cazarla  villas  puestas  en  los  pueblos  que  antigua- 
mente sé  llamaron  bastetanos ,  sino  tamben  les  to- 
mó á  Cuenca  Cbelís ,  Niebla ,  que  llamaron  los  roma- 
nos Elepla ,  con  otros  pueblos  comarcanos  de  menor 
cuenta.  Este  fue  el  principio  del  adelantamiento  de 
Cazorta ,  que  por  largos  tiempos  por  merced  y  gracia 
de  los  reyes  poseyeron  los  arzobispos  de  Toledo,  qiie 
nombraban  como  lugarteniente  suyo  al  adelantado, 
hasta  tanto  que  en  nuestros  días  don  Juan  Tavera 
cardenal  y  arzobispo  de  Toledo  le  dio  perjuro  de  be- 
fedaépara  sus  descendientes  á  don  Francisco  de  los 
Cobos  comendador  mayor  de  León ,  al  cual  de  secre- 
tario suyo  levantó  á  grande  estado  y  dignidad  el  favor 
y  privanza  que  alcanzó  con  el  emperador  Carlos 
Quinto  rey  de  España.  Verdad  es  que  don  Juan  Silí- 
ceo sucesor  de  dicho  cardenal  pretendió  por  pleito 
revocar  aquella  donación  como  hecha  en  notable 
perjuicio  ae  su  iglesia ;  pero  ni  él  ni  sus  sucesores 
salieron  con  su  pretensión  hasta  que  don  Bernardo 
de  Rojas  y  Sandoval  cardenal  de  Toledo  concertó  la 
diferencia  y  restituyó  á  su  iglesia  aquella  dignidad. 
Quesada  porque  volvió  á  poder  de  moros ,  y  adelante 
la  recobró  con  sus  armas  el  rey  don  Fernando ,  se 
quedó  por  los  reyes  de  Castilla. 


3S4  BIBLtOTBCi  D 

Por  estos  tieinpos  Juan  da  Breña  rev  de  Jemaa- 
lém ,  perdido'casi  todo  aquel  reino ,  paso  por  mar  en 
Italia.  Era  fraDcésdenacioo:  solicitó  á  ios  principes 
de  Europa  que  ]e  ayudasen  con  sus  gentes  para  re- 
colirar  su  reino.  De  camino  cas<J  á  Vialaute  única 
hija  su  ja  con  el  emperador  Federico  Segundo,  que 
por  este  casamiento  lomd  título  de  rey  de  Jerusálém, 
y  del  se  queda  en  los  reyes  de  Sicilia  sus  sucesores 
en  aquel  rajno  tiasta  pasar  con  él  y  cantÍDUarse  en 
los  reyes  de  Aragón  y  de  España  sucesivamente.  So- 
lemnizadas estas  bodas ,  el  rey  Juan  de  Breña  pasó 
en  España,  y  aportó  por  mar  á  Barcelona  año  de  1232. 
Hospedóle  el  rey  de  Aragón  con  mucho  amor  y  re- 
galo, y  le  tuvo  consif^o  algún  tiempo.  Fuese  desde 
alli  á  Santiago  de  Galicia  por  voto  que  tenia  hecho  de 
Tíiitar  aquel  santuario.  Honróle  mucho  el  ref  don 
Fernando ,  y  para  mayor  muestra  de  amor,  si  bien 
era  extranjero  y  su  estado  en  balanzas ,  le  dio  por 
mujer  á  su  hermana  la  infanta  doña  Berengnela  a  la 
vuelta  de  su  romería. 

Concluidas  las  hodas,  dio  aquel  principe  Tuelta  á 


GASPAR  r  ROK. 

Italia  para  con  los  locónos  que  juntó,  pesar  i  la 
guerra  dé  la  Tierra  Santa :  el  bucsho  no  nra  conlbr- 
me  á  BUS  esperanzas  ni  trabajos  que  por  Itieru  la- 
Triú  en  viaje  tan  lar^o.  Los  Anales  de  Toledo,  i qoien 
damoí  mucho  crédito ,  señalan  la  venida  deile  rey  i 
España  ocho  años  antes  detto ,  y  que  el  rey  don  Fer- 
nando le  recibió  solemnemente  en  Toledo  dii  vier- 
nes á  doce  de  abril.  La  verdad  es  que  vuelto  á  Italii, 
Serdida  la  esperanza  de  recobrar  su  reino,  por  orden 
el  papa  se  encarg6  del  imperio  de  CoostanÜnopli 
por  ser  de  poca  edad  el  emperador Balduino,  y  esur 
aquel  imperio  que  tenían  los  franceses,  i  punlodc 
perderse.  Casd  el  mozo  emjierador  Con  Maria  hija  de 
aquel  rey  y  de  su  mujer  dona  BerengueU.  Este  fníso 
fuese  el  premio  de  los  trabajos  que  pasd  en  aquel  go- 
bierno y  tutela.  En  Castillalos  soldados  de  lasónle- 
ues  militares  se  juntaran  con  el  obispo  de  Plaseaf ¡a, 
y  de  consuno  ganaron  de  loa  moros  i  Trujillo  pueblo 
principal  de  la  Estremadura :  la  tomafueálotTciulc 
y  cinco  de  enero. 
El  rey  don  Jaime  pisó  tercera  vez  á  Hallorcii ,  y  w 


OMrtl  <■  Toleilo. 


apoderó  de  la  isla  de  Menorca,  que  la  de  Ibiza  ,  una 
de  las  Pithyusas  y  la  mayor  en  el  mar  Ibérico,  se 
conquistó  el  uño  adelante  de  12.14.  Guillen  Honsrio 
prelado  de  Tarragona ,  sucesor  de  Aspargo  ya  difun- 
to, envió  sus  genteü  para  este  efecto,  y  por  esta 
causa  quedó  aquella  isla  sujeta  á  su  diócesi  y  obis-, 
pdo  como  era  razan.  Este  ano  i  los  siete  de  abril  fa-' 
lleció  en  Tudela  el  rey  don  Sancho  de  Navarra.  Su 
cuerpo  nnterraron  en  nuestra  Señora  de  Roncesva- 


Iles.  convento  de  canónigos  reglares  que  él  mía»" 
ediGcó  í  su  costa  y  le  dotó  de  buenas  rentas :  lr>«n 
en  el  pedio  unn  cruz  azul  en  forma  de  cayado  6  li' 
bícula ;  por  lo  demís  el  hábito  es  de  clérigos  ordint- 
rioi.  Los  navarros  luego  que  murió  su  rey,  llamaron 
i  Tbeobaldo  conde  de  Campaña,  como  í  psrieiH' 
mas  cercano:  coronóse  por  el  mes  de  mayo  en  Pani- 
piona.  Un  autor  dice  que  el  rey  de  Aragón ,  si  bien 
tuvo  aviso  de  todo ,  disimuló  y  no  quiso  irles  á  la  nn- 


Ho  ai  seguir  su  derecbo;  qae  i»r  lentura  la  coocten- 
cúlereiiKirdiapara  no  pretender  lo  que  noeraiu  jo. 
Lug(wiTuquaeiBpranilióadelai)te,daa  á  enteader 

Iiw  si  dJMiiDuló ,  fue  por  un  poco  de  tiempa  hasta 
íjflmbuuane  ;  iprestane  pu-a  seguir  su  derecho 
de  adepcioD  que  lo  teoia  por  bien  fundado  ;  mas  la 
e^Mnina  de  salir  con  su  intento  era  poca  por  la 
arereion  que  moitrabau  los  naturales. 

TeDíaie  olroüi  puesto  ea  cuidado  un  nueto  casa- 
miento que  trataba  parasí  con  doña  Violaute  hija  del 
ref  doHuugrfa,  que  procuraba  estorbar  con  todas 
sus  faenas  el  rer  don  Fernando  porque  todavía  de- 
üeabarecoocialialle  con  su  tia  d(üa  Leonor  que  repu- 
dió los  años  pasados.  Andaban  embajadas  sobre  el 


caso ,  j  porque  por  tia  de  terceros  no  se  concluía 
nada ,  acordaron  los  dos  reyes  de  verse  en  el  monas- 
terio de  Huerta  puesto  á  li  nya  de  Tos  dos  raiuos: 
alllsebablaroailosdfeiysietedesetiemhre.  No  se 
hizo  efecto  alguno  en  el  negocio  principal  por  razo- 
nes que  el  Aragonés  alegú  en  su  aefensai  solo  demds 
de  loi  pueblos  aue  antes  tenia ,  dld  i  la  reina  doña 
Leonor  la  villa  ae  Hariiaea  que  pasase  su  soledad,  y 
para  mayor  entretenimiento  vioo  en  que  su  hijo  que- 
dasa  en  su  compa&ia  basta  tanto  que  fuese  de  roas 
edad.  Empleaba  esta  señora  su  tiempo  j  sus  renUs 
en  obra  de  piedad,  en  particular  á  su  cosU  cerca  de 
Alniasan  fundó  un  monasterio  de  Premoslre  ,  orden 
cuyo  fundador  no  rauíihoa  años  entes  deste  tiempo 


C»M  j  lillide  ilsnJiloi'.  que  >e 

fje  Huberto  natural  Je  Lireaa  en  Francia.  Bl  nom- 
bre de  Premnatrateases  lomiron  estos  religiosos  dei 
primer  monasterio  que  edincaron  en  el  bosque  de 
Premoatre. 

CAPITULO  XVll. 


AckBAítk  la  habla  y  las  vistas ,  k»  dos  reyes  de 
Aragón  yCastiOa  volvieron  á  proseguir  la  guerra  san- 
ta contri  los  moros.  Los  aragoneses  feroces  oon  la 
victoria  de  Hallorca,  y  con  odio  que  teaiía  al  rey 
Zaeo ,  que  estaba  por  tiieru  api>derado  del  reino  de 
Vilencia,  j  había  entrado  por  las  tierras  de  Aragón 
robando  y  apernando  aldeas  y  villas  h^sta  llegar  á 
AmpoBtS  y  TortosB,  determinaban  intentar  bi  guerra 
de  Valeoeii :  las  caste11ane«  projcguian  la  guerra  co- 
menzada en  e)  Andalucía.  Lu  división  que  i  esta  sa- 
son  tenían  entre  si  los  moros ,  daba  esperanza  de 
buen  eucesD  á  los  fieles  ,  porque  entre  ellos  andaban 
Iodos  estos  bandos:  almohades ,  elmoravidea ,  bens- 
marines ,  benedalodes.  Era  de  Ul  manera  la  división 
y  desconcierto  que  aunque  nadie  les  diera  empellón, 
el  mismo  reino  se  cayere  de  suyo  y  se  fuera  á  tierra. 
Concedieron  loe  de  Cataluña  al  rey  el  tributo  que  lla- 
man bovatico  ,  para  la  guerra  de  Valencia ,  que  no 
suelen  conceder  sino  en  el  último  adieto  y  estreñía 
necesidad.  Hucliog  de  los  cristianos  comenzaron  á 
hacer  enlradus  en  las  tierras  de  los  moros;  talaban  y 
robaban  lo  qao  podían, aspeciatmente  don  Blasco  de 
Alagoa ,  que  tomó  de  los  moros  á  Uoretla  puebla 
fuerte. 

Este  buen  Agüero  y  pronóstico  par:i  la  guerra  si- 
guiente, que  una  persona  parlitulár  hiciese  tan  hucn 
efecto,  al  rey  dio  pesadumbre :  sénlia  que  ninguno 


rti  CD  li  Aiueib  ncti  de  Uj.iriii. 

se  le  adelantase  en  dar  principio  á  esta  guerra.  El 
castigo  fueque  lomó  aquella  villa  para  si,  y  dio  i  don 
Blasco  en  recompensa  la  villa  deSástagc;  que  fue  el 

Sríncípio  de  la  guerra  de  Valencia,  y  de  los  condes 
e  Sástago ,  principal  casa  de  aquel  reino.  Después 
de  tomado  Morella  otro  pueblo  llamado  Burriana,  pa- 
sados dos  meses  de  cerco,  se  entregó  ni  rey  con  con- 
dición que  á  los  moradores  les  concediese  la  vida  y 
libertad:  salieron  deste  pueblo  siete  mil  personas  en  ■ 
tre  hombres  y  mujeres.  Grave  daño  fue  para  los  rao- 
ros  la  pérdida  destos  dos  pueblos,  que  con  la  fertili- 
dad de  sus  campos  sustenlaban  en  aquella  comarca 
otras  muchas  villas  y  castillos,  á  loa  cuales  fue  asi- 
mismo fonoso  rendirse.  De  toa  primeros  fue  Penis- 
cola,  á  quien  llama  Ptolomeu  Chersoneso  ,  j  con  ella 
Castellón  y  Buñol.OonJimenode  Crrea  tomóá  Alca^ 
lateo ;  por  esto  se  hiio  merced  de  aquel  Ingar  y  seño- 
río 6  la  oobilisima  familia  de  los  Urreas  continuado 
hasta  este  tiempo.  Has  adentroeo  medio  del  reino  de 
loe  moros  d  la  ribera  del  rio  lucar  cunquistaron  l;i 
villa  de  Almazora:  entráronla  los  nucsU-os  de  noche, 
y  asi  los  moros  huyeron  sin  ponerse  en  dcfenaa. 

En  estetiempo  el  rey  don  Femando,  apaciguadas 
las  cosas  de  León  dejó  atli  la  reina  para  ganar  mas 
con  esto  las  voluntades  de  aquella  gente.  Hecho  esto, 
encastilla  se  guarneció  de  un  grande  ejército  con  ' 
determiiMcian  de  proseguirla  guerra  del  Andalucía, 
que  por  atgmi  tiempo  forzosamente  se  había  dejado. 
Poso  cerco  sobre  ubeda,  y  combatióla  con  todo  gé- 
nero de  miquinas;  y  aunque  por  ser  de  suyo  ciudad 
principal,  j  estar  cerca  de  Qaeía  no  mas  de  nna  le- 
gua, la  teman  fortalecídade  muchos  (atientes  solda- 
dos de  guarnición,  h.iluartes  y  vituallas  para  entre- 
tenerse mucho  tiempo,  pero  la  fortalezay  constancia 
del  rey  venció  todas  las  dllicultadcs,  y-se  entregaron 
los  moradores  salvas  solamente  las  vidas.  Por  otra 


386 


BIBLIOTECA  DB    GASPAR   T   ROIG. 


parte  las  órdenes  tomaron  á  Medellin ,  Alfanjef^  y 
Santa  Cruz.  La  alegría  destas  victorias  se  mezcló  y 
turbó  con  nueva  pérdida ,  como  es  muy  usado  en 
esta  vida  mortal  y  llena  de  mudanzas.  La  reina, 
mientras  el  rey  andaba  ocupado  y  contento  con  el 
buen  suceso  aue  Dios  le  daba  en  la  guerra,  falleció 
en  la  ciudad  de  Toro.  Llevaron  su  cuerpo  al  monas  • 
terío  de  las  Huelgas  de  Burgos:  las  exequias  se  le  hi- 
cieron muy  solemnes  y  el  entierro.  De  alli  fue  tras- 
ladado su  cuerpo  á  la  ciudad  de  Sevilla  después  de 
algunos  años ;  donde  juntó  con  su  marido  la  sepulta- 
ron y  yace ,  con  quien  vivió  muy  única  en  amor  y 
voluntad. 

Tomada  Ubeda ,  el  rey  se  volvió  á  Toledo ,  deter- 
minado de  visitar  otra  vez  las  ciudades  y  villas  del 
reino  de  León:  con  estos  halagos  pretendía  ganarlas 
voluntades  de  los  nuevos  vasallos.  Los  soldados  que 
quedaron  en  el  presidio  de  Ubeda ,  hicieron  una  en- 
trada en  tierra  de  Córdoba,  quemaron  y  talaron 
aquella  campiña:  algunos  de  los  moros  llamados  vul- 
garmente almogáraves  fueron  presos  en  esta  cabal- 
gada. Almogáraves  se  llamaban  los  soldados  viejos, 
y  que  estaban  puestos  en  los  castillos  de  guarnición. 
Estos  cautivos  dieron  aviso  que  se  ofrccia  buena  co- 
yuntura para  tomará  Córdoba,  sea  que  pretendiesen 
ganar  la  gracia  de  >sus  señores,  ó  que  estuviesen  mal 
con  los  de  aquella  ciudad.  El  arrabal  de  Córdoba,  que 
llaman  Ajarquia,  está  pegado  con  las  murallas,  v  le 
tenian  á  su  cargo  este  género  de  soldados,  que  die- 
ron lugar  á  los  cristianos  para  que  de  noche  por 
aquella  parte  escalasen  la  ciudad  y  la  entrasen  ,  que 
fue  el  año  de  nuestra  salvación  de  1235  á  los  veinte 
y  tres  de  diciembre.  El  número  de  los  soldados  que 
entraron  era  pequeño  para  salir  con  empresa  tan 
grave.  Tomaron  solamente  algunas  torres ,  y  apode- 
ráronse de  la  puerta  de  Martos  con  intento  y  espe- 
ranza que  les  acudirían  socorros  de  todas  partes :  así 
despacnaroD  á  toda  priesa  mensajeros  que  avisasen 
de  lo  hecho  y  del  aprieto  en  que  quedaban  si  no  les 
acorrían  con  toda  presteza. 

A  la  verdad  los  moros  luego  que  amaneció,  sabido 
lo  que  pasaba,  y  que  la  ciudad  era  entrada,  se  pubie- 
ron  á  punto  para  combatir  aquellas  torres  y  lanzar 
por  fuerza  á  los  que  en  ellas  estaban.  Don  Alvar  Pé- 
rez de  Castro,  cuya  lealtad  y  valor  fue  muy  conocido 
después  se  redujo,  desde  Martos  do  se  hallaba ,  fue 
el  primero  que  acudió  á  lo  de  Córdoba.  Lo  mismo 
hizo  eirey:  luego  que  llegó  el  aviso,  partió  de  la  ciu«- 
dad  de  León;  y  annqué  la  distancia  era  grande ,  y  el 
tiempo  del  año  mu  y  contrario,  acudió  con  buen  golpe 
de  soldados  allegados  de  presto:  dejóotrosi  mandado 
á  los  caballeros  y  ayuntamientos  de  las  ciudades  que 
fuesen  en  su  seguimiento.  Está  en  el  camino  un  cas- 
tillo que  se  dice  Bienquerencia :  parecióles  probar  si 
le  podrían  rendir.  El  alcaide  del  castillo  sirvió  al  rey 
con  vituallas:  pero  en  lo  que  tocaba  á  entregarse, 
dijo  no  lo  podia  hacer  hasta  ver  lo  que  se  hacia  de 
Córdoba  cuy^  autoridad  se^cuia:  que  rendida  la  ciu- 
dad,  prometía  hacer  lo  mismo.  Dejada  pues  esta 
fuerza,  pasaron  con  presteza  adelante  Halló  el  rey 
qae  de  machas  partes  hablan  acudido  al  socorro  mu- 
chos soldados,  si  bien  todos  ellos  no  llegaban  á  ha- 
cer bastante  ejército. 

El  rey  Abenbut  se  hallaba  en  esta  sazón  en  la  ciu- 
dad de  Ecija,  aprestado  para  cualquiera  ocasión  que 
se  le  presentase^  con  un  poderoso  campo.  Don  Lo- 
renzo Suarez  por  andar  desterrado  seeuia  el  partido 
y  reales  deste  rey.  El  moro  no  estaba  aeterininado  si 
acudía  á  los  moros  de  Valencia,  si  á  los  de  Córdoba 
por  estar  la  una  ciudad  y  la  otra  en  un  mismo  peli- 
axo,  y  hacelle  instancia  de  ambas  partes  por  socorro. 
Va  conquista  de  Valencia  se  encaminó  desta  suerte. 
El  rey  tie  Aragón  probó  á  conquistar  á  CuUera ;  mas 
cesó  (le  la  conquista  por  la  falta  de  piedras  que  halló 
en  aquel  campo ,  para  tirar  con  los  trabucos  :  cosas 


pequeñas  en  las  perras  tienen  grande  vez  y  son  de 
mucha  importancia;  verdad  es  que  en  la  llanura  de 
Valencia  fue  tomado  el  castillo  de  Moneada  por  los 
aragoneses,  y  luego  le  echaron  por  tierra  porque  los 
demás  moros  escarmentasen  con  aquel  ejemplo  y 
castigo. 

Todo  esto  supo  en  un  mismo  tiempo  el  rev  Abeo- 
hut.  Estaba  confuso,  que  no  sabia  en  que  determi- 
narse ,  ni  qué  consejo  tomase.  Envió  á  den  Lorenzo 
Suarez  para  que  espiare  lo  que  pasaba :  él  deseando 
con  algún  señalado  servicio  volver  á  la  gracia  del  rey 
don  Fernando ,  comunicóle  en  secreto  el  intento  de 
los  moros  y  estado  de  sus  cosas.  Avisado  de  lo  que 
debía  hacer  volvió  al  rey  moro ,  engrandecióle  nues- 
tras fuerzas  mucho  mas  de  lo  que  eran,  díjole  que  el 
aparato  y  ejército  era  muy  grande:  mostraba  en  el 
rostro  tristeza  y  miedo ,  mentiroso  es  á  saber  y  fin- 
gido. Esta  maña  y  artificio  fue  causa  que  el  rey  moro 
no  tratase  de  socorrer  á  Córdoba,  en  gran  pro  de  los 
cristianos,  que  si  el  moro  viniera,  noTueran  bastan- 
tes para  resistir  y  hacer  constraste  á  los  de  la  ciudad 
y  á  los  de  fuera.  La  alegría  aue  los  nuestros  recibie- 
ron por  esta  causa,  aumento  una  nueva  cierta  que 
vino,  que  el  rey  moro  pocos  días  después  que  pasó 
esto ,  en  la  ciudad  de  Almería  en  que  estaba  á  pun- 
to para  ir  al  socorro  de  Valencia,  fue  muerto  por  los 
suyos.  Avino  esta  muerte  muy  á  buen  tiempo ,  por- 
que el  moro  era  diligente  y  valeroso  [nríncipe  ,  elo- 
cuente en  hablar,  diestro  en  persuadir  lo  que  quería, 
sosegar  y  amotinar  la  gente  según  que  le  venia  roas 
á  cuento ;  robaba  lo  ajeno,  y  daba  de  lo  suyo  franca- 
mente: en  fin  en  aquel  tiempo  ni  en  paz  ni  en  guerra 
ninguno  le  hacia  ventaja,  y  fuera  gran  parte  si  vivie- 
ra, para  que  las  cosas  de  los  moros  se  restauraran 
en  España. 

CAPITULÓ  XVÜL 

Cómo  la  ciudad  de  Córdoba  se  ganó  de  los  moros. 

En  el  medio  casi  de  la  Andalucía  en  la  parte  que 
antiguamente  se  tendian  los  pueblos  llamadk)8  Tur- 
dulos,  está  edificada  la  ciudacf de  Córdoba. Suasiento 
en  un  llano  á  las  faldas  de  Sierrainorena  ,  que  se  le- 
vanta á  la  parte  de  Septentrión  ó  Norte ,  forma  algu- 
nos recuestos  y  collados.  A  la'mano  izquierda  la  baui 
el  rio  famoso  Guadalquivir,  que  por  entrar  en  él  mu- 
chos ríos  es  tan  grande  que  se  puede  nave^r.  La 
figura  y  forma  de  la  ciudad  es  cuadrada:  estiéndese 
por  la  ribera  del  rio ,  y  así  es  mas  larga  que  ancha. 
El  tiempo  que  los  moros  la  tuvieron  en  su  poder, 
asentaron  on  ella  los  reyes  su  casa  y  silla  real ,  y  le 
quitaron  mucho  de  su  hermosura  y  gentileza  como 
gente  que  ni  sabe  de  arquitectura  ni  de  edificios ,  ni 
se  preciado  algún  primor.  Antiguamente  tenía  cinco 
puertas,  ahora  Uene  siete:  los  arrabales  de  fuera  son 
tan  grandes  como  una  entera  ciudad,  especialmente 
el  que  dijimos  se  llamado  Ajarquía  á  la  nbera  del  río 
á  la  parte  de  Levante,  que  está  todo  cercado  demoro 
y  pegado  con  la  ciudad.  El  alcázar  del  rey,  y  su  casa 
está  á  la  parte  del  Poniente  cercada  con  su  muro 
particular :  una  puente  muy  hermosa  puesta  sobre 
el  río ,  cuya  cepa  comienza  desde  la  iglesia  Mayor. 
Antiguamente  se  llamó  colonia  Patricia  porque  en 
sus  principios  la  habitaban  los  príncipes  y  escogidos 
de  los  romanos  y  de  la  tierra,  como  lo  dice  Estrabon: 
fuese  siempre  madre  de  grandes  Ingenios,  esceJenles 
en  las  artes  de  la  guerra  y  de  la  paz  :  los  campos  de 
la  ciudad  son  hermosos  y  fértiles ;  dánse  toda  ma- 
nera de  frutos  y  esquilmos ,  alegres  por  su  mucha 
frescura  y  arboleda.  No  solo  tienen  esto  en  la  llanura 
sino  los  mismos  montes  con  las  copiosas  fuentes 
crían  viñas  y  olivares  y  toda  manera  de  árboles.  En 
estos  montes  una  le^ua  de  la  ciudad  está  edificaito 
un  monasterio  de  frailes  de  San  Gerónimo,  en  (pe 
parecen  rastros  de  Córdoba  la  Vieja ,  que  edificó 


M*rco  Ubrcello  desde  .tus  príDcipios,  ó  seu  que  la 
■ttDwnld  j  adornd  en  el  tiempo  es  á  aaber  que  fuu 
pretor  m  España.  Eale  sitio  se  entiende  que  por  sor 
mal  sano  le  trocaron  en  el  lugir  en  que  al  presente 
esU. 

La  toma  desta  ciudad  fue  desla  suerte :  loa  cristia- 
nos se  apoderaron  de  una  parte  de  los  muros :  el  rey 
don  Fernando  lueso  que  liento  puso  cerco  sobre  lo 
demis,  corría  el  año  1230.  Defendiéronse  los  moros 
con  f(nnde  esfuerzo  como  los  que  se  bailaban  en  el 
úllimo  aprieto,  i^ue  suele  bacer  í  los  hombres  esfor- 
zados:  el  gran  numero  de  gdtite  que  dentro  tenian, 
y  jus  socorros  qne  de  fuera  esperaban ,  loa  bacía  asi- 
mismo confiados  ;  muchas  veces  por  las  plazas  y  por 
las  calles  peleaban  valientemente  los  unos  por  salir 
con  la  etnpresa ,  los  otros  por  la  patria  y  por  ia  liber- 
tad. Gastóse  algún  tiempo  en  esto  hasta  tanto  que 
por  la  foma  y  por  dicho  de  algunos  cautivos  que 
prendieron  los  de  dentro ,  supieron  lo  que  pasnba 
acerca  de  la  muerte  de  Abenbut ,  rey  de  Granada ,  y 

('uDtamente  que  iloa  Lorenzo  Suarez  se  era  pasado  a 
a  parte  de  los  cristianos ,  y  se  hallaba  con  los  demás 
OD  aquel  cerco :  con  esto  perdida  la  esperanza  de 
podarse  defender  con  sus  fuerzas,  y  de  ser  socorri- 
dos do  fuera ,  acordaron  de  rendirse.  Tuvieron  pláti- 
ca sobre  ello  personas  señaladas  de  ambas  partes :  los 
del  rey  encarecían  sus  fuerzas  para  sujetar  los  rebel- 
des ,  su  clemencia  para  con  loe  que  se  rendían :  los 
moros  ai  bien  entendían  el  aprieto  en  que  estaban, 
no  venían  en  lo  que  era  razón. 


I*asábase  el  tiempo  en  ilemandus  y  respuestas ,  i-u 
proponer  condiciones  y  en  reformallas :  los  crislIanoK 
vista  su  porlia ,  y  que  de  ella  cada  dia  los  cercados  se 
hallaban  en  mayor  aprieta,  se  aprovechaban  de  la 
dilación  para  agravar  las  capitulaítones ;  y  á  los  mo- 
ros, era  (orioso  pasar  por  lo  que  aitles  desechaban, 
coma  suele  acontecer  á  los  duros  yportiadoa:  final- 
mente de  grado  en  grado  se  redujeron  i  término  de 
entregar  la  ciudad  con  solo  que  les  cnncedierop  las 
vidas  y  libertad  para  irse  cada  cual  donde  meior  le 
esluviese.  Hízose  la  entrega  en  veinte  y  nueve  ue  ju- 
nio dia  de  San  Podro  j  San  Pablo:  en  señal  de  la  vic- 
toria en  lo  mas  alto  de  la  iglesia  Hayor  leirantaron 
unn  cruz  v  con  ella  el  estandarte  real  que  se  pndi:i 
verde  todas  partes.  La  iglesia  con  las  ceremonias 
acostumbradas  de  mezquiLi  que  era  ,  la  mas  famosa 
de  España,  la  consagraran  diversos  obispos  que  sc^ 
guian  la  gnerra  y  se  hallaron  en  la  tama.  Señalaron 
par  primer  obispo  de  aquella  ciudad  á  fray  Lupü 
monge  Je  Pilero,  convento  situado  cerca  del  rl» 
Pisuerga.  Conformóse  en  lodo  esto  con  la  volunlilU 
del  rey ,  y  puso  en  todo  la  roano  don  Juan  obispo  do 
Osma  ,  que  suplía  las  veces  por  su  comisión  dpl  prí-» 
mado  don  Rodrigo  aríobíspo  de  Toladn,  que  á  la  sn- 
zon  estaba  ausente  y  era  ido  i  Roma.  Juniaitienic  li^ 
dejó  los  Sellos  reales  para  ejercitar  en  üu  lugafH 
oGcio  de  chanciller  mayor  dado  por  tos  reyes  los  años 
pasados  á  los  arzobispos  de  Toledo  en  la  persona  diil 
roísmg  don  Rodrigo, 

No  se  conteiiti)  el  rey  con  lo  liedlo ,  anti-s  por 


acordarse  ysaberqdedocieotosysesenla  anos  antes 
deste  en  qne  nmos,  los  moros  btcierou  traer  las 
camiMnas  de  Santiago  de  Galicia  en  hombros  de 
cristianos ,  mandó  que  de.  la  misma'manera  las  lleva- 
sen loe  moros  hasta  panellas  en  su  lugar:  recompen- 
sa bastante  y  enmienda  de  aquella  ufa  y  afrenta. 
Idos  los  moros,  quedaba  la  ciudad  sola  y  ;rernia :  oro- 
metió  el  rey  por  sus  cartas  muchos  prívilegios  á  los 
qae  viniesen  á  poblar ,  con  que  acudieron  muchos  y 
entre  ellos  repartieran  las  casas  y  heredades.  Que- 
dó por  gobernador  de  aquella  ciudad  don  Alonso  de 
Heneses,  j  don  Alvaro  de  Castro  por  general  de 
aquellas  fronteras,  el  uno  y  el  otrocontoao  el  poder 
y  autoridad  necesaria.  A  los  títulos  reales  se  anadió 
el  de  ny  de  Córdoba  y  de  Baeza,  según  que  consta 
por  los  prívilegios  y  cartas  reales  que  de  aquel  tiempo 

Í' del  de  adelante  se  hallan.  La  silla  obispal  deCa-^ 
ahorra  por  este  tiempo  se  trasladó  i  Santo  Domingo 
de  la  Calzada  á  instancia  de  don  Juin  Pérez  ,  obispo 
de  aqnella cigdad.  Pleitearon  ndolantr;  lus  dos  ciuda- 


des sobre  este  punto  y  preeminencia  por  alfíiuii  tiriti^. 


Cómase  ganó  la  ciudad  de  Val«DcJa. 

El  rey  de  Aragón  no  Cesaba  de  acosar  los  tnotm 
del  reiiio  de  Valencia  por  todas  parles  y  con  todii 
manera  de  guerra.  El  rey  Zeit  andaba  fuera  de  Va-' 
lencia  desterrado:  estaba  de  antes  artcionado á  mu-i 
dar  de  religión,  y  con  la  comunicación  de  los  cristia- 
nos finalmeole  se  bautizó.  Asi  lo  habían  profetizado 
en  Valencia  algunos  años  antes  dus  frailea  de  San 
F'rsncísi.'o ,  fray  Juan  y  fray  Pedro,  loscualesél  mis- 
mo por  esta  causa  mandó  mntsr.  Instruido  pues  en  In 
fe ,  le  bautizaron  y  llamaron  dan  Vicente  Esto  se 
hizo  secretamente ,  porque  sabido  por  los  moros  no 
cobrasen  mas  odio  y  indignación  contri  tí,  que  nv 


3gg  awuoTECA  DE 

tenia  perdiJii  h  esperaniade  recobrar  su  reino.  Don 
Sancho  Aliones,  arzobispo  de  Zaragoza,  procuróse 
casase  conforme  al  uso  de  la  iflesia  calfilica ,  porque 
con  la  mala  costumbre  y  soltura  que  tenia  antieuD 
j  con  la  muclia  torpeía  de  gu  vida  y  deshonestidad 
jiarerla  que  hacia  buria  de  la  Religión  Cristiana  que 
tirofesaba.  La  mujer  que  rasú  con  él ,  se  llamó  Do- 
in'nfli  Lopoi,  nulurul  de  Síaragoza.  Della  nació  una 
hijallamada  Alda  Hernández,  mujer  que  fue  después 
de  don  Blasco  Jiménez,  señor  de  Árenos,  que  suce- 
dió en  otros  muchos  lugaresque  eran  del  rey  su  Bue- 
Sro ,  y  loa  lieredaron  después  los  de  Árenos.  E\  rey 
e  Aragón  para  continuar  la  empresa  comenzada 
destruyólos  campos  de  Ejerica ,  quemó  las  m  ¡eses 
que  ya  se  vian  sazonadas.  Don  Bernardo  Guillen, 
tío  dij  rey  de  parte  de  madre,  que  tenia  gran  fuma 
de  valiente ,  y  liebia  liecbo  hazañas  en  las  guerraa 
señaladas ,  fue  nombrado  por  general  de  la  frontera 
de  los  mwos  de  Valencia  para  que  resistiese  y  enfre- 
nase sus  acometimientos  y  entradas. 

Gl  mes  de  octubre  siguiente  bobo  cortes  en  la  villa 
do  Monzón ,  en  que  se  trató  continuar  y  llevar  ade- 
lante la  guerra  de  Valencia  y  de  ponelle  cerco.  Acor- 
daron otros!  por  parecer  de  todos  no  se  vedase  por 
entonces  cierta  manera  de  moneda  llamada  jaquesa. 


que  tenia  mucha  meich  de  cobre ,  y  los  que  se  halla- 
ban con  ella  ,  temian  que  si  la  probibian ,  reclbiriin 
daño  Dolable.  Por  esta  causa  se  le  concedió  .il  rey 
que  cada  casa  de  seis  d  siete  años  pagase  al  fisco 
real  un  maravedí.  El  castillo  que  se  llamaba  el  Poyo 
de  Santa  Haria ,  con  las  guerras  de  los  moros  des- 
truido ,  tos  cristianos  le  repararon ,  y  don  Bernardo 
Guillen  le  tenia  con  fuerte  guarnición.  Zaen  rey  de 
Valencia  emprendió  con  la  gente  que  tenia ,  que  se 
contabtin  seiscientos  de  á  caballo  y  cuarenta  mil 
peones ,  de  combatir  este  castillo-,  los  nuestros  con 
increíble  ánimo  y  esfuerzo  determinaróo  de  salir  de 
la  fortaleza  á  pelear  con  los  que  en  número  de  solda- 
dos lea  bacian  ventaja :  la  cosa  llegó  al  último  aprie- 
to, pero  en  lin  la  multitud  y  gran  núnieno  de  moros 
se  rindió  al  esfu^^a  y  valentía,  de  suerte  que  los 
enemigosfueron  maltratados  vencidosyahuyeuiados. 
Publicóse  por  cierto  que  San  Jorje  ayudó  á  los  cris- 
tianos ,  y  que  se  bailó  en  la  pelea :  acostumbran  los 
hombres  cuando  las  cosas  suceden  sobre  todas  las 
fuerzas  y  esperanza ,  atribuirlo  i  Dios  y  i  sus  santos 
autores  de  todo  bien.  Acrecentó  la  fe  del  milagro 
una  imagen  deNucsIraSeñora  que  se  halló  debaiode 
la  campanaque  tenían  en  el  castillo,  (xa  moradores 
de  la  comarca  hicieron  luego  una  iglesia  para  eea ta- 
lla ,  muy  devota ,  y  en  que  se  I>acen  muchos  mila- 
gros como  (o  dicen  los  de  aquella  tierra. 

La  batalla  se' dio  el  mes  de  agosto  año  de  1S37: 
murió  en  ella  don  Rodrigo  Laesia  caballero  principal. 
El  rey  dun  Jaime  sabida  la  victoria  y  el  peligro  que 
lus  suyos  Rorrian ,  partió  luego  para  allá,  especial- 
mente que  le  vinieron  nuevas  ,  aunque  falsas  que  los 
moros  Tullían  con  nuevos  soldados  de  refresco  £  la 
empresa.  Con  mayor  ánimo  y  esfuerzo  une  pruden- 
cia ,  con  solos  ciento  y  treinta  de  cabilfo  Mego  has- 


GASPAR    T   ROIG. 

la  mas  adelante  del  Pollo  y  dfrMomvíMlfo.  Allí  se  en- 
contró con  un  valiente  escuadran  de  moros  que  Hegú 
tiasla  aquellos  lugares  á  hacer  rostro  á  los  naestros: 
traía  por  capitán  i  don  Artal  de  Atagon  aue  andaba 
desterrado  entre  los  mores  y  era  hijo  de  dun  Blaacoi 
el  peligra  era  grande:  la  constancia  y  íortilcudcl 
rey  y  su  buena  dicha  remediaroD  el  daño  qoe  se  pu- 
diera temer,  sobre  todo  Dios ,  que  proveyó  se  fuesen 
loa  moros  por  otra  parte  sin  dar  la  batalla  ni  encon- 
trarse con  los  fíeles.  Et  castillo  del  Poyo  par  estar 
cerca  de  Valencia  y  lejos  de  Angón  no  se  podií  con- 
servar sin  mucha  costa  y  peligro,  especislmenle  que 
aquellos  dias  falleciera  don  Bernardo  Gnillen  tío  del 
rey,  á  cuyo  cargo  quedó  la  guarda  de  aquella  ptan; 
que  fue  la  csusa  que  el  rey  saliese  de  Zaragoia  en 
que  tuvo  el  invierno,  i(  se  pusiese  al  riesgo  ya  diclto. 
Hito  merced  i  don  Guillen  Entenxa  hijo  del  difunto 
de  todo  lo  que  él  poseía,  oücios  ftenencísR;  mer- 
ced debida  A  los  méritos  y  servicios  de  su  padre.  La 
tenencia  del  castillo  se  encomendd  á  don  Berenguel 
Ententa ,  si  bien  los  caballeros  del  reino  eran  de  pa- 
recer se  debía  deBsmparsr. 

Perseveró  el  reven  suslentaraqueicsatilloinr  ser 
de  mucha  comodidad  para  la  conquistado  Valencia; 
y  porque  los  soldados  trataban  de  liuir  y  dejalle  se- 
cretamente ,  los  juntó  en  la  capilla  del  castilfo,  y  juró 
en  el  ara  consagrada  solemnemente  de  no  volverá  su 
casa  sin  tomar  á  Valencia.  Con  esta  resolución  los 
ánimos  de  lus  soldadosque  allí  tenían,  se «Aforaa ron 
y  quedaron  allí  de  buena  gana ;  los  de  los  contrarios 
de  tal  manera  desmayaran  que  Zaen  envió  á  reque- 
rille  de  paz ,  y  ofreció  que  daría  muchos  cattillos  y 
fortalezas,  y  cierta  cantidad  de  oro  de  tributo  cada 
un  año.  El  rey  con  la  esperanzaqueieniadeganar  la 
ciudad ,  aunque  contra  el  parecer  de  los  suyos ,  todo 
lo  deshecho^  II  ayérmente  que  Almenara,  Hetera, 
Bullay  olroscastillosmuy  importSDtessele  entrega- 
ron de  su  voluntad:  con  esto  se  aumentaron  los  ini- 
mos  y  la  esperanza  de  los  soldados.  No  tenia  el  rey 
á  esta  razón  mas  que  mil  peones ,  y  trecientos  y  se- 
senta hombres  de  a  caballo.  ¿Qué  era  esta  gente  pan 
una  empresa  tan  Rrande?¿qué  osadía  y  temeridad 
aventurarse  con  fuerzas  tan  pequeñas?  mas  los  con- 
sejos atrevidos  por  (alease  tientan  comunmente  cua- 
les son  los  remates:  (al  es  el  juicio  de  loa  hombrea. 
Con  (an  poca  gen(e,  pusado  el  río  GoMlalaviar,  te 
atrevió  á  poner  sitio  á  una  ciudad  tan  grande  y  Un 
populosa.  Asentaron  los  reales  y  los  barrearon  entre 
el  Grao  (que  asi  se  llama  aquella  parte  del  mar  por 
ser  amanerado  escalones)  y  entre  la  ciudad  á  igua- 
les distancias,  una  milla  de  cada  una  deslasdos 
partes. 

Valencia  está  situada  en  aquella  parte  de  España 
que  se  llamó  Tarraconense ,  en  la  ctmarca  qoe  habi- 
taron antiguamente  los  edetanos:  su  asiento  en  una 
gran  llanun,  fértil  y  abastada  de  todo  loneceatm  i 
iavidayalregalo.annqueel  trigo  l«  viene  de  acarreo 
y  de  fuera  delreino  pirs  sustentarse.  Es  rica  de  ar- 
mas y  de  Boldadtis,  abundante  de  mercadurías  de 
toda  suerte:  de  tan  alegre  suelo  y  cielo  que  ai  padece 
frío  de  inviemo,  y  el  estio  hacen  mujf  teaiplado  los 
embales  y  los  aires  del  mar.  Sus  edificios  roagnifieos 
y  «raodes ,  sus  ciudadanos  honrados ,  de  suerte  que 
vulgarmente  se  dice  hace  á  los  estraaieros  poner  en 
olvido  sus  mismas  patrias  y  sus  nalurales.  Las  bater- 
loB  y  jardines  muchoB  y  muy  frescos ,  vicMeos  ea  de- 
masió :  loa  árboles  pM-  su  orden  concertados ,  en  es- 
pecial todo  género  de  agrura  y  da  cidrales ,  cayos 
ramos  entretejen  de  manen  que  ya  rapresenlan  di- 
versas Gguraadeaveay  deanimatesydiveraosÍDs- 
trumenlos ,  ya  los  enlazan'á  maDOv  de  aposentas  y 
retretes ,  cuya  entnda  impide  la  fuerte  (rabasoo  de 
los  ramos ,  la  vista  la  muchedumbre  y  espesura  de  bs 
hojas,  que  todo  lo  cubren  y  lo  tapan  i  maneta deona 
graciosa  enramada  que  síenipre  está  verde  y  fresca: 


RISTOMA   DE   ESPAÑA. 


I:)l4^  eran  los  campos  Elíseos,  paraíso  y  morada  de 
los  bienaventurados,  segan  que  los  fingieron  los  poe- 
tas antíffuos.  Tal  y  tan  grande  la  hermosura  desta 
ciudad  aada  por  beneficio  del  cielo ,  que  puede  com- 
petir en  esto  con  las  mas  griocípales  de  Europa. 
K  mano  izquierda  la  baña  el  rio  Guadalaviar,  que 

Sasa  entre  el  muro  y  el  palacio  del  rey  que  llaman  el 
Leal  y  y  está  por  la  parte  de  Levante  pegado  con  la 
ciudad  con  una  puente  por  do  se  pasa  cíe  la  una  parte 
á  la  otra.  Sangra  el  río  con  diversas  acequias  para 
regar  la  huerta  y  para  beber  los  ciudadanos.  Junto  al 
mar  cae  la  Albáfera,  distante  por  espacio  de  tres  mi- 
llas, de  aire  no  muy  sano,  pero  que  recompensa  este 
daño  coi^  la  abundancia  de  toda  suerte  de  peces  que 
cria  y  da.  Los  muros  de  la  ciudad  eran  entonces  de 
figura  redonda  mil  pasos  en  contorno,  cuatro  puer- 
tas por  donde  se  entraba.  La  primera  Boatelana  entra 
Levante  y  Mediodia:  la  segunda  Baldina  á  Setentrion: 
la  tercera  Templaría  (que  tomó  este  nombra  de  una 
iglesia  que  alli  edificaron  los  templarios)  á  la  parte 
de  Levante:  la  cuarta  Jareana,  entre  la  cual  y  la 
Boatelana  fortíGcó  el  rey  sus  estancias ,  por  ser  el 
lugar  mas  cómodo  para  la  batería  y  para  los  asaltos 
á  cansa  de  cierto  ángulo  ó  esconce  que  el  muro  ha- 
cia por  aquella  parte.  Dábanse  los  cristianos  toda 
diligencia  en  levantar  y  plantar  sus  máquinas  j  tra- 
bucos de  que  entonces  se  usaba,  para  combatir  las 
murallas.  El  rey  Zaen  el  primer  día  que  los  cristianos 
llegaron,  antes  de  fortificane  sacó  sus  gentes  al  cam- 
po con  muestras  de  querer  pelear :  escusaron  los 
cristianos  la  batalla  por  ser  en  pequeño  número,  y 
porqae  de  cada  dia  les  acudían  nuevas  compañías. 
Haluronse  presentes  muchos  prelados,  ricos  hombres 
y  caballeros ,  un  escuadrón  de  franceses  escogidos 
(Í3bajo  la  conducta  de  Aymilio  obispo  de  Narbona, 
socorros  y  gente  de  Ingalaterra  que  vinieron  ala  fama. 
Trabáronse  los  días  siguientes  ai^^unas  escaramuzas, 
en  que  los  contrarios  llevaroo  siempre  lo  peor;  que 
los  enfrenó  para  no  hacer  en  adelante  tan  ae  ordina- 
rio salidas.  Arrimáronse  al  muro  los  del  rey :  sacaron 
algunas  piedras  con  picos  y  palancas ,  con  que  por 
tres  partes  aportillaron  la  muralla ,  de  suerte  que 
podía  pasar  un  soldado  por  cada  parte.  Acudían  los 
cercados  á  este  daño  y  peligro  con  todo  cuidado  se- 
ffuu  el  tiempo  les  daba.  En  el  entretanto  Pedro  Ro- 
arigaez  de  Azagra  y  Jimeno  de  Urrea  con  golpe  de 

Siente  de  la  otra  parte  de  Valencia  rindieron  la  villa 
e  Cilla.  Descubrióse  asimismo  en  la  mar  la  armada 
del  rey  de  Túnez,  que  venia  en  favor  de  los  cercados 
en  número  de  diez  y  ocho  galeras  y  naves.  Surgió  á 
vista  de  la  ciudad,  con  que  Tos  moros  cobraron  ánimo 
y  entraron  en  esperanza  de  poderse  defender. 

Mas  fue  el  ruido  y  el  cuidado  que  el  efecto,  porque 
avisados  los  africanos  que  en  Tortosa  se  aprestaba 
otra  armada  contra  la  suya ,  desancoraron  y  sin  po- 
der dar  socorro  á  la  ciudad,  ni  forzará  Peñíscola  que 
está  en  aquellas  riberas  de  Valencia ,  y  asimismo  lo 
intentaron,  dieron  la  vuelta.  Comenzaron  con  esto  á 
enflaquecer  los  de  la  ciudad ,  y  por  la  gran  falta  de 
bastimentos  y  almacén ,  que  cada  dia  se  aumentaba 
(como  suele)  no  solo  por  la  estrechura  presente,  sino 
por  el  miedo  de  mayor  falta.  En  nuestros  reales  por 
el  contrario  gran  alegría,  mucha  abundancia  de  todo: 
si  bien  la  gente  era  ya  tanta  que  llegaban  á  sesenta 
mil  infantes,  y  mil  de  á  caballo.  En  todo  se  mostraba 
la  prudencia  del  rey  no  menor  que  el  esfuerzo  y  des- 
treza en  el  pelear,  tanto  que  no  se  contentaba  con 
hacer  oficio  de  caudillo  y  mandar,  sino  que  metia 
en  todo  las  manos,  tanto  que  un  dia  por  adelantarse 
mucho  lo  hirieron  con  una  saeta  en  la  frente :  la  he- 
rida ni  fue  muy  grave,  ni  tampoco  muy  ligera :  solos 
cinco  dias  estovo  retirado,  que  no  salió  en  público. 
Vinieron  á  esta  sazón  embajadores  del  papa  Gre- 
gorio y  de  las  ciudades  de  Lombardía  para  pedir  les 
enviase  socorro  contra  el  emperador  Federico  11  que 

TOMO  I. 


369 

gravemente  los  apretaba.  Ofrecían  sí  los  libraba  de 
aquella  tiranía  gravísima ,  que  los  de  aquellas  ciuda- 
des se  le  darían  por  vasallos.  Oyó  esta  embajada  ó 
trece  de  junio  de  1238  años ,  y  en  los  mismos  realee 
puso  su  amistad  con  aquella  gente  según  que  lo  de- 
mandaban y  la  reina  doña  Violante  aconsejaba ,  que 
tenia  gran  parto  en  los  negocios  y  podía  mucho  con 
su  marído  a  causa  de  sus  aventajabas  partes ,  y  que 
tenia  en  ella  una  hija  del  mismo  nombre  de  su  madre. 
Verdad  es  que  el  socorro  no  tuvo  efecto  por  estar  el 
rey  ocupado  en  las  cosas  de  España,  mayormente 
que  el  emperador,  aunque  fingidamente,  se  reconci- 
lió con  el  papa;  además  que  no  era  justo  cuidar  de 
los  males  ajenos  el  qpe  tenia  entre  las  manos  guer- 
ras tan  importantes.  Los  de  Valencia,  rodeados  de 
los  males  que  acarrea  un  largo  cerco,  y  perdida  la  es- 
peranza de  ser  socorridos  ni  de  África  ni  de  España, 
acordaron  de  rendirae.  Para  tratar  de  conciertos  salió 
un  moro  por  nombre  Alialbata ,  persona  de  cuenta  y 
muy  prívado  de  aauel  rey;  después  enviaron  otro, 
que  era  sobrino  dei  mismo  rey,  y  se  llamaba  Abul- 
hamalet:  movieron  diversos  partidos.  Todos  desea- 
ban concluir,  y  toda  tardanza  les  era  pesada, los 
unos  por  el  deseo  que  tenían  de  poseer  aquella  noble 
ciudad,  los  otros  aquejados  de  la  necesidad  y  peligro 
que  corrían. 

Finalmente  se  tomó  asiento  debajo  do  las  condi- 
ciones siguientes :  el  rey  moro  entrei^e  la  ciudad  do 
Valencia  con  los  demás  castillos  y  villas  aquende  el 
río  Jucar  :  los  moros  puedan  ir  libres  á  Cutiera  y  á 
Denía  con  seguridad  y  aebajo  la  fe  y  palabra  real :  los 
mismos,  sin  que  nadie  los  cate,  puedan  llevar  consi- 
go todo  su  oro  y  plata,  y  las  demás  preseas  que  qui- 
sieren y  pudieren :  haya  treguas  entre  los  dos  reyes 
por  término  de  ocho  años  que  se  guarden  enteramen- 
te. Para  el  cumplimiento  destas  capitulaciones  pu- 
sieron término  de  cinco  dius ;  pero  antes  que  se  lle- 
gase el  plazo  y  se  cerrase,  los  moros  acordaron  dejar 
la  ciudad  en  número  cincuenta  mil  entre  hombres, 
mujeres  y  niños.  Pasaron  por  medio  de  los  soldados 
cristianos  que  para  su  seguridad  pusieron  de  la  una 
y  de  la  otra  parte ,  pues  era  justo  cumplir  lo  que  les 
prometieron,  y  usar  de  clemencia  con  los  que  se  ren- 
dían y  les  dejaban  sus  casas. 

Víspera  de  San  Miguel  por  el  fin  de  setiembre  fai-» 
cieron  los  vencedores  su  entrada  en  Valencia ,  y  se 
apoderaron  de  aquel  reino.  Limpiaron  la  ciudad,  re- 
conciliaron y  consagraron  en  templos  de  Dios  las 
mezquitas.  (Juedó  por  primer  obispo  Ferrer  de  San 
Martin ,  preboste  de  la  iglesia  de  Tarragona :  quieu 
dice  era  de  la  orden  de  los  predicadores.  Vinieron  á 
poblar  nuevos  moradores ,  los  mas  catalanes,  de  Ge- 
rona, Tarragona,  Tortosa.  Los  campos  de  la  ciudad  y 
las  huertas  se  repartieron  por  iguales  partes  entre  los 
obispos  y  los  caballeros  y  los  ayuntamientos  de  las 
ciudades  que  ayudaron  en  la  conquista.  Cupo  eso 
mismo  su  parte  á  los  cabaJleros  Templarios  j  á  los 
de  San  Juan.  Entre  los  conquistadores  señalaron 
trecientos  y  ochenta  de  á  caballo,  que  mejoraron  en 
el  repartimiento  á  tal  que  se  encargasen  ae  guardar 
las  fronteras  de  aquel  reino ,  repartido  el  trabajo  de 
manera  que  cada  cuatro  meses  por  turno  guardaban 
los  cientos  de  ellos.  El  sitio  de  la  ciudad  no  es  muy 
fuerte,  y  sus  murallas  eran  flacas,  mayormente  que 
quedaban  maltratadas  y  aportilladas  por  causa  de  la 
guerra.  Acordó  el  rey  lortificalia  de  nuevos  muros, 
mudada  la  primera  forma  y  traza,  de  suerte  que  que- 
dasen mas  anchos  y  la  ngura  cuadrada ,  con  doce 
puertas  que  de  tres  en  tres  miran  á  las  cuatro  partes 
del  cielo.  Ordenáronse  nuevas  leyes ,  constituciones 
y  fueros  para  el  gobierno  y  sentenciar  los  pleitos. 

Por  esta  manera  el  rey  moro  Zaen  perdió  en  breve 
el  reino  que  malamente  usurpó ;  que  el  poder  adqui- 
rido contra  justicia  prestamente  desfallece.  Verdad 
es  que  él  se  preciaba  de  venir  de  linaje  de  reyes,  por- 


390 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


que  era  hijo  de  Modef,  nietodeLope,  rey  de  Murcia, 
como  arríM  ^ueda  declarado.  Las  aleffrías  q[ue  en  toda 
España  se  hicieron  por  la  toma  de  Valencia ,  fueron 
estrabrdínarías ,  mayormente  que  en  esta  conquista 
no  se  mezcló  como  en  otras  ningún  revés  ni  desastre. 
El  ejército  quedó  entero  que  apenas  faltó  cabaliero 
de  cuenta ;  solo  don  Artal  de  Alagon ,  ^ue  por  estar 
las  cosas  de  los  moros  tan  caidas  se  habia  reducido  al 
senricio  de  su  rey ,  y  en  compañía  del  vizconde  de 
Cardona  don  Ramón  Folch  fue  sobre  Villena  y  tomada 
aquella  ciudad  en  una  refriega  que  tuvieron  con  los 
moros  junto  á  Sayx  pueblo  de  aquella  comarca ,  le 
mataron  de  una  pedrada  :  no  faltó  quien  dijese  se  le 
empleaba  bien  aquel  desastre  aj  que  ayudó  á  los  mo- 
ros y  y  estuvo  de  su  parte  eA  el  tiempo  de  su  prospe- 
ridad. Este  fue  el  remate  de  la  guerra ,  y  de  la  con- 
quista muy  afamada  de  Valencia. 

Mientras  los  aragoneses  estuvieron  ocupados  en 
esta  ffuerra,  los  navarros  no  se  desmandaron  en  cosa 
alguna.  Reinaba  en  aquella  parte  Teobaldo,  conde  de 
Campana,  como  queda  dicho:  el  obispo  de  Pamplona 
se  llamaba  Pero  Jiménez  de  Gazolaz ,  sucesor  poco 
antes  de  Pedro  Ramírez  de  Piedrola.  Este  fey  con 
deseo  de  gloría  y  alabanza^  y  por  servicio  de  Dios,  con 
la  paz  de  que  gozaba  su  reino,  emprendió  guerras  es- 
trañas  y  fuera  de  España.  Fue  asi  que  el  rey  Teobaldo 
y  los  condal  Enrigue  de  Barí ,  Pedro  de  Bretaña  y 
Aymerico  de  Montorte  se  concertaron  de  pasar  con 
sus  huestes  á  la  guerra  de  la  Tierra  Santa.  Aperce- 
bido  el  ejército ,  y  puestas  las  demás  cosas  á  punto 
fmra  un  tan  largo  viaje ,  los  ^inoveses  no  les  acudie- 
ron con  la  armada  necesana  para  su  pasaje.  Enca- 
mináronse forzosamente  por  tierra :  pasaron  por  Ale- 
maña  y  Hungría  y  Constantinopla  y  el  estrecho  de 
mar  que  se  llama  Bósphoro  Thracio.  En  Cilicia  ^unto 
á  las  noces  y  estrechuras  del  monte  Tauro  corrieron 
grsn  peligro  ^  y  perecieron  muchos  de  los  suyos  á 
causa  del  gran  numero  de  turcos  que  sobre  ellos 
cargaron,  en  tanto  grado  que  apenas  la  tercera  parte 
de  MI  gente  que  sacaron ,  y  esos  enfermos  mal  pan- 
dos, llegaron  á  la  ciudad  de  Antioquía  en  aquellas 
partes  de  la  Suría.  El  remate  y  efecto  fueconforme  y 
semejable  á  los  principios  y  medios.  Siempre  en  tier- 
ra de  Palestina  les  fue  mal.  Dieron  la  vuelta  para  sus 
casas  muy  pocos.  Tal  fue  la  voluntad  de  Dios ,  tal  el 
castigo  que  merecían  los  pecados.  Los  historiadores 
franceses  ponen  esta  jornada  del  rey  Teobaldo  diez 
años  adelante,  cuando  el  rey  San  Luis  de  Francia 
frasó  á  aquella  empresa ,  y  en  su  compa&ía  el  rey  ya 
dicho  de  Navarra;  contra  esto  hace  que  el  arzobispo 
don  Rodrigo  al  fin  de  su  historia  refiera  esta  jornada 
de  Teobaldo,  y  no  pudo  alcanzar  la  de  San  Luis;  que 
era  ya  muerto,  y  puso  fin  á  su  escritura  cinco  años, 
y  no  mas,  después  deste  año  en  que  los  de  Aragón 
conquistaron  a  Valencia. 

UBBO  DECIMOTEBCIO. 

CAPITULO  I 

Cómo  muchos  pueblos  fueron  ganados  por  los  nuestros. 

Los  dos  reyes  de  España  don  Jaime  y  don  Fernan- 
do como  quier  que  antes  fuesen  esclarecidos  y  esce- 
lentes  entre  los  demás  por  sus  grandes  virtudes  y 
valor,  comenzaron  á  ser  mas  nobles  y  afamados  des- 
pués que  ganaron  á  Córdoba  y  á  Valencia.  Los  pueblos 
y  las  ciudades  dalMín  gracias  inmortales  á  los  santos 
por  las  cosas  que  dichosamente  se  habían  acabado: 
trocaban  en  publica  alegría  el  cuidado  y  congoja  oue 
tenían  del  sucedo  y  remate  de  las  guerras  pasadas. 
Los  capitanes  y  soldados  con  tanta  mayor  vigilancia 
ejecutaban  la  victoría,  y  de  todas  maneras  apretaban 
á  los  vencidos :  recatábanse  otrosí  no  les  sucediese 
alguna  cosa  contraria  y  algún  revés,  cano  ignoraban 


que  muchas  veces  después  de  la  victoria  el  suceso  de 
las  guerras  se  trueca  y  se  muda  todo  en  contrarío.  Los 
príncipes  extranjeros,  do  era  llegada  la  fema  de  taD 

grandes  hazañas ,  con  embajadas  que  enviaron ,  da- 
an  el  parabién  de  la  buena  andanza  á  los  reyes ,  y 
exhortaban  á  los  nuestros  que  por  el  camino  comen- 
zado no  dejasen  de  apretar  á  los  moros  que  se  iban  á 
despeñar  y  acabar.  Todavía  por  un  poco  de  tiempo 
se  dejaron  las  armas ,  y  se  aflojó  en  la  guerra  á  causa 
que  el  rey  de  Aragón  concedió  por  un  tiempo  tre- 
guas á  los  moros,  y  peco  después  pasó  ¿  Mom- 
peller. 

Asimismo  el  rey  don  Femando  en  Burgos  se  ocu- 
paba en  celebrar  un  su  nuevo  casamiento.  Doña 
Berenguela  con  el  cuidado  que  tenia,  como  madre, 
no  estragase  el  rey  con  deleites  deshonestos  el  vigor 
de  su  edad  en  que  estaba,  dado  que  al  juicio  de  to- 
dos no  habia  persona  ni  mas  santa  ni  mas  honesta 
gue  él ,  procuró  se  hiciese  el  dicho  matrimonio.  Do- 
na Juana  hija  de  Simón  conde  de  Potiers  y  de  Adeloy 
de  su  mujer,  nieta  de  Luis  rey  de  Francia  y  de  doria 
Isabel  hija  de  don  Alonso  el  emperador  (i),  vino  traí- 
da de  Francia  para  casalla  con  el  rey  don  Femando. 
Deste  matríroiAiio  nació  don  Femando  por  sobrenom- 
bre de  Potiera,  y  sus  hermanos  doña  Leonor  y  don 
Luis.  El  rey  concluidas  las  fiestas,  v  con  deseo  de 
visitar  el  remo ,  trujo  á  la  nueva  casada  por  las  prín  - 
cipales  ciudades  de  León  y  de  Castilla  :  visitaba  con 
esto  sus  estados.  Tenia  costumbre  de  sentenciar  los 
pleitos  y  oírlos,  y  defender  los  mas  flacos  del  poder  y 
agravio  de  los  mas  poderosos.  Era  muy  fácil  á  dar  en- 
trada á  quien  le  quería  hablar  y  de  muy  mnde  sua- 
vidad de  costumbres.  Susorejas  abiertas  alas  querellas 
de  todos.  Ninguno  por  pobre,  ó  por  solo  que  fuese, 
dejaba  de  tener  cabida  y  lugar  no  solo  en  ei  tribunal 
público  V  en  la  audiencia  ordinaria ,  sino  aun  en  el 
retrete  del  rey  le  dejaban  entrar.  Entendía  es  á  saber 
que  el  oficio  de  los  rej es  es  mirar  por  ei  bien  de  sus 
subditos,  defender  la  inocencia ,  dar  salud ,  conser- 
var, y  conitoda  suerte  de  bienes  enriquecer  el  reino: 
como  sea  no  solo  del  qué  manda  á  los  tiombres,  sino 
también  del  que  tiene  cuidado  de  los  ganados  procu- 
rar el  provecho  y  utilidad  de  aquellos,  cuyo  gobierno 
tiene  encoipendado. 

Con  este  estilo  y  manera  de  proceder  no  cesaba 
de  granjear  la  gracia  y  voluntades  así  de  los  de  León 
como  denlos  castellanos.  Llegó  á  Toledo ,  de  donde 
envió  suma  de  dinero  á  Córdoba ,  por  tener  aviso  qne 
los  nuevos  moradores  de  aquella  ciudad  por  falta  de 
la  labranza  de  los  campos  y  por  la  dificultad  de  los 
tiempos  padecían  mengua  de  mantenimientos,  y  por 
esta  causa  corrían  peligro.  Costaba  una  hanega  de 
trigo  doce  maravedís ,  la  hanega  de  cebada  cuatro; 
lo  cual  en  aquel  tiempo  se  tenia  por  grandísima  ca- 
restía. Fueron  estos  tiempos  estraordinarios,  pues 
sin  duda  se  halla  en  las  historías  que  el  ano  siguiente 
de  1239  hobo  dos  eclipses  del  sol;  el  uno  á  tres  de 
junio  que  fue  viernes ,  se  escurecíó  el  sol  á  medio  día 
como  si  fuera  de  noche :  eclipse  que  fue  muy  seña- 
lado; el  segundo  á  veinte  y  cinco  del  mes  de  junio, 
como  lo  dice  v  lo  afirma  Bernardo  Guidon  historíador 
á*i  Aragón  (2} ,  mas  parece  hobo  engaño  en  este  se- 
gundo eclipse ,  y  no  va  conforme  á  los  movimientos 
de  las  estrellas ,  pues  no  pudo  caer  la  conjunción  de 
la  luna  y  el  sol  en  aquellos  días ,  sin  la  cual  nunca 
sucede  el  eclipse  del  sol ;  ni  aun  la  luna  después  que 
se  aparta  del  medio  del  zodiaco  y  de  la  línea  eclíptica 
por  do  el  sol  discurre ,  y  en  que  es  necesarío  estén 
las  luminarias'^cuando  hay  eclipse  (de  que  tomó  el 
nombre  de  eclíptica)  no  toma  a  la  misma  antes  de 

(i)  Era  viznieta  de  Luis  rey  de  Francia;  pero  no  de  doSi 
Isabel. 

(^)  Nadie  dice  que  Guidon  haya  escrito  b  historia  de 
Aragón. 


UlSTuillA  DE  ESFANA. 


391 


paaidof  seis  meses  poco  mas  ó  menos.  Plinio  señala 
en  particular  que  el  eclipse  de  la  luna  no  vuelve  an- 
tes del  quinto  mes ,  ni  el  del  sol  antes  del  seteno.  • 

Dem¿s  desto  fue  aquel  año  desgraciado  pora  Cas- 
tilla por  la  muerte  de  dos  varones  muy  esclarecidos: 
e^tos  son  don  Lope  de  Haro  á  quien  sucedió  su  bijo 
don  Diego,  y  don  Alvaro  de  Castro,  por  cuyo  esfuer- 
zo se  mantuvieron  los  nuestros  en  el  Andalucía.  Este 
caballero  visto  el  aprieto  en  que  se  hallaban  las  co- 
sas ,  se  parti '^  para  Toledo  á  verse  con  el  rey » que 
con  otros  cuidados  parecía  descuidarse  de  lo  que  to- 
caba á  la  guuiTü.  Loucluido  esto,  ya  que  se  volvía, 
en  el  mismo  camino  murió  en  Orgaz.  A  la  sazón  que 
don  Alvaro  se  ausentó,  cincuenta  soldados  que  que- 
daron de  guarnición  en  el  castillo  de  Martos,  salieron 
del  á  robar,  y  por  su  capitán  Alonso  de  Meneses  pa- 
riente de  don  Alvaro.  Alliamar,  que  en  lugar  de 
Abenhut  nombraron  por  rey  de  Arjona,  como  enten- 
diese lo  que  pus:iba ,  y  la  buena  ocasión  que  se  le 
oírecia ,  puso  cerco  á  aquel  castillo.  La  mujer  de  don 
Alvaro  que  dentro  se  bailaba ,  en  aquel  peligro  tan  de 
repente  hizo  armar  á  sus  mujeres  y  criadas,  y  que 
tirasen  de  los  adarves  piedras  contra  los  moros .  v 
diesen  muestra  de  que  eran  soldados  :  con  este  ardid 
se  entretuvieron  basta  tanto  que  Alonso  de  Meneses 
y  sus  co.Ttpañeros  avisados  del  pel'gro  acudieron  lue- 
go. Bradihcultosa  la  entrada  en  el  castillo  por  tenelle 
los  euemicos  rodeado :  animóles  Diego  Pérez  de  Var- 
gas ciudadano  de  Toledo ,  y  por  su  orden  apretado 
su  escuadrón  y  cerrado,  pasaron  por  medio  de  sus 
eoemi^os  con  pérdida  de  pocos.  Entrados  en  el  cas- 
tillo, fuerqp  causa  que  se  salvase,  porque  los  que 
estaban  cercados  se  animaron  con  su  ayuda  y  con  es- 
perania  de  mayor  socorro  que  entendían  les  acudi- 
ría. El  rey  moro  por  salille  vana  su  esperanza ,  y 
forzado  de  no  menos  faita  de  vituallas ,  alzó  el  cerco. 

Pusieron  estos  negocios  en  gran  cuidado  al  rey, 
que  consideraba  cuantas  fuerzas  lé  fultaban  por  la 
muerte  de  dos  capitanes  tan  señalados ,  cuanto  atre- 
vimiento hablan  cobrado  los  moros.  Por  esta  causa 
desde  Burgos ,  dónde  era  ido  con  intento  de  llegar 
dinero  para  la  guerra ,  á  grandes  jornadas  se  partió 

Sa"a  Córdoba.  Uevó  consigo  á  sus  hijos  don  Alonso  y 
on  F> ruando ,  mozos  de  escelenies  naturales,  y 
do  edad  á  propósito  para  tomar  las  armas.  El  paáre 
como  sagaz  pretendía  que  los  primeros  principios  y 
ensayos  de  su  milicia  fuesen  en  la  guerra  contra  los 
infieles  enemigos  de  los  cristianos.  Pretendía  otrosí 
con  el  uso  de  las  armas  despertar  su  esfuerzo  y  hace* 
Dos  hábiles  nara  todo.  En  el  mismo  tiempo  el  rey  don 
Jaime  fue  á  Mompeller  para  ver  si  podia  juntar  algún 
dinero  de  aquellos  ciudadanos  para  la  guerra ,  de 
que  tenia  no  menos  falta  que  la  que  en  Castilla  se 
padecía.  Deseaba  asimismo  sosegar  ios  moradores  de 
aquella  ciudad,  que  andaban  divididos  en  bandos, 
castigando  á  los  culpados  :  lo  uno  y  lo  otro  se  hizo. 
El  rey  moro  Albifmar  juutó  á  los  demás  estados  que 
tenia ,  el  señorío  de  Granada  con  voluntad  de  aquellos 
ciudadanos :  ciudad  poderosa  en  armas  y  en  varones 
y  que  por  la  fertilidad  de  sus  campos  no  tiene  men« 
gua  de  cosa  alguna.  Este  fue  el  príocipio  del  reino  de 
Granada  que  duró  desde  entonces  hasta  el  tiempo  y 
memoria  ae  nuestros  abuelos.  En  Murcia  por  oilio  que 
tenían  á  Albamar ,  los  ciudadanos  alzaron  por  su  rey 
auno  llamado  Hudiel :  ocasión  de  que  se  comenzaron 
las  enemistades  graves  y  para  aquella  gente  perjudi- 
ciales ,  que  largo  tiempo  se  continuaron  entre  aque- 
llas dos  ciudades. 

Los  moros  de  Andalucía  cansaban  á  ios  nuestros 
con  rebates :  valíanse  de  engaños  j  celadas  sin  que- 
rer venir  á  la  batalla;  al  contrario  diversas  compañías 
de  soldados,  enviados  por  el  rey  don  Femanao,  en 
tierra  de  los  enemigos  se  apoderaban  de  castillos, 
pueblos  y  ciudades  cuando  por  fuerza ,  cuando  por 
rendirse  de  su  voluntad,  en  particular  sujetaron  el 


señorío  de  cristianos  á  Ecija ,  Estepa ,  Lueena ,  Por- 
cuna ,  Marcheua  ( los  antiguos  la  llamaron  Martia) 
Cabra,  Osuna ,  Baena.  Los  pueblos  menores  que  se 
ganaron ,  no  se  pueden  contar  ni  aun  entonces  se 
pudiera  hacer  cuando  la  memoria  estaba  fresca :  par- 
te dellos  se  dio  á  las  órdenes  de  Santiago  y  de  Cala- 
trava  y  á  los  obispos  que  acompañaban  al  rey  para 
ellos  y  sus  sucesores  :  parte  también  se  entregaron 
en  particular  á  los  grandes  y  caballeros.  Los  moros 
por  estas  pérdidas  cobraron  tanto  miedo  cuanto  nun- 
ca tuvieran  antes.  Un  cierto  moro  del  linaje  de  los 
Almohades,  avisado  en  África  del  peligro  que  su 
gente  corría,  con  esperanza  do  fundar  un  nuevo  es- 
tado ,  y  deseoso  de  acaudillar  las  reliquias  y  fuerzas 
de  los  moros  de  Espaiía  pasó  ultra  mar  :  la  voz  era 
vengar  por  las  armas  la  afrenta  de  su  nación  y  las 
injurias  que  se  hacían  á  larelifiion  de  sus  padres.  Pu- 
diera este  acometimiento  ser  díe  consideración ,  si  no 
atajaran  sus  intentos  la  diligencia  de  los  nuestros  y 
la  buena  dicha  del  rey  que  le  prendió  y  bobo  á  las 
manos  :  con  qué  mdustria  ó  en  qué  lugar,  no  se  es- 
cribe, ni  aun  refieren  el  nombre  que  el  moro  tenia, 
ni  lo  que  del  se  hizo;  en  el  caso  no  se  duda. 

A  Alhamar  rey  de  Granada  otorgó  treguas  por  un 
año  el  rey  don  Fernando  :  con  que  gastados  no  me- 
nos de  trece  meses  en  aquella  empresa  y  jornada, 
dio  la  vuelta  ¿  Toledo ,  do  su  madre  y  mujer  le  espe- 
raban, alegres  con  las  victorias  presentes.  De  allí 
pasó  á  Burgos,  y  trasladó  la  universidad  de  Falencia 

3ue  fundó  el  rey  don  Alonso  su  abuelo,  á  la  ciudad 
e  Salamanca.  Convidóle  ¿  hacer  este  trueco  la  como- 
didad del  lugar  por  ser  aquella  ciudad  muy  á  propó- 
sito para  el  ejercicio  de  las  letras  :  el  río  Tormos  que 
por  ella  pasa  la  hace  abundante,  su  cielo  saludaole 
y  apacible,  finalmente  propio  albergo  de  las  letras  y 
erudición.  Pretendía  otrosí  con  este  beneficio  ganar 
las  voluntades  del  reino  de  León  en  que  está  Sala- 
manca ;  y  aun  don  Alonso  su  padre  rey  de  León  los 
años  pasados  para  que  sus  vasallos  no  tuviesen  nece- 
sidad de  ir  á  Castilla  á  estudiar,  enderezó  en  aquella 
ciudad  cierto  principio  de  universidad ,  pequeña  á 
la  sazón  y  pobre ,  al  presente  por  el  cuidado  y  libera- 
lidad de  don  Fernando  su  híjn^  y  mas  adelante  por  la 
franqueza  de  don  Alonso  su  nieto ,  como  de  príncipe 
muy  aficionado  á  los  estudios  y  á  las  letras ,  se  au- 
mentó de  tal  suerte  que  en  ninguna  parte  del  mundo 
hay  mayores  premios  para  la  virtud  ni  mas  crecidos 
salarios  para  los  profesores  de  las  ciencias  y  arles. 

Don  Diego  de  Haro.  señor  de  Vizcaya,  primera  y 
segunda  vez  no  se  sabe  la  causa,  pero  anduvo  por 
este  tiempo  alborotado :  la  blandura  del  rey  don  Fer- 
nando y  su  buena  manera ,  y  el  cuidado  que  en  ello, 
puso  don  Alonso  su  liijo ,  le  hicieron  sosegarse  con 
dalle  mayores  honras  y  hacelle  mas  crecidas  merce- 
des que  antes,  de  que  se  tuvo  consideración  á  los 
servicios  de  sus  antepasados;  adem  s  que  era  mala 
sazón  para  ocuparse  en  alteraciones  domésticas  por 
la  buena  ocasión  que  se  ofrecía  de  desprraígar  el 
nombre  y  nación  délos  moros  de  España.  Sucedieron 
estas  cosas  el  año  de  1240;  el  cual  año  no  solo  para 
Castilla  fue  dichoso,  sino  Umbien señalado,  y  de 
mucha  devoción  para  los  aragoneses  por  el  milagro 

3U6  sucedió  en  el  castillo  de  Chio.  Por  la  ausencia 
el  rey  los  soldados  que  quedaron  de  guarnición  en 
Valencia ,  salieron  en  compañía  de  Guillen  Aguilon  y 
de  otros  caballeros  á  correr  y  robar  las  tierras  de 
moros :  cargsron  sobre  el  territorio  de  Játíva,  y  to- 
maron á  Rebolledo  de  sobresalto.  Ed  aquellos  mon- 
tes estaba  el  castillo  de  Chio,  como  llave  de  un  valle 
muy  fresco  y  abundante.  Pusiéronse  sobre  él :  los 
cercados  con  ahumadas  apellidaron  en  su  ayuda  á  los 
moros  de  la  comarca ,  que  se  juntaron  en  número  de 
veinte  mil,  y  asentaron  sus  reales  á  vista  del  castillo. 
Los  cristianos  eran  pocos,  mas  valientes  y  animosos: 
determinados  de  pelear  con  aquella  morisma ,  con  el 


J9t 


BIBUOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


sol  se  pusieron  á  oír  misa,  á  que  querían  comulgar 
seis  de  los  capitanes ;  en  esto  oyeron  tal  alarido  en 
los  reales  por  causa  de  los  moros  que  de  repente  los 
acometieron ,  que  les  fue  forzoso  dejada  la  misa  acu- 
dir á  las  armas.  El  presto  envolvió  y  escondió  las  seis 
formas  consagradas  en  los  corporales,  que,  vencidos 
los  moros ,  hallaron  bañados  en  la  sangre  que  de  las 
formas  salió.  Ganada  la  victoria ,  forzaron  luego  y 
abatieron  aquel  castillo.  Los  corporales  se  guardan 
en  Daroca  con  mucba  devoción  :  la  hijuela  en  un 
convento  de  dominicos  de  Carboneras  puesta  allí  por 
su  fundador  don  Andrés  de  Cabrera  marqués  de  Mo- 
ya ,  ca  la  bobo  por  el  mucho  favor  que  alcanzó  con 
los  reyes  católicos. 

Yuelto  el  rey  don  Jaime ,  los  moros  se  le  querella- 
ron de  aquella  entrada  fuera  de  sazón ,  y  él  les  hizo 
enmienda  de  los  daños.  Verdad  es  que  luegoque  es- 
piraron las  treguas,  con  mejor  orden  rompió  por 
sus  tierras ,  en  que  tomó  el  castillo  de  Bayrén ,  pues- 
to en  un  valle  en  que  se  da  muy  bien  el  azúcar  y 
arroz  como  en  toda  aquella  campaña  de  Gandía :  ga- 
nóse también  Villena.  Cercaron  á  Játiva ,  mas  no  se 
pudo  tomar,  si  bien  rindieron  á  Castellón ,  (jue  está 
una  legua  solamente  de  aquella  ciudad.  Hallábase  el 
rey  don  Jaime  ocupado  en  esta  guerra,' con  que  pre- 
tendía desarraigar  la  morisma  de  aquella  comarca 
toda ,  cuando  otros  mayores  cuidados  le  hicieron  al- 
iar la  mano  para  acudir  á  las  cosas  de  Francia  que  le 
llamaban. 

CAPITULO  U. 
Cómo  el  reino  de  Murcia  se  entregó. 

Compuestas  pues  y  ordenadas  las  cosas  conformé 
al  tiempo  y  al  lugar  en  la  una  provincia  y  en  la  otra, 
es  á  saber  en  Castilla  y  en  Aragón ,  en  un  mismo 
tiempo  el  rey  don  Jaime  trataba  de  la  jomada  de 
Francia ,  y  el  rey  don  Fernando  de  volver  á  la  empre- 
sa de  Andalucía.  Sin  embargo  una  grande  enferme- 
dad, de  que  el  rey  don  Fernando  cayó  en  la  cama, 
fue  causa  que  no  pudiese  salir  de  Burgos  :  así  don 
Alonso  su  hijo  mayor  fue  forzosamente  enviado  de- 
lante á  aquella  guerra ,  á  causa  que  el  tiempo  de  las 
treguas  concertadas  con  el  rey  de  Granada  espiraba, 
y  era  menester  acudir  á  los  nuestros  y  que  no  les  fal- 
tase el  socorro  necesario.  Llegado  don  Alonso  á  To- 
ledo, se  le  ofreció  ocasión  de  otra  cosa  mas  importante 
y  fue  que  los  embajadores  de  Hudiel  rey  de  Murcia 
venían  á  ofrecer  en  su  nombre  aquel  reino  con  estas 
condiciones  :  que  el  rey  Hudiel,  recebido  en  la  pro- 
tección de  los  reyes  de  Castilla ,  fuese  defendido  por 
las  armas  de  los  nuestros  de  toda  fuerza  y  agravio  así 
doméstico  como  de  fuera ;  y  en  narticular  le  ayuda- 
sen contra  las  fuerzas  del  rey  Alhamar,  al  cual  co- 
nocía no  poder  resistir  bastantemente  :  que  en  tanto 
aoe  él  viviese ,  para  sustentar  su  vida  quedasen  por 
él  la  mitad  de  las  rentas  reales. 

Estas  condiciones  parecieron  al  infante  don  Alonso 
muy  aventajadas,  y  la  fortuna  (cierto  Dios)  ofrecia 
una  buena  ocasión  de  una  grande  empresa  y  prospe- 
ridad. Era  menester  apresurarse ,  porque  si  se  dete- 
nía ,  todos  ó  la  mayor  parte  no  mudasen  de  parecer : 
tan  grande  es  la  inconstancia  y  mutabilidad  que  tiene 
la  gente  de  los  moros.  Por  esta  causa  sin  esperar  á 
dar  parte  á  su  padre ,  como  á  cosa  cierta  se  partió 
luego  tras  los  embajadores  que  envió  dolante.  Llega- 
do ,  sin  diíjcultad  se  apoderó  de  todo,  y  puso  guarni- 
ciones en  el  reino  que  de  su  voluntad  se  le  entrega- 
ba ,  en  especial  en  el  mismo  castillo  de  la  ciudad  de 
Murcia  :  ios  señores  moros  conforme  á  la  autoridad 
de  cada  uno  fueron  premiados  con  señalalles  ciertas 
rentas  cada  un  año.  La  ciudad  de  Lorca ,  que  de  los 
antiguos  ftie  llamada  Eüocrota ,  la  de  Cartagena  y 
Muía  no  quisieron  sujetarse  al  señorío  de  los  cristia- 
nos, ni  seguir  el  común  acuerdo  de  les  demás.  Era 


cosa  lar^  usar  de  fuerza,  y  don  Alonso  no  venia  bíeo 
apercebido  para  hacer  guerra ,  como  el  que  vico  de 
ptiz  :  por  esto  contento  con  lo  demás  de  que  se  apo^ 
aeró ,  volvió  por  la  posta  á  su  padre ,  que  ya  conva- 
lecido ,  era  llegado  a  Toledo ,  y  alecre  con  tan  buen 
suceso,  y  deseoso  de  confirmar  los  ánimos  de  los  mo- 
ros en  aquel  buen  propósito  determinó  de  pasar  ade- 
lante y  visitar  en  persona  aquel  nuevo  reino  :  hállase 
un  privilegio  suyo  dado  en  Murcia  al  templo  de  Santa 
María  de  Valpuesta  en  ui^uella  sazón. 

Desde  allí  fue  necesario  que  el  rey  don  Fernando 
y  don  Alonso  £U  hijo  volviesen  á  Burgos  por  cosas 
que  se  ofrecían  de  grande  importancia.  En  el  mismo 
tiempo  doña  Berenguela  hija  del  rey  se  metió  monja, 

Ír  consagró  á  Dios  su  vir^uidad  en  el  monasterio  de 
as  Huelgas.  Don  Juan  obispo  de  Osma  le  puso  el  velo 
sa^do  sobre  la  cabeza  como  era  de  costumbre.  Don 
Jaime  rey  de  Aragón  se  entretenía  en  Mompeller, 
donde  después  de  asentadas  las  cosas  de  Aragón ,  y 
dejando  para  el  gobierno  en  su  lucar  á  don  Jiroeno 
obispo  de  Tarazooa  (i),tní  ido.  Viniéronle  á  visiur 
los  condes  de  la  Proenza  y  de  Tolosa;  la  voz  y  color 
era  que  estos  príncipes  querían  hacer  reverencia  al 
rey  y  visitalle;  pero  de  secreto  se  trató  que  el  conde 
de  Tolosa  hiciese  divorcio  con  doña  Sancl»  tía  del 
rey  don  Jaime :  es  cosa  ordinaria  que  ningún  respeto 
ni  parentesco  es  bastante  para  enfrenar  á  los  prínci- 
pes cuando  se  trata  del  derecho  de  reinar.  Dona  Jua- 
na como  nacida  de  aguel  matrimonio  por  no  tener 
hermanos  varones  había  de  llevar  como  en  dote  á  don 
Alonso  su  marido  conde  de  Potiers  y  hermano  de 
Luís  rey  de  Francia  la  sucesión  del  principado  de  su 

Íiadre.  Esto  llevaba  mal  el  rey  don  Jaime ,  que  á  los 
raoceses  se  les  allegase  un  estado  tan  principal: 
buscaban  algún  color  para  que  repudiada  la  príuieni 
mujer,  el  conde  se  casase  con  otra,  y  por  este  orden 
tuviese  esperanza  de  tener  hijos  varones.  Era  esto 
contravenu*  á  lo  concertado  en  París  como  se  dijo 
arriba. 

Acordóse  que  para  este  efecto  y  para  prevenirse 
cootra  el  poder  de  Francia  los  tres  principes  hiciesen 
liga  entre  si :  efectuóse  y  tomóse  este  asiento  á  cinco 
del  mes  de  junio  año  de  <24i.  En  el  mismo  año  á 
veinte  y  dos  de  agosto  murió  Gregorio  Nono  pontíGce 
romano.  Sucedió  Celestino  Cuarto  por  cuya  muerte, 
que  fue  dentro  de  diez  y  siete  días  después  de  su 
eleccioQ ,  Inocencio  Cuarto  deste  nombre ,  natural 
de  Genova,  después  de  una  vacante  de  veinte  meses 
se  encargó  del  gobierno  de  la  iglesia  romana.  En 
tiempo  destos  pontíGces  Hugon  frailo  dominico  y  car- 
denal ,  natural  de  Barcelona  (2),  famoco  por  su  mu- 
cha erudición  y  letras  escribía  largamente  comen- 
tarios sobre  los  libros  casi  todos  de  la  Escritura 
sagrada.  Este  famoso  varón  fue  el  primero  que  aco- 
metió ,  con  ánimo  sin  duda  muy  grande ,  de  hacer  las 
concordancias  de  la  Biblia ,  obra  casi  infinita ;  la  cual 
traza  puso  en  ejecución  y  salió  con  ella  ayudado  de 
quinientos  mongos.  La  diligencia  de  Hugon  imitaron 
después  los  hebreos  y  también  los  griegos ;  con  que 
no  poco  todos  ayudaron  los  intentos  de  las  personas 
dadas  á  los  estuclios  y  letras. 

CAPITULO  lU. 
Cómo  el  rey  don  Femando  partió  para  el  Andalucía. 

Entretanto  que  en  Francia  pasaba  lo  que  se  lia 
dicho ,  en  el  Andalucía  concluido  el  tiempo  de  las 
treguas  que  se  concertó ,  se  hacia  la  guerra  ni  con 
grande  esfuerzo  y  pujanza  por  estar  el  rey  don  Fer- 
nando embarazaao  en  otros  cuidados ,  ni  con  suceso 
alguno  digno  de  memoria  por  la  una  ni  por  la  otra  par- 
te ;  bien  que  don  Rodrigo  Alfonso  por  sobrenombre  de 

( 1 )  Era  un  caballero  principa),  y  no  obispo. 

(3)  Nació  en  Vieoa  del  Delfiaado,  y  oo  en  Barcckwa. 


IIISIURU  DL  KSPANA. 


Leoa ,  hermano  bastardo  del  rey  dou  Feraando ,  en 
lina  entrada  que  Ijízo  en  las^  tierras  de  Granada  con 
intento  de  robar,  quedó  vencido  en  una  pelea  por  los 
iiioroft  que  en  mayor  número  se  juntaron.  Murieron 
011  la^pelea  don  Isidro  comendador  de  Martos ,  que  ya 
era  aquella  villa  de  los  caballeros  de  Calatrava,  y 
Mirtin  Ruiz  Argote  con  otras  personas  nobles  y  de 
cuenta .  y  soldados  en  gran  numero :  que  fue  una 
gran  pérdida  para  los  nuestros  asi  de  gente  como 
mengua  de  reputación ,  por  lo  cual  mas  que  por  la 
verdad  y  realidad  de  las  cosas  se  suelen  gobernarlos 
susesos  de  la  guerra.  El  rey  moro  ensoberbecido  con 
esta  victoria  talaba  nuestras  tierras  sin  que  ninguno 
le  fuese  á  la  mano  ^  mudada  la  fortuna  de  la  guerra, 
y  trocaiio  en  atrevimiento  el  temor  y  miedo  que  los 
moros  teman  antes. 

El  rey  don  Fernando ,  avisado  Hel  peligro  y  del  da- 
llo, mandó  en  Burgos  ¿  su  hijo  don  Alonso  se  apre- 
surase (lara  asegurar  con  su  presencia  el  nueyo  reino 
se  Murcia,  por  estar  él  determinado  de  partirse  para 
(*1  Andalucía.  Luego  pues  que  llegó  ¿  Andújar ,  dio 
tí!  gasto  á  los  campos  de  Arjona  y  de  Jaén ,  ciudades 
(|ue  se  teoian  en  poder  de  los  omros.  Arjona  no  inu- 
( ho  después  se  ganó  de  los  moros  con  otros  pequeños 
lucres  flue  se  lomaron  por  aquella  comarca.  Desde 
!iHi  envió  el  rey  £  otro  su  hermano  don  Alonso  señor. 
lie  Molina  á  lo  mismo  con  un  grueso  ejército  que  le 
seguia,  con  que  hizo  entrada  en  los  campos  y  tierra 
de  Granada  sin  parar  hasta  ponerse  soore  aquella 
ciudad.  El  rey  aun  Fernando  por  sospechar  lo  que 
iHMiria  suceder ,  á  causa  que  de  todas  partes  acudirían 
fiis  morosii  dar  socorro  a  los  cercados,  y  con  deseo 
lie  apretar  el  cerco  sobrevino  él  mismo  con  mayor 
^olpe  de  gente.  Con  su  venida  y  ayuda  el  ejército  que 
acudió  de  los  moros,  aunque  era  muy  grande,  rué 
vencido  en- la  pelea  y  desbaratado;  pero  no  pudieron 
ios  nuestros  ganar  la  ciudad  por  estar  muy  fortali- 
da  asi  por  el  sitio  v  baluartes  como  por  la  muche- 
dumbre que  tenia  de  los  ciudadanos ,  especial  qne  en 
el.mismo  tiempo  vino  aviso  que  los  moros  Gazules, 
nombre  de  parcialidad  entre  aquella  gente,  tenian 
apretado  á  Martos  con  cerco  que  le  pusieron. 

llovido  el  rey  por  esta  nueva  envió  adrante  á  don 
Alonaostt  hermano  y  al  maestrede  Galatrava  para  so- 
correr, á  los  cacados,  cuya  venida  no  esperaron  los 
mores.  Pareció  al  rey  se  habia  hecho  lo  que  bastaba 
para  conservar  su  reputación  con  la  rota  que  dieron 
ai  enemigo,  no  menor  de  la  que  los  suyos  antes  reci- 
bieron ,  además  que  se  les  tomaron  muchos  lugares. 
Volvió  con  su  ejército  salvo  á  Córdoba  el  año  de  i  242. 
Don  Alonso  su  nijo  por  otra  pártese  sobernaba  en  lo 
de  Murcia  no  con  meoor  prosperidad ,  porque  de  los 
tres  pueblos  qne  se  dijo  no  querían  sujetarse  á  los 
cristianos,  por  fuerza  liizo que  Muía  se  rindiese á su 
voluntad.  Dió  oti'os  1  el  gasto  á  los  campos  de  Lorca  y 
de  Cartagena ,  y  les  hizo  todo  mal  y  daño ,  tanto  que 
perdido  de  todo  punió  el  brío ,  trataban  entro  si  de 
entregarse.  A  Sancho  Mazuelos  por  lo  mucho  que  en 
esta  guerra  sirvió ,  le  dió  el  infante  don  Alonso  la  vi- 
lla de  Alcjiudete  oue  está  cerca  de  Bugarra :  tronco 
y  cepa  de  los  conues  de  Alcaudele  asaz  nobles  y  co- 
nocidos en  Castilla. 

El  rey  venido  el  invierno  se  fue  al  Pozuelo,  do  su 
madre  doña  Berengucla  era  Husada  con  deseo  de  velle 
y  comunicalle  algunas  puridades  por  ser  va  de  mu- 
chos años  y  estaren  lo  postrero  de  su  edaa.  Detúvose 
con  ella  y  por  su  causa  en  aquel  lugar  cuarenta 
y  cinco  días.  Estos  pasados ,  doña  Eerenguela  se 
volvió  á  Toledo,  el  rey  á  Andújaral  principio  del 
año  de  1243:  la  reina  su  mujer  que  le  hacia  compa- 
ñía se  quedó  en  Córdoba.  Las  tierras  de  los  moros 
«leba jo  la  conducta  del  mismo  rey  don  Fernando  mal- 
trataron los  cristianos  por  todas  partes,  las  de  Jami  y  | 
i'is  de  Alcalá  por  sobrenombre  Benzayde ,  I  llora  fue 
quemada ;  llegaron  con  las  aniius  h  ista  dar  vista  á  la 


3&a 

misma  ciudad  do  Granada.  Don  Pela  yo  Correa  maes- 
tre de  Santiago,  que  acompañó  al  infante  don  Alonso 
en  la  guerra  de  Murcia  y  fue  gran  parte  en  todo  lo 
que  se  hizo ,  por  este  tiempo  paso  al  A  ndalucía,  y  per- 
suadió al  rey,  que  dudoso  estaba,  con  muchas  razones 
pusiese  cerco  con  todas  sus  fuerzas  sobre  la  ciudad 
de  Jaén  que  tantas  veces  en  balde  acometieran  á  ga- 
nar: ofrecíanse  grandes  dificultades  en  esta  demanda, 
dentro  de  la  ciudad  gran  copia  de  hombres  y  de  ar- 
mas y  muchas  vituallas ,  la  aspereza  del  sitio  y  forta- 
leza de  los  muros,  además  que  no  era  á  propósito  el 
lugar  para  levantar  máquinas  y  aprovecharse  de  otro:i 
ingenios  de  guerra.  Está  aquelld  ciudad  puesta  al  la- 
do deun  monte  áspero,  tendida  en  largo  entre  Levante 
y  Mediodía,  es  menos  ancha  que  larga,  tiene  mucha 
a^ua  y  bastante  por  las  fuentes  perpetuas  y  muy 
frías  de  que  goza,  el  rio  Guadalquivir  corre  á  tres 
leguas  de  distancia :  los  moros  los  años  pasados  para 
que  sirviese  de  muy  fuerte  baluarte ,  la  tenian  pro- 
veída de  municiones,  soldados  y  de  todas  las  cosas: 
ella  por  si  misma  era  de  sitio  muy  áspero .  las  fortifi- 
caciones y  soldados  la  hacían  inexpugnable. 

Venció  todo  esto  la  autoridad  y  constancia  de  don 
Pelayo  para  qne  se  pusiese  cerco  á  aquella  ciudad: 
proveyéronse  todas  las  cosas  necesarias,  y  el  cerco 
se  comenzó  y  apretó  coa  todo  cuidado ,  que  en  mu- 
chos dias  y  con  muchos  trabajos  poco  parecía  su 
adelantaba.  Sucedió  que  en  Granada  se  alborotó  la 
parcialidad  y  bando  de  los  Oysimeles  gente  podero- 
sa. Corría  aquel  rey  moro  por  esta  causa  peligro  de 
perder  U  vida  y  el  reino:  suspenso  y  congojado  con 
este  cuidado  deseaba  buscar  socorros  contra  aquellas 
alteraciones :  ninguna  cosa  hallaba  segura  fuera  de 
la  ayuda  de  los  cristianos.  Acordó  con  seguridad  que 
le  dieron ,  venir  á  los  reales  á  verse  con  el  rey  don 
Fernando:  tuvieron  su  habla  y  trataron  de  sus  ha- 
ciendas. El  moro  prometía  que  ayudarla  al  rey  dou 
Fernando,  y  le  serviría  fuerte  y  lealmente,  si  le  re- 
cibiese en  su  fe  y  protección ;  y  en  señal  de  sujeción 
de  primera  llegada  le  besó  la  mano.  Tomóse^con  él 
asiento ,  y  hízos^»  confederación  yT^lianza  con  estas 
capitulaciones:  Jaén  se  rinda  luego:  las  rentas  rea- 
les de  Granada  se  dividan  en  instes  partes  entre  los 
dos  reyes ,  que  llegaban  por  ano  en  aquella  sazón  ú 
ciento  y  setenta  mil  ducados:  el  rey  moro  como  feu- 
datario todas  las  veces  que  fuere  llam.'ido,  sea  obligado 
á  venir  á  las  cortes  del  reino :  los  iiiismos  enemigos 
sean  comunes  á  entrambos  y  también  l.)S  amigos. 

Era  cosa  muy  honrosa  pera  el  rey  don  Fernando 
que  hombres  de  diversa  religión  hiciesen  del  con- 
hanza ,  y  pretegdiesen  su  amistad  y  compañía  con 
tan  ardiente  deseo  y  partidos  tan  desaventajados.  Con 
esto,  hecha  la  confederación,  se  rindió  la  ciudad:  el 
rey  entró  dentro  con  una  solemne  procesión.  Mandó 
rehacer  los  muros ,  y  limpiado  el  templo ,  procuró 
fuese  consagrado  á  la  manera  de  los  cristianos  pof 
don  Gutierre  obispo  de.Córdoba;  y  para  que  la  devo- 
ción y  veneración  fuese  mayor ,  le  hizo  catedral ,  y 
puso  propio  obispo  en  aquella  ciudad.  Sobre  el  tiem- 

Po  en  que  se  ganó  Jaén ,  no  concuerdan  los  autores: 
»8  mas  doctos  y  diligentes  señalan  el  ano  mil  y  dos- 
cientos y  cifiírenta  y  tres ,  los  Anales  de  Toledo 
añaden  á  este  cuento  tres  años,  y  señalan  quo  se  to- 
mó mediado  de  abril.  Duró  el  cerco  ocho  meses;  y 
aunque  el  invierno  fue  muy  recio,  siempre  los  nues- 
tros perseveraron  en  los  reales.  En  este  año  puso  fin 
á  su  nistoria  el  arzobispo  don  Rodrigo ,  que  dice  fue 
de  su  pontificado  el  trigésimo  tercio.  En  el  siguiente 
hallo  que  loscatalanes  y  aragoneses  anduvieron  albo- 
rotados entre  sí,  y  contrastaron  sobre  los  términos 
de  cada  uno  de  aquellos  estados ,  poi^e  entrambos 
pretendían  que  lú^rida  era  de  su  jurisdicción.  Los> 
aragoneses  alegaban  que  sus  tierras  y  sus  aledaños 
llegaban  hasta  el  xio  Se^re:  los  catalanes  señalaban 
por  término  romun  al  no  Cínga. 


394 


BIBLIOTECA    DB   CASPAft    Y   KOlC. 


El  rey  don  Jaime  se  mostraba  mas  aficionado  á  los 
catalanes  porque ,  dividido  el  reino,  pretendía  dejar 
á  don  Alonso  su  hijo  mayor  por  heredero  de  Aragón, 
y  el  principado  de  Cataluña  quería  mandar  á  don 
Pedro  hijo  menor  y  mas  amado ,  habido  en  doña 
Violuote  su  segunda  Ynujer.  Nombraron  jueces  para 
que  señalasen  la  raya  y  los  términos:  alegnron  las 
partes  de  su  derecho:  finalmente  cerrado  el  proce^ 
>o,  en  unas  cortes  que  se  juntaron  en  Barcelona, 
dio  el  rey  sentencia  en  favor  délos  catalanes,  á  cuyo 
princijKulo  adjudicó  todo  aquel  pedazo  de  tierra  que 
ciñen  ios  ríos  Segre  y  Cinga :  resolución  que  ofendió 
los  ánimos  á  don  Alonso  su  hijo  y  de  muchofi  señor 
res  de  Aragón  ,  y  aun  de  los  catalanes.  Lo  qne  prin- 
cipalmente  les  daba  diss;usto ,  era  que  díTidido  el 
remo  en  partes ,  era  necesario  se  enflaqueciesen  las 
fuerzas  de  los  cristianos.  Por  esto  el  infante  don 
Alonso  claramente  se  apartó  de  su  padre;  y  sentido 
del  se  estaba  en  Calatayud ,  y  con  él  los  que  seguían 
su  voz.  Estos  eran  don' Fernando  tío  del  rey  abad  de 
Montaragon,  don  Pedro  Rodríguez  de  Azagra,  don 
Pedro  infante  de  Portugal,  y  otras  personas  princi- 
pales y  de  grandes  estados,  de  la  una  nación  y  de  la 
otra ,  aragoneses  y  catalanes ;  que  á  todos  común* 
mente  alU'raba  aquella  novedao  y  acuerdo  del  rey 
muy  errado. 

CAPITULO  IV. 
Que  lian  Sancho  rey  de  Portugal  fue  echado  del  reino. 

Los  portuf^ueses  andaban  divididos  en  bandos  y 
alterados  con  revueltas  domésticas  y  alborotos  por  la 
ocasión  que  se  dirá.  Don  Sancfio  Segundo  deste  nom- 
bre ,  llamado  Capelo  de  la  forqia  y  sombrero  de  que 
usaba ,  tenia  aquel  reino ,  que  gobernó  al  principio  no 
de  todo  punto  mal ,  porque  se  halla  que  trabajó  los 
moros  comarcanos  con  guerras ,  y  qué  hizo  donación 
á  los  caballeros  y  orden  de  Santiago  de  Mertola  y 
otros  tupiares  que  ganó  ó  los  moros;  en  lo  demás  fué 
de  condición  tan  mansa  que  parece  degeneraba  en 
d^scyido  y  flojedad.  Su  mujer  doña'Mcncía,  hija  de 
dop  Lope  de  H<irq  señor  de  Vizcaya ,  en  tanto  grado 
se  apoaeró  de  su  marido  que  no  parecía  ser  ni  ella 
mujer  sino  rey,  lii  él  príncipe  sino  ministro  de  los 
iiptójos  de  la  reina.  Con  e|laen  privanza  y  autoridad 
podían  mucho  los  ^ue  menos  de  todos  debieran :  con 
estos  solos  comunicaba  sus  consejos -y  puridades, 
^in  ellos  ni  en  la  casa  real  ni  fuera  délla  se  hacia  cosa 
que  de  nigun  niomento  fuese.  Por  el  apiojo  v  para 
sus  aprovechamientos  de  estos  daba  el  rey  las  honras 
y  cargos:  perdonaba  los  delitos  y  ei  castigo  las  mas 
yeces',  sin  sab^r  lo  que  se  hacía  ni  ordenaba.  Esto 
acarreó  al  rey  su  peraicion ,  como  suele  a(M)ntecer 
que  los  escesos  de  los  criados  redundan  en  daño  de 
sus  príncipes  y  señores,  y  lamhien  al  contrarío. 

Los  grandes  llevaban  mal  qne  la  república  se  go- 
bernase por  voluütad  y  consejo  d^  hombres  bajos  y 
particulares.  Tratado  el  negocio  entre  sí,  pretendie- 
ran lo  primero  que  aquel  matrimonio  se  apartase  con 
tiolordó  parentesco,  y  porque  la  reina  ora  estéril. 
Propúsole  el  negocio  al  romano  pontfíice:  personas 
religiosas  otrosí  acometieron  á  poner  sobre  el  caso 
escrúpulo  al  rev,  que  fueradel  ser  descuídcdo  no  era 
persona  de  mata  conciencia.  No  aprovechó  cosa  algu- 
na esta  diligencia  por  no  ser  fácil  descuidar  con  el 
P^pa ,  y  estar  el  rey  de  tal  manera  prendado  con  los 
lialegos  de  ia  reina  que  el  vulgo  entendía  y  decía  que 
le  Icnia  enhechízadoy  fuera  de  sí,  dado  que  el  áni-- 
mo  prendado  ^1  amor  np  tiene  necesfdadde  bebcdi 
'/OS  para  que  parezca  desvariar.  Tenía  don  Sancho  un 
littnppuiDo menor-que  él,  de  escelente  natural,  por 
nombre  don  Alonso,  casado  con  Matilde  condesa  de 
Boloña  en  Francia.  Acordaron  los  grandes  de  Portu- 
tfid  que  los  obispos  de  Braga  y  de  Coimbra  fuesen  á 
iiifojfmaral  pontifico  Inocencio  sobredi  caso,  el  cual 


en  este  tiempo  con  deseo  de  renovar  la  guerra  sagra- 
da de  la  Tierra  Santa  oielebraba  concilio  en  León  de 
Francia. 

Avisado  el  pontífice  de  loque  pasaba ,  y  de  las  cau- 
sas de  ia  embajada  que  traían  de  tan  lejos ,  sia  em- 
bargo no  pudieron  alcanzar  que  don  Sancho,  fuese 
echado  del  reino:  solamente  les  concedió  que  su  her- 
mano don  Alonso  en  su  nombre  en  tanto  que  viviese 
los  gobernase.  De  que  hay  una  ci<rta  decretal  del 
mismo  Inocencio  á  los  grandes  de  Portugal  con  data 
deste  mismo  año ,  que  es  el  capítulo  seotíndo  de  sup- 

Í alenda  negligencia  PrcBlatorum  en  ellibro  se8tod<^ 
as  epístolas  decretales.  Don  Alonso  acudió  primero 
á  verse  con  el  Pontífice:  tras  esto  juró  en  París  las 
leyes  y  condiciones  que  entre  los  principales  de  su 
nación  tenían  acordadas,  que  en  sustancia  eran  mi- 
raría por  el  bien  público  y  pro  común.  Hecho  esto, 
pasó  á  Portugal.  Los  nobles  le  estaban  aficionados, 
del  rey  poca  resistencia  se  podía  temer,  y  poca  espe- 
ranza tenían  de  su  emienda ;  asi  sin  <lilacion ,  y  súi 
que  ninguno  le  fícese  á  la  mano,  se  apoderó  de  todo. 
De  que  todavía  resultaron  nuevas  rieyertas ,  en  que 
anduvieron  también  revueltos  los  reyes  de  Castilla 
don  Fernando  y  don  Alonso  su  hijo.  Lo  prípiero  el 
rev  don  Sancho  se  retiró  á  Galicia  donde  la  reina  es- 
taba forzada  á  huir  de  la  misma  tempestad :  después 
como  quíerquelo  que  pretendía  de  ser  restituido  en 
el  reino,  no  le  sucediese ,  se  fue  á  Toledo  al  rey  don 
Alonso  que  á  la  sazón  sucediera  á  don  Fernando  su 
padre.  Pensó  recobrar  el  reino  con  las  fuerzas  de  Gasr 
lilla.  Impidió  sus  trazas  la  diligencia  de  don  Alonso 
su  hermano,  que  prometió,  repudiada  hi  piimera 
mujer,  casarse  con  doña  Beatriz  hija  bastarda  del 
rey  don  Alonso ,  y  salía  á  pagar  tributo  y  parias  por 
el  reino  de  Portugal  cada  un  año  según  qne  antigoa-i 
mente  se  acostumbraba.   . 

Esta  comodidad  prevaleeió  contra  lo  que-  parecía 
mas  honesto  y  Justificado:,  allegóse  el  decreto  del 
pontífice,  que  dio  sentencia  por  don  Alonso,  y  le 
juzgó  por  liore  del  primer  matrimonio.  Tomado  e%le 
asiento,  sin  düacion  las  nuevas  bodas  seeelebnron. 
El  dote  fueron  ciertos  lugares  en  aquella  partto  de 
Portugal  por  do  el  rio  Guadiana  desagua  en  el  mar, 
que  poco  antes  desto  por  las  armas  de  Castilla  se 
conquistaron  de  los  mords^  y  los  portugueses  preten- 
dían que  eran  de  su  conquista  y  que  les  pertene^ 
cían .  Algunos  entienden  que  desta  ocasión  la  tomaron 
los  reyes  de  Portugal  de  añadir  á  las  armas  antiguas 
y  á  las  quinas  por  orla  les  castillos  que  hoy  se  pintan 
en  sus  escudos.  El  rey  don  Sancho  perdida  toda  la 
esperanza  de  recobrar  su  reino,  pasó  lo  demás  de  su 
vida  en  Toledo  con  rentas  que  el  rey  de  Castilla  libe- 
raímente  le  señaló  para  sustentar  su  casa  y  corte  (!)• 
Muerto,  le  hicieron  honras  como  ú  rey ,  y  su  cuerpo 
sepultaron  en  la  misma  iglesia  Mayor  y  en  el  mismo 
lugar  en  que  el  emperadolr  don  Alonso  y  don  Sancho 
su  ntjo,  detrás  del  altar  mayor,  estaban  enterrados. 
Del  tiepapo  en  que  murió  (2),  no  copcuerdan  losan- 

(1 )  Es  npt^ble  este  hecho.  Inocencio  IV  con  ocasíoo  de 
las  quejas  del  clero  portugués,  y  del  desocnteoto  geoeml 
rontra  el  rey  don  SajQcho,  persuadido  de  que  el  reino  de 
Hortugal  era  feudatario  de  Ja  Sania  Sede,  le  priv^  de  la  co^ 
roña ,  nombrándole  por  coadjutor  regente,  aoministracíor,  y 
sucesor  en  c9»o  de  no  tener  el  rey  t^ijo  legitimo,  al  infante 
don  AlonFO  quien  con  este  breve  entró  en  Portugal  i  fines 
del  año  1S45 ,  y  fue  generalmente  rerpnorídb  por  regente. 
Don  Sanrfao,  cHsprovisto  de  fuenas  se  foe  i  Toledo  á  po- 
nerse bajo  la  protección  del  rey  don  Femando,  logrando  que 
enviase  tropas  castellanas  á  Portugal  p^ra  restablecerle  en 
el  trono.  Pero  el  regente  acudió  á  los  prelados  d^  Braga  ; 
Coimbra ,  los  cpales  hicieron  intimar  á  los  jefes  del  ejército 
castellano  la  provisión  d()  papa ,  y  les  amenazaron  con  cea- 
furag  en  el  caso  de  no  obedecerla.  Los  castellanos  sé  cons- 
ternaron con  evtas  amenazas ,  y  se  retiraron  á  fus  ra^as. 

(2)  El  3  de  enero  de  1248,  según  Brandaou  en  la  jr«- 
narquf a  Lusitana. 


tores,  quién  dice  que  trece  añüs  adelante  del  en  que 
la  blBtoría  tá,  y  que  tuvo  nombre  de  rey  por  eüpacio 
de  treinta  y  cuatro  años  primero  con  poca  autoridad, 
después  con  DÍngunajwr  haberle  quitado  bu  estado; 
otros  que  solos  tres  anos ,  que  tenga  por  mas  acer- 
tado. 

A  la  sazón  que  don  Sancho  falleció,  tenia  don 
AloQKi  cercada  á  Coirahra,  ca  se  mantenía  todavlü 
en  la  fe  del  rey  don  Suncho:  apretábala  grandemente: 
los  cercados  aunque  tenían  grande  falta  de  todas  las 
cosas,  obstinadamente  perseveraban  en  su  propósito. 
Flectio  alcaide  de  la  fortaleía  y  gobernador  de  la 
ciudad  avisado  de  la  muerte  de  don  Sancho  su  señor, 
j  no  asegurando  de  todo  punto  fuese  verdad,  pidió 
ucencia  ae  ir  á  Toledo  para  ioformarse  mejor  de  lo 
que  paaaba.  Diósela  don  Alonso  de  buena  gana,  y 
entretanto  hicieron  treguas  con  los  cercados.  Fleclio 
Uegado  á  Toledo,  y  eabiia  la  verdad,  abierto  el  se- 

5 ulero  del  rey  muerto  le  puso  en  las  manos  las  llaves 
e  Goiinbra  con  estas  palabras  que  le  dijo  :  nEn  láñ- 
alo, rey  y  señor,  que  entendí  érades  vivo,  sufrí 
ae^tremos  trabajos  :  sustenté  la  hambre  con  coiner 
ncuerog  :  bebí  urina  para  apagar  la  sed:  los  unimos 
»de  los  ciudadanos  que  trataban  de  rendirse ,  animé 
HT  conforté  para  que  surricsen  Iodos  estos  niales. 
«Todo  lo  que  se  podía  esperar  de  un  hombre  leal  y 
nconstante,  y  que  os  tenia  jurada  lidelídnd,  lie  cuin- 
nplido.  Al  presente  que  estáis  muerto,  yo  vos  entrego 
utas  Naves  da  vuestra  ciudad,  que  es  el  postrer  oficio 


E  ESP*Ñ*.  31)S 

uquB  puedo  Itacer :  con  tanto  liabida  vuestra  licuii- 
Hcia,  avisai'é  á  los  ciudadanos  que  he  curaiilidu  con 
iiel  debido  homenaje ,  que  pues  sois  ralleciJo  no  ha- 
»gan  mas  resistencia  a  don  Alonso  vuestro  hernia- 
lino,  u  Lealtad  y  constancia  digna  de  ser  pre(,'ooada 
en  todos  ios  siglos :  loa  propia  de  la  sangre  y  geiite 
de  Portugal. 

CAPITULO  V. 
Principio  de  la  guerra  de  Sevilla. 
Co:t  el  concierto  que  el  rey  don  Fernando  liizo  con 
el  de  Granada,  coineiizú  á  leoer  grande  esperanzado 
apoderarse  de  la  ciudad  de  Suvíila.  Quinieatos  caba- 
llos ligeros  debajo  de  la  conducta  del  mismo  rey  de 
Granada  fueron  delante  en  tanto  que  scapercebia  lo 
demás ,  para  talar  los  campos  de  Carmona ,  que  fue 
anlíguarnente  pueblo  muy  prioclpnl.  Alcalá  por  so- 
brenombre Guadayra  6  percuasion  del  rey  de  Grana- 
da se  rindió.  Desde  allí  un  grueso  escuadrón  pasó  á 
Sevilla  ,  y  puso  fuego  ó  las  mieses  que  ya  estaban  sa- 
zonadas ,  A  las  viñas  y  olivares  que  tiene  muy  princi- 
pales, de  tal  manera  que  por  todo  aquel  chuido  se 
velan  los  fuegos  v  liuina  con  que  las  heredades  y 
cortijos  se  quemaban.  Iba  por  capitán  <lesta  gente 
don  Pelayo  Correa  maestre  de  Santiago.  Otro  buen 

eolpe  de  soldados  miiltrataba  Ju  lo  misma  manera  y 
acia  los  mismas  daHos  en  los  campos  de  Jerez  ;  los 
capitanes,  el  rey  de  Granada  y  el  maestre  de  Calalra- 


in  Jaime  da  Aiagon  cí  Cnnqui! 


va.  El  mismo  rey  don  Fernando  se  quedó  en  Alcalá 
de  Guadayra  con  intento  de  proveer  todo  lo  necesa- 
rio, y  acudirá  todas  partes.  Lo  que  pñncipalinente 
pretendía ,  era  no  aflojar  en  la  guerra,  porque  no 
iDvíflH  el  enemigo  tiempo  y  comodidad  de  fortificar- 
W ;  que  fue  causa  de  no  poderse  hallar  i  las  honras  y 
enterramiento  de  doña  Berenguela  su  madre,  que 
blleció  por  el  mismo  tiempo. 

SiffuiÓM  la  muerte  de  don  Rodrigo  arzobispo  de 
Toledo;  quién  dice  á  nueve  dias  del  mes  de  agosto 
'del  año  de  1245,  quiéu  del  año  mil  y  docientos  cua- 
renta y  siete  á  diei  de  junio ,  con  lo  cual  vd  el  letre- 
ro da  BU  sepulcro.  Hace  maravillar  que  en  falleci- 
miento de  persona  tan  señalada  no  concuerdan  los 
autorea  ni  las  memorias ,  sin  que  se  pueda  averiguar 
la  verdad.  Ambas  muertes  fueron  sin  duda  en  grave 
duño  de  la  república  por  las  señaladas  virludut  que 
en  elloi  resplandecían.  La  reina  era  de  grande  edad, 
don  Rodrigo  demáii  de  estar  muy  apesgado  con  los 
años  se  balTiba  quebrantado  con  muchos  trabajos,  en 
especial  de  un  nuevo  viaje  que  hizo  últimamente  & 
León  de  Francia ,  do  se  celebraba  el  concilio  Lugdu- 


neose.  Pretendía  demis  de  tiallarse  en  el  concilio  y 
acudir  d  las  necesídadeü  universales  de  la  Iglesia, 
allanar  &  los  aragoneses  en  lo  locante  á  su  prímacia. 
Los  años  pasados  los  prelados  de  aquella  corona  en 
un  concilioValentinoprovincíal  publicaron  una  cons- 
litucion  en  que  mandaban  que  el  arzobispo  de  Toh'- 
do  no  llevase  guión  delante  en  aquella  su  provincia 
pena  de  enlrediclio  al  pueblo  que  lo  consiiiliese.  Don 
Itodrigo  en  cierta  ocasión  por  el  derecliu  de  su  pri- 
macía continuó  á  llevar  su  cruz  delante  a k-ida  como 
lo  tenia  de  costumbre.  Don  Pedro  de  Albalate  arzo- 
bispo de  Tarragona,  principal  atizador  de  aquella 
constitución  y  de  todo  este  pleito,  le  declaró  por  des- 
comulgado y  Iransgresor  de  aquel  su  decreto.  Acu- 
dieron á  Gregorio  IX  sumo  ponlíüce ,  que  prouunciú 
sentencia  por  Toledo  y  en  [uvorde  su  primada.  No 
acababan  de  rendirse  Tos  de  Aragón ,  que  fue  la  cau- 
sa de  emprender  en  aquella  cduJ  jornada  tan  larga, 
aloque  y;o entiendo. 

(^incluidos  tos  negocios ,  en  uua  barca  por  el  Ró- 
dano abajo  daba  la  vuelta ,  cuando  le  salteó  una  do- 
lencia de  que  falleció  en  Francia.  Su  cuerpo  ec»;uu 


39ti  BlItLIiiTLCA  üt 

<|ueéllodejd()Jspuealo,  trajeron  á  Espafia,  Tic  se- 
pultaron en  HuerU ,  monasterio  de  bernardos  á  la 
raja  de  Aragón.  Jtiiito  al  altar  maTor  M  to  su  sepul- 
cro con  un  Tetrero  en  dos  versos  latióos,  grosero asii 
1.-0 rao  de  aquel  tiempo,  y  sin  primor,  cujo  sentido  es: 


Su  cuerpo  muriJ:  In  fama  de  sus  virtudes  durará 
por  inuclios  siglos.  Fundó  en  su  iglesia  düce  capetld- 
iiías  para  msvor  Bervicio  del  coro,  y  con  cargo  de 
inisasqucie  le  dicen.  Sucediúle  don  Juan ,  Segundo 
deste  nombre  entre  aquellos  arzobispos.  Hillanse  pa- 
peles en  que  le  llaman  don  Juan  de  Medina,  creo  por 
aernatoral  de  aquella  villa.  Por  el  mismo  tiem|>0  don 
Ramón  conde  de  la  Procnza  pasó  desta  vida,  muy 
digno  de  loa  por  el  nmor  qae  tuvo  á  las  letras  y  afi- 
don  á  la  poesía.  Solo  se  nota  en  61  una  señalada  in- 
gratitud de  que  usó  con  Romeo  mayordomo  de  su 
casa,  cuya  industris  con  buenos  medios  liizo  que  va- 
liesen al  tresdoble  las  rentas  de  aquel  estado;  mai 


como  á  la  virtod  acompaña  la  euviiUa .  Tue  atusado  j 
forzado  i  que  diese  cuenlu  del  recif>o  y  del  gaito. 
Rizoaele  el  cargo ,  dio  su  descarf!0 ;  y  conocida  su  fi- 
delidad, se  partió  como  peregnno  c^n  su  bordea  j 
talexa  como  al  principio  vino  de  Santiago ,  tin  que 
jamás  se  pudiese  entender  quién  era ,  ni  donde  se 
fué.  De  cuatro  hijas  que  tuvu  don  Ramón ,  Hargirila 
casó  con  San  Luis  rey  de  Francia  ,  Leonor  con  En- 
ríque  rey  de  Ingalalem ,  Sancha  con  Ricardo  her- 
mano del  dicho  Enrique,  Carlos  conde  de  Anjoucuó 
oon  dona  Beatriz ;  con  la  cual,  dado  que  era  la  meMr 
de  todas,  parla  grande iQcion  ({ue  le  tenían  los  proen- 
zales,  j  con  la  ayuda  que  le  diú  Luia  rey  de  trandi 
so  hermano,  por  la  muerte  de  su  suegro  beredi 
aquel  princtpaoo. 

En  este  medio  el  rey  don  Feruando  se  tenia  en 
Córdoba  con  resolución  de  combatir  d  Sevilla  y  cer- 
calla  con  todas  sus  Tuertas :  envió  á  Ramón  Bouifas, 
ciudadana  de  Burgos  muy  cjerdlado  en  las  coiu  ds 
la  mar ,  para  que  en  Vizcaya  pusiese  á  punto  una  ar- 
mada por  la  comodidad  de  los  bosques,  y  ser  los  ds 
aquella  nacían  senalados  en  la  industria  y  ejercicios 
de  navegar.  En  tanto  que  esta  armada  se  aprestaba. 


puso  el  cerco  sobre  Carmon»  con  la  gente  que  mas 
pudo,  el  año  1846  poco  mas  6  menos  ;  villa  Tuerte  y 

3ue  estiba  apercebida  para  todo  lo  que  podia  suce- 
er,  fortilienda  contra  los  enemigos  ¿e  muros,  muni- 
cionedade  armas,  fuerzas  y  viluallas:  no  la  pudieron 
tomar,  «olamenie  la  fonaron  d  pagar  de  presente  la 
cantidad  de  dineros  que  le  Tue  impuesta,  y  parn  ade- 
lante las  parias  que  se  señalaron  cada  un  ano.  Cons- 
tantina ,  Reina ,  Lom ,  pueblos  que  antíguameote  se 
llamarvn  el  primero  Iporcenae  municíplum,  el  sepun- 
do  Regina,  el  terrero  Aialita,  sin  estos  Cantillaiia  y 
Guillena  se  ganaron  unoa  por  fucm,  otros  se  rindie- 
ron por  su  voluntad.  Reina  fue  dada  al  orden  de 
Santiago,  Cnnstantina  á  la  ciuiíad  y  ayuntamienio  de 
Córdoba,  Lora  á  los  caballeros  de  San  Juan. 

Todo  sucedía  prósperamente  i  los  nuestros;  eoIo 
se  recelaban  del  rey  ac  Aragón  no  les  fbese  impedi- 
mento en  Kquella  tan  buena  ocasión ,  por  estar  des- 


guatado contra  el  ínTanle  don  Alonso  que  residía  ca 
el  feino  de  Murcia.  Prelendia  el  Anigonés  que  el  iii- 
Tsnte  no  guardaba  los  términos  y  la  raya  de  ta  eon- 
quista  de  aquellos  reinos ,  que  antiguaDoente  señti- 
roD.  Temfsse  algnna  revuelta  por  esta  causa :  alguMS 
personas  principales  y  de  autoridad ,  que  para  con- 
certar esto  señajsron  de  la  una  y  de  la  otra  parle, 
buscaban  algún  camino  pjracomponerestas  diferen- 
cias; pareció  el  mejor  que  doi  Alonso  casise  con 
doña  Violante  hija  del  rey  don  Jaime,  partido  y  tnu 
que  venia  i  cuenta  i  ambas  naciones  y  provincias, 
que  tan  grandes  reyes  se  trabasen  de  nuevo  entre 
si  con  vinculo  de  parentesco,  Hoviéronae  estas  pláü- 
cas  :  vinieran  en  ello  jas  parles  :  las  bodas  se  cele- 
braron en  Valladolld  porel  mes  de  noviembre  (t)  too 
aparato  rea]  y  toda  muestra  dealegrla,pueRlo  que  el 

(I)  Coniti  que  te  relehraront  Suelde  12^ 


BIS  TOMA  DE 

n^don  Fernando  noM  liiiW  preEeiite;  el  cuidiido 
que  tenia  de  la  guerra  dé  Sevilla  ,  le  impidió^  que 

eretendia  bacer  con  taato  raayor  ánimo  que  hínion 
onifaz  con  una  armada  de  trei;e  Daveü  q^uc  puso  á 
punto  en  Vizcava ,  costeadas  aquellas  marinas  y  do- 
blado el  cabo  de  Finis  Terra^,  aportó  á  la  boca  de 
Guadalquivir  por  la  parle  que  descarga  en  te  mar: 
venció  otrosí  alH  en  una  batalla  naval  la  airaida  délas 
onemigos. 

Loa  moros  de  TáoRer  j  Ceuta  babian  conciirridfl 
^r«  socorrer  é  Sevilla  avisados  de  la  venida  de  los 
nuestros:  salieron  pues  con  sus  bajeles  del  puerto, 
que  llegaban  á  número  de  veinle  entra  galeras  y  na- 
ves :  peíearon  con  gran  porfia:  los  de  África  no  reco- 
nocían mucfaa  ventaja  á  los  de  Vizcaya  por  ser  hom- 
bres de  guerra,  ejercitaáes  en  las  armas,  y  que 
sobrepujaban  en  el  númerade  la  arraada;losTÍzcainos 
-conlíailos  en  U  It^reze  de  sus  navios  y  eu  la  destre- 
za de  los  pilotos  burlaban  los  acó  me  ti  miedlos  de  los 
■enemigos ,  y  cuando  liallabau  acasioft  de  venir  á  las 
manos,  aferraban  cod  sus  naves  y  pasaban  muchos 
deltbs  ácucbillo:  tres  navesdelos  moros  se  tomaron, 
dos  echaron  á  fondo,  á  una  pusieron  fuego ,  las  de- 
máa  Taeron  forzadas  á  buir.  boviú  el  rey  en  socorro 


tSPAÍA. 


aS7 


de  su  armada  buen  número  de  caballoi  movido  por 
el  peligro  de  los  suyos;  ¿poro  qué  podían  prestar? 
snUs  que  llegasen  á  la  ribera,  teman  los  nuestros 
desbaratados  Tos  enemigos  ?  sanada  la  victoria.  Taa- 
to mas  creció  el  deseo  que  todos  lenian  de  acometer 
aquella  empresa:  en  particular  el  rey  ,  dejados  los 
dcmís  cuidados  aparte ,  solo  en  este  pensamiento 
días  y  nociicB  se  ocupaba. 

CAPITULO  VI. 

Que  en  Ari^  te  pDio  ealrediebo  general. 

A  esta  sazón  en  Aragón  estaba  pueElo  entredicho 
y  tenían  cerrados  torios  los  templos  de  la  provincia: 
triste  silencio  y  suspensión  del  culto  divino :  castigo 
de  que  los  pontiQcas  suelen  usar  contra  los  escesos 
de  los  prÍDcipe«  y  para  cundios,  conio  el  postrero  re- 
medio, saludable  a  las  veces  y  eficaz  medicina  como 
entonces  aconteció.  Fue  asi  que  don  Jaime  rey  de 
Aragón,  cuando  eramasntozo,  tuvo  conversación 
con  doña  Teresa  Vídaura.lacuallenuso  pleito  de- 
lante del  romano  pcutilice ,  y  le  pedia  por  marido: 
alegaba  la  palabra  que  le  dio,  contraía  cual  no  se 


pudo  con  otra  casar.  No  tenia  bastantes  Icsiigos  para  i 
probar  aquel  matrimonio  por  ser  negocio  clandesti- 
no. Así  se  dio  sentencia  t-n  el  pleito  contra  doña  Te-  ¡ 
resB  y  en  favor  de  la  reina  doña  Violarte.  Solo  el  I 
obispo  de  GiroDa  á  quien  bny  Tama  de  secreto  le  co-  ¡ 
mnnicó  el  rey  toda  esta  puridad ,  no  se  sabe  con  qué  i 
intento,  perú  en  fin  dio  aviso  al  ponlirice  Inocencio  ¡ 
Cuarto  que  el  rey  no  bacía  lo  que  debia  en  no  guar-  ¡ 
itor  la  palabra  que  tenia  dada:  que  el  postrer  matri- 
monio se  debia  apartar  como  inválido,  y  parecía  jus- 


to que  doña  Teresa  fuese  tenida  por  verdadera  mujer 
que  el  rey  se  lo  babia  así  confesado  en  secreto,  ;  su 
conciencia  no  sufria  oue  con  tan  grande  pecado  de- 
jase enredar  al  rey,  al  pueblo  y  á  si  mismo  ai  calla- 
ua,  de  que  resultasen  después  graves  castigrs  ;  que 
esto  le  avisaba  por  aquella  carta  esctita  en  cifra  para 
que  en  lodo  se  guardase  mas  recato. 

Ninguna  cosa  se  pasa  por  alto  á  los  príncipes  por 
ser  ordinario  que  muchos  con  derribar  á  otros  por 
medio  de  acusaciones  verdaderas  ó  falsas ,  y  de  chis- 


396 


BtBLIOTKCA  DE   CASPAS   Y  BOIG. 


mes  pretenden  alcanzar  el  primer  lugar  de  prifanza 
y  de  poder  en  los  palacios  oe  los  reyes.  Pues  como  el 
rey  tuviese  aviso  que  en  Roma ,  mudados  de  parecer 
ordinariamente  favorecian  la  causa  de  doña  Teresa, 
y  <iue  el  pontífice  manifiestamente  se  inclinaba  á  lo 
mismo «  ouier  fuese  que  le  dieron  aviso  del  que  le 
descubrió,  ó  que  por  su  mala  conciencia  se  sospe*- 
chase  lo  que  era ,  hizo  venir  al  obispo  de  Girona  á  la 
corte.  Venido ,  luego  que  le  tuvo  en  su  presencia, 
le  mandó  cortar  la  lengua :  cruel  carnicería ,  y  torpe 
venganza  de  un  desóraen  con  otro  mayor ,  y  con  nue- 
va impiedad  colmar  el  pecado  pasado;  si  bien  el  obis- 
po era  merecedor  de  cualquier  daño,  si  descubrió  el 
sigilo  de  la  confesión  y  la  religión  de  aquel  secreto: 
cosa  que  nunca  se  permite. 

Luego  que  el  pontífice  Inocencio ,  que  á  la  sazón 
en  León  celebraba  un  concilio  general  como  poco  an- 
tes se  dijo ,  fue  avisado  de  lo  que  pasaba ,  cuánto 
dolor  haya  concebido  en  su  ánimo,  con  cuan  grandes 
llamas  de  saña  se  abrasase,  no  hay  para  qué  declara- 
lio :  basta  decir  ^ue  puso  entredicho  en  todo  el  rei- 
no, como  de  ordinario  los  escesos  de  los  principes  se 
jiagan  con  el  daño  de  la  muchedumbre  y  de  los  par- 
ticulares: y  al  rey  declaró  públicamente  por  desco- 
mulgado. Conoció  el  rey  su  yerro,  y  por  medio  de 
Andrés  Albalate  obispo  de  Valencia ,  que  envió  por 
su  embajador  sobre  el  caso^  pidió  humildemente  pe- 
nitencia y  absolución.  Decía  que  le  pesaba  de  lo  ne- 
cbo ;  pero  pues  no  podia  ser  otra  cosa  ,  que  como 
padre  y  pontífice  diese  perdón  á  su  indignación ,  la 
cual  fue  si  no  justa ,  á  lo  menos  arrebatada :  que  es- 
taba presto  á  satisfacer  con  la  pena  y  penitencia  que 
fuese  servido  imponerle.  Oida  la  embajada ,  el  pontí- 
fice envió  por  sus  embajadores  al  obispo  deCamaríno 
y  á  Desiderio  presbítero  para  que  en  Aragón  se  in- 
formasen de  todo  lo  que  pasaba.  Dioles  otrosí  poder 
muy  lleno  de  reconciliar  al  rey  con  la  Iglesia ,  si  les 

Eareciese  que  su  penitencia  jo  merecía.  Hízose  en 
érída  junta  de  obispos  y  de  señores :  halláronse  en 
particular  presentes  los  obispos  de  Tarragona ,  de 
Zaragoza,  do  Urgel,  de  Huesca,  de  EIna.  En  presen- 
cia destos  prelaoos  el  rey ,  puestas  en  tierra  las  ro- 
dillas ,  después  de  una  grave  reprehensión  que  se  le 
dio,  fue  absuelto  de  aquel  esceso.  La  penitencia  fue 
que  acabase  á  sus  espensas  de  edificar  el  monasterio 
Benifaciano,  que  con  advocación  de  Nuestra  Señora 
en  los  montes  de  Tortosa  veinte  años  antes  desto 
luego  que  se  tomó  el  pueblo  deMoreila,  se  comenza- 
ra,  y  se  edificaba  poco  á  poco;  y  acabada  la  fábrica 
le  diese  de  renta  para  en  cada  un  año  docientos  mar- 
cos de  plata,  con  que  los  mongos  del  Cistel  se  pudie- 
sen sustentar  en  el  dicho  monasterio. 
En  Valencia  tenían  comenzado  á  edificar  un  hos- 

f)ital  para  albergar  los  pobres  y  peregrinos  :  á  este 
lospital  señalaron  mayores  rentas  es  á  saber  seis- 
cientos marcos  de  plata  cada  un  año ,  con  que  los 
pobres  y  peregrinos  se  sustentasen,  y  juntamente 
algunos  capellanes  para  que  dijesen  misa  y  ayudasen 
al  buen  tratamiento  y  recalo  de  los  pobres.  Añadióse 
á  esto  que  en  Girona  en  la  iglesia  Mayor  fundase  una 
capellanía  para  que  perpetuamente  se  hiciesen  sacri- 
ficios y  suframos  por  el  rey  y  por  sus  sucesores.  El 
pontíüce  expidió  su  bula  á  los  veinte  y  dos  de  setiem- 
bre año  de  mil  docientos  y  cuarenta  y  seis ,  en  que 
da  poder  á  los  dos  nuncios  para  reconciliar  al  rey 
con  la  Iglesia ,  que  se  hizo  el  m'es  siguiente  á  diez  y 
nueve  de  octubre.  En  Lérida  con  solemne  ceremonia 
fue  el  rey  absuelto  de  las  censuras  en  que  incurrió 

Sor  aquel  caso.  Del  obispo  de  Girona  no  refieren  mas 
e  lo  dicho ,  ni  aun  declaran  qué  nombre  tuvo.  De 
los  archivosy  Becerro  del  monasterio  Benifaciano  se 
tomó  todo  este  cuento:  dado  que  los  mas  de  los  his- 
toriadores no  hicieron  del  mención :  pareció  no  pasa- 
lie  en  silencio ,  el  lector  le  dé  el  créoito  que  la  cosa 
misma  merece.  De  aquí  sin  duda  y  destos  papeles  se 


I  tomó  ocasión  para  la  fama  que  vulgarmente  anduve 
deste  rey  y  anda  sobre  este  caso. 

CAPITULO  Vil. 

Que  Sevilla  se  ganó. 

En  lo  postrero  de  España  hacia  el  Poniente  eslá 
asentada  en  Sevilla  cabeza  del  Andalucía ,  noble  y  rica 
ciudad  entre  la  primeras  de  Europa,  fuerte  por  las 
murallas,  por  las  armas  y  gente  que  tiene:  los  edifi- 
cios públicos  y  particulares  á  manera  de  casas  reales 
son  en  gran  número :  la  hermosura  y  arreo  de  todos 
los  ciudadanos  muy  grande.  Entre  la  ciudad  que  está 
á  mano  izouierda,  y  un  arrabal  llamado  Triana  pasa 
el  rio  Guadalquivir  acanalado  con  grandes  reparos, 
y  de  hondo  bastante  para  naves  gruesas  ,  y  por  la 
misma  razón  muy  á  propósito  para  la  contratación  y 
comercio  de  los  dos  mares  Océano  y  Mediterráneo, 
Con  una  puente  de  madera  fundada  sobre  barcas  se 
junta  el  arrabal  con  la  ciudad  y  se  pasa  de  una  parte 
á  otra.  En  la  ciudad  está  la  casa  real  en  que  los  an- 
tiguos reyes  moraban  ^  en  el  arrabal  un  alcázar  de 
obra  muy  íirme  que  mira  el  nacimiento  del  sol.  Una 
torre  esta  levantada  cerca  del  rio,  que  por  el  primor 
de  su  edificio  la  llaman  de  Oro  vulgarmente:  otra 
torre  edificada  de  ladrillo ,  que  está  cerca  de  la  igle- 
sia Mayor,  sobrepuja  la  grandeza  de  las  demás  obras 
por  ser  de  sesenta  varas  en  ancho  y  cuatrotanto  mas 
alta:  sobre  la  cual  se  levanta  otra  torre  menor,  pero 
de  bastante  grandeza,  que  al  presente  de  nuevo  está 
toda  blanqueada ,  y  al  rededor  adornada  de  variedad 
de  pinturas ,  hermosas  á  maravilla  á  los  que  la  mi- 
ran. 

¿Qué  necesidad  hay  de  relatar  por  menudo  todas 
las  cosas  y  grandezas  desta  ciudad ,  tan  vaga  y  llena 
de  primores  y  grandezas?  Hay  en  la  ciudad  en  este 
tiempo  mas  de  veinte  y  cuatro  mil  vecinos,  divididos 
en  veinte  y  ocho  parroauias  ó  colaciones.  La  primera 
y  principal  es  de  Santa  María ,  que  es  la  iglesia  Ma- 
yor ,  con  el  cuhL  templo  en  anchura  de  edificio  y  en 
grandeza  ninguno  de  toda  Edpaña  se  le  iguala.  Vul- 
garmente se  dice  de  las  iglesias  de  Castilla :  la  de 
Toledo  la  rica,  la  de  Salamanca  la  fuerte,  la  de  León 
la  bella,  la  de  Sevilla  la  grande.  Tiene  su  fábrica  d<* 
renta  treinta  mil  ducados  en  cada  un  año,  la  del  ar- 
zobispo llega á  ciento  y  yeinte  mil,  las  calongías  y 
dignidades  asi  en  número  como  en  lo  demás  respon- 
den á  esta  grandeza.  Los  campos  son  muy  fértiles, 
llanos  y  muv alegres  por  todas  partes,  por  la  mayor 
parte  plantaaos  de  olivas,  que  en  Sevilla  se  dan  muy 
bien ,  y  el  esquilmo  es  muy  provechoso :  de  allí  se 
llevan  aceitunas  adobadas,  muy  gruesas ,  de  muy 
buen  sabor,  á  todas  las  demás  partes.  El  trato  es  tan 
grande  y  la  grangería  tal  que  en  los  olivares  llamad(>s 
Axarafe  en  tiempo  de  los  moros  se  contaban  cien  mil 
parte  cortijos,  parte  trapiches  ó  molinos  de  aceite;  y 
dado  que  parece  gran  número .  la  autoridad  y  testi- 
monio de  la  historia  del  rey  don  Alonso  el  Sabio  \o 
atestigua.  El  número  de  extranjeros  y  muchedumbre 
de  mercaderes  que  concurren,  es  increíble,  mayor- 
mente en  este  tiempo .  de  todas  partes  á  la  fama  de 
las  riquezas,.que  por  el  trato  de  las  Indias  y  flotas  de 
cada  un  año  se  juntan  allí  muy  grandes. 

El  rey  don  Femando  tenia  por  todas  estas  causas 
un  encendido  deseo  de  apoderarse  desta  ciudad ,  así 
por  su  nobleza,  como  poitpie  ella  tomada,  era  forzo- 
so que  el  impeário  de  los  moros  de  todo  punto  men- 
guase, tanto  mas  oue  los  aragoneses  con  gran  gloria 
y  honra  suya  se  nabian  apoderado  de  la  ciudad  de 
Valencia  ,  de  sitio  muy  semejante ,  y  no  de  mucho 
menor  número  de  ciudadanos.  El  rey  de  Sevilla  por 
nombre  Azatafe  no  ignoraba  el  peligro  que  corriao 
sus  cosas :  tenia  juntados  socorros  de  los  lugares  co- 
marcanos, hasta  desde  la  misma  África:  gran  copia 
de  trigo  traida  de  ios  lugares  comarcanos:  proveído- 


RiSTORlA   DB  ESPAÑA. 

fd  de  Caballos ,  armas ,  naves  y  galeras,  deteriniuado 
(le  sufrir  cualquiera  afán  antes  de  ser  despojada^el 
señorío  de  ciudad  tan  principal.  El  rey  don  Fernando 
juntaba  asimismo  de  todas  partes  gente  para  aumen- 
tar el  ejército  que  tenia  trigo,  y  todos  los  mas  pertre- 
chos que  para  fu  guerra  eran  necesarios :  laditigen- 
ria  era  grande,  por  entender  que  duraría  mucho 
tiempo ,  y  spria  muy  dificultosa .  y  para  quü  ninguna 
cosa  necesaria  falleciese  4  los  soídaaos. 


En  Alcalá  por  algún  tiempo  se  entretuvo  el  rey 
(ion  Fernando :  pasada  ya  gran  parte  y  lo  mas  recio 
del  verano,  movió  coa  todas  sus  gentes ,  púsose  sobre 
Sevilla  7  comenzó  á  sitialla  á  veinte  del  mes  de  agos- 
to ano  de  nueslra  salvación  de  1247  :  los  reales  del 
rey  se  asentaroú  en  aquella  parte  que  está  el  campo 
de  Tablada  tendido  en  la  riiiera  del  rio  mas  abajo  de 
la  ciudad.  Don  Pelayo  Pérez  Correa  maestre  de  San- 
tiago de  la  otra  parte  del  río  hizo  su  alojamiento  en 
una  aldea  llamada  Aznalfarache,  caudillo  de  grao 
corazón  y  de  grande  esperieocia  en  las  armas.  Pre- 
tendía hacer  rostro  á  Aoenjafon  rey  de  Niebla ,  que 
con  otros  muchos  moros  estaba  apoderado  de  todos 
los  lugares  por  aquella  parte :  tanto  mayor  era  el  pe- 
IÍKro  y  las  dificultades;  pero  todo  lo  vencia  la  cons- 
tancia y  esfuerzo  deste  caballero.  El  rey  barreaba  sus 
reates :  los  moros  con  salidas  que  hacían  de  la  ciu- 
<i.id ,  pugnaban  impedir  las  obras  y  fortificaciones. 
Hobo  algunas  escaramuzas,  varits sucesos  y  trances, 
(tero  sin  efecto  alguno  digno  de  memoria ,  sino  que 
tos  cristianos  las  mas  veces  llevaban  lo  mejor,  y  for- 
zaban á  los  enemigos  con  dañoá  retirarse  ala  ciudad. 
P«»r  el  mar  y  rio  se  ponia  mayor  cuidado  para  impe- 

tlirque  no  entrasen  vituallas.  Los  soldados  que  te-    y  de  otra  parte  se  restituyeron  los  pueblos  que  injusta- 
nian  en  tierrd,  hacian  lo  mismo,  y  velaban  para  que    mente  tomaron,  y  se  señaló  la  raya  de  la  jurisdicción 


309 

Fue  tanto  mayor  la  honra  v  prez  deste  hecho ,  que 
nunca  quiso  declarar  quién  era  su  compañero,  si 
bien  muchas  veces  le  hicierob  instancia  sobre  eito; 
á  la  verdad ,  ¿á  qué  propósito  con  infamia  ajena  bus- 
Car  para  si  enemigo^  y  afrenta  para  su  compañero 
sin  ninguna  loa  suya  ?  como  quier  que  al  contrarío 
con  el  silencio  demás  del  esfuerzo,  dio  muestra  de 
la  modestia  y  noble  término  de  que  usaba. 

Entretanto  que  con  esta  porfia  sé  peleaba  en  Se- 
villa, el  infante  don  Alonso,  hijo  del  rey  don  Fernan- 
do, intentó  de  apoderarse  de  iátiva  en  el  reino  de 
Valencia  convidado  por  loscindudanos.  Tomó  á  En- 
guerra  pueblo  en  tierra  de  Játíva ,  que  se  le  entrega* 
ron  los  moradores :  cuanto  cada  uno  alcanza  de  po- 
der ,  tanto  derecho  se  atribuye  en  ka  guerra.  El  rey 
don  Jaime  avisado  de  los  intentos  del  Infante  don 
Alonso,  y  alterado  como  era  razón  se  apoderó  de  Vi- 
llena  y  de  seis  pueblos  comprehendidos  en  el  distrito 
de  Castilla ,  por  dádivas  que  dio  al  que  los  tenia  á 
Ciirgo;  demás  desto  en  la  misma  comarca  principio 
del  año  i 248  tomó  de  los  moros  otro  pueblt  llamado 
Bug.irra.  Destos  principios  parecia  que  los  disgustos 
pasarían  adelante ,  y  pararían  en  alguna  nueva  guer- 
ra que  desbaratase  la  empresa  de  Sevilla  y  acarrease 
otros  daños.  Don  Alonso  como  quier  que  era  de  con- 
dición sosegada,  se  determinó  ae  trataren  presencia 
con  el  rey  de  Aragón  y  resolver  todas  estas  diferen- 
cias ,  y  para  esto  se  juntaron  á  vistas  y  habla  en  Al- 
mizra  pueblo  del  rey  de  Aragón  :  alli  por  medio  déla 
reina  de  Aragón ,  y  por  la  buena  industria  de  don 
Dieffo  de  Haro  y  otros  grandes  que  se  pusieron  de  por 
medio ,  se  comj^uso  esta  diferencia ;  con  que  ('e  una 


ninguna  de  tas  cosas  necesarias  les  pudiesen  meter 
iior  aquella  parte.  Muchos  escuadrones  asimismo  fa 
lian  á  robar  la  tierra  talaban  los  frutos  que  hallaban 
sazonados ,  el  vino  y  el  trigo  todo  lo  robaban.  Carme- 
na que  está  á  seis  leguas,  forzada  por  estos  males, 
romo  seis  meses  antes ,  lo  tenían  concertado ,  sin 
probar  á  defenderse  ni  pelear  se  rindió  con  tanto 
mayor  maravilla  que  los  bárbaros  pocas  veces  guardan 
los  asientos. 
No  se  descuidaban  los  moros  ni  se  dormían  :  el 


y  conquista  de  ambas  las  partes.  Quedaron  en  parti- 
cular en  virtud  desta  concordia  por  el  reino  deftlur- 
cia,  Almansa,  Sarasnila,  y  el  mismo  río  Cabriolo;  por 
los  de  Valencia^  Bíara ,  Sajona,  Alarca,  Finestrato. 
Asentadas  las  cosas  desta  manera ,  los  príncipes  se 
despidieron. 

El  rey  don  Jaime  revolvió  luego  contra  Játíva  ¡en- 
vió delante  sus  gentes  con  intento  de  cercalla  apo- 
deróse finalmente  della,  pasada  ya  ^uparte  del  vera- 
no ,  por  entrega  que  hicieron  los  mismos  ciudadanos. 


mayor  deseo  que  tenían ,  era  de  quemar  nuestra  Está  asentada  esta  ciudail  en  un  sitio  asaz  apacible  á 
armada ,  cosa  que  muchas  Vf*ces  intentaron  con  fue-  ¡  la  parte  que  el  rio  Júcar  entra  ene!  mar:  su  campiña 
go  de  alquitrán ,  que  arde  en  la  misma  agua.  La  vigi- '  muy  fértil  y  fresca,  la  tierra  muy  gruesa.  El  infante 
lancia  del  general  Bonífaz  hacía  que  todos  estos  in-    don  Alonso  y  en  su  compañía  don  Diego  de  Haro  se 


tentos  saliesen  en  vano ;  y  cada  cual  de  los  capitanes 
por  tierra  y  por  mar  procuraban  diligentemente  no 
se  recibiese  algún  daño  por  la  parte  que  tenían  á  &u 
cargo.  Señalábanse  entre  ios  demás  don  Pela>o  Cor- 
rea maestre  de  Santiago,  y  don  Lorenzo  Suarez,  cuyo 
esfuerzo  y  industria  en  todo  el  tiempo  deste  cerco  fue 
muy  señalada  :  sobre  todo  Garci  Pérez  de  Vargas  na- 
tural de  Toledo,  de  cuyo  esfuerzo  sé  refieren  cosas 
pandes  y  casi  increíbles.  Al  principio  del  cerco  á  la 
ribera  del  río ,  do  tenian  soldados  de  guarda  para  re- 
primir lo4  rebales  y  salidas  de  los  moros,  Garci  Perex 
y  un  compañero ,  apartados  de  los  demás ,  iban  no  se 


apresuraron  para  hallarse  en  el  cerco  de  Sevilla. 
Alhamar  ese  mismo  rey  de  Granada  vino  á  juntarse 
con  el  rey  don  Fernando,  acompañado  de  buen  nú- 
mero de  soldados,  en  tiempo  sin  duda  muy  á  propósito 
en  que  los  soldados  crispíanos  cansados  de  la  tardan- 
za ,  y  con  la  dificultad  de  aquella  empresa  comenza- 
ban á  tratar  de  desamparar  los  reales  y  las  banderas, 
además  de  las  enfermedades  que  sobrevinieron  y  los 
tenian  muy  amedrentados.  Era  pasado  el  invierno  sin 
hacer  efecto  de  alcun  momento  :  el  mismo  rey  aque- 
jado de  tantos  trabajos ,  y  de  las  dificultades  que  se 
ofrecían  muy  grandes  .  dudaba  si  alzaría  ei  cerco,  ó 


á  qué  parte :  en  esto  al  improviso  ven  cerca  de  sí  i  esperaría  que  las  cosas  se  encaminasen  mejor,  y  el 
siete  moros  á  caballo  :  el  compañero  era  de  parecer  remate  fuese  mas  apacible  que  los  principios ,  como 
que  se  retirasen ;  replicó  Garci  Pérez  que  aunque  se  otras  veces  lo  tenia  aprobado, 
perdiese ,  no  pensaba  volver  atrás,  ni  con  torpe  huí-  Los  cercados  desbarataron  en  cierta  salida  los  in- 
da dar  muestra  de  cobardía.  Junto  con  esto,  ido  el  (reñios  de  ios  nuestros, y  les  quemaron  las  máauinaf:: 
compañero,  toma  sus  armas ,  cala  la  visera,  y  pone  '  asentados  con  el  buen  suceso  no  solo  se  defendirj) 
en  el  rístresu  lanza :  los  enemigos  sabido  quién  era,  |  con  la  fortaleza  de  la  ciudad,  sino  desde  los  adarves 
no  quisieron  pelear.  Caminado  que  hobo  adelante  al-  '  se  hurlaban  de  la  pretensión  de  los  contrarios,-  que 
gun  tanto ,  aavirtió  que  al  enlazar  la  capellina  y  po-  llamaban  desatino;  amenazaban  á  los  nuestros  con  la 
nersela  celada  se  le  cayó  la  escofia ;  vuelve  por  las    muerte ,  y  ultrajábanlos  de  palabra.  El  cerco  sin  em 


mismas  pisadas  á  buscalla.  Maravillóse  el  rey  qre 
acaso  desde  los  reales  le  miraba:  pensaba  volvía  á  pe- 
lear ;  mas  él  tomaba  su  escofia ,  porque  los  moros  to- 
davía esquivaron  el  encuentro,  paso  ante  pasóse  vol- 
vió sano  y  salvo  á  los  suyos  por  el  cafnjno  comenzado. 


bargo  se  continuaba  y  se  llevaba  adelante  con  tanto 
mayor  ventaja  de  los  fíeles  que  decada  día  les  llega- 
ban nuevo  socorros.  Acudieron  los  obispos  donjuán 
Arias  de  Santiago,  bien  que  pocoefectonizo ;  su  po- 
ca salud  le  forzó  en  breve  con  licencia  del  rev  á  «liir 


400 


BIBLIOTECA   DE  GASPAR   Y   ROIG. 


la  vuelta :  dou  García  prelado  de  Córdoba ,  dou  San- 
cho de  Coria :  los  maestres  de  Calatrava  y  de  Alcáu- 
tara :  los  infantes  doo  Fadriqne  y  don  Enrique:  fuera 
destos  don  Pedro  de  Guzman ,  don  Pedro  Ponce  de 
Leen ,  don  Gonzalo  Girón  con  otro  gran  número  de 

f grandes  y  ricos  hombres  que  Tínieron  de  refresco.  A 
os  cercados  por  ser  la  ciudad  tan  grande  uo  se  po- 
dían de  todo  punto  atajar  los  mantenimientos  ^  dado 
que  se  ponían  en  esto  todo  cuidado. 

El  general  de  la  armada  Bonifaz  ardía  en  deseo  de 
quebrar  la  nuente,  para  que  no  pudiendo  comuni- 
carse los  del  arrabal  j  la  ciudad ,  fuesen  conquista- 
dos á  parte  los  que  mntos  haoían  tanta  resistencia. 
Era  negocio  muy  difícultoso  por  estar  la  puente 
puesta  sobre  barcas  que  con  cadenas  de  hierro  están 
entre  sí  trabadas :  todavía  pareció  hacer  la  prueba; 
que  la  mana  y  la  ocasión  pueden  mucho.  Apercibió 
para  esto  dos  naves  :  esperó  el  tiempo  en  que  ayuda- 
se la  creciente  del  mar,  y  juntamente  un  recio  viento 
que  del  Poniente  soplaba.  Con  esta  ayuda,  alzadas  y 
hinchadas  las  velas ,  la  una  de  las  naves  con  tal  ímpe- 
tu embistió  en  la  puente  cuanto  no  pudieron  sufrir 
las  ataduras  de  hierro.  Quebróse  la  puente  el  tercero 
día  de  mayo  con  grande  alegría  de  los  nuestros  y  no 
menos  comodidad.  Los  soldados  con  la  esperanza  de 
la  victoria  con  grande  denuedo  acometieron  é  entrar 
en  la  ciudad ,  escalar  los  muMs  por  unas  partes ,  y 
por  otras  derriballos  con  los  trabucos  y  máquinas 
con  tanta  porfía  que  los  cercados  estaban  á  punto  de 
perder  la  esperanza  de  se  defender.  El  ma^or  comba- 
te era  contra  Triana:  los  moros  se  defendían  valien- 
temente ,  y  ia  fortaleza  de  los  muros  causaba  á  loe 
nuestros  dificultad. 

Cierto  soldado  en  secreto  murmuraba  de  Garci 
Pérez  de  Vargas  :  cargóbale  que  el  e«icudo  ondeado 
que  traía,  era  de  diferente  linaje.  Ningunos  oyen 
con  major  paciencia  las  murmuraciones,  que  los  que 
no  se  sienten  culpados :  disimuló  él  por  entonces  la 
ira ;  después  cierto  día  que  acometieron  los  nuestras 
á  Triana ,  se  mantuvo  tanto  tiempo  en  la  pelea  que 
•*on  la  lluvia  de  piedras ,  saetas  y  dardos  que  le  tira- 
han  ;  abolladas  las  armas  y  el  escudo ,  apenas  él  pudo 
escapar  con  la  vida.  Entonces  vuelto  á  su  contrario, 
que  estaba  en  lugar  seguro :  «Con  razón  (dice)  nos 
nquitais  las  armas  del  linaje ,  pues  las  ponemos  á  tan 
Ngraves  peligros  y  trances  :  vos  las  merecéis  mejor, 
»que  como  mastecatado  las  tenéis  mejor  guardadas.» 
él  avergonzado  conoció  su  yerro ,  pidió  perdón ,  que 
le  dio  á  la  hora  de  buena  gana ,  contento  de  satísfa- 
rersc  de  su  injuria  con  la  muestra  de  su  valor  y  es- 
fuerxo  :  manera  de  vcn^nza  muy  noble. 

Comenzaban  en  la  ciudad  á  sentir  gran  falta  de 
vituallas :  los  ciudadanos  visto  que  la  felicidad  de 
nuestra  gente  se  igualaba  con  su  esfuerzo ,  y  que  al 
contrario  á  ellos  no  quedaba  alffuna  esperanza,  acor- 
daron tratar  de  rendir  la  ciudad,  primero  en  secreto, 
y  después  en  los  corrillos  y  plazas.  Pidieron  desde  el 
adarve  les  diesen  lugar  de  hablar  con  el  rey.  Luego 
que  les  fue  concedido ,  enviaron  embajadores ,  que 
avisaron  querían  tratar  de  concierto  con  tal  que  las 
condiciones  fuesen  tolerables,  en  particular  que  que- 
dase en  su  poder  la  ciudad.  Decían  qile  quebrantados 
con  los  males  pasados ,  ni  los  cuerpos  podían  sufrir 
el  trabajo,  ni  ios  ánimos  la  pesadumbre:  que  todavía 
en  la  ciudad  quedaban  compañías  de  soldados ;  que 
no  era  justo  irrítallas ,  ni  hacelles  perder  de  todo 
punto  la  esperanza :  muchas  veces  la  necesidad  de 
medrosos  hace  fuertes ,  por  lo  menos  que  la  victoria 
sería  sangrienta  y  llorosa  si  se  «llegase  á  lo  último  y 
no  se  tomaba  algún  medio. 

A  esto  respondió  el  rey  que  él  no  ignoraba  el  estado 
en  que  estaban  sus  cosas  :  tiempo  bobo  en  que  se 
pudiera  ti-a  tarde  coacierto ;  mas  que  al  presentí*  por  su 
obstinación  se  hallalian  en  tal  termino  que  seria  cosa 
fea  partirse  sin  tomar  la  ciudad ,  y  que  si  •  no  fuese 


con  rendllla ,  no  daría  lugar  á  que  se  tratase  de  con- 
cierto ni  de  concordia.  Entretanto  que  se  trataba  de 
las  condiciones  y  del  asiento,  hicieron  treguas  y  cesó 
la  batería.  Prometían  acudir  con  las  rentas  reales  y 
tributos,  todos  los  que  acostumbraban  anteaá  pagar 
á  los  miramamoKnes.  Desechada  esta  condición ,  di- 
jeron que  darían  la  tercera  parte  de  la  ciudad  demás 
de  las  aichas  rentas :  después  la  mitad ,  dividida  coa 
una  muralla  de  lo  demás  que  quedase  por  losmoros. 
Parecían  estas  condiciones  á  los  nuestros  muy  aven- 
tajadas V  honrosas :  el  rey  á  menos  de  eniregallc 
la  ciudaa,  no  hacia  caso  destas  promesas,  niestimaba 
todos  sus  partidos.  En  conclusión  se  asentó  que  el 
rey  moro  y  los  ciudadanos  con  todas  sus  alhajas  y 
preseas  se  fuesen  salvos  dondequisiesen.y  que  fuera 
de  Sanlúcar ,  Aznalfarache  y  Niebla ,  que  quedaban 
por  los  moros,  rindiesen  los  demás  pueblos  y  casti- 
llos dependientes  de  Sevilla.  Dióse  de  término  un  mes 
para  cumplir  todas  estas  capitulaciones.  El  castillo 
luego  se  entregó ;  y  á  veinte  y  siete  de  noviembre  sa- 
lieron de  la  ciudad  entre  varones  y  mujeres  y  niños 
cien  mil  moros  :  parte  dellos  ¡misó  en  África,  parte  se 
repartió  por  otros  lugares  y  ciudades  de  España. 

Gastáronse  en  el  cerco  diez  y  seis  meses;  eo  el 
cual  tiempo  los  reales  á  manera  de  ciiniad  estaban 
divididos  en  barrios  con  sus  tiendas  en  que  se  ven- 
dían las  cosas  necesarias,  herrerías  para  forjar  armas, 
los  pabellones  puestos  por  su  orden  con  sus  calles  y 
plazas  en  lugares  convenientes.  A  los  veinte  y  desde 
diciembre  con  pública  procesión  y  aparato  entró  el 
rey  en  la  ciudad,  oyó  misa  en  la  iglesia  Mayor ,  que 
para  este  propósito  estaba  bendecida  y  aparejada : 
[)endijoia  con  gran  magestad  don  Gutierre  electo  ar- 
zobispo de  Toledo ,  que  poco  antes  señalaron  por  su- 
cesor en  aquella  iglesia  de  dun  Juan  quefallecióálos 
veinte  y  tres  del  mes  de  julio.  Don  Kamon  de  Losana 
fue  elegido  por  arzobispo  de  la  nueva  ciudad.  Este 
prelado  andando  á  la  escuela ,  con  un  cuchillo  de 
itiumas  sacó  otro  tiempo  un  ojo  á  un  su  hermano : 
para  absolverse  desta  irreflularídad,  y  para  alcanzar 
•lispen^acion,  ya  que  era  de  mas  edad,  pasóáRooia: 
viaje  que  le  fue  ocasión  de  hacerse  muy  erudito  y 
letrado.  Quedaba  Sevilla  muy  falta  de  moradores :  la 
franqueza  que  el  rey  prometió  de  tributos  á  los  que 
viniesen  á  poblar ,  hizo  que  gran  número  de  genle 
acudiese  de  toda  España ;  determinados  de  hacer  allí 
su  asiento  y  morada  :  con  esto  en  breve  volvió  á  te- 
nor aquella  ciudad  nobilísima  la  hermosura  de  antes 
y  número  de  gente  asaz. 

CAPITULO  VIIL 
De  la  muerte  del  rey  don  Fernando. 

En  el  mismo  tiempo  que  Sevilla  estaba  cercada, 
San  Luis  rey  de  Francia  enriquecía  con  reliquias  san- 
tísimas que  envió  á  Toledo ,  y  aumentaba  la  devoción 
de  la  iglesia  Mayor  de  aquella  ciudad ,  juntamente 
ganaba  las  voluntades  de  nuestra  nación.  En  el  sa- 
grario de  aquella  iglesia  hasta  hoy  con  gran  devoción 
se  muestran  y  guardan  las  dichas  reliquias  con  la 
misma  carta  original  del  rey  cuyo  traslado  nospere- 
ció  poner  en  este  lugar  para  memoria  de  la  piedad 
de  príncipe  tan  señalado  ][  devoto  :  a  Luis  por  la  gra- 
ocia  de  Dios  rey  de  Francia  á  los  amados  varones  en 
nCristo,  canónigos  y  todo  el  clero  de  la  iglesia  da 
«Toledo ,  salud  y  dilección.  Queriendo  adornar  voes- 
»tra  iglesia  con  un  escelente  don  por  medio  de  nues- 
»>tro  amado  Juan  venerable  arzoi>ispo  de  Toledo,  y  á 
»>su  instancia,  os  enviamos  aleunas  precio!(«s  pirte- 
ncícas  de  los  venerables  y  señalados  nuestros  san* 
Dtuaríns,  que  hobe  del  tesoro  del  imperio  Constantl- 
nnopolitano  :  conviene  á  saber  del  madero  déla  cruz 
)>del  Señor  :  una  de  las  cspinusde  la  sacrosanta  coro- 
»>nade  espiuHs  del  mismo  Señor  :  de  la  leciie  de  la 
I  ngloríusa  Virgen  María  :  de  la  vestidura  de  púrpura 


RISTOHIA  DE  fSPA^A. 


401 


Miiel  Señor  con  que  fue  vestido  :  del  lienzo  con  que  i 
Dse  ciñó  el  Señor  cuando  lavó  y  limpió  los  pies  de  sus 
ndiscipulos:  de  la  sábana  con  que  su  cuerpo  estuvo 
»sepottadoen  el  sepulcro: de  los  paños  de  la  infancia 
)>del  Salvador.  Rogamos  pues  y  requerimos  en  el  Se- 
»ñor  á  vuestra  caridad  que  las  sobredichas  reliquias 
»recibaís  y  guardéis  en  ?uestra  iglesia  con  la  i  everen- 
ocia  debida :  asimismo  que  en  vuestras  misas  y  ora- 
»ciones  teníais  memoria  benigna  de  nos.  Fecha  en 
uestampas  ano  del  señor  de  mil  y  docientos  y  cuá- 
drenla y  ocho  por  el  mes  de  mayo.» 

Después  que  el  rey  Luis  bobo  enviada  esta  carta, 
de  Marsella  se  hizo  á  lábrela  y  navegó  á  la  Tierra  San- 
ta coD  deseo  de  reparar  en  aquellas  partes  la  guerra 
sagrada.  El  suceso  no  fue  conforme  a  su  santa  inten- 
ción ,  porque  apoderado  que  se  bobo  en  las  marinas 
de  Egipto  (te  Pelusio ,  ciudad  que  hoy  se  llama  Da- 
miata^  toda  la  prosperidad  se  volvió  en  contrario.  De 
tres  hermanos  del  rey,  Roberto  murió  en  una  batalla, 
Alfonso  y  Carlos  fueron  presos  con  el  rey  el  año  i  249: 
la  libertad  costó  mucho  haber .  sin  que  en  la  Tierra 
Santa  á  la  cualdende  pasaron ,  niciesen  cosa  de  muy 
^rao  momento,  verdad  es  que  las  ciudades  de  Sidon, 
Cesárea  y  loppe  fueron  recobradas  por  las  armas  de 
Francia  año  del  Señor  de  125G,  pero  ninguna  otra 
cosa  se  hizo:  en  el  mismo  año  por  muerte  de  don 
Gutierre  arzobispo  de  Toledo,  que  finó  en  Atienzaá 
los  nueve  de  agosto,  como  se  ve  en  los  Anales  Tole- 
danos, en  su  lugar  fue  puesto  don  Sancho  hijo  del 
rey  don  Femando,  á  quien  algunos  llaman  don  Pe- 
dro, otros  don  Juan  por  engaño  sin  duda.  El  arzobis- 
po don  Rodrigo  por  orden  de  la  reina  doña  Berengue- 
la  crió  en  Toledo  á  sus  nietos  los  infantes  don  Pbilipe 
y  don  Sancho :  proveyóles  en  aquella  su  iglesia  sen- 
dos canonicatos.  Estudiaron  ambos  en  los  estudios 
de  Parfs,  en  particular  donPhiiipe  tuvo  por  maestro 
á  Alberto  Magno,  gran  filósofo  y  teólogo.  Todo  esto, 
y  mas  el  favor  de  su  padre  fue  ocasión  de  poner  en 
esta  vacante  los  ojos  en  don  Sancho.  Aprobó  la  elec- 
ción el  papa  Inocencio  Cuarto;  mas  el  electo  no  pare- 
ce se  consagró  por  su  poca  edad,  que  era  el  penúlti- 
mo de  sus  hermanos.  Por  su  contemplación  dio  su 
padre  á  la  iglesia  de  Toledo  á  Uceda  y  á  Iznatoraf, 
esto  á  trueco  de  Baza,  que  se  la  diera  cuando  con- 
quistó á  Jaén. 

Yivió  por  este  tiempo  un  hombre  señalado ,  por 
nombre  Pero  González ,  que  dejada  la  corte  y  palacio 
en  que  tenia  buen  lugar ,  gastó  lo  postrero  de  su  vida 
en  doctrinar  á  los  gallegos  y  asturianos,  predicador 
de  f^ma.  jSu  contemporáneo  Bernardo,  canónigo  de 
Santiago .  por  el  gran  conocimiento  aue  alcanzó  dé 
los  derechos  fue  muy  familiar  al  pontífice  Inocencio, 
y  es  el  que  escribió  la  glosa  sobre  las  epístolas  Decre- 
tales. £n  el  mismo  tiempo  los  aragoneses  divididos  en 
parcialidades  so  abrasaban  con  discordias  civiles.  Te- 
nia el  rey  don  Jaime  de  doña  Violante  su  mujer  estos 
Iiijos:  don  Pedro,  don  Jaime,  don  Fernando,  don 
Sancho:  otras  tantas  hijas  doña  Violante ,  doña  Cons- 
tanza, doña  Sancha,  doña  María.  La  reina  estaba 
apoderada  del  rey  ^  y  así  le  persuadió  que  dividiese 
los  estados  del  reino  entre  sus  hijos:  consejo  muy 
perjudicial  á  la  república  pob  enflaquecerse  por  esta 
manera  las  fuerzas,  y  muy  pesado  en  particular  á 
don  Alonso  su  hijo  mayor,  en  cuyo  perjuicio  se  en- 
derezaban estas  prácticas.  Por  esta  causa  los  mas 
de  los  grandes  siguieron  la  voz  del  infante  y  por  su 
autoridiad  públicamente  se  apartaron  del  rey.  Con 
cuidado  de  componer  estas  diferencias  que  amenaza- 
ban mayores  males ,  por  el  mes  de  febrero  se  tuvie- 
ron cortes  generales  en  Alcañices  pueblo  de  Aragón. 
Señaláronse  jueces  sobre  el  caso,  personas  principa- 
les,  eclesiásticas  y  seglares:  dieron  por  sentencia 
que  el  hijo  debia  obedecer  á  su  padre.  De  ningún 
provecho  fue  esta  diligencia,  por  estar  los  vasallos 
mal  contentos  y  y  el  rey  constante  en  su  parecer  y 


propósito,  tanto  que  en  vida  hizo  donación  al  infante 
don  Pedro  del  principado  de  Cataluña ;  con  que  la 
otra  parte  se  desabrió  nmcho  mas.  Esto  en  Aragón. 
Las  cosas  del  rey  don  Fernando  se  hallaban  muy 
en  mejor  estado,  porque  compuestas  y  asentadas  las 
cosas  en  Sevilla  en  que  determinaba  hacer  su  asiento 
acometió  á  Jerez,  y  ganó  de  los  moros  á  Medina  S¡- 
donia,  Begel,  Alpechín,  Aznalfarache;  fuera  d&sto 
á  la  ribera  del  mar  en  parte  abatió,  en  parte  tomó 
muchos  castillos  de  moros.  Pretendía  que  los  demás 
escarmentados  con  aquel  daño  y  castigo  se  rindiesen 
ó  reprimiesen.  Hiciéronse  correrías  por  los  campos  de 
Nebrija  :  algunos  pocos  pueblos  de  moros  por  estar 
fortificados  de  sitio  ó  de  murallas  se  atrevían  y  esta- 
ban determinados  de  sufrir  el  cerco  no  solo  como  cosa 
roas  honesta,  sino  también  como  mas  segura,  ni  por 
el  daño  de  los  otros  se  movían  á  rendirse.  Tratóse  de 
pasar  la  guerra  á  África,  y  con  este  intento  en  las 
marinas  de  Vizcaya  por  mandado  del  rey  don  Fernan- 
do se  apercebia  una  nueva  y  mas  ^uesa  armada,  . 
cuando  una  recia  dolencia  le  sobrevmo,  de  que  fino 
en  Sevilla  á  treinta  de  mayo  el  año  que  se  contaba 
de  1252.  Reinó  en  Castilla  por  espacio  de  treinta  y 
cuatro  años,  ooce  meses,  veinte  y  tres  dias,  en 
León  veinte  y  dos  años  poco  roas  ó  roenos  (1).  Fue 
varón  dotado  de  todas  las  partes  de  ánima  y  de  cuer- 
po que  se  podían  desear,  de  costumbres  tan  buenas 
que  por  ellas  ganó  el  renombre  de  Santo,  título  que 
le  dio  no  mas  el  favor  del  pueblo  que  el  merecimien- 
to de  su  vida  y  obras  escelentes:  muchos  dudaron  si 
fuese  mas  fuerte  ,  ó  mas  santo ,  ó  mas  afortunado. 
Era  severo  consigo,  exorable  para  los  otros,  en  todas 
las  partes  de  la  vida  templado ,  y  que  en  conclusión 
cumplió  con  todos  los  oficios  de  un  varón  y  príncipe 
justo  y  bueno. 

En  ningún  tiempo  dio  mayor  muestra  de  santidad 
que  á  la  muerte.  Comulgóle  don  Ramón  arzobispode 
Sevilla.  Al  entrar  el  Sacramento  por  la  sala  se  dejó 
caer  de  la  cama ,  y  puestos  los  hinojos  en  tierra,  con 
ua  dogal  al  cuello  y  la  cruz  delante,  como  reo  peca- 
dor pidió  perdón  de  sus  pecados  á  Dios  con  palabras 
de  grande  humildad;  ya  que  aueria  rendir  el  alma, 
demandó  perdón  á  cuantos  allí  estaban :  espectáculo 
para  quebrar  los  corazones,  y  con  que  todos  se  resol- 
vían en  lágrimas.  Tomó  la  candela  con  ambas  las 
manos ,  y  puestos  en  el  cielo  los  ojos :  a  El  reino  (dijo) 
«Señor  que  me  diste ,  y  la  honra  mayor  que  vo  mere- 
Dcia  te  le  vuelvo,  desnudo  salí  del  vientre  de  roí  ma- 
Ddre,  y  desnudo  roe  ofrezco  á  la  tierra :  recibe  Señor 
»mio,  mi  ánima  ;  y  por  los  méritos  de  tu  santísima 
»pasion  ten  por  biüu  de  la  colocar  entre  los  tus  sier- 
})Vos.)>  Dicho  esto,  mandó  á  la  clerecía  cantasen  las 
letanías ,  y  el  Te-Deum  \audamus,y  rindió  el  espíri- 
tu bienaventurado.  Asu  hijo  don  Alfonso  que  nombró 
por  heredero ,  poco  antes  de  morir  dio  muchos  avisos 
y  juntamente  le  encomendó  con  mucho  cuidado  á  la 
reina  doña  Juana  y  sus  hijos,  délos  cuales  se  hallaron 
á  su  muerte  don  Fadrique,  don  Enrique  y  don  Pbi- 
lipe que  era  electo  prelado  de  Sevilla,  y  don  Manuel; 
don  Sancho  electo  de  Toledo  no  se  halló  por  estar  en 
su  iglesia.  Luego  el  dia  siguiente  le  hicieron  el  enter- 
ramiento y  honras  con  aparato  real.  Su  cuerpo  fue 
sepultado  en  la  iglesia  Mayor  de  Sevilla. 

Dícese  que  este  rey  inventó  é  introdujo  el  consejo 
real,  que  ho^  en  Castilla  tiene  la  suprema  autoridad 
para  determinar  los  pleitos.  Señaló  doce  oidores  á 
cuyo  conocimiento  perteneciesen  los  negocios  mayo- 
res ,  y  los  pleitos  que  en  los  otros  tribunales  se  trata- 
sen, por  vía  de  apelación  con  las  mil  y  quinientas 

(1)  Habiendo  sido  proclamado  rey  de  Castilla  en  3i  de 
agosto  de  1247,  y  debiendo  contarse  su  reinado  en  León 
desde  el  24  de  setiembre  del  aiío  i330  en  que  murió  el  rey 
don  Alonso,  ocupó  este  trono  21  anos  ocho  meses  y  siete 
dias. 


nos  poco  á  poco  iban  creciendo,  y  los  pleitos  eran 
mucboB  por  la  malicia  del  tiempo ,  fue  necesario  es- 
tablecer este  nuevo  Iribiioal ;  que  antes  las  ciudades 
contentas  coa  losjuicios  f  sentencias  que  sus  jueces 
daban ,  y  con  a|>«Ur  i  les  audiencias  de  su  distrito, 
teniau  por  cosa  fea  y  sin  propúsito  pasar  adelante  y 
implorar  el  auxilio  real.  Demás  deslo  encargó  á  per- 
sonas principales  y  doctas  el  cuidado  de  hacer  nuevas 
leyes,  y  recocer  las  aotigunsen  un  volumen  que  hoy 
se  llama  vulgarmente  las  Partidas  ( < )  obra  de  in- 
menso trabajo ,  y  que  se  comeniÚ  por  este  tiempo,  y 
últimamente  se  puso  en  perfección ,  y  se  publicó  en 
tiempo  del  rey  don  Alonso  hijo  deste  don  Fernando. 
HasU  la  muerte  del  rey  dan  Fernando  llegd  don  Lu- 
cas de  Tuy  con  su  historia. 

CAPITULO  IX. 


ELretnodadon  Fernando  porderecho  de Iiereacia 
vino  al  rey  don  Alonso  Deceno  desde  nombre ,  cuya 
vida  y  obras  pretendemos  declarar ,  ilustres  sin  duda 
por  la  variedad  de  loi  sucesos  y  juego  de  la  fortuna 
variable ;  pero  que  tienen  mas  de  maravilla  que  de 
honra  y  loa.  ¿  Qué  c<  bj  raas  maravillosa  que  un  prín- 
cipe criado  en  la  guerra  y  ejercitado  en  las  armas 
desde  su  primera  edad  haya  tenido  tanta  nolicia  de 
laastralogfa.de  la  ñlosafiay  de  las  historias  cunn 
grande  apenas  los  hombres  ociosos  y  ocupados  sola- 
mente en  sus  estudios  pocas  veces  alcanzan?  Sus 
libros  que  publicó  y  sacúá  luz  deastrologla,ydela 
Historia  de  España,  dan  muestra  de  sa  grande  in- 
genio y  estudio  increíble.  ¿Qué  cosa  eso  mismo  roas 
afrentosa  que  con  tales  letras  y  estudios,  con  que 
otro  particular  pudiera  alcanzar  eran  poder,  no  sa- 
ber él  conservar  y  defender  ni  el  imperio  que  los 
estraños  le  ofrecieron,  ni  el  reino  que  su  padre  le 


CUPAK  I  HOlC. 

dejú?  Víú  aquella  edad  y  siglo  hasta  donde  podia  lle- 
gar la  libertad  y  arrogancia  del  pueblo,  pues  redujo 
un  rey  tan  poderoso  casi  á  vida  partii:ular;  viA  él 
mismo  lo  postrero  de  la  deaventura ,  que  fue  ser  des- 

Íiojado  de  sus  riquezas  y  mando,  i  Qué  juegos  hico 
a  fortuna  ú  poder  mas  alto!  ¡Cómoparecequs  gnsla 
en  burlarse  de  las  cosas  humanas  I  El  sobrenombre 
de  Subió  ([ueganú  por  las  letras,  ú  por  la  injuria  da 
susenemigos.ó  parla  raaticiade  los  tiem^,  Ó  t\ 
por  flojedad  de  su  ingenio  parece  le  amanciUd;  pues 
con  el  crédito  que  tenia  de  ser  tan  sabio,  nosupo 
mirar  por  si  y  prevenirse.  En  Sevilla  da  se  nalló  i  la 
muerte  de  su  padre ,  le  alzaron  por  rey.  Lo  primero 
que  hízodeapues  desto ,  fue  renovar  el  coociertocon 
Alhamar  rey  de  Granada,  demés  que  le  biio  suelta 
de  la  festa  parle  del  tributo  que  tenia  costumbrede 
pagar  j  en  que  se  tuvo  respetó  álos  buenos  servicios 
que  hiciera ,  y  á  despertalle  para  que  de  nuevo  hicie- 
se otros ,  que  sin  duda  por  sdgun  tiempo  (ueroD  noy 
grandes  y  señalados.  Era  tanto  lo  que  este  prlocipe 
amaba  al  rey  don  Fernando,  y  érale  tan  a^dablesu 
memoria ,  que  con  ser  moro ,  todos  los  anos  enviaba 
á  Sevilla  buen  número  de  los  suyos  con  cíen  aotor- 
chas  de  cera  blanca  para  qne  se  hiciesen  al  rey  Us 
exequias  y  aniversarios. 

La  falla  que  tenian  de  dineros  era  grande ,  por  es- 
tar gastados  todos  con  las  guerras  de  tantos  aos».  Tra- 
tóse de  bu<cara!guncamiao  para  allegar  monediyre- 
mediar  este  dan" :  pareció  lo  mas  á  proptisib)  que  en 
lugar  de  los  pepiones ,  que  era  cierta  monada  asi  lla- 
mada de  buena  ley ,  se  usase  de  burgaleses,  moneda 
muy  baja  mezclada  de  otroj  metales.  Kra  cosa  injusla 
abajar  de  quilates  (a  moneda ,  y  que  fuese  del  mismo 
valor  que  la  de  antes:  desorden  por  donde  las  cosasse 
encarecieron ,  y  no  se  remedió  Itiinecesidad  del  rey 
porque  fue  necesario  aumentar  los  salariosdelosjue- 
ces  y  de  los  demás  oficialescon  tanta  mayor  indigM- 
cion  del  pueblo  que  poco  después  se  inventó  otro  gé- 
nero de  moneiia  que  se  llamaba  negra ,  es  á  saber 
por  tener  mucho  cobre  (i).  Quince  monedas  desti 
género  valían  una  dobla  ó  escudo :  un  borgalés  vilii 


dos  papiones:  noventa  un  escudo  6  nn  maravedí  de 
or^.  Este  camino  de  allegar  dinero ,  bien  que  inten- 
tado muchas  veces  de  grandes  reyes,  que  sea  muy 
engañoso  y  perjudicial  el  tiempo  y  la  esperiencia  y 

desastrados  sucesos  lo  han  bastantemente  declarado: 
sin  duda  fue  h  principal  causa  porque  el  rey  don 
Alonso  en  breve  sehiiomuymalquistoy  odiosoíaus 
vasallos.  Des ta  manera,  si  no  hay  gran  ttento,  de 
nonatos  principios  y  causas  sa  siguen  efectos  muy 

Ciicíosos  y  malos.  Esta  fue  la  nrimerasemilladela 
ordia  civil :  de  la  guerra  de  fuera  hobo  otras 
causas. 

Estaba  el  rey  don  Alonso  coogojadoporla  esteri- 
lidad de  la  reina  doña  Violante,  por  el  eran  deseo  que 
tenia  de  dejar  sucesión.  Los  aduladores,  de  que 
siempre  hay  gran  número  en  las  casas  de  los  prioei- 

(t)  Este  tóiigo ,  el  mai  nbio  de  todoi  los  que  babia  en 
Europa  en  ni  liempo,  se  empeiÓ  eo  135S  y  sa  tabó 
en  1163.  Don  Alonao  babia  mandido  timbiea  coordinar  el 
Fuero  Real  qne  In  dié  como  Fuero  nanicipal  á  Bargoi  y  i 
otros  pueblos  de  Caitilla ,  poi  cuya  ratón  te  liamA  Fuero 
4ila  Cifte t  delM omtjv* ie  CatlUla. 


pes,  pretendían  queaquel  matrimonia  se podiaapar- 
tar:  no  les  faltaban  razones  para  colorear  este  eofa- 
ño,  como  i  gente  de  grande  ingenio ;  el  rey  fácilmente 
se  dejú  persuadir  en  lo  que  deseaba.  Envió  embaj»;- 
dores  al  rey  de  Dionmarcaá  pedir  por  mujerunabiji 
suya  llamada  Cristina  (3).  Era  cosa  fácil  por  la  gran- 
de distancia  de  los  lugares  engañar  aquella  gente. 
Concertado  el  casamientp,  la  doncella  fue  enviada  en 
España.  Estos  intentos  del  rey  don  Alonso  dieron 
mucha  pena  como  era  razón  al  rey  don  Jaime:  pro- 
curóse aar  algún  corle  con  embajadas  que  se  envia- 
ron ;  pero  como  no  se  efectuase  nada ,  vino  el  ne^ 
cío  i  rompimiento  y  á  las  annas.  Hicíéronse  conenu 

(I)  Honeda  ntgn  tí  la  que  preuntamos  coa  ti  nim»- 
ro  1  T  auaaue  le  ignora  cual  taae  el  peptia  u  trttatU 
que  llera  el  nímero  2. 

(SJ  El  cronisti  de  don  Alonso  el  Sabio  á  qnlea  ñgiic  ■>- 
riana  ha  llenado  de  fibiilas  íu  obra.  La  falsedad  Ú*  1»  1« 
aqui  atienta  csll  demoatridi  |>or  el  niirquéi  de  Hooo^*' 
coa  Iti  ratones  aiguifnles :  primero,  que  el  rey  de  Artj^ 
DO  híH)  It  ipjorra  al  de  Castilla  por  vn(V  tstt  a^<^ 
ifaio  para  ayudar  al  rey  de  navarra  na  qaieo  Niaka  coa»- 


RBIDRIA  DB  ESPAÑA. 


Y  cabalgadas  de  una  parte  y  de  otra ,  robos  de  hom- 
bres y  ganados ,  y  esto  al  príocipio  de  aquella  dífe- 
reDcía. 

Por  el  mismo  tiempo  Theobaldo  rey  de  Navarra, 
Primero  deste  nombre ,  falJeció  á  ocho  de  julio  año  de 
nuestra  salvación  de  4253 :  digno  de  ser  alabado  por 
'  el  deseo  que  mostró  de  ayudar  ala  guerra  de  la  Tierra 
Santa,  cuanto  reprensible  y  mancnadopor  el  inten- 
to qne  tuvo  de  oprimir  los  derechos  y  libertad  ecle- 
siástica; por  la  cual  causa  se  dice  líobo  entredicho 
general  en  todo  a^el  remo  por  espacio  de  tres  años 
enteros  (1).  Este  tiempo  pasado,  don  Pedro  Remigio 
ó  Gazolaz  obispo  de  Pamplona  alzado  el  destierro  en 
que  le  tenían,  se  reconcilió  con  e|  rey  á  instancia  de 
personas  prindpales  que  en  ello  traoajaron ,  y  con 
muy  grnnde  alegría  y  r^ocijo  de  todo  el  pueblo. 
Theobaldo  merece  sin  duda  ser  alabado  por  otras  co- 
sas y  parles  de  que  fue  dotado ,  en  especial  por  los 
estuflios  délas  artes  liberales,  ejercicio  y  conocimien- 
to de  la  música  y  de  la  poesía  tan  grande ,  que  acos- 
tambraba  componer  versos  y  cantarlo!^  á  vihuela ,  las 
poMias  que  hacia,  proponellas  en  público  en  su  pa- 
lacio para  ser  de  todos  juzgados.  Tuvo  tres  mujeres. 
I^e  la  primera  que  fue  hija  del  conde  de  Lorena,  no 
tuvo  hijos  algunos.  Dejada  esta  por  mandado  de  los 
pontíBces,  casó  con  Sibila  hija  de  Philipo  conde  de 
Flandes.  Deste  matrimonio  nació  Blanca,  que  casó 
con  Juan  duque  de  Bretaña  por  sobrenombre  el  Ber- 
mejo. De  la  tercera  mujer  que  fue  bija  de  Archim- 
baudo conde  de  Fox,  tuvo  á  Theobaldo  y  á  Enrique, 
y  una  hija  Hamada  Leonor. 

Theobaldo  sucedió  á  su  padre  después  de  su  muer- 
te: era  menor  de  edad,  que  no  tenia  quince  años 
CQmpKdos ,  de  escelente  natural ,  y  que  daba  mues- 
tras de  grandes  virtudes.  La  reina  Margarita  su  ma- 
dre ,  cuidadosa  de  lo  que  á  su  hijo  tocaba ,  estaba  con 
temor,  en  especial  de  don  Alonso  rey  de  Castilla  que 
vencidos  y  aomados  los  moros ,  se  entendfa  queria 
revolver  contra  Navarra ,  y  despertar  el  derecho  anti- 
guo que  ^etendian  les  revés  de  Castilla  á  aquella  co- 
rona :  cuidaba  ayudarse  del  socorro  del  rey  de  Ara- 
gón y  de  su  sombra.  Tratóse  por  sus  embajadores  de 
aliarse;  y  para  que  la  cosa  se  concluyese  mas  fácil- 
mente, con  seguridad  de  ambas  partes  se  juntaron 
á  vistas.  Al  principio  del  mes  de  agosto  en  Tudela  se 
hizo  confederación  entre  los  dos  reyes ,  en  que  se 
concertó  tuviesen  los  mismos  por  amigos  y  por  ene- 
mi^.  Asentaron  otrosí  que  una  de  las  dos  hijas  que 
tenia  el  rey  don  Jaime,  se  diese  por  mujer  á  Theo- 
baldo; y  en  particular  se  proveyó  que  ninguna  de  las 
dos  casase  con  alguno  de  |os  hermanos  del  rey  de  Cas- 
tilla sin  voluntad  de  la  reina  Margarita,  y  sin  que 
ella  viniese  en  ello.  Al  rey  de  Aragón  sin  embargo  le 
qnedó  su  derecho  á  salvo ,  oue  pretendía  tener  á 
aqoel  raino  por  la  adopción  uel  rey  don  Sancho  de 
Navarra. 

Esta  confederación ,  para  que  fuese  mas  fuerte,  se 
procuró  que  el  romano  pontífice  la  aprobase :  las 
fuerzas  de  los  dos  reinos  claramente  se  movían  y  en- 
derezaban contra  las  de  don  Alonso  rey  de  Castilla. 


403 


derado :  sefondo  que  doSa  Vtclaote  miyer  de  don  Alonso 
parió  i  dona  Bereogaela  el  mismo  aoo  qué  se  supone  quiso 
repudiarla  por  estéril,  y  el  28  de  setiembre  de  1254  habla 
parido  otra  hija  llamada  doña  Beatrix,  de  donde  resulta  que 
en  el  tiempo  que  se  supone  haber  enviado  la  embajada  de- 
bía ser  bien  oonoddo  el  preñado  de  la  reina :  tercero,  que 
dona  Cristina  no  riao  i  España  hasta  el  ano  4258  en  que 
contrajo  matrimonio  con  el  infante  don  Felipe ,  según  lo  que 
doD  Alonao  tenia  estipulado  con  el  rey  de  Noruega  su  padre. 
(i)  Al  ir  Theobaldo  á  la  conquista  de  la  Tierra  Santa, 
puso  en  manos  de  don  Pedro  Ramírez  obispo  de  Pamplona 
el  castillo  de  San  Esteban  de  Moojardin  á  condición  de  que 
en  reclamándole  se  le  hubiese  de  restituir :  k  su  vuelta  re- 

auiríó  al  obispo  se  lo  restituyese ,  y  este  se  resistió.  ¿  Dón- 
e  mUí  aqut  la  opresión  y  osurpacion  de  derechos? 


El  cuidado  desta  guerra  y  miedo  que  resultó  por  esta 
causa  (que  suele  ser  muy  gran  atadura  de  concordia) 
hizo  que  los  aragoneses  padre  y  hijo  se  concertasen; 
cosa  que  tanto  se  deseaba.  Así  hallo  que  lo  que  el  rey 
de  Aragón  habia  donado  á  don  Pedro  y  don  Jaime  sus 
hijos,  lo  aprobó  con  juramento  en  Barcelona  don 
Alonso  el  hijo  mayor  del  mismo  rey  don  Jaime.  Ofre- 
cióse demás  desto  ocasión  de  nueva  guerra.  Alasar- 
chó,  moro  de  ingenio  sagaz,  prometió  entregar  y 
rendir  el  castillo  de  Reguera  que  tenia  en  su  poder. 
El  rey  de  Aragón ,  como  el  que  era  arriscado ,  creyó- 
se fácilmente  que  le  trataba  verdad ;  acudió  con  poca 
gente  como  á  cosa  hecha.  Hobiera  de  caer  en  el  lazo 
y  quedar  preso;  mas  quiso  Dios  que  le  avisaron  del 
engaño,  y  de  lo  que  pasaba ;  con  que  se  puso  en  co- 
bro. El  moro,  burlada  su  esperanza ,  se  declaró  por 
enemigo,  y  persuadió  á  los  moros  de  Valencia  que 
tomasen  las  armas  y  que  se  levantasen. 

El  rey  movido  por  el  peligro  acudió  á  Valencia: 
tratóse  en  aquella  ciudad  de  echar  aquella  gente  de 
todo  el  reino.  Los  señores  por  la  ganancia  que  de 
aquella  gente  les  venia ,  hacian  contradicción :  los 
prelados  y  el  pueblo  otorgaban  con  el  rey,  que  fue  el 
parecer  que  preraleció  en  las  cortes.  Mandaron  pues 
á  todos  los  moros  que  saliesen  del  reino  de  Valencia 
y  de  todo  su  distrito  dentro  de  cierto  término.  Ellos 
aunque  estaban  en  armas  sesenta  mil  dellos ,  obede- 
cieron á  lo  que  les  fue  mandado.  Repartiéronse  por 
tierra  de  Murcia  y  de  Granada ;  gran  parte  hizo  asien- 
to en  la  Mancha,  que  al  presente  se  llama  de  Aragón, 
antiffuamente  de  Montaragón  de  un  pueblo  deste 
nombre  que  por  allí  caía.  Era  comarca  áspera ,  y  no 
cultivada  en  aquel  tiempo;  al  presente  de  señalada 
fertilidad  en  la  cosecha  de  pan  con  que  provee  á  otras 
muchas  partes.  Llamóse  antiguamente  campo  Spar- 
Urio,  del  mucho  esparto  que  tiene.  Desta  resolución 
sacó  gran  interés  don  Fadrique  que  residía  en  Ville- 
na ,  y  la  tenia  en  gobierno  en  nombre  del  rey  don 
Alonso  su  hermano.  Era  por  allí  el  paso :  hizo  que 
por  él  los  miserables  cada  uno  pagase  un  escudo 
de  oro. 

El  rey  de  Aragón  embarazado  con  estos  alborotos 
no  nudo  luego  volver  las  armas  contra  Castilla.  Esta 
tardanza  hizo  que  las  sospechas  de  una  gran  guerra 
se  trocaron  en  muy  alegre  fin  y  remate.  En  el  mismo 
tiempo  que  Cristina  después  de  tan  largo  viaje  últi- 
mamente aportó  á  Toledo .  que  fue  el  ano  de  nuestra 
salvación  de  i  254,  se  entendió  que  la  reina  estaba 
ocupada.  El  rey  movido  con  una  cosa  tan  fuera  de  lo 
que  se  esperaba,  trocó  el  odio  en  amor.  Los  mismos 
que  antes  le  persuadían  <jue  la  dejase ,  trataron  que 
se  recoDciliase  con  la  rema,  y  hallaban  razones  en 
favor  del  matrimonio  que  anteas  tenían  por  inválido; 
tales  son  las  adulaciones  de  cortesanos.  Don  Felipe 
hermano  del  rey  sin  embargo  que  era  abad  de  Valla- 
dolid  y  electo  arzobispo  de  Sevilla ,  renunció  el  hábi- 
to clerical  con  voluntad  del  rey  su  hermano  para  ca- 
sar con  Cristina ,  que  aceptó  aquel  partido ,  perdida 
la  esperanza  de  ser  reina :  matrimonio  que  como  mal 
trabado  en  breve  se  apartó  por  la  muerte  de  Cristina, 

3ue  le  sobrevino  por  la  pena  de  la  afrenta,  y  por  el 
esabrimiento  que  recibió  por  un  trueque  semejante: 
así  lo  entendía  la  gente  vulgar. 

La  esterilidad  de  la  reina  doña  Violante  se  mudó  en 
fecundidad,  tanto  qne  parió  muchos  hijos  á  su  mari- 
do. Estos  fueron  dona  Bereuffuela,  doña  Beatriz,  don 
Fernando  por  sobrenombre  de  la  Cerda ,  por  causa  de 
una  muy  señalada  y  larga  con  que  nació  en  laü  es- 
paldas,  don  Sancho,  don  Pedro,  don  Juan,  don  Die- 
go ,  doña  Isabel  y  doña  Leonor.  Todos  estos  tuvo  el 
rey  don  Alonso  en  la  reina.  En  otra  madre  de  bajo  li- 
naje á  don  Alonso  Fernandez :  en  doña  Mayor  de 
Guzman  hija  de  Pedro  de  Guzman  á  doña  Beatriz, 
que  fueron  el  uno  y  el  otro  hijos  bastardos.  El  año 
siguiente  de  1255  Eduardo,  hijo  mayor  de  Enrique 


404 


BIBLIOTECA  DB  GASPAR  T  ROIG. 


rey  de  Inglaterra ,  yino  á  España.  Las  causas  de  su 
venida  no  se  dicen ,  í  i )  podemos  sospechar  ( ¿quién 
lo  veda? )  que  moviao  del  agravio  de  Cristina  hizo 
aquel  viaje  por  ser  primos  hermanos :  su  viaje  cuanto 
haya  aprovechado,  el  suceso  de  las  cosas  lo  declara; 
lo  cierto  es  que  en  Burgos  fue  recibido  benignamente 
del  rey,  y  de  su  mano  le  armó  caballero,  ceremonia 
que  en  aquel  tiempo  se  usaba :  halagos  con  que  se 
pretendía  aplacar  el  ánimo  de  aquel  príncipe  mozo  y 
oravo. 

CAPITULO  X. 
El  rey  don  Alonso  fae  elegido  por  emperador. 

El  rey  don  Alonso  no  tenia  la  misma  fama  en  todas 
las  partes ,  y  cerca  de  todas  las  naciones.  En  España 
en  su  reino  sin  duda  era  aborrecido  del  pueblo :  á  los 
reyes  comarcanos  no  era  nada  agradable,  dado  que 
con  cierta  muestra  de  paz,  ó  por  miedo  de  su  poder 
se  detenían  de  tomar  contra  él  las  armas.  Entre  las 
naciones  estrañas  volaba  la  fama  de  su  grande  eru- 
dición. Decíase  que  era  elocuente ,  sagaz,  instructo 
igualmente  en  las  artes  de  la  paz  y  de  la  guerra.  Esto 
movió  á  algunos  príncipes  de  Alemania  para  (¡ue  en  la 
dieta  del  imperio  en  que  se  trataba  de  elegir  empe- 
rador, le  nombrasen  en  lugar  de  Guilletmo  César 
que  á  la  sazón  murió,  y  se  tuviese  cuenta  con  él, 
bien  que  no  fue  una  la  voluntad ,  ni  los  votos  de  todos 
se  conformaron  en  uno ;  el  arzobispo  de  Colonia  en 
su  nombre ,  y  en  el  del  arzobispo  de  Maguncia  cuyo 
nombre  y  voz  traia,  y  el  conde  Palatino  nombraron 
por  emperador  á  Ricardo  conde  de  Comubia  herma- 
no de  Enrigue  rey  de  Ingalaterra.  Hízose  este  nom- 
bramiento a  seis  ae  enero  día  de  los  rejes  año  que  se 
contó  del  Señor  de  i 256:  algunos  señalan  dos  años 
adelante.  El  arzobispo  de  Tréverís  y  el  duque  de  Sá- 
jenla teniendo  por  inválida  la  elección  de  Ricardo, 
por  51US  votos  eligieron  á  don  Alonso  rey  de  Castilla 
el  postrer  día  de  marzo  luego  siguiente. 

Enviáronse  embajadores  á  entrambos ,  y  cada  cual 
se  tenia  por  legítimo  emperador,  y  á  su  competidor 
al  contrario:  con  tanto  mas  ventaja  de  Ricanlo  cfue 
sin  dilación  dejadas  todas  las  demás  cosas  acudió  á 
Alemana ,  y  de  mano  del  arzobispo  de  Colonia  á  guien 
esto  toca ,  tomó  la  corona  primera  del  imperio  en 
Aquisgran  á  dos  días  del  mes  de  mayo.  Don  Alonso 
embarazado  con  las  alteraciones  domésticas,  y  des- 
confiado de  la  voluntad  de  sus  vasallos,  y  principal- 
mente por  la  edad  de  sus  hijos  que  era  pequeña ,  aila 
tó  su  ida ,  puesto  que  los  obispos  de  Constancia  y  de 
Espira  vinieron  por  embajadores  en  esta  razón ,  y 
con  nuevas  embajadas  que  le  enviaban  de  cada  día, 
le  importunaban  fuese  a  tomar  el  imperio.  Esta  tar- 
danza entibió  la  afícion  de  su  parcialidad ,  y  fortificó 
los  intentos  de  la  parte  contraria.  Favorecían  á  don 
Alonso,  fuera  del  crédito  de  su  virtud ,  porque  de  par- 
te de  tnadre  venia  de  los  emperadores  de  Alemana 
comp  hijo  que  era  de  doña  Beatriz ,  y  por  ella  nieto 
de  Philipe  que  fue  el  tiempo  pasado  emperador.  A 
Ricardo  ayudaba  mucho  la  semejanza  de  la  lengua, 

3ue  no  es  pequeña  entre  ingleses  y  alemanes ,  gran- 
es y  antiguas  alianzas  entre  aquellas  dos  naciones, 
las  costumbres  semejantes ,  además  del  parentesco 
que  entre  sí  tenían ,  para  que  le  juzgasen  por  idóneo 
y  digno  del  imperio ,  en  tanto  grado  que  en  negocio 
dudoso  parecía  aventajarse  algún  tanto  su  derecho. 
Porque  dentro  de  u^  año  después  de  la  muerte  del 
emperador  Guillelmo  fue  puesto  en  su  lugar  en  el  mis- 
mu  dia  que  de  común  consentimiento  tos  electores 
señalaron  para  la  elección ;  dentro  de  otro  año  de 
mano  del  arzobispo  de  Colonia  á  quien  esto  pertene- 
cí )  Vino  pan  casarse  eon  dona  Leonor  bija  de  don  FeN 
oando,  como  resulta  de  ona  escritora  qne  cita  el  marque  de 
Moodejar. 


ce,  fue  en  Aquisgran  coronado,  y  tomó  las  demás 
insignias  del  imperio,  y  se  sentó  en  la  silla  de  Cario 
Magno  en  señal  de  la  posesión  que  tomaba. 

En  conclusión  así  los  príncipes ,  como  los  que  te- 
nían á  cargo  las  fortalezas ,  le  hicieran  sus  homena- 
jes; las  cuales  cosas  todas  como  guier  que  estuvie- 
sen establecidas  por  las  leyes  que  hablan  en  razón  de 
elegú*  los  emperadores,  don  Alonso  no  las  cumplió: 
contra  Ricardo,  que  á  su  tiempo  las  habla  todas 
guardado ,  no  se  podía  alegar  cosa  alguna;  así  lo  de- 
cían grandes  letrados,  fuera  de  que  en  discordia  de 
los  electores  cuando  no  se  conforman  en  uno,  el  con- 
de Palatino  es  el  legítimo  juez  de  la  diferencia ,  por 
lo  menos  el  rey  de  Bohemia  cuando  los  votos  se  divi- 
den igualmente ,  á  la  parte  que  él  se  allega ,  aquella 
elección  es  tenida  por  válida.  Alegaban  que  lo  uno  y 
lo  otro  hacían  por  Ricardo,  pues  el  conde  Palatino 
votó  por  él  en  su  nombre  y  ael  rey  de  Bohemia  cuyas 
veces  tenia ;  y  luego  que  él  mismo  supo  la  «lección ,  de 
nuevo  la  aprobó. 

Don  Alonso  al  contrario  alegaba  que  su  elección 
fue  hecha  en  Francfordia  dentro  de  los  muros  de  la 
ciudad ,  que  era  el  lugar  señalado  de  común  consen- 
timiento de  los  electores  para  aquella  elección.  Que 
el  de  Colonia  y  el  Palatino  vinieron  acompañados  de 
gran  número  de  soldados  no  como  á  elección ,  sino 
como  á  ^erra,  y  porque  ponían  espanto,  y  parecía 
gue  querían  hacer  fuerza ,  fueron  amonestaaos  que 
oesistiesen  de  aquel  camino,  y  á  ejemplo  do  los  otros 
príncipes  con  acompañamiento  ordinario  y  compe- 
tente entrasen  en  la  ciudad.  Cargábanles  que  no  qui- 
sieron conformarse ,  antes  por  nueva  manera  y  per- 
judicial se  juntaron  á  parte ,  cosa  de  grandes  incon- 
venientes ,  y  fuera  de  la  ciudad  como  en  los  reales 
hicieron  su  elección.  Esta  era  la  principal  nulidad  en 
la  elección  de  Ricardo.  Que  los  príncipes  que  esta- 
ban en  la  ciudad ,  aguardaron  hasta  tanto  que  hobo 
esperanza  que  se  podrían  reducir  á  mejor  consejo,  y 
dejada  aquella  porfía ,  concordarse  con  la  razón  y  con 
los  demás :  perdida  la  esperanza ,  á  postrero  de  mar- 
zo por  voto  del  arzobispo  de  Tréverís ,  y  del  duque  de 
Sajonia,  que  tenía  otrosí  el  voto  del  marqués  de  Bran- 
demburg,  que  ausente  estaba,  como  su  vicario,  y 
también  por  voto  del  rey  de  Bohemia,  cuyo  embaja- 
dor con  derecho  de  votar  estuvo  presente  en  la  dieta « 
fue  elegido  por  rey  de  romanos  don  Alonso  rey  de 
Castilla. 

Estos  eran  los  principales  fundamentos  de  la  una 
parte:  y  de  la  otra  otros  alegaban  de  menor  cuantía» 
como  delitos  y  escesos ,  que  los  unos  oponían  contra 
los  otros ,  sin  que  en  ellos  se  engañasen,  mayormen- 
te contra  el  arzobispo  de  Tréverís  se  alegaba  estar 
descomulgado ,  y  por  tanto  privado  de  voto,  á  causa 
de  nuevas  y  estraordinarias  imposiciones  que  derra- 
maba sobre  sus  vasallos.  La  otra  parto  contraponia 
3[ue  el  arzobispo  de  Colonia  hirió  al  cardenal  de  San 
orge  legado  del  pontífice  romano,  y  prendió  un  obis- 
po. Asimismo  que  el  conde  Palatino  maltrataba  en 
muchas  maneras  las  personas  eclesiásticas ,  lo  cual 
no  era  lícito :  mas ,  que  contra  la  sacrosanta  mages- 
tad  de  los  pontífices  y  de  la  Iglesia  en  las  revueltas 
pasadas  se  allegó  al  emperador  Federico  y  á  su  hijo 
Conrado.  Este  pleito  comenzó  en  tiempo  del  papa 
Alejandro  Cuarto:  no  se  pudo  componer  por  su  au- 
toridad y  juicio  como  fuera  justo ,  y  los  que  mejor  lo 
sentían,  lo  deseaban  á  causa  que  cada  cual  de  las 
partes  como  quier  que  pretendiese  ser  de  su  derecho 
cierto,  no  quería  (mal  pecado)  pasar  por  juicio  ni 
sentencia  de  alguno ,  ni  comprometer  la  diferencia, 
porque  no  pareciese  con  esto  nacían  dudosa  su  causa ; 
mas  aína  cuidaban  poner  el  negocio  en  el  trance  de 
una  batalla,  y  pleitear  con  las  armas  así  suyas  como 
de  los  príncipes  de  Alemana  sus  valedores  y  aliados. 

Gran  mal  por  esta  causa  se  aparejaba  á  la  cristian- 
dad ,  si  á  ambos  príncipes  no  detuvieran  y  enfrena- 


HISTORIA    DE   ESHAN^. 


rail  otros  negocios  domésticos.  A  don  Alonso  le  fue 
impedimento  estarían  lejos  de  España:  j  unas  difi- 
cultades que  nacían  y  se  trababan  de  otras ,  le  de- 
tuvieron en  su  reino:  demás  que  naturalmente  era 
irresoluto,  y  tenia  esperanza  que  con  artlBcio  y  ma- 
fia se  podría  dar  conclusión  á  aquel  debate.  Ricardo 
no  pudo  tomar  las  armas  á  causa  que  las  cosas  de  In- 
galaterra  andaban  muy  alteradas  con  la  guerra  que 
se  hacia  en  Francia  con  todas  las  fuerzas  de  la  una 
y  de  la  otra  nación ,  en  especial  que  falleció  el  sesto 
ano  después  que  se  llamó  emperador.  Gl  On  en  que 
paró  toda  esta  contienda  y  su  remate  se  declarará 
ea  otra  parte  mas  adelante. 

CAPITULO  Xl. 

Los  grandes  de  Castilla  se  aUeraron  eontra  el  rey  don 

Alonso. 

Tema  el  rey  don  Alonso  condición  mansa ,  ánimo 
grande  y  mas  deseoso  de  gloria  que  de  deleites :  era 
dado  al  sosiego  de  las  letras ,  y  no  ajeno  dip  los  nego- 
cios, pero  poco  recatado,  y  de  maravillosa  inconstan- 
cia en  su  manera  de  proceder:  codicioso  de  allegar 
dinero,  vicio  que  si  no  se  mira  bien,  causa  muy  gra- 
ves danos,  como  entonces  sucedió ,  que  perdió  las 
voluntades  del  pueblo,  y  no  supo  ganar  las  de  los 
«randea.  Ckm  deseo  pues  de  huir  el  ocio,  que  es  muy 
á  propósito  para  sembrar  chismes  v  levantar  murmu- 
radones,  tomó  las  armas  contra  el  Andalucía,  y  di- 
vididas SU4  gentes ,  trataba  cop  diversas  bandas  de 
apoderarse  de  los  pueMos  que  quedaron  en  poder  de 
moros.  El  mismo  ganó  á  Jerez,  don  Enrique  su  her- 
mano á  Arcos  y  á  Nebrija,  pueblo  situado  en  los  es- 
teros de  Guadalquivir  por  aquella* parte  que  con  gran- 
des acogidas  de  agua  se  derram  i  en  el  Océano.  En 
Jerez  fue  puesto  por  goberntdor  don  Ñuño  de  Lara, 
hombre  de  antiguo  y  noble  linaje,  roas  ya  casi  acaba- 
dos por  la  flojedad  ó  contumacia  de  sus  antepasados. 
Ofrecíase  muy  buena  ocasión  de  desarraigar  por  toda 
aqueQa  comarca  las  reliquias  de  los  moros,  si  no  fue- 
ra que  otro  nuevo  cuidado  de  una  nueva  guerra  for- 
zó al  rey  á  retirarse  v  defar  aquella  empresa.  Esto  fue 
que  Tbeobaldo  rey  de  Navarra,  Segundo  deste  nom- 
bre, ya  aue  era  mayor  de  edad,  conñado  en  la  ayuda 
tlel  rey  ue  Araron ,  con  quien  poco  antes  renovara 
SUR  confederaciones  en  Nontagado .  con  sus  gentes 
que  juntó  de  todas  partes,  trataba  (le  acometer  las 
tierras  de  Castilla.  Pretendía  ^  lo  de  Guipúzcoa, 
Álava,  la  Rioja  y  Briviesca,  tierras  de  sus  antepa* 
sados ,  les  quitaron  á  tuerto  los  años  antes,  y  que  de 
derecho  le  pertenecían. 

Muchos  grandes  de  Custijln  disgustados  con  su 
rey  se  pasaron  á  Navarra  y  á  Aragón ,  renunciada 
primero  por  público  instrumento  la  naturalidad,  que 
era  el  camino  que  en  los  tiempos  antiguos  hallaron 
para  que  no  fuesen  tenidos  por  traidores  los  que  se 
ausentaban  de  su  patria.  Estos  despertaban  la  llama, 

Lá  aquel  príncipe  mozo  y  feroz  por  la  edad  instiga- 
n  para  que  tomase  las  armas.  Entre  estos  grandes 
el  mas  principal  era  don  Diego  de  Raro ,  varón  muy 
constante ,  y  ae  notables  prendas  en  Jo  demás ,  pero 
giie  DO  sufría  sé  le  hiciese  ningún  agravio  ni  dema- 
sía.  y  que  se  mostraba  muy  ofendido  por  ver  opri- 
mida la  libertad  de  la  patria.  La  muerte  cortó  sus 
ioieotoa,  que  le  sobrevino  en  el  lugar  deBañares,  do 
era  ido  para  curarle;  mas  su  hijo  don  Lope  de  Haro, 
aunque  era  de  pequeña  edad ,  con  grande  acompa- 
ñuDiento  de  los  suyos  se  fue  á Estalla,  ciudad  en 
que  á  la  laaoa  se  hallaba  el  rey  de  Aragón.  Lo  mis- 
mo liño  el  infante  don  Enrique  disgustiido  de  todo 
IHinto  eoB  su  hermano  el  rey  don  Alonso.  Hicieron 
estos  señores  entre  sí  iiga  contra  el  poder  y  armas 
de  todos  los  príncipes.  El  pueblo  de  ¿astilla  y  mu- 
rboe  grandes,  dado  que  aun  no  se  declaraban,  sen- 
tían lo  mismo  de  secreto.  Llevaban  mal  que  la  mo- 


405 

neda  se  hobiese  abajado  de  ley,  de  que  se  siguió  ma- 
yor carestía  de  los  mantenimientos;  y  pretendiendo 
poner  remedio  á  este  daño,  resultó  otro  mayor.  Puso 
el  rey  tasa  y  precio  á  todas  las  cosas  que  se  vendían 
y  á  todas  las  mercadurías ,  de  que  se  siguió  gran  fal^ 
ta  de  vituallas  y  provisión  por  no  querer  los  que 
las  tenían ,  vender  por  aquel  precio :  desta  manera 
suelen  muchas  veces  acarrear  mayor  daño  las  cosas 

3ue  parecían  h&berse  ordenado  con  mucha  pru- 
encia. 

El  rey  don  Alonso  como  era  de  grande  ingenio,  y 
que  no  ignoraba  cuan  grande  era  el  peifgro  que  le 
amenazaba ,  trató  de  hacer  asiento  y  pacificarse  con 
el  rey  dé  Aragón ,  que  sabia  no  estaba  muy  lejos  de- 
l|o  por  andar  envuelto  otra  vez,  aunque  era  de  gran- 
de edad,  en  los  amores  de  doña  Teresa  Vídaura,  tan- 
to que  parecía  estar  olvidado  de  sí  y  de  la  roagestad 
real.  Viéronse  en  Soria:  en  aquella  habla  concertaron 
paces  por  el  mes  de  marzo  año  de  nuestra  salvación 
de  1256,  en  el  mismo  tiempo  que  Margarita  madre 
de  Theobaldo  rey  de  Navarra  en  Francia  do  estaba 
ocupada  en  asentar  tas  cosas  de  campañi ,  falleció  á 
once  del  mes  de  abril  en  Pervino.  Fue  enterrada  en 
el  monasterio  de  Glaravalle ,  muy  noble  y  conocido 
en  aquella  sazón  por  el  crédito  que  tenían  Hquellos 
mongos  de  santidad.  El  año  siguiente  en  Toledo  mu- 
rió don  Sancho  Capelo  rey  de  Portugal ,  como  se 
tocó  arriba.  El  reino  que  (M)r  espacio  de  trece  años 
había  gobernado  como  teniente  don  Alonso  su  her- 
mano, te  gobernó  de  alli  á  delante  con  nombre  de 
rey.  Tuvo  de  doña  Beatriz  hija  del  rey  don  Alonso  á 
su  hijo  mayor  don  Dionisio ,  y  á  d«rp  Alonso  couilc 
de  Portalegre,  y  demás  destos  á  doña  Blanca,  cuyo 
cuerpo  está  sepultado  en  las  Huelgas  de  Burgos  don- 
de  por  largo  tiempo  fue  abadesa;  y  á  doña  Constanza 
que  murió  de  poca  edad. 

En  este  comedio  don  Enrique  hermano  del  rey  en 
Nebrija  do  se  retirara,  movía  asi  moros .  como  á  cris* 
tianos  á  levantarse.  Don  Nunn  de  Lara  alterado  por 
estas  prá ticas  como  era  razón  y  para  preveuir  los  in- 
tentos de  don  Enrique  acudió  á  Nebrija  desde  Sevilla. 
Avisado  desto  don  Enrique  como  no  tuviese  fuerzas 
bastantes ,  ni  ganadas  cel  todo  las  voluntades  de  los 
de  aquella  comarca ,  fue  forzado  huirse  á  Valencia 
por  mar.  El  rey  don  Jaime  estaba  allí  ocupado  en  dar 
asiento  en  Ihs  cosas  de  aquel  reino:  recibióle  al  prin- 
cipio con  benignidad,  mas  por  no  contravenir,  si  le 
amparaba,  la  alia uza  puesta  con  su  hermano  poco 
antes,  le  puso  en  necesidad  de  pasar  en  África.  Des- 
de allí ,  gastados  cuatro  años  en  la  corte  del  rey  do 
Túnez  y  en  su  compañía,  pobre  y  miserable  dio  la 
vuelta  primero  á  Francia  y  después  4  Italia  con  deseo 
de  mover  guerra  á  su  hermano ,  si  en  alguna  parle 
hallase  acogida  y  socorros  bastantes. 

El  rey  de  Arasen,  asentadas  las  cosas  de  Valencia, 
se  fue  á  Mompeller  con  deseño  de  verse  con  el  rey 
de  Francia:  señalaron  para  las  vistas  un  pueblo  llama- 
do Carbolio,  en  que  á  once  días  de  mayo  año  de  i  258 , 
tratadas  todas  sus  diferencias ,  se  reconciliaron  en- 
teramente con  hacer  suelta  el  uno  al  otro  de  todo  lo 
que  hasta  aquel  día  cada  cual  poseía  y  se  habían  to- 
mado ;  en  particular  los  de  Barcelona  y  los  catalanes 
quedaron  exentos  de  todo  punto  del  antiguo  señO' 
rio  y  jurisdicción  de  los  reyes  de  Francia:  home- 
naje usado  y  continuado  desde  el  tiempo  en  que 
aquellas  tierras  se  ganaron  de  los  moros ,  dado  que 
de  muchos  años  atrás  fuera  del  nombre  de  estar  suje- 
tos, y  poner  en  las  escrituras  públicas  el  nombre  del 
rey  de  Francia  que  á  la  sazón  era,  y  el  año  de  su  rei- 
nado, ninguna  cosa  podían  allí  ni  hacían  los  reyes  de 
Francia  (1). 

(1)  Ea  el  tratado  ao  se  habla  palabra  de  ao  datar  las  es- 
critura? de  Cataluña  por  ios  reiaados  de  Ips  reyes  fraa^vaes. 
Mariana  se  equivoca  diciendo  que  don  Felipe  principe  de 


404 


BIBUOTECA  DB  GASPAR  T  ROIG. 


rey  de  Inglaterra ,  vino  á  España.  Las  causas  de  su 
venida  no  se  dicen  ,(í)  podemos  sospechar  ( ¿quién 
lo  veda? )  que  moviao  del  agravio  de  Cristina  hizo 
aquel  viaje  por  ser  primos  hermanos :  su  viaje  cuanto 
haya  aprovechado,  el  suceso  de  las  cosas  lo  declara; 
lo  cierto  es  que  en  Burgos  fue  recibido  benignamente 
del  rey,  y  de  su  mano  le  armó  caballero,  ceremonia 
que  en  aquel  tiempo  se  usaba :  halagos  con  que  se 
pretendía  aplacar  el  ánimo  de  aquel  príncipe  mozo  y 
oravo. 

CAPITULO  X. 
El  rey  don  Alonso  fue  elegido  por  emperador. 

El  rey  don  Alonso  no  tenia  la  misma  fama  en  todas 
las  partes ,  y  cerca  de  todas  las  naciones.  En  España 
en  su  reino  sin  duda  era  aborrecido  del  pueblo :  á  los 
reyes  comarcanos  no  era  nada  agradable,  dado  que 
con  cierta  muestra  de  paz,  ó  por  miedo  de  su  poder 
se  detenían  de  tomar  contra  él  las  armas.  Entre  las 
naciones  estrañas  volaba  la  fama  de  su  grande  eru- 
dición. Decíase  que  era  elocuente ,  sagaz,  instructo 
igualmente  en  las  artes  de  la  paz  y  de  la  guerra.  Esto 
movió  á  algunos  principes  de  Alemania  para  ^ue  en  la 
dieta  del  imperio  en  que  se  trataba  de  elegir  empe- 
rador, le  nombrasen  en  lugar  de  Guillelmo  Cesar 
que  á  la  sazón  murió,  y  se  tuviese  cuenta  con  él, 
bien  que  no  fue  una  la  voluntad ,  ni  los  votos  de  todos 
se  conformaron  en  uno ;  el  arzobispo  de  Colonia  en 
su  nombre ,  y  en  el  del  arzobispo  de  Maguncia  cuyo 
nombre  y  voz  traia ,  y  el  conde  Palatino  nombraron 
por  emperador  á  Ricardo  conde  de  Comubia  herma- 
no de  Enrique  rev  de  Ingalaterra.  Hízose  este  nom- 
bramiento á  seis  de  enero  dia  de  los  rejes  año  que  se 
contó  del  Señor  de  1256:  algunos  señalan  dos  años 
adelante.  El  arzobispo  de  Tréveris  y  el  duque  de  Sá- 
jenla teniendo  por  inválida  la  elección  de  Ricardo, 
por  ms  votos  eligieron  á  don  Alonso  rey  de  Castilla 
el  postrer  dia  de  marzo  luego  siguiente. 

Enviáronse  embajadores  á  entrambos ,  y  cada  caal 
se  tenia  por  legítimo  emperador,  y  á  su  competidor 
al  contrarío:  con  tanto  mas  ventaja  de  Ricanio  cpie 
sin  dilación  dejadas  todas  las  demás  cosas  acudió  á 
iüemaña ,  y  de  mano  del  arzobispo  de  Colonia  á  guien 
esto  toca ,  tomó  la  corona  primera  del  imperio  en 
Aquisgran  á  dos  dias  del  mes  de  mayo.  Don  Alonso 
embarazado  con  las  alteraciones  domésticas,  y  des- 
confiado de  la  voluntad  de  sus  vasallos,  y  principal- 
mente por  la  edad  de  sus  hijos  que  era  pequeña ,  dila 
tó  su  ida ,  puesto  que  los  obispos  de  Constancia  y  de 
Espira  vinieron  por  embajadores  en  esta  razón,  y 
con  nuevas  embajadas  que  le  enviaban  de  cada  dia, 
le  importunaban  fuese  a  tomar  el  imperio.  Esta  tar- 
danza entibió  la  afición  de  su  parcialidad ,  y.  fortificó 
los  intentos  de  la  parte  contraría.  Favorecían  á  don 
Alonso,  fuera  del  crédito  de  su  virtud ,  porque  de  par- 
te de  tnadre  venia  de  los  emperadores  de  Alemana 
comp  hijo  que  era  de  doña  Beatriz,  y  por  ella  nieto 
de  Philipe  que  fue  el  tiempo  pasado  emperador.  A 
Ricardo  ayudaba  mucho  la  semejanza  de  la  lengua, 

3oe  no  es  pequeña  entre  ingleses  y  alemanes ,  gran- 
es y  antiguas  alianzas  entre  aquellas  dos  naciones, 
las  costumbres  semejantes ,  además  del  parentesco 
que  entre  sí  tenían ,  para  que  le  juzgasen  por  idóneo 
y  digno  del  imperio ,  en  tanto  grado  que  en  negocio 
dudoso  parecía  aventajarse  algún  tanto  su  derecho. 
Porque  dentro  de  mi  año  después  de  la  muerte  del 
emperador  Guillelmo  fue  puesto  en  su  lugar  en  el  mis- 
mo dia  que  de  común  consentimiento  los  electores 
señalaron  para  la  elección ;  dentro  de  otro  año  de 
mano  del  arzobispo  de  Colonia  á  quien  esto  pertene* 

(i)  Vino  para  eanrae  con  do2a  Leonor  hija  do  don  FeN 
nando,  como  resulta  de  ona  eseriton  que  cita  el  marque  de 
Moodejar. 


ce,  fue  en  Aquisgran  coronado,  y  tomó  las  demás 
insignias  del  imperio,  y  se  sentó  en  la  silla  de  Cario 
Magno  en  señal  de  la  posesión  que  tomaba. 

En  conclusión  así  los  príncipes ,  como  los  que  te- 
nían á  cargo  las  fortalezas ,  le  hicieran  sus  homena- 
jes; las  cuales  cosas  todas  como  quier  que  estuvie- 
sen establecidas  por  las  leyes  que  hablan  en  razón  de 
elegir  los  emperadores ,  don  Alonso  no  las  cumplió: 
contra  Ricardo,  que  á  su  tiempo  las  había  todas 
guardado ,  no  se  podía  alegar  cosa  alguna ;  así  lo  de- 
cían grandes  letrados,  fuera  de  que  en  discordia  de 
los  electores  cuando  no  se  conforman  en  uno,  el  con- 
de Palatino  es  el  legítimo  juez  de  la  diferencia ,  por 
lo  menos  el  rey  de  Bohemia  cuando  los  votos  se  divi- 
den igualmente ,  á  la  parte  que  él  se  allega ,  aquella 
elección  es  tenida  por  válida.  Alegaban  que  lo  uno  y 
lo  otro  hacían  por  Ricardo .  pues  el  conde  Palatino 
votó  por  él  en  su  nombre  y  ael  rey  de  Bohemia  cuyas 
veces  tenia ;  y  luego  que  él  mismo  supo  la  «lección ,  de 
nuevo  la  aprobó. 

Don  Alonso  al  contrario  alegaba  que  su  elección 
fue  hecha  en  Francfordia  dentro  de  los  muros  de  la 
ciudad ,  que  era  el  lugar  señalado  de  común  consen- 
timiento de  los  electores  para  aquella  elección.  Que 
el  de  Colonia  y  el  Pa'atino  vinieron  acompañados  de 
gran  número  de  soldados  no  como  á  elección ,  sino 
como  á  guerra,  y  porque  ponían  espanto,  y  parecía 
aue  querían  hacer  fuerza ,  fueron  amonestaoos  que 
oesistiesen  de  aquel  camino,  y  á  ejemplo  de  les  otros 
príncipes  con  acompañamiento  ordinario  y  compe- 
tente entrasen  en  la  ciudad.  Cargábanles  que  no  qui- 
sieron conformarse ,  antes  por  nueva  manera  y  per- 
judicial se  juntaron  á  parte ,  cosa  de  grandes  incon- 
venientes ,  y  fuera  de  la  ciudad  como  en  los  reales 
hicieron  su  elección.  EsUera  la  principal  nulidad  en 
la  elección  de  Ricardo.  Que  los  príncipes  que  ata- 
ban en  la  ciudad ,  aguardaron  hasta  tanto  que  bobo 
esperanza  que  se  podrían  reducir  á  mejor  consejo,  y 
dejada  aquella  porfia ,  concordarse  con  la  razón  y  con 
los  demás :  perdida  la  esperanza ,  á  postrero  de  mar- 
zo por  voto  del  arzobispo  de  Tréveris ,  y  del  duque  de 
Sajonia ,  que  tenia  otrosí  el  voto  del  marqués  de  Bran- 
demburg,  que  ausente  estaba,  como  su  vicario,  y 
también  por  voto  del  rey  de  Bohemia ,  cuyo  embaja- 
dor con  derecho  de  votar  estuvo  presente  en  la  dieta, 
fue  elegido  por  rey  de  romanos  don  Alonso  rey  de 
Castilla. 

Estos  eran  los  principales  fundamentos  de  la  una 
parte:  y  de  la  otra  otros  alegaban  de  menor  cuantía, 
como  delitos  y  escesos .  que  los  unos  oponían  contra 
los  otros ,  sin  que  en  ellos  se  engañasen,  mavormen- 
te  contra  el  arzobispo  de  Tréveris  se  alegaba  estar 
descomulgado ,  y  por  tanto  prívado  de  voto,  á  causa 
de  nuevas  y  estraordinarias  imposiciones  que  derra- 
maba sobre  sus  vasallos.  La  otra  parto  contraponía 
que  el  arzobispo  de  Colonia  hiríó  al  cardenal  de  Sao 
Jorge  legado  del  pontífice  romano,  y  prendió  un  obis- 
po. Asimismo  que  el  conde  Palatino  maltrataba  en 
muchas  maneras  las  personas  eclesiásticas ,  lo  cual 
no  era  lícito :  mas,  que  contra  la  sacrosanta  mages- 
tad  de  los  pontífices  y  de  la  Iglesia  en  las  revudtas 
pasadas  se  allegó  al  emperador  Federico  7  á  su  hijo 
Conrado.  Este  pleito  comenzó  en  tiempo  del  papa 
Alejandro  Coarto :  no  se  pudo  componer  por  su  au- 
toridad y  juicio  como  fuera  justo,  y  los  que  mejor  lo 
sentían ,  lo  deseaban  á  causa  que  cada  cual  de  las 
partes  como  quier  que  pretendiese  ser  de  su  derecho 
cierto,  no  quería  (mal  pecado)  pasar  por  juicio  ni 
sentencia  de  alguno ,  ni  comprometer  la  diferencia, 
porque  no  pareciese  con  esto  nacían  dudosa  su  causa; 
mas  aína  cuidaban  poner  el  negocio  en  el  trance  de 
una  batalla,  y  pleitear  con  las  armas  así  suyas  como 
de  los  príncipes  de  Alemana  sus  valedores  y  aliados. 

Gran  mal  por  esta  causa  se  aparejaba  á  la  crístian- 
dad  I  si  á  ambos  príncipes  no  detuvieran  y  enfrena- 


HlíiTCWlA    DE  ESPAMA. 


rau  otros  negocios  domésticos.  A  don  Alonso  le  fue 
impedimento  estar  Uq  lejos  de  Kspaña:  y  unas  difi- 
cultades que  nacían  y  se  tra liaban  de  otras ,  le  de- 
tuvieron en  su  reino:  demás  que  naturalmente  era 
irresoluto,  y  tenía  esperanza  que  con  artíBcio  y  ma- 
ña se  podría  dar  conclusión  á  aquel  debate.  Ricardo 
no  pudo  tomar  las  armas  á  causa  que  las  cosas  de  In- 
galaterra  andaban  muy  alteradas  con  la  guerra  que 
se  hacia  en  Francia  con  todas  las  fuerzas  de  la  una 
y  de  la  otra  nación»  en  especial  qucfolleció  el  sesto 
ano  despnes  que  se  llamó  emperador.  El  fin  en  que 
paré  toda  esta  contienda  y  su  remate  se  declarará 
eo  otra  parte  mas  adelante. 

CAPITULO  XI. 

Los  grandes  de  Castilla  se  aUeraron  contra  el  rey  don 

Alonso. 

Tema  el  rey  don  Alonso  condición  mansa,  ánimo 
grande,  mas  deseoso  de  gloria  que  de  deleites :  era 
dado  al  sosiego  de  las  letras,  y  no  ajeno  de  los  nego- 
cios, pero  poco  recatado,  y  de  maravillosa  inconstan- 
cia en  su  manera  de  proceder:  codicioso  de  allegar 
dinero,  vicio  que  si  no  se  mira  bien,  causa  muy  gra- 
ves danos,  como  entonces  sucedió,  que  perdió  las 
voluntades  del  pueblo,  y  no  supo  ganar  las  de  los 
srandes.  Con  deseo  pues  de  huir  el  ocio,  que  es  muy 
i  propósito  para  sembrar  chismes  y  levantar  murmu- 
raciones, tomó  las  armas  contra  el  Andalucía,  y  di- 
vididas SU4  gentes,  trataba  cop  diversas  bandas  de 
apoderarse  de  los  pueMos  que  quedaron  en  poder  de 
moros.  El  mismo  ganó  á  Jerez,  don  Enrique  su  her- 
mano á  Arcos  y  á  Nebrija,  pueblo  situado  en  ios  es- 
teros de  Guadalquivir  por  aquella' parte  que  con  gran- 
des acogidas  de  agua  se  dermm  i  en  el  Océunu.  En 
Jerez  fue  pnesto  por  gobemidor  don  Ñuño  de  Lara, 
liombrc  de  antiguo  y  noble  linaje,  roas  ya  casi  acaba- 
dos por  la  flojedad  ó  contumacia  ue  sus  antepasados. 
Ofrecíase  muy  buena  ocasión  de  desarraigar  por  toda 
aquella  comarca  las  reliquias  de  los  moros,  si  no  fue- 
ra que  otro  nuevo  cuidado  de  una  nueva  guerra  for- 
zó al  royó  retinarse  v  detar  aquella  empresa.  Esto  fue 
que  Theobaldi)  rey  de  Navarra,  Segundo  deste  nom- 
bre, ya  oue  era  mayor  de  edad,  confiado  en  la  ayuda 
del  rey  ue  Araron ,  con  quien  poco  antes  renovara 
SUR  ooofederaciones  en  Montagodo .  con  sus  gentes 
que  juntó  de  todas  parles,  trataba  (le  acometer  las 
tierras  de  Castilla.  Pretendía  ^  lo  de  Guipúzcoa, 
Álava,  la  Rtoja  y  Briviesca,  tierras  de  sus  antepa* 
sados ,  les  quitaron  á  tuerto  los  años  antes,  y  que  de 
derecho  le  pertenecían. 

Muchos  grandes  de  Custilfa  disgustados  con  su 
rey  se  pasaron  á  Navarra  y  á  Aragón ,  renunciada 
primero  por  público  instrumento  hinaturálidad, que 
era  el  camino  que  en  los  tiempos  antiguos  hallaron 
para  que  no  fuesen  tenidos  por  traidores  los  que  se 
ausentaban  de  su  patria.  Estos  despertaban  la  llama, 

Lá  aquel  principe  mozo  y  feroz  por  la  edad  instiga- 
[D  para  que  tomase  las  armas.  Entre  estos  grandes 
el  mas  pnncioal  era  don  Diego  de  Raro ,  varón  muy 
constante,  y  ae  notables  prendas  en  Jo  demás ,  pero 
que  no  sufría  se  le  hiciese  ningún  aoravio  ni  dema- 
sm ,  y  que  se  mostraba  muy  ofendido  por  ver  opri- 
roida  la  libertad  de  la  patria.  La  muerte  corló  sus 
ínteDtos,  que  le  sobrevino  en  el  lugar  deBañares,  do 
era  ido  paracurarie;  mas  su  hijo  don  Lope  de  Raro, 
aunque  era  de  pequeña  edad ,  con  jgrande  acompa- 
ñamiento de  los  suvos  se  fue  áEf»tella,  ciudad  en 
que  á  la  saaon  se  hallaba  el  rey  de  Aragón.  Lo  mis- 
mo liizo  el  infame  don  Enrique  disgustiido  de  todo 
¡lunlo  coa  su  hermano  el  rey  don  Alonso.  Hicieron 
estos  señores  entre  si  liga  contra  el  poder  y  armas 
de  todos  los  principes.  El  pueblo  de  Castilla  y  mu- 
chos grandes,  dado  que  aun  no  se  declaraban,  sen- 
tían lo  mismo  do  secreto.  Llevaban  mal  que  la  mo- 


405 

neda  se  hobíese  abajado  de  ley,  de  que  se  siguió  ma- 
yor caresthi  de  los  mantenimientos;  y  pretendiendo 
poner  remedio  á  este  daño,  resultó  otro  mayor.  Puso 
el  rey  tasa  y  precio  á  todas  las  cosas  que  se  vendían 
y  á  todas  las  mercadurías ,  de  que  se  siguió  gran  fal^ 
ta  de  vituallas  y  provisión  por  no  querer  los  que 
las  tenían ,  vender  por  aquel  precio:  desta  manera 
suelen  muchas  veces  acarrear  mayor  daño  las  cosas 

3ue  parecían  (isberse  ordenado  con  mucha  prud- 
encia. 

El  rey  don  Alonso  como  era  de  grande  ingenio,  y 
que  00  ignoraba  cuan  grande  era  el  peligro  que  lé 
amenazaba ,  trató  de  hacer  asiento  v  pacificarse  con 
el  rey  de  Aragón ,  que  sabia  no  estaba  muy  lejos  de- 
l|o  por  andar  envuelto  otra  vez,  aunque  era  de  gran- 
de edad,  en  los  amores  de  doña  Teresa  Vidaora,  tan- 
to que  parecía  estar  olvidado  de  si  y  de  la  magostad 
real.  Víéronse  en  Soria:  en  agüella  habla  concertaron 
paces  por  el  mf*s  de  marzo  ano  de  nuestra  salvación 
de  1256,  en  el  mismo  tiempo  que  Margarita  madre 
de  Theobaldo  rey  de  Navarra  en  Francia  do  estaba 
ocupada  en  asentar  tas  cosas  de  campañi ,  falleció  á 
once  del  mes  de  abril  en  Pervíno.  Fue  enterrada  en 
el  monasterio  de  Claravalle ,  muy  noble  y  conocido 
en  aquella  sazón  por  el  crédito  que  tenían  aquellos 
mongos  de  santiaad.  El  año  siguiente  en  Toledo  mu- 
rió don  Sancho  Capelo  rey  de  Portugal ,  como  se 
tocó  arriba.  El  reino  que  por  espacio  de  trece  años 
liabia  gobernado  como  teniente  don  Alonso  su  her- 
mano, le  gobernó  de  allí  á  delante  con  nombre  de 
rey.  Tuvo  de  doña  Beatriz  hija  del  rey  don  Alonso  á 
su  hijo  mayor  don  Dionisio ,  y  é  d«rp  Alonso  couile 
de  Portalegre,  y  demás  destos  á  doña  Blanca,  cuyo 
cuerpo  está  sepultado  en  las  Huelgas  de  Burgos  don- 
de por  largo  tiempo  fue  abadesa;  y  á  doña  Constanza 
que  murió  de  poca  edad. 

En  este  comedio  don  Enrique  hermano  del  rey  en 
Nebrija  do  se  retirara,  movía  así  moros .  como á  cris- 
tianos á  levantarse.  Don  Nunn  de  Lara  alterado  por 
estas  prá  ticas  como  era  razón  y  para  prevenir  los  in- 
tentos de  don  Enrique  acudió  á  Nebrija  desde  Sevilla. 
Avisado  desto  don  Enrique  como  no  tuviese  fuerzas 
bastantes ,  ni  ganadas  i.el  todo  las  voluntades  de  los 
de  aquella  comarca ,  fue  forzado  huirse  á  Valencia 
por  mar.  El  rey  don  Jaime  estaba  allí  ocupado  en  dar 
asiento  en  Ihs  co^as  de  aquel  reino:  recibióle  al  prin- 
cipio con  benignidad,  mas  por  no  contravenir,  si  le 
amparaba ,  la  alianza  puesta  con  so  hermano  poco 
antes,  le  puso  en  necesidad  de  pasar  en  África.  Des- 
de allí ,  gastados  cuatro  años  en  la  corte  del  rey  do 
Túnez  y  en  su  compañía ,  pobre  y  miserable  dio  la 
vuelta  primero  á  Francia  y  después  á  Italia  con  deseo 
de  mover  guerra  á  su  hermano,  si  en  alguna  parle 
hallase  acogida  y  socorros  bastantes. 

El  rey  de  Arasen,  asentadas  las  cosas  de  Valencia, 
se  fue  a  Momgeller  con  de<(eño  de  verse  con  el  rey 
de  Francia:  señalaron  para  las  vistas  un  pueblo  llama- 
do Carbolio,  en  que  á  once  días  de  mayo  año  de  i  258, 
tratadas  todas  sus  diferencias ,  se  reconciliaron  en- 
teramente con  hacer  suelta  el  uno  al  otro  de  todo  lo 
que  hasta  aquel  día  cada  cual  poseía  y  se  habian  to- 
mado ;  en  particular  los  de  Barcelona  y  los  catalanes 
quedaron  exentos  de  todo  punto  del  antiguo  seño^ 
rio  y  jurisdicción  dejos  reyes  de  Francia:  home- 
naje usado  y  continuado  desde  el  tiempo  en  que 
aquellas  tierras  se  gannron  de  los  moros,  dado  que 
de  muchos  años  atrás  fuera  del  nombre  de  estar  suje- 
tos, v  poner  en  las  escrituras  públicas  el  nombre  del 
rey  de  Francia  que  á  la  sazón  era,  y  el  año  de  su  rei- 
nado, ninguna  cosa  podían  allí  ni  hacían  los  reyes  de 
Francia  (I). 

(I)  En  el  tratado  no  se  habla  palabra  de  do  datar  las  es- 
critura? de  Cataluña  por  los  reinados  de  Ips  reyes  fraoreses. 
Mariana  se  equivoca  diciendo  qne  don  Felipe  príncipe  de 


MS  MBLIOriCA   DE 

ur  d  lUlia  COD  esperaniB  que  le  le  diú  de  hace'le  roy 
(taSicilia.ManfreaoaTiaoda (testas  priciicas  jioten- 
tM,  y  visto,  si  esto  ae  hacia,  cuaa  gran  riesgo  corriao 
sus  cosu,  trataba  para  alirmarse  de  bascar  socorros 
de  todas  partes ,  y  poroue  los  ceruanoi  le  falLabaD, 
determinó  acudir  á  los  do  lejos.  En  primer  lugar  aco- 
metió á  aliarse  cod  doD  Jaiine  rey  de  Aragón ,  caya 
fama  de  sus  bazañas  y  la  glwia  y  de  las  cosas  por  él 
hechas  volaba  de  tiempo  atrás  por  todas  parles.  Pa- 
recióle para  mas  obliñlle  trabar  con  él  parentesco: 
ofreció  a  Constanza  su  oija  para  que  se  casase  con  don 
Pe'iro  sa  hijo  mayor  y  beredero ;  envió  sobre  el  caso 
embajadores  i  barceloaa. 

Al  rey  de  Aragón  no  le  parecía  aquel  partido  de 
meDüsprecJar,  mayormenle  ({ue  caá  la  lioocella  de 
presente  le  ofrecían  de  doto  ciento  y  veinte  míMuca- 
dos ,  suma  muy  grande  para  aquel  tiempo ,  demás 
de  la  esperanza  cierta  de  !i<íredar  elreino  (le  Sicilia  y 
juntalle  con  el  do  Aragón  á  causa  que  Manfredo  do 
taoia  hijos  varones.  Asentado  el  negocio  v  ctwcer tado, 
desiMchó  en  embajada  al  ponlílice  Alejaudro  bvy 
Flaiiiiundo  de  Peñafuerte  de  la  órdeu  de  Santo  Do- 
mingo, varón  prudente,  erudito  y  smto,  para  que 
coqla  mucba  autoridad  <jue  tenia,  reconciliase  con 
olpontificeá  ManTredo,  v  se  compusiesen  las  dife- 
rencias pasadas.  Elpontificc  no  se.  movió  por  las  pa- 
labras DI  raiooes  de  fray  Raimundo,  antes  hizo  gran- 
j ^  contra  Uanfredo.  Cargóle  que  do  solo 


contra  justicia  tenia  usurpadosa([ueIbs  estados,  sin» 
que  era  bastardo  y  hombre  impío:  aviüábaltí  de  mu- 
(uios  otros  escesas,  en  particular  que  public(t  Sngida- 
Riente  que  era  muerto  Conradiuo  su  sobrino:  pir  en- 
gaño y  por  este  camino  so  apoderó  del  reino  y  lomii 
las  armas  contfa  la  Iglesia.  uSo  se  puede  (dice)  ni  s^ 
udebe  conceder  alguna'  cosa  al  que  hace  la  guerra  y 
utieue  empuñadaslas  armas:  por  ventura  se  podría 
ncondetceader  en  algo,  si  con  humildad  rogase.  Esto 
odirás  í  tu  rey,  y  amonéstale  de  mi  parte  que  nn 
iimezcle  sus  cosas  cotí  un  hombre  tsn  malvado;  qui> 
nde  otra  manera  podrá  temer  la  venganza  de  Dio-i 
ny  nuestra  indignación,  que  en  la  tierra  tenemos  sus 

Eita  respuesta  tuvo  dudoso  y  suspenso  el  itiimn 
del  rey  de  Aragón;  pero  prevaleció  el  provecho  y  útil 
contra  lo  que  fuera  ruzun  y  honesto.  Biciéronse  los 
depoaorios  en  Uompeller  en  la  iglesia  de  Sania  Hiria 
el  año  1262  con  toda  muestra  oe  alegría ,  juegM  y 
regocijos.  De  allí  vuelta  el  rej  á  Barcelona ,  á  veinte 
y  uno  del  mes  du  agosto  dividió  entre  sus  hijos  sus 
reinas  y  estados  en  esta  forma.  Cataluña  desde  el 
cabo  de  Creus  (que  los  antiguas  llamaban  promonto- 
rio de  Venus)  y  lodo  Aragón  y  Valencia  se  adjudicó 
á  don  Pedro  su  hijo:  á  don  J<iime  lo  de  Ruisellnn  ,  lo 
de  Cerdaoiai  Coliare,  Confluencia,  Vatespíra,  á  tnl 
que  por  las  dichíis  ciudades  fuese  sujeto  al  rey  di^ 
Aragón  y  le  hiciese  homenaje:  demás  d^sto  que  I»- 


*«_f>f 


Viiu  Knetil  <te  Tiil«<o. 


das  ollas  se  goWniseo  par  las  lejcs  de  Cataluña ,  y 
no  pudiesen  en  particular  v  por  su  autoridad  batir 
moneda.  Demis  desto  le  dio  á  Mallorca  con  titulo  de 
rey,  y  á  Mampeller  en  la  Fran-ia.  Por  esta  manera 
pusoel  padreen  paz  á  lodos  hermanos,  que  comen- 
zaban á  tener  diferencias  sobre  la  sucesión  y  junta- 
mente alborotarse.  Los  grandes  divididos  en  bandofi, 
sin  cuiiado  ninguno  de  nicer  el  deber,  antes  con 
dcsen  cada  cual  de  adelanlirse  v  mworar  sus  hacien- 


das, avivaban  elfuegoylaUjina  de  la  discordia eain 
aquellos  dos  priocipes  mozos  y  hermanos. 

CAPITULO  XIV. 

Que  losmerloosse  apoderaroD  de  Atrlca. 

E^tTBBTAVTo  que  eslüs  cosas  se  hacia»  an  S(|Mñti 
una  nueva  guerra  muy  grave,  y  lanuyor  de  lodailu 


paMdiS.ItaTtcÍB  de  presente  «««uuUa ,  i cauu de  i  guo  eifueno  üe  su  B8CM»,qu6p«reciaeitBribatido 
un  jiuevo  imperio  aue  le  funda  estos  aüos  en  África,  y  naco  por  la  flojedad  de  loa  reyei  paudos.  Tratabn 
VencHUcs  los  Alnuuiadea  ;  niuertos,  el  linaje  de  los  otrosí  de  pasar  la  guerra  en  España  con  eaperania 
Metióos  tevinUba  por  las  armas  y  despertaba  el  anti-  I  cierta  de  reparar  en  ella  la  antigua  glaria  j  el  imperio 


Don  JalM  1  de  Inien,  el  Capiiil*tailor. 


de  su  DwioD  que  casi  estaba  acabado.  Después  que 
Kabomad  por  sobrenombre  el  Verde  fueporlas  armas 
de  los  cristianos  vencido  en  los  Navas  de  Tologa ,  y 
después  que  murió  de  su  enrermadad,  sucediúensu 
luAar  Arrasio  su  nieto,  liijo  do  Bussafo  que  linú  en 
vida  dei  rey  su  padre,  en  tiempo  que  el  imperio  de 
los  Almtdiades  se  esteodia  en  África  desde  el  mar  At- 
iütico,  quoe>e] Océano, basta IiproriDcia do Eg'íp- 
to.  Pusierob  por  gobernador  de  TT^mecen,  cJuiUd 
puesta  á  las  mai^au  del  mar  MedUeñáneo,  en  nom- 
bre del  nueva  rey  ub  moro  llamado'  eonwraDza ,  del 
linaje  do  los  mpros  Abdalveses  muy  noble  y  poderoso 
en  aquellas  partes.  Este  por  liacer  poco  caso  da  su 
rey ,  i  por  liarse  muchode  sus  fueraas,  fue  el  primen) 

J|e  se  dcterminú  de  empuñar  las  armas  contra  él. 
rrasio  acudió  con  su  ejército  áaiquellas  alteraciones, 
pero  fue  muerto  á  traición :  ningunas  ssecbanus 
liay  mas  pennAtiales  que  las  gue  se  arman  dcbnjf] 
de  muestra  de  amistad;  uit  pariente  de  Gomaronza, 

3UC  salió  dd  castillo  con  muestra  de  dar  aviso  al  m 
c  lo  que  pasaba,  fue  el  que  le  dio  la  muert«,  yql 
ejecutor  de  tan  grave  maldad. 

Huerto  el  rey,  las  gentes  que  le  seguían  Awnn 
f  oücidas  y  desbaratadas  eos  utu  salida  que  el  IraiCKir 


levantado  bizo  del  castillo  Tremescssir.  en  que  el 
rey  la  tonia  cercado.  Los  que  escaparon  de  la  níaUn- 
la,  st  recocieron  ú  Fez,  que  c'aia  cerca  de  aquella  ' 
parta  de  África  que  se  llama  ct  Algar\-e ,  que  es  lo 
mismo  que  tierra  llana.  Recosió  y  acaudillo  eslía 
gentes  Bucar  Murino,  gobernador  que  era  de  ¥»y  ■ 
conrisdo  y  descoso  de  vensar  á  tu  señor;  con  que  en 
una  nueva  batalla  deshizo  alos  traidores,  jr  en  premio 
do  su  trabajo ,  y  porque  no  pareciese  liscia  la  guerra 
con  BU  riesgo  y  en  pravecbo  de  otro ,  se  determinó 
mudar  el  nombre  de  gobernador  en  apellido  de  rey,  y 
apoderarse  para  si  y  para  sus  deceniUentes ,  como  lo 
bu»,  (lelimpcrio  de  África. .Por  esta  manera,  no  ven- 
gada la  tri|íciaii ,  sino  trocado  el  traidor ,  Bucar  Meri- 
no se  liiao  fundador  de  un  nuevo  imperio  un  África; 
porque  Almiircanda  que  era  del  linaje  de  los  Almoba- 
dos ,  y  en  S^iruecos  sucediera  en  lugar  de  Arratjo, 
como  saliese  en  busca  de  Bucar ,  fue  vencido  en  una 
batalla  cerca  d«  un  pueblo  llamado  Merquenosa ,  que 
I  está  una  j^ornada  de  la  ciudad  de  Fez.  Resultó  que  d« 
j  UD  imperio  en  África  se  bicicron  dos ,  que  duraron 

K)r  algún  tiempo,  el  de  Marruecos  y  el  d«  Fez.  A 
ucar  sucedió  su  liiio  Hiaya.  Por  mneit»ilMl«,que 
1  falleció  en  su  pequeña  edad,  su  tÍo  iacob  Ab«^epl* 
1« 


4i0 


que  gobernaba  el  reino  en  tu  nombre ,  hombre  de 
gran  ingenio  y  de  gran  esperiencia  en  las  armas  ^  no 
solo  quedó  por  señor  de  lo  de  Fez ,  sino  con  facilidad 
increíble  ganó  para  su  familia  y  decendientes  el  impe- 
rio de  Marruecos  y  casi  de  toda  la  África. 

Ninguna  nación  iiay  en  el  mundo  mas  mudable  que 
la  africana,  que  es  la  causa  porqUe  ningún  imberio 
ni  estado  puede  entre  aquella  gente  durar  largo 
tiempo.  Budebusio,  que  era  del  linaje  de  los  Almoha- 
des, moro  de  mrande  poder,  por  estar  sentido  que 
Almorcanda  leliobiese  sido  preferido  para  ser  rey  de 
Marruecos  (que  no  era  mas  pariente  que  él,  ni  tenia 
deudo  mas  cercano  con  los  reyes  Almohades  difuntos) 
se  determinó  probar  ventura  si  podij  salir  con  aquel 
*  imperio ;  y  como  le  faltasen  las  demás  ayudas,  acudió^ 
á  Jacob  rey  de  Fez.  Prometióle,  si  le  ayudaba,  itía% 
tierras  de  las  que  tenia ,  y  en  particular  todo  lo  que 
hay  desde  tierra  do  Fez  hasta  el  rio  Nadabo.  No  era 
de  desechar  este  partido ,  en  especinl  que  se  ofrecía 
ocasión  ñor  la  discordia  de  los  Almohades  de  apode- 
rarse él  de  todo  el  imperio  de  África :  bastante  motivo 
para  intentar  la  nueva  guerra  :  así  que ,  juntadas  sus 
gentes,  marcharon  contra  el  enemigo.  ;Almorcanda 
que  no  estaba  bien  arraigado  en  el  imperio ,  ni  tenia 
fuerzas  bastantes ,  desamparada  la  ciuaa^  de  Marrue- 
cos ,  dejó  también  el  reino  d  su  contrario.  Con  esta 
victoria  apoderado  de  aquel  estado ,  no  quiso  pasar 
por  lo  que  concertó  con  Jacob ,  aunaue  muchas  ve- 
ces le  hizo  sobre  ello  instancia ;  y  orninariamcnte  los 
que  en  el  peligro  se  muestran  mas  humildes,' en  la 
prosperidad  usan  de  mayor  incratitud ,  en  tanto  grado 
que  el  nuevo  rey  Budebusio  daba  muestra  de  querer 
acometer  con  las  armas  la  ciudad  de  Fez. 

Por  esta  manera  una  nueva  guerror  se  d^pertó  y 
se  hizo  por  espacio  de  tres  años.  El  pago  de  quebran- 
tar la  palabra  fue  que  Jacob ,  ganado  que  hobo  una 
victoria  de  su  enemigo  y  contrario,  se  apoderó  de 
Marruecos  :  después  desto  como.quier  que  todo  le 
sucediese  prósperamente,  quedó  por  roy  de  toda 
África ,  sacadas  dos  ciudades  la  de  Tremecen  y  la  de 
Túnez.  En  aquella  revuelta  dos  señores  del  linaje  y 
secta  de  los  Almohades  las  tomaron ,  y  con  las  fuer- 
zas de  m  parcialidad ,  y  ñor  caer  lejos ,  así  ellos  como 
Mil  decendientes  la^  defendieron  con  nombre  de  re- 
'  yes ,  ¿ien  que  de  poco  poder  y  fuerzas.  Desle  linaje 
sin  que  faltase  la  línea ,  descendió  Muleasse  rev  de 
Túnez ,  aquel  que  pocos  años  ha,  ecliado  de  su  rpíuo, 
si  con  JHSlicia  ó  sin  ella  no  huy  para  qué  tratallo 
aquí ,  pero  ahuyentado ,  y  que  andaba  desterrado  sin 
causa  y  sin  ayuda ,  el  emperador  Carlos  V  con  las 
armas  y  poder  de  España  le  restituyó  en  el  reino  de 
sus  padres  después  que  echó  de  ^Túncz  con  una 
presteza  admiraole  á  Aradiono  Barbaroja  eran  cosa- 
ríe  ,  |K>r  merceii  de  Solimán  emperador  délos  turcos, 
y  en  su  nombre  señor  de  aquella  ciudad  y  reino :  oca- 
sien  ,  á  lo  que  parcela ,  para  hacer  que  toda  África 
Tc^viese  al  señorío  do  cristianos. 

CAPITULO  XV. 
Que  se  renovó  la  guerra  de  los  moros^ 

Estos  eran  los  linajes  de  los  moros  que  estaban 
apoderados  de  África.  En  España  Mahomad  Alhamar 
era  rey  de  Granada ,  de  Murcia  If  udiel :  pequeñas  sus 
fuerzas ,  y  muy  menoscabada  la  magestad  de  su  es- 
tado « y  el  uno  y  el  otro  eran  tributarios  de  don  Alonso 
rey  da  Castilla.  Estos  cansados  de  la  amistad  4le  los 
nuestros ,  y  con  esperanza  del  socorro  do  África  á 
causa  que  el  noirtbre  de  Jacob  rey  de  Marruecos  co- 
menzaba á  cobrar  gran  fama ,  trataron  entre  sí  de  le- 
vantarse. Los  que  poco  antes  eran  competidores  y 
enemigos  muj  grandes ,  al  presente  se  confederaron 
y  hicieron  alianza ,  como  suele  acontecer  que  mu- 
chas vetes  grandes  enemistades  con  deseo  de  hacer 
mal  á  otros  se  truecan  en  beneTolencia  y  amor :  que* 


BIBUOTIOA  DB  GAiME  T  mC, 

del 


{'ábanse  délos  agravios  que  se  lea  bÍM»an  ^  de  los  trí- 
mlos  muy  graves  qm  pagaban ,  de  la  miseria  de  su 
nación  :  que  se  hallaban  reducidos  á  grande  estre- 
chura y  á  uñ  rípcon.de  España  loa  que  poco  antes 
eran  espantosos  y  bienaventurados  :  que  no  les  que- 
daba sino  el  nombre  de  reyes,  vano  y  sin  reputación: 
miserable  estado,  servidumbre  intolerable  estar  suje- 
tos á  las  leyes  de  aquellos  á  quien  antes  las  daban; 
además  que  cuidaban  no  pararian  los  cristianos  hasta 
tanto  que  con  el  odio  que  los  tenían ,  echasen  de  Es- 
paña las  reliquias  que  de  su  gente  quedaban :  men- 
guado y  envejecido  desfuerzo  con  que  sus  antepasa- 
dos finieron  á  España ,  lo  que  de  ellos  ganaron ,  no 
lo  podían  sustentar  sus  decendientes :  falta  y  afrenta 
-notable.  Concluían  que  d  linaje  de  los  Merinos  nue- 
vamente se  despertara  en  África,  y  allí  prevalecían: 
que  seria  á  propósito  hacellos  pasar  en  España ,  pues 
ellos  solos  podían  dar  remedio  y  reparar  sus  pérdidas 
y  trabajos.  Trataban  estas  cosas  en  secreto  y  p<*r 
embajadores,  porque  si  el  negocio  fuese descubi?rU), 
no  les  acarrease  su  perdición ,  por  no  estar  aun  aper- 
cebidos  de  fuerzas  bastantes. 

El  rey  don  Alonso  ó  por  no  ignorar  estas  prácticas 
y  ijiientos ,  ó  con  deseó  de  desarraigar  los  moros  de 
todo  punto  de  España ,  de  día  y  de  noche  pensaba 
como  volveria  ú  la  guerra  contra  ellos.  Pretendía  con 
las  armas  en  el  Andalucía  sujetar  algunas  ciudades  y 
castillos  quje  rehusaban  obedecer,  y  no  se  le  queriaii 
entregar,  y  era  razón  sujetallos.  «Para  este  erecto  el 
pontiüce  Máximo  Alejandro  Cuarto  dio  la  cruzada, 
que  era  indulgencia  plenaria  para  todos  los  que ,  to- 
mada la  señal  de  la  cruz ,  fuesen  á  aquella  guerra  y 
la  ayudasen  á  sus  espensas.  Tratóse  con  los  reyes  co- 
marcanos que  enviasen  socorros ,  y  en  particular  por 
sus  embajadores  pidió  al  rey  de  Aragón  con  quien 
tenia  mas  [iarentesco'quc  con  los  demás ,  diese  licen- 
cia á  sus  vasallos  para  tomar  las  armas  y  con  ellas 
ayudar  intentos  tan  santos;  pues  constaba  que  en  la 
confederación  hecha  en  Soria  poco  antes  quedó  este 
punto  asentado.     .     . 

El  rey  de  Aragón  ni  precisamente  negó  lo  que  se 
le  pedia,  ni  otorgó  con  ello  absolutamente :  solo  sacó 
desta  cuenta  á  los  señores  que  por  sus  estados  ó  por 
tirar  gages.dél  los  tenia  obligados ;  pero  concedió  que 
así  los  vasallos  destos  como  los  demás  del  pueblo ,  si 
quisiesen ,  pudiesen  tomar  para  el  dicho  efecto  las 
armas  }'  alistarse.  .Pretendía  en  esto  este  principe, 
como  viejo  y  astuto,  que  ios  grandes  de  cuya  volun- 
tad no  estaba  muy  asegurado ,  si  pasaban  a  Castilla, 
lio  fie  apercibiesen  de  fuerzas  y  ayudas  contra  él.  Con 
esta  respuesta  el  rey  don  Alonso  se  irritó  en  tinta 
manera  que ,  dejada  la  guerra  de  los  moros ,  trataba 
do  emplear  sus  fuerzas  contra  Aracon  :  detúvole  de 
romper  el  respeto  del  provecho  público,  y  el  dcfpo 
que  tenia  de  dar  principio  á  la  empre«:a  contra  los 
moros.  Con  esta  determinación  los  castillos  que  en  la 
confederación  de  Soria  quedó  concertado  diese  p^ra 
seguridad ,  y  Imsta  entonces  se  dilatara ,  sin  embargo, 
por  la  instancia  que  sobre  ello  fe  hacían ,  los  entregó 
a  don  Alonso  López  de  Haro :  para  que  los  tuviese  en 
fieldad  le  alzó  el  homenaje ,  como  ora  necesario,  cop 
que  estab»  obligado  á  los  reyes  de  Castilla  :  to^  (asti- 
lios  erdn Ccrvcra",  Agreda,  Aguifar,  Arnedo,  Aulol. 

Entretanto  míe  con  estas  contiendas  se  pasaba  la 
buena  ocasión  do  comenzar  la  guerra ,  los  moros ,  qaa 
no  ignoraban  donde  iban  á  parar  tintos  apcrcebi- 
mientos ,  acordaron  ganar  por  la  mano ,  y  se  apode- 
raron del  castillo  de  Murcia  y  de  otros  pueblos  por 
aquello  comarca  en  que  tenían  puestas  guarnicionen 
de  cristianos  :  sobornaron  otrosí  á  los  moros  de  Sevi- 
lla, que  con  engaño  ó  por  fuerza  dentro  del  falacia 
real  matasen  al  rey.  Con»  este  intento  se  estorba«e 
porque  los  santos  patrones  de  España  apartaron  tinto 
mal,  elfos  con  gentes  que  de  todas  parles  juntaron, 
por  otra  parte  acometieron  las  tierras  de  cristianos 


nrSTOIUA  DE  ESPÁÜA. 

con  tal  denuedo  j  priesa  que  la  ciudad  de  Jerez ,  Ar- 
cos,Béjar,  Medina  Sidonia,  Roca,  Sanlúcar,  todos 
estos  pueblos  volvieron  en  un  punió  á  poder  de  mó- 
n».  Gn  esta  giierra  se  señala  mucho  el  esruerzo  j 
lealtad  de  Garci  Gómez  alcaide  de  la  rurCalezn  de  Je- 
réZj  que  mucrlos  ó  heridos  todos  los  soldados  que 
tema  de  guamicion,  no  quiso  todavía  entregar  la' 
fortaleza ,  ni  le  pudieron  persuadir  á  liacello  por  nin- 
gún partido  qtic  le  ofreciesen ,  puesto  que  ninguna 
esperanza  le  quedaba  de  podella  defender  :  hombre 
señalado  y  escelente.  Los  moros  niaravillaiios  de  tan 
grande  esfuerzo,  sin  mirar  q^uc  era  enemigo,  con 
deseo  que  tenian  de  salvar  la  vida  al  qué  de  su  volun- 
tad con  tanta  obstinación  se  ofrecía  i  la  muerte,  con 
un  ^rño  de  hierro  que  le  echaron,  le  asieron,  y 
derribado  del  adarve ,  con  gran  diligencia  y  humani- 
dai^e  hicieron  curarlas  heridns  y  le  salvaron  la  vida. 


El  rey  don  Alonso  que  era  ido  á  lo  mas  dentro  de 
España  con  intento  de  aprestar  !o  necesario  para  le 
guerra,  el  año  siguiente  acudíiS  con  gentes á aquel 
peligro.  En  este  viaje  no  lejos  de  las  ruinas  de  Alar- 
oos  en  una  aldea  que  se  ifamaba  el  Pozuelo  de  San 
Gil ,  en  los  oretanos  una  legua  del  rio  Guadiana ,  en 
muy  buen  sitio  rodeado  de  muy  fértiles  campos  y 
apacibles,  por  la  comodidad  del  sitio  fundú  un  pueblo 
bien  grande  con  nombre  de  Villa-Real :  nombre  que 
adelante  don  Juan  el  Segundo  reyde  Castilla  le  mudó 
en  el  que  hoy  tiene  de  Gudad-Ileal.  Pretendía  en 
esto  el  rey  que  por  estar  este  pueblo  asentado  en  la 
raya  del  Andalucía  sirvi&sc  como  de  un  fuerte  para 
baluai  te  para  impedir  las  entradas  de  los  bárbaros ,  y 

Sara  que  denJe  los  nuestnis  hiciesen  correrías  y  ca- 
algarlas.  De  aquel  lugar  pasó  á  tierra  de  moros:  con 


su  entrada  todos  los  pueblos  y  campos  por  do  pasaba 
fueron  traba  judos ,  en  especial  el  ano  1263  los  moros 
en  todos  los  lugares  padecieíon  mucho  mal  y  daíos 


cuento.  En  este  año  gran  número  de  soldadas 
aventureros  acudieron  convidados  de  h  fmnqueía 

Sie  les  prometían ,  de  un  tributo  que  se  llamaba 
artiniega,  á  tal  que  con  armas  y  caballo  cada  un 
año  por  espacio  de  tres  meses  í  su  cosía  siguiesen  la 
guerra  y  los  reales  del  rey. 

Los  reyes  moros  por  entender  míe  no  podrían  ser 
bastantes  para  tan  grande  avenida  de  los  nuestros, 
tan  gran  pujanil  y  tantos  apercebimientos,  lo  que 
antes  intentaron  y  lo  tenían  acordado  ,  de  nuevo  y 
con  mayor  iuslancia  importunaron  al  rey  de  Úarrue* 
eos  para  que  les  ayudasen  en  la  guerra.  Declaráronle 
por  sus  embajadores  ei  riesgo  grande  en  que  se  haÚa- 
ban,  sino  les  acudia  brevemente.  Oyó  aquel  rey  su 
demanda  y  otorgó  con  ellos  :  envidies  mil  caballos  li- 
geros de  África ,  los  cuales  con  cierto  molin  que  le- 
vantaron ,  pusieron  en  peor  estado  las  cosas  de  los 
moros ,  tanto  que  Jerez  con  todos  las  demás  pueblos 
que  antes  se  perdieron ,  volvieron  á  poder  del  rey  don 
Alonso.  Junto  al  Puerto  de  Santa  Haría ,  que  loa  an- 
tiguos Humaron  puerto  de  Mnesteo,  se  ediCcú  un 
pueblo  de  aque!  nombre  ,  reparados  ios  edificios  an- 
tiguos ,  cuyas  ruinas  y  paredones  todavía  quedaban 
como  rastros  de  su  grandeza  y  antigüedad.  En  Toledo 
otrosí  áespensas  del  rey  so  edificú  la  iglesia  de  Santa 
Leocadia  detrás  del  alcázar. 

Concluidas  eslas  cosas  el  año  de  120 1  volvió  el  rey 
á  Sevilla  :  las  gentes  porque  se  llegaba  el  invierno, 

fiarte  enviaron  á  invernar,  los  mas,  con  licencia  que 
es  dieron,  se  volvieron  d  sus  casas.  La  fama,  que 
suele  hacertodasLs  cosas  mayores,  corriaá  la  aazon, 

Ípor  dicho  lie  muchos  se  divulgaba  que  los  enemigos 
amaban  de  África,  no  ya  socorros,  sino  ejército 
formado,  cuidadosos  de  la  guerra  que  los  fieles  les 
hacían  ,y  con  esperanza  cierta  de  reparar  su  antiguo 
imperio  en  España.  Estas  nuevas  y  rumores  pusieron 
en  grande  cuidado  á  los  castellanos  yaragoneses  qUe 
estaban  roas  cercanos  il  peligro ,  y  eran  los  primeros 
en  quien  descargaría  aquella  tempestad,  y  contra 
guien  se  enderezaban  las  fuerzas  de  los  contraríos. 
ElrevdoQ  Alonso  aquejado.del  recelo  desta guerra 
fue  el  primero  que  convidó  al  rey  don  Jaime  de  -dra- 
gón para  que  juntase  con  él  sus  fuerzas  :  que  pues 
el  peligro  era  común  ,  y  aquellas  gentes  amenazaban 
á  ambas  naciones  y  coronas ,  cru  justo  que  de  en- 
trambas partes  se  acudiese  al  reparo  :  que  si  no  le 
movía  el  parentesco  y  amistad,  a  lo  menOs  le  des- 
pertase el  pelifiro  y  afrenta  de  la  Religión  Cristiana. 
Don  Pedro  Vsñez  maestre  de  Caialrava,  ennado 
con  esta  embajada ,  en  Zaragoza  á  los  siete  de  marzo 
propuso  lo  que  por  su  rey  Te  fue  mandado :  llevaba 
cartas  de  la  reina  doña  Violante ,  en  que  suplicaba  i 
su  padre  con  grande  instancia  ayudase  ú  la  cristian- 
dad, á  ella  que  era  su  hija,  y  á  sus  nietos  en  aquel 
aprieto.  Era  cosa  muy  honrosa  al  rey  don  Jaime  qua 
un  rey  tan  poderoso  se  adelantase  á  peilille  socorro,  y 
á  convidatle  que  hiciesen  liga.  Las  cosas  de  Aragón 
no  estaban  sosegadas ,  ni  sus  hijos  bastantemente 
apacújuados  en  la  discordia  que  entre  si  tenian  :  los 
grandes  del  reino  divididos  en  eslas  parcialidades,  y 
el  pueblo  otro  que  tal ;  de  que  resultaban  latrocinios 
y  libertad  para  toda  suerte  de  maldades  y  desafueros 
tan  grandes  que  forzó  á  las  ciudades  puestas  en  las 
montañas  de  Aragón  ( t }  á  ordenar  entre  sí  herman- 
dades para  reprimir  aquellos  insultos ,  y  con  nuevas 
leye.4  y  severas  que  se  ordenaron ,  liacer  rostro  ai 
atrevimiento  de  los  hombres  facinerosos :  la  grandez.i 
de  los  castigos  qge  daban  á  los  culpados ,  hacia  que 
lodoá  escarmentasen.  Por  cualquier  delito,  puesto 
que  no  muy  grande ,  daban  pena  de  muerte  ;  los  pi- 

(I)  Siguieran  gu  ejemplo  las  dfoiis  del  reino. 
18" 


4i2  BDUOTECA  DB 

cados  ligeros  castigaban  con  azotes  .ó  con  otra  afren- 
ta ;  coB  que  los  malhechores  onedaDan  castigados,  y 
la  grandeza  de  la  pena  aTisaoa  á  los  diBinás  qne  se 
guardasen  de  pecar. 

I>einás  desto  las  voltmtades  de  los  mndes  estaban 
enajenadas  del  rey  :  estranaban  nracno  que  las  hon- 
ras y  cargos  se  daban  á  hombres  estraños  ó  bajos: 
que  los  fueros  no  se  guardaban,  ni  la  autoridad  del 
justicia  de  Aragr  n ,  que  está  por  guarda  de  su  liber- 
tad y  leyes  :  que  con  los  tributos  no  solo  el  pueblo, 
sino  también  los  nobles  y  hidaleos  se  hallaban  carga- 
dos y  oprimidos :  que  antes  suiririan  la  muerte  que 
Sasar  porque  les  quebrantasen  sus  fueres  y  derecho 
e  libertau.  Estas  eran  las  quejas  comunes :  demás 
desto  cada  cual  donde  le  apretaba  el  calzado  tenia  su 
particular  dolory  desabrimiento.  Por  esta  causa  como 
el  rey  en  Barcelona  para  juntar  dinero  pidiese  en  la» 
cortes  le  concediesen  el  Bovatico ,  don  Ramón  Folch 
tizconde  de  Cardona  hizo  contraaiccion  con  grande 
resolución  y  porfla  :  afirmaba  que  si  el  rey  no  muda- 
ba estilo ,  y  desistia  de  aquellos  agravios ,  no  mudarla 
¿1  de  parecer  ni  se  apartaría  de  aquel  intento,  fliclé- 
ralo  como  lo  decia,  si  los  otros  caballeros  no  le  aví* 
sarán  que  en  mala  sazón  alborotaba  la  gente  :  que 
tra  mejor  aguardar  un  poco  de  tiempo  que  dejar  pa- 
sar aquella  oQena  coyuntura  de  ayudar  al  común, 
principalmente  que  con  el  ejemplo  de  los  catalanes 
conhrenia  mover  á  los  aragoneses,  gente  mas  deter- 
minada y  mas  constante  en  defender  sus  libertades. 
Tuviéronse  cortes  en  Zaragoza  con  él  mismo  inten- 
to de  juntar  dinero;  pero  gran  parte  de  los  señores 
y  nobleza  hicieron  contraaiccion  á  la  voluntad  del 
rey.  Peman  Sánchez,  hijo  del  rey,  y  don  Simón  de 
Urrea  su  suegro  fueron  los  que  mas  se  señalaron  como 
caudillos  de  m  alterados.  Pasaron  tan  adelante ,  que 
dpjadas  las  cortes  se  aliaron  entre  sí  en  Alagon  contra, 
las  pretensiones  y  fuerzas  d^l  rey.  La  cosa  amenazaba, 
guerra  y  mayores  males,  si  no  fuera  que  perso- 
nas religiosas  se  pusieron  de  por  medio  para  que  la 
diferencia  se  compusiese  por  las  leyes  y  tela  de  jui- 
cio sin  que  se  pasase  á  las  manos  y  á  rompimiento. 
El  mismo  rey ,  niese  de  comzon  ó  fingidamente ,  no 
rehusaba  (á  lo  que  decia)  emendar  todo  aquello  en 
que  hasta  entonces  le  cargaban :  como  prudente  que 
era  y  mañoso ,  consideraba  que  la  furia  de  la  muche- 
dumbre es  á  manera  de  arroyo,  cuya  creciente  al 
principio  es  muy  brava  arrebatada,  pero  luego  se 
amansa.  Hiciéronse  treguas.  Señaláronse  jueces  so- 
bre el  caso,  que  fueron  los  prelados  de  Huesca  y  de 
Zaragoza ,  que  con  su  prudencia  compusieron  aque- 
llos debates ;  sobre  todo  la  astucia  del  rey  que  daba  la 
Ealabra  de  hacer  todo  aquello  que  pretendían ,  y  so- 
re  que  aquellos  nobles  andaban  aloorotados. 
Sosegado  el  alboroto ,  se  hicieron  levas  de  soldados 
para  comenzar  por  aquella  parte  la  guerra  año  de 
nuestra  salvación  4265.  El  rey  don  Alonso  con  sus 
gentes  entró  por  las  tierras  de  Granada  muy  pujante: 
el  rey  don  Jaime  se  encardó  de  hacer  la  guerra  con- 
tra el  rey  de  Murcia.  Tono  lo  hallaron  mas  fácil  que 
pensaban,  ca  no  hallo  míe  de  África  viniese  algún 
numero  de  gente  señalado :  la  causa  no  se  sabe ,  sino 
que  no  hay  que  fiar  en  los  moros  ni  en  sus  promesas, 
que  tienen  la  fe  colgada  dé  la  fortuna  y  de  lo  que  su- 
cede. El  rey  don  Jaime  por  la  parte  del  reino  de  Va- 
lencia entrado  que  hobo  en  las  tierras  de  Castilla, 
Sanó  á  Villena  de  los  moros ,  y  se  la  restituyó  á  dori 
[anuel  hermano  del  rey  don  Alonso  de  Castilla  que 
era  yerno  suyo,  casado  con  doña  Constanza  su  hija: 
después  desto  sujetó  á  Elda ,  Orcelis  y  á  Elche  con 
otros  muchos  lugares  que  por  aquella  comarca  quitó 
á  los  moros  parte  por  fuerza ,  parte  que  se  le  entre- 
garon. Demás  desto  pasado  el  rio  de  Segura,  atajó 
^s- vituallas  que  llevaban  los  moros  á  Murcia  en  dos 
mil  bestias  de  carga  con  buena  guarda  de  soldados. 
E¿  el  entretanto  el  rey  don  Alonso  no  se  descuidaba 


GASPAK  T  ROIG. 

en  la  guerra  contra  los  moros  de  Granada,  j^ hacer 
todo  el  mal  y  daño  á  los  pueblos  y  campos  circunstan* 
tes,  tanto  que  los  puso  en  necesidad  de  pedir  á  los 
nueisfros  se  renovase  la  antigua  confederación. 

Los  reyes  don  Jaime  y  don  Alonso  para  tomar  bu 
acuerdo  en  presencia  sobre  lo  que  á  la  guerra  toca- 
ba ,  de  proposito  por  la  comodidad  del  lugar  qe  jun-> 
taron  en  la  ciudad  de  AÍcaráz.  Estuvo  presente  i 
estas  vistas  la  reina  doña  Violante.'  Detuviéronse  al*> 
gunes  días ;  y  concertado  lo  que  pretendían,  y  hechas 
sus  avenencias ,  volvieron  a  la  guerra.  Las  gentes 
de  Aragón  como  apercebidas  de  todo  lo  necesarío,. 
de  Orcelis  marcharon  la  vía  de  Murciaj^y  se  pusieron 
sobre  ella  por  el  mes  de  enero  del  ano  1266.  EsíL 
aquella  ciudad  asentada  en  un  llano  en  comarca  muy. 
fresca  por  do  pasa  el  rio  de  Segura,  y  sangrado  coa 
acequias,  riega  asi  bien  los  campos  como  ta  ciudad^ 
que  está  en  gran  parte  plantada  de  moreras ,  cidros, 
y  de  narapjos  y  de  toda  suerte  de  agrura ,  y  repre- 
senta un  p£irais0  en  la  tierra :  en  nuestro  tiempo  el 
principal  esquilmo  y  provecho  es  el  qiie  se  saca  de  la 
seda ,  fruto  de  que  se  sustenta  casi  toda  la  ciudad. 
Estaba  entonces  muy  pertrechada  y  fortificada  :  no 
solo  tenián  aquellos  ciudadanos  cuenta  con  la  recrea- 
ción ,  sino  se  pertrechaban  para  la  guerra ,  en  parti- 
cular teniañ  muy  buena  guarnición  de  soldados ;  así 
temian  menos  al  enemigo :  por  el  mismo  oaso  los 
aragoneses  sospechaban  que  el  cerco  duraría  largo 
tiempo.  Al  principio  se  hicieron- algunas  escaramu- 
zas con  salia9$  que  hacián  los  moros ,  en  que  siempre 
los  crístianos  se  aventajaban,  rfo  pasó  mucho  tiempo 
que  los  moros  por  la  buena  mafia  áú  rey  de  Aragón, 
perdida  la  esperanza  de  poderse  defender ,  se  rindie- 
ron á  partido  y  entregaron  la  ciudad. 

Por  otra  parta  entre  el  rey  don  Alonso  y  los  de 
Granada  en  una  junta  que  tuvieron  en  Alcalá  de 
Benzayde,  se  biso  cOBfeasradon  y  concierto  debajo 
destas  condiciones  :  el  rey  de  Granada  se  aparte  ae 
la  liga  y  amistad  del  rsy  Hudiel  de  Murcia :  pague 
en  cada  un  añs  eincuentt  mil  duotdos,  como  antes 
acostumbraba ;  al  contrarío  el  rey  don  Alonso  alce  la 
mano  de  ampaitt*  sb  Stt^  daño  los  ss&ores  moros  de 
Guadix  y  de  Máhga,  á  IHl  emper»|  q|ie  el  rey  moro 
les  otorgue  treguas  por  espacio  deuoiaño  :  al  rey  de 
Murcia  si  acaso  viniese  á  poder  át  cristianos ,  se  le 
haga*  gracia  de  In  vida.  ToÉiado  ests  asiento,  el  rey 
don  Alonso  con  deseo  de  tonar  la  posasion  de  la  ciu- 
dad de  Murcia ,  vuelto  ya  el  rsy  don  Jaime  luego  que 
la  rindió ,  á  su  tierra »  se  apresuró  para  ir  allá.  JEn 
este  viaje  en  el  logar  de  Santístebiii  lludiel  rey  de 
Murcia  le  tstítá  al  encoentr»,  y  schida  á  sus  pies, 
pidió  perdón  de  lo  pasado  :  confesalia  su  yerro  y  su 
locura  qus  hi  despeñó  en  aquellos  lualMi :  pedia  tu- 
viese misericordia  de  su  trabajo ,  y  dd  tanUis  mise- 
rias como  eran  las  en  que  se  bailaba.  Por  estamanera 
fue  recebido  en  gracia  y  perdonado ;  mas  que  de  allí 
adelante  no  fuese  ni  se  llamase  rey ,  y  se  contentase 
con  las  heredades  y  rentas  que  le  seiíelaron  para  sus- 
tentar la  vida.  El  nombre'de  rey  se  dio  á  Mahomad, 
hermano  de  aquel  Abenhut  de  quien  arriba  se  dijo 
fue  muerto  en  Almería.  Dejáronte  solamente  la  ter* 
cera  parte  de  las  rentas  reales ;  y  qne  con  lo  demás 
acudiese  al  fisco  real  de  Castilla.  £ste  fue  el  remats 
desta  guerra  que  tenia  puesta  la  gente  en  gnur  rece-» 
lo  y  cuidado. 

CAPITULO  XVI. 
QiM  la  empefstrfz  de  Greda  vino  á  Espais». 

En  el  mismo  tiempo  que  el  Andalucía  y  reino  de 
Murcia  estaban  encendidos  con  ta  guerra  contra  los 
moros,  lo  demás  de  España  gozaba  de  sosiego,  por 
lo  menos  las  alteraciones  eran  de  poco  momento: 
eosa  de  maravilla  por  la  diversidad  de  principados^ 
la  guando  libertad  de  los  caballeros  y  delpui  blo.  Sm 


■snmiA 

GoBsalo  Zañei  BaawBi  persona  principal  entre  los 
llaTarros ,  renonciado  que  bobo  por  publicas  escrí- 
tnras  la  naturalidad ,  como  en  aquel  tiempo  se  acos- 
tambraba  en  la  frontera  de  Aragón  con  voluntad  del 
rey  don  Jdme  e<tiQcó  un  castillo  llamado  Boeta,  des- 
de donde  trabajaba  y  hacia  daño  eñ  los  campos 
comarcanos  de  Navarra.  La  pesadumbre  que  por  esta 
Causa  recebia  aquella  gente  ^  se  mudó  en  gran  ale- 
grm  |ior  traer  en  el  mismo  tiempo  á  Navarra  para  po- 
ner entre  las  demás  reliquias  de  lá  iglesia  Mavor  de 
Pámplona.una  pai'te  no  pequeña  de  la  corona  de  es^ 
j^uiasque  fue  puesta  en  la  cabeza  de  Cristo  hijo  de 
Dios.  San  Luis  rey  de  FríiRcia  les  hizo  donación  de* 
Da :  Bs^fduino  emperador  de  Constantmop^a ,  ya  que 
iba  de  caída  el  poder  de  los  franceses  eivaquel  imperiq, 
por  la  falta  de  dheros  que  padecía,  se  la  empeñó  por 
cierta  cantidad  con  que  le  socorrió.  Esto  le  hizo 
aborrecible  á  sus  ciudadanos  por  atreverse  á  privar 
aquella  ciodad  de  una  reliquia  y  prenda  tan  grande  y 
fan  santa.  Esta  corona  se  ve  hasta  el  día  de  hoy,  ^  se 
conserva  con  gran  devoción  en  París  en  la  capyüla 
santa  y  real  de  los  reyes  de  Francia:  es  á  manirá  de 
an  turbante ,  y  deJht  se  tomó  la  parte  que  al  presenta 
■e  trajo  á  Navarra.  Esto  en  España. 

De  Italia  venían  nuevas  que  el  ano  pasado  el  rey 
Hanfredo  fue  despojado  del  feino  y  de  la  vida  por 
C^os  hermano  de  San  («uis  rey  .de  Francia,  y  que 
^mo  vencedor  en  su  lugar  se  apoderó  de  aquellos, 
estados.  Urbano  y  despyes  Clemente  Cuarto  pontífí- 
tfi&  romanos  con  esperanza  y  promesa  de  dalla  aq  jel 
reino  le  llamaron  á  italia/]r  Ijegado  qde  fueá  Roma, 
fe  coronaron  por  rey  de  Sicilia  y  áe  Ñapóles.  La  bata- 
lla ,  que  fue  brava  y  famoi^ , .  se  dierqp  .cerca  de . 
Benevento ,  con  que  el  poder  y  riquezas  de  los  nor- 
mandos que  tantos'años  florecieron  enáqueílas  partes, 
q^edaron  por  tierra.  Concertó  *el  nuevo  rey  y*obhgó- 
se  de  pagar  cada, un  año  á  la  iglesia  Romana  .en  reco- 
nocimiento del  feudo  cuarenta  mil  ducados ,  y  míe 
no  pudiese  ser  emp^rador^  puesto  qne  sin  pretende- 
lío  él  le  ofreciesen  el  impeno.  £1  rey  don  Jaime  alte-* 
rado  comoerárazonporjBldesastrey  cuida  de  Manfredo 
s^  consuegro ,  revolvía  en  su  pensamiento  en  qué 
maiierá  tomaría  emienda  dé  aquel  dañov  ^si'apenas 
I^bo  dado  Gn  á  la  frtierra  de  llurcia',  cuando  se  par- 
tió á  lo  postrerode  Cataluña  para  si  en  alguna  manera 
pad^e  aygdar  á  lo  que  quedaba  de  los  normandos,  y 
apoderarse  del  reino ,  que  por  la  aíinidad  contraída . 
con  Msmfredo  pretendía  ser  de  su.  hijo. 

Eñ  el  entretanto  don  Alonso  rey  de  Castilla  se 
ocupaba  en  asentar  las  cosas  de  Murcia ,  llevar  nue- 
vas gentes  para  que  poblasen  en  aquella  comarca, 
adificarcastillos  por  todo  el  distrito  ps^ra  mayor  segu- 
ndad. No  bastaba  Castilla  para  proveer  de  tanta 
multitu/i  como  se  requerí^  para  poblar  tantas  ciuda- 
des Y  pueblos.  De  Cataluña  hizo  llamar  y  vinieren 
muchos  que  asentaron  en  el  nuevo  reino.  No  dpja1[)a 
asimismo,  rio  obstante  lo  concertado-,  de  ayudar 'de 
secreto  á  los  de  Gúadlk  y  á  los  de  Málaga.  «Para  que- 
jarse deste  agravio,  y  que  el  rey  donr Alonso  no  guar- 
<uiba  lo  concertado ,  el  rey  de  Giranada  en  persona 
Tino  á  Murcia.  La  respuesta  que  se  le  dio ,  no  fueá 
au  gusto;  volvióse  mas  enojado  que' vino  :  ocasión 
con  que  algunos  señores  qUe  de  tierapO  atrás  ofen- 
didos del  rey  don  Alonso  se  tenían  por  agraviados, 
liablaron  en  seóreto  con  el  moro ,  y  lo  persuadieron, 
i  que  de  nuevo  tomase  las  armas.  £1  principal  $n 
este  trato  fue  don  Ñuño  González  de  Lara  hombre 
de  gran  ingenio,  de  grandes  riquezas,  y  que  tenia 
muchos  aliados.  Pretendía  que-  el  rey  tenia  hechos 
inuchos  agravios  á  don  Ñuño  su  padre  y  á  don  Juan 
au  hermano. 

Deste  principio  resultaron  nuevas  alteraciones  á 
tiempo  que  el  rey  se  prometía  pa»  muy  larga  >  y  es- 
taba asaz  seguro  de  lo  quese/trataba ,  tanto  que  era 
ido  á.  Villarlieal  para  ver  ios  edificios  y  fabricas  que 

T0£10  I. 


4dd 

en  fi  nuevo  poaUo  se  levantaban.  Dende  despaché 

sus  cmibajadores  á  Francia  el  año  de  1267  al  rey -San 
Luis  para  pedille  su  hija  doña  Blanca  por  mujer  para 
el  infante  don  Fernando  su  hijo  mayor.  Hecuo  esto» 
él  se  fue  á  la  ciudad  de  Vitoria,  para  dónde  el  rey  da 
Ingahterra  fe  tenia  ajUazadas  vistas ,  y  prometidp 
que  en  breve  sería  con  él ,  para  tratar  cosas  y  nego- 
cios muy  graves.  Todavía  no  vino ,  sea  mudado  de 
voluntad,  ó  por  no  tener  lugar  para  ello;  envió  em-* 
pero  á  Eduardo  su  hijo  mayor  á  tiempo  que  ya  el  rey 
don  Alonso  era  vuelto  á  Burgos  .'y  en  sazQii  que  la 
emperatriz  de  Constantinopla ,  ouida  de  su  casa  j 
echada  de  su  ijpaperío ,  vino  á  verse  con  el  rey  :  Bal- 
duino  suvmarido  y  Justiniano  Patriarchá,  echados 
que  fueron  de  Grecia  por  las  armas  de  Micháel  Paleo- 
lego,  en  el  camino  se^un  se  entiende  cayeron  en 
manos  del  soldán  dcEgipto.  La  emperatriz  por  nom<- 
lH*e  Marta  pon  el  deseo  que  tema  de  übrar  á  áu 
marido,  concertó  su  rescate  en  treinta  mil  marcos 
de  plata.  Para  juntar  esta  suma  taa  grande  fue  prí* 
mero  á  verse  con  el  padre  santo  ^  rey  de  Francia: 
últimamente  llegada  a  Burgos  el  ano  uel  señor  i 2^ 
8uplic(i'  al  rey  Vu  primo  solamente  por  la  tercera 
parte  desta  suma.  £1  rey  se  la  dio  toda  entera ;  que 
me  una  liberalidad  de  mayor  fama' que  prudencial 
por  estar  los  tf  spros  tan  gastados.  Lo  que  príncipalr- 
mehte  ios  señorea  le  cargaban,  era  que  con  vano 
deseo  de  alabanza  consumió  ¿n  esto  los  subsidios  y 
ayudas  del  reinp.,  y  para  suplir  sus  desc^denes  desar 
foraba  los  vasallos  :  los  ánimos  una  vez  alterados  (as 
mismas  buejias  obras  Jas  toman  en  mal^  parte. 

Algunos  hüstoriailores  tienen  por  falsa  esta  narra- 
ción ,  y  di6en  que  Balduino  nunca  fue  pireso  del  sol- 
dan  de.  Egipto.  Nos  en  esto  seguimos  la  autoridad 
conforme  de  nuestras  historias ,  puesto  que  no  igno- 
ramos muchas  veces  ser  mayor  el  ruido'  y  la  lama' 
qué  lü  verdad.  El  emperador  Balduino,  recobrada  la 
h^ertad ,  ppr  no  poder  volver,  á  «u  imperio  pasó  á 
Francia ,  y  en  Namur  ciqdad  suya  v'de^ios  sus  esU^ 
dos  de  Flandes  pasó^su  vida  :  por  do  .parece  que  los 
condes  de  'flanaes  se  pueden  intitular  emperadores 
de  Constantinopla  no  con  menos  razón  ju^  los  reyes 
de*  Sicilia  pretenden  el  reino  de  Jerusaléñ.  Por  ua 
prívile^o  dado  á  los  caballeros  de  Catatratia  eiii.  mil 
y  trecientos  y  dos,  de  Cristo* mil  y  dóci^tos  y  se- 
senta y  cuatro^  á  diez  y  siete  de  octubre 'se  cón^ 
prueba. bastantemente' que  la  iglesia  de  Toledo  estaba 
vacan  te.' y  .^e  convence,  si  los  números  allí  rio  están 
estragados ;  cosa  qu^  suele  acontecer  miíclias  veces. 
Ep  lugar  sin  duda  de  don  Pascual  arzobispo  de  Tole- 
do, ó  este  año ,  ó  lo  que  mas  creo,  algunos,  a  ños 
ai^tes.fue  puesto  otra  don  Sancho  hijo  de  .don  Jainm 
rey  de  Aragón.  Sospecho  que  el  nuevo  prelado  sea 
por  su  poca  edad,  sea  por  otra^  causas,  se  detuvo  en 
Aragón  antes  de  arrancar  para  venir  á  su'íglesia,  qua 
dio  ocasión  á  algunos  para  peñerantes  dé. su  eleo* 
cion  una  vacante  de  no  menos  que  cuatro  años.  Que* 
ríale  mucho  su  padre,  que  fue  causa  de  venir  .por 
este  tiempo  á  Toledo  como  luego  se.  dirá« 

CAPltüLÓ  XVIk  * 

Que  dea  Jilme  rey  de  Aragón  vine  á  Toledo. 

• 
Por  el  mismo  tiempo  en  Italia  andaban  muy  gran- 
des alteraci5nes  y  revueltas  á  causa  que  Corradino 
Suevo  pretendía  por  lasannas  contra  la  voluntad  y 
mandado  de  lospontííices  restituirse  en  los  reinos  do 
su  padre.  Seguíale  y  acompañábale  desde  Alemana 
Feaerioo  duque  de  Austria^  Don  ^nríque  benoaito 
del  rey  de  Castilla  desde  Roma  se  fué  con  él ,  donde 
tenia  careo  de  senador  ó  gobernador  :  su  nobleaa 
suplía,  á  lo  que  yd  creo ,  la  falta  de  otras  partea  y  (le 
su  inquieto  natural.  Demás  destos  señores  losgtbe^ 
llinos  por  toda  Italia  tomaron  su  voz  y  en  su  favor  las 
armas.  Con  esta  gente  y  pitanza  roi^píó  por  ri  re' 

JO 


414 

de  Ñapóles  :  en  los  Marsos  parte  del  Abruzo ,  cerca 
del  lago  Fucino  hoy  el  lago  de  Talliacozo,  d¡6  la  ba- 
talla Corradino  al  nuevo  rey  Carlos  que  salid  al  en- 
cuentro. Vencieron  los  franceses  mas  por  maña  aue 
por  verdadero  esfuerzo. :  fueron  .presos  en  la  pelea 
Federico  y  don  Enrique ,  Corradino  en  ía  huilla  y  al- 
cance que  ejecutaron  los  franceses  con  crueldad.  A 
Corradino  y  Federico  ert  juicio  cortaron  en  Ñapóles 
las  cabezas  :  nuevo  y  cruel  ejemplo,  que  tan  gran- 
des príncipes ,  á  los  cuales  perdonó  la  fortuna  dudó- 
la y  trance  de  la  batalla ,  después  de  ella  en  juicio 
los  ejecutasen. 

-  En  el  entretanto  en  Aragón  se  levantó  una  liviana 
alteración  á  causa  que  Gerardo  de  Cabrera  pretendía 
el  condado  de  ürgel  con  color  que  los  hijos  de  su 
hermano  áon  Alvaro  poco  antes  difunto  no  eran  legí- 
timos. Don  Ramón  Folcli,  tiode  los  infantes  de  parte 
de  madre ,  y  otras  personas  principales  por  compa- 
sión de  su  edad  y  por  otras  prenaas  que  con  ellos 
tenían,  se  encargaron  de  amparallos.  El  rey  don  Jai- 
me parecía  aprobarla  pretensión  de  Gerardo,  mayor- 
mente que  traspasara  su  derecho  en  el  mismo  rey 
por  no  confiar  en  sus  fuerzas.  El  rey  de  Granada  por 
otra  parte  trataba  de  hacer  guerra  á  los  de  Guadix  y 
á  los  de  Málaga  en  prosecución  de  su  derecho ;  y  por 
lo  que  poco  antes  se  concertó  en  la  confederación 
que  puso  cot\  el  rey  don  Alonso ,  de  quien  estrañaba 

3ue  de  secreto  ayudase  á  sus  contrarios.  Don  Ñuño 
e  Lara  y  don  Lope  de  Ilaro  por  estar  desabridos  con 
BU  rey  y  enajenados  atizaban  el  fuego  :  prometían 
fue  SI  de  nuevo  tomaba  las  armas,  se  pasarían  á  él 
péblicamenie  no  soio  ellos,  sino  otros  muchos  seño- 
Tes  que  estaban  asimi&mo  disgustados.  Andaba  fama 
destas  prácticas,  y  se  rugia  lo  que  pasaba  (que  po- 
cas cosas  grandes  de  todo  punto  se  encubren )  pero 
no  se  podían  probar  bastantemente  con  testigos.  For> 
zado  pues  el  rey  de  la  necesidad  se  partió  para  el 
Andalucía.  Hállase  que  este  año  á  treinta  de  julio  dio 


tenia  de  San  Pedro  de  Ariznoa,  en  el  que  boy  le 
ñaman. 

Compuestas  en  algunft  manera  la»  cosas  del  Anda- 
lucía, entrado  ya  el  invierno,  fue  forzado  á  dar  la 
vuelta  para  recebir  y  festejar  al  rey  don  Jaime  su 
suogro^  que  venia  á  Toledo  á  instancia  de  don  San- 
ch'o  su  hijo  para  hallarse  presente  á  su  misa  nueva 
que  quería  cantar  el  misono  día  de  Navidad.  El  día 
señalado  don  Sancho  dijo  su  misa  de  pontifical :  ha- 
lláronse presentes  para  honralle  los  dos  reyes  de 
Castilla  y  Aragón  padre  y  cuñado ,  la  reina  su  her- 
mana ,  y  el  inrante  don  Fernando.  Detuviéronse  en 
Toledo  ocho  días  no  mas  porque  el  rey  de  Aragón, 
aunque  se  hallaba  en  lo  postrero  de  su  edad,  ardía 
en  deseo' de  abreviar  y  comentar  lajornada  que  pre- 
tentlia  hacer  para  la  guerra  de  la  llerra  Santa ,  sin 
perdonar  á  trabajo,  ni  hacer  caso  de  los  negocios  de 
su  icino  que  le  tenían  embarazado,  muchos  y  gra- 
ves ,  por  la  gran  gana  de  ensanchar  el  nombre  cris- 
tiano y  lusti'ar  en  la  Suria  la  gloria  antigua  de  los 
cristianos  que  parecía  estar  añublada :  gran  príncipe 
y  valeroso,  digno  que  le  sucediera  mas  á  propósito 
aquella  jornada. 


CAPITULO  XVIIL 

Que  el  rey  de  Aragón  partió  para  la  Tierra  Santa. 

« 

Las  cosas  de  la  Tierra  Santa  estaban  reducidas  á 
io  poíitrero  de  los  males  y  apretura.  El  reino  que  fun- 
dó el  esfuerzo  de  los  antepasados,. la  cobardía  y  fioje- 
d.  d  de  los  que  en  él  sucedieron ,  le  tenían  en  aquel 
estado  .  además  que  los  príncipes  cristianos  ocupa- 
dos en  las  guerras  que  se  hacían  entre  sí  por  cumplir 
ns  apetitos  particulares ,  poco  cuidaban  del  bien 


BIBLIOTECA   DB  GASPAR  t'  ROtG. 

público  y  de  la  afrenta  de  la  Cristiana  Religión.  El  vi- 
gor y  ánimo  con  que  tan  grandes  cosas  se  acabaron, 
por  la  inconstancia  de  las  cosas  humanas  se  enveje- 
cía; y  porque  tantas  veces  los  príncipes  sin  provecho 
alguno  por  mar  y  por  tierra  en  gran  número  acudie- 
ran para  ayudar  á  los  cristianos  los  años  pasados ,  la 
esperanza  de  mejoría  era  itiuy  poca ,  y  toaos  desalen- 
tados. A  la  sazón  se  ofrecía  una  buena  ocasión  que 
casi  en  un  mismo  tiempo  despertó  para  volver  á  Jas 
armas  á  España,  Ingalaterra  y  Francia.  Esta  fue  que 
los  tárt^os  salidos  de  aquella  parte  de  Scythia,  como 
algunos  piensan,  en  que  PlUiio  antiguamente  demar* 
có  los  tractaros ,  hecha  liga  con  los  de  Armenia,  ha- 
bían acometido  con  las  armas  aquella  parte  de  la  Suria 
que  estaba  en  poder  de  los  sarracenos ,  con  gran  es- 
peranza al  principio  de  los  fieles  que  podrían  recobrar 
tas  riquezas  y  poder  pasado ;  pero  después  todo  fue 
de  ningún  efecto ,  y  se  fué  en  flor  lo  que  pensaban. 
En  el  tiempo  qué  Inocencio  Cuarto  celebraba  un 
concilio  general  en  León  de  Francia ,  fueron  por  él 
enviados  cuatro  predicadores  de  la  sagca^a  orden  de 
Santo  Domingo,  cuya  fama  en  aquella  sazón  era  mu^ 
grande ,  á  la  tierra  de  los  tártaros  para^  acometer  si 

f>or  ventura  aquella  gente  áspera  en  su  trato ,  dada  i 
as  armas ,  sin  ninguna  religión  ó  engañada ,  se  pu- 
diese persuadir  á  abrazar  la  cristiana.  Con  esta  dili- 
gencia se  ganó  aquella  gente :  humanáronse  aquellos 
•bárbaros  con  la  predicación,  y  comenzaron  á  cobrar 
afición  á  los  cristianos  mas  que  á  las  otras  naciones. 
£1  rey  de  aquella  gente,  que  vulgarmente  llamaban 
el  gran  Cbam  ,'que  quiere  decir  rey  de  los  reyes ,  no 
cesaba  con  embajadores  que  enviaoa  á  todas  partes, 
de  despertar  los  príncipes  de  Europa  para  que  toma- 
sen las  armas.  Acusábalos  y  dábales  en  cara  q[ue  pa- 
recía no  hacían  caso  de  la  gloria  del  nombre  cristiano. 
Esta  instancia  que  hizo  los  años  pasados,  y  no  se  dejó 
los  de*  adelante ,  en  éste  tiempo  se  continuó  con  ma- 
yor porfía  y  cuidado,  en  particular  envió  al  rey  de 
Aragón  en  compañía  de  Juan  Alarico  natural  de  Per- 

Siñan  (al  cual  el  rey  antes  movido  por  otra  embajada 
espacnó  para  que  fuese  á  los  tártaros)  nuevoá  em- 
bajadores ,  que  en  nombre  de  su  rey  prometían  todo 
favor ,  si  se  persuadiese  de  tomi^  las  armas  y  juntar 
en  uno  con  ellos  lais  fuerzas.  Estos  embajadores  re- 
pararon en  Barcelona :  Alarico  pasó  á  Toledo ,  y  en 
una  junta  de  los  principales  dio  larga  cuenta  de  lo 
que  vio ,  y  de  toda  su  embajada ;  palabras  y  razones 
con  que  los  ánimos  de  los  principes  no  de  una  mane- 
ra se  movieron. 

El  rey  don  Jaime  sé  determinó  ir  á  la  guerra ,  ma- 
guer que  era  de  tanta  edad :  don  Alonso  su  yerno  y 
la  reina  alegaban  la-deslealtad  de  los  griegos  ,*  la  fie- 
reza de  los  tártaros :  todo  con  intento  de  quítalle  de 
aquel  propósito,  para  lo  ciial  usaban  y  se  valían  de 
muchos  ruegos ,  y  aun  de  lágrimas  que  se  derrama- 
ban sobre  el  caso.  Prevaleció  empero  la  constancia 
de  don  Jaime :  decía  que  no  era  justo,  pues  tenia  paz 
en  su  casa  y  reino,  darse  al  ocio,  ni  perdonar  á  nin- 
gún afán ,  ni  á  la  vida  que  poco  aespues  se  había  de 
acabar,  en  tan  gran  peligro  como  corrían  los  cristia- 
nos. El  rey  don  Alonso  por  veile  tan  determinado  le 
prometió  cien  mil  duchaos  para  ayuda  de  los  gastos 
de  la  guerra.  Algunos  señores  de  Castilla  asimismo 
se  ofrecieron  á  hacelle  compañía  en  aquella  jomada, 
entre  ellos  el  maestre  de  Santiago  y  el  prior  de  San 
Juan  don  Gonzalo  Pereira.  Concluidas  las  fiestas  de 
Toledo,  él  se  partió  :  en  la. ciudad  de  Valencia  oyó 
los  embajadores  de  los  tártaros,  y  fuera  dellos  otro 
embajador  del  emperador  Paleólogo ,  que  le  prome- 
tía ,  si  tomaba  aquella  empresa ,  de  proveelle  oastan- 
temente  de  vituallas  y  todo  lo  necesario.  En  Barcelona 
se  ponía  en  orden  y  estaba  á  la  cola  una  buena  arma- 
da apercebida  de  soldados  y  todo  lo  demás.  Antes 
que  se  pusiese  en  camino  á  ruego  de  su  hija,  doña 
Violante  volvió  desde  Valencia  al  monasteiío  de  Huer  - 


IISTOIUA  DE  fiSPA^A. 


4Í3 


U.  Despedido  de  sus  hijos  y  de  sus  nietos^  sin  dar 
oídos  á  los  ruegos  con  que  pretendían  de  nue?o  apar- 
talle  de  aque^  propósito,  toIvíó  donde  surgía  la  arma- 
da,  en  que  $e  contaban  treinta  nave^  gruesas  y 
algunas  galeras. 

A  cuatro  de  setiembre  día  miércoles  año  de  1269, 
hechas  sus  plegarias  y  rogativas  como  es  de  costun!i- 
bre  y  alzó  anclas  y  se  hizo  á  la  vela.  Era  el  tiempo 
poco  á  propósito  y  sujeto  á  tormentas  :  en  tres  días 
negaron  á  vista  de  Menorca;  mas  no  pudieron  tomar 
puerto  á  causa  que  cargó  mucho  el  tiempo ,  y  una 
recia  tempestad  de  viento  derrotó  las  naves  y  la  arma- 
da :  dejáronse  llevar  del  viento ,  que  las  echó  á  diver- 
sas partes.  El  rey  arribó  á  Marsella  en  la  ribera  de 
Francia ,  y  desde  alli  por  mudarse  el  viento  aportó  al 
golfo  Agatbense  ó  de  Agde.  Algunas  de  las  naves  que 


na  y  de  Italia ,  á  cabo  de  una  larga  navegación  surgié 
en  aqutillas  riberas ,  y  saltó  con  su  gente  en  tierra  de 
Ptolemavde.  Los  primeros  dias  Ja  ayuda  de  Dios  le 
guardó  de  un  peligro  muy  grande :  un  hombre  en  su 
aposento  le  acometió,  y  le  dio  antes  que  le  acudie- 
sen .  una  ó  dos  heridas :  mataron  aquel  mal  hombre 
alli  luego  :  no  se  pudo  averiguar  quién  era  el  que  le 
enviara ;  dijose  que  los  asasinos ,  que  era  cierto  gé- 
nero de  hombres  atrevidos  y  aparejados  para  casos 
semejantes. 

San  Luis  con  tres  hijos  suyos  primero  de  marzo 
año  de  1270  desde  Marsella  se  hizo  á  la  vela.  Theo- 
baldo  rey  de  Navarra,  puesto  á  su  hermano  don 
Enrique  en  el  gobierno  del  reino,  con  deseo  de  mos- 
trar su  valor  y  ayudar  en  tan  santa  empresa  acom- 
pañó al  rey  su  suegro.  Padecieron  tormenta  en  el 


pudieron  seguir  é\  rumbo  que  llevaban ,  llegaron  á    mar  y  decios  temporales  :  finalmente  desembarearoa 


Acre  pueblo  de  Palestina ,  entre  las  demás  las  naves 
de  Fernán  Sánchez  hijo  del  rey.  Molido  por  las  amo- 
nestaciones de  los  suyos  el  rey  se  rehizo  en  Mompe- 
fler  por  algunos  dias  del  trabajo  del  mar;  y  arrepentido 
de  su  propósito ,  á  que  parecía  hacer  contradicción 
el  cielo  ofendido  y  enojado  contra  los  hombres  y  sus 
pecados ,  puesto  que  menospreciaba  cosas  semejan- 
tes como  casuales ,  ni  mirana  en  agüeros ,  volvió  á 
Cataluña  sin  hace«  otro  efecto. 

En  Castilla  el  rey  don  Alonso  llegó  hasta  Logroño, 
en  su  compañía  Eduardo  hijo  de  re^  de  ItigaLtérra, 
para  recebír  á  su  nuera,  que  concertado  el  casamiento 
en  Francia,  por  Navarra  venia  á  verse  con  su  esposo. 
Las  bodas  se  celebraron  en  Burgos  ncon  aparato  el 
mayor  y  mas  real  que  los  hombres  vieron  jamás :  don 
Jaime  rey  de  Aragón  abuelo  del  ^lesposado  á  persua- 
sión del  rey  don  Alonso,  y  junto  c(»n  él  don  Pedro  su 
hijo  mayor,  Philipe  hijo  «mayor  del  rey  de  Francia, 
Eduardo  príncipe  y  heredero  de  Ingalaterra ,  el  rey 
de  Granada,  el  mismo  rey  don  Alonso ,  sus  hermanos 

Í  hijos ,  y  su  tio  don  Alonso  Señor  de  Molina  se  há- 
aron  presentes.  De  Italia,  Francia  y  España  acudie- 
ron muchos  señores ,  entre  ellos  Guillen  marqués  de 
Monferrat,  de  quien  dice  Jovío  era  yerno  del  rey  don 
Femando.  Hallóse  otrosí  el  arzobispo  de  Toledo  don 
Sancho  :  quien  dice  que  veló  á  los  desposados.  Con 
estas  bodas  se  pretendía  que  el  rey  San  Luis  en  su 
nombre  y  de  sus  hijos  se  apartase  del  derecho  que  se 
entendía  tenia  á  la  corona  de  Castilla ;  como  hijo  que 
era  de  doña  Bl;inca  hermana  mayor  del  rey  don  En- 
rique ,  como  arriba  queda  diclio  y  juntamente  refu- 
taao.  Concluidas  las  fiestas,  el  reydon  Alonso  acom- 
pañó al  rey  don  Jaime  su  suegro  para  honralle  mas 
hasta  la  ciudad  de  Tarazona.- 

CAPITULO  XIX. 
San  Lais  rey  de  Francia  falleció. 

Los  ingleses  y  franceses  pasaron  mas  adelante  que 
los  aragoneses  en  lo  que  tooaba  á  la  guerra  de  la' 
Tierra  Santa;  pero  el  remate  no  fue  nada  mejor,  sal- 
to que  por  esta  razón  se  hizo  confederación  entre 
Ingalaterra  y  Francia.  En  París  en  una  grande  junta 
de  principes  compusieron  todas  sus  diferencias  anti- 
gaas :  este  fue  el  principal  fruto  de  tantos  apercebi- 
mieoto8«  Señaláronse  de  común  consentimiento  en 
Francia  los  términos  y  aledaños  de  las  tierras  de  los 
franceses  y  ingleses.  Púsose  por  la  príncipnl  condi- 
doh  que  en  tonto  que  San  Luis  combatía  á  Túnez, 
do  pretendía  pasar  á  persuasión  de  Carlos  su  herma- 
no rey  de  Nápoics ,  que  decía  convenir  en  primer 
lugar  hacer  la  guerra  á  los  de  África  que  siempre 
hacían  d^ño  en  Italia  y  en  Sicilia  y  en  la  Proenza^  y 
á  todos  ponían  espanto;  que  en  el  entretanto  el  in- 
fles con  su  armaaa  que  era^buena ,  pasase  á  la  con- 
^uístíi  de  la  Tierra  Santa .  Hfzose  como  lo  concertaron, 

Jue  Eduardo  hijo  mayor  del  inglés  con  buen  número 
é  bajeles,  rodeadas  y  costeadas  las  riberas  de  Espa- 


cn  Túnez;  asentaron  sus  ingenios,  con  que  comen- 
zaron á  combatir  aquella  ciudad.  Los  bárbaros  que 
se  atrevieron  á  pelear,  por  dos  veces  quedaron  ven- 
cidos ;  después  de  esto  como  se  estuviesen  dentro  de< 
los  muros  llegó  el  cerco  á  seis  meses.  Los  calores  son 
estremos,  la  comodidad  de  los  soldados  poea :  encen- 
dióse una  peste  en  los  reales ,  de  que  murieron  mu- 
chos, entre  los  demás  primero  Juan  hijo  de  San  LuiSy> 
y  poco  después  el  mismo  rey  de  cámaras  que  le  dieron, 
lallieció  á  veinte  y  cinco  de  agosto.  Esta  grande  cuita 
y  afán  se  acrecentara ,  v  bebieran  los  demás  de  par* 
tir  de  África  y  dejar  la  demanda  con  gran  mengua  y* 
daño  (en  tanta  manera  tenii  n  enflaquecidas  las  fuer- 
zas) sino  sobreviniera  Carlos  rey  de  Sicilia  qu<^  dió 
ánimo  á  los  caldos.  Hízose  concierto  con  los  barbiros. 
que  cada  un  ano  pagasen  de  tributo  al  mismo  rey 
¿arlos  cuarenta  milducados,  que  era  el  que  él  debía 
por  Sicilia  y  Nápoies  á.  la  iglesia  Romana  y  al  pana: 
con  esto  embarcadas  las  gentes,  pasaron,  á  Sicilia. 
No  aflojaron  los  males :  en  la  ciudad  de  Trápana,  que 
es  en  lo  postrero  de  aquella  isla ,  Tlieobaldo  rey  de 
Navarra  falleció  á  cinco  dias  de*  diciembre.  Esta  fue 
la  ocabion  que  forzó  á  de^ar  la  empresa  de  la  Tierra 
Santa ,  que  tantas  veces  infelizmenle  se  acometiera, 
j  de  dar.  la  vuelta  á  sus  tierras  y  naturales..  Las  en- 
trañas de  Sai  i  Luis  sepultaron  en  la  ciudad  de  Mon- 
real  en  Sicilia :  el  cuerpo  llevaron  á  San  Dionisio, 
sepultura  de  aquellos  reyes  cerca  de  París.  El  cueppe 
del  rey  Theobaldo  embalsamado  llevaron  á  Pervino 
ciudad  de  Caihpaña  en  Francia,  y  pusieron  en  los 
sepulcros  de  sus  antepasados.  Su  a<ujor  la  reina  doña 
Isabel  el  año  luego  siguiente  á  veinte  y  cinco  de  abril 
falleció  en  Hiera  pu>3blo  de  la  Proenza  :  enterráronla 
en  el  monasterio  llamado  Barra.  A  todos  se  les  hÍGÍ<^ 
ron  las  honras  y  exequias  como  á  reyes ,  con  grande 
aparato,  comease  acostumbra  entre  los  eristianos. 
Volvamos  la  pluma  y  el  cuento  á  Castilla. 

CAPITULO  XX. 

De  la  conjuración  qne  hicieron  los  grandes  contra  et  rey 
don  Alonso  de  Castilla. 

El  ánimo  del  rey  don  Alonso  se  hallaba  en  un 
mífemo  tiempo  suspenso  y  aquejado  de  diversos  cui- 
dados. El  deseo  de  tomar  la  posesión  del  imperio  de 
Alemana  le  punzaba,  á  que  las  cartas  de  muchos  con 
estraordinaria  instancia  le  llamaban.  Los  grandes  y 
ricos  hombres  del  reino  andaban  allcradns  y  desa- 
bridos por  las  ásperas  costumbres  y  demasiada  seve- 
ridad del  rey ,  á  que  no  estaban  acostumbrados.  Ru- 
gíase demás  desto  por  nuevas  que  venían,  que  de 
África  se  aparejaba  una  nueva  guerra  con  mayores 
apercebimientüs  y  gentes  que  en  ninguno  de  los 
tiempos  pasados.  Dacio  que  Pedro  Martínez  almirante 
del  mar  el  año  pasado  acometió  y  sujetó  los  moros 
de  Cádiz  que  halló  descuidados ;  era  difb^ultoso  man- 
tener con  guarnición  y  soldados  aquella  ciudad  J 


4i« 

Ma :  por  esta  cansa  (1)  la  dejaron  al  rey  de  Marrue- 
cos de  cuyo  señorío  antes  era ,  resolución  á  proivOsito 
dé  ganar  la  voluntad  de  aquel  bárbaro  y  so^egaile.  El 
m  don  Alonso  de  Portugal  envió  i  don  Dionisio  su 
hijo  que  era  de  ocho  años ,  á  su  abuelo  el  rey  de  Cas- 
tra mura  que  alcanzase  del  Hbertad ,  y  exención  para 
elreiRo  de  Portugal,  y  que  le  alzaise  la  palabra  que 
(Üó  jos  años  pasados  y  los  homenajes.  Tratóse  desle 
nevocio  en  una  junta  de  grandes :  callaban  los  de- 
máSy  y  aun  venían  en  lo  que  se  pedia  por  no  contras- 
tar con  la  voluntad  del  rey  que  á  ello  se  mostraba 
inclinado. 

Don  Ñuño  González  de  Lera ,  cabeza  de  la  conju- 
ración y  de  ^desabridos  y  mal  contentos ,  se  atrevió 
á'hacer  rostro  y  contradicción.  Decía  que  nó  parecía 
•osa  razonable  diminuir'  la  magestad  del  remo  con 
eualquier  color,  y  mucho  menos  en  gracia  de  un 
infante.  Sin  enibargo  prevaleció  en  la  junta  el  pare- 
cer del  rey,  que  Portugal  fuese  exento;  y  con  todo' 
esto  \vl  libertad  de  don  Nuno  se  le  asentó  mas  alta- 
mente en  el  corazón  y  memoria  qu^  ninguno  pensa- 
ra. Juntado  este  desabrimiento  con  los  demás  fué 
causa  que  don  Ñuño  y  don  Lope  de  Haro^  y  don  Phi- 
lipe  hermano  del  rey  se  determinasen  ármover  práti- 
cas  pei^judiciales  al  reino,  y  al  rey.  <}uejában8e  de 
sm  desafueros  y-de*  los  muchos  desagusados  que 
hacia*:  no  tenia  fuerzas  listantes  para  entrar  ^n  la 
lúa,  resolviéronse  de* acudir  á  las  ayudas  dé  fuera* y 
estrañfis.  Así  en  el  tiempo  que  el  rey  theobaldp  sé 
ocupaba  en  la  fuerra  sagrada,  solicitó  á  don  Enrique 
gpbernador  de  Navarra  el  infante  d'(!»n'PhiIipe  <}ue  se 
raese  á  ver  con  él ,  y  hermanarse  y  hacer  liga  con 
aquellos  grandes.  El  odmo  mas  recatado ,  por  no  des- 
pertar contra  sí  el'peso  dé  una  gravísima- guerra,  dio 
por  escusa  la  ausencia  del  rey  su  hermano.  Los  gran- ' 
des ,'  perdida  esta  esperanza ,  convidaron  á  los  ytros 
reyes ,  al  de  Portugal,  al  de  Granada  y  aJ  misifio  em- 
perador de  Marruecos  por  üub  cartas'  á  juRtarse  con 
ellos  y  hacer  guerra  á  Castilla ,  sin  mirar  por  el  ^n 
deseo  que  tenían  de  satisfacerse ,  cuan  perjudicial 
intento  era  aquel  y  cuan  infames  aquellas  tramas. 

bqn  Alofísct  rey  de  Gastílta  era  persona  de  alto  in-  • 
genio,  pei^opoco  recatado,  sus  orejad  soberbias ,  su 
lengua  desenfrenada,  más  á  propósito  para 'las  letras, 
que  para  el  gobierno  délos  vasallos :  contemplaba  al 
gielo  y  miraba  las  estrellas ;  mas  en  'el  entretanto 
perdió  la  tierra  yérrenlo.  Avisado  pues  de  lo  que 
pasaba  por  Hernán  Pérez ,.  que  los  conjurados  pre- 
tendieron tirar  á  su  partido  y  atraer  á  su  parcialiaad, 
atónito  por  la  grandeza  del  peligro,  que  en  fin  no 
dejaba  de  conocer ,  volvió  todos  sus  pensamientos,  á 
sosegar  aquellos  movimiento»  y  alteraciones.  Con 
este  iMertto  desde  Murcia ,  4o  .á  la  sazón  estiibá ,. en- 
vió á  Enrique  de' Arana  por  su  embajadpr  á  los  gran- 
des, que  se  juntaron  en  Palencia  con  intento  de 
apercebirse  para  la  guerra ,' por  ver  si  en  alguna 
manera  pudiese  con  destreza  y^  industria  apartallos 
de  aqu$l  propósito.  £1  y  la  reina  su  mujer  rueron  á 
Valencia  para  tratar  con  el  rey  don  Jaime ,  y  tomar 
acuerdo  sobre  todas  estas  cosas.  El  como  quíer  que 
por  la  lar^a  eSperíencia  fuese  muy  astuto  y  ayisado, 
cuando  vino  á  Burgos  para  hallarse  á  las  bodas  del 
infante  don  Fernando,  antevista  la  tempestad  aue 
amenazaba  á  Castilla  a  causa  de  estar  los  grandes 
desabridos,  reprehendió  á  don  Alonso  con  gravísimas 
palabras  y  le  dio  consejos  muy  saludables.  Estos 
eran  :  qué  quisiese  antes  ser  amado  dé  sus  vasallos 
que  temido :  la  salud  de  la  república  consiste  en  el 
amor  y  benevolencia  de  los  ciudadanos  con  su  cabe- 
za :  el  aborrecimiento  acarrea  la  total  ruina :  que 
procurase  granjear  todos^  los  estados  del  reino  :  si 
esto  no  fuese  posible,  por  lo  menos  abrazase  los  pre- 


BIBLIOTBCA  OB  GASPAR  T  ROIG.     ' 

lados  y  el  pueblo ,  con  cuyo  arrimo  hiciese  rostro  á  lá 
insolencia  de  los  nobles  :  que  no  hiciese  íusticia  de 
ninguno  secretamente  por  ser  muestra  de  miedo  f 
menoscabo  dé  la  magestad :  el  que  sin  oír  las  partes 
da  sentencia,  puesto  que  ella  sea  jujsta^  todavía  hace 
agravio.  Estas  eran  ías  faltas  principales  que  en  don 
Alonso  se  notaban ;  y  si  con  tiempo  se  remediaran, « 
reino  y  él  mismo  se  libraran  de  grandes  afanes. 

En  la  junta  de  los  reyes  y  con  las  vistas  ninguna 
cosa  de  momento  se  efectuó.  Al  rey  don  Alonso  fiíe 
por  tanto  forzoso  el  año  siguiente  volver  de  nuevo  i 
Alicante  para  verse  con  el  rey  su  suegro ,  y  rogaOe 
enfrenase  los  nobles  dé  Aragón  para  que  no  se  juntar 
sen  cpn  los  rebeldes  de  Castilla  como  lo  pretendían 
hacer;  y  porque  el  rey  dé  Granada  continuaba  ea 
hacer  guerra,  contra  los  de  Guadix  y  los  de  Málaga^, 
le  diese  consejo  á  cual  d^  las  partes  seria  mas  conTs- 
niente  acudir.  En  este  punto  el  rey  don  Jaime  fue  da 
parecer  que  guardase  la  confederación  antigua;  que 
no  debía  de  su  voluntad  irritar  á  las  de  Granada  ni 
hacelles  guerra.  La  embajada  de  Arapa  no  fue  da 
provecho  alguno ,  antes  el  rey  dé  Granada  á  persua- 
sión de  ios  alborotados,  quebrantada  la  aveheiícía 
(^e  tenían. puesta,  fue  el  primero  que  se  metió  pat, 
tierras  de  cristianos  talando  y  destruyendo ,  y  m»* 
tiendo  á  fuego  y  á  sangro  Jos  campos  cvoiarcaóof. 
Tenía  consigo  un.  húmero  de  caballos  africanos  que 
Jacob  Abénjiiizeph  rey  d|S  Marruecos  le  envió  delan- 
te. Sabidas  estas  cosas»  el  rey  don  Alonso  rpandtf 
por  sus  cartas  á  don  Ferjiando  su  hijo  que  á  la  sazón 
se  bailaba  en  Sevilla,  y  sé  apercebia  para  la  nueva. 
guerra .  que  con  ^das  sus  gentes  marchase  contra 
él  rey  ae  Gran^idft :  él  se  partió  para*  Burgos  por  ver 
si  en  alguna  manera  pui)ie^e  apaoiguiu' los  ¿oimof 
de  los  reoeldes.  •• 

En  aquella  ciudacl  9c  hicieron  cortes  de  todo  él 
reíno\  y  en  particular  fueron  llamados  ios  alborota- 
dos con  Seguridad  publica  que  jes  ofrecieron;  y  nari. 
qué  estuviesen  mas  sin  peligró,  sé  señaló  fuera  ae  la 
ciudad  el  hospital  real  en  (^ue  se  ti^viesen  las  juntas^ 
Habláronse  ei  rey  y  los  señores  en  diferentes  luga- 
res ,  con  que  quedaron  las  voluntades  mas  desaEii» 
das.  Llegaron  los  dbi^ustos  á  término  que  renunciada 
la  fidelioad  con  que  estaban  obligados  al  rey,  en  mm 
número  sé  pasaron  á  Granada  ^1  ano  de  1270.  Don 
^uno ,  don  Lope  de  Haro ,  el  infante  don  Philipe  eran 
las  tres  cabezas  de  la  conjuración.  Fuera  destoS  doi 
Fernando  de  «Cast^ ,  Lope  de  Mendoza,  Gil  do^Roa». 
Rodrigo  de  Saldaña :  de  la  nobleza  menor  tan  §pm 
número  que  apenas  se, pueden  contar.  Al  pa^tírsa 
con  sus  gentes  quemaron  pueblos ,  Calaron  los  cam- 
pos, y  dieron  en  todo  mtt<^tra.<fe  la  enemiga  que 
llevaban.  El  rey  á|[randes  jornadas  pasó  á  Tol^o,  de 
allí  á  Abnagro ;  j  porque  no  tema  -espeiFanza  de  que 
se  podrían  reducirlos  grandes  á  su  servicie » pistea-, 
diü  avenirse  y  sosegar  ^  rey  d^  Granada.  Esto  sobi^ 
todo  deseaba :  si  no  sália  con  ello ,  se  resdvia  de  ba* 
celle  la  guerra  con  todas  sus  fuerza»  y  coa  U  mai 
gente  que  pudiese  juntar. 


1]  Cádís  la  coi^piíit^  an  U  da 


&\Sk 


dall0l,yM 


CAPITULO,  xn. 

De  imevas  allei«ck>nes  que  moedieroB  en  Aft|ia^ 

En  el  Uompo  que  estas  cosas  pasaban  en  GastiOaa 
Philipe  rey  de  Francia  que  sucedió*  á  su  padre  Saa 
Luís ,  allegaba  ásu  corona  nuevos  estados  por  muer* 
te  de  Alonso  su  tío  y  de* Juana  su  mujer ,  que  murie- 
ron á  la  sazón  sin  hijos ,'  v  eran  condes  de  Potien  j 
de  Tolosa :  y  no  múchd  después  Rogerío  Bemaraa 
conde  de  Fox  fue  despojado  de  su  eiftado  no  por  ¥a% 
causa  mas  de  que  en  cierta  ocasión  no  quiso  obeda* 
cer  á  los  jueces  reales ;  por  fo  cual  las  armas  ara^H 
nesas  á  causa  oue  parte  del  estado  de  aquel  príoape 
era  feudo  de  Araron,  eatuvieron  ]|iara  revolven* 
contra  Francia.  La  prudencia  del  rey  don  iaím»  ata- 


anroiu  vb  espjJ^ 


JBel  dtóo :  í  su  persuasión  el  de  Fm  puso  su  persona  á  causa  que  el  infanle  don  P«dro ,  hijo  prímmi  y  h»- 

ytodo  su  f  stado  en  manos  del  rey  de  Francia ;  con  redoro  del  rey  de  Aragón ,  estaba  desabrido  con  Far- 

«m  se  sosegaron  aquellos  debates.  Dentro  del  reino  naaSanchMíuhermanobastardoporeiitendBraiit™ 

<le  Aragón  tenias  sospechas  de  nuevas  aharaciones  otras  cosaa  que  cuando  wlriii  de  la  lieira  Sant^,  íat 


Eipidi  da  den  tiisae  tí  Coaqi]iUd«r ;  ptaúDa  ieb  ilrrld  pin  U  eaafiil*ti  de  Tjitneli. 


recebfdo  con  gnn  honra  y  festejado  de  Carlos  rey  de 
Ñapóles ,  y  por  esto  sospechaba  habia  con  él  tratado 
cosas  perjudiciales  al  reino. 

Hallaliase  el  dicho  don  Femando  en  Bnrriana  :  allí 
don  Pedro  con  buen  número  de  soldados  le  tomd  de 
sobresalto^  y  después  que  por  fueua  entrú  en  la  casa 
y  büscó  en  todos  los  lugares  á  su  lierrpano,  escudri- 
fiú  los  escondrijos ,  quebró  cerraduras,  hinchúlo  todo 
de  mido  y^le  alborolo  :  en  el  entretanto  don  Feman- 
do y  do3a  Aldonza  su  mujer  ne  pusieron  en  salvo.  Es- 
toa  ftaeron  principios  de  grandes  alteraciones ;  ca  los 
nobles  del  reino  con  esta  ocasión  de  la  enenñslad  de 
los  dos  hermanos  se  diTidieron  en  dos  bandos  con 
tan  grande  obstinación  que  juntadas  las  fuerzas  no 
dudaron  los  que  seguían  la  parcialidad  de  don  Fer- 
nando, de  moTer  guerra  con  Ira  el  mismorey;  de  que 
no  resultó  otro  provecho  sino  que  el  vizconde  de  Car- 
dona y  otros  señores  parciales  fueron  por  esta  causa 
despojadosde  sus  estados.  El  mismo  Fernán  Sánchez, 
cercado  en  el  castillo  de  Pomarpor  su  hermano ,  lúe. 
BO  que  le  tuvo  en  su  poder,  le  biso  ahogar  con  un 
lazo  y  despeñaren  el  riDCinaaqueporRlirpasa,unos 
deciad  con  razón ,  otros  que  injustamente  (I)'  'o  cier- 
to que  quitado  et capitán  y  cabeía  los  demis  se  sose- 
gsrOD  :  este  fue  el  fruto  de  aquel  parricidio :  pero  la 
muerte  de  Fernán  Sánchez  sucedirt  tres  años  adelan- 
te .  Dejó  un  hijo  de  pequeria  edad  llamado  don  Phili- 
pe,  de  quien  deciende  el  linaje  de  loa  Castres  en 
Aragón. 

A  Rugerío  de  Lauria  hizo  donación  el  fey  don  Jai- 
me en  tierra  de  Valencia  de  dos  beredades  que  se  lla- 
man Raeloy  Abricat ,  en  premio  de  su  trabajo ,  porque 
-de  lo  último  de  Italia  aconmañd  los  años  pasadñ  á 
doña  Constanza  su  nuera.  Fue  este  caballero  en  lo 
de  adelante  persona  de  grande  ingenio  y  excelente 
«apítan,  mayormente  por  el  mar.  Con  don  Enrique 
rey  de  Navarra ,  que  por  morir  su  hermano  el  rey 
Tbeobaldo  sin  hijos  sucedió  en  aquel  reino,  y  con 
quien  los  aragoneses  tenían  diferedcía  por  pretender 
qaeleS4{uitaran  aquel  reino  injustamente,  como  en 
ta  higar  queda  dicho,  todavía  se  concertaron  tre- 
fUM  por  muchos  años.  El  rey  don  Jaime  vía  los 

(1)  BilÑa  cansado  machoi  alboroto*  ea  Annn ,  pérfido 


d  retpeto  I  n  padre ,  tulestado  matar  i  * 


inn,  perudo 
sannaoodui 


suyos  alborotados,  mas  inclinados  á  las  annuquei 
la  paz  y  ¿  la  concordia ;  y  por  las  diferencias  oue  aa- 
daban ,  temía  que  la  una  oe  las  partes ,  juntados  con 
los  navarros ,  no  le  diesen  en  que  entender.  Esta  fi» 
ta  causa  de  tomar  asiento  con  Navarra;  y  aun  otro 
cuidado-le  aquejaba  mas,  de  volver  las  fuerzas  con- 
tra los  moros ,  de  donde  una  cruel  tempestad  se  apa- 
rcjaha  para  España,  sino  se  acudía  al  remedio  con 
tie  mpo ,  como  los  hombres  prudentes  lo  sospecbabao, 
y  comunmente  se  decía  nosín.uauaa. 

CAJTTULO  XXir. 

ElrerdoDAlanM^rUóparstonarpcMufoBdeliaifHio. 

Ardía  el  rey  don  Alonso  en  deseo  de  ir  á  Aiemdia 

i  tomar  la  corona  y  insignias  del  imperio  ;  tanto  mas 

y  con  mayor  m'  

gorío  Décimo  la 
males  que  ea  aquella  vacante  se  padecieron ,  mucbos, 
muy  graves  j  muy  largos,  y  porque  de  años  atril 
era  muerto  Ricardo  el  otro  competidor ,  se  apareja- 
ban para  hacer  nueva  elección  sin  tener  cuenta  con 
el  rey  don  Alonso.  Alterado  él  con  esta  nueva ,  como 
era  razón ,  pretendía  recompensarla  tardanza  ^lasadt 
con  abreviar ;  y  por  esto  aunque  muy  fuera  de  sazoq, 
comentó  i  tratar  muy  de  veras  de  su  ida  d  Alemana. 
A  las  personas  prudente«pa recia  se  debía  antepone 
,1  esto  el  sosieBO  y  el  cuidado  de  la  república.  Lat 
hombres  mas  livianos  v  de  poca  eaperiencía  hincha- 
dos de  vana  esperanza  le  exhortaban  á  la  jomada ,  sta 
faltar  quien  blasonase  y  dijese  era  bien  aparejar  ar- 
mas ,  caballos  y  las  demás  cosas  necesarias  para  luH 
cer  la  guerra  en  Alemana,  y  para  sujetar  a  los  quo 
contrastasen  i  sus  intentos.  Algunos  tomaban  por  mtl 
agüero  que  tantas  vecesse  le  bobiese  al  rey  don  Ali>il- 
so  desbaratado  aquel  viaje  que  tanto  deseaba.  Era 
este  rey  de  sn  natural  irresoluto  y  tardo,  tas  cosu 
del  reino  embarazadas;  y  si  halMra  algún  buen  coloi^ 
de  biiena  gana  desistiera  de  aquella  pretensión  ;  p^ 
ro  por  miedo  de  la  infamia  j  mengua  de  reputácioo 
se  resolvió  pasar  adelante.  Con  este  intento  procura 
con  cualquier  partido  apaciguar  loa  deGrtnada  y  loa 
grandes. 
En  esto  el  rey  de  Granada  Alhamar  falleció  al  prln- 
pio  del  año  de  1S73.  Fue  bombre  atrevido,  astuto, 
y  muy  contrario  á  nuestras  cosas.  Bobo  diferencia 


418 


BIBLIOTECA  BE  GASPAB  T  ROIG. 


Sobre  la  sucesión  :  preTalecíó  aquella  parcialidad  con 
la  cual  ^  juntaron  ios  foragidos  y  grandes  de  Casti- 
lla ,  y  diéronse  las  insignias  reales  á  Mabomad  por 
sobrenombre  Miralmutio  Leminio  (1)  liijo  mayor  del 
difunto.  Este  principe  puesto  que  era  de  suyo  contra- 
rio á  nuestras  cosas ,  y  muchos  le  movian  á  hacer 
guerra ;  porque  las  fuerzas  de  su  nuevo  reino  andaban 
en  balanzas  el  rey  don  Alonso  entendía  que  se  ii  di- 
ñaba á  la  paz,  y*que  fácilmente  se  podría  efectuar. 
Demás  desto  algunos  de  los  grandes  se  reduelan  á 
mejor  partido  y  roas  sanos  propdsitos ;  en  particular 
don  Fernando  de  Castro  y  Rodrigo  de  Saldaña  sobre 
seguro  vinieron  á  verse  con  él  á  Avila ,  do  se  hacian 
cortes  del  reino,  por  el  mismo  tiempo  que  en  Ale- 
maña  procedieron  a  nueva  elección  apresuradamente, 
en  que  Rodulfo  conde  de  Ausburg  por  voto  de  todos 
los  electores  fue  nombrado  por  rey  de  romanos: 
señor,  bien  que  de  poca  renta  y  estado  pequeño,  pe- 
ro, que  dccendiade  nobilisimo  linaje  de  los  antiguos 
reyes  franceses ,  y  era  en  todas  virtudes  acabado.  Los 
embajadores  del  rey  don  Alonso,  que  se  bal'aron á 
la  sazón  en  Francfordia ,  aunque  bicie.  on  contradic- 
ción y  sus  protestaciones,  no  fue  defecto  alguno:  la 
afición  de  ante>t  l.i  tenían  ya  trocada  en  desabrimien- 
to y  odio  que  todos  le  cobraran. 

Despedidas  las  cortes  de  Avila,  Se  fue  el  rey  á  Re- 
quena para  tomar' acuerdo  con  el  rey  su  suegro  en 
presencia  sobre  la  guerra  de  los  moros.  Allí  por  el  tra- 
bajo del  camino,  ó  por  el  desabrimiento  y  desgusto 
con  que  andaba ,  aooleció  de  una  emfermedad  no  li- 
gera. Y  porgue  I^s  demás  cosas  no  sucedían  á  propó- 
sito ,  y  la  misma  priesa  por  el  gran  deseo  le  parecía 
tardanza,  juzgó  seria  lo  mejor  intentar  de  hacer 
las  paces  por  industria  de  la  reina  y  p^r  la  autoridad 
del  primado  don  Sanpho.  Ellos  para  tratar  desto  sin 
dilación  se  partieron  para  Córdova.  Al  pontífice  Gre- 
gorio Décimo  despacnóá  Aymaro  fraile  dominico,  que 
después  fue  obispo  de  Avila  ^y  á  Fernando  de  Zamora 
canónigo  de  Avila)  y  chanciller  del  rey.  Estos  en  Ci- 
vitaviejaen  que  á  la  sazón  estaba  el  pontífice,  en  con- 
sistorio declararon  las  causas  porque  la  elección  de 
Rodulfo  pretendían  ser  invalida.  Que  no  debía  el  pon- 
tífice moverse  por  los  dichos  de  aquellos  que  ponían 
asechanzas  y  redes  á  sus  orejas  ^  y  con  engaños  pre- 
tendían ganar  gracia  con  otros ,  sino  conservarse  neu- 
tral  cokno  lo  pedia  la  persona  y  lugar  sacrosanto  que 
representaba,  y  con  esto  ganar  ambas  las  partes  á 
ejemplo  de  sus  antecesores  Urbano  y  Clemente ,  que 
con  Igual  honra  y  título  por  no  perjudicar  á  nadie 
dieron  á  Ricardo  y  á  don  Alonso  titulo  de  rey  de  ro- 
manos: A  los  electores  de  Alemana  fue  don  Fernando 
obispo  de  Segovia  para  poncllos  en  razón,  y  procurar 
repusiesen  lo  atentado. 

Con  estüs  embajadas  no  se  hizo  efecto  al^'uno  por 
estar  todos  cansados  de  tan  larga  tardanza.  Solo  el 
ano  siguiente  1274  desde  Leon.de  Francia,  donde 
presente  el  pontífice  se  hacia  concilio  general  de  los 
obispos  para  reformar  la  disciplina  eclesiástica,  re- 
novar la  guerra  de  la  Tierra  Santa ,  y  unir  la  iglesia 
griega  con  la  latina ,  Fredulofuc  enviado  por  nuncio 
al  rey  don  Alonso  para  que  le  ofreciese  los  diezmos 
'de  las  rentas  eclesíústícas  en  nombre  del  pontífice 
par?  la  guo.rra  contra  moros,  á  tal  que  desistiese  de 
la  pretensión  y  esperanza  vana  que  tenia  de  >er  em- 
perador: que  parecía  cosa  injusta  con  deseo  deirope- 
río  forastero  alterar  la  paz  do  la  Iglesia  que  tan  sose- 
gada estaba.  En  este  medio  don  Enrique, rey  de 
navarra ,  muy  apesgado  y  disforme  por  la  mucha  gor- 
dura de  su  cuerpo ,  falleció  en  Pamplona  á  veinte  y 
dos  dejulío.  De  su  mujerdoña  Juana  hija  de  Roberto 
conde  de  Artcsia  y  hermano  del  rey  San  Luis  dejó 
una  hija ,  llamada  también  doña  Juana ,  en  edad  ape- 
nas de  tres  años,  que  sin  embargo  fue  heredera  de 

(I)  Su  noíobre  era  Alamir-Abu-Abdalla. 


aquellos  estados  aai  porque  el  reino  la  jurara  antes, 
como  por  testamento  de  su  padre  que  lo  dejó  asi  dis- 
puesto :  de  que  resultaron  nuevas  diferencias  y  dis- 
cordias, y  el  reino  de  Navarra  finalmente  se  juntó 
con  el  de  Francia.  La  embajada  de  Fredulo  no  fue 
desagradable  al  rey  don  Alonso  :  respondió  que  se 
pondría  á  sí  y  toda*  aquella  diferencia  en  roanos  del 
pontífice  para  que  él  la  determinase  como  mejor  le 
mese  visto.  Con  esta  respuesta  el  pontífice «tn  dete- 
nerse mas  aprobó  en  público  consistorio  la  elección 
de  Rodulfo  á  6  de  setiembre,  que  hasta  entonces  por 
respeto  de  don  Alonso  es  entretuvo  :  luego  escribió 
cartas  á  todos  los  principes  en  aquella  sustancia.  Al 
mismo  Rodulfo  mandó  que  lo  mas  presto  que  pu- 
diese ,  se  apresurase  á  pasar  en  Italia  para  coro- 
narse. 

Ai  concilio  que  se  tenia  en  León  se  partió  don  Jai- 
me rey  de  Aragón ,  aunque  en  h>  postrero  de  su  edad, 
por«er  deseoso  de  honra  y  por  otros  negocios.  Desde 
allí;  sm  hacer  cosa  de  momento,  dio  la  vuelta  á  sa 
tierra,  desabrido  claramente  con  el  pontífice  porque 
rehusó  de  coronalle ,  sino  pagaba  el  tributo  que  su 
padre  el  rey  don  Pedro  concertó  de  pagar  cada  un 
año  .  en  el  tietnpo  que  en  Roma  se  coronó  ,  como 
queoa  dicho  en  su  lugar  :  al  rey  don  Jaime  le  parecía 
cosa  indigna  que  el  reino  ganado  por  el  esfuerzo  de 
sus  antepasados  fuese  tributario  á  algún  estraño.  En 
este  comedio  el  rey  de  Granada  y  los  grandes  fora- 
gidos por  diligencia  de  la  reina  seredujeron  al  deber: 
para  sosegar  á  los  grandes.lcs  prometieron  todas  las 
cosas  que  pedían ,  el  rey  de  Crana  Ja  quedó  que  pa- 
gase cada  año  de  tributo  trescientos  mu  maravedís  de 
OJO ,  y  de  presente  gran  siima  de  dineros  en  pena  de 
los  daños  y  gastos.  Demás  deslo  se  concertaron  tre- 
guas por  un  año  entré  los  de  GuadixydeMálaga  con 
aquel  rey,  por  estar  elrey  don  Alonso  encargado  del 
amparo  de  aquellas  dos  ciudades.  Fue  en  aquella  edad 
hombre  señalado  en  España  Confio  Ruizde  Atienza 
privado  del  rey ,  por  cuya  diligencia  en  gran  parte  y 
buena  maña  se  concluy(^  aquel  concierto.  El  rey  de 
Granada  y  los  grandes'  desde  Córdova  partieron  en 
compañía  del  infante  don  Fernando  que  se  halló  en 
todas  esLiscosas :  Uega  dos  ú  Sevilla,  el  rey  don  Alon- 
so los  acogió  benignaincnte.  (i )  Ellos,  cotejado  el  un 
tiempo  con  el  otro,  jnzgáronles  estaba  mas  á  cuento 

Íf  mejor  obedecer  á  su  príncipe  con  seguridad ,  que 
a  contumacia  con  peligro  y  daño. 

Concluido  esto ,  fas  armas  de  Castilla  debajo  la  con- 
ducta del  infante  don  Fernando ,  y  por  mandado  de 
su  padre  se  movición  contra  Navarra  para  conauistar 
aquel  reino.  Don  Jaime  rey  de  Aragón  envió  a!  tanto 
á  don  Pedro  'U  hijo  mayor,  al  cual  renunció  él  dere- 
cho que  pretendía  tener  á  aquel  reino,  á  ganar  las 
voluntades  de  los  navarros  que  de  suyo  se  inclinaban 
mas  á  los  aragoneses  que  á  Castilla.  Ni  las  mañas  de 
Aragón  ni  las  fuerzas  de  Castilla  hicieron  efecto ,  i 
causa  que  la  reina  viuda  se  recogió  á  Francia  con  su 
hija  al  amparo  del  rey  su  primo ,  por  temer  no  le  hi- 
ciesen fuerza,  si  se  quedaba  en  Navarra  en  tiempos 
tan  revueltos.  Solo  don  Fernando  acometió  á  tomar 
á  Viana;  y  rechazado  de  allí  por  la  fortaleza  dcvaquella 

Slaza  y  por  el  esfuerzo  de  los  cercados,  se  apcderó 
e  Mendavia  y  de  otros  menores  pueblos.  Todo  lo  ha- 
lló mas  dificultoso  que  pensaba,  dado  que  ningún  ejér- 
cito bastante  le  salió  al  encuentro,  que  era  causa  de 
mayor  tardanza ,  sí  bien  las  cosas  de  aquel  reino  es- 


(i)  Bis«  conocidas  son  las  cantigas  ^ue  llevan  el  nombre 
de  este  S'oio  rey,  mandadas  hacer,  segnn  unos,  de  su  or- 
den y,  se^run  otros ,  eücrilas  por  él  mismo :  el  ejemplar  q«6 
se  conserva  en  el  archivo  de  la  catedral  do  Toledo  con  notas 
marginales  del  puuo  de  dou  Alonso  está  embellecido  ooa 
multitud  depertlles  paleosráficos,  arabescos  y  asiutot  de 
dibnjo  que  hacen  de  este  libro  el  mas  precioso  monumento 
artístico  y  literario  del  sí^lo  Xlll. 


BürOMAM 


Ulbka  UiBTetuelkiift^quelosseoores ,  dividido»  en  par- 
cialidades y  aficiones,  no  pedían  conformarse  para 
acudir  á  ia  defensa.  JLofimasaes^icionaban  a  los  ara- 
goneses ,  en  especial  Armengaudo  obispo  de  Pamplo- 
na y  y  Pero  Sanciiez  de  Montagudo  hombre  principal 
y  ^bernador  del  reino. 

Don  Pedro  inianté  de  Arag<m  llegó  hasta  Sos  ^  pue- 
blo á  la  Taya  do  los  dos  roinos :  allí  alegó  de  su  dere- 
cho, que  por  la  adopción  del  rey  don  Sancho  y  por 
otros  títulos  mas  antÍL'uos  se  le  debía  el  reino ,  por  lo 
menos  le  debían  acudir  con  sesenta  mil  marcos  de 
plata,  que  poco  antes  el  rey  Theobaldo  concertara  de 
pagar.  Tratóse  el  negocio  por  muchos  días  :  los  no- 
bles acordaron  desposar  á  la  nina  heredera  del  reino 
en  ausencia  con  don  Pedro,  y  por  dote  señalaron^, 
posesión  del  reino,  añadióse  que  si  aquello  no  surtie- 
re efecto  ,  pagarían  docientos  mil  marcos  de  plata 
para  los  gastos  de  la  guerra  que  pretendían  hacer  de 
consuno  contra  las  fuerzas  de  Castilla  ,  sí  todavía 
perseverasen  en  el  propósito  de  darles  molestia.  Epatas 
cosas  se  asentaron  en  Olite  por  el  mes  de  noviembre. 
El  rey  don  Alonso,  determmado  de  todo  punto  de  ha- 
cer el  viaje  de  Francia ,  tenia  á  la  misma  sazón  cortes 
del  reino  en  Toledo  para  asentadas  las  cosas  ponerse 
luego  en  camino.  Encomendó  el  gobierno  del  reino  á 
áon  Femando  su  hijo,  á  los  otros  señores  repartió 
diversos  cargos :  á  don  Ñuño  de  Lara  dio  la  maVor  au- 
toridad, determinó  dejarle  por  frontero  contra  ios  mo- 
ros ñor  si  acaso  se  alterasen.  Con  estas  caricias  pre*^ 
tendía  ganar  á  los  parciales.    ^.  ■- 

Acabadas  las  cortes  á  lo  postrer<vdel  año  el  rey ,  la 
reina,  sus  hijos  menores  ,  yldon^.^fanueh  iiérmano 
del  rey  comenzaron  su  viaje.  Era  grande  el  repuesto 
y  representación  de  magostad :  por  tanto  haciati  las 
jornadas  pequeñas.  Pasaron  á  Valencia ,  de  allí  á  Tor- 
tosa  y  á  Tarragona,  ca  el  rey  don  Jaime  desde  Bar- 
celona partió  para  r^cebillos  y  festejellos  en  aquella 
ciudad.  Tuvieron  las  fiestas  de  Navidad  en  Barcelona 
al  principio  del  año  de  i  275.  Halláronse  presentes  los 
dos  reyes  al  enterramiento  y  honras  de  fray  Raimun- 
do de  Peñafuerte  de  la  orden  de  Santo  Domingo,  que 
linó  por  aquellos  días  en  aquélla  ciudad :  persona  se- 
ñalada en  piedad  y  erudición.  El  mismo  año  pasó  desta 
vida  don  Pelayo  Pefez  Correa  maestre  de  San  tiago,  de 
mucha  edad ,  muy  esclarecido  por  las  grandes  cosas 
que  hizo  en  guerra  y  en  paz.  Su  cuerpo  enterraron  en 
Talavera  en  la  iglesia  de  Santiago  que  está  en  el  ar- 
rabal :  asi  lo  tienen  y  afirman  comunmente  los  mora- 
dores de  aquella  villa ;  otros  dicen  que  en  Santa  Ma- 
ría de  Tudia,  templo  que  él  edificó  desde  sus  cimientos 
á  las  haldas  de  Sierramorena ,  en  memoria  de  una  ba- 
talla que  los  años  pasados  ganó  de  los  moros  en  a^uel 
lugar  muy  señalada,  tanto  que  vulgarmente  se  dije  y 
entendió  que  el  sol  separó  y  detuvo  su  carrera  para 
que  el  día  fuese  mas  largo ,  y  mayor  el  destrozo  de  los 
enemigos ;  y  mejor  se  ejecutase  el  alcance.  Dicen 
otrosí  que  aquella  iglesia  se  llamó  al  principio  de  Ten- 
ludia,  por  las  palabras  que  el  maestre  dijo  vuelto  á 
la  madre  de  Dios  :  sk^oBA,  trn  tu  uia.  A  la  vc^^dad 
«Iterados  los  sentidos  con  el  peligro  de  la  batalla,  y 
entre  el  miedo  y  la  esperanza ,  quién  pudo  medir  el 
tiempo?  una  hora  parece  muchas  poreideseo,  aprie- 
to y  cuidado  :  demás  desto  muchas  cosas  fácilmente 
se  creen  en  el  tiempo  del  peligro  y  se  Qngen  con  li- 
bertad. 

El  rey  don  Jainif»  no  aprobaba  los  intentos  de  don 
Alonsosu  yerno,  y  con  muchas  razones  pretendió  apar- 
talle  de  aquel  propósito.  La  principal  que  senteciado 
el  pleito  y  pas^o  ya  en.eosa  juzgada  no  quedaba  algu- 
na esperanza  que  el  pontibce  mudaría  de  padecer: 
así  con  tantos  trabajos  no  alcanzaría  mas.  de  andar 
i^ntre  las  naciones  estnmas  afrentado  por  el  agravio 
recebido.  Estos  consejos  saludables  reehazó  la  resolu- 
ción de  don*  Alonso.  Deyados  pues  su  mujer  y  hijos 
'  fai.Per^g)an,  paa^  é  U  primavern  por  Franpia  hasta 


BBraJlA.    *  ÁÍ9 

Belcaire,  puebludo la  Proenza  agentado  á  la  ribera 
del  Ródano ,  y  por  tanto  de  grande  frescura ,  y  que  lo 
tenían  señalado  para  verso  con  el  pontífice ,  que  des- 
pedido el  concilio  que  de  los  obis])08  tuvo  en  León, 
todavía  se  detenia  en-  Francia.  Allí  en  día  señalado^en 
presencia  del  pontífice  y  de  los  cardenales  que  le 
acompañaban ,  el  rey  les  nizo  un  razonamiento  desta 
sustancia :  «Si  por  alguna  diligencia  y  cuidado  mió 
»yo  hubiera  alcanzado  el  imperio,  muy  honrosa  cosa 
^»era  para  mi  que  dejados  tantos  príncipes,  secón- 
'  >)  formasen  en  un  hombre  estraño  las  voluntades  de 
i) Alemana;  cuanto  menos  razón  tendrá  nadie  de  car- 
.»garmc  que  defienda  el  lugar  en  que  sin  yo  pretende- 
»ne  Dios  y  los  hombre^  me  han  puesto?  como  quier 
«que  sea  antes  cosa  torpe  no  poder  conservar  los  do- 
»  ncs  de  Dios ,  y  de  corazón  ingralo  no  responder  en  el 
nUfflor  á  aquellos  que  en  volunLid  se  han  anticipado. 
»  Por  tanto  es  forzoso  que  sen  tanto  mas  grave  mi  sen- 
» timiénto  que  por  enjgañp  de  pocos  he  oído  que  dcs- 
))lumbhdos  los  príncipes  de  Alemana  (ó  hombres  po- 
»co  constantes!)  se  nan  conformado  en  elegir  un 
»  nuevo  príncipe  sin  oímos ,  y  sin  que  nuestra  preten- 
)>sion  y  pleito  esté  sentenciado;  en  que  sí  en  algún 
))  tiempo  bobo  duda ,  muerto  el  contnu*ío  era  justo  se 
» quitase.  Que  no  nos  debe  empecer  la  dilación ,  á 
» que  algunos  dan  nombre  de  tardanza  y  flojedad^ 
»cofno  mas  verdaderamente  haya'sido  deseo  de  repo7 
»  so,  y  de  sosegar  las  alteracíunes  de  algunos,  amor  y 
»celo  de  la  Religión  Cristiana ,  prevención  contra  Jos 
i)  mpros ,  que  de  ordinario  hacen  en  nuestras  tieiras 
centradas.  Al  presente  que  dejamos  nuestro  hijo  en 
»el  gobierno,  que  ya  tiene  dos  hijos,  con  vuestra  li- 
»  cencía  y  ayuda ,  padre  santo ,  tomaremos  el  imperio, 
»  apellido  sin  duda  sin  sustancia  y  sin  provecho;  pero 
»  somos  forzados  á  volver  por  la  honra  publica  de  Espa- 
Ȗa,y  en  particular  rechazar  nuestra  afrenta ,  lo  cual 
»  ojala  podamos  alcanzar  sin  las  armas  y  sin  rompimien- 
))  to,  cadeotra  manera  determinados  estamos  por  con- 
»  servar  nuestra  reputación  y  volver  por  ella  ponemos 
»  á  cualquier  riesgo  y  afán.  Yo,  padres ,  ninguna  cosa  ni 
»  mayor  ni  mas  amada  ten^o  en  la  tierra  que  vuestra  au- 
)>  toridad  :  desde  mis  primeros  años  oe  tal  manera 
»  procedí  que  todos  los  buenos  me  aprobasen,  y  ga- 
)>nase  yo  lama  cun  buenas  obras.  Con  este  camino 
»  agradé  á  los  pontífices  pasados :  por  el  mismo  sin 
»  pretendello  y  sin  procurallo  me  llamaron  al  imperio. 
»  Seria  grave  afreniá  y  mengua  intolerable  quitarme 
»  por  engaño  en  esta  edad  lo  que  granjee  en  mi  inoce- 
»aad ,  y  amancillar  nuestra  glor.-a  con  perpetua  iufa* 
»mia.  Razones,  beatísimo  padre,  que  vuestra  santi- 
))  dad  y  todos  los  demás  prelados  que  estáis  presentes, 
» ayudéis  á  nuestros  intentos  en  negocio  que  no  se 
»  puede  pensar  otro  alpino  ni  mayor,  ni  mas  Jusliíi* 
»  cado.  Procurad  con  efecto  y  hacer  entienda  ennundo 
)>lo  que  las  particulares  aficionen  y  lo  que  la  entereza 
»  y  justicia  pueden ,  y  hasta  donde  cada  una  dcslas 
» cosas  allega ;  por  lo-ineno&ahora  que  es  tiempo ,  pre- 
»  venid  que  la  república  cristiana  con  nuevas  discor- 
)idias  que  resultarán ,  no  reciba  aJgun  daño  irrepa- 
»  rabie.» 

A  esto  replicó  el  pontífice  en  pocas  palabras  :  de- 
claró las  causas  porque  con  buen  título  pudieron  criar 
nuevo  emperador :  que  la  muerte  de  Ricardo  ningún 
nuevo  derecho  le  dio  :  que  él  mismo  prometió  de  po- 
nerse en  sus  manos  :  resolución  saludable  para  todos 
en  eomun ,  y  cu  particular  no  afrentosa  para  él  mis- 
mo ,  pues  no  era  mas  razón  que  los  españoles  manda- 
sen á  los  alemanes ,  que  a  España,  los  de  aquella 
,  nación  :  que  los  caminos  de  Alemana  son  ásperos,  y 
embarazados,  las  ciudades  fuertes,  la  gente í«roz» 
las  aficiones  antiguas  trocadas,  ningunas  fuersaa  ae 
podrían  igualar  á  las  de  los  alemanes,  si  se  conforoi»'- 
sen  :  la  infamia  si  se  perdiese  la  empresa,  sería  n<N 
table :  si  venciese  pequeño  el  provecho :  que  era  mejor 
conservar  h>  suyo ,  qu^i^et^nder  lo  ajeno :  it  gtoria 


4jO  IDLIOTICA  M 

ganada  cun  lo  qae  obran  ,  era  taa  grande  que  en 
ningún  tien^  su  nombre  y  coii  ninguna  afrente 
se  podría  escurecer.  Hicieíe  á  Dios  ,  niciese  d  la 
religión  este  servicio  de  disiinulnr  por  su  respec- 
to, si  en  alguna  casa  no  fo  guardd  el  Orden  debido 
y  si  eonietiú  algún  yerro.  Diclías  estas  palabras ,  abra- 
zóle ,  r  diúle  paz  en  el  rostro ,  como  persona  que  era 
el  papa  de  su  condición  amoroso ,  y  por  la  larga  es- 


MTienda  enseñado  i  soKwarraQsenMJaatMCvicMt 
las  voluntades  de  loa  liotnnres  allendoi. 

Con  esto  se  dejó  aquella  pretenslotí ,  iitlcntó  enpeM 
otras  esperanzas  r  pretenaio  en  primer  lugar  que  mi 
suyo  e!  sañorio  de  Suevia  despnes  de  h  muerto  de 
Corradino,  por  Tenirdeparte  do  madre*  loa  princi- 
pes de  Suevia  :  que  Rodulfodemis  de  qmitle  el  im- 
perio, en  tomalleparesí  lebaciaotronníTOagra™- 


D  Fcraiadü  III,  el  Sial*. 


L 


Alcgnhn  eso  mismo  que  el  reino  de  Navarra  ci'.\  sufo 
por  derechos  nnti£;ñnü  dn  quf.sc  valia :  rjue  los  Trance- 
ses  liacian  mal  en  npodcrarso  del  gobierno  de  aq:)el 
reino :  por  conclusión  pedia  que  por  mandado  del 
pontífice  el  ilifnnte  don  Enrique  su  hermano  Fuese 
puesto  en  Mbettad ,  que  Carlos  rev  de  Sicilia  se  escusa^ 
<a  para  no  hacellocon  volunladdel  ponlílicc  qii — 


das  tan  jnstas  á  su  parecer,  bufaba  de  coraje.  Final- 
mente ¡nal  enojado  se  partió  de  Francia  en  sazón  que 
el  estío  estaba  adelante  t  cerca  el  otoño. 
Vuelto  en  España  no  dejó  de  llamarse  emperador, 
'  ni  las  insigniasiraperiales  hasta  tanto  qiicelarzobis- 
de  Sevilln  por  mandado  del  papa  con  censuras  que  le 
puso,  liizo oue  desistiese ;  solamente leotorgaron  los 
dieimos  de  las  iglesias  para  ayuda  á  los  gastos  de  la 
ftoerrade  mofes.  Vulgarmente  (as 'llamamos  tercias 
a  causa  que  la  tercera  parte  delosdiezmos  ,  que  acos- 
tumbraban gastar  en  las  fabricas  de  las  iglesias ,  le 
dieran  panquedellate  aprovéchale;  y  aun  como  yo 
treo.yeluirDO  le  lit  concedieron  para  siempre. 


sino  por  entonces  por  tiempo  determinailo  y  cierto 
número  de  años  que  Bcñalnron.  Este  fue  el  principio 
qufí  los  reyes  de  Castilla  tuvieron  de  aprovecharse  de 
las  rentas  sncrndns  délos  templos  :  este  el  fruto  que 
don  Alonso  sacú  deaquel  viaje  tanlargo  y  <1elan  gran- 
des afanes  :  esta  la  recompense  del  impeno  que  á  sin 
razón  le  quitaron,  alcanzando  sin  duda  sin  soborna 
y  sin  dinero ,  de  Rn  y  remate  desgraciado. 

LIBRO  OECINOCUMTI. 

capítulo  i. 

C6.II0  el  rey  de  Marmecos  pasó  enEspaña. 
A  esla  misma  sazón  el  rey  de  IfemecM  lacob 
Abenjuzepli  como  se  viese  enseñoreado  de  Aftiea, 
sabidas  Un  cosas  de  España ,  es  á  laber  que  por  h 
partida  del  rey  don  Alonso  el  Andalucía  Redaba  de- 
sapercebida  y  sm  fuerzas ,  estaba  dudoeo  y  peiplejo 
de  lo  que  debía  hacer.  Por  una  parte  le  pniuaM  el 
i  dweo  da  vengA-lik  injuriai  dt  ni|MÍoa  tutu  TMif 


(nnoiíA'  H  upaNa. 


por  los  nuestros  maltratada ,  por  otro  le  detenia  la 
grande»  del  peligro;  liemis  que  de  su  natnralera  con- 
nderado  r  fecatado ,  mayormente  míe  para  asegurar 
su  impenD ,  que  por  ser  nuevo  andaba  en  baiantas, 
sa  haHiba  embarazado  con  muclias  guerras  en  ATrí- 
ea,  cuandonna  nnera  embajada  que  le  vídd de  Espa- 
fia ,  le  hiio  tomar  resolución  v  .iprestarae  para  aque- 
lla empresa.  Fneasi  qu«  Manomad  rey  de  Granada 
como  quien  tcDíamascuen  tacón  su  provoclióquecon 
loque  nabia  jurado  ni  con  lealtad,  conforme  ala  cos- 
tumbre de  agüella  nación ,  luego  qne  se  partiú  de  b 
presencia  del  rey  don  Alonso  con  quien  se  conredenS 
en  Serilla ,  vuelto  á  su  tierra ,  sin  oilacion  propuso  en 
sí  de  abrir  la  guerra  y  apoderaras  de  toda  la  Andalu- 
cía :  hazaña  que  sobrepuisbn  su  poder  y  fuerzas. 

Quejábase  que  lo  que  de  su  genio  quedaba ,  estaba 
reducidoen  lantn  esCreoliura  que  apenas  tenia  en  que 
poner  el  pié  en  España ,  y  eso  á  merced  de  sus  ene- 
migos ,  y  con  carga  de  pnrias  que  les,  bncian  pagar 
caos  miaño.  Que  los  de  Hálngny  de  Guádiiconuados 
de  las  espaldas  que  el  rey  don  Alonso  les  bacía ,  nun- 
ca cesaban  de  maquinar  cosas  en  daño  suyo ,  y  que 
no  dudarían  de  movelle  nueva  guerra  luego  que  el 
tiempo  de  las  treguas  fuese  pasado.  Puesto  en  estos 
cuidados  via  míe  no  tenía  fuenas  bastantes  contra 
la  grandeu  y  nqncnsdel  rey  don  Alonso ,  puesto  que 
aasente.  RnotnÚse  con  una  embajada  de  convidar  al 
i«f  A%  Marruecos  para  que  se  juntase  con  él  y  le  oyu- 
dase  :  principe  poderoso  en  aquel  tiempo  y  muy  se- 
ñalado en  las  armas.  Dccia  ser  Hedido  el  tietniío  de 
vengar  las  ínjuriasy  agravios  reccbidos  do  los  cristia- 
nos :  que  los  grandfs  imperios  no  se  mantienen  y  con- 
scrran  con  pereza  y  descuido ,  sino  con  ejercitar  loa 
soldados  y  entrntenellos  siempre  con  nuevas  empre- 
sas :  que  el  tierccbo  de  tos  reinos  y  ki  justicia  para 
apoderarse  de  nuevos  estados  consiste  en  las  Tuerzas 
y  en  el  poder :  mantener  sus  estados  es  loa  de  poco 
ñiomenlo,  conquistar  toa  ajenos  oficio  de  grandes 
principes  :  nnc  si  ellos  no  acomctian  y  amparaban  las 
reliquias  de  la  gente  maliometana  en  Espjiia,  forzo- 
samenle  serían  acometidos  oU'  Airicn :  en  cuanto  se 
debía  estimar  con  sujetar  una  provincia  poner  casi 
en  otro  mundo  lostrofeQsde  sos  victorias  y  desu  glo- 
ría, y  entinpuntojunlar  lo  de  Enropa  con  lodeAlnca. 

Movido  por  CEtn  embiilüda  el  rey  de  Marruecos  de- 
termina liacer  guerra  A  España.  Uand¿  levantar  gen- 
te por  todns  ^oe  tierras  :  no  se  oía  por  todas  partes 
sino  ruido  de  naves  :  soldados,  armas,  caliallos  y  to- 
do lo  al- Mnguna  cosa  Icaqucjaba  tanto  coino  la  falta 
del  dinero ,  y  el  cnid,idi)  de  encubrir  sus  intentos  por 
temor  que  si  los  nuestros  fuesen  sabidores  dellos,los 
hallaría  apercebidos  para  la  defensa,  y  para  rechazar 
los  contrarios.  Por  el  uno  y  por  el  otro  respecto  con 
embajadores  que  enrió  al  rey  don  Jaime  de  Amgnn, 
le  pi<lió  dineros  prestados ,  con  color  que  so  le  li;ibia 
revelado  un  señor  moro  su  vasallo  y  entrado  en  Ceu- 
ta :  cosn  que  por  el  sitio  de  aquella  plaza,  que  csU 
ccrcadcl  oslrecliodo  Gibrarlar,  era  de  consideración, 
ysino  se  prevenía  con  tiempo,  podría  iicarrcar  daño 
alas  marinas  de  África  y  de  ElspnÑD.  Cuanto  mayor 
era  el  cuidado  de  encubrir  estosdcscnos,  tanto  la  mal 
enfrenada  fama  se  aumentaba  mas,  cumo  acontece 
enlascosasgrandcs;  que  fue  la  causa  para  que  ni  et 
rey  de  Aragón  le  enviase dineroa(l),  ni  los  de  Casti- 
lla se  descuidasen  Cn  apercebirse  de  lo  necesanu. 
Verdades  que  todo  procedía  deespacio  por  la  ausen- 
cia del  rey  don  Alonso,  y  porque  su  hijo  don  Fer- 
nando se  detenia  en  Burgos,  donde  aportú  después 
que  visitó  el  reino. 

Enviú  pues  el  moro  en  primer  lugar  desde  África 
alcaide^  que  le  apoderasen  y  tuviesiu  en  su  nombre 

(.<}  LecBviAqaiaiealosNldaiiOi,  diei uvio*, dieinlC' 
na  T  treinU  bu«'et  Mootts,  i  lueldo  ^1  rcT  4t  Har- 


421 


las  ciudades  de  Algecira  y  Tarifa ,  segün  concertó 
que  se  las  entregara  el  rey  de  Granada ,  para  que  sir- 
viesen como  de  batuarles ,  asiento  y  reparo  de  la  guer- 
ra que  se  aparejaba.  Después  desto  ecbú  en  EMiaña 
gran  gente  arricanu ,  en  número  diez  y  siete  mil  ca- 
ballos ,  y  dado  que  no  se  rcDere  el  número  de  toa  in- 
fantes ,  bien  se  entiende  fueron  muchos ,  conformai 
la  hazañaquc  se  emprendía  y  el  deseñoque  llevaban. 
Ln  primero  que  se  procurú ,  fue  da  reconciliar  todos 
los  morús  entro  si ,  y  hacer  olvidasen  las  discordias 
pasadas ;  lo  cual  con  la  autoridad  del  rey  de  Marrue- 
cos y  á  su  porsuacion  se  afectnd  que  so  avieron  loi 
deMálajíavGuadix  con  el  rey  do  Granada.  Tuvieron 
junta  en  tfilaga  para  resolver  cu  qué  forma  le  baria 
la  guerra.  Fueron  de  acuerdo  que  la  gente  se  dividie- 
se en  dos  parles ;  porque  uo  se  embarazasen  con  su 
multitud,  y  para conmas provecho  acumeterlas tier- 
ras de  cristianos.  Con  esta  resolución  el  rey  de  Mar- 
ruecos tomó  cargo  de  correr  la  campaña  oe  Sevilla: 
el  de  Granada  se  encargó  de  hacer  entradas  por  la.> 
fronteras  de  Jaén. 

Era  don  Ñuño  de  Lara, 
frontero  centra  los  moros. 
Avisó  al  infante  don  Feman- 
do que  con  toda  presteza 
enviase  toda  la  mas  gente 
que  pudiese ,  porque  el  pó- 
lipo no  sufría  dilación.  El 
mismo  arrebatadamente  con 
la  (¡enteque  pudú,  semetió 
en  Ecija  por  do  era  forzoso 
pasase  el  rey  de  Marruecos; 
ciudad  bien  fuerte,  y  que 
no  se  podía  tomar  con  faci- 
lidad. Concurrid  otrosí  gran 
nobleza  de  las  ciudades  cer- 
canas movidos  por  la  fama 
del  peligro,  y  convidados 
portas  carias  que  don  Ñuño 
les  enviara.  Conliados  pues 
en  la  mu^ba  gente ,  y  por- 
quelosbárbarosnocobrasen 
mayor  esfuerzo  si  loa  nues- 
tros daban  muestras  de 
miedo ,  salió  de  la  ciudad  do 
se  pudiera  entrelener,  y 
puestos  sus  escuadrones  en 
ordenanza,  iio  dudú  de  en- 
contrarse con  el  enemigo. 
Trabúse  la  pelea,  en  que  si 
bien  los  moros  al  principio 
ibají  de  calda ,  in  Bn  vencie- 
ron por  su  iiiucbedumbre, 
y  los  (li'lcs  fueron  desbara- 
tados y  puestos  en  buido.  El 
mismo  don  Ñuño  murió  en 
la  pelea,  y  con  ¿I  docientos 
y  cincuenta  de  í  caballo ,  y 
cuatro  mil  infantes.  Los  de- 
más se  recogieron  d  la  ciudad 


que  caia  cerca ,  como  á  Rua- 
nda ;  lo  que  también  nió  á 


ilgunosocasion  para  que  no  , 

hiciesen  el  postrer  esfuer- 
zo. La  cabeza  de  don  Nu-      ttftititrcmaitl». 
ño,  varón  tan  esfouudu  y 

valicnLc,  enviaron  ai  roy  ue  Granada  en  presen* 
te,  que  le  dio  poco  gusio  por  acordarse  déla  antigua 
amistad,  y  que  por  su  medio  akanió  aquel  remoque 
tenia  :  asi  la  envió  á  Cúrdora  para  que  junto  con  ol 
cuerpo  fuese  sepultada. 

Esta  desgracia  tan  señalada,  qua  sucedió  el  año  de 
1275  por  el  mes  de  mayo  ,  causó  gran  tristeta  «n 
todo  el  reino  no  tanta  por  el  iúia  presente  cuanto 
por  el  miedo  de  ipajor  pp|Ígro  <|M  ameniub*.  Al* 


422  BIBLIOTECA  DK 

gun  consuelo  y  pnncij^k)  de  mejor  esperanza  fue  que 
cJ  bárbaro,  aunque  victoriose  y  feroz ,  no  se  pudo 
apoderar  de  la  ciudad  de  Ecija;  pero  supedíó  otra 
nueva  desgracia.  Esta  fue  que  don  Sancho  arzobispo 
de  Toledo  con  el  triste  aviso  dcsta  jornada ,  juntado 

3ue  bobo  toda  la  caballería  que  pudo  en  Toledo,  Ma- 
ríd ,  Guadalajara  y  Talavcra ,  se  partió  á  gran  priesa 
para  el  Andalucía.  Los  moros  de  Granada  talaban  los 
campos  de  Jaén ,  robaban  los  ganados  ,  mataban  y 
cautivaban  hombres,  nonian  fuego  á  los  poblados, 
tínajmeilte  no  perdonaban  á  cosa  ninguna  que  pu- 
diese dañar  su  furor  y  saña.  A  estos  pues  procuró  do 
acometer  el  arzobispo  con  mayor  osadía  que  conse- 
jo :  hervíale  la  sangre  con  la  mocedad  :  deseaba  imi- 
tar la  valentía  del  rey  su  padre  :  pretendía  quitar  i 
los  moros  la  presa  que  llevaban  y  dado  que  los  mas 
cuerdos  eran  de  parecer  que  debían  esperar  á  don 
Lope  de  Haro ,  que  sabían  marchaba  á  toda  furia  y 
en  oreve  llegaria  con  buen  escuadrón  de  gente;  que 
no  era  justo  ni  acertado  acometer  con  tan  poca  gente 
todo  el  ejército  enemigo ;  prevaleció  el  parecer  de 
aquellos  que  decían ,  si  le  esperaban ,  á  juicio  de  to- 
dos seHa  sttya  la  gloria  de  la  victoria. 

So  color  de  honra  buscaron  su  daño  :  trabada  la 
batalla ,  que  se  dio  cerca  de  Hartos  á  los  rcinte  y  uno 
de  octubre ,  fácilmente  fueron  los  fieles  vencidos  así 
por  ser  menos  en  número ,  como  por  ser  soldados 
nuevos,,  ios  moros  .muy  ejercitados  en  el  arte  mili- 
tara La  huida  fue  vergonzosa ;  los  muertos  pocos 
para  victoria, tan  señalada.  Prendieron  al  arzobisiio 
don  Sancho,! y  como  quter  que  hobiese  diferencia 
entre  Ips  bárbaros  sobre  de  cual  de  los  reyes  seria 
aquella  presa,  y  estuviesen  á  punto  de  venir  á  las 
manos ,  Atar  señor  de  Málaga  con  la  espada  desnuda 
le  pasó  de  parte  á  parte  diciendo  :  «No  es  justo  que 
nsobre  la  cabeza  neste  perro  haya  contienda  entre 
^caballeros  tan  principales.»  Muerto  que  fue,  le 
cortaron  la  cabeza,  y  la  hiano  izquierda  un  que  tenia 
el  anillo  pontifical.  Este  estrago  fue  tanto  de  mayor 
compasión  y  lástima  que  pumeran  los  bárbaros  ser 
deslruidos  en  aquella  pelea,  silos  nuestros  tuvieran 
un  poco  de  paciencia ,  y  nO  fueran  tan  amibos  de  su 
honra;  porque  don  Lope  de  Haro  sobrevino  poco 
después,  y  con  su  propio  escuadrón  volvió  á  la  pelea, 
y  con  maravillosa  osapía  forzó  los  moros  á  retirarse, 
pero  no  pudo  vencellos  á  causa  de  la  escuridad  de  la 
noche  que  sobrevino. 

El  cuerpo,  mano  y  cabeza  del  arzobispo  don  San- 
cho, tcdj  rescatado  á  precio  de  mucho  oro,  enter- 
raron en  Ja  capilla  real  de  Toledo  título  de  Santi 
Cruz ,  en  que  estaban  sepultados  el  emperador  don 
Alonso  y  su  hijo  don  Sancho  el  Deseado.  Sucedióle 
don  Hernando  abad  de  Covarruvías  en  el  arzobispa- 
do ;  y  amovido  este  á  cabo  de  seis  años  por  mandado 
del  padre  santo,  que  nunca  quiso  conrn*mar  ni  apro- 
bar esta  elección ,  antes  éi  mismo  renunció  el  arzo- 
bispado ,  sucedió  en  la  silla  de  Toledo  por  elección 
del  papa  don  Gonzalo  Segundo  desle  nombro ,  que 
.  primero  fue  obispo  de  Cuenca  y  después  de  Burgos. 
Este  dicen  que  fue  .cardenal  y  Onuphrío  lo  afirma: 
en  Santa  liaría  la  Mayor  en  Roma  hay  un  sepulcro 
de  mármol,  suyo  según  se  dice,  con  esta  letra. 

•OIC  DBPdSiTLS  FLIT  QUOMDAM  DOMIXUS  GO.XSALVt'S 
KPISCOPUS  ALBANEIVSIS.  ODIIT  ANO  DOMni 

M.  ce.  Lnxxvnií. 

Quiere  decir:  Aaní  yace  don  Gonzalo  obispo  que 
ya  fue^Albanense.  Fino  año  del  Señor  mil  y  docien- 
tos  y  noventa  y  nueve :  fue  natural  de  Toledo,  del 
lime' de  los  Gudieles  á  lo  que  se  entiende. 

El  ano  en  que  vamos ,  por  estos  desastres  aciago, 
le  hizo  mas  notable  la  muerte  del  infante  don  Fernan- 
do :  murió  de  enfermedad  en  l^lla-Real  por  el  raes 
de  agosto.  Iba  á  hi  guerra  de  los  moros  ^  y  esperaba 


CA$rAa  T  R016. 

en  aquella  villalas  compañías  decente  qucse  liabian 
levantado ,  cuando  la  muerte  le  sobrevino.  No  es  me- 
nos sino  que  todo  el  reino  sintió  mucho  este  desmán 
y  faltas ,  endechas  y  lutos  asaz :  su  cuerpo  enterra- 
ron en  las  Huelgas.  Su  muerte  causó  al  presente 
gran  tristona ,  y  adelante  fue  ocasión  de  graves  dis- 
cordias ,  como  quiera  que  el  infante  don. Sancho  su 
hermana  poríiasu  que  le  venia  á  ól  bi  sucesión  del 
reino  por  ser  hijo  segundo  del  rey  don  Alonso  que 
todavía  vivía :  si  bien  don  Fernando  dejó  dos  hijos  de 
su  mujer  la  infanta  doña  Blanca,  llamados  don  Alonso 
y  don  Fernando ,  encarecidamente  encomendados  al 
tiempo  de  su  muerte  á  (ton  Juan  de  Lara,  que  fue  lu- 
jo mayor  do  don  Ñuño  de  Lara. 

£1  infante  don  Sancho  como  mozo  que  era ,  de  in- 
genio agudo  y  de  grand )  industria  para  cualquier 
cosa  que  se  n  pílense ,  en  aqujl  peligro  de  la  repúbli- 
ca se  Iiizo  capitán  contra  los  moros,  y  con  su  valor  y 
diligencia  refrenó  fa  osadía  de  los  enemigos.  Puso 
guariiiciones  en  muchos  lagares;  y  escuso  la  pelea 
con  intento  que  el  ímpetu  coa  que  los  bárbaros  ve- 
nían ,  se  fuesie  resfriando  con  la  tardanza ,  que  fue 
un  eonscjo  saludable.  También  se  alteraron  los  moros 
de  Valencia,  que  nunca  fueron  Ocles  (1) ;  y  entonces 
perdido  el  miedo  por  la  vejez  del  rey  don  Jaime,  y 
llenos  de  conQanza  por  Ui  que  pasaba  en  el  Andalu- 
cía, al  principio  de  aquella  guerra  se  estuvieron 
quedos  y  á  la  mira  de  lo  que  sucedía :  como  supiecpn 
que  los  suyos  vencían,  se  resolvieron  juntar  ct»n  ciios 
sus  fuerzas ,  y  á  cada  naso,  en  tierra  de  Valencia  se 
hacian  conjuraciones  ue  moros ,  si  bien  dor  Pedro 
infante  de  Aragoií  por  mandado  de  su  padre  era  ido 
con  un  escuadrón  de  soldados  ¿las  fronteras  dé  Mur- 
cia, y  dcstruian  los  campos  de  Almería  con  quemu 
y  robos. 

Las  cosas  de  los  navarros  no  andaban  mas  sosega- 
das en  aquel  tiempo.  Como  Philipe  rey  de  Francia 
hobiese  concertado  á  doña  Juana  lierederd  de  aquel 
reino  con  su  hijo  Phiiipe ,  que  le  sucedió  después  y 
tuvo  sobrenombre  de  Hermoso ,  envió  fior  vírey  de 
Navarra  á  ^Esteban  de  Bclmarcade  nación  francés, 
quitado  aquel  cargo  á  Pedro  de  Mon.tagudo.  No  tenia 
bastante  autoridad  un  hombre  forastero  para  apaci- 
guar los  alborotos  uue  andaban ,  y  aquellas  parcialí- 
dadej  tan  enconadas;  mayormente  que  Pedro  de 
Montagudo  movido  de  la  afrenta  que  se  le  hizo  en 
removelle  del  gobierno ,  y  García  Almorávides  que 
siempre  se  mostró  aficionado  á  los  reyes  de  Castilla, 
se  declararon  por  caudillos  de  los  alborotados^  Dentro 
de  la  misma  ciudad  de  Pamplona  se  trabaron  pasio- 
nes ,  y  vinieron  ¿  las  manos  el  un  bando  con  el  otro. 
La  porfía  y  crueldad  fue  tal  que  se  quemaban  las 
mieses ,  y  oatian  á  las  paredes  los  hjjos  pequeños  con 
mayor  daño  del  bando  que  seguía  á  ios  franceses.  Al 
mismo  Pedro  de  Montacudo,  que  pasado  el  primer 
desgusto ,  inclinaba  al  cando  francés ,  y  que  hora 


Indigno  de  tal  desastre  por  sus  muchas  virtudes ,  de 
oue  ningún  ciudadano  de  su  tiempo  era  mas  adoraa- 
ao :  varón  noble ,  rico ,  de  buena  presencia,  prudente, 
y  de  grandes  fuerzas  corporales. 

CAPITITLO  n. 
De  la  muerte  del  ref  don  Jaime  de  Artfon. 

El  año  siguiente ,  que  del  nacimiento  de  Cristo  se 
contaba  1276,  fue  señalado  por  la  muerte  de  tres 

Í^ontíüces  romanos  :  estos  fueron  Gre;<orio  Décimo, 
nocencio  Quinto  y  Adriano  Quinto.  El  puntilleado 
de  Inocencio  fue  muy  breve ,  es  á  saber  de  cinco  me- 

(i)  Los  mas  revoUosos  fueron  ecbído^  da  Taleocia  eo  el, 
iBo  4947 ,  «a  Damero  de  eieil  mil  periouas. 


HISTORIA   DE 

ses  7  dos  dias.  El  de  Adriano  de  solos  treinta  y  siete 
dias,  en  cuyo  lugar  sucedió  Juan  Vigésimo-prímero 
deste  nombre ,  natural  de  Lisboa,  hombre  de  grande 
ingenio :  de  muchas  letras  y  doctrina ,  mayormante 
de  dialéctica  y  medicina ,  como  dan  testimonio  los 
libros  que  dejó  escritos  en  nombre  do  Podro  Eirspa- 
no ,  que  tuvo  antes  que  fuese  papa.  Hay  un  libro  suyo 
de  medicina,  que  se  llama  Tesoro  de  pobres.  Su  vida 
no  íüe  mucho  mas  larga  que  la  de^sus  antecesores.  A 
los  ocho  meses  y  odio  dias  de  su  pontificado  en  Yiter- 
bo  murió  por  ocasión  oue  el  techo  del  aposento  en 
que  estaba  se  hundió.  Sucedióle  Nicolao  Tercero  na- 
tural de  Roma ,  y  de  la  casa  Ursina.  En  este  mismo 
tiempo  en  Castilla  se  abriaií  las  zanjas  y  echaban  los 
cimientos  de  guerras  civifes  que  mucho  la  trabaja- 
ron. Fue  así  oue  el  infante  don  Sancho  granjeaba 
con  diligencia  fas  voluntades  de  Ja  nobleza  y  del  pue- 
blo :  usaba  de  halagos /cortesía  v  liberalidad  con 
todos,  como  quiera  que  todo  esto  faltase  en  el  rey  su 
padre ,  por  do  el  pueblo  habia  comenzado  á  desgra-  i 
ciarse.  Aumentó  este  disgusto  la  jornada  de  Francia  j 
tan  fuera  de  sazón  y  propósito ;  y  casi  siempre  acón*  ; 
tece  que  á  quien  la  fortuna  es  contraria ,  le  falta  el 
aplauso  de  los  hombres.  * 

Deseaba  el  vulgo  novedades ,  y  juntamente  (como 
acontece)  las  temía:  algunos  de  fos  principales  á 
punto  de  alborotarse ,  otros  por  ser  mas  recatados  se 
entretenían ,  disimulaban  y  estaban  á  la  mira.  Don 
Lope  de  Haro,  que  era  de  tanta  autoridad  y  prendas, 
se  liabia  reconciliado  en  Córdova  con  el  infante  don 
Sancho :  con  los  moros ,  cuya  furia  algún  tanto  aman- 
saba ,  se  asentaron  treguas  por  espacio  de  dos  años; 
el  rey  de  Marruecos  hecho  este  concierto  desde  Alge^ 
cira,  do  tenían  sus  reales  y  su  gente ,  pasó  en  África. 
Don  Sancho  á  gran  priesa  se  fue  á  Toledo  con  color 
de  visitar  al  rey  su  padre ,  que  poco  antes  de  Francia 
por  el  camino  de  Valencia  y  de  Cuenca  era  llegado  á 
amella  ciqdad ,  fu^ra  de  que  publicaba  tener  nego- 
cios del  reino  que  comunicar  con  éf.  Esta  era  la  voz: 
el  cuidado  que  mas  le  aquejaba ,  era  de  asentar  el 
dereclio  de  su  sucesión ,  que  pretendía  encaminar 
con  voluntad  de  su  padre  y  de  lois  grandes.  Comenzó- 
se á  tratar  este  negocio :  encargóse  don  Lope  de  Haro 
de  dar  principio  á  esta  prática  que  dio  mucho  enojo  | 
al  rey  don  Alonso  :  llevaba  mal  se  tratase  en  su  vida  { 
tan  fuera  de  sazón  de  la  sucesión  del  reino ,  junto  ; 
con  que  se  persuadía  que  conforme  á  derecho  sus  | 
nietos  no  podían  ser  escluidos ,  y  por  el  amor  que  en  < 
particular  les  tenia,  pesábale  grandemente  que  se 
tratase  de  hacer  novedad.  Mas  por  consejo  del  ihfan   ! 
te  don  Manuel  su  hermano ,  ya  grande  amigo  de  don 
Sancho,  se  determinó  que  se  lianvisen  y  juntasen 
cortes  en  Segovia ,  con  intento  que  allí  se  determi-  \ 
nase  esta  diferencia.  Tratóse  él  negocio  en  aquellas  \ 
cortes ,  y  ventiladas  las  razones  por  la  una  y  por  la  ^ 
otra  parte ,  en  fm  se  vino  á  pronunciar  sentencia  en  ' 
favor  de  don  Sancho  :  si  con  razón  y  conforme  á  de-  ! 
recho ,  ó  contra  él,  no  se  sabe ,  ni  hay  para  que  aquí 
trata] lo.  Lo  cierto  es  que  prevaleció'  el  respeto  del  ' 
procomún  y  el  deseo  del  sosiego  del  reino.  Twios  se  I 
persuadían  que  si  don  Sancho  no  alcanzara  lo  que 
pretendía ,  no  reposaría  ni  dejaría  á  los  otros  que  fe-  . 
posasen.  Su  edail  era  á  propósito  para  el  gooierno,  | 
su  ingenio ,  industria  y  condición  muy  aventajadas: 
el  amor  que  muchos  le  tenían ,  giande ,  su  valor  nuiy  ; 
señalado.  Esto  pasaba  en  Castilla.. 
^  En  Aragón  el  rey  don  Jaime  usaba  de  toda  diligen- 
cia para  sosegar  él  alboroto  de  los  moros ,  si  pu(ficsc 
por  maña ,  y  si  no  por  fuerza.  Con  este  intento  dis- 
curría por  las  ciudades ,  villas  y  lugares  del  reino  de 
Valencia  :  hobo  en  diversas  partes  muchos  encuen- 
tros^ cuándo  tos  unos  vencían ,  cuándo  los  otros.  En 
particular  al  tiempo  que  el  rey  estaba  en  Játiva ,  los 
tuyos  fueron  destrozados  en  Luxen  :  el  estrago  fue 
tal  y  la  matanza  que  desde  entonces  comenzó  el  vul- 


ESPA.^A.  423 

go  á  llamar  aauel  día ,  que  era  martes ,  de  mal  agüe 
ro  y  aciago.  Murió  en  la  batalla  Garci  Ruyz  de  Azaffra 
bi|o  de  Pedro  de  Azagra  señor  de  Albarracin ,  noble 
principe  en  ajjuel  tiempo :  fue  preso  el  comendador 
mayor  de  los  Templarios.  La  causa  principal  de  aquel 
daño  fue  el  poco  caso  que  hicieron  del  enemigo:  cosa 
que  siempre  en  la  guerra  es  muy  jperjudicial.  El  rey 
por  la  tristeza  que  sintió  de  aquella  desgracia ,  y  por 
tener  ya  quebrantado  el  cuerpo  con  los  muchos  tra- 
bajos ,  á  que  se  llegó  una  nueva  enfermedad  que  le 
sobrevino,  dejó  el  cuidado  de  la  guerra  al  infante  don 
Pedro  su  hijo,  y  él  se  fue  á  Algecira ,  que  es  una  vi- 
lla en  tierra  de  Valencia.  Allí  aquejado  del  mal  y 
desahuciado  de  los  médicos ,  entregó  de  su  ma'no  el 
reino  á  su  hijo  que  presente  estaba  :  dióle  asimismo 
consejos  muy  saludables  para  saberse  gobernar.  Esto 
hecho .  él  se  vistió  el  hábito  de  San  Bernardo  con  in- 
tento de  pasar  lo  que  le  quedaba  de  vida  en  el  monas- 
terio de  Poblete ,  en  que  quería,  ser  enterrado.  No  le 
dio  la  dolencia  tanto  lugar,  falleció  en  Valencia  á 
veinte  y  siete  de  julio :  principe  de  renombra  inmor- 
tal por  la  grandeza  de  sus  hazañas ,  y  no  solo  valiente 
y  esforzado,  sino  de  singular  piedad  y  devoción, 
puesalirman  del  edificó  dos  mil  iglesias :  yo  entiendo 
que  las  Üzo  consagrar  ó  dedicar  conforme  al  rito  y 
ceremonia  cristiana ,  y  de  lúezquitas  de  Mahomá  lai 
convirtió  en  templos  de  Dios. 

En  las  cosas  de  la  guerra  se  puede  comparar  con 
cualquiera  de  los  famosos  capitanes  antiguos :  trein- 
ta veces  entró  en  batalla  con  los  moros,  y  siempre 
salió  vencedor ,  por  donde  tuvo  sobrenombre  y  se 
llamó  el  rey  don  Jaime  el  Conquistador.  Reiqó  por 
espacio  de  sesenta  y  tres  años  :  fue  den.as¡adamente 
dado  á  la  sensualidad ,  cosa  oue  no  poco  escureció 
su  fama.  De  la  reina  doña  Violante  tuvo  estos  hijos: 
don  Pedro,  don  Jaime  ^  don  Sancho  el  arzobispo  ya 
muerto ,  doña  Isabel  rema  de  Francia ,  doña  Violan- 
te reina  de  Castilla ,  doña  Constr  nza  mujer  del  infan- 
te don  Manuel ;  otras  dos  hijas ,  María'  5^  Leonor, 
n;urieron  niñas :  todos  estos  fueron  hijos  legítimos.  De 
doña  Teresa  Egidia  ViJaura  tuvo  á  don  Jaime  señor 
de  Exerica ,  y  á  don  Pedro  señor  de  Ayerve ,  que  á  la 
muerte  declaró  por  hijos  lf».gítimos ,  y  llamó  á  la  su- 
cesión del  reino  caso  que  los  hijos  de  doña  Violante 
no  tuviesen  sucesión. 

De  otra  mujer  de  la  casa  de  Antillon  hobo  á Fernán 
Sánchez ,  el  que  arriba  contamos  que  fue  muerto  por 
su  hermano.  Deste  decienden  los  de  la  casa  de  Cas- 
tro, que  se  llamaron  así  á  causa  de  la  Baronía  de 
Castro ,  que  tuvo  en  heredamiento.  De  Bercn^juela 
Fernandez  dejó  otro  hijo  llamado  Pero  Fernandez ,  á 
quien  dio  la  villa  de  Hijar :  de  todos  decendieron  muy 
nobles  familias  en  el  reino  de  Aragón.  Lo  que  mas  es 
de  considerar  que  en  la  sucesión  del  reín«  sustituyó 
los  hijos  varones  de  doña  Violante ,  doña  Constanza 
y  doña  Isabel  sus  hijas  después  de  los  cuatro  hijos 
arriba  nombrados ,  y  declarados  por  legítimos ;  pero 
con  tal  condición  que  ni  sus  madres  ni  ninguna  otra 
mujer  pudiese  |nm:s  heredar  aquella  corona.  Dejó 
mandado  á  su  hijo  echase  los  moros  del  reino  por  ser 
gente  que  no  se  puede  jamás  fiar  dellos :  mandamien- 
to que  si  en  aquella  ednd  ,  y  aun  en  la  nuestra  y  de 
nuestros  padres  se  hobica  puesto  en  ejecución  .  se 
escusarnn  muchos  daños ,  porgue  la  obstinación  dcs- 
ta  ícente  no  se  puede  vencer  ni  ablandnr  con  ninguna 
arte  ;ní  su  (Icslcaltad  amansar  con  ningunas  buenas 
obras  :  no  hacen  caso  de  argumentos  y  razones ,  ni 
estiman  la  autoridad  de  nadie. 

El  infante  don  Pedro  dado  que  su  padre  era  muer  . 
to ,  no  se  llamó  luego  rey  :  solo  se  nombrnba  herede 
ro  del  reino  en  sus  provisiones  y  cartas  hasta  tanto 

3ue  se  coronase ,  que  se  hizo  en  Zaragoza  después 
e  apaciguados  los  alborotos  de  A'alcncia,  y  fue  á 
diez  y  seis  de  noviembre  :  esta  honra  sp  guardó  para 
aquella  nobilísima  y  hermosísima  ciudad  :  la  reina 


424 


BIBUOTECI  ra  GASPAa  T  EOH?. 


también  fue  coronada ,  j  los  caballeros  principales, 
hecho  su  pleito  homenaje ,  juraron  á  don  Akmso  su 
hijo ,  que  entonces  era  niño ,  por  heredero  de  aque- 
llos estados.  A  don  Jaime  hermano  del  nuevo  rey  se 
dieron  las  islas  de  Mallorca  y  Menorca  c^n  titulo  de 
rey,  como  su  padre  lo  dejó  mandado  en  su  testamen- 
to ,  y  como  arriba  queda  dicho  que  lo  tenia  determi- 
nado :  diéronle  otrosí  el  condado  de  Ruysellon  y  lo 
de  Mompeller  en  Francia.  Tuvo  este  príncipe  por 
hijos  á  don  Jaime ,  don  Sancho ,  don  Fernando,  don 
Felipe.  Esta  división  del  reino  fue  causa  de  desabri- 
mientos y  sospechas  que  nacieron  en^tre  los  herma- 
nos ,  que  adeumte  pararon  en  enemistades  y  guer- 
ras. Quejábase  don  Jaime  que  le  quitaron  el  remo  de 
Valencia,  del  cual  le  hizo  tiempo  atrás  donación  su 
padre ,  y  que  por  el  nuevo  corte  que  se  dio ,  quedaba 
por  feudatario  y  vasallo  de  su  hermano ,  cosa  que  le 
parecía  no  se  podía  sufrir :  su  cólera  v  su  ambición 
BÍn propósito  le  aguijonaban,  y  aun  fe  despeñaban 
sin  reparar  iiasta  tanto  que  le  despojaron  de  su 
estado. 

CAPITULO  ni. 
Qie  las  discordias  de  Navarra  se  apadgnaroa. 

Lo  de  Navarra  no  andaba  mas  sosegado  qu<?  las 
otras  parles  de  España,  antes  ardía  en  alborotos  y 
discordias  civfles  :  cada  cual  acudía  al  uno  de  los 
bandos.  Philipo  rey  de  Francia  como  se  viese  encar- 
gado de  la  defensa  y  amparo  del  nuevo  reino ,  deter- 
minó de  ir  ,en  persona  á  sosegar  aquellas  revueltas 
con  mucha  gente  de  guerra  que  consigo  llevaba.  Era . 
el  tiempo  muy  áspero ,  y  las  cumbres  del  monte  Piri- 
neo por  donde  era  el  paso ,  cargadas  y  cubiertas  de 
nieve :  allegábase  á  esto  la  falta  de  los  bastimentos  á 
cansa  de  la  esterilidad  de  la  tierra.  Movido  por  estas 
dificultades  él  se  volvió  del  camino ,  envió  en  su  lu- 
gar á  Carlos  conde  de  Arras  con  la  mayor  parte  y 
mas  escogida  de  su  eente.  Era  este  caballero  persona 
de  grande  autorídad  por  ser  tío  de  la  reina  Juana: 
asi  con  su  llegada  hizo  mucho  efecto.  El  bando  con- 
trario maltratado  por  los  franceses ,  junto  á  un  pue- 
blo llamado  Renie^,  se  retiró  á  nn  barrio  de  Pamplona 
2ue  se  llama  Navarrería  :  íbanlus  los  franceses  á  los 
Icances  y  apretábanles  pi»r  todas  partes.  Por  esto 
García  de  Almorávides  caudillo  de  aquella  gente ,  y 
en  su  compañía  sus  parientes  y  aliados  con  la  escu- 
ridad.de  la  noche  por  entre  las  centinelas  contrarias 
se  fueron  por  la  parte  que  cada  cual  pudo  por  pobla* 
dos  y  despoblados ,  y  se  salieron  de  toda  la  tierra.  Al- 
gunos, dellos  fueron  á  parar  á  Cerdeña,  en  que  por 
haber  hecho. allí  su  morada  hay  generación  dellos  el 
dia  de  hoy.  Pamplona  fue  tomada  de  los  enemigos ,  y 
le  echaron  fuego.  Los  que  quedaron  después  deste 
estrago  escarmentados  con  el  ejemplo  de  los  otros 
tuvieron  por  bien  de  sosegarse  :  otros  acusados  por 
rebeldes  y  alborotadores  del  reino ,  llamados ,  como 
DO  .compareciesen ,  fueron  en  ausencia  condenados 
de  crimen  lasa  majestatis^  y  se  ausentaron  de  su 
patria. 

£1  general  francés ,  apaciguada  que  fue  la  discor- 
dia de  los  navarros,  y  fundada  la  paz  de  la  república. 
naso  en  Castilla  al  llamado  del  rey  don  Alonso ,  y  déf 
me  muy  bien  reeebido  y  tratado  magnífica  y  esplén- 
didamente, como  pariente  muy  cercano  que  era.  Con 
la  mucha  familiaridad  y  conversación  del  rey  don 
Alonso  se  adelantó  á  decir  que  no  le  faltaban  á  él 
cortesanos  de  la  misma  casa  del  rey  de  Franpia,  que 
le  diesen  aviso  y  descubriesen  los  secretos  del  rey  y 
de  sus  grandes.  Esto  quier  fuese  verdad ,  ó  fingido 
para  tentar  el  ánimo  del  francés ,  él  lo  tomó  tan  de 
veras  que  desde  entonces  Broquio  camarero  del  rey 
de  Francia  comenzó  á  ser  tenido  por  sospechoso. 
Acrecentaron  la  sospeoha  unas  cartas  suyas  que  en- 
fiaba  al  rey  don  Alonso  en  cifra,  que  vinieron  en 


poder  de  los  que  le  calumniaban ,  por  haberse  muer- 
to en  e!  camino  el  correo  que  las  llevaba.  Pasó  el 
negocio  tan  adelante  que  fue  condenado  en  juicio  y 
pagó  con  ia  cabeza ;  pero  esto  avino  algún  tiempo 
adelante. 

Doña  Violante  reina  de  Castilla  como  viese  que  la 
edad  de  sus  nietos  (que  ella  mucho  quería)  era  me- 
nospreciada ,  y  que  anteponían  á  don  Sancno ,  y  que 
ella  no  estaba  muv  segura  (en  tanta  manera  píemer- 
te  todos  los  derecnos  la  execrable  codicia  de  reinar) 
pensó  de  huirse :  con  este  intento  hizo  que  el  rey  de 
Aragón  su  hermano  viniese  ai  monasterio  de  Huerta 
so  color  de  querelle  allí  hablar.  Acompañaban  á  la 
reina  sus  nietos  por  manera  de  honraÜa,  y  así  con 
ellos  se  entró  en  Aragón  :  procuró  de  estorbárselo  d 
rey  dpn  Alonso  desque  supo  lo  que  pasaba ,  pero  fue 
por  demás.  El  pesar  que  con  esto  recibió ,  fue  tal  y 
el  coraje  que  ninguna  pérdida  suya  ni  de  su  reino  le 
pudiera  entristecer  mas.  El  enojo  y  saña  del  rey.  se 
volvió  contra  aquellos  que  creyó  ayudaron  y  tavieron 
parte  en  la  partida  de  la  reina  :  mandó  prender  en 
burgos ,  donde  el  rey  y  don  Sancho  eran  idos  de  Se- 
gó vía  ,  al  infante  don  Fadrique  su  hermano ,  y  i  don 
Simón  Ruiz  de  Haro  señor  de  los  Cameros,  varón  de 
alto  linaje  y  de  muy  antigua  nobleza.  Ardía  la  casa 
real  y  la  corte  en  discordias ,  y  eran  muchos  los  que 
favorecían  á  los  nietos  del  rey.  Simón  Ruiz  fué  que- 
mado en  Treviño  por  mandado  de  don  Sancho :  á  don 
Fadrique  hizo  cortar  la  cabeza  tO  ^  Burdos  con 
grande  odio  del  nuevo' principado ,  pues  eran  estas 
fas  primeras  señales  y  muestra  que  daba,  mayormen- 
te que  súi  ser  oídos  los  condenaron. 

Los  mas  estrañaban  este  hecho  y  conforme  cómo  á 
cada  cual  le  tocaban  los  muertos  en  parentesco  ó 
amistad,  pero  el  odio  estaba  secreto  y  disfrazado  con 
la  disimubicion.  Enviáronse  embajadores  el  un  rey  al 
otro :  el  rey  de  Castilla  pedia  que  se  le  enviase  su 
mujer,  y  que  aprobase  la  elección  de  don  Sancho; 
escusábase  el  rey  de  Aragón  con  que  no  estaba  aon 
del  todo  determinado  el  negocio ,  y  alegaba  que  en 
su  reino  tenían  refugio  y  amparo  cuantos  a  él  se 
acogiesen ,  cuánto  mas  su  misma  hermana.  Pasaron 
tan  adelante  que  hobiera  el  de  Aragón  movido  (;uerra 
á  Castkla  (como  algunos  pensaban)  si  la  rebehon  de 
los  moros  de  Valencia  no  le  embarazara ;  los  cuales, 
confiados  en  la  venida  del  rey  de  Marruecos ,  con  las 
armas  se  apoderaron  de  Montesa ;  pero  estos  movi- 
mientos tuvieron  mas  fácil  fin  .de  lo  que  se  pensaba. 
Los  moros  despedidos  de  la  esperanza  del  socorro  de 
África  que  esperaban ,  entregaron  al  rey  p^\  mes  de 
.  agosto  año  de  nuestra  salvación  1277  a  Montesa  j 
otros  muchos  castillos  que  tomaran. 

En  este  tiempo  el  rey  don  Alonso  era  venido  da 
Burgos  á  Sevilla ;  de  allí  envió  grande  armada  y  mu- 
cha ^ente  de  guerra  á  cercar  á  Algecíra  por  mar  j 
por  tierra.  Aquella  guerra  ante  todas  cosas  tenia  ha 
ánimos  de  los  fíeles  puestos  en  cuidado  :  temían  que 
los  africanos  por  la  vecindad  de  los  lugares  y  por  te- 
ner ya  psiento  en  España  y  guarida  propia ,  no  acu- 
diesen muchas  veces  á  nuestras  riberas :  sin  embar|¡o 
Ils  discordias  civiles  por  otr^t  parte  les  teiíian  los  áni- 
mos tan  ocupados  que  no  se  les  daba  mucho  de  todo 
lo  al;  todavía  intentaron  de  quitalle  aquel  nido.  El 
verano  fue  don  Pedro  hijo  del  rey  don  Alonso  con 
)0(!h*roso  ejército  á  la  conquista  de  aquella  ciudad* 
)ió  la  vuelta  sin  hacer  aTgun  efecto  con  mucha  des- 
lonra  y  pérdida  de  su  gente ,  y  nuestra  nrmada  por 
estar  falta  de  marineros  y  de  soldados  con  la  venida 
del  rey  de  Marruecos  fue  desbaratada  y  presa  :  de»- 
hfzose  el  campo ,  los  soldados  unos  se  fueron  á  una 
parte ,  otros  a  otra.  Hay  quien  diga  que  en  aqud 
tiempo  el  rey  de  Marruecos  edificó  otra  nueva  A^ge* 


(i)  Seffiui  la  eróoica  fue  ahogado  y  Pacreru  diee  qu  te 
müiiitroi  lo  qaemaroB  deatro  de  sa  cau. 


■«TOMA  OB 


«ra  poco  distante  de  !a  primera.  El  cuerpo  del  rey. 
don  Jaime  se  llevó  de  Valencia,  donde  le  depositaron 
en  un  sepulcro  iunto  ai  altar  major  de  la  iglesia  ca- 
Xeinú ,  y  se  traaíadtü  al  nu)na8teno  de  Poblóte,  entra- 
do ya  el  verano.  Las  exequias  del  difunto  se  celebraron 
espléndidamente  coa  gran  concurso  de  caballeros 
principales  que  se  junuíron  en  Tarragona  por  man- 
dado del  nuevo  rey  (1). 

CA.PÍTOLO  IV. 
|)o  divanes  haUaa  qw  MiikMÓ  los  Mfet* 

Co!*Y  la  partida  de  la  reina  doña  "dolante  los  rejes 
de  Castilla  y  Francia  comenzaron  á  ^tar  muy  cuida- 
dosos por  respeto  de  los  niños  infantes.  El  cuidado 
por  entrambas  partes  era  igual  los  intentos  diferen- 
tes y  aun  contrarios.  El  de  CastiHa  quisiera  estorbar 
<jae  cío  se  pasasen  en  Francia ,  do  para  su  inocente  y 
tierna  edad  tenían  muy  cierta  la  acogida  y  f^amparo^ 
en  especial  que  don  Sancho.su  hijo  le  ponía  en  esto 
cun  el  deseo  que  tepia  de  asegurarse ,  sin  descuidar- 
se de  continuar  en  granjear  las  voluntades  de  grandes 
y  pequeños  con  lá  nobleza  de  su  condición ,  agudeza 
de  ingenio ,  y  agradables  costnmbre^';  y  con  valor  y 
diligencia  apercebirse  para  todo  lo  que  podía  suce- 
der. El  de  Francia  temta  que  ai  veniaaá  manos  y  po- 
der de  su  tio ,  correrían  peligro  de  las  vidas,  por  to 
menos  de  perder  la  libertad,  'Sabia  muy  bien  cuan 
deseosos  son  losjbombres  naturalmente  de  mando,  y 
que  la  ambición  es  madre  de  crueldad  y  fiereza.  Ha-^ 
bíanse  enviado  sobre  esta  raztm  diversas  Tepes  de 

Sarte  de  Castilla  y  de  Francia  muy  solembes  embaja- 
as  al  rey  de  Aragón :  cosa  muy lionrosá  ps^a  aquel' 
Sríncípe,  que  fuese , como  juez  arbitro  para  concertar 
os  reyes  tan  poderosos,  muy  á  propósito  para  sus 
intentos  tener  suspensos  aquellos  príncípea  y  en  su 
poder  los  .dos  infantes.  Ventilado  el  negocio,  final- 
mente se  acordó  que  doñf^  Violante  tomase  con  su 
marido ,  y  que  los  infantes  quedasen  en  Aragón  sin 
libertad  de  poder,  auseiitacse :  lleváronlos  al  castillo 
de  Játiva ,  y  allí  los  pusieron  á  recado.' 

Esta  resolución  dio  mucha  pena  á  doña.Blanca  k\i 
madre  por  parecelle  que  en  quien  fuera  justo  luillar 
anp'paro ,  alfi  se  les  armaba  celada ,  y  con  nuevos  en- 
gaños les  quitaban  la  libertad.  Partióse  pues  para 
Aragoír;  maJs  no  alcanzó  r.osa  alguna,  porque  las 
orejas  del  rey  las  halló  sordas  á  sus  ruegos  y  lágri- 
mas :  no  hacia  caso  de  todo  Ib  que  se  podia  decir  y 
pensar  á  trueco  de  enderezar  sus  particulares.  Desde 
alli  muy  enojada  pasó  én  Francia  á  hablar  al  rey  su 
hermano ,  y  movelle  á  hacer  la  guerra  contra  Casti- 
lla y  Aragón ,  si  no  condescenaiau  con  lo  que  era 
razón ,  y  ella  pretendía.  Era  muy  á  propósito  el  reino 
de  Navarra',  que  ^'tenia  por  los  franceses ,  para  es- 
tos intentos,  por  confínar  contra  Castilla  v  Araffon  por 
diversas  (lartes.  Puso  esto  en  cuidador!  rey  de  Ara- 
gón y  al  intente  don. Sancho  para  tomar  acuerdo  de 
K)  que  se  debía  hacer ,  determinaron  venir  á  habla. 
Señalaron  j)ara  ello  cierto  logar  entre  Requena  y  Bu- 
ñoi :  sacudieron  allí ,  y  se  juntaron  el  día  aplazado  á 
catorce  de  setiembre  del  año  del  Señor  de  i 279.  En 
esta  junta  y  habla ,  echados  á  parte  todos  los  desabri- 
mientos y  enojos  pasados ,  trabaron  entre  sí  /imistad 
y  pusieron  confeoeraeion  para  valerse  ü  tiempo  de 
necesidad. 

Concluida  esta  habla,  el  rey  de  Aragón  tomé  e^  ca- 
mino de  Cataluña»  ^ue  estaba  alterada  por  las  discor* 
diasde  la  gente  principal.  Armengol  de  Cabrera  era 

« 

f  1)  El  eadiver  f^e  nevado  á  Poblet:  pero  cuando  en  la 
mnm  roerrv  dvil  te  arruinó  este  preooM  noonmeoto  .fiie 
iratlidado  é  la  eatednl  d<»  Tirragona ,  don^e  henea  tenido 
ecMiott  de  admirar  n  ifigntaili  estatura  y  el  bnen  estada 
en  ouete  eenaarva;  pues  tote  ia  «katik qne  tenia  en  k. 
freate  le  reeonoee. 


espaKa.  425 

el  principal  atizador  de  estas  revueltas ,  hijo  de  Alva- 
ro de  Cabrera,  al  cual  el  rey  poco  antes  diera  el  con- 
dado de  Urgei  como  á  su  feudatario  y  por  respeto  del 
conde  de  Fox :  todo  esto  no  bastó  para  ganalle.  £1 
rev  visto  lo  que  pasaba ,  se  puso  spbre^la  ciudad  de 
Baiaguer  cabecera  de  aquel  estado  :  prendió  al  dicho 
Armengol  y  á  su  tio  Rogerío  Bernardo ,  conde  de 
Fox  con  otros  señores  que  dentro  halló  :  túvolos  {»b- 
sos  largo  tiempo,  en  e8pecial^*al  de  Fox  que  se  le 
rebelara  mas  veces  y  mas  feroz  se  mostraba  :  con 
tanto  calmaron  las  alteraciones  de  los  catalanes.  Don 
•  Sancho  se  encaminó  á  Badajoz  donde  su  padre  esta- 
ba, que  era  venido  desde  Sevilla  á  verse  con  don  Dio- 
nisio su  nieto  rer  de  Portugal  cctn  intento  de  hacer 
las  paces  entre  éf  y  don  Alonso  su  hermano,  al  cual 
pretendía  por  fuerza  de  armas  echar  del  estado  que 
9U  padre  le  dejó  en  Portugal.  Alegaba  diversas  razo- 
nes para  dar  color  á  esta  su  pretensión ,  de  que  léce^ 
bián  mucho  desconten^  las  gentes  de  Portugal  por 
ver  que  entraba  con  tan  mal  pie  en  el  reino  ^  y  que 
apellas  era  muerto  su  padre ,  cuando  pretendía  des- 
pojar i  su  hermano  y  trabar  con  él  enemistad.  Falle- 
ció en  Lisboa  al  principio  deste  mismo  imo  e\  rej  don 
Alonso  de  Portugal  padre  de  don  Dionisio.  Vivió  se- 
tenta* años  ,.reinó  treinta  y  dos  :  en  el  monasterio  de- 
S«¿nto  Domingo  de  aquella  ciudad  que  él  edificó ,  en- 
terraron .su  cuerpo. 

Don  Sancho  lueflo  que  se  bobo  vbto  con  su  padre, 
fue  por  su  orden  a  hacer  levas  de  geute  por  todo  el 
refino ,  y  apercebirse  de  soldados  contra  el  rey  de 
Granada',  que  4  la  sazón  sabia  estar  ocupado  en  la 
obra  del  alcázar  de  aquella  ciudad  llamada  el  Alham- 
bra  (i) ,.  £ábriea  de  gran  primor  y  en  que  gastó  gran, 
tesoro ,  ca  era  este  rey  moro  no  menos  diestro  en  se- 
mejantes primores  que  eaelarte  militar.  Para  movelle 
guerra  no  podían  faltar  achaques ,  y  siempre  los  hay 
entre  los  príncipes  cuyos  estados  alindan  :  lo  que  yo 
sospecho  és  que  el  rey  de  Granada  en  la  guerra  ae 
Algécira  dio  lavor  al  de  Marruecos;. de  lo  cual  por 
estar  agraviados  los  nuestros ,  en  el  asiento  que  se 
tomó  poco  antes  desto  con  los  africanos ,  no  lueron 
comprendidos  loé  de  Granada.  bíooi<iío  rey  de  Por- 
tugal sea  por  no  fiarse  de  su  abuelo  como  quier  que 
sean  dudosas  é  inconstantes  las  voluntades  de  los 
hombres ,  sea  por  pensar  se  inclinaba  mfas  á  su  ber- 
mano  (comp  de  ordinario,  siempre  favorecemos  la 
parte  mas  flaca ,  y  aun  el  que  es  mas  poderoso,  en 
cualquier  diferencia ,  puesto  que  tenga  me^or  dere- 
cho ,  siempre  parece  que  hace  agravio)  si  bien  habia 
llegado  á  Yelyes,' que  está  tres  leguas  de  Badajoz, 
repentinamente  mudado  de  parecer  volvió  atrás.  Fue 
grande  el  enojo,  qiie  el  rey  don  Alonso  re  ibió  por 
esta  liviandad :  así  perdida  la  esperanza  de  .verse  con 
su  nieto ,  muy  desabrido  dio  la  vuelta  para  Sevilla. 

En  este  tiempoXonrado  Lanza  general  déla  mar 
por  el  rey  de  Aragón ,  persona  de  grande  autoridad 

Sara  con  todos  por  ser  pariente  cercano  de  la  reina 
oña  Costanza ,  con  liña  armada  que  aprestó  de  diex. 
Í galeras ,  corrió  las  marinas  de  Airica ,  mayormente 
as  de'Tudela  y  Tremecén  en  castigo  de  que-aquellai 
ciudades  no  querían  pagar  el  tributo  que  algunos 
-años  aiites  concertaron :  cierto  autor  aGrma  que  esta 
empresa  fue  y  se  ^enderezó  para  meter  en  piosesioii 
del  reino  de  Túnez  á  Mirabusar ,  á  quien  Su  hermano 
le.  echara  del.  Todos  concuerdan  que  la  presa  qué  de 
'aJli  llevaron  los  araia;oneses ,  fue  grande ,  y  que  en  el 
estrecho  de  Gibraltar  de  diez  galeras  que  encontrsh 
ron  del  rey  de  Marruecos  y  las  vencieron,  parte  to- 
maron ,  parte  echaron  á  fondo.  El  rey  de  Araron  en 
Valencia  ^  donde  se  entretenía  muy  de  ordinano ,  hi* 
zo  donación  á  don  Jaime  su  hijo ,  habido  fuera  da 

(i )  Reservamos  pan  la  época  de  la  eooqaista  da  GnuMÜi/ 
preeeniar  todas  hñ  belleías  loteríoNi  de  efle  pwiaao  — 
lacio,  objeto  de  admineioa  aniveml. 


426 


BIBLIOTECA  D£  GASFÁR   T  AOIG. 


matrimonio ,  del  estado  de  Segorbe  por  el  mes  de  no- 
viembre. 

En  Castilla  de  cada  día  se  aumentaba  la  afición 
que  los  naturales  tenían  al  infante  don  Sancho ,  y 
aun  á  mu?bos  parecía  que  trataba  de  cosas  mayores 
de  lo  que  al  presente  mostraba;  y  que  luego  que 
concluyese  con  los  sobrinos  ,  menospreciaría  á  su 
padre ,  que  va  por  su  edad  iba  de  caida ,  y  le  quitaría 
el  mando  y  la  corona^  El  padre  por  su  gran  descuido 
de  ninguna  cosn  menos  se  recataba  que  desto/sin 
saber  las  prácticas  de  ^u  hijo  asi  las  públicas  como 
las  secretas.  Partió  pues  don  Sancho  el  año  luego  si- 
guiente de  i  280  á  la  primavera  con  el  ejército  que 
tenia  levantado ,  la  vuelta  de  Jaén ,  y  con  nuevas 
compañías  que  su  padre  le  envió  desde  Sevilla  auinen^ 
tado  su  ejército ,  entró  muy  pujante  por  las  fronteras 
de  Granada ,  taló  y  robó  toaa  la  campaña  sin  parar 
basta  ponerse  á  vista  de  la  misma  cuidad :  quemó 
muchas  aldeas  y  pueblos ,  recogió  gran  presa  de  gen- 
%te  y  de  ganados ,  con  que  volvió  a  Córdova  :  desde 
alir acompañó  á  su  padre  ha<ita  Sevilla.  Con  el  buen 
suceso  desta  guerra  ganó  mayor  autoridad,  y  gran- 
jeó del  todo  las  voluntades  de  la  gente :  cosa  que  él 
estimaba  en  mas  que  todas  las  demás  ganancias^  por 
asegurarse  en  la^'suces^on  del  reino  y  que  era  el  cui- 
dado que  mas  le  aquejaba.  Principalmente  que  t'hi- 
lipe  rey  de  Francia  con  la  afición  que  tenia  á  los  dos 
infantes  sus  sobrinos^  hacia  instancia  que  fuesen 
puestos  en  libertad,  y  que  en  lugar  de  su  abuelo  que 
los  pedia ,  se  los  entregasen  á  él.  Envió  pues  sobre 
esta  razón  embajadores  á  los  dos  reyes :  llevaron  or- 
den que  al  principio  tratasen  el  negocio  amigable- 
mente ,  ca  no  tenia  perdida  ia  esperanza  que  hobiesen 
de  dar  nidos  á  tan  justa  demanda :  si  no  se  all  nasen^ 
como  deseaba,  les  diesen  á  ontcnaer  que  tendrían  en 
los  franceses  enemigaos  mortales  :  que  él  estaba  re- 
suelto de  ampararla  inocente  edad  de  aquellos  mozos 
por  todds  las  vias  y  maneras  que  pudiese. 

Como  los  nuestros  no  se  moviesen  por  amenazas 
ni  por  ruegos,  se  trató  y  acordó  que  para  tomar  al- 
gún medio ,  y  en  presencia  componer  todLS  las  dife- 
rencias ,  los  tres  reyes  se  juntasen  á  habla ,  para  lo 
cual  se  dieron  unos  á  otros  la  palabra  y  seguridad 
bastante.  Con  esta  determinaciou  el  rey  de  Francia 
Ueffó  á  Salvatierra ,  el  rey  de  Castilla  á  Bayona ,  ciu- 
dad que  está  en  los  pueblos  dichos  antiguamente  Tar- 
bellos  eu  los  confines  de  Guiena.  No  se  iuntaron  los 
reyes  para  tratar  de  las  condiciones  y  del  asiento  :  el 
infante  don  Sancho  desbarató  la  junta  con  su  astucia 
y  con  sus  mañas ,  por  temer  no  alcanzasen  de  su  pa- 
dre ,  que  claramente  vía  estar  aficionado  á  los  nietos, 


la  compasión  que  mostraba  tener  de  aquella  tierna 
edad ,  no  viniese  á  favorecer  los  nietos ,  ca  de  estar 
mudado  de  parecer  se  vían  Ynanifiestas  señales;  y 
muchos,  que  con  diligencia  y  cuidado  consideran  los 
enojos  délos  principes  y  sus  inclinaciones ,  por  en- 
tender esto  no  cesaban  de  irritar  al  rey  don  Alonso 
contra  su  hijo ,  y  contalle  y  encarecelle  üus  desaca- 
tos. Decían  que  estaba  apoderado  de  todo  él  gobier- 
no ,  ^e  todo  k)  trastornaba  y  revolvía  conforme  á  sa 
antojo  :  que  no  estimaba  en  nada  su  real  autoridad  y 
grandeza. 

Era  el  rey  don  Moneo  de  ingenio  varío ,  mudable, 
doblado  :  tenia  en  sus  acciones  una  maravillosa  in- 
constancia ,  falta  que  con  la  edad  suele  tomar  mas 
fuerza.  Don  Sancho  por  entender  estas  cosas  deter- 
minó ayudarse  de  socorros  estraños  y  de  fuera ,  y 
.hacerse  amigo  del  rey  de  Araron  y  prendelle,  en  que 
puso  mucha  diligencia.  Envióle  sobre  esta  razón  y 
con  este  intento  sus  embajadores,  primero  á  don 
Gonzalo  Girón  maestre  de  Santiago ,  después  al  mar- 
qués de  Monferrat :  la  suma  d^  la  embajada  era  que 
se  juntasen  pai*a  tratar  de  sus  haciendas  y  de  cosas 
de  mucha  importancia.  Acordado  esto,  los  reyes  don 
Alonso,  don  Pedro,  y  también  el  infante  Ion  Sancho 
se  juntaron  entre  Agreda  y  Tarazona  en  un  pueblo 
que  se  llama  el  Campillo.  Fue  esta  junta  á  veinte  y 
siete  de  marzo  del  año  de  i28i .  Asentóse  confedera- 
ción entre  aquellos  dos.  reinos  de  tal  ^¡sa  que  los 
que  fuesen  amigos  de  uno,  fuesen  amigos  del  otro, 
y  lo  tnismo  de  los  enemigos  sin  esceptuar  á  persona 
alguna  :  que  el  que  primero  quebrantase  este  con- 
cierto, pagase  de  pena  diez  y  $eismil  libras  de  plata. 
Dieron  aljrey  de  Aragón  en  esta  junta  á  Palazuelos, 
Teresa ,  Jera ,  Ayora ;  y  á  don  Manut^l  hermano  del 
rey  don  Alonso;  cuyas  eran  estas  villas,  dieron  en 
recompensa  la  villa  de  Escalona. 

Esto  fue  lo  que  se  trató  en  pñbHco :  de  secreto  se 
acordó  que  los  dos  reyes  acometiesen  el  reino  de  Na- 
varra^ y  se  enseñoreasen  del :  señalaron  otrosí  la 
parte  qucf  á  Cada  cual  había  de  pertenecer  acabada  la 
conquista,  ultra  desto  se  le  concedió  á  don  Sancho 
que  los  infantes  estuviesen  en  el  castillo  de  Játívaá 
buen  recado.  El  cual  despedida  la  junta,  en  Agreda 
donde  fué  con  los  dos  reyes ,  para  obligar  mas  al  rey 
de  Aragón  y  sanalle  mas  la  voluntad  le  prometió  y 
aseguró  muy  ae  veras  que  como  su  padre  falleciese, 
le  dejaría  todo  el  reino  de  Navarra  para  que  le  incor- 
porase en  la  corona  de  Aragón ,  y  ultra  desto  le  daria  en 
Castilla  la  villa  de  Requena  con  todos  los  lugares  de 
su  jurisdicción ,  que  están  hacia  el  reino  do  Murcia  y 
á  la  raya  del  de  Valencia.  Andaba  su  partido  en  ba- 


alguna  cosa  que  le  empeciese  á  ól.  Lo  quesolumente  :  lanza ,  y  su  ánimo  dudoso  entre  el  iníedo  y  la  espe- 
se nudo  alcanzar ,  fue  que  Carlos  príncipe  de  Taran-  I  ranza  :  por  esto  no  le  parecía  vergonzoso  y  feo  com- 
to  liijo  del  rey  de  Sicilia  intervÍQÍesc  entre  los  reyes, ' 
y  llevase  los  recados  de  la  una  parte  á  la  otra ;  y  sin 
embargo  no  se  concluyó  cosa  ninguna  porque  todos 
los  intentos  de  lo»  príncipes  desbarataba  con  sus  ma- 
ñas don  Sancho ,  si  bien  lo  que  los  franceses  pedían, 
parecía  muy  justiOendo,  esto  es,  que  se  le  diese  al 


prar  su  seguridad  á  costa  de  tantas  promesas. 

Don  Juan  Nuñez  de  Lora  en  aquellos  tiempos  varón 
grave  y  poderoso  según  se  ve  en  las  historian,  era  se- 
ñor de  Albarracin  por  viá  de  dote  con  doña  Teresa 
hija  de  don  Alvaro  de  Azagra  que  fue  st»r¡r»rde  Mvar- 
racin ,  y  por  consiguiente  nieta  ile  don  rrdro  l{t>ri- 
guez  de  Azagra.  Dende  allí  por  la  fortaleza  del  luí?ar, 
rey ,  y  como  á  feudatarío  y  dependiente  de  los  reyes  ;  y  por  estar  á  las  rayas  de  Ai  «gon  y  Castilla  tenia  ci» 


mfante  don  Alonso  la  ciudad  dt>  Jaén  con  nombre  de 


de  Castilla. 

Desbaratada  que  fue  la  junta ,  todavía  los  reyes  de 
Francia  y  Aragón  se  vieron  en  Tolosa  para  tratar  des- 
te  negocio  entre  sí.  El  fruto  desta  había  no  fue  mayor 
que  el  de  antes ,  en  tanto  grado  que  parecía  hacían 
burla  del  rey  de  Francia.  Solo  se  sacó  aesta  junta  míe 
e!  rey  de  Francia  prometió  debajo  de  juramento  ae- 
iaria  él  estado  de  Mompeller  á  don  Jaime  rey  de  Ma- 
llorca ,  porgue  antes  desto  pretendía  ser  suyo  y 
cuitársele.  Muy  alegre  quedd  el  infante  don  Sancho 
ce  que  con  todo  el  esfuerzo  qire  aquel  rey  hizo ,  y  con 
tantas  porfías,  no  se  había  alcanzado  de  los  reyes  cosa 
alguna  que  fuese  en  pro  de  los  infantes  sus  sobrinos. 
Solo  se  recelaba  de  la  inconstanci  de  su  padre,  por 


tumbre  de  hacer  correrías  en  ;inib:is  partes  y  solía 
llevarse  muchos  despojos ,  ademas  (juc  receíia  de- 
bajo de  su  ámp  ro  y  protección  á  todos  aquellos  qu<» 
de  los  dos  reinos  acudían  á  él  por  delitos  que  bebie- 
sen cometido.  Particularmente  don  Lope  Díaz  de 
Haro ,  señor  tan  poderoso ,  se  vino  y  metió  en  aquella 
ciudad  por  estar  muy  mal  enojado  con  don  Sandio  j 
con  el  rey  de  Castila  a  causa  de  la  muerte  del  infante 
don  Fadrique  y  del  señor  de  los  Cameros.  Trataron 
entre  sí  don  Sancho  y  el  rey  de  Araron  en  Tarazona 
de  dar  orden  de  conquistar  aquella  ciudad  y  deshacer 
á  don  Juan  de  Lara.  El  rey  (fon  Alonao  se  fué  á  Bur- 
flos  á  celebrar  las  bodas  de  sus  hijos  don  Pedio  y  don 
Juan.  A  don  Pedro  dio  por  mujer  uño  hija  del  señor 


.     .  HISTORIA  DE 

de  Narbona,  y  á  don  Juan  una  hija  del  marqués  de- 
Monforrat;  que  fue. lo  mas  que  se  sacó  y  se  efectuó 
con  tantas  juntas  y  coloquios  y  vistas  de  reyes ,  tan- 
tos gastos  y  trabajos.  Espaíía  a  esta  sazón  sosegaba, 
si  bien  parecía  que  la  amenazaba  alsuna  cruel  tem- 
pestad ,  á  causa  de  estar  todas  las  voluntades  asi  bien 
de  los  grandes  I  como  de  lo&  pequeños,  muv  altera- 
das y  desabridas ,  y  la  pretensión  que  aindaba  sobre 
la  sucesión  del  reino. 

CAPITULO  V. 

Como  don  Sancho  se  rebeló  contra  so  padre. 

Las  vehementes  sospechas  que  entre  don  Sancho 
y  su  paire  el  rey  don  Alonso  se  despertaron,  de  pe- 
queños principios  poco  á  poco  como  acontece  vinie- 
ron á  parar  en  discordia  manifiesta  y  en  guerra.  Lle- 
vaba mal  el  rey  don  Alonso  verse  á  causa  de  su  vejez 
poco  estimado  de  muchos  :  dábale  pena  el  deseo  ^ue 
sentía  en  sus  vasallos  dé  cosas  nuevas.  Para  acudir  á 
este  daño  tan  grande ,  y  ganar  reputación  entre  los 
suyos,  con  gente  de  guerra  que  juntó,  se  determinó 
hacer  una  nuevar entrada  en  tierra  de  moros ,  con  que 
les  robó  y  taló  la  campaña  y  les  hizo  otros  daños  .dado 
que  su  edad  era  mucna,  y  el  cuerpo  tenia  quebran- 
tado por  los  muchos  trabajos  v  pesadumbres.  Ningu- 
na cosa  mas  le  aquejaba  que  la  falta  del  dinero ,  cosa 
míe  desbarata  los  grandes  intentos  de  los  principes. 
Trataba  de  hacer  algún  medio  para  recogello.  Pare- 
cióle que  el  camino  mas  fácil  seria  batir  un  nuevo  gé- 
nero dé  moneda ,  así  de  cobre  como  de  plata ,  de  me- 
nor peso  que  lo  ordinario,  y  más  baja  de  ley,  y  que 
tuviese  el  mismo  valor  que  la  de  antes  :  mal  arbitrio,- 
y  gue  no  se  sufre  hacer  sino  en  tiempos  muy  apre- 
tados y  en  necesidad  estrema.  Resultó  pues  desta 
traza  un  nuevo  daño,  esa  saber  que  se  encendió  mas 
el  odio  que  públicamente  los  pueblos  teiiian  concebi- 
do contra  el  rey ,  mayormente  que  se  decía  por  cosa 
cierta  que  en  las  causas  civiles  y  criminales  y  en  cas- 
tigar los  delitos  no  tenia  tanta  cuenta  con  la  justicia 
como  con  las  riquezas  que  las  partes  tenían ;  y  que  á 
muchos  despojaba  de  .sus  haciendas  por  cargos  y 
acusaciones  Ungidas  que  les  imponían  :  cosa  que  no 
se  puede  escusar  con  ningún  género  de  necesidad;  y 
con  ninguna  cosa  se  ganan  Qias  las  voluntades  de  ios 
vasallos  para  con  su  principe ,  (][ue  con  una  entereza 
y  igualdad  en  hacer  a  todos  justicia. 

Envió  por  embajador  á  Francia  á  Fredulo  obispo  de 
Oviedo,  francés  que  eradle  nación.  Echaron  fama 
que  para  visitar  ai  rey  Philipo ,  y  por  su  me.dlo  alcan- 
zar del  sumo  pontífice  la  indulL'enciá  de  la  Cruzada 
para  los  que  fuesen  á  la  guerra  ae  los  moros  ^  el  prin- 
cipal intento  era  comunicar  y  tratar  con  él  la  manera 
como  pondrían  en  libertad  á  sus  nietos ,  fuese  por  la 
compasión  que  tenia  de  agüella  inocente  edad ,  y  por 
la  aíicioH  que  tenia  á  los  infantes  como  á  sus  nietos, 
ó  lo  que  yo  mas  creo ,  por  el  aborrecimiento  que  ha- 
bía cobrado  á  don  Sancho  su  hijo,  por  cuyo  miedo  los 
años  pasados  mas  que  por  su  voluntad ,  los  privó  de 
la  sucesión  del  reino.*  No  se  le  encubrieron  á  don 
Sancho  las  pretensiones  de  su  padre  comoquiera  que 
no  pueda  haber  decreto  en  semejantes  discordias  do- 
mésticas. Acordó  de  prevenirse,  en  particular  para 
ayudarse  del  socorro  de-Ios  moro>  se  partió  para  Cór- 
dova :  allí  aseqló  confederación  con  el  rey  de  Granada, 
y  para  ganalle  mas  le  soltó  las  dos  partes  del  tributo 
que  pagaba,  partido  que  poco  antes  pretendió  el 
moro  del  rey  don  Alonso ,  y  él  no  lo  quiso  aceptar. 
Demás  dcsto  por  negociación  del  infante  don  Juan, 
que  ya  era  del  bando  del  infante  don  Sancho  su  her- 
mano, los  grandes  de  Castilla  y  de  JLeon .  aue  muy 
de  atrás  andaban  desabridos  por  la  severidad  del  rey 
y  su  aspereza ,  se  declararon  por  su  hijo.  La  memoria 
fresca  del  triste  suceso  dol  señor  de  los  Cameros  y 


ESPAÍfA.  427 

del  infante  don  Fadríque  atizaba  mas  estos  desabii- 
míentos.  '  , 

Tratábanse  estas  cosas  al  principio  del  año  de  1282 
del  nacimiento  de  Cristo  nuestro  Señor.  En  el  mismo 
año  por  el  mes  de  ugdsto  en  la  villa  de  Troncoso  se 
celebraron  las  bodas  entre  Dionisio  rey  de  Portugal  y 
doña  Isabel  hija  mayor  del  rey  de  Aragón.  Esta  es 
aquella  reina  doña  Isabel  que  porsus  grandes  virtu- 
des y  notable  piedad  es  contada  entre  los  santos  del 
cielo ,  y  su  memoria  se  celebra  en  aquel  reino  con 
fiesta  particular.  Este  rey  sin  tener  respeto  á  su  abue- 
lo atraído  con  la  destreza  y  mañas  cíe  don  Sancho, 
se  juntó  con  él  y  se  declaró  por  su  amigo  y  aliado  sea 
por  algún  enojo  que  tenia  con  ^u  abuelo ,  sea  por  te- 
ner por  esta  vía  esperanza  de  mejor  partido  y  remu- 
neración. El  rey  don  Alonso  miraba  poco  las  cosas 
por  venir  asi  por  su  larga  edad ,  como  por  la  común 
tacha  de  nuestra  naturaleza ,  que  en  sus  propios  ne- 
gocios cada  cual  es  menos  prudente  que  en  los  aje- 
nos :  estorba  el  miedo ,  la  codicia  y  el  amor  propio ,  y 
ciega  para  que  no  se  vea  la  verdad.  Hizo  llamar  a 
cortes  para  la  ciudad  de  Toledo ,  por  ver  si  en  alguna 
ipanera  se  pudieran  sosegar  las  voluntades  de  su 
hijo  y  de  la  gente  príncípuTsín  poner  mano  á  las  ar- 
mas. Por  seguir  el  camino  mas  blando,  que  era  apa- 
cigúanos amigablemente ,  ni  se  apercibió  como  fuera 
menester ,  ni  usó  de  ba3tante  recato. 

Don  Sancho  por  otra  parte  confiado  en  el  favor  y 
ayuda  de  la  nobleza^  y  por  estorbar  la  traza  y  ardid 
de  su  padre  líámó  asimismo  á  cortes  para  Valladolid : 
acudió  á  su  llamado  mucha  mas  gente  que  á  Tole- 
do (1).  Tenia  deseo  de  dejar  sucesión  :  casó  con 
doña  María  hija  de  don  Alonso  señor  de  Molina,  que 
era  su  parienta  en  tercero  grado.  Deste  matrimonio 
le  nacieron  don  Fernando  su  primogénito  y  otros  hi- 
jos. En  aquellas  cortes  todo  lo  que  se  liizo ,  fue  con- 
forme al  parecer  de  los  grandes  que  alli  se  juntaron;, 
porque  don  Sancho  les  otorgó  todo  aquello  míe  sé 
atrevieron  á  pedir  así  en  peo  de  cada  cual  dellos, 
como  para  el  público,  además  de  muy  mayores  mer- 
cedes que  les  prometió  para  adelante  :  caiíüno  que  le 
pareció  el  mejor  de  todos  para  ganar  las  voluntades 
de  grandes  y  pequeños.  Proveyéronse  nuevos  oficios 
y  cargos,  hiciéronse  nuevas  leyes  :  cuanto  cada  uno 
tenia  de  fuerzas  y  autoridad ,  tanta  mano  metía  en  el 
gobierno  del  reino.  Cundió  el  deseo  de  cosas  líUevas, 
y  de  levantarse  contra  su  rey ,  y  llegó  hasta  la  gente 
vulgar.  Tal.era  la  disposición  de  los  corazones  en 
aquella  sazón,  que  hazaña  tan  grande  como  quitar  el 
ceptro  á  su  rey  unos  se  atreviesen  á  intcntalla,  mu- 
chos la  deseasen ,  y  casi  todos  la  sufriesen  :  sin  faltar 
auíen  enmedió  del  aplauso  y  vocería  llamase  rey  á 
non  Sancho ,  y  le  diese  nombre  de  padre  de  la  patria 


(1 )  Se  celebraron  coa  asistencia  de  la  reina  doüa  Violan- 
te, don  Sancho  y  los  dos  inrantes  sas  hermanos,  su  tía ,  el 
infante  don  Manuel,  los  maestes  de  Calatrava  y  Santiaeo, 
los  prelados,  ricos  hombres  y  dipnt^dos^  de  las  villas  y  cm« 
dades;  y  á  propuesta  del  infante  don  Manuel  se  dio  el  go- 
bierno del  estaño  á  don  Sancho.  Hubo  algunos  diputados  que 
quisieron  tomase  el  título  de  rey ;  pero  no  lo  quiso  admitir. 
Daban  por  motivo  dé  esta  rebelión  que  el  rey  les  había  he- 
cho muchos  d{>sa  Tueros,  agravios  é  injusticias,  violado  ios 
fueros  Y  privilegios  del  reino.  Hicieron  entre  sí  hermandad, 
y  se  obligaron  á  obedecer  al  infante  don  Sancho  y  sus  suce- 
sores,  quien  por  su  parte  se  obligó  á  fruardarles  religiosa- 
mente todos  SIS  fueros ,  privilegios,  libertades  etc.  Además 
dete*^minaron  que  se  pudiesen  juntar  lodos  Jos  años  en  Bur- 
gos el  dia  de  la  Trinidad  por  si  ó  por  sus  procuradores;  y 
que  si  alguno  trajese  orden  del  rey  ó  del  infante  heredero 
para  impedir  estas  juntas  anuales,  fuese  casMgado  con  pena 
de  la  vida.  También  que  se  nombrasen  dos  hombres  buenos 
de  cada  logar,  los  cuales  debian  juntarse  cada  año  en  donde 
la  hermandad  quisiese  para  oír  las  quejas,  administrar  jus- 
ticia ,  y  procurar  la  observancia  de  (o  capitulado.  Pero  el  io- 
fante  don  Sancho  cuando  se  vio  seguro  en  el  trono  se  borló 
de  todas  las  promesas  que  habla  hecho. 


4S8  BDuoncA  líig 

con  todos  los  demás  títulos  de  príncipe.  Mas  él  cons- 
tantemente lo  desechó  con  cfecir  que  mientras  su 
C^  a  fuese  vivo  no  sufrirla  le  quitasen  el  nombre  y 
a  de  rey,  hora  fuese  por  mostrarse  modesto  y 
despreciar  un  yano  apellido  pues  en  efecto  todo  lo 
mandaba,  ó  por  encender  mas  las  voluntades  del 
pueblo  con  entretenellos. 

Pasó  el  negocio  tan  adelante  que  sin  embargo  el 
Infante  don  Manuel  tio  de  don  Sancho  en  nombre 
suyo  y  dé  los  grandes  por  sentencia  pública  que  se 

£  renunció  en  las  cortes,  privó  al  rey  don  Alonso  de 
I  corona.  Castigo  del  cielo  sin  duda ,  merecido  por 
otras  causas  y  por  haberse  atrevido  con  lengua  des- 
mandada y  suelta ,  confiado  en  su  ingenio  y  nabiHdad 
á  reprehender  y  poner  tacha  en  las  tHMras  de  la  divina 
Providencia^  y  en  la  fábrica  y  compostura  del  cuerpo 
humano :  tal  eS  la  fama  y  voz  del  vulgo  desde  tiemj^o 
antiguo  continuada  de  pacbes  á  hijos.  Este  alrevi<- 
miento  castigó  Dios  con  tratalle  desta  manera :  reVés 
que  dicen  él  Fiabia  alcanzado  por  el  arte  de  astrologia 
en  que  era  muy  ejercitado ,  sj  arte  se  puede  llamar ,  y 
no  antes  erfgano  y  busla  que  siempre  será  reprendi- 
da, y  siempre  tendrá  valedor eá.  Añaden  que  deste 
conocimiento  procedieran  sospechas,  y  míe  con  «1 
miedo  se  hizo  cruel :  de  que  resultó  el  odio  que  le. 
tenían ,  y  del  odio  procedió  su  perdición  y  caida.Las 
bodas  del  infant^  don  Sancho  se  celebraron  ep  Tole- 
do :  el  aparato  no  fue  muy  grande  por  estar  en  v^ispe- 
ra  de  la  guerra  civil  todo  revuelto. 

El  rey  don  Alonso  reducido  á  estos  términos,  por 
verse  desamparado  délos  suyos,  acudió  á  pedir  so- 
corra y  dineros  prestados  al  rey  de  Marruecos :  en- 
vióle en  prendas  su  real  corona  que  era  de  gran  va- 
lor. Alonso  de  Guzmnn ,  ^eñor  de  Sánlucar ,  por  desa- 
brimientos que  tuvo  co;r  el  rey  don  Alonso,  residía  á 
la  sazón  en  Marruecos  :  la  causa  en  particular  no  se 
sabe,  lo  cierto  es  que  era  estimado  en  mucho  de 
aquel  rey  moro ,  y  que  le  hizo  capitán  de  sus  gentes. 
Hoy  dia  se  muestranina  carta  del  rey  don  Alonso  para 
él  muy. humilde  por  el  aprieto  en  que  se  halluba ,  que 
fue  la  mayor  uiíseria ,  estar  forzado  á  rogar  y  humi- 
llarse á  sú  mismo  vasaHo  que  lé  tenia  ofendido.  Por  la 
carta  le  ruega  se  acuerde  de  la  amistad  antigua 'que 
entre  ellos' había,  y  de  sU  nobleza  :  ponga  en  olvido 
los  de6gust<«  y  eosas  pasadas ,  y  le  ftfvorezca  en  aquel 
aprieto  :  sea  parte  p;jTa  que  se  le  enríen,  dineros  y 
giente  de  guerra ,  pues  puede  y  alcanza  tanto  con  el 
rey  moro.  Prométele  que  tendrá  perpetua  memoria^ 
deste  beneficio  y  servicio ,  y  que  en  efecto  podrá  es* 
perar  de  su  benignidad  cualquier  cosa  por  grande  y 
dificultosa  que  sea,  que  corresponderá  en  todo  á  su 
deseo. 

El  rey  bárbaro  lleno  de  esperanzas^  y  por  parece- 
De  se  le  ofrecía  buena  ocasión  de  meiorar  su  partido 
á  causa  de  las  discordias  de  Castilla,  nizo'aun  mas  de 
lo  que  se  le  pedia.  Con  acuerdo  del  rey  don  Alonso- 
pasó  en  Algecira ;  y  en  Zahara  villa  del  reino  de  Gra« 
nada  se  vio  con  él.  Usaron  entre  los  dos  de  grandes 
GomeiHmientoa  y  cortesías.  Diósele  al  rey  don  Alonso 
mas  alto  lugar  y  silla :  honra  qne  «e  le  hizo  por  ser 
kunsped ,  y  porque  el  de  Marruecos  ganó  el  remo,  que 
tenia.  Don  Alonso  procedía  de  casta  de  reyes,  y  des- 
de su  niñez  fue  criado  como  quien  habla  de  ser  rey; 
por  tanto  era  mayor  sn  dignidad  :  que  fueron  todas 
razones  del  mismo  bárbaro.  Tratóse  en  esta  habla  de 
la  ffH-ma  que  se  debía  tener  en  hacer  la  guerra ,  pues 
la  rs|)eranza  de  hacer  y  asentar  paces  con  su  hijo  era 
nini^na ,  aunque  desto  también  se  movió  plática.  De 
las  ríndadcB  de  la  Andalucía  Sevilla  se  tenia  por  el 
rey  don  Alonso ,  Córdovapor  don  Sancho  su  hijo.  Los 
moros  tomaron  á  su  cargo  de  cercar  aquella  ciudad 
como  lo.hlcieron ,  después  de  talar  y  robar  los  cam« 
pos  comarcanos.  Acudió  el  rey  don  Alonso  desde  Se- 
villa al  cerco  con  la  gente  de  guerra  qpe  allí  pudo 
Ayuntar.  Córdova  se  defendió  valerosamente  por  el 


aUPAE  T  E0I6. 

esfuerzo  de  los  ciudadanos ,  y  la  bueni  dllígnicia  de 
don  Sancho,  que  se  previno  ton  presteza  contra  la 
venida  de  los  enemigos.  Asf  el  rey  moro  á  los  veinte 
dias  que  puso  el  cerco,  le  alzó :  para  la  priesa  que 
traía,  cmd^er  dilación  le  era  'pesada.  Todavía  con 
voluntad  del  rey  don  Alonso  paso  por  Sierramorená, 
y  llegó  hasta  Montiel :  hizo  gran  daño  en  toda  aquella 
tierra ,  y  grandes  djespojos  con  que  se  volvió  á  Eoija. 
Este  fue  el  fruto  de  la  discordia  civil  y  no  otro. 

Acudió  allí  el  rey  don  Alonso;  pero  luego  se  retiró 
secretamente  v  se  fué  á  Sevilla ,  ae  donde  era  vepido 
por  aviso  que  le  dienxi  ote  el  rey  moro  trataba  de  le 
prender :  si  fue  verdad  o  mentira ,  nosesabe.  Ijo  qne 
consta  es  que  el  moro  mostró  gran  sentinfiento  y  pe- 
sar de  que  en  su  lealtad  se  pusiese  duda ,  en  tanto 
grado  que  dejada  España  se  pasó  en  África ;  restituyó 
empero  á  don  Alonso  mil  caballos  escogidos  que  con 
su  ficencia  tiraban  sueldo  del  rey  moro ,  que  fue  se- 
ñal de  no  ir  de  todo  punto,  desabrido.  Era  caudillo 
desta  jgente  Hernán  Ponce :  cuéntase,  que  como 
junto  a  Córdova  se  encontrasen  eon  diez  tíiil  caballos 
de  los  enemigos ,  fue  tan  brava  Ja  carga  que  les  die- 
ron, que  los  rpmpieron  y  pusíeroú  en  huida  :  tan 
grande  era  su  valor  y  esñie^zo ,  tan  sepaiada  su  des- 
treza, conocida  y  aprobada  en  muchas  guerras.  En 
Sevilla  el  rey  don  Alonso  en  una  Solemne  junta  que 
tuvo ,  privó  á  su  hijo  dpa  Sancho  de  la  sucesión  del 
reino  con  palabras  muy  sentidas  y  pavés ,  y  mil  de- 
nuestos y  n^aldiciones  que  descargo  sobre  su  cabeza, 
como  se  pued^  pensar  de  padre  tan.  ofendido.  Pasó 
esto  á  ocno  dias' del  nles  de  noviembre.  El  infante 
don  Sancho  hacia  poco  caso  de  aquellas  maldiciones 
y  saña :  renovó  la  confederaeiiMi  con  el  rey  de  Gra- 
'  nada ,  y  en  la  comarca  de  Córdova,  donde  estaba,  se 
apercebia  para  todo  lo  que  pudiese  suceder  :  la  gente 
de  guerra  para  que  invernasen,  repiarfió  por  aquellos 
lugares. 

CAPITULO  VT.  .     . 

Da'4a  coqjaiicioo  que  biso  J«an  Proekiía  contra  loa 
'    franceáBs  en  SiqíUa. 

BsTE  año  fue 'notaMe*no  solamente  por  et  desatie- 
ro ^e  hicierÓB  al  rev  don  -Alonso ,  y  las  discordias 
de  Castilla ,  sino  itiÁclio  más  por  la  conjuración  muy 
famosa  de  Juan  Procliita.  Este  fue  señor  de  la  i^  de 
Prochita,  que  ca^  junto  á  Sicilia ,  varón  defraude 
ingenio ,  y  que  fue  muy  estihiadov  grande  amigo  del 
rey  Manfredo  :  los  años  pajsados  por  no  ser  maltrata- 
do de  los  franceses^  que  eotonce$tenian  el  mando  y 
buscaban  todas  las  ocasiones  de  descomponer  la  gen- 
.te  poderosa,  ée  recogió  á  Aracon.  Los  reyes  de  Ara- 
gón don  Jaime  y  don  Pecko  iioigaron  de  su  venida 
por  ser  persopa  de  tanto  valor,  por  medio  del  cual 
podrían  cobrar  los  reinos  de  Sicdia  y  f^ápoles ,  que 
pretendían  contra  derecho  les  qultaiV>n.  No  solo  le 
recogieron  con  mucha  alegría  y  muestras  de  amor, 
sino  Te  heredaron  de  mudes  posesiones  con  (¡ue  pu- 
diese sustentar  su  vida ,  paKiculaf  mente  )e  dié  H  rey 
don  Pedro  en  tierra  de  Valencia  á  Lujen ,  v  á  Benizan, 
V  á  Palma.  Los  gjbefinos  oprimidos  por  el  mando  que 
los  franceses  tenían  en  toda  líalla,  gente  feroz  y  sober- 
bia (asi  lo  publicaban  ellos)  comenzaron  á  volver  los 
ojos  á  los  aragoneses,  ca  tenían  espe^anza  que  con 
su  ayuda  podrían  desechar  aquel  pesadísimo  yugo  y 
imperio,  v  ió  halia  en  aquella  sazón  (lo  que  én  el  mas 
mísero  cautiverio  se  puede  esperar )  que  les  vedasen 
el  poder  hablar  libremente :  señorío  insufrible ,  y  que 
se  estendia  ha^ta  hotm,  donde  el  rey  de  Ná|)oles, 

Sueste  allí  en  ¡fu  vicario  ó  teniente  |  tenia  el  gobierno 
e  todo  Qot)  nombré  de  senador. 
'NfcoTáty  ttntttfBte-fUwano  procuraba  con  todas  ve- 
tas librar  a  Boma  de  aquella  sujedlon.  Para  efto  lo 
primero  que  hizo,  fue  declarar  por  un  edictdó  bula 
que  ninguno'  en  nokna  pudiese  ser  senador  mas  que 


por  un  año  :  quitó  otrosí  la  facultad  dé  los  reyes  y  á 
sus  parientes  de  poder  tener  y  ejercitar  aquel  gobier- 
no ó  magistrado.  A  Caries  rey  cíe  Sicilia  le  pnvó  del 
nombre  y  autoridad  de  vicario ,  nombre  de  que  nsabaí 
en  Italia  como  lugarteniente  de  los  emperadores,  cén: 
color  qae  esta  era  la  voluntad  del  emperador  Hodul^ 
fb.  Todo  esto  aunque  iba  encaminado  á  enflaquecer 
ías  fuerzas  del  rey  Carlos,  pero  como  era  conforme  4 
razón  lo  que  se  ordenaba ,  aun  no  se  movían  las  ar- 
mas ni  se  llegaba  á  rompimiento.  Lo  que  algunos* 
autores  defienden ,  ó  poruan ,  que  el  papa  Nicolao  te- 
nia determinado  hacer  de  la  lamilia  y  casa  Ursina  de 
que  él  decenilia ,  dos  reyes  en  Italia,  el  uno  en  Lom- 
bardía  y  el  otro  en  Toscana ,  para  estorbar  á  los  tra- 
montanos la  entrada  de  Italia ,  la  mas  frecuente  fama 
y  casi  el  cómun  consentimiento  de  todos  lo  condena 
como  falso. 

De  cualquier  manera  que  esto  sea,  Carlos  tiudo 
de  la  primera  mujer  casó  con  hija  del  emperador 
Bulduino  desposeído  :  con  esto  trataba  de  volver  ¿ 
aquella  pretensión ,  y  ayudar  con  sus  fuerzas  á  Pbilí- 
po  su  cuñado  para  recobrar  el  imperio  de'Constanti- 
oopla.  Procuraba  para  salir  con  esle  intento  de  ha- 
cerse amigo  de  don  Alonso  rey  de' Castilla.  Para  más 
prendalie  procuró  que  le  diese  su  hija  doña  Violante 
para  casalía  con  el  emperador  Philipo.  Estas  preten- 
siones se  deshicieron  con  las  artes  de  los  aragoneses, 
Laun  expresamente  se  estableció  en  el  CampÜlo,. 
nde  como  dicho  es  los  reyes  se  hablaron ,  que  el 
rey  de  Castilla  no  emparentase  con  franceses.  A  doña 
Beatriz  bija  del  rey  Manfredo,  hermana  de  doña 
Constanza  reina  de  Aragón,  la  tenia  el  rey  Carlos 
presa  sin  querella  en  manera  alguna  poner  eii  su  li- 
bertad, aunque  sobre  ello  había  sido  importunado. 
Esto  se  juntaba  cdn  otras  causas  y  razones  de  discor- 
dias y  enojos. 

Juan  Prochita  con  la  ocasión  destas  disen^ones  y 
desgustos  intentó  de  cobrar  su  patria  y  estado :  fue 
una  y  segunda  vez  á  Gonstantinopla  en  nábito  desco- 
nocido.'Puso  al  emperador  Paleólogo,  que  ya  antes 
tenia  recelo  de  sus  cosas,  en  mayor  sospecha  y  cui- 
dado. Avisóle  que  el  rey  Carlos  de  Ñapóles ,  juntadas 
sus  fuerzas,  con  las  de  Francia ,  tema  una  poderosa 
armada  puesta  en.  orden  para  ir  contra  él :  que  los 
franceses  tenían  sus  fuerzas  enteras :  á  los  griegos 
enflaquecían  los  bandos  que  entre  ellos  andaban ,  de- 
más de  otras  desgracias ,  de  tal  manera  que  no  po- 
dian  resistir  al  poder  de  aquellos  dos  reyes.  «Los  su- 
Dcesos  de  las  guerras  pasadas  (dice)  os  pueden  servir 
»de  aviso.  Séame  lícito  decir  1^  verdad  :  en  vos  no 
»cabe  sobervía ,  y  es  cosa  muy  loable  y  mafinifica  sa^ 
Dberse  el  hombre  gobernar  f  n  el  enojo  y  peíigr'o.  ¿Por 
«ventura  con  estaros  en  vuestra  casa  entorpecido  es- 
Aperareis  que  os  acometan  con  la  guerra ,  y  que  acre- 
Dcentados  con  sus  fuerzas  y  las  de  vuestros  vasaUos, 
«que  andan  desgustados  y  revueltos  (lo  que  me  pone 
«temor  decillo)  os  echen  de  vuestro  estado?  Gran, 
«carga  tenéis  sobre  los  hombros ,  tal  que  si  no  la  re- 
«gis  con  maña ,  os  oprimirá  con  su  peso :  mejor  sería- 
«aae  á  vuestros  enemigos  les  diéseaes  en  qué  enten^ 
«aer  en  sus  casas ,  porque  los  sicilianos  con  lamemo- 
»ria  del  antiguo  gobierno ,  y  por  el  aborrecimiento 
«que  tienen  al  nuevo,  están  oesgustados  de  suerte 
«que  mas  les  falta  cabeza  á  quien  seguir ,  que  deseo  de 
«rebelarse.  No  cesan  de  importunar  á  los  reyes  de  Ara- 
«gon  que  les  den  socorro  y  se  apoderen  de  toda  la  isla. 
«Fuera  destn  el  pontífice  romano  está  muy  desgusta- 
ndo con  los  franceses ;  si  ayudáredes  sus  pretensio- 
«nes  :  sin  duda  con  poco  trabajo  y  costa  ahorrareis 
«de  grandes  tempestades,  y  revolvereis  sobre  ellos  el 
«daño  que  contra  vos  procuran.  Finalmente  os  per- 
«suadia  que  los'franceses  jamás  os  serán  amigos.  El 
«poder  y  fuerzas  que  alcanzan ,  ¿quién  no  lo  sabe?» 

£1  emperador  tenia  por  cierto  era  verdad  todo  lo 
^eProcnitale(lecia;masnoq¡aeria empeñarse  mucho 


feUTOMA  DB  nPAÜA.  429 

en  el  negocio,  ni  del  todo  declararse.  Prometió  que 
él  ayudaría  las  pretensiones  de!  re^r  de  Aragón  con 
dineros  de  secreto  porque  estas  práticas  no  se  enten- 
diesen. Concertado  esto,  el  Prochita  se  volvió  á  Ra- 


lla :  fuese  á  ver  con  el  papa,  que  estaba  en  Roca  So- 
riana  junto  á  Víterbo.  Avisóle  de  todo  lo  qve  pasaba, 
y  con  tanto  dio  la  vuelta  á  Sicilia  á  tratar  ^on  los 
principales  de  la  isla  que  se  rebelasen.  Fue  el  des- 
cuido ó  segundad  de  los  franceses  tal  y  el  silencio  de 
los  coniurados ,.  que  jamás  se  entendió  cosa  alguna. 
Falleció  en  esta  sazón  el  pepa  Nicolao :  por  su  muer- 
te fue  puesto  en  su  logar  11  artin  Cuarto  natural  de 
Turón  de  Francia;  que  favorecía  el  partido  del  rey 
Carlos  de  tal  manera  que  á  contemplación  suya  áé- 
claró  por  descomulgado  al  emperador  gríego ,  como  á 
scismático ,  y  que  no  quería  obedecer  a  la  i^esia 
Romana. 

El  rey  de  Aragón  envió  al  nuevo  sumo  pontfflce 
por  su  embajador  un  varón  en  aquel  tiempo  muy  se- 
ñalado y  de  gran  prudencia ,  llamado  Hugo  Metapla- 
ñapara  que  procurase  entender  sus  intentos ^  ciado 
que  la  voz  era  para  hacer  canonizar  á  fray  Raimundo 
de  Peñafuerte.  £1  pontfflce  noouiso  otorgar  con  esta 
demanda  :  decía  que  no  se  deoia  conceder  cosa  al- 
guna'á  quien  rehusaba  de  pagar  el  tributo  que  debía 
a  la  iglesia  Romana ;  antes  revocó  la  concesión  que 
de  los  diezmos  eclesiásticos  hicieron  sus  antecesores 
al  rey  don  Jaime  su  padre.  Lo  que  pudiera  atemori- 
zar al  aragopés,  le  encendió  mas  para  aprestar  la 
jornada ,  porque  si  se  detenia ,  no  sucediese  alguna 
cosaque  fa  estorbase :  apercibió  una  grande  ornada 
en  las  costas  de  Aragón  con  voz  de  pasar  en  África, 
en  que  dos  hijos  del  rey  dé  Túnez  despojado  por  Con- 
rado Lanza,  cerno  arriba  se  tocó  oe  aquel  reino, 
competían  entre  sí  sobre  el  señorío  de  Constantína  y 
Bugia ,  ciudades  que  quedaron  en  poder  de  su  pa- 
dre. Esta  er^  la  rama :  el  mayor  y  mas  verdadero 
cuidado  de  acudir  á  lo  de  Siciha.  El  pontífice  envió 
á  saber  por  sus  embajadores  la  caus2(  de  aque^  apara- 
to; y  como  no  cesasen  de  preguntar  lo  que  les  era 
mandado^  el  rey  encendido  en  cólera  les  respondió : 
«QuemOTia  yo  mi  camisa  si  pensase  era  sabidora  de 
mis  puridaoes/»  La  misma  respuesta  dió  al  rerv  de 
Francia ,  aue  á  entrambos  tenían  puestos  en  cuidado 
las  cosas  del  rey  Carlos,  tanto  mas  que  sabían  muy 
bien  la  enemiga  que  los  aragoneses  tenían  contra  él. 

£1  emperador  ¿ríego;  según  que  lo  tenían  pronye- 
tido ,  acudió  con  ouena  suma  de  dinero.  La  conjura- 
ción de  los  sicilianos  se  vino  á  ejecutar  en  el  mas 
santo  tiempo  de  todo  el  año  (que  parecía  gran  mal- 
dad) es  á  saber  el  tercero  día  de  la  P  iscua  de  Resur- 
rección que  fue  á  treinta  y  un  días  del  mes  de  marzo, 
cuando  ix)r  todas  partes  se  hacían  juegos  y  alegiias, 
muestras  mas  de  seguridad  y  contento  que  de  temer 
y  matanza.  AI  mismo  tiempo  y  hora  que  al  sonde  las 
campanas  después  de  comer  llamaban  los  pueblos  á 
vísperas ,  se  ejecutó  la  matanza  de  los  franceses  (que 
bien  descuidados  estaban)  en  toda  la  isla  en  un  mo- 
mento :  de  oUe  vino  el  proverbio  de  las  Vísperas  Sici- 
lianas. Apoaeráronse  otrosf  los  sicilianos  de  toda  la 
armada  que  en  I09  puertos  de  Sicilia  tenían  apresta- 
da contra  el  emperador  griego;  ya  declarado  por 
enemigo  por  el  papa  Nicolao  Cuarto.  Desta  manera 

Sasó  este  hecho ,  seaun  que  lo  divulgó  la  fama,  y  lo 
ciaron  escrito  mocnos  autores. 
Otros  afirman  que  este  estrago  tuvo  principio  en 
Palemio ,  donde  como  la  gente  en  aquel  día  señalado 
fuese  á  visitar  la  iglesia  de  Sancti  Spíritus  que  está 
en  Monreal  una  l^gua  distante ,  un  cierto  francés  lla- 
mado Droqueto  ouiso  con  soltura  cafar  á  una  mujer 
para  ver  si  llevaba  armas.  Aquel  desaguisado  tomó 
por  ocasión  el  pueblo  para  levantarse,  fin. el  campo, 
en  la  ciudad  y  en  el  castillo  se  hizo  gran  matanza  de 
franceses  sin  tener  respeto  á  mujeres ,  niños  ni  vie- 
jos f  con  tan  grande  furía  y  deseo  de  satisfacer  su 


430 


BIBLIOTECA  DE  GASPAB  T  BOIB. 


gaña,  que  aun  las  mujeres  que  entendían  estar  pre- 
ñadas de  lc5  franceses ,  porque  dellos  no  quedase 
rastro  alguno  las  pasaban  a  cuchillo.  La  misma  ciu- 
dad de  Palermo  fue  saqueada  como  si  fuera  de  ene- 
migos :  que  el  pueblo  alborotado  no  tiene  término  ni 
orden;  y  cualquier  grande  hazaña  casi  es  forzoso 
vaya  mezclada  con  muchos  agravios  y  sin  razones. 
Las  demás  ciudades  y  pueblos  en  muchas  partes  con 
el  ejemplo  de  los  panormitanos  acudieron  asimismo 
¿  las  armas ;  solo  Mecina  por  algún  tiempo  estuvo  so- 
segada á  causa  de  hallarse  presente  Herberto  Aurelia- 
nense ,  gobernador  de  toda  la  isla  por  los  franceses  : 
miedo  y  respeto  que.no  fue  bastante  ni  duró  mucho 
tiempo ,  antes  en  breve  los  mecineses  á  ejemplo  de 
las  otras  ciudades ,  tomadas  las  armas,  echaron  fuera 
la  guarnición  de  los  soldados  y  al  mismo  gobernador. 
Solo  Guillen  Porceleto  provenz-ü  de  nación ;  y  que 
tenia  el  oobierno  de  Calatafimia ,  en  lo  nms  recio  del 
alboroto  le  dejaron  ir  Pibremente ,  porque  la  opinión 
de  su  bondad  y  modestia  le  amparó  para  que  no  se  le 
hiciese  algún  agravio.  Este  fue  el  suceso  y  la  manera 
de  la  conjuración  de  Juan  Prochita,  mas  famosa  que 

loable. 

Los  sicilianos,  amansado  aquel  primer  ímpetu, 
puesto  que  entendían  el  peligro  en  que  quedaban ,  y 
que  algunos  ^e  comenzaban  a  arrepentir  de  lo  hecho, 
todavía  determinados  de  antes  morir  que  tornar  á 
poder  de  los  franceses ,  acordaron  de  acudir  de  nue- 
vo al  rey  de  Aragón  para  pedille  los  ayudase.  A  la  sa- 
zón que  esto  pasaba  en  Sicilia ,  estaba  él  en  Tortosa 
con  su  armada  aprestada.  Pensaba  antes  que  llegase 
la  nueva  de  Sicifia,  de  pasar  en  África.  Hízolo  así. 
Dendc  robadas  y  destruidas  todas  aquellas  marinas, 
volvió  repentinamente  las  velas ,  y  mudado  el  cami- 
no ,  llegó  a  Córcega.  Alli  tuvo  aviso  de  todo  lo  suce- 
dido en  Sicilia ,  y  que  el  rey  Carlos  á  gran  priesa  era 
partido  de  Toscana  y  con  gente  de  guerra  que  junta- 
ra de  todas  partes  tenia  puesto  sitio  sobre  Mecina  tan 
apretado  que  de  muchos  años  á  aquella  parte  no  se 
dió  á  ciudad  ninguna  batería  mas  recia  ni  mas  brava. 
Todos  hacían  el  postrer  esfuerzo  :  los  franceses  ar- 
dían en  deseo  de  vengarse  y  con  la  sangre  de  los  sici- 
lianos pretendían  hacer  las  exequias  de  sus  ciudada- 
nos y  amigos  muertos;  los  cercados  por  entender 
esto  se  ilefendian  valerosamente  con  tanto  corage, 
que  hasta  las  mujeres ,  niños  y  viejos  acudían  á  todas 
partes,  no  esquivaban  ni  trabajo  ni  peligro. 

A  esta  sazón  llegó  el  rey  de  Aragón  á  Palermo  :  en 
aquella  ciudad  se  coronó ,  y  fue  de  todos  saludado  por 
rey ,  que  era  meter  nuevas  prendas  :  acrecentó  su 
armada  con  las  naves  que  los  sicilianos  tomaron  al 
principio  deste  alboroto,  y  las  tenían  apercebídas 
para  ir  contra  los  griegos.  Los  cercados  con  la  espe- 
ranza del  socorro  que  les  venía  á  buen  tiempo,  co- 
braron mayor  ánimo ,  tanto  que  el  rey  Carlos  fue  for- 
zado de  alzar  el  ce^co  de  Mecina ,  y  con  tristeza  y 
vergüenza ,  pasado  el  Faro ,  dar  la  vuelta  á  Italia.  Fue 
este  para  los  aragoneses  un  principio  de  grandes 
desabrimientos ,  y  de  gloria  y  honra  no  menor.  En- 
viáronse los  reyes  carta  s  llenas  de  saña  y  denuestos 
con  que  mas  se  irritaron  las  voluntades ,  nasta  llegar 
á  declararse  la  guerra  por  ambas  las  parte».  El  ar^- 

{ jones  esperaba  nuevo  ejército  España ,  de  el  rey  Car- 
os de  la  Proenza  y  de  Marsella :  todo  les  era  á  los 
.  aragoneses  llano  en  Sicilia,  á  los  franceses  dificulto- 
so. Los  reales  destos  puestos  junto  al  estrecho  de 
Mecina  á  la  vista  de  Sicilia  :  los  soldados  aragoneses 
repartidos  en  muchas  partes  y  enviados  alas  ciudades 
para  mas  asegurallas  y  defendellas :  el  rey  don  Pedro 
con  recelo  de  perder  lo  adquirido  por  ser  el  enemigo 
tan  poderoso  y  los  socorros  que  él  esperaba  muy  le- 
jos ,  acordó  de  valerse  de  ardid  y  maña. 

Era  el  rey  (^¡drlos  muy  valiente  por  su  persona,  de 
grandes  fuerzas  v  destreza ,  de  que  él  mucho  se  pre- 
ciaba, Envióh  ef  de  Aragón  á  desaliar  con  un  rey  de 


armas  :  que  sí  confíaba  en  sus  fuerzas  y  valor ,  salie- 
se á  hacer  campo  con  él :  perdonasen  á  tantos  ino- 
centes como  de  fuerza  morirían  en  aquella  demanda: 
que  por  quien  quedase  el  campo .  fuese  señor  de  todo 
lo  demás;  y  cesaría  la  causa  de  la  guerra  que  tenían 
entre  manos.  Así  lo  cuentan  los  historiadores  fran- 
ceses. Los  aragoneses  al  contrarío  afirman  que  pri- 
mero fue  desaliado  el  rey  don  Pedro  del  francés,  y  oue 
el  mensajero  fue  Simón  Leontino  de  la  orden  ae  i« 

Predicadores  :  lo  que  se  sabe  de  cierto  es  que  acepta- 
0  el  riepto ,  se  concertaron  que  peleasen  los  dos  re- 
yes con  cada  cien  caballeros.  Altercóse  sobre  señalar 
la  parte  en  oue  se  haría  el  campo ,  al  Gn  se  escogió 
Bordea  ux  cabeza  de  la  provincia  de  Guien  a  en  Fran- 
cía,  que  pareció  á  propósito  por  estar  entonces  en 
poder  de  Eduardo  rey  de  Ingalaterra :  señalóse  el  dii 
de  la  pelea  ,  y  juraron  las  condiciones  de  una  parte 
y  otra. 

El  padre  santo  como  supiese  todas  estas  cosas,  y 
lo  que  en  Sicilia  pasaba ,  amonestó  al  rey  de  Aragón 
dejase  aquella  empresa  :  que  no  perturbase  la  paz 
pública  con  desenfrenada  ambición.  Finalmente  por- 
que no  quiso  obedecer ,  á  los  nueve  dias  del  mes  de 
noviembre  le  declaró  por  descomulgado :  en  Montfr- 
Gascón  se  pronunció  la  sentencia.  Al  rey  de  Ingala- 
terra le  envió  á  mandar  con  palabras  muy  graves  que 
no  diese  campo  á  los  reyes  ni  lugar  para  pelear  en  sn 
tierra.  No  aprovechó  esta  diligencia.  ,La  reina  doña 
Constanza  por  mandado  de  su  marido  se  fué  á  Sicilia 
por  ser  la  señora  natural,  y  porque  con  la  ausencia 
del  rey  no  se  mudasen  los  sicilianos.  Llegó  á  Mecina 
á  veinte  y  dos  días  del  mes  de  abril  del  año  del  Señor 
de  1283.  Acompañóla  don  Jaime  su  hijo,  á  quien  el 
padre  pensaba  dar  el  reino  de  Sicilia.  Los  reyes  se 
aprestiiban  para  su  desaGo.  El  rey  Carlos  pasó  en 
t  rancia ,  do  tenia  cierta  la  ayuda  y  favor  de  su  gente 
y  las  voluntades  afícionadas!  El  rey  don  Pedro  con  sa 
armiida  pasó  en  España. 

A  primero  de  junio  que  era  el  día  aplazado  para  la 
batalla,  el  rey  don  Carlos  con  el  escuadrón  de  sos 
caballeros  se  presentó  en  Bnrdeaux.  El  rey  don  Pedro 
no  pareció.  Los  escritores  franceses  atribuyen  este 
heclio  á  cobardía ;  y  que  quisieron  engañar  los  áni- 
mos sencillos  de  los  franceses  con  aquella  mu^^ji^tra 
de  honra  que  les  ofrecieron,  como  quier  que  el  rey 
de  Aragón  en  aquel  medio  tiempo  pretendiese  forta- 
lecerse,  juntar  armas  y  gente.  Nuestros  historiadores 
le  escusan :  dicen  que  fue  avisado  el  rey  don  Pedro  del 
gobernador  de  Bordeaux  se  guardase  de  las  asechan- 
zas de  los  franceses  :  que  le  tenían  armada  una  zala- 
garda, y  que  el  rey  de  Francia  venia  con  grande 
ejército;  por  ende  luciese  cuenta  que  los  cien  caba- 
lleros aragoneses  habían  de  combatir  contra  todo  el 
poder  de  rrancia.  A  la  verdad  los  fran«:eses  mas  cer- 
cano tpnian  el  socorro  que  los  aragoneses.  Con  este 
aviso  dicen  que  el  rey  de  Aragón  entregó  al  goberna- 
dor de  Bordeaux  el  yelmo,  el  escudo,  la  lanza  y  la 
espada  de  su  mano  á  la  suya  en  señal  que  era  venido 
al  tiempo  señalado;  y  por  la  po3ta  se  libró  de  aquel 
peligro ,  y  se  pasó  á  Vizcaya ,  que  cae  cerca.  Dejó  por 
lo  menos  materia  á  niuclios  discursos ,  opiniones  y 
dichos:  ocasión  y  aparejo  para  nuevas  guerras  y 
largas. 

CAPITULO  vn. 

De  la  moerte  de  ám  Alonso  rey  de  Castllk. 

Llego  que  el  rey  de  Aragón  volvió  i  su  tierra, 
trató  en  un  mismo  tiempo  de  efectuar  dos  cosas  :  \i 
una  era  echar  á  don  Juan  Nuñez  de  Lara  de  Alb^rra- 
cin ,  á  causa  que  por  la  fortaleza  de  amiella  ciuilad 
muchas  veces  corría  libremente  las  rrontcras  de 
Aragón ;  la  otra,  apaciguar  los  señores  aragoneses  y 
catalanes  que  en  tiempo  tan  trabajoso ,  en  que  tenían 
entre  manos  tantas  guerras  con  los  forasteros,  y  tan 


■MlTOitak  DK  n^hBk. 


43  r 


fiNn  de  sano  anilRteB  albototadoa.  Quejábense  ]  dar  la  muerte  á  los  jueces  7  comisarios  de!  papa,  si 
que  etMí  maltratados  del  rey,  casi  como  si  fueran    los  liobiese  ú  las  manos  ({).  Todo  esto  y  el  escrúpulo 


esclavos  :  que  no  se  tenia  cuenta  con  las  leyes ,  an- 
tes les  quebrantaban  todos  sus  fueros  y  libertad, 
fiaaimciite  aue  loa  desaforaba.  No  faltaban  entre  ellos 
lencas  sueltas  para  alborotar  los  pueblos  socoloi'  de 
defender  la  Hbertad*do  la  patria.  Para  acudirá  estas 
reToeitas  se  juntaron  corles  primero  en  Tarazona, 
después  en  Zaragoza ,  y  últimamente  en  Barcelona  : 
ofreció  el  rey  de  enmendar  lus  dafíos  y  desórdenes 
pasados,  y.ospedír  en  este  razón  nuevas  provisiones; 
con  que  hi  gente  se  apacícud.  Fuéronics  muy  agra- 
dables aqueHoa  halagos  y  blandura ,  si  bien  sospecha- 
ban que  otro  tenia  en  el  pectio,  y  que  no  procedían 
tanto  de  voluntad  cuanto  del  aprieto  en  que  el  rey  se 
hallaba. 

La  guerra  con  los  franceses,  que  era  de  tanta^ 
importancia ,  le  tenia  puesto  en  cuidado ;  y  el  .re*« 
celo  que  si  se  ocirpaua  en  las  cosas  de  Italia  y 
Sicilia ,  no  se  alborotasen  en  Aragón  sus  vasaltpS| 
le  hizo  ablandar.  Demás  desto  la  üeseomunion  que 
contra  él  fulminó  el  papa ,  como  poco  antes  s^  dijo, 
le  tenia  muy  congojado ;  y  mas  en  particular  una' 
nueva  sentencia  que  en  veinte  y  una  del  raes  de 
marzo  pronunció  en  Uvitavieja,  en  que  como  iif'' 
«ibediente  á  sus  mandamientos  le  privaba  de  los  Rei- 
nos de  su  padre ,  y  daba  la  conquista  dellos  i  Car- 
los de  Yaioes  hijo  menor  del  rey  dé  Francia :  rigor 
que  á  muchos  pareció  demrrsiado ,  y  que  no  era 
bastante  causa  para  esto  liaborsc  apoderado  de' Si- 
cilia y  pues  los  mismos  sicilianos  puestos  en  jaquel 
¡ipríeto  le  llamaron  y  convidaron  con  aquel  reino 
para  que  los  ayudase ;  demás  que  le  pertenecía-  el 
derecho  del  rey  Manfredo ,  ultra  de  la  voluhUd  y 
consentimiento  que  tenia  por  su  parte  del  poiBrice 
Nicolao  Tercero  que  se  allegaba  á  lo  demás,      f 

Si  los  negocios  de  Aragón  andaban  apretados,  en. 
Castilla  no  tcnian  mejor  término  por  las  alteracio- 
nes que  prevalecían  entre  el  rey  don  Alonso  y  su 
lujo.  La  mayor  parte  seguia  á  don  San^ho^tdon 
Alonso  por  verse  desajnparado  de  los  suyos  ácudia 
á  socorros  estraños  :  segunda  vez  hizo  v^ir  al  rey 
de  Marruecos  en  España ,  si  bien  porque  la  sonada 
no  fuese  tan  mala,  dio  á  ^qtonder  que  era  con- 
tra el  rey  de  Granada  que  favorecía  a  sus  contra- 
rios y  tenia  hecha  liga  con  don  Sancho.  Esta  em- 
presa no  fue  do  efecto  memorable  á  causa  qiie  los 
africanos  hallaron  á  los  contrarios  mas  apercibidos 
de  lo  que  pensaban ;  y  el  rey  de  Granada  con  te- 
ner puesta  guarnición  en  sus*  ciudades  y  plazas 
huía  de  encontrarse  con  el  enemigo  y  y  no  quería 
poneilo  todo  al  trance  de  una  batalla  :  con  tanto  el 
ele  Marruecos  dio  la  vuelta  para  África.  El  rey  don 
Alonso  ya  que  esta  traza  no  le  salió  como  pensa- 
ba, acudió  á  otra  diferente  :  solid^  al  iraueés 
para  qne  le  acudiese  contra  su  hijo ,  demás  desto 
procoré  ayudarse  de  h  sombra  de  reltgioiry^cnsA 
tiandad  :  fue  asi  que  por  sus  embajadores  acusó 
á  don  Sancho  delante  el  |>ontiGce  Martino-'Guarto 
de  impío,  desobediente  7  ingrato;  y  que  en  vida 
de  su  padre  le  usurpaba  toda  la  autoridad  real  $in 

Suerer  esperar  hs  pocos  años  que  le  podían  que- 
ar  de  vida  por  su  mucha  amoicion  y  deseo  de 
reinar. 

Dio  ofdtw  el  pontifíce  á  éstas  quejas.  Espidió  su 
bula  en  que  descomulgó  todos  aquellos' que  contra  el 
rey  don  Alonso  siguiesen  á  su  hijo  don  Sancho.  Nom- 
bró jueces  sobre  el  caso ,  los-  cuales  en  todas  las  ciu- 
dades y  villas  que  le  seguían,  pusieron  entredicho 
como  se  acostumbra. entre  los  cristianos :  de  suerte 
que  en  un  mismo  tiempo,  aunque  no  por  una  misma 
causa,  en  Aragón  y  Castilla  esliivn  puesto  entredicho 
y  tuvieron  los  templos  cerrados  ;  cosa  que  dio  gran 
pesndimibre  á  los  naturales ,  y  todavía  se  pasó  en  esto 
adelante  «m  embargo  que  don  Sancho  amenazaba  de 


y  miedo  de  las  censuras  fue  causa  que  muchos  se 
apartaron  de  don  Sancho;  entre  los  primeros  sus 
hermanos  los  infantes  don  Podro  y  don  Juan  confor- 
me á  la  inclinación  natural  comenzaron  á  condolerse 
de  su  padre.  Entendió  esto  don  Sanchos  entretuvo 
á  don  redro  con  promesa  de  dalle  el  reino  de  Murcia: 
don  Juan  dado  que  dio  muestras  de  estar  mudado  de 
voluntad ,  de  secreto  se  bartió ,  y  por  el  reino  de  Por- 
tugal se  fué  á  Seülla  do  su  paare  estaba.  Muchos 
fiueblos  arrepentidos  de  la  poca  lealtad  que  á  su  rey 
uvieron ,  buscaban  manera  para  alcanzar  perdón,  y 
salir  de  la  descomunión  en  que  los  enlajaron ;  y  lue- 

Í;o  ^e  lo  alcanzaron ,  se  le  rindieron  con  todas  sus 
laciendas.  En  este  número  fueron  Agreda  y  Treviño; 
y  muchos  caballeros  principales  como  don  Juan  Nu- 
ncz  do  Lara  y  don  Juan  Alonso  de  Haro,  y  el  infante 
dan  Die^o  se  juntaron  con  el  campo  de  Phillpo  rey 
de  Fruncía  que  venia  en  ayuda  del  rey  don  Alonso,  y 
pon  él  entraron  por  tierras  de  Castilla ,  robaron  y  ta- 
laron^ los  campos  hasL'i  Toledo  sin  hallar  resistencia. 
.  Tenia  el  rey  Philipo  un  hijo  llamado  también  Phi- 
llpo ,  por  sobrenombre  el  Hermoso,  que  este  presen- 
te ajo.( otros  dicen  el  siguiente)  casó  con  la  reina  de 
NuVárra  duna  Juana ,  y  por  este  casamiento  en  dote 
hoiio  aquel  reino.  Este  príncipe  conforme  al  desorde- 
nado'apetito  de  los  hombres  comenzó  á  alegar  el  de- 
recho do  los  reyes  sus  antecesores,  y  por  él  preten- 
día ensanchar  los  términos  de  aquel  nuevo  reino, 
para  el  cual  intento  no  poco  ayudaban  las  discordias 
de  los  nuestros.  Don  Sancho,  cuánto  le  era  concedido 
en  tantas  revueltas  y  avenidas  de  cosas,  acudía  á 
todas  partes  con  diligencia :  sosegó  la  ciudad  de  Toro 
que  se  le  quería  reoelar ,  saltó  al  encuentro  á  don 
Juan  Nuñez  de  Lara  que  con  su  gente  y  un  escuadrón 
de  navarros  destruía  los  campos  de  Calahorra ,  Osma 
y  Sigüenza  y  sus  distritos  :  hízole  retirar  á  Albarra- 
cin  mas  que  de  paso.  Después  desto  por  embajadores 
aue  en  esta  razón  se  enviaron ,  se  acordó  que  el  pa- 
dre y  el  hijo  se  viesen  y  hablasen  con  seguridad  que 
se  dieron  qe  ambas  partes. 

Con  esbi  resolución  el  rey  don  Alonso  fue  á  Cons- 
tantina,  don  Sancho  á  Guadalcaná.  Grande  era  la 
esperiunza  que  todos  tenían  que  por  medio  desta  ha- 
bla se  podría  todo  apaciguar ,  ca  muchas  veces  des- 
pués (le  las  injurias  so  suelen  con  el  buen  término 
soldar  las  quiebras  y  agravios.  Ayudaba  para  esto  que 
don  Sancho  fuera  de  usurpar  el  reino ,  en  lo  demás 
se  mostraba  muy  (^rtés ,  y  iiablaba  con  mucho  respe- 
to de  su  padre  sin  jamás  usar  de  denuestos  ó  desacatos. 
Lo  que  se  enderezaba  salqditblemente  á  bien ,  lo  es- 
torbaron v  desbarataron  personas  muy  familiares  de 
dofl  Saifcho,  que  téhiañ  mala  voluntad  á  su  padre. 
Pusiéronle  muchas  sospechas  delante  para  que  no  se 
fiase  ni^aseffurase.  La  verdad  ^ra  que  de  las  discor- 
dias tie  los  reyes  y  trabajo  de  la  república  muchos 
pretendían  sacar  para  si  provecho ;  que  fue  causa 
que  sin  verse  ni  hablarse  se  partieron  el  rey  don 
Alonso  para  Sevilla,  y  don  Sancho  paca  Salamanca, 
si  l^ien  de  cons^ntimiento  d^  añinos  doña  BeatriZ' . 
reina  de  Portugal  viuda  á  la  sa^on ,  y  dona  Maria  mu^ :  > 
jerde  don  Sancho  en  Toro,  pn  que áhi  sazón  parió  1 
una  hija  qiie  se  llamó  doua  Isabel,  se  juntaron  con  • 
intento  de  componer  estas  diJCcrencias :  pusieron  todo  •» 
su  esfuerzo  en  ello,  mas>no  pujieron  efectuar  coaa-  . 
alguna ,  antes  cada  día  se  enconaban  mas  los  odios  y 
enemistades ,  y  se  aumentaba  eJ  afán  y  miseria  del 
reino 

(t)  Es  earifso  que porqne  el  papá  Mtrtia  dsscomul^ba 
en  IM  reidOB  ée  Caitília  y  Leen ,  y.  poaia  eatredleho  st  no 
obedeciaa^al  ray  doaAlaoso,  el  IvanledoafianelieMrtMkse 
matar  al  qoe  tiajaseéitasoariaa^  t^tUaio  al  papá  filva, 
6  para  el  primer  coacilioqiis.aa  tuviftat  ó'fWt  daHiitada  . 
Dios ,. del  agravio  qne  le  blda  á  su  tierra.^ 


4» 

En  este  ntado  se  hallalan  I»  cosas  cuando  al  rey  ' 
.  <ton  Alonso  poco  después  ^esto  sobrevino  la  iDuerte,  | 
que  fue  algún  nlirio  de  Uú  grandes  males.  Falleció  . 
en  Sevilla  dn  enfennedad,  recebidosloaMiitos  sacra-  i 
■nenias  de  la  peRÍtencía  y  Eucaristía  como  ss  acos- 
tumbra ,  quién  dice  é  cinco,  quién  á  veinte  y  un 
diasdelmesde  abril,  ú  lómenos  Tue  el  año  1284.  Por 
■a  testamento,  que  otnrgó  el  mes  de  noviembre 
prúiimo  pasado ,  nombró  por  heredero  del  reino ,  pri- 
mera á  don  Alonse  7  Inego  á  don  Femando  sus  nie- 


í  Pliilipo  rey  de  Francia ,  ca  traía  origen  de  los  anti- 

5U0S  reyes  de  CasUna  como  nieto  que  era  de  ia  reina 
oña  Branca ,  j  bisnieto  del  rey  don  Alonso  el  de  iai 


Navas.  Dé  sus  hijoa  y  Iiermanos  no  hma  meneioa 
alguna  por  odio  de  don  Sandio ;  antes  por  aquel  tes- 
tamento pretendía  mover  contra  él  las  fnerau  da 
Francia.  Verdad  es  que  u  la  hora  de  su  ravette  i 
instancia  de  su  liijo  el  inraote  don  Juan  le  mandó* 
á  Sevilla  y  á  Badajoz ,  y  al  infante  don  Diego  el  rci* 
no  de  Murcia ,  á  ambos  con  nombra  de  reyes ,  pero 
como  á  fendatarios  y  movientes  de  loa  reyes  de  tts- 
tilla. 

Su  corazón  mandó  se  enteirase-en  el  moote  Cal- 
vario movido  de  li|  santidad  de  aquel  iunr,  su  cuer- 
po en  Sevilla  ú  en  Murcia  :  no  se  cuoqiliá  su  volun- 
tad enteramente :  el  corsEon  t  entniai  están  en 
Murcia  junto  al  altar  mayor  de  la  iglesia  catedral ,  el 


Serilcn  i»  ilvBM  X,  «I  StbtL 


ewrpoMtá  ed (ando  en  ScTlUa  cerca  del  túmulo  de 
m  padre  y  madre.  El  sepulcro  y  lucillo  no  es  muy 
rico,  u  en  necestfio  pcñ^e  su  vida  (si  bien  tuvo 
bí(aa)ylascousqiM  por  él  pasaron ,  merecían  que 
la  memoria  durase  y  su  nombre  fuese  inmortal. 
Grande  J  prudentísimo  rer,  >i  hubiera  aprendido  & 
saber  pan  st  ¡  y  dlchow ,  u  en  su  postrimería  no  fuc- 
n  aqueiado  de  tantos  trabajos ,  y  no  hobiera  aman- 
cillsdo  las  doleí  escetentes  de  su  Animo  y  cuerpo  con 
la  Bvaricii  y  senridad  estraordinarii  de  que  usó.  El 
fue  et  primero  de  loi  nyes  da  España  que  mandóque 
1 .     ._. 'itosT  innrumenUM  tiK 


-  , .niai  f  coDintot  y  1 

doa  se  ceUnien  m  nngm  espanoli ,  con  deseo  qne 
aqwlh laogii qoa  flngrof«n,sepaIieseyenrique- 


ciesc :  con  ct  misifio  intento  bizo  que  los  samdot 
libros  de  la  Biblia  setradujesen  en  lengua  caslelluu. 
Asi  desde  aquel  tiempo  Se  dejó  de  usar  la  lengua  la- 
tina en  las  provisiones  y  privilegioa  reaJea  y  en  k< 
públicos  instrumentos,  como  antes  se  soba  uun 
ocasión  de  una  profunda  ignorancia  de  letras  que  s> 
apoderó  de  nuestra  gente  y  nación ,  asi  bien  ecwtü>- 
licoEcomo  seglareE. 

C.U>1TÜ1,0  VIII. 
De  ka  prÉBcipiot  det  rey  il«n  SanAe. 

Pon  la  mticrte  del  rey  don  Alonso,  si  bien  el  dere- 
cho de  su  liíjodooSaiKliaeradiukúoiSKiMBlradi- 


nntDitiA  DF.  ESPA.vA. 


cirm sucedió  en  et  reino  ;  esUdos  dg  in  padre.  Estaba 
i  la  laion  en  Avila  apenaa  convalecido  de  una  dolen- 
riaqQe  piKO  antes  tuvo ea  Salamanca,  tac  peli|;rasa 

((ua  cali  le  dcsauücUroa  los  rai^JJcoa.  Hacho  le  hizo 
al  cato  la  edad  entera  para  que  el  cuerno  con  nie- 
dicJDas  saludables  ss  ulentase.  Tomó  eí  nombre  de 
lej,  de  qne  basta  entonces  se  liabia  abstenido  por 
reipeto  y  reverencia  de  so  padre.  El  sobrenombre  de 
Fuerte ,  que  le  dieron ,  le  ganú  por  la  grandeza  de  su 
ánimo  y  sus  bniañes  hasta  entonces  mas  dichosas 
qu«  lionrosas,  y  es  íei  que  por  la  mayor  parte  los 
ututos  magollicos  mas  se  Rraiijean  por  favor  de  ta 
forlQUa  que  por  virtud  ;  lo  lionra  verdadera  no  con- 
sisteenelresplandordo  los  nombres  y  apellidos,  sinii 
ta  la  equidad ,  inocencia  y  modestia.  Era  sin  duda 
osado ,  dieslm  ,  astuto ,  y  de  industria  singular  en 
fuilqnier  casa  i  que  se  aplicase.  Reind  por  espacio 
de  once  sños  y  algunos  dias.  Su  memoria  quedi) 
amancillada  por  la  manera  como  trató  á  su  padre; 
cnanto  á  io  demás  se  puede  contar  en  el  núm-tro  de 
li»  bacnos  príncipes.  ¥^\  reino  que  coa  malas  maüaa 
adquirió ,  le  mantuvo  y  gobernó  con  buenas  artes. 
En  Avila  hizo  las  honras  de  su  padre  magnífica  y 
suntuosa  mea  te. 

En  Toledo  tomó  las  insignias  y  ornamentos  reales, 
madadoellutoen  púrpura  y  manto  real.  Los  caballe- 
ros principales  del  nando  contraria  vearan  A  porfía  í 
saludar  al  nuevo  rey ,  muestra  de  querer  recompensar 
los  disgustos  pasadas  con  mayores  servicios  y  lealtad; 
cuanto  mas  nngido  era  lo  que  hacían  algunos ,  tanto 
mostraban  mas  alegría  y  contento  en  el  rostro  y  ta- 
lante .  que  suele  muchas  veces  engañar.  l>on  Sancho 
coa  una  profunda  disimulación  pasaba  por  todo  si 
bien  tenia  propósito  de  derramar  la  ira  concebvla  en 
su  inimo ,  y  vengarse  luego  que  hobiene  asegurado 
sa  reino.  Los  pueblos,  loj  grandes  ,  toda  la  gente  de 
guerra  le  juraron  por  rey ;  y  doria  Isabel  hija  del  nue- 
vo rey,  de  edad  do  dos  años ,  fue  declaraau  y  jurada 
por  heredera  del  reino  de  consentimiento  ae  todos 
(os  estados,  caso  que  su  padre  no  tuviese  biio  varón 
Esta  prevención  se  enderezaba  contra  los  Lerdas  de 
quien  alqunns  decían  públicti mente,  y  muchos  eran 
desLe  parecer,  que  se  les  hacia  notable  injuria  y  agrá 
vio  en  deapojallos  del  reino  de  su  abuelo  :  muchos,  si- 
bicn  en  lo  público  callaban,  de  secreto  estaban  por 
ellos. 

El  mayor  cuidado  que  tenia  don  Sancho  ,  era  de 
granjear  con  nuevos  regalos  y  buenas  obras  al  rey  de 
Aragón  ,  en  cuyo  poder  los  infantes  quedaron;  y  ala 
saxon  Iratabadeirácercary  apodemnede  Atbarra- 
cln  ,  no  pudiendn  va  llevaren  paciencia  los  disgustos 
que  cada  día  lo  dsba  don  Juan  de  Lara ,  confiado  en 
la  rortale7ji  del  silio  y  en  el  socorro  que  tenia  cierto 
de  los  navarros.  Era  este  RaJ>allero  muy  diestro,  bien 
hablado ,  de  grande  malla  para  sembrar  enviaias  y 
rencores  entre  los  reyes  ,  poderoso  en  revolver  la 
^nte ,  y  que  acostumbraba  vivir  de  rapiña  y  cabal- 
gadas, conque  teniu  trabajadas  las  fronteras  de  Cas- 
tilla y  Aragón.  Esta  convidó  al  nuevo  rey  don  Sancho, 
ya  que  él  nn  podia  ir  en  persona  por  estar  ocupado 
con  l(>s  cnidados  del  nuevo  reino,  á  enviar  un  buen 
escaadron  en  ayuda  del  rey  de  Aragón  y  contra  el 
común  enemigo.  Hecho  eslo  ,  él  se  dio  priesa  á  ir  á 
Sevilla  á  ctiusí  que  su  hermano  don  Juan  procuraba 
apoderarse  de  aquella  ciudad  conforme  á  lo  qne  su 
padre  dejó  mandado  en  su  testamento.  Tenia  el  ln~ 
fanle  sus  valedores  y  aliados  :  los  ciudadanos  no  ve- 
nian  en  ello,  y  claramente  decían  que  aquella  cláu' 
suta  del  testamento  del  rey  doa  Alonso  en  ninguna 
manera  se  debia  cumplir.  Ayudábanse  ,  y  alegaban 
ta  macha  edad  del  difunto  ,  la  fuerza  de  la  eoferme- 
dad  ,  la  importunidad  del  infante  para  muestra  que 
no  tenia  i  la  sazón  su  entero  Juicio  :  que  no  era  justo 
e^urecer  la  magestad  del  reino  con  qnitalle  una  ciu- 
dad tan  principal  como  aquella.  Ayudaba  á  los  ciuda- 

TOHO  I. 


danos  qne  ya  se  apresbban  parí  tomar  las  armas 
Alvar  Nuñei  de  Lara  como  cabeza  de  los  demás.  To- 
dos estos  debates  cesaron  con  [a  venida  del  nuevo  fey 
don  Sancho ,  que  hizo  desistir  á  su  hermano. 


llegaron  ú  aquella  ciudad  enibnjadores  del  rey  de 
Marmeces  para  asentar  cou  é\  nueva  amistad,  mas 
muy  fuera  de  saion  ( I )  y  imprudentemente  fueron 
despedidos  con  palabras  afrentosa.^ ,  de  qu<í  resultt 
ocasión  á  los  moros  de  pasar  de  nuevo  en  España  y- 
emprender  una  nueva  guerra.  Don  Sandio  para 
liacelles  resistencia,  por  esljr  arrepenüdrí  do  lo 
hecho  ,  ó  porque  de  suyo  estaba  resuelta  en  hacer 
gnerra  d  los  barbaros ,  aprestó  una  grande  armada. 
Eran  enaqneltíempolosginovasesmny  poderosos  en 
el  mar ,  y  dieslros  y  experimentadas  en  el  arte  del 
navegar;  llamópuesdesde  Genova,  y  convidó  con  gran- 
des ofertas  á  Benito  Zacbarias  para  que  vinieae  £  ser- 
virle. Hízolo  así ,  y  trujo  consigo  doce  galeras  Nom-» 
bróle  el  rey  por  su  almirante,  el  cual  oficio  le  diú  por 
tiempo  señalado ;  y  por  juro  de  heredad  le  hizo  mer- 
ced del  Puerto  de  Sjnta  Uarla  con  cargo  de  traerá  so 
costa  una  galera  armada  y  sustentada  perpetua  men  ■ 
te.  Juntáronse  cortes  en  Sevilla.  Tratóse  de  reformar 
el  gobierno  del  reino,  que  con  una  ceciente  y  ave- 
nida de  males  y  vicios  á  causa  de  las  revueltas  pasa- 
das andaba  muy  estragado.  Demás  desto  m  esliig 
corles  se  revocaron  los  decretos  y  ordenanzas    que 

Eor  la  necesidad  y  revuelta  de  los  tiempo?  mas  sé  ha- 
lan violentamente  atcaazado,  que  graciosamente 

(1)  Ffíjuntando  U»  aebtflibm  M  rey  de  Marrni-^oí  i 
don  baDcho  91  qoerii  la  pti  ó  la  guerra ,  les  respoailid  que 
en  la  una  mano  tenia  el  pan  y  en  la  oira  el  palo. 


434 


blbíJOTkCÁ   bB  RASPAR   t   ROTO. 


concedido  así  por  el  rey  don  Alonso  como  por  cl  mis- 
vao  don  Sancho.  Despedidas  las  cortes ,  se  apresuró 
para  iráCaslilla  por  tener  nueva  que  todavía  algunos 

Cretendian  defender  el  bando  contrario ,  y  que  trata- 
an  entre  sí  secretamente  de  restituir  la  corona  á  los 
hermanos  Cerdas  :  pretensiones  que  todas  se  desba- 
rataron con  la  venida  de  don  Sancho  :  parte  de  ellos 
mudaron  do  parecer ,  parte  pagaron  con  las  cabezas, 
con  cuyo  ejemplo  y  castigos  los  demás  quedaron  es- 
carmentados para  no  continuar  en  porfías  seme- 
jantes. 

Esto  pasaba  en  España.  En  el  mismo  tiempo  Rogc- 
rio  Lauria ,  ^t^ncral  de  la  armada  de  los  aragoneses  en 
el  reino  de  Sicilia ,  después  que  venció  junto  á  Malta 
veinte,  galeras  francesas,  muerto  el  general  por  nom- 
bre Guillelmo  Cornuto  francés  de  nación  en  la  batalla 
que  se  dio  á  ocho  de  junio ,  como  diese  la  vuelta  ha- 
cia Ñapóles ,  presentó  la  batalla  á  Carlos  llamado  el 
Cojo ,  príncipe  de  Salerno ,  hijo  del  rey  Carlos ,  que 
halló  b percibido  para  ir  sobre  Sicilia  con  una  gruesa 
armada  á  vengar  las  injurias  y  daños  pasados.  Mochos 
le  avisaron  del  peligro  que  corría ,  y  en  particular  el 
legado  del  papa  que  iba  en  su  compañía;  mas  él  con 
el  orio  de  su  edad  se  resolvió  de  pelear  con  el  enemi- 
go :  acuerdo  perjudicial.  Fue  muy  bravo  el  combate: 
en  fm  el  Francés  quedó  vencido  y  preso  con  otros 
muchos.  Sobre  el  número  de  ios  bajeles  que  pelearon 
de  la  una  y  de  la  otra  parte ,  no  concuerdan  los  au- 
tores, sin  que  se  pueda^del  todo  averiguar,  la  verdad. 
La  opinión  mas  ordinaria  es  que  las  galeras  aragone- 
sas eran  cuarenta  y  dos ,  las  de  los  enemigos  setenta; 
y  lo  mas  cierto  que  se  dio  la  batalla  á  veinte  y  tresde 
junio. 

Ejecutaron  la  victoria  los  aragoneses,  ganaron 
muchas  plazas  en  Italia  :  todo  se  les  allanaba  como  á 
vencedores,  á  los  vencidos  todas  las  cosas  les  eran 
contrarias.  Pareció  aquella  desgracia  tanto  mayor 
que  el  rey  Carlos  tres  dias  después  de  la  pelea  surgió 
en  el  puerto  de  Gaeta  con  veinte  caleras  que  traia  de 
Proenza.  Allí  supo  que  á  su  hijo  llevado  á  Sicilia  con- 
denaron á  muerte  los  sicilianos  en  la  ciudad  deMeci- 
na,  do  le  tenían  preso,  con  intento  de  vengar  la 
muerte  que  los  franceses  dieron  los  años  pasados  á 
Corradíno,  preso  después  que  le  vencieron  en  otra 
batalla.  La  prudencia  de  la  reina  le  vahó,  porque  con 
mostrarse  muy  airada ,  le  mandó  guardar  para  dar 

Í)arte  al  rey  como  era  necesario  ,  y  para  que  con  el 
argo  cautiverio  y  tormentos ,  los  cuales  si  faltan  la 
muerte  á  lo  último  es  el  remate  de  los  males ,  el  cas- 
tigo fuese  mayor.  Verdad  es  que  no  fue  parte  para 
que  los  del  pueblo  con  el  odio  mortal  que  tenían  á  la 
gente  francesa,  no  quebrantasen  las  cárceles  y  pasa- 
sen á  cuchillo  otros  sesenta  compañeros  que  con  el 
príncipe  tenían  presos. 

A  la  misma  sazón  el  re^  de  Ara^n ,  como  si  le  füi- 
tara  guerra  con  los  estrenos,  tenia  puesto  cerco  á  la 
ciudad  de  Albarracin ,  y  con  todo  su  poder  y  diligen- 
cia la  combatían.  Ofrecíanse  grandes  difícultadcR :  las 
murallas  de  la  ciudad  eran  muy  alcas ,  las  torres  de 
piedra  de  buena  estofa,  las  puertas  de  hierro  con 
quesos  y  fuertes  cerrojos ,  el  sitio  muy  áspero  y 
inaccesible.  Demás  desto  los  soldados  que  dentro  It 
defendían ,  acostumbrados  á  trabajos  y  hambre,  no  en- 
flaquecidos con  alguna  discordia ,  ni  afeminados  con- 
deleites,  muchos. en  número,  y  que  tenían  grande 
uso  en  la  guerra  por  andar  cada  día  las  armas  en  la 
mano ,  gran  valor  y  osadía ,  eran  docientos  bomhres 
de  á  cal)allo,  y  buen  número  de  infantes.  Solamente 
tenían  falta  de  mantenimientos :  no  se  proveyeron 
antes  á  causa  que  jamás  pensaron  que  aquella  ciudad 
pudiera  ser  cercada*  Pasaron  algunos  diat ,  y  con  el 
tiempo  crecía  la  falta.  Don  Juan  Nuñez  de  Lara ,  visto 
el  peligro  en  que  se  hallaba ,  dijo  en  una  junta  que 
quería  ir  á  Navarra ,  do  tenia  cierta  la  guarida  y  el 
socorro.  Amonestóles  no  desfalleciesen  antes  defen- 


diesen la  ciudad  con  el  esfuerzo  y  valor  que  Jeitos  se 
esperaba.  Era  todo  esto  fingido,  y  él  tenia  determi- 
nado de  huirse  y  no  volver :  su  semblante  no  confor- 
maba con  las  palabras;  sin  embargo  le  dejaron  par- 
tir. Después  de  su  ida  se  sustentó  la  ciudad  algún 
tiempo  hasta  tanto  que ,  perdida  la  esperanza  de  ser 
socorridos,  la  rindieron  el  mismo  día  de  San  Miguel. 
Eran  los  soldados  por  la  mayor  parte  franceses  y  na- 
varros :  dejáronlos  ir  libremente,  y  de  los  lugares  co- 
marcanos trajeron  gente  para  poblar  aquella  ciudad 
asi  de  sus  antiguos  moradores  como  de  otros  que  de 
nuevo  poblaron  y  labraron  la  tierra <  Tenia  el  rey  un 
hijo  en  doña  Inés  Zapata ,  que  se  llamaba  don  Hernan- 
do ,'al  cual  antes  desto  diera  en  el  reino  de  Valencia  á 
Algecira  y  á  Uria :  á  este  hizo  merced  de  la  ciudad 
de  Albarracin  luego  que  vino  á  su  poder. 

Con  tanto  se  dio  fin  á  esta  empresa  y  á  aquel  estado 
V  principado,  que  por  muchos  años  estuvo  en  poder 
ae  los  Azagras ,  caballeros  de  k»  mas  nobles  y  seña- 
lados de  aquella  era ,  cuya  genealogía  y  decendencia 
pareció  poner  en  este  lugar.  Pedro  Rodríguez  de 
Azagra  el  fundador  que  fue  deste  estado ,  sien<1o  ya 
viejo ,  dejó  por  su  heredero  á  Hernán  -RodrigueK  de 
Azagra ,  su  hermano  por  ventura  ])or  no  tener  él  su- 
cesión. Este  Hernando  de  Azagra  otorgó  su  testamen- 
to (que  se  ha  conservado  liasta  el  día  de  hoj)  á  veinte 
y  dos  de  junio  era  de  mil  y  docientos  y  treinta  y  uno: 
por  el  testamento  se  entiende  que  tuvo  dos  hijos, 
uno  legítimo  en  su  mujer  doña  Teresa  (bañez  herede- 
ro de  aquel  estado ,  otro  bastardo  que  fue  comenda- 
dor de  Santiago :  el  uno  y  el  otro  se  llamó  Pero  Fer- 
nandez. He  visto  asimismo  el  testamento  deste  Pero 
Fernandez  señor  de  Albarracin ,  su  feclm  á  dos  de 
abril  año  del  Señor  de  mil  y  docientos  y  cuarenta  y 
uno ,  asaz  breve :  decliado  y  muestra  muy  verdadera 
de  las  costumbres ,  llaneza  y  simplicidad  de  aqvel  si- 
glo. Tuvo  estos  hijos  legítimos  :  Pero  Fernandez, 
García  Fernandez ,  doña  Teresa  y  don  Alvaro  ( t )  Este 
le  sucedió  en  aquel  estado ,  y  tuvo  una  lola  liiia  lla- 
mada doña  Teresa ,  que  casó  con^don  Joan  Nunez  de 
Lara  hijo  de  don  Ñuño  de  Lara ,  y  en  dote  llevó  aquel 
estado ,  que  le  quitó  el  rey  de  Aragón.  De  don  Juan 
Nuñez  de  Lara  y  doña  Teresa  de  Azagra  nacieron  don 
Alvaro  y  don.  Juan  :  de  ambos  se  tornará  á  hacer 
mención  adelante  en  su  lugar. 

CAPITULO  II. 
De  las  muertes  de  tres  reyes. 

CoNCLtiiiA  aquella  empresa  de  Albarracin ,  restaba 
otro  mayor  cuidado  al  rey  de  Aragón ,  es  á  saber  la 
tempestad  que  le  amenazaba  de  Francia ,  la  mas  bra- 
va, grave  y  memorable  de  cuantas  en  aquellos  tiem- 
pos sucedieron ,  así  por  ser  grandes  las  fuerxas  de 
aquella  nación ,  como  la  autoridad  con  que  se  bacia, 
que  era  á  instancia  del  sumo  pontífice,  que  encendía 
los  corazones  de  los  contraríos  y  los  alentaba.  El  rey 
de  Aragón  no  tenia  fuerzas  bastantes  pan  contrastar 
á  Francia ,  mayormente  que  se  le  allegaba  lo  de  Na- 
varra y  de  Ñapóles.  Acudió  á  buscar  socorros  de  fue- 
ra ,  en  particular  envió  embajadores  á  Alemania  para 
dar  un  tiento  al  emperador  Rodulfo  si  por  ventura 
movido  á  compasión  del  bando  gibelíno,  que  era  mal- 
tratado y  oprimido  por  los  franceses  en  Italia,  quisie- 
se favorecelle  y  para  este  efecto  bajar  á  Italia.  En  el 
emperador  de  su  naturak^za  considerado  y  recatado, 
y  que  se  agradaba  mas  de  los  consejos  seguros  que 
de  las  empresas  peligrosas ,  demás  que  á  la  sazón  le 
tenia  embarazado  la  guerra  que  haeia  á  los  esguiía- 
ros.  Así  esU  diliaeDcia  no  fue  de  efecto  alguno ,  ni 
los  embajadores  fuera  de  buenas  palabras  tnjeroii 
cosa  alguna  en  que  se  pudiese  estriear. 

(I)  Don  AUaro  fue  el  primogénito»  y  don  Jaan  IWei  ét 
Lara  fue  nieto. 


MISTUllU   DE 

El  rey  don  Sancho  á  ruego  del  rey  de  Aragón  que 
se  deseaba  ver  con  él ,  partió  para  Soria  :  en  aquella 
comarca  tuvieron  su  hiwla  en  Ciria  y  Borobia »  que 
son  pueblos  cerca  el  uno  del  otro.  Allí  con  nueva 
conlederacíon  que  asentaron  conGrmaron,  la  amistad 
que  de  antes  tenían  y  y  prometieron  do  ne  faltarse  el 
el  uno  al  otro  en  los  peligros  y  ocurrencias.  El  rey  de 
Marruecos  como  enemigo  que  era  ordinario  y  muy 
pesado  de  España ,  pretendía  hacer  la  guerra  de  nue- 
vo por  la  parte  del  Andalucía.  Los  franceses  corrían 
las  fronteras  de  Aragón  con  tanto  mavor  peligro  de 
aquel  reino  que  don  Jaime  rey  de  Mallorca ,  (¡ue  de 
razón  debiera  acudir  &  los  aragoneses ,  se  había  jun- 
tado con  Francia.  En  todas  partes  se  via  mucho  pe- 
ligro y  nuevas  muestras  de  trabajos.  Cercaron  los 
moros  á  Jerez  de  la  Frontera  en  número  de  diez  y 
ochomil  hombres  de  á  caballo,  que  corrían  la  campa- 
ña hasta  Sevilla  con  robos  que  hacían  en  gran  canti- 
dad de  hombres  y  ganados.  Acudió  con  presteza  al 
rey  don  Sancho  i  Toledo,  do  le  esperaba  Carlos  con- 
de de  Artoes  embajador  que  era  venido  de  parte  del 
rey  de  Francia.  La  suma  de  la  embajada  oontenia  dos 
cosas  :  que  por  su  medio  los  hermanos  Cerdas  fuesen 
puestos  en  libertad,  y  que  no  tuviese  comunicación 
con  el  rey  de  Aragón  que  estaba  descomulgado  por  el 
papa.  Respondió  a  esto  el  rey  don  Sancho  que  clentro 
de  muy  pocos  días  enviaría  sus  embajadores  con  po- 
deres muy  bastantes  al  rey  de  Francia  para  asentar 
aquellas  haciendas.  Esta  respuesta  dio  en  público: 
de  secreto  rogó  ahincadamente  al  embajador  que  le 
hiciese  muy  amigo  de  su  rey.  Hay  quien  asimismo 
escriba  que  este  tiempo  fue  cuando  el  rey  don  Sancho 
le  tentó  para  que  le  descubriese  los  secretos  del  reino 
de  Francia ,  y  que  Broqui9  .  por  entenderse  oue  era 
espía ,  fue  justiciado  como  ae  suso  queda  dicho. 

El  rey  de  Aragón,  juntadas  sus  huestes  contra  las 
de  Francia ,  se  puso  sobre  Tudela  que  está  en  la 
frontera  de  Navarra »  y  la  combatía  con  todas  sus 
fuerzas  :  todo  con  intento  de  divertir  los  franceses 
que  entendía  pretendían  acometer  por  la  parte  de 
Huísellon,  y  para  dalles  en  qué  entender  en  su  mis- 
ma casa  con  aquella  nueva  guerra.  Defendióse  aquel 
Jueblo  ,  sobre  todo  por  el  valor  y  diligencia  de  don 
uan  Ñoñez  de  Lara,  persona  mas  venturosa. en  las 
cosas  ajenas  que  en  sus  haciendas  v  estado.  Sola- 
mente destruyeron  la  campaña ,  y  nastecieron  las 
fronteras  de  Aragón  con  soldados  y  municiones  para 
que  pudiesen  resistir  á  la  furia  del  enemigo.  Hecho 
esto ,  ya  que  sobrevenía  el  invierno,  le  rey  de  Aragón 
dio  vuelta  para  Zaragoza,  en  que  estuvo  al  fío  deste 
año  y  principio  del  simiente  de  i  285  del  nacimiento 
de  Cristo ,  cuando  á  siete  días  del  mes  de  enero  Car- 
los rey  de  Ñapóles  pasó  desta  vida  en  Fogia,  pueblo 
de  la  Fulla,  cansado  de  las  desgracias,  y  aauejado  con 
el  dolor  de  la  prisión  y  cautiverio  de  su  níjo.  Fuera 
este  principe  esclarecido  asi  en  la  guerra  como  en  la 

Eaz ,  si  los  fines  correspondieran  coa  los  principios, 
a  ku^a  edad  le  entregó  á  la  fortuna  mudable  como 
á  otros  muchos.  Demás  aue  el  vigor  y  gallardía  <}ue 
los  franceses  trajeron  á  Italia  se  trocara  y  perdiera 
del  todo  con  el  mucho  regalo  y  vicio  de  aquella  tier- 
ra, y  con  los  deleites  demasiados;  de  tal  forma  que 


E<i»A.U.  ^  43o 

se  contaban  ciento  y  veinte  bajetes,  parte  galeras 
reales,  parte  naves  gruesas  y  otros  vasos  pequeños. 
Determinó  ir  én  persona  á  esta  jornada,  y  en  su  com- 

Bauía  Phílipo  y  Carlos  sus  hijos ,  y  don  Jaime  rey  di) 
[allorca,  que  seguía  al  Francés  por  grandes  desgus- 
tos que  tenia  contra  el  Araconés  su  In^mano;  Hallóse 
otrosí  con  los  demás  el  cardenal  Gervasio,  que  envió 
por  su  legado  al  papa  Martino  (Juartt»  ;  por  cuya 
muerte,  aue  sucedió  en  Porosa  á  veinte  y  nueve  días 
del  mes  de  marío ,  fue  puesto  en  su  lugar  Honorio  IV 
ciudadano  romano  de  casa  Sábela  ^  no  menos  aficio- 
nado á  los  franceses  aue  lo  fue  el  pasado. 

Hízose  la  masa  del  ejército  de  Narbona  :  dende 
marcharon  la  vuelta  de  Perpiñan.  Este  lugar  se  en- 
entregó  al  rey  don  Jaime « y  rocibíeron  á  los  franceses 
dentro  de  las  murallas.  Lo  mismo  por  su  ejemplo  hi- 
cieron los  demás  lugares  de  Ruisellon  y  de  aquella 
comarca ,  fuera  de  uno  que  se  llama  Genova ;  ca  con 
esperanza  que  sdria  presto  socorrido,  y  por  el  abor- 
recimiento que  tenia  al  rey  don  Jaime ,  y  por  no  vol- 
ver á  su  poder ,  determinó  de  hacer  resistencia.  En- 
Í[añóle  su  esperanza ,  porque  el  lugiar  fue  tomado  por 
úerza ,  y  todos  los  moradores  pasados  á  cuchillo, 
hasta  encrudecerse  contra  las  mismas  casas  y  edíGcios 

2ue  abatieron  y  quemaron.  El  bastardo  de  Ruisellon, 
ombre  de  noble  linaje  y  atrevido ,  que  dentro  se 
halló ,  entrado  el  pueblo,  se  subió  á  la  torre  de  la  igle- 
sia :  valiéronle  para  escapar  de  la  muerte  mas  los 
ruegos  del  rey  don  Jaime  que  la  fortaleza  y  santidad 
del  Tugaren  que  estaba.  Sin  embargo  se  mostró  agra- 
decido á  los  franceses,  porque  como quier  que  el  rey 
de  Aragón  estuviese  apoderado  de  )a  entrada  y  estre- 
churas de  los  montes  Pirineos  de  tal  suerte  que  los 
enemigos  no  tenian  esperanza  de  poder  pasar  poraih', 
los  guió  por  unos  senderos  que  él  sabía,  por  donde 
con  cierto  rodeo  subieron  á  las  cumbres  del  monte 
sin  peligro  ninguno ,  y  se  pusieron  sobre  el  mismo 
campo  de  los  aragoneses.  Con  esto  y  con  el  espanto 
que  ellos  desto  cobraron ,  los  reyes  con  seguridad 
pasaron  adelante  hasta  llegar  á  la  comjrcade  Ampu- 
rias.  Allí  con  facilidad  se  apoderaron  de  algunas  pla- 
zas, en  particular  de  Peraiada  y  Figueras ,  sin  repa- 
rar basta  ponerse  sobre  Girona ,  que  es  una  ciudad 
muv  noble  y  grande  en  los  pueblos  que  antiguamenfe 
se  llamaron  ausetanos.  Está  puesta  en  un  sitio  cuesta 
abajo :  al  píe  del  sitio  el  rio  llamado  antes  Thíci,  y 
ahora  Tera ,  tiene  comidas  aquellas  riberas  junto  á  la 
ciudad  de  suerte  que  le  hace  gran  reparo.  Los  muros 
son  de  buena  estofa :  las  torres  de  piedra  v  fuertesi 
en  lo  mas  alto  de  la  ciudad  está  la  iglesia  Mayor  que 
es  silla  episcopal ,  y  junto  á  ella  las  casa  obispales  de 
muy  huen  edíucio  y  grande.  Mas  afríba  de  la  iglesia 
Mayor  hay  una  torre  á  manera  de  alcázar ,  que  llaman 
Gironela. 

El  vizconde  de  Cardona  don  Haraon  que  tenia  pof 
capitán  aquella  ciudad ,  la  fortaleció  con  nuevos  re- 
paros :  ecnó  por  tierra  todas  las  casas  del  arrabal, 
solo  perdonó  á  la  iglesia  de  San  Félix  por  su  mucha 
devoción  y  antigüedad.  El  valor  y  diligencia  de  que 
usó,  fue  grande,  con  que  muchas  veces  desbarató  y 
pegó  fuego  á  los  ingenios,  máquinas  y  pertrechos  de 
los  franceses.  El  rey  de  Aragón  otrosí  con  buen  golpe 


para  con  los  estrafios  eran  flacos,  solo  para  con  los  '  de  gente  que  consigo  tenia,  andaba  pof  allí  cerca. 
vasallos  y  naturales  mostraban  ferocidad.  Los  cot>er-  i  No  eran  sus  fuerzas  bastantes  para  a(!ometer  al  enc- 


nadores  de  las  ciudades  y  pueblos  hacían  odioso  á 
su  príncipe  con  cuidar  solamente  de  su  ganancia, 
cohechar  la  gente  y  mirar  poco  por  el  bien  común. 

Esta  muerte  del  rey  de  Ñapóles  hinchó  de  buenas 
esperanzas  y  alexia  al  rey  ue  Aragón ,  al  contrario 
al  rey  de  Francia  fue  muy  pesada.  Para  aliviar  la 
tristeza  con  causaila  á  sus  enemigos  hizo  levas  de 
gente  por  todas  parles.  Juotó  un  gran  ejército ,  en 

3ue  se  contaron  veinte  mil  de  á  caballe  y  ochenta  mil 
e  á  pié  :  tenia  aprestada  una  armada  en  las  fosas 
Marianas,  que  hoy  sollaman  Aguas  muertas,  en  que 

TOMO  i. 


migo  y  dalle  la  batalla;  pero  buscaba  alguna  ocasión 
para  armalle  alguna  celada  y  meter  socorro  en  la  ciu- 
dad. Había  ya  tres  meses  que  la  tenian  cercada, 
cuando  don  Sancho  rey  de  Castilla  envió  por  sus  em- 
bajadores á  don  Martin  obispo  dé  Calahorra  y  á  Gó- 
mez García  de  Toledo  abad  de  Valladolid  para  acordar, 
si  pudiese,  estas  diferencias.  No  hicieron  efecto  al- 
guno, antes  fueron  forzados  á  dar  la  vuelta  cargados 
de  muchos  baldones  y  palabras  injuriosas  que  les 
dijeron  casi  sin  dalles  lugar  para  hablar  al  ro% 
de  Francia.  La  ocasión  deuió  ser  la  grande  cou* 

i9' 


430 


DiniJOTECA  DE  GASPAR  Y  ROIG. 


fianza  que  tenían  de  salir  con  la  victoria ,  ó  por  sos- 

f»ecliar  que  so  color  de  ennbaiadores  yeniun  á  espiar 
as  fuerzas  y  intentos  de  los  franceses. 

Era  fama  que  al  rey  don  Sancho  no  le  faltaba  vo- 
luntad de  juntar  sus  fuerzas  con  las  de  Araron ,  -y 
que  se  entretenía  á  causa  de  la  guerra  que  traía  muy 
encendida  en  el  Andalucía  con  los  moros  de  algunos 
meses  otras ,  ca  tenían  puesto  sitio  sobre  Jerez  de  la 
Frontera ,  de  la  cual  ciudad  con  todo  su  esfuerzo  pre- 
tendían apoderarse  porque  les  venia  muy  á  proposito 
para  sus  intentos.  Esquivaba  el  rey  don  Sancho  la 
batalla  por  no  poner  á  riesgo  de  lo  que  nodia  suceder, 
todo  lo  demás  :  por  esto  á  veces  estaoa  en  Sevillo, 
otras  iba  á  Nebrija ,  siempre  apercebido  para  todas 
las  ocaciones,  y  para  estorbar  fas  correrías  y  cabal- 
gadas de  los  moros.  Con  esto  ardid  y  por  esta  forma 
a  cabo  de  seis  meses  que  los  moros  tenían  cercada  á 
Jerez ,  alzaron  el  cerco  forzados  de  la  falta  de  todas 
las  cosas  necesarias ,  j  por  miedo  del  rey  don  Sancho, 
si  mudado  de  propósito  les  quisiese  dar  la  batalla. 
Preguntó  uno  á  la  vuelta  al  rey  bárbaro  después  que 
paso  el  rio  Guadalele  con  tanta  priesa  que  mas  pare- 
cía huida  que  retirada ,  cual  fuese  la  causa  de  aquella 
resolución  y  y  del  miedo  que  mostraba.  Respondió: 
Yo  fui  el  primero  que  entronicé  y  honré  la  familia  y 


linaje  de  Barrameda  con  titulo  y  mageslad  real :  mi 
enemigo  trae  decendencía  de  mas  de  cuarenta  reyes, 
cuya  memoria  tiene  gran  fuerza .  y  en  el  combate  á 
mí  pusiera  temor  y  espanto,  á  él  diera  atreTímienloy 
esfuerzo ,  si  llegáramos  á  las  manos. 

Parecía  que  ei  cielo  ofrecía  muy  buena  ocasión  de 
hacer  efecto  y  destruir  al  enemigo ,  si  le  siguiera  eo 
aquella  retirada ;  pero  al  rey  mas  agradaban  los  pru- 
dentes consejos  con  razón  que  los  arriscados ,  aun- 
que honrosos,  y  no  todas  veces  de  provecho.  Asi 
contento  de  fortificar  y  bastecer  aquella  ciudad  se 
tornóá  Sevilla ,  sin  embargo  que  los  soldados  se  que- 
jaban porque  dejanban  ir  el  enemigo  de  entre  manos, 
y' con  ansia  pedían  los  dejasen  seguille,  hasta  amena- 
zar que  si  perdían  esta  ocasión ,  no  lomarían  mas  las 
armas  para  pelear ;  mas  el  rey  inclinado  á  la  paz  nn 
hacia  caso  de  squellas  palabras.  Enviáronse  euibaja* 
dores  de  una  parte  y  otra  sobre  estas  cosas,  y  vinié- 
ronse á  hablar  los  reyes  álos  esteros  de  Guadalquivir, 
otros  dicen  que  fue  en  un  lugar  llamado  Rocaferrada: 
allí  hicieron  sus  avenencias.  Acordaron  que  el  rey 
moro  pagare  para  los  gastos  de  la  guerra  dos  cuentos 
de  maravedís  (este  era  un  género  de  moneda  usada 
en  España  que  no  tenia  siempre  un  valor)  y  con  estr 
concierto  se  dejaron  las  armas  ( 1 ) .  Mucha  gente 


iiSVáS 


McuTCdU  de  Plata . 


principal  se  desabrió  por  esta  causa ,  en  particular  el 
mfante  don  Juan  hermano  del  rey ,  y  don  Lope  Diaz 
Haro  en  tanto  grado  que  por  el  desgusto  desde  Sevi- 
lla se  fue  cada  uno  á  los  lugares  de  su  señorío ,  sin 
mirar  que  á  los  grandes  capitanes  mas  veces  fue 
provechosa  la  tardanza  y  detenimiento  quo  la  teme- 
ridad y  osadía  :  á  ellos  pertenece  mirar  lo  que  con- 
viene ,  á  los  demás  les  es  dado  obedecer  y  la  gana  de 
pelear,  que  así  se  reparten  ios  oficios  de  la  guerra. 
De  allí  á  poco  murió  el  rev  bárbaro  de  Marruecos: 
dejó  por  sucesor  á  su  hijo  Juzeph. 

Volvamos  á  Girona  y  á  su  cerco.  El  rey  de  Aragón 
con  deseo  de  atajar  el  basllmento  que  del  puerto  de 
Rosas ,  donde  se  tenia  la  armada  de  los  enemigos, 
traían  para  sus  reales,  trataba  de  armalles  alguna 
celada  en  los  lugares  que  para  ello  le  parecían  mas  á 
propósito.  Entendido  esto  por  las  espías ,  el  condes- 
table de  Francia  llamado  Rodolfo,  y  Juan  Ancurtó 
Haricurt  mariscal,  que  es  como  maestre  de  campo, 
varones  mujf  fuertes  y  arriscados ,  comunicado  el 
caso  entre  si  y  con  el  conde  de  la  Marcha ,  se  fueron 
ni  lugar  de  la  celada  con  trecientos  caballos  escogí- 
dos,  y  no  mas.  Pretendían  que  los  aragoneses  por 
ser  tan  poca  su  gente,  no  rehusasen  la  batalla.  Pelea- 
ron á  quince  de  agosto.  Fue  este  encuentro  y  esta 
batalla  muy  reñida.  Los  aragoneses  eran  mas  en  nú- 
mero :  los  franceses  no  les  daban  ventaja  ni  en  el 
esfuerzo  ni  en  la  arte  de  pelear.  El  rey  de  Aragón  hizo 
aquí  todo  lo  que  en  un  prudente  capitán  y  valeroso 
soldado  se  podía  desear.  Hiriéronle  malamente  en  la 
cara ;  y  como  procurase  salir  de  la  batalla,  un  caba- 
llero francés  le  asió  las  riendas  del  caballo  y  le  pren- 
diera fácilmente ,  sí  el  rey  en  aquel  peligro  no  las 
cortara  con  la  espada  que  tenia  en  la  mano  desnuda 
y  asi  se  escapó  á  uña  de  caballo  :  así  lo  escribe  Villa- 
neo  que  hizoerrarálos  demás, porque  los  historiado- 
res aragoneses  todos  afirman  que  el  rey  salió  sano  y 
saWo  de  la  pelea  ^  y  murieron  tantos  de  una  parte 
como  de  otra ;  aunque  el  campo  quedó  por  los  fran- 


ceses. Si  el  caso  pasó  desta  manera ,  ó  se  mudó  por 
la  afícion  de  los  escritores  no  se  sabe;  lo  que  consta 
es  que  por  la  gran  calor  y  las  inmundicias ,  y  el  tiem- 
po que  era  el  mas  peligroso  de  todo  el  año,  sobrevino 
peste  en  el  campo  de  los  franceses;  y  sinerobar^los 
cercados  con  las  nuevas  deste  encuentro ,  perdida  la 
esperanza  de  defenderse ,  se  dieron  á  loe  fraoceses  á 
partido  que  entregada  la  ciudad,  pudiesen  los  cerca- 
dos irse  donde  quisiesen,  y  sacar  consigo  toda  la  ropa 
y  hacienda  que  pudiesen  llevar.  Muchos  ejemplos  do 
crueldad  se  usaron  en  los  rendidos ,  y  hasta  las  igle- 
sias de  los  santos  fueron  violadas:  El  sepulcro  de  San 
Narciso  que  es  patrón  y  abogado  de  aquella  ciutlad,  y 
tenido  y  reberencíado  con  gran  devoción  y  estima, 
fue  desbaratado  de  los  soldados ,  q\v^  robaron  todas 
las  riquezas,  votos  y  donativos  de  los  fieles  que  allí 
hallaron  en  ^ran  cantidad  :  tal  es  la  condición  de  la 

guerra:  Castigó  el  santo  bienaventurado  en  venganza 
e  su  morada  aquel  desacato  conaumentalles  la  pte- 
tilencia ;  así  se  tuvo  por  cierto  entre  lodos.  Quitó 
otrosí  el  entendimiento  á  los  capitanes  porque  loma- 
da guo  fue  la  ciudad ,  como  uuíer  que  determinasen 
de  irse  por  tierra  desde  allí  á  Francia ,  venido  el  oto- 
ño (mal  pecado)  despidieron  muchas  naves  de  parti- 
culares que  tenían  en  el  puerto  de  Rosas  por  alionv 
de  costa  y  desembarazarse :  muy  mal  acuerdo  i  como 
lo  mostró  el  suceso. 

Fue  asi  que  Rugier  Lauria,  tomado  que  hobo  á  ciu- 
dad de  Taranto  en  lo  postrero  de  Italia ,  á  gran  priesa 
costeó  todas  aquellas  marinas  para  venir  ádar  socorro 
al  rey  de  Aragón.  Llegado  a  España ,  y  vista  tan 
buena  ocasión ,  presentó  la  batalla  al  armada  de  Jos 
franceses ,  que  se  hallaba  fuera  del  puerto  maltrata- 
da y  en  pequeño  número ,  y  valerosamente  la  venció. 

(1)  El  maravedí  fue  en  su  origen  moneda  de  tos  ánbe» 
introducida  por  los  Almorávides.  Los  hubo  de  oroyde  plata; 
pero  después ,  como  dieo  Mariana  tuvieron  varias  alteracio- 
nes, y  generalmente  fue  imaginaria. 


Prendió  á  Juan  Escolo  general  de  la  armada  francesa 
y  tomó  quince  galeras  :  otras  doce  se  retiraron  y  se 
metieron  «n  el  puerto  de  Rosas  de  aue  salieron ;  las 
cuales  quemaron  los  soldados  que  man  en  ellas ,  y 
juntamente  el  lugar  ( tal  era  eJ  miedo  que  cobraron,  y 
desta  manera  se  fueron  al  campo  del  rey  de  Francia 
con  la  nueva  del  año  recebido.  El  Francés  por  ver 
gue  todan  las  cosas  le  sallan  mas  diflcultosas  de  lo  que 
el  pensaba,  y  afligido  por  la  poca  salud  que  tenia, 
reparó  y  fortaleció  la  ciudad  de  Girona ,  y  puso  en 
elta  buena  guarnición  de  soldados :  con  tanto  dio  la 
▼uelln  hacia  Ruísellon  con  lo  que  del  ejército  le  que«* 
daba.  Al  pasar  los  montes  Pirineos  tuvieron  él  y  los 
suyos  grande  alan ,  y  corrieron  gran  riesgo  á  causa 
que  los  aragoneses  tenían  tomados  todos  los  pasos,  y 
lucían  lo  posible  por  prender  al  rey  de  Francia,  que 
por  su  enfermedad  llevaban  en  hombros  en  una  litera 
sus  soldados.  Grande  fue  el  daño  que  recibieron:  gran 
cantidad  de  bagaje  y  carruaje  les  tomaron  en  este  ca- 
mioe.  Lo  que  fue  mas  pesado,  que  del  movimiento 
del  camino  al  rey  se  agravó  la  enfermedad  de  suerte 
que  en  Perpiñan  áseis  de  octubre  pasó  desta  vida.  Su 
cuerpo  como  lo  dejó  mandado  lo  llevaron  su  mujer  y 
hijos  á  la  iglesia  de  San  Dionisio  que  está  junto  a 
París.  Sucedióle  en  el  reino  Philipo  su  hijo  que  ya 
era  rey  de  Navarra:  llamóse  por  sobrenombre  el  Uer* 
moso  por  su  estreroada  gracia  y  donaire. 

La  partida  délos  franceses  fue  causa  que  en  breve 
tomaron  á  poder  de  los  aragoneses  todas  las  tierras 
que  les  tomaran.  Demás  dosto  el  infante  don  Alonso, 
enviado  por  su  padre,  se  apoderó  de  la  isla  de  Mallor- 
ca en  pago  del  avor  que  aquel  principe  dio  al  rey  de 
Francia ,  y  de  la  amistad  que  con  él  trabó  contra  su 
mismo  hermano.  Pretendía  el  Aragonés  seguir  la  for- 
tuna que  se  le  mostraba  risueña :  procuraoa  ir  ade- 
lante y  mejorar  su  partido ,  trazaba  nuevas  empresas 
cuando  la  muerte  asimismo  le  atajó  los  pasos  que  le 
sobrevino  en  Villafranca  i  ocho  de  noviembre  en  lo 
mejor  de  sus  dias ,  y  en  el  mayor  vigor  de  su  edad, 
que  no  tenia  mas  de  cuarenta  y  seis  años.  Ganó  so- 
brenombre de  Grande  por  dejar  acrecentado  su  reino 
con  el  de  Sicilia,  y  por  las  cosas  señaladas  que  hizo. 
Asentábale  bien  ef  estado  real  por  ser  de  buena  pre- 
sencia, de  cuerpo  grande ,  de  animo  generoso ,  muy 
diestro  en  las  armas ,  particularmente  en  jugar  de  la 
maza.  En  ganar  las  voluntades  de  los  hombres  con 
buenas  palabras ,  cortesía  y  liberalidad  fue  muy  se- 
ñalado; solo  dejó  nota  de  si  por  la  descomunión  en 
^e  estuvo  enlazado  hasta  el  fln  de  su  vida,  cuya 
imaginación  se  dice  que  le  aquejó  mucho,  y  se  le  po- 
nía delante  á  la  hora  de  su  muerte :  por  lo  menos  es 
bien  y  provecho  para  todos  que  así  se  entienda. 
Puesto  que  de  aquel  escrúpulo  y  congoja  en  el  articulo 
de  la  muerte  le  absolvió  el  arzobispo  de  Tarragona, 
tomándole  primero  juramento  seria  obediente  á  la 
santa  iglesia  Romana,  á  la  cual  antes  se  mostró  ino- 
bediente. 

Su  cuerpo  sepultaron  en  el  monasterio  de  Santa 
Cruz  que  está  alfi  cerca.  Sus  hijos  fueron  don  Alonso 
el  mayor,  que  en  su  testamento  nombró  por  herede- 
ro de  sus  reinos  sin  hacer  mendon  alguna  del  reino 
de  Sicilia  :  demás  doste,  don  Jaime,  don  Fadrique, 
don  Pedro ,  doña  Isabel ,  doña  Gostanza :  todos  habi- 
dos en  la  reina  doña  Gostanza  su  mujer.  Hallóse  á  su 
muerte  Amaldo  de  Villanova  que  vino  de  B:irceíona 
para  asistille  y  curalle ,  méSco  muy  nombrado  y 
docto  en  aquellos  tiempos,  bien  aue  de  mavor  fama 
que  aprobación  por  dejar  amancillado  su  noble  infe- 
rno y  sus  grandes  letras  con  supersticiones  y  opinio- 
nes reprobadas  que  tuvo  :  tanto  que  poco  adelante 
fue  condenado  por  los  inquisidores,  y  sus  libros,  que 
compuso  y  sacó  á  luz  en  gran  número,  juntamente 
reprobados.  Hay  quien  diga,  por  lo  menos  el  Tostado 
lo  testifica,  que  intentó  con  simiente  de  hombre  y 
otros  simples  que  mezcló  en  cierto  vaso ,  de  formar 

TOMO  I. 


nlSTOftlA  DE  ESPAÑA.  437 

un  cuerpo  humano ,  y  c(ue  aunque  no  salió  con  ello 
lo  llevó  muy  adelante.  Si  fue  verdad  ó  mentira,  poca 
necesidad  hay  aquí  de  averíguallo. 


CAPITULO  X. 

De  cierta  habla  que  bobo  entre  los  reyes  di*  Francia  y 

Castilla. 

La  desgracia  deste  año,  por  la  muerte  de  tantos 
príncipes  aciago .  alivió  en  alguna  manera  el  parto  de 
la  reina  de  Castilla.  En  ausencia  del  rey  que  era  ido 
á  Badajoz  á  dar  orden  en  cosas  del  reino  y  apacii^ar 
los  alborotos  que  allí  andaban ,  parió  á  los  seis  de  di« 
ciembre  un  hijo  en  Sevilla  por  nombre  don  Hernando, 
que  poco  después  muy  niño  sucedió  á  su  padro  en  el 
reino.  El  cuidado  de  crialle  y  amaestralle  se  encargó 
á  Hernán  Ponce  de  León  cabalkfro  principal ,  y  para 
ello  señalaron  la  ciudad  de  Zamora  por  el  saludable 
cielo  de  que  goza,  y  la  fertilidad  y  regalo  de  sus  cam- 
pos y  comarca.  Demás  desto  el  año  proiiino  siguien- 
tede  i  28d  le  juraron  en  cortes  por  heredero  del  reino, 
todo  á  propósito  de  asegurar  la  sucesión ,  que  era  el 
mayor  cuidado  que  aquejaba  á  su  padre ,  asi  por  los 
hermanos  Cerdas,  como  por  ser  cosa  manifiesta  <}ne 
á  causa  del  parentesco  entre  él  y  la  reina  el  casamien- 
to no  era  válido.  Deseaba  alcanzar  dispensación  de 
los  sumos  pontífices  sobre  el  dicho  parentesco ;  pero 
nunca  pudo  salir  con  ello  por  la  contradicción  que 
los  reyes  de  Francia  le  hician.  La  causa  es  de  creer 
era  el  dolor  de  que  hobiese  usurpado  el  reino,  y  des- 
pojado á  los  Cerdas  deudos  tan  cercanos  de  aquella 
corona.  Por  tanto  procuraba  el  rey  don  Sancho  por 
todas  las  vías  y  maneras  posibles  ganalle  la  voluntad, 
con  el  cual  intento  secunda  vez  envió  sus  embajado* 
íes,  que  fueron  los  mismos  que  el  año  pasado ,  es  á 
sabíer  don  Martin  obispo  de  Calahorra  y  don  García 
abad  de  Valladolid  á  Francia^  donde  á  seis  dias  de 
enero  el  nuevo  rey  Philipo  se  coronó  y  ungió  por  rey 
de  Francia  y  de  Navarra  en  la  ciudad  de  Rems  con 
las  ceremonias  y  solemnidades  acostumbradas. 

En  tiempo  deste  rey  y  por  su  mandado  se  edificó 
en  París  en  la  isla  de  Secana  ó  Seine  el  palacio  real 
que  allí  se  ve  á  manera  de  un  grande  alcázar,  en  que 
poco  adelante  se  asentó  la  auiliencia  ó  parlamento; 
y  la  administración  de  la  justicia  que  antes  seguía  la 
corte  sin  tener  asiento  estable ,  se  puso  en  lugar  de- 
terminado y  tribunales  conocidos.  Labróse  otrosí  en 
la  misma  ciudad  á  espensas  de  la  reina  el  colegio  que 
llaman  de  Navarra,  oe  los  mas  insignes  que  hay  en  el 
mundo »  así  por  la  grandeza  del  edilicio,  como  por  el 
gran  número  aue  tiene  de  maestros  y  concurso  de 
estudiantes.  Dicese  por  cierto  que  en  los  buenos 
tiempos  de  Francia  moraban  dentro  del  setecientos 
estoaiantes  ocupados  en  sus  estuJios :  mudadas  las 
cosas  y  alteradas ,  á  la  sazón  que  profesamos  la  teo- 
logía en  aquella  universidad ,  apenas  en  el  dicho  co- 
legio se  contaban  quinientos  entre  oyentes  y  maes- 
tros. Deste  número  algunos  sustentaba  el  colegio  á 
su  costa ,  los  demás  viven  á  la  suya  y  de  sus  padres. 
Tuvieron  estos  reyes  muchos  hijos ,  es  á  saber  Luis, 
Philipo ,  Carlos,  Isabel  y  otra  bija  que  murió  en  tier* 
na  edad.  Esto  en  Francia. 

En  Sicilia  el  iníante  don  Jaime  lue^  que  supo  la 
muerte  de  su  padre,  tomó  las  insignias  de  rey  en 
Mecina,  á dos  de  febrero  y  se  llamo  rey  de  Sicilia, 
príncipe  de  la  Pulla  y  de  dapua  como  aquel  que  po- 
seía parte  del  reino  Ñapóles ,  y  tenia  esperanza  do 
apoderarse  de  las  demás  ciudades  y  fueraas  del  reino, 
dado  que  todas  las  tierras  y  partes  de  aquel  reino 
estaban  pertrechadas  y  fortificadas  contra  los  inten- 
tos de  los  sicilianos;  y  esto  por  el  mucho  valor  y  di- 
ligencia de  Rob^o  conde  de  Artoes ,  á  quien  el  rey 
de  Francia ,  muerto  el  rey  Carlos,  encargó  el  gobier- 
no de  Ñapóles.  Don  Alonso  el  Tercero  rey  de 


438  BIBLIOTECA  DE 

Aragón  por  estar  algunos  meses  ocupado  en  aprestar 
una  armada  para  ir  sobre  Mallorca  y  Menorca ,  cosa 
que  su  padre  4  la  hora  de  su  muerte  dejó  muy  enco- 
mendaoa,  dilató  su  coronación.  Finalmcnle  á  los 
catorce  dias  del  mes  de  abril  el  mismo  dia  de  pascua 
Florida  de  Resurrección  lomó  la  corona  en  Zaragoza 

Ílas  demás  insignias  reales.  Hizo  la  ceremonia  don 
aime  obispo  de  Huesca  por  estar  á  la  sazón  vaca  la 
silla  arzobispal  de  Tarragona,  cuya  era  aquella 
preeminencia  por  antigua  costumbre.  Juró  el  rey  de 
guardar  los  privilegios  ^  fueros  y  libertades  de  aquel 
reino.  Tratóse  con  muchas  veras  y  gran  pcrfia  de  re- 
formar los  gastos  de  la  casa  real ;  particularmente  en 
las  cortes  que  de  allí  á  pocos  días  se  tuvieron  en  Hues- 
ca ,  concedió  á  los  señores  y  caballeros  de  Aragón  á 
su  instancia  que  los  valencianos ,  poco  antes  deste 
tiempo  encorporados  en  aquella  corona  se  goberna- 
sen conforme  á  las  lejes  de  Aragón. 

Fallecieron  este  mismo  año  grandes  personas  ecle- 
siásticas .  entre  otros  don  Miguel  Vincastrio  obispo 
de  Pamplona:  sucedióle  en  la  silla  don  Miguel  Lega- 
ría. La  Iglesia  de  Toledo  gobernaba  todavía  el  arzo- 
bispo don  GoDzalo,  varón  de  grande  autoridad,  y  que 
pooia  mucho  con  los  revés :  acompañó  al  rey  don 
Sancho  que  iba  á  los  confines  de  Francia ,  ca  quedó 
concertado  por  medio  de  la  embajada  de  que  se  hizo 
mención ,  que  los  dos  reyes  de  Castilla  y  Francia,  se 
juntasen  en  Bayona  para  se  liablar ,  y  tratar  allí  en 
presencia  de  todas  sus  haciendas ,  y  concordar  sus 
diferencias.  Nunca  los  reyes  se  vieron ,  no  se  sabe 
que  fuese  la  causa  desto:  puédese  sospechar  que  na- 
cieron como  es  ordinario  algunas  sospechas  de  una 
parte  y  otra .  ó  por  otros  respetos  y  puntos.  Así  se 
detuvieron  el  rey  don  Sancho  en  San  Sebastian ,  y  el 
rey  de  Francia  en  Montemarsano.  Hóbose  de  tratar 
del  concierto  por  terceros  :  por  parte  del  rey  don 
Sancho ,  don  Gonzalo  arzobispo  de  Toledo  fué  á  Bayo- 
na ,  y  por  parte  del  rey  de  Francia  el  duque  de  Bor- 
goíia.  Trataron  de  hacer  las  amistades  con  grande 
ahinco  de  entrambas  partes.  Los  franceses  no  venían 
en  ningún  acuerdo  de  concordia ,  si  el  rey  don  San- 
cho no  repudiaba  la  reina  pues  de  derecho  por  razón 
del  parentesco  no  podía  estar  casado  con  ella ,  y  se 
casaba  con  una  de  dos  hermanas  del  rey  de  Francia, 
es  á  saber  Margarita,  que  después  casó  con  Eduardo 
rey  de  Ingalaterra,  6  con  Blanca  que  vino  á  casar 
con  el  duque  de  Austria. 

Don  Sancho  sintió  esto  gravemente.  Parecíale  cosa 
pesada  dejar  una  mujer  tan  esclarecida ,  y  en  quien 
tenia  un  nijo  y  una  hija :  así  llamados  los  terceros, 
sin  concluir  cosa  al^^na  tomó  el  camino  para  Vitoria 
do  se  quedara  la  reina.  Lo  oue  resultó  rué  enojarse 
malamente  con  el  abad  de  Vallddoiid  por  saber  que 
muy  fuera  de  tiempo  y  sazón  movió  plática  deste 
nuevo  casamiento ;  que  dió  ocasión  á  los  franceses 
para  hacer  en  ello  instancia.  Revolvía  en  su  pensa^ 
miente  cómo  podría  satisfacerse  de  aquel  enojo.  Co- 
municólo con  la  reina,  que  destas  nuevas  estaba  con 
grandísimo  pesar.  Parecióles  muy  á  propósito  pedille 
cuenta  de  las  rentas  reales  que  estuvieron  á  su  car- 
go, y  achacalle  algún  crimen  de  no  las  haber  admi- 
nistrado bien  :  encomendaron  á  don  Gonzalo  arzobis- 
po de  Toledo  que  tomase  estas  cuentas.  El  rey  don 
Sancho  ó  por  cumplú*  algún  voto  que  hobiese  hecho, 
ó  por  su  devoción  se  fue  á  Santiago  de  Galicia:  en  el 
camino  en  el  monasterio  de  Sahaguo  halló  que  los 
huesos  del  rey  don  Alonso  el  VI  y  de  doña  Isabel  y 
doña  Marta  sus  mujeres  estaban  enterrados  pobre- 
mente, procuró  se  pasasen  á  mejor  lugar  con  sus  tú- 
mulos Y  en  ellos  sus  letreros. 

Vuelto  á  Valladolid ,  honró  á  don  Lope  Díaz  de 
Haro  señor  de  Vizcaya ,  á  quien  él  tenia  grande  obli- 
gación ,  y  por  quien  principalmente  tenia  el  reino: 
Hizole  mayordomo  de  la  casa  real  y  su  alférez  mayor. 
Dióle  asimismo  en  tenencia  muchos  castillos  y  muy 


GASPAR  T  nOlG. 

fuertes  en  todo  el  reino ,  y  ultra  desto  á  primero  de 
enero  le  engrandeció  con  titulo  y  honra  de  con- 
de ( i ) :  para  que  esta  merced  fuese  mas  señalada,  le 
dió  privilegio  y  cédula  real  en  que  declaraba  ser  su 
voluntad  oue  todas  estas  honras,  privilegios  y  pre- 
rogativas  las  heredase  don  Diego  Lope  de  Haro  su 
hijo ,  muerto  que  fuese  el  padre.  Al  hermano  de  don 
Lope  de  Haro.  que  se  llamaba  don  Diego  de  Haro ,  le 
hizo  capitán  de  la  frontera  contra  los  moros.  De  aquí 
vino  á  crecer  grandemente  la  uutoridad  y  poder  de 
aquella  familia  en  estado  y  renta.  En  particular  co- 
menzó don  Lope  de  Haro  á  tener  mucha  privanza  y  fa- 
vor con  el  rey,  y  atrepellar  á  quien  á  él  se  te  antojaba, 
de  que  muchos  se  quejaban  y  murmuraban  movidos 
algunos  de  buen  celo ,  otros  de  envidia  que  pudiese 
mas  uno  solo  oue  toda  la  demás  nobleza,  y  claramen- 
te decían  que  los  tenia  oprimidos  como  si  propiamen- 
te fueran  esclavos;  que  non  Lope  de  Haro  era  el  que 
reinaba  en  nombre  de  don  Sancho.  En  especial  lleva- 
ban mal  esto  los  gallegos  y  los  de  León ,  y  acusaban 
á  don  Lope  de  Haro  entre  otras  cosas  que  siendo  muy 
áspero  y  severo  con  los  demás,  solamente  favorecía 
y  aaba  todos  los  provechos  y  honras  á  sus  parientes 
y  amigos. 

No  dura  mucho  el  poder  de  los  privados  cuando 
no  se  templan  y  humanan.  Andaba  don  Lope  muy 
ufano  porque  demás  de  lo  dicho  emparentó  con  la  casa 
real  por  medio  de  su  hija  doña  María,  que  casó  oon  el 
infante  don  Juan.  Al  mismo  rey  pretendía  apartar  de 
su  mujer  por  casalle  con  Guillelma  su  prima,  hija  que 
era  de  Gastón  vizconde  de  Beame.  Para  sale  oon 
esto  no  cesaba  de  poner  mala  voz  en  el  casamiento 
primero  y  acusalle.  Llevaba  el  rey  muy  mal  estas  prá- 
ticas ^  mayormente  que  á  la  misma  sazón  le  nació 
otro  infante  de  la  reina  por  nombre  don  Alonso.  De- 
seaba descomponer  á  don  Lope ;  pero  la  revuelta  de 
temporales  tan  turbios  no  dañan  para  ello  lugar :  ni 
aun  se  atrevía  á  declararse  y  dar  muestra  de  su  eno- 
jo y  desabrimiento,  antes  le  traía  en  su  compañía  eo 
el  mismo  lugar  de  autoridad  que  antes ,  y  visitado  que 
hobo  el  reino  de  Toledo,  se  partió  para  Astorga ,  y  en 
su  compañía  don  Lope.  Xa  voz  era  para  hallarse  á  U 
misa  nueva  de  don  Merino  obispo  de  aquella  ciudad, 
y  honralie  con  su  presencia  por  ser  de  nobilísimo  11- 
naie  y  deudo  del  rev  de  Francia.  Su  intento  princi- 
pai  era  apaciguar  á  ios  oallegos  que  andaban  alborota- 
dos y  reprimir  lasentradas  y  correrías  de  portugueses, 
que  hacían  por  aquellas  comarcas  el  infante  don 
Alonso  hermano  del  rey  de  Portugal,  y  en  su  compa- 
ñía don  Alvar  Nuñez  de  Lara  hijo  de  don  Juan  de  La- 
ra,  como  hombre  feroz  que  era  y  desasosegado,  y 
acostumbrado  á  vivir  de  rapiña. 

Eran  á  propósito  para  esto  los  pueblos  de  Portale- 
gre  Y  de  Ronca ,  que  don  Alonso  poseía  en  las  fronte- 
ras ue  Portugal  y  á  la  raya  de  Castilla.  El  cuidado  de 
sosegar  los  gallegos  enciírgó  á  don  Lope  de  Haro :  so- 
bre lo  de  Portugal  se  comunicó  con  aquel  rey ,  con 
que  juntadas  sus  fuerzas  y  hecha  liga,  se  puso  sobre 
la  viUa  de  Ronca:  talaron  los  campos ,  pusieron  fuego 
á  las  alquerías  y  edi6cios  que  estaban  fuera  del  pue- 
blo; movidos  deste  daño  los  de  dentro ,  y  por  miedo 
de  mayor  mal  se  rindieron.  Halláronse  presentes  en 
aquel  cerco  los  dos  reyes :  don  Dionisio  el  de  Porta- 
gal  aconsejó  á  don  Sancho  que  si  quería  ver  su  reino 
sosegado,  procurase  abatir  á  don  Lope  de  Haro,  j 

Sara  este  efecto  recibiese  en  su  gracia  y  autorízase  á 
on  Alvar  Nuñez  de  Lara,  porque  á  causa  de  las  gran- 
des riquezas  y  poder  de  aquel  linaje  igual  á  su  nobleza 
era  á  propósito  para  contraponelle  y  amansar  el  orgu- 


(2)  Conde  era  cono  capitán  (reneral  de  provincis ;  pem 
San  Fernando  abolió  esta  dignidad  ,  oue  desde  entonces  aci 
no  ha  sido  inas  que  un  título  honorinco  hereditario  por  l<i» 
machos  alborotos  que  los  cooées  de  Castilla  habían  causado- 


RISTOaiA  DB  ESPAMA. 


439 


lio  lie  «({uel  personaje.  Hízoloasí :  don  Lope  que  bien 
entendía  donde  iban  encaminadas  estas  mañas  y  cau- 
telas, como  hombre  altivo  y  que  no  podía  sufrir  igual, 
resentido  desta  injuria  busco  ocasión  para  recogerse 
á  Navarra.  Dio  á  entender  que  iba  á  visitar  á  Gastón 
vizconde  de  Beame ,  como  quier  que  á  la  verdad  se 
tenia  por  agraviado  del  rev  que  con  aquel  desvio  y 
mal  tratamiento  desdorábalas  mercedes  pasadas.  La 
privanza  y  poder  acerca  de  los  re^es  nunca  es  segu- 
ra ,  mayormente  cuando  es  demasiada.  Con  su  ida  los 
navarros,  á  quien  no  faltaba  voluntad  de  hacer  guer- 
ra á  Castilla  por  los  desabrimientos  pasados ,  y  por  lo 
que  pretendían  que  de  aquel  reino  les  tenían  mala- 
mente usurpado ,  tomaron  las  armas.  Era  virev  en 
aquella  sazón  de  Navarra  Clemente  Luneo  francés  de 
nación.  Muclias  veces  salieron  los  navarros  á  correr 
las  fronteras  así  de  Castilla  come  de  Aragón  sin  suce- 
der cosa  alguna  memorable,  salvo  que  tomaron  á  los 
aragoneses  la  villa  de  Salvatierra,  y  pusieron  en  ella 
guarnición  de  soldados  navarros. 

Con  mas  próspera  fortuna  hacían  los  aragoneses  la 
guerra  en  Italia.  Rugier  Lauria,  bravo  caudillo,  y 
señalado  por  las  victorias  pasadas ,  acometió  de  im- 
proviso la  armada  de  los  enemigos ,  que  tenian  muy 
poiierosa  por  el  grdu  número  de  bajeles ,  junto  á  Ña- 
póles. Fue  mu^  reiíida  y  sangrienta  la  batalla  que  se 
dio  á  diez  y  seis  días  del  mes  de  Junio.  La  victoria 
quedó  por  los  aragoneses :  tomaron  cuarenta  y  dos 
uajoles ,  los  cautivos  fueron  cinco^mü  ^  entre  ellos 
muchos  por  su  linaje  y  hazañas  muy  señalados.  Los 
mas  dellos  se  rescaturon  por  dinero,  solo  á  Guido  de 
Mon  forte  ni  por  ruegos  ni  por  algún  rescate  quisieron 
dar  libertad :  esto  por  dar  contento  á  los  reyes  de 
Aragón  y  de  Ingalaterra  sus  enemigos  capitales ,  á 
cansa  que  este  caballero  era  bisnieto  de  Simón  conde 
(lo  Monforte,  aquel  que  como  arriba  se  dijo  venció 
en  batHÜa  y  mató  á  don  Pedro  rey  de  Aragón  en  la 
f^uerra  de  Tolosa.  El  nieto  deste  Simón  llamado  así 
mismo  Simón  prendió  al  emperador  Ricardo  (que  fue 
elegido  en  competencia  de  don  Alonso  el  Sabio,  y  era 
hermano  del  rey  Enrique  de  Ingalaterra )  los  años  pa- 
sados en  la  batalla  de  Leuvis,  que  bobo  éntrelos  fran- 
ceses y  ingleses ,  do  estuvo  un  monasterio  famoso  de 
San  Pancracio.  Este  Guido  en  venganza  de  su  padre 
Simón  y  que  poco  después  fue  por  los  ingleses  muerto 
en  otra  batalla  que  se  dio  cerca  de  Vigornia  en  Inga- 
laterra ,  al  tiempo  que  Eduardo  rey  de  Ingalaterra 
volvía  de  la  guerra  de  la  Tierra  Santa,  mató  con  gran* 
de  impiedad  y  crueldad  á  Enrique  hijo  del  emperador 
Ricarda  en  Viterbo  en  la  iglesia  Mavor  donde  oia  mi- 
sa. Esto  hecho,  con  las  armas  se  nizo  camino  para 
huir,  y  se  fue  é  valer  á  su  suegro  el  conde  del  Angui- 
iara ,  llamado  Rubro.  Comunmente  cargaban  á  Carlos 
rey  qne  era  á  la  sazón  de  Ñapóles  y  Sicilia ,  de  que  no 
venf^'ó  esta  muerte  eomo  vicario  que  era  en  aquel 
tiempo  del  imperio,  y  como  tal  tenia  puesto  al  dicho 
Guitto  en  el  gobierno  de  Toscana.  Los  historiadores 
ingleses  y  franceses  afirman  que  Guido  después  que 
fue  preso  en  la  batalla  naval  susodicha;  fue  entrega- 
tío  en  poder  del  rey  de  Ingalaterra.  Un  historiador 
siciliano  de  aquel  tiempo  porfía  que  falleció  en  Sicilia 
de  una  enfermedad,  de  que  solo  ajuicio  de  los  médi- 
cos le  pudiera  sanar  la  comunicación  con  mujer ,  y 
que  él  no  quiso  venir  en  ello  por  no  hacer  injuria  al 
matrimonio,  y  por  no  sujetarse  á  la  deshonestidad; 
que  si  fue  asi,  es  tanto  mas  de  loar  este  caballero  que 
stt  mujer  Margarita  después  que  del  enviudó,  se  dice 
hizo  poco  caso  de  lo  que  debiera ,  y  vivió  con  poco 
recato.  Dejó  este  caballero  una  hija  llamada  Anasta- 
sia ,  que  casó  con  Romano  Ursino  pariente  cercano 
del  papa  Nicolao  Tercero  y  conde  de  No  la.  La  nobi- 
lísima sucesión  que  procedió  deste  casamiento,  se 
continuó  en  aquella  casa  y  estado  hasta  nuestros 
tiempos  cuando  últimamente  faltó ,  y  la  ciudad  de 
Ñola  volvió  á  la  corona  real. 


CAPITULO  XI. 


Que  se  trató  de  librar  los  hermanos  Cerdas ,  y  Carlos 
príncipe  de  Salerno  fue  paesto  en  libertad. 

Sosegados  estaban  los  aragoneses  y  muy  pujantes 
en  fuerzas ,  riquezas  y  gloria  por  sus  hazañas  gran- 
des y  memorables  :  solamente  en  la  costa  de  Catalu- 
ña inquietaba  á  los  naturales  con  sus  armas  don  Jaitne 
rey  de  Mallorca,  bien  que  no  hizo  cosa  alguna  digna 
de  memoria.  El  nombre  del  rey  don  Alonso  de  Ara- 
gón era  célebre.  Tenia  en  su  mano  puesta  la  paz  y  la 
guerra  á  causa  de  los  grandes  principes  que  tenia  en 
su  poder  detenidos :  los  hermanos  Cerdas  en  el  cas- 
tillo de  Morola,  el  príncipe  de  Salermo  en  el  de  Siu- 
rana,  ambos  muy  fuertes  y  con  buena  guarda.  Can- 
sados pues  estos  príncipes  de  tan  larga  prisión ,  y 
movidos  por  miedo  do  mayor  mal  se  inclmaban  á  la 

Saz  con  las  condiciones  que  él  quisiese:  tenían  gran- 
es reyes  por  intercesores ,  muchas  embajadas  de 
Francia  v  de  Castilla  venian  al  rey  de  Aragón  sobre 
el  caso ,  la  autoridad  de  Eduardo  rey  de  Ingalaterra 
que  se  interpuso  con  los  demás  por  medianero  ,  era 
de  mas  peso  y  eficacia  á  causa  que  el  Aragonés  nre- 
tendia  tomalle  por  suegro  y  casarse  con  su  bija  Leo* 
ñor.  Acordaron  pues  estos  reyes  de  verse  y  hablarse 
en  la  ciudad  de  Oloron ,  que  se  llamó  antiguamente 
Lugduno ,  y  está  en  \o%  conGnes  de  Francia  en  los 
pueblos  llamados  Coquenos:hoy  está  en  el  principa- 
do de  Bíname  á  las  haldas  de  los  montes  Pirineos ,  el 
emperador  Antonino  la  llamó  Illuro. 

En  aquella  junta  y  habla  por  grande  instancia  del 
rey  de  Ingalaterra  se  alcanzó  que  dentro  de  un  año 
Carlos  principe  de  Salerno  fuese  puesto  len  libertad 
con  estas  condiciones:  que  el  reino  de  Sicilia  quedase 
por  don  Jdima :  que  el  preso  alcanzase  del  papa  con- 
sentimiento para  esto ,  junto  con  alzar  las  censuras 
puestas  contra  los  aragoneses :  ítem  que  pagase 
treinta  mil  marcos  de  plata  :  últimamente  que  Carlos 
de  Valoes  se  apartase  de  la  pretensión  que  tenia  al 
reino  de  Aragón  que  le  adjudicara  el  pontí&ce  Martí- 
no  :  que  dentro  de  tres  años ,  si  todo  esto  no  se  cum- 
plía^ fuese  aquel  príncipe  obligado  á  tornarse  á  la 
K fisión ,  y  sin  embargo  diese  en  rehenes  á  sus  tres 
ijos  Roberto,  Carlos  y  Luis,  ultra  desto  sesenta 
caballeros  de  los  mas  nobles  de  la  Proenza.  Graves 
condiciones  eran  estas ;  pero  como  al  vencedor  eran 
estos  conciertos  provechosos,  así  á  los  vencidos  era 
forzoso  uceptallos  de  cualquiera  manera  que  fuesen 
que  una  vez  puestos  ea  libertad  conGaban  no  les  fal- 
taría ocasión  de  mejorar  su  partido.  Curios  principe 
de  Salerno  puesto  que  fue  (según  lo  asentado)  en 
libertad  el  año  delSeuor  de  i  288  desde  Araaon  pasó 
á  Francia,  desde  allí  á  Toscana  :  apacicuados  ende 
los  alborotos  de  losgibelinos.  en  Roma  nnalmenie  le 
declaró  por  rev  de  Pulla  v  de  Sicilia  el  papa  Nico- 
lao IV  el  que  al  príocipio  aeste  año  sucedió  en  lugar 
de  Honorio.  Púsole  la  corona  real  en  su  cabeza  con 
todas  las  demás  insignias  y  vestiduras  reales.  Preten- 
día el  pontífice  no  ser  válido  el  concierto  pasado,  co- 
mo hecho  sin  su  licencia ,  de  un  reino  que  de  tiempo 
antiguo  era  feudatario  de  la  iglesia  Romana.  Esto  al- 
teró grandemente  el  ánimo  del  rey  de  Aragón,  tanto 
mas  que  entendía  y  le  avisaban  que  eirey  don  Sancho 
qoeria  dejar  su  amistad  y  avenirse  con  el  rey  de  Fran- 
cia á  persuasión  del  sumo  pontífice ,  parecer  que 
aprobaban  la  reina  y  don  Gonzalo  arzobispo  de  Tole- 
do, aunque  muchos  grandes  juzgaban  debía  ser  pre* 
ferida  la  amistad  del  rey  de  Aragón  así  ñor  la  vecindad 
de  los  reinos  como  por  tener  en  su  poner  los  herma- 
nos Cerdas. 

Destos  principios  se  alteraron  algunos ,  y  por  la 
muerte  de  don  Lope  de  Haro ,  como  luego  se  contará, 
sus  parientes  y  amigos  se  pasaron  á  Aragón,  y  fue- 
ron causa  de  nuevas  y  largas  guerras :  pretendían  y 
procuraban  sati:}facerse  do  sus  particulares  disgustos 


4iO 


BIBLIOTECA    DE  GASPAR  Y  RülG. 


con  las  discordias  y  males  cooiunes.  El  rey  don  San- 
cho por  el  mismo  caso  se  vio  puesto  en  necesidad 
de  darse  priesa  á  hacerla  coofedloracion  con  el  rey  de 
Francia.  Enviaron  los  dos  reyes  sus  embajadores  á 
León  de  Francia,  do  los  esperaba  el  cardenal  Juan 
Gattleto  enviado  por  el  legado  del  sumo  pontífice  para 
este  efecto.  Por  el  rey  de  Francia  vinieron  Mornay  y 
Lamberto  caballeros  principales  de  su  corte;  el  rey 
don  Sancho  envió  á  don  Merino  obispo  de  Astorga. 
El  concierto  se  hizo  desta  manera :  el  rey  don  San- 
cho prometía  da  dar  á  don  Alonso  de  la  Geraa  el  reino 
de  Murcia  á  tai  que  no  se  intitulase  en  nin/nina  ma- 
nera rey  de  Castilla»  y  el  reino  de  Murcia  le  tuviese 
como  moviente  y  feudatario  de  Castilla  :  que  si  don 
Alonso  muriese  sin  hijos ,  sucediese  don  Hernando 
su  hermano  menor :  el  de  Castilla  enviase  mil  caba- 
llos en  ayuda  al  rey  de  Francia,  que  quería  mover 
guerra  á  Aragón ;  y  sí  fuese  necesario ,  diese  paso  y 
entrada  segura  por  sus  tierras  al  ejército  francés: 
ítem  que  los  hermanos  Cerdas  luego  que  alcanzasen 
libertad  con  el  poder  ▼  industria  de  los  dos  reyes ,  se 
entregasen  en  poder  del  rey  de  Francia. 

Este  concierto  di6  mucho  disgusto  á  doña  Blanca, 
madre  de  los  infantes ,  en  tanto  arado  que  dejado  su 
hermano ,  se  fue  á  Portugal.  Como  mujer  varonil 
pretendía  buscar  nuevos  socorros  contra  las  fuerzas 
de  Castilla ,  puesto  que  mas  fue  el  trabajo  que  en  esto 
tomó,  que  el  fruto  que  sacó.  El  rey  Dionisio  de  Poi^ 
tugal,  echados  los  moros  de  toda  su  tierra,  gozaba 
de  una  tranquila  paz,  ni  le  podían  convencer  á  que  la 
alterase  en  pro  de  otros  y  daño  suyo.  ¿Qué  prudencia 
fuera  ponerse  en  peligro  cierto  con  esperanza  incier- 
ta, y  oscurecer  la  gloria  ganada ,  v  alterar  la  quietud 
y  reposo  de  su  remo  con  mover  las  armas  fuera  de 
tiempo  ?  Tuvo  este  rey  muy  buenas  partes ,  y  en  es- 
pecial muy  noble  generación  de  hijos  y  hijas.  De  doña 
Isabel  su  mujer  tuvo  antes  desto  una  hija  llamada 
dona  Isabel ,  y  este  año  le  nació  otra  que  se  llamó 
doña  Costanza :  de  allí  á  dos  anos  otro  hijo  que  se 
llamó  don  Alonso,  que  fue  heredero  del  reino.  De 
mujeres  solteras  tuvo  estos  hijos ;  á  don  Alonso  de 
Alburquerque ,  de  quien  trae  su  decendencia  una 
familia  deste  sobrenombre  nobilisima  en  Portugal,  y 
á  don  Pedro  que  fue  dado  á  los  estudios  de  las  letras, 
como  da  testimonio  un  libro  que  compuso  de  los  li- 
najes y  de  la  nobleza  de  España ;  v  á  don  Juan  y  á 
don  Femando,  y  ultra  desto  dos  nijas  que  la  una 
oasó  con  don  Juan  de  la  Cerda ,  y  la  otra  se  metió 
monja. 

CAPITULO  XII. 
De  nuevas  alteraciones  que  se  levantaron  en  Castilla. 

Castilla  por  lo  que  tocaba  á  los  moros,  sosegaba 
A  causa  de  la  amistad  que  tenían  con  el  rey  de  Gra- 
nada :  con  Afrioa  poco  antes  se  asentaron  treguas 
con  Juzeph  rev  de  slarrueoos.  La  guerra  civil  y  do- 
méstica tenia  a  todos  puestos  en  mayor  cuidado.  Su- 
cedió este  daño  por  la  muerte  de  don  Lope  de  Haro, 
que  le  dieron  dentro  de  palacio,  y  en  presencia  del 
mismo  rey ,  si  con  razón  ó  sin  ella ,  no  se  averigua 
bastantemente.  Para  que  todo  esto  mejor  se  entienda, 
será  bien  relatar  los  principios  por  do  se  encaminó 
esta  desgracia.  Por  muerte  de  don  Alvar  Nuñez  de 
Lara ,  que  falleció  poco  después  que  tornó  en  gracia 
del  rey  don  Sancho,  don  Lope  de  Haro  su  competi- 
dor volvió  á  Castilla  y  á  la  corte  con  esperanza  de 
recobrar  la  cabida  y  autoridad  que  antes  tenia,  pees 
era  muerto  su  contrario ;  pero  la  naturaleza,  que  no 
permite  viva  alguno  sin  competidor  y  sin  contraste, 
en  el  mismo  punto  que  murió,  hizo  que  don  Juan 
hermano  del  difunto  subiese  al  mismo  grado  de  dig-< 
nidad ,  y  al  favor  y  gracia  del  príncipe  que  su  herma* 
no  tuvo  con  mucho  ffusto  ael  pueblo  y  no  menor 
pesar  y  dolor  de  don  Lope  de  Haro.  Quejábase  que 


con  aquellas  artes  y  mañas  se  le  hacia  notable  agra- 
vio ,  y  que  todo  se  encaminaba  i  dismíQuir  su  auto- 
ridaa  y  menoscaballa.  Era  el  sentimiento  en  tanto 
grado  que  no  temía  de  dar  muestras  del  al  mismo  rey, 
y  formar  quejas  en  su  presencia. 

Como  el  infante  don  Jaime  su  yerno  con  un  escua- 
drón de  gente  corriese  la  campaña  de  Salamanca,  y 
con  sus  ordinarias  correrías  llegase  hasta  Cíudad-Ro* 
drigo ,  y  el  rey  se  guejase  desto  con  don  Lope  de 
Haro :  tuvo  atrevimiento  de  confesar  que  todo  aque- 
llo se  hacia  por  su  consejo  v  voluntadf,  hasta  SDadír 
que  sí  el  rey  iba  á  Valladolia ,  su  yerno  vendría  á  Ci- 
galas, que  es  un  pueblo  allí  cerca,  y  era  tanto coida 
amenazalle  :  soltar  la  rienda  á  la  mala  condición  y 
irritar  con  esto  la  ira  de  los  reyes  cosa  es  muy  per- 
judicial. Verdad  es  que  por  entonces  el  rey  tovo 
sufrimiento  y  disimulo  lo  mejor  que  pudo,  hasta  qoe 
se  ofreciese  ocasión  para  castigar  tan  gran  locara  y 
desacato.  Fué  el  rey  i  Yailadolid,  habló  con  don  Joan 
su  hermano  :  dióse  orden  como  aquellos  alborotos 
al^n  tanto  sosegasen.  Partido  de  Yailadolid,  fué 
primero  á  Roa ,  y  de  allí  á  Berlanga  y  á  Soria.  Des- 
pués tomó  el  camino  para  Tarazona  paira  verse  coa  el 
rey  de  Aragón ,  y  alcanzar  del  que  le  entregase  los 
hermanos  Cerdas.  Estorbóse  esta  vista  de  los  reyes 
por  las  malas  mañas  de  don  Lope  de  Haro,  que  como 
tercero  iba  de  una  parte  á  otra ,  y  i  cada  cual  de  las 
partes  referia  en  nombre  del  otro  condiciones  nara 
asentar  la  paz  muy  pesadas  y  muy  contrarías  de  lo 
que  loe  mismos  principes  pretendían.  Todo  iba  ende- 
rezado á  derribar  por  medio  do  los  hermanos  Cerdas 
al  rey  don  Sancho ,  de  quien  tenia  de  todo  punto  el 
ánimo  enagenado ,  que  me  la  causa  de  no  efectuarse 
cosa  alguna ,  y  de  volverse  el  rey  á  Alfaro ,  que  es  una 
villa  de  Castiña  puesta  á  los  confines  de  Aragón  y  de 
Navarra. 

Acudieron  el  infante  don  Juan  y  don  Lope  de  Haro 
su  suegro  á  hacer  reverencia  y  compañía  al  rey  sin 
guarda  bastante  con  que  se  asegurasen.  Halláronse 

Iiresentes  don  Gonzalo  arzobispo  de  Toledo,  y  don 
uan  Alonso  obispo  de  Plasencia ,  el  obispo  de  Cala- 
horra.  el  de  Osma  y  el  de  Tuy  :  allende  destos  el 
deanae  Sevilla  que  era  chanciller  mayor,  y  el  abad  de 
Yailadolid,  todos  llamados  á  consejo  para  tratar  de 
cosas  importantes.  Llegados  don  Juan  y  don  I»pe  i 
besar  al  rey  la  mano,  mandóles  le  volviesen  á  la  bora 
todos  los  castillos  y  plazas  que  tenían  en  su  poder  j 
para  esto  alzasen  el  juramento  á  los  soldados  que  te- 
nían de  guarnición ,  y  diesen  las  contraseñas  por  do 
entendiesen  por  cierto  que  era  tal  su  voluntad.  Fué- 
les  este  manaato  muy  pesado  :  escusábanse  de  obe- 
decer, mandólos  prender:  don  Lope  de  Haro ,  puesta 
mano  á  la  espada ,  j  revuelto  el  manto  al  brazo»  cou 
palabras  muy  injuriosas,  y  llamar  al  rey  tirano,  fe- 
mentido, cruel ,  con  todo  lo  demás  que  se  le  vinoá 
la  boca  y  que  el  furor  y  la  rabia  le  daban:  se  fué  para  él 
con  intento  de  matalle.  Locura  grande  j  demasiado 
atrevimiento,  que  le  acarreó  su  perdición :  los  qoe 
estaban  presentes ,  pusieron  asimismo  mano  á  scs 
espadas ,  y  del  primer  golpe  le  cortaron  la  mano  de- 
recha y  consiguieotemente  le  acabaron.  Caballero 
que  fue  arriscado  y  fuerte ,  mas  su  arrogancia  y  po- 
der demasiado ,  junto  con  la  envidia  que  mucliosle 
tenían ,  redujeron  á  estos  términos. 

Don  Juan  su  yerno  después  que  hirió  á  algunos  de 
los  criados  del  rey,  como  vio  muerto  i  su  snegro,  $e 
huyó  y  acogió  al  aposento  de  la  reina,  que  se  poso 
delante  para  amparalle  del  rey  que  venia  en  su  se- 
guimiento con  la  espada  desnuda ,  y  por  sos  ruegos 
y  lágrimas  hizo  tanto  que  le  libró  de  Ja  muerte.  Pu- 
siéronle en  prisiones  para  estar  á  juicio  y  dar  razoo 
deste  y  de  los  demás  desacatos.  Forzosa  cosa  es  pa- 
sar muchas  cosas  en  silencio  por  seguir  la  brevedad 
que  llevamos ;  ¿mas  quién  podíria  contar  por  menudo 
y  á  la  larga  todas  las  tramas  que  en  esto  bobo  de 


UlSTOftlA  DE  ESPAÑA. 


44  i 


traición  y  deslealtad?  ¿quién  decir  lodo  lo  que  pasó 
en  tan  grande  ruido  y  alboroto ,  y  encarecer  la  tur- 
bación y  desasosiego  de  toda  la  casa  real?  La  suma  es 
que  quitadas  delante  las  cabezas ,  los  alborotos  se 
apaciguaron  por  entonces  ,  y  con  el  ejemplo  fresco 
de  aquella  culpa ,  y  de  aquel  castigo ,  los  demás  se 
tUYieroD  á  raya  para  que  luego  no  se  alterasen.  Pero 
como  se  bebieron  un  poco  sosegadi» ,  en  secreto  ,  y 
públicamente  en  corrillos  comenzaron  á  murmurar 
oeste  hecbo  del  rey:  Decian  gue  con  muestras  de 
amor  engañó  á  tan  grandes  prmcipes  :  los  parientes 
y  aliados  do  los  dos  unos  se  salian  do  la  corte ,  otros 
de  que  liobo  gran  número ,  se  fueron  del  reino.  Por 
lodo  esto  bien  se  dejaba  entender  que  se  armaba  al- 
guna gran  tempestad  ¡  que  fue  la  pausa  principal  de 
abreviar  la  confederación  y  liga  con  el  rey  do  Francia 
en  León ,  como  arriba  queda  dicbo. 

Doña  Juana  mujer  del  difunto  don  Lope  de  Haro  y 
hija  de  don  Alonso  señor  de  Molina  toda  cubierta  de 
luto  se  fue  á  ver  con  la  reina  su  hermana  en  Santo 
Domingo  de  la  Calzada,  donde  estaba  la  corte.  Pre- 
tendía con  esto  recoger  las  reliquias  del  naufragio 
Je  su  casa.  Hizo  tanto ,  que  con  sus  lágrimas  y  á  rue- 
go de  la  reina  se  amansó  el  rey  para  que  no  despoja- 
se á  su  hijo  del  señorío  de  Vizcaya ,  como  lo  preten- 
día hacer;  y  ya  por  fuerza  se  habia  apoderado  de  la 
villa  de  Haro  y  ael  castillo  de  Trevíao.  Demás  desto 
con  deseo  de  sosiego  y  de  apaciguallo  todo  la  reina 

Í prometió  á  su  hermana  que  si  su  hijo ,  don  Die^o  de 
faro  ,  como  era  forzoso  ,  llevase  en  paciencia  la 
muerte  de  su  padre ,  y  se  pusiese  en  manos  del  rey, 
le  haría  dar  el  tugar  y  autoridad  que  su  padre  tenia. 
Doña  Juana  como  mujer  inconstante  pensó  que  csIhs 
promesas  procedían  de  miedo  :  asi  mudó  luego  de 
parecer  y  trocó  la  humildad  pasada  en  cólera ,  tanto 
que  con  deseo  de  vengarse  atizaba  á  su  hijo,  y  le 
aconsejaba  que  renunciada  la  fe  y  lealtad  que  al  rey 
tenia  prometida ,  se  desnaturalizase ,  y  se  pasase  á 
Aragón.  Doña  Haría  mujpr  del  infante  don  Juan  que 
tenían  preso,  se  pasó  á  Navarra ,  cercado  la  cual  es- 
taba. En  su  compañía  se  salieron  otrosí  de  Castilla 
uiuchos  de  sus  aliados ,  dado  que  la  mavor  parle 
(como  suele  acontecer  eo  estas  revueltas)  dudosos  y 
suspensos  se  estuvieron  en  sus  casas  para  lomar 
consejo  conforme  al  tiempo  y  como  las  cosas  se  ro- 
deasen. 

Gastón  vizconde  de  Bearnc ,  sabido  loque  pasaba, 
vino  á  gran  priesa  á  Aragón  en  favor  de  sus  deudos, 
resuelto  de  poner  á  cualquier  riesgo  su  persona  y 
estados  por  los  amparar.  A  instancia  de  todos  estos 
señores  el  rey  de  Aragón  puso  en  libertad  á  los  her- 
manos Cerdas.  Y  para  hacer  mayor  pesar  al  rey  don 
Sancho  por  el  mes  de  setiembre  en  Jaca  donde  hizo 
traerlos  infantes,  nombró  á  don  Alonso  el  mayor 
dellos  por  rey  de  Castilla  y  de  León ,  de  que  resulta- 
ron nuevas  guerras  y  grande  ocasión  para  discordias; 
y  es  cosa  forzosa  gue  los  grandes  reinos  sean  mu- 
chas veces  combatidos  de  nuevas  y  grandes  tempes- 
tades. Por  medio  de  los  Cerdas  y  con  el  favor  de  los 
aragoneses  se  movió  guerra  á  GÜistilla.  El  pueblo  es- 
tabi  no  mas  deseoso  que  medroso  de  cosas  nuevas. 
Los  caballeros  principales  de  Castilla  no  eran  de  un 
mismo  parecer :  los  mas  prudentes  con  de^eo  de  so- 
siego seguían  el  partido  del  rey  don  Sancho,  y  que- 
rían agradalle  áól ,  pues  tenia  el  mando  y  señorío.  El 
en  aquellos  dios  fué  á  \íctoría,  que  es  en  Álava:  alii 
la  rema  parió  un  hijo  que  se  llamó  don  Enrique.  La 
ida  se  enderezaba  así  para  verse  en  Bayona  con  el 
rey  de  Francia  ,  según  que  lo  tenían  determinado 
por  sus  embajadores ,  como  para  acabar  de  conquis- 
tar los  lugares  y  tierras  de  Vizcaya  y  ponelles  debajo 
de  su  señorío. 

Esta  guerra  fue  mas  dificultosa  de  lo  que  se  pensó, 
por  la  aspereza  de  los  lugares ,  la  falta  de  bastimento, 
y  la  condición  de  la  gente,  constante  en  guard.ir  la 


fe  y  lealtad  á  sus  señores.  Teníase  esperanza  por 
medio  del  maestre  de  Calatrava  don  Ruy  Pérez  Pon- 
ce  de  poder  ganar  á  don  Diego  de  Haro  hermano  de 
don  Lope ,  al  cual  antes  deste  tiempo  el  rey  hizo  ca- 
pitán de  la  frontera  y  al  presente  le  ofrecía  mucho 
mayores  honras  y  premios,  hasta  dalle  intención  que 
le  daría  el  señorío  de  Vizcaya ,  pero  él  sin  hacer  caso 
de  todo  esto  quiso  mas  irse  desterrado  á  Aragón.  De* 
cía  no  se  debía  confiar  de  quien  socolor  de  amistad 
malu-atódotal  manera  á  tales  principes  sus  parientes 
y  amigos.  Así  se  partió  determinado  do  favorecer  y 
amparar  con  su  consejo  y  hacienda  y  diligencia  á  su 
sobrino.  Todo  parecía  estar  á  punto  de  romper  :  los 
pueblos  resonaban  con  aparatos  y  pertrechos  de 
guerra,  cuando  al  mismo  punto  que  auerían  acome- 
ter las  fronteras  de  Castilla ,  falleció  ae  enfermedad 
don  Diego  de  Haro  hijo  de  don  Lope  en  gran  pro  y 
beneficio  del  rey  don  Sancho  y  de  sus  cosas.  Con  su 
muerte  so  resfriaron  las  voluntades  de  los  que  se- 
guían su  bando:  y  Vizcaya  que  hasta  entonces  hacia 
resistencia,  toaa  ella  vino  en  poder  del  rey  por  el 
esfuerzo  y  valor  de  Diego  López  de  Salcedo ,  ú  quien 
se  cometiera  todo  el  peso  de  aquella  conquista,  y  du 
quien  así  en  guerra  eorao  eu  paz  se  hacia  mucho 
caso. 

CAPITULO  XIII. 

De  algunas  hablas  que  luvierou  lus  reyes. 

El  rey  don  Sancho  dado  que  bobo  fin  á  las  cosas 
de  Vizcaya ,  y  que  las  vistas  con  el  rey  de  Francia  se 
remitieron  para  otro  tiempo  ,  dejó  á  su  hermano  el 
infante  don  Juan  con  buena  guarna  preso  en  el  alcá- 
zar de  Burgos,  y  después  le  pasaron  á  Curiel ,  y  ci 
con  el  cuidado  que  tenía  de  la  guerra  de  Aragón  y  de 
su  reino ,  que  de  nuevo  andaba  en  balanzas,  se  par- 
tió para  Sabugal ,  que  es  una  villa  á  la  raya  de  Portu  • 
gal.  Allí  se  juntaron  él  y  el  rey  de  Portugal  para 
tratar  entre  los  dos  de  sus  haciendas  :  hicieron  liga 
contra  los  aragoneses  y  los  desterrados  de  Castilla, 
que  se  apercebian  para  la  guerrasocolorde  poner  en 
posesión  á  don  Alonso  de  la  Cerda ,  que  ya  se  intitu- 
laba rey  de  Castilla ,  en  el  reino  de  su  abuelo.  Apar- 
tados los  reyes,  y  vueltos  destns  vistas,  don  Sancho 
recogidas  sus  fuerzas  por  todas  partes  y  la  gente  de 
guerra  que  tenia ,  se  fué  á  eocontrar  con  los  arago- 
neses á  Ja  villa  de  Almazan.  Eu  el  mes  de  abril  del 
año  del  Señor  de  i289  se  juntaron  los  dos  campos, 
mas  no  sucedió  cosa  digna  de  memoria  ;  solóla  villa 
de  Morón  fue  tomada  por  los  aragoneses  por  fuerza 
de  armas  .  y  Almazan  fue  cercaao. 

De  la  otra  parte  el  rey  don  Sancho  con  una  entra- 
da que  hizo  por  las  fronteras  de  Aragón  ,  destruía  la 
campaña ,  robaba  ganados,  y  ponía  A  fuego  villas  y 
Jugares.  Don  Diego  López  de  Haro  de  la  misma  ma- 
nera con  sus  correrías  talaba  todos  los  campos  y  tér- 
minos de  Cuenca  y  Huete,  demás  de  un  escuadrón 
de  enemigos  con  quien  se  encontró,  y  los  venció  y 
puso  en  huida  junto  á  la  villa  de  Pajaren.  En  esta 
refriega  murió  Rodrigo  de  Sotomayor  capitán  de 
los  castellanos.  Las  banderas  que  les  tomó ,  envió 
don  Diego  á  la  ciudad  de  Tiruel.  La  estrechura  del 
lugar  fue  causa  deste  revés :  los  aragoneses  pelea- 
ban mejorados  del  lugar,  y  por  todas  partes  estaban 
sobre  los  enemigos.  En  ninguna  parle  podían  repo- 
sar, unos  daños  sucedían  á  otros,  como  si  anduviCTan 
en  rueda  :  los  que  con  su  daño  pagaban  las  discor- 
dias de  los  príncipes ,  eran  los  inocentes.  Verdad  es 
que  las  mas  ciudades  y  villas  tenían  la  voz  de  don 
Sancbounas  por  miedo,  y  otras  por  voluntad.  Solo  en 
Badajoz  se  encendió  una  revuelta  muy  grande  :  es- 
taban aquellos  ciudadanos  de  tiempo  antiguo  dividi- 
dos en  dos  bandos,  es  á  saber  los  bejaranos  y  los 
f portugaleses.  Fueron  los  bejaranos  despojados  de  su<; 
lacieiidas  por  los  contra  ríos,  y  forzados  á  ausentar- 


4¡2  BiDLioiec*  DE 

se  de  la  ciudad.  Hicieron  recurso  si  re;  para  que 
tlesbiciese  el  affraTJo.  Mandólo  asi :  los  daaadores  no 
quisieron  obedecer  é  este  mandato.  Acudieron  loa 
bciaranos  á  las  armaa ;  j  con  geni»  que  teuiau  aper- 
cebida ,  mataron  gnin  oúraero  def  otra  bando ,  y 
echaron  los  que  quedaban ,  de  la  ciudad. 

A  este  atreTÍniienlo  de  quererse  vengar  por  sus 
.nanos  añadieron  otro  msfor,  y  fue  que  como  se  ho- 
biesen  fortíGcedo  en  lo  mas  alto  de  la  ciudad ,  ape- 
llidaron I>or  re;  á  don  Alonso  de  la  Cerda.  Qi6  esto 
grande  peíadumlira  al  rey  don  Sancho  :  el  daño  que 
resulté  i  aquella  ciudad  Tue  notable.  Grando  es  la 
furia  del  pueblo  puesto  en  armas ,  las  fuerzas  de  loa 
reyes  SOR  mayores  :  viúse  poreaperiencía  ,  que  luego 
que  el  rey  envió  su  campo  sobre  ellos ,  la  osadia  se 
les  troo6  en  miodo.  Rindiéronse  á  partido ,  salvas  las 
vidas.  No  les  guardaran  el  concierto  :  todos  los  beja- 
ronoB  fueron  pasados  á  cuchillo  en  número  de  cuatru 
mil  entre  hombres  y  mujeres.  Rl  mismo  trabajo  cor- 
rió Talayera  filia  principal  en  el  reino  de  Toledo  : 
por  seguir  la  voz  de  don  Alonso  de  ia  Cerda  basta 
cuatrocientos  de  los  mas  nobles  fueron  justiciados  y 
descuartizados  públicamente  á  la  puerta  que  desde 
nquel  tiempo  comenzó  el  vulgo  i  llamalla  ia  puerta 
il"  Cuartos. 


Asi  lo  teatificau  los  de  aquel  lugir  comoco-a  rece- 
hida  de  mano  en  mano  de  sus  antepasados ,  sin  que 
haya  autor  ni  testimonio  mas  bastante.  Lo  cierto  rs 
que  con  el  castigo  desloa  dos  pueblos  quedaron  avi- 
sados los  demás  para  no  se  desmandar ;  y  es  asi  que 
todo  grande  ejemplo  y  hazaña  es  casi  forzoso  tcegí 
meicla  de  algunos  agravios  ;  pero  lo  que  se  peca 
contra  los  particulares,  se  recompensa  con  el  prove- 
eho  y  sosiego  común.  - 

El  año  prdximo  siguiente  de  t390  se  trató  de  Due- 
vo  oue  loa  reyes  de  Francia  y  de  Castilla  se  viesen  j 
hablasen.  Acordado  esto.  Herrón  en  un  mismo  dia  á 
Bayona  pueblo  de  la  Guiena  señalado  para  esta  junta. 
LiO  mas  principal  que  entre  los  reyes  se  resolvió,  toe 
que  el  de  Francia  alzó  la  mano  de  ayudar  &  los  her- 
manos Cerdas :  renunció  otrosí  el  dtrecho ,  si  algu- 
no tenia,  al  reino  de  Castilla  como  bisnieto  de  la  rei- 
na dona  Blanca ,  que  no  faltaba  quien  le  pusiese  ea 
seguir  esta  demanda;  demdsdeslose  resolvió  de  ha- 
cer por  ambas  partes  la  guerra  al  reino  de  Angón. 
Al  mismo  tiempo  Tolosa,  Segura  y  Villafranca,  qae 
se  comenzaron  á  edilicir  en  la  parte  de  Vizcaya  en 
tiempo  del  roy  don  Alonso,  se  acabaron  en  este  por 
la  diligencia  del  rey  don  Sancho ,  de  que  hay  boy  dii 
públicos  instrumentos  despachados  en  esta  nion  en 


I.  El  rey  de  Aragón ;  sabidala  confederación  .  . . 
dos  reyes,  y  visto  que  no  leniafuenss  para  contras- 
tar con  Castilla ,  Francia  y  Italia ,  mucho  se  ioclína- 
ba  ¿  la  paz ,  sin  embargo  que  Carlos  rey  de  Ñapóles 
no  cumplía  lo  que  se  asentó  en  el  concierto  pesada^ 
de  que  el  rev  de  Ingulaterra  por  cuya  instanoia  fue 
puesto  en  libertad ,  se  s«ntia  muy  agraviado  que  hi- 
ciese burla  de  su  fe  j  palabra. 

Acudieron  por  todas  parles  al  papa  á  poner  en  sus 
manos  estas  difet-encias,  Respondió  enviaría  sus  le^ 
gados,  queoidas  las  partes,  con  condiciones  s corda.» 
sen  todosestos  debates.  Nombró  para  esto  dos  carde- 
nales ,  es  i  saber  Benito  Coloqa  y  Gerardo  de  Parma , 
para  que  fueaen  i  Francia  y  lo  oompusiesen  todo.  En 
este  comedio  Carlos  rey  de  Ndpoles  y  el  rey  de  Ara-* 
f^oncon  seguro  que  se  dieron  el  uno  al  otro,  se  vi- 
iiivon  á  hablar  en  Junquera  pueblo  de  Cataluña. 


Alli  platicaron  sobre  macbas  cosai ,  y  aieiiUron  tre- 
guas por  algunos  meses  mientras  que  los  lerdos  lo- 
masen slgunbuen  medio  para  asentar  coa  unneii  la 
paz  :  cosa  que  d  todos  venia  bien  yá  que  todos  se  in- 
clinaban ,  Carlas  con  esperanza  de  recobrar  el  reino 
de  Sicilia,  el  Aragonés  porque  se  alzase  e(  enlredi- 
cho  que  tanto  duraba  en  su  reino ,  y  por  escasar  la 
guerra  que  de  Francia  le  amenazaba ,  demás  det  de- 
seo que  Je  punzaba ,  apaciguadas  estas  diferencias, 
de  volver  sua  armas  oontra  Castilla. 

CAPITULO  XIV. 

Que  don  Joan  de  Lara  se  pasó  á  Aragón. 

Don  Juan  Nuñea  de  Lara  ,  pcMonaje  de  gran  re- 
putación, poder  y  riquezas,  comenzaba  de  nuevo  á 
alicionarse  al  partido  de  Aragón  ssl  por  su  poca  con«- 
tancia  como  por  la  inlencion  que  le  daban  de  resli- 


fllSTOlUA  DB  ESPAÑA. 


44d 


luitle  la  ciudad  de  Albarracin  :  cosa  muy  ordinaria, 
que  los  hombres  hacen  mas  caso  de  su  interés  que 
tie  lo  que  es  justo  y  loable.  El  rejr  don  Sancho  por 
tener  entendido  sería  de  grande  importancia  para 
todo  su  ida  y  su  quedada ,  liizo  todo  lo  posible  para 
«osegalle  basta  nombnrlle  por  general  de  las  fronte- 
ras de  Aragón  y  bacelle  otros  regalos :  no  aprovechó 
nada  todo  esto,  mayormente  que  en  Burgos,  donde 
la  corte  estaba ,  un  page  le  dio  ciertas  cartas  en  que 
le  avisaban  mirase  por  si  que  le  tenian  armada  cela* 
da.  Corrió  la  fama  que  fue  asi  verdad  :  yo  mas  creo 
fue  mentira ,  como  lo  afirman  autores  de  crédito ;  que 
üquellas  cartas  fueron  echadizas  por  personas  que 
les  pesaba  que  un  caballero  tan  valeroso  hobiese 
vuelco  á  la  gracia  del  rey ,  como  hombres  que  tenian 
mas  cuenta  con  sus  intentos  particulares  que  con  el 
bien  común. 

Don  Juan  que  de  su  naturaleza  era  sospechoso,  dio 
crédito  á  lo  que  las  cartas  decían ,  y  á  gran  furia  sa- 
lió de  la  corte,  y  por  el  reino  de  Navarra  se  pasó  á 
Aragón  sin  que  fuese  parte  para  estorballo  la  dili- 
gencia que  el  rey  puso  por  medio  de  la  reina ,  y  con 
ir  el  mismo  en  pos  dól  hasta  Valladolid.  Sentía  mucho 
su  partida  por  ver  que  le  amenazaba  una  grave  tem- 
pestad ,  si  caballero  tan  poderoso  y  de  tantos  amigos 
se  juntase  con  los  demás  forajidos.  No  era  este  rece- 
lo fuera  de  propósito ;  que  luego  con  muclia  gente 
entró  por  las  fronteras  de  Castilla  hasta  Cuenca  y 
Alarcon ,  ta!é  y  robó  toda  la  campana,  hizo  todo  el 
mal  y  dúo  que  pudo.  Acudieron  las  gentes  del  rey 
don  Sancho;  pero  en  un  encuentro  las  desbarató  y 
les  tomó  muchas  banderas,  rindió  y  sujetó  la  villa  de 
Moya ,  y  con  gran  número  de  cautivos  y  ganados  dio 
la  vuelta  para  Valencia ,  desde  donde  el  rey  de  Ara- 
gón ,  don  Diego  de  Haro  y  don  Juan  de  Laracon  gen- 
te que  tenian  aprestada ,  todos  juntos  volvieron  á  en- 
trar por  la  parte  de  Molina ,  sigúenza ,  Berlanga  y 
Almazan :  sm  hallar  quien  les  foese  á  la  maaOi  des- 
truyeron toda  la  tierra. 

Aquejaba  este  daño  mucho  ai  rey  don  Sancho,  de- 
seaba acudir  con  sus  (zentes  desde  Cuenca ,  do  era 
venido  para  remediarlos  daños.  Poco  efecto  hizo: 
uuas  cuartanas  oue  muy  fuera  de  sazón  le  tenian 
trabajado ,  le  embarazaban  y  debilitaban  de  suerte 
que  no  podía  hacer  cosa  alsuna ,  ni  dar  orden  en  lo 

3ue  convenia ,  de  que  reoeoia  mas  pesadumbre  que 
e  la  misma  enfermedad.  Llegó  á  términos  de  estar 
desahuciado  de  los  médicos,  úi  reina  que  en  Vallado- 
lid  aquellos  días  parió  un  hijo  oue  se  llamó  don  Pe- 
dro ,  aun  no  bien  convalecida  del  parto  con  el  aviso 
se  puso  en  cammo  para  visitar  al  rey.  Su  venida  dio 
al  doliente  mucho  contento ,  y  fue  muy  provechosa 
para  el  bien  común  su  llegada.  Con  su  buena  maña 
redujo  á  don  Juan  de  Lara ,  que  ya  estaba  arrepenti- 
do de  su  liviandad  por  salille  vana  la  esperanza  de  re- 
cobrar á  Albarracín.  Concertaron  aue  doña  Isabel 
hija  de  Dona  Blanca  y  del  hermano  de  la  reina ,  don- 
cella de  muy  escelentcs  partes ,  casase  con  el  hijo  de 
don  Juan  de  Lara,  que  tenia  el  mismo  nombre  que 
su  pariré.  Era  In  dote  el  señorío  de  Molina,  porque  el 
padre  de  la  novia  no  tenia  hijo  varón.  Asentado  esto, 
se  celebraron  las  bodas  en  Cuenca  con  grande  ma- 
gostad y  apariito.  • 

Concluidas  Jas  fiestas,  el  rey  v  la  reina  se  fueron 
para  Toledo,  y  en  su  compañía  don  Juan  Nuñez  de 
Lani.  Aposentáronle  en  el  onnasterio  de  San  Pablo, 
que  era  de  la  orden  de  Santo  Doraiogo ,. fuera  de  los 
inuros  de  la  ciudad  á  la  ribera  de  Tajo.  Un  día  muy 
noche  se  entretenía  en  jug;ir  á  los  dados  con  un  judio 
muy  rico.  Vino  al  improviso  un  mx  criado  llama- 
do Nono  Cbufuchao  :  avisóle  se  pusiese  en  cobro, 
porque  tenian  ordenado  de  matalie  ;  que  la  noche 
pasada  metieron  muchas  armas  dentro  de  pala- 
cio. Dio  él  luego  crédito  á  este  aviso  :  quisiera  huir, 
pero  no  le  fue  posible  por  estar  cerradas  las  puertas 


de  la  ciudad ,  y  dentro  las  cabalgaduras  y  criados. 
Pasó  la  noche  con  este  miedo  y  cuidado ,  que  se  le 
hizo  muy  larga.  Al  alba  del  dia ,  Ñamados  sus  criados 
y  caballeros  les  dijo  el  peligro  en  que  se  hallaba: 
ellos  sin  embargo  le  aconsejaron  que  no  hiciese  mo- 
vimiento, que  pues  la  noche  se  pasó  sin  muestra 
ninguna  de  tales  asechanzas ,  que  entendiese  era 
mentira;  porque  ¿á  qué  propósito  dilatallo»  si  tal 
pensaran?  ¿para  qué  esperar  á  que  viniese  el  dia? 
¿por  ventura  para  que  fuese  testigo  de  la  traición? 
¿qué  mas  querían  sus  contraríos  que  velle  ido  de  la 
corte ,  en  que  tenia  tanto  poder  y  mando  que  á  todos 
causaba  envidia ,  y  sus  riquezas  les  hacían  temblar? 
Que  en  la  ciudad  todo  lo  veían  sosegado ,  que  se  acor- 
dase del  engaño  pasado;  y  finalmente  que  aquel  su 
consejo  ó  seria  para  él  saludable ,  ó  si  todavfa  fuese 
necesario  huir  el  peligro,  que  era  lo  peor  que  se  po- 
día esperar ,  que  esto  seria  la  noche  siguiente  que  de 
dia  al  seguro  no  se  atreverian  á  acometer  tal  hazaña. 
Con  estas  razones  se  mitigó  su  miedo.  Avisado  el  rey 
de  aquel  recelo  y  sobresalto ,  sintió  mucho  que  se 
pusiese  duda  en  su  fe  y  palabra.  Cuidaba  como  le 
quitarla  aquella  sospecha  :  cuanto  mas  el  rey  procu- 
raba dalle  satisfacción ,  él  sospechaba  que  no  debían 
engañalle  los  que  le  avisaron  :  y  que  aunque  la  ver- 
dad no  se  podía  averiguar ,  que  se  la  querían  encu- 
brir con  artificio  y  mana. 

En  este  tiempo  se  asentó  de  nuevo  la  confedera- 
ción con  el  rey  de  Granada  á  tal  que  pechase  el  tri- 
buto que  debía ,  conforme  á  los  conciertos  pasados. 
Fue  necesario  acudir  á  esto  porque  andaba  en  balan- 
zas ,  como  es  la  costumbre  oe  aquella  gente  ser  puco 
constantes.  Reman  Ponce  de  Leen ,  que  era  fronte- 
ro de  los  moros ,  fue  el  principal  medio  para  oue  es- 
tos reyes  se  conservasen  en  paz  y  amistad.  De  To- 
ledo fueron  los  revés  primero  á  Burgos ,  y  de  allí  á 
Palencia  donde  se  nacía  capitulo  general  de  la  orden 
de  Santo  Domingo.  Don  Juan  de  Lara  no  se  podia  so- 
segar con  ningunos  beneficios  v  buenas  obras;  y  no 
se  contentaba  con  maquinar  él  solo  revueltas,  sino 
que  atizaba  y  persuadía  á  los  grandes  de  la  corte  que 
procurasen  de  intentar  cosas  nuevas  :  con  esto  an- 
daban muchas  voluntades  torcidas  y  enajenadas  del 
rey.  Para  romedio  desto  sacaron  de  la  prisión  en  que 
estaba,  á  don  Juan  hermano  del  rey ,  que  era  muy 
bien  quisto  de  grandes  y  pequeños.  Hizo  el  juramen- 
to y  pleito  homenaje  de  ser  fiel  al  rey  y  al  príncipe 
don  Fernando  su  hijo ,  y  besó  la  mano  del  niño  como 
heredero  del  reino ,  conforme  á  la  costumbre  que  se 
guarda  en  Castilla.  Demás  desto  por  su  medio  mu- 
chos mudaron  parocer ,  y  abrazaron  los  consejos  mas 
saludables.  Por  industria  del  rev ,  que  fue  á  Santia- 
go de  Galicia ,  so  color  de  devooion  y  visitar  aquella 
santa  casa ,  se  redujo  asimismo  á  mejor  partido ,  y  á 
que  dejase  las  armas  don  Juan  Alonso  de  Alburqúer* 
que  caballero  principal ,  que  en  Galicia  andaba  albo* 
rotado  á  persuasión  de  don  Juan  Lara. 

Estas  cosas  pasaban  en  Castilla  el  año  de  429t, 
cuando  al  principio  del  mes  de  febrero  los  cardena- 
les que  el  sumo  pontífice  enviara  á  Francia  por  lega- 
dos (jcomo  arriba  dijimos)  en  Tarascón  pueblo  de  la 
Gallta  Narbonense  conj^sierpo  las  diferencias  que 
resultaban  entre  los  reyes  de  Aragón  y  Francia.  Es- 
tuvo presente  Carlos  rey  de  Ñapóles ,  y  los  dos  reyes 
enviaron  sus  embajadores  oon  amplios  poderes  para 
venir  en  el  concierto.  Las  condiciones  oe  la  paz  fue- 
ron estas :  el  rev  de  Aragón  envíe  A  Roma  sus  emba- 
jadores, é  humildemente  pida  perdón  de  la  contuma- 
cia é  inobediencia  pasada :  peche  en  cada  un  año  á 
la  iglesia  Romana  treinta  onzas  de  oro  en  razón  de 
tributo  y  feudo,  como  su  bisabuelo  lo  prometió :  con 
una  buena  armada  pase  en  favor  de  la  Tierra  Santa; 
á  la  vuelta  aconseje  a  su  madre  y  hermano ,  y  procu- 
ro partan  mano  de  las  cosas  de  Sicilia  :  por  conclu- 
sión publique  un  edicto  riguroso  en  que  man^ie  á  to- 


BIBLIOIKCA  D£  GASPAfi  T  AOIG. 


444 

dos  los  aragoneses  sokiadas  y  caballeros  salgan  de 
aquella  isla :  Carlos  de  Ydoes  renuncie  el  derecho 
que  el  papa  le  dio  sobre  el  reino  de  Aragón  :  demás 
desto  se  añadió  que  el  padre  santo  recibiría  en  su 
gracia  al  Aragonés ,  y  enviaría  un  prelado  á  quitar 
el  entredicho  que  tenia  puesto  en  tx>do  aquel  reino; 
al  cual  el  rey  de  Aragón  entregaría  los  rehenes  que 
de  parte  del  rey  Carlos  de  Ñapóles  tenia  en  su  poder. 
Al  concluir  estos  conciertos  no  se  hallaron  losem- 
-bajadores,  de  Sicilia ,  y  esto  por  industria  del  rey  de 
Aragón  con  intento  que  no  les  desbaratasen  todo,  ca 
sabía  cierto  no  vendrían  en  aquellas-  coadiciones: 
roana  de  que  el  rey  don  Jaime  y  toda  Sicilia  se  agra- 
viaron en  gran  manera.  Quejábanse  los  hobiese  en- 
fañado  y  desamparado  quien  mas  que  todos  los  de^ 
iera  favorecer;  sin  embargo  querían  llevar  adelante 
b  comenzado ,  y  poner  las  vidas  y  la  sangre  en  la 
demanda  antes  que  volver  al  señorío  de  franceses:  la 
resolución  fue  tal  y  tan  grande  ,  que  al  fín  salieron 
con  su  intento.  Por  esta  causa  la  esperanza  que  te- 
nían de  recobrar  á  Sicilia,  salió  vana  á  los  franceses; 
y  aun  la  ida  del  rey  de  Aragón  á  la  Tierra  Santa  no 
$e  efectuó  á  causa  que  á  la  misma  sazón  vino  nueva 
que  Elpis  emperador  de  Egipto  y  su  hijo  Melesayle 
con  un  cerco  muv  apretado  que  pusieron  sobre  Pio- 
l^mayde ,  ciudad  que  solo  quedaba  allí  en  poder  de 
cristianos,  la  combatieron  de  suerte  que  la  entraron 
por  fuerza ,  y  todos  los  moradores  y  soldados  pasaron 
a  cuchillo  :  los  edificios  al  tanto  los  abatieron  por 
tierra  hasta  no  dejar  rastro  ni  señal  alguna  de  ciu- 
dad. Este  fue  el  remate  de  la  guerra  sagrada,  y  de 
aquella  empresa  de  la  Tierra  Santa.  Tal  fue  la  volan-  , 
tad  de  Dios.  La  pereza  y  poquedad  de  los  fíeles  ver- 
gonzosa acarreó  esta  mengua  y  daño. 

Víéronse  segunda  vez  los  reyes  de  Aragón  y  el  de 
Ñápeles  en  Junquera  :  tornaron  á  tratar  de  la  paz,  á 
que  el  uno  y  el  otro  mucho  so  iuclinabiin  por  estar 
cansados  de  ios  trabajos  pasados,  y  temerosos  de  lo 
pprvenir.  Por  esta  causa  lue^o  que  se  despidió  esta 
junta ,  el  rey  Carlos  casó  su  hija  mayor  llamada  Cle> 
nencia  con  Carlos  de  Valoes ,  y  por  dote  el  condado 
de  Anjou  y  el  estado  de  Maine ;  con  tal  condición 
empero  que  partiese  mano  de  la  pretensión  de  Ara- 
gón. Estaba  al  tanto  muy  resuelto  el  rey  de  Aragofí 
en  cumplir  todo  lo  puesto  y  concertado  cuando  k 
muerte  muy  fuera  de  lo  que  pensaba,  le  atajó  los  pa- 
sos ;  que  le  sobrevmo  en  Barcelona  en  sazón  que  se 
aprestaba  para  hacer  traer  á  doña  Leonor  su  esposa, 
y  Wdo  andaba  lleno  de  fiestas  y  contento.  Falleció 
eoi  la  flor  de  su  juventud  en  edad  de  veinte  y  siet^ 
años  á  diez  y  ocho  días  del  mes  de  >unio.  Si  tuviera 
mas  larga  vida ,  fuera  muy  señalado  príncipe ,  con- 
forme á  las  grandes  muestras  que  daba  de  valor  y  do 
virtud.  Ante  todas  cosas  merece  ser  alabado  por 
mostrar  como  mostró  la  paz.  del  mundo ,  bien  que  no 
se  la  pudo  dar.  Su  cuerpo  enterraron  en  el  monaste- 
rio de  San  Francisco  de  aquella  ciudad  y  en  el  hábito 
de;  la  misma  orden  :  las  exequias  y  honras  como  era 
razón  con  grande  aparato  y  muy  solemnes. 

CAPITULO  XV. 
Cómo  los  tres  reyes  de  España  emparentaron  eo^re  si. 


cláusula ,  ni  consentir  que  saliese  de  su  poder  el  mi- 
no que  los  sicilianos  le  dieron  con  mucha  voluntad  y 
á  instancia  de  su  mismo  padre.  Pretendían  á  la  mis- 
ma sazón  su  amistad  don  Alonso  de  Ja  Cerda  ifue 
presente  se  halló ,  y  el  rey  don  Sancho  por  sus  em- 
najadores ,  ambos  con  muchars  veras.  En  esta  com^ 
potencia  pareció  inclinarse  mas  el  Araoonés  á  la  pa^ 
te  de  don  Sancho ,  y  aficionarse  mas  á  la  fortuna  que 
á  la  justicia  de  las  partes ,  sin  memoria  de  la  voluo* 
tad  que  su  padre  y  hermano  mostraron  en  aquel 
caso.  A  la  verdad  las  fuerzas  de  los  Cerdas ,  que  con 
presteza  y  calor  por  ventura  prevalecieran ,  con  la 
tardanza  estaban  Hacas:  las  del  bando  contrarío  de 
cada  día  se  acrecentaban  mas  y  prevalecían ;  mayor- 
meóte  después  que  don  Juan  Nuñez  de  Lara  por  in- 
dustria de  la  reina ,  como  ya  se  dijo ,  trocó  parecer  y 
partido ;  tanto  mas  que  en  aquel  mismo  tiempo  el 
rey  don  Sancho  puesta  su  alianza  y  amistad  con  Por- 
tugal ,  concertó  a  don  Fernando  su  hijo  mayor  y  he- 
redero de  sus  estados  con  doña  Constanza  hija  del 
Portugués.  Para  seguridad  de  que  se  efeetuaria  el 
casamiento,  entregó  algunos  castillos  y  villas  de 
Castilla  para  que  hasta  tanto  que  se  celebrase ,  estu- 
viesen como  en  tercería. 

Asentaron  pues  los  reyes  de  Aragón  y  Castilla  su 
amistad  por  medio  de  sus  embajadores;  y  para  que 
fuese  mas  firme ,  acordaron  de  verse  en  Montagudo, 
villa  á  propósito  para  esta  habla  por  estar  á  ia  rayt  de 
los  dos  reinos.  AÍlt  á  veinte  y  nueve  do  noviembre  se 


Con  el  aviso  de  la  muerte  del  rey  de  Araron ,  por- 
que no  dejaba  hijos ,  su  hermano  don  Jaime  luego 
aesde  Sicilia  acnaió  y  vino  á  Aragón  á  tomar  pose*- 
slon  de  aquel  reino  que  le  pertenecía  así  por  el  de- 
recho de  parentesco ,  como  por  el  testamento  de  su 
hermano ,  ca  le  nombró  por  su  sucesor.  Así  sin  con- 
tradicion  en  Zaragoza  á  veinte  y  cuatro  días  del 
mes  de  setiembre  fue  ungido  y  coronado ,  en  la  igle- 
sia de  San  Salvador  con  las  ceremonias  acostumbra- 
das. Tocante  al  testamento  de  su  hermano  en  que 
dejaba  por  heredero  del  reúio  de  Sicilia  á  don  Fadrí- 
q,ue  su  hermano  menor ,  no  quiso  pasar  por  esta 


concertaron  losreyesde  tal  giüsa  que  los  nismos tu- 
viesen por  amigos  y  por  enemigos;  y  que  en  ningu- 
no de  los  dos  reinos  se  diese  acogida ,  favor  ni  ayuda 
á  los  forajidos  del  otro ,  antes  los  entregasen  á  su  se- 
ñor. Demás  desto  porque  á  la  sazón  ei  rey  de  Marrue- 
cos sin  embargo  de  las  treguas  tenia  cercada  á  Dejt, 
pueblo  que.  algunos  tienen  que  Ptolomeo  y  Tito  Li* 
vio  llaman  Biguerra  en  la  comarca  de  los  bastetaoos, 
en  particular  se  acordó  que  para  ayuda  de  aquella 
guerra,  si  fuese  necesario,  acudiese  el  Aragooéscon 
veinte  galeras.  Para  que  todo  fuese  mas  tirme  con- 
certaron que  doña  Isabel  hija  del  de  Castilla ,  si  bien 
no  pasaba  de  nueve  años ,  casase  con  el  de  Ara^oo. 
Los  desposorios  se  celebraron  en  Soría  á  primero  de 
diciembre ,  y  la  niña  fue  entregada  en  poder  de  so 
esposo  con  esperanza  de  alcanzar  dispensación  sobre 
el  parentesco  de  los  novios  :  la  priesa  que  los  reyes 
tenían ,  no  sufría  mas  dilación. 

Celebrados  los  desposorios,  los  reyes  pasaron á 
Cabtayud,  allí  sé  hicieron  grandes  regocijos ,  tiesus 
y  convites.  Hobo  justas  y  torneos ,  en  que  llngiff 
Lauria  que  en  compañía  del  rey  de  Aragón  era  veni- 
do desde  Sicilia ,  se  señaló  entre  todos  y  se  aventajó 
por  la  gran  destreza  que  tenia  en  las  armas.  Los 
grandes  áe  Aragón  desde  los  años  pasados  andaban 
alborotados,  asi  entre  si  como  contra  los  reyes, en 
tanto  gradd  que  pretendieron  reformar  los  gastos  de 
la  casa  real  en  tiempo  del  rey  don  Alonso .  y  porfia- 
ban en  hacer  mudar  las  leyes  y  madstraaos  ,  y  dar 
una  nueva  traza  en  el  gobierno.  Todas  estas  porfías 
eran  demasiadas,  como  sea  verdad  que  así  la  liber- 
tad como  el  señorío  y  mando  tieoen  su  tasa  y  medida 
no  menos  que  las  demás  cosas  del  mundo.  Estos  ca- 
balleros por  medio  del  rey  don  Sancho  se  reconcilia- 
ron ,  y  alcanzaron  perdón  de  lo  pasado.  Los  reyes  se 
despidieron  ó  la  salida  del  año ,  cuando  el  rey  bárba- 
ro ,  alzado  el  cerco  que  tenia  puesto ,  dio  la  vuelta 
para  Afríca  por  recelo  de  una  grande  armada  que 
Benito  Zacarías  aprestaba  en  la  costa  de  Galicia,  de- 
más que  la  villa  por  su  fortaleza  y  por  el  valor  de  los 
nuestros  hacia  grande  resistencia. 

Con  tantas  cosas  como  en  un  tiempo  se  acabaroOt 
tornó  la  paz  á  España  después  de  tan  largo  tiempo, 
y  quedaron  apaciguados  hm  enemigos  domésticos  y 
estraños.  Solo  don  Juan  de  Lara  no  sabia  sosegar ,  y 
parece  que  maquinaba  novedades :  ni  se  fiaba  del 


ref,  ni  del  todo  dejaba  las  arinas;  por  lo  cual  la 
fOiem  se  volvió  contri  él,  y  por  fuerzu  le  quitaron  á 
Mnya  y  Ctoete,  pueblos  de  que  el  rey  le  hizo  mer~ 
ced  cuaodo  se  tomú  de  Arecim ,  y  se  concertú  el  ca- 
samiento de  su  hijo.  Don  Juan  oiiacODÜBdu  de  aus 
fuerzas  y  por  do  quedar  en  España  á  quiea  acudirá 
causa  de  los  conciertos  paiailoá  ,  se  Tue  desterrado  á 
Franciu.  En  su  SPguimieuto  partía  luego  don  Gonza- 
lo anobispo  de  Toledo ,  enviado  por  embajador  del 
rey  don  Sancho  para  aplacar  aquel  rey,  y  prevenílle 

Sue  por  medio  de  don  Juan  y  p«f  sus  íinieslras  in- 
irniücioDes  uo  diese  logar  £  que  se  entúmase  la 
■mistad  antigua ;  en  particular  llevaba  urden  de  dar 
razón  de  la  conüordia  que  se  asentara  con  los  arago- 
neses: que  dijese  fuftpura  necesidad  paraansegar  i 
los  aujos,  y  eacusor  las  gnerras  civiles  aue  de  nuevo 
amenazaban.  Respondió  i  ealo  el  francés  que  no  ro- 


oebia  desguato,  antes  que  su  hermano  Carlos  renun- 
ciaría de  voluntad  el  derecho  que  tonia  al  reino  de 
Aragón ,  á  tal  que  pi>r  su  inediu  el  Aragonés  rt;stilu- 
yeso  la  islu  de  Sicilia  á  la  ig'esia  Bnmana. 

Entretanto  que  esto  pasaba,  ¡il  [irjncipio  ie\  año 
de  <  292  el  almirunle  de  Castilla  Beuito  Zacarías  pe- 
leó en  la  costa  de  ArHca  con  v«¡nlc  galeras  de  moros; 
desbaratólas  y  tomó  las  trece.  Esta  pérdida  desbara- 
tó el  propósito  que  el  de  Marruecos  tenl.i  de  pasar  de 
nuevo  en  Espaua  con  (¡randes  gonles  que  para  este 
efecto  tenía  junUs  en  Tún^».  Convidó  asimismo  al 
rey  don  Sancho  esta  victoria  para  que  se  pusiese  con 
'su  gente  sobre  Tarifa,  que  después  de  un  largo  cerco 
ganóá  veinte  y  uno  de  setíeinbrfi.  El  rey  do  Portu- 
fiA  dado  que  sobre  ello  le  hicieron  instancia,  do  en- 
rió algún  socorro  para  aquelta  empresa  por  razones 
que  debió  tener  ha^tantej.  La  reina  de  Caslillai  la 


tazón  en  Sevilla  parió  un  hijo  que  se  llamó  don  Phili- 
pe.  Tomada  que  fue  Tarifa ,  primero  quedó  en  ella 

Sor  Robernailor  dou  Rodrigo  maestre  de  Calatrava: 
eipucs  Alonso  Pérez  de  Guzman  se  ofreció  de  de- 
fender aquella  plaza  con  solo  que  le  diesen  la  tercera 
parte  de  lo  que  á  otros  se  solía  dar.  Era  rico  de  dine- 
ro, que  tenia  allegado  no  solo  en  España,  sino  en 
África  en  el  tiempo  q.ue  sirvió  al  rey  de  Marruecos  en 


muchas  guerras  contra  otros  moros.  Con  el  dinero 
compró  muchos  lugari-s  en  el  Andalucía  ,  y  los  in- 
corporó en  el  estado  que  ledejó  su  padreen  Sanlúcar 
de  Rarrameda.  Hacia  otrosí  grandes  limosnas  ,  por 
donde  le  dieron  sobrenombre  de  Bueno:  titulo  que 
mantienen  los  de  su  cusa ,  mas  ilustre  que  los  que 
otros  principes  toman  con  soberbia  y  arro^ncia. 
Desle  caballero  decíenden  los  duques  de  Heiioa  Si- 


440  BIBLIOTECA 

ilonil,  señores  de  los  principales  de  Eopaíiaisi  en 
tvnla  como  €n  vasallos  j  nobleza. 

Tuvo  don  Alon^  un  hijo  tlnmado  don  Juan ,  7  un 
nieto  del  mismo  nombre  que  casó  con  doña  Beatriz 
liíjü  bnstarda  del  rey  don  Enrique  el  II.  Oiúle  en  dolé 
la  villa  de  Niebla  con  titulo  de  conde,  por  lo  cual  ¿ 
su  hijo  j  heredero  en  aquel  estado  llamú  don  Ülnri- 
que.  A  «stü  sucedió  don  Juan  üu  hijo,  el  que  por 
merced  del  re;  dnn  Enrique  et  Cuarto  se  intituló  du- 
que de  Medínn  Sidonía.  Don  Juan  tuvo  un  hijo  lla- 
mado don  Enrique  yun  nieto  que  sellaniú  don  Juan 
al  cual  el  rey  don  Fernando  el  Católico  dio  el  mar- 
quesado de  Casasa  eu  recompensa  del  trabaja  y  dili- 
gencia que  puso  en  la  conquista  de  la  ciudad  de  Ue- 
tilla  y  castillo  de  Casasa  en  la  costa  de  Arríca.  A  este 
don  Juan  sucedieron  dñs  hijos  que  dejó ,  uno  en  pos 
deotro,  esa  snberdon  Alonso  que  no  tuvo  muy  en- 
tero juicio ,  y  después  del  don  Juan ,  cuyo  hijo  ma- 
yor que  tema  el  mismo  nombra,  murió  en  vida  de 
su  padrer  por  esta  mzon  al  diclio  don  Juan  en  nues- 
trofidias  sucedió  un  nieto  suyo  por  nombre  don  Alou- 
so,  que  boy  diavrvey  tiene  aquel  estado.  Esto  cuan- 
to á  los  señores  y  duques  de  Medina  Sidonta. 
Volvamos  con  nuestro  cuento  á  los  reyes. 

CAPITULO  XVI. 
De  !■  muerte  del  rey  don  Sancho. 

Cd?i  ftrsn  cuidado  y  diligencia  procuraban  A  un 
niismo  tiempo  componer  las  difereucias  entre  Fran- 
cia y  Aragón  y  concertar aqn ellos  principes  por  una 
parte  el  papa  Nicolao  Cuarto ,  y  por  otra  el  rey  de 
Cartilla  don  Sancbo.  Envió  el  ponlíhce  á  Aragón  so- 
bre el  caso  í  Bonifacio  Calamandra  caballero  de  San 
Juan:  la  muerte  a ta|ó  sus  intentos  que  fue  á  cuatro 
de  abril:  grave  daño;  y  el  mayor,  que  por  difen- 
cias  que  resuluron  entre  los  cardenales.  estuTo 
aquella  Mlla  vaca  mas  de  dos  anos.  Suplió  la  Taita  que 
el  ponlifice  hizo,  cuanto  á  las  cosas  de  Aragón ,  la 
buena  diligencia  del  rey  don  Sancho,  que  movido 
por  la  buena  respuesta  que  le  dio  el  rey  de  Francia, 
envió  á  cúnvjdur  al  rey  de  Araf^on  quo  ae  llegase  á 
Giiadalajara,  ca  esperaba  otorgarla  con  lo  qnele  pi~ 
diese.  Trotóse  alli  de  los  condiciones  de  la  paz;  no  se 
concluyó  por  entonces  cosu  alguna ,  solo  acordaron 
que  de  nuevo  se  viesen.  Señalaron  para  el  habla  la 
ciudad  de  Logroño.  Convidaron  otrosí  ú  Carlos  rej  ■ ' 


Moirdi  ie  don  Sancha  el  |V.. 

ííipoies  para  que  se  bailase  en  la  jnnta  y  terciase. 
Al  cual  en  esta  sazón  el  Aragonés,  conforme  aloque 
Su  hermano  isentó,  restituyó  sus  hijos  que  tenia  en 
rehenes.  No  vino  Carlos :  la  causa  no  se  sabe ;  pero 
el  año  próximo  siguiente  IS93  los  reyosde  Castdla  y 
Aragón  se  juptaroh  en  Logroño.  Éo  aquella  junU 
nacieron  enireellos  nuevas  sospechas:  este  fue  el 
fruto  de  la  liabU  (().  El  suegro  trataba  ¿  au  yerno 
qiuy  iaperamenle,  y  encaminaba  como  artero  las  co- 
tas a  su  provecho  y  comodidad. 


ioDIros.  ET  de  CmIjIIi  formó  lis  npi  tu  lición  es  ea 
h-nianre ,  y  i  el!»  respondieron  los  dcl-eidos  por  uoa  ini- 
cia nrnla  «1  iatin. 


OASPUt  T  BOIG. 

Dende  aquel  tiempo  el'reyde  Aragón  conxniói 
tener  poca  alicion  t  doña  Isattel  au  espou ,  y  poner 
los  ojos  en  otro  nuevo  casamiento;  era  menester  ■)- 
gun  color ;  achacaba  el  deudo  en  que  el  papa  aun  no 
babia  dispensado.  Puso  el  negocio  á  que  por  medio  y 
á  instancia  de  Calamandra  se  vino  á  ver  con  Carlos 
rey  de  Ñipóles  eo  Junquera.  En  esta  junta  iralaroo 
de  sus  haciendas  y  de  emparentar ,  lodo  con  mucho 
secreto  porque  no  se  dírnlgase.  El  tiempo  que  des- 
cubre las  puridades  ,  dio  i  entender  qus  sus  vistas 
ae  enderezaron  sobre  la  restitución  de  Sicilia,  y  so- 
bre casarse  da  nuevo  et  rey  de  Aragón  con  Blnnca 
hija  del  rey  Carlos.  E>le  fue  en  sazón  que  en  Castilla 
el  rey  don  Sancho  por  un  su  privilegiodadoenValli- 
dolid ,  que  hoy  está  entre  I04  papeles  de  la  iglesia  de 
Toledo,  otorga  baya  eacuelas  en  Alcalá  de  Henares 
con  las  mismas  nrerogativas  que  en  la  universidad 
de  Valladolid.  Asimismo  por  muerte  de  doña  Isabel 
mujer  de  don  Juan  de  Lara  el.Uoio,el  senoriodeMo- 
liua  recavó  en  poder  de  los  reyes  como  deudos  mas 
cercanos  (2).  Uon  Juan  de  Lara  el  Hozo  ó  por  el 
sentimiento  de  la  pérdida  de  aquel  estado,  ó  por  imitar 


bido  BU  acuerdo  do  consuno ,  comenzaron  i  alboro- 
tarse. El  rey  como  sagaz  con  intento  de  atajar  la 
guerra  que  amenazaba ,  ai  aquellos  desgustos  pasa- 
ban adelante ,  procuró  de  ablnndallos  y  sosegallos 
con  tanto  cuiílado  que  en  breve  tiempo  sa  amansó 
aquella  tempestad. 

Don  Juan  de  Lara  y  su  pa  Iré  que  por  este  tiempo 
volvió  de  Francia,  se  reconciliaron  con  su  rey  y  mos- 
traron mudar  propósito.  El  infante  don  Juan  berma- 
no  del  rey  de  Portugal,  do  ae  retiró,  junto  con  Juan 
Alonso  de  Alburqucrque  hacian  correrlas  por  la  cam- 
pana do  Lcon.  Envió  el  rey  i  don  Juan  de  Israel 
Viejo  con  gente  para  oue  los  reprimiese;  C|ue  con  es- 
tos lialagos  y  hacer  dé]  conlianza  pretendía  tlnalmen- 
te  le  fuese  liel,  y  que  con  ta  destreza  de  su  ingenio  y 
maña  apaciguase  aquellos  movimieatos.  Surádióal 
revés  la  traza ,  parque  fue  vencido  en  una  tvfriepa 
y  vino  en  poder  de  los  enemigas.  Desde  alli ,  puesto 
que  fue  en  libertad,  se  vino  para  el  rey,  que  estaba 
en  Toro  muy  regocijado  porque  le  nació  a  la  sazón 
una  hija  en  aquella  ciudad  que  se  llamó  doña  Beatriz. 
Corría  nueva  que  el  rey  de  Granada  trataba  de  hacer 
guerra ,  y  que  el  rey  de  Marruecos  quería  tornar  i 
pasar  en  España :  envió  ei  rey  i  don  Juan  de  Lira 
con  sus  dos  liijos  don  Juan  y  don  Ñuño  d  las  fronte- 
ras de  Andalucía.  Todo  este  aparato  se  deshilo  á 
causa  oue  los  reyes  moros  se  estuvieron  losegados. 
y  don  Juan  de  Lara  capitán  de  nuestra  gente  murió 
en  Córdoba  en  aquel  mismo  tiempo. 

Sosegada  esta  tormenta,  levantó  de  nuevo  otra 
el  infame  don  Juan  herm:ino  del  rey;  la  cual  como 
quierqueeirey  de  Portugal,  por  no  dar  mu«stra 
con  tenelle  en  au  tierra  qneria  perturbar  la  pal 
mandase  salir  de  su  reino ,  en  una  nave  se  paso  i 
Tánger.  El  rey  de  Marruecos  por  pensar  era  i  pr<>- 
púslto  su  venida  para  por  su  mcaio  liacer  guerra  á 
España,  despuesde  rectbille  muy  corlesmente  y  Ira- 
tallc  con  grande  hunra  y  regalo ,  le  envió  con  cinco 
milginetesd  combatirá  Tarifa.  Pasó  pues  en  España 
y  combatió  aquella  plaza  con  grande  porfía  y  con  to- 
dos los  ingeuios  qoe  se  puede  pensar.  Los  de  dentro 
confiados  en  las  liuenas  murallas,  y  animados  por  su 
caudillo  y  cabeza  Alonso  Pérez  de  Guzman  resistían 
con  valor  y  ánimo.  Aconteció  que  un  solo  hijo  que 
este  caballero  tenia,  vino  á  poder  del  infante  y  de 
los  moros ;  sácanle  1  vista  de  loa  ceivados :  amena- 
Zt|n  41  no  se  rinden ,  de  degollalle.  No  se  laaii  el  pa- 

(3)  No  por  muerte  de  ioTil  ¡nheU  sino  de  i\oÍii  Dtucí  sj 
art",  romo  consta  dH  leatamealo  que  ejla  hiio  en  Hotina 
dtOdeinayodeían. 


HlStOaiA   DE  ESPA^^A. 


447 


dre  por  aquel  lastimoso  espectáculo,  antes  decía  que 
cien  hijos  que  tuviera ,  era  justo  a?enturallos  todos 
por  no  amaaciliar  su  honra  con  hecho  tan  feo  como 
rendir  la  plaza  quo  tenía  encomendada.  A  las  pala* 
bras  auade  obras :  échales  desde  el  adarve  una  espa- 
da  con  que  ejecutasen  su  saña ,  si  tanto  les  importa- 
ba. Esto  hecho,  se  fué  á  Yantar.  Desde  á  poco  dio  la 
vuelta  por  el  grande  alarioo  que  levantaron  los  solda- 
dos por  ver  degollar  delante  sus  ojos  aquel  niuo  ino- 
cente, que  fue  estraño  caso  y  crueldad  mas  que  do 
bárbaros.  Hizo  mas  atroz  el  caso  ejecutarse  por  man- 
dado del  Infante  don  Juan.  Acudió ^  pues,  el  padre  á 
ver  lo  que  era;  y  sabida  la  causa,  dijo  con  mesurado 
semblante:  a  Cuidaba  que  los  enemigos  habían  en- 
trado la  ciudad ;  u  y  con  tanto  se  volvió  á  comer  con 
su  mujer  sin  dar  muestra  alguna  de  ánimo  alterado. 
En  tanto  grado  pudo  aquel  caballero  enfrenar  el 
afecto  paterno  y  las  lágrimas :  digno  de  ser  compara- 
do con  los  varones  entre  los  antiguos  mas  señalados. 
Considerado  esto  los  bárbaros  que  por  ningunas  ar- 
tes ni  fuerza  podría  ser  vencido  el  que  por  amor  de 
sa  úoico  hijo  no  quiso  torcer  un  punto  ni  apartarse 
del  deber,  desconfiados  de  la  victoria  se  volvieron  á 
África;  demás  que  de  su  voluntad  restituyeron  al 
rey  de  Granada  la  ciudad  de  Algecúra  con  gran  con- 
tento de  los  nuestros,  que  se  recelaban  de  aquella 
entrada  y  paso  que  los  de  África  tenían ,  podría  re- 
sultar itlguu  grave  daño  do  España. 

Por  este  tiempo  puesto  en  libertad  aportó  á  España 
cl  infante  don  Eunque ,  tío  del  rey  don  Sancho ,  que 
muchos  años  estuvo  preso  en  Ñapóles.  Holgó  el  rey 
mucho  con  él,  y  juntos  se  fueron  aesde  Burgos  á  Viz- 
caya contra  Die^o  López  de  Haro  que  con  ayuda  de 
Aragón  pretendía  recobrar  aquella  provincia.  Apaci- 
guados aquellos  movimientos,  y  echado  don  Diego 
de  a(]uellff  tierra,  se  tornaron  á  VaJIadolid ,  y  desde 
allí  á  Alcalá  de  Henares.  Alli  llegó  la  nueva  al  rey  de 
lü  suredíilo  en  Tarífa ,  por  lo  cual  cl  mes  de  enero 
del  año  de  1293  escribió  á  Alonso  Pérez  de  Guzman 
una  carta  en  que  alaba  mucho  su  constancia  y  su 
lealtad ,  pues  por  ella  pospuso  la  salud  y  vida  de  su 
Iiijo :  compárale  al  santo  Abraham,  vel  sobrenombre 
de  Bueno  que  por  sus  víi  tudes  y  favor  de  la  gente 
ganara ,  manda  se  le  ponga  entre  sus  títulos ,  y  se  lo 
llamen :  promete  de  gratiucar  tantos  servicios  y  tan- 
i«  s  trabajos:  convidaic  á  que  lo  venga  á  ver ,  que  su 
vista  le  dará  gran  contento:  que  él  por  estar  impe- 
dido de  enfermedad  no  lo  podía  hacer ,  puesto  que 
mucho  lo  deseaba.  Esta  carta  orignal  conservan  los 
duques  de  Medina  Sidonía  para  memoria  y  en  tes- 
timonio de  la  fe  y  lealtad  de  sus  antepasados :  te- 
soro de  mas  estima  que  el  oro  y  las  perlas  de  Le- 
va u  te. 

Tres  meses  después  desto  á  veinte  y  cinco  días  del 
mes  de  abril  el  rey  recibidos  los  sacramentos  falleció 
«"n  la  ciudad  de  Toledo.  Sobrevínole  en  Alcalá  la  do- 
lencia de  que  linó :  ñor  ver  si  roojoraria  se  hizo  llevar 
m  hombros  á  Toleao  con  gente  que  de  trecho  en 
trecho  se  mudaba:  poco  prestó  la  mudanza  del  cíelo 
y  del  aire.  Reinó  once  nños  y  cuatro  días.  Fue  iffual 
:i  los  príncipes  mas  señalados  en  fortaleza ,  justicia 
y  prudencia:  grandemente  astuto  y  sagaz:  en  mu- 
chas cosas  y  en  muchas  partes  dejó  rastros  v  mues- 
tras de  crueldad:  fulta  que  le  hizo  odioso  á  los  pre- 
sentes^y  su  memoria  pocoa^adable  á  los  deadelante. 
Declara  por  su  sucesor  á  su  hijo  don  Fernando  cl  Cuar- 
to deste  nombre,  y  señaló  á  la  reina  por  su  tutora  y 
para  el  gobierno  del  reino,  sin  embargo  que  noerasn 
legítima  mujer  por  el  impedimento  del  parentesco 
en  que  nunca  se  dispensó.  Después  de  la  reina 
mandó  que  tuviese  el  segundo  lugar  en  todo  don  Juan 
de  Lara ;  cláusula  que  puso  contra  su  voluotad  por 
acordarse  de  las  revueltas  pasadas,  pero  era  forzoso 
f^'analle  con  hacer  del  coníianza,  y  aplacalle  con  bue- 
"0?  obras  como  quien  eclioba.  bien  de  ver  cuantos 


males  amenazaban  al  reino  por  su  muerte:  su  cuerpo  > 
fue-sepultado  en  aquella  ciudad  en  la  capilla  real,  que 
en  aquel  tiempo  estaba  detrás  del  altar  mayor.  En- 
terróle y  dijo  la  misa  el  arzobispo  don  Gonzalo:  las 
honras  fueron  muy  solemnes:  grandes  alabanzas  se 
dijeron  del  defunto :  sin  duda  tuvo  valor  para  sobre- 
pujar la  fuerza  de  una  recia  tempestad,  y  hacer  rostro • 
á  la  fortuna ;  y  que  si  bien  su  derecho  para  la  corona 
no  era  muy  cierto,  y  que  los  pareceres  no  se  confor- 
maban con  las  armas,  en  que  al  fin  suele  consistir 
el  derecho  de  reinar,  aseguró  el  reino  para  sí  y  para 
sus  decendientes.  En  tiempo  del  rey  don  Sancho  flo- 
recieron dos  juristas  muy  famosos.  Guillen  Galvan 
en  Aragón,  y  en  Castilla  García  Hispano,  que  com- 
puso comentarios  sobre  las  epístolas  decretales. 

CAPITULO  XVIÍ. 
Cómo  alzaron  á  don  Fabrique  por  rey  de  Sicilia. 

Tenia  á  la  sazón  la  silla  de  San  Pedro  Bonifacio  Vílf 
sucesor  de  Celestino  V,  aquel  que  traído  drl  yermo 
por  voto  de  todos  los  cardenales ,  y  puesto  en  el  go- 
oierno  de  la  iglesia,  como  el  peso  fuese  mayor  quo 
sus  fuerzas,  a  cabo  de  seis  mesei  después  que  entró 
en  el  pontificado  ,  volunUiriamente  le  renunció: 
ejemplo  de  que  los  venideros  se  maravillasen ,  todos 
le  alabasen ,  y  ninguno  le  imitase.  Tanto  mas  digno 
de  reprehensión  fue  su  sucesor ,  que  tornándose  al 
yermo  para  gozar  de  la  acostumbrada  soledad,  lo  es- 
torbó su  camino,  y  le  hizo  poner  en  prisión.  Recola - 
base  no  se  levantase  algún  alboroto  á  causa  que 
muchos  no  tenían  por  valida  ni  legal  aquella  renun- 
ciación :  murió  en  la  prisión  año  y  medio  adelante. 
Canonizóle  el  papa  Clemente  Quinto  y  púsole  en  el 
número  de  los  santos.  Lo  mismo  este  presente  ano 
hizo  también  Bonifacio  de  San  Luis,  rey  de  Francia. 
Hay  un  elogio  de  Petrarchá  en  el  libro  segundo  de  la 
vida  solitaria  en  alabanza  d^l  papa  Celestino  por  estas 
palabras :  «Quien  (dice)  bobo  jamás  de  tan  admirable 
»corazon  que  menospeciase  el  papado  ?  la  mas  alta 
»dígnidad  que  hay  en  la  tierra :  cosa  tan  deseada  y 
utan  admirable ,  que  quieren  decir  que  este  nombre 
»de  papa  se  deriva  do  pape,  palabra  de  admiración 
»en  latín.  Quién  jamás ,  en  especial  desque  comenzó 
náser  tenido  en  tanta  estima,  hizo  tan  poco  caso 
))dél  como  Celestino?  aquel  Celestino  digo  que  con 
»tanta  codicia  apetecía  el  antiguo  nombre  y  lugar 
»de  ermitaño,  y  la  mansa  pobreza  amiga  de  las  bui*- 
nnas  costumbres.  A  muchos  oí  que  contaban  habelle 
nvisto  huir  con  tanto  gozo  y  con  talos  muestras  de 
»alegría  espiritual  que  daba  con  los  ojo^  y  con  todo 
»el rostro,  cuando  salido  del  consistorio  iiualmeute 
» vuelto  en  sí  se  tío  libre,  como  si  verdaderamente 
»no  bobiera  librado  sus  hombros  de  un  liviano  peso, 
»sino  su  cuello  de  un  cruel  alfange.»  Hasta  aquí 
Petrarchá. 

Por  la  buena  maña  de  Bonifacio ,  que  era  muy 
ejercitado  en  negocios,  de  muchas  letras  y  doctrina, 
\o  que  tantas  veces  se  había  intentado  en  vano  se 
concertó  la  paz  entre  los  aragoneses  y  franceses. 
En  Anagni  para  concluirlo  se  juntaron  con  el  papa 
Carlos  rey  ae  Ñapóles,  y  los  embajadores  de  Francia 
y  A.ragon,  personajes  Je  gran  cuenta.  Las  capitula- 
ciones fueron  estas:  Blanca  hija  del  rey  de  Ñapóles 
case  con  el  rey  de  Aragón:  lleve  en  dote  setenta  mil 
libras  de  plata :  Sicilia  y  todo  lo  demás  de  que  los  ara- 
goneses estin  apoderados  en  Calabria ,  vuelva  y  so 
restituya  á  la  iglesia  Romana:  si  los  sicilianos  no  vi- 
nieren en  este  asiento  ,  cl  rey  de  Aragón  acuda  con 
tanto  número  de  gente  para  sujetallo<:  cuanto  los  jue- 
ces arbitros  señalaren:  Carlos  de  Valoes  renuncie  cl 
derecho  que  pretende  á  la  corona  de  Aragón  :el  pon- 
tífice quite  el  cntrediclin  y  censura  á  todos  los  quo 


448 


BiBUOTCCA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


po: 
los 


T  razón  destas  diferencias  están  en  ellas  enlazados: 
os  rehenes  se  pongan  en  libertad.  Tratóse  del  ref  de 
Mallorca  (i)¿  y  á  grande  instancia  del  pontífice  y  del 
rey  de  España  se  alcanzó  que  fuese  restituido  en  su 
remo.  Esto  fue  lo  que  diio  en  público :  de  secreto  el 

f pontífice  dio  intención  al  rey  de  Aragón  de  entréga- 
le las  islas  de  Gerdeña  y  Córcega ,  que  por  estar  y 
caer  mas  cerca  do  España  eran  muv  a  propósito  para 
las  cosas  de  Araron.  Hay  hoy  dia  bula  de  Bonifacio 
sobre  este  concierto,  su  data  á  veinte  y  siete  de 
junio. 

Esta  nueva,  luego  que  se  publicó  porla  fama,  hinchó 
de  aleffria  todas  las  demás  partes  de  la  cristiandad; 
solo  á  ios  sicilianos  fue  muy  pesada,  ca  tenían  por  lo 
último  de  los  males  tornar  al  seiíorio  de  franceses. 
El  mismo  infante  don  Fadrique,  á  quien  el  re^  su 
hermano  cuando  se  parlió  dejó  el  gobierno  de  Sicilia, 
y  con  él  Rugier  Lauria ,  Juan  Prochita  y  Manfredo 
Lanza,  todos  caballeros  priocipales,  por  mandallo 
así  el  pontíGce  y  por  el  cuidado  en  que  aquellas  ca- 
pitulaciones los  tenian  puestos ,  fueron  á  hacelle  re- 
verencia en  una  armada  que  aportó  á  las  marinas  de 
Roma.  Prometía  el  pontiGce  á  don  Fadrique  de  casa- 
lie  con  Catarina,  hija  de  Philípo  j  nieta  de  Balduino 
emperador  (¡¡ae  fue  de  Coustantinopla .  con  tal  que 
no  contradijese  á  lo  que  tenian  asentado;  y  en  dote 
le  ofrecian  el  imperio  de  Grecia,  que  pensaban  reco- 
brar todos  juntos  con  sus  armas  y  poder.  No  era  es- 
te partido  de  desechar^  si  las  obras  se  conformaran 
con  las  palabras. 

El  rey  de  Aragón  desque  una  y  segunda  vez  fue 
requerido  por  los  sicilianos  no  los'  desamparase  en 
aquel  aprieto,  como  no  les  acudiese  por  el  deseo  aue 
tenia  de  la  paz ,  y  por  parecelle  no  era  licito  hacetlo; 
finalmente  en  la  ciudad  de  Pulermo  sobre  esta  razón 
juntaron  cortes  generales,  en  que  alzaron  los  estan- 
dartes de  aquel  reino  por  el  infante  don  Fadrique  (2) 
sin  embargo  don  Jaime  su  hermano  casó  con  la  nueva 
esposa,  las  bodas  se  celebraron  en  Villabeltran  por 
el  mes  de  octubre.  Doña  Isabel  con  quien  antes  se 
desposara,  fue  enviada  á  Costilla.  Publicóse  un  edic- 
to en  que  mandó  á  los  soldados  aragoneses  y  á  los 
caballeros  que  en  Sicilia  se  hallaban,  la  desampara- 
sen y  volviesen  á  sus  casas.  Desta  manera  vinieron  á 
tener  alegre  y  agradable  remate  aquel  ios  principios 
de  cosas  tan  grandes ,  y  acuellas  alteraciones  que 
tanto  tiempo  duraron.  Volvió  la  paz  á  Aragón ,  y  no 
se  perdió  de  todo  punto  el  reino  ue  Sicilia ,  contra  la 
cual  claramente  se  armaba  una  nueva  tempestad  de 

Suerras.  Los  navarros  sosegaban  debajo  el  señorío 
e  Francia :  tenian  por  su  virey  á  Hugon  Confluen- 
cío,  francés  de  nación,  y  mariscal  de  campaña  en 
Francia.  Los  gobiernos  y  tenencias  de  las  ciudades  y 
castillos  de  aquel  reino  se  daban  indiferentemente  a 
personas  de  ambas  naciones  navarros  y  franceses; 
lo  gue  era  algún  alivio  para  que  la  gente  de  la  tierra 
dísmiulase  el  desgnsto  que  tenian  concebido  en  sus 
pechos ,  pues  aunque  eran  señoreados  y  gobernados 
por  extraños,  no  usurpaban  para  sí  todas  las  honras 
y  cargos. 

LIBRO   DECIMOQUINTO. 

CAPITULO  I. 

De  nuevos  alborotos  que  sucedieron  en  Castilla. 

En  Castilla  no  podían  las  cosas  tener  sosiego :  los 
nobles  divididos  en  parcialidades ,  cada  cual  se  toma- 
ba tanta  mano  en  el  gobierno ,  y  pretendían  tenor 

(1)  lintonrcs  nada  se  trató  de  la  restitución  del  reino  de 
Mn Horra  ,  pero  de«|)ucs  el  rey  de  Arapon  condesoeodió  á  las 
inst.inrías  del  papa,  y  redió  aquel  remo. 

d)  No  fue  reroiucido  rey  de  Siriiia  hasta  el  aoo  13))0. 


tanta  autoridad  cuantas  oran  sus  fuerzas:  el  pueblo, 
como  sin  govemalle ,  temeroso ,  descuidado  .deseoso 
de  cosas  nuevas,  conforme  al  vicio  de  nuestra  natu- 
raleza, que  siempre  piensa  será  mejor  lo  que  está  por- 
venir que  lo  presente.  Cualquiera  hombre  inquieto 
tenía  grande  ocasión  para  revolvello  todo,  como  acon- 
tece en  las  discordias  civiles.  Por  las  ciudades,  villas 
y  lugares ,  en  poblados  y  despoblados  cometian áca- 
na paso  mil  maldades,  robos,  latrocinios  y  muertes, 
quién  con  deseo  de  vengarse  de  sus  enemigos,  quién 
por  codicia,  que  se  suele  ordinariamente  acompañar 
con  crueldad.  Quebrantaban  las  casas,  saqueaban 
los  bienes ,  robaban  los  ganados ,  todo  andaba  lleno 
de  tristeza  j  llanto :  miserable  avenida  de  males  y  da- 
ños. La  reina  era  menospreciada  por  ser  mujer ,  el 
rey  por  su  tierna  edad  no  tonía  autoridad  ni  fuerzas, 
puesto  que  luego  el  siguiente  dia  después  que  su  pa- 
dre falleció  en  Toledo,  le  alzaron  por  rey  con  todo 
aquel  homenaje  y  ceremonias  que  se  suelen  hacer  á 
los  príncipes.  La  reina  mandó  luego  franquear  la  ^en- 
te de  cierta  imposición  puesta  sobre  los  manteninuen- 
tos ,  que  los  españoles  llaman  sisa ;  la  cual  imposición 
fue  harta  parte  para  la  mala  satisfacción  y  disgusto 
que  todos  tenían  contra  su  marido  el  rey  don  Sancho. 

Con  este  regalo  se  amansó  el  pueblo,  y  fue  causa 
que  se  mostrase  constante  en  la  le  y  lealtad  que  ju- 
raron ,  si  bien  los  príncipes  comarcanos  por  su  gran 
codicia  y  ambición  casi  todos  estaban  con  las  armas 
á  punto  para  correr  á  la  presa,  sin  que  hubiese  quien 
se  lo  estorbase.  Ocasiones  y  títulos  para  mover  la 
guerra  no  les  podían  faltar  en  tiempos  tan  revueltos 
y  desasosegados.  Juan  NuñezdeLaraque  quedó  mas 
obligado  á  guardar  lealtad ,  conforme  á  su  natural 
inconstancia  claramente  inclinada  á  favorecer  á  los 
enemigos.  Acordábase  oue  en  tiempo  del  rey  don 
Sancho  corrió  riesgo  de  fa  vida :  esto  y  la  esperanza 
de  acrecentar  á  rio  vuelto  su  estado,  v  cobrar  las  vi- 
llas que  los  dias  pasados  le  quitaron,  le  oonndabaa  á 
ser  parte  en  las  revueltas.  El  infante  don  Enrique  por 
su  larga  prisión  mas  mal  acondicionado  y  desabrido 
de  lo  que  de  suyo  era ,  inconstante  y  usado  á  malas 
mañas,  como  tal  pretendía  apoderarse  del  gobierno. 
Teníase  por  agraviado  del  rev  porque  en  su  testamen- 
to no  hizo  del  mención ,  ni  le  acomodó  alguna  parte 
de  las  cosas.  Con  esta  pretensión  en  Berlanga  k»  pri- 
mero tuvo  particulares  juntas ,  poco  después  divul- 
gada la  fama,  muchos  lugares  de  aquella  comarca  se 
le  allegaron ,  en  particular  la  real  ciudad  de  Burg^ 
mas  que  todos  favorecía  estas  sus  pretensiones. 

Por  este  mismo  respeto  se  juntaron  de  todo  el  rei- 
no cortes  en  Valladolid ,  en  que  los  nobles  se  mostra- 
ron tan  de  parte  de  don  Enrique  que  aunque  el  rey 
y  la  reina  acudieron  para  hallarse  presentes,  no  los 
dieron  entrada  en  la  villa  basta  ya  tarde ,  y  hacién- 
doles dejar  su  acompañamiento  y  cortesanos  para  te- 
ner mas  libertad  de  determiuar  lo  que  les  píug'ese. 
Acordóse  en  aquellas  cortes  que  don  Enrique  tuviese 
el  gobierno  del  reino :  el  cuidado  de  criar  al  rey  se 

3uedó  á  la  reina,  y  sin  embargo  todos  los  presentes 
e  nuevo  hicieron  pleito  homenaje  al  niño  rey.  I>ej<í 
el  rey  don  Sancho  en  su  testamento  á  su  hijo'  el  in- 
fante don  Enrique  el  señorío  de  Vizcaya  como  adqui- 
rido por  las  armas.  Diego  López  de  Raro  por  la  parte 
de  Navarra  entró  con  grande  furia  en  aquella  provincia , 
y  se  apoderó  de  todos  los  pueblos  o  ella  ,  parte  por 
fuerza,  parte  por  voluntad,  fuera  de Balmaseda  y  Or- 
íluña.  Favorecían  estas  pretensiones  de  don  Dlecod*» 
Haro  los  hermanos  Laras,  porque  sin  acordarse  de  los 
antiguos  bandos  y  diferencias  que  solían  tener  entre 
sí  estos  dos  linajes,  se  hicieron  á  una  en  odio  de  don 
Enrique ,  ca  les  pesaba  en  el  alma  le  encargasen  t^i 
gobierno  del  reino,  alterado  en  esta  parte  el  testa- 
mento del  rey  don  Sancho  y  contra  su  voluntad. 

El  infante  don  Juan  tío  del  rey  desde  África,  don- 
de  hasta  esta  sazón  S3  detuvo ,  dio  h  vuelta  á  Gra- 


HISTORIA  DB  «PANA. 


440 


nada  para  pretender  el  reino  de  Castilla.  Parecíale 
seguía  en  esto  el  ejemplo  del  rey  don  Sancho  su  her* 
mano ,  y  ann  se  le  aventajaba  en  el  derecho  á  causa 
que  el  nuevo  rey  don  Fernando  no  era  nacido  de  le- 
gitimo matrimonio.  Fue  cosa  maravillosa  los  muchos 
que  por  esta  causa  se  alborotaron :  con  aue  tuvo  co« 
modidad  de  apoderarse  de  Alcántara  y  alsunos  otros 
lugares  a  la  raya  de  Portugal.  El  rey  Dionisio  de  Por- 
tugal le  favorecía  y  estaba  declarado  por  su  parte, 
tanto  gue  al  tiempo  que  se  hacian  las  cortes  en  Va* 
Hadolid,  envió  por  sus  reyes  de  armas  á  denunciar  la 
guerra  á  Castilla.  Gran  miedo  se  mostraba  por  todas 
martes  y  grandes  revueltas  y  tempestades  de  perras, 
rodos  empero  estos  trabajos  se  pudieran  disimular, 
si  como  nunca  las  desgracias  paran  en  poco ,  no  se 
levantara  otro  mayor  torbellino  por  la  parte  de  Ara- 
gón. En  Bordalua,  que  es  en  el  distrito  de  Bariza, 
se  juntaron  el  rey  de  Aragón  y  don  Alonso  de  la  Cer- 
da que  se  intitulaba  rey  oe  Castilla  y  de  León.  Hicie- 
ron allí  sus  conciertos  á  veinte  y  uno  de  enero ,  año 
del  Señor  de  4296.  Las  capitulaciones  fueron  estas: 
que  juntasen  sus  fuerzas  para  que  don  Alonso  reco- 
brase el  reino  de  su  abuelo  :  el  reino  de  Murcia  se 
diese  al  rey  de  Aragón :  al  infante  don  Juan  el  reino 
de  León,  Galicia  y  Sevilla :  la  ciudad  de  Cuenca, 
AlarooD,  Moya  y  Cañete  fuesen  para  el  infante  don 
Pedro  de  Aragón  en  premio  del  trabajo  que  en  aque- 
lla empresa  tomaba,  como  general  que  señalaron 
para  aquella  guem. 

Entraban  en  aquel  concierto  la  reina  doña  Violan- 
te abuela  de  don  Alonso ,  los  reyes  de  Francia,  Por- 
tugal y  Granada;  y  poco  después  se  les  allegó  don 
Juan  de  Lara  por  el  deseo  que  tenia  de  recobrar  á 
Albanacin.  Al  contrario  don  Diego  de  Haro  por  la 
buena  industria  de  la  reina  se  reconcilió  con  el  rey: 
luciéronle  merced  del  estado  de  don  Juan  de  Lara 
que  se  pasara  i  los  aragoneses ,  para  que  le  tuviese 
juntamente  con  el  señorío  de  Vizcaya.  Destos  prin- 
cipios y  por  esta  forma  granjearon  otros  muchos 
grandes,  particularmente  a  don  Juan  Alonso  de  Haro 
con  hacelle  merced  de  los  Cameros ,  estado  que  pre- 
tendía él  serle  debido.  Por  todas  partes  se  procura- 
ban ayudas  contra  las  tempestades  de  guerras  que 
amenazaban.  El  campo  de  los  aragoneses  debajo  de 
la  conducta  de  don  Alonso  de  la  Cerda  y  del  infante 
don  Pedro  entró  en  Castilla  por  el  mes  de  abril :  en 
Baltanás  se  le  juntaron  el  mfante  don  Juan  y  don 
Juan  Nuñez de  Lara.  No  pararon  hasta  llegar  á  León, 
ciudad  que  fue  antiguamente  rica  y  grande ,  á  la 
sazón  de  pequeño  número  de  moradores,  pobre  de  ar- 
mas j  de  gente,  que  fue  la  causa  de  rendirse  á  los 
enemigos  con  facilidad ,  principalmente  que  tenían 
inteligencias  secretas  con  algunos  ciudadanos.  En 
aqueUa  ciudad  fue  alzado  el  infante  don  Juan  por  rey 
de  León ,  Galicia  y  Sevilla.  Poco  después  en  Sahagun 
dieron  á  don  Alonso  de  la  Cerda  titulo  de  rey  de  Casti- 
tilla ,  y  alzaron  por  él  los  pendones  con  la  misma  fa- 
cilidad y  priesa  en  cumplimiento  todo  de  lo  que  te- 
nían concertado.  De  allí  pasaron  á  ponerse  sobre 
Mallorca ,  que  está  á  cinco  leguas  de  Sahagun.  De 
fendióse  la  villa  valerosamente  por  tener  buenas  mu- 
rallas y  estar  guarnecida  de  gente  y  armas  :  el  cerco 
duró  nasta  el  mes  de  agosto. 

Mandaron  á  la  sazón  juntar  en  Valladolid  todos  los 
grandes  del  reino  y  les  procuradores  de  las  ciudadesu 
Acudió  el  primero  "don  Enrique ;  y  luego  aue  se  apeó, 
vestido  como  estaba  de  camino  se  fué  a  ver  con  la 
reina  que  en  el  castillo  oía  misa.  Hecha  la  acostum- 
brada mesura,  con  muestra  fingida  de  gran  senti- 
miento le  declaró  el  peligro  que  todo  corría,  a  Tres 
»reyes  se  han  conjurado  en  nuestro  daño :  á  estos 
»sigue  gran  parte  de  los  grandes  del  reino :  contra 
»tanta  potencia  y  tempestad  ¿qué  reparo  es  una  mu- 
»jer ,  un  viejo  y  un  niño?  Paréceme  señora  que  las 
«fuerzas  se  ayudan  con  maña.  Injustamente  ( rcs- 


»pondió  ella)  y  con  malos  medios  procuran  despejar 
x>a  mi  hijo  del  reino  de  su  padre :  espero  en  Dios  ten- 
»drá  cuidado  de  defender  su  inocente  edad.  Este  es 
»el  refugio  mas  cierto  y  la  esperanza  que  tengo.  Está 
obien :  no  se  remedian  los  males  (dijo  don  Enrí<jue) 
nni  los  santos  se  granjean  con  lágrimas  femeniles. 
nLoñ  peligros  se  han  de  remediar  con  velar,  cuidar, 
i>y  rodear  el  pensamiento  por  todas  partes :  así  se  ha 
«conservado  la  repáblica  en  los  grandes  peligros:  en 
«el  sueño  y  descuido  está  cierta  la  ruina  y  perdición 
«mi  parecer  es  que  os  caséis  señora  con  don  Pedro 
«infante  de  Aragón,  él  soltero  y  vos  viuda.  Deseo  os 
«agradase  este  mi  consejo  cuanto  sería  saludable. 
«Poned  señora  los  ojos  y  las  mientes  en  matronas 
«asaz  principales,  que  por  este  camino  sin  tacha  y 
«sin  amancillar  su  buen  nombre  mantuvieron  á  sí 
«y  á  sus  hijos  en  sus  esUdos ,  de  suerte  que  ni  á 
«ellas  ser  mujeres  empeció,  ni  álos  infantes  su  tier- 
»na  edad,  n 

Turbóse  la  reina  con  estas  razones.  Respondióle 
con  libertad  y  con  el  rostro  torcido  y  aun  demudado. 
«Afuera  señor  tal  mengua :  no  me  mentéis  cosa  de 
«Unta  deshonra  é  infamia  :  nunca  me  podré  peraua- 
«dir  de  conservar  el  reino  á  mí  hijo  con  agraviar  á  su 
«padre,  ni  tengo  para  que  imitar  ejemplos  de  seño- 
«ras  forasteras, pues  hay  Untos  de  mujeres  ilustres 
«de  nuestra  nación,  que  conservaron  la  integridad 
«de  su  fama  ^  y  con  vida  casta  y  limpia  en  su  viu- 
«dez  mantuvieron  en  pié  los  estados  de  sus  hijos  en 
«el  tiempo  de  su  tierna  edad.  No  falterán  socorros  y 
«fuerzas:  no  fallecerá  la  divina  clemencia;  y  una 
«inocente  vida  prestará  mas  que  todas  las  artes. 
«Cuando  todo  corra  turbio,  y  el  peligro  sea  cierto, 
«yo  tengo  de  perseverar  en  este  buen  propósito  :  no 
«quiero  amancillar  la  magestad  de  mi  hijo  con  fla- 
«queza  semejante. « 

Desta  manera  se  desbarató  el  intento  de  don  Enri- 
que. Hacian  levas  de  gente  pare  acudir  al  peligro. 
Juntáronse  hasta  cuatro  mil  caballos ;  mas  no  puoie- 
ron  penuadir  á  don  Enriaue  que  fuesen  con  ellos  á 
desbarater  el  cerco  que  sobre  Mayorga  tenían  puesto. 
Daba  por  escusa  aue  era  forzoso  acudir  á  la  guerra 
del  Andalucía.  Solamente  fueron  á  Zamora  por  sose- 
galla ,  y  aseguralla  en  la  fe  y  lealtad  de  su  rey ,  que 
andaba  en  balanzas.  Las  cosas  casi  desiertos  y  des- 
amparadas los  santos  patrones  y  abocados  de  Casti- 
lla las  sustentaron.  Con  la  tardanza  del  cerco  se  res- 
frió la  furia  con  que  los  enemigos  al  principio  vinieron: 
asimismo  el  escesívo  calor  del  verano ,  la  destem- 
planza del  cielo,  y  la  falta  que  de  todas  las  cosas 
se  padecía  en  el  ejército ,  causó  grandes  enfermeda- 
des. Esto  y  la  muerte  que  sucedió  del  infímte  don 
Pedro  su  general,  los  forzaron  de  tornaree  á  su  tier- 
ra sin  hacer  cosa  alguna  memorable.  Muchos  dellos 
falteron  en  esta  jornada  :  el  campo  en  que  se  conta- 
ban mil  hombres  de  armas  y  cincuente  mil  soldados, 
volvieron  asaz  menoscabados  en  número,  menguados 
de  fuerzas  y  contento.  El  rey  de  Aragón  en  el  mismo 
tiempo  por  las  fronteras  de  Murcia  por  donde  entró 
tuvo  mejor  suceso,  que  tomó  á  Murcia  y  todos  los 
lugares  y  villas  á  la  redonda ,  y  lo  metió  en  su  reino, 
escepto  la  ciudad  de  Lorca  y  las  villas  de  Alcalá  y 
Muía  que  se  mantuvieron  por  el  rey  don  Fernando. 
En  tantas  turbaciones  y  peligros  de  Castilla  don  En- 
rique, en  cuyo  poder  esteba  el  gobierno  de  todo  el 
remo,  no  hacia  grande  esfuerzo  para  favorecer  á  al- 
guna de  las  partes ,  antes  se  mostraba  neutral  y  pa- 
recía que  llevaba  mira  de  allegarse  á  aquella  parte 
que  mejor  suceso  y  fortuna  túnese.  Por  donde  ni  los 
enemigos  tuvieron  que  agradecelle,  y  incurrió  en 
gravísimo  odio  de  todos  los  naturales ,  y  en  gran  sos- 
pecha aue  la  guerra  se  hacía,  era  por  su  voluntad,  y 
que  todo  el  mal  y  daño  recebido  no  fue  por  falta  de 
nuestros  soldados  ni  gor  valor  de  los  enemigos ,  sino 
por  engaño  suyo  y  mana. 


450 


BIBLIOTECA   DE  GASPAB    Y   Ri)lG. 


La  reina  contra  estas  mañas  de  don  Enrique  usaba 
de  semejante  disimulación ,  no  se  daba  por  entendi- 
da ;  otros  caballeros  principales  á  las  claras  se  lo  da- 
bao  en  rostro.  En  este  número  Alouso  Pérez  de  Guz- 
man ,  á  dicho  y  por  confesión  de  todos ,  tuvo  el  pri- 
mer lugar,  porque  defendió  las  fronteras  de  Andalu  cía 
contra  las  msolencias  y  correrlas  de  los  moros ;  y  lo 
que  era  mas  dificultoso,  contrastó  con  urande  ánimo 
y  mas  que  todos  á  las  pretensiones  del  infante  don 
Enrique,  ca  por  no  dar  tanto  que  decir  á  las  gentes 
y  por  DO  parecer  que  se  estaba  ocioso ,  con  gente  de 
guerra  que  juntó,  marchó  la  vuelta  del  Andalucía 
para  refrenar  los  insultos  de  los  moros.  Tuvo  con 
ellos  una  refriega  junto  á  Aríona,  en  que  fue  venci- 
do,  y  su  persona  corrió  mucho  riesgo  á  causa  que  le 
cortaron  las  riendas  del  caballo,  y  por  no  tener  con 
qué  regille,  estuvo  en  términos  de  ser  preso,  si 
Alonso  Pérez  de  Guzman  no  le  proveyera  en  aquel 
aprieto  de  otro  caballo  en  que  se  pudo  salvar. 

Después  deste  encuentro  se  trató  de  renovar  las 
paces  con  los  moros.  Pedia  el  rey  de  Granada  á  Tari- 
fa, y  ofrecía  en  trueco  otros  veinte  y  dos  castillos, 
demás  que  daría  de  presente  veinte  mil  escudos ,  y 
contaría  adelantado  todo  el  tributo  de  cuatro  años 
que  acostumbraba  á  pagar.  Este  partido  parecía  bien 
á  don  Enrique  por  el  aprieto  en  que  las  cosas  se  ha- 
llaban ,  y  falta  que  teman  de  dinero.  Alonso  Pérez  de 
Guzman  era  de  contrario  parecer  y  mostraba  con  ra- 
zones bastantes  seria  cosa  muy  perjudicial  así  fiarse 
de  aquel  bárbaro ,  como  entregalle  á  Tarifa.  Esta  di- 
ferencia estaba  encendida ,  y  amenazaba  nueva  guer- 
ra. Llegaron  á  término  que  los  moros  con  su  gente  y 
con  la  nuestra  (cosa  asaz  vergonzosa)  se  pusieron 
sobre  aquella  ciudad.  Hallábase  Alonso  de  Guzman 
sin  fuerzas  bastantes  :  los  suyos  le  desamparaban ,  y 
le  eran  contraríos  los  que  debieran  ayudar :  acordó 
de  buscar  ayuda  en  los  estraños.  El  rey  de  Portugal 
era  enemigo  declarado ,  y  movía  las  armas  contra 
Castilla.  Parecióle  dar  un  tiento  al  rey  de  Aragón  si 
por  ventura  se  moviese  á  favorecelle ,  vista  la  afrenta 
de  los  cristianos  y  el  peligro  que  todos  corrían.  Es- 
cribióle una  carta  deste  tenor :  «Mucha  pena  me  dá 
nser  cargoso  antes  de  hacer  algún  servicio.  El  deseo 
»de  la  salud  y  bien  de  lu  patria  común,  el  respeto  de 
»la  religión  me  fuerzan  acudir  á  vuestro  amparo  y 
«protección,  lo  cual  ha^  no  por  mi  particular ,  que 
»de  buena  gana  acabaría  con  la  vida  sí  en  esto  no- 
)>biesú  de  parar  el  daño .  y  esperaría  la  muerte  como 
nfin  destas  miserias  y  desgracias.  Lo  que  toca  á  la 
nrcpública.  siento  en  grande  manera  que  no  sea  tan 
«trabajada  y  maltratada  por  los  moros  cuanto  por  la 
»deslealtad  de  algunos  dfe  los  nuestros.  ¡  Oh  gran 
«maldad!  ¿Porque  qué  cosa  puede  ser  mas  grave  que 
«encaminar  aquellos  mismos  del  daño  que  tenían 
«obligación  de  desvialle?  ¿Qué  cosa  mas  peligrosa 
«que  en  muestra  de  procurar  el  bien  común  armar 
«la  celada?  Quieren  y  mandan  que  Tarifa,  ciudad 
«que  nos  está  encomendada ,  sea  entregada  á  los 
«moros.  Y  dado  que  usan  de  otros  colores,  la  verdad 
«es  que  quitada  esta  defensa  y  baluarte  fortísiroo 
«contra  las  fuerzas  de  África,  pretenden  que  España 
«quede  desnuda  y  flaca  eiimeilio  de  tantos  torbelli- 
«llioos,  y  por  este  medio  reinar  ellos  solos,  y  adclan- 
«tar  sus  estados  con  la  destruicion  de  la  patria  co- 
«mun.  Valerosos  caballeros  por  cierto  y  esforzados, 
«esclarecidos  defensores  de  España  :  yo  tengo  deter- 
«minado  con  la  misma  fe  y  constancia  porque  menoK- 
«precié  los  días  pasados  la  vida  de  mi  único  hijo ,  de 
«mantenerme  eu  la  lealtad  sin  mancilla  con  mí  pro- 
«pia  sanare  y  vida ,  que  es  lo  que  solo  me  resta.  Si 
«me  enviáredes  señor  algún  dinero  y  algún  socorro 
«por  el  mar,  desde  aquí  vos  juro  de  tener  esta  plaza 
«por  vuestra  hasta  tanto  que  llegado  el  rey  mi  señor 
i>á  mayor  edad  seáis  enteramente  pa^'ado  de  todos 
«los  gastos.  Los  enojos  pasados,  si  algunos  hay  de 


«por  medio ,  la  caridad  y  amor  que  debéis  á  la  patria, 
«los  amanse.  Tened  plor  cierto  que  será  cosa  muv 
«honrosa  para  vos  defender  la  tierna  edad  de  un  rey 
«huérfano  de  las  injurias  y  daños  de  los  estraños,  y 
«mucho  mas  de  los  engaños  y  embustes  de  sus  mis- 
«mos  vasallos. « 

La  respuesta  que  á  esta  carta  dio  el  rey  de  Ara< 
gon ,  fue  loar  mucho  su  lealtad  y  constancia ,  pero 
que  por  haber  puesto  poco  antes  confederación  con 
los  moros  no  podía  faltar  á  su  palabra ;  que  si  ellos 
la  quebrantasen ,  él  no  faltaría  de  acudir  á  la  espe- 
ranza que  del  tenia  y  á  favorecer  la  causa  común. 
Movíase  á  la  misma  sazón  otra  guerra  de  parte  de 
Portuj^al :  aquel  rey  con  toda  su  geute  entró  hasta 
Salamanca.  Acudiéronle  luego  el  infante  don  Juan 
tío  del  rey  don  Fernando ,  y  don  Juan  Nuñez  de  Lara 
después  que  el  campo  de  los  aragoneses  dio  la  vuelta 
á  su  tierra.  Entraron  en  consulta  sobre  lo  que  se  de- 
bía hacer  en  esta  jornada  :  parecióles  paner  sitio  so- 
bre Valiadolid  en  nue  tenían  al  tey  don  Fernando. 
Con  este  acuerdo  llegaron  á  Simancas ,  aue  está  á 
dos  leguas  de  aquella  villa.  Allí  muchos  canalleros  se 
partieron  del  campo  de  los  portugueses  por  tener 
por  cosa  muy  fea  que  un  rey  fuese  perseguido  y  cer- 
cado de  sus  mismos  vasallos.  El  rey  portugués  con 
recelo  que  los  demás  no  hiciesen  otro  tanto ,  y  que 
después  tomador  los  caminos  no  le  fuese  la  vuelta  di- 
ficultosa ,  mayormente  que  entraba  ya  el  invierno, 
se  partió  á  mucha  priesa  primero  á  M^ina  del  Cam- 
po ,  desde  allí  á  Portugal ,  despedido  y  desbaratado 
su  ejército. 

La  gente  que  la  reina  tenia  aprestada  para  acodir 
á  esta  guerra ,  fue  por  su  mandado  á  cercar  la  villa 
de  Paredes.  No  se  hizo  efecto  alguno  á  causa  qoedon 
Enrique  con  la  gente  que  tenia  levantada  en  el  reino 
de  Toledo  y  en  Castilla ,  desbarató  aquella  empresa. 
Decia  no  era  razón  estorbar  las  cortes  que  tenían  lla- 
madas para  Valiadolid ,  con  aquella  guerra  por  caer 
aquella  villa  muy  cerca.  Este  era  el  color  aue  tomó, 
como  quíer  que  de  secreto  estaba  desabríao  con  el 
rey  don  Fernando,  y  inclinado  á  la  parte  de  los  coo- 
traríos.  La  reina  con  paciencia  y  disimulación  pasaba 
por  aquellos  embustes ,  y  con  muestra  de  amor  pre- 
tendía ganalle,  y  en  aquel  mismo  tiempo  le  hizo  mer- 
ced de  Santisteban  de  Gormaz  y  Calecantor.  Con  la 
misma  maña  atrajo  á  don  Juan  de  Lara  á  su  voluntad, 

?uesto  que  no  se  podian  asegurar  del,  ca  si  le  dieran 
Albarracin,  fácilmente  se  pas;íra  á  los  aragoneses. 
Tuviéronse  pues  las  cortes  en  Valiadolid  á  la  entrada 
del  año  i  297.  En  ellas  por  la  gran  falta  que  tenían 
de  diaero ,  prometieron  los  pueblos  de  acudir  con 
gran  cantidad  para  los  gastos  de  la  guerra ,  y  así  lo 
cumplieron  poco  después.  En  el  mismo  tiempo  por 
el  valor  y  diligencia  de  Junn  Alonso  de  Haro  fueron  los 
navarros  puestos  en  huida,  los  cuales  de  rebate  se 
apoderaron  de  parte  de  la  ciudad  de  Najara  :  su  in- 
tento era  recobrar  el  dis-rilo  antiguo  de  aquel  reino, 
y  en  particular  toda  la  Kioja. 

Don  Jaime  rey  de  Aragón  en  Roma,  donde  era  i<K 
llamado  del  papa,  fue  declarado  por  rey  de  Cerd<¿a 
y  Córcega,  (i)  Acudieron  desde  Sicila  aoua  Costan- 
za  su  madre  y  doña  Violante  ^u  hermana ,  Ru^er 
Lauria  general  del  mar,  y  Juan  Procliita.  Estaba  con- 
certada por  medio  de  embajadores  doña  Violante  con 
Roberto  duque  de  Calabria ,  heredero  que  habia  de 
ser  del  reino  de  Ñapóles.  Ct^lcbróse  este  ca<«in¡cnto, 
y  el  mismo  pontífice  Bonifacio  veló  álos  nuevos  ca- 
sados :  las  fiestas  y  regocijos  fueron  muy  grandes.  Gl 
rey  doi  Fadrique  ^e  apercebia  para  defender  el  reino 
que  le  dieron  con  tanta  voluntad.  Dcciaróscla  ^erra 
contra  él  como  contra  quien  alteraba  la  paz  común 
de  toda  la  cristiandad  :  nombraron  por  general  desti 

( 1 )  Fue  por  concesión  del  papa  bajo  ciertas  coodicioor^ 
en  Favor  de  ¡a  Santa  Sede 


guerra  i  su  mismo  hermano  el  rey  de  Aragón  :  reso- 
Uicionla  mas eitrañu  queso  pudo  psnsar,  armar  un 
hermano  contra  otro  y  quebrantar  el  (ierecho  natural; 
pero  tanto  pudo  la  fe  y  el  escrúpulo  ,  y  el  mandato 
ilel  resoluto  pon  ti  fice.  Ordenadas  pues  las  cosasdesta 
manera ,  el  rey  don  Jaime  se  partió  para  Aragón  con 
intento  de  aprestarse  para  la  guerra.  Rugier  Lauria 
fue  enTíado  a  Ñapóles  para  servir  á  aquellos  princi- 

fes  en  aquella  aemanda.  La  reina  doña  Coslanza  y 
Jinprocliita  se  quedaron  en  Roma  moTidos  porla 
devoción  y  santidad  de  aquella  ciudad ,  cansados  de 
tantos  trabajos ,  y  por  compasión  del  miserable  esta- 
do en  que  vtan  puesta  á  Sicilia.  No  falta  quien  diga 
que  murieron  en  Roma  :  la  mas  verdadora  opinión, 
con  que  concuerdan  autores  muy  graves ,  es  que  la 
reina  doña  Costauza  cinco  afios  adelante  falleció  en 
Barcelona,  y  que  fue  allí  sepultada  en  el  monasterio 
de  San  Francisco ,  en  que  hjy  se  ve  un  lúmulo  suyo 
con  su  letrero  y  nombre  desU  seüora  grabado  en  la 
piedra. 

CAPITULO  II. 

Que  el  re;  don  Fernando  i)e  Castilla  se  desposó. 

ViELTo  que  fue  el  rey  de  Aragun  á  su  tierra, le 
t^rnaroa  los  navarros  \on  pueblos  Lerda ,  Ulia,  Filera 
y  &ilvatieiTa ,  como  se  decretó  en  los  conciertos  aue 
Rii  Anagni  se  bicieran,  y  liasta  este  tiempo  no  se  na- 
bia  efectuado.  El  año  prúiimo  siguiente,  que  fue 
de  I  IOS  ,  era  virey  de  Navarra  por  los  franceses  Alon- 
so Roneo  de  nación  francés.  Don  Fernando  hermano 
Itíslardo  del  rey  do  Aragón  por  voluntad  del  mismo 
rey  y  por  su  mandado  fue  despojado  de  la  ciudad  de 
Alburracin ,  y  la  entregaron  á  don  Juan  Nuñez  án 
Lam  que  purecia  tener  mejor  derecho,  y  se  sabia  cla- 
ramente que  se  biio  acravioásu  padre  en  quitársele , 
Á  lo  menos  se  decia  así.  Este  era  el  color  que  se  tomú: 


deroso  y  teudle  de  su  bando.  Don  Juan  de  Lara  fiizi 
.  su  juramento  y  pleito  homenaje  en  la  ciudad  de  Va- 
lencia i  los  siete  dias  del  mes  de  abril  de  guardar  á 
jiquel  rey  fe  y  lealtad,  mayor  es  á  saber  que  solia. 
Estas  prevenciones  hacia  at  rey  de  Aragón  porque 
penatba  de  accraeter  en  un  mismo  tiempo  con  sus 
armas  los  reinos  de  Castilla  y  de  Sicilia;  pretensiones 
mas  Arduas  de  lo  que  su  estado  ni  riquezas  podian 
llevar.  El  rey  de  Sicilia  por  babelle  todos  desampa- 
rado estaba  mas  cercano  al  naufragio. 

El  rey  de  Castilla  se  reconcilió  con  don  Dionisio 
rey  de  Portugal  por  medio  dedos  casamientosijuese 
concerluron.  El  uno  fue  de  dona  Costanza  hija  de 
(Ion  Dioubio,  bien  que  no  era  de  edad  para  casarse, 
con  el  rey  don  Ferriando ,  como  antes  lo  tenian  tia- 
tado.  EnAlcañiz,  que  es  un  lugar  cerca  de  Zamora  á 
la  rayada  Purlugal,  en  que  los  reyes  se  juntaron  á 
vistas  para  tratar  de  las  paces ,  se  celebró  con  solem- 
nidad el  desposorio.  Las  muestras  de  alegría  publica, 
por  la  esperanza  cierta  que  todos  tenían  de  perpetua 
concordia,  fueron  tanta  mayores  que  doña  Beatriz 
hermana  del  rey  don  Femando  se  desposó  también  á 
trueco  (que  fue  el  otro  matrimonia)  con  el  infante 
don  Alonso,  hijo  de  don  Dionisio  y  heredero  de  su 
reino,  aunque  no  tenia  él  mas  de  ocho  años.  Para 
mayor  seguridad  la  reina  madre  de  la  doncella  la  en- 
tregó á  su  suegro,  y  asi  la  llevaron  á  nortugal.  Era 
lan  grande  el  deseo  de  efectuar  y  establecer  esta  paz 
y  concordia ,  que  aunque  no  se  dio  en  dote  cosa  al- 
guna á  doña  Costanza,  al  do  Portugal  le  dieron 
con  su  espoia  i  Olivenza  y  Congüela ,  y  otro  pueblo 
que  se  llama  el  camno  de  Uoya ,  con  alguna  nota  de 
la  i;randeza  de  Castilla  y  grandísima  señal  de  miedo; 
pero  tal  era  el  estado  de  las  cosas  y  la  revuelta  de  los 
tiempos,  que  no  se  avergonzaron  de  rescatar  la  paz 
con  su  deshonra  y  menoscabo. 


Lo  que  el  rey  de  Portugal  hizo  cuando  se  tornó  á 
_j  tierra,  solamente  fue  dar  trecientos  hombres  de 
á  caballo  escogidos,  y  por  capitán  dellos  &  Juan  Alon- 
so de  Alburquerque  para  que  estuviesen  en  servicio 
del  r«y  de  Castilla  contra  don  Juan  tío  del  rey  don 
Fernando ,  que  se  intitulaba  rey  de  León  como  arriba 
dijimos.  Esta  ayudade  Portugal  y  toda  esta  costa  fue 
de  mas  ruido  que  provecho,  y  asi  los  caballeros  se 
tarDaroniPortugaisin  dejar  hecha  cosa  alguna.  Por 
otra  parte  don  Alonso  de  la  Cerda  habia  tomado  á  Al- 
mazan  y  otros  lugares  que  están  allí  á  la  redonda  á  la 
raya  de  Aragón,  y  puerto  alli  soldados  de  guarnición. 
Sigüenza  fue  acometida  por  los  soldados  de  don  Juan 
de  Lara.  que  cae  cerca  de  ia  misma  raya ;  pero  por  el 
gran  valor  de  los  ciudadanos  se  defendió  y  estuvo 
constante  en  su  fe.  Los  conjurados  tenian  gran  falta 
de  dineros,  que  lo  demfs  parecía  que  los  era  ficil  y 
favorable ;  y  porque  no  faltase  pira  las  provisionesy 
pagas  batieron  moneda  con  las  insignias  y  nombres 
de  rey ,  baja  de  ley  de  manera  tal  quesi  la  ensayaban 
y  fundían ,  se  perdía  gran  parte  del  valor. 


■ancd»  de  d«a  Fcroaido  iV. 

Don  Dionisio  rey  de  Portugal  á  ruego  de  su  yerno 
vino  con  buen  escuadrón  de  gente  de  guerra  en  su 
favor  y  ayuda  por  la  parte  de  Ciudad-Rodrigo;  pero 
can  mayor  sosiego  y  gana  de  paz  que  las  cosas  tan 
revueltas  reouerian :  asi  sin  hacer  electo  alguno  casi 
como  enojado  se  tornó  á  Portugal.  La  causa  de  su 
enojo  fue  querer  que  al  infante  don  Juan  aue  usur- 
paba título  de  rey ,  le  dejasen  para  él  y  sus  herederos 
y  sucesnres  la  provincia  de  Galicia ,  de  que  por  fuer- 
za de  armas  estaba  apoderado,  y  que  la  ciudad  de 
León  la  gozase  por  sus  dias.  La  reina  y  loj  gran- 
des de  Castilla  no  eran  deste  parecer ,  porque  debajo 
de  aquella  muestra  de  paz  se  encerraban  deshonor, 
daño  y  menoscabo  del  reino ,  cuya  autoridad  se  dis- 
minuía ,  y  cuyas  fuerias  se  enílaquecian  con  quitalle 
una  provincia  tan  principal.  Con  la  vuelta  del  rey  de 
Portugal  algunos  grandes  de  Castilla  que  hasta  en- 
tonces por  miedo  estuvieron  sosegados ,  comenzaron 
muy  fuera  de  tiempo  á  alborotarse.  Parece  que  déla 
revuelta  del  reiuo  querían  tomar  ocasión  unos  para 
vengar  susinjurias,  otros  paraacrecenlar  sus  estados. 
El  sufrimiento  de  la  reina  fue  maravilloso  y  su  disi- 
mulación, porque  de  su  voluntad  acudía  á  sus  codi- 
cias ,  y  les  daba  las  villas  y  castillos  que  ellos  preten- 
dían, &  trueco  de  conservar  la  paz;  que  es  gran 
prudencia  en  tiempos  revueltos  acomodarse  í  la  ne- 
cesidad ,  y  no  hay  ninguno  tan  amigo  de  las  armas 
que  no  quiera  mas  alcanzar  lo  que  desea  con  sosiego, 
que  poner  su  persona  al  peligro. 

SoWe  el  reino  de  Sicilia  andaba  la  gaerra  muy 
brava.  El  crédito  de  Rugier  Lauria  era  grande ,  mu- 
cho lo  que  ayudaba  i  la  parle  de  Francia;  que  parece 
llevaba  consigo  la  víctonaybucna  andanza  á  la  parte 
que  se  acoslana  y  allegaba.  Por  su  buena  diligencia 
se  ganaron  muchas  plazas  que  estaban  por  los  sicilia- 
nos ,  en  lo  postrero  de  Italia ,  que  fue  la  causa  de  que 
en  Sicilia  le  acusaron  de  aleve;  y  como  fuese  por 
sentencia  condenado  le  despojaron  de  un  grande  es- 
tado que  en  aquella  isU  tenia,  merced  de  los  reyes 
pasados  en  premio  de  sus  grandes  méritos  y  servicios. 


452 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   T  ROIG. 


Desde  ¿  poco  como  se  liobiese  apoderado  en  la  Ca- 
llabria  de  la  ciudad  de  Gaatanzaro,  y  pretendiese ^a- 
nar  el  castillo  que  todavía  se  tenia  por  los  contrarios, 
fue  vencido  en  una  batalla  por  menor  número  de  sol- 
dados que  los  que  él  tenia.  Ei  hacer  poco  caso  de  sus 
enemigos  fue  ocasión  deste  daño ,  que  el  popar  el 
enemigo  siempre  es  peligroso,  demás  que  se  dice 
peleó  con  el  soldé  cara;  otro  daño  no  menor  :  mu* 
chos  fueron  los  nmertos ;  los  mas  se  salvaron  por  la 
oscuridad  de  la  noche.  El  mismo  capitau  Rugier  con 
algunas  heridas  que  le  dieron  en  la  batalla,  se  estuvo 
escondido  en  unos  lugares  allí  cerca  hasta  tanto  que 
se  pudo  escapar ,  y  pasó  en  Aragón  con  gran  deseo  de 
vengarse.  Fue  tanto  mayor  la  pesadumbre  gue  reci- 
bió desta  gracia ,  que  nunca  tal  le  aconteció ,  como 
el  que  siempre  salió  victorioso  en  las  demás  batallas. 

Desde  Aragón  el  rey  y  Rugier  caudillos  de  aquella 
empresa ,  señalados  por  los  príncipes  confederados 
de  común  consentimiento ,  se  hicieron  á  la  vela  con 
una  gruesa  armada  que  ya  tenían  aprestada ,  en  que 
se  contaban  no  menos  de  ochenta  galeras.  Llegaron 
con  buen  tiempo  á  Roma :  el  sumo  pontiGce  les  ben- 
dijo el  estandarte  real ,  y  á  ellos  ecnó  su  bendición. 
En  Ñápeles  se  les  juntó  Roberto  duque  de  Calabria 
con  otra  armada  que  tenia  á  punto.  Corrieron  las  ma- 
rinas de  Sicilia,  donde  todo  al  principio  lo  hallaron 
mas  fácil  de  lo  que  pensaban.  Apoderáronse  de  la 
ciudad  de  Paü  (que  se  entiende  Pholomeo  llamó 
Agathyrion)  y  de  otros  castillos  por  aquella  comarca. 
Deside  allí,  doblado  el  promontorio  Pelero,  que  es  el 
cabo  de  Melazo  cerca  dfe  Mecina ,  y  pasado  el  estrecho 
no  pararon  hasta  ponerse  sobre  la  ciudad  de  Siracusa. 
El  cerco  fue  muy  apretado  por  mar  y  por  tierra,  y  sin 
embargo  duró  muchos  días ;  esto,  y  por  estar  los  lu- 
gares tan  distantes,  convidóá  los  ciudadanos  de  Paü 
para  que  echada  la  guarnición  que  tenían,  volviesen 
al  poaer  del  rey  don  Fadrique.  Trataban  de  combatir 
el  castillo ,  que  todavía  se  tenía  por  Aragón. 

Acudió  por  mandado  del  rey  oe  Aragón  Juan  Lau 
ría  con  veinte  galeras  para  socorrer  los  cercados: 
proveyó  el  castillo  de  vituallas  y  lo  demás  necesario 

Sara  la  defensa;  á  la  vuelta  empero  fue  preso  él  y 
iez  y  seis  galeras  de  las  que  llevaba ,  por  los  de  Me- 
cina ,  que  puesta  su  annada  en  orden  le  salieron  al 
encuentro  y  le  vencieron.  Es  aquel  estrecho  muj 
peligro^  á  causa  de  las  grandes  corrientes  y  remoli- 
nos que  tiene:  altéranse  las  olas  sin  orden  v  á  mane* 
ra  de  vientos  combaten  entre  sí  y  corren  á  íuer  de  un 
arrebatado  raudal  hora  hacia  una  parte,  hora  hacia 
la  contraría,  de  que  resultan  remolinos  y  peligros 
muy  grandes  para  los  que  navegan.  Tal  esperíéncia 
que  (testo  teman,  ayudó  mucho  a  los  sicilianos,  y  fue 
causa  que  los  aragoneses  se  perdiesen  por  saber  poco 
de  aquel  paso.  La  ciudad  de  Siracusa  en  el  entretan^ 
to  se  defendía  valerosamente :  ayudaba  mucho  la 

Í>resencia  del  rey  don  Fadríque  que  se  puso  en  los 
ugares  cercanos,  y  estaba  alerta  para  aprovecharse 
de  la  ocasión.  Por  estas  diflcultades  los  aragoneses 
fueron  forzados  á  alzar  el  cerco ,  en  especial ,  que  el 
ejército  le  tenían  muy  menoscabado,  muertos  mas  de 
diez  y  ocho  mil  hombres ,  que  perecieron  á  causa  de 
los  grandes)  calores  á  que  do  estaban  acostumbrados; 
y  de  la  falta  de  las  cosas  necesarias  procedieron  gra- 
ves enfermedades.  Pusieron  acusación  á  Juan  Lauria 
en  Mecina:  mandáronle  que  desde  la  cárcel  hiciese  su 
descargo ;  finalmente  se  vino  á  sentencia,  le  cortaron 
la  cabeza  como  á  traidor. 

Fue  increíble  el  dolor  que  Rugier  Lauría  su  tío  re- 
cibió deste  caso  :  bufaba  de  coraje  y  de  pesar,  que 
bien  entendió  aquella  afrenta  yaquef  daño  se  hacia  á 
su  persona  propia.  No  pudo  acudir  luego  á  la  ven- 
ganza porque  en  compañía  del  rey  de  Aragón  era  pa- 
sado en  España:  dende,  pasados  los  fríos  delínvíerno, 
ambos  volvieron  sobre  Sicilia  con  mucho  mayor  ar- 
mada que  antes;  jUQtáronseles  en  el  camino  dos  hi- 


jos del  rey  de  Ñapóles^  es  á  saber  Roberto  y  Pliilípo. 
Llegaron  todos  ¡untos  al  cabo  de  Orlando,  que  está 
cerca  de  la  ciudad  de  Patí :  ei  numero  de  las  galeras 
era  cincuenta  y  seis ,  sin  otros  muchos  bajeles.  El 
rey  don  Fadríque  como  viese  animada  su  gente  por 
la  victoría  pasada,  acordó  de  representar  la  batalla  á 
sus  enemigos,  dauo  que  su  armada  era  mucho  meoor, 
que  no  pasaba  de  cuarenta  galeras.  Peleó  valerosa- 
mente, mas  al  fin  fue  desbaratado,  sus  galeras  parte 
tomadas  por  los  contrarios ,  parte  se  pusieron  en 
huida.  Fue  grande  la  crueldad  de  que  el  general  Ra- 
gier  Lauria  usó  con  los  cautivos ,  hizo  morir  gran 
número  dellos  con  deseo  de  vengarse:  entre  los  otros 
degollaron  á  Conrado  Lanza  hombre  muy  principal, 
de  que  resultó  grande  odio  contra  la  gente  catalana. 
El  mismo  don  Fadriq  ue  estuvo  en  £[ran  ríesgo  de  ser 
preso,  porque  como  quier  que  hobiese  defendido  rj 
galera  por  largo  espacio,  ya  que  la  iban  á  temar,  cayó 
desmayado:  los  suyos  sacaron  la  galera  de  la  batalb, 
con  la  cual  y  otras  pocas  se  retiraron  á  Mecina. 

Con  tanto  el  rej^  de  Aragón  á  instancia  que  le  hi- 
cieron desde  España,  y  causas  que  alegaban,  y  ra- 
zones verdaderas  ó  aparentes,  sin  pasar  adelante  diú 
la  vuelta  no  sin  queja  del  papa  y  del  rey  de  Ñapóles: 
verdad  es  que  los  mas  cuerdos  aprobaban  este  acuer- 
do; que  sin  duda  era  cosa  recia  por  negocios  ajenos 
poner  los  suyos  en  balanzas  y  su  persona  á  nesgo, 
mera  de  que  ganada  aquella  victoría,  co  dejaba  de 
condolerse  del  rey  don  Fadríque,  que  en  fio  era  su 
hermano.  Dióse  aquella  batalla  memorabie,  y  de  las 
mas  señaladas  de  aquel  tiempo,  un  dia  sábactoá coa- 
tro  del  mes  de  julio  año  de  1299.  En  el  mismo  año 
falleció  en  Roma  don  Gonzalo  cardenal  y  arzobispo  de 
Toledo,  como  lo  reza  la  letra  de  su  sepultura  en 
Santa  María  la  Mayor  de  aquella  ciudad.  Sucedióle  sa 
sobríno  don  Gonzalo  Tercero.  Su  padre  Dia  Sanebez 
Palomeque,  su  madre  doña  Teresa  Gadiel  hermana 
del  cardenal ,  ciudadanos  de  Toledo.  Sobre  el  tiempo 
en  que  le  eligieron ,  hay  dificultad  :  quién  dice  qñe 
algunos  años  antes ,  cuando  su  tio  después  de  la 
muerte  del  rey  don  Sancho  partió  para  Roma  i  lo 
que  se  entiende,  á  negociar  dispensase  el  papa  en 
aquel  su  casamiento  :  quién  que  cuando  el  psp*.  Bo- 
nifacio Octavo  le  hizo  cardenal  por  el  mas  de  díiciem- 
bre  del  año  próaimo  pasado  de  mil  j  docioitos  y 
noventa  y  ocho,  por  ser  aquellas  dignidades  incom- 
patibles ,  y  costumbre  que  el  obispo  á  quien  daban 
capelo,  dejase  el  obispado:  quién  que  subió  á  aquella 
silla  por  muerte  del  cardenal.  Esto  nos  parece  mas 
probable  por  hallarse  en  papeles  que  este  año  por  el 
mes  de  agosto  se  llama  electo  de  Toledo ;  asi  los  años 
antes  tuvo  por  su  tio  el  gobierno  de  aquelUt  iglesia, 
mas  no  la  dignidad. 

Volvamos  á  Sicilia  donde  los  franceses  se  quedaron 
para  llevar  su  intento  adelante,  seguir  la  victoria  y 
ejecutalla;  pero  hicieron  un  yerro  manifiesto,  ^oe 
dividieron  el  ejército  en  dos  partes.  Roberto  y  Rugier 
Lauría  se  encargaron  de  cercar  á  Rendazo,  qoees 
una  plaza  muv  fuerte,  puesta  entre  Pati  y  Catanta 
casia  la  mitad,  del  camino.  Philipo  duque  de  Taranto 
fue  con  parte  de  la  armada  á  correr  las  marínvsdel 
cabo  de  Trápana :  acudió  á  aquella  parte  el  rey  don 
Fadrique,  tomó  á  los  contraríos  de  sobresalto;  y  ooo 
su  arrebatada  venida  se  dio  la  batalla  en  que  fueron 
vencidos  los  franceses  y  Philipo  su  general  preso; 
que  fue  una  buena  ocasión  para  hacer  las  paces  y 
confederarse  aquellas  dos  naciones  con  una  alianza 
que  se  hizo  ^  tan  dichora  y  acertada  cuanto  la  guerra 
era  desgraciada. 

CAPITULO  III. 

Del  ano  del  Jubileo 

Corría  á  la  sazón  el  año  postrero  de  este  siglo :  es 
á  saber  el  de  nuestra  salvación  de  1300,  aiio  muy 


mSTORU'  DE    «SPAIf  A. 


453 


señalado  por  una  ley  que  hizo  y  publicó  para  que  se 
guardase  perpetuamente,  el  pontllice  Bonifucio,  to- 
mada en  parte  de  la  costumbre  antigua  de  la  ciudad 
de  Roma,  que  celebraba  au  fundación  con  ciertos 
juegos  y  fiestas  cada  cien  anos,  en  parte  de  la  usan- 
za y  ley  del  pueblo  judaico  donde  cada  cincuenta 
años  habia  jubileo.  Ordenó  pues  que  al  Gn  de  cada 
cien  años  se  concediese  pienaria  indulgencia  y  remi- 
sioD  de  todos  los  pecados  á  todos  los  que  en  aquel 
año  devotamente  visitasen  las  iglesias  de  Roma, 
iglesias  llenas  de  devoción ,  de  sagradas  reliquias  y 
antigüedad.  Esta  ley  era  á  propósito  y  se  enderezaba 
para  ennoblecer  la  magostad  de  Roma,  y  para  aumen- 
tar el  culto  déla  religión ;  la  cual  Clemente  Sesto  re- 
dujo á  cada  cincuenta  años,  y  mas  adelante  Sixto 
Cuarto  con  otra  nue?a  ley  y  constitución  que  hizo, 
atenta  la  humana  flaqueza  y  la  brevedad  de  la  vida, 
mandó  que  se  guardase  y  celebrase  el  jubileo  cada 
veinte  y  cinco  anos.  Fue  grande  el  concurso  de  gen- 
te que  ñquel  año  acudió  á  la  ciudad  de  Roma  á  fama 
deste  jubileo.  Entre  otros  vino  Carlos  de  Valoes  ca- 
sado en  sesudo  matrimonio  con  madama  Catarina 
hija  de  Pbilipo,  nieta  del  emperador  Balduiíio ,  y  así 
pretendía  cobrar  el  imperio  de  Grecia  á  él  debido, 
como  en  dote  de  su  mujer.  Si  salia  con  la  empresa 
publicaba  renovaría  la  guerra  de  la  Tierra  Santa  que 
tenían  olvidada  de  tantos  años  atrás:  cosa  honrosa 
para  el  sumo  pontífice^  que  en  su  tiempo  y  con  su 
favor  se  tornasen  á  tomar  las  armas  para  la  guerra 
sagrada.  Venia  el  papa  bien  en  esto:  prometía  que 
no  saldrían  vanas  las  esperanzas  de  Garlos ,  con  tal 
que  desde  Francia  se  tornase  á  Italia  á  la  primavera 
con  ejército  bastante. 

En  Vizcaya  que  estaba  en  poder  de  Diego  López 
de  Haro,  hermano  de  don  Lope  Díaz  de  Haro,  aquel 

3ue  dijimos  fue  muerto  en  Alfaro,  en  tiempo  del  rey 
on  Sancho ,  se  edificó  la  villa  de  Bilbao .  la  mas  no- 
ble de  toda  aquella  provincia  á  la  ribera  del  río  Nervio: 
los  moradores  por  la  mucha  anchura  que  lleva,  le 
llaman  Ibaísabelo.  Está  dos  leguas  del  mar:  y  porque 
allí  se  traen  muchas  mercadurías  que  de  Jas  naves  se 
descargan,  hay  gran  comercio  y  concurso  de  gente. 
Los  mercaderes  de  Bermeo ,  por  la  comodidad  del 
lu^r ,  los  mas  dellos  se  pasaron  á  morar  y  hacer  su 
asiento  en  aquella  población  nueva.  A  los  moradores 
se  les  concedió  que  viviesen  conforme  á  los  fueros  f!e 
Lo^oño.  En  Lérida  otrosí  fundó  el  rey  de  Aragón 
universidad,  y  le  concedió  los  privilegios  acostum- 
brados: llanaaron  maestros  que  leyesen  en  ella  todhs 
las  ciencias  con  salarios  que  les  señalaron.  En  aquel 
tiempo  era  vire  y  do  Navarra  por  los  franceses  Alonso 
Roleedo  (i),  sin  que  sucediese  cosa  en  a()uclla  pro- 
vincia por  entonces  que  do  contar  sea,  sino  que  go- 
zaban de  una  paz  y  sosiego  grande  que  es  Jo  mas 
principal  que  se  puede  desear,  como  quíer  que  las 
otras  provincias  de  España  estuviesen  continuamente 
atormentadas  con  guerras  y  desasosiegos.  Este  envió 
á  Valladolíd  un  enonajador  á  la  reina  (que  era  la  que 
tenia  en  pió  las  cosas  entonces  con  su  valor  y  pru- 
dencia) á  pedille  restituyese  todo  el  término  desde 
Atapuerca  (que  es  una  villa  así  llamada  junto  á  Bur- 
gos) basta  las  fronteras  de  Navarra :  alegaba  que  les 
pertenecía»  y  que  antiguamente  lo  quitaron  a  gran 
tuerto  los  reyes  de  Castilla  á  los  navarros  sin  otro 
derecho  mas  del  que  consiste  en  la  fuerza.  La  reina 
mandó  fuesen  muy  bien  tratados  los  embajadores,  y 
que  espléndidamente  los  hospedasen.  La  respuesta 
(lue  lea  dio ,  fue  que  bien  entendía  no  se  pedia  aque- 
llo de  orden  ni  por  voluntad  del  rey  de  Francia ,  y 
?fue  el  derecho  Je  reinar  mas  consiste  en  la  posesión 
resca  y  nueva,  y  en  el  uso  della,  que  en  títulos  y 
papeles  viejos  y  olvidados. 
Los  embajadores  visto  el  mal  despacho  que  ksda- 

(1)  Según  More  I  Robra  y. 


han  y  acudieron  á  don  Alocso  de  la  Cerda  y  á  don 
Juan  Nuñez  de  Lara,  ca  i>ensaban  por  aquel  camino 
alcanzar  mas  fruto  de  su  embajada.  Estos  señores 
acometido  que  hubieron  á  Falencia ,  que  casi  estu- 
vieron á  pique  de  tomalla  por  traición  de  algunos 
ciudadanos,  como  no  les  salió  bien  la  empresa ,  esta- 
ban retirados  en  Dueñas.  Allí  oídos  los  embajadores, 
hicieron  mercedes  con  larga  mano  del  señprio  ajeno; 
y  fue  don  Juan  de  Lara  á  Francia  para  que  en  pre- 
sencia de  aquel  rey  tratase  de  todas  las  condiciones, 
y  incitase  a  los  franceses  á  que  con  brevedad  les 
acudiesen  con  el  socorro  de  gente  necesario.  Poco 
fruto  sacaron  de  toda  aquella  diligencia ,  si  bien  los 
mismos  hermanos  Cerdas  fueron  asimismo  á  Francia 
en  pos  de  don  Juan  Nuñez  de  Lara;  pero  iri  los  unos 
ni  les  otros  sacaron  de  su  trabajo  mas  que  buenas  y 
corteses  palabras,  como  quiera  que  al  Francés  le  fue- 
se mas  en  la  guerra  de  Flandes  que  andaba  trabada 
entre  aquellas  dos  naciones ,  que  en  la  que  tan  lejos 
les  caía,  y  les  era  do  menos  importancia.  Solamente 
hecha  6u  confederación,  Philipo  rey  de  Francia  les 
dio  licencia  para  que  pudiesen  hacer  gente  en  Na- 
varra. Hiciéronlo  asi,  y  un  escuadrón  de  soldados 
entró  por  aquella  parte  en  el  distrito  de  Calahorra. 
Salióles  al  encuentro  don  Juan  Alonso  de  Haro  señor 
de  los  Cameros ,  y  en  un  rebate  que  tuvo  con  ellos, 
los  venció,  y  prendió  á  su  caudillo  don  Juan  Nuñez 
de  Lara ;  al  cual  no  quiso  poner  en  libertad  hasta 
tanto  que  restituyese  todos  los  castillos  y  pueblos 
del  reino  que  le  entregaran  en  tenencia :  ultra  desto 
juró  que  guardaría  lealtad  al  rey  don  Fernando  y  le 
seria  ouen  vasallo. 

Desto  mismo  tomó  ocasión  el  rey  de  Aragón  para 
poner  debajo  de  su  corona  la  ciudad  de  Albarracin, 
que  antes  restituyó  al  dicho  don  Juan.  Junto  con 
esto  el  infante  don  Juan  tío  del  rey  don  Fernando^ 
dejadas  las  armas  en  que  tenia  poco  remedio  contra 
las  fuerzas  de  su  sobrino  que  de  cada  día  iban  en 
aumento ,  se  resolvió  de  seguir  mejor  partido.  Tra- 
tóse delio ,  y  el  concierto  se  hizo  el  ano  del  Señor 
de  i301.  Las  capitulaciones  del  asiento  fueron  estas: 
que  ante  todas  cosas  dejase  el  nombre  de  rey  que 
usurpara:  que  restituyese  todas  las  ciudades  y  pue- 
blos de  que  se  apoderó  en  el  tiempo  de  la  guerra: 
aue  el  principado  da  Vizcaya  que  pretendía  ser  dote 
e  su  mujer,  le  dejase  á  don  Diego  López  de  Haro, 
y  á  él  diesen  en  trueco  á  Medina  de  Ruyseco ,  Cas- 
tronuño,  Mansilla,  Paredes  j  Cebreros :  lugares  de 
que  le  hicieron  merced  la  rema  y  el  rey  su  liíjo  por 
escusar  nuevas  alteraciones ,  para  que  tuviese  con 
que  sustentar  su  vida  como  persona  que  era  tan 
principal. 

CAPITULO  IV. 

De  Raimundo  LuHo. 

Dos  cosas  sucedieron  este  año  ni  muy  pequeñas, 
ni  muy  señaladas ,  de  que  padeció  todavía  hacer 
mención  en  este  lugar.  La  una  fue  la  muerte  de 
Raimundo  Lullo ,  persona  que  tuvo  gran  fama  de 
santidad  y  de  doctrina;  la  otra  el  agravio  que  se  hizo 
á  don  Garci  López  de  Padilla  moestre  de  Calatravaen 
deponellede  aquella  dignidad.  Raimundo  fue  catalán 
donación,  nacido  en  la  isla  de  Mallorca.  Ocupóse 
siendo  mas  mozo  en  negocios  y  mercadurías  con 
pretensión  de  adelantarse  en  riquezas ,  y  secuir  en 
esto  las  pisadas  de  sus  antepasados,  gente  de  hon- 
ra y  principal.  Llegado  á  mayor  edad  se  recogió 
al  yermo .  cansado  de  las  cosas  deste  mundo ,  y  con 
deseo  de  huir  la  conversación  de  los  hombres.  En 
aquella  soledad  escribió  uñarte  que  por  nuevos  ata- 
jos y  senderos  en  breve  introduce  al  lector  en  cono- 
cimiento de  las  artes  liberales,  de  la  filosofía,  y  aun 
también  de  las  cosas  divinas.  (2)  Cosa  de  grande 

(2)  LuUo  está  hoy  acreditado  como  el  sabio  mas  profundo 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  BOIC. 


luí  mas  de  veinte  libros ,  algunos  no  pequeños ,  en 
lengua  catalana ;  eo  que  trata  de  cosas  asi  divinas 
como  humanas ,  de  suerte  empero  que  apenas  con 
induslria  y  trabajo  los  hombres  muy  doctos  pueden 
entender  ío  que  pretende  enseñar  :  tanto  que  mas 

fiarecen  deslumbramienlos  y  trampantojos ,  con  que 
a  vista  se  engaña  y  deslumhra ,  burla  y  escarnio  de 
las  ciencias .  que  verdaderas  artes  y  ciencia*,  puesto 
que  él  testifica  alcaii'¿6  lo  que  enseña,  por  divina 
revelación  en  un  monte  en  que  ac  le  apareoiú  Cristo 
nuestro  Dios  y  Señor  como  enclavado  en  la  cruz.  Lo 

3ue  en  él  merece  sin  duda  ser  alabado  ,  es  que  con 
eseo  de  estender  la  Religión  Cristiana ,  y  convertir 
los  moros,  pasó  en  ATrica  yllegado  á  Bugia  en  la 
costa  de  Mauritania,  como  quier  que  no  cesase  de 
amonestar  y  reprehender  aquella  gente  bárbara ,  de 
dos  veces  que  allá  fué,  la  primera  le  prendieron  y 
maltrataron ,  la  seauada  le  mataron  á  pedradas. 

Su  cuerpo,  traido  á  Mallorca,  de  aquellos  isleños 
es  tenido  engrande  veneración,  dado  que  no  está 
canonizado  ,  ni  su  nombre  puesto  en  el  número  de 
los  santos.  Sobre  aus  libros  liay  diversas  opiniones. 
Muchos  los  tachan  comosin  provecho  y  aun  dañosos, 
otros  los  alaban  coroo  venidos  del  cielo  para  remedio 
de  nuestrd  ignorancia.  A  la  verdad  qumientas  pro- 
posiciones sacadas  de  aquellos  libros  fueron  conde- 


T  universil  de  m  eielo.  Ea  1*67,  liglo  y  nedM  dnpncí  iIf 
BU  muerte,  nuspaiUDMlceriicieroDdtte  aepujero  dealibii- 
tro  en  l«  ¡gktii  <kl  fcnvtnto  de  FnneiKiiKW  de  Palma. 


nados  en  Aviñon  por  el  pana  Gregario  Undécimo  i 
instancia  de  Aymerico  fraile  de  la  urden  de  los  pre- 
dicadores, y  inquisidor  que  era  en  España;  ctrnlu 
de  las  cuales  proposiciones  puso  Pedro  arzobispo  de 
Tarra(¡ona  en  la  ses<jnda  parle  del  directorio  de  los 
inquisidores.Síva  a  decir  verdad,  mucbas  deflaiaon 
muy  duras  y  mal  sonantes,  y  que  al  parecer  nocon- 
cuerdun  con  lo  que  siente  y  enseña  la  SanU  Madre 
Ulesia.  Esto  nos  parece:  debe  ser  por  nuestra  ni- 
deza  y  grosería ,  que  impide  no  alcancemos  y  dcm- 
tremos  aquellas  sutilezas  en  que  los  aücionaoos  de 
Raimundo  hallan  sentidos  maravillosos  y  niislerioi 
muj  altos  como  los  que  licuea  ojos  m»  cUroi;  •• 
por  ventura  adivinan  y  ñngen  que  ven,  ó  sueñan  lo 
que  no  ven ,  y  procuran  moatnirnos  con  el  dedo  la 
que  no  hay :  de  los  cuales  hay  en  este  tiampo  gran 
uúmero  y  cátedras  en  Barcelona,  HalloriA  y  Valea- 
cía  para  declarar  los  dichos  libros,  bttscados  coa 
gran  cuidado  y  estimados  después  que  fueron  re- 
probados, que  si  no  se  hiciera  de  ellos  caso,  el 
tiempo  por  ventura  los  hobiera  sepultado  en  el  ol- 
vido. Esto  de  Raimundo  de  Lullo.  Sus  discipnlos 
dicen  que  fue  de  nuble  linaje,  y  que  falleció  en  edid 
de  setenta  y  cinco  anos  el  ne  Cristo  de  mil  treciea- 
tos  y  quince.  Sospecho  que  en  esto  se  enfuñan  por 
lo  que  de  los  libros  del  mismo  se  saca :  lo  cierto ,  que 
fue  casado,  y  que  dejó  mujer  y  hijos  pobres,  por 
dende  se  ve  que  no  fue  tan  grande  alquiniiala  como 
algunas  le  hacen. 

Al  maestre  de  Calttrava  derribó  H  desabrimiento 
que  contra  él  tenían  los  caballeros  de  su  orden,  cau- 
sado de  su  severidad  y  recia  condición.  Orrecíóieles 
buena  ocasión  para  ejecutar  su  saña ,  j  fue  que  los 
nuestros  no  tenían  fuerzas  pan  reprimirá  los  moros 

C3rser  los  tiempos  tan  revueltos  y  turbios;  y  auo 
alio  que  el  año  pasado  los  moros  se  apcderaron  áe 
la  villa  de  Alcandctc ,  y  la  quitaron  á  los  ciballeros 
deCalatrava.  Acometieron  A  Vaenu,  pero  yaque  le> 
oían  ganada  buena  parte  de  aauel'a  víIm,  fueron 
lontaoos  por  el  valor  y  esfuerzo  ae  los  soldados  qot; 
dentro  tenia .  Pusieron  cerco  i  Jaén  ,  y  la  Gombaüan 
con  lodo  su  poder.  Imputaron  todo  este  dcño  il 
maestre,  y  en  particular  le  achacaron  qae  por  su 
culpa  se  perdió  Alcaudele,  demís  que  decían  de 
secreto  tenia  inteligencias  y  favorecia  á  don  AlonM 
de  la  Cerda.  Esta  era  la  voz  y  el  color ,  como  quíer 
que  (mal  pecado)  aborreciesen  su  áspera  condición 
y  su  severidad :  su  valor  y  esfuerzo  y  gran  destreía 
eti  las  armas  los  alemorizaba ,  y  por  el  miedo  te  abor- 
recían. Jumaron  capitulo  en  que  absolvieron  del 
maestrazgo  á  don  Garci  López  de  Padilla,  r  pusieron 
en  BU  lugar  á  don  Alemán  comendador  de  Zorita  ) 
sin  razón  y  contra  justicia ,  como  poco  despoM  h< 
sentenciaron  los  jueces  que  sobre  este  caso  señilil 
el  papa ,  es  á  saber ,  los  padres  de  la  orden  del  Cislel 
Volvió  pues  i  su  dignidad  al  fin  deslaaBo,  y  jto- 
bernó  macho  tiempo  aquella  órdon;  mas  comoel 
aborrecimiento  que  le  tenían  los  ccballeros  quedas' 
mas  reprimido  que  remediado ,  adelante  al  cabo  dr 
sa  vejez  le  tomaron  á  poner  nuevos  capítulos  y  ico- 
saciones  con  que  de  nuevo  le  depusieron ,  y  en  so 
lagar  eligieron  al  maestre  don  Juan  IVuñei  de  Pnia 
DO  con  mejor  derecho  que  al  pasado.  Verdad  ea  que 
como  quier  que  don  García  por  la  vejet  se  ht\¡f* 
muy  cansado ,  j  sin  fuerzas  no  solo  para  los  trabajo» 
de  la  guerra ,  sino  aun  para  las  cosas  del  gobierwt. 
de  su  voluntad  dejó  á  sn  contrario  el  maestral^, 
que  tan  contra  justicia  y  sin  rozón  le  quitaron ;  aotn 
se  reservó  algunos  pueblos  en  Aragón  con  que  pasar 
BU  vejez:  caballero  de  gran  valor  no  solo  por  sdí 
grannes  hazañas,  sino  en  particular  por  menospre- 
ciar aquella  dignidad  y  honra  con  deseo  de  la  paz  j 
sosiego,  perdonando  con  ánimo  muy  seneruM  el 
agravio  recibido  da  sus  contrarios.  Volvamos  cou 
nuestro  cuento  al  camino  y  orden  que  lleraino*. 


HISTORIA  DE  ESPA.NA. 


4o3 


Capitulo  v. 

De  las  bodas  del  rey  don  Fernando. 

TftATÁRAse  con -gran  cuidado  de  alcanzar  dispensa- 
ción del  papa  para  efeclaar  los  casamientos  que  entre 
Portugal  y  Castilla  teniaD  concertados,  ca  eran  prohi- 
bidos  por  derecho  á  causa  del  parentesco  entre  los  des- 
posados. Tenían  esperanza  otorgaría  con  lo  que  pre- 
tendian ,  porque  demás  de  ser  el  negocio  muy 
justiflcado,  el  pontífice  Bonifacio  ine  preciaba  traer 
su  origen  j  decendencia  de  España,  con  que  parecía 
favorecer  á  los  españoles ,  y  aun  comenzaba  á  desa- 
brirse con  los  franceses.  Los  reyes  de  Castilla  y  de 
Portugal  sobre  esta  razón  se  juntaron  en  Piaseacia: 
acordaron  de  enviar  sus  embajadores  á  Roma ,  por 
cuyo  medio  consiguieron  lo  que  deseaban.  Demás  des- 
to  dispensó  también  el  pootiuce  en  el  casamiento  de  la 
reina  doña  Maria  ^  del  rey  don  Sancho,  que  tenia  la 
misma  falta ,  si  bien  don  Sancho  era  ya  muerte,  y 
muchos  decían  no  poderse  revalidar  los  casamientos 
de  difuntos  que  de  derecho  eran  nulos ,  como  gente 
que  ignoraba  cuan  grande  sea  la  autoridad  de  los 
sumos  pontífices,  cuyos  términos  estienden  algunas 
Teces  por  respetos  que  tienen  y  consideraciones, 
oU*as  por  el  bien  y  en  pro  común.  Como  vino  la  dis- 
pensación, con  nuevo  gozo  y  alegría  se  hizo  el  cesa- 
miento del  rey  don  Femando  y  doña  Costanza  en 
Valladolld,  v  se  celebraron  las  solemnidades  de  las 
bodas,  que  dilataran  hasta  entonces  asi  por  la  edad 
del  rey  como  por  el  parentesco  que  lo  impedia. 

Ordenaron  la  casa  real,  y  el  rey  se  encargó  del  go- 
bierno (1)  don  Juan  Nuñez  de  Lara  fue  nombrado 
{)or  mayordomo  de  palacio:  al  infante  don  Enrique 
tio  del  rey  dieron  á  Atíenza  y  á  Santisteban  de  Gor- 
maz  en  recompensa  del  gobierno  del  reino  que  iequi- 
"  taban.  Todas  estas  caricias  no  bastaban  para  sanar 
su  mal  pecho,  porque  se  halla  que  ana  mismo  tiem- 
po con  trato  doble  y  muestras  fingidas  de  amistad 
tenia  suspensos  á  los  aragoneses  j  á  los  moros.  Era 
su  condición  y  costumbres  estar  siempre  á  la  mira  de 
lo  que  sucediese  I  y  seguir  el  partido  que  le  pareciese 
estalle  mejor,  que  fue  la  causa  de  hacer  se  alzase  el 
cerco  que  tenía  sobre  Almazan,  villa  que  se'tenia  por 
los  Cerdas,  v  la  gente  de  guerra  de  Castilla  que  es- 
taba sobre  ella ,  fue  enviada  á  otras  partes.  En  Hari- 
za  se  vio  con  el  rey  de  Aragón  sobre  sus  liaciendas  y 
aliarse ,  todo  con  la  misma  llaneza  que  tenia  de  cos- 
tumbre con  los  demás.  Tuvo  el  rey  de  Aragón  cerca- 
da mucho  tiempo  á  Lorca,  ciudad  bien  fuerte  en  el 
reino  de  Murcia  y  al  principio  del  año  del  Señor 
de  i 302  la  vino  á  ganar. 

Hay  una  villa  muy  noble  en  Castilla  la  Vieja  á  la 
ribera  del  rio  Duero  que  se  llana  Peuafiel :  allí  se 
celebró  conciio  de  los  obispos  y  prelados  de  la  pro- 
vincia de  Toledo.  Abrióse  a  primero  día  del  mes  de 
abril:  Presidió  en  este  concilio  don  Gonzalo  arzobis- 
po d^  Toledo.  Entre  otras  constiiuciones  mandaron 
que  los  clérigos  no  tuviesen  concubinas  públicamente 
pena  de  .ser  por  ello  castigados ;  tales  eran  las  cos- 
tumbres de  aquel  siglo,  oue  les  parecía  hacían  harto 
en  castigar  los  pecados  públicos,  tslo  contiene  el  ter- 
cer canon.  El  sesto  manda  ^ue  al  sacerdote  que  re- 
velare los  pecados  sabidos  en  confesión,  &e  le  dé  cár- 
cel perpetua  y  para  su  sustento  solamente  pan  y 
a^a.  El  octavo  canon  manda  que  se  paguen  á  la  igle- 
sia los  diezmos  de  todas  aquellas  cosas  que  la  tierra 
produce ,  aunque  no  sea  cultivada.  Prohíbese  en 
el  nono  que  las  hostias  con  que  se  ha  de  decir  misa  no 
Be  bajean  sino  por  mano  de  los  sacerdotes  ó  en  su  pre- 
sencia. Demás  desto  se  determinaron  oirás  muchas 
cosas  provechosas  para  aumento  del  culto  divino  (2). 


(1)  A  los  diez  y  seis  años  y  poco  mas  de  siete  ir  eses. 
(2}  Además  se  acordó  fulminar  censuras  y  entredichos 


El  mes  de  mayo  siguiente  murió  llahomad  Miro  rey 
de  Granada:  sucedióle  su  hijo  mayor  Mahomad  Al- 
llamar.  Dio  esto  trueco  mucho  contento  á  los  nues- 
tros por  dos  respetos,  el  uno  que  hobiese  faltado  el 
padre ,  que  era  valeroso  y  de  grande  inducía :  el 
otro  por  suceder  su  hijo  que  era  ciego.  Verdad  es 
que  Farranquen  señor  de  Málaga ,  que  era  su  cuña- 
do ,  hombre  de  valor  y  lealtad  para  con  el  nuevo  rey, 
se  encargó  del  gobierno  público  así  de  las  cosas  de 
la  guerra  como  de  la  paz. 

En  Sicilia  por  el  mismo  tiempo  á  cabo  de  tantas 
alteraciones  y  guerras  en  fin  se  asentó  Ja  paz.  Fue 
asi  que  junto  ala  isla  de  Ponza  en  una  batalla  naval 
fueron  vencidos  los  sicilianos ,  y  preso  Conrado  DtH 
rÍA  Ginovés ,  general  que  era  de  la  armada  :  los  sici- 
lianos por  está  rota  comenzaron  á  temer,  y  U»  frau*: 
ceses  cobraron  esperanza  de  mejorar  su  partid»,  tanto 
que  sin  tardar  se  pusieron  sobre  Mecioa ,  que  es  el 
baluarte  y  fuerza  principal  de  toda  la  isla :  llegó  á 
peligro  de  perderse ,  defendióse  empero  por  la  cons- 
tancia y  valor  de  los  ciudadanos  y  la  buena  diligencia 
del  rey  don  Fadrique,  que  sabia  muy  bien  cuanto  le 
importaba  aquella  ciudad.  La  reina  doña  Violante 
acompañó  á  Roberto  su  marido  en  aquella  jornada, 
que  á  la  sazón  estaba  en  Catania.  A  su  instancia  y 
por  sus  ruegos  los  príncipes  se  juntaron  para  verse 
y  tratar  de  sus  cosas  en  las  marinas  de  Siracusa  en 
la  torre  llamada  de  Maniaco.  Procuraron  asentar  las 
paces :  solo  pudieron  acordar  treguas  por  algunos 
días  con  esperanza  que  se  dieron  que  en  breve  se  con- 
cluiría lo  oue  todos  deseaban.  Hí¿ose  asi,  sin  embar- 
go que  sobrevinieron  á  mala  sazón  dos  cosas  que  pu- 
uieran  entibiar  y  aun  desbaratar  todas  estas  prácticas, 
es  á  saber,  la  muerte  de  doña  Violante  que  falleció 
en  Termini ,  ciudad  que  se  tenia  por  los  franceses, 
no  lejos  de  Palermo:  el  otro  inconveniente  fue  la  ve- 
nida de  Carlos  de  Valoes,  que  con  intento  de  recobrar 
el  imperio  de  los  griegos  abajó  á  Italia ,  y  por  hallar 
en  Toscana  las  cosas  muy  alteradas  pasó  en  Sicilia. 
CoBira  este  peligro  proveyó  el  rey  con  Fadrique  que 
alzasen  todos  los  bastimentos  y  los  recogiesen  en  las 
plazas  mas  fuertes,  los  que  no  pudiesen  recoger,  los 
echase  á  mal:  todo  esto  con  intento  deescusarde 
venir  á  batalla  con  los  enemigos.  Con  esto  y  con  que 
se  resfrió  aquella  furia  conque  los  franceses  vinieron 
los  redujo  á  términos  de  mover  ellos  mismos  tratos 
de  paz,  que  Umbien  él  mucho  deseaba. 

Finalmente  entre  Jaca  y  Calatabelota,  plaza  en  que 
don  Fadrique  se  hallaba,  por  ser  lugar  muy  fuerte, 
los  tres  principes  se  juntaron.  Hobo  muchos  dares  y 
tomares  sobre  asentar  el  concierto ;  por  conclusión 
las  paces  se  asentaron  con  las  capitulaciones  siguien- 
tes: Philípo  principe  de  Taranto  sea  puesto  en  libertad : 
asimismo  todos  los  cautivos  de  la  una  y  de  la  otra 
parte;  el  rey  don  Fadrique  deje  todo  lo  que  tiene  en 
la  tierra  firme  de  Italia :  y  al  contrario  los  franceses, 
las  ciudades  y  fuerzas  oe  que  en  Sicilia  están  apode- 
rados: doña  Leonor  hermanado  Roberto  case  con  don 
Fadrique,  con  retención  de  Sicilia  en  nombre  de  do- 
te hasta  tanto  que  por  permisión  y  con  ayuda  del  papa 
conquiste  á  Cerdena  u  otro  cualquiera  reino ;  si  esto 
no  sucediere,  sus  herederos  dejen  á  Sicilia  luego  que 
los  reyes  de  Ñapóles  cootaren  docientos  y  cincuenta 
rail  escudos:  á  los  forajidos  y  desterrados  de  Sicilia 
v  de  Italia  sea  perdonada  su  poca  lealtad  por  la  una  y 
la  otra  parte.  Uicíéronse  estos  conciertos  el  postrer 
día  del  mes  de  agosto ;  con  que  todos  dejaron  las  ar- 
mas. Juan  Villaneo  que  se  halló  en  esta  guerra ,  y 
Dante  Aligerio,  poeta  de  aquellos  tiempos  en  cstre- 
roo  elegante  y  grave,  tachan  á  Carlos  de  Valoes,  y  le 
cargan  de  qué  en  Toscana  lo  alborotó  todo  con  dis- 

coDtra  cualesquieras  personas  que  violasen  las  inmaoidades 
eclesiáslicas,  que  el  moro  ó  judio  que  abrazan  la  religioa 
cristiana  no  perdiera  sus  bienes. 


BIBLIOTEC*    DE    GAKPAU   t 


cordias  y  guerras  civiles ,  y  en  Sicilia  concertó  una 
paz  inlame ,  linalmenie.que  con  Linio  estruendo  y 
apáralo  en  efecto  no  hizo  nada.  Fue  este  ano  muy 
estéril,  en  eupecíal  en  España  por  la  gntnrte  sequedad 
i  causa  Ijue  las  tierras  se  quenaron  por  arar  por  Iia- 
beree  consumido,  como  se  decía  comunmente,  y  lo 
afirman  graves  auloreí,  en  a^iuellas  alleracionea  la 
cuarta  parte  por  lo  menos  de  ios  labradores  *  gente 
det  campo.  - 

CAPITULO  XII. 
De  la  maerie  del  pontífice  Boniracto. 

PoB  este  tiempo  el  liijo  mayor  de  don  J;i¡me  rpy  de 
HallorcB ,  que  teñís  el  mismo  nombre  de  su  padre , 
renuDciadoeJ  derecho  que  tenia  i  la  iicrencia  de  aque- 
llos estados,  se  mcttú  fraile  francisco:  con  que  su- 


cedió pormuerle  de  ifiiel  rey  an  liijo  menordon  Sia- 
cho;  y  como  estaba  obligado  hizo  bomenije  poraqoe- 

llosestadosy  juródeser  leal  al  rey  de  Aragón.  En 
Castilla  no  estaban  las  cosas  muy  sosegadM,  en  par- 
ticular ae  padecia  grande  faltd  de  dineros.  Tuviéraase 
cortes  en  Burgas  y  Zamora ,  en  ^le  se  lormiron  ka 
gastos  públicos,  y  las  ciudades  airrieron  con grin 
suma  de  dineros.  Demiis  desto  el  papa  BoniEicia  coa- 
cedió  á  la  reina  madre  una  bula,  en  que  le  perdom- 
ba  las  tercias  de  las  iglesias  que  cobraron  loi  rtys 
don  Alonso,  don  Sancbo  y  el  misino  don  Fetaiudo 
sin  licencia  de  la  sede  apostólica  basta  entonces,  y 
de  uncvo  ce  las  daba  y  bacía  grada  de  ellas  por  tér- 
mino de  tres  años.  Los  Animoa  de  los  grande)  andi- 
ban  muy  desabridos  con  la  reina  marlre:  guejíbauM 
que  lascos'is  aegoberoabao  por  su  antojo  stn  razna  ni 
urden.  Los  infantes  don  Enrique  y  don  Juau  tíos  del 


CiitlIlJ  le  llamón. 


don  Juan  de  Lara  y  don  Diego  de  Karo  con  otros 
balléros  principales  buscaban  traza  y  orden  para  pp- 
ner  con  artificio  y  maña  mal  i  la  reina  con  su  bijo,  y 
de;aTeniltos.  Para  dar  principio  á  esto  apremiaron  al 
abad  de  Santander  que  era  canciller  mayor,  diese 
cuentiiR  del  patrimonio  real,  cuya  administración  tu- 
vo á  su  cargo:  maña  ((Ue  se  endereznhaconira  la  reí- 
n*,  por  cuya  instancia  le  encomendaron  aquellos 
cargosyhonras.  Poco  aprovecliaron  por  este  camino, 
porque  conocida  su  inocencia  y  integridad,  cayeron 
por  tierra  tudas  estas  tramas. 

Pbilíporey  de  Francia  al  principio  del  año  1303 
eiiTió  «ui  embajadoras  para  p«dir  aquellos  pueblos  de 
Navain  sobre  que  tenia  dif'^rencias:  fueron  despedi- 


dos sin  alcanzar  cosa  alguna.  Gl  rey  de  Aragón  cot'ki 
i  ofrecer  condiciones  de  pai  que  también  dcseclii- 
ron.  Prometía  que  volvería  toda  la  tierra  deUurcü'l: 
que  estaba  apfuerado ,  á  tal  que  le  entre;;4sen  i  Ali- 
cante, listo  no  le  pareció  á  propi^sílo  i  ta  reina,  an- 
tes á  don  luán  de  Lara  que  comenzaba  i  privar  con 
el  rey,  hizo  quitar  clc.irgo  que  tenia:  y  poner rn 
su  lugar  al  infinte  don  Enrique  para  que  fuese  mv 
yordomo  mayor  de  la  casa  real.  No  le  duró  iaw;ho  A 
mando ,  que  poco  después  le  dejó:  sí  Je  grado  ó  con- 
tra su  voluntad  no  se  sabe.  Lo  cierto  os  que  dfsUi 
rosas  y  principios  procedieron  entre  eí  rey  y  su  im- 
dre  algunas  so^peclias,  y  división  entre  los  graniiu. 
En  particular  don  Juanee  Lara  y  el  ínranledonJum. 
olviiladaslasdífcriencias  y  disgustos  pasados,  lie.-'ii» 


i  uita.teaiangMade  mano  y  privanza  acerca  del  rey. 
Los  ruines  y  gentede  malas  mañas  con  chismes  y  de- 
dr  mal  de  otras, que  Buelesercaraiaomuyordinario, 
eran  aolepuestosá  JOB  buenos  y  modestos.  El  infante 
don  Enrique  y  don  Juan  bija  del  infante  don  Hanuel, 
y  don  Diego  de  Haro  llevaban  mal  que  la  reina  ma- 
dre fuese  maltratada ,  á  quien  elloE  se  tenian  por  muy 
obli^dos  por  muchos  respetos,  priocipalmeote  se 
quejaban  Que  las  cosas  se  trastornasen  al  albedrio  y 
antojo  de  nos  hombres  semejantes.  Pasaron  en  esté 
sentimiento  tan  adelante  que  comunicado  el  negocio 
entre  sí,  enviaron  á  llamar  á  don  Alonso  de  la  Cerda 
paraconcert.nrseconél.  Fue  con  esta  embajada  Gon- 
ulo  Ruii  á  Almanzan  para  mover  estas  práticas  ,  y 
procursrquelosaragoneaeshiciesen  entrada  en  Cas- 
tilla, sin  tener  cuenta  con  la  fe  y  lealtad  que  debían, 
i  trueco  de  lletar  adelante  sus  pasiones  y  bandos. 


;  ÉspAÑt.  457 

Esto  pasaba  en  Castilla  al  mismo  tiempo  dtle  con 
increíble  osadía  y  impiedad  fue  amancillada  la  sacro- 
santa magestad  de  la  iglesia  Romana  con  poner 
mano  en  el  papa  Bonifacie.  El  caso  por  ser  tan  etor< 
hilante  sera  bien  contar  por  menudo.  Estaban  loi 
franceses  por  una  parte,  y  por  otra  los  de  casa  Colo- 
na, caballeros  de  Koma  ,  en  un  mismo  tiempodesa- 
bridosconel  papaBonífacio  por  agravios  que  preten- 
dían les  hiciera.  Las  causas  del  disgusto  al  principio 
eran  diferentes,  mas  ala  postre  se  aliaron  para  satis- 
facerse del  común  eaemigo.  Purecia  que  el  papa  hizo 
burla  de  Carlos  de  Valoes  por  no  acordarse  ite  bs  pro- 
mesas que  tenia  hechas:  el  rey  de  Francia  se  entre- 
gaba en  los  bienes  de  las  iglesias  y  en  sus  reñías. 
Apameaea  unaciudadquecaeen  laGalliaNarbonen- 
se,  (l)antes  era  de  la  diócesi  de  Tolosa,  y  el  papa  Doni' 
facióla  hizo  catedral.  El  rey  tenia  preso  al  obispo  desia 


■íJhs   "•. 


ái  IV  el  EmiiljEids,  nea 


ciudad  porqua  claramente  reprendía  aquel  sacri- 
legio :  lo  uno  y  lo  otro  llevaba  el  pontífice  muy  mal: 
enTJáronse  embajadoresdeunaparteydeotra  sobre 
el  caso.  Loque  resultd  fuequedir  masdesabridaslas 
iotunUdes.  Paró  el  debate  en  que  se  pronuncifl  con- 
tra el  rey  sentencia  de  descomunión  ,  que  es  el  mas 
Srave  ca^ti^o  que  á  los  rereldes  se  suele  dar.  Demás 
esto  loNobispos  de  Francia  fueron  llamados  á  Roma 
pan  procederconlrael  rey.  Grande  es  laaaloridad 
deliis  sumos  ponlilices  ,  pero  las  (uerzasde  los  reyes 
son  mas  grandes  :  asi  fue  que  por  orden  del  rey  Pbi- 
Irpo  drt  Francia  jan  hacer  rostroal  pontifica  se  jun- 
taron muchos  obispos,  y  tuvieron  concilio  en  Paria. 
En  61  se  decretó  que  el  papa  Bonifacio  era  intruso,  y 

Jue  Ib  renunciación  de  Celes  ti  no  no  fue  válida.  Ilobo 
enuestos  sobre  el  caso  de  la  una  y  de  laotra  parte. 
Hoy  día  bay  cartas  que  ac  cicribieron  llenas  do  ritu- 


perios  ¡[Ultrajes:  si  verdaderos,  si  fingidas,  no  le pue- 
de averiguar;  mejor  es  que  sean  tenidas  por  falsas. 
Los  de  rasa  Colona  fueron  perseguidos  y  forzados 
á  andar  huidos  de  Itoma,  desterrados  v  despojados 
de  BUS  haciendas  por  espacio  de  din  anos,  como  el 
Petrarchd  lo  atestigua,  y  encarece  lo  mucho  que  pa- 
decieron. Estoí  senoresdesde  liempoiinliguoTuerun 
capitanes  del  bando  de  los  gibelinos  contrarios  de  los 
[Hintirices  romanos  ,  de  quien  se  hicieron  mucho 
tiempo  temer  por  sumobleza ,  riquezas  y  parentelas. 
A  Pedro  y  Jacobo  qae  eran  canienales,  y  de  aauet 
linaje  y  fumilia,  por  edicto  público  los  privó  del  ca- 
pelo ;  Estéfano  Colana;  cobemdeaquplln  familia  fue 
forzado  á  irse  á  Francia;  lo  mismo  lazo  SarraCnlnna, 
que  era  enemigo  capital  de  Bonifacio  :  nuevos  daños 

(i)  HoyPimieri. 


4S8 


BIBLIOTECA  DE  f.ASPAB  Y  HOK.. 


y  desastres  que  en  esta  huida  se  le  recrecieron ,  le 
acreceolaron  la  saña ,  porque  un  capitán  de  corsarios 
le  prendió  y  puso  al  remo.  El  rey  dio  cargo  á  Guillel- 
mo  Nogareto  natural  de  Tolosa,  hombre  atrevido,  de 
apelar  de  la  sentencia  de  Bonifacio  para  la  Síinta  Sede 
apostólica  romana  privada  entonces  de  legitimo  pas- 
tor. Estos  dos  comunicaron  entre  sí  como  podrían 
desbaratar  ios  intentos  del  pontífice  :  si  fue  con  con- 
sentimiento del  rey  ó  por  su  mandado,  aun  entonces 
no  se  pudo  averiguar;  en  íin  ellos  vinieron  áToscana, 
y  se  estuvieron  en  un  pueblo  llamado  Stagjgia  mien- 
tras que  fuesen  avisados  por  espías  encuDiertas ,  y 
tuviesen  oportunidad  para  acometer  la  maldad  que 
tenían  ordenada. 

El  papa  se  hallaba  en  Anngni.  Cecano  y  Supino 
personas  principales,  hijos  de  Mafíio  cabal !ero  de  la 
misma  ciudad  de  Anagni,  fueron  corrompidos  á  po- 
der de  dinero  pBrc  que  avudasen  á  poner  en  efecto 
esta  maldad.  Ya  que  todo  lo  tenían  bien  trazado, 
metieron  dentro  de  Anagui  trecientos  caballos  ligeros 
y  un  buen  escuadrón  de  soldados  :  Barra  Colona  era 
el  principal  capitán.  Al  alva  del  día  se  levantó  un  es- 
truendo y  vocería  de  soldados ,  que  con  clamores  y 
voces  apciliíiaban  el  nombre  del  rey  Philipo.  Los  cria 
dos  del  papa  todos  huyeron.  Bonifacio,  conocido  el 
peligro  revestido  con  sus  ornamentos  pontificales  se 
sentó  en  su  sacra  cátedra  :  en  aquel  habito  que  es- 
taba, llegó  Sarra  Colona  y  le  prendió.  Escarneciendo 
del  Nogareto,  y  haciéndole  mil  amenazas,  le  respon- 
dió Bonifacio  con  grande  constancia  :  »No  hago  yo 
caso  de  amenazas  de  Paterino.o  Este  fue  abuelo  de 
Nogareto,  y  convencido  de  la  Iierejía  y  impiedad  de 
los  albigenses,  murió  quemado.  Con  aquella  voz  del 
pontifico,  cayó  la  ferocidad  de  Nogareto.  Pusieron 
guardas  al  potífíce,  y  saqueáronle  su  palacio.  Dos 
cardenales  solamente  estuvieron  perseverantes  con 
el  pontíQce,  el  cardenal  de  España  Pedro  Hispani,  y 
el  cardenal  de  Ostia  :  todos  los  demás  se  pusieron 
en  huida. 

Desde  alli  á  tres  días  tos  ciudadanos  de  Anagni  por 
compasión  que  tuvieron  de  su  pastor,  y  por  miedo 
que  no  fuesen  imputados  de  ser  traidores  contrSt  el 
sumo  ponlíGce  su  ciudadano,  con  las  armas  echaron 
de  la  ciudad  á  los  conjurados.  El  pontífice  se  tornó 
luego  á  Roma  y  del  pesar  y  enojo  que  recibió:  le  dio 
una  enfermedad  de  que  con  grandes  bascas  á  mane- 
ra de  hombre  furioso  falleció  á  los  doce  dias  de  octu- 
bre, y  á  los  treinta  v  cinco  de  su  prisión.  Dichoso 
pontífice  si  cuan  fácilmente  acostumbraba  á  burlar- 
se de  las  amenazas,  tan  fácilmente  pudiera  evitar  las 
asechanzas  de  los  enemigos.  Con  su  desastre  se  dio 
aviso  que  los  imperios  y  mandos  de  los  eclesiásticos 
mas  se  conservan  con  el  buen  crédito  que  dellos  tie- 
nen, y  con  buena  fama  ^que  deben  ellos  procurar 
con  buenas  obras )  y  con  la  reverencia  de  la  religión, 
que  con  Jas  fuerzas  y  el  poder.  Villaneo  dice  en  su 
historia  que  Bonifacio  era  muj  docto,  y  varón  muy 
excelente  por  la  grande  esperiencia  que  tenía  de  las 
cosasdel  mundo;  peroqueera  muv cruel  y  ambicioso, 
y  que  le  amancillo  grandemente  la  abominable  ava- 
ricia por  enriquecer  los  suyos,  que  es  un  grandísimo 
daño  y  torpeza  afrentosa.  Hizo  veinte  y  dos  obispos 
y  dos  condesde  su  linaje.  Por  el  sexto  libro  de  los  de- 
cretales <]ue  sacó  á  luz,  mereció  gran  loa  délos  liom- 
bres  sabios  y  eruditos. 

Fue  en  su  lugar  elegido  por  sumo  pontífice  en  el 
próximo  conclave  Nicolao  natural  déla  Marca  Trevi 
sana ,  general  que  fue  antes  de  la  orden  de  los  predi- 
cadores. En  su  pontificado  se  llamó  Benedicto  Undé- 
cimo en  memoria  de  Bonifacio  que  tuvo  este  nombre 
antes  de  ser  papa,  y  era  criatura  suya,  ca  le  hizo  an- 
tes cardenal.  Fue  este  papa  para  con  los  franceses 
demasiadamente  blando,  por  que  les  alzó  el  entredi 
cho  que  tenían  puesto^  y  revocó  todos  los  decretos 
que  su  predecesor  fulminó  contra  ellos.  Verdad  es  que 


Sarra  Colona  y  Nogareto  fueron  citados  para  estará 
juicio;  y  porque  no  acudieron  al  tiempo  señalado,  los 
condenaron  por  reos  del  crimen  Icesce  majesUUis,  y 
fulminaron  contra  ellos  sentencia  de  descomunioo. 
A  Pedro  y  Jacobo  Colona,  bien  que  los  admitió  en  su 
gracia,  no  les  permitió  usasen  del  capelo  y  insignias 
de  cardenales ,  confirme  á  lo  que  por  su  anlesesor 
quedó  decretado. 

CAPITULO  \IL 

De  la  vñi  que  entre  los  reyes  de  España  se  hiio  en  el 

Campillo. 

Los  españoles  cansados  de  trabajos  y  alteraciones 
tan  largas  gozaban  de  algún  sosiego;  mas  les  faltaban 
las  fuerzas,  aue  la  voluntad  ni  ocacion  para  alboro- 
Urse.  Las  diíerencías  que  aquellos  príncipes  teman 
entre  sí,  eran  grande  y  necesario  apaciguailas.  Los 
reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  altercaban  sobre  el  rei- 
no de  Murcia.  Don  Alonso  de  la  Cerda  se  inUlulaba 
rey  de  Castilla ,  sombra  vana  y  apellido  sin  mando. 
El  nuevo  rey  de  Granada  conforme  á  la  enemiga  que 
con  los  fieles  tenia,  hizo  entrada  por  las  tierras  que 
poseía  el  rey  de  Aragón :  demás  desto  tomó  á  Bedraar , 
que  es  una  villa  no  lejos  de  Baeza.  EsUs  eran  las  dis- 
cordias públicas  y  comunes  :  otra  particular  de  no 
menos  importancia  andaba  entre  la  casa  de  Haro  y  e 
infante  don  Juan  tío  del  rey.  Pretendía  el  mfanleei 
señorío  de  Vizcaya  como  dote  de  su  mujer :  cuidaDa 
salir  con  su  intento  á  causa  del  deudo  y  cabida  que 
con  el  rey  tenia,  los  de  la  casado  Haro  por  lo  misino 
andaban  muy  desabridos,  y  parece  que  se  inclinaban 
á  tomar  las  armas.  El  rey  don  Fernando ,  como  a 
quien  la  edad  hacia  mas  recatado  por  el  mucho  peli- 
gro que  desta  discordia  podía  resultar ,  deseaba  con 
todo  cuidado  componer  estas  diferencias.  La  autori- 
dad del  rey  de  Aragón  á  esta  snzon  era  muy  grande, 
y  parece  que  tenia  puestas  en  sus  manos  las  esperan- 
zas y  fuerzas  de  toda  España.  Enviáronle  pues  por 
embajador  á  don  Juan  tio  del  rey  para  que  con  él  y 
por  su  medio  se  tratase  de  tomar  algún  medio  y  dar 
algún  corte  en  todos  estos  debates.  En  CalaUyud  por 
el  mes  de  marzo  año  del  Señor  de  1301  después  de 
muchos  dares  y  tomares  por  conclucion  acordaron, 
que  de  consentimiento  de  las  partes  se  señalasen  jue- 
ces para'  tomar  asiento  en  todas  estas  diferencias  ,  y 
que  para  que  esto  se  efectuase ,  mientras  se  trataba, 
nobiese  treguas.  Señalaron  tiempo  y  lugar  para  que 
los  reyes  se  viesen. 

En  el  entretanto  el  rey  don  Fernando  con  el  cuida- 
do en  que  le  ponían  las  cosas  del  Andalucía ,  partió 
de  Burgos  do  á  la  sazón  estaba  y  por  el  m&s  de  abril 
llegó  á  Badajoz  con  intento  de  visitar  al  rey  su  sue- 
gro, con  quien  eso  mismo  tenia  algunas  diferencias, 
y  pretendía  cobrar  ciertos  lugares  que  en  su  menor 
eaad  le  empeñaron.  Lo  que  resultó  destas  vistas,  fue 
lo  que  suefe,  desabrimientos  y  faltar  poco  para  que- 
dar del  todo  enemigos.  Solamente  se  pudo  alcanzar 
del  Portuguésayudase  á  su  yerno  con  algunos  dine- 
ros que  le  prestó :  con  que  se  partióla  vuelta  del  An- 
dalucía. No  se  llegó  á  rompimiento  con  los  moros. 
antes  á  pedimento  del  mismo  rey  de  Granada  el  rey 
don  Fernando  envió  embajadores  á  aquella  ciudad  y 
él  se  detuvo  en  Córdoba.  Por  medio  aesta  embajada 
se  tomó  asiento  con  el  rey  moro:  concertóse^  y  pro- 
metió de  nuevo  de  pagar  el  mismo  tributo  qué  se  pa- 
gaba en  tiempo  de  su  padre:  con  que  deshicieron  los 
campos.  El  infante  don  Enrique  cargado  de  años  fa- 
lleció por  este  tiempo  en  Roa :  su  cuerpo  enterraron 
en  el  monasterio  de  San  FranciscodeValladolid.  Tuto 
este  príncipe  ingenio  vario  y  desasosegado,  extraor- 
dinaria inconstancia  en  sus  costumbres,  y  hast4  \o 
postrero  de  su  edad  grande  apetito  de  gloria  y  man- 
do :  codicia  desenfrenada,  y  la  postrera  camist  de 
que  se  despojan  aun  los  hoinbres  sabios. 


ttlSTORlA  DE  fiSPANA. 


459 


llüy  grande  coQtentd  file  el  que  recibió  todo  el 
treiiio  con  la  muerte  deste  caballero,  ca  todos  se  re- 
celaban no  desbaratase  todas  las  práticas  que  se  co- 
menzaban de  paz.  No  dejó  hijos,  que  nunca  se  ca- 
só ( i ):  asi  las  Tillas  de  su  estado  se  repartieron  entre 
otros  caballeros ,  y  la  mayor  parte  cupo  á  Juan  Nuñez 
de  Lara  por  la  mucba  prifanza  que  con  el  rey  á  la 
sazón  alcanzaba.  En  prosecución  de  lo  concertado 
en  Calataynd  de  eoiisentimiento  de  las  partes  fue 
nombrado  por  juez  arbitro  para  componer  aquellas 
diferencias  Dionisio  rey  de  Portugal,  y  por  susacom- 
paikidos  el  infante  don  Juan  de  la  parte  de  Castilla, 
y  por  la  de  Aragón  don  Jímeud  de  Luna  obispo  de 
Zaragoza.  Los  reyes  de  Portugal  y  Aragón  tuvieron 

S rimero  habla  en  Torreltas,  croe  es  una  villa  á  la  raya 
e  Aragón  y  á  las  haldas  de  Moncayo,  puesta  en  un 
sitio  muy  deleitoso.  Ailí  los  jueces,  oido  lo  que  por 
las  partes  se  alegaba,  pronunciaron  sentencia ,  y  me 

aue  el  rio  de  Segura  partiese  término  entre  ios  reinos 
e  Aragón  y  Castilla  :  cosa  de  grande  comodidad  y 
ventaja  para  el  Aragonés ,  porque  se  le  añadió  lo  de 
Alicante  con  otros  pueblos  de  aquella  comarca ;  y  de 
su  bella  gracia  ie  otorgaron  lo  que  él  con  tanto  ahin- 
co antes  deseaba. 

Pronuncióse  la  sentencia  á  los  ocho  del  raes  de  agos- 
to, y  luego  el  dia  siguiente  los  tres  reyes  se  juntaron 
cu  el  Campillo  que  está  allí  cerca,  y  por  ia  memoria 
del  concierto  que  en  aquel  lugar  se  hiciera  veinte  y 
tres  años  antes  desto  entre  don  Alonso  rey  de  Castilla 
y  don  Pedro  rey  de  Aragón ,  parecía  de  buen  agüero. 
Confirmóse  allí  lo  asentado :  desde  allí  los  reyes  fue- 
ron á  Agreda,  y  pasaron  á  Tarazona.  Grandes  rego- 
cijos y  recibimientos  les  hicieron  :  muy  señalada  fue 
esta  junta  porque  fuera  de  los  tres  revés  se  hallaron 
asimismo  presentes  tres  reinas ,  las  dos  de  Castilla 
suegra  y  nuera,  y  doña  Isabel  reina  de  Portugal,  per- 
sona mu  V  santa ,  demis  de  la  inlanta  doña  Isabel  faer- 
nana  del  rey  don  Femando ;  la  que  estuvo  primero 
desposada  con  el  rey  de  Aragón.  Ei  acompañamiento 
y  corte  era  conforme  á  h  calidad  de  pnacipes  tan 
grandes,  en  particular  el  rey  de  Portugal  se  señaló 
mas  que  todos  conforme  ¿  la  condición  de  aqudla  na- 
ción ,  por  ser  deseoso  de  honra ,  y  ¿  causa  de  la  larga 
paz  rico  de  dineros :  se  dice  que  trujo  en  su  compa- 
ñía de  Portugal  mil  hombres  de  ¿  caballo ;  y  que  en 
todo  el  camino  no  quiso  alojaren  los  lugares,  sino 
en  tiendas  y  pabellones  que  lucia  armar  en  el  campo. 
En  lo  que  tocaba  á  la  pretensión  de  los  Cerdas,  los 
reyes  de  Aragón  y  Portugal  nombrados  por  jueces  ar- 
bitros, llegadira  negocio  á  sentencia,  mandaron  que 
don  Alonso  en  adelante  no  se  llamase  rey :  que  res- 
tituyese todas  las  plazas  y  castillos  de  que  estaba  ajM>- 
derado.  Señaláronle  á  Alba,  Bejar,  Valdecorneja, 
Gibraleon ,  Sarria  con  otros  lagares  y  tierras  para  que 
pudiesen  sustentar  su  vida  y  estado ;  recompensa 
muy  ligera  de  tantos  reinos.  Pocas  veces  los  hombres 
guardan  razón ,  principalmente  con  los  caídos :  todos 
les  faltan  y  se  olvidan.  El  rey  de  Francia  no  acudia, 
solo  el  rey  de  Aragón  sustentaba  el  peso  de  la  guerra 
contra  Castilla :  deseaba  por  tanto  concertar  aquellos 
debates  de  cualquier  manera  que  fuese.  Esta  senten- 
cia dio  tanta  p¿iadumbre  á  don  Alonso  de  la  Cerda, 
que  aun  no  se  quiso  hallar  prejsentepara  oílla,  imtes 
se  marchó  echando  mil  maldiciones  a  los  reyes. 

Restaba  de  acordtf  la  diferencia  del  infante  don 
Juan  y  Diego  López  de  Haro.  El  rey  tenia  prometido 
al  inlanie  que  efectuadas  las  paces ,  él  mismo  le  pon- 
dría en  posesión  del  señorío  de  Vizcaya.  Concluida 
pues  y  despedida  la  junta  de  los  revés ,  don  Diego  de 
naro  rae  citado  para  que  en  cierto  día  que  le  senala- 

( 1)  Consta  por  la  cróoica  de  don  Fernando  que  estuvo 
f asado  con  doña  Juana  hermana  de  don  Juan  Nuñez  de  Lara, 
de  la  eual  no  to?o  sucenon ;  pero  antes  7  fuera  de  miirinio- 
Bíotuvo  de  dofia  Mayor  á  don  Enrique  Uearicpies. 

TOMOI. 


ron ,  pareciese  en  Medina  del  Campo^  pafa  donde  te- 
nían convocadas  las  cortes  del  reino.  Señaláronse 
jueces  arbitros  que  determinasen  la  causa.  Don  Die- 
go López  de  Haro,  sea  por  fiar  poco  de  su  justicia  y 
entender  tenia  usurpado  aquel  estado,  ó  por  sospe- 
char que  el  rey  no  le  era  nada  favorable ,  sin  pedir 
licencia  para  partirse  se  salió  de  las  cortes;  las  cua- 
les acabadas  que  fueron ,  como  entendiesen  que  don 
Diego  de  Haro  no  haría  por  bien  cosa  ninguna ,  y  el 
infante  don  Juan  que  siempre  andaba  al  lado  del  rey, 
diese  priesa  á  que  el  negocio  se  condujese;  en  Va- 
lladolid  vistas  sus  probanzas,  se  sentenció  en  su  favor, 
solamente  se  difirió  la  ejecución  para  otro  tiempo:  en 
quesepretendia  que  con  alguna  manera  de  concierto 
entre  fas  partes  se  atajase  la  tempestad  de  la  guerra 
que  podía  desto  resultar  ( 2 ) . 

En  el  año  del  Señor  de  1305  estaban  las  cosas  des- 
ta  manera  en  Castilla,  unas  diferencias  soldadas, 
otras  para  quebrar,  y  á  diez  y  siete  días  del  mes  de 
enero  Hujier  Lauria  general  ael  mar  muríó  en  Cata- 
luña :  capitán  sin  segundo  y  sin  par  en  aquel  tiempo, 
determinado  en  sus  consejos ,  diestro  por  sus  manos, 
querido  y  amado  de  los  reyes,  en  especial  del  rey  don 
Pedro ,  que  con  su  ayuda  y  por  su  valor  sujetó  á  Si- 
cilia. El  solo  dio  fin  a  grandes  hazañas  con  próspero 
suceso:  los  reyes  nunca  hicieron  cosa  memorable  sin 
él :  su  cuerpo  sepultaron  en  el  monasterio  de  Santa 
Cruz  con  su  támulo  y  lotra ,  junto  al  enterramiento 
del  revdon  Pedro  en  señal  del  grande  amor  que  le  tu- 
vo. A  los  seis  días  del  mes  de  abril  muríó  doña  Juana 
reina  de  Navarra  en  París  :  su  cuerpo  enterraron  en 
el  monasterio  de  San  Francisco  con  real  pompa  y  cé- 
lebre aparato  :  está  de  presente  metido  este  monas- 
terio dentro  del  colegio  de  Navarra.  Sucedió  luego  á 
su  madre  difunta  en  el  reino,  Luis,  que  tuvo  por  so- 
brenombre Hutino:  tomó  la  corona  real  en  Pamplona, 
después  fue  también  él  rey  de  Francia  por  muerte 
de  su  padre.  Dejó  la  reina  doña  Juana  allende  deste 
otros  hijos ,  á  Phüipo  que  tuvo  por  sobrenombre  el 
Largo ,  á  Carlos  que  tuvo  por  sobrenombre  el  He^- 
moso ,  que  adelante  vinieron  á  sor  todos  reyes  de  Fran- 
cia y  Navarra.  Dejó  otros!  dos  hijas ,  hi  una  muríó 
siendo  niña ,  la  otra  por  nombre  madama  Isabel  casó 
con  Eduardo  rey  de  ingala térra,  la  mas  hermosa  don- 
cella que  se  halló  en  su  tiempo. 

CAPITULO  YIU. 
Clemente  Quinto,  pontífice  Máximo. 

El  pontificado  de  Benedicto  no  duró  mas  de  ocho 
meses  y  seis  días.  Siguióse  una  vacante  lar^a  de  diez 
meses  y  veinte  y  ocho  días.  Grandes  disensiones  an- 
duvieron en  este  cónclave ,  muy  encontrados  los  vo- 
tos de  los  cardenales,  así  italianos  como  franceses 
que  eran  en  gran  número ,  porque  á  devoción  de  los 
reyes  de  Ñapóles  los  papas  críaron  los  años  pasados 
muchos  cardenales  de  la  nación  francesa.  En  fin  se 
concertaron  désta  suerte ,  que  los  italianos  nombra- 
sen tres  cardenales  franceses  para  el  pontificado ,  y 
que  destos  eligiese  el  bando  contrarío  uno  que  fuese 

Kpa.  Salieron  tres  arzobispos  nombrados ,  ^ue  esta- 
n  muy  obligados  á  la  memoria  de  Bonifacio  como 
críatttras  suyas.  Destos  tres  en  ausencia  fue  elegido 
Raimundo  Gotto  arzobispo  de  Bordeauz,  primero 
comunicado  el  negocio  con  Phílípo  rey  de  Francia. 
Procuró  el  rey  de  Francia  que  se  viniese  antes  de 
aceptar  á  ver  con  él  en  hi  villa  de  Angelina ,  que  cae 
en  la  provincia  deXantoigne ,  donde  dicen  hizo  qué 
debajo  de  juramento  le  prometiese  de  poner  en  eje» 
cucion  las  cosas  siguientes :  que  condenarla  y  anate- 

(2)  Después  de  varias  disputas  se  acordó  en  Burgos  el 
a&o  i308  uaa  concordia ,  por  la  cual  doo  Diego  y  so  hiio 
renoiiciaroa  todos  sos  derechos ,  y  dooa  Marta  ftie  reeoBocida 
por  señora  de  Yiicaja  para  despoesde  los  dia»  de  dea  Diego. 

20* 


460 


BIBLIOTECA  OE  GASPAR   T   ROtG. 


matizaría  la  memoria  de  Bonifacio  Octavo:  que  resti- 
tuirla en  su  grado  y  dignidad  cardenalicia  á  Pedro  y 
áJacobo  de  casa  Golona,  que  por  Bonifacio  fueron 
privados  del  capelo  :  que  le  concedería  los  diezmos 
.  de  las  iglesias  por  cinco  años,  y  conforme  á  esto  otras 
cosas  feas  y  abominables  á  la  dignidad  ponUíicial;  pe- 
ro tanto  puede  el  deseo  de  mandar,  uon  esto  á  los 
cinco  días  del  mes  de  junio  fue  declarado  por  pontíQ- 
ee,  y  tomó  nombre  de  Clemente  Quinto.  Mandó  luego 
Uamar  todos  los  cardenales  que  viniesen  á  Francia,  y 
en  León  tomó  las  insignias  pontiGcales  á  once  de  no- 
viembre. Acudió  increíble  concurso  do  gente. 

Aguó  la  fiesta  y  destempló  el  alegria  un  caso  de 
mal  agüero ,  como  muchos  lo  interpretaron.  El  mis- 
mo dia  que  se  celebraba  esta  solemnidad ,  mientras 
el  nuevo  pontífice  hacia  el  paseo  con  grande  acompa- 
ñamiento y  pompa,  le  derribó  del  caballo  una  gran 
pared  que  cayó  por  ser  muy  vieja  y  carcomida,  y  por 
el  peso  de  la  muchedumbre  de  gente  que.  sobre 
ella  cargó  á  ver  la  fiesta.  Gayósele  la  tiara  que  llevaba 
en  la  cabeza ,  y  se  perdió  de  ella  un  carbunco  de  gran 
valor.  El  rey  de  Francia  que  iba  á  su  lado ,  se  vio  en 

{[ran  peligro :  Juan  duque  de  Bretaña  oereció  allí, 
08  reyes  de  Inglaterra  y  de  Aragón  (i)  escaparon 
con  mucho  trabajo.  Fue  grande  el  número  de  los  que 
murieron ,  parte  por  tomalles  la  pared  debajo,  [)arte 
por  el  aprieto  de  la  mucha  gente.  Con  estos  principios 
se  conformó  lo  demás :  todo  andaba  puesto  en  venta 
así  lo  honesto  como  lo  que  no  lo  era.  Crió  doce  car- 
denales á  contemplación  y  por  respeto  del  rey  Philipo 
úe  Francia.  Todavía  como  le  hiciese  instancia  sobre 
condenar  la  memoria  del  Papa  Bonifacio  segan  que 
lo  tenia  prometido  ^  dio  por  respuesta  que  negocio 
tan  grave  no  se  podía  resolver  sino  era  con  junta  de 
un  concilio  general.  Por  este  camino  se  desbarató  ia 
pretensión  dfe  aquel  rey ;  y  esta  dicen  fue  la  princi- 
pal causa  para  juntar  el  concilio  de  Viena  que  se  ce- 
lebró, como  poco  adelante  se  dirá.  Trasladó  la  silla 
pontifical  desde  Roma  á  Francia ,  que  fue  principio 
de  grandes  males,  ca  todo  el  orbe  cristiano  se  alteró 
con  aquella  novedad ,  y  en  particular  toda  Italia,  de 
que  resultaron  todas  las  demás  desgracias,  y  un  gran 
torbellino  de  tempestades.  Lo  que  se  proveyó  para  el 
^biemo  de  Italia  y  del  patrimonio  que  allí  la  Iglesia 
tiene,  fue  enviar  tres  cardenales  por  legados  para  con 
poderes  bastantes  gobernar  aquel  estado  así  en  tiem- 
po de  guerrra  como  de  paz. 

En  Castilla  por  el  mismo  tiempo  se  despertaron 
nuevas  alteraciones.  No  hay  cosa  mas  deleznable  que 
la  cabida  y  privanza  con  los  reyes.  Don  Jnan  Nunez 
de  Lara  comenzó  á  ir  de  caída  por  estar  el  rey  don 
Femando  cansado  dél.  Quitóle  el  oficio  de  mayordo- 
noo  de  la  casa  real ,  y  puso  en  su  lugar  ó  don  Lope 
hijo  de  don  Diego  I/)pez  de  Haro.  El  color  que  se  dio, 
fue  que  don  Juan  de  Lara  era  general  de  la  frontera, 
contra  los  moros,  y  no  podía  servir  amboe  cargos, 
como  quier  que  á  la  verdad  el  rey  pretendiese  sobre 
todo  icon  aquella  honra  ganar  la  casa  de  Haro,  y  apar- 
talla  de  la  amistad  que  tenia  trabada  muy  grande  á 
la  sazón  con  los  de  Lara.  Entendiéronse  fácilmente 
estas  mañas ,  como  suele  acontecer ,  aue  en  fas  cosas 
de  palacio  no  hay  oada  secreto;  por  aonde  estos  dos 
caballeros  se  unieron  y  ligaron  con  mayor  cuidado  y 
determinación  que  tenían  de  desbaratar  aquellos  in- 
tentos. Parecía  míe  el  negocio  amenazaba  rompimien- 
to :  acudieron  Alonáo  Pérez  de  Guzman  y  la  reina 
madre,  y  con  su  prudencia  hicieron  tanto  que  estos 
caballeros  se  apaciguaron ,  ca  volvieron  á  cada  cual 
dallos  las  honras  y  cai^  que  solían  tener. 

Demás  desto  tomó  asiento  entre  el  infante  don  Juan 
y  la  casa  de  Haro  con  estas  condiciones :  que  don 
Diego  de  Haro  por  sus  días  gozase  el  señorío  de  Viz- 


(1)  El  4e  Angón  ya  se  babta  ittiradoá  tu  reino  después 
déla  eoofereocia  eoo  el  papa  Clemente  de  MooipeUer. 


caya ,  y  después  de  su  muerte  tornase  al  infante  don 
Juan  :  que  Orduña  y  Balmaseda  quedasen  por  don 
Lope  hijo  de  don  Díeigo  de  Haro  por  juro  de  heredad, 
y  de  nuevo  se  le  hizo  merced  de  Miranda  de  Ebro  y 
Villalba  de  Losa  en  recompensado  lo  qoe  de  Vizcaya 
les  quitaban.  El  deseo  que  el  rey  tenía  de  apacignar 
ks  diferencias  destos  grandes,  conque  todo  el  reino 
andaba  alborotado,  era  tan  grande  q«e  ninguna  cosa 
se  le  hacia  del  mal  á  trueco  de  ooncordalios. 

El  alegria  que  todos  recibieron  por  esta  cansa,  fue 
grande; solo  don  Juan  de  Lara  recibió  pesadumbre 
así  por  parecelle  le  habiaa  agrabúdo  en  tomar  asienlo 
con  su  suegro  don  Diego  do  Haro  sin  daile  á  él  parte, 
como  por  tener  costumbre  de  aprovecharse  de  los 
trabajos  a^nos,  y  sacar  ganancia  de  las  alteraciones 
que  sucedían  entre  los  grandes.  Esto  fue  en  tanto 
grado  que  por  parecelle  forzoso  correr  él  fortuna  des- 
pués de  tomado  aquel  asiento,  y  ^ue  no  le  quedaba 
esperanza  de  escapar  si  no  se  valia  de  alguna  nueva 
trama ,  renunciada  la  fe  y  lealtad  que  al  rey  tenia  jn* 
rada, se  retiró  áTordehuroos,  plaza  muy  fuerte  así 
por  su  «itío  como  por  sus  murallas  y  reparos ,  donde 
con  sus  fuerzas  y  las  de  sus  aliados  pensaba  defen- 
derse del  rey  que  sabia  tenia  muy  ofendido.  Acudie- 
ron en  breve  los  del  rey ,  pusieron  cerco  sobre  aquel 
lugar;  pero  como  quier  que  no  faltasen  muchos  de 
secreto  aficionados  á  don  Juan  de  Lara ,  la  guerra  se 
proseguía  con  mucho  descuido ,  y  el  cerco  duró  mn* 
cho  tiempo.  Libaron  á  tratar  de  concierto,  y  porque 
el  rey  se  hacia  sordo  á  esto ,  los  soldados  se  desban- 
daron y  se  fueron  unos  á  una  parte  otros  á  otra. 

Eotre  los  demás  que  favorecían  á  don  Juan  de  La- 
ra,  era  el  infamte  don  Juan.  Pasó  el  negocio  tan  ade* 
lante  j  que  al  rey  fue  forzoso  perdonalle :  solamente 

eíT  cierta  muestra  de  castigo  le  quitó  las  villas  de 
oya  y  Cañete,  (que  como  arriba oueda  dicho)  se  las 
diera  el  rey  don  Sancho.  Poco  auró  este  sosiego, 
porque  como  don  Juan  de  i^ra  y  el  infante  don  Juan 
entendiesen  y  tuviesen  aviso  que  el  rey  pretandií 
vengarse  de  eíios  ( sí  fue  verdad  ó  mentira  no  se  sai>e) 
pero  en  fin  por  pensar  los  quería  matar,  se  concerta- 
ron entre  si ,  y  resolutamente  se  rebelaron.  El  íuSíd- 
te  don  Juan  brevemente  se  aplacó  con  las  satisfac- 
ciones que  le  dio  el  rey :  sosegpu:  á  don  Juan  de  Lara 
era  muy  dificultoso,  que  de  cada  dia  se  mostraba  ma5 
obstinado.  A  esta  sazón  don  Alonso  de  la  Cerda  como 
quier  que  se  hallase  desamparado  de  todos,  y  juzgase 
que  era  mejor  sujetarse  á  la  necesidad  que  andar  toda 
la  vida  descarriado  y  pobre,  despojado  del  reino  que 
pretendía ,  y  perdido  el  estado  que  le  señalaron ,  en- 
vió á  Martín  Ruíz  para  que  en  su  nombre  tomase  no- 
sesion  de  lo^  pueblos  que  los  jueces  arbitros  le  adun- 
dicaron<  Asi  perdida  la  esperanza  de  cobrar  el  reino, 
en  lo  de  adelante  comunmente  le  llamaron  don  Alonso 
el  Desheredado. 

CAPITULO  IX. 
Qae  It  gnerra  de  Grtntila  se  renovó. 

El  vulgo  de  ordinario,  y  mas  entre  los  moros,  de 
su  natural  es  inconstante ,  alborotado ,  amigo  de  co- 
sas nuevas ,  enemigo  de  la  paz  y  sosiego.  Así  en  este 
tiempo  comenzaron  los  moros  de  Granada  á  alboro- 
tarse en  gran  daño  suyo  y  riesgo  de  perderse,  cono 
quiera  i^e  por  todas  partes  estuviesen  rodeados 
de  enemigos,  y  aquel  raioo  de  Granada  redncide  á 
gran  estrechura  y  puesto  en  balanzas.  La  ocasión  de 
alborotarse  fue  que  el  rey  era  inátíl  pm  el  gabíarao, 
y  como  ciego  pasaba  en  deicuido  su  vida :  su  cniado 
el  señor  de  Malaga  era  el  qne  lo  mandaba  todo,  y  en 

;  efecto  era  el  que  en  nombre  de  otro  reinaba.  Parecía- 
les cosa  pesaaa  tener  dos  royes  en  lugar  de  uno,  por- 
que fuera  de  los  demás  inconvenientes  se  doblaba  el 
gasto  de  la  casa  real  á  causa  que  el  de  Málaga  no  te- 

^  nía  menos  corte,  acompaJíamiento  y  casa,  qoe  si  fiíe- 


HISTORIA  Dk,  ESfAKA. 


4'61 


ra  Terdadero  rey ,  paesto  qae  el  nombre  le  dejaba  á 
su  ciiiiado.  Decían  seria  mucbo  mejor  nombrar  otro 
rey  que  fuese  hombre  que  los  gobernase,  á  quien 
toaoe  tufiesen  respeto,  obedeciesen  á  sus  manda- 
mienUMy  y  con  su  autoridad  se  defendiesen  y  ?enga- 
sen  de  sus  enemi^.  Al  vulgo  que  andaba  alterado, 
atiiaban  los  principales ;  mayormente  Aborrabes  un 
caballero  que  venia  de  los  reyes  de  Marruecos ;  con 
su  gente  y  la  de  sus  aficionados  se  apoderó  de  la  du- 
dad de  Almería,  y  se  intituló  rey  della.  La  mayor 
parte  del  pueblo  se  inclinaba  á  favorecer  á  Mabomad 
Alar  hermano  que  era  menor  del  rey  ciego,  que  daba 
mueetras  de  valor,  y  se  vian  en  él  señales  de  otras 
virtudes.  Fue  Aborrabes  echado  por  el  bando  contra- 
rio de  Almería  :  él  con  deseo  de  apoderarse  de  Ceuta, 
ciudad  que  los  granadinos  tenían  en  la  frontera  de 
África ,  intentó  ayudarse  de  los  cristianos. 

Por  todo  esto  se  ofrecia  buena  ocasión  para  hacer 
la  ^erra  á  los  moros  y  echallos  de  todo  punto  de  Es- 
paña. Comunicaron  entre  sí  este  negocio  por  cartas 
ios  reyes  de  Aragón  y  Castilla :  acordaron  de  juntar* 
se  en  el  monasterio  de  Huerta,  ^e  está  la  raya  de  los 
reinos.  Hízose  la  junta  al  principio  del  año  de  mil  y 
trecientos  y  nueve.  Allí  y  en  Monreal  (1)  do  los  reyes 
pasaron,  lo  primero  que  se  trató,  fue  de  apaciguar  á 
don  Alonso  de  la  Cerda,  templada  en  alguna  manera 
la  sentencia  gue  los  jueces  arbitros  dieron  :  recelá- 
banse que  mientras  los  dos  reyes  estaban  ocupados 
en  b  guerra  de  los  moros ,  no  alborotase  á  Castilla 
coB  ayuda  de  sus  parciales  y  aficionados.  Tomada 
esta  resolución ,  acordaron  emprender  la  guen*a  de 
Granada,  y  para  apretar  mas  á  los  moros  acometellos 
por  dos  partes,  y  en  un  mismo  tiempo  poner  cerco 
sobre  Algecira  y  sobre  Almería.  Demás  desto  concer- 
taron que  la  infanta  doña  Leonor  hermana  del  rey  don 
Femando  casue  con  don  Jaime  hijo  mayor  del  rey  de 
Aragón.  Por  dote  le  señalaron  la  sesta  parte  de  todo 
lo  que  en  aquella  guerra  se  ganase,  ven  particular  la 
misma  dudad  de  Almería.  Concluida  la  junta  y  des- 
pedidos los  reyes,  todo  comenzó  á  resonar  con  el  es- 
truendo de  las  armas ,  provisión  de  dinero,  juntas  de 
soldados  y  gente  dea  caballo,  de  bastimento  y  bagaje 
necesario.  Tenían  los  dos  principes  soldador  muy 
diestros,  muy  unidos  entre  sí.  no  aficionadbs  con  las 
discordias  civiles ;  en  especial  los  aragoneses  ponían 
miedo  á  los  moros ,  por  la  fama  que  corría  de  haber 
sujetado  sus  enemigos,  y  alcantado  tantas  victorias. 

El  rey  don  Femando  á  ruego  de  su  macfre  fué  á 
Toledo  para  hallarse  presente  a  trasladar  los  huesos 
del  rey  don  Sancho  su  padre  en  un  sepulcro  muy 
honroso  que  la  reina  tenia  apercebido  con  todo  lo 
demás  necesario  y  conveniente  á  las  eiequias  y  hon- 
ras de  su  marido.'  Tenia  el  rey  don  Femando  condi- 
ción apacible,  una  honestidad  natural  (como  acos- 
tumbraba decir  Gutierre  de  Toledo  que  se  crió  con  él 
desde  su  niñez)  gran  modestia  en  su  rostro,  su 
cuerpo  bien  proporcionado  y  apuesto  de  grande  áni- 
mo ,  muy  clemente.  Aconteció  <{ue  el  mismo  dia  de 
Navidad  un  caballero  muy  principal  á  quien  él  tenia 


lícia  hallaría  muchos  caballeros  nobles  que  andaban 
alborotados:  que  aunque  merociesen  pena  de  muer- 
te.  le  encargaba  se  guardase  de  ejecutar  el  castigo, 
solamente  se  los  envíase,  que  se  quería  servir  delTos 
en  h  guerra  de  los  moros.  Engrandeció  el  caballero 
el  acuMdo  tan  clemente  del  rey,  que  auoque  pareció 
á  muchos  blando  en  demasía  y  temerario,  fa  esperien- 

(1)  Foe  en  Al^^lá  de  Henares ,  y  entre  otras  cosas  se  esti* 

Iioló  aae  se  abriese  la  campaña  lo  mas  tarde  el  dia  de  San 
oan  de  i908:  y  para  los  gtstoe  de  esta  jtaeira  se  concedió  á 
lot  reyes  de  CastOla  y  de  Aragón  una  cruzada  por  el  papa 
Cleoeote  Y. 

TOMO  T. 


cía  mostró  ser  muy  acertado.  No  hobo  en  toda  la 
guerra  contra  los  moros  quien  se  señalase  mas  que 
aquellos  hidalgos.  Estinmiábalos  grandemente  el 
deseo  de  borrar  la  deshonra  pasada ,  y  la  voluntad  de 
servir  al  rey  la  clemencia  de  oue  con  ellos  usara  : 
sus  valerosas  hazañas  no  se  podían  encubrir,  en  to- 
das partes  y  ocasiones  peleaban  contra  los  moros  con 
odio  implacable,  y  entre  sí  tenían  competencia  de 
aventaiaree  en  valor  y  ánimo. 

Finalmente  desde  Toledo  partieron  al  Andalucía. 
El  campo  de  los  castellanos  lle^  sobre  Algecira  á 
veinte  y  siete  dias  del  roes  de  julio.  A  mediado  el 
siguiente  mes  de  agosto  puso  su  cerco  sobre  Almería 
el  rey  de  Aragón.  Con  los  aragoneses  vinieron  don 
Femando  hijo  de  don  Sancho  rey  de  Mallorca,  man- 
cebo de  los  fuertes  y  valerosos  que  en  su  tiempo  se 
hallaban,  don  Guillen  de  Rocaberti  arzobispo  de 
Tarragona,  don  Ramón  obispo  de  Valencia  y  canciller 
del  rey,  don  Artal  de  Luna  gobernador  de  Aragón 
con  otros  prelados  y  caballeros.  Al  rey  don  Fernando 
seguían  los  caballeros  de  la  casa  y  familia  de  Raro  : 
don  Juan  de  Lara  poco  antes  vuelto  en  amistad  del 
rey,  don  Juan  tío  del  rey ,  y  el  anobispo  de  Sevilla, 
y  otros  muchos  caballeros  prínclpales.  Gisberto,  viz- 
conde de  Castelnovo,  fue  con  parte  de  la  armada  de 
los  aragoneses  sobre  Ceuta,  que  está  en  la  frontera  y 
riberas  de  Afríca,  y  la  tomó.  Los  despojos  hobieron 
los  aragoneses,  la  dudad  se  dejó  á  Aoorrabes  como 
lo  tenían  con  él  capitulado.  Los  de  Granada,  habido 
sobre  ello  su  acuerdo ,  porque  si  venían  á  repartir  su 
gente,  no  serían  bastantes  para  sustentar  ambas 
guerras,  determinaron  de  defender  la  ciudad  de  Al- 
mería, fuese  por  la  conOanza  que  hacían  de  la  forta- 
leza de  Algecira ,  demás  que  tenia  harta  gente  de 
defensa  y  las  provisiones  necesarias ,  ó  por  rabia  de 
que  los  aragoneses  les  hobíesen  ganado  á  Ceuta,  y 
se  hobiessen  ntremetido  en  aquella  guerra  sin  pre* 
tender  contra  ellos  algún  derecho,  ni  haber  receñido 
agravio. 

El  mismo  día  de  la  festividad  de  San  Bartolomé  los 
moros  con  toda  su  gente  se  presentaron  á  Vista  de 
aquella  dudad.  Los  aragdheses  visto  que  les  repre- 
senuban  la  batalla ,  de  buena  gana  fueron  á  acome- 
tellos :  á  los  prindpíos  no  se  conoció  veotaja  en  nin- 
guno de  los  campos ,  porque  los  moros  peleaban  con 
grandísimo  esfuerzo;  pero  en  íin  fueron  vencidos  y 
puestos  en  huida  con  gran  daño  y  matanza.  Los  bos- 
ques qne allí  cerca  estaban,  dieron  á  muchos  la  vida, 
aue  se  metieron  por  aquellas  espesuras  y  escaparon, 
o  hay  alegría  cumplida  en  las  cosas  humanas.  Mien- 
tras que  los  nuestros  con  demasiada  codicia  y  poco 
recato  iban  en  seguimiento  de  los  bárbaros  y  ejecu- 
taban el  alcance,  los  de  Almería  salen  de  la  ciudad»  y 
acometen  el  real  de  los  aragoneses  que  tenia  poca 
defensa ,  y  por  capitán  á  don  Fernanoo  de  Mallorca. 
Ganaron  el  baluarte  v  trincheras,  y  saquearon  y  ro- 
baron algunas  tienoas.  Acudieron  los  nuestros ;  y 
aunque  con  mudia  díGcultad ,  en  fin  lanzaron  los 
moros,  ylos  forzaron  á  retirarse  dentro  de  la  ciudad. 
Esto  hizo  que  el  contento  de  la  victoria  ganada  no  se 
les  anuase  tanto,  si  perdieron  los  reales ;  demás  que 
aquel  peligro  fue  aviso  para  que  en  adelante  tuviesen 
mayor  recato.  Todo  era  menester^  porque  segunda 
vez  á  los  quince  de  octubre  srande  morisma ,  que 
llegaban  á  mas  de  cuarenta  mu,  acometieron  las  es- 
tancias de  los  aragoneses;  pero  sucediólos  lo  mismo 
que  en  el  rebate  pasado. 

No  con  menos  esfuerzo  apretaban  los  de  Castilla 
por  mar  y  por  tierra  el  cerco  de  Algecira;  mas  Jas 
tuertes  murallas ,  v  los  muchos  soldados  que  dentro 
tenían ,  impedían  á  los  cristianos  para  que  sus  asal- 
tos no  hiciesen  efecto.  Como  se  dfetuviesen  muchos 
meses,  acordaron  de  acometer  á  Gibraltar,  villa 

Suesta  sobre  d  monté  Calpe ,  con  esperanza  de  apo- 
erarse  della  porque  no  tenia  tanta  defensa.  Fucrou 


4I}2  BIBLIOTECA  DE 

para  este  etecto  ci  arzobÍEpo  de  Sevilla  ;  don  Juan 
Nunez  de  Lara  con  parle  diel  ejército.  Alonso  Pérez 
de  Guzman,  caballero  el  mas  señalado  que  se  conocía 
en  aquellos  tiempos ,  j  iba  en  compañia  de  los  de- 
más ,  en  uo  rebate  que  tuTÍaron  con  los  moros  en  el 
monte  Gausin.quedú  n]uerlo(0  '  daño  que  fue  muy 


notable,  dolor  y  sentimiento  de  todo  el  reino.  Ver- 
dad es  qnc  la  villa  de  Gibraltar  se  entregó  al  mismo 
rey  don  Femando,  que  acudió  para  eate  efecto,  cono 
lo  concertaron  para  que  los  cercados  se  riudieseii 
con  mas  reputación ,  y  fuese  del  rey  la  honra  de  ga- 
nar aquella  plaza.  Diúse  libertad  á  los  moros  para 
pa«ar  en  África  y  llevarconsigo  sus  bienes. 

Entre  los  demis  un  moro  muv  viejo  ya  que  qnería 
partirse ,  babló  (se^un  dicen)  al  rey  desta  manera  : 
uiQué  desdicha  es  esta  mia  por  mi  mal  hado  ó  por 
emis  pecados  causada?  que  toda  mi  vida  ande  oes- 
uterrado ,  y  &  cada  paso  me  sea  forzeso  mudar  do 
nlugar,  y  hacer  alarde  de  mí  desventura  por  todas 
"las  ciudades.  Don  Femando  tu  bbabuelo  me  ecii6 
"de  Sevilla,fu[meá  Jerez  de  la  Frontera.  Esta  ciudad 
nconquistó  tu  abuelo  don  Alonso,  y  ámi  fuenecesa- 
urio  recogerme  á  Tarifa.  Ganó  esta  plaza  tu  padre  el 
«rey  don  Sancho,  á  mi  por  la  misma  razón  fue  forzó- 
i>so  pasar  á  Gibraltar.  Cuidaba  con  tanto  poner  fin  á 
«mis  trabajos,  y  esperaba  la  muerte  como  puerto 
ngegurode  todas  estas  desgracias.  Engañóme  el  pen- 
nsamiento :  al  presente  de  nuevo  soy  forzado  á  bus- 
ncar  otra  tierra.  Yo  me  resuelvo  pasar  en  África  por 
>iver  si  con  tan  largo  destierro  puedo  amparar  lo 
uposlrero  de  mi  triste  vejez ,  y  pasar  en  sosiego  esto 
»poco  de  vida  que  me  puede  quedar,  n 

Los  soldados  que  estaban  sobre  Aigecira,  dado 
que  era  gente  feroz  y  denodada ,  cansados  con  los 
trabajos ,  y  malparados  con  los  fríos  del  invierno ,  á 

(I)  Murió  después  de  bibti  lomado  i  Gibraltar  ti  19  de 
lelienibre  de  1309.  Ea  ít  cartuja  de  Smti-Ponce  «e  ve  lu 
sepulrro  leguu  iqut  la  re  prese  nttmai  ejeculido,  cono  te 
deii  conocer,  en  ípoca  muy  poilerior  a  lu  muerte  per  el  eé- 
lebreHoDtirií). 


CASPUI  V  HOIG. 

cada  paso  desamparaban  las  banderas,  no  solo  la 
gente  baja,  sino  también  la  principal  y  los  sráores, 
que  demás  de  lo  didio  andaban  desabridos  poraoe 
el  rey  daba  oido  á  gente  baja  y  de  intencioDes  (la- 
ñadas. 

Elinlantedou  Juanydon  Juan  Han  uel  fueron  de 
poco  provecho  en  esta  guerra ,  antes  ocasión  de  mu- 
cbo  daño,  porque  partidos  ellos,  con  su  ejemplo 
muchos  se  salieron  del  campo  y  desampararon  los 
reales.  Don  Dieeo  López  de  Haro  murió  en  la  deman- 
da de  enfermetñd.  Su  cuerpo  llevaron  &  Burgoe  y 
enterraron  en  el  monasterio  de  San  Francisca.  Kl 
señorío  de  Vizcaya,  según  que  lo  tenían  capitulado, 
recayóen  doña  Haría  (2)  mujer  del  infante  oon  Juan: 
cosa  nueva  que  en  aquel  estado  sucediese  mujer ,  en 

3ue  basta  entonces  se  continuó  la  sucesión  por  linea 
e  varón.  La  muerte  deste  caballero  y  las  continuas 
lluvias  que  aobrevínieron ,  por  ser  el  tiempo  mas  ás- 
pero de  todo  el  ano ,  forzaron  á  que  el  cerco  de  Ai- 
gecira se  alzase.  Capitularon  empero  que  los  moros 
restituyesen  (como  lo  hicieron)  las  villas  de  tíuesada 
y  fiedmar ,  que  tomaron  el  tiempo  pasado  á  los  nues- 
tros, y  páralos  gaslosde  la  gaerra  pagasen  cuirenla 
mil  eacudos.  La  villa  dt  Quesada  poco  adelante  dio 
eireyá  la  iglesia  de  Toledo,  cuya  BOlia  ser.  Este  fue 
el  fruto  que  de  tanto  ruido ;  tantas  pérdidas  y  traba- 
jos se  sacó. 

Los  aragoneses  si  bien  tenían  en  sus  reales  grande 
abundancia  de  todas  las  cosas  necesarias ,  asimisnio 

Gr  la  poca  esperanza  de  salir  con  la  empresa,  con>o 
I  restituyesen  los  aragoneses  que  allí  lenian  canti- 
vos,  se  partieron  de  sobre  Almería,  que  fuá  á  los 
veinte  y  seísdias  del  mea  de  febrero  año  de  1310,  sin 
suceder  otra  cosa  diguade  memoria,  salvo  que  en  el 
mayor  calor  desta  guerra  el  ciego  rey  moro  lue  des- 
pojado del  reino  por  su  hermano  Azar ,  y  en  Almn- 
necar  puesto  en  prisiones  coa  buena  guarda :  grande 
desgracia  y  caíaa ,  ól  que  era  rey ,  ser  privado  de  la 
libertad:  mal  que  se  pudiera  llevar  en Jiaciencia ,  sí 
no  pasara  adelante;  poco  después  en  (>ranada  do  le 
hizo  volver,  sin  respeto  de  lo  que  se  diría,  ni  com- 
pasión del  que  era  su  hermano,  por  aseguraru  le 
maifdó  cruelmente  matar ;  asi  pervierte  todas  las  le- 

SBS  de  naturaleza  el  deseo  desenfrenado  da  reinar, 
on  Juan  Nuñez  de  Lara  al  Cía  de  la  guerra  pasada 
fué  por  embajador  i  Francia,  y  cumplido  con  su 
cargo,  tornó  al  rey  de  Castilla  que  era  venido  i  Se- 
villa ,  despedido  que  bobo  su  ejército.  Llevaba  urden 
de  impetrar  (como  lo  bizo)  los  diezmos  de  las  reñías 
eclesiásticas  para  ayuda  á  los  gastos  de  la  guerra 
contra  moros :  demás  desto  de  avisar  al  pnntíQce 
Clemente  que  no  debia  en  manera  alguna  proceder 
contra  la  memoria  del  papa  Bonifacio ,  por  los  gran- 
des inconvenientes  que  de  hacer  lo  contrario  resul- 
tarían, contra  lo  que  pretendía  el  rey  de  Francia,  y 
que  el  pontífice  no  estaba  fuera  de  haceUo,  legua 
avisaban  personas  de  autoridad. 

En  Vizcaya  en  aquella  parte  que  llaman  Guípút- 
cos  ,  por  mandado  del  rey  ,  y  á  costa  de  tos  da  aque- 
lla provincia  se  fundó  la  villa  de  Aipeitia ,  como  se 
entiende  por  la  provisión  real  que  en  esta  raion  se 
despachó  en  Sevilla  al  principio  deste  año,  desdr 
donde  el  rey  don  Fernando  se  partió  pan  Burgos 

Sara  celebrar  las  bodas  de  la  infanla  doña  lsat>el  su 
ermana,  aquellaque  repudió  el  rey  de  Aragón,  y  de 
nuevo  la  teoian  concertada  con  Juan  duque  de  Bre- 
taña. El  cariín  de  mayordomo  de  la  casa  real  se  díú  á 
don  Juan  Manuel,  sin  que  el  infbnte  don  Pedro  ber- 
maoodelrey,  que  tenia  aquel  oficio,  mostrase  sen- 
timiento  biguno.  Demás  desto  el  mismo  don  Juan  era 
frontero  de  Murcia  contra  los  moros,  dado  que  en  su 

(1)  Gi)iÓ  muy  poco  tiempo  de  *a  seiorlo,  puei  doi  Lape 
Iliii  de  Qaro,  bijo  y  tieredero  de  doo  Diego,  eoint  eati 
p<]ie)ion  de  íl  por  urden  del  re;eii  39  de  eaero  de  1311. 


HISTORIA   DE   ESPAiNA. 


463 


higar  servia  este  cargo  Pero  López  de  Ayala.  Todo 
estose  enderezaba  á  obligar  mas  á  aquel  caballero, 
que  era  muy  poderoso,  y  rae  tan  dichoso  en  sus  co- 
sas, que  dos  nijas  suyas  doña  Costanza  habida  en  su 
primera  mujer  fue  rema  de  Portugal ,  y  doña  Jaana 
lo  fue  de  Castilla ,  la  cual  hobo  en  doña  Blanca  hija 
de  Fernando  de  la  Cerda  y  de  doña  Juana  de  Lara. 

En  este  viaje  pasó  el  rey  por  Toledo  en  sazón  ^e 
por  muerte  de  don  Gonzalo  que  fin5  este  mismo  ano, 
vacaba  aquella  iglesia.  Sucedióle  don  Gutierre  Se- 
gundo ,  natural  y  arcediano  de  Toledo.  Su  padre 
Gómez  Pérez  de  Lampar ,  alguacil  mayor  de  Toledo: 
su  madre  Horabuena  Gutiérrez  :  su  hermano  Fernán 
Gómez  de  Toledo ,  camarero  mayor,  y  muy  privado 
del  rey,  que  por  su  respeto  acudió á  su  hermano  con 
su  favor ,  y  obró  tanto  que  los  canónigos  apresuraroa 
la  elección ,  y  dieron  sus  votos  á  don  Gutierre  ,  ma- 
y(»rmente  que  se  recelaban  no  se  entremetiese  el 
papa  y  les  diese  prelado  de  su  mano.  Partió  el  rey  de 
Toledo  para  Burgos  á  las  bodas  que  se  festejaron 
como  se  puede  pensar*  Del  infante  don  Juan  tío  del 
rey  no  se  tenia  bastante  seguridad  per  ser  de  su  con- 
dición mudable .  y  por  cosas  que  del  se  decian ;  y 
claramente  se  oejaba  entender  que  de  tal  manera 
haría  el  deber,  que  no  duraría  mas  el  respeto  de  lo 
que  le  fuese  necesario.  Por  esta  causa  en  Burdos ,  ca 
acudió  á  las  fiestas  de  aquellas  bodas  de  la  infanta 
aunque  con  seguridad  que  le  dieron  ,  trataban  por 
orden  del  rey  de  dállela  muerte.  Don  Juan  Nuñez  de 
Lara  como  dello  tuviese  noticia .  procuró  estorballo, 
afeando  en  grande  manera  aquel  intento;  y  sin  em- 
bargo el  infante  don  Juan  luego  que  supo  lo  que 
pasaba ,  se  salió  secretamente  de  la  corte. 

Muchos  caballeros  movidos  de  caso  tan  feo ,  sin 
iener  cuenta  con  el  rey  y  con  su  autoridad;  ni  con  la 
solemnidad  de  las  bodas ,  le  hicieron  compañía.  Pero 
todas  estas  alteraciones  (1)  que  amenazaban  mayo- 
res males ,  apaciguó  la  reina  madre  con  su  pruden- 
cia ,  sin  cesar  basta  reconciliar  el  infante  don  Juan 
coD  el  rey  su  hijo.  En  Palencia  sobrevino  al  rey  una 
tan  grave  enfermedad ,  que  no  pensaron  escapara.  La 
buena  diligencia  délos  médicos,  la  fuerza  de  la  edad, 
y  la  mudanza  del  aire  le  sanaron,  porque  luego  que 
pudo,  se  fue  á  Valladolíd.  En  Barcelona  murió  doña 
Blanca  reina  de  Aragón  á  catorce  dias  del  mes  de 
octubre  :  señora  dotaba  de  ^ande  honestidad  y  de 
todo  género  de  virtudes.  Dejó  noble  generación,  esa 
saber  los  infantes  don  Jaime ,  don  Alonso ,  don  Juan, 
don  Pedro ,  don  Ramón  Beren^el :  las  hiías  fueron 
doña  María ,  doña  Costanza ,  dona  Isabel ,  doña  Blan* 
ca ,  doña  Violante.  Doña  Blanca  pasó  su  vida  en  el 
monasterío  de  Jimena  en  que  fue  aoadesa :  las  demás 
casaron  con  ^ndes  principes^  y  por  sus  casamien- 
tos muchos  Imajes  nonilisimos  emparentaron  con  la 
casa  real  de  Aragón.  El  cuerpo  de  la  reina  seputaron 
en  Santa  Cruz ,  que  es  un  monasterío  muy  noble  en 
Cataluña.  Las  exequias  se  hicieron  con  toda  la  solem- 
nidad que  era  justo  y  se  puede  pensar.  * 

CAPITULO  X. 

Cómo  estinguieroD  los  caballeros  Templarios- 

Los  obispos  de  toda  la  cristiandad  se  juntaban  por 
este  tiempo  llamados  por  edictos  de  Clemente  pontí- 
fice para  asistir  al  concilio  de  Viena ,  ciudad  bien 
conocida  en  el  delfinado  de  Francia.  A  las  demás 
causas  públicas  que  concurrían  para  juntar  este  con- 
cilio, se  allegaba  una  la  mas  nueva  y  sobre  todas 
urgentísima,  que  era  tratar  de  los  caballeros  Tem- 
plarios ,  cuyo  nombre  se  comenzara  á  amancillar  con 
grandes  fealdades  y  torpezas, y  era  á  todos  aborreci- 
ble. Querían  que  todos  los  prelados  diesen  su  voto  y 

(i>  Sucedieron  en  e¡  ano  1311,  como  lo  ha  demo^lraJo 
Sa lazar  en  sus  Reparos  hislóricos. 


determinasen  lo  que  en  ello  se  debía  de  hacer ,  pues 
la  causa  á  todos  tocaba.  El  principio  desta  tempestad 
comenzó  en  Francia.  Achacábanles  delitos  nunca 
oidos  no  tan  solamente  á  algunos  en  particular ;  sino 
en  común  á  todos  ellos  y  á  toda  su  religión.  Las  ca- 
bezas eran  infinitas  :  las  mas  graves  estas  :  que  lo 
primero  que  hacían  cuando  entraban  en  aquella  reli- 
gión ,  era  renegar  de  Cristo  y  de  la  Virgen  su  madre 
y  de  todos  los  santos  y  santas  del  cielo :  negaban  que 
por  Cristo  habían  de  ser  áaWos ,  y  que  fuese  Dios: 
decian  que  en  la  cruz  pagó  las  penas  de  sus  pecados 
mediante  la  muerte  :  ensuciaban  la  señal  de  la  cruz 
y  la  imagen  de  Cristo  con  saliva ,  con  orina  y  con  los 
pies ,  en  especial  porque  fuese  mayor  el  vituperio  y 
afrenta ,  en  aquel  sagrado  tiempo  de  la  semana  santa 
cuando  el  puenlo  cristiano  con  tanta  veneración  ce- 
lebra la  memoria  de  la  pasión  y  muerte  de  Cristo: 
que  en  la  santísima  Eucaristía  no  está  el  cuerpo  de 
Cristo  4  el  cuafy  los  demás  sacramentos  de  la  santa 
madre  Iglesia  los  negaban  y  repudiaban  :  los  sacer- 
dotes de  aquella  religión  no  proferían  las  místicas 
palabras  de  la  consagración  cuando  parecia  que  de- 
cian misa ,  porque  decian  que  eran  cosas  iicticias  é 
invenciones  de  los  hombres ,  y  que  no  eran  de  prove- 
cho alguno :  que  el  maestre  general  de  su  religión ,  y 
todos  los  demás  comendadores  que  presidían  en  cual- 
quiera casa  ó  convento  suyo,  aunque  no  fuesen 
sacerdotes,  tenían  potestad  de  perdonar  todos  los 
pecados :  solía  venir  un  gato  á  sus  juntas ;  á  este 
acostumbraban  arrodillarse  y  hacelle  gran  venera- 
ción como  cosa  venida  del  cielo  y  llena  de  divinidad: 
ultra  desto  tenían  un  ídolo  un^s  veces  de  tres  cabe- 
zas, otras  de  una  sola,  algunas  también  con  una 
calavera ,  y  cubierto  de  una  piel  de  un  hombre  muer- 
to :  deste  reconocían  las  riquezas,  la  salud  y  todos 
los  demás  bienes,  y  le  daban  gracias  por  ellos.  Toca- 
l>an  unos  cordones  á  este  ídolo ,  y  como  cosa  sagra- 
da los  traían  revueltos  al  cuerpo  por  devoción  y  buen 
agüero.  Desenfrenados  en  la  torpeza  del  pecado  ne- 
fando hacían  y  padecían  indiferentemente.  Besaban-, 
se  los  unos  á  los  otros  las  partes  mas  sucias  y  pudendas 
de  sus  cuerpos ;  seguían  sus  apetitos  sin  diferencia, 
y  esto  con  color  de  lionestidad  como  cosa  concedida 
por  derecho  y  conforme  á  razón.  Juraban  de  procu- 
rar con  tgdas  sus  fuerzas  la  amplificación  de  su  orden 
asi  en  número  de  religiosos  como  en  riquezas  sin  te- 
ner respeto  á  cosa  honesta  y  deshonesta.  Referir 
otras  cosas  dellos  da  pesadumbre  y  causa  horror. 

¿Qué  dirá  aquí  el  que  esto  leyere?  ¿Por  ventura  no 
parecen  estos  cargos  impuestos  y  semejables  á  con- 
sejas que  cuentan  las  viejas?  Villaneo  sin  duda  y  San 
Antonino  y  otros  los  defienden  desta  calumnia  :  la 
fama  y  la  común  opinión  de  todos  los  condena.  Nece- 
sario es  que  confesemos  que  las  riquezas  con  que  se 
engrandecieron  sobremanera,  fueron  causa  de  su 
perdición ,  sea  por  baberse<con  tanta  sobra  de  delei- 
tes amortiguado  en  ellos  aquella  nobleza  de  virtudes 
y  valor  con  que  dieron  caboá  tan  esclarecidas  haza- 
ñas así  en  el  mar  como  en  la  tierra ,  sea  que  el  pueblo 
ardiese  de  envidia  por  ver  su  pujanza ,  y  los  príncipes 
por  esta  vía  quisiesen  gozar  ae  aquellas  riquezas. 
Apenas  se  podría  creer  que  tan  presto  liobiesen  estos 
caballeros  degenerado  en  común  en  todo  género  de 
maldad ,  si  no  tuviéramos  el  testimonio  de  las  bulas 
plomadas  del  papa  Clemente  (que  el  día  de  hoy  están 
en  los  archivos  de  la  iglesia  mayor  de  Toledo)  que 
afirma  no  era  vana  la  fama  que  corría  j  antes  que  en 
presencia  del  mismo  papa  fueron  examinados  sesenta 

Ídos  caballeros  de  aquella  orden ,  que  confesado  que 
obieron  las  maldades  susodichas,  pidieron  humil- 
demente perdón.  Los  primeros  denunciadores  fueron 
dos  caballeros  de  aquella  orden ,  es  á  saber  el  prior 
de  Monfalcon,  que  es  en  tierra  de  Tolosa,  y  Nofo 
foragidode  Florencia ,  testigos  al  parecer  de  mucho 
no  tan  abonados  como  negocio  tan  gravo  pedia.  Arrj  * 


1 


464  tllBUüTECA   DE  GASPAR 

ináronseles  otros ,  y  enlre  eflos  un  camarero  del 
mismo  papa ,  que  de  edad  de  once  años  tomó  aquel 
hábito,  y  como  tesligo  de  vista  deponía  de  las  cul- 
pas susoídióhas. 

Las  cabezas  destas  acusaciones  se  enviaron  al  rey 
de  Francia  é  Potiers  do  estaba  con  el  pontífice  Cle- 
mente, por  cuyo  orden  á  un  mismo  tiempo ,  cojmo  si 
tocaran  al  arma ,  todos  los  Templarios  que  se  halla- 
ban  en  Francia,  fueron  presos  á  los  trece  días  de 
octubre  tres  años  antes  deste  en  que  f  a  la  historia. 
Pusiéronles  á  cuestión  de  tormento  :  muchos  ó  todos 

Í\OT  no  perder  la  vida ,  ó  porque  asi  era  verdad ,  cond- 
esaron de  plano,  muchos  fueron  condenados  y  los 
quemaron  vivos.  Entre  otros  el  gran  maestre  de  la 
orden  Jacobo  Mola  Borgoña  de  nación ,  ya  que  le  lle- 
vaban i  la  hoguera .  puesto  que  le  daran  esperanza 
de  la  vida  y  que  le  darían  por  libre ,  si  públicamente 
pedia  perdón ,  habló  desta  manera ,  como  lo  afirman 
autores  de  mucho  crédito :  «Gomo  quiera  que  al  fin 
i>de  la  vida  no  sea  tiempo  de  mentir  sin  provecho,  yo 
oniego  y  juro  por  todo  lo  que  puedo  jurar ,  que  es 
«falso  todo  lo  que  antes  de  ahora  se  ha  acríminado 
«contra  los  Templarios,  y  lo  que  de  presente  se  ha 
«referido  en  la  sentencia  dada  contra  mí ,  porque 
«aquella  orden  es  santa,  justa  y  católica :  yo  soy  el 
«que  merezco  la  muerte  por  haber  levantado  falso 
«testimonio  á  mi  orden ,  que  antes  ha  servido  mucho 
«y  sido  muy  provechosa  á  la  Religión  Cristiana .  y  im- 
«putádoles  estos  delitos  y  maldades  contra  toaa  ver- 
«dad  á  persuasión  del  sumo  pontífice  y  del  rey  de 
«Francia ,  lo  que  ojalá  yo  no  bebiera  hecho.  Solo  me 
«resta  rogar,  como  ruego  á  Dios ,  sí  mis  maldades 
«dan  lu^r ,  me  perdone;  y  juntamente  suplico  que 
«el  castigo  y  tormento  sea  mas  grave,  si  por  ventura 
«por  este  medio  se  aplacase  la  ira  divina  contra  mí, 
»y  pudiese  mover  con  mi  paciencia  á  los  hombres  á 
«misericordia.  La  vida  ni  la  quiero  ni  la  he  menester, 
«principalmente  amancillada  con  tan  ffrande  maldad 
«como  me  convidan  á  que  cometa  de  nuevo. «  De 
otros  muchos  se  cuenta  que  dijeron  lo  mismo ,  y  que 
uno  dellos  fue  un  hermano  del  delfin  de  Viena ,  per«- 
sona  nobilísima,  cuyo  nombre  no  se  sabe,  dado  que 
consta  del  hecho. 

El  año  próximo  siguiente  espidió  el  papa  sus  letras 
apostólicas  á  postrero  de  julio,  en  que  comete  á  los 
arzobispos  de  Toledo  y  Santiago  y  les  manda  proce- 
dan contra  los  Templarios  en  Castilla.  Dióles  por 
acompañado  á  Aymeríco  inquisidor  y  fraile  dominico 
(por  ventura  aquel  que  compuso  el  directorio  de  los 
inquisidores  que  tenemos)  y  junto  con  él  otros  pre- 
lados. En  Aragón  se  dio  la  misma  orden  á  los  obispos 
Pon  Ramón  de  Valencia  y  don  Jimeno  de  Z^iragoza: 
lo  mismo  se  hizo  en  las  demás  provincias  de  España 
y  de  toda  la  cristiandad.  Dióse  a  todos  orden  que  for- 
mado el  proceso  y  tomada  la  información ,  no  se  pro- 
cediese a  sentencia  sino*fuese  en  los  concilios  pro- 
vinciales. Gran  turbación  y  tristeza  fue  esta  para  los 
Templarios  y  todos  sus  aliados:  nuevas  esperanzas 

Kra  otros ,  que  les  resultaban  de  su  desgracia  y  tra- 
jo. En  Aragón  acudieron  á  las  armas  para  defen- 
derse en  sus  castillos :  los  mas  se  hicieron  fuertes  en 
Monzón  por  ser  la  plaza  á  propósito.  Acudió  mucha 
^nte  de  parte  del  rey  y  por  conclusión  los  Templa- 
rios fueron  vencidos  y  presos.  En  Castilla  Rodrigo 
Ibañtz  comendador  mayor  ó  maestre  de  aquella  or- 
den ,  y  los  demás  Templarios  fueron  citados  por  don 
Gonzalo  arzobispo  de  Toledo  para  estar  á  juicio.  El 
rey  los  mandó  a  todos  prender,  y  todos  sus  bienes 
pusieron  en  tercería  en  poder  de  los  obispos  hasta 
tanto  que  se  averiguase  su  causa. 

Juntóse  concilio  en  Salamanca  en  que  se  hallaron 
Rodrifio  arzobispo  de  Santiago ,  Juan  obispo  de  Lis- 
boa. Vasco  obispo  de  la  Guardia ,  Gonzalo  de  Zamo- 
ra ,  Pedro  de  Avila ,  Alonso  de  Ciudad-Rodrigo ,  Do- 
mingo de  Plasencia,  Rodrigo  de  Mondoñedo,  Alonso 


Y  aok;. 

,  de  A^torga,  v  Juan  de  Tuy,  y  otro  Juan  obispo  áe 
Lugo.  Formóse  el  proceso  contra  los  presas :  toma-» 
romes  sus  confesiones,  y  conforme á  lo  que  hallaron 
de  parecer  de  todos  los  prelados  fueron  dados  por 
libres,  sin  embargo  que  la  final  determinación  se 
remitió  al  sumo  pontíuee,  cuyo  decreto  y  senteaeia 
prevaleció  contra  el  voto  de  todos  aquellos  padres  y 
toda  aquella  orden  fue  estinguida.  En  virtud  deile 
decreto  el  rey  don'Fernando  se  apoderó  de  todo  lo  que 
los  Témplanos  poseían  en  Castilla  ásf  bienes  como 
pueblos.  En  Galicia  tenían  á  Ponferrada  f  el  Faro :  en 
tierrade  León  Balduerna ,  Tavara ,  Almansa ,  Aleaiíi- 
ees :  en  Estremadura  á  la  raya  de  Portugal  Valencia, 
Alconeta,  Jerez  de  Badajoz,  Fref^nal.  Nertobri|,i, 
Capilla  y  Caracuel :  en  el  Andalucía  Palma :  en  Gas- 
lilla  la  Vieja  Villalpando :  en  la  comarca  de  Murcia 
Caravaca  y  Alconcbel :  en  el  reino  de  Toledo  Mental- 
van  :  demás  destos  á  San  Pedro  de  la  Zarza  y  áBu^ 
guilles ,  sin  otros  pueblos ,  posesiones  y  casas  por 
todo  el  reino  que  no  se  pueden  por  menudo  cootar. 
Refieren  que  los  Templario&tenian  en  España  doce 
conventos,  de  los  cuales  en  una  bula  del  papa  Ale- 
jandro Tercero  se  nombran  dnco  que  son  estos :  el 
de  Montalvan,  el  de  San  Juan  de  Valladolid,el  de 
San  Benito  de  Torija ,  el  de  San  Salvador  de  Toro ,  y 
el  de  San  Juan  de  Otero  en  la  diócesi  de  Osma.  En  los 
archivos  de  la  iglesia  Mayor  de  Toledo  está  la  citación 
que  el  arzobispo  don  Gonzalo  hizo  á  ios  Templaríos 
conforme  á  la  comisión  que  tenia  del  papa  Clemente, 
su  data  en  Tordesillasá  ios  quince  de  abril  del  mismo 
año  que  murió,  de  í 310.  En  esta  citación  se  coen-* 
tan  veinte  y  cuatro  baylías  de  los  Templarios  lodis 
en  Castilla  que  eran  como  encomiendas ,  es  á  saberla 
baylía  de  Faro ,  la  de  Amotiro ,  la  de  Goya ,  la  de  San 
Feliz ,  la  de  Canabal,  la  de  Neya,  la  de  Villapalma, 
la  de  Mayorga ,  la  de  Santa  María  de  Villasirga ,  la  de 
Vilardig ,  la  de  Satines ,  la  de  Alcanadre ,  la  de  Can- 
vaca  ,  la  de  Capella ,  la  de  Villalpando ,  la  de  San  Pe- 
dro ,  la  de  Zamora ,  la  de  Medina  de  Luy tosas,  la  tic 
Salamanca ,  la  de  Alconcitar ,  la  de  Ejares ,  la  de  Ci- 
dad ,  la  de  Ventoso ,  las  casas  de  Sevilla,  las  de  Cór- 
doba ,  la  baylía  deCalvarzaes ,  la  de  BenaTente,  la  de 
Juneo ,  la  de  Montalvan  con  las  casas  de  Cebolla  y  de 
Villa  Iva  que  le  pertenecen.  Ha  ta  aquí  la  citacwn. 
Otras  casas,  heredades  y  lugares  que  tenian,df  hila- 
se reducir  y  ser  miembros  de  las  baylías  susodi- 
chas. 

En  la  ciudad  de  Maguncia  en  Alemafia  como  se 
tratase  deste  negocio  en  un  concilio  de  prelados  con- 
forme el  orden  del  papa ,  cuentan  que  uno  llamado 
Huncon  con  otros  veinte  caballeros  de  aquella  orden 
entro  denodadamente  en  la  sala  en  que  se  hacia  la 
junta ,  y  á  altas  voces  protestó  que  si  alguna  cosa  allí 
se  decretase  contra  su  relícion ,  que  de$de  entonces 
apelaba  para  el  sumo  pontince  sucesor  de  Clemente. 
Los  prelados  atemorizados  con  aquella  ferocidad  di- 
jeron que  no  tuviesen  pena,  que  todo  se  baria  bien 
y  se  miraría  por  su  justicia.  Dieron  noticia  de  loqoe 

8 asaba  al  papa,  que  cometió  al  mismo  arzobispo  de 
laguncia  de  nuevo  tomase  información  y  procediese 
á  sentencia.  Hiciéronse  las  diligencias  necesarias,  y 
considerado  el  proceso  y  cerrado ,  los  dieron  por  li- 
bres de  todo  lo  que  les  achacaban.  Finalmente  el 
concilio  Vienense  se  abrió  el  año  de  i  3 1 1  á  diez  y  seb 
días  del  mes  de  octubre.  Muchas  co»as  se  ventilaroo. 
Por  lo  que  tocaba  al  papa  Bonifacio,  se  acordó  no  en 
lícito  condenalle  ni  imnutalte  el  crimen  de  herejía, 
como  pretendían.  Tratóse  con  muchas  Teras  de  re- 
novar la  guerra  de  la  Tierra  Santa,  pero  fue  de  poco 
efecto.  Acerca  de  los  Templarios  se  di^retó  que  sa 
nombre  y  orden  de  todo  punto  se  estinguiese  :  de- 
creto que  á  muclios  pareció  muy  recio ,  ni  se  puede 
creer  que  aquellos  delitos  se  hooíesen  estendido  por 
todas  las  provincias  y  y  que  todos  en  eeneral  y  cada 
cual  en  particular  estuviesen  tocadosde  aquella  con. 


k 


HBTORIA  DE  ESPAÑA. 


lagion.  Verdad  es  qae  el  oaufragion  t  desastre  des- 
tos  caballeros  dio  A  todos  aviso  para  ouir  semejantes 
delitos ,  mayorinente  á  los  eclesiásticos,  cuyas  fuer- 
zas mascoosistea  en  una  entera  y  loable  opinión  de 
▼irtud  y  bondad ,  que  en  otra  cosa  alguna. 

Los  bienes  j  haciendas  de  los  Templarios  adjudi- 
caron á  los  caballeros  de  la  orden  de  San  Juan ,  que 
en  aquella  sazón  ganaron  á  los  turcos  la  isla  de  Ro- 
das: conquista  coa  que  se  adelantaron  en  gracia  y 
reputación  ,  y  aun  esperaban  que  se  podría  por  me- 
dio dellos  renovar  la  guerra  de  la  Tierra  Santa.  Sola 
España  no  admitió  esta  adjudicación  por  las  grandes 
guerras  que  tenia  contra  los  moros  por  este  tiempo  y 
cada  día  se  esperaban  mas.  Halláronse  en  este  conci- 
lio Phiiiporey  de  Francia  y  tres  hijos  suyos » Carlos 
dii  Valoes  su  hermano,  f  gran  número  de  embajado- 
res de  los  otros  reyes  y  príncipes.  Asistieron  trecien- 
tos obispos,  otros  d'icen  ciento  y  catorce,  dos  patriar- 
cas, el  de  Alejandría  y  el  de  Antiogufa,  y  el  romano 
pontífice,  que  sobrepujaba  á  todos  ios  demás  en  auto- 
ridad y  preeminencia.  La  divisa  de  los  Templarios 
era  una  cruz  roja  con  dos  traviesas  como  la  de  Gara- 
vaca  eñ  manto  blanco:  al  contrario  los  caballeros  de 
San  Juan  traían  y  traen  cruz  blanca  de  la  forma  que 
vemos  en  manto  negro. 

CAPITULO  XL 
De  la  muerte  de  don  Femando  el  Cuarto  rey  de  Caitilla* 

Todo  el  orbe  cristiano  estaba  alterado  con  el  desas* 
tre  y  caida  de  los  Templarios.  Los  culpados  fueron 
castigados;  los  que  no  tenian  culpa  quedaron  libres, 
y  por  decreto  de  ios  prelados  de  Viena  se  les  señala- 
roo  pensiones  en  cada  un  año  délas  rentas  de  los 
mismos  conventos,  con  que  pudiesen  pasar  su  vida: 
solamente  les  quitaron  el  hábito  y  insignia  de  aquella 
orden.  En  Castilla  todo  lleno  die  fiestas  y  regocijos 
con  el  nacimiento  del  infonte  don  Alonso  que  la  reina 
ilona  Costanza  parió  á  tres  días  del  mes  de  agosto,  el 
cual  poco  después  sucedió  en  el  reino  de  su  padre. 
Fue  tanto  mayor  la  alegría ,  que  hasta  entonces  te- 
nian noca  esperanza  de  sucesión  porque  la  reioa  no 
80  haoia  hecho  preñada  y  daba  muestras  de  estéril. 
Tenian  concertado  casamiento  por  medio  de  embaja- 
dores entre  don  Pedro  hermano  del  rey  don  Fernando 
y  doña  María  hija  del  rey  de  Aragón :  para  efectualle 
vinieron  los  reyes  el  de  Castilla  y  de  Aragón  á  verse 
en  Calatayud.  Hallóse  al  tanto  allí  la  reina  doña  Cos- 
tanza  ya  convalecida  del  parto,  y  gran  número  de 
caballeros  así  castellanos  como  aragoneses  ilustres 
por  808  hazañas  y  por  su  nobleza.  Celebráronse  las 
bodas  la  misma  pascua  de  Navidad,  grandes  fiestas, 
justas  y  torneos  con  que  el  pueblo  se  alegró  asaz. 
Doña  Leonor  hermana  del  rey  don  Fernando ,  que 
antes  de  ahora  estaba  tratado  ue  casatla  con  don  Jai- 
me hijo  del  rey  de  Aragón,  se  desposó  asimismo  con 
él,  y  fue  entregada  en  poder  de  su  suegro.  Trataron 
de  renovar  la  guerra  ctmtra  Jos  nooros  á  la  prima- 
vera. 

Tenian  cierta  diferencia  ios  reyes  de  Portugal  y 
GasUlla,  y  aun  libaban  á  términos  de  venir  sobre 
ello  á  tas  puñadas.  Bl  rey  den  Femando  pretendía 
cobrar  las  TÜlas  de  Mora  y  de  Serpa ,  que  caen  en  lus 
confines  de  Portu^l  junto  al  cabo  de  San  Vioente, 
que  siendo  él  nmo  entregaron  al  rey  de  Portugal 
contra  toda  justicia  y  razón.  Para  concertar  esta  di- 
ferencia nombraron  por  juez  arbitro  al  rey  de  Aragón, 
que  tenia  grande  industria  y  buena  mano  para  cosas 
semejantes,  ffechoesto,  se  despidieron  unos  de  otros 
y  don  Juan  hermano  del  rey  de  Aragón  fue  sobre  el 
raso  por  embajadora  Portugal.  El  rey  don  Fernando 
se  Tino  á  VaUadoíid,  adonde  llamó  á  cortes  á  todos 
los  de  su  reino  para  tratar  do  las  provisiones  que 


461 


pretendia  hacer  para  la  guerra  contra  los  moros  (1). 
Pidió  ser  favorecido  de  mneros:  los  procuradores  de 
las  ciudades  se  los  concedieron  de  muy  pronta  vo- 
luntad, porque  de  buena  gana  sufrían  el  menoscabo 
de  dinero  y  la  graveza  de  los  tributos  los  pueblos  j 
toda  la  ^ente  común  por  el  gran  deseo  que  tenían  de 
desarraigar  aquella  nación  de  España:  no  echaban 
al  cierto  de  ver  que  muchas  veces  con  honestas  oca- 
siones se  quebrantan  y  pierden  los  derechos  de  la 
libertad:  que  loque  se  concede  en  los  tiempos  tra- 
bajosos, pasado  el  peli^o,  se  queda  perpetuo  y  se 
cobra  aun  cuando  el  pebgro  es  pasado. 

El  infante  don  Pedro  hermano  del  rey  nombrado 
por  general  contra  los  moros ,  lleuda  la  primavera 
del  año  de  1312,  aprestado  su  ejército ,  fue  sobre 
Alcaudete ,  que  como  dijimos  arriba  se  perdió  v  Uv 
tomaron  los  moros.  El  rey  fue  en  pos  del  hasta  Mar 
tos.  Allí  sucedió  una  cosa  muy  notaole  por  su  manda 
do  dos  hermanos  Carvajales,  Pedro  y  Juan,  fueron 
presos.  Acliacábanlesla  muerte  de  un  caballero  de  la 
casa  de  los^Beuavidesque  mataron  en  Paíencia  al  sa- 
lir del  palacio  real.  No  se  podia  averiguar  quien  fuese 
el  matador,  por  indicios  muchos  fueron  maltratados. 
En  particular  estos  caballeros,  oído  su  descargo,  fue- 
ron condenados  de  haber  cometido  aquel  crimen 
contra  la  magéstad ,  sin  ser  coavencidos  en  juicio- 
ni  confesar  ellos  el  delito:  cosa  muy  peligrosa  en  se- 
mejantes casos.  Mandáronlos  despenar  de  un  peñasco 
que  allí  hay,  sin  que  ninguno  fuese  parte  para  apla- 
car al  rey,  por  ser  intratable  cuando  se  enojaba,  y 
no  saber  refrenarse  en  la  saña.  Los  cortesanos  por 
saber  muy  bien  esta  su  condición  se  aprovechaban 
della  á  propósito  de  malsinar  y  derribar  á  los  que  se 
les  antojaba.  Al  tiempo  que  los  llevaban  á  ajusticiar, 
á  voces  se  quejaban  que  morían  injustamente  y  a 
gran  tuerto :  ponían  á  Dios  por  testigo ,  al  cielo  y  á 
todo  el  mundo:  decían  que  pues  las  orejas  del  rey 
estaban  sordas  á  sus  quejas  y  descargos,  que  ello» 
apelaban  para  delante  el  divino  tribunal ,  y  citaban 
ai  rey  para  que  en  él  pareciese  dentro  de  treinta  días. 

Estas  palabras  que  al  principio  fueron  tenidas  por 
vanas,  por  un  notable  suceso,  que  por  ventura  fue 
acaso ,  nícieron  después  reparar  y  pensar  diferente- 
mente. Ei  rey  muy  descuidado  de  lo  hecho,  se  partió 
para  Alcaudete  donde  su  ejército  alojaba:  allí  le  so- 
brevino una  enfermedad  tan  grande,  que  fue  forzado 
dar  la  vuelta  á  Jaén ,  bien  que  los  mores  movían 
práctica  de  entregar  la  villa.  Aumentábase  el  mal  de 
cada  día  ,  y  agravábase  la  dolencia  de  suerte  que  el 
rey  no  podia  por  sí  negociar.  Todavía  alegre  por  la 
nueva  que  le  vino  que  la  villa  era  tomada,  revolvía 
en  su  pensamiento  nuevas  conquistas,  cuando  un 

Í'ueves  que  se  contaron  siete  días  del  mes  de  setiem- 
bre ,  como  después  de  comer  se  retirase  á  dormir,  á 
cabo  de  rato  le  hallaron  muerto.  Falleció  en  la  flor  de 
su  edad  que  era  de  veinte  y  cuatro  años  y  nueve  me- 
ses, en  sazón  que  sus  negocios  se  encaminaban  prós- 
peramente. Tuvo  el  reino  por  espacio  de  diez  y  siete 
años, cuatro  meses  y  diez  y  nueve  dias,  y  fue  el 
Cuarto  de  su  nombre.  Entendióse  que  su  poco  orden 
en  el  comer  y  beber  le  acarrearon  la  muerte:  otros 
declan  que  era  castigo  de  Dios  porque  desde  el  día 
que  fue  citado ,  hasta  la  hora  de  su  muerte  (cosa 
maravillosa  y  estraordinaría)  se  contaban  precisa- 
mente treinta  dias.  Por  esto  entre  los  reyes  de  Cas- 
tilia  fue  llamado  don  Femando  el  Emplazado. 

Su  cuerpo  depositaron  en  Córdoba,  porque  á  causa 
de  los  calores  que  todavía  duraban,  no  pudo  ser  lle- 
vado á  Sevilla  ni  á  Toledo  do  tenian  los  enterramientos 
reales.  Acrecentóse  la  fama  y  opioion  susodicha, 
concebida  en  los  ánimos  del  vulgo,  por  la  muerte  de 
dos  grandes  príncipes,  que  por  semejante  razón  fa- 

(i)  También  en  ellas  se  propusieron  y  decretaron  macha* 
c(R»s  á  beneficio  del  pncblo. 


466 


BIBLIOTECA  OE  GASPAR  V   ROIG. 


Jlecieron  en  los  dos  años  próximos  siguientes:  estos 
fueron  Philipo  rey  de  Francia  y  el  papa  Clemente, 
ambos  citados  ñor  los  Templarios  para  delante  el  dir 
vino  tribunal  al  tiempo  que  con  fuego  y  todo  género 
de  tormentos  los  mandaban  castigar  y  perseguían 
toda  aquella  religión.  Tal  era  la  fama  que  coma ,  si 
verdadera  si  falsa»  no  se  sabe ,  mas  es  de  creer  que 
fuese  falsa :  en  lo  que  sucedió  al  rey  don  Fernando 
nadie  pone  duda.  No  se  sabe  lo  que  determinó  el  rey 
de  Aragón  sobre  la  diferencia  entre  los  reyes  de  Cas- 
tilla y  Portugal ;  bieo  se  entendía  empero  favorecía 
mas  al  Portugués ,  y  le  parecía  que  el  rey  don  Fer- 
nando no  tenia  razón ,  lo  cual  con  su  muerte  y  la 
turbación  de  los  tiempos  que  se  siguió  luego  en  Cas- 
tilla, prevaleció;  y  aquellos  pueblos  sobre  que  era  la 
diferencia,  se  quedaron  todavía,  y  estáuen  posesión 
y  debajo  del  tenorio  de  Portugal. 

CAPITULO  XIL 

0e  los  principios  del  reinado  de  don  Alonso  el  Onceno 

rey  de  Castilla. 

Por  la  muerte  del  rey  don  Fernando  se  siguieron 
en  Castilla  grandes  torbellinos  de  tempestades  y  dis- 
cordias civiles,  como  era  forzoso,  por  ser  el  rey  niño 
que  no  tenía  mas  de  un  año  y  veinte  y  seis  días :  lo 
mismo  que  estar  el  reino  sin  reparo  y  sin  gobernalle. 
Este  es  el  inconveniente  que  resulta  de  heredarse  los 
reinos:  mas  que  se  recompensa  con  otros  muchos 
bienes  y  provechos  que  dello  nucen,  como  lo  persua- 
den personas  muy  doctas  y  sabias :  si  con  razones 
aparentes  ó  con  verdad,  aquí  no  lo  disputamos.  Lue- 
go que  falleció  ei  rey,  alzaron  á  don  Alonso  su  hijo 
por  rey  de  Castilla  a  instancia  y  por  diligencia  del 
infante  don  Pedro  su  tío  que  estaba  en  Jaén ,  donde 
acudió  luego  que  AJcaudete  se  entregó.  Alzáronse 
allí  los  estandartes  reales  por  el  nuevo  rey  como  es  de 
costumbre,  y  el  infante  por  lo  que  hizo  movido  por 
la  obligación  y  fidelidad  que  debía,  adelante  fue  mas 
amado  de  todos,  y  las  voluntades  del  pueblo  le  que- 
fiaron  mas  aficionadas.  £1  niño  rey  estaba  á  la  sazón 
en  Avila :  nombraron  por  su  ava  jpara  crialle  y  dotri- 
nalle  á  Vataza  una  señora  nobilísima,  nieta  de  Teo* 
doro  Lascaro  emperador  aue  fue  de  Grecia,  que  vino 
de  Portugal  en  compañía  ae  la  reina  doña  Costauza  y 
por  su  ava.  Volvió  adelante  á  Portugal ,  allí  murió: 
yace  en  la  iglesia  Mayor  de  Coímbra,  con  su  letrero 
que  así  lo  reza. 

La  reina  doña  María  abuela  del  niño  residía  en 
Valladolíd  retirada  del  gobierno  sea  por  voluntad,  sea 
por  habérsele  quitado.  La  reina  dona  Costanza,  que 
acompañó  á  su  marido  cuando  fue  á  la  guerra ,  se 
hallaba  en  Martes,  cargada  de  tristeza,  luto  y  lá- 
grimas, como  la  que  peraió  su  marido  en  la  flor  de 
su  mocedad,  y  no  sabíalo  oue  sucedería  mas  adelante. 
El  infante  don  Juan  era  ido  á  Valencia,  don  Juan  de 
Lara  á  Portugal,  el  uno  y  el  otro  eu  desgracia  del  rey 
don  Fernando  por  disgustos  que  sucedieron  poco 
antes  de  su  muerte.  Era  forzoso  proveer  quien  ayu- 
dase á  la  tierna  edad  del  rey ,  y  de  presente  goberna^ 
se  las  cosas;  persona  que  fuese  señalada  en  valor  y 
nobleza.  Mucnos  se  entremetían  sin  ser  llamados.  Era 
negocio  peligroso  anteponer  uno  á  los  demás.  La  de- 
sordenada codicia  de  mandar  salía  de  madre  por  no 
señalarse  alguno  á  quien  los  demás  tuviesen  respeto: 
muchos  no  tenían  vergüenza  ni  temor  ni  cuenta  con 
las  cosas  divinas  ni  con  las  humanas  á  trueco  de  sa- 
lir con  su  pretensión.  Don  Alonso  señor  de  Molina 
Jiermano  úe  la  reina  doña  María,  el  infante  don  Felipe 
tío  del  rey,  y  don  Juan  Manuel  echaban  sus  redes 
para  apoderarse  del  gobierno,  bien  que  secretamente 
v  con  modestia.  Los  infantes  tío  v  sobrino ,  es  á  sa- 
per  don  Juan  y  don  Pedro  mas  á  ía  rasa.  Don  Pedro 
iba  mas  adelante  así  por  ser  el  deudo  mas  cercano 
|lel  rey;  como  por  la  afición  que  todos  le  tenían.  Don 


Juan  por  su  edad  era  mas  á  propósito ,  sino  fuera  de 
condición  inauíeta  y  mudabfe ,  tanto  que  á  mucboi 
pareció  nació  solamente  para  revolver  el  reino. 

No  se  vía  amor  ni  lealtad :  el  deseo  de  acrecentar 
cada  cual  su  estado  les  tenia  ocupadas  las  volunta- 
des. Las  reinas  por  ser  mujeres  no  eran  bastantes 
para  cosas  tan  graves,  bien  que  todos  entendían  su 
autoridad  y  favor  sería  de  gran  momento  á  cualquier 
ra  parte  que  se  arrimasen,  dado  que  no  se  concerta- 
ban entre  si ,  como  nuera  y  suegra.  Las  cosas  del 
Andalucía  quedaron  á  cargo  del  infante  don  Pedro: 
hizo  paces  con  el  rey  moro .  que  á  entrambas  partes 
estuvieron  bien ,  en  especial  que  el  infante  no  podía 
atender  á  la  guerra  por  estar  ocupado  en  sus  preten- 
siones. Por  otra  parte  Farranquen  señor  de  Málaga 
procuraba  vengar  la  cruel  muerte  del  rey  Alamar  no 
tanto  confiado  eu  sus  fuerzas ,  cuanto  en  la  mala  sa- 
tisfacción que  los  moros  tenían  con  su  rey  así  por 
otras  causas,  como  por  la  muerte  que  diera  á  su  her- 
mano. Asentada  pues  esta  confederación ,  el  infante 
don  Pedro  y  la  reina  doña  Costanza  comunicaron 
entre  sí  en  qué  forma  se  gobernaría  el  reino,  y  sobre 
la  crianza  del  rey.  Acordaron  de  ir  luego  á  Avila, 
con  esperanza  aue  los  ciudadanos  no  les  ganarían  su 
demanda ,  y  si  nicíesen  resistencia,  valerse  contra 
ellos  de  las  armas. 

Por  otra  parte  don  Juan  tío  del  rey  don  Femando, 
y  don  Juan  de  Lara  hicieron  entre  si  liga.  La  seme- 
janza de  las  costumbres  y  el  peligro  que  ambos  cor- 
rían, los  hacían  conformes  enias  voluntades.  Proca- 
raban  pues  con  todo  cuidado  y  diligencia  de  traer  á 
su  bando  á  la  reina  doña  María,  con  esperanzas  que 
le  darían  á  criar  su  nieto.  Don  Juan  de  Lara  fue  el 
primero  que  llegó  á  AvUa,  pero  no  pudo  íiaber  alas 
manos  al  rey,  porque  el  obispo  don  Sancho  le  metió 
dentro  de  la  iglesia  Mayor,  y  allí  se  hizo  fuerte  coa 
él  j  le  defendió.  Vinieron  luego  don  Pedro  y  la  reina 
dona  Costanza:  sucedióles  lo  mismo  queá  don  Juan 
de  Lara.  Tratóse  de  medios,  acordaron  que  el  rey  no 
se  entregase  á  ninguna  de  las  partes,  si  primero  en 
cortes  no  se  acordase  á  quien  se  debía  de  entregar. 
Sobre  que  esto  así  se  cumpliría,  todos  los  ciudada- 
nos de  Avila  se  hermanaron.  Dio  este  consejo  don 
Juan  de  Lara  con  esperanza  de  escluiral  infante  don 
Pedro.  luciéronse  cortes  del  reino  en  Palencia  á  b 
entrada  de  la  primavera :  torpes  sobornos,  grandes 
cautelas  y  trazas.  Los  que  mejor  sentían,  nombraban 
á  don  Pedro  y  á  la  reina  doña  María  su  madre,  que 
mucho  inclinaba  en  favor  de  su  hijo  para  el  gobierno 
del  reino.  Otros  anteponían  á  don  Juan  y  á  la  reina 
doña  Costanza,  que  por  mañas  del  bando  contrario 
estaba  ya  encontrada  con  el  infante  don  Pedro.  De 
aquí  nació  ocasión  de  nuevos  alborotos.  Los  grandes 
y  las  ciudades  andaban  muy  desconformes,  y  cada 
cual  seguía  diverso  parecer,  y  por  un  gobierno  te- 
nían dos :  triste  y  miserable  estado. 

Don  Pedro  confiado  en  su  poder ,  v  en  la  benevo- 
lencia y  favor  que  el  vulgo  le  mostraba,  y  en  la  ayuda 
que  de  fuera  le  podría  venir,  hizo  avenencia  con  don 
Juan  Manuel  desta  manera :  aue  si  salía  con  la  em- 
presa ,  le  dejaría  el  gobierno  ae  los  reinos  de  Toledo 
y  de  Murcia ,  así  se  ponía  en  almoneda  el  mando  y  la 
magestad  del  reino  era  tenida  por  cosa  de  burla.  Fue- 
se a  ver  con  el  rey  de  Aragón  su  suegro  á  Calatayud 
al  principio  del  año  de  i3í3.  Cuéntale  por  estenso 
los  engaños  de  los  contrarios,  sus  cautelas  y  mañas, 

Ír  el  peligro,  si  esta  disensión  pasaba  adelante ,  aue 
orzosamente  pararía  en  guerra  perjudicial;  que  de- 
bía moverse  por  su  justa  demanda,  y  favorecer  á  su 
yerno,  mayormente  en  cosa  tan  puesta  en  razón.  Así 
de  consentimiento  de  los  dos  nespacliaron  á  Miguel 
Arbe  por  embajador  al  rey  de  Porlugal ,  por  ver  si 
con  su  autoridad  se  refrenasen  las  pretensiones  ue 
los  reboltosos,  y  pudiesen  hacer  que  el  ^bierno  del 
reino  quedase  en  poder  del  infante  don  Pedro»  y  que 


HISTORIA     OE    ESPAÑA. 


407 


á  la  reina  dona  Cosianza  se  le  encbrgase  el  cuidado 
de  críar  su  hijo  :  que  desta  forma  les  parecía  se  sa* 
tísfacia  á  las  parte?.  Los  ciudadanos  de  Avila ,  que 
eran  tanta  parte  en  este  negocio ,  no  se  llegaban  con 
calor  á  ninguna  de  las  partes  :  á  ambas  lienchian  de 
esperanzas  unas  veces ,  otras  amenazaban  con  mie- 
dos. Finalmente  vinieron  ¿  seguir  el  partido  de  don 
Pedro  y  de  la  reina  doña  Maria  su  madre.  Esto  agra- 
dó á  los  mas  principales  de  la  ciudad  y  al  pueblo,  con 
tal  condición  que  no  sacasen  al  rey  de  la  ciudad. 

En  este  tiempo  Azar  rey  de  Granada  fue  forzado  á 
retirarse  dentro  delaAlhambra  por  miedo  de  los  ciu- 
dadanos que  se  rebelaron  contra  él.  Ismael  hijo  de 
Farraquen  fue  el  autor  de  esta  rebelión  y  el  capitán. 
El  infante  don  Pedro  que  se  hallaba  en  Sevilla,  movi- 
do de  la  injuria  que  se  hacia  al  rey  de  Granada  su 
aliado ,  y  del  peligro-que  corría,  pospuesto  todo  lo  al, 
determinó  de  ir  allá.  Llegó  tarde ,  ya  que  las  cosas 
estaban  perdidas,  poraue  Azar  vino  á  concierto  con 
su  enemigo ,  en  que  nizo  deíacion  del  reino  y  del 
nombre  de  rey  cou  retención  deGuadixpara  su  habi- 
tación ;  ciudad  puesta  en  los  deleitosos  campos  y 
bosques  de  los  turdulos,  pueblos  antiguos  de  Espa- 
ña. Verdad  es  que  el  infante  ya  que  no  le  pudo  favo- 
recer en  tiempo ,  procuró  vehgalle ,  porque  tomó  á 
los  moros  un  caslillo  muy  fuerte  en  la  comarca  do 
Granada  llamado  Rute:  hizo  otrosí  grandes  correrías 
por  toda  aquella  campaqa.  Habia  reinado  Azar  cuatro 
anos  y  siete  meses  cuando  fue  despojado  de  aquel 
estado:  mas  dichoso  y  mas  modcstocn  el  tiempoque 
reinó  su  Fiermano ,  quo  en  el  que  él  mismo  tuvo  el 
mando.  Sucedióle  su  competidor  Ismael,. hijo  de  su 
hermana  y  de  Farraquen. 

Con  la  toma  de  Rute  el  crédito  del  infante  don  Pe- 
dro se  aumentó  mucho,  y  ganó  grandemente  las  vo- 
luntades de  todos^  por  acabar  en  tres  dias  con  lo  que 
los  reyes  pasados  no  pudieron  salir,  que  era  ganar 
aquella  fuerza  que  muchas  veces  acometieron  á  to- 
mar. No  pasó  adelante  en  la  guerra  de  los  moros  por 
las  revuelta^  que  dentro  del  reino  andaban,  á  que  era 
forzoso  acudir  sin  cuidar  mucho  de  las  cosas  de  fue- 
ra. Los  grandes  del  reino  y  ios  procuradores  de  las 
ciudades  se  juntaron  en  el  monasterio  deSahagun 
por  ver  si  podrían  concordar  aquellos  debates.  Du- 
rante Ja  congregación  y  junta  la  reina  doña  Costanza 
por  el  mes  ae  noviembre  pasó  desta  vida.  Fue  gran 
parte  fm  su  muerte  la  pesadumbre  que  tenia  de  ver 
á  su  hijo  fuera  de  su  poder ,  y  la  necesidad  y  pobreza 
que  padecía ,  tan  grande  que  para  pagar  sus  deudas 
y  el  gasto  de  su  casa  atin  el  oro  y  jovas  que  tenia  para 
su  persona ,  no  bastaban ,  como  ella  misma  lo  de- 
claró en  el  testamento  que  otorgó  á  la  hora  de  su 
muerte. 

La  falta  de  la  reina  doña  Costanza  obró  que  se  pu- 
dieron encaminar  mejor  los  negocios  á  causa  que  el 
infaute  don  Juan  desamparado  que  se  vio  des  te  arri- 
mo, acudió  á  la  reina  doña  María  y  á  su  hijo  el  infan- 
te don  Pedro.  Concertáronse  en  esta  forma:  que  la 
crianza  del  rey  estuviese  á  cargo  de  la  reina  su  abue- 
la :  los  infantes  gabernasen  el  reino ,  cada  cual  en 
aquella  parte  y  aquellas  ciudades  que  le  siguieron  en 
las  cortes  que  poco  antes  se  tuvieron  en  la  ciudad  de 
Patencia:  manera  de  gobierno  bien  estraordinaria, 
y  sujeta  á  grandes  inconvenientes ;  pero  era  forzoso 
conformarse  con  el  tiempo  y  llegar  hasta  lo  que  las 
cosas  daban  lugar.  Al  rey  llevaron  á  Toro ,  ciudad 
muy  apacible  y  de  cielo  muy  saludable.  Lo  oue  prin- 
cipalmente pretendieron,  fue  sacalle  de  pooer  de  los 
de  Avila,  y  vengarse  de  las  afrentas  que  á  todos  an- 
tes hicieron.  Corria  á  esta  sazón  el  año  de  1311 
cuando  en  eJ  reino  de  Toledo  se  despertaron  nuevos 
alborotos  y  bandos,  y  aun  donde  quiera  se  cometían 
mil  maldades,  robos,  fuerzas  y  muertes:  grande  era 
la  avenida  de  miserias ,  sin  que  hubiese  fuerzas  bas- 
tantes para  atajar  tantos  daños.  Acordaron  buscar 


otra  mejor  manera  de  gobierno:  juntaron  cortes  en 
Burgos  (1),  en  quo  se  determinó  que  el  gobierno  su- 
premo del  reino  estuviese  en  poder  del  consejo  real, 
al  cual  se  suele  apelar  de  todos  los  tribunales  con  las 
mil  y  quinientas ,  que  ha  de  pagar  e!  que  apela  en 
caso  que  sea  condenado:  oraenuron  otrosí  que  el 
consejo  siguiese  siempre  la  corte  do  quiera  que  el 
rey  y  la  reina  estuviesen:  que  los  dos  infuntes  de- 
terminasen los  negocios  de  menor  cuantía,  sin  dalles 
facultad  para  enajenar  las  rentas  reales ,  ni  poJer 
nombrar  otro  en  su  lugar ,  caso  que  alguno  ae  los 
tres  infantes  y  reina  falleciesen. 

A  la  misma  sazón  fallecieron  de  su  enfermedad 
tres  grandes  personajes,  es  á  saber  don  Pedro  her- 
mano de  la  reina,  que  murió  poco  antes  destc  tiem- 
po, y  don  Tello  su  hijo,  que  venia  á  gran  priesa  para 
hallarse  en  las  cortes.  En  las  mismas  cortes  falleció 
sin  hijos  don  Juan  Nuñez  de  Lara  mayordomo  que  á 
la  sazón  era  de  la  casa  real;  el  cargo  por  su  muerte 
se  proveyó  á  don  Alonso  hijo  del  infante  don  Juan* 
Tenía  don  Juan  Nuñez  de  Lara  una  hermana  por 
nombre  doña  Juana,  que  casó  con  don  Fernando  do 
la  Cerda:  deste  matrimonio  nacieron  dos  hijos,  que 
fueron  doña  Blanca  y  don  Juan  de  Lara ,  que  tomó 
este  apellido  porque  linalmente  heredó  el  estado  de 
la  casa  de  Lara.  Esto  en  Castilla.  El  rey  de  Aragón 

Cor  el  mes  de  noviembre  envió  á  Alemana  á  doña  Isa- 
el  su  hija,  que  tenia  concertada  con  Fedcricoduque 
de  Austria,  para  que  se  efectuase  el  casamiento ,  al 
cual  á  la  sazón  los  tres  electores,  el  de  Colonia  ,  el 
de  Sajonia  y  el  Palatino,  nombraran  por  rey  doro- 
manos,  los  otros  tres  electores  señalaron  á  Ludovíco 
Bavaro:  á  estos  se  llegó  Winceslao  rey  de  Bohemia. 
Por  donde  este  partido  pareció  tener  mejor  derecho, 
por  lo  menos  tuvo  mas  dicha :  en  una  batalla  que  se 
dio  de  poder  á  poder,  venció  y  prendió  á  su  compe- 
tidor. Mas  este  Ludovico  se  hizo  adelante  muy  abor* 
recible  por  perseguirá  los  pontífices  romanos,  y  en 
prosecución* desto  elegir  un  nuevo  y  falso  papa  ,  de 
que  resultaron  grandes  males. 

CAPITULO  XI». 
Del  príncipío  que  tuvieroo  los  turcos. 

Tema  por  este  tiempo  el  imperio  de  Grecia  Andró- 
nico  hijo  de  Miguel  Paleólogo ,  hombre  impío  y  mal 
cristiano,  ca  renunció  la  santa  fe  católica  romana 
que  los  griegos  de  común  consentimiento  recibieran 
los  años  pasados.  Pasó  en  esto  tan  adelante  que  pu- 
blicó á  su  padre  por  descomulgado ,  y  no  permitió 
que  á  su  cuerpo  diesen  sepultura  y  le  hiciesen  las 
honras  acostumbradas:  tal  fue  el  principio  que  dio  á 
su  imperio,  desdichado  y  desgraciado.  El  odio  que 
con  los  romanos  tenia  era  tan  grande  que  no  eran 
tenidos  por  legítimos  los  matrimonios  que  se  hacían 
entre  griegos  y  latinos,  si  la  una  de  las  partes  no  re- 
nunciaba la  creencia  de  sus  antepasados.  Muchos 
por  ser  católicos ,  que  era  tenido  por  el  mas  grave 
delito ,  hacia  condenar  por  herejes.  Fue  castigo  del 
cielo  que  en  este  mismo  tiempo  los  turcos  comenza- 
ron á  tener  nombre :  gente  hasta  entonces  no  cono- 
cida^adelante  muy  encumbrada  por  nuestras  pérdidas 
y  danos  que  de  ellos  se  han  recibido  muy  grandes  y 
ordinarios  mas  por  el  descuido  de  los  príncipes  (que 
pudieran  al  principio  atajar  el  fuego)  que  por  su  va- 
lor y  industria. 

En  aquella  parte  de  Scythia  por  do  corre  el  rio 
Volga  tuvo  antiguamente  esta  gente  su  asiento.  De 
alli  unirán  número  se  derramó  en  las  partes  de  Euro- 
pa el  ano  del  Señor  de  setecientos  y  sesenta.  Tuvie- 
ron una  batalla  con  los  húngaros,  gente  entonces 
muy  poderosa»  en  la  cual  como  quedasen  muy  mal- 

(I)  Se  celebraron  en  el  aoo  1315. 


ACt  BIBLIOTECA   DE 

traiados,  se  retiraron  d  Asia  couTídados  de  la  fertili- 
dad de  la  tierra  y  del  poco  talor  de  los  naturales,  ca 
los  deleites  y  regalo  los  tenían  muy  estragados.  En 
aquella  tierra  los  turcos  se  hicieron  fuertes  en  tas 
montaüas ,  con  cuya  aspereza  mas  que  con  las  armas, 
se  mantuvieron  l.irgo  tiempo.  Su  nombre  no  era  muy 
conocido,  ni  tuvieron  caudillo  muy  señalado.  Sus- 
lenlibanse  de  robos  y  correrlas:  en  las  guerras 
asentaban  al  sncliio  de  la  parte  que  les  hacia  mejor 
partido,  cuandulos  principes  comarcanos  los  convi- 
daban para  ayudarse  deiios ,  en  especial  acudían  al 
soldando  Egipto.  Fuera  muy  fácil  desliacellos,  ni 
alguno  tuviera  cela  del  bien  común;  pero  lo  pasado 
mas  se  puede  llorar  que  emendar. 

lün  la  puemí  de  la  Tierra  Santa  que  emprendió  Jo- 
frede  Bullón  principe  señalado  en  valor  y  religión, 
comenzaron  los  turcos  á  ganar  aleuoa  fama  por  las 
rolaí  que  dieron  y  recibieron  muchas  veces  (jue  con 
los  íielcs  vinieron  i  las  manos.  Estaban  divididos 
debajo  de  muchos  señores  j  caudillos  hasta  tanto 
que  en  tiemblo  del  emperador  Andrónico  un  cierto 
tJthoman  hijo  de  Zico,  hombre,  hicn  quede  baja 
suerte,  degriinücs  Tuerzas  y  ánimo, coudarla muer- 
tea  muchos  de  aquellos  señores,  y  maltratará  otros, 
se  hizo  señor  de  todos  los  turcos  que  andaban  des- 

farcidos  á  manera  de  alarves.  Este  fue  el  primer 
iindadordel  imperio  de  los  turcos  tan  estendido  en 
nuestro  tiempo,  y  de  quien  la  familia  de  los  Othoma- 
nos  tomó  esie  npellMo.  Deste  por  continua  sucesión 
traen  su  descendencia  aquellos  emperadores;  en  que 
los  hijos  muchas  veces  han  heredado  el  estado  de  los 
padres,  por  lo  menos  los  hermanos  se  ban  sucedido 
uno  á  otro,  como  se  ve  por  el  árbol  desu  genealogía 
^ue  pareció  poner  en  este  lugar. 

Oliioman  tuvo  liíjo  que  le  sacedid  en  el  imperio 
por  nombre  Orcanes,  al  cual  sucedió  su  hijo  Amura- 
les:  á  estH  Bayacete  su  hijo,  muy  nombrado  por  la 
jornada  qne  tuvo  con  e!  Taborlan,  y  por  su  grande 
desgracia ,  que  Üie  vencido  y  preso  eo  aquella  bata- 
lla. Bayacete  tuvo  un  hijo  por  nombre  (¿laplno  que 
le  sucedió,  y  A  Calapipo  dos  hjjos  suvos  uno  en  pos 
de  otro ,  que  se  llamaron  el  pnmera  HoiEés ,  el  se- 
gundo Úaliomad:  hija  deste  Uahomad  fueAmurates, 
aquel  que  cansado  de  las  cosas  del  mundo  renuncid 
el  imperio ,  y  se  retiró  á  hacer  vida  sosegada  en  lo 
mejor  do  su  edad  y  cuando  su  imperio  llegaba  á  la 
cumbre;  cosa  que  le  dio  mas  nombradla  que  todas 
las  otras  hazañas  que  acabó,  bien  que  fueron  muy 
grandes:  bienaventurado  si  por  la  verdadera  j  cató- 
lica religión  menospreciara  las  riquezas  y  grandeza 
de  aquel  esUdo.  En  lugar  de  Amurates  fiíe  puesto 
su  hijo  Hahomad ,  el  que  pasados  mas  de  cien  años 
adelante  deste  en  que  vamos,  se  apoderó  por  fuerza 
de  armas  de  la  ^n  ciudad  de  Constantinopla.  A 
Mahomad  sucedió  Biyacele :  luego  Settm :  tras  este 
Solimán:  después  oiro  Selim;  úlümamente  Amora- 
les, y  otro  SeKm.r  al  presente  Mahomad ,  abuelo, 
padre  v  hijo  que  por  su  orden  heredaron  aquel  im- 
perio. Desta  manera  y  por  estos  grados  j  de  tan  flacos 
principios  se  ha  estendído  el  imperio  de  los  turcos, 
acrecentado  y  engrandecido  pordescuido  y  poquedad 
de  los  nuestros,  mayormente  por  las  discordias  que 
entre  si  han  lenñio,  sin  saberse  conformar  ni  juntar 
las  fuerzas  contra  e)  común  enemigo  de  la  cris- 
tiandad. 

CAWTULO  XIV. 
Que  los  catalanes  acoroeiieTon  el  imperio  de  Grecia. 

Lli!í;o  que  los  tarcos  se  bobierou  enseííoreado  do 
gran  parte  de  la  Asia  Menor,  comenzaron  á  poner 
sus  pensamientos  en  In  de  Europa,  y  en  la  Rumania, 
que  antiguamente  se  llamó  Thracía.  Enfrenólos  por 
algún  tiempo  y  reprimió  sus  intentos  el  estrecho  del 
mar  aledaño  destas  dos  provincias:  que  por  lo  demás 


ios  griegos  estaban  Un  sin  fuerzas  y  ánimo  que  ^ici^ 
mente  pudieran  salir  con  su  pretensión :  los  regalos 
y  deportes  detodaasuertestenian  abatido  el  valor  de 
aquella  gente.  En  ¡a  pai  eran  revoltosos,  blisooibu 
largo;  pero  para  la  guerra  eran  muy  flacos :  propias 
condiciones  de  gente  cobarde.  Considerado  pues  el 
gran  peligro  que  las  cosas  corrían ,  el  emperador 
Andrónico  determinó  de  ampararse  á  ri  y  á  su  impe- 
rio ,  y  valerse  de  ayudas  y  socorros  de  fuera.  Los  ca- 
talanes después  que  se  asentó  en  Silicia  la  pti  entre 
los  príncipes,  según  arriba  queda  contado ,  por  no 
sufru-  el  reposo  como  gente  acoaturobrada  áaiidir 
siempre  en  la  guerra ,  dieron  en  ser  cosarios  por  el 
mar,  y  en  esto  se  ejercitaban. 


SoMado  (lUliii  lid  ti(ls  I  til. 

t'ue  llamado  de  Grecia  Rugier de  Brindei,  el  pna- 
oipal  capitán  de  los  catalanes,  debajo  de  grandes 
promesas  (|ue  aquel  eipperador  le  hiio.  Era  exte  vi- 
rón muy  insigne  en  el  arte  militar,  y  que  tenia 
adquirida  gran  fama  por  sus  grandes  proezas.  Traía 
su  origen  de  Alemania,  su  padre  Ricardo  Floro,  fa- 
miliar y  continuo  del  emperador  Federico:  tavo  ea 
Brinde!  muchas  posesiones ,  j  en  servicio  de  Cm- 
díno  fae  muerto  en  la  batalla  de  Uanfredonía.  So 
hijo  fue  primero  caballero  de  la  orden  de  losTemph- 
rios,  después  sirvió  «  don  Fadrique  rey  de  Sidli»  eo 
las  guerras  pasadas,  en  que  mostró  su  esfaeruT 
valentía  en  muchas  ocasiones,  y  ganó  famaygloris 
de  guerrero,  y  su  nombre  fue  conocido  auncercade 
los  extranjeros.  Con  licencia  pues  de  su  rey  fas  il 
llamado  de  los  griegos  á  Constantinopla  con  u»  ir^ 
mada  de  treinta  y  ocho  velas ,  en  que  se  coniibtB 
diez  y  ocho  galeras,  mil  y  quinientos  caballnsy  hssla 
cuatro  mil  infantes :  pequeño  cjírcito  para  tan  gntt- 
de  empresa ;  pero  lodos  eran  de  estremado  valor, 
soldados viejosde  grande espen'encia.  y  losquenaO' 
tuvieron  todo  el  peso  de  la  guerra  de  Sicilia  j  ganaron 
tantas  victorias. 

Llegada  que  fue  esta  armada  i  ConstantÍDopÍ>. 
dieron  íRugier  por  mujer  nna  hija  delempendor  de 


HISTORIA 

Zaora  j  de  ddb  hermina  de  Andrdnico,  j  el  primer 
lugar  j  autoridad  despuet  del  eu)pertdúr;aiÍBdiéronle 
á  esto  titulo  y  nombro  de  gran  capital ,  i^ue  tiaina- 
baa  Megadaóue.  Con  estos  halagos  gaDoron  las  tot 
lunlades  de  los  catalaDea,  eac  en  dieron  sus  ánimas 
en  deseo  de  verse  ya  con  los  eaemi^os ;  pasaron  con 
■a  armada  lo  mas  cercano  de  la  Asta.  Éa  la  primera 
batalla  qne  dieron ,  pasaron  á  cuchillo  tres  mil  hom- 
bre! de  á  caballo  de  los  turcos  y  diei  mil  infantes. 


DK   EÍPA^A.  109 

Tras  esto  en  la  Phrygía  ;  en  la  Ueonia  donde  se 
adelanlaron  ,  tuvieron  otro  eocnenlrocon  los  tarcoi 
jnntoáFiladelBs,  ciudad  señalada  por  el  río  Pactólo 
que  con  hermosas  y  deleitables  riberas  la  ríega :  su- 
cedióles tan  prúsperamente  como  en  la  batalla  pasa- 
da ,  no  Tue  menor  el  estrago  j  matanza  de  los  enemi- 
508.  Finalmente  junto  á  Dama  ciudad  de  la  provincia 
e  Cilicía  no  lejos  de  la  nombrada  Eleso ,  en  el  es- 
trecho del  monte  Tauro  quo  llaman  Puerta  de  Hierro, 


Ciballtrg  de  li  Bsais. 


trabaron  una  batalla  con  los  turcos  con  el  mismo  ts- 
íuerxo  y  ventura. 

Estas  virtorías  de  presente  muy  Eeñaindas  para 
adelante  fueron  muy  provechosas  ,  porque  íe  mejo- 
raron de  armas  de  cabalins  j  dineros  de  que  se  ha- 
llaban necesitados.  La  fama  que  ganaron  fue  grande, 
tanto  que  los  naturales  cobraron  esperanza  dedestruir 
por  su  medie  aauella  n;ic¡on  de  turcos ,  y  poner  la 
cristiana  en  su  libertad.  Verdad  es  que  ú  mala  co- 
yuntura falleció  el  suegro  de  Bugier  ,  por  cuva 
muerte  los  hijos  del  difunto  fueron  despojados  áel 
esUdodeaiipdre  por  nn  tio  suyo,  que  se  apoderó 


injustamente  por  fuerza  de  aquel  imperio :  Eslo  puso 
en  necesidad  i  Rugier  de  dar  Ja  vuelta ,  mayormente 
que  el  emperador  Andrdnií^o  le  mandaba  tornar.  Con 
su  venida  en  breve  sosegó  aquella  tempestad  muy  á 
su  gusto  :  para  (Eto  y.  para  todo  el  progreso  de  la 

fiuerra  hizo  mucbo  al  caso  Berenguel  Énlenza ,  ca ba- 
lero catalán,  el  cual  s.'ibidalo  que  en  Levante  pasa- 
ba, acudióconlrecieiiloa  hombres  de  í  caballo  y  mil 
infantes ,  toda  gente  escogida.  Diéronle  luego  titulo 
de  gron  capitán,  y  á  Rugier  nombre  de  Císar,  que 
era  la  dignidad  de  mayor  autoridad  en  tiempo  de  paz 
y  de  guerra ,  que  en  aquel  imperio  se  podía  dar  drs- 


470 


DIBLIOIECA   DE  GASPAR   V  HOÍG. 


pues  del  mismo  emperador :  tan  grande ,  que  no  la 
dieran  á  nadie  por  espacio  de  cuatrocientos  años. 

Hasta  aqui  todo  procedía  muy  prósperamente,  si 
la  fortuna  ó  desgracia  supiera  estar  queda  sin  dar  la 
vuelta  que  suele  de  ordinario.  Fue  así  que  los  griegos 
tomaron  ocasión  de  aborrecellos  así  bien  por  envidia 
destas  preeminencias  que  les  dieron ,  como  porque 
los  soldados  que  invernaban  en  Galípoli ,  comeuzaron 
á  alborotarse  con  color  que  no  les  pagaban.  Derra- 
mábanse por  la  comarca ,  cometían  robos ,  violencias 
7  adulterios,  todo  lo  ensuciaban  con  maldades  en 
gran  daño  de  la  tierra  y  peligro  suyo  y  de  sus  capita- 
nes. La  indignación  que  aesto  concibió  el  emperador, 
fue  grande:  para  vengarse  procuraron  que  Rugier 
viniese  á  Andrianópoli  con  muestra  de  querer  comu- 
nicar con  él  cosas  de  grande  importancia.  Llegado 
que  fue ,  descuidado  de  semejante  traición ,  le  mata- 
ron sin  respecto  de  sus  muchas  hazañas :  asi  es ,  mas 
fuerza  tiene  una  injuria  para  mover  á  venganza  que 
muchos  servicios  para  sosegar  el  disgusto,  porque  la 
obligación  nos  es  carga  pesada .  la  venganza  descar- 
gado cuidados;  además  que  ordinariamente  los  gran- 
des servicios  se  suelen  recompesar  con  alguna  no- 
table deslealtad. 

Muerto  que  fue  Rugier ,  grande  multitud  de  griegos 
se  puso  sobre  la  ciudad  de  Galípoli:  los  catalanes  se 
defeniUeron  con  gran  valor ,  y  no  contentos  con  esto, 
ganaron  de  los  contraríos  muchas  victorias ,  particu- 
larmeote  en  una  batalla  les  degollaron  seis  mil  de  á 
caballo  y  veinte  mil  infantes,  los  demás  huyeron: 
ganáronles  los  reales ,  cosa  maravillosa ,  y  que  apenas 
se  pudiera  creer,  si  Ramón -Mon tañer  que  se  halló 
en  estos  hechos,  no  lo  aGrmara  en  su  htstoría  como 
testigo  de  vista.  Pasó  tan  adelante  B^renguel  Entenza 
en  vengar  la  muerte  de  Rugier ,  que  llegó  con  su  ar- 
mada á  vista  de  Constantinopla  :  taló  aquellas  mari- 
nas, hizo  robos  de  ganados ,  mató  cuantos  se  le 
pusieron  delante ,  pusofue^o  á  las  alquerías  y  cortijos 
de  aquella  ciudad.  A  Calojuan  hijo  del  emperador 
Andronico ,  que  le  salió  al  encuentro ,  venció  y  des- 
barató en  una  batalla.  Llevaban  los  catalanes  con 
tanto  muy  bien  encaminados  sus  negocios.  En  esto 
una  armada  de  ginoveses  debajo  la  conducta  de  Eduar- 
do Doria  llegó  á  aquellas  partes ,  que  fue  causa  que 
el  partido  de  los  griegos  se  mejorase,  y  empeorase 
el  de  los  catalanes.  Con  muestra  de  amistad  y  confe- 
deración los  ginoveses  se  apoderaron  de  la  armada 
catalanay  prendieron  á  su  general  Eotenza ,  digno  al 
parecer  de  aquella  desgracia  por  haber  llamado  á  los 
turcos  en  so  favor ,  cosa  que  siempre  se  ha  tenido 
por  fea  entre  los  cristianos. 

Quedaba  Roberto  de  Rocafort  que  estaba  en  guar- 
da de  Galípoli,  con  cuyo  amparo  y  debajo  de  su  go- 
bierno los  catalanes  haciau  grandes  correrías,  gana- 
ban muchas  victorias  así  de  los  griegos,  como  de  los 
ginoveses.  Ensoberbecido  Rocafort  con  estos  sucesos 
no  quería  reconocer  á  ninguno  por  superior  :  come- 
tía todo  género  de  maldades  sin  que  nadie  le  fuese 
á  la  mano.  Entenza  después  que  á  cabo  de  mucho 
tiempo  fue  puesto  en  libertad  ,  acudió  á  Gataluña 
donae  vendidos  muchos  lugares  heredados  de  su  pa- 
dre, con  el  dinero  que  allegó,  aprestó  una  armada 
en  que  otra  vez  pasó  en  (irecia.  Llegado  que  fue, 
Rocafort  no  le  quiso  reconocer  por  superior ,  de  que 
resultaron  entre  ellos  discordias,  y  armarse  el  uno  al 
otro  celadas.  Sabido  el  peligro  que  las  cosas  corrían 
por  las  discordias  destos  dos  capitanes,  el  rey  de  Sici-' 
lia  don  Fadrique ,  por  cuyo  orden  pasaron  primera- 
mente á  Levante ,  envió  á  don  Fernando  hijo  menor 
del  rey  de  Mallorca  para  si  por  ventura  con  su  auto- 
ridad y  buena  maña  pudiese  concertar  acuellas  dife- 
rencias. Poco  aprovechó  esta  diligencia  :  solo  les 
persuadió  que  pues  la  comarca  de  Galípoli  la  tenían 
destruida,  juntadas  sus  fuerzas^  marchase  la  vuelta 
d'j  Ñapóles,  ciuddd  que  es  de  la  Thracia  á  los  confi- 


nes de  Macedonia^  muy  principal  por  su  fertilidad  y 
por  dos  caudalosos  ríos  que  junto  á  cHa  pisan ,  es  á 
saber  Neso  y  Eslrimon. 

En  iste  camino  los  dos  capitanes  vinieroo  á  las 
roanos  :  Berenguel  Entenza  fue  muerto  en  la  pelea 
con  otros  muchos.  Al  infante  don  Fernando  fue  for- 
zoso dar  la  vuelta  á  Sicilia.  En  el  camino  fue  preso 
junto  á  la  isla  de  Negropote  por  ciertas  galeras  fran- 
cesas que  por  allí  andaban.  Gon  esta  armada  puso 
confederación  Rocafort ,  como  el  que  tenia  entendido 
no  podía  alcanzar  perdón  de  los  aragoneses  ni  de  los 
sicilianos.  Mas  era  tanta  su  soberbia ,  que  pucf  ta  esta 
amistad ,  menospreciaba  á  los  franceses  y  hacia  de- 
Uos  poco  caso.  Por  esta  causa  prendieron  á  él  y  á  uo 
hermano  suvo ,  y  vueltos  á  Italia ,  los  entregaron  eo 
poder  de  Roberto  rey  de  Ñapóles  su  capital  enemigo, 
y  él  los  mandó  encerrar  en  Aversa.  Allí  ostuvieron 
con  buena  guarda  hasta  tanto  que  del  mal  tratamiento 
murieron  :  castigo  muy  merecido  por  sus  maldades. 
Don  Fernando  de  Mallorca  andaba  mas  libre ,  porque 
su  prisión  no  era  tan  estrecha ,  y  poco  después  á  ins- 
tancia de  los  reyes  de  Aragón  y  Sicilia  fue  pue«to  en 
libertad :  lle^ó  á  Mecina ,  donde  casó  con  doña  Isabel 
nieta  de  Luis  el  postrer  príncipe  de  la  Morea ,  fran- 
cés de  nación ,  y  que  poco  autes  falleció  sin  dejar 
hijo  varón. 

Partidos  que  fueron  de  Levante  los  franceses,  los 
catalanes ,  aue  todavía  quedaban  algunos ,  por  do 
quiera  que  ioan ,  todo  lo  asolaban.  Sucedió  que  Gual- 
tero  de  Breña  duque  de  Atenas,  del  linaje  de  k» 
franceses ,  tenia  guerra  con  algunos  señores  comar- 
canos: este  convidó  á  los  catalanes  para  que  le  ayu- 
dasen :  poco  les  duró  la  amistad  :  con  color  que  no 
les  pagaba,  se  amotinaron,  y  en  cierta  refriega, 
muerto  el  duque ,  con  la  mi^ma  furia  se  apoderaron 
de  la  ciudad  y  la  pusieron  á  saco ;  verdad  es  que  el 
nombre  del  duque  de  aquella  ciudad  reservaron  para 
don  Fadrique  rey  de  Sicilia.  Deseaban  ^ueles  acudií^ 
se ,  como  los  que  sabían  muy  bien  el  rie«go  que  cor- 
rían si  no  les  venia  socorro  de  otra  parte.  Aceptó 
Eues  el  rey  don  Fadrique  aquella  oferta ,  y  envió  go- 
ernadores  para  las  ciudades  y  capitanes  para  la 
guerra ,  que  todavía  se  continuó  con  diversos  trances 
que  sucedieron.  Este  estado  mandó  él  después  en  su 
testamento  á  don  Guillen  su  hijo  menor ,  á  este  suce- 
dió don  Juan  su  hermano ,  á  don  Juan  don  Fadriqut; 
su  hijo ;  por  cuya  muerte ,  que  falleció  sin  dejar  su- 
cesión ,  recayó  este  principado  en  el  rey  de  Sicilia 
don  Fadrique ,  bisnieto  del  primer  don  Fadrique  por 
cuyo  mandado  fueron  los  catalanes  á  Grecia  la  pri- 
mera vez. 

De  aquí  los  reyes  de  Aragón  se  intitulan;  como 
reyes  que  son  de  Sicilia  du7Ucs  de  Atenas  v  Neco- 
patría  hasta  nuestra  edad :  estados  de  título  solo  y 
sin  renta.  Fue  esta  guerra  muy  señalada  por  el  es  • 
fuerzo  de  los  soldados ,  por  las  batallas  que  se  dieron, 
por  los  diversos  trances  y  sucesos ,  Analmente  por  los 
muchos  años  que  duró ,  que  llegaron  á  doce  no  me- 
nos. Gosa  maravillosa ,  que  se  pudiese  mantener  tan 
poca  gente  tan  lejos  de  su  tierra,  rodeada  de  tantos 
enemigos ,  y  dividida  entre  sí  con  parcialidades  y 
bandos  perpetuos.  Esto  movió  al  papa  Glemente  para 
que  el  mismo  año  que  falleció ,  escribiese  al  rey  de 
Aragón  muy  apretadamente  forzase  á  los  catalanes 
por  sus  edictos  á  salir  de  Grecia.  Hizo  instancia  sobre 
esto  á  ruego  de  Garlos  do  Valoes  que  poseía  en  la  Mo- 
rea algunas  ciudades  en  dote  con  su  mujer ,  demás 
de  las  lágrimds  y  quejas  ordinarias  que  le  venían  de 
los  naturales  de  aquella  tierra ,  que  se  quejaban  y 
plañían  ser  maltratados  con  todo  género  do  molestias 
ellos  y  sus  haciendas ,  hijos  y  mujeres  por  uo  pe- 
queño número  de  lactroDcs,  gente  ^nak  y  des- 
mandada. 


BSTOftU^  DE  ESPA.^A. 


CAPITULO  XV. 

Bel  ponlifice  Jnan  Vigésimosegtrodo. 


papa,  demás  de  las  anatas  que  impuso 
te  sobre  los  beneficios  eclesiásticos. 


471 

prímeramen- 


Los  dos  anos  siguientes  fueron  señalados  por  los 
ntiefos  reyes  que  en  Francia  hoiM>,  ^  por  la  Tacante 
de  Boma ,  que  duró  dos  años  y  casi  coatro  meses. 
Fue  así  que  el  rey  Luis  Hutin  de  una  grave  dolencia 
que  )e  sobrevino,  falleció  en  el  bosque  de  Vincena, 
que  es  cuatro  millas  de  la  ciudad  de  París,  á  los  cin- 
co días  del  roes  de  junio  año  del  Señor  de  i 34  5.  De 
m  primera  mujer  Margarita  hija  del  duque  de  Borgo* 
ña  tuvo  una  hija  que  se  llamó  Juana.  La  dicha  Mar^ 
gariu  ftie  convencida  de  adulterio;  así  dentro  de  la 
prisión  donde  la  tenían  la  mandó  ahogar.  A  todos  les 
pareció  esta  justa  causa  de  dolor  y  tristeza;  y  es  cosa 
de  admiración  que  en  un  mismo  tiempo  fueron  acu- 
sadas de  adulterio  tres  nueras  del  rey  Philipo  el  Her- 
moso: demasiada  Ucencia^  deshonestidad,  y  soltura 
notable  para  unas  señoras  tan  prínci|)ales.  Las  dos 
delias,  es  á  saber,  las  mujeres  de  Luis  y  de  Garios 
fueron  eonrencídas  en  juicio :  á  los  adúlteros  corta- 
ron sus  partes  vergonaosas ,  y  desollados  vivos,  los 
arrastraron  por  las  calles  y  plazas  públicas ,  final- 
mente los  anorcaron.  Casó  la  segunda  vez  con  Cié- 
meneia  hija  del  re]^  do  Hungría  queguedó  preñada  al 
tiempo  que  su  marido  falleció,  y  parió  un  hijo  que  se 
llamó  Juan ,  con  esperanza  heredarla  el  remo  de  su 
padre;  pero  muerto  el  niño  dentro  de  veinte  días, 
Philipo  su  tío ,  que  tenia  por  sobrenombre  el  Largo, 
y  hasta  entonces  era  gobernador  del  reino,  de  con- 
sentimiento de  todos  los  estados  se  coronó  y  tomó  las 
iosignias  reales.  A  la  infanta  doña  Juana  escluyeron 
de  la  herencia  y  reino  de  su  hermano  por  la  ley  Sáli- 
ca,  ora  fuese  verdadera,  ora  de  nuevo  ñngida  ó  am- 
pliada en  favor  y  gracia  del  mas  poderoso.  Las  pala- 
bras de  la  ley  son  estas :  En  la  tierra  Sálica  (quiere 
decir  de  los  francos)  no  sucedan  las  mujeres.  Del 
reino  de  Navarra  no  podia  ser  despojada,  por  consi- 
derar que  su  abuela  del  mismo  nombre  le  hobo  po- 
cos años  antes  |K)r  razón  de  herencia. 

Mayor  alteración  resultó  sobre  el  pontificado  ro- 
mano. Los  cardenales  italianos  procuraban  con  to- 
das sus  fuerzas  que  se  eligiese  un  pontifico  de  Ati  na- 
ción ,  y  que  la  silla  pontifical  se  tomase  á  Roma. 
Sobrepujaban  en  número  los  franceses,  y  salieron  fi- 
nalmente con  su  pretensión.  En  Carpentraz  chidad 
de  la  Francia  Narbonense  y  del  condado  de  A  viñon,  do 
Clemente  pontifico  falleció,  mientras  estaban  en  cón- 
chive  sobre  la  elección  del  nuevo  pontífice,  se  alboro- 
tó gran  número  de  la  gente  de  la  tierra ,  y  comenza- 
ron á  quebrantar  las  casas  de  los  italianos  y  á  roballas 
apoderándose  de  la  ciudad,  y  pusieron  en  huida  á  los 
cardenales  de  ambas  naciones.  Las  cosas  amenaza- 
.ban  scisma.  De  allí  á  mucho  tiempo  se  tomaron  á 
juntar  en  León  de  Francia.  En  aquella  ciudad  Jacobo 
Ossa  do  nación  francés,  cardenal  y  obispo  Portuense 
fhe  elegido  por  sumo  pontificeá  los  siete  dias  del  mes 
de  agosto  el  año  diez  y  seis  de  aquel  siglo  y  centuria. 
Tomó  por  nombre  en  su  pontificado  Juan  Vigésimo 
segundo.  Hizo  á  Tolosa  y  á  Zaragoza  sillas  metropo- 
htanas  (l)con  derao  de  nacerse  grato  á  los  franceses 
y  aragoneses.  A  Zaragoza  le  dio  por  sufraftftneas  las 
Iglesias  de  Pamplona,  Calahorra,  Huesca,  Tarazona, 
que  todas  y  la  misma  Zaragoza  eran  sufragáneas  de 
Tarragona:  á  Cahors  ciudad  de  Francia  hizo  silla 
obispal;  esta  honra  quiso  hacer  á  su  patria.  Canonizó 
á  Santo  Tomás  de  Aquino,  teólogo  prestantísimo  de 
la  orden  de  los  predicadores,  y  á  San  Luis  obispo  de 
Tolosa.  Este  fue  hijo  de  Carlos  el  mas  mozo  rey  de 
Ñapóles  cufiado  del  rey  de  Aragón.  Estas  cosas  ilus- 
traron mas  queotra  alguna  el  largo  pontificado  deste 

(1)  Seirun  Zoriti  la  iglesia  de  Zaragoza  se  erigió  el  13  de 
julio  de  1518  y  el  15  de  diciembre  del  mismo  año  se  publicó 
soleouMBieDte  eo  el  concilio  de  Ja  misma  ciudad. 


En  Castilla  no  K^nian  las  cosas  sosiego,  y  sin  em- 
bargo acudían  á  hacer  la  guerra  contra  los  moros. 
Azar,  no  pudiendo  sufrir  la  gran  calda  que  había 
dado,  y  la  vida  particular  en  que  vivía,  aunque  harto 
mas  dichosa  de  la  que  antes  tenia,  usurpaba  el  titu- 
lo de  rey  contra  el  concierto  antes  hecho.  Este  como 
mas  flaco  de  fuerzas ,  y  que  no  tenia  poder  bastante 
para  contrastar  con  su  enemigo ,  pretendía  valerse 
de  los  cristianos.  A  ios  nuestos  no  estaba  mal  acu* 
dir  á  aquel  rey  que  era  su  confederado ,  demás  de  la 
ocasión  que  se  ofrecía  de  sujetar  por  medio  de  aque- 
llas revueltas  toda  aquella  nación.  Acordaron  pues 
de  hacer  guerra  á  los  moros :  el  cuidado  se  enco- 
mendó al  infante  don  Pedro  asi  por  tener  edad  á 
propósito,  como  por  estar  de  su  parte  muchos  de  en- 
tre los  moros  á  causa  de  la  confederación  que  poco 
antes  con  ellos  asentó:  demás  que  el  infante  don 
Juan  su  tio  se  hallaba  embarazado  y  triste  por  la 
muerte  de  don  Alonso  su  hijo  mayor,  quo  le  sobre- 
vino al  principio  desta  guerra  en  un  pueblo  llamado 
Morales  cerca  de  la  ciudad  de  Toro :  su  cuerpo  se- 

Bultaron  en  la  ciudad  do  León  en  la  iglesia  de  Santa 
[aria  de  Regla. 

Por  el  mismo  tiempo  don  Fernando  de  Mallorca 
como  en  la  Morea  pretendiese  recobrar  el  estado  y 
dote  do  su  mujer,  y  para  esto  ayudarse  de  los  cata- 
lanes, pasó  desta  vida  en  lo  mas  recio  de  la  guerra: 
su  cuerpo  traido  á  España,  le  enterraron  en  Perpi- 
ñan  en  el  monasterio  de  Santo  Domingo.  Este  fin 
tuvo  aquel  caballero,  persona  de  las  mas  señaladas 
que  en  aquel  tiempo  se  hallaban :  dejó  de  su  mujer 
un  hijo  muy  pequeño  llamado  don  JAÍme  como  su 
abuelo.  Eliníaute  don  Pedro  llegado  al  Andalucía  no 
cesaba  de  apercebirse  de  todo  lo  necesario  para  la 
guerra.  Estábala  ciudad  de  Guadiz  muy  falta  de  bas- 
timentos; que  los  moros  hablan  talado  lodos  aauellos 
campos.  Deseaban  los  cristianos  proveelles  de  lo  ne* 
cesarlo ,  pero  los  bastimentos  y  recua  que  tenían 
juntada,  era  necesario  quo  pasase  por  tierras  de  los 
enemigos,  y  por  esta  causa  oue  llevase  mucha  escol- 
ta. Acudieron  los  maestres  de  Santiago  y  Calatrava: 
juntóse  gran  ^olpe  de  |reote ,  y  el  mismo  infante  por 
caudillo  principal.  Saliéronles  al  encuentro  hasta  un 
pueblo  llamado  Alaten  la  gente  de  á  caballo  de  Gra- 
nada en  gran  número  y  muy  gallarda,  y  por  su  cau- 
dillo Ozmin  soldado  muy  señalado.  Acometieron  los 
de  la  una  y  de  la  otra  parte  con  grande  ánimo:  trá- 
besela batalla,  que  fue  muy  reñida  y  al  principio  du- 
dosa ;  mas  al  fin  el  campo  quedó  por  los  fieles  con 
muerte  de  mil  v  quinientos  ginetes  moros  que  pere- 
cieron en  la  refriega  y  en  la  huida ,  entre  ellos  cua* 
renta  de  los  mas  nobles  de  Granada ,  por  donde 
aquella  rota  fue  para  los  moros  de  gran  tri^eza  y 
dolor.  Ganada  esta  victoria ,  todo  lo  demás  ffé  allanó. 
Guadiz  quedó  bastecida  ;  y  dos  fuerzas ,  i^s  á  saber 
Cambil  y  Algabardos ,  se  ganaron  de  los  moros  por 
fuerza  de  armas. 

.  Este  buen  suceso ,  que  debiera  ser  parte  para  ga- 
nar las  voluntades  y  favor  de  todos ,  fue  ocasión  en 
muchos  de  envidia  y  de  buscar  maneras  para  desba- 
ratar los  intentos  del  infante:  su  tio  don  Juan  de  se- 
creto atizaba  á  los  demás.  Buscaban  algún  color  para 
salir  con  lo  que  pretendían :  parecióles  el  mas  á  pro- 
pósito pedir  á  los  gobernadores  diesen  fiadores ,  y 
pusiesen  en  tercería  algunos  pueblos  de  sus  estados 
para  seguridad  que  gobernarían  bien  el  reino  y  las 
rentas  reales.  Juntáronse  sobre  esta  razón  cortes  pri- 
mero en  Burgos,  y  después  en  Carrion.  Salieron  con 
todo  lo  que  pretendían:  prueba  con  que  so  descubrió 
mas  el  valor  y  virtud  del  infante  don  Pedro.  Tratóse 
demás  desto  de  recoger  algún  dinero  por  la  ^ran  falta 
que  del  tenían.  Los  naturales  no  podían  oír  que  se 
tratase  de  nuevas  derramas,  por  ser  muchos  los  per 


47Í 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   f   ROIG. 


chos  que  e!  pueblo  paf^aba :  pero  todo  se  consumía 
en  la  guerra  contra  los  moros,  y  on  sosegar  las  re- 
vueltas que  en  el  reino  andaban.  Pareció  ouena  tra- 
za acudir  al  pontífice  nuevo  y  por  sus  embajadores 
suplicalle  concediese  las  décimas  de  las  rentas  ecle<- 
siásticas  para  proseguir  la  guerra  contra  los  moros, 
demás  desto  otorgase  indulgencia  y  la  cruzada  á  to* 
dos  los  que  á  sus  espensas  para  aquella  guerra  toma- 
sen las  armas.  Lo  uno  y  lo  otro  concedió  el  pontffie 
benignamente :  los  pueblos  al  tanto  acudieron  con 
alguna  suma  de  dineros.  Con  esto  nuestro  ejército  se 
aumentó  y  por  tres  veces  hicieron  entradas  en  tierra 
de  moros,  con  que  trabajaron  aquella  comarca  y  tra- 
jeron presas  de  gentes  y  de  ganado ,  en  que  pasaban 
tan  adelante  míe  llegaban  á  vista  de  la  misma  ciudad 
de  Granada.  Los  moros  esquivaban  de  venir  á  batalla 
la  cual  mucho  deseaban  los  nuestros.  Trataron  los 
moros  de  cercar  á  Gibraltar ,  pero  previnieron  sus 
intentos,  ca  la  abastecieron  muy  bien  de  gente  y  vi- 
tuallas ;  por  esto  los  bárbaros  desistieron  de  aquella 
demanda ,  v  al  contrario  la  villa  y  castillo  de  Belines 
se  ganó  de  los  moros. 

Corría  en  esta  sazón  el  año  del  Señor  de  1316 ,  en 
que  por  muerte  de  Rocaberti  arzobispo  de  Tarrago- 
na, por  voto  de  aauel  cabildo,  como  entonces  se 
acostumbraba ,  salió  elegido  el  infante  don  Juan  hijo 
tercero  del  rey  de  Aragón.  Acudieron  al  padre  santo 
para  que  confirmase  la  elección :  nunca  lo  quiso  ha- 
cer: no  refieren  las  causas  une  para  ello  tuvo ,  pué« 
dése  sospechar  que  por  alguna  simonía ,  ó  lo  mas 
«ierto  por  no  tener  el  infante  edad  bastante.  No  se 
usaba  entonces  tan  de  ordinario  dispensar  en  las  le*- 
ves  eclesiásticas  á  contemplación  de  los  principes. 
Los  ponlíGces  tenían  cierta  entereza  y  grandeza  de 
cotf'azon  para  contrastar  á  las  codicias  desordenadas 
de  tos  mas  poderosos  reyes  y  emperadores.  En  fin  ha- 
bieron de  desif;tir  de  aqilella  pretensión  ,  y  pasar  á 
don  Jimeno  de  Luna,  que  era  arzobispo  de  Zaragoza, 
á  la  iglesia  de  Tarragona.  Don  Pedro  de  Luna  fue 
proveído  en  el  arzobispado  de  Zaragoza,  y  al  infante 
dotí  Juan  dieron  el  abadía  de  Montaragon ,  que  vacó 
por  la  promoción  del  nuevo  arzobispo  don  Pedro. 

CAPITULO  XVL 

Los  infantes  don  Pedro  y  doa  Joan  murieron  en  la 
guerra  de  Granada. 

El  año  siguiente  de  1317  con  diversas  embajadas 
qut  el  rey  de  Aragón  envió  sobre  el  caso ,  alcanzó  úU 
timamente  del  sumo  pontífice  que  de  los  bienes  que 
los  Templarios  solían  tener  en  el  reino  de  Valencia, 
se  fundase  una  nueva  cabaílerfa  debajo  de  la  regla 
delCistel ,  y  sujeta  á  la  orden  de  Calatrava,  aunque 
con  su  maestre  particular.  Señaláronle  por  hábito  y 
ñor  divisa  una  cruz  roja  simple  y  Mana  en  manto 
nianco.  El  principal  asiento  y  convento  se  fundó  en 
Montosa ,  de  donde  tomó  el  apellido.  La  renta  no  era 
mucha:  en  tas  hazañas  contra  los  moros,  que  corrían 
aquellas  marinas  de  Valencia,  no  se  señalaron  menos 

?ue  las  otras  órdenes.  Desde  á  poco  eso  mismo  en 
ortugal  por  concesión  del  mismo  pontífice  se  fundó 
otra  milicia  que  llaman  de  Cristo ,  la  mas  señalada 
de  aquel  reino.  La  insignia  que  traen ,  es  una  cruz 
roja  con  unos  torzales  blancos  por  enmedio.  Aplica- 
ron á  esta  milicia  los  bienes  j  tierras  que  en  aquel 
reino  tenían  los  Templarios.  Su  principal  asiento  y 
convento  al  principio  fue  en  Castro  Mann :  adelante 
se  pasaron  a  Tomar. 

Todo  esto  iba  bien  encaminado ,  si  el  sosiego  que 
de  los  portugueses  gozaban  de  mucho  tiempo  atrás, 
no  se  comenzara  á  enturbiar  con  alborotos  que  den- 
tro del  reino  resultaron.  El  infante  don  Alonso  estaba 
disgustado  con  el  rey  Dionisio  su  padre:  lo  que  le 
desasosegaba ,  era  la  ambición  y  deseo  de  reinar,  en- 
fermedad mala  de  curar;  dado  que  se  publicaban 


otras  quejas,  es  á  sabef  qué  don  Alonso  Sánchez  hiio 
bastardo  del  rey  tenia  mas  cabida  con  su  padre  de  lo 
que  la  razón  pedía :  que  era  mayordomo  de  la  casa 
real :  que  se  nallaba  en  las  consultas  de  los  negocios 
mas  importantes:  finalmente  que  todo  colgaba  de  su 
parecer  y  voluntad;  lo  mas  áspero  de  todo,  que  á  su 
persuasión  trataban  de  desheredar  al  mismo  don 
Alonso.  Estas  quejas  y  colores,  fuesen  verdaderos  6 
falsos ,  luego  que  se  divulgaron ,  dieron  ocasión  á 
muchos  de  apartarae  del  rey,  los  que  hacían  mas  caso 
de  sus  particulares  esperanzas ,  que  del  respeto  y 
lealtad  que  debían  á  su  señor.  Los  grandes  y  ricos 
hombres  divididos.  Don  Alonso  se  apoderó  de  las 
ciudades  de  Coimbra  y  de  Porto:  todos  los  foragidos 
ladrones ,  homicianos  y  facinerosos  hallaban  en  él 
acogida  y  amparo.  La  paciencia  del  rey  fue  muy  se- 
ñalada, que  pasaba  por  todo  por  ver  si  por  buena  via 
se  podria  apartaran  hijo  del  camino  que  llevaba.  En- 
tendía muy  bien  que  si  venían  á  las  manos,  de  cual« 
quiera  manera  que  sucediese,  alcanzaría  tanta  parte 
del  daño  y  de  la  desgracia  á  los  unos  como  a  los 
otros.  Esto  cuanto  á  Portugal. 

En  Aragón  falleció  en  este  tiempo  la  reina  dona 
María.  EsU  señora  era  hermana  del  rey  de  Chipre;  y 
el  año  próximo  pasado  la  triú^^D  ^  aouella  isla  para 
que  casase  con  el  rey  de  Aragón.  Las  bodas  se  cele- 
braron en  Girona,  y  las  honras  de  su  enterramiento 
en  Tortosa,  do  en  el  año  del  Señor  de  1318  al  fia  del 
mes  de  marzo  murió :  enterróse  en  el  monasterio  de 
San  Franciscode  aquella  ciudad.  Elaño  próximo  1319. 
fue  muy  señalado  por  dos  cosas  ootables  auo  en  él 
acaecieron:  la  una  el  desastrado  fin  de  los  dos  infan- 
tes don  Juan  y  don  Pedro  sobemadores  de  Castilla, 
la  otra  fue  la  renunciación  ae  don  Jaime  heredero  de 
Aragón.  El  infante  don  Juan  sentía  en  el  alma  que 
su  competidor  don  Pedro  fuese  creciendo  cada  dia 
mas  en  poder  y  autoridad :  sus  esdarecidas  hazañas 
se  la  daban,  y  virtudes  sin  par.  No  podía  llevar  en 
paciencia  que  todos  los  negocios  asi  de  paz  como  de 
guerra  le  acudiesen.  Lo  que  mas  le  puntaba,  era  que 
don  Pedro  solo  administraba  las  décimas  que  se  con- 
cedieron  por  el  papa  de  las  rentas  eclesiásticas »  sin 
dalle  (farte.  Don  Pedro  cuanto  las  ooaas  por  él  hechas 
eran  de  mas  valor  y  estima ,  tanto  menos  le  parecía 
que  era  justo  sufrir  agravios  é  injurias  de  nadie.  Si 
ioa  adelante  esta  competencia^  se  echaba  de  ver  que 
veodrian  sin  duda  á  rompimiento  y  á  las  manos. 

A  fama  y  color  de  la  guetta  con  los  moros  tenia 
levantada  clon  Juan  mucha  gente  en  toda  tierra  de 
Campos  y  GeslHIa  la  Vieja.  La  reina  con  su  industria 
y  saber  puso  fin  á  estas  pasiones:  en  Valladolid  don- 
de á  la  sazón  se  teniui  cortes  del  reino » los  concor- 
daron desta  manera,  aue  ambos  acometiesen  la  mo- 
risma por  dos  partas,  dividido  el  ejército  y  el  dinero 
al  tanto  para  las  pagas.  Lo  que  prudentemente  se 
ordenó,  desbarato  otro  mas  alto  poder.  En  estas 
cortes  don  Fray  Berenguel  poco  antes  instituido  en 
arzobispo  de  Santiago  por  el  pontífice  Juan » por  co- 
mÍBÍen  soya  y  en  su  nombre  propuso  el  negocio  de 
don  Alonso  de  la  Cerda,  y  amenazó  que  procedería 
oon  censuras  y  todo  rigor,  sino  obedecían  á  deman- 
da tan  justa.  Hacia  lástima  ver  á  un  caballero  como 
aquel ,  nacido  coa  esperanza  de  reinar,  derrocado 
de  su  grandeza,  pobre,  auyentado,  vagamundo.  Es 
perversa  la  naluraleBa  de  los  hombres ,  qne  mochas 
veces  y  con  grande  ahinco  torna  á  desear  lo  que  antes 
desechaba  y  menospreciaba,  oon  igual  desatino  en 
lo  uno  y  en  lo  otro  y  temeridad.  Asi  le  acaeció  á  don 
Alonso  de  la  Cerda, que  ahora  tomaba  á  pedir  la  po- 
sesión de  amiellos  lugares  que  ios  años  pasados  le 
fueron  adjudicados,  y  él  los  menospreció^  Los  gran- 
des daban  sus  escusas:  decían  estar  juramentados,  y 
que  conforme  al  pleito  homenaje  que  hicieron,  no 
podía  en  ninguna  manera  consentir  en  cosa  que 
luese  en  daño  y  diminución  del  patrimonio  real»  en- 


S. 


UISTOBIA    DE    ESPAÑA. 


Irctaiilo  que  el  rey  no  tuviese  edad  competente.  Lo 
que  se  pudo  alcanzar  fue  que  á  dou  Fernando  tior- 
mano  de  dou  Alonso  le  diesen  cargo  d«$  mayordomo 
dtí  la  casa  real :  frivola  recompensa  de  tantos  daños. 
Con  tanto  la  reina  se  fue  á  Ciudad-Rodrigo  para 
verse  con  el  infante  don  Alonso  de  Portugal  su  Vera- 
no »  y  hacer  las  amistades  entre  él  y  su  padre.  Todo 
el  trabajo  que  en  esto  se  toAoó ,  fue  perdido.  Los  in- 
tantea  don  Pedro  y  don  Juan  se  partieron  para  el  An- 
K  alucia  cada  uno  por  su  parte.  Ismael  rey  de  Granada 
determinó  deapercebírse  contra  esta  tempestad  de  la 
ayuda  de  los  africanos :  para  esto  dióol  rey  de  liarme- 
eos  á  Algecira  y  Ronda  coa  todos  los  lugares  de  su  con- 
torno, cosa  que  era  á  propósítopara  los  m  lentos  de  am  - 
bas  las  partes,  dado  que  el  de  Granada  compraba  caro 
Ja  amistad  de  la  aente  africana.  Don  Pedro  ganó  por 
tuerza  de  armas  la  villa  de  Tiscar,  que  está  en  un 
sitio  muy  áspero  t  fuerte  de  su  natiuraleza,  y  que 
tenia  gran  copia  de  gente  :  el  castillo  rindió  Maho- 
mad  Andón  cuya  era  la  villa.  Parecia  que  con  esta 
victoria  se  mejoraba  mucho  nuestro  partido  :  que  la 
guerra  y  todo  lo  demás  sucedería  muy  bien  ;  mas  el 
infante  don  Juan  con  desordenada  amoicion  de  lóalo 
desbarató  todo ,  y  acarreó  la  ruina  y  perdición  para 
si  y  todos  los  demás ,  y  grao  pérdida  para*  toda  Espa- 
ña. Estaba  en  Vaena  muy  codicioso  de  mostrar  su 
gallardía :  determinó  de  pasar  adelante  con  su  ícente 
basta  ponerse  á  la  vista  de  Granada  :  desatinado 
acuerdo  por  el  tiempo  tan  trabajoso ,  del  año  y  los 
grandes  calores  que  hacia.  Verdad  es  que  en  Alcau- 
déte  se  juntaron  los  dos  infantes  con  toda  su  gente, 
en  que  se  contaban  nueve  mil  de  á  caballo  y  gran 
número  de  infantes.  Entran  perlas  tierras  de  los  mo- 
ros^ destruyen  y  talan  cuanto  topaban  :  don  Juan 
regia  la  a  vanguardia  deseoso  ^ndemente  de  seña- 
larse, don  Pedro  la  retaguardia ,  y  en  su  compañía 
los  maestres  de  Santiago,  Calatra^a  y  Alcántara,  y 
la<» arzobispos  de  Toledo  v  Sevilla,  la  flor  de  Castilla 
en  nobleza  y  hazañas,  femaron  la  villa  de  Alora, 
pero  por  la  priesa  que  llevaban ,  quedó  el  castillo  por 
ganar. 

Ua  sábado  víspera  de  San  Juan  Bautista  llegaron  á 
vista  de  Granada  :  estuviéronse  en  sus  estancias 
squel  dia  y  el  siguiente  sin  hacer  cosa  de  momento: 
el  dia  tercero ,  vistas  las  dificultades  en  todo ,  co- 
menzaron á  retirarse,  don  Pedro  en  la  avanguardia, 
y  don  Juan  en  el  postrer  escuadrón  con  el  bagaje. 
Avisados  los  moros  desta  retirada,  salieron  de  h  ciu- 
dad hasta  cinco  mil  ginetes,  y  gran  multitud  de  gen- 
te de  á  pié  mal  ordenada :  su  caudillo  era  Ozmin.  No 
llevaban  esperanza  de  victoria  ni  intento  de  pelear, 
sino  solamente  como  quien  tenia  noticiada  la  tierra, 
pretendian  ir  picando  nuestra  retaguardia.  Hallában- 
se los  nuestros  alejados  del  río  al  tiempo  que  el  sol 
mas  ardia ,  sin  ir  apercebidos  de  agua ,  cosa  que  á 
los  moros  presentaba  ocasión  de  acometer  alguna 
facción  señalada.  Embistieron  pues  con  ellos,  trabó- 
^  la  pelea  por  todas  partes,  no  se  oía  sino  vocería  y 
alaridos  de  los  aue  morían,  de  los  que  mataban, 
unos  que  exhortaban ,  otros  que  se  alegraban ,  otroa 

aue  ^miau ,  ruido  de  armas  y  de  caballos.  Don  Pe- 
ro Oídas  aquellas  voces ,  revolvió  cOn  su  escuadrón 
Ssra  dar  socorro  á  los  que  peleaban.  Los  soldados 
esparcidos  y  cansados  apenas  podían  sustentar  las 
^nias :  no  había  quien  rigiese ,  ni  quien  se  dejase 
^bernar.  Empuñada  pues  la  espada  y  desnuda,  como 
quier  que  el  infante  don  Pedro  animase  su  ffente,  con 
el  trabajo  v  pesadumbre  que  sentía ,  y  la  demasiada 
calor  que  fe  aquejaba  (mal  pecado)  cayó  repentina* 
mente  desmayado  ,  y  sin  podelle  acudir  rindió  el 
alma.  Lo  mismo  sucedió  al  infante  don  Juan  salvo 
9ue  privado  de  sentido  llegó  hasta  la  noche. 

Publicada  esta  triste  nueva  por  el  ejército^  los  sol- 
dados lo  mejor  que  pudieron,  se  cerraron  entre  sí  y 
se  remolinaron.  Los  moros  por  entender  que  preten- 


473 

dian  volver  á  la  pelea,  robado  el  bagaje,  se ret'raron. 
Esto  y  la  oscurídad  de  la  noche  que  sobrevino ,  fue 
ocasión  que  muchos  de  los  fieles  se  pusieron  en  sal- 
vo. Los  cuerpos  de  los  infantes  llevaron  á  Burgos  y 
a!lí  los  sepultaron.  Don  Juan  dejó  un  hijo  de  su  mis- 
mo nombre,  al  cual  por  la  felta  natural  que  tenia, 
llamaron  vuisarmente  don  Juan  el  Tuerto;  las  cos- 
tumbres no  nicíeron  á  la  presencia  ventaja.  Doña 
María  mujer  del  infante  don  P#idro  en  Córdoba .  do 
quedó  muy  cargada,  paríó  una  hija  por  nombre  doña 
Blanca,  de  cuya  tutela  y  del  gobierno  del  estado  que 
por  muerte  de  su  padre  heredera ,  se  encargó  Garci 
Lasso  de  la  Vega  merino  mayor  de  Castilla  ,  v  que 
tuvo  grande  familiaridad  y  privanza  con  el  difunto. 
Tras  esta  desgracia  tan  grande  se  siguieron  nuevas 
disensiones  ,  causadas  de  las  competencias  que  na- 
cieron entre  los  grandes  de  Castilla  sobre  el  s^obierno 
del  reino  uue  cada  cual  pretendía ,  y  todos  deseaban 
salir  con  éí ,  hora  fuese  por  buenas  vías ,  hora  por 
malas. 

A  la  misma  sazón  Aragón  se  alteró  por  un  caso 
muy  estraordinarío.  Fue  así  que  don  Jame  hijo  ma- 
yor de  aquel  rey  ei^taba  determinado  de  renunciar  su 
mayorazgo  y  herencia.  Las  causas  que  le  movieron 
para  tomar  esta  resolución  .  no  se  saben  :  sus  cos- 
tumbres mal  compuestas  y  la  severidad  de  su  padro 
pudieron  dar  ocasión  á  cosa  tan  nueva.  Recibió  el 
rey  gran  pena  desta  determinación :  rogóle  y  mandó- 
le como  á  hijo  no  hiciese  cosa  con  que  amancillase  su 
fama,  y  fuese  ocasión  á  su  patria  y  á  su  padre,  de 
perpetua  tristeza.  Hablóle  cierto  día  en  esta  sustan- 
cia ,  «Mi  vejez  (dice)  no  puede  ya  dar  á  mis  vasallos 
0CO8a  mas  prevechosa  que  un  buen  sucesor ,  ni  tu 
»mocedad  les  puede  ayudar  mejor  que  con  selles 
»buen  príncipe.  Con  este  intento  procuré  fueses  en- 
»señado  desde  tu  primera  edad  en  costumbres  rea- 
ules  :  no  parecia  faltarte  natural  para  ser  digno  del 
»cetro ,  aunque  no  fueras  hijo  del  rey  como  lo  eres. 
»Teníate  aparejada  para  mujer  una  nobilísima  don- 
Dcella,  que  ha  sido  de  mi  tratada  como  quien  os,  con 
»casa  j  estado  muy  principal.  Si  á  esto  se  puede 
)>añadir  algo ,  yo  soy  presto  de  \o  hacer ;  pero  veo 
»que  mi  esperanza  me  na  burlado,  y  á  tí  ha  estragado 
»el  sobrado  regalo  para  que  en  esa  edad  rehuses  to- 
»mar  sobre  tus  hombros  el  gobierno  que  yo  sustento 
»en  lo  postrero  de  la  mía.  ¿Por  ventura  es  justo  an- 
»teponer  tu  particular  reposo  al  pro  común?  ¿á  la 
Dobediencia  que  debes  á  tu  padre  y  al  juramento  con 
«que  nos  obligamos  que  doña  Leonor  tu  esposa  (de 
»quien  tu  debieras  tener  compasión)  ha  de  ser  tu 
«mujer  y  reina  de  Aragón?  ¿Por  ventura  te  causa  es- 
nperar  la  muerte  deste  triste  viejo ,  que  ya  se^n 
DÓrden  natural  no  le  pueden  quedar  muchos  días? 
«Puesto  que  alegues  otras  causas ,  la  codicia  de 
«reinar  es  la  que  te  punza  y  reduce  á  estos  términos. 
«Nadie  puede  poner  ley  á  la  voluntad  de  Dios,  de 
«quien  depenaen  los  años  y  la  vida  :  lo  que  es  de  mi 
«parte ,  yo  desde  luego  de  muy  bnena  gant)  te  re- 
«nuncio  el  reino.  Solo  terue^o  te  apartes  de  ese  pro- 
«pósito ,  que  no  puede  jdejar  de  ser  enqjoso  á  mí  y  á 
«nuestra  común  patria.  Así  te  lo  |)ído  por  Dios  y  por 
«todos  los  santos  que  están  en  el  cielo  te  lo  amooes- 
«to  y  te  lo  aconsejo*  y  advierte  que  con  esa  acele- 
«rada  priesa  no  te  despeñes  de  suerte  que  cuando 
«quieras ,  no  tengas  teparo  ci  le  quede  remedio  de 
nvolver  atrá8.« 

A  todas  estas  razones  el  determinado  mancebo 
respondió  en  pocas  palabras  que  él  estaba  resuelto  de 
seguir  aquel  su  parecer ,  y  trocar  la  vida  de  rey ,  su- 
jeta á  tantas  miserias ,  con  el  reposo  de  la  particular 
y  bienaventurada.  Con  esto  en  la  ciudad  de  Tarra- 
gona en  las  cortes  aue  allí  se  juntaron,  hizo  renun- 
ciación en  pública  lorma  del  derecho  que  tenia  á  la 
sucesión  á  ios  veinte  y  tres  días  del  mes  de  diciem- 
bre. Halláronse  presentes  á  este  auto  muchos  gran- 


47» 


RIÜLIUTECA  DE  GASPAR  Y  ROIG. 


des  y  prelados ;  entre  los  demás  el  iufantc  don  Juan 
de  Aragón ,  electo  de  Toledo  por  muerte  del  arzobis- 
po don  Gutierre  Segundo  aue  íinó  á  los  cuatro  de 
setiembre.  Su  mucha  Tírtua  y  la  diligencia  de  don 
Juan  Manuel  su  cuñado  le  ayudaron  á  subir  á  aoue* 
lla  dignidad.  Hecha  la  renunciación ,  don  Jaime  lue- 
go tomó  el  hábito  de  Galatrava ,  después  se  pasó  á  la 
órdeo  de  Montesa  Doña  Leonor  su  esposa  fue  envia- 
da doncella  á  Castilla.  Sobre  este  hecho  hobo  diver- 
sas opiniones ;  unos  le  alababan ,  otros  le  reprehen- 
dian  :  sus  costumbres  y  torpeza^  y  la  vida  suelta  que 
después  hizo ,  dieron  muestra  que  no  por  deseo  de 
darse  á  la  virtud  y  piedad  renunciaba  el  reino ,  sino 
por  su  liviandad  y  ligereza.  Por  la  cesión  de  don  Jai- 
me entró  en  aquel  derecho  de  la  sucesión  don  Alon- 
so su  hermano  hijo  secundo  del  rey ,  que  á  la  sazón 
en  doña  Teresa  su  mujer  tenia  un  hijo  sietemesino 
niño  de  pocos  dias.  llamado  don  Pedro.  El  dote  desta 
señora  fue  el  condado  de  Urgel ,  que  le  dejó  en  su 
testamento  don  Armen  gol  su  tío  hermano  de  su 
abuela.  Desta  forma  en  un  mismo  tiempo  los  reinos 
de  Portugal  y  Aragón  fueron  trabajados  con  desabri- 
mientos domésticos  de  padres  á  hijos  y  dado  que  los 
{propósitos  de  los  dos  hijos  de  aquellos  reyes  eran  di- 
eren tes  ,  pero  la  tristeza  y  daño  de  los  padres  corrie- 
ron á  las  parejas  y  fueron  iguales. 

CAPITULO  xvn. 

De  la  muerte  de  la  reina  doña  María. 

El  daño  que  los  nuestros  recibieron  en  Granada, 
fue  ocasión  que  los  moros  soberbios  y  pujantes ,  y 
desosos  de  seguir  la  victoria  ganaron  á  Huesear  en 
el  adelantamiento  de  Cazorla ,  y  á  Ores  y  á  Galera, 
pueblos  que  eran  de  los  caballeros  de  Santiago.  Por 
otra  parte  se  apoderaron  por  fuerza  de  Martos ,  villa 
fuerte  y  buena ,  en  cuyos  moradores  ejecutaron  todo 
género  de  crueldad  sin  respeto  alguno,  sin  hacer  di- 
ferencia de  mujeres,  niños ,  ni  viejos ,  salvo  que  mu- 
chos escaparon  en  el  peñasco  que  allí  cerca  está ,  y 
en  la  fortaleza.  En  Castilla  andaban  grandes  alboro- 
tos ,  nuevas  esneranzas  de  muchos  :  todos  los  que  en 
nobleza  v  estado  se  adelantaban ,  pretendían  apode- 
rarse del  gobierno  del  reino.  La  reina  doña  María 
por  lo  que  se  capituló  los  años  pasados,  pretendía 
tocalle  todo  el  gooierno ;  v  con  deseo  de  apaciguar 
estas  alteraciones  despachó  sus  cartas  á  todas  las 
ciudades ,  en  que  les  amonestaba  no  se  dejasen  en- 
gañar de  nadie  en  menoscabo  de  su  honra  y  de  la 
lealtad  á  que  eran  obligados.  Sin  embargo  por  ser 
mujer  era  de  muchos  tenida  en  poco  :  parecíales  no 
tema  fuerzas  bastantes  para  peso  tan  grande.  Muchos 
de  los  grandes  en  un  mismo  tiempo  pretendían  apo- 
derarse de  todo :  los  principales  entre  otros  eran  el 
infante  don  Philípe  tío  del  rej[ ,  don  Juan  Manuel .  y 
c\  otro  don  Juan  el  Tuerto  señor  de  Vizcaya :  todos 
mu^r  poderosos  y  que  poseían  grandes  riquezas ,  y 
nobilísimos  por  ía  real  prosapia  de  que  descendían. 

A  estos  se  entregó  el  cuidado  y  mando  del  reino, 
no  de  común  consentimiento  de  los  pueblos,  antes 
andaban  divisos  en  bandos  y  pareceres  :  todas  las 
cosas  se  hacian  inconsideradamente  y  como  á  tiento. 
Juntáronse  las  ciudades  y  villas ,  no  todas  en  uno,  si- 
no según  las  comarcas  y  provincias :  grandes  miedo<< 
se  representaban  y  peligros.  Resultó  destas  juntas 
que  a  don  Philipe  señaló  el  Andalucía  para  que  los 

Sobemase  :  el  feino  de  Toledo  y  la  Estremadura  á 
on  Juan  Manuel :  la  mayor  pacte  de  Castilla  la  Vieja 
seguían  á  don  Juan  señor  de  Vizcaya.  Dentro  de  las 
ciudades  se  veían  mil  contiendas  por  los  bandos  que 
cada  uno  seguia.  Mudábanse  á  cada  paso  los  gobier- 
nos :  los  mismos  se  aficionaban  hora  á  una  parte,  ho- 
ra á  otra  conforme  como  á  cada  cual  le  agradaba.  El 
vulgo  con  la  esperanza  del  interés  se  vendía  al  que 
mas  le  daba  ,  vario  como  suele  é  inconstante  en  sus 


propósitos.  De  aquí  se  seguia  libertad  para  acomete)' 
todo  género  de  maldades ,  muertes,  robos,  y  latroci- 
nios :  miserable  avenida  de  calamidades.  Los  mas 
poderosos  atrepellaban  á  los  pequeños.  Los  que  regían 
la  república  y  la  gente  principal  usurpaban  para  si 
las  rentas  y  patrimonio  real  infame  latrocinio  y  tor- 
písimo robo.  Finalmente  ningún  género  de  desven- 
tura se  puede  pensar  aue  no  padeciese  aquella  pro- 
vincia. Don  Fernando  ae  la  Cerda  tenia  pocas  fuer/as, 
y  era  tenido  de  todos  por  sospechoso ,  y  por  las  an- 
tiguas competencias  del  reino  no  hadan  cuenta  del: 
determinó  ae  allegarse  á  don  Juan  señor  de  Vizcaya. 
A  los  4320  años  iban  las  cosas  por  esta  orden  en 
Castilla. 

Este  año  se  consagró  en  la  ciudad  de  Lérida  don 
Juan  hijo  del  rey  de  Aragón  en  Arzobispo  de  Toledo 
con  grande  alegría  de  ambos  reinos,  grandes  esperan- 
zas, y  grande  aplauso  por  pronosticar  que  aqcel  pon- 
lifícado  seria  próspero,  justo  y  dichoso.  La  reina  do- 
ña María  todavia  no  dejaba  de  recelarse  que  la  venida 
de  un  príncipe  como  aquel  podría  enconar  mas  los 
ánimos  de  su  gente  que  sanalios.  Estas  sospechas  ce- 
saron con  las  cartas  que  el  papa  envió  á  la  reina  doña 
María,  j  se  le  quitó  del  toao  aquel  miedo ,  porque  la 
prometía  que  todo  estaría  sosegado  y  muy  en  su  fa- 
vor. Con  los  prelados  de  Aragón  tuvo  el  nuevo  arzo- 
bispo grandes  diferencias  sonre  la  preeminencia  de 
la  Iglesia  de  Toledo.  Llevaba  su  cruz  delante .  que 
es  prerogativa  de  aquella  dignidad.  Estopretendia  él 
selle  concedido  como  á  primado  de  las  Españas,  así 
por  derecho  y  costumbre  antigua ,  como  por  nueva 
confirmación  y  prívüegio  de  los  sumos  pontiOces. 
Los  prelados  de  Tarragona  y  de  Zarasoza  que  se  baila- 
ron á  su  consagración ,  lo  contradecían  :  alegaban 
que  estaba  este  negocio  en  lítispendencia ,  y  aun  no 
por  sentencia  determinado.  Aunando  en  estos  deba- 
tes, como  quiera  que  el  arzobispo  de  Toledo  no  mu- 
dase de  propósito  determínauo  de  conservar  la  digni- 
dad de  su  iglesia,  y  confiado  en  el  favor  de  su  padre, 
el  obispo  de  Zaragoza,  donde  entonces  hacia  el  rey 
de  Aragón  cortes  de  su  reino  y  estos  prelados  acu- 
dieron, pronunció  contra  el  de  Toledo  sentencia  de 
escomunion ,  mandó  cerrar  todas  las  iglesias  y  puso 
entredicho  público :  increible  osadía,  confianza  sin- 
gular. El  color  que  se  tomó,  fue  una  constitución  que 
hicieron  los  prelados  de  aouella  corona  los  años  pa- 
sados, en  que  so  pena  de  descomunión  se  mandaba 
ningún  prelado  en  provincia  ajena  llevase  cruz  de- 
lante :  era  el  color  y  la  capa  para  aquella  determina- 
ción. 

Grande  fue  el  enojo  que  desto  recibió  el  rey  de  Ara- 
gón por  ver  á  su  hijo  maltratado  dentro  de  su  reino 
y  delante  de  sus  ojos.  Envió  sobre  ello  cartas  al  su- 
mo pontífice  llenas  de  acedía  y  de  mil  amenazas:  se- 
gún la  saña  hiciera  algún  sentimiento ,  si  los  suyos 
no  le  metieran  por  camino  con  decir  que  en  aquello 
so  trataba  de  la  dignidad  de  sus  iglesias  y  reino ,  y 
que  no  era  justo  por  favorecer  un  particular  negocio 
de  su  hijo  defraudase  y  atropellase  los  públicos :  con 
esto  parece  que  se  amansó  el  furor  aue  en  su  ánimo 
tenía  concebido.  La  respuesta  que  dio  el  sumo  pon- 
tífice ,  fue  ambigua ,  conque  tuvo  suspensas  entram- 
bas las  partes  ;  porque  de  tal  manera  reprendía  et 
atrevimiento  que  el  de  Zaragoza  tuvo  y  mandó  repo- 
ner lo  hecho ,  que  ordenó  otrosí  fuese  absuelto  el  ar- 
zobispo de  Toledo  de  la  descomunión  por  si  acaso  fue 
justa.  Partido  el  nuevo  prelado  de  Aragón,  y  llegado  á 
Toledo,  de  tal  manera  se  hobo  con  don  Juan  Manuel 
su  cuñado  casado  con  su  hermana  mayor  doña  Gos- 
tanza,  que  el  recelo  que  tenían  no  le  favoreciese  de-- 
masiadamente,  de  todo  punto  se  guító.  De  primera 
llegada  no  quiso  que  en  su  arzobispado  cobrase  la< 
rentas  reales ,  cuya  administración  él  pretendía  per- 
tenecelle  ,  de  donde  resultó  entre  ellos  un  odio  in- 
mortal- 


Ala  mismasazon  los  navarros,  que lodavia estaban 
sujetos  i  Francia ,  faeroii  muy  mal  tralodos  en  Viz- 
caya. Falleció  Pliitipe  el  Largo  rey  de  Francia  á  dos 
de  junio  año  de  1321  sin  dejar  sucesión :  lieredóel 
reino  su  liermauo  Carlos  por  sobrenombre  el  Hermo- 
■0,  oue  fne  igual  á  sus  bermaaos  en  valor ;  en  libera- 
lidad,  (ortuleza  y  apostura  sin  par :  en  tiempo  deete 
rey  los  viicainus  de  rebato  se  apoderaron  del  castilla 
de  Gorríca,  que  cae  en  aquella  parte  que  llaman  Gui- 
púzcoa :  preleodiaa  que  aquel  casliflo  era  suyo ,  y 
3ue  los  navarros  le  poseían  á  sin  razón.  Acudieron 
e  Navarra  sesenta  mil  bombres  {si  los  números  ó  la 
bma  no  están  errados)  llegaron  á  los  diez  y  nueve 
de  setiembre  á  Beolivara.  Los  vizcaínos  hasta  ocbo- 
cientos  en  número  como  quier  que  se  apoderasen  de 
las  estrechuras  y  hoces  de  aquellos  montes ,  dendc 
con  galgas  y  cubas  llenas  de  piedras ,  que  dejaban 
redar  sobre  los  navarros ,  los  maltrataron  de  manera 
que  los  desbarataron  y  hicieron  Imir  con  muerte  de 
mas  gente  que  se  pudiera  pensar  de  número  tan  pe- 
queño, demás  que  cautivaron  á  muchos.  Caudillo  de 
los  vizcaínos  era  Gil  Oíiii,  de  los  navarros  Ponce  Mo- 


tiEERPAiA.  475 

rentaina,  Trances  de  nación ,  y  gobernador  Je  Neva- 
ra por  el  rey  de  Francia.  Dau  muestra  que  esta  vic- 
toria fue  de  las  mas  señaladas  de  aqoel  tiempo,  Jas 
coplas  que  hasta  hoy  se  cantan ,  y  los  romances  en 
las  dos  fenguas  casteikna  y  vizcaína  compuestos  en 
esta  razón. 

El  papa  envió  por  su  legado  á  Cutiila  at  cardenal 
Guillelmo  Bajonense ,  obispo  Sabino  ,  por  ver  si  con 
su  diligencia  y  con  la  autoridad  pootilicia  se  pudiem 
poner  Bná  tan  toa  males.  Procuró  el  legado  se  juntasen 
cortes  en  la  ciudad  de  Palencia  en  el  mismo  tiempo 
que  la  reina  doña  Haria ,  amparo  que  íue  de  todo  en 
tiempo  de  tres  reyes ,  y  honra  de  Castilla ,  cargada 
de  anos ,  Taita  de  salud ,  llena  de  congojas  por  los 
trabajos  tan  grandes  como  se  padecían',  de  una  en- 
fermedad que  le  sobrevino  en  Valladolid ,  pasú  desla 
vida  primero  do  junio  año  de  1322.  Muestras  do  su 
piedad  y  religión  son  el  monasterio  de  las  Huelgas, 

Sueá  su  costa  fundú  en  aquella  ciudad  y  ennobleció, 
o  ella  misma  se  mandó  enterrar,  otros  dos  monas- 
terios que  fundó ,  uno  en  Burgos  y  otro  en  Toro,  sin 
otros  que  hizo  en  diversas  partes  del  reino. 


Laa  corles  de  Falencia  no  parece  fueron  de  efecto.  ] 
Juniáronse  por  mandado  del  legado  Guillelmo  los  , 
obispos  de  toda  Castilla  en  Valladolid  para  tener  un  I 
concilio  que  fue  mny  señalado.  En  él  á  dos  dias  del 
mea  de  agosto  se  promulgaron  muchas  constituciones 
saludables,  entre  otras  deicomutga  á  todos  aquellos  i 
que  en  tiempo  de  cuaresma  ó  de  las  cuatro  témporas  ' 
comieren  carne,  y  á  los  que  en  tales  días  la  vendieren 
públicamente:  que  mientras  se  celebran  los  divinos 
oficios ,  los  que  no  foeren  criEtianos ,  no  se  puedan 
hallar  presentes ;  pero  si  los  tales  se  bautizaren,  pue- 
dan ser  ordenados  y  tener  beneficios  para  remedio  de 
su  pobreza :  repruébase  la  pur^jacion  vulgar ,  de  que 
se  usaba  de  orainario  en  Kspana.  Demás  desto  hasta 
hoy  dia  se  conservan  las  constituciones  que  por  el 
mismo  tiempo  estableció  el  arzobisjxi  de  Toledo  don 
Juan ,  en  que  (eotre  Otras  cosas)  se  manda  que  si  los 
judíos  y  moros  no  se  salieren  de  las  iglesias  al  tiempo 


que  se  celebran  ios  divinos  oficios ,  no  se  pase  ade- 
lante :  que  el  dinero  que  se  recogiere  de  la  Cruzada, 
se  le  entregue  al  prelado  para  efecto  de  emplealle  en 
la  redención  decaulivosyremedio  da  tos  pobres:  que 
los  sacerdotes  digan  misa  por  lo  menos  cuatro  veces 
al  año;  y  que  no  la  digan  sin  primero  rezar  los  mai- 
tines :  que  tos  bienes  adquiridos  por  via  de  la  Iglesia 
no  se  puedan  dar  ni  mandar  i  los  hijos,  dado  que 
sean  habidos  de  legitimo  matrimonio.  Qaiea  dice  que 
los  sacerdotes  y  obispos  son  señores  destos  bienes,  y 
que  los  pueden  dispensar  á  su  voluntad  y  alvedrio? 
El  mismo  año  el  rey  de  Granada  Ismael  fue  muer- 
to en  el  Albarabra  por  los  suyos,  que  se  hermanaron 
contra  él :  cabeza  de  ios  matadores  fue  el  señor  de 
Algecira,  y  O^min  participante ,  por  estar  el  uno  y 


el  otro  muy  iodignaáos  desde  el  tiempo  que  tomaron 
á  Hartos,  a  causa  que  al  señor  do  Algecira  quitó  unii 
cautiva  muy  hermosa ,  y  á  Ozmin  mataran  un  tobri- 


478 


ftlBLIOTECA   DB   OASPAK   T  ROIG. 


ino  día  de  Todos  Santos  aüo  del  Señor  de  i327.  La 
fiesta  y  el  convite  mas  daban  muestra  de  regocijo  y 
seguridad  que  de  temor  ni  sospecha:  asf  desarmado 
y  desapercebido ,  como  estaba  en  el  banquete  fue 
muerto  por  mandado  del  rey.  Los  delitos  por  él  co- 
metidos parecían  merecer  cualquier  castigo ;  pero 
quebrantar  el  derecho  de  hospedaje,  y  rebajado  de  se- 
guridad matar  persona  tan  principal  á  todos  pareció 
cosa  fea ,  puesto  que  no  faltaba  quien  con  razones 
aparentes  pretendiese  colorear  aquel  hecho.  Una  sola 
hija  que  quedó  de  don  Juan,  y  estaba  á  criar  en  poder 
de  su  ama,  fue  llevada  á  Bayona ,  ciudad  á  la  raya 
de  Francia  y  entonces  sujeta  á  los  ingleses.  La  ma- 
dre del  muerto  doña  María  que  est»ba  recocida  de 
tiempo  atrás  en  un  monasterio  de  monjas  de  Perales, 
con  el  aviso  del  caso  y  con  estas  tristes  nuevas  bien 
se  puede  pensar  cuan  grande  congoja  recibió.  Dicese 
que  á  instancia  de  Garci  Lasso  vendió  al  rey  todo  el 
señorío  de  Vizcaya:  si  de  miedo  ó  de  su  voluntad,  no 
se  sabe,  basta  entender  que  era  peligroso  contrastar 
ala  voluntad  del  rey  en  aquel  trance,  pero  de  mala 
sonada,  y  contra  derecho  por  ser  viva  su  nieta ;  que 
adelante ,  aplacado  el  enojo  del  rey ,  casó  con  don 
Juan  de  Lara  como  se  referirá  en  su  lugar,  y  vino  á 
fier  señora  de  Vizcaya.  Los  pueblos  y  castillos  que 
don  Juan  heredó  de  su  padre ,  y  eran  mas  de  ochen- 
ta, parte  se  ganaron  por  fuerza ,  parte  se  rindieron 
de  su  voluntad,  y  quedaron  incorporados  en  la  coro- 
na real. 

Don  Juan  Manuel  era  frontero  contra  los  moros:  y 
dado  que  amedrentado  con  aquel  caso,  y  que  echaba 
de  ver  lo  poco  que  se  podía  fiar  del  rey,  pues  á  son  de 
bodas  quitó  la  vida  á  un  principe  y  deudo  su^o  tan 
cercano ,  todavía  con  gran  cuidado  y  diligencia  acu- 
día á  la  guerra  contra  los  moros,  que  poco  antes  de 
sobresalto  ganaron  el  castillo  de  Rute,  y  pretendían 
con  su  caudillo  Ozmin,  que  ya  parece  estaba  en  gra- 
cia de  aiiuel  rey ,  hacer  entrada  por  las  fronteras  del 
Andalucía.  Vino  con  ellos  á  las  manos  junto  ñi  rio 
Guadalhorza ,  donde  los  venció  y  mató  gran  número 
dellos.  Donjuán  manuel,  habida  esta  victoria,  te  fue 
á  las  tierras  de  su  estado,  dejada  la  guerra ,  y  mal 
indignado  contra  el  rey ,  de  quien  se  publica  tenia 
propósito  de  repudiará  dona  Costanza  su  hija,  y  em- 
parentar en  Portugal,  todo  encaminado  á  su  perdi- 
ción. No  era  su  miedo  vano,  ca  se  trató  de  aquel  nuevo 
casamiento;  y  en  efecto  doña  María  hija  del  rey  de 
Portugal  entró  en  lugar  de  doña  Costanza.  Autor 
deste  consejo  y  mudanza  fue  Alvar  Nuñez  O^orio. 

El  pesar  que  desto  sintió  don  Juan  Manuel ,  foe 
cual  se  puede  pensar;  lo  mismo  el  rey  de  Aragón  tío 
de  doña  Costanza.  Reinaba  á  la  sazón  don  Alonso  el 
Cuarto  en  Aragón  por  muerte  de  su  padre  el  rey  don 
Jaime  el  Sesundo ,  que  falleció  en  Barcelona  un  día 
después  de  la  muerte  de  don  Juan  el  Tuerto,  do  se 
hizo  su  enterramiento  en  la  iglesia  de  Santa  Cruz 
con  real  pompa  y  aparato.  Doña  Teresa  su  nuera 
murió  cinco  aias  antes  del  suegro  en  Zaragoza,  y  se 
sepultó  en  el  monasterio  de  San  Francisco  de  aquella 
ciudad.  E\  luto  y  llanto  de  toda  la  provincia  fue  do- 
blado á  causa  que  en  un  roinmo  tiempo  auedó  huér- 
fana de  dos  príncipes  que  mucho  amaba.  Sucedió 
pues  al  rey  don  Jaime  su  hijo  don  Alonso ;  tuvo  en 
doña  Teresa  su  mujer  estos  hijos,  don  Pedro,  don 
Jaime  y  doña  Costanza;  porque  otros  cuatro  hijos 
que  tuvieron,  murieron  en  su  niñez.  Lo  que  hay  ma- 
cho que  loar  en  el  rey  don  Jaime  fue  que  los  princí-* 
pados  de  Aragón ,  Cataluña  y  Valencia  ordenó  8n-> 
duviesen  siempre  unidos  sin  dividirse.  Fue  tan 
enemigo  de  pleitos  ,  que  en  aquella  era  eran  asaz, 
que  desterró  perpetuamente  de  su  reino  como  á  pre* 
varícador  á  Jiroeno  Rada ,  un  abogado  señalado  de 
aquellos  tiempos ,  por  cuyas  mañas  muchos  fueron 
despojados  de  sus  naciendas. 

Oírlos  rey  de  Francia  y  Navarra,  por  sobrenombre 


el  Hermoso,  falleció  de  enfermedad  en  el  bosque  de 
Vinceoa  primer  día  de  febrero  año  de  1328;  al  cual 
el  papa  Juan  Vigésimosegondo  otrorgó  loe  diezmos  de 
las  rentas  eclesiásticas  en  toda  la  Francia  contal 
condición  que  luciese  la  guerra  ai  emperador  Lois 
Bávaro,  tan  grande  enemigo  de  Ja  Iglesia  que  el  año 
antes  deste  hizo  papa  en  Roma  en  competencia  del 
verdadero  pontífice  t  en  su  perjuicio  á  Pedro  Corbar 
con  nombre  de  Nicolao  Quinto.  Demás  desto  le  man- 
dó acudir  él  con  parte  de  aquel  interés,  según  qoe 
lo  publicaba  la  fama.  £sta  misma  concesión  se  biio 
antes  á  instancia  del  rey  Felipe  et  Largo ,  pero  con 
esta  modificación  y  palabras  espresas,  n  Im  dtnsf» 
del  reino  juzga$en  ser  eonvenimte ;  condicioa  muy 
honesta  ,  de  que  ojaJá  usasen  los  demás  poutiflces 
contra  las  importunidades  de  los  príncipes.  La  ma- 
jer  del  rey  Carlos,  por  quedar  preñada  á  cabo  üetres 
meses  después  de  la  muerte  de  su  marido  parió  una 
hija  que  se  llamó  Blanca.  No  podía  conforme  i  las 
leyes  y  costumbres  de  Francia  suceder  eo  aquella 
corona.  Así  un  hijo  de  Caries  de  Vaioes  <iue  falleció 
dos  años  antes  del  rey ,  por  nombre  Phiiipe,  primo 
hermano  de  los  tres  reyes  pasados  por  una  parte,  y 
Eduardo  rey  de  Ingalaterra ,  como  iiijo  de  madama 
Isabel  hermana  de  los  mismos  tres  reyes ,  comeoia- 
ron  á  pretender  aquel  reino. 

Los  estados  del  reino  conforme  á  la  ley  Sálica,  se 
conformaron  en  dar  la  corona  á  Phiiipe  de  Vaioes,  de 
que  resultaron  enemistades  y  guerras  muy  largas  y 
graves  entre  aquellas  dos  naciones  y  los  reyes  d«  In- 
galaterra tomaron  apellido  de  reyes  de  Francia,  y  po- 
síeron  las  flores  de  hs  en  sus  escudos.  A  ios  navarros 
sucedió  mejor  que  quedaron  libres  del  yugo  de  Fran- 
cia, porque  Juana  hija  del  rey  Luis  Hatia  casó  coo  el 
conde  de  Evreux  que  se  llamaba  Pbi tipo,  y  en  Paio- 
plona  fueron  declarados  por  reyes  de  Navarra  de  cos- 
lormidad  de  todos  los  estados  por  el  derecho  qne 
aquelb  señora  tenia  de  parte  de  su  madre :  ea  qae 
por  ser  cosa  tan  justificada  fácilmente  vino  el  ouevo 
rey  de  Francia,  demás  que  el  dicho  conde  era  sadeu- 
do  muy  cercano  por  ser  como  era  bisnieto  de  Sao 
Luis  rey  de  Francia.  En  esta  sazón  los  navarros  pur 
tener  los  reyes  flacos  se  alborotaron ,  y  como  gente 
sin  dueño  se  encarnizaron  en  los  judíos  que  mora- 
ban en  aquel  reino ,  en  particular  en  Estalla  ca^ 
tanto  la  tempestad  que  degollaron  diez  mil  dellos,  si 
ya  el  número  olas  memorias  no  van  errados. 

CAPITULO  XX. 
Nuevos  casamientos  de  reyes. 


A  la  misma  sazón  en  Castilla  se  hacían  apercebi- 
mientos  muy  grandes  para  la  guerra  contra  los  mo- 
ros nuevas  levas  de  gente  que  se  alistaba  en  el  reino 
socorros  que  pretendían  de  los  reyes  comarcanos.  U 
tierna  edad  del  rey  moro ,  y  las  discordias  que  ha 
suyos  entre  sí  tenían ,  presentaban  ocasión  pan  tu- 
cer  algún  buen  efecto ,  mayormente  que  se  pasó  a 
los  nuestros  un  hijo  de  Ozmin,  llamado  Abrabamel 
Borracho  por  el  mucho  vino  que  bebía.  Seguíale  od 
buen  escuadrón  de  soldados:  acordó  el  rey  don  Aloo 
so  de  ir  á  Sevilla  con  toda  presteza:  dende  corría  i^ 
fronteras  de  los  enemigos  y  lea  bada  notables  daño». 
Tomóles  á  Olvera,  Pruna  y  Ayamontea.  En  ei¡to^ 
gastó  el  verano,  y  pasado  ei ótenoslos  soldados,  car- 
gados de  despoios  y  alegres  dieron  la  vuelta  para  ia- 
vemar  en  Sevilla.  Don  Alonso  lofre  almirante  qoeen 
del  mar ,  acudió  al  tanto  para  darai  rey  aviso  de  aat 
victoria  tan  señalada  que  alcanzó  en  ona  batalla  aani 
que  trabó  con  los  moros,  en  que  de  veinte  y  dos  ga- 
leras que  traían,  les  tomó  tres ,  y  cuatro  ecbaroo  a 
fondo.  Eran  estas  galeras  parte  del  reino  de  Granada 
y  parte  africanas;  mataron  y  cautivaron  mas  deoii 
y  dgcientos  moros;  por  las  cuales  caoaas  todos  es^ 


niSTORIA   DR   EMPANA. 


79 


han  muy  gozosos ,  y  aquella  nobüisima  ciudad  reso- 
iiiiba  con  fiestas  y  regocijos. 

Enviáronse  embajadores  para  tratar  del  casamien- 
to del  rey.  Don  Juan  Manuel,  vista  la  resolución  de 
dejará  su  hija,  renunciada  por  sus  reyes  de  armas  la 
fe  y  lealtad  que  teniajurada ,  se  confederó  con  los  re- 
yes de  Ara;;on  y  de  Granada  :  junto  con  esto  desde 
Chinchilla  y  Almantsa,  j^or  ser  plazas  muy  fuertes, 
hacia  entradas  por  las  tierras  de  Castilla  :  robaba  y 
talaba  por  do  quiera  que  pasaba ,  con  gran  daño  en 
especial  de  los  labradores ,  á  la  misma  sazón  que  el 
rey  en  Sevilla  dio  título  de  conde  de  Trastamara,  L^' 
mos  y  Sarria  á  Alvar  Nuñez  Osorío ,  que  era  su  ma* 
yor  privado ,  cosa  muy  nueva ;  que  basta  entonces 
en  Castilla  no  se  diera  de  mucho  tiempo  atrás  á  nin- 
guno título  de  conde.  La  ceremonia  que  se  hizo,  fue 
muy  tosca,  como  entre  gente  en  aquella  sazón  falta 
de  todo  género  de  policía  y  primor.  Echaron  tres  so 
pas  en  una  taza  de  vino,  y  pusiéronselas  delante: 
convidáronse  por  tres  veces  el  rey  y  el  conde  sobre 
cuál  dellos  tomaría  primero :  fmalmente  el  rey  tomó 
la  una  y  el  conde  la  otra.  Concediósele  que*en  los 
reales  tuviese  caldera  y  cocina  á  parte  para  su  mes- 
nada y  en  la  guerra  propia  y  particular  bandera  con 
sus  divisas  y  armas.  Hiciéronse  las  escrituras  y  pri- 
vilegios; y  leídos,  todos  los  presentes  aclamaron  con 
gran  aplauso >  viva  el  conde.  Tal  fue  la  costumbre 
y  ceremonia  con  que  se  criaban  los  condes  en  aque- 
lla era. 

En  la  ciudad  de  Córdoba  usó  el  rey  de  una  severi- 
«lad  estraordinaria ,  y  fue  que  hizo  cortar  la  cabeza  á 
Juan  Ponce  porque  no  obedeció  á  su  mandato ,  en 
que  le  ordenaba  restituyese  el  castillo  de  Cabra  que 
tomara  á  los  caballeros  de  Calatrava  al  tiempo  que 
las  cosas  del  reino  andaban  alborotadas,  demás  qu<' 
le  achacaban  y  cardaban  de  hombre  sedicioso  y  per- 
nicioso para  la  república.  I¿1  mismo  castigo  ^  dio  a 
otros  muchos  cíuaadanos  de  Córdoba,  sea  por  ser  de 
la  misma  parcialidad ,  ó  poi^que  fueron  convencidos 
de  otros  delitos  muy  gravcS.  En  Soria  en  el  monas- 
terio de  San  Francisco  fue  muerto  á  puñaladas  Garcí 
Lasso  sin  respeto  del  lu^r  sagrado,  y  que  eslabu 
oyendo  misa.  El  sentimiento  del  rey  fue  grande: 
poco  antes  deste  desastre  le  enviara  desde  Sevilla 

Cara  atajar  los  intentos  y  pretensiones  de  don  Juan 
íanuel  el  aborrecimiento  que  los  caballeros  le  te- 
Díati  muy  ffrande  por  entender  trataba  de  destruir 
coa  sus  malas  mañas  y  descomponer  toda  la  nobleza, 
fue  causa desta desgracia.  Escalona,  una  villa  pequeña 
en  el  reino  y  tierra  de  Toledo,  andaba  alborotada  y 
pretendía  juntarse  con  los  rebeldes  y  amotinados.  De 
Castilla  la  Vieja  a-imismo  avisaban  que  la  gente  se  al- 
borotaba ;  en  particular  Toro ,  Zamora  y  Valladolíd  es- 
taban alzados  oootrael  rey.  El  principal  movedor  des- 
tos  alborotos,  era  don  Hernán  Rodríguez  de  Balboa 
prior  de  San  Juan ,  condado  en  sus  riquezas ,  y  en  los 
muchos  aliados  y  deudos  que  tenia  en  aquella  pro- 
vincia de  los  mas  nobles  y  ricos.  El  color  que  toma- 
ron ,  era  quejarse  que  el  nuevo  conde  Alvaro  Osorio 
y  un  judío  ILmado  Juzeph  gobernaban  todo  el  reino 
y  le  trastornaban  á  su  voluntad  :  que  .tenían  rendido 
al  rey ,  como  sí  les  fuera  esclavo ,  y  como  si  le  hobie- 
ran  diado  bebedizos. 

Acudió  el  rey  á  Escalona;  pero  con  las  nuevas  de 
Castilla  alzó  el  cerco  por  acudir  al  mayor  peligro  y 
necesidad.  Llegó  á  Valladolíd :  no  le  quisieron  dar 
entrada  hasta  tanto  que  despidiese  de  palacio  y  de  su 
corte  ai  dicho  Osorio.  Uízose  así;  que  es  forzoso  su- 
jetarse á  la  necesidad.  Sin  embargo  fue  tan  grande  el 
sentimiento  deste  caballero ,  como  persona  acostum- 
brada á  todo  favor  y  privanza ,  que  quitada  la  másca- 
ra se  reveló  contra  el  rey,  y  trató  de  juntar  sus  fuerzas 
con  don  Juan  Manuel ,  causa  de  su  total  perdición. 
Ramiro  Flores  de  Guzman  con  muestra  que  huía  del 
rey,  se  hizo  su  amigo;  y  como  un  día  estuviese  des- 


apercebido  y  descuidado,  le  dio  de  puñaladas.  Por  su 
muerte  el  rey  á  la  hora  sé  entregó  en  sus  castillos  y 
tesoros,  que  tenia  allegados  muy  grandes  en  el  tiem- 
po que  tuvo  el  reino  á  su  mandar  v  lo  robaba  todo 
sin  reparo  pusiéronle  acusación,  nícíéronle  cargos 
muchos  y  muy  graves  :  no  salió  persona  ninguna  á 
la  causa  y  defensa,  y  así  fue  convencido  en  juicio  y 
dado  por  rebelde  y  traidor;  pronunció  la  sentencia 
el  mismo  rey  en  la  villa  de  Tordehumos.  Tal  fue  la  fin 
destos  dos  caballeros ,  que  en  aquel  tiempo  tuvieron 
tanta  grandeza  y  pujanza.  A  Juzeph  defendió  su  ba- 
jeza ,  y  el  menosprecio  en  que  es  comunmente  teni- 
da aquella  nación  :  lo  que  pudiera  acarrear  á  otro  su 
perdición ,  eso  le  valió. 

Celebráronse  las  bodas  del  rey  en  Ciudad- Rodrigo. 
Tratóse  entre  los  dos  reyes  de  Castilla  y  Portugal  de 
aplacar  al  rey  don  Alonso  de  Aragón ,  y  apartalle  de 
la  amistad  de  don  Juan  Manuel.  Pareció  buen  medio 
ofrecelle  la  infanta  doña  Leonor  hermana  del  rey  de 
Castilla  para  que  casase  con  ella ,  ca  se  hallaba  viudo 
y  libre  del  primer  matrimonio  por  muerte  de  su  pri- 
mera mujer  doña  Teresa.  Aceptado  este  partido ,  y 
echas  las  escrituras  y  conciertos ,  llevaron  la  donce- 
lla á  Aragón.  Salió  don  Juan  el  patriarca  arzobispo 
de  Tarragona  hasta  Alfaro  á  receoilla  y  acompañalla. 
Efectuáronse  las  bodas  en  la  ciudad  de  Tarazona: 
hallóse  presente  con  el  de  Aragón  el  rey  de  Castilla, 
las  alegrías  y  regocijos  fueron  grandes.  Sucedió  esto 
al  principio  del  año  de  i329.  Para  que  la  amistad 
entre  los  reyes  fuese  mas  firme ,  y  meter  prendas  de 
todas  partes,  trataron  de  casar  á  doña  Blanca  hija 
del  infante  don  Pedro  (el  qiie  como  queda  dicho  mu- 
rió en  la  guerra  de  Granada)  con  el  hijo  mayor  del 
rey  de  Portugal  llamado  don  Pedro.  Hechas  las  capi- 
tulaciones, la  doncella  fue  entregada  en  poder  de  la 
reina  de  Castilla  para  jne  la  enviase  á  Portugal. 

Junto  con  esto  los  dichos  tres  reyes  asentaron  liga 
entre  si  contra  los  moros  para  juntadas  sus  fuerzas 
desarraigar  de  todo  punto  las  reliquias  de  aquella 
gente  malvada.  Asentóse  demás  desto ,  para  mayor 
sosiego  y  paz  de  todos,  que  los  rebeldes  ael  un  reino 
no  tuviesen  acogida  en  eJ  otro.  Quedó  por  este  cami- 
no don  Juan  Manuel  despojado  del  amparo  del  rey  de 
Aragón  :  trató  de  valerse  como  pudiese;  v  para  este 
efecto  casó  segunda  vez  con  dona  Blanca  uija  de  don 
Fernando  de  la  Cerda.  Asimismo  don  Juan  de  Lara  casó 
con  doña  María  hija  de  don  Juan  llamado  el  Tuerto, 
con  esperanza  que  le  dieron  de  juntar  todas  tres  sus 
fuerzas  para  recobrar  el  señorío  de  Vizcaya  que  de 
derecho  pertenecía  á  aquella  doncella,  y  el  rey  por 
fuerza  y  contra  razón  se  le  tenía  usurpado.  Donjuán 
Manuel  y  don  Juan  de  Lara  llanamente  estaban  de- 
clarados contra  el  rey^  otros  de  secreto  y  con  saga- 
cidad le  eran  contrarios,  como  eran  don  Pedro  do 
Castro  y  don  Juan  Alonso  de  Alburquerque,  hijo  de 
Hernán  Sánchez  y  nieto  del  rey  Dionisio  de  Portu- 

§al :  el  principal  y  cabeza  de  los  demás  eran  don  Juan 
e  Haro  señor  de  los  Cameros.  Estos  todos  llevaban 
tras  sí  gran  parte  del  reino. 

Los  nuevos  reyes  de  Navarra  este  mismo  año  vi- 
nieron á  Pamplona.  Allí  les  fue  dada  la  posesión  do 
aquel  reino,  pero  debajo  destas  condiciones:  que  por 
espacio  de  doce  años  no  se  batiese  nuevo  género  de 
moneda ,  á  causa  que  en  aquel  tiempo  era  muy  ordi- 
nario falsear  la  moneda  y  bajalla  de  ley  :  costumbre 
perjudicial  y  mala,  contraía  cual  hay  un  decreto  del 
pontífice  Juan,  que  se  promulgó  en  aquel  tiempo  y 
anda  en  las  es  tra  vagan  tes :  la  segunda  cundicion, 
que  en  los  oficios  de  la  casa  real  no  se  admiiiesen 
forasteros ,  lo  mismo  cuanto  á  las  tenencias  de  los 
castillos:  que  no  pudiesen  vender  uí  trocar  el  reino, 
ni  enajenar  el  patrimonio  real :  que  el  primer  hijo 
varón  que  tuviesen^  luego  que  llegase  á  edad  de  veinte 
y  un  anos  cumplidos ,  fuese  rey  de  Navarra ,  y  tuvie- 
se el  mando  y  gobierno;  y  que  Philipo  su  padre  acu- 


480  BIBLIOTECA  DE  Cksenn  r  nnic. 

diesen  con  cieo  rail  coronas  para  ioo  gastos  :  si  Ta-  .  Iiijas  Juan» ,  Uaria ,  Blanca  y  Inéa  casaron  aiimisniD 

Heciesen  sin  hijos,  que  los  tres  eslados  del  reino  '  mu;  princinatmcntc. 

nombrasen  rey  i  su  voluntad.  í      Los  flamencos á  esta  miainas.izon  andaban  att«n- 

Dcsla  suerte  los  navarros  para  recibir  leyes  las  dos.'ca  puesto  primeramente  en  prisiouLuis  sucon- 

dieroualqueloshabia  de  gobernar.  Juraron  lus  re  jes  de  y  señor,  después  que  aelibrú,  le  cercaron  en  Gjd- 

eelas  condiciones,  y  con  tanto  fueron  coronados  y  '  te  :  huyú  tambíeu  del  cerco,  y  acudiú  al  ampartí  M 

ungidos  en  la  iglesia  Mayor  de  aquella  ciudad  á  loa  I  rey  de  Francia.  Envió  él  aus  embajadores  i  f  [andes 

cinco  dias  del  mes  de  marzo.  Todos  los  presentes  de  sobre  el  caso,  pero  no  hicieron  erecto  alguno  :llegú 

cualquier  suerte  ,  estado  y  edad,  en  señal  de  alegría  el  negocio  A  las  armas  y  á  las  manos.  Acudieron áts- 

y  regocijo,  d  voces  pedían  para  sus  reyes  larga  vida  ta  guerra  mucbo^  príncipes  y  entre  los demásPliilipe 

Ítoda  buena  andanza :  las  ralles  tenian  cubiertas  de  rey  de  Navarra.  JuntAronse  los  dos  campos  no  lejos 

ores  y  verdura,  laa  paredes  vestidas  de  ricos  panoa:  de  ia  villa  de  Casscl :  liobo  algunas  eacaramut»,  j 

no  quedó  género  de  conten  taque  allí  no  se  mostrase,  por  el  mes  de  agosto  un  dia  en  lo  mas  recio  del  filor, 

Parecíales  salir  de  unas  escuras  tinieblas  d  una  luz  á  tiempo  que  las  guardas  y  centinelas  esUbandes- 

muy  respiandecienley  clara,  y  que  toda  aquella  pro-  cuidadas,  los  flamencos  djeron  de  rebato  Sobre  h) 

vincía  con  la  venida  de  sus  propios  reyes  como  des-  reales  de  Francia:  ganaron  los  baluarlesy  trinelien* 

pues  de  un  largo  destierro,  d  cabo  de  cincuenta  y  sin  que  les  pudiesen  ir  A  la  mano  :  acomelicnw  li 

cinco  años  que  ¡altaban ,  era  restituida  ensu antigua  i  tienda  del  rey,  y  antes  que  se  pudiesen  armar  ni  ^u- 

grandeza ,  sosiego  y  prosjieridad.  Fueron  estos  re-  |  bír  á  caballo,  mu  líos  de  los  Trahceses  fueron  pifiAoi 


yea  mnyd 


1,    DUAK^^i 

dichosos 


eRSUccsiouilos  hijos  Carlos,  Pliili-  '  á  cuchillo.  El  rey  mismo  se  vio  en  grande  aprieto 


pe  7  Luís  alcanzaron  adelante  grandes  estados;  tss    hasta  tanto  que  acudió  gente  de  la  otn  parte  ric 


G:»iiro  d*  l>*  Untlfis 


reales.  Con  esto  los  flamencos  ,  y  por  el  peso  do  las 
armas  y  calor  que  hacia  muy  grande  ■  desmayaron; 
y  muertos  muctios  dellos ,  los  lanzaron  de  los  reales, 
y  huyeron.  Después  desta  victoria  todo  quedó  llano; 
y  el  conde  fue  resliluido  en  su  estado. 

EIde  Navarra,  conctaida la  guerra,  didvueltad su 
reino ,  que  halló  lleno  de  latroúnioi  y  mildades  á 
causa  de  la  libertad  que  por  la  larga  ausencia  de  los 
reyes  la  gente  habia  tomado.  Tratóse  del  remedio: 
por  consejo  Y  parecer  de  personas  principales  y  de 
letras  so  ordenaron  y  establecieron  nuevas  lejes, 
con  que  el  pueblo  fuese  regido  y  mantenido  en  jus- 
licií  y  en  paz  :  estas  leyes .  son  laa  aue  vu1<^armeute 
se  llaman  del  Fuero  Nuevo.  Dadoquenobíerou  asiento 
en  las  eniiis  do  aquel  reino,  loa  nuevos  reyes  se  vol- 
vieron á  Francia  con  voz  de  favorecer  al  rey  frnncé» 
su  deudo  y  amigo  contra  los  ingleses ,  que  tornnban 
con  las  armas  d  la  demanda  del  reino.  La  verdad  era 
que  el  amor  de  la  patria  loa  aquejaba  :  las  riquezas 
otroii  de  Francia ,  traje)  vestidos  y  abuudaucia  les 
Iiacii  menospreciar  la  pobreza  de  Navarra.  Dejaron 
(larn  gobierno  del  reino  ¿  Enrique  Soliberto  de  na- 


ción francés:  gran  dolor  de  los  naturales  por  durallf* 
tan  poco  su  alegría  ,  y  considerar  cuan  tarde  caisn 
en  la  cuenta,  y  cúnió  lea  engañaba  su  espersn», 
Cuín  breves  ion  y  engañosos  loa  contento*  desle 
mundo  ¡  la  buena  andanza  cuan  presto  se  pata. 

CAPITULO  XXI. 
Qae  la  gaerra  eonut  los  moros  se  renovó. 
Aquejabah  á  Castilla  por  una  parle  Its  diacordÍM 
civiles,  por  otra  el  cuíaado  de  la  gnerr»  contri  »• 
moros.  Lo  que  sobretodo  apreUba,  ora  l>  filu* 
dineros  para  hacer  las  provisiones  y  pagar  *  Im  «"'- 
dados.  Junláronsn  corles  del  reino  en  Madrid.  En  es- 
Us  curtes  as  esUblecieron  altiunas  notables  leTw: 
una,  que  en  la  casa  real  ninguno  tuviese  mas qne  un 
oficio  :  olra ,  que  sin  llamar  cortes  nu  se  impusiesen 
nuevos  pechos  ;  tercera ,  que  no  se  diesen  benefiej'» 
i  los  extranjeros.  Los  pueblos  otrosi  otrecieran  e  di- 
nero necesaria  para  la  guerra  tanto  con  mayor  volun- 
tad que  los  moros  por  el  mismo  tiempo  se  apoderaw 
de  la  villa  da  Priego ,  que  está  á  la  raya  de  los  a« 


HisToaiA  I 

reinos,  y  era  de  la  urden  de  Calatrafa.  No  fue  nece- 
fitrío  aerramar  sanare  porifue  el  mlsiuo  alcaide  que 
la  tenia  en  guunln,  la  enln^d.  Buscaban  algún  me- 
(tiu  para  snsegar  á  don  Juan  Manuel  y  sus  oonaortes, 
y  demíls  deito  para  granjear  al  rey  de  Aragón  y  lia- 
rer  que  acudiese  con  sus  fuerzas  en  ayuda  desU 
guerra.  Lo  uno  y  lo  otro  9 e  efeclud^yen  parücular 
wira  reducir  d  doa  Juan  )e  restiiuyeron  á  doña 
Costanza  su  liija  i]ue  hasta  entonces  la  deturieran 
en  la  ciudad  de  Toro ,  con  que  la  cuita  y  la  afrenta 
se  doblaba ;  repudiuila  y  tenelín  como  presa.  Por 
otrn  parle  apretaron  á  Juiepb  el  judío  de  Ecija  de 
quien  se  lia  hablado,  puraque  diese  cuenta  de  tas 
rentas  reales  ^ue  Ie[ii  j  £  su  cargo :  todo  á  propúsito 
Hr  bailar  ocasión  para  derriballe,  queno  podía  Ullar. 
Fue  así  que  no  hizo  su  descargo  bastantemente:  con 


:  Esra^A.  481 

esta  color  le  privaron  del  cargo  de  temttra  general. 
Demás  desto  para  adelante  oraeoaroD  que  á  Diuguno 
que  no  fuese  cristiano,  se  encargase  aquel  oUcío, 
Asimismo  que  el  tesorero  no  se  llamase  Almojarife, 
apellido  que  por  ser  arábigo  era  odioso,  sino  qud 
adelante  se  nombrase  tesorero  general:  ordenaou 
que  diú  satisfacción  á  todo  el  reino. 

El  rey  de  Portugal  envió  quinientos  caballos  de. 
socorro:  el  de  Aragón  y  don  Juan  Manuel  prometie- 
ron de  hacer  entrada  en  tierra  de  morospor  otra  par- 
te. Era  don  Juan  Manuel  frontero  por  la  parte  de  Hur- 
cía,  y  por  su  teniente  Paro  Ixipeí  de  Ayala.  El  rey 
de  Castilla  juntado  que  tuvo  su  ejército,  rompió  por 
la  parle  del  Aodalui:ia  en  tierra  de  Granada :  puso 
recco  sobre  Teba  de  Badales  vilk  niUT  Tuerte, que 
fue  el  w'iode  1330.  Oiniin  con  seis  loilginetcs  que 


sn  rey  le  dio,  estaba  alojado  ea  TurroB  tres  leguas 
de  Tebs,  desde  donde  hacia  gran  daño  á  nuestra 
(tente,  mayormente  cuando  aalian  á  hacer  forrage  d 
dar  agua  á  los  caballos,  que  por  la  demás  no  se  atre- 
vía venir  á  baUlla.  En  este  mediólos  crisLísDoe  gana- 
ron la  villa  de  Pruna :  Ouniu  cautelosamente  enviú 
tjes  mil  caballos  al  rio  que  allí  cerca  pasa ,  para  dar 
vista  A  los  enemigos,  y  por  otra  parlecuando  la  bata- 
lla estuviese  mas  trabada  apoderarse  él  de  nuestros 
reales.  Fue  el  rey  avisadode  este  intento.  Envió  ade- 
lanta un  grueso  escuadrón  degente  contra  los  moros, 
y  él  con  losdemásá  punto  se  quedó  en  elreal,  que  fne 
engañar  una  astucia  con  otra:  ademis  que  los  moros 
fueron  puestos  en  huida,  y  los  nuestrosen  su  segui- 
miento con  el  mismo  impelu  que  llevaban,  entraron 
por  los  reales  contrarios  que  no  tenían  defensa ,  sa- 


quearon y  robaron  todas  las  tiendhs  y  bagflje.  Con 
oslo  los  de  Teba,  perdida  la  esperanza  de  defenderse, 
por  el  roes  de  agosto  rindieron  la  villa ,  salvas  soU- 
raenle  las  vidas.  Cañete  otrosi  v  Priego íitidilacion 
hicieron  lo  mismo  sin  otros  inuclios  caslillos  y  forta- 
lezas. Fue  tanto  mavor  la  honra  que  ^at\6  el  rey  don 
Alonso,  que  ni  el  de  Aragón ,  ni  ilon  Juan  Mnnurl 
ayudaron  como  prometieron  por  su  parU.  (1)  Ei  une 

(1)  En  kw  Ináicf*  Iflliíioí  de  lurltá  m  lee  que  »\  it  Ar- 

Sia  eovié  al  maestre  de  Moqtesa ,  I  loi  eotDtndador<s  de 
ontaíbaa  y  Alciúii,  y  il  vitconde  d*  Csbrer»  f«  li  nm- 
nida  dBl  re»  ,  y  ideíoli  un»  escuadra  da  dSer  galera»,  y  si- 
man  otra»  navn  tnírores ,  corrió  los  mares  halla  ».  estre- 
cho pin  impedir  que  viniesen  socorro»  d»  Arcica.  Oespují 
envuelto  en  loerra  contra  los  genovejei  lobre  1»  u»  de 
Cerdeña  .  ya  no  le  (ue  poiibie  sQ-orrer  si  ■>•  '^""»' 


SI 


il  de  Castilla,    , 


IBi 


BIBLIOTECA  DE   6'ASPJIR  T   BOlG. 


aun  nb^ilSlKifMiin  \kti6,  el  otro  séescósaba  con  los 
f^offdSti^  aúa'^  sítbof otaban  la  isla  de  Cérdeña,  á 
que  h  isrá  ktMsb  aeudÍT;  demás  desto  el  socorro  de 
P0)rtugtifr&et;f;i  tbmado  &  su  tieri-a.  Todo  esto  fire' 
ocaMoñ  de  nuevo  desabrimiento ,  en  especial  contra 
don  laan  Méñuely  sus  aliados  ,  y  de  tomar  asiento 
con  lo^  moros,  con^o  se  hizo  á  la  primavera  /debajo 
miecdda  añrpgase  de  tributo  doce  mil  ducados. 
ÉstK»  asentado;  se  dio  lugar  al  comercio  j  trüto  de  una 
parte  é  tflriíVy  saca  á  los  moros  de  trigo  y  otras  pro- 
visiones de  Castilla.  Todo  lo  cual  se  efectuó  con  taritó 
mayor  voluntad' (][ue  el  rey  en  Sevilla,  do  se  concer- 
taron las  (mceS  se  comenzaba  á  entregai'á  dona  Leo- 
nor de^tzmah  de  tal  suerte  que  la  tenia  y  trataba 
coiiiO  sifüérá  su  legítima  mujer.  Esta  señora  en  li- 
naje', apostura  y  riquezas  se  pudiera  tener  por  di- 
chosa :  su  padre  fue  Pero  Nuñez  de  Guzman ,  su 
marido  Juan  de  Velasco  que  poco  antes  falleciera: 
con  la  conversación  del  rey  mas  fama  ganó  que  loa. 
Deste  trato  tuvo  mucha  generación ,  y  en  particular 
un  hijo  que  después  de  su  muerte  y  despuesde  gran- 
des trances  últimamente  vino  á  ser  rey.  £1  capitán 
Ozmin  (I)  falleció  en  la  ciudad  de  Granada ;  dejó  dos 
hijos  Abraham  y  Abucebet.  El  rey  moro ,  privado  de 
tal  amparo  y  consejo ,  y  con  deseo  de  intentar  nue- 
vas esperanzas  pasó  en  Berbería  para  traer  dende 
nuevas  gentes  y  dar  principio  á  una  nueva  guerra 
brava  y  sangrienta ,  cUal  fue  la  que  adelante  se  en- 
cendió en  España ,  según  que  en  el  libro  siguiente 
se  declara. 

LIBRO  DECIMOSESTO. 

CAPITULO  L 
Como  el  rey  de  Granada  pasó  en  África. 

La  tercera  parte  de  la  redondez  de  la  tierra  es 
África.  Tiene  por  linderos  á  la  parte  del  Occidente  el 
mar  Océano  Atlántico,  á  la  del  Oriente  á  Egipto  y  el 
mar  Bermejo,  mar  bajo  y  sin  puertos:  al  Setentrion 
la  baña  el  mar  Mediterráneo.  Combatida  por  el  un 
costado  y  por  el  otro  de  las  furiosas  olas  del  mar  Océa- 
no, de  anchísima  que  es ,  se  estrecha  y  adelgaza  en 
forma  piramidal  hasta  rematarse  por  la  banda  del  Sor 
en  una  punta  que  llamaron  sirímero  cabo  de  las  Tor- 
mentas, y  hoy  se  llama  elcaoo  de  Buena-Esperanza. 
Los  moradores  desta  tierra  son  de  muchas  raleas,  di- 
ferentes en  leyes,  ritos,  costumbres,  trajes,  coiory 
en  todo  lo  al.  Lo  mjs  interior  habitan  los  ethiopes 
largamente  derramados,  todos  de  color  bazo  ó  nesro. 
Sígnense  luego  los  de  Libia ,  y  después  los  nnmidas, 
generaciones  de  gentes  que  se  dividen  entre  sí ,  y 
parten  términos  por  las  altas  cumbres  y  cordilleras 
del  monte  Atlante.  Por  la  costa  y  ribera  de  nuestro 
mar  se  estienden  ios  que  por  su  propio  nombre  lla- 
mamos africanos,  berberiscos  ó  moros.  En  esta  parte 
los  campos  son  buenos  de  pan  llevar  y  para  ganados: 
arboledas  b¡iy  poca^,  llueve  en  elfos  raras  veces: 
tienen  asimism(^  pocas  fuentes  y  rios.  Los  hombres 
gozando  Buena  salud  corporal;  son  acostumbrados 
al  trabajo  Y  muy  li«ert)s:  vencen  las  batallas  mas  con 
la  roüchfeaurabre  déla  geptc.  que  con  verdadero  va- 


ory  valentía:  sus  pirinclpales  fuerzas  corisísten  en 
a  ge^^e  <)c;á  cabájío. 

,*'  Enasta  p.tovíncia.Atbohaceri  Noveho  rey  deJlar- 
rüccos,  de  la  famitia'y  linaje  dé  los'Merinds ,  poseía 
p«r  este  tiempo  un  anchísimo  imperio :  había  con 
perpetua  y  dichos?  guerra  donaado  todas  los  princi- 
pes cDmarcRaas^  y. era  el  que  parecía  podía  aspirar 
al  sefíofío  de* Inda  España  por  ser  muy  temido  oé  los 
cristianóla,  y  por  su  persona  hombre  singular,  áe 
loabtes  costumbres ,  dotado  de  muehfts  partes  así  del 

(1)  Le  llaman  Ot^man  á  Otl}oman  los  «scritos  át'ahes 


jififta  tíODfio  del  cuerpo.  Traía  guerra  con  B^lexRn, 
rey  de  Tremecé,  Meyando  adelante  en  esto  las  ene- 
mistades que  Su  padre  con  él  tuvo.  Esto  era  lo  que 
le  faltaba  para  acabar  de  sujetar  toda  aquella  provin- 
cia, vio  que  le  hacia  eStorvo  para  acometer  a  Espa- 
ña, a  que  le  indtaban  las  antiguas  victorias  de  sus 
antej)a8adó6 ,  y  encendíale  el  deseo  de  restituir  en 
España  y  adelantare!  imperio  de  los  moros.  Mahornad 
rey  de  Granuda,  como  el  que  tenía  pocas  fuerzas,  pa- 
só el  mar  para  verse  cort  Aibohacen,  deseos  de  que 
fuesen  compañeros  en  la  guerra,  y  de  revolver  á  Áfri- 
ca con  España.  Llegado  á  Fez,  ciudad  no  vilísima  de 
la  Mauritania  Tingitaná,  fue  espléndida  y  magnifica- 
mente  reoebido  y  tratado  del  rey  bárbaro,  puestas  en 
olvido  las  cohtieodas  viejas  que  antes  tuvo,  ca  era 
enemigo  de  Ozmin  y  de  su  casa.  Cada  uno  dellos 
procuró  mostrarse  al  otro  mas  cortés,  dadivoso  y  mas 
amigo.  Lle^ron  á  tratar  de  sus  haciendas  un  día 

Eara  ello  señalado.  El  rey  de  Granada  habló  aJ  rey 
árbaro  en  esta  manera : 
aEn  España  (poderoso  rev) ,  apenas  podemos  su- 
»frír  la  guerra :  las  fuerzas  de  mi  reino  están  ya  gas- 
Diadas ,  y  la  gloria  de  nuestra  ^ente  escurecida :  no 
»mbré  facilitiente  decir  si  los  tiempos  ó  nosotros  te- 
nnemos  la  culpa  dello.  En  el  postrer  rincón  de  la 
«Andalucía  estamos  ya  retirados,  cercados  de  todo 
»gcnero  de  miseria ,  de  manera  que  con  díGcultad 
«conservamos  la  libertad  y  la  vida.  Tengo  vergüenza 
»de  decirlo,  pero  en  fm  lo  diré:  ojalase  nos  concediera 
»ser  sujetos  con  algunas  honestas  y  tolerables  con- 
»diciones ,  y  que  pudiéramos  estar  seguros  de  que 
«nuestros  enemigos  nos  las  guardaran ;  pero  babé- 
»moslas  con  quien  piensa  que  gana  el  cielo  haciendo- 
unos  daño  y  engañándonos ,  y  que  para  con  nosotros 
»no  hay  religión  ni  juramentos  que  les  obliguen » 
nguarcfarnos  las  treguas  y  capitulaciones  que  w*^ 
«prometieron.  Rácennos  entradas  cada  año,  quemán- 
f>nos  las  mieses,  echan  fuego  á  los  campos,  arniiD&n 
»lo8  pueblos  y  nos  roban  las  mujeres,  los  niños  y  vie- 
«jos,  y  los  ganados:  no  podemos  ya  respirar;  vémonos 
»en  estado  que  nos  sena  mejor  morir  de  una  vez  ^ae 
«sustentar  vida  tan  llena  de  peligros  y  miserias. 
«¿Dónde  está  aquella  valentía  de  nuestros  antepasa- 
«dos ,  con  la  cual  con  increíble  presteza,  llenos  de 
«gloria  y  de  victorias,  corrieron  la  Asia,  África  y  Es- 
«paña,  y  con  solo  el  miedo  y  fama  de  su  valor  junta- 
«ron  naciones  tan  divisas  y  apartadas?  Torpe  cosa  es 
«no  imitar  los  hechos  valerosos  de  nuestros  nuyores; 
«empero  no  sustentar  la  autoridad,  gloría  y  reinos 
«que  nos  dejaron ,  es  gran  maldad  y  mengua. 

«En  estos  trabajos  y  miserias  basta  aquí  nos  ba 
«sustentado  la  esperanza ,  puesta  en  tu  felicidad, 
«virtud  y  grandeza  sin  par:  ahora  me  ba  forzado  4 
«que  dejado  mi  reino  pasase  en  África  á  echarme  á  tos 
«pies.  Séame  de  provecho  confesar  la  necesidad  que 
«tengo  de  tu  amistad  v  amparo.  Real  cosa  es  corres- 
«ponoer  á  la  voluntad  de  aquellos  de  quienes  eres 
«suplicado:  mas  tomar  la  defensa  de  tu  gente ,  am- 
«parar  los  miserables ,  ser  tenido  (como  lo  eres)  por 
«escudo  V  defensor  de  la  santa  ley  dé  nuestros  abu»* 
»tos.  Ve  igaalatá  con  fos  inmortales.  Sujetados  ya  to- 
»dos  fd^  pueblos  de  África  v  rendidos  á  tu  peder,  ss 
«ha  de  acabar  lü  guerra  f  dejar  las  armas,  ó  lai  tes 
>)dé  Volvéí'  corifra  otras  gentes.  Muchos  grandes  nria- 
«cipes  fueron  m&s  famosos  duranfeel  tiempo ue  1^ 
«guerra  >^ue  despuesde  alcanzada  la  victoria.  1» 
«que  se  pierde  con  lá  descuidada  y  ociosa  paz ,  se 
«repara  con  las  armas  en  la  mano  con  ganar  nuevos 
«remos,  fama  y  riuüéi^as.  ^r  veeinoá  tienes  los  es* 
«pañbl(ís ,  que  sdio  un  angosto  estrecfio  de  tí  Ua 
«aparta ,  y  ellos  están  divididos  en  muchos  señoríos 
«y  se  abrasan  con  perras  civiHe^ :  tan  enemigos  son 
«entre  si  que  no  se  juntaran  puesto  que  vean  armi> 
Destrañas  en  su  tierra.  Tú  llenen  fortísimos  ejércitos, 
npráticos  y  espenmrtitados  con  las  oontimies  gnerrft?; 


í' 


VñSTOklA   ÜE   ESPAÑA. 


483 


iien  la  entrada  de  España  fortisimos  castillos ,  muy  á 
^propósito  para  la  gaenn :  á  nos  oo  faltan  soldados, 
nannas ,  bastimentos  y  dineros  con  que  poder  ayudar. 
MTodo  to  qaese  ganare,  será  tuyo;  yo  me  contentaré 
»con  la  parte  que  darme  quisieres  de  la  presa :  el  ma- 
syor  premio  que  yo  espero  de  la  victoria ,  es  la  Tea- 
«ganca  de  una  tan  mala  v  abominable  gente.» 

El  rey  bárbaro  respondió  á  esto  que  ia  venida  le 
daba  miicho  contento ,  y  le  era  muy  agradable  le  so- 
licitase para  que  juntasen  las  armas  y  hiciesen  la 
guerra  de  consuno ;  que  siempre  les  sucedió  bien  el 
lener  ambas  gentes  amistad :  por  el  contrario  de  las 
discordias  se  les  recrecieran  graves  danos.  Luego  oue 
bebiese  dado  flo  á  las  resultas  de  las  guerras  de  Áfri- 
ca, pasaría  con  todos  sus  ejércitos  en  España;  de 
presente  le  pareoia  sería  bien  enviar  delante  á  su 
bijo  Abomelique  con  un  buen  golne  de  gente  de  á 
csDalio,  que  sería  meter  tales  prendas  en  la  empresa 
Mra  contwuar  lo  que  entre  ellos  quedaba  asentado. 
Entretanto  que  esto  pasaba  en  África ,  los  moros  de 
Granada»  y  por  sus  capitanes  Reduan  y  Abucebet, 
entraron  en  tierra  de  Murcia,  Calaron  y  fobaron  los 
campos,  destruyeron  en  particular  y  quemaron  á 
Guardamar  ( i ) :  este  es  un  pueblo  llamado  asi  por- 
que está  sobre  el  mar  edificado  á  la  boca  del  río  Se* 
gura.  Con  esta  cabalgada  llevaron  cautivas  mil  y  do* 
cientas  personas.  Venido  el  rey  MabooMd  á  Granada, 
don  Juan  Manuel  y  los  demás  sediciosos  se  determi- 
naron á  tratar  con  él  de  conciertos :  híciéronse  las 
amistades  y  alianxa  por  medio  de  Pedro  CalvíHo  que 
andaba  de  una  parte  á  otra  en  estos  tratos.  Estaban 
los  pechos  de  todos  tan  llenos  de  una  diabólica  dis- 
cordia, que  sin  tener  memoria  de  la  Cristiana  Reli- 
gión ni  míserícordia  de  los  suyos,  por  bacer  pesar  á 
su  rey  y  vengar  sus  particulares  enojos ,  no  echaban 
de  ver  ni  curaban  destos  grandísimos  apercebimien-' 
tos  de  guerra  que  conrra  la  misma  cristiandad  se  ha- 
cían ,  ni  la  tempestad  que  se  armaba» 

* 

CAPITULO  It. 
Que  Abomelique  vino  á  Éspaná. 

VfviA  todavía  doña  Isabel  reina  de  Portugal,  y  auü- 
que  en  lo  postrero  de  su  edad ,  tenia  corazón  y  buen 
ánimo  para  tomar  cualquier  trabajo  por  la  común  sa- 
lud j  paz  pública.  Rogó  al  rey  de  Castilla  fuese  á 
Badajoz.  Destas  vistas  ningún  mayor  provecho  re- 
sultó que  visitar  el  rey  y  acariciar  con  todo  género  de 
respeto  y  benevolencia  á  una  santísima  mujer,  abue- 
la suya.  Venia  el  rey  desta  ciudad  cuando  don  Alonso 
de  la  Cerda ,  el  que  en  vano  tanto  tiempo  y  tantas 
veces  con  grave  peligro  de  la  república  movió  guerra 
sobre  el  derecho  del  reino,  con  la  edad  mas  cuerdo 
sin  pensarlo  nadie  se  encontró  con  él  en  el  lugar  de 
Burguillos,  y  echándose  á  sus  pies  le  besó  la  mano, 
señal  entre  los  castellanos  de  honra  y  de  protestación 
de  vasallaje.  Fue  este  hecho  gratísimo  al  rey;  y  á  don 
Alonso  saludable  y  de  importancia ,  ca  fue  restituido 
en  su  tierra,  y  se  le  dieron  ciertas  villiis  con  cuyas 
rentas  pudiese  sustentarse.  Habíase  casado  en  Fran- 
cia con  uiia  nobilísima  señora  llamada  Madelfa,  de  la 
sangre  de  los  reyes  de  Francia,  en  guien  tuvo  dos 
hijos,  á  don  Luís  y  á  don  Juan.  Don  Luís  que  era  el 
ma;f  or ,  vino  con  su  padre  á  España ;  á  don  Juan  como 
pariente  tan  cercano  el  rey  de  Francia  dio  el  ducado 
de  Angulema  ,  y  después  le  hizo  su  condestable, 
dignidad  que  hov  en  Castilla  ha  quedado  solo  en  uoa 
sombra  y  vano  titulo  casi  sin  poder  ni  jurisdicción  al- 
guna :  pero  en  Francia  en  las  cosas  de  la  guerra  es 
la  suprema  potestad  y  autoridad  después  de  la  real. 


(1)  Batieron  las  murallas  con  cauoaes ,  según  la  carta  <|ue 
los  habitantes  de  Alicante  escribieron  al  rey  don  Alonso  fV 
de  Aragón. 

TOMO  I. 


Lleaó  el  rey  á  Talavera,  villa  que  está  en  la  Carpe- 
tania  hoy  reino  de  Toledo :  en  ^sta  sazón  Santolalla, 
que  es  un  pueblo  puesto  en  la  mitad  del  camino  en- 
tre Talavera  j  Toledo,  era  de  don  Juan  Manuel.  Des* 
te  pueblo  salían  bandas  de  gente  perdida  á  saltear  los 
caminos ,  mataban  los  homores  v  robaban  los  caippos: 
éstos  fueron  presos  por  mandado  del  rey,  y  conven- 
cidos de  sus  delitos ,  los  castigjaron  con  pena  de  muer- 
te«  Un  semejante  ejemplo  de  justicia  mandó  hacer  en 
Toledo ,  de  donde  se  fue  á  Madrid  y  á  Segovia  y.  á  Va- 
lladolíd.  En  esta  villa  dona  Leonor  le  parió  ún  hijo 
que  llamaron  don  Pedro,  á  quien  dio  el  señorío  de 
Aguilar  del  Campo  para  remediar  la  Calta  del  dinero 
que  padecía ,  con  malo  é  imprudente  acuerdo  acuñó 
un  género  de  moneda  baja  de  ley,  que  llamaron  cor- 
nados, de  que  se  siguió  gran  carestía  y  falta  en  los 
mantenimientos  en  srave  daño  y  cnoio  del  pueblo 
porque  falseada  y  adulterada  la  moneda  Juego  cesaron 
los  tratos  y  comercio. 

fistando  el  rey  en  Burgos ,  le  vinieron  embajadores 
de  aquella  parte  de  Cantabria  ó  Vizcaya  que  llaman 
Álava ,  que  le  ofrecían  el  señorío  de  nquella  tierra 
que  hasta  entonces  era  libre ,  acostumbrada  á  vivir 
por  sí  misma  con  propios  fueros  y  leyes ,  esceptó 
Victoria  y  Treviño  que  mucho  tiempo  antes  eran  de 
la  coronado  Castilla,  En  los  llanos  de  Arriaga ,  en  que 
por  costumbre  antigua  hacían  sus  concejos  y  juntas, 
dieron  la  obediencia  al  rey  en  persona  :  allí  Ja  liber- 
tad en  que  por  tantos  siglos  se  mantuvieron  inviola- 
blemente f  de  su  propia  y  espontánea  voluntad  la 
pusieron  debajo  de  la  confianza  y  señorío  del  rey: 
conoedióseles  a  su  instancia  que  viviesen  conforme 
al  fuero  de  Calahorra :  confirmóles  sus  privilegios 
antiguos ,  con  que  se  conservan  hasta  hov  en  un  es- 
tado semejante  al  de  libertad ,  ca  no  se  Jes  pueden 
imponer  ni  echar  nuevos  pechos  ni  alcabalas.  De  to- 
dos estos  conciertos  hav  letras  del  rey  don  Alonso,  su 
data  en  Victoria  á  dos  días  de  abril  del  año  de  nuestra 
salvación  de  1332.  En  esta  ciudad  instituyó  el  rey  un 
nuevo  género  de  caballería  que  se  IJamÓ  de  lá  Banda» 
de  una  banda  ó  faja  de  cuatro  dedos  en  ancho  que 
traían  estos  nuevos  caballeros,  de  color  rojo  ó  car-*- 
mesi,  que  por  encima  del  hombro  derecho  y  debajo 
el  brazo  izquierdo  rodeaba  todo  el  cuerpo ,  y  era  el 
blasón  de  aquella  caballería  v  señal  de  honra.  No  se 
admitían  en  esta  milicia  ó  caballería  sino  los  nobles  ó 
hijosdalgo ,  y  que  por  lo  menos  diez  años  hobiesen 
servido  en  la  guerra  y  en  el  palacio  real.  Ño  se  rece- 
bia  otrosí  en  ella  los  mayorazgos  de  Jos  caballeros  y 
señeros.  El  mismo  rey  fue  elegido  por  maestre  de 
toda  esta  junta  y  caballería :  honra  y  traza  con  que 
los  mancebos  nobles  y  generosos  se  inflamaban  y 
alentaban  á  acometer  grandes  hechos  y  acabar  cosas 
arduas* 

Enta  caballería  mucho  tiempo  fue  tenida  en  grande 
estima :  después  por  descuido  de  los  reyes  que  ade- 
lante reinaron,  y  por  la  inconstancia  de  las  cosas 
se  desusó  de  manera  que  al  presente  no  ha  quedado 
della  rastro  ni  señal  alguna.  Visitó  el  rey  la  iglesia  del 
apóstol  Santiago  en  Compostelia ,  y  en  ella  se  armó 
caballero,  y  en  Burgos  él  y  la  reina  fueron  coronados 
por  reyes.  Hizo  en  ambas  ciudades  el  oficio  y  cere- 
monia don  Juan  de  Lima  arzobispo  de  Santiago.  La 
reina  por  su  honestidad  no  fue  ungida,  demás  que 
estaba  preñada.  Halláronse  presentes  gran  número  de 
prelados :  armó  el  rey  caballeros  á  muchos  señores  y 
nobles ,  que  le  presentaron  delante  armados  de  todas 
piezas  de  punta  en  blanco ;  y  aun  se  ordenó  para 
adelante ,  y  se  guardó  que  desta  misma  suerte  se  die-* 
86  siempre  y  tomase  la  orden  de  la  caballería. 

E\  público  regocijo  y  contento  que  desto  resultó, 
destemplaron  y  menoscabaron  dos  cosas  de  disgusto 
que  sucedieron :  la  primera  fue  que  se  comenzó  á 
tratar  divorcio  entre  doña  Blanca  y  don  Pedro  infante 
de  Portugal;  la  segunda ,  que  pretendía  en  lugar  de 

21* 


484 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   T  ROIG. 


doña  Blanca  recebír  por  mujer  y  casarse  con  doña 
Costanza  hija  de  don  Juan  Manuel :  ambos  á  dos  cosas 
eran  pesadas  y  desabridos  para  el  rey  de  Castilla. 
Doña  Blanca  era  enrermíza  y  mañera ,  que  no  podia 
tener  hijos.  E\  principal  autor  y  movedor  deste  di- 
vorcio Fernán  Rodríguez  de  Balboa  prior  de  San  Juan 
aconsejaba  á  la  reina,  cuyo  cancilfór  era,  lo  procu- 
rase para  vengarse  en  esta  forma  del  amancebamiento 
iiin  continuado  y  feo  de  su  marido.  En  esta  sazón  el 
rey  tuvo  en  la  reina  á  don  Fernando,  que  si  viviera, 
fuera  sucesor  en  el  reino,  y  en  doña  Leonor  su  com- 
bleza á  don  Sancho  i  quien  dio  la  villa  de  Ledesma. 
Los  dos  nacieron  en  un  mismo  tiempo  en  Valladoiid. 
Demás  desto  Abomelique  hijo  del  rey  de  Marruecos, 
como  quedó  concertado  con  el  rey  de  Granada ,  pasó 
el  estrecho  de  Cádiz,  y  en  Algecira  se  intituló  rey 
della  y  de  Ronda.  Vinieron  con  él  de  África  siete  mil 
ginetes  con  codicia,  intento  y  esperanza  de  enseño- 
rearse de  toda  España. 

En  el  principio  del  año  de  i  333  á  los  trece  de  enero 
el  arzobispo  de  Toledo  don  Jimeno  de  Luua  celebró 
concilio  en  Alcalá  de  Henares,  indicH(mc  prima,  y 
del  pontiGcado  de  Juan  Vigésimo-segundo  el  año  diez 
siete.  Abomelique  asimismo  se  puso  sobre  Gibraltar 
luego  por  el  mes  de  febrero :  combatiéronla  sus  gen- 
tes con  mantas ,  torres,  y  con  todo  género  de  máqui- 
nas militares.  El  rey  se  detuvo  algunos  días  en  Cas- 
tilla la  Vieja  para  apaciguar  algunos  alborotos  de 
gente  sediciosa ;  pero  envió  delante  á  Jofre  Tenorio 
almirante  de  la  mar,  y  á  los  maestres  de  las  órdenes 
militares  para  que  por  tierra  socorriesen  á  los  cerca- 
dos :  desigual  ejército  contra  tan  grandes  fuerzas 
como  eran  las  de  los  moros.  Padecían  grande  falta  de 
mantenimientos  en  la  villa  por  culpa  y  negligencia 
de  su  alcaide  Vasco  Pérez,  que  por  nacer  de  la  guer- 
ra granjeria  no  la  tenia  apercebida  de  almacén  y  mo- 
niciones ,  ni  de  soldados.  Por  otra  parte  el  rey  de 
Granada  hizo  entrada  en  tierra  de  Córdoba,  grandes 
robos  y  quemas  en  los  campos  :  tomó  á  Cabra ,  derri- 
bóle el  castillo ,  y  llevó  cautivos  todos  sus  moradores 
por  traición  del  alcaide  que  llamó  á  los  moros ,  y  los 
metió  dentro  de  la  villa  y  los  entregó  el  castillo. 

Gibraltar  después  de  padecidos  grandes  trabajos, 
y  perdida  la  esperanza  de  poderse  defender ,  en  el 
mes  de  junio  se  dio  á  partido :  salvas  la  libertad  y 
vidas  de  los  soldados  y  de  los  vecinos.  El  alcaide  Vas- 
co Pérez  por  acusarle  su  conciencia  de  la  maldad 
cometida ,  y  temer  la  indignación  del  rey  y  el  odio  del 
reino ,  se  pasó  en  Añ-ica.  Esta  pérdida  causó  de  pr^ 
senté  grande  dolor  y  puso  para  lo  de  adelanto  gran- 
disimo  miedo,  por  acordarse  gue  la  general  pérdida 
y  destruicion  que  los  moros  hicieron  en  España,  co- 
menzó y  tuvo  principio  por  aouella  parte.  El  rey  de 
Castilla  pareciéndolo  que  dejaba  sosegados  los  sedi- 
ciosos, hechos  por  todo  el  reino  grandes  llamamientos 
y  juntas  de  gente  de  guerra ,  y  puesto  en  orden  un 
buen  ejército,  en  lo  recio  del  estio  vino  á  Sevilla, 
tarde  y  sin  ningún  provecho  para  el  socorro  de  Gi- 
braltar que  ya  halló  en  poder  de  moros.  Diéronle  esta 
nueva  de  la  pérdida  de  Gibraltar  en  Jerez  :  todavía 
con  esperanza  de  cobrarla  antes  que  los  moros  la 
fortificasen  y  municionasen,  con  grande  presteza 
fné  sobre  ella.  Hallóse  eft  esta  jornada  don  Jaime  de 
Exerica  con  algunas  compañías  de  aragoneses. 

Cerca  del  pueblo  con  varios  sucesos  se  escaramuzó 
mochas  veces ,  la  batalla  campal  ambas  parles  la 
esquivaban.  Abomelique  no  se  descuidaba  *  ni  se  eU" 
soberhecia  con  la  victoria :  el  rey  tenia  esperanza  de 
volver  á  ganar  á  Gibraltar.  Desbarató  sus  mtentos  la 
falta  de  bastimentos  que  se  comenzó  á  sentir  en  los 
reales,  porque  aunque  se  traía  continuamente  gmn 
copia  dellos  por  el  mar ,  la  gran  muchedumbre  de 
gente  brevemente  los  consumia.  Por  esta  mengua 
muchos  soldados  desamparaban  el  real ,  y  caian  en 
manos  de  Abomelique ,  que  tenia  puestas  celadas  en 


los  logares  que  para  esto  eran  mas  cercanos  y  á  pro- 
pósito. Puso  en  esto  tanta  vigilancia  y  cuidado ,  que 
cautivó  muchos  soldados,  y  en  tan  gran  námero,  que 
con  gran  deshonra  y  mengua  del  nombre  crístiaco  se 
dice  que  se  vendia  un  cautivo  por  ana  dobla  de  oro. 
Acudió  ei  rey  de  Granada ,  con  cuya  venida  Abome- 
lique, y  por  ver  nuestro  ejército  disminuido  y  sus 
fuerzas  quebrantadas ,  cobrado  noevo  esfoerzo  y 
ánimo  se  determinó  do  presentar  al  rey  la  batalla: 
con  esta  resolución  saoo  todo  el  ejército  tres  veces 
en  campaña. 

Al  rey  do  Castilla  le  pareció  qoe  era  el  mejor  con- 
sejo el  mas  seguro,  ca  fuera  temeridad  con  vina  es- 
peranza de  on  buen  suceso  arriscar  el  todo  y  ponerlo 
á  la  temeridad  de  la  fortuna  j  trance  de  una  natalla. 
Los  mas  cnerdos  y  prudentes  juzgaban  asimismo  qoe 
si  tomaban  á  Gibraltar « que  era  á  lo  qoe  allí  enn  ve- 
nidos ,  todo  lo  demás  se  baria  bien  :  á  esta  caosa  se 
resolvió  de  escosar  la  batalla.  Cerraron  poes  todos  los 
reales  con  un  foso  y  albarrada  para  estorbar  loa  reba- 
tos de  los  enemigos :  tiróse  este  foso  deode  el  mar 
haciendo  un  cierto  seno  y  vuelta ,  y  yéndose  encor- 
vando conforme  á  la  disposición  de  los  hugares,  de 
manera  qoe  con  la  otra  ponta  del  arco  tocaba  en  la 
otra  ribera.  Estas  dos  cosas  interpretaban  y  creían 
los  enemigos  qoe  se  hacían  de  miedo ,  con  qoe  les 
creció  et  ánimo  y  concibieron  graode  esperanza  de 
la  victoria. 

Mientras  esto  aqui  pasaba,  don  Joan  Manoel ,  y 
don  Juan  Nuñez  de  Lara  y  sos  amigos,  puesta  confe- 
deración con  el  rey  de  Aragón ,  liacian  gravísimos 
daños  en  la  raya  de  Castilla.  Habíaselra  juntado  don 
Juan  de  Haro  señor  de  los  Cameros,  caballero  rico, 

Soderoso  y  de  mochos  vasallos :  asi  de  la  parte  qoe 
ebían  venir  socorros  y  ^nte,  de  alH  resalló  daño 
gravísimo.  Por  esto  á  pedimento  délos  moros  les  con- 
cedió el  rey  treguas  por  término  de  coatro  anos, á 
tal  empero  que  todavía  el  rey  de  Granaib  pechase  y 
acudiese  con  las  parias  que  solia :  con  tanto  se  quedó 
Gibraltar  por  los  moros  no  sin  grande  nota  y  menos- 
cabo de  la  magostad  real.  El  rey  qoe  consideraba 
prudentemente  el  peligro ,  juzgó  aquellos  partidos 
por  honrados  qoe  eran  mas  conformes  al  tiempo  y 
aprieto  en  que  se  hallaban  las  cosas ,  sin  hacer  caso 
de  las  murmuraciones  del  vulgo ,  ni  de  ki  que  llaman 
honra  la  geoto  menos  considerada. 

CAPITULO  IIL 
De  las  aniertes  de  algonoi  principes. 

Hechas  las  treguas ,  los  reyes  de  Castilla  y  de  Gra- 
nada se  hablaron ,  y  en  señal  de  amistad  comieron  á 
una  mesa :  hiciéronse  asimismo  á  porfia  ricos  pre^ 
sentes,  y  diéronse  el  uno  al  otro  joyas  y  panos  de 
gran  valor :  cortés  contienda  y  liberalidad  en  que  el 
moro  quedó  vencido ,  camino  por  do  se  le  ocasionó 
su  perdición  y  ruina.  El  rey  de  Castilla  se  volvió  á 
Sevilla,  salva  y  entera  la  fama  de  su  valor,  no  obs- 
tante los  malos  sucesos  que  tuvo.  Abomelique  se 
Sartió  para  Algecira ,  y  el  rey  de  Granada  caminó  á 
[álaga  con  deseo  do  ver  aquella  ciudad.  Allí  los  hijos 
de  Ozmin  (queá  todas  estas  cosas  se  hallaron  presen- 
tes) se  conjuraron  de  matarle.  Aboniiuaban  v  blasie- 
maban  del :  cargábanle  que  con  la  familiarídiid  y  tra- 
to que  tenia  con  los  cristianos,  á  sí  mismo,  y  á  so 
nación  y  secta  deshonraba.  Acaso  traia  puesta  ana 
ropa  Que  le  dio  el  rey  de  Castilla  :  esto  les  encendió 
mas  el  enojo  y  saña  que  contra  él  tenian,  y  les  dio 
mayor  ocasión  de  calumniarle. 

Andaba  con  el  rey  un  clepto  moro  llamado  Alhamar, 
de  la  sangre  y  ale  uña  de  los  primeros  reyes  de  Gra- 
nada, mas  noble  que  señalado  ni  de  grande  cuenta. 
A  este  tentaron  primero  los  hijos  de  Ozmin ,  y  le  per- 
suadieron que  se  vengase  de  la  notoria  iojuna  y 
agravio  que  se  le  hacía  en  tenerle  usurpado  el  reino 


UliiTUBU 

(lue  da  dereclio  le  venia  y  que  ca3li«ase  el  grande 
de*>C8to  que  contra  su  secU  sa  cometía.  Concertada 
Ir  traición ,  estando  el  rey  muy  seguro  j  descuidado 
della ,  le  malaron  á  puñalada»  en  veinte  y  cinco  días 
del  mes  de  Bgoato.  Redüim ,  queá  eale  tiempo  era  ei 
caballero  de  mas  autoridad,  y  que  babia  íido  alcaide 
y  justicia  mavor  de  Granada  ¿  la  saioo  ausente ,  no 
supo  cosa  alguna  ni  fue  en  esta  cruel  traición ,  este 
procuró  que  un  berroano  del  muerto ,  que  se  llamaba 
luieph  Bulhagii ,  fuese  aliado  por  rey  de  Granada, 
como  lo  hizo :  cosa  loberbia  v  muy  odiosa  dar  el  rei- 
no do  su  mano ,  mayormente  dejando  sin  él  i  Ferra- 
qnen  hermano  mayor  del  rey  muerto.  DesU  manera 
andaban  las  cosas  reruelüa  entr«  los  moros.  Pasá- 
ronse al  nucTo  rey  los  de  Aguilar  don  Gonialordon 
Fernando  hermanos.señoreBdeMonlilla  y  de  Aguilar, 
caballeros  poderosos  en  el  Andalucía.  EsUban  eatoa 
caballeros  (aunque  do  se  sabe  la  causa)  desavenidos 
y  mal  enojados  con  bu  rey.  Empeláronse  á  hacer  ro- 
bos y  entradas  en  las  rayas  de  los  reinoB ,  con  que  se 
rompieron  las  ireguas  que  pocsanies  se  concertaron. 

El  rey  de  Castilla  ae  detuvo  en  Sevilla  mas  tiempo 
del  que  Be  pensó ,  y  aun  del  que  él  quisiera :  espera- 
bañen  qaé  pararían  estos  movimientos.  Pasarou  mas 
adelante  los  danos ,  y  aun  revolviurin  guerra  formada 
contra  los  cristianos .  si  Abomílique  no  fuerallamaao 
de  so  padre ,  y  le  mandara  volver  ú  África  para  quele 
sirviese  en  la  guerra  de  Tremecen.  Con  su  partida  se 
volvieron  átratar  treguas  con  el  nuevo  rey  de  Grana- 
da, y  en  el  principio  del  año  de  133i  se  couclnyeron 
y  asenUron  por  otros  cuatro  años ,  sin  qne  el  rey  de 
Granada  quedase  obligado  á  pechar  las  parias  y  tribu- 
to que  cada  año  solía ;  tanto  era  el  deaeo  que  tenia  el 
rey  dequedarlibreparocasligar  los  sediciosos  y  al- 
boroudos.  En  esU  tiempo  de  un  parto  de  doña  Leo- 
nor de  Gnzman  le  nacieron  al  rey  dos  hijos ,  don  En- 
rique y  don  Fadríque ,  bien  nombrados  adelante. 

Primero  pasd  el  invicrnoque  el  rey  pudiese  desem- 
barazarse de  la  Andalucía.  A  la  primavera  vino  &  Cas- 
tilla ,  y  fue  i  Segovia  y  de  allí  &  Valladolíd.  Los  gran- 
duque  estabaDrebelJes.comonoeran  tan  poderosos 
qne  pudiesen  hacer  enerra  sino  correrías  y  robos, 
comentaron á  aer mulesUdoa haciéndosetesdaños  y 
entradas  en  sns  tierras,  con  que  en  el  señorío  de 
Lan  fueron  mucbasTillas  timadas  por  el  rey,  como 
VenUxa ,  Bustos ,  Herrera ,  y  io  demás  que  en  tierra 
de  Víicaya  tenían  aquellos  señores ,  y  no  estaba  aca- 
bado de  allanar ,  se  recibió  á  merced  debajo  del  am- 
Kroreai.  En  una  junta  que  se  hizo  en  Guernica  de- 
jo de  un  antiquísimo  írbol  á  la  usanza  de  vizcai- 
nos  fue  el  rey  en  persona  jurado  y  le  prometieron 
fidelidad :  algunas  fuerzas  y  castillos  quedarjii  toda- 
vía en  aquella  tierra  por  los  de  Lara ,  que  no  se  qui- 
sieron dar  al  rey,  conliados  mas  en  ser  inexpugna- 
bles por  el  sitio  y  naturaleza  de  las  lugares ,  que  en 
otra  cosa  alguna.  Don  Juan  de  Hiro  en  su  vilU  de 
Agoncillo  por  mandado  del  rey  fue  degollado :  y  toda 
íu  tierra  como  de  rebelde  conBscado.  La  villa  de  las 
Cameros  dejó  á  sus  hermanos  don  Alvaro  y  don  Alon- 
so, porquedel  lodo  no  pereciese  el  señorío  y  el  nom- 
bre de  esta  ilustrlsima  casa. 

El  alcaide  del  castillo  de  Iscar  confiado  en  su  for- 
taleza, y  porque  U  tenia  bien  bastecida,  cerró  las 
puerUs  al  rey,  por  lo  cual  siendo  preso ,  le  fue  corla- 
da la  cabeza',  aviso  coa  que  se  entendió  que  ningún 
juramento,  ni  homenaje  nechoá  los  señores  particu- 
lares ,  escusa  los  desacatos  que  contra  los  reyes  se 
cometen.  Por  estos  mismos  días  en  los  postreros  del 
mes  do  agosto  parió  la  reina  en  Burgos  un  hijo  que 
se  llamódon  Pedro,  qne  por  muerte  de  don  Femando 
BU  hermano  por  triste  y  desdichada  suerte  suya  y  de 
Castilla  sucedió  en  Tin  en  el  reino.  De  dona  Leonor 
nació  al  rey  otro  hijo  llamado  eso  mismo  don  Fer- 
nando. En  Aragón  murieron  dos  hermanos  de  aquel 
rey  uno  en  posdeolro.  DonJaime  miestre  de  M'>nle- 

TaMOI. 


Dti^pm.  4;jü 

sa  (1)  murió  en  Tarragona,  donde  antes  renuncia  el 
derecho  del  reino ,  don  Juati  arzobispo  de  Tarragona 
en  lugar  de  tierra  de  Zaragoza  que  llaman  Povo,  í 
los  diez  y  ocho  de  agosto :  enterraron  su  cuerpo  en 
la  iglesia  de  Tarragona  dentro  de  la  reja  del  altar 
mayor.  Iba  ¿  verse  con  el  rey  su  hermano.  Sucediólo 
en  el  arzobispado  Arnaldo  Cascomea  obispo  que  era 
de  Lérida. 


OoA)  HirU  Je  Hmi 


miijír  di  Jon  PíJ™  tv. 


El  rey  de  Aragón  aunque  se  hallaba  en  lo  bueno  de 
m  edad ,  por  sus  continuas  indisposicíouesque  le  so< 
brevinieron,  luegoquese  volvió  a  casar,  alzolamano 
no  solamente  de  las  cosas  de  la  guerra  sino  tambiitn 
del  gobierno  del  reino ;  lo  cual  todo  encargó  á  don 
Pedro  su  hijo  mayor.  La  reina  doña  Leonor  (como 
aquella  que  mandaba  al  rey )  con  sus  continuos  6  im- 

fortuoos  ruegos  alcanzó  del  que  diese  dsus  hijos  don 
ornando  y  don  Juan  algunas  villas  y  ciudades ,  entre 
l:is  demís  fueron  O.ihuela,  Albarracin  y  Honvie- 
dro  (2) ;  recebia  en  esto  notable  agravia  y  perjuicio 
el  infante  don  Peiro,  ca  lo  disminuían  y  acortaban 
un  reino  que  de  suyo  noera  muy  grande,  Acuttban- 
le  al  rey  un  juramento  que  los  anos  pasados  hizo  en 
Daroca ,  en  que  se  obligó  y  estableció  por  ley  perpe- 
tua que  no  enajeuaria  cosa  de  la  corona  real. 

Murmurábase  en  el  reino  este  hecho:  ru^íaseque 
el  rey  no  tenia  valor,  y  queso  dejaba  engañar  délas 
caricias  y  mañas  de  la  reina  que  lo  tenia  como  enbe- 
chizadn.  Desta  ocasión  entro  la  madrastra  y  el  alnado 
resultó  un  mortal  odio ,  de  (]uo  so  siguieren  grandes 
alborotos  en  el  reino.  La  reina  para  hallarse  aperce- 

( I )  Niafun  i'XameoUi  din  que  hubiese  ea  «le  lieapo 
maHlra  de  Hooteu  lia  mido  Jiini. 
(i)  Fue  I*  príaripal  Toruna  con  al  litato  d«  mirquíi. 


4Sfí  BIHLIOTCr.A   DE 

l)¡da  suplicó  al  rey  de  Castilla  tttTiese  por  bien  que 
so  viesen :  otorgó  él  con  los  ruegos  de  su  hermana: 
viéroDse  en  Ateca  aldea  en  tierra  de  Galatayud;  el 
rey  prometió  ú  la  reina  de  asistilla  con  sus  fuerzas, 
y  no  faltilrle  cuando  le  hubiese  menester.  Don  Juan 
de  Exerica  y  su  hermano  don  Pedro,  que  seguían  la 
parcialidad  "de  la  reina ,  quedaron  animados  a  la  ser- 
vir y  amparar  cuando  se  ofreciese,  y  por  cuantosus 
fuerzas  alcanzasen. 

CAPITULO  IV. 
De  algunos  movimientos  de  navarros  y  portugueses. 

E?i  el  principio  del  aiío  siguiente  que  se  contaba 
de  1335,  don  Juan  Manuel  atemorizado  con  el  mal 
suceso  de  don  Juan  de  Haro,  y  tomando  escarmiento 
en  el  de  Lara ,  se  reconcilió  con  el  rey.  El  contento 
del  reino  fue  estraordinario  ñor  ver  acabadas  en  tan 
breve  tiempo  cosas  tan  graneles ,  y  por  la  esperanza 
de  la  paz  y  sosiego  por  todos  tanto  tiempo  deseada. 
En  las  ciudades  y  villas  se  hicieron  grandes  regoci- 
jos, juegos  y  espectáculos  públicos.  En  Valladolid  se 
hizo  un  torneo,  en  oue  los  caballeros  de  la  Banda 
desaGaron  á  los  demás  caballeros ,  v  fueron  los  man- 
tenedores del  torneo:  el  rey  se  bailó  en  él,  pero  en 
hábito  disfrazado  porque  se  tornase  con  mayor  liber- 
tad. Dtéronse  grandes  encuentros  y  golpes  sin  ha- 
cerse mal  ni  herirse ,  salvo  que  algunos  fueron  de  los 
caballos  derribados.  Despartióse  el  torneo,  sin  que  se 

fmdiese  averiguar  á  cual  de  las  partes  se  debiesen  dar 
os  premios  y  prez  y  las  joyas  que  tenian  aparejadas 
para  el  que  mas  se  señalase. 

Las  cosas  humanas,  como  son  vanas  é  inconstan- 
tes ,  fácilmente  se  truecan  y  mudan  y  revuelven  en 
contrario,  y  ansí  este  universal  contento  se  anublo 
con  nuevas  que  vinieron  de  que  se  volvían  á  alterar 
los  humores.  El  rey  de  Portugal  persistía  en  su  in- 
tento de  repudiar  á  doña-  Blanca  y  de  casarse  con 
doña  Costanza^  determinado  si  no  pudiese  cumplir 
su  deseo  por  bien ,  de  alcanzarlo  por  la  espada ,  por 
lo  menos  meterlo  todo  á  barato.  El  hijo  mavor  del  rey 
de  Aragón  se  concertó  de  casar  con  doña  María  hija 
del  rey  de  Navarra,  anteponiéndola  en  la  sucesión  del 
reino  (aunaue  era  menor  d^  edad )  ásu  hermana  doña 
Juana ,  sí  el  rey  muriese  sin  dejar  hijos  varones  ( i ): 
el  autor  destos  conciertos  fue  el  virey  de  Navarra  don 
Enrique.  Ambas  á  dos  cosas  fueron  pesadas  y  desa- 
bridas para  el  rey  de  Castilla ,  porque  se  entendía  que 
estas  alianzas  se  hacían  para  ser  mas  poderosos  con- 
tra él.  A  la  verdad  el  infante  de  Aragón  don  Pedro 
por  el  odio  que  tenía  con  su  madrastra ,  se  confederó 
con  los  navarros,  que  tomaron  de  sobresalto  el  mo- 
nasterio de  Fitero  que  era  el  señorío  de  Castilla :  es* 
ceso  que  por  un  rey  de  armas  les  fue  demandado ,  y 
enviaron  embajadores  al  rey  de  Aragón  para  quejarse 
destos  desaguisados:  escusóse aquel  rey  con  su  poca 
salud ,  y  alegar  que  no  era  poderoso  para  ir  á  la  mano  á 
suhijoenlo  quehacer  quisiese.  Con  esta  respuesta  de 
necesidad  seliubo  de  romper  laguerra:  envióse  contra 
jos  navarros  un  grueso  ejército,  y  por  capitán  general 
Martin  Portocarrero,  porque  dooJuanNuñezdeLara 
en  quien  el  rey  tenia  puestos  los  ojos  para  aue  hicie- 
se este  oficio ,  se  escusó  de  aceptarle.  Juntáronse  las 
gentes  de  la  una  parte  y  de  la  otra:  dióse  la  batalla 
junto á  Tudela:  fue  muy  cruel  y  reñida:  quedaron 
vencidos  y  destrozados  los  navarros  v  muchos  dellos 
anegados  en  elríoEbro.  Entendióse  haberles  sucedi- 
do este  desastre  por  falta  de  capitán,  porque  el  virey 
d  on  Enrique  seqniedó  en  Tudela  por  miedo  del  peligró 
ó  por  respeto  de  la  salud  y  bien  publico,  que  depen- 
día de  la  conservación  de  su  persona.  Don  Miguel 

(1)  Porque  doúa  Juana, que  era  la  mayor,  declaró  qoc 
.-;  it^ria  Rer  relíjriosa,  como  Jo  verificó  tomando  el  hábito  en 
''i  monasterio  de  Lon^rampí ,  cerca  de  París. 


GASPAR   T   ROIG. 

Zapata  aragonés  no  se  halló  en  la  batalla  á  causí  que 
se  entretuvo  en  fortalecer  á  Filero,  creyendo  que  el 
primer  ímpetu  de  la  guerra  seria  contra  aquel  pue- 
blo; mas  ya  que  se  quería  fenecer  la  batalla,  se  des- 
cubrió encima  de  unos  cercanos  montes  de  aquella 
campaña,  con  cuya  llegada  se  rehizo  el  campo  délos 
navarros :  los  aragoneses  como  quíer  que  entraron 
descansados ,  entretuvieron  por  un  rato  la  pelea;  pero 
al  fin  fueron  desbaratados  y  vencidos  por  los  de  Cas- 
tilla, y  preso  su  capitán:  no  fue  tan  grande  el  nú- 
mero de  los  muertos  como  se  pensó.  Los  castellanos 
se  hallaron  cansados  con  el  continuo  trabajo  de  lodo 
el  dia,  demás  que  con  la  oscuridad  de  la  noche  que 
cerró,  no  se  conocían,  mayormente  que  todos  por 
saber  la  lengua  castellana  apellidaban  Castilla:  ardid 
que  les  valió  para  que  la  matanza  fuese  menor. 

Por  otra  parte  los  vizcaínos  con  su  capitán  Lope 
de  Lezcano,  destruida  la  comarca  de  Pamplona,  to- 
maron en  aquellos  confínes  el  castillo  de  Unsa.  Con 
estos  malos  sucesos  se  reprimió  la  osadía  y  atrevi- 
miento de  los  navarros ,  y  se  casticó  su  temeridad. 
En  un  mismo  tiempo  se  derramóla  ramadestas  cosas 
en  Francia  y  en  España.  Estaba  entonces  el  rey  de 
Castilla  en  Palencía  enfermo  de  cuartanas ,  donde 
por  lástima  que  tuvo  de  los  navarros,  mandó  á  Por- 
tocarrero que  no  les  hiciese  roas  guerra  ni  daños; 
parecíale  quedaban  bastantemente  castigados ,  hora 
nobiesen  tomado  las  armas  de  su  voluntad ,  hora  ho- 
bíesen  sido  á  tomarlas  forzados :  sacóse  el  ejército  de 
aquella  provincia  junto  con  el  pendón  del  infante  don 
Pedro,  que  le  llevaron  á  la  batalla  por  que  los  gran- 
des señores  no  rehusasen  de  ir  á  esta  guerra ,  como 
si  fuera  á  ella  la  misma  persona  real  del  infante. 

La  fama  destos  sucesos  movió  á  Gastón  conde  de 
Fox  á  que  viniese  á  restaurarlas  cosas  malparadas  de 
los  navarros,  obligado  á  ello  por  la  antigua  amistad 
que  entre  si  ambas  naciones  tenian ,  y  facilitado  coa 
la  vecindad  destos  dos  estados.  Venido  el  de  Foz, 
acometieron  á  Logroño  ciudad  principal  de  aquella 
frontera.  Salió  contra  ellos  mucha  gente  de  los  pue- 
blos comarcanos ,  y  juntos  con  los  ciudadanos  de  Lo- 
groño pasaron  el  río  Ebro.  Dieron  en  los  enemigos, 
peleóse  bravamente,  y  fueron  vencedores  los  navar- 
ros. Recogiéronse  en  la  ciudad  los  vencidos  con  pro- 
pósito de  se  defender  con  el  amparo  y  fortaleza  de  los 
muros.  Ruíz  Díaz  de  Gaona,  capitán  y  ciudadano  de 
Logroño ,  hizo  en  esta  retirada  un  hecno  memorable, 
que  con  una  estraña  osadía,  ayudado  de  solos  tres 
soldados,  defendió á  todo  el  ejército  desús  enemigos 
que  no  pasasen  el  puente,  porque  mezclados  con  sa 
gente  no  entrasen  el  pueblo;  murió  él  en  esta  defen- 
sa ,  y  sus  compañeros  que  quedaron  con  la  vida,  de- 
fendieron el  pueblo  que  no  se  perdiese,  ca  ios  navar- 
ros viendo  que  no  le  podían  tomar,  se  volvieron. 

En  el  tiempo  que  las  cosas  se  hallaban  en  este 
estado,  sucedió  que  Juan  arzobispo  de  Rems  yendo 
en  Romería  á Santiago,  pasó  acaso  por  esta  tierra. 
Este  prelado  era  un  varón  muy  santo  y  de  grande 
autoridad  entre  estas  dos  naciones,  por  cuya  solici- 
tud y  diligencia  se  concertaron  j  nicíeroii  paces: 
tanto  á  las  veces  puede  la  diligencia  de  un  solo  hom- 
bro ,  y  tan  grandes  bienes  dependen  de  su  autoridad. 
En  este  mismo  tiempo  de  tres  reyes  Albohacen, 
Philipe  de  Francia  y  Efduardo  de  Inglaterra  vinieron 
tres  honradas  embajadas  al  rey  de  Castilla.  Movíanse 
á  esto  por  la  gran  fama  que  tenia  acerca  de  las  na- 
ciones comarcanas.  De  África  le  enviaron  muy  ricos 
presentes:  pedían  se  confirmasen  las  treguas  que 
tenian  asentadas  los  nuestros  con  los  moros.  El  in- 

Í^lés  ofrecía  una  hija  suya  para  que  casase  con  el  in- 
ante  don  Pedro.  El  rey  no  aceptó  este  partido  por  la 
tierna  y  pequeña  edad  del  infante,  de  quien  sin  nota 
de  temeridad  ninguna  cosa  cierta  se  podían  prome- 
ter ni  asegurar.  Todo  esto  pasaba  en  Castilla  el  ano 
(le  1335  de  nuestra  salvación. 


UISTORU  DE  CSPAN4. 


487 


Poco  después  enlraiite  elufio  próximo  el  rey  de 
Aragón  don  Alonso  murió  en  Barcelona  á  veinte  y 
cuatro  de  enero:  varón  justo,  pió  y  moderado ;  por 
esto  tuvo  por  renombre  y  fue  llamado  el  Piadoso.  Fue 
mas  dichoso  en  el  reinado  de  su  padre  que  en  el  suyo 
á  causa  de  la  poca  salud  que  siempre  tuvo ,  que  por 
lo  demás  no  le  faltó  virtud  ni'traza,  como  se  pudo 
bien  ver  por  las  cosas  que  bizo  en  su  mocedad.  A 
don  Jaime  el  hijo  menor  del  primer  matrimonio  dejó 
el  condado  de  Urgel ,  y  don  Pedro  quedó  por  heredero 
del  reino.  Los  hijos  del  segundo  matrimonio  dejó 
heredados  en  otros  estados,  según  que  arriba  queda 
apuntado.  La  reina  doña  Leonor  por  recelo  que  el 
nuevo  rey  por  los  enojos  pasados  no  le  hiciese  algún 
agravio  á  ella  y  á  sus  hijos,  á  grandes  jornadas  se 
fué  luego  á  Albarracin,  donde  por  ser  aquella  ciudad 
fuerte  y  caerle  cerca  de  Castilla,  sí  se  le  moviese 
ffuerra,  pensaba  podría  muy  bien  en  ella  defenderse. 
Los  de  Exerica  por  tener  en  mas  el  acudir  al  amparo 
y  servicio  de  la  reina ,  que  cuidar  de  lo  que  á  ellos 
tocaba ,  se  fueron  tras  ella. 

Por  estos  mismos  dias  de  Portugal  nuevas  tempes- 
tades de  guerra  se  emprendieron.  La  avenencia  que 
don  Juan  de  Lara  y  don  Juan  Manuel  hicieron  con  el 
rey,  no  era  tan  verdadera  y  sincera  que  se  entendie- 
se duraría  tanto  como  era  menél^ter.  Todos  entendía» 
que  mas  les  faltaban  fuerzas ,  y  buena  ocasión  para 
rebelarse ,  que  gana  y  voluntad  de  ponello  por  oora. 
Traia  ed  mucho  cuidado  á  don  Juan  Manuel  la  dila- 
ción de  los  casamientos  de  Portugal,  y  no>  osaba 
hacerlos  siu  \n  voluntad  y  licencia  del  rey,  ca  temía 
no  le  tomase  su  estado  piatrimonial  que  tenia  gran- 
dísimo en  Castilla.  Don  Pedro  Fernandez  de  Castro 
y  don  Juan  Alonso  de  Alburquerque,  que  se  aparta- 
ron de  la  obediencia  del  rey  de  CastÚla ,  persuadían 
y  solicitaban  al  rey  de  Portugal  para  que  moviese 
guerra  á  Castilla.  No  pudieron  estar  secretos  tantos 
bullicios  de  ffuerra  y  tantas  tramas:  así  el  rey  hizo 
nueva  entraña  en  las  tierras  de  don  Juan  de  Lara ,  y 
le  tomó  algunas  villas  y  castillos ,  y  á  él  le  cercó  en 
la  villa  de  Lerma  en  catorce  de  junio. 

Combatiéronla  de  dia  y  de  noche  con  mantas,  tor- 
res, trabucos ,  y  con  todo  género  de  máquina&  de 
guerra.  Procuróse  otrosí  con  los  vecinos  de  la  villa 
que  entregasen  á  don  Juan ,  va  con  grandes  an>ena- 
zas ,  ya  con  promesas :  ofrecíanles  la  gracia  del  rey, 
y  libertad  á  ellos  y  á  sus  hijos ,  con  apercebimiento 
que  si  se  tardaban  en  hacerlo,  los  destruirían.  Nin- 
guna cosa  bastó  para  que  no  guardasen  una  singular 
y  gran  lealtad  á  don  Juan ,  confiados  en  la  fortaleza 
déla  villa:  ni  los  ruegos  prestaron  ni  las  amenazas 
para  hacer  que  le  entregasen.  Vista  su  determina- 
ción ,  cercaron  toda  la  villa  alrededor  con  fosos  y 
tríncheas.  Talaron  y  destruyeron  sus  campos  y  here- 
dades: enviaron  otrosí  alffunas  bandas  de  gente  para 
que  tomasen  ios  pueblos  de  la  comarca.  Alargábase 
el  cerco ,  y  los  cercados  por  no  estar  bien  proveídos 
empezaron  á  sentir  necesidad  de  bastimentos.  Te- 
nían poco  socorro  en  don  Juan  Manuel,  puesto  que 
para  mostrar  su  valor  y  ver  si  podría  socorreríos  sa- 
lido de  allí  secretamente,  se  entró  en  Peñafiel,  villa 
de  su  estado  y  cercana  de  Lerma.  Poco  faltó  para  que 
el  rey  no  le  prendiese,  ca  sobrevino  de  repente.  Tuvo 
noticia  áef  peligro  ,  huyó  y  escapóse.  El  de  Albur- 
querque mudado  propósito  se  redujo  al  servicio 
del  rey. 

El  rey  de  Portugal  por  sus  embajadores  envió  á 
rogar  al  rey  que  alzase  el  cerco  de  Lerma.  Estranaba 
que  hiciese  agravio  y  maltratase  á  un  caballero  de 
tanta  lealtad,  y  en  particular  amigo  suyo.  Volviéron- 
se los  embajadores  sin  alcanzar  cosa  alguna.  El  rey 
de  Portugal  para  satisfacerse  juntó  su  ejército,  rom- 
pió por  las  tierras  de  Castilla:  á  la  raya  cercó  á  Bada- 
joz y  la  combatió  con  gran  le  furía  y  cuidado.  Envió 
asimismo  con  mucha  g*;nlc  á  Alonso  de  Sosa  para 


que  robasen  la  tierra.  Apellidáronse  los  de  la  comar- 
ca^ encontraron  los  contrarios  cerca  de  Villanueva, 
desbaratáronlos ,  mataron  y  prendieron  muchos  de- 
llos ;  con  que  avisaron  y  escarmentaron  los  demás 
portugueses  para  que  no  se  atreviesen  otra  vez  á  ha- 
cer entrada  semejante.  El  rey  mismo  por  temer  otro 
mayor  daño  si  viniesen  á  las  manos ,  con  todo  ,su 
ejército  se  tornó  á  Portugal. 

Lá  villa  de  Lerma  asimismo  destituida  del  socorro 
que  de  fuera  esperaba ,  y  cansada  con  los  trabajos  de 
un  cerco  tan  largo ,  se  entregó  en  los  postreros  de 
noviembre.  A  don  Juan  Nuñez  de  Lara  sin  embargo 
recibió  el  rey  en  su  amistad ,  y  por  el  camino  que 
cuidaba  perderse,  alcanzó  grandes  mercedes  nuevas, 
y  se  le  volvió  su  patrimonial  estado  que  tenia  en  Viz- 
caya. Solo  desmantelaron  á  Lerma  en  castij^'O  de  su 
rebelión,  y  para  que  otra  vez  no  se  atraviese  á  hacer 
lo  mismo.  En  este  año  el  rey  de  Marruecos  aumentó 
sus  reinos  con  el  de  Tremecén,  cuyo  rey  su  enemigo 
venció  y  mató.  Los  moros  de  España  cobraron  con 
esto  nuevas  esperanzas ,  y  á  los  nuestros  creció  el 
recelo  de  algunos  nuevos  y  grandes  daños  que  de 
aquella  pujanza  podrían  resultar.  Todos  temían  y 
con  raioa  la  guerra  que  de  África  amenazaba. 

CAPITULO  V. 

ConcédcDsc  treguas  ¿  los  portugueses. 

Blandeaba  el  rey  de  Castilla  con  los  grandes  que 
andaban  alterados,  y  le«  hacía  buenos  partidos  por 
atraerlos  á  su  servicio.  Sus  caricias  prestaban  muy 
poco  por  ser  ellos  hombres  revoltosos,  de  seso  mal 
asentado  y  astutos.  Tuvo  las  pascuas  ae  la  Navidad 
de  nuestro  Señor  Jesucristo  del  año  1337  en  Vallado- 
lid.  Allí  61)  el  principio  deste  año  hizo  merced  á  don 
Juan  de  Lara  del  cargo  de  su  alférez  mayor,  ca  estaba 
determinado  de  recompensar  con  mercedes  los  de- 
servicios ,  y  vengar  con  blanduras  las  injurias  que  le 
hacían.  Con  este  artificio  y  con  la  intercesión  de 
doña  Juana,  que  era  madre* de  don  Juan  de  Lara, 
recibió  en  su  servicio  y  perdonó  á  don  Juan  Manuel, 
hombre  doblado ,  inconstante  y  que  á  dos  reyes  al 
de  Castilla  y  al  de  Aragón ,  los  entretenía  y  traia 
suspensos.  Fingía  quererse  confederar  con  cada  uno 
del  los  con  intento  de  que  si  rompiese  con  el  uno, 
quedase  el  otro  con  auien  ampararse. 

Continuábanse  todavía  los  desabrimientos  y  dife- 
rencias entre  el  de  Aragón  y  doña  Leonor  su  madras- 
tra: tratóse  de  concordia  por  sus  embajadores.  Tuda  vía 
el  de  Aragón  bien  que  daba  buenas  palabras,  al  cabo 
no  hacia  cosa.  El  rey  de  Castilla  á  ruego  de  su  her- 
mana fué  á  Ayllon ,  villa  que  está  en  la  raya  de  en- 
trambos reinos.  Allí  la  reina  se  le  quejó  de  los  agravios, 
y  crueldad  de  su  alnado ;  y  con  muchas  lágrimas  le 
suplicó  recibiese  debajo  de  so  protección  y  ampara  á 
ella  y  á  sus  hijos,  y  á  los  grandes  que  seguían  su  par- 
cialidad. El  rey  estuvo  suspenso.  Parecíale  por  una 
parte  inhumana  cosa  na  favorecer  á  su  hermana,  y 
por  otra  deseaba  mucho  no  divertirse  antes  de  ven- 
gar los  agravios  recebidos  del  rey  de  Portugal.  Final- 
mente mandó  á  don  Diego  de  Haro  que  juntadas  las 
fuerzas  y  soldados  de  Soria ,  Molina  y  Cuenca  y  de 
otros  pueblos,  hiciese  entrada  en  Aragón.  La  reina 
doña  Leonor  por  Burgos  y  Valladolid  se  fué  á  Madríd 
á  esperar  al  rey  (i),  oueen  razón  de  aparejarse  para 
la  guerra  de  Portugal  hacia  grandes  llamamientos  de 
gentes  para  Badajoz,  por  donde  cuidaba  dar  principio 
á  aquella  guerra.  En  esta  sazón  de  doña  Leonor  le 
nació  al  rey  otro  hijo  que  se  llamó  don  Tello.  Lo  qu^ 
mas  tenia  enojado  al  rey  de  Portugal ,  era  lo  poco  en 

(1 )  Habla  convocado  corles  eo  esta  villa  á  fio  de  qne  le 
diesen  socorros  para  la  guerra  de  Portagal '  pero  como  los 
pueblos  estaban  en  gran  miseria ,  acudió  a  los  obispos  y 
abade?,  y  estos  coa  el  clero  de  sus  rcspeelivas  dióre^i^  !c 
dieron  cuaolouct^csfitéiba. 


48S 


B.BLI01ECA  OK  GASPAR  T   ROlG. 


que  el  de  Castilla  tenia  á  su  hija  la  reina  doña  María, 
hasta  decirse  que  trataba  de  repudiarla:  parecíale 
que  esta  no  era  injuria  que  en  manera  alguna  se 
pudiese  disimular.  De  Badajoz  con  grandísimo  ímpe- 
tu entró  en  Portugal :  talaron  los  campos,  y  hicieron 
la  guerra  á  fuego  y  sangre.  La  destemplanza  del 
tiempo  causó  al  rey  una  calentura  en  Olivencia ,  y  le 
puso  en  necesidad  de  partirse  de  Badajoz  en  ei  mes 
de  junio  para  Sevilla. 

Por  estos  mismos  dias  Jofrc  almirante  del  mar  por 
f  1  rey  de  Castilla,  talado  que  hobo  y  corrido  la  costa 
de  Portugal ,  no  lejos  de  Lisboa  peleó  con  la  armada 
de  los  portugueses  de  quien  era  general  Pecano  G¡- 
noves:  la  pelea  fue  brava  y  dudosa:  al  principio  los 
portugueses  tomaron  dos  galeras  de  Castilla ;  recom- 
pensóse este  daño  con  que  los  de  Castilla  rindieron 
la  capitana  de  los  portugueses  y  abatieron  el  están-* 
darte  real.  Esto  causó  grande  temor  en  los  enemigos, 

Ípor  todas  partes  fueron  desbaratados  y  puestos  en 
uida.  Era  cosa  horrenda  ver  en  aquel  espacio  y  an- 
cho mar  huir ,  dar  la  caza ,  prender  y  matar,  y  todo 
cuanto  alcanzaba  la  vista  estar  lleno  de  armas  y  tinto 
en  sangre.  Tomáronse  ocho  galeras ,  y  seis  ecnaron 
i  fondo,  y  el  general  Pecano  con  Carlos  su  hijo  que- 
dó preso:  fue  para  aquella  era  esta  victoria  muy 
ilustre  y  rara ,  en  tanto  grado  que  á  la  vuelta  salió  el 
re^  A  recebir  el  almirante  que  entró  en  Sevilla  con 
triunfal  demostración  y  aparato:  la  honra  que  se  ha- 
ce á  la  virtud ,  inflama  los  ánimos  valerosos  para 
emprender  cosas  mayores.  Halláronse  presentes  el 
arzobispo  de  Rems  embajador  del  rey  de  Francia,  y 
ei  maestre  de  Rhodas ,  á  quien  para  tratar  de  paces 
enviara  por  su  legado  Benedicto  X[  sumo  pontífice 
que  tres  años  antes  sucedió  al  papa  Juan.  Ambos  con 
todas  sus  fuerzas  procuraron  concertar  y  poner  paz 
entre  estos  dos  reyes ;  pero  no  les  fue  posible  con- 
cluirlo, antes  el  rev  de  Castilla  cobrada  entera  salud 
entró  otra  vez  á  robar  y  destruir  á  Portugal.  La  en- 
trada fue  por  aquella  parte  por  do  solían  iiabitar  ios 
antiguos  turdetanos,  que  ahora  se  llama  el  Algarve. 
Recibieron  los  portugueses  grave  daño  con  esta  en- 
trada, y  les  causó  mucho  odio  contra  su  rey,  por  ver 
que  con  todos  sus  intentos  ninguna  cosa  roas  hacia 
que  irritar  y  mover  contra  los  suyos  las  arma¿  y 
fuerzas  de  Castilla.  Por  otra  parte  hacia  sin  provecho 
alguno  guerra  en  lugares  apartados ,  conviene  á  sa- 
ber á  los  galleaos  en  Salvatierra  destruía  y  quemaba 
los  campos.  Si  se  st^ntia  con  pocas  fuerzas,  ¿para 
qué  movia  guerra?  y  si  en  ellas  confiaba,  ¿por  qué 
convidado  rehusaba  venir  con  los  enemigos  á  las 
manos? 

El  rev  de  Castilla ,  venido  el  otoño ,  sin  haber  en- 
contrado ningún  ejército  de  sus  enemigos  se  recogió 
á  Sevilla.  Este  mismo  año  á  veinte  y  cinco  de  junio 
murió  Federico  rey  de  Sicilia,  ya  cargado  de  edad,  y 
famoso  por  la  guerra  que  sustentó  por  tanto  tiempo 
contra  potencias  tan  grandes.  En  Catanía  en  la  igle- 
sia do  Santa  Agatha  está  un  lucillo  con  un  bulto  ó 
estatua  suya ,  y  dos  verse  s  en  latín  deste  sentido: 

¡ELCIBIO  ALEGRE  ESTÁ,  LA  TIERRA  TRISTE 

SICA?I1A  LLORA  DE  SU  REY  FADRIQUE 

LA  AUSENCIA,  ó  MUERTK  CUANTO  MAL  DICISTE  ! 

Sucedióle  en  el  reino  su  hijo  don  Pedro.  Los  duca- 
dos de  Atenas  y  Neopatria  mandó  á  Guillelmo  su  hijo 
segundo,  á  don  Juan  hijo  tercero  hizo  otras  mandas. 
Cuatro  bijas  que  tenia,  por  su  testamento  Jas  dejó 
escluidas  de  la  sucesión  del  reino :  ley  que  no  fue 
perpetua,  ni  era  conforme  á  lo  que  de  antes  se  solía 
usar  en  aquel  reino,  y  adelante  se  usó.  Andaba  en 
la  corte  de  Castilla  Gil  Alvarez  de  Cuenca,  arcediano 
de  Calatrava,  dignidad  en  la  iglesia  de  Toledo,  varón 
de  conocido  valory  prudencia  para  tratar  negocios  y 
cosas  graves.  El  arzobispo  de  Toledo  don  Jímcno  de 


Luna  finó  en  la  su  \illu  de  Alcalá  de  Henares  á  los 
diez  y  seis  de  noviembre  deste  año,  quien  dice  que 
del  siguiente  :  sepultaron  su  cuerpo  en  la  iglesia 
Mayor  de  Toledo  en  la  capilla  de  San  Andrés.  Por  »u 
muerte  sucedió  en  quella  dignidad  y  iglesia  el  suso- 
dicho Gil  Alvarez  de  Cuenca,  que  adelante  se  limó 
y  hoy  le  llaman  comunmente  don  Gil  de  Albornoz. 
Procurólo  el  rey  muy  de  veras,  y  hizo  en  eüo  tal  ius- 
taocía  que  las  voluntades  de  los  del  cabildo,  si  bien 
estaban  muy  puestos  en  nombrará  don  Vasco  su 
deán ,  se  trocaron  y  inclioaron  á  dar  gusto  al  rey. 

Las  grandes  virtudes  y  hazañas  deste  nuevo  pre- 
lado mejor  será  pasallas  en  silencio  que  quedar  en 
este  cuento  cortos.  Fue  natural  de  Cuenca,  sobrinr» 
de  su  predecesor  don  Jimeno  de  Luna,  su  padre  Gar- 
ci  Alvarez  de.  Albornoz ,  su  madre  doña  Teresa  de 
Luna,  personas  ilustres,  de  mucha  reputación,  y 
fama  y  liacienda.  Crióse  en  Zaragoza  en  tiempo  qu(* 
don  Jimeno  su  tío  fue  preiat^.o  de  aquella  ciudad.  Su 
ingenio  muy  vivo  y  capaz  empleó  en  el  estudio  de  lo$ 
derechos  en  Tolosa  de  Francia,  no  para  darse  al  ocin, 
sino  para  habilitarse  mas  para  ios  negocios.  Va  quo 
era  de  edad ,  se  sirvió  el  rey  del  en  su  consejo,  des- 
pués le  eligieron  en  arzobispo  de  Toledo :  última- 
mente criado  cardenal ,  sirvió  á  los  papas  en  eropre 
sas  de  grande  ímporttncia.  Echó  los  tiranos  de  las 
tierras  de  la  Iglesia,  que  en  Italia  tenían  usurpadas. 
En  todas  edades  y  estados  fue  i^ual ,  entero  en  las 
cosas  de  justicia ,  mecospreciador  de  las  riquezas, 
constante  y  sin  flaqueza  en  los  casos  arduos.  No  se 
sabe  en  que  fue  mas  señalado,  si  en  el  buen  gobier- 
no en  tiempo  de  paz»  si  en  la  administración  y  valí  r 
en  las  cosas  tocantes  á  la  guerra.  Todos  los  hombros 
de  letras  tienen  obligación  á  celebrar  sus  alabanza^, 
porque  en  la  Gallia  Cisalpina,  óLombardia,  en  la 
ciudad  de  Boloña  instituyó  un  famoso  colegio ,  en  que 
hay  cuatro  capellanes  y  treinta  colegiales  todos  es- 
panoles,  con  gruesas  rentas  para  que  estudien; de 
donde  como  de  un  alcázar  de  sabiduría  h^^n  salido 
muchos  ( 8?elen  tes  varones  en  letras  y  erudición,  con 
que  las  letras  resucitaron  en  España,  y  á  su  imitación 
.se  han  fundado  otros  muchos  colegios  por  personas 
qu|  imitaron  su  celo,  y  tenían  con  que  podello  ha- 
cer. Dejó  al  cabildo  de  Toledo  la  villa  deParacoeIlo< 
con  carga  de  cierta  pensión  con  que  mandó  ccodie- 
sen  cada  un  año  ala  iglesia  de  VilJaviciosa,  que  él 
mismo  fudó,  y  puso  en  ella  canónigos  reghres,  cerca 
de  la  villa  de  Brihuega. 

El  arzobispo  de  Rems  y  el  maestre  de  Rliodas  an- 
dando de  una  parte  á  otra  no  cesaban  de  amonestar 
á  los  reyes  de  España ,  y  procurar  que  se.acordasen 
y  hiciesen  paces.  Poníanles  delante  como  los  reinos 
fe  asuelan ,  con  las  guerras ,  y  con  la  paz  se  restau- 
ran :  que  África  amenazaba  con  una  temerosísima 
guerra:  muchas  veces  las  discordias  internas  se  con- 
cordaban y  componían  con  el  miedo  de  los  males  de 
fuera :  que  así  para  los  vencedores  como  para  los 
vencidos  el  único  remedio  era  la  paz.  Con  estas  amo- 
nestaciones parecía  que  el  rey  de  Castilla  blandeaba 
algo,  si  bien  era  el  que  andaba  mas  lejos  de  acordar- 
se; que  el  rey  de  Portugal  grandemente  deseaba  con; 
cierto.  Concluyóse  que  el  rey  de  Castilla  fuese  á 
Mérida  á  tralar  de  medios  de  paz.  En  aque.la  ciudad 
se  concertaron  y  hicieron  treguas  por  un  ano  en 
principio  del  de  nuestra  salud  de  i  338.  No  fue  po- 
sible concordarlos  del  todo,  ni  hacer  paces  per- 
petuas. 

CAPITULO  VI. 
Cómo  mataron  á  Abomellqne. 

Del  aparato  y  preparamentos  de  guerra  que  baria 
d  rpy  Albohacen,  como  en  semejantes  casos  acaece, 
se  decían  mayores  cosas  de  aquellas  que  en  realidad 
de  verdad  eran.  RcfeiíaüFe  que  fe  juntaba  todo  el  po- 


HISTORIA  DE  GSPA?1A. 


480 


dcrdelos  moros,  y  se  apellidaban  todas  las  provin- 
cias de  África :  que  pasaiKín  ¿  España  con  sus  casas 
y  mujeres  y  hijos  para  quedarse  á  morar  y  vivir  de 
asiento  en  ella  dei^ues  que  toda  la  bobiesen  ganada: 
que  era  tan  innumerable  la  gente  <|ue  venia » que  ni 
se  les  podría  estorbar  el  pasaje ,  ni  tampoco  podrían 
ser  vencidos.  Corría  fama  que  lo  primero  desembar- 
carían en  la  playa  de  Valeneú ,  y  allí  cargaría  aquella 
tempestad  que  se  arauíba.  Gstas  nuevas  tenían  ate- 
morizados los  fíeles,  y  mucho  mas  á  los  de  Aragón. 
Hacíanse  grandes  provisiones  de  armas,  caballos  y 
bastimeiitos :  todo  era  ruido  y  asonadas  de  guerra; 
estaban  todos  alerta  con  gran  cuidado  y  solicitud. 
Empezóse  entre  los  nuestros  á  platicar  de  paz ,  porque 
juntas  las  fuerzas  se  podia  tener  esperanza  de  la 
victoria;  divididas  y  sin  concordia,  era  cierta  la  rui- 
na de  todos  y  su  perdición.  A  ios  embajadores  ingle-* 
ses  que  en  nombre  de  su  rey  pedían  paz  y  alianza, 
con  dudosa  respuesta  entretenía  el  rey  de  Ardgon. 
Decíales  que  su  amistad  les  era ,  y  seria  siempr»  muy 
agradable,  si  se  les  permitiese  guardar  las  alianzas 

3 ue  antes  con  los  demás  tenían  hechas.  Tratábase  de 
esposar  el  de  Araron  con  la  infanta  doña  María  hija 
del  Navarro :  diferíanse  estas  bodas  por  ser  aun  de 
poca  edad  la  doncella  y  no  de  sazón  para  casarse :  á 
esta  causa  le  entretenían  en  Tudeia;  mas  al  fin  con 
grande  regocijo  de  ambas  naciones  se  casaron  en 
Aragón  á  veinte  y  cinco  de  julio.  Velólos  Philipe  tio 
de  la  doña  María,  hermano  de  su  padre,  obispo  de 
Jalón  ó  cabilionense  en  Francia. 

Envióse  una  embajada  al  sumo  pontífice  romano 
suplicándole  volviese  los  ojos  á  España,  y  que  ecliase 
de  ver  que  no  poco  á  su  santidad  tocaba  el  grandísimo 
V  cercano  peligro  que  corría  la  crístiandad :  que  las 
décimas  de  las  rentas  eciesiásUcas  que  se  concedie- 
ran á  los  reyes  de  Aragón  para  subsidios  y  ayuda  de 
la  guerra  contra  los  moros,  las  mandase  subir  al 
justo  y  presente  valor,  porque  si  se  cobraban  según 
los  valores  y  por  los  padrones  antiffuos,  serian  de 
poco  provecho :  esto  es  lo  oue  toca  lu  rey  de  Aragón. 
El  rey  de  Gasttila  era  ido  á  Burgos  á  hacer  cortes,  en 
que  con  deseo  de  reformar  el  grande  esceso  que  se 
vía  estar  Introducido  en  el  comer  y  vestir,  promulgó 
leyes  que  moderaban  estos  gastos :  mandó  tras  esto 
á  su  almirante  Jofire  Tenorio  se  pusiese  en  el  estre- 
>cho  Dará  estorbar  el  pasaje  á  los  moros.  Desde  Bur- 
gos a  ruego  de  su  hermana  doña  Leonor  fue  á  Cuenca, 
y  en  su  compañía  don  Juan  Nuñezde  Lara  j  don  Juan 
Manuel  ya  del  todo  reconciliados  con  el  rey.  Allí 
vino  don  Pedro  de  Azagra  con  embajada  de  paz  de 

earte  del  rey  de  Aragón  para  que  se  aliasen  contra 
Ns  «moros.  Ofrecía  la  tercera  parte  de  la  armada  que 
fuese  menester  para  estorbar  el  paso  á  los  moros. 
Respondió  el  rey  que  aceptaría  su  oferta,  v  oue  en- 
tonces le  seria  muy  grata  su  amistad  cuando  nobiese 
satisfecho  á  su  hermana  doña  Leonor  en  las  quejas 
que  tenia  y  en  sus  pretensiones. 

En  unas  cortes  de  Aragón  que  se  hicieron  en  Da- 
roca,  se  consultaron  todas  estas  diferencias,  y  se 
nombraron  por  jueces  arbitros  el  infante  don  Pedro, 
tio  hermano  de  padre  del  rey  de  Aragón^  y  don  Juan 
Manuel ,  que  para  tratar  desto  era  embajador  del  rey 
de  Castilla.  Gonchiyóse  en  que  se  diese  perdón  al 
señor  de  Exerica ,  y  á  la  rema  y  á  sus  hijos  se  les 
confírmase  todo  aquello  que  les  mandara  su  padre. 
Para  que  mas  fácilmente  tuviese  el  efecto  esta  con- 
cordia ,  vino  bien  que  don  Pedro  de  Luna  arzobispo 
de  Zaragoza  que  la  contradecía,  á  esta  sazón  se  ha- 
llaba ausente,  citado  por  el  papa  para  que  pareciese 
en  Roma  á  responder  a  cierto  pleito  y  demanda  puesta 
contra  él.  Firmó  el  rey  de  Casliila  estos  capítulos  en 
Madrid ,  y  la  reina  doña  Leonor  y  sus  hyos  se  volvie- 
ron á  Aragón ,  do  fueron  bien  recebidos  casi  con  apa- 
rato real.  Suelen  acomodarse  y  conformarse  con  el 
tiempo  asi  bien  los  reyes  como  las  personas  particu- 


lares, y  usar  de  grandes  disimulaciones  para  poder 
gobgruar  la  república,  mayormente  en  tiempos  rc- 
vuefíos.  4 

El  arzobispo  de  Reros ,  y  el  maestre  de  Rliodas ,  y 
el  arzobispo  de  Braga  que  era  embajador  del  rey  de 
Portugal  para  tratar  de  las  paces ,  fueron  despedidos 
por  entonces  del  rey  de  Castilla  por  parecer  podían 
capitulaciones  injustas.  Lo  que  mas  descontentaba, 
erd  que  pedían  á  doña  Coslanza  hija  de  don  Juan 
Manuel  para  qne  se  desposase  con  dou  Pedro  here- 
dero de  Portugal.  En  el  príocipio  del  año  de  i  339 
murió  don  Vasco  Rodríguez  Cornado  maestre  de  San- 
tiago. En  su  lugar  fue  elegido  por  voto  do  los  caballe- 
roa  del  hábito  su  sobrino  don  Vasco  López.  Pesóle 
mucho  al  rey  ,  y  eoojóse  dosta  eiccciou  como  quii*r 
que  deseaba  oí  maestrazgo  para  su  hijo  don  Fadri- 
que.  OpusiéroDle  al  nuevo  maestre  contra  su  persona 
muchos  capítulos  y  defectos  en  la  elección  :  si  ver- 
daderos^ 81  falsos  por  hacer  lisonja  al  rey ,  ¿  quién  lo 
averiguará?  El  maestre  por  adevinar  la  tempestad 
que  venia  sobre  él ,  se  fué  á  Portugal,  con  que  pare- 
ció darse  por  culpado :  así  en  ausencia  fue  privado 
de  la  dignidad^  y  dada  por  ninguna  la  primera  elec- 
ción ,  fue  elegido  de  nuevo  por  maestre  don  Atouso 
MtílendezdeGuzman,  tio  hermano  de  madre  del  niño 
don  Fadrique,  con  asaz  grande  dolor  y  murmuración 
de  muchos,  que  echaban  de  ver  una  maldad  y  des- 
concierto tan  grande  ,  que  no  bastase  el  peligro 
grande  del  reino  para  que  echasen  déi  la  ambición  y 
sobornos. 

Por  este  tiempo,  quien  dice  dos  años  antes,  don 
Ruy  Pérez  maestre  de  Alcántara  fue  al  tanto  orivado 
del  maestrazgo,  y  elegido  en  su  lugar  don  Gonzalo 
Martínez ,  á  quien  otros  llaman  Nuñez :  algunos  por 
la  disimilitud  y  diversidad  de  los  nombres  hacen  di- 
verso y  dividen  lo  oue  no  se  bebe  apartar,  porque  en 
la  lengua  antigua  de  Castilla  Ñuño  y  Martin  son  una 
misma  cosa.  Lo  sobredicho  se  hizo  con  autoridad  de 
don  Juan  Nuñez  de  Prado  maestre  de  Calatrava ,  á 
quien  por  sus  antiguas  constituciones  estaban  suje- 
tos los  caballeros  de  Alcántara.  Tratábase  con  grande 
calor  lo  tocante  á  la  guerra  de  los  moros :  para  ella  de 
todo  el  reino  se  juntaba  grande  ejército  en  Sevilla. 
Apercibióse  brevísimamente  el  rey  de  Castilla,  por- 

2ue  tuvo  nuevas  que  Abomeligue  era  de  África  pasa- 
o  por  el  estrecho  con  cinco  mil  hombres  dea  caballo: 
era  ya  cumplido  el  tiempo  de  las  tremías,  y  con  venia 
qne  coa  la  presteza  se  impidiese  al  intento  de  los 
moros. 

Hízose  entrada  en  el  reino  de  Granada ,  talaron  los 
campos  de  Antequera  y  Archídona,  y  apenas  las 
mismas  ciudades  se  libraron  desta  furia.  Lo  mismo 
se  hizo  en  los  términos  de  Ronda;  y  por  el  esfuerzo 
de  don  Juan  de  Lara  y  de  don  Juan  Manuel,  y  del 
maestre  de  Santiago  fue  desbaratada  gran  aiultilud 
de  moros  quo  salieron  de  aquella  ciudad  á  dar  y  car- 
gar en  nuestra  retaguardia,  en  que  iban  estos  capí- 
tañes.  Ejecutaron  Tos  vencedores  el  alcance  :  mu; 
chos  moros  que  se  recogieron  á  ciertas  breñas,, 
forzados  del  miedo  se  despeñaron  de  aquellos  rucos 
por  salvarse ,  se  hicieron  pedazos.  Con  esto  los  cris* 
tianos  se  volvieron  á  Sevilla,  y  de  allí  se  enviaron 
muchas  guarniciones  para  guardar  las  (ronteras  con- 
tra los  moros.  Vino  en  esta  sazón  el  almirante  de 
Aragón  Gílbberto  con  doce  galeras,  y  orden  de  su 
rey  que  se  juntase  con  la  armada  del  rev  de  Castilla, 
y  guardase  el  estrecho  de  Gibraltar.  La  falta  de  dine- 
ros era  grande :  para  suplir  esta  necesidad  en  el  mes 
de  setiembre  fué  el  rey  á  las  cortes  oue  tenia  aplaza- 
das para  Madrid.  Dejó  por  general  en  su  lucar  ai 
maestre  de  Santiago ,  repartió  otrosí  entre  los  demás 
grandes ,  ricos  hombres  y  capitanes  el  cuidado  de  lo 
que  en  su  ausencia  hacerse  debía. 

En  Nebrija  villa  puesta  á  la  boca  de  Guadalquivir, 
senlada  en  una  campaña  fértilísima,  tenían  junjada 


gran  copin  de  trigo  para  d  gasto  de  la  guerra.  Los 
moros,  cobrada  osadía  con  la  partida  del  rey,  se  con- 
certaron de  ir  sobre  esta  vllia  y  tomarla.  Sabido  esto 
por  los  nuestros ,  fuéles  forzado  (puesto  que  era  en 
él  rigor  del  invierno)  de  sacar  las  guarniciones  y 
compañías  de  los  alojamientos.  Abomelique  resuello 
de  hacelles  rostro ,  asentó  sus  reales  junto  á  Jebez ,  y 
envió  mil  y  quinientos  caballos  á  Nebríja.  Los  de  la 
villa  se  defendieron  :  robaron  empero  los  moros  y  es- 
tragaron los  campos.  Acudieron  á  la  fama  de  lo  que 
fkasaba ,  de  Tarifa  Fernán  Pérez  Portocarrero ,  y  de 
Sevilla  Alvar  Pérez  de  Guzmaii  y  don  Pedro  Ponce 
de  León ,  señores  principales ;  y  el  maestre  de  Al- 
cántara con  su  gente  9  con  que  entrara  á  hacer  ca- 
balgadas en  tierra  de  moros,  se  juntó  con  estos  ca- 
pitanes :  pequeño  número  en  comparación  de  la 
grande  muchedumbre  de  los  moros.  Marcharon  de 
día  y  de  noche :  vinieron  á  afianzar  cerca  de  Arcos 
i  los  mil  y  quinientos  moros ,  que  caminaban  muy 
despacio  por  ir  embarazados  con  la  grande  presa  que 
llevaban.  Dieron  con  grande  furia  en  ellos,  y  los  des- 
barataron ,  apenas  escapó  ninguno  que  no  fuese 
muerto  ó  preso ,  quitáronles  toda  hi  cabalgada  que 
llevaban. 

Con  tan  dichoso  y  buen  suceso  animados  los  nues- 
tros entraron  en  consejo  si  acometerían  á  Abomeli- 
que ,  hecho  que  no  era  proporcionada  con  el  peque- 
no  número  de  gente  que  llevaban.  Los  pareceres 
variaban  :  unos  considerada  la  gran  multitud  de  los 
moros,  eran  de  parecer  que  no  tentasen  mas  la  for- 
tuna ;  otros  con  ánimo  feroz  y  generoso  decían  que 
no  debian  de  tener  imedo  á  Jos  moros,  sino  que  con- 
fiados en  Dios ,  y  en  el  valor  y  esfuerzo  de  sus  solda- 
dos, no  perdiesen  tan  buena  ocasión  como  se  les 
presentaba  de  hacer  un  hecho  memorable  :  que  no 
vence  el  número,  sino  el  ánimo,  y  que  no  era  razón 
que  en  semejante  coyuntura  dejasen  de  arriscar  sus 
personas  y  vidas  que  tan  poco  ks  podian  durar.  Si- 
guióse al  fin  este  parecer  :  la  honrosa  vergüenza 
pudo  mas  que  la  cooardia  recatada.  Los  moros  des- 
cuidados con  los  prósperos  sucesos  pasados,  levan<- 
tado  su  real,  con  grandísimo  desorden,  marchaban 
la  via  de  Arcos  sin  llevar  adalides  ni  centinelas :  in- 
finitas veces  ha  sido  total  perdición  menospreciar  al 
enemigo. 

Los  cristianos  al  amanecer  entre  dos  luces,  toca- 
da la  señal  de  arremeter ,  hirieron  valerosamente  en 
los  moros :  á  la  pasada  de  un  río  quinientos  moros 
hicieron  un  poco  de  resistencia,  pero  luego  que  ios 
nuestros  le  pasaron ,  todo  lo  demás  fue  fácil ;  en  un 
momento  los  moros  fueron  puestos  en  huida  y  des- 
trozados. Abomelique  (como  suele  acaecer  en  un  re- 
pentino alboroto)  huía  á  pié :  así  sin  ser  conocido 
tue  muerto  por  los  que  seguían  el  alcance ,  que  cui- 
daron fuese  algún  soldado  particular :  su  primo  Alia- 
tar  al  tanto  muríó  en  la  batalla ;  perecieron  cerca  de 
diez  mil  moros,  tal  fama  corría.  Los  nuestros  roba- 
dos los  reales  y  el  carruaje  de  los  enemigos ,  y  ale- 
ares con  las  dos  victorias  que  ganaron ,  con  mucha 
ñonfk  y  contento  volvieron  sus  soldados  á  los  aloja- 
mientos de  que  los  sacaron.  Este  año  el  arzobispo  de 
Tarragona  celebró  concilio  provincial  en  Barcelona, 
y  en  éí  con  una  solemnísima  procesión  el  cuerpo  de 
Santa  Eulalia  se  trasladó  á  otro  mas  honrado  y  con- 
veniente lugar.  El  rey  de  Aragón  fué  á  Aviñon  á  dar 
al  papa  la  obediencia,  y  reconocerle,  y  hacer  el  ho- 
menaje que  tenia  obligación  como  feudatario  de  la 
Iglesia  por  las  islas  de  Cerdeña  y  Córcega. 

CAPITULO  VIL 
Que  los  moros  fueron  vencidos  junto  á  Tarifa. 

La  muerte  de  Abomelique  fue  muy  llorada  y  pla- 
ñida en  África :  su  padre  la  sintió  ternísimamente; 
dolíanse  y  querellábanse  que  con  su  temprana  y  ar- 


filBLlOTClTA  DE  GASPAR   Y   ROIG. 


rebatadü  muerte  no  había  podido  Regar  á  ser  taf  rey 
como  prometían  sus  buenas  partes.  Con  esto  muy 
mas  inflamados  y  deseosos  de  vengarle  se  dieron 
gran  priesa  á  aprestar  la  jornada  que  tenían  pensa- 
do hacer  en  España.  Para  ello  hiciero»  por  todo  el 
reino  grandes  llamamientos  de  gentes ,  y  por  toda  la 
África  enviaron  asimismo  ciertos  hombre»,  ooe  con 
muestra  de  santidad,  con  protesto  y  color  efe  reli- 
gión y  de  un  grande  servicio  de  Dios  incitasen  los 
moros  á  tomar  las  arma»  en  defensa  y  aumento  de  la 
religión  j  secta  de  sus  antepasados.  Con  esta  voz  se 
juntó  un  increíble  número  de  soldado» ,  setenta  mil 
de  á  caballo ,  y  euatrociento»  mil  de  á  pié :  moche- 
dvmbre  tan  grande  cual  es  cosa  averiguada  nunca 
alguno  de  lo» pasados  reyes  justaron  para  pasar  en 
España.  Recogieron  otrosí  una  Oota  de  docientas  y 
cincuenta  naves  v  setenta  galera» ,  armáronla  d^ 
soldados ,  y  basteciéronla  de  vítuaNa»  y  de  todo  lo  ai. 
Estaba  el  rey  de  Castilla  con  gran  congoja  y  cui- 
dado de  la  defensa  que  tenia  de  hacer  á  m  mores, 
cuando  le  sobrevino  otra  nueva  pesadumbre.  Dié- 
ronle  grandes  querellas  de  don  Gonzalo  Martínez,  ó 
Nuñez,  maestre  de  Alcántara.  Acusábanle  de  mu- 
chos detitos ,  no  sabré  decir  si  fueron  verdaderos ,  ó 
falsamente  imputado»;  fue  empero  citado  á  one  pa- 
reciese ante  el  rey  en  Bladrid  i  responder  á  la  acu- 
sación que  le  ponían ,  y  descargarse.  Tovo  en  poco 
el  mandado  el  rey,  y  no  quiso  parecer,  sino  pasarse 
al  rey  de  Granada ,  que  fue  remediar  una  culpa  con 
otra  mayor.  No  se  sabe  si  esto  lo  hizo  por  tener  mal 

Eleito ,  o  con  temor  del  poder  y  asechanzas  de  dona 
eonor  de  Guzman  que  le  era  contraria.  Demás  des- 
to  el  general  de  la  armada  del  rey  de  Aragón,  saltado 
que  bobo  con  su  gente  en  la  playa  de  Algeoira  fue 
muerto  con  una  saeta  en  una  escaramuza  que  trabó 
con  los  m(^os.  Sin  embarao,  reñida  la  primavera,  se 
partió  el  rey  á  hi  Andalucm^  y  los  desinos  del  maes- 
tre don  Gonzalo  con  la  diligencia  y  presteza  que  «e 
puso ,  fueron  desbaratadee.  Cercáronle  en  Valencia, 
pueblo  que  ci^e  en  el  distrito  de  la  antigua  Lasitania: 
rínditoe  al  rev,  fue  preso  t  dado  por  traidor,  y 
como  tal  degollado  y  quemacio,  á  propósito  todo  que 
los  demás  escarmentasen  con  un  castigo  tan  gran- 
de (i).  Eue  ele^do  en  su  logar  don  Ñuño  Chamizo, 
▼aron  de  conocida  virtud  y  grandes  prenda». 

Comenzaba  Albohacén  a  pasar  su  ejército  en  Es^ 
paña :  envió  debinte  tres  mu  caballos  ^  que  para  ha- 
cer demostración  de  su  esfuerzo  comeron  la  tierra 
de  Ar^os,  Jerez  y  Medina  Sidonia,  y  les  talaron  los 
campos ;  mas  como  se  Tolviesen  eon  grande  presa, 
salieron  los  de  ierea  á  ellos,  cargaron  de  sobresalto 
sobre  los  que  iban  descuidados  y  seguros ,  deshará-^ 
tárenlos ,  y  quitátonles  la  (M'esa  con  muerte  de  dos 
mil  dellos.  En  este  comedio ,  gastados  cinco  meses 
en  pasar  el  estrecho ,  todo  el  ejército  de  los  moro»  se 
juntó  cerca  de  Algecira  por  negligencia  del  almirante 
Tenorio.  Todo  el  pueblo  le  cargaba  la  culpa  de  que 
él  les  podo  estorbar  el  paso :  verdad  es  que  muchas 
veces  el  pueblo  con  envidia  é  ingrato  ánimo  se  queja 
de  los  hombres  valerosos.  No  pudo  sufrir  esta  afrenta 
el  feroz  corazón  del  almirante.  AtreYíó^e  á  pelear 
con  toda  la  armada  de  los  enemigos,  recibió  una 
grande  rota,  murió  él  en  la  batalla ,  y  fue  echada  á 
fondo  su  armada.  Salváronse  solamente  cinco  gale-; 
ras ,  que  huyendo  aportaron  á  Tarifa.  El  rey  se  ha- 
llada suspenso  entre  dos  dificultades  que  le  tenían 
puesto  en  gran  cuidado :  por  una  parle  temía  no  le 
sucediese  á  España  algún  gran  desastre ,  por  otra  el 
deseo  de  ganar  honra  y  fama  le  solicitaba.  En  Sevilla 
donde  proveía  las  cosas  necesarias  para  la  guena, 

(1)  Mas  bien  que  traic'on  acaso  fue  su  de^^racia  efect» 
de  la  envidia  de  sos  émalos :  ¿  lo  menos  cuando  se  exaoioé 
su  causa ,  sin  pasión  se  le  declara  íooceote ,  y  mandó  resti- 
tuir todos  sus  bienes  á  su  bijo  don  Diego  Goozalez. 


mstOHU  Dk  ^SPA^A. 


491 


iic«rdA^6  luieer  junta  de  los  prelados  y  grandes  del 
reino  para  consultar  lo  tocante  á  la  guerra.  Desque 
isstuf  ieron  juntos ,  puesta  la  espada  á  la  maoo  dere- 
cha y  la  corona  ala  siniestra,  septado  en>su  real  iro- 
so les.  hizo  una  plática  tan  esta  manera :       . 

«Parienles  y  amigos  míos,  ya  veis  ^  peligro  en  que 
•está  iodo  el  reino  y  cada  uno  en  particular.  Pienso 
vtambien  que  no  ignoráis  en  qué  estado  estén  núes- 
«tras  cosas.  Desde  mis  primeros  años  juntamente 
vconiel  reino  me  hai)  fatigado  continuas  congojas  y 
nafanes:  así  Iq  ha  erdenado  Dios;  dame  con  iodo  eso 
«mucha  pena  que  nuestros  pecados  los  hayan  de  pa- 
ngar ios  inocentes.  Aun  noteoíaoios  bien  sosegados 
Jilos  alborotos  del  reino,  erando  ya  nos  bailamos 
«apretados  con  la  guerra  de  los  moros^  la  ms^s  pesada 
)>y  de  temer  que  España  ha  tenido.  Mis  tesoros  con- 
«sumidos,  y  nuestros  subditos,  cansados  con  tantos 
«pechos,  solo  en  mentarles  nuevos  tributos  se  exas* 
operan  y  a/oran.  ¿Por  ventura  será  bien  hacer  paz 
)>con  los  moros?  pero  no  hay  que  fiar  en  gente  sin 
«re.  sin  palabra  y  sin  religíoD.  ¿Pediremos  socorro 
«fuera  de  nuestros  reinos?  no  era  malo;  mas  á  los 
«reyes  nuestros  vecinos  se  les  da  muy  poco  del  peli- 
ogro  y  necesidad  en  que  nos  ven  puestos.  Tendre- 
«mos  confianza  de  que  Dios  nos  ayudará  y  hará  mer- 
«ced?  temoqne  le  tenemos  mal  enojado  con  nuestros 
«pecados  y  que  no  nos  desampare.  No  llega  nii  pru- 
«dencia  ni  consejo  á  sabesr  dar  corte  y  remedio  con- 
«veníente  á  tan  grandes  dificultades.  Vos  amigos 
«míos  á  solas  lo  podréis  consultar  ,  y  conforme  á 
«vuestra  mucha  prudencia  y  discreción  veréis  Jo  que 
«se  debe  haeer ;  que  para  que  con  mayor  libertad 
«digáis  vuestros  pareceres ,  yo  me  quiero  salir  fuera. 
«Solo  os  advierto  miréis  que  de  vuestra  resolución 
«lio  se  siga  algún  grave  peligro  á  esta  corona  real,  di 
ȇ  esta  espada  deshonra  ni  afrenta  alguna;  la  fama 
«y  gloría  del  nombre  español  no  se  mengue  ni  escu- 
«rezca.« 

Ido  el  rey,  bobo  varios  pareceres  entre  los  que 
quedaron:  los  mas  prudentes  afirmaban  que  las  fuer- 
zas del  rey  no  eran  tantas  que  pudiesen  resistir  al 
gran  poder  de  los  moros :  que  seria  acertado  hacer 
paz  con  el  eAemigo  con  algunos  partidos  razopableiL 
Otros  con  mayor  esfuerzo,  deseosos  de  ganar  ^omÉ 
y  fama,  fueron  de  voto  que  üi  ^erra  pasaite  adelan- 
te: decían  no  poderse  hacer  paz  alguna  que  na  fue«a 
deshonrada  y  que  les  estuviese  muy  ma/,  porque  de 
necesidad  la$  condiciones  della  serían  i  gusto  y  ven- 
taja del  enemigo.  Siguióse  este  parecer,  y  todos. fue- 
ron de  acuerdo  que  se  procurase  solicitar  los  reyes 
de  Aragón  y  de  Porlugal  pai»  que  juntasen  sus  gen* 
tes  y  armas  con  las  del  rej:  Rebízose  la  armada  en 
el  puerto  de  Sanlócar,  y  di^se  él  cargo  della  á  don 
Alfonso  Ortiz  Calderón  príor  de  San  Juan.  El  rey  de 
Aragón  envió  su  armada  con  el  capitán  Pedro  do 
Moneada.  Los  ginoveses  á  costa  del  rey  de  Castilla 
ayudaron  con  quince  galera?. 

Juan  Martínez  de  Leyva  foe  por  embajador  al  sump 
pontífice  para  alcanzar  indulgencia  á  los  que  se  ha- 
llasen en  esta  santa  guerra.  El  papa  vino  en  ello ,  y 
á  todos  los  gue  tres  meses  sirviesen  en  ella  á  su  costn, 
les  concedió  la  Cruzada  y  jubileo  plenísimo  y  re- 
misión de  todos  sus  pecados ,  y^  cometió  la  publica- 
ción destas  indulgencias  á  don  Gil  de  Alborno?  arzo- 
bispo de  Toledo.  Para  ganar  al  rey  de  Portugal  el  rey 
de  Castilla  dio  licencia  para  que  doña  Constanza  hija 
'de  don  Juan  Momiel  se  enviase  i  Portugal;  y  se  des- 
posase een  el  infante  don  Pedro.  Así  ?e  celebraro» 
-Ms^jdat<en  Ebora  con  real  megestad  y  aparato.  La 
.doto  fueron  trescientos  mfi  ducados.  Demás  desto 
dmia  María  reina  de  Castilla  por  mandado  det  rey  stt 
marido  fue  á  Portugal  á  suplicar  al  rey  tai  padre  qui- 
aiede  juntar  sus  fuerzas  con  la?  de  Custilla,  y  ayudar 
en  esta  santa  demanda.  Sm  padre  se  lo  otorgó,  y  pro- 
metió der  por  80  propia  pensona  hécer  el  socorro  qcre 


le  pedían.  Luego  con  et  capitán  Pecano,  que  ya  e^- 
tahaiSuelto.de  fi.prisiott,  envió  de  Poi^gal  doee  ga- 
leras. El  rey  de  Castilla  por.  gratificar  al  rey  de  Por- 
tugal y ganalle  masía  voluntad» separtióá Portugal, 
y  se  hablaron  junto  ¿  Juramena,  puebki^aiaQtiklo  a  la 
ribera  de  Guadiana.  QuedarooJos  reyes mxiy  amigos, 
olvidadas  ya  todas  las  antiguas  querellas ^ue  entre 
si  tenian,  que  el  miedo  suele  ser  mas  po&rnso  que 
kira. ;         \     . 

Eu  el  entretanto  da  todas  partes  acudiaa  &  Sevilla 
mucims  gente9de  guerra.  Juntábase  tíl  ejéroKoitaiito 
jQon  mayor  priesa  y  diligencia,  porque  vino  aviso 
míe  Albobacen  y  el  rey  de  Grana<&  tettian  cercada  á 
Tariía.  Sentaron  sobre  ella  sus  i«ales<cad.yeíiile  y 
tres  de  setiembre;  combatíanla  furiosan^nte con 
trabucos ,  con  mantas  y  picos ,  con  que  pretendían 
arrimarse  á  los  adarves  y  hacer  entrada:  para  acre- 
centar el  miedo  á  los  cercados  edificaban  grandes 
torres  de  madera,  y  aunque  los  cercados  tenían  bue- 
na guarnición,  teníase  miedo  que  no  podrían  mucho 
tiempo  sufrir  el  cerco.  El  rey  temeroso  no  entrega- 
sen la  ciudad,  por  este  temor  con  mucha  diligencia 
solicitaba  el  soccxto.  y  á  los  cercados  se  les  daba 
cierta  esperanza  de  brevemente  acudilles.  Después 
que  el  rey  tornó á  Sevilla,  dendo  á  pocos  días  llegó 
el  rey  de  Portugal  con  mil  caballos:  gente  de  estimar 
mas  por  su  esfuerzo  y  valor  que  por  el  número ,  que 
era  pequeño. 

Puestas  en  orden  y  apercibidas  todas  las  cosas  ne- 
cesarías  para  la  jornada,  partieron  de  la  ciudad  de 

Sevilla ,  opnde  se  hacia  la  masa ,  con  determinación 
e  forzar  al  enemigo  á  que  levantase  el  cerco,  ó  dalle 
(b  batalla.  Tenían  grande  ánimo  y  esperanza  de  al- 
canzar victoria,  no  obstante  que  apenas  tenían  la 
cuarta  parte  de  gente  que  los  moros.  Los  de  á  caba- 
Uo  aran  catorce  mil,  y  los  de  á  pié  serian  hasta 
veinte  y  cinco  mil.  Con  este  ejército  marcharon  poco 
á  poco  la  via  de  Tarifa.  Los  reyes  moros  avisados  del 
diseño  que  los  nuestros  llevaban ,  pegaron  fuego  á 
las  máquinas  j  torres  con  que  combatían  la  ciudad; 
y  por  si  se  viniese  á  las  manos ,  para  mejorarse  de 
,  jugar  ocuparon  con  sus  gentes  unos  cerros  cercanos 
á  sus  reales.  No  se  fortificaron  mucho, por  teñeron 
tendido  que  consistía  la  victoria  en  venir  luego  á  las 
Jinanos.  Llegaron  los  nuestros  á  una  aldea  que  se  lla- 
ma la  Peoa  de  Ciervo :  M  descubrieron  los  enemi- 
gos ,  y  se  hizo  consejo  de  capitanes  para  consultar 
loqueseéebia  liacer.  Tomóse  resolución  que  á  la 
media  coche  se  enviasen  ¿  Tarifa  mil  caballos  y  cua- 
tro mil  infantes  para  que  estuvieseo  de  guarnición 
y  asegurasen  la  piala:  juntamente  llevaban  órdcti  al 
tiempo  de  la  pelea  de  acometer  á  Ibs  enemigos  por 
un  lado,  y  echarlos  de  los  curros;  á  los  demás  se  les. 
mandó  que  descansasen  y  tomasen  refresco,  y  que 
estuvieisen  apercebidos  para  dar  al  amauecer  en  los 
enemigos. 

Hubo  grande  regocijo  aquella  neche  en  nuesti'os 
reales:  hidéronse  muchos  votos  y  plegarias,  y  á 
bandas  y  escuadras  se  prometían  y  conjuraban  de 
en  los  peligros  favorecerse  los  unos  á  los  otros,  y  de 
no  volver  á  sus  casas  si  no  era  con  la  victoria.  Al 
npuntar  del  alba  los  reyes  y  con  su  ejemplo  los  de- 
más del  ejército  confesaron  y  reeRyieron  «1  Santísimo 
Sacramento  de  la  Eucaristía:  luego  se  formaron  los 
escuadrones  en  orden  (le  batalla.  Dróse  Itt  a  vanguar- 
dia á  don  Juan  de  Lara^  y  á  don  Juan  Manuel  V  al 
maestre  de  Santiago:  la  retaguarda  seencomeaaó  á 
don  Gonzalo  de  Aguilar:  don  Ptedfo  NuSfsz  quedó  rfe 
respeto  con  buen  golpe  de  gente  dtí  á  pfé.  E|  cuerpo 
y  fuerzas  del  ejército  quedó  á  cargo  de  los  reyes, 
Acompañados  del  arzobispo  dé  Toledo  don  Gil  á\i  Ai- 


bornoz,  y  de  otros  obispos  y  grandes  del  reino.  El 
pendón  déla  Cruzada  por  mandado  del  pápale  lleVa- 
ba  un  caballero  francés  llatnado  fugo :  totioslos  sol- 
dados iban  señalados  con  una  cruz  ^colorada  en  los 


Mchof  ooDio  iqttelln»  que  iban  á  peletir  contra  ins 
mñetei  en  defensa  de  la  religión  7  de  ia  crui.  El  rey 
lie  Portugal  lomó  á  su  careo  de  acometer  al  rey  de 
tíranida :  hacíanle  comptrifa  car  su  gente  los  maei' 
tres  áe  Alcániam  j  de  Cilulram. 

El  rey  de  CaatillR  ya  que  tenia  las  Naces  en  orden 
y  á  punb^  de  siremsler  contra  Albohacren  ,  aniniíá 
jn^iuyosy  ioaintlemdá  la  balxlta  con  estas raEones: 
I. Tened  por  cierto,  mis  caballeros  ,  v  creedme  que 
iiesta  desnrdenada  mochedumbrede  bárbaros,  a l!e- 
nqBdi  de  maclias  icent«s  sin  deloclo  ni  (trden  alguno 
nlit  ha  traído  á  nuestra  E^jiana  una  profunda  arari- 
Bi'ia,  y  «na  se'l  insaciable  <le  relnnr .  y  un  mortal  é 
oimpacable  odio  que  llenen  al  nombrecristiano,  y 
miu  alt'uní  juttil  cauaaijae  teiignit  para  movemos 


.Aitktí  1  aniG. 

ngaerro.  No' vos  atemorice  suihnum^mlilennillitud, 
■porque  ella  misma  kw  ba  de  destruir.  l.os  unos  i 
■los  otros  se  embarazarán  de  manera,  que  ni  pndniD 
HKuirdarsus  ordenanzas,  ni  entender  lo  queselrs 
Mnandare.  Cnanto  cada  uno  se  mostrare  nni  sin 
■miedo  ,  y  unidare  menos  de  sa  pervona ,  inn- 
nti  estaré  mas  segaro  ;  qae  i  ninguno  le  eslÁ  bien 
npnner  Ir  esperanza  de  BU  vida  en  los  pies,  sinnen 
Bsus  nnnosy  esfuerzo:  Tolreé  valerosamente  la  cira 
ual  enemigo,  y  no  las  espaldas  ciegas  pam  ser  herídM 
nde  los  contrarios.  Vémonos  en  tiempo  que  6  hemo* 
(•de  darnos  por  eselaTot  |  los  moros ,  ó  tenemos  (^ 
«pelear  aniraoi'amente  por  la  palrhi.  por  nuestras  mn- 
■jeres  y  hijee,  y  por  nuestra  suntlsims  fe,  ron  dfr- 
Hinytióvana  esperan»  de  akaniur  una  glurío>isinii 


buH  Puéi*.U  la  Aragai,  El  Ctrimetírta.  Cufít  aiiui  M 


ntiMitcda  tiMillolfMitlN>r  íe  Vlriu 


nvíctoria  ^  qpfi  si  otra  cosa  suceiÜcra;  ^<I<Í"<Ib  <=°1 
■mayor  prorecbo  nlmoi  honradamente  podemos ar- 
i'riscar  las  viJas  que  nianasa  sa  han  de  acabar? ¿qué 
ncnsanos-piiade  ser  niassiiluiÍRlile,(^e  con, un  ore- 
uTÍsiui»  di>loc  ganar  iiquellas  oerpetuas  sillas  celes- 
Htiultis?  ifue  «s  lo  que  aquella  santísima  Cruz  nos 
npromete ,  á  quien  tenemos  por  amparo  y  guia  en 
"csla  jornad.i ,  y  lo  ijua  li«  ubispos  no-s  oiefiuran  y 
"coiiceduu.  Ea,  pues,  soldados  y  antigna,  alegre.s  y 
»siu  uínjjuu  recelo  acameleil  y  herid  en  vuestros 
»  mor  Ules,  enemigos.'!  . 


Dada  la  señal',  luego  ein|>e3Bron  los  e 
A  adelantarse  y  moTerae  hacia  elcnemigo.  Cania  en- 
tro los  dos  campos  un  rio  ^e  llaman  el  Salado, de 
qiiieneata  memorable  batalla  y  ricloria  tomó  el  nom- 
bre (que  se  Hamd  la  del  Saladu)  y  dcnde  á  fioeo  espa- 
cio entra  en  el  mar.  Loe  oue  prímei»  le  pesasen, 
eran  los  primeros  i  peleej.  tnitó  et  rey  bdrbkre  dos 
mil  ginetespara  que  eslorbHSnel  roa.  EntraUal» 
¿1,  arrogante  y  muf  bincbadocea  Ineeperamadela 
victoria  que  ya  lenu  pw  soya,  babhl  i  ms  eecuadro- 
net  en  e<la  mareratT  aSi  míraia  solpmente  i  ■nntn 


>i«d«d  r  i  IM  gniutes  beebos  qw  «n  Arríes  hemos 
Biuabailo ,  ninguna  coiui  nos  Taltebíi  ni  para  cour 
nilüslmida.fij  parados  dn  nosutros  en  loxvpnífleros 
iitiKiiipo)  quediiRe  un  glorioso  nonibre  jr  perpetua 
uCiiHi ,  pues  coD  vnestro  esfueno,  laleroaus  soLla- 
••dos,  lenemoR  *a  sujelM  tralis  las  proriuciiia  que 
Bi^vn  nueitro  imperki  c^flosn.  El  atnor  de  nuestr» 
niiadnn,  ;  el  ileseo  ilel  aainenlo  de  uuestnt  SK^raila 
«y  piilema  religíoo  ,  T  Toestros  rueflog  rae  likleruti 
"oasar  en  EspaBa.  Casa  hn  seria  no  cumplir  en  la 
DMlalla  lo  qMsii  tiempo  de  la  paz  me  tenéis  prome- 
■lido;  T  mal  paree erí  ser  Hi>jos  en  la  pelea,  y  en  sus 
"casts  bacer  grandes  amenaias  y  blsMnes.  Cuando 
BDueslros  enemigns  Foeran  otros  tan'w  como  nos, 
nesluvñra  yo  en  vuestro  valor  bien  confiado;  eusn- 
»do  al  peligro  fuen  cierto,  sin  diwh  Igviera  por  me- 
■jotquwiar  todoi  mucrlosen  rí  csnipo,  que  mostrar 
BniugaiM  ffaqneía:  ai  preseota  tenéis  llana  la  tícIo- 
nria,  nuestros  enenrigoa  aon pocos,  mal  armados, 
Hjn  dJicipÜM  míiiltt'  y  con  menos  oso  <)e  ia  guerra; 
hIo  que  mas  al  presente  se  puede  temer,  es  no  seo 
«cato  de  iBcniM  nier  reñir  a  las  manos  con  gente 
Heniejante  aquetios  que  han  domado  la  poderosa 
nAfrtca,  pues  de  cualquiera  manera  que  á  ellos  les 
■avenga,  les  MTi  mucha  honra  contrastar  con  nos- 
■otnw.  Teoed  présenles  aquellas  insignes  victorias 
•de  Feí ,  de  Tremecen ,  y  del  Algarve.  Pelead  con 
uaqual  iótmo  y  cun  aquella  conüanza  que  ea  razón 
■teimn  coneeSidaen  bus  peches  los  que  están  scos- 
•twnbrMkw  á  veocer,  Acometed  con  gnllardia,  tened 
iiUrwe*nlos  peligros,  menosprec>H<f  vuestros  eue- 
■migos,  y  aun  la  misn,s  muerte.» 

De  parte  de  les  cristianos  gníaron  al  río  y  llegaron 
Ine  pnweree  dm  Juan  de  Lara  y  don  Juan  Manuel: 
•tiDVwnHi  un  rato  pendes,  no  se  sabe  si  de  miedo, 
•i  por  otra  ocasien ;  pero  es  cierto  que  se  sospech4y 
demoMl  por  Ibdoa  Ing  escuadroues  que  estaban  con- 
jurado* ,  vque  bi  haeinn  áo  proposito.  Los  dos  her- 
]_nanoil.aBMs,GMiBalo  y  Gnrcl»,  pesado  un  peque- 
ÍM) puente,  ftiemn  los  primeros  que  comenzaran  i 
pelear.  Carg6  nwy  iniiTor  número  de  enemigos  qne 
ellos  eran:  estaban  «ató' cabnlleros  muyapretados, 
socorriólos  Ahsr  Ptnrt  de  Gnztnan ,  siguiéronles  los 
ilemés.  El  rey  de  Portngit  eamioabaí  lapuríe  sinies- 
tra por  la  ladera  de  los  cerros.  Bl  rey  de  CaStina  con 
un  poco  derodeo^ue  hizo  la  tueliade  la  marina, 
con  grande  impelu  did  en  los  moros.  Alzaron  de  am- 
tiaa  partea  gratules abrridos,  animíbanse  unos  áotros 
(l  la  batalla,  pieleíbese  per  todas  parles  vu  le  rosa  men- 
te, IteWniinM  los  escuadrones ,  y  í  pié  quedo  se 
matan,  IriervnydefltroTSD.  Loa  capitanes  hacen  pa- 
sar toapwrttwies  y  banderes  i  aquellas  parles  donde 
vsh  mayor  priesa  de  la  batalla,  y  donde  Ten  que  los 
favos  llenen  mayor  nevewlad  de  ser  acorridos. 

CierlM  bandas  de  los  tme^ttos  se  apartaron  de  )a 
hoeaie  jior  aeodas  qsn  etfos  nbinn :  dieron  en  los 
reates  de  k»  moms.  y  «ieebaratada  la  guarnición  que 
Ins  guardaba,  se  tos  ganaron.  Destruj  erun  v  robaron 
cuanto  en  dios  hallaren.  Visto  esto  por  los  moros 

n  andaban  en  t>  batall  i ,  j  Imsta  entonces  se  de- 
lian  TalleiMemeDie ,  comenzaron  á  desmajar  y 
relraet«,  yé  poro  rato  volviéronlas  espaldas,  y 
fueron  puestos  en  hui(*a.  Ptiegrande  la  matanza  qoe 
ae  ÍH8o ,  murieron  en  ta  bsteílH  y  en  el  alcance  de- 
cientas rail  mores,  cnutivaron  una  gran  multitud  de 
«IIm  ;  de  los  eriaiianos  no  murieron  mis  de  teinln, 
coau  que  con  dificultad  se  puede  creer ;  yqne'  causa 
graade  espanto.  Los  soldados  de  lu  armada  ñieron 
lie  poco  provecJio,  porque  todos  los  aragonesas  sin 
faltar  unu  se  estuvieron  dentro  d>?  sus  naves.  No  se 
tialiaronlos  navarros  en  esta  bnlalla,  porque  su  rey 
<lnn  PhilipB  se  hallaba  embamzacio  en  las  guerras  de 
Francia.  Era  gobernador  de  Navarra  Beginaldo  Pon- 
KK  hombre  de  nación  francés. 

Uon  Gil  de  Albornoz  arzobispo  de  Toledo  nunca  se 


:  ESPAÑA,  493 

epiitd  del  lado  det  rey  de  CBsttHa ,  que  siendo  en  lli 
batalla  casi  desamparado  de  los  suyos ,  se  iba  á  me- 
ter con  grande  luna  donde  se  veía  el  mayor  golpe  de 
los  moros;  mas  el  erzobíspoie  echó  mano  dfJbraioy 
le  detuvo:  dijole  can  una  grande  vaz*no  pusiese  en 
rontingencia  una  victoria  tan  cierta  con  arríscarin- 
consideradainente  su  persona.  Ganóse  esta  batalla  el 
año  1340  de  nuestra  salvación,  ftel  dia  varian  los 


histnriiidores,  empero  nosotros  decertii-imns  nK>mn- 
rinles  leñemos  averiguado  que  esta  novilísima  Ik< ta- 
lla se  dio  lunes  treinta  de  octubre :  como  está  señ»- 
Inrtí  en  el  calendario  de  la  iglesia  de  Toledn.  do  cada 
nfio  por  antigua  constitución  con  mucha  solemnidad 
y  alegría  se  celebra  con  saeriflcios  j  hacimienW  de 
gracias  <a  memoria  desta  victoria. 


CAPITULO  VIII. 
De  lo  restante  desta  gnerra- 

Los  moros  vencidos  y  desbaratados  se  recogieron 
á  Afgecira;  donde  por  no  confiarse  de  la  Tortificacion 
de  aquella  cindaii ,  con  temor  de  ser  asaltados  de  ios 
nuestros,  el  rpy  de  Granada  fe  fue  &  Marbella  y  Al- 
Iwhacen  í  Gibraltar,  y  la  misma  noche  se  pasó  en 
África  por  miciloque  su  bija  Abrierrahaman,  i  quien 
dejara  por  gobernador  dej  reino,  no  se  alzase  cOn  él 
cuando  supiese  la  pérdida  de  la  batalla :  que  los  mo- 
los no  guardan  mucho  parentesco  ni  lealtad  con  pa- 
dres, hijos  ni  mujeres :  cásause  con  muchas  segiin 
la  po>ibiliiluily  liamenda  que  cada  uno  alcanza;  y 
con  lu  multitud  dellas  y  de  ios  hijos  se  mengua  y  di- 
vide el  amor:  y  las  unas  y  las  otras  se  estiman  y 
quieren  poco.  Asi  Allioliflceil  no  sintió  mucho  le  ho- 
Iñesen  cnnliviidoen  esta  huiallaásu  principal  mujer 


4^4 


blBLlOTKCA  DV  CASFAR  f  ROIC. 


Fátima  hija  del  rey  de  Túnet,  y  otras  tros  de  sus  mu- 
leres,  y  é  Abohamar  su  Mío;  otros  dos  hijos  de  Albo- 
hacen  fueron  muertos  en  la  batalla.  Los  reales  de  los 
moros  se  hallaron  llenos  de  todo  género  de  riquezas 
así  del  rey  como  de  particulares ,  costosos  ▼eslidos, 
preseas,  y  tanta  cantidad  de  oro  y  plata  que  fue  cau- 
sa que  en  España  abajase  el  valor  ae  In  moneda  y  su- 
biese el  precio  de  las  mercadurías.  Nuestros  revés 
victoriosos  se  volvieron  la  misma  noche  á  los  reales: 
de  los  moldados  los  que  ejecutaron  el  alcance ,  vol- 
vieron cansados  de  herir  y  matar ,  otros  que  tuvie- 
ron mas  codicia  que  esfuerzo,  tornaron  cargados  de 
despojos. 

El  día  siguiente  se  fueron  á  Tarifa  repararon  los 
muros  que  por  muchas  partes  quedaron  arruinados, 
basteciéronla ,  y  pusieron  en  ella  un  buen  presidio. 
El  miedo  que  teman  los  moros  era  grande ,  y  parece 
fuera  acertado  poner  luego  cerco  sobre  Algecira: 
pero  desistieron  de  la  conquista  de  aquella  ciudad  á 
causa  que  no  venían  apercibidos  de  mantenimientos 
y  mochílla  sino  para  pocos  días ,  de  que  se  comenza- 
ba á  sentir  falta.  Por  esto  y  porque  ya  entraba  el  in- 
vierno, les  fue  forzoso  á  los  reyes  volverse  á  Sevilla. 
Allí  fueron  recebidos  con  j)ompa  triunfal :  salióles  á 
recebir  toda  la  ciudad,  niños  y  viejos,  eclesiáticos  y 
seglares,  y  todos  estados  de  gente.  Lamábanlos  con 
alegres  y  amorosas  voces  augustos,  libertadores  de  la 
patria ,  defensores  de  la  fe  ,  príncipes  victoriosos, 
En  toda  España  se  hicieron  grandes  procesiones  para 
dar  gracias  á  Dios  nuestro  Señor  por  tan  alta  victo- 
ria como  lesdiera,  f^andes  fiestas  y  alegrías  y  lumina  - 
rías  por  todo  el  reino. 

El  rey  de  Portugal  de  toda  la. presa  de  los  moros 
4omó  algunos  jaeces  y  alfanjes  para  qne  quedasen 
»per  memoria  y  señal  de  tan  msigne  victoria.  Dieron- 
selc  algunos  esclavos ,  y  volvióse  á  su  reino,  ganada 
■grande  ÍHina  y  renombre  de  defensor  de  los  cristia- 
nos y  de  capitán  valeroso.  Aj^ompañóle  su  yerno  el 
rey  de  Cs^tílla  hasta  Cazalla  de  la  Sierra.  De  la  presa 
•de  los  moros  envió  á  Aviiion  al  papa  Benedicto  en 
reconocimiento  un  presente  de  cíen  caballos  con 
-sendos  alfanges  y  adargas  colgados  de  los  arzones,  y 
"veinte  y  cua&o  banderas  de  los  moros,  y  el  pendón 
•real  y  el  caballo  con.  que  el  mismo  rey  don  Alonso 
•entró  en  la  batalla,  y  otras  cosas.  Salieron  un  buen 
•espacio  los  cardenales  á  recebir  el  embajador  por 
nombre  Juan  Martínez  de  Lma ,  que  llevaba  este 
mandado.  El  papa  después  de  dicha  la  misa  (como 
es  de  costumbre)  en  acción  de  gracias  á  nuestro  Se- 
ñor, delante  de  muchos  principes  y  de  toda  la  corte  I 
predicó  y  dijo  grandes  cosas  en  honra  y  alabanza 
del  rey  dou  Alonso. 

Despuesdesto  hizo  el  rey  de  Casüilu  almirante  del 
mará  un  caballero ginovés  llamado  Gil  Bocanegra,y 
le  encomendó  guardase  el  estrecho  de  Gibrallar,  por- 
que los  moros  no  rehiciesen  su  armada  y  volviesen 
á  entrar  en  España:  esto  por  gratificar  á  los  ginove- 
ses  lo  que  sirvieron  en  esta  jornada:  y  también  por- 
que como  era  acabada  la  guerra  no  mandasen  volver 
sus  galeras,  como  lo  hicieron  los  aragoneses  y  por- 
tugueses, bien  que  después  las  volvieron  á  enviar  en 
mayor  número  que  de  antes,  ^  instancia  y  ruego  del 
mismo  rey  de  Castilla,  que  se  recelaba  y  con  él  todos 
los  hombres  inteligentes  y  demás  prudencia  juzga- 
ban que  los  moros  no  sosegarían,  sino  que  rehecho 
<^ue  hoblesen  su  ejército  á  la  primavcru  volverían  á 
España  y  acometerían  de  nuevo  su  primera  de- 
maixda. 

CAPITULO  IX. 
Del  principio  deiasaloibelas. 

•  * 

Lmc«  4e  un  miedo  tan  grande  asi  el  rey  como  ios 
españoles  por  Ja  victoria  que  ganaron  á  los  moros 
cerca  de  T^vifa ,  crecióles  el  ánmio  y  deseo  de  des** 
urraigar  del  todo  las  reliquias  de  UAa  ^eute  tan  mala 


y  perversa.  TrataJbain  de  llegar  dinero  pira  la  guerra, 
que  se  entendía  seria  larga.  El  oro  y  plata  que  se 
ganó  de  los  moros,  lomas  dello  se  despendió  en  ha- 
cer mercedes  y  premiar  los  soldados,  y  en  pagarle» 
el  sueldo  que  se  les  debía:  el  reino  se  liaJlana  muy 
falto  y  gastado  con  los  tributo»  y  pechos  ordinarios; 
solo  los  mercaderes  eran  los  que  restaban  libres,  ri- 
cos y  holgados:  todos  los  demás  estados  pobres  y 
oprimidos  con  lo  mucho  que  pechaban.  En  Ellerena 
y  en  Madrid  concedió  el  reino  un  servicio  esiraordi- 
nario^  de  que  se  llegó  una  razonai)le  suma  de  dinero, 
pero  era  müj  pequeña  ayuda  para  Un  grandes  gas- 
tos como  tenia  hechos  y  se  recreciaR  de  nuevo. 

Sin  embargo  en  el  principio  del  año  de  nuestra  sal- 
vación de  1 341  desde  Córnoba,  do  se  mandó  juntar 
el  ejército ,  se  hizo  entrada  eu  el  reíao  de  Granada: 
alcanzaron  una  famosa  victoria  mas  coa  jMuslria  y 
arte  que  poder  y  fuertes:  eoTiaron  algunas  naves 
cargadas  de  mantenimientos  para  desmentir  al  ene- 
migo con  dar  muestra  que  se  quería  poner  cerco  so- 
bre Málaga;  ocupáronse  los  moros  y  embebeciéronse 
en  bastecerla,  y  luego  el  rey  de  improviso  oereó  á 
Alcalá  la  Real,  que  se  le  entregó  é  partido  en  veinte 
y  seis  de  agosto  con  que  dejase  salvos  y  libres  á  ios 
de  la  viJla«  Causó  esta  pérdida  grandedoior  á  ios  mo- 
ros por  ver  como  fueron  engañadoe.. Tomada  14U 
villa.  PrJQgo,  Rutes,  Benamejir  yetras  villu  y  can- 
tillos de  aquella  comarca  se  rindieron  al  rey,  «ñas 
dellas  p  ir  su  voluntad  se  entregaron,  y  otras íueroo 
entradas  por  fuerza :  sucedían  á  ios  vencedores  ledas 
las  cosas  prósperamente  1  y  á  los  vencidos  ni  eontni- 
rio ;  así  acontece  en  la  guerra. 

Volvió;íe  el  ejército  á  invernar  y  en  lugares  con  ve- 
nientes se  dejuron  presidios  para  que  guardasen  las 
fronteras.  Tenia  el  rey  puesto  todo  su  cuidado  y  pen- 
samiento en  cercar  á  Algecira,  y  en  allegar  para  ello 
dineros  á%  cualquiera  manera  que  pudiese.  Aconse- 
járonle que  impusiese  un  nuevo  tributo  sobre  las 
mercadurías.  Esta  traza  que  entonces  pareeié  fácil, 
después  el  tiempo  mostró  que  no  careda  de  graves 
inconvenientes;  es  tan  corto  al  entendinuento  bu- 
mano,  que  muchas  veces  viene  á  ser  dañoso  nquelle 
que  primero  se  juzgó  prudentemente  qne  serin  pro- 
vechoso y  saludable.  Tomado  este  consejo ,  el  rey  se 
partió  para  Burgos  ciudad  principal:  dejó  la  frontera 
encargada  al  maestre  de  Santiago.  Tuvo  la  Paseua 
de  Navidad  en  ValMolid  en  el  principio  del  ano 
de  i  342  (1).  Llamó  el  rey  á  Burgos  mucljos  grandes 
y  prelados,  y  en  particular  á  don  Gil  de  Albocnoi  a^ 
zobispo  de  Toledo,  y  á  don  Juan  de  Lara,  y  don  Gar- 
cía obispo  de  Burgos  para  que  terciasen  y  granjeasen 
las  voluntades.  Por  la  grande  instancia  qne  el  rey  y 
estos  señores  hicieran ,  los  de  Burgos  eonc^eren  aJ 
rey  la  veintena  parte  de  lo  que  se  vendiese^  para  que 
se  gastase  en  la  mierra  de  ios  moros:  conoedióse 
otrosí  por  tiempo  límitaiio ,  tan  solamente  mienins 
durase  él  cerco  do  Algecira.  A  imitación  deftirgos 
concedieron  lo  mismo  los  de  León  y  casi  tedas  las 
demás  ciudades  del  reino.  El  ardiente  deseo  qne  en-** 
tonces  todos  tenían  de  acabar  la  guerra  de  los  moras, 
los  allanaba:  ninguna  cosa  les  parecía  deoMsioda. 

Adelante,  percudo  ya  el  miedo,  el  uso  ha.  enaeosdo 
cuan  oneroso  sea  esle  tributo  si  por  rigor  se  cobra- 
se. Los  ministros  reales  por  ^anjear  el  fanor  del 
rey  procuraban  acrecentar  las  rentae  reales  con  mo- 
cha industria.  El  próspero Auceso  de  muclios  que  han 
seguido  este  camino^  hace  que  sean  muy  válidas  ma- 
ñas semejantes.  Llamóse  este  nuevo  pedio  ó  tributo 

(i)  Como  eatooces  aun  qo  le  oootaba  «a  Castüia  por  la» 
eras  del  César  que  empezabas  el  i.<i  de  enere,  ia  Pascas  de 
Navidad  del  auo  1341,  no  podía  ser  a)  priacípio  delaiíoiSIl 
Fue  en  las  cértes  de  Segovia  celebradas  en  158^  doode  « 
mandó  que  dejada  la  manera  de  contar  los  alios  por  bs  en< 
del  César,  en  adelante  se  rontasen  desde  el  narímicnto  M 
Seúor. 


HISTORIA  DE  iSPANA. 


495 


Alcabala,  nombre  y  ejemplo  que  se  tomó  de  los  mo- 
ros. Alentaron  al  reino  para  que  esto  concediese, 
unas  nuevas  que  á  esta  sazón  vinieron  que  los  nues- 
tros habían  vencido  la  armada  de  los  moros.  Estaban 
en  Ceuta  en  la  costa  de  África  ochenta  y  tres  galeras 
para  renovar  la  guerra,  y  en  el  puerto  de  Bullón 
otras  doce  :  á  estas  diez  galeras  nuestras  que  sobre- 
vinieron á  la  primavera,  antes  que  tuviesen  tiempo 
de  poderse  juntar  con  las  demás  de  su  armada ,  las 
embistieron  y  destrozaron  :  después  toda  la  armada 
de  los  moros  que  aportó  á  la  boca  del  rio  Guadame- 
cil ,  fue  vencida  en  una  muy  reiíida  j^  memorable  ba- 
talla. Tomaron  y  echaron  ¿  fondo  veinte  y  cinco  ga- 
leras de  los  enemigos,  y  mataron  dos  generales,  el 
de  África  y  el  de  Granada. 

No  se  bailaron  en  esta  batalla  las  galeras  de  Aragón; 
verdad  es  que  al  volver  de  Aragón  do  eran  idas,  ven- 
cieron junto á  Estepona  trece  galeras  que  encontra- 
ron de  los  moros,  cargados  de  bastimentos  r  rindieron 
cuatro  de  ellas  y  echaron  dos  al  fondo ;  las  demás  se 

Rusieron  en  huida ,  y  se  salvaron  en  la  costa  de  África, 
ío  parecía  sino  que  la  tierra  y  el  mar  de  acuerdo 
favorecían  y  ayudaban  á  la  felicidad  y  fortaleza  de 
los  cristianos.  Diéraseles  mayor  rota,  si  en  Guada- 
mecil fueran  por  mar  ^  por  tierra  acometidos  los 
moros  :  con  determinación  de  hacerlo  así  era  ido  el 
rey  á  muy  larvas  jomadas  á  Sevilla ,  y  después  á  Je- 
rez, en  do  le  dieron  la  nueva  de  la  victoria.  Un  caso 
que  sucedió,  forzó  á  los  nuestros  á  dar  la  batalla  :  en 
la  menguante  del  mar  quedaron  encalladas  en  unos 
bajíos  tres  naves  de  las  nuestyis ;  v  como  los  moros 
las  acometiesen ,  fue  forzoso  para  defendellas  trabar 
aquella  batalla  muy  reñida  y  porGada. 

CAPITULO  X. 
Del  cerco  üe  Algeclra. 

Co?(  tantas  victorias  como  por  mar  y  por  tierra  se 
ganaran ,  tenían  esperanza  que  lo  restante  de  la  guer- 
ra se  acabaría  muy  á  gusto  :  nuestra  armada  estaba 
jamo  á  Tarifa  en  el  puerto  de  Xataréz.  Allí  fue  el  rey 
con  el  deseo  grande  que  tenía  de  conquistar  á  Alge- 
Cira ,  para  por  mar  reconocer  el  sitio  della  y  la  calidad 
de  su  tierra.  Parecióle  que  era  una  principa]  ciudad, 

¡su  campaña  muy  fértil ,  y  los  montes  que  la  cerca- 
an,  hermosos  V  apacibles:  veíanse  muchos  molinos, 
aldeas  y  casas  oíe  placer  esparcidos  por  aquellos  cam- 
pos cuanto  la  vista  podía  alcanzar.  Con  esto,  y  con 
que  de  los  cautivos  se  sabia  que  la  ciudad  no  estaba 
bien  bastecida  de  trigo,  se  encendió  mucho  mas  el 
ánimo  del  rey  en  el  deseo  de  ganarla,  y  quitar  á  los 
moros  una  guarida  tan  fuerte  y  segura  como  allí  te- 
nían; que  ganada,  todo  lo  demás  juzgaba  le  seria  fá- 
cil. Este  ardor  y  deseo  del  rey  le  entibiaba  al  verse 
con  pequeño  ejército  y  pocos  bastimentos ;  mas  no 
obstante  esto;  con  grande  presteza  juntó  algunas 
compañías  de  los  pueblos  comarcanos  y  llamó  de 
por  sí  á  muchos  grandes.  Vino  el  arzobispo  de 
Toledo  don  Gil  de  Albornoz,  don  Bartolomé  obispo 
de  Cádiz,  y  los  maestres  de  Calatrava  y  Alcántara 
con  buena  copia  de  caballeros. 

Los  concejos  de  Andalucía  movidos  con  el  deseo 
grande  que  tenían  de  esta  conquista  se  hiciese, 
enviaron  á  su  costa  mas  gente  de  aquella  que  por  an- 
tigua costumbre  tenían  obligación  de  enviar;  y  como 
quier  que  al  que  desea  mucho  una  cosa,  cualquiera 
pequeña  tardanza  se  le  hace  muy  larga ,  el  rey  para 
proveer  bastimentos  y  municiones  j  lo  demás  nece- 
sario á  esta  guerra  se  partió  á  la  ciudad  de  Sevilla. 
Habíanse  juntado  dos  mil  y  quinientos  caballos,  y 
hasta  cinco  mil  peones  :  con  este  ejército  se  puso  el 
cerco  á  Algecira  en  tres  del  mes  de  agosto.  La  guarda 
del  mar  se  encomendó  á  las  armadas  de  Castilla  y  de 
Aragón ,  porque  los  portugueses  después  de  la  bata- 
lla que  se  dio  en  el  río  Guadamecil,  se  volvieron  á 


Portugal  sin  que  en  níngona  manera  pudiesen  ser 
detenidos.  Entendíase  que  los  cercados  confiados  en 
la  fortaleza  de  la  ciudad ,  y  en  la  mucha  getite  que 
en  ella  tenían ,  no  se  querían  rendir ,  ni  entregar  la 
ciudad.  Era  la  guarniaon  ochocientos  hombres  de  á 
caballo ,  y  al  pié  de  doce  mil  flecheros,  bastante  nú- 
mero no  solo  para  defender  la  ciudad ,  sino  también 
para  dar  batalla  en  campo  abierto. 

Hacían  los  moros  muchas  salidas ,  y  con  varios  su^ 
cesos  escaramuzaban  con  los  nuestros :  gáneseles  la 
torre  de  Cartagena  puesta  cerca  de  la  ciudad.  El  rey  es- 
tuvo un  día  en  harto  peligro  de  ser  muerto  con  un  pu- 
ñal que  para  ello  un  cautivo  arrebató  á  un  soldado :  hi- 
riera le  malamente,  si  de  presto  no  se  lo  estorbaran  los 
que  se  hallaron  con  él.  Entendíase  que  el  cerco  iría 
muy  á  la  larga:  comenzaron  á  traer  madera  y  fagina, 
y  hacer  fosos  y  trincheras ,  que  servían  mas  de  atemo- 
rizar los  cercados  que  no  de  provecho  alguno.  Entre- 
tanto que  en  esto  andaban,  en  el  mes  de  setiembre  con 
grandísimo  pesar  del  rey  la  armada  de  Aragón  se  fue 
con  achaque  de  lá  guerra  de  Mallorca  para  donde  el 
rey  de  Aragón  se  apercebía ;  verdad  es  que  después 
á  ruegos  del  re}[  de  Castilla  lé  envió  diez  galeras  do 
socorro  con  el  vice-almirante  Mateo  Mercero  :  desde 
algunos  días  le  socorrió  de  otras  tantas  con  el  capi- 
tán Jaime  Escrívá  ambos  caballeros  valencianos.  Mu- 
ñó á  esta  sazón  el  maestre  de  Santiago  de  una  larga 
enfermedad,  varón  en  paz  y  en  guerra  muy  señala- 
do,  y  en  este  tiempo  {K)r  la  privanza  que  tenia  con 
el  rey  muy  estimado.  Díóse  esta  dignidad  en  los  mis- 
mos reales  á  don  Fadríque  hijo  del  rey,  si  bien  por  su 
poca  edad  aun  no  era  suGcienle  para  el  gobierno  de 
la  religión. 

En  el  mes  de  octubre  sobrevinieron  tan  grandes 
lluvias  que  todo  cuanto  tenían  en  los  reales  destruyó 
y  ochó  á  perder.  Comenzaron  asimismo  á  sentir  mu- 
chas descomodidades,  en  particular  era  grande  la 
falta  de  dinero ;  que  por  estar  el  reino  muy  falto  y 
gastado  le  fue  forzoso  al  rey  de  pedirle  prestado  á  los 
príncipes  amigos,  al  papa  Clemente  VI  que  sucedió 
a  Benedicto,  a  los  reyes  de  Francia  y  de  Portugal. 
Don  Gil  de  Albornoz  arzobispo  de  Toledo  fue  para  es- 
to con  embajada  á  Francia :  prestó  aquel  rey  cin- 
cuenta mil  escudos  de  oro,  veinte  mil  so  dieron  lue- 
go de  contado ,  los  demás  en  pólizas  para  que  á  ciertos 
plazos  se  pagasen  en  bancos  de  Genova  :  el  papa  Cle- 
mente VI  al  tanto  otorgó  ciertaparte  de  las  rentasecle- 
síásticas.  Era  esto  pequeño  subsidio  para  tan  grandes 
empresas ;  pero  la  constancia  grande  del  rey  lo  ven- 
cía todo. 

Los  cercados  por  entender  que  mientras  el  rey  vi- 
viese no  podían  tener  sosiego  ni  segurídad  hicieron 
grandes  promesas  á  cualquiera  que  le  matase;  decían 
que  se  haría  un  gran  servicio  á  Mahoma  en  matar  á 
un  tan  gran  enemigo  de  los  moros.  No  faltaban  algu- 
nos que  con  semejante  hazaña  pensaban  quedar  fa- 
mosos y  ennoblecidos,  sin  temor  del  nesgo  á  que  po- 
nían sus  vidas ,  que  es  lo  que  suele  ser  estorbo  para 
que  no  se  emprendan  grandíes  hechos.  Un  moro  tuerto 
de  un  ojo ,  que  fue  preso,  confesó  venía  con  intento 
de  matar  al  rev,  y  que  otros  muchos  quedaban  her- 
manados para  nacer  lo  mismo :  así  lo  con  fosaron  den- 
de  á  pocos  días  otros  dos  moros  que  fueron  presos  y 
puestos  á  cuestión  de  tormento ;  pero  á  los  que  Dios 
tiene  debido  ^^  su  amparo,  los  libra  de  cualquier  pe- 
ligro y  desmán.  Los  revés  moros  deseaban  socorrer 
áios  cercados :  el  rey  de  Marruecos  estábase  quedo 
en  Ceuta  por  no  estar  asegurado  de  su  hijo  Abderrah- 
man,  al  cual  por  este  tiempo  costó  lawiaa  el  intentar 
novedades.  El  rey  de  Granada  no  se  atrevía  con  solas 
sus  fuerzas  á  dar  la  batalla  á  los  nuestros :  mas  por- 
que no  pareciese  que  no  bacía  algo ,  envió  algunas 
ae  sus  gentes  á  que  corríesen  la  tierra  de  Ecija,  y  él 
fué  á  Palma,  pueblo  que  está  edificado  á  la  junta  de 
los  dos  ríos  Genil  y  Guadalquivir,  saqueó  y  quemó 


406  BIBLIOTECA  DE  GISPAK  T  ROIG, 

eslu  Tilia.  No  osó  dejar  eo  ella  guarnicioD ,  ni  dele- 
nene  mucho  en  aquella  comarca ,  porque  tenia  uvím 
que  laR  ciudutee  vecinas  se  apellidaban  contra  él.  La 
otra  gente  fue  desbarRlada  por  Fernanda  de  Aguijar, 
que  saliÚ  i  ellos  y  loa  quitó  una  grande  presa  que  lie- 
Era  ja  entrado  el  aüo  de  1343,  y  en  Algecimaun 
no  se  liacia  co»  alcuna  que  íuese  de  importancia, 
solamente  se  entendía  en  algunos  pertreclioi  que  ITii - 
so  Lnpez  de  Horosco  por  mandado  del  rey  solicitaba. 
Hiciéronse  fosos ,  trinclieas,  t  en  contorna  do  la  ciu- 
ikd  se  labraron  unas  torree  ú  castillos  de  madera  ,  y 
trabucos  y  máquinas  para  batir  los  muros.  Mas  eran 
lautas  las  defensas,  preparamen  tos  y  tira'í  que  de  an- 
ticuo tenia  la  ciudail ,  que  con  ellos  lodo  el  trabajo  y 
diligencia  de  los  nuestros  era  perdido  y  sin  efecto ,  y 
las  mAquinis  las  bacian  pedazos  con  piedras  que  de 
loa  muros  arrojaban ;  especial ,  que  el  Iurst  no  era  II 
propósito  para  poder  cómodameute  arrimar  Ibe  mi- 
quinas  i  la  muralla ,  y  ni  los  soldados  podían  tenerse 
en  pié  por  la  aspereza  del  lugar ,  ni  menos  sin  grau 
pebgropodian  andar  ni  estar  en  los  ingenios. 

En  el  estrecho  de  Gibraltar  liay  dus  senos  en  el 
tamaño  desiguales ,  pero  de  una  misma  forma :  Ta- 
rifa está  puesta  sobre  el  menor ,  y  un  poco  apartada 
estaba  Atgecira,  asentada  sobre  ol  mayor  en  un  cer- 
ro de  subida  ágrin  y  pedregosa ;  y  dejado  en  medio 
un  espacio,  dividíase  en  dos  partes ,  en  la  vieja  y  en 
la  nueva  :  cada  cual  tenia  sus  muros  enteros  y  bar- 
bacana, como  si  fueran  dos  pueblas  :  era  esta  ciu- 
dad en  España  la  silla  del  imperio  alrícano ,  nobili- 
sima  Y  hermosísima.  La  grande  diligencia  del  rey  y 
la  guarda  de  los  soldados  bacía  que  no  entraban  á  los 
cercados  bastimentos ,  escepto  algunos  pocos  que  sin 
verlos  cubiertas  coa  la  obscuridad  de  la  aocbe,  les 
.metían  en  algunas  barcas  :  muy  pequeño  refrigerio 
para  los  que  ya  p:idec¡an  hambre  y  necesidad. 


CAPITULO  XI. 
De  la  toma  de  Algecira. 

G*STAi>as  muclioü  dias  y  trabajos  en  el  cerco ,  no 
se  liacia  cosa  de  imi>ortancta.  Los  nuealros  >e  lulla- 
ban  dudosos  t  suspensos ,  pensaban  de  día  j  de  no- 
cba  cual  de  aos  cosas  seria  la  mejor,  si  levantar  el 
cerco  porque  era  sin  algún  provoclio  el  proseguirle  y 
continuar,  si  esperar  el  lin  de  la  gnerra  que  v¡  lo 
demis  les  era  favorable.  El  rey  le  recelaba  de  ptfd^ 
algo  de  BU  lionra  y  reoutacion ,  principahnente  que 
ya  tenía  consumido  el  dinero  que  le  preitanm  ripapa 
y  ol  rey  de  Francia  (que  el  d«  Portugal  niogaa)  cosa 
contribuyó)  y  tenia  falta  eo  bastimentos;  y  einámcro 
de  los  soldados  cada  día  era  menor  :  loa  aaa  sagaces 
le  aconsejaban  que  biciese  algún  baen  eoncierla  cou 
el  enemigo.  Siendo  medianero ,  y  llevando  rsoBilos 
de  una  parte  i  otra  Ruy  Pavón ,  primero  se  Intó  de 
paz,  y  deHpues  de  que  se  hiciesen  tr«giias;  pero  to- 
llos estos  tratados  salieron  vanos  por  estar  puealo  el 
rey  ilc  Castilla  en  no  hacer  acuerdo  niagnoo  coa  el 
rey  de  Granada ,  si  primero  no  dejat»  la  amistad  de 
África,  la  cual  quitada,  ¿qué  lo  Quedaba  al  qne  se 
susteutaba  y  entretenía  mas  con  lai  fueAos  ajenas 
que  con  las  suyas  propias? 

El  rey  de  Granada ,  perdida  ya  la  esperanu  de 
concertarse  con  el  rey,  acareó  sus  realea  al  rio Gua- 
diarro  i  ciuoo  leguas  de  Algecira ,  con  que  antesdalu 
ientender  elmiedoqnelenÍBiquenoquesepciua- 
se  venia  con  animo  de  presenlur  la  batalla.  Eb  si 
puerto  de  Ceuta  lonisn  aprestada  una  grueaa  arma- 
da ,  allegada  de  las  Merzas  de  toda  la  África ,  para 
luego  que  diese  lugar  el  tiempo  pasaren  España.  Ve- 
nían estos  de  refresco  y  descansados  :  loa  cristianos 
se  hallaban  quebrantados  con  los  continuos  trabajos 
y  incomoJidades.  Las  cosas  de  España  que  corrHa 
gran  riesgo,  lossantospatronesdebilaaampararon 


Se  «be  oseen  época  mny  anterior  i  la  qu«  tetiali  Htríana  i  qee  Madrid  lufriA  «o  el  ala  1084 ;  la  Hfiida  Uevabí  al  M*- 
n  tM<  capltolo,  K  hizo  en  Eipaíia  h  aplktciaa  da  la  pAl-  breda  Lomtvrda;  T  per  1*  fama  dt  anbaisa  veqneMM- 
vora  1  la  impulsión  de  eruesoi  projeclilea.  En  et  Hnaeo  de  rias  ya  lai  reiaeioaes  entre  la  dimenaion  v  el  alcance,  loa 
artillería  se  euaeñaa  entre  otraa  pieua  ailiiruaa ,  laa  doa    pruyeetiles  eran  unas  grandea  piedraa  etlericaa  de  l*a  qo* 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


407 


y  l«n  perpetua  felicidad  y  constancia  grande  con  que 
el  rey  vencía  todos  los  males  y  dificultades  que  ocur- 
rían. Asi  en  unos  mismos  dias  le  vino  un  buen  nú- 
mero de  gentes  de  socorro  de  In^alaterra,de  Francia 
y  de  Navarra ,  lugares  muy  apartados  los  unos  de  los 
otros :  acudieron  muchos  señores  y  nobles  á  ayudar- 
le. De  Ingalaterra  con  licencia  del  rey  Eduardo  los 
condes  de  Arbid  y  de  Soluzber :  de  Francia  el  conde 
de  Fox  con  su  hcrmimo  don  Bernardo  y  otros  que  se 
les  juntaron.  El  papa  Clemente  VI  lemovicense,  que 
el  año  antes  fue  electo  en  lugar  de  Benedicto ,  tenia 
concedida  cruzada  á  los  que  sé  hallasen  en  esUi  saota 

guerra.  £1  rey  don  Felipe  de  Navarra  en  el  mes 
e julio,  enviados  delante  muchos  mantenimientos 
por  mar,  y  dejando  mandado  le  siguiese  su  ejér- 
cito por  tierra^  vino  con  gran  priesa  por  no  dejarse 
de  hallar  en  la  batalla,  que  corría  fama  seria  muy 
presto. 

El  rey  como  era  razón  recibió  muy  gran  contento 
con  la  venida  deptos  príncipes ,  y  á  los  nuestros  con 
la  cierta  esperanza  de  la  victoria'  l^s  creció  el  ánimo 
j  el  aliento  para  pelear.  Vinieron  antes  don  Juan  Nu- 
nezde  Lara  y  don  Juan  Har.uel ,  y  cada  día  coocur- 
ri:in  nuevas  compañfas  de  todo  el  reino.  Los  moros 
como  vieron  tan  reforzado  el  ejército  del  rey,  rebu- 
faban dar  la  batalla.  Afrentábalos  Albohacen  por 
«lio  ,  enviábales  á  preguntar  la  causa  de  su  miedo. 
Respondieron  que  en  la  batalla  pasada  esperimenta- 
ron  harto  á  su  costa  cuan  grande  fuese  el  esfuerzo  y 
constancia  délos  cristianos ,  y  que  ahora  tenían  ma- 
yores fuerzas  por  tener  mayor  número  de  soldados 
que  entonces  tenían  :  que  de  lejos  no  se  podía  dar 
consejo  conveniente  al  tiempo  y  ocasiones  que  ocur- 
rían,  si  tubiese  por  bien  de  pasar  el  estrecho  ,  que 
ellos  en  ninguna  cosa  contradirían  á  su  voluntad: 
que  conservar  su  ejército  en  tiempo  tan  peligroso  y 
aciago  les  era  mucho  mas  honra  que  pelear  temera- 
riaraeote  con  el  enemigo,  mas  poderoso  y  mas  bien 
afortunado. 

En  el  entretanto  no  dejaban  los  moros  de  pedir 
treguas  con  muchas  embajadas.  Quisieron  los  emba- 
jadores ver  los  reales  :  otorgó  el  rey  con  su  deseo. 
Púsoles  en  admiración  el  concierto  y  buena  disposi- 
ción de  los  pabellones ,  los  soldados  repartidos  por 
sus  cuarteles ,  las  calles  de  oficiales,  las  plazas  como 
en  una  ciudad  llenas  de  provisión  :  parecíales  todo 
también  que  confesaron  que  los  nuestros  les  hacían 
grande  ventaja  en  la  disciplina  militar  y  policía,  y 
que  ellos  en  su  comparación  sabían  poco  de  aquel 
menester.  Por  el  tratado  de  las  treguas  no  se  dejaba 
de  combatir  la  ciudad  con  muchas  armas  y  piedras 
que  le  arrojaban  con  los  tiros:  do  la  ciudad  hacían 
otro  tanto,  en  especial  tiraban  muchas  balas  de  hier- 
ro con  tiros  de  pólvora ,  que  con  grande  estampido  y 
no  poco  daño  de  los  contrarios  las  lanzaban  en  los 
reales.  Esta  es  la  primera  vez  que  deste  género  de 
tiros  de  pólvora  hallo  hecha  mención  en  las  his* 
tonas. 

En  el  mes  de  agosto  en  Cervera  en  el  condado  de 
Urjel  nació  un  niño  con  dos  cabezas  y  cuatro  pier- 
nas. Creyeron  aquellos  hombres  con  supersticioso  y 
vano  pensamiento  que  el  tal  era  prodigio  que  pronos- 
ticaba algún  mal  :  por  tanto  para  evitarle  con  su 
muerte  le  enterraron  vivo.  Sus  padres  conforme  á  las 
leyes  fueron  castigados  como  parricidas  por  ejecu- 
tarse esta  crueldad  con  su  consentimiento.  Esto  mis 
moaño  murió  el  rey  Roberto  en  Ñapóles  mas  famoso 
por  la  afición  y  estudio  délas  letras  que  señalado  por 
el  ejercicio  de  las  armas.  Desle  rey  rué  aquel  dícno: 
mas  quiero  las  letras  que  el  reino.  Volvamos  á  las 
eosas  de  Algecira.  Los  soldados  extranjeros,  en  quien 
los  primeros  ímpetus  son  muy  fervorosos  y  con  la 
tardanza  se  resfrian,  se  fueron  de  los  reales  luego 
que  vino  el  otoña,  los  de  Incala  térra  llamados  de  su 
rey  (así  quisieron  se  entendiese)  y  el  conde  de  Fox, 


que  dio  asimismo  para  irse  por  escusa  el  poco  sueldo 
que  á sus  soldados  se  daba.  Esto  se  decía:  yo  sospe- 
cho quo  les  hizo  volverá  su  tierra  llevar  mal  los  calo- 
res que  en  tiempo  del  esüo  hace  en  el  Andalucía,  y 
el  estar  quebrantados  con  las  enfermedades  y  traba- 
bajos  de  la  guerra.  Aprueba  nuestra  conjetura  lo  que 
después  sucedió,  que  el  conde  de  Fox  á  la  vuelta 
murió  en  Sevilla,  y  el  rey  Fhilipo  de  Navarra,  habida 
licencia  del  rey,  murió  en  Jerez.  Sucedieron  amba^ 
muertes  en  el  mes  de  setiembre:  sus  cuerpos  fueron 
llevados  á  sus  tierras. 

Con  la  ida  destos  príncipes  cobraron  avilenteza  los 
enemigos,  y  mudado  parecer  se  determinaron  de  dar 
la  batalla.  Sesenta  galeras  de  los  moros  que  en  el  mes 
de  octubre  surgieron  en  Estepona ,  luego  se  pasaron 
á  Gibraltar.  Corría  el  rio  Palmoues  entre  los  dos 
campos,  y  como  dos  y  tres  veces  en  diferentes  dias 
llegasen  a  encontrarse  en  el  rio,  finalmente  al  pasar- 
le se  vino  á  la  batalla ,  en  que  los  moros  mostraron 
no  ser  iguales  con  gran  parte  á  los  españoles  ni  en 
fuerzas,  ni  en  esfuerzo,  ni  en  disciplina  militar:  asi 
fueron  en  poco  tiempo  vencidos  y  puestos  en  huida. 
En  la  ciudad  se  padecía  estrema  necesidad  de  mante- 
nimientos á  causa  que  nuestra  armada  en  dos  veces 
les  tomó  dos  galeras  cargadas  de  bastimentos.  En- 
traron cinco  barcas  en  el  principio  del  añude  1344,  y 
vueltos  estos  bajeles  á  África,  dieron  aviso  que  lo» 
cercados  no  se  podían  ya  sustentar  mas  tiempo ,  ca 
estaban  puestos  en  tan  grande  aprieto  que  les  era 
fuerza  perecer  todos  ó  entregar  la  ciudad.  Con  esto 
los  moros  luego  movieron  pratíca  y  trataron  de  con- 
certarse. 

En  veinte  y  seis  de  marzo  se  entregó  la  ciudad  con 
estos  partidos :  que  el  rey  de  Granada ,  como  feuda- 
tarío  ael  rey  de  Castilla,  pechase  las  parias  que  cada 
año  le  solía  dar  antes  que  so  rompiese  la  guerra:  que 
todos  los  cercados  quedasen  libres ,  y  pudiesen  irse 
con  sus  haciendas  adonde  quisiesen :  concertáronse 
otrosí  treguas  con  los  reyes  moros  por  espacio  y 
tiempo  de  diez  años.  Hechos  los  conciertos ,  muchos 
moros  se  pasaron  á  África.  El  rey  de  Castilla  entró  en 
la  ciudad  con  una  solemne  procesión  en  veinte  y 
siete  de  marzo,  y  el  siguiente  oía  se  bendijo  la  Iglesia 
Mayor,  y  se  le  puso  por  nombre  Santa  María  de  la 
Palma,  por  ser  domingo  de  Ramos  ó  délas  Palmas, 
y  se  celebraron  en  él  los  divinos  oficios  con  gran  so- 
lemnidad y  regocijo,  l^s  campos  se  repartieron  á  los 
soldados,  que  á  porfia  pasaban  sus  casas  y  menaje  á 
la  ciudad ,  y  se  querían  allí  avecindar  por  la  fertilidad 
y  frescura  de  aquellas  vegas  y  campos. 

Puestas -en  orden  las  cosas  de  Algeciras,  el  rey  se 
partió  para  Sevilla.  Allile  vino  embajada  de  Eduardo 
rey  de  Ingalaterra  para  pedir  al  rey  don  Alonso  que 
su  hijo  legitimo  don  Pedro  casase  con  su  hija  Juana. 
Don  Alonso  por  entonces  vino  en  ello ,  mas  adelante 
no  tuvieron  efecto  estos  desposorios.  Las  voluntades 
de  los  príncipes  son  variables ,  y  sin  tener  cuenta  á 
las  veces  con  su  palabra  conforme  á  las  cosas  y  á  las 
comodidades  se  mudan.  En  la  batalla  pasada  de  Tari- 
fa cautivaron  los  nuestros  dos  hijas  del  Albohacen: 
estas  por  tenerle  «rato  se  le  enviaron  sin  rescate.  No 
quiso  el  bárbaro  dejarse  vencer  de  la  liberalidad  y 
cortesía  del  rey,  antes  le  envió  luego  desde  África 
sus  embajadores  con  muy  ricos  presentes.  I^  fama 
desta  victoria  hincho  á  toda  España  y  á  todos  los 
cristianos  de  Europa  de  alegría  por  quedar  acabada 
la  guerra  de  los  moros ,  dos  poderosos  reyes  vencí- 
dos  ,  las  fuerzas  de  África  quebrantadas.  Hiciéronse 
grandes  fiestas  y  alegrías  :  todo  género  de  gentes, 
niños,  viejos,  religiosos ,  de  todos  estados  y  edades 
visitaban  los  templos,  daban  gracias  á  Dios  ,  cum- 
plían sus  votos:  no  dejaban  ním^un  género  de  alegría, 
ni  de  religiosa  demostración  de  agradecimiento,  con 
que  publicaban  el  contento  y  regocijo  singular  que 
tenían  concebido  dentro  (?e  sus  pechos. 


40$ 


BIBLIOTECA   HE 


CAPITULO  XII. 
De  la  guerra  de  Mallorca. 


Durante  el  tiempo  que  las  cosas  sobredichas  pasa- 
ban en  el  Andalucía^  se  revolvieron  las  armas  de 
Aragón.  Lo  gue  resultó ,  fue  que  el  rey  de  Mallorca 
guedó  despojado  de  su  reinó  paterno  :  grande  desa- 
fuero del  rey  de  Aragón  don  Pedro  el  Ceremonioso, 
que  era  el  que  tenia  mas  obligación  ú  le  defender  y 
amparar.  La  insaciable  y  rabiosa  sed  de  señorear 
le  cegó  y  endureció  su  corazón  para  que  los  trabajos 
y  desastres  de  un  rey  su  paríeo  te  no  le  enterneciesen, 
ni  considerase  lo  mal  que  parecía  un  hecho  tan  feo 
delante  les  ojos  de  Dios  y  de  los  hombres.  Mompeller 
es  una  nuble  y  rica  ciudad  de  la  Gilia  Narboocnse, 
que  en  otro  tiempo  solia  estar  sujeta  á  los  obispos  de 
Magaiona ,  por  cuya  permisión  ó  disimulación  tuvo 
esta  ciudad  señores  p^rtícularesqueeran  feudatarios 
dcstos  prelados.  Recayó  ebte  señorío  primero  en  los 
aragoneses,  y  después  eo  los  reyes  de  Mallorca  como 
y  en  la  forma  que  arriba  se  mostró. 

Desta  manera  poco  á  poco  fue  en  dimiuucion^  la 
autoridad  y  señorío  de  los  obispos  de  Magaiona ,  ca 

Íirevalece  mas  la  fuerza  y  antojo  de  los  reyes  que  no 
a  razón  y  la  justicia.  Como  no  pudiesen  ellos  reco- 
brar su  antigua  autoridad  y  señorío ,  hicieron  lo  que 
pudieron ,  que  fue  vender^como  vendieron  mas  de 
cincuenta  anos  antes  deste  tiempo)  este  derecho  por 
cierto  precio  y  cantidad  á  los  reyes  de  Francia.  Con 
color  deáta  compra  los  franceses  no  desistían  de  re- 
querir á  los  reyes  de  Mallorca  que  les  hiciesen  el  jü- 
ramento  y  homenaje  que  estaban  obligados  como  sus 
feudatarios,  y  que  á  los  vecinos  de  Mompeller  se  les 
permitiese  apelar  para  París.  Rehusaban  hacerlo  los 
de  Mallorca  :  decían  que  el  derecho  de  los  señoríos 
no  pendía  de  unos  pergaminos  viejos,  sino  de  la  mo- 
derna costumbre  usada  y  guardada ,  y  que  pues  los 
reyes  de  Francia  no  tenían  mas  derecho  que  Jos  obis- 
pos de  Magaiona ,  no  debían ,  ni  se  les  pudo  dar  ma- 
yor ñi  mejor  acción  de  aquellaque  poseíanlos  mismos 
prelados.  Vínose  á  las  armas,  y  por  fuerza  los  fran- 
ceses tomaron  muchos  pueblos  de  la  íurisdicion  y 
señorío  de  Mompeller ,  y  pusieron  eu  ellos  sus  pre- 
sidios. 

Apercebíase  el  rey  de  Mallorca  para  la  guerra: 
pidió  al  rey  de  Aragón  que  aquello  que  poseía  por 
ftracia  y  como  feudo  de  Aragón ,  con  sus  armas  le 
fuese  conservado  y  defendido.  El  rey  de  Aragón  con 
una  profunda  astucia  y  sagacidad,  y  con  una  infinita 
ambición  contemporizaba  con  el  rey  de  Francia  ,  y 
parecía  pretendía  mas  agradarle  que  favorecer  á  su 
deudo.  Entendía  y  deseaba  que  por  tener  de  suyo 
pocas  fuerzas,  desamparado  de  otras  ayudas  vendría 
a  ser  presa  de  sus  vecinos.  Con  esto,  aunque  le  ins- 
taba y  pedia  socorro,  no  le  daba  otra  ayuda  mas  que 
l)uenas  palabras.  Tuvieron  entre  sí  habla:  respondió 
el  Aragonés  á  la  demanda  del  mallorquín  que  él  haría 
lo  que  se  le  rogaba,  en  caso  que  el  rey  de  Francia  no 
quisiese  fenecer  este  pleito  por  tela  de  juicio.  Sobre 
este  punto  se  enviaron  de  una  á  otra  parte  muchas 
embajadas,  todas  con  ñn  de  poner  dilación  al  nego- 
cio, no  con  ánimo  de  dar  al^un  socorro  al  necesitado. 
Para  cubrir  estas  marañas  con  capa  de  justicia 
procuró  de  hacerle  muchos  cargos  de  graves  culpas, 
y  levantar  muchos  testimonios  al  miserable  rey.  Que 
no  reconocía  sujeción  á  los  reyes  de  Aragón ,  y  que 
aunqpe  era  llamado ,  no  venia  á  las  cortes :  que  en 
Perpiñan  sin  poderío  hacer,  labraba  moneda  baja  de 
ley,  de  cuño  y  peso  no  acostumbrado  :  sobre  todo 

3ue  en  Barcelona,  do  vino  debajo  de  la  fe  y  confianza 
e  TÍstas,  se  conjuró  para  matar  al  Aragonés ;  trato 
que  descubrió  la  misma  mujer  del  de  Mallorca,  como 
la  que  mucho  cuidaba  de  ia  vida  del  rey  su  hermano: 
finalmente  que  trató  con  el  rey  de  Francia ,  con  los 
potentados  de  Italia  y  con  el  mismo  rey  de  Marruecos 


GASPAR   f   llOiG. 

de  confederarse  en  daño  de  Aagoñ.  Estos  fueron  ío» 
capítulos  gue  le  opusieron,  nó  se  sabe  si  verdaderos, 
si  falsos :  Id  fama  fue  que  se  los  levantaron ;  á  qae 
hizo  dar  crédito  la  destruicion  del  desdichado  rey ,  y 

Í tensar  que  muy  á  tuerto  le  despojaron  de  su  estado, 
üstos  fueron  los  principios  de  las  desastrosas  dlscor- 
días  que  el  papa  y  la  reina  de  Ñapóles  doña  Sancha 
parienta  de  ambos  reyes  procuraron  atujar ,  sin  que 
pudiesen  concluir  cosa  alguna.  • 

Los  mallorguines  (como  suele  acaecer  en  los  seño- 
ríos pequeños)  estaban  muy  cargados  de  nuevos  pe- 
chos y  tributos;  y  como  quier  gue  no  esperasen  ser 
relevados  dellos,  no  les  pesaba  de  mudar  señor.  Vino 
el  negocio  á  rompimiento  de  guerra,  y  del  cerco  de 
Algecíra  fue  llamado  para  esto  el  almirante  del  mar 
Pedro  de  Moneada,  como  arriba  se  dijo.  Juntóse  una 
poderosa  armada,  que  entre  grandes  y  pequeños  te- 
nia ciento  y  diez  y  seis  bajeles  :  partió  el  Aragonés 
del  cabo  dé  Lobregat^  desembarcó eú  Mallorca,  don- 
de los  isleños  tenían  juntados  trecieotos  hombres  de 
á  caballo,  y  guiñee  mil  de  á  pié ,  toda  gente  allega- 
diza, flaca  Y  ne  poca  defensa.  Fue  luego  desbaratado 
el  rey  de  Mallorca,  y  huyó  ¿  la  ciudad  de  Poncía.  De 
allí ,  perdida  la  esperanza  de  cualquier  buen  suceso, 
se  pasó  á  tierra  firme.  Las  voluntades  de  los  isleños 
estaban  inclinadas  al  Aragonés,  y  es  ordinario  que  al 
vencedor  todo  se  le  sujeta  y  todos  le  ayudan,  neci- 
bido  juramento  y  homenaje  de  fidelidad  de  los  de  las 
islas,  y  puesto  por  virey  Arnaldo  de  Eríl,  el  rey  de 
Aragón  se  volvió  con  su  armada  á  Barcelona.  Los  de 
RuYsellon  y  de  Cerda  nía,  que  están  eu  los  postreros 
linderos  de  España,  y  eran  del  rey  de  Mallorca,  fue- 
ron molestados  con  guerra ,  y  les  tomaron  algunos 
pueblos. 

En  esto  sobrevino  un  cardenal ,  que  el  papa  envió 
por  legado  á  estos  príncipes  para  ponerlos  en  paz. 
üon  su  llegada  cesó  por  unos  pocos  días  la  guerra, 
demás  que  entraba  ya  el  invierno,  y  no  trajeron  las 
máquinas  que  eran  menester  para  batir  las  murallas 
de  los  pueblos.  No  prestó  la  diligencia  del  legado,  ni 
la  autoridad  del  padre  santo.  Pasado  el  invierno,  por 
abril  del  año  de  1344  se  renovó  la  guerra  con  mayor 
furia  ;  talaron  las  mieses ,  quemaron  los  campos,  las 
ciudades  y  villas  unas  por  fuerza  y  otras  ée  grado 
fueron  tomadas.  Algunos  de  los  amigos  del  rey  de 
Mallorca  le  persuadían  que  era  mejor  confiarse  del 
rey  de  Aragón  que  no  esperimentar  sus  fuerzas; 
otros  para  muestra  de  muy  fieles  y  bravos  con  pala- 
bras libres  y  arrogantes  decían  que  antes  monriaD 
que  consintiesen  que  se  pusiese  en  roanos  de  su 
enemigo:  muéstranse  antes  de  la  batalla  muy  es  for- 
zados los  que  á  las  veces  cuando  ven  el  peligro  de 
cerca  suelen  ser  los  mas  cobardes.  El  ánimo  del  rey 
vacilaba  congojado  con  varios  pensamientos ,  tenia 
empacho  de  que  pareciese  que  alguno  mas  que  él 
estimase  la  libertad ;  pero  espantábale  mucho  y  po- 
níale grande  miedo  el  verse  con  pocas  fuerzas,  ca  no 
le  quedaba  ya  otra  cosa  sino  la  villa  de  Perpiuan.  ¿Qué 
]iodia  hacer  en  aquel  aprieto?  Engañóle  su  eüperan- 
2a ,  y  las  buenas  palabras  de  los  terceros:  en  aquella 
duda  escogió  el  consejo  mas  seguro  que  honrado.  Eo- 
vió  con  don  Pedro  de  Exerica  á  decir  al  rey  que  se 
pondría  en  sus  manos ,  si  le  aseguraba  primero  su 
libertad  y  su  vida. 

Con  esperanza  pues  que  le  dieron,  ó  él  temerarifl- 
mente  se  tomó  de  recobrar  su  reino  por  la  clemencia 
Y  liberalidad  del  vencedor,  acompañado  de  sus  caba* 
fieros  y  de  otros  señores  de  Aragón,  y  con  la  segun- 
dad que  pedía,  el  mes  de  julio  vino  de  Perpiñan  á  la 
ciudad  de  Elna ,  do  el  rey  de  Aragón  tenia  sus  reales. 
Llegado  delante  del  rey,  íncadas  las  rodillas  le  beso 
la  mano,  yle  habló  en  esta  manera:  «Errado  hé,  rey 
))invencible ,  yo  he  errado;  pero  mi  yerro  no  ha  sido 
»de  deslealtad  ni  de  traición.  Lo  que  se  peca  por 
«ignorancia ,  la  clemencia,  vjrlud  de  reyes  y  ,tuya 


flKTORIA  DE  ESPAÑA. 


409 


>)propm ,  lo  debe  perdeotr  á  un  rey  humilde ,  parlen- 
nte  y  amigo ^  y  que  mientras  sus  cosas  le  dieron  lugar 
sacudió  á  vuestro  servicio  COD  grande  afición;  y  con 
Donevos  y  mayores  servicios  de  aquí  adelante  recom- 
npensará  las  faltas  pasadas.  No  na  sido  uno  solo  el 
nyerro  que  he  hecho  en  este  caso,  yo  lo  confieso; 
«pero  entonces  es  mas  de  loar  la  clemeacia  cuando 
»liay  mayor  razón  de  estar  enojado.  En  lo  demás  yo 
nsoy  vuestro ,  de  mí  y  de  mi  reino  haced  lo  que  fuere 
nvuestra  merced  y  voluntad ;  espero  que  usareis  con- 
»roigo  benignamente ,  acordándoos  de  la  poca  esta- 
nbilidad  y  constancia  de  las  cosas  humanas.» 

A  este  el  rey  de  Aragón  con  rostro  ledo  y  engañoso 
fe  acarició ,  escusóle  su  culpa ,  y  le  dijo  que  merecia 
ser  perdonado  por  el  arrepentimiento  que  mostraba. 
Los  nechos  fueron  bien  contrarios  alas  palabras.  Poco 
después  en  una  junta  de  nobles  que  se  hizo  en  Bar^ 
celona ,  le  privó  del  titulo  y  honra  real ,  y  le  señaló 
cierta  renta  para  que  se  sustentase.  Hallóse  burlado 
el  rey  de  Mallorca:  sintió  cuan  pesada  sea  la  oaida 
de  un  reino :  al  fin  cavó  en  la  cuenta ,  entendió  que 
las  palabras  blandas  d;e  don  Pedro  de  Exerica  le  en- 
cañaran, y  sus  esperanzas.  Así  si  bien  se  hallaba 
desnudo  de  todos  amparos  y  defensas,  trató  de  reno 
var  la  guerra ,  pasóse  á  Francia.  Allí  primero  acudió 
al  papa  Cíe  mente,  y  como  en  él  hallase  poco  amparo, 
con  grande  sumisión  se  entró  por  las  puertas  del  rey 
de  Francia ,  causa  primera  de  aquella  tempestad ,  y 

eira  los  gastos  de  la  guerra  le  vendió  el  señorío  de 
empeller  sobre  que  era  el  pleito,  por  cien  mil  es- 
cudos de  OTO. 

El  Francés  y  el  papa  le  recibieron  debajo  de  su 
protección  y  amparo ,  ayudáronle  turde  y  con  tibieza 
en  fin  se  hobleron  en  este  caso  como  suelen  los  hom 
bres  en  peligro  ajeno.  Volvió  pues  á  renovar  con 
^n-an  fuña  la  guerra  en  las  islas  y  en  los  estados  de 
Cerdania  j  de  Ruyselton ;  pero  no  hizo  otra  cosa  sino 
acarrearse  la  muerte.  Cinco  años  adelante  en  una 
bataHa  que  se  dio  en  Mallorca,  fue  vencido  y  muerto 
por  los  aragoneses;  este  fin  tuvieron  sus  desdichas. 
90  cuerpo  por  mandado  del  rey  de  Aragón  deposita- 
ron en  Valencia :  sus  hijos  y  los  de  su  hermano  don 
Fernando ,  que  poco  antes  del  tiempo  de  la  guerra 
falleció,  en  pena  del  pecado  y  culpa  (si  así  se  puede 
llamar)  ajena,  pasaron  su  vida  huidos ,  desampara - 
dos,  presos ,  sin  casa  ni  sosiego  alguno:  desgracia 
que  a  muchos  pareció  injustísima ,  que  los  hijos 
fuesen  primados  del  derecho  del  reino  por  cualesquicr 
delitos  de  sus  padres.  En  el  mismo  ano  que  se  ganó 
Al^ecira ,  j  que  el  rey  de  Mallorca  fue  despojado  del 
remo,  con  temeroso  y  descomunal  ruido  tembló  la 
tierra  en  Lisboa,  ciudad  que  está  en  la  ribera  del  mar 
Océano;  y  con  mucho  espanto  delas]g[entes  tembla* 
ron  los  edíificios  y  se  cayó  el  cimborio  de  la  iglesia 
mayor ,  principio  y  presado  según  se  entendió  de 
otros  mayores  males.  Mono  doña  Coslanza  hiia  de 
don  Juan  Manuel ,  y  mujer  del  infante  don  Pedro  de 
Portugal  el  año  siguiente  de  1345.  Sintieron  ella  y 
el  marido  menos  su  muerte  porque  él  trataba  amores 
con  doña  Inés  de  Castro  dama  muy  apuesta  que  ser- 
via á  la  infanta ,  y  la  trataba  casi  con  igual  estado 
que  á  su  mujer.  Lo  que  fue  peor  y  sacrilego,  oue 
sacó  la  misma  de  pila  al  infante  don  Luis  hijo  de  don 
Pedro  que  murió  niño,  y  por  el  tanto  entró  en  deudo 
coa  su  padre.  Quedaron  dos  hijos  de  doña  Costanza 
don  Femando  y  doña  María. 

CAPITULO  XIII. 
De  las  revueltas  que  bobo  en  el  reino  de  Aragón. 

Co?icLi]iDA  la  guerra  de  los  moros  con  la  felicidad 
que  se  podía  desear,  el  rey  do  Castilla  libre  deste 
cuidado  pensó  de  castigar  los  agravios  y  desafueros 
que  en  el  tempestuoso  tiempo  de  la  guerra  era  nece- 


sario hobiese  cometido  muchos  de  los  juecea  y.  gran- 
des del  reino.  Junto  con  esto  su  mayor  deseo  era 
procurar  que  á  ejemplo  de  los  de  burgos  y  León 
asimismo  los  del  Andalucía  y  reino  de  Toledo  le  con- 
cediesen las  alcabalas  de  li^s  mercadurías  que  so  ven- 
diesen. En  lo  demás  lasco&as  estaban  sosegadas,  y 
todo  el  reino  con  una  abundante  paz  florecía.  En  el 
reino  de  Aragón  resultaron  nuevas  revueltas,  de 
que  primeramente  fue  la  causa  el  inquieto  j  pen'erso 
ingenio  del  rey -de  Aragón,  que  pretendía  ensan- 
char su  reino  con  trabar  unas  guerras  de  otras.  Que- 
jábase que  las  fuerzas  del  reino  quedaron  enflaque- 
cidas ,  y  la  magostad  real  disminuida  con  las  dádivas 
y  mercedes  que  sus  antepasados  indiscretamente  hi- 
cieron. 

Ensoberbecido  otrosí  con  el  próspero  suceso  que 
tuvo  contra  el  rey  de  Mallorca ,  volvió  su  enojo  con- 
tra su  hermano  carnal  don  Jaime,  que  le  sintió  es- 
tar inclinado  á  compadecerse  y  tener  misericordia 
del  rey  desposeído.  Además  que  á  los  que  señorean, 
siempre  les  son  sospechosos  á  aquellos  que  están  in- 
mediatos á  la  sucesión  del  estado.  Decíase  en  el  reino 
que  por  fuero  y  costumbre  antigua  de  Aragón  era 
don  Jaime  sucesor  v  heredero  del  reino :  que  debían 
ser  escluidas  de  la  herencia  paterna  doña  Costanza, 
doña  Juana  y  doña  María  hijas  del  rey,  habidas  en 
la  reina  su  mujer.  Por  esta  razón  hecho  vicario  y 
procurador  del  reino ,  había  ganado  las  voluntades  y 
amor  de  los  nobles  y  del  pueblo  con  su  buen  térmi- 
no ,  y  trato  llano  y  virtuoso  sin  fraude  ni  algún  mal 
engaño.  Llamóle  el  rey  un  día,  mandóle  dejar  el 
oficio  de  procurador. 

Desta  manera  arrebatadamente  y  sin  consejo  se 
hacían  todas  las  demás  cosas ,  mayormente  que  por 
este  tiempo,  que  corría  el  año  de  nuestra  salvación 
de  1346 ,  murió  la  reina  de  Aragón ,  mujer  de  santí- 
simas costumbres ,  y  por  el  mismo  caso  desemeja- 
ble  de  su  marido :  falleció  cinco  días  después  que 
parió  un  niño  que  vivió  tan  solamente  un  día ,  con 
que  el  reino  tuvo  un  breve  contento ,  destemplado  en 
mucho  pesar.  Sepultóse  el  cuerpo  desta  señora  en 
Valencia  en  la  iglesia  de  San  Vicente^  sí  bien  ella  se 
mandó  enterrar  en  Poblóte,  entierro  antiguo  de 
aquellos  reyes.  Para  que  el  rey  tuviese  hijo  varón 
con  que  se  evitasen  muchas  revueltas  en  el  reino, 
luego  se  trató  de  volver  á  casarle :  para  este  fin  en- 
viaron embajadores  al  rey  de  Portugal  á  pedirle  á  su 
hija  doña  Leonor. 

Deseaba  su  hermano  don  Fernando  casarse  con 
aquella  infanta,  confiado  en  el  favor  de  su  tío  el  rey 
de  Castilla ,  y  por  estar  él  en  la  flor  de  su  juvenil 
edad.  Venció  como  era  forzoso  en  esta  competencia 
el  rey  de  Aragón.  Ayudó  para  ello  primeramente  don 
Juan  Manuel ,  que  por  ser  enemigo  de  doña  Leonor 
de  Guzman .  y  por  el  mismo  caso  también  del  rey  de 
Castilla,  toaa  su  voluntad  tenia  puesta  en  la  del  rey 
de  Aragón  y  en  agradarle.  Asi  procuró  y  concluyó  de 
casar  á  su  nijo  don  Fernando  con  doña  Juana  príma 
hermana  del  rey  de  Aragón ,  y  hija  de  don  Ramón 
Berenguel :  con  que  quedaba  emparentado  con  tres 
casas  reales  en  parentesco  muy  estrecho ,  y  por  esto 
era  el  mas  poderoso  de  los  grandes  del  reino. 

Los  nobles  de  Aragón  y  de  Valencia  juntamente 
con  el  pueblo  se  comenzaron  á  alborotar:  conjurá- 
ronse todos  de  guardar  su  libertad ,  mirar  por  sus 
fueros ,  y  si  menester  fuese ,  defenderlos  con  las  ar- 
mas. Tomaron  por  ocasión  de  este  alboroto  la  fuerza 
que  á  don  Jaime  conde  de  Urgel  se  hizo  para  que  de- 
sistiese y  se  apartase  del  derecho  de  la  sucesión ,  y 
procuración  del  reino ,  y  que  se  hacían  leyes  y  nu- 
olicaban  edictos  en  nombre  de  doña  Costanza  hija 
del  rey  de  Aragón,  como  si  ella  hobiera  de  serla  su- 
cesora  y  heredera  del  reino.  Señalaron  y  nombraron 
por  conservadores  de  la  libertad  á  Jimeno  de  Urrea , 
Pedro  Coronel,  Blasco  de  Alagon  y  á  don  Lope  de 


im 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


Luna  f  qae  era  el  mas  principal  de  los  nombrados 

Sor  tener  el  señorío  de  Segorve,  y  estar  casado  con 
oña  Violante  tia  del  rey.  Hicieron  cabeza  de  todos, 
como  era  necesario ,  á  don  Jaime  conde  de  Urgel  *  y 
llamaron  de  Castilla  (donde  residían  con  su  madre 
por  no  confiarse  del  rey  de  Aragón )  á  sus  hermanos 
don  Fernando  y  don  Juan  con  muchas  cartas  y  em- 
bajadas que  les  enviaron ,  con  que  ellos  se  determi- 
naron de  ir  á  Aragón :  llevaron  consigo  quinientos 
hombres  de  á  caballo,  que  les  dio  para  su  guarda  su 
tío  el  rey  de  Castilla. 

El  rey  de  Aracon  no  ignoraba  que  las  fuerzas  del 
pueblo  alborotaaas  son  furiosas  en  los  principios, 
mas  que  después  con  el  tiempo  y  la  dilación  se 
amansan  y  enflaquecen.  Procuró  hacer  cortes  en 
Zaragoza,  en  que  para  aplacar  el  pueblo,  mas  qué 
por  hacer  el  deoer  con  sincera  voluntad,  restituyó  á 
su  hermano  don  Jaime  la  procuración  del  reino,  y 
dado  por  ninguno  lo  que  primero  tenia  decretaao, 
fue  declarado  por  heredero  y  sucesor  del  reino.  Con 
«sto  se  volvieron  á  pacificar  y  sosegar  las  cosas ;  pero 
con  la  muerte  que  luego  sucedió  á  don  Jaime ,  se 
nñubló  la  luz  que  comenzaba  á  resplandecer.  El  rey 
de  Aragón  por  dar  priesa  á  sus  bodas  se  fué  á  Bar- 
celona, ca  tenia  mandado  llevasen  alli  su  esposa  los 
que  la  traían  de  las  últimas  partes  de  Portugal.  En 
aquella  ciudad  de  Barcelona  luego  que  alli  llegó,  fa- 
lleció el  ya  dicho  conde  de  Urgel  de  enfermedad  en 
iin  del  año  de  1347;  fue  fama  que  le  ayudaron  con 
yerbas  que  le  dieron,  y  que  le  vino  este  mal  por  la 
sospecha  que  del  se  podía  tener  de  que  se  quería 
alzar  con  el  reino.  Celebraron  las  bodas  sin  ninguna 
señalada  solemnidad  por  estar  todo  el  re'no  triste 
con  la  muerte  y  luto  de  don  Jaime ,  y  por  la  tempes- 
tad de  revueltas  que  temían  se  les  armaba.  Enterróse 
su  cuerpo  en  la  misma  ciudad  en  el  monasterio  de 
San  Francisco. 

Los  hermanos  don  Fernando  y  don  Juan,  que 
acabadas  las  cortes  se  tornaron  á  Costilla ,  comuni- 
cado el  negocio  en  Madrid  con  su  madre  y  con  el  rey 
su  tío ,  se  hicieron  cabezas  de  los  pueblos  amotina- 
dos; ayudóles  el  rey  de  Castilla  con  ochocientos 
caballos.  Con  tanto  don  Fernando  se  fue  á  Valencia, 
y  don  Juan  á  Zaragoza.  Su  madre  en  Cuenca  y  en 
Requena ,  en  que  lo  demás  del  tiempo  residía ,  espe- 
raba en  que  pararían  estas  alteraciones  con  grande 
cuidado  de  la  salud  de  sus  hijos.  Enviáronse  los  re- 
yes sus  embajadores:  de  Castilla  Fernán  Pérez  Por- 
tocarrero  para  hacer  las  amistades  entre  los  herma- 
nos :  de  Aragón  vino  por  embajador  Muñoz  López  de 
Tauste  á  quejarse  de  agravios ,  y  á  rogar  que  no  se 
les  diese  ningún  favor  ni  ayuda  á  los  rebeldes.  Otor- 
gósele  que  el  capitán  Alvar  García  de  Albornoz  hi- 
ciese en  Castilla  seiscientos  hombres  de  á  caballo  á 
sueldo  del  rey  de  Aragón ;  el  cual  rey  no  sin  nota  y 
menoscabo  de  la  magestad  real  casi  como  quien  pide 
perdón  se  fue  á  Valencia  poco  menos  que  á  ponerse 
en  manos  de  los  conjurados:  asi  se  vio  en  términos 
de  que  le  perdiesen  el  respeto  y  le  maltratasen. 

Los  del  rey  y  los  del  pueblo ,  como  gente  desave- 
nida, los  unos  no  se  fiaban  de  los  otros,  antes  se 
miraban  ala  cara,  notábanse  las  palabras  y  sem- 
blantes del  rostro,  y  con  afrentas  y  malas  palabras 
que  se  decían,  parece  buscaban  ocasión  do  revolverse 
y  venir  á  las  manos.  Llegó  el  pueblo  á  alborotarse  y 
n  tomar  las  armas,  y  con  ellas  en  las  manos  entraron 
con  furioso  ímpetu  y  violencia  en  el  palacio  real  con 
grande  miedo  de  los  cortesanos  y  de  la  gente  de  pa- 
lacio. Llegó  la  cosa  á  términos  que  el  rey  de  necesi- 
dad bobo  de  subir  on  un  caballo,  y  aventurarse  á 
ponerse  en  medio  de  la  gente  alborotada  para  que 
con  sus  palabras  y  presencia  se  apaciguase.  Conce- 
dióse al  mfante  don  Fernando  que  durante  la  vida 
del  rey  fuese  procurador  del  reino ,  y  después  de  la 
muerte  le  sucediese  en  él;  y  que  las  hijas  quedasen 


escluidas  de  la  sucesión.  Eran  estos  conciertos  saca- 
dos por  fuerza ;  y  por  esta  razón  se  entendía  que  no 
serian  firmes ,  ni  durarían  mucho. 

Ido  el  rey  don  Lope  de  Luna  que  ya  se  pasara  á su 
servicio,  no  dejó  las  armas,  antes  á  los  conjurados 
les  era  un  importuno  y  molesto  enemigo,  disimulán- 
dolo primero  el  rey ,  y  después  mandándoselo.  Tenía 
sus  gentes  y  reales  en  Daroca  y  su  tierra.  Don  Fer- 
nando por  impedir  los  intentos  de  dou  Lope  partió 
de  Zaragoza  con  quiuce  mil  hombres  parte  de  á  ca- 
ballo y  parte  de  á  pié.  Sentó  su  real  cerca  d(^  Epila  é 
la  ribera  del  río  Jalón:  no  pudo  tomar  el  pueblo  por- 
que era  fuerte,  quemó  los  campos  y  las  mieses ,  que 
las  querían  ya  segar:  sobrevinieron  en  esto  los  del 
rey,  pelearon  á  banderas  tendidas:  los  conjurados 
por  ser  gente  popular,  y  mas  pira  hallarse  en  albo- 
rotos y  sediciones  que  para  pelear  en  batalla  reñida, 
fueron  vencidos  y  desbaratados. 

Murieron  en  la  batalla  don  Jimeno  de  Urrea  y  otros 
hombres  principales,  y  su  capitán  don  Fernando 
fue  preso  con  una  herida  en  la  cara;  mas  el  capitán 
Alvar  García  de  Albornoz,  á  quien  le  dieron  eu  guar- 
da, le  soltó  y  dejó  ir  libre  á  Castilla.  Podíase  temer 
cualquiera  cosa  de  la  severidad  del  rey  su  hermano, 
que  debió  ser  la  ocasión  de  soltalle.  No  se  sabe  si  se 
hizo  esto  sin  que  lo  supiese  don  Lope  de  Luna ,  ó  si 
lo  disimuló  mudada  de  parecer  y  trocado  de  voluntad, 
como  ordinariamente  suele  acontecer  en  las  guerras 
civiles.  Bien  se  mostró  quedar  el  rey  satisfecho  del, 
pues  en  premio  de  lo  bien  que  en  aquella  guerra  le 
sirvió ,  para  honrarle  le  dio  título  de  conde  de  Luna, 
cosa  nueva  y  poco  usada  en  Aragón.  Después  desta 
victoria  todo  en  Aragón  quedó  llano  al  rey ;  y  asenta- 
da la  paz  en  Zaragoza ,  totalmente  se  deshizo  la  anión 
y  liga  de  los  conjurados  de  suerte  que  no  se  oyó  mas 
su  nombre.  La  sucesión  del  reino  se  confirmó  á  don 
Fernando :  amplióse  la  autoridad  del  justicia  de  Ara- 
gón ,  con  cuyo  oficio  por  ley  antigua  del  reino  se 
prevenía  que  el  rey  no  pudiese  quitarles  su  libertad. 

Esto  pasaba  en  Aragón  el  año  de  1348  de  nuestra 
salvación.  Este  año  una  gravísima  peste  maltrató 
primero  tas  provincias  Orientales ,  y  aellas  se  derra- 
mó y  se  pegó  á  las  demás  regiones,  como  á  Italia, 
Sicilia ,  Cerdeña  y  Mallorca ,  y  después  á  todos  los 
reinos  y  ciudades  de  España.  Eran  tantos  los  que  mo- 
rían ,  que  se  halló  por  cuenta  en  Zaragoza  ( 1 )  que  en 
el  mes  de  octubre  morían  cada  dia  cien  personas: 
como  era  una  infección  del  aire,  el  curar  los  enfer^ 
mos  y  tocarlos  estendia  mas  la  enfermedad  por  pe- 
garse el  mal  á  muchos ;  por  donde  los  heridos  ó  se 
quedaban  sin  que  hobiese  quien  los  quisiese  reme- 
diar,  ó  si  los  intentaban  curar  ^  daba  luego  la  misma 
dolencia  á  los  que  se  llegaban  cerca  del  enfermo ,  y 
á  los  que  le  curaban.  El  ver  tantos  enfermos  y  muer- 
tes había  ya  endurecido  de  manera  los  corazones  de 
los  hombres  que  no  lloraban  los  muertos,  v  se  deja- 
ban los  cuerpos  ñor  enterrar  tendidos  en  las  caÜes. 

Desta  peste  y  de  su  fiereza  escribió  largamente  en 
sus  epístolas  Francisco  Petrarchá  hombre  deste 
tiempo  señalado  en  letras ,  majrormente  en  la  noesía 
en  lengua  toseana.  Era  grandísima  lástima  ver  lo  que 
pasaba  en  todos  los  pueblos  y  ciudades  de  España. 
La  nueva  reina  de  Aragón  doña  Leonor  sin  dejar  hi- 
jos murió  por  este  tiempo  en  Exerica ,  donde  se  re- 
tiró el  rey  por  miedo  de  la  peste:  su  cuerpo  sepol- 
taron  en  el  mismo  lugar  sin  pompa  ni  aparato  real. 
Con  su  muerte  quedo  el  rey  libre  para  poderse  casar 
tercera  vez  mas  dichosamente  que  las  pasadas ,  por 
los  hijos  que  deste  matrimonio  tuvo.  No  se  sosegaban 
ios  conjurados.  Hizo  el  rey  á  los  alterados  de  Valencia 
en  general  guerra,  y  en  particular  justicia  de  mu- 

(1 )  Zurita  no  habla  d¿  contagio  en  Aragoa,  sioo  en  Va- 
lencia ;  T  por  esta  razun  el  rev  que  i  la  »izoa  se  hallabí  en 
esta  ciudad ,  se  fue  al  reino  de  Angoo. 


HISTORIA  DE  ESPATtA. 


601 


chos  después  de  habida  la  victoria :  con  el  rigor  y 
grandeza  del  castigo  pretendía  espantar  á  los  demás, 
y  que  tomasen  escarmiento  y  supiesen  que  no  se 
debe  temerariamente  irritar  la  cólera  é  Indigaacion 
de  los  reyes. 

CAPITULO  XIV. 

Que  se  apaciguaron  las  discordias  entre  los  caballeros 

de  Calalrava. 

Los  caballeros  de  Castilla  de  la  orden  de  Cala  trata. 
y  los  de  Aragón  de  la  misma  orden  tenian  entre  si 
grandes  diferencias  y  scimas;  en  lugar  de  uno  eli- 
gieron y  tenian  dos  maestres ,  uno  en  Calatrava, 
otro  en  Alcanices.  La  cosa  pasó  desta  manera.  Don 
Garci  López ,  maestre  desta  religión  mas  de  veinte 
años  antes  deste  en  que  vamos ,  fue  acusado  de  gra- 
vísimos delitos  y  de  traición :  oponíanle  que  siendo 
el  rey  menor  de  edad,  robó  el  reino,  y  hizo  muy 
poco  caso  de  su  religión  y  orden ,  de  que  en  ellos  se 
siguieron  innumerables  danos  y  desórdenes.  Forestas 
y  otras  cosas  le  citaron  para  aue  pareciese  delante 
(Aeí  rey  don  Alonso  de  Castilla ,  y  respondiese  á  lo 
que  se  le  imputaba:  do  quiso  parecer,  antes  se  fué 
á  Aragón  ó  por  miedo  de  ser  castigado  como  merecia, 
y  le  acusaba  su  conciencia ,  ó  lo  que  es  mas  de  creer, 
con  temor  de  las  cautelas  y  potencias  de  su9  enemi- 
gos ,  ca  los  que  le  causaban ,  ernn  los  mas  poderosos 
y  mas  ilustres  de  su  orden.  Esta  fue  la  principal  causa 
y  principio  de  las  diferencias  y  contiendas  que  tanto 
después  duraron. 

Con  el  favor  del  rey  de  Aragón  don  Garci  López 
residía  en  Alcaiíices  pueblo  de  lu  órdon ,  y  allí  con- 
servaba su  autoridad.  Ejercitaba  el  oGcio  de  maes- 
tre ,  no  obstante  que  á  instancia  del  rey  de  Castilla 
fuera  condenado  en  rebeldía  y  privado  del  maeslraz- 
eo.  Eligieron  en  sn  lugar  á  don  Juan  Nuñez  de  Prado, 
de  quien  era  fama  y  se  decía  que  era  hijo  no  legitimo 
de  doha  Blanca  tia  del  rey  de  Portugal ,  y  abadesa 
del  monasterio  de  las  Huelgas  de  Burgos.  Los  abades 
de  la'  orden  del  Cistel,  que  por  instituto  antiguo 
tenian  poder  de  visitar  esta  religión ,  aprobaron  y 
confirmaron  la  elección  del  nuevo  maestre.  Los  freí- 
les  y  caballeros  aragoneses  no  se  quisieron  rendir  ni 
obetiecerle,  antes  muerto  que  fue  don  Garci  López, 
sustituyeron  en  su  lugar  á  don  Alonso  Pérez  de  Toro, 
coya  elección  de  su  voluntad ,  ó  porque  para  ello 
fue  inducido  y  engañado ,  conñrmó  Arnaldo  abad  de 
Morímonte  en  la  Francia ,  á  quien  de  oficio  coitapetia 
hacer  semejante  ratificación.  Intentóse  muchas  ve- 
ces de  concordar  estos  caballeros ,  que  ambas  parles 
veían  serles  muy  dañosa  su  división.  Sobre  esta  ra- 
zón los  reyes  se  enviaron  diversas  embajadas  que  no 
tuvieron  hasta  este  tiempo  efecto  olguno,  cuando 
por  muerte  de  don  Alonso  Pérez  eligieron  los  de  Al- 
cañices  á  don  Juan  Rodríguez.  Antes  que  esta  pos- 
trera elección  se  conCrmase ,  á  instancia  de  los  reyes 
de  Castilhi  y  de  Ara^n  en  Zaragoza ,  do  á  la  sazón 
se  hacían  cortes ,  se  juntaron  amóos  maestres  y  mu- 
chos caballeros  de  ambas  naciones. 

Litigada  la  causa,  el  rey  de  Aragón  como  juez  ar- 
bitro que  era ,  cerrado  el  proceso,  por  lo  que  del  re- 
sultaba sentenció  conforme  á  las  pretensiones  y  mé- 
ritos de  Castilla.  Hizose  otJK^i  con<:títucion  que  de 
allí  adelante  fuese  habida  por  verdadera  y  canónica 
elección  de  maestre  la  que  hiciesen  aquellos  caballo 
ros  en  Caiatrava:  á  don  Juan  Rodríguez  se  le  quitó 
el  oficio  y  el  titulo  de  maestre,  y  en  recompensase  le 
dio  la  encomienda  mavor  de  Alcañices  con  jurisdic- 
ción sobre  todos  los  freyles  y  caballeros  de  Aragón; 
y  aun  se  proveyó  que  el  maestre  no  pudiese  proveer 
cosa  alguna  tocante  al  comendador  major  y  los  caba- 
lleros aragoneses  mientras  durase  la  vjda  de  los  pre- 
sentes, SI  no  fuese  con  consejo  de  los  abades  de 
Poblete  y  de  Yeruela.  Prevenían  con  esto  que  por 


envidia  v  emulación  no  se  les  hiciese  algún  agravio: 
En  esta  forma  se  concordaron  los  caballeros  de  Caia- 
trava y  las  divisiones  que  entre  si  tenían ,  se  acaba* 
ron  en  veinte  y  cinco  del  mes  de  agosto.  Los  juicios 
de  los  hombres  son  varios :  muchos  fueron  de  pare- 
cer v  murmuraban  que  en  estas  cosas  no  se  procedió 
conforme  al  punto  y  rigor  de  derecho ,  sino  por  res- 
peto y  á  voluntad  del  rey  de  Castilla. 

En  este  mismo  tiempo  don  Luis  conde  de  Clara- 
monte  hijo  de  don  Alonso  de  la  Cerda ,  á  quien  lla- 
maban el  desheredado,  ponía  en  orden  una  armada 
en  la  ribera  de  Cataluña  con  licencia  y  ayuda  del  rey 
de  Aragón ,  y  por  concesión  del  papa  que  dos  años 
antes  le  adjudicara  las  islas  de  Canana ,  llamadas 
por  los  antiguos  Fortunadas.  Dióle  aquella  conquista 
el  sumo  pontífice  con  titulo  de  rey,  y  que  como  tal 
hizo  un  solemne  paseo  en  Avlñon.  Púsole  por  con- 
dición que  aquellas  gentes  bárbaras  hiciese  predicar 
Id  fe  de  Cristo.  Será  bien ,  pues  esta  ocasión  se  ofre- 
ce ,  decir  algo  del  sitio ,  de  la  naturaleza  y  del  nú- 
mero de  estas  islas,  y  en  qué  tiempo  se  hayan  in- 
corporado en  la  corona  de  los  reyes  de  Casulla.  A| 
salir  de  la  boca  del  estrecho  de  Gibraltar  en  el  mar 
Atlántico  á  la  mano  izquierda  caen  estas  islas.  Son 
siete  en  número ,  estendidas  en  hilera  de  Levante  á 
Poniente,  Leste,  Oeste,  veinte  y  siete  grados  apar- 
tadas de  la  línea  equínocial. 

La  mayor  destas  islas  llámase  la  Gran  Canaria, 
dellalas  demás  lomaron  este  nombre  de  Canarias. 
El  suelo  de  la  tierra  es  fértil  para  pasto  y  labor,  hay 
en  ellas  tan  grande  multitud  de  conejos ,  que  se  han 
multiplicado  de  los  ^e  de  tierra  firme  se  llevaron, 
que  destruyen  las  vinas  y  los  panes  de  suerte  que  ya 
les  pesa  de  haberlos  llevado.  En  la  isla  que  llaman  ciel 
Hierro,  no  hay  otra  agua  de  la  tierra,  sino  la  que  se 
destila  y  ragaía  de  las  hojas  de  un  árbol ,  que  es  un 
admirable  secreto  y  variedad  de  la  naturaleza.  Es 
cierto  gue  don  Luis ,  á  quien  por  esta  navegación 
que  quiso  hacer,  llamaron  el  infante  Fortuna,  nunca 
pasó  a  estas  islas :  sí  bien  tuvo  la  conquista  deltas ,  y 
la  armada  aprestada  para  irlas  á  conquistar,  las  guer- 
ras de  Francia  se  lo  estorbaron  y  la  oatalia  que  Phi- 
lipe  rey  de  Francia  perdió  por  estos  tiempos  junto  á 
Cresiaco.  Como  cincuenta  años  adelante  los  vizcaínos 
y  andaluces ,  repartida  entre  sí  la  costa ,  armaron 
una  flota  para  pasar  á  estas  islas  con  intento  de  ha- 
cer á  los  isleños  guerra  á  fuego  y  á  sangre ,  mas  por 
codicia  de  robarlos  que  por  allanar  la  tierra.  Una  gran- 
de presa  que  trujeron  de  la  isla  de  Lanzarote ,  puso 
gana  á  los  reyes  de  conquistarlas,  sino  que  después 
ocupados  en  otras  cosas  se  olvidaron  desta  empresa. 

Pasados  algunos  años,  Juan  Bentacurto  de  nación 
francés  volvió  á  hacer  este  viaje  con  licencia  que  le 
dio  el  rey  de  Castilla  don  Enrique  Tercero  deste  nom- 
bre, con  condición  que  conquistadas  quedasen  deba- 
jo de  la  protección  jr  homenaje  de  los  reyes  de  Casti- 
lla. Ganó  y  conquistó  las  cinco  islas  menores :  no 
fmdo  ganar  las  otras  dos  por  la  muchedumbre  y  va- 
entia  de  los  isleños  que  se  lo  defendió.  Envióse  á 
estas  islas  un  obispo  llamado  Mecul :  el  obispo  y 
Menaute  heredero  de  Bentacurto ,  no  se  llevaron 
bien ,  antes  tenian  muchas  contiendas ,  de  tnl  guisa 
que  estuvieron  á  punto  de  hacerse  guerra.  El  Francés 
solo  miraba  por  su  interés :  el  obispo  no  podía  sufrir 
que  los  pobres  isleños  fuesen  maltratados  y  roba- 
dos sin  temor  de  Dios,  ni  vergüenza  de  los  hombres. 

El  rey  de  Castilla  avisado  deste  desorden  envió 
allá  ál^edro  Barba  que  se  apoderó  destas  islas.  Este 
después  por  cierto  precio  las  vendió  aun  hombre 
principal  llamado  Peraza ,  y  deste  vinieron  á  poder 
de  un  tal  Herrera  yerno  suyo,  el  cual  se  Intituló  rey 
de  Canaria,  mas  como  quier  que  no  pudiese  conquis- 
tar la  Gran  Canaria  ni  á  Tenerife ,  vendió  las  cuatro 
destas  islas  al  rey  don  Fernando  el  Católico ,  y  él  se 
quedó  con  la  una  llamada  Gomera ,  de  quien  se  in- 


602 


BlBLlOreCA  DE  GASPAR  t  BOtC. 


Ululó  con«)6.  El  rey  don  Fernando ,  que  entre  los 
reyes  de  España  fue  el  mas  feliz ,  valeroso  sin  par, 
envió  diversas  veces  sus  flotas  á  estas  islas ,  y  al  fin 
las  conquistó  todas ,  y  las  incorporó  en  la  corona  real 
de  Castilla.  Volvamos  á  lo  que  se  ha  quedado  atrás. 
En  el  año  de  i  349  doQa  Leonor  hermana  raavor  de 
don  Luis  rey  de  Sicilia»  nieto  que  fue  de  Federico, 

Jen  su  menor  edad  sucedió  al  re?  don  Pedro  su  pa- 
re ,  casó  con  voluntad  de  su  macfre  y  en  vida  del  rey 
su  hermano  con  el  rey  de  Aragón.  Llevada  á  la  ciu- 
dad de  Valencia ,  se  celebraron  las  bodas  con  gran 
regocijo  y  fiestas  de  todo  el  reino. 

CAPITULO  XV. 
De  la  muerte  del  rey  don  Alonso  de  Castilla. 

Levantáronse  en  este  tiempo  grandes  revolucio- 
nes en  África  causadas  por  Abohanen ,  que  conforme 
á  la  condición  de  los  moros ,  y  por  codicia  de  reinar, 
atropellado  el  derecho  paternal ,  y  no  escarmentado 
con  la  muerte  de  su  hermano ,  se  rebeló  contra  su 
padre  Albohacen,  y  se  alzó  en  África  con  el  reino  de 
Fez ,  y  en  España  se  apoderó  de  Gibraltar  y  de  Ron- 
da ,  y  de  todhs  las  demás  tierras  que  á  los  reyes  de 
África  en  España  quedaban,  y  puso  en  ellas  sus  guar- 
niciones de  soldados.  Hacia  cargo  á  su  padre  que  por 
su  descuido  y  cobardía  con  grande  menoscabo  y 
mengua  del  nombre  africano  sucedieran  las  pérdidas 
y  desastres  pasados:  decía  que  si  á  él  quisiesen  lle- 
var por  guia  y  capitán ,  vengaría  las  injurias  rece- 
bidas  y  tomaría  emienda  de  aquellos  daños.  Con  estas 
persuasiones  el  vulgo ,  amigo  de  novedades ,  se  le 
arrimaba  por  el  vicio  general  de  la  naturaleza  de  los 
hombres ;  y  mas  por  la  liviandad  y  ligereza  particu- 
lar de  los  africanos  en  guien  mas  que  en  otras  gentes 
reina  esta  inconstancia,  esperaban  que  las  cosas 
presentes  serian  mas  á  propósito  y  de  mayor  como- 
didad que  las  pasadas. 

Estas  revueltas  de  los  moros  parecía  á  los  nuestros 
que  les  daban  la  ocasión  en  las  manos  para  hacer  su 
hecho,  si  no  estuviera  de  por  medio  el  juramento  c-on 
que  se  obligaron  de  tener  treguas  por  diez  años.  Sin 
embargo  lus  mas  prudentes  juzgaban  que  por  ser  ya 
otro  el  rey,  diferente  de  aquel  con  quien  asentaron  las 
treguas,  quedaban  libres  de  la  jura.  El  deseo  de  re- 
novar la  guerra  y  de  conquistar  á  Gibraltar  los  acu- 
ciaba, cuya  fortaleza  les  era  un  duro  freno  para  que 
sus  intentos  no  los  pudiesen  poner  en  ejecución.  El 
cuidado  de  proveerse  de  dineros  tenia  al  rev  congo- 
jado, bien  que  no  perdía  la  esperanza  que  ef  reino  le 
ayudaría  de  buena  gana,  por  estar  descansado  con  la 
paz  de  que  ya  cinco  años  gozaba.  El  vehemente  de- 
seo que  todos  tenían  de  desarraigar  de  España  á  sus 
enemigos ,  velo  con  que  muchas  veces  se  mueve  y  en- 
gaña el  pueblo ,  los  animaba  á  servir  de  buena  g»)na 
y  ayudar  estos  intentos.  PubUcáronse  cortes  para  la 
villa  de  Alcalá  de  Henares:  llamaron  á  ellas  muchas 
•  ciudades  del  reino  que  no  solían  ser  llamadar.  Las 
del  Andalucía ,  y  de  la  Carpetaola ,  hoy  reino  de  To- 
ledo ,  por  la  mayor  parte  solían  ser  libres  de  las  car- 
gas de  la  suerra  como  quier  que  hacían  frontera  á  ios 
moros  y  día  necesidad  grandes  gastos  para  defender- 
les la  tierra.  Al  presente  en  esta  ocasión  (con  color 
de  honrarlos)  se  dejaron  llevar:  pretendían  con  gran- 
de fuerza  que  á  imitación  de  los  de  Castilla  y  de  León, 
como  repartida  entre  todos  la  carga ,  pechasen  alca- 
hala  de  todas  las  cosas  que  se  vendiesen. 

Entre  las  ciudades  que  se  iuntaron  en  estas  cortes, 
los  procuradores  de  la  ciudad  de  Toledo  alegtrban  que. 
debían  tener  el  primer  lugar  y  voto.  Los  de  Burgos, 
si  bien  la  causa  era  dudosa ,  como  estaban  en  pose- 
sión resistían  valientemente  y  pretendían  ser  en  ella 
amparados.  Alegaban  en  favor  de  Toledo  Ja  grandeza 
de  ía  ciudad ,  su  antigüedad ,  su  nobleza :  la  santi- 
dad de  su  famosísima  iglesia,  la  magostad  y  autori- 


dad de  su  arzobispo,  que  tiene  primacía  sobre  lodos 
los  prelados  de  España ,  los  hechos  vaierosos  de  sus 
antepasados:  demás  que  en  tiempo  de  los  godos  era 
la  cabeza  del  reino  y  silla  de  los  reyes ,  y  Dooderoa- 
mente  se  le  diera  título  de  imperial.  Decían  ansí  mis- 
mo parecía  cosa  injustísima  y  fuera  de  razón  que 
hobiese  de  reconocer  mayoría  á  ninguna  ciudad 
aquella  á  quien  Dios  y  los  hombres  aventajaron  y  la 
misma  naturaleza,  que  la  puso  en  el  corazón  de  Es-» 
paña  en  un  lugar  eminentísimo,  en  que  se  dividen  y 
reparten  las  aguas :  que  si  no  le  daban  la  autoridad  y 
lugar  que  se  le  debía,  no  parecería  á  todos  sino  que 
la  llamaron  á  las  cortes  para  liacer  baria  della ,  y 
desautorizalla :  si  la  razón  que  Burgos  alegaba  tenia 
fuerza,  la  misma  militaba  por  las  demás  ciudades 
del  reino;  y  que  á  aquella  cuenta  no  le  quedaba  á 
Toledo  sino  el  postrer  lugar,  y  auna  merced,  si  se  le 
quisiesen  dejar:  que  tocaba  á  todos  ;  era  comon  la 
causa  de  Toledo :  así  Ja  deshonra  que  á  ella  se  liicie- 
se ,  manchaba  y  desautorizaba  á  toda  España. 

Los  de  Burgos  se  defendían  con  la  preeminencia 
que  tenían  en  Castilla,  en  que  poseían  el  primer  lu- 
gar de  tiempo  muy  antiguo.  Decían  que  contra  esta 
posesión  no  era  de  importancia  alegar  actos  ya  olvi- 
dados y  desusados ,  y  que  si  la  competencia  se  lleva- 
ba por  vía  de  honra,  ¿de  donde  se  aió  principio  para 
restaurar  la  fe,  y  avivar  las  esperanzas  de  echar  á 
los  moros  de  España?  por  esto  con  mucha  razón  era 
Burf^os  la  silla  y  domicilio  de  los  primeros  reyes  de 
Castilla:  no  era  justo  quitalles  en  la  paz  aquel  lagar 
que  ellos  en  la  guerra  ganaron  con  mucha  sangre 
que  sus  antepasados  derramaron;  demás  que  sin  su- 
(iciente  causa  no  se  le  podían  derogar  I03  privilegios 
que  los  reyes  pasados  le  concedieron.  Los  grandes  en 
esta  competencia  andaban  divididos ,  según  que  te- 
nían parentesco  y  amistades  en  aljjuna  de  las  dos 
ciudades,  (lombradamente  favorecía  á  Toledo  don 
Juan  Manuel,  y  á  Burgos  don  Juan  Nuñez  de  Lara; 
los  unos  no  querían  conceder  ventaja  á  ios  otros. 

Después  que  se  bobo  bien  debatido  esta  causa ,  se 
acordó  y  tx>mó  por  medio  que  Burgos  tuviese  el  pri- 
mer asiento  y  el  primer  voto ,  y  que á !os  procurado- 
res de  Toledo  se  les  diese  un  lugar  apartado  de  Jos 
demás  enfrente  del  rey,  y  que  Toledo  fuese  nombra- 
do primero  por  el  rey  desta  manera:  ro  hablo  pok 

TOLEDO.  T  HARÁ  LO  QCE  LE  MANDE:  BABLE  BURGOS.  Cott 

esta  industria ,  y  esta  moderación  se  apaciguó  por 
entonces  esta  contienda;  traza  que  hasta  nuestros 
tiempos  continuadamente  se  ha  usado  y  guardado: 
así  acaece  muchas  veces  que  los  debates  populares 
se  remedian  con  tan  fáciles  medios  como  lo  son  sus 
causas.  Diez  y  ocho  ciudades  y  villas  son  lasque  sue- 
len tener  voto  en  las  cortes :  Burgos .  Soria ,  Segó  na. 
Avila  y  Yailadolid :  estas  en  Castilla  la  Vieja.  Del 
reino  de  León  es  la  primera  Ja  ciudad  de  León ,  des- 
pués Salamanca,  Zamora  y  Toro.  De  Castilla  la  Nueva, 
Toledo,  Cuenca ,  Guadala lara ,  Madrid.  Del  Andalucía 
y  de  los  Contéstanos  Sevilla,  Granada ,  Córdoba,  Mur- 
cia ,  Jaén.  Entre  todas  estas  ciudades  Burgos,  León, 
Granada,  Sevilla,  Córdoba,  Murcia,  Jaén  y  Toledo 
por  ser  cabeceras  de  reinos  tienen  señalados  sus 
asientos  y  sus  lugares  para  votar  conforme  á  la  ór-' 
den  que  están  referidas :  las  demás  ciudades  se  sien- 
tan y  hablan  sin  tener  lugares  señalados ,  sino  como 
vienen  á  las  juntas  y  cortes.  En  las  cortes  de  Alcalá 
consta  que  se  hallaron  muchas  mas  villas  y  ciudades, 
porque  el  rey  para  ganar  las  voluntades  de  todo  el 
reino ,  quiso  esta  honra  repartirla  entre  muchos,  y 
tenerlos  gratos  con  este  honroso  regalo. 

Pidióse  en  estas  cortes  el  alcabala.  Al  prindnio  no 
se  quiso  conceder :  las  personas  de  mas  pruaencia 
adevinaban  los  inconvenieates  que  después  se  podían 
seguir:  mas  al  cabo  fue  vencida  la  constancia  de  k» 
que  Ja  Gontradecían ,  principalmente  que  se  allanó 
Toledo  si  bien  aJ  principio  se  estrauaba  de  conceder 


mSIORlA  DE  ESPAÑA. 


im 


nuevos  tríbulos.  El  deseo  que  tenia  que  se  renovase 
\d  guerra ,  y  la  rneugua  del  tesoro  del  rey  para  poder 
Ifr  sustentar  la  hizo  consentir  coa  las  demás  ciudades. 
Concluido  esto,  de  común  acuerdo  de  todos  con  in- 
creíble alegría  se  decretó  la  guerra  contra  los  mwos, 
y  para  eHa  en  todo  el  reino  m  hizo  mucha  gente,  y 
se  proveyeron  de  armas,  lanzas,  caballos,  bastímen* 
los,  dineros  y  todo  lo  al  necesario.  Juntado  el  ejército 
fueron  al  Andalucía,  i^entaron  sus  reales  sobre  Gi^ 
braltar;  cercáronla  con  grandes  fosos  y  trinchóos  y 
muchas  máquinas  que  levantaron.  La  villa  se  hallaba 
bien  apercibida  para  todo  lo  que  le  pudiese  acaecer, 
tenia  hechas  nuevas  defensas  y  fortificaciones,  muy 
altas  murallas  con  sus  torres, saeteras,  traviesis, 
troneras  á  la  manera  que  efBtonces  usaban  muchos 
y  basaos  soMados  de  guarnición;  que  á  la  fama  del 
cerco  vinieron  mochos  mopos  de  Afriea. 

Paesto  el  caree,  se  quemaron  y  denibaron  muchas 
casas  de  placer,  y  se  talaron'ydesiruyeron  muy  delei' 
tosas  huertas  y  arboledas  que  estaban  en  el  contor- 
no de  hi  cívdad,  por  ver  si  los  moros  mudaban  {)a- 
recer  y  y  se  rendían  pcM*  escusar  el  daño  que  recebian 
en  san  haciendas  y  heredades^  Batieron  los  muros 
con  las  máquinas  militares,  lios  moros  se  deíendian 
con  ^nde  esfuerzo  con  piedras,  fueao  y  armas  que» 
arrojaban  sobre  ios  contrarios.  Todavía  les  dieron  tal 
priesa  (pie  los  moros  comenzaron  poco  á  poco  á  des* 
mayar,  y  i  perderla  esperanza  de  poder  sufrir  el 
ceroo  niáeiender  el  pueblo:  no  eneraban  ser  socor- 
ridos por  las  alteraciones  que  todavía  continuaban 
en  A.frÍGa.  Los  que  mas  desfallecían  eran  los  ciudada- 
nos ,  con  temor  que  si  el  pueblo  se  tomase  por 
fuerza^  por  ventura  no  les  querrían  dar  ningún  par- 
tido ni  perdónanos ;  mas  ios  soldados  que  tenían  en 
su  defensa,  no  tenían  tanto  cuidado  de  lo  que  podría 
después' suceder.  Gastábase  el  tiempo  t  y  el  cerco  se 
alargaba. 

£n  esto  ciertos  embajadores  que  el  rey  de  Castilla 
antes  enviara  al  rey  de  Arag[on  para  rogalle  aue  le 
ayudase  ea  esta  guerra ,  y  hiciese  paces  con  él ,  vi- 
nieroQ  á  los  reales^  y  en  su  compañía  Bernardo  de 
Cabrera  ^  que  en  aquellos  tiempos  era  tenido  por  va- 
riHi  sabio  y  grave :  por  esta  causa  el  rey  de  Aragón 
le  sae6  de  so  casa,  en  que  can  deseo  de  descansar  se 
retirara,  para  U  administración  de  los  negocios  pú- 
blieo&  An  por  su  consejo  principalmente  gobernaba 
el  reino,  por  donde  át  necesidad  de  muchos  era  en- 
vidiadcL.  €on  su  venida,  ¡que  fue  en  veinte  y  nueve  de 
agosto,  se  hizo  pai«y  alianza  entre  los  reyes  con  es- 
las  capitulaciones:  -que  la  reina  doña  Leonor  y  sus 
hijos  Aobiesen  pacífica  y  enteramente  todo  aquello 
que  el  rey  so  marido  y  padre  les  mandó  por  su  tes- 
tamento: el  rev  de  Castilla,  cumplido  esto;  no  les 
daría  níngan  mvor  ni  ayuda  para  que  levantasen 
nuevas  revueltas  en  Aragón.  Hecha  la  paz,  envió  el 
rey  de  Aragon^liatrocientos  ballesteros  con  diez  ga- 
leras^ cuyo  capitán  era  Raimundo  Villano. 

Doña  Juana  reinado  Navarra,,  que  después  de  la 
moerle  de  su  marido  se  qoedó  en  Francia  y  vivió  por 
espado  de  cinco  años,  murió  en  lu  villa  de  Confiaos 
puesta  á  la  junta  de  los  rios  Oyse  y  Secuana,  enseis 
de  ootobre:  enterráronla  es  el  monasterio  de  San 
Dionisio  junto  al  sepulcro  de  su  padre  el  rey  Luis  Hu- 
tín.  Fue  esta  señora  de  santísimas  costumbres  y  di- 
chosa ettleoerjttueiios  hijos.  Dejó  por  sucesor  del 
reino  á  Garlos  f  n  hijo  de  edad  de  diez  y  siete  años. 
Quedáronle  otros  Íes  menores/don  Philipo  y  don  Luis, 
el  qae  hobo  después  en  dote  el  estado  y  señorío  de 
Doraie:  tuvo  otrosí  estas  hijas  ,  las  infantas  Juana, 
Marja^  Bianca  y  doña  Inés,  que  con  el  tiempo  casa- 
ren con  grandes  prlacipes:  la  mayor  con  el  señor  de 
Roan,  k  segunda  con  el  rey  de  Aragón,  y  con  la  ter- 
cera en  el  postrer  matrimonio  se  casó  Philipo  de  Ya- 
loesrey  de  Francia:  la  menor  de  todas  fue  casada 
con  ef  coade  de  Fox .  En  está  sazón  era  vjrey  de  Na- 


varra un  caballero  francés  llamado  móssen  Juan  áe 
Gonñens. 

Volvamos  al  cerco  de  Gibraltar.  Los  nuestros  esta- 
ban con  esperanza  de  entrar  el  pueblo ,  sino  que  las 
grandes  fortíGcaeiones  y  reparos  que  habían  hecho 
los  de  dentro ,  la  fortalcEs  de  los  muros  les  impedía 
que  no  le  tomasen.  Los  moros  de  Granada  daban  mu* 
chosrebatos  en  los  reales,  y  parab&n  celadas  á  los  nües  - 
tros,  y  cautivaban  á  los  que  se  desmandaban  del 
ejército.  Salían  muchas  veces  los  soldados  de  la  ciu« 
dad  á  pelear,  y  hacíanse  muchas  escaramuzas  y  zala- 
gardas. El  cerco  atenían  en  este  estado,  cuando  una 
grande  peste  y  mortandad  que  dio  en  el  real  de  ios- 
fieles  desbarató  todos  sus  désenos:  morían  cada  día 
muchos ,  y  faltaban;  con  esto  hi alegría  que  antes  so^ 
lian  tener  en  los  reales,  toda  se  convirtió  en  tristeza 
y  lloro,  y  descontento :  tan  grande  es  la  inconstan- 
cia de  las  cosas.  Don  Juan  de  Lara  y  don  Hernando 
Manuel,  que  por  muerte  de  su  padre  era  señor  de  Yi- 
llena,  eran  de  parecer  y  instaban  que  se  levantase 
el  cerco  y  se  fuesen,  ca  decian  no  ser  la  voluntad  de 
Dios  <}ue  se  tomase  aauella  villa ,  y  que  por  ser  en 
mal  tiempo  d^l  año,  el  perseverar  en  el  cerco  seria 
yerro  perniciosísimo  y  mortal,  especialmente  que  al 
cabo  la  necesidad  los  forzaría  á  que  se  fuesen:  q^ue 
era  locura  estarse  allí  con  la  muerte  al  ojo  sin.  nin- 
guna esperanza  de  hacer  cosa  de  provecho. 

Movíanle  also  estas  razones  al  rey,,  mas  con  el  de-^ 
seo  que  tenía  de  salir  con  la  demanda  y  ganar  la  villa 
que  en  su  tiempo  se  perdiera,y  con  kt  esperanza  que 
tenía  concebida ,  y  el  ánimo  grande  por  los  buenos 
sucesos  pasados,  se  animaba  y  proseguía  el  cerco. 
Decía  que  los  valerosos  y  de  granas  eorason  peleaban 
contra  la  fortuna  y  alcanzaban  lo  que  pretendían,  y 
los  cobardes  en  el  miedo  perdían  las  buenas  esperan- 
zas: que  pues  la  muerte  no  se  escusa,  ¿dónde  mejor 
podía  acabar  que  en  este  trance ,  y  pr*' tensión  un 
nombre  criado  desde  niño  en  la  guerra?  ¿y  en  qué-^ 
empresa  mejor  podía  hallar  la  muerte  á  un  cristia- 
no, que  cuando  procuraba  ampliar  y  defender  nues- 
tra santa  fe  y  católica  religión?  E^ta  constancia  ó 
pertinacia  del  rey  fue  mala,  dañosa  y  desastrada. 
Alcanzóle  lámala  contagión:  dióle  una  landre  de  que 
murió  en  26  de  marzo  del  año  de  1350,  el  primero  en 
gue  por  constitución  del  papa  deméntese  ganóeL 
jubileo  de  cincuenta  en  cincuenta  años ,  que  de  an  • 
les  se  mandó  ganar  de  ciento  en  ciento, 

Fue  asimismo  señalado  este  año  por  la  muerte  de 
Philips  rey  de  Francia.  Sucedióle  su  hijo  Juan ,  rey 
de  suDÜme  y  generoso  corazón,  sin  doblez  ni  alguna 
viciosa  disimulación :  tales  eran  sus  virtudes,  los 
grandes  infortunios  que  á  él  y  á  su  reino  acontecie- 
ron le  hicieron  délos  mas  memorables.  Esteñn  tuvo 
don  Alonso  rey  de  Castilla,  Undécimo  deste  nombre, 
muy  fuera  de  sazón  y  antes  de  tiempo  á  les  treinta  y 
ocho  años  de  su  edad:  si  alcanzara  mas  larga  vida, 
desarraigara  de  España  las  reliquias  que  en  ella  que- 
daban de  los  moros.  Pudiérase  igualar  con  las  mas 
señalados  príncipes  del  mundo  así  en  la  grandeza  de 
sus  hazañas  como  por  la  disciplina  militar  y  su  pru- 
dencia aventajada  en  el  gobierno,  si  no  amancillara 
Jas  demás  virtudes,  y  las  escurecierala  incontinen- 
cia y  soltura  continuada  por  tanto  tiempo.  La  afi- 
ción que  tenia  á  la  justicia  y  su  celo,  á  las  veces 
demasiado,  le  dio  acerca  del  pueblo  el  renombre  que 
tuvo  de  Justiciero.  Por  la  muerte  del  rey  su  gente  se 
alzó  á  la  hora  del  cerco.  Llevaron  su  cuerpo  á  Se- 
villa, y  allí  le  enterraron  en  la  capilla  real.  En  tiem* 
po  del  rey  don  Enrique  su  hijo  le  trasladaron  á  Cór- 
doba, según  que  él  mismo  lo  dejó  mandado  en  su 
testamento. 

Los  moros  dado  que  los  tenía  él  cercador ,  reve- 
renciaban y  alababan  la  vif  tud  del  muerto  en  tanto 
grado  que  decían  no  quedar  en  el  mundo  otro  seme- 
jante en  valor,  y  las  demás  virtudes  que  pertenecen 


S04 


i  on^an  principe:  y  couio  quiw  ijua  teniín  i  gran 

(licha  verse  libres  del  aprieto  en  que  los  [eoia  piMs- 
toB ,  DO  acometieron  á  los  que  se  partían,  ni  leí  qui- 
aieroB  hacer  algua  eslprbo  ni  eaojú.  En  ealecerco  no 
se  halló  el  arzobispo  don  Gil  Albornoi,  por  «entura 
por  estar  ausente  de  España;  por  \ci  menos  se  hulla 
que  al  Tin  deste  nno  6  diez  j  ocho  de  dldembre  le 
cria  cardenal  el  papa  Clemente,  que  tenia  bien  cono- 
cidas sus  partes  desde  el  tiempo  que  fue  á  Francia  á 
solicitar  el  subsidio  ya  dícbo.  Lorenzo  de  Padilla  dice 
que  etta  fue  la  causa  de  renunciar  el  arzobispado 


BIBLMTECA  DB  GASÍAB  r  KOW. 


Sor  ser  i  la  verdad  inoompalibles  eutonces  aquellas 
os  dignidades;  v  que  en  su  lugar  fue  puesto  don 
Gómalo  Cuarto ,  oeudo  suyo ,  déla  casa ,  apellido  y 


Dombrede  los  Carrillos.  Otros  quieren  que  el 

de  dpn  Gil  se  llaraú  don  Gonzalo  de  Aguilar ,  obispo 


Don  Pedro  i  it  Ciiiill». 


tfoB  fue  primero  de  Cuenca  á  la  verdad  como  quier 
queae  jlaniaae,  so  pontiricado  fue  breve,  ca  gnbernú 
la  igloiia  de  Toledo  comn  tres  años  y  no  mas.  fue 
prelado  de  prendas  y  de  valor. 

CAPÍTULO  X\l. 
rahne  matam  t  doña  Leonor  de  Gainwn. 

SKtikiMNiiiv  en  Caalilla  bravos  torbelliuos,  furiosas 
tempestades,  varios  acaecimientos,  cruelesysan- 


grientas  gnems,  engaños  ,lnictimai,  destierros, 
muertea  sin  número  y  sia  cuento,  muchos  ^nndfs 
smores  vi  oten  la  mea  le  muerlos,  mucliaa  {tuerra*  ci- 
viles, ningún  euldado  (le  las  cosas  sagradla  ni  [Hi^ 
fanas:  todoí  estos  desórdenes,  si  por  culpa  del  nuevo 
rev,  si  de  los  grandes,  iro  se  averigua.  La  común 
opinioD  carga  al  rey  tautoque  el  vulgo  le  di6  nimbre 
de  Cruel.  Buenos  autores  gran  parle  destvs  desór- 
denes la  atríhtiyená  ladeatemplantadekts  gramlea, 
que  en  todas  bis  cosas  buenia  y  malas  no  resp^lo 
(le  lo  justo  seguían  «u  apetito,  codicia  y  ambición 
tan  deaenlrenBdB,queoblicúal  rey  ano  dejar  sus  es- 
cesoa  sin  castigo. 

La  piedad  y  mansedumbre  da  los  principa  no  so- 
lameMe  depende  de  su  condición  y  coriumbreg,  rinu 
aslminno  de  las  de  los  subditos.  Con  sufrir  y  com- 
placer a  los  que  manditi ,  á  las  «ecea  ellos  w  mnil-~ 
rao  y  se  hacen  tolerabIvK ;  verdad  es  que  la  virtuJ  si 
e£déaiicli(da,sueloser  tenida  por  viciosa.  A  los  re- 
yes al  tanto  conviene  usar  i  sus  Uentpoa  de  clemen- 
cia con  los  culpados,  y  les  es  neceaiu'ie  disimular  y 
confórmase  con  el  tiendo  para  no  ponerse  en  nece- 
sidad de  esperimeular  con  su  daño  cuin  grantlM 
sean  los  fuerzas  de  la  mucliodumbrc  ircíluda  ,  como 
le  avino  al  rey  don  Pedro.  ¿De  qué  aprovecha  querer 
sanar  de  repente  lo  que  en  largo  tiempo  eiileriuó? 
¡ablandar  lo  que  eaiacon  Is  vejez  endurecido  ,  aiu 
ninguna  espennza  de  provecho  y  con  peligro  cier- 
to del  daño?  Us  cesas  pasadas  (dirá  alguno)  mejnr 
se  pueden  reprehender,  que  emendarni corre^jir; 
es  asi ,  pero  también  las  reprehensiones  de  los  ma- 
lespasados  deben  servir  de  avíswálosquedMpucí 
de  nos  vendrán  para  que  sepan  regir  j  gobernar  su 
vida.  ■  ,  .  , 

Mas  antes  que  se  venpa  d  contar  cosos  lan  grandes 
seríi  necetarm  decir  primero  en  qué  estado  se  btlla- 
ba  la  república  qué  cundiciooes,  qué  costumbres. 
que  re  tafen  en  el  reino  sano  y  entero ,  quí  enfo-mu  y 
de  cnncerlsdo  Luoku  que  murió  el  rey  don  Al.inio. 
íu  biio  don  P*dro,  hsbídocn  sulehltiniami>ier,cotoo 
era  raíon  fue  en  los  mismos  realeí  apellidaito  por 
rev  SI  bien  no  tenia  mas  de  quince  sñus  y  &iete  me- 
sei  V  estaba  ausente  en  Sevilla  do  se  quedó  con  su 
madre  Su  edad  noera  á  propósito  para  cuidados  lio 
gravea  su  natural  nwslraba  capacidad  de  cualquier 
crtndeza  Fra  blanco,  de  buen  rostro,  aulorínido  con 
una  cierta  magestad ,  los  cabellos  rubios  ,  el  cuerpo 
desenliado  veíanse  en  él  finalmente  muestras  de 
grandes  virtudes,  de  osadía  y  conaeju,  su  cuerpo  do 
se  rendía  ion  el  trabajo ,  ni  el  espíritu  con  niognoa 
dificultad  pedia  ser  vencido.  Gustaba  principa Imanle 
de  la  cetrería,  casa  de  aves,  y  en  las  cosas  da  justicia 
em  entero.  .  ,  . 

Entre  esUs  virtudes  se  veían  no  menores  victoa, 
que  entonces  asomaban ,  v  con  Ij  oilad  fueron  mayo- 
res :  tener  en  poco  y  menospreciar  las  gentea ,  decir 
palahrasKfíentosaB,  oír  soberbiamente,  «lar  audie* 
cia  con  dificultad  no  solamente  á  los  eslraños ,  amo 
f,  loa  mismos  de  sn  casa.  KbIo<  vicios  se  oioatrahan 
en  su  liérna  edad:  con  el  tiempo  se  les  jünlamn  Ja 
avaricia .  la  disolución  en  la  Injuria ,  y  la  aBper«a  de 
de  condición  y  costumbres.  Batas  faltos  y  dafetlo* 
qije  tenia  de  su  mala  toclinacion  natural ,  se  le  au- 
mentaron por  ser  mal  doctrinado  de  don  Jnan  Alon- 
so de  Alliurquerque,  á  quien  MpadfeCTiaoilopejue- 


etto  (agrande 


„e  Alliurquerque,  , 
se  le  díó  por  ayo  pai  a  que  leimpa):flse  y  i 
buenas  costumbres.  Hace  BOíp«*«r  esto  I  „ 
nrivania  que  con  élluvóóeipaeBflae  fuá  r^,  un- 
to que  en  tortsa  las  cosas  araet  qoe  tenia  «ajK  au- 
toridad ,  no  sin  envidia  y  murmuracioii  d«  loa  da- 
más  nobles  ,  que  decían  pretendía  acrecaoiar  bu 
hacienda  ctm  el  daño  público  y  común  que  as  la  mi 
dañosa  pestilencia  quehallarecpieae. 

Tenia  A  nuevo  rey  eí lo*  hermanos ,  Itiios  oedwia 
Leonor  dtíCuzman:  don  Enrlqi»  coad«deTWaU- 


niSTOMA  DE  ESPA^t. 


man ,  Jod  fulrique  maestre  de  Saütiago ,  itoD  Fer- 
Diindo  seüor  de  Ledesma,  ;  don  Tallo  señor  de 
Aguilar.  Demás  deslos  tenia  otros  hermanris ,  doña 
Jaana ,  «jae  casó  adelante  con  don  Fernando  y  con 
don  Pliitipe  de  Castro  ,  don  Saoclio ,  don  Juan  j  don 
Pedro ,  porque  olro  don  Pedro  y  don  Sancho  murie- 
ron siendo  aun  pequeños.  Sus  nerraanos  no  se  con- 
fiaban  de  la  voluntad  del  rey,  ca  tomian  se  acordaría 
de  los  enojos  pasados,  en  especial  que  la  reina  doña 
Maris  era  la  que  mandaba  al  hijo,  j  la  que  atizaba 
todos  estos  disgustos.  Doña  Leonor  de  Guzman  ,  que 
se  Teia  caida  de  un  tan  grande  estado  j  poder  (nun- 
ca la  mala  felicidad  es  duradera)  haciaiN  temer  su 
mala  conciencia,  ;  recelábase  de  la  reina  yiudn.  Par- 
tió <ie  los  reales  con  el  acampana  miento  del  cuerpo 


del  rey  drfonto;  masen  el  camino  mudada  dero- 
luntaif  se  fue  á  meter  en  Medina  Sidonia  ,  pueblo 


suyo  ;  mny  fuerte.  Allí  estuvo  mucho  tiempo  dudo- 
sa, T  en  deliberación  si  aseguraria  su  nda  con  la 
forialezn  de  aquel  lugar,  si  conDuria  sus  cosaa  ;  su 


pnrsona  do  la  lidelidad  j  nobleza  del  n j. 

Comunicado  este  negocio  con  sus  parientes  j 
amigos ,  le  pareció  que  podría  mas  acerca  del  nuevo 
rey  Ta  memoria  y  reverencia  de  su  padre  difunto  y  el 
respeto  de  sus  liennanoa ,  que  las  quejas  de  su  ma- 
dre ;  por  esto  no  se  puso  en  defensa ,  en  especial 
que  era  fuerxa  hacer  de  la  necesidad  virtud  á  causa 
que  Alonso  de  Alburquerque  amenaxaba  ,  si  otra 
cusa  intentaba ,  que  usaría  de  violencia  j  armas. 
Tomadoesteacuerdo,  ella  se  fue  a  Sevilla,  sus  hijos 


P«r  *■  luioeíilkd  prncuuiwn 


don  Enrique  y  don  Farlrtque ,  v  los  bermanos  Ponces 
y  (liin  Pedro  señor  de  Harcnena,  don  Hirnando 
maestre  de  Alcántara  todos  grande:*  personajes ,  y 
Alonso  de  Guiman  y  otros  parientes  y  allegados, 
anua  se  fueron  i  Algecira ,  otros  á  otras  fortalcjcas  y 
castillos  para  no  dar  lugar  í  que  sU4  enemigos  les 
purtienen  hacer  ningún  agravio,  y  poder  ellos  defen- 
derse con  las  armss  y  vengar  las  demasíes  que  les 
hicipjen. 

El  atrevida  ánimo  del  rey,  Is  saña  é  indignación 
mujeril  de  ^u  mxdre  no  se  rindif  ron  al  temor ,  entes 
aun  no  eran  bien  acabadas  las  obsequias  del  rey, 
ruando  ya  doña  Leonor  de  Guzmnn  estaba  presa  en 
Sevilla  :  la  ira  de  Dios,  que  al  que  una  vez  coge  de- 
bdjn,  le  destruye,  permilia  que  las  cosas  se  pusiesen 
en  tan  peligroso  estado.  Su  hijo  don  Enrique  echado 
de  Algecira,  como  debajo  de  seguro  se  fuese  al  rey, 
comunicado  el  negocio  con  su  madre,  dio  priesa  á 
casarse  con  doña  Juana  hermana  de  don  Fernando 
Manuel  señor  de  Villeaa ,  que  antes  se  la  tenían  pro- 
metida. Concluyó  de  presente  estas  bodas  para  tener 

- ---.—  1 . — :-  j-i  — ^  y  crueldad 

n  Sevilla  á» 


una  gravísima  dolencia ,  de  que  estuvo  dcsahnciado 
de  loa  médicos  :  llegábase  el  lin  del  reino  apenas  ca- 
menzado.  (Concebíanse  ya  nuevas  esperaoias,  y  como 
en  semejantes  ocasiones  suele  acaecer,  el  vulgo  j 
loa  grandes  nombraban  muchos  sucesores,  uñosa 
don  Femando  marqués  de  Tortosa ,  otjas  á  don  Juan 
de  Lara  6  &  don  Femando  Manuel,  que  eran  los  mas 
ilustres  de  España ,  y  lodos  de  la  sangre  real  de  Cas- 
tilla :  de  don  Enrique  conde  de  Trastaraara  j  de  sus 
hermanos  aun  no  se  hacia  mención  alguna. 

Desde  á  pocos  días  el  rey  meioró  de  su  enferme- 
dad, con  que  cesaron  estas  pláticas  de  la  sucesión, 
de  las  cuales  ningún  otro  fruto  se  sacó  mas  de  que  el 
rey  supiese  las  voluntades  drl  pueblo  y  de  los  nobles 
de  que  resultaron  nuevas  quejas  y  mortales  odios, 
ca  por  la  mayor  parle  son  odiosos  á  los  principes 
aquellos  que  están  mas  cercanos  para  les  suceder. 
Enojado  pues  desto  don  Juan  de  Lara ,  y  no  pudien- 
do  sufrir  que  don  Alonso  de  Albur^erque  goberna- 
se el  reino  á  su  voluntad,  se  partió  de  Sevilla ,  y  se 
fue  á  Castilla  la  Vieja  con  ánimo  de  levantar  la  tier- 
ra ;  lo  qas  podía  él  bien  hacer  por  tener  en  aquella 
provincia  grande  señorío.  Andaban  ya  estos  enojos 


506 


BIBLIOTECA   DE  GASPAR   V   BOIG. 


para  venir  en  rompimiento  cuando  los  atajó  la  muer- 
te que  brevemente  sobrevino  en  Buraos  a  don  Juan 
de  Lara  en  veinte  y  ocho  de  noviemore :  su  cuerno 
sepultaron  en  la  misma  ciudad  en  el  monasterio  ael 
señor  San  Pablo  de  la  orden  de  los  predicadores :  dejó 
de  dos  años  á  su  hijo  don  Ñuño  de  Lara.  Murió  casi 
juntamente  con  él  su  cuñado  don  Fernando  Manuel, 
y  quedó  dél  una  hija  llamada  doña  Blanca. 

Dio  mucho  contento  la  muerte  destos  señores  á 
don  Alonso  de  Alburquerque ,  que  deseaba  acrecen- 
tar su  poder  con  los  infortunios  de  los  otros ,  y  qui- 
tados de  por  medio  sus  émulos ,  pensaba  á  sus  solas 
reinar,  y  en  nombre  del  rey  gozarse  él  del  reino  sin 
ningún  otro  cuidado.  Sabidas  por  el  rey  estas  muer- 
tes partió  de  Sevilla  por  estar  cierto  que  se  podria 
con  la  presteza  apoderar  de  sus  estados.  No  fue  este 
camino  sin  sangre,  antes  en  muchos  lugares  dejó 
rastros  y  demostraciones  de  una  condicien  ásf)era  y 
cruel.  Vino  su  hermano  don  Fadrique  á  la  villa  de 
Ellcrena  ,  do  el  rey  habia  llegado  :  recibióle  con 
buen  semblante ,  mas  por  lo  que  sucedió  después,  se 
echó  de  ver  que  tenia  otro  en  su  pecho ,  y  que  su 
rostro  y  palabras  eran  dobladas  y  engañosas.  Mandó 
en  el  mismo  tiempo  á  Alonso  de  Olmedo  que  matase 
á  su  madre  doña  Leonor  de  Guzman  en  Tala  vera, 
villa  del  reino  de  Toledo  donde  la  tcnian  presa ;  que 
fue  un  mal  anuncio  del  nuevo  reinado,  cuyos  princi- 
pios eran  tan  desbaratados.  En  un  delito  ¿cuántos  y 
cuan  graves  pecados  se  encierran?  ¿Que  le  valió  el 
favor  pasado?  ¿de  qué  provecho  le  fue  un  rey  tan 
amigo?  ¿de  qué  tanta  muchedumbre  de  hijos?  todo 
lo  desbarató  la  condición  fiera  y  atroz  del  nuevo  rey, 
bien  que  por  su  poca  edad ,  toda  la  culpa  y  odio  des- 
ta  cruel  maldad  cargó  sobre  «la  reina  su  madre,  que 
se  quiso  vengar  del  largo  enojo  y  pesar  del  amance- 
bamiento del  rey  con  la  muerte  de  su  combleza. 
Dende  este  tiempo  porque  esta  villa  era  del  señorío 
de  la  reina,  se  llamó  vulgarmente  Talavera  de  la 

Boina. 

En  BurROS  den  tro  del  palacio  real ,  sin  que  le  pudie- 
sen defender  los  que  le  acompañaban ,  calos  prendie- 
ron ,  por  mandado  del  rey  fue  preso  y  muerto  Garci 
Lasso  de  la  Vega :  el  mayor  cargo  y  delito  gravísimo  era 
la  afición  que  teniaá  don  Juan  deLara.  Era  Garci  Las- 
so  adelantado  de  Castilla ,  sucedióle  en  este  cargo 
Garci  Manrique.  Consultóse  como  el  rey  habría  en  su 

{toder  al  uiño  don  Ñuño  de  Lara  señor  de  Vizcaya, 
^revínolo  doña  Mencia,  una  principal  señora  que  le 
tenia  en  guarda ;  que  le  escapó  de  la  ira  y  avaricia 
del  rey ,  ca  huyó  con  él  á  Vizcaya  con  esperanza  de 
poder  resistirle  con  ia  fidelidad  de  los  vizcaínos.  La 
resolución  del  rey  era  tan  grande  que  fué  en  su  se- 
guimiento, y  estuvo  muy  cerca  de  cogerlos ;  y  como 
quier  que  en  fin  no  los  pudiese  alcanzar,  se  deter- 
minó de  apoderarse  con  las  armas  de  todo  su  señorío, 
que  fue  mas  fácil  por  la  muerte  del  niño  que  avino 
dentro  do  pocos  dias,  y  con  apoderarse  de  doña 
Juana  y  dona^lsabel  sus  iiermanas  :  con  esto  incor- 
poró en  la  corona  real  á  Vizcaya ,  Lerma  ,  Lara  y 
otras  villas  y  castillos. 

Esto  pasaba  en  el  año  de  nuestra  salvación  de  i  35 i , 
cuando  en  Aragón  todo  era  fiestas ,  regocijos  y  para- 
bienes por  el  nacimiento  del  infante  don  Juan ,  con 
que  fenecieron  todas  las  contiendas  que  resultaran 
sobre  aquella  sucesión,  que  mucho  tiempo  trabaja- 
ron aquel  reino.  Encargó  el  rey  de  Aragón  ta  crianza 
de  su  hijo  y  le  dio  por  ayo  á  Bernardo  de  Cabrera  va- 
ron  de  conocida  virtud  y  prudencia.  Dio  otrosí  luego 
el  rey  al  infante  el  estaao  de  Girona  con  titulo  de  du- 
que. De  aquí  tuvo  origen  lo  que  después  quedó  por 
costumbre,  que  al  hijo  mayor  de  los  reyes  de  Ara- 
ion  se  le  diese  este  titulo  y  este  estado  á  imitación 
.e  los  reyes  de  Francia ,  á  quien  pocos  años  antes 
Humberto  Delfin  vendió  por  cierto  precio  su  delfinado 
dcbojo  de  condición  que  los  hijos  mayores  de  los  re- 


I 


yes  de  Francia  le  poseyesen  con  tiluio  de  delfines ,  y 
trujcsen  las  armas  de  aquel  estado.  Y  él  cod  ruró 
ejemplo  de  santidad  ,  tomado  el  hábito  de  los  predi- 
cadores ,  trocó  el  señorío  temporal  por  e¡  estado  mo- 
nástico ,  y  la  vida  del  principe  por  otra  mejor  y  roas 
bienaventurada. 

Los  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  en  un  mismo 
tiempo  procuraban  cada  cual  aliarse  conelrey  Carlos 
de  Navarra ,  que  el  año  antes  se  coronó  en  la  ciudad 
de  Pamplona  :  pensaban  que  el  que  primero  se  con- 
federase con  él,  y  le  tuviese  de  su  parte,  esforzaba 
y  aventajaba  su  partido.  Los  que  mejor  sentían  de 
las  cosas ,  tenían  por  cierto  que  amenazaban  de  muy 
cerca  grandes  tempestades  y  revoluciones  de  guerra, 
y  que  era  acertado  prevenirse;  en  particular  don 
Fernando  marqués  de  Tortosa buscaba  ayudas ,  y  lia- 
cia  muchos  apercebimientosdeguerra  para  acometer 
la  frontera  de  Aragón.  Parecióleal  Navarrode  entrete- 
ner los  dos  reyes  con  buenas  esperanzas  y  muestras  de 
amistad  con  entrambos,  dado  que  por  ruego  del  rey  de 
Castilla  vino  á  Burgos  con  su  hermano  don  Philipe  á 
verse  con  él.  Entre  estos  reyes  mozos  bobo  contienda 
de  gala ,  liberalidad  y  cortesía.  La  conformidad  de  la 
edad  y  semejanza  de  condiciones  los  hizo  muy  amigos. 
A  la  verdad  á  este  rey  Carlos  unos  le  llamaron  el  Malo,  y 
otros  le  dieron  renombre  de  Cruel.  La  ocasión  ^quc 
en  el  principio  de  su  reinado  castigó  con  mas  rigor 
del  que  era  justo,  un  alboroto  popular  que  se  leva  ntó 
en  su  reino.  Como  fueron  los  principios,  tales  los 
medios  y  ios  remates :  losescesos  de  los  príncipes  cas- 
tiga la  libertad  de  la  lengua ,  de  que  no  pueden  ellos 
enseñorearse  como  de  los  cuerpos. 

Gastados  algunos  días  en  Burdos  en  fiestas,  juegos 
y  banquetes,  que  era  lo  que  pedia  la  edad  de  los  reyes, 
el  de  Castilla  se  fue  á  Valladolíd  para  tener  cortes  en 
aquella  villa ,  y  el  rey  Carlos  se  volvió  á  Pamplona. 
De  allí  dudo  que  bobo  orden  en  las  cosas ,  con  deseo 
de  lomarse  á  Francia  su  natural  y  patria,  se  fue  pri- 
mero á  Momblanco  pueblo  de  Aragón  por  hacer  pla- 
cer al  rey  de  Araron  en  verle ,  ca  deseaba  mucho  que 
se  hablasen:  platicáronse  asimismo  dos  matrimonios, 
uno  del  rej  Carlos  con  la  hermana  del  rey  de  Sicilia. 
otro  de  dona  Blanca ,  viuda  de  Pliiliporeyde  Francia, 
y  hermana  del  mismo  Carlos .  con  el  rey  de  Caslilla: 
escusóse  él  de  entrambos ;  cíecia  ser  costumbre  de 
Francia  que  no  se  casasen  segunda  vez  las  reinas  viu- 
das aunque  quedasen  mozas ,  y  que  él  aun  no  tenia 
años  y  edad  para  tomar  mujer  :  Esto  era  lo  público: 
de  secreto  pretendía  y  esperaba  casar  con  Juana  hija 
del  rey  de  Francia,  partido  que  venia  mejor  á  las  co- 
sas de  Navarra  por  la  grandeza  del  señorío ,  no  infe- 
rior al  de  un  rey ,  que  de  su  herencia  paterna  este 
príncipe  tenia  en  el  reino  de  Francia. 

CAPITULO  XVII. 

Del  casamiento  del  rey  don  Pedro. 

En  las  cortes  de  Valladolíd  (i)  se  trataron  entre 
otras  cosas  de  menor  importancia  dos  graves  y  de 
mucho  momento.  En  Castilla  la  Vieja  algunos  pueblos 
tenian  costumbre  de  tiempo  inmemorial  de  á  ^  vo- 
luntad mudar  los  señores  que  Quisiesen:  unos  aellos 
podian  elegir  señor  entre  toda  la  gente  al  que  les  pa« 
reciese  les  venia  mas  á  cuento,  otros  pueblos  le  es- 
cogían  de  un  particular  y  señalado  linaje :  los  unos 
y  los  otros  por  esta  razón  se  decían  behetrías ,  que 
parece  behetría  quiere  decir  buena  compañía  y  her- 
mandad ,  de  BETiERU,  que  en  griego  quiere  decir 
compañía ,  y  es  como  decir  gobierno  p(*pular  con 
igualdad  y  como  entre  hermanos ;  por  donde  las  cosas 
en  ellos  andaban  muy  revueltas  y  confusas,  de  que 

(1)  En  estas  cortes  se  hicieron  al  rey  cineiieota  y  fiaco 
peticiones ,  además  de  veinte  y  ocho  qnc  dirigieron  losnolMes, 
y  veinte  y  una  los  eslesiástícos. 


HISTORIA   DE  USPANA< 


»0T 


se  tomaba  una  disoluta  licencia  para  que  se  come- 
tiesen grandes  maldades. 

Alonso  de  Alburguerque  procuró  con  todas  sus 
fuerzas  que  el  rey  diese  a  estos  pueblos  ciertos  seño- 
res, y  les  quitase  la  libertad  de  poderlos  ellos  nom- 
brar: cosa  que  él  deseaba  ó  por  el  bien  público ,  ó 
por  su  particular  interés  que  como  era  de  los  gran- 
des el  mas  favorecido  del  rey ,  tenia  esperanza  que  le 
baria  merced  de  la  mayor  parte  de  aquellos  pueblos. 
Contradecían  esto  Juan  de  SandovaJ  y  otros  ricos 
hombres  y  principales  que  en  agüella  tierra  tenian 
su  naturaleza,  y  otros  resisetosé  intereses  particula- 
res. Decían  que  era  gran  sinrazón  quitar  á  estos  pue- 
blos la  libertad  que  de  sus  antepados  tenian  here- 
dada: en  Gn  estos  intentos  no  tuvieron  efecto.  Tratóse 
luego  de  casar  al  rer :  don  Vasco  obispo  de  Falen- 
cia canciller  mayor  ael  rey ,  y  don  Alonso  de  Albur- 
querque  persuadieron  á  su  madre  la  reina  que  le 
quisiese  casar  en  Francia^  y  que  esto  fuese  luego; 
que  á  los  mancebos  ninguna  cosa  les  para  mayor  pe- 
ligro que  los  propios  gustos  y  deleites  de  que  están 
rodeados,  demás  que  también  importaba  mucho  que 
el  rey  se  casase  porque  tuviese  hijos  que  le  suceme- 
sen  en  el  reino. 

Para  este  efecto  don  Juan  de  Roelas  obispo  de  Bur- 
gor,  y  Alvar  García  de  Albornoz  caballero  de  Cuenca 
se  partieron  por  embajadores  á  Francia  para  que  de 
seis  bijas  que  tenia  Pedro  duque  de  Borbon,  podero- 
so y  no  vilísimo  principe  de  la  sangre  real  de  Francia, 
pidiesen  una  de  ellas ,  la  que  les  parecia  que  era  la 
masa  propósito  y  mas  digna  de  ser  mujer  del  rey.  Vi- 
no en  ello  el  duque  su  padre,  mostróles  las  hijas  es- 
cocieron á  doña  Blanca,  con  quien  luego  por  poderes 
deírey  se  hicieron  los  aesposorios.  Parecía  esta  se- 
ñera dichosa  por  las  raras  dotes  del  alma  y  cuerpo  con 
que  el  cielo  y  naturaleza  á  porfía  ia  enriquecieron  y 
adornaron ,  pero  fue  desdichada  con  este  matrimo- 
nio, que  era  lo  que  se  esperaba  seria  el  colmo  de  su 
felicidad:  así  la  fortuna  ó  alguna  cosa  oculta  se  burla 
de  las  humanas  esperanzas,  y  hace  juego  de  nos  y  de 
todo  aquello  que  estimamos. 

Don  Enrique  conde  de  Trastamara ,  de  las  Astu- 
rias, donde  se  huyó  después  délas  muertes  de  su  ma- 
dre y  de  Garci  Lasso,  se  pasó  á  Portugal  desconfiado 
de  la  voluntad  del  rey,  y  por  no  ser  tan  poderoso  que 
le  pudiese  resistir.  El  rey  de  Portugal  movido  de  la 
lástima  de  don  Eorioue,  y  con  miedo  del  peligro  que 
corría  el  rey  don  Peoro  por  e¡  odio  y  enojo  que  el  rei- 
no con  él  tenia,  parecíale  que  le  tocaba  á  él  mirar 
por  su  persona  pues  era  su  nieto  hijo  de  su  hija:  ro- 
góle se  viesen  en  Ciudad  Rodrigo;  en  aquellas  vistas 
alcanzó  del  que  restituyese  y  perdonase  á  don  Enri- 
que. En  tanta  confusión  y  aiversidad  de  voluntades 
y  tantos  enojos  no  era  posible  que  bebiese  quietud, 
ni  las  cosas  podian  estar  sosegadas. 

En  elprincij)io  del  año  de  i  352  se  empezaron  á 
mover  discordias  civiles  en  el  Andalucía  y  en  las  As- 
turias, y  en  tierra  de  Murcia.  Don  Alonso  Fernandez 
Coronel,  muy  rico  y  de  grande  autoridad  entre  los 
ricos  hombres  del  Andalucía  poseía  á  Aguilar  por 
merced  del  rey;  sobre  el  cual  pueblo  tuvo  antes  mu- 
cho tiempo  pleito  con  Bernardo  de  Cabrera,  recelába- 
se del  rev  porque  cuando  estuvo  enfermo  en  Sevilla, 
se  dejó  decir  que  le  debía  suceder  en  el  reino  don 
Juan  de  Lara,  cosa  de  que  el  rey  tomó  cod  él  grande 
enojo.  Confiado  pues  este  caballero  en  la  fortiueza  de 
su  villa  de  Aguilar  fortificó  y  basteció  las  otras  villas 
y  castillos  de  su  estado,  y  procuró  de  aliarse  con  mu- 
chos grandes.  Hizo  gente  de  guerra,  y  pidió  á  algu- 
nos principes  de  fuera  del  reino  que  le  ayudasen  en 
particular  para  este  efecto  envió  á  tierra  de  moros  á  sq 
yerno  dcm  Juan  de  la  Cerda  hijo  de  dan  Luis:  no  le 
quiso  favorecer  el  rey  de  Granada  por  las  treguas  que 
tenia  con  el  rey  de  Castilla ;  tampoco  en  África  halló 
amparo  alguno,  antes  se  dice  que  le  ayudó  y  sirvió  á 

TOMO   I. 


Abohanen  en  una  memorable  batalla  en  que  lüerod 
quebrantadas  las  fuerzas  de  su  padre  Albohacen.  De 
allí  se  volvió  á  Portugal,  do  anduvo  huido  y  desbara- 
tado, puesta  la  esperanza  de  recobrar  su  patria  en 
sola  la  clemencia  y  misericordia  ajena.  Su  mujer  do- 
ña María  Coronel  por  no  poder  sufrir  la  ausencia  del 
marido  quiso  mas  perder  la  vida  (1)  que  dejarse  ven* 
cer  de  malos  y  deshonestos  deseos :  así  fatigada  una 
vez  de  una  torpe  codicia ,  la  apagó  con  un  tizón  ar- 
diendo que  metió  con  enojo  por  aquella  misma  par* 
te  donde  era  molestada :  mujer  digna  de  mejor  si^lo, 
y  digna  de  loa  no  por  el  hecho,  sino  por  el  deseo  in- 
vencible de  castidad. 

En  el  entretanto  el  rey  de  Castilla  acudió  á  los  mo- 
vimientos y  alteración  ael  Andalucía.  Tomó  muchas 
villas  á  don  Alonso  Coronel.  Trataba  y  daba  orden 
de  cercar  la  vjiia  de  Aguilar,  cuando  juntamente  tu- 
vo aviso  que  don  Enrique  confiado  en  la  fortaleza  de 
Gijún  levantaba  bandera  en  las  Asturias  y  se  aperce*- 
bia  de  armas^  y  que  su  hermano  don  Tello  dende 
Montagudo  en  la  raya  de  Aragón  hacia  muchos  ro- 
bos en  sus  tierras.  El  rey  dejada  la  Andalucía,  se  par- 
tió á  las  Asturias,  porque  los  movimientos  de  aque- 
lla provincia  eran  mas  peligrosos.  Llegado  el  rej, 
luego  se  riodieron  los  que  tenían  la  fortaleza  de  Gi- 
joná  partido  que  el  rey  los  perdonase  á  ellos  y  á  don 
Enrique  que  andaba  escondido  en  las  montanas  co- 
marcanas. 

En  esta  jornada  quedó  prendado  el  rey  de  la  her- 
mosura grande  y  apostura  de  doña  María  de  Padilla, 
doncella  que  se  criaba  en  la  casa  de  don  Alonso  de 
Alburquergue.  Comenzó  esta  comunicación  y  favo- 
res en  la  villa  de  Sahagun  olvidado  de  su  esposa ,  y 
loco  con  estos  nuevos  amores ,  de  donde  resultó  la 
total  destruicion  del  rey  y  del  reino:  fue  el  media- 
nero é  intercesor  dcstos  deshonestos  y  desdichados 
conciertos  Juan  de  Hinestrosa  tio  de  la  dama.  Estos 
perversos  hombres  conquistaban  la  tierna  edad  y 
voluntad  del  rey  con  un  pésimo  género  de  servicio, 
que  era  [)roponerle  todas  las  maneras  de  torpes  en- 
tretenimientos ,  y  ayudarle  á  conseguir  sus  deleites 
deshonestos  sin  ningún  respeto  de  lo  honesto ,  ni 
miedo  de  los  hombres :  en  gravísimo  perjuicio  de  ia 
república  granjeaban  el  favor  y  privanza  del  rey.  En 
el  palacio  todo  era  deshonestidad,  fuera  del  todo 
crueldad,  á  la  cual  todos  los  demás  vicios  del  rey  re- 
conocían y  daban  la  ventaja. 

Revolvió  el  rey  con  las  armas  contra  Montagudo, 
y  le  tomó  con  otros  pueblos  á  él  cercanos,  ca  don 
Tello  los  había  desamparado  y  huídose  á  Aragón. 
Los  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  convidados  coo  la 
cercanía  de  los  lugares ,  acordaron  do  tratar  de  con- 
cordarse entre  sí :  no  se  vieron ,  pero  enviáronse  sus 
embajadas,  y  ai  fin  se  juntaron  en  tierra  de  Tarazona 
don  Alonso  de  Alburquerque  y  Bernardo  de  Cabrera: 
allí  concluyeron  las  paces  según  que  á  ellos  mejor 
les  pareció.  Concertóse  que  ios  reyes  tuviesen  los 
mismos  por  amigos  y  enemigos,  que  perdonasen  á 
trueco  el  uoo  á  don  Tello  y  el  otro  á  don  Fernando 
.de  Aragón. 

Concluidas  estas  cosas ,  tornó  el  rey  á  la  Andalu- 
cía ,  y  cercó  la  villa  de  Aguilar :  los  cercados  con 
grande  lealtad  sufrieron  cuatro  meses  el  cerco  hasta 
el  mes  de  febrero  del  año  de  1353  en  que  se  tomó  li 
villa  por  fuerza.  Oía  misa  don  Alonso  Coronel  cuando 
le  dijeron  que  se  entraba  la  villa:  no  dejó  portante 
de  oiría  hasta  que  fue  la  sagrada  hostia  consu- 
mida: estaba  cierto  de  su  muerte ,  y  sin  ninguna 
esperanza  de  ser  perdonado.  Prendiéronle  dentro  de 
una  torre  en  que  se  entró  para  defenderse.  Fue  casti- 
gado con  las  penas  que  se  dan  por  las  leyes  á  aquellos 
que  han  ofendido  á  la  magestad  real:  lo  mismo  avino 

(1)  Aoa  vivía  «B  1374,  pues  en  él  fundó  el  coavento  de 
Sania  Inés  de  Seviüa. 


508 


DIBLIOTCCA  DE  GASPAfl  T  ROIG. 


á  cinco  compañeros  suyos  hombres  principales,  aue 
con  él  hallaron.  La  viila  mandó  el  rey  desmantelar: 
así  derribados  los  muros,  dio  perdón  al  pueblo  (i). 
En  el  mismo  mes  de  febrero  á  los  veinte  y  cinco  fa- 
lleció don  Gonzalo  de  Aguiiar  arzobispo  de  Toledo 
dicen  en  Sigúenza ,  y  que  allí  yace  sepultado.  Las 
revueltas  de  Castilla  que  ya  comenzaban,  por  ventu- 
ra tenian  al  arzobispo  don  Gonzalo  fuera  de  su  igle*- 
sia  donde  murió.  Sucedióle  sin  duda  don  Vasco,  ó 
Blas  (que  el  mismo  es)  que  fue  deán  de  Toledo ,  y  á 
la  sazón  era  obispo  de  Falencia  y  canciller  del  rey;  su 
padre  Fernán  Gómez  camarero  del  rey  don  Fernando 
el  Emplazado,  y  hermano  de  don  Gutierre  el  Segun- 
do ,  prelado  de  Toledo. 

Partióse  el  rey  de  Aguiiar  para  Córdoba  en  sazón 
que  doña  María  de  Padilla  le  parió  á  su  hija  doña 
Beatriz.  De  allí  se  vino  al  reino  de  Toledo.  En  Torri- 
jos  que  es  una  villa  que  está  cinco  leguas  de  Toledo, 
en  un  torneo  que  se  nizo  en  las  alegrías  por  las  habi- 
das victorias  y  nacimiento  de  la  hija ,  fue  herido  del 
rey  en  una  mano ,  de  que  estuvo  en  grande  peligro 
de  la  vidaá  causaquecon  ningunos  beneficios  ni  di- 
ligencia ios  cirujaoos  le  podían  restañar  la  sangre.  A 
esta  villa  vino  don  Juan  Alonso  de  Alburquerque  de 
una  embajada  en  que  fue  al  rey  de  Portugal ,  y  por  su 
consejo  se  vino  con  él  don  Juan  de  la  Cerda ,  á  quien 
el  rey  recibió  en  su  gracia  con  palabras  amorosas, 
mas  no  se  pudo  alcanzar  del  que  le  quisiese  restituir 
los  pueblos  que  tomó  á  su  suegro;  que  ya  comenza- 
ba á  señorear  en  él  no  la  razón  y  equidad,  sino  el  ri- 
gor, y  la  fuerza,  el  antojo  y  netito.  Daba  por  escusa 
que  de  la  major  parte  tenia  hecha  merced  á  su  hija, 
como  si  ya  la  recién  nacida  tuviera  necesidad  de  do- 
te para  casarse ,  y  de  estado  con  que  sustentarse. 

Por  este  mismo  tiem]^o  doña  Blanca  de  Borbon  lle- 
gó á  Yailadolid  acompañada  del  vizconde  de  Narvona 
y  del  maestre  de  Santiaco  don  Fadrique  que  le  salió 
ú  recehir:  don  Alonso  de  Alburquerque  quería  que 
se  hiciesen  luego  las  bodas.  Era  á  la  sazón  el  que  lo 
mandaba  todo  con  autoridad  y  señorío  tan  grande  que 
á  las  veces  decía  al  rey  palabras  pesadas.  Pesábale, 
y  con  razón  temia  que  ios  deudos  de  doña  María  de 
Padilla  viniesen  á  ser  los  mas  íntimos  y  privados  del 
rey :  por  esto  le  quería  casar;  mas  como  se  hallaba 
enlazado  en  los  amores  de  doña  María,  no  podía  su- 
frir que  le  necesitasen  á  obedecer,  especialmente 
que  con  los  años  se  hacia  mas  fiero  é  indomable ,  ni 
ya  don  Alonso  de  Alburguerque  podía  tanto  con  él,  v 
privaba  menos:  los  ministros  y  consejeros  muy  pri- 
vados suelen  ser  pesados  á  sus  señores,  mayormente 
si  ellos  se  adelantan  en  la  privanza,  ó  los  señores  se 
mudan  de  voluntad.  De  aquí  tuvo  principio  su  caída 
con  menorsentimiento  y  lástima  del  pueblo,  en  cuan- 
to todos  creían  que  él  fuera  el  principio  por  la  mala 
crianza  del.  rey,  de  todos  los  desórdenes  pasados. 

Celebráronse  todavía  las  bodas  en  tres  de  junio  con 
poca  solemnidad  y  aparato,  pronóstico  de  que  serian 
desgraciadas:  asi  lo  sospechaba  la  gente.  Fueron  los 
padrinos  don  Alonso  de  Alburquerque  y  la  reina  de 
Aragón  doña  Leonor;  halláronse  presentes  en  la  fíes-, 
ta  don  Enrique  y  don  Tello  hermanos  del  rey  don  Fer- 
nando y  don  Juan  infantes  de  Aragón,  don  Juan  Nu- 
uez  maestre  de  Calatrava,  don  Juan  de  la  Cerda  y  otros 
ricos  hombres.  Por  estos  mismos  días  en  Francia  se 
celebraron  otras  bodas  mas  dichosas  que  las  nues- 
tras, por  los  muchos  hijos  que  dellas  procedieron, 
y  el  grande  amor  que  bobo  entre  don  Garlos  rey  de 
Navarra  y  su  esposa  madama  Juana  hija  mayor  del 
rey  de  Francia.  Deste  matrimonio  tuvieron  tres  hijos, 
<^ue  fueron  Carlos,  Philipe  y  Pedro;  don  Phiiipe  mu- 
ñó en  sus  primeros  años :  otras  tres  hijas  María, 
Blanca  y  Juana;  Blanca  falleció  de  edad  de  trece  años, 

(1)  Le  mudó  el  nombre  en  castigo,  mandando  que  en 
adelante  se  llamase  Monte  Real. 


sus  hermanas  casaron  con  grandes  príncipes.  De  otra 
señora  le  nació  antes  destoal  rey  Garios  otro  hijo  lla- 
mado León ,  de  quien  descienden  en  Navarra  los 
marqueses  de  Cortes.  De  don  Pedro  hijo  legítimo  del 
mismo  rey  se  precian  venir  por  línea  femenina  los 
marqueses  de  Falces ,  casa  asimismo  principal  de 
Navarra. 

CAPITULO  XVIIL  ' 

Qne  el  rey  de  Castilla  dejó  á  la  reina  doBa  Blanca. 

AUN  no  eran  bien  acabadas  las  fiestas  de  las  bodas, 
cuando  ya  al  rey  de  Castilla  daba  en  rostro  la  novia, 
y  no  la  podía  ver  por  estar  embebecido  y  loco  con  los 
amores  de  doña  M^ría  de  Padilla  no  mas  hermosa  gue 
la  reina ;  y  de  linaje,  aunque  noble ,  humilde ,  si  se 
compara  con  la  esceleocia  real.  Dende  á  dos  dias  el 
rey  aderezó  su  partida  para  el  castillo  de  Montalvan, 
que  es  una  fortaleza  sentada  á  las  riberas  del  rio  Tajo, 
donde  dejó  á  su  amiga  qjue  antes  era,  ya  combleza. 
La  reina  su  madre,  y  su  tía  la  reina  doña  Leonor  avi  • 
sadas  de  lo  que  el  rey  quería  hacer ,  le  hablaron  en 
secreto  y  con  muchas  lagrimas  le  rogaron  y  conjura- 
ron por  Dios  y  por  sus  santos  que  no  fuese  á  despe- 
ñarse, y  á  perder  y  destruir  temerariamente  su  per- 
sona, fama,  reino  y  todas  sus  cosas :  que  mirase  lo 
que  se  diria  en  el  mundo ,  que  seria  causa  de  qae 
Francia  le  hiciese  guerra ,  porque  no  sufriría  tan 
grande  agravio  y  mengua;  aaemás  que  daría  ocasión 
para  que  los  suyos  se  resolviesen,  pues  los  estados  se 
sustentan  mas  que  con  otra  cosa,  con  la  buena  fama 
y  opinión:  y  que  contra  aquellos  que  no  están  bien 
con  Dios^  y  los  deja  de  su  mano,  se  conjuran  j  ha- 
cen á  una  los  hombres  y  todos  los  males  é  iniortu- 
nios  del  mundo :  que  tuviese  lástima  y  le  moviesen  las 
lágrimas  de  su  esposa,  y  no  trocase  su  amor  por  una 
torpe  deshonestidad ,  no  viniese  desta  maldad  á  caer 
en  su  total  destruicion. 

No  se  movió  el  rey  por  cosa  que  le  dijesen ,  antes 
negó  tener  tal  intento ;  pero  lueeo  hizo  traer  de  se- 
creto los  caballos  y  se  fue  sin  hablar  á  nadie.  Don 
Enrique  y  don  Tello,  y  los  infantes  de  Aragón  fueron 
tras  él:  que  muchos  de  los  grandes  daban  en  acomo- 
darse con  el  tiempo  y  en  lisonjear  y  saborear  el  gusto 
del  rey,  un  pésimo  género  de  servicio.  Solo  uno, 
que  era  don  Gil  de  Albornoz  cardenal  y  antes  arzo- 
bispo de  Toledo,  como  el  que  era  en  todo  muy  seña- 
lado, no  dejaba  de  amonestarle  lo  que  convenia ,  y 
de  palabra  y  por  cartas  le  reprehendía  :  ocasión  y 
principio  de  serle  pesado  y  odioso ;  cuanto  las  causas 
de  aborrecerle  eran  mas  injustas ,  tanto  era  el  odio 
mayor.  Antes  deste  tiempo  con  color  que  tenia  en 
su  tierra  ciertos  negocios  tocantes  á  su  casa ,  alcan- 
zada licencia  se  retiró  á  Cuenca.  De  allí  pasóá  Fran- 
cia do  los  papas  residían,  ca  tenia  por  mejor  vivir 
desterrado  que  traer  la  vida  al  tablero  por  estar  el 
rey  enojado,  en  especial  que  tres  años  antes,  como  ya 
se  dijo ,  fuera  criado  cardenal  por  Clemente  VI.  Su- 
cedió á  Clemente  Inocencio  el  año  pasado,  el  cual 
con  este  prelado  consultaba  todos  los  negocios. 

El  rey  y  doña  María  de  Padilla  desde  Montalvan  se 
fueron  á  Toledo.  En  Yailadolid  se  consultó  de  baceríe 
volver  por  fuerza:  no  se  le  encubrió  este  trato  al  rey. 
Indignóse  grandemente  contra  don  Juan  Aldnso  de 
Alburquerque  que  fue  el  que  movió  esta  plática,  en 
tanto  grado  que  para  aplacarle  le  fue  necesario  darie 
en  rehenes  un  hijo  suyo  llamado  Gil:  en  fin  con  gran- 
dísimos ruegos  de  los  grandes  se  alcanzó  que  quisie- 
se volver  á  Yailadolid  a  ver  la  reina,  pero  no  estuvo 
con  ella  sino  solo  dos  dias :  tan  desasosegado  le  traía 
y  tan  loco  el  amor  deshonesto.  Fue  fama  que  le  en- 
hechizaron  coa  una  cinta,  sobre  la  cual  un  judk»hiio 
tales  conjuros  que  le  parecía  al  rey  que  era  una  gran- 
de culebra.  Algunos  tuvieron  sospecha  temeraria  y 
desvergonzada  que  el  rey  no  sin  causa  se  apartó  tan 


Historia  t>F.  fispA^^A. 


tt09 


repenlinamente  de  su  mujer  dotia  Blanca  sino  porque 
halló  cierta  traición  de  su  hermano  don  Fadrique 
paflre  de  don  Enrique  á  quien  en  Sevilla  no  parió, 
sino  crió  una  india  llamaaa  doiía  Paloma ;  tronco  de 
quien  desciende  la  casa  y  familia  de  los  Enrique?,  in- 
serta en  la  casa  real  de  Castilla  cosas  que  no  me  pa- 
recen virisimiles ,  antes  creo  que  después  que  un 
deshonesto  amor  se  apodera  del  corazón  y  entrañas 
de  un  hombre  aficionado  no  hay  que  buscar  otros 
hechizos ,  ni  causas  para  que  parezca  que  un  hombre 
está  loco  y  fuera  de  juicio. 

De  Valladolid  se  fue  el  rey  á  Olmedo,  villa  de  aaiie* 
lia  comarca,  y  por  su  mandado  vino  allí  de  Toledo 
doña  Hahía  de  Padilla,  sin  que  mas  el  rey  tuviese 
memoria  ni  lástima  de  la  reina  su  mujer.  Don  Alonso 
de  Alburqueroue  algunos  días  se  recogió  en  ciertas 
villas  fuertes  ae  su  estado :  después  por  miedo  que  el 
rey  no  le  hiciese  fuerza ,  se  pasó  á  Portugal.  Parecióle 
que  no  se  podia  nada  fiar  de  la  fe  y  palabra  de  quien 
tenia  en  poco  la  santidad  del  matri (nonio  v  la  ren^íun 
del  sacramento.  Don  Fadrique  maestre  de  Santiago 
habia  estado  mal  con  el  rey  desde  que  hizo  matar  á 
su  madre :  ahora  vuelto  á  su  amistad  se  vino  á  Cue- 
llar,  do  entonces  la  corte  estaba.  Con  su  hermano 
don  Tello  se  casó  en  Segovia  doña  Juana  hiia  mayor 
de  don  Juan  de  Lara ,  llevó  en  dote  el  señorío  de  viz- 
cap ;  favorecieron  á  este  casamiento  los  deuclos  de 
dona  María  de  Padilla  con  intento  de  hacerse  amigos 
Y  tener  obligados  los  hermanos  del  rey ,  que  ya  esta- 
ñan mal  con  don  Alonso  de  Alburquergue. 

La  reina  doña  Blanca  residía  en  Medina  del  Campo 
en  compañía  de  la  reina  su  suegra  :  pasaba  la  vida 
mas  de  viuda  que  de  casada ,  con  algunos  honestos 
entretenimientos :  de  allí  por  mandado  del  rey  fue 
llevada  á  Arévalo  con  orden  que  no  la  dejasen  hablar 
con  su  suegra ,  ni  con  ninguno  de  los  grandes.  Pu- 
sieron por  guardas  de  la  que  no  pretendía  huir ,  á 
don  Pedro  Gudiel  obispo  de  Segovia ,  y  á  Tello  Palo- 
ineque  caballero  de  Toledo.  Mudó  el  rej  los  oficios  de 
su  ca«a ,  y  hizo  su  camarero  á  don  Diego  García  de 
Padilla,  hermano  de  su  amiga,  dio  la  copa  á  Alvaro 
de  Albornoz,  y  la  escudilla  a  Pero  González  de  Men- 
doza, fundador  de  la  casa  de  Mendoza  (digo  de  la 
grdodeza  que  hoy  tiene )  que  entonces  en  aquella  par- 
te de  Vizcaya  que  se  llama  Álava ,  poseía  un  pueblo 
deste  nombre ,  de  que  se  tomó  este  apellido  de  Men- 
doza :  fue  hijo  deste  caballero  Die^o  de  Mendoza,  que 
el  tiempo  adelante  llegó  á  ser  almirante. 

Estas  mudanzas  de  oficios  se  hicieron  en  odio  de 
don  Alonso  de  Alburquerque  ^ue  en  la  casa  real  te- 
nia obligados  á  muchos.  Lo  mismo  se  hizo  en  Sevilla 
donde  el  rey  se  fue ,  venido  el  otoño ;  aue  quitó  en  el 
Andalucía  muchos  oficios  que  el  de  Alburquerque  á 
muchos  grandes  y  ricos  hombres  proveyó  el  tiempo 
de  su  privanza.  Así  se  truecan  y  mudan  las  cosas  des- 
te  mundo :  no  haj  cosa  mas  incierta ,  mudable  y  sin 
firmeza  que  la  privanza  con  los  reyes  especialmente 
si  es  granjeada  con  malos  medios.  Habíase  el  rey  en  • 
tregado  de  todo  punto  para  que  le  gobernasen ,  á  do  - 
ña  María  de  Padilla  y  á  sus  parientes  :  ellos  eran  los 
que  mandaban  en  paz  y  eft  guerra,  por  cuyo  consejo 
y  voluntad  el  rey  y  reino  se  reglan.  Los  grandes  y  los 
mismos  hermanos  del  rey  ,  cou formándose  con  el 
tiempo ,  caminaban  tras  los  que  seguían  el  viento 
próspero  de  su  buena  fortuna,  y  á  porfía  cada  uno 
pretendía  con  presentes  servicios  y  lisonjas  tener 
granjeada  la  voluntad  de  doña  María  de  Padilla ,  con 

Í|ue  se  vela  el  reino  lleno  de  una  avenida  de  torpes  j 
éas  bajezas.  En  el  invierno  con  las  grandes  y  conti- 
nuas lluvias  salieron  de  madre  los  ríos ,  especial  en 
Sevilla  la  creciente  fue  tal .  que  por  miedo  no  la 
asolase  calafetearon  fuertemente  las  puertas  de  la 
ciudad. 

En  el  principio  del  año  siguiente  de  1354  como  quier 
que  don  Juan  Núñez  de  Prado  nnestre  de  Calatrava 

TOUO  1. 


en  días  pasados  se  hobiese  huido  á  Aragón  por  miedo 
que  no  le  atropeltasen  ^  llamado  del  rey  con  cartas 
blandas  y  amorosas  se  viuo  á  Sevilla  de  Almagro .  pue- 
blo principal  de  su  maestrazgo.  Allí  por  mandado  del 
rey  le  prendió  don  Juan  de  la  Cerda,  que  ya  estaba 
favorecido  y  aventajado  con  nuevos  cargos.  El  mayor 
delito  que  el  maestre  tenia  cometido,  era  ser  amigo 
de  don  Juan  Alonso  de  Alburquerque,  y  ser  {larte  en 
el  consejo  que  se  tomó  de  suplicar  al  revvolvi&secon 
la  reina  doña  Blanca  luego  que  la  dejo.  No  paró  en 
esto  la  saña ,  antes  hizo  que  á  la  hora  eligiesen  en  su 
lugar  por  maestre  á  don  Diego  de  Padilla  sin  guardar 
el  orden  y  ceremonias  que  se  acostumbraban  en  se«- 
mejantes  elecciones ,  sino  arrebatada  y  confusamente 
sin  consulta  alguna,  y  al  maestre  don  Juan  Nuñez 
súbitamente  le  hicieron  morir  en  la  fortaleza  de  Ma- 
queda  en  que  le  tenían  preso.  Dio  el  rey  á  entender 

3ue  le  pesaba  de  que  le  hubiesen  muerto :  no  sesabesi 
e  corazón ,  si  fingidamente  por  evitar  la  infamia  y 
odio  en  que  podia  incurrir  con  una  maldad  tan  atroz, 
y  descargarse  de  un  hecho  tan  feo  con  echar  la  culpa 
á  otros.  Pero  comoauierquenose  hizo  ninguna  pes- 

Suisd  ni  castigo ,  todo  el  reino  se  persuadió  ser  var- 
ad lo  que  sospechaban ,  que  le  mataron  con  volun- 
tad y  orden  del  rey. 

Después  desto  se  hizo  guerra  en  la  tierra  de  don 
Juan  Alonso  de  Alburquerque ,  que  tenia  muchas  vi- 
llas y  castillos  muy  fuertes  y  bien  bastecidos.  Cerca- 
ron la  villa  de  Medellín  que  está  en  la  antigua  Lusi- 
tañía  :  desconfiado  el  alcaide  de  podella  defender, 
dio  aviso  á  don  Alonso  del  estado  en  que  se  hallaba, 
y  con  su  licencia  la  entn^gó.  Asimismo  se  puso  cerco 
a  la  villa  de  Alburquerque.  plaza  fuerte  y  que  la  tenían 
bien  apercebida  :  asi  no  la  pudieron  entrar.  Levan- 
tóse el  cerco ,  y  quedaron  por  fronteros  en  la  ciudad 
de  Badajoz  don  Enrique  y  don  Fadrique  para  que  los 
soldados  de  Alburquerque  no  hiciesen  salidas  y  roba- 
sen la  tierra  :  esta  traza  dio  ocasión  á  muchas  nove- 
dades que  después  sucedieron. 

Fuese  el  rey  á  Cáceres  :  desde  allí  envió  sus  emba- 
jadores al  rey  don  Alonso  de  Portusal,  que  en  aquella 
sazón  en  la  ciudad  de  Ebora  celeoraba  con  grandes 
regocijos  las  bodas  de  su  nieta  doña  María  con  dou 
Fernando  infante  de  Aragón.  Los  embajadores,  ha- 
bida audiencia ,  pidieron  al  rey  les  mandase  entregar 
á  don  Juan  Alonso  de  Alburquerque  para  que  diese 
cuenta  de  las  rentas  reales  de  Castilla  uue  tuvo  mu- 
chos años  á  su  cargo ;  que  sin  esto  no  debía  ni  podia 
sor  amparado  en  Portugal.  Como  don  Juan  Alonso 
estaba  ya  irritado  con  tan  continuos  trabajos,  no  su- 
frió su  generoso  corazón  este  ultraje.  Respondió  con 
grande  brío  á  esta  demanda  de  los  embajadores :  que 
el  siempre  gobernó  el  reino  y  administró  la  hacienda 
del  rey  su  señor  leal  y  fielmente  :  que  estaba  apare- 
jado para  defender  esta  verdad  en  campo  por  su  per- 
sona :  que  retaba  como  á  fementido  á  cualquiera 
que  lo  contrarío  dijese :  cuanto  á  lo  que  decían  de 
las  cuentas ,  diio  estaba  presto  para  darlas  con 
pago,  como  se  las  tomasen  en  Portugal.  Pareció 
que  se  justificaba  bastantemente :  con  esto  los  em- 
bajadores fueron  despedidos  sin  llevar  otro  mejor  des- 
pacho. 

A  los  hermanos  del  rey  pesaba  mucho  que  las  cosus 
del  reino  anduviere  revueltas ,  y  estuviesen  espues- 
tas para  ser  presa  de  cada  cual.  Pensaron  poner  en 
ello  algún  remedio :  la  comodidad  del  lugar  los  con- 
vidaba :  acordaron  de  confederarse  cotí  don  Juan 
Alonso  de  Alburquerque  que  cerca  se  hallaba.  Enviá- 
ronle su  embajada,  y  meuiante  ella  concertaron  do 
verse  entre  Badajoz  y  Yelves.  Allí  trataron  de  sus 
haciendas ,  y  consultaron  de  ir  á  la  mano  al  rey  en 
sus  desatinos  y  temerarios  intentos.  Arrímáronseles 
otros  grandes.  Las  fuerzas  no  eran  iguales  á  empresa 
tan  grande  :  solicitaron  al  infante  don  Pedro  hijo  del 
rey  de  Portugal  para  que  se  aliase  con  ellos ,  con  es- 


«)*)*• 


510 

peranzasquc  le  dieron  de  le  hacer  rey  de  Castilla  asi 
por  el  derecho  de  guerra  como  el  de  parentesco ,  co- 
mo nieto  que  era  del  rey  don  Sancho  hijo  de  doña 
Beatriz  su  hija.  Dejóse  de  intentar  esto  á  causa  que 
el  rey  de  Portugal  luego  que  supo  estas  trazas ,  estuvo 
mal  en  ello  y  lo  estorbó.  Esta  nueva  tela  se  urdia  en 
la  frontera  de  Portugal. 

El  rey  de  Castilla  con  su  acostumbrado  descuido 
y  desalmamiento  echó  el  sello  á  sus  escesos  con  una 
nueva  maldad  tan  maniíiesta  y  calificada  que  cuando 
las  demás  se  pudieran  algo  disimular  y  eocubrir  yá 
esta  no  se  le  pudo  dar  ningún  color  ni  escusa :  doña 
Juana  de  Castro  viuda  mujer  que  fue  de  don  Diego 
de  Haro ,  á  quien  ninguna  en  hermosura  en  aguel  tiem- 
po se  igualaba ,  pasaba  el  trabajo  de  su  viudez  con 
singular  loa  de  honestidad.  El  rey  que  no  sabia  refre- 
nar sus  apetitos  y  codicias ,  puso  los  ojos  en  ella.  Sa* 
biaciertoque  por  via  de  amores  no  cumpliría  su  deseo; 
procurólo  con  color  de  matrimonio.  Fmgió  para  esto 
queera  soltero :  alegó  que  no  estaba  casado  con  su  mu- 
jer doña  Blanca :  presentó  de  todo  indicios  y  testigos, 
que  en  fín  alrey  nole  nodian  faltar.  Nombró  por  jue- 
ces sobre  el  caso  á  don  Sancho  obispo  de  Avila  y  á 
don  Juan  obispo  de  Salamanca.  Ellos  por  sentencia 
que  pronunciaron  en  favor  del  rey ,  le  dieron  por  li- 
bre del  primer  matrimonio.  No  se  atrevieron  á  con- 
tradecir á  un  príncipe  furíosó  :  venció  el  miedo  del 
peliffl'O  al  derecho  y  manifiesta  justicia :  ¡Oh  hombres 
nacidos  no  ya  para  obispos  sino  para  ser  esclavos !  Asi 
pasaban  los  negocios  por  los  desdichados  hados  de  la 
infeliz  Castilla. 

Dado  que  se  hobo  la  sentencia  en  Cuellar ,  do  el 
rey  era  ido,  se  hicieron  con  grandísima  priesa  las 
bodas.  El  alcanzar  lo  que  pretendía,  al  tanto  que  en 
las  primeras ,  le  causó  fastidio.  Detúvose  muy  poco 
tiempo  con  la  novia :  algunos  dicen  que  no  mas  de 
una  noche.  El  color  fue  que  los  grandes  se  aliaban 
contra  el  rey ,  y  que  convenia  atajarles  los  pasos  antes 

8ue  con  la  dilación  se  hiciesen  mas  poderosos, 
loña  Juana  de  Castro  se  retruio  en  Dueñas :  allí  cu- 
bría su  injuria  y  afrenta  con  el  vano  título  de  reina. 
Destas  bodas  nació  un  hijo  que  se  llamó  don  Juan  pa- 
ra consuelo  de  su  madre ;  juego  que  fue  adelante  de 
la  fortuna. 

A  los  principios  de  las  guerras  civiles  aue  se  tra- 
maban en  Castrojeriz  villa  de  Castilla  lá  Vieja ,  casó 
dona  Isabel  hija  segunda  de  don  Juan  Nuñez  de  Lara 
con  don  Juan  infante  de  Aragón.  Llevó  en  dote  el  se- 
ñorío de  Vizcaya  que  el  rey  quitó  á  don  Tello  su  her- 
mano, ¿  quien  pertenecía  de  derecho  por  estar  casa- 
do con  la  hermana  mayor.  La  causa  del  enojo  fue 
estar  aliado  con  los.demás  grandes.  No  era  cosa  justa 
castigar  la  culpa  del  marido  con  despojará  la  inocen- 
te mujer  de  su  estado  patrimonial,  si  en  el  reinado 
de  don  Pedro  valiera  la  razón  y  justicia ,  y  se  hiciera 
alguna  diferencia  entre  tuerto  ó  derecho.  Ea  el  mis- 
mo pueblo  doña  María  de  Padilla  parió  ú  doña  Cos- 
tanza  su  hija ,  que  adelante  casó  en  Inglaterra  con  el 
duaue  de  Alencastre. 

Con  los  señores  aliados  se  confederaban  cada  día 
otros  grandes ;  en  especial  don  Fernando  de  Castro, 
hermano  de  doña  Juana  de  Castro,  por  vengar  con 
las  armas  la  injuria  (Tue  el  rey  hizo  á  su  hermana,  se 
confederó  con  ellos.  Lo  mismo  hicieron  los  ciudada- 
nos de  Toledo  por  estar  mal  con  la  locura  y  desatino 
del  rey ,  y  tener  lástima  de  la  reina  doña  Blanca.  Las 
ciudades  de  Córdoba ,  y  Jaén ,  Cuenca  y  Talavera  si- 
guieron la  autoridad  y  ejemplo  de  Toledo  :  después 
se  les  juntaron  los  hermanos  infantes  de  Aragón. 
Favorecían  las  reinas  doña  Leonor  y  doña  María  este 
partido  por  parecerles  que  la  enfermedad  y  locura  del 
rey  no  se  podía  sanar  con  medicinas  mas  blandas. 
Desta  suerte  se  abrian  las  zanjas  y  se  echaban  ios  fun- 
damentos de  unas  crueles  guerras  civiles  que  mucho 
aOijieron  á  España ,  y  por  largo  tiempo  continuaron; 


BIDLIOrECA  OE  GAS1*AR    Y  ROlti. 

y  el  cielo  abría  el  camino  para  que  el  conde  don  En- 
rique viniese  á  reinar. 


CAPITULO  XIX. 
De  la  guerra  de  Cerdeoa. 

Paréceme  será  bien  apartar  un  poco  el  pensamiento 
de  los  males  de  Castilla ,  y  recrear  al  lector  con  una 
nueva  narración ;  que  no  va  fuera  de  nuestro  intento 
contar  las  cosas  que  en  otras  provincias  de  España 
acontecieron.  El  rey  de  Granada  JuzephBulhagíi  des- 
pués que  reinó  por  espacio  de  veinte  y  un  años ,  le  ma- 
taron este  año  sus  vasallos.  El  autor  pringpal  destn 
traición  que  fue  Mabomad ,  á  quien  porta  vejez  llama- 
ron Lago ,  tío  queera  de  Juzeph ,  hermano  de  su  padre 
y  hijo  de  Farrachén  señor  de  Málaga ,  se  apoderó  del 
reino ,  y  le  tuvo  toda  su  vida  con  grandes  trabajos  )f 
muchas  desgracias  que  le  sucedieron ,  como  sea  asi 
que  nunca  sale  bien  el  señorío  adquirido  con  parri- 
cidio y  maldad.  El  imperio  de  los  moros  agrande  prie- 
sa se  iba  á  acabar  por  estar  los  señores  del  divididos 
en  bandos ,  y  mudar  reyes  á  cada  paso. 

Este  mismo  año  el  rey  de  Aragón  en  Huesca,  cin- 
dad  antigua  en  los  pueblos  ilergetes,  fundó  una  uni- 
versidad ,  y  la  doló  de  suficientes  rentas  para  susten- 
tar á  los  profesores  que  enseñasen  en  olíalas  ciencias. 
Hacíase  esto  en  tiempo  que  todo  Aragón  estaba  albo- 
rotado ,  y  los  pueblos  llenos  de  ruido  de  armas ,  y  apare- 
jos de  guerra  que  se  hacían  oara  pasar  con  el  rey  áCer- 
deña.  Tuvieron  un  tiempo  los  písanos  usurpada  esta 
isla :  después  por  concesión  del  papa  Bonifacio  Octavo 
los  echaron  dellapor  fuerza  de  armas  los  aragoneses. 
Duró  entonces  la  guerra  muchos  años ,  en  que  hobo 
varios  trances  :  el  remate  fue  á  los  aragoneses  favo- 
rable. Erales  muy  dificultoso  sustentar  aquella  isla 
por  estar  en  el  mar  Mediterráneo  lejos  de  la  costa  de 
España ,  y  tener  de  una  parte  á  África  y  de  otra  á 
Genova .  tan  cerca  que  solamente  está  en  medio  dellas 
la  isla  de  Córcega  como  escala ,  de  la  cual  divide  á 
Cerdeña  un  ancosto  estrecho  de  mar.  Los  isleños  de- 
seosos de  novedades ,  con  las  esperanzas  que  conce- 
bian  temerarias ,  no  íes  agradaba  lo  que  era  mas  sano 
y  seguro.. 

Poseían  en  aquella  isla  los  Orias,  linaje  nobilísimo 
de  Genova,  algunos  pueblos.  Estos  confiados  en  las 
voluntades  y  afición  de  la  gente  de  la  tierra  se  pusie- 
ron en  querer  echar  de  la  isla  á  los  aragoneses  con 
ayuda  que  para  ello  les  hizo  la  señoría  de  Genova. 
Quejábanse  los  Oríes  que  sin  ser  oídos  y  sin  causa 
bástanteles  tomaron  los  aragoneses  á  Sacer  y  Caller, 
dos  fuertes  ciudades  y  cabeceras ,  que  solían  ser  su- 
yas ,  y  están  asentadas  en  los  postreros  cabos  de  la 
isla.  Rompida  la  guerra  ganaron  la  ciudad  de  Alguer, 
y  pusieron  cerco  sobre  Sacer :  no  la  pudieron  entrar 
porque  los  ciudadanos  fueron  fidelísimos  á  los  arago- 
neses, y  la  defendieron  valientemente  hasta  tanto 
que  el  rey  de  Aragón  les  envió  en  socorro  su  armada, 
con  que  algún  tiempo  se  entretuvo  con  varia  fortuna 
laffuerra. 

Los  venecianos,  que  3iempre  fueron  émulos  y 
enemigos  de  los  gmoveses ,  enviaron  sus  embajado- 
res al  rey  de  Aragón  para  pedille  9e  aliase  con  ellos, 
y  jnntadas  sus  fuerzas  mejor  castigasen  la  soberbia 
y  orgullo  con  que  los  gínoveses  andaban.  Hechas  sus 


veses ,  pelearon  con  gran  porfia  con  las  galeras  de 
Genova ,  no  obstante  que  el  mar  andaba  muy  altn ,  y 
levantaba  grandes  olas  :  fueron  vencidos  los  ginove- 
ses ,  y  les  tomaron  veinte  y  tres  galeras;  otras  moclias 
con  la  fuerza  de  la  tempestad  dieron  en  tierra  al  tra- 
vés. Murió  en  la  batalla  Ponce  de  Santanau  general 
de  la  armada  de  Araron ,  y  se  perdieron  doce  píen* 
de  las  suyas :  Esta  victoria  no  fue  de  muclia  utilidad, 


4I1STURU   DL  ESPAÑA. 


^iil 


ni  aun  por  entonces  esluvo  muy  cierto  cual  de  las  dos 
partes  fuese  la  vencedora,  antes  cada  cual  dellas  se 
atribuía  la  victoria. 

Los  papas  Clemente  é  Inocencio  por  ver  cuan  gran- 
des  danos  se  seguían  á  la  cristiandad  destas  discor- 
dias procuraron  de  apaciguar  los  aragoneses  y  vene- 
cianos con  los  ginoveses  :  rogáronles  instantemente 
hiciesen  paces ,  alo  menos  asentasen  algunas  buenas 
treguas  :  enviáronles  para  este  efecto  muchas  veces 
suslegadosque  nunca  los  pudieron  concordar.  Esta- 
ban tan  encunados  los  corazones  que  parecía  no  se 
podrían  sosegar  á  menos  de  la  total  oestruicion  de 
una  de  las  partes :  á  la  de  los  ginoveses  en  Cerdeña 
á  esta  sazón  se  allegó  Mariano  juez  de  Arbórea ,  prin- 
cipe antiguo  de  Cerdeha ,  rico  y  poderoso  por  los 
muchos  vasallos  y  allegados  q.ue  tenia.  Este  caballero 
con  k  esperanza  de  la  presa  y  ganancia  se  juntara 
con  Mateo  Doria  cabeza  de  bando  de  los  ginoveses 
con  la  mayor  parte  de  los  isleños  qae  le  seguían.  Con 
esto  en  brevisuno  tiempo  se  apoderaron  de  las  ciuda- 
des, villas  y  castillos  de  toda  la  isla ,  escepto  de  Sacer 
y  Caller,  que  siempre  fueron  leales  á  los  aragoneses 
y  se  tuvieron  por  ellos.  Llegó  el  negocio  á  riesgo  de 
perderlo  todo.  No  tenian  fuerzas  que  bastasen  á  re- 
sistir al  enemigo  poderoso  y  bravo  en  el  mar  con  la 
armada  de  Genova,  y  por  ser  las  voluntades  de  los 
isleños  tan  inciertas  ó  inconstantes. 

Sabidas  estas  cosas  en  Aragón ,  se  juntó  una  gran- 
de y  poderosa  armada  de  cien  velas ,  entre  las  cuales 
se  contaban  cincuenta  y  cmco  galeras.  Iban  en  esta 
ilota  rail  hombres  de  armas ,  quinientos  cabuIJos lige- 
ros, y  al  pie  de  doce  mil  infantes ,  toda  ^ente  muy 
lucida ,  y  de  valor  para  acometer  cualquier  grande 
empresa.  Hicieron  otrosí  mochila  para  muchos  días 
y  niatalotage ,  como  se  requería.  Vmieron  á  servir  al 
rey  de  Aragón  muy  buenos  soldados  y  caballeros  de 
Alemana ,  Inglaterra  v  Navarra.  Todos  los  nobles  del 
reino  se  quisieron  hallar  en  esta  fiimosa  jornada ,  se- 
ñaladamente don  Pedro  de  Exerica ,  Rugíer  Lauria, 
don  Lope  de  Luna ,  Oto  de  Moneada  y  Bernardo  de 
Cabrera ,  que  iba  por  general  del  mar ,  y  por  cuyo 
conseio  todas  las  cosas  se  gobernaban.  Juntóse  esta 
armada  en  el  puerto  de  Rosas :  de  allí  mediado  el  mes 
de  Junio  alzaron  anclas  y  se  hicieron  á|la  vela.  Dejó 
oÁ  rey  por  gobernador  del  reino  á  su  tió  don  Pedro. 
Tuvieron  razonable  tiempo,  con  que  á  cabo  de  ocho 
dias  descubrieron  á  Cerdeña :  surgieron  á  tres  millas 
de  Arguel  y  echaron  la  ^ente  en  tierra.  Marchó  Juego 
el  eiército  la  vía  de  la  cmdad ,  y  tras  ellos  con  su  ar- 
mada por  la  mar  Bernardo  de  Cabrera. 

£1  rey  mostró  este  dia  su  valor  y  buen  ánimo,  ca 
iba  delante  los  escuadrones  para  escoger  los  lugares 
en  que  se  asentasen  los  reales.  Hallábase  en  los  peli- 
gros ,  y  con  su  ejemplo  animaba  á  los  demás  para  que 
en  las  ocasiones  se  hobíesen  esforzadamente :  prm- 
cipe  que  si  no  fuera  ambicioso,  y  no  tuviera  tan 
demasiada  codicia  de  señorear ,  por  lo  demás  pudiera 
igualarse  con  cualquiera  de  los  antiguos  y  famosos 
capitanes.  Descubriéronse  en  el  mar  hasta  cuarenta 
galeras  do  los  ginoveses ,  mas  para  hacer  ostentación 
con  su  liffereza  que  fuertes  y  bien  guarnecidas  para 
dar  batalla.  El  señor  de  Arbórea  con  dos  mil  hombres 
de  á  caballo  y  quince  mil  de  á  pié  asentó  su  real  á 
vista  de  los  aragoneses:  no  osaron  dar  la  batalla 
porque  era  gente  allegadiza,  sin  uso  ni  disciplina 
militar ,  no  acostumbrados  á  obedecer  y  guardar  Iüs 
ordenanzas  y  y  que  ni  en  vencer  ganaban  honra,  ni 
se  afrentaban  por  quedar  vencidos. 

Batieron  los  aragoneses  los  muros  de  dia  y  de  no- 
che con  máquinas  y  tiros  y  otros  ingenios  militares. 
Como  el  tiempo  era  muy  áspero  y  la  tierra  mal  sana 
comenzaron  á  enfermar  muchos  en  el  ejército  de 
Aragón  :  el  mismo  rey  adoleció ;  ñor  esto  de  necesi- 
dad se  hobo  de  tratar  de  acuerdo  con  el  enemigo. 
Concluyóse  la  paz  con  feas  condiciones  para  el  rey 


de  Aragón  :  estas  fueron  :  Que  el  juez  de  Arbórea  y 
Mateo  Doria  fuesen  perdonados,  y  se  quedasen  coa 
los  vasallos  y  pueblos  que  tenian  :  demás  desto  dio 
el  rey  al  juez  Je  Arbórea  muchas  leguas  en  Gallura, 
que  es  una  parte  de  aquella  isla.  Desta  manera  como 
contra  lo  que  temían  por  sus  deméritos ,  quedasen 
los  enemigos  premiados,  para  adelante  se  hicieron 
mas  fieros  y  desleales.  Entregóse  la  ciudad  de  Alguer 
al  rey :  á  los  vecinos  se  dio  hcencía  para  que  fuesen 
á  vivu:  donde  les  pareciese ,  y  en  su  lugar  se  avecinr 
daron  en  ella  muchos  de  los  soldados  viejos  cata- 
lanes.        • 

La  reina,  aue  en  compañía  de  su  marido  se  halló 
presente  á  todo/  hacia  instancia  por  la  partida.  Por 
esa  causa  y  por  la  muerte  de  Oto  de  Moneada,  y  de 
don  Philipe  de  Castro  y  de  otros  nobles  se  apresura- 
ron estos  conciertos  y  se  concluyeron  en  el  mes  de 
noviembre.  Detúvose  el  rey  en  Cerdeña  otros  siete 
meses ,  en  que  se  pusieron  en  orden  las  cosas ,  y  ^e 
acabaron  de  allanar  los  isleños  con  castig|ar  algunos 
culpados :  el  juez  de  Arbórea  y  Mateo  Doria  que  vol- 
vían á  intentar  ciertas  novedades ,  se  sosegaron  de 
nuevo.  Asentado  el  gobierno  de  la  isla ,  y  puesto  por 
vírey  en  ella  Olfo  Prochita,  volvió  la  armada  en  sal- 
vamento á  Barcelona.  El  ruido  y  aparato  desta  em- 
presa fue  mayor  que  el  provecho  (i)  ni  reputación 
que  se  sacó  della ;  pero  muchos  grandes  príncipes 
no  pudieron  á  las  veces  dejar  de  conformarse  con  el 
tiempo ,  ni  de  obedecer  á  la  necesidad ,  que  es  la  mas 
fuerte  arma  que  se  halla. 

CAPITULO  XX. 

De  los  alborotos  y  revueltas  de  Castilla. 

Después  que  el  rey  de  Castilla  combatió  las  villas  y 
castillos  de  don  Juan  Alonso  de  Alburquerque ,  y  le 
tomó  la  mayor  parte  dellos ,  como  quisiese  ir  á  cer- 
car á  su  hermano  don  Fadríque  que  se  hacia  fuerte 
en  el  castillo  de  Segura ,  ya  que  se  quería  partir  para 
aquella  jornada ,  envió  dende  Toledo  á  Juan  Fernan- 
dez de  Hinestrosa  á  Castilla  la  Vieja  para  que  trújese 
presa  á  la  reina  doña  Blanca ,  y  la  pusiese  á  buen  re> 
cando  en  el  alcázar  de  Toledo.  El  color ,  que  era  causa 
de  la  guerra  y  de  las  revoluciones  del  remo.  Fue  este 
mandato  riguroso  en  demasía,  y  cosa  inhumana  no 
dejar  á  una  inocente  moza  sosegar  con  sus  trabajos. 
Traída  á  Toledo ,  antes  de  apearse  fue  á  rezar  á  la 
iglesia  Mayor  con  achaque  de  cumplir  con  su  devo- 
ción :  no  quiso  dende  salir  por  pensar  defender  su 
vida  con  la  santidad  de  aquel  sagrado  templo ,  como 
si  un  loco  y  temerario  mozo  tuviera  respeto  á  ningún 
lugar  santo  y  religioso. 

El  rey  avisado  de  lo  que  pasaba ,  se  alborotó  y  eno- 
jó mucno.  Dejó  el  camino  que  llevaba,  vínose  á  la 
villa  de  Ocaña.  Hizo  que  en  lugar  de  su  hermano  don 
Fadríque  fuese  allí  elegido  por  maestre  de  Santiago 
don  Juan  de  PadUla  señor  de  Villagera ,  no  obstante 
que  era  casado;  lo  que  jamás  se  hiciera  :  el  antojo 
del  rey  pudo  mas  que  las  antiguas  costumbres  y  san- 
tas leyes.  Deste  principio  se  continuó  adelante  que 
los  maestres  fuesen  casados ,  y  se  quebraron  las  an- 
tiguas constituciones  por  amor  de  doña  María  de  Pa^ 
díTla ,  cuyo  hermano  era  el  nuevo  maestre.  Crecían 
en  el  entretanto  las  fuerzas  de  los  grandes.  Vino  de 
Sevilla  don  Juan  de  la  Cerda  para  juntarse  con  ellos. 
Todos  los  buenos  entraban  en  esta  demanda.  Cual- 

?[uíer  hombre  bien  intencionado  y  de  valor  deseaba 
avorecer  los  intentos  destos  caballeros  aliados. 

( 1 )  La  marina  de  Aragón  se  hizo  temible  á  todas  las  na- 
eiones  marítimas  del  Mediterráneo :  eo  el  combate  que  dio 
á  37  de  agosto  de  1355,  perdieron  los  genoveses  treinta  y 
tres  galeras ,  y  tuvieron  ocho  mil  hombres  muertos  y  tres 
mil  doscientos  prisioneros. 


Ji!2 


BIBLIOTECA     DE  GASPAH   T  ROÍG. 


Demás  de  sq  natural  crueldad  embravecía  al  rey  la 
mala  votontad  que  veia  en  los  grandes ,  y  la  rebellón 
de  Toledo  por  ocasión  de  amparar  la  reina ,  sobre 
todo  que  no  podía  ejecutar  su  saña  por  no  hallarse 
con  bastantes  fuerzas  para  ello.  Acudió  á  Castilla  la 
Vieja  para  juntar  gente  y  lo  demás  necesario  para  la 
guerra.  Con  esta  detominacion  se  fueá  Tordesillas, 
do  estaba  su  madre  la  reina.  Los  de  Toledo  llamaron 
al  maestre  don  Fadríque  para  valerse  del :  vino  luego 
en  su  ayuda  con  setecientos  de  á  caballo.  Los  demás 
grandes  al  tanto  acudieron  de  diversas  partes ,  y  alo- 
jados en  derredor  de  TordesiUas  tenían  al  rey  como 
cercado ,  con  intento  de  cuando  no  pudiesen  por 
ruegos,  forzarle  á  que  viniese  en  lo  que  tan  justa- 
mente le  suplicaban.  Esto  era  gue  saliese  del  mal 
estado  en  que  andaba  con  la  amistad  de  doña  Maria 
de  Padilla ,  y  la  enviase  fuera  del  reino :  que  quitase 
de  su  lado  y  del  gobierno  á  los  parientes  de  la  dicha 
doña  María ;  con  esto  que  todos  le  obedecerían  y  se 

8 asarían  á  su  servicio.  Llevó  esta  embajada  la  reina 
e  Aragón  doña  Leonor.  Valióle  para  que  no  recibie- 
se daño  el  derecho  de  las  gentes ,  ser  mujer ,  y  la 
autoridad  de  reina,  y  el  parentesco  que  con  el  rey 
tenia ;  volvió  empero  sin  alcanzar  cosa  alguna. 

Coa  esto  los  grandes  perdieron  la  esperanza  de 
que  de  su  voluntad  haría  cosa  de  las  que  le  pedían;  j 
como  la  reina  y  el  rey  su  hijo  se  saliesen  de  Tordesi- 
llas ,  dieron  la  vuelta  para  Valladolíd  y  Intentaron  de 
entrar  aquella  villa ,  mas  no  pudieron  salir  con  ello. 
Fueron  sobre  Medina  del  Campo ,  y  la  ganaron  sin 
sangre.  Acudió  á  esta  villa  el  maestre  don  Fadríque: 
ep  ella  murió  á  la  sazón  Juan  Alonso  de  Alburquerque 
con  yerbas  que  le  dio  en  un  jarabe  un  médico  roma- 
no que  le  curaba ,  llamado  Paulo ,  inducido  con  gan- 
des promesas  á  que  lo  hiciese,  por  sus  contrarios,  v 
en  ^acia  del  rey.  Este  fm  tuvo  un  caballero  como  el 
era ,  entre  los  de  aquella  era  señalado.  Alcanzó  en 
Castilla  grande  señorío,  puesto  que  era  natural  de 
Portugal ,  hijo  de  don  Alonso  de  Alburquerque ,  y 
nieto  del  rey  don  Dionis.  De  parte  de  la  madre  no 
era  tan  ilustre,  pero  ella  también  era  noble.  Privó 
primero  mucho  con  el  rev  como  el  que  ñie  su  ayo: 
detipues  ñie  del  aborrecido ,  y  acabo  sus  días  en  su 
desgracia  con  tan  buena  opinión  y  fama  acerca  de 
Us  gentes,  cuanto  la  tuvo  no  tal  en  el  tiempo  que 
con  él  estuvo  en  gracia.  Su  cuerpo  (según  que  él 
mismo  lo  mandó  en  su  testamento)  los  señores ,  como 
lo  tenían  jurado  ,  le  trajeron  embalsamado  consigo 
9¡n  darle  sepultura  hasta  tanto  que  aquella  demanda 
le  concluyese. 

Enviaron  los  nobles  de  nuevo  su  embajada  al  rey 
con  ciertos  caballeros  principales  para  ver  sí  (como 
se  decía)  le  hallaban  con  el  tiempo  mas  aplacado  y 
puesto. eñ  razón.  Lo  que  resultó  aesta  embajada,  fue 
que  concertaran  para  cierto  dia  y  hora  que  señala- 
Ton,  se  viese  el  rev  con  estos  señores  en  una  8lde(i 
cerca  de  h  ciudad  de  Toro,  lugar  á  propósito  y  sin 
apecha*  El  di9  que  tenían  aplazado ,  vinieron  a  ha- 
blarse con  cada  cmcueAta  hombres  de  á  caballo  con 
arqoas  iguales.  Llegados  en  distancia  que  $e  pudieron 
hablar,  se  recibieron  bien  con  el  término  y  mesura 

!|ue  á  cada  uno  sé  debía ;  y  los  grandes  aliados  con- 
orme  y  según  se  usa  en  Castilla  besaron  al  rey  la 
mano.  Hecno  esto .  Gutierre  de  Toledo  por  su  man- 
dado brevepiente  les  dijo :  que  era  co9a  pesada,  y 
que  el  rey  sentía  mucho ,  ver  apartados  de  su  servi- 
cio tantos  caballeros  tan  ilustres  y  de  cuenta  como 
ellos  eran ,  y  que  lo  quisiesen  quitar  la  libertad  de 
poder  ordenar  las  cosas  á  su  albedrío :  cosa  que  los 
nombres ,  mayormente  los  reyes ,  mas  precian  y  es- 
timan ,  querer  bien  y  hacer  merced  á  los  que  tienen 
por  mas  leales;  empero  que  él  les  perdonaban  culpa 
ea  que  por  ignorancia  cayeran ,  á  tal  que  despidiesen 
)a  gente  de  guerra ,  deshiciesen  el  campo  que  tenían , 
y  eq  todo  lo  al  se  sujetasen :  en  lo  que  le  suplicaba^ 


tocante  á  la  reina  doña  Blanca ,  que  haría  lo  que 
ellos  pedían ;  sino  era  que  tomaban  este  color  para 
intentar  otras  cosas  mayores. 

Los  grandes  habido  su  consejo  sobre  lo  que  el  rey 
les  propuso ,  cometieron  á  Fernando  de  Ayala  que 
respondiese  en  nombre  de  todos.  El,  habida  licencia, 
dijo  :  ttSuplícamos  á  vuestra  alteza ,  poderoso  Señor, 
»que  nos  perdonéis  el  venir  fuera  de  nuestra  costnm- 
Dore  armados  á  vuestra  presencia  :  no  nos  atreviéra- 
»mos  sí  no  fuera  con  vuestra  licencia ,  y  no  la  pídié- 
»ramos ,  sí  no  nos  compeliera  el  justo  miedo  que 
«tenemos  de  las  asechanzas  y  zalagardas  de  muchos 
Dque  nos  quieren  mal,  de  quienes  no  hay  inorencía, 
»ni  lealtad  que  esté  segura.  Por  lo  demás  todos  so- 
»mos  vuestros :  de  nos  como  de  criados  y  vasallos 
opodeis  señor  hacer  lo-  que  fuere  el  vuestro  servicio 
oy  merced.  La  suerte  de  los  reyes  es  de  tal  condición 
»que  no  pueden  hacer  cosa  buena  ni  mala  que  esté 
«secreta,  y  que  el  pueblo  no  la  juzgue  y  sepa.  Dfce- 
»se ,  y  nos  pesa  mucho  dello ,  que  la  reina  doña  Blan  • 
»ca  nuestra  señora ,  á  quien  en  nuestra  presencia 
nrecebistes  por  legítima  mujer ,  y  como  á  tai  le 
«besamos  la  mano ,  se  teme  mucho  de  doña  Maria  de 
«Padilla  que  la  quiere  destruir.  Sentimos  otrosí  en  el 
«alma  que  haya  quien  con  lisonjas  os  traiga  engaña- 
«do.  Esto  no  puede  dejar  de  dar  mucha  pena  á  los 
«que  deseamos  vuestro  servicio.  Sin  embargo  tene- 
«mos  esperanza  que  se  pondrá  presto  remedio  en 
«ello,  mayormente  cuando  con  mas  edad  y  mas  libre 
«de  afición  echéis  de  ver  y  conozcáis  la  verdad  que 
«decimos ,  y  el  engaño  de  nasta  aquí.  Cuanto  es  mas 
«dificultoso  hacer  buenos  á  los  otros  que  á  sí  mismo 
«tanto  es  cosa  mas  digna  de  ser  alabada  el  procurar 
«con  grandísimo  cuidado  de  no  admitir  en  el  pabcio, 
«ni  dar  lugar  á  que  priven  ni  tengan  mano  sino  los 
«que  fueren  mas  virtuosos  y  aprobados.  Muchos 
«príncipes  famosos  vieron  deslustrado  su  nombre  con 
«la  mala  opinión  de  su  casa.  ¿Qué  mujer  hay  en  el 
«reino  mas  noble  ni  mas  santa  que  la  reina?  ¿cuan 
«sin  vanidades  ni  escesos  en  el  trato  de  su  persona? 
«¿qué  costumbres?  ¿cuan  suave  y  agradable  condi- 
«cion  la  suya?  pues  en  apostura  y  hermosura  ¿cuál 
«hay  que  se  le  pueda  igualar?  Cuando  tal  señora  fue- 
»ra  estraña ,  cuando  nosotros  calláramos ,  era  justo 
«que  vos  la  consoláredes  y  enjugáredas  sus  continuas 
«y  dolorosas  lágrimas,  y  procurar  (sí  fuese  necesa- 
»río)  con  vuestras  gentes  y  armas  restituilla  en  su 
«antigua  dignidad ,  honra  y  estado.  Murad ,  señor, 
«no  os  dejéis  engañar  de  algunos  desordenados  gus- 
utos ,  no  cieguen  de  manera  el  entendimiento  que  se 
«caiga  en  algún  yerro  por  donde  todos  seamos  forza- 
«dos  á  llorar,  y  quedemos  perpetuamente  a  ^rentados.» 

Esto  fue  lo  que  estos  caballeros  dijeron  al  rey.  No 
se  pudo  concluir  caso  tan  grave  en  aquel  poco  tlero- 

{)0  que  allí  podian  estar  juntos :  acoraaron  que  seña- 
asen  cuatro  caballeros  de  cada  partepara  que  tratasen 
de  algunos  buenos  medios  de  paz.  Con  esto  se  acaba- 
ron las  vistas,  y  se  despidieron.  En  la  ejecución 
Euso  tanta  dilación  el  rey  que  se  entendió  nunca 
aria  cosa  buena ,  en  especial  que  dejadas  las  cosas 
en  este  estado ,  se  partió  de  Toro  para  do  tenía  su 
amiga.  La  reina  su  madre ,  que  de  aias  atrás  era  del 
mismo  parecer  que  estos  señores ,  visto  este  nuevo 
desorden ,  los  hizo  ir  á  Toro  do  ella  estaba,  y  les  en- 
tregó la  ciudad. 

Atemorizaron  al  rey  estas  nuevas  :  recelábase  ne 
se  levantase  todo  el  reino  contra  él.  Por  prevenir  y 
atajarlos  daños  volvió  á  Toro ,  y  en  su  compañía  Juan 
Fernandes  de  Hinestrosa ,  y  Samuel  Leví ,  un  judio  á 
quien  quería  mucho,  y  era  su  tesorero  mayor.  Reci- 
bióle la  reina  su  madre  con  muestras  grandes  de 
amor :  él  le  dijo  que  venia  á  ponerse  en  su  poder  y 
hacer  lo  que  ella  gustase.  Quitáronle  luego  las  per- 
sonas que  con  él  venían ,  y  puestos  en  prisión  mu- 
daron los  principales  otícios  de  la  casa  real.  A  don 


^ 


HISTORIA  bE  ESPAÑA. 


ol3 


Fadriqoe  hicieroa  camarero  mayor ,  canciller  mayor 
al  infante  don  Fernando  de  Aragón ,  á  don  Juan  de 
la  Cerda  alférez  mayor,  mayordomo  á  don  Fernando 
de  Castro ,  que  casó  entonces  con  doña  Juana  her- 
mana del  rey,  y  hija  de  doña  Leonor  de  Gazman, 
dado  que  este  matrimonio  no  fue  válido ,  y  se  apar- 
tó adelante  por  ser  los  dos  primos  segundos. 

Con  esta  demostración  de  autoridad  y  acompañalle 
de  tales  personas  se  pretendia  que  estuviese  á  mane- 
ra de  preso,  sin  dalle  lugar  que  pudiese  hablar  con 
todos  ios  que  quisiese.  Esto  hecho ,  teniendo  por 
acabada  su  demanda .  llevaron  á  enterrar  el  cuer[)0 
de  don  Juan  Alonso  ae  Alhurauerque  al  monasterio 
de  la  Espina,  que  es  de  la  óraen  del  Cistel  en  Cas- 
tilla la  vieja.  Quedara  para  siempre  manchada  la 
lealtad  y  buen  nombre  de  los  castellanos  por  forzar  y 
quitar  la  libertad  á  su  natural  rey  y  señor ,  si  el  bien 
común  del  reino ,  y  estar  él  tan  mal  quisto  y  disfa- 
mado no  los  escusara.  Permitíanle  que  saliese  á  ca- 
za :  con  esta  ocasión  y  con  grandes  promesas  que 
hizo  á  algunos  de  los  grandes ,  y  los  ¿;rajeó ,  se  nu- 
yó  á  Segovia,  en  su  compañía  Samuel  Levi ,  que 
debajo  de  fianzas  andaba  ya  suelto .  y  don  Teilo ,  á 
quien  el  rey  mostraba  amor,  y  aquel  dia  le  tocaba  la 
guarda  de  su  persona :  amistad  que  duró  pocos  dias. 

De  aquí  resultaron  otros  nuevos  y  mavores  albo- 
rotos. Los  infantes  de  Aragón  y  su  madre  la  reina 
doña  Leonor  se  fueron  á  la  villa  de  Roa ,  que  el  rey 
se  la  dio  á  su  tía  los  mismos  dias  que  estuvo  en  "Foro 
detenido.  Don  Juan  de  la  Cerda  se  partió  á  Segovia 

Sara  estar  con  el  rey;  don  Fadrique  ¿Tala  vera  donde 
ejara  sus  gentes,  don  Fernando  de  Castro  se  volvió 
á  Galicia  con  su  mujer  que  llevó  en  su  compañía,  don 
Tello  á  Vizcaya;  don  Enrique,  y  Ja  reina  madre  se 
quedaron  en  Toro  para  defender  la  ciudsd.  Estas 
cosas  acaecieron  en  el  fin  del  año.  En  el  principio 
del  siguiente  que  se  contó  i  35JS ,  se  hicieron  cortes 
en  Burgos,  en  que  se  hallaron  los  infantes  de  Ara- 
gón. El  rey  se  quejó  al  reino  del  atrevimiento  é  inso< 
lencia  de  los  grandes :  pidió  que  le  ayudasen  para 
juntar  un  ejército  con  que  ios  castigar,  que  no  sola- 
mente cometieron  delito  contra  él,  sino  en  su  perso- 
na: tenían  eso  mismo  ofendido  y  agraviado  á  todo  el 
reino;  que  era  justo  se  véngasela  injuria  hecha  á 
todos  con  las  armas  de  todos:  concedióle  el  reino  un 
servicio  estraordlnario  de  dinero  para  pagar  parte 
de  la  gente  de  guerra. 

Mientras  estas  cosas  pasaban  en  Castilla  el  rey  de 
Navarra  mateen  Francia  al  condestable  don  Juan  de 
la  Cerda  hijo  menor  del  infante  don  Alonso  el  Deshe- 
redado. Parecióle  al  rey  de  Francia  este  hecho  muy 
atroz :  sintió  mucho  que  hobiesen  malamente  y  con 
asechanzas  muerto  un  tal  personaje  que  era  muy 
valeroso  y  su  condestable,  y  á  quien  él  quería  mu- 
cho y  le  trataba  familiarmente  desde  su  niñez.  La 
ocasión  de  su  muerte  fue  que  el  rey  le  hizo  merced 
del  condado  de  Angulema,  al  cual  el  rey  ile  Navarra 
decía  tener  derecho.  Pretendia  otrosí  el  rey  de  Fran- 
cia los  condados  de  Campaña  y  de  Bria:  alegaba  para 
esto  que  fueron  de  su  padre.  No  quiso  el  rey  dárse- 
los :  por  esto  se  enojó  grandemente  y  quebró  su  ira 
con  el  condestable.  Envió  una  noche  secretamente 
unos  caballeros  suyes ,  que  escalaron  la  fortaleza 
llamada  de  Aigle  ó  del  Águila  en  Normandía,  en  que 
se  hallaba  el  condestable  descuidado  en  su  lecho: 
allí  le  mataron  en  ocho  dias  del  mes  de  enero.  Fros- 
sarte  historiador  francés  concuerda  en  el  dia ,  mas 
quita  dos  años  de  nuestra  cuenta. 

Publicada  esta  muerte,  el  rey  de  Francia  no  salió 
en  público ,  ni  se  dejó  hablar  por  espacio  de  cuatro 
rías.  Hizose  pesquiza ,  y  fue  citado  el  rey  de  Navar- 
ra :  pidió  en  rehenes  para  su  seguridad  á  Luis  hijo 
del  rey;  pareció  demasías  lo  que  pedia,  pero  en  hn 
vinieron  en  ello:  con  tauto  fue  á  París  a  responder 
por  si  en  juicio.  Alegaba  que  le  pretendia  el  condes- 


table matar :  no  se  probaba  este  descargo  bastante- 
mente ;  mandóle  el  rey  prender,  y  por  ruegos  é  im- 
f^ortunaciones  de  su  mujer  y  de  su  hermana  viuda 
e  perdonó ,  si  bien  se  entendía  por  su  condición  fe- 
roz no  permanecería  en  la  fe  y  lealtad  mucho  tiempo, 
como  en  breve  se  esperimentó.  Pidió  el  rey  de  Frao* 
cía  al  reino  que  le  sirviesen  con  dineros  para  hacer 
guerra  á  los  ingleses :  contradíjolu  el  Navarro:  inju- 
ria que  sintió  grandemente  aquel  rey  como  era  razón, 
y  la  guardó  y  quedó  bien  arraigada  en  su  ofendido 
pecho  para  vomitarla  á  su  tiempo. 

Dijese  arriba  como  don  Pedro  infante  de  Portugal 
tenia  de  muchos  dias  atrás  amistad  y  trato  con  doña 
Inés  de  Castro:  con  esta  misma  el  ano  pasado  se  casó 
clandestinamente  con  mengua  de  la  mageslad  real: 
para  quitar  esta  mancha  y  reducir  y  sanar  á  su  hijo 
la  hizo  matar  el  rey  en  la  ciudad  de  Coimbra.  Era 
cosa  injusta  castigar  la  deshonestidad  y  culpa  del 
hijo  con  la  muerte  de  la  amiga ,  en  especial  que  le 
pariera  cuatro  hijos,  es  á  saber  don  Alonso,  que  mu- 
rió niño,  don  Juan  y  donDíonis  y  doña  Beatriz.  Luis 
rey  de  Sicilia  falleció  por  el  mes  de  julio  en  la  ciudad 
de  Catania:  sucedióle  su  hermano  don  Fadrique, 
Simple  de  nombre,  y  en  la  edad,  costumbres  y  en- 
tendimiento. El  reinado  de  estos  dos  reyes  herma- 
nos fue  trabajado  de  tempestades,  guerras  extranje- 
ras y  civiles :  camino  que  se  abrió  ai  rey  de  Aragón 
para  volverse  á  hacer  señor  de  aquella  isla.  Pero  de- 
jemos este  cuento  por  ahora ,  y  volvamos  á  lo  que  se 
nos  queda  atrás. 

CAPITULO  XXI. 
De  muchas  muertes  que  se  hicicroo  en  Castilla. 

DESPEomAS  las  cortes  de  Burgos ,  el  rey  se  fue  á 
Medina  del  Campo.  Allí  por  su  mandado  fueron  muer- 
tos dos  caballeros  de  los  mas  principales,  el  uno  Pero 
Huiz  de  Villegas,  adelantado  mayor  de  Castilla,  el 
otro  Sancho  Ruiz  de  Rojas;  mandó  otrosí  prender  al- 
gunos otros.  A  Juan  Fernandez  de  Hínestrosa  sol- 
taron los  de  Toro  debajo  de  pleitesía  de  volver  á  la 
prisión ,  sino  aplacase  y  desenojase  al  rey ,  mas  no 
cumplió  su  promesa.  Don  Enrique  y  don  Fadrique^ 
juntadas  sus  gentes  en  Talavera ,  se  fueron  á  encas- 
tillar en  la  ciudad  de  To!edo  para  prevenir  los  intentos 
del  rey.  Pasado  el  rio,  quisieron  entrar  por  el  puente 
de  San  Martin ;  mas  como  les  resistiesen  la  entrada 
algunos  caballeros  de  la  ciudad,  dieron  vuelta  por 
encima  de  los  montes  de  que  casi  toda  alrededor  está 
cercada,  y  llegados  á  la  otra  parte  de  la  ciudad ,  en- 
traron por  el  puente  que  llaman  de  Alcántara.  Hizose 
gran  matanza  en  los  judíos,  y  les  robaron  las  tiendas* 
de  mercería  que  teman  en  el  Alcana:  fueron  mas  de 
mil  judíos  los  que  mataron ,  lo  cual  no  se  hizo  sin 
nota  y  murmuración  de  muchos  á  quien  tau  grande 
desconcierto  parecía  muy  mal. 

Avisado  el  rey  del  peligro  en  que  la  ciudad  estaba, 
vino  á  grande  priesa  antes  que  se  pudiesen  fortificar 
los  contrarios  en  una  plaza  de  suyo  tan  fuerte.  Con 
su  llegada  los  hermanos  fueron  forzados  á  desampa- 
rarla con  presteza:  cosa  que  les  valió  no  menos  que 
las  vidas.  £1  rey  vengó  su  enojo  en  los  ciudadanos, 
mató  algunos  caballeros,  y  del  pueblo  mandó  matar 
veinte  y  dos.  Entre  estos  condenados  era  un  platero 
viejo  de  ochenta  años:  un  hijo  que  teaia  de  diez  y 
ocho ,  se  ofreció  de  su  voluntad  á  que  le  matasen  á  él 
en  cambio  de  su  padre.  Ebrey  en  lugar  de  perdonalle, 
que  al  parecer  de  todos  lo  merecía  muy  bien  por  su 
rara  y  escelente  piedad ,  le  otorgó  el  trueco  y  fue 
muerto:  horrendo  espectáculo  para  el  pueblo,  y  mi- 
sericordia mezclada  con  tanta  crueldad.  Los  nombres 
de  padre  y  hiío  no  se  saben  por  descuido  de  los  his- 
toriadores, el  caso  es  muy  cierto.  Hizo  otrosí  el  rey 
prender  al  obispo  de  Sigüenza  don  Pedro  Gómez  Bar- 
roso, varón  insigne  entre  los  de  aquel  tiempo  y  gran 


su 


BtBI.IOTEU  DE 

iurísla:  la  causa,  que  favoreciu  á  sus  cíududanoí  y  á 


dofta  Blanca  ,  qu«  envió  el  re*  presa  d  la 
fortaleza  de  Sigüenza. 

AsenU'taa  las  cosas  de  Toledo,  restaba  reducirá 
tu  servicio  las  demis  ciudades.  Los  de  Cuenca  por 
estarmas  conformes  entre  si  cerraron  las  puertas  al 
rey :  do  se  atrevid  i  usar  de  violencia  por  ser  aquella 
ciudad  mu;  fuerte.  Criábase  entonces  en  ella  don 
Sancbo,  hermano  del  rey ,  y  aunque  ae  librú  deste 
peligro  presente, .pocos  días  después  Al*ar  Garcii  de 
Albornoz,  hermano  del  cardenal  don  Gil  deAlboruoi, 

SQB  le  tenia  en  guarda ,  le  escapa  y  llevú  á  Aragón, 
úsose  cerco  á  la  ciudad  de  Turo ,  en  que  estaba  la 
reina  madre,  den  Enrique  y  don  Fadrique,  don  Per 
Estcvanez  Carpintero  que  se  llamaba  muestre  de 
Calalran ,  y  todos  laa  fuerzas  de  los  caballeros  de  la 
lien.  Durante  el  cerco  que  fue  largo  asaz  ,  en  Torde- 
silias  doña  Haria  de  Padilla  poriú  una  bija  que  fue  la 
tercera ,  y  se  llamú  doña  Isabel.  Don  Juan  de  Padilla 
su  hermano  maestre  de  Santiago  fae  muerto  en  un 
rencuentro  que  tUTO  entre  Tarancon  ;  Uclés :  cau- 
sóle la  muerte  la  lionra  y  estado  en  que  el  rey  le  puso; 
venciéronle  don  Gómalo  Hejia  comendador  mayor 
de  (astilla  y  Gómez  Carrillo,  que  favoreciaD  y  tenían 
la  parte  de  don  Fadrique.  El  rey  con  la  edad  hecho 
mas  prudente  no  quiso  qne  se  proveyese  el  maestraz- 
go por  dejar  la  puerta  abierta  para  que  su  hermano 
le  redujese  á  su  serricio. 


Haatill  de  don  Pedia  I  de  CiiUll*. 

El  pipa  Inocencio  por  estos  días  envií  al  cardenal 
de  Boloña  para  que  pusiese  en  paz  al  rey  y  á  estos 
grandes.  Las  cosas  estaban  tao  enconadas  que  no 
pudo  efectuar  nada^  solaniente alcanzó  que  saltasen 
(te  la  prisión  al  obispo  don  Pedro  Gómez  Barroso. 
Don  Enrique  de  Toro  se  huy<3  á  Galicia,  y  escapó  del 
peligro  que  le  amenazaba  y  corría:  aunque  era  mozo 
tenia  sagacidad  y  cordura,  de  que  dio  bastantes 
maestras  en  todas  las  gunras  en  que  anduvo.  Don 
Fadrique,  habida  seguridad,  salió  de  la  ciudad  y  so 
fue  al  rey.  Finalmente  en  cinco  de  enero  del  año 
de  t3B6  un  cierto  ciudadano  dio  al  rey  entrada  por 
una  puerta  que  él  guardaba.  Apoderado  de  la  ciudad 
hito  matar  á  don  Per  Estevanez  Carpintero  y  Rui 
González  de  Castañeday  otros  caballeros  priucipales: 
matáronlos  en  presencia  de  la  reina  madre,  que  se 
cayó  en  el  suelo  desmaradade  espanto  y  horror  de  un 
cspectículo  tan  terrible.  Vuelta  en  su  acuerdo,  con 
muchas  voces  maldijo  á  su  bijo  el  rey,  y  desde  á  po- 
co^ días  (1)  con  su  licenciase  fue  á  Portugal,  don- 
de no  miró  mas  por  la  honestidad  que  antes.  Nio- 
«una  cosa  se  encubre  en  lugares  tan  altos :  como 
trat«M  amores  con  don  Martin  Tello,  caballero  por- 
tugués, fue  muerta  con  yerbas  por  mandado  del 
rey  de  Portugal  su  hermano.  Algunos  afirman  que 
I*  hiio  matar  su  padre  el  rey  don  Alonso  el  Cuar- 
to ,  ca  por  lidedignos  testímoDÍog  pretenden  probar 


vivid  hasta  el  año  de  mil  y  trescientos  y  sesenta  f 
uno:  otros  mas  acertadostfícen  que  el  dicho  rey  mu- 
rió el  año  de  cincuenta  v  siete. 
El  rey  de  Castilla  se  íue  d  Tordesülas,  y  allí  hizo 
1  torneo  en  señal  de  regocijo  porlas  cosas  qne  aca- 
bara. El  lugar  y  el  dia  mas  prometian  placer  y  con- 
tento que  miedo;  no  obstante  esto,  el  rey  otra  dia 
de  maBana  hizo  matar  i  dos  escuderos  de  la  guarda 
de  doD  Fr.drique.  Cuando  él  lo  snpo,  tuvo  f(rande  te- 
mor no  hiciese  otro  tanto  con  él ,  mas  esta  vez  no 
pusieron  en  él  lasmanos.  Este  año  tembló  en  muchu 
partes  la  tierra  con  grande  daño  de  las  ciudades  roe- 
rilimas:  cayeron  las  manzanas  de  hierro  qne  estaban 
en  lo  alto  de  la  Ierre  de  Sevilla,  y  en  Lisboa  deiribó 
este  terremoto  la  capilla  mayor  que  pocos  días  antes 
se  acabara  delabrarpor  mandado  del  rey  don  Alonso. 
Algunos  pronosticaban  por  estas  señales ^ndec  ma- 
les que  sucederían  en  España  :  pronósticos  que  sa- 
lieron vanos,  pues  el  reinado  deírey  de  Castilla  y  él 
en  sns  maldades  continuaron  por  muchos  años  ade- 
lante; el  pueblo  por  lo  menos  hizo  muchas  proce- 
siones y  plegaria»  para  nplacar  la  ira  de  Dios. 

Tomaoa  la  ciudad  de  Toro ,  el  conde  don  Enrique 
por  caminossecretos  y  escondidos  se  huyó  d  Vizcaya, 
do  su  hermano  don  Tello  con  la  gente  y  aspereza  de 
]b  tierra  conservaba  lo  que  quedaba  da  su  pardtli- 
dad ,  ca  venció  en  dos  batallas  ciertos  capitanes  inie 
tenían  la  voz  del  rey.  Desde  alli  don  Enrique  se  lúe 
en  un  navio  ala  Elochella,  ciudad  de  Jantoisne  en 
Prancia,  para  estará  la  mira  y  esperaren  qué  para- 
rían los  humores  que  removidos  andaban.  A  esta  sa- 
zón el  rey  de  Navarra  en  un  convite  á  que  le  convidó 
en  Rúan  Carlos  el  Delfin  y  duque  de  Nonnandia  fne 
preso  por  el  rey  de  Francia  que  de  repente  sobrevi- 
no, y  le  compelió  áque  desde  la  prisión  respondiese 
i  ciertos  cargos  que  se  le  hacían:  el  principal  era  de 
traición  ,  porque  favorecía  á  los  int^leses  contra  lo 
que  era  obligado  como  principe  por  muchas  vías  y 
títulos  sujeto  á  la  corona  de  Francia.  Dcsta  manera 
se  velan  en  aquel  reino  divididas  las  aficiones  de 
los  españoles  que  en  él  residían ;  don  Enrique  tiraba 
gajes  del  rey  de  Francia ,  don  Philípe  hermano  del 
reí[  de  Navarra  llamaba  los  ingleses  i  Normandia ,  y 
se  juntó  con  ellos.  Lo  mismo  hizo  el  conde  de  Foi 
enojado  por  la  injuria  y  agravio  hecho  al  rey  su  cu- 
nado. Asi  en  un  mismo  tiempo  en  Españay  en  Fran- 
cia se  temían  mucha  novedades  y  nuevas  y  temero- 
sas guerras. 

LIBRO   DECIMOSÉPTIMO. 

CAPITULO  I. 
Del  principio  de  la  gnerra  de  Aragon- 

lInA  guerra  entre  dos  reinos  j  reyes  veeinw  y 
aliados,  y  aun  de  muchas  maneras  trabados  ctm  dea- 
do,  el  de  Castilla  y  el  de  Aragón,  contará  el  libro 
diez  y  siete :  guerra  cruel ,  implacable  y  sangrienta, 
que  fue  perjudicial  y  acarred  la  muerte  i  muchos 
señalados  varones ,  y  últimamente  al  mismo  qne  la 
movió  y  la  díó  principio,  con  que  se  abrió  el  camino, 
y  se  did  lugar'á  un  nuevo  linaje  y  descendencia  de 
reyes ;  y  con  él  una  nueva  luz  ahimbró  al  mundo,  y 
la  deseada  paz  se  mostró  dichosamente  á  la  tiem. 
Pdneme  horror  y  miedo  la  memoria  de  tan  graves 
males  como  padecimos.  Entorpécese  la  pluma,  y  do 
se  atreve  ni  acierta  d  dar  principio  al  cuento  de  las 
cosas  que  adelante  sucedieron.  Embázame  la  mocha 
sangre  que  sin  propósito  se  derremd  por  estos  tiem- 
pos. Dése  este  perdón  y  licencia  d  esta  narración, 
concédasele  que  sin  pesadumbre  se  lea :  dése  á  los 
quetemerariamenle  perecieron,  y  no  menos  á  los 
que  como  locos  y  sandios  se  arrojaron  A  tomarlas 
armas  y  con  eltaa  satisfacerse.  Ira  de  Dios  fneren 


HISTORIA 

estos  desconciertos ,  y  ua  furor  que  se  derramó  por 
tas  tierras 

Las  causas  de  las  guerras,  mirada  cada  una  por 
sí ,  fueron  pequeñas ,  mas  de  todas  juntas  como  de 
arroyos  pequeños  se  liizo  un  rio  caudal,  y  una  grande 
avenida  y  creciente  de  saña  y  de  enojos.  Cada  cual 
de  ios  dos  reyes  era  de  ardiente  corazón  y  que  do 
sufría  demasías,  en  las  condiciones  y  aspereza  se- 
mejables,  bien  que  eide  Castilla  por  la  edad,  que 
era  menor  y  mas  ferviente,  se  aventajaba  en  esto,  y 
en  rigor,  severidad  y  tiereza.  Querellábase  el  Arago- 
nés que  sus  hermanos  tuviesen  en  Castilla  guarida, 
y  hallasen  en  ella  ayuda  para  alborotalle  su  reino. 
Senlia  asimismo  que  don  Fernando  su  hermano  con 
color  de  asegurar  al  de  Castilla  que  le  seria  leal ,  en 
hecho  de  verdad  por  darle  á  él  molestia  hobiese 
puesto  guarnición  de  castellanos  en  las  sus  fortalezas 
de  AlicaQte  y  de  Orihuela.  Por  el  contrarío  el  rey  de 
Castilla  se  quejaba  jue  las  galeras  de  Aragón  á  la 
boca  de  Guadalquivir  tomaron  ciertas  naves  que  en 
tiempo  de  necesidad  venían  cargadas  de  trigo ,  de 
que  resultó  mayor  hambre  y  carestía.  Quejábase 
otrosí  que  Jos  foragidos  de  Castilla  eraii  recebidos  y 
amparados  en  Atagon:que  los  caballeros  aragoneses 
de  Calatravay  de  Santiago  no  querían  obedecerá  sus 
maestres  que  eran  de  Castilla;  en  lodo  lo  cual  pre- 
tendía ern  agraviado,  y  decia  quería  tomar  de  todo 
emienda  con  las  armas. 

A  estos  cargos  y  causas  de  romper  la  guerra  se 
allegó  otra  nueva ,  y  fue  en  esta  manera.  El  rey  de 
Castilla  apaciguado  que  hobo  las  alteraciones  de  Cas- 
tilla la  Vieja ,  y  dada  orden  en  las  demás  cosas ,  en- 
trado ya  el  verano  partió  á  la  Andalucía  para  acabar 
de  sosegar  á  Sevilla  y  los  demás  pueblos  de  aquella 
comarca.  En  Sevilla,  fatigado  con  los  cuidados  y  ne- 
gocios, para  tomar  un  poco  de  alivio  determino  irse 
á  las  Almadrabas  en  que  se  pescan  los  atunes ,  que 
es  una  vistosa  pesca  y  muy  gruesa  granjeria.  Hizo 
aprestar  una  galera ,  y  en  ella  se  fue  dosdc  Sevilla  á 
SÁniúcar  de  barrameda.  Sucedió  estar  surgidas  en 
aquel  puerto  dos  naves  gruesas.  Acaso  diez  galeras 
de  Aragón  que  iban  en  favor  de  Francia  contra  lo^ 
ingleses  sus  capitales  enemigos,  salidas  del  estrecho 
de  Gibraitar,  costeaban  aquellas  riberas  del  mar 
Océano.  £1  capitán  de  las  galeras  que  se  llamaba 
Francisco  Perellos,  por  codicia  de  la  presa  acometió 
y  tomó  aquellas  dos  naves  delante  los  ojos  del  mismo 
rev.  Pareció  este  un  desacato  insufrible.  Encarecían- 
lelos  cortesanos  en  grande  maúera,  como  gente  que 
deseaba  se  encendiese  alguna  guerra  con  que  pen- 
saban acrecentar  sus  haciendas,  y  ser  mas  estima- 
dos y  honrados  que  en  tiempo  de  paz ,  cuando  por 
no  ser  tan  necesarios  los  estimaban  en  menos:  tal 
es  la  condición  de  soldados  y  palaciagos. 

Fue  Gutierre  de  Toledo  á  reñir  esta  pendencia,  y 
agraviarse  del  atrevimiento  y  demasía ;  mas  el  capi- 
tán aragonés,  como  quier  que  era  hombre  determi- 
nado y  feroz ,  sin  hacer  caso  de  las  amenazas  y  fieros 
dio  por  final  respuesta  :  que  aquellas  mercadurías 
erandeginoveses,  y  que  por  derecho  de  la  guerra 
las  podia  tomar  por  estar  con  ellos  á  la  sazón  rompida 
en  la  isla  de  Cerdcña  por  grande  deslealtad  de  Mateo 
Doria  ginovés  de  nación.  Vista  esta  respuesta  tan 
resoluta,  el  rey  de  Castilla  envió  al  rey  ele  Aragón 
una  embajada  con  Gil  Velazquez  de  Segovía  uno  de 
sus  alcaldes.  Mandóle  representase  las  quejas  arriba 
referidas.  Que  mandase  restituir  los  navios  que  sus 
galeras  tomaron  á  tuerto:  demás  que  le  entregase  al 
capitán  dellas  para  castígalie  conforme  á  su  temeri- 
dad y  locura. 

Aprestaba  á  la  sazón  el  de  Aragón  en  Barcelona 
una  armada  para  pasar  en  Cerdeña  contra  los  rebel- 
des de  aquella  isla.  Fuéle  por  esta  causa  enojosa  In 
demanda  de  Castilla;  respondió  empero  con  blandu- 
ra y  humildad:  que  él  contentaría  al  rey  de  Castilla, 


DE  ESPA.ÑA.  ^1^ 

.  satisfaría  los  agravios  que  lo  proponía ,  y  echaría  de 
I  Ara^'on  los  castellanos  fonii^idos ;  asimismo ,  que 
vuelto  el  capitán ,  le  castigaría  Süguu  su  culpa  me- 
reciese: en  lo  que  tocaba á  los  caballeros  de  Santiago 
y  de  Calatrava,  dijo  no  pertenecía  á  su  jurisdicción 
aquel  pleito  por  ser  personas  religiosas,  y  á  él  sería 
mal  coutido ,  si  en  sus  cosas  se  empachaba :  que  so 
podría  tratar  con  el  sumo  pontífice  como  causa  y  ue- 
gocio  eclesiástico,  y  lo  que  se  determinase  él  mismo 
lo  tendría  por  bueno  y  pasaría  por  ello.  No  se  satisfizo 
nada  Gil   Velazquez  con  esUi  respuesta ,  antes  de 
parle  de  su  rey  le  desafió  y  denunció  la  guerra.  R»3- 
pUcó  el  rey  de  Aragón  :  no  me  parece  que  esta  es 
bastante  causa  para  romper  la  guerra  entre  dos  reyes 
amigos  y  cunfederados ;  mas  yo  lo  dejo  al  juicio  de 
Dios,  que  no  permitirá  pase  sin  castigo  y  emienda 
cualquier  insolencia:  yo  no  comenzaré  la  guerra, 
pero  con  la  ayuda  divina,  si  me  la  dieren,  ni  la  rehu- 
saré  ni  la  temo. 

Destos  principios  se  vino  á  las  manos.  Residían  en 
Sevilla  muchos  mercaderes  catalanes :  todos  en  un 
punto  fueron  presos  y  confiscados  sus  bienes.  Hicie- 
ron en  ambos  reinos  levas  de  gentes  y  los  demás 
apercibimientos:  acudieron  asimismo  á  procurar  so- 
corros de  príncipes  extranjeros;  en  particular  don 
Luís  hermano  del  rey  de  Navarra,  que  luego  que  en 
Francia  prendieron  al  rey  su  hermano ,  se  volvió  á 
España  para  proveer  á  lo  de  acá ,  requ árido  por  en- 
trambas partes  que  se  juntase  con  ellos ,  no  quiso 
declararse  por  la  una  parte  ni  por  la  otra ,  sino  como 
sagaz  entretenellos  con  buenas  esperanzas  y  estar 
á  la  mira,  dado  que  de  secreto  mns  se  inclinaba  al 
de  Aragón  como  á  mas  amigo  y  deudo.  Hízose  por  un 
mismo  tiempo  entrada  por  tres  partes  en  el  reino  de 
Valencia.  Don  Hernando  de  Aragón  pretendía  levan- 
tar los  de  aquel  reino,  por  la  parte  que  en  él  tenia,  y 
por  la  memoría  de  las  revoluciones  pasadas,  cosa  en 
que  mas  confiaba  que  en  las  armas ;  mas  no  halló  la 
entrada  que  él  pensaba ,  ca  estaban  escarmentados 
por  causa  de  los  male.4  y  castigos  pasados.  Desta  ma- 
nera se  entretenía  la  guerra ,  y  continuaba  en  los 
postreros  del  mes  de  agosto  con  daño  notable  de  los 
campos  y  aldeas  de  aquella  frontera. 

En  estos  mismos  días  se  dio  en  Francia  la  famosa 
batalla  de  Potiers,  memorable  por  la  matanza  que  de 
franceses  se  hizo  muy  grande  por  mucho  menor  nú- 
mero de  ingleses:  con  que  las  tuerzas  de  aquel  pode- 
roso reino  quedaron  de  todo  punto  quebrantadas.  El 
mismo  rey  de  Francia  fue  preso  y  Phílipe  el  menor 
de  sus  hijos :  murieron  en  el  campo  Pedro  duque  de 
Borbon  padre  de  la  reina  doña  Blanca,  Gualter  con- 
destable de  Francia ,  Roberto  señor  de  Durazo  y 
pariente  del  cardenal  de  Perigueux,  que  enviado  par 
legado  del  papa  Inocencio  para  concertar  aquellas 
gentes  y  asentar  las  paces,  se  halló  en  aquella  bata- 
lla, sin  otros  muchos  personajes  de  cuenta  que  allí 
perecieron.  Sucedió  aquella  desgraciada  batallad 
diez  y  nueve  días  del  mes  de  setiembre  des  te  año 
de  \  350.  Desta  jornada  resultaron  dos  cosas  notables, 
y  á  propósito  de  nuestra  historia.  La  una ,  que  por 
orden  ae  algunos  vasallos  suyos  el  rey  de  Navarra  se 
soltó  de  la  prisión  en  que  le  tenían,  y  hallada  entrada 
en  París,  se  hizo  capitán  de  muchos  sediciosos  ,  y 
alborotó  el  pueblo  para  que  no  acudiesen  al  Dclfin 
que  prctenaia  buscar  socorros  y  allegar  dineros  para 
libertar  al  rey  su  padre,  no  sin  grande  ofensión  do 
aquella  gente. 

Con  esta  ocasión  el  Navarro  en  una  junta  que  so 
tuvo  en  París ,  se  querelló  póblicamente  del  agravio 
y  afrenta  pasada.  Dijo  que  su  derecho  que  tenia  á  la 
corona  de  Francia  era  mejor  que  el  ae  los  que  la 
pretendían  por  las  armas,  por  ser  como  era  nieto  del 
rey  Luis  Hutín,  hijo  de  su  hija,  como  el  Inglés  fuese 
hijo  de  madama  Isabel  hermana  del  mismo.  No  hay 
duda  sino  que  el  Navarro  tramaba  una  nueva  tela  de 


S16  BIBLIOTECA    DE 

discordias ,  si  £us  Tuerzas  Tueren  igusks  d  su  vdIud- 
tadyinimorenlin  hizo  tanto  que  le  fueron  restilui- 
dos  sus  bienes ,  y  i  los  pueblos  y  estado  que  hercdú 
de  su  padre ,  le  añadieron  el  señorío  de  Hascon  y  de 
IIÍDorra ;  uo  pudo  empero  alcanzar  por  mas  que  an- 
daban revuelUa  jus  cosas,  que  le  entregasen  d  Bria, 
Campaña  y  Borgoüa ,  estados  d  que  pretendía  tener 
derecho. 

Sucediú  a^imisnio  que  don  Enrique  conde  de  Tras- 
taman  después  desta  batalla ,  ea  que  se  hallú  y  salió 
salvo ,  se  vino  al  rey  de  Aragón  convidado  cou  gran- 
des promesas  que  le  hizo.  Esta  fue  la  primera  puerta 
que  se  le  abrió ,  y  el  primer  escalón  para  venir  des- 
pués á  ser  rey  de  Castilla :  este  el  prindpio  de  su 
prosperidad.  La  suma  de  las  capitulaciones  de  los 
dos  lúe:  que  don  Enrique  se  desnaturalizase  de  Cas- 
lilla,  y  liicíesepleitohomenajede  ser  perpetuamente 


tuvo  el  infunte  don  Fernando  de  Aragón  :  que  el  rey 
le  diese  sueldo  paro  seiscientos  hombres  de  á  caba- 
llo y  otrtM  tantos  inrautes  que  anduviesen  debajo  de 
£u  peudoD  y  bandera. 
Eulrado  el  año  de  nuestra  salvación  de  i3S7,  con 


CJtEPAn    T   ROIG. 

varios  sucesos  se  hacia  la  guerra  en  las  Trotiteras  ile 
Castilla  y  Araron.  Tomaron  los  aragoneses  d  Alican- 
te y  los  castellanos  d  Embite  y  á  Bordalua.  Los  prin- 
cipales capitanes  del  rey  de  Aragón  eran  el  conoe  de 
Traslaniara  dou  Enrique ,  don  Pedro  de  Eierica  y  el 
conde  don  Lope  Fernandez  do  Luna  ;  por  el  rey  de 
Casulla  don  Fadrique  maestre  de  Santiago,  los  do* 
hiTmanOB  infantes  de  Aragón,  y  don  Juan  de  la  Cer- 
da. Servían  sus  capitanes  con  mayor  tidehdad  al  rey 
de  Aragón  que  los  suyos  al  de  Castilla:  los  unos 
constautes  y  Ürmes.  y  estntros  dudosos  y  como  á  li 
mira  de  lo  que  rf sullaria  destas  cuerraa;  especial- 
mente oue  en  general  aborrecian  Tas  raaldadet  y  as- 
pereza de  contoion  de  surey.  Asi  al  cabo  el  de  Ara- 
gón con  su  buena  industria  y  maña,  de  que  hallo 
que  en  esta  guerra  se  valió  mis  que  de  sus  fuerzas, 
los  vino  d  traer  todos  d  su  servicio  y  á  teoerlos  de  su 
parle. 

Don  Juan  de  la  Cerda  y  Alvar  Pérez  de  Guzdmq 
fueron  los  primerus  que  se  apartaron  del  servicio  del 
rey  de  Castillu;  que  todavia  tenían  preséntela  muer- 
te de  BU  suegro  don  Alonso  Coronel  señor  de  AguiUr 
á  quieu  el  rey  hizo  malar ,  y  ellos  emú  casados  cud 
dona  U aria  y  dona  AMonzaaus  bijaa.  Teaian  otros 


■liedo  que  el  rey  que  con  una  desenfrenada  lujuria 
babia  puesto  los  ojos  en  doña  Aldonza,  ae  la  quena 
tomará  su  marido  Alvar  Pérez:  asi  por  ventura  fue- 
ron dos  las  causas  que  compelieron  a  estos  caballeros 
d  apañarse  del  servicio  de  su  rey,  y  á  que  de  Serón 
de  donde  hacían  la  guerra  en  la  raya  de  Aragón  j  se 
pasasendlaAndalucia,  en  que  tenían  muchos  parien- 
tes y  amigos  y  grande  eslodo.  Pretendían  con  su  au- 
toridad y  presencia  levantar  y  alborotar  oquella  pro- 
vincia, como  lo  comenzaron  d  poner  por  obra;  puesto 
que  era  grande couCanza  y  osadía,  masaina  icmcri- 
dad,  atreverse  i  mover  guerra  civil  en  el  medio  y 
cursioD  de  uu  reino  tan  poderoso. 


A  esla  sazón  el  rey  de  Castilla  con  todo  su  ejércilo 

tenia  sitiado  un  castillo  de  AraBonjunto  i  la  r»yid* 
CaslillB,qno  se  dice  Tebal,  ú  Sisainon  como  otros 
dicen.  Allí  tuvo  nueva  como  estos  caballeros,  desaai- 
paredo  Serón,  se  iban  al  Andalucía  :  fue  luego  en 
pos  dellos.  Sigulúlos  algún  tanto,  mas  no  los  pudo 
alcanzar ,  que  se  fueron  como  si  huyeran  por  Upo- 
la.  Volvióse  d  encender  la  guerra  con  mayor  fura 
quede  primero.  Tomó  el  rey  de  Castilla  algunos  pue- 
blos de  poca  importancia:  cou  el  mismo  ímpetu  fae 
sobre  Tarazona,  ciudad  principal,  que  eati  cerca  de 
Navarra  ;  ganóla  y  entróla  por  la  fuerza  en  noevede 
marzo.  Los  ciudadanos  perdida  la  parle  alta  de  n 


HISTIMU 

ciudoit  oue  era  la  roas  fuerte  delta ,  se  dierou  i  par- 
tido, lalTas  las  vidas  j  hacienda :  mí  los  dejaron  ir 
libremenle  á  Tudela.  Oljose  que  esia  ciadad  ta  per- 
dieron kn  aragODesea  por  culpa  del  alcaide  Miguel 
de  Gurrea,  que  la  pudiera  austeatar  macho  mas 
tiempo,  ai  tuviera  major  corazón  rmaasuIrimieDta; 
asi  por  eniender  que  no  podria  descargarse  j  salia- 
facerbaataotementei  su  rey,  se  pagó  con  su  ctraf 
bmilia  al  reino  de  Nafarra.  Pobló  el  ny  la  ciudad  de 
soldados  caatcllanoa,  j  aTecindjios  en  ella;  repar- 
tiúiosaus casas,  campos  7  heredades. 

El  rey  de  Aragón  después  que  perdió  esta  ciudad, 
no  se  tenia  por  seguro  dentro  de  los  mis  moa  muros 


DK  üstá^h.  517 

de  Zaragoza.  Por  esta  causa  con  majorinaiay  cui- 
dadoque  de  antes,  procuró  nueroa  socorros  y  ayudas 
de  eitraojeros  ;  mayormente  que  en  esta  sazou  don 
Joan  de  la  Cerda  en  el  Andalucía  fue  muerto  y  des- 
baratado por  el  concejo  de  Se*illa(<),  de  cuyas  gen- 
tes fueron  capitanes  en  aquella  batalla  Juan  Ponce 
de  León  señor  de  Marcliena,  y  el  almirante  Gil  Bo- 
canegra.  Vino  de  Francia  en  servicio  del  rey  de  Ara- 
gón el  conde  de  Foa  ,  y  en  su  compañía  muchos 
caballeros  ,  soldados  de  fama.  El  señor  de  Lahrit  su 
contrario  viuo  al  lauto  con  un  buen  número  de  lan- 
zas i  ayudar  al  rey  don  Pedro  de  Cestilia.  El  papa 
luocencio  envió  á  España  á  Guillen  cardenal  de  Bo- 


tona pnr  su  legado  para  ryne  pu-iese  paz  entre  estos 
dos  reinos.  Hizo  murlias  idas  v  venidas  de  los  anos 
i  loe  otros  con  grandísimo  trabajo  suyo:  en  fin  con- 
certó tref[Ues  por  un  año  y  treí  meses  mientras  rjue 
ulgunos  grandes  iratiiban  medios  de  piz,  para  lo 
cual  Fue  nombrado  por  parte  del  rey  do  Araeon  Ber- 
nariío  de  Cabrera,  y  por  el  de  Castillii  Juan  Fernan- 
dez de  Hineslrosa.  En  el  entrctunto  los  pueblos  qoe 
arabas  partes  gunarsn,  se  pusieron  en  deidad  y  como 
en  tercería  en  poder  del  cardenal  legado,  qnc  puso 
pena  de  excomunión  contra  el  primero  qucquebran- 
lase  las  Iroeuus. 

ConcluyéroDse  ettas  pláticas  en  diez  y  ocho  días 
dul  mes  de  mayo.  En  este  mes  murió  en  Lisboa  don 
Alonso  el  Cuarto ,  rey  de  Portugal ,  de  edad  de  se- 
tenta y  siete  aüos,  j  seis  meses:  reinó  por  espacio 
de  treinta  y  un  años ,  cinco  meses  y  veinte  dias:  fue 
enterrado  su  cuerpo  en  la  misma  ciudad  junto  al  ol- 
lar de  la  iglesia  Maydr,  do  «epuliaron  su  mujer  doña 
Beatriz.  Sucedióle  en  el  reino  su  hijo  don  Pedro  por 
sobrenombre  el  Cruel,  l'n  mes  antes  le  liabia  nacido 
un  hijo  de  doña  Teresa  Gallega ,  i  quien  tenia  pur 
oml^a ,  después  que  su  padre  bizn  malar  á  doña  (néa 
de  Castro.  Era  doua  Teresa  mujer  muy  apuesta,  por 
lo  demás  ninguna  otra  gracia  tenia  porque  mereciese 


ser  querida.  Llamama  í  su  hijo  don  Juan ,  i  qoien 
los  cielos  tenían  determinado  de  entregar  al  reinode 
su  padre  y  obuelos ,  como  se  dirí  adetaole  «n  su  de- 
bido luQDr.  Volvamosi  las  cosas  de  Aragón  y  Castilla. 
Hcclias  las  treguas  ,  ios  aragoneses  entregaron  al 
cardenal  legado  Tos  pueblos  y  rorüilezaa  que  teniait 
dn  Castilla  :  liicíéronlo  de  mejor  gnna  por  ser  pocas 
las  que  elloí  gRoar^n.  El  rey  de  Castilla  si  bien  con- 
sintid  en  todas  las  demás  capitulaciones,  nunca  se 
pudo  acabar  con  él  que  quisiese  sacar  de  Tarazona 
los  soldados  castellanos  que  nueíameote  hizoavocin- 
dar  enells.  Mienlras  estas  cosas  se  cnncluian  ,  fuese 
i  la  cíudadde  Sevilla  para  apaciguar  las  revueltas  del 
Andalucía ,  y  juntar  una  buena  armada  con  que  ba> 
cor  guerra  en  los  pueblos  marítimos  de  Aragón  lueg» 
ifue  espirase  el  tiempo  de  las  treguas;  la  naz  ni  la 
esperaba  ,  ni  aun  la  deseaba.  En  Sevilla  diose  tanto 
á  loa  amores  de  doña  AldonzaCoronelqueenfures~ 
peto  no  hacía  ya  casodedoña  Haría  de  Padilla;  jcuán 
poco  duran  las  privanzas  y  favores !  ¡  cuan  ciega  é 
indómita  bestia  es  un  hombre  sujeto  á  sus  pasiones^ 
ningunas  dilicultadesnitrabajos  eran bast?n tus  pora 


518  BIBLIOTECA  DE 

poder  apartar  al  rey  don  Pedro  de  sus  deleiln^s  y  tor- 
pezas. 

Cansado  pacs  y  mohíno  el  legado  de  sus  cautelas 
y  marañas  le  descomulgó  y  puso  en  toda  Castilla  en- 
tredicho; todavía  pareció  que  el  legado  en  esto  pro- 
cedió con  mas  priesa  y  cólera  de  la  que  en  tan  grave 
caso  se  requería :  por  esta  causa  el  papa  le  envió  á 
llamar,  y  le  hizo  salir  de  JEspana.  Todas  eran  trazas 
y  mañas  del  rey  de  Aragón  por  hacer  mas  odioso  al 
de  Castilla ,  y  que  le  tuviesen  por  un  mal  hombre, 
sacrilego  y  descomulgado ,  ca  uretendia  con  esta  in- 
famia y  mala  opinión  que  los  ao  su  reino  le  desam- 
parasen: maña  en  que  ponía  mas  conGanza  aue  en 
su  valor  y  fuerzas.  Sucedióle  al  rey  de  Castilla  otro 
nuevo  disgusto.  Tenia  en  su  poáitv  á  doña  Juana 
mujer  de  su  hermano  don  Enrique.  Pedro  Carrillo  un 
caballero  criado  suyo  tuvo  manera  para  la  sacar  de 
Castilla  y  la  llevó  á  Aragón  y  la  entregó  á  su  marido. 
Con  esto  se  acabó  de  perder  la  esperanza  que  de  paz 
podía  quedar  entre  los  dos  hermanos.  Los  otros  dos 
don  Fadrique  y  don  Tello  tenian  gana  de  rebelarse, 
ninguna  otra  cosa  los  detenia  para  que  no  se  pasasen 
al  de  Aragón ,  sino  que  entendían  no  les  podría  dar 
igual  recompensa  á  los  grandes  estados  que  dejaban 
en  Castilla. 

Esta  tardanza  en  este  mismo  tiempo  fue  daños»  y 
mortal  á  muchos.  Don  Fernando  de  Aragón  estaba 
en  esta  coyuntura  en  guarnición  de  la  villa  de  Jumi- 
lla ,  que  él  en  aquella  frontera  ganara  á  los  aragone- 
ses: tenia  sus  tratos  secretos  don  Bernardo  de 
Cabrera:  en  fin  se  pasó  al  rey  de  Aragón  porque  se  le 
concedió  la  procuración  del  reino  y  la  restitución  de 
su  estado ;  que  en  tiempo  tan  apretado  y  de  tanta 
necesidad  nada  parecía  demusiado.  La  rebelión  de 
don  Enrique  y  de  don  Fernando,  como  dio  la  vida  á 
los  aragoneses ,  así  causó  }a  muerte  á  los  hermanos 
de  ambos,  como  adelántese  verá.  En  Cerdeñaen 
estos  días  las  cosas  se  mejoraban  con  la  muerte  de 
Mateo  Doria  que  sucedió  á  buen  tiempo,  y  el  rey  de 
Aragón  se  concertó  con  sus  sucesores.  Mariano  el 
juez  de  Arbórea  no  se  acababa  de  sosesar ,  puesto 
que  con  tan  gran  pérdida  como  la  de  Oria  poco  se 
adelantaba  su  partido.  La  jnaynr  parte  de  Sicilia  en 
«ste  mismo  tiempo  tenfan  ocupadas  las  guarniciones 
y  soldados  del  rey  Luís  de  Ñapóles:  Palermo  y  Mecí- 
na  dos  principales  ciudades  de  aquella  isla  eran  su- 
yas. Don  Fadrique  llamado  el  Simple ,  que  dos  años 
antes  sucedió  en  aquel  reino  á  su  hermano  el  rey  don 
Luis,  erado  poca  edad,  de  corto  ingenio  y  menos 
fuerzas  y  poder.  El  título  de  rey  conservaba  en  sola 
la  ciudad  de  Catania  con  cortas  esperanzas  á  causa 
que  volvía  á  revivir  la  parcÍHlidarl  francesa ,  y  tenia 
por  vecinos  á  los  reyes  de  Ñapóles ,  y  los  isleños  le 
eran  desleales. 

Con  esto  en  tanto  grado  perdió  el  ánimo  y  esperan- 
za de  poder  defenderse  y  sustenUtr  su  reino,  que  hizo 
donación  de  Sicilia,  Atenas  y  Neopatria  á  su  herma- 
na dona  Leonor  mujer  del  rey  de  Aragón.  Desta  do- 
nación envió  al  rey  marido  della  escrituras  públicas 
T  auténticos  ínsti'umen tos  para  convidarle  y  animarle 
á  que  le  enviase  sus  gentes  y  armada  con  que  defen- 
der á  Sicilia.  El  rey  de  Aragón  quisiera  acudir  á  su 
cuñado,  mas  tenia  tanto  que  hacer  en  su  casa  con 
una  tan  pesada  y  peligrosa  guerra,  y  llena  de  gran- 
des dificultades,  ¡)ue  no  pudo  ayudar  como  quisiera 
alas  cosas  de  Sicilia, que  llegaron  á  término  de  estar 
de  todo  punto  perdidas.  El  esfuerzo  y  lealtad  de  don 
Artal  de  Alagon  conde  de  Mistrela  y  maestre  juslí- 
cier  de  Sicilia ,  que  hizo  rostro  á  los  enemigos  y  los 
venció  en  una  batalla  en  que  mató  muchos  dellos,  y 
hizo  justicia  de  algunos  del  reino  culpados,  las  entre- 
tuvo. Ladeslealtad  de  otros  fue  vencida  con  algunas 
mercedes  que  les  hicieron ;  que  en  lin  dádivas  todo 
lo  acaban  y  ablandan. 


GASPAR  T  HOIG. 


CAPITULO  V. 


De  las  muertes  de  algunos  señores  de  Cablilld. 

El  ardiente  deseo  de  vengarse  llevaba  al  despeña- 
dero á  los  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  sin  cuidar 
de  lo  bueno  y  justo,  y  sin  que  echasen  de  ver  lo  que 
en  el  mundo  se  podría  decir  dellos;  en  aue  se  empe- 
ñaron de  suerte  que  no  tuvieron  empacno  de  llamar 
los  moros  en  su  ayuda.  El  rey  moro  de  Gri^nada  en- 
vió golpe  de  gente  de  á  caballo  en  favor  del  rey  de 
Castilla  con  quien  meses  antes  se  aviniera.  El  de 
Aragón  llamó  de  África  al  rey  de  Marruecos  para 
oponerle  á  su  enemigo,  balanzar  las  fuerzas  y  estar 
con  él  á  la  iguala:  acuerdo  infame  y  traza  vergonzo- 
sa á  la  Religión  Cristiana.  Quejóse  gravemente  dello 
por  sus  cartas  el  padre  santoinocencío,  y  entre  otras 
razones  les  escribió  que  se  maravillaba  mucho  queel 
deseo  de  hacerse  d&no  llegase  á  tanto  estremo  que 
no  tuviesen  miedo  de  traer  á  su  tierra  una  peste  tan 
contagiosa  y  mala,  con  que  y  con  menor  ocasión  en 
otro  tiempo  se  asoló  y  destruyó  toda  España.  Fuera 
este  cuidado  v  diligencia  del  pontífice  buena  y  á  buen 
tiempo;  masías  orejas  los  reyes  tenian  con  un  esce- 
so de  pasión  y  enojo  de  tal  manera  tapadas ,  que  no 
oyeron  sus  paternales,  santas  y  saludables  uiuonts- 
taciones. 

Los  grandes  que  sr guían  la  opinión  de  Castilla, 
fueron  por  los  aragoneses  solicitados,  y  aun  persua- 
didos á  que  se  pasasen  ú  su  parte.  El  primero  el  in- 
fante don  Fernando  de  Aragón:  la  misma  nutumleza 
inclinaba  á  que  en  este  riesgo  quisiese  antes  favore- 
cer á  su  heruiano  que  al  rey  de  Castilla  su  primo. 
Tuvo  sus  hablas  secretas  en  la  villa  de  Jumilla  que 
ganara  en  esta  guerra,  como  se  tocó  ya,  v  finalmen- 
te por  la  buena  diligencia  y  persuasiones  de  Bernardo 
de  Cabrera  se  pasó  á  su  hermano  el  rey  de  Aragón. 
No  pudieron  estar  secretos  tratos  de  ^n  grande  im- 
portancia: asi  en  el  principio  del  ¿ño  de  1358  el 
maestre  de  Santiago  don  Fadríoue  tomó  por  fuer/a 
de  armas  á  Jumilla  y  la  sacó  del  poder  de  los  arago- 
neses. Hecho  esto,  vínose  el  maestre  á Sevilla;  y  en- 
trado en  el  alcázar,  por  mandado  del  rey  su  hermano 
delante  de  sus  ojos  fue  cruelfsimamente  muerto  por 
unos  ballesteros  de  maza  del  rev.  Este  fue  el  premio 

Ír  mercedes  que  le  hizo  por  el  buen  servicio  que 
tf  acababa  de  hacer,  bien  es  verdad  que  se  sabe  de 
cierto  no  andaba  muy  sosegado,  y  que  trataba  de 
pasarse  á  Aragón:  sospecho  que  este  trato  debió  de 
venir  á  noticia  del  rey,  y  que  por  esta  causa  se  le 
aceleró  la  muerte. 

Luego  que  fue  muerto  don  Fadrique,  se  partió  el 
rey  á  grande  priesa  á  Vizcaya:  las  manos  que  ya  te- 
nia tintas  en  la  fraternal  sangre,  quería  en  aquella 
provincia  volverlas  á  ensangrentar  con  otro  seme- 
jante ejemplo  de  severidad.  Sospechólo  su  hermano 
don  Tello,  y  huyóse  A  Fruncía  en  un  navio,  y  de  allí 
se  fue  á  Aragón  para  vengar  con  las  armas  su  injuria 
y  la  muerte  del  hermano.  No  fditó  otro  desdichado 
en  quien  en  su  lugar  el  cruel  rey  ejecutase  su  saña. 
Ido  don  Tello,  el  infante  don  Juan  de  Aragón,  á 
quien  se  debía  el  señorío  do  Vizcaya  por  ser  casado 
con  doña  Isabel  hija  de  don  Juan  Nunez  de  Lara,  y 
también  el  rcyá  la  partida  de  Sevilla  se  le  promeliú, 
le  suplicó  fuese  servido  de  dárselo,  pues  cou  la  huida 
de  don  Tello  quedaba  sin  dueño  y  desamparado. 

El  rey  ó  porque  le  apretó  mucho  con  esla  deman- 
da, ó  por  saber  que  era  de  acuerdo  con  los  dem'is 
Srandes  que  se  eran  pasados  á  Aragón ,  eu  Bilbao, 
o  á  la  sazón  estaban,  le  hizo  malar  á  sus  miceros; 
y  aun  escribe  un  autor  que  él  mismo  le  acabó  de  un 
golpe  de  jabalina  que  le  dio  con  su  propia  mano:  abo- 
minable crueldad.  Su  cuerno  le  hizo  echar  de  una 
ventana  abajo,  y  caído  en  la  plaza,  dijo  á  muclK^ 
vizcaínos  que  le  miraban  :  Veis  ahí  á  vuestro  señor, 
y  al  que  demandaba  el  estado  de  Vizcaya.  Siando'* 


HISTORIA  DB  BSPA^^A. 


lif 


tlespues  llevar  á  Bar^s ,  mas  ni  le  dio  sepultura  ,  ni 
•e  le  hicieron  las  debidas  honras  ni  obsequias ,  antes 
ppr  mandado  del  rey  lo  echaron  en  lo  profundo  del 
rio,  que  nunca  mas  pareció:  con  esto  echó  el  sello 
y  acabó  de  suplir  lo  que  ¿  un  caso  tan  atroz  faltaba  de 
crueldad ,  que  era  vengarse  en  el  cuerpo  de  su  primo 
hermano  tan  malamente  muerto.  Con  la  misma  furia 
á  la  reina  doña  Leonor  su  tía  madre  del  infante,  y  su 
infelicísima  mujer  doña  Isabel  las  hizo  prender  en 
Roa ,  y  llevarlas  dende  presas  al  castillo  de  Castro- 
jeríz. 

Prosiguióse  por  todo  el  reino  una  grande  carnice- 
ría ;  y  de  diversas  partes  le  trujeron  á  Burgos  seis 
cabezas  de  caballeros  principales ,  que  fueron  para 
él  un  espectáculo  tan  grato  y  apacible  cuanto  era 
liorrendo  y  miserable  á  los  hombres  buenos  que  le 
miraban.  Tenia  también  determinado  de  matar  otros 
jnuchos  en  Valladolidy  si  no  se  lo  estorbara  la  entrada 
que  repentinamente  hicieron  en  Castilla  don  Enri- 
que y  el  infante  don  Fernando:  don  Enrique  destruía 
y  asolaba  laj tierra  de  Campos ,  de  Soria  y  Almazan: 
don  Fernando  hacia  cruel  guerra  en  el  reino  de  Mur- 
cia. A  entrambos  incitaba  el  justo  sentimiento  de  la 
muerte  de  sus  hermanos,  y  el  grave  dolor  que  su 
memoria  les  causaba,  los  encendía  en  cólera  y  deseo 
de  vengarlos  y  satisfacerse  con  las  armas. 

El  rey  de  Castilla  con  miedo  de  la  entrada  que 
-estos  caballeros  hiéieronensureino,  se  fue  al  Burgo 
de  Osma  para  proveer  lo  necesario  ¿  esta  guerra.  De 
allí  en  el  principio  del  mes  de  julio  envió  un  balleste- 
jo  de  maza  al  rey  de  Aragón  á  quejarse  porque  le  ha- 
h\3í  rompido  malamente  la  tregua,  y  fallando  á  su 
verdad,  hacia  que  sus  gentes  le  entrasen  en  su  tierra 
estando  él  descuidado  y  désapercebido  con  la  segu- 
ridad de  su  palabra;  A  esto  respondió  el  rey  de  Ara- 
gón que  él  era  forzado  á  tomar  las  armas  por  el  desa- 
fuero que  él  le  hacia  en  no  cumplir  las  condiciones 
de  las  treguas,  demás  que  con  la  toma  de  la  viJIa  de 
Jumílla  él  primero  las  quebrara:  que  cualquiera  dellos 
fuese  el  culpado,  era  cosa  muy  inhumana  é  injusta 
que  pagase  sus  disgustos  la  sangre  inocente  de  (ao- 
tas  gentes :  que  seria  mejor  que  estas  diferencias  se 
acabasen  por  combate  de  veinte  con  veinte  ó  cin- 
cuenta con  cincuenta ,  ó  de  ciento  con  ciento.  (1). 

En  esta  forma  el  rey  de  Aragón  desafió  al  de  Cas- 
tilla con  grandes  amenazas  y  palabras  de  muchacon- 
lianza.  Su  enemigo  como  quierque  era  mas  poderoso, 
y  de  grande  corazón,  ningún  caso  hizo  de  sus  fieros 
y  desafio.  Envió  á  don  Gutierre  Gómez  de  Toledo,  á 
quien  pocos  dias  antes  dio  el  priorato  de  San  Juan, 
a  que  pusiese  cobro  en  las  cosas  del  reino  de  Mur- 
cia: á  otros  despachó  á  diversas  partes ,  según  que 
le  pareció  convenia  á  la  buena  administración  de  la 
guerra.  El  se  partió  á  gran  priesa  á  Sevilla:  tenia  allí 
l'uesta  en  orden  una  armada  de  doce  galeras  con  las 
cuales  se  juntaron  otras  seis  que  vinieron  de  Geno- 
va. Con  esta  flota  se  determinó  correr  toda  la  costa 
<iel  reino  de  Valencia,  acometer  y  dar  un  tiento  á  las 
villas  y  ciudades  marítimas.  Fueron  sobre  Guarda- 
mar  villa  del  infante  don  Fernando ,  que  ganaron 
por  fuerza  de  armas.  No  se  tomó  el  castillo,  porque 
sobrevino  súbitamenleuna  borrasca  tan  furiosa  que 
■dieron  las  galeras  al  través  en  tierra,  y  las  hizo  peda- 
zos ,  solamente  esparon  dos  que  por  buena  suerte 
-se  acertaron  á  hallar  en  alta  mar. 

Con  tan  grande  y  no  pensado  infortunio  el  fiero  y 
soberbio  corazón  áel  rey  no  desmayó  ni  se  quebran- 
tó, antes  quemó  el  pueblo  y  las  galeras  destrozadas, 
y  levantó  el  ejército,  se  fue  por  tierra  á  Murcia. 
i>ende  á  pocos  dias  que  llegó  á  aquella  ciudad,  envió 

\i)  Los  embajadores  presentaron  este  duelo  ante  el  papa 
looceocio  eo  Ja  forma  siguiente:  cSi  el  rey  don  Pedro  de 
Castilia  esa  firmar  que  no,  es  traidor:  el  rey  de  Aragoa  mi 
amo  se  lo  probará  combatiendo  dos  á  dos.» 


á  Sevilla  á  Martin  Yañez  privado  suyo  con  orden  que 
hiciese  labrar  otra  nueva  armada;  y  él  juntado  que 
tuvo  de  todas  partes  su  ejército ,  se  partió  para  Al- 
mazan  do  tenia  muchos  hombres  de  armas.  Entró  por 
aquella  parte  en  las  tierras  de  su  enemigo :  ganóle 
algunas  villas  y  castillos  así  de  los  oue  tenían  los  ara- 
goneses en  Castilla,  como  otros  del  reino  de  Aragón, 
y  principalmente  se  hizo  cruel  guerra  en  el  estado 
de  don  Tello.  En  fin  del  otoño  se  volvió  el  rey  ¿Sevi- 
lla con  intento  de  en  pasando  el  invierno  juntar  una 
grande  flota  y  hacer  la  guerra  por  el  mar,  ca  le  pare- 
cía que  se  haría  desta  manera  mayor  daíio  ai  enemi- 
go :  para  este  efecto  su  tío  el  rey  de  Portugal  le  en- 
vió diez  galeras  y  tres  el  de  Granada. 

Este  ano  fue  señalado  por  el  nacimiento  de  doña 
Leonor  hija  del  rey  don  Pedro  de  Aragón ,  y  de  don 
Juan  hijo  de  don  Enrique,  los  cuales  tenia  Dios  de- 
terminado que  se  ayuntasen  en  matrimonio  y  here- 
dasen los  reinos  de  Castilla.  Nació  doña  Leonor  en 
veinte  días  del  mes  de  febrero,  y  don  Juan  asimismo 
en  veinte  del  mes  de  agosto.  En  este  mismo  año  en 
las  cortes  de  Valencia  se  estableció  que  los  años  no 
se^contasen  como  solían  por  la  era  de  César,  sino 
por  el  nacimiento  de  Cristo.  En  el  principio  del  año 
siguiente  de  i  359  el  rey  de  Aragón  puso  cercó  sobre 
Medinaceli ,  pueblo  puesto  en  los  confines  de  los  an- 
tiguos celtiberos ,  carpetanos  y  arevacos ,  que  en 
tiempo  antiguo  fue  una  grande  ciudad,  mas  en  este 
solo  era  una  mediana  villa;  empero  fuerte  por  su  si- 
tio natural  y  por  tener  dentro  nuena  guarnición  de 
^enteque  la  defendió  valerosamente,  tanto  que  fue 
forzado  el  Aragonesa  volverse  á  Zaragoza  sin  empe- 
cerles, ni  dejar  hecha  cosa  oue  fuese  de  mucha  con- 
sideración ni  momento.  Estaba  el  rey  de  Castilla  para 
ir  á  socorrer  á  Medinaceli  cuando  tuvo  aviso  que  era 
llegado  á  Almazan  el  cardenal  Guido  de  Bolona,  le- 
gado del  papa  luocencio.  Díóle  el  rey  audiencia  en 
esta  villa :  el  legado  de  parte  del  papa  le  dijo  que 
sentia  tanto  el  padre  santo  hobiese  guerra  entre  el  y 
el  rey  de  Aragón ,  y  le  tenia  puesto  en  tan  gran  cui- 
dado ,  que  sí  no  fuera  por  su  mucha  edad  v  por  otros 
gravísimos  negocios  de  la  Iglesia  que  se  lo  estorba- 
ron ,  él  mismo  en  persona  viniera  á  poner  paz  entre 
ellos  y  hacerios  amigos.  Que  los  reyes  de  Castilla 
siempre  fueron  columna  de  la  Iglesia,  amparo  y  de- 
fensa no  solamente  de  España ,  sino  de  toda  la  cris* 
tiandad ;  pero  que  visto  como  al  presente,  olvidado 
de  todo  punto  de  la  guerra  de  los  moros,  se  ocupaba 
en  hacerla  á  un  príncipe  cristiano ,  vecino  y  parien- 
te suyo,  no  podía  dejar  de  recebir  grandísima  pena  y 
dolor:  que  cuando  saliese  con  la  victoria ,  antes  ga- 
naría odio  y  infamia  que  honra  ni  provecho  alguno: 
que  á  ambos  con  paternal  amor  les  rogaba,  y  de  par- 
te de  Dios  les  amonestaba  que  tantas  gentes,  tesoros 
y  armas  los  emplease  contra  los  enemigos  de  nuestra 
santa  fe:  si  asi  lo  hiciesen,  su  divina  magostad  les 
daría  en  las  manos  muy  honradas  y  señaladas  victo- 
rias como  las  alcanzaron  sus  antepasados,  esclareci- 
dos reyes. 

Respondió  á  esto  el  rey  que  se  recelaba  de  pláticas 
de  paz  por  causa  que  el  rey  de  Aragón  le  engañó  ya 
una  vez  con  color  della  y  muestra  de  querer  amistad: 
así  que  estaba  determinado  y  con  entera  resolución 
de  no  venir  en  concierto  ni  acuerdo  alguno^  si  no 
fuese  que  ante  todas  cosas  echase  de  su  remo  los 
castellanos  forajidos,  y  restituyese  ¿  la  corona  de 
Castilla  las  ciudades  de  Orihuela  y  Alicante,  y  otros 
pueblos  de  aquella  comarca,  que  en  el  tiempo  de  las 
tutorías  de  su  abuelo  el  rey  don  Fernando  los  arago- 
neses contra  razón  y  justicia  usurparon :  demás  que 
por  los  gastos  hecnos  en  esta  guerra  el  rey  de  Ara- 

Í;on  le  contase  quinientos  mil  florines.  El  legado  oído 
o  que  decía  el  rey,  fue  á  verse  con  el  de  Aragón: 
llevaba  alguna  esperanza  de  poderlos  concertar, 
pues  se  comenzaba  á  hablar  en  condiciones. 


520  BIBLIOTECA   DE 

£1  rey  de  Aragón  oida  la  demanda,  se  escusaba  y 
acusaba  al  enemiflo  como  es  ordinario.  Decía :  que 
el  de  Castilla  fue  el  primero  que  sin  justa  causa  mo- 
vió la  guerra:  que  no  era  cosa  razonable  ni  se  podía 
Huíirír  le  pidiese,  y  él  diese  lo  que  heredó  de  sus  pa-- 
dres  y  abuelos;  ni  tampoco  á  él  le  seria  bien  contado 
si  menoscabase  ó  enajenase  parte  alguna  de  sus  rei- 
nos: que  este  pleito  en  otro  tiempo  so  litigó  ante 
jueces  arbitros,  y  oidas  las  partes  pronunciaron  sen- 
tencia en  fa?or  de  Aragón;  sin  emnargo,  para  mayor 
satisfacción  y  dar  á  todo  el  mundo  á  entender  su 
justicia ,  él  dejaría  esta  causa  de  nuevo  en  las  manos 
del  padre  santo.  Gastábase  el  tiempo  en  demandas  y 
respuestas  sin  concluirse  nada.  Era  lástima  grande 
ver  como  estas  dos  nobles  naciones  corrían  fañosa- 
mente á  su  perdición ,  sin  oue  nadie  los  pudiese  re- 
parar ni  poner  en  paz ,  ni  luese  siquiera  parte  para 
nacelles  sobreseer  la  guerra  con  algunas  treguas.  Si 
hablaban  en  ellas,  el  rey  de  Castilla  se  escusaba  con 
las  grandes  espensas  y  ^stos  hechos  en  juntar  una 
gruesa  armada  que  tenia  á  la  cola,  y  aprestada  para 
acometer  las  tierras  marítimas  de  Aragón. 

CAPITULO  Uf. 

Que  la  armada  de  Castilla  hizo  guerra  en  la  cosU  de 

Aragón. 

Dejadas  pues  las  pláticas  de  paz,  volvió  á  encrue- 
lecerse la  guerra,  renováronse  las  muertes  y  crecie- 
ron los  odios.  El  rejr  de  Castilla  estando  en  Almazan, 
procedió  contra  el  infante  don  Fernando  y  contra  los 
dos  hermanos  don  Enrique  y  don  Tello ,  y  aunque 
ausentes ,  por  sentencia  que  pronunció  contra  elfos, 
los  declaró  por  rebeldes  y  enemigos  de  la  patria.  Con 
esto  se  acabó  de  perder  la  poca  esperanza  que  les 
restaba  de  que  se  podrían  concordar ,  mayormente 
que  el  *ey  hizo  matar  en  la  prisión  á  la  reina  dona 
Leonor  (i):  hecho  sin  duda  cruel  y  detestable,  pues- 
to que  fuera  muy  culpada  y  mereciera  muchas  muer- 
tes: tanto  mayor  inhumanidad  y  fiereza  lavar  la  cul- 
pa de  los  hijos  con  la  sangre  de  su  madre,  sin  tener 
respeto  á  que  era  mujer,  reina  y  tía  suya.  Doña  Juana 
y  clona  Isabel  de  Lara  hermanas  y  señoras  de  Vizca- 
ya le  fueron  compañeras  en  este  último  trabajo:  do- 
na Juana  fue  llevada  á  Sevilla  donde  pocos  días  des- 
pués la  hizo  morir;  á  doña  Isabel  la  mandó  llevar  con 
Ja  rema  dona  Blanca,  que  en  el  mismo  tiempo  la  hi- 
%o  pasar  del  castillo  deSigúenza  en  que  la  tenia  pre- 
sa, á  Jerez  de  la  Frontera,  que  fue  dilatar  la  muerte 
de  ambas  por  pocos  días.  La  culpa  de  sus  maridos 
don  Tello  y  don  Juan  de  Aragón  descargó  sobre  las 
^"p  ®"  °®^*  'e  erraron:  así  iban  los  temporales. 

Estaba  el  corazón  del  rey  tan  duro  y  obstinado  que 
ningún  motivo  por  tierno  y  miserable  que  fuese,  era 
poderoso  para  hacerle  enternecer  ó  ablandar:  parecía 
que  le  cegaba  la  divina  justicia  para  que  no  huyese 
el  cuchillo  de  su  ira,  que  tenia  ya  levantado  para 
descargalle  sobre  su  cruel  cabeza:  con  todo  eso  no 
dejaba  de  importunar  con  ruegos  y  plegarias  á  los 
santos  patrones  del  reino  que  Dios  tenia  yapara  otro 
guardado.  Hacía  estos  votos  al  tiempo  que  se  quería 
embarcar  en  la  armada  que  tenía  aprestada  en  Sevi- 
lla, eti  que  se  contaban  cuarenta  y  una  galeras ,  y 
ochenta  naves  también  bastecidas  y  municionadas,  y 
con  tanta  caballería  y  gente  de  guerra,  que  era  para 
poderse  con  ella  intentar  cualquier  grande  empresa: 
defendieron  esta  vez  el  reino  de  Aragón  y  le  libraron 


i',í  lí®  ^^^^^  '\  do  Aragón  dice  que  ningún  vasallo  de 
(.aslilla  quiso  ejecutar  órdeo  tan  cruel ,  y  fue  necesario  aue 
ti  rey  cocomeudara  á  unos  moros  su  ejecucioo. 


GA¡fPAR   r  ROlG. 

los  ángeles  de  su  guarda,  y  la  concordia  grande  que 
hobo  entre  los  aragoneses.  Fueron  adelante  siete  ga- 
leras á  las  islas  de  Mallorca  y  Menorca :  descubrieron 
en  el  camino  una  gran  carraca  de  venecianos ,  y  la 
tomaron  no  con  otro  mejor  derecho  sino  porque  se 
puso  en  defensa.  Llevada  á  Cartagena,  para  que  del 
todo  este  agravio  no  tuviese  escusa  ni  descargo ,  A 
codicioso  y  hambriento  rey  le  tomó  muchas  y  muy 
ricas  mercadurías  de  que  venia  cargada :  el  resto  dé 
la  armada  fue  sobre  Guardamar ,  y  ganó  la  villa  y 
castillo  por  combate.  Desampararon  los  aragoneses  a 
Alicante  por  no  se  sentir  con  las  fuerzas  y  municiones 
que  eran  menester  para  poder  defender  aquella  plaza. 

Iban  en  esta  flota  con  el  rey  el  almirante  don  Gil 
Bocanegra ,  el  maestre  de  Calatrava  y  Diego  Gonzá- 
lez hijo  del  maestre  de  Alcántara  don  Gonzalo  Martí- 
nez ,  y  oíros  muchos  grandes  y  señores  de  todo  ei 
reino.  Don  Gutierre  de  Toledo  prior  de  San  Juan  que- 
dó para  con  buen  número  de  caballeros  y  soldadus 
guardar  estos  pueblos  que  se  ganarou;  con  lo  demás 
de  la  armada  se  fue  el  rev  a  Tortosa.  Salió  el  car- 
denal legado  de  aquella  ciudad ,  y  se  vio  con  él  en  su 
galera  á  la  boca  del  rio  Ebro:  dióle  un  tiento  para  el 
negocio  de  la  paz,  que  fue  tan  sin  fruto  como  las  ve- 
ces pasadas.  De  allí  se  fue  la  vuelta  de  Barcelona: 
surgió  en  aquella  plaza  en  diez  y  nueve  días  del  mes 
de  mayo.  Halló  en  ella  doce  galeras  de  Aragón,  aco- 
metió por  dos  veces  á  tomallas :  no  lo  pudo  bacer,  ni 
dañallas  mucho  por  estar  muy  liegiidas  ala  tierra, 
con  que  los  ciudadanos  con  grande  gallardía  las  de- 
fendieron. 

Burlado  pues  de  su  iulento  partió  con  la  flota  pan 
las  islas  que  por  allí  caen:  aportó  á  la  de  Ibiza:  an 
Iiigar  que  tiene  del  mismo  nombre ,  aunque  fue  re- 
ciamente combatido  con  tiros  y  máquinas  de  guerra, 
por  estar  en  un  sitio  muy  fuerte  no  pudo  ser  tomado. 
En  el  entretanto  el  rev  de  Aragón  juntó  con  mocl» 
presteza  una  armada  de  cuarentagaleras  de  los  puer- 
tos mas  cercanos  á  Barcelona:  paso  con  ella  á  Mallor- 
ca con  deliberación  de  pelear  con  la  armada  de  Cas- 
tilla. En  esta  isla  se  quedó  el  dicho  rey  por  graodcs 
importunaciones  de  sus  caballeros  que  le  suplicaron 
no  quisiese  arriscar  su  persona ,  y  con  ella  ei  bien  y 
salud  del  reino,  ni  ponello  todo  al  riesgo  y  trance  de 
una  batalla.  Movido  con  sus  ruegos  envió  á  Bernanb 
de  Cabrera  su  almirante  y  al  vizconde  de  Cardona  con 
orden  que  peleasen  con  la  flota  del  enemigo,  que  con 
estas  nuevas,  levantado  de  sobre  Ibiza,  era  idoá 
Culpe  con  la  misma  resolución  de  pelear.  La  armada 
de  Aragón  se  entró  en  la  boca  del  rio  que  desagua 
en  el  mar  junto  á  Denia ,  pienso  es  el  rio  Jucar,  que 
corre  por  aquella  comarca. 

Ambas  flotas  daban  muestra  de  tener  gran  de<eo 
de  la  batalla,  el  recelo  no  era  menor ;  asi  quedó  p^r 
todos  el  venir  á  las  manos:  con  esto  se  fue  en  \\\xm 
todo  aquel  ruido  y  asonadas  de  guerra  tan  bravas,  fcii 
Aragonés  se  recogió  á  Barcelona  en  veinte  y  nue^e 
días  de  agosto :  el  rey  de  Castilla  dende  Cartagenn 
envió  su  armada  á  Sevilla ,  y  él  se  partió  por  tierra  á 
Tordesillas  por  ver  á  doña  María  de  Padilla  que  en 
aauella  villa  parió  un  hijo  por  nombre  don  Alonw. 
El  contento  que  el  rey  tuvo  por  su  nacimiento  muy 
grande ,  le  duró  muy  poco ,  y  se  le  volvió  en  nesar 
con  su  temprana  muerte.  A  don  Garci  Alvarez  die  To- 
ledo, que  ya  era  maestre  de  Santiago  después  de  la 
muerte  dedon  Fadrique,  le  encargó  el  rey  la  crianza 
deste  niño  v  le  hizo  su  ayo. 

En  las  faldas  del  monte  Cauno,  que  hoy  se  llama 
las  sierras  de  Moncavo ,  se  estienden  los  caro^  de 
Araviana,  bien  nombrados  ][  famosos  en  España  por 
la  lastimosa  muerte  que  en  tiempos  antiguos  sucedió 
en  ellos  de  los  siete  novilísimos  hermanos  llamados 
los  infantes  de  Lara.  En  estos  campos  don  Enrique 
y  su  hermano  don  Tello  con  setecientos  aragoin'Sf*' 
de  áraballo  que  llevaban,  se  encontraron  cuu  losca- 


aiSTORlA   DE  ESPAÑA. 


pitanes  de  la  frontera  de  Castilla :  venidos  á  las  ma- 
nos, pelearon  muj  esforzadamente :  fueron  los  de 
Castilla  vencidos  v  desbaratados  :  quedaron  tendidos 
en  el  campo  al  pié  de  trecientos  hombres  de  armas, 
y  muertos  y  presos  muchos  y  muy  nobles  caballeros. 
Entre  los  otros  fue  muerto  su  capitán  Juan  Fernan- 
dez de  Hinestrosa ,  y  don  Femando  de  Castro  se  es- 
capá  á  una  de  caballo :  dióse  esta  batalla  en  el  mes  de 
setiembre.  El  pesar  y  enojo  que  el  rey  de  Castilla  re- 
cibió por  este  desmán ,  fue  tal  que  como  fuera  de  sf 
y  furioso  por  vengar  su  ira ,  y  hartar  su  corazón, 
mandó  matar  á  dos  hermanos  suyos  que  tenia  presos 
en  Carmona ,  á  don  Juan  (jue  era  de  diez  y  ocho  anos, 
f  i  don  Pedro  que  no  tenia  mas  de  catorce,  sin  que 
le  moviese  á  piedad  la  buena  memoria  de  su  padre  el 
rey  don  Alonso  ^  ni  á  misericordia  la  inocencia  y  tier- 
na edad  de  dos  inculpables  hermanos  suyos :  ningún 
afecto  blando  podía  mellar  aquel  acerado  pecho. 

Asombró  esta  crueldad  ¿  todo  el  remo :  bízose  el 
rey  mas  aborrecible  que  antes :  refrescóse  la  memoria 
de  tantas  muertes  de  grandes  y  señores  principales, 
como  sin  utilidad  ninguna  páblica,  ni  particular  in- 
juria suya,  ejecutó  en  pocos  años  un  solo  hombre^  ó 
por  meior  decir  una  carnicería  cruel  y  fiera  bestia, 
tan  bárbara  y  desatinada ,  que  no  tuvo  miedo  de  en  un 
solo  becbo  quebrantar  todas  las  leyes  de  humanidad 
piedad,  religión  y  naturaleza.  Temblaban  do  miedo 
muchos  ilustres  varones,  nadie  se  tenia  por  seguro, 
no  babia  conciencia  tan  sin  mancha  ni  reprehensión, 
que  no  tenniese  cualquier  castigo  de  lo  que  ni  por 
pensamiento  le  pasaba.  Visto  pues  el  grande  peligro 
en  que  tenian  sus  vidas  en  Castilla ,  muchos  pruden- 
tes y  nobles  caballeros  se  determinaron  de  asegurar- 
las en  el  reino  de  Aragón ,  escarmentados  en  tanto 
námero  de  cabezas  de  nombres  señalados. 

Ifo  faltó  en  estos  días  otra  ocasión  en  que  el  rey 
mostrase  la  dureza  de  su  injusto  pecho.  Tuvo  aviso 
que  doce  galeras  venecianas  habían  de  pasar  forzosa- 
mente el  estrecho  de  Gibraltar ,  envió  veinte  galeras 
«ira  que  las  aguardasen  y  prendiesen  en  el  estrecho. 
Quiso  su  suerte  que  al  tiempo  que  pasaban,  se 
levantase  una  recia  tempestad  :  no  fueron  vistas  de 
las^leras  de  Castilla ,  y  así  se  libraron  del  peligro  y 
daño  que  les  tenia  aparejado.  Parecía  que  deseaba 
tener  nueva  ocasión  ae  hacer  guerra  á  los  venecianos 
no  con  mas  justa  causa  de  que  quería  con  otra  nueva 
maldad  irritar  aquella  señoría ,  a  quien  poco  antes  te- 
nia agraviada  con  la  toma  de  la  carraca  de  sus  mer- 
caderes. 

Grande  porfia  y  trabajo  puso  el  cardenal  legado 
para  ^e  se  volviese  ¿  tratar  de  paz ,  como  se  hizo  en 
el  principio  del  año  de  1360.  Enviáronse  de  amkms 
partes  sus  embajadores  con  poderes  cumplidos  para 
poderla  efectuar  con  cualesquier  capitulaciones :  es- 
tuvieron cerca  de  concordarse.  Blandeaba  el  de  Cas- 
tilla A  causa  oue  en  la  batalla  de  Araviana  faltaron 
muchos  caballeros  castellanos ,  otros  cada  día  se  pa- 
saban al  rey  de  Aragón :  éntrelos  demás  fueron  Die- 
go Pérez  Sarmiento  adelantado  mayor  de  Castilla ,  y 
Pedro  de  Velasco  no  menos  noble  y  rico  que  el  ade- 
lantado. Andaban  las  pláticas  de  la  paz,  pero  ni  en 
Tujdela  ni  en  Saduna,  donde  poco  después  se  volvie- 
ron á  juntar  los  comisarios  para  tratar  de  las  paces, 
no  se  concluyó  ni  hizo  nada  :  los  aragoneses  con  los 
buenos  sucesos  se  hallaban  mas  animados ,  el  rey  de 
Castilla  con  las  pérdidas  y  desastres  aun  no  perdía  del 
todo  BU  primera  fiereza,  no  obstante  que  por  faltarle 
tantos  amparos  y  amigos  andaba  dudoso  sin  salier  á 
qué  oarte  se  arrimar :  vacilaba  entre  los  pensamien- 
tos de  paz  y  de  la  guerra,  no  sabia  de  quién  fiarse: 
asi  cada  dia  mudaba  los  capitanes  y  otros  oficiales. 
En  este  miserable  estado  se  hallaba  este  rey,  bien 
merecido  por  su  sangrienta  y  terrible  condición. 


dAPITÜLO  IV. 

De  la  muerte  de  la  reina  doña  Blanca. 


na 


Db  tal  manera  andaban  los  tratos  de  la  paz,  que  én 
el  ínterin  no  se  alzaba  la  mano  de  la  ouerra,  antes 
hacían  nuevas  compañías  de  soldados ,  ñuscaban  di-  ' 
ñeros ,  pedían  socorros  extranjeros ,  y  en  todo  lo  al  se 
ponía  gran  diligencia ,  especialmente  de  parte  del  rey 
de  Aragón ;  que  el  de  Castilla  prlncipaimente  cuidaba 
V  se  ocupaba  en  vengarse  y  hacer  castigos  en  sus  no- 
bles. Con  este  pensamiento  partió  de  Sevilla  para 
León  por  prender  á  Pero  Nuñez  de  Guzmau  adelan- 
tado mayor  de  León.  No  salió  con  su  intento  á  causa 
qué  el  adelantado  fue  avisado  por  un  escudero  suyo 
de  la  venida  del  rey ,  y  se  huyó  á  Portugal.  Después 
desto  un  dia  que  Per  Alvarez  Osorio  comía  en  León 
con  don  Diego  García  de  Padilla  maestre  de  Calatrava 
de  quien  era  convidado ,  por  orden  del  rey  le  mataron 
allí  eala  mesa  dos  ballesteros  de  maza  suyos ,  sin  que 
el  maestre  supiese  cosa  alguna  deste  hecho.  Pasó  de 
León  á  Bureos :  allí  con  semejante  crueldad  hizo  ma- 
tar al  arcediano  Diego  Arias  Maldonado ,  sin  tener 
respeto  á  su  dignidad  y  sagrados  órdenes :  causáronle 
la  muerte  unas  cartas  que  recibió  del  conde  don  Enri- 
que. A  otros  muchos  á  quien  él  quería  matar ,  dio  la 
vida  la  repentina  entrada  aue  los  aragoneses  hicieron 
en  Castilla.  Debajo  la  conducta  de  los  hermanos  don, 
Enrique  y  don  Tello  y  del  conde  de  Osona  entraron 
con  gran  furia  ñor  la  Rioja ,  y  ganaron  la  villa  de  Haro 
y  la  ciudad  de  Najara,  donde  dieron  la  muerte  á  mu- 
chos judíos  por  hacer  pesar  al  rey  que  los  favorecía 
mucho  por  amor  deSímuel  Leví ,  su  tosorero  mayor: 
hízose  otrosí  gran  matanza  en  los  pueblos  comarca- 
nos y  gran  estrago  en  los  campos  y  heredades  :  cou 
este  ímpetu  llegaron  los  pendones  de  Aragón  hasta 
el  lugar  de  Pancorvo.  La  ciudad  de  Tarazona  volvió  en 
estos  días  á  poder  de  los  aragoneses  por  entrega  que 
hizo  dalla  al  alcaide  y  capitán  á  quien  el  rey  de  Cas- 
tilla la  tenia  encomendada ,  que  se  llamaba  Gonzalo 
González  de  Lucio  :  pienso  que  la  entregó  por  algún 
miedo  que  tuvo  de  su  rey,  o  con  esperanza  de  me- 
jorar su  hacienda  (i ) . 

El  rey  de  Castilla  juntado  su  ejército  fue  en  busca 
de  sus  enemigos  que  tenían  sus  estancias  en  Najara: 
asentó  sus  reales  junto  á  Azofra ,  pueblo  pequeño  y 
de  poca  cuenta.  En  este  lugar  un  clérigo  de  misa  y 
de  Duena  vida  (así  fue  fama)  vino  de  la  ciudad  de 
Santo  Domingo  de  la  Calzada,  y  dijo  al  rey  que  cor- 
ría grande  peligro  que  su  hermano  don  Enrique  le 
matase ,  porque  Dios  estaba  con  él  muy  airado  :  que 
esto  se  lo  mandó  decir  el  bienaventurado  Santo  Do- 
mingo de  la  Calzada ,  que  le  apareció  en  sueños  en 
una  soberana  figura  y  representación  mas  que  hu- 
mana. Costóle  la  vida  su  embajada,  ca  el  rey  le  hizo 
quemar  públicamente  en  los  reales ,  muchos  dudaron 
SI  con  razón ,  ó  sin  ella.  Levantó  el  rey  su  ejército  de 
Azofra,  y  mandó  marchar  para  Najara:  llegado  junto  á 
la  ciudad,  salieron á él  los  enemigos;  tuvieron  un  brávo 
rencuentro  en  que  fueron  desbaratados  los  de  Aragón , 
y  con  mucho  daño  y  pérdida  los  compelieron  á  volver 
las  espaldas  y  huirse  á  la  ciudad.  Punieran  ser  toma- 
dos á  manos  dentro  delta ,  si  no  fuera  por  el  poco  seso 
y  menos  cordura  del  rey ,  que  no  quiso  creer  loe  sa- 
ludables consejos  de  los  que  eran  de  parecer  los  cer- 
casen :  parecióle  que  bastaba  haberlos  forzado  á 
que  huyesen ,  y  se  encerrasen  dentro  de  los  muros  de 
la  ciudad.  Dendeá  dos  6  tres  días  los  aragoneses  de- 
sampararon á  Najara  y  Haro ,  y  metió  el  rey  en  ellas 
buenas  guarniciónesele  soldados. 

Puesto  buen  recaído  en  aouella  frontera ,  se  volvió 
á  Sevilla  :  trató  y  hizo  con  el  rey  de  Portugal  en  esta 
sazón  que  se  entregasen  el  uno  al  otro  los  caballeros 

(1)  En  recompensa  de  este  servicio,  recibió  cuarenta  mil 
florines, y  rasó  con  doua  Violante,  doncella  deUrrca. 


qDe  andaban  haidos  en  sa»  retm» :  asiento  en  que 
quebrantaron  su  palabra  y[e  pública,  allcraron  la 
costumbre  de  los  principes,  y  nolaron  el  derecho  de 
las  gentes,  que  fue  cauía  de  otras  nuevas  mnerles. 
Hato  el  rey  de  Portugal  á  un  Pero  Cuello ,  y  á  otrg 
ciertoescnbanolbuiuulo  Atnro,  porque le  le  acor- 
daba que  estos  jwr  mandado  de  su  padre  dieron  la 
DiQerte  á  su  amiga  ilo^  Inés  de  Castro.  Tuvoinejor 
dicha  Diego  López  Pacheco,  que  era  uno  de  los  ^ue 
la  ejecutaron,  que  fue  BTisado  y  tuvo  lumr  de  huirse 


á  don  Enrique  ¡  el  cual  después  por  los  ouenoi  ser- 
vicios que  le  hiio.  le  dio  un  Doen  estade  en  Castilla,  y 
fue  en  elia  fundador  y  cabeza  de  Ja  casa  de  los  Pacbc- 


eos,  rica  y  noble  entre  los  graztdea de  España.  Otroe 
caballenn  entregaron  al  rey  de  Castilla,  que  luego 
los  hizo  matar  ea  Serilla :  uno  delbs  (ne  el  adelanta- 
do de  León  Pero  Nuñez  de  Guiman ,  otro  Gomen  Car- 
rillo, que  le  cortaron  la  cabeza  en  una  galera,  en 
que  por  orden  del  rey  iba  desde  Sevilla  á  AJgecira  con 
recados  fingidos  y  cartas  para  que  le  reciDiesan  por 
alcaide  y  capitán  aeaque)la  ciudad.  Quería  el  rey  mal 
iesle  caballero  yse recriaba  del  ponqué  uoaüoantes 
le  había  tomado  é  su  hermano  Gara  Lasso  Carrillo 
BU  mujer  doña  Mari  GonEaleEdeHinestrosa.por  lo 
cual  se  fué  i  Ara^  el  oarídoilaerTirá  don  Enrique: 
to  mala  conciencia  bace  ¿  los  hombres  sospechosos, 
y  |or  el  miedo  crueles  y  saoguinarios  (t). 


Sello  de  doi  PHn  1  le  CiiLiiii . 


Asimismo  en  la  villa  de  Aliaran  hizo  descabezar  en 
I  í»  prisión  á  un  caballero  que  era  bu  repostero  mayor, 
por  nombre  Gutierre  Fernnndez  de  Toledo  cuya 
muerte  fue  muy  lloradaen  todo  el  reino  porque  era  un 

(1}E1P.  ManiMJDzgid  dOD  Pedro  «Hoon  ligio  y  como 
los  euritares  conlcmpnrdDeoí  inleresadoi  en  el  desuMlo  de 
un  rey  qae  no  itcanid  el  Iríaaro  lobre  lu  competidor.  Li 
frilica  de  naetlroi  tiempos,  nía*  iluttradi  J  jnrtí,  til  tíi 
por  U  diatancia ,  ni  mira  ea  don  Pedro  an  múnstroo  aeíien- 
to  de  UDfTt  y  «iolicíone*.  ai  un  tirano  faríoao  dimo  de  li 
eiecracioQ  da  ii  poateridad.  Sia  dnda  aquel  hombre  de  ca- 
Táeler  Krreo  tura  pindea  vicioa  y  dereeloi,  ametld  erime- 
aei  ¡  pero  no  faeroaobraeidutivadéNicondídiHi  aiinrtl  y 
de  lu  política  :  boy  lodoa  reoonocen  que  fue  cruel  como  m 
tipa  y  que  Bo  era  tan  feroi  el  bombre  que  trea  vecca  perdo- 
ndlan  uaurpador.  Su  penaamienia,  au  ñn era  destrair  el 
poder  anirquieode  la  gnndeía  qae  bacía  del  rey  an  juguete 
detua  aprichof  j  uinrpidonea  :  au  tíndeneii  fue  fortalecer 
el  principio  mendrqaico  y,  i  ptur  de  au  muerte,  lo  caoficni6 
engiai  parle.  Eate  iapurUatc  reioido  oweiiu  un  libro  ea- 
pedal ,  y  noaotni*  recomendamos  i  los  que  quieren  lluitrar- 
«e  H^re  ella  época  tan  mal  jutgada  por  el  autor,  lis  obran 
de  Marinee  y  Xealelo  recien  tenes  to  publicadas. 


C4SPAH  t  aoic. 
muy  buen  caballero  y  de  loables  costumbres.  El  rey 
por  evitar  el  odio  que  le  podn  causar  la  nraerte  no 
merecida  de  un  caballero  tan  bien  quisto ,  fingid  al- 
gunas cansas  porque  le  mandó  matar,  la  principal 
que  se  inclinaba  afpartido de  don  Enrique;  nui ala 
verdad  su  culpa  fuedecirle  con  ¿nimo  bbre  y  fiel  las 
cosas  que  le  cumplían;  ca  aenujante  lihertaduo  pue- 
de dejar  de  ser  peligrosisima  con  loe  malos  príncipes, 
lo  mas  seguro  es  adularlos.  La  Lisonja  aun  con  los 
buenos  reyes  se  puede  usar  sin  peligro :  esto  tnce 
que  en  los  palacios  de  los  j)r!ncipes  crezca  en  tan 
gran  número  este  perverso  linaje  de  gente  aduladora, 
V  que  de  ninguna  coea  hay  mayor  mengua  qoe  de 
hombres  que  con  lealtad  y  sano  pedwdipÍD  la^verdad 
y  adviertan  de  lo  que  importa. 

Sabida  la  muerte  de  Gutierre  de  Toledo  por  sus 
sobrinos  Gutierre  Gómez  de  Toledo  prior  de  Sao  Juan, 
y  Diego  Gómez  su  hermano,  bebieron  mucbo  miedo 
y  enojo,  y  se  fueron  á  Aragón.  Al  arzobispo  de  To~ 
ledo  don  Vascocompelióelreyíqueálabot^saliett 
desterrado  del  reino :  diúsele  tanta  príeea  que  no  lu 
concedieron  tiempo  para  tomar  otro  vestido,  ni  llegir 
i  su  cámara  i  sacar  un  breviario ,  sino  que  súbita- 
mente como  le  halló  eJ  mensajero  oyendo  misa,  fue 
forzado  á  dejar  á  Toledo  y  partirse  ea  camino,  no 
por  otro  delito  mas  de  liahér  (como  era  rason)  sen- 
tido muclio  la  muerte  de  su  hermano  Gutierre  Fer- 
nandez :  fuese  esta  prelado  á  Coimbra  ,  donde  en  mi 
monasterio  de  los  predicadores  acabd  aantamente  so 
vida  É  injusto  destierro  :  después  pasados  al^noí 
aüos  se  trasladó  su  cuerpo  i  la  iglesia  láayor  de  Tole- 
do. Uucbos  áeste  arzobispo  te  Ibmaron  don  Bte,qDe 
me  pareció  advertir  porque  la  variedad  dal  nombre, 
como  otras  veces  suele ,  no  cause  algún  engaño.  Or- 
denó su  testamento  en  Coimbra  luego  el  año  siguien- 
te á  veiute  de  enero ,  en  que  dice  que  quiere  ser  w- 
pultado  delante  del  altar  de  nuestra  señora  del  Qiro 
daln  iglesia  de  Toledo  junto  í  la  sepultara  de  doa 
GoDzaio  obispo  albanense  y  cardenal,  y  asi  se  hizo. 

De  aquí  se  saca  que  el  cardenal  don  Gonzalo  sola- 
mcnle  estuvo  depositado  en  Roma ,  como  lo  reu  so 
lucillo  de  SanU  Maris  la  Mayor  en  la  letra  qoe  desaso 
queda  puesta-  Parece  renunció  don  Vasco  el  arzobü- 
pado  luego  que  le  desterraron,  pues  se  liall*  qur 
aquel  mismo  año  eniró  en  su  lu^  don  Goñaz  Ha>- 
rique  hijo  de  Pedro  Manrique  senof  de  Ainnsco  y  it 
Avia ,  y  bermano  de  Garci  Fernandez  Hanriqíu  ade 
Untado  de  Castilla,  cepa  y  tronco  de  loe  duques  de 
Najara  y  deotras  casas  de  Castilla  de  aouel  apMlittode 
Manrique.  Fuedon  Gómez  Manrique  ofaispode  Palen- 


cia,  y  al  nresente  lo  era  de  Santiago :  sacediMe  tueco 
en  aquella  iglesia  de  Santiago  don  Suero  Gomei  de 
Toledo  sobrino  de  don  Vasco,  que  debió  » 


de  permuta  y  recompensa  que  se  le  hizo  por  la  igle- 
sia de  Toledo  que  dejaba. 

Mientras  estas  cosas  pasaban  en  Castilla ,  el  r»y  de 
Aragón  envió  cuatro  galeras  muy  bien  amadas  de 
soldadas  y  municiones,  y  baatecidaBde  todo  lo  demás 
en  socorro  del  rey  de  TremeceD  con  quien  estaba 
aliado.  Encontraron  con  ellu cinco  galens  de  Casti- 
lla, que  las  rindieron  y  llevaron  i  Sevilla :  alli  tos  mas 
de  los  soldados  aragoneses  por  mandado  del  rey  (kw 
Pedro  luerou  muertos  en  compañía  de  tu  capitán  Ma- 
teo Mercero .  sin  tener  memoria  ni  hacer  caio  de  les 
buenos  sorvicioe  que  este  caballero  hizo  antes  »  d 
cerco  de  la  ciudad  de  Algecira  (2).  Era  tewrer*  na- 
yor  del  roy  Simuel  Levi,  que  administraba  i  so  albe- 
drjo  las  rentas  y  patrimonio  real ,  coa  qoe  ynnió  bs 
grandes  ríqueías,  v  alcanzó  la  mucha  privanza  y  b- 
vor  que  al  prosente  le  acarrearon  su  penUcion.  Hicié 


(i)  Fue  tratado  di 
crueldad  ;  por  lo  i 
Caitilb  exliortáni 
proccdimicnluí. 


itido  di  y  lodos  kM  loMtdog  coa  li  nuyw 
lo  que  el  pipa  tlrtaao  V  escribió  ti  re?  4>' 
tándole  1  que  mándate  DMderar  lin  tdrtar.» 


HISTORIA  DE  ESPAMA. 


323 


ronle  diversos  cargos,  de  que  resultó  echatle  en  la 
cárcel ,  y  ponelle  á  cuestión  de  tormento ,  tan  braro 
que  por  no  le  poder  sufrir  rindió  el  alma.  Apoderóse 
el  re^  de  todos  sus  bienes ;  que  en  tiempo  de  mal 
príncipe  el  derecho  del  fisco  nunca  suele  ser  malo. 
Llegaban  ai  [>ié  de  cuatrocientos  mil  ducados ,  otros 
dicen  mas^  sin  los  muebles  y  joyas  ^  paños  de  oro  y 
seda  :  cosa  maravillosa,  que  un  judio  Juntase  tantas 
riquezas,  Y  que  no  pudo  ser  sin  grave  daño  del  reino. 

Al  fin  de  este  año  Mahomad  Lago  rey  de  Granada 
fue  echado  del  reino  por  una  conjuración  que  contra 
61  hicieron  sus  vasallos.  Levantaron  por  rey  á  un  Ar- 
ráez pariente  suyo,  por  nombre  Mahomad  Aben  Alha- 
mar,  á  quien  por  el  color  de  la  barba  y  cabellos  Hac- 
inaban vulgarmente  al  rey  Bermejo  :  decian  que  de 
derecho  le  venia  á  este  el  reino ,  por  decender  de  la 
sangre  real  de  los  primeros  reyes  de  Granada.  De  aqui 
sucedieron  nuevas  guerras :  el  rey  de  Castilla  era 
amigo  T  aliado  del  rey  desposeído,  el  cual  se  huyera 
á  Ronda,  que  era  entonces  del  rey  de  Marruecos. 
Sintió  el  de  Castilla  el  trabajo  de  su  amigo  Mahomad, 
y  propuso  de  favorecerle.  Por  el  contrarío  el  nuevo 
rey  buscaba  por  todas  partes  socorros  y  ayudas  de 
que  valerse,  y  estaba  muy  inclinado  á  la  parte  del  de 
Aragón ,  lo  cual  le  vino  a  costar  la  vida ,  príncipal*- 
tnente  ayudó  á  su  perdición  el  llamar  de  África  al  rey 
Abohanen  para  que  viniese  á  hacer  guerra  en  Es- 
paña. 

En  el  fin  de  este  año  asimismo  doña  Gostanza  hija 
del  rey  de  Aragón  fue  desde  Barcelona  enviada  á  Si- 
cilia para  que  casase  con  el  rey  don  Fadrique,  á  quien 
su  padre  la  tenia  otorgada.  Era  capitán  ae  la  armada 
en  que  la  llevaron ,  Olfo  Procfaita  gobernador  de  la 
isla  de  Cerdeña  por  el  rey  de  Aragón.  Celebráronse 
las  bodas  en  la  ciudad  de  Catania  á  once  dias  del  mes 
de  abril  del  año  siguiente  de  436i ,  desde  el  cual  tiem- 
po las  cosas  de  aquellas  islas  comenzaron  á  ponerse 
en  mejor  estado.  Los  enemigos  neapolítanos  parte 
deilos  fueron  vencidos,  y  parte  echados  del  reino: 
deste  matrimonio  nació  doña  María,  que  fue  después 
reina  de  Aragón  y  llevó  en  dote  el  reino  de  Sicilia. 
Finalmente  en  Castilla  se  hicieron  paces  por  la  buena 
diligencia  del  cardenal  legado ,  no  con  ánimo  since- 
ro, ni  se  entendía  que  serían  durables.  Los  capí- 
tulos dellas :  que  se  restituyesen  los  unos  á  los  otros 
los  pueblos  que  se  tomaron  durante  la  guerra :  que 
los  forajidos  de  Castilla  fuesen  echados  de  Aragón, 
á  tal  aue  el  rey  de  Castilla  los  perdonase. 

En  la  villa  ae  Deza,  do  el  rey  de  Castilla  tenia  sos 
reales,  se  publicaron  estas  paces  á  voz  de  pregonero 
en  diez  y  ocho  del  mes  de  mayo.  A][ndó  mucho  á  que 
esta  concordia  se  asentase .  el  miedo  grande  de  la 
^eira  que  el  rey  de  Granacla  entonces  hacia  á  Cas- 
tilla. Para  mayor  firmeza  desta  paz  acordaron  que  de 
ambas  partes  se  diesen  rehenes ,  que  estuviesen  en 
fieldad  en  poder  del  rey  Carlos  de  Navarra .  que  en 
aquella  sazón  se  hallaba  en  Francia  de  partida  para 
España  con  mucho  contento  y  regocijo  que  tenía,  por 
un  hijo  que  le  naciera  de  la  reina  su  mujer,  gue  se 
llamo  Caríos.  Gobernaba  en  el  entretanto  el  reino  de 
Navarra  su  hermano  el  infante  don  Luis.  Hecha  la 

Saz ,  el  rey  de  Aragón  se  partió  de  Calatayud  para 
aragoza ,  el  de  Castilla  á  Sevilla ,  don  Enríque  y  sus 
hermanos  acordaron  conformarse  con  el  tiempo,  y 
retirarse  á  Francia ,  escalón  y  camino  para  hacerse 
pujantes ,  y  para  hacer  temblar  á  Aragón  y  Castilla, 
y  renovarse  la  guerra  con  mayor  foria  y  obstinación 
que  antes. 

Los  trabajos  y  desdichas  de  la  reina  doña  Blanca 
movían  á  compasión  á  muchos  de  los  grandes  de  Cas- 
tilla, y  los  obligaban  á  que  tratasen  de  juntar  sus 
fuerzas  y  armas  para  amparalla.  No  se  le  pudieron 
encubrir  al  rey  estos  pensamientos :  cobró  por  esto 
mayor  odio  á  la  reioa ,  como  si  fuera  ella  la  causa  de 
tan  grandes  guerras  y  debates.  Parecióle  que  quitada 


de  por  medio,  quedaría  libre  él  deste  cuidado.  Hízola 
morír  con  yerbas  que  por  su  mandado  le  dio  un  mé- 
dico en  Medina  Sidonia  en  la  estrecha  prísion  en  que 
la  tenia,  tanto  que  no  se  le  permitía  que  nadie  la 
visitase  ni  hablase :  abominable  locura ,  inhumano, 
atroz  y  fiero  hecho  ^  matar  á  su  propia  mujer ,  moza 
de  veinte  y  cinco  anos,  agradada,  honestísima,  ino- 
centísima, prudente,  santa ,  de  loables  costumbres  y 
de  la  real  sangre  de  la  poderosa  casa  de  Francia. 

No  hay  memoría  entre  los  hombres  de  mujer  en 
España  á  quien  con  tanta  razón  se  le  deba  tener  las-' 
tima  como  á  esta  pobre,  desastrada  y  miserable  reina. 
De  muchas  tenemos  noticia  que  fu€Ton  muertas  y  re- 
pudiadas de  sos  mandos,  pero  por  alguna  culpa  ó 
descuido  suyo,  á  lo  menos  que  en  algún  tiempo  tu- 
vieron algún  contento  y  descanso ,  con  cuya  memo- 
ría  pudiesen  tomar  algún  alivio  en  sus  trabajos.  Bu 
la  reina  doña  Blanca  nunca  se  vio  cosa  porque  mere- 
ciese ser  sino  muy  estimada  y  querida;  sin  embaivo 
no  amaneció  para  ella  un  día  alegre,  todos  para  ella 
fueron  trístes  y  aciagos.  El  primero  de  sus  bodas  fue 
como  si  la  enterraran :  luego  la  encerraron ,  luego  la 
desecharon,  luego  la  enviaron,  no  gozó  sino  de  cala- 
midades, pesares  y  miserías.  Quitáronle  sus  damas 
y  críados ,  prívaba  su  émula :  ¿Quién  en  tales  tran- 
ces la  podía  favorecer?  Todo  socorro  y  alivio  hu- 
mano estaba  muy  lejos.  «Mas  á  tí  rey  atroz,  ó  por 
Ddecir  mejor  bestia  inhumana  y  fiera ,  la  ira  é  m- 
«dignación  de  Dios  te  espera  ¿  tu  cruel  cabeza  con 
vesta  mócente  sangre  queda  señalada  para  la  vengan- 
Dza.  De  esas  tus  rabiosas  entrañas  se  hará  á  aquel 
njusto  y  contra  tf  severo  Dios  un  agradable  y  suave 
»sadríficio.  La  alma  inculpable  y  limpia  de  tu  esposa, 
Dmas  dichosa  en  ser  vengada  que  con  ta  matrímonío, 
Dde  dia  y  de  noche  te  asombrará  y  perseguirá  de  tal 
»guisa ,  que  ni  la  vergüenza  de  lo  torpe  y  sucio ,  ni 
))el  miedo  del  peligro,  ni  la  razón  y  cordura,  de  tu 
))locura  y  desatino  te  aparten  ni  enfrenen  para  que 
Dfüera  de  seso  no  aumentes  las  ocasiones  de  tu  niuer- 
i>te,  hasta  tanto  que  con  tu  vida  pagues  las  que  á 
Dtantos  buenos  inocentes  tienes  quitadas.» 

Es  fama,  y  autores  fidedignos  lo  dicen,  que  andan- 
do el  rey  á  caza  junto  á  Medina  Sidonia ,  le  salió  al 
camino  un  pastor  con  traje  y  rostro  temeroso,  eriza- 
do el  cabello,  y  la  barba  revuelta  y  encrespada ,  y  le 
amenazó  de  muerte .  sino  tenia  miserícoraia  de  la 
reina  doña  Blanca  y  nacía  vida  concita.  Añaden^  que 
ios  que  envió  el  rey  con  gran  düigeocia  para  averiguar 
si  le  enviara  la  rema,  la  hallaron  hincada  de  rodiUas 
que  hacia  sus  castas  y  devotas  oraciones ,  y  tan  en<** 
cerrada  y  guardada  de  los  porteros  que  se  perdió  toda 
la  sospecha  que  se  podía  tener  deque  ella  le  hobiese 
hablado.  Conformóse  mucho  mas  la  opinión  ^ue  co- 
munmente se  tenia  de  que  fue  enviado  por  Dios,  con 
que  después  que  saltaron  al  pastor  de  la  prísion  en 
que  le  echaron,  nunca  jamás  pareció  ni  se  supo  qué 
se  hiciese  del.  Doña  Isabel  de  Lara  hija  de  don  Juan 
de  tara  fue  al  tanto  muerta  con  yerbas  que  le  dieron 
en  la jprísion  en  que  en  Jerez  la  tenían.  Un  hístoríador, 

2ue  fue  y  se  llama  el  despensero  mayor  de  la  reina 
oña  Leonor  de  Castilla ,  en  unos  coméntanos  que 
escríbió  de  las  cosas  de  su  tiempo  que  pasaron  los 
años  adelante ,  dice  que  la  muerte  de  doña  Blanca 
sucedió  en  Ureña,  villa  de  CastOla  la  Víela  cerca  de 
la  ciudad  de  Toro :  creo  que  se  engañó  (i ). 

CAPITULO  V. 

De  la  muerte  del  rey  Bermejo  en  Granada. 

Desta  manera  con  la  sangre  de  íncocentes  los  cam- 
pos y  las  ciudades ,  villas  y  castillos ,  y  los  ríos  y  el 

(1)  Su  muerte  sucedió  eo  el  castillo  de  Jerez  de  la  Fron- 
tera, donde  se  conservaba  su  sepulcro. 


624 


blBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


i 


mar  estaban  llenos  y  mancliados  :  ppr  donde  quiera 
que  se  fuese  se  hallaban  rastros  y  señales  de  íiere?^ 
y  crueldad.  Que  tan  grande  fuese  el  terror  de  los  del 
reino,  no  hay  necesidad  de  decirlo :  todos  temían  no 
les  sucediese  á  ellos  otro  tanto,  cada  uno  dudaba  de 
su  vida,  ninguno  la  tenia  segura.  Esta  común  triste- 
za en  alguna  manera  se  alivio  con  la  muerte  de  doña 
Maria  de  Padilla ;  dio  fin  ¿  sus  dias  en  Sevilla  entra- 
do el  mes  de  julio :  si  no  se  hubiera  manchado  con  la 
deshonesta  amistad  que  tuvo  con  el  rey ,  mujer  por 
lo  demás  digna  de  ser  reina  por  las  grandes  partes  de 

aue  Dios  asi  en  el  alma  como  en  el  cuerpo  la  dotó. 
1  cuerpo  de  la  reina  doña  Blanca  fue  depositado  al- 
gunos años  adelante  en  el  sagrario  de  la  iglesia  Ma- 
yor de  Tudela  por  los  caballeros  franceses  que  vinie- 
ron en  ayuda  del  conde  don  Enrique,  ca  tenían 
intento  de  llevalla  después  á  enterrar  en  Francia  en 
los  sepulcros  de  sus  antepasados.  El  entierro  y  obse- 

auias  de  doña  Maria  se  hicieron  en  todas  las  ciuda- 
es  y  villas  del  reino  con  aquella  magestad,  lutos, 
pompa  y  aparato  como  si  fuera  la  legítima  y  verdade- 
ra reina  de  Castilla.  Llevaron  su  cuerpo  á  enterrar  á 
Castilla  la  Vieja  al  monasterio  de  Santa  María  de  Es- 
tudillo,  que  ella  á  sus  espensas  edificara. 

En  la  ciudad  de  Toledo  en  el  monasterio  de  las  mon  - 
¡as  de  Santo  Domingo  el  Real ,  que  es  de  la  orden  de 
los  predicadores ,  hay  tres  sepulcros,  el  uno  es  de 
doña  Teresa .  dama  que  fue  de  la  reina  madre  del  rey 
don  Pedro,  de  la  cual  debajo  de  palabra  de  casamien- 
to hobo  una  hija  que  se  llamó  doña  María ,  que  fue 
muchos  años  priora  deste  monasterio ,  y  está  en- 
terrada en  el  segundo  sepulcro  :  en  el  tercero  están 
enterrados  don Sanch»  j  don  Diego,  hijos  asimismo 
del  rey  don  Pedro,  habidos  en  una  dona  Isabel,  de 
.quien  no  se  tiene  noticia  cuya  hija  fuese  ni  de  qué 
calidad  y  linaje.  A  la  verdad  no  habia  mujer  alguna 
tan  casta ,  ni  tan  fortalecida  con  defensas  de  hones- 
tidad y  limpieza  y  todo  género  de  virtudes,  que  tu- 
viese segundad  de  no  caer  en  las  manos  de  un  rey 
mozo,  loco,  deshonesto  y  atrevido.  No  podían  estar 
tañen  vela  los  maridos,  padres,  y  parientes,  que 
bastasen  á  poderle  escapar  la  que  él  de  veras  una  vez 
codiciaba :  todo  lo  sobrepujaba  y  vencía  su  temeridad 
y  desvergüenza  grande. 

Por  este  tiempo  el  rey  de  Portugal  declaró  pública 
y  solemnemente  en  Lisboa  que  los  hijos  que  arriba 
dijimos  hobo  en  doña  Inés  de  Castro,  eran  legítimos 
y  de  legítimo  matrimonio ,  y  como  tales  eran  capaces 
para  poder  heredar  el  reino.  Presentó  por  testigos  del 
matrimonio  clandestino  que  con  ella  contrajo ,  á  don 
Gil  obispo  de  la  Guardia,  y  á  Esteban  Lovato  su  guar- 
da-ropa mayor:  con  solemnes  juramentos  el  rey  y  los 
testigos  confirmaron  ser  así  verdad  como  lo  decían. 
Estuvieron  presentes  á  esta  declaración  los  nobles 
del  reioo,  y  entre  ellos  don  Juan  Alfonso  Tello 
conde  de  Barcelos,  á  quien  el  año  antes  diera  aquel 
título  en  la  misma  ciudad  de  Lisboa  con  grande  fiesta 
y  rogocijo  de  todo  el  pueblo.  Estos  títulos  se  usaban 
muy  poco  en  España ,  y  en  Portugal  hasta  entonces 
nunca  jamás ;  en  nuestros  tiempos  son  innumerables 
los  condes ,  marqueses  y  duques  que  hay  :  vicio  y 
corrupción  de  nuestra  humana  condición ,  es  dese- 
char y  menospreciar  las  cosas  antiguas,  y  llenos  de 
admiración  irnos  embelesados  tras  las  nuevas. 

En  el  entretanto  la  guerra  de  Granada  con  grande 
ahinco  y  enojo  de  ambas  partes  se  proseguía.  Juntá- 
ronse en  Castilla  muchas  compañías  de  todo  el  reino, 
y  entraron  por  las  tierras  de  los  moros  haciéndoles 
grandes  danos.  Cercaron  la  ciudad  de  Antequera ,  á 
quien  ios  antiguos  llamaron  Syngilía :  no  la  pudieron 
tomar  por  ser  plaza  muy  fuerte ,  y  tener  dentrobue- 
na  guarnición  de  valientes  moros  que  se  la  defendie- 
ron :  talaron  la  vega  de  Granada ,  y  sin  hacer  cosa 
señalada  se  volvieron  á  Castilla.  Pocos  dias  después 
entraron  en  el  adelantamiento  deCazorla  seiscientos 


moros  de á  caballo  y  hasta  dos  mil  peones ,  que  hi- 
cieron una  buena  presa  de  cautivos  y  sanados.  Subi- 
do esto  por  los  caballeros  de  la  ciudad  de  Jaén  y  de 
los  pueblos  de  su  comarca,  se  apeilidaroír  contra 
ellos ,  y  les  quitaron  toda  la  presa  con  muerte  de  mu- 
chos dellos  y  prisión  de  otros,  los  demás  se  pusieron 
en  huida.  Estos  fueron  los  principios  de  Ja  guerra  de 
los  moros. 

Mayor  tempestad  de  guerra  se  temía  de  la  parte 
de  Francia;  daño  que  deseaba  remediar  el  cardenal 
legado ,  que  aquel  estío  se  ouedó  en  Pamplona  por 
ser  pueblo  fresco ,  sano  y  de  buen  cíelo ,  y  á  propósi- 
to para  lo  que  él  con  grande  solicitud  pretendía.  Esto 
era  que  el  rey  de  Castilla  perdonase  los  forajidos  que 
andaoan  en  Francia,  y  revocase  la  sentencia  que 
contra  ellos  diera  en  Almazan  declarándolos  por  re- 
beldes V  enemigos  de  la  patria :  decía  que  el  rey  era 
ob) ¡fiado  á  hacer  esto  por  ser  uno  de  los  capítulos  y 
condiciones  con  que  se  concluyeron  las  paces  de 
Aracon. 

£1  fiero  y  duro  corazón  del  rey  no  se  ablanda  b;i 
con  tan  justos  y  razonables  ruegos;  antes  pareció 
que  forjaba  en  su  pecho  mucha  mayor  guerra  contra 
Aragón  de  la  que  antes  hiciera.  Por  esto  el  cardenal 
legado  á  ruego  é  instancia  del  rey  de  Aragón  por  el 
derecho  y  poder  que  le  dieron,  y  facultad  que  tenia, 
dio  por  ninguna  la  sentencia  que  en  Almazan  se  pro- 
nunció contra  don  Enrique  y  sus  consortes.  Enojóse 
mucho  el  rey  de  Castilla  por  esta  declaración ,  y  cre- 
cióle con  ella  el  deseo  que  tenia  de  vengarse.  Propu- 
so de  ejecutar  su  ira  y  saña ,  concluido  que  bobiesen 
la  guerra  de  los  moros ,  que  todavía  andaba  muy  en- 
cendida con  varios  sucesos  que  acontecían. 

En  particular  en  diez  y  ocho  de  febrero  del  $ig[uien' 
te  año  de  1362  junto  á  Acci,  que  ahora  es  la  ciudad 
de  Guadiz,  tuviéronlos  moros  de  Granada  una  boena 
victoria  de  los  castellanos.  El  caso  pasó  desta  manera . 
Don  Diego  García  de  Padilla  maestre  de  Calatrava.  y 
Enrique  Enriquez  adelantado  de  la  frontera  de  Jaén 
y  otros  caballeros  entraron  en  las  tierras  de  los  moros 
con  mil  caballos  y  dos  mil  infantes  con  intento  de 
combatir  á  Guadix;  mas  sin  que  los  cristianos  lo  su- 

Íiiesen  habia  ya  entrado  en  aquella  ciudad  para  de- 
éndella  gran  número  de  soldados  que  de  la  comarca 
y  de  Granada  vinieron  á  socorreüa.  Los  nuestros  sin 
recelo  enviaron  algunas  compañías  á  que  talasen  y 
robasen  los  campos  que  llaman  de  Val  de  Alhana.  L«s 
moros  visto  que  estaban  divididos,  salieron  con  gran- 
de ímpetu  de  la  ciudad,  ydieron  en  los  que  quedaran, 
y  trabaron  con  ellos  una  brava  y  reñida  pelea  que  duró 
todo  el  día.  Todos  pugnaban  por  vencer :  al  un  como 
quier  que  fuese  muy  mayor  el  número  de  los  moros, 
no  obstante  que  los  cristianos  se  defendieron  valero- 
samente, los  desbarataron  y  mataron  muchos  á  otros 
cautivaron,  prendieron  al  maestre  y  lleváronle  á 
Granada  al  rev  Bermejo ,  que  sin  ningún  rescate  le 
envió  luego  af  rey  don  Peuro,  ca  deseaba  con  este 
regalo  desenojarle.  El  rey  pensando  que  de  miedo  le 
hacia  aquella  cortesía ,  se  ensoverbeció  mas,  y  jun- 
tado que  hobo  sus  gentes,  para  reparar  la  honra  per- 
dida y  vengar  la  injuria  de  los  suyos  entró  en  el  reino 
de  Granada,  y  con  grande  furia  aestruyó  los  campos, 
q^ueraó  las  aldeas,  ganó  algunas  villas,  y  se  volvió  coo 
rica  presa  á  Sevilla. 

A  este  mal  suceso  para  el  rey  de  Granada  se  le 
allegó  otro  peor,  y  fue  que  mucnos  caballeros  del 
reino  de  los  que  antes  seguían  su  parcialidad  y  tenían 
su  voz ,  le  comenzaron  á  dejar  y  favorecer  á  su  émulo 
Mahomad  Lago ,  no  obstante  que  estaba  despojado  y 
andaba  huido.  Como  el  rey  Bermejo  sintió  las  volun- 
tades inclinadas  á  su  enemigo,  temió  perder  el  reino. 
Consultó  el  negocio  con  los  de  quien  mas  se  fiaba :  en 
fin  con  seguro  que  alcanzó  del  rey  de  Castilla,  se  de- 
terminó de  ir  á  Sevilla  y  ponerse  en  sus  manos.  AuUm- 
desle  mal  acertado  y  desdichado  consejo  fue  Edriz,  uu 


BISTOniA  DB  ESPAPIa. 


52t 


caballero  grande  amigo  delrey  ysueompañeroenlos 
peligros,  y  que  tenia  mucha  autoridad  entre  los  mo- 
ros, y  era  muy  estimado  y  de  gran  nombre  por  la  mu- 
cha prudencia  que  con  la  larga  esperiencia  de  los 
negocios  alcanzaoa.  Vino  el  moro  á  Sevilla  con  cua-* 
trocientes  hombres  de  á caballo,  y  docientos  dea  pié 

3ue  le  acompañaban.  Trujeron grandísimas  riquezas 
e  paños  preciosos,  oro,  piedras,  perlas,  aljofur  y  otras 
joyas  y  cosas  de  gran  valor.  Ponía  el  moro  la  espe- 
ranza de  su  amparo  contra  el  rey  ofendido  en  lo  que 
fue  causa  de  toda  su  perdición.  Recibióle  el  rey  con 
grande  honra  en  el  alcázar  de  Sevilla. 

Llegado  á  su  presencia ,  después  de  hecha  una  gran 
mesura,  uno  de  sus  caballeros  habló  desta  manera: 
«El  rey  de  Granada  que  está  presente ,  poderoso  se- 
))nor,  por  saber  muy  bien  que  sus  antepasados  fue- 
»ronsiemprealiados,tríbutarios  y  vasallos  de  la  casa 
»de  Castilla ,  se  viene  á  poner  debajo  del  amparo  de 
wvuestra  real  alteza,  cierto  de  que  se  procederá  con 
»él  con  aquella  mansedumbre,  equidad  y  moderación 
^)cual  los  reyes  de  Granada  la  solian  hallar  en  vues- 
))tros  antecesores,  que  si  acaso  recibían  algún  deser- 
nvicio  dellos  (que  no  es  de  maravillar  según  son  va- 
nrias  V  mudables  las  cosas  de  los  hombres)  con 
ntnanuarles  pagar  parias  y  algunos  dineros  en  que 
»eran  penados  ,  los  volvían  á  recebir  en  su  gracia  y 
»amistad.  Si  entre  ellos  asimismo  y  en  su  casa  nacían 
»algunas  diferencias  y  debates,  todo  se  componía  y 
napaciguaba  por  el  arbitrio  y  parecer  de  los  reyes  de 
nCastilla.  Estamos  alegres  que  lo  mismo  nos  haya 
»acontecído  de  acudir  á  la  vuestra  merced:  tenemos 
«grande  confianza  que  nos  será  gran  reparo  el  venir 
»con  esta  humildad  á  echamos  á  vuestros  pies.  Maho- 
»mad  Lago  fue  justamente  echado  del  reino  por  lu 
nmucha  soberbia  con  que  trataba  los  pueblos,  y  por 
))su  mucha  avaricia  con  que  les  quitaba  lo  suyo :  á 
»D08  de  común  consentimiento  pusieron  en  su  lugar 
»y  coronaron  por  descender  derechamente  de  la  real 
»y  antigua  alcuñay  sangre  de  Granada,  y  serlegí* 
»timos  herederos  del  reino,  de  que  á  tuerto  y  con  gran 
«tiranía  nos  tenia  despojados.  Hacemos  ventaja  en 
npoder  y  fuerzas  á  nuestro  competidor,  solamente  á 
» vos  reconocemos  y  tenemos,  con  cuya  felicidad  y 
»graodeza  no  nos  pretendemos  comparar.  Tenemos 
)>citírla  esperanza  que  pues  la  justicia  claramente  está 
»«ie  nuestra  parte,  no  dejaremos  de  hallar  amparo  en 
»la  sombra  de  un  justo  príncipe,  y  que  los  ruegos  de 
»un  rey  hallarán  benigna  cabida  en  la  piedad  de 
«vuestra  real  clemencia,  mayormente  que  el  seffuro 
)>qucse  nos  mandó  dar,  nos  animó  mucho  y  hizo 
»ciertos  que  nuestra  venida  sería  á  nos  dichosa  y  á 
»vos  grata.  Parécenos  que  tenemos  sufícientísimo 
)>amparo  en  nuestra  inocencia  y  justicia.  Deseamos 
»se  entienda  que  vuestra  prudencia  la  prueba,  y  vues- 
»tra  poderosa  é  invencible  mano  la  ampara.» 

A  esto  el  rey  de  Castilla  con  engañoso  y  risueuo 
rostro  y  blandas  palabras  respondió  que  holgaba  con 
sa  venida ,  que  tuviese  buena  esperanza  de  que  todo 
se  haría  bien ,  y  puestos  los  ojos  en  el  rey,  le  dijo: 
ctEste  día  ni  á  vos  ni  á  los  vuestros  os  acarreará  al- 
»gun  daño.  Entre  nos  hay  todas  las  obligaciones  de 
«amistad ,  fuera  de  que  no  acostumbramos  á  traer 
«guerra  con  la  fortuna  y  desgracia  de  los  hombres, 
«sino  con  la  soberbia  y  presunción  de  los  atrevidos  y 
«rebeldes.»  Dicho  esto,  el  maestre  de  Santiago  don 
barcia  de  Toledo  llevó  al  rey  moro  á  que  cenase  con 
él.  Al  tiempo  que  cenaban ,  le  echaron  mano  y  le 
prendieron,  sea  por  mudarse  repentinamente  la  vo- 
luntad, sea  por  quitarse  la  máscara  aquel  desleal  y 
cruel  principe.  No  paró  aquí  la  desventura :  dentro 
He  pocos  dias  el  desiiichado  rey  adornado  de  sus  ves- 
tiduras reales,  que  eran  de  escarlata,  y  subido  en  un 
asno  con  treinta  y  siete  caballeros  de  los  suyos  que 
también  llevaban  á  ejecutar,  le  sacaron  á  un  campo 
donde  justician  los  malhechores,  que  está  cerca  de 


la  ciudad  y  se  dice  de  Tablada.  Allí  mataron  al  mal 
aconsejado  rey  y  á  los  treinta  y  siete  caballeros  suyos . 
Corrié  fama  que  les  causó  la  muerte  las  grandi^s 
riquezas  que  trujeron,  y  que  el  avariento  ánimo  del 
rey  se  acodició  á  ellas.  Refieren  otrosí  algunos  auto«- 
res  de  aouel  tiempo  que  el  mismo  tirano  y  cruel  rey 
le  mató  de  un  bote  de  lanza:  hecho  feo,  aoominable*, 
oficio  de  verdugo,  y  crueldad  que  parece  mas  grave 
y  terrible  que  la  misma  muerte.  No  consideró  el  rey 
don  Pedro  cuan  aborrecible  y  odioso  se  hacia  y  lo 
que  dél  hablarían  las  sentes  no  solo  entonces  ,  sino 
mucho  mas  en  los  sidos  venideros.  Al  tiempo  que  le 
hirió  escriben  que  (fijo  estas  palabras:  ccTomad  el 
apago  de  las  paces  que  por  tu  causa  tan  sin  razón 
»hice  con  el  roy  de  Aragón.»  Y  que  el  moro  le  res- 
pondió :  aPoba  honra  ganas  rey  don  Pedro  en  matar 
»un  rey  rendido  y  que  vino  á  tí  debajo  de  tu  seguro 
»y  palabra.»  Envió  el  rey  de  Castilla  el  cuerpo  del 
rey  Bermejo  á  su  competidor  Mahomad  Lago ,  que  á 
la  ñora  recobrado  el  reino  ,  envió  libres  al  rey  don 
Pedro  todos  los  cristianos  que  cautivaron  los  moros 
en  la  batalla  de  Guadix. 

CAPITULO  VL 
Renuévase  la  guerra  de  Aragón. 

CoNCLuroA  la  guerra  délos  moros,  y  dado  orden  en 
las  cosas  del  Andalucía,  se  volvió  con  mayor  coraje 
á  la  guerra  de  Aragón ,  aunque  con  disimulación  fin- 
gía el  de  Castilla  que  los  apercebimientos  que  se  ha- 
cían ,  eran  para  defenderse  de  la  guerra  que  se  temía 
de  Francia,  cuyo  autor  y  cabeza  principal  se  decía 
ser  el  conde  don  Enrique.  Trató  desliarse  con  el  rey 
delngalaterra;  que  no  esperaba  hallaria  buena  aco- 
gida en  el  rey  de  Francia ,  por  entender  no  estaria 
olvidado  de  la  muerte  de  su  sobrina  la  reina  doña 
Blanca ,  cuya  venganza  era  de  creer  querria  hacer 
con  las  armas.  Quiso  asimismo  el  rey  de  Castilla  ayu- 
darse del  rey  de  Navarra,  y  para  tratar  deílo  se  vie- 
ron en  la  ciudad  de  Soria :  allí  secretamente  se  con- 
formaron contra  el  rey  de  Aragón.  No  tenia  el  Navarro 
causa  ninguna  justa  de  romper  con  el  Aragonés:  para 
hacer  la  guerra  con  algún  color  fingió  y  publicó  que 
estaba  agraviado  déi,  porque  siendo  su  cuñado  y  te- 
niendo hecha  con  él  alianza,  no  le  favoreció  cuando  le 
tuvo  preso  el  rey  de  Francia:  que  por  esto  no  que- 
ría mas  su  amistad,  antes  pretendía  con  las  armas 
tomar  emienda  deste  agravio. 

Con  esta  resolución  juntó  de  su  reino  las  mas  gen- 
tes que  pudo^  y  cercó  en  Aragón  la  villa  de  Sos,  que 
tomó  al  cabo  de  muchos  dias  que  la  tuvo  cercada. 
El  rey  de  Castilla  al  tanto  juntó  un  grueso  ejército 
de  diez  mil  caballos  y  treinta  mil  infantes,  con  que 
entró  poderosamente  en  el  reino  de  Aragón  con  in- 
tento de  poner  cerco  sobre  Calatayud.  Rindió  en  el 
camino  la  fortaleza  y  pueblo  de  Hariza ,  y  tomó  á 
Ateca,  Cetina  y  Alhama.  Pasó  adelante,  y  en  el  mes 
de  junio  asento  sus  reales  sobre  Calatayud ,  que  es 
una  ciudad  fuerte  de  la  Celtiberia.  Tenia  dentro  de 
guarnición  mucha  gente  valerosa ,  y  muy  leal  al  rey 
de  Aragón.  El  mismo  sabido  el  aprieto  en  que  podían 
estar  los  cercados,  les  envió  desde  Perpiñan  y  Barce- 
lona donde  aquellos  dias  se  hallaba,  al  conde  de  Oso- 
na  hijo  de  Bernardo  de  Cabrera ,  frára  que  él  y  don 
Pedro  de  Luna  y  su  hermano  don  Artal  y  otros  caba- 
lleros procurasen  entrar  en  la  ciudad ,  y  animasen  á 
los  cercados  y  los  entretuviesen  mientras  se  les  en- 
viaba algún  socorro.  Encamináronse  según  les  era 
mandado,  mas  como  llegasen  una  noche  al  lugar  de 
Miedos  que  está  junto  á  Calatayud,  fue  avisado  deilo 
el  rey  don  Pedro:  cargó  de  sobresalto  sobre  ellos, 
tomó  el  lugar  á  partido,  y  á  estos  señores  los  llevó 
presos  á  sus  reales. 

Hallábase  el  rey  de  Aragón  muy  dcsapercebído; 
las  paces  tan  recien  hechas  le  hicieron  descuidar. 


526 


BIBLIOTECA   DE   GASPAR   T   ROIG. 


Visto  pues  que  ¿  deshora  venia  sobre  él  una  guerra 
tan  peligrosa,  envió  lue^o  á  pedir  su  ayuda  á  Fran- 
cia,  y  á  rogar  á  don  Enrique  y  á  don  Tello  le  vinie- 
sen á  favorecer.  Estos  socorros  sé  tardaban ,  la  ciu- 
dad como  no  se  pudiese  mas  defender  por  ser  muy 
combatida ,  y  faltar  álos  cercados  municiones  y  bas- 
timentos ,  con  licencia  de  su  rey  se  rindieron  al  rey 
don  Pedro  en  veinte  y  nueve  dias  de  agosto,  salvas 
sus  personas  y  haciendas ,  y  con  condición  que  los 
vecinos  quedasen  libres  y  pacíficos  en  sus  casas 
como  lo  estaban  cuando  eran  de  Aragón.  Tomada 
esta  ciudad,  dejó  en  ella  el  rey  con  buena  gente  de 
guerra  por  guarnición  al  maestre  de  Santiago ,  y  él 
se  volvió  á  Sevilla.  En  esta  ciudad  antes  aue  fuese 
sobre  Galatayud  ,  tuvo  cortes,  en  que  públicamente 
«firmó  que  dona  María  de  Padilla  era  su  legítima 
mujer  por  haberse  casado  con  ella  clandestinamente 
mucbo  antes  que  viniese  á  España  la  reina  doña 
Blanca ;  que  por  esta  rázon  nunca  fuera  verdadero  el 
matrimonio  que  con  la  reina  se  hizo :  que  tuviera 
secreto  este  misterio  hasta  entonces  por  recelo  de  las 
parcialidades  de  los  grandes ;  mas  que  al  presente 
por  cumplir  con  su  conciencia;  y  por  amor  de  los  hi- 
jos que  en  ella  tenia  lo  declaraba.  Mandó  pues  que 
a  doña  María  de  allí  adelante  la  llamasen  reina,  y 
que  su  cuerpo  fuese  enterrado  en  los  enterramien* 
tos  de  los  reyes.  No  faltó  aun  entre  los  prelados 
quien  predicase  en  favor  de  aauel  matrimonio :  adu- 
lación perjudicial.  Después  aesto  falleció  en  diez  y 
siete  de  octubre  su  hijo  don  Alonso  á  quien  pensaba 
dejar  por  heredero  del  reino. 

kl  rey  mismo  acosado  de  la  memoria  destas  muer- 
tes, y  por  los  peligros  en  que  andaba ,  en  diez  y 
ocho  de  noviembre  otorgó  su  testamento  (i).  En  él 
mandaba  que  enterrasen  su  cuerpo  con  el  hábito  de 
San  Francisco,  y  fuese  puesto  en  una  capilla  que  la- 
braba en  Sevilla ,  en  medio  de  doña  María  de  Padilla 
y  de  su  hiio  don  Alonso:  como  hombre  pío  y  religio- 
so pretendía  con  aquella  ceremonia  aplacar  á  la  divi- 
na magostad.  Deste  testamento ,  que  hoy  parece 
autorizado  y  original ,  se  coliffe  que  no  dejó  de  tener 
al^un  temor  de  Dios  y  cuaTque  memoria  y  senti- 
miento de  las  cosas  de  la  otra  vida ,  no  obstante  que 
aquel  su  natural  le  arrebatase  muchas  veces,  y  ayu- 
dado con  la  costumbre  le  hiciese  desbaratar.  En  es- 
te testamento  sucesivamente  llama  á  la  herencia  del 
reino  las  hijas  de  doña  María  de  Padilla,  y  después 
dellas  ¿  don  Juan ,  el  hijo  que  tuvo  en  doña  Juana  de 
Castro,  como  quier  que  no  fuese  compatible  que  to- 
dos pudiesen  ser  herederos  legítimos  del  reino.  De 
donde  bien  al  acierto  se  infiere  que  la  declaración 
del  casamiento  con  doña  María  no  fue  otra  cosa  sino 
una  ficción  vuna  mal  trazada  maraña,  como  de  hom- 
bre que  (mal  pecado)  no  tenia  cuenta  con  la  razón 
y  justicia,  sino  que  se  dejaba  vencer  de  su  antojo  y 
desordenado  apetito,  y  quería  hacer  por  fuerza  lo 
que  era  su  gusto  y  voluntad. 

Presentó  el  rey  en  aquellas  cortes  por  testigos  de 
su  casamiento  unos  hombres  por  cierto  sin  taqba  ni 
sospecha,  mayores  de  toda  escepcion,  á  don  Die- 
go García  de  Padilla  maestre  de  Galatrava  y  ¿  Juan 
Fernandez  de  Hinestrosa:  el  primero  hermano,  y  el  se- 
gundo tio  de  la  dofia  María,  y  á  un  Juan  Alfonso  de 
Mayorga,  y  á  otro  Juan  Pérez  clérigo,  que  con  gran- 
des juramentos  atestiguaban  por  el  matrimonio. 
¿Quién  no  diera  crédito  á  testimonios  tan  calificados 
en  una  causa  en  que  no  iba  mas  de  la  sucesión  y  he- 
rencia de  los  reinos  de  León  y  de  Gastilla?  Mandaba 
en  una  cláusula  del  testamento  ya  dicho  que  ninguna 
de  sus  hijas  so  pena  de  su  maldición,  y  de  la  priva- 
ción de  la  herencia  del  reino,  se  casase  con  el  infan- 
te don  Fernando  de  Aragón ,  ni  con  don  Enrique  ni 

(i)  Zaríti  dudó  de  sa  lentimidad  y  con  efecto  el  original 
que  le  coasenra  está  raspado  y  vieiaao  en  varías  partes. 


con  don  Tello  sus  hermanos,  si  no  que  su  hija  ma- 
yor  doña  Beatriz  casase  con  don  Fernando  principe 
de  Portugal,  y  llevase  en  dote  los  reinos  de  Gastilla; 
señaló  y  nombró  por  gobernador  y  tutor  á  don  Garci 
Alvarezde  Toledo  maestre  de  Santiago:  encargaba 
otrosí,  y  mandaba  que  á  don  Dieffo  de  Padilla  maes- 
tre de  Galatrava,  y  á  don  Suero  Martínez  maestre  de 
Alcántara  los  mantuviesen  y  conservasen  en  sus  hoii- 
ras ,  oficios  y  dignidades. 

Ordenadas  las  cosas  de  su  casa,  y  asentado  el  es- 
tado del  reino,  en  el  corazón  del  invierno  y  principio 
del  año  de  1363  se  reparó  y  rehizo  la  guerra  con 

grande  priesa  y  calor:  tan  codicioso  estaba  el  rey  de 
astilla  de  vengarse  del  Aragonés.  Alistó  nuevas  com- 
pañías de  soldados  por  todo  el  reino,  envió  á  pedir 
avudas  fuera  del,  y  en  particular  se  confedero  con 
el  rey  de  Ingalaterra  y  con  su  hijo  el  principe  de  Ga- 
les. El  primer  nublado  desta  guerra  descargó  sobre 
Maluenda,  Arauda  y  Borgia ,  que  con  otros  pueblos 
de  menor  importancia  sin  tardanza  fueron  tomados: 
puso  otrosí  cerco  á  la  ciudad  de  Tarazona.  Por  otra 
parte  el  rey  de  Navarra  entró  en  Aragón  por  cerca  de 
Exea  y  Tiermás ,  estragó ,  asoló  y  robó  los  campos  y 
labranzas  de  aquella  comarca:  puso  gran  miedo  en 
todos  aquellos  pueblos  y  cuita  con  los  grandes  daño^ 
que  les  hizo ,  en  especial  se  señaló  la  crueldad  de  los 
soldados  castellanos  que  llevaba. 

Vinieron  á  servir  en  esta  guerra  al  rey  de  Gastilla 
don  Luis  hermano  del  rey  de  Navarra  acompañado 
de  gente  muy  escogida  y  lucida,  y  don  Gil  Fernandez 
de  Carvallo  maestre  de  Santiago  tm  Portugal  con  tre- 
cientos caballos ,  v  otros  señores  de  Francia.  El  roy 
de  Aragón  envió  a  rogar  al  rey  moro  de  Granada  que 
diese  guerra  en  el  Andalucía :  no  lo  quiso  hacer  el 
moro  por  guardar  fielmente  la  amistad  que  tenia 
puesta  con  el  rey  don  Pedro,  y  mostrarse  agradecido 
de  la  buena  obra  que  del  acababa  de.recebir.  SoUcitó 
eso  mismo  el  Aragonés  los  moros  de  África  á  que  pa- 
sasen en  su  ayuda,  sin  tener  ningún  cuidado  de  sa 
honra  y  fama:  escusábase  con  que  el  rey  de  Gastüb 
tenia  en  su  ejército  á  Farax  Reduan  capitán  de  seis- 
cientos giaetes,  que  por  mandado  de  Mahomad  Lago 
rey  de  Granada  le  servían.  Esperaban  cada  dia  «n 
Aragón  ádon  Enrique  que  venia  en  su  socorro  acom- 
pañado de  tres  mil  lanzas  francesas;  sin  embargo  las 
fuerzas  del  rey  de  Aragón  no  se  i^alaban  en  gran 
parte  con  las  de  Gastilla:  así  se  le  rindieron  Tarazo- 
na y  Teruel,  y  por  otra  parte  Segorbe  y  Ezerica,  y 
gran  número  de  villas  y  castillos  de  menor  cuenta. 
No  tenían  fuerzas  que  bastasen  á  resistir  la  fuena  y 

f»oder  délos  castellanos,  que  entraron  victoriosos,  y 
legaron  con  sus  banderas  á  lo  mas  interior  del  reino. 
Cercaron  á  Monviedro^  y  le  forzaron  á  que  se  diese  á 
partido:  en  veinte  de  julio  llegaron  á  dar  vista  á  Va- 
lencia y  se  pusieron  sobre  ella.  Gausó  esto  gran  mie- 
do á  todo  Aragón ,  y  se  tuvieron  de  todo  punto  por 
perdidos. 

Estaba  á  este  tiempo  muy  falto  de  gente  el  ejército 
de  Gastilla ,  por  las  muchas  guarniciones  y  presidios 
que  dejaron  en  tantos  pueblos  como  á  la  sazón  se 
conquistaron:  dio  la  vida  al  rey  de  Aragón  don  En- 
rique que  en  esta  coyuntura  llegó  á  España ,  y  coo 
su  venida  se  reforzó  tanto  el  ejército  que  pudo  hacer 
rostro  á  su  enemigo;  mas  él  por  no  aventurar  todas 
sus  victorias  y  lo  que  tenia  ganado,  en  el  trance  de 
una  batalla,  levantó  su  real  de  sobre  Valencia ,  y  re- 
tiróse á  Moiiviedro ,  como  á  plaza  fuerte ,  para  aesde 
allí  proseguir  la  guerra.  El  Aragonés  visto  que  no 
podía  forzar  al  enemigo  á  que  diese  la  batalla,  tornó- 
se á  Burriana,  que  es  un  lugar  fuerte  que  está  cerca 
de  allí  en  los  edetanos.  Dos  mil  ginetes  que  envió  el 
rey  de  Gastilla  en  su  se^^uimiento  para  que  le  estor- 
basen el  camino,  no  hicieron  cosa  de  momento. 

Mientras  esto  pasaba  en  España ,  el  rey  de  Fran- 
cia, Juan,  en  LonJies  dos  meses  antes  desto  falleció, 


HISTORIA  DE  ESPAPÍA. 


527 


Jonde  era  ido  á  rescatar  los  rehenes  que  allá  dejó  | 
Oliendo  le  «soltaron  de  la  prisión.  Trajeron  sn  cuerpo  | 
ñ  la  ciudad  de  París,  que  llevaron  en  hombros  los 
oidores  del  parlamento  para  le  enterrar  en  el  monas- 
terio de  San  Dionisio.  Su  hijo  Carlos  Quinto  deste 
nombre,  conforme  á  las  costumbres  y  uso  anticuo 
de  Francia  fue  ungido  y  rccebido  por  rey  en  la  ciu- 
dad de  Rems.  El  nuevo  rey  Garlos  queria  mal  al  de 
Navarra ,  teníale  guardado  el  enojo  por  los  desabri- 
mientos que  de  antes  entre  ellos  pagaron.  Para  ven- 
gnrse,  luego  que  tomó  la  posesión  del  reino,  despa- 
chó contra  él  un  famoso  y  valiente  capitán  suyo 
natural  de  lamenor Bretaña,  liamadoBeltraoClaquin, 
que  después  hizo  cosas  muy  señaladas  en  las  guer- 
ras de  Castilla.  Este  caudillo  en  las  tierras  que  el  rey 
de  Navarra  tenia  en  Francia,  hizo  cruel  guerra,  y 
con  un  ardid  de  que  usó ,  lo  tomó  en  Normandía  la 
villa  de  Mante ,  y  otros  capitanes  ganaron  la  villa  y 
castillo  de  Meulao  y  á  Longavilla ,  y  el  mismo  Bel-> 
tran  venció  y  desbarató  en  una  batalla  á  don  Philipe 
hermano  deí  rey  de  Navarra ,  que  murió  por  estos 
dias. 

Por  su  muerte  el  Navarro  se  inclinó  á  tratar  de  ha- 
cer paces  entre  los  reyes  d^  España;  demás  que  le 
pesaba  del  peligro  y  malos  sucesos  del  rey  de  Anigon, 
que  en  fin  er.i  su  pariente ,  y  fueron  antes  amigos  y 
aliados ;  por  el  contrario  le  era  odiosa  la  prosperidad 
del  rey  de  Castilla ,  v  sus  hechos  v  modos  de  proce- 
der eran  muy  cansaaos  y  desagradables.  De  consen- 
timiento pues  de  los  reyes  don  Luis  hermano  del  rey 
de  Navarra  juntamente  con  el  abad  de  Piscan ,  que 
era  nuncio  apostólico ,  fueron  á  hablar  al  roj  de  Cas- 
tilla ,  con  quien  hallaron  al  conde  de  Denuí  y  Ber- 
nardo de  Cabrera  que  eran  venidos  con  embajada  del 
rey  de  Aragón  para  echar  á  un  cabo  y  concluir  sus 
diferencias.  Con  la  intercesión  destos  señores  parece 
que  el  fiero  corazón  del  rey  comenzó  á  ablandarse; 
especialmente  con  el  trato  que  movieron  de  dos  ca- 
samientos ,  el  uno  del  rey  de  Castilla  cou  doña  Juana 
hija  del  rey  de  Aragón ,  el  otro  del  infante  don  Juan 
duque  de  Girona  con  doña  Beatriz  hija  ma)or  del  rey 
don  Peilro. 

Esto  pasaba  en  lo  público :  de  secreto  se  procuraba 
la  destruicion  de  don  Enrique  conde  de  Trastamara 
y  del  infante  don  Fernando  de  Aragón  como  de  los 
principales  autores  de  las  discordias  de  los  dos  rei- 
nos. El  rey  de  Castilla  pretendía  esto  muy  ahincada- 
mente, el  de  Aragón  todavía  csirañaba  este  trato : 
parecíale  hecho  atroz  y  feísimo  matar  á  estos  caba- 
lleros ,  sin  nueva  culpa  ni  ocasión ,  que  estaban  de- 
bajo de  su  seguro  v  palabra :  no  queria  comprar  la 
fí'AZ  con  el  precio  ae  la  sangre  de  aquellos  que  del 
lacian  confianza.  Todavía  ora  fuese  por  esUi  causa 
de  complacer  al  de  Castilla  ,  ora  por  otra ,  el  infante 
tion  Fernando  por  mandado  del  rey  su  hermano  fue 
muerto  en  esta  sazón  en  Castellón ,  un  pueblo  que 
está  cérea  de  Burríana.  Los  antiguos  odios  estaban 
ya  maduros ,  demás  que  trataba  entonces  de  pasarse 
en  Francia  con  una  buena  compañía  de  soldados  cas- 
tellanos que  seguían  su  bando  y  amistad.  Huíase  su 
mujer  á  Portugal ;  fue  detenida  primero  y  presa  en  el 
camino,  después  enviada  al  rey  su  padre.  Con  la 
muerte  del  infante  don  Fernando  quedó  el  conde  don 
Enrique  libre  y  desembarazado  de  un  grandísimo 
émulo  y  competidor  para  la  pretensión  del  reino  de 
Castilla. 

Poco  faltó  que  no  se  le  añublase  aquel  contento  : 
otro  dia  después  do  la  muerte  de  don  Fernando  sin 
saberlo  él  corrió  gran  riesgo  su  vida.  Los  reyes  de 
Aragón  y  Navarra  tenían  concertado  que  juntamente 
con  don  Enrique  se  viesen  en  el  castillo  de  Uncastel 
que  era  de  Aragón  en  la  raya  de  Navarra ,  y  que  allí 
le  matasen.  Recelóse  el  conde ,  puesto  que  no  sabia 
nada  doctos  tratos,  de  entrar  en  aquella  fortaleza  : 
para  aseguralle  la  pusieron  en  poder  de  Juan  Ramí- 


rez de  Areilano ,  que  para  esto  nombraron  por  alcai- 
de de  aquella  fortaleza ,  y  era  natural  de  Navarra. 
Quién  dice  que  esta  habla  de  los  reybs  fue  en  Sos  á 
la  raya  de  Navarra.  Hizo  confianza  don  Enrique  do 
aquel  caballero ,  que  debía  ser  buen  cristiano ,  y  en« 
tro  debajo  de  su  seguro :  no  le  valió  este  recato  me- 
nos que  la  vida ,  á  causa  que  los  reyes  nunca  pudie- 
ron acabar  con  el  alcaide  que  permitiese  se  le  hiciese 
ningún  daño.  Decía  que  el  conde  don  Enrique  era  su 
amigo ,  y  íió  su  vida  de  la  palabra  y  seguriaad  que  le 
dio :  que  por  cosa  de  las  del  mundo  él  no  mancliaria 
su  linaje  con  infamia  de  semejante  traición ;  ni  con* 
sentiría  alevosamente  la  muerte  de  un  tan  gran  prín- 
cipe. Cosa  verdaderamente  de  milagro ,  que  en  un 
tiempo  en  que  los  corazones  de  los  hombres  se  mos- 
traban con  tantas  muertes  encruelecidos  y  fieros, 
hobies^  quien  hiciese  diferencia  entre  lealtad  y  trai- 
ción :  grandísima  maravilla,  que  un  hombre  extran- 
jero tuviese  tan  grande  constancia  que  se  opusiese  á 
la  voluntad  y  determinación  de  dos  reyes,  y  mas  que 
era  camarero  del  Aragonés;  la  verdades  que  Dios,  á 
quien  los  hombres  no  pueden  engañar  ni  impedir  sus 
decretos ,  tenia  ya  determinado  de  dar  al  conde  el 
reino  de  su  hermano,  y  quitarle  al  que  con  tantas 
cualidades  le  tenía  desmerecido.  Por  este  tiempo  en 
el  mes  de  agosto  en  Catania  de  Sicilia  dio  fin  á  sus 
días  la  reina  de  Sicilia  doña  Costa nza.  Dejó  una  hija 
llamada  doña  María ,  heredera  que  fue  aaelante  del 
reino  de  su  padr^t,  y  por  ella  su  marido  don  Martin 
hijo  de  otro  don  Martín  duque  de  Momblanc ,  y  últi- 
mamente rey  de  Aragón. 

CAPITULO  VIL 
Que  don  Enrique  fue  alzado  por  rey  de  Castilla. 

Resfriado  el  calor  con  que  se  trazaban  las  paces 

Í  perdida  gran  parte  de  la  esperanza  que  de  concluí- 
as se  tenía,  el  rey  de  Aragón  se  fué  á  Cataluña  á 
procurar  nuevos  socorros  para  defenderse ,  el  rey  de 
Castilla  á  Sevilla  con  tanta  codiciado  renovar  la  guer- 
ra aue  en  el  fin  del  año  entró  por  Murcia  en  el  reino 
de  Valencia,  y  unas  por  coinbate  y  otras  á  partido 
ganó  las  villas  de  Alicante,  Muela,  Callosa.  Denla, 
Gandí n  y  Oliva.  Pasó  tan  adelante  que  en  el  mes  de 
diciembre  puso  cerco  á  la  ciudad  de  Valencia  cabe- 
cera de  aquel  reino.  Esto  causó  en  toda  la  provincia 
un  miedo  grandísimo;  en  especial  al  rey  á  quien  tema 
esta  guerra  puesto  en  gran  cuidado^  queá  la  sazón 
tuvo  las  pascuas  de  Navidad  en  la  ciudad  de  Lérida. 
Poi*o  después  se  vio  con  el  de  Navarra  en  la  fortaleza 
de  Sos  en  veinte  y  tres  dias  del  mes  de  febrero  año 
de  nuestra  salvación  de  1364.  Hallóse  presente  el 
conde  don  Enrique,  reconciliado  con  los  rejes ,  ó  lo 
que  yo  tengo  por  mas  cierto ,  porque  no  sabia  el  pe- 
ligro eu  que  estuvo  en  las  vistas  pasadas.  Hfzose  liga 
entre  ellos ,  y  amistades  no  mas  duraderas  que  otras 
veces :  presto  se  desavenían  y  serán  enemigos.  Pen- 
saban 81  venciesen  j  repartirse  entre  si  á  Castilla, 
como  presi  y  despojo  de  la  victoria. 

Don  Enrique  tenia  concebida  esperanza  de  apode- 
rarse de  las  riquezas  y  reino  de  su  hermano ,  y  el  ha- 
berse esca|)ado  de  tantos  peligros  le  parecía  a  él  que 
era  dello  cierto  presagio  j  prenda ,  como  si  hobiera 
ganado  una  grandísima  victoria :  finalmente  su  jue- 
go se  entablaba  bien ,  y  mejor  que  el  de  sus  contra- 
rios. En  el  repartimiento  de  Castilla  daban  al  rey  de 
Navarra  á  Vizcaya  y  á  Castilla  la  Vieja :  el  reino  de 
Murcia  y  de  Toledo  tomaba  para  si  el  rey  de  Aragón; 
oue  es  cosa  muy  fácil  ser  liberal  de  hacienda  ajena, 
aolo  á  Bernardo  de  Cabrera  no  contentaban  estos 
pretensos :  parecíale  que  con  ellos  no  se  granjearía 
mas  de  irritar  y  echarse  á  cuesUts  las  fuerzas  y  armas 
de  Castilla ;  mas  poderosas  que  las  de  Aragón ,  como 
los  sucesos  de  las  guerras  {¿sadas  bastantemente  ki 
mostraban. 


S18  BIBLtOieCá  DE 

Tratdse  entre  estos  priDCipes  ¿e  raaur  al  dicho 
Denurda  áo  Cabrera :  plática  que  no  estuvo  tan  se- 
i^reta  que  ¡iríniera  que  lo  pudieseo  efectuar  no  *inie- 
ne  á  BU  noticia ,  ;  de  Alraudevar  donde  esto  se  orde- 
naba, se  Imyese  á  riavarra :  siguiéronle  por  mandado 
de  don  Burígue  algunos  capitanes  de  á  caballo  de  los 
Muyos ,  alcanzáronle  en  Carcastillo ,  y  preso ,  lo  tu- 
vieron en  buena  guarda  hasta  que  después  en  ciertos 
conciertos  fue  entregado  al  rej  de  Aragón ,  que  es- 
taba muT  ansiado  por  el  cerco  de  la  ciudad  de  Valen- 
tía sin  saber  en  lo  que  pararla.  Con  este  cuidado 
juntó  todo  su  ejército  para  irla  á  descercar  con  áni- 
mo de  dar  la  batalla  al  enemigo.  ?artiá  de  Burria-  . 


r.tsrjin  t  roic. 

na  con  su  campa ,  y  llegado  á  vista  de  los  enemigos, 
Ie4  presentó  la  batalla:  escuaóla  el  rej  de  Caslilli : 
no  se  sabe  por  qué  no  se  atr«viú  á  veoír  á  las  nuoos 
con  los  aragoneses.  Ellos  visto  que  los  castellauoi  íe 
estaban  quedos  dentro  de  sus  reales,  coa  ^nde 
honra  Suva  y  afrenta  de  loa  enemigos  eo  vuete  ; 
ocho  de  Boríl  se  entraron  como  vict^rioaos  en  li  cia- 
dad  de  Valencia. 

La  firmada  de  Casulla  que  era  muy  poderosa ,  de 
veinte  y  cuatro  galeras  y  de  cuarenta  y  seia  navloj, 
dadi>  que  bobo  un  tiento  á  los  pueblos  de  aquelli 
costa ,  aportú  a  Uonviedro.  Alli  se  supo  de  las  espiu 
que  el  vizconde  de  Cardona  tenia  en  el  rio  de  Culiert 


■Qiez  J  siete  galeras  aragonesas.  Él  rey  de  Castilla  te- 
nia ^in  deseo  de  tomarlas ,  y  parecíale  que  le  seria 
cosa  fácil  per  estar  en  parle  que  no  se  le  podrían  es- 
capar :  sac¿  su  armada  y  con  gran  presteza  cercú  la 
boca  del  rio.  Cargó  repen  lina  mente  el  tiempo ,  y  so- 
brevino una  furiosa  tempestad  que  le  forio  volverse 
á  su  puerto ,  por  no  ponerse  á  riesgo  de  correr  for- 
tana,  ó  de  dar  al  través  en  aquella  ríbera.  Vióse  el 
rey  este  dia  en  grandísimo  peligro  de  perderse  :  asi 
luego  que  aaltó  en  lian ,  fue  en  romería  i  la  casa  de 
Nuestra  Señora  ^nta  María  del  Puch  á  dar  gracias  á 
Nuestro  Señor  de  haberle  librado  de  las  hondas  del 
mar,  y  de  las  manos  de  sus  enemigos  que  de  la  ribera 
•spúíban  por  momentos  cuando  alguna  grupada  se 
le  entregaría.  Dicese  que  hizo  esta  romería  á  pié, 
descalzo,  en  camisa  y  con  nna  soga  á  la  garganta; 


que  de  su  natural  no  era  tao  sin  piedad  ni  Un  Inde* 
voto ,  si  no  hiciera  las  cosas  tan  sin  orden  j  sin  ju*- 
licia. 

Con  esto  se  volvieron  los  reyes,  el  da  Aramu  á 
Barcelona,  y  á  Murcia  el  de  Castilla,  t  de  alli  a  Sf»- 
villa ,  en  lo  mas  recio  de  las  calores  nel  eslío ,  en  d 
tiempo  que  en  veinte  y  seis  de  julio  en  la  ciudad  de 
Zaragoza  fue  justiciado  públicanMnte  Bernardo  Ca- 
brera por  sentencia  que  dio  contra  él  el  mismo  r«y  de 
Aragón  y  la  ejecutó  su  hijo  el  infante  don  iuao,  «n- 
fiscaron  las  villas  de  Canrera  y  Oaona  y  otros  ma- 
chos pueblos  de  su  señorío :  nad  en  serncios  y  en 
privanzas.  Caso  es  este  que  si  atentanmile  se  cotai- 
dera  ,  se  echará  de  ver  que  el  rey  de  Angón  cometió 
un  delito  feo  y  atroz,  muy  senMyanto  á  parricid», 
en  hacer  matar  el  discípulo  á  sn  ayo ,  da  qóien  fuon 


sBntfsimamente  doctrinado,  nuyormente  que  era 
ínoceate,  7  a  todo  el  mundo  eran  manirestados  los 
graodes  ierriciofl  que  tenia  hechos  á  la  casa  real  de 
AragoD :  causóle  la  muerte  la  iocorrupla  libertad, 
COD  que  decía  su  parecer.  Gs  asi  que  las  príncipes 
huelgan  con  U  disimulación  y  lisonja :  dem;ls  que  los 
reyes  cometen  muchas  veces  grandes  yerros  que  á 
vecearedundaaenodiodesuBprirados;  esto  fue  lu 
que  acarreó  la  muerte  á  este  escelente  varón ,  sin 
tenerotra  mayor  culpa:  conspiraron  contra  él  para 
llegarle  á  este  trance  la  reina,  el  rey  de  Navarra, 
don  Enrique  y  el  conde  de  Ribagorza. 

Después  desta  se  volvió  con  nueva  cólera  á  echar 
mano  a  las  armas.  El  rey  de  CSstilla  tomú  á  A  yora  ea 
el  reino  de  Valencia  :  don  Gutierre  de  Toledo,  que 
por  muerte  de  don  Suero  era  maestre  de  Calatrava, 
iba  por  mandado  de  bu  rey  á  bastecer  á  Monviedro: 
acometiéronle  en  el  Ciimino  golpe  de  aragoneses ,  y 
en  un  bravo  rencuentro  oue  tuvieron ,  le  desbarata- 
ron y  fue  muerto  en  la  peleacon  otros  muchos  délos 
sayos.  Por  su  muerte  dieron  el  maestrazgo  ¿  don 
Martin  López  de  Cúrdova  repostero  mayor  del  rey. 


UISTOHIA  DG  ESPAN*. 


S29 

Esta  pérdida  renovó  }  dobló  la  arrenta  alrey  de  Cas- 
tilla ,  que  á  la  sazón  molestaba  mucho  las  comarcas 
de  Alicante  J  Orihuela ,  y  tenia  harta  esperanza  de 

ganar  esta  ciudad.  El  Aragonés  con  toda  su  hueste, 
confiado  y  cierto  que  cada  dia  se  reforzaría  su  ejér- 
cito con  gentes  que  le  acudirían  del  reino ,  llegó  A 
Eoner  su  campo  i  vista  del  enemif;o;'y  comolam- 
ien  alli  representase  la  batalla  al  rey  de  Castilla ,  y 
él  por  no  liarse  de  los  suyos  la  rehusase  ,  socorrió  á 
Orihuela  con  gente  y  bastimentos:  con  que  se  volvió 
Íl  Aragón. 

Esto  pasaba  en  el  Gn  deste  año.  En  el  principio  del 
siguiente  de  (383  de  nuestra  salvación  el  rey  de 
Aragón  cercú  áHonviedro,  y  le  apretó  de  suerte  que 
forzó  i  los  castellanos  fi  que  se  le  entregasen  á  parti- 
do; por  el  contrario  el  rey  de  Castilla  con  un  largo 
cerco  ganó  también  la  ciudad  de  Orihuela.  Ea  sieto 
dias  del  mes  de  junio  deste  mismo  año  murió  en 
Orihuela,  la  cual  el  rey  don  Pedro  tenia  cercada, 
Alonso  de  Guzman  después  que  hizo  grandes  servi- 
cios á  don  Enrique,  cuya  parcialidad  sogufa:  murió 
en  la  flor  de  su  m'icedad ,  era  hombre  dé  grande  va- 


lor, de  agudo  ingenio,  de  miduro  y  alto  consejo. 
Sucedióle  en  el  señorío  de  Sanlúcar,  y  en  lo  demás 
de  bU  estado  Juan  de  Guzman  su  hermano.  Don  Gó- 
mez de  Porras ,  prior  de  San  Juan  sea  con  miedo  que 
tuvo  del  rey  don  Pedro  por  rendir  comorindió  í  Mon- 
viedro, sea  por  hacer  amistad  A  don  Enrique,  se 
pasó  á  la  parte  de  Aragón  con  seiscientos  caballos 
que  en  aquella  ciudad  tenia  de  guarnición. 

Deste  principio ,  aunque  pequeño  ,  se  comenzaron 
áenflaquecer.ópormejordecirir  muy  decaída  las 
fuerzas  del  rey  d!^e  Casldla:  que  asi  muchas  veces 
acontece  que  de  pequeüas  ocasiones  (en  la  guerra 
mayormente)  sucedan  desmanes  muy  grandes.  Alle- 
góse también  á  esto  que  como  quier  que  á  la  sazón 
nobiese  paces  entre  Francia  élngalaterra,  vinieron 
muchos  soldados  de  Francia  en  ayudado  Aragón; 
que  como  vivian  de  lo  que  gunaban  en  la  guerra,  les 
era  forzoso  hecha  la  paz  sustentarse  de  las  haciendas 
que  robaban  i  los  miserables  pueblos.  Estos  mismas 


ladrones  que  andaban  por  Francia  vagamundos  y 
desmandados,  tuvieron  cercado  al  mismo  papa  Ur- 
bano ,  y  le  forzaron  A  cúmprar  con  mucha  suma  de 
dineros  su  libertad  y  la  de  su  sacro  palacio.  La  voz 
era  que  les  daba  trecientos  mil  florines  por  modo  de 
salario  y  debajo  de  nombre  de  sueldo:  capa  con  que 
cubrieron  la  afrenta  del  papa  y  aquel  sacrilegio.  Ha- 
bíales dado  el  rey  de  Francia  otra  tanta  cantidad  por 
eciiar  de  sU  tierra  una  tan  cruel  pestilencia  como 
esta.  El  sumo  pontífice  librado  desoe  peligro ,  pensó 
pasar  su  silla  a  Italia,  dado  que  por  entonces  aquel 
propósito  no  duró  mucho :  sentía  el  castigo  de  Dios, 
y  temíale  mayor  de  cada  dia  por  haber  sus  anteceso- 
res desamparado  su  sagrada  casa.  Huerto  puesel 
cardenal  don  Gil  de  Albornoz,  quiso  visitar,  y  mí 
lo  hizo ,  el  patrimonio  de  la  iglesia  que  le  dejó 
ganado ,  y  poner  en  paz  y  justicia  a  sus  súu- 

Viao  pues  (como  decíamos)  í  Euparn  desta  gente 


530 


DIBLIOTECA   DK   GASPAR    T   tlOIG. 


de  Francia  una  grande  avenida  de  soldados  alemanes, 
ingleses ,  bretones  y  navarros ,  y  de  otras  naciones 
por  codicia  de  la  ganancia  y  robo.  Llamólos  el  conde 
don  Enrique,  á  quien  querían  bien  desde  el  tiempo 
que  estuvo  en  las  guerras  de  Francia.  Señalábanse 
entre  ellos  muchos  caballeros  y  señores  de  cuenta, 
muy  valientes  soldados  y  valerosos  capitanes:  los 
mas  principales  eran  Beltran  Claquin  bretón  ,,y  Hugo 
Gárboli) yo  inglés.  La  cabeza  y  caudillo  desta  gente 
Juan  de  Borbon ,  que  quería  venir  á  vengar  la  muer- 
te de  su  hermana  doña  Blanca ,  no  se  sabe  por  qué 
causa  se  quedó  en  Francia;  cierto  es  que  no  vino  á 
España:  toda  esta  gen  le  entre  los  de  á  caballo  y  de 
á  pié  llegaban  como  á  doce  mil  hombres  de  guerra; 
Fresarte  historiador  francés  de  aquella  era  dice  que 
venian  en  aquel  ejército  treinta  mil  soldados.  El  pri- 
mero día  de  enero  del  año  1366  llegaron  á  Barcelona 
las  primeras  banderas  destc  campo ,  las  demás  desde 
á  pocos  dias.  El  rey  de  Aragón  hizo  á  todos  muy 
buena  acogida,  y  convidó  á  un  gran  banquete  á  los 
mas  principales  capitanes.  Díófes  de  contado  una 
gran  cantidad  de  llorínes,  y  prometióles  otra  pa^ 
mucho  mayor  para  adelante ;  a  Beltran  Claquin  dió 
el  estado  de  Borgia  con  titulo  de  conde ,  porque  con 
mavor  gana  le  sirviese  en  esta  guerra. 

Estos  apercebimientos  tan  grandes  despertaron 
al  rey  de  Castilla  que  estaba  en  Sevilla,  aunque 
no  era  de  suyo  nada  lerdo  ni  descuidado.  Partió- 
se á  Burffos,  y  en  cortes  que  alli  tuvo,  pidió  al 
reino  ayuaa  para  esta  guerra:  todo  era  sin  pi*o- 
vecholoque  intentaba,  por  tener  enojado  á  Dios, 
y  las  voluntades  de  los  hombres  no  le  eran  fa- 
vorables. Monsieur  de  Labrit  era  venido  de  Fran- 
cia en  su  ayuda :  aconsejábale  que  procurase  con 
mucho  dinero  hacer  que  los  extraojeros  se  pasa- 
sen á  él ,  y  desamparasen  á  su  hermano-  don  En- 
rique ;  ofrecía  su  industría  para  acabaclo  con  ellos, 
porque  conocía  su  condición ,  que  no  era  mal  apa- 
rejada para  cosas  semejantes ,  además  que  tenia 
entre  ellos  muchos  parientes  y  amibos  que  le  ayu- 
darían en  esto:  ciega  Dios  los  ojos  del  alma  á 
aquellos  á  quien  es  servido  de  castigar;  no  acier- 
tan en  cosa :  así  estuvieron  cerradas  las  orejas  del 
rey  don  Pedro  que  no  oyeron  un  consejo  tan  saluda- 
ble; como  era  hombre  tan  fiero  no  hacia  caso  del  pe- 
ligro que  le  corría. 

Entretanto  en  la  ciudad  de  Zaragoza ,  do  esta- 
ban los  soldados  estranjeros ,  se  vieron  el  rey  de 
Aragón  y  el  conde  don  Enrique:  en  estas  vistas  en 
cinco  del  mes  de  marzo  confirmaron  de  nuevo  la 
alianza  que  primero  tenían  hecha ,  y  se  declaró  la 
parte  del  reino  de  Castilla  que  habia  de  dar  al 
Aragón  don  Enrique,  caso  que  se  apoderase  de 
aquel  reino ;  para  mayor  amistad  y  firmeza  de  lo 
capitulado,  se  concertó  que  la  infanta  doña  Leo- 
nor hija  del  rey  de  Aragón  casase  con  don  Juan  hi 
jo  del  conde  don  Enrique.  Acabadas  las  vistas ,  el  rey 
se  quedó  en  Zaragoza  para  esperar  el  fin  que  ten- 
drían cosas  tan  grandes  :  el  conde  don  Enrique 
ya  que  tuvo  junto  todo  el  ejército ,  entró  poderosa- 
mente en  el  reino  de  Castilla  por  Alfaro.  Estaba 
alli  por  capitán  Iñigo  López  de  Orozco :  no  se  qui- 
sieron detener  en  combatir  esta  villa  que  era  fuer- 
te ,  por  no  gastar  en  ello  el  tiempo  que  les  era  me- 
nester para  cosas  mayores.  Sabían  muy  bien  que  en 
las  guerras  civiles  ninguna  cosa  tanto  aprovecha 
como  la  presteza :  toda  tardanza  es  muy  Ganosa  y 
empece. 

Dejado  Alfaro,  marchó  el  ejército  con  buena  orden 
derecho  á  Calahorra, ciudad  que  baña  el  rio  Ebrn, 
y  es  de  las  mas  principales  de  aquella  comarco. 
Luego  que  llegó  el  conde  don  Enríque ,  le  abrieron 
las  puertas  don  Fernando  obispo  de  aquella  cuidad, 
y  Fernán  Sánchez  de  Tovar  que  la  tenia  por  el  rey 
de  Castilla.  Entró  el  conde  en  ella  lunes  diez  y  seis 


dias  del  mes  de  marzo :  no  se  sabe  si  la  entrega- 
ron por  no  estar  tan  bien  fortificada  y  iNistecida 
que  se  pudiese  poner  en  defensa ,  ó  porque  los  ciu- 
oadanos  estuviesen  roa!  con  el  rey  don  Pedro.  Aquí 
en  Calahorra  se  hizo  consejo  para  determinar  cómo 
se  procedería  en  esta  guerra;  los  pareceres  eran 
diferentes  y  contrarios:  unos  decían  que  era  bien 
ir  luego  á  Burgos  como  á  cabeza  de  Castilla ,  otros 
fueron  de  parecer  que  el  conde  don  Enrique  to- 
mase título  de  rey  (1)  para  que ,  perdida  ael  todo 
la  esperanza  de  reconciliarse  con  su  hermano ,  con 
mayor  ánimo  y  constancia  se  hiciese  la  guerra ,  y 
para  meter  á  todos  en  la  culpa  y  empeñarlos.  Bel- 
tran Claquin  como  qnier  que  eran  varón  de  ^nde 
pecho  y  ánimo ,  y  por  la  grande  esperiencia  que 
tenia  en  las  cosas  de  la  guerra ,  el  hombre  de  maís 
autoridad  que  venia  en  el  ejército ,  dicen  que  ha- 
bló desta  manera :  ((Cualquiera  que  hobiere  de  dar 
»parecer  y  consejo  en  cosas  de  grande  importancia, 
»está  obligado  á  considerar  dos  cosas  principales:: 
))la  una  cuál  sea  lo  mas  útil  y  cumplidero  al  bien 
ncomun ,  la  otra  si  hay  fuerzas  bastantes  para  con- 
»seguírel  fin  que  se  pretende.  Como  es  cosa  inhu- 
)) mana  y  perjudicial  anteponer  sus  intereses  partí- 
neniares  al  bien  público  y  pro  común,  así  intentar 
«aquello  con  que  no  podemos  salir,  y  á  lo  que  no 
vallegan  nuestras  fuerzas^  no  es  otra  cosa  sino 
»una  temeridad  y  locura.  Ninguna  cosa  señor  te  fal- 
))ta  para  a\m  no  puedas  alcanzar  el  reino  de  Cas- 
otílla:  todo  está  oien  pertrechado;  por  tanto  mi 
Dvoto  y  parecer  es  que  lo  pretendas,  ca  será  uti* 
Dlísimo  á  todos ,  á  tí  muy  honroso ,  y  a  nos  de  gnm- 
Ddísima  gloria,  si  con  nuestras  fuerzas  y  debajo  de 
»tu  penoon,  y  siguiéndote  como  á  cabeza  y  capi- 
»tan ,  echáremos  del  mundo  un  tirano  y  un  terriblo 
^monstruo  que  en  figura  humada  está  en  la  tier- 
»ra  para  consumir  y  acabar  las  vidas  de  los  hon:- 
»bres.  Restituirás  á  tu  patria  y  al  nobilísimo  reino 
x>de  tu  padre  la  libertad  que  con  su  muerte  perdió, 
»y  darásle  lugar  á  que  respire  de  tan  innumerables 
«trabajos  y  cuitas  como  desde  entonces  hasta  el  día 
»de  hoy  han  padecido.  ¿Por  ventura  no  ves  como 
»las  casas,  campos  v  pueblos  están  cubiertos  de  la 
«miserable  sangre  de  la  nobleza  y  gente  de  Casfi- 
»lla?  ¿no  miras  tus  parientes  y  hermanos  cruelmen- 
»te  muertos  ?  ¿  que  ni  aun  á  las  mujeres  ni  niños  no 
»se  ha  perdonaao :  no  tienes  lastima  de  tu  patria? 
))¿no  sien  tes  sus  males ,  y  te  compadeces  y  avergúec- 
>)zas  de  su  miserable  estado?  ¿  tantos  destierros,  con- 
«fiscaciones  de  bienes ,  perdimientos  de  estados,  ro- 
»bos,  muertes?  ¿tan  grandes  avenidas  y  tempestades 
»de  trabajos  quién  aunque  tuviese  el  corazón  de  ace- 
))ro ,  las  podría  mirar  con  oíos  que  no  se  deshiciesen 
«en  lágrimas?  No  lo  has  de  naber  con  aquellos  anti- 
»guos  y  buenos  reyes  de  Castilla  los  Fernandos  y 
«Alonsos  aquellos  que  confiados  mas  en  el  amor 
«que  le  teman  sus  vasallos  que  en  las  annas ,  alcan- 
«zaron  de  los  moros  tan  señaladas  y  gloriosas  victo- 
«rias.  Ofrécesete  un  enemigo ,  que  en  ser  aborrecí* 
«do  puede  competir  con  el  tirano  quemas  mal  quisto 
«haya  sido  en  el  mundo,  desamado  de  los  estraños, 
«insufrible  y  molestísimo  á  los  suyos:  una  carga  tan 
«pesada  que  cuando  no  hubiera  quien  la  derríbara, 
«ella  misma  se  viniera  por  sf  al  suelo.  Falto  v  des- 
«guarnecido  de  gente;  j  si  tiene  alcunos  soldados, 
«estarán  como  su  príncipe  corrompidos  y  estragados 
«con  los  vicios,  y  que  vendrán  á  la  batalla  ciegos, 
«flacos  y  rendidos.  Tú  tienes  un  valeroso  ejército, cti 
«que  se  halla  toda  la  flor  de  Francia,  Ingalaterra, 


(1)  Al  principio  rehusó  tomar  el  lítiilo  de  rey;  parolo 
teoia  ya  estipulado  con  los  reyei  de  Aragón  y  de  Franeia  y 
(lanla  el  papa  Urbano  V  le  llamara  á  ATÍñoa  para  recoooeer- 
ie  rey  de  Castilla ,  escomulgaodo  y  privando  del  reino  á  áoa 

Pedro. 


HISTORIA  DE  Ei^PANA. 


931 


nAleminia  y  Aragón ,  lo  mejor  del  propio  reino  de 
^Castilla,  todos  soldados  viejos  muy  ejercitados,  y 
Mqua  se  han  hallado  en  grandes  jomadas  :  tienes 
wmuclios  reyes  amigos ,  y  sobre  todo  tu  ventura  y  fe- 
»licidad  y  ^ande  benevolenf*.ia,  con  que  de  todo  este 
y^ejército  eres  amado.  Deséate  toda  Gastília,  los  hue- 
»nos  xlel  reino  te  esperan  ,  y  te  quieren  favorecer  y 
»servir ,  no  habrá  ninguno  que  sabido  que  te  han 
»alzado  por  rey ,  no  se  venga  á  nuestros  reales.  A 
notros  pudiera  en  algún  tiempo  ser  provechoso  el 
>»Dombre  de  rey ,  mas  á  ti  en  este  trance  es  nece«a- 
))río  del  todo  para  sustentar  la  autoridad  que  ps  me* 
»nester  para  que  te  respeten,  y  para  descubrir  la« 
y»aficione9  y  voluntades  de  los  hombres.  Si  como  yo  lo 
véspero,  el  cielo  nos  ayuda,  á  tí  se  te  apareja  una 
ngioria  grande,  nos  auedaremos  contentos  con  la 
>iparte  de  la  merced  y  nonra  que  nos  quisieres  hacer; 
7>si  sucediere  al  revés  ( lo  que  de  pensarlo  tiemblo)  no 
»paede  avenirte  peor  de  lo  que  al  presente  padeces. 
nTodos  corremos  el  mi«imo  riesgo  que  tú  :  por  tanto 
»nuestro consejo  se  dnbe  tener  por  mas  tíel  y  seguro, 
npues  es  igual  para  todos  el  peligro.  No  ha  lugar  ni 
m.'onviene  eotretenerse  cuando  ía  tardanza  es  peor 
»que  el  arrojarse.  £a  pues  ten  buen  ánimo ,  en  san - 
»cha  y  engrandece  el  corazón ,  y  toma  á  la  hora  aquel 
)>nombre ,  para  el  cual  te  tiene  Dios  guardado  de  tan- 
MtüS  peligros.  Ayúdate  coa  presteza ,  y  haz  de  tu 
nenemigo  lo  que  él  pretende  hacer  de  tí :  acábale 
ndüsta  vez  :  ó  si  fuere  menester ,  muere  valerosa- 
nmente  en  la  demanda;  que  la  fortuna  favorece  y 
i>ti>me  á  los  fuertes  y  esforzados ,  derriba  á  los  pusi- 
nláoimes  y  cobardes.» 

Después  que  Beltran  acabó  su  plática ,  todos  los 
demás  caudillos  del  ejército  rodearon  á  don  Enrique, 
y  le  animaron  á  que  se  llamase  rey  :  trujáronle  á  la 
ínemoria  pronósticos  en  esta  razón ;  aseguráronle 
que  Dios  y  los  hombres  le  favorecían.  Con  esto  des- 
pli*-gan  los  pendonea ,  y  con  mucho  regocijo  por  las 
calles  públicas  de  la  ciudad  dicen  á  voces :  Castilla, 
(Uistilla  por  el  rey  don  Enrique.  El  nuevo  rey  según 
el  estado  y  méritos  de  cada  uno  hizo  muchas  merce- 
des :  á  unos  dio  ciudades ,  y  á  otros  villas ,  castillos, 
lugares,  ofi'^ios  y  gobiernos :  holgaba  de  parecer  li- 
íieral ,  y  era  fácil  serlo  de  hacienda  ajena.  Cada  uno 
pensaba  que  cuanto  pidiese,  tanto  se  hallaría;  que 
loilo  le  seria  concedido :  á  Beltran  Claqnin  dio  á  Trus- 
támara ,  y  á  Hugo  Carbolayo  á  Carríon ,  al  uno  y  al 
otro  con  titulo  de  condes :  á  los  hermanos  del  nuevo 
rey ,  á  don  Tello  restituyó  el  estado  de  Vizcaya ,  á 
don  Sancho  dio  el  de  Alburquerqoe  :  el  maestrazgo 
de  Santiago  se  dio  á  don  Gonzalo  Mejfa;  y  á  don  Pe- 
dro Muñiz ,  que  también  él  era  muy  querido  dé  don 
Enríque .  dieron  el  maestrazgo  de  Calatrava  :  á  don 
Alonso  de  Aragón  conde  de  Denia  y  Rivagorza ,  que 
era  tio  hermano  del  padre  del  rey  de  Aragón ,  le  hizo 
merced  de  Villena  con  título  de  niarqnés  ,^  y  con  todo 
el  señorío  que  fue  de  don  Juan  Manuel ;  á  oíros  dio 
villas  y  castillos  con  que  los  contentó  de  presente ,  y 
los  heredó  en  el  reino  para  adelante. 

CAPITULO  VIH. 
Que  el  rey  don  Pedro  fue  echado  de  España. 

Con  los  desrayes  que  se  intitulaban  de  Castilla ,  el 
reino  andababa  alborotado.  El  rey  don  Pedro  por  su 
mucha  crueldad  tenia  poca  parte  en  las  voluntades 
de  sus  pueblos ,  todps  deseosos  de  poder  rebelar  y 
ven^r  la  sangre  de  áus  parientes  :  ninguna  cosa  los 
tema ,  sino  el  miedo  que  si  les  fuese  contraría  la  for- 
tuna, serian  sm  misericordia  castigados.  Los  dos  re- 
yes con  grande  porfía  y  ahinco  comenzaron  la  con- 
tienda sobre  el  reino:  cada  cual  tenia  por  si  grandes 
ayudas  j  valedores.  De  parte  de  don  Enrique  estaba 
el  ejército  extranjero ,  el  odio  de  su  competidor ,  y  el 
ser  los  hombres  naturalmente  aficionados  á  cosas 

TOMO  1. 


nuevas.  A  don  Pedro  ayudaba  <]íue  casi  antes  Aierey 
aue  hobiese  nacido ,  que  era  hijo  de  rey  y  decendía 
ne  otros  muchos  reyes ,  y  que  él  solo  quedaba  por 
heredero  legítimo  de  todos  ellos  :  en  ambos  el  nom- 
bre y  magestad  real  era  respetado  y  venerable.  Pun- 
zaba á  don  Pedro  la  ofensa  que  se  le  hacia :  á  don 
Eoríque  le  encendía  en  cólera  y  animaba  á  la  ven* 
ganza  la  sangre  que  de  su  madre  y  hermanos,  ami- 
gos y  parientes  derramaron ,  y  los  grandes  trabajos 
que  el  reino  padecía ;  fínalmente  mayor  cuidado  tenia 
de  sustentar  el  nuevo  nombre  de  rey  que  su  propia 
vida. 

Con  esta  resolución  don  Enríque  y  los  suyos  sede- 
terminaron  ir  luego  á  Burgos :  en  el  camino  pasaron 
cerca  de  Logroño  ,  mas  no  quinieron  llegar  á  él 
porque  entendieron  que  los  ciudadanos  no  harían 
nada  de  su  voluntad ,  y  que  si  les  cercaban ,  seria 
cosa  muy  larga  :  Navarrete  y  Brivicsca  se  dieron 
luego.  Mientras  esto  así  pasaba ,  don  Pedro  se  halla- 
ba en  Burgos  con  pocos  amigos ,  ca  muchos  dellos  él 
mismo  los  hizo  matar :  suspenso  y  dudoso  de  lo  que 
haría ,  no  se  atrevía  á  fiarse  de  nadie,  ni  tomar  re- 
solución si  se  iría ,  si  esperaría  á  su  enemigo.  Resol- 
vióse fínalmente  en  ir  con  grande  presteza  á  Sevilla, 
porque  tenia  en  aquella  ciudad  sus  hijos  y  tesoros, 
y  temía  perderlo  todo.  No  se  atrevió  arriscarse,  por 
saber  cuan  pocos  eran  los  que  le  querían  bien.  Los 
de  Burgos  todavía  le  ofrecieron  su  ayuda  :  él  se  lo 
agradeció ,  y  dijo  gue  entonces  no  se  quería  valer 
de  su  buen  ofrecimiento  y  lealtad  ,' antes  les  alzó  el 
homenaje  que  le  tenían  hecho,  para  que  sí  se  viesen 
en  apríeto ,  pudiesen  entregarse  á  don  Enríque  sin 
incurrír  infamia  ni  caso  ne  traición.  Cególe  Dios 
para  que  no  nceptase  el  favor  gue  le  hacían ,  mayor- 
mente que  como  toda  su  perdición  le  viniese  por  su 
crueldad ,  acrecentó  de  nuevo  el  odio  que  le  tenían, 
con  que  al  tiempo  oue  se  quería  partir,  hizo  matar 
á  Juan  Fernandez  ne  Tovar  no  por  otra  culpa  sino 
porque  su  hermano  acogió  en  Calahorra  á  don  En- 
rique. 

Esto  hecho,  se  partió  de  Burgos  en  veinte  y  ocho 
dias  del  mes  de  marzo  :  dende  el  camino  mandó  A  los 
capitanes  y  alcaides  de  las  villas  y  castillos  que  to- 
mara en  Aragón ,  les  pjegasen  fnego ,  y  desampara- 
dos ,  sacasen  luego  las  guarniciones ,  y  que  lo  mas 
presto  que  pudiesen ,  se  fuesen  para  él  á  Toledo. 
Desta  suerte  en  un  instante  perdió  lo  que  con  gran 
costa  y  trabajo  en  muchos  ano«  tenia  ganado  :  uno 
destos  pueblos  fue  la  ciudad  de  Calatayud ;  la  liber- 
tad que  cobró  en  el  postrero  día  de  marzo,  hasta  hoy  lo 
celebra  con  fíesta  solemne  y  procesión  en  que  van 
fuera  de  la  ciudad  á  Santa  María  de  la  Peña  á  cum- 
plir el  voto  que  entonces  hicieron  en  memoria  de  la 
merced  receñida.  Llegó  el  rey  don  Pedro  á  Toledo: 
allí  se  detuvo  algunos  días  en  asegurar  aquella  ciu- 
dad y  dejalla  á  bufín  recaudo;  mandó  quedar  en  ella 
Sor  general  á  don  Garci  Akarez  de  Toledo  maestre 
e  Santiago. 

Partido  el  rey  don  Pedro  de  Burgos ,  los  de  la  ciu- 
dad enviaron  por  sus  cartas  á  llamar  á  don  Enríque. 
Diéronle  título  de  conde ,  pero  ofrecíanle  la  corona 
de  rey ,  si  la  fuese  á  tomar  en  su  ciudad,  pues  por 
su  antigüedad  y  nobleza  se  le  debía  que  en  ella  y  no 
en  otra  diese  principio  á  su  reinado :  aceptó  su  ofer- 
ta, V  luego  se  partió  para  aquella  ciudad ,  en  que  le 
recibieron  con  grandes  aclamaciones  y  regocijos;  en 
el  monnsterío  de  las  Huelgas  fue  coronado  y  recebido 
por  rey  de  Castilla.  Con  el  ejemplo  de  Burgos  las 
mas  ciudades  y  fortalezas  del  reink)de  su  propia  vo- 
luntad en  espacio'de  veinte  y  cinco  dias  después  de 
su  coronación  le  vinieron  á  dar  la  obediencia.  Con 
esto  no  quedó  nada  inferiora  su  contrarío  ni  en  fuer- 
zas, ni  en  vasallos  :  los  grandes  y  los  pueblos  todos 
á  porfía  deseaban  con  apresurs^rse  ganarla  gracia  del 
nuevo  rey. 

23* 


S3« 


BIBUOTECA  DB  GASPAR  T  KOIG. 


Asentadas  las  cosas  de  Castilla  y  León ,  se  fae  don 
Enrique  á  Toledo :  allí  sin  oinguoa  dificultad ,  antes 
con  muciio  regocijo  le  abrieron  Jas  puertas.  Renun- 
ció el  maestro  de  Santiago  donGarcí  Alvares  de  To- 
ledo :  dióle  el  rey  don  Enrique  en  recom(^nsa  del 
maestrazgo  y  de  que  ;se  pasó  á  su  servicio ,  lo  de 
Oropesa  y  de  Yaldecorneju ;  con  que  don  Gonzalo 
Mejia  quedó  fiin  contradicción  por  maestre  de  San- 
tiago. Por  muerte  de  don  Garci  Aivarez  lo  de  Orope- 
sa quedó  á  su  hijo  Fernán  Dálvarez  de  Toledo ,  que 
en  su  mujer  doña  Elvira  de  Ayala  tuvo  á  Garoi  Aiva- 
rez de  Toledo  señor  de  Oropesa ,  y  á  Diego  López  de 
Ava!a  cabeza  de  los  Ayalas  de  Tulavera  señores  de 
Cebolla.  Lo  de  Yaldecorneja  quedó  á  otro  Fernán 
Dilvarez  de  Toledo  hermano  ó  sobrino  del  maestre, 
y  del  vienen  los  duques  de  Alva :  lláoianse  Yaldecor- 
neja el  Barrio  ,  Dávila,  Piedrahita,  Horcajada  y  Al- 

nuron. 

Apoderado  don  Enrique  de  tan  principal  ciudad 
como  Toledo ,  todo  lo  demás  del  reino  quedó  llano, 
de  manera  que  don  Pedro  no  se  atrevió  mas  á  estar 
en  el  reinó ,  antes  perdida  del  todo  la  esperanza  ,  se 
determinó  de  ponerse  en  salvo  en  una  galera ,  en  que 
embarcó  sus  hijos  y  tesoros ,  con  que  se  fue  á  Portu- 
gal. Al  que  Dios  comenzaba  á  desamparar,  parecía 
que  le  faltaba  el  consejo  y  también  el  favor  de  los 
hond)re8  :  el  rey  de  Poriu^l  no  le  quiso  tener  en  su 
reino ,  antes  le  envió  á  decir  que  no  cabiandos  reyes 
en  una  provincia*^  don  Fernando  hijo  del  rey  de  Por- 
tugal estaba  inclinado  á  don  Enrique  :  favoreciale  y 
enviábanse  mnchos  recados  el  uno  al  otro,  y  estaba 
mal  con  el  rev  don  Pedro.  Yerdad  es  que  en  Portu- 
gal no  se  le  hizo  ningún  desaguisado  por  no  violar  el 
derecho  de  las  gentes,  antes  se  le  dio  paso  segure 
para  Galicia,  para  do  se  encaminaba  con  intento  de 
juntar  en  aquellos  pueblos  alguna  flota  en  que  pasar- 
se 6  Bayona  de  Francia  :  Uegadoá  Compostella,  hizo 
matar  a  don  Suarez  arzobispo  de  Santiago ,  y  al  deán 
de  aquella  iglesia  que  se  decía  Perálvurez ,  ambos 
naturales  de  Toledo  ( 1 ) :  no  amansaban  tantos  pe- 
ligros el  cruel  ánimo  del  rev ,  y  él  mismo  sin  necesi 
dud  aumentaba  las  causas  de  su  destruicion.  Ordenó 
su  partida  á  Frtncia:  parecióle  que  le  era  muy  peli- 
groso ir  por  tierra ,  asi  allegó  de  aquella  costa  una 
armada  de  veinte  y  dos  navios  y  algunos  otros  bab- 
les menores.  Embarcóse  en  ella  con  don  iu«n  su  hijo 
y  otras  dos  hijas,  que  doña  Beatriz  la  mavor  era 
muerta,  aunque  Polidoro  escribe  que  falleció  en  Ba- 
yona de  Francia.  Con  buen  viento  llegaron  á  Bayona 
en  la  Guiena ,  que  á  la  sazón  se  tenia  por  los  ingle- 
ses: llevó  consigo  una  buena  parte  de  sus  tesoros; 
verdad  es  que  ü  mayor  cantidad  dellos ,  que  enviaba 
eu  una  g»lera  con  su  tesorero  Mariinez  Yañez  (2 )  se 
ta  tomaron  loe  ciudadanos  de  Sevilla  con  deseo  de 
hacer  algun  notable  servicio  á  don  Eurique,  al  cual 
todo  se  le  allanaba.  Córdoba  se  le  había  entregado, 
y  por  horas  le  esperaban  en  Sevilla.  Desta  manera 
entendió  don  Pedro  por  su  mal  que  las  cosas  bume- 
Dss  no  permanecen  siempre  en  un  ser ,  y  que  mu- 
chas veces  ntuy  grandes  príncipes  por  mas  dichosos 
y  mas  poderosos  que  fuesen,  aunque  estuviesen 
rodeados  de  grandes  ejércitos,  fueron  destruidos 
por  ser  mal  quistos  del  pueblo,  y  llevaron  el  pago 
que  sos  obras  merecían. 

El  nuevo  rey  don  Enrique  después  de  llesado  á 
Sevilla  asentó  paces  con  los  revés  de  Portugal  y  de 
Granada.  Hechoesto,  del  ejército  de  los  extranjeros, 
escogió  nñl  y  quinientas  lanzas ,  j  por  sus  capitanes 
Beltran  Claquin  y  don  Bernal  hijo  del  conde  de  Fox 

(1 )  Acerca  de  este  hecho  la  crónica  y  la  tradición  están 
muy  dssacordes  y  confusas.  La  crónica  abreviada  dice :  que 
el  rev  gritaba  qoe  no  le  matasen. 

<f )  Llevaba  39  quintales  de  oro  y  muchas  joyas,  y  el  rey 
don  Pedro  se  llevó  i  Bayona  tieinta  y  seii  mil  doblasen 
moneda  de  ore. 


señor  de  Bearne :  con  tanto  como  si  todo  lo  a!  que- 
dara llano ,  despidió  los  demás  soldadoa.  De  Aragón 
le  enviaron  á  su  mujer  y  á  su  nuera  la  infinta  doña 
Leonor,  en  cuya  compañía  vinieron  don  Lope  Fer- 
nandez de  Luna  arzobispo  de  Zaragoza  y  otros  seño- 
res principales.  Era  necesario  asentar  el  gobierne 
del  reino  ,  y  poner  buen  recaudo  en  fas  rentas  rea- 
les, proveer  de  dineros,  porque  el  tesoro  real  le  halló 
muv  consumido  con  la  guerra  pasada :  no  se  ponía 
duaa  sino  que  de  Francia  bajaría  otra  tempestad  de 
guerra ,  y  que  don  Pedro  por  ser  de  corazón  tan  ar- 
diente no  sosegaría  hasta  que  dejase  juntamente  el 
reino  y  la  vida.  Por  tanto  se  hicieron  en  Bur^^  cor- 
tes generales  de  todo  el  reino,  y  en  ellas  el  infante 
don  Juan  liijo  de  don  Enrique  fue  jurado  por  sucesor 
y  heredero  del  reine  para  después  de  los  días  de  su 
padre.  En  estas  corles  asimismo  se  concedió  la  dé- 
cima parte  de  las  cosas  que  se  vendiesen ,  sin  limitar 
al  tiempo  desta  concesión:  la  gana  de  que  se  admi- 
nistrase bien  la  guerra ,  y  el  aforrecimiento  que  te- 
nían á  don  Pedro ,  les  hizo  en  parte  que  no  advirtie- 
sen por  entonces  cuan  grave  carga  había  de  ser  este 
tributo  en  los  tiempos  venideros ;  la  ciega  codicia  de 
venganza,  vel  dolor  y  peligro  presente  ftcilmente 
turba  y  desbarata  la  corta  providencia  de  los  enten- 
dimientos de  ios  hombres. 

Hizo  don  Enriaue  merced  á  la  ciudad  de  Burgos  de 
la  villa  de  Miranda  de  Ebro  por  los  servicios  qoe  le 
hicieron  en  su  coronación ,  y  en  reoompoisa  de  la 
%illa  de  Briviesca  que  era  de  Burgos  y  le  diera  á  Pe- 
dro Fernandez  de  Velasen  su  camarero  mayor;  y 
porque  la  villa  de  Miranda  era  de  te  iglesia  de  Bur- 
gos ,  le  dio  en  pago  sesenta  mil  maravedís  de  joro 
cada  un  año  situados  en  los  diezmos  del  mar,  para 
que  se  gastasen  en  las  distribuciones  ordmarias  á 
las  horas  nocturnas  y  diurnas,  y  se  repartiesen  en- 
tre los  prebendados  qoe  asistiesen  á  ios  divinos  ofi- 
cios en  la  dicha  iglesia  Mayor,  qne  antea  desto  no 
tenían  estas  distribuciones.  Era  á  la  aazon  obispo 
de  Burgos  don  Domingo  único  deste  nombre  cuya 
elección  fue  memorable :  por  muerte  de  su  antece- 
sor don  Fernando  los  votos  del  cabildo  se  dividieron 
sin  poderse  concordar  en  dos  bandos:  conviniéronse 
en  que  aquel  fuese  de  común  consentimiento  de  to- 
dos electo  por  obispo ,  á  quien  nombrase  el  canónigo 
Domingo ,  como  arbitro  que  le  hacían  desta  elección 
ca  fe  tenían  por  hombre  santo ,  y  de  bnena  concieu- 
üía.  El  aceptado  que  bobo  la  acción  que  le  daban  sin 
hacer  caso  de  ninguno  de  los  competidorea ,  dijo  por 
si  aquella  sentencia  ^oe  después  se  mudó  en  re- 
frán :  «Obispo  por  obispo  séaselo  Domingo. »  Holga- 
ron lodos  los  canónigos  que  se  faobiese  nombrado,  y 
recibiéronle  por  «n  prelado :  diéronle  Isa  insignias 
episcopales,  é  biciéronle  consagrar. 

En  estos  días  el  arzobispo  don  Lope  de  Luna  vino 
otra  vez  á  Castilla  enviado  por  el  rey  de  Araron  con 
embajada  á  don  Enrique  para  pedille  cumpliese  con 
él  lo  que  tenía  capitulado,  y  acusalle  los  juramentos 
que  le  tenia  hechos  v  las  pleitesíafl,  en  particnlar 
quería  le  pagase  mucha  suma  de  moneda  que  le  pres- 
tara. El  rey  don  Enrique  le  respondió  que  él  confe- 
saba la  deuda ,  y  ser  asi  todo  lo  ^ue  el  rey  decia ;  to- 
davía que  aun  no  estaban  sosegadas  las  cosas  del 
reino ,  y  que  sí  no  era  con  grande  riesgo  de  alguna 
gran  revuelta  y  escándalo ,  no  podía  tan  preate  eoa- 
lenafde  la  corona  real  tantas  villas  y  ciudades  como 
le  prometió :  que  pasado  este  peligro ;  ói  estaba  pres- 
to para  cumplir  lo  asentado :  que  te  tenia  en  lu^  de 
padre ,  y  le  debía  el  ser ,  vida  y  reino  que  pos«ia ,  y 
todo  lo  al.  Esto  decía  por  entretener  al  rey  de  Ara- 
gón ;  por  lo  demás  muy  resuelto  de  no  enajenar  nín- 
fpina  parte  de  loque  antiguamente  era  reino  de  Cas- 
tilla. Desta  manera  suelen  los  príncipes  mirar  mas 
por  lo  que  les  es  áti!  y  provechoso  qoe  tener  cuenta 
con  el  deber  y  promesas  que  tengan  becfias  y  juradas. 


CAPITULO  IX. 
De  Its  guerras  de  Navarra. 

Estas  cosas  pasaban  en  Casulla  :  entre  ios  navar-* 
ros  y  franceses  con  varia  fortuna  se  proseguía  en 
Francia  la  guerra  que  tres  años  antes  deste  se  co-^ 
menzara ,  aunque  con  mayor  daño  del  rey  de  Navar- 
ra por  estar  ausente  y  ocupado  en  negocios  de  su 
reino:  tomáronle  algunas  villas  y  ciudades,  cercá^ 
ronle  y  combatieron  otras.  Los  reyes  de  Francia  y 
de  Aragón  hicieron  liga  en  la  ciudad  de  Tolosa ,  que 
es  en  la  Galia  Narbonense ,  por  sus  procuradores 
que  cada  uno  dellos  para  este  efecto  envió :  el  prin- 
cipal en  asentarlos  capítulos  desta  liga  fue  Luis  du- 
3ue  de  Anjou  hermano  del  rey  de  Francia.  Quedaron 
e  acuerdo  que  el  rey  de  Aragón  hiciese  guerra  al 
de  Navarra  dentro  de  su  reino,  y  que  el  rey  de  Fran- 
cia le  ayudase  con  quinientas  lanzas  pagadas  á  su 
costa ;  todo  sin  tener  ningún  respeto  al  estrecho  pa-» 
rentesco  que  con  él  tenian ,  porque  entrambos  reyes 
eran  sus  cuñados  por  estar  el  de  Navarra  casado  con 
hermana  del  rey  de  Francia,  y  el  de  Aragón  tenia 
asimismo  por  mujer  una  hermana  del  mismo  Navar- 
ro. Aoruellos  principes  que  tenian  obligación  ¿  de- 
fendelfe  cuando  otros  le  movieran  £[uerra,  esos  se 
conjuraban  contra  él :  ¡  oh  ñen  codicia  de  reinarl  El 
mal  modo  de  proceder  del  rey  Carlos  de  Navarra  y  su 
aspereza  le  hacían  odiosea  los  reyes  sus  vecinos,  y 
era  la  causa  que  tuviese  muchos  enemigos. 

Entendida  esta  liga  por  el  Navarro,  él  se  estuvo 
quedo  en  España  para  nacer  resistencia  al  rev  de 
Aragón  ,  mavormente  que  ya  por  su  mandado  Luis 
Coronel  desde  Tarazona  hacia  cuerra  en  Navarra, 
robaba  y  destruía  toda  aquella  frontera :  á  la  reina 
su  mujer  envió  á  Francia ,  dado  que  preñada ,  para 
que  procurase  aplacar  al  rey  su  hermano ,  y  buscase 
algún  remedio  para  salir  del  aprieto  en  que  se  halla- 
ban; esta  ida  no  fue  de  provecho  alguno,  á  causa 
oue  el  rey  de  Francia  pensaba  y  pretendía  quedarse 
dMta  vez  con  toda  la  tierra  que  el  de  Navarra  tenia 
en  su  reino.  Estando  pues  la  reina  en  su  villa  de 
Evreux  en  Normandia ,  en  el  postrero  día  del  mes  de 
marzo  parió  ai  infante  don  Pedro  su  segundo  hijo, 
conde  que  fue  de  Moretano  ó  Mortaigne  en  Norman- 
dia ,  y  con  él  en  el  medio  del  estío  se  volvió  á  Navar- 
ra. Por  no  hallar  buena  acogida  en  el  rey  de  Francia, 
de  necesidad  el  Navarro  bobo  de  buscar  de  quien  fa- 
voreceree  :  parecióle  el  mejor  medio  de  todos  aliarse 
y  juntar  sus  fuerzas  con  el  rey  don  Pedro  que  anda- 
ba desterrado,  y  le  rogaba  hiciese  liga  con  él;  y  como 
los  hombres  cuando  se  ven  en  algún  grande  aprieto 
son  muy  liberales ,  para  traeile  á  su  amistad  le  hacia 
una  muy  lar^a  [>romesa  de  pueblos  en  Castilla ,  ca  le 
oírecia  toda  la  tierra  de  Guipúzcoa,  Calahorra,  Lo- 
groño, Navarrete,  Salvatierra  y  Vitoria:  parecen 
noy  día  (si  no  son  fingidas)  las  escrituras  que  hicie- 
ron deste  concierto  en  este  año  en  la  ciudad  de  Lis- 
boa, cuando  el  rey  don  Pedro  desde  Sevilla  se  retiró 
á  Portugal. 

AI  presente  el  rey  don  Pedro  desde  Bayona  procu- 
raba socorros  para  poder  volver  á  cobrar  el  reino  de 
Castilla ;  en  particular  solicitaba  á  Eduardo  príncipe 
de  Gales ,  que  por  su  pidre  el  rey  de  Ingalaterra  go^ 
bernaba  el  ducado  de  Guiena,  para  que  le  ayudase 
con  sus  gentes.  Viéronse  en  Cabreroo .  que  es  uq 

Íiueblo  ceroa  de  la  canal  de  Bayona :  hallóse  en  aque- 
tas vistas  don  Carlos  rey  de  Navarra :  convidólos  ¿ 
comer  el  príncipe,  senturonse  con  este  orden  en  la 
mesa :  don  Pedro  á  la  mano  derecha  y  luego  junto  á 
él  el  príncipe  i  y  á  la  mano  izquierda  se  sentó  solo  de 
por  sí  el  rey  de  Navarra.  Confederáronse  allí  estos 
tres  príncipes,  y  confirmaron  con  solemne  juramen- 
to los  conciertos  que  hicieron,  que  fueron  estos: 
que  el  rey  don  Pedro  fuese  restituido  en  su  reino ,  y 
^tte  ftl  {ffinoip^  Eduardo  se  le  diese  en  recompensa 

TONO   U 


aisToau  »fi  uwjJU,  538 

de  su  trabaio  el  señorío  de  Vizcaya  :  que  el  rey  de 
Navarra  hooiese  á  Logroño  y  que  don  Pedro  dejase 
en  Guiena  sus  hijas  para  seguridad  y  prenda  de  que 
cumpliría  lo  capitulado ,  y  pagaría  ( alcanzada  la  vic- 
toria) el  dinero  que  se  le  prestaba  para  el  sueldo  de 
la  gente  de  guerra. 

Sabida  esta  liga  por  el  rey  de  Araffon ,  receloso  del 
daño  que  della  le  podía  yenvr,  para  hallarse  con  ma- 
yores fuerzas  y  poder  mejor  resistir  á  sus  enemigos 
renovó  con  el  rey  de  Francia  la  confederación  y  amis- 
tades que  con  él  tenia  hechas.  El  rey  de  Navarra  es- 
taba con  gran  cuidado  y  miedo  no  descargasen  estos 
nublados  sobre  su  reino,  como  el  que  caía  en  medio 
de  dos  enemigos  tan  poderosos  como  eran  los  reyes 
de  Francia  y  Aragón.  Por  otra  parte  temía  á  los  m- 

§ieses :  juzgaba  que  para  pasaren  Castilla  ó  les  habla 
e  dar  el  camino  por  sus  tierras ,  ó  se  le  abrirían 
con  las  armas.  Hallábase  muy  congojado  :  aquejado 
con  este  pensamiento  no  sabía  qué  consejo  se  tomase. 
La  peor  resolución  que  él  pudo  tomar,  me  quedaree 
neutral,  porque  desta  manera  á  ninguno  obligaba,  y 
á  todos  dejó  querellosos;  todavía  después  que  lo  bobo 
bien  ponderado .  tomó  por  mejor  partido  concer» 
tarse  con  el  rey  don  Enrique,  hora  lo  hiciese  oon  di- 
simulación y  eugaño ,  hora  que  hobíese  mudado  su 
voluntad  y  quisiese  salir  fuera  de  la  liga  hecha  con 
don  Pedro  y  el  príncipe  de  Gales.  Como  quiera  que 
esto  fuese ,  él  tuvo  sus  hablas  con  el  rey  don  Enrique 
en  Santacruz  de  Camoezo,  que  es  una  villa  en  la  fron- 
tera de  Navarra  :  halláronse  presentes  don  Gómez 
Manrique  arzobispo  de  Toledo,  que  fuera  elegido  en 
lugar  de  don  Vasco,  don  Alonso  de  Aragón  conde  de 
Penia  y  marqués  de  Villena,  don  Lope  Fernandez  de 
Luna  arzobispo  de  Zaragoza,  y  Beltran  Claquín.  La 
confederación  que  estos  príncipes  hicieron ,  fue  que 
el  rey  de  Navarra  no  diese  paso  á  los  ingleses  :  que 
en  la  guerra  que  esperaban,  ayudase  con  su  persona 
y  con  todo  su  ejército  al  rey  don  Enriqu'),  y  que  para 
bcguridad  diese  ciertas  villas  y  castillos  en  rellenes 
deque  cumjiliria  estos  conciertos ; por  el  contrario 
que  don  Enrique  le  diese  á  él  á  Logroño ,  la  misma 
ciudad  que  poco  antes  don  Pedro  le  prometió. 

En  estoi  días  don  Luis  hermano  del  rey  de  Navar- 
ra se  casó  con  Juana  duquesa  de  Durazo  en  la  Mace- 
donia,  hija  mayor  de  Carlos  de  quien  heredó  este 
estado,  y  á  quien  algunos  años  después  el  papa  Urt- 
baño  Vi  dio  la  embestidura  del  reino  de  Ñapóles.  T 
porque  comunmente  se  yerra  en  la  decendencia  des- 
tos  príncipes,  me  pareció  ponerla  en  este  lugar; 
Carlos  Segundo  rev  de  Ñápeles  tuvo  por  hijo  á  Juan 
duque  de  Durazo:  hijos  de  Juan  fueron  Carlos  y  Luis: 
Carlos  fue  padre  de  Juana  y  Margarita ;  de  Luís  el 
otro  hijo  de  Juan  nacieron  Carlos  que  vino  á  ser  rey 
de  Ñapóles ,  y  Juana  la  que  dijimos  casó  con  el  infan- 
te don  Luis  hermano  del  rey  de  Navarra. 

Las  vistas  del  rey  de  Navarra  y  de  don  Enrique, 
que  se  hicieron  en  Campezo ,  fueron  en  el  principio 
del  año  de  i  367.  en  el  cual  (quien  dice  el  año  siguien- 
te) en  diez  y  ocho  de  enero  murió  en  Estremoz  villa 
de  Portugal  el  rey  don  Pedro.  Vivió  por  espacio  de 
cuarenta  y  seis  años,  nueve  meses  y  veinte  y  un  días, 
reinó  nueve  años  y  otros  tantos  meses,  y  veinte  y 
ocho  diap.  Enterráronle  en  el  monasterio  de  Alcobaza 
junto  á  doña  Inés  de  Castro  :  hizosele  un  real  y  so- 
lemnísimo enterramiento  con  grande  aparato  y  pom- 
Ea.  Entre  otras  cosas  dejó  buena  renta  para  seis  capé- 
anos que  allí  dgesen  cada  dia  misa  por  su  ánima  y 
por  las  de  sus  antepasados :  fue  aventajado  en  ser 
justiciero:  lloráronle  mucho  sus  vasallos,  y  sintieron 
su  muerte  como  si  con  él  en  la  misma  sepultura  se 
hobiera  enterrado  la  pública  alegría  y  bien  de  todo  el 
reino.  Tenia  mandado  oue  sus  despenseros  no  com- 
prasen ninguna  cosa  fiada,  sino  todo  de  contado  v 
poF  justo  precio.  Hizo  muy  santas  leyes  contra  la 
avaricia  de  los  jueces  y  abogados,  para  que  con  sn 


33' 


534 


BIBLIOTECA  DK  GASPAR  T  R016. 


codicia  y  largas  do  fuesen  los  pleitos  inmortales.  Fue 
severisirao  contra  los  malhechores,  especialmente 
era  rigurosísimo  contra  los  adálleros;  llegó  á  que  por 
haber  comelilo  esie  delito  el  obispo  de  Portu,con 
sus  propias  manos  le  maltrató  muy  reciamente :  así 
se  decia  vulgarmente  que  iraia  consigo  un  azote  para 
castigar  á  los  que  cogiese  en  algún  delito.  Tenia  cos- 
tumbre de  distribuir  cada  ano  muchos  marcos  de 
plata,  parte  labrada  y  parte  acuñada,  entre  los  suyos, 
según  la  calidad  y  méritos  de  cada  uno.  Refiérese  del 
aquella  sentencia  ;  «Que  no  era  digno  de  nombre  de 
»rey  el  que  cada  dia  no  hiciese  bien  y  merced  á  al- 
wguna  persona. »  Hizo  el  puente  y  villa  de  Limia  tiu 
Portugal:  dejó  por  heredero  de  su  reino  á  su  hijo  don 
Fernando ,  cuyo  reinado  no  fue  tal  y  tan  feliz  como 
el  del  padre.  Con  los  embajadores  que  el  rey  de  Ara- 
gón envió  á  su  padre ,  asentó  él  paces  en  cuatro  días 
ílel  mes  de  marzo  deste  año  en  los  palacios  de  Alcan- 
liaaes ,  que  son  cerca  de  Santarén.  Tuvo  amores  des- 
honestos con  doña  Leonor  de  Meneses  mujer  de  Lo- 
renzo Vázquez  de  Acuña  á  quien  se  la  quitó.  El 
marido  por  tanto  anduvo  mucho  tiempo  huido  en 
Castilla,  y  se  dice  del  que  traia  en  la  gorra  unos 
cuernos  ne  plata  como  por  divisa  y  blasón ,  para 
muestra  de  la  deshonestidad  del  rey  y  de  su  afrenta, 
mengua  y  agravio. 

CAPITULO  X. 
Que  don  Enrique  foe  vencido  Jonlo  ¿  NAjara. 

Toda  Castilla  y  Francia  ardian  llenas  de  raido  y 
asonadas  de  guerra :  hacíanse  machas  compañías  de 
hombres,  de  armas,  ginetes  é  infantería;  todo  era 
proveerse  de  caballos ,  armas  y  dineros :  las  partes 
ambas  igualmente  temían  el  suceso ,  y  esperaban  la 
victoria.  Don  Enrique  en  Burgos, do  era  ido,  seaper- 
cebia  de  lo  necesario  para  salir  al  camino  á  su  enemi 
go,  que  sabia  con  un  grande  y  poderoso  campo  era 
pasado  los  Pirineos  por  las  estrechas  sendas  y  mon- 
tañas cerradas  de  Roncesvalles.  Llegó  ¿  Pamplona 
sin  que  el  rey  Carlos  de  Navarra  le  bebiese  hecho 
ningún  estorbo  á  la  pasada ,  ca  estaba  á  la  sazón  de^ 
tenido  en  Borgta.  Prendióle  andando  á  caza  cercado 
allí  un  caballero  bretón  llamado  Olivier  de  Mani,  que 
la  tenia  en  guarda  por  Beltran  Claquinsu  primo.  En- 
trambos los  reyes  sospecharon  que  era  trato  doble, 
concierto  con  este  capitán  que  le  prendiese,  para 
tener  color  de  no  favorecer  á  ninguno  dellos,  y  des- 
pués escusa  aparente  con  el  que  venciese.  A  los  prín- 
cipes ningún  trato  que  contra  ellos  se  haga,  aunque 
sea  ron  mucha  cautela,  se  les  puede  encubrir;  antes 
muchas  veces  les  dicen  mas  de  lo  que  hay ,  y  eso  lo 
malician  y  echan  á  la  peor  parte. 

Don  Enrique  partió  de  Burgos  con  un  lucido  y 
(grueso  ejército  de  mucha  infantería  y  cuatro  mil  y 
quinientos  hombres  de  á  caballo ,  en  que  iba  toda  la 
nobleza  de  Castilla  y  la  gente  que  de  Francia  y  Ara- 
gón era  venida  en  su  ayuda.  Llegó  con  su  campo  al 
encinar  de  Bañares :  llamó  á  consejo  los  mas  princi- 
pales del  ejército,  y  consultó  con  ellos  lo  tocante  á 
esta  guerra.  Los  embajadores  de  Francia ,  <pie  eran 
enviados  á  solo  este  efecto,  y  Beltran  Claquin  procu- 
taron  persuadir  que  se  debia  en  todas  maneras  escu- 
sar  de  venir  á  las  manos  con  el  enemisto  y  no  darle  la 
batalla,  sino  que  fortificasen  los  pueblos  y  fortalezas 
del  reino,  tomasen  los  puertos,  alzasen  las  vituallas, 
y  le  entretuviesen  y  mistasen;  que  la  misma  tardan- 
za le  echaría  de  España  por  ser  esta  provincia  de  tal 
calidad  que  no  puede  sufrir  mucho  tiempo  un  ejérci- 
to y  sustentarle.  Qne  se  considerase  el  poco  prove- 
cho que  se  sacaría  cuando  se  alcanzase  la  victoria,  y 
lo  mucho  que  se  aventuraba  de  perder  lo  ganado,  que 
era  no  menos  que  los  reinos  de  Castilla  y  León,  y  las 
villas  de  todos.  Que  en  el  ejército  de  don  Pedro  venía 
la  flor  de  la  caballería  de  Ingalaterra ,  gente  muy  es- 


forzada y  acostumbrada  á  vencer ,  á  quien  los  espa- 
ñoles no  se  igualaban  ni  en  la  destreza  en  pelear,  ni 
en  la  valentía  y  fuerzas  de  los  cuerpos.  Finalmente 
que  se  acordasen  que  no  es  menos  oficio  del  sabio  y 
prudente  capitán  saber  vencer  al  enemigo  con  indus- 
tria y  maña  que  con  fuerza  y  valentía. 

Esto  dijeron  los  embajadores  de  Francia  de  parte 
de  su  rey,  y  Beltran  Claquin  de  la  suya.  Otros  que 
tenían  menos  espenencia  y  menor  conocimiento  üel 


que  luego  se  dnse  la  batalla.  Decían  que 
¡as  cosas  de  la  guerra  dependían  mucho  de  la  repu- 
tación, y  qae  se  perdería  si  se  rehusase  la  batalla, 
por  entencferse  que  tenían  miedo  del  enemigo  y  se* 
rían  tenidos  por  cobardes  y  de  ningún  valor.  Que  si 
el  ánimo  no  faltaba,  sobraban  las  luenaa  y  ciencia 
militar  para  desbaratar  y  vencer  dos  tantos  ingleses 
que  fuesen.  Sobn  todo  que  ¿tan  justa  demanda  Dios 
no  fiíltaria ,  y  con  su  favor  esperaban  se  alcanzaría 
una  gloriosa  victoria.  Aprobó  don  Enrique  este  pare- 
cer :  mandó  marchar  su  campo  la  via  de  Álava  para 
hacer  rostro  á  algunas  bandas  de  caballos  ligeros  del 
enemigo  que  se  habían  adelantado  y  robaban  aquella 
tierra.  Llegó  con  su  ejército  junto  á  Saldrían ,  y  á 
vista  del  de  su  enemigo  asentó  su  campo  en  un  lugar 
fuerte  aporque  le  guardaban  las  espaldas  unas  sierras 
que  allí  están)  con  que  podía  pelear  con  ventaja,  si 
no  le  forzaban  á  desamparar  aquel  sitio. 

Considerado  esto ,  los  ingleses  levantaron  sus  rea- 
les y  tiraron  la  via  de  Logroño,  ciudad  que  tenia  la 
voz  de  don  Pedro ,  con  intento  de  traer  á  don  Enríque 
á  la  batalla ,  ó  entrar  en  medio  del  reino  por  donde 
tenían  esperanza  que  todas  las  cosas  podnan  acabar 
á  su  gusto.  Entendido  por  don  Enrique ,  que  estaba 
en  Navarrete ,  el  fin  del  enemigo ,  votvió  atrás  cami- 
no de  Najara,  que  es  una  ciudad  que  se  piensa  ser  la 
antigua  Tritio  Metallo  en  los  Autrigones;  y  de  que 
sea  ella  ,.no  es  pequeño  indicio  quedos  malas  de  allí 
está  una  aldea  que  retiene  el  mismo  nombre  de  Tri- 
tio. Esta  ciudad  alcanza  muy  lindo  cielo  y  anos  cam- 
pos  muy  fértiles,  y  por  muchas  cosas  es  un  noble 
pueblo,  y  con  el  suceso  desta  batalla  se  hizo  mas  fa- 
moso. Escribiéronse  estos  príncipes :  cada  cual  daba 
á  entender  al  otro  la  justicia  que  tenia  de  su  parte,  y 

?[ue  no  era  él  la  causa  de  esta  guerra ;  antes  la  hacia 
orzado  y  contra  su  voluntad,  y  tenia  mucho  deseo 
y  gana  de  que  se  concordasen,  y  no  se  viniese  al 
riesgo  y  trance  déla  batalla  por  la  lástima  que  signi- 
ficaban tener  á  la  mucha  gente  inocente  que  en  eHa 
perecería.  Has  como  quier  que  no  se  concordasen 
en  el  punto  principal  de  la  posesión  del  reino  ^  perdi- 
da la  esperanza  de  ningún  concierto ,  ordenaron  sos 
haces  en  guisa  de  pelear.  Don  Enrique  puso  á  la  ma- 
no derecha  la  gente  de  Francia ,  y  con  ella  á  su  her- 
mano don  Sancho  con  la  mayor  parte  de  la  nobleza 
de  Castilla  :  á  su  hermano  don  Tello  j^  al  conde  de 
Denia  mandó  que  rigiesen  el  lado  izquierdo :  él  con 
su  hijo  el  conde  don  Alonso  se  quedó  en  el  cuerpo  de 
la  batalla. 

Los  enemigos  qne  serían  diez  mil  hombrea  «ie  á 
caballo  y  otros  tantos  infantes ,  repartieron ,  desta 
manera  sus  escuadrones.  La  avanguardia  llevaban  el 
duque  de  Alencastre ,  y  Hugo  Garbolayo  que  se  era 
pasado  á  los  ingleses :  el  conde  de  Armeñac  y  roon- 
sieur  de  Labrít  iban  por  capitanes  en  el  segundo  es- 
cuadrón ,  en  el  postrero  quedaron  el  rey  don  Pedro  y 
el  príncipe  de  Gales  y  don  Jaime  hijo  del  rey  de  Ma- 
llorca, el  cual  después  qne  se  soltó  de  la  prisión  en 
que  le  tenia  el  rey  de  Aragón ,  casara  con  Juana  rei- 
na de  Ñápeles.  Halláronse  en  esta  batalla  trecientos 
hombres  de  á  caballo  navarros ,  que  con  su  capitán 
Martin  Enrique  tos  envió  el  rey  Carlos  de  Navnrra 
en  favor  del  rey  don  Pedro.  Corría  un  rio  en  medio  de 
bs  dos  campos :  pasóle  don  Enríque ,  y  en  un  llano 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


S3ü 


que  está  de  la  otra  parte » ordenó  sas  haces.  I¿n  este 
campo  se  vinieron  a  encontrar  ios  ejércitos  con  gran- 
disima  furia  y  ruido  de  las  voces,  de  los  combates , 
del  quebrar  de  las  lanzas  y  el  disparar  de  las  balles- 
tas. El  escuadrón  de  la  mano  derecha  que  regia  Bel- 
tran  Claquin ,  sufrió  valerosamente  el  Ímpetu  de  los 
enemigos .  y  parecía  que  llevaba  lo  mejor ;  empero 
en  el  otro  lado  quitó  don  Tello  i  ios  suyort  la  victoria 
de  las  manos  :  con  mas  miedo  que  vergüenza  volvió 
en  un  punto  las  espaldas,  sin  acometer  á  los  enemi- 
gos ni  entraren  la  batalla.  Gomo  él  y  los  suyos  huye- 
ron y  dejaron  descubiertos  y  sin  defensa  los  costados 
de  Beitran  y  de  don  Sancho  ^  por  donde  pudieron  fá- 
cilmente ser  rodeados  de  los  enemigos ,  y  apretándo- 
los reciamente  por  ambas  partes,  los  vencieron  y 
desbarataron. 

Hlsose  gran  matanza ,  y  fueron  presos  muchos 
grandes  y  ricos  hombres ,  entre  ellos  los  capitanes 
mas  principales  del  ejército.  Don  Enrique  con  mucho 
esfuerzo  y  valor  procuró  detener  su  escuadrón  que 
comenzaba  á  criar  y  retirarse:  por  dos  veces  metió  su 
caballo  en  la  mayor  priesa  de  la  batalla  con  grandísi- 
mo peligro  de  su  persona ;  mas  como  quier  que  no 
pudiese  detener  á  los  suyos  por  la  gran  muchedum- 
ore  de  enemigos  que  cargó  sobre  ellos  y  los  desbarató 
(mal  pecado )  perdida  del  todo  la  esperanza  de  la  vic- 
toria ,  se  salió  de  la  batalla  y  se  acogió  á  Najara :  de 
allí  por  el  camino  de  Soria  se  fue  á  Aragón  acompa- 
ñado de  Juan  de  Luna  y  Fernán  Sánchez  de  Tovar  y 
Alfonso  Pérez  de  Guzman,  y  algunos  oíros  caballeros 
de  los  suyos.  A  la  entrada  de  aquel  reino  le  salió  á  ver 
y  consolar  don  Pedro  de  Luna,  que  después  en  tiem- 
po del  gran  scisma  fue  el  papa  Benedicto.  No  paró  el 
rey  don  Cnricjue  hasta  que  por  los  puertos  de  Jaca 
entró  en  el  reino  de  Francia ,  sin  detenerse  en  Ara- 
gón por  no  se  fiar  de  aquel  rey ,  si  bien  era  su  con- 
suegro. Hallábase  en  gran  cuita ,  poca  esperanza  de 
reparo  :  por  semejantes  rodeos  lleva  Dios  á  los  va* 
roñes  escelentes  por  estos  altos  y  bajos  hasta  poner- 
los de  su  mano  en  la  cumbre  de  la  buena  andanza  que 
les  está  aparejada.  Los  demás  de  su  ejército  se  huve- 
ron  perlas  vilias  y  pueblos  de  aquella  comarca,  todos 
esparcidos  sin  quedar  pendón  enhiesto ,  ni  compañía 
entera,  ni  escuadra  que  no  fuese  desbaratada. 

Después  de  la  batalla  hizo  matar  el  rey  don  Pedro 
á  loigo  López  de  Orozco,  á  Gómez  Garrilío  de  Quin- 
tana, á  Sanchí)  Sánchez  de  Hoscoso  comendador  de 
Santiago,  y  á  Garci  Jofre  Tenorio  hijo  del  almirante 
AJÍoDSO  Joire ,  que  todos  fueron  presos  en  la  pelea: 
otros  muchos  dejó  de  matar  por  no  ios  haber  á  las 
manos .  que  por  ningún  precio  se  los  quisieron  en- 
tregar los  inmeses  cuyos  prisioneros  eran;  demás  que 
el  priucipe  de  Gales  le  reprendió  con  palabras  casi 
afrentosas  porque  después  de  alcanzada  la  victoria 
continuábalos  vidos  que  le  quitaban  el  reino.  Uno 
de  los  presos  fue  don  Pedro  Tenorio  adelante  arzobis- 
po de  Toledo.  Llevó  en  esta  batalla  el  pendón  de  don 
Enrioue  Pero  López  de  Ayala ,  aquel  caballero  que 
escribió  la  historia  del  rey  don  Pedro,  y  fue  uno  de 
los  presos.  Por  esta  razou  algunos  no  dan  tanto  cré- 
dito á  su  historia,  como  de  hombre  parcial :  dicen 
Íiue  por  odio  que  tenía  al  rey  don  Pedro  encareció  y 
ingió  algunas  cosas;  á  la  verdad  fue  uno  de  aquellos 
contra  quien  en  Alfaro  él  pronunció  sentencia  en  que 
los  dio  por  rebeldes  y  enemigos  de  la  patria. 

Díase  esta  batalla  sábado  tres  de  abril  deste  año 
de  i367.  Don  Tello  llevó  á  Burgos  las  tristes  nuevas 
deste  desgraciado  suceso.  La  reina  doña  Juana  mu- 
jer de  don  Enrique  sabida  la  rota  tuvo  gran  miedo 
de  venir  á  manos  de  don  Pedro :  asi  ella  y  sus  hijos 
con  gran  priesa  se  fueren  de  Burgos  á  la  ciudad  de 
Zaragoza.  En  esta  sazón  en  Burgos  se  hallaban  don 
Gómez  Manrique  arzobispo  de  Toledo,  y  don*  Lope 
Fernandez  de  Luna  ar/ooispo  de  Zaraj^oza,  que  se 
quedaron  con  la  reina.  Estos  la  acompañaron  en  este 


viaje  de  Aragoa  :  llegada  allí ,  no  halló  en  el  rey  tan 
buena  acogida  como  pensaba ;  que  es  cosa  común  y 
como  natural  en  los  hombres  desamparar  al  caido,  y 
hacer  aplauso  y  dar  favor  al  vencedor.  Olvidado  pues 
el  rey  de  Aragón  (1)  ya  de  las  amistades  y  confede^ 
raciones  que  tenia  hechas  con  don  Enrique ,  tenia 
propósito  de  moverse  al  son  de  la  fortuna ,  y  llegarse 
á  la  parte  de  los  que  prevalecían.  A  esta  causa  era  ya 
venido  en  Aragón  por  embajador  Hugo  Garboia  yo  in- 
glés :  y  porque  no  podian  tan  presto  y  fácilmente 
concluirse  paces  se  hicieron  treguas  por  algunos 
meses. 

Después  de  la  victoria  el  rey  don  Pedro  coa  todo  su 
ejercite  se  fué  á  Burgos,  prendió  en  aquella  ciudad  á 
Juan  Cordollaco  pariente  del  conde  de  Armeñac  y  ar- 
zobispo de  Braga ,  que  era  de  la  parcialidad  del  rey 
don  Enrique.  Hizole  el  rey  llevar  al  castillo  de  Alcalá 
de  Guadayra  y  meterle  en  un  silo,  en  que  estuvo 
hasta  la  muerte  del  mismo  don  Pedro,  cuando  muda- 
das las  cosas  fue  restituido  en  su  libertad  y  obispado. 
El  rey  don  Pedro  sin  embargo  se  hallaba  muy  congo- 
jado eu  trazar  cómo  podría  juntar  tanto  dinero  como 
á  los  ingleses  de  los  sueldos  debía  y  él  recibió  presta- 
do del  principe  de  Gales :  no  sabia  asimismo  como 
podría  cumplir  con  él  lo  que  le  tenja  prometido  de 
darle  el  señorío  de  Vizcaya,  porgue  ni  los  vizcaínos 
que  es  gente  libre  y  feroz,  suinrian  señor  estraño,  ni 
el  tesoro  y  rentas  reales,  consumidos  con  tan  esce- 
sivos  gastos  como  con  estas  revoluciones  se  hicieron, 
no  alcanzaban  con  gran  parte  á  pagar  la  mitad  de  lo 
que  se  debía.  Por  esta  causa  con  ocasión  de  ir  á Jun- 
tar este  dinero  se  fue  don  Pedro  muy  apriesa  á  Tole- 
do, de  allí  á  Córdoba. 

En  esta  ciudad  en  una  noche  hizo  matar  diez  y  seis 
hombres  principales :  cargábales  fueron  los  primeros 
que  en  ella  dieron  entrada  al  rey  don  Enrique.  En 
Sevilla  mandó  asimismo  matar  áMicer  Gil  Bocanegra 
y  á  don  Juan  hijo  de  Pero  Ponce  de  León  señor  de 
Marchena ,  y  á  doña  Urraca  de  Osorío  madre  de  Juan 
Alfonso  de  Guzman ,  y  á  otras  personas.  A  doña  Ur- 
raca hizo  quemar  viva ,  fiereza  suya ,  y  ejecuciou  en 
que  sucedió  un  caso  notable.  En  la  laguna  propia  en 
^ue  hoy  está  plantada  una  grande  alameda,  armaron 
la  hoguera.  Una  doncella  de  u(fuella  señora  por  nom- 
bre Isabel  Dávdos  natural  de  bbeda  luego  que  se  em- 
prendió el  fuego,  se  metió  en  él  para  tenella  las  faldas 
porque  no  se  descompusiese,  y  se  quemó  junto  con 
su  ama  :  hazaña  memorable ,  señalada  lealtad ,  con 
que  grandemente  se  acrecentó  el  odio  y  aborrecimien- 
to que  de  atrás  al  rey  tenían.  Con  los  infortunios, 
destierro  j  trabajo  que  había  padecido ,  parece  era 
razón  bebiera  ya  corregido  los  vicios  que  de  antes  pa- 
recían tener  escusa  con  la  mocedad,  licencia  y  liber- 
tad, si  su  natural  no  fuera  tan  malo.  Por  el  contrario 
la  afabilidad  y  buena  condición  del  rey  don  Enrique 
causaba  que  todos  tenían  lástima  de  sus  desastres,  j 
le  amaban  mas  que  antes :  con  esto  se  volvió  á  la  pla- 
tica de  envialle  a  llamar  y  restituille  en  los  reinos  de 
Castilla.  El  rey  de  Navarra  de  Borgia,  do  le  tenían 
arrestado ,  se  vino  después  de  dada  la  batalla  á  Tude- 
la,  á  Mosen  Olivier  que  leiiizo  compañía  en  aquella 
villa .  le  hizo  prender,  y  no  le  quiso  soltar  de  la  pri- 
sión nasta  que  le  entregó  á  su  hijo  el  infante  don  Pe- 
dro, que  quedó  en  Borgia  para  seguridad  que  se  cum- 
pliría lo  que  los  dos  capitularon. 

Este  mismo  año  que  se  dio  la  batalla  de  Najara, 
falleció  en  Yiterbo  ciudad  de  Italia,  el  cardenal 
don  Gil  de  Albornos  en  veinte  y  cuatro  días  del  mes 
de  agosto  fiesta  de  Sin  Bartolomé.  Fue  este  prelado 
esceiente  varón ,  de  gran  valor  y  prudencia  no  menos 
en  el  gobierno  que  en  las  cosas  de  la  guerra ,  muy 

(i)  No  fae  olvido  sino  que  supo  que  el  duque  de  Alen- 
caster ,  hermano  del  princii)e  de  Gales,  Tenia  con  su  ejérd:o 
vencedor  á  entrarse  en  el  reino  de  Aragón. 


m 


«ÍBLlOtKCA  Dk   CA5Í*AR  t  ROÍG* 


«ucrldo  de  tres  papas  que  alcanzó ,  Clemente ,  Ino- 
cencio y  Urbano  Quinto  que  ¿  esta  sazón  gobernaba 
la  iglesia  Romana.  Hizo  guerra  en  Italia  á  los  tiranos 
que  tenían  usurpadas  muchas  ciudades  y  tierrw  de 
Ya  Iglesia ,  y  con  dichosas  armas  las  restituyó  al  pa- 
trimonio y  estado  de  San  Pedro ;  con  que  abrió  el  ca- 
mino á  sus  sucesores  para  que  pasasen  la  silla  apos- 
tólica á  la  antigua  ciudad  de  Roma ,  que  no  tardó 
mucho  tiempo  en  cumplirse.  Depositaron  su  cuerpo 
en  el  monasterio  de  San  Francisco  de  la  ciudad  de 
Asís :  después  sosegadas  las  cosa«  de  España  con  la 
muerte  del  rey  don  Pedro  ( por  haberlo  él  asi  manda- 
do en  su  testamento)  le  trasladaron  á  la  ciudad  de 
Toledo :  eslá  enterrado  en  la  iglesia  Mayor  en  la  ca- 
pilla de  San  Ildefonso.  Concedió  el  rotoano  pontíüce 
indulgencias  álos  que  le  tragescn  en  hombros;  y  fue 
tanta  la  devoción  ¿é  los  pueblos ,  que  por  do  quier 
que  pasaba,  saliad  á  bandfas  á  los  caminos  por  ganar 
los  perdones ;  y  de  esta  manera  le  trajeron  nasta  To- 
ledo. 

CAPITULO  XI. 
Del  maestre  de  Sao  Bernardo. 

El  maestre  de  San  Bernardo  (dignidad  cuyo  nom- 
bre y  noticia  apenas  ha  llegado  a  nuestros  tiempos) 
se  halló  en  la  batalla  de  Najara  con  otios  muchos  en 
favor  de  don  Enrique,  donde  fue  preso  y  muerto  por 
mandado  del  rey  don  Pedro,  t  le  conGscaron  muchos 
pueblos  que  poseia  en  las  behetrías.  No  cuenta  esto 
ninguno  de  los  historiadores ,  sino  solamente  el  des- 
pensero mayor  de  la  reina  doña  Leonor ,  de  quien  ar- 
riba hicimos  mención.  Verdad  es  que  no  escribe  el 
nombre  del  maestre .  ni  qué  principio  ó  autoridad 
tuviese  esta  dignidad ,  cosa  en  aquel  tiempo  muy  sa- 
bida, al  presente  de  todo  punto  olvidada  :  el  tiempo 
todo  lo  gasta.  Solo  consta  que  este  maestre  era  hom- 
bre de  r**.ligiou  y  eclesiástico ,  porque  el  rev  don  Pe- 
dro fue  descomulgado  por  la  muerte  que  le  dio.  Lo 
que  yo  sospecho  es  que  cuando  el  rey  don  Pedro  por 
conapjo  de  Juan  Alfonso  de  Alburquerque  ( como  de 
suso  se  dijo)  quiso  incorporar  las  behetrías  en  la  co- 
rona real ,  ó  lo  que  es  mas  cierto ,  darlas  á  algunos 
señores  particulares  que  las  pretendían  con  mas  co- 
dicia de  estados  aue  de  hacer  lo  que  era  razón  y  jus- 
ticia; entonces  de  su  voluntad  v  con  facultad  del 
{>apa  con  color  de  religión  se  debieron  de  sujetar  á 
a  orden  de  Sin  Bernardo  i  imitación  de  los  caballe- 
ros de  Calatrava  y  Alcántara^  y  eligieron  una  cabeza 
con  título  que  le  dieron  de  maestre  de  San  Bernardo 
para  que  como  las  demás  religiones  militares  hicie*- 
sen  guerra  á  los  moros. 

Este  color  y  diligencia,  aunque  fue  á  propósito  para 
que  aquellos  pueblos  se  mantuviesen  en  la  libertad 
«n  que  por  tantos  siglos  inviolablemente  se  mantu- 
vieron ;  dio  empero  ocasión  para  que  el  rey  se  indig- 
nase contra  ellos :  por  esta  causa  creo  yo  que  el  (fi- 
cho maestre  se  llegó  á  la  parte  de  don  Enrique :  esto 
pudo  ser ,  mas  no  es  mas  que  conjetura  y  pensamien- 
to. Lo  que  se  sigue  os  cierto ,  que  el  sumo  pontiñcc 
Urbano  Quinto  por  esta  muerleV  norque  tenia  fuera 
do  sus  iglesias  a  los  obispos  de  Uiiahorra  y  de  LugO| 
envió  un  arcediano  con  orden  que  le  notiGcase  como 
estaba  descomulgado,  y  por  tai  le  publicase.  Este  ar- 
cediano como  quier  que  temiese  la  crueldad  de  don 
Pedro  y  el  poco  respeto  que  tenia  á  ia  Iglesia,  usó  con 
él  de  cautela  y  de  maña;  esto  fue  que  se  vino  por  el  rio 
en  una  galeota  muy  ligera  á  Sevilla,  y  se  puso  á  la  ri- 
bera del  campo  de  Tablada  cerca  de  la  ciudad:  aguar- 
dó á  que  el  rey  pasase  por  aquella  parte :  sucedióle 
como  lo  deseaba :  preguntóle  si  quería  saber  nuevas 
de  Levante ,  que  le  diría  cosas  maravillosas  y  jamás 
oídas ,  porque  acababa  de  (legar  de  aquellas  partes. 
Llegóse  el  rey  cerca  para  oírle ,  y  él  intimó  entonces 


las  bulas  del  papa:  esto  hecho,  luego  Con  gratidúina 
velocidad  se  fue  el  río  abajo  á  vela  y  remo  :  ayudá-> 
bale  la  menguante  en  que  las  aguas  de  la  creciente 
del  Océano  volvían  á  bajar,  asi  pudo  mas  ligeramente 
escaparse. 

El  rey  enojóse  mucho  con  la  burla  ^  y  como  fuera 
de  sí,  desnuda  la  espada ,  y  arrimadas  las  espuelas  al 
caballo  se  lanzó  en  el  río :  tiró  una  gran  cuchillada 
al  ar(^lano.  que  por  no  le  poder  alcanzar  dio  en  la 
galeota,  sin  aesistir  de  seguiUe  hasta  tanto  qaeelct- 
ballo  no  podia  nadar  de  cansado:  corriera  gran  peli- 
gro de  ahogarse,  si  no  le  acorrieran  prestamente  con 
UQ  barco  en  que  le  recogieron  muy  encolerizado. 
Decia  á  grandes  voces  que  él  quitariala  obediencia  al 
papa  que  tan  violenta  v  suciamente  regia  ia  Iglesia: 
procurarla  otrosí  que  hiciesen  lo  mismo  los  reyes  de 
Aragón  y  de  Navarra;  además  que  aquella  injuria  él 
la  vengaría  muy  bien  con  las  armas  y  con  hacer 
guerra  á  sus  tierras.  Esto  dijo  con  los  ojos  encami-- 
zados  y  hechos  ascuas ,  y  con  la  voz  muy  Gera,  alta  y 
descompuesta:  las  afrentas,  amenazas  y  desacatos 
que  dijo  contra  el  papa ,  mas  le  desdoraron  á  él  que 
agraviaron  al  padre  santo.  Mandó  luego  apercebir 
una  armada  y  nacer  grandes  Uamamientoe  de  gente» 
de  guerra^ 

El  papa  vista  la  furiosa  condición  del  rey  don  Pe- 
dro ,  se  determinó  de  aplacalle  de  la  mejor  manen 
que  pudiese  :  para  bacelio  con  mayor  autorídad  le 
envío  UQ  legado  que  fue  un  sobrino  suyo  cardenal  de 
San  Pedro ,  que  le  absolvió  de  la  escomunion ,  y  hizo 
las  amistades  entre  él  y  su  tío,  con  estas  condicio- 
nes: Que  consumido  el  oficio  y  nombre  de  maestre  de 
San  Bernardo,  todos  aquellos  pueblos  de  allí  adelante 
tuviesen  su  antiguo  nombre  de  behetrías  y  fuesen 
del  patrímonio  real ,  á  tal  empero  que  no  pudiesen 
ser  eutonces  ni  en  algua  tiempo  dados ,  ni  vendidos, 
ni  enajenados  :  guardóseles  este  respeto  y  preemi* 
nencía  por  ser  bienes  de  religión  y  eclesiásticos. 
Demás  desto  que  la  tercera  parte  de  las  dédmas  que 
llevaba  á  la  sazón  el  papa  de  los  beneficios ,  fuese  del 
rey  para  ayuda  á  la  guerra  de  los  moros.  Que  ei  papa 
otrosí  sin  consentimiento  de  los  reyes  de  Castilla  no 
pudiese  en  sus  reinos  dar  obispados  ni  maestrazgos, 
ni  el  priorato  de  San  Juan  ni  otros  mayores  benefi- 
cios. Esto  se  le  concedió  teniendo  consideración  al 
sosiego  común  y  al  bien  general  de  la  paz,  puesto  qoe 
era  contra  la  costumbre  y  uso  antiguo.  Es  cosa  no- 
table y  maravillosa  que  por  contemplación  ni  respeto 
de  ningún  príncipe  Quisiese  el  papa  perder  en  Espa- 
ña tanto  de  su  derecno  y  autoridad:  en  tanto  se  tuvo 
en  aquella  era  el  sanar  la  locura  de  un  rey,  que  jyrí- 
mero  con  sus  trabajos  y  ahora  con  la  victoria  andaba 
desatinado. 

CAPITULO  XII. 
Que  don  Enrique  volvió  á  Espaos. 

Llegado  don  Enrique  á  Francia,  no  perdió  el  áni- 
mo sabiendo  cuan  varías  y  mudables  sean  las  cesas 
de  ios  hombres ,  y  que  los  valientes  y  esforzados  ha- 
cen rostro  á  las  adveraidades ,  y  vencen  todas  las  di- 
ficultades en  que  la  fortuna  los  pone ;  los  cobardes 
desmayan  y  se  rinden  á  los  trabajos  y  desastres.  Bl 
conde  de  Fox ,  á  cuya  casa  primero  aportó,  le  recibió 
muy  bien  y  hospedó  amigablemente,  aunque  conre* 
celo  no  le  hiciesen  guerra  los  ingleses  porque  le  fa- 
vorecía. De  allí  fue  á  Yillanueva,  que  es  cerca  de 
Aviñon ,  para  hablar  á  Luis  duque  de  Anjou  y  her- 
mano del  rey  de  Francia,  en  quien  halló  mejor  aco- 
gimiento del  que  él  podia  esperar :  soeerríóle  con  di* 
ñeros ,  y  dióle  consejos  tan  buenos  que  fueron  parte 
para  que  sus  cosas  tuviesen  el  próspero  suceso  que 
poco  después  se  vio.  Envió  por  inducimiento  y  aviso 
del  duque  con  su  embajada  á  pedir  al  rey  de  Francia 


HISTORIA  01  iSPAÑA. 


MET 


su  ayuda  y  favor  para  volver  á  Castilla.  Fue  oído  be- 
Díguameot» ,  y  determioó^e  el  rey  de  favorecelle :  á 
la  verdad  la  mucha  prosperidad  y  buenos  sueeMs  de 
ios  ¡uniese»  le  teniíko  con  mucho  miedo  y  cuidaio; 
*  tenia  asimismo  ea  la  memoria  los  agravios  que  dou 
Pedro  le  babia  hecho ,  y  la  enemiga  que  tenia  con  él. 
Respondióle  pues  con  mucho  amor,  y  propuso  de  le 
ayudar  con  gente  y  dineros :  diéle  el  castillo  de  Pe- 
rapertusa  en  los  cooflnes  de  Ruysellon ,  en  que  tu- 
viese á  su  mujer  y  hijos ,  ca  desconfiados  del  rey  de 
Aragón  se  retiraron  á  Francia :  mandóle  otrosí  dar 
el  condado  de  Seseno  en  que  pudiese  vivir  en  el  en- 
tretanto que  volvia  á  cobrar  el  reino  de  Castilla ,  de 
donde  cada  dia  se  venían  á  él  muchos  cabaJleros  que 
fueron  presos  en  la  batalla  de  Najara,  y  estaban  ya 
rescatados  ,  y  librados  de  la  crueldad  del  rey  don 
Pedro  ;  que  los  ingleses  los  escaparon  de  sus 
mabos. 

De  los  primeros  qoe  se  pasaron  7  acudieron  en 
Francia  á  don  Enrique ,  fue  don  Bemal  hijo  del  con- 
de de  Fox ,  señor  de  Bearne ,  á  quien  el  rey  don  En- 
rique después  de  acabada  la  guerra  en  remuneración 
de  esta  servicio  le  dio  áMedinacelicoo  titulode  con- 
de. Fue  casado  este  príacipe  con  doña  Isabel  de  la 
Cerda  hija  de  don  Luis  y  nieta  de  don  Alonso  de  la 
Cerda  el  Desheredado ;  de  quieo  los  duques  de  Medí- 
naceli  (sin  haber  quiebra  en  la  linea)  se  precian  des- 
cender. Hallóse  también  con  don  Enrique  el  conde 
de  Osona  hijo  de  Bernardo  de  Cabrera ,  el  cual  des- 
pués que  estuvo  preso  en  Castilla,  sirvió  en  la  guer- 
ra á  don  Pedro  por  el  gran  sentimiento  que  tenia  de 
la  muerte  de  su  padre :  finalmente  puesto  en  su  en- 
tera libertad  se  pasó  á  don  Enrique  con  propósito  de 
servílle  y  seguir  su  fortuna  hasta  la  muerte.  Demás 
desto  le  avino  bien  á  don  Enrique  en  que  el  p^rfocipe 
de  Gales  se  volvió  en  estos  dias  á  Guiena ,  enojado  y 
mal  satisfecho  de  don  Pedro  porque  ni  le  entregó  el 
señorío  de  Vizcaya  gne  le  prometió ,  ni  le  pagó  los 
empréstitos  que  le  hiciera ,  ni  á  muchos  de  ios  suyos 
el  sueldo  que  les  debía. 

Demás  desto  en  Castilla  le  comenzaba  á  ayudar  la 
fortuna  y  ca  muchos  grandes  y  caballeros  habían  to- 
mado su  voz  y  hacían  guerra  a  don  Pedro ,  en  parti- 
cular se  tenían  por  él  las  provincias  de  Guipúzcoa  y 
Vizcaya ,  y  les  ciudades  deSegovia ,  Avila,  Palencia, 
Salamanca  y  la  villa  de  Valladoiid  v  otros  muchos 
pueblos  del  reino  de  Toledo :  cada  oía  se  reforzaba 
mas  su  bando  y  parcialidad,  su  enemigo  mismo  le 
ayudaba  con  hacerse  por  momentos  mas  odioso  con 
su  mal  modo  de  proceder  y  desvariados  castigos  que 
hacia  en  los  suyos.  Juntado  pues  don  Enrique  su 
ejército ,  entró  en  Aragón  por  las  asperezas  de  los 
Pirineos  llamadas  Valdeandorra  :  pasó  por  aquel  rei- 
no con  tanta  presteza  que  primero  estuvo  dentro  de 
Castilla ,  que  pudiese  el  rey  de  Aragón  atajarle  el  pa- 
so, si  bien  puso  [rara  estorbársele  toda  la  diligencia 
que  podo. 

Llegado  don  Enrique  á  la  ribera  del  rio  Ebro ,  pre- 
guntó si  estaba  ya  en  tierra  de  Castilla  :  como  les 
respondiesen  que  si ,  se  apeó  de  su  caballo,  y  hincado 
de  rodillas  hizo  una  cruz  en  la  arena  y  besándola  dijo 
estas  formales  palabras :  «Yo  juro  á  esta  siguifícanza 
)»de  cruz  que  nunca  en  mi  vida  por  necesidad  que 
nme  venga ,  salga  de  Castilla ;  antes  que  espere  ahí  la 
«muerte ,  ó  estaré  á  la  ventura  que  me  viniere.»  Fue 
importante  esta  ceremonia  para  asegurar  los  corazo- 
nes de  los  que  le  seguian  é  inflamarlos  en  la  afición 
que  le  tenían.  Vuelto  á  subir  en  su  caballo ,  fue  con 
todo  su  campo  á  Calahorra ,  que  por  aquella  parte 
es  la  primera  ciudad  de  Castilla  :  entró  en  ella  el  dia 
del  arcángel  Sau  Miguel  con  mucho  contento  y  rego- 
cijo de  los  ciudadanos  y  de  muchos  del  reino  que  lue- 
go de  todas  partes  le  acudieron  ,  ca  andaban  unos 
desterrados ,  y  otros  huidos  de  miedo  de  la  crueldad 
del  rey  su  hermano. 


De  Calahorra  se  partió  á  Burgos :  alli  fue  reeebtdo 
con  una  muy  solemne procesiou  por  el  obispo,  derH 
cía  y  ciudadanos  de  aquella  ciudad  Halló  en  el  casi  i 
lio  preso  á  don  Felipe  de  Castro  un  grande  del  reino 
de  Aragón  casado  con. su  hermana  doña  Juana ,  que 
le  prendieron  eu  la  bataiia  de  Najara :  mandóle  luego 
soltar,  y  hizole  donación  de  la  villa  de  Paredes  de 
Nava  y  de  Medina  de  Rtoseco  y  de  Tordebumos. 
Por  el  contrario  prendió  en  el  mismo  castillo  á  don 
Jaime  rey  de  Ñápeles  y  hijo  del  rey  de  Mallorca,  oue 
se  quedara  en  Burgosdespues  que  se  halló  en  la  ba- 
talla por  la  parte  del  rey  (ion  Pedro,  y  ahora  cuando 
vio  que  recebian  á  den  Enrique  se  retiró  al  castillo^ 
para  defenderse  en  él  con  el  alcaide  Alfonso  Fernan- 
dez. Con  el  eiemplo  de  la  real  ciudad  de  Burgos  otras 
muchas  ciuoades  tomaron  la  voz  de  don  Enrique^ 
quitado  el  miedo  que  tenían :  el  cual  no  suele  ser  buen 
maestro  para  hacer  á  los  hombres  constantes  en  el  - 
deber  y  en  hacer  lo  que  es  razón.  Sosegadas  las  cosas 
en  Burgos ,  pasó  con  su  campo  sobre  la  ciudad  d» 
León .  que  á  cabo  de  algunos  dias  se  le  rindió  á  par- 
tido el  postrero  dia  de  abril  del  año  de  43ü8. 

En  la  imperial  ciudad  de  Toledo  unos  querían  á 
don  Enrique  .  la  mayor  parte  sustentaba  la  opinión 
de  don  Pedro,  escarmentados  del  riguroso  castigo  que 
hizo  allí  los  meses  pasados .  y  de  miedo  de  la  gente 
de  guerra  que  tenia  allí  de  guarnición ,  que  eran 
muchos  ballesteros ,  y  seiscientos  hombres  de  armas 
cuyo  capitán  era  Fernando  Alvures  de  Toledo  algua- 
cil mayor  de  la  misma  ciudad.  Tenia  don  Enrique  en 
su  ejército  mil  hombres  de  armas  :  con  estos  y  con 
la  infantería  que  era  en  mayor  número  ,  no  dudó  de 
venir  sobre  una  ciudad  tan  grande  y  fuerte  come 
Toledo,  y  tenerla  cercada.  Tenia  por  cierto  queapode* 
rado  que  fuese  de  una^ ciudad  y  fuerza  semejante, 
todo  lo  demás  le  seria  fácil  de  acabar.  Asenió  rus 
reales  en  la  vega  que  se  tiende  á  la  parte  del  Seten* 
trion  á  las  aldas  de  la  ciudad  :  puso  muchas  compa- 
ñías en  los  montes  que  están  de  la  otra  parte  del  río 
Tajo  :  este  gran  rio  como  con  un  compás  rodea  las 
tres  cuartas  partes  de  la  ciudad ,  corre  por  la  parte 
del  Levante,  v  revuelve  hacia  Mediodía  y  Poniente.  Pa- 
ra que  se  pudiese  pasar  de  los  unos  reales  á  los  otros, 
y  se  favoreciese  eu  tiempo  de  necesidad ,  mandó  fa- 
bricar un  puente  de  madera  oue  fue  después  muy 
provechoso.  Los  toledanos  sufrían  constantemente 
el  cerco,  puesto  que  harto  inclinados  á  don  Enrique; 
mas  no  osaban  admitille  en  la  ciudad  por  miedo  no 
lo  pagasen  los  rehenes  que  consigo  se  llevara  don 
Pedro ,  que  eran  los  mas  nobles  de  Toledo. 

La  ciudad  de  Córdoba  en  este  tiempo ,  quitada  la 
obediencia  á  don  Pedro ,  seguía  la  parte  de  don  En- 
rique con  tanto  pesar  y  enojo  de  su  contrarío  que  no 
dudó  de  pedir  al  rey  de  Granada  le  enviase  su  ayuda 
para  irla  á  cercar.  Envióle  Mahomad  gran  número  de 
moros  ginetes,  con  que  y  su  ejército  puso  «n  gran 
estreoho  la  ciudad ,  y  la  apretó  de  manera  que  un  dia 
estuvo  á  punto  de  ser  entrada ,  ca  los  moros  á  escala 
vista  subieron  la  muralla  y  tomaron  el  alcázar  viejo. 
Acudieron  los  cordobeses ,  considerado  el  peligro  y 
cuan  sin  misericordia  serian  tratadas  si  fuesen  ven- 
cidos, y  pelearon  aquel  dia  con  gran  desesperación, 
y  rebatieron  tan  valerosamente  los  moros  que  mal  de 
su  ^rado  los  forzaron  á  salir  de  la  ciudad:  á  muchos 
hicieron  saltar  por  los  adarves,  y  les  tomaron  lasban^ 
deras  y  fueron  en  pos  delios  hasta  bien  lejos.  Seña- 
láronse mucho  estedia  en  valor  las  mujeres  cordobe- 
sas ,  ca  visto  que  era  entrada  la  ciudad  por  los  moros, 
no  se  escondieron ,  ni  cayeron  en  sus  estrados  des- 
mayadas ,  sino  con  varonil  esfuerzo  salieron  por  las 
calles  y  á  los  lograres  en  que  sus  maridos  y  hijos  pe- 
leaban, y  con  animosas  palabras  los  incitaron  á  la  pe- 
lea; con  esto  los  cordobeses  tomaron  tanto  brío  y  co- 
raje que  pudieron  recobrar  la  ciudad  que  ya  se  perdía ,. 
y  üacer  gran  estrago  y  matanza  de  sus  enemigo**. 


538  BIULIUTECA  nK 

Desesperados  los  re^es  de  poder  ganar  la  ciudad, 
levaotarun  el  O'rco :  don  Pedro  se  fue  á  Sevilla  á  pro- 
veer lo  neces^irío  paira  la  guerra  ,  que  todo  se  bacía 
inas  de  espacio  y  con  mayores  dííicultades  de  lo  que 
él  pensaba  :  el  rey  de  Granada  siu  que  don  Pedro  le 
fuese  á  la  mano ,  saqueó  y  robó  las  ciudades  de  Jaén 
y  Ubeda  que  á  imitación  de  Córdoba  seguían  el  bando 
de  don  Enrique ;  taló  otrosí  lo  mas  de  los  campos  del 
Andalucía  con  que  llevaron  los  morosa  Granada  gran 
muchedumbre  de  cautivos ,  tanto  que  fue  fama  que  en 
sola  la  villa  de  Utrera  fueron  mas  de  once  mil  alma^ 
las  que  cautivaron.  Con  esto  toda  la  Andalucía  se 
veía  estar  llena  de  llantos  y  miseria  :  por  una  parte  los 
apretaban  las  armas  de  los  moros ,  por  otia  la  cruel- 
dad y  iicreza  de  don  Pedro. 

CAPITULO  Xlll. 
Que  el  rey  don  Pedro  fue  muerto. 

• 

El  rey  don  Pedro  desamparado  de  los  que  lo  po- 
dían ayudar,  y  sospechoso  de  los  demás,  lo  que  solo 
restaba ,  se  resolvió  de  aventurarse ,  encomendarse  á 
sus  manos ,  y  ponerlo  todoen  el  trance  y  riesgodeuna 
batalla :  sabia  muy  bien  que  los  reinos  se  sustentan 

Y  conservan  mas  con  la  lama  y  reputación  que  con 
fas  fuerzas  y  armas.  Teníale  con  gran  cuidado  el  pe- 
ligro de  la  real  ciudad  de  Toledo  :  estaba  aquejado,  y 
pensaba  cómo  mejor  podría  conservar  su  reputación: 
esto  le  coulirmaba  mas  en  su  propósito  de  ir  en  bus- 
ca de  su  enemigo  y  dalle  la  batalla.  Procurárouselo  es- 
torbar los  de  Sevilla  :  decíanle  que  se  destruía,  y  se 
iba  derecho  á  despeñar ;  que  lo  mejor  era  tener  su- 
Irimieuto ,  reforzar  su  ejército ,  y  esperar  las  gentes 
que  cada  dia  vendrían  de  sus  amigos  y  de  los  pueblos 
que  tenían  su  voz.  Esto  que  le  acomsejaban ,  era  lo 
^ue  en  todas  maneras  debiara  seguir,  si  no  le  ceba- 
ran la  grandeza  de  sus  maldades ,  y  la  divina  justicia 
ya  determinada  de  muy  presto  castigallas. 

Estando  en  este  aprieto  sucedióle  otro  desastre, 
T  fue  que  Victoria,  Salvatierra  y  Logroño  que  eran 
de  su  obediencia ,  fatigadas  de  las  armas  del  rey  de 
Navarra ,  y  por  falta  de  socorro  por  estar  don  Pedro 
tan  lejos,  se  entregaron  al  Navarro.  Ayudó  á  esto  don 
Tello,  el  cual  si  estaba  mal  con  don  Pedro ,  no  era 
amigo  de  su  hermano  don  Enrique,  y  asi  se  entrete- 
nía en  Vizcaya  sin  querer  ayudar  á  ninguno  de  los 
dos.  Proseguíase  en  este  comedio  el  cerco  de  Toledo. 

Y  como  quier  que  aquella  ciudad  estuviese  (como  di- 
jimos) dividida  en  auciones ,  algunos  de  los  que  favo- 
recían á  don  Enrique ,  intentaron  de  apoderalle  de 
una  torre  del  muro  de  la  ciudad  que  miraba  al  real, 
que  se  dice  la  torre  de  los  Abades.  Como  no  les  suce- 
diese esa  traza ,  procuraron  dalle  entrada  en  la  ciu- 
dad por  el  puente  de  San  Martin ,  sobre  lo  cual  los  de 
un  bando  y  del  otro  vinieron  á  las  manos ,  en  que  su- 
cedieron algunas  muertes  de  ciudadanos.  Sabidas 
estas  revueltas  por  el  rey  don  Pedro ,  dióse  muy  ma- 
yor priesa  á  irla  ¿  socorrer ,  por  no  hallarla  perdida 
cuando  llegase.  Para  ir  con  menor  cuidado  mandó 
recoger  sus  tesoros,  y  con  sus  hijos  don  Sancho  y  don 
Diego  llevallos  á  Garmona ,  que  es  una  fuerte  y  rica 
villa  del  Andalucía  y  está  cerca  de  Sevilla. 

Hecho  esto,  juntó  arrebatadamente  su  ejército ,  y 
aprestó  su  partida  para  el  reino  de  Toledo.  Llevaba 
«n  su  campo  tres  mil  hombres  de  á  caballo;  [)ero  la 
mitad  dellos  (mal  pecado)  eran  moros ,  y  de  quien  no 
86  tenia  entera  confianza ,  ni  se  esperaba  que  pelea- 
rían con  aquel  brío  y  gallardía  que  fuera  necesario. 
Dke^Q  que  al  tiempo  de  su  partida  consultó  á  un  mo- 
ro sabio  de  Granada  llamado  Benagatin ,  con  quien 
tenia  mucha  familiaridad ^  y  que  el  moro  le  anunció 
su  muerte  por  una  profecía  de  Merlín  hombre  inglés 
que  vivió  antes  de  este  tiempo  como  cuatrocientos 
años :  La  profecía  con  tenia  estas  palabras  :  «En  l<is 

partes  do  Occidente^  entre  ios  montes  y  el  mar,  na- 


CASPAB  V   ftOIG. 

»cerá  upa  ave  negra ,  comedora  y  robadora ,  y  tal  qotr 
»todos  los  panales  del  mundo  querrá  reco|<ereii  sí, 
»)todo  el  oro  del  inundo  querrá  poner  ec  su  estómago, 
»y  después  gormarlo  há,  y  tornará  atrás.  Y  no  pe- 
xrecerá  luego  por  esta  dolencia,  caérsele  han  las  pe-  ' 
»ñolas ,  y  sacarle  han  las  plumas  al  sui ,  y  andará  de 
»puerta  en  puerla,  y  ninguno  la  querrá  acoger,  y 
Mcncerrarse  há  en  la  selva ,  y  allí  morirá  dus  vécese, 
»una  al  mundo  y  otra  á  Dios,  vde  esta  manera  aca- 
)>bará.»  Esta  fue  la  profecía ,  fuese  verdadera  ó  fic- 
ción de  un  hombre  vanísimo  que  le  quisiese  burlar: 
como  quiera  que  fuese ,  ella  se  cumplió  dentro  de 
muy  pocos  días. 

El  rev  don  Pedro  con  la  hueste  que  hemos  dicho, 
bajó  del  Andalucía  á  Montíelí  que  es  una  vi>la  en  la 
Mancha  y  en  los  oretanos  antiguos ,  cercada  de  mu- 
ralla ,  con  su  pretil,  torres  y  barbacana ,  puesta  ea 
un  sitio  fuerte  y  fortahicída  con  un  buen  caslilloi. 
Sabida  por  don  bnrique  la  venida  de  don  Pedro ,  dejó 
a  don  Gómez  Manrique  arzobispo  de  Toledo  para 
^lue  prosiguiese  el  cerco  de  aquella  ciudad ,  y  éJ  con 
dos  mil  y  cuatrocientos  hombres  de  á  caballo ,  por  no 
esperar  el  paso  de  la  infantería ,  partió  con  gran  prie- 
sa en  busca  de  don  Pedro.  Al  pasar  por  Ja  villa  de 
Orgaz,  que  está  cinco  leguas  de  Toledo,  se  juntó  con 
él  Beltran  Claquin  con  seiscientos  caballos  extranje- 
ros que  traía  Je  Francia  :  importantísimo  socorro  y 
á  buen  tiempo,  porque  eran  soldados  viejos,  y  muy 
ejercitados  y  diestros  en  pelear.  Ucearon  al  tanto  allí 
don  Gonzalo  Mejía  maestre  de  Santiago  y  don  Pedro 
Muñiz  maestre  de  Calatrava .  y  otros  señores  princi- 
pales oue  venían  con  deseo  de  emplear  sus  peisonas 
en  la  defensa  y  libertad  de  su  patria. 

Partió  don  Enrique  con  esta  caballería  :  caminó 
toda  la  noche ,  y  al  amanecer  dieron  vista  á  los  ene- 
migos antes  que  tuviesen  nuevas  ciertas  que  eran 
partidos  de  Toledo.  Ellos  cuando  vieron  que  tenían 
tan  cerca  á  don  Enriaue ,  tuvieron  gran  miedo ,  y 
pensaron  no  hobiese  alguna  traición  y  trato  para  de- 
jarlos en  sus  manos  :  á  esta  causa  no  se  liaban  los 
unos  de  los  otros,  recelábanse  también  de  los  mismos 
vecinos  de  la  villa.  Los  capitanes  con  mucha  priesa  y 
turbación  hicioron  recoger  los  mas  de  los  soldados  que 
tenían  alojados  en  las  aldeas  cerca  de  Mouliel ;  mu- 
chos dellos  desampararon  las  banderas  de  miedo ,  ó 
por  el  poco  amor  y  menos  gana  con  que  servían.  Ai 
salir  del  sol  formaron  sus  escuadrones  de  ambas  par- 
tes ,  Y  animaron  sus  soldados  á  la  batalla.  Don  Enrique 
hablo  á  los  suvos  en  esta  sustancia :  «Este  dia ,  vale- 
vrosos  compañeros ,  nos  ha  de  dar  riquezas ,  honra 
»y  reino ,  ó  nos  lo  ha  de  quitar.  No  nos  puede  suce- 
»der  mal  porque  de  cualquiera  manera  que  nos  avenga 
«seremos  bien  librados :  con  la  muerte  saklremos 
«de  tan  inmensos  é  intolerables  afanes  como  padece- 
amos  ;  con  la  victoria  daremos  principio  á  la  liber- 
Dtad  y  descanso  que  tanto  tiempo  ha  deseamos.  No 
«podemos  entretenernos  ya  mas ,  si  no  mataoM»  á 
vijuestro  enemigo  :él  nos  ha  de  hacer  perecer  de  tal 
«género  de  muerte ,  que  la  tenemos  por  dichosa  y 
«dulce  si  fuere  ordinaria,  v  no  con  crueles  y  bárba- 
»ros  tormentos.  La  naturaleza  nos  hizo  gracia  da  la 
«vida  con  un  necesario  tributo  que  es  la  muerte :  esta 
«no  se  puede  escusar ,  empero  los  tormentos,  las  des- 
«lionras ,  afrentan  é  injurias  evitáralas  vuestro  es- 
«fuerzo  y  valor.  Uuy  alcanzareis  una  gloriosa  victoria, 
«ó  quedareis  como  honrados  y  valerosos  tendidos  en 
«el  campo.  No  vean  tal  mis  ojos,  no  permita  vuestra 
uboiidau ,  Señor ,  que  perezcan  tan  virtuosos  y  leales 
«caballeros.  ¿  Mus  qué  muerte  tan  desastrada  y  mise- 
«rubie  nos  puede  venir  que  sea  peor  que  la  vida  aco- 
MS«ída  que  traenios?  No  tenemos  guerra  con  enemi¿^> 
«que  nos  concederá  partidos  razonables,  ni  aun  una 
«tolerable  servidumbie  cuando  queramus  ponernos 
«en  sus  manos  :  ya  sabéis  su  increíble  crueldad,  y 
«tenéis  bien  á  \uestra  costa  espcrimentado  cuáu 


V 


HISTORIA   DE   l¿SPA>.V. 


opoca  seguridad  bay  en  su  fe  y  palabra.  No  tiene  me- 
))jor  Qesta  ni  mas  alegre  que  la  que  solemniza  con 
«sangre  y  muertes ,  con  ver  destrozar  los  hombres 
adelante  de  sus  ojos.  Por  ventura  habérnoslo  con  al- 
vgua  malvado  v  perverso  tirano,  y  no  con  una  inhu- 
nmaüa  y  feroz  bestia,  que  parece  ha  sido  agarrocha- 
»Ja  en  la  leonera  para  quede  allí  con  mayor  braveza 
«salga  á  bacer  nuevas  muertes  y  destrozos  ?  Confío 
»en  Dios  y  en  su  apóstol  Santiago  que  hacaido  en  la 
})red  que  nos  tenia  tendida ,  y  que  está  encerrado  don- 
»de  pagará  la  cruel  carnicería  que  en  nos  tiene  he- 
Dcba :  mirad,  mis  soldados,  no  se  os  vaya :  detenedla, 
»no  la  deíeis  huir,  no'  quede  lanza,  oi  espada  que 
»no  pruebe  en  ella  sus  aceros.  Socorred  por  Dios  á 
wnuestra  miserable  patria ,  que  la  tiene  desierta  y 
«asolada:  vengad  la  sai^re  que  ha  derramado  de 
^vuestros  padres ,  hijos ,  amigos  y  parientes.  Gonfíad 
»en  nuestro  Señor ,  cuyos  sagrados  ministros  sacri- 
«legamente  ha  muerto ,  que  os  favorecerá  para  que 
»castiflueis  tan  enormes  maldades ,  y  le  hagáis  un 
uagraaabie  sacrificio  de  la  cabeza  de  un  tal  monstruo 
«horrible ,  y  fiero  tirano.» 

Acabada  la  plática ,  luego  con  gran  brio  y  alegría 
arremetieron  a  los  enemigos :  hirieron  en  ellos  con 
tan  gran  denuedo  que  sin  poder  sufrir  este  primer 
ímpetu  en  un  momento  se  desbarataron.  Los  prime- 
ros huyeron  los  moros ,  los  castellanos  resistieron  al- 
gún tanto;  mas  como  se  viesen  perdidos  y  desampa- 
rados, se  recogieron  con  el  rey  don  Pedro  en  el 
castillo  de  Montiel.  Murieron  muchos  de  los  moros 
en  la  batalla,  muchos  mas  fueron  los  que  perecieroQ 
en  el  alcance ;  de  los  cristianos  no  murió  sino  solo 
UQ  caballero.  Ganóse  esta  victoria  un  miércoles  ca- 
torce días  de  marzo  del  año  de  i  369.  Don  Enrique 
visto  como  don  Pedro  se  encerró  en  la  villa ,  á  la  ho- 
ra le  hizo  cercar  de  una  horma,  pared  de  piedra  seca, 
con  gran  vigilancia  porque  no  se  les  pudiese  esca- 
par. Comenzaron  los  cercados  á  padecer  falta  de  agua 
y  de  trigo ,  ca  lo  poco  aue  tenian ,  les  dañó  je  indus- 
tria (á  lo  que  parece)  aigun  soldado  de  los  de  dentro, 
deseoso  de  que  se  acabase  presto  el  cerco. 

Don  Pedro  entendido  el  peligro  en  que  estaba, 
peosó  como  podría  huirse  del  castillo  mas  á  su  salvo. 
Hallábase  con  él  un  caballero  que  le  era  muy  leal, 
natural  de  Trastamara :  decíase  Men  Rodríguez  de 
Sanabria:  por  medio  deste  hizo  á  Beltran  Claquin  una 
gran  promesa  de  villas  y  castillos  y  de  docientas  mil 
doblas  castellanas ,  á  tal  que  dejado  á  don  Enrique  le 
favoreciese  y  le  pusiese  en  salvo.  Estrañó  esto  Beltran: 
decía  que  si  tal  consintiese,  incurría  en  perpetua 
infamia  de  fementido  y  traidor;  mas  como  todavía 
lien  nodriguez  le  instase,  pidióle  tiempo  para  pen- 
sar en  tan  grande  hecho.  Comunicado  el  negocio  se- 
cretamente con  los  amigos  de  quien  mas  se  fiaba ,  le 
aconsejaron  que  contase  á  don  Enrique  todo  lo  que 
en  este  caso  pasaba:  tomó  su  conseio.  Don  Enrique 
le  agradeció  mucho  su  fidelidad,  y  con  grandes  pro- 
mesas lo  persuadió  á  que  con  trato  doble  hiciese  ve- 
nir á  don  Pedro  á  su  posada ,  y  le  prometiese  haría  lo 
une  deseaba:  concertaron  la  noche:  salló  don  Pedro 
de  Montiel  armado  sobre  un  caballo  con  algunos  ca- 
balleros que  le  acompañaban:  entró  en  la  estancia 
de  Beltran  Claquin  con  mas  miedo  que  esperanza  de 
buen  suceso.  El  recelo  y  temor  que  tenía,  dicen  se 
le  aumentó  un  letrero  que  leyó  poco  antes,  escrito 
en  la  pared  de  la  torre  del  homenaje  del  castillo  de 
Montiel,  que  contenia  estas  palabras:  a  esta  es  la 
torre  de  la  estrella.»  ca  ciertos  astrólogos  te  nronos- 
ticáran  que  moriría  en  una  torre  deste  nombre.  Ya 
sabemos  cuan  grande  vanidad  sea  la  de&tos  adevi- 
nos ,  y  como  después  de  acoatecidas  las  cosas  se  sue- 
len fingir  semejantes  consejas. 

Lo  que.  se  refiere  que  le  pasó  con  un  judío  módico, 
es  cosa  mas  de  notar.  Fue  así  que  por  la  figura  de  sa. 
nacimiento  le  había  dicho  quü  alcanzaría  nuevos  rei- 


.539 


nos,  Y  que  sería  muy  dichoso.  Después  cuando^- 
tuvo  en  lo  mas  áspero  de  sus  trabajos ,  díiole :  Cuan 
mal  acerlastes  en  vuestros  pronósticos.  Hespondió 
el  astrólogo:  Aunque  mas  yelo  caiga  del  cielo,  de 
necesidad  el  que  está  en  el  baño  ha  de  sudar.  Dio 
por  estas  palabras  á  entender  que  la  voluntad  y  ac- 
ciones de  los  hombres  son  mas  poderosas  que  las  in- 
clinaciones de  las  estrellas. 

Entrado  pues  don  Pedro  en  la  tienda  de  don  Bel- 
tran ,  díjole  que  ya  era  tiempo  que  se  fuesen :  en  esto 
entró  don  Enrique  armado ;  como  vio  á  don  Pedro  su 
hermano ,  estuvo  un  poco  sin  hablar  como  espantado: 
la  grandeza  del  hecho  le  tenia  alterado  y  suspenso, 
ó  no  le  conocía  por  los  muchos  años  que  no  se  vieran. 
No  es  menos  sino  que  los  que  se  hallaron  presentes, 
entre  miedo  y  esperanza  vacilaban.  Un  caballero  fran- 
cés dijo  á  don  Enrique  señalando  con  la  mano  á  don 
Pedro :  Mirad  que  ese  es  vuestro  enemigo.  Don  Pe* 
cIro  con  aquella  natural  ferocidad  que  tenía,  respon- 
dió dos  veces :  Yo  soy ,  yo  soy.  Entonces  don  Enri- 
que sacó  su  daga ,  y  dióle  una  herida  con  ella  en  el 
rostro:  vinieron  luego  á  los  brazos,  cayeron  ambos 
en  el  suelo :  dicen  que  don  Enri(}ue  debajo ,  y  que 
con  ayuda  de  Beltran,  que  les  dio  vuelta  y  le  puso 
encima ,  le  pudo  herir  de  muchas  puñaladas  con  que 
le  acabó  de  matar :  cosa  que  pone  grima :  un  rey, 
hijo  y  nieto  de  reyes  revolcado  en  su  sangre  derrama- 
da por  la  mano  de  un  su  hermano  bastardo :  estraña 
hazaña!  Ala  verdad  cuva  vida  fue  tan  dañosa  para 
España ,  su  muerte  le  fue  saludable :  y  en  ella  se 
echa  bien  de  ver  que  no  hay  ejércitos ,  poder,  reinos , 
ni  riquezas  que  basten  á  tener  seguro  á  un  hombre 
que  vive  mal  é  insolentemente.  Fue  este  un  estraño 
ejemplo  para  que  en  los*  siglos  venideros  tuviesen 
que  considerar ,  se  admirasen  y  temiesen ;  y  supiesen 
también  que  las  maldades  délos  príncipes  las  castiga 
Dios  no  solamente  con  el  odio  y  mala  voluntad  con 
que  mientras  viven  son  aborrecidos,  ni  solo  con  la 
muerte ,  sino  con  la  memoria  de  las  historias ,  en  que 
son  eternamente  afrentados  y  aborrecidos  por  todos 
aquellos  que  las  leen ;  y  sus  almas  sin  descanso  serán 

fiara  siempre  atormentadas.  Frossarte  historiador 
ranees  deste  tiempo  dice  que  don  Enrique  al  entrar 
de  aquel  aposento  dijo:  donde  está  el  hideputa  judío, 
que  se  llama  rey  de  Castilla?  y  que  don  Pedro  res- 
pondió: Tú  eres  el  hideputa ,  que  yo  hijo  soy  del  rey 
don  Alonso.  Murió  don  Pedro  en  veinte  v  tres  días 
del  mes  de  marzo  en  la  flor  de  su  edad  ae  treinta  y 
cuatro  años  y  siete  meses :  reinó  diez  y  nueve  años 
menos  tres  días.  Fue  llevado  su  cuerpo  sin  ninguna 
pompa  funeral  á  la  villa  de  Alcocer,  do  le  depositaron 
en  la  iglesia  de  Santiago.  Después  en  tiempo  del  rey 
don  Juan  el  Segundo  le  trasladaron  por  su  mandado 
al  monasterio  ae  Santo  Domingo  el  real  de  Madrid  de 
la  orden  de  lospit^dicadores.  Prendieron  después  de 
muerto  el  rev  dfon  Pedro  á  don  Fernando  de  Castro, 
Diego  González  de  Oviedo  hijo  del  maestre  de  Alcán- 
tara ,  y  Men  Rodríguez  de  Sanabria ,  que  salieron 
con  él  de  la  villa  para  tenelle  compañía.  Estos  tiem- 
pos tan  calamitosos  y  revueltos  no  dejaron  de  tener 
algunos  hombres  señalados  en  virtud  y  letras :  uno 
destos  fue  don  Martin  Martínez  de  Calahorra  canó- 
nigo de  Toledo ,  y  arcediano  de  Calatrava  dignidad 
de  la  santa  ídesia  de  Toledo,  que  está  enterrado  en 
la  capilla  de  Tos  revés  viejos  de  aquella  iglesia  con  un 
letrero  en  su  sepulcro,  que  dice. como  por  honra  de 
la  santidad  y  grandeza  de  la  iglesia  de  Toledo  ,  no 
quiso  aceptar  el  obispado  de  Cahihorra  para  el  cual 
fue  elegido  en  concordia  de  todos  los  votos  del  ca- 
bildo de  aquella  iglesia. 

capítulo  XIV. 
Que  don  Enrique  se  apoderó  de  Castilla. 

Con  la  muerte  del  rey  don  Pedro  enriquecicrün 
unos  y  empobrecieron  otros ;  ta!  es  la  usanza  d?  h 


540  BIBUOTECA    DE 

guerra ,  j  mss  Je  la  civil :  todas  las  cosas  ei)  un  mo- 
menlo  se  trocaron  en  favordel  vencedor;  djúse  í  la 
hora  Uontiel.  Llegada  la  nueva  de  lo  sucedido  á  To- 
ledo ,  tuvieron  gran  temor  los  vecinos  de  aquella  ciu- 
dad. Padecían  a  la  sazón  necesidad  de  bastimentos; 
acordaron  de  hacer  sus  pleitesías  cotí  los  de  don  En- 
rique quelos  tenia  cercados;  entregáronles  la  ciudad 
y  todos  se  pusieron  en  la  merced  del  nuevo  rey,  pues 
con  la  muerte  de  don  Pedro  se  entendía  quedaban 
librea  del  homenaje  y  Bdelidsd  que  le  prometieran. 
Entre  ios  principes  eitranjeros  se  levantó  una  nue- 
va contieuda  sulire  quien  tenia  mejor  derecho  á  los 
Kinos  de  Castilla.  Convenian  lodos  en  que  don  En- 
rique no.  tenia  acción  á  ellos  por  el  erecto  de  su  na- 
cimiento: dcmis  desto  cada  uno  pensaba  quedarse 
en  estas  revueltas  con  lo  que  mas  pudiese  apañar; 
que  delta  suerte  se  suelen  adquirir  nuevos  reinos  y 
aumentarse  los  antiguos. 


GASPAR  T   Rorc. 

El  rey  de  Navarra ,  según  poco  ha  dijimos ,  «e  apo- 
derara de  muchos  y  buenos  pueblos  de  Castilla:  al 
rey  de  Aragón  por  traición  delosatcaidcs  se  le  entre- 
garan Molina,  Cañete  y  Requena ;  el  rey  de  Portugal 
pretendía  toda  la  herencia  y  sucesión  ,  7  se  intitu- 
iaba  rey  de  Castilla  y  de  León  uor  ser  sin  coDtndic- 
cíon  alguna  bisnieto  del  rey  don  Sancho,  nielo  de 
doña  Beatriz  su  hija:  teníanse  ya  por  él  Ciuddd-Ro- 
drigo,  Alcántara  y  taciudad  de Tuy  en  Tialicia.EI 
rey  de  Granada  tramaba  nuevas  esperanzas  receloso 
por  la  constante  amistad  que  guardóá  don  Pedro.  La 
mayor  tempestad  de  guerra  que  se  temia,  era  de 
Ingalaterra  y  Guiena.  á  causa  que  Juan  duque  de 
Alencastre  hermano  ael  principe  de  Gales  se  casara 
con  doñaConstanza  hija  del  rey  don  Pedro,  y  el  conde 
Canlabrigenee  hermano  (jmbien  de)  mismo  principe 
tenia  por  mujer  á  dona  Isabel  hija  menor  del  mian», 
habidas  ambas  en  doña  Uaria  de  Padilla.  Deata  suerte 


dentro  del  nobilísimo  reino  de  Castilla  se  temían  dis- 
cordias civiles,  y  de  fuera  le  amenazaban  grandes 
movimieiilos  y  asonadas  nuevas  de  guerras. 


I  presteza  Ganar  las  voluntadcsdclys  ciudades  y  gran- 
des del  reino.  Como  don  Enrique  fuese  sacaí ,  y  en— 
ndieseque  era  ralo  lo  que  le  cumplía,  luego  quv 


n,  era  con  '  puso  cobro  en  Monliel,  se  partió  pin  detenerse 


BISTOHU  DB  BSPAA*. 


541 


Sefilh.  do  rué  recebido  con  «ran  triunfo  y  alejírf». 
Todas  las  ciudades  y  vilias  del  Andalucía  Tinicron 
luego  á  dalle  la  obedieDcia ,  escepto  la  villa  de  Car- 
mona  ,  en  que  don  Pedro  dejú  sus  hijos  y  tesoro»  y 
por  suarda  al  capitán  Martin  López  de  Córdova 
maestre  que  se  llamaba  de  Calatrava ,  que  todavía 
hacia  las  parteada  don  Pedro  aunque  muerto.  En  los 
dias  que  el  rey  don  Enrique  ealufoen  Sevilla,  por 
DO  tener  á  un  tiempo  guerra  con  tantos  enemigos 
pidiis  treguas  al  rey  moro  de  Granada,  no  sin  dimi- 
nución y  nota  de  la  magostad  real ;  mas  la  necesidad 
que  tenia  de  asegurar  y  conGnnar  el  nuevo  reinado, 
le  competid  ¿  quedisiniDlase  con  lo  que  en  autoridad 
y  pundonor. 


Na  se  concluyó  desta  vez  nada  con  el  moro  :  por 
esto  puesto  buen  cobro  en  las  fronteras ,  y  asentadas 
las  cnsas  de  Andalucía ;  el  nuevo  rey  volvid  á  Toledo 
por  tener  aviso  que  de  Burgos  eran  allí  llegados  la 
reina  su  mujer,  y  el  infante  su  tiijo.  En  esta  ciudad 
se  buscó  trata  de  allegar  dineros  para  pagar  el  suel- 
do que  se  debía  á  loa  soldados  estraños ,  y  lo  que  se 
prometió  á  Beltran  Claquin  en  Hontiel  por  el  buen 
servicio  que  liizo  en  ayuaar  á  matar  al  enemigo.  Jun- 
tóse lo  que  mas  se  pudo ,  del  tesoro  del  rey,  y  de  los 
cogedores  de  las  rentas  reales.  Todo  era  muy  poco 
para  hartarla  codiciado  los  soldados  y  capitanes  es- 
traños, que  decian  públicamente  y  se  alababan  tu- 
vieron el  reino  en  su  mano,  y  se  le  dieron  á  don 


Coptí  de  1>  tiUlni  leyík  ni  del  rer  don 


Mnmw  d«  Sinto  DoDinEO  rl  llril  de  Htdrid. 


■oberoias  :  la  dulzura  del  reinar  liacia  que  todo  se 
llevase  fácilmente.  Para  proveer  en  esta  necesidad 
hiio  el  rey  labrar  dos  generas  de  moneda  (1),  baja 
de  ley  y  mala,  llamada  cruzados  la  una,  y  la  otra 
reales  ;  traza  con  que  de  presente  se  sacó  grande 
ÍDterés ,  y  con  que  salieron  del  aprieta  en  que  esta- 
ban ;  pero  para  lo  de  adelante  muy  peroiciOBa  y 
mala ,  porque  á  esta  cansa  tos  precios  de  las  cosas 
subieron  á  cantidades  muy  escesivas  (3).  Desta  ma- 
nera casi  siempre  las  traías  que  se  buscan  para  sacar 
dineros  del  pueblo ,  puesto  que  eo  los  principios  pa- 

( < )  Foflron  Ireí  espeeleí  de  moatit :  reilei ,  rruitdoi  y 
coconii,  y  k  hito  priDCipilmeDte  pin  piEír  al  duque 
M.  Beltnn. 

(1)  Eotre  tis  68  leyeii  gue  liiciproo  las  fortes  qup  rl  nj 
retebróeoTororldia  1°  de  Ktifmbrc  de  laetlalitunas  tija- 
roo  lot  precias  de  rlerlot  artículos  sobre  que  csperuiaba  la 
avaricia. 


rezcan  acertadas,  al  calo  viesen  á  ser  ditñoaas  ,  y 
con  ellas  quedan  las  provincias  destruidas  y  pobres. 
Todas  estas  dilicullades  vencían  la  afabilidad,  blsn- 
dura  y  suave  condición  de  doo  Enrique ,  sus  buenas 
y  loables  costumbres ;  que  por  esceleneia  le  llama- 
ban el  Caballero  .-ayudábanle  otrosí  i  que  le  tuviesen 
respeto  y  afición  la  magestad  y  hermoaura  de  su 
rostro  blanco  y  rubio ,  ca  dado  une  era  de  pequnna 
estatura,  tenia  grande  autoridad  y  sravedad  en  su 
persona.  Estas  buenas  partes  de  que  la  naturaleza  lo 
dotó ,  la  benevolencia  y  afición  que  por  ellas  el  pue- 
bb  le  tenia ,  las  sumen  laba  ál  con  grandes  dádivas  y 
mercedes  que  bacía.  Por  donde  entre  los  rejes  de 
■  bastilla  éi  solo  tuvo  por  renombre  el  de  las  Merce- 
des :  tionritto  titulo  ,  con  que  le  pagaron  ki  que  me-  . 
recia  la  liberalidad  y  franqueza  que  con  muchos 
usaba.  A  la  verdad  fuéle  necesario  hacerlo  desta  ma- 
nera para  asegurar  mas  el  nuevo  remo,  y  gratificar 
con  estados  y  riquezas  á  los  que  le  ayudaron  i  gi-. 


'Sil  BIBLIOTLCA    ÜE 

narie,  y  lufieron  lu  pule  en  los  peligros :  ocasioa 
de  que  en  Castilla  niacbos  nuevos  loajoniieos  resul- 
Uron  csUdos  j  Hüorios. 


HoDcdi  ilt  don  Enrique  II. 


AiivdbaDse  en  este  tiemp')  las  nuevas  de  I»  guerra 
aue  liaciaD  en  tas  fronteras  los  reyes  da  Portugal  y 
lie  Arngnn  :  proveyó  á  esto  prestamente  con  un  buen 
ejército  que  enviú  á  la  frontera  de  Aragón  ,  cuyos 
i^apitaups  Pero  González  de  Mendoza,  Alvar  GaxclH 
lie  Albornoz  cobraron  A  Requeaa ,  écbados  dello  log 
soldados  aragoneses.  El  porsu  persona  fue  it  Galicia, 
en  <iue  teoía  nuevas  que  andaban  los  portugueses 
i'sparcidos  y  desmandados,  y  con  gran  descuido ;  y 
que  por  ir  cargados  de  lo  que  robaban  en  aquella 
Ijerrn,  podrian  fácilajeate  ser  desbaratados  :  cercú 
en  el  cnmiao  á  Zamora ,  y  sin  esperar  á  fianarla  en- 
tró en  Portugalj)or  aquella  parte  que  e=tá  entre  los 
rjos  Duero  y  Hiño ,  que  es  una  tierra  fértil  v  abundo- 
sa :  dc&truyó  y  corrió  los  campos  de  toda  aquella 
comarca ,  quemó  y  robó  muclias  villas  y  uldeas ,  ga- 
nó las  ciudades  de  Brap  y  Berganza.  Desta  manera 
puesto  sraode  espanto  en  los  portugueses,  y  venga- 
das laa  demasías  j  osadía  que  tuvieran  de  entrar  en 
i-u reino,  se  volvió  pan  Castilla  ;  liallúsecon  el  rey 
don  Enrique  en  esta  guerra  su  bermano  el  con  Je  don 
Sandio,  ya  rescatado  por  muciio  precio  de  la  prisión 
un  que  estuvo  en  poder  de  los  ingleses  después  que 
le  prendieron  en  la  batalla  de  lYS^ara. 

El  rey  de  Portugal  no  se  atrevió  á  pelear  con  doL 
Enrique ,  aunque  ante!  le  enviara  á  desafiar,  por  no 
1  star  tan  poderoso  como  él ,  ni  se  le  igualaoa  en  la 
riencia  militar,  ni  en  la  esperiencia  y  uso  de  las 
cosas  de  la  guerra.  Valló  í  los  [portugueses  la  nueva 

Sue  don  Enrique  tuvo  de  los  danos  y  robos  que  el  rey 
e  Granada  hacia  en  el  Andalucía,  Junto  con  la  pér- 
dida de  la  ciudad  de  Algecira  mis  el  moro  tomó  y  la 
ecbó  Dor  el  suelo  de  manera  tal  que  jamás  se  volvió  á 
reediiicar  :  debiéralo  de  bacer  en  venganza  de  las 
rauclias  vidas  de  moros  que  aquella  ciudad  costara. 
Demás  desto  el  rey  tenia  necesidad  de  volver  i  Cas- 
tilla para  proveer  todavía  de  dineros  con  que  pagar 
los  soldados  estnños,  y  despachar  6  Beltraa,  que 
en  esta  sacón  era  solicitad^  del  rey  de  Aragón  para 
aiM  pasase  en  Cerdeña  á  castigar  la  gran  desleallad 
del  jues  de  Arbórea  Mariano,  que  de  nuevo  andaba 
aliado  en  aquella  isla,  y  tenia  ganados  muchos  pue- 
bios ,  y  M  entendía  aspiraba  á  bacersc  señor  de 
todNella. 

Habia  enviado  el  rey  de  Aragón  contra  él  á  don 
Pedro  ds  Luna  señor  de  Almonacir ,  el  cual  sin  em- 
bargo que  tenia  parentesco  de  añnídad  con  Mariano, 
por  estar  casado  con  doña  Elfa  parienta  suya,  le 
apretó  reciamente  en  los  principios,  y  puso  breve- 
raeiilc  en  tanto  estrecho  que  por  no  se  atrever  á  es^ 
perar  ene)  campo,  aunque  tenia  mayor  ejército  qué 
el  Aranaes  se  encerró  dentro  los  muros  da  la  ciudad 
de  OriBlan.  Túvole  don  Pedro  cercado  muchos  días; 


ycomoquierquepor  tener  en  poco  al  eaeuiigo.eii 
sus  reales  fallase  la  guarda  y  vigilancia  aue  pide  ta 
buena  discipliaa  militar ,  el  juez  que  estaba  siemnn; 
alerta  y  esperaba  la  ocasión  para  bacer  un  notable 
lKclio,saliórepentÍDameQle  con  su  gente,  ydiólan 
de  rebato  sobre  sus  enemigos,  y  con  tan  grande 
préstela  que  primero  vieron  ganados  sus  reales,  pre- 
sos V  muertos  sus  compañeros,  que  supiesen  que 
era  lo  que  venia  sobre  ellos.  Finalmente  fue  desba- 
ratado todo  el  ejérci'o ,  y  muerto  el  general  don  Pe- 
dro de  Luna ,  y  con  él  su  heruaano  duu  Filipe. 

Pasados  algunos  dias^  Brancakou  Doria ,  q_uc  en 
estas  revoluciones  seguía  la  parcialidad  del  señor  de 
Arbórea ,  quier  por  algún  desabrimiento  que  con  él 
tuvo,  qnier  cotí  esperanza  de  mayor  remuneración 
se  reconcilió  cou  el  rey  :  con  que  alcanzó  do  sola- 
mente perdón  de  loa  delitos  que  tenia  cometidos, 
sino  también  favores  y  mercedes,  Poco  tiempo  des- 
pués el  juez  de  Arbórea  forzó  á  la  ciudad  de  Sacer, 
que  es  la  mas  principal  de  Cerdeña  ,  á  <|ue  se  le 
rindiese  :  con  que  se  perdió  tanto  co:no  fue  de  pro- 
vecho reducirse  al  servicio  del  rey  de  Aragón  un  se- 
ñar tan  poderoso  é  importante  como  era  Braocaleon. 
Estuvo  entonces  esta  isla  á  pique  de  perderse  :  para 
entretenerla  lo  mejor  que  ser  pudiese  mientras  el 
rey  iba  á  socorrella ,  envió  allá  por  capitán  general  á 
don  Berenguel  Carroz  conde  de  Quirra:  fuera  desto 
cou  grandes  promesas  solicitó  á  Deliran  Claquin 
quiaiese pasar  en  Cerdeña  y  tomar  á  su  cargo  aquella 

Suerra.  Era  muy  honroso  para  él  que  los  principes 
e  aquel  tiempo  le  hacian  señor  de  la  paz  y  de  la 
guerra,  y  que  tenia  en  sn  mano  el  ddr  y  quitar 
reinos. 

Estaba  para  conceder  con  los  ruegos  iel  rey  de 
Aragón ,  cuando  otra  guerra  mas  importante  que  en 
aquella  coyuntura  se  levantó  en  Francia,  se  lo  estor- 
bó, y  llevó  á  su  tierra.  Los  pueblos  del  ducado  de 
Guiena  se  hallaban  muv  fastidiados  y  querellosos 
del  «obierao  de  los  ingleses,  que  les  echaron  un 
intolerable  pecbo  que  se  cobraba  de  cada  una  de  las 
familias ;  estopara  restaurar  los  escesivos  gastos  que 
e^rey  EJua rao  hiciera  en  la  entrada  de  sn  hijo  el 
principe  de  Gales  en  España  cuando  restituyó  en  su 
reino  de  Castilla  á  don  Pedro.  Llevaron  muy  mil 
esta  carga  los  guieoeses.  y  lamentaban  la  opresión 
y  servidumbre  :  mas  les  fuTtaba  cabeza  que  los  favo- 
reciese  y  acaudillase,  que  no  gana  de  rebelarse.  No 
tenían  olro  principe  mas  á  propósito  á  quien  se  en- 
tregar ,  que  el  rey  de  Francia  :  avisáronle  de  su  de- 
terminación ,  y  suplicáronle  tuviese  lástima  de  aqnel 
noble  estado  que  en  otro  tiempo  fue  de  su  corona, 
y  al  presente  le  tenían  tiranizado  y  en  su  poder  sus 
ca piules  enemigos. 
Pareció  al  Francés  que  ere  ecta  buena  ocasión 

Eara  pagarse  de  lo  que  los  ingleses  hiciertn  en  la 
ataitla  de  Potiers.  Por  esto  ho'gó  con  la  embajada,  y 
los  animó  y  confirmó  en  su  propósito  :  prooMliótÑ 
de  encargarse  de  su  defensa;  que  les  eihortaba  no 
dudasen  de  echar  de  su  tierra  los  presidios  de  los  in- 
gleses, que  ét  los  socorrerla  con  un  buen  ejercite. 
Animáronse  coa  esto  los  guieneses,  losprimerosque 
arbolaron  banderas  y  tomaron  cajas  por  Francia, 
fueron  los  de  Cahors.  El  rey  visto  que  ya  estaba 
rompida  la  guerra ,  y  que  para  empresa  dn  tan  gran 
riesgo  é  importancia  le  fallaba  un  prudente  y  espe- 
rimenlado  capitán  de  quien  se  pudiese  fiar,  jui^ 
que  Beltron  Claquin  era  el  mejor  de  los  que  podía 
escoger ,  y  el  que  con  roas  amor  y  lealtad  le  Mrriría. 
Con  este  acuerdo  le  eovió  á  llamar  á  España  ;  junta- 
mente rogó  al  rey  de  Navarra  se  fuese  é  ayudar  en 
esta  guerra.  Determinóse  el  Navarro  de  pasar  á  Fran- 
cia ,  dado  que  i  la  sazón  tenia  en  Aracon  á  Juan 
Crúzate  deán  de  Tudela  para  que  traíase  de  coofedc- 
ralla  con  aquclrej'.  Dejó  en  Navarra  por  gobernailon 
del  reino  á  la  reina  dotia  Juana  su  mujer;  y  parUt' 


BISTORU  DE  ESPACIA. 


de  Espa&a.  se  quedó  en  Gbireburg,  uoa  villa  fuerte 
de  su  estaao  que  está  en  Norniandia.  No  se  atrevió  á 
liarse  del  re]f  de  Francia  por  las  antiguas  contiendas 
que  entre  si  tuvieran  :  demás  desto  como  hombre 
astuto  quería  desde  allí  estarse  á  la  mira  sin  arris- 
carse en  nada  (propio  de  gente  doblada)  y  visto  en 
qué  paraban  estos  movimientos,  después  mclinarse 
á  aquella  parte  de  que  con  menos  costa  y  peligro  pu- 
diese sacar  mavor  ganancia  é  interés. 

Procuraba  el  rey  de  Francia  amansar  y  sosegar  la 
feroz  é  inquieta  condición  del  Navarro ,  por  saber 
que  muchas  veces  de  pequeñas  ocasiones  suelen 
resultar  irreparables  daños  y  mudanzas  notables  de 
reinos  :  envióle  con  este  fin  una  amigable  embaiada 
con  ciertos  caballeros  principales  d3  su  corte.  Poco 
se  hacia  por  medio  de  los  embajadores  :  acordaron 
de  hablarse  ea  Vernon ,  que  es  una  villa  asentada  en 
Ja  ribera  del  rio  Seina  ó  Secuana  en  los  confínes  de 
los  estados  de  ambos  reyes.  Concertaron  en  aquellas 
vistas  que  el  rey  de  Navarra  dejase  al  de  Francia  las 
villas  oeMante  y  Meulench,  v  el  condado  de  Longa- 
villa,  que  eran  los  pueblos  sobre  que  tenían  diferen- 
cia ;  y  que  el  rey  efe  Francia  diese  en  recompensa  al 
Navarro  la  baronía  y  señorío  de  Mompelier;  empero 
estas  vistas  y  conciertos  se  hicieron  mas  adelante  de 
donde  ahora  llega  nuestra  historia,  que  fue  en  el 
año  de  mil  y  trecientos  y  setenta  y  cinco.  Volvamos 
á  Jo  que  se  queda  atrás ,  y  lo  que  pasaba  en  Castilla. 

CAPITULO  XV. 
Cómo  murió  don  Tello. 

Muy  alegre  se  hallaba  don  línríque  con  la  victoria 
que  alcanzó  de  su  enemigo :  su  fama  se  estendia  y 
volaba  por  toda  Europa ,  como  del  que  fundara  en 
España  un  nuevo  y  poderoso  reino ,  bien  que  por  es- 
tar rodeado  de  tantos  enemigos  no  dejaba  de  ser 
molestado  de  varios  y  enojosos  pensamientos.  He- 
presentábasele  que  muchas  veces  un  pequeño  yerro 
suele  estragar  y  ser  ocasión  que  se  pierdan  podero- 
so^ estados.  Todos  los  buenos  en  Castilla  le  querían 
bien  y  se  agradaban  de  ¿m  señorío :  no  era  posible 
tenellos  á  todos  contentos,  forzosamente  los  que  te- 
nían recebidas  algunas  mercedes  de  don  Pedro ,  ó 
por  su  muerte  perdieron  sus  comodidades  é  intere- 
ses y  defendían  las  partes  del  muerto ,  y  les  pesaba 
del  buen  suceso  de  don  Enrique.  Los  portugueses 
tenían  en  este  tiempo  en  Ciudad-Rodrigo  uoa  bue- 
na guarnición  de  hombres  y  armas :  dende  hacían 
grandes  daños  en  las  tierras  de  Castilla ,  corrían  los 
campos,  robaban  y  quemaban  las  aldeas,  con  que 
los  labradores,  como  mas  sugetos  á  semejantes  da- 
ños, eran  malamente  molestados. 

Para  remedio  de  estos  males  y  reducir  á  su  servi- 
cio esta  ciudad,  que  es  de  las  mas  principales  de 
aquella  comarca ,  el  rey  con  toda  su  hueste  la  cercó 
éii  el  principio  del  año  de  i  370.  Pensaba  hallarla  dcs- 
apercebida,  y  hacer  que  por  fuerza  ó  de  grado  se  la  en- 
tregasen :  hallóse  en  todo  engañado ,  la  ciudad  bien 
prevenida ,  y  se  la  defendieron  vaíerosameote  los 
portugueses,  por  donde  el  cerco  duró  mas  tiempo  de 
10  que  el  rey  tenía  imaginado :  la  aspereza  de  aquel 
invierno  fue  grande,  no  pudo  por  ende  el  ejército 
estar  mtis  en  campaña,  y  íue  forzoso  levantar  el  cer- 
co é  irse  á  Medina  del  Campo  á  esperar  el  buen 
tiempo.  Tuvo  cortes  en  aquella  villa.  Lo  principal 

3ue  de  ellas  resultó ,  fue  un  gran  socorro  y  servicio 
e  dineros  que  los  procuradores  de  las  ciudades  le 
hicieron  para  que  j'Cabase  de  allanar  el  reino,  por 
ser  ya  ccnsumidolo  que  montaron  los  intereses  que 
se  sacaron  de  las  monedas  de  cruzados  y  reales  (que 
el  «íio  pasado  se  acuñaron  y  arrendaion)  gastados 
en  pa^ar  sueldos  y  premiar  capitunes,  y  en  satisfa- 
cer su  demasiada  codicia. 
Debíauseie  á  Bcltran  Claquin  ciendo  y  veinte  mil 


543 

doblas  que  le  prometió  don  Enrique  porque  le  entre- 
gase en  Montiel  al  rey  don  Pedro,  que  para  en  aquella 
era  fue  uoa  (grandísima  cantía.  Dióleen  precio  de  las 
setenta  mil  a  don  Jaime  hijo  del  rey  de  Mallorca  y 
rey  de  Ñapóles,  que  era  el  rescate  que  la  reina  su 
mujer  señora  riquísima  tenia  prometido  :  lo  demás 
se  le  dio  en  oro  de. contado^  y  ultra  de  sus  pacas  le 
hizo  el  rey  merced  de  la  ciudad  de  Soria ,  y  de  las 
villas  de  AJmazan,  Atienza,  Mootagudo,  Molina  y 
Serón.  Con  estas  riquezas  y  grande  estado  que  por 
su  valor  adquirió,  ganada  ultra  desto  una  fama  y 
gloría  inmortal ,  se  volvió  á  nuevas  esperanzas  que 
se  le  representaban  en  Francia.  Maurello  Fienno  que 
era  condestable  de  Francia ,  hizo  dejación  del  cargo; 
con  que  el  rey  le  provevó  á  don  Beltran  :  él  con  su 
valor  reprimió  los  bríos  díalos  ingleses  que  abrasaban 
todo  aquel  reino,  y  alcanzó  dellos  grandes  victorias, 
unas  con  esfuerzo  y  otras  con  industria  y  arte,  con 
que  restituyó  á  su  gente  la  honra  y  gloría  militar 
perdida  de  tantos  años  atrás. 

En  el  mes  de  julio  desto  año  se  concordaron  en 
Tortosa  los  aragoneses  y  navarros,  y  se  aliaron  :  la 
voz  era  favorecerse  los  unos  á  los  otros  contra  sus 
enemigos ;  en  realidad  de  verdad  no  era  otra  cosa 
sino  juutar  sus  fuerzas  para  hacer  guerra  á  don  En- 
rique. Fueron  entonces  restituidas  por  la  reina  de 
Navarra  al  re^  de  Aragón  las  villas  de  Salvatierra  y  la 
Real ,  que  antiguamente  eran  de  aquel  reino :  hicie- 
ron este  acuerdo  con  los  aragoneses  don  Bernardo 
Folcaut  obispo  de  Pamplona ,  y  Juan  Crúzate  deán 
de  Tudela,  á  quien  el  rey  Carlos  de  Navarra  al  tiem- 

{)0  de  su  partida  deió  por  consejeros  y  coadjutores  de 
a  reina  para  la  gobernación  del  reino.  En  Castilla 
consultana  el  rey  á  cuál  parte  sería  mejor  acudir  pri- 
mero :  resolvióse  en  enviar  á  Galicia  á  Pedro  Manri- 
que adelantado  de  Castilla,  y  á  Pedro  Ruiz  Sarmiento 
adelantado  de  Galicia ,  que  llevaron  algunas  compa- 
ñías de  hombres  de  armas  y  otras  de  infantería  para 
defender  aquella  comarca  de  los  oortugueses,  que 
se  apoderaran  de  las  ciudades  de  Compostella ,  Tuy, 
y  del  puerto  de  la  Coruña :  envió  asimismo  á  mandar 
a  su  hermano  don  Tello  jue  él  por  su  parte  fuese  á  la 
defensa  de  aquella  provincia. 

Despachados  estos  socorros  para  Galicia ,  y  des- 
pedidas las  cortes ,  partióse  luego  á  Sevilla  con  la 
tuerza  de  su  ejército.  A  la  verdad  en  el  Andalucía 
era  la  mayor  necesidad  que  se  tenia  de  su  persona, 
por  la  guerra  que  en  ella  hacian  los  moros ,  y  estar 
todavía  Carmena  rebelada ,  y  la  armada  de  Portugal 
que  por  aquella  costa  hacia  mucho  daño  y  tenia  to- 
mada la  boca  del  ríe  Guadalquivir.  Fueron  en  esta 
coyuntura  muy  á  propósito  las  treguas  que  los  maes«- 
tres  de  Santiago  y  Calatrava  asentaron  con  el  rey  de 
Granada :  recibió  gran  contento  el  rey  don  Enrique 
con  esta  nueva ,  porque  si  en  un  mismo  tiempo  fuera 
acometido  de  tantos  enemigos ,  parece  que  no  tuvie- 
ra bastantes  fuerzas  para  podeflos  resistir  á  todos, 
dividido  su  ejército  en  tantas  partes.  Traían  los  por- 
tugueses en  su  armada  diez  y  seis  galeras  y  veinte  y 
cuatro  naves  :  mandó  el  rey  en  Sevilla  echar  veinte 
gHleras  al  agua ,  que  no  se  pudieron  poner  todas  en 
orden  de  navegar  por  falta  de  remos  y  jarcias,  aue 
los  tenían  dentro  de  Carmena  por  orden  del  rey  don 
Pedro  que  las  mandó  allí  guardar  para  quitar  la  na- 
vegación á  Sevilla,  si  se  intentase  rebelar.  Por  esto 
hizo  venir  de  la  costa  de  Vizcaya  otra  armada  de 
navios  y  galeras ,  con  que  los  castellanos  quedaron 
tanto  roas  poderosos  en  el  mar ,  que  los  portugueses 
no  osaron  esperar  la  batalla ;  antes  perdidas  tres  ga- 
leras y  dos  navios  que  les  tomaron  los  contrarios,  se 
volvieron  desbaratados  á  Portugal. 

A  este  tiempo  se  hallaba  menoscabada  la  ilota  por- 
tuguesa á  causa  que  algunas  de  las  galeras  eran  idas 
á  Barcelona  á  llevará  don  Martin  obispo  de  Ebora,  y 
á  don  Juan  obispo  de  Silves ,  y  á  fray  Martin  abad  d  e 


5li 


BIBLIOTECA   DE  GASPAR   T  ROIG. 


úonasterio  de  Aleebaza ,  v  á  don  Junn  Alonso  Tello 
conde  de  Barcelos ,  que  iban  por  embajadores  para 
hacer  alianza  coa  el  rey  de  Aragón.  Mediante  la  di- 
ligencia destos  prelados  y  del  conde  se  confederaron 
estos  reyes  contra  don  Enrique,  en  esta  forma  :  que 
el  reino  de  Murcia  y  la  ciudad  de  Cuenca ,  y  todas  las 
villas  y  castillos  de  aquella  comarca  fuesen  para  el 
rey  de  Aragón ,  lo  demás  de  Castilla  quedase  por  el 
rey  de  Portugal ,  como  señor  y  rey  que  ya  se  intitu- 
laba de  Castilla  :  item  que  para  mayor  firmeza  desta 
avenencia  tomase  el  rey  de  Portugal  por  mujer  á  la 
infanta  doña  Leonor  bija  del  rey  de  Aragón  con  cien 
mil  florines  de  dote :  conciertos  que  no  tuvieron 
efecto  por  causa  que  el  rey  de  Portugal  se  embebe- 
ció en  otros  amores ,  y  aun  se  casó  de  secreto  con 
doña  Leonor  Tellez  de  Men<>ses  bija  de  Alonso  Tello 
hermano  del  conde  de  Pírcelos ;  asimismo  el  rey  de 
Aragón  aflojó  en  lo  tocante  ala  guerra  de  Castilla  por 
el  peligro  en  que  tenia  su  isla  de  Cerdcña ,  que  le 
traía  en  gran  cuidado. 

Por  estos  días  en  quince  del  mes  de  octubre  murió 
en  Galicia  don  Tello  señor  de  V¡z<*aya  :  fue  hombre 
de  buenas  costumbres  y  en  todas  sus  cosas  igual; 
padeció  muchos  trabajos ,  y  al  cabo  vino  á  estar  desa- 
venido con  el  rey  su  insmiauo.  Díjose  entonces  á  la 
sorda  que  un  médico  de  don  Enrique^  llamado  maes- 
tre romano ,  le  dio  yerbas  con  que  le  mató :  mentira 
que  se  creyó  vulgarmente ,  como  suele  acontecer,  lo 
cierto  fue  que  murió  de  su  enfermedad.  Dio  el  rey  al 
infante  don  Juitn  su  hijo  el  señorío  de  Vizcava  y  de 
Lara,  que  era  de  su  tio  don  Tello  (1) :  estaaos  que 
desde  entonces hssta  hoy  han  quedado  incorporados 
en  la  corona  real  de  Castilla.  Enterraron  el  cuerpo 
de  don  Tello  en  el  monasterio  de  San  Francisco  de 
la  ciudad  de  Pülenf^ia  :  el  entierro  y  obsequias  se  le 
hicieron  con  grande  pompa  y  magestad. 

CAPITULO  XVI. 
De  las  tM)das  del  rey  de  Portugal. 

Dk  grande  importancia  fueron  las  treguas  que  tan 
á  tiempo  se  hicieron  con  el  rey  de  Granada ,  y  no  de 
menor  momeuto  echar  de  la  costa  de  Castilla  la  ar- 
mada de  los  portugueses.  Lo  que  restaba ,  era  con- 
cluir el  cerco  de  Carmena,  que  no  solo  importaba  el 
ganarla  por  hacerse  señor  de  una  tan  buena  villa,  sino 
también  era  de  mucha  consideración ,  por  lo  que  to^ 
caba  á  todo  el  estado  de  la  guerra  quitar  aquella 
guarida  i  todos  los  de  la  parcialidad  de  don  Pedro,  que 
necesariamente  eran  muchos ,  y  los  mas  soldados 
viejos  y  muy  ejercitados  en  las  armas.  Determinóse 
pues  el  rey  don  Enrique  de  echar  á  una  parte  al  cui- 
dado en  que  le  tenia  puesto  esta  villa :  venida  la  pri- 
mavera del  año  1371,  llegó  con  todo  su  ejército 
sobre  Carmena  y  la  sitió.  Fue  este  cerco  largo  y  difi- 
cultoso, y  pasaron  entre  los  cercados  y  los  del  rey 
algunos  hechos  notables  en  las  continuas  escaramu- 
zas y  rebatos  que  tenían  :  los  de  la  villa  peleaban  con 
grande  ánimo  y  valor,  y  muchas  veces  á  la  iguala 
con  los  que  la  tenían  cercada  :  tan  confiados ,  y  con 
tan  poco  temor  de  sus  enemigos ,  que  de  día  ni  de 
noche  no  cerraban  las  putsrtas ,  ni  jamás  rehusaban 
la  escaramuza,  si  los  del  rey  la  querían;  antes  los 
tenían  siempre  alerta  con  sus  continuas  salidas . 

Sucedió  que  un  día  se  descuidaron  las  centinelas 
|K)r  ser  el  hilo  de  mediodía  :  los  soldados  recogidos 
en  sus  tiendas  por  el  escesivo  calor  que  hacia :  advir- 
tiéronlo desde  la  muralla  los  cercados ,  salieron  de 
improviso  de  la  villa ,  arremetieron  furiosamente, 
ganaron  en  un  punto  las  tríncheas,  y  con  la  misma 
presten  sin  detenerse  corrieron  derechos  á  la  tienda 


(1 )  U  cn^oiea  díee  que  «ambos  seoorios  perteoerian  por 
herencia  i  li  reioa  Ma  iuaaa  madre  del  iofaote  don  Juan  1, 
heredero.9 


del  rey  para  con  su  muerte  fenecer  la  guerra.  Dios  v 
el  apóstol  Santiago  libraron  en  este  dia  al  rey  y  al 
reino ;  que  estuvo  muy  cerca  de  suceder  un  gran 
desastre  si  algunos  caballeros  visto  el  peligro  no  le 
acorriiíran  prestamente,  y  acudieran  á  entretener 
aquella  furia  é  ímpetu  de  los  enemigos  hasta  tauto 
que  llegaron  mas  gente ,  con  cuya  ayuda  después  de 
pelear  gran  rato  con  ellos  dentro  de  los  reales ,  los 
torzarou  á  que  se  retirasen  ¿  la  villa  tan  mal  parados, 
que  no  se  ñieron  alabando  de  su  osadía. 

El  rey  visto  que  no  pudia  ganar  por  fuerza  esta  vi- 
lla ,  mandóla  escalar  una  noche  con  gran  silencio: 
subieron  cuarenta  hombres  de  armas  y  ganaron  una 
torre,  pero  como  lo  sintiesen  los  centinelas  y  escu- 
chas ,  tocaron  al  arma  :  alborotáronse  los  de  la  villa 
primero  por  pensar  que  del  todo  era  entrada;  ma.s 
vueltos  sobre  sí ,  y  cobrado  esfuerzo ,  rebatieron  los 
que  subieran  en  la  muralla :  con  el  grande  peso  y 
priesa  de  los  que  bajaban,  se  quebraron  las  escalas, 
con  que  quedaron  dentro  de  la  villa  presos  los  nías 
de  los  que  estaban  en  la  torre ;  venido  el  capitán 
Martin  López  be  Córdova ,  que  aquella  noche  no  se 
halló  eü  la  villa ,  sin  ninguna  misericordia  lo*  hizo 
matar  :  el  rey  recibió  desto  grande  enojo,  y  después 
de  tomada  la  villa  vengó  sus  muertes  con  la  de  aquel 
que  los  mandara  matar.  Apretóse  pues  mas  de  aili 
adelante  el  cerco  :  no  los  dejaban  entrar  bastimen- 
tos. Él  capitán  Martin  López  de  Córdova,  forzado  de 


Santiago  le  dió  ía  quien 

el  rey  justiciar  en  Sevilla,  sin  respeto  del  seguro  y 
palabra ,  á  trueco  de  vengar  el  enojo  y  pesar  que  le 
hizo  en  malalle  sus  soldados.  Vinieron  á  poder  áei 
rey  los  tesoros  y  hijos  inocentes  de  don  Pedro  para 

?[ue  pagasen  con  perpetua  prisión  los  grandes  desa- 
ueros  de  su  padre. 

Concluida  esta  guerra ,  el  rey  den  Enrique  ni2o 
que  los  huesos  de  su  padre  el  rey  don  Alonso^  como 
él  le  dejara  mandado  en  su  testamento ,  fuesen  tras- 
ladados á  Córdoba  á  la  capilla  real  que  esli  deWs 
del  altar  mayor  de  la  iglesia  catedral ,  do  se  ven  di» 
túmulos,  el  uuo  del  rey  don  Alonso  y  el  otro  de  su 
padre  el  rey  don  Fernando,  que  también  estí  eu 
ella  sepultado  :  aunque  son  humildes  y  de  madera, 
no  de  mala  escultura  para  lo  que  el  arte  alcanzaba  eü 
aquella  era.  A  la  sazón  que  el  rey  don  Enrique  esta- 
ba sobre  Carmena,  tuvo  nuevas  como  Pero  Fernandez 
de  Velasco  le  ganó  la  ciudad  de  Zamora  y  la  redojo  a 
su  servicio,  echados  della  los  portugueses,  y  qu« 
sus  adelantados  Pero  Manrique  y  Pero  Ruiz  Sar- 
miento tenían  sosegada  la  prüViucia  de  Galicia  ,  ca 
vencieron  en  una  batalla  á  don  Fernando  de  CiStro, 
que  era  el  principal  autor  de  las  revueltas  de  aquella 
comarca,  y  el  que  mas  se  señalaba  en  favor  de  os 
portugueses ;  y  asi  perdida  la  baUlla ,  se  fue  con  ellos 

á  Portugal.  ,         •«« 

En  un  cuerpo  muelle  y  afeminado  con  los  vicios 
no  puede  residir  ánimo  valeroso  ni  esforzado,  ni « 
puede  en  los  tales  hallarla  fortaleza  que  es  necesano 
para  sufrir  las  adversidades.  Quebrantóse  mocho  el 
corazón  del  rey  don  Fernando  de  Portugal  con  los 
malos  sucesos  que  hemos  referido  tuvo  en  la  guerra 
con  doQ  Enrique :  así  oyó  de  buena  gana  los  tratos 
de  paz  en  que  de  parte  del  rey  de  Castilla  le  hawo 
Alfonso  Peroz  de  Guzman  alguacil  mayor  de  Sevilla, 
por  cuya  buena  industria  en  primero  de  marzo  se 
concluyeron  las  paces  en  Alcautin  villa  de  Portugal 
con  esUs  condiciones :  que  el  rey  de  Castilla  le  res- 
tituyese los  pueblos  que  durante  la  guerra  le  gana- 
ra :  que  la  infanU  doña  Leonor  hija  del  rey  de  Casiii» 
casase  con  el  de  Portugal :  el  dote  fuese  Ciudad-Kü^ 
driflo  y  Valencia  de  Alcántara  en  Esiremaduraj  ▼ 
Monreal  en  Galicia.  Tuvo  el  Portugués  gran  ocasw» 
de  ensanchar  su  reino ;  mas  lodo  lo  pervirtieron  lí* 


I 
í 


HlSTOIlU  DB  BSPANAj 


«49 


^encendidos  amores  que  tenia  con  doña  Leedor  de 
ileneses  (como  de  suso  se  dijo)  qne  pasaban  muy 
adelante  y  estaban  muy  arraigados  por  tener  ya  en 
ella  una  nija  que  se  llamaba  doña  Beatriz.  Esto  le 
liizo  mudar  intento ,  y  no  efectuar  el  casamiento  con 
doña  Leonor  infanta  de  Casulla.  Envió  á  su  padre 
una  embalada  para  disculparse  de  su  mudanza^  y 
para  que  le  entregasen  las  villas  y  ciudades  que  él 
tenia  de  Castilla ,  en  señal  que  queria  ser  su  amigo. 

Aceptó  don  Enrique  el  partido  y  escusas  de  aquel 
rey^  En  el  entretanto  él  se  casó  públicamente  con 
dona  Leonor  de  Meneses :  fueron  padrinos  don  Alfon- 
so tello  conde  de  Barcelosy  su  hermana  doña  María, 
tíos  áe  la  novia  hermanos  de  su  padrea  casamiento 
infeliz ,  y  causa  de  grandes  males  y  guerras  aue  por 
su  ocasión  resultaron  entre  Portugaiy  Castilla.  An- 
tes que  este  matrimonio  se  efectuase,  como  enten- 
diesen los  ciudadanos  de  Lisboa  lo  que  el  rey  queria 
hacer ,  pesóles  mucho  dello ,  y  tomadas  las  armas 
fueron  con  gran  tropel  y  alboroto  al  palacio  del  rey. 
Daban  voces ,  y  decian  que  sí  pasase  adelante  seme- 
jante casamiento ,  seria  en  gran  menoscabo  y  des- 
autoridad de  la  magestad  del  reino  de  Portugal :  que 
con  él  se  ensuciaba  y  escurecia  la  esclarecida  sangre 
de  los  reyes.  Mas  el  ostinado  ánimo  del  rey  no  auiso 
oír  las  justas  querellas  de  los  suyos ,  ni  temió  el  pe- 
ligro en  que  se  metia;  antes  se  salió  escondídamente 
de  Lisboa ,  y  en  la  ciudad  de  Por  tu  públicamente 
celebró  sus  bodas  >  mudado  el  nombre  que  doña  Leo- 
nor tenia  de  amiga ,  en  el  de  reina.  Dióle  un  gran 
señorío  de  pueblos  para  que  los  poseyese  por  suyos, 
y  mandó  á  los  señores  y  caballeros  que  se  hallaron 
presentes ,  le  besasen  la  mano  como  á  su  reina  y  so- 
nora. Hiciéronlo  todos  hasta  los  mismos  hermanos 
del  rey,  escepto  don  Donis,  el  cual  claramente  dijo 
no  lo  queria  hacer;  de  que  el  rey  se  encolerizó  de 
suerte  que  puesta  mano  a  un  puñal ,  arremetió  á  él 
para  herille  :  libróle  por  entonces  Dios  :  anduvo  por 
el  reino  escondido  hasta  que  se  pasó  al  servicio  y 
amistad  del  rey  de  Castilla. 

Desde  entonces  la  nueva  reina  comenzó  á  mandar 
al  rey  y  al  reino ,  que  no  parecía  sino  que  le  tenia 
dados  hechizos  y  quitádole  su  entendimiento :  ella 
era  la  ^gobernadora  por  cuya  Voluntad  todas  las  cosas 
se  hacían.  Los  caballeros  de  la  casa  de  los  Vázquez 
de  Acuña  se  fueron  desterrados  del  reino  por  miedo 
della ,  que  estaba  mal  con  ellos  por  la  memoria  de  su 
primer  casamiento,  y  porque  ellos  fueron  los  auto- 
res del  alboroto  de  Lisüoa.  Por  el  contrario  los  pa- 
rientes y  allegados  de  doña  Leonor  fueron  muy 
favorecidos  del  rey,  y  les  dio  nuevos  estados  y  dig- 
nidades :  á  don  Jum  Tello  primo  hermano  de  la  reina, 
hijo  del  conde  de  Barcelos ,  dio  el  condaoo  de  Víana: 
á  don  Loge  Díaz  de  Sosa  su  sobrino ,  hijo  de  su  her- 
mana dona  María  Tellez  de  Meneses ,  el  maestrazgo 
de  la  caballería  de  Christus;  á  otros  muchos  sus  deu- 
dos hizo  otras  mercedes  muy  grandes. 

El  mas  privado  del  rey  y  de  la  reina  era  don  Juan 
Fernandez  de  Andeíro ,  gallego  de  nación ,  que  en 
las  guerras  pasadas  de  la  Coruña,  de  do  era  natu- 
ral, vino  á  servir  al  rey  ,  y  por  esta  causa  le  hizo 
conde  de  Oren.  Con  este  caballero  tenia  la  reina 
mucha  familiaridad ;  y  estaba  muchas  veces  con  él 
en  secreto  y  sin  testigos,  de  que  comunmente  se 
vinoá  tener  sospecha  que  era  deshonesta  su  amistad; 
y  públicamente  se  decía  que  los  hijos  que  paria  la 
reina ,  no  eran  del  rey,  sino  deste  caballero.  No  se 
8uno  si  esto  era  como  se  decía ;  que  muchas  veces  el 
vulgo  con  sus  malicias  escurecela  verdad,  por  ser 
los  hombres  inclinados  á  juzgar  lo  peor  en  las  cosas 
dudosas,  en  especial  cuando  se  atraviesan  causas 
de  «"uvidia  y  odio. 

En  el  fin  deste  año  el  rey  don  Enrique  tuvo  cortes 
«n  Toro ,  en  que  por  estar'ya  restituidos  los  pueblos 
que  el  rey  de  Portugal  tenía  en  Castilla  (que  fue  una 


de  las  cosas  con  qué  él  se  hizo  á  los  suyos  mas  odio- 
so) se  decretó  que  á  la  primavera  se  enviase  eiército 
á  la  frontera  de  Navarra  para  cobrar  las  ciudades  y 
villas  que  las  revoluciones  pasadas  los  navarros  usur- 

earon  en  Castilla.  Al  arzobispo  de  Toledo  don  Gómez 
lanrique  por  sus  muchos  servicios  dio  el  rey  la  villa 
de  Talavera ,  y  en  trueque  á  la  reina  cuya  era  aque- 
lla villa ,  la  ciudad  de  Alcaráz  que  era  del  arzobispo^ 
el  cual  adquirió  también  á  su  dignidad  la  villa  de 
Yepes.  Ordenóse  en  estas  cortes  que  los  judíos  y 
moros  que  habitaban  en  el  reino  mezclados  con  los 
cristianos ,  que  era  una  muchedumbre  grandísima, 
trujasen  cierta  señal  con  que  pudiesen  ser  conocidos: 
mandóse  también  bajar  el  valor  de  \a^  monedas  de 
cruzados  y  reales,  qiiñ  dijimos  se  acunaron  para  del 
aprovechamiento  é  mterés  que  se  sacase  dellas  pa- 
gar los  soldados  estraños ;  no  pareció  que  era  bien 
por  entonces  consumillas  por  estar  muy  gastado  el 
tesoro  y.hacienda  real. 

En  estas  mismas  cortes  quisiera  el  rey  que  se  re* 
partieran  entre  los  señores  los  otros  pueblos  de  las 
nebetrias  que  no  fueron  de  la  caballería  de  San  Ber- 
nardo. Decía  el  rey  que  esta  licencia  que  tenían 
aquellos  pueblos  demudar  señores,  era  de  mucho 
inconveniente  y  causa  de  grandes  escándalos  y  re- 
vueltas. Suplicáronle  algunos  grandes  fuese  servido 
de  no  hacer  novedad  en  este  caso  por  algunas  razo- 
nes que  le  representaron :  á  la  verdad  lo  que  princi- 
palmente les  movía ,  no  era  el  pro  común ,  sino  su 
particular  interés;  así  se  quedaron  en  el  estado  que 
antes.  Despedidas  las  cortes,  el  rey  don  Enrique  en- 
vió su  ejército  á  Navarra  como  en  ellas  se  acordara. 
Hízose  la  guerra  algunos  días  en  aquel  reino.  Después 
se  convino  con  la  reina  gobernadora  que  aquellos 
pueblos  sobre  que  era  la  diferencia ,  se  pusiesen  en 
secreto  y  fieldad  del  sumo  pontífice  Gregorio  XI  (I), 
lemosin  de  nación,  que  fue  en  el  principio  deste  año 
elegido  por  papa  en  lugar  de  su  antecesor  Urba- 
no V.  Este  papa  Greeorio  ilustró  asaz  su  nombre 
con  la  restitución  que  nizo  de  la  silla  apostólica  á  su 
antiguo  asiento  de  la  ciudad  de  Roma..  Entre  los  car- 
denales que  crío)  el  primero  fue  don  Pero  Gómez 
Barroso  (2)  arzobispo  de  Sevilla,  que  falleció  el  cuar- 
to año  adelante  en  la  ciudad  de  Aviñon.  Era  este  pre- 
lado natural  de  Toledo,  y  ios  años  pasados  tuvo  el 
obispado  de  Sigüenza.  Dio  asimismo  el  capelo  á  don 
Pedro  de  Luna,  aragonés  hombre  de  negocios,  y  que 
con  sus  muchas  letras  colmaba  la  nobleza  de  su  lina- 
je. Púsose  en  los  conciertos  que  el  legado  del  papa, 
cuya  venida  de  cada  día  se  esperaba ,  fuese  juez  de 
todas  las  diferencias  y  pleitos  que  tenían  Castilla  y 
Navarra» 

Tomó  estos  pueblos  en  fieldad  un  caballero  navar- 
ro (jue  se  decía  Juan  Ramírez  de  Arellano ,  muy 
obligado  á  don  Enrique  por  la  merced  que  le  hizo  del 
señorío  de  los  Cameros  en  remuneración  del  gran 
servicio  con  que  le  obligó;  cuando  no  le  quiso  entre- 
gar á  los  reyes  de  Aragón  y  de  Navarra  en  las  vistas 
de  Uncastel  ó  de  Sos.  Hizo  esle  caballero  juramento 
y  pleito  homenaje  de  tener  estos  pueblos  en  nombre 
de  su  santidad ,  y  de  entregallos  á  aquel  en  cuyo  fa- 
vor se  pronuncíase  la  sentencia.  Desta  manera  cesó 
por  entonces  la  guerra  entre  Navarra  y  Castilla ;  sin 
embargo  poco  después  el  rey  don  Enrique  fue  á  Bur- 
gos, y  envió  su  ejército  á  la  frontero  de  Navarra,  y 
contra  lo  capitulado  se  apoderó  de  Salvatierra  y  de 
Sautacruz  de  Campezu.  Hecho  que  algunas  escusa- 
ron  ,  y  decian  que  lo  pudo  hacer  porque  como  estas 
villas  de  su  voluntad  se  dieron  al  de  Navarra ,  así  él 
las  podía  ahora  recibir  que  de  su  voluntad  tomaban 
su  voz ,  y  se  querían  reducir  á  su  servicio  y  obediencia. 
Logroño  y  Victoria  ni  por  fuerza  ni  de  grado  quisie- 


(1)  Fue  elegido  el  30  de  setiembre  de  1370,  no  71. 

(2)  Se  llamaba  don  Pedro  Gómez  de  Albornoz. 


tm 


BDUOTECA  DE  4S4BPAR  T  ROIG. 


roD  por  entonces  mudar  opinión ,  sino  permanecer 
y  tenerse  por  el  rey  de  Na?arra. 

CAPITULO  XVII. 

De  otras  confederaciones  qne  se  bicieron  entre  les 

reyes. 

Mayor  era  el  miedo  de  la  guerra  que  amenazaba 
de  la  parte  del  rey  de  Aragón ,  enemigo  poderoso ,  y 
que  se  tenia  por  ofendido.  A  muchas  ocasiones  que 
se  ofrecían  para  estar  mal  enojado ;  se  all^  otra  de 
nuevo,  esto  es  la  libertad  que  se  dio  al  infante  de  Ma- 
llorca don  Jaime  rey  de  Ñapóles  contra  loque  el  Ara- 
gonés deseaba,  y  tenia  rogado  por  medio  del  arzobis- 
po de  Zaragoza  que  no  le  diese  libertad  por  ningún 
tratado  que  sobre  ello  le  rooTiesen.  Recelábise ,  y 
aun  tenia  por  cierto  que  pretendería  con  las  armas 
recobrar  á  Mallorca  como  estado  que  fue  de  su  padre. 
Por  esta  causa  se  trataron  de  aliar  el  Aradnos  y  el 
duque  Juan  de  Alencastre  para  qnliar  el  remo  á  don 
Enrique :  intentos  que  se  resfriaron  por  una  muy 
reñida  guerra  que  á  esta  sazón  se  encendió  entre  los 
franceses  é  inffieses  (1).  Al  rey  de  Aragón  tenia  eso 
mismo  con  cuidado  la  guerra  de  Gerdeña;  además  que 
se  temía  del  infante  de  Mallorca  no  viniese  con  las 
fuerzas  de  Francia,  do  se  hacían  muchas  compañías 
de  gente  de  guerra,  á  conquistar  el  estado  de  Ruy- 
sellon  :  fama  que  corría  hasta  decirse  cada  día  que 
llegaba. 

Él  papa  Gregorío  XI  deseoso  de  poner  paz  entre  es- 
tos principes,  envida  Aragón  al  cardenal  de  Comlnge 
para  que  los  concordase :  venido ,  concertó  se  ratifi- 
case el  compromiso  que  tenían  hetiho ,  y  se  pusieaon 
graves  penas  contra  el  que  quebrantase  las  treguas 
que  para  este  efecto  se  concertaron  en  cuatro  días  del 
mes  de  enero  del  año  de  1372.  Todavía  el  rey  don 
Enrique  por  recelo  que  el  papa  no  favoreciese  en  la 
sentencia  mas  al  rey  de  Aragón  que  á  él ,  entretuvo 
la  conclusión  mucho  tiempo  con  dilaciones  que  bus- 
caba y  procurar  otros  medios  para  la  concordia.  Eo 
estos  días  el  mismo  rey  de  Castilla  se  puso  sobre  la 
ciudad  de  Tuy  y  la  tomó ,  que  la  tenían  por  el  rey  de 
Portugal  Men  Rodríguez  de  Sanabría  y  otros  foraji- 
dos de  Castilla.  Envió  otrosí  en  ayuda  del  rey  de  Fran- 
cia, para  mostrarse  grato  de  la  que  del  tenia  recebida , 
doce  galeras  con  su  almirante  Mícer  Ambrosio  Boca- 
negra  ,  capitán  famoso  y  de  ilustre  sangre. 

El  almirante  juntado  que  se  bobo  con  la  armada  de 
Francia,  desbarató  y  venció  la  flota  de  los  ingleses 
junto  ¿  Rochela :  tomóles  todos  sus  bajeles  que  eran 
treinta  y  seis  navios ,  prendió  al  conde  de  Penabroch 
general  de  los  ingleses  y  á  otros  muchos  señm'es  y 
'caballeros,  y  les  tomó  una  grandísima  cantidad  de 
oro  que  llevaban  para  los  gastos  de  la  ^erra  que 
querían  hacer  en  Francia.  Lo  cual  todo  juntamente 
con  el  general  y  los  prisioneros ,  que  eran  setenta 
caballeros  de  espuelas  doradas  y  de  timbre ,  envió  ¿ 
Burgos  al  rey  don  Enrique  en  señal  de  su  victoria, 
que  fue  de  las  mas  señaladas  que  en  aquel  tiempo 
bobo  en  el  mar  Océano.  Deste  Ambrosio  Bocanegra 
primer  almirante  de  Castilla  decienden  como  de  ce- 

5a  los  condes  de  Palma.  La  Rochela  que  es  una  ciu- 
ad  muy  fuerte  de  Francia  en  Jantogne ,  entonces  se 
tenia  por  los  ingleses,  con  esta  victoria  se  entregó  al 
rey  de  Francia, ¿causa  que  los  ciudadanos,  perdida 
la  flota  de  los  ingleses,  tomaron  las  armas  y  echaron 
fuera  la  guarnición  que  tenían  dentro  de  la  ciudad: 
derrivaron  asimismo  un  castillo  que  les  labraron  los 
ingleses,  y  levantaron  banderas  por  Francia  (2) 

(i)  Los  reyes  de  Castilla  y  Aragoo  eooTioieroo  en  dejar 
la  deeiiioB  de  su  qoereüt  ti  arbitrio  del  lumo  pontífice  y  sa- 
cro eoleffio. 

(9)  El  combate  naval  se  dio  el  35  de  jnnio  de  iS7i  ,  y  la 
Rochela  no  se  entregó  hasta  el  i5  de  aaosto  de  1372.  Ren- 
dida esta  plau ,  el  rey  de  Castilla  envió  una  gruesa  armada 


Tenia  el  rey  de  Aitigon  tres  hijos  en  su  majer  la 
reina  doña  Leonor  hija  del  rey  de  Sicilia  :  estos  eran 
el  infante  don  Juan  heredero  del  reino,  y  don  Martin 
y  doña  Costanza,  la  que  arriba  dijimos  casó  con  don 
Fadríque  rey  de  Sicilia.  En  el  mes  de  junio  deste  ano 
se  celebraron  las  bodas  del  infante  don  Martín  con 
la  condesa  doña  María  de  Luna ,  única  heredera  del 
conde  don  Lope  de  Luna.  Llevó  en  dote  tos  estados 
de  Luna  y  de  Segorve ,  y  el  rey  padre  del  le  dló  mas 
las  baronía  de  Exeríca  con  título  de  condado,  y  poco 
después  le  hizo  condestable  del  reino.  El  infante  don 
Juan  desposó  con  doña  Marta  hermana  del  conde  de 
Armeñaque  con  dote  de  ciento  y  ciucueota  mil  fran- 
cos: deste  matrimonio  nació  la  infanta  doña  Juana 
que  casó  adelante  con  Mateo  conde  de  Fox.  En  veinte 
Y  dos  días  del  mes  de  agosto  á  don  Bemaitfinode 
Cabrera,  nieto  de  don  Bernardo  de  Cabrera  hijo  de 
su  hijo  el  conde  de  Osona  que  por  este  tiempo  falle- 
ció, le  restituyó  el  rey  el  estado  que  era  de  su  abuelo, 
escepto  la  ciudad  de  Vique  con  una  legua  en  contor- 
no, túvose  lástima  á  una  nobilísima  casa  como  esta, 
y  al  rey  y  la  reina  remordía  la  conciencia  de  la  in- 
justa muerte  de  tan  gran  Señor  y  buen  caballero  co- 
mo fue  don  Bernardo. 

Entre  Castilki  y  Portugal  se  volvió  á  encenderla 
guerra  con  mayor  cólera  y  peligro  que  antes,  por 
ocasión  que  los  portugueses  tomaron  ciertas  naves 
vizcaínas  que  iban  cargadas  de  hierro  y  acero ,  y  de 
otras  mercadurías  de  las  que  lleva  aquella  provincia. 
No  se  sabe  qué  fuese  la  causa  porque  los  porlugue* 
ses  rompiesen  la  guerra.  A  los  forajidos  ae  Castífla 
que  eran  muchos ,  por  ventura  pesaba  de  la  paz ,  y 
temían  de  ser  en  algún  concierto  entregados  á  su  se- 
ñor como  se  hiciera  en  tiempo  del  rey  don  Pedro. 
Hallábase  á  la  sazón  el  rey  don  Enrique  en  Zi- 
mora:  dende  envió  su  embajador  á  Portugal  á  qué 
pidiese  la  restitución  de  los  navios.  eroien(ui  y  satis- 
facción de  los  daños ,  con  orden  de  denunciarles  la 
guerra,  sino  lo  quisiesen  hacer.  Destos  principios 
se  vino  á  las  armas.  Don  Alonso  hijo  bastardo  del  nj 
de  Caslüla  fue  despachado  para  que  diese  guerra  a 
Portugal  por  la  parte  de  Galicia  >  y  cercase  a  Viena: 
al  almirante  Bocanegra  se  dio  orden  que  armase  doce 

galeras  en  Sevilla,  y  fuese  con  ellas  á  correrla  costa 
e  Portugal. 

Tenia  don  Enrique  buena  ocasión  para  hacer  al- 
guna cosa  notable  por  estar  el  rey  don  Femando  mal 
avenido  con  los  de  su  reino.  Pomo  perder  esta  opor- 
tunidad dejó  en  Zamora  el  carruaje  que  le  podía 
embarazar,  y  entró  en  Portugal  poderosamente  des- 
truyendo los  campos,  robando  los  ganadas,  y  que- 
mando los  lugares  y  aldeas  que  toiiaba.  Tomó  las  villas- 
de  Almaida,  Panel.  Cillorico  y  Linares.  Esto  fue  en 
los  postreros  días  oeste  año.  Én  esto  tuvo  cartas  de) 
cardenal  Guido  de  Boloña ,  gue  era  llegado  á  Castilb 
por  legado  del  papa  Grepono  á  poner  paz  entre  ¿1  y 
el  rey  de  Portugal.  Envióle  don  Enrít^ne  á  rogarle 
esperase  en  Guadalajara,  do  quedó  la  reina.  Replicóle 
el  cardenal  <}ue  no  era  justo  estarse  él  quedo  sin  ha- 
cer  düigencia  en  aquello  para  que  el  papa  le  mandaba, 
que  era  estorbar  la  guerra  que  tan  traoada  veía:  con 
esto  se  dio  priesa  á  caminar  basta  que  llegó  á  Ciudad 
Rodrigo  con  intento  de  hablar  á  ambos  los  reyes. 

En  el  entretanto  Portugal  se  abrasaba  en  guerra, 
y  era  miserablemente  destruido,  ca  en  principio  del 
año  de  1373  el  rey  don  Enrique  tomó  por  fuerza  de 
armas  y  forzó  la  ciudad  de  Viseo ,  oue  se  entiende  es 
la  que  antiguamente  se  llamaba  Vico  Acuario :  de 
allí  dio  vista  la  ciudad  de  Coimbra ;  no  le  pareció 
detenerse  en  cercalla,  antes  se  determinó  de  ir  en 
busca  da  su  enemigo ,  que  tenia  nueva  alojaba  con 

contra  los  ingleses  al  mando  de  Ruy  Díaz  de  Rojas,  cujas 
tropas  derrotaron  á  los  ingleses  haciendo  prtsioocra  á  so 

caudillo. 


RISTOEIA  BE  ESPAÑA. 


547 


SU  ejército  en  Santarén.  Quisiera  mucho  venir  con  él 
á  las  manos  y  darie  la  batalla ;  pero  aunque  llegó  cer- 
ca del  pueblo,  no  osó  el  Portugués  salir  de  los  muros 
por  no  tener  suficiente  ejército  para  poder  hacer  jor- 
nada ,  ni  tampoco  se  fiaoa  de  la  veluntad  de  sos  sol- 
dados. Sabia  que  tenia  á  muchos  descontentos ;  en 
particular  su  hermano  don  Donisseera  pasado  ¿Cas- 
tilla por  medio  de  Diego  López  Pacheco  caballero 
portugués ;  al  cual  en  remuneración  de  haber  hecho 
Jo  mismo  le  hizo  el  rey  merced  de  Bejar.  Este  persua- 
dió al  infante  don  Donis .  que  vio  andaba  congojado 
y  desabrido,  hiciese  lo  que  él,  y  con  esto  se  ven- 
gase de  los  agravios  que  de  su  hermano  tenia  rece- 
bidos. 

Visto  pues  que  el  rey  de  Portugal  esquivaba  la  ba- 
Ulla,  el  de  Castilla  pasó  á  Lisboa.  Luego  que  llegó, 
se  apNMleró  de  los  arrabales  de  la  ciudad ,  oue  enton- 
ces DO  estaban  cercados :  en  ane  ios  soldados  pusie- 
ron fuego  á  muy  ricos  edificios :  la  parte  alta  de  la 
ciudad  que  ftamaban  la  villa,  era  fuerte  y  bien  cer- 
cada ,  y  tenia  dentro  gente  valerosa  que  la  defen- 
dió esforzadamente  que  fue  causa  que  don  Enrique 
no  la  pudo  ganar,  pero  quemó  muchos  navios  que 
surftian  en  el  puerto ,  otros  tomó  el  armada  de  Casti- 
lla oue  por  mandado  del  rey  era  allí  venida :  fueron 
muchos  los  cautivos  que  prendieron ,  y  grande  el  des- 
pojo que  se  hobo.  En  este  medio  tiempo  el  cardenal 
legado  no  reposaba ,  hablaba  muchas  veces  ai  un  rey 
y  al  otro ,  sin  escusar  ningún  trabajo  ni  el  riesgo  en 
que  ponia  su  salud  con  tantos  caminos  como  hacia. 
Tanta  düigencia  puso ,  que  en  veinte  v  ocho  dias  del 
mes  de  marzo  los  reyes  y  el  legado  se  hablaron  en  el  rio 
Tajo  en  una  barca  junto  á  Santarén ,  y  se  concertaron 
debajo  de  las  condiciones  siguientes :  que  el  rey 
de  Portugal  dentro  de  cierto  termino  que  señalaron, 
echase  de  su  reino  los  forajidos  de  Castilla ,  que  serian 
cnmo  quinientos  caballeros :  que  los  pueblos  toma- 
dos por  ambas  las  partes  en  aquella  guerra  se  resti- 
tayesen:  que  doña  Beatriz  hermana  ael  rey  de  Por- 
tugal casase  con  don  Sancho  hermano  del  rey  de 
Castilla  y  conde  de  Alburquerque;  y  doña  Isabel  hija 
natural  del  mismo  rey  de  Portugal  casase  con  don 
Alonso  conde  de  Gijon  hijo  bastardo  del  rey  don  Eori- 
qae.  Estas  fueron  las  condiciones  con  quese  hicieron 
las  paces :  el  rey  don  Femando  dio  ciertos  rehenes 
para  seguridad  que  cumpliría  lo  capitulado. 

Celebráronse  luego  en  Santarén  las  bodas  de  don 
Sancho  y  doña  Beatríz :  doña  Isabel  se  puso  en  poder 
del  rey  don  Enrique ;  ((ue  ¿  cansa  de  su  edad  de  so- 
Ios  ocho  años  no  podia  efectuarse  el  matrimonio. 
Compuestas  en  esta  forma  las  diferencias  que  estos 
príncipes  tenían ,  hechos  amigos  se  partieron  de  San- 
tarén: el  rey  don  Enrique  volvió  toda  la  fuerza  de  la 
fnierra  contra  Navarra ,  y  con  su  ejército  fué  ó  la  ciu- 
dad de  Santo  Domingo  de  la  Calzada  para  entrar  por 
aquella  parte.  Intervino  también  el  legado  apostólico 
entre  estos  reyes ,  y  por  su  medio  se  concordaron. 
El  rey  de  Navarra  restituyó  al  de  Castilla  las  ciudades 
de  Logroño  y  Victoria:  demás  desto  se  concertaron 
desposorios  entre  dona  Leonor  hija  de  don  Enrique 
y  don  Carlos  hijo  del  rey  de  Navarra ,  y  que  se  diesen 
al  Navarro  ciento  y  veinte  mil  escudos  de  oro  pagados 
á  ciertos  plazos  por  razón  de  la  dote,  y  en  recom- 
pensa de  JO  (rae  tenia  gastado  en  la  fortificación  y  re- 
paros de  los  nichos  pueblos  que  entregó  al  de  Castilla, 
yiéronse  los  reyes  en  Briones ,  villa  que  está  á  los  mo- 
jones de  los  dos  reinos :  allí  se  hicieron  los  desposo- 
rios de  dos  infantes  don  Carlos  y  doña  Leonor,  y  por 
prenda  y  mayor  firmeza  destas  paces  el  rey  de  Navar- 
ra envió  á  Castilla  al  infante  don  Pedro  que  era  el  me- 
nor de  sus  hijos ,  para  que  se  criase  en  ella. 

Cuando  el  rey  de  Navarra  volvió  de  Francia  en  Es- 
paña, halló  que  don  Bernardo  obispo  de  Pamplona  y 
Crúzate  deán  de  Tudela ,  los  que  arrina  dijimos  d^jó  por 
coadjutores  de  la  reina  para  lo  tocante  al  gobierno, 


no  habían  administrado  ks  cosas  como  era  rezón  ; 
eran  obüf^oa :  indignase  mucho  contra  ellos ,  tanto 
que  de  miedo  se  ausentaron  fuera  del  reino :  el  deán 
fue  por  asechanzas  muerto  en  el  camino ,  sospechó- 
se que  por  mandado  del  rey :  el  obispo  fue  mas  di- 
choso ,  que  tuvo  lugar  de  nuirse  en  Aviñon ;  de  allí 
pasó  á  Roma  con  el  papa  Gregorio,  y  murió  en  ItaUa 
sin  volver  mas  á  España.  Tales  fines  suelen  tenerlos 
que  no  corresponden  á  la  confianza  que  dallos  hacen 
los  principes,  aunque  también  es  verdad  que  muchas 
veces  en  tos  reinos  se  peca  á  costa  y  riesgo  de  los  que 
gobiernan ,  sin  culpa  ninguna  suya ;  esto  especial- 
mente acontece  cuando  los  reyes  son  fieros  é  impla- 
cables, como  se  refiere  lo  ere  ei  rey  Caries  de  Na- 
varra. 

CAPITULO  XVIII. 
De  lampacea  qae  se  hicieroD  con  el  rey  de  Aragón. 

Despedidas  his  vistas  de  Briones ,  y  uestada  la  es- 
peranza de  la  paz  de  España ,  el  rey  de  Castilla  se  fue 
al  reino  de  Toledo ,  y  el  de  Navarre  se  tornó  á  su  rei- 
no :  dende  envió  á  la  reina  su  mujer  á  Frencia  para 
que  aplacase  y  satisfaciese  aquel  rey,  que  estaba 
malamente  airado  contra  él  por  entender  bobiese  per- 
suadido á  ciertos  hombres  que  le  diesen  yerbas ,  los 
cuales  fueron  presos,  y  convencidos  del  delito  paíga- 
ron  con  las  cabezas.  El  Navarro  partida  su  mujer,  fue 
en  persona  á  la  villa  de  Ifadrid  para  tratar  con  el  rey 
don  Enrioue  que  dejase  la  parte  de  Francia ,  y  fiívo- 
reciese  á  los  ingleses :  qne  si  pagaba  lo  que  el  rey  don 
Pedro  debía  al  principe  de  Gales  del  sueldo  que  él  y 
sus  soldados  ganaron  cuando  vinieron  á  Castilla  ha 
restituilleen  el  reino,  el  rey  de  Inglaterra  y  sus  hijos 
el  principe  y  el  duque  de  Alencastre  se  apartarían  de 
la  demanda  del  reino  de  Castilla ,  y  de  los  demás  dere- 
chos que  contra  él  pretendían.  Respondió  el  de  Gas- 
tilla  que  en  ninguna  manera  desampararia  al  rey  de 
Francia  ni  dejaría  su  amistad ,  ca  tenia  muy  en  la 
memoria  el  grande  amparo  que  halló  en  él  cuando 
salió  huido  de  Castílla ,  todavía  si  ellos  hiciesen  paces 
con  Francia ,  que  de  muy  buen  gana  entraría  á  la 
parte,  y  satisfaría  con  dineros  á  los  ingleses  cuanto 
señalasen  los  jueces  que  para  arbitrario  se  podrían 
nombrar  de  conformidad.  Con  tanto  el  Navarro  sin 
alcanzar  lo  que  pretendía ,  se  volrió  á  Pamplona ,  don 
Enrique  partió  para  el  Andalucía. 

Siguióse  otra  pretensión  y  demanda  de  una  buena 
parte  de  Castilla.  La  condesa  doña  María  hija  de  don  • 
Femando  de  la  Cerda  y  de  doña  Juana  hermana  de 
don  Juan  de  Lara  el  Tuerto ,  en  Francia  casara  con 
el  conde  de  Alanzon  nobílisimoseñor  de  la  sangre  real 
de  Francia ,  de  (juien  tenia  muchos  hijos:  envió  un 
embajador  á  pedn*  al  rey  le  mandase  entregar  los  es- 
tados de  Vizcaya  y  Lara ,  que  por  ser  hija  de  doña 
Juana  de  Lara  y  ser  muertos  todos  los  que  la  prece- 
dían en  derecho,  le  pertenecían.  Venido  el  rey  del 
Andalucía  á  Burgos ,  se  trató  en  aouella  ciudad  este 
negocio ,  que  tuvo  muy  apretados  ai  rey  y  á  su  conse- 
jo :  por  una  parte  parecía  que  esta  señora  pedia  razoo 
en  que  se  le  admitiese  su  díemanda  y  se  le  nicíese  jus- 
ticia ;  por  otra  era  cosa  dura ,  y  de  que  podían  resul- 
tar grandes  dalos,  enajenar  dos  estados  de  los  mas 
ffrandes  y  mas  ricos  de  Castilla,  y  ponerlos  en  poder 
de  franceses. 

Después  de  muchas  consultas  y  acuerdos  respon- 
dió el  rey  con  artificio  ala  condesa  holgaria  volviesen 
estos  estados  á  su  casa ,  á  tal  que  le  enviase  para  dár- 
selos dos  hijos  que  se  quedasen  á  vivir  en  su  corte: 
que  Vizcaya  y  Lara  eran  tan  grandes  s^orfos ,  que 
era  forzoso  á  los  reyes  de  valerse  muchas  veces  del 
servicio  de  los  señores  que  los  poseían ,  y  por  esta 
causa  no  podian  dejar  de  residir  dentro  del  reino.  Con 
esta  apariencia  de  ouen  despacho ,  y  de  venir  en  lo 


S48 


BIBLIOTECA  DE  GASPAK  T  KOIG. 


justo .  fue  despedido  el  embajador ;  mas  bien  se  en- 
tendió que  no  le  daban  nada ,  por  ser  cosa  cierta  que 
ninguno  de  cinco  hijos  que  tenia  la  condesa,  acepta- 
ría la  oferta  del  rey ,  como  ninguno  lo  aceptó.  Los 
tres  poseían  en  su  tierra  tres  grandes  condados, 
de  Alanzon ,  Percha  y  Estampas,  y  no  se  quisieron 
desnaturalizar  de  su  patria ,  en  que  eran  ricos  y  pode- 
rosos :  los  otros  dos  eran  prelados,  y  no  podían  he- 
redar estados  seculares. 

Por  el  mes  de  octubre  deste  aiío  Baltasar  Espínula 
ginovés  vino  á  Aragón  con  embajada  de  los  ingleses 
para  confederarse  con  aquel  rey  contra  el  de  Castilla; 
prometíanle  en  caso  que  se  ganase  aquel  reino ,  las 
ciudades  de  Murcia,  Cuenca,  Soria,  y  todas  las  villas 
adyacentes  á  ellas.  Él  de  Aragón ,  oída  esta  demanda, 
como  era  sagaz  y  de  grande  ingenio  no  hizo  caso  des- 
tas  ofertas  por  tener  en  mas  la  amistad  del  rey  don 
Enrique ,  que  en  aquella  sazón  era  tenido  por  famoso 
capitán ,  muy  poderoso  por  lo  mucho  que  sus  vasa- 
llos le  querían ,  y  le  caía  muy  cerca  de  sus  estados: 
además  que  era  mucho  de  temer  tomar  por  enemigo 
al  que  tenia  tanta  noticia  de  las  cosas  de  Aragón ;  y 
en  aquel  reino  muchos  aficionados  que  ganara  el  tiem- 
po que  anduvo  en  él  huido;  y  aun  en  Aragón  se  tenía 
entendido  que  Dios  con  particular  providencia  le  puso 
de  su  mano  en  aquel  reíoo ,  y  le  quitó  á  su  contrario. 
Muchos  asimismo  se  amedrentabam  por  señales  que 
se  vieron  en  el  cielo,  en  especial  un  gran  temblor 
de  tíerra  que  por  el  mes  de  febrero  sucedió  en  el  con- 
dado de  Ribagorza,  con  que  se  hundieron  muchos  pue- 
blos. Los  superticiosos  mterpretaban  que  por  aquella 
rirte  amenazaba  algún  gran  desastre  al  reino.  Dióse 
esto  mas  crédito  porque  en  los  confines  de  RuYse- 
Hon  se  vían  ya  juntas  muchas  compañías  de  homore^ 
de  armas  franceses ,  que  tenia  asoldadas  el  Infante 
de  Mallorca  para  hacer  guerra  en  aquel  estado.  En 
fin  los  pretensos  de  los  ingleses  salieron  vanos ,  y  por 
medio  de  don  Luis  duque  de  Anjouse  comenzó  á  tra- 
tar con  mucho  calor  la  paz  entre  Aragón  y  Castilla. 

"VHno  el  duque  á  Carcasona  con  deseo  de  efectuar 
estas  amistades,  por  miedo  que  tenia,  si  las  discor- 
dias se  continuaban ,  no  se  apoderasen  de  España  los 
ingleses  capitales  enemigos  de  Francia.  Enviáronse  á 
Aragón  embajadores  sobreesté  hecho:  pedia  don  En- 
rique que  la  infanta  doña  Leonor  hijri  del  rey  de  Ara- 
gón ,  que  estaba  prometida  á  bu  hijo  el  infante  don 
Juan ,  le  fuese  entregada.  No  rehusaba  el  Aragonés  de 
hacer  cosa  tan  justa,  si  don  Enrique  le  entregase 
aquellas  ciudades  que  le  tenia  prometidas.  Escusaba 
él  de  darlas :  alegaba  que  no  tenia  obligación  á  cum- 
plir aquella  promesa,  pues  no  solo  no  le  ayudó 
cuando  andana  huido  y  desterrado,  antes  hizo  liga 
contra  él  con  su  cruel  enemigo.  Finalmente  se  con- 
cordaron de  dejar  sus  diferencias  en  mano  del  lega- 
do el  cardenal  Guido  de  Boloña,  que  fue  al  presente 
mas  dichoso  que  antes  en  hacer  las  paces  entre  los 
españoles. 

En  id  tiempo  que  estas  cosas  se  trataban  en  Aragón, 
en  cniinco  de  octubre  el  papa  Gregorio  XI  confirmó  la 
regia  de  los  mongos ,  que  comunmente  en  España  se 
llaman  frailes  de  San  Gerónimo,  cuyo  instituto  es 
aventajarse  á  las  demás  religiones  en  guardar  con 
gran  paciencia  una  estrecha  y  loable  clausura,  y  ocu- 
parse los  días  y  las  noches  con  suavísimo  canto  y  dul- 
ce melodía  en  perpetuas  alabanzas  de  Dios:  ha  cre- 
cido mucho  en  España  esta  religión  y  poseen  muchas 
V  muy  ricas  casas  de  magníficos  y  suntuosísimos  edi- 
ficios. El  hábito  destos  religiosos  es  las  tánicas  y  lo 
interior  de  lana  blanca,  las  capas  de  paño  buriel» 
Dieron  principio  á  esta  santa  religión  ciertos  ermita- 
ños italianos,  que  encendidos  con  el  deseo  de  servir 
á  nuestro  Señor  hicieron  su  habitación  en  un  lugar 
apartado  cerca  de  la  ciudad  de  Toledo,  en  que  al  pre- 
sente está  el  monasterio  de  aquella  orden  llamado  de 
la  Sisla ,  del  nombre  de  una  aldea  que  allí  estaba  an- 


I  tíguamente.  Creció  la  opinión  de  su  santidad;  coo 
que  tomaron  su  modo  de  vivv  y  se  le  juntaron  algu- 
nos hombres  principales ,  que  fueron  Femando  la- 
ñez,  capellán  mayor  de  los  reyes  viejos  y  canónigo 
de  la  santa  iglesia  de  Toledo ,  y  don  Alonso  Pecba 
obispo  de  Jaén  que  renunció  su  obispado ,  y  su  her- 
mano Pedro  Fernandez  Pecha  camarero  que  fttera 
del  rev  don  Pedro.  El  primer  monasterio  que  se  fun- 
dó deoajo  destas  constituciones  y  regla,  fue  iuntoá 
la  ciudad  de  Guadalajara,  encima  de  un  pueblo  que 
se  llama  Lupiana ,  en  una  ermita  míe  les  dio  este 
mismo  año  el  arzobispo  don  Gómez  Manrique.  Des- 

Sues  por  la  magnificencia  de  los  reyes  y  otros  señores 
e  Castilla  se  han  edificado  otras  muchas  casas.  Los 
años  adelante  salió  también  desta  religión  la  de  los  Isi- 
dorianos ,  ó  Isidi^os. 

En  el  mesdedioíembre,  comoquierqueno  se  con- 
certasen las  paces  entre  los  reyes  de  Castilla  y  de 
Aragón ,  se  hicieron  treguas  hasta  el  día  de  Pentecos- 
tés Pascua  de  EKpirítu  Santo :  asentaron  estas  tre* 
guas  los  procuradores  destos  reyes,  que  fueron 
por  el  de  Aragón  don  Juan  conde  de  Ampurías  su 

Ífrímo  hermano  y  yerno,  ca  estaba  casado  condona 
uaná  hija  del  rey,  y  por  el  de  Castilla  Juan  Ramírez  de 
Arellano  señor  de  ios  Cameros.  En  el  año  de  1374 
Juan  duque  de  Alencastre  con  un  grueso  ejército  pasó 
al  puerto  de  Cales  llamado  Iccio  por  los  antiguos,  (¡ue 
está  en  los  Merinos ,  provincia  de  la  Gallia  Bélgica. 
Juntóse  con  él  Juan  de  Monforte  duque  de  Bretaña 
que  andaba  en  deservicio  del  rey  de  Francia ,  v  favo- 
recía á  los  ingleses  por  estar  casado  con  una  nerma- 
na  del  de  Alencastre.  Entraron  estos  príncipes  con 
sus  gentes  en  el  Artoes  y  Yermándoos :  nicieron  gran 
estrago  en  los  campos,  villas  y  aldeas  que  topaban, 
y  hartos  ya  de  los  robos  y  muertes  con  que  dejaron 
asoladas  aquellas  provincias,  enderezaron  su  camino 
al  ducado  de  Guiena ;  y  pasado  el  río  Ugerís,  Uama- 
do  hoy  Loire ,  llegaron  a  Burdeos  con  pensamiento 
de  entrar  en  España  y  conquistar  el  remo  de  Casti- 
lla (1).  Enviaron  sus  embajadores  á  los  royes  de  Ara- 
gón y  de  Navarra  para  que  les  asistiesen  y  ayudasen, 
mas  el  Aragonés  y  el  Navarro  eran  prudentes  y  sal- 
ces ;  no  quisieron  por  una  esperanza  incierta  de  inr 
teres  ponerse  en  un  peligro  cierto  de  ser  destruidos, 
sino  como  muchos  hombres  suelen  hacer,  les  pareció 
seria  mejor  estarse  á  la  mira ,  y  tomar  el  partido  con- 
forme las  cosas  se  encaminasen. 

El  rey  don  Enrique  avisado  de  la  tempestad  yoA 
sobre  él  venia,  estaba  con  gran  cuidado.  Acudió  á 
Burgos  para  resistir  v  juntar  sus  gentes  de  todas  las 
partes  del  reino ,  y  hacer  do  nuevo  otras  muchas 
compañías.  Llamó  particularmente  á  los  soldados  vie- 
jos ,  cuyo  valor  tenia  esperimentado  en  las  sufras 
pasadas.  Acudieron  al  tanto  todos  los  grandes  coo 
gran  deseo  de  servir  y  acompañar  á  su  rey.  Los  mis* 
mos  que  en  las  revueltas  pasadas  le  fueron  contrarios, 
en  esta  ocasión  le  querían  recompensar,  y  con  su  di- 
ligencia y  alegría  dar  ciertas  muestras  del  amor  y 
lealtad  con  que  le  servían ,  de  suerte  que  loe  q^e  de 
antes  andaban  divisos  en  bandos  ^  parcialidades,  vis^ 
to  el  nesgo  que  corrían  de  ser  señoreados  por  estn- 
ños ,  se  juntaron  en  una  conformidad  para  defender 
su  patria  y  su  libertad ,  verdad  es  que  en  diexv  nueve 
de  marzo  sucedió  en  aquella  ciudad  un  gran  desastre 
que  causó  en  todos  gran  pesar  y  tristeza ,  esto  es  que 
el  conde  de  Alburquerque  don  Sancho  hermano  del 
rey  por  apaciguar  una  revuelta  que  se  levantó  entre 
sus  soldaaos  y  los  de  Pero  González  de  Mendoza  so- 
bre las  posadas ,  sin  ser  conocido ,  por  ser  la  refriega 
de  noche .  fue  herido  en  el  rostro  con  una  lanza  por  un 
hombre  de  armas,  de  que  desde  á  un  rato  murió. 
Alborotóse  el  rey  como  era  razón  por  la  muerte  Un 

(1)  Ya  desde  1373  el  duque  de  Alencatter  y  su  mv^tt  m 
intttuiabaa  reyes  de  León,  de  Toledo  y  Gaiicia. 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


54» 


desgraciada  de  su  hermano,  pero  no  hizo  doroostra- 
cion  por  suceder  acaso  y  por  ignoraocia  ( 1  ).La  con- 
desa doña  Beatriz  mujer  del  muerto  quedó  pj:eñada, 
y  parió  á  doña  Leonor  que  casó  con  el  infante  don 
rernaodo  adelante  rev  de  Aragón. 

Después  que  el  reyaon  Enrique  tavo  junto  su  ejér- 
cito, partió  de  Burgos ,  y  cerca  de  Ja  villa  de  Bañares 
hizo  alarde :  halló  que  tenia  mil  y  docientos  caballos 
y  cinco  mil  infantes,  lodos  ^te  escogida,  y  que 
con  su  valor  suplían  el  pequeño  número  y  estaban 
prestos  para  acudir  á  la  parte  que  fuese  menester. 
Amenazaba  esta  hueste  principalmente  así  á  los  de 
Aragón  porque  ja  espiraoan  las  treguas,  como  á  los 
ingleses  de  Francia ,  de  quienes  se  tenían  nuevas 
sordas  que  no  pasaban  ya  en  España,  porque  su 
ejército  se  hallaba  muy  menoscabado  y  menguado, 
á  causa  que  Philipo  duque  de  Borgoña,  y  un  lamoso 
capitán  llamado  Juan  de  Viena,  que  era  almirante 
de  Francia ,  vinieron  en  pos  dellos ,  y  por  todo  el  ca- 
mino les  hicieron  grandes  daños ,  que  de  treinta  mil 
combatientes  que  eran ,  casi  no  llegaban  á  seis  mil 
cuando  entraron  en  Burdeos.  Ofrecíase  buena  oca- 
sión de  hacer  alguna  cosa  notable,  y  echar  á  los  in- 
fleses  de  toda  Francia :  parecía  que  ya  la  fortuna  y 
uena  dicha  de  la  guerra  los  desamparaba,  y  favo- 
recia  ¿  los  franceses.  Luis  duque  de  Anjou  escribió 
al  rey  don  Enrique  que  juntasen  sus  fuerzas  y  cer- 
casen á  Bayona,  ciudad  de  los  antiguos  Tarbeilos. 
Decia  que  esto  importaba  mucho  para  ganar  reputa«- 
cion ,  si  diesen  á  entender  que  eran  poderosos  no 
solamente  para  defenderse  de  sus  enemigos^  sino 
también  para  irles  á  hacer  guerra  dentro  de  su  ca&a. 
Con  esto  animado  el  rey  don  Enrique  pasó  á  Bayo* 
na ,  y  la  cercó  en  los  postreros  del  mes  de  Juni4>; 
mas  cerno  sobreviniesen  muchas  aguas,  que  nnpe- 
dian  las  labores  que  se  hacían  para  combatir  la  ciu- 
dad ,  y  faltasen  bastimentos,  que  por  ser  muy  estéril 
la  provincia  de  Vizcaya  de  que  se  proveían ,  bastecía 
mal  el  ejército ,  cansados  todos  con  estas  descomo^* 
didades ,  levantaron  el  cerco  y  se  volvieron  á  Castilla: 
asimismo  el  duque  de  Anjou  no  pudo  venir,  como 
tenia  prometido^  por  estar  ocupado  en  el  cerco  de 
Montalvan.  Sirvió  muv  bien  en  esta  jornada  al  rey 
don  Enrique  Beltcan  de  Guevara  señor  de  la  villa  de 
Oñate  y  de  la  casa  de  Guevara;  y  á  la  venida  de  Ba- 
yona en  remuneración  de  sus  servicios  le  hizo  mer- 
ced del  valle  de  Leñizcon  su  acostumbrada  largueza 


da  al  duque  de  Alencastre,  y  á  convidnlle  se  confe- 
derase con  él ;  y  como  este  embajador  con  recio 
temporal  corriese  fortuna  y  aportante  á  la  costa  de  Gra- 
nada ,  fue  preso  por  mandado  del  rey  moro ,  y  encar- 
celados los  mercaderes  catalanes  en  venganza  de  que 
Pedro  Bernal ,  capitán  de  unas  f<aleras  de  Aragón, 
pocos  dias  antes  tomara  una  nave  del  rey  de  Grana- 
da que  enviaba  á  Túnez  con  ciertos  recados  suyos: 
pretendía  el  mero  otros!  en  prender  estos  aragone- 
ses hacer  placer  al  rey  de  Castilla,  cuyos  enemigos 
eran.  Con  tantos  desastres  y  malos  sucesos ,  que  po- 
dían hacerlos  de  Aragón?  de  quién  valerse?  qué 
ayudas  podian  buscar?  El  rey  don  Enrique  pretendía 
sanar  al  rey  de  Aragón ,  y  nó  destruir  al  que  con  su 
avuda  fue  parte  para  que  él  llegase  á  la  cumbre  de 
alteza  en  que  al  nreseute  se  veía:  con  este  fin  envió 
otra  vez  á  Barcelona  por  embajadores  á  Juan  Ramí- 
rez de  Arellano  y  al  obispo  de  Salamanca  para  que 
Uciesen  paz  con  él. 

En  tres  áe  noviembre  deste  año  en  el  castillo  de 
Evr«ux  en  Normandía  murió  doña  Juana  reina  de 
Navarra ,  por  cuyas  lágrimas  muchas  veces  su  her- 
mano el  rey  de  Francia  perdonó  grandes  ofensas  que 
su  marido  le  tenia  hechas.  Al  presente  en  esta  ida 
que  hizo  á  Francia ,  como  quier  que  hallase  cerradas 
las  orejas  dd  hermano,  recibió  tan  grande  pena  que 
della  le  sobrevino  una  dolencia  que  la  acabo  (  2 ).  Su 
cuerpo  sepultaron  en  el  monasterio  de  San  Inonísío 
entre  los  reyes  sus  antepasados :  hiciéronle  las  obse- 
quias con  rea4  pompa  y  a|Nirato.  Su  marido  dio  nue- 
vas ocasiones  piara  que  con  mucha  razón  el  pueblo  lo 
ri)orroeiese ,  porque  persijguió  con  muertes ,  destier- 
ros y  confiscaciones  de  bienes  á  los  parientes  y  alle- 
gados de  aquellos  que  en  las  revueltas  y  calamidades 
de  aquel  tiempo  siguieraa  el  partido  de  sus  enemi- 
gos. Si  estos  castigos  él  los  hiciera  en  las  personas  de 
tas  que  le  ofendieron ,  andiérale  escosaf  el  dolor  de 
la  ofensa  y  ei  deseo  de  ia  venganza ;  mas  pagaban  los 
inocentes  por  los  ealpados. 

Sobre  los  trabajos  que  hemos  referido  que  padecía 
el  reino  de  Aragón  con  las  guerras ,  te  vino  otro  muy 
mayor  de  una  gran  hambre  que  en  este  «ño  padeció 
toda  aquella  provincia ;  mas  algiin  tanto  se  remedió 
con  trigo  que  se  trujo  de  África.  Fuéles  por  otra  par- 
te provecTOsa  esta  hambre  porque  competidos  de  ella 
se  fueron  del  reino  sqs  enemigos.  Eki  Castilla  asi- 
mismo ,  do  pasaron  los  franceses  ú  buscar  manteni- 


en  hacer  dádivas :  cosa  que  puso  en  necesidad  á  los    míentos ,  luego  en  principio  del  año  de  1375  murió 


reyes  sus  decendientes  de  reformallas. 

En  el  mes  de  agosto  el  infante  de  Mallorca  entró 
por  el  condado  de  Buysellon  con  un  grande  y  pode- 
roso ejército ,  con  el  cual  las  fuerzas  de  los  aragone- 
ses no  se  pudieran  igualar,  si  se  hubiera  de  nacer 
jornada  y  dar  la  batalla.  Prevaleció  en  este  aprieto 
la  buena' dicha  de  Aragón ,  que  en  esta  entrada  no 
hizo  el  infante  cosa  notable  mas  de  desbaratar  algu- 
nas banderas  de  enemigos  con  muy  poco  provecho 
suyo ,  nevar  alguna  presa  de  hombres  y  de  ganados. 
Los  que  en  esta  entrada  del  infante  padecieron  ma- 
yores daños,  fueron  los  del  condado  de  Urgel.  Por 
otra  parte  el  señor  de  Beame  y  Jofre  Recoo  Bretón, 
queienian  muchos  pueblos  y  vasallos  en  Castilla,  sea 
per  orden  del  rey  don  Enrique ,  ó  de  su  propio  moti- 
vo ,  hicieron  entrada  en  los  campos  de  Borgia ,  y  mo- 
lestaron con  guerra  toda  su  tierra  combatiendo  al- 
gunas villas,  destruyendo  y  abrasando  las  aldeas, 
labranzas,  rozas  v  heredades  de  aquella  comarca. 

En  estos  dias  el  rey  de  Aragón  envió  ¿  Ingala Ierra 
á  Francés  de  Perellos  vizconde  de  Roda  á  pedir  ayu- 

( i )  A.  pesar  de  qae  el  conde  don  Sancho  bermano  del  rev 
no  había  sido  coQOcido  por  loa  amotinados,  el  rey.  mando 
hacer  averi^naciones  aobre  los  delincoeotes,  y  por  ellas  ocho 
fueron  condenados  á  muerte  como  traidores ,  y  sos  bienes 
confiscados. 


de  enfermedad  su  capibín  el  infante  de  Mallorca  don 
Jaime  rey  de  Nepotes :  enterraron  su  cuerpo  en  la 
ciudad  de  Soria  en  el  monasterio  de  San  Francisco. 
Acompañó  en  esta  guerra  al  infante ,  su  hermana 
doña  Isabel ,  que  estaba  casada  con  el  marqués  de 
Monferrat,  animada  de  la  esperanza  que  tenia  de 
vengar  las  injurias  que  el  rey  sn  padre  recibió  del 
rey  de  Aragón.  Esta  señora ,  muerto  sn  hermnno ,  se 
hizo  cabeza,  y  debajo  de  su  cendueta  se  volvió  ei 
ejépeito  de  los  franceses  á  sus  casas. 
En  aquella  tierra  renunció  ella  y  cedió  los  derechos 

S atemos  que  tenia  contra  la  casa  de  Aragón  en  Luis 
uquede  Aojou ,  hermano  del  rey  de  Francia;  de  que 
se  recrecieron  nuevos  pleitos  y  debates  en  sazón  que 
las  paces  entre  ios  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  se 
concluyeron  por  intervención  y  diligencia  de  la  reina 
de  Castilla  dona  Juana,  que  para  esteefecto  fue  á  la  vf- 
lia  de  Almazan:  por  parte  delrey  de  Aragón  se  hallaron 
alliel  arzobispo  de  Zaragoza  y  Ramón  Alemán  de  Cer^ 
vellón.  En  doce  días  del  mes  de  abril  se  concluyeron 
y  firmaron  las  paces  con  estas  condiciones ;  que  la 
infanta  doña  Leonor,  que  antes  estaba  otorgada  al 
infante  don  Jtian ,  le  fuese  en  tremada  para  que  se  ce- 
lebrase el  matrhnonío:  en  dote  le  señalaron  docien- 
tos mil  Gorines ,  que  al  rey  don  Enrique  díó  prestados 

(3)  Murió  el  3  de  noviembre  de  1773  y  no  el  72. 


$30 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG, 


el  rey  de  Ara^n  en  los  principios  de  las  guerras  ci- 
viles: que  Molina  se  restituyese  al  de  Castilla ;  que  á 
<riertos  plazos  contaría  al  de  Aragón  ciento  y  ochen- 
ta mil  iforines  por  los  gastos  de  la  guerra.  La  nueva 
desta  concordia ,  (pie  se  entendía  seria  por  muchos 
tiempos,  se  festejó  en  ambos  reinos  con  parabienes 
por  la  paz  y  y  grandes  banquetes  que  se  hicieron, 
juegos ,  fiestas  y  alegrías  por  la  esperanza  que  tenian , 
que  después  de  tantas  tempestades  y  guerras  se  se- 
guiría en  toda  España  la  quietud  y  sosiego  por  tanto 
tiempo  deseado ,  y  la  luz  clara  se  les  mostraría  des- 
pués de  una  escurídad  tan  larga  y  tan  espesas  ti- 
nieblas. 

CAPITULO  XIX. 
Algunos  casamientos  de  príncipes. 

Fue  este  año  dichoso  no  solamente  para  España, 
sino  también  para  todo  el  mundo  y  toda  la  cristiandad 
á  causa  que  Gregorio  XI  pontiGce  Máximo,  honra  de 
los  papas ,  dejado  Aviñon ,  donde  estuvo  la  silla  apos- 
tólica por  espacio  de  setenta  años ,  la  restituyó  al  sa- 
grado asiento  y  casa  de  sus  antecesores ,  y  se  fue  á 
residir  lo  que  le  restaba  de  vida  á  la  santa  ciudad  de 
Roma :  varón  verdaderamente  grande  y  di^o  de  Joa 
inmortal.  Las  grandes  revoluciones  de  Italia  no  su- 
frían la  ausencia  de  los  papas.  La  virgen  santísima 
Catharína  de  Sena ,  de  quien  hay  doce  cartas  escrítas 
á  Gregorío ,  fue  la  que  principalmente  le  movió  á to- 
mar este  saludable  consejocontra  lo  que  sentían  algu- 
nos cardenales.  Decíale  con  úncelo  santo  y  elocuencia 
del  cielo  que  en  cosa  tan  claramente  conveniente,  y 
que  á  él  solo  tocaba ,  no  tomase  acuerdo  con  nadie, 
sino  que  usase  de  su  propio  arbitrio  y  parecer.  Bel- 
tran  Claquin  por  haber  ganado  grandes  lionras  en 
Francia ,  y  acrecentado  su  estado  con  el  condado  de 
Longavilla ,  vendió  en  esta  sazón  al  rey  don  Enrique 
la  ciudad  de  Soria ,  y  las  villas  de  Atienza  y  Almazan 
y  los  demás  puebles  que  le  diera  en  Castilla,  por  pre- 
cio de  decientas  y  sesenta  mil  doblas,  que  para  aquel 
tiempo  fue  una  suma  asaz  grande:  la  mayor  parte  le 
pagó  en  veinte  y  seis  prisioneros  nobilísimos  de  los 

Sue  prendió  la  armada  de  Castilla  en  la  batalla  de  la 
óchela :  por  el  dinero  restante  le  dio  en  rehenes  á 
un  hijo  de  don  Juan  Ramírez  de  Areilano ,  llamado 
como  su  padre ,  por  estar  el  tesoro  del  rey  tan  gastado 
que  no  se  pudo  contar  de  presente. 

Para  celebrar  las  bodas  de  los  infantesde  Castilla  y 
de  Navarra  se  escogió  la  ciudad  de  Soria  por  estar  en 
los  contínes  de  ambos  reinos;  y  por  hallarse  en  lugar 
tan  acomodado  para  ello  quiso  el  rey  don  Enríque 
hacer  juntamente  las  bodas  de  ambos  hijos  como  lo 
tenia  concertado.  A  la  infanta  doña  Leonor  trujeron 
de  Aragón  á  Soria  Lope  de  Luna  arzobispo  de  Zara- 
goza y  el  embajador  Cervellon  oon  gran  acompaña- 
miento de  señores  y  caballeros  de  aquel  reino.  Vino 
otrosí  á  esta  ciudad  á  celebrar  su  matrimonio  el  in- 
fante don  Carlos  hijo  del  rey  de  Navarra.  Hizose  el 
casamiento  de  doña  Leonor  hija  de  don  Enrique  en 
veinte  y  siete  días  del  mes  de  mayo.  Túvose  respeto 
«n  dar  el  primer  lugar  al  infante  de  Navarra  por  ser 
huésped.  En  diez  y  nueve  dias  del  mes  de  junio  se 
veló  el  de  Castilla  don  Juan  con  su  esposa  doña  Leo- 
nor. Todo  estaba  lleno  de  juegos ,  fiestas  y  regocijos 
«o  solo  en  Soría,  sino  en  todo  lo  demás  de  España, 
por  la  esperanza  que  los  hombres  tenian  concebida 
de  una  larga  paz  y  estable  felicidad.  En  estos  días  vi- 
nieron nuevas  oue  don  Fernando  de  Castro  hermano 
de  dona  Juana  de  Castro,  el  ^e  dijimos  que  el  año 
ipasado  se  fue  á  Portugal ,  muríó  en  Ingalaterra.  Tenia 
esperanzas  de  volver  á  Castilla,  y  ser  restituido  por 
las  armas  en  su  patria.  Súpose  otrosí  que  Fernando 
deTovar ,  capitán  entre  los  de  aquel  tiempo  de  la  fa- 
ma ,  con  la  armada  de  Castilla  hizo  grandes  daños  en 
la  costa  de  Ingalaterra  destruyendo,  robando,  que- 


mando y  asolando  muchos  pueblos  y  campos ,  rozas 
y  labrauzas  de  aquella  isla. 

De  Soría  concluidas  las  fiestas  se  pasó  el  rey  don 
Enríque  á  Burgos:  príncipe  esclarecido  en  las  demás 
naciones,  y  en  su  reino  bien  quisto.  Tenia  intento 
por  el  favor  que  halló  en  Francia,  de  acudiría  con  to- 
das sus  fuerzas  contra  los  ingleses ,  y  pagalíes  el  bien 
que  della  recibió ,  á  la  sazón  que  don  Alonso  su  hijo 
conde  de  Gijon  con  ligereza  juvenil ,  mudado  de  vo- 
luntad acerca  del  casamiento  con  doña  Isabel  hija  del 
rey  de  Portugal ,  por  no  efectuarle  se  fueá  Francia  y 
á  Id  Rochela  por  mar;  mas  el  rey  su  padre  le  hizo  ve- 
nir desde  á  pocos  dias.  En  los  postreros  dias  deste  año 
falleció  don  Gómez  Manríque  arzobispo  de  Toledo. 
Juntáronse  en  su  cabildo  los  canónigos  de  aquella 
iglesia  para  elegir  sucesor :  no  se  concordaron,  antes 
divididos  los  votos,  los  unos  eligieron  á  don  Pedro 
Fernandez  Cabeza  de  Vaca,  deán  de  la  misma  iglesia, 
los  otros  nombraron  á  don  Juan  García  Manrique  so- 
brino del  difunto ,  que  era  hijo  de  su  hermano  el  ade- 
lantado Garci  Fernandez  Manríque,  y  de  arcediano 
de  Talavera  le  pasaran  prímero  a  ser  obispo  de  Oren- 
se y  después  de  Sigúenza :  favorecía  á  este  el  rej  con 
grandes  veras ,  porque  era  afin  y  allegado  de  don 
Juan  Ramirez  de  Arejlano. 

El  arzobispo  difunto  avisó  á  su  muerte  que  no  eli- 
giesen en  su  lugar  al  dicho  su  sobríno  porque  era  in- 
quieto, sino  al  deán:  acudieron  al  papa  Gregorio 
para  que  determinase  estas  diferencias;  él  no  tenien- 
do por  canónica  ninguna  de  las  dos  elecciones ,  dio 
el  arzobispado  á  don  Pedro  Tenorio,  y  de  la  iglesia  de 
Coimbra  cuyo  obispo  era ,  le  pasó  á  la  de  Toledo:  va- 
rón de  muchas  prendas,  letras  y  erudición.  En  Italia 
y  Francia  anduvo  peregrinando  y  desterrado:  estudió 
en  Tolosa  y  Aviñon  y  Perosa :  en  el  estudio  de  Bolo- 
nia tuvo  por  maestro  á  Baldo  famoso  jurísta,  y  él 
mismo  leyó  derechos  en  Roma.  Fue  hombre  de  ^an- 
de prudencia  por  el  uso  y  esperiencia  que  tenía  de 
muchos  negocios,  de  grande  pecho  y  valor , aventa- 
jado entre  los  hombres  mas  señalados  de  aquel  tiem- 
po. Fue  arcediano  de  Toro  en  la  iglesia  de  Zamora, 
su  padre  Juan  Tenorio  comendador  de  Estepa  y  trece 
de  la  orden  de  Santiago :  su  madre  doña  Juana  está 
enterrada  en  la  colegial  de  Talavera:  sus  hermanos 
Juan  Tenorío  y  Meleüdo  Rodríguez  anduvieran  con 
él  desterrados  en  tiempo  del  rey  don  Pedro:  su  lier- 
mana  doña  María  Tenorío  casó  con  Fernán  Gómez  de 
Silva;  cuyo  hijo  Alonso  Tenorio  fue  adelantado  por 
su  tío  de  Cazorla. 

Murieron  por  estos  dias  algunos  varones  príocípi- 
les  de  Navarra,  en  particular  don  Rodrígo  Urriz,  se- 
ñor ríco  y  de  grande  autoridad ,  fue  por  mandado  de 
su  rey  preso  y  degollado  en  la  ciudad  de  Pamplona  en 
los  últimos  días  de  marzo  del  año  de  i  376.  Causáron- 
le la  muerte  unos  tratos  mal  encubiertos  que  traia 
con  el  rey  de  Castilla :  era  fama  se  quería  pasar  á  61, 
y  entregalle  los  castillos  de  Tudola  y  Caparroso;  jo 
sospecho  que  sin  razón  y  falsamente  se  creyó  esto, 
porque  no  es  verosímil  quisiese  turbar  aquel  caballe 
ro  tan  presto  la  paz  que  se  acababa  de  asentar.  Don 
Bernardo  Folcaut  obis|>o  de  Pamplona  muríó  en  siete 
de  julio  en  Italia  en  la  ciudad  de  Anagnía  donde  vivía 
desterrado  de  su  iglesia :  la  libertad ,  gravedad  y  au- 
torídad  deste  prelado  le  hicieron  odioso  á  su  rey,  d 
por  haberse  tnal  gobernado,  comoarríba  queda  apun- 
tado. Fue  elegido  en  su  lugar  don  Martin  Calva  doc- 
tí.<iimo  en  ambos  derechos  pontificio  y  cesáreo,; te; 
nido  por  tan  eminente  que  muchos  le  igualaban  á 
Baldo  tan  famoso  letrado  y  escelente  en  aquella  fa- 
cultad. ^  i )  Don  Fadrique  rey  de  Sicilia  falleció  (!2)eB 
Medna  a  veinte  y  siete  dias  del  roes  de  jvt\w:  dejópsr 

(1 )  Se  llamaba  Martin  de  I^opez  Zal?a. 

(2 )  Los  historiadores  de  Aragoo  ponen  esta  naerte  en  fl 
auo  1377. 


heredera  del  reino  j  de  los  ilucados  de  Athenns  y  de 
Neopatria  á  su  hija  doña  Hnrla,  de  que  recluitaran 
nuevas  esperanzas,  y  á  mudioa  principes  se  les  dio 
materia  de  direreacias  j  debates  sobre  la  pretensión 
del  casaniieolo  desia  infanU ,  y  codicia  del  reino  de 
Sicilia.  Amenazaban  otrosí  aueras  pretensiones  y 
reTolociones  en  particular  á  los  aragoneses  se  les 
presentí}  bnena  ocasión  de  dilatar  y  ensanchar  sus 


LIBRO  DECmO-OCTAVO. 

CAPITULO  i. 
tM  sdsraa  que  hobo  en  la  Iglesia. 

GotABji  por  estos  tiempos  España  de  paz  y  quie- 
tud á  causa  del  parentesco  t  añuidid  con  que  los  re- 
íes  (aunque diferentes  en  leyes,  lenguas,  costum- 
bres y  pretensiones)  estaban  entre  si  en  machas 
maneras  y  con  diversos  casamientos  trabados;  demás 


nali  Jiini,  mujer  ét  iaa  Eirlqse  II. 

que  se  hallaban  canudos  con  las  guerras  de  antes, 
tan  pesadas  y  tan  larps.  Parecía  que  la  paz  asentada 
iluraria  por  mucho  tiempo.  Coa  los  moros  por  ser 
(iiferentes  en  la  seda  j  creencia  no  podía  intervenir 
matrimonio,  ni  asentar  con  ellos  amistad  que  Tuese 
(irme  y  durable;  pero  tenían  concertadas  treguas. 
Al  duque  de  Alencastre  de  cada  dia  se  le  recalaban 
rn.is  susesperanzasy  pensamiento  que  tuvo  de  apo- 
derarse de  Castilta,  asi  poilu  universal  concordia  de 
los  príncipes  de  España,  como  porque  en  Francia  de 
nuevo  se  emprendía  una  muy  reñida  (guerra,  con  que 
trocada  la  fortuna  y  mudada  en  contrario,  los  ingle- 
ses hasta  allí  vencedores  comenzaban  t  caer  de  su 
prosperidad. 


Lft  fama  y  nombradla  del  rey  don  Enrique  volaba 
por  todo  el  mundo,  por  haber  conquistada  un  reino 
tanpoderosocoinoese)  de  Castilla.  Tenia  en  su  mano 
la  paz  y  la  guerra  como  el  d  quieu  lodos  los  demás 
acudían.  Concluidas  pnes  y  sosegadas  las  auems, 
volviúsu  pensamiento  á  sentar  las  cosas  de  la  paz  y 
del  gobierno,  castigar  insultos,  que  con  la  ocasión 
de  la  guerra  tomaran  mucha  licencia.  Procuraba  res- 
tituir las  buenas  y  ancianas  coslumbrea  de  los  pasa- 
dos, fortalecer  las  villas  y  ciudades,  aumentar  el 
bien  común  y  mirar  por  él  con  todas  sus  fuerzas.  Solo 
Aragón  en  esta  sazón  no  estaba  sin  algún  tratMJo  y 
nuevas  sospechas  de  guerra  ,  porque  como  arriba 
hemos  dicho,  Luis  duque  de  Anjou,  á  quien  don  Jai- 
me príncipe  mallorquín  traspasa  su  derecho  del  reino 
de  Mallorca,  tomó  esta  empresa  por  soya  y  la  quiso 
llevar  adelante.  Junta  curtes  el  rey  en  Honion,  don- 
desetratóde  la  defensa  desl;i  guerra.  Hiciéronse  para 
juntar  dinero  nuevas  imposiciones,  mas  solamente 
sobre  los  Judíos  y  moros  que  en  aquel  reino  vivían, 
por  contradecirlos  señores  y  pueblos  que  sóbrela  otra 
geote  se  echasen  pechos  ni  derramas  de  nuevo :  bien 
que  decían  estaban  prestos,  según  costumbre  de  aus 
antepasados,  á  voluntad  del  rey  de  tomar  d  su  costa 
las  armas  por  la  defensa  y  libertad  de  su  patria. 

Hiciéronse  levas ,  alistóse  y  juntóse  mucha  gente, 
y  aparejáronse  todas  las  demAs  cosas  necesarias  para 
acudirá  aquella  guerra  peligrosa,  y  la  mas  grave  que 
por  aquel  tiempo  hobo.  Huy  fama  que  se  armaron 
cuarenta  galeras  en  las  marinas  da  Francia,  y  se 
juntaron  cuatro  mil  hombres  de  armas,  y  hechas  las 
psces  con  los  ingleses ,  como  so  entendía  las  asenta- 
rían f  or  la  grande  instaocia  que  sobre  ello  hacia  el 
sumo  pontífice,  temían  mucho  en  Aragón  no  vinie- 
sen y  revolviesen  en  su  daño  todas  las  fuerzas  do 
Francia.  Llegóse  d  esto  un  nnevo  temor  de  guerra 
por  cierta  ocision  ligera  y  no  de  mucho  peso ,  como 
quter  que  d  veces  de  pequeñas  centellas,  si  con  tiem- 
po no  se  acorre,  se  suelen  emprender  candes  fue- 
gos. La  cosa  pasó  así.  Habla  el  obispo  de  Sigüenza  don 
Juan  García  Manrique  ido  i  seguir  su  pretensión  so- 
bro el  arzobispado  de  Toledo  por  dificultades  quesus 
contrarios  sobre  su  elección  ponían  ,  delante  del 
sumo  ponlllice :  iba  en  su  compañía  don  Juan  Hami- 
rez  de  Arellano.  A  la  vuelta  en  Barcelona  delante  del 
rey  de  Aragón  el  tizcondedela  R<ita(t)  mozo  brioso 
le  desaliú  y  le  llamó  de  traidor,  porque  sin  embargo 
de  tantas  mercedes  como  había  del  rey  de  Aragón 
recebido  poco  antes ,  movió  á  don  Jaime  el  Mallorquín 
á  que  viniese  sobre  Aragón. 

-El  rey  daba  muestras  de  favorecer  el  partido  de 
vizconde  ñor  estar  muv  sentido  de  don  Juan ,  no  por 
alguna  colpa,  sino  por  la  mucha  cabida  que  tenia  con 
el  rey  de  Castilla ,  y  porque  usaba  mucho  de  su  buen 
consejo.  Aceptóse  el  riepto  :  señalóse  el  plazo  para 
de  allí  á  noventa  días.  El  rey  don  Enrique  lomó  este 
agravio  y  negocio  de  su  privado  por  suyo  :  tratóse 
por  terceros  de  alzar  aquel  desafio  y  desbaratalle; 
tnas  por  estar  el  rey  de  Aragón  por  el  vizconde  no  se 
efectuó.  Avisó  el  rey  de  Castilla  desque  supo  el  caso, 

Jue  era  contento  combatiesen ;  mas  que  para  seguri- 
ad  del  campo  acordaba  enviar  tres  mil  caballos.  Era 
esto  en  buenas  palabrasdenunciar  la  guerraá  Aragón: 
por  tanlo  aqnel  rey  desistid  de  su  intento,  que  fue 
acuerdo  no  menos  prudente  que  saludable  y  I  todos 
cumplidero. 

En  Brujas ,  mercado  muy  fnmoso  de  los  estados  de 
Flande^ ,  se  Juntaron  con  seguridad  bastante  para 
tratar  de  paces  entre  Francia  é  Ingalaterra  el  duque 
de  Anjou  y  el  de  Dorgoña  con  los  duques  de  Alencas- 
tre y  el  de  Yorch  ingleses  de  nación  :  acudieron  asi- 

(i )  El  aúo  iSSe  mandaba  la  escuadra  que  apresó  los  na- 
vios grnoveNa  i  preseacii  del  rej  don  Pearo,  y  no  sena  por 
lo  tanlo  en  el  de  76  moio  brioso. 


5SS 

mitmo  aquella  Junta  por  el  rey  de  Castilla  Pedro 
Fernandez  de  Velasco  9U  camarero  mayor,  y  don 
Alonso  Barrassa  obispo  de  Salainanca.  Suiutenloera 
que  con  los  demis  le  comprendiesen  eo  aquella 
confederación  y  alianza  que  pensaban  asentar :  no 
se  pudo  concluir  cosa  alguna,  si  bien  se  procuró  con 


BIBLIOTECA   DE   GASPAR    1    R01G. 

todo  cuidado.  Ni  en  aquella  junta ,  ni  en  la  que  des- 
pués el  año  de  1377  se  tuvo  en  Bolooa  la  de  Francia, 
ciudad  asentada  sobre  el  mar  no  lejoa  de  Brujas  ;  de 
los  estados  de  Flandes ,  no  se  pudo  efectuar  lo  que 
tanto  se  deseaba.  La  nueva  que  á  deshora  llegó  de  la 
muerte  del  rey  de  Ingalaterra  Eduardo  Seeto  (1  ),que 


aríno  á  los  diez  de  julio ,  desbarató  todas  estas  pláti- 
cas y  las  esperanzas  que  comuamente  tenían.  Falle- 
ció asimismo  poco  antes  que  su  padre ,  su  bíjo  mayor 
que  se  llamó  también  Eduardo  principe  de  Gales;  por 
donde  quedó  por  heredero  del  reino  Ricardo  nieto 
áetía  rey,  é  bijo  del  principe  como  su  abuelo  ¡o  dejó 
dispuesto  eu  so  testamento  que  se  cumptíú  entera- 
mente ,  si  bien  el  niño  quedaba  en  edad  de  ooce  años, 
y  tenía  tios^ue  pudieran  hacer  alguna  contradicción, 
pero  no  quisieron;  que  fue  un  ejemplo  notable  de 
modestia  7  de  nobleza,  en  especial  en  tiempos  tan 
estregados  y  reTueltos. 
Despedida  qUc  fue  aquella  junta,  el  duque  de  Dor- 


tDÜá  con  grande  acompañamiento  y  repuesto  vino  i 
spaña ,  por  voto  que  tenía  hecho  de  nsitar  on  Gaü- 
cía  personalmente  el  cuerpo  del  glorioso  apóstol  San- 
tiago. Cumplido  su  voto  y  su  devoción  ,  antes  que 
diese  la  vuelta  para  sus  estados ,  se  tÍÓ  en  Secoria 
con  el  rey  don  Enrique :  fue  tratado  cou  todo  géaen 
de  regalo  y  curtcsia  como  era  razan  y  justo  con  tal 
huésped  se  hiciese.  Lo  demás  del  estío  pasó  el  rey  «1 
León,  el  invierno  tuvo  en  Sevilla  (3).  Todo  e)  aparato 


iNSTunu  bF. 
de  guerrn  que  en  Francia  se  hacia,  revolvió  en  daño 
Jeireydo  Navarra  y  de  sus  tierra!!,  de  qu re it  los  fran- 
ceses estaban  gravemenle  sentidos  por  las  cosns  que 
el  liempo  pasado  en  su  perjuicio  hiciera.  Halliibanse 
d  la  saion  eu  Norraaiidia  los  infsntes  de  Navarra  don 
Pedro  y  doña  María,  que  en  el  viaje  de  Francia  acom- 
paijaroR  ú  la  reina  su  madre ,  para  con  su  tiernaedad 
mover d  compasión  al  rey  de  t  rancia  su  lio  para  que 
templase  ta  aaña  que  contra  su  padre  tenia. 

Con  el  mismo  inteoto  pasó  otrosí  á  Francia  don 
Carias  hijo  mayor  de  aquellos  reyes ,  si  bien  nneva- 
meale  desposado  con  la  infanta  de  Castilladona  Leo- 
nor que  dejó  en  casa  de  su  padre ,  y  su  suegro  no 
aprobaba  esta  jornada  que  dim.  Diúle  el  padre  por 
acompañado á  Balduino,  famoso  capitán,  que  tenia 
á  su  cargo  muclias  fortalezas  y  plazas  de  Normandía 
y  á  Jaques  de  la  Rúa  su  muy  privado .  y  que  por  el 
mismo  caso  tenia  mucha  mano  en  ei  fioliierno.  A  esto 


dio  orden  en  puridad  que  se  viese  con  et  Inglés,  y  le 
signiQcase  como  él  estaba  presto  de  tomar  tas  armas 
conU-a  Francia,  si  viniese  en  dalle  como  en  feudo  el 
ducado  de  Guiena.  Poco  secreto  se  guarda  en  las  co 
sas  de  loa  reyes.  Tuvo  el  Francés  aviso  de  todas  estn:' 
tramas,  y  traías  :  echú  mano  del  dicho  Búa,  pusolr 
á  cuestión  de  tormento ,  y  como  confesase  lo  que  se 
le  prcRuotaba,  le  condenaron  á  muerte  que  se  ejecu 
tó  en  Paris.  A  Balduino  mandaron  entregarse  las  for- 
talezas queenNormandia  se  tenían  por  su  rey,  y  pam 
ello  declarase  tas  contraseñas  y  ciíra  con  que  los  al- 
caides entendiesen  era  aquella  su  voluntad  y  deter- 
minación. 

Al  infante  don  Garios  primer  heredero  de  Navarra 
mandaron  no  saliese  fuera  de  aquella  corte :  á  sus 
hermanos  don  Pedro  y  dona  Haría  punieron  presos  y 
arrestaron  en  Brelol.  Las  lierras  que  en  francia  de- 
jaron al  Navarro  sus  antepasados,  muchas  ymtiy 


le  o.  Pedro  IV,  el  Ci 


buenas,  lo  de  Evreui  y  las  demis  ciudadei,  fuerzas 
y  plazas  enunpuDtnselas  quitaron. parte  porfuerza  y 
otras  por  concierto.  Con  este  revés  lal  y  tan  ^rave, 
cual  eu  aquel  líempo  ninguno  mayor,  quedaron  cas- 
tif;adas  tas  demasías  y  prelensinnes  de  aquel  rey.  Los 
caudillos  en  aquella  guerra  y  empresa  fueron  dentás 
de  Beltran  Claquin  los  duques  de  Borbon  y  de  Burgo 
ña.  Solos  dos  pueblos  no  se  sabe  |<or  qué  causa  que- 
daron en  Fraucia  por  el  Navarro:  demás  destos  Ché- 
rebourg ,  que  tenia  en  su  poder  el  Inglés  empeñado 

«<>  proveyeran  en  nin;un  extranjero  litdi^Didades  y  preben- 
•lx%  ecle«il<llMB.  parque  eatsndo  fuera  ao  |iodian  cumplir 
roa  el  mioistcno,  y  hacían  sahr  el  oro  y  la  plita  :  laimis- 
LOO  se  protiibiú  li  saca  de  pnidos. 


por  cierta  cuantía  de  dinero  que  le  prestó  tos  años 
pasados ,  y  para  seguridad  de  la  amistad  que  entre  si 

tenían  asentada. 

El  Francés  no  contento  con  esta  satbfaccion  no 
dejaba  de  solicitaral  rejdonEnrique  pura  que  por  su 
parte  luciese  entrada  en  Navarro,  que  por  ir  tan  de- 
caída sus  cosas  no  podriaaquel  rey  liacelle  contraste. 
Nunca  los  principes  dejan  pasarocasiones  semejantes, 
y  el  de  Castilla  se  conocía  ÉOuy  obligado  al  de  Fran- 
cia-, pero  era  necesario  buscar  algún  buen  color  para 
romper  con  el  que  era  su  deudo,  amisto  y  aliado. 
Ofrecióse  una  occsion  acaso,  que  le  pdreciA  bastante. 
Quejábase  el  Navarro  que  el  dinero  que  concertaron 
de  contalle  en  la  conreueracion  y  disiento  que  tomara 
con  Castilla,  y  debían  p.igaüc  t^i'lo  en  oro,  p:irte  le 


551 


BIBLIOTECA   DE    GASPAR   T   ROIG. 


dieron  en  plata ^  moneda  baja  de  ley,  y  que  llevaba 
iiga  demasiada.  Acuñaban  la  moneda  por  estos  tiem- 
pos muy  baja,  que  era  la  causa  de  concertar  en  los 
contratos  la  suerte  en  que  se  debían  hacerlas  pagas. 
Para  salisraccrse  deste  agravio  sobornaba  á  Pedro 
Manrique  adelantado  de  Castilla,  y  gobernador  que 
era  de  Logroño,  le  entregase  aquella  plaza,  con  gran- 
des ofertas  que  le  hacia  sí  venia  en  lo  que  le  impor- 
tunaba. El  adelantado  como  caballero  leal  avisó  á  su 
rey  de  loque  pasaba. 

La  respuesta  fue  que  le  cebase  con  buenas  espe- 
ranzas, y  con  color  de  querelle  entregar  aquella  ciu- 
dad le  metipse  en  el  lazo ,  y  le  echase  mano.  Hizolo 
así:  vino  el  Navarro  acompañado  de  cuatrocientos  de 
a  caballo,  de  ios  cuales  envió  parte  al  pueblo  para 
apoderarse  dél,  que  por  recelarse  de  algún  trato  do- 
ble él  no  se  aseguró  de  entrar.  Acertólo:  los  que  en- 
vió, luego  que'^estuvieron  dentro,  fueron  presos  y 
de  spojados ,  escepto  algunos  pocos  que  con  ánimo 
V  aronil  so  pusieron  en  defensa  y  pudieron  escapar. 
Entre  los  demás  se  señaló  de  muy  valiente  Martin 
Enriquez  alférez  real,  que  con  la  espada  desnuda  se 
defendió  de  gran  número  del  pueblo  que  cardaron 
sobre  él,  y  por  salvará  si  y  el  estandarte  (como  lo  hi- 
zo]! se  arrojó  de  la  puente  en  el  rio  Ebro  que  por  dé- 
balo pasa. 

^  Destos  principios  se  vinoá  rompimiento  y  á  las  pu- 
ñadas. £1  rey  don  Enrique  nombró  por  general  de 
aquella  guerra  á  su  hijo  ei  infante  don  Juan»  que  rom- 
pió por  las  tierras  de  Navarra ,  taló  los  campos ,  hizo 
presas  de  hombres  y  de  ganados,  tomó  á  la  Guar- 
dia y  á  Víana,  quemo  á  Larraga  y  Artajona.  El  odio 
con  que  peleaban ,  era  implacable;  á  ninguna  cosa 
perdonaban,  en  que  el  fuego  y  la  espada  se  pudiesen 
emplear.  Mucho  padecían  los  navarros ,  pues  en  uu 
mismo  tiempo  eran  forzados  á  sustentar  la  guerra 
contra  dos  reyes  muy  poderoscs ,  sin  ser  bastantes 
para  contrastar  al  uno  solo ,  á  su  grandeza  y  poder. 
Esto  pasaba  el  año  que  se  contó  de  Cristo  de  1378, 
alegre  para  Castilla ,  para  las  demás  naciones  de  la 
cristiandad  aciago.  Hallábase  el  rey  de  Castilla  en 
Burgos,  presto  para  acudir  á  las  cosas  de  la  guerra, 
y  alegre  por  las  buenas  nuevas  que  le  venían  de  Na- 
varra. Junto  con  esto  celebraba  en  aquella  sazón  y 
ciudad  las  bodas  de  sus  hijos.  Don  Alonso  conde  de 
Gijon  su  hijo  bastardo  estaba  concertado  con  doña 
l^dbel  hija  otrosí  fuera  de  matrimonio  del  rey  de  Por- 
tugal :  era  el  conde  mozo  liviano  y  mal  inclinado; 
huyóse  con  color  de  no  quererse  casar,  hízole  su 
padre  volver  del  camino,  y  finalmente  se  efectuó  el 
matrimonio. 

Concertó  asimismo  otras  dos  hijas  bastardas  que 
tenia,  con  los  dos  hijos  de  don  Alonso  de  Aragón 
conde  de  Denia  y  marqué?  de  Villena:  la  mayor  por 
nombre  doña  Juana  casó  luego  con  don  Pedro  el  hijo 
menor,  cuyos  hijos  fueron  el  famoso  don  Enrique  de 
Villeoa  y  don  Alonso.  Doña  Leonor  la  menor  quedó 
desposada  con  doa  Alonso  á  la  s;izon  ausente,  y  en 
poder  de  ingleses  por  prenda  del  rescate  quesu  padre 
concertó  cuando  á  él  misino  le  prendieron  en  la  bata- 
llado Najara:  bodas 'que  por  entonces  se  dilataron 
por  esta  causa,  y  después  nunca  se  efectuaron.  Con- 
certáronse otrosí  desposorios  de  doña  Beatriz  hija  le- 
gítima del  Portugués  con  don  Fadrique  hijo  bastardo 
del  rey  de  Castilla.  En  Roma  falleció  el  papa  Grego- 
rio XI  á  los  veinte  y  siete  de  marzo.  Hechas  las  hon- 
ras al  difunto  como  es  de  costumbre ,  se  juntaron  en 
cónclave  los  cardenales  para  nombrar  sucesor.  Acu- 
dieron los  senadores  y  la  nobleza  romana  para  supli- 
calles  no  desamparasen  á  Roma ,  ni  se  vol  viei^en  é 
Francia,  que  pues  la  iglesia  era  Roma,  nombrasen 
ponlííice  de  aquella  ciudad:  las  menguas  y  revueltas 
pasadas  los  moviesen  á  compasión  de  la  que  era  ca- 
beza dé  la  cristiandad,  origen  y  albergo  de  toda  san- 
tidad. Juntaban  con  los  ruegos  amenazas  :  que  el 


pueblo  estaba  tan  alterado,  que  con  razón  se  podrin 
temer  no  se  descomidiese  y  resultase  algún  gravees- 
cándalo. 

Hallábanse  en  el  cónclave  cuatro  cardenales  ita- 
líanos ,  y  trece  franceses ;  los  intentos ,  trazas  y  vo- 
luntades de  todo  punto  diferentes  y  contrarías.  La 
vocería  v  estruendo  del  pueblo  los  atemorizaba  y  aun 
enfrenaba ,  que  con  las  armas  en  la  mano  decía  á 
gritos :  Por  Dios  cruciflcado  dadnos  pontíGce  romaoo 
a  lo  menos  italiano.  Con  esto  A  los  nueve  de  abril  sa- 
lió por  papa  Bartolomé  Bi^tillo  Neapolitano,  arzobis- 
po de  Barí:  en  el  pontificado  se  llamó  Urbano  Vi. 
Entre  el  ruido  y  regocijo  del  pneblo  algunos  carde- 
nales se  retiraron  al  castillo  de  San  Anfrel ,  otros  se 
salieron  fuera  de  la  ciudad ,  los  mas  se  fueron  á  sus 
casas.  Quejábanse  de  la  fuerza  y  ponían  dolencia  en 
la  elección;  pero  todos  de  común  crmsetitímientosea 
por  estar  mudados  de  voluntad,  sea  por  conformarse 
con  el  tiempo ,  se  hallaroQ  á  la  coronación  del  nueTo 
papa ,  que  se  hizo  á  los  diez  y  ocho  de  abril ,  que  fue 
el  principal  fundamento  en  que  estribó  la  defensa  de 
Urbano  en  el  scísma'  gravísimo  que  luego  resultó; 
porque  si  fueron  forzados ,  ¿qué  les  movió  á  volver  á 
Roma  y  hallarse  á  la  coronación  ?  y  si  de  voluntad 
eligieron ,  ¿  qué  desvarío  retratar  con  daño  coman 

Íf  tan  grave  lo  que  una  vez  aprobaron?  Alegaban  que 
os  caminos  estaban  tomados,  y  todos  ios  pasos  con 
guardas  de  soldados:  color  y  capa  que  tomaron;  como 
á  la  verdad  no  pudiesen  llevar  la  severidaddel  nuevo 
pontífice ,  mayor  por  ventura  que  podían  llevar  tiem- 
pos tan  estragados. 

Urbano  también  se  pudiera  templar  algún  tanto 
de  suerte  que  la  gente  no  se  alterara,  acomodarse á 
lo  presente ,  y  desear  lo  meior  para  adelante.  Loeco 
al  principio  de  su  pontificado  quitó  el  gobierno  óeíi 
Campaniaá  Honorato  Cayetano  conde  de  Fundí:  oca- 
sión cual  deseaban  los  cardenales  mal  contentos  para 
intentar  novedades  y  alterar  la  paz  de  la  iglesia,  que 
con  achaque  de  ios  grandes  calores  y  elcieío  de  Roma 
mal  sano  se  salieron  de  Roma ,  y  por  diversoscamíDO$ 
se  juntiU'on  en  Fundí.  En  esta  ciudad  á  los  diez  y 
nueve  de  setiembre  nombraron  por  papa  á  Roberto 
cardenal  de  Ginebra  con  nombre  de  Clemente  Vil, 
que  fue  dar  priocipio  al  scísma,  y  á  los  debates  en- 
tre los  dos  pontífices,  y  á  las  descomuniones  y  cen- 
suras que  el  uno  contra  el  otro  fulminaron.  El  papa 
Urbano  para  suplir  el  colegio  y  consistorio  en  un  dia 
crió  veinte  v  nueve  cardenales  de  diversas  naciones, 
varones  toaos  señalados.  Clemente  se  partió  luego 
para  Aviñon  con  harta  duda  de  la  cristiandad  sobre 
cual  fuese  el  verdadero  papa.  Los  italianos ,  los  ale- 
manes y  los  ingleses  seguían  al  papa  Urbanoj  los 
franceses  y  los  escoceses  á  Clemente ;  los  españoles 
al  principio  estuvieron  neutrales  y  á  la  mira,  sí  bien 
de  la  una  y  de  la  otra  parte  les  hacían  gran  instancia 
con  embajadis  para  que  se  declarasen. 

CAPITULO  n. 

Oe  la  muerte  del  rey  don  Enrique. 

En  el  mismo  tiempo  que  la  república  cristiana  se 
comenzaba  á  turbar  con  el  scísma  dedos  pontífices 
que  se  continuó  por  largos  años,  los  portugueses, 
gozaban  de  una  larga  y  grande  paz,  cuanto  á  lo  de- 
más las  cosas  de  aquel  reino  no  se  podían  hallar  en 
peor  estado.  La  reina  apoderada  del  rey  mssdeloqne 
íuera  razón.  La  fama  de  su  honestidad  no  tal ,  ni  tan 
buena.  Decían  tenia  puestos  los  ojos  y  la  afición  ea 
don  Juan  Fernandez  de  Andeiro  conde  de  l'ren.  A 
sus  parientes  y  aliados  solamente  se  daban  los  cargos 
y  coDíemos;  la  demás  nobleza  por  el  mismo  caso  es- 
tana  descontenta  y  perseguida;  ó  de  ciliada,  6  al 
descubierto.  Amenazaba  alguna  gran  te^npestadt  j^ 
cuyo  miedo  el  infante  don  Donís  hermano  de  aqoel 
rey  se  retiró  á  Castilla ,  como  queda  díciio  de  suso. 


HISTORU  DK  ESPAÑA 


553 


Poco  después  bizo  lo  mismo  el  infante  don  Juan  su 
hermano.  A  don  Juan  hermano  de  los  mismos ,  aun- 
que bastardo,  y  maestre  de  Avis,  pusieron  en'prision 
y  le  amenazaron  de  muerte:  él  como  prudente  acor- 
dó disimular  y  acomodarse  al  tiempo ,  y  con  algunos 
servicios  y  muestras  de  dolor  aplacar  el  ánimo  irritado 
de  la  reina.  En  Lisboa  cabeza  de  aquel  reino  se  forta- 
leció con  muros  la  parte  mas  baja  de  aquella  ciudad, 
que  remata  con  el  mar.  Hizo  esto  el  rey  don  Fernan- 
do asi  por  el  daño  que  por  aili  se  recibió  ios  años  pa- 
sados, como  para  pertrecharse  y  apercebirse  para 
todo  lo  que  pudiese  suceder. 

Los  dos  pontífices  no  se  descuidaban  en  solicitar 
por  sus  legados  ¿  los  reyes  de  España  para  que  se 
declarasen.  El  de  Aragón  todavía  se  quiso  estar  neu- 
tral ,  bien  que  sentido  en  particular  del  pontífícn 
Urbano  que  trataba  de  desposeelle  de  Cerdeña  y  de 
Sicilia :  todavía  fio  dio  lugar  que  en  su  reino  se  leye- 
sen los  edictos  que  Clemente  contra  él  fulminaba. 
Solo  proveyó  que  las  rentas  eclesiásticas  y  aprove- 
chamientos que  pertenecen  al  papa,  se  pusiesen  en 
tercería  en  poder  de  un  depositario ,  (¡ue  las  tuviese 
de  manifiesto,  basta  tanto  que  la  Iglesia  determinase 
á  quién  se  debia  acudir  con  ellas.  Los  legados  de  Ur- 
bano enviados  al  rey  don  Enrique ,  le  hallaron  en 
Córdoba,  do  era  ido  para  proveer  á  las  cosas  del  An- 
dalucía. Pedían  en  nombre  del  que  los  enviaba,  que 
le  tuviese  por  verdadero  pontífice,  y  declarase  á  su 
competidor  por  falso,  elegido  contra  los  cánones  y 
derecho.  Oyólos  benignamente,  pero  antes  de  resol- 
verse en  negocio  tan  grave  acordó  juntar  en  Toledo 
las  personas  (i)  mas  señaladas  del  reino  para  deter- 
minar loque  se  debia  responder.  Hallábase  en  aquella 
ciudad  el  infante  don  Juan  su  hijo  de  vuelta  de  la 
guerra,  y  con  intento  de  pasar  el  invierno  en  aque- 
llas partes.  Acudieron  embajadores  del  rey  de  Fran- 
cia ,  que  vinieron  á  hacer  las  partes  de  Clemente. 
Hizose  la  junta ,  los  obispos ,  los  ricos  hombres  y 
letrados  qUe  en  ella  se  hallaron,  habido  su  acuerda, 
finaknente  respondieron  no  tocaba  á  ellos  el  juicio  y 
determinación  de  aquella  controversia ,  mas  que  es- 
taban prestos  de  seguir  lo  que  la  iglesia  en  el  caso 
determinase ,  y  en  el  entretanto  las  rentas  y  proven- 
tos pertenecientes  al  papa  estarían  guardados  para  el 
que  ella  juzgase  era  verdadero  papa.  Con  esta  res- 
puesta se  volvieron  los  embajadores  el  año  de  1379. 

Don  Enrique  se  fue  de  allí  á  Burgos,  donde  estan- 
do apercibiendo  las  cosas  necesarias  para  la  guerra 
de  Navarra,  le  vinieron  embajadores  de  parte  de  aquel 
rey,  hombres  muy  principales ,  con  muy  cumplidos 
poderes  para  hacer  conciertos  de  paz,  que  se  asentó 
nnalmente  con  estas  coadieiones :  que  saliesen  de 
Navarra  todos  los  soldados  ingleses:  que  para  mayor 
seguridad  veiote  fuerzas,  y  entre  ellas  fuesen  las  tres 
Estella,  TudelayViana,  por  diez  años  tuviesen  guar- 
nición de  castellanos :  que  el  rey  de  Castüla  para 
ayuda  de  los  gastos  hechos  en  aquella  guerra  prestase 
al  de  Navarra  hasta  en  cantidad  de  veinte  mil  ducados 
luego  que  se  firmasen  las  paces.  Concluido  el  con- 
cierto, los  dos  re ^ es  se  vieron  en  Santo  Domingo  de 
la  Calzada.  Llevaron  grao  repuesto ,  y  á  poi  fia  pre- 
tendía cada  cual  aventajarse  en  todo  género  de  gran- 
deza, cortesía  y  comedimiento. 

El  rey  de  Granada  por  el  mismo  caso  se  recelaba  no 
revolviesen  las  fuerzas  de  los  cristianos  en  daño  suyo. 
Acusábale  su  conciencia  con  lo  que  hizo  en  tiempo 
del  rey  don  Pedro  en  su  ayuda :  no  se  persuadía  es- 
tuviese el  rey  don  Enrique  olvidado,  ni  que  le  faltase 
voluntad  de  tomar  de  todo  enmienda.  Las  fuerzas  no 

(1)  Hubo  tres  juntas  para  determinar  un  negocio  de  tanta 
importancia, una  en  Toledo,  otra  en  las  cortes  de  Illescas 
y  otra  en  Burgos^  resolviéndose  en  todas  ellas  unánimemente 
estar  al  juicio  de  todos  los  cristianos  que  fallasen  cual  era  el 
verdadero  papa. 

TOMO   I, 


eran  bastantes,  si  se  venia  ú  rompimiento  y  á  las  pu- 
ñadas. Acordó  valerse  de  arte  y  de  maña.  Persuadió  á 
un  moro  que  con  muestra  de  huir  de  Granada  se  pasase 
á  Castilla,  y  procurase  darla  muerte  al  rey.  El  moro  era 
sagaz  como  la  pretensión  lo  pedia :  procuró  ganar  la 
gracia  del  rey  ya  con  servicios  á  proposito,  ya  con  ricas 
joyas  y  preseas  que  le  presentaban.  Entre  los  demás 
presentes  le  dio  unos  borceguíes  á  la  morisca  muy 
vistosos  y  primos;  pero  inficionados  de  veneno  mor- 
tal. Así  lo  atestiguan  autores  muy  graves:  conseja 
áque  dio  crédito  la  dolencia  que  desde  que  se  los  cal- 
zó, le  sobrevino,  que  en  diez  días  le  acabó  en  la  mis- 
ma ciudad  de  Santo  Domingo;  su  muerte  fuedoniingo 
á  los  veinte  y  nueve  del  mes  de  mayo.  Bien  es  verdad 

3ue  autores  mas  atentados  y  graves  testifican  falleció 
e  mal  de  gota.  Vivió  cuarenta  y  seis  años  y  cinco 
meses;  reinó  después  que  se  llamó  rey  en  Calahorra 
trece  años  y  dos  meses.  Varón  de  los  mas  señalados, 
y  príncipe  en  la  prosperidad  y  adversidad  cons- 
tante contra  los  encuentros  de  la  fortuna ,  de  agudo 
consejo  y  presta  ejecución,  y  que  el  mundo  le  puede 
llamar  bienaventurado  por  la  venganza  que  tomó  de 
las  muertes  de  su  madre  y  de  sus  hermanos  con  la 
sangre  del  matador ,  y  con  quítalle  de  la  cabnza  la 
corona.  Ejemplo  finalmente  con  que  se  muestra  que 
la  falta  del  nacimiento  no  empece  á  la  virtud  y  al  va- 
lor, Y  que  si  enfrenara  sus  apetitos  deshonestos  en 
que  fue  suelto,  pudiera  competir  con  los  reyes  anti- 
guos mas  señalados.  La  franqueza  demasiada  de  que 
algunos  le  tachan,  disculpa  asaz  la  revuelta tle  los 
tiempos,  y  la  codicia  de  los  nobles,  que  no  se  deja- 
ban granjear  sino  á  precios  grandes  y  escesivas  mer- 
cedes ;  además  que  estaba  puesto  en  razón  hiciese 
Sarte  de  los  premios  de  la  victoria  á  los  que  se  la  ayu- 
aron  á  ganar  y  se  hallaron  á  los  peligros  y  trabajos. 
Todavía  en  su  testamento  corrigio  en  gran  parle  esta 
liberalidad  con  escluir  de  la  herencia  de  aquellos  es- 
tados que  dio,  á  los  deudos  transversales ,  y  admitir 
solamente  á  los  decendientes  hijos  y  nietos  :  traza 
con  que  gran  parte  de  los  pueblos  que  por  esta  Ciiusa 
se  enajenaron,  y  délas  donaciones  Enriqueñas,  han 
vuelto  á  la  corona  real. 

Hallóse  á  su  muerte  don  Juan  Manrique  obispo  de 
Sigúenza:  con  él  comunicó  sus  cosas ,  y  nombrada- 
mente con  él  envió  á  don  Juan  su  hijo  los  avisos  si- 
guientes: que  en  el  scisma  que  corría,  no  se  inclina- 
se fáeilmenteá  ninguna  de  lus  partes:  trajese  siempre 
ante  sus  ojos  el  santo  temor  de  Dios  y  el  amparo  de 
su  Iglesia:  conservase  con  todas  las  fuerzas  y  con 
toda  buena  correspondencia  la  amistad  de  Francia, 
de  donde  les  vino  en  sus  cuitas  el  remedio :  pusiese 
en  libertad  todos  los  cautivos  cristianos:  procurase 
buenos  ministros  y  criados,  que  son  el  todo  para  go- 
bernar bien;  advirtióle  empero ,  que  de  tres  raleas  y 
suertes  de  gentes  que  se  hallaban  en  el  reino,  los  que 
siguieron  su  parcialidad ,  los  que  al  rey  dqn  Pearo, 
y  los  que  se  mantuvieron  neutrales;  á  los  primeros 
conservase  las  mercedes  que  él  les  hizo,  mas  que  de 
tal  suerte  se  fiase  dellos ,  que  se  recelase  de  su  des- 
lealtad y  inconstancia:  á  los  segundos  podría  come- 
ter cualesquier  oficios  y  cargos ,  como  á  personas 
constantes,  y  (]ue  procurarían  recompensar  con  sus 
buenos  servicios  las  ofensas  pasadas  ,  y  hacer  con 
toda  lealtad  y  cuidado  lo  que  les  encomendase:  á  los 
terceros  mantuviese  en  justicia ,  mas  no  les  encar- 
gase cuidado  al^uno^  ni  gobierno  del  reino ,  como  á 
personas  que  mirarían  mas  por  sus  particulares,  que 
por  el  pro  común. 

Llevaron  su  cuerpo  de  aquella  ciudad  en  que  fa- 
lleció, á  la  de  Burgos:  acompañóle  su  hijo  don  Juan 
ya  rey.  Deposit¿íronle  en  el  sagrario  de  la  iglesia  Ma- 
yor en  la  capilla  de  Santa  Catalina ;  las  honras  le  hi- 
cieron con  real  aparato  y  toda  muestra  de  magostad* 
De  allí  le  pasaron  á  Valladolid,  y  al  fin  del  mismo 
año  á  una  capilla  que  se  labró  á  costa  del  rey  en  Tu- 

24» 


iro 


)6 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR   T  ROIG. 


ledo  en  aquella  parte  de  la  iglesia  Mayor  que  estaba 
junto  á  la  torre  principal ,  en  que  por  tradición  de 
padres  á  hiíos  se  tiene  por  cierto  qué  puso  los  pies  la 
Sagrada  Virgen  cuando  bajó  del  cielo  para  honrar  á 
su  sierro  Ilderonso.  Esta  capilla  en  tiempo  del  empe- 
rador don  Carlos  se  pasó  á  otra  parte,  donde  al  pre- 
sente están  enterrados  los  cuerpos  deste  rey ,  de  su 
bijo  y  nieto  que  le  sucedieron ,  y  de  las  reinas  sus 
mujeres  en  seis  sepulcros  de  obra  curiosa  y  prima, 
cada  uno  con  su  letrero.  Asisten  en  esta  capilla,  y 
en  ella  celebran  los  oficios  treinta  y  seis  capellanes, 
con  muy  buenas  rentas ,  que  para  sustentarse  les 
señalaron  y  tienen.  Mandósefes  sepultar  con  el  hábito 
de  Santo  Domingo  por  el  amor  y  devoción  que  él  te- 
nia á  la  memoria  de  aquel  santo  su  pariente:  de  cuyo 
orden  tenian  otrosi  costumbre  los  reyes  ae  tomar 
confesor. 

Murió  también  por  aquel  tiempo  el  rey  moro  ,  á 
quien  sucedió  Mahomad ,  llamado  por  sobrenombre 
el  de  Guadix  por  la  curiosidad  que  tuvo  de  hermosear 
y  engrandecer  aquella  ciudad.  Este  por  haber  tenido 
el  remo  con  quietud  y  sin  alteraciones  civiles  puede 
ser  tenido  por  mas  aventajado  y  dichoso  que  todos 
sus  antepasados.  El  rey  de  Aragón  aunque  viejo  y 
anciano  se  tornó  nuevamente  á  casar:  tomó  por  mu- 

t'er  á  Sibyla  Fortia,  que  era  una  dama  viuda  de  gran 
lermosura ,  por  la  cual  la  prefirió  al  casamiento  con 
3ue  le  convidaban  de  Juana  reina  de  Ñapóles.  Tuvo 
os  hijos  deste  casamiento  que  murieron  en  su  tier- 
na edad,  y  una  hija  llamada  Isabel  que  adelante  casó 
con  el  conde  de  Urge!. 

CAPITULO  III. 

De  cómo  comenzó  á  reinar  el  rey  don  Juan. 

El  rev  don  Juan ,  concluido  el  enterramiento  y 
honras  de  su  padre,  recibió  en  Burgos  en  las  Huelgas 
la  corona  del  reino  en  edad  que  era  de  veinte  y  un 
años  y  tres  meses.  Juotamente  con  él  se  coronó  su 
mujer  la  reina  doña  Leonor.  Armó  caballeros  á  cien 
mancebos  la  flor  de  la  caballería ,  con  las  ceremo- 
nias que  se  acostumbraban  en  aquel  tiempo»  Demás 
desto  á  aquella  nobilísima  ciudad ;  por  los  gastos  que 
en  tal  solemnidad  le  fue  necesario  hacer,  y  en  pre- 
mio de  su  bien  probada  lealtad,  le  hizo  donación  de 
la  villa  de  Pancorvo.  Teníanse  cortes  en  aquella  ciu- 
dad, en  que  se  establecieron  muchas  cosas  (f):  una, 
que  el  clérigo  de  menores  órdenes  casado  pechase; 
pero  que  .«i  fuese  soltero,  como  trajese  abieru  la  co- 
rona y  hábito  clerícal,  gozase  del  privilegio  de  la  igle- 
sia. Fueron  grandes  las  alecrías  y  fiestas  que  se  hi- 
cieron por  todo  el  reino  oor  la  coronación  del  nuevo 
rey ,  tanto  con  mayor  afición  y  voluntad  cuanto  mas 
confiaban  que  el  hijo  saldría  semejable  á  su  padre 
en  todo  género  de  virtud  y  caballería,  porque  era  de 
noble  condición ,  dócil  ingenio ,  apacibles  costum- 
bres, y  un  alma  compuesta  y  inclinada  á  todas  obras 
tie  piedad;  no  de  precipitado  ó  arrebatado  juicio,  si- 
no mclinado  á  oir  el  ajeno :  era  bajo  de  cuerpo    pe- 
ro en  su  aspecto  representaba  magestad. 

Luego  que  tomó  el  cuidado  del  reino,  lo  primero 
en  que  puso  mano,  fue  en  señalarse  por  amigo  de  los 
franceses,  y  así  hizo  poner  luego  á  punto  una  arma- 
rla ,  y^  enriarla  contra  Juan  de  Monforte  duque  de 
BreUña,üqu¡en  por  el  favor  que  daba  á  los  ingleses, 
aquel  rey  y  su  consejo  le  dieron  por  enemigo  de  la 
corona  de  Francia,  y  coa  público  preí^on  adjudicaron 
sus  bienes  y  esUdo  al  fisco  real.  Corrióla  armada  toda 
a  cosU  de  Bretaña,  y  en  ella  ganó  una  fuerza  que 
llaman  Gayo.  El  rey  pasó  en  Burgos  lo  reslante  del 
estío.  Esta  pública  alegría  dos  coáas  que  acontecie- 

(\)  Se  confirmaron  los  privilcjfios  y  franquezas  que  los 
reyes  sus  aiilccúiores  habían  estable  nd)  con  las  ciudades 
pnncipdes  de  su  reino. 


ron^  la  una  la  aguó  aleo,  y  la  otra  la  aumentó.  La 
primera  fue  que  un  judio  llamado  Joseph  Pico,  muy 
principal  entre  los  suyos  j  muy  rico,  fue  muerto  por 
engaño  y  envidia  de  su  misma  gente.  Era  este  reco- 

Seaor  general  de  las  alcabalas  reales  y  tesorero ,  por 
onde  vino  á  tener  gran  cabida  y  autoridad  con  to- 
dos. Algunos  de  su  nación ,  judíos  hombres  princi- 
póles (no  se  sabe  por  qué)  le  tenian  mala  voluntad,  y 
con  este  odio  dieron  traza  de  matalle.  Para  esto  por 
engaño  sin  entender  el  rey  lo  que  hacia ,  ganaron 
una  provisión  real  en  que  mandaba  fuese  luego  muer- 
to ,  cogieron  de  presto  al  verdugo  real  ó  inducido  con 
el  mismo  engaño,  ó  sobornado  con  dineros,  lo  cual 
se  puede  sospechar ,  pues  tan  de  rebato  usó  de  su 
oficio.  Acudieron  á  la  casa  de  Joseph  que  estaba  bien 
seguro  de  tal  caso,  en  que  de  improviso  le  acabaron . 
Conocido  el  engaño,  se  hizo  justicia  de  los  culpados, 
y  se  le  auitó  á  esta  nación  la  protestad  que  tenia  y  el 
tribunal  para  juzgar  los  negocios  y  pleitos  de  los  su- 
yos :  desorden  con  que  habían  hasta  allí  disimulado 
los  reyes  por  la  necesidad  y  apresura  de  las  rentas 
reales,  y  ser  los  judíos  gente  que  también  saben  los 
caminos  de  allegar  dinero. 

Materia  de  cootento  estraordinario  fue  el  bijo  que 
nació  al  rey  en  Burgos  á  los  cuatro  de  octubre ,  su- 
cesor que  fue  y  heredero  de  sus  estados :  su  nombre 
don  Enrique  por  memoria  de  su  abuelo ,  y  para  quf* 
remedase  su  valor  y  virtudes.  En  fin  deste  año  y 
principio  del  siguiente,  que  se  contó  de  1380 «  las 
lluvias  fueron  grandes  y  continuas  en  demasía :  sa- 
lieron con  las  avenidas  ae  madre  Us  ríos,  rebalsaron 
los  campos  y  las  labradas  y  sembrados,  en  particular 
el  río  Ebro  cerca  de  Zaragoza  rompió  los  reparos  y 
tomó  otro  camino^  de  guisa  que  para  hacelle  volver 
á  su  curso  se  gastó  mucho  trabajo  y  dinero.  De  Bur- 
gos pasó  el  rey  á  Toledo ,  ciudad  en  que  de  nuevo 
hizo  las  honras  de  su  padre,  y  puso  su  cuerpo  coico 
queda  dicho  en  su  sepulcro  de  asiento.  Partió  para 
el  Andalucía  con  intento  de  acudir  á  la  ayuda  de 
Francia  contra  los  ingleses.  Armó  en  Sevilla  veinte 
galeras ,  con  que  el  almirante  Fernán  Sánchez  de 
Tovar  que  iba  por  general  costeadas  las  riberas  de 
España  y  de  Francia,  no  paró  hasta  llegar  á  Ingala- 
terra.  y  por  el  rio  Támesis  arriba  dar  vSta  á  la  ciu- 
dad de  Londres  cabeza  de  aquel  reino,  con  gran 
mengua  y  cuita  de  aquella  gente  y  ciudadanos ,  que 
veían  la  armada  enemiga  á  sus  puertas  ,  talados  sus 
campos ,  quemadas  sus  alquerías  y  casas  de  campo 
sin  poderlo  remediar. 

La  discordia  entre  los  pontífices  andaba  mas  viva 
que  nunca :  castigo  de  los  muchos  pecados  del  pue- 
blo y  de  las  cabezas.  El  mayor  daño  y  que  hacia  mas 
incurable  la  do/encía ,  que  cada  cual  de  las  partes 
tenia  sus  valedores ,  personas  en  letras  y  santidad 
eminentes  hasta  señalarse  con  milagros.  ¿Qué  podb 
con  esto  hacer  el  pueblo  ?  ¿qué  parüdo  debia  seguir? 
Ardía  el  pontífice  Urbano  en  un  vivo  deseo  de  tomar 
emienda  de  la  reina  de  Ñapóles  causadora  principal 
de  aquel  sciíma,  ca  sí  no  fuera  con  su  sombra,  no 
acometieran  ios  cardenales  á  ejecutar  lo  que  hicie- 
ron. Para  atender  á  esto  con  mayores  fuerzas  y  mas 
de  propósito  hizo  paces  con  florentínes  y  perusinos, 
y  otros  pueblos  que  no  le  querían  reconocer  home- 
naje y  andaban  alborotados.  Convidó  á  Carlos  duque 
de  Durazo  á  pasar  en  Italia  con  intención  que  le  dio 
y  promesa  de  hacelle  rey  de  Ñapóles.  Este  Carlos 
estaba  casado  con  Margarita  su  prima  hermana,  hija 
que  fue  de  su  tio  Garios  duque  de  Durazo:  marido  v 
mujer  eran  bisnietos  de  Carios  Segundo  rey  de  Ña- 
póles ,  como  queda  deducido  de  suso.  Aceptólas 
ofertas  dífl  pontífice,  ayudóle  con  gente  y  dinero  Ln- 
dovico  rey  dd  Hungría  por  el  odio  qae  tenia  contra  la 
reina,  por  la  muerte  que  dio  á  su  marido  Andreasso 
hermano  del  Húngaro.  Demás  desto  la  soítura  desU 
reina  en  materia  ile  honestidad  era  muy  conocida.  La 


HISTORU  DE  ESPAÑA. 


569 


y  nueve dias.  Era  peque&o  de  cuerpo,  no  muy  sano, 
su  ánimo  muy  vivo ,  amigo  de  honra  y  de  represen- 
tar en  todas  sus  cosas  grandeza  y  magestau ,  tanto 
que  le  llamaron  e!  rey  don  Pedro  el  Ceremonioso. 
Mantuvo  guerra  á  grandes  principes  sin  socorro  de 
estrenos  solo  con  su  valor  y  buena  maña  :  en  llevar 
Jas  pérdidas  y  reveses  daba  clara  muestra  de  su  gran- 
de ánimo  y  valor.  Estimó  las  letras  y  los  letrados; 
aíiclonóse  mas  particularmente  á  la  astrología  y  á  la 
alquimia ,  que  enseña  la  una  á  adivinar  lo  venidero, 
la  otra  mudar  por  arte  los  metales^  si  las  debemos 
llamar  ciencias  y  artes ,  y  no  mas  ama  embustes  de 
hombres  ociosos  y  vanos.  Sepultáronle  en  Barcelona 
de  presente :  de  allí  le  trasladaron  á  Poblete ,  según 
que  lo  dejó  mandado  en  su  testamento. 

Al  rey  de  Ñapóles  acarreó  la  muerte  el  deseo  de 
«nsancliar  y  acrecentar  su  estado.  Los  principales 
de  Hungría  por  muerte  de  Luis  su  rey  le  convidaron 
eon  aquella  corona  como  al  deudo  mas  cercano  del 
diruoto :  acudió  á  su  llamado.  La  reina  viuda  le  hos- 

Íiedó  en  Buda  magniñcamente  ;  las  caricias  fueron 
álsas,  ¡wrque  en  un  banquete  que  le  tenia  apareja- 
do, le  hizo  alevosamente  matar  :  tanto  pudo  en  la 
madre  el  dolor  de  verse  privada  de  su  marido,  y  á 
«u  hija  Marfa  escluida  de  la  herencia  de  su  padre.  De 
su  mujer  Margarita,  cuya  hermana  Juana  casó  con 
el  infante  de  Navarra  don  Luis ,  según  que  de  suso 
^ueda  apuntado ,  dejó  dos  hijos,  á  Ladislao  y  á  Juana 
reyes  de  Ñápeles  uno  en  pos  de  otro ,  de  que  resulta- 
ron en  Italia  guerras  y  males :  el  hijo  era  de  poca 
edaii,  la  hija  mujer,  y  de  poca  traza. 

El  de  Navarra  de  dias  atrás  estaba  doliente  de  le* 
pra ;  corrió  la  fama  que  murió  abrasado :  usaba  por 
consejo  de  médicos  de  baños  y  fomentaciones  de  pie- 
dra zufre  :  cayó  acaso  una  centella  en  los  lienzos  con 
que  le  envolvían :  emprendióse  fuego .  con  que  en 
un  punto  se  quemaron  las  cortinas  del  lecho  y  todo 
iu  al.  Díóse  comunmente  crédito  á  lo  que  se  decia  en 
esta  parte  ,  por  su  vida  poco  concertada ,  que  fue 
cruel ,  avaro ,  y  suelto  en  demasía  en  los  apetitos  de 
su  sensualidad.  Su  hija  menor  por  nombre  doña  Jua- 
na ya  el  setiembre  pasado  era  ida  por  mar  á  verse 
con  su  esposo  Juan  de  Monforte  duque  de  Bretaña. 
Tuvo  esta  señora  noble  generación ,  cuatro  hijos, 
.sus  nombres  Juan ,  Artus ,  Guillelmo ,  Ricardo ,  y 
tres  hijas.  Sucedió  en  la  corona  de  Navarra  el  hijo 
del  difunto ,  que  se  llamó  asimismo  don  Carlos,  ca- 
sado con  hermana  del  rey  de  Castilla  y  amigo  suyo 
muy  grande.  Con  la  nueva  de  la  muerte  de  su  padre 
de  Casulla  se  partió  á  la  hora  para  Navarra ,  y  hechas 
las  exequias  al  difunto,  j  tomada  ja  corona ,  hizo 
que  en  las  cortes  del  remo  declarasen  al  papa  Cle- 
mente por  verdadero  pontífice ,  que  hasta  entonces 
á  ejemplo  de  Aragón  se  estaban  neutrales  sin  arrí- 
rnarse  a  ninguna  de  las  partes. 

Los  maliciosos,  como  es  ordinario  en  todas  las 
cosas  nuevas,  y  el  vulgo  que  no  perdona  nada  ni  á 
Hiidie,  sospechaban  y  aun  decían  que  en  esta  decla- 
ración se  tuvo  mas  cuenta  con  la  voluntad  de  los  re 
yes  de  Francia  y  de  Castilla  que  con  la  equidad  y  ra- 
zón. El  rey  de  castilla  asimismo  en  gracia  del  nuevo 
^7  I  7  por  obligalle  mas ,  quitó  las  guarnicio- 
nes que  tenia  de  castellanos  en  algunas  fortale- 
zas y  plazas  de  Navarra  en  virtud  de  los  acuerdos 
pasados,  y  para  que  la  gracia  fuese  mas  colma- 
da, le  hizo  suelta  de  gran  cantia  de  moneda  que  su 
padre  le  debía :  obras  de  verdadera  amistad.  Con 

3ue  alentado  el  nuevo  rey  volvió  su  ánimo  á  recobrar 
e  los  reyes  de  Ingalaterra  y  de  Francia  muchas  pla- 
zas que  en  Normandía  y  en  otras  partes  quitaron  á 
tuerto  á  su  padre.  Acordó  enviar  ai  uno  y  al  otro 
embajadas  sobre  el  caso.  Podíase  esperar  cualquier 
buen  sucosa  por  ser  ellos  tales  que  i  porfia  se  pre- 
tendían señalar  en  todo  género  de  cortesía  y  huma- 
nidad :  contienda  entre  príncipes  la  mas  honrosa  y 


real.  Además  que  la  nobleza  del  nuevo  rey,  su  libe- 
ralidad ,  su  muy  suave  condición ,  junto  con  las  de- 
más  partes  en  que  á  ninguno  reconocía  ventaja 
prendaban  los  corazones  de  todo  el  mundo:  en  que 
se  mostraba  bien  diferente  de  su  padre.  El  sobrenom* 
bre  que  le  dieron  de  Noble,  es  desto  prueba  bastante. 
En  doña  Leonor  su  mujer  tuvo  las  infantas  Juana» 
María,  Blanca,  Beatriz,  Isabel.  Los  infantes  Carlos 
y  Luis  fallecieron  do  pequeña  edad.  Don  Jofre ,  ha- 
bido fuera  de  matrimonio,  adelante  fue  mariscal,  y 
marqués  de  Cortes ,  primera  cepa  de  aquella  casa. 
Otra  hija  pol*  nombre  doña  Juana  casó  con  Iñigo  de 
Zúíjíga  caballero  de  alto  linaje. 

En  Aragón  el  infante  don  Juan  se  coronó  asimismo 
después  de  la  muerte  de  su  padre  :  fue  príncipe 
benigno  de  su  condición  y  manso,  si  no  le  atizaban 
con  algún  desacato.  No  se  halló  al  entierro  ni  á  las 
honras  de  su  padre,  por  estar  á  la  sazón  doliente  en 
la  su  ciudad  de  Girona  da  una  enfermedad  que  le 
llegó  muy  al  cabo.  Por  lo  mismo  no  pudo  atender  al 
gobierno  del  reino ,  que  estaba  asaz  alborotado  por 
la  prisión  que  hicieron  en  las  personas  de  la  rema 
viuda  doña  Sibyla .  y  de  Bernardo  de  Porcia  su  her- 
mano y  de  otros  hombres  principales  que  todos  por 
miedo  del  nuevo  rey  se  pretendían  ausentar.  A  la 
reina  cargaban  de  ciertos  oebedizos,  que  atestigua- 
ba dio  al  rey  su  mando  un  judío :  testigo  poco  califi- 
cado para  caso  y  persona  tan  grave.  Pusieron  á  cues- 
tión de  tormento  á  los  que  tenían  por  culpados ,  y 
como  á  convencidos  los  justiciaron.  A  la  reina  y  á  su 
hermano  condenaron  otrosí  á  tortura ,  mas  no  se 
ejecutó  tan  grande  inhumanidad  :  solo  la  despojaron 
de  su  estado,  que  le  tenia  grande ,  y  para  sustentar 
hi  vida  le  señalaron  cierta  cantia  de  moneda  cada 
un  año. 

Luego  que  el  nuevo  rey  se  coronó  y  entró  en  el 
ffobierno ,  Ja  primera  cosa  que  trató ,  fue  del  scisma 
de  los  pontífices :  así  lo  dejó  su  padre  en  su  testa- 
mento mandado  so  pena  de  su  maldición ,  si  en  esto 
no  le  obedeciese.  Hobo  su  acuerdo  con  los  prelados 
y  cabnileros  que  juntos  se  hallaban  en  Barcelona:  los 

Sareceres  fueron  difereates ,  y  la  cuestión  muy  rem- 
a ;  finalmente  se  concertaron  en  declararse  por  el 
papa  Clemente ,  como  lo  hicieron  á  los  cuatro  de  fe- 
brero (1)  con  aplauso  general  de  todos.  Con  esto 
casi  toda  España  quedaba  por  él,  en  que  su  partido  y 
obediencia  se  mejoró  grandemente.  Para  todo  fue 
gran  parte  la  mucha  autoridad  y  diligencia  de  don 
Pedro  de  Luna  cardenal  de  Aragón  y  legado  de  Cle- 
mente en  España ,  que  para  salir  con  su  intento  no 
dejó  piedra  que  no  moviese.  Don  Juan  conde  de  Am- 
purias  era  vuelto  á  Barcelona :  asegurábale  la  estre- 
cha amistad  que  tuvo  con  aquel  rey  en  vida  de  su 
padre ,  la  fortuna  que  corrió  por  su  causa.  Suelen  los 
reyes  poner  en  olvido  grandes  servicios  por  peque- 
ños disgustos ,  V  recompesar  la  deuda ,  en  especial 
si  es  muy  grande ,  con  suma  ingratitud.  Echáronle 
mano  y  pusiéronle  en  prisión  :  el  cargo  que  le  ha- 
cían ,  y  lo  que  le  achacaban ,  era  que  intentó  valerse 
contra  Aragón  para  recobrar  su  estado  de  las  fuerzas 
de  Francia  :  grave  culpa ,  si  ellos  mismos  á  acomete- 
Ha  no  le  forzaran. 

Los  alborotos  de  Cerdeña  ponían  en  mayor  cuida- 
do :  consultaron  en  gué  forma  los  podrían  sosegar; 
ofrecíase  buena  ocasión  por  estar  los  sardos  cansados 
de  guerras  tan  largas,  y  que  deseaban  y  suplicaban 
al  rey  pusiese  fin  á  tantos  trabajos.  Acordó  el  rey  de 
enviar  por  gobernador  de  aquella  isla  á  don  Jimen 
Pérez  de  Árenos  su  camarero.  Llegado  se  concertó 
con  doña  Leonor  Arbórea  en  su  nombre  y  de  su  hijo 
Mariano  que  tenia  de  su  marido  Brancaleon  Doría, 
en  esta  forma :  que  el  juzgado  de  Arbórea  les  queda- 

(1)  El  reino  de  Aragón  se  declaró  por  dicho  papa  el  24  de 
febrero. 


570 


BIBLIOTECA  DE  CASPAR  Y  AOIG. 


se  para  siempre  por  juro  de  heredad  :  para  ios  demás 
paebios  á  que  pretendiaa  derecho ,  se  nombrasen 
jueces  á  contento  de  las  partes ,  con  seguridad  que 
estarían  por  lo  sentenciado  :  los  pueblos  y  fortalezas 
de  que  durante  la  guerra  se  apoderaron  por  fuerza,  y 
en  que  tenian  guarniciones ,  ios  restituyesen  al  pa* 
trimonio  real  y  á  su  señorío.  Firmaron  las  partes  es- 
tas capitulaciones ,  con  que  por  entonces  se  dejaron 
las  armas ,  y  se  puso  fin  á  una  guerra  tan  pesada. 


CAPITULO  XU. 
De  la  paz  que  se  hizo  con  los  ingleses. 

Las  pláticas  de  la  paz  entre  Casulla  y  Ingalaterra 
iban  adelante^  y  sin  embargo  se  continuaba  la  guer- 
ra con  la  misma  porfia  que  antes.  Seiscientos  ingle- 
ses á  caballo  y  otros  tantos  fleciieros  ( que  los  demás 
de  peste  y  de  mal  pasar  eran  muertos)  se  pusieron 
sobre  Benavente.  Los  portugueses  eran  dos  mil  de  á 
caballo  y  seis  mil  de  á  pié.  El  gobernador  que  dentro 
estaba,  por  nombre  Alvaro  Osorio,  defendió  muy 
bien  aquella  villa,  y  aun  en  cierta  escaramuza  que 
trabó  j  mató  gente  de  los  contrarios.  El  rey  de  Casti- 
lla avisado  por  la  pérdida  pasada  no  se  queria  arris- 
car, autes  por  todas  las  vias  posibles  escusaba  de  ve- 
nir á  batalla.  El  cerco  con  esto  se  contiouaba,  en 
que  algunos  pueblos  de  aquella  comarca  vinieron  á 
poder  de  los  enemigos.  £1  provecho  no  era  ta&to 
cuanto  el  daño  que  hacia  la  peste  en  los  estraños ,  y 
la  hambre  que  padecían  á  causa  que  los  naturales 
parte  alzaron ,  parte  quemaron  las  vituallas ,  vista  la 
tempestad  que  se  armaba.  Por  esto  pasados  dos  me- 
ses en  el  cerco  sin  hacer  efecto  de  mucha  considera- 
ción ,  juntos  portugueses  é  ingleses  por  la  parte  de 
Ciudad-Rodrigo  se  retiraron  á  Portugal. 

Los  soldados  aflojaban  enfadados  con  la  tardanza, 
y  cansados  con  los  males  :  olian  otrosí  que  entre  los 
príncipes  se  trataba  de  hacer  paces ,  que  les  era  oca- 
sión muy  grande  para  descuidar.  Los  mas  deseaban 
dar  vuelta  á  su  tierra  como  es  cosa  natural ,  en  espe- 
cial cuando  el  fruto  no  responde  á  las  esperanzas. 
Apretábase  el  tratado  de  la  paz;  que  estas  ocasiones: 
todas  las  facilitaban  mas.  Así  el  rey  de  Castilla  por 
tener  el  negocio  por  acabado ,  despidió  los  socorros 
que  le  venían  de  Francia,  y  todavía  si  bien  llegaron 
tarde ,  y  fueron  de  poco  provecho ,  les  hizo  entera- 
mente sus  pa^s,  parte  en  dinero- de  contado,  que  se 
recogió  del  remo  con  mucho  trabajo ,  parte  en  cédu- 
las de  cambio.  Despachó  otrosí  sus  embajadores  al 
Inglés  con  poderes  bastantes  para  concluir.  Hallába- 
se el  duque  en  Troncóse,  villa  de  Portugal.  Allí  re- 
cibió corlésmente  los  embajadores,  y  les  dio  apaci- 
ble respuesta.  A  la  verdad  á  todos  venia  bien  el 
concierto  :  á  los  soldados  dar  fin  á  aquella  cuer- 
ra  desgraciada  para  volverse  á  sus  casas ,  al  du- 
que porque  por  medio  de  aquel  casamiento  que  se 
trataba ,  hacia  á  su  hija  reina  de  Castilla ,  que  era  el 
paradero  del  debate  y  todo  lo  que  podía  desear. 
Asentaron  pues  lo  primeh)  que  aquel  matrimonio  se 
efectuase :  señalaron  á  la  novia  por  dote  á  Soria, 
Atienza ,  Almazao  y  Molina :  á  la  duquesa  su  madre 
dieron  en  el  reino  de  Toledo  á  Guadalajara ,  y  en  Cas- 
tilla á  Medina  del  Campo  y  Olmedo  :  al  duque  queda- 
ron de  contar  á  ciertos  plazos  seiscientos  inil  florines 
Sor  una  vez ;  y  por  toda  la  vida  suya  y  de  la  duquesa 
oña  Costanza  cuarenta  mil  florines  cada  un  año. 
Esta  es  la  suma  de  las  capitulaciones  y  del  asiento 
que  tomaron. 

Sintiólo  el  rey  de  Portugal,  á  par  de  muerte ,  cano 
se  tenia  por  seguro  si  no  quitaba  la  corona  á  su  com- 
petidor :  bufaba  de  coraje  y  de  pesar.  Por  el  contra- 
rio el  de  Alencaslre  se  teoia  por  agraviado  del ,  y  se 
quejaba  que  antes  de  venir  la  dispensación  íiobiese 


consumado  el  matrimonio  con  su  hija.  Por  esto,  y 
para  con  mas  libertad  concluir  y  procederá  la  ejecu- 
ción de  lo  concertado,  de  la  ciudad  de  Portu  se  par- 
tió por  mar  para  Bayona  la  de  Francia  mal  enojado 
con  su  yerno.  A  la  hora  los  pueblos  de  Galicia  que  se 
tenian  por  los  ingleses,  con  aquella  partida  tan  arre- 
batada volvieron  al  señorío  de  su  rey.  Los  caballeros 
otrosí  que  se  arrimaron  á  ellos ,  alcanzado  perdón  de 
su  falta ,  se  redujeron ,  prestos  de  obedecer  en  lo  que 
les  fuese  mandado.  Sosegaron  con  esto  los  ánimos  del 
reino  :  los  miedos  de  unos,  las  esperanzas  de  otros 
se  allanaron ,  trazas  mal  encaminadas  sin  cuento,  fi- 
nalmente una  avenida  de  grandes  males. 

Hallábase  el  rey  de  Castilla  para  acudür  á  las  ocur- 
rencias de  ia  guerra  lo  mas  orainario  en  Salamanca  y 
Toro.  Despachó  de  nuevo  embajadores  á  Bayona  para 
concluir  últimamente ,  firmar  y  jurar  las  escrituras 
del  concierto.  La  mayor  dificultad  era  la  del  dinero 
para  hacer  pagado  al  de  Alencastre  y  cumplir  con  él. 
La  suma  era  grande ,  y  el  reino  se  hallaba  muy  g<is- 
tado  con  los  gastos  de  guerra  tan  larga  y  deshacía- 
da ,  y  con  las  derramas queforzosamentese hicieron. 
Para  acudir  á  esto  se  juntaron  cortes  en  Briviesca  por 
principio  del  año  de  i  388.  Mostróse  el  rey  humano 
para  granjear  á  sus  vasallos  y  para  que  le  acudiesen 
en  aquel  aprieto.  Otorgó  con  ellos  en  todo  lo  que  le 
suplicaron,  en  particular  que  la  audiencia  ó  cancille- 
ría se  mudase  :  los  seis  meses  del  verano  residiese  en 
Castilla ,  ios  otros  seis  meses  en  el  reino  de  Toledo^ 
que  no  se  yo  si  finalmente  se  pudo  ejecutar.  Acorda- 
ron para  llegar  el  dinero  de  repartir  la  cantidad  por 
haciendas  (i) :  imposición  grave ^  de  que  no  eximían 
á  ios  hidalgos,  ni  aun  á  los  eclesiásticos  :  no  parecía 
contra  razón  que  al  peligro  común  todos  sin  escepcíon 
ayudasen.  Los  señores  y  gente  mas  granada  llevaban 
esto  muy  mal ,  ca  temían  deste  principio  no  les  atre- 
pellasen sus  franquezas  y  libertades ;  que  aprietos  y 
necesidades  nunca  faltan,  y  la  presente  siempre  pa- 
rece la  maLjOT :  al  fin  se  dejó  este  camino  que  era  de 
tanta  ofensión ,  y  se  siguieron  otras  trazas  mas  sua- 
ves y  blandas. 

Despedidas  las  cortes ,  se  vieron  los  reyes  de  Cas- 
tilla y  Navarra  primero  en  Calahorra ,  y  después  en 
Navarrete:  trataron  de  sus  haciendas  y  renovaron  su 
amistad.  Acompañó  á  su  marido  la  reina  doña  Leonor, 
y  con  su  beneplácito  se  quedó  en  Castila  para  probar 
sí  con  los  aires  naturales  (remedio  muy  eficaz)  podía 
mejorar  de  una  dolencia  larga ,  y  que  mucho  laaque- 
jaba.  A  la  verdad  ella  estaba  descontenta ,  y  buscaba 
color  para  apartar  aquel  matrimonio ,  según  que  se 
vio  adelante.  Partido  el  rey  de  Navarra ,  y  firmados 
los  conciertos ,  el  rey  de  Castilla  señaló  la  ciudad  de 
Patencia  (por  ser  de  campaña  abundante,  y  porque 
en  Burgos  y  toda  aquella  comarca  todavía  picaba  \n 
pe.<ite )  para  tener  cortes  y  celebrar  los  desposorios 
de  su  hijo.  Trajeron  á  la  doncella  caballeros  y  señores 
que  envió  el  rey  hasta  la  raya  del  reino  para  acom{)a- 
ñarla.  Celehráronse  los  desposorios  con  rea!  magnili- 
cencia.  Las  edades  eran  desiguales  (2) :  don  Enrique 
de  diez  años,  su  esposa  doña  Catalina  de  diez  y  nue- 
ve :  cosa  de  ordinario  sujeta  á  incon venien  tes  y  daños. 
Los  hijos  herederos  de  los  reyes  de  Ingalaterra  se  Ua- 
man  príncipes  de  Gales.  A  imitación  desto  quiso  el 
rey  que  sus  hijos  se  llamasen  príncipes  de  las  Astu- 
rias ,  demás  que  les  adjudicó  el  señorío  de  Baezay  de 
Andujar :  costumbre  que  se  continuó  adelante,  que 
los  hijos  herederos  de  Castilla  se  intitulen  principes 
de  las  Asturías ;  y  así  los  llamará  la  historia. 

En  las  cortes  lo  principal  aue  se  trató  ,  fue  de  jun- 
tíir  el  dinero  para  las  pagas  del  duque  de  Alencastre 


(1)  Se  establecieron  leyes  muv  importantes  las  cuales 
gran  parle  se  bailan  insertas  en  Ja  nueva  RecopiUeion, 
(1)  El  principe  tenia  i  O  años,  y  la  princesa  14. 


HISTORIA  DE  CSPAriA. 


571 


Dlóse  traza  que  se  repartiese  un  empréstito  entre  las 
familias  que  antes  eran  pecheras ,  sm  tocar  á  los  hi- 
dalgos, doncellas,  viudas  y  personas  eclesiásticas. 
En  recompensa  otorgó  el  rey  muchas  cosas ,  en  par- 
ticular que  á  los  que  sirvieron  en  la  guerra  de  Portu- 
gal ,  como  gneda  dicho  arriba ,  los  mantuviesen  en 
sus  hidalguías.  Administrábanse  los  cambios  en  nom- 
bre del  rey;  suplicóle  el  reioe  que  para  recocer  el  di- 
nero que  pedia ,  lo  encomendase  á  las  ciudades.  He* 
cho  el  asiento  y  las  paces ,  la  duquesa  doñaCostanza 
hija  del  rey  don  Pedro ,  dejado  el  apellido  de  reina, 
cun  licencia  del  rey ,  y  para  verse  con  él,  por  el  mes 
<fe  agosto  pasó  por  Vizcaya  y  vino  á  Medina  del  Cam- 
po. Allí  fue  muy  bien  recebida  y  festejada,  como  la 
razón  lo  pedia.  Para  mas  honralla  demás  de  lo  con- 
certado le  dio  el  rey  por  su  vida  la  ciudad  de  Huete: 
dádiva  grande  y  real ,  mas  pequeña  recompensa  del 
reino  que  á  su  parecer  !e  quitaban.  Presea tároüse 
asimismo  (aunque  en  ausencia )  magníficamente  el 
rey  y  el  duque ,  en  particular  el  duque  envió  al  rey 
una  corona  de  oro  de  obra  muy  prima  con  palabras 
muy  corteses;  que  pues  le  cedía  el  reino,  se  sirviese 
también  de  aquella  corona  que  para  su  cabeza  la- 
brara. 

Partiéronse  después  destola  duquesa  para  Guadas- 
lajara  ,  cuya  posesión  tomó  por  principio  del  año 
de  i3S9:  el  rey  se  quedó  en  Madrid.  Alli  vinieron 
nuevos  embajadores  de  parte  del  duque  de  Alencas- 
tre  para  rogaile  'se  viesen  á  la  raya  de  Guiena  y  de 
Vizcaya.  No  era  razón  tan  al  principio  de  la  amistad 
negalíe  loque  pedia.  Vino  en  ello,  y  con  este  intento 
partió  para  allá.  En  el  camino  adoleció  en  Burgos, 
«:on  que  se  pasó  el  tiempo  de  las  vistas  y  á  él  la  volun- 
tad de  tenellas.  Todavía  llegó  hasta  Victoria,  de^don- 
de  despidió  á  la  duquesa  doña  Gostanza  para  que  se 
volviese  á  su  marido.  En  su  compañía  para  mas  hon- 
ralla envió  á  Pero  López  de  Ayala  y  al  obispo  de  Osma 
y  á  su  confesor  fray  Hernando  de  Illescas  de  la  orden 
de  San  Francisco  con  orden  de  escusallecon  el  duque 
de  la  habla  por  su  poca  salud,  y  por  los  montes  que 
calan  en  el  camino  cubiertos  de  nieve  y  ásperos.  La 
paridad  era  que  el  rey  temía  verse  con  el  au(}ue  por 
tener  entendido  le  pretendia  apartar  de  la  amistad  de 
Francia:  temía  descompadrar  con  el  duque  si  no  con- 
cedía con  él ;  por  otra  parte  se  le  hacia  muy  cuesta 
ttrríba  romper  con  Francia ,  de  quien  él  y  su  padre 
tenían  todo  su  ser :  los  beneficios  eran  tales  y  tan 
frescos,  que  no  se  dejaban  olvidar.  No  le  engañaba  su 
pensamiento,  antes  el  duque  perdida  la  esperanza  de 
Terse  con  el  rey,  comunicó  sobre  este  punto  con  los 
i^nibajadores.  La  respuesta  fue  que  no  traían  de  su 
rey  comisión  de  asentar  cosa  alguna  de  nuevo  :  que 
Se  darían  cuenta  para  que  hiciese  lo  que  bien  le  estu- 
viese. Gon  tanto  se  volvieron  á  Victoria  >  sin  querer 
aun  venir  en  que  los  ingleses  pudiesen  (como  las  de- 
más naciones)  visitar  la  iglesia  del  apóstol  Santiago, 
fisto  pareciera  grande  estrañeza ,  si  no  temieran  por 
lo  q[ue  antes  pasara ,  no  alterasen  la  tierra  con  su 
venida  ellos  y  sus  aficionados ,  que  siempre  quedan 
de  revueltas  semejantes,  por  la  memoria  del  rey  don 
Pedro ,  y  por  el  tiempo  que  los  ingleses  poseyeron 
aquella  comarca. 

Por  este  tiempo  á  los  trece  de  marzo  en  Zaragoza 
al  abrir  las  zanjas  de  cierta  parte  que  pretendían  le- 
vantar en  el  templo  de  Santa  Engracia*,  muy  famoso 
y  de  mucha  devoción  en  aquella  ciudad ,  acaso  halla- 
Ton  debajo  de  tierra  dos  lucillos  muy  antiguos  con 
sus  letras,  el  uno  de  Santa  Engracia ,  el  otro  de  San 
Lupercio.  Alegróse  mucho  la  ciudad  con  tan  precioso 
tesoro ,  y  haber  descubierto  los  santos  cuerpos  do 
los  patrones ,  prenda  muy  segura  del  amparo  que 
por  su  intercesión  esperaban  del  cielo  alcanzar.  Hi- 
ciéronse  fiestas  y  procesiones  con  toda  solemnidad 
para  honrar  los  santos ,  y  en  ellos  y  por  ellos  á  Dios, 
autor  y  fuente  de  toda  santidad. 


GAPITÜLO  Xin. 

La  muerte  del  rey  don  Juan. 

Las  vistas  del  rey  de  Castilla  y  duque  de  Alencas- 
tre  se  dejaron  : juntamente  en  Francia  se  asentaron 
treguas  entre  franceses  é  ingleses  por  término  de 
tres  años.  Pretendían  estas  naciones  cansadas  de  las 
guerras  que  tenían  entre  sí ,  con  mejor  acuerdo  des* 

Íiues  de  tan  largos  tiempos  de  consuno  volver  sus 
uerzas  á  la  guerra  sagrada  contra  los  infieles.  Juntá- 
ronse pues ,  y  desde  Genova  pasaron  en  Berbería: 
surgieron  á  la  ribera  de  Aphrodisio ,  ciudad  que  vul- 
garmente se  llamó  África  :  pusiéronla  cerco  y  batié- 
ronla :  el  fruto  y  suceso  no  fue  conforme  al  aparato 
que  hicieron ,  ni  á  las  esperanzas  que  llevaban.  Es* 
paña  no  acababa  de  sosegar  :  en  la  confederación 
que  se  hizo  con  los  ingleses,  se  puso  una  cláusula, 
como  es  ordinario ,  que  en  aquellas  paces  y  concier- 
tos entrasen  los  aliados  de  cualquiera  de  las  partes. 
Juntáronse  cortes  de  Castilla  en  segovia :  acordaron 
entre  otras  cosas  se  despachasen  embajadores  á  Por- 
tugal para  saber  de  aquel  rey  lo  que  en  esto  pena- 
ba hacer. 

La  prosperidad  si  es  grande  saca  de  seso  aun  á  los 
muy  sabios^  y  los  hace  olvidar  de  la  instabilidad  que 
las  cosas  tienen :  estaba  resuelto  de  continuar  la 
guerra ,  y  romper  de  nuevo  por  las  fronteras  de  Gali- 
cia. Soto  por  la  mucha  diligencia  de  fray  Hernando 
de  Illescas  uno  de  los  embajadores ,  persona  en  aque- 
lla era  grave  y  de  traza ,  se  pudo  alcanzar  que  se 
asentasen  treguas  por  espacio  de  seis  meses.  Falleció 
á  esta  sazón  en  Roma  á  los  quince  de  octubre  el  papú 
Urbano  Sesto.  En  su  lugar  dentro  de  pocos  días  los 
cardenales  de  aquella  obediencia  eligieron  al  carde- 
nal Pedro  Tomacello  natural  de  Ñapóles  :  llamóse 
Bonifacio  Nono.  El  Portugués  luego  que  espiró  el 
tiempo  de  las  treguas,  con  sus  gentes  se  puso  sobre 
Tuy  ciudad  de  Galicia  puesta  soore  el  mar  á  los  con- 
fines de  Portugal.  Apretaba  el  cerco ,  y  talaba  y  ro- 
baba la  comarca  sin  perdonar  á  cosa  alguna.  El  rey 
de  Castilla  hostigado  por  las  pérdidas  pasadas  nó 

Sueria  venir  á  las  manos,  ni  aventurarse  en  el  trance 
e  una  batalla  con  gente  que  las  victorias  pasadas  la 
hacían  orgullosa  y  brava.  Acordó  empero  enviar  con 
golpe  de  gente  á  don  Pedro  Tenorio  arzobispo  de  To- 
ledo, y  á  Martin  Yañez  maestre  de  Alcántara,  ambos 
portugueses  para  meter  socorro  á  los  cercados  :  lle- 
garon tarde  en  sazón  que  hallaron  la  ciudad  perdida 
y  en  poder  del  enemigo ;  todavía  su  ida  no  fue  en 
vano,  ca  movieron  tratos  de  concierto,  y  finalmente 
por  su  medio  se  asentaron  treguas  de  seis  años  con 
restitución  de  la  ciudad  de  Tuy,  y  de  otros  pueblos 
que  durante  la  guerra  de  la  una  y  de  la  otra  parte  se 
tomaron. 

El  año  que  se  contó  de  nuestra  salvación  de  i  390, 
fue  muy  notable  para  Castilla  por  las  cortes  oue  en 
él  se  juntaron  de  aquel  reino  en  la  ciudad  de  uuada- 
laíara,  las  muchas  cosas  y  muy  importantes  que  en 
ellas  se  ventilaron  y  removieron.  Lo  prímero  eí  rey 
acometió  á  renunciar  el  reino  en  el  príncipe  su  hijo: 
decía  que  hecho  esto ,  los  portugueses  vendrian  fá- 
cilmente en  recebir  por  sus  reyes  á  él  y  á  la  reina 
doña  Beatriz  su  mujer.  Sueñan  los  hombres  lo  que 
desean :  reservaba  para  sí  las  tercias  de  las  iglesias 
que  le  concediera  el  papa  Clemente  á  imitación  de  su 
competidor  Urbano,  que  hizo  lo  mismo  con  el  Inglés: 
cada  cual  con  semejantes  gracias  pugnaba  de  gran- 
jear las  voluntades  de  los  príncipes  de  su  obediencia. 
Reservábase  otrosí  á  Sevilla ,  Córdoba,  Jaén,  Murcia 
y  Vizcaya.  No  vinieron  en  esto  los  grandes  ni  las 
cortes.  Decían  que  se  introducía  un  ejemplo  muy 
perjudicial ,  que  era  dejar  el  gobierno  el  que  tenia 
edad  y  prudencia  bastante,  y  cargare!  peso  á  un  niño, 
incapaz  de  cuidados  :  que  de  los  portugueses  no  se 
debia  esperar  harían  virtud  de  grado,  sí  su  daño  no 


672 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


los  forzaba:  que  los  tiempos  se  mudan,  y  si  ana  vez 
sanaron;  otra  perderían,  pues  la  guerra  lo  He  va- 
na así. 

En  segundo  lugar  se  trató  de  los  que  faltaron  á  su 
rey,  y  se  arrimaron  durante  la  guerra  al  partido  de 
JPortugal :  acordaron  se  diese  perdón  general ;  con- 
fiaban que  los  revoltosos  con  sus  buenos  servicios  re- 
compensarían la  pasada  deslealtad,  además  que  la 
culpa  tocaba  á  muchos.  Solo  quedó  esceptuado  desta 
gracia  el  conde  de  Gijon,  y  en  las  prisiones  que  an- 
tes le  tenian.  Su  culpa  era  muv  calificada,  y  de  mu- 
chas recaidas;  el  rey  mal  enojaao,  y  aun  si  el  ejemplo 
del  rey  don  Pedro  no  le  enfrenara,  aue  se  perdió  por 
semejantes  rigores,  se  entiende  acaoara  con  él ,  que 
perro  muerto  no  ladra.  Demás  desto  se  acordó  que 
el  reino  sirviese  al  rey  con  una  suma  bastante  para 
el  sustento  y  paga  de  la  gente  ordinaria  de  guerra, 
porque  acabadas  las  guerras  se  derramaban  por  los 
pueolos.  comían  á  discreción,  robaban  y  rescataban 
a  los  pobres  labradores :  estado  miserable. 

Para  que  esto  se  ejecutase  mejor,  reformaron  el 
número  de  los  soldados  en  guisa  que  restasen  cuatro 
mil  hombres  de  armas ,  mil  y  quíoientos  ginetes, 
mil  arqueros  con  la  gente  necesaria  para  su  servicio. 
Que  esta  gente  estuviese  presta  para  la  defensa  del 
reino,  y  se  sustentasen  de  su  sueldo,  sin  vagar  ni 
salir  de  sus  guarniciones  ni  de  las  ciudades  que  les 
señalasen.  Desta  manera  se  puso  remedio  á  la  soltura 
de  los  soldados ;  y  para  aliviar  los  gastos  bajaron  el 
sueldo,  que  recompensaron  con  privilegios  y  liberta- 
des oue  les  dieron.  Quitaron  la  licencia  á  los  natura- 
les oe  ganar  sueldo  de  ningún  príncipe  estrafio :  ley 
saludable,  y  que  los  reyes  adelante  con  todo  rigor 
ejecutaron.  Acostumbraban  los  papas  á  proveer  en 
los  beneficios  y  prebendas  de  España  ¿  hombres  ex- 
tranjeros, de  que  resultaban  dos  inconvenientes  no- 
tables; que  se  faltaba  al  servicio  de  las  iglesias,  y  al 
culto  divino  por  la  ausencia  de  los  prebendados ,  y 
que  los  naturales  menospreciasen  el  estudio  de  las 
letras  cuyos  premios  no  esperaban:  queja  muy  ordi- 
naria por  estos  tiempos  y  que  diversas  veces  se  pro- 
puso en  las  cortes ,  y  se  trató  del  remedio.  Acordaron 
se  suplicase  al  papa  Clemente  proveyese  en  una  cosa 
tan  puesta  en  razón  y  que  todo  el  reino  deseaba. 

Los  señores  asimismo  de  Castilla ,  infanzones  é 
hijosdalgo,  con  las  revueltas  de  los  tiempos  estaban 
apoderados  délas  iglesias  con  voz  de  patronazgo:  qui- 
taban y  ponian  en  los  beneficios  á  su  voluntad  clérigos 
mercenarios,  á  quien  señalaban  una  pequeña  cota  de 
la  renta  de  los  diezmos,  y  ellos  se  llevaban  los  demás. 
Los  obispos  de  Burgos  y  Calahorra  por  tocalles  mas 
este  daño  intentaron  de  remedialle  con  la  autoridad 
délas  cortes  y  el  brazo  real.  El  rey  venia  bien  en  ello; 
pero  vista  la  resistencia  que  tos  interesados  hacían, 
no  se  atrevió  á  romper  ni  desabrir  de  nuevo  á  los  se- 
cores,  que  poco  antes  llevaron  muv  mal  otro  decreto 
que  hizo,  en  que  á  todos  los  vasallos  de  señorío  dio 
libertad  para  hacer  recurso  por  vía  de  apelación  á  los 
tribunales  y  á  los  jueces  reales ;  además  que  se  va- 
lían de  la  inmemorial  en  esta  parte,  de  los  servicios 
de  sus  antepasados,  de  las  bulas  ganadas  de  los  pon- 
tífices antes  del  concilio  Lateranense,  en  aue  se  esta- 
bleció que  ningún  seglar  pudiese  gozar  de  los  diez- 
mos eclesiásticos,  ni  desfrutar  de  las  iglesias,  aunque 
fuese  con  licencia  del  sumo  pontífice :  decreto  no- 
table. 

Las  mercedes  del  rey  don  Enrique  fueron  muchas, 
y  grandes  en  demasía.  Advertido  del  daño  las  cerce- 
nó en  su  testamento  en  cierta  forma ,  según  que  de 
suso  queda  declarado.  Los  señores  propusieron  en 
estas  cortes  que  aquella  cláusula  se  revocase,  por 
razones  que  para  ello  alegaban.  £1  rey  á  esta  deman- 
da respondió  que  holgaba,  y  quería  que  las  mercedes 
de  su  padre  saliesen  ciertas :  buenas  palabras ;  otro 
tenia  en  el  corazón ,  y  las  obras  lo  mostraron.  A  un 


mismo  tiempo  llegaron  á  aquella  ciudad  embajadores 
de  los  reyes  de  Navarra  y  de  Granada.  Ramiro  de 
Arellano  y  Martin  de  Ayvar  pidieron  en  nombre  del 
Navarro  que  pues  la  reina  doña  Leonor  su  señora  se 
quedó  en  Castilla  para  convalecer  con  los  aires  natu- 
rales ,  ]ra  que  tema  salud  á  Dios  gracias ,  volviese  á 
hacer  vida  con  su  marido,  que  no  era  razón  en  aaue- 
11a  edad  en  que  podían  tener  sucesión,  estar  apartados; 
en  especial  que  era  necesario  coronarse,  ceremonia  y 
solemnidad  que  por  la  ausencia  de  la  reina  se  dilatara 
hasta  entonces.  Al  rey  pareció  justa  esta  demanda.  Ha> 
blócon  su  hermana  en  esta  razón:  que  el  rey  su  marido 
pedia  justicia ;  por  ende  que  sin  dilación  aprestase  la 
partida.  Escusóse  la  reina  con  el  odio  que  decía  le  te- 
nia aquella  ^ente:  que  no  podía  asegurar  la  vida  en- 
tre los  que  intentaron  el  tiempo  pasado  matalla  con 
yerbas  por  medio  de  un  médico  judío. 

Al  rey  pareció  cosa  fuerte  y  recia  forzarla  voluntad 
de  su  hermana ;  vino  empero  á  instancia  de  los  em- 
bajadores en  que  pues  no  tenían  hijo  varón,  la  infan- 
ta doña  Juana  que  era  la  mayor  de  las  bijas ,  y  su 
madre  la  dejara  en  Roa ,  la  restituyese  á  su  padre. 
Con  esto  el  de  Navarra  despedido  de  recobrar  su  mu* 
jer  por  entonces  acordó  coronarse  en  la  iglesia  Mayor 
de  Pamplona.  La  ceremonia  se  hizo á  los  trece  de  fe- 
brero con  toda  representación  de  magostad.  Ungié- 
ronle á  fuer  de  Navarra:  levantáronle  en  hombros  en 
un  pavés,  y  todos  los  circunstantes  en  alta  voz  le  sa- 
ludaron por  rey.  Hizo  la  ceremonia  Pedro  Martínez 
de  Salva  obispo  de  aquella  ciudad.  Halláronse  presen- 
tes el  cardenal  don  Pedro  de  Luna  legado  por  el  papa 
Clemente  y  otros  caballeros  principales.  Departe  del 
rey  moro  vino  á  Castilla  por  embajador  el  gobernador 
de  Málaga.  Pretendía  que  antes  que  espírase  el  tiem- 
po de  las  treguas  puestas  entre  Castilla  y  Granada, 
se  prorogasen.  Negoció  bien,  porque  presentó  larga- 
mente caballos,  jaeces,  paños  de  mucho  precio,  y 
otros  adobos  semejantes.  Lo  que  bobo  particular  eñ 
estas  treguas ,  fue  que  las  firmaron  ios  reyes  y  sus 
hijos  herederos  de  sus  estados. 

Don  Pedro  Tenorio  arzobispo  de  Toledo  á  sus  es- 
pensas  edificaba  sobre  el  rio  Tajo  una  hermosa  puen- 
te, que  hasta  hov  día  se  llama  la  Puente  del  Arzobis- 
po. Junto á  la  oora  estaban  unas  pocas  casas,  por 
mejor  decir  chozas ,  á  manera  de  alquería.  Agradóse 
el  rey  de  la  obra ,  que  era  muy  importante,  y  de  la 
disposición  apacibl0,  de  la  tierra  cuando  pasó  á  Se- 
villa para  hacer  guerra  á  Portugal.  Con  esta  ocasión 
hizo  el  arzobispo  instancia  que  diese  franqueza  i  to- 
dos los  que  viniesen  allí  á  poblar.  Otorgó  el  rev  con 
su  demanda,  y  quiso  que  el  pueblo  se  llamase  VilU- 
franca,  y  que  gozase  de  la  misma  franca  Alcolea ,  en 
cu^o  territorio  se  edificaba  la  puente.  Espidióse  el 
privilegio  ( que  está  en  los  archivos  de  la  iglesia  de 
Toledo)  en  Guadalajara  á  los  catorce  de  mano.  A  su 
hijo  menor  el  infante  don  Fernando  demás  del  estado 
de  Lara  que  ya  tenía,  adjudicó  de  nuevo  la  villa  de 
Peñafiel  con  t/tulo  de  duque.  Pusiéronle  en  señal  del 
nuevo  estado  en  la  cabeza  una  corona  rasa  sin  flores 
á  diferencia  de  la  real,  si  nien  en  esta  era,  no  solo  los 
duques,  pero  los  marqueses  y  condes  graban  en  sos 
escudos,  y  ponen  por  timbre  ó  cimera  coronas  que 
se  rematan  en  sus  flores  como  la  de  los  revés.  El  es- 
cudo de  armas  que  le  señalaron,  fue  mezcudo  de  las 
de  Castilla  y  de  Aragón ,  á  propósito  que  se  diferen- 
ciasen de  las  del  príncipe,  y  porque  trauísu  decenden- 
cia  de  aquellas  dos  casas. 

Las  cortes  de  Guadalajara  ,  que  fueron  tan  céle- 
bres ( 1 )  por  las  muchas  cosas  aue  en  ellas  se  trataron, 
se  despiaieron  entrado  bien  el  verano.  Por  el  mes  de 

(1 )  Hirieron  leyes  para  oorre^tr  los  diferentes  aboses  inlro- 
dacidos  en  la  administración  de  la  josticia ,  y  prohibieBdo 
severamente  los  ayuntimientoa  y  1  tiras,  aunque  se  hideno 
por  el  bien  público. 


HISTDBIA 

medio  que  Tue  de  uiuguarauíDiMilD,  aotcs  perjudi- 
oial ,  de  ir  ni  bien  de  paz ,  ni  biea  de  guerra  :  esto 
esqneTiieseelrey  deiantedepaz,;  trasdélfueseel 
ejército  para  allanar  los  rebeldes  y  mal  intencio- 
nados. 

El  obispo  de  la  Gaardia ,  que  es  en  la  raya  de  Por- 
tugal ,  estaba  eo  servicio  de  la  reina.  Dtósele  el  rey 
su  padre  para  que  coa  él  comunicase  todos  sus  se- 
cr^os.  Este  prelado  ae  ofreció  de  dar  llana  al  rey  si: 
ciudad.  Antes  de  acometer  esta  jornada  era  necesa- 
rioatajar  en  Castillalossiniestrosintentosde  algunos. 
A  don  Juan  hermano  legitimo  del  rey  difunto  de  Por- 
tui;a],  que  se  habla  pasadoá  Castilla  por  miedo  de  la 
reina  como  está  dicho,  puso  el  rey  en  el  alcizar  de 
Toledo  como  en  prisión  ,  no  por  otro  crimen  ,  sino 
porque  sn  nobleza  y  dereclio  que  podía  pretender  á 
aquel  reino,  hacianque  del  se  recatasen.  Al  conde 
de  tiijon  le  pusieron  en  prisiones  en  el  casliilo  de 
Hontalvíin  no  lejos  de  Toledo,  porque  después  de 
perdonado  tantas  veces  ae  carteaba  con  los  portugue- 
ses ,  y  trataba  de  rebelarse  ;  confiscáronle  otrosí 
toJos  sus  bienes  y  estado.  Encomendóse  su  guarda 
i  don  Pedro  Tenorio  arzobiiipo  de  Toledo ,  por  cuyo 
orden  estuvo  mucho  tiempo  preso  en  el  castillo  de 
Almonacir  tres  leguas  de  Toledo. 

Asentada?  todas  estas  cosas ,  el  rey_  y  la  reina  se 
fueron  i  Plasencia,  y  de  alli  con  priesa  pasaron  á 
Portugal.  Los  sacerdotes  de  la  Guardia  como  lo  pro- 
metió et  obispo  ios  salieron  á  recibir  con  cruces  y 
capas  de  iglesia ,  en  altait  voces  dándoles  el  parabién 
del  nuevo  reino  ,  y  rogando  ¿  Dios  le  gozasen  por  lar- 
gos años.  El  alcaide  de  la  fortaleza  liizo  resistencia, 
por  no  estar  determinado  en  lo  que  debia  hacer,  has- 
ta ver  el  suceso  de  aquellas  alteraciones,  y  que  partido 
tomarían  los  demás.  Antes  de  la  venida  del  rey,  Lis-  : 


viuda,  por  eulcnder  que  para  reprimir  las  volunta- 
des; intentos  asi  de  ios  grandes,  como  del  pueblo, 
era  menester  mayor  fuerza  que  la  suya. 

Deste  principio  comenzó  el  pueblo  á  alterarse  y 
dividirse  cu  bandos  ,  de  que  resultaron  muertes  du 
muchos.  El  primero  que  mataron,  Tue  el  conde  de 
Andeiro,  á  quien  en  el  mismo  palacio  real  dtú  de 
puñaladas  el  maestre  de  Avis ;  la  demasiada  cabida 
que  con  la  reina  tenia ,  de  que  muchos  sentiun  mal, 
le  empeciú  y  acirreú  su  perdición.  Nunca  paran  en 
pócelos  alborotos  :  el  vulgo  deste  principio  pasó  tan 
adelante  que  sin  ningún  término  ni  respeto  oieron  al 
tanto  la  muerte  á  doo  Martin  obispo  de  Lisboi  en  la 
misma  torre  de  la  iglesia  Mayor ,  donde  se  recogió 
para  escapar  de  aquel  furor  :  no  dudaron  de  poner 
sus  sacrilegas  manos  en  aquel  varón  coi. sagrado,  no 
por  otra  culpa  sino  porque  nació  en  Csslilla,  y  pare- 
cía que  noscntiabien  deloxalborotosquesemovian 
en  Portugal ,  y  que  favorecía  las  parles  del  rey  don 
Juan  :  entre  ¿ente  furiosa  el  s.so  suele  dañar,  y 
entre  los  alevodos  la  lealtad.  La  reina  doña  Leonor 
por  recela  no  le  hiciesen  algún  desacato  con  volun  - 
tad  del  maestre  de  Avis  se  saliú  de  la  ciudad  de  Lis- 
boa y  sefué  á  Santareo. 

En  tan  confusa  tempestad  y  revueltas  tangrandes 
ningún  lugnr  se  duba  al  consejo  ni  ala  mesura:  todo 
to  regia  la  saña  y  la  locura,  de  que  el  pueblo  estaba 
lomado  coinu  de  vino  ,  y  como  bestja  en  zelo.  El 
maestre  de  Avis  tenia  parles  aventajadas  :  era  agra- 
ciado, bien  apuesto  ,  corteí^ana,  comedido,  liberal, 
y  por  el  mismo  caso  bien  quis  I  o  generalmente;  íinai- 
menle  sus  calidades  tales  que  suplían  !a  falta  de  no 
ser  legitimo.  Por  el  contrario  el  rey  don  Juan  bien 
que  manso  y  apacible ,  si  no  le  alteraba  alguna  inju- 
ria ;  en  el  hablar,  que  es  con  loque  se  granjean  las 
voluntades,  ypor  esto  lo  hizo  tan  fácil  la  naturaleza, 
era  corto  en  demasía;  por  esta  causa  aunque  con  su 
presencia  luego  que  llegó  ú  Portugal  se  ganaron 


Moneda  íe  don  iuii 


algunos ,  los  mas  se  cstrañaron,  como  gente  que  es 
la  portuguesa  de  su  natural  apacible  y  cortés ,  cum- 
plida y  acostumbrada  i  ser  traUdos  con  afabilidad 
de  íus  reyes. 

Déla  Guardia  al  principio  del  año  de  1384  pasó  el 
rey  á  Sentaren  por  visitará  la  reina  su  suegra,  y  ásu 
instancia,  y  para  tomar  con  ella  acuerdo  de  lo  que 
se  debia  hacer,  y  como  se  podrían  encaminar  aoue- 
llaa  pretensiones.  Acompañábanle  quinientos  ue  á 
caballo,  bastante  número  para  entrar  de  paz,  mas 

Sara  sosegarlos  alborotados  muy  pequeño.  El  con- 
estable  don  Alonso  de  Aragón ,  el  arzobispo  de  To- 
ledo y  Pero  González  de  Mendoza,  nombradas  por 
gobernadores  del  reino  de  Toledo  en  ausencia  del 
rey ,  no  se  descuidaban  en  hacer  gente  por  todas 
partes,  y  encaminar  á  Portugal  nuevas  compañías 


de  soldados.  La  mayor  diíiculUd  para  la  espedicion 
de  todo  era  la  falta  del  dinero.  Con  las  guerras  y  gas- 
tos pasados  el  patrimonio  real  estaba  consumido ,  y 
todo  el  reino  cansado  de  imposiciones.  Acordaron 
aprovecharse  en  aquel  aprieto  de  las  ofrendas  muy 
ncas  y  preseas  del  famoso  templo  de  Guadahipe', 
santuario  muy  devoto.  Tomaron  liasU  en  cantioad 
de  cuatro  mil  marcos  de  plata  :  ayuda  mas  de  mala 
sonada  que  grande,  y  principio  del  cual  el  pueblo 
pronosticaba quelaempresaferiadeígraciada,  y  que 
la  Virgen  tomarin  emienda  de  los  que  despojaban  su 
templo ,  de  aquel  desacato  y  osadi». 

Don  Carlos  infante  de  Navarra  por  no  faltar  ni  deu- 
do y  amistad  que  tenia  ron  el  rey  de  Castilla  ,  y  no 
rnostrarse  ingrato  á  los  beneficios  que  del  tenia  rece- 
bidos ,  se  aprestaba  para  acudille  con  buen  golpe  de 


552 


BIBLIOTECA   DE  GASPAR   Y  ROIG. 


8U  gente.  El  de  Aragón  por  su  edad  y  aquejalle  otros 
cuidados  v  guerras  a  que  le  convenia  acudir ,  acordó 
estarse  á  la  mira ,  en  especial  que  comunmente  los 
príncipes  llevan  mal  que  ninguno  de  sus  vecinos  se 
acreciente  mucho ,  antes  pretenden  siempre  balan^^ 
zar  las  potencias.  En  Portugal  se  hicieron  grandes 
consultas.  Acordaron  finalmente  que  la  reina  doña 
Leonor  renunciase  en  el  rey  su  yerno  la  gobernación 
de  aquel  reino.  Lo  que  pareció  seria  medio  para 
allanarlo  todo,  fue  causa  de  mayor  alboroto.  La  no- 
bleza y  el  pueblo  aborrecían  á  par  de  muerte  suje- 
tarse con  esto  á  Castilla  por  el  odio  que  entre  sí  estas 
dos  naciones  tienen.  Lamentábanse  de  la  reina,  acu- 
sábanle el  juramanto  que  les  tenia  hecho,  y  la  dis- 
posición y  testamento  del  rev  su  marido,  eu  que  de- 
jó prevenido  lo  que  se  debia  nacer  en  esto. 

El  sentimiento  era  general,  bien  que  algunos  de 
los  principales  como  tenían  que  perder ,  no  quisieran 
se  resolvieran  la  feria ,  y  se  mostraban  de  parte  del 
rey  don  Juan.  Estos  eran  don  Enrique  Manuel  conde 
de  Sintra,  Juan  Tejada,  que  fuera  canciller  mayor 
de  aquel  reino ,  don  Pedro  Pereyra ,  prior  de  San 
Juan  de  Portugal ,  por  otro  nombre  de  Ocrato ,  que 
adelante  en  Castilla  fue  maestre  de  Calatrava ,  y  con 
^1  dos  hermanos  suyos  Diego  y  Fernando ,  sin  otros 
algunos  de  los  mas  granados.  Demás  destos  muchos 
pueblos  seguian  esta  voz  ,  en  especial  la  comarca  to- 
da entre  Duero  y  Miño ,  por  la  buena  diligencia  de 
Lope  de  Leira,  que  aunque  nacido  en  Galicia ,  tenia 
el  gobierno  de  aquella  tierra.  Alonso  Pimentel  entre- 
gó á  Berganza ,  en  cuya  tenencia  estaba  :  lo  mismo 
hicieron  Juan  Potocarrero  y  Alonso  de  Silva  de  otras 
fuerzas  que  á  su  cargo  tenían. 

CAPITULO  VIH. 
Del  cerco  de  Lisboa. 

Las  pretensiones  del  rey  de  Castilla  en  la  manera 
dicha  procedían  en  Portugal  hasta  aquí  sin  daño  no- 
table. Tenían  esperanza  que  todo  el  reino  de  confor- 
midad haría  lo  que  pedia  la  razón  y  el  tiempo  que 
tiene  gran  fuerza  ;  pues  constaba  que  si  bien  todos 
se  conformaban  en  un  parecer ,  no  eran  bastantes 
para  hacer  rostro  al  poder  de  Castilla ,  tanto  menos 
estando  divididos  en  bandas  y  desconformes,  camino 
para  mas  presto  perderse  :  esperanza  que  muy  pres- 
to se  fue  en  flor  ,  y  finalmente  prevaleció  la  parte 
contraria ,  y  los  descontentos  pasaron  siempre  ade- 
lante ;  en  que  se  mostró  claramente  de  cuanto  mayor 
eficacia  es  el  valor  que  las  fuerzas,  la  maña  que  todo 
lo  al.  Los  portugueses  llevaban  mal  ser  gobernados 
por  estraños ,  y  mucho  mas  por  los  castellanos ,  por 
la  competencia  que  entre  sí  tienen ,  como  acontece 
entre  los  reinos  comarcanos.  Estrañabau  mucho  que 
les  quebrantasen  las  capitulaciones  con  que  última- 
mente asentaron  la  paz.  Querellábanse  que  el  infante 
don  Juan ,  en  quien  tenían  puestos  los  ojos  para 
remedio  de  sus  daños,  le  tuviesen  arrestado  en  Toledo 
sin  alguna  culpa  suya ,  solo  porque  no  les  acudiese: 
decían  que  pjor  tener  poca  razón  y  justicia  se  valían 
de  la  viuiencia  y  ensaño. 

Loque  solo  les  restaba,  todos  comunmente  vol- 
vieron los  ojos  y  pensamiento  al  maestre  de  Avís  que 
era  persona  sa^az  y  de  negocios,  y  que  con  su  buena 
manera  y  afabilidad  sabía  granjear  las  voluntades  y 

f)ren dallas.  Conoció  él  la  ocacion  que  Id  ¡iresentaba 
a  gran  afición  del  pueblo  :  ofrecióse  á  ponerse  á 
cuaiquier  riesgo  y  trabajo  por  el  bien  común  y  pro 
de  la  patria.  Todavía  los  alborotados  por  entonces  no 
pasaron  mas  adelante  de  nombrar  por  su  gobernador 
al  infante  don  Juan ,  que  como  queda  dicho  le  tenían 
preso  en  Toledo.  Para  mas  alterar  la  gente  sacaron 
en  los  estandartes  su  retrato  aherrojado  y  puesto  en 
cadenas  :  el  cuidado  de  acaudillar  la  gente  se  encar- 
gó al  maestre  de  Avís.  Decían  que  dona  Leonor  no 


I  era  reina,  ni  su  matrimonio  con  el  rey  era  válido  por 
ser  vivo  su  marido^  á  quien  el  rey  la  quitó  por  su 
hermosura  sin  otras  ventajas  de  linaje  y  de  valor ,  solo 
para  que  fuese  un  tizón  con  que  todo  el  reino  se 
abrasase  :  que  por  el  mismo  caso  su  hija  doña  Bea- 
triz como  bastarda  era  incapaz  de  la  sucesión  y  de  la 
corona :  que  si  la  juraron,  fue  por  condescender  coa 
la  voluntad  del  rey  su  padre ,  á  que  no  se  podía  con- 
trastar :  finalmente  que  su  testamento  cuanto  á  este 
punto,  no  se  debia  guardar. 

Todo  esto  pasaba  en  la  ciudad  de  Lisboa  que  es- 
taba ya  declarada  contra  Castilla :  arrima ronsele mu- 
chos señores  y  fidalgos,  unos  al  descubierto,  otros 
de  callada  :  el  que  mas  se  señalaba,  era  Ñuño  Alva- 
rez  Pereyra  hijo  del  Prior  de  Ocrato  Alvar  Gouzalez 
Pereyra  y  nieto  de  don  Gonzalo  Pereyra  arzobispode 
Braga ,  si  bien  sus  hermanos  seguian  el  partido  de 
Castilla.  Era  este  caballero  mozo  brioso ,  de  grande 
ingenio,  acertado  consejo,  y  muy  diestro  y  osado  en 
las  armas ;  fundador  adelante  después  que  alcanza- 
ron la  victoria ,  de  la  casa  de  Berganza  la  roas  pode- 
rosa de  Portugal.  Importa  mucho  la  reputación  en  la 
guerra:  acordaron  los  levantados  que  el  Ñuño  Pereyra 
con  golpe  de  gente  corriese  las  tierras  de  Castilla; 
hízose  asi  :  acudió  gente  del  rey  don  Juan  por  su 
orden  :  vinieron  á  las  manos  cerca  de  Badajoz,  en 
que  los  castellanos  quedaron  vencidos ,  muerto  el 
maestre  de  Alcántara  don  Diego  Gómez  Barroso: 
huyeron  don  Juan  de  Guzman  conde  de  Niebla  y  el 
almirante  Tovar  ;  el  daño  fue  grande,  pero  muy  ma- 
yor la  mengua  y  el  pronóstico  de  los  males  que  deste 
principio  se  continuaron. 

Don  Gonzalo  hermano  de  la  reina  viuda  estaba  en 
Coimbra  con  guarnición  de  soldados.  Acordó  el  rey 
don  Juan  ir  allá  acompañado  de  las  reinas  madre  é 
hija ,  confiado  que  le  abrirían  luego  las  puertas :  sa- 
lió vana  esta  esperanza ,  ca  el  gobernador  quiso  mas 
volver  por  su  nación  que  tener  respeto  al  deudo.  Des- 
ta  burla  quedó  el  rey  muy  sentido ,  tanto  mas  que 
don  Pedro  su  primo  conde  de  Trastamara ,  é  bíjo  del 
maestre  don  Fadríque  se  retiró  del  y  se  acogía  á 
aquella  ciudad.  Sospechóse  que  en  esta  huida  ta?o 
parte  la  reina  doña  Leonor,  y  que  el  conde  se  comu- 
nicó con  ella ,  que  cansada  de  su  yerno  se  inclinaba 
á  las  cosas  de  Portugal.  Por  esto  acordó  envialla  á 
Castilla  con  noble  acompañamiento  para  que  estu- 
viese en  Tordesíllas  :  destierro  y  prisión  honrada  en 
que  murió  adelante,  y  castigo  del  cielo  en  lo  mismo 
que  hizo  padecer  á  los  infantes  sus  cuñados,  yá 
otros.  Yace  sepultada  en  Yalladolid  en  el  claustro  de 
la  Merced. 

Hecho  esto ,  se  trató  en  consejo  de  capitanes  so- 
bre poner  sitio  á  Lisboa .  ciudad  la  mas  rica  de  Por- 
tugal, por  serla  cabeza  ae  aquel  reino,  y  de  presente 
haberse  recogido  á  ella  lo  mejor  y  mas  granado  con 
sus  haberes  y  preseas.  Los  pareceres  no  se  canfor* 
mabsn.  Alguuos  decían  seria  mas  acertado  difídír 
el  ejército  que  era  grande  en  número  de  soldados, 
eu  muchas  parles ,  acometer  y  allanar  las  demás 
fuerzas  y  plazas  de  menos  importancia:  que  allanado 
lo  demás,  Lisboa  seria  forzada  á rendirse;  donde  no, 
la  podrían  con  mayor  fuerza  cercar  y  combatir.  Peit) 
prevaleció  el  consejo  de  los  que  sentían  se  debia  en 
primer  lugar  acudir  á  aquella  ciudad  como  á  cabeza 
del  reino  y  raíz  de  toda  la  guerra,  que  ganada,  no 
hallarían  resistencia  en  lo  restante  (Sel  reino.  Acu- 
dieron pues  al  cerco.  De  camino  talaron  los  campos, 
quemaron  las  aldeas ,  prendieron  hombres  y  ^aa- 
dos ,  con  que  gran  número  de  pueblos  se  rindieron 
y  entregaron.  Llegados  á  la'  ciudad ,  asentaron  sus 
reales  y  los  berrearon  en  acuella  parte  do  al  presente 
está  edificado  el  monasterio  de  los  Santos.  Para  mas 
apretar  el  cerco  por  tierra  y  por  mar  armaron  en  Se- 
villa trece  galeras  y  doce  naves,  sin  otros  bajeles  de 
menor  consideración. 


HISTORIA  DE   ESPAÑA. 


563 


Entró  esta  armada  por  la  boca  del  rio  Tajo ,  y  ecbó 
anclas  enfrente  de  la  ciudad  con  intento  de  estor- 
bar que  no  entrase  por  aquella  parte  alguna  provisión 
ni  socorro  á  los  cercados.  La  muchedumbre  del  pue- 
blo era  grande  por  ser  aquella  ciudad  de  suyo  muy 
populosa ,  y  por  los  muchos  que  se  recogieran  á  ella 
<le  todas  partes ;  por  donde  muy  presto  se  comenzó 
á  sentir  la  falta  de  las  vituallas  y  mantenimientos, 
que  suelen  encarecerse  por  la  necesidad  presente, 
V  mucho  mas  por  el  miedo  que  cada  uno  tiene  no  le 
filie  para  adelante.  Los  portugueses  para  acudir  á 
«sta  necesidad  salieron  con  diez  y  seis  ¿aleras  y  ocho 
naves  que  tenian  aprestadas  en  la  ciudad  de  Portu. 
Ayudóles  el  viento  que  les  refrescó ,  y  la  creciente 
ilel  mar  muy  favorable,  con  que  por  medio  de  los 
enemigos,  aunque  con  pérdida  de  tres  naos ,  se  pu- 
sieron en  parte  que  proveyeron  bastantemente  la 
falta  que  de  bastimentos  padecían  los  cercados;  prin- 
cipio con  que  las  cosas  de  todo  punto  se  trocaron, 
mayormente  que  el  otoño  fue  muv  enfermo ,  y  mu* 
chos  adolecieron  de  los  que  alojaban  en  los  reales, 
por  la  destemplanza  del  cielo ,  y  no  estar  los  de  Cas* 
tilla  acostumbrados  á  aquellos  aires. 

Por  esta  causa  pareció  al  rey  don  Juan  mover  tra- 
tos de  paz  :  tuvieron  habla  sobre  el  caso  P<;ro  Fer- 
nandez de  Yeiasco  por  la  una  parte,  y  por  la  otra  el 
maestre  de  A  vis  que  acaudillaba  los  alborotados.  Di- 
jéronse  muchas  razones,  leúdanos  que  podian  resultar 
de  la  guerra ,  los  bienes  que  se  podian  esperar  de  la 
concordia.  £1  maestre  con  el  gusto  que  tenia  de 
mandar  de  presente ,  y  la  esperanza  que  se  le  repre- 
sentaba de  cerca  de  ser  rpy ,  respondió  finalmente  á 
la  demanda  que  no  vendría  en  ningún  asiento  de 
paz,  si  á  él  mismo,  no  le  dejasen  por  gobernador  del 
reino  hasta  tanto  que  dona  Beatriz  tuviese  hiio  de 
odad  bastante  para  poderse  encargar  de  aquel  go- 
Uiemo.  Que  esto  pedia  el  pueblo  y  pretendían  los  fí- 
«lalgos;  que  si  no  otorgaban  con  ellos, él  no  podia 
faltar  á  las  obligaciones  que  tenia  á  los  suyos  y  á  su 
patria.  Las  dolencias  iban  adelante ,  v  ¿  manera  de 
peste  de  cada  día  morían  no  solo  soldados  ordinarios, 
sino  también  grandes  personajes,  como  don  Pedro 
Fernandez  maestre  de  Santiago,  y  el  que  le  sucedió 
luego  en  aquella  dignidad  por  nombre  Ruy  González 
Mejia ,  el  almirante  Fernán  Sánchez  de  Tovar ,  Pero 
Kernandez  de  Yeiasco,  y  los  dos  mariscales  Pero 
Sarmiento  y  Fernán  Aivarez  de  Toledo.  ítem  Juan 
Martínez  de  Rojas :  dias  hobo  que  fallecieron  docien- 
tos  mas  y  menos,  con  que  el  número  de  los  soldados 
menguaba  y  el  ánimo  mucho  mas.  Por  esto  los  mas 
l>ríncipales  blandeaban ,  y  aborrecían  aquella  ^erra 
por  ser  entre  parientes  y  contra  cristianos.  Quisieran 
(fue  de  cualquiera  manera  se  tomara  asiento  y  se 
concertaran  las  partes :  finalmente  los  trabajos  eran 
tin  grandes  y  la  cuita  por  esta  causa  tal  que  fue  for- 
zoso levantar  el  cerco  con  mengua  y  pérdida  muy 
grande ,  y  volver  atrás. 

Nombró  el  rey  por  n^ariscal  á  Diego  Sarmiento 
luego  que  falleció  su  hermano :  encargóle  la  guarda 
(ie  Santarén  con  buen  número  de  soldados :  otros 
capitanes  repartió  por  otras  partes,  ca  pensaba  relia- 
«terse  de  fuerzas ,  y  muy  en  oreve  volver  á  la  guerra. 
Hecho  esto ,  la  armada  por  mar  y  los  demás  por  tierra 
rn  compañía  del  rey  se  encaminaron  para  Sevilla. 
Pudieran  recebir  daño  notable  á  la  partida  ( que  las 
piedras  se  levantan  contra  el  que  huye)  sí  los  portu- 
fineses  salieran  en  su  seguimiento  :  que  pocos  bien 
gobernados  pudieran  maltratar  y  debhacer  los  que 
iban  tan  trabajados;  mas  ellos  se  hallaban  no  menos 
f^astados  y  afligidos  que  los  contrarios ,  y  tenían  por 
merced  de  Dios  verse  libres  de  aquel  peligro  y  de 
;iquel  cerco,  y  aun  como  dicen,  al  enemigo  que 
huye ,  puente  de  plata.  Hicieron  procesiones  así  en 
Lisboa  como  en  lo  restante  del  reino  con  toda  solem- 
nidad en  acción  de  gracias  por  merced  tan  señalada. 


Por  este  mismo  tiempo  el  rey  de  Aragón  no  hacia 
buen  rostro  á  sus  dos  níjos  de  la  primera  mujer  ios 
infantesdon  Juan  y  don  Martin.  Decíase  comunmente 
que  la  reina  cómo  madrastra  con  sus  malas  manas 
era  causa  deste  daño.  Verdad  es  que  el  infante  don 
Juan  había  dado  causa  bastante  ae  aquel  desgusto 
por  casarse  como  se  casó  contra  la  voluntad  de  su 
padre  arrebatadamente  y  de  secreto  con  madama 
Violante  hija  de  Juan  duque  de  Berri,  sin  hacer  caso 
de  la  reina  de  Sicilia ,  cuyo  casamiento  para  todos 
estaba  muy  mas  á  cuento  ( 1 ).  Quebró  el  enojó  en 
don  Juan  conde  de  Ampurias  y  yerno  y  primo  de 
aquel  rey.  Su  culpa  fue  que  los  recogió  en  su  estado 

Eara  que  allí  se  casasen;  por  lo  cual  luego  que  el 
ijo  se  redujo,  y  se  puso  en  las  manos  de  su  padre  y 
él  le  perdonó  aquella  liviandad ,  revolvió  contra  el 


conde ,  y  le  quitó  la  mayor  parte  del  estado ,  que  le 
tenia  asaz  grande  en  lo  postrero  de  España.  No  le 
pudo  haber  á  las  manos ,  que  se  huyó  a  Aviñon  en 
una  ffalera  resuelto  de  tentar  nuevas ,  esperanzas ,  y 
con  Tas  fuerzas  que  pudiese  juntar  suyas  y  de  sus 
amigos  recobrar  aquel  condado. 

CAPÍTULO  IX. 
De  la  famosa  batalla  de  Aljabarrota. 

Corría  el  año  de  1385  cuando  el  conde  de  Ampu- 
rias avino  aquella  desgracia.  Al  principio  del  cual  el 
rey  de  Castilla  con  el  deseo  en  que  ardía  de  rehacer 
la  quiebra  pasada ,  levantaba  gente  por  todas  partes 
y  armaba  en  el  mar.  Juntó  un  grueso  campo  por 
tierra  y  una  armada  de  doce  galeras  y  veinte  naves 
para  enseñorearse  del  mar  y  asegurar  la  tierra.  Todo 
procedía  despacio  á  causa  de  una  dolencia  que  le 
sobrevino,  de  que  llegó  á  punto  de  muerte;  luego 
empero  que  convaleció ,  y  pudo  atender  á  las  cosas 
de  la  guerra,  dio  mucha  priesa  para  que  todo  lo  ne- 
cesario se  aprestase.  Vino  á  la  sazón  una  nueva  que 
en  cierto  encuentro  que  los  portugueses  tuvieron 
con  la  guarnición  de  Santarén ,  quedaron  presos  el 
maestre  de  Avis  y  el  prior  de  San  Juan ,  alegría  falsa, 
y  que  muy  en  breve  se  trocó  en  dolor  y  pena,  porque 
se  supo  de  cierto  que  los  portugueses  en  la  ciudad 
de  Coimbra  habían  alzado  los  estandartes  reales  por 
el  maestre  de  Avis,  que  era  meter  las  mayores  pren- 
das y  empeñarse  del  todo  por  no  volver  atrás. 

El  caso  pasó  en  esta  guisa.  Juntáronse  en  aquella 
ciudad  las  cabezas  de  los  alzados  para  acordsr  lo  que 
se  debía  hacer  en  aquella  guerra.  Concordaban  todos 
en  que  para  hacer  rostro  á  los  intentos  de  Castilla 
les  era  necesario  tener  cabeza,  algún  valeroso  capí- 
tan  que  acaudíllase  el  pueblo,  ca  muchedumdre  sin 
orden  es  como  cuerpo  sin  alma.  Añadían  que  para 
mayor  autoridad  de  mandar  y  vedar ,  y  para  que  to- 
dos se  sujetasen ,  y  aun  para  que  él  mismo  se  ani- 
mase mas,  y  con  mayor  brío  entrase  en  la  demanda, 
era  forzoso  dalle  nombre  de  rey.  Alegaban  que  la 
república  da  la  potestad  real,  v  por  el  misino  caso, 
cuando  le  cumpliere,  la  puede  quitar  y  nombrar 
nuevo  rey :  mucnos  y  muy  claros  ejemplos ,  tomados 
de  la  memoria  de  los  tiempos  en  confirmación  desto, 
el  derecho  que  la  naturaleza  y  Dios  da  á  todos  de 
procurar  la  libertad  y  esquivar  la  servidumbre  :  so- 
bre todo  que  sí  los  contraríos  confiaban  en  su  dere- 
cho y  razón ,  ¿  por  qué  causa  á  tuerto  fueron  los 
primeros  á  tomar  las  armas?  que  á  ninguno  es  defen- 
dido valerse  de  la  fuerza  coutra  los  que  le  hacen 
agravio  :  no  faltabun  letrados  que  todo  esto  lo  fun- 

(i)  Estuvo  tres  veces  casado  :  primero  con  dolía  Juana 
híjaae  Felipe  de  Valoís  rey  de  Francia,  después  con  dolía 
Marta  ó  Mata  hermana  del  conde  Juan  de  Armeiíac ,  y  últi- 
mamente con  doña  Violante  hija  de  Roberto  duque  de  Bar, 
que  es  la  que  aquí  copiamos  de  su  sello.  Este  don  Juan  es 

3uien  se  dio  el  titulo  de  duque  de  Gerona  que  UeTnon 
espucs  los  primogénitos  de  los  reyes  de  Aragón. 


tiulian  en  (krecbo  cwa  muclins  ulcgackines  ile  leyes 
Aivioaí  y  hunuDU. 

La  grandeza  del  ne^cio  y  li  dificultad  espantaba: 
por  dondenlgunos  eran  de  parecer  do  quitaseu  en  el 
reiiHJ  á  dona  Beatriz ,  pues  seria  cou  iahumana  pri- 
vtdla  de  tu  herencia  de  so  padre,  temeridad  irntar, 
las  fuerzas  de  Castilla ,  locura  confiar  de  sí  demasia- 
do j  do  medirse  con  la  razan.  Que  los  enemigos  an- 
tes de  venir  í  lasmanos  j  de  ensangrentarse  aaldrian' 
»  cualquier  partido  :  las  haciendas  (i),  las  vidas  y 
la  libertad  quedaría  ea  mauo  del  vencedor.  Por  con- 
conclusión  que  era  prudencia  acordarse  de  los  tem- 
porales que  corrían,  y  medirse  con  las  fuerzas,  desear 
lo  mejor,  y  con  paciencia  acomodarse  al  estado  pre- 
sento. No  faltabau  en  la  jnnU  votos  en  favor  del 
iu^nte  don  Juan,  bien  que  m  Toledo  arrestado.  De- 
dan  se  debía  tratar  de  su  libertad,  ategabau  el  común 
acuerdo  pasado  :  ¿qué  otra  cosa  signiücaban  aque- 
llos e9tandartej?¿quéCDsaseo&%ciede  nuevo  para 
mudar  lo  acordado  una  vez?  pero  este  parecer  co- 
munmente desasradaba  :  &  quépropúsilo  hacer  rey 
al  que  ni  los  podia  gobernar ,  ni  acudílles  en  aquel 
peligro,  no  ser  ayuda,  sino  solo  causa  de  guerra? 
Con  lauto  major  voluntad  acndieron  los  votos  al 
maestre  de  Avb  que  presente  estaba ,  y  de  cuyo  valor 
y  maña  todos  muclio  se  pagaban. 


Mi^^ky¡K 


D.  Juini.de  AtiROO,  ti  €*uilvr.  {  relrjlo  CMllnw) . 

En  San  Francisco  de  Coimlira,  do  se  tenia  aquella 
junta,  le  alzuron  por  rey  á  los  cinco  de  abril  con 
apijuso  general  de  todoslos  que  presentes  se  halla- 
ron. Los  mismos  que  sentían  diversamente,  eran  lus 


primeros  á  besalle  In  mano  y  hicelle  tmto  bomenaj'* 
Mramostrarse  leales,  y  que  aprobaban  su  elección. 
Publicaban  que  las  estrellas  del  cielo  y  las  profecía» 
favorecían  aquella  elección,  en  particular  que  un 
infante  de  odio  meses  al  principio  deilts  revneltas 
en  Ebora  se  levanlú  de  la  cana ,  y  por  tres  veces  en 
alta  voi  dijo  :  donjuán  rey  de  Portngkl.  Lo  cual  in- 
terpretaban en  derecho  de  su  deudo  del  maestre  de 
Avis :  que  asi  suelen  los  liombres  faTorecvr  mm  ttfi- 
cjones ,  y  por  decir  mejor,  soñtr  lo  que  dése».  Lo» 
portugucsPB  como  tan  empeñados  en  iqael  neRucin 
que  no  podía  ser  mas,  desde  aquel  dia  en  adelante 
tomaron  las  armas  con  mayor  brío  y  tanto  mayor  es- 
peranza de  salir  con  su  intento  cuanto  menos  les 
quedaba  de  ser  perdonados,  y  aun  mnefios  se  nHv- 
vian  por  ei  deseo  natural  que  todos  los  hombres  tie- 
nen de  cosas  nuevas  y  enhdo  de  lo  (n^srate.  La 
comarca  de  Portugal .  que  está  entre  Dnero  y  Miño, 
tnuT  en  breve  se  declaró  por  el  nuevo  rey,  nnss  se 
le  aUegsban  por  fuerza ,  los  mas  de  la  volontad. 
Enturbióse  esta  alegría  con  la  armada  de  Castilla 

3ue  del  Andaiocia  y  de  Vizcaya  aportó  á  las  maríDas 
e  Portugal ,  y  se  presentó  delante  la  ciudad  de  Lis- 
boa ;  con  que  los  castellanos  quedaron  señores  de  b 
mar,  y  corrían  aquellas  riberas  y  los  campos  comar- 
canos sin  contradicción  :  cosa  qne  mucbo  enfrenA  la 
alegría  y  los  brios  de  los  portugueses.  Hallibase  el 
rey  de  Castilla  en  Córdoba  :  dende  al  principio  del 
estío  envió  la  reina  su  muier  á  Avih ,  pues  no  podia 
ser  de  provecho  por  tenelle  la  geiile  perdida  todo 
respeto,  y  para  qne  no  embarazase.  A  la  misma  sa- 
zón,  y  á  los  primeros  de  julio ,  buen  golpe  de  eecle 
debajo  la  conducta  de  don  Pedro  Tenorio  arzobispo 
de  Toledo  y  por  urden  del  rey  por  la  parte  de  C^- 
ded-Rodrígo  hizo  entrada,  y  rompió  por  la  comarca 
de  Viseo  con  gran  daño  de  kñ  natuiates ,  taks,  robos, 
deshonestidBaes  que  cometían  loa  siridadoa  aia  per- 
donar á  doncellas  ni  casadas.  Verdad  es  qoe  á  la 
vuelU  cargó  sobre  ellos  gente  de  Portugal,  qne  los 
desbarataron  y  quitaron  (oda  la  presa  con  muerte  de 
muchos  delles. 

Da  pequeños  principios  se  suelen  trocar  las  cosas 
en  la  guerra  y  aun  los  ánimos  :  fue  así  que  los  por- 
tngueses  con  este  buen  suceso  se  animtroo  mnctn 
para  liacer  rostro  en  todas  partes.  En  diversos  luga- 
res á  un  mismo  tiempo  tenían  encuentros,  en  que 
ya  vencian  los  unos ,  ya  los  otros ;  pero  de  cnalqnter 
manera  todo  redundaba  en  daño  de  los  naturales ,  y 
principalmente  deia  geile  del  campo :  loa  unos  y  los 
■  otros  comían  fi  discreción;  qoe  era  nn  misenbif 
estado  y  avenida  de  males.  Juot<)se  el  ejército  de 
Castilla  en  Ciudad -Rodrigo  ya  que  el  ertJO  estaba 
adelante  :  solo  faltaba  el  infante  don  Carlos  bmúti 
rey  do  Navarra ,  que  se  decía  allegaría  muy  en  breve 
acompañado  de  mucha  y  muy  buena  gente.  Consul- 
taron en  qué  manera  se  haría  la  guerra.  U»  parece- 
res eran  diferentes  como  siempre  acontece  en  cosas 
grandes.  Los  mas  cuerdos  querian  se  escosaae  h 
batalla  :  que  seria  acertado  dar  lugar  á  que  el  íurw 
de  los  rebeldes  se  amansase ,  y  tiempo  i>ára  que  vol- 
viesen sobre  sí.  Ilecian  qne  los  buenos  intentos  yb 
razón  se  forülicn  con  la  tardanza ,  y  por  ei  contrario, 
los  malos  s*  enflaquecen.  Que  para  domará  Portu- 
gal y  sujelalle  seria  muy  á  propósito  dalles  ana  Urp 
guerra ,  talalles  Us  campos ,  quemalles  las  míeses ,  « 
repartir  por  todas  partes  guarniciones  de  soldados. 
Anadian  que  no  debían  mucho  confiar  en  sos  faenas 
por  ser  los  capitanes  que  al  presente  tenían ,  penis 
moza,  poco  pliticos,  y  de  poca  esperiencia.  por  la 
muerte  de  los  que  fallaron  en  el certode  Lisboa,  qne 
era  la  flor  de  hi  milicia ,  ademils  de  la  falta  de  táwn 
para  hacer  las  pagas ,  y  de  la  poca  salud  qoe  el  i»y 
de  ordinario  tema,  que  en  nin^uua  manera  deba 
entrar  en  tierra  de  enemÍROs ,  ni  bailarse  á  kis  peli- 
Kioíi  y  Irantca  dudosos  de  la  guerra ,  pues  de  su  vida 


salud  depeiiiliun  Ibs  esperanzas  de  lodos ,  el  bien 
¡túblíco  Y  lürticular. 

Esto  decían  ellos,  cujo  parecer  ei  tiempo  y  suceso 
ite  las  coses  mostró  era  mii;  acertado ;  |)ero  preva- 
leció  el  TOlo  de  los  que  como  mozos  lenian  mas  ca- 
líente  la  sangre,  por  ser  de  mas  reputación;  personas 
que  con  muchas  palabras  engrandedan  las  fuerzas 
de  Castilla  j  ahatian  las  de  tos  contrarios  como  de 
cuaHí  y  gente  allegadiza ,  y  que  tenia  mas  nembre 
(le  ejército  que  fuerzas  bastantes.  Que  convenia 
apresurarse  porque  con  el  tiempo  no  cobrasen  fuer- 
zas,  y  se  arraigasen  en  guisa  que  la  llaga  se  biciese 
incurable.  Sobre  todo  que  seria  inhumanidad  dedam- 
panr  los  que  en  Portugal  seguían  su  Voi.  las  plazas 
iiue  se  tenían  por  ellos ,  y  las  guarniciones  de  solda- 
dos que  las  guardaban.  A  este  parecer  se  arrimó  el 
rey,  si  bien  el  contrarío  era  mas  prudente  y  mas 
iicerlodo.  En  muchas  cosas  se  cegaron  los  de  Castilla 
en  esta  demanda :  permisión  de  Dios  para  castigar 
por  esta  manen  los  pecados  y  la  soberbia  da  aquella 
gente.  Debieran  por  lo  menos  esperar  los  sNorros 

3ue  de  NaTirra  les  venina  con  su  caudillo  d  infante 
on  Carlos. 

Tomada  enta  resolución ,  partieron  de  Ciudad- Ro- 
■Irigo ,  y  en  aquella  parte  de  Portugal  que  se  llama 
Vera ,  se  pusieron  soore  Ciltorico  y  le  rindieron.  Pa- 
saron adelante ,  quemaron  los  arrabales  de  Coimbra, 
y  intentaron  de  tomar  á  Leyria  que  se  tenia  por  la 
reina  de  Portugal  doña  Leonor.  Durante  el  cerco  de 
Cillorico ,  el  rey  con  el  cuidado  en  que  le  ponía  sn 
pocs  salud,  los  trabajos  y  peligros  de  la  guem, 
otorgó  BU  testamento  á  los  vemte  y  uno  de  julio.  Bn 
el  mandó  que  los  señoríos  de  Vizcaya  y  de  Molina 
Herencia  de  su  miidre  micdasen  para  siempre  vincu- 
lados y  fuesen  de  los  hijos  mayores  de  los  reyes  de 
Castilla.  .Nombró  seis  personajes  por  tutores  de  su 
lii^  y  heredero  don  Enrique ,  doce  gobernadores  del 
reino  durante  su  menoridad.  Ue  la  reina  su  suegra. y 
de  los  infantes  de  Portugal  don  Juan  y  don  Donís, 
Je  los  hijos  del  rey  don  Pedro ,  y  del  liijo  de  don  Fer- 
nando de  Castro,  que  tenia  en  Castilla  presos,  mandó 
se  hiciese  lo  que  fuese  justicia.  Si  los  pretendía  per- 
donar ,  si  castigalloe ,  la  brevedad  de  su  vida  no  dio 
lugar  i  que  se  averiguase.  Otras  muchas  cosas  dejó 
dispuestas  en  aquel  testamento ,  que  por  bacelle  ar- 
rebatadamente lueroD  adelante  ocasión  de  alborotos 
7  diferencias  asaz. 

Los  portugueses  con  su  campo  eran  llegadc.  .. 
Tomar,  resueltos  de  arriscarse  y  probar  ventura.  Los 
castellanos  asimismo  pasaron  adelante  en  su  busca. 
Díéronse  vista  como  a  la  mitad  del  camino ,  en  que 
los  unos  y  los  otros  hicieron  sus  estancias  y  se  forti- 
licaron ,  los  portugueses  en  lugar  estrecho  que  tenia 
un  buen  llano ,  y  á  los  lados  sendas  barrancas  bien 
1  tondas  que  aseguraban  los  costados :  los  de  á  caballo 
eran  en  número  dos  mil  y  docientos ,  ios  {teooes  diez 
mil :  los  castellanos  como  quier  que  tenian  nincba 
mas  gente,  asentaron  á  legua  y  medía  de  un  grao 
llano  descubierto  por  todas  partes.  Su  conriunza  era 
de  suerte  que  sin  dilación  la  misma  vigiliade  la  Asun- 
ción se  adelantaron  puestas  en  urden  sus  haces  para 
presentar  al  enemigo  ta  batalla.  El  rey  de  Castilla  iba 
en  el  cuerpo  de  la  batalla,  los  costados  quedaron  á 
cargo  deal^unos  de  los  grandes  que  le  acompañaban, 
los  cuales  al  tiempo  del  menester  y  de  las  puñadas  no 
fueron  de  |irovecho  por  la  lüsposícion  del  lunar.  Uon 
Gonzalo  Nuñez  de  Guzmau  maestre  de  Alcántara 
quedó  de  respeto  con  golpe  de  gente ,  y  orden  que 
por  ciertos  senderos  tomase  á  los  enemigos  por  Ihs 
espaldas.  Pretendían  que  ninguno  pudiese  escapar  de 
muerto  ú  de  preso:  urande  conliiinza,  y  desprecio 
del  enemigo  demasiado  y  perjudicial. 

Los  portugueses  se  estuvieron  en  su  puesto  pnrn 
pelear  con  vculain ;  y  por  la  estrechura ,  de  loila  su 
líente  formaron  dos  escuadrones:  en  la  avunguardiu 


DE  espaS».  sos 

iba  por  caudillo  Ñuño  Alvarcz  Pereyra  ya  condestable 
de  Portugal,  nombrado  por  su  rey  en  los  miamos  rea- 
les para  obligalle  mas  á  hacer  el  deber :  del  otro  es- 
cuadren se  encargó  el  mismo  rey.  Adelantáronse  de 
ambas  partes  con  muestra  de  querer  cerrar;  repara- 
ron empero  los  portugueses  á  Uro  de  piedra  por  no 
salir  al  raso.  Entonces  el  nuevo  condestable  pidió 
habla  i  los  contrarios  con  muestra  de  mover  tratos 
de  paz.  Sospechóse  tenía  otro  en  el  corazón,  que  era 
entretener  y  causar  para  aprovecharse  mejor  de  los 
enemigos ,  porque  si  oiea  se  enviaron  personas  prin- 
cipales para  oirlo  v  comunicar  con  él  ningún  efec- 
to se  hizo  mas  de  gastar  el  tiempo  en  demandas  y 
respuestas. 


te  1>.  Jaial  da  Araioa. 


Ed  este  medio  entre  los  capitanes  y  personajes  ur 
Castilla  se  consultaba  sí  darían  la  batalla ,  si  la  deja- 
rían para  otro  día.  Los  mas  avisados  y  recatados  no 
querían  acometer  al  enemigo  en  lugar  tan  desaven- 
tajado ,  sino  salir  á  campo  raso  v  igual.  Los  m:is  mo- 
zos con  el  orgullo  que  les  daba  la  edad  y  la  poca  es- 
periencía ,  no  reparaban  en  difitultad-alguna  ,  todo 
[o  tenían  por  llano,  y  aun  pensaban  que  como  con 
redes  tenjan  cercados  á  los  enemigos  para  que  niti- 
guno  se  salvase.  Serit  bien  no  pasar  en  silencio  el  ra- 
zonamiento muy  cuerdo  que  hizo  Juan  de  Ría  natural 
de  Itorgoña,  el  cual  como  embajador  que  era  delrey  de 
Francia ,  viejo  de  setenta  anos,  de  grande  prudencia 
y  autoridad  seguía  loa  reales  y  el  campo  de  Castilla. 
Preguntado  pues  su  parecer,  habló  en  esta  sustan- 
cia :  M  Ai  htt^ped  y  e^tranJero ,  cual  yo  soy ,  mejor  In 
nestá  oír  el  (rárecer  ajeno  que  hablar;  mas  por  ser 
«mandado  diré  lo  que  siento  en  este  caso :  liolgari» 
ungrndar  y  acertar;  donde  no,  pido  el  perdón  debido 
»á  la  ahcion  y  amor  que  yo  tengo  A  h  nación  casle- 


oG() 


BlBLIOIECA   DE  GASPAR   T   ROIG. 


allana ,  y  también  á  esta  edud ,  que  suele  estar  libre 
«de  altivez  y  sospecha  de  liviandad ;  que  por  haberla 
ngastado  en  todas  las  guerras  de  Francia ,  me  ha  en- 
Mseñado  por  esperiencia  que  ningún  yerro  hay  tan 
ngrave  en  la  guerra  como  el  que  se  comete  en  orde- 
»nar  el  ejército  para  la  batalla.  Porque  saber  elegir 
)>el  tiempo  y  el  lugar ,  disponer  la  gente  por  orden  y 
)>conc¡erto ,  y  fortíGcalla  con  competente  socorro  es 
Moficio  de  grandes  capitanes.  Mas  victorias  han  ga- 
))nado  el  ardid  y  maña  que  no  las  fuerzas.  Nuestros 
nenemigos ,  aunque  menos  en  número,  y  de  ningún 
»valor  como  algunos  antes  de  mí  con  muchas  pala- 
nbras  han  querido  dar  á  entender,  están  bien  pertre- 
»chndos  y  se  aventajan  en  el  puesto :  por  la  misma 
»razon  los  cuernos  de  nuestro  ejército  serán  de  nin- 
))gun  provecho ,  ya  es  tarde  y  poco  queda  del  dia.  Los 
nsoldados  están  cansados  del  camino,  de  estar  tanto 
nliempo  en  pié ,  del  peso  de  las  armas ,  sin  comer  ni 
»beber  por  estar  los  reales  tan  lejos.  Por  todo  esto 
»mi  parecer  es  que  no  acometamos,  sino  que  nos  es- 
))temos  quedos:  sí  los  enemigos  nos  acometieren,  pe- 
»learemos  en  campo  abierto ;  si  no  se  atrevieren,  ve- 
»)nida  la  noche ,  los  nuestros  se  repararán  de  comida, 
mIos  contrarios ,  muchos  de  necesidad  desampararán 
»el  campo  por  venir  de  rebato,  sin  mochilla  y  sustento 
»mas  de  para  el  presen  tendía.  De  noche  no  tendrán 
nempachode  huir,  de  dia  temerán  ser  notados  de 
»icobardes.  Yo  aparejado  estoy  de  no  ser  el  postrero 
»en  el  peligro,  cualquier  parecer  <]ue  se  lome ;  pero 
))SÍno  se  pone  freno  á  la  osadía  ( Dios  quiera  que  me 
nengane  mi  pensamiento)  temóme  que  ha  de  ser 
ncierto  nuestro  llanto  y  perdición ,  y  la  afrenta  tal 
uque  para  siempre  no  se  borrará,  o 

Al  rey  parecíale  bien  este  consejo ;  mas  algunos 
señores  mozos,  orgullosos ,  sin  sufrir  dilación,  antes 
(le  tocar  al  arma  acometieron  á  los  enemigos,  y  los 
embistieron  con  gran  coraje  y  denuedo.  Acudieron 
los  demás  por  no  los  desamparar  en  el  peligro.  La 
batalla  se  trabó  muy  reñida,  como  en  la  aue  tanto 
iba.  A  los  castellanos  encendía  el  dolor  y  la  injuria 
de  habeiles  quitado  el  reino :  á  los  portugueses  nacía 
fuertes  el  deseo  de  la  libertad ,  y  tener  por  mas  pesa- 
do que  la  muerte  estar  sujetos  al  rey  de  Castilla  y  á 
sus  gobernadores.  Los  unos  peleaban  por  quedar  se- 
ñores, los  otros  por  no  ser  esclavos.  Volaron  primero 
los  dardos  y  jaras ,  tras  estos  vinieron  á  las  espadas  : 
derramábase  mucha  sangre;  peleaban  los  dea  caballo 
mezclados  con  los  de  á  pié  sin  que  se  mostrase  nadie 
cobarde  ni  temeroso ;  defendían  todos  con  esfuerzo 
el  lugar  que  iina  vez  tomaron,  con  resolución  de  ma- 
tar ó  morir.  El  rey  de  Castilla  por  su  poca  salud  ea 
una  silla  en  que  le  llevaban  en  hombros  á  vjsla  de 
todos,  animaba  á  los  suyos.  El  primer  batallón  de  los 
enemigos  comenzó  á  mostrar  flaqueza  y  ciaba :  que- 
ría ponerse  en  huida ,  cuando  visto  el  peligro ,  el  de 
Portugal  hizo  adelantar  el  suyo  diciendo  á  grandes 
voces  entre  Tos  escuadrones. )  o  Aquí  está  el  rey :  á  do 
nvais  soldados?  qué  causa  hay  de  temer?  Por  demás 
ues  huir,  pues  los  enemigos  os  tienen  tomadas  las 
uespaldas :  esperanza  de  vida  no  la  hay  sino  en  la  es- 
npada  y  valor.  Estáis  olvidados  que  peleáis  por  el  bien 
))de  vuestra  patria?  por  la  libertad,  por  vuestros  hijos 
»y  mujeres?  Vuestros  enemigos  solo  el  nombre  traen 
)>cle  Castilla,  no  el  valor,  que  este  perdióse  el  año 
upasado  con  U  peste.  No  podréis  resistir  á  los  prime- 
oros  ímpetus  de  los  bisónos,  aue  traen  no  armas,  no 
nfuerzas,  sino  despojos  que  nejaros  ?  Poned  delante 
)>iús  ojos  el  llanto,  la  afrenta  y  calamidades  que  de 
'«necesidad  vendrán  sobre  los  vencidos ,  y  mirad  que 
))no  parezca  me  habéis  querido  dar  la  corona  de  rey 
upara  afrentarme,  para  burla,  y  para  escarnio. » 

Volvieron  sobre  sí  los  soldados  animados  con  tales 
razones,  acudieron  á  sus  banderas  y  á  ponerse  en 
orden,  con  oue  dentro  de  |>oco  espacio  se  trocó  la 
suerte  de  la  uatalla.  Los  capitanes  de  Castilla  fueron 


muertos  á  vista  de  su  propio  rev  sin  volver  atrás,  la 
demás  p;ente  .como  la  que  quedaba  sin  capitanes  y 
sin  gobierno ,  murieron  en  gran  número.  El  rey  por 
no  venir  á  manos  de  sus  enemigos  subió  de  presto  en 
un  caballo ,  y  salióse  de  la  batalla:  tras  él  los  demás 
se  pusieron  en  huida  :  fue  grande  la  matanza ,  ca  lle- 
garon á  diez  ndl  los  muertos ,  v  entre  ellos  los  que 
en  valor  y  nobleza  mas  se  señalaban.  Don  Pedro  de 
Aragón  nijo  del  condestable,  don  Juan  hijo  de  don 
Tello ,  don  Fernando  hijo  de  don  Sancho ;  ambos  pri- 
mos hermanos  del  rey  :  Diego  Manrique  adelantado 
de  Castilla,  el  mariscal  Carrillo,  Juan  de  Tovar  al- 
mirante del  mar ,  que  en  lugar  de  su  padre  poco  an- 
tes le  había  dado  aquel  cargo ;  y  dos  hermanos  de 
Ñuño  Pereyra  maestre  de  Calatrava  y  don  Diego,  qae 
siguieron  el  partido  j  bando  de  CastilU:  ultra  destos 
Juan  de  Ría  el  embajador  del  rey  de  Francia,  iodigno 
por  cierto  de  tal  desastre,  y  que  ciusó  grande  lásti- 
ma :  hoy  de  sus  decendíentes  y  apellido  en  Borgoña 
viven  muchos  y  muy  nobles  y  ricos  personajes.  Mu- 
chos se  salvaron  ayudados  de  la  escurídad  de  la  no- 
che ,  que  sobrevino  y  cerró  poco  después  de  la  pelea. 
Destos  unos  se  recogieron  al  escuadrón  del  maestre 
de  Alcántara,  que  sin  embargo  de  la  rota  tuvo  fuerte 
por  un  buen  espacio.  Otros  se  encaaiinaron  á  don 
Carlos  hijo  del  rey  de  Navarra ,  que  entrara  en  son 
de  guerra  por  otra  parte  de  Portugal ,  por  no  poderse 
hallar,  ni  allegar  antes  aue  se  diese  la  batalla:  los 
mas  de  la  manera  que  pudieron ,  sin  armas  y  sin  or- 
den se  huyeron  á  Castilla.  No  costó  á  los  portugueses 
poca  sangre  la  victoria :  no  falta  quien  escriba  falla- 
ron dos  mil  de  los  suyos. 

El  rey  de  Castilla,  sacadas  fuerzas  de  flaqueza,  sin 
tener  cuenta  con  su  poca  salud :  por  la  fuerza  del 
miedo  caminó  toda  la  noche  sin  parar  hasta  Sama- 
ren ,  que  dista  por  espacio  de  once  leguas.  De -allí  el 
dia  siguiente  en  una  barca  por  el  rio  Tajo  se  enca- 
minó á  su  armada  que  tenia  sobre  Lisboa ,  y  en  elb 
alzadas  las  velas  se  partió  sin  dilación.  Llegó  á  Sevi- 
lla cubierto  de  luto  y  de  tristeza  (i):  traje  que  conti- 
nuó algunos  años.  Recibióle  aquella  ciudad  con  li- 
grimas mezcladas  en  contento;  que  si  bien  se  dolían 
de  aquel  revés  tan  grande,  holgaban  de  ver  á  sd  rey 
libre  de  aquel  peligro.  Esta  fue  aquella  memorable 
batalla  en  que  los  portugueses  triunfaron  de  las  fuer- 
zas de  Castilla ,  que  llamaron  de  Aljubarrota  porque 
se  dio  cerca  de  aquella  aldea ,  pequeñft  en  vecindad, 
pero  muy  celebrada  y  conocida  por  esta  causa.  Los 
portugueses  cada  un  año  celebraban  con  fiesta  par- 
ticular la  memoria  deste  dia  con  mucha  razón:  el 
predicador  desde  el  pulpito  encarecía  la  afrenta  v  la 
cobardía  de  los  castellanos ;  por  el  contrario  el  valor 
y  las  proezas  de  su  nación  con  palabras  á  las  veces  no 
muy  decentes  á  aquel  lugar :  acudía  el  pueblo  con 
grande  risa  y  aplauso ,  regocijo  y  fiesta  mas  para  tea- 
tro y  plaza  que  para  iglesia :  eiceso  en  que  todavía 
merecen  perdón  por  la  iibertad  de  la  patria  que  ga- 
naron ,  y  conservaron  con  aquella  victoria. 

Los  de  Castilla  se  escusan  comunmente ,  y  dicen 
,  que  la  causa  de  aquel  desmán  no  fue  el  esfuerzo  de 
los  contrarios ,  no  su  valentía ,  sino  el  cansancio  y 
hambre  de  los  suyos  por  comenzar  tan  tarde  la  pelea: 
otros  pretenden  fue  castigo  de  Dios  (contra  el  cual  no 
hay  fuerzas  bastantes)  que  tomó  de  los  que  despojaron 
el  santuario  muy  devoto  de  Guadalupe:  quieren  decir 
que  aquella  sagrada  Virgen  volvió  por  esta  manera  por 
su  casa.  Después  desta  victoria  todo  Portugal  se  alla- 
nó al  vencedor.  Santarén  y  Berganza,y  otros  mochos 
pueblos  y  fuerzas  cual  por  armas  cual  de  ^do  $e 
rindieron ;  con  que  el  nuevo  rey  entabló  su  juef^  ^ 

§uisa  que  el  reino  que  adquirió  con  poco  derecho,  ie 
ejó  firme  y  estable  á  sus  sucesores :  tanto  puede  y 

(1 )  Vistió  Inlo  ccrc«  ilo  año  y  medio,  y  mandó  que  bina- 
ran lo  mismo  su  i  va.'uiílos. 


RlgTORlA   DB   ESPAÑA. 


567 


vale  una  buena  cabeza ,  y  en  el  aprieto  una  buena 
determinación.  Estuvo  á  esta  sazón  muy  doliente^l 
rey  de  Aragón  en  Figueras.  Su  edad,  que  estaba  ade- 
lante ,  y  los  trabajos  continuos  le  tenían  quebranta- 
do. Después  convaleció  se  mostró  torcido  con  su  hijo 
el  infante  don  Juan.  El  pueblo  cargaba  á  la  reina,  que 
tenia  gran  parte  en  estos  desabrimientos,  hasta  {per- 
suadirse tenia  hechizado  y  fuera  de  sí  á  su  marido. 
El  hijo  mal  contento  se  salió  de  la  corte  :  llamó  en 
su  favor  y  del  conde  de  Ampurias  despojado  gente  de 
Francia,  que  fue  nueva  oiensa.  El  rey  por  esto  le 
i(uitó  la  procuración  y  gobernación  del  remo  que  so- 
lían tener  los  hijos  herederos  de  aouellos  reyes.  En 
Aragón ,  según  que  de  suso  queda  dicho ,  de  tiempo 
fintí^uo  tienen  un  magistrado  y  juez  que  llaman  el 
;  usticia  de  Aragón ,  para  defensa  de  sus  libertades  y 
ueros.  y  para  enfrenar  el  poder  y  desaguisados  que 
lacen  los  reyes,  á  la  manera  que  en  Roma  los  tribu- 
nos del  pueblo  defendían  y  amparaban  los  particula- 
res de  cualquier  demasía  y  insolencia.  Hizo  pues  el 
infante  recurso  al  justicia  para  que  le  desagravíase 
de  las  injurias  y  injusticias  que  le  hacían  el  rey  al 
descubierto,  v  de  callada  la  reina.  El  justicia  le  am- 
paró como  á  despojado  violentamente  en  la  posesión 
de  aquel  oficio  y  preeminencia  hasta  el  conocimiento 
de  la  causa :  debate  que  tuvo  principio  el  año  presen- 
te,  y  se  concluyó  el  siguiente.  Volvamos  á  tratar  lo 
que  sucedió  en  Castilla  y  en  Portugal  después  de 
aquella  memorable  y  famosa  jornada. 

CAPITULO  X. 
Que  los  portugueses  hicieron  entrada  en  Castilla- 

Nieva  causa  de  temor  3rde  cuidado,  sobre  las  pér- 
didas pasadas  y  el  sentimiento  muy  grande ,  sobre- 
vine al  rey  de  Castilla  y  á  los  suyos;  muestra  de  las 
alteraciones  á  que  están  sujetas  todas  las  cosas  deba- 
jo del  cielo,  y  argumento  de  que  las  adversidades  no 
paran  en  poco,  de  un  mal  se  tropieza  en  otro  sin  po- 
derse reparar.  Los  portugueses  como  hombres  deno- 
dados que  son ,  resueltos  de  ejecutar  la  victoria  y  se- 
guir su  ouena  ventura,  acordaron  lo  primero  de  enviar 
una  solemne  embajada  á  Ingalaterra  para  hacer  liga 
ron  el  duque  de  Alencastre,  pretensor  antiguo  déla 
corona  de  Castilla  por  via  de  su  mujer.  Que  las  fuer* 
zas  de  Castilla  con  dos  pérdidas  muy  (grandes  y  jun- 
tas ,  quedaban  quebrantadas ,  los  ánimos ,  otro  que 
tal,  muy  flacos,  y  muy  caídos  :  que  si  juntaba  sus 
fuerzas  con  las  de  Portugal,  podía  tener  por  muy 
segura  la  victoria,  y  por  concluida  su  pretensión. 
Entretanto  que  andaban  estas  tramas  y  se  sazonaban, 
por  no  estar  ociosos,  y  no  dar  lugar  á  los  contrarios 
de  rehacerse  y  alentarse,  acordaron  otrosí  de  conti- 
nuar la  guerra ;  el  nuevo  rey  de  Portugal  para  suje- 
tar lo  que  restaba ,  correr  por  todo  el  reino  las  reli- 
quias y  restante  de  los  castellanos,  como  lo  hizo  muy 
cumplidamente.  Su  condestable  Nuno  Pereyra  con 
buen  número  de  gente  rompió  por  las  tierras  del  An- 
dalucía haciendo  correrías  mal  y  daño ,  presas  por 
todas  partes. 

Salieron  al  encuentro  Pero  Muñiz  maestre  de  San- 
tiago, y  Gonzalo  Nuñez  de  Guzman  oue  ya  era  maes- 
tre de  Calatrava ,  y  el  conde  de  Niebla ,  y  con  lo  que 
quedaba  de  la  pérdida  pasada ,  encerraron  á  los  ene- 
migos oue  traían  menos  gente  y  los  cercaron  como 
con  redíes  cerca  de  un  lugar  llamado  Valverde.  Ellos 
visto  su  peligro,  comenzaron  á  temer  y  pedir  partido; 
Cambien  la  fortuna  aquí  les  favoreció  por  un  caso 
no  pensado ,  que  al  principio  de  la  refriega  mataron 
el  caballo  al  maestre  de  Santiago  y  después  á  él  mis- 
roo.  Por  tanto  atemorizados  los  demás  rehusaron  la 
pelea  como  cosa  desgraciada,  y  los  portugueses  se 
irolvieron  sin  daño  á  su  tierra ,  alegres  y  ricos  con  la 
presa  que  llevaban.  Al  condestable  Ñuño  Pereyra  por 
sus  buenos  servicios  le  dio  el  nuevo  rey  el  condado 


de  Barcelos.  En  lugar  de  Pero  Muñiz  hizo  el  rey  de 
Castilla  maestre  de  Santiago  á  Garci  Fernandez  de 
Yillagarcia. 

Restaba  la  guerra  que  amenazaba  de  parte  de  los 
ingleses,  que  ponía  al  rey  de  Castilla  en  mayor  cui- 
dado de  cómo  se  defendería.  Vínose  de  Sevilla  á  Ya- 
lladolid  para  hacer  cortes.  El  deseo  de  venganza  y 
reputación  suele  calmar  en  semejantes  aprietos:  acu- 
dió don  Carlos  hijo  del  rey  de  Navarra ,  principe  va- 
leroso, y  agradecido  para  con  su  cuñado.  Acordaron 
que  se  hiciesen  de  nuevo  levas  de  gente  en  mayor 
número  que  hasta  allí ,  que  se  armasen  los  vasallo's 
conforme  á  la  posibilidad^  de  cada  cual :  que  se  hi- 
ciesen rogativas  para  aplacar  á  Diosen  lugar  del  luto 
que  traía  el  rey  y  le  templó  á  suplicación  de  las  cortes: 
que  dentro  y  fuera  del  reino  procurasen  ayudas ,  y 
también  dinero,  de  que  padecían  gran  falta.  Para  esto 
juzgaban  que  en  Francia  tendrían  muy  cierto  el  favor 
y  amparo.  Despacharon  embajadores ,  personas  muy 
nobles  sobre  esta  razón. 

Llegados  al  principio  del  año  de  4386,  en  París 
delante  del  rey  y  sus  grandes  con  palabras  lastimosas 
declararon  el  trabajo  de  su  patria  :  que  de^nás  de  los 
daños  pasados ,  tales  y  tan  grandes ,  de  Ingalaterra 
se  les  armaba  de  nuevo  otra  tempestad ,  a  la  cual 
si  á  los  principios  no  se  atajaba ,  á  manera  de  fuego 
que  de  una  casa  salta  en  otras,  primero  abrasada 
toda  España,  pasaría  dende  á  Francia :  que  les  pesa- 
ba mucno  de  estar  reducidos  á  tal  término  que  fuesen 
compeíidos  á  serles  tantas  veces  cargosos  sin  mere- 
cerlo sus  servicies ,  que  confesaban  ser  ningunos ,  ó 
cortos  por  no  dar  lugaráello  los  tiempos:  que  tenían 
en  la  memoria  que  don  Enrique  su  señor  adquirió 
aquel  reino  con  las  fuerzas  de  Francia  :  la  merced 
hecha  al  padre  era  justo  continualla  en  su  hijo,  y  pen- 
sar que  desta  guerra  no  dependía  sola  la  reputación 
y  autoridad ,  sino  la  libertad,  la  vida,  y  todo  su  estado, 
de  que  sin  duda ,  si  fuesen  vencidos ,  serian  despo- 
jados. 

Los  grandes  de  Francia  que  presentes  se  hallaron, 
oon  su  acostumbrada  nobleza  todos  muy  de  corazón  y 
voluntad  consultados  respondieron  que  se  debía  dar 
el  socorro  que  aquel  rey  su  aliado  y  amigo  pedia:  en 
particular  acordaron  que  fuesen  de  dos  mil  caballos, 
y  por  capitán  dellos  Luis  de  Borbon  tío  del  rey  de 
Francia  de  parte  de  madre ,  y  cien  mil  florines  para 
las  primeras  pagas.  Añadieron  que  si  este  socorro  no 
bastase  p.ira  la  presente  necesidad ,  prometían  que 
el  mismo  rey  en  persona  acudiría  con  todas  las  fuer- 
zas y  poderes  de  Francia ,  y  tomaría  á  sn  cargo  la 
querella.  El  pontífice  Clemente  eso  mismo  desde  Avi- 
non  escribió  al  rey  don  Juan  una  carta  en  que  le  con- 
solaba con  razones  y  ejemplos  tomados  de  los  libros 
sagrados  y  de  historias  antiguas/  Don  Pedro  conde  de 
Trastamara ,  primo  hermano  del  rey ,  oue  se  pasara 
en  tiempo  de  la  guerra  de  Portugal  del  ejército  real 
á  Coimbra ,  y  de  allí  á  Francia ,  volvió  á  esta  sazón  á 
España  ya  perdonado.  Poca  ayuda  era  toda  esta  por 
estar  ya  las  fuerzas  apuradas  :  la  tardanza  de  los  in- 
gleses dio  entonces  la  vida;  con  que  la  llaga  seiba 
sanando.  El  rey  de  Portugal  se  armó  de  nuevo,  y  puso 
cerco  sobre  Coria  :  no  la  pudo  ganar  á  causa  que  le 
entró  gente  de  socorro ;  solo  volvió  á  su  reino  carga- 
do de  aespojos. 

En  Se^ovia  se  tomaron  á  juntar  cortes  de  Castilla 
á  propósito  de  dar  orden  en  las  derramas  (1)  que  con- 
venían hacerse  para  recoger  dinero.  En  estas  cor- 
tes publicó  el  rey  un  escrito  en  forma  de  ley ,  en 
que  pretende  animar  y  unir  sus  vasallos  para  to- 
mar las  armas  en  su  defensa,  y  deshacer  la  preten- 

(1)  También  se  ordeoó  castigo  cootra  los  que  hiciesen  cor- 
rer malas  nuevas,  y  hablasen  sin  respeto  de  las  personas 
reales,  permitiendo  á  las  justicias  abrir  las  carias  para  ave- 
riguar los  autores  sediciosos. 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  Y  ROIG. 


568 

sion  del  duque  de  Alencaslre.  Entre  otras  razones 
que  alega  una  es  la  violencia  de  que  usó  el  rey  don 
Sancho  el  Bravo  contra  sus  sobrinos  los  hijos  del  in- 
fante don  Fernando  :  el  deudo  que  el  mismo  tenia 
con  su  mujer ,  en  que  en  su  vida  nunca  fue  dispen- 
sado :  la  ilegitimidad  de  las  hijas  del  rev  don  Pedro, 
como  habidas  en  su  combleza  durante  el  matrimonio 
de  la  reina  doiía  Blanca  :  por  el  contrario  funda  su 
derecho  en  el  consentimiento  del  pueblo ,  que  dio  la 
corona  á  su  padre ,  y  en  la  sucesión  de  los  Cerdas 
despojados  á  tuerto.  La  verdad  era  que  la  reina  su 
madre  fue  nieta  de  don  Fernando  do  la  Cerda  hijo 
menor  del  infante  don  Femando,  y  nieto  del  rey  don 
Alonso  el  Sabio ,  y  por  mu^te  de  otros  deudos  quedó 
sola  por  heredera  ae  sus  estados  y  acciones.  No  de- 
bió de  hacer  cuenta  de  don  Alonso  de  la  Cerda  hijo 
mayor  del  dicho  infante ,  ni  de  su  sucesión  por  la 
renunciación  que  él  mismo  los  años  pasados  hizo  de 
sus  derechos  y  acciones. 

Aceptó  el  de  Alencastre  el  partido  que  de  Portugal 
le  ofrecían ,  resuelto  de  aprovecharse  de  la  ocasión 
que  el  tiempo  le  presentaba  :  intentó  pasar  por  Ara- 
gón ,  y  el  do  Castilla  desque  lo  supo ,  de  impedillo; 
sobre  lo  cual  de  entrambas  partes  se  enviaron  emba- 
jadores á  aquel  rey.  Despedido  pues  de  tener  aquel 
paso,  en  una  armada  pasó  de  Ingalaterra  á  España. 
Aportó  á  la  Coruña  á  los  veinte  y  seis  de  julio.  Entró 
en  el  puerto  en  que  halló  y  tomó  seis  galeras  de  Cas- 
tilla :  el  pueblo  no  le  pudo  forzar  á  causa  que  el  go- 
bernador que  allí  estaba ,  por  nombre  Fernán  Pérez 
de  Andrada  natural  de  Galicia  le  defendió  con  mucho 
valor  y  lealtad.  Eran  los  ingleses  mil  y  quinientos 
caballos,  y  otros  tantos  arqueros  (ca  los  ingleses  son 
muy  diestros  en  flechar )  poca  gente,  pero  que  pu- 
diera hacer  grande  efecto  si  luego  se  juntaran  con 
la  de  Portugal.  Los  dias  que  en  aquel  cerco  de  la  Co- 
ruña se  entretuvieron  fueron  de  gran  momento  pa- 
ra los  contrarios ,  sí  bien  ganaron  algunos  pueblos  en 
Galicia :  la  misma  ciudad  de  Santiago ,  cabeza  de 
aquel  estado  y  reino ,  se  les  rindió ;  si  por  temor  no 
la  forzasen,  si  por  deseo  de  novedades,  no  se  pua- 
do averiguar.  Lo  mismo  hicieron  algunas  personas 
principales  de  aquella  tierra ,  que  se  arrimaron  á  los 
ingleses.  Tenian  por  cierta  la  mudanza  del  príncipe 
y  del  estado ,  y  para  mejorar  su  partido  acordaron 
adelantarse  y  ganar  por  la  mano :  traza  que  á  unos 
sube  y  á  otros  abaja. 

El  de  Alencastre  á  ruegos  del  Portugués  pasó  final- 
mente á  Portugal.  Echó  anclas  á  la  boca  del  rio  Due- 
ro. Tuvieron  los  dos  habla  en  aquella  ciudad  de  Portu, 
en  que  trataron  á  la  larga  de  todas  sus  haciendas. 
Venían  en  compañía  del  duque  su  mujer  doña  Cos- 
tanza  y  su  hija  doña  Catalina ,  y  otras  dos  hijas  de 
su  primer  matrimonio ,  Phílipa  v  Isabel.  Acordaron 

Í^ara  hacer  la  guerra  contra  Castilla  de  juntar  en  uno 
as  fuerzas :  que  ganada  la  victoria ,  ae  que  no  du- 
daban ,  el  reino  de  Castilla  quedase  por  el  Inglés 
qua  ya  se  intitulaba  rey;  para  el  Portugués  en  re- 
compensa de  su  trabajo  señalaron  ciertas  ciudades  y 
villas :  mostrábanse  liberales  de  lo  ajeno ,  y  antes 
de  la  caza  repartían  los  despoios  de  la  res.  Para  ma- 
yor seguridad  y  firmeza  de  la  alianza  concertaron 
que  dona  Pliilipa  casase  con  el  nuevo  rey  de  Portu- 
gal á  tal  que  el  pontífice  Urbano  dispensase  en  el 
voto  de  castidad ,  con  que  aquel  príncipe  se  ligara 
como  maestre  de  A  vis  á  fuer  de  los  caballeros  de  Ca- 
latrava.  Grande  torbellino  venia  sobre  í^astilla,  en 
gran  riesgo  se  hallaba:  los  santos  sus  patrones  le  am- 
pararon ;  que  fuerzas  humanas  ni  consejo  en  aquella 
coyuntura  no  bastaran. 

Hallábase  el  rey  de  Castilla  en  Zamora  ocupado  en 
apercebirse  para  la  defensa ,  acudía  á  todas  partes 
con  gente  gue  le  venia  de  Francia  y  de  Castilla:  pu- 
blicó un  edicto  en  que  daba  las  franquezas  de  hidal- 
gos á  los  que  á  sus  espensas  con  armas  y  caballo  sir- 


viesen en  aquella  guerra  por  espacio  de  dos  meses- 
notable  aprieto.  A  don  Juan  García  Manríoue  arzo- 
bispo de  Santiago  despachó  con  buen  numero  de 
soldados  para  que  fortaleciesen  á  León ,  ca  cuidaban 
que  el  primer  golpe  de  los  enemigos  sería  contra 
aquella  ciudad  por  estar  cerca  de  lo  que  los  ingleses 
dejaron  ganado.  Todo  sucedió  mejor  que  pensaban. 
El  aire  de  aquella  comarca  no  muy  sano ,  y  la  des- 
temijlanza  del  tiempo  sujeto  á  enfermedades^  fue 
ocasion'que  la  tierra  probase  á  los  estraños ,  de  guisa 
gue  de  dolencias  se  consumió  la  tercera  parte  de  los 
ingleses.  Además  que  como  salían  sin  orden  y  desban- 
dados á  buscar  mantenhnientos  y  forrage ,  los  villa- 
nos y  naturales  cargaban  sobre  ellos  y  los  destroza- 
ban ;  que  fue  otra  segunda  peste  no  menos  braTa 
que  las  dolencias. 

Así  se  pasó  aquel  estío  sin  que  se  hiciese  cosa  al- 
guna señalada,  mas  de  que  entre  los  príncipes  an- 
duvieron embajadas.  El  inglés  con  un  rey  de  armas 
envió  á  desafiar  al  rey  de  Castilla,  y  requerille  le 
desembarazase  la  tierra ,  y  le  dejase  la  corona  que 
por  toda  razón  le  tocaba.  El  de  Castilla  despachó 
personas  principales ,  uno  era  Juan  Serrano  prior  de 
Guadalupe  (ya  aquella  santa  casa  era  de  Gerónimos) 
para  que  en  Orense  do  el  duque  estaba ,  le  diesen  á 
entender  las  razones  en  que  su  derecho  estrivaba. 
Hicieron  e)los  lo  que  les  fue  ordenado.  La  suma  era 

3ue  doña  Costanza  su  mujer  era  tercera  nieta  del  rey 
on  Sancho,  que  se  alzó  á  tuerto  con  el  reino  contra 
su  padre  don  Alonso  el  Sabio ;  por  lo  cual  le  echó  su 
maldición  como  á  hijo  rebelde,  y  le  privó  del  reino, 
que  restituyó  á  los  Cerdas ,  cuya  era  la  sucesión  de 
rechamente ,  y  de  quien  decendia  el  rey  su  señor. 
Otras  muchas  razones  pasaron.  No  se  trató  de  doña 
María  de  Padilla,  ni  de  su  casamiento^  creo  por  huir 
la  nota  de  bastaroía  que  á  entrambas  las  partes  to- 
caba. Repiquetes  de  broquel  para  en  público :  que  de 
secreto  el  prior  de  parte  de  su  rey  movió  otro  parti- 
do mas  aventajado  al  duque ,  de  casar  su  hija  y  de 
doña  Coastaoza  con  el  infante  don  Enrique  que  por 
este  camino  se  juntaban  en  uno  los  derechos  de  las 
partes :  atajo  para  sin  dificultad  alcanzar  todo  lo  que 
pretendían  ,  que  era  dejar  á  su  hija  por  reina  de  Cas- 
tilla. No  desagradó  al  Inglés  esta  traza,  que  venia  tan 
bien  y  tan  á  cuento  á  todos,  si  bien  la  respuesta  en 
público  fue  que  á  menos  de  restituille »  el  reino,  no 
dejaría  las  armas ,  ni  darla  oído  á  ningún  género  de 
concierto  :  aun  no  estaban  las  cosas  sazonadas. 

CAPITULO  XI. 
Como  fiíUecieroD  tres  reyes. 

En  este  estado  se  hallaban  las  cosas  de  Castilla, 
para  caídas  y  tantos  reveses  tolerable.  El  ver  que  se 
entretenían ,  y  los  males  no  les  atropellaban  en  un 
punto,  de  presente  los  consolaba,  y  la  esperanza 
para  adelante  de  mejorar  su  partido  hacia  que  el  ene- 
migo ya  no  les  causase  tanto  espanto.  A  esta  sazón 
en  lugares  asaz  diferentes  y  distantes  casi  á  un  mis- 
mo tiempo  sucedieron  tres  muertes  de  reyes  todos 
príncipes  de  fama.  En  Hungría  dieron  la  muerte  á 
Carlos  rey  de  Ñapóles  á  los  cuatro  de  junio  con  una 
partesana  que  le  abrió  la  cabeza.  El  primer  dia  de 
enero  luego  siguiente,  principio  del  año  1387 ,  Cale- 
ció en  Pamplona  don  Carlos  rey  de  Navarra,  Sc^^do 
deste  nombre ,  bien  es  verdad  que  algunos  señalan 
el  año  pasado;  mas  porque  concuerdan  ei^  el  dia,  y 
señalan  nombradamente  que  fue  martes ,  será  forzo- 
so no  los  creamos.  Su  cuerpo  sepultaron  en  la  i^sia 
Mayor  de  agüella  ciudad. 

Cuatro  días  después  pasó  otrosí  desta  vida  en  Bar- 
celona el  rey  de  Aragón  don  Pedro ,  Cuarto  deste 
nombre  :  su  edad  de  setenta  y  cinco  años ;  dello» 
reinó  por  espacio  de  cincuenta  y  únanos  menos die/ 


HISTORIA  DI  BSPAÍ^A. 


557 


gnndeía  y  la  famt  de  los  prindpet  corren  á  las  pa- 
rejas :  asi  sus  Tírtudes  como  sus  ncios  esUn  a  la 
vista  4a  todos ,  y  cuanto  es  mayor  y  mas  alto  el  lagar 
tanto  debe  ser  menor  la  libertad «  por  el  ejempíoi 
que  si  es  malo,  cunde  y  empece  mucho. 

No  se  le  encubrieron  á  la  reina  ios  intentos  del 
pontífice  y  sus  traaas.  Sabía  muy  bien  el  aborreci- 
miento qne  comunmente  le  tenían ,  ocuionado  de  la 
torpea  de  su  Tída.  Recelábase  por  el  mismo  caso 
que  no  tendría  fuerzas  bastantes  para  contrastar  á 
tan  poderosos  enemigos.  No  tenia  sucesión ,  si  bien 
se  casó  cuatro  veces :  la  primera  con  Andreasso ,  al 
cual  ella  misma  di6  la  muerte :  la  segunda  con  Ludo- 
vico  príncipe  de  Taranto,  deudos  el  uno  y  el  otro 
muy  cercanos  suyos :  la  tercera  con  don  Jaime  in- 
fante de  Mallorca ,  y  últimamente  tenia  por  marido 
á  Othon  duque  de  nranzríque.  Comunica  con  el 
otro  pontfGce Clemente,  y  habido  con  él  su  acuerdo, 
determinó  para  desbaratar  aquella  tempestad  y  tor- 
bellino que  contra  ella  se  armaba ,  valerse  de  las 
fuerzas  oe  Francia.  Para  esto  prohijó  á  Luis  duque 
de  Anjou  principe  muy  poderoso.  Díóle  titulo  de  du* 

3ue  deCakbría ,  que  era  el  que  tenían  los  herederos 
e  aquel  reuio  de  Ñapóles.  Hizose  el  auto  de  la  adop- 
ción con  la  solemnioad  necesaria  en  el  castillo  de 
aquella  ciudad  Uamado  del  Ovo ,  á  los  veinte  y  nueve 
de  junio.  Principios  de  grandes  alteraciones  y  guer- 
ras que  adelante  resultaron ,  en  que  entró  también  á 
la  parte  España  finalmente,  y  el  primer  titulo  que 
tuvieron  aquellos  duques  de  Anjou  para  pretender 
con  tanta  porfia  y  por  tanto  tiempo  el  reino  de  Ñapó- 
les :  traza  enderatada  para  defenderse  la  reina,  y 
juntamente  afirmar  el  partido  del  papa  Clemente, 
que  á  la  una  y  al  otro  prestó  poco. 

Falleció  por  este  tiempo  á  trece  de  julio  el  valeroso 
caudillo  Beltran  Ciaquín  :  tomóle  la  muerte  en  los 
reales ,  y  en  el  cerco  que  tenia  puesto  sobre  Castro- 
nuevo  pueblo  de  Bretaiía.  Su  linaje  ilustre ,  sus  ha- 
zanas  esclarecidas;  su  padre  se  llamó  Reginaldo 
Claqnin,  señor  de  Bronio  cerca  de  Rennes,  ciudad 
muy  conocida  en  el  ducado  de  Bretaña.  El  oficio  de 
condestable ,  que  es  muy  preeminente  en  Francia,  y 
vacó  por  su  muerte,  se  dió  poco  adelante  á  Oliverio 
Clisson.  Murió  asimismo,  á  los  diez  y  seis  de  setiem- 
bre. Carlos  rey  de  Francia  en  el  bosque  de  Víncenas 
3ue  mandó  en  su  testamento  sepultasen  el  cuerpo 
e  ClaqnÍD  junto  al  suyo  en  San  Dionisio » sepultura 
de  aquellos  reyes  junto  á  París  :  honra  muy  debida 
á  lo  mucho  oue  sirvió  en  su  vida ,  y  á  su  valor.  Suce- 
dió en  aquella  corona  Caries  hijo  del  difunto,  Sesto 
deste  nombre. 

Al  rey  de  Portugal  aquejaba  el  cuidado  de  lo  que 
seria  de  aquel  reino  después  de  su  muerte.  La  eclad 
estaba  adelante ,  no  tenía  hijo  varon ,  ni  esperaba 
tenelle.  Doña  Beatriz  habida  en  la  reiaa,  de  la  cual 
adelante  se  puso  en  duda  si  era  legitima,  en  vida  del 
rey  don  Enrique  quedó  desposada  con  su  hijo  bastar- 
do don  Fadrique  duque  de  Benavente.  No  quiso  el 
Portugués  después  de  muerto  el  rey  don  Enrique 
ua^r  por  estos  desposorios ,  antes  despachó  sus  om- 
bajadores  al  nuevo  rey  de  Castilla  que  volvía  del  An- 
dalucfa  para  pedilie  para  su  hija  al  infante  don 
Enrique,  si  bien  era  niño  de  pocos  meses  nacido: 
acuerdo  poco  acertado ,  sujeto  á  grandes  inconve- 
nientes, por  la  edad  de  los  novios  tan  diferente  y 
desigual.  Todavía  el  rey  don  Joan  no  desechó  aquel 
partido  por  la  comodidad  queae  presentaba  de  haber 
el  reino  de  Portugal  por  aquel  camino  y  juntalle  con 
Castilla.  Tratóse  de  las  condiciones,  y  finalmente 
en  Soria  donde  se  juntaron  las  cortes  de  Casti- 
lla (i)  ,  se  concertaron  eo  los  desposorios  que  al  cabo 

{i)  Se  establederon  leyes  eseelentes ,  qoe  la  mayor  parte 
Be  bailan  recopiladas;  y  el  doctor  Montalvo  las  iotrodojo  eo 
•a  OráenamietUo. 

TOMO  I. 


no  surtieron  electo.  Prendieron  por  mandadodel  rev  al 
adelantado  Pedro  Manrique :  cargábanle  ciertas  plá- 
ticas y  iratns  que  decían  tenia  con  don  Alonso  de 
Aragón  conde  de  Denia  en  perjuicio  del  reino.  La 
verdad  es  que  murió  en  la  prisión  sin  dejar  hijos.  Su- 
cedióle en  aquel  cargo  y  en  sus  estados  su  hermano 
Diego  Mannque,  merced  que  tenia  bien  merecida 
por  su  valor  y  los  servicios  que  hiciera  en  la  guerra 
de  Navarra. 

Era  el  re^  de  Francia  de  (¡oca  edad :  tenia  en  su 
lugar  el  gobierno  de  aquel  reino  Luis  duque  de  An- 
jou por  avenlajarse  á  los  otros  señores  de  Francia  y 
por  el  deudo  que  alcanzaba  con  aquella  casa  real.  Re- 
celábase el  rey  de  Aragón  no  quisiese  con  aquella 
ocasión  volver  á  la  pretensión  del  reino  de  Mallorca 
por  el  derecho  que  de  suso  queda  tratado.  Pero  á  él 
otro  cuidado  le  aquejaba  mas,  que  era  amparar  la 
reina  de  Ñápeles ,  y  de  camino  asegurar  para  su  casa 
la  sucesión  de  aquel  reino :  acudió  sin  embargo  el 
rey  don  Juan  de  Castilla ,  despachó  embajadores  á 
Francia  para  tratar  de  conciertos.  Dió  oídos  el  de 
Anjou  á  estas  pláticas  por  quedar  desembarazado 
para  la  empresa  de  Italia.  Asentaron  que  vendiese  á 
dinero  el  derecho  que  con  dinero  comprara ,  en  que 
el  rej  don  Juan  puso  de  su  casa  buena  cantia  en 
gracia  de  su  suegro ,  y  por  el  deseo  que  tenia  no  se 
altérese  el  sosiego  de  que  en  España  ffozabfln. 

Despachó  otros!  embajadores  al  soldán  de  Egipto 
que  de  sq  parte  le  bicieseo  instancia  pare  que  pusiese 
en  libertad  á  León  rey  de  Armenia  que  tenia  cautivo 
y  se  le  murieran  en  la  prisión  mujer  y  hija.  Condes- 
cendió el  bárbaro  con  aquellos  ruegos  tan  puestos 
en  razmi.  Soltó  al  preso,  que  envió  con  cartas  que  le 
dió  soberbias  y  hinchadas  en  lo  que  de  sí  decía ,  hono- 
ríficas pare  el  rey  don  Juan ,  cuyo  poder  y  valor 
encarecía,  y  le  pedia  su  amistad.  Vino  aquel  rey 
despojado  tres  anos  adelante  primero  á  Frene» ,  den- 
de  á  Castilla.  Es  muy  nropio  de  grandes  reyes  levan- 
tar ioi  caídos ,  y  mas  los  que  se  vieron  en  prosperidad 
y  grandeza.  Recibióle  el  rey  y  hospedóle  con  toda 
cortesía  y  regalo;  y  pare  consuelo  ae  su  destierro  y 
pasar  k  vida  le  consignó  las  villas  de  Madrid  y  Andu- 
jar  con  rentas  necesarias  y  bastantesj>are  el  sustento 
de  su  casa.  No  paró  mucho  en  España,  antes  dió  la 
vuelta  á  Francia  con  intento  de  pasar  á  Ingalaterra 
para  concertar  aquellos  reyes ,  y  penuadilles  que 
deiadas  entre  sí  las  armas,  las  volviesen  con  tanto 
mayor  prez  y  gloria  contra  los  enemigos  de  Cristo 
los  ínGeles  de  Asía.  En  esta  demanda  sin  efectuar 
cosa  alguna  le  tomó  la  muerte ,  y  le  atajó  sus  trazas 
como  suele.  En  la  iglesia  de  los  mongos  colesUnos 
de  París  en  la  capilla  mayor  se  ve  el  día  de  hoy  un 
arco  cebado  en  la  pared,  con  un  lucillo  de  mármol 
de  obra  prima  con  su  letra  que  declare  yace  en  él  León 
rey  de  Armenia. 

CAPITULO  IV. 

Qae  Castilla  dió  la  obediencia  al  papa  Clemente. 

Estaba  el  mundo  alteredo  con  el  scismade  los  ro- 
manos pontífices,  y  los  principes  cristianos  cansados 
de  oír  Jos  lerdos  de  las  dos  partes.  Loe  escrúpulos 
de  conciencia ,  que  cuando  se  les  da  entrada ,  se 
suelen  apoderar  de  los  corazones ,  crecían  de  cada 
día  mas.  El  rey  determinó  de  hacer  cortes  en  Castilla 
pare  resolver  este  punteen  Medina  del  Campo.  Gran- 
des fueron  las  diligencias  que  en  ellas  los  legados  de 
ambas  partes  hicieron ,  por  entender  que  lo  que  alH 
se  determinase,  abrazaría  toda  España.  No  se  con- 
formaban los  pareceres,  unos  aprobaban  la  elección 
de  Roma,  otros  la  de  Fundí :  los  mas  prudentes  juz- 
gaban que  como  si  liobiera  sede  vacante ,  se  estu- 
viesen á  la  mira -/y  que  esta  causa  8o  debía  deiar 
entere  al  juicio  del  concilio  general.  Entre  estos  da- 
res  y  tomares  parió  la  reina  á  los  velóle  y  ocho  de 


bM 


DIDMÚTECA   ni  G ASPAR  T  ROlfí. 


noviembre  un  hijo  que  liaiaaron  don  Femando ,  que 
en  noblexa  de  corazón  y  prosperidad  de  todas  sus 
empresas  escedió  á  los  príncipes  de  su  tiempo ,  y  lle- 
gó á  ser  rey  de  Aragón  por  sus  partes  muy  aTenta* 
jadas. 

Vinieron  también  á  estas  cortes  gran  número  de 
monges  benitos :  quejábanse  gue  algunos  señores  á 
titulo  de  ser  patrones  desús  ricos  y  grandes  conven- 
tos les  hacían  en  Castilla  la  Vieja  grandes  desafueros, 
ca  les  tomaban  sus  pueblos  y  imponían  á  los  vasallos 
nuevos  pechos ,  avocaban  á  sí  las  causas  criminales 
y  civiles ,  y  todas  las  demás  cosas  hacían  á  su  parecer 
y  albedrio  contra  toda  orden  de  derecho,  y  contra  las 
costumbres  antiguas.  Señaláronse  jueces  sobre  el 
caso ,  varones  de  mucha  prudencia ,  que  pronuncia- 
ron contra  la  avaricia  y  insolencia  de  los  señores ,  y 
decretaron  que  á  ninguno  le  fuese  licito  tocar  á  las 
posesiones  y  rentas  de  los  conventos ,  y  que  solo  el 
rey  tuviese  la  protección  dellos ;  la  cual  se  guardó 
por  el  tiempo  de  su  reinado. 

Entre  los  cardenales  que  siguieron  las  partes  de 
Clemente ,  fue  uno  don  Pedro  de  Luna  hechura  del 
pontífice  Gregorio ,  de  muy  noble  alcuña  entré  los 
aragoneses,  de  vivo  y  grande  ingenio ,  y  muy  letrado 
en  derechos.  Por  esta  causa  Clemente  le  envió  por 
su  legado  á  España  al  principio  del  año  de  i 381  por 
ver  SI  con  su  buena  maña  v  letra  podía  atraer  nues- 
tra nación  á  SU  parcialidad  y  devoción.  En  Aragón 
salió  en  vacio  su  trabajo  por  no  querer  resolverse  en 
tan  grande  duda  el  rey  y  sus  grandeá :  con  el  rey  de 
Castilla  tuvo  mayor  cabida.  Juntáronse  en  la  corte  los 
varones  mas  señalados  del  reino,  y  gastados  muchos 
días  para  la  resolución  deste  negocio,  Onalmente  en 
Salamanca ,  para  do  trasladaron  la  junta,  á  veinte  de 
mayo  dieron  por  nula  la  elección  de  Urbano,  y  apro- 
baron la  de  Clemente ,  que  residía  en  Aviñon ,  como 
legal  y  hecha  sin  fuerza;  en  que  parece  atendieron 
á  que  residía  cerca  de  España,  y  á  la  amistad  del  rey 
de  Francia  mas  que  á  la  equiaad  de  las  leyes. 

Muelles  tuvieron  por  mal  pronóstico  y  por  indicio 
de  que  la  sentencia  fue  torcida ,  la  muerte  que  vino 
á  esta  sazón  á  la  reina  dooa  Juana  madre  del  rey, 
santísima  señora ,  y  tan  limosnera  que  la  llamaban 
madre  de  pobres :  en  su  viudez  trajo  hábito  de  mon- 
ja, con  que  también  se  enterró.  Hízose  el  enterra- 
miento en  Toledo  junto  á  don  Enrique  su  marido 
con  célebre  aparato  mas  por  las  lágrimas  y  senti- 
miento del  pueblo  que  por  otra  alguna  cosn.  Clemen- 
te trabajaba  de  traer  á  España  á  su  devoción ,  como 
está  dicno;  y  al  mismo  tiempo  en  Hallase  mostraban 
grandes  asonadas  de  guerra.  Don  Carlos  duque  de 
Durazo  vino  de  Hungría  á  Italia  al  llamado  del  pontí- 
fice Urbano  :  diéronle  los  florpntines  gran  suma  de 
dinero  porque  no  entrase  de  guerra  por  la  Toscana. 
En  Boma  le  dio  el  ponlííicc  título  de  senador  de 
aquella  ciudad,  y  la  corona  del  reino  de  Ñapóles.  Allí 
desde  que  llegó ,  le  sucedieron  las  cosas  mejor  de  lo 
que  él  pensaba ,  que  todas  las  ciudades  y  pueblos 
abiertas  los  puertas  le  recibían,  hasta  la  misma  no- 
bilísima y  gran  ciudad  de  Ñapóles. 

La  reina  por  la  poca  conGanza  que  hacia  asi  de  su 
ejército  como  de  la  lealtad  de  los  ciudadanos ,  se  hizo 
fuerte  por  algún  tiempo  en  Castelnovo.  Othon  su 
marido  fue  preso  en  una  batalla  que  se  arriscó  á  dar 
á  los  contrarios  :  con  que  la  reina ,  perdida  toda  con- 
fianza de  poderse  tener,  se  rindió  al  vencedor.  Pu- 
siéronla en  prisiones ,  y  poco  después  la  colgaron 
de  un  lazo  en  aquella  misma  parte  en  que  ella  hizo 
dar  garrote  á  su  marido  Andreasso.  Muerta  la  reina, 
dieron  libertad  á  Othon  para  que  se  fuese  á  su  tier- 
ra :  con  esta  victoria  la  parte  de  Urbino  ganó  mucha 
reputación.  Parecía  que  Dios  amparaba  sus  cosas ,  y 
menguaba  las  de  su  competidor.  Había  entrado  en 
Italia  el  duque  de  Anjou  con  un  grueso  campo ;  fa- 
lleció empero  de  enfermedad  en  la  PuUa ,  provincia 


del  reino  de  Ñápeles  :  cen  su  muerte  se  regalaron  y 
fueron  en  flor  sus  esperanzas  y  trazas. 

Don  Luis  ÍD&nte  de  Navarra  tenía  deudo  con  Car* 
los  el  nuevo  conauistador  de  aquel  reino ,  ea  estaban 
casados  con  dos  hermanas,  como  se  tocó  de  suso.  No 
pudo  hallarse  en  esta  empresa,  ni  ayudarle  por  estar 
ocupado  en  la  guerra  que  en  Ática  Imcia  con  espe- 
ranza de  salir  con  el  ducado  de  Atenas  y  Neupatris, 
por  el  antiguo  derecho  <{ue  á  él  tenían  los  reyes  de 
Ñapóles ;  mas  los  principales  de  aquella  provincia, 
por  traer  su  descendencia  de  Cataluña  se  ínclínalKiD 
mas  á  los  aragoneses ,  y  no  cesaban  de  llamar  ya  por 
cartas,  ya  por  embajadores  al  rey  de  Aragón  pan 
que  fuese  ó  enviase  á  tomar  la  posesión  deaqoel  es- 
tado y  provincia,  como  finalmente  lo  hizo. 

CAPITULO  V. 

Be  lagnerrade  Portugal. 

Una  nueva  tempestad  y  muy  brava  se  armó  en  Es- 
paña entre  Portugal  y  Castilla ,  que  puso  las  cosas 
asaz  en  grande  aprieto,  y  al  rey  clon  Juan  en  condi- 
ción de  perder  el  reino.  Ligáronse  los  portugueses  y 
ingleses  juntaron  contra  uastilla  sus  fuerzas  y  ar- 
mas. Pensaban  aprovecharse  de  aquel  rey  por  su 
edad  que  no  era  mucha ,  y  no  faltaban  descontentos, 
reliquias  y  remanentes  de  las  revueltas  pasadas.  Los 
ingleses  pretendían  derecho  y  acción  á  la  corona 
por  estar  casado  el  duque  de  Alencastre  con  la  hija 
mayor  del  rey  don  Pedro  :  el  de  P(»rtugal  llevaba  mal 
que  le  hobiesen.  ganado  por  la  mano ,  y  cortado  las 
pretensiones  que  tenia  á  aquel  reino  de  Castilla ,  éso 
parecer  no  mal  fundadas ,  además  que  al  rey  doo 
Juan  tenia  por  descomulgado  por  sujetarse ,  cooio 
seguía  al  papa  Clemente,  ca  en  Portugal  no  recoao- 
ciansinoá  Urbano. 

Aprovechóse  de  esta  ocasión  don  Alonso  conde  de 
Gijon  para  alborotarse  conforme  á  su  condición,  j 
alborotar  el  reino.  Su  hermano  el  rey  don  Joan  por 
que  de  pequeños  principios,  si  con  tiempo  do  s^ 
atajan ,  suelen  resultar  muy  graves  daños,  acudió  á 
la  hora  á  Oviedo  cabeza  de  las  Asturias  para  sosef^ 
aquel  mozo  mal  aconsejado.  Junto  con  este  mandó 
hacer  gente  por  tierra ,  y  armar  por  el  mar  para  por 
entrambas  partes  dar  guerra  á  Portugal ,  y  aesban- 
tar  sus  intentos ,  ñor  lo  menos  ganar  reputación.  Lft^ 
bulUcios  del  conae  fácilmente  se  apaciguaron,  y  ¿I 
se  allanó  á  obedecer :  sí  de  corazón ,  si  con  doblez, 
por  lo  de  adelante  se  entenderá.  Hacíase  la  masa  de 
la  gente  en  Simancas.  Acudió  ei  rey  desde  que  sapo 
que  estaba  todo  á  punto  :  marchó  con  su  campo  i:» 
vuelta  de  Portugid ;  púsose  sobre  Alinoyda,  villa qn"* 
está  á  la  raya ,  no  lejos  de  Badajoz.  £1  sitio  y  las  nio- 
rallas  eran  fuertes,  y  los  de  dentro  se  defendían  con 
valor ,  que  fue  causa  de  ir  el  cerco  muy  á  la  larga. 
Por  otra  psrte  diez  y  seis  galeras  de  Castilla  se  encon- 
traron con  veinte  y  tres  de  Portugal.  Diese  la  batalla 
naval,  que  fue  muy  memorable.  Vencieron  los casl^ 
llanos :  tomaron  las  veinte  galeras  contrarías,  y  «o 
ellas  gran  número  de  portugueses  con  el  misma  g<^' 
neral  don  Alfonso  Tellez  conde  de  Bareelos. 

Fuera  esta  victoria  asaz  importante  por  quedarlos 
de  Castilla  señores  de  la  mar ,  y  los  enemigos  ame- 
drentados ,  si  el  general  castellano  que  era  el  almi- 
rante Ferurin  Sánchez  de  Tovar,  la  ejecutara  á  fuf' 
de  buen  guerrero ;  pero  él  contento  con  lo  hecho,  dio 
la  vuelta  á  Sevilla :  con  oue  los  portugueses  tuvieron 
lugar  de  rehacerse ,  y  la  armada  inglesa  tiempo  de 
aportará  Lisboa,  que  fue  el  daño  doblado.  Toda^i^ 
el  rey  don  Juaa  animado  con  tan  buen  principio»  !^ 
confiado  que  serían  semejables  los  remates,  acorde 
emplazar  la  batalla  á  los  contraríos.  Escribióles  con 
un  rey  de  armas  un  cartel  desta  sustancia :  qQ^^^* 
bia  era  venido  á  Portugal  Emnndo  conde  de  Canti- 
brigia  en  lugar  de  su  hermano  el  duque  de  Alencastn, 


HISTORIA   DE  ESPA.NA. 


Sd» 


acooipafiado  de  gente  lucida  y  brava :  que  si  confia- 
ban en  la  justicia  de  su  querella  v  en  el  valor  de  sqs 
soldados ,  se  aprestasen  á  la  batalla ,  la  cual  les  pre- 
sentaría iueffo  que  se  apoderase  de  Almoyda ,  y  para 
cooibatillos  les  saldría  al  encuentro  espacio  de  dos 
jornadas,  conÓado  en  Dios  que  volyeria  por  la  justi- 
cia y  por  su  causa. 

Deseaban  los  ingleses  venir  á  las  manos  como  frente 
briosa  y  denodada;  entreteníalos  empero  la  falla  de 
caballos,  que  ni  los  traían  en  la  armada,  ni  los  po- 
dían tan  en  breve  juntar  en  Portugal.  La  respuesta 
fue  prender  al  rey  de  armas  contra  toda  razón  y  de- 
recho. Cerraba  en  esta  sazón  el  invierno ,  tiempo 
poco  á  propósito  para  estar  en  campaña.  Retiróse 
sin  hacer  otro  efecto  el  rey  de  Castilla,  resuello  do 
volver  á  la  guerra  con  mas  gente  y  mayor  aparato 
luego  que  el  tiempo  diese  lugar ,  y  abriese  la  prima- 
vera del  año  de  4382.  Toreó  el  conde  de  Gijon  mozo 
liviano  á  alborotarse ,  retiróse  á  Berganza  para  estar 
mas  seguro  y  con  mas  libertad  :  desamparáronle  los 
suyos  que  llevó  consigo.  Esto  y  la  diligencia  de  don 
Alonso  de  Aragón  conde  de  Denia  y  marqués  de  Vi- 
llena,  que  se  puso  de  por  medio,  fueron  parte  para 
que  se  redujese  á  obediencia ,  y  el  rey  su  hermano 
segunda  vez  le  perdonase.  Al  tercero  por  este  servi- 
cio y  por  otros  nombró  por  su  condestable ,  cosa 
nueva  para  Castilla ,  éntrelas  otras  naciones  y  reinos 
muy  usada :  crió  otrosí  dos  mariscales,  que  eran 
como  los  legados  antiguos  y  los  modernos  maestres 
de  campo ,  sujetos  al  condestable  :  estos  fueron  Fer- 
nán Alvarez  de  Toledo,  y  Pero  Ruiz  Sarmiento.  Pre- 
tendía el  rey  como  prudente  con  estas  honras  animar 
á  los  suyos,  y  juntamente  hermosear  la  república,  y 
autorizalla  con  caraos  semejantes  y  preeminencias. 

Pasóse  en  esto  el  invierao :  la  masa  de  la  gente  se 
hizo  segunda  vez  en  Simancas.  La  fertilidad  de  la 
tierra  y  su  abundancia  era  á  propósito  para  sustentar 
el  ejército  y  proveerse^de  vituallas:  luego  que  todo 
estuvo  en  órdíen ,  el  rey  con  toda  priesa  se  enderezó 
la  vuelta  de  Badajoz  por  tener  aviso  que  ios  enemigos 
pretendían  romper  por  aquella  parte ,  y  que  eran 
llegados  á  Yelves  distante  de  aquella  ciudaa  tres  le- 
guas solamente.  Traía  el  rey  ae  Portugal  tres  mil 
caballos,  y  buen  námero  de  infantes :  los  ingleses 
otrosí  eran  tres  mil  de  á  calmilo,  y  otros  tantos  fle- 
cheros. En  el  campo  de  Castilla  los  liombres  de  armas 
llegaban  ¿  cinco  mil  y  quinientos  caballos  ligeros,  el 
número  de  la  gente  de  á  pié  era  muy  mayor,  todos 
muy  diestros ,  ejercitados  eo  las  guerras  pasadas, 
«icostumbrados  á  vencer ,  y  sobre  todo  con  gran  ta- 
lante de  venir  á  las  manos  y  á  las  puñadas ,  y  con  las 
armas  humillar  el  orgullo  de  los  contrarios  que  em- 
prendían mayores  cosas  que  sus  fuerzas  alcanzaban. 

Todavía  el  rey  de  Castilla  por  ser  manso  de  con- 
dición, y  por  no  aventurar  lo  que  tenia  ganado  ,'en 
el  trance  de  una  batalla ,  acordó  de  requerir  á  los 
eoemigos  de  paz.  Para  ello  euvíó  á  don  Alvaro  de 
Castro  para  avisar  seria  mas  espediente  tomar  algún 
asiento  en  aquellas  diferencias ,  que  poner  á  riesgo 
la  sanpe  y  la  vida  de  sus  buenos  soldados,  que  la 
victoria  seria  de  poco  provecho  para  el  que  venciese, 

?r  al  vencido  acarrearía  mucho  daño :  finalmente  que 
as  prendas  de  amistad  y  parentesco  eran  tales  que 
debían  antes  del  rompimiento  atajar  los  males  que 
;9menazaban,  y  acordarse  cuáles  y  cnén  tristes  po- 
drían ser  los  remates,  si  una  vez  se  ensangrentaban. 
Por  esto  juzgaba,  y  era  así,  que  á  cualquiera  de  las 
dos  partes  vendría  mas  á  cuento  componer  aquel  de- 
bate por  bien  que  por  las  armas.  Los  ingleses  daban 
de  buena  gana  oídas  á  estas  pláticas  por  estar  pesan- 
tes de  haber  emprendido  aquella  guerra  tan  dificul- 
tosa  y  tan  lejos  de  su  tierra,  si  bien  demás  del  reino 
«]e  Castilla  que  pretendían ,  les  ofrecían  el  de  Portu- 
gal en  dote  de  la  infanta  dona  Beatriz,  que  pospues- 
tos Jos  demás  concierlos  daba  su  padre  intención  de 


casaila  con  Duarle  hijo  de  Emundo  conde  de  Canta- 
brigia. 

Tratóse  pues  de  concierto .  en  que  intervinieron 
personas  principales  de  las  dos  naciones ,  por  cuya 
industria  se  conformaron  en  las  capitulaciones  si- 
guientes :  que  doña  Beatriz  de  nuevo  desposase  con 
el  infante  don  Fernando  hijo  menor  del  rey  de  Cas- 
tilla; pretendían  por  este  camino  que  el  reino  de 
Portugal  no  se  juntase  con  Castilla,  como  fuera  ne- 
cesarío ,  si  casara  con  el  hijo  mayor :  que  los  prisio- 
neros y  las  galeras  que  se  tomaron  en  la  batalla  naval, 
se  volviesen  al  de  Portugal :  demás  desto  que  el  rey 
de  Castilla  proveyese  de  iu*mada  y  de  flota ,  en  que 
los  ingleses  se  volviesen  á  su  tierra.  Pudieran  parecei- 
pesadas  estas  capitulaciones  al  rey  de  Castilla  que  se 
hallaba  muy  poderoso  y  pojante ,  mas  ordinariamente 
es  acertado  prevenir  los  sucesos  de  ia  guerra ,  que 
pudieran  ser  muy  perjudiciales  para  España ;  y  no 
hay  alguno  tan  amigo  do  pelear  que  no  liuelgue  mas 
de  alcanzar  lo  que  pretende  con  paz,  que  por  medio 
de  las  armas.  Por  todo  esto  el  de  Castilla  se  inclinó  á 
la  pnz  y  aceptar  aquellos  partidos ;  y  aun  entresó  ai 
de  Portugal  en  rehenes  personas  muy  principales 
para  seguridad  que  se  cumpliría  enteramente  lo  con- 
certado :  con  que  por  entonces  se  impidió  la  batalla, 
y  juntamente  se  dio  fin  á  aquella  guerra  que  amena- 
zaba grandes  males. 

CAPITULO  VI. 
De  la  muerte  del  rey  de  Portugal. 

El  contento  que  resultó  destas  pnces ,  se  destem- 
pió  muy  en  breve  por  causa  de  algunas  muertes  que 
se  siguieron  de  grandes  personajes  :  tal  es  nuestra 
fragilidad.  El  rey  don  Juan  se  fué  al  reino  de  Toledo, 
y  estaba  enfermo  en  Madrid,  cuando  murió  en  Cue- 
jlar  villa  de  Castilla  la  Vieja  su  mujer  la  reina  doña 
Leonor  de  parto  de  una  hija  que  vivió  pocos  dias.  El 
sentimiento  y  llanto  del  rey  y  de  todo  el  reino  fue  es- 
iraordinario  por  ser  ella  un  espejo  de  castidad  y  san- 
tidad. Sepultaron  su  cuerpo  en  Toledo  en  la  capilla 
de  los  reyes.  Esta  muerte  dio  ocasión  al  rey  de  Por- 
tugal de' tomar  nuevo  acuerdo,  y  alterar  el  primer 
capítulo  de  los  conciertos  pasados.  El  rey  de  Castilla 
aunque  tenia  dos  hijos ,  quedaba  viudo  y  en  la  flor 
de  su  edad.  Envióle  embajadores  para  ofrecerle  por 
mujer  á  doña  Beatriz  su  hija.  Parecióle  que  con  o.ste 
vinculóse  daría  mejor  asiento  á  la  nueva  amistad ,  y 
á  la  sucesión  del  reino  de  Portugal :  que  era  cosa 
larga  esperar  que  el  infante  don  Fernando  fuese  de 
edad  para  casarse;  y  que  en  el  entretanto  podían 
intervenir  cosas  que  impidiesen  el  casamiento,  y  des- 
¡laratasen  todas  las  trazas :  concertáronse  pues  fácil- 
mente. Entre  las  demás  capitulaciones  fue  una  que 
por  muerte  del  rey  don  Fernando  gobernase  á  Portu- 
gal la  reina  viuda  hasta  tanto  que  ia  infanta  tuviese 
hijo  de  edad  competente.  Señalóse  para  las  bodas  la 
ciudad  de  Yelves ,  en  que  poco  antes  se  dio  asiento 
en  la  paz. 

Esto  pasaba  en  España  al  remate  del  año.  En  el 
mismo  tiempo  en  el  Ática  tenían  sus  rencuentros  de 
armas  los  navarros  y  aragoneses  sobre  el  principado 
de  Atenas  y  de  Neopatria.  Philipe  Dalmao  vizconde 
de  Rocaberti  general  de  la  armada  aragonesa  allanó 
aquel  estado  al  rey ,  ca  mató  y  echó  fuera  de  aque- 
llas tierras  toda  la  gente  de  guarnición  de  los  navar- 
ros, y  dejó  en  ella  con  suficiente  presidio  á  Román 
de  Villanueva  que  quedó  por  gobernador :  con  que 
él  pudo  dar  la  vuelta.  En  Sicilia  andaban  también  las 
cosas  alteradas,  porque  Artal  de  Aiagon  conde  de 
Mtslreta  por  la  mucha  autoridad  y  poder  que  en  aque- 
lla isla  alcanzaba ,  quería  á  su  voluntad  casar  á  la 
reina,  y  poner  de  su  mano  á  miien  él  quisiese  en  cl 
reino.  A  este  fin  llamó  de  Lomuardia  á  Juan  Galeazo, 
que  aun  no  era  duque  de  Milon ;  pero  él  no  pudo  ha- 


5G0 


BIULIOTL'CA  DE  GASPAR  T  IIOIG. 


cer  este  viaje»  tii  acudir  con  presteza,  porque  las 
saleras  de  Aragón  los  aíios  pasados  en  el  puerto  de 
Pisa  le  babian  tomado  su  armada.  Los  señores  de 
Sicilia  llevaban  muy  mal  que  don  Arlal  quisiese 
mandar  tanto ,  y  que  solo  él  pudiese  mas  que  todos 
lus  demás  juntos. 

Don  Gamen  Ramón  de  Moneada  (comunicado  sn 
intento  con  el  rey  de  Aragón)  de  secreto  entró  en 
Cattmia,  y  apoderándose  de  la  reina,  la  llevó  á  Au- 
gusta ,  que  era  una  de  las  fuerzas  de  su  estado ,  fuerte 
por  su  sitio  que  está  sobre  la  mar ,  por  sus  murallas, 
y  ])or  la  grande  guarnición  qne  en  ella  puso  de  cata- 
hmes  que  el  rey  le  envió  con  el  capitán  Hoger  de 
MoDcaaa.  Don  Artal  visto  que  con  esto  le  burlaban 
sus  trazas ,  acudió  con  furor  y  rabia  :  púsose  sobre 
Augusta,  y  combatíala  por  tierra  y  por  mar.  Avino 
muy  á  propósito  que  Dalmao  á  la  vuelta  de  Grecia 
aportó  á  Sicilia.  Supo  lo  que  pasaba ,  y  con  su  arma- 
da forzó  al  enemigo  á  alzar  el  cerco  :  con  tanto  puso 
á  la  reina  en  sus  galeras,  tocó  á  Cerdeña,  y  nnal- 
mente  llegó  con  ella  á  salvsmento  á  las  riberas  de 
Espaiía.  La  reina  casó  adelante  en  Aragón  :  con  que 
á  cabo  de  años  los  reinos  de  Sicilia  y  Aragón  se  vol* 
vieron  á  juntar  con  ñudo  muy  mas  fuerte  y  mas 
duradero  que  antes. 

Don  Garlos  hijo  mayor  del  rey  de  Navarra  todavía 
le  tenian  arrestado  en  Francia :  intercedió  el  rey  de 
Castilla  para  que  el  Francés  le  pusiese  en  libertad ,  el 
cuul  otorgó  con  ruegos  tan  Justos  ;  con  esto  aquel 
príncipe  junto  con  el  deudo  (ca  eran  cuñados)  quedó 
tan  obligado  y  reconocido  que  por  toda  la  vida  con 
muy  buen  talante  acudió  á  las  cosas  de  Castilla.  Lle- 
^ó  a  Pamplona  por  principio  del  año  que  se  contó  de 
Cristo  i  383.  Regocijaron  su  venida  todos  los  de  aquel 
reino  como  era  razón.  El  rey  sa  padre  eso  mismo  con 
la  edad  se  mostraba  roas  acuerdo ,  y  emendaba  con 
bnonas  obras  las  culpas  de  la  vida  pasada.  En  Pam- 
plona y  en  otros  lugares  quedan  memorias  desta 
mudanza  de  vida ,  con  qne  procuraba  aplacar  á  Dios, 
y  ai'erca  de  los  hombres  borrar  la  infamia  y  mala  voz 
que  corría  de  sus  cosas  por  todas  partes.  Cargábanle 
por  lo  menos  que  trató  de  dar  verbas  al  rey  de  Fran- 
cia su  cuñado,  á  los  duques  (fe  Borgoña  y  de  Berri, 
y  al  conde  de  Fox ;  si  con  verdad ,  o  levantado  (lo  quB 
inns  creo)  no  se  puede  averiguar :  lo  cierto  es  que 
aquellos  rumores  le  hicieron  grandemente  y  en  to- 
das partes  odioso. 

Las  bodas  del  rey  de  Castilla  con  la  infanta  de  Por 
lugal  se  celebraron  en  el  lugar  señalado :  el  concurso 
de  las  dos  naciones  fue  crande,  las  fiestas  y  regocijos 
al  tanto,  si  bien  el  rey  de  Portugal  no  se  pudo  hallar 
por  causa  de  estar  á  la  sazón  doliente.  El  conde  de 
Gijon  don  Alonso  conforme  á  sus  mañas  volvía  á  re- 
volver la  feria  en  las  Asturias,  mozo  mal  ioclinado  y 
bullicioso :  envió  el  rey  alguna  gente  que  allanasen 
aquellos  alborotos;  y  él  dio  la  vueltü  para  Segovia  á 
tener  cortes  á  sus  vasallos.  Los  bullicios  de  las  Astu- 
rias fácilmente  se  sosegaron ,  y  el  conde  se  redujo  al 
deber.  En  las  cortes  ninguna  cosa  se  estableció  (Oq^b 
se  sepa ,  de  mayor  momento,  salvo  que  á  imitación 
de  los  valencianos ,  que  en  esto  ganaron  por  la  mano 
á  los  demás  pueblos  de  España,  se  hizo  una  ley  en 
que  se  ordenó  trocasen  la  manera  de  contar  los  años 
ijii**  autes  usaban  por  las  eras  de  César,  en  lósanos 
del  nacimiento  de  Cristo  como  hasta  hoy  se  guarda. 

Celebrábanse  estas  cortes  cuando  en  Lisboa  falle- 
ció el  rey  don  Femando  de  Portugal  de  una  larffa 
dolencia  que  al  fin  le  acabó  en  veinte  de  octubre,  vi- 
vió cuarenta  y  tres  años ,  diez  meses  y  diez  y  ocho 
días :  reinó  diez  y  seis  años,  nueve  meses  y  diez 
días.  Púdose  contar  entre  los  buenos  principes  por 

(1)  Muy  al  contrario  determinaron  cosas  da  mucha  ím 
portanf^ía ,  según  la  copia  de  on  ettracto  del  cuaderno  de 
estas  cOrCes  que  recogió  el  padre  Borríel. 


su  condición  muy  suave ,  su  mansedumbre  y  elocuen- 
cia ,  sino  se  ponen  los  ojos  en  la  infomia  &  su  casa. 
En  el  gobierno  se  señaló  mas  que  en  fas  armas  por  hi 
larga  paz  de  que  gozó  en  su  remado.  Su  cuerpo  en- 
terraron en  Santaren  en  el  monasterio  de  los  fran- 
ciscos junto  al  sepulcro  de  su  madre  la  reina  dona 
Costanza.  Cerdeña  no  acababa  de  sosegar.  Hugo  Ar- 
bórea hijo  de  Mariano  llevaba  adelante  las  pretensiones 
de  su  padre ,  y  continuaba  en  la  codicia  y  trazas  de 
hacerse  rey  :  mal  incurable.  Era  de  condición  intra- 
table y  fiera :  por  esto  su  misma  gente  se  hermanó 
contra  él ,  y  le  dieron  la  muerte ,  ejecutando  en  él 
los  tormentos  y  crueldades  de  que  el  mismo  contra 
otros  usara;  que  fue  justo  juicio  de  Dios. 

Con  su  muerte  se  pensó  tendrían  fin  aquellas  re- 
vueltas :  por  esto  Brancaleon  Doria ,  que  en  las  guer- 
ras pasadas  sirviera  muy  bien  al  rey ,  acudió  á  Aragón 
para  dar  traza  á  sosegar  la  Isla.  Echáronle  empero 
mano  á  causa  que  su  mujer  Leonor  Arbórea ,  daeña 
de  pecho  varonil ,  pretendía  con  las  armas  venar  la 
muerte  de  su  hermano  y  recobrar  el  estado  de  su 
padre :  sujetaba  otrosí  por  toda  aquella  isla  fortale- 
zas y  plazas,  ya  por  fuerza,  ya  de  voluntad.  Llevaron 
á  su  marido  Brancaleon  con  la  guardia  necesaria  para 
sosegar  á  su  mujer,  y  hacella  que  viniese  en  lo  qwf 
era  razón  :  no  pudo  alcanzar  cosa  alguna  della ,  si 
bien  usó  de  toda  la  dilisencia  que  pudo :  asi  él  estuvo 
mucho  tiempo  arrestado  en  la  ciudad  de  Odier  sin 
poder  salir  della ;  y  el  partido  de  Aragón  iba  de  caida 
por  estar  el  rey  embarazado  con  otros  cuidados  oue 
mas  le  aquejaban ,  y  no  acudir  con  presteza  á  las 
necesidades  de  aqueHa  guerra  como  fuera  conte- 
niente. 

CAPITULO  VIL 
Qne  el  rey  de  Castilla  entró  en  Portugal. 

Coif  la  muerte  del  rey  don  Fernando  de  Portugal 
se  recrecieron  nuevas  y  muy  sangrientas  guerras 
entre  Portugal  y  Castilla.  La  gente  plebeya  y  aun  la 
principal  por  el  odio  que  á  Castilla  tenia  (como  suele 
acontecer  entre  reinos  comarcanos)  no  podía  llevar 
que  rey  estreno  los  mandase.  El  deseo  de  libertad  los 
encendía ,  bien  que  con  poco  concierto  pretendían 
que  de  su  nación  fuese  alfluno  nombrado  por  rey: 
los  hombres ,  las  mujeres,  los  niños  en  secreto  y  en 
públicos  corrillos  de  ninguna  otra  cosa  trataban/Los 
señores  tuvieron  junta  en  Lisboa  sin  se  acabar  de 
resolver  en  un  negocio  tan  grave.  El  miedo  hacia  per 
el  rev  don  Juan  de  Castilla ,  el  antojo  los  volvía  oon- 
tra  él :  dos  malos  consejeros  y  perjudiciales.  Algunos 

{principales  de  secreto  por  cartas  le  convidaban  coa 
a  posesión  de  aquel  reino  con  intento  de  granjear  te 
gracia  del  nuevo  príncipe  mas  que  por  deseo  fiel  pro 
común.  Entre  estos  fue  uno  don  iuan ,  el  maestre  de 
Avis  de  suso  nombrado ,  todo  con  artificio  y  mana  por 
no  tener  aun  granjeadas  para  si  las  vduatades  del 
pueblo.  Las  trazas  de  los  que  andaban  de  mala ,  y  los 
désenos  que  con  la  presteza  se  debieran  cortar,  oon 
la  tardanza  se  hicieron  fuertes  y  prevalecieron. 

Gastábase  el  tiempo  en  Castilla  en  consultaa  y  de- 
bates :  asi  se  les  salió  la  buena  ocasión  de  entre  tes 
manos  para  nunca  mas  volver.  Los  pareceres  eran 
di^rentes  como  suele  acontecer :  unos  sentían  que 
se  debía  esperar  hasta  tanto  que  por  común  aeuerdo 
de  los  prmcipales  y  del  pueblo  el  rey  fuese  Itemado  á 
recebir  la  corona ;  alegaban  que  al  no  se  podía  hacer 
á  pena  de  ser  perjuros,  pues  en  los  asientos  próxi- 
mos de  la  paz  juraron  que  dejarían  hi  gobernación 
del  reino  á  la  rema  viuda  hasta  tanto  oue  dona  Bea- 
triz tuviese  algún  hijo  en  edad  que  pudiese  gobernar 
á  Portugal.  Lm  de  mas  sano  consejo  y  mas  avisados 
decían  que  en  tanta  alteración  del  reino  tea  annu 
eran  tes  que  hablan  de  altenar,  que  de  vohmtad  no 
harían  cortesía  los  portugueses.  Tomóse  nn  acuerdo 


HISTOMA  DE  ESPAÑA 


573 


junio  se  acabaron  de  asentar  las  treguas  con  Portu* 
gal  por  término  de  seis  años.  Crecían  ius  portugueses 
cada  dia  en  fuerzas  t  reputación  no  sin  gran  recelo 
de  los  de  Castilla.  Manteníanse  efi  la  obediencia  de 
ios  papas  de  Roma,  en  que  muy  recio  tenían.  Así 
Bonifacio  Nono,  oue  como  se  dijo  al  fin  del  ano  pasa- 
do fue  puesto  en  lugar  de  Urbano,  erigió  |a  ciudad 
de  Lisboa  en  metropolitana  arzobispal.  Señalóle  por 
sufra^neo  solo  al  oSispo  de  Coimbra ;  mas  en  nues- 
tros tiempos  el  papa  Paulo  Tercio  le  añadió  el  obis- 
pado de  Portalegre,  que  él  mismo  erigió  de  nuevo  en 
aquel  reino.  La  ciudad  de  Segovia  está  puesta  en  los 
montes  con  que  parten  término  Castilla  la  Vieja  y  la 
Nueva.  Su  mucha  vecindad  por  la  mayor  parte  se 
sustenta  del  trato  de  la  lana  j  artificio  de  ropa  muy 
lina  que  en  ella  se  labra.  El  mvierno  es  rigoroso  co- 
mo de  montaña ,  el  estío  templado  por  causa  de  las 
mochas  nieves  con  que  los  montes  que  la  rodean  es- 
tán cubiertos  todo  ej  año.  Acordó  el  rey  por  esta  ra- 
zón de  Guadalajara  irse  á  aejuella  ciudad  para  pasar 
en  ella  los  calores;  y  de  camino  quería  ver  el  monas- 
terio del  Paular,  que  á  su  costa  en  Rascafria  no  lejos 
de  aquella  ciudad  se  levantaba ,  el  mas  rico,  vistoso  y 
devoto  (jue  ios  cartujos  tienen  en  España. 

Consignó  asimismo  á  los  monges  benitos  en  Valla- 
dolid  el  alcázar  viejo  para  que  le  devolviesen  y  muda- 
sen en  UQ  monasterio  de  su  orden ,  en  que  en  nues- 
tro tiempo  reside  el  general  de  los  Benitos ,  y  en  él 
juntan  sus  capítulos  generales.  Demás  desto  lósanos 
pasados  el  devotísimo  templo  de  Guadalupe ,  en  que 
•;i  rey  don  Alonso  su  abuelo  puso  sacerdotes  seglares, 
entregó  á  la  orden  de  San  Gerónimo  :  acuerdo  muy 
acertado.  Estas  tres  insignes  memorias  hay  en  Espa- 
ña de  la  piedad  deste  rey,  demás  de  algunas  leyes 
que  estableció  muy  religiosas ;  en  particular  con 
acuerdo  de  las  cortes  áa  Briviesca  tres  años  antes 
deste  mandó  que  no  sacasen  Ips  cruces  en  los  reci- 
bimientos de  los  reyes ,  ni  figurasen  la  cruz  en  tapi- 
ces ó  otras  partes  que  se  pisasen. 

Pasado  el  estío ,  envió  al  príocipe  y  princesa  á  Ta- 
lavera  para  que  en  aquel  pueblo  tuviesen  el  invierno 
por  la  templanza  del  aire  y  la  campaña  asaz  apacible: 
él  se  encaminó  á  Alcalá  con  intento  de  pasar  al  An- 
dalucía para  reprimir  los  insultos  y  males  que  por  la 
revuelta  de  los  tiempos  mas  allí  que  en  otras  partes 
se  desmandaban.  Las  leyes  teman  poca  fuerza ,  y 
menos  los  jueces  para  las  ejecutar :  el  favor,  el  di- 
nero y  la  fuerza  prevalecían  contra  la  razón  y  verdad. 
Llegaron  á  Alcalá  cincuenta  soldados  ginetes  que 
llamaban  farfanes ,  cristianos  de  profesión ,  pero  que 
tiraban  sueldo  del  rey  de  Marruecos ,  y  asi  venían 
muy  ejercitados  en  la  manera  de  la  milicia  africana, 
como  es  ordinario  que  á  los  soldados  se  pegan  las  cos- 
tumbres de  los  lugares  en  que  mucho  tiempo  residen. 
Señáianse  los  de  África  en  la  destreza  de  volver  y  re- 
volver los  caballos  con  toda  gentileza ,  en  saltar  en 
ellos,  en  correllos ,  en  apearse  y  jugar  de  las  lanzas. 
Quiso  el  rey  un  domingo  después  de  misa  que  fue  á 
los  nueve  de  octubre,  ver  lo  que  hacían  aquellos  sol- 
dados. Salió  al  campo  por  la  puerta  de  Burgos,  que 
está  junto  á  palacio ,  acompañado  de  sus  grandes  y 
cortesanos,  iba  en  un  caballo  muy  hermoso  y  lozano. 
Antojóseie  de  correr  una  carrera:  arrimóle  las  espue- 
las, corrió  por  un  barbecho  y  labrada,  tropezó  el 
calúllos  en  ios  sulcos  por  su  desigualdad ,  y  cayó  con 
tanta  furia  que  quebrantó  al  rev  que  no  era  muy  re- 
cio ni  muy  sano,  de  guisa  que  á  la  ñora  rindió  el  alma: 
caso  lastimoso  y  desastre  no  pensado. 

No  hay  bienandanza  que  dure ,  ni  alegría  que  pres- 
to 00  se  mude  en  contrarío.  ¿Qué  le  prestó  su  poder, 
sus  haberes?  sus  cortesanos  ¿qué  le  prestaron  para 
que  en  la  flordd  su  edad ,  que  no  pasaba  de  treinta  y 
tres  años ,  no  le  arrebatase  h  muerte  desgraciada  y 
fuera  de  sazón  ?  Reinó  once  años ,  tres  meses  y  vein- 
te días.  A  propósito  de  despertar  á  los  nobles  y  cor- 


tesanos con  el  cebade  fa  honra  á  emprender  grandes 
hazañas  y  señalarse  en  valor  á  imitación  del  rey  don 
Alonso  su  abuelo,  inventó  en  lo  postrero  de  sus  días 
en  Segovia,  y  publicó  dia  de  Santiago  cierta  compañía 
y  hermandad  que  trajese  por  divisa  de  un  collar  de 
oro  una  paloma  colgada  amanera  de  pinjante.  Ordenó 
sus  leyes,  con  quelosque  entrasen  en  esta  caballeta 
se  gobernasen,  todas  enderezadas  á  despertar  el  va- 
lor de  sus  vasallos.  La  muerte  tan  temprana  le  atajó 
para  que  esta  su  traza  y  otras  no  pasasen  adelante. 

CAPITULO  XIV. 
De  las  cosas  de  Aragón. 

Esto  pasaba  en  Castilla  :  en  Aragón  el  nuevo  rey 
don  Juan  Primero  de  aquel  nombre ,  procedía  asaz 
diferentemente  de  su  padre.  El  padre  era  de  ingenio 
despierto ,  belicoso ,  amigo  de  aumentar  su  estado; 
en  hacer  guerra  y  asentar  p^z  tenia  mas  atención 
al  útil  que  á  la  reputación  y  fama :  el  rey  don  Juan 
era  de  un  natural  afable  y  manso,  si  ya  no  le  trocaba 
algún  notable  desacato:  mas  inclinado  al  sosiego 
que  á  las  armas.  Ejercitábase  en  la  cetrería  y  monte- 
ría ,  y  era  aficionado  á  la  música  y  á  la  poesía ,  todo 
con  atención  á  representar  grandeza  y  magestad: 
tan  escesivo  el  gasto,  que  las  rentas  reales  no  basta- 
ban para  acudir  áestos  deportes  y  solaces:  dejó  otros 
deleites  poco  disfrazados  y  cubiertos. 

La  reina  otro  que  tal ,  como  cortada  á  la  traza  de 
su  marido ,  aunque  dentro  de  los  límites  de  mujer 
honesta  usaba  de  entretenimientos  semejantes.  Así 
en  la  casa  real  todo  era  saraos ,  juegos  y  fiestas  y  re- 
gocijos. Las  damas  se  ocupaban  mas  en  cantar  y  ta- 
ñer y  danzar ,  que  á  su  edad  y  á  mujeres  con  venia. 
Ningún  instrumento  ni  ocasión  faltaba  en  aquel  pa- 
lacio de  una  vida  regalada  y  muelle.  Dábanse  muy 
aventajados  premiosa  los  poetas ,  gue  conforme  á  las 
costumbres  que  corrían ,  componían  y  trovaban  en 
lenguaje  lemosín ,  y  se  señalaban  en  la  agudeza  y 
primor  de  sus  trovas ;  lo  cual  era  en  tanto  grado, 
que  despachó  una  embajada  al  rey  de  Francia  en  que 
le  pedia  le  buscase  con  cuidado ,  y  enviase  algunos 
de  aquellos  poetas  los  naas  señalados.  La  semejanza 
de  las  costumbres  y  la  fama  que  destas  cosas  corría, 
convidó  al  emperador  Wenceslao,  príocipe  muy  co- 
nocido por  su  descuido  y  flojedad ,  para  ^ue  por  sus 
embajaaores  le  pidiese  su  amistad ,  y  su  hija  por  mu- 
jer: negocio  que  por  entonces  se  dilato,  y  no  se 
efectuó  adelante. 

Los.nobles  de  Aragón  indij^ados  por  los  desórde- 
nes de  su  rey,  su  poca  atención  al  gobierno  y  los  es- 
cándalos que  dello  resultaban ,  al  mismo  tiempo  oue 
el  rey  tenia  cortes  en  Monzón ,  se  juntaron  en  Cala- 
sand  para  comunicarse ,  y  acordar  en  qué  guisa  se 
podría  acudir  al  remedio.  Las  cabezas  principales  de 
la  junta  eran  don  Alonso  de  Aragón  conde  de  Denia 
y  marqués  de  Villana ,  don  Jaime  su  hermano  obispo 
de  Tortosa  ( i ) ,  don  Bernardo  de  Cabrera,  sin  otros 
ricos  hombres  y  varones  de  mucha  cuenta.  Pareció 

Í^oner  por  escrito  las  quejas  y  enviallas  á  las  cortes: 
as  cabezas  principales ,  que  con  los  regalos  y  delei- 
tes sin  tasa  la  disciplina  militar  se  estregaba ,  y  la 
gente  se  afeminaba  :  que  las  costumbres  antiguas  se 
alteraban  de  todas  maneras  por  el  regalo  en  las  comi- 
das y  los  gastos  en  los  vestidos  que  no  era  razón  al 
albedrio  de  una  mujer  se  trastornase  todo  el  reino,  y 
pudiese  ella  sola  mas  que  las  leyes  y  la  nobleza ,  no 
sin  nota  de  los  mismos  rey  y  rema  que  tal  ^desorden 
sufrían  en  su  misma  casa.  Esto  decían  por  una  dama 
por  nombre  Carroza  de  Vilaragur,  que  con  su  pri- 
vanza estaba  muy  apoderada  de  la  reina ,  y  ella  del 
rey  :  mengua  de  que  resultaba  gran  parte  de  los  des- 

(1)  Arzobispo  de  Valencia  consta  por  !o3  documentos  que 
se  bailan  en  el  archivo  de  aquella  iglesia  metropolitana. 


574  BIBLIOTBGA  DK 

ordenes  y  de  las  quejas  y  odio.  Anduvieron  deman- 
das y  respuestas  hasta  apuntar  que  se  valdrían  de  las 
armas  y  fuerza ,  si  por  bien  no  se  acudía  al  remedio 
de  aquellos  danos. 

Pudiérase  destos  principios  encender  alguna  guer- 
ra y  revuelta,  sí  no  lo  atajara  la  apacible  condición 
del  rey.  Otorgó  con  lo  que  aquellos  señores  le  supli- 
caban ;  cercenó  hs  demasías  y  soltura  de  la  casa  real; 
ordenó  premáticas ,  en  que  se  puso  tasa  y  límite  á 
los  gastos  de  la  gente;  en  particular  despidió  de  pala- 
cio aquella  privada  de  la  reina ,  con  orden  que  no  se 
entremetiese  en  el  gobierno  del  reino ,  ni  de  la  casa 
real.  Con  esto  calmaron  los  desgustos  que  amenaza- 
ban mayores  daños ,  en  sazón  que  de  Francia  se 
mostraiuin  nuevos  temores  y  «asonadas  de  guerra. 
Bernardo  de  Armeñac  con  golpe  de  bretones  rompió 
por  los  confines  de  Cataluña  :  mavor  fue  el  ruido  que 
el  daño.  Siguióle  por  ende  poco  aespues  su  hermano 
el  conde  de  Armeñac  con  mas  gente.  Tomich  histo- 
riador catalán  atestigua  que  llegaron  á  diez  y  ocho 
'  mil  caballos;  mentira  que  muestra  fue  el  número 
grande.  La  causa  de  hacer  guerra  era  la  codicia  de 
robar.  Pusieron  fuego  en  algunos  lugares  y  granjas, 
hicieron  presas  de  gente  y  de  ganados ;  en  lo  de  Am- 
purias  y  de  Girona  cargó  lo  mas  recio  de  la  tempestad. 

Acudió  gente  de  todo  el  reino ,  tuvieron  diversos 
encuentros  :  en  uno  desbarató  Bernardo  de  Cabrera 
ocho  banderas  de  franceses  junto  á  Navarra.  En  otro 
Ramón  Bages  caudillo  señalado  cerca  de  otro  pueblo 
llamado  Cabanas  deshizo  otro  buen  golpe  de  enemi- 
gos con  prisión  de  Mastín  su  capitán.  Con  estas  vic- 
torias se  alentaron  los  aragoneses  y  desmayaron  los 
bretones  :  asi  lo  lleva  la  guerra.  El  mismo  rey ,  de 
Girona  donde  se  estaba  á  la  mira ,  salió  en  campaña 
resuelto  de  acometer  á  los  enemigos,  que  de  diversas 
partes  se  juntaban  y  se  rehacían  de  fuerzas.  Tienen 
tos  franceses  los  primeros  acometimientos  muy  bra- 
vos ,  pero  aflojan  con  la  tardanza :  así  avino  en  este 
caso,  que  los  franceses  cansados  de  guerra  tan  larga, 
y  en  que  les  iba  tan  mal  acordaron  dar  la  vuelta  sin 
esperar  al  rev,  ni  venir  con  él  á  las  manos.  Salieron 
por  la  parte  de  Rosellon  :  en  que  de  camino  hicieron 
todo  mal  y  daño.  Era  asimismo  forzoso  al  conde  de 
Armeñac  acudir  á  la  defensa  de  su  estado  contra  Ma- 
rígoto  natural  de  Alvernia ,  que  á  persuasión  del  rey 
de  Aragón  y  á  su  costa  le  comenzaba  á  hacer  guerra. 

A  la  misma  sazón  que  esto  pasaba  en  Cataluña,  á 
la  primavera  en  Aviñon  se  concertó  casamiento  entre 
Luis  hijo  de  otro  Luis  duque  de  Anjou ,  que  se  inti- 
tulaba rey  de  Jerusalén  y  de  Sicilia  (y  que  murió  en  la 
conquista  de  Ñápeles)  y  doña  Violante  bija  del  rey 
de  Aragón.  No  pudo  el  padre  del  infante  hallarse  á 
los  conciertos  por  causa  de  la  guerra  sobredicha,  que 
le  tenia  puesta  en  cuidado.  Rizólas  capitulaciones  el 
papa  Clemente  á  contento  de  las  partes  que  se  halla- 
ron allí ,  el  novio  en  persona,  y  el  de  Arajgon  por  sus 
embajadores;  en  Barcelona  se  concluyó,  do  vino  el 
desposado  *con  ^ande  acompañamiento.  Lo  que  se 
pretendía  principalmente ,  y  lo  que  capitularon  en 
este  casamiento,  fue  que  el  rey  de  Aragón  ayudase  á 
su  yerno  para  cobrar  lo  de  Ñapóles.  En  Perpiñan 
otrosí  el  rey  dio  su  consentimiento  para  (jfae  senicie- 
sen  los  desposorios  entre  María  reina  de  hicilia  y  don 
Martin  señor  de  Exerica,  sobrinft  del  rey,  hijo  de  don 
Martin  su  hermano  duque  de  Momblanc.  Vino  tam- 
bién el  papa  en  ellos ;  que  por  ser  aquel  reino  feudo 
de  la  Iglesia  se  requería  su  beneplácito. 

En  Cerdeña  se  volvió  á  las  revueltas  pasadas  á  causa 
que  Brancaleon  Doria  sin  tener  cuenta  con  el  asiento 
tomado,  y  olvidado  del  perdón  que  le  dieron,  por 
principio  del  año  1391  acudió  á  las  armas  con  voz 
de  libertar  la  gente  que  tenían  oprimida  :  color  con 
que  granjeó  á  los  giooveses,  y  muchos  de  los  isleños 
»e  le  arrimaron  deseosos  de  novedades,  y  cansados 
del  gobierno  de  Aragón.  Hizo  tanto  que  se  apoderó 


GASPAR   T   ROIG. 

de  Sacer,  la  ciudad  mas  príocipal  de  aquella  isla,  y 
de  otros  pueblos  y  castillos.  Para  atajar  estos  daños 
mandó  efrey  hacer  gente  de  nuevo;  y  por  uo  edicto 
que  hizo  pregonar  en  Zaragoza ,  ordenó  á  todos  los 
que  estuviesen  heredados  en  aquella  isla ,  acudiesen 
a  la  defensa  con  las  armas.  En  este  mismo  año  el  papa 
Clemente  dio  el  capelo  á  don  Martin  de  Salva  obispo 
de  Pamplona ,  prelado  en  aquellos  tiempos  señahdo 
en  virtud ,  y  grave ,  que  fue  el  primer  cardenal  que 
aquella  iglesia  tuvo. ' 

CAPITULO  XV. 
De  los  principios  de  don  Enrique  rey  de  Castilla. 

Cuando  el  rey  don  Juan  de  Castilla  cavó  con  el  ca- 
ballo ,  como  queda  dicho ,  hallóse  á  su  lado  el  arzo- 
bispo don  Pedro  Tenorio,  persona  de  consejo  acertado 
y  presto.  Mandó  que  á  la  hora  se  armase  una  tienda 
en  el  mismo  lugar  de  la  caída  :puso  gente  de  guarda, 
hombres  de  confianza  y  callados ,  hacia  fomentar  y 
cubrir  de  ropa  el  cuerpo  del  rey ,  y  en  su  nombre  or- 
denaba se  hiciesen  rogativas  y  plegarias  en  todas  las 
partes  por  su  salud ,  por  demás  por  estar  ya  difunto 
y  sin  alma ,  todo  á  propósito  de  entretener  la  gente 
y  con  mensajeros  que  despachó  á  las  ciudades ,  pre- 
venir que  no  resultasen  revueltas,  por  los  humores  y 
pasiones  que  todavía  T aunque  de  secreto)  duraban 
entre  los  nobles,  eclesiásticos,  y  gente  popular.  A  ve- 
ces publicaban  que  el  rey  se  lúillaba  mejor  y  siempre 
fingían  recados  de  su  parte;  pero  como  el  semblante 
del  rostro  no  decía  con  las  palabras,  y  muchas  veces 
los  de  palacio  se  apartasen  á  hablar  y  comunicar  en- 
tre sí ,  no  pudo  por  mucho  tiempo  encubrirse  el  en- 
gaño ,  la  primera  que  acudió  al  triste  espectáculo, 
fue  la  reina  doña  Beatriz ,  despojada  antes  del  reino 
de  su  padre ,  y  al  presente  del  marido ,  sin  lujos  al* 
gunos  con  cuya  compañía  aliviase  sus  trabajos ,  so 
viudez  y  su  soledad.  El  sentimiento  bien  se  puede 
entender  sin  que  la  pluma  le  declare. 

El  principe  don  Enrique ,  alterado  con  la  muerte 
de  su  padre  partió  de  Talavera,  pero  reparó  en  Madrid 
acompañado  de  su  hermano  el  infante  don  Fernando 
Allí  el  arzobispo  que  todo  lo  meneaba,  dio  orden  que 
los  estandartes  reales  se  levantasen  por  el  nuevo  rey, 
y  que  le  pregonasen  por  tal ,  y  le  publicasen  primero 
en  una  junta  de  gandes ,  después  por  las  plazas  y 
calles  de  aquella  villa  :  alegría  aestemplada  con  cui- 
ta y  pena  por  haber  perdido  un  buen  rey,  y  el  que 
le  sucedía ,  demás  de  su  poca  edad ,  tener  el  cuerpo 
muy  flaco ,  por  donde  vulgarmente  le  llamaron  el 
rey  don  Enrique  el  Doliente,  y  fue  desie  nombre 
el  Tercero.  Acudierou  á  porfia  los  señores  de  todo  el 
reino  á  hacelle  sus  homenajes,  besalle  la  mano, 
ofrecer  á  su  servicio  personas  y  estados.  Muchos 
(como  es  ordinario)  con  la  mudanza  del  principe  y 
del  gobierno  se  prometían  grandes  esperanzas ;  que 
tal  es  el  mundo,  unos  suben ,  otros  bajan ,  y  mas  en 
ocasiones  semejantes. 

Halláronse  presentes  á  la  sazón  don  Fadrique  du- 
que de  Benevente;  don  Pedro  conde  de  Trastamara, 
los  maestres  de  las  órdenes ,  don  Lorenzo  de  Ficue- 
roa,  de  Santiago,  don  Gonzalo  Nuñez  de  Guxman,  de 
Calatrava ,  don  Martin  Yanez  de  la  Barbuda,  de  Al- 
cántara, don  Juan  Manrique  arzobispo  de  Santiago, 
canciller  mayor  de  Castilla.  Don  Alonso  de  Ara^n 
marqués  de  Víllena  se  hallaba  en  Aragón,  do ae  fne 
el  tiempo  pasado,  mal  enojado  con  el  rey  difunto  por 
agravios  que  alegaba.  Ofrecióse  volver  á  Castilla,  y 
hacer  el  reconocimiento  debido  á  tal  que  le  restituye* 
sen  en  el  oficio  de  condestable  que  tenia  antes.  Vi- 
nieron en  lo  que  pedia ,  el  rey  y  la  reina ,  confonnán- 
dose  en  esto  con  lo  que  hizo  su  padre  ^e  le  dio  aquella 
preeminencia ;  sin  embargo  él  no  vino  por  impedi- 
mentos que  le  detuvieron  en  Aragón. 

Concluida  la  solemnidad  susodicha ,  acudieron  i 


Toledo  para  sepultur  el  re;  sccnn  que  él  lo  dejó  disi- 
pueslo ,  en  la  su  capilla  real.  KiciéroDles  las  lionras 
y  enterramiento  con  toda  representaciou  Je  tristeza 
;  de  majestad ;  junUronse  tras  eaio  curtes  en  Madrid 
de  los  prelados ,  nobleza  ;  procuradores  de  las  ciu- 
dades. Pretendían  dar  orden  en  el  gobierno  por  la 
edid  del  rej,  que  no  pasaba  de  once  años  y  pocos 
ilias  mas.  Andaba  en  la  curto  doña  Leonor  hija  única 
de  don  Sancho  conde  de  Albunjuerque  :  el  dote  y 
stH  haberes  y  rentas  eran  de  guisa  que  el  pueblo  U 
llamatm  ¡a  rica  hembra.  Muchos  ponían  los  ojos  en 
este  casamiento  :  entre  los  demás  se  adelantaba  su 
primo  hermano  el  duqae  de  Benavente  :  engañóse 
su  euperanza  r  gánasela,  y  fuéle  antepuesto  el  infan- 
te dou  Fernando.  Desposáronlos ,  mas  con  condición 
que  en  el  matrimonio  no  se  pasase  adelante  hasta 
lanío  que  el  rey  tuviese  catorce  años.  El  intento  era 
que  si  muriese  antes  de  cquetia  edad ,  el  inranle  con 
el  reino  sucediese  en  la  carga  de  casar  con  la  reina 
doña  Catalina ,  según  que  en  los  asientos  que  se  to- 
mnron  con  el  duoue  de  Alencastre ,  quedó  todo  esto 
cautelado.  Juró  los  desposorios  la  novia  por  ser  de 
diei  y  seis  años  :  el  infante  don  Fernando  por  lo  di- 
cho y  poc  su  poca  edad  no  jurú. 

Al  tiempo  qne  en  las  caries  se  trataba  de  asentar 
el  gobierno  det  reino ,  durante  la  minoridad  del  nue- 
vo rey,  por  dicho  de  Pero  López  de  Avala,  de  quien 
traen  su  descendencia  los  condes  de  rueosalida ,  se 
supo  que  el  rey  don  Juan  los  años  pasados  otorgú.su 
testamento.  Acordaron  que  antes  de  p-isar  adelante 
se  hiciese  diligencia.  Revolvieron  los  papeles  reates 
y  sus  escritorios ,  en  que  llnalntente  hallaron  un  tes- 
tamento que  ordenúen  Portugal  almismo  Lempoque 
estaba  sobre  Clllorico ,  según  que  de  suso  queda  de- 
clarado. Leyóse  el  testamento,  que  causú  varios  sen- 
timientos en  los  que  presentes  se  bailaron.  Ofendía- 
les sobra  todo  la  cláusula  en  que  nombraba  por  tuto- 
res del  principe  hasta  que  tuviese  quince  años,  á  don 
Alonso  de  Aragón  condestable,  á  los  arzobispos  de 
Toledo  y  de  Santiago ,  al  maestre  de  Calatrava  ,  á  don 
Juan  Alonso  de  Guzroan  conde  de  ?{iebla ,  &  Pedro 
de  Mendoza  mayordomo  mayor  de  la  casa  real ,  y  con 
ellos  i  seis  ciudadanos  de  Burgos,  Toledo,  León, 
Sevilla  ,  Córdoba ,  Murcia ,  uno  de  cada  cual  destas 
ciudades  sacado  por  voto  de  sus  cabildos. 

Corao  no  se  podían  nombrar  todos,  los  que  dejó 
<lc  mentar,  se  sentían  ellos  ó  sus  aliados.  Altercúse 
mucho  sobre  el  caso.  Algunos  pocos  querían  que  la 
voluntad  del  testador  se  cumpliese :  los  mas  juzgaban 
se  debía  dar  aquel  testamento  por  ninguno  y  de  nin- 
gún valor,  para  lo  cual  alegaban  razones  y  testigos 
que  comprobaban  habían  descontentado  al  mismo  lo 
que  con  aquella  priesa  sin  mucha  consideración  dis- 
puso. Este  parecer  prevaleció ,  si  bien  el  ar  obispo 
de  Toledo, no  vino  en  que  el  testamento  se  quemase, 
por  causa  de  ciertas  mandasque  él  hacia  á  la  su  Igle- 
sia dé  Toledo,  que  preieniiia  eran  váiidas,  puesto 
que  las  demás  cláusulas  do  lo  fuesen.  Tomado  este 
acuerdo,  salieron  nombrados  por  gobernadores  del 
reino  el  duque  de  Benaveote ,  el  marqués  de  Víllena, 
el  conde  de  Trastamara ,  señores  todos  de  alto  linaje 
muy  poderosos.  Arrimáronles  los  arzobispos  de  To- 
ledo y  de  Santiago,  los  maestres  de  Santiago  y  (ie  Ca- 
latrava. De  los  diez  y  seis  procuradores  de  cortes  de- 
cretaron4]ue  los  oc  ho  por  tumo ,  de  tres  en  tres  meses, 
wjuntasencon'osdemásgobfirnadorcs  con  igual  voto 


y  autoridad.  Lú  que  la  mayor  parte  de  la  junta  decre- 
tase, eso  quedase  por  asentado  y  verdade 

Nú  contentó  al  arzobispo  de  Toledo  esta  traza: 


público  alegaba  que  la  mucbedumbre  seria  ocasión 
de  revueltas,  de  secretóle  punzaba  la  poca  mano  que 
entre  tantas  le  quedaba  en  el  gobierno.  Pretendía  se 
acudiese  á  la  ley  del  rey  don  Alonso  el  Sabio  ,  en  que 
ordena  que  en  tiempo  de  la  miaoridad  del  rey  los  go- 
bernadores sean  uno ,  tres  ,  cinco ,  ó  siete.  Este  era 


SQ  parecer ,  mas  vencido  de  las  importa nidades  de  los 

§randeí ,  mezcladas  á  veces  con  amenazas  vi  no  en  lo 
ecrelado.  Mandaron  que  en  adelanta  no  corriese 
cierto  faenero  de  moneda ,  sino  en  cierta  forma .  que 
se  llamaba  Agnus  Dei ,  y  era  como  blancas ,  y  por  las 


Haneda  lltnida  Ágnuí  fíri. 

neccsiitadcs  de  los  tiempos  se  acuñara  de  baja  ley. 
Don  Alonso  conde  de  Gijon  tenia  preso  en  el  castillo 
de  Almonacir  el  arzobispo  de  Toledo  por  urden  del 
rey  :  temía  él  las  revueltas  da  los  tiempos ,  hizo  ins- 
tancia que  le descargasende aquel  cuidado;  pasáron- 
le á  Monterrey,  y  encomendaron  al  maestre  de  San- 
tiago lo  guardase  hasta  tanto  que  con  maduro  consejo 
se  decidiese  su  ciusa. 

En  Sevill'i  y  en  Córdoba  el  pueblo  se  alborotó  con- 
tra los  judíos  de  guisa  que  con  las  armas  sin  poder 
losjueces  irles  á  la  mano  dieron  sobre  ellos ,  saquea - 
roa  sus  casas  y  sus  aljamas,  y  los  hicieron  todos  los 
desaguisados  que  se  pueden  pensar  de  una  canalla 
alborotada  y  sin  freno  (1).  Apellidábalos  con  sus  ser- 
mones sediciosos  que  hada  por  las  plazas ,  y  aliuba 
su  furor  Fernán  Martínez  arcediano  de  Ecija.  Doste 
priucipio  cundió  ol  daño  después  por  otras  Bartes  de 
España  :  en  Toledo,  Logroño,  Viilencia,  Barcelona 
álos  cincode  agosto  del  ano  adelante,  como  si  hobie- 
ran  aplazado  aquel  día ,  les  robaron  sus  haciendas  y 
saquearon  las  casas,  tan  grande  era  el  odio  y  la  rabia. 
Muchos  de  aquella  nación  se  valieron  de  la  máscara 
de  cristianos  contra  aquella  tempestad  ,  que  se  bauti- 
zaron fingidamente  :  forzaba  el  miedo  á  lo  que  la  vo- 
luntad rehusaba ;  pero  esto  avino  después. 

Acostumbraban  ajumarse  en  cierta  iglesia  de  Ma- 
drid los  procuradores  det  reino  y  los  otros  brszos. 
Entraron  en  la  junta  con  arraasel  duque  de  Benavenle 
y  el  condedo  Trastamara, acompañadas degenteque 
dejaron  en  guarda  de  aquel  templo  y  como  cercado. 
Esta  demasía  siotiú  el  arzobispo  de  Toledo  de  suerte 
que  el  dia  siguiente  se  sabú  de  la  curte  la  vía  de  Al- 
calá, y  dende  lúe  á  Talavera.  Solicitaba  por  sus  car- 
tas desde  estos  lugares  i  los  pueblos  y  caballeros  á 
tomar  las  armas  .y  librar  el  reino  de  los  (fue  con  co- 
lor de  gobierno  le  tiranizaban.  Dio  noticia  de  lo  que 
pasaba  al  papa  Qemente  ,  á  los  reyes  de  Araron  y  de 
Francia  :  que  la  violencia  de  unos  pocos  tenia  opri- 
mida la  libertad  de  Castilla  :  que  en  las  curtes  del 
reino  no  so  daba  lugar  á  la  razón,  antes  prevalecía 
la  soltura  de  la  lengua  y  ias  demasías  :  tas  banderaN 
campeaban  en  palacio,  y  en  la  cúrte  no  se  veia  sino 

Senté  armada:  lajunta  del  reino  no  osaba  chistar  ni 
eüir  lo  que  sentían  ,  antes  por  el  miedo  se  dejaban 
llevar  del  antojo  de  los  que  todo  lo  querían  mandar  y 
revolver ,  homares  voluntarios  y  bulliciosos  :  que  la 
postrimera  voluntad  del  rey  don  Juan ,  que  debieran 
tener  por  sacrosanta ,  era  menospreciada  :  con  hi 
cual  SI  no  se  queríün  conformar,  por  haber  hecho 
aquel  su  testamento  de  priesa  y  ánimo  alterado  (velo 


(I)  El  mas  notable  de  Id« moDumeDliM  que  en  Kspaüa 
MDserviade  los  Judíos,  es  la  iglesia  cODOcida  en  Tulcdix: 
«I  nombre  deSinli  Haría  la  Blinra. 


Con  que  cubríui  su  pasión)  qué  podian  alegar  para 
no  obedecer  &  las  leyes  que  sobro  el  caso  dejó  esla- 
blecidas  un  principe  tan  sabio comocl  re;  don  Abnso? 
si  le  querían  lachar  de  falta  de  juicio ,  ó  gastado  con 
sus  trabajos  y  años7  concluía  con  que  no  creyesen 
era  público  consentimiento  lo  que  safía  decretado  por 
las  negociaciones  y  violencia  de  los  que  mas  podian: 
pedia  acudiesen  con  brevedad  al  remedio  de  tantos 
males ,  y  á  la  flaca  edad  del  rey  ,  de  que  algunos  se 
burlaban  y  bacian  escarnio ,  y  en  Lodo  pretendían  sus 

Ssrticulares  intereses  sin  tener  cuenta  con  el  pro  y 
año  común  :  que  esto  les  suplicaba  por  todo  lo  que 
hay  de  santo  en  el  cielo  la  mayor  y  roas  sana  palé 
dcf  reino. 


El  do  Benavente  poco  adelante  por  desgustos  que 
resultaron ,  y  nunca  sueloi  fallir ,  i  ejemplo  del  ar- 
zobíspo  se  salió  de  la  corte  y  se  fue  4  la  su  «illa  dp 
Uenavente  sin  despedirse  del  rey.  ComunicÓM  cmi 
el  arzobispo  de  Toledo  :  pusieron  sa  aliania  ,  y  por 
tercero  se  les  allegd  el  marqués  de  Viilena ,  si  bien 
ausente  de  Castilla.  Los  que  restaban  con  el  gobierno. 
despacbaron  á  todos  sus  cartas  y  mansajes  ,  en  que 
les  requerían  que  pues  era  torsoso  juntar  cortes  ge- 
nerales del  reino,  no  faltasen  de  hallarse  presentes. 
Ellos  se  escasaron  con  diversas  causas  que  alegabao 
para  no  venir.  De  parte  del  papa  Clemente  vino  por 
su  nuncio  fray  Domiofío  de  la  órdeo  de  los  predic3<h> 
res ,  obispi  <lii  San  Ponce,  con  dos  cartas  que  Irai.i 


ba;  Sia.  Viril  li  Bit  do. 


enderezadas  la  una  ul  rey  ,  la  otra  a  los  gobernado- 
res. La  suma  de  ambas  era  declarar  el  sentimiento 
que  su  sanlidad  tenia  por  la  mu'^-le  desgraciad»  del 
rey  don  Juan,  principe  poderoso  y  de  aventajadas 
partes  :  que  aquella  desgracia  era  bastante  muestra 
de  cuan  inconstante  sea  la  bienandanza  de  los  hom- 
bres ,  y  cuan  quebradiza  su  prosperidad  ;  sin  embar- 
go los  amouestaba  á  llevar  con  buen  ánimo  pérdiila 
tan  grande ,  y  con  su  prudencia  y  conformidad  aten- 
der al  gobierno  del  remo  y  soldar  aquella  quiebra  ¡  lo 
cual  liarían  con  facilidad, si  pospuestas  las  aticioaes  y 
pasiones  particulares ,  pusiesen  los  gjos  en  Dios  y  en 
el  bien  común  de  todos :  cosa  que  á  todos  estarla 
bien ,  y  como  padre  se  lo  encargaba,  y  de  parte  de 
Dios  se  lo  mandaba. 

Tratú  el  nuncio  conforme  al  orden  que  traía,  de 
concertar  aquellas  diferencias  que  comenzaban  en- 
tre los  grandes  :  hiblú  ya  i  los  unos ,  ya  &  los  otros, 
pero  no  pudo  acabar  cosa  alguna ;  la  llaga  estaba  muy 
fresca  para  sanalla  tan  presto.  Vinieron  en  la  misma 
razón  embajadores  de  Francia  v  de  Aragón  :  lo  que 
sacaron  fue  que  ae  renovaron  las  aliaijüas  antiguas 
entre  nquellas  caronas,  y  de  nuevo  se  juraron  las 
paces.  Los  embajadores  de  Navarra  que  acudieron 
¿i^imismo,  demis  de  los  oficios  generales  del  pésamo 


por  la  muerte  del  padre,  y  del  parabién  del  nu"" 
reino,  traían  particulnr  urden  de  liacer  instancias"- 
bre  la  vuelta  de  la  reina  doña  Leonor  A  Navarra  pan 
hacer  vida  con  su  marido ,  y  ofrecer  lodo  buen  tra- 
tamiento y  respeto  como  era  razón  y  debido.  Alegabau 
Eira  salir  con  su  intento  las  razones  de  suso  tocada*, 
a  reinaá  esla  demanda  díd  las  mismas  escusas  qut- 
antes ;  era  dificultoso  que  el  rey  acabase  con  su  tia. 
mayormente  en  aquella  edad ,  lo  que  su  mbmo  hier- 
no  no  pudo  alcanzar. 

En  este  medio  el  arzobispo  de  Toledo  jnnUbi  su 
gente  con  voz  de  libertar  el  reino  que  unos  poco* 
mal  intencionados  tenían  tiranizado.   La  gente  sr 

Eersuadia  quería  con  este  color  apoderarse  de!  pi- 
ierno,  conforme  á  la  inclinación  natural  del  vuleo. 
que  es  no  perdonar  á  nadie ,  publicar  las  sospechas 
por  verdad ,  echar  las  cosas  á  la  peor  parte ,  dema.* 
que  camunmente  Ib  teniau  por  ambicioso,  y  por  raií 
amigo  de  mandar  que  pedia  su  estado  y  la  persoí» 
que  representaba .  Acometieron  segunda  y  tercera  \a 
a  mover  tratosdft  conciertosentre  los  grandes  de  Cas- 
tilla :  el  suceso  fue  elque antes  ¡ninjíunacososepndo 
efectunr  por  estar  tan  alteradas  las  voluntades  y  lin 
encontradas.  Los  procuradore»  del  reino  que  asisti:in 
al  gobierno ,  se  rcccliiron  de  alguna  violeacia.  Pare- 


BIÜTiltlIA 

fióles  no  estabao  se¡auro.cii  Mudriil  por  no  ser  fuer- 
te nquella  vil!¡i;acorilaron  de  irseáSegovíuea  cora- 
liafijii  det  rey. 

El  conde  .de  Tras'nman,  uoo  de  lo^  goberniJo- 
res.preteadíusercoidüstable  de  Calilla.  Para  salir 
oon  su  hiIenL»  idcgaba  que  el  re;  dou  Juna  antes  de 
«u  muerle  le  dio  inteuclou  de  Iiacebe  aquella  i;nicia: 
teílig'js  no  podían  filiar,  ni  farores,  ni  valedores.  A 
luí  irni'i  pru  lentes  parecja  que  no  ern  aí)uei  tiempo 
Ijn  lurbio  d  propósito  pura  d  .scompuner  i  oadte ,  y 


DE  espiS».  677 

menos  al  marqués  de  Villana,  si  le  despoiabnn  A» 
aquella  dignidad.  Dióíe  Irazi  deconleiitaraldeTrag- 
tamara  con  setenta  mil  maravedís  por  año  que  le  se- 
fialaron  de  las  rentas  reales ,  y  eran  los  mismos  gajes 
que  tiraba  el  condestable  por  aquel  olicio  (I),  con 
prornc»!  parj  adelante  que  si  el  marqués  de  Villena 
no  viniese  en  Iiucer  la  ruzon  y  apartarse  de  los  albo- 
rotador, en  tal  caso  se  le  haría  la  merced  que  pedia, 
como  se  hizo  poco  después. 

Arrimáronse  al  arzobispo  de  Toledo  demás  de  los 


Culceiaaitclrjjei 


MtíDdoia  tranco  dé  Ion  duques  del 
lirtv  dia  muy  poderososen  rinlas  y  aliados.  Juntaron 
mil  y  quinientos  caballos,  y  tres  mil  y  quinienlos  de 
á  pié.  Cnn  e;tt  senté  acudieron  d  Válludolid,  do  el 
rey  era  ido :  IticieruD  Rus  eataocias  d  la  ribera  del  rio 
Pisuergn  que  baiia  aquel  pueblo  y  sus  campos,  y 
poro  aileldoie  deja  sus  aguiis  y  nombre  en  el  rio 
Duero.  LareinadniiaLeonordeNavarradcArévalo  en 
que  residía,  JicuiliA  para  sosegaraquellos  bullicios  y 
B'ajar  el  peli;;ro  que  lodos  corrían  ú  se  venia  d  las 
manos,  y  el  daño  que  seria  igual  por  cualquiera  de 
las  partes  que  la  viciiiria  quedase.  Puso  lanía  diligen- 
cia que  aunque  d  costa  de  gran  trabajo  é  importuna- 
ción, alcaniri  que  las  partes  se  hablasen  ,  y  tratasen 


en  dia  herniado  personas  nombradns  ¡Mr  la  uoa  y  por 
la  otraparli::arudió,isirntsmo  la  misma  reina,  hem- 
bra de  pecho  y  de  vaW,  y  el  nuncio  del  papa  Cle- 
■neute  ^ira  terci¡tr  en  los  conciertos. 

El  priRi-ipaJ  debate  era  sobre  el  testamento  del  rey 
(ton  Juan ,  si  se  debía  tjuiiriiar  ó  no.  El  arzo))Ís|>o  de 
Santiago  con  cautela  preguntó  en  la  junta  al  de  Tn- 
leilusi quería  que  en  todoy  pr^r  lodo  üG  estuTipKc  pnr 


(i)  I,)  Cró-iica  dift  ijue  tenia 


icld>d  I  «.rlciijd. 

aquel  tcslainentOiyloqueenétdejóordenadocIrey 
don  Juan.  Detúvose  el  de  Toledo  en  responder.  Te- 
mía alguna  zalagarda ;  y  en  particular  que  preten- 
dían por  aquel  camino  escluir  y  desabrir  al  duque  de 
Benavenle,  que  no  quedó  en  el  testamento  nombra- 
do entre  los  gobernadorea  del  reino.  Finalmente  res- 
pondió coo  cüutela  que  le  placía  se  guardase ,  d  lal 
que  al  número  de  lo^  gobernadores  all!  señalados  se 
añadiesen  otros  tres  grandes ,  es  á  saber ,  el  de  Be- 
naveote ,  el  de  Traslamara  y  el  maestre  de  Sanlingo, 
gran  personaje  por  sus  gruesas  rentan  y  muchos  va- 
sallos; que  esto  era  conveniente  y  cumplidero  para 
el  liosiego  común ,  que  tules  señores  tuviesen  partii 
y  mano  en  el  gobierno.  Vinieren  en  esto  los  contra- 
rios mal  su  grado:  no  podían  al  hacer  por  no  irritar 
contra  si  tales  personajes.  Acordaron  que  para  ma- 
yor Tirmeza  da  aquel  concierto  y  asiento  que  toma- 
ban ,  se  jumasen  corles  generales  del  reino  en  la 
ciudad  de  Burgos,  para  que  con  su  autoridad  todo 
quedase  maslirme.  En  el  entretanto  se  dieran  entra 
sireheneSjbijns  de  hombres  principales:  es  i  saber 
el  liijo  de  Juan  Hurtado  de  Mendoza  mayordomo  ma- 
yor de  la  casa  real ,  de  quien  desctemlen  los  ri>nde<i 
de  Monta^tudo,  marquesps  do  Almnzau;  el  bijo  de 
Pero  López  de  Ayala ,  el  hijo  de  D.  Diego  Lopex  de 
^'líiiga.flhijndeJuan  Alonso  de  la  Cenia  mayordo- 
mo del  iiifaulu  don  Feronndo.  Con  esta  Irain  por 
entonces  se  sosegaron  aquellos  bullicios  de  qiiene 
temiiiu  mayores  daños. 


»7Í 


BIBLIOTECA   DE   GASPAR   T  BOIG. 


CAPITULO  XVI. 


Qae  se  madaron  las  condiciones  deste  concierto. 

Con  esta  nueva  traza  que  dieron ,  quedó  muy  vá- 
lido el  partido  del  arzobispo  de  Toledo ,  tanto  que  se 
sospechaba  tendría  él  solo  mayor  mano  en  el  gobier- 
no que  todos  los  demás  que  le  hacían  contraste ,  lo. 
uno  por  ser  de  suyo  muy  poderoso  y  rico ,  que  tenia 
mucno  que  dar:  lo  otro  por  los  tres  señores  tan  prin- 
cipales que  se  le  juntaban ,  como  granjeados  por  su 
negociación.  Así  lo  entendían  el  arzobispo  de  San- 
tiago y  sus  consortes :  por  este  recelo  buscaban  al- 
gún medio  para  desbaratar  aquel  poder  tan  grande. 
(Comunicaron  entre  sí  lo  que  se  debía  hacer  en  aquel 
caso.  Acordaron  de  procurar  con  todas  sus  fuerzas 
de  poner  en  libertad  al  conde  de  Gíjon  para  contra- 
ponelle  á  los  contraríos  y  á  la  parte  del  de  Toledo: 
decían  que  la  prisión  tan  larga  era  bastante  castigo 
de  las  culpas  pasadas,  cualesquier  que  ellas  fuesen. 
Parecía  muY  puesta  en  razón  esta  demanda ,  y  asi 
con  facilídaa  se  salió  con  ella.  Sacáronle  de  la  prí- 
f  Ion,  y  lleváronle  á  besar  la  mano  al  rey,  que  le  man- 
dó restituir  su  estado.  La  revuelta  de  ios  tiempos  le 
dio  la  libertad  que  á  otros  quitara :  ansí  van  las  co- 
sas, unos  pierden  y  otros  ganan  en  semejantes  revo- 
lucíones. 

Juntáronse  las  cortes  en  Burgos ,  según  que  lo  te- 
nían concertado.  Comenzóse  á  tratar  del  concierto 
puesto  entre  las  partes.  El  arzobispo  de  Santiago,  co- 
mo lo  tenían  trazado,  dijo  que  no  vendría  en  ello ,  si 
no  admitían  al  conde  de  <>íjon  por  cuarto  gobt*rna- 
dor  junto  con  lo» tres  grandes  que  antes  señalaron, 
pues  en  nobleza  v  estado  á  ninguno  reconocía  ven- 
taja. Mucho  sintió  el  arzobispo  ae  Toledo  verse  cogi- 
do con  sus  mismas  mañas.  Altercaron  mucho  sobre 
e|  caso.  Les  procuradores  de  las  ciudades  divididos 
DO  se  conformaban  en  este  punto  como  los  míe  esta- 
ban negociados  por  cada  cual  de  las  partes.  Temíase 
alguna  revuelta  no  menor  que  las  pasadas.  Para  ata- 

Í'ar  inconvenientes  acordaron  de  nombrar  jueces  ár- 
litros  que  determinasen  lo  que  se  debía  hacer.  Se- 
ñalaron para  esto  á  don  Gonzalo,  obispo  de  Segovia  y 
Alvar  Ifartioez ,  muy  eminentes  letrados  en  el  dere- 
cho civil  y  eclesiástico.  No  se  conformaron .  ni  fue- 
ron de  uu  parecer  por  estar  tocados  de  los  numeres 
que  corrían ,  y  ser  cada  uno  de  su  bando. 

Continuáronse  los  debates,  y  duraron  hasta  el  prin- 
cipio del  año  que  se  contaba  1392 ,  en  que  finalmen- 
te á  cabo  de  muchos  diaíi  y  trabajos  otorgaron  con  el 
dicho  arzobispo  de  Santiago  fue  todos  los  cuatro 
fffandes  de  suso  mentados  tuviesen  parte  en  el  go- 
bierno junto  con  los  demás :  dieron  asimismo  traza 
que  entre  todos  se  repartiese  la  cobranza  de  las  ren- 
tas reales;  pero  lo  demás  del  gobíerao  que  cada  seis 
meses  por  turno,  gobernasen  los  cinco  de  diez  que 
eran,  y  los  demás  por  aquel  tiempo  vacasen.  Pare- 
cióles que  con  esta  traza  se  acudía  á  todo,  y  se  evi- 
taba la  confusión  que  de  tantas  cabezas  y  gooernado- 
res  podía  resultar.  Tomado  este  asiento,  parecía  que 
toda  aquella  tempestad  calmaría,  y  se  conseguiría 
el  deseado  sosiego.  Regaláronse  estas  esperanzas  por 
un  caso  no  pensado.  Dos  criados  del  duque  de  Bena- 
vente  dieron  la  muerte  á  Diego  de  Rojas  volviendo  de 
caza,  que  era  de  la  familia  y  casa  del  conde  de  Gí- 
jon. Entendióse  que  aouellos  bomícíanos  llevaban 
para  lo  que  hicieron ,  óroen  y  mandato  de  su  amo. 

Desta  sospecha ,  quier  verdadera ,  quier  falsa ,  re- 
sultó grande  odio  en  general  contra  el  duque.  Repre- 
sen táñaseles  lo  que  se  podía  esperar  en  el  gobierno  y 
poder  del  que  á  los  priucípios  tales  muestras  daba  di*. 
sn  fiereza  y  de  su  mal  natural.  Alteróse  pues  la  traza 

{irímera,  y  por  orden  de  lis  cortes  acordaron  que  el 
alkinento  delfeyse  guardase,  mas  que  en  tanto 
306  el  marqné^i  de  Yíllena  y  conde  de  Niebla  llama- 
os por  sendas  cartas  del  rey  no  viniesen ,  el  arzobis- 


po de  Toledo  tuviese  sus  veces ,  y  entrase  en  las  jun 
tas  con  tres  votos.  Todo  se  enderezaba  á  contenlalle 
para  que  no  resolviese  la  feria.  El  duque  de  Bena- 
vente  y  conde  de  Gíjon  en  recompensa  del  gobíerao 
que  les  quitaban,  les  señalaron  sendos  cuentos  de 
maravedís  cada  un  año  durante  su  vida.  Concedieron 
otrosí  al  ar  zobispo  de  Toledo  que  él  solo  cobrase  la 
mitad  de  las  rentas  reales:  deque  por  su  roano  se 
hiciese  pagado  de  Iüs  castos  que  hizo  en  levantar  la 
gente  en  pro  común  del  reino ;  que  asi  lo  decía ,  y 
aun  queria  que  los  demás  otorgasen  con  él. 

El  tiempo  de  las  treguas  asentadas  con  Portugal 
espiraba ,  y  era  mala  sazoñ  para  volver  á  Ik  guerra, 
el  rey  mozo ,  las  fuerzas  muy  flacas.  Acordaron  los 
gobernadores  se  despachasen  embajadores  que  pro- 
curasen se  alarga  se  el  tiempo,  que  fueron  las  cabezas 
Juau  Serrano  de  Prior  de  Guadalupe  primero  obispo 
de  Segovia  é  ya  de  Sigúenza ,  y  Diego  de  Córdova 
mariscal  de  Castilia,  de  quien  descienden  los  coadis 
de  Cabra.  El  conde  de  Niebla  Juan  Alonso  de  Guz- 
*  man ,  pai  a  asistir  al  gobierno  partió  de  su  casa.  Con 
su  ida  se  levantó  en  Sevíl'a  una  grande  revuelta. 
Diego  Hurtado  de  Mendoza  con  la  cabida  que  tenia 
con  el  nuevo  rey ,  pretendió  que  le  nombrasen  por 
almirante  del  mar.  No  se  podía  esto  hacer  sin  des- 
componer á  Alvar  Pérez  de  Guzman  que  tenía  de 
atrás  aquel  cargo.  El  conde  de  Niebla  quier  de  sn 
voluntad,  quier  negociado,  quiso  mas  granjear  un 
nuevo  amigo  qae  podía  mucho  en  la  corte ,  que  mi- 
rar por  la  razón  y  por  su  deudo  Alvaro  de  Guzman. 
Esta  fue  la  ocasión  del  alboroto,  porque  el  descom- 
puesto se  juntó  con  Pero  Ponce  señor  de  Marcfaena, 
y  ambos  se  apoderaron  de  Sevilla  con  daño  de  ios 
a(i)igos  y  deudos  del  conde  de  Niebla ,  ca  los  echaron 
todos  de  aquella  ciudad:  escándalos  que  por  algún 
tiempo  se  continuaron. 

A  la  sazón  el  rey  se  hallaba  en  Segovia ,  ciudad 
fuerte  por  su  sitio ,  y  para  con  sus  reyes  muy  leal. 
Allí  volvieron  los  embajadores  nue  se  enviaron  á  Por- 
tugal. El  despacho  fue  que  el  rey  de  Portugal  no 
daba  oídos  á  aquella  demanda  de  alargar  el  tiempo  de 
Iss  treguas,  antes  quería  volver  á  las  armas,  confiado 
de  mas  de  los  victorias  pasadas  en  la  poca  edad  del 
rey  de  Castilla ,  y  mas  en  las  discordias  de  sus  gran- 
des; ocai>íon  cual  la  pudiera  desear  para  mejorar  sus 
haciendas.  El  de  Benavento  otrosí  por  la  mala  cara 
con  que  en  la  corte  le  miraban,  y  la  mala  voz  quede 
sus  cosas  corría ,  junto  con  la  privación  del  gatácT" 
no ,  mal  contento  se  retiró  á  su  casa  y  estado;  y  aon 
se  sonru^ia  que  se  comunicaba  con  el  de  Portugal. 
T  aun  traía  inteligencias  de  casar  con  doña  Beatriz 
bija  bastarda  de  aquel  rey  con  gran  suma  de  dineros 
que  en  dote  le  señalaban. 

Daba  cuidado  este  negocio  por  ser  el  duque  peno 
na  de  tantas  prendas,  señor  de  tantos  vasallos,  y 
que  tenía  su  estado  á  la  raya  de  Portugal.  Avisado  de 
lo  que  se  decía ,  se  escusó  con  el  agravio  que  le  hi- 
cieron en  quitalle  el  casamiento  que  tuvo  por  hedbo 
de  doña  Leonor  condesa  de  Alburquerque  :  y  aun  se 
dijo  que  esta  fue  la  ocasión  de  la  muerte  que  hizo 
dar  á  Diego  de  Rojas ,  que  no  terció  bien  en  aquella 
su  pretensión ;  todavía  ofrecía ,  sí  mudado  acuerdo 
se  la  daban  ,  trocaría  por  aquel  casamiento  el  de 
Portugal.  Tiene  la  necesidad  grandes  fuerzas:  acor- 
daron los  gobernadores  por  el  aprieto  ea  que  todo 
estaba,  de  venir  en  lo  que  pedia.  Señalaron  á  Aréva- 
lo  villa  de  Castilla ,  para  que  las  bodas  se  cdebraseo: 
cosa  roaravillosai  luego  que  otorgaron  con  so  desea, 
se  volvió  atrás ;  sea  porque  á  las  veces  lo  que  mucho 
apetecemos ,  alcanzado  nos  enfada,  ó  lo  que  yo  nts 
creo ,  temía  debajo  de  muestras  de  querelle  conlea- 
tar  alguna  zalagarda. 

Apretóse  con  esto  el  negocio  de  Portugal.  El  ano- 
bispío  de  Toledo  por  atajar  el  daño  que  de  esto  podía 
resultar,  fue  á  toda  priesa  á  verse  con  el  duque.  Con- 


HiSTOUA  DE  ESPAÑA. 


taba  en  su  autoridad  y  en  las  prendas  de  amistad  que 
habia  de  por  medio.  Ofrecióle ,  si  mudaba  partido,  de 
casalle  con  hija  del  marqués  de  Yillena,  y  en  aote 
tanta  cantidad  como  en  Portugal  le  prometían.  Mu- 
chas razones  pasaron :  la  conclusión  fue  que  el  duque 
no  salió  á  cosa  alguna :  escusóse  gue  el  gran  poder 
de  sus  enemigos  le  tenia  en  necesidad  de  valerse  del 
amparo  de  estraños.  El  arzobispo  visto  que  sus  amo- 
nestaciones no  prestaban ,  dio  la  vuelta  por  Zamora 
para  prevenir  que  Nuno  Martinez  de  Villavzan  alcai* 
de  del  alcázar,  y  que  tenia  en  su  poder  la  torre  de 
San  Salvador,  no  pudiese  entregar  aquella  fuerza  al 
duquedeBenavente  como  vehementemente  se  sos- 
pechaba ,  y  sobre  ello  la  ciudad  estaba  alborotada  y 
en  armas.  Llegado  el  arzobispo  lo  compuso  todo: 
diéronse  rehenes  de  ambas  partes ,  y  en  particular  el 
alcaide  para  mayor  seguridad  entregó  aquella  torre 
fuerte  á  quien  el  arzobispo  señaló  para  que  la  guar- 
dase. 

£ran  entrados  los  calores  del  estío ,  cuando  vino 
nueva  cierta  que  los  embajadores  que  fueron  de  nue- 
vo á  PortU£¡al ,  y  se  juntaron  con  el  prior  de  San 
Juan ,  que  vmo  de  parte  de  su  rey  á  Sabugal  á  la  raya 
de  los  006  reinos,  por  mucha  instancia  que  hicieron 
no  pudieron  alcanzar  que  las  treguas  se  prorogasen. 
Ardían  los  portuffueses  en  un  vivo  deseo  de  volver 
á  las  manos  y  no  dejar  aquella  ocasión  de  ensanchar 
su  reino  y  mejorar  su  partido.  £1  primero  que  salió 
en  campana  fue  el  duoue  de  Benavente ,  que  acom- 
pañado de  quinientos  de  á  caballo ,  y  gran  número  de 
infantes,  hizo  sus  estancias  cerca  Je  Pedresa,  no 
lejos  de  la  ciudad  de  Toro.  Grande  era  el  aprieto  en 
que  Castilla  se  hallaba :  los  grandes  discordes ,  la  guer- 
ra que  de  fuera  amenazaba.  En  Granada  otrosí  se 
alborotaron  los  moros  en  muy  mala  sazón.  Falleció 
por  principio  deste  año  Maiiomad ,  que  siempre  se 
preció  de  nacer  amistad  á  los  cristianos.  Sucedióle 
su  hilo  Juzeph  otro  que  tal,  en  tanto  grado  que  en 
vida  de  su  padre  á  muchos  cristianos  dio  libertad  sin 
rescate.  Esta  amistad  con  los  nuestros  le  acarreó 
mal  y  daño.  Tenia  cuatro  hijos,  Juzeph,  Mahomad, 
Hali,  Hamet.  Mahomad  era  mozo  brioso,  amigo  de 
lionra  v  de  mandar  rno  tenia  esperanza  por  ser  hijo 
segundo  de  salir  con  lo  que  deseaba ,  que  era  hacerse 
rey,  si  no  se  valia  de  malicia  y  de  mana.  Para  neco- 
ciur  la  gente  y  levantalla  comen¿ó  de  secreto  á  acha- 
car á  su  padre  y  cargalle  de  que  era  moro  solo  de 
nombre,  en  la  afición  y  en  las  obras  cristiano.  Por 
este  modo  muchos  se  lo  arrimaron ,  unos  por  el  odio 
que  tenían  á  su  rey ,  otros  por  deseo  de  novedades. 

Destos  principios  crecieron  las  pasiones  de  tal 
suerte  que  estuvo  la  ciudad  en  gran  riesgo  de  ensan- 
grentarse, y  tomar  los  unos  contra  los  otros  las  ar- 
mas. Hallóse  presente  á  esta  sazón  un  embajador  del 
rey  de  Marruecos ,  moro  principal ,  y  de  reputación 
por  el  logar  que  tenia ,  y  su  prudencia  muy  aventa- 
jada. Púsose  de  por  níedio  y  procuró  de  sosegar  los 
bullicios  y  pasiones  que  comenzaban.  Avisóles  del 
riesgo  que  todos  coman ,  si  el  fuego  de  la  discordia 
civil  se  emprendía  y  avivaba  entre  ellos ,  de  ser  presa 
de  sus  enemigos,  que  estaban  alerta  y  á  la  mira  para 
nprovecharse  de  ocasiones  semejantes.  En  una  junta 
en  que  se  hallaban  las  principales  cabezas  de  las  dos 
parcialidades ,  les  habló  en  esta  sustancia :  «Los  ac- 
Dcidentes  y  reveses  de  los  tiempos  pasados  os  deben 
nenseñar  y  avisar  cuanto  mejor  os  estará  la  concor- 
»dia,  que  es  madre  de  seguridad  y  buena  andanza, 
i>que  la  contumacia ,  mala  de  ordinario  y  perjudicial. 
»No  el  valor  de  losenemiffos,  sino  vuestras  oisensio- 
»oes  han  sido  causado  las  pérdidas  pasadas,  mu- 
Kchasy  muy  graves.  ¿Qué  podremos  al  presente  esfie- 
»rar .  si  como  locos  y  sandios  de  nuevoos  alborotáis? 
i>Toda  razón  pide  ^ue  el  hijo  obedezca  á  su  padre, 
»sea  cual  vos  le  qmsiéredes  pintar.  Hacelle  guerra, 
;>f{ue  otra  cosa  s«rá  sino  conliindir  la  natiMe^a^  y 

TOMO  I. 


57t 

»trocarloaltocoulo  bajo?  ¿porquécausa  no  juntareis 
vantes  vuestras  fuerzas  para  correr  las  tierras  de  cris- 
Mtianos?  ¿Cuál  es  la  causa  que  dejais  pasar  la  buena 
«ocasión  que  de  mejorar  vuestras  cosas  os  presenta 
»la  edad  del  rey  de  Castilla :  las  discordias  de  sus  gran- 
udos ,  además  del  miedo  y  cuidado ,  en  que  los  tiene 
npuestos  la  guerra  de  Portugal  ?  »      * 

Con  estas  pocas  razones  se  apaciguaron  los  rebel- 
des ,  y  el  mismo  Mahomad  prometió  de  ponerse  en 
las  manos  de  su  padre.  Acordaron  tras  esto  de  hacer 
una  entrada  en  el  reino  de  Murcia,  como  lo  hicieron 
por  ia  parte  de  Lorca ,  en  que  talaron  los  campos  é 
hicieron  grandes  presas  de  hombres  v  de  ganados. 
Eran  en  número  de  setecientos  caballos,  y  tres  mil 
peones.  Siguiólos  el  adelantado  de  Murcia  Alonso  Fa- 
jardo, y  si  nien  no  llevaba  mas  de  ciento  y  cincuenta 
caballos ,  les  dio  tal  carga  y  á  tal  tiempo  que  los  des- 
barató, degolló  muchos  dellos,  finalmente  les  quitó 
la  presa  que  llevaban  :  gran  pérdida  y  mengua  de 
aquella  gente ,  con  que  España  quedó  Ubre  de  un  gran 
miedo  que  por  aquella  parte  le  amenazaba ,  lo  cual 
fue  en  tanto  grado  que  el  rey  de  Aragón  á  quien  este 
peligro  menos  tocaba,  por  acudir  á  él  deshizo  una 
armada  que  tenia  en  Barcelona  aprestada  para  sose- 

gar  los  movimientos  y  alborotos  que  de  nuevo  anda-* 
an  en  Cerdeña  á  causa  que  Brancaleon  Doria  sin 
respeto  de  los  negocios  pasados  con  las  armas  se  apo- 
deraba de  diversos  pueblos  y  ciudades. 

Verdad  es  que  los  moroM  castigados  con  aquella  ro- 
ta ,  y  temerosos  de  la  tempestad  que  se  les  armaba 
por  la  parte  de  Aragón ,  con  mas  seguroconseío  acor- 
daron pedir  treguas  al  rey  de  Castilla ;  que  fácilmente 
les  concedieron  por  no  embarazarse  juntamente  en 
la  guerra  de  Portugal  y  en  la  de  los  moros.  Hallábase 
el  Portugués  muy  ufano  por  verse  arraigado  en  aquel 
reino  sin  contradicion,  por  las  fuerzas  y  riquezas 
que  tenia .  y  mas  en  particular  por  la  noble  genera- 
ción que  le  nacía  de  doña  Philipa  su  mujer^  que  en 
cuatro  años  casi  continuados  parió  cuatro  hiios :  pri- 
mero á  don  Alonso  que  falleció  en  su  tierna  edad ,  des- 
pués á  don  Duarte ,  que  sucedió  en  el  reino  de  su  pa- 
dre ;  y  en  este  mismo  año  á  nueve  de  setiembre  nació 
en  Lisboa  don  Pedro,  que  fue  adelante  duque  de 
Coímbra,  y  dende  á  diez  v  seis  meses  don  Enrique 
duque  da  Viseo  y  nuiestre  de  Christus ,  y  aue  fue  muy 
aficionado  á  la  astrologia ;  de  la  cual  ayudado  y  de  la 
grandeza  de  su  corazón  se  atrevió  el  primero  de  todos 
a  costear  con  sus  armadas  las  muy  largas  marinas  de 
África  ,  en  que  pasó  ten  adelante'que  dejó  abierta  la 
puerta  á  los  que  le  sucedieron ,  para  proseguir  aquel 
intento  hasta  descubrir  los  postreros  términos  de  Le- 
vante de  que  á  la  nación  portuguesa  resultó  grande 
honra,  y  no  menor  interés ,  como  se  notará  en  sus 
lugares.  Los  postreros  hijos  deste  rey  se  llamaron 
don  Juan .  y  el  menor  de  todos  don  Fernando. 

En  esté  mismo  año  á  Carlos  VI  rey  de  Francia  se 
le  alteró  el  jnicio  por  un  caso  no  pensado.  Fue  así  que 
cierta  noche  en  París  al  volver  de  palacio  el  condes- 
table de  Francia  Oliverio  Clísson  cierto  caballero  le 
acometió,  y  le  dio  tantas  heridas  quele  dejó  por  muer- 
to. Huyó  luego  el  matador  por  nombre  Pedro  Craon: 
recogióBe  á  la  tierra  v  amparo  del  duque  de  Bretaña. 
El  rey  se  encendió  de  tal  suerte  en  ira  y  saña  por 
aquel  atrevimiento ,  que  determinó  ir  en  persona  para 
tomar  emienda  del  matador  por  lo  que  cometió ,  y 
del  duque  porque  requerido  de  su  pártele  entregase, 
no  queria  venir  en  ello;  bien  oue  se  escusaba  que  no 
tuvo  parte  ni  arte  en  aquel  delito  y  caso  tan  atroz. 
Púsose  el  rey  en  camino .  y  Iteoé  á  la  ciudad  de  May- 
ne.  Salió  de  allf  al  hilo  de  meldio  dia'en  los  mayores 
Mlores  del  año :  tal  era  el  deseo  que  llevaba  y  la  prie- 
sa. No  anduvo  media  legua  cuando  de  repente  puso 
mano  á  la  es{(ada  furioso  y  fuera  de  sf :  mató  á  dos, 
é hirió á  etrostlgooos. finalmentedecansadosedes-^ 
mayó  y  cavó  del  cattllío.  Volvifronlssá  la  ciudad ,  y 

2S^ 


¡(80 


BIBMOIErA   nK  CASCAR   Y   ROIC. 


con  remetUos  que  lo  hicieron  tomó  en  su  juicio ;  pero 
ho  de  manera  que  sanase  del  todo ,  ca  a  tiempos  se 

alteraba. 

Deste  nccidcnle ,  y  do  la  incapacidad  que  quedó  al 
rey  por  esta  causa,  resultaron  grandes  inconvenien- 
tes en  Francia^  por  pretender  muchos  señores  deu- 
dos del  mismo^ey ,  y  de  los  mas  po'lerosos  de  aquel 
reino,  apoderarse  del  gobierno,  auién  con  buenas, 

guien  con  malas  mañas.  Juan  Juvenal  obispo  de 
eauvais  refiere  que  ninguna  cosa  le  daba  mas  pena, 
citando  el  juicio  se  le  remontaba  ,  que  oir  mentar  el 
nombre  de  Inglaterra  é  ing'eses ,  y  que  abominaba 
do  las  cruces  rojas ,  divida  y  como  blasón  de  aquella 
nación  :  creo  porque  á  los  locos,  ya  los  que  sueñan, 
se  les  representan  con  mayor  vehemencia  las  cosas 
y  las  personas  que  en  sanidad  y  despiertos  mas  ama- 
ban ó  aborrecían. 

CAPITULO  XVII. 

I>e  las  treguas  que  se  asentaron  entre  Castilla  y 

Portugal. 

La  porfía  y  los  desgustos  de  don  Fadriquo  duque 
de  Benavente  ponia  en  cuidado  á  los  de  Cus*. illa  ,  en 
f  special  á  los  que  asistían  al  gobierno.  Deseaban 
aplaralle  y  canalle,  mas  hallaban  cerrados  los  cami- 
nos. El  arzobispo  de  Toledo  ,  como  deseoso  del  bien 
común ,  sia  escusar  algún  trabajo  se  resolvió  de  po- 
nerse segunda  vez  en  camino  para  verse  con  el  du- 
que. Confiaba  que  le  doblegaría  con  su  autoridad, 
y  con  ofreceile  nuevos  y  aventnjados  partidos.  Vióse 
con  él  por  principio  del  año  del  Señor  de  i39;i.  Per- 
suadióle se  fuese  despacio  en  lo  del  casamiento  de 
Portugal :  que  esperase  en  lo  que  paraban  las  tre- 
^'uas,  de  que  con  mucho  calor  se  trataba.  No  pudo 
acabar  que  desicicse  el  campo,  ni  que  se  fuese  á  la 
corte  :  escusábase  coa  los  muchos  enemigos  que  te- 
nia en  la  corte ,  personajes  priocipatcs  y  poderosos. 
Que  no  se  podría  asegurar  hasta  tanto  que  el  rey  sa- 
liese de  tutela ,  y  no  se  f^obernase  al  antojo  de  los 
2ue  tenían  el  gobierno ,  además  que  no  estaría  bien 
persona  de  sus  prendas  andar  en  la  corte  como 
particular,  sin  poder ,  sin  autoridad ,  sin  acompaña- 
miento. 

Partió  con  lanto  el  arzobispo  en  sazón  que  la  ciu- 
dad de  Zamora  segunda  vez  corrió  peligro  de  venir  en 
poder  del  duque  de  Benavente  pnr  inteligencias  que 
con  él  traía  el  alcaide  Villayzan  de- entreguüeaouel 
castillo.  Alborotóse  la  ciudad  sobre  el  caso.  Acudie- 
ron los  arzobispos  de  Toledo  y  de  Santiago ,  y  el 
maestre  de  Culairava,  oue  n tajaron  el  peligro  y  lo 
sosegaron  todo.  Dio  el  de  Benavente  con  su  ^ente 
vista  á  aquella  ciudad,  confiado  míe  sus  inteligen- 
cins  y  las  promesus  del  alcalde  salarían  ciertas  ;  mas 
como  se  hallase  bivlado,  revolvió  sobre  Muyorga 
villa  del  infante  don  Fernando .  de  cuyo  castillo  se 
apoderó  por  entrega  del  alcaiae  Juan  Alonso  de  la 
Cerda  que  le  tenia  en  su  poder.  Suelen  i  las  veces 
los  hombres  faltar  al  debor  por  satisfacerse  de  sus 
particulares  desgustos.  Juan  Alonso  se  tenia  por 
ngraviado  del  rev  don  Juan  á  causa  que  por  su  testa- 
mento le  privó  del  oficio  de  mayordomo  que  tenia  en 
la  casa  del  infante ,  aue  fue  la  ocasión  de  aquel  des- 
orden. El  alcaide  VillayzRn  otrosí  estaba  sentido  que 
no  le  diesen  el  oficio  de  alguacil  mayor  que  tuvo  su 
padre  en  Zamora.  Dieron  traza ,  para  asegurar  aque- 
lla ciudad  con  alguna  muestra  de  blandura ,  que  cun 
retención  de  los  gaj«?8  que  antes  tiraba  Víllayzan ,  en- 
tregase el  castillo  á  Gonzalo  de  Sanabria  vecino  de 
Le^esme ,  hijo  de  &quel  Men  Rodríguez  de  Sanabría 
que  acompañó  al  rey  don  Pedro  cuando  salió  de  Mon- 
tiel ,  y  muerto  el  rey  quedó  preso. 

Pasó  el  rey  don  Enrique  con  esto  su  corte  á  Zamo- 
ra, como  á  ciudad  que  cae  cerca  de  Portugal,  para 
desde  allí  tratar  con  m:s  calor  y  mayor  comodidad 


de  las  treguas ,  en  sazón  que  Ls  fuerzas  del  duqne 
de  Benavente  por  el  mismo  caso  se  enflaquecían  tie 
cada  dia  mas ,  y  muchos  se  le  pasaban  á  la  parte  del 
rey :  querían  ganar  por  la  mano  antes  que  los  de 
Castilla  y  de  Portugal  concertasen  sus  diferencias, 
sobre  qne  andaban  demandas  y  respuestas;  el  re- 
mate fue  acordarse  con  las  condiciones  siguientes: 
que  Sabugal  y  Miranda  se  entregasen  á  los  por  tu— 
gueses,  cuyas  los  tiempos  pasados  fueron :  el  rey  de 
Castilla  no  ayudase  en  la  pretensión  c[ue  tenían  de 
la  corona  de  Portugal,  ni  á  la  reina  dona  Beatriz,  ni 
á  los  infantes  sus  tíos  don  Juan  y  Donís  arrestados 
en  Castilla :  lo  mismo  hiciese  el  de  Portugal  sobre  la 
misma  querella  con  cualquier  que  pretendiese  per— 
tenecelle  el  reino  de  Castilla;  á  trueco  por  aroha^ 
partes  se  diese  libertad  á  los  prisioneros.  Para  segu- 
ridad de  todo  esto  concertaron  diesen  al  de  Portugal 
en  rehenes  ¿oce  hijos  de  los  señores  de  Castilla: 
mudóse  esta  condición  en  que  fuesen  cada  dos  hiios 
de  ciudadanos  de  seis  ciudades,  Sevilla,  Córdoba, 
Toledo,  Burgos,  León  y  Zamora.  Con  tanto  se  pre~ 

Sonaron  las. tregua  por  término  de  quince  años  me- 
iado  el  mes  de  mayo  en  Lisboa  y  en  Burgos ,  do  á 
la  sazón  los  dos  reyes  se  hallaban ,  con  grande  con- 
tento de  ambas  naciones.  Estas  capitulaciones  pare- 
cían muy  aventajadas  para  Portugal,  menguadas  y 
afrentosas  para  Castilla ;  pero  es  gran  nroJenciá 
acomodarse  con  los  tiempos,  que  en  Castilla  corrían 
muy  turbios  y  desgracíaaos;  y  llevar  en  paciencia  la 
falta  de  reputación  v  desautoridad  cuando  es  necesa- 
rio, es  muy  propio  de  grandes  corazones. 

CAPITULO  XVIII. 
De  la  prisión  del  arzobispo  de  Toledo. 

La  alegría  que  todos  comunmente  en  Castilla  re- 
cibieron por  el  Bfiíento  aue  se  tomó  con  Portugal, 
vencidas  tantas  dificultades  y  á  cabo  de  tantas  lar- 
gas ,  se  destempló  en  gran  manera  con  la  prisión 
que  hicieron  en  la  persona  del  arzobispo  de  Toledo. 
Parecía  que  unos  males  se  encadenaban  de  otros,  y 
que  el  fin  de  una  revuelta  era  principio  y  víspera  ae 
otro  daño.  Hacia  el  arzobispo  las  partes  del  duque 
de  Benavente  por  la  amistad ;  prendas  que  había  en- 
tre los  dos.  Deseaba  otrosí  gue  á  Juan  do  Yelasco 
camarero  del  rey ,  amigo  y  aliado  de  loi  dos ,  volvie- 
sen la  parte  de  los  gajes  que  por  el  testamento  del 
rey  don  Juan  le  acortaron.  No  pudo  salir  con  su  io- 
tentó  por  n:uchas  diligencias  que  hizo :  acordó  como 
despechado  ausentarse  de  la  corte.  Recelábanse  los 
demás  gobernadores  que  esta  su  salida  y  enojo  no 
fuese  ocasión  de  nuevos  alborotos ,  por  sn  grande 
estado  y  ánimo  resoluto  que  llevaba  mal  cualquiera 
demasía ,  y  aun  quería  que  todo  pasase  pDr  su 
mano.  Comunicáronse  entre  sí  y  con  el  rey  :  salid 
resutdto  déla  consulta  que  le  prendiesen,  como  lo 
hicieron  dentro  de  pa'acio ,  juntamente  con  su  ami- 
go Juan  de  Velasen.  Era  este  caballero  asaz  podero- 
so en  vasallos,  y  que  poco  antes  con  su  mnjer  en 
dote  adquirió  la  villa  de  Villalpando.  Su  padre  se 
llamó  Pedro  Hernández  de  Yelasco ,  de  quien  arríba 
se  dijo  que  mu^'ió  con  otros  muchos  en  el  cerco  «le 
Li.sboa ,  y  el  uno  y  el  otro  fueron  troncos  del  muy 
noble  linaje  en  que  la  dignidad  de  condestable  de 
Castilla  se  ha  continuado  por  muchos  años  sin  in- 
terrupción alguna  hasta  el  día  de  hoy.  Prendieron 
asimismo  á  don  Pedro  de  Castilla  obispo  de  Osma  5 
á  Juan  abad  de  Fusselas ,  muy  aliados  del  arzobispo 
y  participantes  en  el  caso. 

Pareció  esceso  notable  perder  el  respeto  á  tales 
personajes  y  eclesiásticos,  si  bien  se  cubrían  de  la 
capa  del  bien  público,  que  suele  ser  ocasión  de  s^ 
hacer  semejantes  demasías.  Pusieron  entredicho  ^0 
la  ciudad  de  Zamora,  do  se  hizo  la  prisión,  en  Pa- 
lencia  y  en  Salamanca.  Quedaban  por  el  mismo  caso 


UlSTüRIA  DE  ESPAÑA. 


descoaiui¿ados  así  el  roy  coiuo  Uxlos  los  seúores 

3ue  tuvieron  parte  en  aquellas  prisiones,  ai  bien  no 
uraron  mucho,  ca  en  breve  les  soltaron  á  condición 
que  diesen  seguridad.  El  arzobispo  dio  en  rehenes 
cuatro  deudos  suyos ,  y  puso  en  tercería  las  sus  villas 
de  Talavera  y  Alcalá ;  mas  sin  embargo  se  ausentó 
aentido  del  agravio  :  Juan  de  Velasco  entregó  el  cas- 
tillo de  Soria,  cuya  tenencia  tenia  á  su  cargo.  Acu- 
dieron asimismo  al  papa  por  absolución  de  las  cen- 
suras, que  cometió  á  su  nuncio  Domingo,  obispo 
primero  de  San  Ponce,  y  á  la  sazón  de  Albi  en  Fran* 
cía;  sobre  lo  cual  le  enderezó  un  brebe,  que  hoy  día 
se  haJla  entre  las  escrituras  de  la  iglesia  Mayor  de 
Toledo :  su  tenor  es  el  siguiente :  «  Lleno  está  de 
namargura  ini  corazón  después  que  poco  ha  be  sabi- 
nao  la  prisión  y  detención  de  las  personas  de  nues- 
i>iro8  venerables  hermanos  Pedro  arzobispo  de  To- 
nledo,  y  Pedro  obispa  de  Qsroa,  y  Juan  abad  de 
vFusselas,  que  se  hizo  en  la  i^esia  de  Palencia 
opor  algunos  tutores  de  don  Ennque  ilustre  rey  de 
»Gastilla  V  Leoñ,  así  eclesiásticos »  como  seglares ,  y 
ootros  del  sa  consejo  y  vasallos ,  y  por  ipaoaamiento 
wy  consentimiento  del  mismo  rey.  Es  nuestro  dolor 
»y  nuestra  tristeza  tan  grande  aue  no  admite  ningún 
vconsueio.  porque  estando  la  Iglesia  Santa  de  Dios 
ocn  estos  íastimosisímos  tiempos  tan  afligida,  y  por 
»muchas  vias  desconsolada,  y  miserablemente  di- 
üvidida  con  la  discordia  del  acisma ,  sobre  sus  tantas 
nheridas  se  liaya  añadido  una  tan  grande  por  el  so- 
»bredichorey,  su  particular  hiio  y  principal  defeo- 
»sor.  Mas  porque  por  parte  del  rey  se  nos  ba  dado 
wooticia  que  en  la  oieha  prisión  y  dietencion .  que  se 
)>hlzo  por  ciertas  causas  justas  y  razonables  que 
nconcemian  ai  buen  estado,  seguridad,  paz,  quie- 
iitud  y  provecho  del  mismo  rey  v  su  reino  v  vasallos, 
iHenido  primero  maduro  acuerdo  por  los  de  su  con- 
9sejo  y  sus  grandes,  no  ha  intervenido  otro  algún 
»grave  ó  enorme  esceso  acerca  de  las  personas  de 
iilos  dichos  presos,  y  que  luego  los  mismos  dende  á 
Dpoco  tiempo  fueron  puestos  en  libertad,  de  que  ple- 
Doaríamente  gozan  :  Nos  teniendo  consideración  á 
ola  tierna  edad  del  rey,  y  que  verishnilmente  la  di- 
»cfaa  prisión  y  detención  no  se  hizo  tanto  por  su 
oacuerdo  como  por  los  de  su  consejo,  queremos  por 
vestes  causas  habernos  con  él  blandamente  en  esta 
»parte ;  y  mclinado  por  sus  ruegos  cometemos  á  vos 
«nuestro  hermano  y  man^lamos  que  si  el  mismo  rey 
oeoa  humildad  lo  pidiere,  por  vuestra  autoridad  le 
^absolváis  en  la  forma  acostumbrada  déla  sentencia 
nde  descomunión,  que  por  las  razones  dichas  en 
^cualquier  manera  liaya  incurrido  por  derecho  ó 
neentencia  de  juez;  y  confoiime  á  su  culpa  le  impon- 
Dgais  saludable  penitencia ,  con  todo  lo  dem^s  que 
«conforme  á  derecho  se  de^  observar ,  tepiplaxi^o  «1 
«rigor  de  derecho  con  mansedumbre  según  quecon- 
nforme  ajustas  y  razonables  causas  vuestra  discre- 
)>cJon  juzgare  se  debe  hacer.  Queremos  otrosí  que 
»por  la  misma  autoridad  le  relajéis  las  demás  penas 
neo  que  por  las  causas  ya  dichas  hobiere  en  cual- 
nquier  manera  incurrido.  Dado  en  Aviñoo  á  veinte  y 
»nueve  de  mayo  en  el  ano  décimo-qiiinto  de  nuestro 
«pontificado. » 

Recehido  este  despacho ,  el  rey  puestas  las  rodillas 
en  tierra  en  el  sagrario  de  Santa  Catalina  en  la  igle- 
sia Mayor  de  Burgos  con  toda  muestra  de  humildad 
pidió  la  absolución.  Juró  en  la  forma  acostumbrada 
obedecería  en  adelante  á  las  leyes  eclesiásticas,  y 
satisfaría  al  arzobispo  de  Toledo  con  volvelle  sus  pía- 
zas  :  tras  esto  fue  aosuelto  de  las  censaras  día  vier-> 
nes  á  los  cuatro  de  julio.  Halláronse  presentes  á  todo 
don  Pedro  de  Castilla  obispo  de  Osma^  Joan  obispo 
de  Calahorra  v  Lope  obispo  de  Mondonedo,  y  Dieg<> 
Hurtado  de  Mendoza ,  que  sin  embargo  de  los  es- 
cándalos de  Sevilla  ya  era  almirante  del  mar.  Alzóse 
otrosí  el  entredicho;  á  esta  alegría  se  allegó  para 

TOMO  I. 


68  i 

Sue  fuese  mas  colmada,  la  reducción  del  duque  de 
enavente .  que  á  persuasión  del  arzobispo  de  San- 
tiago que  lo  mandaba  todo,  v  por  su  buena  traza 
vino  en  deshacer  su  campo ,  abrazar  la  paz  y  poner- 
se en  las  manos  de  su  rey.  En  recompensa  del  dote 
que  le  ofrecían  en  Portugal ,  concertaron  de  contalie 
sesenta  mil  florines ,  y  c^ue  tuviese  libertad  de  casar 
en  cualquier  reino  y  nación,  como  no  fuese  en  aquel: 
demás  desto  de  las  rentas  reales  le  señalaron  de  acos- 
tamiento cierta  suma  de  maravedís  en  los  libros 
del  rey. 

Asentado  esto,  sin  pedir  algona  seguridad  de  su 
persona  para  mas  obligar  á  sus  émulos,  vino  á  Toro. 
Recibióle  el  rey  álll  con  muestra^  de  amor  y  benig- 
nidad, y  luego  que  se  encargó  del  gobierno  y  le  qm- 
tó  á  los  que  le  tenían ,  le  trato  con  el  respeto  qae  su 
nobleza  y  estado  pedían.  Desta  manera  se  sosegó  el 
reino,  y  apaciguadas  las  alteraciones  que  teman  á 
todos  puestos  en  cuidado ,  una  nueva  y  clara  luz  se 
comenzó  amostrar  después  de  tantos  nublados.  Gran- 
de reputación  ganó  el  arzobispo  de  Santiago ,  todos 
á  porfia  alababan  su  buena  maña  y  valor :  duróle 
poco  tiempo  esta  gloria  á  causa  que  en  breve  el  rey 
salió  de  la  tutela  y  se  encarnó  del  gobierno :  el  arzo* 
bispo  de  Toledo  su  contendor  otrosí  volvió  á  su  an- 
tigua gracia  y  autoridad ,  con  que  no  poco  se  meo"^ 
guó  el  poder  y  grandeza  del  de  Santiago.  El  pueblo 
con  la  soltura  de  lengua  que  suele,  pronosticaoaesta 
mudanza  debajo  de  cierta  alegoría ,  disfrazados  los 
nombres  destos  prelados  y  trocados  en  otros ,  como 
se  dirá  en  otro  lugar.  Al  rey  de  Navarra  volvieron  los 
ingleses  á  Cheroburp,  plaza  que  tenían  en  Norman- 
día  en  empeño  de  cierto  dinero  que  la  prestaron  los 
anos  pasados.  Encomendó  ia  tenencia  á  Martin  de 
Lacarra,  y  sn  defensa ,  por  estar  rodeada  de  pueblos 
de  franceses  y  gente  de  guerra  derramada  por  aque- 
lla comarca.  Las  bodas  de  la  reina  de  Sicih'a  y  don 
Martin  de  Aragón  Analmente  se  efectuaron  con  licen- 
cia del  rey  de  Aragón  tío  del  novio,  y  del  papa  Cle« 
mente ,  según  que  de  suso  se  apuntó. 

Los  harones  de  Sicila  con  deseo  de  cotas  nuevas, 
ó  por  desagradailes  aquel  casamiento,  continuaban 
con  mas  calor  en  sus  afrorotos ,  y  en  apoderarse  por 
las  armas  de  pueblos  y  castillos  y  gran  parte  de  la 
Isla.  No  tenían  esperanzada  sosegallos  y  ganallospor 
buenos  medios;  acordaron  de  pasar  en  una  armada 
que  aprestaron  para  suietar  los  albontados  aquellos 
reyes ,  v  en  su  compañía  su  padre  don  Blartin  duque 
de  Monolanc.  En  la  guerra  que  fue  dudosa  j  varia- 
ble, intervinieiion  diversos  trances :  el  principio  fue 
firóspero  para  los  aragoneses;  el  remate,  que  preva- 
ecieron  los  parciales  hasta  encerrar  á  los  reyes  en 
,  el  castillo  de  Catania ,  y  apretailos  con  un  cerco  que 
tuvieron  sobre  ellos.  Doo  Bernardo  de  Cabrera,  per- 
sona en  aquella  era  de  ks  mas  señaladas  en  todo, 
acompañó  á  los  reyes  en  aquella  demanda;  mas  era 
vuelto  á  Aragón  por  estar  nombrado  por  general  de 
una  armada  que  el  rey  don  Juan  de  Aragón  tenia 
aprestada  para  allanar  á  los  sardos.  Este  caballero 
sabido  lo  que  en  Sicilia  pasaba,  de  su  vokintad,ó 
con  el  beneplácito  de  su  rey  se  resolvió  de  acudir  al 
peligro.  Juntó  buen  número  de  gente,  caralanes, 
gascones ,  valones :  para  llegar  dinero  para  las  pagas 
empeñó  los  pueblos  que  de  sus  padres  y  abuelos  he- 
redüura.  Hilóse  á  la  vela,  aportó  á  Sicilia  ya  que  las 
copas  estaban  sin  esperanza :  dióse  tal  mana,  que  en 
breje  se  trocó  la  fortuna  de  la  guerra,  ca  en  diver- 
sos (oncuentros  desbarató  á  los  contrarios ,  con  que 
toda  la  isla  se  sosegó  ( i );  y  volvió  mal  su  grado  de 
muchos  al  señorío  y  obediencia  de  Aragón ,  en  que 

(i)  No  tanto  qae  no  volviesen  loscolieados  á  tomar  !a<i 
armas  contra  sos  reyes ;  viéndose  los  de  Aragón  en  la  pre- 
císioa  de  enviarles  grandes  socorros  para  sacarles  de  mis 
apuros. 


582 

basta  e)  día  de  lioy  ha  continuado ,  y  por  lo  que  se 
puede  conjeturar,  durará  por  largos  años  sin  mu- 
danza. 

LIBRO  DECIMONONO. 

CAPITULO  I. 
Corao  el  rey  don  Enrique  se  encargó  del  gobierno. 

Rbposaba  algún  tanto  Castilla  á  cabo  de  tormen- 
tas tan  bra?as  de  alteraciones  como  padeció  en  tiem- 
po pasado  :  parecia  que  calmaba  el  viento  de  las  dis- 
cordias y  de  las  pasiones ,  ocasionadas  en  gran  parte 
Sor  ser  muchos  y  poco  conformes  los  que  goberna* 
an.  Para  atajar  estos  inconvenientes  y  danos  el 
rey  se  determinó  de  salir  de  tutela  y  encargarse  él 
mismo  del  gobierno,  si  bien  le  faltaban  dos  meses 
para  cuinplu*  catorce  años,  edad  legal,  y  señalada 
para  esto  por  su  padre  en  so  testamento.  Mas  daba 
tales  muestras  de  su  buen  natural ,  que  prometían, 
si  la  vida  no  le  faltase ,  seria  un  gran  príncipe,  aven- 
tajado en  prudencia  y  justicia  con  todo  lo  al ,  demás 
que  los  señores  y  cortesanos  le  atizaban  y  daban 
priesa.  La  porfia  de  todos  era  igual,  los  intentos  di- 
lerentes  :  unos  con  acomodarse  con  los  deseos  de 
aquella  tierna  edad  pretendían  granjear  su  gracia 
para  adelantar  sus  particulares ,  los  de  sus  deudos  y 
aliados;  otros  cansados  del  gobierno  presente  cuida- 
ban que  lo  venidero  sería  mas  aventajado  y  mejor: 
pensamiento  que  las  mas  veces  engaña. 

Por  conclusión  el  rey  se  conformó  con  el  consejo 
que  le  daban.  A  los  primeros  de  agosto  juntó  los 
grandes  y  prelados  en  tas  Huelgas ,  monasterio  cerca 
de  Burgos ,  en  que  los  reyes  de  Castilla  acostumbra- 
ban á  coronarse.  Habló  á  ios  que  presentes  se  halla- 
ron ,  conforme  á  lo  gue  el  tiempo  demandaba.  Que  él 
tomaba  la  gobernación  del  reino :  rogaba  á  Dios  y  á 
sus  santos  fuese  para  su  servicio ,  bien ,  prosperidad 
y  contento  de  tcdos.  A  los  que  presentes  estaban, 
encargaba  ayudasen  con  sus  buenos  consejos  aquella 
su  tierna  edad ,  y  con  su  prudencia  la  encaminasen. 
Pero  desde  aquel  día  absolvía  á  los  gobertiadores  de 
aquel  cargo ,  y  mandaba  que  las  provisiones  y  cartas 
reales  en  adelante  se  robrasen  con  su  sello.  Acudie- 
ron todos  con  aplauso  y  muestras  grandes  de  alegría 
asi  el  pueblo  como  ios  ricos  hombres  y  señores  que 
asistían  á  aquel  auto ,  el  nuncio  del  papa ,  el  duque 
de  Benavcnte ,  el  maestre  de  Cálatrava  y  otros  mu- 
chos. 

El  arzobispo  de  Santiago  como  quier  que  ejercita- 
do en  todo  género  de  negocios,  y  los  demás  le  re- 
conocían por  sus  aventajadas  partes ,  tomó  la  mano, 
y  habló  al  rey  en  esta  forma :  a  No  con  menos  piedad 
))y  alegría  hablaré  agora ,  que  poco  antes  en  aquel 
)>sagrado  altar  dije  misa  por  vuestra  salud  y  vida: 
>iconfío  que  con  el  mismo  ánimo  vos  me  oiréis.  Este 
«es  el  tercer  año  después  que  por  el  testamento  de 
Dvuestro  padre  fuimos  puestos  por  vuestros  tutores 
))y  gobernadores  del  reino.  Cuánto  hayamos  en  esto 
«aprovechado,  quédese  á  juicio  de  otros.  Esto  con 
«verdad  os  podemos  certificar  que  ningún  trabajo  ni' 
«peligro  de  nuestras  vidas  hemos  escusado  por  esta 
«causa ,  por  el  bien  y  pro  común  destos  vuestros  reí  • 
«nos.  Haolar  de  nuestras  alabanzas  es  cosa  penosa  y 
«ocasión  de  envidia;  no  puedo  empero  dejar  de  avi- 
«sar  como  hasta  ahora  siempre  hemos  conservado  la 
«paz,  y  el  reino  ha  estado  en  sosiego,  que  es  dees- 
«timar  asaz  en  tanta  variedad  de  pareceres  r  voluo- 
«tades.  En  nuestro  gobierno  ni  sangre,  ni  muerte 
«de  alguno  no  se  ha  visto  :  cosa  gue  se  debe  atribuir 
»á  milagro,  j  á  vuestra  buena  dicha  y  felicidad ,  que 
«plegué  á  Dios  sea  así  y  se  continúe  en  lo  restante 
«de  vuestro  reinado.  Con  los  moros ,  enemigos  per- 
«pétuos  de  la  cristiandad ,  habiéndose  rebelado  para 
«eximirse  de  vuestro  imperio,  hicimos  nueva  confe- 


BIBLIOTECA   DE  GASPAR   T   ROIG. 


«deracion.  Aplacamos  con  treguas  los  ánimos  fero- 
«ees  de  los  portugueses.  Honramos  como  convenia, 
«y  granjeamos  con  todas  buenas  obras  y  correspon- 
«dencia  á  los  franceses ,  ingleses  ][  aragoneses.  Dirá 
«alguno  que  los  pueblos  están  irritados  y  gastados 
«con  nuestras  imposiciones.  ¿Cómo  puede  ser  esto, 
«pues  para  alivíanos  redujimos  el  alcabala  á  la  mitad 
«menos  de  lo  que  antes  pagaban ,  es  á  saber  á  razón 
«de  uno  por  veinte?  todo  á  propósito  de  acudir  á  las 
«necesidades  del  pueblo ,  ataiar  sus  quejas  y  disgos- 
«tos.  Asi  muchos  gue  se  habían  desterrado  de  sos 
«tierras ,  y  desamparado  sus  haciendas  por  la  violen- 
«cía  y  crueldad  de  los  alcabaleros ,  se  hallan  al  pre- 
«senté  en  sus  casas.  Dirá  otro  que  los  tesoros  y  reo- 
)>tas  reales  están  consumidas  y  acabadas.  No  lo  pode- 
«mos  negar;  pero  de  otra  suerte  como  se  pagaran 
))las  deudas  y  las  obligaciones  que  quedaban ,  y  se 
«apaciguaran  las  alteraciones  ae  la  nobleza  y  del 
«pueblo ,  sí  no  fuera  con  hacelles  mercedes  y  acre- 
«centalles  sus  gajes?  que  si  pareciere  demasiad», 
«quién  quita  que*  no  lo  podáis  todo  reformar  cooio 
«pareciere  mas  espediente  asentadas  las  cosas  de 
«vuestro  reino.  Ningún  pueblo  hasta  la  menor  aldea 
«hallareis  enajenada :  todo  está  tan  entero  como 
)>antes;  de  suerte  que  ninguna  cosa  falta  para  vues- 
«tra  felicidad ,  y  para  nuestra  alegría ,  smo  lo  que 
«hoy  se  hace ,  que  concluida  tan  larga  navegación, 
«llegados  ni  puerto  después  de  tantos  peligros  y  á 
«salvamento ,  caladas  las  velas  y  echadas  las  anclas, 
«mu][  de  gana  descansemos  en  vuestra  prudencia  y 
«benignidad ,  seguros  y  ciertos  que  si  en  tanta  dí- 
«versidad  de  cosas  algoso  hobiereerrado,8inquesea 
«menester  intercesor  ni  tercero ,  vos  mismo  w  per- 
«donareis.  Esto  también  aumentará  vuestra  gloría, 
«que  hayáis  tenido  por  tutores  personas  que  con  las 
«mismas  virtudes  oe  templanza ,  prudencia  y  dili- 
))gencia  con  que  han  hecno  guerra  á  los  vicios,  y 
«llevado  al  cabo  cosas  tan  gandes ,  podrán  de  agní 
«adelante  sufrir  la  vida  particular ,  su  recogimienlo 
«y  sosiego. » 

A  estas  razones  respondió  el  rey  en  pocas  pala- 
bras :  a  De  vuestros  servicios,  de  vuestra  lealtad  j 
«prudencia  todo  el  mundo  da  bastante  testimonio. 
»Yo  miefitras  viviere  no  me  olvidaré  de  lo  mucho 
«que  os  debo ,  antes  estoy  resuelto  que  como  hasta 
«aqui  por  vuestro  consejo  he  gobernado  mi  persona, 
«asi  en  lo  de  adelante  ayudarme  de  vuestros  avisos  y 
«prudencia  en  todo  lo  que  concierne  ti  gobierno  de 
«mi  reino. « 

Concluido  este  auto ,  se  trataron  otros  negocios. 
Muchos  extranjeros  pretendían  las  prebendas  ecle- 
siásticas destos  reinos  tanto  con  mayor  codicia  y 
maña  cuanto  las  rentas  son  mas  gruesas.  En  las 
provisiones  que  dellas  se  hacían  por  el  pontífice^  no 
se  tenia  cuenta  ó  poca  con  los  méritos,  ciencia  y 
bondad  de  los  proveídos.  Muchas  veces  y  en  diversos 
tiempos  se  trató  en  las  cortes  de  remediar  este  grave 
daño,  y  de  suplicar  al  padre  santo  no  permitiese  se 
continuase  mas  el  desorden.  Últimamente  en  las 
cortes  de  Guadalajara,  como  se  dijo  de  suso,  se  pro- 
puso y  apretó  con  mayor  cuidado  este  negocio  de  los 
extranjeros.  Parecía  cosa  muy  fea  y  cruel  que  des- 
frutasen las  iglesias  gente  que  ni  ellos  ni  sos  ante- 
pasados las  ayudaron  en  cosa  alguna ,  ni  las  podrían 
ayudar.  Continuaban  sin  embargo  las  provisiones  de 
la  manera  que  antes,  ca  los  papas  no  llevaban  bien 
que  les  atasen  las  manos.  Los  gobernadores  del  rei- 
no .  visto  esto ,  proveyeron  los  años  pasados  que  ^ 
emoargasen  los  irutos  que  poseían  los  estrenos. 

Por  esta  causa  á  iostancia  del  nuncio  se  trató  en 
las  cortes  que  para  la  coronación  del  rey  se  juntaron, 
muy  de  propósito  este  punto.  Hobo  consultas  dife- 
rentes^ muchas  demandas  y  respuestas  sobre  el 
caso.  La  resolución  finalmente  fue  que  los  estranos 
no  pedian  razón  en  lo  que  pretendían,  y  que  lo  pro- 


HISTORU  DR  ESPAÑA. 


veido  se  llevase  adelante.  Pero  como  quier  que  mu- 
chos cortesanos  pretendiesen  tener  parte  en  los  des- 
pojos,  y  alcanzar  del  papa  a<|uellas  y  semejantes 
gracias ,  hicieron  tal  y  tanta  instancia  para  que  no 
se  ejecutase  a^uel  decreto ,  que  al  fm  por  entonces 
fue  forzoso  disimular:  la  edad  del  rey  era  deleznable, 
y  las  negociaciones  grandes  en  demasía.  Todavía 
para  resolver  con  mas  acuerdo  este  punto  de  las  ex- 
tranjerías y  otros  negocios  graves  que  instaban, 
acordaron  se  aplazasen  de  nuevo  cortes  generales, 
del  reino  para  la  villa  de  Madrid.  Entretanto  que  las 
cortes  se  juntaban,  á  instancia  de  los  vizcaínos, 
(jue  mucho  lo  deseaban ,  el  nuevo  rey  fue  en  persona 
a  tomar  la  posesión  del  señorío  do  Vizcaya.  Juntáron- 
se los  principales  de  aquel  estado :  otorgóles  que 
á  ejemplo  de  Castilla ,  donde  todavía  se  continuaba 
esta  antigua  y  dañada  costumbre,  pudiesen  decidir  y 
concluir  sus  pleitos ,  que  eran  asaz ,  por  las  armas  y 
desafio. 

Lo  que  hizo  á  este  año  muv  señalado  fue  la  nave- 
gación que  de  nuevo  á  cabo  de  largo  tiempo  se  tornó 
á  hacer  á  las  Canarias.  Armaron  los  vizcaínos,  en 
í|ue  hicieron  grande  gasto ,  costearon  con  sus  naves 
las  naarinas  de  España  :  alargáronse  después  al  mar, 
descubrieron  las  Canarias ,  reconociéronlas  todas, 
informáronse  de  sus  nombres,  de  sus  riquezas  y 
frescura.  Surgieron  en  Lanzarote  y  saltaron  en  tier- 
ra :  vinieron  á  las  manos  con  los  isleños ,  prendieron 
al  rey ,  á  la  reina,  y  ciento  y  setenta  de  sus  vasallos. 
Con  tanto  dieron  la  vuelta  á  España ,  cargados  los 
bajeles,  demás  de  los  cautivos,  de  pieles  do  cabras  y 
alguna  cera ,  de  que  aquellas  islas  tienen  abundan- 
cia ,  para  muestra  de  los  trajes ,  de  los  frutos  y  ferti- 
tidad  de  la  tierra,  y  del  útil  que  se  podría  sacar,  si 
continuasen  las  navegaciones ,  á  propósito  de  sujetar 
aquellas  islas  á  la  corona  de  Castilla,  como  finalmen- 
te se  hizo. 

CAPITULO  IL 
De  tas  cortes  de  Madrid. 

En  este  medio  conforme  al  orden  que  se  dio ,  acu- 
dieron á  Madrid ,  y  se  juntaron  los  tres  brazos ,  gran 
número  de  obispos ,  grandes  y  los  procuradores  de 
las  ciudades.  El  rey  asimismo,  asentadas  las  cosas  de 
Vizcaya ,  y  pasados  los  calores  del  estío  en  la  ciudad 
de  Segovia  por  su  mucha  templanza,  llegó  á  Madrid 
por  el  mes  de  noviembre.  En  la  primera  junta  habló 
á  los  congregados  en  pocas  razones  esta  sustancia. 
Después  de  Toar  á  su  padre  y  declarar  el  estado  en 
que  el  reino  se  hallaba ,  dijo  tenia  muchos  ejemplos 
y  muy  buenos  de  sus  antepa&ados  para  gobernar 
bien  sus  estados.  Que  en  su  menor  edad  si  bien  el 
reino  se  mantuvo  en  paz  con  los  estraños ,  pero  llegó 
á  punto  de  perderse  por  las  discordias  y  alteraciones 
de  los  naturales.  Lo  que  por  razón  de  los  tiempos  se 
estragó ,  era  razón  concertallo  con  su  autoridad  y  por 
el  consejo  de  los  que  presentes  se  hallaban.  En  la 
traza  de  su  gobierno  se  pretendía  apartar  de  los  ca- 
minos y  inconvenientes  en  que  sus  buenos  vasallos 
tropezaron ,  en  especial  pondría  todo  cuidado  en  que 
ni  la  ambición  hallase  entrada,  ni  el  dinero  qué  com- 
prar. Sobre  lodo  deseaba  poner  en  su  punto  las  leyes 
y  dar  toda  autoridad  á  los  tribunales ,  que  la  liber- 
tad de  los  tiempos  les  quitaran.  Las  rentas  reales  es- 
taban consumidas  y  acabadas:  para  remedio  de  este 
duño  se  podria  tomar  uno  de  dos  caminos,  imponer 
nuevos  tributos  en  los  pueblos ,  ó  revocar  las  aooa- 
<;íones  que  sus  tutores  hicieron  con  buen  ánimo  y 
forzados  de  la  necesidad,  mas  en  gran  perjuicio  de  su 
patrimoQÍo  real ;  en  todo  empero  pretendía  usar  de 
lilandura  y  clemencia ,  á  que  su  edad  y  su  condición 
mas  le  inclinaban  que  á  rigor  ni  á  severidad. 

El  razonamiento  del  rey  y  sus  concerüidart  razones 
agradaron  asaz  á  los  que  presentes  se  hallaron ;  si 


583 

bien  se  dejaba  entender  que  por  su  boca  liablaban 
sus  privados  y  cortesanos,  los  que  en  su  nombre  y 
por  su  mano  lo  gobernaban  todo  á  su  voluntad  no  sin 
grave  ofensión  de  los  demás,  como  es  ordinario  que 
unos  se  mueven  por  envidia ,  otros  por  el  menosca- 
bo de  la  autoridad  real.  Los  que  mas  cabida  tenían  y 
alcanzaban  con  el  rey ,  eran  tres  :  Juan  Hurtado  de 
Mendoza ,  mayordomo  de  la  casa  real ,  Diego  López 
de  Zúñiga  justicia  mayor,  y  Ruy  López  Davales  su 
camarero  mayor.  Tenían  entre  si  conformidad,  en- 
tre privados  cosa  semejante  á  milagro.  Su  mayor 
cuidado  enfrenar  la  edad  deleznable  del  rey ,  mirar 
por  el  gobierno  común,  y  en  particular  amparar 
a  los  pequeños  contra  las  demasías  de  los  grandes. 
Preguntados  los  procuradores  en  qué  manera  se  po- 
dría acudir  al  reparo  de  las  rentes  reales,  dieron  por 
respuesta  que  el  pueblo  estaba  tan  cargado  de  impo- 
siciones ,  y  tan  gastado  por  causa  de  las  revueltas 
pasadas,  que  no  podrían  llevar  se  mentase  de  car- 
calles  con  nuevos  tributos.  Todavía  les  parecía  que 
de  las  ventas  y  mercadurías  se  podria  acudir  al  rey  á 
razón  de  uno  por  veinte.  Que  seria  todavía  mas  fá- 
cil y  hacedero  reformar  el  gran  número  de  compa- 
ñías de  soldados  que  por  sus  particulares  los  señores 
sustentaban  y  entretenían  á  costa  del  común ;  por  Ío 
menos  les  abajasen  las  pagas  y  sueldo  conforme  al 
que  se  daba  en  tiempo  de  los  reyes  pasados :  lo  mis- 
mo de  las  pensiones  que  los  señores  cobraban. 

Este  medio  pareció  el  mas  acertado  y  mas  fácil, 
demás  que  se  reformaron  y  borraron  de  los  libros  del 
rey  las  pensiones  y  acostamientos  que  en  tiempo  de 
la  menor  edad  del  rey  ó  se  concedieron  de  nuevo ,  ó 
en  gran  parte  se  acrecentaron.  Ofendiéronse  mu- 
chos con  esta  determinación ,  que  estaban  mal  acos- 
tumbrados al  dinero  del  rey ;  pero  era  la  querella  de 
secreto,  que  en  lo  público  toaos  aprobaban  el  decre- 
to. Hecho  esto,  se  celebraron  las  bodas  del  rey  con 
su  esposa  la  reina  doña  Catalina  por  haber  llegado  á 
edad  de  poderse  casar  legalmente  :  lo  mismo  se  hizo 
en  el  casamiento  del  infante  don  Fernando  con  doña 
Leonor  condesa  de  Aiburquerque  su  esposa,  concer- 
tado de  antes ,  y  no  efectuado  por  las  razones  que 
arriba  se  tocaron.  Las  alegrías  como  se  puede  enten- 
der fueron  muy  grandes  :  con  que  las  cortes  de  Ma- 
drid se  concluyeron  y  dispídieron. 

El  rey  al  principio  del  año  de  i 394  por  causa  de  la 
peste  que  comenzaba  é  picar  en  Madrid ,  se  partió 
paralllescas,  villa  de  buena  comarca  y  de  aires  sa- 
ludables ,  puesta  entre  Toledo  y  Madrid  á  la  mitad 
del  camino.  Convidado  el  ar^bispo  de  Toledo  con  la 
ocasión  del  lugar,  que  era  suyo,  fué  á  hacer  reve- 
rencia al  rey  que  le  recibió  muy  bien ,  y  á  él  fue  fá- 
cil volver  á  la  autoridad  j  cabida  que  antes  tenia, 
f>or  su  buena  gracia  y  mana  en  granjear  la  gracia  de 
os  príncipes  y  de  los  cortesanos.  £1  arzobispo  de 
Santiago  su  gran  contendor  llevó  muy  mal  esta  veni- 
da y  privanza,  en  tanto  grado  que  con  ocasión  fingi- 
da (á  lo  que  se  decía)  de  su  poca  salud  se  salió  de  la 
corte,  y  se  fué  á  Hamusco,  villa  suya  en  Castilla  la 
Vieja ,  mal  enojado  contra  el  rey  y  contra  el  de  To- 
ledo ,  y  aun  resuelto  de  satisfacerse ,  si  ocasión  para 
ello  se  le  presentase. 

Fueron  estos  dos  prelados  de  aquella  era  los  mas 
señalados  del  reino ,  dotados  de  prendas  y  partes 
aventajadas ,  ingenio ,  sagacidad ,  diligencia ,  bien 
,que  las  trazas  eran  bien  diferentes.  Parece  por  la 
ocasión  que  el  lugar  nos  presenta,  será  bien  decla- 
rar en  breve  sus  condiciones  y  naturales.  La  noble- 
za ,  la  edad ,  la  elocuencia ,  la  grandeza  de  ánimo 
eran  casi  iguales :  los  caminos  por  donde  se  endere- 
zaba eran  diferentes.  El  de  Santiago  usaba  de  ca- 
ricias ,  astucia  y  liberalidad  :  el  de  Toledo  se  valia 
de  su  entereza  en  que  no  tenía  par  y  de  otras  buenas 
mañas.  El  primero  hacia  placer  y  granjeaba  la  vo- 
luntad de  los  grandes  :  el  otro  se  señalaba  en  grave« 


584 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


dad  y  mesura ,  y  seT^idad.  El  uno  daba ,  e)  otro  \ñ^ 
nia  mas  que  dar  :  mfael  aiB|mraba  á  los  culpados  y  los 
defendía  y  e]  de  ToleSio  queria  que  k»  ruines  fuesen 
castigados.  Ei  uno  era  solicito,  Tigilante ,  favorecía 
á  sus  amigos  y  y  á  nadie  negaba  lo  que  estuviese  en 
/  su  mano  :  el  otro  ponía  todo  cuidado  en  la  templan- 
za, reformación  y  todo  género  de  virtudes.  Ai  uno 
punzaba  el  dolor  por  la  iglesia  de  Toledo  que  los 
años  pasados  le  Quitaron  á  tuerto  y  contra  razón, 
como  él  se  persuadía  :  al  de  Toledo  acreditaba  habe- 
lla  alcanzaao  sin  pretensión  ni  trabajo.  Era  respeta- 
de  y  temido  de  sus  contrarios  por  sü  valor ;  y  si  bien 
diversas  veces  le  armaron  lazos,  y  cayó  en  sus  ma- 
nos ,  siempre  se  libró  dellas ,  y  con  los  rayos  de  sus 
luz  deshizo  las  tinieblas  de  machas  celadas  que  sus 
émulos  le  parabati. 

CAPITULO  III. 
Oe  la  muerte  del  maestre  de  Alcántara. 

Sentían  mucho  los  grandes  y  caballeros  les  refor- 
masen los  gajes  y  acostamientos  que  cada  un  año 
tiraban  délas  rentas  reales,  de  que  resultaron  en 
Castilla  la  Vieja  alteraciones  y  revueltas  en  esta  ma- 
nera. El  duque  de  Benavente  se  salió  de  Madrid  mal 
enojado :  apoderábase  de  las  rentas  reales  y  ecle- 
siásticas en  todas  las  partes  oue  podia.  La  pequeña 
edad  del  rey  y  los  tiempos  daban  ocasión  á  estas  de^ 
masías  y  desórdenes.  Despacharon  al  mariscal  Garci 
González  de  Herrera  que  le  reportase  y  pusiese  en 
razón,  y  juntamente  le  avisase  era  mal  término 
usurpar  por  su  autoridad  lo  que  se  debia  alcanzar 
con  buenos  medios  y  servicios.  Llevó  asimismo  or- 
den de  verse  con  la  reina  de  Navarra,  y  los  condes  de 
Gigon  y  Trastamara,  que  se  mestraoan  sentidos  por 
la  misma  causa ,  y  tramaban  de  juntar  sus  fuerzas  y 
alborotar  la  tierra. 

La  respuesta  del  de  Benavente  al  recaudo  que  le 
dieron ,  iWe  que  no  podia  llevar  ni  era  razón  que  el 
rey  se  gobernase  por  ciertos  hombres  que  poco  an- 
tes se  levantaron  del  polvo  de  la  tierra,  y  que  ellos 
solos  tuviesen  el  palé  y  el  mando.  Que  esta  fue  la 
causa  de  su  salida  de  la  corte ,  do  no  pensaba  volver 
si  no  ponian  en  su  poder  para  su  seguridad  como  en 
rehenes,  los  hijos  de  aquellos  tres  personajes  mas 
poderosos  de  páiado.  La  respuesta  de  los  otros  seño- 
res descontentos  fue  semejable.  Diego  López  de  Zú->- 
ñiga  pMT  orden  del  rey  fue  asimismo  á  verse  con  el 
arzobispo  de  Santiago,  y  amonestalle  que  pospuesto 
todo  lo  al ,  se  viniese  á  la  corte ,  ca  se  entendía  traía 
sus  inteligencias  con  los  alborotados.  Respondió  al 
mensaje  que  la  enemiga  que  tenia  con  el  de  Toledo, 
que  era  antigua  y  muy  notoria ,  no  le  daba  lu^ar  á 
hacer  presencia  en  la  corte  mientras  su  contrario  en 
ella  estuviese. 

Supo  el  rey  de  Navarra  lo  qne  en  Castilla  pasaba, 
los  desgustos  y  pasiones.  Parecióle  buena  ocasión 
para  recobrar  su  mujer.  Despachó  sus  embajadores 
sobre  el  caso,  que  hallaron  al  rey  de  Castilla  en  Al- 
calá de  Henares  do  era  ya  ido.  Hicieron  sus  diligen- 
cias conforme  al  orden  que  traían ,  mas  sin  embargo 
que  el  rey  estaba  torcido  con  la  reina  por  inclinarse 
ella  y  favorecer  á  los  señores  desgustados ,  todavía 
tuvieron  mas  fuerza  las  escusas  que  daba,  las  mis- 
mas que  antes  diera ,  y  el  respeto  que  á  su  persona 
por  ser  reina  y  tía  del  rey  se  debia.  Propusieron  que 
á  lo  menos  les  entregase  dos  hijas  que  tenia  en  su 
compañía,  para  llevatlas  á  su  padre.  No  vino  el  rey 
tampoco  en  esto,  antes  dio  por  respjKíesta  que  «n 
tanto  que  el  matrimonio  estaba  apartado,  era  justo 
y  puesto  en  razón  que  el  padre  y  la  madre  repartie- 
sen entre  si  los  hijos  para  con  su  presencia  Jlevar 
mejor  la  viudez  y  soledad. 

Conchiido  con  esta  embajada  vinieron  de  Portu- 
gal nuevos  embajadores ,  que  en  nombre  de  sq  rey 


con  palabras  determinadas  pidieron  firmasen  ciertos 
grandes  las  capitulaciones  de  las  treguas  y  asiento 
que  tomaron ,  que  no  lo  habían  querido  hacer.  Estos 
eran  el  maraués  de  Villena  y  el  conde  de  Gijon :  el 
de  Villena  alegaba  ^ ue  pues  no  le  dieron  parte  en 
los  conciertos  que  hicieron ,  no  era  justo  ni  necesa- 
rio que  él  los  nrmase;  el  de  Gijon  antea  de  finnar 
pretendía  que  el  de  Portugal  le  entre^^ase  los  pnebk» 
que  con  su  mujer  le  señalaron  en  dote:  el  uno  toma- 
ba la  firma  por  torcedor,  y  el  otro  por  punto  de 
honra ;  caminos  que  suelen  desbaratar  glandes  ne- 
gocios. Yolviérottse  los  embajadores  sili  alcanur 
cosa  alguna,  no  sin  recelo  que  laa  cosas  llegasen  á 
rompimiento. 

Nueva  ocaaion  que  por  cierto  accidente  resultó, 
de  mayor  cuidado ,  riizo  que  no  se  reparase  tanto  en 
el  desgusto  de  Portugal.  Don  Martin  Yañez  de  la 
Barbuda  que  fue  en  Portugal  do  nació  Clavero  de 
Avis,  ios  años  pasados  en  tiempo  del  reydonJaan 
se  desterró  de  su  patria,  y  dejó  el  lugar  que  tenía, 
por  seguir  las  partes  de  Castilla  en  las  guerras  qne 
andaban  sobre  aquella  corona  de  Portusal  deoia 
estar  desgustado  con  su  maestre,  ó  pretendía  aven- 
tajarse en  rentas  y  autoridad ;  que  de  su  ingenio  no 
sé  si  se  puede  y  debe  creer  se  moviese  por  la  justicia 
de  la  querella:  finalmente  ayudó  al  rey  de  Castilla ,  y 
se  halló  en  aquella  memoranle  jamada  de  Aljobarro- 
ta.  En  premio  de  sus  swvicios  y  recompensa  de  lo 
que  dejó  en  su  natural ,  se  dio  orden  como  le  hicie- 
sen maestre  de  Alcántara,  con  que  se  ncrecentóco 
autoridad  y  renta.  Era  de  ingenio  precipitado,  voltin- 
tarío  y  resoluto.  Avino  que  un  ermitaño  por  nombre 
Juan  Sago ,  tenido  por  nombre  santo  á  causa  de  la 
vida  retirada  que  por  mucho  tiempo  hko  en  el  yermo, 
le  puso  en  la  cabeza  que  tebía  revelación  alcanzaría 
grandes  victorias  coAtra  moros ,  singular  renombre  y 
muy  poderoso  estado,  si  desafiase  agüella  gente  en 
comprobación  de  la  verdad  de  la  religión  católica. 

Dejóse  el  maestre  persuadir  fácilmente  por  frisar 
con  su  humor  aquel  aíslate.  Envió  personas  á  Grana- 
da que  retasen  aquel  rey  á  hacer  campo  con  él^  con 
orden  que  si  este  riepto  no  se  recibiese,  ofreciesen 
(Reentrasen  eíi  la  liza  veinte,  treinta ,  ó  cien  cris- 
tianos .  y  que  el  número  de  ios  moros  fuese  en  cual- 
quier (testos  casos  doblado,  ^ue  por  la  parte  que  )a 
victoria  quedase,  aquella  religión  y  creencia  se  t«- 
víese  por  la  acertada :  temeridad  y  desatino  notable. 
Los  moros  fueron  mas  cnerdos :  maltrataron  y  ultra- 
jaron á  los  embajadores,  sin  hacer  dellos  algún  caso. 
El  maestre  mas  indignado  por  esto ,  y  confiado  en  la 
revelación  del  ermitaño  y  la  justicia  de  su  querella» 
se  determinó  con  las  armas  romper  por  la  frontera 
de  moros.  Ninguna  cosa  tiene  mas  fuerza  para  albo* 
rotar  el  vulgo  que  la  máscara  de  la  religión  :  reseña 
á  que  los  mas  acuden  como  fuera  de  sí,  sin  reparar 
en  inconvementes.  A  la  fama  pues  de  la  empresa  que 
el  maestre  tomaba,  le  acudió  mucha  gente,  no  de 
otra  guisa  que  si  tuvieran  en  las  manos  la  victoria. 
Pasaron  alarde  demás  de  trecientos  de  á  caballo  bas- 
ta cinco  mil  peones  de  toda  broza ,  los  mas  aveeHi- 
reros,  mal  armados,  sin  ejercicio  de  guerra^  finalmente 
mas  canalla  que  soldados  de  cuenta. 

Desque  el  rey  supo  lo  que  pasaba,  procuró  apar- 
talle  de  aquel  intento.  Asimismo  los  hermanos  Alonso 
y  Diego  Fernandez  de  Córdova  señores  de  Agnilar, 
caballeros  de  mucha  cuenta ,  y  á  que  marchaba  con 
su  gente,  le  salieron  al  camino  para  con  sus  buenas 
razones  v  autoridad  div^rtille  de  aquel  dislate.  ««¿Do 
»vaís  (dicen)  maestrid  á despeñaros? ¿por qué llenis 
»e8ta  gente  al  matadero?  Yueetros  pecados  os  cie- 
»gan ,  estos  pobrecillos  nos  lastiman,  que  pretendéis 
«entregarlos  á  sus  enemigos  carniceros.  Volved  por 
))Dios  en  vos  mismo ,  desistid  dése  vuestro  intento 
»tan  errado,  enfrenad  con  la  razón  el  ímpetu  dema- 
»siado  de  vuestro  corazón ,  que  si  no  tomáis  nuestro 


mSTORU  DE  KSPA^A. 


IS5 


«consejo,  ni  dais  orejas  á  nueslros  ruegos ,  el  d»ño 
vserú  muy  cierto  y  el  llanto  Junto  con  la  mengua  de 
«toda  la  nación  y  reino.» 

No  se  doblo|$ó  con  estas  razones  su  pecho ,  no  mas 
que  si  fuera  de  piedra :  saca  por  su  diviua  permisión 
la  iradivina  álos  hombres  de  seso,  cuando  no  quiere 
(jue  se  emboten  los  aceros.  Hompíeron  pues  por 
tierra  de  moros  un  domingo  veinte  y  seis  de  abril. 
Pusiéronse  sobre  la  torre  de  Egea ,  puesta  en  la 
misma  frontera ,  para  combalilla ,  cuando  de  sobre- 
salto se  mostró  el  rey  moro  acompañado  de  ciuco 
mil  de  á  caballo  y  de  ciento  y  veinie  mil  de  á  pié: 
graude  número ,  pero  que  se  hace  probable  por  causa 
que  el  moro  so  graves  penas  mandó  que  toaos  los  de 
edad  á  propósito  se  alistasen.  Los  cristianos  con  la 
vista  de  morisma  tan  grande  á  la  hora  desmayaron. 
En  los  de  á  pié  no  hobo  resistencia  por  ser  gente 
allegadiza,  y  porque  los  moros  los  apartaron  de  sus 
caballos.  Hirieron  en  ellos  á  toda  su  voluntad ,  los 
mas  quedaron  tendidos  en  el  campo :  algunos  se 
salvaron  que  con  tiempo  se  eacomendaron  á  los 

f)iés.  Los  de  á  caballo  hicieron  el  deber ,  ca  arremo- 
inados  entre  sí ,  por  una  pieza  pelearon  con  valor ,  y 
tuvieron  en  peso  la  batalla.  Sobre  todos  se  señaló  el 
maestre  en  aquel  aprieto  de  valeroso  y  esforzado ,  y 
hizo  graodes  pruebas  de  su  persona;  mas  finalmen- 
te como  quicr  que  ios  enemigos  eran  tantos ,  cayó 
muerto,  y  con  él  los  demás  sin  que  ninguno  mostra- 
se cobardía  ni  volviese  1  is  espaldas :  pequeño  alivio 
de  un  revés  y  de  una  afrenta  tan  grande,  con  que 
la  Dominica  inAlbis,  que  quiere  decir  blanca ,  y  era 
aquel  dia ,  se  trocó  en  negra  y  aciaga. 

El  cuerpo  del  maestre  con  licencia  de  los  moros 
llevaron  á  Alcántara ,  y  le  sepultaron  en  la  iglesia 
Mayor  de  Santa  Haría  en  un  lucillo ,  y  en  él  una  le- 
tra que  él  minino  se  mandó  poner : 

AQUÍ  YACE  AQUEL  EN  CUYO  CORAZÓN   NUNCA 
PAVOR    TUVO    ENTRADA. 

Cierto  caballero  refirió  este  letrero  al  emperador 
Carlos  V,  que  dicen  respondió  :  Nunca  ese  fidalgo 
debió  apagar  alguna  candela  con  sus  dedos.  Era  cla- 
vero de  Calatrava  Fernán  Rodríguez  de  Villalobos, 
hombre  de  valor  y  anciano.  Juntáronse  los  caballe- 
ros, acudió  el  rey  coa  su  favor,  y  nombráronle  en 
lugar  del  muerto ,  si  bien  no  era  liijo  legítimo  de  su 
padre,  para  que  fuese  maestre  de  Alcántara,  elec- 
ción que  mucho  sintieron  y  murmuraren  los  de 
aquella  orden;  pero  prevaleció  la  voluntad  del  rey  y 
los  muchos  servicios  y  valor  del  electo.  Los  moros 
aunque  agraviados  de  aquella  entrada  del  maestre 
por  uabelles  quebraijtado  las  treguas,  todavía  antes 
de  romperla  guerra  despacharon  al  rey  don  Enrique 
un  embajador  que  le  halló  en  San  Martin  de  Yalde- 
iglesias :  allí  propuso  sus  quejas ;  la  respuesta  fue 
que  la  culpa  de  aquel  caso  solo  la  tenia  el  maeitre, 

3ue  su  muerte  y  la  de  los  suyos  era  bastante  emien- 
a :  con  lo  cual  los  moros  se  sosegaron. 

CAPITULO  IV. 

I>e  nuevos  alborotos  que  se  levantaron  en  Castilla- 

Los  grandes  que  en  Castilla  la  Vieja  andaban  des- 
contentos ,  hacían  de  nuevo  mayores  juntas  de  gen- 
tes y  de  soldados.  La  voz  era  para  acudir  al  llamado 
del  rey ,  que  decían  se  apercebía  en  Toledo,  do  es- 
taba, para  acudir  á  la  guerra  que  de  parte  de  Gra- 
nada por  la  causa  dicha  de  suso  amenazaba ;  mas 
otro  tenían  en  el  corazón ,  que  era  llevar  adelante 
sus  desgustos  y  pasiones.  Avino  á  la  misma  sazón 
gue  el  rey  de  Castilla  volvió  á  lilesc^s  bien  acompa- 
ñado de  gente ,  de  grandes  y  ricos  hombres.  El  maes- 
tre de  Calatrava  hizo  tanto  con  el  marqués  de  Villena, 
que  le  trajo  consigo  á  aquella  v  l>a  para  reconcílialle 


con  el  rey :  muchos  nobles  para  honralle  desdo  Ara- 
ron le  hid'eron  compañía.  Recibióle  el  rey  con  mu- 
chas muestras  de  amor  y  de  contento ;  que  es  muy 
propio  de  los  reyes  contemporizar  y  ganar  con  cari- 
cias y  benignidad  las  voluntades.  El  marqués  hizo 
instancia  que  le  restituyesen  la  dignidad  de  condes- 
table que  tenia  por  merced  del  rey  don  Juan,  y  los 
tutores  á  tuerto  la  dieron  al  conde  de  Trastamara. 
Hobo  el  rey  su  acuerdo  sobre  la  demanda :  respondió 
era  contento  de  otorgar  con  lo  que  pedia ,  A  tal  em- 
pero que  le  acompañase  á  Castilla  la  Vieja ,  do  era 
forzoso  pasar  para  poner  en  razón  los  que  andaban 
alborotados.  E^^cusi^se  que  no  venia  aprestado  para 
aquella  jornada  :  con  tanto  dio  vuelta  a  Ar&gon ,  con 
algún  sentimiento  del  rey  que  quisiera  tener  á  su  la- 
do un  tal  varón. 

Los  bullicios  de  Castilla  continuaban,  y  por  el 
mismo  caso  los  agravios  que  se  hacían  ¿  la  gente 
menuda  y  desvahda;  pero  visto  que  el  rey  se  a|>res- 
taba  de  gente,  los  grandes,  que  no  teman  fucrza.<( 
para  resistir  á  la  potencia  real ,  tomaron  mejor 
acuerdo.  Dieronics  seguridad,  y  así  vinieron  á  la 
corte  primero  el  arzobispo  de  Santiago,  y  tras  él  el 
duque  de  Benavenlo.  Alegaron  en  escusa  suya  el 
mucho  poder  de  sus  enemigos  y  sus  agravios,  que 
los  pusieron  en  necesidad  para  su  defensa  de  acom* 
pañarse  de  gente  :  ofrecieron  de  recompensar  las 
culpas  con  mayores  servicios  y  lealtad :  Perdonólos  el 
rey  de  buena  gana ;  y  aun  para  mas  prendar  al  de 
Benavcnte  le  señaló  de  las  sus  rentas  reales  quinien- 
tos mil  maravedís  de  acostamiento  en  cada  un  uño, 
y  la  villa  de  Valencia  en  Estremadura  en  recompensa 
tleí  dote  que  le  daban  en  Portugal ,  á  coudicion  em- 
l  pereque  se  llegase  á  cuentas  de  las  rentas  reales  que 
por  su  orden  se  cobraron  los  años  pasades. 

La  espertnza  de  sosiego  que  todas  comunmente 
concibieron  con  esto,  í^c  aumentó  con  la  reducción 
de  don  Pedro  conde  de  Traslumara ,  que  don  Alonso 
Enriquez  su  hermano  le  acousejó  y  persuadió  que 
dejase  aquellas  porüas  y  bullicios  (jue  de  ordinario 
paran  en  mal.  Diéronic  de  acostamiento  otra  tanta 
canlía  do  maravedí;  y  para  icualalle  en  todo  con  el 
de  Benavenle  le  restituyeron  la  villa  de  Paredes .  que 
Alonso  conde  de  Gijon  contra  razón  y  derecho  te 
tenia  usurpada  por  fuerza.  Trataba  el  rey  de  sujetar 
con  las  armas  al  conde  de  Gijon,  que  solo  restaba 
de  los  grandes  alborotados,  y  no  tenían  esperanza 
Oue  se  dejaría  vencer  por  buenos  medios  y  Llamlüs 
(tan  bullicioso  era  y  tan  arrestado  de  su  naturnl) 
cuando  vinieren  p  jr  embajadores  de  don  Carlos  rey 
de  Navarra  el  obispo  de  Huesca,  que  era  francés  do 
nación ,  y  Martín  de  Ayvar  para  intentar  lo  que  tan- 
las  veces  acometieron  en  vano ,  que  la  reina  doña 
Leoüor  volviese  á  hacer  vida  con  su  marido.  Lo  que 
la  razón  uc  ¿Icanzó ,  hizo  cierto  accidente  que  so 
efectuase. 

La  reina  estaba  muy  sentida  que  la  hubiesen  acor- 
lado  gran  parte  de  la  pensión  que  tiraba  de  las  ren- 
tas reales ,  por  la  cual  causa  se  galio  de  las  cortes  dn 
Madrid  en  que  se  tomó  este  acuerdo,  mal  enojada. 
Comunicábase  con  los  grandes  que  andaban  alboro- 
tados por  la  misma  razón ,  y  aun  se  entendía  entraba 
á  li  parte  de  los  bullicios.  £1  rey  de  Castilla  estaba 
por  esto  con  ella  torcido ,  que  fue  la  ocasión  de  des- 
pachar de  nuevo  esta  embajada.  Avino  que  el  conde 
de  Trastamara ,  sabido  lo  qne  se  tramaba  contra  la 
reina  acerca  de  su  partida,  al  improviso  se  salió  de 
}i  corte  y  se  fue  para  la  reina  que  moraba  en  Roa, 
|)ara  asíslilla  que  no  se  le  hiciese  fuerza  ni  agravio. 
Puso  al  rey  en  cuidado  esta  partida  tan  arrebatada 
no  fuese  principio  de  nuevas  alteraciones.  Sospechó- 
se que  el  de  Trastamara  se  comunicó  en  lo  que  hizo  y 
pretendía ,  con  el  duque  de  Benavente.  Llamóle  á  la 
corte ,  y  llegado ,  le  echaron  mano  y  pusieron  á  buen 
recado :  que  fue  un  sábado  veinte  y  cinco  de  ju\io 


%$ñ 


Hecho  esto ,  porque  la  reina  y  el  comle  no  tuviesen 
logar  de  afirmarse ,  con  la  gente  que  pudo  y  (jne  te- 
nia aprestada  para  ir  contra  el  conde  de  Gijon ,  á 
grandes  jornadas  partió  el  rey  la  vuelia  de  Roa.  No 
pudo  haber  á  las  manos  al  conde ,  que  con  tiempo  se 
huyó  á  Galicia.  Ln  reina  visto  el  nesgo  que  corría, 
para  aplacar  la  saña  del  rey,  sin  ponerse  en  defensa 
con  sus  hijas  todas  cubiertas  de  luto  le  salió  á  rece- 
bir  á  las  puertas  de  la  villa.  Dio  sus  descargos ,  que 
no  tuvo  parte  alguna  en  la  partida  del  coudo ,  pero 
que  venido  á  su  casa  no  era  razón  dejar  de  hospedar 
á  su  hermano,  mayormente  que  publicaba  venia  á 
Ci»nsolalIa  en  su  tristeza  y  trabajos.  Uostró  el  rey 
satisfacerse  con  sus  descarccs  de  tbi  guisa  que  se 
apoderó  de  la  villa ,  si  bien  aejó  á  la  reina  las  rentas 
para  que  con  ellas  se  sustentase,  y  á  ella  mandó  que 
le  acompañase  á  VaI!a(!olid ,  do  la  mandó  poner  guar- 
das para  que  no  se  pudiese  ausentar  ni  huir. 

En  el  entretanto  don  Alonso  conde  de  Gijon  se 
ftutulecía  de  armas,  soldados  y  vituallas  en  la  su 
villa  de  Gijon.  Para  atajalle  los  pasos  ucudió  el  rey 
con  toda  presteza  á  las  Asturias  :  apoderóse  de  la 
ciudad  de  Oviedo ,  que  se  tenia  por  el  conde  (i)  Den- 
de  partió  para  Gijon ,  y  puso  sobre  ella  sus  estancias. 
El  sitio  es  tan  fuerte  por  su  naturaleza  que  por  fuer- 
za no  la  podían  tomar.  Detenerse  en  el  cerco  muchos 
días  érales  muy  pesado  por  ser  los  mayores  fríos  del 
año ,  que  en  aquella  tierra  son  mayores  por  ser  muy 
septentrional,  demás  de  muchas  enfermedades  que 

f Meaban  en  el  campo  y  en  los  reales ;  todavía  no  fue 
a  jornada  en  balde ,  porque  durante  el  cerco  el  con- 
de de  Trastamara  se  redujo  á  mejor  partido,  y  con 
perdón  que  le  dieron ,  vino  á  los  dichos  reales.  Con 
el  conde  cercado  asimismo,  visto  que  no  le  podían 
forzar,  se  tomó  asiento  á  condición  que  fuera  de 
aquella  villa  de  Gijon ,  en  todos  los  demás  pueblos 
de  su  estado  se  pusiesen  guarniciones  de  soldados 
por  el  rey  :  ultra  desto  que  el  conde  en  persona  pa- 
reciese en  Francia  para  descargarse  delante  de  aquel 
rey ,  como  juez  arbitro  que  nombraban  de  común 
acuerdo,  del  aleve  que  se  le  imputaba;  y  que  la 
sentencia  ^ue  se  diese,  se  cumpliese  enteramente. 
Para  segundad  del  cumplimiento  y  de  todo  lo  con- 
certado el  conde  puso  en  poder  del  rey  de  Castilla  á 
su  hijo  don  Enrique :  con  que  por  el  presente  se  de- 
jaron las  armas,  y  el  reino  se  libró  del  cuidado  en 
que  por  esta  causa  estaba. 

CAPITULO  V. 

De  la  elección  del  papa  Benedicto  Decimotercio. 

Esto  pagaba  en  Castilla  t'n  sazón  que  en  Aviñon 
falleció  el  pana  Clemente  á  los  diez  y  seis  de  setiem- 
bre. Los  príncipes  y  potentados,  los  de  cerca  y  los 
de  lejo^ ,  por  sus  embajadores  reguírieron  á  los  car- 
denales de  aauella  ubediencia  se  luesen  despacio  en 
la  elección  ael  sucesor :  que  su  principal  cuidado 
fuese  de  buscar  alguna  traza  como  el  scisma  se  qui- 
tase .  y  con  esto  se  pusiese  fin  á  tantos  males.  A  los 
cardenales  no  pareció  dilatar  el  cónclave  y  la  elec- 
ción. Solo  para  mostrar  alf*un  deseo  de  condescender 
con  la  voluntad  de  los  príncipes  de  común  acuerdo 
ordenaron  que  c&da  cual  de  los  cardenales  por  es- 
presas palabras  jurase ,  en  caso  que  le  eligiesen  por 
napa,  renunciaría  el  pontificado  cada  y  cuando  que 
hiciese  lo  niísnio  por  su  parte  el  pontífice  de  Roma: 
camino  que  les  pareció  el  mejor  que  se  podía  dar  pa- 
ra apaciguar  y  unir  toda  la  crístiandad.  Creo  será 
bien  poner  en  este  luftar  la  forma  del  juramento  que 
hicieron  los  cardenales  :  ««Nos  los  cardenales  de  la 
nsanta  iglesia  Romana  congregados  en  cónclave  para 
vía  elección  futura ,  todos  juntos  y  cada  cual  por  sí 

(1)  Oviedo  se  levaotó  ci^atra  el  conde  y  babiéndose  acer- 
cado el  rey,  le  le  entregó  y  prestó  obediencia. 


BIBLIOTLCA    DE  GASPAR  T  ROIC. 

«adelante  el  altar  donde  es  costumbre  de  celebrar  la 


I 


nmisa  conventual ,  por  el  mayor  servicio  de  Dios  y 
))unidad  de  su  iglesia ,  y  salud  de  todas  las  ánimas 
))de  sus  fieles  prometemos  y  juramos,  tocando  cor- 
»poralmente  los  santos  Evan^lios  de  Dios ,  ^e  sin 
»algun  dolo  ó  fraude  ó  engaño  Irabajareroos  y  pro- 
ncuraremos  con  toda  fidelidad  y  cuidado  por  cuanto 
»á  lo  que  nos  toca ,  ó  adelante  puede  tocar ,  la  unión 
»de  la  Iglesia ,  y  poner  fin  cuanto  en  nos  fuere  al 
Dscisma  que  agora  con  íntimo  dolor  de  nuestros  oo- 
»razones  hay  en  la  Iglesia.  ítem  que  daremos  para 
»este  auxilio ,  consejo  y  favor  al  pastor  nuestro  y  de 
))la  grey  del  Señor,  que  ha  de  ser  y  por  tiempo  será 
nseñor  nuestro,  y  vicario  de  Jesucristo,  y  que  no 
«daremos  consejo  ó  favor  dú'ecta  ó  indirectamente, 
»en  público  ó  en  secreto,  para  impedir  las  cosas 
«arriba  diclias.  Mas,  que  cada  uno  de  nos  cuanto  le 
«fuere  posible ,  aunque  sea  elegido  para  la  silla  del 
«apostolado,  hasla  hacer  cesión  inclusivamente  de 
«la  dignidad  del  papado ,  guardará  y  procurará  todas 
«estas  cosas  y  cadu  una  dellas ,  y  todas  las  demis  ar- 
«riba  dichas;  junto  con  esto  todas  las  vías  útiles  y 
«cumplideras  al  bien  de  la  Iglesia  y  á  la  dicha  unión 
«con  sana  y  sincera  voluntad,  sin  fraude,  escusa  ó 
«dilación  alguna ,  si  así  pareciere  convenir  al  bien 
«de  la  Iglesia  y  á  la  sobredicLa  unión  á  los  señores 
«cardenales  que  al  presente  son  ó  por  tiempo  serán 
«en  luffar  de  los  presentes ,  ó  á  la  mayor  parte  dellos.» 

Hecho  este  juramento  en  la  manera  que  queda  di- 
cho ,  se  juntaron  los  cardenales ,  en  número  veinte 
y  uno,  para  hacer  la  elección.  Salió  con  todos  los 
votos  sin  que  alguno  le  faltase  ,  el  cardenal  de  Ara- 
ffon  don  Pedro  de  Luna.  Su  nobleza  era  muy  conoci- 
aa ,  su  doctrina  muy  aventajada  en  los  derechos  ci- 
vil y  canónico,  demás  de  las  muchas  lerdas  en  que 
mucho  trabajó ,  su  buena  gracia ,  roana  y  destreza 
con  que  se  granjean  mucho  las  voluntades.  En  su 
asunción  se  llamó  Benedicto  Decimotercio.  Después 
que  se  vio  papa .  comenzó  á  tratar  de  pasar  la  silla,  á 
Italia ,  sin  acorcíarse  del  juramento  hecho  ni  de  dar 
orden  en  renunciar  el  pontificado.  Alteróse  mucho 
la  nación  francesa  por  la  una  y  por  la  otra  causa. 
Tuvieron  su  acuerdo  en  París  en  una  junta  de  seño- 
res y  prelados.  Parecióles  que  para  reportar  el  nuevo 
pontifice  ,  que  sabían  era  persona  oe  altos  pensa- 
mientos y  gran  corazón ,  como  lo  declaró  bien  el 
tiempo  adelante ,  era  necesario  envíalle  grandes  per- 
sonajes que  le  representasen  lo  que  aquel  reino  y 
toda  la  Iglefia  deseaba. 

Señalaron  por  embajadores  los  duques  de  Borgoña 
y  de  Orliens  y  de  Bourges,  los  cuales  luep)  que  lle- 

f*aron  á  Aviñon ,  habida  audiencia,  le  requirieron  con 
a  paz,  V  protestaron  la  restituyese  al  mundo,  y  que 
se  acordase  de  las  calamidades  que  por  causa  de 
aquella  división  padecía  la  cristiandad :  acusálianle 
el  juramento  aue  hizo^  y  mas  en  particular  le  pedían 
juntase  concilio  general  en  que  ibs  prelados  de  co- 
mún acuerdo  determinasen  lo  que  se  debía  hacer. 
Respondió  el  papa  gue  de  ninguna  suerte  desampa- 
raría la  iglesia  de  Dios  vivo,  y  la  nave  de  San  Pedro 
cuyo  gobernalle  le  habían  encargado.  No  se  conten- 
taron aquellos  príncipes  desta  respuesta,  ni  cesaban 
de  hacer  instancia ;  mas  visto  que  nada  aprovechaba 
dieron  la  vuelta  mal  enojados  así  ellos  como  su  rey  y 
toda  aquella  nación.  Procuraba  el  pontífice  con  des- 
treza aplacar  aquella  indignación ,  para  lo  cual  con- 
cedió al  rey  do  Francia  por  término  de  un  ano  la 
décima  de  los  frutos  eclesiásticos  de  aquel  reino. 

Esto  pasaba  por  el  mes  de  mayo  del  uño  del  Seuor 
de  1395  años,  en  que  se  comenzó  á  destemplar  poco 
á  poco  el  contento  del  nuevo  pontifice ,  y  trocarse 
su  prosperidad  en  miserias  y  trabajos.  El  gobernador 
de  Aviñon  con  gente  de  Francia  por  orden  d^  aqoei 
rey  le  puso  cerco  dentro  de  so  palacio  muy  apretado. 
Publicóse  otrosí  un  edicto  en  que  se  mandaba  que 


OISTORIA 

ningún  hombro  de  Francia  acudiese  á  Benedicto  en 
los  negocios  eclesiásticos.  Sobre  todo  los  cardenales 
mismos  de  su  obediencia  le  desampararon ,  escepto 
solo  el  de  Pamplona,  que  permaneció  hasta  la  muerte 
en  su  compañía.  Finalmente  por  todas  estas  causas 
se  vio  tan  apretado,  que  le  fue  forzoso  salirse* de 
Aviñon  en  hábito  disfrazado ,  y  pasarse  á  Cataluña 
para  poderse  asegurar  :  pero  esto  aconteció  algunos 
años  adelante  (I)  Las  negociaciones  entre  los  (irin* 
cipes  sobre  el  caso  andaban  muy  vivas,  y  IdS  embaja- 
das que  los  unos  á  iDs  otros  se  enviaban.  El  rey  de 
Francia  procuraba  apartar  de  la  obediencia  de  aquel 
papa  á  los  reyes,  al  ge  Navarra,  al  de  Aragón  y  al  de 
Castilla.  Hádaseles  cosa  muy  grave  á  estas  naciones 
apartarse  de  lo  que  con  tanto  acuerdo  abrazaron  ^  en 
particular  el  de  Castilla  despachó  á  don  Juan  obispo 
de  Cuenca,  persona  prudente  y  de  trazas,  para  que 
reconciliase  al  rey  de  Francia  con  el  papa,  ca  enten- 
dían la  causa  de  aquella  alteración  y  mudanza  eran 
desguslos  particulares:  poco  prestó  esta  diligencia. 

En  Aragón  por  la  parte  de  Ruysellon  entró  gran 
número  de  soldados  franceses  para  robar  y  talar  la 
(ierra.  La  reina  doña  Violante,  como  la  que  por  el 
descuido  de  su  marido  ponia  en  todo  la  mano ,  des- 
pachó al  rey  de  Francia  y  á  sus  tios  los  duques,  el  de 
Borgoña  y  el  de  Berri ,  y  al  duque  de  Orliens  un  em- 
b.ijador,  por  nombre  Guillen  de  Copones  ^  para  que- 
rellarse de  aquellos  desórdenes :  diligencia  con  que 
se  Htajó  aquella  tempestad,  y  los  franceses  dieron  la 
vuelta  en  sazón  que  el  rey  don  Juan  de  Aragón  mu- 
rió de  un  accidente  que  le  sobrevino  de  repente.  Sa- 
lió á  caza  en  el  monte  de  Foia ,  cerca  del  castillo  de 
Mongriu  y  de  Urriols  en  lo  postrero  de  Cataluña.  Le- 
vantó una  loba  de  grandeza  descomunal:  quier  Tuese 
que  se  le  antojó  por  tener  lesa  la  imaginación  quier 
verdadero  animal,  aquella  vista  le  causó  tal  espanto 
que  á  deshora  desmayó  y  se  le  arrancó  el  alma ,  aue 
fue  á  ios  diez  y  nueve  de  mayo  dia  miércoles.  Prin- 
cipe á  la  verdad  mas  señalado  en  flojedad  y  ociosidad 
que  cu  alguna  otra  virtud. 

Su  cuerpo  fue  sepultado  en  Poblete,  sepultura 
ordinaria  de  aquellos  reyes.  No  dejó  hijo  varón ,  sola- 
mente dos  h'jus  de  dos  matrimonios,  doña  Juana  y 
doña  Violante.  La  primera  dejó  casada  con  Mateo 
conde  de  Fox ,  la  segunda  concertada  con  Luis  duque 
dé  Anjou,  según  que  de  suso  queda  apuntado.  Nom- 
bró en  su  testamento  por  heredero  de  aquella  corona 
á  su  hermano  don  Martin  duque  de  Momblanc,  lo  que 
con  gran  voluntad  aprobó  el  reino  por  no  caer  en 
poder  de  estraños,  si  admitían  las  hembras  á  la  suce- 
sión. Hallábase  don  Martin  ausente,  ocupado  en  alla- 
nar á  sus  hijos  la  isla  de  Sicilia  y  componer  aquellas 
alteraciones.  Doña  María  su  mujer,  persona  de  pecho 
varonil,  hizo  sus  veces,  ca  se  llamó  luego  rema;  y 
en  una  junta  de  señores  que  se  tuvo  en  Barcelona, 
mandó  se  pusiesen  guardas  á  la  reina  doña  Violante 
que  decía  quedar  preñada,  para  no  dar  lugar  á  algún 
embuste  y  engaño  :  la  misma  reina  viuda  dentro  de 
pocos  días  se  desengañó  de  lo  que  por  ventura  pen- 
saba. 

Pretendía  el  conde  de  Fox  que  le  pertenecía  aque- 
lla coronal  por  e)  derecho  de  su  mujer,  como  de  liija 
mayor  dtl  rey  difunto.  Contra  el  testamento  que  hi/o 
Síü  sue;iro ,  se  valia  del  de  el  rej;  don  Pedro  sn  pudre, 
que  llamó  á  la  sucesión  las  hijas :  de  la  costumbre 
tan  receñida  y  guardada  de  todo  tiempo,  que  las 
h^Mobrus  heredasen  el  reino  (2),  U  cual  ni  se  debía, 
ni  se  podía  alterar,  mayormente  en  su  perjuicio.  Es- 
tas razones  so  alegaban  por  parte  del  conde  de  Fox  y 
de  su  mujer,  si  no  concluyentes,  á  lo  menos  apa- 

( i )  Aolfls  de  este  viaje  ci  papa  Benedicto  vioo  á  Aragón. 

(2)  Noliabra  tai  costumbre  en  Aragón  pues  si  doña  Pe- 
tronila lo  heredó,  fue  por  iiu  ronseotimiento  espreso  de  /a 
nación. 


Dt¿  ESPA.^A.  587 

rentes  asaz.  Sin  embargo  las  cortes  del  reino  que  so 
juntaron  en  Zaragoza  por  el  mes  de  julio,  adjudicaron 
el  reino  de  común  acuerdo  de  todos  á  don  Martin  que 
ausente  se  hallaba,  las  insignias,  nombre  y  potestad 
real .  Platicaron  otrosí  de  los  apercibimientos  que  se 
debían  hacer  para  la  guerra  que  de  Francia  por  el 
mismo  caso  amenazaba. 

CAPITULO  VI. 

Cómo  la  reina  doña  Leonor  volvió  i  Navarra. 

El  reino  de  Aragón  andaba  alterado  por  las  sospe- 
chas y  recelos  de  guerra  que  los  aquejaban.  En  las 
ciudades  y  villas  no  se  oía  sino  estruendo  de  armas, 
caballos,  municiones,  vituallas.  Castilla  sosegaba 
por  haberse  los  demás  grandes  allanado,  y  el  de  Gí- 
jon  ausentado  y  partido  para  Francia  conforme  á  lo 
que  con  él  asentaron.  La  reina  de  Navarra  asimismo 
mal  su  grado  fue  forzada  á  volver  con  su  marido,  ne- 
gocio por  tantas  veces  tratado.  Para  aseguralla  hizo 
el  rey  su  marido  juramento  de  tratalla  como  á  reina 
é  hija  de  reyes.  Para  honralla  y  consolalla  el  mismo 
rey  de  Castilla  su  sobrino  la  acompañó  basta  la  villa 
de  Al  faro,  que  es  en  la  raya  de  Navarra.  En  la  ciudad 
de  Tudela  la  recibió  el  rey  su  marido  magníficamente 
con  toda  muestra  de  alegría  y  de  amor.  Híciéronse 
por  esta  vuelta  procesiones  en  acción  de  gracias  por 
todas  partes,  fiestas  y  regocijos  de  todas  maneras. 
Juan  Hurtado  de  Mendoza  mayordomo  de  la  casa  real 
tenia  gran  cabida  con  el  rey  de  Castilla :  por  esto  y 
en  recompensa  de  sus  servicios  le  hizo  poco  antes 
donación  4e  la  villa  de  Agreda ,  y  en  el  territorio  de 
Soria  de  los  luffares  Ciria  y  Borovia.  El  pueblo  lleva- 
ba mal  esto  por  la  envidia  aue  como  es  ordinario  se 
levanta  contra  los  que  mucho  privan ,  y  suélese  lle- 
var mal  que  ninguno  se  levante  demasiado.  Los  veci- 
nos de  Agreda  no  querían  sujetarse ,  ni  ser  de  señor 
ninguno  particular,  con  tanta  determinación  que 
amenazaban  defenderían  con  las  armas  (si  neccsaiio 
fuese)  su  libertad.  Tenían  por  cosa  pesada  que  aquel 
lugar  de  realengo  se  hiciese  de  señorío :  gobierno 
que  al  principio  suele  ser  blando ,  y  adelante  muy 
pesado  y  grave ,  de  que  cada  dia  se  mostraban  ejem- 
plos muy  claros.  Demás  que  por  estar  á  los  cootines 
(le  Navarra  y  Aragón  corrían  peliaro  de  ser  acometi- 
dos los  primeros  ¡  sin  que  los  pudiesen  defender  las 
fuerzas  de  ningún  señor  particular.  Querellábanso 
otrosí  que  no  les  paf^aban  bien  los  servicios  suyos  y 
de  sus  antepasados ,  y  la  lealtad  que  siempre  con  sus 
reyes  guardaron. 

Partióse  el  rey  de  Castilla  para  allá  con  intención 
y  fiucia  que  con  su  presencia  se  apaciguarían  aque- 
llos desgustos.  Poco  faltó  que  no  le  cerrasen  las 
Í>uertas,  si  no  intervinieran  personas  prudentes  que 
es  avisaron  con  cuanto  peligro  se  usa  de  fuerza  para 
alcanzar  de  los  reyes  lo  que  con  modestia  y  razón  so 
debe  y  puede  hacer  :  consejo  muy  saludable,  porque 
el  rey,  oídas  sus  razones,  con  facilidad  se  dejó  per- 
suadir que  aquella  villa  se  quedase  en  su  corona,  con 
recompensa  que  hizo  á  Juan  de  Mendoza  en  las  villas 
de  Almazan  y  Sanlisteban  de  Gormaz  que  á  trueco 
Fe  dieron :  con  que  se  sosegó  aquella  alteración.  El 
rey  don  Enrique  pjra  seguir  al  conde  do  Gijon  envió 
sus  embajadores  á  Francia ,  que  comparecieron  en 
París  al  plazo  señalado.  El  conde  no  compareció  sea 
por  no  poder  mas ,  sea  por  maña ;  verdad  es  que  al 
tiempo  que  los  embajadores  se  aprestaban  para  dar 
la  vuelta .  tuvieron  aviso  que  el  conde  era  llegado  ¿ 
la  Rochela ,  ciudad  y  puerto  en  tierra  de  Santongo 
puesto  entre  la  Guíena  y  la  Bretaña.  Por  esta  causa 
se  detuvieron.  Pusiéronle  demanda  delante  del  rey 
de  Fraircia:  alegaron  las  partes  de  su  derecho,  y 
sustanciado  el  proceso  y  cerrado ,  se  vino  á  senten- 
cia ,  en  que  el  conde  fue  dado  por  aleve,  y  mandado 
se  pusiese  ert  manos  de  su  rey  y  se  allanase :  si  así  lo 


cumi         .  ,  .  . 

recobrar  su  estado,  en  qtie  aquel  rey  ofrecía  inter- 
pondría su  autoridad  y  ruegos :  si  perseverase  ci)  su 
rebeldía,  le  avísahan  que  de  Pranciu  no  esperase  nin- 
gon  socorro,  ni  lufiarSeouro  en  aquel  remo. 

Gn  esla  sostancin  le  aespacharon  cartax  para  el 
duque  de  Bretaña  y  oíros  señores  movieiiles  de  aque- 
lla enrona  y  á  los  gobernadores ,  en  que  le»  avisaban 
no  ayudaseu  al  conde  para  volver  á  España  con  dine- 
ros', armas,  soJdados ,  ni  naves.  Por  otra  parla  el  rey 
de  Castilla,  avisado  de  la  sentencia,  pedia  que  le 
entregasen  la  villa  de  Gijon  conforme  a  las  condicio- 
nes que  asentaron  :  la  condesa  que  dentro  estaba, 
nóvenla  en  ello,  sea  por  ser  mujer  varonil,  d  por  loa 
consejeros  que  tenia  á  su  lado.  Acudió  el  rey  á  esto, 
porque  con  la  dilación  no  se  perlrecliase  :  púsose 
i^obro  aquella  villa  cerco,  que  no  duró  mucho  á  causa 
que  los  cercados,  perdida  [oda  esperanza  de  socorro, 
en  breve  se  riudierun.  El  rey  liizo  abatir  los  muros 


de  la  villa  y  las  casas  para  que  adelante  no  se  puilw' 
se  rebelar.  A  la  condesa  entrefíaron  á  su  liiin  don 
Enrique  que  estaba  en  poder  del  rey,  á  lal  que  aesem- 
barazase  la  tierm ,  y  se  fuese  fuera  del  reino  con  su 
marirlo,  que  á  la  sazón  se  hallaba  en  tierra  de  SanlonRc 
con  poca  ó  ninguna  esperanza  de  recobrar  su  estado. 
Hecbo  esto ,  el  rey  áiá  la  vuelta  á  Madrid ,  resuelto 
de  visitur  en  persona  el  Andalucía ,  que  lo  deseaba 
Y  los  negocios  lo  pe«lian  ,  y  por  diversas  causan  lo  di- 
latara hasta  entonces.  Pnsó  í  Talavera  con  este  in- 
tento: allí  por  el  mes  de  novielnbre  le  llftgaron  em- 
bajadores del  rcyde  Granada  para  pedir  que  el  tifinuo 
de  las  treguas  que  ya  rspirabí ,  6  era  del  Lodo  pasa  -o, 
se  alargase  de  nuevo.  Recelábanse  los  mores  que 
apaciguadas  las  pasiones  del  reino  y  de  los  grandes, 
no  revolviesen  las  fuerzas  de  Castilla  en  daño  de  Gra- 
n;ida  para  tomar  emienda  de  los  daños  que  ellos  b<- 
cieron  en  su  menor  edad  por  aquellas  fronterai.  >V 
los  despacharon  luego:  solo  les  dieron  orden  quu 


leJon  Hirliudc  Angas. 


L 


fuesen  i  Sevilla  eu  cumpañía  del  rey,  al  cual  recibió 
aquella  ciudad  con  grandes  Gestas  y  rc^iocijos,  como 
es  ordinario.  En  ella  hizo  prender .j>l  arcediano  do 
Ecijn  por  amolinador  de  la  ¿ente ,  y  atizador  príuci- 
pdl  de  los  gnives  daños  que  Tos  días  pasados  se  hicie- 
ran en  aquella  ciudad  j  en  otras  parles  ü  los  judíos. 
Esta  prisión  y  el  casligo  que  le  dieron,  fue  escar- 
inicnU)  para  otros,  y  aviso  de  no  levantar  el  pueblo 
con  color  de  piedad. 

Por  tn.l.is  estas  causas  una  nueva  y  clara  luz  pare- 
ciaamanecerenCa'itilladespuesdp  tantos  tociiellinos 
y  tempestades,  y  una  (¡rumie  sesurldad  de  que  nadie 
«e  atreverla  i  hacer  desiiguisados  á  los  iníserublf^  y 
llacos.  Las  treguas  a<:iinismo  se  renovaron  con  los 
morus,  que  inutbo  lo  deseaban  :  con  que  quedaba 


todo  sosegado  sin  miedo  ni  recilo  de  al^'una  guerra 
ijí  alboroto.  lUicUo  importA  para  todo  la  prudencia  y 
buena  maña  del  rey  don  Enrique ,  que  aunque  mo- 
zo, de  cada  día  descubría  mus  prendas  de  su  buen 
natural  en  valor  y  todo  género  de  virtudes.  Veril:i(l 
es  que  las  esperanzáis  que  dcsle  principe  se  tenían 
muy  grandes,  en  breve  se  regalaron  y  deshirieron 
como  humo  por  causa  de  su  poca  salud,  mal  que  le 
dura  toda  la  vida.  Grande  lástima  y  daño  muy  g.i^e: 
ron  la  indisposición  (raía  el  rus'ro  amarillo  y  dcsfi- 
gufado,  las  fuerzjsdel  cuerpo  (lacas,  lasd«l  juicio 
A  veces  no  tan  bastantes  para  p^BO  tan  grande ,  Lin- 
ios y  tan  di\crsos  cuidados.  Finalmente  los  años 
adelante  uo  continuó  en  las  buenas  mui-stras  que 
iiules  daba,  y  que  las  gentes  se  prometían  de  su 


niiiTOaU  HE  L'í^PANA. 


58f> 


boén  natural.  Fue  esto  en  tanta  gradu  aue  apenas  se 
puedo  relatar  cosa  alguna  do  las  aue  1)Í20  los  anos 
siguientes.  Algunos  atribuyen  esta  diücullad  á  la 
falta  que  hay  de  memorias  de  aquel  tiempo,  y  men^ 
gua  de  las  corónicas  de  Castilla :  es  así,  pero  justa-^ 
mente  se  puede  entender  que  la  continua  indisposi- 
ción del  xey^  y  la  grando  paz  de  que  por  beneficio 
del  cielo  gozaron  en  aquel  tiempo,  fueron  ocasión 
de  que  pocas  cosas  sucediesen  dignas  de  memoria  y 
de  cuenta. 

El  duque  de  Benavente  estaba  preso  en  Monlerey 
por  cuenta  y  á  cargo  del  maestro  cíe  Santiago :  pasá-^ 
roDJe  adelunte  dende  á  la  víJIu  de  Almodovar.  Cl  ar- 
zobispo de  Sanüaji^o,  prelado  aunque  pequeño  de 
cuerpo ,  d^  ¿rran  corazón ,  y  que  no  sabia  disimular, 
S6  mostraba  desto  agrayiacfo,  pues  el  duque  fiado  de 
su  palabra  desb'zo  su  gente,  y  se  yino  ¿  la  corte  para 
ponerse  en  las  manos  del  rey.  Don)ás  desto  tenia  por 
peligroso  para  la  conciencia  obedecer  á  los  pnpus  de 
Ayiiíon ,  que  cu'daba  ser  falsos,  y  verdaderos  los  que 
residían  en  Roma.  Este  color  tomó  y  esta  ocasión 
para  dejar  á  Castilla  y  pasarse  á  Portugal.  Allí  le  cria- 
ron primero  obispo  de  Coimbra ,  y  después  arzobispo 
de  Bra^a  en  recompensa  de  la  prelacia  muy  principal 
que  dejaba  en  Castilla  de  Santiago,  en  que  por  su 
ausencia  entró  don  Lope  de  Mencmza. 

Era  en  la  misma  sazón  obispo  de  Falencia  don  Juan 
de  Castro,  personaje  mas  conocido  por  la  lealtad  que 
siempre  guardó  con  el  rey  don  Peoro  y  sus  descen- 
dientes, que  por  otra  prenda  alguna.  Anduvo  fuera 
de  E<ipaña  en  servicio  de  doña  Costanza  bija  del  rey 
don  Pedro,  por  cuya  instancia  y  á  contcm'plucion  de 
su  marido  el  duque  de  Alencastre  le  lucieron  obispo 
de  Aquis  en  la  Guiena.  Después  al  tiempo  que  se  bi- 
cieron  las  paces  entre  Castilla  é  Ingalaterrn  ,  volvió 
entre  otros  del  destierro  para  ser  obispo  de  Jaén  y 
íjnalmenle  de  Patencia.  Refieren  que  este  prelado 
escribió  la  corónica  del  rey  don  Pedro  con  mas  acierto 
y  verdad  que  la  que  anda  comunmente  llena  de  en- 
gaños y  mentiras  por  el  aue  quiso  lavar  su  desleailad 
con  infamar  al  caldo ,  y  o  tilar  al  son  que  los  tiempos 
y  la  fortuna  le  hacían.  Añaden  aue  aquella  historia 
se  perdió  y  no  parece ,  mas  por  ailigencia  de  los  in- 
teresados que  por  la  injuria  del'tiempo,  ó  por  otro 
demérito  suyo  :  tal  es  la  fama  que  corre ;  así  lo  ates- 
tiguan graves  autores.  Nos  en  los  hechos  y  vida  del 
rey  don  Pedro  seguimos  la  opinión  común ,  qu(*  es  la 
«oía  voz  de  la  fama ,  y  de  orainariu  va  miis  cunforme 
é  la  verdad;  y  es  íivtíriguado  que  no  menos  cie¿?a  cl 
amor  que  el  odio  los  ojos  del  entendimiento  para 
que  no  vean  la  luz,  ni  refieran  con  sinceridad  y  sin 
pasión  la  verdad. 

En  Aragón  no  andaba  la  gente  sosegada  :  la  mu- 
danza de  los  príncipes ,  en  especial  si  «I  deí  echo  del 
sucesor  no  es  muy  claro  suele  ser  ocasión  de  altera- 
ciones. Prendieron  ádon  Juan  condo  de  Anipu'ias  : 
achacábanle  se  inclinaba  á  la  parte  di^l  conde  (lt3  Fox, 
quier  por  tener  su  derecho  por  mas  l'uniliuU»  y  .vu  Aa 
manda  mas  justa,  quicr  por  satisfacerse  del  aí<ravio 
que  pretendía  le  hicieron  los  años  pasados.  Amena- 
zaba guerra  de  parte  de  Francia;  juntaron  cortes 
del  remo  en  San  Francisco  de  Zaragoza  muy  gene- 
rales y  llenas  á  dos  de  octubre;  acordaron  se  hiciese 
g<M)te  por  todas  partes  para  la  defensa,  v  por  general 
señalaron  á  don  Pedro  conde  de  Ur/^el.  Ninguna  dili- 
gencia era  demasiada ,  porque  el  conde  de  Fux  con 
un  grueso  campo ,  pasadas  las  cumbres  de  los  Piri- 
neos, corría  la  comarca  que  baña  con  su  corriente  el 
rio  Scffre,  y  los  pueblos  llamados  ant¡f,'uamente  ¡ícr- 
getes.  Robaba  ,  saqueaba  ,  quemsiba ,  y  finalmente  á 
los  postreres  de  noviembre  se  pusu  sobre  la  ríud.id  de 
Carlia^tro  con  cuatro  mil  caballos  y  gran  número  de 
infantería.  En  aquellos  reales  se  hicieron  él  y  su  mu- 
jer alzar  y  pregonar  por  reyes  do  Aragón  con  las  ce- 
remonias que  en  tal  caso  se  acostumbran.  Tembló  la 


tierra  en  Valencia  mediado  el  mes  de  diciembre,  coa 
que  muchos  edificios  cayeron  por  tierra ,  otros  que- 
daron desplomados;  que  era  maravilla  y  lástima.  El 
pueblo  como  agorero  que  es,  pensaban  eran  señale» 
del  cielo  y  pronósticos  de  los  daños  que  temían  (1). 
Desbaratóse  este  nublado  muy  en  breve  á  causa  que 
el  de  Fox  alzado  el  cerco  fue  forzado  á  dar  la  vuelta 
por  la  parle  de  Navarra  á  su  tierra  con  tal  priesa  que 
mas  parecía  huida  que  retirada,  de  que  daba  muestra 
el  fardaje  que  en  diversas  parles  dejaba.  Lafafta  de 
vituallas  le  puso  en  necesidad  devolver  atrás,  por  ser 
la  tierra  no  muy  abundante,  y  tenerlos  naturales 
alzados  los  mantenimientos  y  la  ropa  en  lugares 
fuertes :  demás  que  el  conde  de  Urgel  en  todos  luga- 
res y  ocasiones  le  hacía  siempre  algún  daño  con  en- 
cuentros y  alarmas  que  le  daba. 

La  retirada  de  los  enemigos  y  el  sosiego  de  Aragón 
y  Cataluña  fue  por  principio  del  año  del  Señor  de  í  396 
en  sazón  que  el  nuevo  rey  don  Martin,  alegre  con  1q9 
nuevas  que  de  Aragón  le  vinieron,  y  allanados  los 
alborotos  de  Sicilia,  acordó  de  dar  la  vuelta  á  España 
en  una  buena  armada  que  do  naves  y  j^aleras  aprestó 
en  Mecina.  Aportó  de  camino  á  Cerdena,  en  que  apa- 
ciguó asimismo  en  gran  parte  las  alteraciones  de 
aquella  isla.  Parecía  que  el  cielo  favorecía  sus  inten- 
tos y  que  todo  se  le  allanaba.  En  la  costa  do  la  Pro- 
venza  i^or  el  rio  Rhódano  arriba  llegó  hasta  la  ciudad 
de  Avlnon  para  verse  con  el  papa  Benedicto  y  hacelle 
^  homenaje  debido.  El  le  presentó  la  rosa  de  oro  con 
que  suelen  ios  pontífices  nonrar  á  los  grandes  prin- 
cipes, y  le  dio  la  investidura  de  Cerdeña  y  de  Córce- 
ga con  título  de  rey  y  como  á  feudatario  de  la  Iglesia, 
con  las  ceremonias  y  juramentos  acostumbrados. 

Despedido  del  papa,  finalmente  con  su  armada 
surgió  en  la  playa  de  Barcelona.  Allí  hizo  su  entrada 
en  aquella  ciudad  á  manera  do  triunfo  por  las  victo- 
rias «jue  ganara ,  y  tantos  reinos  como  en  breve  se  le 
juntaron,  y  en  una  pública  junta  délos  mas  princi- 
pales tomó  la  posesión  de  aquel  reino  por  el  derecho 
que  á  él  tenia ,  y  por  el  que  le  daba  el  testimonio  de 
su  hermano  el  rey  don  Juan.  Al  conde  de  Fox,  y  á  su 
mujer  porque  tomaron  nombre  de  reyes,  y  por  ht 
entrada  quo  hicieron  por  fuerza  en  aquel  reino,  los 
hizo  publicar  por  traiiiores  y  enemigos  de  la  patria  : 
si  á  tuerto,  si  con  razón,  ¿quién  le  podrá  averiguar? 
pero  deslas  cosas  se  tornará  á  trataren  otro  lugar  al 
presente  volvamos  ú  lo  que  se  nos  queda  rezagado. 

CAPITULO  VIL 
Que  de  ouevo  se  encendió  la  guerra  en  Portugal. 

El  estado  de  las  cosas  de  Espma  en  esta  sazón  era 
tolerable.  El  imperio  oriental  de  los  griegos  padecía 
mucho,  y  amenazaba  alguna  gran  ruina  por  las  dis- 
cordias que  en  tan  mala  coyuntura  se  levantaron  en- 
tre aquellas  príncipes,  y  la  perpetua  felicidad  de  los 
otomanos  einperailores  délos  turcos.  La  parcialidad 
de  los  gfie^íos  mas  ílac  \  como  es  ordinario  sin  tener 
respeto  al  bien  común  buscó  socorros  de  fuera  y  lo 
que  fue  peor,  llamó  en  su  ayuda  á  Amurates  gran 
^operador  de  aquella  gente.  No  le  pareció  al  Turcj 
dejar  pasar  la  ocasión  que  aquellas  discordias  le  pre- 
sentaban, de  apoderarse  de  todo.  Pasó  con  gran  gente 
el  e-lrecho  del  Hellesponto,  y  cerca  del  se  apoderó 
de  primera  entrada  ¿t  Gallipoli  y  Adrianópoh,  dos 
ciu  lades  fañosas  y  principales.  Aspiraba á  hacer  lo 
rnisiiio  d»i  lo  restante  de  aquel  imperio,  y  aun  sus 
gentes  se  derramaron  por  diversas  partes.  El  daño 
que  hizo  fue  grande ,  y  mayor  el  espanto,  no  solo  en 
lo  de  Grecia,  sino  en  las  naciones  comarcanas,  cu 
especial  en  Hungría  cuyo  rey  era  Sigismundo,  mas 
conocido  y  famoso  por  la  paz  que  los  años  siguienlcs 

(I)  También  liubo  una  pc.«lc  crupí  desde  enero  ha: la 
julio  que  casi  dejó  despoblada  la  ciudad. 


590 

puso  en  la  Iglesia,  quitado  el  scisma,  que  veuturoíu 

en  las  armas. 

En  este  anrielo  despachó  sus  embajadores  á  Car- 
loa  VI  rey  ae  Frnnda  para  an'salle  del  peligra  que 
corría  toda  la  crisliandad ,  si  prestamente  todos  no 
«cudiaaá  apagnr  aquel  fuego  autesquecobrasfo  mas 
fuerzas ,  y  el  imperio  de  aquella  «ente  bárbara  y  fiera 
COQ  el  tiempo  se  arraigase  en  Europa.  Ojeron  los 
franceses  por  $u  nobleza  y  valor  esta  embajada  de 
buena  gana.  Aprestaron  buen  tjolpe  de  genle  i  ca- 
ballo, y  por  caudillo  Juan  IjIjo  <tet  duque  de  Borgoua, 
y  PhilipB  condestable  de  Francia,  Enrique  de  Borbon, 
con  otras  personas  de  cuenls.  Llegados  á  Hungría, 
consultariJD  con  el  rey  Sigismundo  en  la  ciudad  de 
Buda  sobre  la  manera  en  que  se  debia  liacer  la  guer- 
ra. Acordaron  congenia  presentar  la  batalla  al  ene- 
migo lo  mas  presto  que  pudiesen  ,  antes  que  se  res- 
friase el  calor  que  los  franceses  traían  de  pelenr. 
Hicieron  algunas  cabalgadas  uo  de  mucba  cuenta ,  y 
quitarou  de  poder  de  los  enemigos  algunos  de  los 
pueblos  de  poco  nombre,  pero  que  les  dio  avilenieza 
para  aventurar  el  resto  y  menospreciar  al  enemigo  : 
foaa  de  ordinario  muy  perjudicial  en  la  gusrra. 


•■\in.it  Y  ame. 

Marcliarou  con  su  gente  bastu  las  couGuesdc  Tlira' 
cia ,  j  hasta  dar  vista  al  enemigo  cerca  de  la  ciudad 
de  Nicúpoli.  Ordenaron  sus  haces  con  resolución  de 
pelear  :  lo  mismo  hicieron  los  contrarios;  dióse  la 
señal  por  ambas  partes  de  acometer.  Los  franceses 
con  el  orgullo  que  llevatnn  ae  adelantaron  sin  dar  lu- 
gar i  que  los  iiúngaros  saliesen  de  sus  reales  y  les 
hiciesen  compañía:  cerraron  antes  de  tiempo,  lue 
fue  ocasión  de  perder  aqueíla  memorable  jornada; 
muchas  queddron  muertos  en  el  campo ,  otros  cauti- 
THron  y  entre  los  demás  &  Juan  hijo  del  duque  de 
Borgoña,  á  quien  su  padr»  adelante  rescald  por  gran 
dinero:  el  rey  Sigismundo  escapó  á  uña  de  cabello. 
Sucedió  este  ^rave  daño  y  revés  la  misma  fiesta  de  San 
Miguel  veinte  v  nueve  de  setiembre,  con  que  el  resto 
de  la  crístianaad  quedó  alemorízaoo  no  solo  por  el 
eslrago  presente,  sinu  muclm  mas  por  los  males  que 

fiara  adelante  amenazaban.  En  unas  partes  se  oían 
lautos  por  la  pérdida  de  los  íujos ,  en  otras  hacían 
procesiones  y  rogativas  para  aplacará  Días  y  su  saña. 
En  Granada  falleció  el  rey  Juzepb:  rugiasequepor 
engaño  del  rey  de  Fez ,  que  con  muestra  de  amistad 
1»  „..-:^  ».>i.n  ni-no  ~.....  ¡.¡poj  presentes  una  marlola 


le  envió  entre  otros  n 


inficionada  de  ponzoña ,  tal  y  tan  eficaz  que  luego 
que  It  vistió  convidado  de  su  hermosura ,  se  hirió  de 
tal  suerte  que  dentro  de  treinta  diat  espirú  atormen- 
tado de  gravfiimoB  dolores ;  las  mismas  carnes  sn  le 
calan  á  pedazos;  cosa  maravillosa,  si  verdadera. 
Huarto  Juxeph,  se  apoderó  por  fuerza  del  reino  su 
hijo  menor  por  nombra  Hahomad,  v  por  sobrenom- 
bre Balva.  Quedó  escluido  y  privado  el  hijo  mayor 
llamado  como  el  padre  Juzepli :  venció  su  mejor  de- 
recbo  la  maña  que  au  hermano  tuvo  en  graniear  las 
voluntades  del  pueblo ,  y  sus  buenas  partes  de  inge- 
nio vivo  y  valor,  en  que  no  tenia  par.  Solo  le  poniu 
en  cuid.ndo  el  rey  de  Castilla  no  emprendiese  con  sus 
fuerzas  de  restituir  á  su  hermano  en  el  reino  de  su 


ñf  Pjnplnni. 


Sadré.  Para  prevenirse  partió  pora  Toledo,  resucito 
e  conquistar  con  dones  y  con  su  buena  maña  aquel 
rey  y  a  sus  cortesanas  salióle  bien  la  jornada  ,  quo 
renovado  el  concierto  puesto  con  su  padre ,  de  nuero 
se  tornaron  í  sentar  las  treguas. 

Teníanse  á  la  sazón  corles  en  Toledo,  en  que  se 
publicó  una  premática  sobre  las  prebendas  eclesiis- 
ticaa,  que  no  las  pudiese  poseer  ningún  extranjero, 
escepto  algunos  pocos  con  quien  pareció  en  particu- 
lar dispensar,  y  en  general  con  toda  la  nación  portu- 
guesa ,  ca  la  pretendían  conquistar  y  su  afición  con 
semejantes  caricias.  Publicó  otrosí  el  rey  este  año 
una  ley  en  que  mandó  que  ninguno  pudiese  tener 
muía  de  silla  que  no  mantuviese  caballo  de  casia. 


HISTORIA   DE  ESPAÑA. 


591 


con  algunas  modíGcaciones  que  se  pusieron ,  todo  á 
propósito  que  en  el  reino  se  criase  número  do  caba- 
llos. Eü  Sevilla  un  jueves  cinco  de  octubre  falleció 
Juan  de  Guzman  conde  de  Niebla.  Sucedióle  Enrique 
de  Guzman  su  hijo ,  que  fue  padre  de  otro  Juan  de 
Guzman  .  por  merced  de  los  revés  primer  duque  los 
años  adelante  de  aquella  nobilísima  casa.  Los  caba* 
Ueros  de  Calatrava  trocaron  la  muceta  de  que  antes 
usaban  con  su  capilla  -de  color  negra ,  en  la  cruz 
roja  de  oue  hoy  usan ,  por  bula  del  papa  Benedicto 
gauada  a  instancia  y  suplicación  de  su  maestre  don 
Gonzalo  de  Guzman. 

Los  portugueses  por  aprovecharse  de  la  ocasión 
r^ue  la  poca  salud  del  rey  don  Enrique  les  presentaba, 
trataban  de  volver  á  las  armas.  Era  necesario  buscar 
algún  color  pura  acometer  aquella  novedad.  Pareció- 
les bastante  que  algunos  grandes  de  Castilla  no  afir- 
maron en  tiempo  las  treguas  aue  se  asentaron.  Jun- 
taron sus  huestes ,  con  que  ae  primera  entrada  se 
apoderaron  de  Badajoz,  ciudad  puesta  á  la  raya  de 
Portu^l,  en  que  prendieron  al  gobernador,  que  era 
el  mariscal  Garci  González  de  Herrera.  Destos  prin- 
cipios de  rompimiento  se  continuó  la  guerra  por  es- 
pacio de  tres  años  con  el  mismo  tesón  y  porüa  qu3  la 
pasada.  Para  hacer  resistencia  mandó  el  de  Castilla 
juntstr  y  alistar  sus  gentes,  y  por  general  á  don  Ruy 
López  Dávalos ,  que  poco  antes  hiciera  su  condesta- 
ble, sea  por  muerte  del  conde  de  Trastamara,  ó  por 
despojalle  de  aquella  dignidad  :  lo  del  mar  como  ne- 
giicio  no  menos  importante  encargó  al  almirante 
Diego  Hurtado  de  Mendoza. 

Sucedió  por  el  mes  de  mayo  del  ano  siguien  te  d  e  1 397 
que  cinco  galeras  castellanas  se  encontraron  con 
KÍete  portuguesas ,  que  volvian  de  Genova  cargadas 
de  armas  y  otras  municiones.  Embistiéronlas  con  tal 
denuedo  que  las  desbarataron  :  las  cuatro  tomaron, 
una  echaron  á  fondo ,  las  otras  dos  se  escaparon.  Pa- 
reció gran  crueldad  que  después  de  la  victoria  echa- 
ron á  la  mar  cuatrocientas  personas ,  si  ya  no  juz- 
garon que  con  semejun te  rigor  se  debia  enfrenar  el 
orgullo  de  aquella  nación.  ET  almirante  otrosí  con  su 
armada  costeó  las  marinas  de  Portugal ,  sac^ueó  y 
quemó  pueblos,  taló  los  campos,  y  robó  toda  la  tier- 
ra, sin  que  le  pudiesen  ir  á  la  mano.  Muchos  nobles 
y  Gdalgos  de  Portugal ,  unos  por  tener  la  guerra  por 
injusta  y  aciaga ,  otros  por  estar  cansados  del  gobier 
ijo  de  su  rey  se  plisaron  á  Castilla  :  personas  de  valor, 
de  que  dieron  muestra  en  todas  las  ocasiones  que 
se  presentaron.. Los  de  mas  cuenta  fueron  Martin, 
Gil  y  Líipe  de  Acuña ,  todos  tres  hermanos :  Juan 
y  Lope  Pacheco  hermanos  asimismo.  A  estos  caba- 
lleros heredaron  magníficamente  los  reyes  de  Casti- 
lla en  premio  de  sus  servicios ,  y  recompensa  de  la 
natoraieza  y  lo  demás  que  en  su  tierra  dejaron :  zan- 
jas y  cimientos  sobre  que  adelante  se  levantaron  en 
Castilla  muy  principales  casas  y  estados  de  estos 
apelliiios  y  de  otros. 

Continuábase  la  guerra ,  en  que  los  portugueses  se 
apoderaron  de  Tuy ,  ciudad  de  Galicia  puesta  á  la 
raya  de  Portugal :  demás  desto  por  otra  parte  en  la 
Estrcmadura  pusieron  siliosobre  la  villa  de  Alcántara, 
bien  conocida  por  ser  asiento  de  la  caballería  de  aquel 
nombre  :  acorrió  á  los  cercados  en  tiempo  el  nuevo 
condestable  de  Castilla ,  con  que  no  solo  desbaraU) 
el  cerco  é  hizo  retirar  á  los  enemigos,  peiorcmpió 
por  las  fronteras  de  Portugal,  corrió  y  robó  la  tier- 
ra, y  aun  se  apoderó  de  algunos  pueblos  de  poca 
cuenta ,  y  enfrenó  el  orgullo  y  osadía  de  los  contra- 
rios. Por  otra  parte  el  maestre  de  Alcántara  y  Diego 
Hurtado  de  Mendoza,  el  almirante,  y  con  ello«  Diego 
López  de  Zúniga  justicia  mayor  de  ClastiHa  se  pusie- 
ron  sobre  Miranda  de  Duero  :  acudió  asimismo  coo 
su  gente  el  condestable .  con  que  de  tal  guisa  apre- 
taron el  cerco  que  loa  de  dentro  fueron  forzaaos  ñ 
rendirse.  Así  por  tu  una  y  por  la  otra  parte  r<V5ultaban 


pérdidas  y  ganancias :  con  que  los  portugueses  algún 
tanto  se  templaron ,  y  todos  comunmente  entraron 
en  esperanza  se  podría  con  buenas  condiciones  asen* 
tar  paz  entre  aquellas  dos  naciones,  que  era  lo  que 
mejor  les  venia. 

CAPITULO  VHL 

Cómo  se  renovaroo  las  treguas  entre  Castilla  y 

Portugal. 

Al  principio  desta  guerra  dos  frailes  franciscos 
cuyos  nombres  no  se  saben  (i) ,  solo  se  dice  que  en- 
cendidos en  deseo  de  estenderla  Religión  Cristiana,  y 
de  enseñar  á  los  moros  descaminados  y  errados  el 
camino  de  la  verdad ,  se  atrevieron  á  predicalles  en 
público  en  Granada  con  gran  concurso  del  pueblo, 
que  se  maravillaba  de  aquella  novedad.  Mandáronles 
deiaseo  aquella  porfía;  y  como  no  quisiesen  obedecer, 
si  bien  los  maltrataron  de  palabras  y  obras ,  los  alfa- 
quies  para  atajar  el  escánaalo  de  consuno  se  fueron 
al  rey  ,  y  se  querellaron  del  desacato  que  con  aquella 
libertad  se  hacia  á  su  religión.  Salió  decretado  que  les 
echasen  mano,  é  hiciesen  dellos  justicia  como  de 
amotinadores  del  pueblo.  Fue  fácil  prender  á  los  que 
no  huian ,  y  convencer  á  los  que  no  se  descargaban: 
cortáronles  las  cabezas ,  y  arrastraron  sus  cuerpos 
con  todo  género  de  denuestos  y  ultrages  que  les  di- 
jeron é  hicieron.  Los  cristianos  después  de  muertos 
los  tienen  y  honran  como  á  mártires. 

En  Aviñon  el  papa  Benedicto  desamparado  de  sus 
cardenales  como  se  tocó  arriba,  y  por  tener  enojado 
y  por  enemigo  al  rey  de  Francia ,  y  él  mismo- estar 
cercado  dentro  de  su  sacro  palacio,  se  hallaba  con 
poca  esperanza  de  poder  resistir  á  torbellinos  tan 
grandes  y  mantenerse  en  el  pontificado.  Solo  le 
alentaba  contra  el  odio  común ,  oue  los  revés  de  Es- 
paña casi  todos  tenían  recio  por  él ,  sin  embargo  que. 
el  rey  de  Francia  traía  gran  negociación  por  medio 
de  sus  embajadores  para  apartallos  de  aquella  obe- 
diencia. Decían  que  ningún  otru  camino  se  descu- 
bría para  la  unión  de  la  Iglesia ,  tan  deseada  y  tan 
importante ,  sino  que  Benedicto  renunciase  simple- 
mente, £omo  él  mismo  lo  tenia  prometido  y  jurado 
cuando  le  sacaron  por  papa.  Hízose  junta  general  do 
obispos  y  otras  personas  graves  en  ciencia  y  pruden- 
cia. Asistieron  de  parte  del  rey  de  Aragón  Vidal  de 
Blanes  un  caballero  de  su  casa,  y  otro  gran  jurista 
por  nombre  Ramón  de  Francia.  No  se  alteró  nada  en 
esta  junla ,  si  bien  el  rey  deseaba  venir  en  lo  que  el 
de  Francia  le  pedia :  solo  acordaron  se  procurase  que 
con  efecto  los  dos  papas  revocasen  las  censuras  que 
el  uno  contra  el  otro  tenían  fulminadas ,  y  de  común 
consentimiento  con  toda  brevedad  señalasen  lugar  en 
que  los  dos  se  comunicasen  sobre  los  medios  que  se 
podrían  tomar  para  unir  la  Iglesia  y  asentar  una  ver- 
dadera paz. 

En  Pamplona  la  principal  parte  de  la  iglesia  cate- 
dral estaba  por  tierra ,  que  se  cayó  siete  años  antes 
deste  en  que  vamos. Deseaban  reparalla,pero  espan- 
tábales la  mucha  costa ,  para  que  no  eran  bastantes 
ni  los  proventos  de  la  iglesia ,  ni  las  limosnas  particu- 
lares (2).  El  rey  don  Carlos ,  visto  esto ,  con  gran  li- 
beralidad señaló  para  la  fábrica  la  cuadragésima  parte 
de  sus  rentas  reales  por  término  de  doce  años ,  de  que 
hay  pública  escritura ,  su  data  en  San  Juan  de  Pie  de 
Puerto ,  á  Ihs  vertientes  de  los  Pirineos  de  la  parte  de 
Francia ,  deste  año  á  veinte  y  cinco  de  mayo.  Desea- 

(i)  Faeron  Fr.  Pedro  de  Dueñas,  y  Fr.  Juan  Lorente,  de 
ZelmaenAraRon. 

(3)  De  la  obra  hecha  en  esta  época ,  solo  presentamoe  la 
vista  de  los  claustros  por  ser  la  parte  de  mas  mérito  qqe  en 
la  nueva  catedral  de  Pamplona  se  encuentra.  La  fachada 
que  hoy  tiene ,  á  fines  del  siglo  pasado  se  construyó  en  susti- 
tución de  la  que  al  través  de  setecientos  años  ef  liba  dcte-. 
riorida. 


K92 

ba  este  rey  en  gran  manera  recobrar  el  estado  que 
sus  antepasados  poseyeron  en  Francia ,  que  era  d 
condado  de  Evreuxy  gran  parte  deNormandía.  Trató 
desto  por  medio  de  sus  embajadores  con  el  rey  de 
Francia ,  y  como  quier  que  en  ausencia  no  se  eiec- 
tuase  cosa  alguna,  acordó  en  persona  pasará  la  corte 
de  aquel  rey ,  que  aun  no  estaba  del  todo  sano  de  su 
tínfermedadad,  antes  á  tiempos  se  le  alteraba  la  cabeza 
de  suerte  que  mal  nodiaatenderal  gobierno.  Por  esto 
el  Navarro  sin  acabar  cosa  alguna  de  las  que  preteo- 
dia  y  cansado  y  gastado  dio  la  vuelta  para  su  reino  por 
el  mes  de  setiembre  del  año  1398.  Llegado ,  dio  orden 
que  todos  los  estados  jurasen  por  beredcro  de  aquella 
corona  un  liijoqur:  el  año  pasado  le  nació  de  su  mu- 
jer f  y  Je  llamaron  asimismo  don  Carlos.  La  ceremonia 
y  solemnidad  se  hizo  en  Pamplona  á  los  veinte  y  siete 
de  noviembre  :  la  alegría  duró  poco  á  causa  de  la 
muerte  del  infante  que  le  sobrevino  en  breve. 

Los  portugueses,  hostigados  con  los  reveses  pasa- 
dos, tomaron  mejor  acuerdo  de  mover  pláticas  de 
paz.  Despacharon  embajadores  en  esta  razón  :  res- 
pondió el  re  Y  don  Enrique  que  ni  él  rompió  la  guer- 
ra ,  ni  pondría  impedimento  á  la  paz  á  tal  que  las 
condiciones  fuesen  honestas  y  tolerables.  Dieron  y 
tomaron  sobre  el  caso  :  era  diGcultoso  asentar  paces 
perpetuas .  acordaron  de  confirmar  las  treguas  pasa- 
das. Ueceíábanse  los  de  Castilla  de  los  de  Araj^on  que 
querían  tomar  las  armas;  que  causas  de  disgustos 
entre  reyes  comarcanos  nunca  faltan ,  ni  razones  con 
que  cada  cual  abona  su  querella.  El  marones  de  Vi- 
llena  ponía  en  cuidado ,  que  andaba  desaurido ,  y  ni 
quería  venir  á  la  corte  de  Castilla  como  le  requerían, 
y  tenia  un  grande  estado á  la  rayado  Valencia ,  vaun 
se  podía  sospechar  atizaba  en  Aragón  el  fuego  de  los 
disgusios.  Allegóse  otra  nueva  ocasión  para  hacelie 
guerra  y  atrepellarle.  Esto  fue  que  dos  bnos  del  mar- 
qués ,  don  Alonso  y  don  Pedro ,  casaron  los  años  pa- 
sados con  dos  tías  del  rey  de  Castilla ,  que  llevaron 
en  dote  cada  treinta  mil  ducados.  Todo  este  dinero 
se  contó  de  presente  para  pagar  el  rescate  del  mar- 
auésá  Jos  ingleses,  que  le  prendieron  en  la  batalla 
de  Najara  como  queda  dicho  en  otros  lugares ,  y  para 
librar  á  don  Alonso ,  que  le  entregó  su  padre  en  re- 
henes hasta  tanto  que  el  rescate  suyo  se  pagase. 

Don  Pedro  murió  en  la  batalla  de  Aijubarrota ,  pa- 
dre que  fue  del  famoso  don  Enrique  de  Villena ,  de 
guien  se  tuvo  por  cierto  que  por  el  deseo  que  tenia 
de  saber ,  no  dudó  de  aprenaer  el  arte  condenada 
de  nigromancia.  Algunos  libros  que  andan  suyos, 
dan  muestra  de  su  agudeza  y  erudición ,  si  bien  el 
estilo  es  afectado  con  mezcla  de  las  lenguas  latina  y 
castellana  usada  en  aquella  era,  en  esta  muy  desgra- 
ciada. Don  Alonso  no  vino  en  efectuar  su  casamiento: 
escusa  base  con  la  fama  que  corría  del  poco  recato  y 
honestidad  de  su  esposa.  Pretendía  el  rey  don  Enri- 
que, como  sobrino  y  valedor  de  aquellas  señoras, 
que  pues  la  una  quedó  viuda  y  el  casamientp  de  la 
otra  no  se  efectuaba ,  que  por  lo  menos  les  debian 
restituir  sus  dotes.  Hacíanse  sordos  á  esta  domanda 
el  marqués  y  su  hijo ,  y  alegaban  sus  causas  para  no 
hacello,  qua  á  semejantes  personajes  nunca  faltan. 
Esto  tomó  por  ocasión  el  rey  don  Enrique  para  qui- 
tarse de  cuidado,  y  ejecutar  lo  que  por  tooas  vins  le 
venia  á  cuento  y  Jo  deseaba,  que  fue  con  las  armas 
apoderarse  de  aquel  grande  estado  de  Villena,  que  se 
hizo  con  facilidad,  solo  quedaron  por  el  marqués  Vi- 
llena  y  Almansa ,  gue  tenia  bien  pertrechadas  y  con 
buena  guarnición  de  soldados  aragoneses. 

Contemporáneo  de  don  Enrique  de  Villena ,  y  que 
le  semejaba  en  los  estudios  y  erudición ,  fue  don  Pa- 
blo de  Cartagena ,  del  cual  por  ser  persona  tan  seña- 
lada será  justo  hacer  memoria  en  este  lugar.  Su  na- 
ción y  profesión  fue  de  judio  desde  sus  primeros  años, 
«1  mas  rico  y  principal  entre  aquella  gente,  dadoá  la 
lección  de  los  libros  sagrados  y  á  las  otras  ciencias. 


BlBLlOTtCA  I)L  CAMPAR  T  RÜIG. 


Con  deseo  de  sjber  revolvía  las  obras  de  Santo  To:r;j9 
de  Aquino,  que  escribió  en  iiialeríade  teología: :  cou 
esta  lección  se  convenció  de  la  ventaja  que  hace  la 
verdad  cristiana  á  las  fábulüs  y  á  las  invenciones  ju- 
dúicas;  finalmente  se  bautizó,  y  como  era  tan  >abio, 
en  defensa  de  la  religión  que  tomaba ,  escribió  libros 
admirables.  En  premio  de  sus  letras ,  y  para  mover 
á  los  demás  judíos  que  le  imitasen ,  le  honraron  it.u- 
cho.  Primero  le  hicieron  arcediano  de  Treviño ,  dis- 
pues  obispo  de  Cartagena ,  y  finalmente  de  Burgos  su 
natural  y  patria  :  premies  todos  debidos  á  su  virtuíl  y 
doctrina,  y  al  ejemplo  que  dio.  Adelante  fue  ci'uci- 
ller  mayor  de  Castilla ,  oficio  de  grande  Drceniineii- 
cia;  y  aun  le  encargaron  la  ensenanzu  ucl  rey  don 
Juan  el  Segundo  :  confianza  que  de  pocos  de  aquella 
nación  se  podia  hacer,  según  gue  el  mismo  don  Pa- 
blo lo  atestiguaba^  que  no  se  nebia  encomendar  al- 
gún cargo  público  á  aquella  gente  por  ser  de  inge- 
gios  doblados ,  compuestos  de  mentiras  y  cngaHüs, 
que  ni  valen  para  la  guerra ,  ni  son  de  provecho  p:ira 
la  paz  :  esto  quién  lu  entiende  de  los  obstinadas  vu 
su  ley ,  quién  de  los  que  dellos  proceden  ,  aunque 
convertidos  y  cristianos. 

Tuvo  cuatro  hijos  y  una  hija  de  su  mujer ,  con 
quien  casó  antes  de  ser  cristiano.  El  mayor  por  uum- 
nre  Gonzalo  por  sus  buenas  parles  sul)i<^  primero  al 
obispado  de  Plasencia  y  después  al  de  Sigúeuza.  El 
segundo  Alonso  ,  que  fue  deán  de  Segovia  y  de  San- 
tiago^ y  mas  adelante  sucedió  á  su  padre  en  laiglesíj 
de  Burgos.  Anda  una  t^bra  su  y:)  impresa  de  no  mal 
estilo ,  en  que  como  en  compendio  abrevió  los  hechos 
de  los  reyes  de  España,  que  él  mismo  intituló  Ana- 
cephaleosis ,  que  es  lo  nusmo  que  recapitulación: 
otra  que  intituló  Dcfensorium  fidei :  otra  de  mano 

fiOT  nombre  Defensorium  CaOiolicw  uniiatis  en  de- 
cusa de  ¡os  nuevamente  convertidos  ,  y  contra  los 
estatutos  que  en  aquel  tiempo  comenzaban.  Los  do^ 
hijos  menores  sollamaron  Pedro  y  Alvaro.  Este  Alv::- 
ro  piensan  que  fue  el  que  escribió  láCorónica  de  don 
Juan  el  Segundo  rey  de  Castilla,  asaz  larga ,  de  traza 
y  estilo  agradable ;  no  toda  sino  una  buena  parte,  l^ 
verdad  es  que  Alvar  García  de  Santa  María  el  corü* 
nista  no  fue  el  hijo  de  Paulo  Burgense,  sino  i>u 
hermaoo. 

En  lo  demás  desta  crónica  otros  pusieron  la  mann, 
y  en  especial  Hernán  Pérez  de  Guzman  señor  de  Da- 
tres  la  llevó  al  cabo ;  cuya  decendencia  pan  ció  poner 
en  este  lugar.  Su  abuelo  fue  Pero  Suarez  de  Toledo, 
camarero  mayor  del  rey  don  Pedro  :  su  padre  Pero 
Suarez  de  Guzman  notario  mayor  del  Andalucía. 
Casó  Hernán  Pérez  con  doña  Marquesa  de  Avellaneda 
de  la  casa  de  Miranda.  Desta  señora  y  de  otra  segun- 
da mujer  dejó  muchos  hijos.  El  mayor  y  heredero  Je 
su  casa  Pedro  de  Guzman  casó  con  doña  María  de 
Ribera  hija  del  señor  de  Malpica.  Desle  matrimonio 
quedó  dona  Sancha  de  Guzman  heredera  de  aquella 
casa.  El  rey  don  Fernando,  por  ser  su  deuda  de  parte 
de  madre ,  la  casó  cou  Garci  Lasso  de  la  Vega  de  l\ 
casa  de  Feria.  Fue  comendador  mayor  deLeou ,  em- 
bajador en  Roma ,  y  del  se  hace  mención  diversas 
veces  en  esta  historia.  Compró  la  villa  de  Cuerva,  do 
yacen  él  y  su  mujer,  \  heredó  la  villa  de  los  Arcos. 
Dejó  muchos  hijos,  el  mayor  don  Pero  Lasso  de  U 
Vega,  el  seguoiío  Garcilasso,  insigne  poeta  castellü- 
no ,  de  cuva  muerte  desgraciada  se  trctit  en  otro  iu- 

f;ar.  Don  Pedro  casó  con  doña  María  de  Mendoza  du 
a  casa  del  Infantado ,  su  hijo  Garci  Lasso  de  la  Ve^i 
caballero  muy  conocido :  su  nieto  don  Pero  Lasso  (le- 
la Vega  prímer  conde  de  los  Arcos ,  en  quien  por  \'u 
de  su  madre  doña  Aldonza  Niño  se  han  juntad^»  olr¿< 
dos  casas ,  la  de  Divalos ,  y  la  de  los  Niños  condes  de 
Añover.  Volviendo  á  Hernán  Pérez  de  Guzman  fue 
del  conseio  del  rey ,  muy  dado  á  los  estudios  :  dero¿^ 
de  la  coronica  escribió  délos  Claros  varones  de  aqut  i 
tiempo  y  otros  libros. 


HISTORIA  DE  ESPA?IA. 


CAPITULO  IX. 

De  las  cosas  de  Aragón. 

Co?i  las  discordias  de  los  dos  papas ,  y  la  poca  es- 
p«raii2a  que  daban  de  conformarse ,  ¿  unir  á  f a  Tgle* 
sía ,  las  proTÍncias  se  lastimaban.  Anadióse  á  estos 
daños  el  de  la  peste  que  comenzó  el  año  pasado  á 
picar  y  todo  se  continuaba  con  mortandad  de  mucba 
gente  por  toda  la  costa  que  corre  desde  Barceio^ 
na  hasta  Aviñon:  salieron  otrosi  de  madre  por  causa 
de  las  muchas  aguas  los  ríos ,  en  particular  los  de 
Ebro  y  Orba  con  sus  acogidas  hicieron  grande  estrago 
en  hombres,  ganadas,  sembrados  y  eaificíos.  El  rey 
de  Arasen  luego  que  el  tiempo  y  las  lluvias  dieron 
lugar  y  de  Barcelona  se  partió  para  Zaragoza  con  in- 
tento de  tener  alii  cortes  á  los  de  su  remo,  que  se 
abrieron  á  ios  veinte  t  nueve  de  abril  en  la  iglesia  de 
San  Salvador.  El  rey  desde  su  sitial  hizo  á  los  congre- 

§ado8  un  razonamiento  muy  concertado  y  á  propósito 
e  lo  que  las  cosas  demandaban  desta  sustancia:  «No 
»oon  nierro  ni  con  gruesos  ejércitos,  parientes  y 
»8mi^08,  se  conservan  los  reinos,  la  lealtad  y  cons- 
»tancia  de  los  naturales  los  tienen  en  pié  y  los  ade- 
nlantan :  de  lo  cual  si  faltasen  ejemplos  de  fuera, 
adentro  de  nuestra  casa  los  tenemos,  muchos  y  muy 
ndaros;  ca  nuestro  reino  por  este  camino  de  peque- 
»ños  principios  y  muy  estrecha  jurisdicción  ha  llega- 
ndo ala  grandeza  que  hoy  tiene,  y  ganado  la  reputa- 
iK^ion  y  nombradla  que  está  derramada  por  todas  las 
«tierras.  De  los  montes  Pirineos,  en  que  nuestros 
«mayores  ampararon  su  libertad  confiados  mas  en 
«aquellas  fraguras  que  en  sus  brazos ,  bajamos  y  es- 
DtendioMMi  los  términos  de  nuestro  señorío  no  solo 
«por  España ,  sino  que  sujetamos  valerosamente  á 
«nuestro  cetro  muchas  islaá  del  mar  Mediterráneo.  Los 
«trofeos  y  los  blasones  de  vuestra  gloría ,  y  délas  vic- 
«toñas  ganadas,  quedan  levantados  en  Cerdeña ,  en 
«Sicilia  y  por  toda  Italia :  tal  y  tan  grande  es  la  fuer* 
«za  de  la  concordia  y  de  la  lealtad.  Los  reyes  don 
«Sancho  v  don  Pedro  padre  y  hijo  no  con  gran  núme- 
«ro  de  soldados ,  sino  con  fortaleza  y  valor,  ganado 
«que  bebieron  á  Huesca ,  de  los  montes  en  que  esta- 
ncan como  escondidos,  bajaron  á  lo  llano  sin  parar 
«hasta  tanto  que  el  rey  don  Alonso  se  apoderó  desta 
«ciudad  en  que  estamos .  con  que  fortiucó  su  reino, 
«V  abrió  camino  á  sus  decendientes  para  pasar  ade- 
«fante  y  quitar  á  los  moros  toda  la  tierra.  No  me  quie- 
«ro  detener  en  antiguallas:  nos  con  quinientos  caba«- 
«llos  aragoneses  desbaratamos  gran  número  de  gente 
«siciliana,  y  allanamos  toda  aquella  isla,  todo  por 
«vuestra  lealtad  y  fortaleza ,  que  si  vence ,  ejecuta  la 
«victoria  con  grande  ánimo ;  si  es  vencida ,  so  rehace 
«de  fuerzas ,  y  no  se  deja  oprimir  ni  caer.  Por  los 
«cuales  Servicios  pido  á  Dios  os  dé  el  merecido  galar- 
«don ,  pues  conforme  á  nuestra  voluntad  y  á  vuestro 
«valor  no  alcanzamos  fuerzas  bastantes;  bien  que 
«jamás  pondremos  en  olvido  la  deuda ,  aotes  procu- 
«raremos  que  nadie  nos  tache  de  ingratos.  Lo  que 
«toca  al  auto  presente,  bien  sabéis  que  os  he  juntado 
«en  este  logar  para  hacer  los  homenajes  acostumbra- 
«dos  á  nos  y  á  nuestro  hijo ,  que  os  pedimos  encare- 
«cidamente  hagáis  con  la  afición  que  debéis  á  nues- 
«tra  vohintad. « 

Hízose  todo  lo  que  el  rey  pedia  en  conformidad  de 
todos  los  brazos  que  allí  se  hallaron  congregados.  La 
alegría  pública  y  regocijos  que  se  hicieron  por  esta 
causa ,  enturbiaron  algo  las  sospechas  que  se  mos- 
traran de  nueva  guerra  por  la  parte  de  Francia.  El 
bastardo  de  Tardas,  pasados  los  montes  Pirineos,  se 
apoderó  de  Termas,  que  es  un  pueblo  de  Aragón á la 
raya  de  Navarra :  cosa  que  puso  en  cuidado  á  todo  el 
remo  de  Aragón  no  se  emprendiese  algún  gran  fuego 
de  aquellos  pequeños  princinios.  Acudió  al  peligro 
Gil  ftuiz  de  Lihorri ,  gobernador  de  Aragón ,  acompa- 
ñado de  golpe  de  gente  y  de  alguoos  ricos  hombres. 


593 

No  esperaron  los  franceses  que  llegasen ,  antes  desm- 
amparada la  plaza ,  se  retiraron  á  Francia  con  poca 
honra  suya  y  del  conde  de  Fox  oue  los  enviara.  Sici* 
lia  asimismo  padeció  algunas  alteraciones,  aunque 
pequeñas ;  que  los  humores  no  estaban  del  todo  asen-^ 
tados.  Alguna  esperanza  de  bonanza  se  mostró  con 
un  hijo  aue  nació  a  aquellos  reyes  de  Sicilia  á  los  diez 
y  siete  ae  noviembre,  por  nombre  don  Pedro ,  bere* 
dero  que  fuera  de  los  reinos  de  sus  padres  y  abuelos, 
si  la  muerte  no  le  arrebatara  en  breve  muy  fuera  de 
sazón  junto  con  la  reina  su  madre ,  como  se  dirá  en 
su  luñr,  con  que  la  alegría  común  se  trocó  en  luto 
y  en  llanto:  vanas  todas  nuestras  trazas  y  deleznables 
contentos. 

Poco  adelante  el  rey  y  la  reina  de  Aragón  en  Zara- 
goza por  el  mes  de  abril  del  año  1399, ungidos  como 
era  de  costumbre,  se  coronaron  y  recibieron  las 
insignias  reales  de  mano  de  don  Fernando  de  Heredia 
prelado  de  aquella  ciudad.  A  don  Alonso  de  Aragón 
marqués  de  Villena  se  concedió  pusiese  en  su  escudo 
las  armas  reales ,  y  le  dieron  el  ducado  de  Gandía: 
alguna  recompensa  de  lo  mucho  que  en  Castilla  le 
quitaran.  A  la  misma  sazón  el  papa  Benedicto  se  ha- 
llaba muy  aquejado,  desamparado  de  suscardenales« 
cercado  de  los  enemigos  ( 1 ).  Despachóle  el  rev  de 
Aragón  dos  personas  de  cuenta,  el  uno€ervellon 
Zacuamo ,  gran  jurista,  el  otro  fhiv  Martin,  de  la  ór* 
den  de  San  Francisco ,  hombre  de  letras  y  erudición. 
Estos  conforme  al  orden  que  llevaban,  comunicaron 
con  el  papa  sobre  los  medios  que  se  podían  tomar 
para  apagar  el  scisma  y  unir  la  iglesia.  La  respuesta 
rae  que  pondría  aquel  negocio  en  las  manos  de  los 
príncipes  de  su  obediencia,  en  especial  de  los  reyes 
el  de  Francia  y  Aragón.  Ninguna  llaneza  había,  an- 
tes les  adrirtió  mirasen  con  cuidado  que  con  son  de 
paz  no  atrepellasen  la  iusticia  que  muy  clara  por  su 
parte  estaba ;  por  lo  oíemás  que  ninguna  cosa  mas 
deseaba  que  poner  fin  á  aquellos  debates. 

Con  esta  respuesta  los  embsgadores  de  Aragón  por 
mandado  de  su  rey  se  partieron  de  Aviñon  para  dar 
de  todo  razón  al  rey  de  Francia.  Túvose  junta  en 
París  de  aquella  nación  sobre  el  caso.  Acordaron  en- 
viar personas  al  papa  que  le  requiriesen  y  protesta- 
sen en  suma  diese  sin  mas  dilaciones  orden  en  asen- 
tar la  paz  y  quitar  el  scisma  :  para  esto  se  hallase 
presente  en  el  concilio  que  pensaban  juntar  ^  y  se 
pusiese  á  sí  y  á  sus  cosas  en  manos  de  los  obispos; 
que  para  su  seguridad  el  rev  de  Francia  empeñaba 
su  palabra  real ,  y  proveería  de  gente  para  qjie  nadie 
le  hiciese  desaauísado.  Andaban  estas  pláticas  muy 
calientes  cnanao  en  Castilla  sobrevino  la  muerte  <i 
don  Pedro  Tenorio  arzobispo  de  Toledo  á  los  veinte  y 
dos  de  noviembre  fin  deste  año,  si  bien  la  letra  de  su 
sepultura,  que  está  en  Toledo  en  propia  capilla  de  la 
iglesia  Mayor ,  dice  á  diez  y  ocho  de  mayo ,  el  mismo 
(fia  de  Pascua  de  Espíritu-Santo.  Fue  persona  de 
valor,  consejo  acertado,  presta  ejecución,  bueno 
para  el  gobierno  y  para  las  armas.  Su  patria  Tavira 
en  Portugal :  quien  dice  que  Talavera  villa  del  reino 
de  Toledo,  por  razones  que  para  ello  alegan ;  si  con-t 
cluyentes  ó  no,  no  lo  quiero  averiguar. 

En  su  mocedad  estudió  derechos :  ausentóse  do. 
Castilla  tuntamente  con  sus  hermanos  por  los  recios 
temporales  que  corrían  en  el  reinado  de  don  Pedro. 
Vuelto  á  España  fue  primero  obispo  de  Goimbra  :  de 
allí  le  trasladó  sin  ninguna  pretensión  suya  el  pontífi- 
ce romano,  por  la  noticia  que  de  su  persona  y  de  sus 
partes  tenia,  á  Toledo ,  según  que  de  suso  se  dijo. 
Las  gruesas  rentas  de  su  disidan  gastó  en  gran  parte 
en  levantar  diversos  edificios  en  todo  el  reino  con 
magnificencia  real  y  mayor  que  de  particular.  A  la 

(i )  Salió  de  Cataluüa  una  escuadra  eo  socorro  del  ponli- 
fice:  pero  auoqae  subió  por  el  Ródaue,  no  pudo  ulir  de  U 
isla  Baila  liriga. 


594 


BIBLIOTECA    DE  GASPAR  Y  ROIG. 


verdad  en  su  casa  era  concertado,  en  sü  persona 
templado ;  lo  que  se  ahorraba  por  este  camino ,  em- 

gleaoa  en  socorrer  necesidades  y  en  adornar  la  repú- 
lica :  virtud  propia  de  grandes  personajes.  En  Tole- 
do reedificó  la  puente  de  San  Martin  que  abatieron 
las  guerras  civiles  eotre  ios  reyes  don  Pedro  j  don 
Enrique.  En  un  recuesto  v  peñol  á  vista  de  la  ciudad 
levantó  un  castillo  cerca  del  sitio  antiguo  del  monas- 
terio muy  famoso  de  San  Servando.  El  claustro  pega- 
do con  la  iglesia  catedral  es  obra  suya ,  y  en  ella  una 
capilla  en  qae  está  su  túmulo ,  y  el  de  Vicente  de 
Balboa  obispo  doPlasencia  su  muy  privado  y  familiar. 
Dotó  en  aquella  capilU  y  fundó  diez  y  seis  capellanías 
á  propósito  que  todos  los  dias  se  hiciesen  allí  sufra- 
gios por  su  ánimo  v  las  de  sus  antepasados.  En  Alcalá 
la  Real,  frontera  del  reino  de  Graoada,  levantó  una 
torre  á  manera  de  atalaya  para  que  por  el  farol  que 
todas  las  noches  en  ella  se  encendía ,  los  cautivos 
que  escapaban  de  tierras  de  moros ,  se  pudiesen  enca- 
minar á  la  de  cristianos;  en  Talavera  fabricó  un  mo- 
nasterio de  obra  magnífica  pegado  con  la  iglesia  Ma- 
yor y  con  advocación  de  Santa  Catharina.  Su  intento 
al  principio  fue  viviesen  en  él  los  canónigos  de  aque- 
lla iglesia  para  que  hiciesen  vida  reglar ;  mas  visto 
que  los  seglares  y  clérigos  lo  contradecían,  le  entregó 
á  los  monges  gerónimos  j)ara  que  le  poblasen ,  con 
gruesas  rentas  que  les  señaló  para  su  sustento :  dejó 
la  puente  del  Arzobispo ,  que  como  queda  dicho  de 
suso  fue  asimismo  fundación  suya. 

Casó  á  su  hermana  doña  María  con  Fernán  Gómez 
de  Silva ,  como  se  tocó  en  otro  lugar.  De  este  matri- 
monio nació  Alonso  Tenorio ,  al  cual  el  tío  hizo  ade- 
lantado de  Cazorla :  casó  con  doña  Isabel  de  Meneses, 
y  en  ella  tuvo  á  don  Pedro  obispo  que  fue  primero  de 
Tuy ,  y  después  de  Badajoz  :  yace  en  Toledo  en  la 
iglesia  de  San  Pedro  Mártir :  tuvo  otrosí  á  Juan  de 
»lva  que  fue  embajador  en  el  concilio  de  Basilea ,  y 
adelante  conde  de  Cifuentes  por  merced  del  rey  en 
remuneración  de  sus  buenos  servicios.  Después  déla 
muerte  de  don  Pedro  Tenorio  parece  por  memorias 
oue  el  cabildo  nombró  á  don  Gutierre  de  Toledo  arce- 
diano de  Guadalajara  :  el  rey  ofreció  el  arzobispado 
á  Hernando  Yauez  fraile  gerónimo ,  y  canónigo  que 
fue  de  Toledo ,  mas  no  aceptó.  El  papa  Benedicto  por 
algunas  dificultades  no  debió  aprobar  estas  eleccio- 
nes,  ni  el  rey  la  ^ue  acometió  él  á  hacer  de  don  Pe- 
dro de  Luna  sobrino  suyo  administrador  que  era  del 
obispado  de  Tortosa.  Por  estas  diferencias  don  Juan 
de  Illescas  obispo  de  Sigúcnza ,  vicario  del  arzobispa- 
do sede  vacaote,  continuó  en  su  sobierno  aun  algu- 
nos años  después  de  la  elección  hecha  por  el  papa, 
que  finalmente  prevaleció  como  se  verá  adelante. 

CAPITULO  X. 
Del  año  del  Jubileo. 

Mucho  se  menguó  el  alegría  y  devoción  del  año 
que  se  contó  de  NOO ,  en  que  conforme  á  la  costum- 
bre recebida  se  concedió  jubileo  plenísimo  á  todos 
los  ^ue  visitasen  la  ciudad  y  santuario  de  Roma,  por 
la  discordia  y  diferencias  que  todavía  continuaoan 
entre  los  que  se  llamaban  papas;  si  bien  los  príncipes 
cristianos  procuraban  con  todo  cuidado  sosegallas,  y 
parece  lo  traían  en  buenos  términos.  Con  este  inten- 
to y  por  domeñar  el  corazón  fiero  del  papa  Benedicto, 
á  persuasión  de  don  Pedro  Hernández  de  Frías  car- 
denal de  España,  el  reino  de  Castilla  habido  su 
«cnerdo  le  quitó  públicamente  la  obediencia.  El  pue- 
blo y  gente  menuda,  conforme  á  su  costumbre  de 
echar  las  cosas  á  la  peor  parte ,  sospechaba  y  aun 
decia  que  en  esta  determmacion  no  se  tuvo  tanta 
cuenta  con  la  justicia  como  de  gratificar  al  rey  de 
Francia  que  mucho  lo  pretendía  :  así  esta  determi- 
nación no  fue  durable ,  porque  el  rey  de  Aragón  se 
puso  de  por  medio,  y  á  su  instancia  finalmente  se 


revocó  el  decreto  á  cabo  de  tres  años ,  y  volvieron  las 
cosas  al  mismo  estado  de  antes ,  según  que  se  rela- 
tará adelante. 

Sobrevino  una  grande  iseste,  que  de  la  Gallia  Nar- 
bonense  y  Languedoc,  y  cíe  Cataluña  en  que  comenxó 
á  picar ,  se  derramó  y  cundió  por  todas  las  demás 
partes  de  España.  La  mortandad  fue  tal  que  forzó  al 
rey  de  Castilla  á  publicar  una  ley,  en  que  dio  liceo- 
cia  á  las  viudas  para  casarse  dentro  del  año  después 
de  la  niuerte  del  marido  contra  lo  que  disponía  el 
derecho  común  y  otras  leyes  del  reino.  Hizo  esta  ley 
primero  en  Cantalapiedra ,  después  en  Valladolid  y 
últimamente  en  Segovia,  si  bien  residía  de  ordinario 
y  se  entretenía  en  Sevilla,  convidado  de  la  templan- 
za de  aquel  aire ,  frescura ,  fertilidad  y  recreación  de 
toda  aquella  comarca,  y  aun  forzado  de  su  poca  sa- 
lud que  la  traía  muy  quebrada.  Avino  por  el  mes  de 
julio  que  en  la  torre  de  la  iglesia  Mayor  asentaban 
el  primer  reloj,  y  subían  una  grande  campana ;  que 
no  son  mas  antiguos  que  esto  Tos  relojes  aesta  suer- 
te. Acudió  el  rey  á  la  fiesta,  la  corte,  los  nobles,  y 
gran  concurso  del  pueblo.  Levantóse  de  repente  tal 
tempestad  y  torbellino  que  pereció  mucha  cente  con 
un  ravo  que  despidieron  las  nubes.  El  pueblo  (como 
suele)  decía  era  castigo  de  los  males  presentes  y 
pronostico  de  otros  mayores.  Hiciéronse  procesiones 
y  rogativas  para  aplacar  á  Dios  y  á  sus  santos. 

Por  el  contrario  junto  á  la  villa  de  Nieva ,  cinco  le- 
guas de  la  ciudad  oíe  Segovia,  se  halló  una  imagen  de 
Nuestra  Señora  de  mucna  devoción.  Moviéronse  (co- 
mo suelen)  los  pueblos  comarcanos  á  visitalla.  El 
concurso  y  devoción  era  tal  que  la  reina  doña  Cala- 
lina  mandó  á  su  costa  edificar  un  templo  en  que  la 
pusiesen ,  y  un  monasterio  de  dominicos  pegado  á 
él,  que  cuidasen  de  la  imagen  y  de  los  peregrinos: 
con  que  muchos  convidados  de  la  devoción  y  del  si- 
tio se  pasaron  á  vivir  y  poblar  aquel  lugar,  de  suerte 
aue  en  nuestro  tiempo  es  una  vdla  de  buena  canti- 
ad  de  vecinos. 

Doña  Violante  hija  de  don  Juan  rey  de  Aragón 
quedó  en  vida  de  su  padre  concertada  con  Luís  du- 
que de  Anjou ,  como  queda  dicho.  Habíanse  dilatado 
las  bodas  por  su  edad  que  era  poca ,  y  por  diferencia^ 
que  nunca  faltan.  Concertaron  este  año  su  dote  en 
ciento  y  sesenta  mil  florines  á  condición  que  con 
juramento,  y  por  escritura  pública,  renunciase  cual- 
quier derecho  que  al  reino  de  Aragón  pretendiese. 
Hecho  esto ,  desde  Barcelona  con  noble  acompaña- 
miento la  llevaron  á  Francia  para  verse  con  su 
esposo.  Falleció  por  este  mismo  tiempo  Juan  de  Mon- 
fort  duque  de  Bretaña :  dejó  en  doña  Juana  su  mujer, 
hermana  de  don  Carlos  rey  de  Navarra  cuatro  hijos, 
cuyos  nombres  son  Juan ,  Ricardo ,  Artus,  Guillen; 
mas  sin  embargo  la  duquesa  viuda  casó  segunda  vei 
con  Enrique  duque  de  Alencastre ,  el  cual  poco  antes 
vencido  y  preso  su  competidor  y  primo  el  rey  Ricar- 
do ,  se  apoderó  del  reino  de  logalaterra ,  y  estaba 
asimismo  viudo  de  su  primer  matrimonio ,  de  que  le 
Quedaron  también  muchos  hijos.  El  año  siguiente 
de  i401  por  el  mes  de  marzo  juntó  el  de  Castilla  cor- 
tes del  reino  en  Tordesillas,  en  que  se  establecieron 
{)remáticas  buenas^  las  mas  á  propósito  de  enfrenar 
a  codicia  y  demasías  de  los  arrendadores  y  otros  mi- 
nistros de  justicia. 

En  Sicilia  á  los  veinte  y  seis  de  mayo  falleció  en 
Catania  ciudad  de  cielo  saludable  y  alegre ,  la  reina 
propietaria  doña  María.  Entendióse  que  la  pena  que 
recibió^  por  la  muerte  de  su  hijo ,  que  en  edad  áe 
siete  años  murió  poco  antes  desgraciadamente,  le 
ocasionó  la  doleocia  que  la  prívó  de  la  vida.  Sepul- 
taron á  la  madre  y  al  hijo  en  aquella  misma  ciudad. 
Sin  embargo  el  remo  quedó  por  don  Martin  su  marido, 
como  deudo  mas  cercano  por  derecho  de  la  sangre 
por  su  abuela  la  reina  dona  Leonor,  que  fue  tía  áe  la 
difunta ,  y  con  beneplácito  de  su  padre  el  rey  de  Ara- 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


505 


gon ,  á  quien  tocaba  la  sucesión  por  estar  en  grado 
mas  cercano.  Acudieron  muchos  principales  luego  á 
casalle  quién  con  su  hija ,  quién  con  su  hermana. 
Aventajábase  en  hermosura  doña  Blanca  hija  tercera 
del  rey  de  Navarra;  y  aventajóse  en  ventura ,  porque 
en  lo  de  adelante  vino  á  heredar  el  reino  de  su  padre, 
Y  de  presente  en  aquel  casamiento  se  la  ganó  á  los 
aemás  pretendientes.  Juntáronse  los  dos  reyes  de 
Aragón  y  de  Navarra  á  la  raya  de  sus  reinos  entre 
Hallen  y  Cortes  para  capitular  y  concluir  como  en 
efecto  lo  hicieron.  Entregó  el  pa(íre  la  novia  al  sue- 
gro de  su  mano ,  que  en  una  armada  la  envió  desde 
Valencia  á  Sicilia ,  y  en  su  compañía  y  por  general 
de  la  flota  don  Bernardo  de  Cabrera.  Pero  así  los  des- 
posorios como  la  partida  fueron  el  año  adelante  de 
i  402;  en  el  cual  al  rey  de  Castilla  nació  de  la  reina 
una  hija  en  Segovia  a  catorce  de  noviembre ,  eran 
gozo  do  sus  padres  y  de  todo  el  reino.  Llamóse  doña 
Marfa^  y  casó  adelante  con  su  primo  hermano  don 
Alonso  rey  que  fue  de  Aragón  y  de  Ñapóles  :  matri- 
Diionio  de  que  no  quedó  sucesión  por  ser  esta  señora 
mañera. 

CAPITULO  XL 
Del  gran  Tamorlan  Scitha  de  nación. 

Después  de  la  jornada  de  Nicópolis,  tan  aciaga 
para  los  franceses  y  para  los  húngaros  como  queda 
dicho,  los  turcos  entraron  en  gran  esperanza  de 
apoderarse  de  todo  el  imperio  de  Levante ,  en  que 
pasaron  tan  adelante  que  el  gran  turco  Bayacete  se 
puso  con  todo  su  campo  sobre  Constantinopla,  silla 
de  aquel  imperio  y  almacén  de  sus  riquezas  :  gran 
espanto  para  los  de  cerca ,  y  no  menor  cuidado  para 
los  que  caían  lejos.  Engañosa  es  la  confianza  de  los 
honibres ,  vana  y  deleznable  su  prosperidad.  Levan- 
tóse otra  mayor  tempestad  y  torbellino  al  improviso, 
que  desbarató  estos  intentos ,  sosegó  los  miedos  de 
los  unos ,  y  abatió  el  orgullo  y  soberbia  de  sus  con- 
trarios. Tauíorlan  natural  de  Sc^thia,  hombre  de 
gran  cuerpo  y  corazón ,  de  gentil  denuedo  y  apa- 
riencia ,  y  que  para  cualquier  afrenta  le  escogieran 
entre  mil ,  allegador  de  gente  baja ,  y  amotinador, 
con  estas  mañas  de  soldado  particular  y  bajo  suelo 
liego  á  ser  gran  emperador,  caudillo  de  un  número 
^ande  y  descomunal  de  gentes  nue  le  seguían  ( i ). 
Apenas  se  puede  creer  lo  que  reneren  como  verda- 
dero autores  muchos  y  graves ,  que  juntó  un  ejército 
de  cuarenta  mil  caballos,  y  seiscientos  mil  infantes. 

Con  esta  gente  rompió  por  las  provincias  de  Le- 
vante :  á  fuer  de  un  muy  arrebatado  raudal  asolaba  y 
destruía  todas  las  tierras  por  do  pasaba,  sin  remedio. 
Los  partbos  los  primeros  se  rindieron  á  su  valor  y  le 
bicieron  homenaje :  lo  de  la  Suria  y  lo  de  Egipto 
maltrató  con  muertes,  robos  y  talas.  Tenia  por  cos- 
tumbre cada  y  cuando  que  se  ponía  sobre  algún 
pueblo,  enarbolar  el  primer  día  estandartes  blancos 
en  señal  de  clemencia  si  le  abrían  las  puertas  sin  di- 
lación, y  se  le  rendían  y  sujetaban  :  el  día  siguiente 
enarbolaba  estandartes  rojos,  que  amenazaban  á  los 
cercados  muertes  y  sangre :  las  banderas  del  día 
tercero  eran  negras ,  que  denunciaban  sin  remedio 
asolaría  de  todo  punto  los  moradores  y  la  ciudad.  El 
espanto  era  tan  grande  que  todos  se  le  rendían  á 
porfia ,  ca  su  fiero  corazón  ni  admitía  escusas ,  ni 
se  dejaba  por  ruegos  ni  por  intercesión  de  nadie  do- 
blegar. 

Sucedió  que  los  de  Beryto  no  se  rindieron  basta  el 
segundo  día.  Conocido  su  yerro^  para  aplacalle  en- 
viaron delante  las  doncellas  y  niños  con  ramos  en  las 

(i)  Era  descendiente  de  Gengi-Kan,  emperador  de  los 
tártaros,  eooquístó  una  gran  parte  de  la  Asia  y  no  fue  tan 
bárbaro  y  cruel  como  supone  Mariana. 


manos  y  vestidos  de  blanco.  No  se  movió  á  compa- 
sión el  bárbaro ,  dado  que  llegados  á  su  presencia  se 
postraron  en  tierra ,  y  con  voz  lastimosa  pedían  mi- 
sericordia :  antes  mandó  á  la  gente  de  á  caballo  que 
los  atropellasen  á  todos  y  hollasen.  Un  ginovés  que 
seguía  aquellos  reales  y  campo,  movido  de  aquella 
bestial  fiereza  le  avisó  en  lengua  scvthica ,  como  el 
que  bien  la  sabia ,  se  acordase  de  la  humanidad  y 
que  era  hombre  mortal.  El  bárbaro  con  rostro  torcido 
y  semblante  airado.  ¿Piensas  (dice)  que  yo  soy  hom- 
bre? no  soy  sino  azote  de  Dios  y  peste  del  género  bu- 
mano.  A  mucho  tuvo  el  ginovés  de  escapar  con  la 
vida;  tan  sañudo  se  mostró.  Corría  lo  de  Asia  la  Me- 
nor gran  peli^  :  por  esto  el  gran  turco  alzado  el 
cerco  que  tenia  sobre  Constantinopla ,  con  todas  sus 
fuerzas  y  gentes  volvió  en  busca  del  enemigo  feroz 
Y  biavo.  En  aquella  parte  del  monte  Tauro  llamado 
Stella ,  muy  conocida  por  la  batalla  que  antiguamen- 
te allí  se  dieron  Pompeyo  y  Mithridates,  se  acerca- 
ron los  dos  campos  :  ordenaron  sus  haces  :  dióse  la 
batalla ,  que  fue  muy  reñida  y  dudosa.  Pelearon  de 
ambas  partes  con  gran  coraje ,  los  unos  como  ven- 
cedores del  mundo ,  los  otros  por  vencer.  Finalmen- 
te la  victoria  y  el  campo  quedó  por  los  scythas :  los 
muertos  llegaron  á  docieiitos  mil,  muchos  los  prisio- 
neros, y  entre  ellos  el  mismo  emperador  Bayacete, 
espanto  poco  antes  de  tantas  naciones.  Llevóle  por 
la  Asía  cerrado  en  una  jaula  de  hierro ,  y  atado  con 
cadenas  de  oro  como  en  triunfo ,  y  para  ostentación 
de  la  victoria.  Comía  solo  lo  que  el  vencedor  de  su 
mesa  le  echaba  comoá  perro,  y  con  una  increíble  ar- 
rogancia todas  las  veces  que  subía  á  caballo,  ponía 
los  píes  sobre  sus  espaldas ,  trabajo  y  afrenta  que  le 
duró  por  todo  h»  restante  de  la  vida:  gran  burla  y  es- 
carnio de  su  grandeza  :  así  ruedan  y  se  truecan  las 
cosas  debajodel  cielo:  género  de  infelicidad  tanto  mas 
mal  de  llevar  cuanto  el  paciente  se  vio  poco  antes  mas 
encumbrado. 

El  rey  don  Enrique  de  Castilla,  sin  embargo  de  su 
poca  salud ,  no  se  descuidaba  ni  del  gobierno  de  sus 
vasallos ,  ni  de  acudir  á  las  cosas  y  ocurrencias  do 
fuera.  Enviaba  sus  embajadores  á  los  príncipes,  á  los 
de  cerca  y  á  los  de  lejos  para  io  formarse  de  todo  y 
trabar  amistad  en  diversas  partes.  En  especial  á  las 
partes  de  Levante  envió  á  Pelayo  de  Sotomayor  y 
Fernando  de  Palazuelos  para  saber  de  las  fuerzas, 
costumbres  y  intentos  de  aquellas  naciones  aparta- 
das. Estos  dos  embajadores  acaso  ó  de  propósito  se 
hallaron  en  aquella  famosa  batalla  que  se  dio  entre 
turcos  y  scithas:  el  Tamorlan,  ganada  la  victoria ,  los 
trató  con  muestras  de  benignidad  y  cortesía.  Al  dar 
la  vuelta  para  España  quiso  los  acompañase  un  su 
embajador  que  envió  para  trabar  amistad  con  el  rey 
de  Castilla :  hizo  él  su  embajada  conforme  al  orden 
que  traía.  Volvieron  con  él  Alonso  Paez,  Ruy  Gon- 
zález y  Gómez  de  Salazar,  tres  hidalgos  que  despa- 
chó el  rey  para  que  fuesen  á  saludar  aquel  príncipe: 
viaje  largo  y  muy  dificultoso,  de  que  los  mismos 
compusieron  un  libro,  que  hoy  día  anda  impreso  con 
nomore  deltenerario,  en  que  relatan  por  menudo 
los  particulares  de  su  embajada ,  y  muchas  otras  co- 
sas asaz  maravillosas ,  si  verdaderas. 

La  grandeza  y  gloria  grande  del  Tamorlan  pasó 
presto  como  un  rayo.  Vuelto  á  su  tierra ,  de  los  des- 
pojos y  presas  de  la  guerra  fundó  la  ciudad  de  Mer- 
cantí ,  y  la  adornó  grandiosamente  de  todo  lo  bueno 
y  hermoso  que  robó  en  toda  la  Asia.  A  su  muerte  le 
sucedieron  dos  hijos,  ni  de  las  prendas  ni  de  la  ven- 
tura de  su  padre :  grande  cosa  fuera ,  si  las  virtudes 
y  el  valor  se  heredaran.  Sobre  el  partir  de  la  herencia 
resultaron  muy  grandes  diferencias  entre  los  dos: 
finalmente  el  imperio  que  se  ganó  con  mucho  esfuer- 
zo y  con  gran  trabajo ,  se  menoscabó  por  descuido  y 
fieldad. 

Fue  este  año  desgraciado  para  los  portugueses  y 


596 


BIBLIOTECA  06  GA8PAB  T  ROIG. 


los  nayarros  i  causa  que  fallecieron  en  él  los  herede- 
ros de  aquellos  reinos :  don  Alonso  hijo  mayor  del 
reydePortug^  en  edad  de  doce  años,  sepultáronle 
en  la  iglesia  Mayor  de  Braga  :  pérdida,  que  aunque 
causó  muy  grande  sentimiento,  fácilmente  los  de 
aquella  nación  se  conhortaron  por  quedar  otros  mu- 
chos hermanos,  los  in&ntea  Duarte,  Pedro,  Enrique, 
Juan,  Fernando,  y  dos  hermanas  doña  Blanca  y  do« 
ña  Isahel.  En  Pamplona  murieron  los  infantes  Luis 
de  seis  meses,  y  Carlos  de  cinco  años,  que  juntos  los 
sepultaron  en  la  iglesia  Mayor  en  el  sepulcro  del  rey 
don  Philipe  su  tercer  ahucio.  El  dolor  grande  de  los 
navarros  fue  sin  consuelo  por  no  quedar  hijo  varón 
y  recaer  forzosamente  la  corona  en  hembra ,  cosa  de 
ordinario  que  los  vasallos  mucho  aborrecen. 

El  invierno,  fin  deste  año  v  principio  del  siguiente 
de  i 403 .  se  continuaron  las  lluvias  por  muchos  días, 
con  que  los  ríos  por  toda  España  se  nincliaron  gran* 
dlsimamente  de  guisa  que  salieron  de  madre .  v  hi- 
cieron muy  graves  daños;  en  particular  Guadalqui- 
vir subió  con  su  grande  creciente  sobre  los  adarves 
de  Sevilla ,  y  el  agua  llegó  hasta  la  iglesia  de  San  Mi- 

Suel ,  y  la  puerta  que  llaman  de  las  Ataraaanas:  cosa 
e  grandísimo  espanto  y  peligro  no  menor.  La  buena 
diligencia  del  que  á  la  sason  regía  aquella  ciudad  por 
noinbre  Alonso  Pérez,  ayudó  mucho  para  reparar  el 
daño,  ca  de  dia  ni  de  noche  no  descuidaba  en  hacer 
todos  los  reparos  que  podia ,  calafetear  las  puertas,  y 
reparar  de  los  muros  las  partes  mas  flacas ,  sin  cesar 
hasta  tanto  que  aquella  tempestad  amansó. 

La  santa  iglesia  de  Toleao  después  de  la  muerte 
de  don  Pedro  Tenorio  se  estaba  vacante  :  la  discor- 
dia entre  los  papas  era  ocasión  deste  y  semejantes 
daños  que  resultaban  en  el  reino,  porque  de  tal  suer- 
te quito  á  Castilla  la  obediencia  á  Benedicto,  que  no 
la  oíó  á  su  competidor :  miserable  estado .  cual  se 
puede  pensar ,  cuando  en  el  gobierno  falta  la  cabeza 
y  el  gobernalle.  Considerados  estos  inconvenientes, 
se  juntaron  cortes  del  reino  en  Vailadolid  para  acor- 
dar sobre  este  punto  lo  que  se  debia  hacer.  Acudió 
el  de  Aragón  por  medio  oe  sus  embajadores  en  favor 
de  Benedicto ,  como  se  dijo  de  suso;  el  cual  á  los  doce 
de  marzo  se  saüó  en  hábito  disfrazado  por  el  Rhóda- 
no  abajo  de  Ariñonen  que  le  tuineron  ios  cardenales 
como  preso  por  espacio  de  dos  años. 

La  grande  diligencia  del  rey  de  Aragón  en  su  favor 
fue  tfiíy  de  tal  su^e  que  finalmente  á  los  veinte  y 
ocho  de  abril  le  volvieron  á  reconocer  dentro  en  Cas- 
tilla con  ceremonia  y  auto  muy  solemne :  estaban 
{presentes  el  rey  y  los  grandes,  ricos  hombres  y  pre- 
ados.  Lo  mismo  se  hizo  dentro  en  Francia á  los  vein- 
te y  seis  de  mayo :  acuerdo  que  debió  ser  arrebata- 
do ,  pues  no  duró  mucho  tiempo.  Todavía  el  papa 
Benedicto  en  virtud  deste  recooocimiento  y  homena- 
je, y  con  beneplácito  del  rey  provevó  la  iglesia  de 
Toledo,  como  lo  deseaba  dos  años  atris,  á  los  veinte 
del  mes  de  julio  en  la  persona  de  don  Pedro  de  Luna 
su  sobríoo ,  hiío  de  su  hermano  Jnan  Martínez  de 
Lunaseñorde  lUuecayGotor.  (1).  Hermanos  de  don 


(1)  No  fue  coa  beneplácito  del  rey«  pues  por  una  cédula 
dada  en  Segovia  á  i8  de  febrero  de  1404 ,  el  rey  maodóaue 
no  se  diese  titulo  de  areobispo  de  Toledo  ni  de  electo  á  aoa 
Pedro  de  Luna,  sobrijio  del  papa,  ni  se  le  acudiese  coa 
diezmos,  rentas,  frutos,  ni  cualesquiera  otros  proventos,  si 
no  es  que  se  depositase  todo  á  fin  de  que  sirviese  para  apa- 
gar el  scisma ,  y  restablecer  la  paz  en  la  Iglesia  universal: 
que  no  se  conineeen  las  dif^nidades  y  beneociot  eclesiásticos 
sino  eo  los  naturales  áei  reíao  y  no  á  los  eztraigeros,  sién- 
dolo don  Pedro  de  Luna ,  pues  era  anipooés  y  de  poca  edad, 
en  perjuicio  y  mMstpreew  mú,  diice  el  rey,  y  ahaja-- 
mient$  de  me  naUtralee.  Y  por  otra  cédula  espedida  en 
Tordc^illas  eo  15  de  marzo  coa  acuerdo  y  parecer  de  los  di- 

S atados  de  las  cortes,  de  los  duques,  condes,  ricos  hombres, 
e  su  coasejo ,  prelados ,  cabildos ,  universidades  y  clerecft  de 
sus  reinos,  se  aandd  que  proveyesen  lu  pietas  edesiástícas  | 


Pedro  fueron  Alvaro  de  Luna  padre  del  condestable 
don  Alvaro,  Rodrigo  de  Luna  prior  de  San  Juan,  Juan 
Martínez  de  Luna.  Oestes  el  primero  fuecopero,y  el 
tercero  camarero  del  rey  don  Enrique  el  Tercero  de 
Castilla  que  les  hizo  mercedes,  en  especial  á  Alvaro 
de  Luna  dio  á  Cañete ,  iubera  y  Cornago.  Verdad  es 
que  don  Pedro  se  entretuvo  algún  tiempo  en  Aragón 
por  negocios  y  dificultades  que  se  ofrecen  de  orai- 
nario. 

Hallábase  el  papa  Benedicto  en  Sellen ,  pueblo  de 
la  Provenza ,  retirado  por  causa  de  la  peste  que  pica- 
ba por  aquellas  partes  todavía.  Allí  falleció  el  carde- 
nal de  Pamplona  Martin  de  Salva :  proveyó  el  papa 
aquella  iglesia  en  la  peraona  de  Miguel  de  Salva  so- 
brino del  difunto ,  y  poco  después  le  dio  el  capelo  asi 
por  sus  méritos,  que  fue  insigne  jurista,  como  á 
contemplación  de  su  tío,  que  siempre  estuvo  con 
ól  y  le  acompañó  en  todos  sos  trabajos  en  el  mismo 
tiempo  que  los  demás  cardenales  oe  su  obediencia 
le  d¿ampararon  y  se  le  mostraron  contrarios.  Falle- 
ció otrosí  en  su  estado  Mateo  conde  de  Fox .  proteo- 
sor  del  reino  de  Aragón :  intento  que  de  todo  punto 
cesó  por  no  dejar  sucesión  ,  y  porque  su  mujer  doña 
Juana  se  concertó  con  el  rey  su  tío  por  medio  de  Jai- 
me Escrivá.  Señaláronle  tres  mil  florines  en  cada  un 
año  para  sus  alimentos :  peaueña  recompensa  de  un 
reino  que  al  parecer  de  muchos  sin  razón  le  quitaron , 
mas  es  forzoso  á  las  veces  rendirse  á  la  necesidad, 
que  de  ordinario  tiene  mayores  fuerzas  que  la  justicia 
y  la  razoB.  Tomado  este  asiento ,  dejó  á  Francia ,  y 
se  volvió  á  su  tierra  para  pasar  en  ella  su  viudez  y 
vida. 

CAPITULO  xn. 

Que  nació  un  htfo  al  rey  de  Castilla. 

I     Gozaba  España  de  una  muy  grande  paz  y  sosie- 

go  (2)  á  causa  que  las  alteraciones  de  dentro  calma- 
an ,  y  los  enemigos  de  fuera  no  se  movían  ni  inquie- 
taban por  hallarse  todos  cansados  con  las  guerras  y 
diferencias  pasadas  que  mucho  duraron.  &\q  el  rey 
de  Navarra  se  hallaba  desgustado  por  verse  despoja- 
do de  los  firandes  estados  que  tenia  en  Francia ,  de 
Evreux,  ae  Campana  y  de  Bria.  Y  dado  que  sobre 
este  punto  andaban  embajadas  y  se  hacia  muy  gran- 
de instancia,  todavía  no  se  alcanzaba  cosa  alguna ;  y 
aun  él  mismo  por  dos  veces  fue  á  Francia  sobre  lo 
mismo,  pero  en  balde.  La  pretensión  era  muy  im- 
portante, y  claro  el  a^vio  que  le  hacían;  acordó 
pues  tercera  vez  de  probar  ventura  por  sí  pudiese  al- 
canzar de  su  primo  el  rey  de  Francia  y  de  sus  gran- 
des con  presentes  y  caricias  lo  que  la  razón  y  la  ho- 
nestidad no  había  podido  alcanzar. 

Encomendó  el  gobierno  del  reino  á  su  mujer :  con 
esta  resolución  se  partió  para  Francia,  y  llegado  á 
aquella  corte,  trató  su  negocio  con  todas  las  veras  y 
por  todos  los  caminos  que  le  parecieron  á  propósito 
para  salir  con  la  demanda :  gastáronse  muchas  de- 
mandas y  respuestas;  finalmente  se  tomó  por  postre* 
ra  resolución  que  el  de  Navamrse  apartase  de  aque- 
lla pretensión,  y  sacase  de  Chírebourg  que  todavía  se 
tema -por  él ,  los  soldados  que  allí  tenia  de  su  guarni- 
ción.  y  que  en  recompensa  le  diesen  á  Nemurt  ciu- 
dad de  la  Gallia  Céltica  con  título  de  duque:  trueque 
á  la  verdad  muy  desigual,  y  muv  biya  recompensa  de 
estados  tan  principales  y  granaos  como  reounciaba. 
Verdad  es  que  le  añadieron  en  las  condiciones  del 
concierto  una  pensión  de  doce  mil  francos  en  cada 

por  aquellos  á  quienes  perteneciese ,  con  el  fin  de  acelersr 
cnanto  antes  la  unión  de  la  Igjesía  haciendo  cesar  el  scisaia. 
(2)  Por  este  tiempo  instituyó  ei  infante  don  Femando  e«i 
Mpdina  del  Campo  el  dia  de  la  Asunción  la  orden  militar  d^ 
h  Jarra  en  honor  de  la  Madre  de  Dios,  y  armó  cabaUeíos  i 
sas  hyos  y  varios  nobles  de  su  metaada  eo  la  iglesia  de  la 
misma  Tilla. 


HISTORIA   DE   E:^PA.^A. 


597 


un  ano  además  dct  uní  gran  snina  do  dinero  que  para 
acallarle  dn  presente  le  contaron.  Pasó  todo  esto  en 
Parisá  nueve  de  junio  de!  año  que  se  contaba  de  i  404. 
Dicese  que  de  aquel  dinero  labró  este  rey  don  Carlos 
cu  Olite  y  en  Tafalía  villas  de  Navarra ,  distantes  en- 
tre sí  por  espacio  de  una  legua ,  sendos  palacios  de 
real  magnificencia ,  muy  hermosos ,  y  de  habitación 
muy  cómoda,  ca  era  este  príncipe  muy  entendido  no 
solo  en  las  cosas  de  la  paz  y  de  la  guerra,  sino  asimis- 
mo en  las  que  sirven  para  curiosidad  y  entreteni- 
miento. Decían  otrosí  que  si  la  muerte  no  atajara  sus 
trazas,  pretendía  juntar  aquellos  dos  pueblos  con  un 
pórtico  ó  portal  continuado  y  tirado  desde  el  uno 
nasta  el  otro. 

Los  reyes  de  Castilla  y  de  Granada  á  porfiase  pre- 
sentaban entre  si  ricos  v  hermosos  dones,  que  pare- 
cía cada  cual  se  pretendía  adelantar  en  todo  género 
de  cortesía.  A  los  moros  venía  bien  aquella  amistad 
por  sus  pocas  fuerzas  y  su  estado,  que  no  era  grande: 
al  rey  de  Castilla  por  su  continua  indisposición  le  era 
forzoso  atender  mas  á  conservarse  que  á  quitar  á 
otros  lo  suyo.  En  particular  el  rey  moro  envió  al  de 
Castilla  un  presente  muy  rico  de  oro  y  de  plata,  pie- 
dras preciosas  y  adobos  de  vestidos  muy  hermosos, 
y  para  que  la  cortesía  pareciese  mayor,  lo  envió  todo 
(*.on  una  de  sus  mujeres;  que  los  moros  según  su  po- 
5ibilidud  cada  cual  acostumbra  á  tener  muchas,  en 
ospecial  ios  reyes :  que  es  la  causa  de  estimallas  de 
ordinario  en  poco  por  repartirse  la  afición  entre  tan- 
tas. Las  obras  finalmente  eran  tales  y  las  muestrus 
de  amor  que  bastaran  á  ligallos  y  hermanallos  por 
mucho  tiempo,  si  pegara  bien  la  amistad  y  fuese  du- 
rable éntrelos  que  se  diferencian  en  la  creencia  y  re- 
ligión: así  poco  adelante  se  rompió  la  guerra  entre 
estos  dos  reyes,  como  se  verá  en  su  lugar. 

En  Roma  falleció  el  papa  Bonifacio  Nono  á  primero 
de  octubre.  Juntáronse  sus  cardenales  en  cónclave, 
y  con  toda  priesa  nombraron  por  sucesor  del  difunto 
al  cardenal  Cosmnto  Meliorato  natural  de  Sulmona. 
ciudad  del  Abruzo  en  el  reino  de  Ñapóles  á  los  diez  y 
fietedel  mismo  mes.  Llamóse  Inocencio  Séptimo:  su 
pontificado  fue  breve ,  de  solos  dos  años  y  veinte 
di'js.  Acometieron  de  nuevo  con  esta  ocasión  los  prín- 
ripes  á  concertar  los  papas  y  unir  la  iglesia.  Usaron 
de  las  diligencias  posibleí^,  pero  todo  su  trabajo  fue 
on  vano.  Alegaban  las  partes  que  no  hallaban  lugar 
seguro  en  que  juntarse.  Todo  era  color  y  hacer  del 
juego  maña  para  entretener  la  gente  y  engañar  en 
¿¿rave  perjuicio  de  toda  la  Iglesia.  En  especial  el  papa 
Benedicto,  como  mas  artero  y  duro,  por  ningún  ca- 
mino se  doblegaba,  si  bien  desamparado  de  la  mayor 
parte  de  sus  amigos  y  valedores  andaba  de  cna  par- 
te á  otra  sin  hallar  lugar  que  le  contentase,  ni  perso- 
na alguna  de  quien  fiarse :  tan  sospechosos  le  eran 
los  de  su  casa  como  los  estraños. 

Bien  es  verdad  que  muchas  personas  señaladas  por 
su  doctrina  y  santa  vida  defendían  su  partido  y  le  se- 
{{uian;  entre  otros  fray  Vicente  Perrer,  gran  gloria 
de  Valencia  su  patria,  y  de  su  orden  de  Santo  Domin- 
ga por  el  buen  olor  que  de  si  daba,  y  el  gran  fruto 
que  hizo  en  todas  las  partes  en  que  predicó  la  palabra 
de  Dios,  que  fueron  muchas .  como  trompeta  del  Es- 
píritu Santo  y  ^an  ministro  ael  Evangelio.  Averiguó- 
«^e  que  las  naciones  estrañas  le  entendían,  si  bien 
predicaba  en  su  lengua  vulgar,  los  italianos,  los  fran- 
ceses, los  castellanos:  gracia  singular,  y  despees  de 
los  apóstoles  á  él  solo  concedida.  Los  milagros  que 
obraba  j  con  que  acreditaba  su  doctrina ,  eran  muy 
ordinarios:  daba  vista  á  los  ciegos,  sanaba  cojos, 
mancos,  enfermos, y  aun  resucitaba  los  muertos. 
Todo  lo  hace  mas  creíble  lo  que  se  dice  de  la  innu- 
merable muchedumbre  de  cente  que  por  su  medio 
salió  de  las  profundas  tinieblas  de  vicios  y  de  i^ao- 
rancia  en  aue  estaban.  De  los  viciosos  que  convirtió, 
lio  diré  nada;  en  sola  España  por  su  predicación  se 


bautizaron  ocho  mil  moros  y  treinta  y  cinco  mil  ju- 
díos: cosa  maravíHósa;  en  particular  en  el  obispado 
de  Palencia  se  (jícieron  crislanos  casi  todos  los  ju- 
díos: que  por  ser  hacendados,  y  en  favor  del  bautis- 
mo quedar  libres  de  diezmos  y  otros  pechos  y  derra- 
mas, las  rentas  del  obispo  don  Sancho  de  Rojas  que 
á  la  sazón  lo  era  de  aquella  ciudad,  se  adelgazaron  de 
suerte  que  le  fue  necesario  hacer  recurso  al  rey,  y 
ganar  un  privilegio  real  que  hoy  se  muestra,  en  que 
le  concede  para  recompensa  de  aquel  daño  cierta 
cantia  de  maravedís  de  las  rentas  reales. 

La  alegría  que  por  esta  causa  resultaba  en  todo  el 
reino,  se  aumentó  con  el  parto  de  la  reina  que  en 
Toro  en  el  monasterio  de  San  Francisco ,  viernes  á 
los  seis  de  marzo  del  año  de  1405,  parió  un  infante 

3ue  se  llamó  del  nombre  de  su  abuelo ,  el  príncipe 
on  Juan :  el  gozo  de  todos  fue  tanto  mayor  cuanto 
mas  desconfiados  estaban  por  la  dilación ,  y  la  poca 
s^alud  del  rey.  Hiciéronse  fiestas  y  regocijos  por  todas 
las  partes.  Los  príncipes  estraños  enviaron  sus  em- 
bajadas para  congratularse  por  el  nacimiento  del  in- 
fante. La  reina  otrosí  alcanzó  del  rey  con  esta  oca- 
sión de  su  parto  que  perdonase  é  hiciese  merced  á 
don  Pedro  de  Castilla  su  primo  niño  de  poca  edad. 
Don  Juan  su  padre  hijo  del  rey  don  Peoro  falleció 
poco  antes  deste  tiempo  en  la  prisión  en  que  le  te- 
nían en  el  castillo  de  Soria. 

De  su  mujer  doña  Elvira,  hija  del  mismo  alcaide 
Beltran  Eril,  dejó  dos  hijos,  don  Pedro  y  doña  Cos- 
tanza :  la  hija  vino  á  las  manos  del  rey ,  y  por  su  or- 
den hizo  profesión  en  Santo  Domingo ei  real  monas- 
terio de  Madrid.  Don  Pedro  se  huyó;  que  le  pretendían 
poner  en  prisión.  La  culpa  del  padre  y  délos  hijos  no 
era  otra  sino  tener  el  uno  por  padre  y  los  otros  por 
abuelo  aquel  príncipe  desgraciado;  que  muchas  co- 
sas hacen  los  reyes  para  su  segundad  ,  que  parecen 
exhorbitantes.  Compadecióse  la  reina  de  aquel  mozo: 
mandóle  poner  tras  de  las  cortinas  de  la  cama.  Veni- 
da la  ocasión  que  el  rev  entró  á  visitalla ,  le  suplicó 
por  el  perdón:  otorgó  el  rey  con  su  demanda;  que  no 
era  justo  en  aquella  sazón  negalle  cosa  alguna.  Sacá- 
ronle á  la  hora  vestido  de  clérigo  para  que  le  besase  la 
mano :  diósela  con  amoroso  semblante,  y  para  que  se 
sustentase  en  los  estudios,  le  proveyó  del  arcediana- 
to  de  Alarcon.  Adelante  le  promovieron  al  obispado 
de  Osma,  y  finalmente  al  de  Palencia.  Suplió  la  no- 
bleza sus  faltas;  en  particular  tuvo  poca  cuenta  con 
la  honestidad.  De  dos  mujeres  la  una  Isabel,  de  na- 
ción inglesa,  y  la  otra  María  Bernarda  dejo  muchos 
hijos;  cuatro  varones,  don  Alonso,  don  Luis,  don 
Sancho  y  don  Pedro,  y  otras  tantas  hembras,  doña 
Aldonza,  doña  Isabel ,  doña  Catalina ,  doña  Costanza. 
Destos  y  principalmente  de  don  Alonso  que  tuvo  siete 
hijos  de  legítimo  matrimonio,  desciende  la  casa  y  li- 
naje de  Castilla,  asaz  estendida  y  grande ,  aunque 
no  de  mucha  renta  ni  estado.  En  Guadalajara  fnlleció 
don  Diego  Hurtado  de  Mendoza  almirante  del  mar. 
Sucediéronle  en  sus  estados  y  tierras  Iñigo  López  de 
Mendoza  su  hijo,  que  adelante  fue  el  primer  marqués 
de  Santillana ,  en  el  oficio  de  almirante  don  Afonso 
Boriquez  hermano  menor  de  don  Pedro  conde  de 
Trastamara,  ambos  nietos  de  don  Fadríque  maestre 
de  Santiago. 

CAPITULO  Xllf. 

De  la  guerrra  que  se  faizo  contra  moros. 

EIl  reino  de  Aragón  por  este  tiempo  andaba  albo- 
rotado, V  mas  Zaragoza ,  por  causa  de  los  bandos  y 
parcialidades,  cuyas  cabezas  eran,  de  la  una  Martín 
López  de  Lanuza,de  la  otra  Pedro  Cerdan^  hombres 
poderosos  en  rentas  y  vasallos.  En  Valencia  asimis- 
mo prevalecían  otros  dos  bandos,  el  de  los  Soleres, 
yelde  los 'Centellas.  Trababan  á  cada  paso  p&ision 
entre  sí  y  riñas:  matábanse  y  robábanse  las  hacien- 


898  BIBLIOTECA  DE 

das  sin  que  la  justicia  les  pudiese  ir  á  la  mano.  Jun- 
tó el  rey  córtesen  Maella  vtlta  de  Aragón  ú  propósito 
de  asentar  el  gobierno,  y,  apaciguar  las  alteraciones 
que  ponian  á  todos  en  cuidado.  En  aquellas  cortes  se 
establecieron  leyes  muy  buenas ,  unas  para  acudir  á 
los  inconvenientes  presentes ,  otras  que  se  guarda- 
sen, siempre  enderezadas  todas  ai  bien  t  pro  común. 
Ordenóse  demás  desto  que  el  rey  don  Martin  de  Si- 
cilia lo  mas  presto  que  fuese  posible ,  viniese  á  Es- 
paña para  que  se  acostumbrase  á  guardar  los  fueros 
de  Aragón  y  uo  quisiese  adelante  atropellar  sus  liber- 
tades ,  y  gobernar  aquel  reino  á  fuer  de  los  demás  á 
su  albedrio  y  voluntad. 

Sabida  él  esta  determinación,  la  voluntad  del  rey 
su  padre  y  de  todo  el  reino,  aprestado  qne  bobo  una 
armada,  se  hizo  á  la  vela  en  Trápana  ciudad  de  Si- 
cilia: de  camino  saltó  en  tierra  en  Niza  ciudad  del 
Piamonte  para  visitar  y  hacer  homenaje  al  papa  Be- 
nedicto que  á  la  sazón  se  hallaba  en  aquellas  partes 
con  voz  Qo  querer  dar  corte  con  su  competidor  en 
aquellas  diferencias  y  debates  tan  reñidos.  Hallóse 

Sresente  acaso  ó  de  propósito  á  la  habla  Luis  duque 
e  Aujou ,  que  se  llama  rey  de  Ñapóles ,  y  por  el  de- 
recho de  su  mujer  pretendia  el  reino  de  Aragón;  mas 
por  medio  del  pontífice  se  concertaron  y  apacigua- 
ron. Despedida  esta  habla  se  tornó  á  embarcar  el  rey 
de  Sicilia,  y  á  los  tres  de  abril  finalmente  surgió  en 
h  playa  de  Barcelona.  Por  su  venida  hicieron  fiestas 
por  todo  el  reino,  que  pensaban  serian  por  largo 
tiempo,  mas  engañóles  su  esperanza >  porque  con 
color  que  los  de  aquella  isla  no  sosegaban  del  todo 
y  que  de  nuevo  don  Bernardo  de  Cabrera  con  oca- 
sión de  su  ausencia  se  tomaba  mas  autoridad  v  mano 
en  el  gobierno  de  lo  que.era  razón ,  dejando  las  co- 
sas medio  compuestas  en  Aragón,  á  los  seis  de  agos- 
to en  la  misma  armada  en  que  vino,  se  embarcó  en 
Barcelona  y  pasó  en  Sicilia. 

Con  su  llegada  mandó  luego  á  don  Bernardo  de  Ca- 
brera salir  de  palacio,  y  poco  después  de  toda  la  isla, 
con  orden  de  presentarse  delante  de  su  padre  el  rey 
de  Aracon  para  descargarse  de  las  culpas  que  le 
achacaBan.  Hizo  él  lo  que  le  fue  mandado,  y  partió 
para  España  en  sazón  que  por  el  principio  del  mes 
•de  noviembre  llegaron  á  Barcelona  cuatro  estatuas 
de  plata  vaciadas,  y  sinceladas,  y  sembradas  de  pe- 
drería que  envió  el  papa  Benedicto  para  que  pusiesen 
en  ella  las  reliquias  que  en  Zaragoza  tenian  de  los 
santos  mártires  Valerio,  Vincencio,  Laurencio,  En- 
gracia, para  sacallas  con  esta  pompa  en  las  procesio- 
nes mas  solemnes  y  generales.  En  Castilla  se  conti- 
nuaba la  conversión  de  los  judíos,  y  aun  para  domeñar 
á  los  obstinados  y  duros  se  ordenó  de  nuevo  entre 
otras  cosas  que  los  judíos  no  pudiesen  dar  á  logro, 
cosa  entre  ellos  muv  usada;  y  que  para  ser  conoci- 
dos trajesen  sobre  el  hombro  derecho  por  señal  un 
redondo  de  paño  rojo  como  tres  dedos  de  ancho.  Lo 
mismo  tres  años  adeliinte  se  ordenó  de  los  moros, 
que  trajesen  otro  redondo  algo  mayor  de  paño  azul 
€n  forma  de  luna  menguada;  y  lo  que  es  mas,  veinte 
y  cinco  años  antes  deste  en  que  vamos ,  estableció  el 
rey  don  Juan  el  Primero  en  las  cortes  que  se  hicieron 
en  Soria ,  que  las  mancebas  de  los  clérigos  se  distin- 
guiesen de  las  mujeres  honestas  por  un  prendero  de 
f»año  bermejo ,  tan  ancho  como  los  tres  dedos,  que 
es  mandó  traer  sobre  el  tocado  para  que  fuesen  co- 
nocidas: leyes  muy  buenas,  pero  que  no  sé  yo  si  en 
algún  tiempo  se  guardaron. 

Lo  que  toca  á  los  judíos,  el  tiempo  presente  se  pi- 
dió por  el  reino  en  las  cortes  que  los  meses  pasaaos 
para  jurar  al  príncipe  don  Juan  recien  nacido  se  jun- 
taron en  Vaiiadolia ,  y  el  rey  lo  otorgó  por  una  ley 
que  publicó  en  esta  razón  en  la  villa  de  Madrid  á  los 
veinte  y  un  dias  del  mes  de  diciembre;  ca  habia  pa- 
sado á  aquellas  partes  para  proveer  á  la  guerra  de 
fíranada  que  entonces  pensaba  hacer  de  propósito, 


GASPAR   T   BOIG. 

á  causa  que  aquel  rey  sin  embargo  de  los  conciertos 
y  amistad  hechos ,  se  apoderó  por  fuerza  de  la  villa 
de  Ayamonte,  puesta  á  la  boca  del  rio  Guadiaua  por 
la  parte  que  desagua  en  el  mar  y  la  quitó  á  Alvaro  de 
Guzman,  cuya  era;  demás  que  no  quería  pagar  el 
tributo,  y  las  parias  que  conforme  á  los  conciertos 
pasados  debía  pag^r  en  todo  un  año.  Todavía  antes 
de  venir  á  rompimiento  intentó  el  rey  de  Castilla  si 
le  podía  poner  en  razón  con  una  embajada  que  le 
envió  para  ver  si  podría  con  aquello  requeriUe  de 
paz,  y  que  no  diese  lugar  á  aquellas  novedades  y  de- 
masías. 

El  Moro  orgulloso  por  lo  hecho,  y  por  pensar  que 
aquella  embajada  procedía  de  algún  temor  y  flaque- 
za, no  solo  no  quiso  liacer  emienda  de  lo  pasado,  an- 
tes por  principio  del  año  140()  envió  un  grade  golpe 
de  gente  para  que  rompiesen  por  la  parte  del  territo- 
rio de  Baeza,  como  lo  oicieron  con  muy  grave  daño 
de  todo  aquella  comarca.  Salíéronlesal  encuentro  Pe- 
dro Manrique  frontero  en  aquella  parte,  Diego  de 
Benavides  y  Martin  Sánchez  de  Hojas  con  toda  la  de- 
más gente  que  pudieron  en  aquel  aprieto  apellidar. 
Alcanzaron  á  los  enemigos,  que  era  muy  grande  ca- 
balgada: llegaban  muy  cerca  de  la  villa  de  Quesada. 
Pelearon  con  igual  esfuerzo  sin  reconocer  ventaja 
ninguna  hasta  que  cerró  la  noche  y  la  escuridad  tan 
grande  ios  despartió.  Los  cristíanosjuntos  y  cerrados 
rompieron  por  medio  de  los  enemigos  para  procurar 
mejorarse  de  lugar  en  un  peñol  que  cerca  cae ,  que 
fue  señal  de  flaqueza :  demás  que  en  la  pelea  perdie- 
ran mucha  gente,  y  entre  ellos  personas  de  mucha 
cuenta,  y  en  particular  Martin  Sánchez  de  Rojas ,  y 
Alonso  Davales,  el  mariscal  Juan  de  Herrera  y  Gar- 
ci  Alvarez  Osorío,  en  que  si  bien  vendieron  cara  - 
mente  sus  vidas,  quedaron  tendidos  en  el  campo. 
Esta  batalla  llaman  la  de  los  Collejares. 

El  rey  don  Enrique  sin  embargo  de  su  poca  salud 
no  se  descuidaba  en  velar  y  mirar  por  todfo.  En  Ma- 
drid do  estaba,  convocó  cortes  para  la  ciudad  de  To- 
ledo: quería  con  acuerdo  .del  reino  proveer  de  todo 
lo  necesario  para  aquella  guerra,  que  cuidaban  seria 
muy  larga.  El  de  Navarra  concluidas  ya  las  cosas  en 
Francia  de  la  manera  que  de  suso  queda  dicho ,  al 
darla  vuelta  pasó  por  Narbona,dende atravesó  á  Ca- 
taluña, y  en  Lérida  por  el  mes  de  marzo  se  vio  con 
el  de  Aragón ,  que  le  festejó  en  aquella  ciudad  y  en 
Zaragoza  magníficamente  t  como  lo  pedia  la  razón. 
Llegó  finalmente  á  Pamplona ,  y  en  aquella  ciudad 
celebró  el  casamiento  que  de  tiempo  atrás  tenia  con- 
certado ,  de  su  hija  doña  Beatriz ,  menor  que  doña 
Blanca,  con  Jaques  de  Borboo  conde  de  la  Marca, 
personasen  quien  la  nobleza,  gentil  disposición  y 
destreza  en  las  armas  corrían  a  las  parejas,  tiicíéronse 
las  bodas  á  los  catorce  de  setiembre ,  en  el  cual  mes 
junto  al  castillo  de  Monaco  en  la  costa  de  Genova  fa- 
lleció de  peste  Miguel  de  Salva  curdenal  de  Pamplona, 
que  andaba  en  compañía  del  papa  Benedicto:  infec- 
ción de  que  por  aquella  comarca  pereció  mucha  gen- 
te. Sepultaron  su  cuerpo  en  el  monasterio  de  San 
Francisco  de  Niza: sucedióle  en  el  obispado  de  Pam- 
plona que  vacó  por  su  muerte  Lnncelote  de  Navar- 
ra ,  en  sazón  que  cansada  Francia  de  las  largas  del 
papa  Benedicto  en  renunciar  como  le  pedían,  y  unir 
la  Iglesia ,  de  nuevo  le  tornaron  d  negar  la  obedien- 
cia y  apartarse  de  su  devoción. 

CAPITULO  XIV. 
De  la  muerte  del  rey  don  Enrique. 

Teníanse  corles  de  Castilla  en  Toledo,  que  fueron 
muy  señaladas  por  el  concurso  grande  que  de  todos 
los  estados  acudieron,  por  la  importaucia  de  los  ne- 
gocios que  en  ellas  se  trataron,  y  mucho  mas  por  la 
muerte  que  en  aquella  sazón  y  ciudad  sobrevino  al 
rey.  Halláronse  en  ellas  don  Juan  obispo  de  Sigüenza 


BViTOBU  DE 

CD  SQ  nombre,  T  <^>u(>  gobernador  sede  vacante  del 
anebispado  de  Toledo,  que  el  electo  don  Pedro  de 
Lana  aun  no  era  venido  ¿  aquella  idesia ;  don  San- 
cho de  ftojas  obispo  de  Palencía,  don  Pablo  obispo 
de  Cartsgeoi.  don  Fadríque  conde  de  Trastamara, 
don  Enrique  aeVillena  maestre  deCalatrafadosaños 
habi a  por  muerte  de  Gonzalo  Nuñezde  Guzman,  don 
Rut  López  Dávalos  comleslabJe  ,  Juan  de  VeJasco, 
Diego  Lopeí  de  Zúoíga,  y  otras  señores  y  ricos  hom- 
bres. Luego  al  principio  destaa  curtes  se  le  s^ravú  al 
rey  la  dolencia  de  guisa  que  no  pudo  asistir.  Presidid 
en  su  lugar  su  hermaQO  el  infante  don  Fernando:  las 
necesidades  apretaban,  y  la  ralla  de  dinero  para  ha- 
cer la  guerra  ú  los  moros  y  enfrenar  su  osadia.  Trc- 
tAse  ame  todas  cosas  que  el  reino  sirviese  can  alguna 
buena  suma ,  tal  que  pudiesen  asoldar  catorce  mil  de 
i  caballo,  cincuenta  mil  peoues,  armar  Ireinla  gale- 
ras y  cincuenta  naves:  aprestar  y  llevar  seis  tiros 
gruesos,  que  nu^atron  coro  nietas  llaman  lombardas, 
creo  de  Lombardia  de  Jo  vinieron  primero  á  España, 
ó  porque  alli  se  inventaron,  cien  tiros  menores  con 
los  demás  pertrechos  y  municiones  y  almacén  ;  que 
todo  esta  y  no  menos  cuidaban  seria  necesario  para 
de  une  vez  acabar  con  la  morisma  de  España,  como 
todos  deseaban. 

Los  procuradores  del  reino  llevaban  mal  que  seré- 
cogiese  del  puebla  tan  gnu  suma  de  dinero  como  era 
menester  para  juntar  tantas  fuerzas,  por  eatar  todos 
muy  gastados  con  las  imposiciones  pasadas;  mayor- 
ineiile  quebs  obispos  no  venian  en  que  alguna  parle 
de  aquel  servicio  se  echase  sobre  los  eolesi.lsttcos. 
Hubo  demandas  y  respuestas  y  dilaciones,  como  es 
ordinario;  finalmente  acordaron  quede  presente  sir- 
viesen paraaquella  guerra  con  un  millón  de  oro,  gran 
suma  para  aquellos  tiempos,  en  especial  que  se  puso 
por  condición,  si  no  fuese  bástanle  aquella  cantidad, 
que  sciftudieaen  hacer  nuevas  derramas  sin  consulta 
ni  determinación  de  cortes :  tan  grande  era  el  deteo 
que  todoe  tenian  de  ver  acabada  aquella  guerra.  El 
sueldo  que  en  aquella  sazón  se  daba  á  un  hombre  de 
í  cabalFo,  era  por  cada  día  veinte  maravedís,  y  al 
peón  la  mitad.  La  buena  dilieencia  del  infante  don 
Fernando  y  su  bu -na  traza  hi7.o  que  se  allanasen  to- 


ESPaitA.  gs9 

das  las  dificultades.  Llegó  en  esto  nnevi  qaetn  Roma 
fallecía  el  papa  Inocencio  &  los  seis  de  noviemt^e ,  J 
queloscarijenatesé  n-an  priesa  pusieren  en  su  lugar 
al  cardenal  Angelo  Corario  ciudadano  de  Venecia  i 
los  treinta  del  mismo  mes,  que  se  llamó  en  el  ponti- 
ficado Gregorio  Duodécimo.  Asimismo  en  el  mayOr 
calor  de  las  cortes  falleció  ci  rey  don  Enrique  en  la 
misma  ciudad  de  Toledo  d  veinte  y  cinco  de  diciem- 
bre^ principio  del  ano  del  señor  de  1 407.  Tenia  veinte 
y  siete  años  de  edad:  dellos  raind  los  diez  y  seis,  dos 
meses  y  veinte  y  un  dias.  Dejó  en  la  reina  au  mnjer 
al  principe  don  Joan,  yá  las  infantas  doña  Haria  j 
dona  Catalina  que  le  naciera  poco  antes.  Sepultáronle 
con  el  hábito  de  San  Francisco  en  la  su  capilla  real 
de  Toledo.  El  sentimiento  de  los  vasallos  fue  grande, 
y  las  lágrimas  muy  verdaderas.  Veíanse  privados  de 
un  príncipe  de  valor  en  lo  mejor  de  su  edad ,  y  el  rei- 
no, como  nave  sin  piloto  y  sin  gobernalle,  espuesto 
á  las  olas  y  tempestades  que  en  semejantes  liempoa 
se  suelen  levantar.  Fue  este priocioe  apaciblede  con- 
dición ,  afable  y  liberal,  de  rostro  bien  proporcions- 
do  V  a{;raciada,  mayormente  antes  que  la  dvlencia 
le  destigurase ,  bien  hablado  y  elocuente,  y  que  en 
todas  les  eo^as  que  hacia  y  decia ,  se  sabia  aprove- 
char de  la  maña  j  del  artificio.  Despacbaba  sus  em- 
bajadores á  los  principes  cristianos  y  moros,  á  ios  de 
cerca  y  á  loada  lejos,  con  Intento  de  informarse  de  lúa 
cosas,  y  de  todo  recoger  prudencia  para  el  buen  go- 
bii^rnodeaureioo  y  de  su  casa,  y  para  saber  enlodo 
representar  mageslad,  á  que  era  muy  inclinado. 

Del  valor  de  su  ánimo  y  de  su  prudencia  dio  bas- 
tante testimonio  un  famoso  hecho  suyo,  y  una  reso- 
lución nouble.  Al  principioqueseencargúdel  gobier- 
no, gustaba  de  residir  en  Burgos.  Entreteníase  en  la 
caza  de  codornices  ,  á  que  era  mas  dado  que  i  otro 
género  de  nionteriaii  volatería:  Avino  que  cierto  dia 
volvid  del  csmpo  cansado  algo  larde.  No  le  tenian 
cosa  alguna  aprestada  para  su  yantar.  Preguntada  la 
causa,  respondí ú  eldespenseio  que  no  solo  le  faltaba 
el  dinero,  mas  aun  el  crédito  para  marcar  lo  necesa- 
rio. Uaravillóse  el  rey  desta  respuesta;  disimuló  em- 
pero con  mandallp  púr  entoni;es  que  sobre  un  gabán 
suyo  mercase  un  poco  de  carnero  con  que  y  las  co- 


Killl»  ;)e«nlt  del  icpolcroüeD.  Eariqi 


dorniccs  queéitraia,  le  aderezasen  la  comida.  Sir- 
vióle el  mismo  despensero  i  la  mesa,  quitada  la  capa 
en  luííar  de  los  pajes.  En  tanto  que  comia,  se  movie- 
ron diversas  pláticas.  Una  fue  decir  que  muy  de  otra 
manera  se  traUban  ios  grandes,  y  rancho  mas  se 
regalaban.  Era  así  que  el  arzobispo  de  Toledo,  el  du- 
que de  Benavente,  el  conde  de  Trastamaro,  don  En- 
rique de  Villena.  el  conde  de  Hedtnaceli ,  Juan  de 
Velasen ,  Alonso  de  Guiman ,  y  otros  señores  y  ricos 
hombres  deste  jaez  te  juntaban  de  ordinario  en  con- 
vites que  se  hacian  unoiá  otros  como  en  turno.  Avi- 
no que  aquel  mismo  día  todosestaban  convidados  pa- 


ra cenar  con  el  arzobispo,  que  hacit  labia  á  los  demás. 
Llegada  la  noche,  el  rey  disfrazado  se  fue  á  ver  lo 
que  pasaba ,  los  platos  muchos  en  número ,  y  muy 
regalados  los  vinos,  la  abundancia  en  todo.  Notó  ca- 
da cosa  con  atención,  y  las  pláclicss  masen  particular 
que  sobre  mesa  tuvieron,  en  que  por  na  recelarse  de 
nadie  cada  uno  relatd  las  rentas  que  tenia  de  su  casa, 
y  las  pensiones  que  de  las  rentas  reales  llevaba.  Au- 
mentdse  con  esto  la  indignación  del  rey  que  los  escu- 
chaba ,  determinó  lomar  emienda  de  aquellos  desór- 
denes: para  esto  el  dia  si{;nlente  luego  por  la  mañana 
hizocorriese  la  voz  por  la  córicdequr  estaba  mny  do- 


600 

líente  y  (fue ría  otorgar  su  tesUmento.  Acuilíeron  á  |a 

tioralodosestossciioresal  castilluenquc  el  rey  posa- 
ha.  Tenia  dada  urden  que  como  viniesen  los  grandes, 
liiciesen  salir  fuera  los  criados  y  sus  acompaiiamien- 
tos.  Hizose  todo  asi  como  la  tenia  ordenado.  Espera- 
ron los  grandes  en  una  sala  por  gran  espacio  Iodos 
juntos. 

A  medio  (iia  entrú  el  rej^  armada  y  desnuda  la  es- 
pada. Todosquedaron  atúui  tos  sin  salierloquequeria 
decir  aquella  represe nlac ion,  ni  en  qué  pararia  el 
disfraz.  Levantáronse  en  pié,  el  rey  seasenti^t^n  su 


BIBLrOTECA  DE  GASPAB  T  RÚlC. 


silla ^  silial  con  talante  (á  lo  oue  parecía)  sañuito. 
Volvíase  si  arzobispo:  pregunlóle  cuantos  son  los  re- 
yes i]ue  habéis  conocido  en  CaBtÍlla?la  misma  prefnn- 
ta  hizo  por  su  orden  á  cada  cual  de  los  otros,  tinos 
respondieron :  yo  conocí  Ires,  yo  cuatro ,  el  que  mas 
dijo  cinco.  Como  puede  ser  esto  (replicó  el  rey)  pae.< 
yo  de  la  edudque  soy  ,  he  conocido  no  menos  i^ue 
veinte  reyes? Maravillados  todos  délo  que  decia, aña- 
did: Vosotros  todos,  vosotros  sois  los  reyes  en  grave 
daño  del  reino :  ro^engua  y  afrenta  nuestra ;  pero  yo 
haré  queel  reinada  no  dure  mucho,  ni  pase  adelante 


la  burlfl  que  Jo  nos  hacéis.  Junto  con  esto  en  alta 
llama  los  ministros  de  jnstici.i  con  lo<t  initruini-ntnf 
que  en  tal  caso  so  requieren,  y  seiscientos  soldailos 
qu4deseorelo  tenia  anercebidos.  Quedaron  atónitos 
los  presentes:  el  de  Toledo  como  pírsona  de  ^ran 
coraznn,  puestos  los  hinojos  en  tierra  v  con  lágrimas 
pidió  pordon  al  rey  de  lu  en  que  errado  le  halii:i :  lo 
mismn  por  su  ejemplo  hicieron  los  'le mát :  ofrecen 
la  emienda,  sus  personas  y  haciendas  como  su  vo* 
Itintid  fuese  y  su  merced, 
lil  rey  desque  los  tuvo  muy  araoJri'iitados  y  humil- 


des ,  du  tal  manera  les  perdonó  las  vidas  que  no  los 
quiso  soltar  antes  que  le  rindiesen  y  entregasen  lus 
castillos  que  tenían  á  su  cargo  ,  y  contison  todo  el 
alcance  que  les  hicieron  de  las  reutas  reales  que  ea- 
braron  en  otro  tiempo.  Dos  meses  que  se  fiastaroii  en 
asentar  y  concluireslas cosas,  los  tuvo  en  elcaslíHu 
dctenidoí.  Notable  hecho  ,  con  que  ganó  tal  repuU- 
cion  que  en  ningún  tiempo  los  grandes  e'Iuvíernn 
mas  rendidos  y  mansos :  el  temor  los  duró  por  ma* 
tiempo,  cuino  suele,  que  las  causas  de  temer.  De  m>- 
vt-ridail  semejante  usócn  Sevilla  en  las  revueltas  qui- 


B  enmu.  M  ssmAa. 


MI 


Intet  d  cobAs  dé  NieUi  y  P«o  Poete :  y  uin  si  caa- 
tiRsfoa  mayor,  que  hiw  jostidor  inil  bombres  que 
bdtdieii  el  case  maa  culpados.  BeneGciá  1u  reatas 
nales  por  üu  industria  y  la  del  infante  su  hermano  de 
snerie  ^ue  firnndes  sumas  se  recogian  cada  un  año 
entuí  Usonn,  que  hacia  gttardur  en  el  akáiar  de 
Madrid ;  al  cual  |»ni  mayor  seguridail  arrimó  las  tor- 
res, qae  hoy  tienen  afltigoaa,  pera  de  buen*  estofa. 
Suyo  ei  aquel  dicho.  aHJas  temo  lia  raaldicienes  del 
puebla  que  bs  armps  de  loa  enemigos. n  Aii  llegé  y 
deid  grandes  Lesonis  tio  peaadumbro  {  y  tin  gemiáó 
desoí  Tasalkit,  soloc  o  tenercuenla  y  cuidaíloeon 
sus  reñías ,  y  eacasar  los  gastos  sia  pK>póeito:  virtud 
da  ha  oas  ímpartantes  de  wi  buen  principe. 

CAPITULO  XV. 
Qoe  abaron  por  rej  de  CastiDa  á  don  Joan  el  Segmide. 

Bbcwi  el  entenwBiento  y  laa  jeieqvlas  del  rey  átm 
Eariqaa  aw  la  roagMOeauda  que  era  raion ,  y  con 
todarepreMutaciondamBgestadylrísteu,  húaran- 
dM  M  OMnunicaroB  para  nombrar  snoetor ,  y  liacer 
^"-'ny  bamentjesqnefln  L-tlcaM  se  acos- 


tumbran. No  eran  oúnfermei  los  pareceres ,  ni  lodos 
hablaban  de  una  misma  macera.  A  muchos  paretia 
cosa  dura  ;  peligrosa  esperar  que  un  ioronta  (fe  vein- 
te  y  dos  meses  túnese  edad  competente  pura  encar* 

Siarse  del  gebierno.  Acordábanse  de  la  minoridad  de 
I»  revés  pisados ,  y  de  los  males  que  por  esta  causa 
se  pajecieroo  por  todo  aquel  tiempo.  Leyóse  en  pú- 
bUco el  testamento  del  rey  difunto,  en  que  disponía 
y  denba  mandado  que  la  reina  saüiujer  y  «]  ioTanle 
don  FeruaDdoEuhermaaesfi^neargaieii  del  ^bífiru 
del  reino  y  de  la  tutela  del  principe.  A  Diego  Lap» 
de  Zúñiga  y  Juau  de  VelaMaenc(tB]Widúlacrüns&f 
gurda  del  niño ,  la  enieñaoia  i  don  Pablo  obispo  dá 
Canlegena  para  que  en  las  letrai  fuese  su  maestre, 
como  .era  ya  su  canciller  mayor  basta  lauto  que  «1 
principe  fuese  de  edad  de  catorce  años.  CN-deuii 
otrosí  qae  los  tres  atendiesen  solo  al  cuidado  que  se 
las  «icomeadaba ,  y  no  se  empachasen  en  el  gobiecr 
no  del  reino. 

Algunos  pretendían  que  todas  estas  cosas  ae  d^ 
biafi  alterar :  alegaban  que  el  leslanienlo  eo  hizo  un 
día  antesdelamuerte  del  rey  cuBodono  esta  bamvy 
entero,  antes  tenia  alterada  la  cabeía  y  »l  senUdr 


Tn|n  rliLlBi ;  niliiirrs  At  rtli  ípncí  «íf un  un  retablo  ptllM  de  t«  Iglnli  ét  Sii  PHro  de  Tiftin ,  «n  CiriMIt. 


q  ne  no  era  razón  por  ninfun  respeto  dejar  el  reino 
espuesto  i  las  tempestades  quu  forzosnmi'nte  por  es- 
tas causas  se  levuutirian,  Desloscliablabí)  emccreto, 
desto  en  público,  en  lasplaias  y  corrillos.  Verdad  es 

3ue  ninguno  se  ailelantaba  A  declarar  Is  traza  qne  ae 
ebÍB  tener  para  evitar  aquellos  inconvenientes:  to- 
dos estaban  á  la  mira ,  ninguno  se  quería  aventurar 
i  ser  d  primero.  Todos  nenian  mala  voz  en  el  testa- 
mento y  b  diiipuesto  en  el ;  pero  cada  cual  asimismo 
leraia  de  ponerse  A  riesgo  de  perderse,  si  se  declaní' 
ba  mucho.  Ofrecíaseiea  que  el  infante  don  Fernando 
lot  pódria  sacar  de  la  congoja  en  que  se  hallaban  y 
de  la  cuita,  si  se  quisie.<ie  encargar  del  reino,  mas 
recelábanse  que  no  vendría  en  esto  por  ser  de  su  na- 
tural templado,  manso  y  de  gran  modeitia  :  virtudes 
3ae  cadacual  tes  dalia  el  nombre  que  1c  parecía,  quién 
e  miedo,  quién  de  flojedad,  quién  de  corazón  es- 
tredio,  finalmente  de  los  vicios  que  mas  it  ellas  se 
semejatt.  La  ausencia  de  la  reina,  v  ser  mujer  y  ex- 
tranjera ,  daba  ocasión  á  estas  |)Iáticas.  Entreteníase 
á  la  sazón  en  Segovta  con  sus  hijos ,  cubierta  de  luto 
y  de, tristeza  así  por  la  muerte  de  su  marido,  romo 


por  el  recelóle  tenia  en  mé  pararían  iqueltaa  ooaM 
que  se  removían  en  Toledo. 

Lo9  grandes ,  comunicado  el  negocio  entre  st,  al 
fín  determinaron  dar  un  tiento  al  hnnte  don  Ferais- 
do.  Tomó  la  mano  don  Ruv  Lnpec  Dévalos  por  la  au- 
toridad que  tenia  de  condeslaBJe ,  y  por  estar  ma» 
declarado  que  ninguno  de  los  otros.  Pasaron  en  ss- 
creto  muchas  razones  primero,  después  en  presen.- 
cia  de  otros  de  su  o^inron  le  hizo  para  animalle,  que 
se  mostraba  muy  tibio ,  un  razonamieDlo  muy  pensa- 
do desta  suslancln:  «Nos,  Señor,  os  convidamos  con 
»Ib  cerona  de  vuestros  padrea  y  abuelos:  resolución 
«cumplidera  para  el  remo  ,  honrosa  pera  vos,  salu- 
ndahlepara  lodos.  Puraque  la  oferta  salga  cierta,  nin- 
nguttn  otra  cosa  falla  smo  vuestro  consentimiento: 
iiniugunoserd  tan  osado  que  luga  contradicción  á  lo 
tique  lalea  personajes  acordaron.  No  hay  en  nuestras 
opalahras  engaño  ni  lisOnja.  Subir  d  la  cumbre  dd 
«mando  y  del  señorío  por  malos  caminos  es  cosa  fes; 
nmas  desamparar  el  reino,  que  de  su  voluntad  se  oa 
«ofrece,  y  se  recoge  el  amparo  de  vuestra  sombra  en 
mI  peligró ,  mirad  no  parezca  flojedad  y  cubardia.  La 


.    602  tiBUona  DB 

•  »ñflturale2a  de  la  potestad  real  f  sa  origen  enseñan 
'  nbastantemente  que  el  cetro  se  puede  quitar  á  uno  y 
»dar  ¿  otro  conforme  á  las  necesidades  que  ocurren. 
-»AI  principio  áé  mundo  vivían  los  hombres  derra- 
nmados  por  los  campos  amanera  de  fieras ,  no  se  jun- 
))tdban  en  ciudades  ni  en  pueblos;  solamente  cada 
'  »cu3l  de  las  familias  reconocía  y  acataba  al  que  entre 
Diodos  se  aventajaba  en  la  edad  y  en  la  prudencia. 
*tíE\  riesgo  que  todos  corrían  de  ser  oprimidos  de  los 
urnas  poderosos,  y  las  contiendas  que  resultaban  con 
Dios  estrañosi  yaon  entre  los  mismos  parientes,  füe- 
»ron  ocasión  que  se  juntasen  unos  con  otros,  y  para 
«mayor  seguridad  se  sujetasen  y  tomasen  por  caneza 
Daí  que  entendían  con  su  valor  y  prudencia  ios  podría 
'Damparar  y  defender  de  cualquier  agravio  y  demasía; 
ó>Este  fue  el  origen  que  tuvieron  los  pueblos^  este  el 
'»príncípio  de  la  magestad  real ,  la  cual  por  entonces 
DDO  se  alcanzaba  por  negociaciones  ni  sobornos ;  la 
«templanza ,  la  virtud  y  la  inocencia  prevalecian.  Asi* 
-mtfismo  00  pasaba  por  herencia  de  padres  á  hijos:  por 
fovolünlad  de  todos  y  de  entre  todos  se  escogía  el  qué 
^)debía  suceder  al  que  moría.  El  demasiado  poder  de 
»lo6  reyes  hizo  que  heredasen  las  coronas  los  hijos, 
»á  veces  de  peaueña  edad ,  de  malas  y  dañadas  cos- 
Dtumbres.  Que  cosa  puede  ser  mas  perjudicial  que 
«entregar  á  ciegas  y  sin  prudencia  al  nijo ,  sea  al  que 
«fuere ,  los  tesoros ,  las  armas,  las  provincias?  y  lo 
«que  se  debía  á  la  virtud  y  méritos  de  la  vida,  dallo  al 
«que  ninguna  muestra  h?  dado  de  tener  bastantes 
«prendas?  No  quiero  alargarme  mas  en  esto,  ni  va- 
«lerme  de  ejemplos  antiguos  para  prueba  de  lo  que 
«digo.  Todavía  es  averiguado  que  por  la  muerte  del 
«rey  don  Eifrique  el  Primero  j&ucedid  en  esta  corona, 
«no  doña  Blanca  su  hermana  mayor  que  casara  en 
«Francia,  sino  doña  Berenguefa :  acuerdo  muvacer- 
«tado,  como  lo  mostró  la  santidad  y  perpetua  felicidad 
«de  don  Fernando  su  hijo.  El  hijo  menor  del  rey  don 
«Alonso  el  Sabio  la  ganó  á  los  hijos  de  su  hermano 
«mayor  el  infante  don  Fernando,  porque  con  sus  bue- 
«ñas  partes  daba  muestras  de  príncipe  valeroso.  ¿Pa- 
«raquésoncosasantiguas?  Vuestro  abuelo  el  rey  don 
«Enrique  quitó  el  reino  ú  su  hermano,  y  privó  á  las  hijas 
«de  lalierencia  de  su  padre:  que  sí  no  se  pudo  hacer,  se- 
«rá  forzoso  confesar  que  los  reyes  pasados  no  tuvieron 
«justo  titulo.  Los  años  pasados  en  Portugal  el  maes- 
«tre  de  Avis  se  apoderó  de  aquel  reino,  si  con  razón, 
«si  tiránicamente,  no  es  deste  lugar  apurallo:  lo  que 
«se  sabe  es  que  hasta  hov  le  ha  conservado  y  mante- 
«nidose  en  él  contra  todo  el  poder  de  Castilla.  De 
«menos  tiempo  acá  dos  hijas  del  rey  don  Juan  de  Ara- 
«gen  perdieron  la  corona  de  su  padre,  que  se  dio  á  don 
«Martin  hermano  del  difunto .  sí  bien  se  hallaba  au- 
OMente  y  ocupado  en  allanar  é  Sicilia :  que  siemprese 
«tuvo  por  justo  mudase  la  comunidad  y  el  pueblo  con- 
¿«forme  á  la  necesidad  que  ocurriese ,  lo  que  ella  mís^ 
4MDa  eslablóció,  por  el  bien  común  de  todos.  Si  con- 
J9»vidéraoQos  con  el  mando  á  alguna  persona  estraña, 
r»sin  nobleza,  sin  partes,  pudiérase  reprehender  nueft- 
«tro  acuerdo.  ¿Quién  tendrá  por  mal  que  queramos 
«por  rey  un  prúícipe  de  la  alcuña  real  de  Castilla,  y 
:«que  en  vid^  de  su  liermano  tenia  en  su  mano  el  go- 
«bierno?  Mirad  pues  no  se  atribuya  antes  á  mal  no 
«hacer  caso  ni  responder  á  la  voluntad  que  grandes 
«y  pequeños  os  muestran ,  y  por  escusar  el  trabajo  y 
4>Ja  carfla  desamparar  á  la  patria  común,  que  de  verdad 
lütendidas  las  manos  £e  roete  debajo  las  ala»  y  se  acó- 
«ge  al  abrifjo  de  vuestro  amnaro  en  el  aprieto  en  que 
iCtse  halla.  Esto  es  finalmente  lo  que  todos  suplicamos; 
«cjue  encargaros  ustis  en  el  gobierno  destos  reinoe 
i»ae  la  templanza  á  vos  acostumbrada  y  debida,  no 
«será  necesario. « 

Después  (iestas'razones  los  demás  grandes  que  pre^ 
flenles  ettoLan ,  scadelactaron  cada  cual  por  su  parte 
para  suplicalle  aceptase  No  faltó  quien  alegase  profe- 
cías y  revelaciones,  y  pronósticos  del  cíelo  en  favor  I 


CAS^AT  T  IIOIO. 

I  de  aquella  demandar  A  Mo  e&to'el  mMte  con  fostm 
mesurado  y  ledo  replicó  y.  dijo  no  era  de  tanta  éedí» 
cía  ser  rey  qiie  se  hobiese  de  menospreciar  la  iaCa-» 
mía  que  resultaría  contra  él  de  amUcioeo  é  inhumaBe 
pues  despojaba  un  uiño  inocente ,  y  menoepredabt 
m  reina  viuda  y  sola«  á  cuya  defensa  toda  buena  razoQ 
le  obligaba,  demás  de  las  alteraciones  y  guerras  q«e 
I  forzosamente  que  en  el  reino  sobre  el  caso  ee  leva»* 
tatían.  Que  les  agradecía  aquella  volonlad»  y  el  cré- 
dito <¡ue  mostraban  tener  ae  su  persona ;  pero  que 
eú  ninguna  cósales  podía  mejor  recompensar  aquella 
!  deuda  que  en  dalles  por  su  rey  y  señor  al  hijo  de  sa 
'  hermano,  su  sobrino,  por  cuyo  respeto  j  por  el  pro 
I  común  de  k  patria  él  no  se  quería  escuf  ar  de  ponerse 
á  cualquier  nesgo  y  fatiga ,  y  encardarse  del  gobierna 
'según  que  el  rey  su  hermano  lo  dejó  dif^puesto;  solo 
•ene  ninguna  manera  se  podría  persuadir  de  temar 
jaquel  camino  agrio  y  áspero  que  te  mostraban.  Con- 
'ciuido  esto;  poto  después  juntó  loe  señores  j  prefai- 
|dos  en  la  capdla  de  <ion  Pedro  Tenono,  que  estaca 
;el  claustro  de  la  iglesia  Mayor.  El  eondestaUe  doo 
jRuy  López  por  si  acaso  había  mudado  el  parecer,  le 
¡preguntó  allí  en  público  á  quien  quería  alzaaeD  por 
rey.  El  con  semolante  demudado  respondió  en  vos 
alta :  ¿A  quien  sino  al  hijo  de  mi  hermano?  Con  esto 
levantaron  los  estandartes  como  es  de  costumbre  por 
el  rey  don  Juan  el  Segjundo ,  y  lott  reyes  de  armas  le 
presionaron  por  rey  primero  en  aquella  junta,  y  con- 
siguientemente por  las  calles  y  plazas  dé  la  oudad. 
Gran  crédito  ganó  de  modestia  j  templanza  el  in- 
fañt<rdon  Femando  en  menospreciar  lo  <¡ue  otros  por 
el  fuego  y  por  el  hierro  pretenoen.  Los  mismos  que  in- 
sistieron aceptase  el  reino ,  no  acababan  de  engran<* 
decer  su  lealtad :  camino  por  donde  se  enderezó  á  al- 
canzar otros  muy  grandes  reinos  que  el  cielo  por  sus 
virtudes  le  tenía  reservados.  Fue  la  gloría  de  aquel 
hecho  tanto  mas  de  estimar  que  su  hermano  al  Ga  de 
su  vida  andaba  con  él  torcido;  y  no  se  le  mostraba 
favorable  por  reportes  de  gentes  que  suelen  ínfidonar 
los  príncipes  para  derríbar  á  los  que  ellos  quieren ,  y 
ganar  gracias  con  hallar  en  dtros  tachas:  demás  qoe 
naturaíroente  son  sospechosos  y  odiosos  á  los  que 
mandan .  los  uuo  están  mas  cerca  para  sucedería  en 
sus  cstaoos.  Verdad  es  aue  poco  antes  de  su  muerte 
vencido  de  la  bondad  del  infante  trocó  aquel  odio  en 
buena  voluntad ;  y  aun  vino  en  que  su  bija  la  infanta 
doña  María  que  podía  suceder  en  el  reino ,  casase  con 
don  Alonso  hijo  mayor  del  infante :  acuerdo  muy  sa- 
ludable para  los  dos  hermanos  en  particular ,  y  en 
común  para  todo  el  reino* 

CAPITULO  XV!. 
De  la  guerra  lie'Graoeda* 

Esto  pasaba  en  Castilla  á  tiempo  que  en  A^]¿on 
sucedió  la  muerte  de  la  reina  doña  María ,  que  falle- 
ció en  Villarreal  pueblo  cerca  de  Valencia  í  los  vi  inte 
y  nueve  de  diciembre  con  gran  sentimiento  de!  rey 
de  Aragón  su  marido  y  de  toda  aquella  gente  por  sus 
prendas  muy  aventajadas.  Sepultaron  su  cu^roo  con 
el  acompañamiento  y  honras  convenientes  en  Poble- 
te,  sepultura  de  aquellos  reyes.  De  cuatro  hijos  que 
parió,  los  tres  se  le  murieron  en  su  tierna  edad, 
don  Diego,  don  Juan  y  doña  Margarita:  quedó  solo 
don  Martín  á  la  sazón  rey  de  Sicilia  y  que  se  bailaba 
embarazado  en  el  gobierno  de  aquella  isla  con  poco 
cuidado  de  su  vida  y  salud  por  ser  mozo,  y  los  mncbos 
peligros  á  que  hacia  siempre  rostro  por  ser  de  gran 
corazón ;  do  que  poco  adelante  á  él  sobrevino  la  muer- 
te,  y  con  ella  á  los  suyos  muy  grandes  adversidades. 
.  El  infante  don  Fernando  compuestas  las  cosas  en 
Toledo ,  y  hechas  las  exequias  de  su  hermano ,  á  prí< 
mero  de  eneró  se  partió  para  Segovia  con  intóito  de 
verse  con  la  reina  que  allí  estal»,  y  con  su  acnerdi 
dar  orden  y  Iraza  en  lodo  lo  .ue  pertenecía  al  baoii 


j 


mSTOlllA 

gobierno  del  reino.  Para  que  todo  se  hiciese  con  roas 
autoridad  y  con  mas  acierto  dio  ór^eu  que  en  aquella 
ciudad  se  juntasen  (como  se  juntaron)  cortes  gene- 
rales do.i  reino,  á  que  acudieron  los  prelados  y  seno- 
resy  y  procuradores  de  Iai$  ciudades.  Tratáronse  di  ver- 
sas cosas  en  estas  cortes;  en  particular  la  crianza  del 
nuevo  rey  se  encargó  á  la  reina  por  instancia  que  so- 
bre ello  nizo ,  mudado  en  esta  parte  el  testamento 
de]  rey  don  Enrique.  En  recompensa  del  cargo  que 
les  quitaban,  dieron  á  Juan  de  Velasen  y  á  Diego  Ló- 
pez de  Zúñiga  cada  seis  mil  florines,  pequeño  precio 
y  satisfacción :  mas  érales  forzoso  conformarse  con 
ct  tiempo,  y  no  seguro  contradecir  á  la  voluntad  de  la 
reina  y  del  mfante  que  lenian  en  su  mano  el  gobierno. 

Tratóse  otrosí  de  la  guerra  que  pensaban  hacer  á 
Granada ,  tanto  con  mayor  voluntad  de  todos ,  que 
per  e)  mes  de  febrero  los  cristianos  entraron  en  tier- 
ra de  moros  por  la  parte  de  Murcia.  Pusiéronse  sobre 
Vera;  mas  no  la  pudieron  forzar  porque  vinieron  sin 
escalas,  y  sin  los  demás  ingenios  á  propósito  de  batir 
las  murallas,  y  por  la  nueva  que  les  vino  de  un  buen 
número  de  moros  que  venían  en  socorro  de  los  cer- 
cados: Alzado  pues  el  cerco,  fueron  en  su  busca ,  y 
cerca  de  Jujcna  pelearon  con  ellos  con  tal  deuueao 
que  los  vencieron  y  desbarataron.  La  matanza  no  fue 
srande  por  tener  ios  vencidos  la  acogida  corea.  To- 
davía tomaron  y  saquearon  aquél  pueblo ,  efecto  de 
mas  reputación  que  provecho,  por  quedar  el  castillo 
on  poder  de  moros.  Los  caudillos  principales  desta 
«empresa  fueron  el  mariscal  Fernando  de  Herrera, 
Juan  Fajardo,  Eernando  de  Galvilto  con  otros  nobles 
caballeros.  Sonó  mucho  esta  victoria,  tanto  que  los 
que  se  hallaban  en  las  cortes,  alentados  con  tan  buen 
principio,  que  les  parecía  pronóstico  de  lo  demás  de 
aquella  guerra,  otorgaron  de  voluntad  toda  la  cantía 
de  maravedís  que  para  los  gastos  y  el  sueldo  les  pidie- 
ron por  parte  de  la  reina  y  del  infante. 

Nombraron  por  aeneral  como  era  razón  al  mismo 
infante  don  Fernando,  entre  el  cual  v  la  reina  comen- 
zaron cosquillas  y  sospechas  No  (altaban  hombres 
matos ,  de  que  siempre  hay  copia  asaz  en  las  casas 
reales,  que  atizaban  el  fuego :  decían  que  algún  día 
don  Femando  daría  en  que  entender  á  la  reina  y  sus 
hijos*  Muchos  cargaban  a  una  mujer  por  nombre  Leo- 
nor López ,  que  terciaba  mal  entre  los  dos ,  y  tenía 
mas  cabida  con  la  reina  de  lo  que  sufria  la  magostad 
de  la  casa  real,  y  el  buen  gobierno  del  reino.  Los  dis- 
gustos iban  adelante :  dieron  traza  que  se  dividiese 
el  ^bierno^  de  guisa  oue  la  reina  se  encargó  de  lo 
de  Castilla  la  Vieja  don  remando  de  la  Nueva  con  al- 
tanos pueblos  de  la  Vieja.  Tomado  este  acuerdo ,  el 
infante  envió  su  mujer  y  hijos  á  Medina  del  Campo, 
y  él  se  partió  de  Segovia  para  Villareal  con  intento  de 
esperar  allí  las  gentes  que  por  todas  partes  se  alis- 
taban para  aquella  guerra,  fas  municiones  y  vituallas. 

En  este  medio  los  capitanes  que  estaban  por  las  fron- 
teras ,  no  cesaban  de  hacer  cabalgadas  en  tierra  de 
ios  moros,  talar  los  campos,  robar  los  ganados,  cau- 
tivar gente,  saquear  los  pueblos:  á  veces  también 
volvían  con  las  manos  en  la  cabeza,  que  tal  es  la  con- 
dición de  la  guerra.  Un  cierto  moro ,  de  secreto  afi- 
cionado á  nuestra  religión,  se  pasó  á  tierra  de  cristia- 
nos, y  llevado  á  la  presencia  del  maestre  de  Santiago 
don  Lorenzo  Suarez  de  Figueroa  que  se  ocupaba  en 
aquella  guerra,  y  estaba  en  Ecija  por  frontero,  le  ha- 
bló en  esta  manera :  aBíen  entiendo  cuan  aborrecido 
»es  de  todos  el  nombre  de  forajido;  sin  embargo  me 
naventoré  á  seguir  vuestro  partido,  movido  del  cielo: 
vtoque  poderoso ,  contra  el  cual  nin^oa  resistencia 
»basta.  No  pido  que  aprobéis  mi  venida  y  mi  resolu- 
»cion,  ni  la  condenéis  tampoco,  sino  que  estéis  á  la 
»m¡ra  de  los  efectos  que  viéredes.  Lo  primero  os  ruego 
»que  me  hagáis  bautizar,  que  el  tiempo  muy  en  bre- 
»Te  dará  clara  muestra  de  mí  buen  celo  y  lealtad,  á 
Días  obras  me  remito.» 

TOMO  I. 


DE  BSPAÜA.  603 

Bautizáronle  como  el  moro  lo  pedia.  Tras  esto  les 
dio  aviso  que  Pruna,  plaza  de  los  moros  de  importan* 
cía ,  se  |)oaria  entrar  por  la  parte  y  con  el  orden  que 
él  mismo  mostraría.  Las  prendas  que  metiera ,  eran 
tales  que  se  aseguraron  de  su  palabra  que  no  era  trato 
doble.  Acompañóle  con  gente  el  comendador  mayor 
de  Santiago:  cumplió  el  moro  su  promesa,  que  al 
momento  entraron  aquel  pueblo  en  cuatro  días  det 
mes  de  junio,  y  quitaron  aquel  nido,  de  do  salían  de 
ordinario  moros  á  correr  las  tierras  de  cristianos, 
hacer  mal  y  daño  continuamente.  Pasó  el  infante  a 
Córdova:  y  entró  en  Sevilla  á  los  veinte  y  dos  de  ju- 
nio: probóle  la  tierra  y  lus  calores,  de  que  cayó  en 
el  lecho  enfermo  en  sazón  mal  á  propósito,  y  en  que 
llegó  á  aquella  ciudad  el  conde  de  la  Marca  yerno  del 
deNavarra,  y  por  sí  délo  mas  noble  de  Francia,  degen- 
til presencia  entre  mil,  muy  cortés,  con  que  aGciona^ 
ba  la  gente:  traía  en  su  compañía  ochenta  de  á  caba- 
llo ,  y  venía  con  deseo  de  ayudar  en  aquella  guerra 
sagrada,  que  se  temía  saldría  larga  y  (lificultosa. 

Los  moros  en  este  medio  no  dormían :  lo  primero 
acometieron  á  tomar  á  Luceoa  pueblo  grande,  y  co- 
mo quier  que  no  les  saliese  bien  aquella  empresa, 
revolvieron  sobre  Baeza  gran  morisma,  ca  dicen  lle- 
gaban á  siete  mil  de  á  caballo  y  cien  mil  do  á  pié,  nú^ 
mero  que  apenas  se  puede  creer,  y  que  por  lo  menos 

Suso  en  gran  cuidado  á  todo  el  reino.  Todavía  no  pu* 
ieron  forzar  la  ciudad  que  se  la  defendieron  los  de 
dentro  (aunque  con  dificultad)  muy  bien;  solo  toma- 
ron y  quemaron  ios  arrabales.  Apellidáronse  los  críS' 
tianos  por  toda  aquella  comarca,  los  de  cerca  y  los  de 
lejos,  porque  no  se  perdiese  aquella  plaza  tan  impor- 
tante. Supieron  los  moros  lo  que  pasaba,  y  por  no 
aventurarse  á  perder  la  jornada,  alzado  el  cerco,  die- 
ron la  vuelta  cargados  de  despojos  y  de  los  cautivos 
que  por  aquella  tierra  robaron.  Por  el  contrario  el  al- 
mirante don  Alonso  Enriquez  cerca  de  Cádiz  ganó  de 
los  moros  una  victoria  naval ,  asaz  importante.  Los 
reyes  de  Túnez  y  de  Tremecén  tenían  armadas  veinte 
y  tres  galeras  para  correr  las  costas  de  Andalucía  á 
contemplación  de  su  amigo  y  confederado  el  rey  de 
Granada.  Díóles  vista  el  almirante,  y  si  bien  no  lle- 
vaba pasadas  de  trece  galeras  en  su  armada,  no  dudó 
de  embestirlas;  lo  cual  hizo  con  tal  denuedo  y  destreja 
que  las  venció.  Tomó  las  ocho,  la  demás  parte  echó 
a  fondo,  y  otras  se  huyeron, 

En  este  medio  convaleció  de  su  dolencia  el  infante 
dpn  Fernando,  y  alegre  con  esta  buena  nueva  salió 
de  Sevilla  á  los  siete  de  setiembre.  No  llevaba  reso- 
lución por  qué  parte  entraría  en  tierra  de  moros:  hi* 
'  zo  consulta  de  capitanes  y  tle  otros  personajes;  sa- 
lió acordado  que  rompiese  por  tierra  de  Ronda,  y  se 
pusiese  con  todo  el  campo  sobre  Zahara,  villa  prin- 
cipal de  aquella  comarca.  Hízose  así :  comenzaron  á 
batirla  con  tres  cañones  gruesos  de  día  y  de  noche; 
el  daño  que  hacían ,  era  muy  poco  por  no  ser  muy 
diestros  ios  de  aquel  tiempo  en  jugar  y  asestar  la  ar- 
tillería. El  cerco  iha  á  la  larga ,  y  fuera  la  empresa 
muy  dificultosa,  si  los  do  dentro  por  falta  que  pade- 
cían, y  por  miedo  de  mayores  danos  si  se  detenían, 
no  se  rindieran  á  partido  que  libres  sus  personas  y 
hacienda,  dejasen  al  vencedor  las  armas  y  provisión. 
Al  tanto  otros  pueblos  pequeños  se  dieron  por  aque- 
llas partes.  Septenil  villa  bien  fuerte  j^r  sus  adarves, 
y  por  la  gente  que  tenia  de  guarnición,  por  esta  caU' 
sa  no  se  quiso  rendir:  cercáronla,  y  combatiéronla 
con  todos  los  ingenios  y  fuerzas  que  llevaban,  en 
sazón  que  Pedro  de  Záñiga  por  otra  parte  recobró  de 
los  moros  á  Ayamonte  según  que  el  infante  don  Fer- 
nando se  lo  encargara. 

El  rey  moro  por  estas  pérdidas ,  y  por  no  echar  el 
resto  en  el  trance  de  una  batalla,  la  escusaba  cuanto 
podía;  solo  ayudaba  las  fuerzas  con  maña,  y  proco- 
raba  divertir  las  del  enemigo.  Juntó  á  toda  dibgencia 
sus  gentes,  que  dicen  eran  ochenta  mil  dea  pié  y  s^is 


004  BIBLIOTECA   OB 

mil  de  á  caballo,  los  mas  canalla  sin  valor  ni  honra. 
Con  este  campo  so  puso  sobre  Jaén;  pero  no  salió  con 
su  intento,  porque  acudieron  con  toda  brevedad  los 
nuestros,  y  le  forzaron  á  retirarse  con  poca  reputa- 
ción. Solo  nizo  daño  en  los  campos,  de  que  se  satis- 
facieron  los  contrarios  con  correrle  toda  la  tierra  has- 
ta la  ciudad  de  Málaga.  Repartíanse  otrosí  diversas 
bandas  desoldados,  y  se  derramaban  por  todas  partes 
sin  dejar  respirar  ni  reposar  á  los  moros.  Para  que 
todo  sucediese  bien,  y  el  contento  fuese  colmado, 
solo  falló  que  no  pudieron  forzar  ni  rendir  á  Septenil: 
El  otoño  iba  adelante,  y  las  lluvias  comenzaban ,  que 
suelen  ser  ordinarias  por  aquel  tiempo.  Foresta  cau- 
sa el  infante  á  los  veinte  y  cinco  de  octubre,  alzado 
aquel  cerco,  dio  la  vuelta  á  Sevilla ,  y  toruó  á  poner 
en  sulugar  la  espada,  con  que  el  rey  dfon  Fernando  el 
Santo  ganó  antiguamente  aquella  ciudad,  y  en  ella  la 
guardan  con  cuidado  y  reverencia ;  y  á  las  veces  los 
capitanes  para  sus  empresas,  como  por  buen  agüero, 
la  solían  donde  tomar  prestada. 

Hecho  esto,  repartió  la  gente  para  que  invernase 
en  Sevilla,  Córdova  y  otros  pueblos ,  y  él  pasó  al  rei- 
no de  Toledo  con  intento  de  apercebirse  de  todo  lo 
necesario  y  recoger  mas  gente  para  continuar  aquella 

guerra.  A  esta  sazón  falleció  en  Calahorra  Pero  López 
e  Ayala  canciller  mayor  deCustílla ,  caballero  señala- 
do por  su  nobleza,  por  las  muchas  cosas  quepor  él  pa- 
saron ,  y  por  la  crónica  que  dejó  escrita  del  rev  don 
Pedro,  y  don  Enrique  el  Segundo,  y  don  Juan  el  Pri- 
.mero;  si  bien  algunos  sospechan  que  con  pasión  en- 
careció mucho  Tos  vicios  de  don  Pedro ,  y  subió  de 
fmnto  las  virtudes  de  su  competidor  en  perjuicio  de 
a  verdad:  enterraron  su  cuerpo  en  el  monasterio  de 
Quijana.  Francia  asimismo  andaba  revuelta  por  la 
muerte  que  Juan  duque  de  Borgoña  hizo  dar  en  París 
á  Luis  duque  de  Orhens  volviendo  muy  de  noche  de 

f palacio.  El  homiciano  que  ejecutó  esta  maldad ,  se 
¡amaba  Otonvilla.  La  causa  de  la  enemistad  no  se 
averigua  del  todo:  sospecharon  comunmente  que  por 
estar  el  rey  á  tiempos  falto  de  juicio  el  matador  pre- 
tendía apoderarse  del  gobierno  de  Francia ,  y  para 
salir  con  esto  acordó  de  quitarse  delante  al  que  solo 
le  podía  contrastar  por  ser  hermano  del  rey. 

Luego  que  se  descubrió  al  autor  de  aquella  maldad, 
el  de  Borgoña  se  retiró  á  sus  tierras  nara  apercebirse, 
sí  alguno  pretendiesen  vengar  aquella  muerte.  La  du- 
quesa Valentina  mujer  del  muerto  puso  acusación 
contra  el  matador,  y  hacía  instancia  sobre  el  casó'. 
Loü  jueces  vencidos  de  sus  lágrimas  y  de  la  razón  ci- 
tarou  al  de  Borgoña  para  que  compareciese  en  perso- 
na á  descargarse  de  lo  que  le  achacaban.  No  dudó  él 
de  obedecer  v  preseotarso,  confiado  en  sus  riquezas 
y  en  los  muchos  valedores  que  tenia  en  la  cwte  de 
rrancia.  Formábase  el  proceso  en  el  parlamento,  y 
por  los  pulpitos  Juan  Petit  doctor  teólogo  de  París, 
franciscano,  y  predicador  de  fama  en  aquella  era,  no 
cesaba  en  sus  predicaciones  de  abonar  aquel  hecho 
como  hombre  lisonjero  y  interesal.  Cargaba  al  de  Or- 
iiens  que  pretendía  hacerse  rey  de  Francia:  que  el 
que  atajó  estos  intentos  tiránicos,  no  solo  era  libre  de 
(tena,  sino  digno  de  mercedes  muy  grandes.  No  mos- 
traron los  jueces  mas  entereza,  antes  llegados  á  sen- 
tencia ,  dieron  por  libre  al  de  Borgoña  con  gran  sen- 
timiento de  los  hijos  del  muerto  y  de  su  mujer;  de 
que  resultaron  guerras  muy  largas,  con  que  ee  abra- 
saron y  consumieron  las  riquezas  y  grandeza  de  Fran- 
cia. La  cuestión,  si  un  particular  puede  por  su  auto- 
ridad matar  al  tirano ,  se  ventilo  mucho  entre  los 
teólogos  de  aquel  tiempo;  y  aun  en  el  concilio  da 
Constancia  que  se  juntó  poco  adelante ,  los  padres 
sacaron  un  decreto,  en  que  contra  lo  que  Juan  Petit 
ensenaba,  y  contra  ío  que  el  de  Borgoña  hizo,  deter- 
minaron no  ser  lícito  el  particular  matar  al  tirano. 
Era  Luis  duque^do  Orliens  hermano  del  rey  áa  Fran- 
cia, 7  el  duque  de  Borgoña  su  primo  hermano. 


GASPAR   Y   ROIG. 

CAPITULO  XVIL 
Que  se  hieieroD  treguas  can  los  Moros. 

Las. nefatas  de  Navidad  tuvo  el  íafante  don  Feman- 
do en  Toledo  principio  del  año  de  1408,  en  que  hizo 
el  cabo  de  año  de  su  hermano  el  rey  don  Ennque.  El 
rey  niño  y  la  roina  su  madre  residían  en  Guadalajara 
por  el  buen  temple  de  aquella  ciudad  y  cielo  saluda- 
ble de  que  goza.  Acordaron  se  juntasen  allí  cortes,  á 
propósito  de  apercebir  lo  necesario  para  continuar  li 
guerra  que  tenían  comenzada ,  con  mayores  fuerzas 
y  gente.  Los  prelados  y  señores  y  ciudades  que  con- 
currieron al  tiempo  aplazado,  venían  bien  en  lo  que  se 
pedía:  la  mayor  dificultad  consistía  en  hallar  forma 
y  traza  como  se  juntase  el  dinero  para  los  gastos.  Los 
pueblos  no  daban  oídos  á  nuevas  imposiciones  y  der- 
ramas, cansados  y  consumidos  con  las  contribucio- 
nes pasadas  y  recelosos  no  se  continuase  en  tiempo 
de  paz  el  servicio  que  por  la  necesidad  de  la  guerra 
se  otorgase;  mas  j)or  la  mucha  instancia  que  hizo  el 
infante  y  otros  señores  concedieron  x^antidad  de  cien- 
to y  cincuenta  mil  ducados,  con  gravamen  de  tener 
libros  de  gasto  y  recibo  para  que  constase  se  emplea- 
ban solo  en  los  gastos  de  la  guerra,  y  no  en  otros  al 
albedrío  de  los  que  gobernaban. 

Teníanse  las  cortes  en  tiempo  que  el  rey  de  Grana- 
da á  los  diez  y  ocho  días  del  mes  de  febrero  se  puso 
sobre  la  villa  de  Alcaudcte  ¿acompañado  de  siete  mil 
caballos  y  ciento  y  veinte  mil  peones ,  número  desco- 
munal. Corrió  gran  peligro  de  perdérsela  plaza,  y  to- 
da la  Andalucm  se  alteró  con  este  miedo  por  tener 
pocas  fuerzas ,  los  socorros  lejos,  y  el  tiempo  del  año 
riguroso  para  salir  en  campaña.  Acude  nuestro  Señor 
cuando  falta  la  prudencia:  defendiéronse  muy  bien 
los  cercados  con  que  se  abatió  el  orgullo  de  los  mo- 
ros. Junto  con  esto  los  nuestros  por  tres  parles  dife- 
rentes lucieron  entradas  en  las  tierras  enemigas  para 
divertir  las  fuerzas  de  los  moros,  j  con  las  talas,  que- 
mas y  robos  que  fueron  grandes ,  tomar  enmienda  de 
los  daños  que  hicieran  en  las  fronteras  de  cristianos. 
Quebrantados  loé  moros  con  tantos  males  y  pérdidas, 
acordaron  despachar  sus  embaladores  para  pedir  tre- 
guas. No  venía  en  otorgarlas  el  infante,  antes  se  que- 
ría aprovechar  de  la  ocasión  que  la  flaqueza  de  los 
enemigos  le  presentaba.  La  rema  era  (como  mujer) 
enemiga  de  guerra,  que  en  fin  hizo  se  concediesen 
las  treguas  por  término  de  ocho  meses.  Los  pueblos 
pretendían,  pues  la  guerra  cesaba,  escusarse  del  ser- 
vicio que  otorgaron.  eJínfante  no  quiso  venir  en  ello, 
ca  decía  era  necesario  estar  proveído  de  dinero  para 
volver  á  la  guerra  el  año  siguiente^  todavía  se  nizo 
suelta  á  los  pueblos  de  la  cuarta  parte  de  aqueta 
suma. 

Vino  entre  los  demás  á  estas  cortes  finalmente  don 
Pedro  de  Luna  sobrino  del  papa  Benedicto^  j  por  su 
orden  arzobispo  de  Toledo ,  como  se  dijo  de  suso. 
Traía  de  Aragón  en  su  compañía  á  Alvaro  de  Lana  su 
sobrino,  mozo  de  diez  y  ocno  años.  Su  padre  Alvaro 
de  Luna  señor  de  Cañete  y  Jubera,  le  hobo  fuera  de 
matrimonio  en  María  de  Cañete,  ntuer  poco  menos 

?ue  de  se^ida;  por  lo  menos  tan  suelta  y  entregada 
sus  apetitos  que  tuvo  cuatro  hijos  bastardos  cada 
cual  de  su  padre:  al  ya  nombrado  y  (don  Juan  de'Ge- 
rezuela  del  gobernador  de  Cañete :  á  Martm  de  un 

Sastot  por  nombre  Juan,  y  el  cuarto  también  Martin 
e  un  labrador  de  Cañete:  los  dos  postreros  por  resne- 
to  de  su  hermano  tuvieron  adelante  el  sobrenombre 
de  Luna.  De  tan  bajos  principios  se  levantó  h  gran- 
deza deste  mozo ,  que  en  un  tiempo  pudo  competir 
con  los  muy  grandes  príucipes,  de  que  al  fin  le  des- 
peñó, su  desffracia.  En  el  bautismo  le  llamaron  Pedro: 
agraaóse  défel  papa  Benedicto,  do  su  presencia,  de 
su  viveza  y  apostura,  y  quiso  que  en  la  confirmación 
le  mudasen  ei  nombre  de  pila  en  el  de  Alvaro  por  res- 
peto de  8U  padre.  Venídp  i  Castilla,  le  hicieron  de  la 


•      «ISffMU 

centra  M  Wf:  oón  la  ettal ,  y  su  bnsiis  grtcía  y  di«> 
^guiGiaenserm  poco  é  poco  le  ganó  la  totuntad,  y 
aun  se  fatzeaeior  defla. 

En  el  alcázar  ée  6nMd«  á  loa  once  de  «ayo  falle*- 
ció  el  rey  Mahomad,  con  qae  la  gente  se  asegwaki 
que  hfl  paces  serían  ñiaa  ciertas.  La  ocasión  dé  su 
muerte  refieren  fue  una  camisa  inficionada  qnese 
vistió  por  engaño.  Sacaron  de  Salotn-eñai  donde  le  4e^ 
nia  preso,  á  Jnzepb  ra  hermano  para  qne  le  socedie^ 
se  en  el  reino:  asi  ruedan  y  se  truecan  las  cosas 
de  los  hombres,  boy  cantíTo  y  maiíana  rey.  Apre» 
surirense  k»  moros  en  e^  y  usaron  de  todo  se- 
creto porqueno  se  recreciesealjgiinimpedimento,  ma- 
yormente de  parte  de  los  cristianos,  que  desbaratase 
su  intentos.  Luego  que  Juzeph  se  rió  rey,  despa- 
chó sos  embajadores  con  ricos  presentes  para  el  de 
GastiHa  de  caMlos,  jaeces,  alfanges.  telas  preciosas, 
pasas,  higos  y  almendras  sustento  el  mas  ordinario  y 
regalado  de  aquelia  gente.  IHéronles  en  retorno  otros 
dones  de  valfa,  pero  no  otorgaron  con  lo  que  preten- 
dían principalmente,  que  era  se  alargase  el  tiempo  de 
n^treguas. 

CAPITULO  XVIH. 
Que  el  papa  Benedicto  vino  á  España. 

El  papa  Benedicto  por  estotietnpo  se  hallaba  aque- 
jado oe  diversos  cuidados:  Jas  provincias  cansadas 
de  sci^ma  tan  largo,  sus  amigos  y  devotos  desabridos 
de  sus  trazas;  sus  manas  en  que  no  tenia  par,  des» 
cubiertas  y  entendidas.  No  sabia  qué  cammo  podía 
tomar  ^ara  conservarse,  que  era  su  mtento  princioal. 
Cuando  se  salió  de  Aviñon,  faé  á  parar  en  Marsella, 
ciudad  fuerte  y  puesta  á  la  lengua  del  agua :  su  vi* 
víendaenSan  Víctor,  monasterio  muy  célebre  en 
aquella  ciudad.  Dende  acometió  al  papa* Gregorio  su 
contendor  con  partido  de  paz,  que  decía  deseó  siem- 
pre y  de  presente  la  deseaba:  que  seria  bien  se  jun- 
tasen en  un  higar  para  tomar  acuerdo  sobre  sus  ha- 
ciendas, que  por  medio  de  terceros  era  cosa  muy 
larga.  Para  señalar  lugar  á  contento  de  las  partes  vi- 
nieron embajadores  de  Gregorio  á  'Marsella.  Dieron  y 
tomaron,  y  finalmente  acordaron  fuese  la  vista  en 
Saona  ciudad  del  ginovés:  sacóse  por  condición  que 
hasta  tanto  aue  los  papas  se  hablasen,  ni  el  uno  oi  el 
otro  criase  algún  caroenal. 

Asentado  esto,  Benedicto  sin  dilación  se  embarcó 
para  pasar  allá.  Pretendía  porestti  diligenciague  todos 
entendiesen  deseaba  la  paz.  El  papa  Gregorio  replicó 
que  no  tenia  por  seguro  aquel  lugar  por  estar  á  la 
obediencia  de  su  contrario.  Solo  fíiéá  Luca,  ciudad 
puesta  en  lo  postrero  de  Toscana;  v  el  papa  Benedicto 
al  principio  ueste  año  se  adelanto  y  pasó  á  Portove- 
nere  paramas  decerca  capitular  y  concentarse.  T^do 
era  mañas  y  traspasos  para  entretener  y  engañar,  y 
aun  el  papá  Gregorio  contra  lo  que  tenían  concertado, 
de  una  vez  hizo  tres  cardenales,  con  que  los  demás 
cardenales  suyos  se  alborotaron  y  de  común  acuerdo 
se  pasaron  á  Pisa.  El  papa  Benedicto,  por  aprove* 
cbarse  de  aquélla  ocasión,  envió  allá  cuatro  cardena- 
les de  su  obediencia  y  tres  arzobispos,  que  se  detu^ 
vieron  algon  tiempo  en  Liorna  entre  tanto  que  los 
florentínes,  cuya  era  Pisa,  les  enviaban  seguridad. 
Juntáronle  finalmente  con  los  cardenales  de  Pisa.  A 
h)  que  la  junta  se  enderezaba,  era  convocar  concilio 
general,  como  lo  hicieron.  Sonrugiase  quedaban  tra- 
za de  prender  á  los  papasen  especial  á  Benedicto. 

Esta  &maqu¡er  verdadera,  quier  falsa,  dio  ocasión 
á  Benedicto  de  desamparar  á  Italia,  donde  demás  de 
la  sospecha  ya  dicha  pretendía  que  su  contrario  es- 
taba muy  arraigado  y  poderoso,  en  particular  se  rece- 
lablí  del  rey  Ladislao  de  Ñápeles,  que  tenia  muy  de 
i^  parte  como  a!  que  nombrara  por  vicario  del  impe- 
rio ysenador  de  Roma;  cargos  a  la  sazón  mu^pnn- 
cipales.  Antes  de  su  partida  para  mejor  entretener 

TOMO  I. 


ia  gente  convooó  C0Qclli«gsBél*al  para  Perpüíift,  villa 
en  la  raya  de  Cataluña,  y  con  tanto  se  hizo  á  la  vdl- 
Aportó  á  Coiibre  á  dos  ¿e  julio,  dende  por  ia»c(ii4i|d 
de  EIna  pasé  á  la  diéba  villa  de  Perpffian  pan  dar  ca- 
lor en  lo  del  concüio^  y  esperar  qaé  los  pri^dos.se 
juntasen.  Acudió  é  visitar  al  papa  entra  otros  el  rey 
de  Navarra,  qoe  llevaba  intento  de  pasar  en  Franoia, 
y  acometer  ms  nuevas  esperanzas  f«e  de  reeobmr 
alguna  parte  de  sus  antiguos  estados  k  daban  lasal- 
twaciones  de  aqu^  reino.  Pwo  esta  su  ida  á  Paiis  no 
fue  de  mas  efectoqne  fas  pasadas:  asi  finalmente  dtó 
la  vuelta  á  su  reino  sin  alcanzar  cosa  alguna  de  las 
que  pretendía.  ^ 

Juntáronse  en  Perpiñan  ciento  y  veinte  obispos, 
casi  todos  de  Francia  y  de  España.  Abritee  el  qobcíUo 
á  primero  de  noviembre:  la  pribcipal  cosa  que  tsalft- 
ren,fue  buscar  medios  para  concertar  los  papas  y 
unir  la  Iglesia.  Los  pareceres  eran  diferentes,  v  aun 
los  fines  á  one  cada  cual  se  encaminaba^  pmr  aowle 
los  mas  de  ios  obispos,  perdidala  esperanaa  de  hacer 
cosa  de  momento,  de  secreto  se  salieron  de  Perpiñan 
y  se  volvieron  á  sus  tierras.  Quedaron  solo  diea  y  ocho 
obispos,  que  dieron  deconsunoun  menmrial  al  papa 
en  que  le  suplicaron  atendiese  con  cuidado  á  quitar 
el  scisma,  aunque  fuese  necesario  tomar  el  camino 
de  la  renunciación,  pues  era  mas  tusto  eonfomafffte 
con  el  deseo  de  toda  la  Iglesia  que  dejarse  engañar  de 
las  lisonjas  de  particulares:  que  la  Iglesia  con  iáori- 
mas  en  los  ojos,  las  rodillas  por  el  suelo,  y  tendidas 
las  manos  le  roÁaba  lo  que  era  muy  puesto  en  rasen, 
antepusiese  el  Bien  público  á  cualquier  otro  respete; 

3oe  ningunootro  camino  se  mostraba  parala  cura  de 
ciencia  tan  lar^a.  Poca  esperanza  tenían  que  vinie- 
se en  lo  que  pedían,  el  que  como  &  puerto  segura  se 
había  retirado  á  España.  Todavía  para  mosmr  v*- 
iuntad'á  la  concordia  envió  á Pisa  siete  personas  prin- 
cipales con  voz  de  querer  concierto;  masa  la  verdad 
otro  tenia  en  el  corazón,  ca  pretendía  le  sirviesen  «de 
escuchas,  y  le  avisasen  de  todo  lo  que  alÜ  pasaba. 

Hallábúise  en  aq|uella  ciudad  juntes  demás  de  un 
gran  número  de  obispos  veinte  y  tres  cardenales;  los 
seis  de  la  obediencia  de  Benedicto,  qué  eran  la  ma- 
yor parte  de  su  colegio.  Entre  estos  asistió  don  Pedro 
Fernandez  de  Frías  cardenal  de  España,  criado  por 
Clemente  papa  de  Aviñon.  Publicaron  sus  edictoA, 
en  que  citaban  á  los  dos  papas  para  que  en  preMneii 
del  concilio  alegasen  de  su  derecho;  mas  visto  que  no 
comparecían,  y  que  se  gastaba  mucho  tiempo  en  de- 
mandas y  respuestas,  de  común  acuerdo  á  los  veinte 
y  seis  de  jumo  del  año  1409  sacaron  por  pontífice  á 
Pedro  Pbilargo  natural  de  Gandía>  de  la  orden  de  los 
menores,  presbítero  cardenal  y  arzobispo  de  Milán. 
Llamóse  en  el  pontificado  Alejandro  Oninto:  doróle 
el  mando  muy  poco,  que  no  llegó  á  año  sntero.  Re^ 
sultó  desta  elección,  de  que  se  esperaba  el  reme(tto, 
otro  nuevo  y  mayor  daño,  esto  es  qué  la  llaga  mas  se 
encancerase  por  añadirá  los  dos  papas  otro  tercero, 
que  cada  cual  pratendia  ser  el  legitimo  ylos  otros  in*- 
trusos:  tanta  vez  tiene  la  sazón  en  todo,  y  la  buena 
traza.  Así  la  cristiandad  en  higar  de  dos  bandos qné- 
dó  dividida  en  tres  con  otras  tantas  cabezas  y  napas, 
como  suele  acontecer  que  sé  vuelve  al  revés  y  daña  lo 
que  parecía  prudentemente  acordado:  tan  cortas  sen 
nuestras  trazas. 

CAPITULO  XIX. 

De  la  muerU  del  rey  don  Martin  de  Sicilia. 

Con  mejor  orden  gobernaba  el  infante  don  Fernán^ 
do  el  reino  de  Castilla,  bien  que  no  se  descuidaba  en 
adelantar  su  casa  y  estado  por  los  caminos  que  podía; 
sin  dejar  ocasión  alguna:  np  fkltaba  quien  por  esta 
misma  razón  la  tómase  de  ponelle  mal  con  la  reina 
como  mujer  y  de  su  natural  sospeci^.  No  hay  cosa 
mas  deleznable  que  la  gracia  de  leí  retes,  ni  mas  fhá- 


600 


UtUUf  MOA  Di  iGAiaátt  f  AOIC 


8  idoD  Fernando  podria  parar  perjuicio  á  la  casu 

•  1^:  qae  «on  el  poder ,  cuando  mucUo  crece ,  pocas 
-ve '«9  se  acompaña  la  lealUü.  Los  gue  ma^  alisaban 
•él  fuego,  eran  Diegí^  López  deiZúmga  y  Juaa  de  Ve- 
¿l¿¿e  por  la  macha  cavidad  que  todavía  tenia  en  k  ca- 
f  Mí>geal  don  Fadriqae  conde  de  Trastainara»  hí  jo4e  don 
'7f!eAro  el  que  fbeoondestable  de  Castilla,  daba  consejo 
-i  don  Femando  que  les  echase  mano.  Poco  secreto 

se  guarda  en  k»  palacios:  avisados  de  lo  que  se  me^- 
oeaba,  supusieron  ellos  con  tiempo  en  salvo.  Quedó 
la  i^na  desque  lo  supo/  mas  lastimada  y  recelosa 

aue  antes  :  decia  que  aquella  befa  ú  ella  misma  se 
Idéni'  para  dcspqalla  de  su  consejo »  y  del  am- 
pai»  que  pensaba  en  ellos  tener.  Ultra  do  las  demás 
prendas  ue  que  la  naturaleza  y  el  cielo  dotaron  á  don 
Femando  con  mano  liberal,  en  que  ningún  príncipe 
en  aquetta  era  $e  le  aventajaba,  tenia  muy  noble  se- 
MracioB  en^  su  mujer:  cinco  hijos  varones,  don 
Akmso,  don  Juan ,  &m  Enrique,  don  Sancho ,  y  don 
Pedro,  que  llamaron  adelante  los  infantes  de  Aragón, 
f  dM  hijas,  doña  María  y  doñ^  Leonor. 

Falleció  por  aquellos  dias  Fernán  Rodrigues  de  Vi- 
llalobos maestre  de  Alcjititara  :  por  su  muerte  bobo 
•aquel  maestrazgo  el  infante  don  Femando  en  cabeza, 
de  su  hijo  don  S«LDobo  con  dispensación  que  dio  en  la 
•edad  el  papa  Benedicto.  Lo  mismo  so  hizo  con  don 
Bwiqueel  tercer  hijo  dende  á  pocos  meses  para  ha-- 
celle  maestre  de  Santiago  por  muerte  di)  Lorenzo 
Soarez  de  Figueroa.  No  faltaron  sentimientos  y  dis*- 
gttstos  de  personas  que  llevaban  lual  que  el  infante, 
00  contento  con  el  ^lerno  del  reino-,  i^e  apoderase 
en  nombre  de  sus  hijos  de  todo  lo  que  vacaba.  En 
'  esta  misma  sazón  el  conde  de  Lucemburg  y  el  duque 
de  Austria  enviaron  á' ofrecer  socorros  de  gente  para 
eontímiar  la  guerra  de  Granada.  Lo  mismo  hizo  Car* 
loe  duque  de  Orliens  que  prometía  enviar  en  ayuda 
eaü  caballos  franceses,  y  juntamente  pedia  por  mu- 
jer á  la  reina  doña  Beatriz  pretensora  del  reinó  de 
Portugal,  y  viuda  del  rey  de  Castilla  don  Juan  el  Pri- 

menK. 

•  No  se  leotorgó  la  una,  ni  aceptaron  la  otra  destas 
dos  demandas,  poroue  la  reina  m  quería  casar  según* 
-da  vez,  ni  con  color  de  .matrimonio  desterrarse  de 
Sumna;  y  el  tiempo  de  las  treguas  oon  los  moros  le 
»iabian  alargado  por  otros  cinco  meses  por  la  mucha 
.instancia  que  sonre  ello  hizo  Juzepii  el  nuevo  rey  de 
Granada,  si  bien  poco  despueji  acometieron  los  mo* 
ros  á  tomar  la  vífta  de  Priego ,  con  qne  dieron  bas- 
tante ocasión  para  que  sin  embargo  del  concir^rto  se 
rompiese  con  ellos.  Pero  el  rey  de  Granada  se  en- 
vió á  descargar  que  aquel  esceso  no  se  hizo  con  su 
vokmtad,  y  todavía  ofrecía  de  hacer  emienda  con* 
Jbnne  á  lo  que  determinasen ,  y  hallasen  se  debia  ha- 
e4r,  jueoes  nombrados  por  las  partes.  Hallóse  este 
•Dó  entre  Salamanca,  y  Cmdad-Rodrigo  una  imagen 
devota  de  nuestra  Señora,  que  Ihunan  de  la  Peña  de 
Ft9MU ,  moy  conocida  por  un  monasterio  de  domi- 
nicos quebrara  mayor  veneración  se  levantó  en  aquel 
lugir,  y  por  el  gran  concurso  de  gentes  que  acude  en 
iomeria'&  todas  partes. 

El  mismo  año  fue  muy  aciago  y  triste  para  los 
aragoneses  por  la  muerte  de  don  Marlm  rey  de  Sici- 
UaTnijo  único  y  heredero  del  rey  de  Aragón ,  que  fa«* 
lleció en Caller de Cerdeña  á  los  veinte  y  ci.co  de 
julio  en  la  flor  de  su  edad  y  de  las  muchas  espenm- 
zas  que  prometía  su  buen  natural.  Mandóle  su  padre 
pasar  en  aquélla  isla  pan  fillanar  á  Brancaleon  Doiia 
y  Aymerico  vii^nde  de  Naiwona ,  que  por  estar  casa- 
dos con  dos  hijas  de  Mariano,  juez  de  Arbórea  pr^- 
leadian  apoderarse  por  derecnos  que  para  ello  alega- 
ban, de  toda  aquella  isla.  Andaban  muy  pujantes  á 
causa  que  las  fuerzas  de  los  aragoneses  eran  flacas, 
y  los  naturales  los  acudían,  con  mayor  vduntad  que 
i  lófi  estnAos.  La  venida  del  rey  hizo  que  s^  trocasen 


4as  cosas.  Junteftti  mis  genlee^eada  cual  de  laa  par* 
tes :.  liogarou  ¿  visia  unoH  de  otros  cerca  de  un  pueblo 
llamado  San  Lurí.  Ordenaron  isas  haces,  y  dkáse  la 
batalla,  en  oue  loe  sardos  qttedaroa  desbaratados  y 
prese.  BrancaieoD  su  caudillo. 

La  muerte  qtie  sobrevino  al  rey  en  aquella  coyun- 
tura, hizo  que  no  pudiese  ejecutar  la  victoria,  ni 
concluir  aquella  guaira  ,^sí  bien  por  s^jigun  tiempo  el 
ouuiscal  Pedro  de  Torrellas,  muy  privado  deste  prín- 
cipe, y  otees  caballeros  con  la  gente  que  lea  quedó, 
se  totretttvieron  y  sustentaron  el  partido  de  Aragón. 
Sepultaron  el  cuerpo  del  difunto  en  la  iglesia  cale* 
dral  de  Gallar.  En  su  muier  dona  Blanca  tuvo  un  hijo 
que  falleció  los  dias  pasados.  De  dos  mujeres  soltens 
naturales  de  Sicilia  d^ó  dos  hijoSj  ú  dqn  Fadrique, 
cuya  madre  se  llaitt6  Teresa^  y  eo  Agathusa  á  dona 
Violante,  que  casó  adelante  con  el  OHide  de  ffiebla. 
Corno  fama  oue  la  ocasión  de  su  muerte  fue  desmao- 
darse;  antes  de  estar  bien  convalecido  de  ciMa  do- 
lencia, en  la  afición  de  una  moza  natural  de  aquella 
isla  de  cárdena.  Ordenó  su  testamento  ,  en  qpe. 
nombró  á  su  padre  por  heredero  del  reino  de  Scilia, 
y  á  su  mujer  la  reina  doña  Blanca  encarsó  continuase 
en  el  gobierno  que  le  de)ó  oncomendaoo  á  su  par- 
tida, señalándole  personas  príndpalesdo  cuyo  consejo 
se  ayudase. 

Muho  sintió  todo  el  reino  de  Aragón  la  lalta  destf 
principe.  Muchos  debales  se  levantaron  sobre  la  su- 
cesión de  aquellos  remos.  El  rey  su  padre  como  á 
quien  mas  tocaba  el  daño,  ¿cuántas  lagrimas  derra- 
mó? ¿qué  estremos  y  demostraciones  de  dolor  no 
hizo?  cada  cual  h)  juzgue  por  si  mismo.  Reportóst* 
empero  lo  mas  que  pudo,  y  hechas  las  honras  de  su 
hijo ,  volvió  su  cuidado  á  sentar  y  asegurar  las  cosas 
de  su  reino.  Sus  privados  le  aconsejaban  se  casase 
pues  estaba  en  edad  de  tener  hijos,  con  que  se  ase- 
gurarla la  sucesión,. y  se  atajarían  las  tempestades 
que  de  otra  suerte  les  amenazaban.  Rureciófe  al  rey 
buen  consejo  este :  casó  con  doña  Margarita  de  Pra- 
dos, dama  muy  apuesta  y  de  la  alcuña  real  de  Ara- 
gón. Celebráronse  las  bodas  en  Barcdona  ¿  los  diez 
y  siete  de  setiembre.  No  pasaba  el  rey  de  docuenta 
y  un  años;  pero  tenia  la  salud  muy  quebrada,  y  era 
grueso  en  demasía :  las  medicinas  con  que  procuro 
habilitarse  para  tener  sucesión,  le  corrompieron  lo 
interior  y  aceleraron  la  muerto. 

Luis  duque  de  Anjou  avisado  de  lo  que  pasaba, 
fue  el  primero  que  volvió  á  las  esperanzas  antignas 
de  suceder  en  aquella  corona.  Despachó  al  obispo  de 
Gonserans  para  suplicar  al  rey  declarase  por  sucesor 
de  aquel  remo  á  Luis  su  hijo  y  de  doña  Violante,  que 
por  ser  su  sobrina  hija  del  rey  don  Juan ,  era  la  que 
le  tocaba  en  mas  estrecho  grado  de  parentesco ,  ma- 

Íormente  que  su  hermana  mayor  la  infanta  dona 
uaná  era  ya  muerta,  que  falleció  en  Valencia  dos 
años  antes  deste.  Peoia  otrosí  que  diese  licencia  para 
que  la  madre  viniese  á  Aragón  |)ara  criar  á  su  i^jo 
conforme  á  las  coütumbres  de  la  tierra.  Túvose  á  mal 
pronóstico  que  durante  la  fiesta  de  las  bodas  que  d 
rey  celebraba,  le  pidiesen  nombrase  sucesor.  Los 
del  reino  tenían  por  mas  fundado  el  derecho  del  con- 
de de  Urgel.  Favorecían  loque  deseaban,  y  lo  que 
comunmente  apetecen  todos,  que  era  no  tener  rey 
ostraño,  sínj  ac  su  misma  nación.  La  descendencia 
del  conde  se  tomaba  del  rey  don  Alonso  el  Cuarto  su 
bisabuelo,  cuyo  hijo  don  Jaime  fine  padre  de  don  Pe- 
dro y  abuelo  del  conde.  Demás  que  estaba  casado 
con  bei-maua  del  rey  don  Martin,  la  cual  su  padre  el 
rey  don  Podro  bobo  en  la  reina  doña  Sibjla:  sene- 
jantes  pretcnsioiíes  y  esperanzas  tenia  ^  bien  que  de 
mas  lejos,  don  Alonso  de  Ara^n  conde  de  Denia  y 
marqués  de  YUIena,.  que  por  importunacioo  de  Ws 
suyos,  aunque  muy  viejo ,  entro  en  esta  dmanda 
cómo  el  que  continuaba  su  descendencia  de  don  Jai» 
me  el  Segundo  rey  de  Aragón. 


^inuKU  ÍUL  CUTAMA. 


eiOT' 


CAPITULO  XX. 


De  mu  liisiiuUqme^se  biso  sobre  «Idetecbo  deja  eucetiaQ 
tú  Ja  coroai  dé  Aragón. 

Dió  él  fev  de  AregMi  audiencia  al  obispo  francés, 
y  entordse  bien  de  todo  lo  que  pedia  ,  y  cíe  las  razo» 
iies  en  que  fUndaba  el  derecho  y  la  pretensión  del 
tinque^  Concldido  aquel  attío,  y  despedida  la  gente, 
Inego  que  se  retiró  á  <^q  aposesto ,  los  que  le  acAn- 
pañaban ,  eontihuaron  la  plática ,  y  de  lance  en  Uncp 
t  mb^uiNi  en  presencia  del  rey  una  dtf$piita  formada, 
que  me  pareció  |Kyneraquff)or  sumarse  en  ella  los 
rundaroentos  de  todo  é<fe  pleito.  Guillen  de  Moneada 
fue  el  primero  A  hablar  en  esta  forma :  «Será ,  señor, 
'>servid0 Dios  de  dnres  sucesión,  consuelo  para  la 
«>vida ;  y  heredero  para  hi  muerte.  Pero  si  aoaso  fuese 
»otra  Un  folontad ,  lo  cual  no  permita  su  oftemencia^ 
»l  quién  se  podré  miiteponer  á  tais  hijo  del  duque  de 
*)Arijon? ¿quién  correr  con  él  á  las  parejas,  pues  es 
nnietode  vuestro  hennano,'  nacido  de  su  n^?  No 
»dudaré  <|eeii<  loque  siento.  Cada  cuál  en  su  negocio 
opropioiúene  tóenos 'prudencia  que  en  el  ajeno:  im* 
»pideel  miedo,  la  eodicia,  el  amor,  y  escarece  el 
>^i>atendli»íerfio.  Pt/to  sí  £  tos  no*  tcmeramot,  ¿por 
)>  ventara  nodJéramos  ki  corona  á  la  hija  del  rey  Tues- 
'>tro  boimano?  QsesifosOo  que  Dios  no  permita) 
iifaltáredes  ^in  hijos,  ¿^én  quita  que  no  se  repon*- 
^-uñ  Li  misma  y  ^e  restituya  en  su  anti^nm  dwecho? 
'>8iteempeco'parala  sucesión  ser  mujer,  ya  susti- 
Avuje  en  -  un  lugar  y  derecho  á  su  hijo ,  aragonés  de 
>nacíon  por  {Mirte  de  madre ,  y  legítimo  por  ende 
«heredero  del  rMilo.i> 

Acabada  esta  razón ,  les  mas  de  ios  que  présenos 
''Staban ,  !a  mostraban  aprobar  con  gestos  f  con  me* 
iiees.  Replicó  Bernardo  Centellas  :^fiMuy  diferente 
'>os  mi^recer:  yo  entiendo  que  el  derecno  delcon- 
>dede  Urgelvamas  ñmdado.  Don  Pedro  tu  padre 
'>e«  cierto  que  tiene  por  abuelo  el  mismo  que  vos ,  en 
»qaten  pasara  la  corona ,  muerto  el  rey  don  Alonso 
'>el  Cuarto ,  si  vuestro  padre  el  rey  don  Pedro  no  fee- 
))ra  de  mas  edad  que  don  Jakne  su  hermano,  abuelo 
<>del  conde.  Que  n  aqn^l  nmo  faltase  con  sus  pill^ 
pollos,  ¿bor  qué  no  volverá  la  sustancia  del  tronco, 
y  m  cootimiará  en  el  otro  ramo  menor?  La  hembra 
¿cémo  puede  dar  al  hijo  el  derecho  qoe  nunca  tuvo? 
«omo  quier  que  sea  avengoado  ser  las  hembras  in* 
capaces  destatonma.  Que  si  admitimos  á  las  hem- 
bras-á  la  sucesión,  en  esto  también  se  aventaja  el 
*>conde,  paes  tiene  por  mnier  á  voestra  hermana 
ndona  isaoel,  hija  d«l  re^r  don  Pedro  v  éedoiía  Síby* 
'*la ,  deuda  mas  cercana  vuestra  qite  iahi|a'devues« 
'tM  hermana;  si  que  la  hermana  en  grado  «mas  estre* 
' '!Éo  está  que  la  sobrina.» 

Nevieron  asimismo  estas  raaones  á  loa  circunstan* 
r os, eoando  Bernardo  ViUalico  acudió  con  su  pare- 
rer^  mie.'era  asas. diferente  y  estrai&o:  «No  puedo 
'«(dicey  negar  sino  que  se  han  tociule  muy  aguda-» 
'>meiite  los  detechos  del  duque,  y  del  conae  ya* 
«>nombra4M  >  si  don  Alonso  marques  de  Yülena  y 
nconde  de  Gandía  no  se  les  aventajara;  el  cual  tiene 
v^KÍrpadrai  don  Pedro,,  hijo  que  fue  del  rey  don 
n  Jaime  el  Segundo.  De  suerte  que  vuestro  bisabuelo 
es  abuelo  del  marqués  y  vuestro  abuelo  el  rey  don 
Alonso  el  Coarto  tío  del  mismo,  como  al  contrario 
el  bisabuelo  del  conde  de  Usgel  i  qoe  es  el  mismo 
'>rey  don  Alonso ,  es  vuestro  abuelo.  Asi  el  marqués 
*<y  su  hermano  el  cendre  de  Prades ,  abuelo  de  vues- 
'txa  mujer  la  reina  doña  üargarjta,  tienen  con  vos 
'y*A  mismo  deudo  que  vos  con  el  conde  de  Urgel.  Que 
>>si  el  deudo  es^%oal ,  deben  ser  antepuestos  los  que 
>  le  mas  cerca  traen  su  decencia  ae  aquellos  re^ 
yes  ,'de  donde  como  de  su  fuente  se  toma  el  dere- 
n  :bo  de  ia  corona  y  de  la  sucei^on.  No  hay  para  que 
'>iraér  en  consecuencia  la  mujer  del  conde  de  UrgeL 
BiM  ponernos  en  oeceskiad  de  depjarar  mas  en  p^urij- 


>» 


>i 


11 


n 


1) 


') 


i  «colar  quien  fue  su  «Madre  doíia  Sibykantes  que - 

I  nfuese  eeina;»     •   ' 

'  Oyeron  todos  con  alendan  lo  que  d^  Villalioo  ^  si 
bien  poco  aprobaron  sos  razoBes.  Parecíales  «fann 

I  de  propósito  valerse. de  derechos: tan  antiguos  par»- 

I  hacer  rey  apersona  de  tanta  edad:  de  suerte •  que^. 

I  m^s  fiUtaba  voluntad  á  los  que  oian ,  que  probabüi- 

•  dad  á  las  razones  que  aleaó. Tbmó  el  rey  la  mano,  y  . 

.  habló  en  estumanera:  aCon  cbiridad  habéis  aiegadó  . 

i  aloque  hace  por  los  tres  ya  nombrados,  y  aun  pUf* 

-  »diérades  añadir  otras  cosas  en  favor  de  cnalquera  r. 

I  «de  las  partes.  Pero  hay  otro  cuarto,  que  ^t  mi  pe»* 
osamientono  me  engaña ,  tiene  su  derecho  mas  fon* 
»dado.  Este  es  el  luíante  don .  Femando  tio  del  rey 
»de  Castilla ,  y  hijo  de  doña  Leonor  mi  hermana  de 
»padre  y  de  madre,  en  que  se  aventaja  á  la  condesa 
»qe  Urge!.  Vuestras  particulares  aficiones  sin  duda 
»QS  cegaron  pKra  que  no  echásedes  de  ver  lo  qne  ha* . 
oce  por  esta  parte*  Bl  marqués  de  Viireoa  y  el  c^nde« 
nde  IJrgel  de  mas  lejos  nos  tdcan  en.  deudo.  Lo  mis* 
«mo  puedo  decir  del  hijo  del  duque  de  Ai^ou :  eu 
»mas  estrecho  grado  esta  el  hijo  de  mí  tkermana,  que., 
-vel  nielo  de  minermano ;  por  donde  es  forzoso  'qun 
»se  anteponga  i  los  demás  pretensorest  Para  quet*. 
vmejor  lo  entendáis .  os  propondré  un  ejemplQ.  Así 
«como  el  reguero  del  agua ,  y  el  acequia ,  cuando  la 
nquitan  de  una  parte  y  la  echan  por  otra,  dteia  h» 
^primeras  eras  á  que  iba  encaminada  i  sin  riego^  y : 
»nolaS' toma  abanar  hasta  dejar  regados  todos  los 
Dtablares  A  que  de  nuevo  encaminaron  el  agoa^  asi 
»debeis  entender  que  1<m  hijos  y  descendientes  del 
nque  una  vez  es  privado  de  b  eoronay  quedan  p€ir«« 
npétuamente  eacluidos  pava  no  voKerá  ella,  si  no  e^  * 
»ialtadel  que  le  sucedió  y  de  todos  sus  deudos ,  los 
»que  con  el  están  de.mas  cerca  trabados  ten  purenr 
»te8co ;  que  pcv  estar  el  reino  en  poder  del  postreri 
^poseedor ,  quien  le  tocare  de  mas  eerea  en  deudo,' 
«ese  tendrá  mejor  derecha  para  sucedelle ,  que  todos 
alos  demás  que  jquier  que  aleguen  en  su  defensa, 
DCoDfofme  á  esto  yerran  los  que  para  tomar  la  su- 
»cesion  ponen  los  ojos  en  los  primeros  reyes  don 
» Jaime,  don  Alonso ,  don  Juan ,  dejándome  a  mí  que 
»al  presente  poseo  la  corona,  y  cuyo  ipariente.  mea. 
»cercano  es  ooña  Leonor  mi  hermana  y  despuesdella 
»&u  hijo  el  infante  don  Femando»  cuiyo  derecho  en 
nigualdad  fuera  razón  apoyar  y  defender,  pues  mas 
»qae  todos  los  otros  pretensores,  se  adelanta  en> 
«prendas  y  partes  para  ser  rey.  Mienteaé  las  veces 
ea  cada  cual  sus  esperanzas,  y  de  buena,  gana  favo-, 
nrecemos  lo  que  deseamos ;  pero  no  hay  duda  amo* 
oque  las  muestras  que  hasta  aqui  ha  dado  de  virtud 
oy  valor  son  muy  aventajadas.  Este  eS^nuestro  narc!- 
»cer,  ojalase  reciba  tan  bien  como  es  Gttmplider». 
upara  vos  en  particular  los  que .  presentes  estáis »  y 
apara  todo  el  reino  en  común.  Las  hembras  no  deben , 
centrar  en  esta  cuenta ,  pues  todo^el  debate  consiste 
aentre  varones ,  en  quien  no  se  debe  considerar  por 
nqué  parte  nos  tocan  en  .parentesco ,  sino  en  qué> 
»gradoli> 

I  Este  razonamiento  del  rey  como  se  divnl^ise  pri-t, 
mero  por  Barcelona ,  en  cuyo  arrabal  se  trabó  toda, 
la  dispatay  y  después  por  toda  la  cristiandad  vejase. 

>esta  fama,  acreditó  en  gran  manera  la  pretensión  de, 
don  Fernando,  y  aun  fue  gran  parte  pwa  que  se  Ui 
ganase  á^us  competidores*  Destas  cosas  se  babJaba 
públicamente  en  loa  oorrillos,y  á  veces  en  palacio- 
en  presencia  del  rey,  de  que  mostraba  ga^ar,8i> 
bien  de  secreto  se  inclinaba  mas  4  su  nieto  don  Ft^, 
driqaeqüe  ya  era  conde  de  Luna ,  y  para  dejalle  la. 
corona  pretendía  legitimalle  por  su  autoridad- y  con. 
dispensación  derpapa  Benedicto;  que  siento  no  le 
saliese,  claramente  auteponia  ádon  Fernando  su. 
sobrino á  todos  los  demás»  á  quien  sus  virtiidesy 

I  proezas  ^y  habar  roenospr^^oiado  el  reino  de  Castilla, 
hacían  merecedor  de  nue«os.feinos  y  esMM-  7eda*t 


0OS 


IIbLiOTECA  de  6A8PAR  Y  ROIG. 


vit  eliviy  por  lá  acudía  ínstaMÍaque  sobre  ellofaizo 
el  conde  de  Urgel ,  ie  nombró  por  procurador  y  go«- 
bémador  dé  aqsel  reino;  oÉcio  que  se  daba  á  los 
8iionA>res  de  la  corona ,  y  roBohieíoii  one  pudiera 
perjudicar  á  lo»  otros  preténsores  ,  si  el  mismo  de 
secreto  no  diera  orden  a  los  Urreasy  á  los  Heredias, 
do6  d^sas  las  mas  princmales  de  Zaragoza,  qne  no  le 
dejasen  entrar  en  aquella  cindad ,  ni  ejercer  la  pro* 
curadoa  general ,  sin  embargo  de  las  provisiones 
que  en  esta  razón  llevaba:  trato  doble ,  de  que  mu* 
cao  se  siutió  el  conde  de  Urge! ,  y  de  que  resultaron 
grandes  daños. 

CAPITULO  XXI. 

De  la  muerte  de  don  Martio  rey  de  Aragón.     , 

El  tiempo  de  las  treguas  asentadas  con  los  moros 
era  pasado ,  y  sus  demasías  convldabah ,  y  aun  po- 
nían eü  tieeesidad  de  volverá  la  ^erra  y  á  las  armas, 
en  «epeeial  qu^  tomaron  la  villa  de  Zahara ,  y  talaban 
de  ordinariD  ios  campos  comarcanos ,  y  baoian  mu- 
ckae  cabalgadas.  Para  reprimir  estos  «laultos ,  y  to- 
mar emienda  de  los  daños,  ei  infonte  don  Fernando, 
hechos  les  apercibfmieatos  necesarios  de  soldados  y 
armas ,  de  dmere  y  de  vitxiallas  por  el  mes  de  febrera 
del  año  que  se  contaba  1410,  se  encaminó  «e*  su 
campo  la  vuelta  de  GMoba  en  sazón  pue  lo6  moros, 
por  no  poder  forzar  el  caetiilo^  desampararon  lavilta 
de  Zafaara ,  y  los  nuestros  á  toda  prisa  repararon  los 
adarves  y  pusieron  aquella  plaza  en  oefensa.  La 
gente  de  donFematido  eraiidlez  mü  peones  y  tres 
mM  y  quinientos  caballos ,  la  flor  de  la  müioia  de 
Gasfilla ,  soldados  lucidos  y  bravos.  Acompañábanle 
don  Sancho  de  Rojas  obispo  de  Palencia,  Alvaro  de 
Guzmaa ,  Juan  de  Mendoza,  Juan  de  Velasco ,  don 
Ruy  López  Dábalos,  otros  señores  y  rioes  hombres. 
Con  esteeannió  se  ^uso  el  infante  sóbrela  ciudad  de 
Anteqnera  á  los  veinte  y  sí^  de  abril  coa  resohicion 
de  no  partir  maao  de  4a  empresa  hasta  apoderarse  de 
aquella  ¡^za. 

Bl  rey  moro  eavló  para  socorrer  á  los  cercados 
ciDCO  mil  caÉmUos  y  ochenta  mil  inftiates/graa  aift- 
aero ,  d  las  feerzas  fueran  iguales.  Dieron  vista  á  la 
ciudad,  y  (ortifioaroB  sus  estaacias  muy  cercado  los 
coatrarioi:  ordenaron  sus  haees  pam  presentar  la 
batalla ,  que  se  di((  á  los  seis  de  mayo ;  en  ella  que- 
daroR  los  araros  desbaratados  coa  pérmda  de  qumce 
mü,  ^e  perecieron 'en  la  pelea  y  en  el  alcance;  con 
el  mismo  impotables  eatiaron  y  saquearon  los  reales: 
vielorra  era  aquel  tiempo  tanto  mas  señalada,  quede 
los  ciistianoB  no  faltaroa  mas  de  ciento  veíate.  Díó 
dea  Peraaado  gracias  á  Dios  por  ^aquella  merced: 
despachó  €»rreo9  á  todas*  partes  tan  fas  buenas  nue- 
vas. Paivuprelar  mas  el  cerco  hizo  tirar  un  foso  de 
aichura  y  hondura  8Uficleate*ea  toraodetos  adar- 
ves, y  en  el  borde  de  fuera  levantar  una  trincheade 
tapias  coa  sus  torreones  á  trechos,  todo  á  propósito 
de  impedir  te  salidas  de  los  moros,  y  hacer  que  no 
les  entrase  provisión  ni  socorro.  Fue  muy  acertado 
aproveeliárse  deste  ingenio  por  estar  el  campo  falto 
de  aféate  á  causa  que  diversas  compañías  he  derra- 
malNM  por  mi  orden  para  roba^  y  talar  aquellos  cam- 
pos i^MOOle  hicieron  muy  cumplidamente  ,  sin  re^ 
parar  hasta  dar  vista  á  la  ciudad  de  Máhiga. 
'  Lo9  daños  Draa  grandes  y  mayor  el  espanto.  Man- 
dil el  rejf  Moro  que  todos  los  que  ftiesen  de  edad ,  se 
lAstasen  y  lomasea  las  armas:  diligeada  coa  que 
juató  graa  námin^ode  geate ,  si  biea  estaba  resuelto 
de  ao  arriscarse  segunda  vez ,  y  solo  se  moStrd!>a 
pan  poner  miedo  por  los  higarés  cercanos  ,  mas  se- 
gurbs  por  bu  flntgura  ó  la  espesura  de  árboles.  Los 
cacados  padecían  necesidad,  y  lo  que  sobre  todo' les 
aquejaba  eht  la  poca  esperanza  que  teohuí  de  ser 
socorridos.  Rendase  les  era  á  pair  de  mueHe ,  entre- 
caerse  ao  podían:  ¿-qaé  debían  hacer  loa  misera^  ^ 


bles  ?  aviao  que  treAiéatos  dea  caballo  de  la  guar 
nidon  de  Jaén  entraron  con  poco  orden  y  recateen 
tierra  de  moros ;  que  todos  fueron  sobresaltados  y 
muertos.  Este  suceso  de  poca  consideración  animó  á 
loÉ  cercados  para  pensar  podría  haber  aif^iaa  mudan* 
za,  V  suceder  algún  desmán  á  lasque  loscercabaa. 

Al  tiempo  que  esto  pasaba  ea  Aatequera»  falleció 
en  Boioña  de  Lombaraía  Alejaadro,  el  nuevo  y  ter- 
cero pontífice,  á  tres. de  mayo. Sepultaroa  su  cuerpo 
ea  Sala  Francisco  de  agüella  ciudad*  Juatároase  ios 
cardenales  que  le  seguían ,  y  á  diez  y  siete  del  misoio 
mes  sacaron  por  papaá  BaJ tasar  Cosa  diicono  carde- 
nal ,  natural  de  Ñapóles ,  v  gue  á  la  sazón  era  iomd^ 
de  aquella  dudad  de  Boiona.  Llamóse  Juan  uDI. 
Era  4iofflbre  atrevido^sagaz,  diligente,  acostumbrado 
á  valerse  ya  de  buenos  medios,  ya  de  ao  tales«  como* 
las  pesas  caycsea  y  segua  los  negocios  lo  deaúmda- 
sen.  Diohoso  en  el  pontiGcado  de  su  predecesor » en 
que  tuvo  mucha  mano ;  en  el  suyodesgraeiado^pues 
al  ñn  le  dérribaroa  y  despo^aroia  da  la  tiara.  Siguióse 
la  muerte  del  rey  don  Martia  de  Aragón  qué  falleció 
de  modorra  postrero  de  aquel  mas  en  Yaidcoicellas» 
moaasterio  de  monjas  pagado  á  los  muros  de  la  ciu- 
dad de  Barcelona.  Su  cuerpo  soMiHaron  en  Poblóte 
con  eaterramiealo  y  hoaras  moaefada&«por  estar  la 
,genle  afligida  coa  la  pérdida  preseala  y  lo  que  para 
adelante  loé  ameoazaDa  <  i)* 

Teaíaase  á  la  saaon  Córtes.ea  Barcelona  de  aquel 
principado :  ao  ün  sospechas  de  alteracionesydesa- 
s^siogw :  acordaron  que  de  todos  loa  brazos  se  nom-* 
brasen  personas  principales  que  visitasen  al  rey  en 
aquella  dolencia ,  y  le  suplicasen  que  para  eteosar 
royarlas  4|9iaae  noinbrado  sucesor.  Ilizase  así :  llevó 
la  aabla  con  beneplácito  de  los  acompañados  Fenrer 
cabeza  de  loajaraaos  ó  coaselleresde  aquella  ciudad. 
Preguntóle  si  era  su  voluntad  que  sucedieae  en 
aquella  coroaa  el  que  ú  eUa  tuviese  mejor  derecha: 
abajó  la  cabeza  ea  seAal  de  consentir  con  k  demaa^- 
da.  Aoiraspreguntas  que  Ae  hicieroa,  ao  le  padéeroa 
sacar  paldrbra  ni  respuesta^  Con  su  muerte  se  acabó 
la  sucesión  por  Haea  de  varoa  de  loa  condes  de  Bar- 
celoaa  que  se  coatiaaó  prvaero  ea  Catalana  y  des^ 
pues  ea  Alragstt  por  espaeáo  de  seiaeientos  años. 
Añublóse  la  buena  andanaa  lAa  Aragón  y  su  prospe- 
ridadmuy  grande:  dcaperláronaeOtrosíiaaeaperansas 
de  machos  personajes  para  pretender  hi  corona  ea 
aquella  como  vacalite  de  aqu^l  reino.  En  aemeiantes 
ocasiones  suele  ser  la  presteza  muy  importante,  y  h| 
diligeneia  (coaM  dicen)  madre  de  la  bueaa  ventura: 
el  iafiínle  den  Femando  y  á  quien  Dioa  tenia  teaer-* 
vada  aquella  gra(n4(^a ,  le  tenia  á  la  saaon  ocupado  la 
guerra  dei  Jos  moros:  hizo  na  pnUico  anta,  ea  que 
aceptó  la  sucesión  y  el  reino  que  nadie  ofrecía;  jun* 
taniaate  despachó  sus  ambladores  {%)  a  Femn 
Gtttíarraz  de  Vega  su  rasostero  mayor:,,  y  al  doctor 
Juan  fionaalez  da  Aeevedo,.  personas  intallgantes  y 
de  anna^  para  que  en  Aragón  hicieBen  sus  partas; 
que  él  mismo  noquiso  ahtar  la  mano  del  careo  par  h 
esperaaaa  que  tenía  de  salir  ea  breve  eon  la  erapr»» 
sa,  y  seattiaentó  por  cierta  refriagaqua  parte  da  au 
gente  trabé  cerca  de  Arohldom  ctía  loa  mores » ;[  la 
vendó.  De  cayo  suceso^  y  de  f a  acaaíonserálMea 
decir  alguna  cosa ,  lomada  de  la  historia  elegante 

3ue  Laurencio  YaUa  eacribió  de  los  hadiOe  y  vida 
este  infknte  dan  Famahdo,  qneíue  paco  adelante 
rey  de  Aragón. 


< !)  Setos  la  ina^pelotí  ée  so  isépokro  fae  entanado  es 
la^atedrardeBaioBlsoa  y  dOattostopartf  tiaslilMa  á  P^ 

bleia. 

(2)  Ki  iofaofte  doa  Femaodo  de  CasliUa  ,  qae  aceteaAt 
teoer  derecho  al  reiao,  hizo  It  ausma  ^Jicitua  ¿  todas  Us 
provincias  y  coosta  que  la  ciudad  de  Valencia  le  respondió 
reconocería  por  rey  al  qqe  la  aacion  dedlarase  petlenecerle 
)a  coroaa  s^D  dereelio. 


HUTOSU  CE  EifKtUí. 


CAPITULO  XUl. 
Ht  !■  Pefii  d«  lo* 


ApODERÁBunsE  los  crlfltiiino»  de  diversos  pueblos 
por  aquella  coraarca.comodoGoRi ,  Sebar,  AIebqb, 
Mars ,  de  unos  por  faem  j  de  otros  que  por  miedo 
se  rendían.  Tcmíín  los  moros  no  fuese  lo  mismo  de 
Arehídona ,  villa  principal  distante  de  Anlequera  por 
espatio  de  dos  leguas.  Con  este  cuidiido  metieron 
dentro  buen  colpc  de  soldados  para  que  ladefendiese 
con  la  provisión  j  muoicioues  que  pudieron  juntar. 
H«ho  esto ,  y  nniraailos  con  es'e  buen  principio, 
corrian  los  campos  comarcanos ,  hician  aliar  las 
vituallas  para  que  los  que  estaban  sobre  Anteqnero 
padeciesen  necesMa'l  y  menena.  Tenian  maa  gente 
de  ii  caballo  que  los  nuestros ,  que  era  la  causa  do 
llevar  adelante  sus  intentos.  Supieron  que  todos  loa 
dias  sallan  da  los  reales  los  jumentos  j  caballos,  que 
hM  Hevaban  á  nacer  con  po^a  guarda  al  rio  Corza  que 
por  alli  pasa.  Con  esteaviso  acurdarún  dar  sobre  ellos 
de  rebato  y  aprovecharse  de  aquella  ocuion. 


Esloqie  dt  í»  Ftni»iido,  llmaflo  it  ic  Átltinert. 
Uoi  centinda  desde  un  peñol  que  lliman  la  PsQa 
de  loG  Enarnoradoi ,  avisd  con  ahumadas  del  peligro 
qoeeorria  la  escoto,  los  mochiloroa  ylos  forrageroa, 
si  no  lesaoortiaR  con  preatex».  Los  cristianos,  toma- 
das las  arnas  salieron  <te  los  reales  y  cargaron  sobre 
los  mam  con  tal  denuedo ,  que  les  Toraaron  a  retí- 
rtrae  hacia  Archidona.  No  se  pudieron  recoger  Un 
presto  por  ef  Ur  muy  trabada  ti  escaramoM  y  refrie- 
m ,  en  qw  á  viaU  de  U  misraa  »ilhi  qnedsron  des- 
IianUdoB  los  contrarios  con  muerte  de  hasu  dos  mil 
dello),  y  otros  muclioa  que  quedaron  presos.  Fne 
este  encuentro  tanto  mas  importante ;  que  de  los  fie- 
les solos  dos  faltaron  y  pocos  salieron  heridos.  E 
lugar  y  lo  ocasión  desta  íictoria  pide  se  dé  raron  del 
aiwIliQO  que  aquella  peña  tiene  ,  puesta  entre  Arehi- 
dona  y  Anlequera,  y  por  quú  causa  se  llamó  la  Pena 
de  ios  Enamorados. 


609 
cristieno  esuba  cautivo  cu  Granada.  Sus 
paites  y  dilij^'cncia  eran  la'es  ,  su  buen  lérmino  y 
cortesía,  qiio  su  aoio  hacía  mucha  confiania  del 
dentro  y  Tuera  de  su  ca^a.  L'ao  bija  suya  al  tanto  se 
la  aScionú  y  puso  en  él  los  oj  t.  Pero  como  quier  que 
ella  fuese  casadera  v  él  mozo  esclavo ,  no  podían  pa- 
sar adelante  como  deseaba  o ,  ca  elamor  imüse  puede 
encubrir;  ^  temian  sí  el  padre  ddla  y  amo  del  lo  sa- 
bia, pagarían  con  las  caWas.  Acordaron  de  huir  i 
tierra  de  cristianos :  resolución  que  al  moio  venia 
mejor,  por  volver  ¡i  los  suyos,  que  áclla  por  deeltf- 
rsrse  de  su  patria:  sí  ya  no  la  movía  el  deseo  de 
hacerse  cristiana.,  lo  que  yo  no  creo.  Tomaron  su 
camino  con  todo  secreto  hasta  llegar  ul  poüasco  ya 
dicho,  en  qucla  moza  cansada  se  puso  á  reposar.  En 
esto  vieron  asomar  á  su  padre  con  gente  de  á  caba- 
llo ,  qun  venia  en  su  seguimiento,  i  Qué  podian  ha- 
cer, úd  qué  parte  volverse?  ¿que  consejo  lomar? 
¡mentirosas  esperanzas  de  las  hombres  v  miserables 
sus  intentos!  Acudieron  .'i  lo  que  solo  les  quedaba 
de  encumbrar  aquel  peñol  trepando  por  aquellos  ris- 
cos ,  que  era  reparo  asaz  llaco.  El  padre  con  unsem- 
blante  sañudo  los  mandú  bajar :  amenazábales  sino 
obedecían,  de  ejecutar  eu  ellos  una  muerte  muj 
cruel.  Los  que  acompañaban  al  padre,  toa  amonestá- 
banlo mismo,  puessololesrestaba  aquella  esperanza 
de  alcanzar  perdón  de  la  misericordia  de  su  padre 
con  bacer  lo  que  les  mandaba,  y  echársele  á  los  pies 
No  quisieron  venir  en  esto.  Los  moros  puestos  ápíÉ 
'  acometieron  á  subir  al  peñasco ;  pero  elmozo  lea  de- 
fendió la  subida  con  galgas  ,  piedras  y  palos ,  y  todo 
lo  demás  que  le  venia  á  la  mano ,  y  le  servia  de  ar- 
mas en  aquella  desesperación.  El  padre  visto  esto, 
biio  venir  de  un  nn^o  alli  cerca  ballesteros  para 
que  de  lejos  los  Qechasen.  Silos  vista  sn  perdición, 
acordaron  con  su  nmerte  librarse  de  los  denneatos  j 
tormeiitM  mayores  que  tomian.  Las  palabras  que  en 
eete  trance  se  dijeron ,  no  hiy  para  que  rolatanae. 
Piual mente  abrazados  entre  si  fuertementese  echa- 
ron del  peñol  abajo  por  aquella  parte  en  que  los 
miraba  su  cruel  y  sañndo  padre.  Desta  manera  espi- 
raron antes  de  llegar  i  lo  bajo  con  lásüma  de  los, 
pceaentSi,  y  aun  con  lúgrimas  <le  algunos  que  se 
moviaD  con  aquel  triste  espectáculo  de  aquellos  mo- 
zos desgrauadcn;  y  á  pesar  del  padre,  como  estaban 
los  enlerraronen  aquel  mismo  lugar:  constancia  que 
se  em^ean  mejor  en  otra  hazaña ,  y  les  roerá  bien 
conUda  la  muerte ,  si  la  padecieran  pocla  virtud  y 
en  defensa  de  la  verdadera  religión ,  y  no  por  satis- 
facer á  s«a  apetitos  desenfrenados. 

Volvamos  si  cerco  de  Anteqnera.  en  que  después 
de  la  refriega  de  Archidona  no  cesaban  con  la  artille- 
ría de  batir  las  murallas  y  aportillarlas  por  diversas 
partes :  los  de  dentro  de  noche  rehacían  con  toda 
diligencia  lo  que  de  día  les  derribaban ,  por  donde  ' 
con  qincho  trabajo  se  adelantaba  poco.  Advirllú  don 
Femando  que  lo  alto  de  cierta  torre  le  faltaba  por 
estar  echado  por  tierra ;  parecióle  hacer  por  aquella 
porte  el  úKino  eafUeno ,  y  que  arrimadas  las  escalas 
fas  soldados  escatisen  la  muralla.  Hizoss  asi ,  aunque 
con  dificultad  y  peligro  por  causa  del  gran  esfuerzo 
con  que  los  de  dentro  defendían  la  subida  y  lo  en- 
U^dadesu  ciudad.  Finalmente  los  nuestros  subie- 
ron, y  forzaron  á  los  moros  que  se  recogiesen  al 
castillo  con  esperanza  de  entretenerse  en  él ,  ó  ren- 
diUa  con  partidos  aventajados. 

El  dia  siguiente  se  levantó  contienda  entre  los  sol 
dados  sobre  quién  fue  el  primero  á  subir  las  murallas. 
Muchos  salieron  á  la  demanda ,  que  fue  asaz  noTÜada 
por  los  valedores  que  acudían  á  cad;i  cual  de  las 
partea ,  deudos,  amigos  6  n;iturales  de  la  misma  lier- 


[es  ,  OeUltUS,  anugira  uii.i.uibicjiuí  ™  „.,.,,..»  ..— 

.„.  Temian  no  resulUse  algún  motín  por  aquella 
cansa.  Los  jueces  que  señalaron  sobre  el  caso  ,  oídas 
las  partes  y  eiaminados  los  testigos  ,  pronunciaron 
qns  Gutierre  do  Torres ,  Scnclio  González,  Serva, 


610 


BltUOTSCA  DB 


Cbiriiio  j  Bacza  fueron  los  primeros  á  acometer  la 
subida;  pero  que  se  adelantó,  y  se  la  ganó  á  los  de- 
más Juan  Vizcaíno,  que  perdió  la  yida  en  la  misma 
torre ,  y  tras  él  Juan  de  san  Vicente  que  llevó  el  prez 
á  todos  los  otros.  El  infante  los  alabo  á  todos ,  y  los 
premió  iiberalmente  con  razón ,  pues  tomada  aque- 
na  ciudad^  los  enemigos  no  solo  perdieron  una  plaza 
tan  principal ,  sino  se  quebrantaron  las  esperanzas 
de  aquella  gente. 

Ganóse  An taquera  á  ios  diez  y  seis  de  setiembre. 
Los  que  se  recogieron  al  castillo ,  dende  á  ocbo  dias 
le  rindieron  á  partido  de  salir  libres  con  sus  personas 
y  haciendas,  que  se  les  guardó  enteramente,  y  jun- 
tos se  pasaron  á  Archidona.  Los  vencedores  nicieron 
procesión  para  dar  gracias  á  Dios  por  merced  tan 
señalada;  la  mezquita  del  castillo  se  consagró  en 
iglesia  para  celebrar  en  ella  los  ofícios  divinos.  Que- 
^nomorado  por  alcaide  del  castillo  y  gobernador  de 
aquella  ciudad  Rodrigo  de  Narvaez ,  que  hizo  sus  ho- 
menajes al  rey  de  Castilla.  Tomáronse  algunos  pue- 
blos y  otros  castillos  por  aquella  comarca ,  talaron 
los  campos  de  los  moros  muy  á  la  larga :  con  tanto 
casi  pasado  el  otoño  dieron  la  vuelta  á  la  ciudad  de 
Sevilla ,  que  los  recibió  con  grandes  muestras  de  ale- 
gría y  contentamiento  universal. 

LIBRO   VIGÉSIMO. 

CAPITULO  I. 

Del  estado  de  las  proviocias. 

Tempobalks  ásperos ,  enmarañados  y  revueltos, 
guerras ,  discordias  y  muertes ,  hasta  la  misma  paz 
arrebolada  con  sangre  afligían  no  solo  á  España  sino 
las  demás  provincias  y  naciones  que  anchamente  se 
extendía  el  nombre  y  el  señorío  de  los  cristianos. 
Ninguna  vergüenza  ni  miedo .  maestro  aunque  no 
de  virtud  duradera .  pero  necesario  para  enfrenar  á 
la  gente :  las  ciudades  y  pueblos  y  campos  asolados 
con  el  fuego  y  furor  de  las  armas,  profanadas  las 
armas ,  menospreciado  el  culto  de  Dios,  discordias 
civiles  por  todas  partes,^  como  un  naufragio  común 

Íf  miserable  de  todo  el  Cristianismo :  avenida  de  ma- 
es  y  daños,  sí  causados  de  alguna  maligna  concur- 
rencia de  estrellas ,  no  lo  sabría  decir ,  por  lo  menos 
señal  cier^i  de  la  saña  del  cielo  y  de  los  castigos  que 
los  pecadgs  merecían. 

A  Italia  traía  alborotada  el  scisma  continufido  por 
tantos  años ,  y  la  ambición  desapoderada  de  tres 

gontíGces ,  pretensores  todos  de  la  silla  y  cátedra  de 
an  Pedro.  El  descuido  ^  flojedad  de  los  emperado- 
res de  Alemana,  que  debían  (por  el  lugar  que  tenían) 
Krincipalmente  atajar  estos  daños :  por  una  parte 
LS  armas  de  Ladislao  rey  de  Ñápeles  en  favor  del 
pontíflce  GregorioDuodécimo  la  trabajaban,  por  otra 
les  hacia  rostro  Luis  duque  de  Aniou  á  persuasión 
de  los  pontífices  de  A viñon ,  de  los  ae  su  valia  y  obe- 
diencia. En  la  Lombardía  en  particular  Galeazo 
Viceoomite  duque  de  Milán  se  aprovechalw  para  en- 
sanchar grandemente  su  estado  do  la  ocasión  que 
aquellas  revueltas  le  presentaban.  Apoderóse  antes 
desto  de  Boloña,  ciudad  rica  y  abastada :  aspiraba  ¿ 
hacer  lo  mismo  de  las  otras  ciudades  libres  de  Lom- 
bardía. Por  la  muerte  del  emperadorAiberto  (i),  que 
falleció  primero  de  junio ,  la  vacante  del  imperio  en 
Alemana  daba  como  es  ordinario  ocasión  de  revuel- 
tas ,  además  de  la  flojedad  de  Wenceslao  antes  em- 
perador que  fue  y  á  la  sazón  rey  de  Bohemia  ,  con 
que  los  decretos  antiguos  y  sagradas  ceremonias  en 
aquel  reino  alteraban  en  gran  parte  gente  novelera, 
y  sus  cabezas  y  caudillos  principales  Juan  Hus  y  Ge- 

(1)   Se  llamaba  Roberto  y  manó  el  3i  de  mayo  de  i4i0. 


OASPAR  T  aOIG. 

rónimo  de  Praga  (2).  Recelábanse  uo  cundiese  «1 
daño  y  á  guisa  de  peste  se  pegase  en  las  otras  pro- 
vincias. 

El  imperio  de  Levante  gozaba  de  algún  sosiego 
después  que  el  gran  Tamorlan  con  su  famosa  entra-> 
da  sujetó  muchas  naciones;  v  abatió  algún  tanto  el 
orguflo  de  los  turcos;  mas  tooavía  ponian  en  cuidado 
después  qae  soldaba  aquella  quiebra ,  y  pasado  al 
estrecho  de  Thracia  (3) ,  se  entendía  pretendía  apo- 
derarse de  Euro|Mi,  por  lo  menos  conquistar  aijuel 
imperio  de  Grecia.  Émanuel  I^ileólogo  emnorailor 
griego,  antevista  la  tempestad  y  el  toriielnno  que 
venia  á  descargar  sobre  su  casa ,  para  apercebirsede 
lo  necesario  pasó  por  mar  á  Venecía ,  y  dende  por 
tierra  á  Francia  á  solicitar  algún  socorro  contra  el 
enemifio  comuu.  Poco  prestó  esta  diligencia  y  viaje; 
fuera  ae  buenas  palabras  no  pudo  alcanzar  otra  avu- 
da ,  á  causa  que  la  misma  Francia  anlia  en  discordias 
y  revoluciones  después  de  la  muerte  que  dio  Joan 
duque  de  Borgoña  á  Luis  duque  de  Orlieiis  á  tuer- 
to (4).  Grandes  revueltas ,  intentos  y  pretensiones 
contrarias ,  asonadas  de  guerra  por  todas  partes, 
miserable  avenida  de  males ,  y  tiempos  alterados  en 
tanto  grado  que  el  pueblo  de  Pacis ,  dividido  en  par- 
cialidades ,  unos  contra  otros  trababan  pasión ,  con 
que  la  ciudad  muchas  veces  se  ensangrentalMi.  Los 
mismos  carniceros  ,xaiea  de  gente  por  el  oficio  que 
usa ,  desapiadada  y  cruel ,  entraban  á  la  (nrte  con 
las  armas  en  favor  del  borgoñon.  El  rey  si  bien  en 
su  dolencia  y  alteración  tenia  algunos  lucidos  inter- 
valos ,  no  era  bastante  para  atajar  tantos  males ,  oca- 
sión mas  aína  del  daño  que  remedio.  Los  ingleses  a 
cabo  de  tanto  tiempo  por  aprovecharse  desta  ocasión 
andaban  sueltos  por  Francia  con  mayor  porfía  y  es- 
peranza que  tuvieron  jamás. 

En  Aragón  por  la  muerte  del  rey  don  Martin  los 
naturales,  por  no  conformarse  en  un  parecer  solire 
la  sucesión  de  aquel  reino,  se  hallaban  alterados 
asaz  y  divididos.  La  discordia  amenazaba  alguna 
ffuerra  civil ,  puesto  que  con  lodo  cuidado  se  traUíba 
de  asentar  por  las  leves  y  en  juicio  aquel  debate.  Los 
pretensores  eran  principes  muy  señalados  en  nobleza 
y  en  poder.  El  punto  principal  de  la  diferencia  era 
acordar  si  en  aquella  sucesión  se  había  de  tener 
cuenta  con  las  personas  que  pretendían,  ó  con  el 
tronco  que  cada  cual  representaba ,  y  por  el  cual  le 
venia  el  derecho  de  la  sucesión.  Mncnas  juntas  se 
tuvieron  sobre  el  caso,  que  al  principio  ninguna  cosa 
prestaron.  Estas  revueltas  eran  causa  que  el  partido 
aragonés  empeorase  en  Gerdeña ,  si  bien  Pedro  de 
Torrellas  le  sustentaba  con  poca  esperanza  de  preva- 
lecer por  ser  sus  fuerzas  flacas  y  no  acudille  socor- 
ros de  España. 

En  Sicilia  asimismo  don  Bernardo  de  Cabrera  hada 
grandes  demasías,  hasta  tener  cercada  la  misma 
reina  viuda  dentro  del  castillo  de  Siracusa  sin  nin- 
gún respeto  de  la  magostad  real.  El  rey  de  Navana 
avisado  del  peligro  que  corría  su  l^ja,  á  la  vuelta  del 
vii\íe  que  luzo  á  Francia,  pasó  por  Barcelona,  do 
llegó  a  los  veinte  y  nueve  de  diciembre ,  entninte 
el  año  de  i  41 1 ,  para  tratar  en  aquella  ciiMlad  ooo» 
lo  procuró,  que  la  reina  su  hija  diese  la  vuelta ,  que 
pues  no  tenia  hijo  alguno  no  era  razón  gobernase 
aquel  reino  de  Sicilia  con  su  riesgo  v  en  prbvecfaode 
otros.  En  Castilla  por  la  minoridad  delrey  goberna- 
ban aquel  reino  la  reina  doña  Catalina  su  madre,  y 
el  infante  don  Fernando  su  tío,  divididas  entre  sí 
las  ciudades  y  partidosque  debían  acudir  ¿  cada  cual: 
traza  poco  acertada ,  y  que  pudiera  acarrear  graves 

(2)  Por  00  ouererse  retractar  foeroo  condeaadosal  fmo 
por  los  padres  ciel  concilio  de  Coostaaza ,  y  quenudoe  enii 
miima  ciodid  *.  el  primero  en  6  de  jallo  de  ltl$,  el  aefavdo 
el  30  de  marzo  de  i  416. 

SEt  el  canal  de  Gonstaotinopla. 
Fue  isesiaido. 


HlStOaU  OB  BSPANA. 


Oi^ 


dsoosy  en  especial  qne  no  fiüttknn,  como  es  ordina- 
rio, peraoüM  nial  intencionadas,  oue  tercian  Jas 
palabras  y  iieclios  do  don  Fernando  para  [ponelle 
mal  con  la  reina.  La  prudencin  del  infante  y  su  mu- 
cha paciencia  fue  causa  que  todo  procediese  bien, 
sin  tropiezo  y  sin  inconveniente.  Debianle  todos  en 
común  lo  que  cada  cual  á  sus  padres ,  t  concluida 
tan  á  gusto  la  guerra  contra  moros ,  quedó  con  mas 
renombre  y  fama.  Asenté  con  aquella  gente  treguas 
^n  Sevilla  por  término  de  diez  y  siete  meses :  con 
lauto,  < ordenadas  las  demás  cosas  del  Andalucía,  dié 
Tuelta  para  Castilla. 

Eú  esto  resultaron  nuevas  sospechas  de  revueltas, 
á  causa  que  don  Fadrique  duque  de  Benavente  esca- 
pó lie  la  piision,  en  que  le  tenían  dos  años  atrás  en 
el  coalillQ  de  Monreal, muerto  que  hobo  á  Juan  Apon- 
ía alcalde  de  aquella  fuerza.  Puso  este  caso  en  gran 
cuidado  al  infante ,  que  temía  por  ser  persona  poder 
Bosa  V  do  sadgne  real  no  fuese  parte  para  turbar  la 
paz.  liando  cion  presteza  ata|nr  los  caminos,  tomar 
m  puertos  á.  la  iiaya  de  Portugal  y  por  aquellas  par- 
les.. No  prestó  esta  diligencia ,  porque  el  duque  ó 
acaso,  ó  confí^ido  en  la  amistaa  ^ue  tenia  con  sn 
cañado  el  rey  de  Navarra ,  acudió  á  valerse  dék  En- 
gañóle su*  esperanza ,  ca  don  Fernando  envió,  sus 
embajadores  a  requerir  se  le  entregasen,  en  que  vino 
aquél  rey;  y  puesto  el  duque  en  el  castillo  de  Almo- 
dovar  tierra  de  Córdoba ,  en  aquella  prisión  feneció 
sus  dias. 

Solo  Portugal  florecía  con  los  bienes  de  una  larga 
paz,  y  el  nuevo  rey  con  obras  muy  señaladas  recom- 
pensaba la  falta  de  su  nacimiento.  Levantó  un  mo- 
nasterio de  dominicos  en  Aljubarrota ,  que  se  Ihma 
de  la  batalla,  para  memoria  de  la  que  allí  venció 
contra  los  castellanos.  A  la  ribera  de  Tajo  fundó  y 
|K>bló  la  villa  de  Almerin ,  en  Síntra  un  palacio  real, 
sin  otros  edificios,  muchos  y  magníficos^  que  á  sus 
espensas  levantó  en  diversas  partes.  Señalóse  en  el 
celo  grande  de  la  justicia ,  con  que  enfrenó  las  de- 
masias,  y  tuvo  trabados  los  mayores  con  los  menores. 
Llegó  en  esto  á  tanto  que  á  Fernán  Alfonso  de  San- 
taren  teniente  de  camarero  mayor  hizo  sacar  «de  la 
iglesia ,  y  quemar  porque  se  atrevió  á  doña  Beatriz 
de  Castro  dama  de  la  reina ,  que  despidió  asimismo 
de  palacio  en  pena  de  su  liviandad.  Hallábanse  tan 
pujantes  los  portugueses  que  se  determinaron  á  em- 
firender  nuevas  conquistas  y  pasar  en  África,  prin- 
cipio y  escalón  para  subir  a  srande  alteza.  Este  era 
el  estado  en  que  se  hallaban  las  provincias.  El  scis- 
ma  de  la  Iglesia  teoiá  sobre  todo  puesta  en  cuidado 
la  gente  en  que  pararla  aquella  división,  qué  remate 
tendría ,  v  qué  salida:  puesto  que  en  Efspoña  con 
mayor  calor  se  altercaba  sobre  la  sucesión  en  hi  co- 
rona de  Aragón,  y  cuál  de  los  pretensores  mas  partes 
y  mejor  derecho  tenia. 

CAPITULO  U. 
Qoe  en  Aragón  nombraron  nueve  Jaeces. 

Los  catalanes,  aragoneses  v  valencianos,  naciones 

5  provincias  que  se  comprenden  debajo  de  la  corona 
e  Aragón ,  se  juntaban  cada  cual  de  por  si  para 
acordar  lo  que  se  debía  hacer  en  el  punto  de  la  suce- 
sión de  aquel  reino,  y  cual.de  los  pretensores  les 
vendría  roas  á  cuento.  Los  pareceres  no  se  confor- 
maban como  es  ordinario;  y  mucho  menos  las  vo- 
luntades. Cada  cual  de  los  pretendientes  tenia  sus 
valedores  y  sus  aliados,  que  pretendían  sobre  todo 
echar  cargo  y  obli^uve  al  nuevo  rey  con  intento  de 
encaminar  sus  particulares,  sin  cuiaar  mucho  de  lo 
qae  en  común  era  mas  cumpUdero.  Los  catalanes 
por  la  mayor  parte  acudían  al  conde  de  Urgel,  en  que 
se  señalaban  sobre  lodos  los  Cardonas  y  loa  Monea- 
das, casas  de  las  mas  principales;  y  aun  entre  los 
aragoneses  los  4i  Alagon  y  los  de  Luna  se  les  arrima- 


ban: en  que  pasaron  tan  adelante  que  Antonio  de 
Luna  por  salir  con  su  intento  dló  la  muerte  á  don 
García  de  Heredia  arzobispo  de  Zaragoza ,  con  una ' 
celada  ^ue  le  paró  cerca  ae  Almunia,  no  por  otra 
causa  sino  por  ser  el  que  mas  que  todos  se  mostraba 
contra  el  conde  de  Urgel  y  abatía  su  pretensión.  Pa- 
reció este  caso  muy  atroz,  como  lo  era.  Declararon 
al  que  le  cometió,  por  sacrilego  y  descomulgado ,  y 
aun  fue  ocasión  qoe  el  partido  del  conde  de  Urgel 
empeorase:  muchoc  por  aquel  delito  tan  enorme  se 
recelaban  de  tomar  por  rey  aquel  cuyo  principio  ta- 
les-muestras daba. 

Los  nobles  de  Aragón  asimismo  acudieron  á  las^ 
armas,  unos  para  vengar  la  muerte  del  crzobispo, 
otros  para  amparar  el  culpado.  Era  necesario  abre- 
viar por  esta  causa  y  por  nuevos  temores  que  cada^ 
día  se  representaban :  asonadas  de  guerra  por  la ' 
parte  de  Francia,  y  de  Castilla  compañías  de  sóida* 
dos,  que  se  mostraban  á  la  raya  para  usar<]e  fuerza,- ' 
si  de  grado  no  les  daban  el  reino.  Las  tres  provincias 
entre  sí  se  comunicaron  sobre  el  caso  por  meilio  de* 
sus  embajadores  que  en  esta  razón  despacharon.- 
Gastáronse  muchos  dias  en  demandas  y  respuestas^, 
finalmente  se  convinieron  de  común  acuerdo  en  esta 
traza.  Que  se  nombrasen  nueve  jueces  por  todos, 
tres  de  cada  cual  |de  las  naciones :  estos  se  juntasen 
en  Caspe  castillo  de  Aragón  para  oír  las  part&s,  y  lo' 
que  cada  cual  en  su  favor  alegase.  Hecho  esto,  y  cer- 
rado el  proceso ,  procediesen  á  sentencia.  Lo  qtie  - 
determinasen  por  lo  menos  los  seis  dellos,  con  tal 
empero  que  de  cada  cual  de  las  naciones  concurriese 
un  voto,  aquello  fuese  valedero  y  firme*. 

Tomado  este  acuerdo ,  los  de  Aracon  nombraron 
por  su  parte  á  don  Domingo  obispo  de  Huesca ,  y  á 
Francisco  de  Aranda,  y  á  BerengueldeBardax.  Los 
catalanes  señalaron  á  Sagariga  arzobispo  de  Tarrago- 
na, y  á  Guillen  de  Valseca  y  á  Bemarao  Gualbe.  Por 
Valencia  entraron  en  este  número  fray  Vicente  Fer- 
rer  de  la  orden  de  Santo  Domingo ,  varón  señalado, 
en  santidad  y  pulpito,  y  su  hermano  fray  Bonifacio 
Ferrer  Cartujano,  y  por  tereero  Pedro  Beltran:  reso- 
lución maravillosa  y  nunca  oida,  que  pretendiesen 
por  juicio  de  pocos  hombres,  y  no  de  los  mas  pode-  • 
rosos,  dar  y  quitar  un  reino  tan  importante.  Los 
jueces  lueeo  que  aceptaron  el  nombramiento,  se' 
luntaron ,  y  despacharon  sus  edictos  cpn  que  citaron 
los  pretensores  con  apercibimiento ,  si  no  compare- 
cían en  juicio^,  de  tenellos  por  esduidos  de  aquella' 
demanda •<!).  Vinieron  algunos,  otros  enviaron  sus 
procuradores.  Por  el  rnfante  don  Fernando  compare- 
cieron Diego  López  de  Zúñiga  señor  de  Bejar,  el 
obispo  de  Falencia  don  Sancho  de  Rojas,  que  eii 
premio  deste  y  semejantes  viajes  dicen  adquirió  á  su 
Iglesia  el  condado  de  Pernía,  que  hoy  poseen  sus*, 
sucesores  los  obispos  de  Palencia.  ^ 

Las  partes  del  conde  de  Urgel  hacía  don  Jimeno,- 
de  fraile  franciscano  á  la  sazón  obispo  de  Malta,  y  que 
alcanzaba  gran  cabida  con  aquel  príncipe.  A  estos 
todos,  hicieron  jurar  pasarían  y  tendrían  por  bueno* 
lo  que  los  jueces  sentenciasen.  Luis  duque  de  Anjoü; 
no  quiso  comparecer ,  sea  por  no  fiarse  en  su  dere-- 
cho,  sea  por  estar  resuelto  de  valerse  de  sus  manos:' 
todavía  recusó  cuatro  de  los  jueces  como  sospechosos  - 
y  parciales.  De  don  Fadrique  conde  de  Luna  no  se 
nize  mención  alguna:  su  edad  erii  pequeña,  los  va- 
ledores ningunos,  además  de  su  nacimiento,  que 
por  ser  bastardo  habido  fuera  de  matrimonio  no  les 
parecía  con  aquella  mengua  amancillarla  noblezáiy 
lustre  de  los  reyes  de  Aragón.  Don  Alonso  de  Aragón 
duque  de  Gandía,  y  muerto  él  en  lo  mas  redo  desleí 
debate,  su  biio  don.Alonso,  y  su  hermano  don  Juan  - 
conde  de  Prades,  que  le  fuqedieron  en  la  pretensión, 


( 1 )  La  Crániea  de  don  Joaa  II ,  y  Zorita  no  htblaa  de 
estaatacíon. 


012  ■iK.Hireú  w  I 

fácilmente  Ids  eH:lu;reron  por  tocar  á  los  reyes  pos-^ 
treros  de  Aragón  en  grado  de  parentesco  mis  apar- 
'  tado  que  los  demás  competidores.  Restaban  el  conde 
de  Urgel  y  el  ínTunte  don  Fernando,  que  por  diver- 
sos caminos  pretendiaa  vencer  en  aquel  pleito  j  en 
Aquella  rejería  tan  importante.  | 

Por  parte  del  conde  de  (Jrgel  se  alegaba  qac  las 
liembras,  conforme  á  b  costumbre  rncebída  de  sus  ¡ 
tnafores  y  guardada ,  debían  !er  cscluiílns  de  aquella  ' 
cftTona  y  de  aquello  pretensión.  Que  se  membrasen  I 
de  los  alborotos  que  resultaran  en  tiempo  do!  rey  don  I 
Pedro  no  por  otro  causa  sinn  por  pretender  dejar  en  . 
su  tusar  por  heredera  i  su  hija  do&a  Coslanza.  Dns- 
puesdelamncrtedelrey  don  Juan,  escloyeron  (como 
iDcapaccSj  dos  hijas  suyas,  las  intentas  doña  Juan« 
y  doña  Violante.  Que  no  era  razón  por  contempla- 
ción de  nadie  alterar  lo  que  lenian  tan  asentado ,  ni 
luevwse  por  ejemplos  de  cosas  olvidadas  y  ilesusa- 
dM;  sino  mas  aína  abrazar  la  costumbre  mas  nueva 
j  fresca.  Escluides  las  hembras,  no  seria  justo  admi- 
tir á  sus  hijos,  pues  no  les  pudieron  traspasar  raavor 
derecho  que  el  ípio  ellas  niismas  alcanzaran ,  si  fue- 
ran vivas.  Finalmente  quo  don  Uartin  rey  de  Aragón 
nombni  al  fin  de  sus  dios  por  cobernador  del  reino  y 
por  su  condestable  at  conrtc  de  L'rgel :  muy  cierta 
señal  de  su  voluntad,  y  de  su  parecer  que  al  conde, 
y  no  á  otro  alguno .  tocaba  la  sucesión  después  de 
flu  muerte.  Estas  eran  las  razonas  en  que  aquel  prin- 
cipe fundaba  su  derecho. 

Los  procunKlores  del  infante  don  Femitn'lo  con- 
forme á  la  iustrucdon  é  información  que  llevaban  di; 
don  Vicente  Arias  obispo  de  Plaaencia ,  tenido  en 
aquella  era  por  jurista  señalado  y  de  fama  en  Espa  - 
ña ,  sin  liaccr  mención  del  dereclio  que  por  vía  de 
hembra  campetia  al  infante  (I),  como  flaco,  tomaron 
diferente  camino ,  es  á  sabor  que  el  reino  se  hereda 
por  el  derecho  que  Haman  de  sangre :  asi  en  caso 
áue  falte  la  linea  recta  do  ascendientes  y  dcscen- 
dientef,  y  que  se  hayan  de  llamar  á  la  corona  los 
parientes  tfansversnles ,  entre  los  tales,  puesto  que 
estén  en  el  mismo  grado  de  consanguinidad ,  se  debe 
tener  consideración  al  aeio  de  cada  cual  y  á  la  edad 
para  efecto  que  el  varón  |»eceda  á  la  hemlira  ,  y  al 
mas  moKi  ol  de  mas  edad ,  sin  mirar  el  tronco  y  la 
cepa  de  donde  procede.  Que  esto  era  conforme  al 
derecho  común ,  y  observado  en  el  particular  de 
Aragón.  Por  este  camiiw  don  Alonso  nieto  del  rey 
don  Ramiro  heredó  aqueHa  roroHa,  y  el  testamenio 
del  mismo  en  cuanto  llamó  á  las  hijas  á  la  sucesión, 
de  grandes  juristas  fue  tenida  por  inválido  y  de  nin- 
gún valor.  A  la  verdad  ¿qsé  raion  atifre  qUe  pan 


pantos  prhiciintea,  y  tai  ftiorm  d 
reñida,  lo  demia  tfuedará  pan  1m  joriitM.  No  bajr 
duda  sino  que  el  gobierno  <]«  ano,  que  llamiraas 
monarquía,  se  aventaja  á  las  demü  munaa  de  pain- 
cipados  y  señoríos.  Va  mas  eonfome  á  In  leyes  da 
naturaleza ,  que  tiene  un  primer  movedor  del  eido. 
y  un  supremo  gobernador  det  mand»,  no  onuclM»: 
traza  que  abrazaron  los  primen»  y  mat  laügwM 
hombres,  gente  mai  atinada  ennuaeteminKÍMMS, 
como  los  que  caian  ñus  cerca  del  prímer  principio, 
y  mejor  origen  del  imnido;  y  por  el  mismo  eaa»l^ 
nian  cierto  resabio  de  divinidad ,  y  eotondian  esn 
mas  claridad  la  verdad  y  lo  que  péá»  la  natataksa. 
Las  otras  Cormas  de  gobierno  tH  tiempo  las  iniméqio 
y  las  inventó ,  y  la  malicia  de  k»  hombrea.  De  que 
procedieron  aquellas  palabra*  y  santenda  nd^. 
aNo  es  bueno  que  liaya  roacboa  gobiemoa,  aolo  odo 
asea  el  rey.n 

Al  principio  del  mundo,  coando  todos  ñrian  eai 
HbeMad  y  »a  reconocer  homenaie  í  alguna  eaban, 
ira  valerse  mejor,  defenderse  y  tofnar  eniendxle 
s  mochos  desaguisados  que  unos  i  etm  ae  hadan, 
..s  pueblas  y  gentes  por  sus  votos,  para  qna  loa 
acandillasen ,  pusieron  en  la  cumbre  y  en  d  gobier- 
no aquellos  que  por  su  edad ,  prndenoia  y  otraf 
prendas  se  aventajaban  á  todoB  los  demás.  Dudóse 
ndelante  si  seria  mas  i  propósito  y  ntaa  compUderp 
á  los  pueblos,  muerto  el  [wincipe  que  eligiann ,  daUi 


heredar  el  reino. 


que  se  requieren  partes  tan 


aventajadas,  no  se  anteponga  á  loa  dernáa  el  que 
puesto  que  viene  de  la  aleuñt  y  sanare  real ,  y  nin- 
guno en  grado  mas  cercano,  en  todas  buenaá  eaKdüdef 
T  partea  se  ndelajiU  á  hw  que  ó  aon  menos  parientes, 
del  ray  muerto,  ó  meóos  á  propósito,  solo  porque 
dMciendoi  )»r  linea  de  varón  ?  Tpdavia  ponloe  e*U 
dincullad,  puesto  que  ventilada  muchas  veces,  Ibr- 
losamente  aegun  las  ocnrreocias  se  toraani  á  dispn'* 
tar,  el  liuar  pide  qce  eo  general  tratemos  breveraenla 
dd  dereclioae  la  sucedoo  entre  lea  dendos  transnr* 
sales,  y  en  qu6  manera  se  funda. 

CAPITULO  m. 

Del  derectio  pan  snce<]er  en  el  reino. 

OmVk  dispnta  es  eFla,  enmarañada,  escabros», 
de  mwfaas  entrad»  y  salidas:  pleito,  e»  que  ai  bien 
DKboa  ingenlaB  han  etnplado  sn  tiempo  én  llevalle 
al  cabo,  ninguno  del  todo  ha  saliA»  con  ello,  bi  ha 
podido  apear  lu  diflenltad.  TocaMlnos  en  breve  h» 

btí«  da  (fon  Pedro  IV  d«  Angón. 


Ea  la  cipirit  áe  Saalia«.  da  U  calertfal  4a  ltH*ft,  nai' 
un  wpulno  en  el  que  h  dke  arti  entwrado  don  Alvaw  * 
Ldm  ,  padre  del  Oria  «lestií^  Es  noi  de  laa  anJijreí  btl- 
tou  ijn«  (ümií^na  )a  etuOnl  y  el  inj«  intr  niMo. 


BISTüBU  DE  EEPikñjl.  613 

por  sncMom  ú  9i»_hi|0!:  f  deudos ,  ii  tornar  de  nup-  \  costumbre  por  lodo  el  tieiqpo  que  los  fjoJo*  en  ella 


To  i  escoger  de  toda  la  muchedorabre  el  que  dcblK 
tfiander  ¿  todos.  Guardóse  esto  postrera  par  largii 
tiem[)o ,  que  ias  mas  naciones  se  mantuvieri)»  en  no 
permitir  oue  se  heredasen  los  reinos.  Recelúbanse 
qUe  el  poner  del  rey ,  que  ellos  dieron  para  bien  co- 
mún ;  con  la  continuación  del  mando  y  seguridad  de 
li  «Dcesion  de  hijos  á  padres  no  se  estragase  y  mu- 
dase en  tiranía :  sabían  muy  bien  que  i  las  veces  los 
hijos  por  los  deleites,  de  que  hay  gran  copla  en  las 
enaa  reates ,  y  por  el  demasiado  resalo  se  truecan 
y  no  salen  semejables  i  sus  antepasados. 
En  España  por  lo  menos  se  mantuvieron  en  esU 


reinaron ,  que  no  pennitisn  se  lieredaae  la  oorom. 
Dudadas  las  cosas  con  ol  tÍ!!m[Hi ,  que  tiene  en  todo 
gran  vez,  se  alteraron  con  las  demis  leyes  esta,  y  ss 
comenzó  á  suceder  en  d  reino  por  herencia  como  se 
hace  eti  las  mas  provindes  de  Europa.  El  poder  d« 
he  principes  comenzó  d  ser  grande,  y  los  pueblos  i 
adulallos  j  rendirse  de  lodo  punto  á  su  yoiootad  ;  ?  ' 
aunque  la  esperíencia  enseñaba  to  contrario,  todaria 
connaban  lo  que  deseaban  y  era  rezón  ,  que  hn  hijos 
de  los  principes  por  la  nobleza  de  su  sangre  y  criar- 
se en  la  casa  real,  escueta  de  toda  virtud  ,  s«neja- 
rian  á  sus  mayores.  EdgaBúlea  su  pensamiento  y  su 


de  eottombras  y  vida  daiiada  y  perjndhital  «e  apode- 
nran  de  la  república.  Vordad  es  que  e«te  Inconve- 
niente y  peligro  ge  rtoomponsaba  con  otras  muchu 
«HHKttAHles  y  fcieAei ,  cuales  son  los  ^ieotea 
Que  )a  nverenckl  y  respeto ,  fuente  de  ta  salud  y  de 
vida ,  A  ihayor  para  con  los  que  deulenden  de  pa- 
dres y  abuelos  reyes ,  que  el  que  «e  time  á  les  que 
derepentese  levantan  de  estado  particular.  Qne  km 
hombres  mas.se  gobiernan  por  la  opinión  que  por  la 
verdad ,  y  m  puede  el  principe  tener  ta  Itaera  y 
antoridad  conveniente,  si  l<ts  vasallos  no  le  estiman, 
¡ñ  le  Uenen  el  respeto  debMo.  Ademis  qae  ea  coM 
mny  ntitrat  i  h»  mmbres  srirellevar  kntee  v  sufrir 
M  principe qw heredd elestado , aunquft  no m* muy 
btMim,^e  alqwe  per  votos  del  pueblo  ahjinió  n 
corone  y  el  mindo,  dido  ffue  tenga  ptrtet  mu 
aventajadas.  Lo  «w  nnebo  imperta ,  que  por  eaia 
manera  se  eoMliini  aa  ndmo  género  ne  gbUenMs 
t  se  perpetflt  en  cierta Ibnua,  con»  también  la  re^ 
pública  ta  perptlaa.  Y  el  que  sabe  qne  ha  do  denr  á 
SOI  bijoa  el  poder  y  el  gobiemo ,  con  mas  cuidado 
mira  ilor  ti  ma  coman  que  el  qtie  posee  el  sefiMlo 
wr  lleiApo  Hnrftido  solamente.  Finabneoto  no  «a 
ptftibh  pW  otro  cimin»  e  cnaar  las  tempestades  } 
alleracioneB  quo  rosultan  ftifiosamente  en  tiempo  de 


ideS.  Semnda. 


laa  vacantes ,  y  ka  «isniifitadaa  y  bandos  tpie  sobro 
semejauíes  eleccioaes  se  luietea  forjar ,  sino  aa  que 
por  via  4e  bereocia  está  muy  asentado  á  quien  toca 
U  Bocesioa  cuando  el  principe  mucre. 

Por  todas  satas  raionea  so  escusa  y  ss  abons  Is 
berenda  va  los  reinos  tan  rooebida  can  en  todas  tas 
Bscioaes.  Solsmeate  pareció  á  los  pueblos  ciutelarsa 
con  ciertas  leyes  que  se  guardasen  en  este  caso  de  la 
sucesión ,  sm  que  los  jtrincipes  las  pudiesen  alterar, 
pucA  les  dabsB  e)  mando  y  la  corona  debajo  de  1m 


esculo,  otraa  se  consernn  por  costumbr. 
riel  j  inviolable.  Sobre  la  inteligencia  de  las  l^si 
escritas  smIoq  de  ordinsrw  lerantarea  GuesUonea  y 
dndu :  laa  eoslumbres  alterarse ,  sagnn  que  rueásM 


y  h»  tiempos ,  i 
<^ae  resulta  toda  la  dificultad  desla  dismla  j  cne«« 


> ,  que  danie  de  aer  de  suyo  iotriacada,  la  dirar- 
id  MopidioneBanii    '"    — '  -    "   ^  =- 

do  y  revuelto  mucho  a 


DpidioneBonireloiJuislasla'faaa  ei 

I.  Todavía  de  lo  que  sacribent 


eseogeronwo  lo  que  oareoe  mu  e 

«ble.  Muy  rsMbioo  asta  por  laa  Iqrea  y  por  k 

eostuinlM  que  loa  hijos  beredea  laoaróoai  y  que  loa 


varooeska  que  lieneo  mas  edad.  íM  difieoÜad  ean- 
IHto  frímero,  si  en  láda  dol  padn  Ulwiii  ni  bj^o 


614 


BIBLIOTrCA  DR  GASEAR  T  IIOIG. 


mayor  que  dejó  asimismo  sucesión ,  quiéa  debe  su- 
i^er )  SI  el  meto  por  el  derecho  de  su  padre ,  que 
fsrtk  el  hijo  mqyor  del  que  reinaba.,  si  el  tio  por  toca- 
He  sü  padre  ea  grado  mas  cercano ;  de  que  hay  ejem- 
Slos  inuy  notables  por  la  una  y  por  la  otra  parte  en 
i9pañay  fuera  deíla :  ca  ya  los  tíos  haiísido  ante- 
puestos á  ios  nietos,  y  al  contrario  á  los  nietos  se  ha 
adjudicado  la  sucesión  y  la  corona  de  su  abuelo, 
cuando  yipñe  á  muerte ,  sin  tener  cuenta  con  sus 
tios:  acúerdpqueá  los  mas  parece  conforme  á  toda 
n^zon  y  á  las  leyes ,  que  los  que  nacieron  y  se  criaron 
con  .esperanza  4e  suceder  en  el  reino ,  no  los  despo- 

Í'énvcl^l.ppr  ningún  respeto:  ni  sobre  la  falta  que  les 
lacé  el  padre,  se  les  añada  ésCa'  nueva  desgracia  de 
quitalles  la  herencia  y  el  derecho  de  su  padre. 

Lo  segundo  sobre  que  hay  mas  diferentes  opinio- 
nes, y  por  tanto  tiene  mayor  diGcultad^  á  falta  de 
hijos  pr  ser  todos  muertos ,  ó  porque  no  los  bobo, 
cual  ae  los  parientes  transversales,  debe  heredar  la 
corona :  imagina  que  el  rey  que  muere  tuvo  herma- 
nos ]r  hermanas,  si  los  hijos  dallos  ó  dellas;*que  es 
lo  mismo  que  aecir  si  se  ha  de  mirar  el  tronco  y 
cepa  de  que  proceden ,  para  que  se  haga  con  ellos  lo 
que  con  sus  padres ,  si  fueran  vivos ,  ó  si  se  deben 
comparar  entre  sí  las  personas ,  no  de  otra  manera 
que  si  fueran  hijos  del  que  muere ,  sin  considerar  si 
proceden  por  via.de  hembra  ó  de  varón ,  si  de  herma- 
no mayor  ó  menor ,  supuesto  que  el  grado  de  paren- 
tesco sea  igual.  Demás  desto  se  duda  si  en  algún 
caso  el  que  está  en  grado  mas  apartado ,  debe  ser 
antepuesto  al  deudo  mas  éercano,  como  el  nieto  del 
hermano  nmyor  á  su  tio  y  á  su  tia ,  cuando  todos  su- 
ceden de  lado  y  como  deudos  transversales.  En  los 
demás  bienes  en  que  sucede  por  vía  de  herencia ,  no 
hay  duda  sino  que  en  diversos  casos  se  guarda  ya  lo 
uno  ya  ló otro ;  ca  por  ley  común  en  la  Autenticado 
hi  herencia  que  proviene  ab-intestato ,  se  halla  que 
al  abuelo  deben  suceder  los  nietos,  que  dejó  alguno 
de  los  hijos  del  oue  muere ,  si  los  tales  nietos  tienen 
otros  tíos ,  de  tal  suerte  que  se  refieran  al  tronco ,  y 
no  hereden  mayor  parte  todos  juntos  que  heredara 
su  padre  si  fuera  vivo. 

Al  tanto  cuando  un  hermano  que  fallece  sin  tes- 
tamento, aviene  que  tiene  otro  hermano  vivo ,  y  so- 
brinos de  otro  tercer  hermano  difunto,  los  tales 
sobrinos  tendrán  parte  en  la  herencia  junto  con  el 
tio  pero  considerados  en  su  tronco  y  coqtados  todos 
por  un  heredero  como  lo  fuera  su  padre,  si  viviera. 
Pero  si  no  suceden  los  sobrinos  junto  con  su  tio  al 
abvelo ,  ni  á  otro  tio  de  la  manera  que  queda  dicho, 
sino  que  ó  el  abuelo  no  deja  mas  que  nietos  de  diver- 
sos hijos ,  ó  el  tio  sobrinos  de  diversos  hermanos,  ó 
sea  que  no  se  hallan  parientes  tan  cercanos,  sino 
mas  apartados ;  será  necesario  ^  para  repartir  la  he- 
rencia entre  los  que  se  hallan  en  igual  grado  ,4¡ue  se 
eonsidere  no  el  tronco ,  sino  las  personas,  como  si 
fueran  hijos  del  que  hereda.  Pongamos  ejemplo  r  su- 
ceden al  abuelo  cim^  nietos ,  dos  de  un  nijo ,  y  tres 
de  otro :  no  se  harán  dos  partes  de  la  herencia ,  sino 
cinco  iguales  para  que  cada  cual  de  los  cinco  nietos 
faayt  la  suya,  Ítem  heredan  al  tio  que  murió  sin  tes- 
tamento ,  cuatro  sobrinos ,  los  tres  de  un  hermano, 
y  el  uno  de  otro :  no  se  repartirá  la  herencia  por  mi- 
tad ,  oomo  si  los  padres  fueran  vivos  sino  en  cuatro 
paKes  ácada  sobrino  la  suya.  Esto  en  las  herencias 
jwrtieulares. 

Bn  el  reino ,  cuando  los  narieates  transveMles  de 
todo  heredaA  la  corona  á  fftita  de  descendientes,  qué 
¿raen  se  baya  de  tener  hay  gran  dificultad  y  diversi- 
dad de  pareceres  éntrelos  juristas;  Los  mas  doctos  y 
en  nmyór  húmero  juzgan  que  en  este  caso  segundo 
se  déoe  tener  cuenta  con  las  personas,  y  no  con  el 
tronco.  I/w  argumentos  de  que  se  valen  para  decir 
esto,  son  muchos  y  las  alegaciones.  Las  principales 
«csbetas  aon  las  siguientes :  Que  el  reino  se  hereda 


I  por  derecho  de  sangre ,  que  es  lo  mismo  gue  decir 
que  por  costumbre ,  por  ley ,  ó  por  voluntad  de  alguo 
particular:  la  tal  herencia  ^lá  vinculada  á  cierta  fa- 
milia, y  no  se  hereda  por  juicio  y  voluntad  del  que 
últimamente  I9  posee ,  comp  otros  bienes  que  se 
adquieren  por  derecho  de  herencia  y  disposiciou  del 
testador.  Por  esta  causa  pretend^i  que  como«l  grér 
do  del  parentesco  sea  igual ,  el  mas  escelonte  de  aquel 
linaje  debe  suceder  en  el  reino.  Este  es  el  primer  ar- 
gumento. 

En  segundo  lugar  alegan  que  la  opinión  contraría, 
que  juzga  se  deben  los  pretensores  considerar  en  ei 
tronco  abre  camino  á  las  hembras  y  á  los  niños,  per- 
sonas inhábiles  al  gobierno .  para^qué  hereden  la  co- 
rona: daño  de  gran  consideración ,  y  que  se  debe 
atajar  con  todo  cuidado.  Alegan  demás  aeslo  que  to 
representación  de  que  se  valen  k»  contrarios ,  que 
es  lo  mismo  que  mirar  las  personas  no  en  si  sino  en 
sus  troncos,  es  una  ficción  del  derecho,  y  como  tal 
se  debe  desechar ,  por  lo  menos  no  estendelEí  á  lo 
que  por  las  leves  no  se  hallaba  establecido  oon  toda 
claridad.  ¿Que  cazón  (dicen)  sufre  que  por  nuestras 
imaginaciones  y  ficciones  despojemos  el  reino  de  uo 
escetente  gobernador ,  y  en  su  lugar  poncatnos  un 
inhábil  con  riesgo  manifiesto  y  en  perjuic»)  común 
de  todos ,  cual  seria  anteponer  la  hembra,  7  el  niño 
que  descienden  por  vía  de  varón ,  al  que  vieno  de 
hembra ,  y  tiene  edad  y  prendas  aventajadas  ?  Por 
ventura  será  razón  antepongamos  nuestras  sutilezas 
y  argumentos  al  bien  y  pro  común  del  reino?  Repli- 
cará alguno  que  en  los  mayorazgos  y  estados  de  menor 
cuantía  se  guarda  la  representación  entre  los  herede^ 
ros  transversales.  Respondo  que  no  todos  jienen  en 
esto ;  y  dado  que  se  conceda ,  por  estar  aslestabled- 
do  en  las  leyes  de  la  provincia,  no  se  sigue  que  se 
haya  de  hacer  lo  mismo  en  el  reino  $  que  tiene  mu- 
chas cosas  particulares  en  que  se  diferencia  de  todas 
las  demás  herencias  y  estados. 

Por  conclusión  recogiendo  en  breve  toda  esta  dis- 
puta ,  decimos  que  con  tal  condición  que  los  preten- 
sores sean  habidos  de  legitimo  matrimonio;  y  estén 
en  igual  grado  de  parentesco,  el  que  por  ser  varoo, 
por  su  edad  y  otras  prendas  de  valor  y  virtud  aeaven- 
tajare  á  todos  los  demás  que  en  la  pretenáon  fueren 
considerables ,  el  tal  debe  ser  antepuesto  en  la  suce- 
sión del  reino.  Añadimos  asimismo  que  en  caso  de 
diferencia,  y  que  haya  contrarias  opiniones  sobre  el 
derecho  de  los  que  pretenden ,  la  república  podra 
seguir  libremente  la  que  juzgare  le  viene  mas  á  cuen- 
to conforme  al  tiempo  que  corriere  y  al  estado  de  las 
cosas,  á  tal  empero  que  no  intervenga  algún  engaño 
ni  fuerza.  Libertad  de  que  han  procedicfo  ejemplos 
diferentes  v  contrarios;  que  la  representación  á  ve- 
ces ha  tenido  lugar ,  y  á  veces  la  han  desechado.  Que 
si  las  leyes  particulares  de  lá  provincia  disMoen  «i 
caso  de  otra  manera ,  ó  por  la  costumbre  esta  recebí- 
do  y  puesto  en  plática  le  contrario ,  somos  de  parecer 
que  aquello  se  siga  y  se.  guarde  (I). 

Nuestra  disputa  y  nuesüra  resolución  procedía ,  y 
se  fuuda  en  los  principios  del  derecho  natural  y  dá 
derecho  común  solmnente.  todo  lo  cual  de  ordinario 
poco  presta ,  por  acostumbrar  los  hombres  oomoD- 
mente  á  llevar  los  títulos  de  reinar  en  las  iMintas  de 
las  lanzas  y  en  las  armas :  el  que  mas  puede,  ese  sale 
con  la  joya ,  y  se  la  gana  á  sus  competidíores,  ao  te- 
ner cuenta  con  las  leyes,  que. callan  entre  el  roído  de 
las  armas ,  de  los  atambores  y  trompetas ;  y  no  bay 
quien  si. se  puede  hacer  rey  poi:sos  manos,  aveatnra 
su  negocio  en  el  parecer  y  aibedrfo  de  juristas.  Por 
todo  estosedebe.estiinar  en  mas,  y  tenello  por  cosa 


( 1  )   Lot  »bogadoc  del  XOttít  áaa  Finaalo 

el  éareeho  ée  tai  herabns  i  la  tseesloa  M  ri^o  40  án^m, 
T  dieron  por  aalodUsaMmlaato  qae  ImMs  hacbo  da  sHm  al  nj 
dtnAIooM.. 


HISTORIA  DE  E8l»AÉÍA. 


6i5 


semejante  á  milagro,  que  los  de  Aragón  en  su  vacan* 
te  y  elección  hayan  llevado  a!  cabo  este  pleito  y  sus 
juntas  sin  sangre ;  ni  otro  tropiezo,  según  qae  se  en- 
tenderá por  la  narración  siguiente  (i). 

CAPITULO  IV. 

Que  el  iaranie  don  Femando  fue  nombrado  por  rey  de 

Aragón. 

LuiGo  que  el  negocio  de  la  sucesión  estuvo  bien 
sazonado,  y  oídas  las  partes  y  sus  alegaciones ,  se 
concluyó  y  cerró  el  proceso ,  los  jueces  confirieron 
entre  si  lo  que  debían  sentenciar.  Tuvieron  los  votos 
secretos,  y  la  gente  toda  suspensa  con  el  deseo  que 
tenían  de  saber  en  qué  pararía  aquel  debate.  Para 
los  autos  necesarios  delante  la  iglesia  de  aquel  pue* 
blo  hicieron  levantar  un  tablado  muy  ancho  para  que 
cupiesen  todos ,  y  tan  altos  que  de  todas  partes  se 
podía  ver  loque  hacían :  celebró  la  misa  el  obispo  de 
Huesca,  como  se  acostumbra  en  actos  semejantes. 
Hecho  esto ,  salieron  los  jueces  de  la  iglesia ,  que  se 
asentaron  en  lo  mas  alto  del  tablado ,  y  en  otra  narte 
ios  embajadores  de  los  príncipes  7  los  proeuraaores 
de  los  que  preteodiao.  Hallóse  presente  el  pontífice 
Benedicto ,  que  tuvo  en  todo  gran  parte  (t). 

A  fray  Vicente  Ferrer  por  su  santidad,  y  grande 
ejercicio  que  tenia  en  predicar ,  encargaron  el  cui- 
oado  de  razonar  al  pueblo  y  publicar  la  sentencia. 
Tomó  por  tema  de  su  razonamiento  aquellas  palabras 
de  la  Escritura:  «Gocémonos,  y  regocijémonos,  y 
^démosle  gloria  porque  vinieron  las  bodas  del  corde- 
oro.  Después  de  la  tempestad  y  de  los  torbellinos  pa- 
usados anonanza  el  tiempo, y  se  sosiegan  lasólas 
«bravas  del  mar,  con  que  nuestra  nave,  bien  que 
«desamparada  de  piloto,  finalmente  caladas  las  velas 
DÜega  al  puerto  deseado.  Del  templo  no  de  otra  ma- 
guera que  de  la  presencia  del  gran  Dios,  ni  con  me- 
»nor  devoción  que  poco  antes  dehinte  los  altares  se 
i>han  hecho  plegarías  por  la  salud  común ,  venimos  á 
»hacer  este  razonamiento.  Confiamos  que  con  la 
»misma  piedad  y  devoción  vos  también  oiréis  nues- 
»tras  palabras.  Pues  se  trata  de  la  elección  del  rey, 
»¿  de  qué  cosa  se  puiliéra  mas  á  propósito  hablar  gue 
vde  su  dignidad ,  y  de  su  magostad ,  sí  el  tiempo  aie- 
i»re  lugar  á  materia  tan  larga  y  que  tiene  tantos  ca- 
nbos?  Los  reyes  sin  duda  están  puestos  en  ia  tierra 
»por  Dios  para  que  tengan  sus  veces,  y  como  vicarios 
wsuyos  le  semejen  en  todo.  Debe  pues  el  rey  en  todo 
9{[énero  de  virtud  allegarse  lo  mas  cerca  que  pudiere 
«imitar  la  bondad  divina.  Todo  lo  que  en  los  demás 
»se  halla  lo  mas  hermoso  y  honesto ,  es  razón  que  él 
Dsolo  en  si  loffuarde  y  lo  cumpla.  Que  de  tal  suerte 
Mse  aventaje  a  sus  vasallos,  que  no  le  miren  como 
«hombre  mortal ,  sino  como  avenido  del  cíelo  para 
«bien  de  todo  su  reino.  No  ponga  los  ojos  en  sus 
«gustos  ni  en  su  bien  particular,  sino  días  y  noches 
«se ocupe  en  mirar  por  la  salud  de  la  república,  y 
«cuidar  del  pro  común.  Muy  ancho  campo  se  nos 
«abría  para  alargamos  en  este  razonamiento;  pero 
«pues el  rey  está  ausente,  no  será  necesario  particu- 
«tarízar  esto  mas.  Soloservirá  para  que  los  que  estáis 
«presentes  tengáis  por  cierto  que  en  la  resolución 
»que  se  ha  tomado .  se  tuvo  muy  particular  cuenta 
»con  esto .  que  en  el  nuevo  rey  concurran  las  partes 
,ode  virtud ,  prudencia ,  valor  y  piedad  que  se  podían 
«desear.  Lo  que  viene  mas  á  propósito ,  es  exhortaros 
«á  la  obediencia  que  le  debéis  prestar ,  j  á  conforma- 
')ros  con  la  voluntad  délos  jueces,  que  os  puedo 
«asegurar  es  la  de  Dios,  sin  la  cual  todo  el  trabajo 

(1)    Eo  las  junUs  preparatorias  hubo  varios  debates  y  se 
derramó  bastante  sangí^. 
(3)    NíDguD  escritor  fidedigno  refiere  esta  asistencia :  lo 

3ae  se  tiene  por  cierto ,  es  que  tuvo  un  mude  iaflmo  para 
etemloar  fOBjneeas  á  favor  del  faifiínte  Ion  FernaDOo. 


«que  se  ha  tomado ,  seria  en  vano ,  y  de  poco  momen- 
»to  la  autoridad  del  que  rige  y  manda ,  si  los  vasallos 
»nose  le  humillasen.  Pospuestas  pues  las  aficiones 
«particulares ,  poned  las  mientes  en  Dios  y  en  el 
«bien  común :  persuadidos  que  aquel  será  mejor 
«principe,  que  con  tanta  conformidad  de  pareceres  y 
»votos  (cierta  señal  de  la  voluntad  divina )  os  fuere 
»dado.  Regocijaos  y  alegraos,  festejad  este  día  con 
«toda  muestrn  de  contento.  Entended  que  debéis  al 
«santísimo  pontífice,  que  presente  está  para  honrar 
«y  autorizar  este  auto,  y  A  los  jueces  muy  prudentes 
«por  cuya  diligencia  y  buena  mana  se  ha  llevado  at 
«cabo  sin  tropiezo  un  negocio  el  mas  gravo  que  se 
«puede  pensar ,  cuanto  cada  cual  de  vos  (i  sus  mismos 
«padres ,  gue  os  dieron  el  ser  y  os  engendraron.» 

Concluidas  estas  razones  y  otras  en  esta  sustancia, 
todos  estaban  alerta  esperando  con  gran  suspensión  y 
atención  el  remate  deste  auto ,  y  el  nombramiento 
del  rey.  El  mismo  en  altavoz  pronunció  la  sentencia 
dada  por  los  jueces,  qun  llevaba  porescrilo.  Cuando 
llegó  al  nombre  de  don  Fernando ,  así  él  mismo  como 
tedios  los  demás  que  presentes  se  hallaron ,  apenas 
por  la  alegría  se  podían  reprimir,  ni  por  el  ruido  oír 
unos  á  otros.  Ef  aplauso  v  vocería  fue  cual  se  puede 
pensar.  Aclamaban  para  el  nuevo  rey  vídd ,  victoria  y 
toda  buena  andanza.  Mirábanse  unos  á  otros ,  mara- 
villados como  si  fuera  una  representación  de  sueño. 
Los  mas  no  acababan  do  dar  crédito  á  sus  orejas: 
preguntaban  á  los  que  cerca  les  caían  ,  quién  fuese 
el  nombrado.  Apenas  se  entendían  unos  á  otros:  que 
el  gozo  cuando  es  grande ,  impídelos  sentidos  que  no 
puedan  atender,  ni  hacer  sus  oficios.  Los  músicos, 
que  prestos  tenían ,  á  la  bora  cantaron  con  toda  so- 
lemnidad, como  se  acostumbra,  en  acción  de  gracias 
el  himno  Ts-Deum  laudamus. 

HIzose  este  auto  tan  señalado  postrero  del. mes  de 
junio,  el  cual  concluido;  despacharon  embajadores 

Eara  avisar  ai  inñinte  don  Fernando  y  acucialle 
i  venida.  Hallábase  él  á  la  sazón  en  Cuenca «  cuida- 
doso del  remate  en  que  pararían  estos  negocios. 
Acudieron  do  todas  partes  embajadores  de  príncipes 
para  dalle  el  parabién  del  nuevo  reino  y  alcgiarse  con 
el,  quién  de  corazón',  quién  por  acomodarse  con  el 
tiempo.  En  particular  liízo  esto  Sigismundo  nuevo 
emperador  de  Alemana ,  electo  por  el  mes  de  mayo 
próximo  pasado,  príncipe  mas  dichoso  en  los  negó* 
cios  de  la  paz  que  en  las  armas,  que  en  breve  ganó 
gran  renombre  por  el  sosiego  que  por  su  medio  al- 
canzó la  iglesia ,  quitado  el  scisma  de  los  pontífices, 
que  por  tanto  tiempo  y  en  muchas  maneras  la  tenia 
trabajada.  Don  Fernando  luego  que  díó  asiento  en  las 
cosas  de  su  casa  partió  para  Zaragoza:  en  aquella 
ciudad  por  voluntad  de  todos  los  estados  le  alzaron 

Sor  rejf  y  le  proclamaron  por  tal  á  los  tres  días  del  mes 
e  setiembre.  Hiciéronle  los  homenajes  acostumbra- 
dos juntamente  con  su  hijo  mayor  el  infante  don 
Alonso ,  que  juraron  por  sucesor  después  de  la  vida 
de  su  padre ,  con  título  que  le  dieron  ú  imitación  de 
Castilla  de  principe  de  Girona,  como quíer que  antes 
desto  los  hijos  mayores  de  los  reyes  de  Aragón  se 
intitulasen  duques  de  aquella  misma  ciudad. 

Concurrieron  á  la  solemnidad ,  de  los  pretensorcs 
del  reino ,  don Fadrique  conde  de  Luna ,  y  don  Alon- 
so de  Aragón  el  mas  mozo ,  duque  de  Gandía :  el 
conde  de  Urgel  para  no  venir  alegó  que  estaba  dolien- 
te ,  como  ú  la  verdad  pretendiese  con  las  armas  apo- 
derarse de  aquel  reino,  que  él  decía  le  quitaron  ú 
sinrazón.  Sus  fuerzas  eran  pequeñas  y  las  de  su  par- 
cialidad :  acordaba  valerse  de  las  de  fuera ,  y  para 
esto  confederarse  con  el  duque  de  Clarencía ,  señor 
poderoso  en  Inglaterra,  y  hijo  de  aquel  rey.  Estas 
tramas  ponían  en  cuidarlo  al  nuevo  rey  ,  pi>r  conside- 
rar que  de  una  pequeña  centella ,  si  no  se  ataja ,  se 
emprende  á  las  veces  un  gran  fue^o ;  sin  emlrárgo, 
I  concluidas  lis  fiestas ,  acordó  en  primer  lugar  de  acu- 


610 


BIBLIOTECA  DE  GASPAB   Y  R01G. 


dir  á  las  islas  de  Cárdena  y  Sicilia  que  corrían  riesgo 
de  perderse.  Los  ginoveses ,  si  bien  aspiran  al  se- 
ñorío de  Gerdeña ,  movidos  de  la  fama  que  corría  del 
nuevo  rey,  le  despacharon  por  sus  embajadores á 
Bautista  Cigala  y  Pedro  Perseo  para  dalle  el  parabién 
por  cuyo  medio  se  concertaron  entre  aquellas  nacio- 
nes treguas  por  espacio  de  cinco  años. 

En  Silicia  tenian  preso  á  don  Bernardo  de  Cabrera 
sus  contraríos ,  que  le  tomaron  de  sobresalto  en  Pa- 
Icrmo,  y  le  pusieron  en  el  castillo  de  la  Mota,  cerca 
do  Tavormina.  La  prisión  era  mas  estrecha  que  su- 
fría la  autoridad  de  su  persona  y  sus  servicios  pasa- 
dos ;  pero  que  se  le  empleó  bien  aquel  trabajo  por  el 
pensamiento  desvariado  en  que  entró  antes  desto  de 
casar  confia  reina  viuda ,  sin  acordarse  de  la  modestia, 
mesura,  y  de  su  edad,  que  la  tenia  adelante.  Sancho 
Ruia  de  Lihorri,  almirante  del  mar  en  Sicilia  fue  el 
principal  en  hacelle  contraste  y  ponelle  en  este  esta- 
do. Ordenó  el  nuevo  rey  le  soltasen  de  la  prisión  á 
condición  de  salir  Hiego  de  Sicilia ,  y  lo  mas  presto 
que  pudiese ,  comparecer  delante  del  mismo  para  ha- 
cer sus  descargos  sobre  lo  que  le  achacaban.  Hízose 
asi  aunque  con  dificultad :  con  que  aquella  isla  á 
cabo  de  mucho  tiemoo  y  después  de  tantas  contien- 
das quedó  pacífica.  Gerdeña  asimismo  se  sosegó,  por 
asiento  que  se  tomó  con  Guillermo  vizconde  de  Nar- 
bona ,  que  entregase  al  rey  la  ciudad  de  Sacer  de  que 
estaba  apoderado,  y  otros  sus'  estados  heredados  en 
aquel  remo  á  trueco  de  otros  pueblos  v  dineros  que 
le  prometieron  en  España.  En  este  estaao  se  hallaban 
las  cosas  de  Aragón. 

En  Francia  Archimbaudo  conde  de  Fox  falleció  por 
este  tiempo:  dejó  cinco  hijos,  Juan,  que  le  sucedió 
en  aquel  estado,  el  segundo  Gastón,  el  tercero  Ar- 
chimbaudo, el  cuarto  Pedro ,  qpe  siguió  la  iglesia  y 
fue  cardenal  de  Fox ,  el  postrero  Mateo  conde  de  Co- 
mingos.  Juan  el  mayor  casó  con  Ja  infanta  doña  Juana 
liija  del  rey  de  Navarra ;  y  esta  muerta  sin  sucesión, 
casó  segunda  vez  con  María  hija  de  Garlos  de  Labrit, 
en  quien  tuvo  dos  hijos ,  Gastón  elmavor ,  y  el  menor 
Pedro  vizconde  de  Lotrec,  tronco  de  la  casa  que  tuvo 
aquel  apellido  en  Francia ,  ilustre  por  su  sangre ,  y 
por  muchos  personajes  de  fama  aue  della  salieron  y 
continuaron  casi  hasta  nuestra  edad ,  claros  asaz  por 
so  valor  y  hazañas. 

CAPITULO  V. 

Qoe  el  eoDde  de  Urgel  fae  preso. 

El  sosiego  que  las  cosas  de  Aracon  tenian  de  fue- 
ra ,  no  fue  parte  para  queel  conde  de  Urgel  desistiese 
de  su  dañada  intención.  Eo  Castilla  las  treguas  que 
se  pusieron  con  los  moros ,  á  su  instancia  por  el  mes 
de  abril  pasado  se  alargaron  por  término  de  otros  diez 
y  siete  meses.  Por  esto  el  dinero  con  que  sirvieron 
los  pueblos  de  Castila  para  hacer  la  guerra  á  los  mo- 
ros ,  hasta  en  cantidad  de  cien  mil  ducados,  con  mu- 
cha voluntad  de  todo  el  reino  se  entregó  al  nuevo  rey 
don  Fernando  para  ayuda  á  sus  castos,  demás  de 
buen  ^Ipede  gente  á  pié  y  á  cabalTo,  que  le  hicieron 
compañía :  todo  muy  a  propósito  para  allanar  el  nue- 
vo reino,  y  enfrenar  lus  mal  intencionados,  que  do 
quiera  nunca  faltan.  Lo  que  hacia  mas  al  caso,  era 
su  buena  condición,  y  muy  cortés  y  agradable, con 
que!  conquistaba  las  voluntades  de  todos,  si  bien  los 
aragoneses  llevaban  mal  que  usase  para  su  guarda  de 
soldados  estraños ,  y  que  en  el  reino  que  ellos  de  su 
voluntadle  dieron,  pretendiese  mantenerse  por  aquel 
camino.  Querellábanse  que  por  el  mismo  caso  se  po- 
nía mala  voz  en  la  lealtad  de  los  naturales ,  y  en  la 
fe  que  siempre  guardaron  con  sus  reyes  después  que 
aquel  reinóse  fundó;  sin  embargo  el  rey  con  aquella 
gente  y  la  gue  pudo  llegar  de  Aragón ,  partió  en  bus- 
ca del  conde  de  Urgel  con  resolución  de  allanalle  ó 
castigaUe.  Tenia  él  pocas  fuerzas  para  contrastar: 


valióse  de  maña,  que  fue  enviar  sus  embajadores  a 
Lérida ,  de  el  rey  era  llegado ,  pasa  prestalie  los  de- 
bidos homenajes ;  y  asilos  hicieron  en  nombre  de  su 
señor  á  los  vemte  y  ocho  de  octubre :  todo  enca- 
minado solamente  a  que  el  nuevo  rey  descuídase  y 
deshiciese  su  campo,  y  mas  en  particular  para  que 
enviase  á  sus  casas  los  soldados  de  Castilla ,  como  so 
hizo,  que  despidióla  mayor  parte dellos.  Jontiroose 
á  vistas  el  rey  y  el  pontífice  Benedicto  enTortosa.  Lo 

2ue  resultó  demás  de  otras  pláticas  fue  que  el  pontí- 
cedió  la  ímbestidora  de  las  islas  de  Sicyiay  de  Ger- 
deña y  Córcega  al  nuevo  rey,  como  se  acostumbra, 
por  ser ,  feudos  de  la  Iglesia,  como  las  tuvieron  los 
reyes  de  Aragón  sus  antepasados. 

Despedidas  estas  vistas ,  al  fin  de  este  año ,  y  prin- 
cipio del  siguiente  4413  se  juntaron  cortes  d¡e  los 
catalanes  en  Barcelona.  Todos  deseaban  eoeegar  al 
conde  de  Urgel  para  que  no  alterase  la  paz  de  taiie- 
líos  estados,  con  el  cual  intento  le  otorgaron  iodo  lo 
gue  sus  procuradores  pidieron ,  en  particular  queel 
infante  don  Enrique  casase  con  la  hija  j  heredera 
del  conde.  No  se  aplacaba  con  ostas  jcancias  su  áni- 
mo ;  antes  al  mismo  tiempo  traía  inteligencias  con 
Francia  ][Con  Inglaterra  para  valerse  de  sus  fuerzas. 
El  rey  avisado  desto,  y  porque  de  pequeñoe  princi- 
pios no  se  incurriese  (como  suele  aconlecer)  ea ma- 
yores inconvenientes ,  mandó  alistar  la  mas  gente 
que  pudo  en  aquellos  estados.  De  Castilla  asimismo 
vinieron  cuatrocientos  caballos  que  le  enviaba  la  reina 
doña  Catalina ,  bien  que  tardaron ,  y  al  fin  se  volvie- 
ron del  camino.  Ofreciósele  el  rey  de  Navarra ,  mas 
no  quiso  aceptar  su  ayuda  por  recelarse  se  ofiúide- 
rian  los  naturales,  si  se  valía  de  tantas  aentes  estra- 
ñas.  Todavía  Jofre  conde  Cortes;  hijo  oe  aquel  t%j 
fuera  de  matrimonio  ,*  le  acudió  acompañado  de  nu- 
mero de  caballos,  gente  lucida. 

Con  estas  diligencias  se  juntó  buen  campo ,  con 
que  rompió  por  las  tierras  del  conde  de  Urgel  sin  re- 
parar hasta  ponerse  sobre  la  ciudad  de  Balagaer  ca- 
becera de  aquel  estado,  en  que  el  conde  por  su  for- 
taleza pretendía  afirmarse  y  estaba  dentro.  El  cerco 
fue  largo  y  dificultoso ,  durante  el  cual  las  demás  pla- 
zas de  aquel  estado  se  rindieron  al  rey.  En  esta  sa- 
zón le  vmieron  embajadores  de  dos  reyes,  el  de 
Francia  y  el  de  Ñápeles.  El  francés  le  avisaba  que  por 
la  insolencia  del  duque  de  Borgoña,  y  estar  alboro- 
tado el  pueblo  de  París ,  sus  cosas  se  hallaban  en  es- 
tremo peUgro ,  61  y  su  hijo  y  otros  señores  como  cau- 
tivos y  presos:  pedíale  le  acorriese  en  a(iuel  trance; 
que  el  respeto  de  la  humanidad  le  moviese ,  y  de  la 
amistad  de  tiempos  atrás  trabada  entre  aquellas  dos 
casas  y  reinos.  El  rey  Ladislao  pretendía  que  junta- 
sen sus  fuerzas  contra  el  duoue  de  Anjoa  su  coappe- 
tidor  en  aquel  reino  de  Ñapóles,  pues  si  salía  con 
aquella  pretensión ,  era  cierto  que  revolverla  con 
tanto  mayores  fuerzas  sobre  Aragón  cuya  corona 
asimismo  pretendía.  Al  francés  respondió  el  rey  don 
Fernando  que  sentía  mucho  el  afán  y  anríeto  en  que 
así  él  comoaquelsu  noble  reino  se  hallaDan :  que  ten- 
dría cuidado  de  que  lo  deseaba  por  cuanto  sus  fuer- 
zas alcanzasen ,  y  el  tiempo  le  diese  lugar.  Al  rey 
Ladislao  dio  por  respuesta  que  estimaba  en  mucbo 
la  amistad  que  le  ofrecía ;  pero  que  entre  él  y  el  du- 
que de  Anjou  intervenían  grandes  prendas  de  paren- 
tesco y  amistad ,  en  que  nunca  bobo  quiebra ,  no 
obstante  la  competencia  en  la  pretensión  de  aquel 
reino :  finalmente  le  aseguraba  que  de  mejor  gina 
terciaría  para  concertallos  que  arrimarse  á  ninguna 
de  las  partes  contra  el  otro. 

Despidiéronse  con  tanto  los  embajadores.  Bl  cerco 
se  apretaba  de  cada  día  mas ,  y  los  cmdadanos  pade- 
cían falta,  y  aun  deseaban  concertarse.  La  condesa 
doña  Isabel  visto  esto,  y  por  prevenir  mayores  incon- 
venientes ,  con  licencia  de  su  marido  y  beneplácito 
del  rey ,  salió  á  verse  con  él,  y  iptenter  ai  por  algún 


IHftTOBU  N  S»A.Vi. 


ca0|iM:  ie  püJlin  afdaaur.  liié  dekstdüigtoiioittfiíh 
siUi»!  mtt  DO  iMlá^dsIfeyfa  sobrino  alcaBctrpiira 
e^QOMÍeiM»de«igMridMldeknday«  teniaá  bo- 
oeftMA  «l3  miaoi.  fil  aprieto  era  grande:  eai  tua 
braoae  eeonodarae»  flaUó el  oende  de  la  ciodadé 
postran  de  oetiibre » y  ooo  aquella  seguridad  se  fae 
a  kM  reales,  Uegade  á  lairt^eeaociedel  jrey ,  y  hecha 
le  mesura  eoeatufl^peda  .JeshiDDjes  eu  tierra,  y  con 
paiakas4M|f  hnaunas  le  mpUkó  por  el  perdón  del 
yerra  qne  oomo  meso  ODonsaba  haber  eemetídoy 
aueoMeéaetLadelaiite  reeempeasar  cea  todo  gteeso 
de  servkáes  y 'lealted.  ia  lespaesla  del  rey  fue  que  si 
Meu  lana  meieeidala  muerte  por  susdesdrdeues,  se 
la  perdoBebe,  y  le  haeia  ^oia  de  ía  vida,  bola  fí« 
bertad  y  del  estado  no.hizo  mención  alguna :  solo 
mandó  te,  llevasen  á  Lérida,  y  en  aquella  ciwwd  le 
pnsieeeii  á  b«en  liecaudo. 

Becflo  esto ,  leprímero  se  ejltregójaquella  eiudad, 
y  sedid  ói|le&  en  ks^lemáa  cosas  de  aqueleslado: 
coneigmentementoee  formó  prfceso  contra  el  eonde, 
en  que  le  acusaron  de  aleve  y  haber  ofendido  ala  ma* 
gestad.  Oídos  los  descargos  y  sustanciado  el  proceso, 
imalmento  se  Tino  á  eenítencia,  euque  le  coníisciiron 
sa  eitado  y  todos  sus  bienes,  y  á  su  nenona  eonde* 
neMn>á  cároei  perpátqe«  Tenía  todavía  lentes  aficío* 
nadadas  en  aquella  corona:  para  evilar  mconvenien- 
tes  le  entíarend  Castilla,  donde  por  largo  tiempo 
estovo  preso  primero  en  el  eestiUo  de  lA^na,  adekn- 
to  en  la  vüla  efe  Mora;  finahnente  acabó  sus  días  sin 
dalle  jamás  libertad  tu  el  castillo  de  láliva ,  dudad 
poesía  en  el  ninede  VaJenola.  Piríneipe  desgraciado 
no  mas  en  la  pretensión  del  reino  quepor  un  destier- 
ro ten  largo )  jonto  eon  la  privación  de  k  libertad  y 
estado  grande  que  le  qnilaron»  fintre  los  mas  decía* 
rados  ñor  el  eme  nnoera  den  Antonio  de  Luna,  que 
se  bada  Inerte  en  el  casUllo  de  Leharri;  mas  v»to 
le  (^e  pasabn  y  acordó  desamparalle  y  desemberaiar 
la  tienra  junto  con  su  estado  |iropÍQ,qoerino.e90raiBw 
roo  «en  poder  del  rey.  Desla  manera  ae  cowetoyeron 
y  se  sosegasen  eqneiks  alteracMmes  del  ctiaáe  mas 
fáeilmento  que  se  pensaba  y  temía. 

CAPITULO  VI. 
Que  se  convocó  el  concilio  Consunclense. 

Ai  nrismo  tiempo  que  lo  susodicho  pasaba  en  Ara* 
gon,de  todo  el  orbe  cristiano  hadan  recurso  los 
prindpes  ñor  medio  de  susembajederes  al  empesedor 
Sigismunao  para  dar  orden  con  su  autoridad  y  buena 
mafia  de  sosegar  las  alteradenes  de  la  Igieria  cansa- 
das del  sdsnia  continuado  por  tantos  anos.  Habido 
con  él  y  entre  sísu  acuerde ,  requirieron  á  iosqne  se 
Hamaban  podtfflees ,  vlmesen  coit  llaÍMsa  en  que  se 
juntase  concüío  genenri  de  los  prelados;  en  cuyas 
manos  renotociasen  0I  pontiGcado,  y  pasaren  por  lo 
que  alK  se  determinase.  A  la  verdad  hasta  este  tiempo 
)a  muestra  qae  dieron  de  querer  venir  en  esto ,  no 
fue  mas  que  una  máecafs  para  entretener  y  engañar, 
como  qitíer  <pie  lás  Intenciones  fuesen  muy  diferen- 
tes. Los  ptq^s  luán  v  Gregorio  se  mostraban  mas 
blandos  á  esta  demanda ,  v  parece  daban  oídes  á  lo 
que  <MBiunroeiite  se  desefiíoa;  el  ánimo  de  Benedicto 
esteba  mny  duro  y  obstinado  sin  inclinarse  á  ningún 
medio  de  pás. 

Encargí^  al  rey  de  Aragón  le  pusiese  en  razón: 
él  y  ef  re3r  de  FVanda  para  este  efeetole  despacharon 
sos  emb!Í¡adoreü,  personas  de  cuenta ,  en  sason  que 
el  de  Aragón,  conclnifia  la  guerra  de  Urge!,  y  fonda- 
da la  paz  pública  de  ^  reino,  se  encaminó  á  Zarago- 
za, y  eotrdiBB  tqoella  dudada  manerade  trlundante: 
juntamente  se  coronó  por  rey  á  los  once  de  febrero 
año  del  sefior  f  fil,  sdemnidard'dfltitadá  haste  enton- 
ces por  diversas  ocurrencias,  y  ¿eremonta  que  Mzo 
el  arsob^oo  de  Tarragtma'  6dmo  cabeza  y  el  principal 
dé  los  prelados  de  aquel  reino.  Pésele  en  la  cabeza  la 


IH7 

oasnaa  que  la  rainadtfie  Catalina  su  ornada  le  envió 
pnesentada:  pieza  muy  riea  y  vistoaai  y  en  que  el 
primor  y  el  arte  corria  á  las  parcas  con  la  materia, 
que  era  de  oro  y  pedrería  de  gran  valer.  BalUronse 
presentesdiversosembfúadoresde  prineipesestranos, 
tos  {HNilados  y  orandea  de  aquel  remo,  en  particukr 
don  Bernardo  de  Cabrera ,  condado  Osona  y  de  Medi- 
na, que  ya  es  toba  en  grada  del  nuevo  rejr  y  don  En-- 
rique  de  Villena ,  potable  personaje  asi  bien  por  su$ 
estudios  en  que  fue  aventajado ,  como  por  las  des- 
gracias que  por  él  pasaron ,  y  á  la  sazón  se  hallaba 
despojado  de  su  patrimonio  y  del  maestrazgo  de  Ca- 
latrava. 

^ue  así  ^e  ñor  muerte  de  don  Gonzalode  Guzmail » 
y  con  d  favor  od  rey  don  Enrique  el  Tercero  d  dicho 
don  Enrique  de  Villena  pretendió  y  alcanzó  aquella 
dignidad.  Alegaban  omchos  de  aquellos  caballeros 
que  era  casado ,  y  por  tonto  conforme  á  sus  lem  np 
podía  ser  maeíbtre:  Oeíermíoóse  (tal  era  la  amoiciou 
de  su  oorazon)  de  dar  repudio  ¿  su  m^jer  dona  Meria 
de  Albornoz ,  d  bien  su  dote  ^ra  muj  rico,  por  ser 
señora  de  Alcocer ,  Salmerón  y  Vatdohvas  con  los  de- 
más pueblos  del  iníantado.  Para  hacer  este  divorcio 
confesó  que  naturalmente  era  impotente  (1).  Para 
que  sus  propios  estados  nó  .recayesen  eo  aquella  or- 
den por  el  mismo  caso  que  aceptaba  d  maestrazgo, 
cautelóse  con  ren^indar  al  missao  rey  las  villas  de 
Tinéo  y  Cansas  junta  con  el  derecho  que  pretendía 
d  marqoesaao  de  Villena.  Olieron  los  comendadoees 
de  aquella  orden  (como  era  íSctl)  que  todo  era  in- 
vención y^en^Or  Juntáronse  de  nuevo ,  y  conside- 
rado el  negocio ,  depuesto  don  Enrique  come  elegido 
contra  dere^o,  nombraron  en  su  rogar  á  don  Luis 
de  Cuzman.  ResulUron  desta  elección  diferendas 
que  se  continuaron  por  espado  de  sds  anos.  Los  ca- 
bdUros  de  aquella  orden  no  se  eonlbrmaban  todos; 
antes  andaban  divididos ,  unos  aprobaban  la  primera 
eteccion .  otres  la  segunda.  Laeondudonfue  que  par 
orden  del  pontífice  Benedicto  los  moa^s  del  Cistel, 
oídas  las  pattes  pronunciaron  sentencra  ooutra  don 
BBffique  I  y  en  favor  de  su  eompetkkr  y  contrario. 
Por  esto  manera  d  qne  Se  preciaba  de  muchas  letras^ 
y  erudición,  pareció  saber  poco  en  loque  á  él  mismo 
toeaim :  y  vuelto  el  matrimomo ,  pasó  lo  restante  de  la 
vida  en  pobreza  y  necesidad  á  cauf»  que  le  quitaron 
dmaestrazgo ,  y  no  le  volvietmi  los  estodos  que  tenia 
de  su  padre. 

Concluidas  las  fiestas  de  Zailgoza ,  ques&hicieruii 
muy  grandes,  volvió  el  nuevo  rey  su  pensamiento  ó 
las  eosaede  la  Iglesia ,  contfsrme  á  lo  que  aqqsUos 
principes  deseaban..  Comunicóse  con  el  pontífice  Be-^ 
nedicto:-  acoinlaron  de  verse  y  hablarse  en  Mordía, 
.  vilk  puesta  en  d  rdno  de  Vdencia  á  los  confines  de 
Calaluña  y  Aragón.  Acudieron,  el  din  aplaasado ,  que 
fue  á  diez  y  odio  de  julio.  Sendóse  d  rey  en  honrar 
al  pontífice  con  todo  género  de  cortesía :  lo  primem 
Hevó  de  diestro  d  pdafreneii.  que  iba  debajo  de  uti 
pdio ,  basto  la  iglesia  dd  pueblo :  de  allí  hasta  la  po- 
seda  le  Hevó  la  mida.  Luege  el  oía  siguiente  en  uu 
convite  que  le  tenia  aprestado ,  d  mismo  sirvió  á  la 
mesa ,  y  d  infante  don  onrique  de  paje  de  ccma.  Psth 
que  la  solemnidad  fuese  mayor  trocó  la  bajilfa  de  pel- 
tre ,  de  que  usaba  el  pontífice  para  muestra  de  triste- 
za ñor  causa  dd  scisma ,  en  aparador  de  oro  y  plata: 
tocfe  enderezado  ne  solo  á  acatar  la  magestad  ponti- 
ficia, sino  á  ablandar  á  aquel  duro  pecho ,  y  granjeá- 
lle  para  que  hiciese  la  razón.  Juntáronse  diversas  ve- 
oes  para  tntar  del  negocio prindpei.El  pafnno  venia 
en  lo  de  h  renunciación « y  mucho  menos  sus  ooit^ 
sanos ,  que  dedao  d  daño  seria  cierto,  y  d  eunpü-» 
miento  de  lo  que  le  prometiesen  quedaria  en  man»  y 
á  cortesía  dd  que  saliese  con  d  pontificado,  si»  po- 
li) EsU  impotencia  seria  de  parte  de  sa  aii#r,  pues  don 
Bnriipie  había  teaido  fttera  de  mitríasenio  dos  bl||aB. 


ifi^ 


MMJJOTKCA   Oft  éáSPiOL  T  ■Olfi. 


(tersé  Lfasuuilénielite  caatéínT.  fiu  oiaonéntaéíM^pw 
se  gMtiironeD'^gtas  demandas  y  respuestas,  no  ae 
ptido'ceittctÉir  60ia«lgiiiia. 

De  Italát  áh  aiíama  «azon  llegaron  nuetas  de  la 
muerte  de  Ladi&lao  rey  de  Oiápoles,  que  le  dieron 
con  yerHas  según  que  eorria  la  lama ,  en  el  nrisrao 
^ur»(í  sin  duda  de  m  mavor  prosperidad ,  y  etí  el 
ttempo  que  pareeia  se  pedia  ensenorear  de  tódá  Ita* 
Jía.  No  dej6>sueesion :  pordonde  entró  en  aquella  oo* 
ronasu  hemanftpornorobreJuanay  viuda  de  Guillen 
ilaqde  de  Austria,  con  quien  casé  losados  pasados, 
Y  á  la.'  saeon  tenia  pasados  treinta  -uios»  ae  edad: 
liembra  ni  mas  honesta,  ni  mas  recatada  en  lo  de 
adelante  nue  la  otra  reina  de  Ñapóles  de  aquel  mismo 
nofnbre, tequien  se  trá4é^en>su  lugar.  Machos  prín- 
cipes con  el  cebo  de  dote  tan  grande  entraron  en 
(lenaamiefirto  de  casarse  con  eMa,  en  particular  por 
mecBo  dé  embajadores  que  de  Aragón  sobre  el  caso  se 
ilespacharon ,  se  concertó  casase  (!on  él  infante  don 
J4ian  hijo  segundo  del  rey  <^n  Fernando ,  y  así  como 
ú  cosa  bocha  pasó  por  mar  d  Sicilia ;  .sin  embargo  este 
casamiento  no  se  efectuó^  antes  tiquella  señora  por 
razoaes  qae  para  elfo  tuvt» ,  t»só  v.on  iaoues  de  Bor* 
l>oo  francés  de  nación  y  coiode  de  la  Marcha,  mozo 
muy  apuesto  y  de  gentil  parecer.  Rugíase  que  otro 
joven,  pof  nombre  Pandolfo  Alopo,  tenia  inas.cabida 
con  la  reina  dcf  lo  ^fuela  magestM  real  y  la  honesti** 
dad-lid  mu  jer  pedia ,  de  que  el  vulgo,  gueno  tiabe 
perdonar  á  nadie ;  sentía  mal^y  les  dema^  nobles  se 
tenían  por  agraviador. 

Perdida  la  esperanea  de  i^ucir  ai  poutifioe  Bene- 
dicto, los  príncipes  todavía  acordaron  celebrar  el 
cóndilo  general*  áeííalaron  paraeilode  CjOmun  acuer* 
lio  á Constancia  ciudad  de  Alemafia  por  querello  asi 
el  emperador,  ea  era  de  su  señorío.  Comenzaren  á 
concurrir  en  primer  higar  los  obispos  de  Italia  y  de 
Francia :  el  Mliifíce^Gregorio  envío  sus  embajadores 
«M)B  poder  (si 'luenester  fuese)  de  renunciar  en  su 
uomoi^í  el  pontificado:  Juan  el  otro  competidor 
iicordó  iialiarse  eil- persona  en  el  coñeilio ,  confiado 
en  la  amistad  que  tenia  eon  el  €ósar,  y  no  menos  en 
AM  bvena  naaaa.  El  rey  don  Fernando  no  ceisaba  por 
su  p'avte  de  araotíéstar  áBenedioto  que  se  allanase  á 
ejemplo  de  sus  conipelid<»es..  Después  de.  muchas 
pláticas  sobro  el  caso  se  convinieron  los  dos  de  hacer 
rostancia  con  el  emperador  para  que  se  viesen  los 
iTCs  en  algún  lugar  a  propósito.  Para  abreviar  le  des* 
padiaron  por  embajador  á  Juan  ijar,  persona  en 
iiquel  tíeippo  muy  conocida  por  sus  partes  aventaja- 
das de:  letras  y  de  prudenda ,  en  que  ninguno  se  la 
ganaba:  diéronle  por  aoompoiíades  otras  personas 
princi]^es.  Pasábase  adelante  en  la  convocación  del 
•concilio.  La  reina  de  GastiHa  en  particular  envió  á 
fj^^tancla  por  sus  erobajadofes  á  ám,  Die^  de  Ana- 
ya  obispo  á  la  sazón  de  Cuenca ,  y  á  íiarbn  de  Gór*» 
dova  alcaide  de  los  donceles. 

Concurrieron  detodaslas  naciones  gran  número 
ríe  prelados,  .que  llegaron  á  trecientos,  todos  con 
deseo  de  fíoner  pas  enia  iglesia,  y  escusar  los  dados 
que  del  scisma  procedían.  Abrióse  el  concilio  á  los 
cinco  del  mes  de  noviembre  en  tiempo>que  en  Aragón 
gran  námero  de  judies  ranunciaron  su  ley  y  se  bau- 
tizaron i  persuasión  de  San  Vicente  Ferrer ,  que  tu- 
vo con  los  principalas  dellos  y  en  sus  aljamas  muchas 
dispulaíB  en  materia  jdé  religión  con  acuerdo  del  peta* 
tífica  Benedicto  que  dio  mucho  calor  á  esta  oonver**^^ 
?*ien:«re64ton  inteiito  de  servir* á  Dios,  y  también 
de  aoredilaraü.  Parecía  espediente  para  «delantar  la 
tMNiversiott  apretar.  á<  los  obstinados  con  loyes  muy 
pesadas  que  contra  aquella  nnion  promulgaron.  Bar 
liase  hoy  dia  una  bula  del  pontHke  Benedicto  en  :ésta 
raiOBt  au  dala  en  Valenom  á  los  once  «da  aa^  del 
año  veinte  y  uno  de  su  pontificado.  Los  principales 
cabezas  son  las  sifüüentes:  los  libros  de  Talmud  se 
prohib«'u.  Los  fJenuostiisqueloaiudio^  dlj^rpn  contra 


'nuestra  religión ,  se  oaatí^uu».  Wppnaéun  nr  jtMos, 
•ni  otroeargo  algunotettgÉnenIar^Mica.lfopaeritti 
edificar  de  uuavoalgunasiBagágaytttiefierniasdoQDs 
en  cada  ciudad.  Ninguajumosaa  raédioo,'  boticario  ó 
corredor;  Nopuedan  serme  de  algún  oríatfano.  An* 
den  todossenalados  de  una  seüal  roja  damaiíft,  los 
varones  en  ei  pecho  y  laahpoiforasen  la  flrenCe.*  No 
pueden  ejercer  las  usaras^,  aunque  sea  con  «apa  y 
color  de  venta.  Lo$  qué  so-  bantíninn ,  sin  enbufgó 
puedan  heredar  los  •bienes  da  sosdeudos.  Bnnada  un 
año  por  tres  asees  se  junten  á  sermón  que  sete  haga 
delqs  principales  aFtioute  da  nueatiu  santa  fe<  Bl 
tanto  de  este  edicto  se  eyiTi^  á  todas  las  parteado  fis- 
paSa,  y  uno  dellos  se  guardaaiÉtre  los  papeles  de  la 
Iglesia  Mayor  de  Toledo. 

En  Constancia  la  noche  de  navidad  principio  del 
añoquese  contaba  de  i4l5,.se  hafianm  pTesentesá 
los  maitinesel  pontifica  Juan  y  el  emperailar;  Pnñé- 
ronies  dos silhis  juntas,  la  del  p<Mttífic^  al«9  mas  alta, 
en  otroa  lugares  se-a^ntaron  láemperatney  las  pre- 
lados. Pasada  la  festividad.,  comenzaron  4  enti>r  en 
materia.'  Parecía  á  todos  que  el  roas  so^düpo -camino, 
y  mak  corto  para  apaciguar  la  iglesia ,  seria  que  loa 
tres  pontífices  desu  voluntad  renunciasen'.  Comuni^ 
carón  esto  cOn  el  pontificó  Juan  quepcesente  se  ha^ 
liaba,  y  al  fin*  aunque  con  dificultad  lehieienni  venir 
en  ello.  Dyo  misa  de  pontifical  á  ks  cuatro  demarzo. 
y  acabada,  prometió  públicamente  con  grande  alagda 
y  aplauso  de  los  circunstantes  que  haria  la  renoncia» 
cion  tan  deseada  de  todos^  Invención  y  engnopor  lo 
que  se  vio;  que  dende¿  ñocos  dSas  do  nocne  aa  huftó 
y  huyó  de  aquella  ciudad  con  intento  de  renovar  los 
debates  pasados.  Enviaron  personas  «n,  pos  del,  que 
:le  preudiefon ;  y  vuelto  á  ComManteia, .  mal  su  ^ado 
fue  fomdo  á  hacer  la*  renunciación  pevlrero  día  del 
^nes  de  mim>,  y  para  atajalle  los  pasos  de  tndo  punto 
.(tieroQ  cuidíido al  cOnde  Palatino  que  letuvieae  de* 
bajo  de  buena  guarda^  máis  huyó  tres  años  adalnte. 
Finalmente,  para  sosegaIle,por  coñdertolafnevuel- 
toel  capélo,oon  que  pasados,  algunos  anos  falleció 
"en  Florencia  cabe:ka  de  laToseaaa.  SapnHaion  su 
cuerpo  en  aquella  ciudad  en  el  bautisterio  de  San 
Juan,  enfrente  de  la  igléaia '  Mayor.  Sus  tesoros  que 
allegó  muy  grandes  en  el  tiempo  de  su  pontificado, 
quedaron  en  poder  de  Cosme  de  Medies  ciudadano 
princi|mlde  aquella  señoría:  esoalonpor  donde  él 
mismo  subió  á  4(ran  poder,'  y  los  de  su  casa  adelanto 
se  enseñorearon  de  aiquaUa  repCiblica:  tal  «a  la  común 
.opinión  del  vulgo.  ; 

La  alegría  que  los  prelados,  recibiemn  ñor  le  iiepo<- 
sickm  del  pontilie«)  Juan,  se' dobló  con  la  anuncia- 
ción que  cinco  diasadeJauie  Garlos  MaUteata  prscu- 
•  rador  del  pontífice  fi^regorio»  conforme  á  loa  poderes 
que  tcaiamuy  amplios»  biso  en  su  nomiire.  Re¿tabi 
solo  fijeaedicto^  puya  obstinación  ponía  #n  ^dado  á 
lospadres,  si  antes  que  renunciase  noori^^an  olre 
pontífice,  Ho  recayese  en  ios  inconveniente^  pasador. 
Acudieron' al*  ummío  que  les  ofrecieron  déi  £apaña, 
que  el  César  Sigismundo  én  algún  luga^  á  prepósito 
se  viese  con  él  rey  de  Aragón  y  con  el  dicho  papa 
Benedicto,  oa  no  teiiian  de  todo  punto  perdida  la  es^ 
peranaa;  antescuidaban  se  dejaría  penniadir^jnseguí* 
ria  el.  común  acuerdo  de  todas  las  naciones  y  al  ejem- 
plo de  sus  competidores.  Para  estas  vistas  señalaron 
áNi»,  ciudad  puesta,  en  las  marmaa  da  Gónova»  y 
en  esta  rasen  despaoharoopara  losdosel  rey  y-elpapa 
sus  embajadores»  personas  de  cuenta  y  de  aotnridad. 

CAPITULO  yn. 

Qne  lo»  uns  prínelpea  se  vieron  enPerpua». 

Al  mismo  tiempo  que  estaa^osaapafabaneuGons' 
tancia,  el  rey  de  Aragou  en  Valencia  femaba  con 
todo  oéiiero  dedemo^^cipn  el  casafuieoto  oeA  prín- 
cipe dpn  AJonso  cubijo  Pon  la  JnÜBAU^oni  María  her- 


nisronu 

fluiiiv<tel-ief  do»  Juan  M  CaitiUa.  Para  m^ii  auUikMi: 
la  fiesta  se  halló  presente  el  pontiíicc  Benmlícto.  ;0>a- 
ciimó  loda  la  ooblaai  y  seDores  de  aquel  reino:  gran- 
des iiiTencíoae^j»  trajea  y  Utoeas.  Acompañó  á  la  in- 
iánta  «leada  Caitiüa  eon  otras  persi^naa  de  cuenta  don 
Saacbo^le  Ro^aa»  que  á  la  inisnia  saaton  de  obísno  que 
era  de  Palancra.  tfa(4adarop  al  arzobispado  de  Toledo 
por  muerte  de  don  Podro  de  Lnniíqne  finó  en  Toledo 
a  los  dies  y  ocho  de  setiembre,  y  le  enterraron  en  la 
capilla  de  San  Andrés  de  ^wUm.  su  iglesia  junto  á  don 
Jimeao  de  Luna  su  parien^ :  al  presente  yace  en 
propio  lucillo  qae  le  pnsieron  en  la  capilla  de  Sentía* 
go.  Lappnocionde  don  Sancho  se  hizo  por  iptecce- 
sioD  y  a  instancia  del  rey  de  Aragón ;  y  óL  mismo  por 
su  persona  y  aventajadas  prendas  era  digna  de  aquel 
l^gaTr  y  por  los  mochos  servicios  que  á  los  reyea  hizo 
en  üei^de  paz  y  de  guerra.  $uj[>adre  Juan  Martí- 
nez de  IU»ias  señor  de  Monzón  y  Cfabrai  one  falleció 
en  el  ceroQ.de  Lisboa  en  tiempo  del  rey  aon  Juan  el 
Prifliero » su  madre  dolía  María  de  Leyva.  Hermanos 
Martín  Sánchez  dQ  Rojas ,  y  Día  Sánchez  de  Rojas ,  y 
dona  Inés  de  Bojas»  la  cual  causó  con  Fernán  Gutiér- 
rez de  Sandoval. 

Nació  deste  casamiento  Diego  Gómez  de  Saudoval 
<!onde  de  Castro  Jeriz,  adelantado  mayor  de  Castílla 
y  canciller  mayor  del  sello  de  ia  puridad.  Fue  gran 
privado  de  don  Juan  rey  de  Natarra,  cuyo  partido  y 
tle  los  infantes  sus  hermanos  siguió  en  las  alteraciones 
que  anduvieron  los  años  adelante,  que  fue  ocasión  de 
poíder  loqne  tenia  en  Castilla,  grandes  estados,  y  de 
adquirir  la  ▼illa  de  Denia  por  raerc^  que  le  hizo  ¿ella 
0I  mmm  rey  don  Joan  de  Navarra.  El  arzobispo  don 
Sancho  le  biao  donación  de  la  villa  de  Cea  que  compró 
de  su  dinero;  pero  con  tal  condición  que  tomase  el 
apellido  de  Rojas,  homenaieque  después  ie  alzó.  Casó 
segunda  vez  la  dicha  doña  Inés  con  el  mariscal  Fernán 
Garoia  de  Herrera ,  que  tuvo  en  ella  muchos  hijos: 
<^epQ  y  tronco  de  los  condes  de  Salvatierra,  queadqui* 
rieron  asimismo  la  villa  de  Bmpudia  por  donación  del 
^misHio  (ion  Sancho  de  Rojas. 

Las  bodas  del  príncipe  don  Alonso  se  celebraion  á 
los  doce  dalmes  de  junio.  Deió  á  la  infanta  su  padre 
en  doie  el  marquesado  de  Vilkna,  mas  dól  la  despo- 
jaron r  y  la  dieron  ,  á  trueque  decientes  mil  dHca- 
<los  (I)  y  por  llevar  mal  los  de  Castilla  que  los  reyes  de 
Angpn  quedasen  con  aquel  estado  puesto  á  la  raya  de 
ambos  reinos  en  parte  que  se  podian  fácilmente  baeer 
entradas  en  Castilla.  El  rey  de  Portugal  desde  el  amo 
pasado  aprestaba  una  muy  gruesa  armada.  Los  prin« 
pos  oomaroaoos ,  con  los  zelos  qiie  suelen  tener  de 
ordinario,  sospechaban  no  se  enderezase  á  su  daño;  al 
dé  Aragón  en  especial  le  aquejaba  este  cuidado  por 
mgitse  quena  tomar  debajo  de  su  amparo  alcoodede 
Urgelí  y  por  esle  caminó  alteralle  el  nuevo  reino  de 
Aragott.  Bng9ií(dles  su  pensanüeñto  porque  el  intento 
del  portugués  era  asaz  diferente ,  esto  es  de  pasar  en 
África  4  ciHiquistar  nueras  tie«ras»  Anímale  su  buena 
dicha,  con  ^e  ganó,  y  con  poco  derecho  se  afirmó  en 
aqnel  su  reux>..  y  poníanle  en  necesidad  de  busear 
nuevos  estados. los  mucho»  hijos  que  tenia,  para  de-. 
jallos  bien  J^redados,  por  ser  Portugal  muy  estrecho. 
6n  la  reina  jua  mujiff  tíania  los  infantes  don  Duarte, 
don  PedcQ,  don  Enrique ,  don  Juan ,  don  Fernando  y 
doiía  Isabel;  fuera  destos  á  don  Alon^  hijo  bastardo, 
que  ííie  conde  de  Bárdelos. 

Armó  trtiata  nases  gruesas  1  veinte  y  siete  galeras, 
treinta  galeotas,  sin  otros  hágales  que  todos  negaban 
baata  en  número  de  ciento  y  veinte  velas.  Partió  el 
rey  con  esta  armada  la  vuelta  de  África ,  siu  embargo 
aró  áhi  misma  sazón  pasó  desta  vida  ki  reina  dona 
rlflipa ,  qné  Mzq  sepultar  en  el  nuevo  monasterio  de 
la  batalhi  de  A^bamta.  De  primera  Negada  se  apo- 

(i)  Ssgaajaoróair'a  doM ieol««  lail  Mías  de  ero  mayor  ¿f 
c«nellaiii<4.  . 


deró  por  fucraa  ú  los  veinte  y  dos  üe.agP6ln  de  Centa, 
ciudad  pueshi  sobre  el  eslreclio  de  Gibraltar.  El  pri:^ 
mero  á  escalar  hi  muralla  fue  un  soldadr*  por  nombre 
Corterreal ,  otro  que  se  decía  Alliergueiia ,  se  adelantó 
al  entrar  por  ia  pueitta  :  al  uqo  y  al  otro  remuneró,  el 
rey  y  honró  como  era  debido  y  raioii ;  lo  mismo  se 
hizo  con  los  demás  •  confonme  á  cada  uno  era*  Los 
moros  unos  pasaron  a  cuchillo ,  otros  se  s<dvaron  [lor 
los  pies,  y  algunos  nuedaron  poreschivos.  Baste  buen 
principio  entraron  tos  portugueses  en  «ispeanaa  4e 
sujetar  Us  muy  anclias  tieoras  de  África.  Mudaron 
otrosí  este  mismo  a&o  la  manera  de  contar,  los  tiempos 
por  la  era  de  César,  cómase  acostumbraba ,  en  la  del 
nacimiento  do  Cristo  por  acomodarse  á  lo  que  la&otcas 
naciones  usaban ,  y  en  conlbrmiiad  de  w  que  poco 
antes deste  tiempo,  cbmo  queda  dicho,  m  estableció 
en  los  reinos  de  Aragón  y  Castilla  (2). 

€1  cuidado  de  sosegar  la  Iglesia  toiiavia  t»u  llevaba 
adelante,  y  los  padres  def  (voncitio  continuaban  qn;»iis 
juntas.  No  puao  el  rey  don  Femando  ir  á  Niza,  por 
cierta  duienda  continua  que  nucbo  le  fatigaba :  acor- 
daten  que  el  César  llegase  hastaPerpitjan,  vifla  puer- 
ta en  lo  posbrero  de  España  y  en  el  condado  d<^Ruv- 
selloa  (3) :  principe  de  renombre  inmortal  [)or  el  cíüa 
que  siempre  mostró  de  ayudar  á  la  Iglesia  siA  perdo- 
nar á  diligencia  ni  afán.  I2II  pontífice  Benedicto  y  el 
rey  don  Fernando,  como  los  que  se  hallaban  mas  cer^ 
ca,  acudieron  los  primero^.  Bl  emperador  llegó  á  los 
diez  y  nueve  de  setiembre  acomnaüado  de  cuairo-> 
cientos  lionibres  de  armas  á  cabalm  y.  armados,  asax 
grande  representación  de  magestad.  £1. vestido  de  su 
persona  ordinario,  y  la  vigilia^ de  su  mesa  estaño,  se- 
ñal de.  kito  y  tristeza  por  la  atliccion  de  la  Iglesia. 
Concurrieron  al  mismo  lugai*  embajadores  de  los  jue- 
yes de  Francia ,  Castilla  y  NavarNu  To4o  el  mundo 
estaba  á  la  mira  de  lo  que  resultarla  de  aquella  liabla. 
El  miedo  y  la  esperanza  corrían  á  las  parejas.  No  po- 
día el  rey  por  su  indisposición  asistl.r  á  pláticas  ;tan 
graves.  Tooatia  desde  su  lecho. roñaba  y  afuenestaba 
á  Benedicto  restituyese  la  paz  á  la  Iglesia ,  y^se  ^oor-;- 
dase  del  homeniye  que  en  esta  razan  hizo  los  tiempos 
pasados :  el  concilio  de  los  obispos  se  celebraba ;  00 
era  razón  engañase  las  esperanzas  de  toda  la  cristian- 
dad :  acudiese  al  concillo,  y  hicieie  la  rr^nunciacion 
que  todos  deseaban,  conforme  al  ejemplo  de  sus  com- 
petidores : ;  cuánto  podía  quedar  de  vida  al  que  por 
sus  muchos  años  se  hallaba  en  lo  postrero  de  su  edad? 

Pudiera  Benedicto  con  rouena  honra  doblegarse  y 
ponerse  eu  las  manos  <le  tan  grandes  principes  y  de 
toda  la  Iglesia  y  si  el  apetito  de  mandar  se. gobernara 
por. razón,  aC^oto  desapoderado,  y  ma^  en. Jof^  viejas; 
mas  él  estaba  resuelto  de  no  venir  en  ninguq  partido 
de  su  voluntad»  solo  pretendía  entretener  y  alargar  coi^ 
dáerentes  cautelas  y  manas.  Apretábanle  los  dos  prín< 
cipes,  para  gue  so  resolviese,  y  acabase.  Un  día  hizo 
na  razonamiento  muv  largo  en  que  declaró  Jos  funda- 
mentos de  SU-  derecuo  :  Que  si  en  ajgun  tiempo  se 
dudó  cual  e;;a  el  verdadero  papa,  lá  renunciación  de 
sus  dos  competidores  ponía  finen  aquel  pleito,  pues 
quitados  eUos  de  por.  medio,  él  solo  quedaba  por  rec- 
tor universal  de  la  iglesia :  que  no  er^  justo  desam* 
pauase  el  gobernaUe  que  tenia  en  su  mano,  de  la  nave 
de  San  Pedro  :  cuanto  tenia  la  edad  mas  .adelante, 
tanto  mas  se  debia  recelar  de  no  ofender  ú  Oíos  y  a 
k»  santos  por  falta  de  valor,  7  de  amancillar  su  nom- 
bre con  una  mengua  pespétua»  4ietc  horas  enteras 
oootinuóen  esta  plática  sip  dar  alguna  señal  ()e  can- 

(2)  Esta  mu<|aBU  se  eaiplaó  ea  la  coroQi  de  Arakoapor 
decreto  del  rey  doa  Pedro  iV  dtdo  eo  Perpiñan  ei  i6  de  di- 
ciembre de  IdSO. 

'  (S)  Bite  eoodado  fas  irregado  á  la  eorooa  de  Artgfoa  por 
«I  rev  doa  Pedro  Vf^íbúe  nana  de  1544  Meta  fue  ea 
I4at  doo  Jaan  II  lo  empaM  i  Lalt  Hk  de  Fiaacla;  'Bu  1499 
(2arioi  VIH  de  atu  oaciea  lo  restnayéalm.calélíaa;  9  ea 
i£85  ar  oa]d»6.á.la  Rraaeia  porel  tratadoida&s  FiríBaai. 


K20  filBMOTKCA  DR 

sancio ,  bí  Bien  tenia  setenta  y  siete  anos  de  edad ,  y 
les  preseotes^  de  cansados  unos  en  pos  de  etro»  se  le 
salían  de  la  sala.  Alegaba  sobre  todo  qoe  si  él  no  era 
el  vendadero  pontffHie ,  por  lo  menos  la  elección  del 
que  se  habla  de  nombrar ,  perteñeeia  á  solo  él  como 
al  que  restaba  de  todos  los  cardenales  que  fueron 
elegidos  antes  dei  i^sma,  por  pontífice  cierto  sin  al- 
guna duda  y  tacha; 

Gastábase  mucho  tiempo  en  estas  alteraciones  sro 
que  se  mostnse  esperanza  de  hacer  algún  efecto.  El. 
em|ierador  cansado  con  la  dihcion  so  parti6  de  Per- 

Í Aban.  Amenazaba  á  Benedicto  usarían  contra  él  de 
uerm,  pues  no  quería  doblegar  su  voluntad*  Toda- 
vía se  eotretuvo  en  Narvona  por  si  con  la  diligencia 
del  rey  don  Femando  que  se  ofrecía  á^liaceila,  se 
ablandase  aquel  obstinado  corazón.  Todo  prestó  poco, 
antes  con  toda  priesa  Benedicto  se  robó  y  se  partió 
para  Peñíscola,  con  cuya  fortaleza,  que  esta  sobre  un 
peñón  casi  por  todas  partes  rodeada  del  mar,  cuidaba 
afirmarse  y  defender  su  partido!  Llegóse  al  último 
plazo  y  remedio  ,  que  fue  qoitalle  en  Aragón  la  obe- 
diencia ,  como  se  hizo  por  un  edicto  que  se  publicó  4 
los  seis  de  «ñero  del  ano  que  se  contó  UI6 ,  en  que 
se  vedaba  acudir  á  él  en  negocios,  y  \o  mismo  tenelle 
por  verdadero  papa. 

El  principal  en  este  «cuerdo  y  resolución  fue  fray 
Vécente  Ferrer,  que  el  tieáipo  pasado  se  le  mostró 
nUiv  aficionado  y  parcial.  La  larga  costumbre  puede 
mucho:  asi  en  los  ánimos  de  algunos  todavía  quedaba 
algún  escrúpulo,  y  se  les  hacia  de  mal  apartarse  de  lo 
en  que  por  tantos  años  continuaron.  El  pueblo  fácil- 
mente se  acomodó  ú  la  voluntad  del  rey,  como  el  que 
poca  diferepcia  hace  entro  lo  verdadero  y  lo  falso. 
Desabrióse  Benedico  por  esta  causa:  deda  que  el  quo 
le  debía  mas,  esc  era  el  primero  ú  hacelle  contraste; 
que  esperaba  en  Dios  que  el  reino  que  él  mismo  le  dio, 
se  le  quitaría  como á  ingrato :  amenazas  vanas,  y  sin 
para  ejecutallas.  Al  mismo  tiecnpo  que  con  mayor  ca- 
lor se  trataban  estos  pleitos,  falleció  doña  Leonor  reina 
de  Navarra  en  Pamplona  á  los  cinco  de  marzo.  Yace 
efl  la  iglesia  Mayor,  de  aqucHa  ciudad  en  un  sepulcro 
de  alnbaítro  con  su  1*ítra  quo  esto  declara. 

CAPITULO  Vllí. 
De  la  muerte  del  rey  don  Fernando. 

La  indispdsiciofl  del  rey  don  Fernando  continua- 
ba :  teriía  gran  deseo  de  volver  á  Castilla  por  probar 
si  con  los  aires  naturales  (  remedio  á  las  veces  muy 
efteáz)  mejoraba  :  á  los  dolientes ,  en  especial  con  las 
bascas  déla  muerte,  se  les  suelen  antojar  sus  esp^ 
ranzas.  Demás  que  pretendía  mirar  por  el  bien  de 
Castilla  como  cosa  que  por  el  deudo  y  el  cargii  que  te- 
nia de  gobernador,  mucho  le  tocaba;  en  particular 
deseaba  (me  aquel  remo  alzase  la  obediencia  á  Bene- 
dicto á ejemplo  de  Aragón,  v  qu^de  todo  ponto  le 
desampanise.  Con  esie  propósito  de  Perpiñan  'dio  hi 
vueKaá  Barcelona:  desde  aquella  ciudad,  pasados  los 
fríos  de  invierno ,  al  princimo  del  verano  se  puso  en 
camino  para  Castilla,  Con  el  movimiento  se  le  agravó 
ta  dolencio;  que  en  cuerpos  enfermos  y  flacos  cual- 
quiera ocaaioB  los  altera.  Reparó  en  Igualada  seis  le- 
guas de  Barcelona.  Allí  le  desahuciaron  los  médieos,  y 
rocebldos  ios  sacramentos  eomo  buen  cnstiano ,  pM6 
dftsta  vida  jueves  i  loe  dos  de  abrü.  Príncipe  dotado  de 
escélentes  partes  á^.  cuerpo  y  akna ,  ^r«iencia  muy 
agradable,  y  que  no  tenia  nenos  autondad  goe  gra- 
cia ,  de  grande  ingenio  y  destreza  en  sranjear  las 
Tplanfaidts  y  aficionarse  la  gente  no  solo  desoues  que 
fue  rey,  sino  en  el  reino  de  otro ,  cosa  mas  dificulten. 
Oto  Uto  quien  le  tachase  de  algunas  cosas ,  en  espe- 
did que  ea  su  habla  y  accionta  era  tardo,  que  desam- 
p«B6  á  Battodiclo,  y  se  aprovechó  de  \m  rentas  reatea 
ée<Mila ;  que  er^nrédígo  de  losuvo,  y  eodidoao 
de  k»  i^no  para  suplir  lo  que  dervamaba :  a  los  gran-* 


GASPAR  r  ROIG. 

des  personajes  salgue  la  envidia 'y  nadie  vive  alh 
'  tacha. 

-  Reinó  por  espacio  de  tres  .años,  nueve  oKses  y 
vBinte  y  ochó  días.  Su  cuerpo  yace  en  Poblóte  en  un 
sepulero  humilde  y  muy  ormnario.  En  ^  tesítamenlo 
que  otorgó  los  meses  pasados  en  Perpfftan ,  heredó  i 
sus  hijos  en  esta  forma :  é  den  luán  en  el  estado  de 
Lara  jimto  oon  Medina  del  GUnpo,  y  la  villa  de  Mom- 
blanc  oon  título  de  duque,  que  fe  mandó  en  Cataluña: 
Hem  otros  muchos  puebk».  A  don  Baruraé  dejó  á 
Alburquerque,  á  don  Sancho  á  Montaltun.  Por  tiere- 
dero  del  remo  nombró  al  príncipe  don  Alonso  su  hijo 
jo  mayor:  caso  que  todbs  los  hermanos  AlttseB  sm 
dejar  sucesioc^  ñamó  á  la  corona  los  h^os  y  nietos  de 
las  infantas  doña  María  y  dona  Leopor.sus  hijas,  si 
bien  á  ellas  mismasdejó  escluidae  áh  h  sucesioD;  dan- 
sula  digna  de  memoria ,  mas  que  yo  oüra  ves  se  esta- 
bleció en  aauel  reino  ló  mismo,  seaun  que  en  otro  In- 
flar queda  declarado.  La  muerte  dei  rey  don  Femando 
fue  ocasión  que  Castilla  por  algún  tiempo  se  mantu- 
viese en  la  devoción  de  Benedicto.  Tenia  en  ella  mu- 
chos obH^dos  con  beneficios  y  srácias ,  en  especial 
los  arzobispos,  el  de  Toledo  y  el  ae  Sevilla ,  édn  San- 
cho de  Rojas  y  dtm  Alonso  de  Ejea  se  mostraban  muy 
declarados  en  su  favor. 

CAPrruLO  IX. 

.  De  la  elección  de)  papa  Martíno  Quinto. 

En  Castilhi  resultafon  nuevas  alteradones  y  hulK- 
cios,  principios  de  mayores  males,  y  muestra  de  cuán- 
to importaba  para  el  sosiego  de  España  la  prudeacia 
2d  ve\lor  del  rey  don  Fernando.  La  reina  doña  Cata- 
na luego  que  como  es  de  costumbre  hizo  las  honras 
del  rey  su  cuñado  en  Valladolid ,  elhi  sola  se  anodeió 
de  todo  el  gobierno  del  reino  f  f ).  La  criann  oel  rey 
encomendó  al  arzobispo  de  Toledo  junto  eoñ  Juan  A 
Vdasoo  y  Diego  Lopes  dé  Záñiga  jostida^mayor  (2). 
Quejábmse  muohos  que  en  el  reparamienlo  de  olidos 
y  cairges  no  les  cupo  parte,  sobre  todos  se  amdabaa 
en  esto  el  almirante  don  Alonso  Enriques  y  el  condes- 
table don  Rny  López  Davales,  desgustos  qtie  amenaza- 
ban mejores  revueltasy  daños*  Con  mejor  acuerdo  por 
prindpio  del  año  que  se  contaba  Í4i7 ,  asentaron  tre* 
gi^s  con  el  rey  de  Granada  por  término  de  dosafiosen 
que  le  sacaron  |ior  condición  diese  en  cada  un  año  li« 
bertad  A  den  cautivos  cristianos. 

Los  prelados  gue  conthiuaban  en  d  eondHo  de 
Constancia,  acudían  á  las  todas  parles,  y  cuidanan  de 
lo  que  concernía  al  buen  esiado  de  la  iglesia  t  á  «a 
paciíicacion.  Para  sosegar  las  revudtas  de  BonemiB 
y  redudr  á4os  herejes  procuraron  muy  de  veras  q[ue 
sus  cabezas  y  caudHIos  Gerónimo  de  Pran  y  Juan 
Hus  viniesen  á  aquella  dudad  con  salvo  conducto  qatt 
el  emperador  les  dio  para  su  aeguridad.  Bl  mal  de  la 
herejia  es  casi  incurable ,  mayormente  eoaiido  está 
muy  amagado.  Huyeron  4os  dos  de  Gonstanda,  pren- 
dléronlosen  e|  camino  personas  que  para  dioeAviaroa, 
y  traídos  á  la  dudad,  los  quemaron  pábücsameote: 
castigo  por  ellos  bien  mereddo ,  pero  en  m  madMiB 
dudaron  sifoera  mas  espediente  que  se  m  guardam 
la  seguridad  oue  les  dieron,  si  bien  constaba  cometie- 
ron en  la  ciudad  y  por  dcamint  delitos  porque  ao  se 
les  debia  guardar. 

Castigados  los  herejes,  y  "condenadas  ¿as  lierejfaB» 
volvieron  su  pens^mrenti^  á  componer  tas  remellas 
de  la  Iglesia.  A  Beneiffoto,  que  de  los  tm  pentifiees 
todavfa  continuaba  en  su  contumacia,  le  deaconwl* 


(1)  Asi  lo  babia  tmado  diipu^to  d  rey  ea  sa  ^ 
{%)  id  arincipia  eirsy  qnedá  ea  podar  df  doaa  CataKaa, 
dindoles  a  estoi  dos  cabañeros  doee  mO  lorines  para  coe- 
tentarles;  pero  luego  que  mnrió  el  de  Aragooi  tioy  eoa- 
tator  áel  tey,  le  ioaaraa  y  tavietoa  ea  sa  poder  feaüa  b 
edad  papilar. 


HISTORIA  DK  ESPAÍIa. 


e^i 


garon  á  los  veinte  ?  seis  de  julio;  y  le  despojaron  del 
pontiñcado  y  derecho  que  podía  tener  ñ  las  naves  de 
San  Pedro.  Publicada  esta  sentencia,  dieron  érden  en 
nombrar  de  conformidad  un  nuevo  papa.  Hallábanse 
presentes  veinte  y  dos  cardenales  de  las  tres  obedien- 
cias de  los  papas  depuestos.  Juntaron  con  ellos  otros 
treinta  electores,  parte  obispos  parte  personas  princi- 
pales.  Encerráronse  k>8  unos  y  los  otros  en  cónclave. 
Vinieron  todos  sin  faltar  uno  de  conformidad  en  nom- 
hrarpor  pontífice  al  cardenal  Othon  columna  natural  de 
Roma.  Hizose  la  elección  á  los  once  áñ  noviembre.  Lla- 
móse en  el  pontificado  Martin  Quinto.  El  contento 
que  resultó  aesta  elección  así  en  Ja  ciadad  de  Roma, 
como  en  las  demás  naciones  por  cuanto  se  extcndia 
la  cristiandad,  fue  cual  se  puede  pensar.  Parecíales 
que  después  de  muy  espesas  tinieblas  les  amanecía 
ana  mañana  muy  clara,  y  una  luz  muy  alegre  se  mos- 
traba á  las  tierras ,  ca  todos,  olvidadas  las  aficiones 
pasadas ,  se  conformaron  y  prestaron  obediencia  al 
nuevo  pontífice.  Solamente  el  rey  de  Escocía  y  el  con- 
de de  Armeñaque  tuvieron  recio  por  algún  tiempo 
con  Benedicto ,  y  algunos  pocos  cardenales  que  le 
acompañaron  cuando.se  salió  de  Perpiñan;  pero  tam- 
bién fe  dejaron  poco  adelante. 

Disolvióse  con  tanto  ^l  concilio ;  bien  que  para 
adelante  dejaron  aquellos  padres  decretado  que  aen- 
de  á  cinco  años  se  juntase  concilio  general  la  primera 
Ycz,  la  segundé  desde  á  otros  siete  años,  el  tercero 
se  celebrase  diez  años  después  del  segundo,  y  así  se 
guardase  perpetuamente  que  cada  diez  anos  se  jun- 
tase concilio  general.  Despachó  el  nuevo  pontífice 
dos  mongos  del  Gistel  para  avisar  á  Benedicto  se  con- 
formase con  la  voluntad  de  todos  los  prelados ,  y  á 
.sus  cardenales  procurasen  le  desamparasen.  En  Be- 
nedicto no'  pudieron  hacer  mella  por  su  condición: 
los  cuatro  cardenales  que  tenia ,  con  promesa  que 
les  hicieron  de  conservallos  en  aquel  grado  de  car- 
denales, y  hacelles  nuevas  gracias;  todos  españoles, 
le  dejaron  luego,  y  se  fueron  al  nuevo  y  verdadero 
papa,  que  bailaron  en  Florencia.  El  mas  principal  era 
don  Alonso  Carrillo  cardenal  de  San  Eustaquio  y  obis- 
po de  Sigüensa^  deudo  del  otro  cardenal  don  Gil  de 
Albornoz,  y  tio  de  don  Alonso  Carrillo  que  adelante 
fue  arzobispo  de  Toledo. 

Este  mismo  año  fue  muy  desgraciado  para  Francia; 
para  Castilla  alegre  por  la  navegación  que  por  volun- 
tad de  la  reina  de  Castilla ,  y  licencia  que  dio  el  rey 
don  Enrique  antes  de  su  muerte,  se  tomó  de  nuevo 
á  hacer  á  las  islas  Canarias :  camino  para  sujetallas, 
como  á  la  verdad  se  apoderó  de  las  cinco  Juan  Be- 
tancuft  de  nación  francés,  caudillo  desta  empresa. 
Sucedióle  Menaute  su  deudo.  El  papa  Martino  pro- 
veyó por  obispo  de  aquellas  isla  á  un  fraile  por  nom- 
bre Mendo.  Resultaron  entre  los  dos  diferencias: 
acudió  Pedro  Barba  con  tres  naves  por  orden  del  rey. 
Esté  compró  á  dinero  las  islas  de  Menaute.  y  las 
vendió  á  Pedro  de  Peraza  ciudadano  principal  de 
Sevilla,  cuyos  descendientes  las  poseyeron  hasta  los 
tiempos  del  rey  don  Fernando  el  Católico;  que  las  acá* 
bó  de  sujetar  finalmente,  como  queda  de  suso  decla- 
rado ,  y  las  incorporó  en  la  corona  de  Castilla.  Esto 
es  lo  que  toca  á  España. 

Las  desgracias  de  Francia  se  encaminaron  desta 
matíera  :  Enrígue  Quinto  deste  nombre,  rey  de  In- 
galaterra,  pidió  á  Carlos  sesto  rey  de  Francia  le  diese 
por  mmer  á  su  hija  madama  Catharina.  No  vino  en 
elk>  el  francés ,  de  que  el  inglés  se  tuvo  por  agravia- 
do. Pa^i  vengar  esta  afrenta  pasó  en  una  armada 
muy  gruesa  á  Normandía  :  gano  una  grande  victoria 
de  los  franceses,  en  que  prendió  á  los  duques  de  Orliens 
y  de  Borbon.  Púsose  otrosí  sobre  Rúan  cabeza  de 
Normandía,  que  al  fin  ganó,  aunque  con  trabajo  y 
tiempo.  No  parecen  en  esto  las  desgracias,  antes  la 
reina  Isabel  de  Francia  se  partió  de  su  marido,  y  con 
3n  hija  Cttharina  se  retiró  á  Turón.  Desde  alu  llamó 


al  duque  de  Borgoña  en  su  favor,  que  acudió  luego 
con  gente  por  no  perder  la  ocasión  que  sa  le  presen- 
taba, de  satisfacerse  de  los  desgustos  pasados.  Apo- 
deróse no  solo  de  la  reina  y  de  su  hijo  sino  del  mismo 
rey  y  de  la  ciudad  de  París.  Restaba  Carlos  el  Delfin; 
heredero  de  aquella  corona ,  el  cual  con.  gentes  que 
pudo  juntar  reparaba  aquellos  daños  y  hacia  rostro  á 
los  ingleses  y  oorgoñones.  Para  divertir  al  duque  de 
Borgona  procuró  verse  con  él.  Señalaron  de  acuerdo 

Sara  la  habla  una  puente  del  rio  Secuana,  en  aqiie- 
a  parte  en  gue  el  río  Icuana  (1)  desagua  en  él.  Pura 
mayor  seguridad  atajaron  h  puente  con  unas  verjas 
de  madera  :  solo  dejaron  un  postigo  por  do  se  podía 
pasar,  pero  bien  cerrado  y  asegurado.  Concertaron 
otrosí  que  acompañasen  a  los  príncipes  cada  diez 
hombres  armados.  Acudieron  al  tiemplo  aplazado.  El 
Delfin  saludó  al  duque  con  rostro  ledo  y  alegre  sem- 
blante, y  convidóle  á  pasar  do  él  estaba.  Aseguróse 
el  duque  del  buen  talante  con  que  le  habló :  abierto 
el  postigo ,  pasó  como  se  le  rogaba.  Trabóse  cierta 
pasión  y  riña  entre  los  soldados,,  si  acaso,  si  de  pro- 
pósito no  se  averigua.  Resultó  aue  el  borgoñon  quedó 
muerto,  cuya  vida  si  fue  perjuaicial  para  Francia,  no 
menos  lo  fue  üu  muerte  á  causa  que  el  duque  Philipe 
por  satisfacerse  de  la  muerte  de  su  padre  entregó 
al  índés  los  rey  y  reina  de  Francia  con  su  hija  Catliarí- 
na  y  la  ciudad  de  París :  de  que  procedieron  mal^s  sin 
cuento  y  sin  término,  enemigas,  quemas,  muertos 
y  robos.  Pero  estas  cosas  avinieron  algún  tiempo  ade- 
lante, y  por  ser  extrañas  no  nos  incumben,  ni  quere- 
mos particularizallas  mas. 

CAPITULO  X. 
Otros  casamientos  de  príncipes. 

La  reina  doña  Leonor  de  Aragón  después  de  In 
muerte  del  rey  su  marido  se  retiro  á  Castilla ,  y  en 
Medina  del  Campo  con  la  compañía  de  sUs  hijos,  que 
le  quedaron  muchos ,  y  otros  honestos  entreteni- 
mientos pasaba  su  viudez  y  soledad.  Comenzóse  ;í 
mover  plática  que  su  bija  la  infanta  d(^a  María  ca- 
sase con  ^1  rey  de  Castilla.  Extrañaba  la  reina  doña 
Catalina  su  madre  este  casamiento.  Escusábase  con 
la  poca  edad  del  rey,  como  quier  que  á  la  verdad  de 
secreto  se  inclinase  mas  á  casalle  en  Portugal  con  la 
infanta  doña  Leonor,  que  demás  de  ser  su  sobrínn 
parecía  así  á  ella  como  á  los  mas  de  los  cortesanos 
seria  á  propósito  para  atar  aquellos  dos  reinos  con 
un  vínculo  muy  fuerte  de  perpetua  concordia.  Croe- 
mos fácilmente  lo  que  deseamos.  Desbarató  la  muerte 
estos  intentos,  que  sobrevino  de  repente  á  la  reina 
doña  Catalina  en  Yailadolid  jueves  á  los  dos  de  junio 
del  año  14f8.  Su  edad  de  cincuenta  años,  el  cuerpo 
grande  y  grueso,  en  la  bebida  algo  larga  conforme  á 
h  costumbre  de  su  nación,  la  condición  sencilla  y  li- 
beral: virtudes  de  oue  se  aprovechaban  para  sus  par- 
ticulares y  para  maisinar  á  otros  y  desdorallos  los  que 
le  andaban  al  lado^  que  los  mas  eran  gente  baja.  És- 
tos eran  sus  consejeros  y  sus  ministros :  grave  daño 
y  mas  en  principes  tan  grandes.  Sepultáronla  en  la 
capilla  real  de  Toledo  en  propio  lucillo,  en  que  fundó 
quince  capellanías  t  y  las  anadió  á  la  de  antes  para 
que  se  hiciesen  suiragios  ordinarios  por  las  ánimas 
suya  y  del  rey  su  marido. 

Con  la  muerte  de  la  reina  se  trocaron  y  alteraron 
las  cosas  en  gran  manera.  El  rey  sin  embargo  de  su 
poca  edad  salió  de  las  tinieblas  en  que  su  madre  le 
tuvo  muy  retfrado,  y  comenzó  en  parte  por  sí  mismo 
á  gobernar  el  reino)  ayudado  del  consejo  de  algunos 
personaje!:  que  le  asistían.  Entre  los  demás  se  seña-» 
faba  el  arzobispo  de  Toledo,  que  por  ser  de  gran  co- 
razón, muy  codicioso  de  honra  y  entremetido,  se 
apoderó  ief  gobierno,  de  suerte  que  en  nombre  do| 

(i)  Boy  los  rios  Sena  y  Yone, 


022 


BIBLIOTECA  DE  üáSI^kK  Y    ROIG. 


rey  lo  pretendía  todo  trastornar  á  su  albedrio.  Acu- 
dieron de  Francia  dos  embajadores  para  solicitar  les 
socorriesen  en  aquel  aprieto  en  que  aquel  reino  se  ha- 
llaba. La  respuesta  fue  oscusarse  con  la  poca  edad  del 
rey  y  las  alteraciones ,  que  unas  comenzaban  y  otras 
se  temian.  Volvióse  á  la  plática  de  casar  al  rey:  el  de 
Toledo  reconocía  todo  lo  que  era  y  valia  de  los  reyes 
de  Aragón :  así  hizo  instancia,  y  finalmente  concluvó 
que  el  casamiento  de  Aragón  se  antepusiese  al  ac 
Portugal.  Celebráronse  los  desposorios  entre  el  rey 
don  Juan  y  la  infanta  doña  Mana  con  grandes  fiestas 
en  Medina  del  Campo  á  los  veinte  y  uno  de  octubre. 

Entre  las  capitulaciones  matrimoniales  que  asen- 
taron, una  fue  que  la  infanta  dona  Catalina  hermana 
menor  del  rey  don  Juan  casase  con  uno  de  los  infan- 
tes de  Aragón.  No  señalaron  por  entonces  alcunos  de- 
llos  á  causa  que  don  Juan,  el  mayor  de  los  hermanos 
por  casar ,  andaba  en  balanzas  sin  resolverse  en  qué 
parte  casaría.  Primero  estuvo  concertado  con  doña 
Isabel  hija  del  rey  de  Navarra  :  desistió  deste  casa- 
miento, cebado  de  la  esperanza  que  se  le  mostró  de 
casar  con  Juana  reina  de  Ñapóles ,  engañosa  y  vana 
como  (le  suso  se  tocó,  y  la  infanta  casó  con  el  conde 
de  Armeuaque.  Entretúvose  por  al|{un  tiempo  el  in- 
fante don  Juan  en  el  gobierno  de  Sicilia  en  lugar  de 
la  reina  doña  Blanca,  que  su  padre  el  rey  de  Navarra 
procuró  diese  la  vuelta  por  ser  la  mayor  de  sus  her- 
manas y  heredera  de  su  corona.  Muchos  príncipes 
pretendieron  casar  con  ella  movidos  de  sus  prendas, 
y  mas  del  gran  dote  que  esperaba  :  el  rev  su  padre 
finalmente  antepuso  á  los  demás  competidores  al  ya 
dicho  infante  don  Juan  por  sus  buenas  partes ,  y  por 
la  esperanza  que  se  tenia  do  juntar  lo  de  Navarra  y  lo 
de  Aragón,  por  no  tener  sucesión  el  rey  don  Alonso 
su  hermano. 

El  dote  de  presente  fueron  cuatrocientos  y  veinte 
mil  florines.  Púsose  por  condición  fue  caso  que  doña 
Blanca  muriese »  puesto  que  no  deíase  hijos,  su  ma- 
rido después  de  sus  suegros  por  tooo  el  tiempo  de  su 
vida  se  intitulase,  y  fuese  rey  de  Navarra.  Hiciéronse 
los  desposorios  en  Olite  por  poderes :  el  procurador 
de  parte  del  infante,  que  hizo  sus  veces ,  Diego  Gó- 
mez de  Sandoval  sobrino  del  arzobispo  de  Toledo, 
adelantado  de  Castilla  y  mayordomo  mayor  del  infan- 
te, 8U  muy  privado,  y  que  por  esta  causa  adelante  al- 
canzó gran  poder  y  estado,  y  aun  finalmente  los  vien- 
tos favorables  se  le  trocaron  en  contrarios  y  corrió 
fortuna,  como  se  notará  en  otro  lugar.  Cuando  se  ce- 
lebraron los  desposorios  de  Navarra,  corría  el  año  de 
nuestra  salvación  de  i  4i  9 :  en  el  mismo  el  gran  pre- 
dicador y  varón  apostólico  frav  Vicente  Ferrer,  gran 
gloria  de  Valencia  su  patria  y  de  la  orden  de  los  predi- 
cadores, pasó  desta  vida  mortal  á  la  eterna  en  Vanes 
ciudad  de  la  Bretaña  á  los  cinco  de  abril.  Sus  grandes 
virtudes,  y  los  milagros,  muchos  y  maravillosos,  que 
obró  en  vida  y  después  de  muerto ,  le  pusieron  poco 
adelante  en  el  número  de  los  santos.  Su  cuerpo  se- 
pultaron en  la  iglesia  Mayor  de  aquella  misma  ciudad. 
Volvamos  á  lo  que  del  rey  don  Juan  de  Castilla  se  que- 
da atrás. 

CAPITULO  XL 
De  las  alteraciones  de  Castilla. 

Los  reinos  de  Castilla  se  comenzaron  á  alterar  no 
de  otra  guisa  que  una  nave  sin  gobernalle  y  sin  piloto 
azotada  con  la  tormenta  de  las  hinchadas  y  furiosas 
olas  del  mar.  Los  grandes  traían  entre  sí  diferencias 
y  pasiones.  El  rey  por  su  poca  edad  y  no  mucha  ca- 
pacidad no  tenia  autoridad  para  enfrenallos.  Al  arzo- 
bispo de  Toledo  oue  ponía  la  mano  en  todo,  muchos 
le  envidiaban,  y  llevaban  mal  pudiese  roas  un  cléri- 
go que  toda  la  nobleza.  Acudieron  al  rey  diéronle  por 
consejo  tomase  la  entera  y  libre  administración  del 


reino ;  que  la  edad  de  catorce  años  que  tenia,  ora  bas- 
tante para  ello  y  legal.  Con  este  acuerdo  se  juntaron 
cortes  en  Madrid,  en  que  se  hallaron  grandes  y  mu- 
chos personajes  de  gran  calidad.  A  los  siete  de  mar- 
zo ya  que  los  tenían  juntos  en  el  alcázar  de  aquella 
villa ,  el  arzobispo  de  Toledo  con  un  razonamiento 
muy  pensado  declaró  la  voluntad  que  el  rey  teuia  de 
salir  de  tutorías  y  encargarse  del  gobierno.  Respon- 
dió y  otorgó  en  nombre  de  los  con^egados  y  del  reí- 
no  el  almirante  don  Alonso  Ennquez.  Siguióse  el 
aplauso  de  les  demás  que  presentes  se  hallaron  á  este 
auto  y  solemnidad. 

La  poca  edad  del  rey  tenia  necesidad  de  reparo. 
Recibió  en  su  consejo,  y  mantuvo  á  todos  los  que  en 
tiempo  de  su  padre  y  sus  tutorías  tuvieron  aoúd  lu- 
gar. Para  despachar  las  cosas  de  gracia  señsdo  al  ar- 
zobispo de  Toledo,  al  almirante,  al  condestable ,  y 
con  ^los  á  Pero  Manrique  adelantado  de  León,  y  Juan 
Hurtado  de  Mendoza  su  mayordomo  mayor,  y  gue 
Gutierre  Gómez  de  Toledo  arcediano  de  Guadalajara 
ordenase  y  refrendase  las  cédulas  reales.  Agravióse 
desto  el  tirzobispo  de  Toledo,  que  pretendía  la  per- 
tenecía aquel  oncio  como  á  canciller  mayor  que  era 
de  Castilla.  Andaban  en  aquella  corte  entre  otras  per- 
sonas de  cuanta  los  infantes  de  Aragón  don  Juan  y 
don  Enrique  maestre  de  Santiago  :  el  arzobispo  de 
Toledo  para  tener  mas  mano  y  afirmarse  contra  sus 
émulos  procuró  conquistallos  con  todo  género  de  ca- 
ricif  s  y  Duena  correspondencia  :  todo  se  esiderezaba 
á  continuar  en  el  gobierno,  de  que  era  muy  codicio- 
so,  y  de  que  estaba  asaz  apoderado.  De  Madrid  fué 
el  rey  con  su  corte  á  Segovia,  dud^d  puesta  entre 
montes  y  á  propósito  para  pasar  los  calores  del  vera- 
no. Levantóse  de  repente  un  alboroto  de  los  del  pue- 
blo contra  la  gente  del  rey  y  sus  cortesanos  ••  estu- 
vieron á  pique  de  venir  á  las  puñadas ,  y  la  misma 
ciudad  de  ensangrentarse. 

Los  infantes  ya  dichos  de  Aragón  poco  se  confor- 
maban entre  si :  mando  y  privanza  no  sufren  com- 
pañía. Andaban  como  en  zelos  cada  cual  con  intento  de 
apoderarse  de  la  persona  del  rey  y  del  gobierno  co- 
sa que  les  parecía  fácil  por  su  poca  edad,  y  no  querían 
dar  parte  a  nadie,  ni  aun  á  su  mismo  hermano.  Re- 
sultaron con  esto  sospechas .  dividiéronse  los  gran- 
des y  caballeros  en  dos  bandos :  á  don  Enrique  favo- 
recían el  condestable  don  Ruy  López  Dávalos,  y  Pedro 
Manrique ;  al  infante  don  Juan  asistían  don  Fadríque 
conde  de  Trastamara  y  el  de  Toledo.  La  edad  del  rey 
era  flaca,  y  se  mudaba  fácilmente,  sus  enojos  repen- 
tinos, las  caricias  que  hacia ,  fuera  de  tiempo  :  cosas 
que  la  una  y  la  otra  á  cualquier  príncipe  están  mal, 
por  donde  mas  era  menospreciado  que  temido.  El 
cuerpo  conforme  á  la  edad  que  tenia,  era  grande  y 
blanco,  pero  de  poca  fuerza;  el  rostro  no  rour  agra- 
ciado, la  condición  mansa  y  tratable.  Deleitábcn  en 
la  caza  y  en  justas  y  torneos .  eka  aficionado  á  ios  es- 
tudios y  letras,  y  hallábase  de  buena  gina  en  los  ra- 
zonamientos en  que  se  trataba  de  cosas  e  udítas. 
Hacia  él  mismo  metros,  y  trovaba  no  muy  rmal  en 
lengua  castellana. 

Estas  virtudes  que  comenzaron  á  mostrarse  desde 
niño ,  con  la  edad  llegaron  á  madurarse  y  haoorse 
mayores;  todas  empero  las  estragaba  el  descuido  y 
poca  cuenta  que  tenia  de  las  cosas  j  del  gobierno. 
Día  de  mala  gana  y  dé  príesa  :  sin  oír,  como  podía 
resolverse  en  negocios  tan  arduos  como  se  ofrecían? 
en  suma  no  tenia  mucha  capacidad,  ni  era  bastante 
para  los  cuidados  del  gobierno.  Esto  dio  á  sus  corte- 
sanos entrada  para  adquirir  gran  poder,  ^'especial 
á  Alvaro  de  Luna,  que  comenzaba  ya  á  ten^  con  él 
roas  familiaridad  y  privanza  que  loa  oeroás.  Por  temer 
esto  la  reina  su  madre  le  despidió  de  palacio  (i)  lof 
dios  pasados ,  y  le  hizo  que  volviese  á  Aragón,  en 

(i)  El  rey  le  bixo  volver  pronto  i  lu  eompaHla' 


lirrcüiu 

qua-icerÚ  rin  dada;  pero  coberniM  Imprudente- 
tnente  en  tener  Rl  per,  contóle  tuvo  basta  su  moer- 
tn,  encerrado  en  Valladolid  en  unas  osas  junto  af 
lAonuterio  de  San  Pablo  por  espncio  de  mas  de  seis 
años  sin  dejaije  salir,  ni  dar  licencia  que  nínsuno  lo 
visitase  fuera  de  los  criados  de  palacio;  en  h  cual 
día  pretendía  que  no  se  apoderasen  del  los  grandes, 
y  resultase  alguna  ocasión  de  novedades  en  el  reino: 
misemblc  crianza  de  rey,  sujeta  i  graves  dnñoa,  que 
rt  twbernador  de  todos  no  ande  en  publico ,  ni  le 
vean  sus  rasallos,  tanto  que  aun  i  los  grandes  que  )e 
visitabao,  no  conocía:  que  quitasen  al  principe  li 
liberlad  de  Ter,  hablar  y  ser  visto,  y  como  metido 


en  una  jaula  le  embravelüeaéii  y  «ütraMaen  su  1>ué-' 
na  y  mansa  condición ,  cosa  indigna.  Como  pollo  en' 
caponera  n»  pongas  tu  &  engordar  al  que  nació  para 
el  sudor,  y  para  el  polvo?  En  la  sombra  y  entre  nto- 
jwes  se  crie  i  manera  de  doncplla  aquel ,  cuyo  cuer- 
po debe  estar  endurecido  con  el  trabajo  y  comida  . 
templada  para'  resistir  l.is  enfemí  edades ,  y  wfrir 
igualmente  en  le  guerra  el  frió  y  los  calores?  Con  loe 
regalos  quiere»  quebrantar  el  ánimo,  que  de  día  y  de 
noctie  hade  estarde  comeen  atalaja  mirando  todas 
las  paMes  de  la  república?  ciertamente  esta  fcrianza 
muelle  y  regalada  aíarrearí  gran  dafw  á  los  vasallos: 
la  mayor  etbd  será  semejabre  i  la  mñez  v  mocedad 


flaca  y  deleznable,  dadaúdesiionestidad,  y  á  los  de- 
más deleites,  como  se  ve  en  gran  parle  en  este  prin- 
cipe. Porque  muerta  la  reina  como  si  saliera  de  Ins 
tinieblas,  y  casi  del  vientre  de  su  madre  de  nuevo  á 
la  luz ,  per  pé  lúa  mente  anduvo  &  lienta  paredes:  con 
la  grandeza  de  Ion  negocios  se  cansaba  y  ofuscaba. 
Por  esto  se  sujetó  siempre  al  mando  y  albedrio  de 
sus  palaciegos  y  cortesanos:  cosa  de  gran  perjuicio, 
y  de  que  resultaron  continuas  alteraciones  y  graves. 
Diii  alguno:  reprehander  cslós  vicios  es  cosa  fá- 
cil ,  quién  tos  podra  enmendar?  quién  Ee  atreverá  á 
alirmar  lo  qne  es  mny  verdadera,  que  á  las  mujeres 
conviene  el  areo  y  el  regalo ,  á  los  principes  el  tra- 
iMJo  desde  su  primera  edad?  Quién  digo  se  atreverd 
á  decir  esto  delante  de  aquellos  que  ponen  la  felici- 
dad del  señorío,  y  la  miden  con  el  regalo,  lujuria  y 
deleites,  y  tienen  por  el  principal  fruto  de  la  vida 
servir  al  vientre  y  á  las  otras  partes  mas  torpes  del 
cuerpo?  Demás  desto,  quién  persuadirá  esta  verdad 
d  los  qué  tienen  por  «enero  de  muy  agradnble  servi- 
cio conlormarsc  con  Tos  deseos  do  los  príncipes  y  con 
.'US  inclinaciones  para  por  allí  medrar?  Dejemos  pues 
c^tas  cosas,  y  volvamos  ú  nuc)<tro  cuento. 
'  En  el  principio  del  año  sigiiicnlc ,  que  se  contó 
ilp  1 420 ,  pasó  el  rey  d  Tordesillas  ,  víll  i  itc  Castilla  la 
Vieja.  Don  Enrique  maestre  de  Santiago  ó  |>or  pre- 
til idcr  casar»!  con  la  Infanta  dofn  Catalina,  ó  con 
ÍMtento  do  sujetar  sus  contrarios ,  ncunipañnda  de  los 
%u)os  entró  en  aquel  lugar,  prendió  á  Juan  Hurtado 
•lt!)[endoza>  mayordomo  de  Incala  real,  y  á  otros 
del  .palacio:  cou  tanto  se  apoderó  del  mismo  rey  i 

r  ce  del  mes  de  junio  (l),y  le  quitó  la  libertad  de  ir 
parle  ninguna ,  ó  determinar  algún  negocio :  gran 
vergüenza ,  y  grave  afrenta  del  reino ,  que  e)  rey  es- 
tuviese cercado  ¡  preso  v  encerrado  ,por  sus  vasallos. 
lluviilos  desta  indijgniúad  los  demás  grandes  de  la 
provincia ,  acudieron  á  las  armas ,  por  su  caudillo  ei 
infunlo  don  iu*n  de  Aragón,  que  celebrado  que  Iwbo 

'[l)La  crÓBÍcádadMAIvarSdeLaaa  d¡ce:14deJaIloJ  !  '  (t)  &«  etUbraroa  m  Avila. 


I  sus  bodas  en  Pamplona,  concluidas  lo*  fiestas,  y 
'  gastados  en  ellas  no  mas  de  cuatro  dias ,  se  partid 
para  Castilla  movido  de  la  fama  de  lo  que  sucedinv, 
y  por  las  cartas  de  muchos  que  le  llamaban, 

En  Avila  se  celebraron  las  bodas  del  rey  de  Casti- 
lla con  pequeño  aparato  y  pocos  regocijos  por  estar 
ausente  gran  parte  de  les  grandes  y  el  rey  detenido 
á  manera  de  pre»i.  D.  Enrique  para  su  seguridad  y 
para  fortiücarsc  tenia  en  aquella  ciudad  tres  mil  de  a 
caballo  :  D.  Juan  su  hermano  se  entretenía  en  OlroÑIo 
con  igual  número  de  caballos ,  que  tenia  alojados  por 
los  lugares  comarcanos:  concurrían  á  él  de  toda  la 

Govíncia ;  los  menores,  medianos  y  mayores  trata- 
n  de  vengar  la  incuria  del  rey  y  mengua  del  reino. 
Procuróse  que  loa  infantes  hermanos  se  viesen:  no 
se  dio  lugar  á  esto ,  ni  permitieron  que  el  infante  don 
Juan  se  pudiese  ver  con  el  rey.  Bl  infante  don  Enri> 
que  maguer  que  á  la  sazón  apoderado  de  todo,  cui- 
dadoso de  lo  de  adelante  procuróse  tuviesen  í^^tf 
en  aquella  ciudad.  Nadie  tenia  libertad  para  tret# 
los  negocios  por  estar  la  ciudad  llena  de  soldados,  y 
el  lugar  en  que  se  juntaban  ,  cercado  de  hombres  ar- 
mados. Con  esto  don  Enrique  por  cortes  {3)  fue  dado 
^r  libre  de  toda  culpa  de  lo  que  hasta  allí,  se  le  podía 
imputar  :  nadie  se  atrevió  á  contradecillo  ni  IjablaT<i 
en  tanto  grado  que  como  tíar  galardón  y  pUgo'  de 
.iquella  hazaña  con  mluntad  del  rey  sé  alcanzó  del 
pontfiícc  Martino  Quinto  que  el  maestrazgo  de  San- 
tiago con  todas  sus  rentasy  estado  quedase  por  juro 
de  iieredad  ú  los  descendientes  de  don  Enrique,  que 
Itiera  una  nueva  plaga  de  España  y  un  pavísimo 
daño,  si  el  rey  no  revocara  aquel  dcccelo  llegado  i 
mayor  edad. 

'  Lo  que  solo  restaba ,  la  infinta  doña  Catalina  era 
la.  que  principalmente  abacia  resistencia  á  los  inten- 
tos de  don  Enrique :  decia  daramcnte  no.  quería 
por  marido  el  míe  con  armas  y  Geros  pretendía  al-- 
canzar  lo  que  debíeni  con  servicios,  agrado  y  buent 


6t4  IHUOnCADE 

votuntid;  todivía  «¿ncida  su  flaqueza  6  iuconsbui- 
cia,  iquellae  boJas  s«  celebraron  coa  grandes  rego- 
cijoseu  Triarera  villa  principal  cerca  de  Toledo,  do 
cI  ray  tw  pasd  desde  Afila.  Dieron  en  dele  el  seDa> 
rio  de  Villena  con  nombre  de  duque :  á  Alvaro  de 
.  Luna ,  el  principal  entre  los  paluciegoa ,  por  k)  que 
eneslo  trabaja  .le  ruehecha  donación  de  SantisUvan 
lie  Gortait',  priiicimo  j  escalón  oara  subir  al  gran 
poder  qua  tuvo,  y  alcanzar  tantas  riquezas  como  jun  - 
ló  adelaiita.  Por  este  tiempo  cada  día  en  Cataluña 
bramaba  la  livra.  y  temblaba  toda  desde  Torlosa 
basta  Perpiñan.  JuatoáGirona^taba  un  pueblo  lla- 
mado Amer,  en  que  se  abrieron  dos  ?:ocqs  de  fuego 
que  abrasaba  (os  que  se  llegaban  i  dos  tiros  de  pie- 
dra: deotm  boca  junto  i  las  de  fuego  salla  a^ua  ne- 
sraj  j  á  media  legua  se  mezclaba  con  un  no  fque 
debiR  serSameroca)  con  que  aquel  pueblo  se  des- 
truyó, y  los  peces  del  rio  murieron.  Era  el  olor  del 
agua  tan  malo  que  las  aves  batían  las  alas  cuando  por 
atJt  pasaban:  estendlsse  tanto  que  llegalia  hasta  Gi- 
rona  con  estar  apartada  de  allí  j  distante  cuatro  le- 
guas. 


ClIfAk  T,*eiG, 

En  Salamanca  por  d  aUmo  tiempo  ae  odiBwli^^t 
colegio  de  Son  Bartolomé  ú  costa  de  don  Diego  de 
Anaya ,  que  en  el  mismo  tiempo  del  concilio  Coutao- 
ciense  (ue  de  Uuenca  trasladado  al  anobispado  de 
Sevilla.  Dióle  grandes,  roitlas  con  que  buen  DÜmero. 
de  colegiales  se  pudiera  sustentar,  á  la  manera  del 
colegio  de  Boloña  que  el  cardenal,  don  Gil  de  Albor- 
noz dcjd  allí  fundado  para  que  on  él  estudiasen  mo- 
loa  españoles.  Vidle  don  Diego  de  Aoaya  i  su  pasada 
por  Italia  i  determinúse  do  hacer  otro  tanto  :  ejemplo 
de  libtirnlidad  que  imitaron  personas  principales  en 
toda  España ,  ca  edilicaron  los  años  adelante  cokiRiot 
semejantes ,  de  donde  como  de  castillos  roqueros  ba 
salido  gran  número  de  varones  excelentes  en  todo  gé- 
nero de  letras.  En  aquella  misma  ciudad  y  universi- 
dad se  fundaron  con  el  tiempo  otros  tres  que  se  lla- 
man mayores:  en  Valladolid  el  cuarto,  el  quinto  en 
Alcalá ,  los  menoree  apenas  se  pueden  cantan. 

En  el  mismo  tiempo  se  abría  puerta  á  los  aragone 
sea  X  poi'^UKueses  par.i adau i ri renuevos  estados.  Fue 
así  que  don  Enrique  bijo  del  rey  de  Portugal  por  el 
couocimiento  que  tenia  de  las  estrellas  (praicsion  en 


II.  AlouMTJe  Angin,áeBiUili 


le  en  la 


<|ae  guU  oran  pártele  su  vida)  sospcdió  que 
.  aochura  del  mar  Océano  se  podria  aorir  camino  para 
descubrir  nuevas  islas  y  gentes  no  conocidas.  Aco- 
metió con  diversas  flotas  que  enviú  para  este  efecto, 
si  podría  liaccr  algo  que  fuese  de  provedio.  Por  este 
modo  entre  Lisboa  y  las  islas  de  Canaria  casi  en  me- 
dio de  aquel  espacio,  e«te  ano  hallaron  una  isla  auii- 
S'ae  pequeña  pero  que  goza  de  muy  buen  cíelo  ; 
erra  fértil,  como  lo  mostraban  los  basques  espesos 
que  en  ella  hallaron  á  propósito  para  cortar  muv  bue- 
na madera,  de  donde  se  llamó  la  isla  de  la  Madera. 
Dallo  principio  costeando  las  riberas  de  África,  poco 
i  poco  parle  este  infante ,  y  mas  los  reyes  adelante, 
llegaron  con  esfuerzo  invencible  liasla  lo  postrero  de 
Levante ,  corrieron  las  marinas  de  la  Asia ,  de  la  In- 
dia y  la  <:bina  con  gran  gloria  del  nombre  portugués 
y  provecí»  no  menor. 

Tenia  cercada  dentro  de  Niipolcs  á  la  reina  doña 
•Juana  Luis  duque  de  Anjou.  La  causa  i'c  liacelle 
guerra  era  la  enemiga  que  de  antiguo  ten'in  con  aque- 
llos reyes,  y  las  deshonestidades  poco  recatadas  de 
la  Dtismn  reina ,  á  las  cva^fs  Qoaw  qnier  ipe  el  /ion- 


de  Jaques  ku  mando  no  puliese  poner  el  remedio  ni 
'  las  pudiese  sin  gran  mengua  suya  disimular,  vuelto 
I  á  Francia,  algún  tiempo  después  renunciada  I»  vid» 
I  de  Señor  se  liízu  fraile  de  San  Franciseo.  El  que  prín- 
¡  cipalmcnte  ayudaba  al  duque  de  Anjou,  era  Hocio 
Esforcia  capitán  de  gran  nombre  en  aquella  sazón, 
'  esto  por  envidia  que  tenía  á  Bracio  de  Montón  iHro 
'  capitán  i  quien  la  reina  daba  mas  favor :  lus  cosas  y_ 
fuerzas  de  la  reina  se  linllaban  en  gran  peligroy  casi 
acabadas  cuando  don  Alonso  rey  de  Aragón,  Quinto 
deste  nombre,  muy  esclarecido  por  la  excelencia  de 
sus  virtudes ,  y  por  haber  frescamente  domado  y  so- 
segado á  Cerdeña ,  fue  llamado  y  convidado  á  dar  so- 
corro d  los  cercados ,  con  esperanza  que  le  daban  de 
que  sucedería  en  el  reino  de  Ñipóles  por  adopción 
que  la  reina,  por  no  tenfr  hijo  ninguno,  le  ofrecía 
hacer  de  su  persona  y  prohijalle-  ^o  dejd  pasar  k 
ocasión  que  sin  procurallase  le  ofrecía,  de  ensanchar 
su  reino:  así  cun  una  armada  que  envió  desde  Cer- 
deña ,  hizo  alzar  el  cerco  de  Ñápeles.  El  premio  deste 
trabajo  y  desta  ayuda  fue  que  en  una  junta  de  seAo- 
res  que  >•  tuvo  fD  aquella  ciudad,  aeolMgó  y  piH 


niSTonii 
hlicá  la  cBcritura  áe  la  a<lopcian  á  diei  y  seis  -le  so- 
ticmbre ,  y  el  pontílice  romano  alguu  tiempo  despups 
asimismo  la  tuvo  por  buena. 

No  Iraló  del  derecho  que  tuvieron  para  hacer  esto, 
por  ser  la  discuta  mas  fiicil  que  necesaria.  Sin  duda 
■  «leste  principio  larfias  y  peijudiciales  guerras  nacie- 
ron Rutre  franceses  y  españoles ,  trabadas  un.is  di' 
otras  hasta  nuestra  edad.  El  mismo  rey  don  Alon- 
so sujetado  qut  hobo  á  CcrdeÑa ,  y  desamparado  A 
Córcega  (I)  para  que  los  giiiovesi's  se  apoderasen 
della ,  se  apresuró  para  pasar  en  Sicilia,  Llegó  á  Pa- 
lernio  en  breve  :  el  deseo  y  esperanza  que  tenia  de 
nsegurarse  en  Ja  sucesión  del  nuevo  reino,  le  aguijo- 
naba ;  el  cuidado  era  tanto  man  encendido,  que  cierto 
malemitico  cinco  arios  antes  desto  le  dijo,  conside- 
radas las  estrellas ,  ó  por  arte  mas  oculta  :  «  El  cielo, 
nrey  don  Alonso,  le  pronostica  grandes  cosas  y  nía- 
nravillosas.  Los  hados  te  llaman  al  señorío  de  Nápo- 
nles ,  que  seni  breve  al  principio  :  no  te  espantes ,  no 
iipierdas  el  ánimo.  IMsete  cierta  silla ,  grandes  habc- 
«rei,  muchos  hombres.  Vuelto  que  seas  al  reino, 
nserdn  Un  grandes  las  riquezas  que  hasta  á  tus  caza- 
ndores  y  monteros  darás  grandes  estados.  Confiado 
»en  Dios  pasa  adelante  á  lo  que  tu  fortuna  y  tu  des- 
iilino  te  llama,  seguro  que  todo  te  sucederí  próspc- 
nramentc  y  conforme  á  tu  voluntad  y  deseo.» 

CAPITULO  XIE. 
Como  fue  preso  don  lUiríque  intinle  de  Araron. 
No  pararon  en  poco  las  alteraciones  y  graTe»  des- 
manes de  (bastilla ,  la  flojedad  del  rey  era  Ta  causa,  y 
sobre  esto  liabelle  quitado  la  libertad,  de  que  resul- 
taron discordias  civiles  y  prisiones  de  grandes  perso- 
najes, y  miedos  de  mayores  males  que  desto  se  si- 
guieron. Estaba  la  corte  en  Talayera  como  poco  antes 
queda  dicho:  el  rey  mostraba  no  hacer  caso  ni  cui- 
dar de  su  injuria ,  antes  se  deleitaba  y  ontretenia  en 
cazar.  Con  esta  color  ^alíódel  Jugará  veinte  y  nueve 
de  noviembre  j  se  fue  á  Hontatvan ,  que  es  un  casti- 
llo puesto,  y  asentado  en  un  ribazo  (fe  tierra  casi  en 
medio  de  Talavera  y  Toledo  á  ta  ribera  del  rio  Tajo, 
de  campos  fértiles  y  abundantes.  Persuadióle  que 
huyese  y  lirzoje  compañía  Alvaro  de  Luna,  que  ya 
por  este  tiempo  estaba  apoderado  del  rey  :  otro  géne- 
ro de  prisión  no  menos  menguada  y  penudicial. 
Llevó  mal  esto  el  infante  don  Enrique  :  recelaba'e  de 
lo  que  habia  hecho,  y  por  la  mala  conciencia  tcmia  lo 
que  merecía.  Por  esta  causacon  nuevo  atrevimiento, 

Sntadas  arrebatadamente  sus  gentes,  puso  cercoá 
ontalvan,  bien  que  no  le  combatió  por  tener  en 
esto  sola  respeto  al  rey  que  dentro  se  hallaba.  Con- 
currían los  grandes  para  vengar  este  nuevo  desaca- 
to ;  estos  eran  el  arzobispo  de  Toledo,  el  infante  don 
Juan,  el  almirante  don  Alonso  Enríquez;  pero  cor- 
ría igual  peligro,  y  se  sospechaba  de  cualquiera  parte 
que  venciese ,  no  se  quisiese  apoderar  de  todo.  En  el 
entretanto  comenzó  á  sentirse  falta  de  mantenimien- 
to en  el  castillo,  tanto  qtie  se  sustentaban  de  los  ju- 
mentos y  caballos,  y  otros  manjares  sucios  y  profa- 
nos. Al  Dn  por  manaado  del  rev,  aunque  cercado,  y 
por  miedo  de  los  que  á  su  defensa  acudieron ,  á  los 
diez  de  diciembre  se  alzó  el  cerco  :  don  Enrique  se 
fueáOcaña,  rHla  de  su  jurisdicción  y  maestrazgo, 
con  intento  de  defenderse  con  las  airuas  si  so  le  hi- 
ciesen guerra ,  y  en  ocasión  volver  á  sus  mañas. 

El  rey,  ido  don  Enrique,  dií5  la  vuelta  á  Talavera: 
en  el  camino  le  salieron  al  encuentro  los  infantes  de 
Aragón  don  Juan  y  don  Pedro  su  hermano;  saludá- 
ronse entre  si,  reprehendieron  el  atrevimiento  de 
don  Enrique ,  comieron  con  el  rey  en  el  castillo  de 
Villalva  que  está  cerca  deHontalvan,  Inbodelauna 


DE  ESPAÜA.  ilSS 

parte  y  do  la  otra  muchas  caricias  y  cumplinúcntos, 
todos  engañosos  y  dobles.  Mandóles  el  rpyque  vol- 
viesen atrás ,  porque  también  oslo  le  aconsfjiJ.AlvaT- 
ro  de  Luna ,  que  nrelendia  solu  apoderarse  de-todo* 
j  subir  á  la  cumbre,  para  con  mayor  Ímpetu  despe- 
narse. Mudúse  con  esto  el  estado  de  las  cosas ,  y 
trocóse  la  fortuna  de  las  parcialidades:  Ei  rey  es  fus 
i  Taisvera  para  celebrar  en  aquella  villa  las  fiestjw  de 
navidad  al  principio  del  año  <4~2I.  De  allí  se  fue  á 
Castilla  la  Vieja,  do  tenia  mayores  fuerzas,  y  mas 
llanas  las  voluntades  de  los  naturales.  Don  Enrique 
de  Aragón  tenia  en  dote  el  estada  de  Villena ,  como 
poco  antes  queda  dicho,  con  gran  pesar  y  desgusto 
de  los  naturales ,  que  decian  no  era  duradero  lo  que 
por  fuerza  se  alcanzaba ,  ni  iuslo  canlra  las  leyes  y 
privilegios  de  los  reyes  pasados  enajenar  aquel  esta- 
do ,  que  poco  antes  rescataran  á  dineros  porque  no 
viniese  en  poder  de!  rey  de  Aragón.  ¿Qué  otra  cosa 
era  entre^r  tan  principal  estado  en  la  raya  del  reino 
á  don  Enrique  sino,  poner  apeligro  la  salud  pública, 
y  abrir  puerta  á  los  aragoneses  para  hacerse  señores 
de  Castilla? 

De  la  alteración  de  las  palabras  se  procedió  y  vino 
á  las  armas;  Don  Enrique  como  era  de  su  natural  ar- 
rojado, y  persona  á  quien  contentaban  mas  los  con- 
sejos atrevidos  «rué  los  templados  ,  con  soldados  que 
envió,  se  apoderó  y  guarneció  todos  amiellos  lugares 
y  estado,  sarado  solo  Aiarcon  que  se  defendió  por  la 
Fortaleza  del  sitio.  Mandóle  el  rey  en  esta  sazón  dejar 
las  armas  y  despedir  los  soldados  :  no  obedeció;  por 
esto  y  por  manaado  del  rey  y  con  sus  fuerzas  le  fue 
quitado  aquel  estado.  Revocóse  demás  desto  lo  que 


Mossen  tiorra ,  batan  y  caballero  de  la  curte  de  D.  Alonso  V. 
5«gon  (a  esUlua  de  su  sepulcro  eilsteate  eDh)s*daiistrosd« 
la  catcdnl  de  Barwlona. 


626  BIBLIOTECA  DE 

tcnfan  concertado  del  maestrazgo  de  Santiago,  es  á 
saber  que  los  descendientes  de  don  Enrique  le  here- 
dasen. A  estos  principios  se  siguió  gran  peso  y  ba- 
lumba de  cosas,  porque  don  Enrique movioo del  sen- 
timiento de  aquella  injuria  partió  de  Oca&a  resuello 
de  ir  en  busca  del  rey.  Llevaba  consigo  para  su  guar- 
da y  seguridad  mil  y  "quinientos  de  á  caoallo.  Llegó  á 
Guadarrama  ,  pasó  los  puertos,  sin  reparar  hasta 
donde  el  rey  se  entretenía  en  Arévaio.  Corria  peligro 
no  se  viniese  á  batalla  y  á  las  manos. 

La  reina  doña  Leonor,  cuidadosa  de  la  salud  de  su 
hijo  don  Enrique ,  hablaba  ya  á  los  unos  ya  á  los 
otros ,  y  procuraba  sosegar  aquella  tempestad  que 
amenazaba  mucho  mal :  Yo  mismo  hizo  don  Lope  de 
Mendoza  arzobispo  de  Santiago.  Persuadieron  a  don 
Enrique  despidiese  sus  gentes.  Decian  ser  eosa  de 
mala  sonada  y  mal  ejemplo  querer  por  armas  y  por 
fuerza  alcanzar  lo  que  podia  por  las  leves  v  justicia : 
¿qué  podia  esperar  con  tener  empuñadas  las  armas? 
como  antes  con  fieros  semejantes  cometiese  crimen 
contra  la  magestad;  que  si  las  dejaba ,  todo  se  baria 
á  su  voluntad.  Avisáronle  que  á  pocos  sucedió  bien 
irritar  la  paciencia  de  los  reyes .  que  tiene  ios  ímpe- 
tus, aunque  tardíos,  pero  venementes  y  bravos. 
Desta  manera  se  dejaron  por  entonces  las  armas. 
Doña  Blanca  hija  del  rey  de  Navarra  á  veinte  y  nue- 
ve de  mayo  parió  en  Arévalo  un  hijo  de  su  marido, 
Sue  del  nombre  de  su  abuelo  materno  se  llamó  don 
artos.  Sacóle  de  pila  el  rey  de  Castilla,  y  por  su 
acompañado  Alvaro  de  Luna,  al  cual  quiso  el  rey 
hacer  esta  honra :  ninguna  destas  cosas  por  entonces 
parecía  demasiada  por  ir  en  aumento  su  privanza. 

Las  cortes  del  reino  se  convocaron  primero  para 
Toledo,  y  después  para  Madrid  :  con  esta  determina- 
ción el  rey  y  la  reina  partieron  para  Castilla  la  Nue- 
va. Llegaron  á  Toledo  á  veinte  y  tres  de  octubre. 
Don  Rnríque  de  Aragón ,  el  condestable  don  Ruy  Lo- 

riz  Davales ,  el  adelantado  Pedro  Manrique  llamados 
estas  córtej  se  escusaban  por  las  enemistades  que 
con  ellos  teman  algunas  personas  principales.  Entre- 
tanto que  esto  pasaba  en  Castilla,  don  Alonso  rey  de 
Aragón  y  Lui^du^ue  de  Anjou  contendían  grande- 
mente sobre  el  remo  de  Ñápeles  :  don  Alonso  se  es- 
taba dentro  de  la  ciudad  de  Ñápeles ;  Aversa  que  cae 
allí  cerca,  se  tenia  por  los  franceses;  de  una  parte  y 
de  otra  se  hacían  correrías  y  cabalgadas.  Cerra ,  un 
pueblo  cuatro  millas  de  la  ciudad  de  Ñapóles,  fue  cer- 
cada por  las  gentes  de  Aragón ;  y  aunque  se  defendió 
]ar(jamente  por  el  sitio  del  lugar  y  valor  de  la  guar- 
nición ,  en  un  se  rindió  á  don  Alonso.  Don  Pedro  in- 
fante de  Aragón ,  movido  así  por  las  cartas  del  rey  su 
hermano  como  de  su  voluntad,  con  licencia  del  rey 
de  Castilla  se  partió  para  aquella  guerra  de  Ñápeles 
al  principio  del  año  1422. 

En  Madrid  se  hacían  y  continuaban  las  cortes  ge- 
nerales. Hallóse  presente  don  Juan  infante  de  Aragón 
Íf  otros  señores  en  gran  número.  El  arzobispo  de  To- 
edo  por  estar  doliente  no  se  pudo  hallar  presente. 
Don  Enrique  y  sus  consortes  porque  el  rey  les  que- 
ría hacer  fuerza  sí  no  venían  á  las  cortes ,  trataron 
entre  sí  el  negocio,  y  resolvieron  que  don  Enrique  y 
Garci  Fernandez  Manrique ,  adelante  conde  de  Cas- 
tañeda, obedeciesen;  mas  el  condestable  y  Pedro 
Manrique  se  quedasen  en  lugares  seguros  para  todo 
¡o  que  pudiese  suceder.  A  trece  de  junio  don  Enri- 
que y  Garci  Fernandez  entraron  en  Madrid.  Recibié- 
ronlos bien  y  aposentáronlos  amorosamente :  el  día 
siguiente  como  llamados  por  el  rey  fuesen  al  alcázar 
á  Sesalle  la  mano,  los  prendieron.  A  don  Enriaue  en- 
^viaron  en  prisión  al  castillo  de  Mora :  dióse  a  Garci 
Alvarez  de>  Toledo  señor  de  Oropesa  cuidado  de  guar- 
dalle ,  y  al  conde  de  Urgel ,  que  desde  los  años  pasa- 
dos tenían  preso  en  aquel  castillo,  pasaron  á  Ma- 
drid. 

En  las  corles  pusieron  acusación  á  estos  señores 


GASPAR   T  ROIG. 

de  haber  ofendido  á  la  magestad,  y  tratado  con  los 
moros  de  hacer  traición  á  su  príncipe  y  á  su  patria. 
Catorce  cartas  del  condestable  escritas  al  rey  Juzepli 
se  presentaron  y  leyeron  en  este  propósito.  Pareció 
ser  esto  una  maldad  atroz  :  así  los  bienes  de  don  En- 
rique y  Garci  Manrique  por  sentencia  de  los  jueces 
que  señalaron ,  fueronconfiscados ,  lo  mismo  se  de- 
terminó y  sentenció  de  Pedro  Manrique ,  que  avisa- 
do de  lo  que  pasaba ,  era  ido  á  Tarazona.  Ordenóse 
otro  tanto  de  los  bienes  del  condestable ,  el  cual  per- 
dida la  esperanza  de  ser  perdonado,  en  compañía  de 
doña  Catalina,  mujer  de  don  Enrique,  primero  se 
recogió  á  Segura ,  pueblo  asentado  en  lugares  muy 
ásperos  y  de  dificultosa  subida  hacia  el  reino  de  Mur- 
cia ,  después  se  fue  á  tierra  de  Valencia.  Dejó  en 
Castilla  grandes  estados  que  tenia ,  es  á  saber  á  Ar- 
cos, Arjona,  Osorno,  Rinadeo,  Candeleda,  Arenas 
y  otros  pueblos  en  gran  número  :  con  que  la  casa 
Davales  de  grandes  riquezas  y  estado  que  tenia,  co- 
menzó á  ir  de  caida  y  arruinarse.  Levantáronse  otrosí 
á  nuevos  estados  diferentes  casas  y  linajes  de  nobles 
y  ilustres  personajes,  como  lo^  Fajardos,  los  Enri 
quez ,  los  Sandovafes ,  los  límenteles  y  los  Zúñigas, 
no  de  otra  guisa  que  de  los  pertrechos  y  matinales 
de  alguna  gran  fábrica,  cuando  la  abaten,  se  levan- 
tan nuevos  edificios.  Rugióse  por  entonces  que  aque- 
llas cartas  del  condestable  eran  falsas ,  y  aun  se  ave- 
riguó adelante  que  Juan  García  su  secretario  las 
falseó,  por  su  misma  confesión  que  hizo  puesto  á 
cuestión  de  tormento.  Disimulóse  empero  por  ser  in- 
teresados el  rey  y  los  que  con  aquellos  despojos  se 
enriquecieron ,  si  bien  justiciaron  conforme  á  las  le 
yes  al  falsario. 

A  don  Alvaro  de  Luna  con  esta  ocasión  dio  el  rey 
titulo  de  conde  de  Santisteban  de  Gormaz ,  y  Its  nom- 
bró por  su  condestable.  A  don  Gonzalo  Mejia  comen- 
dador de  Segura  se  encargó  que  en  lugar  de  don  En- 
rique maestre  de  Santiago  tuviese  sus  veces ,  y  La 
administración  de  aquel  maestrazgo  con  libre  poder 
de  hacer  y  deshacer.  Concluidas  en  un  tiempo  cosas 
tan  grandes ,  el  rey  se  fue  á  Alcalá:  á  la  misma  sazón 
parió  la  reina  en  Ulescas  una  hija  á  cinco  de  octubre 
que  ae  llamó  doña  Catalina,  cosa  que  causó  grande 
alegría  á  toda  la  provincia  no  solo  por  el  nacimiento 
de  la  inñinta,  sino  por  entender  que  la  reina  no  era 
mañera ,  y  por  la  esperanza  oue  concibieron  que  otro 
día  pariria  nijo  varón.  Esta  alegría  se  escureció  algnn 
tanto  con  la  muerte  del  arzobispo  de  Toledo  que  en 
breve  se  siguió.  Falleció  de  una  larga  enfermeoad  en 
Alcalá  de  Henares  á  veinte  y  cuatro  do  octubre :  su 
sepultura  de  mármol  y  de  obra  prima  se  ve  en  la  ca- 

Silla  de  San  Pedro,  narroouia  ae  la  iglesia  Mayor  de 
oledo  :  capilla  que  nizo  él  mismo  edificar  á  su  cos- 
ta. En  su  lugar  por  votos  del  cabildo  fue  puesto  don 
Juan  Martínez  de  Contreras  deán  que  á  la  sazón  era 
de  Toledo,  natural  de  Ríaza ,  y  que  fue  vicario  gene- 
ral de  su  predecesor.  El  cabildo  se  inclinaba  al  maes- 
trescuela Juan  Alvarez  de  Toledo  hermano  de  Garci 
Alvarez  de  Toledo  señor  de  Oropesa  :  interpúsose  el 
rey ,  que  cargó  con  su  intercesión  en  favor  del  deán. 
Así  salió  electo,  y  luego  se  partió  para  Roma  con  in« 
tentó  de  alcanzar  confirmación  (le  su  cleccioD  del 
papa  Martino  Quinto :  tal  era  la  costumbre  de  aquel 
tiempo :  en  ida  y  vuelta  gastó  casi  dos  años. 

CAPITULO  xm. 

Como  falleció  el  rey  moro  de  Granada. 

En  Toledo  para  donde  acabadas  las  cortes  se  par- 
tió en  breve  el  rey  de  Castilla ,  con  su  ida  se  muac)  hi 
forma  del  gobierno,  por  estar  antes  revuelta  y  sujet.i 
á  diferencias  y  bandos  (1).  Tenian  costumbre  de  ele- 

(1)  Los  procuradores  que  se  hallaroo  presentes  joraroo 
por  sucesora  y  heredera  ael  rciao  á  la  iafanta  doña  Catalias 
en  caso  de  no  haber  varoa. 


m  pAra  dos  a&os  seis  Geles ,  tres  ésl  pueblo  Y  otros 
tantos  de  la  nobleza.  Estos  con  los  dos  alcaldes  que 
gobernaban  y  tenían  cargo  de  la  justicia,  y  con  el  al- 
¡uacil  m^yor  representaban  cierta  muner^  de  sena-, 
lo  y  regimiento  v  gobernaban  las  cosas  y  haciendas 
lé  la  ciudad :  poíiian  entraren  las  juntas  que  hacían, 
4f  en  el  regimiento  de  los  noi^les  todos  los  qite  quisíe- 
<aea  hallarse  presientes ,  con  voto  en  los  negocios  que 
0e  ventilaban ;  desorden  muy  grande  por  ser  loa  re- 
jgídores  parte  inciertos  parte  temporales.  Dióse  ór- 
fám  en  lo  uno  y  en  lo  olro  por  mandado  del  rey ,  y 
{decretóse  que  conforme  á  lo  que  el  rey  don  Alonso 
^«tercer  abuelo  estableció  en  Burgos,  se  nombrasen 
¡diez  y  seis  regidores  de  la  nobleza  y  del  pueblo  por 
.partes  iguales ,  los  cuales  fudroo  perpetuos  por  toda 
,ña  vida,  y  lo  qoe  la  mayor  parte  ifestos  determinase, 
.esto  se  siguiese  y  fuese  vaJeilero.  Guando  alguno  fa- 
iUdciese,  sucediese  otro  por, nombramiento  del  rey: 
.«amino  por  donde  se  dio  en  olro  iocDuveniente ,  que 
Jos  regimientos  comenzaron  á  venderse  en  grave  da- 
do de  la  república :  así  muchas  veces  ^e  vuelve  en 
.contrario  lo  que  de  buenos  principios  y  con  buenos 
,  intentos  se  encamina. 

Con  mayor  ocasión  algún  tanto  después  se  corrí- 
«ááó  la  forma  del  gobierno  en  Pamplona,  que  estaba 
, dividida  en  tres  gubernadores  ó  alcaldes^  que  á  otras 
tantas  partes  de  la  ciudad  hacian  justicia,  conviene 
já  saber  uno  al  arrabal,  otro  á  la  ciudad ,  el  tercero  á 
.cierto  barrio,  que  se  llama  Navarreria:  cosa  quecau- 
-saba  iquchas  veces  alteraciones  en  materia  de  jurii- 
.dicción,  como  se  pueble  creer  por  ser  tantos  los  go- 
biernos* £1  rey  don  Cirios  de  Navarra  ordenó  que 
.  bobitisa  uno  solo  para  hricer  justicia ,  y  cotí  él  diez 

Í'urados ,  que  tratasen  del  bien  público  y  de  lo  que  á 
a  ciudad  toda  era  mas  cumplidero;  demás  desto  que 
todos  los  ciudadanos  se  redujesen  á  un  cuerpo  y  un 
Juzgado^ 

A  Juan  conde  de  Fox  de  su  mujer  le  nació  un  hijo, 
llamado  don  Gastón,  que  con  la  edad  por  maravillosa 
tiDUiiauza  de  las  cosas  vino  á  ser  rey  de  Navarra  los 
i.años  siguientes  por  muerte  del  principe  don  Carlos 
.i4¡ode  don  Juan  infante  de  Aragón  y  de  doña  Blan- 
;  oa  su  mujer ,  que  debía  suceder  adelanto  en  el  reino 
..de  su  abuiilo,  y  su  padre  de  présente  le  envió  junta- 
.  mente  con  su  madre  paraaue  ella  estuviese  encom- 

£uhía  del  rey  su  padre,  y  el  niiío  se  criase  en  su  casa, 
uego  que  el  niño  llegó ,  fue  nombrado  por  príncipe 
4e  Viana  con  otras  muchas  villas  que  le  señalaron, 
/cn  particular  á  Corella  y  á  Peralta  :  cosa  nueva  en 
.  navarra,  pero  tomada  de  las  naciones  comarcanas,  y 
.  á  su  imitación;  lo  cualseestibleció  por  ley  perpetua, 
.  que  aquel  estado  se  ilieso  á  los  hijos  mayores  de  los 
.  reyes.  Promulgóse  esta  ley  á  veinte  de  enero  ano  del 
.  señor  de  1423.  Cinco  meses  después  á  instancia  del 
abuelo  todos  los  estados  del  reino  juraron  al  dicho 
^principe  por  heredero  de  aquel  reino  en  01  lie,  do  el 
.  rey  por  su  edad  pesada  en  lo  postrero  de  su  vida  so- 
_  lia  morar  ordinariamente  convidado  do  la  frescura  y 
apacibilidad  de  aquella  comarca ,  y  de  k  hermosura 
.  y  magnificencia  de  un  palacio  que  allí  él  mismo  edi- 
,  ucó  con  todas  las  coinóoidades  á  propósito  para  pasar 
Ja  villa. 

Con  el  re^  de  Castilla  aun  desde  su  mocedad  y  mi- 
noridad tema  duchas  veoed  el  rey  de  Portugal  trata- 
,  do  por  sus  em!)ajadores  que  hiciesen  confederación 
.  j  paces;  que  á  la  una  y  á  la  otra  nación  tenían  cansa- 
.  des  los  lardos  debates  y  guerras  pasadas,  y  era  justo 
:  que  se  pusiese  ün  y  térmmo  á  los  males.  Determinó- 
i  se  solamente  que  se  comlcscendiese  en  parte  con  la 
.  noluntad  del  portugués,  y  se  hiciesen  treguas  por  es- 
.  p¡acio  de  veiute  y  nueve  anos.  Añadióse  que  este 
.  tiempo  pasado,  no  pudieren  los  unos  tomar  las  armas 
contra  los  otros,  si  no  fuese  que  denunciasen  prime- 
.10  la  guerra  ;'ho  y  medio  antes  de  venir  árompimien- 
,tó.  Estas  tregiias  se  pregonaroft  en  Avila  j  por  estar 

TOMO  L 


allí  á  la  sazón  el  rey  de  Castítta,  con  gran  regocijo  y 
fiesta  de  toda  la  gente.  Uieiéronse-procesionesá  to- 
dos los  templos  por.  tan  gran  merced,  juegos,  convi- 
tes^y  todos  géneros  de  fiestas  y  alegrías.  En  una  justa 

3ue  en  la  corte  se  hizo,  Fernando  de  Castro  embaj«- 
or  del  rey  de  Portugal  s:dió  por  mantniedor  en  un 
caballo  del  mismo  ley  de  Castilla  con  sobrevistas  lea- 
tre  todos  señaladas  y  vistosas.  Rehusaban  los  demás 
de  encontrarse  con  e);  mas  Rodrigo  de  Mendoza  hi- 
jo de  Juan  Hurtido  de  Mendoza  del  primer  encuep* 
tro  le  arrancó  del  caballo  con  gran  peligro  que  le 
corrió  la  vida.  £1  rey  le  acarició  mucho  y  consoló,  y 
liiefjo  que  sanó  de  la  caída,  con  muchos  dones  que 
le  dieron .  le  despachó  aleare  á  su  tierra. 

Entre  los  reyes  de  Castilla  y  de  Aragón  se  volvie- 
ron á  enviar  embajadas.  Juan  Hurtado  de  Mendosa 
señor  de  Almazan,.  enviado  para  esto,  en  Ñápeles 
declaró  üis  causas  do  la  prisión  de  don  Enrique,  y 
pidió  en  nombre  de  su  rey  le  fuesen  entregados  do- 
na Catalina  su  mujer,  y  el  condestable  don  Ruii  Ló- 
pez Davales  y  los  demás  forajidos  de  Castilla.  Sobre 
lo  uno  y  io  otro  envió  el  rey  do  Aragón  nuevos  eoH 
bajadores  ai  de  Castilla,  el  principal  de  la  embajada 
Dalmacio  arzobispo  de  Tarragona  alegó  para  no  venir 
en  lo  que  el  rey  quería ,  los  fueros  de  Aragón ,  con- 
forme á  los  cuales  no  podían  dejar  de  amparar  todos 
los  que  seacogiesen  á  sus  tierras,  fuera  que  decía  vi- 
nieron con  salvoconducto  que  no  se  puede  quebran- 
tar conforme  al  derecho  de  las  gentes.  Demás  desto 
declaró  y  dio  nueva  del  ¿slatlo  en  ||ue  quedaban  ks 
cosas  de  Ñápeles ,  como  entre  la  reina  y  el  rey  resal- 
taban muchas  sospechas,  con  (¡ue  Ins  ciudades  y  pue- 
blos estaban  divididos  en  parcialidades:  que  iafcMrtUr 
na  de  los  aragoneses  de  la  grande  prosperidad^enqne 
antes  se  hallaba,  comenzaba  á  empeorarse ,  ycorrwn 
peligro  no  se  viniese  á  las  manos.  Quejábase  la  reina 
que  don  Alonso  en  el  gobierno  tomaba  mayor  mano 
y  autoridad :  que  no  se  media  conforme  al  poder  qne 
le  concediera  :  que  daba  y  quitaba  gobiernos,  mu- 
daba guarniciones, y  mandaba  que  los  soldados  le 
hiciesen  á  él  los  homenajes  :  que  lo  trocaba  todo  á 
su  albedríOy  alteraba  y  revolvía  las  leyes,  fueros  y 
costumbres  de  aqu^l  reino» 
•  Estas  cosas  roprehendia  ella  en  don  Alonso  sn  piro^ 
hijado,  como  mujer  de  suyo  varia  y  mudable, y  enfada 
da  ilel  que  prohijó:  la  que  se  mostii^  liberal  en  el  tiea 
po  que  se  vio  apretada,  libre  del  miedo  se  mostraba 
ingrata  y  desconocida,  vicio  muy  natural  á  los  hom- 
bres. El  rey  don  Alonso  temia  la  poca  firmeza  dé4a 
reina,  y  no  podia  sufrir  sus  solturas  mal  dtsimuii^ 
y  cubiertas:  trataba  de  en  viaila  lejos  á  Cataluña,  y 
con  este  intento  mandó  aprestar  en  E^aña  una  ar- 
mada. Nose  le  encubrió  aslo  á  la  reina  |)or  ser  de  büto 
sospechosa,  y  aun  porque  en  las  discordias  domésti- 
ca, y  mas  entre  prmcipes,  no  puedo  haber  cosa  se- 
creta'ni  puridad.  Desde  aquel  tiempo  la  amistad  en- 
tre las  dos  naciones  comenzó  á  aflojar  y  ir  de  caída. 
Querellábanse  entrambas  las  partes  que  los  contra- 
rios no  trataban  llaneza ,  antes  les  paraban  ceiadagy 
se  valían  de  embustes ,  en  que  no  se  engañaban.  El 
rey  se  tenia  en  Cistelnovo,  la  reina  en  hi  puerta  Ca- 
puana, lugar  fuerte  á  minera  de  alcázar.  Deste prin- 
cipio, y  por  esta  ocasión  resultaron  en  Ñipóles  dea 
bandos,  ae  aragoneses,  y  andogavenses  óangevinos, 
nombres  odiosos  en  aquel  reino,  y  que  desde  este 
tiempo  continuaron  hasta  nuestra  edad  y  la  de  nues- 
tros padres. 

Pasaron  adelunte  los  desgustos  y  las  trazas.  Fin- 
gió el  rey  que  estaba  enfermo :  vínole  á  vísiUr  eLSe- 
nescal  Juan  Caracíolo,  el  que  tenia  mis  cabida  con  la 
reina,  y  mas  autoridad  que  la  honestitlad  sufría ;  «per 
esto  fue  preso  en  aquella  visita :  junto  o^n  esto  sin 
dilación  acudieron  los  de  Aragín  á  Li  puerta  Capua- 
na. Los  de  la  reina  cerraron  las  puertas ,  y  atearon 
el  puente  levadizo :  con  tanto  doi  Alouso  se  retiró 

«7* 


r||8  MBLICmCA 

vea  o» «ifi  ríe«go«si]yo  le  tÍFábun  8attSB<y  dardos dee- 
-dé  tonlloí.  Bestds  principios-sé  vino  á  Ia9  manos,  en 
ilM  inisMHisi caries  y  ftakas  feleabun;  el  partido  al 
ijwfiicipio  de  los  aragoneses -su  mejoraha,  apodi^ráron- 
-se déla  ciudad,  y  en  f^n  parte Sctqueadas y  qucma- 
idii9>muclias  casos  ,  pusieron  céreo  al  alcázar  en  que 
"kr  reina  moraba ;  uias  aunque  eon  tocia  porfía  le  com- 
^tetieren ,  se  mantuvo  porlil  fortaleza  del  lugar  y  leal- 
•tad  de  la  guarnición.  Acodié  á  hrreina  Esforcia,  lia- 
-sadoidealli  cérea  donde  teitia  sus  reales  :  también  á 
'^donAloRSo  vino  desde  Siciiia  don  Bernado  de  Cabré- 
(I»,  y  des«le  Cattiluria  una  armada  de  veinte  y  dos  ga- 
"Isiua,  yoHjo  navos  gruesas^  t¿sta  armada  llegada  que 

faé  á  Niipok's  á  die¿  de  junio,  retaso  las  fueraas  de  los 
-aragoneses  que  comenzaban  á  desfallecer  y  ir  de  cai- 
íjk.  Cobraron  ánimo  con  aquel  socorro ,  y  de  nuevo 
alomaron  á  pelear  ileulro  de  la  ciudad,  en  que  nuevas 
T muertes  y  uuevfis  sacos  sucedieron.  La  reina  se  fue 
-á  Aversa ,  y  en  su  compaíiia  Eaforci^i  con  guarnición 
'¿é  soldtdoü,  y  cini*o  nid  ciudadanos  que  se*  (^rede- 
•iioná  4a  defensa.  Trocánmso  los  coutivos  de  ambos 
-pirtes)  y  con  esto  Caracíolo  fui*  puesto  en  liliertad. 
f I :  \jnose  á  lo  postrero;  oue  la  remn  revocó  on  Ñola 
TÉ 'veinte  y  uno  de  jun  o  la  adopción  de  don  Alonso 
-eomo  de  persona  iiigruta  y  desccHlocidai  En  SU'  lu^r 
^piMliijA  y  nombró  por  su  lieredero  á  Ludovico  duque 
-de  Anjouó  Andeg^ivense,  tercero  deste  nombre,  lujo 

del  segunto,llamóle  n»ra  esto  desde  Roma,  y  le  nom- 
(•bré  por  duque  de  Calabria  :  estado  y  apellido  que  se 

icostunibniba  dur  á  los  herederos  del  reino.  Dieron 


^«ft  elconsejo  poco aeeHado  y iálbrttma;  que  lé  fo^ 
siniestra  y  enemiga  asar.  '■'■■ 

CAPITULO  XIV; 
(^ómo  don  Enrique. de  Aragón  ffie  puesto  en  Ubeitai. 

-  Don  Pedro  de  Luna  ^  el  que  en  tiempo  del  seísmo 
sé  llamó  Benedicto  Trc6e,  ed  Peñíscola  por  todo  I» 
restante  do  la  vitla ,  confiado  en  la  forláleaa  de  aquel 
iugar,  continuó  á  llamarse  pontílice:  falleció  en  el 
misino  pueblo  á  veinte  y  tres  de  mayo  el  mismo  dia 
de  la  penrrtecoste  pascua  del  Espíritu  Sentóle  edad 
muy  grande,  que  llegaba  á  noventa  años;  parece  co- 
mo milagro  en  tan  grande  variedad  de  cosas ,  y  tan 
^ndes  torbellinos  como  por  él  pasaron ,  poder  tanla 
tiempo  vivir.  Su  cuerpo  rae  depositado  en  la'igleáa 
de  aquel  castillo.  Luis  Pandan,  ciudadafrode  SevíHa» 
y  cortesano  de  don  Alonso  Carrfllo  cardenal  de  San 
Eustaquio,  dice  por  cosa  cierta  en  un  propio  comen- 
tario que  tiizo  y  dfjó.  escrito  de  al^na»  cosa*  deste 
tietnoo,  que  Senedicio  fue  muerto  con  yerbas  que  le 
dio  en  erertas'  suplicaciones,  que  éomia  de  buena  gi* 
na  por  postre,  un  fraile  llamado  Tomás,  que  tenía  can 
■é\  grande  familiaridad  y' cabida^  y  que  convettdde  por 
su  confesión  deldeMto,  fue  muerto  y  tirado  á  cuatro 
caballos.  Dico  mas  que  el  cahlenal  Pisano,  enviado  á 
Aragón  para  prenderá  Benedicto,  dio  este  consejo; 
Y  que  ej(«cutada  la  muerte,  de  Tortosa  do' se  quedó  á 
ia  mira  de  lo  que  Sucedia,  se  liuy<'t  por- miedo  de  don 
Rodrigo  y  don  Alvaro  que  pretendían  vengarla  nMier- 


-este  consejo  á  la  reina  ISs¿>rcia  y  Caracíolo  que  lopo-  hte  indigna  de  su  tio  Benedicto  con  dalla  d  legado,  ai 


éna\  todo.  Con  pequeñas  ocasiones  se 'bricen  |3(raii* 
-des  mudanzas  en  cualquier  p-irte  de  la  república,  y 
.^•muy  mayores  en  guerras  civiles,  Ofue  se  gobiernan 
I  for'U  opinión  de  loi  hombres,  y  por  ni  fama  mas  que 
rpor  las  fuerzas.  Por  esto  ta  fortuna  de  la  parte  ara- 
<  gonesa  desde  este  tiempo  se  trocó  y  mudo  grande* 
'•iqente;  Don  Alonso  llamó  á  Braecio  de  Montón  desde 
-loa  pueblos  llamados  vestinos,  parte  délo  quelíoy 
"és«l  Abruzo,  do  tenia  cercada  «1  Águila  ciudad  prin- 
i  cipal,  Y  esto  con  intento  de  «ont ra ponelle  á  Esforoiá. 
vIHsro>el  se  escusó  sea  por  no  •  tener  esperanza  de  la 

victoria ,  ó  por  la  que  tenia  de  apoderarse  do  aquella 
^<eÍQdad  que  tenía  cerraila ,  Y  con  ella  de  toila  aquella 

doñiarca.  Por  esta  causa  á  don  Alonso  foe  forzoso  re- 

«olveree  en  pas^rr  por  mar  en  España- para  apresurar 
t  tos  negocios,  v  recoger  nuevas  ayu  l«<s  para  ta  guer- 
-  ira^  dado  que  n  voz  era  diferente ,  de  Hbrar  de  la  pri- 
r  sion  é  don  Enrique  su  hermano.  Dejó  en  su  lu^r  á 
i'don  Peiiro  el  otro  lierrauno  para  que  tuviese  cuidado 
y  do  tos  cosas  de  la  paz  y  de  ia  guerra ,  y  todos  los  obe- 
'decieeeo.  Quedaron  en  su  compania  Jacobo  Caldera  y 
i  ^tros  capitanes  de  la  unaydela  otra  nación'.  En  par- 
-tieiilarjiuso  en  el  gobiorno  de  Gaetaá  Antonio  do 
•'Luna  lujo  de  Ant'nito  de  Luna  conde  de  Cidalabelola; 
-'  En  el  mismo  tiempo  el  rey-  de  Castilla  visitaba  las 
.  tierras  de  Plasencia,TaiaflrerayMBi(ríd,  y  le  nació 
"áemí  iriujor  otra  hila  á  diez  deseiiembre,  que  se  lla-> 
V  BDÓ  doña  Leonor.  El  rey  moroiuzliep  falleció  en- Gra* 
i  nada  el  año  de  kis  árabes  ochocientos  y  veinte  y.  seis. 
-Snoodióle  Mubomad  su  hiji>  por  s«»brenombre^  el  Iz- 

foaierdo,  qne  fue  adelante  muy  conocStlo  y  señalado 
^a  causa  que  le  quitaron  por  tres  veces  el  reino  y  otras 
.taitas  le  recobró,  y  (lorsiis continuas  desgracias  mas 
'>j|tte  por  otra  cosa  que  hiciere.  Mantúvose  al  prínd- 

tiaeiila  amistad  del  rey  de  Castilla ,  yruntajnente 
izo  inuchos  servicios  á  Muley  rey  de  Túnez  ^  con 
-que  se  ie  oldigó.  Por  esta  forma  se  apcrcebia  el  moro  t  mado  ;  y  así  tuvo  el  primer  lugar  efntrelos  arzobispos 


él  apresuradamente  no  se  partiera  de  España ,  con- 
cluido lo  que  deseaba ,  aunque  no  ^sosegado  del  todo 
el  scisma,  porque  por  elección  de  dos  eardenales^ie 
quedaban,  fue  puiiito  ev  lugar  del  difuntoun  Gil  Mu- 
ñoz can/ñiigO  de  Barcoloi;a. 

Vil  era  y  de  ninguna  estima  lo  que  paraba  en  tal 
muladar,  y  e)  mismo  estuvo  dudoso  y  esquivaba  re- 
cetnr  la  liOiira  que  leofrorla'rí  contra  el  cohsentimiea- 
to  de  tolla  el  orbe,  hasta  tanto  que  don  Alonso  rt$y  de 
Aragón  ie  animó  y  hizo  aceptase  ef  M>ntJfica<lo  cod 
"nombre  de  Clemente  Octavo;  Prelc^ndia  el  ívy  en  e^ 
to  dar  pesadumbre  al  pt>ntiíii*e  Martiuo<}Qiiito,  que 
vía  inclmado  á  los  angevínos,  f  era  contrario  á  las  co- 
sas de  Aragón,  tanto  que  á  Ludorko  'duque  de  An- 
jou  los  d^dspashdos  nombró  por  rey'de?fá  polea  como 
á  feudatarbde  la  iglesia  Romana^  y  se  sabia  de  Buev<o 
nprobó  la  revocación  que  la  ren^a  luana  Ifizo  d?  la 
adopción  de  don  Alonso,  y  juntadas  sus  fuerzas  eou 
sus  enemigos  contra  él.  Un  concilio  de  obispes  qua 
Ét  comenzaba  á  tener  en  Pavia  en'  virtbd  del  decreto 
del  concilio  Ccmstnncíense,  porcausa  de  la  peste  qtia 
andaba  muy  brava,  se  trasladó  á  S^na'ciudad  princi- 
pal de  Tbscana:  acudieron  a  lí  los  otñspos  j  embaja- 
dores de  tollas  partes.  Envió  los  suyos'  asnnismo  el 
rey  don  Alonso  con  orden  y  instrucción  que  con  di- 
ligencia defrmliesen  la  causado  Bisnedicto,  fét  (m- 
reliasen  de  iiabelle  injustamente  quitado  el  póntffi- 
cado. 

'  Atemorizó  este  negocio  al  papa  Martino,  r  enti- 
bióle en  la  afición  qué  nKtstraba  muy  grande  á  les 
angevinos,  tanto  que  despidió  el  concilio  apresurada- 
mente,  y  le  dilató  para  otro  tiempo,  conque  Pas obis- 
pos y  ei'nbffjiHlores  se  partieron.  Reéefábase  que  si 
nacía  de  nuevo et  scisma,  no  se  enredase  el  mundo 
con  nuevas  dtficulüides  y  torbellinos.  Hallóse  en  esta 
concilio  dtm  Junn  de  Conlreras  con  nohibrede 


«eon  sagacidad  de  avadas  contra  ios  enemigos  defue-^ 
I  ra  I  para  que  si  de  alguna  de  las  dos  partea  le  diesen 
''fuerra,  tuviese-  aeogida  y  pmpam  en>  los  otros.  Pero 
tal  ayuda  muy  segura,  que  consiste  en  la  benevolen- 
-cia  de  los  natutales ,  no  procunó  ganalla ,  ó  no  supo: 
iciDÍastro  como  en  el  nombre  y  on  el  cuerpo  ( que  le 
üamaron  por  esto  Mabonad  al  Jzquiardo }  asi  Wen 


•-( 


por  mandado  del  pontífice  Martino,  como  se  muestra 
por  dos  bulas  suyas,  cuyo  IrasFado  ponemos  aquí:  ba- 
ilólas-ttcaso  un  amigo  entre  los  papeles  de  la  iglesia 
Mayor  de  Toleilo;  la  una  dice  asi:  aComo  loe  patriar- 
acas  V  primados  seatiiuna  misma  cosa  y  solo  difiemí 
»en  el  nombre,  tenemos  por  justo  t  debido  que  go- 

»>een  también  de  lae  mismas  preemmattcias.  be  aqui 

,1  » I*».  í 


riirt^/ÍM  wcjfli>  i^»ao«rá/,  por;i»wtpPHla4iuiM)^lUka  y  ' '-  ^'■"*  '      *  "  ^ '    •   ■ 

'  (»b<inDoiiD:iiq«airq  íwmk  (uraioiNiipii  4JptT<(4^Q^  i|iie  es 
iii«a)nnvuip.dcJi«s.Cspi(B8&i  f  sus;(iUiCp.sáre!»  ariaoUlsp^ 
i.4¡ile,TuhHlu<eQ<n4iv^ft'capjm^,  /i^úopUio^  gf»ii«irak|i, 
^i4S(96Mii»f)SKÍ*(Hi9i¡»M)nQ«  |i>olw$<;Urilq^i^r.^gMr«9  asi 

j  pMj^qAii^r.  noUrios  do  lai ^^da  ap^^Wica  y  otnps  a(?o- 
./pispos  qiie  QO  S'in  primados,  auiiqüeiseaii  mas  áo- 
-^Vll^i^.t^n  la^üdad  y  ^  la  promociou^á  la  roai<c7a 
.jMua  Iqs  wn^^ables  liQi^aiijyioj^,  nuersUrns  OJiLTiiarcus 
.,j|^|ii^U  iqa\  las  liftn  ipriitetídidu  ifios  preceu^ » q,ue- 
), j^Tif^náui, j  ppfia^sn^ ffMjU^ri<L.d.ond(»iaA«io qu^  «1 
.fdiqliQ.  jfiai)  amalMfp(>.  \  §fjS;ruoe&oi:cs ,  y,  tpdos.  Ips 


As^éiMdttd  K(2Pl¥.r  domrVibWiür'noMeii^dt!  Ja6ic»i(c«i,de 
.pósito  di» 4irmUtv9  iceiada.)  aunque  iavr|tUilAj¿..pF0- 
-  viesen,  dp  par  on  par,  deciu,(fH<9  uo.  seideMa  »i)iiítr 
.sino  con  iu^  y  vionde  la  áu«  hacían»'  ni  contrario 
Jur»n.d«  Gorbrra  poriíaba  qebiani  apret^riik  los  que 
estaUan: medrosos,  y  no  dul lea  espado  para  que^ 
rehú:i(V$en  (jeínersas  y  colasen  fihmorOeAW  pt^re- 
per  fue  el  rey :  (orniise  á  comenzar  Ja.  poloa,  y  fion 
.gran(uipptu  entrainn  en  la. ciudad.  ¥ue  grúiMléi  el 
atrevimieMto  y  ^iesárden  de  los  soldado^  á  oau^ide  la 
esi;uridad  d^  la  Boche  ^  grande  la  l4Í>erJUdde  rob^y 
jptrus  m'ddadcs.  Mostró  el  ?ey  ser  de  tütt^no  religHifio 
^n^  Ig  quo  Oi'dené^  qi«eó4^'mu^qs  qfié.se ree^»- 
.......     .........  ,.  roná^aifile^ins^no  80  les«luoit)se  a^ra^io  alguno: 

iii^oem^  primadpf  de  .aqjai:adi«lau:a  .para  sien^Nre  ja^  Jas  Q>^smfis,^sa$  que  llevaron  ^  «lanoi^  prQgooar  oo 
-íw4sM;/a  jBMPpn^ t)4^ Ims patnwruiíi  sui^^Uf^liis,»^^  ^lasqmtesea, y. así ««guardfi.  Dejaren  la  cuidíid, 


.Jfpr49reri[f]qsj,  j|n|^p|4QSlaa-eu  Ip^  susodichos  l\iaare$ 
<5'íMW*l^^»cpfi|Cd»9^, íip^dp'nji^í^y  punwsU)rÍQs..y.|irgítCfts 
.(Mea)i*jHqtes,¿iüs.D^Uirio:^  y  otros ^r:tobíap<>$.4Meju) 
;..i)tfp[y>rÁma)lo^^  ^ó  obisUnf^la  cdaf)  y  ordenación  mas 
f  PfMAtft»va  de  (QS'lal^*^  ari|nij|^sp^)s  up  prjmailos,  no  obs- 
..fi^m^lq  lQ.ls^  Lu^  den)j(S  0954$  coplra^ius^  cuuleaiquíer 

^,^ümfi  es,el.lr;ísla)lp  ítelaipriíií^a  bulíi ,  efclenor^© 
.ib  pfj^f^  buia^  l)rpve.ps/^lqvie  spsi^u^;  (t^u^que 
].pa^yci|ej;íd)le$,hy^u^iHis  ue^slros^z^ui^po^ j  pre* 
.,p)a4os  uut^'^d^b^Uan.^  el  cp/icdiof^/^rierjálj  estén 

•  obligados  á  mirar  ^jl¡gpDU^n)^i|{t,e ,  9uídar ,  velur  y 

.  .{ifjjsükij^f  ppr«I|E;slaf)<f  pfóspf^ro  de  1^  l^le^ia  univcr- 

,f¡sj^|  y,i^uei»í|Q^  y  po^  la  couscrYUüioa^le  la  libertfil 

l..areclesj«'ist|ca iiAeinpfrp^ue  ü^npinits. y  poniéramos 

jp'^r  pdniudiulv  Uf  ^^pi^ias  y  portauio  (coiiio  ya  lo 
\  ifef^ii6  la  espcríeu^ía.  cj)  oifc^r^  iv)rle ),  en^  ant&- 
^ipppe^tó á  losamuclos  liijys  pue^itáis^  i,iui*strofi pota- 
^íjríffs  y  í\é.í|  i^ik  ap03túac^,,l|0Si;l|alesÍ5ol^an!ep^es- 
M? V'^  ¿  ^^.«l^tpá^  l^^^'fi^if^  ffOmo  tiinbif  n  ba^  Je  ser 
^  9  p^íjfcrído^  en  el  concibo  y  ;sus  se:^ivat^s ,  y  olrps  ilun 
^,jig,,rj*s,  dudJíco^:  |idr.(aulQ  debes  con  9i!i%  íervpr 
]jjj}9i|jflfMÍi'w,  ]f  9011  mas  \íg|Iancía  mirar  por. lodpjijo 
t;Pfl»íVRwepei.e  >d,e^ladp„d^  la.iglcí^la,  f^tólipa,,  j 

jjjíC9;^,(^j>^.e^CjL:|c^u»\litui9  ne  dignidad.  Por  lo. cual 

•  ul^f^ílí^Tfí^^'^ü^^'^»^'^^*^'"^^  ^  ^  oulernidad,.  que  i¥> 
^Vd^Jimós ser  ler viente  en  (ufe  y  circfiíu/spiíctp ,  que 

""pien.lfi^  cosa^'jleldípljo  90^10^110.,  procuroíi  se^prooevki 
¡»WfiPí.q^S  pnes  erfis  pri)na^p,de  |as  E$pa\w8»  así 
^jp,copjp'prifdepleme¡nléiló;|iiiC9S  conforj^ae  á  la  snhi- 
'^.(fiu-ia  jiue  Oiq^  te,|)^  aailo ,  mjres  todas  ^quella^  co- 
'¿i^'K\i  epLpl.tlícho  qQn';ili(v^cónsi¿¡c^  y  provean  lasque 
^»  t,^  pa^epcni"  ^é^T^^*¡as^>o  proypqhosas  para/^  fenz 
'jf  estulo  ae'la ¡f;l»í^ía  Roman?^,  y  /i^ues|í:a  libara  y  de 
-Í!í  ^^%i.^P^!*>'!H^  .J^o^l^'W  fl»i?  conocieren  perte- 
|>ne9er  a  la  gluna  di^  Pips^vy  6¥  ^^^^^  ^^^  ^f^  ^^^*' 

p enero »^.de^  nuestro. pontdic^dp.aiKi|  s^ptip^o^u Pero 
'  é^tas  (^ns  9ucc\l^pn  á|goa,delante  deste  tippspo  .en 
_j||e.yám9^     ••  ,^    .  .,,,  "  ".  ,     „  .  ^.     .  .„ 
..,, Al pfcséíile  fjJ  cey,.dbn,AT(íns9  e^i  .qqcucu^n  4e  li 

re^piuciopqúe.tqnip  p^^pasár.A  £spr^n^^  se  embarcó 
'  en  miiá  árníjiciñ  dé  diéz  y'  ocfio  galeras  jr,iloce  nave^. 
^  HIzpse  á  la  vpja,  de?fje,{^[á(|ojp:\  fiedjfido  el  mes  de  oc- 

t^bi^cjf  O  ijempp  piía  recio  y  Ifi  ^azon  mala,  y  así,|Co;i 
;bójra^ca3.que,5e¡l5Vniitfrop  Jps  tóelés.^p  4erro\j;^r 

ron  j  C9jrri¡?roin  y  pjviJif  ron  p.pr  diyersps  Jugares,  Cal- 

W  crí^'|éiito;j<}pn^áMe,'s^^  y  siguiierou  w 

aérro,(a;'x|pg;irflin  9; ítuf^ila.,  'cipila(1  principal  pn  las 
'.ft^r|í'a?;#3i  PríjJípnzíi'^cplebrp  per  el  puerto  que 

tiene  piüv¿Duen,o,^  v,á Ja  sazón, suj9|Ui,,^  scnono  qe 

4^.?Í}9?%Sv.*p5HP^^  ^»  el  ímerto,,. rompidas 
m  éadeu^asOTn  que  se  cierra;  g^n^dpeJ.pwertc/wot- 

'  metierPú  á  la  ciudad :  fue  la  pelea  muy  recia  por  mar 
y  tieira ,  que  duró  has^ta  muy,  t^rde»  \eoida  l^.nopjie, 

*  TÓ«0  I. 


y  embarcaron  en  las  naves  toda  la  presa ,  con  q^p^se 
^i;ticron  al  Im  (iel  anoi  Entre 'otras  opsas  los  l^iifsos 
ile.San  l^is  obispo  de  Tulosa^bijo^ de, Carlos  Sewin* 
do  rey  de  ^\/tpoles ,  fueron  Uevados  á  gs^iaua  y  it  ya^ 
leiDcía ,  donde  el  i^ey  aportó,  y  á'iÁ  fondq  con.su  ai;Ria- 
da^  acabada  la  navegación,  Np  quiso  detenerse,  en 
^ras^ciadades.porabrieviar,  ^  desdeíons  cencatU^ar 
dp.la Jíbprtad  ae  dojguEnriáiie  hu  hermano.       ] .  . 

Avisadp  el  rey.  de.Castill?.  dp  su  venida,,  le  envió 
sus  einbajadprps  hI  priopipíodel  9do.i4;¿4  (|úe^4^e- 
«pn  el  parabién  de  la  .vpnkia  y  de  Jas  .yictori^is  que  ga- 
naría f  deiq^s.itf)irtO|lp  (Mdte«?n^iflnuevo;lp  ei^(reg'*\^eti 
los  ileMer^iite  y  ^l^iu jdps^paTía  que  ee^tii viesen  á  ipl- 
ciH  de  los^que  io^  pargabn^.  tlstps  «mbajadures /tu- 
vieron audiencia  en  Valencia. ^  los.  tre^  dr'.übxi^.en 
tiempo  que  Jas  cpsis  de  Ani^ón  e»  .Mápp'H^  s*'  pmpeo- 
rübao  grandeipente  ^y  de.iU>dii  pMnto.,sf  hdlaoaii.sin 
e8peranza<de.mejor¡a,  dquo  queBsío^cia,  qipiiaif.de 
tanto  npo^re  por  hacer  lev,áut:ir,  ^iCff  00  4el  Aguilai 
que  U  tcpia  cevciida. QraCjCia,  seaMc^ó  ú  9ÍM^p.de 
enero  fd  pasar  dpi  rio  Ateruo,  que  pop  las  iluviaa  del 
jpvierúo  iba  lúachad0pi[l.),Fuedp.p^9P  moiiicuApesta 
muerte»  porque  Praiicjsco ^forpia,,  que,  ya,  era  de 
Jbuena  edad  ^suplió  bastanlom^te  lasprles  y  ¡f^lta 
4^  su  firiidre  (2);  acjudi^on|f»,sm  eMP  fuereifs y;.f^ 

. corro? ^c,fu^era.    .„  ,;  ,         .       .,  ;, 

.  El  poQtiílce  romano  MaHinOji;y  (PliíHp<^,di^^e  de 
Jlilan  ppr  in()ustfia  ^elmfmo  ppi^iilioe  s^^pncfi^ia- 
rpncon  los^  angevinosu  El  dufive  hizo  apresfar,  pna 
gruesa  añilada  en  .Qléppva ,  y.  h  enviden  favor  die  la 
jrein^ilebájo  dpla,conduc^  delí  capilf^vQuidon  Jjuir 
relio.  Esta  armada  y  gentes  de  tierra  que  acudipfpa, 
parearon  sobre  Gaeta.  Pudiéraseientf|i.*lenrr  pií^su 
fortaleza  ^  mas  brevemer^te  se  rindió  4  partido  nuÁ^  4e- 
jjV^en  ir  Jiba*eicomo  lo  lMQ¡ei»n.la  gu;iriiicíon  de-á^- 
gpneses,  jQanafV^  Guptp ,  pasaron,  a/ibrp  Niipvkia<  J^' 
pobo  Caldera  quo  tenia:  pl.^i^ídado  de  g^iarw  aquella 
ciudad ,  se.poucertó  (:jon.,los  piiemígf^f^^  'q^e  Jé  pfo- 
me^ierpn  el  suelilo  que  .los  aragoneses  le  debían ,  y 
-9pJ^PP8I^Í>ap:>lpm:ido,pl  asienlOp  sin;  dificultadles 
,abríAlas.puerta^.lu  color  que  ^m^p^rfi.lo  qjue  piíao, 
,era  quQ,pI,ipfiiote  don  Pedro  le  pretepdiera  má,tar, 
qomp  á  Ifi  verdad  ipps^  kfnnhpfi  de  poca^ildcJida^L  de 
aointo  ^epnsjtanta  Y,de^sodB|CÓsps nuevas.  A  doce 
de.abrd  40  perdjó  la  ciadad  de  Nápoloii,  x  todavía 
Jpa  4^  Aragón  conservaron  en  ella  (los  castillos  ^^s  á 
,9^j  Capitel  novo  I  y  otr#  que  se  llati;^  del  Ovo^  pe- 
que^ y  (eatrediq,  pepo  fuerte  f^n  dpmpsía  por  estar 
apbre  un  penon  cercado  todo  de  mar* .    , 

Ganada  la  ciudad  de  Ñapóles  j  las  demás  cosas  eran 
íacilesaJl  vencedor:  laa  ciudades  y  pueblos  á  pqrfia 
^  \fi  repdian.  Llevaba,  rpal  el  de  Aragen.y  sentía  mu- 
chp  qup  por  la  prisión  qi|ie  hiciera  el  rey  de  Castilla 


.  <í'i 


( I )  Hoy  se  llavü  Pts^iri « qaeclcaagua  aa  d  Adnltieo* 

C^)  Eca,bafiUrdo,.sa(9d<^dli,ttoa  barifiaaa,.  ^, ..  j,  „ 

27** 


r-^^  BIBLIOTECA  DE 

en  la  persona  de  so  hermano ,  á  él  puso  en  Ttssefíiñó 
♦le  hacer  auseneía,  y  se  hobiesftj^tir  Venganza ,  pero 
tan  grande.  Bp/^^<n1o  todo  antes  de  comenzar  y  rom- 
ifef  ia  guerm.  €on  este  intento  el  arzobispo  de  Tar- 
lagona  Dalmao  de  Mur  que  despachó  por  sa  embaja- 
<'4or ,  en  Ocaña  en  presencia  de  los  grandes  y  del  rey 
(te  Castilla  propuso  su  embnjadu.  Decia  era  Justo 
a^  cabo  de  tanto  tiempo  se  moviese  á  soltar  al  ir) (ante, 
si  no  por  ser  tan  justiGcada  la  demcñda,  á  lo  menos 
'por  el  deudo  que  con  él  tenia,  y  por  los  ruegos  de 
•^us  hermanos.  Si  algún  delito  había  cometido ,  bas- 
'  ientemente  quedaba  castigado  coo  prisión  tan  larga. 
i^Jue  el  rey  su  señor  quedaba  determinado  no  apar- 
' terse  de  aquella  demanda  hasta  tanto  que  fuese  li- 
-ftertado  su  hermano.  Vuestra  alteza,  roy  y  «euor, 
debéis  considerar  que  por  condescender  con  los  de- 
'^os  particulares  de  los  vuestros  no  ponáis  en  nue- 
vos peligros  la  una  y  la  otra  nación ,  si  Tiniercn  á  las 
manos. 

En  el  palacio  real  de  Castilla  y  en  su  corte  anda- 
lian  muclios de  mala:  sus  aficiones ,  avaricia  y  nii3- 
líos  particulares  los  enconaban:  recelábanse  que  si 
«Ion  Enrique  fuese  puesto  en  libertad  /  podrían  ellos 
$BV  castigados  por  el  consejo  que  dieron  que  fuese 
preso.  Temían  otrosí  no  les  quitasen  los  bienes  de 
los  desterrados,  de  cuya  posesión  gozabnn,  y  aun 
*-(fOT  el  mismo  caso  teniun  aversassus  voluntades  para 
que  no  se  hiciese  el  deber.  A  los  intentos  destos  ayu- 
(Vibnn  otros,  en  especial  Alvaro  de  Luna,  soberbio 
por  la  demasiada  privanza  y  poder  con  que  se  bailaba 
*▼  que  tenia  por  bastante  ganancia  y  provecho  gozar 
~fic  lo  presente  sin  esteniler  la  vista  mas  adelante. 
'É^tos  fueron  ocasión  que  no  se  efectuase  nada  desta 
vea,*ni  aun  se  pudo  alcanzar  que  los  reyes  sejunta- 
'^  para  tratar  entre  sí  de  medios.  Despediifos  los 
embajadores  de  Aragón ,  el  rey  de  Cnslilla  se  fue  á 
•H^iygosen  el  mismo  tiempo  oue  su  hija  doiía  Cata- 
lina murió  en  Madrigal  pueblo  de  Castilla  la  Vipja  á 
'  ú'ieit  del  mes  de  agosto:  enterráronla  en  las  Huelgas. 
tsih  tristeza  en  breve  se  mudó  en  nueva  y  muv  cran- 
'  de  alegría  por  causa  que  en  Valladolid  nació  de  la 
'  reina  el  príncipe  don  Enrique  á  cinco  de  enero  prin- 
'cfpio  del  año  que  se  contó  de  aquel  siglo  decimo- 
quinto 1425.  Sacáronle  de  pila  por  orden  de  su  padre 
el  almirante  don  Alonso  Enriquez ,  don  Alvaro  de 
Luna,  iXego Gómez  de  Saudoval  adelantado  de  Cas- 
'ütla  junto  con  sus  mujeres.  Por  el  mes  de  abril  todos 
"foí  estados  del  reino  le  juraron  por  príncipe  y  here- 
"Bem  después  de  los  dias  del  rey  su  padre'  en  sus  es- 
tados. 

',  En  Ziragoza  el  rey  de  Aragón  se  apercebía  con 
^í¿do  cuidado  para  la  guerra:  por  todas  partes  se  ola 
"ruido  de  soldados,  caballos  y  armas.  Tratóse  en  Va- 
'mdólidde  apercebirse  para  la  defensa,  flíznse  con- 
'<uTfa,  en  que  hobo  diferentes  pareceres:  algunos 
"(ferian  que  luego  se  comenzase ,  hombres  que  eran 
''mbladores  antes  del  peligro  ,  cobardes  en  la  guerra 
val  tiempo  del  menester;  otros  mas  recatados  sen- 
«nan  qm3con  todo  cuidado  se  defoia  divertir  aquella 
'  t^^mpi^stad  y  y  escusarse  de  venir  á  las  manos.  El  rey 
'j^éiiajlibaduiloso,  ynoentenlia  bastantemente  ni 
's^e /Iteraba  de  lo  Que  convenia  hacer.  Don  Carlps 
Vey  de  Navarra,  cuidadoso  de  lo  que  podría  resuftar 
tfcáta  contienda  en  que  se  ponía  á  riesgo  la  salud  pú- 
'blica ,  eotió  con  embajada  a!  rey  d^  Castilla  á  Pedro 
Peralta  su  mavordomo  y  á  Garci  Falces  su  secreta- 
rio ,  en  que  ofrecía  su  industria  y  trabajo  para  sose- 
'  gar  aquella  contienda.  Estaba  esta  pnUíca  para  con- 
duirse  por  gran  diligencia  de  los  embajadores,  mas 
estorbáronlo  ciertas  cartas  que  vinieron  del  rey  de 
'  Áragotí ,  eo  que  mandaba  el  infante  don  Juan  sü  her- 
mano se  fuese  para  él ,  que  quería  tratar  con  él  co- 
9áS  de  grande  importancia.  Partióse  para  Araron 
contra  BU  volaatad^  como  lo  daba  á  entender.  Pidió 


<>^^^Ja^  ello  licencia  del  ref  ^0  CasiMtr  él 
demás  de  lu  licencia  le  dio  comisfoa  pan  qjie  desa 
parte  tratase  con  su  hermano  de  conciertes. 

Estaban  los  reales  del  rey  de  Aragón  en  Tannlmm 
á  punto  para  romper  por  tierras  de  Castilla  si  n*  le 
otorgtiban  to  que  pretendía ,  con  taiV  grande  deseo  láe 
vengarse  y  satisfacerse  que  parecía  en  compamoíóa 
desio  no  hacer  caso  de  las  cosas  de  Ñapóles ,  si  Mea 
tenia  aviso  que  sucediera  otro  nuero  desastre ;  y  Aie 
que  Braccio  capitán  que  era  de  grande  nombre  en 
aquella  sazón ,  «fuedó  vencido  y  muerto  junto  a]  Águi- 
la que  tenia  sitiada ,  en  una  batalla  que  sedió  á  reíate 
y  cmco  de  mayo  (i).  La  demasiada  oonGanza  j  me- 
nosprecio de  los  enemigos  le  acarreó  la  perdición. 
Era  general  del  ejército  ofel  pdpn  que  acudía  á  fa  rei- 
na ,  Jacobo  Caldera :  con  él  dos  sobrinos  del  cardenal 
Cfirrillo  por  nombre  Juan  y  Sancho  CarriHoaqoei  día 
se  seiíalaron  entre  los  demás  de  buenos,  y  faerón 
gran  parte  para  que  se  ganase  la  victoria ,  como  allo- 
zos que  eran  de  grandes  esperanzas.  Los  mismos  de- 
más destoco  prosecución  de  la  victoria  con  gentes 
del  papa  que  llevaban ,  y  les  dieron ,  en  brev¿  se  apo- 
deraron déla  marca  de  Ancona,  de  que  Braccio  antes 
se  apoderara.  El  cuerpo  de  Braccio  muerto  v  lletade 
á  Roma ,  como  de  descomulgado ,  fue  sepultado  de- 
lante la  puerta  de  San  Lorenzo  en  lu^r  profano; 
mas  en  tiempo  de  Eugenio  Cuarto  pontífice  romano 
le  Ir  islaló  á  Porosa,  y  pus3  en  un  sepulcro  muy  pri- 
mo Nicolao  Fortebraclao,  que  tomó  aquella  cradad 
de  Roma ,  y  procuró  se  hiciese  esta  honra  á  la  memo- 
ria de  su  tío ,  hermano  de  su  ii^adre. 

En  Florencia  ciudad  de  la  Toscana  falleció  don  Pe« 
dro  Fernandez  de  Frías  cardenal  de  España  por  mavo: 
su  cu^.'rpo  vuelto  á  España  está  sepultado  en  la  igle- 
sia catedral  de  Burgos  á  las  espaldas  del  altar  mjiyor. 
Era  de  bajo  linaje  y  hombre  pobre;  mas  su  buena 
presencia ,  industria  y  det^treza ,  y  la  privanza  que  al- 
canzó c  m  ios  reyes  don  Enrique  y  oon  Juan ,  le  le- 
vantaron á  grandes  honras.  Fue  obispo  de  Osnia  y  de 
Cuenca:  la  estatura  mediana,  la  ^ida  torpe  por  su 
avarícia  y  deslionestidaJ.  Sucedió  que  en  Burm 
tuvo  ciertas  palabras  con  et  obispo  de  Seg?Tia  oon 
Juan  lie  Torclesillas ,  al  cual  el  mismo  día  un  criado 
d''l  cardenal  dio  de  palos.  La  infamia  de  delito  tan 
atroz  hizo  aborrecible  á  su  amo .  aunque  na  tuvo  par- 
te ni  lo  supo ,  como  lo  confesó  después  el  mismo  qoe 
cometió  aquel  caso.  Sin  embargo  á  instifUcia  de  ca- 
balleros, que  se  queiaban  y  decían  que  la  soberbia 
de  aquel  hombre  sin  mesura ,  olvidado  de  su  suerte 
antigua ,  se  debía  castigar ,  fue  forzado  el  dicho  car- 
denal á  ir  á  Italia.  Apoderóse  el  rey  de  todo  su  dinero 
que  tenia  juntado  en  grancantiilad^  que  fue  la  prin- 
cipal causa  de  apresurar  su  partida  y  destierro.  Des- 
ta manera  perecen  mal ,  y  hacen  perecer  los  tesoros 
allegados  por  mal  c.imino:  los  varones  sagrados  nin- 
gún nrias  cierto  reparo  tienen  que  en  la  piedad  y  bue- 
na opinión.  Si  en  el  destierro  en  qoe  pasó  lo  demás 
do  la  vida ,  mudó  las  costumbres ,  no  se  sabe :  lo  cier- 
to es  que  fue  á  la  sazón  gobernador  de  la  Marca  de 
Ancona  por  el  papa ,  y  que  en  Castilla  fondo  el  me- 
iiastciio  de  Espeja  de  la  orden  de  San  Gerónimo ,  re- 
ligión que  iba  por  este  tiempo  en  aumento  muy  gran- 
de en  España. 

Dotí  Juao  infante  de  Aragón  fue  recehido  benigna 
y  ma;.niíi!*amente  en  Tarazona  por  el  rey  su  hemia- 
Wí.  Entretanto  que  por  medio  del  dicho  don  Juan  se 
trataba  de  las  condiciones,  y  se  esperaban  mas  am- 
plias poiieres  del  rpy  de  Castilla  y  de  los  grandes  para 
pron  un  erar  sentencia  en  aquellos  debates  y  de  todo 

Ímnlo  concluir  doblado  el  camino  entraron  los  (fes 
lernianos  sin  hacer  daño  en  tierra  de  Navarra  ^  j 
ascntiron  sus  reales  cerca  de  Milagro,  pasados  yaks 
calores  del  estío.  Venidos!  os  poderes  de  Castilla  como 

(i)  Otros  dicen  que  i  i4  de  jiyiio. 


s«.pedüan»  «e  volvió  á  tratar  de  componer  Iba  difeo- 
renciaft  entre  los  reyea.  Consultóse  mucho  y  birga-*- 
mente  sobre  el  negocio:  últín^amente  en  una^uota 
que  cerca  do  la  torra  de  Arciel  i  los  tres  de  setiení^* 
ore  se  tuvo  de  personas  de  todos  los  tres  reinos  y  na* 
cioncs^  se  pronunció  sentencia  la  cual  contenía: 
Qqe  sin  dilación  el  infante  don  Enrique  fuese  presto 
ei)  libertad  ^  y  todas  sus  honras  v  estados  le  fuesen 
vaeltos  con  todas  las  rentas  corriaas  que  teman  de- 
positadas; lo  mismo  se  sentenció  en  favor  üe  Pedro 
Manrique,  que  andaba  desterrado.  Esta  sentencia 
pareció  grave  al  rey  de  Castilla  y  4  los  suyos ;  mas 
era  cosa  muy  natural  que  el  infante  don  Juan  favo- 
reciese y  se  inclinase  á  sus  hermajoos,  en  especial 
oue  ninguna  esperanza  quedaba  de  concierto  si  no 
wan  al  preso  ante  todas  cosas  la  libertad ,  que  fue 
kugue  hixo  amainar  al  rey  de  Castilla  y  á  los  grandes. 
En  el  mismo  tiempo  don  Carlos  rey  de  navarra  lia* 
m^  el  Noble  finó  en  Olite,  Su  muerte  fue  de  un  ac* 
cidente  y  desmayo  que  le  bobrevino  de  repente  sin 
rofneilioiy.uñ  .ñauado 4  ocho  de  setiemhre  él  misMio. 
día  que  se  celebra  el  nacimiento  de^  nuestra  Sonora^ 
Sn  cuerpo  FepuUaron  en  la  iglesia  Mayor  de  Pamplo* 
na:  las' honras  se  le  hicieron  con  aparato  real.  Hallóse 
á  Bfi  muerte  doña  Blanca  su  hija ,  que  parió  poco  an- 
tea una  Jiija  de  su  mismo  nombre  y  tuvo  adelante 
poca  ventura.  Ella  luego  que  Xalleció  su  padre,  envió 
i  su  marido  en  seüalde  la  sucesión  el  estándar  t^  real^ 
con  que  en  los  reales  di»nde  se  hallaba,  le  pregonar 
ron  por  rey  de  Navarra.  Pareció  á  algunos  demasiada 
aquella  pnesa,  que  decían  fuera  justo  que  ante  todas 
cosas  eo  Pamiiüona  jurara  los  privilegios  del  reino  y 
ius  hbertades ;  pero  los  veyes  son  dcsta  manera ,  sus 
voluntades  tienen  por  leyes  y  derecho ,  disimul«n  los 
fifandes,  el  pueblo  sin  cuidado  de  al,  y  sin  Ikncer 
diferencia  entre  lo.  verdadero  y  lo  aparente  hace 
apiausD  y  á  porfía  adula  »  ios  que  mandan ,  y  si  al- 
guna'v.ez  so  flfende ,  no  pasa  de  ordinario  la  ofensión 
de  las  palabras.  La  nueva  de-la  libertad  queá  la. hora 
se  dio  á  don  Enrique ,  en  día  v  medio  \W^  á  noticia 
de sns  hermanos  con  ahumaons  que  tenían  concer- 
tado se  hiciefen.en  las  tarros  y  atalayas,  de  que  hay 
encastilla  gran  número.  Con  esto  las  gentes  íle  Ara- 


aspi8A..  ^|.> 

se  hallaba  dividido  .hasta  aauf  en  tres  parcialidades  K 
bandos >  es  á  saber  el  de  don  Alvaro  de  Luna,  el  do 
don  Juan,  y  el  don  Enrique  infantes  de  Aragón..  A, 
estos  como  á  cabezas  seguia«  I09  demás  señónos  con- . 
forme  Á  fas  esperanzas  varias  quA  tenia  cada  uno.,  ó<  1 
por  la  memoria  de  los  beneUcios  recebido&de  algiína() 
de  las  parces.  En  lo  de  adelante,  concertados  (os  inr  • 
fantes  entre  si  y  reconciliados ,  de  tres  bandos  resolr^ 
tarondis  menos  perjudiciales  alreino^  La  mayor 
parte  4e  los  señores  se  conjuró  contra  don  Alvane. 
Llevaban  mal  que  en  la  casa  real  con  pocos  de  su  ^ob-  ^ 
lía ,  y  esos  .hombres  bajos  y  que  los  tenia  obligados», 
estuviese  apoderado  de  todo,  y  gobernase .á  loa  do-^ 
más  con  sobterbia  y  arrogancia.  Menudeaban  las  qotv 
relias  y  cargos;  quejábanse  que  sin  méritos  suyos^n^ 
las  annüs ,  y  sin  tener  otras  prendas  y  virtudes ,  aeilo> 
por  maña  y  por  saberse  acomodar  al  tiempo  hobie8ei> 
subido  á  tal  grado  de  privanza  y  de  poder,  que  solo 
él  reinase  en  nombre  de  otro.  Miraban  con  maloai 
OJOS  aquella  felicálad  de.este  hombre ,  y  deseabaa-  sei 
teflnpiase  aquella  su  prosperidad  coa  la  memoria  de  siis> 
trabajos  y  oscuros  príacipios;  mas  él  asegurado  por» 
el  (¡ivor  de  su  príncipe »  con  quien  desde  su  pequenai 
edad  tenia  gran  iamiliariilad ,  y  süi  cuidado  de  lo  da ' 
adfilantei  todos  los  demás  en  comparación  suya  me^ 
nospreciaba  conüado  demasiadamente  en  el  púresente, 
poder,  en  tanto  grado  que  se  sonrugia,  y  gmndttí 
personajes  lo. afirmaban,  que  se  atrevió  á  requerir 
de.amonesála  reina:  si  con  verdad  ó  falsamenteiü 
aun  entonces  se  averiguó ;  creemos  que  por  lu  envi^ 
dia  que  le  tenían ,  le  levantaron  muchos  falsos  testl-* 

monios  y  se  creyeron  del  muchas  maldades » 

1.a  semilla  desta  conspiración  se  sembró  en  grmij 
parte  en. TarazoQia cuando  se  juntaron,  como  está: 
díi:lio ,  los  tres  hermanos  infantes  de  Araron.  El  an* . 
luego  siguiente « que  se  contó  de  4426^  vme  ú  saziH\ 
narse  la  traaaa;  en  cuyo  principio  el  rey  de  Castilla/ 
celebró  las  ¿estas  de  Navidad  en  Segovia,  y  don  Juan  1 
nuevo  rey , de  Navarra  las  tuvo  en  Medina  del  Campo  1 
con  su  niftdre,  y  aun  poco  antes  se  viera  coa  el  wt 
de  Castilla  en  la  villa  de  Roa%  Don  Enrique  era  ido  ái 
Ocmu  por  estarle  mandado  que  no  entrase  en  la  cór-^i 
le ,  ni  se  entremetiese  en  el  gobierno.  El  rey  de  Ara-^ 
gon  se  entreleijía  en  Valencia  en  sazón  que  doñ&> 


gon  y  soldados  dieron  vuelta  á  Tarazona ,  y  luego  por 

el,mes  de  noviembre  los  despidieron  y  se  deshizo  el   Costanza,  hija  del  condestable  Ruy  López  Davales,  sg) 
caippo.  Eliniunteilon  Juan  pasó  hasta  Agreda  para    desposó  con  Luis.Massa,  joven  muy  noble  y  rko, 
receñir  á  su  hermano  que  venia  de  la  prisicm  ,^  y.  lie-    coJí  dote  gue  el  rey  le  dio  ea  gran  parte.  Tal  fue  h 
vark  al  rey  de  Aragón.  Ningún  dia  amaneció  mas 
alegre  que  aquel  para  los  tres  hormano<i :  rogorijá- 
bapse  no  mas  por  la  libertad  de  don  Enrique  que  por 
dejar  vencidos  con  ej  temor  y  miedo  á  los  de  Casti- 
Ihij.  que  es  un  género  de  victoria  muv  de  estimar, 
talleció  por  el  mismo  tiempo  ^n  Valencia  á  veinte 


¿randezadeánimodeate  príncipe,  que  no  solo  ayudó* 
a  la  pobreza  de  su  padre  ^  viejo  y  huido,  y  dervíbedaí 
solo  por  la  malquerencia  de  susi  contrarios ,  sino  que  1 
al  tanto  á  su  hijo  llamado  don  Iñigo  Dávalos,  V  á  sv; 
nieto  que  tenia  de  don  Beltran.su  hiio ,  ll<m:iik)  d<^i 
luigo  de  Guevara,  dio  grandes  estados  después 


y.nuevedeBoviembr^  don  Alonso  el  mas  mozo  duque  j  seapoderó  del  todo  de  Ñapóles.  La  reina  vde  Aragón 


de  Gandía  sin  sucef^ion.  Su  estado  ae  Rüiagorza  se 
dio  al  infante  don  Juan  ya  rey  de  Navarra.  Este  fue 
el  premio  de  su  trabajo ,.  atlemás  que  le  estaba  antes 

Sronv>üdo.  Don  Enrique  de  Guzmpn  conde  de  Niebla 
etipue-s  de  gramles  diferencüís  y  debates  se  a|virtó 
de.doñu  Violante  su  mujer,  hija  qu&era  de  don  llar* 
tía  rey  de  Sícilli  ^.con  gran.  sentimionU)  de  su  her- 
mano don  Tadrique  conde  de  Luna.  Dolíase  y  sentía . 
grandemente  que  su  Imrmi^na sin  tener  respetoá  q^e 
er/i  d^  cangro reat,  y  sin  alguna  culpa  suya,,  solo  por 
hs  locos  amores  *de  fu.  marido ,  mozo  desbarnta^K 
fuese  de  aquella  suerte  maltiriiiada :  de  que  re)»ultó  > 
gcav;e  (ipemigaj  larga  entre  aquellas  dos  casas.  Dojn , 
Fadrimie  atraia  i  su  voluntad ,  y  procuraba  ppp^r.  á 
talos  |os  menores  de  Castilla  guepOiiin,,coii  deteo  y 
ii\tQnlO:  de  afirmarse,  y.^alisiacersede  qu  cunado. 

CAPITULO  XV. 

Que  don  Akaro  de  Lona|fde  echado  de  la  corle. 

CóTrta  libertad  de  don  Enríqne  las  r^osas  de  Castí-,, 
ila  empeoraron,  si  antes  estaban  trabaj{i4a4..£ix^ii^ 


viuda  Qon  su  hija  dona  Leonor  fué  á  ValeiKÍa  ¿  i  na»  > 
tancia  del  rey  de  Aragón  su  liíio,  mas  en  breve  dio  la. 
vuelta  á  J^ledína  del  Campo.  No  quería  que-  con  su 
larga  ausencia  recibiese  pesadumbre  el  rey  ile  Casti- 
lla, coQ  cuya  licencki  el  conde  de  Urgel  de  Ca^tcóta*^ 
raf )  donde  le  pagaran  del  castillo  de  Madrid>  fuelle—, 
vado  en  esta,  sazón  id  reino  de  Vulencia,.por.en ténder' 
era  roas  á  propósito  para  las  cosas  de  Aragón  for  las  ' 
alteraciones  que  á  Castilla  amenazaban!  Pusiéronlo, 
en  el, castillo  de  Jútiva,  en  quediófin^á  sus  diá&jr 
prisión  larga. 

.  En  la  .ciudad  de.  Toro  se  tuvieron  cortes  de  'Cqstilla  • 
en  que  se  trató  de  reformar  los  gastos  de  la  cáte'raal^  I 
¡ateiito  que  las  riquezas.y  rentas  reales ,  aunque  muf.  > 
giTindes,  no  bastaban ;  para  esto  la  giun-da  ei>  «éeJK  • 
contaban  mil  de  á  cahailo, lúe  reducida  á  cielito,  i » 
por  capitán  della  don  Alvaro ,  que  fue  ocasión  bon«  ] 

Íiuevo  c^rgo  ú  él  de  mayor  pode t,á  los  otros  M  cniei-< 
a  envhlia  que  le  tenían ,  se.aumentase.  Fusnoh-sew' 
adas  osUis  cortes  por,  ia  muerte  que  á'Ja  sazón  éUce**<' 
d^  dp  4oAjpi9rsonas  priocipalea:|el  nod  iue  Júsa'^»** 


t$t^ 


BIBL1fMCfA^»B^«Al^iÍAf¥'ÍflK. 


clib  mafMd^mb  dé  tá^cá!ia'r<í<i|l,-dati  Juan  su  híji^ 

ti^s  ftfiífs  adelante  leti^Qinidulilp^:  ^mdtí^tidó  piítsur- 
áéU'ékimií  rálvf  (KM*  ^usvirf lióles;  !$ii  oflolo  ^ue 
(eiiÍB  deaimíiiim«<uel  íXKir;di^dn!y'á  dotv^ádri^ue 


M'i 


^dé  AlcintAFfl  don  Juúrvde  Sbtnmnyor,  Pedrúiilé  W 
«ia|p  Mtntréro  >  Uíwpv ,  let  rey^  d^-  Navarra ,  ddñ  Etirh 
^«ur  harmiinc^  t  otrosí.  iHicMfón:  ^v^^ni  cMlfeilf^a-^ 


^lÜnh jurada  eonaodbs  M  fuensiis  ppsifeips ,  -qué  li!ti 
dtiwi  lokfqismdS'por omfgosypmriem'ití^ós,  y^itó 
saWft  itt'^loHdad  rM,  procuiiirMn'<fUé  la  nepublicáf 
oí0)hMibie«e  algún  dáno,  (}iie>lr!iiflii  nlttrada  k»»  ma-»' 


Atrareü  di^Thfé^  íw^fWr  de  Otoi^iif ;  y  luatid^H^i-' 
dokM  SftSí^i^  dé  Alrtiflt^tir.  jioir  i^t^t  fttt1bh$  AblitSiAo^f" 
áoh  AFvard,  déF^*Q(ifl  li?abái/  d<o$üiMté¿ld  cáídá  Éi'' 

«fui    /     .'■'    -  '    »)'»!''     ■  1  'j'i  '   i:  "•  i')íi  'i¡  i. /ii*  •>  Mil 


del  ref\  tíon  ffdt^Yi  i|^<fdíá  íúnvfé%  'prívAn^a  iam  a^ jr ' 


8if4iiii>/ 

:li'0B'<cy&hde9'do0astílta  oAm0n{ba^iyM>fitFe-Rí  B  .  ^  ,. 

SBirUitlientOB  |)0f  «^irtaB  ^mehsniefos  rard  que  la  ptfr-^  ctinar'.  iferuíin  Aférií^o  dé  KobU'á  $e  tfdle|i6ñfn  í  t(^j 

Uf»/  léese  iiMis<  «fonp4a :  éstna  fyeHmi'  m*;  fime^tNis  dé  di^biA^  eil  itutoríilad  |  y  corñcy aittes  fUeáé  tn  pHVariiíi' - 

J4S*dnletie9,:«|fdb  CillaDHrVü  iloír  Loie  d«<'6azmná  ^  y  def tey  (4  (fi^  r«er^A(y ti  t^eiiT  ^Alvaif^,'  a  lü  '^a%brf<4t^1«l 

•  tffifo  >l'i»rtdiítéíildfti''ííe'ft¡kó'Wrts'poíaMs^ 


HQp eamarérotiiaTbf , etrey^deNí^v^rra, ddñ Enrí-^'   tatito qtiie ton id^a^ijfiie'dé k^íkT WútnW^íMchíf^h^* 


lof  oBHtejiMy  gobierne  de  ál^^urtoá.  Esf»  cónf^iti^ra^'   Databa  el ^f  (iit^Aíá\ñti  tsmij^  él'tióiV|iié>taj[fHííutitdÉÍ^ 


clMi  sé '11100  Bé  príneipbidel  utes  de  noviembre  eiylü' 
eraqita de  Ordltátíerra  de  Médtkiairlel  Campa :  los  i'»- 
taátdQm^seran  derengumeQue  de  api*ovecbar.  Cl 
oarf»  elida vfi  eti^odO'cUa,  fue  el  acIHiint^de  PtfiAró 
itenrlqfie;,  de  quíei)  pop  tos  memoriiis  de  aquel  lletfh-' 

filítBentibndeTué1lmnlbte de  1ng¿ní^ inquieto  y  bti^ 
bI«6(K         .     --1   ■':•  '  '•'  ■■'••  '     •■    '■•  •■  •  ' 

tíBiiJiejtde  Ga«til'a  de  Teto  i»e  f^  d  Zamora  ¡ü  pí*fn-«< 
ápnídejenc^  i^l.'üon  enricfueitifatitede  Amgen, 
akamada  prímem,'  y  idojipues  llegada  ttrenda  de  enf-; 
ifitfeti'íü  cérieí  sin  embaf.^'O m(wió  de  Ocaña  pnfá' 
Castilla  la '  Vieja  con  4ierm6so>  acompfiSV» miento /y 
ccrnitiis. armas. apereeliído  pam  k)  q^re*  siiy^éiitieso':  bl 
re^^era  vuelto  I  ¿'Simancas /4oBÍnfuti>tes  de  Álugoñ  y 
.M.gmndce^sot^jurados  se  estuvieron  en  Valtudolid; 
'Mn^íOtJns:seuores'do  Castilla  por; tener  diferentes 
fülüiiiudesili)ciad  hob  juntas ,  cuda  ciiJil  <de  fos  bán^' 
d08áipar.tc<  IV)cos  qfie aihaborn  inas  el  éo^»f^  qué  el 
biqnicoinun  i  Be  esCiiWeron  neutrales,  y  á  la  niíra  ilft' 
lo  quefesulliiría  de  iBs'cmitiendiiS-  ajeivn,  slneñinir 
ellmá  lafNvte.  El  rey  por  estar  ditidliN«  lOssovos 
poda  autoridad  tonia^  especial  que  dt^másde  su  Ao^ 
jedaá  oJíi^ral  parecía  estar  enliecMilader  y' sin  énten^ 
dimibntu^  Presen  tjiron  les  eanjuradns>  una  petición' 
oiie^eontf'nia  Jap  Mtasde  la  casa  reaí  yJos  eseesos 
aedhn  Alvaro  de'Uina;  que  era  rázdfl  buscar  al^^un' 
cainniiV) ; pira  pnnrr  remedio  á  los  daños  público^/ 
Cdnspitoito^el  negueio^;  Tuéron  nombraétos  jueces  t>>o- 
bi^dicasn,  ciisi  todos  de  los  conjurados ,  es  ú  shInt 
el Blmsranto-yCli maestre  do Calairata ^  l^ro Manri- 
que ¿:  Ifernandeflde  flobleáv  qu#  aunque  era  liombh(Í' 
ba|óí,<éra.nMy  ojerudo,  y  lenta  oüoío  de  tesorero 
gei^iniK  A  esios  Be  ¡dio poder  prti  conocer  de  lós'e^^ 
ceséis: SF  capíruloB  qáio^é^puirianá  don  Alvar«y,yen' 
caBBiiiB  disrdr^fiase  ilombfr6  por  quinto  Rtes  el  abad 
de  Saki  ttenít»;'  loique;M  mam  parte  determinase, 
aqiieNoipon^uahnepteáesiguieséi       .i    • 

üratünm ^enfre^iel iietfocio:  nnontfrciíntyti'sen'^ 
teobia^dil  firüneiiü  q^e-eírey,  di<j^d  don  Alvaro^' 
paBdkeá:C4pleBi(á  los  liérmanbsiinfantes'úe!  Aragoh 
dieéeihigarp^rai  qué  lé  pb4íeBei}  visitan  :dftad{en^iv 
otiéa(4|ue>don^  Afrano  saMeie  dei  la^icárté  desterrado' 
pob  lespatdtí  de  ajk»  r  iobiIío.!  ^  Grande  flfheñtA'  y  ililbM' 
nH«Iiiré(ilel  rey  ódelreíno>6de'áqiiella<á^ii>?  qiiltar 
al  príncipe  lo  que  en  el  principado  es  laf -^oial 'maii 

emtípíifMiqBettB  iweor/féfe'ttdo  ett  o6s¿'»1|fénai  qde 
lí«aflfláloBiihnÉidaÉeo^  y  <el  rey 'bb^pdeciéseí;  perdld' 
eniila  mi^tnís  d<iiqueHosi tiempos.  Qonforintí'i  M^de^^ 
cnuáf  tlrej^ lúe  á  Ci|^es!  loseohjttrfldo^llegbmd 
á  t^eanliel»  maÉ«, .entre dios  él  ihrante^dónBAriqiié; 
pttcsta  la  nodiib,  p6r  a^qn  espk/cío  éeil^ainérdgrf  íniís' 

Eül  Kta  aiTot>entinii0iilia^  fie  (o  tiéclio':>en  ^mo' 
>'Bl>fiiig&*.y^dfBÍmuisr'«8i<íkift  á 'K«i!hOktí)bi<ef' 
kfhrBTOBe ÜiB  ái!Ay<lM'ltigikf«Miy»;  mscftúbáhmtíl 
dc^igmo*  «i^la  j  qwto'iítígwirQttl'i^lliW^ 


sej/il:  cír>fea'qt!ié'fl  un  bortbí*er'ofstílii*b  t  bsjri^  cuaTtt' 

era  ,'ftcarrésfia  rtiéclái  cnvMía,  <^omrt'ífdll[fi''qéi(l  rt*J ' 

cbas  veces  el  fatoi^  démaSl^odé  los  ^hHnriri<<á<le 

conviene  ed  crtliTrrii<M;  sí  rió ^^é  pone  tümüláábi' 


mwrte  pi^onnndrt  «áentehdrt'de  déstíei^rr»  «Hnírt  flun*; 
Alvaro  ,^(dvoalMí^«;tflbabblig;fdó'ed  xñtXthtt»  mu^hi:: 
Como  enleiÍdk¥od*(*sra  tffptrsMtt  y  desistí*  *  y  floi!'' 
le  pbdriafi  ati^ípéffar'ffáufelffi»  mw  cop 'dlfij.fhciá ' 
bUScabim  ocWlfyií'parB'lWlW; 'pro^ttVíertWi  qw'» 
rejrde  ííavarhl  lé  acti!«rtí»e  dMiúi*  jl^  rpy'déGiíílííli'' 
de  nmdios  deHtos.  Carífdtf  q(;e  Wa  fiomÍJi*VíífWltó-'l 
so,  y  que  crtmímimiKí f^iToi^íi^tefiwí  Y ttítí^cUfvh^" 
des  cosas,  r^fí  dteseWfcíib  (lelrey:  que  rtíU-hiiá  Veces ' 
liablaha  pal.ibnt^  osadss  y  eontr^  Tá  mag«^sbnl  real. ' 
Coiisullsido  el  nejsrotíirt,  M  ^rhveytV'^te  écbasiá 
mano  y  le  guardasen  éh  p-^***---  -  «•«"'-^  *•*»''-*''-*  ' 

méiite  inUHóen  fa  túttPl 
sarbtí:'ej|ím|ilo  "rtó  pequeño, ,. 
cosa  iñjiií  hK^erb* qweelTaWMr'ítepa'líi^, tfrtccori'S* 
gera;i)caí9ioh  se  deslfta'v  mu^W  í*n'í^ortíWníK'  * '  ^ 
tel  fey  de  rttnOnda  (5)'<?»té  ftho  poí-'bAiftrií^ieh* 
stis'cl»fadánrt<i  Ríe  eclinlo  (fel'í-eimvt  de>  |(»atrtít^ 
pasóü  Africtt  destSeírwtrV  y  )mfisefabliíí'apfrtb*'«teiín« 
afr^jr  de  Tunéz.'ilafKAnrtd  lltinWító'rf  Chiírolüí'feíi' 
que  flie  pfiestoen  !su  lüfiíir^'s»^  encahpddd'W^ 
comen^d  á  pcrsct^biMá  narcbíKdad  cní'lrcirt»(te  W 
que  48r.<n  a(lciwiad»)S  ap  rfey  jprtsrtdd :  epiidertáfcífe«  w 
niuerleffi'desliHftos  J  eoiiffiS(^sekM '  de^  bi<»ftK  # 
piródlganienté^^  daba  á '  otros.  -Eb'  paii\tiñíAOtám' 
uno  de  los«berici?i»r>jeá;  fíwsjifí  ttíu>'ni*feww  w 
mol^ós ',  y  qtfe  A'  lá  ^síaóW  tenw  ttl'  gébiernd  «e  la  íW- 
dady  perdida'  la  espe***W*ii'  <lé'  pffev/déí^r;  íe^«j' 
Mugida  nnra  pohersiven  si^gíftx);  T'rtft^eí' Mntm 
de  Castilla  ooiit^  «élnoevo  rey  para  ddrrlbttHé  ánféfe 
fyu¿  sé  afirmase  en  el  reino.  Por  ef'íidím<fl"tftni« 
sucodler^h en'CáWlllá  dto^  cbsrismemoHíMeíf: fapf' 
mc^Wque  el  fé^jítít*  medito  de  d«m' AÍTáHidéTswji^ 
obii^iM  iteOif^Oí^'  que  ütHi^  ú  Wtrth ,  pídíd'al  srt|o 
padr^Me  peiTiéimise  lssrti*tt¡afs ;  y  »wo  Jjareiríí wj' 
owt  ello  porque  rt  hdi?l:riielottím'«'leO*rtrtrtanMi"l' 

becfer  defías  mérctefleá 'Hmty ^  ceká'T^h't«¡rt 
slért)pí'e  jkmfis  *  laotrá  qufe  Isd^tíen  dé  San  Qtmm 
se  dfvfdiO  en  dos  partea,  toñihlairm)!  %etibahl^'*r^^ 
asl'^ué'fray  Lope  dé'  OlttlftdO.|W#  Itr  áttii»jMdqüéíH 
enWfHhir  coh  V^I^Kímíflr'rMsflln^'QwbWWbaAi^ 
Ptli^fS  (3)  «Hifeiflprt  dtt  lo»  eíílíMlf?>s  i'é-n  t|tié  WJjfS^i 

vm  mhm iiabntai*ldH  y  •«irtríidA ;'tptti!jfl'íAW«rt*í 

fúft'  auiíir  deáta  'ftí#lifio«  •  •  Fúniié  )fceifeí(  d^' W^llll  «íb 
ino*asteri<r  ei^p  rtombfc  dé«SaH  lt¿Íáf6;,'(fii^  fáewj, 
lieilsi  de  latíoeta  relWrmHfclHh.hestift  tMrttfeB«¡¡' isw, 
los-düe^se  ílefwrnií  'fl>sthrtrffuieHf  flif  tidii''^«1R«wr; 
ron  Wd^.  Dttrd  Msto  úMiihW  lláfsla'  ürWo  ♦'i^JJ». 
ntíoÉFíM  ^dttd  se  liatt  Itt^líado'ííltfdf'yiWWlitíwJu. 
den  «btí^aide  geitMiimos;  dé  áefmmli^rilw 


diigencia  deikw  Philipe  Segundo  rey  4e  Eispaii^ 
YriraoMs  cea  fiuestro-  cuento  á  l»S:alteFaeiiiiies  de 
QastíUa.    > 
.    -  CAPITULO  XVI.    . 

'  Cómo  don  Aharo  de  ¿nn»  vólrió  á  pÉhdo. 

•    '• '  •  .  •  ••       •   •  '1 

opABErsn  y  tema  de  loe  «toicos»  secta  de  tílósofoQ 
p<ir  io.:deiná9  mu^  sebera  y  muy  ¿roveí ,  fue  ^e  por 
elarflü  coQsÜtii^iion  y  trabeEon  «k^niusae  seqieLie 
(qM  Uaoiaa  liado)  dída  cual  de  los  liomlires  pasa  m 
wirerA-j  i? ida>  y  que  nnestiH»  alhertrí^  no  es  (Kute: 
para  huir  lo  que  por  destino ,  ley  invariable  del  cielo» 
eetáídetnrauiíado.  Dinas  ^ne  necia  yyanaoBenle  ain- 
tíñtemwi»,  iquiéo  lo^niega?  ¿quié»  no  lo  vé?  ¿poc> 
lentunt  puede,  haber  knayef  locura  que  quitar  al 
kmnbre  lo  que  Je  lioce  bombre,  que. es  ^raeñor  de 
s«s «oncejo»  ¡y  de  su  vida?  Pero  necesario  es  conf^ 
nribobo  «f|$unafcauiui,  secretnqne  de  kil  suerte  iraoó 
«¡Are  sf  al  imy  de  Castilla  ya  dea  Alvaro  de  Luna, 
iflítáfíeieadt  sus  corazones  y  ató  sus  voluatailes  qM^. 
9pei09é'9»i  podían  apartar.,  Jado  que  por  aquella  ra*> 
lOBlestttvwec  encendido  un  griiide  odio  contra  aiur^ 
hoB^  bien  ^^ue  mayor  contra  oofi  Alyaro,  tanto  qna  en 
esto  «>brepumba  los. sevanoe,  patrobios.,  asiatit^esi 
Mbtttos^ue  luemn  de  los  emperadores  romanos,  y 
«B  :BQnDres>aitty  aborrecidos- antiguamente.  ¿Cual 
fae k  Gouaa  queini  el  rey  se  moviese  p<r  la  ip^imla 
^e  resultaba  de  aqueUa  funailiaridad ,  ni  don  Alvaro 
echase  de  ver  supendicion  donde  á  grandes  jomadas 
neíapresuraba?  Bs  así  sin  duda  quo  las  cosas  templa- 
éaBaiiraDy  las  violentas  presto  se  acalmn;  y  cuanto 
d  humano  favor  roas  se  ensalza,  tairtolosliouitires 
Mies  mas  humillarse  y  temer  los  varios  suceso<^  y 
desastres  eoo  la  roesioria  continua  de  la  humana  in* 
cebMaoda  y  fragilidad.  Sin  duila  tieuen  algún  ppder 
Ms  estrelláis » y  ea  de  algoa  momento  el  nacimiento 
áeíonda  uno:  de  alli  resultan  muchas  veces  las  aíi-» 
eimes  de  ios  príncipes  y  sus  aversiones ,  é  quita  el 
•Dtenriimiento  .ei  cuchillo  de.  la  divina  venganza, 
cáaodO'BO.quíere  que  sua  flios  se  emboten  cemo  su-r 
eedió  ea  el  presente  nericit». 
V  Wagun  día  amaneció 'ale^  para  el  rey,  nunca  le 
éieroB  sIüd  con  rostro  lorcMlo  y  ánimo  desgraciado 
áeapues  que  le  quitaron  á  don  Alvaro:  del  hablaba 
eótffid  dia  y  del  pensftba  de  noche ,  y  ordiuariatntnte 
tata  dijlantesa  entendimiento  y  se  le  representaU 
la  imagen  del  qoe  ausente  tenía.  Los  que  andaban 
en  la  casa  del  rey  y  le  acompañaban,  entendiendo 
4m  eni'tretftfansesa  que  don  Alvaro  fuese  en  breve 
«slitníde»t  y  sospechando  qoe  tenia  mayor  cabida^  en 
li;^e  adclaote,  como  guien  «tejaba  sebrffp'ijados  y 

É estos  debajo  de  sus  pies  ¿  sus  enemigos  y  a  la  fer- 
ia^ con  mayor  diligencia  precoraban  ai  amistad: 
tf  miam^rey  áe  Navarra  por  envidia  qne  tenia  i  den 
Jfainqiie  su  hermano^  de  quien  no  llevaba  bien  tu«- 
^«fiale  mavor  prívanea  con  el  rey  de  Castilla  y  el  pri- 
aher  lugair  en  autoríilad ,  comenzó  á  lavorecer  á  don 
dklvare  y  tintar  que  volviese  á  la  corte.  Ofrechise 
Imelm  ocasión  para  esto  por  la  muerte  de  don  Ruy 
j^|»ezOJvalos:  á  seis  de  enero  año  de  i  438  falleció 
má  Valencia  ^  do  á  la  sazón  se  hallaba  el  rey  de  Ara- 
.'^»«  Fue  este  caballero  masdkhoso  en  sucesión  qoe 
««tila  privanza  de  palacio.  De  tres  mujeres  qoe  tuvo, 
.«agendró  siete  liijosy  dos  hijas:  de  quien  en  Italia 
'^oc^daa  ks  «nades  de  Potencia  y;  de  Bovino,  kis 
inarqueses  dehVaato  y  de  Pescara,  y  nuücbas  otras 
éKfúilím  y  casos  en  España.  Su  cuerpo  depositaron 
oe»Valenria«  deallí  le  trasladaron  los  años  adelaAteá 
4fóledn  y^  enterrarMí  en  el  monasterio  de  Sa»  Agus- 
-líi«  Tenia  costumbre  de  dar  eidoa  y  créiiito  á  los  pro- 
íiMteticos  de  les  eetrólogos,  por  ser  ¿como  otros  mo-^ 
-dMe>  aBciottado  á'  aquella  vanidad;  mas  no  pudo 
pronosticar  ni  conocer  su  caida:  cuando  murió  ann 
slio  telliz  delvtodo  perdida  k  esperanza  da  recobrai^ 
ans  honras  antiguas  I  an  estado,  , 


csp^ai^» 

Don  Enrique  de  Aragón  comeazó  á  poner  enesl^.) 
^an  dilígineJa;  peroper su  de^giracia y  ¡mt <fesanH! 
p.iralle  «ns  anii»¿f)s.no  tuvo  efe<!to^coino-oiHlmtnian) 
mente  é  los  iniserbbloato.ioslüM  fd'ljm.  Solo  Alv»r  Nihi 
ñi*z  iW  Herrera  natural  de  Córdova  guardó  grande  f* 
perpetua  lealtad  ron.  don  l^uy  López :  fue  niayordo!*) 
mo  suyo'en  oi  lieUipa  de  su  prosperi^lad ,  y  dee^ueir 
puesU>  00  prisiun  comosconsoriecn  el  delito  .queier 
achacaban.  Liltr^  quesee  viA  «K».b  ^risiiiní  nn  n*peeéi 
antes  «lo  convencer  ^  iusn  Garcia ,  inveiitiir  de  ta^ñ^ 
lia  nHHitira^,  de  h^iber  levaiitailo  íü(s4>  testimonio  >  f\ 
liacerle  («jecutar  conH)  á  falsario  y  traidor,  para  «y««f 
dar  tíunbien  á  la  pobreza  de  su  señor  vendió  iep.bieri 
nes  que  del  recibiera  en  canliilad,  y  juntó  odio  mtb 
llorínes  de  ora,  los  ctMies  melitloaen  lo»  mauleros  «le 
un  telar  paijtík  quo  el  negocio  fuese  mas  sei^etb  ^  car^ 
gadMS  ea  un  jumento ,  y  su  hijo  á  pié  en  liábM0-di94 
(cazado,  se  les  «^nviiVá  donde  eslaiía:  lealtad aeiialad^ 
y  esquíente,  digna  de  ser  celelirada;  cmi  mayor  eto>-i 
cuenca  y  abumniicia'de  palabras.  t 

Con  tí»  muerte,  del  coin|ietidor  vi  poder  di^  don  Att 
varo  detona  se  arraigó  iu;is* .Ll  rey  ite  Castilla  se  en-i 
treinnia  en  Segevia ,  ocupadlo  «*t^  pr-ocnitir  dk^aliaeelí 
lus  Diiilederacioni»».^  ligaa.que  los  graniles.ti^nia» 
hechas  entre  sí,  Pirlihuó  uua  provisliMi ,  eu  que  auaiH 
daba  que  se  alaasen  los  homenaje»  eou  que  eiitrerai 
so  obhffaran;  oiongó<itrost  un  pemhin  geuenity  per-r 
pntuo délos  doJitus  posados  y  de^^pc^i tos; demás i{eét# 
a  la  infanta  diHía  Ciitaiíua  muji^rde  dmi  Enrique  ea 
trueco  de  Vilieiia  dio  las- cludad^'S  de  Trujillo  y  Alca; 
ral,  fuera  de  «dennos  otros  luga  es  demen«H-  cuantía 
en  el  xeino  de  Tiiledo  cen^a  de  Guadalajjira ;  añadióle 
asiiaismudoi;ienl»s  mil  florines,  que  fued^te  muy 
grande  y  vemluderamente  real.  A  aistaiieia  dtd  miar 
mQ  don  Enrique  (le  Aragofi  ilou  Ruy  Lopea  Dávaloa 
fue  diKlo  por  libre  de  lo  que  le  acusaban ;  p4*ro  lo  que 
fuera  razou  y  se  hiciese  sus  lienras  y  bienes  no  íuerr 
ron.reatiluidps  á  sus  hijos:  asi  lo  quiso  el  j^ey^-aa^ 
con  venia  ¿  los  que  se  veiaii  ricos  y  grandes  con  sus 
despopYS.  ) 

t joiicluidiis  estas  C(Ví:is  ,  el  rey  de  Castilla  se  fue 
á  Turtteí(ano  :,allí  vino  don  Alvaro  á  su  llamadlo  con 
muy  grande  y  lucido  acompañamiento,  como  quíe» 
ganara  de  sus  icontrarit»s  un  nobilísimo  triunfo,  a!er 
gre  y  soberbio.  Crecía  de  cada  dia  en  priva  naa,  y 
tenia  mayor  autoridad  en  todas  las  cosus;  soloien 
particular  podía  mas  que  los  deinda  crai«des  v  leda 
Itt  nobleza.  Dolía  Leonor,  hermana  áe\  rey  (Te  Av%> 

Son,  estaba  cimcertada  con  don  Duarse  príncipe 
e  Portugid,  heredero  futuro  del,jrei»o,y  que  era 
de  edad  de  treinta  v  seis  antis :  los  deS|ias««rios;  se 
celebraron,  pro  ente  el  rey  de  Aragón ,  eu  tierra  de 
Darora  en  una  aldea  llaniaihi  Ojis  Neigras.  lUlóee 
presente  don  Pcih^  prel.ido  de  Lislioa  cpino  «mibiíjar 
dor  «le  Portugal ,  hijo  que  e^a  <le  don  A  onso  i^miíte 
de  Gíjon.  I¿l  dote  ele  la  doncella  fuereu  doscíentns 
mil  florines.  Señaláronle  por  camarera  mayiMr  á  doña 
Costanza  de  Tavar  nuda  del  condestaÜe  don  Ruy 
liopez  DáVahis.  De  Va}'*nc¡a  partió  esta  señora  per 
tierras  de  Castilla.  En  Yalladolíil  o!  rey  de  Castilla  iy 
sus  hermanos  la  festejaron  muoho :  hiciéronso  algii- 
nos  dias  jusUis  y  tMriiens.  Desale  alli  con  grandes  di- 
ñes y  ji>)'as  aue  lo  dieron ,  (Mitó  á  Portug  i  lá  verse  coa 
su  esposo :  las  ho<las  se  hicienin  con  tanto  mayor 
res  regocijos  del  puebla  cuanto  m  dilataron  por  mas 
tiempo ,  'que  casi  leniau  penh  la  la  esperauAa  que  el 
infante  don  Duarte se h>bitsse  de  casar  pir  l¿beIlo 
hasta,  aauella  edad  «lilat  ido,  « 

Sucedió  por  el  misiiio  tiempo  que  don  Podro  her- 
mano de  don  Duarte  después  de  una  lar;4a  peaegd* 
nación ,  cuque  visitó  at  emperador  SigismuAilo y  al 
mesmo  Tamoriaii  scytlia  ( el  vul^o  dice  que  anduvo  Jaa 
^iete  partid;;^  de;  mundo)  voIvm  en  España,  Llegó*  á 
Valencia  por  el  mea  debido;  por  el  de  setiembre  9e 
casó  cea  doña  babel  bija  mayor  del  cotd«  de  Urgoli 


034* 


BIBLIOrfeCH'  ÜG  CASPAft  T  iOMS. 


oae  tonian  preso.  D^te  matrúnonio  nacieron  'doña 
mbel  que  vino  á  ser  reina  de  Portogí) ,  doña  Pliillpa 
oue  fae  monja ,  flon  Pedro  condestable  de  Portugal, 
don  Diego  cardedal  y  obispo  de  Lisboa  que  falleció 
en  Florencia  de  Toscana ,  don  Juan  i ey  de  Chipre ,  y 
doña  Beatriz  mujer  oue  fue  de  Adolfo  duaue  de  Gle- 
ties.  Don  Pedro  lieelias  las  bodas  partió  de  Valencia 
T  visitó  al  rey  de  CnstiHa  en  Aranda,  últimamente 
Oegó  á  Portugal ;  salíanle  al  encuentro  los  pueblos 
enteros  ^1  mirénanle  como  si  fuera  venido  del  cielo  y 
mas*  que  hombre ,  pues  habia  peregrinado  por  pro- 
Tínc[ia<«  tan  estrañas :  maravillábanse  demasiadamen- 
te como  hombres  que  eran  de  groseros  y  rudos  in- 
genios. 

El  rey  de  Castilla,  asentadas  las  cosas  de  Castilla 
la  Vieja,  y  puesto  en  libertad  á  Garcí  Fernandez 
Manrique ,  de  quien  dijimos  fué  preso  con  den  Bnrí- 
ffoe  de  Aragón ,  y  restilufdole  eti  sus  antiguos  esta- 
dos) dio  la  vuelta  al  reino  dé  Toledo  al  fin  deste  año, 
y  después  que  algún  tiempo  se  detuvo  ea  Alcalá, 
pasó  a  llléscas.  Llegó  allí  á  la  sazón  Juzcph  abencer- 
raje ,  huido  de  Gninada ,  sobre  negocios  del  rey  nforo 
despojado.  Fue  recebido  y  tratado  benignamente  por 
el  rey  :  envióle  con  Alonso  de  Lorca  que  desde  Mur- 
cia le  luto  compañía,  ai  rey  de  Túnez  con  ^rtas  en 
que  le  exhortaba  y  pedia  tuviese  compasión  de  aquel 
rey  .desterrado ,  y  le  restituyese  en  el  reino  con  sus 
iberias  y  gente  :  que  haciendo  ellos  el  deber,  no 
dejarla  de  ayudallos  con  dineros,  armas ,  soldados  y 
provisiones.  El  de  Túnez  movido  por  esta  embajada, 
tornó  á  enviar  al  rey  M  ihomad  en  España  con  una 
armada  y  trescientos  de  á  caballo;  y  como  desem- 
barcasen en  Vera,  caUFÓ  grande  mudanza  y  altera- 
don  en  los  corazones  «le  bs  que  por  ser  hombres  de 
Ingenió  muitabte  se  tornaban  á  aficionar  al  gobierno 
antiguo ,  y  aborrecer  al  nuevo  señorío  y  mando  del 
nuevo  rey.  Las  ciudades  y  lugares  de  aquel  reino  á 
porGa  se  lo  entregaban :  la  misma  ciudad  de  Granada 
mno  en  su  poder  al  principio  del  loTio  de  4429.  El 
tirano  se  retiró  al  castillo  del  Alhambra,  en  que  en 
breve  fue  preso  y  muerto ;  y  con  tanto  dejó  con  ayiida 
dd  cíelo  y  grande  aplauso  de  toda  ia  provincia  el 
teüTO  de  que  injiiStnmonte  y  á  luerlo  se  apoderara, 
al  rey  legitimo  que  procedía  de  padres  y  abuelos 
teyes.  Esto  en  España: 

Las  co^as  de  Francia  no  podian  hallarse  en  peor 
eeCado  que  el  que  tenían ,  apoderados  los  fugleses, 
perpetuos  enrmigos  de  Francia,  de  París  y  de  otna 
muy  grande  parto  de  aquella  provincia.  Carlos  Sép- 
timo de  este  nombre ,  rey  de  Francia ,  eii  aquella 
preUira  y  peligro  envió  á  pedir  socorro  con  grande 
omiFÍon  así  á  los  otros  príncipes  como  al  rey.de 
Aragoh.  Matías  Rejnqne,  enviado  por  estn  causa 
de  Francia»;  llegó  a  Harcclonu  por  el  mes  de  abril. 
Hallábase  elrey  de  Aragón  embarazado  con  dos  cuer- 
TBS ,  en  especial  la  de  fíipoles  le  aquejaba ,  de  donde 
casi  perdida  la  esperanza  don  Pedro  su  hermano 
en  una  armada  había  venido  á  EspacKi :  en  sii  lug^tr 
y  en  eh  gobierno  quedó  DalmacioSarsera  para  que 
enlretoviefte  lo  que  quedaba  en  pié.  Demás  desto 
pen«aba  el  dirho  rey  hacer  guerra  á  ('astilla ,  y  pora 
ella  se  apercebia  á  ía  sazón  con  grande  cuidado.  Por 
esia  tjausa  la  embaJHíla  de  Francia  no/ue  de  eíbctb 
alguno;  n)a<%  Ins  Cosas  de  aquel  reino  sin  fuerzas, 
sin  ayuda,  sin  gobierno,  fueron  por  favor  del  cielo 
ayudadas,  y  se  niéjoraron  con  esta  opasíon. 

Ya  síetA.  meses  los  ingleses  tenfan  sitiada  á  Orlíens 
ciudad  nobilíí'íma ,  puesta  sobre  el  rio  Loire.  Los  cer- 
cados padecían  falla  de  tofln  lo  necesario,  y  apenas  con 
.  los  tnin-os  se  defendían  di  I  enemigo.  Una  doncella 
Humada  Juana  de  nonmsde  (\\et  y  ocho  años;  salvó 
aqutílla  ciudad.  Era  natural  de  San  Reml,  «Idea  en 
'  la  comarca  de  los  Lencos ,  parle  de  lo  que  al  presente 
Hamatnos  Lorena.  Su  pmire  se  llamó  Jaques  Durcio 
y  su  Vnadre  Isabel.  Desde  su  primera  edad  se  ejercitó 


en  pastorear  laí  ovejas  de  su  padre.  Esta  doocdhe 
vino  á  los  reales  de  los  franceses ,  díjoles  me  por 
divina  revelación  era  enviada  para  librará  OrheDs de* 
aquel  peligro  y  á  Francia  del  señorío  de  los  ingleses. 
Hiciérqnle  muchas  preguntas,  y. como  de  todas  «alíese 
bien ,  queda rou  persuadidos  el  rey  y  sus  capitanes  que 
decía  verdad.  Lue^o  con  gentes  que  le  dieron ,  por 
medio  de  los  enemigos  metió  dentro  de  Orlienff  socoiw 
ro  V  vituallas.  Los  de  dentro  con  esperarza  de  pcideive 
defender  cobraron  dnimo ,  y  con  diversas  smlidas  j 
rebates  al  (in  hicieron  tanto  que  el  cerco  se  alzó  4 
veinte  y  siete  de  mayo. 

Recobraron  fuera  desto  los  lugares  en  contorno  j 
sacáronlos  de  poder  du  los  contrarios ;  tuvieron  soIíh- 
mente  diversas  escaramuzas  sin  que  se  llegase  á 
batalla.  Pretendían  con  la  costumbre  de  vencer  en 
aquellos  enouentros  v  rebates ,  que  los  franceses  o<h 
brasen  ánimo  y  se  alentasen  del  miedo  que  teniait 
cobrado.  El  rey  de  Francia  otros!  por  medio  de  su» 
enemigos  pasó  á  Rems  por  consejo  de  aquella  don-* 
celta  á  coronarse  y  ungirse,  lo  que  hasta  enlODoes 
no  se  habiñ  hecho :  con  esto  á  los  suyos  se  Ima 
mas  venerable ,  á  los  enemigos  espantoso.  Recobradas 
muchas  ciudades ,  acometieron  los  franceses  á  Parfs: 
no  la  pudieron  entrar,  antes  á  la  puerta  de  San  Uo« 
noré  la  doncella  ó  poncella  de  Francia  fué  beriila. 
Pasaron  con  la  guerra  á  otra  parte.  Tenían  los  iogle^ 
ses  cercada  la  ciudad  de  Compieñe  :  la  doncella  ani^ 
mada  por  las  cosas  pasadas  con  un  escoadron*apretad» 
y  cof|[ido  de  los  suyos  se  metió  en  la  ciuiiad.  I>e 
allí  hizo  una  salida  y  dio  nmt  arma  á  los  ingleses  ea 
que  por  secretos  juicios  de  Dios  fue  presa  por  los 
enemigos  y  llevada  á  Rúan.  Acusáronla  de  lieehi<* 
cera ,  y  por  ello  fue  quemada.  El  principal  acusador 
y  Btixador  fue  Pedro  Chauchonio  obispo  de  Beauva», 
sin  que  tuviese  alguno  de  su  parte  aoe  osase  abrit 
hi  boca  en  su  defensa ,  dado  que  muclms  se  persu»* 
dian,  y  hoy  lo  sienten  asi,  que  aquella  doncella  loa 
condenada  injustamente  :  honra  perpetua  de  Fran<* 
cía,  lamosa  en  todos  los  siglos  y  noble,  como  lo 
pronunciaron  los  jueces  á  <}uíen  cometió  los  años 
adelante  esta  causa  el  pontiíice  Calixto :  proceso  y 
sentencia  que  hasta  hoy  se  guardan  y  están  en  \om 
archivos  de  la  iglesia  Mayor  de  París.  Una  estatua  suya 
de  metal  se  ve  en  medio  de  la  puerta  de  Orliena^ 
puesta  en  memoria  del  beneficio  que  della  recibienio^ 
pero  esto  pasó  algún  tiempo  adelante. 

En  Tarragona  ciudad  en  Cataluña  los  obispos  de  Ja 

Íirovincia  Tarraconense  se  juntaron,  llamadcsi  cone»- 
io  por  don  Pedro  cardenal  de  Fox,  legado  qaeá  lasa- 
2on  era  del  pontífíce^arlino  Quinto.  Loque  en  aqad 
concilio  se  decretó,  no  se  sabe  (I);  solo  lo  que  era  da 
mayor  importancia  y  mas  se  pretendía,  el  canónigoGl 
Muñoz  renunció  las  insignias  y  nombre  de  pontifice^ 
-los  cardenales  que  consigo  tenia ,  fueron  depuestos^ 
y  quitádoles  la  dignidad  y  nombre  oue  sin  propósito 
usurpaban,  ib  uno  y  lo  otro  por  orden  del  rey  de 
Aragón  en  gracia  áf^í  pontífice  Martíno ,  al  cual  conato 
antes  tuvo  enfrenado  con  el  miedo,  asi  bien  aliora 
le  pretendía  ganar  y  traelle  á  su  partido  oon  esta 
servicio  tan  señahido.  Peñiscola .  que  fue  de  la  órdee 
de  ^n  Juan  de  tiempo  antiguo,  quedó  en  lo  4a 
adelante  por  el  rey :  á  Gil  Munos  para  alguna  tna*> 
nerá  de  recompensa  hicieron  obispo  de  Malloree. 
Alonso  de  Borgrd  fue  otrosí  nombrado  por  obispo  «le 
Valencia  en  premio  del  trabajo  que  tomó  en  rodocír 
á  buen  seso  al  dicho  Gil  y  á  sus  consortes,  príRcifA> 

L escalón  para  subir  á  las  mas  altus  digniílack»  qee 
y.  Sucedió  todo  esto  en  Tortosa  por  el  mt*s  dk 
agosto :  desta  manera  se  puso  fin  al  scisma  mas  reM- 
do  y  de  mas  tiempo  que  jam;is  la  Iglesia  pa^lecíó.  En 
acción  de  gracias  por  boneíiuio  tan  «eiteiladose  ^^^ 


( 1 )  Sas' actas  se  Ttaflan  hoy  en  h  Coteetitm  genertí  éé 
Concilios  j  y  en  las  de  Cardeaal  Aguirre. 


niSTOftu  mE 

ron  procestones  por  todas  partes,  t  grandes  plega- 
rias para  aplacar  a  los  santos  y  suplícalles  con  gozo 
envuelto  en  lágrimas  conservasen  lo  comenzado  y 
diesen  perpetuidad  á  mercedes  tan  señaladas.  Esto 
en  Aragón  y  en  Francia.  Razón  será  que  volvamos  á 
las  cosas  de  Castilla  que  se  han  quedado  atrás  y  á 
tieclarar  las  causas  de  una  nueva  guerra  que  se  cm* 
prendió  muy  brava  entre  los  reyes  de  España. 

LIBRO  VIGESmOPRIIIO. 

CAPITULO  PRIMERO. 
De  la  guerra  de  Aragón. 

En  sosiego  estuvo  España  los  años  pasados  á  causa 
de  hallarse  cansada  de  las  muchas  guerras  que  mu- 
cho la  trabajaron  y  porque  los  reyes  estaban  empa- 
rentados entre  si ,  y  trabados  en  muchas  maneras 
con  deudo  y  afinidad  :  con  los  moros  de  Granada 
tenian  treguas ,  6  guerras  y  encuentros  de  poca  con>- 
sideracion  y  importancia ,  dado  que  no  faltaba  á  los 
nuestros  deseo  de  desarraigar  y  deshacer  del  todo 
aquella  nación  malvada,  para  lo  cual  se  ofrecía  bue- 
na ocasión  por  estar  á  la  sazón  los  moros  divididos 
entre  sí  en  parcialidades  y  bandos ,  v  por  el  consi- 
guiente alborotados  y  á  punto  de  perderse;  pero  des- 
barató estos  intentos  una  nueva  guerra  que  por  este 
tiempo  so  empredió  entre  los  tres  reyes  de  España, 
el  de  Aragón  y  el  de  Navarra  de  una  parte ,  y  de 
otra  el  de  Castilla,  de  mayor  ruido  y  porfía  que  de 
notable  y  señalado  remate.  Lo  que  aquí  pretenaemos, 
es  poner  por  escrito  las  causas  y  motivo  desta  guer- 
ra ,  el  fin  y  suceso  que  tuvo ,  los  juegos  de  la  fortuna 
variable,  y  la  caida  con  que  don  Alvaro  de  Luna  de  la 
cumbre  díe  prosperidad  en  cjue  estaba ,  comenzó  la 
segunda  vez  á  despeñarse  sin  saberse  reparar,  que 
fue  justo  castigo  de  Dios  por  ser  el  principal  atizador 
y  causa  de  todos  estos  males  y  discordias ;  porque 
pretendiendo  él  conservarse  por  cualquier  camino  en 
el  poder  y  grandeza  que  con  buenas  Ó  malas  mañas 
alcanzara ,  luego  que  volvió  á  la  corte  y  fue  restituido 
en  su  primer  lugar  y  privanza ,  persuadió  al  rey  que 
á  los  grandes ,  que  debiera  antes  granjear  cen  ser- 
vicios y  cortesía  los  hiciese  salir  de  su  casa  real  y  de 
su  corte,  y  los  mandase  retirar  á sus  casas  y  estados: 
consejo  muy  errado  y  perjudicial ,  principalmente  al 
que  le  daba. 

Pedro  Fernandez  de  Velasco  y  Pedro  de  Zúñiga, 
y  don  Rodrigo  Alonso  Pimentel  conde  de  Benavente 

Iunto  con  los  maestres  de  Calatrava  y  Alcántara ,  sa- 
dda  la  voluntad  del  rey ,  sin  dilación  se  partieron 
para  sus  casas.  Quedaban  los  infantes  de  Aragón 
señores  de  mayor  autoridad  que  pudiesen  fácilmen- 
te eehallos  y  aespedillos  contra  su  voluntad,  mas 
fue  tan  grande  la  temeridad  de  don  Alvaro  que  se 
determinó  también  á  embestir  y  chocar  con  ellos. 
Primeramente  acometió  al  de  Navarra ,  de  quien  no 
solo  el  pueblo,  sino  las  personas  principales  decían 
en  público  y  en  secreto  que  era  justo  se  fuese  á  su 
reino  :  que  cuidaba  de  las  cosas  ajenas,  y  se  des- 
cuidaba de  las  propias ,  en  lo  cual  la  c  jipa  era  doblada, 
y  era  igualmente  digno  de  ser  por  lo  uno  y  por  lo 
otro  reprehendido.  Estas  murmuraciones  y  dichos 
daban  gusto  á  don  Alvaro  de  Luna ,  y  no  menos  al 
rey  de  Castilla,  porque  conforme  á  la  costumbre  y 
inclinación  dé  los  príncipes  llevaba  mal  que  en  su 
reino  hobiese  ninguno  que  en  honra  y  titulo  se  le 
igualase ,  y  á  quien  debiese  tener  respeto.  Fuéle  in- 
timado por  personas  que  para  esto  le  enviaron ,  lo 
que  el  rey  de  Castilla  pretendía. 

La  reina  doña  Blanca  su  n:ujer  al  tanto,  como  la 
que  barruntaba  la  borrasca  que  se  levantaba ,  y  con 
el  cuidado  que  ol  amor  que  á  su  marido  tenia ,  lo  cau- 
saba, envió  á  Pedro  de  Peralta  por  su  embajador 


ESPAflA.  633 

para  que  de  su  parte  solicitase  la  partida,  que  asi  lo 
pedian  todos  los  estados  del  reino  de  Navarra,  y  que 
esto  seria  saludable  y  á  propósito  así  para  sus  parti- 
culares intentos,  como  para  el  bien  común  de  sus 
vasallos.  Llevaba  mal  el  navarro  los  embustes  y  ma- 
ñas de  don  Alvaro  de  Luna  :  todavía  visto  que  era 
forzoso  sujetarse  á  la  necesidad ,  habló  con  el  rey  en 
Valladolid,  do  á  la  sazón  se  hacían  las  cortes  de  bas- 
tilla. Renovóse  la  confederación  en  esta  habla ,  pues- 
ta entre  ios  tres  reyes  el  de  Navarra ,  el  de  Aragón  y 
de  Castilla.  Pusiéronse  por  escrito  las  capitulacío— 
nes ,  que  por  el  presente  confirmaron  con  sus  jura- 
mentos y  firmas  los  dos  reyes.  Al  de  Aragón ,  que 
ausente  estaba ,  para  que  hiciese  lo  mismo,  enviaron 
un  tanto  de  lo  capitulado  y  de  las  condiciones  por 
medio  del  doctor  Diego  Franco,  hombre  prudente, 
y  docto  en  derechos ,  demás  desto  del  consejo  real. 

Asentadas  las  cosas  en  esta  forma,  el  rey  de  Na- 
varra se  partió  á  su  reino  :  el  de  Aragón  después  de 
muchas  dilaciones  de  que  usó  antes  de  responder  á  lo 
que  Diego  Franco  le  proponía  y  representaba ,  última- 
mente en  Barcelona  dio  por  respuesta  que  aquellas 
condiciones  no  le  contentaban,  que  le  parecía  se 
debían  reformar  algunas  dellas.  Junto  con  esto,  pa- 
reciéiidole  aquel  embajador  persona  á  propósito  para 
sus  intentos ,  envió  con  él  un  recaudo  secreto  á  don 
Alvaro ,  en  que  le  avisaba  que  Pedro  Manrique  era  el 
que  atizaba  todas  aquellas  disensiones,  y  poniadíscor- 
aia  entre  los  infantes  sus  hermanos :  que  era  hombre 
de  dos,  y  aun  de  muchas  caras,  y  á  cada  paso  mu- 
daba de  color  como  mejor  le  venia ,  por  ser  de  su 
condición  variable  y  amigo  de  novedades ;  por  tanto 
si  deseaba  mirar  por  sí ,  por  el  bien  y  pro  común ,  y 
por  el  rey ,  debia  ecballe  de  la  corte  y  no  permitir 
tuviese  mano  alguna  en  el  cobierno. 

Desta  ofensión  del  rey  ae  Aragón  contra  Pedro 
Manrique  no  se  sabe  bien  la  causa  (i) ,  salvo  que  por 
el  mismo  tiempo  fue  puesto  en  prisión  el  arzobispo 
de  Zaragoza  llamado  don  Alonso  Arguello,  en  que 
murió.  Del  género  de  la  muerte  que  le  dieron ,  hobo 
diversos  rumores  :  unos  decían  que  en  la  prisión  le 
dieron  garrote ,  otros  que  le  ecnaron  en  el  rio :  lo 
mismo  se  ejecutó  en  algunos  ciudadanos  de  Zarago- 
za. Achacábanles  tratos  secretos  con  don  Alvaro  de 
Luna :  la  verdad  era  que  el  demasiado  celo  que  mos- 
traban de  que  se  mantuviesen  las  paces  asentadas 
antes  con  Castilla ,  les  acarreó  la  muerte ,  y  mas  la 
libertad  del  hablar ,  ca  decían  era  justo  forzar  al  rey 
á  guardar  lo  concertado ,  y  no  quebrantar  las  paces, 
para  que  la  república  no  las  tase  (2)  si  se  hacia  lo 
contrarío.  Por  la  muerte  del  arzobispo  fue  puesto  ea 
su  lugar  don  Francisco  Clemente  obispo  que  á  la  sa- 
zón era  de  Barcelona.  Junto  con  esto  tenian  entre  si 
los  reyes  hermanos  tratos  secretos  en  razón  de  ven- 

f^  por  las  armas  los  agravios  que  don  Alvaro  de  Luna 
es  hacía ,  y  juntar  sus  fuerzas  para  destruílie. 

Llamó  el  rey  de  Aragón  al  infante  don  Enrique  su 
hermano  al  principio  ael  mes  de  abril  año  del  Señor 
de  1429.  Tuvieron  los  dos  hermanos  vistas  en  la 
ciudad  de  Teruel  (3) :  entendióse  (por  lo  que  se  vio 
adelante)  que  concertaron  de  levantar  cente  y  mo- 
ver guerra  á  Castilla.  El  navarro  no  se  halló  en  esta 
junta  por  estar  ocupado  en  diversos  negocios  de  su 
reino ,  y  en  coronarse  por  rey ,  (pie  hasta  entonces 
se  dilatara.  Hizose  la  ceremonia  en  Pamplona  á  quin- 
ce de  mayo  en  esta  manera  :  el  rey  y  la  reina  vestí- 
dos  de  sus  paños  reales ,  sus  coronas  en  la  cabeza  á 
la  manera  que  los  godos  usaban  ,  fueron  levantados 
en  sendos  paveses ,  y  puestos  sobre  los  hombros  de 
los  grandes.  Alzaron  por  ellos  los  estandartes,  y 

( 1 )  Era  scgim  Zorita .  que  por  sus  artificios  había  procu- 
rado que  el  condestable  de  Cuslilla  volviera  á  la  corte. 

(2)  Que  no  pagase. 

(3)  ScguQ  Zurita,  en  Chelva. 


53 G  BIBLIOTECA  DB 

fueron  en  esta  forma  por  un  faraute  pregonados  por 
reyes.  Luego  después  desto  se  hicieron  de  secreto 
levas  de  gentes  en  los  do9  reinos  :  la  voz  era  para 
ayudar  á  )aa  cosas  de  Francia ,  la  verdad ,  que  esta- 
ban resueltos  de  tomar  las  armas  contra  Óastiila. 

Ño  se  le  encubrió  eslo  al  rey  de  Castilla  :  enviá- 
ronse de  la  una  á  la  otra  parte  embajadas  sobre  el 
caso ;  no  apravecliú  nada.  Los  dos  reyes  movieron 
con  sus  ijentes  y  llef^ron  liasta  Hariza,  villa  situada 
día  raya  de  Aragón,  y  de  los  anligaos  llamada  Arci, 
en  los  pueblos  diciios  arevacos  :  iban  determinados 
de  meterse  por  aquella  parte  y  entrar  por  fuerza  en 
las  tierras  de  Castilla.  Con  este  intento  don  Diego 
Gómez  de  Sandoval  conde  de  Castro  metió  gente  de 
guarnición  en  Peüariel ,  y  el  infante  de  Aragón  don 


CAIPAK  T  ROIG. 

Pedro ,  avisado  desto ,  de  Medina  del  Campo  drade 
estaba,  acudió  al  mismo  lugar.  El  rey  de  Castilla 
para  resistir  á  estos  intentos  lia  cía  en  todo  su  reino 
grandes  levantamientos  de  gentes  ;  mandó  en  parti- 
cular á  los  grandes  que  le  acudiesen,  y  nombrada- 
mente llamó  al  infante  de  Aragón  don  Enrique ,  y  á 
(ton  Fadrique  de  Castro  duque  de  Arjona ,  meto  qua 
era  de  don  Fadrique  mnestre  que  fue  de  Santiago  y 
hermano  del  rey  don  Pedro.  Hizo  otrosi  que  á  todos 
los,  estados  de  nuevo  se  lomase  juramento  que  en 
aquella  guerra  servirian  con  todas  sus  fuerzas  y 
le  al  mente ,  y  que  darían  aviso  sí  algunos  tratasen  de 
otra  cosa  y  pretendiesen  lo  contrario ,  con  pleito  ho- 
menaje y  voto  que  hacían  si  faltasen  en  lo  que  pro- 
metían ,  de  ir  á  JeruiaJém  á  pies  descalzos,  y  que  no 


pedirían  en  algún  tiempo  relajación  del  dicho  jura- 
mento. 

En  Palcncia  ¿  los  primeros  de  mayo  se  hizo  esta 
diligencia.  Juraron ,  el  primero  don  Alvaro  de  Luna, 
y  con sigüicn lómente  don  Juan  de  Contreras  arzobis- 
po de  Toledo,  don  Lope  de  Mendoza  arzobispo  de 
Santiago,  don  Fadrique  almirante  del  mar,  don 
Luís  de  la  Cerda  conde  de  Medinaccli ,  los  maestres 
de  (iilatrava  y  Akánlara,  don  Gutierre  de  Toledo 
obispo  que  fue  adelante  de  Falencia,  don  Pedro  do 
Zúñiga,  PedroMaiirique,donltodrigo  Alonso Pimen- 
tcl,  Sarmiento,  y  con  les  demás  Juan  de  Tovar señor 
de  Berlanga  con  otros  muchos  señores  t¡ae  acompa- 
ñaran al  rey,  toilos  á  porGa  quien  sería  el  primero 
para  Itacer  muestra  de  su  lealtad  y  obediencia ;  den- 
tro los  cuales  luego  se  nombraron  cuatro  capitanes 
Jue  guardasen  las  fronteras.  Estos  fueron  el  mismo 
on  Alvaro ,  el  almirante ,  Pedro  Manrique  y  Pedro 
Fernandez  do  Velasen  su  yerno.  DiOrunlesdos  mil 
de  £  caballo ,  que  eran  mas  nombre  fio  ejército  que 
ícuales  fuerzas  A  las  de  Aragón.  A  lliego  I-opez  de 
Zúñiga  encargaron  luesc  en  seguimÍL'nlo  de  tus  de- 


más d  pequeña  distancia  y  de  respeto  con  ihi  nueva 
escuadrón  de  caballas.  El  mismo  rey  con  la  mavnr 
parte  do  sus  gentes  lomó  cuidado  de  ir  contra  la  villa 
de  Peiiafiel  y  sujetalla.  Asentó  sus  reales  cerca  de  las 
murallas ,  y  i  voz  de  ^iregonero  mandó  avisar  á  los 
lloradores  que  se  rindiesen ,.  con  apercibimiento  que 
SI  se  ponían  en  resistencia  v  usaban  de  dilaciones, 
serian  dados  por  traidores.  Obedecieron  los  morailo- 
res ,  con  que  don  Pedro  de  Aragón  y  con  él  el  con<le 
de  (lastro  don  Diego  Gómez  de  Sandoval  se  recogie- 
ron á  la  fortaleza.  Dióse  d  los  moradores  perdón  de 
haber  cerrado  las  puertas  y  no  se  remlir  luego  :  no 
pareció  por  entonces  combatir  el  castillo  por  no  gas- 
lar  muclio  tiempo  en  el  cerco. 

Los  reyes  de  Aragón  y  de  Navarra  entraron  en  las 
tierras  de  Caslitla,  y  rompieron  por  la  parle  de  Cogo- 
lludo,  villa  asentada  en  los  conl¡iie.s  de  la  antigui 
Carpelania  y  de  los  pueblos  que  llamaban  arevacos. 
Asentaron  sus  reales  en  lugar  llano  y  descubierto. 
Lus  capitanes  de  Castilla  en  un  collado  legua  y  media 
distante.  Eran  los  aragoneses  y  navarros  en  númeni 
de  dos  mil  y  quinientos  caballos ,  mil  infantes  to<las 


bien  armados ,  soldados  viejos  y  pláticas  en  muchas 
perras,  En  los  reales  de  Castilla  se  contaban  rail  y 

setecientos  caballos ,  cuatrocientas  infantes.  Los  re- 
jes  deseosas  de  pelear  luego  et  dia  signienle  un  vier- 
nes primero  de  julio  morieron  ordenadas  sus  haces. 
Amonestaron  coni>ocas  palabras,  conforme  al  tiempo, 
á  cada  cualdelas  escuadras  y  compañíís  que  hiciesen 
el  deber  :  que  por  culpa  de  pocos  andaba  el  reino  de 
Castilla  revuelto,  quebrantadas  las  leyes,  profanadas 
Jas  cosas  sacadas :  ellos  á  quien  mas  que  á  nadie 
t«caba  acudir  al  remedio  y  procuralle,  desterrados, 
despojados  de  sus  bienes,  de  sus  bijos ,  mujeres  y 
amigos ,  basta  el  derecho  común  de  contratación  les 
quitaban  :  que  ni  aun  les  cunscnljan  hablar  al  rey  de 
Castilla  para  amonestalle  lo  que  á  él  le  convenia  ,  y 
dar  de  si  razón ,  por  lo  cual  eran  forzados  á  tomar  l;is 
armas  y  valerse  dellas  :  que  del  suceso  de  aquella 


BISTÚItU  DE  BSPUJt*. 


...I,  estuviesen  á  punto  y  aparejados  para  acometer 
á  los  cnnlrorios ,  que  aunque  [uerati  mas ,  no  len- 
driau  dilicullad  un  desbaralallos  por  venir  desarma- 
dos y  ser  (tente  poco  ejercitada ,  y  al  contrario  ellos 
tan  usados  en  las  armas  y  en  pelear :  utanlo  mas  que 
lien  número  y  en  esfuerzo  les  hacéis  ventaja.  Ni 
utienen  reales  los  enemigos ,  ni  están  fortilicados ;  el 
Mcieto  nos  ofrece  ocasión  de  grande  ploriri ,  el  cual  á 
)inns  es  favorable ,  á  los  contrarios  ba  quitado  el  en- 
iitendímicnlo  para  que  nada  acierten.  Animaos  pues, 
j>y  en  este  dia  echad  el  sello  á  todas  las  victorias  pa- 
usadas ,  A  los  trabajas  y  lionra  gunada.» 

Adelantáronse  al  son  de  los  pifaros  y  atambores: 
llegaron  á  vista  de  los  encmtcos,  cuando  don  Alvaro 
de  Luna ,  considerado  el  peligro ,  oíandú  rodear  ctm 


los  rros  c  u  nquaoibnd  erm  nad  de 
no  petear  smo  con  ventaja  y  buena  ocasión,  ó  forza- 
do. El  infanle  don  Enrique  por  una  parte  y  por  la 
otra  el  adelantado  Pedro  Manrique  tuvieran  liabhi: 
ftijíronse  denuestos  y  quemazones  sin  qiio  otro  efec- 
to se  siguiese.  Acudieron  los  unos  y  los  otros  á  las 
armas  ,  trabnronsealgunas  escaramuzas.  Kl  cardenal 
de  Foi  legado  del  papa  en  Aragón ,  que  andaba  entre 
las  unas  haces  y  las  otras,  amonestaba  hora  .1  estos, 
hora  aquellos  que  sosegasen  :  en  ün  les  persuadió 
(jue  pues  en  yn  larde ,  dejasen  para  el  dia  slguienlo 
la  batalla.  La  dilacinn  de  aquella  noclie  puso  remedio 
á  tos  males.  La  reina  de  Aracon  hembra  de  ánimo 
varonil  llegado  que  bobo  adonde  las  Rcnles  alojaban, 
hizo  armar  su  tienda  en  tncdio  de  los  dos  campos  y 
por  su  industria  con  hítenos  partidos  se  hicieron  las  ( 


Es        u       qu  p    nes  d   C  las  lio- 

ieron  jurado ,  se  dejaron  las  armas.  Y  si  bien  la» 
gentes  de  Castilla  se  quedaron  en  el  misino  lugar, 
los  reyes  de  Aragón  y  Navarra  sin  iiaccr  mal  ni  daño 
volvieron  atrás. 

El  infante  don  Enrique  los  dias  pasados  estuvo  á 
punto  (por  tratado  que  tenia)  de  tomar  con  engaño 
y  apoderarse  de  la  ciudad  de  Toledo ,  y  por  no  haber 
salido  con  esle  deseno  poco  antes  de  la  refriega  se 
fuera  á  juntar  con  tas  hermanos  ;  al  presente,  con- 
fiado en  las  capitulaciones  de  la  paz  ,  por  Sigñenza 
pasó  i  líeles ,  resuello,  si  no  le  guardaban  lo  asenLv 
do ,  de  mover  nuevos  alborotos  con  ayuda  de  los  de 
su  valía.  Sin  embargo  el  rey  de  Castilla  con  la  fuerza 
de  sus  gentes  r'ejércilo  apresuraba  su  camino  :  lle- 
vaba mus  de  diez  mil  de  i  caballo  y  cincuenta  mil 


03S 


BIBLIOTECA  OB  6ASPAB   f  ROIG. 


infantes,  todos  número.  Fuéronsepara  él  la  reina  de 
Aragón  su  hermana  y  el  cardenal  de  Fox :  avisáronle 
de  los  conciertos  y  amonestáronle  dejase  las  armas. 
El  encendido  en  deseo  de  satisfacerse  ^  y  feroz  por  la 
esperanza  que  llevaba  de  la  victoria ,  respondió  que 
las  oapitulaciones  no  eran  válidas  por  ser  hechas  sin 
su  mandado,  que  era  justo  castigar  la  insolencia  de 
los  dos  reyes. 

Tenia  sus  estancias  cerca  de  Belamazan ,  pueblo 
situado  á  la  ribera  de  Duero.  Lle^ó  alli  don  Faorique, 
duque  de  Arjona  y  conde  de  trastamara.  Llegado 
que  hobo  á  la  presencia  del  rey  fue  preso ;  lleváronle 
ni  castillo  de  Penafiel ,  aue  en  este  comedio  era  ve- 
nido en  poder  del  rey ,  aonde  falleció  el  año  siguien- 
te :  notable  lástima  asi  por  su  edad  codio  por  ser  de 
sangre  real ,  como  también  por  venir  sin  esperar  sal- 
vo conducto,  creo  confiado  y  asegurado  de  su  buena 
conciencia  con'ra  el  crimen  de  traición  que  le  carga- 
ban .  es  á  saber  de  sentir  con  los  infantes  de  A.ragon. 
La  discordia  civil  es  madre  dé  sospechas ,  y  coa- 
irada  muchas  veces  á  la  inocencia.  Los  buenos  sue- 
len en  tal  ocasión  ser  tenidos  por  mas  sospechosos 
que  los  malos ,  en  especial  si  aman  el  sosiego.  La 
sepultura  deste  príncipe  se  ve  cerca  de  Camón  en 
tierra  de  Campos  en  nn  monasterio  que  se  llama  Be- 
nevivere ,  con  su  lucillo  y  letrero  que  le  hizo  poner 
Pero  Ruyz  Sarmiento  su  sobrino  hijo  de  su  hermana, 
y  primer  conde  que  fue  de  Salinas.  Entró  el  rey  de 
Castilla  luego  por  las  tierras  de  Aragón  con  grande 
espanto  de  aquella  tierra.  Los  labradores  con  sus 
ganados  y  ropilla  se  recogían  á  lugares  fuertes  :  los 
soldados  ponían  fuego  alas  aldeas  que  quedaban  yer- 
mas ,  y  talaban  los  campos.  Llegaron  con  los  reales 
liasta  Hariza ,  villa  fuerte  por  estar  sentada  en  un 
ulto:  recogiéronse  los  moradores  al  castillo,  y  con 
esto  jaquearon  el  pueblo  y  en  gran  parte  le  quema- 
ron. En  el  mismo  tiempo  como  estaña  acordado  ha- 
cian  también  entradas  por  'las  tierras  de  Navarra 
gen  tes  de  Castilla  debajo  la  conducta  de  Pedro  Velascó 
í^'cncra!  de  aquellas  fronteras.  Tomaron  por  fuerza  á 
San  Vicente  villa  de  Navarra ,  y  le  pusieron  fuego  á 
causa  que  por  quedar  el  castillo  por  los  navarros  no 
se  podía  conservar. 

Por  otra  parte  el  obispo  de  Calahorra  y  Diego  de 
Zúuiga  su  sobrino  se  apoderaron  de  la  villa  de  la 
(lUardía  y  de  su  castillo.  Fuera  desto  el  conde  de  Be- 
navente  don  Rodrigo  Alonso  Pimentel,  como  le  era 
mandado,  con  parte  del  ejército  no  cesaba  de  apode- 
rarse de  los  pueblos  y  castillos  que  el  infante  de 
Aragón  don  Enrique  poseia  en  Castilla :  él  desampa- 
rada la  villa  de  Ocaña ,  que  era  cámara  de  su  maes- 
trazgo ,  se  fué  á  Segura ,  castillo  asentado  á  la  raya 
de  Portugal  y  á  la  ribera  del  rio  Guadiana.  Allí  dejó 
la  infanta  su  mujer,  y  él  se  volvió  á  Trujillo  por  ver 
si  ya  que  le  tomaron  los  demás  pueblos  de  su  estado, 
pudiese  entretenerse  y  hacer  algún  daño  por  aquella 
comarca  en  las  tierras  del  rey.  Acudióle  luego  su 
hermano  el  infante  don  Pedro,  oue  por  miedo  de 
aquella  tempestad  se  retiró  á  aquellos  lugares ,  mozo 
de  gran  corazón ,  y  muy  diestro  en  las  armas  por 
el  uso  que  de  ellas  alearlo  en  las  guerras  de  Ñá- 
peles. 

CAPITULO  IL 

Del  fin  desta  guerra. 

Mlcuo  se  adelantaron  las  cosas  de  Castilla  quier 
para  ganar  reputación  y  mantenerse  en  su  honra, 
quier  para  vengar  y  castigar  el  atrevimiento  de  los 
aragoneses  y  navarros ,  pues  por  tantas  partes  y  en 
tantas  maneras  los  apretaron.  Poner  sitio  al  castillo 
de  Hariza  era  cosa  larga ,  y  poco  lo  que  en  tomaile  se 
interesaba ,  que  fue  la  causa  porque  el  rey  de  Cas- 
tilla dio  la  vuelta  con  sus  gentes  y  soldados  á  Medina- 
celi ,  mas  alegres  por  la  victoria  que  ricos  con  la 
presa.  Con  esto  y  con  poner  diversas  guaruiciones  en 


aquellas  fronterjis.desháo  el  campo  y  dio  licencia  á 
los  soldados  para  irse  á  invernar  y  volverse  á  sos  ca— 


para 

aplazadas.  Con  su  partida  los  eñemieos 

recobraron  ánimo.  El  navarro  se  era  ido  á  defender 
su  reino  ;  el  de  Aragón  juntadas  sus  gentes  se  metió 
por  las  tierras  de  Castilla  por  la  parte  y  comarca  de 
la  ciudad  de  Soria ,  por  donde  antiguamente  se  ten-' 
dian  los  pueblos  llamados  celtiberos.  Apoderóse  de 
la  villa  deDeza ,  ganó  los  castillos  de  Círia  y  Borovia; 
y  con  ellos  á  Bozmediano :  el  castillo  se  le  entregó  el 
alcaide  por  dineros.  Fue  grande  la  presa  de  ganadas 
y  trigo ,  tomaron  muchos  prisioneros :  con  esto  las 
gentes  y  soldados  sin  recebir  algún  daño  se  volvleroa 
á  Calatayud  de  do  salieron. 

A  la  raya  de  Portugal  por  la  parte  que  corre  Gua- 
diana y  baña  las  tierras  de  Estremadura,  los  infantes 
de  Aragón  con  mayor  libertad  y  ganancia  hacían  sus 
cabalgadas  y  presas  de  ganados ,  de  que  hay  en 
aquellas  comarcas  gran  muchedumbre  por  la  abun- 
dancia de  los  pastos ;  los  cuales  enviaban  á  Portugal 
no  obstante  que  el  conde  de  Benavente  quien  esto 
tenia  encomendado,  les  hacia  resistencia ,  pero  no 
era  bastante  para  estorballos.  Por  esta  cansa  don 
Alvaro  de  Luna  acudió  en  persona  á  reparar  aquel 
daño ,  y  para  el  mismo  efecto  á  su  llamado  Pero  Pon- 
ce  señor  de  Marchena ,  que  era  un  caballero  muy 
poderoso  y  rico  en  el  Andalucía.  Enviaron  sus  reyes 
de  armas  á  pedir  la  presa ,  emienda  y  restitución  de 
los  daños ;  y  ninguna  cosa  alcanzaron  fuera  de  bue- 
nas palabras ,  porque  el  rey  de  Portugal  de  secreto 
les  hacia  espaldas,  y  holgaba  de  los  traoajos  y  altera- 
ciones de  Castilla  por  serle  muy  á  propósito  para 
afirmarse  él  mas  y.  arraigarse  en  aquel  su  reino  de 
que  se  apoderara. 

Sucedió  á  la  misma  sazón  que  los  infantes  de  Ara- 
gón por  no  hallarse  con  fuerzas  iguales  á  don  Alvaro 
de  Luna ,  quemados  los  arrabales  de  TruiiUo ,  forti- 
ficaron aquella  plaza  que  se  tenia  por  ellos ,  y  en  la 
fortaleza  pusieron  buena  guarnición  de  soldados; 
demás  de  esto  por  si  mesmo  de  sobresalto  se  apode- 
raron de  Alburquerque,  villa  fuerte  y  de  importancia 
á  la  raya  de  Portugal :  por  todo  esto  las  voluntades 
de  sus  contrarios  gueoaron  mas  irritadas.  Pareció 
grave  daño ,  especial  la  pérdida  de  Alburquerque, 
porque  se  temia  que  los  portugueses  se  fortificasen 
en  aquel  pueblo ,  puesto  que  entre  Portugal  y  Casti- 
lla habia  treguas ,  mas  no  estaban  de  todo  punto 
concertadas  Tas  paces ,  y  menos  las  voluntades  con- 
formes. Determinó  el  rey  acudir  á  aquel  daño  convi- 
dado por  don  Alvaro,  y  esto  para  que  con  mayor 
autoridad  y  fuerza  se  hiciese  todo ,  y  la  honra  de  la 
victoria  que  esperaban ,  y  de  concluir  aquella  em- 

{)resa  quedase  por  el  mesmo  rey.  Sucedió  al  revés  de 
o  que  cuidaban ,  porque  si  bien  tomaron  la  villa  y 
fortaleza  de  Trujillo  y  á  Montanges ,  no  hobo  orden 
de  apoderarse  de  Alburquerque :  así  con  dejar  allí 
por  capitanes  y  fronteros  al  maestre  de  Alcántara  y 
don  Juan  hijo  de  Pero  Ponce ,  el  rey  y  don  Alvaro 
dieron  la  vuelta,  y  se  partieron  para  Medina  del 
Campo. 

En  la  toma  de  Trujillo  sucedió  una  cosa  memora- 
ble. Estaba  el  condestable  don  Alvaro  dentro  de  la 
villa :  la  fortaleza  se  tenia  por  el  infante  don  Enrique. 
Tratóse  con  el  alcaide  que  la  rindiese ;  impedíalo  un 
bachiller  Garci  Sánchez  de  Quincoccs ,  que  tenia 
gran  parte  en  la  guarda.  Procuró  don  Alvaro  haber 
habla  con  él ,  y  aunque  con  dificultad ,  al  fin  alc-an- 
záque  por  un  postigo  á  la  parte  del  campo  que  tiene 
una  cuesta  agria ,  viniese  a  ella  solo  con  un  mozo  de 
espuelas ,  que  con  la  muía  se  quedó  también  á  la  mi- 
tad de  la  cuesta.  Salió  el  bachiller ;  mas  como  ni  por 
promesas ,  ni  amenazas  se  dejase  vencer ,  abrazóse 
el  condestablo  con  él,  y  ambos  fueron  rodaudo  la 


nttORIA 

cuesta  íibajo  de  suerte  que  antes  que  de  la  rortalezá 
pudiese  ser  socorrido ,  le  puso  en  lugar  seguro  entre 
cien  hombres  de  armas  que  allí  cerca  tenía  pues- 
tos en  celada,  con  toctial  sin  dilación  se  rindió  lá! 
fortaleza. 

Por  este  mismo  tiempo  recibieron  los  de  CasUHa. 
una  nueva  rota  en  los  campos  de  Arabiana ,  que  cai-^ 
ttu  ¿  liis  haigas  de  Moncayo ,  harto  eonoci€(o<t  y  des- 
graciados de  tiempo  antiguo  por  la muerte  deshelada 
T  ftesteal  ejecutada  eu  las  personas  de  los  siete  in* 
nntesde  L»ra.  Ruy  Diurde  Mendoza  |ior  sobrenombre 
el  Calvo,  aunque  ciudadano  de  Sevilla ,  era  capitán 
de  cuntrtfcieiitos  caballos  de  Navarra.  Este  vencM 
éU  un  ekicuentio  á  Ihíño  López  de  Mendoza  señor  de 
ñta  por  arriscarse  con  menor  número  de  gente  i 
pelear  con  los  contrarios  :  p4icos  fueron  los  muertos 
porque  el  capitán ,  como  vio  los  siTyos  destratados, 
se  recOf^  con  algunos  ú  un  ribaxo  en  que  se  hizo 
íberle.  Los  mus  se  pusieron  en  huida  y  se  salvaron  á 
éausa  qu»  k»  contrarios  no  tenían  noticia  déla  tieN 
'  ra ,  y  i>or  la  oscuridad  de  lií  noche  que  cewtJ.  ' ' 
Hacíanse  las  cortes  deCdstlIla  en  Medina^elGsm* 

epor  prhicípíD  del  ano  4430,  y  por  el  mismo  tiedipd 
de  los  catalanes  en  Tortos^ ,  presentes  los  dos  re« 
yes  cada  cual  en  su  parte.  Era  grande  la  falta  dé 
dinero  para  los  gastos  de  la  guerra ,  que  pretendian 
seria  muy  larga ;  y  era  grande  la  ditículUid  que  se 
fi^pech  pura  aiegatlo.  Lus  reiiUis  de  Aragón  eran  pe-» 
quenas ,  las  rinuezas  <le  Castilla  consumidas  con  los 
gastos  y  poco  orden  del  rey  y  de  su  casa,  comoqniíftr 
que  la  templanza  del  principe  sirva  en  lugar  de  muy 
gruesas  rentas  bastantes  para  el  tiempo  de  ta  guerra 

Íde  la  paz.  En  arabas  partes  se  trató  de  la  poca 
altud  que  algunos  grondes  guardaban  á  sus  revés. 
Deseaba  el  de  Aragón  sosegar  á  don  Fadrique  oond# 
de  Luna,  case  entendía  inclinaba  á  seguir  el  pirtido 
de  Castilla,  movido  del  dolor  v  sentimiento  que 
cansaba  en  él  hab<*lte  quitado  el  reino  (i),  deniáli 
q[iie  no. faltaba  gente  liviana  que  despertaba  su  éni-^ 
ido  inconstante ,  y  le  ponía  grandes  esperanzm  dé 
rogarse  y  alcanzar  mayores  riquezas ,  si  se  arrima^ 
ba  a  Castilla.  No  pudo  salir  el  de  Am^n  con  lo  que 
pretendía  en  esta  parte,  ni  le  pudo  mherA  lasma-* 
nos ,  pero  confiscóle  todo  su  estado ,  que  le  tenia 
muy  grande. 

Lo  mismo  hizo  el  rey  de  Gistilb  con  los  inftinles 
de  Aragón,  jraun  pasó  mas  adelante,  que  ó  por  ser 
de  su  condición  pródigo ,  ó  con  intento  que  aoneHos 
señores  nó  les  quedase  esperanza  de  reconciliarse 
con  él  y  ser  restituidos  eu  mis  bienes  ^  los  pueblos 
que  les  quitó,  los  repartió  entre  otros  caballeros  prín^ 
eipales.  kl  maestrazgo  de  Santiago  se  dio  en  adml«- 
nistracion  á  don  Alvaro  de  Luna ,  á  Pedro  Fernandez 
de  VelasL-o  ea  propiodtid  la  villa  de  Haro ,  Ledosma  á 
Pedro  de  Züñigsi  (al  uno  y  al  otro  con  titulo  de  con- 
des) á  Pedro  Munriquo  dio  á  Paredes,  al  conde  de 
Benavoote  hizo  merced  de  la  villa  de  Mayoi^a,  Medi- 
nilla  fue  dada  á  Pero  Ponce.  A  Iñigo  López  de  Men^ 
doza  cupieron  del  repartí  miento  y  del  botín  algunos 
lucres  cerca  de  Guadal» jara ,  que  eran  dé  la  infanta 
dOnu  Catalina  :  á  don  Gutierre  Gómez  de  Toledo, 
obispo  que  fue  adelante  de  Patencia ,  Alva  de  Tormos 
-en  tierra  de  Salamanca :  á  otros  caballeros  diferentes 
dio  otros  pueblos  y  lugares  en  gran  número. 

Foreste  modo  do  la  caída  destos  infantes  como  de 
«o  grande  edificio  se  fudilaron  en  Castilla  nuevas 
easa«  3[  estados,  que  permanecen  y  se  conservan  has- 
tia el  día  de  hoy,  dado  que  algunos  Imnliecliomii- 
«danza  por  diveraás  causas  de  apellidos  y  Knajes. 
A  don  Fadrique  conde  de  Luna ,  que  Imita»  de  Anh- 
ffOD,  por  el  mismo  tiempo  llegó  á  Medina  del  Campo, 
nesgues  de  habelle  lionntdo  y  festejado  mucbu  díerdn 

*    (i)  á  ^  SieíHa ,  del  eoal  ira  abuelb  le  baMa;;heclío  do- 
-taelini  lo  ter  vivos.  "  • 


IMT  bpaIIa.  93^ 

primero  hs  vHias  de  Cuellar  y  Villalon ,  después  tam- 
Dien  Arjona  y  otras  rentas ,  con  que  pudiese  susten- 
tar su  casa  y  estado.  Douu  Leonor  reina  de  Aragoá 
fue  llamada  á  Tordesillas ,  y  allí  puesta  en  el  monas« 
terio  de  Sbiita  Clara.  Quitáronle  asimismo  tres  castí4 
nos  suyos  que  tenia  con  guarnición ,  que  ella  entregó 
como  le  ei^a  mandado ,  todo  á  propósito  que  no  pudie- 
se ayudar  á  sus  hijos  ni  t;on  hacienda ,  ni  de  otra  ma^ 
ñera  alguna ;  pero  poco  después  se  revocó  todo  esto 
en  Burgos.  Después  del  rigor  suele  seguirse  la  be* 
nignídad  y  compasión,  demás  que  parecía  cosa  fea 

Í[ue  la  rqadre  inocente  pagase  los  deméritos  de  sus 
lijos.  Fue  puesta  en  libertad,  y  fuéronle  resUtuídok 
sus  castillos  con  condición  y  promesa  que  hizo  de  nó 
acudir  á  sus  hijos  en  aquella  guerra. 

Ayiidómuclio  para  tomar  esta  resolución  una  em- 
bajada que  vino  sobre  estas  diferencias  de  PoKugal^ 
dado  que  lo  que  sobre  todo  con  eila  se  pretendía ,  era 
que  entre  los  reyes  de  Castilla  y  do  Aragón  se  hicie- 
sen treguas  hasta  tanto  que  jueces  señalados  por  am- 
bas partea  tratasen  entre  sí ,  y  asentasen  las  condi-^ 
cienes  de  la  paz.  No  tuvo  esto  efecto  pomo  estar  aun 
sazonadas  las  teosas.  En  Pefiíscola  este  año  el  domin*  ■ 
go  de  Ramos ,  que  fue  á  los  nueve  de  abril ,  y  el  ju^ 
ves  adelante*  salió  del  sepulcro  del  papa  Benedicto 
tan  graflde  f  tan  suave  olor,  que  se  hmchó  de)  todo  el 
ea^tillp !  asi  lo  tesfificín  algunos  autores,  como  yo 
pienso,  mas  por  alicion  que  con  verdad.  Esta  fama 
por  lo  menos  fue  ocasión  óue  Juan  de  l^una  su  sobri- 
no le  hiciese  trasladar  áillueca,  villa  suya  puesta 
entre  Tarazona  y  Calata][ud.  La  licencia  para  hacello 
alcanzó  debajo  de  condición  que  ni  le  hiciesen  honras» 
ni  fuese  enterrado  en  lugar  sagrado  en  pena  de  sá 
contumacia ,  y  de  haber  por  ella  muerto  descomul^ 
gado. 

Aprestábase  el  r^y  de  Castilla  para  la  guerra ,  y  con 
gran  cuidado  juntuba  lina  hueste  luuy  izrande  ,  como 
el  qtte  estaba*  detenuiñado  da  hacer  de  nuevo  coh 
mayor  fuerza  y  pujanza  otra  entrada  en  Aragón.  Juil- 
to  con  esto  teñía  n^andado  á  don  Fadrique  Enrique^ 
almirante  del  mar  que  con  su  armada  que  teniai 
punto,  trabajase  las  riberas  y  mares  de  Aragón  coU 
todo  género  de  daños.  Hecho  esto ,  movió  con  sUs 
gentes  y  llegó  i  Osua.  El  rey  de  Aragón  en  Tarazoiía 
seapaiejaba  para  la  guerra ,  el  de  Navarra  enTudéla: 
ambos  con  mayor  porlia  y  diligencia  que  recaudo ,  á 
causa qneaquellas dos  naciones  aborrecian  aauella 
guerra  como  mala  y  desgraciada.  Fueron  sobre  el  ca^ 
enviados  embajadores  de  Araron ,  que  llegaron  áOs- 
nls  á  catorce  días  de  junio.  Dtóseies  luego  audiencia: 
don  Domingo  obi&no  de  Lérida ,  qne  era  el  principal 

Í  cabeza^  en  aquella  embajada ,  habida  licencia  de 
aÜar,  con  un  largo  razonamiento  qué  hizo,  relaió 
cuah  grandes  üeneflclos  tenían  los  aragoneses  recé^ 
bídos  de  los  reyes  de  Castilla.  Que  la  memoria  dolida 
sería  perpetua ,  sin  embargo  que  tomaron  las  armas 
ito  por  voluntad  sino  forzados  de  los  engaños  deuN 
gunos  señores ,  que  se  aprovechaban  de  la  facilidad 
y  nobleza  de  su  rey  para  echar  sus  deudos  de  la  cor- 
te ,  sin  dar  lugar  aun  de  habtalle  romo  los  oue  estaban 
ce«i  la  privanza  hinchados  y  acusiumbiaaos  á  malas 
mañas.  Que  de  buena  gana  las  dejarían,  si  con  repu* 
tacien  lo  pudiesen  hacer,  y  que  tos  partidos  fueseh 
honroi»osy  tolerables.  Ninguno  ignoraba  cuan  grande 
sería  ef  estrago  y  desventura  de  todos  sí  se  viniese  á 
.  las  manos  de  poder- á  poder.  Las  espadas  aue  una  vez 
se  Uñen  en  sangre  de  parientes ,  con  aíGcultad  y 
I  tarde  se  limpian :  no  de  otra  manera  que  si  los  muer- 
l'tol  y  sus  cenizas  anduviesen  por  las  familias  y  casas 
I  pegando  fuego  y  furia  i  los  vivos ,  todos  se  embr»fli- 
j.een,  sin  tener  un  ni  término  hi  locura  y  los  males. 
:     Puntados  por  el  raionamienio  del  obispo  deu^* 
var^yel  conde  de  Benavente  respondieron  por  isii^ 

t bríos  demás  rUegaran  á  malas  jialabras,'  y  parece 
uscabia  ocasión  de  pasar  adelante*  Ranum  taellos» 


,4^0  BiBLijQi^ECf  inü: 

uno. de  lns  embajadores,  cop  loco  atffovjmienlos^ 
oTre«;¡ó  á  lincer  campo  y  probar  cofi  ias  «rmas  ^  cuatr 
buieru  que  quisiese  salir  á  la  musa,  que  tríala 
ft^iiu  (le  su  parle  ;,Kn»0<I)e  rjosqUicw^  y;  brava j  p^rfl 

for  eslíir  ^1  rey  ^ircsciiíe  no  s«  p^si>  á  im*  que  pala^ 
rnSf  Oiu  oslóse  2ii;ab<)  aquolla  junta :  i<lespM^  lof 
embi|jí\doros  «le  Ar^.po,!!  iiufíla  on,«ie  nno  en  mdío  á ^^^ 
^uji'ltv*> di Ciistnia y  bí fiqfou  €ms\is  amouestap)-? 
pea  tanto  que  se  ¡ucljoji^'on  á  la  paz.  g^Uií^n  los  rea-* 
jes  de  CistUL-vá  la  jiueule  de  Cainy,  sitio  ep^que^ 
fif^,  eiiUeutle  esluw)  a$ent¡jifia  )^  anfigoa  Num^n^iag, 
jnas por  las  meili<bié  y  sitlodé  jps  lugares,  qut^  pof-r 
^que  baya  al^un  raí^tro  cierto  d^»U  aiUigútsdad.  Paso 
ífl  n^y  V<MA 9^p .tmpo ^  Majawx,  AIIí  por  gc^ i| Jigei)'? 
cía  que  los  (ficbos  eiub:ij oidores  lucieron  fiseui^rpn 
tregua!^  por  p0é  de¡  Castilla  doo  , AJvaro  de  ,Mvw  y 
QOA.to|»^  de  MeaJf);fa  arzobii»|io  do  SM)Uago»qu^ 
hombrijoii  para  tratjir  de.irs.capítulauionei  (\ou  los 
eu^bai'itto'es  de  los  d(«  royos.  CuncertaróufuialineQte 
que  Jurasen  In^  treguas  por  espa  úo  il|8  í:íuco  aiiuk 
con  cstus  erudiciones,:  d^adasp  ^raioMs  piíftosjas 
jfrmis,^  se  idiriese  la.ooutcaí/ieioii  co#qo  iates,:;Jo$ 
lufautes  le  Aragim  restituyesi^i)  á Albarj|uer-|Uod«n- 
J^o  de  treiat;i  días,  y  q*iáiio  pu4ljeaefl  entrar «n  0(8- 
pHik  en  tolo  el  .tiempo  d^t^isUinsguaR  ».ni  lanipom  el 
Xyji  de  CuatiJla  les  q^itise  los  puebbs  que  por  etios 
se  ^uiau  ;.  úitímurpeute  qqe  do»  Fa  Iriqíie  condexie 
Xuoa ,  y  don  Jof.  e  marqMés  de  CórU^s  lujo  de  doi| 
.CarJoH  rey  tle  Navarra,  ^ue  andaban  íorajidos  en 
P^s^lla,  no  furAen  maltratados  por  los  rey  e&4e  Ara* 
goíi  y  Navarra.  Paralas  deinásdirereaciasfltauqmbra- 
feu  catorce  jueces ,  siete  de  cada  partn :  j  que  basta 
'incluir  estuviesen  y  residiesen  en  Tarazona  y  Agre- 
ija ,  pueblos  4  la  raya  de  Aratfao. 

Luogoque cstiscon linones  fueron  aprobadi^s por 
)|p^  rey  's,  se  pregonaron  las  treguas  ea  los- relien  la 
,inism  i  fiesta  del  api)stá>l  SiMÜago^  lo  inismo  se  jiízo 
^a  las  riulades  y  lugares  de  los  1-0%  reinos  con  gran- 
.de  ¡  alegr.a  do  todos ,  ^e  ee  regocijaban-  no  solo,  pcH* 
«l,biea  presente,  síík^  mucho  mas  por  k  esperanza 
,qué  cobnirob  de  asentar. una  p^  muy  larga.  De$pa- 
.caironse  correosa  toquis  partes  que  llevasen  nuevas 
^  tan  .alegres,  y  en  particular  al  ref  de  PortngaL  el 
j^'d  con  su  embajada  y  grande  instancia  que  oiao 
-mpohps  voces  y  proqurára^e  compusiesen  estos4eba- 
tes  de  los  rey«s ;  y  en  aquella  saison  se  mostraba  ale- 
il^re  ();)r  losdes{K»sorios  que  festejaba  d^  doMs  Isabel 
«m  hija  coa  i*hilipe  duque  de  Borgoña  vimlo  de  isu 
.^Agunda  mujer,  peste  nyitrimonio  nacW  Garlos  lla^ 
: {P(Km1o  el  Atrevido » diiqne  que  fue  adelante  de  Bom- 
ija^»  conocí, lo  no  m;is  por  la  grandeva  de  sus  oe- 
chiis  y  valor,  que  por  el  triste  v  desgraciado  fin  que 
li|vn.  EJ  rey  de  Aragón  despa  bí)  una  armada  á  Pon- 
iil^al  para  ibimar  i  sus  lieniumos.  Pretendía  él  que 
;d«ij.tn.lo  ¿  Alburquetque^  leaconroanasen ,  y emplea- 
Jf^seu  U  guerra  de  Ibdia,  que  le  tenía  en  mncbo 
anidado ;  y  ile  día  y  de  uoohe  nn  pensad  sino^n  vol- 
'  ver  á  ella;  aunque  U  idea  de  Um  infantes  no  se  «lee- 
.Inó  Juego.  Las  gentes  de  Castilla  fueron  destle  Oaiña 
.4wpoilii|as  4)on  ónlen  que  á  la  primavjera  nof«U<^seb 
.de  ttt'U'lir  ú  sus  b^nvleras  para  dar  principio  á  la  guer* 
^a  tie  los  moros  de  Granatk.  Hecbo  esto ,  el  reypeaó 
jladenásdel  estío  en  Ma(|riga]  villa  mny  oono(vm^  do 
•á  la  sa^oo  la  reina  ae  h4Íkbn. 

CAPITULO  IlL 

^  De  la  guerra  de  Granada. 

y.  Bl  fin  (leJagunmiile  Aragón  fue  príncáfiodeolnii 
-dea  iroerraa^  de  la  «pie  á  lo^  moros  se  luso»  já»  |a 
.dnMdpolf  s  ooroo  quierqMi  nuiHra  k»  rayee  Maiegan, 
-«i«speeial  «*aandu  an  iinperio  eatá  may  eatenmo; 
^ntea  onaa  diferendas  as  trabnn  de  otCM-y  asmuovian 
'da  aneve.ondadia,  ndemáa  ém  la  ambición « BÍafde- 
«laiMxktada  y  nmal,  y  ^ueMlianeUniie  alfiNia.i  el 


que  j  wu$  tienq ,  mf^df  sea  >  j  d^  oms  cns^  eatá 
miado ;  miserabki  y  birps  condición  de  la  naturakaAi 
de  loti  mortales ,  si  bien  á -don' Juan,  rey  d^  CastiUá 
P9<n)fin/e8cusar  el  des^  quítenla  de  ensancliar^i 
nombre  cristiano ,  y  estirpar  la  nación  de  los  nmnag 
por  |»i  meoosiin  Camnai  El  rey  Mabomad  Uamadar  el 
uquierflo  ^  restituyo  aue  fue  en  e|  reino  (comoantifi 
dealo  queda  djclio)  renovaba  sii^' embargo  de  pan 
el  tHbi^o  y  parias  que  ásl.ój  qonwiisus  antcpaaadoi 
tenían  costumbre  de  pagar;  queiue  lai^ansa  pofcqa^ 
onando 86  baoian  losapjiFeiesparaW.goeñ'adeAiii-í 
!  gon ,  si  bien  pidió  treguas »  ni  del  todo  ^e  las  neguwit 
ni  ^HÍaramen^e  se  biB  opneedieron  y  otorgaron.  Tomór 
se  soia^Aute  poTf^spedieptf  de  enviar  por  embajadm 
i  Granada  a  Aloom>^le  borcá:para  entretener  aqoft 
rey  iiirbaroi,  y  dar  .tiempo  al  tiempo,  hasta  que  al  jpe^ 
gaéstuyiftsenien/entalilado.  i 

vAI  pr<*sentaí  como  ouevosemba,|adores,para  está 

envÁadoR  bícieson  «fe  nuevo  instancia  por  las  trogoaa^ 

responnUó  el  nay  que  no  se  tomaría  nin^n  asienten  u 

no  mese.ifua  ante  todas  posas  pa^aseai^  tfibiAtoqna 

tenían  antüs  oon«Yriado.  Fue  junto  con  esto  Aíoiiao 

de  Lorra  enviado  por  embalador  ai  rey  de  Túneican 

ricos  preaente^  para  dir  r<«zQn  a  aqvet  rey  de  la  rfe»4 

ktiltai  y  contumacia  d^l.  rey  de  Granada ,  que  niae 

movía  por  el  peligro,  ni  correspondía  iil  aflKM-  que  lé 

mosl  aran;  Coiie  ta  obró  tanto  que  persuadió  á  aqnal 

;  rey  no  eu visee  al  de  Granada  para  aquella  guerra  «a^ 

'  eorroa  destie  África.  Esto  fue  tanto  mas  fácil  qop 

!  aquello^  b<irj»aros  ponen  de  ordiiMU-ió  la  amistad  | 

I  lealtiil  en  venta ,  y  mas  les  mneve  au  pro  particulaf 

!  que  el  respeto  de  la  religión  yhoneatidad.  Por  vanti^ 

ra  bioen  esto  solos  los  bárbaros,  y  ao  los  mis  delof 

príncipes  que  tienen  i^\  m  mbre  y  se  precian  de  la 

pret»sion  de  crlsUanoH?  ... 

Tuviéronse  cortes  en  Salamanca » en  ifue  coa  gran 
voluntad  de  loilos  los  estad^ts  se  otíirgó  al  rty  a  ruda 
de  dinero  paní  aquella  guerra  en  maycr  cintid*ad^ 
k»  podían ,  porque  eri^  contra  los  enemi^^  de  ctrnt* 
Uanosi  Por  el  fin  deste  a^o  se  liic¡er>m  díversan  e»» 
trada" en  tierras  de  moros ,  en  pirticolar den Gooala 
obispo  de  Jaén  y  Diego  de  Rivera ,  adelantado  qua 
eratwl  Anlalucia,  con  ocb3<*iento8  caballos  y  Iraa 
mil  de  ¿  pié  entniron  b.wta  llegar  a  ta  vegí  deGraan- 
da.  Repartiierm  la  gente  desLi  manera  :  jHiaieroiidM 
cobiibia  m  lugares  á  propósito  :  oolienta  de  i  catello 
llegaron  á  dar. vista  é  la  ciuilad  con  intento  de«ear 
iiía moros  ala  pelea,  v  metellos en  as  zabgi  áu^j 
«nredalM.  Salieron  ellos,  pe.  o  con  recato  al  princí* 

Eio  porque  temían  bi^ue  era*,  nue  había  engaon: 
»s  que  tenían  en  li  primera  et^iila  ( como  le»  fiiean 
mamladíOá  los  primeros  golpea,  vol  víemu  laa  c*jtpdiha 
AaegurainM  con  esto  los.  non  s,  onai'»  si  w»  nobíeni 
mas  que  tnmer»  sin  ónl»*B  y  ain  concierto  sigoen  i 
rieiiila  suelta  el  alcance:  llegaron  con  esto  doodneff* 
taba  la  fuerza  de  loa  coiitcarios,  que  era  In  segando 
I  celada.  No  pensaban  les  moros  cusa  aemejinte^V 
,  halla"  reaistieocia :  asi  ellos  se  at^noriiarou ,  J  alna 
nuantms  creció  el  áiiimo;  hirieron  en  loa^ncnH^aft, 
mataron  ilnscientos.i  prendieran  cíente ,  losdcMS 
como 'pláti;!os  déla  tierra.se  salvaron  por  aquaHu 
fraguAis ,  á  las  cuales  los  caballea  dn  los  mrima  cal»» 
han  acostumbrados,  y  á  los  cristiano» fiaaroa  causa 
por  su  aspereas  y  no  estar  usados  de  i*eleocnic« 
.    Per  .otra  purle  Fernán  Alvarez  de  Tole«lo  aemir  de 
Valdecof neta,  á  cuyo  cai^.  quedó  la  gutmífiuiiéa 
Ei;ija ,  «iilró  por  loe  campos  y  tierra  de  RomU :  nú 
Je  aoo^ttó  tan  prósperameifte ,  |iorqoea<nidieBdn  ka 
uaturilea,  con  igual  ibuVi  auyo  def  que  hiao  co  las 
-contrario^^y  fne  f«ir¿ado  á  retirarse.  IHko  después  R*- 
.  drigo  Pena  adelantado  ile  Caiorh  entrd  por  oira  par- 
le;  acuilinnau  al  improvte  lostunmígMa,  yAíeia 
carga  que  dieron  tan  grand«>,  queconperdiibi  decaai 
.toitoa  loa  «ivos  .apegas  el  adelantado  se  pudo  nivar 
á  u.iade  canallo;  verdad  es  que  'Garda  de 


qñe  ern  mnrímnl  ¿  escaló  áb  noche  j  gand  dé  Jo»'  tno-^' 
iM  fNir  faeruv  el  >ki^r  ñ^Ilmtaíá;  ^vieítet\gútíB'tiBh 
ifcompeHSa  de  Iiqu«1fd5  diaños;  D¿stli  mfírtéi^ar^rMMr 
las  «osa»  Brdsperag  f  fldv0r<tas;  faeffa  ^iq^  él  tiém^ 
wéo  crftrfropósíto,  antesiprir  las  corrtlnuas  ágoati' 
luilMan'  los  cuminos  «(«rp^ntanadés,  los  rids  iban 
etécidos;  en  pértica1ai*'éit  Navátta  él  i^  Ai^ágnqnsa^ 
ll6Ue  ttm<k«,  y  derribó  gmn  parte  dé  te  vflla  de  9tíñJ 

Síés4 oon 0nin')M^d¡da7  kiotát^fe'rláAiDr dé IbsmoHi^ 
res  de  áijiMl  Higa^  *        '  »    -     . 

^  El'rey  llamón pbr  biís  cartas  í  dbn  DtétfD  Goitiés  de 
SiHidowif  t%ndéde  Gtotto,  y  alMáestfe  dé^  Alcáfltáro^ 
dDiv>  Joan  do  8<ilomaffor.  f9oi  obédeOforOft ;  8ca>(loH 
miedo  de  sus  e.ieiníuos,  sea  eslima!a4os  desu  nlaii' 
e^fH'iohciir;  EtB  cr<^lO  S<i<^iairl}i  iét  de4ós  inrtmles 
d«  Aragmi,  "yaM'be^pués  de  héettos  lastre^úas; 
perseverábanlo  féimistiio.'á  Ib  Éa^oh' que  Béuúértfe^ 
Mil  |Mihi  «ca  gtfé^;  nilledó  Ja  pthtier^  mujer  dér 
don  Alvaro  !dé  Luna  (doña' Ehrim  de Vúftoearrerrv.  Flor 
su  muerte 'casé^BégUfidavée  icón  doñifclciantt  hija  dét 
tondetde  Bénat<!9ile!  los  regoeíj^s  do  las  bodi^sse* 
¿ol¿bm^nen1^alefiéla,noíu«*n)n  fondeé  á  éaust 
<4U0 álu diisfiia  foa&ñ íliitééiMoris Ju^ba de Méo^lo^ 
•ia  abuela  tto'ladi*8|)03tidB,y>mu|crViUé  ftié  dial  abn!-' 
Jrasiiie  don  Enrlme;  Jos  padí^ioos  de  la  bodaí  fderofi'el 
-^yy^la  i^eina.  fC&igona  ic¿sa  por  entonces  parecía 
^nid^da  por  ir  cu  aumento  y  con  viento  próspero 
9«  pHbanza  V  autoHdnd  dé  don  Általa. -Sucddtanes 
«fícosoB  al  principio  del  flñoi49!.Et  papa  M.ii*tiA0 
'4^hilo,  yft  niHS  an^itfo  ^  k>  f]ué  mostraba)  del  arago- 
nés, al  tiempo  mismb  que  ó  por  odio  de  loa  franceses; 
i6  ooHvna  profbnda  dJSf.iiü»ck)n  tenia  flamaité^i  Ilaht 
-lia  al  lüclvo  rey  don  Alonso,  Talleció  en  nMita' sazón  efi 
üémn  de  apopiegta  á  felnte  del  roes  de  febrero:  olroé 
feuemis  autoras  seíiafcúi  H  áSo^sfplolente.,  que  liace 
maravillar  baya  vaHmiaif  O'i  cos»  tan  Ihttca  y  tan  no^ 
tahle.  Bn  lupr  del  pa|Mi  Martino  fue  puesto  el'carde- 
aal  Gabriel  Condelnfiirlo ;  veneciano  de  nación ,  con 
^Oibre  quo  tomó  de  ^^ug^^nío  Cuarto:  fue  su  elección 
i  tres  «fiiis  dé  marzo.  Ayudóle  eo  gran  maneí-a  para 
subir  á  aquel  grado  el  cardonal  Jonian  IJrsino :  por 
^•íffo  comenzó  á  favorérfer  rtanclio  á  tos  uráiiiAs ,  h^Lñ- 
JonáiytKitUroso  en  Roma,  yá  |»ersegQír pbr'ermis*- 
•mo  oasoá  fos  rohmfses  sus  contrarfios;  yásu  ejemplo 
iloana  reinadeflápolca  inugermudableeinconstavilr, 
«déSj^jó  á  Antonio  Colona  detap  ciuttad  de  Salem». 
Mr  HüSpelo  d*»l  nnet^o  ponülice  lequító^lot|iie  el  pon* 
'Mci»  pasado  le  biso  dar,  ó  por  ventura  Imboalcun  de» 
ibértto  m^o,  dequvresultaronKUeTasalteracioneé  y 
^MWrentes  ehpt^ranzas  en  otros  ik  ser  acréc^ntailos* 
^    El>"r<7de  Caslilla,  determinado  dedr  en  persona 
4  ta'^ierra  dé  los  moros,  nombró-paña  ef  gomt^nio  do 
<!astíHa  en  anausenda  ú  Peilro  Manrique.  Rocho  os- 
lo, de  Médf  Ha  det  Campo  p  is^  á  Toledo,  en  csryo  tenn 
•pié  phr devoción  posift  toda  una  noel»  armado  y  en 
Tela ,  costumbre  de  los  qóo  so  armaban  caballeros; 
^^nfilaüa  mari-na,  lil^o  bcmléclr  liis  bamterss;  y  pa- 
rtías lasTiestas  (queso  le  hicieron  grandes )'hocBr>s 
wi^  voto!^  y  plt^garias,  p^irtM  puní  fd  guerra.  Está- en 
íttédiodH  ctmitno  puésto'Giudad-<Real :  allt  como  el 
Yoy  se  detuviese  p^ir  af^^mios  días,  á  los  veinte  y  cusk 
pú  do  abHI  rto^  b'frasdi^sptimde'nte.ito  día  tembló  la 
i0erra  ^létal  itostiiera  qué  afgtvnos  «llficios  quedaíron 
Wiltmbidus ,  y  algunas  almenas  d(d  Castillo  oai^on 
M  tierra;  el  mismo  rey  fue  fbneado  por  el  nmdo'y 

r'  el  peyi^tii  s^aRT  afraso  y  ni  descubierto  rfbe  gran- 
el espanto  que  én'toloscausó,  y  maprporestar 
éPl^py  p^ési^Hte  y  correr  pél¡gi*o  su  p*)i*sonR;  mas  él 
Mío  filé  peq[tieno,y  ntngun  liombre  pGi4ecíó«EnAnh 
|M);  Catahiiia  ven  Rüyseifbn Tüíb  mayor  el  estrago 
fbr '<^ti  mism.t éaa&i  y  á lamilsma  sazón ,  tmit^qoe 
alguj^»s  lu;;ares  quedañm  destrüffos,  y-algunos  ma^ 
MtüdoS'pÓMbé  tMblOhés  de  Ih  tléktKÍ^ 
'  ■'£&  OráhaAiot!ros(  poc«ia<télatilé,'yéA  los  reales 
A  •Castilla  que'^mwesttbaii'y  é  pitüfeof  do^peloar^ 


rilSMim  bglESfMÉQ    fl  <i  Mi) 

ettCrap  en^  ia<  batalla  que  sé  dieron,  como  $é  dirá  piHl 
ooi«delant#>  lérnblolé  tierra^  pronóstico  que  eaM 
uno'podia  'ponsar  ataeioeaba á  su  parte  6  A  liní«étt-( 
trárili ,  ó á oottambas,  y  qiie «dio bien  qno  nms» m 
téüieriiio'  menosi á 4os inoróse queá  lo»  tfmitinñil^ 
Asítntsoio  por«ld;ia:EspaibafliMDn  grandes  los  ternas 
rés^'3[aountiosqiie  httDo  por  esta-eaosn;  iqQe'€íl  pnéM 
blo  inconstante'  y  sipersticioso  suele iilt«rarsséoé> 
ostias  fteméjanlés y prooosticar'grandssmales. jMoi» 
oste  iliismbtiémpo  en  BasreétonafiíIledóiarevna^iMtl 
¥ÍDUfnle-déiinN!Íia'edad>faeícasada  c6a  él  rc-y  dittp 
lüanél'PHiherey  y  ora  abnoki  maiema  de^Ludoviotf 
dáqu6^de'A1lJéu^con'quitH't^aiafl  gnonra  los  aragd^ 


no 


neser  por  el '  telno  4e  Nápolés . 
"  llegó  él  roy  <de  Ca8lilhipor<el  mosdo  mayoéda  clo*f 
dad  de  Córdovaí:  desée-alli^eo^ió  ádo^  Alvsfrn  deLda 
na idélsfiteieoh'.hueri «lí^mGro  de  gente,  tnHólodansa 
pflfia  de  IlkMra^  y  Qngó  liaciendoesIragO'liasla  lamisiw 
vega  do  Granad»,  Vamirjque  es  de  grande* freaoR^^ 
no*  do  menor  fertUidafd»'  Puso  <üéKo  «n  liw  oioH^  km 
misohisciutiadanos  á  sus  iiuérlas;  sus  cortijo»  y  nhfl 
boleilas  sin  perdonar  á  una  hermosa  ^sa  de  tampi^ 
qne  pOr  aíír  tenia  élrev  mbro;'pfifi»  no  ftiemn  puf  te 
esloiv  daíios;  al  aun  las  oaitás  de  dosafro  quo  lesiono 
vio  don  Alvaro,  para  que  saiieaentd  pelear;  No  sosoü 

Sla  causa :  puédesoxonietifrartioo  por  oslar  la  abvf 
i  suspensa  oon  el  miedo  que  <  tenia*  de  mayorai 
nnles,  ó  no  ostar  les'ciudidanos  asegurados  uno»  -di 
otros.  Entré tanloi que  esto  pastibii ,  se  éonsu|ialia«ni 
GórdfVa  sobre  feí  forma  queso  tenki  en  hae^r  to  guei>¿ 
RifLos  ffarecerés  fueron  diferentes:  unos  deoiaii> 
que  talasen  los  campos,  y  no  se  detuviesen  ^n  jmñét 
sitio  sobre  al^un  particular  pueblo  :  otros  qneserU 
mas  á  pro^sito  cercar  alguna  ciudad  futirte  palK 
ganar  mayor  repuiadon,  y  éon  su  toma'saicar  mayiP 
prov^elio  do  tantos  trabajos  y  tan  grandes  gastost- 
Prevaleció  él  prrecer  mas  honroso  y  d&mas  autoría 
dail^y  Oonfbrms  i  él  so  acordó  fuesen  sobre  Granádij 
V  pelékmen  con  los  moros  de  poder  á  poder ,  que  erft 
foque  un  moro  por  nombre  Gila^fro  grandem^ntoléi 
aeonsejuba ;  el  -  cual  en  su  tierna  %áM  como  hoblesé 
sido  preso  por  los  monos  f  renegado  nuestra  f«^ ,  <lador 
que  no  dé' corazón,  encesta  ocasionsevino  ¿  Có^lo1M' 
á  los  ¡iMittstros ,  y  les  daba  éste  consejo.  Prometía  mso 
luégo  que  los  lieles  se  presentasen  á  vista  de  la  ciu^ 
dad  de  Granada  JozbepBenatmao  nieto  qne  era  d# 
Mahomad-eirev  Bormejo  que  fue  muerto  en  Sevilla^* 
se  pasaKa  con  buen  nánierode  gente  á  sus  reales»  :« 
tomada  esta  resolución;  la  reíiía  que  hasta  aW 
a^^mpañana  al  rey ,  se  partió  para  Carmena  :  el  ejéri 
oito  marclió  adelante.  Por  el  mes  de  octubre  se  déM^ 
tuvo  «Irev  cerca  de  Alveiidni  algunos  dias  hasta  tatt^ 
t0que  (odas  los  compañías  se  juntasen.  Lleaárnnso 
basta  odíenla  mil  hombres,  y  eutv  eHos  muchos  qm 
por  m%  hDQje  y  liazanas  eran  personas  de  tirata  cuen^ 
ta.  DiósB  cuidado  de  asentar  los  reales  y  de  maestres 
decampo  al  adelantado  Diego  dé  Ribera  y  á  Juan  á& 
Guzman ,  cargo  qoe  antes  solía  ser  (conforme  á  las 
costambret  de  España)  dolos  marfscsles,  á  quieír 
nertenecia  señalar  y  repartir  las  estancias.  Marcha*^ 
rotí  dendren  bvenórdeo,  y  el  segundo  día  llegaron 
á  tierra  de  nrnros reentraron  formados  sus  escHadro^' 
nes  y  en  ordenanza,  no  de  ot*^ manera  qiie  si  tavfe^' 
rao  ios  enemigos  dehmte.  Don  Alvaro  dé  Lona  llenki 
ba  el  cargo  de  la  abangoardía,  en  que  iban  dos  mil  )f' 
qailiiealoB  liomhres  de  armas :  el  rey  iba  eu  el  enet^ 
po  de  la  batalla  con  la  fkeraa  del  ejército^  aeonpate^' 
do  dé  oMichos  grandes;  el  postrero  escuadrón  bacillar 
ha  cortesanos,  y-  gran  número  de  ecle«>iásticnSy  en^> 
tro  eilQg  don  Jnmi  de  GerezUela  obispo  de  Osmá ,  f 
douGotiem  deToiodaoblspode  Palenrta:  á  Iuscon^» 
doá  nwrehabRnconpartedoiH  gente  don  EnrifOeébéy 
déde  Niebla,  Paro  FermindezdeVebisc6,Dic9a  L^potí 
de<2iniga,  el  ooade  de  Benaveiite  yol  obispo  de  JaMD 
dshMié  de  todosdosiMouadrones  Ibón  los  dotfliitsM) 


tn»de  campo  con  mil  y  qttínientos  caballos  ligeros. 
Sitos  dieron  principio  á  la  batalla»  que  fue  á  veinte 
^wieve  del  roes  de  junio  en  esta  guiaa.  Loa  moros 
8iliefon.de la  ciudad  de  Granada  con  grandes  alari^ 
dos;  los fleles fueron  loa  primeros  á  pasará  un  riba7o 
queeaia.  en  medio :  con  esto  se  trabé  la  pelea.  Era 
grande  la  rouciiedunibrede  los  bárbaros  y  y  en  lugar 
Se  jos  heridos  j  cansados  venían  de  ordinario  nuevas 
oompaníasde  refresco  de  la  ciudad  que  cerca  tenian: 
li^ttismo  bacian  los  nuestros,  que  adelantaban  sus 
eompañial^  y  todos  meneaban  las  manos.  Adelantóle 
Fedro  de  Velaseo  cuya  carga  no  suf^'ieron  los  moros: 
reUráronse  poco  á  poco,  cogidos  y  cq  orden»  nza  á  la 
ciudad ,  dem»nera  que  aqufi  dianiugunode  losene- 
migos  volvió  las  espaldas.  Retirados  que  fueron  los 
moros,  los  reales  del  rey  se  asentaron  á  la  balda  del 
BM&te  de  Elvira,  fortificados  defesoy  trincliéas.  Los 
moros  eran  cinco  mil  de  á  caballo,  y  como  dosciea- 
toa  mil  infantes,  todos  número,  piarte  alojada  en  la 
ciudad  y  pnrte  en  sus  reales,  que  tenian  cerca  de  las 
muralla,  á  causa  que  dentro  de  la  ciudad  no  cal)i% 
lanía  mücliedumbic. 

^  Kl  domingo  adelante  ordenaron  los  moros  sus  ha- 
ces en  guisii  de  peJear.  Aljanaba  el  maestie  de  Cilla- 
tiara  con  h  s  gastadores  el  campo,  que  á  causa  de  los 
'aladares  y  acequias  estaba  desiguul  y  embarazjido« 
4eometjéronle  m  moros,  y  cargaron  sobre  él  y  sua 
gastadorea  que  bacian  las  esplanadüs.  Visto  el  peli* 

gw  en  que  Obtaba ,  acud'eron  don  Enrique  conde  de 
ieblfl  y  Diego  de  Zúuíga,  que  mas  cerca  se  (gallaban, 
desde  los  realas  á  socorre  lie:  la  pelea  se  eacendia,  y 
el  calor  del  sol  por  ser  á  med.io  día  era  muy  grande. 
£1  rey  enojado  porque  nt  pensaba  pelear  aquel  día, 
y  luifxido  |K)r  la  locura  y  utrevimieuto  de  Jos  suyos, 
envió  á  don  Alvaro  de  Luna  para  que  hiciese  retirar 
á^os soldados  y  dejar  la  pelea.  La  vscaramuza  estaba 
tan< adelante,  y  ios  moros  tan  mezclados  por  todaa 
partes,  que  á  los  cristianos,  sij»  vdlvian  las  espal- 
ias ,  no  eia  posible  obedecer..  Lo  cual  como  supiese 
«tl>rey  hizo  con  presteza  peñeren  ordenanza  su  gen- 
lOk  Hablóles  brevemente  en  esta  sustancia:  («Como 
•aquellos  mismos  eran  los  que  poco  antes  les  pagal^an 
«parias,  los  mv<moscapitiines  y  corazones.  Que  el  rey 
wm  salia  á  la  batalla ,  por  no  liarse  de  las  voluntades 
ade  los  ciudadanos  «  cuya  mayor,  parte  favorecía  á 
aiBenalmao,  que  se  ha  acogido  á  nuestio  amparo ,  y 
i^pasado  á  nuestros  reales.  Acometed  pues  con  brio 
]>y  gallardía  á  los  enemigos  que  tenéis  delante,  flacos 
vj  desarmados.  No  os  criante  la  muchedumbre,  que 
oeUa  misma  los  embarazará  en  la  pelea.  Con  qué  cara 
^volverá  cualquiera  de  vos  á  su. casa ,  h  no  fuere  con 
]>la  vicioria  ganada?  A  los  que  temerieron  los  arago^ 
Mieses ,  los  navarros,  los  francef^cs ,  ¿poil  -á  por  vt*n- 
Mura  espantar  esta  canalla  y  trojiel  de  bárbara^ ,  mnl 
DJuntada  y  sin  órUen?  afuera  t4in  ^ran  mal,  no  permi- 
«ta  Dios  ni  sus  santos  cosa  Um  fea.  Este  día  eclwi 
aeleello  é  todos  los  trabajos  y  victorias  ganadas,  ó 
»( lo  que  tiemblo  en  pensallo)  acarreará  á  nuestro 
«nonibre  y  nación  vergüenza,  afrenta  y  perpetua  in- 
«fomia.  1» 

>  Dicho  e^sto ,  mandó  tóear  las  trompetas  en  señal 
de  pele«ir.  Acometieron  á  ios  moros,  que  los  recibió- 
so»  con  mucho  ánimo:  fue  el  aku*íilo  grande  de  amr 
bfts partea,  esiuvieron. algún  espacio  laajiaeesmez- 
cicadas  sin  reconocerse  ventaja.  I^a  madera  de  la  pelea 
era  brava  ,  dudosa,  fe.i,  mí:íerable:  urtos  huían,  otros 
loaseguian ,  to<lo andaba  mezclado,  arm:is,  caballos 
y  hombres;  noluibiíi  lugar  de  tomar  consejo,  ni  aten- 
der á  Jo  que  les  mandaban.  Andaba  el  rey  mismo  en--< 
tre  los  primeros  como  testigo  del  esfacf^o  de  «adn 
cual,  y. para  animallos  á  todos.  Su  presencia  toa  avi«- 
¥4  tanl#  que  .vueltos  á  ponerse  en  ordena oxa,  lea 
paréela  qiie  entonces  comenzAban  á  peíear.  Con  este 


GASFAft  T  ROIG. 

miento  que  tenian  dét  os  kigares ,  y  confiados  en  so 
asperei^,  se  retiraion  por  aquellos  montes  cercanos^ 
sin  que  los  nuestros  cesasen  de  herir  en  ellos  y  matat 
hasta  tanto  que  sobrevino  y  cerró  la  noche.  £1  núae<> 
ro  de  los  muertos  no  se  puede  saber  al  justo,  onleA» 
dióse  que  seria  como  de  diez  mil.  Los  reales  de  lot 
morps  que  tenian  asentados  entre  las  viiías  y  los  oli^ 
vares ,  gini^  y  «ntró  don  Juan  de  Cerezuela.  Los 
demás  eclesiásticos  con  cruges  y  ornamentos,  y  mo* 
cha  muestra  de  alegría  salieron  á  recebir  al  rey  qua 
acabada  ia  pelea ,  volvía  4  sus  reales.  Daban  todos 
gracias  é  Dios  por  merced  y  victoria  tan  señalada. 
Detuviéronse  en  los  mismos  lugares  por  esfiacío  da 
diez  días. 

Los  moros  dado  que  ni  aun  á  las  viikis  se  atrevían 
á  salir,  pero  ninguna  mención  hicieron  decoiicei^ 
tan^  y  nacer  confederación ,  sea  por  confiar  dema-* 
siado  en  sus  fuerzas,  sea  por  tener  pentida  la  espe* 
ranza  de  ser  perdonados.  Por  ventura  también  un 
estraordinarío^  pasmo  tenia  embarazados  los  enten* 
dimienlos  del  pueblo  y  de  l(«  principales  para  que  no 
atendiesen  á  lo  que  les  estaba  bien.  Dióse  el  gasto  á 
los  eamnos  sin  que  alguno  fuese  á  la  mano.  Hecho 
esto,  el  rey  de  Castilla  con  su  gente' dio  la  vuelta. 
Quedó  el  cargo  de  la  frontera  al  maestre  de  Calatrava 
y  al  adclantatlo  Diego  de  Rivera ,  y  con  ellos  ficnat- 
malo  cop  título  y  nombre  d^  rey  para  electo  (sí  aa 
ofreciese  ocasión)  de  apoderarse  con  «I  aymla  de  so 
parcialidad  del  reino  de  Granada.  Este  fue  el  suoc9» 
desta  empresa  tan  memorable,  y  de  la  batalla  muj 
nombrada,  que  vulgarmente  se  llamó  de  la  Higuera» 
poc  una  apuesta,  y  plantada  en  el  mismo  lugar  en 
que  pelearon.  Pocos  de  los  deles  fueron  muertos  m 
en  la  baUílla  ni  en  totla  la  guerra ,  y  ninguna  perso* 
na  notable  y  de  cuenta:  con  que  el  alegría  de  todo  d 
reino  fue  mas  pura  y  mas  colmada. 


CAPITULO  lY. 

De  las  paces  que  se  hicieron  entre  los  reyes  de  Castilla 

y  de  Portugal. 

Estaba  desde  los  años  pasados  retirado  ilon  Xarm 
Alvaréz  Pereyra  condestable  que  era  de  Poitugaj^ 
conde  de  Barcejos  y  de  Oren ,  no  solo  de  la  guerra, 
aino  de  las  cosas  del  gobierno,  y  por  su  mucha  edap 
se  recosió  enel  momtsterio  de  los  carmelitas  queá 
oosta  de  los  despojos  de  In  guerra  edifíoó  en  Lisboa. 
Recelábase  de  la  inconstancia  de  las  cosas,  temía  qfie 
la  larga  vida  no  le  fuese  ocasión  (como  á  machos)  de 
tropezar  y  caer ;  junto  con  esto  pretendía  con  mucte 
cuidado  alcanzar  perdón  de  los  pecados  de  su  vida 
pasada  y  aplacar  á  Dics  con  limosnas  que  hacia  á  \(m 
pobres ,  y  templos  qnc  eilificaba  en  honra  de  los  sao* 
tos ,  como  lioy  en  Portugal  8e  ven  no  pocos  fumladoi 
por  él ,  V  entre  ellos  uno  en  A'Jubarrota  de  San  Jorgc^ 
y  otro  de  S  t ita  María  en  Villaviciosa;  muestras  da- 
rás de  su  pie<lad ,  y  trofeos  señalados  de  hjs  victorias 
que  ganó  «le  los  enemigos.  En  estas  buciuis  obras  aa 
ocupaba  cuando  le  sobrevino  la  muerte  en  edad  d| 
setenta  y  un  anos,'  y  cuarenta  y  seis  años  despnea 
que  fne  hecho  condestable.  Su  fi»ma  y  autoridad  y 
memoria  dorará  siempre  en  España :  su  cuerpo  en^ 
torraron  en  el  mismo  monasleiio  en  que  estsiba  rtlSt 
rado.  Hallóse  el  rey  mismo  á  su  enterramiento  mof 
aolenme  í  á  que  concurrieron  toda  suerte  de  gentes» 
Ei^ta  f>renda  y  muestra  de  amqr  dio  el  rev  n  loa  m^ 
recimíentos  del  dü^unto,  al  cual  debía  lo  que  eraL 
Tuvo  una  sola  liga  por  uombte  doña  Beatriz,  que 
casé  orm  don  Alonso  duque  dü  Bergapjuí,  hi>»lMr 
tardo  <lel  mismci  rev  de  Portugal.  Entre  los  nietr>s  qua 
deste  .matrimonio  le  nacieron ,  antes  de  su  rauert^ 
dividió  todo  su  estado. 

El  rey  de  Portugal  avisado  por  la  muerte  de  si 


eafeerzó  los  enemígoe ,  vueltas  las  espaldas ,  á  toda    ami^o  que  ai»  de  la  misma  «dad ,  qup  sa  fin  no  podía 
taiauM  cecQgieron  parte  á  la  ciudad  ^  por  ol  c«Doei«»    esterdejps ,  lo  que  uiia  y.qU^  vea  tenia  intanibdc^  ^ 


L 


aiwtouA 

éeterminó  con  mayar  fierta  y  con  una  hueva  emba- 

ÍiHa  de  iratar  y  coaclair  con  el  rey  de  Castilla  qae  ae 
¡cieaen  Jas  paces.  Partióse  el  rey  don  Juan  arrebata- 
daffiente  del  reino  de  Granada,  con  qfue  paree»  á 
tiiuclioaque  se  perdió  muy  buena  coyuntura  de  ade- 
•iantar  las  coses.  Vaigarmente  se  murmnraba  >que 
don  Alvaro  fue  sobornado  {lara  hacer  eslo  con  canti- 
dad de  oro  que  de  Granadi  le  enviaron  en  un  presen- 
te que  le  liieieron  de  higos  pasados :  creíase  esto  fá- 
cimente  á  causa  que  ninguna  cosa,  ni  grande  ni 
fieqtteña ,  se  hacia  sino  por  su  parecer:  demás  que 
^  pueblo  ordin  iríamente  se  inclina  á  creer  lo  peor. 
Llegaron  á  C^rdova  i  veinte  de  julio:  partidos  de 
allí ,  en  Toledo  cumplieron  sus  promesas  y  dieron 
gracias  á  Dios  po.**  la  victoria  que  les  otorgara..  De 
Toleílo  muy  presto  pasados  loe  (puertos  se  fueron  á 
Me.lina  M  Campo  para  dondei  tenían  convocadas  cor- 
tea generales  del  reino,  que  en  ninguna  cosa  fueron ' 
mas  señaladas  que  en  mudar  como  se  mudaron  las 
<regu:is  que  tenían  con  Portugal  en  paces  perpetuas. , 
La  confederación  se  Id'co  con  honrosas  cai'itulacio- 
9ie<:  para  las  dos  naciones ,  y  é  treinta  de  octubre  $e 
jirogouaronen  Us  cortes  de  Castilla  y  en  Lisboa.  Para 
esli;  eíecto  de  Castilla  fue  por  embajador  el  doclor 
Dí>^o  Franco. 

'-  Por  otra  partea  la  misma  sazón  el  conde  de  Cantro 
loe  cotKtenado  de*  crimen  contra  la  magostad  real. 
Coníiscaron  otrosí  los  pneblos  delmaestre  de  Alcán- 
tara y  y  pusieron  guarniciones  én  ellos  en  nombre  del 
rey.  Pendieron  al  tanto  á  Pedro  Fernandez  de  Ve^ 
1as4^o  conde  de  Baro,  á  Fernán  Alvarez  de  Toledo,  y 
Al  obispo  de  Patencia  su  tio  don  Gutterro  de  Toleiío. 
Car^banlos  de  esftar  hermanados  con  los  infantes  de 
Anr^on ,  y  que  con  deseo  de* noveilades  'trataban  de 
üar  la  muerte  á  don  Alvaro.  E<»ta8  sentencias  y  pri- 
siones fueron  causa  de  alterarse  mucho  Iqs  ánimos, 
por  tener  entendido  los  grandes  que  contra  el  poder 
;de  don  Alvaro  y  sus  engaños  ningitna  seguHitad  era , 
instante ,  v  que  les  era  fuerza  a<;udir  á  i:ts  armas ;  en ' 
particular  IniKO  López  de  Mendoza  se  determinó  (pa 
ra  lo  que  poaía  suceder)  de  fortificar  la  su  villa  de 
Hita  con  soldados  y  armas. 

Tratóse  en  las  cortes  de  juntar  dinero  (como  se 
Jiizo)  para  el  ^asto  de  la  guerra  contra  los  moros, 
■que  parecía  estar  en  buenos  términos  á  cansa  que  el 
«delantado  y  el  maestre  do  Calatrava  ganartm  á  la 
aazon  muchos  pueblo»  de  moros,  Ronda,  Cambil, 
Ulori ,  Arcliiilona ,  Setenil  ^  sin  otros  de  menos  cuen- 
ta. La  misma  ciuJad  de  Loja  rindieron»  que  era  muy 
Ibertc :  pusieron  cerco  á  la  fortaleza ,  do  parte  de  la 
^nte  se  fortificara ,  en  cuyo  favor  vino  de  Granada 
Sizepii  abencerraje ;  paro  fue  Yencido  en  batalla ,  y 
muerto  por  los  nuestt*os  que  acudieron  áestorballe  el 
paso.  La  lealtad  y  constimcia  le  fue  pcrjuilícial ,  y 
querer  continuaren  servir nt  rey  Mahomad  su  iteñor. 
sin  cmb.irgo  que  los  naturales  en  gran  parte  por  el 
•odio  que  tenian  al  gobierno  presente ,  se  inclinaban 
i  dnr  e!  reino  á  Benalmao.  Por  esto  el  rey  Mahomad 
«I  bquíerdo ,  visto  que  no  tenia  foo^aa^  iguales  á  sus 
4^ont:'arins  así  por  ser  ellos  muchos ,  como  porque  los 
nuestros  con  diversas  manas  los  atizaban  y  animaban 
'Gpntra  ól ,  dojaüa  la  ciudad  de  Granada  en  que  jire- 
valecia  aquella  parcialiJad ,  se  resolvió  de  irse  á  Má- 
Haga  y  aili  esperar  mejores  temporales. 

Con  su  partida  Benalmao  fae  recibido  en  la  ciu- 
^dad  el  primer  día  del  ano  de  4432,  que  sooontara  de 
Jos  moros  ochocientos  y  treinta  y  cinco  afios,  el  mes 
'llamado  el  primero;  en  el  cual  mea  al  infante  de  Por- 
Mipl  don  Duarte  nació  de  so  mujer  doña  Leonor  un 
diíjo  que  se  llamó  don  Alonso,  y  fue  adelante  muy 
i<ionocido  fk)r  mudias  desgracias  que  le  acontecieron. 
'Los  eiuilailanos  de  Granada  á  porfía  se  adelantaban 
lá  servir  al  nuevo  rey ,  la  mayor  parte  con  voluntades 
Uanns ,  otros  acomodándose  al  tiempo ,  y  por  el  mis- 
mo caso  con  mayor  diligencia  y  rostro  mas  alegre, 


que  ea  gran  manera  sirvo  á  répreaentaeionea  y  éo- 
ciones  semejanlies*  El  mismo  rey  hizo  juramento  que 
estaría  á  devoción  de  Castilla ,  y  sin  engaño  pagana 
cada  año  de  tributo  cierta  suma  de  dineros ,  según 
que  lo  tenian  concertado ,  de  lo  cual  se  hicieron  es- 
crituras públicas,. 

L.a8  cosas  estaban  desta  manera  asentadas ,  cuan- 
do la  fortuné ,  ó  fuerza  mas  alta  poderosa  en  todas 
las  cosas  húmdOas,  y  maa  en  dar  y  quitar  príocinar* 
dos ,  las  desbarató  en  breve  con  ht  muerte  que  sobr^ 
vino  á  Benalmao.  Era  ya  de  macha  edad ,  y  asi  falle-  • 
ció  el  sesto  mes  de  su  reinado  á  veinte  y  cuatro  de 
junio  en  el  mes  que  los  moroo  Ñaman  lavel.  Con  asió 
Mahomad  el  Izquierdo  de  Málaga ,  do  se  cotreteoía 
con  poca  esperanza  de  mejorar  sus  cosas,  sabidi^la 
muerte  de  su  contrarío,  fue  de  nuevo  llamado  al  reí- 
no,  y  recebido  en  la  ciudad  no  con  memir  mueatra;^e 
afición  que  el  odio  con  que  antes  le  echaron :  tanto 

Kuede  muchas  veces  oo  poco  de  tiempo  para  tronar 
Ls  cosas  y  los  corazones :  muchos  después  de  deil- 
terradoy  ido  se  movian  á  tenelle  compasión.  Vuello 
al  reino ,  en  lagar  del  Abencerraje  nombré  por  go- 
bernador de  Granada  á  un  liombre  poderoso  hamado 
Aniiilbar.  Puso  treguas  con  el  rey  de  Castilla ,  q«e  le 
fueron  (bien  que  por  breve  tiempo)  otorgadas. 

A  la  raya  de  Portugal  los  infantas  de  Aragón  no 
cesaban  de  alborotar  la  tierra.  Loa  tesoros  del  rey 
consumidos  con  gastos  tan  contínaos  no  bastaban 
para  acudir  á  tintas  partes.  Esta  fue  la  causa  de  asen- 
tar con  los  moros  aquellas  trei.'uis.  Demás deslo-eti 
parte  pareció  condescender  con  ios  ruegos  del  reyie 
Túnez ,«  el  cual  con  una  embajada  que  ennó  á  CasLÍK 
Ha ,  trabajaba  de  ayudar  aquel  rey  por  áersu  amigo 
y  aliado.  Para  reilodr  al  maestre  de  Alcántara w  y 
apartalle  de  los  aragoneses,  fue  por  orden  del  rey  (kpi 
Alvaro  de  Isorna  o^sp*»  de  Cuenca ,  por  si  con  la-av- 
toridad  de  prelado  y  el  deudo  que  tenían  los  dos^  pilr 
diese  detener  al  que  se  despeñaba  en  su  perditíion^y 
reducille  á  mejor  partido.  Toda  esta  diligisncía  fue 
de  ningún  efecto:  no  se  pudo  con  él  acabar  cosa  aJh- 
guña ,  si  bien  no  mudio  después  eotendiéndo  quool 
maestre  estaba  arrepentido ,  se  dio  cuidado  al  doctor 
Franco  de  aplacalle  y  atraelle  á  lo  que  era  razon^  El 
como  hombre  de  ingenio  mudable  y  deseéeo  de  no- 
vedades ,  al  cual  desagradaba  lo  que  era  seguro ,  y 
tema  puesta  su  esperanza  en  mostrarse  temerario, 
de  repente  como  alterado  el  jaido  lentregó  el  castillo 
de  Alcántara  al  infante  de  Aragón  don  Pedro,. y  al 
dicho  Franco  puso  en  j)oder  de  don  Enrique  su  iMrf- 
mano:  exceso  tan  sen  dado,  aue  cerró  del  todo  la 
puerta  para  Tolver  en  gi*acia  del  rey:  la  gente<.eio 
mismo  comenzó  ú  aborrelle  como  á  hombre  aleve,,  y 
que  con  engaño  quebrantara  el  derecho  de  las  gentes 
en  maltratar  al  que  para  su  remedio  le  buscaba. 

Al  almirante  don  Fadrique  y  al  adelantado  Pedro 
M.nnríque  con  bnen  número  de  soldados  dieron  cango 
dé  cercar  á  Alburquerque ,  y  de  hacer  la  guerra  á  líos 
hermano^  HiHintes  de  Aragón.  Gutierre  de  Sotomayor 
comendador  mayob  de  Aleántaraprandió  de  roche  en 
lá  cama  al  infante  don  Pedro  primer  día  dé  julio, no 
se  sabe  si  con  pareeerdel  maestreen  tio  que  temía 
no  le  maltratasen  los  aragoneses,  si  pn:>]oe  él  mismo 
aborrecía  el  parecer  drl  tío  en  seguir  el  partido^  los 
aragoneses,  y  pretendia  con  tan  señalado  serTÍcio 
ganar  la  volontad  del  rey :  la  suma  es  que  por  premio 
de  lo  que  hizo,  fue  puesto  en  el  lugar  de  su  tío/ A 
Tnstmcia  del  rey  los  comendadores  de  Alcántara  ae 
juntaron  á  capítulo:  allí  don  Juan  de  Sotomayor  fne 
acusado  de  muchos  escesos,  y  absueltode  la  digni- 
dad, hecho  esto,  eligieron  para  aquel  tnaéstra^á 
don  Gutierre  su  sobrino.  El  paradero  de  oadavno 
suele  ser  conforme  al  partlilo  que  tomi ,  y  el  remate 
semejable  á  sus  pasos  y  méritos.  Los  señores  de  Cas- 
tilla que  tenían  presos,  fueron  puestos  en  libertad  sea 
por  no  probáreeles  lo  que  les  achacaban ,  sea  que 


(flll 


^imtohá9vecee«sfortosoitu«ikNi  •grandes  ¡príim-i 
ff^dlstmaien  y  espeoiai  eiiaDdo;el<<k3litf»tba;^iifiíiQO| 


í;' 


••í* 


CAPmJl40  V.    ..  I 

De  la  guerra  de  Nápi^es.    '     '       ,  ' 

^  CdN'Ia  vuelta  <}iio  dio  4  Espaüa^don  Atoado preM^ 
-Ara^n  (como  arriba!  quedanrastrado)  húboeoNú- 
-poleagfjiniiiuiianzade  lisoosná  y  tnayor  de  los  cora- 
•Bónéic  Muy  ffran  pttrtedeBí|aelreíno€ii»taliMan  poder 
jy  aelkurto  de  los  enemigos:  los  loas  d&ioa  señores  favo- 
ofeeian^á  los  aa9<effi«ús>:  (locoa!,  y  ¡eáto^  deísecr^to, 
jéegüiaft  el  pürtido.dBlAragoii,cuyefl  fuerzas^onio 
xájpeDas^  fuesen  bastaotea,  para  una.gUerra  ,■  en  4in 
-ffiismo  tiempo = se  dividieron,  eo  mochas ;  y  sin  nwwr 
uiiuoteniantongrandeg^etradentrodesucasayen- 
otre;las.'inaiKM,  busearon  guerraaiestrañaa.  Fue  aaí 
iqiM'lo8:frego^a^  una  iiouy  poderosa  pareialidad  en- 
-4reloiciudadaiiofidejGónova  echados  <|ue  fueroOrde 
rjaii:pétria  y  despojados idel  principado  que  en.ella  te^ 
-nían^'pór  Phílipo duque. «le. Milán  acudieron  con  litt- 
oinildaa  dbusoar  8ooomis.66trañoss^¡Uaninroa  en  su 
(»áyiMJa  á  dan  PiBdro.tníáiil«d6^Anigon,4dfei  la  saaon 
en  Ñapóles. GflBi  t^equeñaB.espeflransas  aiUíContaba^l 
iparlido  del  Toy  au  bérmanío.  Fue' él  de  Jouena  gana 
^nlsu  armada  porüa  esperanza  aoe  le  diaron  de^ba- 
(oelle^ttñor.dttaiiaiBlhi  cmdad;á  lo  menos  ipreiandia 
-oonadueiiBOcorro  que  daki á  ios  fragososi,  veiigar 
ílaslnjuríasiqué  en  la  guepra  pasada<leBliixot  el  duque 
váefMünú.  No  fue  vana  esta  empresa,^  ca  juntadas  sus 
-élerísas  con.  losi  frenos  i  y  con  loa  fliseos«  qaiíó  lil 
t4aM|o&  de  Milán, mucllos.  pueblos  y,  castillos  por  todliis 
yaouellBa  liiArmas  i)e  Gónoira.  Despertdscr  puc  toda  la 
qpro?mí*ia.  un  imledn  de  roayon guaría:  loé  nfltttni||ss 
-«■tránio  con  aquella  ayuda  en  esperansft'de  librafse 
-M  señorío!  dei  duquei  por  eldeseo  ^ufr  tenihn  día  no- 
'<venadés.   •   i     <  ':  i 

eu'lEiiduqiioide'Milárii  úuídadaso^qoe  si.  perdía  á  Gé- 
-áotav  podía  correr  peligro  lo  déméa  de  éii>  estado, 
l«edpto#mié<d(déÍMGenppeé8'OOn  ba  aragoneiseSé  Pata 
foMotnbr  eus  embaladores  que  enrió  áBspaoav  pro«- 
lluatío^al  rey  sin,  saíberlo  ksiginovetes  dipe  le  estieM- 
-fda  laí  ciudad  de  ^oiiiCaeio  cabeza  dar  Górcogs ,  sobre 
Yla  cual  isla  por  tnnlo  tiempo  los  ara^^teses  teliian 
(éíferencla  ecn  lesi  de  Genova.  <Pareció  no  se  debía 
(dkilBBchar  UamisUd  que  el  duque  ofirecia  cóo  piuiido 
(lapaTéntNjado  :inoc  esto  el  freyíde.  Aragón  «&viót¿i 
*teÉGa'  susi  ernbajadohea  coflí  poder  dei  tratar  y  oonsluir  i 
í  lasi  pacesi.  Nn  se  pudp  entregar  Bonifiacio  por  la  reais-i 
otencla  queihi//)  el  senadode  Genova'^  perodieíontop, 
f8U>bij;ar  loa  castiiloay  piasas  de  Pdrtavoneria y-Le-. 

T^m^da  está  reMbicin»,  el  iofante  don  Padro  lla-^ 
oibadodeáda  Sicilia domlQ  se  habia cuello»  puso  Ruar-! 
ovicioAeaiaqnéllbé  castillos ,  y  dejando  oeís  igaíeiHsj 
am\  sueldof  del  duque  PliUipo  para  {gualda :de  áqueHás' 
i^inarinasr,  se  pariié'dan  iaidemáflarniadai^l).  Eoicort- 
iicUíou  trfadé  qu6liobo,y  saqueado  uaa  iafeidaí  África' 
oiUamádá  Oeroina^Jioy  Gharcina^  y  4sl  núaserode  los 
isicaotivo^  por  tañer  grandes  fuerzas  supUdcluarmnor- 
( aneroé qinilaltaban,^ompuest8é  las^coaa^  cft  Sicttia 
>'Í  en  IHirpoles  cómo  sufna  el  estado  presenta  de  las' 
( loosas,  •mliíBO  áila  vela  parb. España  (ctfmo  arribal 
c  iqueda  diciiO|)  ^en  socorrb  do  sub  ibemiaiioa^  y  fiera' 
y  ayiJdBHos  en  Ja-güorraqueliaqiaiilcontrá  Gaatiilh,  bi 
'^^con  grari.^spiénmzá/ui  con  mngum  de  pod«rae<en 
^tiaiguiv  tiempo  receliraar  el  reino  de  Ñapóles  9  las  Cuer- 
-riasíde^  la  i  parcialidad  Contraria  le  hacían  dudar  por 
í  aoR  mayores  iquelaa  de  Aragón:  poatole  esberanza  la 
<  ioandicíon  de<  aqtieftk  nación*  ^  acostMmbrada .  mucbas 
'>  ¡voces  á  ganar  mas  fácilmente  ealadoa  de  fuem  aon 


f^tta 


iaft  «rmasf  qga  aabaNos/OMMwiiryv  /  eprna^daondintiiia 
'^liofijgniodesipiin^ii^aá  anleaitofelta/iaibniliiiipara 
•manCener:  en^wailóa-iiMeblaa.  f.  vus/dias  que  t^i^n  veor 
c«t  condaa  a^mos  á,  ids  onciaigps.  Repraaenlabaaela 
4¡tie  lia./poaluaibrea  4e  lasi  4o8, naciones  ffuiict*da  y 
uqapolitana  eran  4üfeiwiitfla  «Jos  decenos  cinitrarioo: 
■par do^ en-br^aae albor4A«rvau ,  y «^raiia  la  dJa- 
oardiaj  antr^^  «MoS'.í  ^^  4!s  lo  poslreni  «tet  loa ,  males. 

De  luKaioa.y  doAa^eorlasaii<>a^GOino.de  la  cabeza» 
la  G^irruppiop  J  males,  pé  (lerramabaiteu  loa  demás 
miembros  de  Ja  reipúbli<*fi»  .^uagatiii  par  endeque  ea 
breve  peroceria  aquél  estado  bii;zoiMiiiiHUte ,  y  ^m  de»- 
peuaria  oqsu  p^itiliuioninaunfioaniDftionoleciiutraa- 
tase*  No  M  vana  eaia  -oanaíderawu ,  porque  el  de 
Aiojou  fue  enviado  p^JUfeina  A  Calabria!  coD^nleo 
que  deade4iUi>caidA3a  Mo  dala  §amf ,  sin<embara- 
4saraa  en  alguaa.otro .  pur,teideligpbieiuo  »i  poner  en 
.étl  Baano.  El  q«n  filó  aaiocon^ioii  fqe^itiecioio  Se* 
mascaiide:  Na  pillea. ;  jireldudéa  i  alejaflo  su  competi- 
.doffv  reinftr él  aatoeUAumbnsii^ient :  cosa  qucle acar- 
reé odlO'«  y  al  reino  mu^o  wl  D^»elia  principio  como 
quier.fuí&se^aunientfiseM  Joa.  odios.,  ^laró^elor^ocio 
taoiajjiRlantf  ifue  el  .aragonósiue  poi  Qiracciolo  11a- 
fffldoalre^Mo*  Prnmeiii^ef«iQtodQj#  cenia  Jácil  por 
haberse  envejecido  y  enflaquecido  coo^  tlenipiel 
iipoikit^  dloloai  fr4oeaaoa^:jqiiKí:il  ^  loa  de  au  vela  se 
.eonadovnri^nian  6unfev>y  aegNurianiau  ^artiao.  No  se 
•aabeíaifíroiXiatiaesloiaaÉ^iazon^  6<por  ser  bombra 
ido  ingenio  nBcallldoy  sa^z  queriiUauer  aauel  arri- 
4no  yiíayudaipartf  loao  Ki  qu«  podíase  ouceder. 
'  .GoiiaaslianecaAutoniaDniip^^lnnipe  de  Taran- 
to segtiia  la  anftrtad  del.rey ^  bomhfianoble » diligente, 
paminl,  deseOBOide  p(ider  ly  áú  nqueaaa»  y  por  esto 
con  mafteiiidadosob(itaba.l»Tiieiladel  irey  de  Ar»- 
lon^  Avisaba.que  ya  |Ds<tenia^canaadoa  la  liviandad 
,lraincasd  ( como  ü  haMabai)  y.  su  arrogancia :  que  la 
aieion.  dedosangommas  yau  iMdoestabaenpié: 
•dolMiétroB  iDMohpa  do-sAccetoh)  ftivoreciaii :  qua 
iloQgo  i<|ue  lUgasfl ,  toda  la.  .nobleza!  y  «un  el  piieua 
por  odio<  de  latorpeza  ¡y  soltuM  de  io:  mná  ae  juntarla 
con  ttl>iy  todavía  sitsedelepia^  no dejak'ian  do  buscar 
otras  ayudas  de  fuera.     .-   • 

Uespettá  elara^oBéa  con  estaa  letras  y  tuna  «pero 
ni aetiabá  moolio da  aqttellaslproDieaa» magniucaí; 
nitasipoeoaiettoapreeíabailttque  lo  olrecian.  Tenia 
por  ¿oatigravo'y  peflágroaa^  sin^  fueáa  con  voluntad 
de  bitéiná^  contrastan  de  nue\ie4»a  latarinas  aobn 
-el  reino  f  dei  Nápolea*  <  Sin  enibargD^  dejndoa  sus  bar* 
manoa  en  ^paña  ^éh  apendl)ida  uü»  lanoada  en  quo 
ae  contalmñ  veinte  yms  galaraaiy  imeve  naveagñiOF* 
¿aa,:  aa  aetatminó.  acometer  las  luarinaade  Alnca» 
por  i^araceile  ei^to  á  {vopósito  para^anar  refMilaciosi, 
yentretiAierd»iBáa<eercai.eii  Italia  la< afición  de  a« 
naneialidad:.'>Hízoak  «ton  esto  ¡intenté  i¿  Ja  vela  deada 
kiribara  IdeValelicia ,  y  después  de  iooar  á  Gerdena 
HdM  á  Síoilia-  '.  ('    -  i    ;     .    « 

Teaíian  loa  fraBcaaea  c«reado:£il  Calabria  un  cas- 
tillo didy  fue#ie<ltemadO  Tnipla<  «).:  Aftfetábanie  do 
tal  mafllara:>q«a  ésa'  dé  i dentro  cpnoerturou  de  rea* 
-^iraei,  si  daatro  do  aeinte-dte  n<Mea<vinieaesocomw 
iDésaabaelrey  dai Angón ^Iciidtrd^e  SicÜia»  do  fuá 
-aviaaáo  de*  lo  que  ((Kiaáblik  !No  pild»  llegar  á  tiempo 
pttr  la»  tempestbdea  qoe.  Se  levantaron ,  que  fue  la 
causa  de  rendMa  el<:caatiUo  al  miamt)  tiemno  que  el 
llégabaj  En  Móeinnaeijiiiitatx»B  ona  la  armada  arago* 
nesa  otroa'setqnta'begoU^^  y  lados  juntos  fueron  la 
vuelta  ietlosrGelves  i  una  i ala  en  áa  ribera  de  África, 
ífúé  se  entténdé  port  los  íru tigno^  feo  ¡llamada  Loto- 
phagite  ó  Meding^fEatá  tte^cana  á'la  sfate  menor, 
f  Uena  de  inuchds  y  pebgrtisoa  tejioa  v  que  ae  mudan 
con  ibt>laoipe^tadiidel'jaia^por(¿saiae  el  cieno  y  la 
arena  de  tala  pasteé  otra,  lapáfladada  tiem  fime 
dé  euatro  inillaá^  l|e«r  de  dionsáorea,  y  de  raudm 


M)  Lo  qae  Mariaaa  eaoata  «qui  saeadió  desdé  HÍK  btt- 
1447. 


)'■ 


■»• 


(i>  TNipeaeÉIab^a  ddabriSv 


fréscnnil  P6r  h  ^árté  dt  poniente  se  jti'nth  roas  con 
fit  tierra  p^^  una  puente  que  tiene  partf  pasai^  á  tllü, 
'é&  una  niílM  dé  letip. 

Em  iliífcúltnsa  ta  empresa  y  el  acónfcter'la  ¡sfa  ^ 
W  su  fbrtileza  y  lo<  mu;bo^  moros  gue  guanhibon  ' 
la 'ribera ;  porque  Bofferrra  rey  ite  Tutiez,  avisado' drl 
Mti*nto  dH  rey  don  Alotiso ,  ucudiu  sin  dlilacíon  á  lá  j 
defensa.  Toniardn  los  d»  Ar.'ü;on  t.i  puríite  tüi'go  qué  • 
llegaron ,  dieron  otrOst  la  bataMa  á  aquef  rey  hatbaro,  ! 
ftieron  reiiriílos  Ips  mnms  y  for/.ndos  d  retirarse 
dentro  de  sus  realrs  Enlniron  o.u  ellos  les  aragone-  • 
'ié^  >  y  por  ai^un  espacióse  peleó  cnrca  de  ta  tieddií 
ád  rey  cnn  ninerte  de  lits  mrnS  Tnlieñtes  moros.  El 
'Sifemo  BofierHz  perdida  ia  esperanza  escát>óá' uña 
Mé  cabalto ,  los  deitiá^  so  pusieron  al  tanto  en  hdtda. 
Xa  matanza  no  fuá  muy  grande ,'  ni  los  'depojos  qud 
Hfe  canaroi^ ,  dado  que  i^s  tomaron  veinte  titos :  cbn 
'towi  estoiíóse  pudieron  apoderar  de  ¡aisla.  Detii- 
▼iémnse  de  propósito  ios  i^eños  ton  engafio  mucho 
^tiempo  en  asenuu*  las  coiuticiones ;  con' que  musirá- 
"lian  quererse  rendir!  Por  est  *  la  arinatli^,(conío  elhos 
"^W  pretendían)  Tue  forzada  jkir  falta  dé  vttualfaá  (fe 
~ Vbl verse  á  Mecina'.  Allí  se  trald  de'lá  manera  qvítfk 
^'piotlria  tener  para  recobrará  Náprtjcfal 
^  '  Ofrecíase  noéva  ocasión ,  y  fue  qtieiulah  Cnraü- 
-ciólo  por  conjuración  desús  enemigos,  aue  etiga- 
"flosamenté  le  dijeron  que  fa  i^in:l  le  llamaba,  aln*  á 
"Mlacio  fue  muerto  i  dfiez  y  oc'lib  dé  adusto.  La  prfnl- 
'  cipal  movedora  deste  trato  fue  Cobeila  Bufa'  murér  de 
'Antonio  Mstrsario  duque  de  Scssa,  Ouetenia  el  prir 
*tner  fugar  de  privanza  y  etítorid'ad  con  ía  reina 'y 
'^áborrrecia  á  Camcciolo  con  un  odio  niórtal.  Todi»  era 


^  'iiíbrir  camino  para  que  recobrase  aquef  reino  el  rey 
'láon  Alonso  qiíe  no  f litaba  á  la  óeaston ,  antes  ¿olibf- 


'He  mas  cerca«Htender  lo  que  paSnba.  f)eda  la  reina 
'estar  arrepentida  d^i  condicrfo  que  tenfn  ííeclid  con 
1%!  de  ArjiíU,  que  deseaba  en  oca'sioh  vofver  á  sUs 
^  primeros  intentos ,  coiifo  se  pudíéite  hacer ^in  venir 
"i  las  armas.  \ 

"  En  tratar  y  asentir  las  coñdíélones  se  pás(í  íb'de- 
' üoás  del  estío.  Llevaron  lan  adelante  estas  pntctica^,  • 
•  ^ue  la  reina  retocada  l.i  adopción  con  míe  prohijé  á 
Ludoviod  du'jtf  e  dé  Anjou,  renovó  l.i  que  fiícieUi  antt^s 
'en  la  persona  dé  don  Alonso  rey  de  Araron  :  dfeci^i 
"gué  la  primera  confederación  erA  de  ñia\or  fueria 
'ttue  el  asiento  que  en  ctmtrario  della  (bmára  con  Ids 
'  UUnceses.  Dio  sus  provisiones  desto  eii  secreto,  y 
' Sólo  firmadas  de  sú innno , ]para que elfie^ocío no ñ 


%n  peor ,  al  presente  de  otra  aiujei^/  en  tíiiito  jgrado 
^mie  oH^  sola  gobernaba  todas  fas  cosas  asi  dé  ia  paz 
'tomo  de  la  guérhi :  afrenta' verghnzosá  v  mengua  de 
Iddos:  Pero  la  ciudad  inclinada  á  sus  neteltes  (por 
~te  gran  átrandabcia  que  dallos  ti^^ne)  y  Ids  entreleni- 
^inientos  y  pasatiempos  de  tpdas  maneíA^^á  trueco  de 
'  áus  comodidades  ningún  cuidado  tenia  de  lo  que  értL 
'honesto,  en  especial  el  pueblo  que  ordinariamente 
'suele  tener  poco  cuidado  de  coscis  semejantes ,  y  mas 
''^n  a((ue1  tiempo  en  que  comunmente  pbevalecia  en 
'los  liombres  este  descuido.  ' ' 

Entretanto  qiíe  esto  pasaba  ert  Ñapóles,' los  infan- 
tes de  Araj^on  se  haUalían  en  ri^^fio,  el  uno  preso,  y 
á  don  Enrique  tenfían  los  dé  Ctstilla  cercado  dentro 
de  AlbuffiíarguQ.  Teníanse  sofipeeli»8  «te  mayor 
guerra ,  pur  no  haber  guardada  la  fe  de  lo  que  queió 
xonrértado  :  desorden  de  qué  los  embajadores  de 
'Castilla  se  quejaron  como  les  fue  mandado  en  pre- 
'Bendá  del  rey  de  Navarra  por  ser  heri;nano  de  l^s 
'Infantes,  y  que  quedaba  por  lusar-^tenlente  del  rey 
de  Aragón  pan  gobernar  aquel  reino.  Concertaron 


tfnáYnienté  qiie  entrcgrmdó  á  XbU'^querque ,  y  'lodo$, 
rbs  demos  pueblos  y  castínó<;  dé  que  esluhuu  apq|te-. 
rados  los  dos  hermanos  üifant^'S,  salies<7i  de  to44. 
Castilla.' Tomado  (jue  se  lióbo este  asiento,  epain- 
(ervencion  ¿  por  iniíustria del r4y  de  Portu^allus  dps* 
6(^rmanos^  y  la  infanta  dous  Cululína  mujer  de  (ioii] 
Chrique,  y  el  maestre  quoicra  aulesde  Alcántar^j^) 
V  coh  eflcis  el  obispo  de  Corla  Se  endtarcaron  en  lis-' 
Í)ona,  y  desde  allí  fueron  á  Valencia  con  inteiito  de' 
acometer  nuevas  esperanzas  y  pretensiones  en  Es- 
palia,  d4»nde  esto  no  les  saliese  á  siu>;!a|iteito,  por 
lo  tóenos  pasar  en  Italia ,  que  eiyto  qUe  él  je\  su 
he^tnano  ahincadamente  tes  exhqfraiba,  {Vir  t4  deseo 
qttt  tenia  de  recobrar  por  las  arnfi^^tm^ovl^  R^po* 
leir>  como  el  que  tenia  por  muy  ¡bi^pto  ^uc  la  i^^ijia 
soWle  enlreteiiCa^on  buenas  part^^^ViqUe  c^/el 
coríoÍDn  8^  inclinaba  á  su  comp(W(>r;^^^ 
que  íhúiseiMnlhi  doméstica  no  sufre  qwmÍJttMr cosa 
e^té  encuüTefb ,  todos  tos  intentos  a^d  buenos  como 
malos  eclia  ea  U  plata. 

Don  Fadrique  cunde  de  Luní  con  diversas  inteli- 
gencias que  tenia,  t  diversos;  tratos^  prite^dia 
vúlTpg^T  en  poder  del  rey  de  Castl  la  á  Tarazona  }, 
Caíatayuds^pMeblós  ascutailosjí  la  raya  de  Aragón., 
Quería  que  este  fuese  el  fruto  de  su  huida,  coma 
{¡UDmbre  desapoderado  que  era,  de  ingcMio  niu>kabl^^ 
atrevido  y  temerario,  baba'ocásíonpaiasalircon  estp 
\^  contienda  que  muy  fuera  de  lienipo'  en  uqui'da  có- 
r4i2u*ca  SQ  leviUitó  sobre  el  primado  de  Toledo  coif 'esta 
ocasiop^  Don  iuan  de  Coiilrenis  urzobispi»  ile  ToÍ(;do, 
pou  otros  seis  i^ombraiiüS  pur  el  u^^  de  Cii^tilla  couid 
Juez  arbitro  para  coráponer  la:f  coatieudíis  y  diffrcn* 
das  con  el  ara^gúnéis,  primero  éii  ,A{;re>ia.  d«  sputs' .en 
^arazniía  donde  losjueiH'S  rcsidiait,  llevaba  deliiule  (a 
cruZjó  guión,  |)i visa  de  su  digñid.idl  El  ubi>pii  ife  Tar 
^zona  se  qm*jaba ,  y  ak^gaba  ser.  esto  co.nlra  lá  cos^ 
tumbre  de  sus  anti'jmsudo^  y  contra  lü  que  estaba  njn 
/íragon  establecida;  en  especial  §c  agraviah4  LkdjnaO 
árzobispo'de  Zaragoza ,  cu)  o  sufrn¿jAueo  es  el  d»? ,7^*"" 
raztina.  pesian  qu^  se  tiáci'  peijuicio  ¿  k  ig-i^ja  ,4? 
Tiírragona  y  á  §u  aub^rifla^^  y  qye  jpues  olms  véi;e^ 
reprimieron  los, dé  Toledo^  no  era  r^zon  qut>, co^ 
aquel  ñoevo  egf m|>lQ  se  quebranhisen  sus  costuuir 
bres  ^  derei'hos  auiig;uo5.  El  dé  Tole<ljO  se  defvMdja 
con  his  privilegios' y ^bu,L.s  s^nUguás  ¡df^.lo^  &W^^ 
n9lltlfice$;,süi  embargo  sé  entre^nia  en  Aí;^e<ijh|,  y 
1^0  entraba  ^n  Ar^gimpor  rfscelo  qhe  de  la  co^^ie^l| 
^e  /as  p^labra^  no,  se  viniese  y  pasase  á  las  nuiaofr 
^Este  debate  tan  fuera  ^e  sazón  ora  pausa  q.i^  i^ose 
,atendíaa|  negocio  coiuun  deja  pa^,  y  por  la  copli^r 
da  párticuíar  se  deji^ba  lo  mas.¡m|iDrtante  y  oue  <tqc¡a: 
báa  todos.  Por  donde  ^e. tenía  y  corrfa,pefigrp'fl(^f 
pasaclo  que  fuese  el  tiempo  de  M^ treguas»  de.  hi^eyp 
volven|m  á  las  ar^na^:  por.  este  tecelo  los  m^<^  y  fus 
otros  se  apercebian  pabí  la  guerra ,( dado  que  t^e^a^ 
gran  faUa  áé  dinero,, y  masips  fie  Áfagoft  por^ps^r 
gpstjádoa  con  guerr^^s  Je  taiitos  ^oos.  .  .< 


.¡pÁrtTütó.VL  . 
•ftclicoiidllb  dfflfosliei^. 


II 


Ir 


Los  ánimos  djelo^  eSipoup|es  suspensos  coa  m  s^ffr 
pechas  ^e  aí:i«>  nueva  guerra  muevas  sedales  quesíf 
vjerpn  en  el  qielo  lo^pp^ieroa.ni^vpi:  esp^MU^  En  m 
pecia)  en  .Ci^^a^rRpiirjgo,,  daAUsaJ^unise.hallabn 
él  rey  de  vosliila  por  ¿ausí^  de  apu^if  4  la  ^erra  qm 
se  hacia  contra  los  iiifatites  de  Aragon«  >»  wió.nna 
grapde  llaixui  q^e  ,disaMrn.V  poi;  im^  oíipacio  ^  |l  i^e 
remató  en  up  tiuepo^f sromunql  quQ  mas  á»  Ureinlt 
millas  de  a|jí  le  oyeron  vucliofi.  Al  irinripi^  .del 
año  1433  en  Navarra  y  ,Angoii  noM6.eiiairQuAa<4^^ 
continups  cpn  grande  estrado  |da  gaoadQS  y  de  «ven 
que  perecieron;  hs  mismas  nenas  fpnada^  deJ«f  liauít 
bre  concurrían  á  los  pueblos  p^^a  ina^r  ót  ser  myíffh 
tas.  De  Guáid'Rodrígo  se  fue  el  rey  á  Madrid  á  tener 


cortes :  scadió  tanta  gente ,  que  U  villa  con  ser  bien 
grande  como  quier  que  no  fuette  bnsUnte  para  tantns 
gran  parte  de  la  Rente  alojaba  por  lai  aldeas  de  allí 
cerca.  Tratase  en  las  cortes  de  la  cuerra  de  Granidi, 
j  por  liaber  espirado  el  tiempo  de  las  treguas  Fer- 
ilan  Alvarez  de  Toledo  señor  de  Valdecorncja  fue 
envindo  para  dar  principio  A  la  guerra,  y  ganó  algu- 
nos castillos  de  moros.  Por  lo  demis  este  año  bobo 
Bosiego  en  España. 


■IBUOTECi  AB  G18PAB  T  HOIG. 


Voncdi  de  D.  Umto  T  i»  Aci«»- 


Los  grandes  en  Madrid  á  porGa  hadan  gastos  y  sa- 
caban gabs  j libreas,  ejercitábanse  en  liacer  justas 
J  torneos ,  todo  á  propúiito  de  hacer  muestra  de  grsa- 
eza  y  de  ta  magestail  del  reino ,  y  para  regocijar  al 
Eueblo ,  de  quien  tenían  inis  cuiílado  que  de  aperne- 
Irse  para  la  guerra.  En  Lisboa  ho  lo  esto  aña  piaste, 
en  qui  muriera  i  gran  número  de  gente;  el  mismo 
tey  don  Juan  faüeíiú  á  catorce  de^agoslo.  Era  ya  de 

r'  ande  edad,  viviú  setenta  y  seis  anos,  cuatro  meses 
tres  dias,  re  i  nÚ  cuarenta  y  ocho  años,  cuatro  meses 
Y  nueve  dias.  Fue  muy  esclarecido  y  de  gran  nombfe 
por  dejar  iiiuilada  para  sus  descendientes  la  posesión 
de  aquel  reino  en  tiempos  tan  revueltos  y  d3  tan  gran- 
de alteración.  Sucediúte  su  liíjo  don  Duarto,  que  sin 
tardanza  en  una  grande  junta  de  tiilulgos  fue  alzado 

Sor  rey  de  Portugal.  Era  de  edad  de  cuarenta  y  un 
ños  y  nueve  meses  y  catorce  dias.  Fuera  de  las  otras 
prosperidades  tuvo  este  rey  mucbos  liijos  liabiilos  de 
lin  matrimonio  :  el  mayor  se  ilam¿  don  Alonso,  que 
entre  los  portugueses  fue  el  primero  que  tuvo  nom- 
bre de  prínci|>e,  el  segundo  don  Fernando,  jue  nació 
aste  momo  aun,  doña  Fliilipa  que  muria  nina,  doña 
Leonor,  doña  Catalina  y  doña  Juana ,  que  adelante 
casaron  con  diversos  principes. 
'  El  mismo  dia  que  coronaron  al  nuevo  rey,  dicen 
que  un  cierto  médico  judío  llamado  Gudiala  le  amo- 
nesta se  luciese  la  ceremonia  y  solemnidad  dcHpues 
de  medio  día,  porque  sí  se  apresuraba,  las  estrellas 
kmenazaban  algún  revés  y  desastre :  y  que  con  toilo 
bso  pasó  adelante  en  coronarse  pjr  la  mañana  según 
lo  tcnian  ordenado,  por  menospreciar  semejantes 
agüeros  como  sin  propósito  y  desvariados.  Tomado 

Íiie  bobo  el  cuidado  del  reino,  y  Rosegada  la  peste  de 
isbona,  lo  primero  que  hizo,  fue  las  honras  y  eié- 
quias  de  su  padre  con  aparato  muy  solemne :  elcuer- 
po  con  pompa  y  acompañamiento  el  mayor  que  hasta 
entonces  se  vii5 ,  llovaroo  á  AIjubarrota ,  y  enterraron 
en  el  monasterio  de  la  batalla ,  que  él  mismo  ( como 
de  susri  queda  dicho )  fundó,  eo  memoria  de  la  victo- 
ria que  ganó  de  los  castellanos.  Acompañaron  el 
cnerpo  «rmismo  rey  y  sus  hermanos,  los  grandes, 
personas  eclesiásticas  en  gran  número ,  todos  cubier- 
tos de  luto  y  con  muy  verdaderas  lágrimas.  Conronue 
i  este  principio  y  reverencia  que  tavo  este  rey  &  su 

KJre,  fueron  Im  medios  y  remate  de  su  reinado, 
(o  en  EspaBa. 

Habia  Uartino  pontiQce  romano  convocado  el  pos- 
trer año  de  su  pontiOcado  tos  obispos  para  tener 
toncilio  en  la  ciudad  de  Basilea  en  razón  de  retbrmar 
h»  costumbres  de  la  gente  que  se  apartaban  mucho 
de  la  antigua  santidad,  y  para  reducir  loe  bohemosd 
)■  fé  que  andaban  con  lierejías  alterados.  Fué  desde 
Homa  por  legado  para  abrir  el  coocUio  y  presidir  en 


^  el  cardenal  Juliaa  Cesvrino ,  part«na  en  aqodUu- 
zon  muy  señalada.  Eugenio  sucesor  de  Harlino  pn>- 
curaba  trasladar  los  obispts  á  llalia  por  pareceUe  que 
estando  mas  cerca,  ten Jrinn  menos  ocasioadehüer 
algunas  novedades  que  se  sospechalian  :  oponiasai 
esto  el  emperador  Sigismundo  por  favorecer  mas  i 
Alemania  que  á  Italia;  los  demás  priucipes  fueron 

Íiorlaunay  parla  otrapirtnsi>lÍ,:¡lat^,  en  pirlicn- 
ar  el  ile  Aragón  con  el  deseo  que  tenia  de  ap-i  Jerarse 
delieino  de  iVápoles,  acordó  llegirso  al  parecer  de 
Sigismundo  de  quien  tenia  mis  e.speranci  que  k 
ayudaru.  Por  esta  cau^a  mandó  que  de  Arjgon  fue- 
sen por  sus  cmbaj  [dores  i  B;HÍIea  don  Alouso  de  Bor- 
gis  obispo  de  Valencia ,  y  utroi  dos  en  su  compañia, 
el  uuo  teólogo ,  y  el  jtro  de  la  nobleza  :  lo  mismo  por 
su  ejemplo  hicieron  los  ilemás  reyes  de  España ,  elife 
Portugal  envió  á  don  Diego  coude  de  Oren  por  su 
embajador ,  y  en  su  compañía  los  obispos ;r  otras  per- 
sonas eclesiásticas, 

Al  principio  del  añ<i  H3t  falleció  en  Bisilea  «I 
cardenal  don  Alinso  de  C  irrillo ,  varpti  de  gran  crá- 
dilo  por  su  doctrina  y  |iru  leiicii.ampu^»  y  prolector 
de  nuestra  nicion.  Suce.líiile  en  el  obisprido  ile  Siguen- 
za  q je  tenia  dm  Alonso C^irrill o e!  m is molo ,  qu4 era 
gu  sobrino  hijo  de  su  lier.iiina:  era  protanot>do  j 
andaba  en  corte  rom  ina ,  y  aun  &  la  s  izon  su  iialU  á 
la  muerte  de  su  tío;  p  ir  estos g:'a  losllegí  riualuteote 
á  ser  arzobispo  de  Tule.lo.  Li  falla  del  cintenal  fue 
ocasión  que  oí  rey  de  Ci:itílla  pusiisse  roas  diligencia 
en  enviar  sm  embajadores  al  eoncilio ,  que  fueroa  don 
Alvaro  de  Uorna  obispo  de  Cuenca,  y  Juan  deSilví 
señor  de  irifuentes  v  alférez  del  rey,  y  Alomo  de 
Cartagena  hijo  del  ouispo  Pablo  Burgense,  persona 
que  ni  en  la  erudÍi;ion  ni  en  las  demás  virtudes  reco- 
nocía á  su  padre  ventaja  :  álasaiou  era  deandeSaa- 
tiago  y  de  Segovia ,  y  adelante  por  promoción  que  de 
su  p'iilre  se  iiiZD  en  patriarca  de  Aquíleya  ,  fue  él  en 
su  lu^ar  nombrado  por  obispo  de  Bu  gis ;[)rcmio  de- 
bido a  los  méritos  de  su  padre  y  i  suü  propias  virtu- 
des,  y  en  particular  porque  defendió  en  Bmílea  ooo 
valor  delante  de  lo4  prel»  los  y  el  coni;ÍI(0  la  dignidad 
de  Castilla  contr»  los  emhajidores  ing^es.s  que  pre- 
tendían ser  preferidos  y  leuer  mejor  asien'A  qua  Cas- 
tilla. Hizo  una  inrormacion  sobre  el  cjso,  y  púsob 
por  escrito ,  la  cual  presentada  que  fue  á  los  prelado*, 
quebrantó  y  abajó  el  or^íullo  de  ii»  ingleses. 

Deste  dicen  que  como  en  cierto  tiempo  fuese  á 
Boma,  dijo  el  p^ntifíije  Eugenio  :  si  don  Alonso  vi- 
niere. ¿Con  qué  can  nowlrosnosasenlareníDsenla 
silla  de  San  Pedro?  cosa  semejante á  milagro,  ana 
hobicse  en  España  quien  sobrepujase  con  la  virtud  li 
infamia  y  odio  de  aijuel  linaje  y  nadon  :  i  \i  verdad 
honraban  en  él  m:is  sus  méritos  y  avuuLaj  idas  partas 
que  la  nobleza  de  sus  anti-p  isi  los.  En  lo  que  tocaba 
al  rey  de  Aragore.y  sus  intentos,  el  umpcraJor  Si^ 
mundo  no  lo  correspon lió  como  él  esperaba,  antea 
luego  que  se  coronó  en  R^ma  el  año  pa«a  b ,  como  ai 
con  la  corona  del  imperio  se  hobicra  de  repente  tro- 
cado, procuren  y  hizo  lisa  con  los  venecijnos,fk>ren- 
tines,  y  con  Philipc  dufue  de  MiUn  p.ira  con  lai 
fuerzas  de  tridos  lanzar  i  UisanaotU'ses  de  U>  U  lUb: 
asiento  en  que  el  cmper.tilor  quiso  mis  condescender 
con  los  ruegos  del  pontiíice  que  porque  tuviese  dello 
entera  voluntad;  pero  sucedió  muy  alrevés,  y  todoa 
aquellos  intentos  y  prácticas  fueron  en  vano,  aaguD 
que  se  entenderá  por  lo  que  diremos  adelanta. 

CAPITULO  VII. 
Que  Lvdovioo  dnqoe  de  Aiiton  rallad*. 
AIos demos dojórdencs  yesccsos,  muchos  j gran- 
des, que  don  Fadrque  cumie  de  Luna  contuinaha 
acometer  después  que  se  pasóá  Ca^nilla,  añadM  an 
esta  sazón  uno  muy  feo  con  que  echó  el  sollo  y  acabó 
de  despeñarse.  Era  mozo  atrevido  y  desaaga^ado: 


HlSraUA  DE  SSPAÜA. 


C47 


en  Aragón  dejó  un  estado  principal ;  los  pueblos  que 
en  Castilla  le  dieron,  tenia  vendidos  á  dinero,  Arjo- 
na  al  condestable  don  Alvaro  de  Luna ,  y  Villalon  al 
conde  de  Benavente.  Era  pródigo  de  lo  suyo ,  y  codi- 
cioso de  lo  ajeno ,  condición  de  gente  desbaratada. 
Así  por  entender  que  no  le  quedaba  esperanza  algu- 
na de  remediar  su  pobreza  si  no  fuese  con  hacer  al- 
gún gran  desaguisado ,  se  determinó  de  saquear  la 
muy  rica  ciudad  de  Sevilla,  apoderarse  de  las  atara* 
zanas  y  del  arrabal  llamado  Triana ,  desde  donde  pen- 
saba echarse  sobre  los  bienes  y  haciendas  de  los  ciu- 
dadanos. En  especial  estaba  mal  enojado  con  el  conde 
de  Niebla  su  cunado  qtíe  en  aquella  ciudad  tenia 
gran  autoridad ,  y  del  pretendía  estar  agraviado  y  to- 
mar venganza. 

Cosa  tan  grande  no  se  podia  ejecutar  sin  compane- 
ros. Juntó  consigo  otros ,  á  los  cuales  aguijoneaba 
semejantepobreza,  y  sus  malas  costumbres  los  ponian 
en  necesidad  de  despeñarse ,  por  tener  gastados  sus 
patrimonios  muy  grandes  en  comidas^  juegos  y  des- 
none^itidades  sin  quedalies  cosa  alguna :  en  particu- 
lar dos  regidores  de  Sevilla  fueron  participantes  de 
aquel  intento  malvado,  de  cuyos  nombres  no  hay 
para  qué  hacer  memoria  en  este  lugar.  Este  deseño 
X10  podia  entre  tantos  estar  secreto.  Así  don  Fadrique 
fue  preso  en  Medina  del  Campo ,  donde  el  rey  fue  al 

Grincipio  deste  año.  De  alli  le  llevaron  primero  ¿ 
reña ,  después  á  un  castillo  que  está  cerca  de  Olme- 
do :  su  prisión  y  cárcel  se  acabaron  con  la  vida ,  con 
tanto  menor  compasión  de  todos ,  que  el  nombre  de 
fugitivo  le  hacia  aborrecible  á  los  suyos  v  sospechoso 
á  los  de  Castilla ,  como  ordinariamente  lo  son  todos 
los  que  en  semejantes  pasos  andan.  Sus  cómplices  y 
compañeros  pagaron  con  las  cabezas.  La  condesa  de 
Niebla  doña  Violante  su  hermana ,  que  quiso  interce- 
der por  él ,  sin  dalle  lugar  que  pudiese  hablar  al  rey^ 
fue  enviada  á  Cuellar  con  espreso  mandato  que  no 
saliese  de  allí  sin  tener  orden ,  y  esto  por  la  sospecha 
que  resultaba  de  que  el  conde  conGado  en  la  ayuda 
y  riquezas  de  su  hermana  intentó  aquella  maldad. 

Este  fue  el  ñn  que  tuvieron  las  esperanzas  y  inten- 
tos de  don  Fadrique,  conforme  á  sus  obras  y  á  su 
inconstancia.  En  el  cabildo  de  la  iglesia  Mayor  de  Cór- 
dova  se  muestra  su  sepulcro .  aunque  de  madera ,  de 
obra  prima,  con  el  nombre  aet  duque  de  Arjona,  el 
cual  (como  se  tiene  vulgarmente)  le  mandó  hacer  su 
madre  que  se  fué  tras  él  a  Castilla.  Algunos  entienden 
que  Arjona  es  la  que  antiguamente  se  llamó  Aurígi, 
otros  porfían  que  se  llamó  municipio  Ur^vunense,  y 
lo  comprueban  ñor  el  letrero  de  una  piedra  que  se 
lee  en  la  iglesia  ae  San  Martin  de  aquel  pueblo,  que 
fue  antiguamente  basa  de  una  estatua  del  emperador 
Adriano ,  y  dice  así : 

IMP.  CiESARI  DIVI  TRAÍAN!  PARTHICI  nLIO ,  DlVI  IfRRViC:, 
NEPOTI,  TRAIANO ,  H ADRIANO ,  AUGUSTO  ,  PONTÍFICE  MÁXI- 
MO, TRIB.  POT.  XIlIl.  CONS.  III.  P.  P.  MUNlCIPIUM  ALBENSB 

URGAVONENSE  DD. 

Quiere  decir :  al  emperador  César  hijo  de  Trajano 
Parthico ,  nieto  de  Nerva ,  Adriano  Augusto ,  pontífi- 
ce Máximo ,  tribuno  la  vez  décimacuarta ,  cónsul  la 
tercera  vez,  padre  de  la  patria  el  municipio  Albense 
Urgavonense  la  dedicaron.  No  espantó  la  desgracia 
y  castigo  de  don  Fadrique  á  ios  infantes  de  Aragón 
para  que  no  siguiesen  aquel  mal  camino,  antes ecna- 
dos  que  fueron  de  Castilla  y  despojados  de  sus  esta- 
dos que  eran  muy  grandes ,  trataban  de  nuevo  de 
revolver  el  reino  con  diferentes  tratos  que  traían. 
Quejábase  el  rey  de  Ciistilla  que  quebrantaban  las 
condiciones  de  la  confederación  y  asiento  que  se  to- 
mó con  ellos  poco  antes :  que  si  deseaban  durasen  las 
treguas  era  forzoso  hacer  ssüir  á  los  infantes  de  toda 
EsfKiña.  El  rey  de  Navarra ,  oido  lo  que  en  este  pro- 
pósito le  decían  los  embajadores  de  Castilla ,  persua- 


dió á  sus  hermanos  so  embarcasen  pam  Italia ,  con 
intento  de  seguillos  él  mismo  en  breve.  Decíales  que 
ganado  el  reino  de  Ñápales,  de  que  se  mostraba  al- 
guna esperanza ,  no  faltaría  ocasión  para  recobrar  los 
estados  gue  en  Castilla  les  quitaron ,  pues  todo  lo  de- 
más seria  fácil  á  los  vencedores  de  Italia :  llegaron 
por  mará  Sicilia. 

El  rey  don  Alonso  su  hermano  estaba  allí  á  la  mira , 
esperando  ocasión  de  apoderarse  del  reino  de  Ñapó- 
les ,  y  para  este  efecto  pretendía  ganarlas  voluntades 
de  los  señores  de  aquel  rei^o ,  y  de  poner  amistad  con 
los  demás  principes  de  Italia,  sobre  todos  con  el  pon- 
tífice Eugenio, de  quien  tenia esperiencia  le  era  muy 
contrario  y  deseaba  desbaratar  sus  intentos.  Ofrecía- 
se buena  ocasión  para  salir  con  esto  por  la  larga  in- 
disposición de  la  reina,  y  por  la  diferencia  que  los 
grandes  de  aquel  reino  tenían  entre  si :  ítem  poruña 
esgracia  aue  sucedió  al  pontífice  ,  alborotóse  tanto 
el  pueblo  ae  Roma ,  que  á  él  fue  forzado  huirse  de 
aquella  ciudad.  La  venida  á  Roma  de  Antonio  Colona 
príncipe  de  Salerno  hizo  que  el  pueblo  fácilmente 
tomase  las  armas ,  y  se  alborotase  contra  el  papa.  La 
causa  deste  odio  era  que  perseguía  á  los  señores  de  la 
casa  Colona,  y  que  por  culpa  suva  aquellos  días  la 
gente  de  Philipe  auque  de  Milán  debajo  la  conducta 
de  Francisco  Ésforcia  talaron  y  saquearon  la  campa- 
ña de  Roma.  Huyó  el  pontífice  por  el  Tibre  en  una 
barca  ^  y  sí  bien  para  mayor  disimulación  iba  vestido 
de  fraile  Francisco ,  desde  la  una  ribera  y  desde  la 
otra  le  tiraron  piedras  y  dardos  :  grande  atrevimiento 
pero  tanto  puede  la  indignación  del  pueblo  y  su  ira 
cuando  esta  irritado.  En  Tas  galeras  que  halló  aperci- 
bidas en  Ostia,  pasó  á  Toscana. 

Esta  afrenta  del  pontífice  como  se  divulgase  por 
todas  las  provincias,  causó  diferentes  movimientos 
en  los  ánimos  de  los  príncipes  conforme  á  la  afición  y 

§  retensiones  de  cada  cual.  Algunos  lo  juzgaban  por 
igno  de  aquella  desgracia  por  tener  irritados  sin 
proi)ósito  los  suyos,  los  de  cerca  v  los  de  lejos :  los 
mas  se  ofendían  que  se  opusiese  á  los  intentos  santí- 
simos de  ios  padres  de  Basilea ,  y  decían  que  por  su 
mala  conciencia  temía  no  le  fuesen  contrarios.  La 
ofensión  era  tan  grande,  que  estaban  aparejados  á 
tomar  las  armas  sobre  el  caso.  El  rey  de  Aragón  supo 
esta  desgracia  en  Palermo  á  los  nueve  <de  julio :  dolió- 
se como  era  justo  de  la  afrenta  del  nombre  cristiano 
y  magostad. pontifical:  pero  de  tal  manera  se  dolía 
que  se  alegraba  se  ofreciese  ocasión  de  mostrar  la 
piedad  de  su  ánimo  y  de  ^anar  al  pontífice.  Envióle 
sus  embajadores  que  le  diesen  el  pésame ,  y  le  ofre- 
ciesen su  ayuda  para  castigar  sus  enemigos  y  sosegar 
el  pueblo. 

Alegróse  el  pontífice  con  esta  embajada ,  mas  no 
aceptó  lo  que  le  ofrecía^  porque  sosegada  aquella 
tempestad  dentro  del  quinto  mes,  los  alborotos  de 
Roma  cesaron,  y  los  ciudadanos,  reducidos  alo  que 
era  razón ,  se  sujetaron  á  la  voluntad  del  pontífice ,  y 
recibieron  en  el  capitolio  guarnición  de  soldados;  con 
que  fueron  absueltos  de  las  censuras  en  que  por  in- 
juriar £^  pontífice  incurrieran.  En  España  falleció  en 
Alcalá  de  Henares  á  diez  y  seis  de  setiembre  don  Juan 
de  Contreras  arzobispo  de  Toledo  :  su  cuerpo  sepul- 
taron en  la  iglesia  Mayor  de  Toledo  en  la  capilla  de 
San  Ildefonso  con  enterramiento  muv  solemne^  y  las 
honras  muy  señaladas.  Juntáronse  los  canónigos  á 
nombrar  sucesor ;  y  divididos  los  votos ,  unos  querían 
al  arcediano  de  Toledo  Vasco  Ramírez  de  Guzman, 
otros  al  deán  Ruy  García  de  Villaquiran.  Esta  división 
dio  lugar  á  que  el  rey  entrase  de  por  medio ,  y  á  ins- 
tancia suya  fue  nombrado  por  arzobispo  de  Toledo 
don  Juan  de  Cerezuela  hermano  de  parte  de  madre 
del  condestable  don  Alvaro ,  y  que  de  obispo  de  Osma 
poco  antes  pasara  á  ser  arzobispo  de  Sevilla.  A  este 
mismo  tiempo  que  el  rey  estaba  en  Madrid ,  falleció 
en  aquella  villa  don  Enrique  de  Villena,  el  cual  liasta 


«48 

lo  postrero  de  su  vejez  sufriú  con  paciencia  y  con  el 
enlretertimíeoto  que  tcnin  en  sus  estudios ,  la  injuria 
de  la  fürtuna  y  verse  privado  de  sus  dí^tiidades  y  es- 
tados. Fue  dado  &  Us  letras  en  tanto  grado  que  se 
dice  .iprendiú  arte  mágica  :  sus  libros  por  manilodo 
del  rey  Tucron  entregados  para  que  los  examinase  i 
Lope  de  Karricntos  frailede Sanio  Domin^,  maestro 
i]uo  era  del  principe  don  Enrique.  El  hizo  quemar 
parte dellos,  de  que  muchm  le  cargaban,  ca juzga- 
ban so  debían  ai]uellos  libros  qne  tanto  costaron, 
conservar  sin  peligra  y  sin  daño  para  que  se  aprove- 
chasen dellos  los  liombres  eruditos.  Respondió  él  por 
escrito  en  su  disfénsa  escusándose  con  la  voluntad  y 
tirden  que  tenia  del  rey ,  d  que  él  no  podía  faltar. 
Los  señores  de  Ñapóles  por  el  aborrecimiento  que 


CASPAK  X  ROIC. 

tenian  al  estado  presente  de  aquel  reino,  y  por  estar 
cansados  del  gobierno  de  mujer  y  sus  desórdenes ,  se 

inclinaban  á  favorecer  al  rey  de  Aragón.  El  con  gran- 
des promesas  que  hizo  á  Nicolao  Picinino ,  un  gran 
capitán  en  aquella  sazón  en  Italia ,  pariente  de  Biac- 
cio  que  fue  otro  (jran  caudillo,  le  atrajo  para  aue  si- 
guiese su  partido.  En  Palermo  otrosí  liizo  confedera- 
ción con  el  príncipe  de  Taranto  y  con  sus  parientes 
y  aliados,  que  par  ser  maltratados  del  duque  de  kn- 
jou ,  r  de  Jacobo  Galdora  y  de  sus  geules ,  acudieron 
d  pedir  socorro  al  rey  de  Aragón.  El  concierto  fue 
seguirían  el  partido  de  Aragón  á  lal  que  les  enviase 
tanta  senté  uu  socorro  cuanta  Tuese  necesaria  para 
defenderse  en  la  guerra  que  á  la  sazón  le  hacían,  ea 
á  saber  dos  mil  caballos  y  mil  inranles  i)  sueldo  dal 


D.  Aliaio  de  Lufli  en  Irijc  ic  biti 


rey  de  Aragón :  número  que  aunque  parecía  bastante 
no_  lo  era  comparado  con  las  fuerzas  d".  los  contrarios: 
así  en  breve  el  príncipe  de  Taranto  fue  despojado  de 
su  estado  que  era  muy  grande ,  de  muñera  que  ape- 
nas le  quedaron  pocos  castillos  y  pueblos  porser  muy 
fuertes  por  su  asiento  ó  por  sus  murallas. 

Casi  estaba  esta  guerra  concluida  :  y  dejadas  las 
urnas ,  esperaban  gozar  de  larga  pa* ,  cuando  en 
Cosencia  ciudad  de  CRiabría  el  duque  de  Anjou  que- 
brantado con  los  Brandes  trabajos  de  la  guerra,  y  por 
ser  aquel  cielo  mal  sano  cayó  enfermo :  dolenciay  mal 
Que  mediado  el  mes  de  noviembre  le  acabó  en  la  Hor 
ne  su  edad  y  en  medio  de  su  prosperidad ,  y  que  esta- 
ba para  apoderarse  del  reino ,  y  apenas  acabadas  las 
aleffrías  de  las  bodas  j  casamiento  que  liizo  con  Mar- 
garita bija  de  Amedeo  primer  duque  de  Saboya :  estos 
son  los  juegos  de  la  míe  llaman  fortuna ,  esU  la  suer- 
te de  los  mortales ,  dcsla  manera  nos  trocamos  nos  y 
nuestras  cosai.  El  cielo  d  la  verdad  abría  el  cambio  d 


su  contrario  para  apoderarse  de  aquel  reino ,  y  Dios 
lo  disponía,  al  cual  ninguna  cosa  es  diücultosa;  en 
especial  que  la  misma  reina  pasó  en  Ñapóles  desti 
vida  d  dos  de  febrero ,  principio  del  año  1 435.  Aear- 
rertle  la  muerte  una  larga  dolencia ,  á  que  ayudó  mu- 
cho la  pesadumbre  que  recibiii  muy  grande  por  la 
muerte  del  duque  su  hijo,  en  tanto  grado  que  se 
quejaba  de  sí  misma ,  y  se  reprebendit  de  que  i  tan 

Srandes  y  tan  continuos  servicios  del  duque ,  no  bo- 
leso  correspondido  en  el  amor ,  antes  como  crud  y 
desagradecida  acarreó  la  muerte  con  sus  desvío»  a 
aquel  príncipe  tan  bueno.  El  cuerpo  déla  reina  tP- 
pulUron  en  el  templo  de  la  Anuuciada  con  pequeiía 
solemnidad  y  arreoa [adámenle. 

Con  la  muerte  del  duque  de  Anjou  y  de  la  reina  las 
cosas  de  aquelreino  se  trocaron ,  el  partido  de  Aragnn 
se  mejoró,  y  el  de  Francia  comentó  i  desfallecer, 
dado  que  el  pueblo  de  Ñápales ,  sin  que  se  biciese 
llamamiento  ae  señores  y  sin  orden ,  declafaron  por 


rftj  en  lu^riiei  iluquAitifunUí  Á  Renato  9U  liermnno, 
Gonform'!  á  lo  que  li  reina  «1ej4  en  fui  lestaineiitn 

man'lado;  ¿mosqué  ajatii  les  podía  dar ,  estaniln 

Eresa  y  sin  libertad?  Cnsd  los  anospasados  con  laiihel 
iJB  de  Carlos  duque  de  Lorena;  muerto  m  suegra, 
por  no  dejar  hijo  varón  se  apoderó  de  aquel  estado. 
Hizole  contradicción  Antonio  conde  deVandeniont, 
hermano  que  ero  del  difunto :  venidos  que  fueron  á 
lasmanosRenatorue  preso;  entregado  en  poder  del 
dnqiiedeBDrgoña,i'on  quien  el  diclio  Antonio  ten  i» 
hecnaligayalianza.  Cuantohayasido  el  dolor  ^  pena 
que  por  pI  un  desastre  y  por  ef  otro  recibió  la  reina 
doña  Violante  madre  de  los  dus  duques  de  Anjou,  no 
hayparaquéencarecelloenestelugar,  puespor  si  mis- 
mo se  enliende.  Lascosassin  duda  grandemente  por 
estos  tiempos  Tueron  contrarias  i  aquella  familia  y 
casa,  y  el  cielo  no  les  favoreeiii  nada,  quier  por  estu'r 
enojado  contra  los  franceses  ,  Ú  por  mostmrse  á  los 
aragoneses  favorable :  la  verdad  es  que  como  las  de- 
más cosas,  así  bien  (a  prosperidad  tiene  su  periodo  y 
ruedacon  que  anda  vaf;ueando  y  variando  por  diver- 
sas naciones  y  ca^BS,  sin  de  tenerse  en  ninguna  parte 
por  largo  tiempo. 

En  Ñipóles  fueron  por  el  puebla  elegidos  y  nom- 
brados por  gobernadores  Otin  Caraccíolo  ,  Jorge 
Alcmam  y  Baltasar  Rata ,  que  eran  loa  mas  señalados 
«fltre  los  que  seguían  la  parte  de  Francia,  y  tenían 
¿randemanoy  maña  para  moverá  la  muchedumbre 


y  atneMa  i  su  voluntad.  Falecieron  il  tanto  en  Es- 
paña grandes  personajes,  uno  l^edon  Rodrigo  de 
Velascoohispo  de  Palencia.Matítesu  mismo  cocine- 
ro por  nombre  Juan:  desastre  miserable.  Este  perdi- 
do el  seso  como  trajese  en  la  mano  nna  porra,  y  los 
de  casa  le  preguntasen  qué  era  lo  que  preiendia  h»- 
cer,  respondía  él  que  malar  al  Rispe:  los  criados  por 
no  entender  lo  que  quería  decir,  ca  era  eitranjero, 
üe  burlaban;  risa  que  presto  mudaron  en  lágrimas. 
Estando  el  obispo  descuidado  ,  le  hiriú  en  la  cabeza, 
y  achacó  con  aquella  parra,  de  suerre  que  murió  del 
golpe:  de  ten  delgado  hilo  esti  colgada  h  Tida  y  h 
salud  de  los  hombres.  Sucedíale  ilonGutierr^  de  To- 
ledo arcediano  de  Gnadalajara. 

CAPITULO  VIH. 

De  la  guerra  de  loe  Moros. 

Fue  este  invierno  muy  áspero  en  España  por  las 

muchas  a^uaa,  atolladeros  y  pantanos.  Los  caminoK 
tan  rompidos  que  apenas  se  podía  caminar  de  una 

Eirte  i  otra:  con  las  crecientes  muchas  casas  yedi- 
cínsaederríbanHi;en  Valladolídy  Medina  del  Cam- 
po fue  mayor  el  estrago.  En  cuarenta  días  no  hobn 
moliendas  á  causa  de  las  muchas  aguas,  tanto  que  la 
gente  se  austentaha  con  trigo  cocido  por  la  falta  de 
pan.  El  río  Guadalquivir  en  Sevilla  lleg6  con  su  cre- 
cienM  hasta  lo  mas  alto  de  loa  adarves ,  menos  Mía- 


^  '- 


mente  dos  codni:  los  moradores  parte  se  embarca- 
ron por  miedo  de  ser  aaegados,  otros  de  día  y  de 
noche  andaban  velando,  y  cnlafeteande  los  muros  y 
tas  puertas  paraqoeel  agua  nr>  entrabe.  A  los  veinte 
y  ocho  de  octnbre  comeníaron  días  tempestades  y 
torbellinos,  y  continuaron  !;in  cesar  hasta  los  veinte 
7  cinco  de  marzo  que  se  <>osp;;nrnn.  Fue  grande  la 


carestía  y  tafia /le  viluallas,  y  el  midado  de  proveer- 
se cada  uno  de  lo  necesario.  Con  Todo  esto  no  ullojn- 
ban  en  el  que  tenían  de  la  guerra  tontra  los  moros 
en  que  á  las  veces  «ui'e<tia  prósperamente  y  í  las 
veces  al  contrario:  en  particular  el  adelaniado'OÍpgo 
de  Rivera  como  estuvrese  sobre  Alora  y  1a  lialiese, 
fue  muerto  con  una  meta  que  del  muro  ]i-  tíranwi: 


(]50 


BIBLIOTECA   DE   (i ASPAR  Y    RUIG. 


en  olra  partía  en  un  reimle  mularon  los  moros  a  Juan 
Fajardo  hijo  del  adelantado  de  Murcia  Alonso  Fajar- 
do. Sucedió  á  Diego  de  Rivera  en  el  oficio  su  hijo 
Peraran,  que  era  (le  solos  quince  años;  mas  el  rey 
quiso  con  eslo  gratiricar  en  el  hijo  los  servicios  de 
su  padre  muy  grandes,  mayormente  que  el  mozo  da* 
ba  muestra  Áe  muy  buen  natural. 

La  congoja  qua  por  estos  desastres  concibieroli 
los  de  Castilla  alivió  en  gran  parte  una  buena  nueva 
que  vino,  y  fue  que  Rodrigo  Manrique  lujo  del  adelan- 
tado Pero  Manrique  tomo  por  fuerza  y  á  escala  vista 
á  Huesear,  que  es  una  villa  muy  fuerte  en  la  parte 
en  que  antiguamente  se  tendían  y  moraban  los  pue- 
blos llamados  Bastetanos:  demás  desto  que  uo  grue- 
so escuadrón  de  moros  que  venia  á  socorrella ,  fue 
rompido  y  desbaratado  por  el  adelantado  de  Cazor- 
la  y  el  señor  de  Valdecorneja  que  le  salieron  al  en- 
cuentro: con  la  huida  de  los  moros  el  castillo  de 
aquella  villa  que  quedaba  por  ganar,  se  rindió;  la 
alegría,  empero,  de  esta  victoria,  en  breve  se  desva- 
neció por  otro  revés  y  daño  que  recibieron  los  üe- 
les,  no  menor  que  el  que  sucediera  á  los  enemigos. 
Don  Gutierre  de  Sotomayor  maestre  de  Alcántara 
entró  en  tierra  de  moros  con  ochocientos  caballos  y 
cuatrocientos  infantes  pura  combatir  á  Archidona. 
Descubriéronlos  las  atalayas,  avisaron  con  ahuma- 
das, como  suelen:  juntáronse  los  comarcanos  y  ape- 
llidáronse hasta  número  de  quinientos  armados  con 
saetas  y  con  hondas,  con  que  en  algunos  pasos  an- 
gostos y  fragosos  mataron  gran  número  de  los  que 
seguían  al  maestre,  de  suerte  que  apenas  él  con  al- 
gunos pocos  se  pudo  salvar.  La  venida  de  los  bárba- 
ros tan  improvisa  atemorizó  á  los  del  maestre,  y  con 
el  miedo  del  peligro  un  tal  pasmo  cayó  sobre  todos 
que  quedaron  sin  fuerza  y  sin  ánimo. 

Avisado  con  este  peligro  y  daño  Fernán  Alvarez, 
señor  de  Valdecorneja,  alzó  el  cerco  que  tenia  sobre 
Huelma,  aunque  la  tenia  á  punto  de  rendilla,  por 
entender  que  gran  número  de  moros  con  la  avilen- 
teza  que  ganaran ,  venía  á  socorrella :  no  menos 
esfuerzo  algunas  veces  es  menester  para  retirarse 
que  para  acometer  los  peligros,  porque  aunque  es  de 
mayor  ánimo  y  gloria  vencer  al  enemigo,  de  mas  pru- 
dencia y  seso  suele  ser  conservarse  á  sí  y  á  los  su-» 
yos  para  sazón  mas  á  propósito,  según  que  aconte- 
ció entonces,  que  luego  se  rehizo  de  fuerzas,  y  jun- 
to con  el  obispo  de  Jaén  dio  la  tala  á  los  campos  de 
Guadix  con  mil  y  quinientos  caballos  y  seis  mil  de 
á  pié ,  quemó  las  mieses  que  estaban  para  segarse,  y 
hizo  otros  grandes  daños  á  los  naturales.  Acudieron 
de  Granada  mayor  número  de  gente  de  á  caballo,  y 
como  cuarenta  mil  hombres  de  á  pié:  con  esta  mo- 
risma no  dudó  de  pelear,  resolución  cuyo  suceso 
(por  donde  comunmente  calificamos  los  acometi- 
mientos arriscados)  mostró  no  haber  sido  temeraria. 
La  victoria  quedó  por  los  cristianos  con  muerte  de 
cuatrocientos  moros,  y  huida  de  los  demás:  para  es- 
capar les  ayudó  la  noche  que  sobrevino.  Señalóse 
aquel  diade  buen  caballero  el  adelantado  Perea,  por- 
que como  le  hubiesen  muerto  el  caballo,  y  herido  á 
él  en  una  pierna,  á  pié  con  grande  ánimo  resistió  á 
los  enemigos  que  por  todas  partes  le  cercaban,  y  los 
hizo  retirar:  el  menosprecio  de  la  muerte  le  hacía 
mas  valiente  y  le  animaba:  todavía  la  victoria  no  fue 
sin  sangre  de  cristianos,  muchos  quedaron  heridos 
y  algunos  murieron. 

En  el  reino  de  Murcia,  no  muy  lejos  de  Huesear, 
hay  dos  pueblos  poco  distantes  entre  sí,  el  uno  se 
llama  Vefez  el  Rojo  y  el  otro  Velez  el  Blanco.  Sobre 
estos  pueblos  puso  cerco  el  adelantado  Fajardo,  y 
los  apretó  de  manera  que  los  moradores  fueron  for- 
tados  á. rendirse  á  partido.  Sacaron  por  condición 
que  se  gobernasen  por  la  mesmas  leyes  que  antes, 
y  que  no  les  impusiesen  mayores  tributos  que  acos- 
tumbraban pagar.  En  tres  años  continuados  sucedie- 


ron todas  estas  cosas  en  tierra  de  moros,  que  \u^ 
juntamos  aquí  porque  no  se  confundiese  la  mertlorLi 
sí  se  relatasen  en  muchas  partes. 

El  año  (de  que  tratábamos)  fue  muy  señalado,  por 
las  paces  que  en  él  después  de  tantas  guerras  se 
hicieron  entre  los  franceses  y  borgoñones.  Parecin 
que  los  odios  que  entre  si  tenían ,  con  la  mucha  san- 
gre derramada  de  ambas  parles  amansaban.  Carlos 
rey  de  Francia  hablaba  amigablemente  y  con  mucho 
respeto  del  Borgoñon,  muestra  de  estar  arrepentido 
de  lamuerte  del  duque  Juan  de  Borgoña  hecna  á  lo 
que  decía  contra  su  voluntad.  Allegóse  la  autoridad 
y  diligencia  de  tres  cardenales  que  desde  Roma  vi 
nieron  por  legados  sobre  el  caso  á  las  tres  partes, 
Francia,  Flandesy  Ingalaterra.  Por  la  gran  instnnri) 
que  hicieron ,  alcanzaron  que  los  tres  principes  in- 
teresados enviasen  sus  embajadores,  cada  cual  por 
su  parle  á  la  ciudad  de  Arras.  Juntos  que  fueron,  s»" 
comenzó  á  tratar  de  las  capitulaciones  de  la  paz.  Par- 
ti>3ronse  de  la  junta  los  ingleses  por  la  enemistad  an- 
tigua y  competencia  que  tenían  sobre  el  reino  de 
Francia.  El  Borgoñon  se  mostró  mas  inclinado  á  re- 
mediar los  males  tan  graves  y  tan  continuados.  Con 
certáronse  que  en  memoria  de  la  muerte  que  se  dio 
al  duque  Juan  de  Borgoña ,  el  rey  de  Francia  para 
honralleen  el  mismo  lugar  en  que  se  cometió  el  caso, 
edificase  un  templo  á  su  costa  con  cierto  número  áe 
canónigos  que  tuviesen  cuidado  de  asistir  al  oíicio 
divino.  Las  ciudades  de  Macón  y  de  Auxerre  queda- 
ron para  siempre  por  el  de  Borgoña  :  otros  pueblos  :i 
la  ribera  del  rio  Soma  le  fueron  dados  en  prendan 
hasta  tanto  que  le  contasen  cuatrocientos  mil  escu- 
dos ,  en  que  por  aquella  muerte  penaban  al  Francés. 

Ninguna  cosa  parecía  demasiada  á  aquel  rey,  por 
el  deseo  que  tenia  de  reconciliarse  con  el  ¿orgoñon, 
y  apartallc  de  la  amistad  de  los  ingleses,  ca  estaba, 
cierto  que  con  esta  nueva  confederación  Jas  fuerzas 
de  Francia ,  á  la  sazón  muy  acabadas,  en  breve  vol- 
verían en  sí,  como  á  la  verdad  sucedió.  En  particu- 
lar los  de  París  despertados  con  la  nueva  desta  alian- 
za tomaron  las  armas  contra  los  ingleses,  y  aquella 
ciudad  real  volvió  al  antiguo'señorio  de  Francia.  Junta- 
mente las  demás  cosas  comenzaron  á  mejorarse,  que 
hasta  entonces  se  hallaban  en  muy  mal  estado.  Nues- 
tras historias  aurman  que  para  concertar  esta**  pa- 
ces de  Arras  fue  mucha  parte  doña  Isabel,  herma- 
na del  rey  de  Portugal,  que  estaba  casada  con  el  du- 
que Philipo  de  Borgoña.  Dicen  otrosí  que  tuvo  habla 
con  el  rey  de  Francia  para  tratar  de  las  condiciones 
de  la  paz :  si  esto  fue  asi,  ó  sí  se  dice  en  gracia  de 
Portugal,  no  lo  sabría  averiguar. 

En  España  las  reinas  de  Aragón  y  de  Navarra  en 
sazón  que  los  reyes  sus  maridos  tenían  con  cerco 
apretada  la  ciudad  de  Gaeta,  como  se  dirá  luego,  al- 
canzaron del  rey  de  Castilla  (el  cual  desde  Madrid  iba 
á  Buitrago  á  instancia  de  Iñigo  López  de  Mendoza 
que  pretendía  allí  festejalle )  que  el  tiempo  de  las 
treguas  se  alargase  hasta  primero  de  noviembre. 
Tuvo  en  esto  gran  parte  Juan  de  Luna,  señor  de 
llJueca,  que  fue  enviado  por  embajador  sobre  el  caso 
y  lo  persuadió  á  don  Alvaro  de  Luna,  partiente  suyo, 
que  era  el  que  lo  podía  todo,  y  sobre  toda  su  prospe- 
ridad se  hallaba  á  la  sazón  alegre  por  un  hijo  que  su 
mujer  parió  en  Madrid,  que  llamaron  don  Juan.  Fup 
grande  la  alegría  por  esta  causa  del  rey  los  grandfs 
asimismo  cuanto  mas  fingidamente,  tanto  con  roa^ro- 
res  muestras  de  amor  procuraban  ganar  su  gracia. 


CAPITULO  IX. 
Gomo  el  rey  de  Aragón  y  sos  hermanos  foeroo  preso» 

Con  las  muertes  del  senecál  Juan  Caracciolo,  y  d*' 
Ludovíco  duque  de  Anjou  y  de  la  reina  doña  Juana* 
parecía  que  al  rey  de  Aragón  se  te  allanaba  del  to- 
do el  camino  para  apoderarse  del  reino  de  Ñapóles 


mSTORU  DE  ESfANA. 


651 


los 


..r  estar  sin  cabeza,  sin  fuerzas ,  sin  conformidad  de 
os  naturales,  y  sin  ayudas  de  fuera^  y  como  dado  en 

Íresa  á  quien  quiera  que  le  quisiese  echar  la  mano, 
luchos  de  los  señores  sea  por  entender  lo  que  se 
imaginaba  era  forzoso ,  sea  por  el  odio  que  tenían  al 
gobierno  del  pueblo  que  en  ninguna  cosa  sabe  tem- 
plarse, comunicado  entre  sí  el  negocio,  se  apodera- 
ron de  Gapua  con  su  castillo :  ciudad  muy  á  propósito 
para  hacer  la  guerra.  Desde  allí  por  medio  de  Ray- 
naldo  de  Aquino ,  que  enviaron  sobre  el  caso  á  Sici- 
lia ,  ofrecieron  sus  fuerzas  y  todo  lo  que  podian  al  rey 
de  Aragón,  con  tal  que  se  apresurase  ,  y  no  los  en- 
tretuviese con  esperanzas,  pues  era  forzoso  usar  de 
presteza  antes  que  la  parcialidad  contraria  se  aper- 
cibiese de  fuerzas. 

Hallábanse  con  el  rey  de  Aragoa  tres  hermanos 
suyos ,  todos  de  edad  muy  á  propo^ito  y  de  naturales 
escelentes.  Don  Pedro  quedo  en  Sicilia  para  recoger 
y  juntar  toda  la  demás  armada :  el  rey  con  el  de  Na- 
varra y  don  Enrique  solamente  con  siete  galeras  del 
puerto  de  Bfecina  se  hizo  á  la  vela.  Tomó  primero  la 
isla  de  Ponza,  después  la  de  Ischia,  y  íinalmente 
llegó  á  Sessa ,  do  gran  número  de  señores  eran  idos 
desde  Gapua  á  esperar  su  venida ;  el  mas  principal 
de  todos  era  Antonio  Marsano  duque  de  Sessa.  Tra- 
tóse en  aquella  ciudad  de  la  manera  cómo  debian 
hacer  la  guerra :  acordaron  de  común  parecer  en  pri- 
mer lugar  poner  cerco  sobre  la  ciudad  de  Gaeta.  A 
siete  de  mayo  se  juntaron  sobre  ella  la  armada  de 
Aragón  y  la  gente  oe  tierra  qué  seguían  á  los  señores 
neapolitanos ,  con  que  h  sitiaron  por  mar  y  por 
tierra.  Vino  eso  mesmocon  sus  gentes  el  principe  de 
Taranto.  El  rey  de  Aragón  se  apoderó  del  monte  de 
Orlando  que  está  sobre  la  ciudad ,  con  que  tenia  gran 
esperanza  de  tomallapor  hallarse  á  la  sazón  los  cer- 
cados no  menos  faltos  de  vituallas  que  Henos  de 
miedo.  Inclinábanse  ellos  á  entregarse ;  mas  los  g¡- 
noveses  que  eran  en  gran  número,  á  causa  de  sus 
mercadurías  y  tratos  de  que  aquella  nación  saca 
grandes  intereses ,  se  resolvieron  con  gran  determi- 
nado n  de  defender  la  ciudad. 

Tomaron  por  su  cabezaá  Francisco  Espinula  hom- 
bre principal ,  y  que  en  gran  manera  atizaba  á  los 
demás :  con  este  acuerdo  nicieron  salir  de  la  ciudad 
toda  la  gente  flaca ,  á  ios  cuales  el  dd  Aragón  recibió 
muy  bien.  Hízoles  dar  de  comer  y  enviólos  salvos  á 
los  lugares  comarcanos  :  humanidad  con  que  ganó 
grandemente  las  voluntades  asi  de  los  cercaaos  como 
de  toda  aquella  provincia  y  nación.  Avisado  el  Sena- 
do de  Genova  del  aprieto  en  que  los  suyos  estaban, 
y  porque  así  lo  mandaba  Phiiipo  duque  de  Milán, 
acordaron  enviar  de  socorro  una  armada  guarnecida 
de  gente  y  bastecida  de  trigo  y  de  municiones.  Se- 
ñalaron por  general  de  la  armada  á  Blas  Assareto, 
hombre  a  auien  la  destreza  en  las  armas,  y  conoci- 
miento de  las  cosas  del  mar,  de  lugar  muy  bajo,  y 
do  muy  pobre  que  era  en  su  mocedad ,  levantó  á 
aquel  cargo :  llevaba  doce  naves  gruesas ,  dos  galeras 
y  una  galeota. 

El  rey  de  Aragón ,  avisado  de  la  venida  desta  ar- 
mada de  Genova ,  le  salió  al  encuentro  con  catorce 
naves  gruesas  y  once  jD;aleras.  Embarcáronse  con  él 
y  por  su  ejemplo  casi  todos  los  señores  con  cierta 
esperanza  que  llegaban  de  la  victoria.  Los  aragone- 
ses llegaron  ala  isla  de  Ponza ,  la  armada  de  los  ene- 
migos surgió  á  la  ribera  de  Terracina.  Avisaron  los 
ginoveses  con  un  rey  de  armas  que  enviaron  al  rey 
ae  Aragón,  que  su  venida  no  era  para  pelear,  sino 
para  dar  socorro  á  sus  ciudadanos  y  provéenos  de 
vituallas ;  que  si  esto  les  otorgaba  y  les  daba  lugar 
para  hacello ,  no  seria  necesario  venir  á  las  manos. 
Fue  grande  la  risa  de  los  aragoneses,  oida  esta  em- 
bajada, y  no  pocos  los  denuestos  que  sobre  el  caso 
dijeron.  Con  esto  tomaron  las  armas  y  ordenaron  los 
unos  y  los  otros  sus  bajeles.  Antes  de  comenzar  la 

TOSIú  I. 


pelea  tres  naves  de  los  ginoveses  apartadas  de  las 
demás  se  hicieron  al  mar ,  con  orden  que  se  alarga- 
sen ,  y  cuando  la  batalla  estuviese  gravada  acome- 
tiesen á  los  contrarios  por  las  espaldas.  Los  ara- 
goneses por  pensar  que  huían ,  sm  ningún  orden 
acometieron  a  las  demás  naves  enemigas  no  de  otra 
suerte  que  si  la  presa  y  la  victoria  tuvieran  en  las 
manos ;  solamente  temían  no  se  les  escapasen  por  la 
ligereza. 

£1  rey  de  Aragón  con  su  nave  embistió  la  capitana 
contraria.  El  general  ginoyés  con  gran  presteza  dio 
vuelta  con  su  nave,  y  con  la  misma  cargó  por  |K>pa 
la  real  con  saetas ,  dardos  y  piedras  en  gran  número» 


que  por  su  gran  peso  y  por  el  lastre  estaba  trastor- 
nada. Con  el  mismo  aenuedo  se  acometieron  entre 


sí  las  demás  naves  y  se  abordaron  :  trabadas  con 
garfios  peleaban  uo  de  otra  manera  que  si  estuviera/ 
en  tierra.  Sobrepujaban  en  número  de  aente  y 
naves  los  aragoneses,  pero  su  muchedumbre  lofi 
embarazaba ,  y  muchos  por  estar  mareados  mas  eran 
estorbo  que  ae  provecho;  los  ginoveses  por  estar 
acostumbrados  al  mar  asi  marineros  como  soldados 
en  destreza  y  pelear  se,  aven  tajaban.  Las  galeras  no 
hicieron  efecto  alguno  por  estar  las  naves  eotre  sí 
trabadas .  y  ser  de  muy  mas  alto  borde.  La  pelea  se 
continuaba  hasia  muy  tarde ,  cuando  las  tres  naves 
de  los  ginoveses ,  que  al  principio  parecía  que  huían, 
dando  la  vuelta  acometieron  do  través  las  reales, 
causa  de  ganar  la  victoria.  Entraron  los  enemigos  y 
saltaron  en  la  real :  amonestaban  á  los  que  en  ella 
peleaban .  se  rindiesen.  Era  cosa  miserable  ver  lo  que 

§  asaba ,  la  vocería  y  alaridos  de  los  aue  mataban ,  y 
e  los  que  morían :  ninguna  cosí  se  nacía  con  órdeu 
ni  concierto ,  todo  procedía  acaso. 

La  nave  del  rey  con  los  golpes  del  mar  hacia  agua: 
avisado  del  peligro  en  aue  estaba ,  dijo  queserendia 
á  Philipo  duque  de  Milán,  bien  que  ausente.  En  la 
mesma  nave  prendieron  al  príncipe  de  Taranto  y  al 
duque  de  Sessa ;  en  otras  doce  naves  que  vinieron  en 
poder  de  los  enemigos,  otro  gran  número  de  cauti- 
vos, entre  ellos  el  rey  de  Navarra ,  al  cual  al  princi- 
pio de  la  pelea  libró  de  la  muerte  Rodrigo  Rebolledo, 
que  tenia  á  su  lado.  Fue  preso  asimismo  don  Enrique 
de  Aragón :  de  don  Pedro  uo  concuerdan  los  autores, 
unos  dicen  que  se  halló  ea  la  batalla ,  y  que  escapó 
con  tres  galeras  cubierto  de  la  oscuridad  de  la  no- 
che f  otros  que  con  la  demás  armada  que  traía  de 
Sicilia ,  llegó  á  la  isla  de  Ischla  al  mismo  tiempo  que 
se  dio  la  batalla.  Fueron  demás  de  los  dichos  presos 
Ramón  Boíl  virey  que  era  de  Ñapóles ,  don  Diego 
Gómez  de  Sandoval  conde  de  Castro  con  dos  hijos 
suyos  Fernando  y  Diego,  don  Juan  de  Sotomayor, 
Iñigo  Davales  hijo  del  condestable  don  Ruy  López 
Davales  .junto  con  un  nieto  del  mismo,  hijo  de  Bel- 
tran  su  hijo,  qu^  se  decía  Iñigo  de  Guevara ,  y  desde 
España  acompañaron  á  los  reyes  para  esta  guerra  de 
Ñápeles. 

Después  de  la  victoria,  que  fue  tan  señalada  y 
memorable,  los  de  Gaeta  con  una  salida  que  hicie- 
ron, ganaron  los  reales  de  Jos  aragoneses,  y  saquea- 
ron e)  bagaje ,  que  era  muy  rico  por  estar  allí  las 
recámaras  de  pnocipcs  tan  gandes  :  las  compañías 
que  quedaron  allí  de  guarnición ,  y  los  soldados  parte 
fueron  presos  de  los  enemigos ,  otros  huyeron  por  los 
despoblados  y  por  sendas  desusadas.  ¿Quién  no  pen- 
sara que  con  esto  el  partido  de  Aragón  y  sus  cosas 
quedaban  acabadas ,  perdida  aquella  jornada  y  la 
victoria  que  parecía  tenían  entre  las  manos?  enten- 
dimientos ciegos  de  los  hombres ,  consejos  impróvi- 
dos ,  y  varias  mudanzas  y  truecos  de  las  cosas  I  Todo 
fue  muy  al  contrario,  que  este  revés  sirvió  á  los 
vencidos  de  escalonpara recobrar  mas  fácilmente  este 
reino,  y  perder  la  libertad  les  fue  ocasión  do  mayor 
gloria :  ¿quien  tal  creyera? ¿quién  lo  pensara?  Desta 
manera  lus  pensamientos  de  los  hombres  muchas 

2b* 


652 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  ROIG. 


yeces  se  mudan  en  contrario,  gobernados  y  encami- 
nados no  por  la  ioca  fortuna ,  sino  por  mas  alto  y 
mas  secreto  consejo.  Día  viernes  á  cinco  de  agosto  se 
dio  esta  batalla  cerca  de  la  isla  de  Ponza ,  que  fue  de 
las  mas  señaladas  del  mundo. 

CAPITULO  X. 

Cómo  el  rey  de  Aragoa  y  sus  hermanos  fueron  puestos 

en  libertad. 

Dada  que  fue  la  batalla ,  los  vencedores  dieron  la 
vuelta  á  Genova  :  alli  quedó  la  mayor  parte  de  los 
cautivos  que  se  tomaron ,  como  por  premio  del  tra- 
bajo y  del  gasto.  Los  reyes  y  muchos  de  los  nobles 
presos  que  llegaban  á  trecientos,  llevaron  á  Milán: 
el  mismo  general  ginovés  con  ellos  hizo  su  entrada 
á  manera  de  triunfo  nobilísimo,  y  cual  de  mucho 
tiempo  atrás  no  se  vio  en  parte  alguna.  Toda  Italia 
estaba  suspensa  y  á  la  mira  cómo  usaría  aquel  duque 
de  aquella  nobilísima  victoria;  y  sus  fuerzas  oue  an- 
tes eran  temidas  de  los  de  cerca ,  comenzaron  a  poner 
espanto  á  los  que  caian  mas  lejos.  Temian  quisiese 
aquel  principe  de  condición  orsuUoso  acometer  á 
hacerse  señor  de  toda  Italia  con  la  codicia  que  tenia 
de  mandar ,  y  por  estar  ejercitado  en  guerras  conti- 
nuas. El  mismo  se  hallaba  muy  dudoso  de  lo  que  en 
aquel  caso  se  debia  hacer,  y  qué  resolución  seria 
.bien  tomar ;  revolvía  en  su  pensamiento  muchas 
trazas :  si  forzarla  á  los  reyes  que  tenia  en  su  poder 
á  recibir  algunas  condiciones  pesadas :  si  haría  que 
se  rescatasen  á  dinero,  cosa  que  de  presente  trajera 
provecho  y  contento ;  pero  era  de  temer  que  no  ven- 
gasen adelante  aquella  injuria  con  sus  armas  y  las  de 
sus  amigos ,  y  después  de  vencidos  ( como  tenian  de 
costumbre)  volviesen  á  las  armas  y  á  la  guerra  con 
mayor  brío.  Pensaba  si  los  recibiría  y  trataría  con 
mucha  honra ,  y  con  ponellos  en  libertad  sin  rescate 
haría  le  quedasen  mas  obligados  :  honroso  acuerdo 
fuera  este ,  y  que  pondría  admiración  á  todo  el  mun- 
do. Consideraoa  por  otra  parte  que  no  era  consejo 
prudente  por  ganar  renombre  y  fama  perder  tan 
buena  ocasión  ue  ensanchar  su  señorío  y  aventajar- 
se ,  y  jugar  á  resto  abierto  por  esperanza  que  pocas 
veces  sale  cierta  y  verdadera,  en  especial  que  los 
hombres  tienen  costumbre,  cuando  los  beneficios 
son  tan  grandes  que  no  los  pueden  pagar,  recom- 
pénsanos con  alguna  grave  injuria  y  inffratitud  seña- 
lada. En  fin  prevaleció  el  deseode  loa  y  de  fama :  trató 
á  aquellos  príncipes  en  su  casa  con  mucha  honra  y 
regalo  como  si  fueran  sus  compañeros  y  amigos.  He- 
cho esto  se  resolvió  de  soltallos  y  enviallos  cargados 
de  muy  grandes  presentes. 

Con  esta  resolución  dio  muy  grata  audiencia  al  rev 
de  Aragón,  que  un  día  en  su  presencia  trató  muy  a 
la  larga ,  y  probó  con  muchos  ejemplos  que  jos  fran- 
ceses de  su  natural  eran  desapoderados  sin  poner 
término  al  deseo  de  ensanchar  su  señorío  :  que  mu- 
chas veces  trataran  de  derribar  y  deshacer  A  los  du- 
ques de  Milán ,  y  no  tenian  mudados  los  corazones: 
SI  se  acostumbrasen  á  las  riberas  de  Italia ,  luego  que 
se  apoderasen  del  reino  de  Ñapóles ,  fácilmente  se 
concertarían  con  los  ginoveses  que  les  eran  amigos 
y  vecinos,  sin  reparar  ni  desistir  de  intentar  nuevas 
empresas  basta  tanto  que  se  viesen  apoderados  de 
toda  Italia :  que  su  padre  Juan  Galeazo  y  sus  antepa- 
sados nunca  se  aseguraron  de  los  intentos  de  france- 
ses. Estas  cosas  se  trataban  en  el  castillo  de  Milán, 
y  estas  pláticas  andaban  cuando  madama  Isabel  por 
mandado  de  su  marído  Renato  duque  de  Anjou,  que 
como  queda  dicho  estaba  preso,  pasó  por  mar  prime- 
ro á  Genova ,  después  á  Gaeta,  v  últimamente  con 
8U  llegada  á  Ñapóles,  que  fue  á  los  diez  y  ocho  de 
octubre ,  reforzó  grandemente  y  animó  á  los  que  se- 
guían su  partido.  Ayudóla  con  gentes  que  le  envió  el 
papa  Eugenio,  y  ella  por  sí  ganaba  las  voluntades 


del  pueblo  por  su  gran  nobleza ,  esceJente  ingenio, 
condición  y  trato  muy  apacible. 

España  cuidadosa  y  triste  por  el  trabajo  de  los  re- 
yes revolvía  varías  práticas  de  guerra  y  de  paz.  Jun- 
táronse cortes  de  Aragón  en  Zaragoza  \i)fen  que  á 
petición  de  la  reina  se  trató  de  apercebiruna  armada 
para  conservar  las  islas  de  Gerdeña  y  de  Sicilia  que 
sospechaban  serían  acometidas  por  los  vencedores; 

3ue  ya  nadie  se  acordaba  ni  tenia  esperanza  del  reino 
e  mpoles.  En  Soria  á  los  confínes  de  Aragón  y  de 
Castilla  hobo  habla  entre  el  rey  de  Castilla  y  la  reioa 
de  Aragón  su  hermana.  Allí  se  concluyó  que  las  tre- 
guas asentadas  entre  los  dos  reinos  durasen  y  se 
prolongasen  por  otros  cinco  meses.  Parecía  cosa  in- 
justa aprovecharse  del  desastre  ajeno;  y  los  ánimos 
de  los  grandes  de  Castilla  por  la  desgracia  de  aque- 
llos reyes  se  movían  á  compasión.  Partiéronse  de 
Soria :  en  el  camino  se  supo  que  la  reina  doña  Leo- 
nor madre  de  los  dos  revés  lalleció  en  Medina  del 
Campo  mediado  el  mes  (fe  diciembre :  la  fuerza  del 
dolor  que  recibió  por  el  desastre  de  sus  hijos ,  súbi- 
tamente le  arrancó  el  alma ;  la  muerte  repentina 
hizo  se  creyese  era  esta  la  causa.  Fue  una  señora 
muy  principal  y  madre  de  príncipes  tan  grandes.  Hi- 
ciéronle  honras  en  muchos  lugares ,  y  en  especial  el 
rej  don  Juan  se  las  hizo  en  Alcalá  de  Henares  t  la 
rema  su  mujer  en  Madrigal.  Fue  sepultada  en  San 
Juan  de  las  Dueñas ,  en  un  monasterio  de  monjas  que 
ella  levantó  á  su  costa  fuera  de  aquella  villa ,  en  que 
pasaba  su  vida  con  mucha  santidad. 

En  Milán  últimamente  se  hizo  confederación  y 
avenencia  entre  aquel  duque  y  los  principes  sus  pri- 
sioneros, cuyas  capitulaciones  eran  :  Que  dn  escep- 
tuar  á  ninguno  tuviesen  los  mismos  por  amigos  y 

Sor  enemigos :  el  duque  para  recobrar  el  reino  de 
íápoles  prometió  de  ayudar  con  sus  fuerzas  y  gen- 
tes :  lo  mismo  hizo  el  rey  de  Aragón ,  oue  prometió 
toda  su  ayuda  para  hacer  la  guerra  á  loe  enemigos 
del  duque  de  Mitán.  En  gran  cuidado  puso  este  asien- 
to así  á  los  italianos  como  á  las  demás  naciones.  El 
rey  de  Navarra  fue  enviado  en  España  con  poderes 
muy  bastantes  para  gobernar  el  reino  de  Aragón.  Era 
necesario  allegar  dinero ,  hacer  nuevas  levas  de  sol- 
dados ,  y  apercebir  una  gruesa  armada.  El  principe 
de  Taranto  y  el  duque  de  Sessa  fueron  á  Nápofes 
para  animar  y  esforzar  á  los  de  su  parcialidad ,  v  para 
que  avisasen  al  infante  don  Pedro  en  nombre  oef  rey 
su  hermano  que  les  acudiese  con  la  armada  que  te- 
m'a  aprestada  en  Sicilia.  Ejecutóse  con  gran  presteza 
lo  que  el  rey  mandaba :  Helgada  que  fue  la  armada  de 
Sicilia  á  la  isla  de  Ischia ,  se  apoderó  de  la  ciudad  de 
Gaeta  por  entrega  que  della  hizo  Lanciloto  (2)  su  gth 
bemaoor,  natural  que  era  de  Ñápeles,  á  velóte  y 
cinco  de  diciembre  dia  de  Navidad,  y  principio  del 
año  i  436. 

Pocos  días  después  el  rey  de  Aragón .  puesto  en 
libertad  por  el  duque  como  está  dicho ,  llegó  á  Por^ 
tovenere,  el  cual  castillo  y  el  de  Leríce  entre  tan 
grandes  tempestades,  dado  que  están  en  las  marinas 
ae  Genova ,  se  conservaron  en  la  fe  del  rey  de  Ara- 
gón ,  y  se  tenian  por  él  mas  por  miedo  de  la  cuami- 
cion  aragonesa  que  tenian,  que  por  voluntad  de  los 
naturales.  Algunos  dicen  que  del  desastre  j  libertad 
del  rey  de  Aragón  se  dieron  divenas  señales  y  is 
vieron  milagros :  cada  cual  les  dará  el  erédito  por  fi 
mismo  que  la  cosa  merece;  á  mi  no  me  pareció  pa- 
sar en  silencio  cosas  tan  públicas  y  tau  raoebidafl 
comunmente.  El  mismo  dia  que  se  dio  la  iMlalla 
cerca  de  la  isla  de  Ponza ,  en  la  puente  que  en  Zara- 
goza se  edificaba  sobre  Ebro  de  obra  muy  prima  y 

(1)  Las  convocó  en  Zaragoza  el  dit  ijS  de  octubre  para 
celebrarlas  en  Mooion  en  i5  de  noviemlnre. 

(2)  Este  caballero  murió  de  muerte  nataral  y  después  se 
entregó  la  guarnición. 


HISTORIA   DE   EgPADiA. 


C53 


muy  ancha,  como  á  medio  día  sin  bastante  ocasión 
para  ello  se  cayó  el  arco  priacipal ,  y  con  su  calda 
mató  cinco  hombres. 

Dirá  alguno  que  las  cosas  casuales  suele  el  vulgo 
ñiuchas  Teces ,  cuando  son  pasadas ,  publicallas  por 
milagros  ▼  sacar  dellas  misterios :  sea  así ,  ¿pero  qué 
diremos  de  lo  que  se  sigue?  Nueve  leguas  mas  abajo 
de  Zaragoza  á  la  ribera  del  mismo  rio  Cbro  está  un 

I>ueblo  llamado  Vílllla^  edificado  de  una  colonia  de 
os  romanos  que  en  los  pueblos  ilergetes  se  llamaba 
Celsa.  En  este  tiempo  y  en  el  de  nuestros  abueloii  por 
ninguna  cosa  es  el  dicho  pueblo  mas  conocido  que 

Sor  una  campana  que  allí  hay,  la  cual  aquellos  hom- 
res  están  persuadidos  que  diversas  veces  por  si 
misma  con  una  manera  estraordinaria  se  toca,  sin 
que  ninguno  la  mueva,  para  anunciar  cosas  grandes 
que  han  de  venir,  buenas,  ó  malas.  Yo  no  trato  de 
la  verdad  que  esto  tiene,  ni  lo  tomo  á  mi  cargo. 
Consta  por  lo  menos  que  autores  graves  lo  reOeren, 
y  citan  testigos  de  vista  de  aquel  milagro.  Dicen 
pues  que  aquella  campana  un  dia  antes  que  los  reyes 
fuesen  presos ,  se  tañó  por  sí  misma ,  y  otra  vez  á 
treinta  de  octubre,  y  la  tercera  á  cinco  del  mes  de 
enero  próximo  siguiente,  dia  en  que  liecha  la  alianza 
en  Hilan ,  el  rey  de  Aragón  fue  puesto  en  libertad. 
Muchas  plegarias  se  hicieron ,  y  muchas  misas  se 
dijeron  piara  aplacar  la  ira  de  Dios  que  por  estas  se- 
ñales entendían  les  amenazaba :  congoja  y  cuidado 
de  que  se  libraron  los  naturales  con  la  buena  nueva 
que  vino  de  la  libertad  dada  á  sus  príncipes  ;  y  la 
tristeza  que  recibieran  por  aquel  grave  desmán,  y  el 
miedo  de  algún  nuevo  mal  que  sospechaban  se  daba 
á  entender  por  aquellas  señales,  se  trocó  en  pública 
alegría  de  toda  aquella  nación ,  y  i^un  de  lo  demás 
de  España. 

CAPITULO  XI. 

De  las  paces  que  se  hicieron  entre  los  reyes  de  Castilla  y 

de  Aragón. 

De  las  paces  que  se  hicieron  en  Hilan,  resultó  una 
nueva  y  pesada  guerra:  ios  glnoveses  tomaron  las  ar- 
mas, V  públicamente  se  revolvieron  contra- el  duque 
de  Milán.  Tenían  aquellos  ciudadanos  por  cosa  pesa-* 
da  que  el  fruto  de  la  victoria  ganada  con  su  peligro  y 
esfuerzo  otros  se  lo  quitasen,  y  que  Philipoauque  do 
Milán  se  llevase  las  gracias  de  las  paces  hechas  con 
los  revés,  y  de  nonelios  en  libertad  con  presentes  que 
les  dio:  liberaliaad  con  que  quedaban  cargados  del 
odio  que  por  fuerza  las  tendrían  los  aragoneses  y  ca- 
talanes, naciones  con  las  cuales  antiguamente  tuvie-- 
ron  grande  enemiga.  Querellábanse  demás  desto  que 
el  amparo  de  los  duques  de  Milán ,  á  que  forzados  acu- 
dieron el  tiempo  pasado,  le  mudasen  en  señorío  y  en 
una  dura  servidumbre.  Alterados  con  esta  indigna- 
ción, hecha  liga  en  puridad  con  el  pontífice  Eugenio 
y  con  Rdnato  duque  de  Anjou ,  tomaron  las  armas. 
Gobernaba  aquella  ciudad  en  nombre  del  duque  Pbi- 
lipo  Paccino  Aiciato ,  que  fue  muerto  eo  aquella  re- 
vuelta y  alboroto  del  pueblo:  á  otros  que  estaban  por 
el  duque,  pusieron  las  espadas  á  los  pechos,  y  algu- 
nos quedaron  heridos,  algunos  muertos;  mirábanles 
las  palabras,  los  meneos  que  hacían  y  visajes,  por 
ver  si  daban  alguna  muestra  de  aborrecer  lo  que  de 
presente  se  hacia,  y  favorecerá  los  de  Milan^ Con  es- 
to (lo  que  acontece  en  los  alborotos  del  pueblo)  en 
breve  á  lo  que  acudió  la  mayor  parte,  se  allegaron 
todos  los  demás ;  si  algunos  sentían  lo  contrario,  en 
lo  público  aprobaban  y  adulaban  los  intentos  de  los 
alborotados. 

El  principal  movedor  deste  motín  fue  Francisco 
Espinula,  que  aanó  nombre  de  valiente  por  la  defensa 
de  Gaeta  que  hizo  poco  antes^  de  que  cobrara  gran 
soberbia:  sobre  todo  se  movía  por  ser  enemigo  de  los 
Fuscos  y  de  los  Fregosos,  linajes  que  se  arrimaban  á 

TOMO  I. 


los  aragoneses.  Muchos  pueblos  por  aquella  comarca 
á  ejempto  de  Genova  y  por  su  autoridad,  despertados 
con  la  dulzura  y  esperanza  aue  se  prometían  de  la  li- 
bertad, se  levantaron,  y  echaron  de  si  la  guarnición 
que  tenían  por  el  duque  de  Milau.  Detuvieron  los  es- 

f>añoles  que  tenían  cautivos ,  por  los  cuales  y  para 
íbrallos  el  rey  de  Aragón  les  bobo  de  pagar  setenta 
mil  escudos.  Con  los  sicilianos  se  hobleron  mas  man- 
samente por  causa  de  la  antigua  amistad,  buen  aco- 
gimiento y  contratación  que  con  aqutílla  Isla  tenían, 
asi  los  soltaron  sin  rescate;  solo  tres  hijos  de  Juan  de 
Veintemilla  quedaron  por  largo  tiempo  en  Genova : 
no  se  sabe  si  por  aborrecimiento  que  les  tuviesen,  sí 
por  pretenier  dellos  alguna  ^raode  cantidad. 

El  rey  de  Aragón  á  instancia  del  duque  Philipo  pro- 
curaba sosegar  las  alteraciones  de  Genova  con  la  ar- 
mada que  don  Pedro  su  hermano  le  envió  desde  Gaeta, 
pero  desistió  de  la  empresa  por  parecelle  cosa  lani^a 
esperar  hasta  tanto  que  sosegase  aquella  gente  tan 
alborotada :  para  la  priesa  que  él  tenia  de  acudir  á  las 
cosas  y  reino  de  Ñapóles,  cualquiera  tardanza  le  era 
muy  pesada:  sabia  muy  bien  que  en  las  guerras  ci- 
viles un  día  y  una  hora ,  si  no  se  acude  con  tieoipo, 
suele  causar  grandes  mudanzas  v  ser  causa  que  gran- 
des ocasiones  se  desbaraten ;  ninguna  cosa  es  mas 
saludable  que  la  presteza.  Con  esta  resolución  de  Por- 
tovenere  envió  á  don  Enrique  su  hermano  á  España. 
Uizole  merced  del  estado  de  Ampurias,  y  mandóle 
que  ayudase  eñ  la  guerra,  sí  el  rey  de  Castilla  se  la 
hiciese  por  aquella  parte,  de  que  se  recelaban  á  causa 
que  el  tiempo  de  las  treguas  espiraba.  El  mismo  rey 
con  la  armada  se  hizo  á  la  vela ,  y  llegó  á  Gaeta  á  dos 
de  febrero:  en  este  medio  don  Pedro  su  hermano  se 
apoderaba  de  Terracína  con  gran  sentimiento  del 
pontífice  Eugenio,  cuya  era  aquella  ciudad,  por  pen- 
sar que  los  aragoneses  eran  tan  arrogantes  que  no 
contentos  con  el  reino  de  Ñapóles  pretendían  apode- 
rarse de  toda  Italia  sin  tener  respeto  á  la  magestad 
sacrosanta ,  ni  moverse  por  algún  escrúpulo  por  ser 
feroces,  ralea  de  hombres  fiera  y  mala»  como  él 
decía» 

Con  la  venida  del  rey  los  señores  neapolitanos  y 
los  soldados  acudieron  á  Gaeta.  Nombró  por  general 
del  ejército  á  Francisco  Picinino  (en  c|ue  tuvo  consi- 
deración á  hacer  placer  al  duque  Philipo,  acerca  del 
cual  Nicolao  padre  de  Francisco  tenía  en  todas  las 
cosas  el  principal  lugar  de  autoridad  y  mando)  en 
aquella  sazón  capitán  muy  señalado,  de  grande  ejer- 
cicio en  las  armas ,  y  oue  se  podía  comparar  con  los 
caudillos  antiguos.  Ardía  Italia  en  ruidos  y  asonadas 
de  guerra:  unas  ciudades  suspensas  con  las  sospe- 
chas que  tenían  de  una  nueva  guerra;  otras  hacían 
ligas  y  confederaciones  entre  sí  para  echar  los  arago- 
neses de  Italia.  En  particular  los  venecianos,  floren- 
tinos, glnoveses  á persuasión  y  con  ayuda  del  pontí- 
fice Eugenio  quién  por  odio  de  nuestra  nación  quién 
por  amor  de  la  francesa  se  ligaban  para  este  efecto , 
y  juntaban  sus  fuerzas. 

En  España  por  el  mismo  tiempo  se  hacia  la  guerra 
á  los  moros.  Entre  los  demás  reyes  estaban  para  con- 
cluirse las  paces  por  la  eran  instancia  y  ailigench 
que  en  ello  puso  el  rey  de  Navarra.  Su  intento  era 
volver  las  fuerzas  de  aquella  nadon  contra  Italia  sin 
cuidar  de  las  cosas  de  España.  Dos  castillos  llamados 
el  uno  Galea  y  el  otro  Castílleja  se  rindieron  en  tier- 
ra de  moros  á  Rodrigo  Manrique,  que  andaba  con  gen  - 
te  por  aquellas  parles.  El  alearla  que  resultó  desta 
buena  nueva,  en  breve  se  mudó  en  mayor  cuita  por 
el  desaste  muy  triste  del  conde  de  Niebla  don  Enri- 

?[ue  de  Guzman ,  el  cual  por  hacer  muestras  de  su  es- 
uer^o  y  gauar  la  gracia  de  su  rey  tenia  puesto  cerco 
sobre  Gibraltar,  pueblo  asentado  sobre  el  estrecho. 
Allí  como  después  de  cierta  escaramuza  se  recogiese 
á  su  armada,  se  ahogó  con  otros  cuarenta  compañe- 
ros por  dar  ladoy  hundirse  el  batel  á  causa  de  los  mu- 

28** 


654 

dios  que  acudieron ,  y  estar  el  mar  con  la  ordinaria 
creciente  alterado.  Don  Juan  deGuzroancon  el  dolor 
que  recibió  del  desastre  de  su  padre,  y  desconfiado 
de  salir  con  la  empresa,  alzado  sin  tardar  el  cerco,  se 
retiró  á  Sevilla.  Este  caballero  fue  el  primer  duque 
de  Medina  Sidonia  por  merced  que  poco  adelante  le 
híyo  el  rey  don  Juan  deste  título.  Quiso  ablandar 
aquel  dolor,  y  gratificar  aquel  servicio  y  voluntad 
con  esta  honra  necha  á  la  familia  nobilísima,  y  de  las 
man  poderosas  de  España,  de  los  Guzmanes. 

Hallábase  el  rey  en  Toledo  do  era  vuelto  después 
que  visitó  á  Alcalá  y  á  Madrid.  La  corte  se  ocupaba 
en  juegos  y  regocijos  con  poco  ó  ningún  cuidado  de 
la  guerra.  En  aquella  ciudad  á  dos  de  setiembre  se 
concluyeron  las  paces  entre  Castilla,  Aragón  y  Na- 
varra: ocasión  y  materia  para  todos  de  gran  ale- 
gría (1).  Entendieron  en  hacer  el  asiento  don  Alonso 
de  Borgia  obispo  de  Valencia,  y  don  Juan  de  Luna  y 
otras  personas  principales  que  vinieron  de  Aragón;  y 
con  ellos  el  arzobispo  de  Toledo,  el  maestre  de  Cala- 
trava  y  don  Rodrigo  conde  de  Benavenle ,  que  des- 
pués de  muchas  porfías  se  acordaron  en  estas  condi- 
ciones: doña  Blanca  hija  mayor  del  rey  de  Navarra 
case  con  don  Enrique  principe  de  Castilla :  en  dote 
á  la  doncella  se  den  Medina  del  Campo,  Olmedo,  Roa 
y  el  estado  de  Villena:  si  deste  matrimonio  no  queda- 
re sucesión,  estos  pueblos  vuelvan  al  señorío  de  Cas- 
tilla, y  en  tal  caso  se  dé  cierta  cantidad  de  dineros 
(en  que  se  concertaron)  al  rey  de  Navarra  en  recom- 
pensa de  aquellos  lugares:  á  don  Enrique  de  Ara- 
ron se  den  cada  un  ano  cinco  mil  florines  y  á  su  mu- 
jer tres  mil:  los  pueblos  y  castillos  que  de  una  y  otra 
parte  se  tomaron  durante  la  guerra  ala  raya  de  aque- 
llos reinos,  se  vuelvan  á  los  señores  antiguos:  a  ios 
que  de  una  v  otra  parte  se  pasaron,  sea  otorgado  per- 
don,  fuera  del  conde  de  Castro  y  el  maestre  de  Al- 
cántara; demás  destos  sacó  el  de  Navarra  por  su  parte 
á  Jofre  marqués  de  Cortes  por  ser  hombre  inquieto, 
deseoso  de  novedades ,  y  que  por  ser  de  sangre  real 
pretendía  apoderarse  del  reino. 

Con  estas  capitulaciones  las  tremas  se  mudaron 
en  paces,  y  concertaron  de  hacer  hga  contra  todas 
las  naciones  y  príncipes.  Solamente  el  rey  de  Casti- 
lla sacó  al  de  Portugal  y  al  Francés.  Y  de  parte  de  los 
aragoneses  esceptuaron  al  duque  de  Milán  y  Gastón 
conde  de  Fox,  cuyo  padre  llamado  Juan  falleció  poco 
antes  desto  y  él  heredó  aquel  estado  en  edad  de  quin- 
ce años,  y  era  yerno  del  rey  de  NaNarra  concertado 
con  doña  Leonor  su  hija  menor.  Divulgado  este  con- 
cierto, en  todas  partes  se  hicieron  procesiones,  aie- 
Í^rías  y  regocijos:  gozábanse  que  quitado  el  miedo  de 
a  guerra  cesábanlos  males,  y  parecía  que  en  España 
las  cosas  irían  grandemente  en  mejoría.  El  conde  de 
Castro  en  breve  alcanzó  perdón,  y  volvió  á  Castilla, 
y  hostigado  con  destierro  tan  largo  en  lo  de  adelan- 
te se  mostró  mas  recatado  que  antes. 

Lo  que  aquí  se  dice  y  en  otras  partes  del  conde  de 
Castro  se  sacó  de  las  corónicas  destos  reinos:  los  de 
su  casa  muestran  cédulas  reales  en  aprobación  del 
conde,  y  en  que  le  prometen  recompensa  jurada  por 
lo  que  en  estas  revueltas  le  quitaron :  muchas  ale- 
gaciones y  procesos  que  se  causaron  en  defensa  de 
su  lealtad,  en  quehol^ramosse  procediera  á  senten- 
cia para  ^ue  todos  nos  conformáramos.  Lo  que  se 
puede  decir  con  verdad,  es  que  fue  un  gran  caballe- 
ro, y  en  todas  sus  obras  de  los  mas  señalados  de  aquel 
tiempo.  La  notaá  mi  veres  de  poca  consideración  por 
correr  ia  misma  fortuna  muchas  de  las  mejores  casas 
de  Castilla,  como  del  almirante,  conde  de  Benavente 
y  conde  de  Aiba,  con  otro  gran  número  de  nobleza  que 
entraron  á  la  parte ,  sin  que  por  ello  hayan  perdido 
punto  de  su  reputación ,  v  en  el  conde  fae  mas  es- 
cusable  lo  que  hizo ,  por  la  obligación  que  le  cor- 

(! )  Segun  la  Crónica  fue  á  22  de  setiembre. 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  RülG. 


ría  de  seguir  y  acompañar  á  los  hijos  del  con  quien 
se  crió  desde  su  niñez ,  que  fue  el  infante  don  Fer^ 
nando  que  después  fue  rey  de  Aragón,  demás  que 
los  temporales  corrieron  tan  turbios  y  ásperos  que 
apenas  se  puede  deslindar  de  qué  parte  de  las  dos  es- 
tuviese la  razón  y  ia  justicia,  y  es  ordinario  que  en 
tiempos  semejantes  los  mejores  padezcan  mas:  ra- 
zones todas  de  momento  para  no  reparar  en  este 
punto  ni  hacer  desto  mucho  caso. 

En  el  entretanto  el  rey  de  Aragón  no  dejaba  de 
atraer  y  ganar  los  corazones  de  los  neapolitanos ,  y 
ayudar  con  industria  sus  fuerzas.  Juntósde  Baltasar 
Rata  conde  de  Caserta,  que  era  uno  de  los  goberna- 
dores nombrados  por  el  pueblo:  lo  mesmo  Ramón  Ur- 
sino conde  de  Ñola.  Para  ganalie  y  obligalle  le  pro- 
metieron por  mujer  á  doña  Leonor,  doncella  de  sangre 
real,  y  hija  del  conde  de  Urgel  que  poco  antes  destu 
falleció  en  Játiva.  Con  tanto  el  rey  ,  de  la  ciudad  de. 
Capua  en  que  se  hacia  la  masa  de  la  gente,  salió  en 
campaña  con  intento  en  ocasión  de  combatú-  á  los 
enemigos,  y  apoderarse  (como  en  breve  se  apoderó) 
del  valle  de  San  Severino,  de  la  ciudad  de  Salecno, 
y  de  las  marinas  de  Amalfi.  Puso  guarniciones  en 
todos  estos  lugares ,  con  que  las  fuerzas  de  Aragón 
se  afirmaron,  y  enflaquecieron  las  de  los  angevinos. 
quedaba  entre  otras  la  ciudad  de  Ñapóles  cabeza  del 
reino.  Tenían  no  pequeña  esperanza  de  ganalla  por 
'  estar  los  ánimos  muy  inclinados  al  Aragonés,  y  por 
ser  grandes  las  fuerzas  de  su  parcialidad.  Lo  que  so- 
bre todo'les  ponia  buen  corazón  v  animaba,  eran  los 
dos  castillos  que  en  aquella  ciudad  en  medio  de  tan 
grandes  tempestades  todavía  se  tenían  por  Araron: 
cosa  que  parecía  milagro,  y  era  como  buea  agüero 
para  la  guerra  que  restaba. 

CAPITULO  XU. 
Que  los  portugueses  fueron  maltratados  en  África. 

Fue  este  invierno  áspero  por  las  heladas  grandes 
y  por  las  muchas  nieves  que  cayeron  en  España:  na- 
oie  se  acordaba  de  fríos  tan  recios;  en  particular  es- 
tando el  rey  en  Guadala  jara  siete  leñadores  que  salie- 
ron por  leña  á  los  montes  comarcanos,  perecieron  y 
se  quedaron  helados  por  la  gran  fuerza  del  fino  el 
mismo  día  de  año  nuevo  de  1437.  Sobre  las  nieves 
cayeron  heladas ,  y  sobre  lo  uno  y  lo  otro  corrieron 
cierzos,  con  que  mucha  gente  pereció.  Quería  el  rey 
en  tan  recio  tiempo  pasar  á  Castilla  la  Vieja,  y  por 
estar  los  puertos  muy  cubiertos  de  nieve  fue  necesa- 
rio enviar  delante  trescientos  peones ,  que  abrieron 
el  camino ,  y  apartaron  la  nieve  á  la  una  y  á  la  otra 
parte  con  montones  que  hacían  á  manera  de  iMlla- 
dar  de  la  altura  de  un  nombre  á  caballo.  Con  esta  düi- 

g encía  se  pasaron  los  montes  con  que  parten  térmioo 
is  dos  Castillas,  la  Nueva  y  la  Vieja;  y  el  rey  acudió 
á  cosas  que  le  forzaron  á  ponerse  en  aoud  tral^jo. 
De  Roa  por  el  mes  de  marzo  pasó  á  Csmi,  desde 
allí  envió  al  príncipe  don  Enrique  su  hijo  á  Alfaro 
villa  principal  á  la  raya  de  Navarra.  Fueron  en  su 
compañía  los  mas  de  los  grandes ,  entre  todos  el  que 
mas  se  señalaba  era  don  Alvaro  de  Luna,  que  poco 
antes  sacó  á  la  reina  por  pura  importunidad  el  casti- 
llo de  Mental  van,  v  le  juntó  con  Escalona  que  ya  po- 
seía cerca  de  Toledo,  sin  acordarse  que  cuanto  cre- 
cía en  poder,  tanta  era  la  envidia  nuyor ,  contra  la 
cual  ningunas  fuerzas  bastan  á  contrastar.  Dos  dias 
después  que  el  príncipe  llegó á  Alfaro,  vino  al  mismo 
lagar  la  reina  de  Navarra  acompañada  de  sus  hijos, 
y  de  mucha  gente  de  los  suyos,  en  especial  del  obis- 
po de  Pamplona  v  de  Pedro  Peralta  mayordomo  ma- 
yor de  la  casa  real,  y  de  otros  señores.  Hiciéronse  con 
Srande  solemnidad  los  desposorios  del  nrfndpe  j  óe 
[)ña  Blanca  en  edad  que  tenían  de  cada  doce  anos. 
Desposólos  el  obispo  de  Osma  don  Pedro  de  Castilla» 
persona  muy  noble,  y  de  sangre  real.  Gastáronse  en 


HISTORIA  DE  ESPAÑA. 


6U*1 


regocijos  cuatro  días ,  los  cuales  pasados ,  la  reina  de 
NaTarra  y  la  desposada  su  hija  se  volvieron  á  su 
tierra. 

El  rey  de  Castilla  y  su  hijo  el  principe  don  Enrique 
fueron  a  Medina  del  Campo.  En  aquella  villa  por  con- 
sejo de  don  Alvaro  de  Luna  y  del  conde  de  Benaven- 
te  fue  preso  el  adelantado  Pedro  Manrique  por  man- 
dado del  rey,  y  enviado  al  castillo  de  ruentiduena 
para  que  alli  le  guardasen.  Sucedió  esta  prisión  por 
el  mes  de  a|psto.  que  fue  un  nuevo  principio  de  albo- 
rotarse el  reino,  ae  que  grandes  males  resultaron.  Las 
causas  que  hobo  para  hacer  aquella  prisión,  no  se  sa- 
ben ;  lo  que  el  tiempo  y  por  el  suceso  de  las  cosas  se 
entendió,  fue  que  con  otros  señores  tenian  comuni- 
cado en  qué  forma  podrían  derribar  á  don  Alvaro  de 
Luna ,  cosa  que  en  aquella  sazón  se  tenia  por  crimen 
contra  la  majestad ,  y  aleve. 

Fue  este  ano  memorable  y  desgraciado  á  los  por- 
tugueses por  el  estrago  muy  grande  que  en  ellos  hi- 
cieron los  moros  en  África.  Ardian  los  cinco  herma- 
nos del  rey  de  Portugal  en  deseo  de  ganar  nombre  y 
ensanchar  su  señorío :  ¿en  España  cómo  podían  por 
ser  aquel  reino  tan  pequeño,  y  tener  hechas  poco  an- 
tes paces  con  los  comarcanos?  Cuidaron  seria  mas 
honrosa  empresa  la  de  África  como  contra  senté  ene- 
miga de  cristianos.  Deteníalos  la  falta  de  dinero  pa- 
ra la  pajsa  y  socorro  de  los  soldados.  Para  remedio 
desta  dincultad  por  medio  del  conde  de  Oren  emba- 
jador de  Portugal  en  la  corte  romana  alcanzaron  del 
pontífice  Eugenio  indulgencia  para  todos  aquellos 
que  tomasen  la  señal  de  la  cruz  por  divisa  y  se  alis- 
tasen para  aquella  jomada.  Fue  grande  la  muche- 
dumbre y  canalla  de  gente  que  sabido  esto  acudió  á 
tomar  las  armas.  Don  Fernando  maestre  de  Avis,  co- 
mo el  mas  ferviente  que  era  de  sus  hermanos,  se 
ofreció  para  ser  general  en  aquella  empresa.  Tratóse 
de  la  manera  que  se  debía  hacer  la  guerra,  en  una 
junta  del  reino  que  para  esto  tuvieron. 

Don  Juan  maestre  de  Santiago  en  Portugal,  uno 
de  los  hermanos ,  era  de  ingenio  mas  sosegado ,  y  mas 
prudente  :  como  tal  fue  de  parecer  (el  cual  puso  por 
escrito)  que  no  debían  acometer  á  África  si  no  fuese 
con  todas  las  fuerzas  del  reino,  por  ser  aquella  pro- 
vincia poderosa  en  armas ,  gente  y  caballos.  Decía 
que  muchas  veces  con  gran  daño  fuera  acometida, 
y  al  presente  seria  su  perdición,  si  no  se  median  con 
sus  tuerzas ,  y  si  no  sabían  enfrenar  aquel  orgullo,  ó 
celo  desapoderado.  «Ojalá  jo  salga  mentiroso;  pero 
nsí  no  sosegáis  esta  gana  ae  pelear,  y  la  gobernáis 
»con  la  razón ,  los  campos  de  África  quedarán  cu- 
))biertos  con  nuestra  sangre.  ¿En  esta  gente  y  solda- 
»dos confiáis?  Antes  de  la  pelea  se  muestran  bravos, 
wy  venidos  á  las  manos ,  en  el  peligro  y  trance  cobar- 
mes;  pues  no  tienen  uso  de  las  armas,  ni  fortaleza, 
nni  vigor  en  sus  corazones ,  solo  número  y  no  mas. 
w¿Por  ventura  menospreciáis  á  los  moros?  temo  que 
neste  menosprecio  ha  de  acarrear  algún  ^an  mal. 
»Mirad  que  irritáis  una  gente  muy  determmada,  sin 
»námero  y  sin  cuento,  y  que  por  su  ley ,  por  sus  ca- 
nsas ,  por  sus  hijos ,  y  mujeres  pelearan  con  mayor 
»ánimo.  Diréis  que  vais  confiaaos  en  el  ayuda  de 
»Dios :  eso  sería ,  si  las  vidas  y  costumbres  fueran  á 
«propósito  para  aplacalle  mejores  de  los  que  vemos 
nen  esta  gente ,  y  si  con  madureza  y  con  prudencia 
»8e  tomaren  las  armas;  que  los  santos  no  favorecen 
«los  locos  atrevimientos  y  sandios,  antes  será  por 
«demás  cansallos  con  plegarias  y  rogativas  no  lim- 
npias.  Alguna  esperiencia  que  tengo  de  las  cosas ,  y 
«el  amor  ferviente  de  la  patria  y  de  la  salud  común 
«me  bacen  habhr  así,  y  temer  no  cueste  á  todos  muy 
«caro  esta  rasolucion  que  tenéis  en  vuestros  ánimos 
i>concebida.» 

Aprobaban  esto  parecer  todas  las  personas  mas  re- 
catadas, en  especial  los  infantes  don  Pedro  y  don 
Alonso;  solo  don  Enrique  era  el  que  fomentaba  los 


intentos  de  don  Femando :  tenía  grande  autoridad, 
por  ser  el  que  era,  v  por  sus  riquezas  y  estudios  de 
letras  con  ^ue  acreditaba  todo  lo  demás.  Sucedió  lo 
que  es  ordinario,  que  los  mas  y  su  parecer,  aunque 
peor,  prevaleció  contra  lo  que  sentía  la  mejor  parte: 
de  suerte  que  por  común  acuerdo  se  resolvieron  en 
pasar  adelante.  Apercibieron  una  armada,  y  en  ella 
embarcaron  hasta  seis  mil  soldados :  sonaba  la  lama 
que  el  número  de  la  gente  era  doblado ,  es  á  saber  do- 
ce mil  combatientes,  que  fue  otro  nuevo  daño.  A  do- 
ce de  agosto  se  hicieron  á  la  vela ,  y  dentro  de  (¡uin- 
ce  días  llegaron  á  África.  En  Ceuta  donde  surgieron, 
hicieron  consulta  en  qué  manera  se  haría  la  guerra. 
Tomaron  resolución  de  cercar  &  Tánger ,  ciudad  de 
romanos  antiguamente  muy  noble ,  á  la  sazón  peque- 
ña. Está  puesta  al  estrecho  en  frente  de  Tarifa  :  al 
derredor  tiene  grandes  arenales ,  por  donde  el  campo 
no  se  puede  sembrar  y  es  estéril,  íbera  de  algunos 
bajos  y  valles  que  hay,  que  por  regañe  con  las  ai^uss 
de  cierta  fuente  que  cerca  tienen ,  son  de  gran  fres- 
cura y  fertilidad. 

Los  cercados ,  puesto  que  por  espacio  de  treinta  y 
siete  días  fueron  combatidos  gallardamente ,  nunca 
perdieron  el  ánimo ,  antes  por  la  esperanza  que  te- 
nian de  ser  presto  socorridos,  se  animaban  á  defen- 
der la  ciudad.  Acudieron  ásocorrella  los  reyes  de  Fez 
y  de  Marmecos  y  otros  señores  africanos  con  seis- 
cientos mil  hombres  que  traían  de  á  pié ,  y  setenta 
mil  de  á  caballo,  maravilloso  número,  si  verdadero: 
la  famayelruidosuele  ser  masque  la  verdad.  ¿A  tan- 
ta gente  cómo  podían  resistirlos  portugueses?  Pelea- 
ron al  priacipio  fuertemente ,  después  cercados  por 
todas  partes  de  muchedumbre  tan  grande,  se  hicie- 
ron fuertes  en  sus  reales,  pero  tristes .  fijados  los  ojos 
en  tierra  ni  respondían ,  ni  preguntaban ,  antes  todo 
el  tiempo  que  podían ,  se  estaban  dentro  de  las  tien- 
das :  la  misma  luz  y  trato  por  la  aflicción  les  era  pe- 
sada. Trataron  de  huir ;  ¿  pero  á  dónde,  ó  por  qué  par- 
te, estando  todo  el  campo  cubierto  de  sus  contrarios? 
mayormente  que  las  piedras  se  levantan  contra  el 
que  huye.  Forzados  de  necesidad  enviaron  mensaje- 
ros de  paz.  Los  bárbaros  respondieron  que  se  despi- 
diesen de  ningún  concierto,  si  no  fuese  que,  entregada 
Ceuta ,  saliesen  de  toda  África.  Era  cosa  muy  pesa- 
da lo  que  pedían,  y  que  no  estaba  en  su  mano  pro- 
metello :  todavía  por  el  deseo  que  tenian  de  salvarae, 
otorgaron ,  y  por  rehenes  el  general  don  Fernando  y 
otras  personas  principales :  los  demás  rotos ,  sucios 
y  maltratados  se  fueron  primero  á>  Ceuta ,  v  de  alli 
pasaron  á  Portugal  al  cabo  del  año. 

Tratóse  en  Ebora  en  una  junta  de  señores  del 
asiento  que  tomaron ,  y  del  cumplimiento  del.  De  co- 
mún acuerdo  salió  decretado  que  aquellas  condicio- 
nes, como  otorgadas  sin  voluntad  del  rey ,  eran  en  si 
ningunas,  y  que  no  se  debian  cumplir :  que  la  fe  da- 
da y  la  jura  se  cumplía  bastantemente  con  dejuiles  los 
rehenes  que  en  África  quedaran ,  para  que  con  sus 
cabezas  pagasen  lo  que  necia  y  locamente  asentaron. 
Por  ventura  si  con  la  misma  soberbia  los  necesitaran 
los  bárbaros  á  prometer  que  entregarían  todo  Portu- 
gal, era  de  cumplir  la  tal  promesa,  y  sufrir  que  de 
nuevo  los  moros  pusiesen  el  pié  y  el  yugo  de  su  im- 
perio y  señorío  en  España?  ¿Que  si  prometieran  otras 
muchas  cosas  muy  indignas ,  cómo  pudiera  ser ,  es- 
tuvieran por  ventura  obligados  los  portugueses  á  pa- 
sar por  ellas?  El  cautiverio  pues  de  don  Femando  fue 
perpetuo,  padeció  menguas  v  prisiones  muy  graves. 
Su  sepulcro  se  muestra  en  la  ciudad  de  Fez  puesto 
en  un  lugar  alto  como  trofeo  que  levantaron  de  nues- 
tra nación  y  por  memoria  de  la  victoria  que  ganaron: 
así  el  que  fue  principal  en  la  culpa,  acaso,  ó  por  la 
voluntad  de  Dios  fue  mas  gravemente  que  los  demás 
castigado. 


C¿Í6 


BIBLIOTECA  DC  O  ASPAR   T  UÜIG. 


CAPITULO  XIU. 

Cómo  el  iurante  don  l^edro  fae  tnuerlo  eu  el  cerco  de 

Ñapóles. 

Eiv  Espiiña  rev(^vian  sospeclias  de  nuevos  alboroc 
tos  p()r  estar  j<ran  parte  d^  lo$  grandes  aversos  de  sa 
»*ey  por  hi  prisión  injusta  (cmto  eilo^  de<^ian)  que  se 
hizo  en  la  persoua  de  Pedro  Manrique.  Asimistno  se 
veian  por  todas  partes  entre  las  personas  eclesiásticas 
grandes  contiendas  y  debates^  á  causa  que  el  pontí- 
nce  Eugenio,  por  tener  desde  el  principio  de  su  pon- 
tificado por  sospechoso  el  concilio  de  Basilea ,  pro-^ 
curaba  disolvelfe;  que  era  un  eanaíno  inventado  á 
propósito  para  hacer  burla  y  enflaquecer  las  fuerzas 
de  los  concilios,  que  enfrenaban  y  ponian  algún  es- 
panto á  los  pontífices  romanos ;  pero  desistió  deste 
intento  por  entonces  por  cartas  que  en  esta  razón  le 
vinieron  muy  graves  del  etnperador  Sigismundo,  y 
del  cardenal  Cesarino  su  legado.  Los  padres  de  Basi- 
lea lomando  mas  autoridad  y  mane  de  lo  oue  por  ven- 
tura fuera  justo,  y  irritados  por  lo  que  el  papa  inten- 
tara le  hicieron  intimar  que  si  no  venia  en  persona 
al  concilio ,  pronunciarían  contra  él  lo  que  se  acos- 
tumbra (irontra  ios  que  desamparan  su  oGcio ,  y  no 
cumplen  con  lo  qne  son  (aligados  y  con  el  deber  en 
caso  Semejante.  No  quiso  obedecer :  amenazaban  de 
deponelle  y  quitalle  la  autoridad  pontifical  que  tenia. 

Este  era  el  intento  de  los  obispos :  los  prhicipes 
cristianos  no  se  conformaban  en  un  parecer,  algunos 
resistían  á  aquel  intento  como  arrojado  y  temerario, 
por  la  memoria  que  tenían  de  laís  llagas  que  en  el 
scisma  pasado  recibió  lo.  Iglesia  cristiana,  que  upe* 
ñas  se  habían  encorado  y  «manado ;  en  particular  hizo 
resistencia  el  emperador  Sigismundo ,  dado  que  no 
era  loada  amigo  del  pontífice.  Poco  presiló  su  autori* 
dad  á  causa  que  en  et  mismo  tiempo  oue  estas  pláti- 
cas  se  comenzaron ,  pasó  desta  vida  a  *iuevy>  de  di- 
ciemfbre ,  mas  señalado  por  la  paz  de  la  Iglesia  que 
fundó ,  y  por  habdla  ahora  defendido ,  que  por  los  mu- 
chos años  que  imperó.  Sucedió  en  su  lugar  su  yerno 
Alberto  duque  de  Austria ;  que  ya  era  rey  de  roma- 
nos. Coronóse  primer  dia  de  enero  principio  del 
año  1438 ,  en  tiempo  que  en  un  lugar  que  tenia  don 
Alvaro  de  Luna  en  Castilla  la  Vieja  llamado  Maderue* 
lo,  cayeron  piedras  tan  grandes  cromo  almohadas  pe- 
queñas, que  no  hadan  daño  por  serla  nmteria  liviana. 

Para  averiguar  el  caso  y  informarsB  de  todo  en- 
viaron á  Juan  de  Agreda  adalid  del  rey ,  que  trajo 
á  Roa  do  halló  al  rey  de  Castilla ,  íilgunais  de  aqiieilas 
piedras.  Dudábase  si  era  buen  agüero  ó  mallo ,  pero  ni 
aun  del  suceso  de  la  guerra  de  los  moros  se  entendió 
bastantemente  que  era  lo  que  aquellas  piedras  pro- 
nosticaban ,  ca  por  una  parte  Hueíma  (pueblo  que  los 
antiguos  llamaron  Onova  {{),  dado  que  estaba  fortifi- 
cado con  número  de  soldados  y  con  murallas  bien 
fuertes,  fue  ganada  de  los  moros  por  la  buena  indus- 
tria y  esfuerzo  de  Iñigo  López  de  Mendoza  señor  de 
Rita,  de  cuyo  cuidado  estaba  la  frontera  de  laen :  por 
otra  parte  el  alegría  no  duró  mucho  á  causa  que  Ro- 
drigo Perea  adelantado  de  Cazorla  en  una  entrada 
que  hizo  en  tierra  de  moros ,  fue  muerto  por  mucho 
mayor  número  de  enemigos  que  cargó  sobre  él,  y  de 
mfl  y  cuatrocientos  soldaaos  que  llevaba,  solos  Tein- 
te  escaparon  por  los  pies.  Tampoco  los  moros  gana- 
ron la  victoria  sin  sangre,  que  el  mismo  capitán  que 
era  de  los  Bencerrajes ,  y  gobernador  de  Granada ,  pe- 
redó  en  el  encuentro  con  otros  muchos ,  que  fue  al- 
gún alivio  del  desastre. 

Glrey  de  Aragón  por  estar  ataviado  y  sentido  del 
pótotifíce  Eugenio  parecía  ayudar  los  intentos  de  los 
de  Basilea,  en  especial  que  demás  de  los  desaguisados 
pasados  al  presente  Juan  Vitelesco  patriarca  de  Ale- 
jandría con  gente  del  pontífice  y  por  su  orden  hizo 

(I)  Vea  PC  el  apéndice. 


entrada  por  las  fronteras  del  reino  de  Ñápeles,  y  con 
su  venida  se  alteraron  y  trocaron  mucho  los  auimos 
de  los  naturales ,  tanto  que  el  príncipe  de  Taranto  y 
el  conde  de  Casertá  se  pasaron  á  la  parte  del  papa, 
como  personas  que  eran  poco  constantes  en  la  fe,  de 
ingenio  mudable  y  vario.  Al  contrario  Antonio  Colo- 
na se  reconcilió  con  el  rey  de  Aragón  con  esperanza 
que  se  le  dio  de  recobrar  el  principado  de  Salerno 
que  antes  le  quitaran.  El  patriarca  ruó  en  breve  des- 
baratado por  los  de  Aragón ,  y  forzado  á  salirse  del 
reino  de  Ñapóles,  si  bie»  venia  armado  de  censuras  y 
con  valientes  soldados.  Los  otros  señores  se  reduje- 
ron ai  deber  en  el  mismo  tiempo  que  Renato  duque 
de  Anjou,  rescatado  de  la  prisión  en  que  le  tenían, 
oón  su  armada  llegó  á  Ñapóles  á  diez  y  nueve  de  ma- 
yo. Su  venida  fue  de  poco  momento  por  no  traer  di- 
iiero  alguno  para  los  gastos  de  la  guerra ,  solo  los  áni- 
mos de  muchos  se  despertaron  ala  esperanza  y  deseo 
de  novedades. 

En  muchas  partes  se  emprendió  la  llama  de  la 
ffuerm.  La  mayor  fuerza  della  andaba  eu  las  tierras 
uel  Abruzo  :  Jacobo  Caldera ,  capitán  muy  esperi- 
mentado ,  sustentaba  en  aquella  comarca  el  partido 
de  Renato  :  él  mismo  desque  supo  su  venida ,  le  acu- 
dió luego  en  persona ,  maguer  que  no  muy  confiado 
de  Ja  victorh  á  cansa  que  el  partido  de  Aragón  de 
cada  dia  mas  se  adelantaba,  y  muchos  pueblos  y  cas- 
tillos por  aquella  comarca  venían  en  poder  de  los 
aragoneses.  Reoato  para  ganar  reputación  y  entrete- 
ner acordó  desafiar  al  enemigo  á  nacer  campo ,  y  en 
señal  del  ríepte  le  envió  una  manopla ,  si  de  coraaon 
no  se  sabe.  Lo  que  consta  es  que  el  Aragonés  aceptó, 
y  todo  aquel  acometimiento  se  fue  en  humo ,  por  las 
diferencias  que  resultaron ,  como  era  forzoso ,  sobre 
el  dia  y  el  lugar  y  otras  circunstancias  del  combate. 

En  Surges  el  rey  de  Francia  en  unaiuntaque  hizo 
de  todos  los  estados  de  su  reino ,  aprooólos  decretos 
de  Basilea  por  una  ley  que  vulgarmente  se  llama 
Pragmática  Sanction ,  por  la  cual  mandó  se  senten- 
ciasen los  pleitos.  Dio  gran  pesadumbre  al  papa  Eu- 
genio aquella  ley ,  porque  cor  ella  parecía  se  quitaba 
casi  toda  la  autoridad  al  sumo  pontificado  en  Francia 
sea  en  conferir  los  beneficios ,  sea  en  sentenciar  los 
pleitos.  Asi  con  mayor  resolución  se  determinó  de 
disolver  el  concilio  de  Basilea,  de  do  procedían  tales 
efectos ,  demás  de  otros  nuevos  miedos  que  se  mos- 
traban. Hizo  pues  un  nuevo  edicto,  en  oue  pronun- 
ció trasladaba  el  concilio  á  Ferrara  ciudad  de  la  lUriia. 
El  legado  Cesarino ,  sabida  la  voluntad  del  pontífice, 
y  con  él  de  siete  cardenales  que  eran ,  los  cinco  se 
pasaron  á  Ferrara  :  los  otros  dos  se  quedaron  en  Ba- 
silea. 

La  causa  aue  se  alefi;aba  para  mudar  el  lugar ,  era 
la  venida  del  emperador  Juan  Paleólogo ,  y  del  pa- 
triarca de  Constantinopla,  que  pasaron  á  Italia  con 
intento  de  unir  las  iglesias  de  Oriente,  con  las  de  Oc- 
cidente ,  y  hacer  la  paz  que  todos  tanto  deseaban. 
Llegados  que  fueron  á  Ferrara,  les  hicieron  mucha 
honra.  Sobrevino  peste ,  que  forzó  de  nuevo  á  pasar 
el  concilio  á  Florencia  cabeza  de  Toscana.  En  aquella 
ciudad  con  trabajo  de  muchos  días  se  disputaron  las 
controversias  que  entre  los  latinos  y  los  griegos  hay, 
con  mayor  ruido  y  esperanza  de  presente  que  prove- 
cho para  adelante.  Los  padres  de  Basilea  al  priocipio 
pretendieron  y  trataron  que  los  griegos  fuesen  allá: 
no  salieron  con  ello.  Por  esto  y  por  la  disolución  del 
concilio  mas  irritados  contra  el  pontífice  Eugenio  que 
amedrentados,  nombraron  por  presidente  en  lugar 
de  Cesarino  á  Ludovico  cardenal  arelatense.  Demá^: 
desto  trataban  de  cosas  á  la  república  y  é  la  Iglesia 
perjudiciales  y  malas.  AmenazabaB  que  quitarían  á 
Eugenio  el  pontificado ,  y  él  depuesto,  nombrarían 
otro  papa  en  su  lugar. 

En  Italia  á  la  sazón  que  Renato  duque  de  Anjou  se 
ocupaba  en  combatir  los  castillos  que  en  el  Abruzo 


aiSTORU  DR  ESPAN4. 


037 


86  tenían  por  sus  enemigos,  el  rey  de  Aragón  anima- 
do con  la  prosperidad  de  sus  cosas  se  determinó  mar- 
char la  vuelta  de  Ñapóles ,  ciudad  j[ue  era  cabeza  de 
la  guerra  y  del  reino ,  y  por  seguir  la  j;ente  moza  á 
Renato  se  hallaba  sin  bastante  guarnición ,  ni  aun 
tenia  vituallas  para  muchos  días.  En  el  campo  arago- 
nés pasaron  alarde  hasta  quince  mil  hombres,  y  en  la 
armada  se  contaban  cuatro  galeras,  siete  naves  grue- 
sas^ y  otro  mayor  número  de  bajeles  pequeños  a  pro- 
pósito que  por  la  mar  no  entrasen  en  la  ciudad  basti- 
mentos. Con  este  aparejo  cercaron  por  mar  y  por 
tierra  á  Veinte  y  dos  de  setiembre  aquella  ciudaa,  que 
es  de  las  mas  señaladas  que  tiene  Italia  ^  en  número 
de  ciudadanos  y  arreo,  magestad  de  edificios,  y  en 
todo  lo  al.  Hallábanse  presentes  con  el  rey  y  en  su 
ejército  y  campo  fifateo  Aquaviva,  duque  de  Atri,  el 
conde  do  Ñola,  Juan  Veintemilla ,  Pedro  Cardona. 

Luego  que  hobieron  barreado  y  fortificado  los  rea- 
les ,  comenzaron  á  aparejar  escalas  y  otros  ingenios 
f)ara  la  batería.  Repartiéronse  los  escuadrones  por 
ugares  á  propósito  para  apretar  los  cercados.  Esta- 
ban ya  para  dar  el  asalto,  cnando  la  fortuna,  que 
tiene  por  costumbre  dejugar  y  burlarse  en  las  cosas 
humanas,  y  mezclar  las  cosas  adversas  con  las  prós- 
peras ,  trastornó  todos  los  intentos  del  rey  de  Aragón 
con  un  muy  triste  desastre.  Fue  asi  que  el  infante 
don  Pedro  de  Aragón  á  veinte  y  tres  de  octubre,  por 
la  mañana  salido  de  los  reales ,  se  adelantó  un  poco 
para  atalayar  la  ciudad.  En  esto  dispararon  una  pe-^ 
Iota  de  un  tiro  de  artillería  desde  la  iglesia  de  nuestra 
Señora  de  los  Carmelitas ,  con  que  le  hirieron  y  ma- 
taron (I).  Tres  veces  saltó  la  bala,  y  con  el  cuarto 
salto  que  dio,  le  quebró  la  cabeza :  el  cuerpo  muerto 
fue  llevado  á  la  Madalena.  Acudió  á  la  triste  nueva  el 
rey  don  Alonso  su  hermano,  y  besado  el  pecho  del 
difunto :  «  Diferente  alegría  (dice)  esperaba  de  tí ,  ó 
«hermano,  eterna  honra  de  nuestra  patria  y  participe 
»de  nuestra  gloria.  Dios  haya  tu  alma. »  Junto  con  esto 
con  sollozos  y  lágrimas  á  los  que  presentes  se  halla- 
ren. «Este  día  (dijo^  soldados ,  hemos  perdido  la  flor 
Mde  la  caballería  y  oe  toda  la  gala :  ¡  con  cuánto  dolor 
»dígo  estas  palabras  I »  Murió  en  lo  mas  florido  de  su 
mocedad,  en  edad  de  veinte  y  siete  anos,  sin  casar- 
se. Rallóse  en  muchas  guerras ,  y  en  ellas  ganó  prez 
v  honra  de  valeroso :  depositáronle  en  el  castillo  del 
Ovo. 

Los  soldados  vulgarmente  y  también  la  muche- 
dumbre del  pueblo  tuvo  por  mal  agüero  la  muerte  de 
don  Pedro  en  especial  que  con  las  muchas  aguas  no 
se  podia  batir  la  ciudad,  ni  dar  el  asalto :  por  esto  al- 
zado el  cerco ,  se  retiraron  á  Cápua.  EF  marqués  de 
Girachí  Juan  Veintemilla  en  este  medio  enviado  al 
encuentro  contra  Renato,  que  acudía  con  gentes 
para  socorrer  á  los  cercados ,  se  encontró  con  él  en 
el  valle  de  Gardano.  Prendió  con  su  llegada  al  impro- 
viso algunos  de  los  enemigos,  con  que  Tos  demás  Tue* 
ron  forzados  á  doblar  el  camino ,  y  por  otra  parte  pa- 
sar á  tierra  de  Ñola.  Esto  hecho,  el  Veintemilla  con 
su  escuadrón  en  ordenanza  se  volvió  al  cerco  de  Ñá- 
peles. El  rey  don  Alonso  con  intento  que  tenia  de 
volver  á  la  guerra  lue^o  que  el  tiempo  dí»<!se  lugar  y 
se  abriese ,  se  determinó  de  llamar  desde  España  los 
otros  dos  sus  hermanos. 

El  deseo  que  tenia  de  ganar  el  reino  de  Ñapóles, 
era  tal  que  mostraba  no  hacer  caso  de  los  reinos  que 
su  padre  le  dejó,  si  bien  comenzaban  á  ser  trabijados 
por  un  buen  numero  de  gente  francesa ,  que  por  es- 
tar acostumbrada  á  robar,  debajo  de  la  conducta  de 
Alejandro  Borbon  hijo  bastardo  de  Juan  duque  de 
Borbon  rompió  por  aquellas  partes.  Llevaban  otrosí 
por  capitán  á  Rodrigo  Villandrando ,  persona  que 
aunque  era  español  y  natural  de  Vaíladolid,  sirvió' 
muy  bien  al  rey  de  Francia  en  las  guerras  contra  los 

(I)  Sucedió  según  Zurita  el  dia  i 7. 


ingleses ,  y  de  soldado  particular  líe^ó  á  iser  capitán, 
Y  alguna  vez  tuvo  debajo  de  su  regimiento  diez  mil 
lionibres.  Era  robusto  de  cuerpo ,  muy  colérico.  Es- 
taba aquella  ^ente  acostumbrada  debajo  de  aquellos 
capitanes  á  vivir  de  rapiña  ^  talar  y  saquear  pueblos 
y  campos  como  los  que  teman  el  robo  por  sueldo,  y 
la  codicia  por  gobernalle  :  hicieron  entrada  por  el 
condado  de  Ru) sellen.  Fue  grande  el  cuidado  en  que 
pusieron  á  los  naturales ,  á  la  reina  de  Aragón  y  al 
rey  de  Navarra.  Mas  fue  el  miedo  que  el  daño  :  en 
breve  aquella  tempestad  se  sosegó  á  causa  que  los 
franceses  por  la  aspereza  del  tiempo  dieron  la  vuelta 
hacia  otra  parte ,  y  se  retiraron  sin  hacer  en  aquel 
estado  algún  daño  notable. 

Aciago  año  y  des^aciado  fue  este  para  Portugal 
así  bien  por  la  pérdida  tan  grande  que  hicieron  en 
África ,  como  por  la  peste  que  se  derramó  casi  por 
todo  aquel  reino  con  muerte  de  gran  número  de  gen- 
te. El  mismo  rey  don  Duarte  en  el  convento  de  Tomar 
en  que  por  miedo  se  retiró ,  de  una  fiebre  que  le  so- 
brevino, finó  á  los  nueve  de  setiembre  martes.  Así  lo 
hallo  en  las  coróuicas;  mas  por  cuanto  añaden  que 
bobo  aquel  dia  un  grande  eclipse  del  sol ,  es  forzoso 
digamos  que  finó  viernes  á  los  diez  y  nueve  de  aquel 
mes  en  que  fue  la  conjunción,  j  por  consiguiente  el 
eclipse.  Príncipe  que  en  su  reinado  no  hizo  cosas 
muy  notables  a  causa  del  poco  tiempo  que  le  duró, 
ca  reinó  solos  cinco  años  y  treinta  y  siete  días.  Fue 
aficionado  á  las  letras.  Dejó  escrito  un  libro  de  la 
forma  cómo  se  debe  gobernar  un  reino.  Ordenó  que 
el  hijo  mayor  de  aquellos  reyes  en  adelante  se  llamase 
príncipe,  como  se  hacia  en  Castilla.  Sus  hijos  fueron 
don  Alonso  el  mayor,  que  le  sucedió  en  el  reino,  bien 
que  no  pasaba  de  seis  años :  don  Fernando  duque  de 
Viseo,  maestre  de  Christus  y  de  Santiago  ^  y  condes- 
table de  Portugal ,  cuyos  hijos  fueron  doña  Leonor 
reina  de  Portugal,  y  doña  Isabel  duquesa  de  Bergan- 
za;  y  fuera  de  otros  h^os  aue  tuvo  muchos,  don 
Diego  á  quien  dio  la  muerte  el  rey  don  Juan  su  cuña- 
do, y  don  Manuel,  que  llegó  finalmente  á  ser  rey  de 
Portugal. 

Fue  asimismo  hija  del  rey  don  Dunrte  la  empera- 
triz doña  Leonor  mujer  de  Federico  Tercero ,  y  ma- 
dre de  Maximiliano :  doña  Catalina ,  que  estuvo  con- 
certada con  diversos  príncipes  y  con  ninguno  casó: 
finalmente  doña  Juana  mujer  de  don  Enrique  el 
Cuarto  rey  de  Castilla.  El  gobierno  del  reino  por  la 
poca  edad  del  nuevo  rey  quedó  encomendado  á  la 
reina  doña  Leonor  su  madre:  así  lo  dejó  dispuesto  el 
rey  difunto  en  su  testamento ,  cláusula  de  que  resul- 
taron grandes  debates  per  estrenar  los  naturales  ser 
gobernados  de  mujer,  en  especial  extranjera.  Bien 
es  verdad  que  algunos  tenían  por  ella ,  ohliaados  por 
algunas  mercedes  recebidas  antes,  ó  movidos  de  al>' 
gun  particular  interés.  Corrían  peligro  de  venir  á  las 
manos  y  ensangrentarse  :  finalmente  prevalecieron 
ios  que  eran  mas  número  y  mas  fuertes.  Juntáronse 
para  tomar  acuerdo  sobre  el  caso.  Salió  nombrado 

Cor  gobernador  el  infante  don  Pedro  duque  do  Coim- 
ra ,  y  tio  del  nuevo  rey.  El  sentimieuto  de  la  reina 
por  esta  causa  fue  cual  se  puede  pensar.  Despachó 
sus  cartas  y  embajadores  para  ^erellarse  del  agravio 
á  sus  hermanos,  y  tambieaal  rey  de  Castilla  su  cu- 
ñado y  primo,  diligencias  que  poco  prestaron. 

CAPITULO  XIV. 

De  las  alteraciones  de  Castilla. 

Por  el  mes  de  agosto  pasado  huyó  el  adelantado 
Pedro  Manrique,  su  mujer  y  dos  hijas  que  con  él  es-* 
taban ,  del  castillo  de  Fuontidueña  en  que  le  tenían 
preso:  descolgóse  con  cuerdas  que  echaron  por  una 
ventana ;  fueron  participantes  y  le  ayudaron  algunos 
criados  del  alcaide  Gómez  Carrillo,  de  que  resultaron 
nuevas  alteraciones.  El  almirante  don  Fadriquo  y  don 


658 


BIBLIOTECA  DE  GASPAR  T  HOHS. 


Pedro  de  Zúniga  conde  de  Ledesma  se  aliaron  con  el 
adelantado,  y  se  concertaron  para  abatir  ádon  Alva- 
ro de  Luna.  Juntáronse  con  ellos  para  el  mismo  efecto 
Juan  Ramirez  de  Arellano  señor  de  los  Cameros,  y 
Pedro  de  Mendoza  señor  de  Almazan ,  y  don  Luís  de 
la  Cerda  conde  de  Medinaceli :  aUesáronseles  poco 
después  el  de  Benavente,  Juan  de  Tovar  señor  de 
Bcrtanga ,  y  los  dos  hermanos  Pedro  y  Suero  Quiño- 
nes; fuera  destos  el  obispo  de  Osma  don  Pedro  de 
Castilla,  que  en  aquella  revuelta  de  los  tiempos  es- 
taba apoderado  de  muchos  castillos ;  cosa  que  era  de 
grande  importancia  para  llevar  adelante  estos  inten- 
tos. No  era  fácil  ejecutar  lo  (¡ue  pretendían ,  por  la 
gran  privanza,  poder  y  autoridad  dedon  Alvaro.  Jun- 
taron en  Medina  de  Ruyseco  caballos ,  armas,  solda- 
dos y  todo  lo  al  que  era  á  propósito  para  la  guerra. 

El  rey  de  Castilla  para  prevenir  estos  intentos  y 
práticas  con  presteza  desde  Madrigal  por  el  mes  de 
febrero ,  principio  del  año  i  439 ,  se  partió  para  Roa. 
Iban  en  su  compañía  el  principe  don  Enrique  su  hijo, 
el  mismo  don  Alvaro,  los  condes  de  Haro  y  de  Castro, 
el  maestre  de  Calatrava.  los  prelados,  el  de  Toledo  y 
el  de  Palencia  además  aestos  fray  Lope  de  Barrien- 
tos,  que  poco  antes  subió  á  ser  obispo  de  Segovia 
en  premio  de  las  primeras  letras  que  enseñó  al  prín- 
cipe don  Enrique.  Enviaron  los  conjurados  sus  car- 
tas al  rey  con  mucha  muestra  de  humildad :  conte- 
ni:in  en  suma  que  ellos  estaban  aparejados  para  hacer 
lo  que  les  fuess  mandado  como  vasallos  leales,  hijos 
de  tales  y  tan  nobles  padres,  con  tal  que  él  mismo  ó 
su  hijo  el  príncipe  los  mandasen:  que  no  sufrían  que 
el  reino  fuese  gobernado  á  voluntad  de  ningún  par- 
ticular ,  ni  que  cualquiera  que  fuese,  estuviese  apo- 
derado del  rey,  cosa  que  ni  las  lejes  de  la  provincia 
lo  pnrmitian,  ni  ellos  debían  disimular  afrenta  y 
mengua  tan  grande.  Si  pHor  ventura  era  justo  que  ni 
la  autoridad  de  los  magistrados,  ni  la  nobleza,  ni 
las  leyes  se  pudiesen  defender  de  un  hombre  solo,  ni 
enfrenalle?  Que  si  en  esto  se  pusiese  remedio ,  y  se 
diese  traza,  á  la  hora  dejarían  las  armas  que  forzados 
por  su  defensa  tomaran. 

A  esta  carta  no  dio  el  rey  alguna  respuesta ;  á  la 
sizon  había  llegado  Rodrigode  villandrandode  Fran- 
cia con  cuatro  mil  caballos  que  traía  para  servir  al 
rey ,  con  promesa  que  le  darían  en  premio  de  su  tra- 
bajo el  condado  de  Hrbadeo.  El  de  Navarra  y  su  her- 
mano el  infante  don  Enrique  determinados  de  ayu- 
darse de  la  ocasión  que  las  revueltas  de  Castilla  les 
{)rcsentaban,  y  con  deseo  de  recobrar  los  estados  que 
os  años  pasados  les  quitaran ,  con  quinientos  de  á 
caballo  se  metieron  por  las  tierras  de  Castilla.  No  so 
sabia  al  principio  lo  que  pretendían:  por  esto  en  un 
mismo  tiempo  los  convidaron  á  seguir  su  partido  per 
una  parte  el  rey ,  y  por  otra  los  conjurados.  Ellos  to- 
mado su  acuerdo  ]  se  resolvieron  que  el  de  Navarra 
fuese  á  CueHar,  do  se  hallaba  el  rey  de  Castilla,  y  don 
Enrique  á  Peñafiel ,  pueblo  que  fue  suyo  antes.  Era 
su  intento  estar  á  la  mira ,  y  aguardar  como  se  dis-< 
ponían  aquellas  alteraciones,  y  en  qué  paraban,  y 
seguir  el  partido  que  pareciese  mejor  y  mas  á  pro- 
pósito p^ra  recobrar  sus  estidos. 

Entretanto  que  esto  pasaba,  Iñigo  de  Zúñign  her- 
mano del  conde  de  Ledesma  con  quinientos  de  á  ca- 
ballo que  traía,  se  a[)oderóde  Valladolid,  villa  grande 
y  rica  de  muchas  vituallas.  Luego  aue  esto  vino  á 
noticia  de  los  conjurados,  acudieron  allí  gran  número 
dellos.  El  rey  de  Castilla  alterlido  con  esta  nueva ,  y 
por  miedo  que  aquella  rebelión  de  los  suvos  no  fuese 
rausa  de  algún  grande  inconveniente  y  daño ,  pasé  á 
Olmedo  para  desde  cerca  sosegar  aquelkis  alteracio- 
nes ,  sobre  todo  para  traer  á  su  servicio  al  infonte 
don  Enrique.  Con  este  intento  en  diversas  partes  bo- 
bo hablas  del  rey  y  del  ínrante,  primero  en  Renedo, 
después  en  Tudela ,  y  áltimamente  en  Tordesillas  : 
pláticas  todas  por  demás ,  porque  el  infante  después 


que  bobo  entretenido  hi  una  y  ta  otra  parte,  al  úú 
se  llegó  á  aquellos  señores  conjurados ;  entendióse 
que  con  acuerdo  del  rey  de  Navarra ,  que  pretendí» 
para  todo  lo  que  pudiese  suceder  en  aqueHa  revuelta 
dejar  entrada  y  teoella  para  reconciliarse  con  la  una 
I  con  la  otra  parte.  Además  que  muchos  de  los  se- 
ñores que  seguían  al  rey,  y  poseían  los  pueblos  que 
quitaron  á  los  infantes ,  con  diferentes  mañas  entre- 
tenían el  efectuarse  las  paces,  por  tener  entendido 
que  no  podrían  cuajar,  si  no  se  restituían  en  primer 
lugar  aouellos  pueblos. 

Andaba  la  gente  congojada  y  sospensa  con  sospe- 
chas de  nueva  guerra.  Personas  religiosas  y  muy 
graves ,  por  su  santa  vida  ó  por  sus  letras  y  erudi- 
ción venerableSj^ se  pusieron  de  por  medio.  Hablaron 
con  aquellos  señores,  y  representáronles  el  peligro 
que  todos  corrían  si  inauietaban  el  reino  con  aque- 
llas diferencias  fuera  de  tiempo ;  aunque  Oaseu  de 
sus  fuerzas ,  que  no  era  cordura  trocar  lo  cierto  con 
lo  dudoso ,  y  aventurallo:  el  comenzar  la  guerra  era 
cosa  muy  fácil ,  el  remate  sin  duda  sería  perjudicial, 
por  lo  menos  á  una  de  las  partes :  por  tanto  que  mi- 
rasen por  si  y  por  el  reino ,  y  con  su  porfia  sio  |>ro- 
pósíto  no  ei^hnsen  á  perder  las  casas  que  tan  floridas 
estaban  :  que  todavía  se  podrían  hacer  las  paces  y 
amistades,  pues  aun  no  se  habían  ensangrentado 
entre  sí ;  mas  si  las  espadas  se  teñían  una  vez  en 
sangre  de  hermanos  j  deudos,  con  diflcultad  se  po- 
drían limpiar  ni  venir  á  ningún  buen  m^io. 

La  instancia  que  hicieron  fue  tal,  que  los  prínci- 
pes acordaron  de  juntarse  en  Castro  Ñuño  con  los  del 
rey  para  tratar  allí  de  las  condiciones  y  medios  de 
paz.  Por  el  mismo  tiempo  vino  aviso  de  Italia  que 
Castelnovo  en  Ñapóles  sin  embargo  de  la  guamicioD 
que  tenia  de  aragoneses,  y  que  el  rey  de  Aragón  con 
todo  cuidado  procuró  dalle  socorro ,  apretado  con  un 
l.irgo  cerco  por  falta  de  vituallas  se  entregó  á  los 
enemigos  á  veinte  y  cuatro  de  agosto;  todavía  que 
aquel  daño  bastantemente  recompensó  el  de  Aragón 
con  recobrar  como  recobró  la  ciudad  de  Salerno  y 
aanar  otros  muchos  lugares  y  plazas.  Entre  los  gran- 
des de  Castilla  y  el  rey  se  hizo  confederación  en  Cas- 
tro Ñuño  con  estas  cendiciones :  don  Alvaro  de  Luna 
se  ausente  do  la  corte  por  espacio  de  seis  meses,  sin 
que  pueda  escribir  ninguna  carta  al  rey  :  á  los  her- 
manos rey  de  Navarra  y  el  infante  les  vuelvan  sus 
estados  y  lugares  y  dignidades,  por  lo  menos  cada  ano 
tanta  renta  cuanto  los  jueces  arbitros  determinaren: 
las  compañías  de  soldados  y  las  gentes  y  campos  se 
derramen:  los  conjurados  quiten  las  guarniciones  de 
los  castillos,  y  pueblos  que  tomaron;  ninguno  sea 
castigado  por  haber  seguido  antes  eljrártidode  Ara- 
gón y  al  presente  á  los  conjurados.  Con  esto  al  in- 
mute de  Aragón  don  Enrique  fue  restituido  el  mae»- 
trazgo  de  Santiago,  ai  de  Navarra  la  villa  de  Cnellar; 
á  don  Alvaro  de  Luna  en  recompensa  della  dieron  a 
Sepúlvcda. 

El  rey  de  Castilla,  hecho  esto,  se  fue  á  la  ciudad  de 
Toro  :  allí  le  vino  nueva  que  la  infanta  doña  Catalioa 
mujer  del  infante  de  Aragón  don  Enrique  falleció  de 
parlo  en  Zaragoza  á  diez  y  nueve  de  octubre  sin  de- 
jar sucesión  alguna.  Fu^^roná  dar  el  pésame  al  infan- 
te de  parte  del  rey  de  Castilla  el  obispo  de  Segovia  y 
don  Juan  de  Luna  prior  de  San  Juan.  Don  Alvaro  de 
Luna  en  cumplimiento  de  lo  concertado  se  partió  á 
los  veinte  y  nueve  de  octubre  á  Sepñlveda  con  mayor 
sentimiento  de  lo  que  fuera  razoo,  tanto  que  con  ser 
persona  de  tanto  valer ,  ni  podía  enfrenar  la  saña  ni 
templar  la  lengua;  solo  le  entretenía  la  esperanza 
que  presto  se  mudarían  las  cosas  y  se  trocanan.  Hi- 
ciéronle  compañía  á  su  partida  Juan  de  Silva  alferes 
'mayor  del  rey,  Pedro  de  Acuña  v  Gómez  Carrillo  con 
otros  caballeros  nobles  que  se  fueron  con  él ,  quien 
por  haber  recebido  dól  mercedes ,  quién  por  espe- 
ranza que  sus  cosas  se  mejitrarian.  Esto  en  España 


HISTORIA  DK  ESPAÑA. 


fiSÍ) 


En  e!  conciiiu  Basilense  últimamente  condenaron 
al  papa  Euffeirio ,  y  en  su  lugar  nombraron  y  adora- 
ron á  Amadeo  á  cinco  de  noviembre  con  nombre  de 
Félix  Quinto.  Por  espacio  de  cuarenta  año^  fue  pri- 
mero condedeSaboya  y  después  duque,  últimamente 
renuciado  el  estado  y  los  regalos  de  su  corte ,  vivía 
retirado  en  una  soledad  con  deseo  ardiente  de  vida 
mas  perfecta ,  acompañado  de  otros  seis  viejos  oue 
llevó  consigo,  escogidos  de  entre  sus  nobles  caballe- 
ros. Sucedió  muy  á  cuenta  del  papa  Eugenio  que  los 
{>ríncipes  cristianos  hicieron  muy  poco  caso  de  aque- 
la  nueva  elección ,  hasta  el  mismo  Philipo  duque  de 
Milán,  bien  qoe  era  yerno  de  Amadeo,  y  enemigo  de 
venecianos  y  del  papa  Eugenio ,  no  se  morió  á  hon- 
rar,  acatar  y  dar  la  obediencia  al  nuevo  pontífice:  lo 
mismo  el  rey  de  Aragón,  no  obstante  que  se  tenía  . 
por  ofendido  del  mismo  papa  Eugenio,  á  causa  que  fa-  ' 
vorecia  con  todas  sus  fuerzas  á  Renato  su  enemigo,  j 
Todos  creo  yo  se  entretenían  por  la  fresca  memoria  ! 
del  scisma  pasado  y  de  los  graves  daños  que  del  re- 
sultaron ;  además  que  la  autoridad  de  los  padres  de 
Basilea  iba  de  caida ,  y  sus  decretos  que  al  principio 
fueron  estimados,  ya  tenian  poca  fuerza,  dado  que 
no  se  partieron  del  concilio  hasta  el  año  cuarenta  y 
siete  (testa  centuria  y  siglo,  en  el  cual  tiempo  ame- 
drentados por  las  armas  de  Ludo  vico  delphin  de 
Francia  que  acudió  á  desbaratallos  ,  y  forzados  del 
mandato  del  emperador  Federico  que  sucedió  á  Al- 
berto, despedido  arrebatadamente  el  concilio,  volvie- 
ron á  sus  tierras.  El  mismo  Félix ,  nuevo  pontífice, 
poco  después  con  mejor  seso  dejadas  las  insignias  de 
pontífice ,  fue  por  el  papa  Nicolao  sucesor  de  Euge- 
nio hecho  cardenal  y  legado  de  Saboyu.  Este  tin, 
aunque  no  en  un  mismo  tiempo ,  tuvieron  las  dife- 
rencias de  Castilla  y  las  revueltas  de  la  Iglesia:  prin- 
cipio de  otras  nuevas  reyertas ,  como  se  declarará  en 
el  capitulo  siguiente. 

CAPITULO  XV. 
De:  Giras  nuevas  alieraciones  que  hubo  en  Castiild. 

Parecía  estar  sosegada  Castilla  y  las  guárriU  civiles 
no  de  otra  suerte  que  si  todo  el  reino  con  el  destierro 
tie  don  Alvaro  de  Luna  quedara  libre  y  desfnrgarfo 
de  malos  humores,  cuando  repentinamente  y  contra 
lo  que  todos  pensaban  ,  se  despertaron  nuevos  albo- 
rotos. La  causa  fue  la  ambición ,  enfermedad  incu- 
rable, qne  cunde  mucho  y  con  nada  se  contenta: 
si'.'mpre  pretende  pasar  adelante  sin  hacer  diferencia 
entre  lo  que  es  licito,  y  lo  que  no  lo  os.  El  rey  era 
de  entendimiento  poco  capaz,  y  no  bastante  pura  los 
cuidados  del  gobierno  «sino  era  ayudado  de  consejo 
y  prudenciadeot.ro  .  Por  entender  los  grandes  esto, 
con  varias  y  diversas  mañas  y  por  dileren tes  caminos 
cada  cual  pretendía  para  si  el  primer  lugar  acerca 
del  en  privanza  y  autoridad  :  sobre  todo  se  señalaba 
el  almirante  don  Fadrique,  hombre  de  ingenio  sagaz, 
vario ,  atrevido,  al  cual  don  Alvaro  pretendió  con  to- 
do cuidado  dejar  en  su  lugar ,  y  para  esto  hizo ,  todo 
buen  oficio  con  el  rey  antes  de  su  partida.  Los  infan- 
tes de  Aragón  llevaban  mal  ver  burlados  sus  intentos, 
y  que  el  frulo  de  su  industria  en  ecbar  á  don  Alvaro 
se  le  llevase  el  que  menos  que  nadie  quisieran;  poca 
lealtad  hay  entre  los  que  siguen  la  corte  y  acompañan 
á  los  reyes. 

Sucedió  que  sobre  repartir  en  Toro  les  aposentos 
riñeron  los  criados  y  allegados  de  la  una  parte  y  de  la 
otra,  y  parecia  que  de  las  palabras  prctendian  llegar 
á  las  manos  y  á  las  puñadas.  El  rey  tenía  poca  traza 
para  reprimir  á  los  grandes  :  asi  por  consejo  de  ios 
que  á  don  Alvaro  favorecían  ,  se  salió  de  Mediua  del 
Campo ,  y  con  muestra  que  quería  ir  a  caza ,  arreba- 
tadamente se  fué  á  meter  en  Salamanca,  ciudad  gran- 
de y  bien  conocida,  por  principio  del  año  í  HO.  Fue- 
ron en  pos  dól  los  inhintes  de  Aragón  ,  los  condes  de 


Benavente,  de  Lede^ma,  de  Haro,  de  Castañeda  y  de 
Valencia  demás  destos  Iñigo  López  de  Mendoza.  To- 
dos salieron  de  Madrigal  acompañados  de  seiscientos 
de  á  caballo  con  intento  si  les  hacían  resistencia,  de 
usar  de  fuerza  y  de  violencia,  que  era  todo  un  mise- 
rable y  vergonzoso  estado  del  reino. 

Apenas  se  bobo  el  rey  de  Castilla  recogido  ^^n  Sa- 
lamanca(i)  cuando  avisado  como  venían  los  grandes, 
á  toda  priesa  partió  para  Bonilla .  pueblo  fuerte  en 
aquellas  comarcas  asi  por  la  lealtad  ae  los  moradores, 
como  por  sus  buenas  murallas.  Desde  allí  envióel  rey 
embajadores  á  los  infantes  de  Aragón  :  ellos  con  se- 
guridad que  les  dieron- fueron  primero  á  Salamanca, 
y  poco  después  á  Avila ,  do  eran  idos  los  grandes  con- 
jurados con  intento  de  apoderarse  de  aquella  ciudad. 
El  principal  que  andaba  de  por  medio  entre  los  unos 
y  los  otros ,  fue  don  Gutierre  de  Toledo  arzobispo  á 
la  s&zon  de  Sevilla ,  que  en  aquel  tiempo  se  señaló 
tanto  como  el  quemas  en  la  lealtad  y  constancia  que 
guardó  para  con  el  rey ;  escalón  para  subir  á  mayor 
dignidad.  De  poco  momento  fue  aquella  diligencia. 
Solamente  los  grandes,  con  la  buena  ocasión  de  hom- 
bre tan  principal ,  y  tan  á  propósito ,  escribieron  al 
rey  una  carta  aunque  comedida ,  pero  llena  de  con- 
sejos muy  graves  sacados  de  la  filosofía  moral  y  polí- 
tica. Lo  principal  á  que  se  enderezaba ,  era  cargar  á 
don  Alvaro  de  Luna  :  decían  estar  acostumbrado  á 
tiranizar  el  reino,  apoderarse  de  los  bienes  públicos 
y  particulares,  corromper  los  jueces  ,  sin  tener  res- 
peto nÍTeverencia  alguna  ni  á  los  hombres,  ni  á  Dios. 
El  rey  no  ignoraba  que  parte  destas  cosas  eran  ver- 
daderas, parte  levantadas  por  el  odio  que  le  tenian; 
pero  como  si  con  bebedizos  tuviera  el  juicio  perdido, 
se  hacia  sordo  á  los  que  le  amonestaban  lo  que  le 
convenia.  No  dio  repuesta  á  la  carta.  Los  gran-, 
des  enviaron  de  nuevo  por  sus  embajadores  á  los 
condes  de  Haro  y  de  Benuvente  :  ellos  hicieron 
tanto  que  el  rey  vino  en  que  se  tuviesen  cortes 
del  reino  en  Valladolid.  Querían  se  tratase  en  ellas 
entro  el  rey  y  los  grandes  de  todo  el  estado  de  la  re- 
pública ;  y  eíi  lo  que  hobiesc  diferencias,  acordaron 
se  estuviese  por  loque  los  dichos  condes  como  jueces 
arbitros  determinasen.  Sucedió  que  ni  se  restituye- 
ron las  ciudades  de  que  los  señores  antes  desto  se 
apoderaran ,  y  de  nuevo  se  apoderaron  de  otras,  cu- 
yos nombres  son  estos  :  León,  Segovía.  Zamora, 
Salamanca,  Valladolid,  Avila,  Burgos,  Plasencia, 
Guadalajara  ;  fuera  desto  poco  antes  se  enseñoreó  el 
infante  don  Enrique  de  Toledo  por  entrega  que  tlella 
le  hizo  Pero  López  de  Ayala ,  que  por  el  rey  era  al- 
caide del  alcázar  y  gobernador  de  la  ciudad ,  y  como 
tal  tenia  en  ella  el  primer  lugaren  poder  y  autoridad. 
En  las  cortes  de  Valladolid  que  se  comenzaron  por 
el  mes  de  abril ,  lo  primero  que  se  trató,  fue  dar  se- 
guridad á  don  Alvaro  de  Luna  y  hacelle  volver  á  la 
corte.  Estaba  este  deseo  fijado  eñ  el  pecho  del  rey,  á 
cuya  voluntad  era  cosa  no  menos  peligrosa  hacer  re- 
sistencia ,  i|ue  torpe  condescemler  con  ella  :  tuvo 
mas  fuerzas  el  miedo  que  el  doi)er,  y  así  por  consen- 
timiento de  todos  los  estados  so  escribieron  cartas  en 
aquella  sustancia.  Cada  cual  procuraba  adelantai'se 
en  ganar  la  gracia  de  don  Alvaro,  y  pocos  cuidaban 
de  la  razón ;  la  vuelta  ái^  don  Alvaro  sin  embarazo  no 
se  efectuó  luego.  Después  desto  las  ciudades  levanta- 
das Volvieron  á  poder  del  rey ,  en  particular  Toledo. 
Tratóse  que  se  hiciese  justicia  á  todos  y  dar  traza 
para  que  los  jueces  tuviesen  fuerza  y  autoridad.  A  la 
verdad  era  tan  grande  la  libertad  y  soltura  de  aque- 
llos tiempos,  que  ninguna  seguritlad  tenía  la  inocen- 
cia; la  fuerza  y  robos  prcvalecian  por  la  flaqueza  de 
los  magistrados.  Toda  esta  diligencia  fue  por  demás, 
I  antes  resultaron  nuevas  dificultades  á  causa  que  el 
I  principe  de  (bastilla  din  Enrique  se  alteró  contra  su 

i      ílj  S-;:iiu  1.1  ('rúnica  no  fue  irruriíji  en  c  la  riihiaJ. 


tito  I<ltlLtUTE<,A  IIL  ¡ 

padre  j  apartd  <Jesu  obeüieacia.  Tenia  mala  valu  uiatt 
á  doD  Alvaro ,  j  pesábale  que  volviese  á  palacio:  sos- 
peclioque  pnr'ti  Tuerza  de  alguna  uialignacoiistela- 
iñuD  sucediii  por  estos  tiempos  que  los  privados  de 
lüs  princÍDes  tuviesen  la  principnf autoridad  y  miiodo 
enlodas  Encasas,  de  quedan  bstaute  muestra  es- 
tas dos  principes  padre  y  liijo.ca  por  l,i  llaqueza  de 
su  enteudiuiiento ,  y  m  mucha  prudencia ,  se  deja- 
ron siempre  Roberuar  por  su;  criados.  Juun  Pacheco 
Itíjo  de  Alonso  Girón  señor  de  Belmente  se  criú  desde 
sus  priiueroe  aüus  con  el  príncipe  don  Enrique,  y 
por  Íh  semejaiua  de  las  costumbres ,  ó  por  la  sa(;a- 
«idad  de  su  ingenio  acerca  del  alcanzú  eran  privanza 
y  cabida.  Parecia  que  con  derribar  á  don  Alvnro  de 
Lunuque  le  asentó  con  el  príncipe,  pretendia  (uo- 
luo  lii  iiizo)  alcanzar  el  mas  alto  lugar  en  poder  y  ri- 
queíaa.  Este  fue  el  pago  que  dio  ai  que  debia  lo  que 


era  :  poca  lealtad  se  usa  en  lus  corles,  y  menos  agrá- 
decirniento.  Las  sospechas  que  nacieron  entre  el  rey 
y  su  hijo  en  esta  sazón,  llegaron  á  que  el  príncipe  don 
Enrique  un  dia  se  salió  de  palacio  rdecia  que  notoi- 
veria  ,  si  no  se  despedían  ciertos  consejeros  del  rey, 
de  quien  él  se  lema  por  o  rendida;  verdad  es  que  yi 
muy  noche  i  instancia  del  rey  de  Navarra  su  su«i;n> 
volvió  i  palacio  y  á  su  padre. 

Para  mas  sosegalle  dieron  orden  de  cetelarar  sus 
l)odas  con  mayor  prestuza  que  pensaban.  A  doña 
Blanca  su  espnsa  trajo  la  reina  su  madre  i  la  raya  de 
Navarra,  doude  don  Alonso  de  Cartasena  obispo  de 
Iturgos  ,  el  conde  de  Haro  y  el  señor  de  Hita,  que  en- 
viaron para  este  efecto ,  la  acompañaron  hasta  Valla- 
dolid.  Alli  &  veinte  y  cinco  de  setiembre  se  cele- 
braroh  las  bodas  con  (,'randes  bestas.  En  una  justa  6 
turneo  fue  mantenedor  Rodri;»)  de  Mendoza  nuvor- 


domo  de  la  casa  real :  rcfiocijo  muy  pesado  ;  murie-. 
ron  en  él  algunos  nobles  á  causa  que  pelearon  con 
lanzas  de  hierros  acerados  á  punta  de  dinmante,  co- 
mo se  bacc  en  la  ^erra.  Sacaron  todos  los  señores 
liras  libreas  y  traje?  á  porfía,  hicieron  grandes  con- 
vites y  saraos ,  cu  a  la  sazón  los  nobles  no  menos  se 
•iaban  á  estas  cngas  que  i  las  de  la  guerra  y  á  las  ar- 
mas. Agud  la  fiesta  que  la  nueva  rasada  se  quedó 
ilnncella ,  cosa  que  al  principio  estuvo  escrelo  i  des- 
pués como  por  la  fama  sedivulaase,  destempló  gran- 
demente la  alegría  pública  de  toda  la  gente. 

Por  el  mismo  tiempo  en  Francia  se  tralí  de  hacer 
las  paces  entra  los  ¡npleses  y  franceses.  Púsose  de 
por  medio  el  duqiiede  Borgoña ,  que  encomendó  este 
cuidado  6  doña  Isabel  su  mujer  persona  de  sanare 
real ,  tia  del  rey  de  Portugal ,  conforme  á  la  costum- 
bre recebida  entre  los  franceses  que  por  medio  de  las 
mujeres  se  concluyan  neaocios  muy  jn-aves.  A  la  ra- 


ya de  Flandes  fué  doña  Isabel ,  y  vinieron  los  emba- 
jadores ingleses ,  comenzóse  á  tratar  de  las  paces, 
empresa  d-"  gran  dificultad,  v  queco  se  podía  acibsr 
en  breve.  Dlóse  libertad ,  á  Carlos  duque  de  Orlieos: 
vinieron  en  ello  el  rey  de  Inpalaterra  en  cuyo  podw 
estaba ,  \  el  duque  de  Borgoña ,  tamoien  interesado 
á  causa  3e  la  muerte  de  su  padre ,  que  los  años  pasa- 
dos se  cometió  en  Paris.  Para  concluir  esta  querfl» 
el  Borcoñon  por  su  rescate  pagó  al  Inglés  cuatrocien- 
tos mil  ducados ,  y  se  puso  por  condición  que  enlrv 
los  borgoneses  y  los  de  Orliens  hobiese  perpetuo  ol- 
vido de  los  disgustos  pasados  ,  y  que  por  estar  aquel 
príní'ipe  cautivo  si Q  mujer  para  roas  seguridad  casaw 
coD  Margarita  hija  del  duque  de  Cleves ,  y  de  benw- 
na  del  duque  de  Borgoña.  Desta  manera  veiot»  ! 
cinco  años  después  que  el  duque  de  Orlieos  w»  las 
guerras  pasadas  fue  preso  cerca  de  un  pueblo  llima- 
do  Blangio ,  volvió  i  su  patria  y  í  su  estado ,  y  en  K' 


HtSTOUá 

de  adelante  Kuirdó  lo  que  puso  con  bus  contrarios 
con. mucha  lealtad:  elcaiauieiilo  asimiiino  que  con- 
certaron como  prendas  de  la  araisbd,  se  efectuó. 

CAPITULO  XVI. 
-  Cómo  el  wj  de  Castilla  fue  preso. 

Ei^el  misDiotiempoqucsKliacian  los  regocijos  por 
las  bodas  del  príncipe  don  Enrique  coa  duna  Blanca, 
ralleció  el  adelantado  Pedro  Ma arique ,  persona  de 
pequeño  cuerpo ,  do  gran  ánimo ,  astuto ,  atrevido, 
pero  buen  cristiano,  ydcgran  industria  en  cualquier 
negocio  que  tomaba  en  lai  manos.  Sucediú  en  el  ade- 
lantamiento y  eatado  su  hijo  Diego  Manrique,  que 
fue  también  conde  de  Trevioo.  Don  Alvaro  dado  que 
ausente,  y  residís  de  ordinario  en  Escalona,  todavía 
|)or  sus  consejos  gobernaba  el  reino,  cosa  que  lleva- 
ban mal  losaltenidoH,  ymas  quo  todos  el  príncipe 
don  Enrique,  tanto  que  al  lindesle  año  dejado  su  pu- 
dre se  j»rtió  para  SegOTÍa>  mostrándoee  aficionads 
iil  parUdo  de  los  infantes  de  Arsgon.  Ayudaba  para 


esto  Juan  Pacbeco  como  su  mayor  privado  que  era  y 
soplaba  el  Tuego  de  su  ánimo  anaaionado.  La  ciudad 
du  Toledo  tom6  otra  vez  á  poder  de  don  Enrique  de 
Aragón ,  ca  Pero  Lopeí  de  Ayah  le  dio  en  ella  entra- 
da contra  el  drden  espreso  que  tenia  del  rey;  añadie- 
ron i  eijto  los  de  Toledo  un  nuevo  desacato ,  qna 
prendieron  los  mensajeros  que  el  rey  enviaba  i¡  que- 
jarse de  su  poca  lealtad. 

Alterado  pues  el  rey ,  como  era  raion,  i  grandes 
jornadas  se  partió  para  allaoarla:  iba  acompañado  de 
pocos,  asegurado  que  no  perderían  respeto  i  su  ma- 
Beatad  real;  pero  como  quier  one  no  le  diesen  entra- 
da en  la  ciudad,  repari*!  en  el  hospital  de  San  Lluro, 
((ue  esli  en  el  mismo  camino  real  por  donde  se  va  i 
Madrid.  Salió  don  Enrique  de  Aragón  fuera  de  la 

Euerla  de  la  ciudad  acompañado  de  docientos  de  a  ca- 
allo :  los  del  rey  en  aquel  peligro  bien  que  tenían 
alguna  esperanzado  prevalecer,  el  miedo  eramajor, 
por  ser  en  pequeño  número  para  bacer rostro  á  gen- 
te armada:  con  todo  esto  lomaron  las  armas  ,  y  for- 
UGcáronse como  de  repente  pudieron  con  trincbeai 


yi^Hi  reparos.  Fuera  muy  grande  la  desventura 
aquel  dia,  si  el  infunte  don  Enrique  por  no  hncerse 
mas  odioso  si  hacia  algún  desacato  á  la  mngestad 
real,  sin  lletrar  ñ  las  manos  no  se  volviera  á  meler  en 
la  ciudad.  Est"  fue  día  de  la  Circuncisión,  entrante 
el  uño  1441.  Mostróse  muy  valeroso  en  defender  al 
rey.f  forlincar  ni  boapilalen  que  estaba,  el  capitán 
Bodngo  de  Villnndnindo;  en  premio  y  pnra  memo- 
ria de  loque  bizo  aquel  dia,  le  fue  dado  un  prívi- 
leftio  plomado,  en  que  se  roiicedrúpara  siempre  d  los 
condes  de  tlivadco  que  todos  los  primeros  días  del 
año  comiesen  i  la  mesa  del  rey ,  y  les  diesen  el  vesti- 
do Que  vistiesen  aquel  día. 

El  rey  partió  para  Torrij'os :  dejó  para  guarda  de 
agucl  lugar  áPeíavo de  Ribera  !>eñor  de  Malpica  con 
ciento  de  i  caballo:  de»de  allí  pa!i6  á  Avila ;  acudió 
don  Alvaro  á  I»  mLima  ciudad  para  Iriitar  sobre  la 
(luerraque  tenían  éntrelas  manus.  Con  su  venida  se 
írriiaron  y  desnbrieron  mas  las  voiunlndrs  de  los  prin- 
cipes conjurados;  la  niayor  parle  dellos  atojaba  en 
Arévalo:  hasta  la  misma  reina  deCaslilfa  daba  orejss 
i  las  cosas  que  se  deciun  contra  el  rey  poreítarmas 
incliiiada  y  tener  mas  amor  A  su  hijo  y  i  sus  herma- 
nos. Fueron  de  partedel  rey  á  aquel  lugar  los  ubispi^S 


de  Burgos  y  de  Avila  para  ver  üí  se  podría  hallar  hI- 
gun  camino  de  concordar  aquellas  diferencias.  Hñto 

Eoco  fruto  aquella  embijad*.  Oiei;o  de  Valera ,  un 
¡dalgo  que  andaba  en  servicio  del  principe  don  En- 
rique, escribió  al  reyuna  carta  desta  sustancia:  «La 
ndebida  lealtad  de  siibdito  no  me  consiente  callar, 
Mcomoquiera  que  bien  cono7.co  no  i>er  pequeña  oía- 
"rtia  hacer  esto.  Cuantos  trabajos  haya  padecido  el 
nreíno  por  la  discordia  de  los  grandes,  no  hay  para 
»que  relatallo :  seria  cosa  pesada  y  por  demjs  tocar 
ucon  In  pluma  las  menguas  de  nuestra  nación  y  nues- 
ntras  llagas.  Las  cosas  pasadas  fácilmente  se  pueden 
iireprebender  y  tHchar,  lo  que  Iwce  al  caso  es  poner 
nen  ellas  algún  remedio  para  adelanle.  Tratar  de  lis 
Hcausas  v  movedores  deslos  males,  ¿qué  presta?  sea 
iide  quien  se  fuere  Inculpa,  pues  estáis  pueslo  por 
uDios  por  gobernador  del  género  humano ,  deheis 
«principalmente  imitar  ta  clemencia  divina  y  su  be- 
nnignidad  en  perdonar  las  ofensas  de  vuestros  vasa- 
nllos :  enloncPí>  la  clemencia  merece  mayor  loa  curd- 
»do  la  causa  del  enojo  es  mas  justificada,  [.lamamos 
»á  vueslri  alrpza  padre  déla  pairia:  nombrequedehe 
«servir  de  aviso,  y  traeros  o  la  memoria  f  I  amor  d» 
«pudre,  que  es  prcslo  para  perdonar  y  tardío  para 


6SS  BtBLMTBU  DB 

Bcssligir.  Dirá  alguno:  ¿cómo  se  padráo  di8Í^lutl^ 
ll■f  a  castigo  desacBlos  bn  grandes?  Por  veotura  ¿no 
nserá  mejor  forzar  por  mal  aquellos  que  no  se  deja- 
uron  vencer  por  buenas  obras?  Verdad  es  esto,  toda- 
dtíb  cuando  en  lo  que  se  hace,  hay  buena  Totuntad, 
wno  deseo  de  oruniter,  el  yerro  no  se  debe  llamar  in- 
ujuria.  EnninDunt  cosa  se  conoce  mas  la  grandeza  de 
Hinimo  (virtud  propia  de  los  grandes  principes)  que 
,1)60  perdonar  las  injurias  de  los  hombres;  y  es  jusio 
'nhuir  los  trances  varios  y  dudosos  déla  guerra,  yau- 
xteponer  h  paz  cierta  á  la  victom  dudosa,  la  cual  si 
iibieii  estuviese  muy  cierta ,  la  desgracia  de  cual- 
oquien  de  las  partes  que  sen  vencida,  redundará  en 
vuestro  daño;  que  por  vuestros  debéis  contar  señor 


caspJtR  V  Riitr.. 
nios  desastres  de  vuestros  vasallos.  Ruego  a  DlO^ 
aque  dé  perpetuidad  i  Iss  mercedes  que  nos  ba  he- 
ndió ,  conserve  y  auotente  la  prosperidad  de  noestn 
«nación,  incline  sus  orejas  j  nuestras  plegarias,  y  las 
nvuestras  á  los  que  os  amonestan  cosas  saludables. 
«E\  sea  de  vos  muy  servido,  y  vos  de  los  vuestio!^ 
«amado  y  temido.» 
1  Leída  esta  carta  delante  del  rey  y  después  en  con- 
sejo, diversamente  fue  recebida  confonne  al  bninor 
¡  de  cada  cual.  Todos  los  demos  rallaban,  solo  el  ano 
I  bispodonGutierrode Toledo  con  soberbia  ysrrogan- 
'  cia.  DénoE(djce)  Valera  ayuda, que  conseja  no  nos 
I  (alta.  Fue  este  Valen  persona  de  gran  ingenio,  dado 
á  lus  letras  ,  diestro  en  kis  armas,  decnaa-de  otra» 


gracias  de  que  ninguna  persona  (conforme  á  su  poca 
liacienda)  fue  mas  dolado.  Rn  Ao»  em1i-ij»ilns  en  que 
fus  enviado  á  Alemania ,  seseñnló  mucho:  compuso 
una  breve  histfiría  de  las  co«»s  de  España,  que  de  su 
nombre  se  llama  lu  historia  Valeriana :  bien  qne  hav 
nlra  Valeriana  de  un  arcipreste  do  Murcia  cual  se  ci- 
ta en  estos  papeles. 

Kl  príncipe  don  Knriqne  llamado  por  su  padre  fur^ 
á  Avila  para  tratar  de  .nlí,-un  acuerdo  de  paz:  en  es- 
tas vísUis  no  se  hizo  nada.  El  principe  vueltoá  Sego- 
via .  suplicó  i  los  dos  reinas  su  madre  y  su  suegra  (la 
i-nnl  &  Im  sazón  so  hallaba  enCnslilla)  se  llegaseuá 
Snnln  Haría  de  Nieva  para  ver  *i  por  medio  suyo  Fe 
pudiesen  sosegar  aquellas  parcialidades.  En  aquella 
villa  fallerió  la  reina  de  Kavarra  doña  Itlnnra  primer 
día  do  abril :  sepultáronla  en  el  muy  devoto  y  muy 
afamado  templo  de  aquella  villa:  asi  re  tiene  comun- 
mente y  grandes  autores  io  dicen ,  dado  que  ningún 
rnslro  hoy  .<ic  halla  de  su  sepultura ,  ni  allí  ni  en  San- 
ia Marin  de  üzue ,  donde  mandó  en  su  testamento 
r|ue  la  llevascn;que  hace  in-traviUar  haberse  perdido 
lii  memoria  de  cosa  tan  Ire^ca.  Los  frailes  de  Sanio 
Domingo  de  aquel  monasterio  de  Nieva  aliriianuuc 
los  hueü os  fueron  deiillí  trasladados,  inas  no  decla- 
ran cuAndo  ni  i  (pié  lugar. 

Sucedió  en  el  reino  don  Curios  prircipe  de  Viana 
•-u  hijo  romo  Ite redero  de  sn  madre:  no  se  llamó  rey 
•"■a  por  cnnlemplacion  do  su  ¡mdre ,  sea  por  confor- 
iiiarfc  con  la  voluitbd  de  hU  madre ,  que  así  lo  Ip- 


I  nian  antes  conf^ertado.  L'sle  principe  don  Carlos  fu^ 
dado  á  los  estudios  y  á  Ins  letras ,  en  qne  se  ejercitó 
¡  no  para  vivir  en  ocio,  sino  para  que  ayudado  de  los 
consejos  y  avisos  de  la  sabiduría,  se  hiciese  mas  idó- 
I  neo  para  gobernar.  Andan  algunas  obras  suyas,  cn- 
1  nio  son  las  Etílicas  de  A/islóteles  que  tradujo  cu 
lengua  castellana ,  una  breve  bisloria  de  los  reyes  de 
¡  Navarra,  demás  destos  elegantes  versos,  trovas  y 
¡  composiciones,  que  él  mismo  solía  cantar  í  la  víhue- 
I  la ,  mozo  dignísimo  de  mejor  fortuna  y  de  padre  mas 
I  manso :  era  de  edad  de  veinte  y  un  años  cuando  su 
¡  madre  Uñó.  Con  la  muerte  desLi  señora  cesaron  hs 
I  práticas  de  la  paz ,  y  la  reina  de  Castilla  se  volvió  á 
I  Arévnio  do  antes  se  tenia. 

I  La  llama  de  laguerra  se  emprendió  en  muclioslu- 
j  gares.  Los  principales  capitanes  y  cabezas  de  l<rs  a1- 
1  terados  eran  don  Enrique  de  Arngon ,  y  el  almiraiili' 
del  mar  y  el  conde  de  Benavente.  Haciese  la  guerra 
en  particular  en  las  comarcas  de  Toledo :  don  Alvar» 
,  do  Luna  desde  Escalona  ron  sus  fuerzas  y  las  <!e  fu 
<  hermano  el  arzobispo  de  Toledo  defendía  su  partid" 
'  con  gran  esfuerzo:  los  sucesos  eran  difurenles. 
j  cuándo  prósperos,  cudndodespaciado!.  Iñigo  Lupe/ 
I  de  Mendoza  cerca  de  Álcali,  villa  de  que  se  apodera 
ra  ,  y  se  le  habla  quitado  ni  arzobispo  de  Toledo.  <'ii 
I  una  zslagar<Ja  que  Je  paró  Juan  Carrillo  adelantado 
I  de  Cazorla ,  se  vio  en  gran  peligro  de  ser  muerlo. 
tanio  quedfgiillados  losquR  con  él  iban,  él  mismn, 
herido  c.sciipócou  al^Uüus  pocos.  Por  el  mismo  lirin 


ttlStOKlA   DE   ESPAJfA. 

po  junio  á  un  luga^  llaroado  Gresmonda  un  escuadrón  tas 
de  los  tnal  coatentos  fue  desbaratado  por  la  gente  de 
don  Alvaro.  Pereció  en  la  refriega  Lorenzo  Dá?alos, 
nieto  del  condestable  don  Roy  López  Dávalos,  cuyo 
desastre  desgraciado  cantó  el  poeta  cordobés  Juan  ae 
Mena  con  versos  llorosos  j  elegantes;  persona  en 
este  tiempo  de  mucha  erudición ,  y  muy  famoso  por 
sus  poesías  y  rimas  que  compuso  en  lengua  vul§^: 
el  metro  es  grosero  como  de  aquella  era,  el  ingenio 
elegante ,  apacible  y  acomodado  á  las  orejas  y  custo 
de  aquella  edad.  Su  sepulcro  se  ve  hoy  en  Tordelagu- 
na  villa  del  reino  de  Toledo :  su  memoria  dura  y  du- 
rará en  España. 

Por  el  mismo  tiempo  el  rey  de  Navarra  pasó  con 
buen  número  de  gente  á  Castilla  la  Nueva  en  ayuda 
de  ios  desabridos  á  cau«a  que  los  enemigos  eran  mas 
/uertes ,  y  llevaban  lo  mejor  :  los  unos  j  los  otros 
derramados  por  los  campos  y  pueblos  hacian  robos^ 
estragos,  fuerza  á  las  doncellas  y  á  las  casadas :  es- 
tido  miserable.  En  Castilla  la  Vieja  el  rey  se  apoderó 
de  Medina  del  Campo  y  de  Arévalo,  villas  que  quitó  al 
rey  de  Navarra^  cuyas  eran.  En  aouella  comarca  en 
una  aldea  llamada  Kabarro  tuvo  el  rey  habla  con  la 
reina  viuda  doña  Leonor,  que  venia  de  Portugal. 
Tuvieron  diversas  pláticas  secretas :  no  se  pudo  con- 
cluir nada  en  lo  que  tocaba  á  la  paz  con  los  alterados, 
por  estar  el  rey  muy  ofendido  de  tantos  desacatos 
como  le  hacian  cada  día ;  solo  resultó  que  para  com- 
poner las  diferencias  de  Portugal  se  enviaron  emba- 
jadores que  amonestasen  y  requiriesen  á  don  Pedro 
duque  de  Coimbra  hiciese  lo  que  era  razón.  Lo  mis- 
mo hizo  el  rey  don  Alonso  de  Aragón ,  que  despachó 
sobre  el  caso  una  embajada  desde  Italia  hasta  Portu- 
gal. Todas  estas  diligencias  salieron  en  vano  á  causa 
que  don  Pedro  gustaba  de  la  dulzura  del  mandar,  y 
los  portugueses^  persistían  en  no  querer  recebir  ni  su- 
frir gobierno  extranjero.  Las  guerras  que  el^uno  y  el 
otro  príncipe  tenian  entre  las  manos,  no  daban  lugar 
á  valerse  de  las  armas  y  de  la  fuerza.  Visto  esto,  la 
reina  doña  Leonor  perdido  el  marido,  apartada  de  sus 
liijos,  despojada  del  gobierno,  hasta  el  fm  de  la  vida 
se  quedó  en  Ci^stira. 

Los  infantes  de  Aragón  movidos  del  peligro  que 
corrían ,  del  reino  de  Toledo  se  fueron  apriesa  á  Cas^ 
tilla  la  Vieja  para  volver  por  lo  que  les  tocaba  :  Aré- 
valo  por  la  a  lición  que  los  moradores  les  tenian,  sin 
tardanza  les  abrió  las  puertas,  pasaron  á  Medina  del 
Campo  do  el  rey  estaba ,  pusieron  sobre  ellas  sus  es- 
tancias, hiciéronse  algunas  escaramuzas  ligeras,  mas 
sin  que  sucediese  alguna  cosa  memorable.  No  duró 
niurno  el  cerco  á  causa  que  algunos  de  la  villa  dieron 
de  noche  entrada  en  ella  á  los  conjurados,  con  que 
la  tomaron  sin  sangre.  £1  rey  de  Castilla ,  sabido  el 
peligro .  tenía  puesta  gente  de  á  caballo  en  las  plazas 
y  ¿  las  bocas  de  las  calles.  Los  del  pueblo  eslábaDse 
quedos  en  sus  casas,  sin  querer  acudir  á  las  armas 
por  miedo  del  peligro,  ó  por  el  aborrecimiento  de 
aquella  guerra  civil.  Don  Alvaro  deLuna  v  su  berma- 
no  el  arzobispo,  y  con  ellos  el  maestre  de  Alcántara 
por  la  puerta  contraria  sin  ser  conocidos ,  bien  que 
pasaron  por  medio  de  los  escuadrones  de  los  contra- 
ríos ,  se  salieron  disfrazados :  el  rey  les  avisó  corrían 
peligro  sus  vidas ,  si  con  diligencia  no  se  ausenta- 
nan,  por  estar  contra  ellos  los  alterados  mal  eno- 
jados. 

Llegaron  los  conjurados  á  besar  la  mano  al  rey  así 
como  fe  hallaron  armado,  y  con  muestra  de  humildad 
y  comedimiento  poco  agradable  le  acompañaron  has- 
ta palacio.  Entonces  los  vencidos  y  los  vencedores 
se  saludaron ,  y  abrazaron  entre  sí,  alegría  mezclada 
con  tristeza :  maldecían  todos  aquella  guerra,  en  que 
ninguna  cosa  se  interesaba ,  y  las  muertes  y  lloros 
i^ran  ciertos  por  cualquiera  parte  que  la  victoria  que- 
dase. Acudieron  las  reinas  y  el  principe  don  Enrique 
con  la  nueva  desle  caso,  y  (lespurs  de  largas  y  secre- 


663 

i  pláticas  que  con  el  rey  tuvieron .  mudaron  en 
odio  de  don  Alvaro  los  oficiales  y  criados  de  )a  casa 
real.  Juntamente  hicieron  salir  de  la  villa  á  don  Gu- 
tierre Gómez  de  Toledo  arzobispo  de  Sevilla,  y  á  don 
Fernando  de  Toledo  conde  de  Alba,  y  á  don  Lope  de 
Barríentos  obispo  de  Segovia.  La  mayor  culpa  que 
todos  tenian,  era  la  lealtad  que  con  el  rey  guardaron, 
dado  que  les  achacaban  que  tenian  amistad  con  don 
Alvaro,  y  que  podían  ser  impedimento  para  sosegar 
aquellas  alteraciones. 

Tratóse  de  hacer  conciertos ,  sin  que  nadie  con- 
trastase :  el  rey  estaba  detenido  como  en  prisión  y 
en  poder  de  sus  contrarios.  Nombráronse  jueces  ar- 
bitros con  poderes  muy  bastantes :  estos  fueron  la 
reina  de  Castilla  y  su  hijo  el  príncipe  don  Enríque, 
el  almirante  don  Fadrique  y  el  oonae  de  Alba,  que 
por  respeto  le  hicieron  volver  á  la  corte.  En  la  sen- 
tencia que  pronunciaron ,  condenaron  á  don  Alvaro 
que  por  espacio  de  seis  años  no  saliese  de  los  lugares 
desu  estado  que  leseñalasen;  en  especial  le  mandaron 
no  escribiese  al  rey  si  no  fuesen  mostradas  primero 
las  copias  de  las  cartas  á  la  reina  y  al  principe  don 
Enríque  :  demás  de  esto  que  no  hiciese  nuevas  ligas, 
ni  tuviese  soldados  á  sus  gajes;  finalmente  que  para 
cumplimiento  de  todo  esto  diese  en  rehenes  y  por 
prenda  á  su  hijo  don  Juan ,  y  pusiese  en  tercería  nue- 
ve castillos  suyos  dentro  de  treinta  dias. 

Sabidtts  estas  cosas  por  don  Alvaro,  fue  grande  su 
sentimiento,  tanto  que  no  podía  reprimir  las  lágri- 
mas, ni  se  sabia  medir  en  las  palabras  ni  templarse: 
lo  cual  unos  etvbaban  á  ambición,  otros  lo  escusaban: 
decían  que  por  su  nobleza  y  gran  coraron  no  podía 
sufrir  afrenta  tan  grande.  Sin  embargo  deste  su  sen- 
timiento y  caída ,  no  dejaba  de  pensar  nuevas  trazas 
para  tornar  á  levantarse;  mas  al  caído  pocos  guardan 
lealtad,  y  todas  Ins  puertas  le  tenían  cerradas,  en. 
especial  que  ios  alterados  se  fortalecían  con  nue- 
vos parentescos  y  matrimonios.  Concertaron  á  doña 
Juana  hijd  del  almirante  don  Fadrique  con  el  rey  de 
Navarra :  con  don  Enrique  su  hermano  á  doña  Bea- 
triz hermana  del  conde  de  Benavente.  El  que  movió 
y  concluyó  estos  desposorios,  fue  don  Diego  Gómez 
de  Sandoval  conde  de  Castro,  que  en  aquélla  sazón 
andaba  en  la  corte  del  príncipe  don  Enrique  y  le 
acompañaba,  persona  de  grandes  inteligencias  y  tra- 
zas ;  y  en  este  particular  pretendía  que  unidos  entre 
sí  estos  príncipes ,  y  asegurados  unos  de  otros ,  con 
mayor  cuidado  tratasen  como  lo  hicieron ,  y  procu- 
rasen la  caída  del  condestable  don  Alvaro  de  Luna. 

CAPITULO  XVII. 
Que  el  rey  de  Aragón  se  apoderó  de  Ñápeles. 

CoNCLumA  la  ^erra  civil,  parece  comenzaba  en 
España  algún  sosiego;  por  todas  partes  hacian  lícstas 
y  se  regocijaba  el  pueblo;  al  contrario  Italia  se  abra- 
saba con  h  guerra  de  Ñapóles.  Las  fuerzas  de  Renato 
con  la  tardanza  y  dilación  se  enOaquecian  :  su  mu- 
jer y  hijos  eran  idos  á  Marsella,  muestra  de  tener 
muy  poca  esperanza  de  salir  con  aquella  empresa; 
asi  lo  entendía  el  vulgo,  que  á  nadie  perdona,  y  sue- 
le siempre  echar  las  cosas  á  la  peor  parle.  Es  de  gran 
momento  la  opinión  y  fama  en  la  guerra  :  así  desde 
aquel  tiempo  bobo  gran  mudanza  en  los  ánimos,  ma- 
yormente por  la  falta  que  les  hizo  Jacobo  Caldera,  en 
quien  estaña  el  amparo  muy  grande  de  aquella  par- 
cialidad ,  ca  era  grande  la  esperíencia  que  tenia  de  la 
guerra  y  ejercicio  de  las  armas.  Su  muerte  fue  de  re- 
pente, yueria  saquear  el  logar  de  Circello  que  es  de 
la  jurisdícion  del  papa ,  cuando  cayó  sin  sentido  en 
tierra,  y  llevado  á  su  alojamiento ,  en  breve  rindió  el 
alma ;  los  demás  de  su  bnaje ,  que  era  muy  poderoso 
y  grande ,  se  pasaron  por  su  muerte  á  la  parte  arago- 
nesa que  cada  día  se  mejoraba.  Ganaron  la  ciudad  de 
A  versa,  rindieron  la  de  Calabria,  desbarataron  la 


®^^  BIBLIOTECA  DE  GlSPAa  t 

Senté  de  Francisco  Esforcia  cerca  de  Troya,  ciudad 
e  la  Pulla :  todos  efectos  de  importancia.  Sin  embar- 
go el  pontífice  Eugenio  hizo  luego  liga  con  ios  vene- 
cianos y  florentines  y  ginoveses  con  mtento  de  ecliar 
los  aragoneses  de  toda  Italia. 

Con  este  acuerdo  el  cardenal  de  Trento  con  diez 
mü  soldados  se  metió  por  las  tierras  de  Ñapóles:  hizo 
poco  efecto  toda  aquella  gente  como  levantada  anríe- 
^9  y  que  tenia  diversas  costumbres,  voluntades  y 
deseos ,  antes  por  el  mismo  tiempo  la  gente  aragone- 
sa marchó  la  vuelta  de  Ñapóles :  dentro  de  la  ciudad 
se  estuvo  Renato  con  pretensión  que  tenia  de  defen- 
della,  visto  que  perdida  aquella  ciudad,  se  arriscaba 
todo  lo  demás.  No  salió  á  oar  la  batalla ,  creo  por  no 
asegurarse  de  la  constancia  de  los  naturales ,  ó  des- 
connado  de  sus  fuerzas  si  se  viniese  á  las  manos.  Los 
de  Genova  trajeron  algunas  pocas  vituallas  á  los  cer- 
cados, y  algún  socorro  de  soldarlos  :  pequeño  alivio 
por  la  gran  muchedumbre  que  se  hallaba  en  la  cíu* 
dad ,  que  fue  causa  de  encarecerse  los  mantenimien- 
tos, y  que  el  moyo  de  trigo  costase  mucho  dinero. 
Hobo  personas  que  en  junta  pública  con  el  atrevi- 
miento que  la  hambre  les  daba,  persuadieron  á  Re- 
nato que  de  cualquiera  manera  se  concertase  con  los 
contrarios. 

El  cerco  iba  adelante,  y  juntamente  crecia  la  falta 
de  lo  necesario :  por  esto  uno  por  nombre  Anello  con 
otro  su  hermano  de  [urofesion  albañires,  huidos  de  la 
ciudad,  dieron  ariso  se  podria  tomar  sin  ^n  peli- 
gro, si  les  gratificasen  su  trabajo  y  industria.  La  en- 
trada era  por  un  acueducto  ó  canos  debajo  de  tierra, 
por  donde  para  comodidad  de  la  ciudad  el  agua  de 
una  fuente  que  cerca  caia,  se  encaminaba  á  los  po- 
zos. Pretendían  meter  gente  secretamente  por  estos 
caños.  Escogieron  doscientos  soldados ,  hombres  va- 
lientes ,  con  orden  que  todos  obedeciesen  á  los  dos 
hermanos.  La  subida  era  difícil ,  la  entrada  y  paso 
estrecho,  los  mas  se  quedaron  atrás,  espantados  del 
peligro ,  ó  por  ser  pesados  de  cuerpo ,  solos  cuarenta 
pasaron  adelante.  Arrancaban  piedras  conpalancas  y 
picos  do  impedían  el  paso ,  j  4  los  que  temían  por  ser 
el  camino  tan  estraorainario,  animaban  los  dos  her- 
manos con  palabras  y  con  ejemplo,  y  algunas  veces 
les  ayudaban  á  subir  con  dalles  la  mano.  La  porfía  y 
esfuerzo  fue  tal  ^  que  llegaron  al  pozo  de  una  casa 
particular :  una  mujercilla  (cuya  era  la  casa)  visto 
los  soldados,  dio  luego  gritos,  con  que  se  descubrie- 
ra la  celada^  si  prestamente  no  le  taparan  la  boca. 

Gastóse  tiempo  en  la  entrada,  era  salido  el  sol,  y 
ninguna  cosa  avisaban,  ni  daban  muestra  de  ser  en- 
trados, no  se  sabe  si  por  miedo  ó  por  descuido.  Sos- 
pechal)an  que  todos  eran  degollados ,  y  todavía  las 
compañías  que  tenían  apercebidas,  acometieron  á 
escalar  la  muralla :  aflojaoa  la  pelea  por  no  sentirse 
en  la  ciudad  ruido  alguno.  Los  cuarenta  soldados, 
movidos  y  animados  por  la  vocería  de  los  que  pelea- 
ban ,  ó  forzados  de  la  necesidad  y  darse  por  perdidos 
si  los  sentían ,  se  apoderaron  de  una  torre ,  del  adar- 
ve que  cerca  caia,  y  no  tenia  guarda,  llamada  So- 
Shía.  Acudió  el  rey  de  Aragón  para  socorrellos :  acu- 
ió  al  tanto  Renato  al  |)eligro.  Fuera  fácil  recobrarla 
torre ,  y  lanzar  della  á  los  aragoneses ,  mas  los  de 
fuera  acudieron  muy  de  priesa  y  pusieron  temor  á 
los  contrarios  :  lo  que  á  los  de  dentro  causó  espanto, 
á  los  aragoneses  que  estaban  en  la  torre,  hizo  cobrar 
ánimo.  Dióse  el  asalto  por  muchas  partes,  finalmente 
quebrantadas  algunas  puertas  entraron  los  de  Aragón 
en  la  ciudad. 

Renato  sin  saber  á  qué  parte  debía  acudir  (bien 
que  se  mostró  no  solo  prudente  capitán ,  sino  valien- 
te soldado j  tanto  que  por  su  mano  mató  muchos  de 
los  contrarios)  perdida  al  fin  la  esperanza  de  preva- 
lecer ,  se  recogió  al  castillo :  algunas  casas  fueron 
saqueadas,  pero  no  mataron  á  nadie.  Luego  que  en- 
tro el  rey,  se  puso  también  fin  al  saco :  ciesta  ma- 


ñera  k»  araooneses  se  apoderaron  de  Ñapóles  dia 
sábado  á  dos  de  junio  año  del  Señor  de  i  442.  Los  sol- 
dados fueron  porel  reven  público  alabadosypreiniados 
magníficamente  conforme  á  como  cida  uno  se  seña- 
lara :  don  Jimeno  de  Urrea,  don  Ramón  Boyl  y  don 
Pedro  de  Cardona,  que  eran  los  principales  capita- 
nes en  el  ejército;  fue  también  premiado  Pedro  Mar- 
tínez capitán  de  los  soldados  que  entraron  por  ios 
caños.  Con  los  dos  hermanos  albañires  se  cumplió  lo 
prometido  bastantemente,  promesas  y  pa^a  mayores 

2ue  llevaba  su  estado :  con  la  cual  fiucia  tuvieron 
nimo  para  acometer  aqueUa  hazaña.  Notaban  ios 
hombres  curiosos  que  casi  por  la  misma  forma  ganó 
aquella  ciudad  de  los  godos  el  capiUn  Belisario. 

Renato  por  no  queoalle  alguna  esperanza  de  repa- 
rarse ,  perdida  aquella  noble  ciudad,  poco  después  se 
concertó  con  el  contrario  que  le  dejase  ir  libre  á  él  y 
á  los  SUJOS ,  y  entregaría  k)  que  le  quedaba.  Tomado 
este  asiento,  partíopara  rlorencia  á  verse  con  el 
papa  Eugenio,  desde  allf  pasó  á  Francia  :  su  partida 
allanó  todo  lo  demás.  El  Abruzo  y  la  Pulla  con  todos 
los  demás  pueblos  que  hasta  entonces  rehusaron  e) 
señorío  de  Aragón ,  y  se  tenían  por  Francia ,  preten- 
dían recompensar  las  culpas  pasadas  con  mayores 
servicios ,  y  se  daban  priesa  á  rendirse ,  ca  no  querían 
con  la  tardanza  irritar  la  saña  del  vencedor.  Por  este 
orden  quedó  apaciguada  Italia  en  gran  parte. 

España  dado  que  se  hallaba  cansada  de  males  tan 
^^9>  y  ^tie  éntrelos  príncipes  se  habían  concerta- 
do las  paces ,  aun  no  sosegaba  de  todo  punto :  los  ca- 
balleros antes  desavenidos  entre  sí,  al  presente  me- 
nos se  enfrenaban  por  el  poco  caso  que  nacían  de  los 
que  gobernaban.  Seria  cosa  larga  relatallo  todo  por 
menudo.  Las  principales  diferencias  y  alteraciones 
fueron  estas  :  estaba  don  Luis  de  Guzman  maestre 
de  Calatrava  enfermo  y  sin  esperanza  de  salud :  dos 
caballeros  de  aquella  orden ,  los  mas  principales  entre 
los  demás ,  con  ambición  fuera  de  tiempo  pretendían 
aquella  dignidad ;  estos  eran  Juan  Ramírez  de  Guz- 
man comendador  mavor  de  aquella  orden,  y  eldave^ 
ro  Fernando  de  Padilla.  Este  tenia  ganadas  y  nego- 
ciadas las  voluntades  de  los  comendadores :  don  Juan 
por  entender  que  ninguna  esperanza  le  quedaba  de 
alcanzar  aquella  dignidad,  si  no  se  arriscaba  con  atre- 
vimiento y  temeridad,  se  determinó  con  mano  ar- 
mada apoderarse  de  los  pueblos  de  aquella  orden  de 
Calatrava.  El  clavero  sabido  este  intento,  fue  á  verse 
con  él  acompañado  de  cuatrocientos  de  á  caballo: 
vinieron  á  las  manos  en  el  campo  de  Rangas  :  que- 
dó el  comendador  mayor  venciao  y  presó,  y  junta- 
mente Ramiro  y  Fernando  sus  hermanos,  y  Juan  so 
hiio:  murieron  otros  muchos  caballeros,  y  entre 
ellos  cuatro  sobrinos  del  mismo  comendador  ma- 
yor. 

En  premio  desta  victoria  que  ganó  de  su  contrarío, 
fue  dado  á  Padilla  lo  que  pretendía,  que  sucediese 
en  lugar  del  maestre ,  nonra  de  que  gozó  poco  tiem- 
po. La  ocasión  fue  que  el  rey  hacia  resistencia  á  aque- 
lla elección,  y  pretendía  á  aquella  dianidad  para 
don  Alonso  hijo  bastardo  del  rey  de  Navarra.  Pa- 
sóie  tan  adelante  en  esta  pretensión ,  que  vinie- 
ron á  las  manos.  Puso  don  Alonso  cerco  con  su 
gente  sobre  Calatrava :  el  nuevo  maestre  fue  he- 
rido con  una  piedra  que  uuo  de  los  suyos  inadverti- 
damente quena  tirar  á  los  contraríos.  Con  su  muerta 
quedó  su  competidor  don  Alonso  por  maestre.  Por 
otra  parte  los  vizcaínos ,  gente  valiente  y  indómita, 
se  alteraron  por  dos  causas :  tenían  entre  si  hechas 
ciertas  hermandades  confirmadas  por  el  rey;  estas 
acometieron  á  los  castillos  de*  los  nobles,  y  sus ' 
das.  Entre  los  demás  Pedro  de  Ayala  Merino 


yor  de  Guipúzcoa .  como  le  tuviese  cercado  en  ana 
su  villa  llamada  Salvatierra ,  fue  librado  por  el  conde 
de  Haro  su  primo ,  que  usó  en  esto  de  una  señalada 
grandeza  de  ánimo  :  esto  fue ,  que  leída  la  carta  ea 


HISTORIA  DE  CSPAISA. 


665 


que  le  pedia  socorro  y  avisaba  del  peligro,  en  el 
campo  ao  acaso  se  la  dieron,  mandó  armar  una 
tienda  con  jurameuto  que  hizo  de  no  entrar  debajo 
de  tejado  hasta  tanto  que  Pedro  de  Ayala  fuese  li- 
bre de  aquella  afrenta. 

£sta  era  la  primera  ocasión  de  las  alteraciones  de 
Vizcaya;  la  segunda,  que  se  levantó  cierta  herejía 
de  los  fratricellos  deshonesta  y  mala ,  y  se  despertó 
de  nuevo  en  Durango.  Hízose  inquisición  de  los  que 
hallaron  inficionados  con  aquel  error:  muchos  fue- 
ron puestos  á  cuestión  de  tormento  y  los  mas  quema- 
dos vivos.  Era  el  capitán  de  todos  un  fraile  de  San 
Francisco  por  nombre  fray  Alonso  Mela :  este  por 
miedo  del  castigo  se  huyó  i  Granada  con  muchas  mo- 
zueias  que  llevó  consigo,  que  pasaron  la  vida  torpe- 
mente entre  los  bárbaros:  él  mismo  no  se  sabe  por  qué 
causa,  pero  fue  acañavereado  por  los  moros,  muerte 
conforme  á  la  vida  y  secta  que  siguió.  Gste  tuvo  un 
hermano  que  se  llamó  Juan  Mela ,  que  á  la  sazón  era 
obispo  de  Zamora  su  patria  y  natural,  v  adelante  fue 
cardenal.  En  Portugal  por  fin  del  mes  ae  octubre  fa- 
lleció don  Juan  tío  del  rey  de  Portugal  en  Alcázar 
de  Sai,  en  edad  de  cuarenta  y  tres  años.  Era  condes- 
table en  aquel  reino .  y  juntamente  maestre  de  San- 
tiago :  de  doña  Isabel  su  mujer ,  hija  de  don  Alonso 
su  hermano  duque  de  Ber^anza ,  dejó  un  hijo  lla- 
mado don  Diego ,  oue  sucedió  en  los  caraos  y  honras 
de  su  padre :  tres  nijas  doña  Isabel ,  dona  Beatriz  y 
doña  Philipa ,  y  dellas  adelante  procedieron  principes 
muy  grandes. 

CAPITULO  XVIIl. 
De  los  varones  señalados  que  bobo  en  España. 

La  residencia  de  Don  Alvaro  después  que  se  vio  des- 
^raduado,  era  en  Escalona:  la  esperanza  de  recobrar 
la  autoridad  que  le  quitaron ,  ni  del  todo  la  tenia  per- 
dida, ni  tampoco  era  grande;  no  le  faltaba  ingenio 
y  diligencia,  mas  desbarataba  sus  trazas  la  fortuna, 
ó  fuerza  mas  alta.  Su  hermano  el  arzobispo  de  Toledo 
falleció  en  Talavera  á  cuatro  de  febrero :  gran  des- 
gracia, faltalle  de  repente  ayuda  tan  grande.  Quedá- 
bale don  Rodrigo  de  Luna ,  á  quién  por  ser  hijo  de  un 
[>rimo  suyo  en  el  tiempo  adelante ,  vuelto  á  su  pros- 
|)eridad ,  hizo  proveer  el  arzobispado  de  Santiago  en 
lugar  de  don  Alvaro  de  Isoma,  como  en  otra  pártese 
dirá,  maguer  que  no  tenia  edad  bastante  para  digni- 
dad tan  grande ;  mas  poco  le  podia  prestar  en  aquel 
tabajo,  en  especial  que  era  mozo  de  mal  natural  y  de 
costumbres  estragadas. 

Por  otra  parte  los  grandes  y  caballeros  por  enten- 
der que  aquella  revuelta  de  tiempos  era  á  propósito 
para  quedarse  con  todo  lo  que  apañasen ,  cada  cual 
se  apoderaba  de  lo  que  podia.  Pedro  Juárez  hijo  de 
Fernán  Alvarez  de  Toleao  señor  de  Oropesa  por  muer- 
te del  arzobispo  se  apoderó  de  Talavera :  llegó  su  osa- 
día á  que  apenas  dio  entrada  en  ella  al  mismo  rey  de 
Castilla  que  acudió  á  aquella  villa  para  atajar  aquellos 
bullicios.  El  cuerpo  del  arzobispo  fiie  enterrado  en  la 
capilla  de  la  iglesia  Mayor  de  Toledo,  que  á  su  costa 
don  Alvaro  edificó  muy  suntuosa.  Sobrenombrar  su- 
cesor no  se  concertaban  los  votos.  Pretendían  don 


Lope  de  Mendoza  arzobispo  de  Santiago,  y  don  Pedro 
de  Castilla  obispo  de  Palencia :  dos  competidores  te- 
nían mayor  negocio  y  favor  que  los  demás ,  el  uno  era 
don  Garcia  Osorio  obispo  de  Oviedo ,  dábale  la  mano, 
su  tío  el  almirante ;  el  otro  don  Gutierre  de  Toledo 
arzobispo  de  Sevilla ,  al  cual  favorecían  los  infantes 
de  Aragón,  que  comenzaban  á  tener  en  todo  gran  ma- 
no. Con  esta  ayuda  don  Gutierre  sobrepujó  á  su  con- 
trario, y  salió  con  el  arzobispado  de  Toledo.  Era  per- 
sona de  gran  ánimo,  de  estatura  mediana ,  de  buen 
rostro ,  blanco  y  rubio ,  dotado  de  letras ,  de  ánimo 
sencillo  j  sin  doblez,  algo  mas  severo  en  el  gobierno 
que  podían  llevar  las  costumbres  do.  aquella  era,  que 
fue  causa  que  algunos  le  aborreciesen :  poco  tiempo 
tuvo  el  arzobispado  de  Toledo,  y  como  solos  tres  años. 
Su  padre  Fernán  Alvarez  de  Toledo  señor  de  Valde- 
coroeja  y  mariscal  de  Castilla,  su  madre  dona  María 
de  Ayala,  su  hermano  Garci  Alvarez  de  Toledo.  Nom- 
bró por  adelantado  de  Cazorla  á  su  sobrino ,  hijo  de 
su  hermano  don  Fernando  Alvarez  de  Toledo  conde 
de  Alba.  Don  García  competidor  de  don  Gutierre  fue 
hecho  arzobispo  de  Sevilla,  don  Diego  obispo  de  Oren- 
se pasó  al  obispado  de  Oviedo;  en  conclusión  la  igle- 
sia de  Orense  dieron  en  encomienda  á  Juan  de  Tor- 
quemada ,  de  fraile  Dominico  cardenal  de  San  Sisto, 

{lersona  de  mucha  erudición ,  como  se  entiende  por 
os  muchos  libros  que  sacó  á  luz,  digno  de  inmortal 
alabanza  por  la  defensa  que  puso  por  escrito  en  tiem- 
pos tan  estragados  y  revueltos  de  la  magestad  de  la 
Iglesia  Romana. 

Contemporáneo  de  Turrecremata ,  aunque  de  me 
ñor  edad ,  fue  Alonso  Tostado  natural  de  la  villa  de 
Madrigal ,  persona  esclarecida  por  lo  mucho  quer  de- 
jó escrito,  y  por  el  conocimiento  de  la  antigüedad, 
y  su  varia  erudición  que  parecía  milagro.  Faltóle  el 
estilo  elegante ,  alguna  mengua  para  que  no  se  com- 
pare con  cualquiera  de  los  padres  antiguos.  Los  años 
adelante  fue  obispo  de  Avila;  y  mas  mozo  en  Sena 
de  Toscana ,  do  á  la  sazón  estaba  el  papa  Eugenio, 
propuso  gran  número  de  conclusiones  tomadas  de  lo 
mas  secreto  de  la  teología  para  defendellas  pública- 
mente á  la  manera  escolástica.  Entre  ellas  le  califi- 
caron algunas  como  de  mala  sonada,  y  sobre  ello  es- 
pidió una  bula  el  pontífice  Eugenio.  Atizaba  el  negocio 
el  cardenal  Turrecrementa,  que  escribió  contra  él  en 
el  mismo  propósito  cierto  opúsculo.  Respondió  átodo 
el  Tostado  en  un  libro  que  llamó  el  Defensorio :  obra 
docta,  si  bien  á  la  misma  autoridad  de  los  pontífices 
no  perdona  por  el  deseo  que  tenia  de  defender  su  par- 
tido. Las  proposiciones  que  le  calificaron,  fueron  es- 
tas: la  primera.  Cristo  Nuestro  Señor  fue  muerto  al 
principio  del  año  treinta  y  tres  de  su  edad ,  y  no  á 
veinte  y  cinco  de  marzo  (como  ordinariamente  sienten 
los  antiguos)  sino  á  tres  de  abril:  la  segunda,  puesto 
que  á  ningún  pecado  se  niega  el  perdón  por  grave 
que  sea,todaYiade]apena  y  de  la  culpa  Dios  no  ab- 
suelve ,  y  mucho  menos  los  sacerdotes  por  el  poder 
de  las  llaves:  palabra  que  él  esplicaba  con  cierta  sutili- 
dad :  nueva  y  estravagante  manera  de  hablar ,  que  á 
los  indoctos  alteraba ,  y  á  los  sabios  no  agradaba.  Fa- 
lleció á  tres  de  setiembre  año  mil  y  cuatrocientos  y 
cincuenta  y  cinco. 


FIN  DEL  TOMO  PRIMERO. 


■■DICE 


DE  LOS  capítulos  QUE  CONTIENE  ESTE  TOMO. 


CAP. 


PAG.      CAP. 


PAG. 


LIBRO  PFUBIERO. 


5 
6 

7 


I.  De  la  veoida  de  Tubal  y  de  la  fertilidad  de 

España 

n.  Del  asiento  y  circunfereocia  de  España.  .  . 
III  De  los  montes  y  ríos  principales  de  &paaa.. 

IV.  De  dos  divisiones  de  España ,  la  antigua  y 

la  moderna 8 

V.  De  las  lenguas  de  España iO 

VI.  De  las  costumbres  de  los  españoles ii 

Vil.  De  los  reyes  fabulosos  de  España Id. 

VIH.  De  los  Geriones i4 

IX.  Del  rey  Híspalo»  y  de  la  muert»  de  Hércules,    i  5 

X.  De  Héspero  y  Atlas  reyes  de  España i6 

XI.  DeSiculo  rey  de  España 17 

XII.  De  diversas  gentes  que  vinieron  á  España.    18 

XIII.  De  las  cosas  de  Abides,  y  de  la  general  se- 
auedad  de  España 20 

XIV.  Cómo  los  Celtas  y  los  de  Rbodas  vinieron 

á  España 22 

XV.  De  la  venida  de  los  de  Fenicia  á  España.  .    23 

XVI.  Cómo  los  cartagineses  tomaron  á  loiza ,  y 
acometieron  á  los  mallorquines 25 

XVH.  De  la  edad  de  Argantonio 26 

XVIII.  Cómo  los  fenicios  trataron  de  apoderarse 

de  España 27 

XIX.  Cómo  los  cartagineses  se  levantaron  con- 
tra los  de  Cádiz 29 

XX.  Cómo  Safon  vino  en  España 30 

XXI.  Cómo  HImilcon  y  Hannon  descubrieron 
nuevas  navegaciones 31 

XXH.  De  la  navegación  de  Hannon 32 

LIBRO  SEGUNDO. 

I.  Que  Hannon  y  sus  hermanos  volvieron  á  su 
tierra 33 

U.  De  las  cosas  por  los  españoles  hechas  en  Si- 
ciüa 34 

III.  Cómo  laguerra  de  Sicilia  se  movió  de  nuevo.    36 

IV.  De  lo  que  hizo  Hannon •  .    37 

V.  De  una  embajada  que  se  envió  á  Alejandro 
rey  de  Macedonia 38 

VI.  De  la  primera  guerra  púnica  contra  Car- 
tago 39 

VIL  Cómo  Amücar  vino  otra  vez  á  España.  .'  .  4  i 

VIH  De  lo  que  Asdrubal  hizo 42 

IX.  De  la  guerra  Saguntina #  .  .  44 

X.  Del  principio  de  la  segunda  guerra  púnica 
contra  Cartazo 46 

Xf.Cómo  Aníbal  pasó  en  Italia 47 

XII.  De  lo  que  sucedió  por  el  mismo  tiempo  en 
España id. 


Xin.  De  la  batalla  quese  dio  junto  al  lagoTra- 
simeno 48 

XIV.  Cómo  PublioScipion  vino  á  España.  ...    49 

XV.  Cómo  Asdrubal  no  pudo  entrar  en  Italia.  .    SO 

XVI.  Cómo  los  cartagineses  fueron  maltratados 

en  muchas  partes  de  España 51 

XVII.  De  una  nueva  guerra  que  se  emprendió 

en  África 53 

XVIU.  Cómo  los  Scipiones  fueron  muertos  en 
España 54 

XIX.  Cómo  Lucio  Harcio  reprimió  el  atrevimien- 
to de  los  cartagineses 55 

XX.  Cómo  Pubiio  Scipion  tomó  á  Cartagena..  .    56 

XXI.  Cómo  Asdrubal  Barchino  fue  vencido  por 
Scipion 58 

XXII.  Cómo  echaron  á  los  cartagineses  de  Es- 
paña     59 

XXUI.  De  otras  cosas  que  Scipion  hizo  en  Es- 
paña  id. 

XXIV.  Cómo  Scipion  venció  á  Cartago  en  Áfri- 
ca  60 

XXV.  Cómo  M.  Porcio  Catón ,  siendo  cónsul  vi- 
no á  España 61 

XXVI.  De  diferentes  pretores  que  vinieron  á 
España 6i 

LIBRO  TERCERO. 

I.  Del  principio  de  la  guerra  de  Numancia..  .  .  64 
H.  Cómo  Punlio  Cornelio  Scipion  vino  por  lega- 
do ó  lugarteniente  á  España 67 

III.  De  la  guerra  de  Viriato 68 

IV.  De  lo  que  Q.  Cecilio  Metello  hizo  en  España.  70 

V.  Cómo  Viriato  fue  muerto 7i 

VI.  Cómo  revolvió  la  jB[uerra  de  Numancia..  .  .    id. 
Vil.  De  la  confederación  que  el  cónsul  Mancino 

hizo  con  los  numantinos 73 

VIH.  Cómo  Cayo  Mancino  fue  entregado  á  los 
numantinos 74 

IX.  Cómo  Scipion  hecho  cónsul  vino  á  España,    id. 

X.  Cómo  Numancia  fue  destruida 75 

XI.  De  lo  que  sucedió  en  España  después  de  la 

?[uerra  de  Numancia 78 
.  Cómo  se  comenzó  la  guerra  de  Sertorio.  .    79 

XIII.  Cómo  Metello  y  Pompeio  vinieron  á  Es- 
paña  

XIV.  Cómo  fue  Sertorio  vencido  y  muerto.  .  . 

XV.  Cómo  Pompeio  apaciguó  á  España 

XVI.  Cómo  Caio  Julio  César  vino  en  España.  . 

XVII.  Del  principio  de  la  guerra  civil  en  Es- 
paña  

xVlIl.  Cómo  los  Pompeianos  fueron  en  España 
vencidos 83 


80 
82 
id. 
83 

84 


CAP. 


PAti.      CAP. 


PAf.. 


XIX.  De  lo  que  Laugino  hizo  en  España.  ...  86 

XX.  Cómo  eu  Espaua  se  hizo  la  guerra  contra 

los  hijos  de  Pompeio iii. 

XXI.  Cómo  César  volvió  á  Roma 88 

XXII.  Cómo  después  de  la  muerte  del  Césiir  se 
levantaron  nuevas  alteraciones  en  España.  .  id. 

XXIII.  De  la  cuenta  llamada  Era 89 

XXIV.  De  la  guerra  de  Cantabria 90 

LIBRO   CUARTO. 

I.  De  la  venida  del  Hijo  de  Dios  al  mundo.  ...    93 

II.  De  los  emperadores  Caio  y  Claudio 95 

III.  Del  emperador  Domicio  Nerón 97 

IV.  De  los  emperadores  Flavio  Vespasiano  y  sus 
hijos 99 

V.  De  los  emperadores  Nerva  ,Trajano  y  Adriano,  i  03 

VI.  De  los  tres  emperadores  Antonínos.  ...  105 
Vil.  De  los  emperadores  Severo  y  Caracalla.  .  106 
VIH.  De  los  emperadores  Heliogábalo  y  Alejan- 
dro  107 

IX.  De  los  emperadores  Maximino,  Gordiano  y 
Filipo id. 

X.  De   los  emperadores  Valeriano,  Galieno 
Claudio  y  Aureliano 109 

XI.  De  algunos  otros  emperadores 111 

XII.  De  Ips  emperadores  Diocleciano  y  Maxi- 
miano id. 

XIII.  En  qué  parte  de  España  está  Eibora.  ...  113 

XIV.  La  descripción  de  Eibora 114 

XV.  Délos  emperadores  Constancio  y  Galerio.  115 

XVI.  Del  emperador  Constancio  Magno id. 

XVII.  De  los  hijos  del  gran  Constantino.  ...  119 
XVIIL  Délos  emperadores  Juliano  y  Joviano.  .  120 

XIX.  De  los  emperadores  Valentiniano  y  Valen- 
te 121 

XX.  De  los  emperadores  Graciano,  Valentiniano 

y  Theodosio 122 

XXI.  De  los  emperadores  Arcadio  y  Honorio.  125 

LIBRO  QUINTO. 

I.  Cómo  diversas  naciones  vinieron  á  España.  127 

II.  Cómo  los  godos  vencieron  á  las  demás  na- 
ciones bárbaras  en  España 129 

III.  Del  reino  de  Theedoredo 131 

IV.  De  Turismundo  y  Theodorico 135 

V.  De  la  muerte  del  rey  Theodorico  y  del  rey 
Eurico 137 

VI.  Del  reino  de  Alarico 139 

VII.  Délos  reyes  Gesaleyco,  Theodorico  y  Ama- 
larico 141 

VIH.  Délos  reyes  Theudisy  Theudiselo.  ...  145 

IX.  De  los  reyes  de  Agíla  y  Athaoagildo.  ...  147 

X.  De  las  dos  hermanas  Galsuinda  y  Bruñe « 
childe 149 

XI.  De  los  reyes  Liuva  y  Leuvigildo 150 

XH.  Déla  guerra  de  Ermenegildo 152 

XIII.  Le  la  muerte  del  rey  Leuvigildo 155 

XIV.  De  los  principios  del  rey  Recaredo.  ...  159 

XV.  Del  concilio  toledano  tercero 161 

LIBRO  SEXTO. 

I.  De  la  muerte  del  rey  Recaredo 162 

II.  De  los  reyes  Liuva  y  Witerico  y  Gundemaro.  164 
IH.  Del  reinado  de  Sisebuto 165 

IV.  De  los  reyes  Suinthlla  y  Rechimiro 167 

V.  Del  rey  Sisenaiido 169 

VI.  Del  rey  Cliintila. 170 

VII.  De  la  vida  y  muerte  del  bienaventurado 
San  Isidoro 171 

VIH.  De  los  reyes  Tulga,  Chindasvinto  y  Rece- 


suintho 173 

IX.  De  tres  concilios  de  Toledo 174 

X.  De  la  vida  de  San  Ildefonso 176 

XI.  De  la  muerte  del  rey  Recesuintho 178 

XII.  De  la  guerra  Narbonense  que  se  hizo  eu 
tiempo  del  rey  Wamba ' 179 

XIH.  Del  castigo  de  los  conjurados 183 

XIV.  De  las  demás  cosas  del  rey  Wamba.  ...  184 

XV.  De  los  nombres  de  los  obispados  que  habia 

en  tiempo  de  Wamba 186 

XVI.  De  otra  división  de  obispados  que  hizo 
Constantino  Magno 187 

XVH.  Del  rey  Ervigio »«!. 

XVUí.  Del  rey  Egíca 189 

XIX.  Del  rey  Witiza 190 

XX.  De  la  genealogía  destos  reyes lOi 

XXI.  De  los  principios  del  rey  dou  Rodrigo.  .  .    id. 

XXII.  De  la  primera  venida  de  los  moros  eu  Es- 
paña  194 

XXIH.  De  la  muerte  del  rey  don  Rodrigo.  ...  195 

XXIV.  Que  los  cristianos  se  fueron  á  las  Astu- 
rias  196 

XXV.  Cómo  Muza  vino  á  España 198 

XXVL  De  los  años  de  los  árabes 199 

XXVH.  De  lo  que  hizo  Abdalasís 201 

LIBRO  SÉPTIMO. 

1.  Cómo  el  infante  don  Pclayo  se  levantó  contra 
los  moros 202 

H.  Cómo  los  moros  fueron  por  don  Pelayo  ven- 
cidos   204 

III.  Lo  demás  que  hizo  don  Pelayo 207 

IV.  Del  rey  don  Alonso  llamado  el  Católico.  .  209 

V.  De  dos  linajes  los  mas  principales  entre  los 
moros 211 

VI.  De  los  reyes  Froila,  Aurelio  y  Silon.  ...  213 
Vil.  De  los  reyes  don  Alonso,  Mauregato  y  don 

Bermudo 215 

VIH.  De  Elipando  arzobispo  de  Toledo 216 

IX.  De  los  principios  de  don  Alonso  el  Casto.  .218 

X.  Cómo  se  halló  el  cuerpo  del  apóstol  Santiago,    id. 

XI.  Cómo  Cario  Magno  vino  en  España.  ...  219 

XII.  De  lo  demás  que  hizo  el  rey  don  Alonso.  .  221 
XUI.  Del  rey  don  Ramiro 222 

XIV.  Cómo  los  normandos  vinieron  á  España.  224 

XV.  De  muchos  mártires  que  padecieron  en 
Córdoba. 225 

XVI.  Del  rey  don  Ordeño 226 

XVH.  De  lús  principios  del  rey  don  Alonso  el 

Magno 228 

XVHl.  De  un  concilio  que  se  celebró  en  San- 
tiago y  en  Oviedo 230 

XIX.  De  lo  demás  que  sucedió  en  el  reinado  de 
don  Alonso 231 

XX.  De  los  reyes  don  García  y  don  Ordouo  el 
Segundo 233 

LIBRO  OCTAVO. 

I.  De  los  principios  del  reino  de  Navarra.  .  235 

U.  De  los  condes  de  Castilla 238 

UI.  De  don  Fruela  el  Segundo ,  rey  de  León..  .  239 

IV.  De  don  Sancho  Abarca  rey  de  Navarra.  .  .  240 

V.  De  don  Alonso  el  Cuarto  y  dou  Ramiro  el  Se- 
gundo reyes  de  León 241 

VI.  De  don  Ordoño  Tercero  deste  nombre  rey 

de  León 243 

VH.  De  don  Sancho  el  Gordo  rey  de  León.  .  .  245 
VIH.  De  don  Ramiro  el  Tercero  rev  de  León.  247 

IX.  De  don  Bermudo  el  Gotoso  rey  ae  León.  .  249 

X.  De  don  Alonso  el  Quinto  rey  de  León.  .  .  .  254 

XI.  De  lo  demás  que  sucedió  en  tiempo  del  rey 


CAP.  I»AG.      CAP.  p^i; 

don  Alonso 2S7    IV.  De  la  muerte  del  empenidor  don  Alonso..  .  330 

XII.  De  don  Bermudo  el  Tercero  rey  de  León.  258    V.  Cómo  don  Sancho  y  don  Femando  sucedieron 

XIII.  De  don  Sancho  el  Mayor  rey  de  Navarra. .  259       á  su  padre 33^ 

XiV.  De  la  muerte  del  rey  don  Sancho 261    VI.  Délos  principios  de  la  caballería  de  Cala-^ 

-trava 332 

LIBRO  NONO.  íí*-  ^™®  ®^  ^^y  ^^^  Sancho  de  GasUIJa  falleció*.  333 

Vin.  De  nuevos  movimientqs  que  se  levantaron 

I.  Del  estado  de  las  cosas  de  España 262       en  Castilla 334 

II.  De  las  guerras  quo  biso  el  rey  don  Fernán-  I^-  De  la  muerte  de  don  Ramón  príncipe  de 

do  contra  los  moros 263       Aragón 335 

in.  Cómo  trasladaron  bs  huesos  de  San  Isidoro  ^  Cómo  donAlonsoreyde  Castilla visitóel  reino.  337 

de  Sevilla  á  León 260  XI.  De  las  bodas  de  don  Alonso  rey  de  Castilla.  339 

IV.  Cómo  don  García  rey  de  Navarra  fue  muerto.  267  XII.  De  la  confederación  que  se  hizo  contra  don 

V.  Que  España  quedó  libre  del  imperio  de  Ale-  Pedro  Rui9  de  Azagra 34^ 

maña 268    XIII.  Del  principio  de  la  caballería  de  Santiago.  34i 

VI.  De  lo  restante  del  rey  don  Fernando.  .  .  .271    XIV.  Cómo  los  de  Castilla  ganaron  la  ciudad  de 

VII.  Que  murió  don  Ramiro  rey  de  Aragón.  .  272       Cuenca 343 

VIH.  Cómo  don  Sancho  rey  de  Castilla  hizo  guer-  XV.  Cómo  don  Alonso  rey  de  Portugal  fue  preso 

ra  á  sus  hermanos 274       por  el  de  León 344 

IX.  Cómo  el  rey  don  Sancho  murió  fiobre  Za-          XVI.  Cómo  murieron  los  reyes  de  Portugal  y  de 
mora ♦.  .  276       León 345 

X.  Cómo  volvió  el  rey  don  Alonso  á  su  reino.  .  278    XVII.  De  varias  confederaciones  que  se  hicieron 

XI.  De  los  principios  del  rey  don  Alonso  el  VL  .  279       éntrelos  reyes 347 

XII.  Cómo  el  rey  don  Sancho  de  Navarra  fue  XVIII.  Cómo  se  perdió  la  jornada  de  Alarcos.  .  349 
muerto  por  su  hermano 280  XIX.  De  lo  que  sucedió  en  Portugal eso 

XIII.  Que  Almenen  rey  de  Toledo  y  don  Ramón  XX.  De  la  guerra  gue  se  hizo  contra  Navarra. .  351 
conde  deTBarcelona  fallecieron ¿  28i  XXI.  Cómo  el  rey  de  Aragón  fue  á  Roma.  .  .  v  352 

Xrv.  Cómo  los  normandos  fueron  á  Italia.  ...  id.      XXII.  De  las  paces  que  se  hicieron  entre  los 

XV.  Que  se  emprendió  la  guerra  contra  Toledo.  282       reyes 354 

XVI.  Cómo  se  ganó  la  ciudad  de  Toledo 284    XXÍIi.  Cómo  se  comenzóla  guerra  contra  los 

XVII.  Cómo  don  Remardo  fue  elegido  por  arzo-  moros 355 

luspo  de  Toledo 287    XXIV.  Cómo  la  victoria  quedó  por  los  cristianos.  356 

XVm.  Cómo  se  quitó  el  breviario  mozárabe.  .  .  289    XXV.  Del  fin  desta  guerra 358 

XIX.  De  los  principios  del  primado  de  Toledo.  .  290 

XX.  De  las  mujeres  y  hijos  del  rey  don  Alonso. .  292  LIBRO  DUODÉCIMO. 

LIBRO  DÉCIMO.  I.  Cómo  los  Albigenses  alteraron  á  Francia. .  .  359 

I.  De  nuevas  guerras  que  bobo  en  España  y  en  H.  Cómo  murió  el  rev  de  Aragón 304 

la  Suria 293  IH.  Que  el  rey  don  Alonso  de  Castilla  falleció.  .  362 

II.  Comodón  Sancho  Ramírez  rey  de  Aragón  fue  IV.  Cómo  en  Castilla  y  Aragón  Iiobo  revueltas  y 
muerto 296       guerras 354 

III.  Cómo  don  Bernardo  arzobispo  de  Toledo  se           V.  Cómo  los  de  la  casa  de  Lara  se  apoderaron 
partió  para  la  guerra  de  la  Tierra  Santa.  .  .  298       del  gobierno  de  Castilla 36¿ 

IV.  Cómo  el  Cid  ganó  á  Valencia 299    VI.  De  lo  restante  hasta  la  muerte  del  rey  don 

V.  Cómo  fallecieron  el  para  Urbano,  el  rey  Ju-  Enrique  de  Castilla .  368 

zeph  y  el  infante  don  Sancho 302    VII.  Cómo  alzaron  por  rey  de  Castilla  á  don  Fer- 

VI.  De  don  Diego Gelmirez obispo  de  Santiaffo.  303       nando llamado  elSanto .369 

Vil.  De  la  muerte  de  los  reyes  aon  Pedro  el  Pri-  VIII.  En  España  se  fundaron  monasterios  de  di- 

merodeAragon^ydouAIonsoelSestodeCas-  versas  religiones.  .' 37I 

tilla 304  IX.  Cómo  se  casaron  los  dos  reyes  don  Feman- 

VIli.  Del  reinado  de  doña  Urraca 306       do  de  Castilla  y  don  Jaime  de  Aragón 373 

IX.  De  la  guerra  de  Mallorca. 309  X.  El  rey  don  Fernando  apaciguó  otras  nuevas 

X.  De  la  guerra  de  Zaragoza 3i0       alteraciones 374 

XI.  Del  scisma  de  Burdino  natural  de  Limoges.  311    XI.  De  la  guerra  que  se  hizo  á  los  moros  ....  375 

XII.  De  las  paces  que  se  asentaron  entre  Aragón  XII.  Que  el  rey  don  Fernando  volvió  á  la  guerra 

V  Castilla 313       del  Andalucía 377 

X  II.  De  los  principios  del  reino  de  Portugal.  .315  XIII.  Que  se  volvió  de  nuevo  á  la  guerra  de  los 

XIV.  De  las  guerras  que  el  rey  de  Castilla  hizo  moros 57g 

contra  los  moros 316  XIV.  Que  el  rey  de  Aragón  ganó  la  isla  de  Ma- 

XV.  Cómo  donAlonsoreyde  Aragón  fue  muerto.  317       Horca 379 

XVI.  De  nuevas  guerras  que  bobo  en  España  XV.  Que  el  reino  de  León  se  unió  con  el  de  Cas- 
entre  los  principes  cristianos 319        tilla ZSÍ 

XVII.  Que  don  Alonso  principe  de  Portugal  se  XVI.  De  algunas  vistas  que  díversosreyes  tuvie« 
llamó  rey 321        ron  entre  sí 3g3 

XVnL  Cómo  los  fieles  ganaron  áAlmeria.  ...  323  X VIL  El  principio  que  tuvieron  las  conquistas 

XIX.  Cómo  la  ciudad  oe  Usbona  se  ganó  de  los  de  Córdoba  y  Valencia 385 

moros 326  XV IlL  Cómo  la  ciudadde  Córdoba  se  ganó  délos 

XX.  Cómo  se  halló  el  cuerpo  de  San  Eugenio.  .  327       moros 386 

LIBRO  UNDÉCIMO.  ^^'''  ^^"'  ''  «'"^ ''  ""^^'"^  ^'  '''^''''^'  "  '  ^^' 

L  Cómo  los  Almohades  vinieron  á  España.  ...  id.  LIBRO  DECIMOTERCIO. 

II.  Cómo  murió  don  García  rey  de  Navarra.  .  .  328  I.  Cómo  mdchos  pueblos  fueron  ganados  por  los 

III.  DelavenidaáEspañadeLuisreydeFrancia.  330       nuestros.  .  ^ 390 


CAP.                                                                                               PAG.  CAP.                                                                                               PAG. 

H.  Cómo  el  reino  de  Miúrcia  se  enti-e^.  ....  392       hizo  9a  el  Gam[>Ulo. . .  . . .  . 158 

III.  Cómo  el  rey  don  Fernando  partió  para  el  VIII.  Clemente  Quinto  pontifice  Máximo 459 

Andalucía id.      IX.  Que  laguerra  de  Granada  se  renovó 460 

IV.  Que  don  Sancho  rey  de  Portugal  fue  echado  X.  Cómo  estinguieron  los  caballeros  Templa- 

del  reino. 394       rios 463 

V.  Principio  de  la  guerra  de  Sevilla 395  XI.  De  la  muerte  de  don  Fernando  el  Cuarto  rey 

VJ.  Que  en  Aragón  se  puso  entredicho  general.  397       de  Castilla. . 463 

Vil.  Que  Sevilla  se  ganó 398  XII.  De  los  principios  del  reinado  de  don  Alonso 

VIII.  De  la  muerte  oel  rey  don  Fernando.  ...  400       el  Onceno  rey  de  Castilla 466 

IX.  De  los  principios  de  don  Alonso  el  Décimo  XUI.  Del  principio  que  tuvieron  los  turcos. ...  467 
rey  de  Castilla 402  XIV.  Que  los  catalanes  acometieron  el  imperio' 

X.  El  rey  don  Alonso  fue  elegido  por  empera-  de  Grecia. 46^ 

dor 404  XV.  Del  pontífice  Juan  Viffesíino  segundo. .  .  .  471 

XI.  Los  grandes  de  Castilla,  se  alteraron  contra  XVI.  Los  infantes  don  Pedro  y  don  Juan  murie- 

el  rey  don  Alonso 405       ron  en  la  guerra  de  Granada 472 

XII.  Que  se  puso  entrediaho  en  Portugal.  .  .  .  406  XVII.  De  la  muerte  de  la  reina  doña  Marta. .  .  .  474 

XIII.  Cómo  los  reyes  de  Aragón  y  de  Sicila  em-  XVIII.  Que  el  rey  don  Alonso  el  Onceno  de  Cas- 
parentaron 407  tilla  se  encargó  del  gobierno  de  su  reino.  .  .  476 

XI V.  Que  los  Merinos  se  apoderaron  de  África. .  408    XIX.  De  la  muerte  del  rey  de  Aragón 477 

XV.  Que  se  renovó  la  ^erra  de  los  moros. .  .  .  410    XX.  Nuevos  casamientos  de  reyes 478 

XVI.  Que  la  emperatriz  de  Grecia  vino  á  Es-  XXI.  Que  la  guerra  contra  los  moros  se  renovó.  480 
paña 412 

XVII.  Que  don  Jaime  rey  de  Aragón  vivo  á  To-  LIBRO  DÉCIMOSESTO. 
ledo • 413 

XVIII.  Que  el  jQy  de  Aragón  partió  para  la  Tier-  I.  Que  el  rey  de  Granada  pasó  en  África 482 

ra  Santa 414    IL  Que  Abomélique  vino  a  España 483 

XIX.  San  Luis  rey  de  Francia  falleció 415  IlL  De  las  muertes  de  algunos  príncipes.  ...  484 

XX.  De  la  conjuración  que  hicieron  los  grandes  IV.  De  algunos  movimientos  de  navarros  y  por- 
contra  el  rey  don  Alonso  de  Castilla id.         tugúeses 486 

XXI.  De  nuevas  alteraciones  que  sucedieron  en.  V.  Concédense  treguas á  los  portugueses.  ...  487 
Aragón 416    VL  Cómo  mataron  á  Abomélique 488 

XXII.  El  rey  don  Alonso  partió  para  tomar  pose-  VIL  Que  los  moros  fueron  vencidos  junto  á  Ta- 
sion  del  imperio. 417       rifa. 490 

VIII.  De  lo  restante  desta  guerra 493 

LIBRO  DECIMOCUARTO.  ^^-  ^«*  principio  de  las  alcabalas 49 1 

X.  Del  cerco  de  Algecira 495 

I.  Cómo  el  rey  de  Marruecos  pasó  en  España.  .  420    XI.  De  la  toma  de  Algecira 496 

II.  De  la  muerte  del  rey  don  Jaime  de  Aragón.  .  422    XII.  De  la  guerra  de  Mallorca 498 

III.  Que  las  discordias  de  Navarra  se  apacigua-  XUI.  De  las  revueltas  que  hobo  en  el  reino  de 
ron 424       Aragón 499 

IV.  De  diversas  hablas  que  tuvieron  Iqs  reyes.  .  425  XIV.  Que  seapaciguaron  las  discordias  éntrelos 

V.  Cómo  don  Sancho  se  rebeló  contra  su  padre.  427        caballeros  de  Calatra va 501 

VI.  De  la  conjuración  que  hizo  Juan  Prochita  XV.  De  la  muerte  del  rey  don  Alonso  de  Casti- 
contra  los  franceses  en  Sicilia 428       lia 502 

VIL  De  la  muerte  de  don  Alonso  rey  de  Castilla.  430  XVI.  Cómo  mataron  ádoña  Leonor  de  Guzman.  503 

VIII.  De  los  principios  del  rey  don  Sancho.  .  .  432  XVII.  Del  casamiento  del  rey  don  Pedro.  ...  506 

IX.  De  la  muerte  de  tres  reyes 434  XVUI.  Que  el  rey  deCastíila  dejó  ala  reina  doña 

X.  De  cierta  habla  que  hobo  entre  los  reyes  de  Blanca 508 

Francia  y  Castilla. 437    XIX.  De  la  guerra  de  Cerdeña 510 

XI.  Que  se  trató  de  librar  los  hermanos  Cerdas,  XX.  De  los  alborotos  y  revueltas  de  Castilla.  .  .  511 

L Carlos  príncipe  de  Salomo  fue  puesto  en  li-  XXI.  De  muchas  muertes  que  se  hicieron  en 

jrtad 439       Castilla 513 

XII.  De  nuevas  alteraciones  que  se  levantaron 

XIII.  De  algunas  habías*  qué  tuvieron  los  reyis!  441  ^^^^  DECIMOSÉTIMO. 

XIV.  Que  don  Juan  de  Lara  se  pasó  á  Aragón.  .  442 

XV.  Cómelos  tres  reyes  de  España  emparenta-  I.  Del  principio  de  la  guerra  de  Aragón 5U 

ron  entre  sí 444  IL  De  las  muertes  de  algunos  señores  de  Cas ti- 

XVI.  De  la  muerte  del  rey  don  Sancho 446       Ha 518 

XVII.  Cómo  alzaron  á  don  Fadrique  por  rey  de  III.  Que  la  armada  de  Castilla  hizo  guerra  en  hi 
Sicilia 447       costa  de  Aragón 320 

IV.  De  la  muerte  de  la  reina  doña  Blanca.  ...  521 

LIBRO  DECIMOQUINTO.  ^-  De  la  muerte  del  rey  Bermejo  de  Granada.  .  523 

VI.  Renuévase  la  guerra  de  Aragón 523 

I.  De  nuevos  alborotos  quesucedieron  en  Casti-  VIL  Que  don  Enrique  fue  alzado  por  rey  de  Cas- 

lla 448        tilla 527 

IL  Quo  el  rey  don  Femando  de  Castilla  se  des-  VIH.  Que  el  rey  don  Pedro  fue  echado  de  Es- 
posó  451        paña 531 

IIL  Del  año  del  Jubileo 452    IX.  De  ias  guerras  de  Navarra 5i3 

IV.  Dé  Raimundo  Lulio 453  X.  Queden  Enrique  fue  vencido  junto  á  Najara.  534 

V.  De  las  bodas  del  rey  don  Femando 455    XI.  Del  maestre  de  San  Bernardo 536 

,VL  De  la  muerte  del  pontífice  Bonifacio.   ...  450  XII.  Que  don  Enrique  volvió  á  España.  ...  id. 

VIL  De  la  paz  que  entre  los  reyes  de  España  se  XIII.  Que  el  rey  don  Pedro  fue  muerto. ...  538 


CAP.  '  l'AG- 

\IV.  Que  don  Enrique  se  apoderó  de  Castilla.  .  539 

XV.  Cómo  murió  don  Tello 543 

XVL  De  las  bodas  del  rey  de  Portugal 544 

XVII.  De  otras  confederaciones  que  se  hicieron 
entre  los  reyes 546 

XVIII.  De  las  paces  que  se  hicieron  con  el  rey  de 
Aragón 547 

XIX.  Algunos  casamieutos  de  príncipe 550 

LIBRO  DECIMO-OCTAVO. 

I.  Del  scima  que  hobo  en  la  Iglesia 551 

Jl.  De  la  muerte  del  rey  don  Enrique 554 

III.  De  cómo  comenzó  á  reinar  el  rey  don  Juan.  55^ 

IV.  Que  Castilla  dio  la  obediencia  al  papa  Cle- 
mente  557 

V.  De  la  guerra  de  Portugal :  .  558 

VI.  De  la  muerte  del  rey  de  Portugal 559 

Vil.  Que  el  rey  de  Castilla  entró  en  Portugal.  .  560 
VIH.  Del  cerco  de  Lisboa 5G2 

IX.  De  la  famosa  batalla  de  AIjubarrota 563 

X.  Que  los  portugueses  hicieron  entrada  en  Cas- 
tilla  567 

XI.  Cojno  fallecieron  tres  reyes 568 

XI I.  De  la  paz  que  se  hizo  con  los  ingleses.  .  .  570 
XI! I.  La  muerte  del  rey  don  Juan 571 

XIV.  De  las  cosas  de  Aragón 573 

XV.  De  los  principios  de  don  Enrique  rey  de 
Castilla 574 

XVI.  Que  se  mudaron  las  condiciones  deste  con- 
cierto  578 

XVII.  De  las  treguas  que  se  asentaron  entre 
Castilla  y  Portugal 580 

XVIII.  De  la  prísion  del  arzobispo  de  Toledo.  .    id. 

LIBRO  DECIMONOiNO. 

I.  Cómo  eJ  rey  don  Earique  se  encargó  del  go- 
bierno  582 

II.  De  las  cortes  de  Madrid 583 

III.  De  la  muerte  del  maestre  de  Alcántara.  .  .  584 

IV.  De  nuevos  alborotos  que  se  levantaron  en 
Castilla 585 

V.  De  la  elección  del  papa  Benedicto  Decimoter- 
cio  586 

VI.  Como  la  reina  doña  Leonor  volvió  á  Navar- 
ra  • 587 

Vil.  Que  de  nuevo  se  encendió  la  guerra  en  Por- 
tugal  589 

VIH.  Como  se  renovaron  las  treguas  entre  Cas- 
lilla  y  Portugal .  591 

IX.  De  las  cosas  de  Aragón 593 

X.  Del  año  del  Jubileo 594 

XI.  Del  gran  Tamorlan  Scytha  de  nación.  .  .  .  595 

XII.  Que  nació  un  hijo  al  rey  de  Castilla.  .  .  .  596 
XUL  De  la  guerra  que  se  hizo  cootra  moros.  .  597 

XIV.  De  la  muerte  del  rey  don  Enrique.  .  .  .  598 

XV.  Que  alzaron  por  rey  de  Castilla  á  don  Juan 
elSegundo 601 

XVI.  De  la  guerra  de  Granada 602 

XVII.  pue  se  hicieron  treguas  con  los  moros.  .  604 


CAP. 


PAG. 


XVIU.  Que  el  papa  Benedicto  vino  á  España.  .  605 

XIX.  De  la  muerte  del  rey  don  Martín  de  Sicilia,  id. 

XX.  De  una  disputa  que  se  hizo  sobre  el  dere- 
cho de  la  sucesión  en  la  corona  de  Aragón.  .  607 

XXI.  De  la  muerte  de  don  Martin  rey  de  Aragón.  608 

XXII.  De  la  Peña  de  los  Enamorados 609 

LIBRO  VIGÉSIMO. 

I.  Del  estado  de  las  provincias 610 

II.  Que  en  Aragón  nombraron  nuevos  jueces.  .611 

III.  Del  derecho  para  suceder  en  el  reino.  .  .  .  612 

IV.  Que  el  infante  don  Fernando  fue  nombrado 
por  rey  de  Aragón 615 

V.  Que  el  conde  de  Urgel  fue  preso 616 

VI.  Que  se  convocó  el  concilio  Constanciense.  .  617 
Vil.  Que  los  tres  príncipes  se  vieron  en  Perpi- 

ñan 618 

VIH.  De  la  muerte  del  rey  don  Fernando.  .  .  .  620 

IX.  De  la  elección  del  papa  Martino  Quinto.  .  .    id. 

X.  Otros  casamientos  de  príncipes.  ......  621 

XL  De  las  alteraciones  de  Castilla 522 

XII.  Cómo  fue  preso  don  Enrique  infante  de  Ara- 
gón  625 

XIII.  Cómo  falleció  el  rey  moro  de  Granada.  .  .  626 

XIV.  Cómo  don  Enrique  de  Aragón  fue  puesto 

en  libertad 628. 

XV.  Que  don  Alvaro  de  Luna  fue  echado  de  la 
corte 631 

XVI.  Cómo  don  Alvaro  de  Luua  volvió á  palacio.  633 

LIBRO  VIGESÍMOPRIMO. 

1.  De  la  guerra  de  Aragón 635 

IL  Del  fin  de  esta  guerra 638 

in.  De  la  guerra  de  Granada 640 

IV.  De  las  paces  que  se  hicieron  entre  los  reyes 

de  Castilla  y  de  Portugal 642 

V.  De  la  guerra  de  Ñapóles 644 

Vi.  Del  concilio  de  Basüea 645 

Vil.  Que  Ludovico  duque  de  Anjou  falleció.  .  .  646 
VIH.  De  la  guerra  de  los  moros 649 

IX.  Cómo  el  rey  de  Aragón  y  sus  hermanos  fue- 
ron presos 650 

X.  Cómo  el  rey  de  Aragón  y  sus  hermanos  fueron 
puestos  en   libertad. 652 

XI.  De  las  paces  que  se  hicieron  entre  los  reyes 

de  Castilla*  y  de  Aragón 653 

XII.  Que  los  portugueses  fueron  maltratados  en 
África 654 

XIIL  Cómo  el  infante  don  Pedro  fue  muerto  en 
)sl  cerco  de  Ñapóles 656 

XIV.  De  las  alteraciones  de  Castilla 657 

XV.  De  otras  nuevas  alteraciones  que  hobo  en 
Castilla 659 

XVI.  Cómo  el  rey  de  Castilla  fue  preso 661 

XVII.  Que  el  rey  de  Aragón  se  apoderó  de  Ña- 
póles  663 

XVIII.  De  los  varones  señalados  que  hobo  en 
España 665 


2Í>.  5.87 

rj>oNATioi>rj 


866131